La “Guerra Anglo-española de 1762”, en las actas del Cabildo de la
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La “Guerra Anglo-española de 1762”, en las actas del Cabildo de la
La “Guerra Anglo-española de 1762”, en las actas del Cabildo de la Catedral de México por Marcos Marín Amezcua Presentada en Campeche, Cam., 26 de abril, 2007. Publicada en 2008. RESUMEN Las actas del Cabildo de la Catedral de México recogen testimonios referentes al sitio y conquista de La Habana efectuado por la flota británica en 1762, durante el episodio español de la Guerra de los Siete Años (1756-1763). A través de ellas, se puede comprobar el grado de implicación que el Imperio español podía articular en torno a una guerra librada contra la monarquía española en su conjunto. Se puede apreciar también, la repercusión que tales sucesos tuvieron sobre el virreinato de la Nueva España y la estrecha relación que éste tenía con los temas caribeños, que no le eran ajenos. 1. Actas capitulares de la Catedral de México. La Guerra de los Siete Años, llamada en su época desde la óptica española como “Guerra anglo-española de 1762” que, dada la breve, tardía pero desastrosa participación de España en la misma, registró uno de sus peores momentos en la toma de La Habana por la escuadra británica, un puerto de enlace entre dos mundos y baluarte defensivo de la Nueva España, haciendo del Mar Caribe un escenario bélico de primer orden. Tal episodio ahorcó el comercio y las comunicaciones del Imperio español, forzando a pedir la paz anticipada por parte de la Corona española. Esta significativa contienda cuenta con una basta memoria registrada en Ultramar. Es el caso de la Nueva España, en donde la guerra de 1762 pasó también por los círculos virreinales del poder eclesiástico tan característicos de la América española, mismos que en sus fuentes nos aportan testimonios valiosos sobre como un capítulo caribeño se percibía en la capital del importantísimo virreinato novohispano. Así, el quehacer cotidiano del Cabildo de la Catedral Metropolitana de la Ciudad de México, reviste especial interés por tratarse del órgano de gobierno del referente religioso más importante y rico de los virreinatos americanos. La indiscutible preeminencia y destacada representación de sus dignidades era por demás reconocida, al pertenecer a la catedral de la capital del reino de la Nueva España. Sus diligencias como cabildo, un órgano rector, quedaron asentadas en actas debidamente encuadernadas y foliadas, resguardadas con esmerado celo, las cuales resultan ser fuentes primarias idóneas para conocer la vida cotidiana de este centro religioso, fuente indiscutible de poder no sólo espiritual, sino con implicaciones sociales, políticas y económicas,1que son en resumen, un espejo del transcurrir de la 1 Los dos libros de actas consultados tienen folios numerados (V. Bibliografía). Cada hoja mide 30 cm. de largo por 20.5 cm de ancho. Están escritas en cursiva manuscrita, en un texto compactado a renglón seguido, con tintas negra o sepia, tonos 2 vida citadina y colonial, que no guarda similares características con ningún otro documento de la época. 2 2. Importancia de esta fuente y metodología. ¿Por qué detenerse en las actas capitulares de este Cabildo? Con el fin específico de conocer, por un lado, si en verdad la guerra de 1762 refleja sus avatares en la cotidianidad novohispana y al mismo tiempo, con ello se permita conocer cómo se percibió la contienda bélica dentro de la cabeza de la Iglesia novohispana y cómo se actuó en consecuencia ante su desarrollo, como mandaban los canones en casos similares. ¿Tuvo en verdad una resonancia notable aquel conflicto armado del año 1762 y su réplica de 1763? ¿Repercutió la confrontación en el Caribe en las actividades y misiones del Cabildo catedralicio? En síntesis ¿Por quién y cuándo se dispensaron ayudas o se dispuso que se rezara, conforme avanzó la guerra contra Gran Bretaña? ¿El conflicto importó a los miembros del Cabildo o pasó con indiferencia frente a ellos? ¿Cómo se miró aquella guerra, desde su privilegiada posición? ¿Qué testimonios quedaron plasmados en aquellos documentos sobre aquellas vivencias? Para responder estas preguntas se ha efectuado una búsqueda en fuentes inéditas como las actas referidas, para saber cómo se registró el curso de la guerra, mediante la percepción de la misma entre las altas dignidades de la principal Iglesia del virreinato más importante del Imperio español y el sentir de los dignatarios eclesiásticos respecto a los prolegómenos del conflicto. Es preciso mencionar que la palabra “cabildo” proviene del latín capitulum: capítulo, sección, y se define como el colegio de clérigos que atienden la liturgia en una catedral, apoyan al obispo y colaboran en la administración diocesana. 3 Se revisaron 108 actas, a través de las cuales se da puntual seguimiento a la guerra librada en el Caribe. 4 que cambian de vez en vez. Son actas de extensiones irregulares en su contenido, mostrando sesiones en jornadas separadas unas de otras apenas por las firmas de quienes intervinieron en cada ocasión. 2 La Catedral se regía conforme a lo dispuesto en el Tercer Concilio Provincial Mexicano, celebrado en 1585, y todavía vigente en 1762, cuyo capítulo X regulaba la emisión de tales actas. V. Concilio III Provincial Mexicano y de los Estatutos de esta Santa Iglesia; celebrado en México en el año de 1585, confirmado en Roma por el Papa Sixto V y mandado observar por el gobierno español en diversas reales órdenes. México, publica Mariano Galván Rivera,, 1era edición en latín y Castellano. Eugenio Maillefert y Compañía, editores, 1859, México, 607/CLII/22 Págs. 3 4 PARRA Sánchez, Tomás; Diccionario de liturgia; México, San Pablo, 1996, p. 35. El manual del Concilio disponía en lo concerniente a su redacción, lo siguiente: “Capítulo X: Del oficio y obligación del secretario del cabildo: Para la necesaria y oportuna expedición de los negocios del cabildo, ordenado este Santo sínodo se establece, que el Secretario del cabildo asista a todos los actos capitulares, que por lo mismo sea llamado como cualquier capitular á los días extraordinarios de Cabildo; mas a los ordinarios aunque no se le llame, venga al Cabildo y entre el primero de todos en la Sala Capitular, para que en algun libro que debe guardarse con mucho cuidado allí mismo, y el que debe contener las cosas pertenecientes al cabildo, y todo lo que en ellos se ha determinado, y asiente las multas que se hayan impuesto. Mas cuantas veces faltare al cabildo, múltese en el momento de un día á prorrata de su salario”. En Concilio III, Op. cit. p. C (Cien romano). 3 Natalia Silva Prada señala que las actas del Cabildo catedralicio son parte del conjunto de documentos que se generaban desde las catedrales y en los cuales se asentaban el registro de sus actividades, la recolección de diezmos, la relación de visitas pastorales y podría añadirse que, en el caso particular de esta Catedral, se registra el funcionamiento del lugar; dejándose constancia de diversos nombramientos al interior de la misma. 5 Hacia 1762, siguiendo la obra de Zahino Peñafort, el Cabildo de la Catedral Metropolitana de la Ciudad de México era de corte criollo que gozaba de gran independencia, lo que cambiará con el regalismo de Carlos III, aplicado en los años siguientes.6 Ahora bien, el período de las actas de este cuerpo colegiado que fueron revisadas corre desde diciembre de 1761 hasta julio de 1763, en algunos casos con referencias muy modestas, que abarcan desde del momento previo a la declaración de guerra por parte del Reino Unido a España; el desarrollo de la contienda armada, los preliminares de paz y la proclamación definitiva de las Paces en marzo de 1763. Al revisarlas, se está abriendo el periodo de consulta a las posibles secuelas, en razón de la lentitud propia de la época, con la que fluían las noticias; por lo cual se pensó que podría haber un margen de actuación no tan inmediata con respecto a este asunto, misma que quedara asentada en actas posteriores, conviniendo así ampliar un poco el periodo de búsqueda, tal y como se hizo. Por tal motivo se consultó al completo hasta agosto (Anotando una serie sólo hasta julio de 1763, unos meses después de terminada la guerra). Cabe advertir que se han transcrito fragmentos conservando su ortografía original, al tenor de que la computadora permite reproducirla y la hace legible. De su estudio se desprenden las pugnas existentes entre el poder real y el eclesiástico en temas diversos y, lo más importante, permiten ponderar el impacto que la caída de la fortaleza habanera y de la ciudad misma, representó en la Nueva España. En otros estudios ha quedado documentado el sentir de los habaneros, sus vivencias durante la ocupación. Sin embargo, quizás no exista otro registro tan puntual de lo vivido en la capital del virreinato novohispano, como lo son estas actas que mostraban las preocupaciones surgidas en el virreinato alrededor de las defensas de la Nueva España, la cual quedó expuesta a las armas británicas por el hecho desastroso de perder la defensa que le representaba la guarnición situada en Cuba. 3. ¿Muestran un reflejo fiel de la vida colonial? Las actas del Cabildo pulsan así, de manera inevitable, el sentir del virreinato. Es verdad que a veces se colige que hay instrucciones y comentarios fuera de las mismas y se asienta lo que da pie a unos y otros, dicho esto en virtud de que, a 5 SILVA Prada, Natalia; Manual de paleografía y diplomática hispanoamericana, siglos XVI, XVII y XVIII; México, UAM, 2001, p. 79. 6 Cfr. ZAHINO, Peñafort, Luisa; Iglesia y sociedad en México 1765-1800: Tradición, reforma y reacciones; México, UNAM, 1996, pp. 21 a 47. 4 veces, se rompe la continuidad temática o se refieren situaciones que no necesariamente aparecen en actas anteriores. Al revisarlas, No deja de llamar poderosamente la atención el mutis del cuerpo catedralicio, incluso en vísperas de la guerra estallada en 1762, cual si desconociera de manera absoluta los retos que debía afrontar de manera ya apremiante el Monarca y el Imperio en su conjunto, frente a las armas británicas, a punto de romperse el fuego Esos seis meses de silencio que corren desde diciembre de 1761 en torno a la guerra iniciada en enero de 1762, sugieren un desconocimiento casi pleno de las implicaciones y peligros de la contienda, pudiéndose así explicar que no consten rogativas ni otras medidas dictadas en torno a ella. Son demasiados meses de silencio para suponer que se estaba al tanto y como si no pasara nada, o que el tema se trataba por fuera sin asentar nada en el libro de actas. Máxime si se atiende a su proceder después de que se supo la caída de La Habana, en que contrastan el número de referencias con el silencio precedente. Antes de tan calamitoso hecho de armas, nada sucede que alterara al Cabildo. La guerra no tuvo especial referencia en él, sino hasta las noticias alarmantes que hablan del sitio de La Habana, a finales de julio de 1762. Entre finales de 1761 y esas fecha, el Cabildo no hace una sola mención directa al conflicto armado. Hay un par de referencias indirectas. Destacan en ello: La exaltación de la advocación de la Inmaculada Concepción como patrona de la Monarquía española, disponiéndose las festividades solemnes que debían enmarcar tal ascenso glorioso o las convocatorias a rogativas y procesiones de la Virgen de Loreto7, con el fin de paliar la terrible epidemia de fiebres, y antes la de viruela, que padecía la zona central del virreinato y en particular la Ciudad de México, en el bienio 1761-62. Recuérdese que la epidemia de viruela que aquejó a la Nueva España en 1761, fue seguida por una de “fiebres malignas” conocida como “Matlazagua”, igual de grave, en 1762. Su atención también distrajo la atención del Cabildo catedralicio durante el primer trimestre de 1762.8. Tras la inaudita noticia arriba referida, recibida con gran sorpresa y temor en la capital novohispana, seguida de la peor aún que comunicaba la caída del puerto habanero a manos de los enemigos británicos, serán más o menos recurrentes las referencias al conflicto bélico hasta su conclusión a inicios de 1763. Pero a partir de que se supo en la Ciudad de México del sitio de La Habana, a mediados de 1762, las actas dan cuenta de la percepción que en distintos ámbitos 7 Acerca de la Virgen de Loreto cabe mencionar que su sede es considerada como el primer santuario de la Cristiandad. La Tradición menciona que la casa de Santa Ana fue trasladada por los mismísimos ángeles, por “misterio angélico”, primero al Tessato y luego a un bosque de Ancona, en 1294. Fue conservada por los padres capuchinos. Los reyes de España le han rendido culto por siglos. Loreto significa “Rodeado de árboles de laurel”. Por su historia, es patrona de la Fuerza Aérea Española. V. “Virgen de Loreto” en www.monografías.com/trabajos16/virgen-loreto/virgen-loreto.html 8 Sobre el tema de las epidemias del siglo XVIII, puede consultarse la reciente obra de ESPINOSA Cortés, Luz María (coord.); Cuba y México. Desastres, alimentación y salud. Siglos XVIII y XIX; México, INCIMINSZ-Plaza y Janés, 2005, 199 págs. 5 pudo generar no en sí la guerra, acaso lejana, sino sus consecuencias (El peligro inminente para el rico virreinato, al quedar expuesto sin puntos de defensa de consideración, por ejemplo); y también pormenorizan aquellos actos que, a manera de novenarios y rogativas, se efectuaron en la catedral de la capital novohispana, en favor de las “Armas del Rey”, con motivo de la contienda librada. 4. Impacto por la caída de La Habana. Mientras la guerra proseguía, transcurrió el verano de aquel año de 1762 sin mayores temas relevantes a tratar en las actas capitulares. En tanto, el 7 de junio de 1762 dio inicio el cruento sitio de La Habana. A partir del 23 de julio, las referencias a la Guerra de los Siete Años en su “episodio español” serán relevantes. Es imaginable el estupor causado en la capital novohispana al saberse la noticia. En esta fecha, la alarma generada en la Ciudad de México al saberse los infaustos acontecimientos del inicio del sitio del puerto habanero por la escuadra británica, quedó plasmada en el texto del acta de aquel día; llama poderosamente la atención que en ésta y las subsecuentes actas, se mencionen las posibles repercusiones para la Nueva España, ávida muestra de la conciencia que su alcance despertaba en las mentes más preclaras del virreinato y la plena conciencia del significado defensivo del caribe y el puerto habanero. En efecto, la mención denota el desconcierto causado por la noticia y un claro conocimiento de los riesgos que implicaba perder el puerto defensivo de Nueva España, es decir, aquella fortaleza de La Habana, considerada hasta entonces, como inexpugnable. El acta inicia, tras mencionar a los presentes en la sesión de cabildo, con estas palabras: “Se viene a tratar sobre el Novenario que eƒta ya conferido, que se haga a la Santissima Virgen de los Remedios, con el justo motivo de implorar a su Patrocinio y Soberana interccession a favor de las Armas de España contra los Yngleses, que han desembarcado en La Havana y es, que no obstante de que en semejantes Novenarios se halla y mui en su lugar protestadas la Libertad que tiene este Ve Cabildo para votivar o no las Missas de ellos, y dejandola en su fuerza y vigor atendiendo a la presente urgencia que en su dictamen es la mayor que se le puede ofrecer a la Corona de España. Pues tomada la Havana por los Yngleses, Se seguiran las graves y permiciosas consequencias que se deben considerar... [Cursivas nuestras] ”9 A continuación se describe lo que ha de hacerse en materia de liturgia: 9 ACM, Actas del Cabildo, Libro 45: Año 1761 hasta el 19 de octubre de 1762, 23 de julio de 1762, p. 261r. 6 “(Las misas) se votiven, que en ese caso, estas se canten, la propria que trae el Misal pro tempore belli siendo con paramentos morados y cantandose en ellas la Letanía de los Santos con las preces que estan en el Ritual; que no aia Instrumentos de violines, sino de Vajones, Vajos y demas que correspondan a Missa de rogación; que en las procesiones en que se ha de llebar y traer a la Santissima Virgen, que ambas sean con paramentos morados, y cantandose dichas letanías, y preces, por que no piden otra cosa a las presentes circunstancias y que lo mismo se acavo de haser en las de Nuestra Señora de Loreto [...]”10 En el acta se imploraba el auxilio y consuelo de la Virgen de los Remedios. 11 Tras expresar el Deán que al Cabildo eran “bien notorias [...] las fatales y sensibillissimas noticias”, traídas por una goleta desde el puerto habanero, sabiéndose por ella que entre 14 y 16 mil británicos habían desembarcado cerca de La Habana sin notárseles, utilizando doscientas embarcaciones de todos tamaños, de las cuales 36 estaban bloqueando el puerto; todo lo cual “como es debido, tiene gravíssimamente consternado” al Virrey; el Deán mismo manifestó que “Se debe tener por la mas funesta novedad, y perjuicio, que se pueda seguir para estos Reynos, y para la Corona de España, la toma de la Havana y su Isla y que no obstante de estar bien fortificado, y guarnecido, y de haber bastante tropa reglada y Buenos oficiales se ha determinado, como lo pide la gravissima urgencia presente, el ocurrir a implorar la Divina Clemencia para alcanzar su proteccion en tan grave conflicto, valiendose para ello de la interccesion de la Santissima Virgen [...] [Cursivas nuestras]”12 También se pedía la participación en aquellas rogativas, de los regidores de la Ciudad de México en este asunto, en el que estaba “interessada toda la Monarchia española debiendo concurrir a ella”. Se consultó con el Maestro de Ceremonias catedralicio si se podían votivar13 las misas y “Cantar antes de la Letanía de los 10 Ibid. La Virgen de los Remedios tuvo gran devoción durante el virreinato. Sin embargo, resulta interesante que se recurriera a ella y no la patrona del Virreinato, la Virgen de Guadalupe, durante la Guerra de los Siete Años. Era identificada con la Virgen de los conquistadores. Cincuenta años más tarde, los independentistas usaron a Guadalupe como parte de su identidad, en tanto que el ejército realista nombró generala a la Virgen de los Remedios. Pasada la Guerra de Independencia cayó su estima, empero aún perdura su extendida devoción. 12 Ibid. 13 VOTIVA: Formulario especial que registran las misas destinadas a evocar los grandes misterios de la fe, sirviendo para señalar un aspecto particular de la devoción y nutren la espiritualidad de una comunidad. Son facultativas y no proceden si hay memorias obligatorias a celebrar. ROGATIVA: Liturgia penitencial instituida por San Mamerto, por razón de un terremoto y otras desgracias concomitantes. La liturgia incluía una procesión en el área afectada, el canto de las Letanías de los Santos y la Eucarístía. En Cfr. Parra, Diccionario de Liturgia, Op. cit, pp. 173 y 149. 11 7 santos con las preces adversius herejes que dispone el Ritual Romano con toda devocion y conato”, aceptándose todo y que se hicieren con “ornamento morado”14. En esa tesitura, el pelícano (Como se conoce al Cabildo), acordó entonces llevar al cabo en tales condiciones las misas rogativas, disponiendo que las dignidades las fueran cantando, como igualmente en las idas y venidas de la Virgen, efectuándose tales ceremonias a las doce del día; en tanto que en las misas conventuales se dispuso que se cantaran las preces después de prima, y no hubiera instrumentos festivos sino “vajones, vajos y demas que correspondan”. 15 También se dispuso que en la ceremonia inicial de tales jornadas estaría presente el virrey, colocado en el Coro de la Catedral de México. La nota al margen de esta acta, que está fechada el 23 de julio de 1762, detalló su debido cumplimiento, anotándose “que con motivo de la guerra con los Yngleses y el desembarco que han hecho en la Havana”, la imagen de la Virgen, se condujo el 24 de julio desde su santuario.16 que acudió el Virrey y el Arzobispo vestido de medio pontifical, así como el Venerable Cabildo. Que en todas las Iglesias se tocó la rogativa y hubo “mucho concurso y mucha deboción (sic)” según describe el acta. Un día antes, el Arzobispo expidió un edicto que concedía cuarenta días de indulgencia a los que asistiesen a las Letanías de dicha Novena y para los que cantaran en las demás iglesias “[...] Lunes, miércoles, viernes y sabados para implorar la divina Clemencia a favor de las armas del Rey ntrò ƒeñor contra la nación Britanica, y en socorro de la isla y Ciudad de la Havana, que se halla sitiada...”17 La nota marginal referida da cuenta de que el 2 de agosto de 1762 terminaba el Novenario y se hizo “Missa de gracias” con asistencia del virrey por haber alcanzado tierra un navío de guerra. Era el que había salido de Veracruz el dos de mayo anterior, con dinero y pertrechos para la isla de Cuba, llamado El tridente ( letra no es clara). Al tiempo una embarcación les avisó del sitio habanero y decidieron regresar a Veracruz, llegando allí tras setenta días de navegación. La noticia se celebró con “dha Missa de gracias, y repique de todas las campanas de esta Iglesia menos las esquilas desde las siete hasta la media de dha mañana” __ y añadía__ “se suspendio 14 ACM, Actas...Op. cit, 23 de julio de 1762, p.262a. Ibid, p. 263. 16 El Santuario Nacional de la Virgen de los Remedios aún existe. Localizado fuera del Distrito Federal, en el Parque Nacional de su nombre en el municipio contiguo de Naucalpan de Juárez. Cuenta la tradición que esta imagen se apareció a Hernán Cortés. Que guió su camino tras el episodio de “La Noche Triste”. Tras la Conquista se erigió su santuario, muy visitado. 17 Ibid, pp. 261r-262. 15 8 la llebada de Nuestra Señora de los Remedios18, hasta que viniesen noticias del estado de la Habana...”19 Durante la contienda, hubo restricciones por el “excesivo precio que tenia la cera”, que impidió poner velas a la manera como era la costumbre, se mantuvo todo ese tiempo la imagen, acudiendo mucha gente a rendirle respetos. De nueva cuenta, el 7 de septiembre la guerra fue motivo de quebranto en el seno del Cabildo. En esa fecha se apuntó que se había acordado regresar a la Virgen a la Iglesia de San Juan de Dios, de donde se había trasladado a la Catedral.20 En la nota marginal consta que tal medida se canceló por haber llegado a bordo del navío El Arrogante, la noticia de que el 30 de julio los británicos habían ganado el castillo del Morro “Por asalto. Y que el día 12 de agosto capituló la ciudad, lo que sabía (el barco) al llegar al puerto de Xagua donde se le comunicó esa noticia si bien no había certeza de ella por no haber ‘Documentos necesarios´[...]”21 La tan temida noticia tuvo secuelas en el acta del día 23, donde se acordó implantar un nuevo novenario a celebrarse cantando las salves como se hacía en “Su Santuario de la Divina Aparecida Imagen de Nuestra Señora de Guadalupe todo esto a fin de implorar su Divina Clemencia, proteccion, e intercession con su Santissimo Hijo, para que se apiade, y proteja a las Armas de Nuestro Rey y ƒeñor, contra los Yngleses; dando nuevo motivo a estos Novenarios, las fatales noticias que ha conducido el Navio de Guerra el Arrogante [...](Noticia que al saberse, había causado) tal inquietud, desconsuelo, y fatiga a este Gobierno, y a esta ciudad y Reyno [...] que todo se había commovido, asi para la recluta de Gentes, que bajasen a Veracruz, como para ocurrir a Dios por medio de su Santissima Madre [...]”22 Así, se suspendía la restitución de la Virgen de los Remedios a su santuario hasta nuevo aviso, y se apresuraba el traslado del Virrey a Veracruz junto con las tropas reunidas desde todo el virreinato, al saberse la casi segura caída del puerto de La Habana (como en efecto, para esas fecha ya había sucedido). 18 Para el dogma cristiano, las campanas son para el servicio de Dios, están dedicadas al culto, “Son un diálogo entre la fe y la razón”. La Catedral Metropolitana de la Ciudad de México cuenta en la actualidad 28 piezas entre campanas, esquilas y piezas de reloj, distribuidas en sus dos torres. Cfr. Sociedad de Historia Eclesiástica Mexicana. Memoria 1995-1996; Selección y prólogo de Luis Ávila Blancas, México, 1997, pp. 74-75. 19 ACM, Actas...Op. cit., 23 de julio de 1762, p. 262a. 20 La Iglesia de San Juan de Dios en la Ciudad de México, comparte plaza con la de la Santa Veracruz, ambas a un costado de la Alameda Central y a ocho calles de la Plaza Mayor, siguiendo por la calle de Tacuba. 21 ACM, Actas. .Op. cit., 7 de septiembre de 1762, p. 275r. 22 ACM, Actas... 23 de septiembre de 1762, pp.282r-283a. 9 En esta acta del 23 de septiembre figura una exhortación apremiante frente a la guerra, al verse desvalidos: “[...] Juntar Armas, fundir cañones, y demas preparativos para la justa defensa de este Reyno, todo lo que debe temer, y prepararse para si viniesen, como se debe rezelar, contra el las fuerzas Britannicas, siendo este el mayor aprieto y cuidado, que ha tenido desde su Conquista... [Cursivas nuestras]”23 Y se tomó la decisión de suspender las fiestas que estaban programadas, como lo eran las muy concurridas de San Cosme y San Damián, San Miguel y de Todos los Ángeles24. La nota marginal del acta, esclarecedora del sentir imperante, daba cuenta del siguiente acuerdo y cómo se verificó: “[Se dispuso efectuar] Nuevo Novenario a Nrà Sra de los Remedios por el feliz éxito de las armas de España, y por que no se verifique la noticia de la toma del Castillo del Morro y de la Ciudad de la Havana por los yngleses...”25 1762 aún dejó dos actas relacionadas con este asunto. Del cabildo del 6 de noviembre, derivó una extensísima acta en que se hace recuento de lo ya expresado hasta aquí y se manifestaba respecto a la permanencia de la Virgen de los Remedios en la Catedral: “...Existir la causa de la traida de su Santuario, que fue la Guerra de los Yngleses, y sitio, de la ciudad de la Havana, no se restituyese a el, sino que se mantuviese aquí hasta tenerse noticia de su resulta..”26 Se decidía que el Altar Mayor se repusiera como correspondía al tipo ordinario y que la Virgen se colocara en el Sagrario Metropolitano. 27 Ello en virtud de que se prolongaba el conflicto, pues las noticias “las que con dolor, y gran consternación de todos, se han verificado” conducidas el 3 de noviembre por una embarcación enviada por el Intendente de la Marina y astillero del puerto habanero, Lorenzo Montalvo, la cual daba razón de la partida el 30 de agosto con rumbo a España, de la guarnición prisionera de guerra, en que iban el Gobernador de la ciudad, Juan de Prado, el 23 Ibid, p. 283a. La Catedral Metropolitana cuenta con una capilla dedicada a San Cosme y San Damián y otra a la Virgen de los Ángeles, muestra de la devoción que despertaban en los novohispanos, amén de la dedicada a la Purísima Concepción. De allí la trascendencia de cancelar tales festividades “pues la causa estaba con mayor apuración“, decía el acta referida en la nota anterior. 25 ACM, Actas..., Op. cit., 7 de septiembre de 1762, p. 282a. 26 ACM, Actas del Cabildo, Libro 46, 6 de noviembre de 1762, p. 5a. 27 El Sagrario Metropolitano se encuentra contiguo al cuerpo de la Catedral Metropolitana de la Ciudad de México. De fachada churrigueresca que mira a la Plaza Mayor (El Zócalo), hoy se expone en él al Santísimo y está abierto al culto. 24 10 comandante de la escuadra, Marqués del Real Transporte, “los señores Manzo, que acavó de Virrey del Peru, y Tabares, el gobierno de Cartagena”,28 asentándose Asimismo, obedeció el traslado de la Virgen al Sagrario, pues se estropeaban los ornamentos colocados con motivo de los novenarios, cuyo costo había sido de más catorce mil pesos. Se decidió seguir escatimando la cera, dado que se mantenía “su alto costo”, reduciéndola a seis luminarias para la Virgen. Cabe mencionar que en esta acta se narra que se sabía del rumor acerca de una escuadra franco-española de 86 mil hombres dispuestos a luchar en las Islas Británicas empezando por capturar Bristol. Había esperanzas de que así sucediera. Empero, resulta evidente la falsedad de la información, confirmada por los hechos conocidos en nuestra época. Hasta marzo de 1763 reapareció el asunto de la guerra en las discusiones del Cabildo. En efecto, en el acta del día 3 de dicho mes, que es sobradamente extensa, el órgano catedralicio enviaba una postura clara y firme al Ilustrísimo Señor Arzobispo de México, a comunicar respondiendo a las indicaciones del Virrey en relación con la atención prestada por la Iglesia al conflicto armado. Por supuesto, ello significó una nueva fricción entre las autoridades civil y eclesiástica. En esa ocasión se dejó constancia de un “Villete” emitido por el Virrey con el que acreditaba a Fernando Bustillo como superintendente de los hospitales que “de quenta de Su Majestad operaban en Veracruz”; quien intercediendo por él apelaba “al zelo del arzobispo tan notorio como Christiano”, con el fin de obtener de Su Eminencia “alguna consignación y limosna anual” para el sostenimiento de aquellos hospitales; ello ante la imposibilidad de que el reino absorbiera tan crecidos gastos.29 Bustillo se había dirigido al Virrey encareciéndolo a prestar su ayuda, mencionando que “La materia es grave, la necesidad es urgente, la causa piadosa, el Real erario, que oy dia sufre el formidable peso de la presente guerra, pése al cuidado en esto prestado por el virrey (,) que no ha redundado en obtener nuevos recursos para solventarlo...”30. Bustillo enlista las causas de esa sangría: “Tantos enfermos, la variedad de las enfermedades y la gravedad de sus symptomas”, así como el aprovisionamiento de la numerosa flota fondeada en el puerto31 y el no menos importante aprovisionamiento de Cuba, Campeche y la Florida, además de la limpieza de los 28 29 30 ACM, Actas...Op. cit., 6 de noviembre de 1762, p.6a. ACM, Actas...Op. cit., 3 de marzo de 1763, p. 49a. Idem. 31 En realidad se componía tal flota de los barcos que quedaron varados al iniciar la Guerra, imposibilitados por su propia seguridad, para reemprender viaje alguno y no de una flota en forma. 11 méganos del puerto y de sus fortificaciones, amén de robustecer sus cuerpos de defensa militar. Bustillo se dirigía de manera personal al Venerable Cabildo, al tiempo que cuando dictaminaba al Virrey la situación imperante en la costa del Golfo, en los términos siguientes: 1) Pidiendo que contribuyeran con una aportación “haciendo merito de la causa que obliga a esta exquisita providencia” para lo cual, aquel órgano colegiado “se sirva aprobar y poner en execusión el suave medio qe propongo”. Y señalaba que tal aportación fuera secundada tanto por los arzobispos como por los obispos de la Nueva España, contribuyendo con prestancia, indicando que esta fuera motivada por “La equidad: La Justicia: La razón: el amor a Nuestro Rey: La atención a su Real erario: La conservación a Su Majestad de este imperio: La Charidad Xistiana: La Piedad eclesiástica con los pobres: el bien espiritual de sus almas. Todo esto junto, comprendiendo en si un bien universal __lo cual obliga a seglares y eclesiásticos pero más a éstos últimos, pues__ a estos importa en la indemnidad del Charitativo Cielo, la perpetuidad de su Iglesia, la conservación de sus rentas eclesiásticas que sobre todo profanada la Religión, se echarian nuestros enemigos, y ultimamente la conservación de sus mismos feligreses y Diocesanos, que son los que mantienen desde el mas mínimo Ministro hasta el mas Supremo Prelado en la coleccion de sus fructos, preƒtacion de las obenciones, y solucion de los Diezmos...”32 2) Bustillo también apelaba a esa ayuda en consideración a que el Cabildo había apoyado la creación de hospitales 33 sin más interés que atendiendo a que por “su Charidad, han derramado sus rentas, sin otro testimonio que el de su Santa y exemplar misericordia”. Puede también destacarse, por otro lado, la idea muy fija y por demás precisa que se tenía de la religión profesada por sus adversarios, los protestantes británicos. En el acta se lee: “Tan zalameras aseveraciones no calaron en el ánimo de sus eminencias. Tras conocerse este pedimento en el Cabildo y haberse efectuado “muchas y varias expresiones”, __se manifestó acremente __ “Que esta concurrencia que se pide es un gravamen nuevo, que no se sabe ni ai constancia de que los seculares aian contribuido con nada particular, ni para los Hospitales, ni para esta guerra. Que se es mucha violencia empezar las contribuciones, por los eclesiásticos y mucho mas en un tiempo en que si son ciertas como se asienta y aseguran las noticias que han conducido al Puerto de Veracruz, el dia veinte y quatro del proximo una fragata de Guerra Inglesa [...] que participa que en tres 32 33 ACM, Actas...Op. cit, , 3 de marzo de 1763, p. 50a. Idem. 12 de noviembre del año proximo passado se havían firmado [...] los Preliminares de la Paz [...] con cuio motivo haya cesado (la guerra)...”34 Cabe llamar la atención a la vía por la que se obtuvieron esas supuestas noticias de paz, no confirmadas. 35 A todo ello se respondía por parte del Cabildo que no había fondos destinados ni para limosnas ni “para estas asignaciones” pues “no ia mas que lo perteneciente a la mesa capitular”; la cual estaba reducida por los malos años, las rebajas y las ayudas extendidas al “socorro de los pobres y alibio del publico en las epidemias que se han padecido”, requiriéndole por el contrario a Bustillo, que estas providencias y ayudas de la Iglesia (efectuadas en su momento por el Cabildo y para debida constancia) lo siguiente y así “Han de mitirse al Rey, no siendo conveniente se dejara entrever que no se ha proporcionado ayuda alguna como que sí ha sido de esa manera. Y por tanto que se tratara este negocio como sus circunstancias piden [...]Y con lo que se ganara algun tiempo, para darlo a que vengan Noticias de España, para ver si en ellas ai constancia de la Paz...”36 Entonces se tomó la decisión de pasar el asunto de la petición al Arzobispo, “en atención a la gravedad de su contenido” (refiriéndose al “Villete”), expresándose que se manifestara al Virrey respecto a esa aportación solicitada, que “(La imposiblidad en que estaban y) La dificultad de hallarlos, por no haber fondos, en que con libertad, se verifiquen estas contribuciones; y tambien, el que según las ultimas noticias venidas de la Havana, siendo ciertas hacen variar en el todo el estado de las cosas y la necessidad de que continuen los Hospitales de Veracruz...”. 37 Así, curándose en salud y con más cautela que con lenguaje distendido, la Iglesia fijaba una posición que, si bien era comprensible, también era elocuente al demostrar tanto el estar al corriente de las noticias por el curso de la lucha armada, como de saber el estado de las aportaciones obtenidas y de quienes las hubieran hecho o no. No puede dejarse esta ilustrativa ponencia, que refleja una vez más los resquemores causados entre el Trono y el Altar “sobre tan crecidos gastos que tendrá la Real Hacienda en la presente guerra”, sin reproducir las palabras con las cuales empezaba esta acta del 3 de marzo de 1763, conminando a sufragar esa aportación con la siguiente medida: 34 ACM, Actas...Op. cit., 3 de marzo de 1763, 51r. Se refiere el acta al envío de una fragata del gobernador británico de Cuba que (amén de conducir las últimas sobre los preliminares de paz), podía cumplir la misión secreta de reconocer las defensas del virreinato. 36 ACM, Actas..., Op. cit., 3 de marzo de 1763, pp. 51a-51r. 37 Idem, p. 51r. 35 13 “Que se responda al Billete de Su Exca. que no se concurre con nada la sustencia de los Hospitales de Veracruz, por no haver ramo de que asignarse; y de que los soldados se les quite del pre que les da un tanto para sus curaciones, que este Ve cabildo en las pestes que se han ofrecido ha concurrido al alibio de los pobres y esta pronto a hazerlo siempre que se ofresca...”.38 Aun de estas ayudas otorgadas, sus montos en metálico no están registrados en estos documentos capitulares. Sólo obra la constancia de las decisiones en pro de la ayuda innegable que la Iglesia prestó a nombre propio. Quizá el ramo de Clavería o de cajas reales pudieran mostrar movimientos claros en este sentido. Cierto es que la Iglesia fue recelosa de aportar ayudas fuera de su jurisdicción, asumiendo sus propios costos. 5. Noticias de la Paz. ¿Cómo y cuándo se supo en la Nueva España de las noticias portadoras de la paz entre España y Gran Bretaña y cómo fueron celebradas en la capital del virreinato, segunda del Imperio español? En la sesión de Cabildo del 7 de marzo siguiente, se trataron las noticias referentes a las Paces firmadas en Fontainebleu (París, dice en el acta), en noviembre de 1762. Ya puede notarse la diferencia existente entre el bloqueo impuesto que imperó durante la contienda bélica y el flujo normal de la navegación, con su carga de despachos y reales órdenes, pues en menos de un mes de haber llegado a La Habana aquella noticia tan esperada, la Ciudad de México estaba conociendo los sucesos de Fontainebleu. Ello obedece además, a la necesidad de la Corona por mantener comunicación directa, por tanto pronta y expedita, con las capitales del Nuevo Mundo, privilegiando la comunicación incluso por encima de otras ciudades peninsulares. La razón de tal urgencia iba de la mano de que se supieran las noticias de la paz, como para indicar a las autoridades de Indias que el cese del estado de guerra conllevara precauciones frente a los otrora enemigos y a éstos mismos, tales autoridades les urgieran a salir de sus dominios. A lo anterior, también era menester estar en contacto toda vez que así sabrían a que se obligaba la Corona y cuáles pretensiones de los contrarios eran inadmisibles.39 ¿Cómo se recibieron las nuevas en plena Cuaresma del año 1763? El acta correspondiente, de corta extensión, describe lo que sucedió en aquella sesión 38 Ibid, p. 48r. Si atendemos al periódico Mercurio histórico y político, hacia marzo de 1763 ya se sabía en España sobre la caída de La Habana y aún no de lo acontecido en Manila. V. 39 14 capitular, cuando se menciona que regidores de aquella ciudad había visitado a su Señoría __El Deán, posiblemente__, para comunicarle que el día 3 de marzo había llegado a la capital novohispana la “apreciavilissima y deseadísima noticia de las Pazes”. Se mencionaba que la ruta seguida fue por un aviso salido de El Ferrol el 13 de diciembre, llegado a Veracruz el 28 de febrero y que confirmaba las noticias traídas de La Habana por una fragata inglesa el día 24, referente a la firma de los preliminares. Sobre estas rutas y fechas no hay una única versión. Si por un lado se adelanta que este aviso no tocó La Habana, por el otro se menciona a una nave proveniente del puerto cubano, ya avistada el día 24 de febrero. Otras fuentes detallan otras rutas y otras fechas sobre cuándo y por cuál vía se conocieron las noticias de la paz en Nueva España. Resulta entonces complicado precisar una en particular. Destacaba el regidor citado que una de las capitulaciones de paz disponía “[...] La Restitución de la Havana a la España, y que esta cedia a la Ynglaterra la Florida, y que la Francia donaba a la España la Luisiana y nueva Orleans, que se hallaba continente con este Reyno por el nuevo México. Todo lo que era muy digno de celebrarsse, pues ya se havian experimentado en parte los muchos daños, atrás, inquietudes, y quebrantos, que ha causado la guerra, y la carencia total de las Noticias de España pues ya se havian cumplido treze meces sin que hubiesse ninguna...”40 Tal y como puede observarse en los términos del acta citada, no se debatían los resultados obtenidos en la reciente guerra, por España y sus dominios. No se ponderaban pérdidas y ganancias; antes bien, parece que hay una percepción clara de que se asiste a un cúmulo de victorias y “compensaciones”. Sencillamente, se agradecía la paz y se pasaba de largo sobre el tema de la victoria o la derrota, pero se hacía hincapié en la cesión francesa de la Luisiana con la contundente calidad de compensación, así como había referencias a la incomunicación del virreinato durante toda la contienda. Por todo lo anterior, había que dar gracias a Dios y a la Virgen de los Remedios, de allí la visita de los regidores para acordar la manera de externarlas piadosamente. En el acta del 7 de marzo se manifestaba que el Virrey y la Ciudad habían acordadopor sí, una ceremonia de acción de gracias a la Virgen de los Remedios, “cerrada la causa de su estancia en la Catedral, que era la Guerra, y de la que con tanta promtitud nos havia sacado su intercesión”, según se asentó.41 40 41 ACM, Actas...Op. cit, 7 de marzo de 1763, p. 54a. ACM, Actas...Op. cit, 7 de marzo de 1763, p. 54r. 15 Pero dada la temporada litúrgica que corría (la Cuaresma), con días “De quatro missas precissas”, esto habría de complicar la búsqueda de fechas idóneas para celebrar un Novenario de agradecimiento. Así, se pensó retrasarlo hasta después de Pascua, como lo mandaba un edicto publicado por el Arzobispo. Consta en la esclarecedora nota marginal, que se procedió a suspenderlo hasta la Octava de Pascua, pero comunicando al Virrey que si gustase asistir, lo hiciera. Ese fue un nuevo motivo de distanciamiento entre ambas potestades. De manera paralela habría un nuevo roce entre el Virrey y el Arzobispo. El acta del 10 de marzo refiere que cuando un regidor de la Ciudad de México, Gaspar Hurtado de Mendoza, expuso la decisión del Cabildo ante el Virrey para convocarle a las celebraciones, éste guardo silencio, “no obstante habersselo insinuado dos ocasiones”. En tanto, se pensaba efectuar a iniciativa del Arzobispo, una misa solemne “de Gracias” por el plausible objeto de las Paces para la concurrencia y consuelo tan deseado del Publico”, que se verificaría el domingo 13 de marzo de 1763. 42 Se expresó primeramente en dicha acta que, ante la medida unilateral, el Arzobispo no deseaba arriesgarse al desaire de su Excelencia, pero también esperaba que fuera el Cabildo el que hiciera convite al Virrey, en su nombre, porque “la funcion era en su Iglesia” y que ya mediaba el edicto del Arzobispo convocándola. Si se actuaba como hasta entonces, quedaba además el delicado asunto de invitar a la Audiencia y a los Tribunales; puesto que si no mediaba invitación personalizada, por decirlo así, al Virrey, no quedaba claro quién debería después efectuarla a estos órganos, pues hacerlo a ellos directamente, era minimizar el peso del Virrey (O eso parecería, pues se les convitaría personalmente, cuando al Virrey sólo se le participaba por el edicto arzobispal, a todas luces, de carácter impersonal.), Nuevamente, hubo “difusión y variedad (De opiniones)” en la reunión capitular, toda vez que aún no habiéndose publicado las paces y aun mediando edicto del Arzobispo para convidar a celebración litúrgica, era probable el desaire del Virrey y quedara todo como un adelantamiento audaz y poco recomendable por parte de la Iglesia al no oficializarse la paz. Es preciso señalar que por un lado, en el acta del 7 de marzo se establecieron los dones otorgados con motivo de las paces y en la anotación marginal del acta del 10 de marzo se concretó el ceremonial que tuvo verificativo el domingo 13 de marzo.43 Así, en el primer caso, el edicto del Arzobispo de México ordenaba: “Que en todas las Yglesias de esta Ciudad, y las de su arzobispado se cantasse una Missa con el santísimo Patentte y el Te deum concediendo 42 ACM, Actas...Op. cit, 10 de marzo de 1763, p. 57r. 43 Idem. 16 quarenta dias de Indulgencia a los que asisten a ellas, y diesen las debidas gracias por tan excesivo bien, y pidiesen por el aumento de nuestra santa Fee católica; haviendo ya prevenido a las Comunidades de sus religiosas, e que cessasen de aquellas extraordinarias oras de Oracion, y demas particulares exerccicios, que su Ilma les havia ordenado, con la noticia de la Guerra...“ 44 En el siguiente caso, la propuesta de celebración y la nota marginal señalan cómo en torno a la Catedral de la Ciudad de México, se marcó la fecha de acción de gracias por la Paz signada en París, que ponía fin a la llamada con posterioridad “Guerra de los Siete Años”45. Se había dispuesto que se cantara el Te Deum Laudamus, que se quedara adornada con la colgadura ya colocada y que el repique de campanas fuera como “el de los regulares del sábado a las doze”46 y en lo tocante a la oración, que no hubiera sermón en la misa de ‘Dominica’ y se cantara pero no se dijera sermón por las circunstancias prevalecientes y naturaleza del acto. La nota marginal de aquella acta, establece: “Se celebro esta missa con toda Solemnidad, el domingo quarto de Quaresma 13 de marzo de 63, Se repico a las doze, y a la Oración de su Vispera, y el dia para entrar en el Choro hubo procession por las Naves de la Iglesia, llevandosse en ella a la Santissima Virgen de los Remedios, y la que concluida se descubrio al Santissimo Sacramento, cuia Missa fue la que se canto por el Sor Dean y la que acavado se Deposito. Asistio a todo el Ilmo Sor Arzobispo & el Exmo Señor Virrey, acompañado de la Nobilissima Ciudad, como en las concurrencias, y fiestas del R. patronato. Haviendo recivido a la Diputacion de este Ve Cabildo, quando le dio parte de esta celebridad, con mucha benignidad y atencion, y prometiendole, de que avisaba de su asistencia, como lo executo al dia siguiente, tambien asistio la Archicofradia, y un Exerci [..] consursso. La missa de la Dominica se cantto, después de Prima y para la del Santissimo se canto a las nueve. No hubo Sermon. Y para que assi conste pongo esta razon en 13 de marzo de ‘763. Roldán.”47 44 Id. Es pertinente reiterar que entonces no se le llamó así a esta Guerra de los Siete Años; entre otros nombres, simplemente se conoció como “La guerra contra Yngleses”. 46 Hasta la fecha, el anuncio del Ángelus a las doce del día, efectuado con las campanas de la Catedral Metropolitana de la Ciudad de México al vuelo, especialmente el sábado, puede ser ensordecedor para quien está de frente en la Plaza Mayor de la capital mexicana. 47 La Virgen de los Remedios aun retrasó su regreso al santuario de su nombre en virtud de que el mal tiempo, lluvioso en el verano, impidió su traslado. Finalmente, pudo restituirse a su templo en julio de 1763. 45 17 El acta del 6 de abril todavía recoge algunas apreciaciones sobre esta celebración, señalándose que tales gracias a la Santísima Virgen de los Remedios eran motivadas “Por tan singular que havia merecido a su patrocinio, e Intercesion, con particularidad todo este Reyno, pues en el mismo tiempo, que esperaba sus mayores aflicciones, y turbaciones con la venida de los Yngleses, en ese mismo condujo las noticias tan plausibles de la paz, por lo que su Divino amor y maternal Misericordia, pedian el debido reconocimiento a su Piedad...”48 Así, al terminar la guerra y saberse del fin de aquella contingencia, un evidente sentimiento de tranquilidad y alivio se manifestó de manera notable. No se cuestionaron los términos de la Paz de París. 5.6 Ecos de la guerra al interior del Cabildo catedralicio. Pasada la emergencia, las actas del Cabildo todavía registrarían un par de incidentes y peripecias en torno a la guerra y su percepción en la Nueva España. Por citar un ejemplo, se acordó en el Cabildo del 6 de abril que se votivaren (por devoción) las misas de un nuevo Novenario pasada la Semana Santa. La llegada de la ansiada paz no estuvo exenta de nuevas disputas entre el Trono y el Altar. En esa tesitura, verbigracia, quedó registrado en el acta del 6 de abril, que tras la misa del Sábado Santo, el Virrey solicitaba por su conducto a nombre de la Ciudad que se lo había requerido a él “a nombre del comercio de España”, una nueva novena “pidiendo a la Santísima Virgen el feliz viaje de los Navíos de Guerra y de Azogues, que estan para salir, con rexistro de caudales, del Puerto de Veracruz [A España]..."76 El cabildo se negó a verificarlo, requieriendo que el comercio costeara la ceremonia si la deseaba. 5.7 Utilidad de estos documentos. La llegada de la paz hizo que el Cabildo pasara a temas de otra índole. La guerra fue referida en un par de actas más con relación al puntual traslado de la Virgen de los Remedios a su santuario, pero no más allá. Para agosto de 1763 la guerra era un tema ya superado. Estas actas del Cabildo de la Catedral de México son una muestra estimulante para acercarse a los vericuetos del poder pero, al mismo tiempo, para palpar los sentimientos imperantes alrededor de un conflicto armado vivido en Ultramar. Son, 48 ACM, Actas...Op. cit, 6 de abril de 1763, p. 67r. 76 Idem. 18 además, una fuente complementaria a las tradicionalmente utilizadas en temas del Caribe. No siempre cumplen con la eficacia que se esperaría, pero si ofrecen la oportunidad de pulsar el ritmo de los acontecimientos, en momentos tales como la devoción del pueblo colonial, volcado de una manera multitudinaria haciendo causa común con los intereses de la Corona en este caso en concreto, afectados en el Caribe, en las cercanías del virreinato novohispano. Las actas patentizan cómo se involucraban los poderes terrenales en el diseño de una estrategia cívica y religiosa, evidenciando los choques entre ambas potestades (eclesiástica y virreinal), que enfrentaban las relaciones entre las esferas de gobierno en temas diversos pero, al mismo tiempo, expuestos bajo la lógica del poder; que también muestran como el proceso de una guerra típica del siglo XVIII impactó en el devenir de ciertas decisiones, en escenarios en principio a miles de kilómetros de la contienda y hasta mal comunicados o menos influenciados que, sin embargo, fueron tocados por el fenómeno de la experiencia bélica. La guerra de 1762 fue vivida con intensidad por los novohispanos. El escenario caribeño contó con un escenario paralelo, el cual aportó su cuota de aprehensiones en torno al desenvolvimiento de la contienda y a los resultados de la misma. El Caribe se hizo presente en las plegarias de aquellos vasallos del Rey que tuvieron la suerte de no caer en manos del enemigo, y que se aprestaron a rendir el debido y sentido homenaje al monarca, solidarios con su causa y conscientes de la defensa de su propia pertenencia al imperio borbónico asentado en ambos mundos. Lo sucedido en La Habana no era indiferente a al Nueva España. Son pues tales actas, una beta de información acerca de las apreciaciones que los novohispanos hicieron de aquel conflicto armado, reflejando de manera inexorable cierto sentir colectivo y aportan a la historia colonial del Caribe una nueva fuente de valía extraordinaria. Fuentes consultadas Archivos: ACM-Actas del cabildo de la Catedral de México Actas del Cabildo: 1.- Libro 45: Año 1761 hasta el 19 de octubre de 1762, 288 págs. 2.- Libro 46: Del 21 de octubre 1762 al 7 de septiembre de 1764, 301 págs. Bibliografía: ANDRÉS-GALLEGO, José; El motín de Esquilache, América y Europa; Col. Biblioteca de Historia, Madrid, Fundación Mapfre Tavera-CSIC, 2003, 799 págs. ARCINIEGAS, Germán; Biografía del Caribe; Col. Sepan cuántos, N° 406, México, Porrúa, 2000, 404 págs. 19 ESPINOSA Cortés, Luz María (coord.); Cuba y México. Desastres, alimentación y salud. Siglos XVIII y XIX; México, INCIMINSZ-Plaza y Janés, 2005, 199 págs. GRAFENSTEIN Gareis, Johanna; El Caribe en los intereses imperiales 1750-1815; Col. Perfiles. América Latina, México, Instituto Mora, 2000, 84 págs. LENMAN, Bruce; Britain´s Colonial Wars 1688-1783. Modern Wars in Perspective; Harlam, England, Logman, An imprint of Pearson Education, 2001, 284 págs. OTS Capdequí, J.M.; El Estado español en Indias; México, FCE, 8ª reimpresión de la primera edición, 1993, 197 págs. PARRA Sánchez, Tomás; Diccionario de liturgia; México, San Pablo, 1996, 174 págs. SILVA Prada, Natalia; Manual de paleografía y diplomática hispanoamericana, siglos XVI, XVII y XVIII; México, UAM, 2001, p. 79. ZAHINO, Peñafort, Luisa; Iglesia y sociedad en México 1765-1800: Tradición, reforma y reacciones; México, UNAM, 1996, pp. 21 a 47. Concilio III Provincial Mexicano y de los Estatutos de esta Santa Iglesia; celebrado en México en el año de 1585, confirmado en Roma por el Papa Sixto V y mandado observar por el gobierno español en diversas reales órdenes. México, publica Mariano Galván Rivera,, 1era edición en latín y Castellano. Eugenio Maillefert y Compañía, editores, 1859, México, 607/CLII/22 Págs. Sociedad de Historia Eclesiástica Mexicana. Memoria 1995-1996; Selección y prólogo de Luis Ávila Blancas, México, 1997, pp. 74-75. Historia general de España y América; Tomo XI-2, “América en el siglo XVIII: La Ilustración en América”, Madrid, Ediciones Rialp, 2ª edición, 882 págs. Cibergrafía www.monografías.com/trabajos16/virgen-loreto/virgen-loreto.html