Una firma genética para las enfermedades psiquiátricas complejas
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Una firma genética para las enfermedades psiquiátricas complejas
ISSN: 1888-9891 REVISTA DE PSIQUIATRÍA Y SALUD MENTAL Órgano Oficial de la Sociedad Española de Psiquiatría y de la Sociedad Española de Psiquiatría Biológica Volumen 3, Número 3. Julio-Septiembre 2010 EDITORIAL Una firma genética para las enfermedades psiquiátricas complejas ORIGINALES Retraso diagnóstico y diferencias por sexo y subtipo clínico en una cohorte de pacientes ambulatorios con trastorno bipolar Politerapia antipsicótica en una unidad de hospitalización psiquiátrica Estudio longitudinal comparativo entre pacientes con y sin exacerbación premenstrual de la depresión ORIGINALES BREVES Tetrasomía X (cariotipo 48,XXXX) en una niña con trastorno de conducta Tratamiento con quetiapina en adolescentes: estudio naturalístico de 6 meses de seguimiento JULIO-SEPTIEMBRE 2010 CARTA CIENTÍFICA Locura mixedematosa. Hipotiroidismo que debuta como psicosis - VOLUMEN 3 - NUMERO 3 AGENDA www.elsevier.es/saludmental Rev Psiquiatr Salud Ment (Barc.) 2010;3(3):75–78 www.elsevier.es/saludmental EDITORIAL Una firma genética para las enfermedades psiquiátricas complejas A genetic signature for complex psychiatric diseases Laura Rodrı́guez-Murilloa, y Jeffrey A. Liebermanb a Division of Statistical Genetics, Department of Biostatistics, Columbia University Medical Center, New York, USA Department of Psychiatry, College of Physicians and Surgeons, Columbia University Medical Center, New York, USA b Durante la última década, hemos experimentado una revolución genómica que ha llevado a la identificación de asociaciones entre miles de genes y un amplio rango de desórdenes complejos. Las enfermedades psiquiátricas como la esquizofrenia, el desorden bipolar, la enfermedad de Alzheimer y el Parkinson, la depresión crónica y el autismo entran dentro de esta categorı́a de desórdenes comunes complejos. La identificación de genes que incrementan el riesgo de presentar estos desórdenes neuronales que afectan a la función mental y el comportamiento potencialmente nos ofrece la oportunidad de comprender su patofisiologı́a y de predecir individuos de riesgo alto o el riesgo de su descendencia. Esto también podrı́a llevar al desarrollo de estrategias encaminadas a reducir la carga de enfermedades psiquiátricas a través de una intervención en una etapa presintomática. Genes en desórdenes complejos Uno de los primeros genes causantes de enfermedades neuronales identificadas por medio de la clonación posicional fue el gen que lleva la mutación causante del clásico desorden mendeliano de la enfermedad de Huntington1. Una copia del gen alterado causa que el individuo portador tenga un 100% de probabilidades de desarrollar la enfermedad. Hasta la fecha, gracias al )Proyecto genoma humano*, el )Proyecto HapMap* y modernas técnicas genómicas, moleculares y estadı́sticas, conocemos los genes causantes de más de 4.000 enfermedades mendelianas2. La enfermedad de Huntington y otras enfermedades mendelianas están Autor para correspondencia. Correo electrónico: [email protected] (L. Rodrı́guez-Murillo). causadas por mutaciones en genes sencillos y son relativamente infrecuentes en la población. Por el contrario, las llamadas enfermedades comunes complejas están presentes en la población con una prevalencia de un 1% o mayor y la búsqueda de genes asociados no ha tenido tanto éxito como en el caso de las enfermedades mendelianas. Las enfermedades comunes tienen una herencia compleja y se cree que su manifestación es el resultado de una combinación de múltiples factores genéticos y ambientales que actúan de forma conjunta. Cada factor genético por sı́ mismo no tiene un gran efecto en la patofisiologı́a de la enfermedad y es por eso que puede existir en alta frecuencia en la población general. Ası́, demostrar la relación de causalidad entre genética y enfermedades complejas es una tarea difı́cil dada su propia naturaleza compleja. Además, las variantes genéticas individuales no son generalmente suficientes ni necesarias para causar la enfermedad y están presentes tanto en individuos afectados como en no afectados, lo cual hace difı́cil asignarlas inequı́vocamente a la enfermedad. Estudios funcionales destinados a encontrar el papel especı́fico de estos genes en las enfermedades complejas podrı́an no dar resultados positivos, dado que el efecto de cada variante individual en la enfermedad es pequeño y podrı́a no verse reflejado en un cambio observable en la función fisiológica. A pesar de las dificultades para descubrir genes implicados en enfermedades complejas, en particular enfermedades psiquiátricas, se han identificado gran cantidad de variantes genéticas que incrementan el riesgo en algunas enfermedades. El incremento en el riesgo individual para la mayorı́a de las variantes genéticas comunes descubiertas hasta la fecha es bajo; sin embargo, todas estas variantes consideradas en conjunto tienen un efecto sustancial en la enfermedad en el total de la población en riesgo. En el caso particular de la 1888-9891/$ - see front matter & 2010 SEP y SEPB. Publicado por Elsevier España, S.L. Todos los derechos reservados. doi:10.1016/j.rpsm.2010.09.002 76 esquizofrenia, la heredabilidad llega hasta el 80% y los parientes en primer grado de individuos afectados tienen de 5 a 10 veces más riesgo comparado con la población en general, lo cual apunta a un fuerte componente genético en este desorden. Ası́, en los últimos años, se han descubierto cientos de variantes genéticas que incrementan el riesgo a presentar esquizofrenia3. La visión actual de la arquitectura genética de la esquizofrenia pasa por múltiples variantes genéticas comunes en la población y unas pocas variantes genéticas en baja frecuencia que contribuyen conjuntamente a aumentar la susceptibilidad a presentar esquizofrenia. Ası́, tanto estudios de ligamiento como de asociación han llevado a la identificación de varios genes implicados en esquizofrenia incluidos, entre otros, neuregulina 1 (NRG1), disbindina (DTNBP1), el locus G72/G30 y el gen DISC14–7. En la última década, los estudios de asociación en todo el genoma (GWAS) han tomado las riendas en la búsqueda de genes implicados en enfermedades genéticas. Este procedimiento permite buscar variantes genéticas asociadas a la enfermedad (polimorfismos de nucleótido sencillo o SNP son cambios de un nucleótido en la secuencia del ADN) localizadas a lo largo del genoma. Se han publicado los resultados de 10 GWAS en esquizofrenia hasta la fecha. En estos estudios se muestran asociaciones de la esquizofrenia con varias variantes genéticas o SNP8–18. Además de los estudios de asociación con SNP —donde las variantes genéticas asociadas son comunes en la población y normalmente tienen un bajo efecto en el portador individual—, las variantes en el número de copias (CNV, copy number variations), que son pequeñas aberraciones cromosómicas (microdeleciones o microduplicaciones), se han encontrado más frecuentemente en pacientes que en controles. Además, estos CNV están asociados a un mayor incremento en el riesgo de desarrollar la enfermedad. Los CNV se han encontrado implicados en la esquizofrenia y otras enfermedades neuropsiquiátricas, incluidos el desorden bipolar y el autismo14,15,19–24. El sı́ndrome de la deleción 22q11.2 o sı́ndrome de DiGeorge otorga pruebas de la implicación de las microdeleciones en la etiologı́a de la esquizofrenia. Estos pacientes portan una deleción de tı́picamente 3 Mb en el cromosoma 22 y presentan un mayor riesgo de desarrollar esquizofrenia que la población general25. Estudios genéticos y pruebas directas al consumidor (direct-to-consumer-tests) Todavı́a estamos lejos de explicar toda la heredabilidad observada en la esquizofrenia. Está claro hasta ahora que hay muchas más variantes implicadas en la esquizofrenia, ası́ como en otros desórdenes neuropsiquiátricos, y que probablemente sólo estamos viendo la punta del iceberg. En los próximos años, las nuevas tecnologı́as, como la secuenciación de próxima generación, podrı́an brindarnos nuevas variantes genéticas que ayuden a explicar la heredabilidad de los desórdenes neuropsiquiátricos complejos26, y probablemente proporcionarán una visión más clara de las variantes ya identificadas. Mientras tanto, las publicaciones cientı́ficas acumulan datos acerca de variantes genéticas asociadas con enfermedades complejas, que pueden ser útiles para aplicar en investigación translacional en esta etapa temprana. ¿Es demasiado pronto para aplicar estos conocimientos en el L. Rodrı́guez-Murillo, J.A. Lieberman ámbito clı́nico? ¿Tenemos todas las piezas para completar el rompecabezas y desarrollar estrategias de intervención para pacientes con variantes genéticas asociadas a un incremento en el riesgo a presentar enfermedades psiquiátricas? Probablemente, todavı́a no disponemos de las respuestas a estas preguntas; sin embargo, en los últimos años, las compañı́as que ofrecen pruebas genéticas vı́a Internet están analizando en pacientes las mismas variantes genéticas comunes usadas en estudios de asociación en todo el genoma, para proporcionarles medidas de riesgo individual de presentar enfermedades complejas. El interés en la comercialización de estas pruebas viene suscitado por incentivos económicos para hacerlos disponibles al mercado público, incluida vı́a Internet. Las primeras pruebas, sin embargo, podrı́an tener poca capacidad predictiva debido a la gran cantidad de variantes todavı́a por descubrir y el escaso conocimiento del que disponemos de las interacciones entre genes y de los genes con el ambiente. Además, otras cuestiones permanecen sin respuesta como, por ejemplo, cómo cambia la susceptibilidad genética a ciertas enfermedades dependiendo del origen poblacional de los individuos y cómo los cambios epigenéticos determinan los patrones de expresión del genoma de una persona a lo largo de su vida. Se puede discutir, por tanto, si actualmente merece la pena estudiar las variantes genéticas comunes, dado que tienen un bajo efecto en la enfermedad, y que las estrategias de intervención en pacientes con estas variantes individuales podrı́an no tener un beneficio suficiente como para reducir la carga de la enfermedad en la población en general. Pero, ¿debemos ignorar la información genética porque no esté )completa*? Tal vez deberı́amos empezar a desarrollar estrategias de intervención basadas en lo que sabemos actualmente, siempre que la información haya sido contrastada en estudios independientes, de manera que podamos mejorarlas a medida que acumulemos nuevos datos en el camino a una investigación translacional. En el pasado, sólo instituciones médicas ofrecı́an pruebas genéticas como parte del servicio de consejo genético. En palabras de la Sociedad Americana de consejeros genéticos: )El consejo genético es un servicio médico que ayuda a la gente a comprender y adaptarse a las implicaciones médicas, psicológicas y familiares de la contribución genética de la enfermedad*. Sin embargo, en la actualidad, los individuos que deseen conocer su riesgo genético a presentar un rango de enfermedades pueden obtener información a través de los direct-to-consumer-tests (DTC), sin necesidad de acudir al sector médico, por lo tanto, sin el servicio de consejo genético27,28. Regulación de las pruebas genéticas para desórdenes complejos A partir de la comercialización de estas pruebas, se han planteado varias preguntas, principalmente entre los pacientes y el sector médico, que podrı́an no estar preparados para entrar en el confuso mundo de la genómica, con lo que se evitarı́an el miedo y las ideas erróneas en algunos conceptos. Es importante tener en mente que incluso si un individuo dado no es portador de la variante genética que incrementa el riesgo a desarrollar la enfermedad, él/ella todavı́a podrı́a desarrollarla26. La disponibilidad Una firma genética para las enfermedades psiquiátricas complejas de tal información podrı́a ser engañosa para los pacientes, que pensarı́an que nunca presentarán la enfermedad sin importar el estilo de vida. Igualmente, ser portador de una variante de riesgo no significa que el paciente vaya a desarrollar la enfermedad con toda seguridad (debido al bajo riesgo asociado a cada variante individual). Esta situación podrı́a cambiar cuando en unos años se conozca en mayor detalle el efecto de más variantes asociadas. Otros problemas que necesitan aclaración son la sensibilidad y especificidad de estas pruebas29, ası́ como la confidencialidad de los resultados, seguros de vida y trabajo. Es importante asegurar transparencia y proporcionar información precisa a los consumidores, de manera que puedan tomar decisiones informadas acerca de su salud. Además, se necesitan normativas apropiadas para que el sector médico asesore a los pacientes que están considerando este tipo de pruebas genéticas, e informarles acerca de las limitaciones de las pruebas disponibles en el mercado, y para desarrollar estrategias de intervención cuando sea posible30,31. La Food and Drug Administration (FDA) está en proceso de regular los DTC. La normativa requiere una revisión previa a la comercialización y aprobación por la FDA de instrumentos médicos para su uso en humanos, para asegurar que son precisos analı́ticamente y clı́nicamente )para que los individuos no se vean engañados por resultados de tests incorrectos o interpretaciones clı́nicas sin soporte*. El acto pretende )proteger al público de los productos médicos que pudieran poseer un riesgo innecesario* (http://www. phgfoundation.org). En la Unión Europea, sin embargo, la Agencia del Medicamento Europea (EMEA) no interviene en estos asuntos. Aunque la Directiva Europea en diagnósticos in vitro con instrumentos médicos (98/79/EC) )regula* los diagnósticos in vitro, todo lo que es )predictivo* no está incluido, que es el caso de los DTC. Por lo tanto, el mercado de los DTC está abierto en la Unión Europea y las compañı́as no necesitan hacer análisis pre o posmercado para comercializar estas pruebas. Las comunidades cientı́fica y médica deberı́an implicarse en este problema y asesorar a las instituciones para que regulen a las compañı́as que ofrecen DTC, ya que con toda seguridad éste será un campo en expansión. Hay muchos estudios que han examinado el problema del consejo genético en la esquizofrenia y otras enfermedades psiquiátricas complejas entre la población general y entre médicos. La mayorı́a de estos estudios concluyen que el consejo genético es bien recibido, especialmente por las familias y los parientes afectados que quieren conocer su riesgo a desarrollar la enfermedad, o el riesgo de transmitir la variante genética asociada a su descendencia. En todo caso, el acceso a los servicios de consejo genético no está siempre disponible y los médicos no ofrecen rutinariamente esta opción32–35. En varios casos, los pacientes y sus parientes declararon que conocer su genoma podrı́a ayudarles psicosocialmente, tal vez eliminando los sentimientos de culpa o vergüenza36. En cambio, algunos estudios han mostrado que las pruebas genéticas pueden causar un aumento en la ansiedad, aunque esto tiende a ser pasajero37. Actualmente, nos estamos acercando a una nueva era en las pruebas genéticas, que tiene gran cantidad que ofrecer al mundo clı́nico y a los pacientes. Sin embargo, mientras perseguimos un mejor conocimiento de la genómica y su aplicación a la medicina clı́nica, debemos proceder con 77 cuidado. Los pacientes querrán conocer el riesgo de desarrollar ciertas enfermedades; sin embargo, esto no es fácil de calcular cuando hablamos de enfermedades psiquiátricas complejas. La información de cuanto más riesgo tiene una persona comparada con la población general debe proporcionarse junto con estrategias educacionales acerca de cómo interpretar los resultados de las pruebas genéticas de manera precisa. Se necesita legislación precisa para los DTC y normativas de cómo tal información debe interpretarse y aplicarse, incluidas estrategias de intervención basadas en las medidas de riesgo obtenidas con este tipo de pruebas genéticas. Bibliografı́a 1. Walker FO. Huntington’s Disease. Semin Neurol. 2007;27:143–50. 2. Antonarakis SE, Chakravarti A, Cohen JC, Hardy J. Mendelian disorders and multifactorial traits: the big divide or one for all? Nat Rev Genet. 2007;11:380–4. 3. Nothen MM, Nieratschker V, Cichon S, Rietschel M. New findings in the genetics of major psychoses. Dialogues Clin Neurosci. 2010;12:85–93. 4. Millar JK, Wilson-Annan JC, Anderson S, Christie S, Taylor MS, Semple CA, et al. Disruption of two novel genes by a translocation co-segregating with schizophrenia. Hum Mol Genet. 2000;9:1415–23. 5. Chumakov I, Blumenfeld M, Guerassimenko O, Cavarec L, Palicio M, Abderrahim H, et al. 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Rev Psiquiatr Salud Ment (Barc.) 2010;3(3):79–89 www.elsevier.es/saludmental ORIGINAL Retraso diagnóstico y diferencias por sexo y subtipo clı́nico en una cohorte de pacientes ambulatorios con trastorno bipolar Aurelio Garcı́a Lópeza,, Elena Ezquiagab, Consuelo de Diosc, José Luis Agudd y Begoña Solere a Servicio de Psiquiatrı́a, Centro de Salud Mental distrito de San Blas, Madrid, España Servicio de Psiquiatrı́a, Hospital Universitario de La Princesa, Madrid, España c Servicio de Psiquiatrı́a, Centro de Salud Mental de Fuencarral, Hospital Universitario La Paz, Madrid, España d Hospital Severo Ochoa de Leganés, Madrid, España e E-C-Bio Estudios Cientı́ficos, Madrid, España b Recibido el 21 de febrero de 2010; aceptado el 24 de marzo de 2010 Disponible en Internet el 30 de junio de 2010 PALABRAS CLAVE Trastorno bipolar; Caracterı́sticas de la muestra; Diferencias por sexos; Comorbilidad; Psicopatologı́a asociada Resumen Introducción: Descripción de las caracterı́sticas clı́nicas de una cohorte de pacientes bipolares al inicio de un seguimiento en un estudio prospectivo. Metodologı́a: Se incluyen 296 pacientes bipolares ambulatorios (criterios DSM-IV-TR y entrevista MINI). Se recogen datos retrospectivos del curso de la enfermedad y transversales de adaptación social (SASS) y de sintomatologı́a afectiva (eutimia, sı́ntomas subsindrómicos y episodios) según criterios clı́nicos y psicométricos con las escalas de HAMD y de Young. Se estudian diferencias entre bipolares I y II y por sexos. Resultados: La edad media es 48,8 años (IC95% 47,2–50,4), 56,8% son mujeres, 65,2% bipolares I y 23,3% bipolares II. 49,8% estaban eutı́micos, 32,7% presentaba sı́ntomas subsindrómicos y 17,5% sufrı́a un episodio afectivo. El retraso diagnóstico es de 9,3 años (IC95% 8,2–10,3). La edad media en los bipolares II (54,4 IC95%50,9–57,9 vs 47,7 IC95% 45,8–49,7, p ¼0,007), la de inicio de la enfermedad (35,7 IC95% 31,8–39,7 vs 29,8 IC95% 28–31,6 p¼0,008) y la de diagnóstico (47,7 IC95% 44–51,3 vs 37,9 IC95% 35,9–39,8, po0,0001) es más elevada que en los bipolares I. En los hombres es más frecuente iniciar la enfermedad con una fase manı́aca y haber presentado episodios psicóticos mientras que las mujeres han tenido mayor número de episodios depresivos previos e hipotiroidismo. Conclusiones: Nuestros resultados confirman los datos publicados en nuestro medio en cuanto a las caracterı́sticas sociodemográficas y clı́nicas aunque en nuestro caso el retraso diagnóstico es mayor. En comparación con las muestras americanas, la edad de inicio y de diagnóstico es más tardı́a y la comorbilidad es mucho menor. & 2010 SEP y SEPB. Publicado por Elsevier España, S.L. Todos los derechos reservados. Autor para correspondencia. Correo electrónico: [email protected] (A. Garcı́a López). 1888-9891/$ - see front matter & 2010 SEP y SEPB. Publicado por Elsevier España, S.L. Todos los derechos reservados. doi:10.1016/j.rpsm.2010.03.005 80 A. Garcı́a López et al KEYWORDS Bipolar disorder; Sample characteristics; Sex differences; Comorbidity; Associated psychopathology Diagnostic delay and differences by sex and clinical subtype in a cohort of outpatients with bipolar disorder Abstract Introduction: We describe the clinical and sociodemographic features at baseline of a cohort of bipolar patients included in a prospective study. Methods: A total of 296 consecutive outpatients with bipolar disorder were recruited. Diagnosis relied on clinical judgment according to DSM-IV-TR criteria and the semistructured MINI Interview. Retrospective data on the course of the disease and crosssectional data on social adaptation (Social Adaptation Adjustment Self-Assessment Scale (SASS) and affective symptoms were collected. Affective symptomatology (euthymia, subsyndromal symptoms and episodes) was studied according to clinical criteria and the Hamilton Depression and Young rating scales. Differences between type I and II bipolar patients and between men and women were analyzed. Results: The mean age was 48.8 years (95% CI 47.2–50.4); 56.8% were women and 43.2% were men. A total of 65.2% had a diagnosis of type I bipolar disorder and 23.3% of type II; 49.8% of the sample were euthymic, 32.7% had subsyndromal symptoms and 17.5% had had an affective episode. Diagnostic delay was 9.3 years (95% CI 8.2–10.3). In patients with type II bipolar disorder, the mean age (54.4 years; 95% CI 50.9–57.9 vs. 47.7 years; 95% CI 45.8–49.7, p¼0.007), age at onset of illness (35.7 years; 95% CI 31.8–39.7 vs. 29.8 years; 95% CI 28–31.6, p¼0.008) and age at diagnosis (47.7 years; 95% CI 44–51.3 vs. 37.9; 95% CI 35.9–39.8, po0.0001) were higher than in patients with type I bipolar disorder. Manic polarity in the initial episode and psychotic episodes were more frequent in men, while depressive episodes and hypothyroidism were more frequent in women. Conclusions: Our results confirm data published in our environment on sociodemographic and clinical variables but diagnostic delay in our study was longer. Compared with American samples, age at onset and at diagnosis were higher in our sample but comorbidity was much lower. & 2010 SEP and SEPB. Published by Elsevier España, S.L. All rights reserved. Introducción El trastorno bipolar (TB) es una enfermedad que afecta a más del 2% de la población1 y que se caracteriza por presentar episodios de manı́a e hipomanı́a y de depresión. La evolución, a pesar de los avances en los tratamientos farmacológicos, se caracteriza por frecuentes recaı́das, tendencia a la cronicidad e importante afectación funcional. Por todo ello, la enfermedad bipolar se considera altamente incapacitante en un porcentaje elevado de casos, costosa y asociada a un curso inexorable, incluso con un alto riesgo de muerte, tanto por causas naturales como no naturales2 y por eso ha sido considerada por la OMS, en su informe sobre la carga de la enfermedad en el mundo3, la sexta causa de discapacidad médica. En la última década se han publicado diversos estudios4–8 que demuestran que la evolución del TB no se ajusta al modelo clásico de episodios afectivos, manı́acos o depresivos, recortados en el tiempo con perı́odos asintomáticos entre episodios sino que lo que ocurre es que los pacientes pasan cerca de la mitad del tiempo de evolución con sı́ntomas que, desgraciadamente, son con mucha más frecuencia de tipo depresivo. El resultado de los estudios de seguimiento demuestra también que la mayor parte del tiempo los pacientes sufren sı́ntomas subsindrómicos que, aunque de menor intensidad, también producen una gran afectación funcional9. Apenas existen estudios evolutivos sobre la presencia de episodios afectivos y sı́ntomas subsindrómicos en muestras europeas en general, y españolas en particular, con pacientes que no procedan de dispositivos sanitarios terciarios. Por ello, nuestro equipo inició en noviembre de 2004 el seguimiento de una cohorte de pacientes bipolares ambulatorios en tratamiento, con el objetivo de evaluar la presencia de sintomatologı́a afectiva en un seguimiento a largo plazo. En este trabajo se describen las caracterı́sticas sociodemográficas, las variables clı́nicas, la adaptación social y la presencia de sintomatologı́a afectiva de una cohorte de pacientes bipolares ambulatorios, en el momento de la inclusión en el estudio de seguimiento. Asimismo, se analizan las caracterı́sticas clı́nicas de la muestra en función del sexo y del subtipo clı́nico de trastorno bipolar. Metodologı́a Reclutamiento de los pacientes La muestra ha sido reclutada entre los pacientes que acudieron de forma consecutiva a dos CSM y a una consulta especializada de un hospital general y aceptaron participar en un estudio naturalı́stico de seguimiento prospectivo sobre la evolución de la enfermedad7,8. Los pacientes son Caracterı́sticas clı́nicas de una muestra de pacientes bipolares ambulatorios derivados desde los centros de atención primaria, desde los servicios de urgencia hospitalaria, de las plantas de hospitalización de los hospitales de referencia y de otros servicios especializados. La recogida de datos se inició en noviembre de 2004 y finalizó en noviembre de 2008. Criterios de inclusión: Cumplir criterios DSM-IV TR de trastorno afectivo bipolar tipo I, tipo II, bipolar no especificado, trastorno esquizoafectivo tipo bipolar o ciclotimia. El diagnóstico clı́nico de trastorno bipolar ha de ser confirmado mediante la entrevista estructurada MINI (MINI International Neuropsychiatric Interview), adaptada al español por L. Ferrando et al. (1998). Edad superior a 18 años. Proporcionar consentimiento informado. Criterios de exclusión: Retraso mental, daño cerebral u otros trastornos orgánicos que cursen con déficit ó deterioro cognitivo. Embarazo. El estudio ha sido autorizado por el Comité Ético del hospital universitario de La Princesa de Madrid y del hospital universitario La Paz de de Madrid y se obtuvo en todos los casos el consentimiento informado del paciente para participar en el estudio. Recogida de datos e instrumentos de medida Para la valoración inicial se obtuvo la información de cada paciente y, si era posible, de alguna persona cercana que pudiera aportar información significativa. El diagnóstico clı́nico se realizó mediante entrevista no estructurada, aplicando criterios DSM-IV-TR y fue validado con la entrevista semiestructurada MINI (Mini International Neuropsychiatric Interview10) De forma retrospectiva se recogieron diversas variables clı́nicas y sociodemográficas (tablas 1 y 2). Se realizó una valoración psicopatológica en el momento basal para determinar la presencia de patologı́a afectiva (episodios o sı́ntomas subsindrómicos) o de eutimia. Para ello se utilizaron criterios clı́nicos además de una valoración psicométrica mediante las escalas de Hamilton para la depresión (HAM-D-21), la escala de Young para la manı́a y la Impresión Clı́nica Global modificada para el trastorno bipolar ICG-BP-M11. Para establecer los puntos de corte en las escalas hemos seguido las recomendaciones y puntos de corte establecidos en otros estudios12–14, ası́ como las recomendaciones sobre los criterios de remisión15. Se consideró episodio depresivo una puntuación en la HAM-D21 de más de 17 puntos, episodio hipomanı́aco de 10 a 20 puntos en la escala de Young y episodio manı́aco una puntuación de más de 20. Consideramos sı́ntomas subsindrómicos puntuaciones entre 7–17 en HAM-D-21 y entre 5–10 en la escala de Young. Para estudiar la polaridad predominante utilizamos los criterios definidos por Colom et al16 que consideran )polaridad predominante manı́aca* cuando al menos 2 81 tercios de los episodios cumplen criterios DSM-IV para un episodio manı́aco o hipomanı́aco y )polaridad predominante depresiva* cuando al menos 2 tercios de los episodios cumplen criterios DSM-IV para un episodio depresivo mayor o los criterios DSM IV de investigación para episodio depresivo menor. Se calculó la fiabilidad interevaluadores en la administración de las escalas, mediante el ı́ndice kappa de Cohen con el programa estadı́stico SPSS 12.0. Los resultados fueron de 0,826 (95% CI: 0,460–0,986) para la escala de Hamilton, de 0,874 (95% CI: 0,552–0,990) para la escala de Young. El ı́ndice Kappa global (programa estadı́stico Epidat 3.1)17 para la ICG-BP-M de depresión fue 0,67 (95% CI: 0,32–1,01), de 0,90 para la ICG-BP-M de manı́a y 0,78 para la ICG-BP-M general. El funcionamiento social se evaluó a través de la escala de Adaptación Social (Social Adaptation Adjustment Self-Assessment Scale) (SASS)18 en su versión validada en español19 que fue aplicada cuando el paciente no estaba en episodio afectivo. Se recogieron también consumo de tóxicos actuales y previos, patrones de curso (estacionalidad, ciclación rápida), polaridad predominante, comorbilidad médica, ı́ndice de masa corporal (IMC), escala de evaluación de la actividad global (EEAG) y datos del tratamiento actual y previo. Métodos estadı́sticos Se calculan media, desviación estándar, mediana y rango con sus respectivos intervalos de confianza para variables cuantitativas y porcentajes e intervalos de confianza para variables cualitativas de los datos sociodemográficos y clı́nicos de de los pacientes incluidos en el estudio. Las comparaciones entre grupos se realizaron mediante ANOVA de un factor con ajuste de Bonferroni o Games Howel para comparaciones múltiples, en las variables cuantitativas, o bien mediante la prueba de la t de Student para datos independientes. Las comparaciones entre grupos en las variables cuantitativas se realizaron mediante la prueba de chi2, o bien mediante pruebas z cuando se comparan más de dos grupos. El nivel de significación se estableció en 0,05. Se utilizó el programa SPSS 14.0 para la realización de los análisis estadı́sticos. Resultados Se incluyeron un total de 302 pacientes de los cuales fueron excluidos 6: 3 pacientes por estar embarazadas, 2 en el momento de la evaluación basal y otra más durante el seguimiento, 2 pacientes con enfermedad de Alzheimer moderada grave comórbida y un paciente por cambio de diagnóstico. La muestra final está compuesta por 296 pacientes con una edad media de 48,8 años (IC 95% 47,2– 50,4). El 56,8% (168) son mujeres y el 43,2% (128) son hombres. El promedio de la duración de la enfermedad desde el diagnóstico es de 8,7 años (IC 95% 7,7–9,7). Caracterı́sticas sociodemográficas (tabla 1) El 41,6% de los pacientes está casado, un 40% tiene estudios superiores, un 49,8% tiene un trabajo cualificado y un 42,4% 82 A. Garcı́a López et al Tabla 1 Comparación de los datos sociodemográficos con otras cohortes de pacientes bipolares De Dios, Ezquiaga, Ga Lopez et al N¼ 296 Sexo (%) Mujeres 56,8 Hombres 43,2 Edad años 48,8 (Media-DE) 14,3 Estado civil (%) Casado 41,6 Separado 14,8 Soltero 40,2 Viudo 3,4 Estudios (%) Primarios 29,8 Secundarios 30,4 Universitarios 39,9 Situación laboral (%) Activo 42,4 En paro 11,2 Incapacidad 18 Montes et al N¼ 115 EMBLEM N ¼312 EPIDEP N¼ 368 STEP-BD N¼ 1000 SFBN N ¼261 TMAP N¼ 409 Collab Dep Study N¼ 146 Paykel et al N ¼204 Kessing L N ¼1719 59,6 40,4 49,2 14,6 55 45 41,3 13,39 54,2 45,8 44,3 13 58,6 41,4 41,0 12,6 55,6 44,4 43,1 69,4 30,6 40,3 10,6 55,5 44,5 39,2 13,7 65 35 42,0 11,0 54,21 45,7 49,4 43,5 12,2 37,4 7,0 38 46,5 17,4 32,9 3,3 36,2 23,5 35,2 1,6 43,3 24,5 30,7 1,5 25,6 42,3 30,9 3,5 43,2 24,0 32,9 29,2 37,2 33,6 37 41 20 50,5 30,2 19,3 3,9 13,8 82,3 2,0 5,4 92,6 4,0 81,1 60,3 40,7 13,3 27,1 49,1 22 15,3 52,5 6,5 21,1 25,9 12,0 74,1 40,0 8,7 14,8 EMBLEM (European Mania in Bipolar Longitudinal Evaluation of Medication project) muestra española (Montoya et al., 2007). EPIDEP (Epidemiologı́a del Trastorno Bipolar en población Española) Vieta et al., Póster presentado en el XIII Congreso Nacional de Psiquiatrı́a, Madrid 2009. STEP-BD (Systematic Treatment Enhancement Program for Bipolar Disorder, Kogan et al., 2004). SFBN (Stanley Foundation Bipolar Network, Suppes et al., 2001). TMAP (Texas Medication Algorithm Project, Rush et al., 2003). Collab. Dep. Study (Collaborative Depression Study, Judd et al., 2002). están trabajando en el momento de la evaluación. Más de la mitad de la muestra vive con familia propia (53,6%) mientras que el 22% vive con los padres. Solo 2 pacientes, menos del 1%, viven institucionalizados. En la tabla 1 se presentan los datos sociodemográficos, en comparación con los publicados en otros estudios prospectivos. Caracterı́sticas clı́nicas (tabla 2) Las 2 terceras partes presentaban un trastorno bipolar tipo I (65,2%), 23,3% un trastorno bipolar tipo II, 5,1% un trastorno bipolar no especificado, 4,4% un trastorno esquizoafectivo y el 2% una ciclotimia. La muestra tiene una elevada comorbilidad en todos los ejes (32% en el eje I, 23,3% en el eje II y 47,6% en el eje III). Entre la patologı́a médica, los problemas endocrinos fueron los más frecuentes. Más de las dos terceras partes de los pacientes tenı́an sobrepeso u obesidad (68%), con un IMC medio de 27,40 (IC 95% 26,8–28). Asimismo, 20,6% sufrı́a hipotiroidismo. Desde que aparecen los primeros sı́ntomas de la enfermedad a los 31 años (DE 13,8), hasta que se hace el diagnóstico (40,2 años DE 15,5), transcurren una media de 9,3 años (DE 9,2). Es destacable también el retraso desde que se realiza el diagnóstico de la enfermedad bipolar hasta el inicio del tratamiento con estabilizadores 13,2 meses después. El número medio de episodios desde el inicio de la enfermedad es 12,7 (DE 10,8) de los cuales 3,14 son de de manı́a, 5,2 de hipomanı́a, 4,9 de depresión mayor y 2,1 mixtos. El tipo de fase inicial más frecuente es un episodio depresivo en el 64,9% frente a un 23% que inicia la enfermedad con una fase manı́aca y un 6,8% con un episodio hipomanı́aco. El 46% de los pacientes presenta una polaridad predominante definida, que en el 24% de los pacientes es manı́aca y en el 22% es depresiva. Más de las dos terceras partes de la muestra (69,1%) habı́an tenido ingresos hospitalarios, con 4 ingresos de media y una edad media del primer ingreso de 36,1 años (DE 14,3). El 53,9%, tenı́an antecedentes de sı́ntomas psicóticos y casi una cuarta parte (24,1%) habı́a realizado algún intento de suicidio. El 2,7% de los casos presentó un patrón de ciclación rápida en el último año y el 13,6% un patrón de estacionalidad. Los antecedentes familiares psiquiátricos están presentes en el 56,8% de la muestra, de los cuales, 48,1% son antecedentes afectivos. A diferencia de lo publicado en otros estudios, no es tan frecuente en nuestra muestra el consumo de tóxicos, ya que en la visita inicial solamente el 7,2% de los pacientes consumı́an tóxicos, la mitad de los cuales consumı́a cannabis. Además el 8,9% de los pacientes cumplı́a con los criterios de abuso o dependencia al alcohol y 47,5% de los pacientes eran fumadores. Hasta su inclusión en el estudio los pacientes habı́an recibido, en promedio, 6,5 fármacos, con una mediana de 6, siendo los estabilizadores, en general (89%) y el litio en particular (64,8%), los más utilizados. Funcionamiento global (escala EEAG) En más de la mitad de los pacientes (62,8%) la puntuación en el EEAG fue igual o superior a 70, es decir, tenı́an solamente Caracterı́sticas clı́nicas de una muestra de pacientes bipolares ambulatorios Tabla 2 83 Caracterı́sticas clı́nicas de la muestra Media (IC95%) o n (%) Diagnóstico Bipolar I Bipolar II Bipolar no especificado Esquizoafectivo Ciclotimia Comorbilidad (Eje I) Comorbilidad (Eje II) Comorbilidad (Eje III) Estrés Psicosocial (Eje IV) Ninguno Problemas relativos al grupo primario de apoyo Problemas relativos al ambiente social Problemas laborales Problemas económicos Problemas relativos a la interacción con el sistema legal o con el crimen Otros problemas psicosociales y ambientales Edad de inicio patologı́a afectiva (años) Edad de diagnóstico T Bipolar (años) Tiempo de evolución de enfermedad psiquiátrica (años) Tiempo hasta el diagnóstico (años) Tiempo entre inicio patologı́a e inicio del tratamiento (años) N1 episodios previos Total Manı́a Hipomanı́a Depresión mayor Depresión menor Mixtos Tipo de episodios previos Manı́a Hipomanı́a Depresión mayor Depresión menor Mixtos Polaridad predominante Indiferenciada Manı́aca Depresiva Pacientes con episodios en el año previo Manı́a Hipomanı́a Depresión mayor Depresión menor Mixtos De cualquier tipo Ciclación rápida en el año previo Número de ingresos previos Presencia de sı́ntomas psicóticos previos Antecedentes de intentos de suicidio Antecedentes familiares psiquiátricos De cualquier tipo Afectivos Suicidio 193 69 15 13 6 94 69 136 (65,2%) (23,3%) (5,1%) (4,4%) (2,0%) (31,8%) (23,3%) (47,6%) 177 47 3 16 11 1 27 31,1 40,2 18 9,3 2,3 (62,8%) (16,7%) (1,1%) (5,7%) (3,9%) (0,4%) (9,6%) (IC95% 29,5–32,7) (IC95% 38,6 a 41,9) (IC95% 16,7–19,2) (IC95% 8,2–10,3) (IC95% 1,7–3) 12,7 3,1 5,2 4,9 5,4 2,1 (IC95% (IC95% (IC95% (IC95% (IC95% (IC95% 196 210 242 131 69 (66,2%) (70,9%) (81,8%) (44,3%) (23,3%) 11,5–13,9) 2,7–3,6) 5,2–4,6) 4,9–4,3) 4,4–6,5) 1,6–2,6) 160 (54,1%) 71 (24%) 65 (22%) 68 97 102 57 28 221 8 4 158 70 (23%) (32,8%) (34,5%) (19,3%) (9,5%) (74,7%) (2,7%) (IC95% 3,4–4,6) (53,9%) (24,1%) 166 (56,8%) 139 (48,1%) 37 (13,8%) 84 A. Garcı́a López et al sı́ntomas leves y buen funcionamiento. La puntuación media fue 74,6 (IC 95% 72,8–76,4). Adaptación Social La puntuación media de la escala de adaptación social (SASS) es de 38,9 (IC 95% 37,9–39,9), en el lı́mite de lo considerado como adaptación social normal. Situación psicopatológica en la evaluación basal (fig. 1) En la evaluación basal 49,8% de los pacientes está en eutimia, 32,7% tiene sı́ntomas subsindrómicos y 17,5% se encuentra en episodio. Lo más frecuente es la presencia de sintomatologı́a de tipo depresivo, sea en forma subsindrómica que aparece en el 20,2%, o como episodio de depresión mayor en el 9,8%. Menos 0,7 1,4 5,2 Eutimia Depresivos Manía/Hipomanía Mixtos 5,6 7,3 49,8 9,8 20,2 Depresivo subsind Depresivo Mania subsind Hipomanía Manía Mixtos subs Mixtos Figura 1 Estado afectivo en el momento basal. Tabla 3 frecuente es la sintomatologı́a hipomanı́aca de tipo subsindrómico que se detectó en el 7,3%, la sintomatologı́a hipomanı́aca que aparece en el 5,6% o la manı́a franca diagnosticada en el 1,4% de los pacientes. El 5,2% tienen sintomatologı́a mixta subsindrómica y el 0,7% cumple criterios de episodio mixto. La puntuación media en la HAM-D-21 es de 6,9 puntos (IC 95% 6,1–7,7), en la escala de Young de 2,8 (IC95% 2,3–3,3) y en la ICG-BP-M global de 3,4 (IC 95% 3,3–3,6). Diferencias clı́nicas según subtipo diagnóstico (tabla 3) La edad media de los pacientes con trastorno bipolar tipo II (54,4 años DE 14,6) es mayor que en los tipo I (47,7 años DE14) (po0,007) y que en los esquizoafectivos (38,3 años DE 6,8) (p¼0,001). Los pacientes con trastorno bipolar II tienen mayor edad cuando aparecen los primeros sı́ntomas afectivos que los tipo I (35,7 años DE 16,4) vs (29,7 años DE 12,5) (p¼0,008), y también cuando se realiza el diagnóstico de enfermedad bipolar (media: 47,6 años, DE 15,2) vs (37,8 DE 13,5) (po0,0001). Asimismo, el retraso en realizarse el diagnóstico de la enfermedad es mayor en los bipolares II (12,1 años DE 9,7) que en los bipolares I (8,2 años DE 8,9) (p¼0,023), y también el retraso en iniciar un tratamiento (3,4 años, DE 6,6 vs 1,9 DE 5,1) (p¼0,024). No hay diferencias en el número total de episodios previos entre bipolares I y II, pero sı́ las hay en cuanto a que los bipolares II tienen una mayor proporción de episodios de hipomanı́a (p¼ 0,005), de depresión mayor (p¼0,005) y depresión menor (p¼0,09). También hay diferencias significativas en cuanto a la polaridad predominante que, como era previsible, es más frecuentemente manı́aca entre los bipolares I (po0,05) mientras que la polaridad depresiva es más frecuente entre los bipolares tipo II (po0,05). Diferencias clı́nicas entre Bipolar tipo I y Bipolar tipo II T. Bipolar I T. Bipolar II Media (IC95%) o n (%) Media (IC95%) o n (%) Edad (años) 47,7 (45,8–49,7) Edad inicio primeros sı́ntomas afectivos (años) 29,8 (28–31,6) Edad diagnóstico trastorno bipolar (años) 37,9 (35,9–39,8) Retraso diagnóstico (años) 8.2 (6,9–9,5) Tiempo entre inicio patologı́a e inicio del tratamiento (años) 1,9 (1,2–2,7) Primer episodio afectivo con depresión 100 (51,8%) Porcentaje pacientes con ingresos previos 164 (86,3%) Edad del primer ingreso hospitalario 34,9 (32,9–37,1) Sı́ntomas psicóticos previos 131 (68,9%) Antecedentes familiares de trastornos afectivos 80 (42,6%) Estado afectivo en visita basal Eutimia 98 (52,7% SS depresivos 35 (18,8%) Episodio depresivo 12 (6,5%) Polaridad predominante Manı́aca/hipomanı́aca 63 (32,6%) Depresiva 29 (15%) 54,4 35,7 47,7 12.1 3,5 67 21 47.9 11 43 (50,9–57,9) (31,8–39,7) (44–51,3) (9,8–14,5) (1,9–5) (97.1%) (30,9%) (41–54,9) (15,9%) (64,2%) P 0,007 0,008 o0,0001 0,023 0,024 o0,05 o0,0001 o0,0001 o0,05 0,032 34 (50,7%) 16 (23,9%) 9 (13,4%) NS NS NS 2 (2,8%) 29 (44,6%) o0,05 o0,05 Caracterı́sticas clı́nicas de una muestra de pacientes bipolares ambulatorios El porcentaje de pacientes que ha precisado ingreso hospitalario es mayor en los bipolares I (86,3%) y en los esquizoafectivos (100%) que en los bipolares II (30,9%) po0,0001, probablemente en relación con la mayor proporción en los tipo I de antecedentes de sı́ntomas psicóticos (68,9% frente a 15,9%) y de fases de manı́a. La edad media del primer ingreso es más temprana en los bipolares tipo I (34,9 años DE 13,5) que en los bipolares II (47,9 años DE 16) (po0,0001), aunque en los esquizoafectivos los ingresos son todavı́a más precoces (26,8 años DE 6,8) (po0,001). Los antecedentes psiquiátricos familiares son más frecuentes en los bipolares II, en especial los de tipo afectivo, 64,2% frente al 42,6% de los bipolares I (p¼ 0,03). En la evaluación psicopatológica basal no hay diferencias significativas según el tipo de trastorno bipolar en el porcentaje de pacientes en eutimia o con sintomatologı́a manı́aca e hipomanı́aca o depresiva. Tampoco hay diferencias en cuanto al nivel de funcionamiento según lo mide el EEAG en los diferentes subtipos diagnósticos. Diferencias por sexos (tabla 4) No encontramos diferencias significativas en las variables sociodemográficas (edad media, estado civil, tipo de convivencia, nivel de estudios, cualificación laboral y situación laboral) entre mujeres y hombres, excepto que en los varones es más frecuente un trabajo cualificado (60,3%) que en las mujeres (41,8%) po0,05. No hay tampoco diferencias significativas en la frecuencia del tipo de trastorno bipolar I y II entre hombres y mujeres, sin embargo, el número de episodios de depresión mayor que han sufrido las mujeres a lo largo de la enfermedad es Tabla 4 85 mayor que en los varones (5,5 DE 5,7 vs 4,1, DE 3,9) (p¼ 0,02); por el contrario, los episodios de manı́a fueron más frecuentes en los varones (29,7% vs 17,9%, p¼ 0,017). En la misma lı́nea, observamos que la polaridad predominante manı́aca es más frecuente en hombres que en mujeres (po0,05). Como era esperable la altura y el peso es mayor en los hombres de forma muy significativa, pero también es mayor el IMC (IMC medio 28,19 DE 4,09 en los hombres frente a 26,86 DE 4,9 en las mujeres) (p¼0,02). El hipotiroidismo es claramente más frecuente en las mujeres que en los varones, 28% frente a 10,9% (po0,0001). No hay diferencias significativas en cuanto a la edad del primer ingreso hospitalario entre hombres y mujeres, ni en el número total de ingresos o el número de ingresos por manı́a, depresión mayor o episodios mixtos. Un 28,9% de los varones debuta con una fase manı́aca frente a un 18,5% en las mujeres (po0,05) y un 29,7% de hombres frente a un 17,9% de mujeres presentaron una fase manı́aca en el último año. En los antecedentes psiquiátricos es más frecuente en los varones la presencia de sı́ntomas psicóticos (63% vs 47%) (p ¼0,006) pero no hay diferencias, sin embargo, en los antecedentes de intentos de suicidio. Tanto el abuso como la dependencia al alcohol (po0,0001) y a otras drogas (p¼0,025) en el momento de la valoración y en el pasado es más frecuente en varones. No hay diferencias significativas en cuanto al nivel de funcionamiento según lo mide el EEAG entre hombres y mujeres ni tampoco en la adaptación social según la puntuación de la escala SASS. Sı́ existen diferencias significativas en la puntuación de la escala de Hamilton que es mayor en las mujeres (8 DE 7,5 vs 5,6 DE 5,6 p¼ 0,003). Diferencias por sexos IMC Trabajo cualificado Consumo de tóxicos Actual Pasado Consumo de alcohol Actual Pasado Hipotiroidismo Antecedentes sı́ntomas psicóticos Tipo fase inicial manı́aca Polaridad predominante Manı́aca Depresiva N1 episodios previos Depresión mayor Episodios maniacos último año Puntuación HAM-D-21 Episodio depresivo en la evaluación basal. Hombres Media (IC95%) o n (%) Mujeres Media (IC95%) o n (%) P 28,2 (27,4–29) 76 (60,3%) 26,9 (26,1–27,7) 69 (41,8%) 0,02 o0,05 14 (11%) 36 (28,3%) 7 (4,2%) 19 (11,4%) 0,025 0,0001 20 48 14 80 37 6 12 47 78 31 o0,0001 o0,0001 o0,0001 0,006 o0,05 (15,9%) (47,5%) (10,9%) (63%) (28,9%) 38 (29,7%) 25 (19,5%) 4,1 38 5,6 7 (3,3–4,9) (29,7%) (4,6–6,6) (5,6%) (3,6%) (12,4%) (28%) (47%) (18,5%) 33 (19,6%) 40 (23,8%) 5,5 30 8 21 (4,6–6,5) (17,9%) (6,8–9,1) (13%) o0,05 NS 0,024 0,017 0,003 o0,05 86 Discusión Describimos los datos sociodemográficos y las caracterı́sticas clı́nicas de una muestra de 296 pacientes recogidos en dos centros de salud mental y una consulta especializada de Hospital General que atienden pacientes bipolares de forma ambulatoria, derivados por los médicos de Atención Primaria, las urgencias hospitalarias y las unidades de hospitalización de las áreas sanitarias que cubren dichos centros. Esto marca una diferencia importante con la mayorı́a de las cohortes publicadas hasta la fecha que proceden de centros terciarios y centros de investigación. Sin embargo, en nuestra muestra las caracterı́sticas sociodemográficas son similares a las de otras muestras clı́nicas (tabla 1), tanto americanas4,20–22 como europeas23,24. En comparación con otros datos publicados en España, las diferencias son todavı́a menores25–27. En todos los casos hay un predominio del sexo femenino, a pesar de que los datos epidemiológicos en población general muestran una afectación similar en ambos sexos, al menos en los pacientes bipolares tipo I28, lo que se podrı́a interpretar como que muchos hombres no están adecuadamente diagnosticados o no acuden a los servicios psiquiátricos para tratamiento. Destaca también el alto porcentaje de pacientes con estudios superiores (40%), pero en otras muestras como la del STEP-BD20 o la de la Stanley Foundation Bipolar Network21, el porcentaje es todavı́a más elevado (82 y 92% respectivamente). Dos tercios de nuestros pacientes fueron diagnosticados de trastorno bipolar tipo I (65,2%), aunque el predominio de este trastorno es aún más elevado en otras muestras20,21,26,29, sólo en la de Montes et al26 se obtiene un porcentaje muy similar al nuestro. La inclusión de distintos subtipos clı́nicos del espectro bipolar como trastorno esquizoafectivo, trastorno no especificado, y ciclotimia, no incluidos en otras muestras, por ejemplo en el estudio EPIDEP, puede explicar que tengamos un menor porcentaje de trastorno bipolar tipo I. Habrı́a que destacar el tiempo tan elevado que pasa en nuestra muestra, desde que aparecen los primeros sı́ntomas, hasta que se realiza el diagnóstico de trastorno bipolar (9,3 años), que es todavı́a mayor que el recogido en otros trabajos26,30, quizás porque en nuestro caso existe una mayor proporción de pacientes con trastorno bipolar tipo II, subtipo en el que se ha observado mayor retraso diagnóstico. Dicho retraso diagnóstico se ha asociado a una peor respuesta al tratamiento31 y pone de manifiesto las dificultades que siguen existiendo para realizar un correcto diagnóstico en las fases iniciales de la enfermedad. La utilización de instrumentos de despistaje de fases hipomanı́acas en pacientes depresivos, como el HCL-32 o el MDQ, fáciles de aplicar y con parámetros predictivos satisfactorios, podrı́an ser de gran ayuda clı́nica32,33 para poder acortar este lapso de tiempo tan elevado. Por otra parte, las tasas de comorbilidad de nuestra muestra, que están referidas a la prevalencia a lo largo de la vida, aun siendo elevadas (la tercera parte tiene otro diagnóstico en el eje I y casi un 20% en el eje II), son muy inferiores a las publicadas en las muestras americanas1. Los datos recientes de muestras españolas, aunque están referidos a la comorbilidad puntual durante la evaluación transversal, sı́ son similares a los encontrados por nosotros34. A. Garcı́a López et al Ası́, el estudio EPIDEP29 encuentra un 27,6% de comorbilidad psiquiátrica. Lo mismo ocurre con los datos de consumo de tóxicos, que en nuestra muestra eran del 16%, cifra parecida al 14,7% del estudio EPIDEP o incluso superiores a los de la amplia muestra de Kessing24, que estudia a toda la población atendida en Dinamarca y diagnosticada de trastorno bipolar, pero muy inferiores a los datos de muestras americanas1. Habrı́a que destacar una vez más la elevada prevalencia en los pacientes bipolares de patologı́a médica en general, y más en particular los problemas relacionados con el exceso de peso. El IMC medio de 27,4 prácticamente es idéntico al publicado recientemente por Garcı́a Portilla et al35. En nuestra muestra, al igual que en otros estudios36, el sobrepeso es mayor en los hombres, a diferencia de lo que ocurre en población general y en otras patologı́as psiquiátricas en que el sobrepeso suele ser más elevado en mujeres37. La edad media a la que aparecen los primeros sı́ntomas (31 años) y a la que se realiza el diagnóstico definitivo (40,2 años), vuelve a confirmar que en poblaciones europeas23,24,26 el inicio y el diagnóstico de la enfermedad es más tardı́o que en poblaciones americanas38. El grupo de Post38 plantea que, sin poder descartar sesgos en relación con el reclutamiento, con la recogida de información (habitualmente retrospectiva) o con la disponibilidad de recursos, estas diferencias se podrı́an deber a la mayor incidencia en las muestras americanas de antecedentes familiares de trastorno bipolar y, por tanto, a una mayor carga genética pero también a la presencia de más riesgos psicosociales acumulados, como antecedentes de abusos en la infancia o mayor consumo de de drogas. Algunos datos evolutivos como el elevado número de ingresos previos (12,7 de media) y el tiempo de evolución de la enfermedad (18 años), son también muy similares a los recogidos en otros estudios (tabla 5). Sin embargo, en nuestro caso hay que destacar que un tercio de los pacientes no tiene ingresos psiquiátricos previos, bien porque padezcan formas menos graves de la enfermedad o porque sean diagnosticados y tratados antes de sufrir graves complicaciones. Asimismo, es una muestra con una aceptable adaptación social y buen funcionamiento global. Sin embargo, en la evaluación psicométrica, la mitad de la muestra no está en eutimia, dato similar (48%) al presentado en el estudio STEPBD20 y en la muestra de la Comunidad de Madrid (53%)26, mientras que el grupo de Paykel obtiene un mayor porcentaje de pacientes eutı́micos (65%)23. Comparando pacientes con trastorno bipolar I y II, nuestros resultados confirman los obtenidos a partir de datos agrupados recientemente publicados39, en el sentido de que los pacientes bipolares I son más jóvenes cuando entran en el estudio, inician antes la enfermedad y tardan menos en ser diagnosticados y tratados. Asimismo, los pacientes con un trastorno bipolar tipo I sufrieron más ingresos y más sı́ntomas psicóticos previos, probablemente en relación con el mayor número de fases manı́acas previas. Por otra parte, lo más frecuente es que la primera fase de la enfermedad en todos los subtipos del trastorno bipolar, sea de depresión y especialmente en el trastorno bipolar tipo II, como ya señalan otros autores40. Entre las escasas diferencias observadas por sexos está que las mujeres tienen trabajos menos cualificados, un hecho con un claro condicionamiento cultural, los hombres Caracterı́sticas clı́nicas de una muestra de pacientes bipolares ambulatorios Tabla 5 87 Comparación de los datos clı́nicos con otras cohortes de pacientes bipolares Bipolar I Bipolar II Años de evolución Retraso diagnóstico (años) Polaridad primer episodio N1 total episodios N1 ingresos Ciclación rápida actual Ha intentos de suicidio Antecedentes Familiares afectivos De Dios, Ezquiaga, Montes et al GaLopez et al N ¼ 115 N ¼296 EPIDEP N¼ 368 STEP-BD N¼ 1000 SFBN N¼ 261 65,2% 23,3% 18 (11,5) 9,3 (9,2) 66,1% 28,7% 21,1 (12,4) 7,6 (8,8) 71,3% 28,7% 71% 23,9% 23,6 81% 16% 20,2 Manı́a 23% Manı́a 28,1% Manı́a 25,5% Depresión 65% Hipomanı́a 2,6% Manı́a o hipomanı́a 19% Depresión 52% Mixta 21% Mixta 28% 12,7 (10,8) 3,99 2,7% 24,1% 48,1% Depresión 66,7% Mixta 2,6% 16,7 (23,6) 3,1 (4,3) 12,2% 0,7 (1,7) 54% Depresión 62% Mixta 2,7% Manı́a o hipomanı́a 26,1% Depresión 52% 20% 35,7% 18% 30% 5,8 (7,6) 7,25 9% Valores presentados en forma de Media (IC95%) o n (%). EPIDEP (Epidemiologı́a del Trastorno Bipolar en población Española) Vieta et al., Póster presentado en el XIII Congreso Nacional de Psiquiatrı́a, Madrid 2009. STEP-BD (Systematic Treatment Enhancement Program for Bipolar Disorder, Kogan et al., 2004). SFBN (Stanley Foundation Bipolar Network, Suppes et al., 2001). empiezan la enfermedad con más frecuencia con una fase manı́aca y las mujeres sufren más episodios depresivos a lo largo de la evolución, a pesar de lo cual no hemos encontrado diferencias en los antecedentes de intentos de suicidio. En la misma lı́nea que otras publicaciones, observamos mayor prevalencia de hipotiroidismo entre las mujeres y mayor consumo de tóxicos entre los hombres. Una limitación del trabajo es la recogida retrospectiva de los datos evolutivos, lo que supone un sesgo prácticamente inevitable en muestras clı́nicas, que hemos pretendido minimizar obteniendo la información clı́nica también a través de familiares y personas cercanas al paciente. En resumen, presentamos los datos basales de una muestra amplia de pacientes con trastorno bipolar que inició en 2004 un seguimiento prospectivo. Los pacientes fueron reclutados desde dispositivos asistenciales especializados habituales en el abordaje del trastorno bipolar en nuestro medio. Se señalan las diferencias clı́nicas y evolutivas en relación con otras muestras de la literatura. Se subraya el retraso tan elevado que existe para realizar el diagnóstico de trastorno bipolar desde el inicio de la enfermedad, en especial en el grupo de pacientes con trastorno bipolar tipo II, ası́ como la frecuencia alta de sı́ntomas afectivos subsindrómicos, especialmente depresivos, en pacientes que no están en episodio, Se muestran las diferencias clı́nicas y evolutivas por subtipos clı́nicos y por sexos. Conflicto de intereses Para realizar el análisis estadı́stico se utilizó una beca de AstraZeneca Pharmaceuticals. El Dr. Aurelio Garcı́a ha recibido fondos y ha impartido conferencias para AstraZeneca, Lilly y Böehringer-Ingelheim. La Dra. Elena Ezquiaga ha recibido fondos y ha impartido conferencias para AstraZeneca, Lundbeck, Sanofi Aventis, y Böehringer-Ingelheim. La Dra. Consuelo De Dios ha recibido fondos, ha sido consultora y ha impartido conferencias para AstraZeneca, Bristol-Myers-Otsuka, Lilly, Glaxo-Smith-Kline, Janssen-Cilag, Lundbeck, Pfizer, Sanofi-Aventis, Servier, Wyeth y Böehringer-Ingelheim. El Dr. Agud ha impartido conferencias para los siguientes laboratorios: Bristol-Myers-Otsuka, Eli Lilly and GSK. La Dra. Begoña Soler no declara ningún conflicto de intereses. Bibliografı́a 1. Merikangas KR, Akiskal HS, Angst J, Greenberg PE, Hirschfeld RM, Petukhova M, et al. Lifetime and 12-month prevalence of bipolar spectrum disorder in the National Comorbidity Survey replication. Arch Gen Psychiatry. 2007;64:543–52. 2. McIntyre RS, Konarski JZ. 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Rev Psiquiatr Salud Ment (Barc.) 2010;3(3):90–96 www.elsevier.es/saludmental ORIGINAL Politerapia antipsicótica en una unidad de hospitalización psiquiátrica José Alfonso Arilla, Marı́a Eva Fernández, Estela Viñuales e Isabel Lozano Unidad de Psiquiatrı́a, Hospital Royo Villanova, Zaragoza, España Recibido el 24 de febrero de 2009; aceptado el 6 de abril de 2010 Disponible en Internet el 9 de junio de 2010 PALABRAS CLAVE Psicosis; Polifarmacia; Neurolépticos; Antipsicóticos; Pacientes psicóticos ingresados Resumen Introducción: La asociación de antipsicóticos es frecuente en la práctica clı́nica a pesar de no estar sustentada por la evidencia cientı́fica. Existen pocos datos sobre estos patrones de uso a nivel hospitalario en España, que consideramos necesarios en la elaboración de indicadores de calidad asistencial. Objetivo: Recoger información sobre la prescripción de antipsicóticos en una unidad de hospitalización psiquiátrica. Métodos: Se trata de un estudio observacional retrospectivo, en el que se incluyen los pacientes ingresados en tratamiento con fármacos antipsicóticos durante el año 2006. Resultados: Se revisó a 136 pacientes con una edad media de 38 años y una estancia media de 22 dı́as. Los antipsicóticos se emplearon fundamentalmente en el tratamiento esquizofrénico (44,9%). Al inicio del ingreso, los antipsicóticos atı́picos (AA) (de 2.a o 3.a generación) fueron los más utilizados en monoterapia (41,2%), la combinación de dos o más antipsicóticos se utilizó en un 43% de los pacientes y el uso de medicación adicional (no antipsicóticos) fue muy elevada (84,6%). En el momento del alta, los resultados son similares, destacando el incremento en la combinación de un AA con fármacos de liberación prolongada (de un 2–11%). Conclusiones: Los AA se consolidan como la primera opción terapéutica, confirmándose asimismo el fenómeno de la polifarmacia en el tratamiento de las psicosis. El diseño del estudio no permite establecer relaciones direccionales, pero sı́ algunas tendencias, como la posibilidad de que la polifarmacia sea más frecuente en pacientes esquizofrénicos y con los antipsicóticos de depósito. & 2009 SEP and SEPB. Publicado por Elsevier España, S.L. Todos los derechos reservados. Autor para correspondencia. Correo electrónico: [email protected] (J.A. Arilla). 1888-9891/$ - see front matter & 2009 SEP and SEPB. Publicado por Elsevier España, S.L. Todos los derechos reservados. doi:10.1016/j.rpsm.2010.04.001 Politerapia antipsicótica KEYWORDS Psychosis; Polypharmacy; Neuroleptics; Antipsychotics; General hospital in patient psychiatric unit 91 Antipsychotic polypharmacy in a general hospital in-patient psychiatric unit Abstract Introduction: The association of antipsychotics is common in clinical practice despite the lack of scientific evidence to support this practice. There are few data on these patterns of use in hospitals in Spain. However, such data are required for the development of indicators of quality of care. Aims: To collect information on prescription of antipsychotics in a psychiatric inpatient unit. Methods: We performed a retrospective observational study of inpatients under treatment with antipsychotic drugs in 2006. Results: We reviewed 136 patients with a mean age of 38 years and a mean length of stay of 22 days. Antipsychotics were used primarily in schizophrenic disorder (44.9%). At admission, atypical antipsychotics (second or third generation) were the most frequently used drugs in monotherapy (41.2%), a combination of two or more antipsychotics was used in 43% of the patients and the use of additional medication (not antipsychotics) was very high (84.6%). At discharge, the results were similar, but a notable finding was the increase in the combination of an atypical antipsychotic with extended-release drugs (from 2% to 11%). Conclusions: The use of atypical antipsychotics as the first therapeutic option is becoming established, confirming the phenomenon of polypharmacy in the treatment of psychoses. The study design did not allow directional relations to be established but some trends, such as the possibility that polypharmacy is more common in patients with schizophrenia and is associated with the use of depot antipsychotics, were confirmed. & 2009 SEP and SEPB. Published by Elsevier España, S.L. All rights reserved. Introducción Definimos politerapia antipsicótica como el empleo de dos o más fármacos de manera simultánea en un mismo paciente para el tratamiento de un mismo trastorno. Tiene como objetivo incrementar la eficacia del tratamiento minimizando los efectos secundarios. En los manuales y las guı́as clı́nicas se recomienda de forma unánime el uso en monoterapia de los antipsicóticos, existiendo pocos datos empı́ricos que sustenten la politerapia1. Este axioma teórico no es fácil de reconocer en la práctica cotidiana donde la asociación es frecuente. Las cifras de prevalencia de politerapia citadas en los diferentes estudios oscilan entre un 10–73%1,2, variando según la población de pacientes estudiada, el principio activo, el año en el que se realizó la investigación, el método de estudio, el lugar de tratamiento (ambulatorio, unidad de agudos, unidad de larga estancia) y la duración del perı́odo de estudio3,4. Los riesgos de la asociación de psicofármacos son evidentes. En primer lugar, la mayor posibilidad de efectos secundarios con incremento de la toxicidad y aumento en la dosis media diaria (dosis diaria definida)5–8. En un estudio prospectivo reciente, Ganesen et al no encuentran diferencias significativas entre los pacientes sometidos a politerapia y monoterapia empleando como instrumento de medida de efectos secundarios la escala UKU en 93 pacientes ingresados. Los autores reconocen las limitaciones de su estudio, pero los datos sugieren la necesidad de evaluar en profundidad la tolerabilidad, los efectos secundarios y el riesgo en la asociación de antipsicóticos9. En segundo lugar, existe un enmascaramiento en la respuesta terapéutica limitando la capacidad del médico a la hora de evaluar la respuesta al nuevo tratamiento propuesto4. En tercer lugar, se incrementa la complejidad de la posologı́a con dificultades en la adherencia al tratamiento y en el cumplimiento3,4. Finalmente, la politerapia aumenta el coste sustancial del tratamiento con un incremento del gasto farmacéutico en un contexto asistencial con recursos limitados4,8,10. No todos los antipsicóticos actúan del mismo modo y las diferencias a nivel farmacodinámico son notables y no dejan de crecer, dando lugar a diferentes perfiles de efectos terapéuticos y de efectos secundarios2. Todo ello junto con la complejidad y la heterogeneidad de la sintomatologı́a a la que van dirigidos justifican que la monoterapia no sea la única opción terapéutica. Este argumento se ve reforzado por la existencia de enfermos resistentes. Según el estudio CATIE11, al menos dos tercios de los esquizofrénicos que inician un tratamiento con un antipsicótico van a responder insuficientemente. Si consideramos que con el cambio a clozapina después de dos fracasos previos se agota la vı́a de la monoterapia, no debe sorprendernos que se intenten vı́as de potenciación racional. Los estudios que investigan las asociaciones de antipsicóticos son escasos. En la revisión de Patrick et al1 emplean los siguientes criterios de selección: evaluación de la eficacia en un mismo paciente de los principios activos por separado y después en combinación (criterios de Preskon y Lacey) junto con el uso de escalas estandarizadas, sin encontrar más de tres trabajos (un estudio abierto y dos series de casos) que los cumplieran. Razones de ı́ndole 92 comercial y de complejidad metodológica hacen casi inviable obtener datos de estudios controlados para todos los tipos de asociaciones2. Actualmente, los antipsicóticos atı́picos (AA) (antipsicóticos de 2.a y 3.a generación) están recomendados por distintos comités de expertos como agentes de primera lı́nea por haber demostrado una alta eficacia con un mejor perfil de efectos adversos12. Algunos autores consideran que su mejor tolerancia ha contribuido a la polifarmacia y ha incrementado los costes8,13. Sin embargo, los antipsicóticos tı́picos (AT) (convencionales) siguen siendo utilizados y algunos autores piensan que poseen una acción más rápida y decidida sobre algunos sı́ntomas positivos con un perfil de efectos secundarios conocido que permite un razonable margen de uso14. La polifarmacia en el tratamiento de la psicosis no se circunscribe a la asociación de fármacos antipsicóticos y abarca otros grupos de psicofármacos. Una mayor diversidad de medicamentos disponibles para el tratamiento de pacientes con patologı́a psiquiátrica, la pretendida seguridad de los nuevos agentes y probablemente la presión de la industria farmacéutica han generado nuevas oportunidades de emplear múltiples fármacos en un mismo paciente10. Después de cincuenta años de historia disponemos de la tercera generación de antipsicóticos (aripiprazol, paliperidona) y una amplia experiencia en el uso de estos medicamentos. Sin embargo, el debate sigue abierto y las pautas de tratamiento llevadas a cabo en los dispositivos asistenciales se basan más en la experiencia que en la evidencia15. Es necesario recopilar más estudios sobre la combinación de tratamientos antes de que puedan hacerse recomendaciones clı́nicas16. En este estudio queremos obtener datos sobre la práctica clı́nica cotidiana en el uso de antipsicóticos en pacientes agudos ingresados en la unidad de psiquiatrı́a de un hospital general, cuyo perfil asistencial cumple con los indicadores estándar (ı́ndices de rotación, ocupación y morbimortalidad). El objetivo pretendido es conocer las pautas de manejo farmacológico, describir los tipos de medicamentos, sus indicaciones y las asociaciones empleadas. La hipótesis de trabajo plantea que la polifarmacia es una práctica muy frecuente, tanto en la asociación de antipsicóticos como en la combinación con psicofármacos de otros grupos. Pensamos que los AA se han confirmado como primera alternativa terapéutica. Material y métodos Se trata de un estudio epidemiológico retrospectivo transversal de práctica clı́nica realizado en una unidad de hospitalización psiquiátrica (Hospital Royo Villanova, Zaragoza). Se revisaron todos los informes de alta durante el año 2006 (1 de enero al 31 de diciembre del 2006) con el fin de identificar a todos los pacientes tratados con antipsicóticos (un total de 136) y poder acceder a las historias clı́nicas para recopilar los siguientes datos: filiación, sociodemográficos, edad de inicio de la enfermedad, ingresos previos, diagnóstico, duración del ingreso actual y medicación utilizada. Se siguieron los criterios CIE-1017 para el diagnóstico principal y comórbido, reagrupándose en categorı́as con el fin de facilitar el trabajo estadı́stico. Se analizó la prescripción J.A. Arilla et al de principios psicoactivos recogiéndose todas las posibles combinaciones en el momento del ingreso y después al alta. Posteriormente, los datos se clasificaron en función de la indicación principal (antipsicóticos, antidepresivos, ansiolı́ticos, eutimizantes y anticolinérgicos). Los antipsicóticos se subclasificaron en tı́picos (AT), convencionales, o atı́picos (AA), 2.a/3.a generación, y según la formulación galénica que determina la duración de la acción farmacológica (antipsicóticos de depósito o liberación prolongada). Se investigó la politerapia antipsicótica definida por el uso de dos o más medicamentos del mismo tipo para el tratamiento de un mismo cuadro clı́nico o enfermedad en un mismo paciente1. Finalmente, se investigó la polifarmacia entendida como la asociación de diferentes grupos de psicofármacos y la naturaleza de esta asociación. Se realizó un estudio estadı́stico descriptivo con el programa SPSS versión 12.0. Para el contraste de hipótesis en el análisis estadı́stico se consideró un nivel de significación con una po0,05 para rechazar la hipótesis nula. Se emplearon test paramétricos siempre que la distribución de la muestra fue normal y permitió su utilización. Las caracterı́sticas y el diseño del estudio no cumplen condiciones estadı́sticas para establecer asociaciones direccionales entre las variables, pero se mostrarán algunas tendencias que pueden orientar estudios con un diseño controlado. Tabla 1 Datos sociodemográficos n: 136 Edad (años) Media: 38,39 Rango: 18–82 n % Sexo Mujeres Hombres 47 89 34,6 65,4 Situación laboral Activo No activo Pensionista Trabajo protegido Sin información 26 36 58 3 13 19,1 26,5 42,6 2,2 9,6 Núcleo de convivencia Familia Institución Piso asistido Solo Otros 92 17 2 23 2 67,6 12,5 1,5 16,9 1,5 Nivel de escolarización Básico (hasta 6 años) 81 Medio (6–12 años) 24 Superior (más de 12 años) 9 Sin información 22 59,6 17,6 6,6 16,2 Estado civil Casada/o Soltera/o Separada/o Sin información 20,6 69,1 8,1 2,2 28 94 11 3 Politerapia antipsicótica 93 Resultados Al ingreso Tabla 2 Ingresos previos Sı́ No Duración de la enfermedad (años) Duración del ingreso actual (dı́as) Tipo de trastorno N 10 0 Solo Combinado Al alta 30 28 24 25 24 25 20 15 10 11 12 5 0 Solo Haloperidol Olanzapina Combinado Risperidona Clozapina Figura 1 Principales principios activos empleados al ingreso y al alta. Variables clı́nicas Edad de inicio (años) 20 N Los pacientes investigados fueron mayoritariamente varones, solteros, vivı́an con sus familias, tenı́an estudios básicos y no trabajaban (tabla 1). Muchos de ellos habı́an ingresado en otras ocasiones. La estancia media hospitalaria del grupo de pacientes investigado fue mayor a la media de la unidad para ese mismo año (22,21 frente a 17,88 dı́as). El diagnóstico principal más frecuente encontrado en la muestra de pacientes en tratamiento antipsicótico fue el de esquizofrenia (44,9%) seguido del trastorno bipolar (14,3%) y del trastorno psicótico agudo (11%). En un 32% de los pacientes se encontró un diagnóstico comórbido, destacando los trastornos debidos al consumo de sustancias psicotropas (16%) (tabla 2). El número de variaciones y combinaciones terapéuticas realizadas con principios activos de acción antipsicótica fue muy elevado (43 variantes al ingreso y 47 variantes al alta). La risperidona fue el fármaco más empleado en monoterapia y de forma combinada el haloperidol, ambas situaciones ocurrı́an tanto en el momento del ingreso como al alta (fig. 1). Los AA en su conjunto fueron los medicamentos más utilizados en monoterapia tanto al ingreso (41,2%) como al alta (36,8%). Se produjeron pocos cambios en la estrategia 30 Media: 24,1 Rango: 3–54 n % 100 (media: 2,7; moda: 2) 36 Media: 13,92 73,5 26,5 Rango: 0–59 Media: 22,21 Rango: 2–113 n Psicosis afectivas Depresión psicótica Bipolar, fase depresiva Bipolar, fase manı́aca 22 3 6 % (respecto al total) 16 2,2 4,4 13 9,6 Esquizofrenia Esquizoafectivo Psicosis agudas Otras psicosis 61 11 15 27 44,9 8,1 11 19,8 Sin especificación T. delirante Tóxicos 12 6 9 8,8 4,4 6,6 T. comórbido T. psicorgánico T. de personalidad T. de consumos tóxicos Ludopatı́a En retraso mental 17 3 22 1 1 12,5 2,2 16,2 0,7 0,7 Tabla 3 Tipo de medicación antipsicótica empleada (al inicio y al alta del ingreso) Tipo de antipsicótico Inicio, Alta, % % Antipsicótico tı́pico (1.a generación/ convencionales) Antipsicótico atı́pico (2.a y 3.a generación) Antipsicótico tı́picoþantipsicótico tı́pico Antipsicótico tı́picoþantipsicótico atı́pico Antipsicótico atı́picoþantipsicótico atı́pico Depot Depotþantipsicótico tı́pico Depotþantipsicótico atı́pico Depotþantipsicótico atı́picoþantipsicótico tı́pico Ninguno 13,2 10,3 41,2 5,1 17,6 8,8 0,7 2,9 2,9 3,7 36,8 1,5 20,6 8,1 0,7 5,9 11 4,4 3,7 0,7 de prescripción durante el ingreso, apreciándose una tendencia a incrementar el uso de AA, solos o combinados, disminuyendo el uso de AT. También destacamos el aumento de la combinación de un antipsicótico de depósito junto con un AA (tabla 3). Los pacientes en los que se indicaron dos o más antipsicóticos al ingreso fueron un 44%, incrementándose en el momento del alta hasta un 51% (fig. 2). La utilización de más de un antipsicótico se relacionó significativamente (p ¼0,030) con el diagnóstico de esquizofrenia (fig. 3). El uso de antipsicóticos de depósito se asoció significativamente con el uso de más de un fármaco antipsicótico (po0,001), 94 J.A. Arilla et al 60 Discusión 56 Percentage 50 44 51 49 40 30 20 10 0 Al ingreso Monoterapia Al alta Politerapia Figura 2 Politerapia antipsicótica. *p = 0,30 40 N 30 20 10 0 Sí Psicosis afectiva Esquizofrenia T. esquizoafectivo No Psicosis agudas Otras psicosis Figura 3 Politerapia antipsicótica y diagnóstico principal. 40 Percentage 32,4 30 20 22,8 20,6 15,4 10 0 Al ingreso Al alta Ansiolítico Anticolinérgico+Ansiolítico Ansiolítico+Antidepresivo Figura 4 Tipo de medicación psicotrópica adicional. con una duración mayor del ingreso (p ¼0,031), con el diagnóstico de esquizofrenia (p¼ 0,048) y con el consumo de sustancias psicoactivas como diagnóstico comórbido (po0,001). En muchos pacientes se emplearon simultáneamente otros fármacos no antipsicóticos (polifarmacia), incrementándose su uso durante el ingreso (de un 84,6–87,5%). En este grupo se han incluido ansiolı́ticos, antidepresivos, anticolinérgicos y eutimizantes en diferentes combinaciones. Los ansiolı́ticos fueron los fármacos más usados y los anticolinérgicos los que más incrementaron su uso durante el ingreso (fig. 4). Los fármacos antipsicóticos se emplean en varias categorı́as diagnósticas en las que pueden aparecer los sı́ntomas por tratar. Como era de esperar, el grupo de pacientes esquizofrénicos es el más frecuente, destacando una comorbilidad muy elevada, fundamentalmente por consumo de sustancias de abuso. Las prescripciones de principios activos solos o en diferentes combinaciones dan lugar a un número elevado de variaciones terapéuticas, tanto en el momento del ingreso como al alta. En nuestra opinión, uno de los factores determinantes de esta práctica es la dificultad de tratamiento de un conjunto de trastornos complejos y heterogéneos que tienen en común la presencia de sı́ntomas psicóticos, algo similar podemos encontrar en otras especialidades de la Medicina10. Entre todos los principios activos, la risperidona es el antipsicótico más empleado en monoterapia, consolidándose como uno de los fármacos de primera elección junto con la olanzapina5. El haloperidol sigue utilizándose significativamente, sobre todo en combinación con otros antipsicóticos. En nuestra opinión su perfil de uso se ajusta al objetivo de potenciar la acción antipsicótica de otros fármacos. Su uso no es tan descabellado a la vista de los resultados de los dos principales estudios, no comerciales, que comparan los antipsicóticos de primera y segunda generación (CUtLASS y CATIE)18. Las más de 40 variaciones en la prescripción en una muestra de 136 pacientes hacen poco manejable la información, de ahı́ que los datos se hayan agrupado por categorı́as más operativas. Los antipsicóticos de 2.a generación se utilizan más, tanto en monoterapia como en combinación, confirmando su posición como principal opción terapéutica en nuestro medio16. En nuestra opinión, otro de los factores que influye en la politerapia nace de la presión asistencial y de su repercusión en la duración de los ingresos en las unidades de agudos. En el momento del alta hospitalaria, el número de combinaciones es mayor, creemos que en un intento de asegurar la estabilidad clı́nica, en ocasiones, frágil23. En casi todos los paı́ses occidentales hemos asistido durante los últimos 40 años a una polı́tica tendente a la reducción de los perı́odos de hospitalización ası́ como del número de camas hospitalarias, buscando un rápido retorno a la comunidad de los pacientes psicóticos20. Esta situación ha tenido indudables efectos beneficiosos, no solo ha mejorado la calidad de vida de los pacientes, sino que además se ha reducido la dependencia a los fármacos y la mortalidad de estos pacientes21. Pero existen datos menos favorables: incremento del suicidio y de los actos criminales efectuados por pacientes psicóticos y un incremento de entre un 80–100% de los ingresos en plantas de agudos22. Durante el ingreso existe una tendencia a incrementar las combinaciones de un antipsicótico de 2.a generación con uno AT y un antipsicótico de larga duración con un AA. La combinación de un AA con un AT en el momento del ingreso creemos que tiene el apoyo teórico de conseguir una mayor ocupación de los receptores D2, buscando un beneficio clı́nico (mayor potencia y rapidez en la acción)14. En fase aguda existirı́an dos estrategias fundamentales: el uso del AT o convencional para introducir el AA ()lead in*) o bien el uso puntual del AT para potenciar el efecto ()top up*) del AA2. Politerapia antipsicótica En ambas situaciones, los expertos recomiendan volver a la monoterapia en cuanto la situación se haya estabilizado19. Biancosino et al6 encuentran que el predictor más potente de politerapia al alta es haberla iniciado en el momento del ingreso, si a esto se le añade que en un porcentaje mayoritario de pacientes la politerapia se mantiene durante perı́odos prolongados de tiempo3,16, debemos pensar que esta práctica es más una elección deliberada de tratamiento que una práctica provisional6. Los datos obtenidos confirman la hipótesis de partida que considera la politerapia antipsicótica como una práctica frecuente, fundamentalmente en pacientes esquizofrénicos, alejada de la marginalidad que se predica en la mayorı́a de los textos. Las cifras son similares a las encontradas en EE. UU. (el 50%, Tapp et al, 200324), Europa (el 47%, Rittmannsberger et al, 199925) e inferiores a las encontradas en España (el 73% en Badajoz, Kiivert et al, 199526), siempre referidas a pacientes hospitalizados. En pacientes ambulatorios, las cifras son inferiores (1524–27%16). En nuestro estudio, las cifras de medicamentos no antipsicóticos utilizados en combinación con estos superan las cifras de comorbilidad y, por tanto, sus indicaciones deben extenderse al tratamiento de sı́ntomas aislados o a la corrección de efectos secundarios. Es esta una realidad compleja de estudiar. La mayorı́a de las categorı́as diagnósticas en Psiquiatrı́a no han demostrado su validez a causa de que no son entidades discretas con lı́mites naturales y son frecuentes las situaciones de comorbilidad que justificarı́an el empleo de tantos tratamientos como enfermedades en un individuo27. Además, existe cierta confusión en la clasificación de los fármacos psiquiátricos, que depende de los criterios que utilicemos (estructura quı́mica, efectos clı́nicos, farmacodinamia). Algunos principios activos debidos a un complejo mecanismo de acción que incluye varios grupos de receptores pueden ser considerados en sı́ mismos como una polifarmacia con indicaciones en varios trastornos28. Este estudio tiene varias limitaciones. En primer lugar, los datos han sido recogidos en un único dispositivo asistencial, por lo que pueden existir diferencias en cuanto a práctica, a protocolos e incluso a tipos de pacientes respecto a otras unidades. En segundo lugar, se trata de un estudio retrospectivo, observacional, pudiendo existir sesgos en la asignación de grupos y su relación con las variables investigadas. Por las condiciones concretas del estudio no se pudieron recoger datos sobre las dosis medias de antipsicóticos, los efectos secundarios y los motivos para el cambio de fármaco. Finalmente, no se encontraron escalas estandarizadas de valoración. Todo ello limita las posibilidades de interpretación y argumentación de los resultados obtenidos y su generalización. No obstante, creemos que las cifras de pacientes en politerapia son muy significativas y coincidentes con las publicadas en otros estudios. El uso de politerapia no deberı́a ser una práctica de primera elección ni generalizada; al contrario, tendrı́a que basarse en intervenciones protocolizadas, como las que ya han sido propuestas por algunos autores (duración, tipo de asociación, momento de emplearlas, controles periódicos y revaluación de la indicación)2. La relevancia del problema ha estimulado el desarrollo de estrategias especı́ficas encaminadas a la reducción de la politerapia y a su uso racional. Patrick et al29 diseñaron un programa encaminado 95 a reducir la politerapia en un hospital psiquiátrico utilizando una supervisión individualizada de baja intensidad sobre la prescripción llevada a cabo por el jefe de servicio (sin sanciones ni refuerzos positivos). Consiguen una reducción del 10%, superior a la que se consigue con las intervenciones estándares (programas formativos y educativos sobre la prescripción de antipsicóticos). Tucker30 propone una intervención para racionalizar el uso de los antipsicóticos empleando un programa informático que permite de manera rápida y sencilla conocer los historiales de tratamiento de sus pacientes y los de sus colegas. Este programa, junto con la aplicación de un modelo de cuidado para enfermedades crónicas (que incluye estrategias no farmacológicas), consiguió una reducción de la politerapia y de los costes económicos. En definitiva, definir lo que es una adecuada prescripción psicofarmacológica es una tarea compleja que implica consideraciones clı́nicas, farmacológicas, sociales y económicas. Algunos consideran que se trata de un concepto tan complejo como el de la propia salud10. Conclusiones Se confirma la hipótesis de partida: la polifarmacia es un fenómeno frecuente sobre todo en pacientes esquizofrénicos y cuando se emplean antipsicóticos de depósito. Creemos que puede justificarse en casos resistentes siempre que se use con criterios de racionalidad y precaución. Los antipsicóticos de 2.a generación, en su conjunto, se consolidan como la primera opción terapéutica con una significativa presencia de haloperidol en combinación. Finalmente, queremos suscribir la propuesta de Villagrán y Luque: )un indicador de calidad de un servicio que atienda a pacientes esquizofrénicos debe ser el grado de uso del tratamiento combinado y si se ajusta a unas directrices racionales (y). Solo ası́ evidencia y eminencia podrán lograr un anhelado equilibrio en la balanza de la decisión clı́nica*2. Conflicto de intereses Los autores declaran no tener ningún conflicto de intereses. Bibliografı́a 1. Patrick V, Levin E, Schleifer S. Antipsychotic polypharmacy: Is there evidence for its use? J Psychiatr Pract. 2005;11:248–57. 2. Villagrán JM, Luque R. Asociaciones de antipsicóticos en la práctica clı́nica: una revisión crı́tica. Barcelona: Prous Science; 2007. 3. Faries D, Ascher-Svanum H, Zhu B, Correll C, Kane J. Antipsychotic monotherapy and polypharmacy in the naturalistic treatment of schizophrenia with atypical antipsychotics. BMC Psychiatry. 2005;27:26–37. 4. Zhu B, Ascher-Svanum H, Faries DE, Correll CU, Kane JM. Cost of antipsychotic polypharmacy in the treatment of schizophrenia. BMC Psychiatry. 2008;4:19–29. 5. Tapp AM, Wood AE, Kilzieh N, Kennedy A, Raskind MA. Antipsychotic polypharmacy: Do benefits justify the risks? Ann Pharmacother. 2005;39:1759–60. 6. Biancosino B, Barbui C, Marmai L, Dona S, Grassi L. Determinants of antipsychotic polypharmacy in psychiatric inpatients: A prospective study. Int Clin Psychopharmacol. 2005;20:305–9 Erratum in: Int Clin Psychopharmacol. 2007;22:124. 96 7. Citrome L, Jaffe A, Levine J. Monotherapy versus polypharmacy for hospitalized psychiatric patients. Am J Psychiatry. 2005;162:631 author reply 632–3. 8. Pérez J, Marı́n N, Vallano A, Castells X, Capella D. Consumption and cost of antipsychotic drugs. Actas Esp Psiquiatr. 2005;33:110–6. 9. Ganesan S, Taylor R, Rabheru K, Forbes I, Dumontet J, Procyshyn RM. Antipsychotic polypharmacy does not increase the risk for side effects. Schizophr Res. 2008;98:323–4 Epub 2007 Oct 22. 10. De las Cuevas C, Sanz EJ. Polypharmacy in psychiatric practice in the Canary Islands. BMC Psychiatry. 2004;5:18. 11. McEvoy JP, Lieberman JA, Keefe RS, Bilder RM, Davis SM, Palmer BW, et al. Neurocognitive effects of antipsychotic medications in patients with chronic schizophrenia in the CATIE TRIAL. Arch Gen Psychiatry. 2007;64:633–47. 12. Marder S, Essock S, Miller A, Buchanan RW, Davis JM, Kane JM, et al. The Mount Sinai Conference on the pharmacotherapy of schizophrenia. Schizophr Bull. 2002;28:5–16. 13. Lee B, Walker V. Polypharmacy as the initial second-generation antipsychotic treatment. Psychiatr Serv. 2008;59:717. 14. Stahl SM. Antipsychotic polypharmacy, part 2: Tips on use and misuse. J Clin Psychiatry. 1999;60:93–4. 15. Stahl SM. 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Rev Psiquiatr Salud Ment (Barc.) 2010;3(3):97–101 www.elsevier.es/saludmental ORIGINAL Estudio longitudinal comparativo entre pacientes con y sin exacerbación premenstrual de la depresión José Luı́s Benavente Martı́na,, José Manuel Olivares Dieza, Marı́a Calado Oterob y Antonio Vaamonde Listec a Servicio de Psiquiatrı́a, Hospital do Meixoeiro, Complejo Hospitalario Universitario de Vigo (CHUVI), España Fundación Biomédica del Complejo Hospitalario Universitario de Vigo (CHUVI), Hospital Meixoeiro Vigo, España c Departamento de Estadı́stica e Investigación Operativa, Universidad de Vigo, España b Recibido el 15 de marzo de 2010; aceptado el 30 de mayo de 2010 Disponible en Internet el 15 de septiembre de 2010 PALABRAS CLAVE Depresión; Exacerbación premenstrual; Personalidad; Inteligencia general Resumen Introducción: El objetivo del estudio fue determinar si existı́an diferencias respecto a las caracterı́sticas de la depresión, la personalidad y el factor G entre mujeres con y sin exacerbación premenstrual (EP) de la depresión. Material y métodos: Se estudiaron, en dos entrevistas, a 99 pacientes ambulatorias diagnosticadas de depresión mayor unipolar (DSM-IV). La primera entrevista se realizó previamente al inicio del tratamiento antidepresivo. A las 74 pacientes en las que remitió la depresión (HRDSr7) durante las siguientes 16 semanas se aplicó el 16 PF-5.a edición y el test de Dominós. Resultados: No se encontraron diferencias en las caracterı́sticas clı́nicas y evolutivas de la depresión entre ambos grupos, excepto por la mayor presencia de patrón estacional en las mujeres con EP. También éstas pacientes obtuvieron puntuaciones más altas en el factor autocontrol del 16 PF-5, e inferiores en el test de Dominós. En el análisis logı́stico se observó que una mayor puntuación en autocontrol aumentaba el riesgo de presentar EP (51,3%), y el test de Dominós lo disminuı́a (8,6%). Conclusiones: Según el estudio, no hay diferencias en las caracterı́sticas clı́nicas y evolutivas de la depresión entre mujeres con y sin EP, excepto por la mayor frecuencia de patrón estacional en las primeras. Sı́ habı́a diferencias entre ambos grupos en el perfil de personalidad y en el test de Dominós. & 2010 SEP y SEPB. Publicado por Elsevier España, S.L. Todos los derechos reservados. Autor para correspondencia. Correo electrónico: [email protected] (J.L. Benavente Martı́n). 1888-9891/$ - see front matter & 2010 SEP y SEPB. Publicado por Elsevier España, S.L. Todos los derechos reservados. doi:10.1016/j.rpsm.2010.05.001 98 J.L. Benavente Martı́n et al KEYWORDS Depression; Premenstrual exacerbation; Personality; General intelligence Longitudinal study comparing depressive female patients with and without premenstrual exacerbation Abstract Introduction: The aim of this study was to evaluate whether there are any differences in the clinical features of depression, personality and the G factor among women with and without premenstrual exacerbation (PE) of depression. Material and methods: Ninety-nine outpatients diagnosed with major depression (DSM-IV) were interviewed twice. At baseline, the patients were not taking medication. The 74 patients who achieved remission (Hamilton rating scale for depression r7) after 16 weeks were evaluated again through the 16-personality factor (16-PF) questionnaire (5th edition) and the D48 (or Dominos) test. Results: No differences in clinical characteristics or prognosis were found between the two groups of women, except for the greater presence of seasonal features among women with PE. Women with PE also scored higher for self-control on the 16-PF and scored lower on the D48 (Domino) test. The logistic analysis showed that higher self-control scores increased the risk for PE in 51.3% of the sample, while higher scores on the D48 test decreased the risk in 8.6%. Conclusions: There were no differences between the two groups in the clinical features or prognosis of depression, except for the higher rates of seasonal features in the PE group. In contrast, differences were found in personality traits and the D48 between the two groups. & 2010 SEP and SEPB. Published by Elsevier España, S.L. All rights reserved. Introducción El sı́ndrome por tensión premenstrual fue descrito por primera vez por Frank1, en 1931, como un estado de )tensión indescriptible* durante los dı́as previos a la menstruación; y cuyo cortejo sintomático se caracterizaba por irritabilidad, depresión, cefalea y aumento del tamaño de mamas y abdomen. En 1989, Spitzer et al2 definı́an el sı́ndrome premenstrual (SP) como: )Una serie de trastornos del ánimo y fı́sicos que ocurren, regularmente y repetitivamente, antes de la menstruación, que remiten al aparecer esta, y que son lo suficientemente graves como para causar la búsqueda de atención médica*. Su presencia también se ha asociado tanto con factores hereditarios3, como culturales4,5. El SP ha sido considerado una manifestación ligera o subclı́nica de los trastornos afectivos, de hecho, se ha observado una relación muy estrecha con la depresión. En este sentido, entre el 70 y el 78% de las mujeres con SP habı́an tenido alguna fase depresiva6, y el 37% de las mujeres diagnosticadas de SP desarrollaban una depresión durante los tres años siguientes7. Por otra parte, distintos autores han planteado la necesidad de diferenciar el SP de aquellos otros casos en los que meramente habı́a una exacerbación premenstrual (EP), es decir, un empeoramiento premenstrual de la depresión, ya que con frecuencia se han incluido ambos en el mismo grupo2,8–10. Harrison et al11 encontraron que el 38,6% de las mujeres que solicitaban tratamiento por SP lo que realmente tenı́an era EP, también se ha observado que entre el 27 y el 64% de las mujeres con depresión referı́an empeoramiento premenstrual12,13. En comparación con el SP, las publicaciones sobre la EP han sido escasas. El objetivo del estudio fue determinar si entre las mujeres con EP de la sintomatologı́a depresiva, frente a las que no referı́an este empeoramiento, existı́an diferencias en las caracterı́sticas clı́nicas y evolutivas de la depresión, en los rasgos de personalidad, y en el factor G. Material y métodos Se estudiaron 99 pacientes ambulatorias, de entre 18 y 50 años, derivadas desde el Centro de Salud a diversas Unidades de Salud Mental del Área Sanitaria de Vigo, todas ellas diagnosticadas de depresión mayor unipolar según criterios del DSM-IV14. Se excluyeron aquellas pacientes que: 1) cumplı́an algún otro criterio diagnóstico en el Eje I del DSM-IV; 2) las que hubieran tomado durante los tres meses previos algún psicofármaco (excepto benzodiazepinas); 3) las diagnosticadas de cualquier otra enfermedad médica o que hubieran seguido algún tratamiento no psiquiátrico (incluidos anticonceptivos orales) que pudiera modificar la sintomatologı́a de la depresión; 4) y las pacientes diagnosticadas de trastorno de la personalidad. Se interrogó a las pacientes sobre la exacerbación de la sintomatologı́a depresiva en los cinco dı́as previos a la menstruación, durante la actual fase depresiva, al menos en 2 ciclos menstruales. Una vez diagnosticadas por el psiquiatra, las escalas y cuestionarios fueron recogidos por la misma evaluadora. En la primera entrevista, previa al inicio del tratamiento con el antidepresivo, se registraron los datos demográficos, el máximo nivel educativo alcanzado por la paciente y el nivel socioeconómico (en función de la ocupación del cabeza de familia15, se estratificó la muestra en 6 grupos, según la Clasificación Nacional de Ocupaciones16). Además se evaluaron los Ejes III, IV y V, las especificaciones de curso longitudinal y de patrón estacional del DSM-IV, se aplicó la escala de la depresión de Hamilton17 (HRSD), y se recogieron las variables clı́nicas y evolutivas. Estudio longitudinal comparativo entre pacientes con y sin exacerbación premenstrual de la depresión Para evitar que la sintomatologı́a depresiva influyera en la evaluación de la personalidad y del factor G, únicamente se realizó la segunda entrevista a las 74 mujeres en las que remitió la depresión (HRDSr7) durante las 16 semanas posteriores a la primera entrevista. Las pacientes fueron tratadas con inhibidores selectivos de la recaptación de serotonina y antidepresivos duales (venlafaxina y mirtazapina), y el tiempo medio entre ambas entrevistas fue de 10 semanas (DT¼ 3,2). Esta segunda entrevista se llevó a cabo en la fase folicular18. Para el estudio de la personalidad se utilizó el 16 PF-5.a edición19,20, ya que ofrece una descripción completa de los rasgos de personalidad. El test de Dominós21, que mide la inteligencia general (factor G) o tipo de inteligencia cristalizada según la terminologı́a de Horn y Catell22, consta de 4 ejemplos y 44 problemas presentados de forma gráfica, en orden creciente de dificultad. La puntuación obtenida en la prueba está en función del número de problemas resueltos correctamente en 25 min. Se utilizó la prueba de la t de Student en las variables cuantitativas, y la prueba chi cuadrado (w2) en las cualitativas (tablas de contingencia) con el paquete estadı́stico SPSS 14.023. Posteriormente se llevó a cabo un análisis de regresión logı́stica binaria en el que se incluyeron las variables asociadas a la presencia de EP en el análisis bivariado. El modelo contenı́a la prueba de bondad de ajuste, que fue considerada como significativa con una po0,05. Resultados La edad media de la muestra era de 35 años (DT¼ 8,4), el 48,5% estaban casadas, la residencia de la mayorı́a de las 99 pacientes era urbana (93,9%), y el 73,7% no tenı́an estudios universitarios. No se encontraron diferencias significativas en la distribución de las variables sociodemográficas (edad, estado civil o nivel de estudios y socioeconómico) en función de la presencia o ausencia de EP. Según los criterios del DSM-IV, fueron diagnosticadas de depresión mayor episodio único el 49,5% de las pacientes, y cumplı́an criterios de patrón melancólico el 59,6%, de depresión moderada el 71,7% (Escala de Evaluación Global), y de patrón estacional el 39,4%. La edad media en la primera depresión a tratamiento habı́a sido 30,1 años (DT ¼9,8); la duración media de la fase actual, 7,6 meses (DT ¼9); y la puntuación media de la HDRS en la primera entrevista, 24,6 (DT¼ 7). Respecto a las variables clı́nicas recogidas, la única diferencia significativa se observó en los antecedentes de patrón estacional, más frecuente en las mujeres con EP que en las que no referı́an EP (49,2 frente a 22,2%; w2 ¼6,99; p¼0,008). Por último, en la HRDS, únicamente en el ı́tem empeoramiento matutino se encontró alguna diferencia significativa entre ambos grupos, ya que lo referı́an con mayor frecuencia las mujeres con EP (58,3% frente a 30,8%; t¼ 2,35; p¼ 0,02). En las 74 pacientes a las que se aplicó el 16 PF-5, los factores en los que se observó mayor desviación respecto a los valores medios fueron estabilidad, animación y ansiedad. También en la tabla 1 se puede observar que las mujeres con EP obtuvieron mayor puntuación que las pacientes sin EP en autocontrol y ansiedad, e inferior en las escalas de independencia, animación, razonamiento, atrevimiento y estabilidad. Respecto al test de Dominós, la media de la muestra era de 23,1 (DT¼ 8), y se encontró que Tabla 1 Factores de la personalidad (16 PF-5) en el total de la muestra y t-student según la presencia o ausencia de exacerbación premenstrual Afabilidad Razonamiento Estabilidad Dominancia Animación Atención normas Atrevimiento Sensibilidad Vigilancia Abstracción Privacidad Aprensión Apertura cambio Autosuficiencia Perfeccionismo Tensión Extraversión Ansiedad Dureza Independencia Autocontrol Total (N¼ 74) Exacerbación premenstrual Media (DT) Presencia (N¼ 48) Ausencia (N¼ 26) Media (DT) Media (DT) 4,9 4,3 3,3 4,4 3,3 6,2 4,4 5,9 5,9 6,0 5,7 7,2 4,4 6,9 5,6 6,7 4,9 7,5 6,5 3,7 7 4,5 5,6 4 5 4,4 5,4 5,3 5,4 5,9 6,6 6,5 6,5 4,9 6,4 4,8 6,3 4,4 6,5 6,1 5,1 5,3 4,7 4,7 3,6 4,6 3,7 5,9 4,7 5,7 5,9 6,2 6 7 4,6 6,7 5,3 6,5 4,6 7,1 6,4 4,2 6,4 (1,8) (2,4) (1,5) (2,2) (1,8) (1,9) (1,8) (1,9) (1,9) (1,8) (2) (1,6) (1,8) (2,1) (1,8) (1,8) (2,2) (2) (1,9) (2,2) (2,2) (1,8) (2,4) (1,4) (2,2) (1,8) (1,9) (1,8) (1,7) (2) (1,6) (1,9) (1,6) (1,9) (1,9) (1,6) (1,8) (2,1) (2) (1,9) (2) (2) (1,8) (2) (1,5) (2,1) (1,8) (1,9) (1,6) (2,3) (1,9) (2) (2,2) (1,4) (1,7) (2,4) (2,1) (1,9) (2,5) (1,7) (1,8) (2,3) (2,1) t p 0,98 2,31 2,04 1,11 2,37 1,74 2,25 1,13 0,06 1,25 1,57 1,99 1,25 0,98 1,78 0,81 0,47 2,21 0,81 2,61 3,50 N.S. 0,024 0,045 N.S. 0,021 N.S. 0,028 N.S. N.S. N.S. N.S. N.S. N.S. N.S. N.S. N.S. N.S. 0,03 N.S. 0,011 0,001 100 Tabla 2 J.L. Benavente Martı́n et al Resultados del análisis de regresión logı́stica Variables N Odds ratio IC95% p Autocontrol Test de Dominós 74 74 1,513 0,914 (1,152–1,986) (0,845–0,989) 0,003 0,026 las mujeres con EP obtuvieron una puntuación inferior que las pacientes sin EP (21,5 [DT¼ 9] frente a 26,1 [DT¼5,2]; t¼2,9; p¼ 0,006). Por último, se elaboró un análisis logı́stico, en el que la variable dependiente era la presencia de EP. Se incluyeron como variables explicativas los factores del 16 PF-5 en los que habı́a diferencias entre ambos grupos (autocontrol, independencia, animación, razonamiento, atrevimiento, ansiedad y estabilidad) y la puntuación obtenida en el test de Dominós. Esta decisión se tomó debido a que en el análisis bidimensional se estableció que las restantes variables no estaban relacionadas con la variable dependiente. Se observó un buen ajuste según la prueba de Hosmer y Lemeshow (Sig.¼0,084), por lo que las diferencias entre los valores observados y esperados no eran significativas. De los resultados del análisis se puede concluir que cada punto adicional en el factor autocontrol incrementa el 51,3% el riesgo relativo de tener EP, y en el test de Dominós, lo reduce el 8,6% (tabla 2). Discusión La asociación entre trastorno afectivo estacional y SP también ha sido observada en varios estudios previos24,25. Algunos autores han explicado este hecho en función de factores genéticos, debido a la presencia de antecedentes familiares comunes entre ambos26; por el contrario, otros han hecho más hincapié en las similitudes clı́nicas entre ambos27,28. Al comparar la gravedad, la duración y las manifestaciones clı́nicas de la depresión en las pacientes con EP con respecto a las que no presentan EP, en el actual estudio no se encontraron diferencias significativas. Sin embargo, mientras Bancroft et al29 encontraron que las mujeres con EP habı́an tenido fases depresivas más duraderas y graves, Kornstein et al13 también observaron que las mujeres con EP tenı́an episodios más prolongados, aunque de menor gravedad. En relación a las manifestaciones clı́nicas de la depresión, únicamente en este último estudio13, de entre los trabajos revisados, se describen algunas diferencias: en las pacientes con EP eran más frecuentes las quejas somáticas, el retardo psicomotor y la parálisis, y menos frecuente el ánimo embotado. Del conjunto de trabajos que analizaron la personalidad de las pacientes con SP o trastorno disfórico premenstrual se puede concluir que en estas mujeres son más frecuentes rasgos como la ansiedad, la psicastenia, los anancásticos, el neuroticismo, el perfeccionismo, la baja asertividad y la evitación del daño30–34. En nuestro estudio, únicamente el factor autocontrol permanecı́a en el modelo del análisis logı́stico, este factor de segundo orden se obtiene a partir de una alta puntuación en los factores atención a las normas y perfeccionismo, y una puntuación baja en animación y abstracción; según esto, se podrı́a decir que las mujeres con un mayor sentido de la responsabilidad y un elevado autocontrol serı́an más susceptibles a presentar EP. Spearman formuló en 1927 la Teorı́a Bifactorial, en la que desglosaba la inteligencia en 2 factores, uno general (Factor G) y otros especı́ficos (Factor S)35. Entre las pruebas más fiables para evaluar el factor G destacan el WAIS36, el test de matrices progresivas de Raven37 y el test de Dominós21. Keenan et al38 encontraron que las mujeres con SP presentaban mayor dificultad en las pruebas de aprendizaje respecto a las que no referı́an SP, y observaron que estas diferencias eran independientes de la depresión o de la fase del ciclo en las que se aplicasen los tests. En un trabajo posterior39 hallaron que las mujeres con SP eran menos eficientes al acceder a la información codificada. En el actual estudio, las pacientes con EP también obtuvieron en el test de Dominós inferior rendimiento que las pacientes sin EP; no obstante, serı́an precisos trabajos con pruebas neuropsicológicas más especı́ficas, para poder confirmar y explicar estos hallazgos. Hay que destacar varias limitaciones del estudio, como el que la evaluación de la EP fuera retrospectiva. Diversos autores han destacado que la evaluación del SP debe hacerse de forma prospectiva, objetiva, diaria y con cuestionarios especı́ficos, con el objetivo, entre otros, de confirmar la ausencia de sı́ntomatologı́a durante el resto del ciclo2,13,40. Sin embargo, en varios estudios sobre la EP se ha utilizado una valoración retrospectiva13,41, debido a que en esta, a diferencia del SP, los sı́ntomas están presentes durante todo el ciclo. Asimismo, el hecho de que únicamente se realizara el estudio de la personalidad y del factor G en las mujeres que mejoraron durante el periodo de inclusión de la segunda entrevista también ha supuesto un sesgo a tener en cuenta. En numerosas publicaciones se ha hallado una disfunción serotoninérgica en las pacientes con SP, especialmente bajos niveles de serotonina plasmáticos durante la fase luteı́nica10,42–45. Apoyan la asociación entre disfunción serotoninérgica y presencia de SP, entre otros, la efectividad de los inhibidores selectivos de la recaptación de serotonina en el tratamiento del SP46, y el empeoramiento de la sintomatologı́a con la depleción aguda de tryptófano mediante dieta47. Asimismo, un reciente estudio ha encontrado que las mujeres con trastorno disfórico premenstrual portadoras de al menos un alelo corto del gen trasportador de la serotonina (5-HTTLPR) puntuaban más alto en las escalas de neuroticismo48. En conclusión, según los resultados del estudio, no hay diferencias significativas en las caracterı́sticas clı́nicas y evolutivas de la depresión entre mujeres con y sin EP, excepto por la mayor frecuencia de patrón estacional en las primeras. Sin embargo, una vez remitida la depresión, sı́ se encontraron diferencias entre ambos grupos, tanto en el perfil de personalidad, como en el rendimiento en el test de Dominós. Bibliografı́a 1. Frank RT. 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Role of family history and 5-HTTLPR polymorphism in female seasonal affective disorder patients with and without 27. 28. 29. 30. 31. 32. 33. 34. 35. 36. 37. 38. 39. 40. 41. 42. 43. 44. 45. 46. 47. 48. 101 premenstrual dysphoric disorder. Eur Neuropsychopharmacol. 2002;12:129–34. Møller SE. Serotonin, carbohydrates, and atypical depression. Pharmacol Toxicol. 1992;71(Suppl 1):61–71. Wurtman JJ. Carbohydrate craving. Relationship between carbohydrate intake and disorders of mood. Drugs. 1990; 39(Suppl 3):49–52. Bancroft J, Rennie D, Warner P. Vulnerability to Perimenstrual Mood Change: The Relevance of a Past History of Depressive Disorder. Psychosom Med. 1994;56:225–31. Parry BL, Ehlers CL, Mostofi N, Phillips E. Personality traits in LLPDD and normal controls during follicular and luteal menstrual-cycle phases. Psychol Med. 1996;26:197–202. Coppen A, Kessel N. Menstruation and Personality. Br J Psychiatry. 1963;109:711–21. Watts S, Dennerstein L, Horne DJ. The premenstrual syndrome. 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Rev Psiquiatr Salud Ment (Barc.) 2010;3(3):102–105 www.elsevier.es/saludmental ORIGINAL BREVE Tetrasomı́a X (cariotipo 48,XXXX) en una niña con trastorno de conducta Maria José Rodadoa, Irene Manchón Trivesb, Belén Lledó Boschc y Francisco Galán Sánchezb, a Unidad de Salud Mental Infanto-Juvenil, Hospital Vega Baja, Orihuela, Alicante, España Centro de Genética Humana, Alicante, España c Unidad de Biologı́a Molecular, Instituto Bernabéu, Alicante, España b Recibido el 8 de febrero de 2010; aceptado el 31 de marzo de 2010 Disponible en Internet el 6 de julio de 2010 PALABRAS CLAVE Tetrasomı́a X; Retraso mental; Cariotipo; Alteración de conducta KEYWORDS X-tetrasomy; Mental retardation; Karyotype; Altered behavior Resumen Introducción: Adolescente de 14 años con retraso mental y rasgos dismórficos, derivada a psiquiatrı́a infantil por alteraciones de conducta en el medio escolar. Material y métodos: Cariotipo (bandas GTG), hibridación in situ fluorescente (FISH), estudio molecular del origen parental mediante STS polimórficos. Resultados: El estudio genético reveló un cariotipo 48,XXXX, con un origen materno de la tetrasomı́a X por no-disyunción sucesiva en meiosis I y II. Conclusiones: El interés del caso reside en la rareza de la alteración cromosómica y en su diagnóstico tardı́o, lo cual impidió una adecuación de las necesidades educativas con la consiguiente repercusión en el psiquismo de la niña. & 2010 SEP y SEPB. Publicado por Elsevier España, S.L. Todos los derechos reservados. X tetrasomy (48,XXXX karyotype) in a girl with altered behavior Abstract Introduction: We report the case of a 14-year-old girl with mental retardation and dysmorphic features referred to child psychiatry because of altered behavior at school. Material and methods: Karyotyping (GTG banding), in situ fluorescent hybridization (FISH) and molecular study of parental origin by polymorphic STS were performed. Results: Genetic study revealed a 48,XXXX karyotype with a maternal origin of the X-tetrasomy. The mechanism was successive non-dysjunction at meiosis I and II. Autor para correspondencia. Correo electrónico: [email protected] (F. Galán Sánchez). 1888-9891/$ - see front matter & 2010 SEP y SEPB. Publicado por Elsevier España, S.L. Todos los derechos reservados. doi:10.1016/j.rpsm.2010.03.004 Tetrasomı́a X (cariotipo 48,XXXX) en una niña con trastorno de conducta 103 Conclusions: The interest of this case lies in the rarity of the chromosomal anomaly and its late diagnosis, leading to a failure to adapt the girl’s education to her needs, with consequences for her psyche. & 2010 SEP and SEPB. Published by Elsevier España, S.L. All rights reserved. Las anomalı́as numéricas de los cromosomas sexuales ocurren en 1/400 nacimientos, siendo los cariotipos más frecuentes 47,XXX, 47,XXY, 47,XYY y 45,X disponiendo de gran cantidad de información en la literatura especializada1, no ocurriendo lo mismo con el resto de polisomı́as. Por lo que se refiere a la constitución cromosómica 48,XXXX, existen aproximadamente 50 casos descritos2–4, siendo el fenotipo muy heterogéneo. Pocas descripciones incluyen un estudio del comportamiento de la paciente3,5 y tampoco son frecuentes los estudios que detecten el origen parental de la polisomı́a4,6–9. Descripción del caso Adolescente de 14 años que desde el inicio del curso escolar presenta conflictos con sus compañeros y profesores (negativismo, agresiones) que dificultan la estancia en el instituto. En el medio familiar se muestra oposicional y agresiva con los animales domésticos y con sus hermanos menores. Historia de problemas psicológicos y consultas previas A los 9 años y por las dificultades en el aprendizaje en el medio escolar se propuso una adaptación curricular y la asistencia al aula de apoyo. Actualmente cursa 21 curso de la ESO con un nivel de primer curso de primaria. Desde los 10 años tiene una minusvalı́a del 33% por retraso mental ligero, no aportando los padres informe médico alguno que constate una valoración previa. Estado mental Es una adolescente con apariencia fı́sica delgada. Mantiene contacto ocular. En las primeras entrevistas su actitud fue negativista, sin emitir respuestas verbales y haciendo señales a su madre para que respondiese. Puede permanecer sola, sin angustia y/o miedo, con actitud infantil. Al preguntarle su edad responde señalando ambas manos. La exploración psicopatológica resulta difı́cil debido a las limitaciones del lenguaje aunque en ningún momento se mostró desconfiada, no sospechando la existencia de trastornos del contenido del pensamiento. Su lenguaje es pobre en el contenido, con un nivel expresivo y comprensivo menor al correspondiente a su edad cronológica. Tras realizar un dibujo libre (fig. 1), construye una historia con pobreza ideativa, acorde con una edad mental inferior a la edad cronológica. No se evidencian sı́ntomas depresivos. De las entrevistas con los padres conocemos la existencia de interés en actividades más infantiles y la preferencia por el juego con niños de menor edad. No se describen conductas repetitivas. Historia personal Nació de parto natural a las 42 semanas, pesando 3,3 kg. Primer embarazo de una pareja joven (padre: 22 años; madre: 23 años), no consanguı́nea. Comenzó la deambulación a los 2 años y las primeras palabras a los 24 meses. Su vocabulario es reducido para su edad cronológica, formando solo frases simples. Control del esfı́nter anal a los 2 años y control urinario diurno a los 4 años, persistiendo enuresis nocturna primaria. En su desarrollo social, se relaciona con niños de edad inferior. Desde la edad de 7–8 años se describen conductas de oposición y negativismo en el ámbito escolar que dificultaban el aprendizaje y que se agravaron con la edad. Es capaz de comer sola pero requiere supervisión en la higiene personal. Fuera del ámbito familiar no realiza actividades de forma independiente. Exploración psicológica Se realizó mediante la aplicación del WISC-R y el inventario ICAP para evaluar las destrezas adaptativas. La capacidad intelectual es de 40 (CIV 44, CIM 44). Comunicación oral: comprende órdenes sencillas y capta el sentido global de textos sencillos, presentando dificultad para los conceptos abstractos. Lectura silábica con dificultades para la comprensión. Capaz de contar hasta 100, reconoce conceptos como arriba, abajo, dentro, fuera, cerca y lejos. En la coordinación existen limitaciones referidas a la integración del esquema corporal. Exploración fı́sica Peso: 53,4 kg (P61); talla 1,58 m (P50); perı́metro craneal: 53,5 cm ( 0,4 SDS); ı́ndice de masa corporal: 22 kg/m2; ı́ndice nutricional de Shuckla: 105%. Figura 1 Dibujos realizados por la paciente en distintas fases del tratamiento. 104 Figura 2 Núcleo interfásico hibridado con sonda centromérica para el cromosoma X, apreciándose 4 señales de hibridación. Destaca una facies poco expresiva con leve epicantus, paladar ojival y múltiples caries. Bioquı́mica sanguı́nea, hormonal y hemograma normales. La resonancia magnética revela una discreta ectasia de ventrı́culos laterales. Electroencefalograma normal. Genitales externos femeninos normales (Tanner: S4,P4). Estudio genético El estudio citogenético convencional (bandas GTG) evidencia un cariotipo 48,XXXX, comprobándose mediante hibridación in situ fluorescente (FISH) utilizando sonda centromérica para el cromosoma X en núcleos interfásicos y metafases (fig. 2). Para estudiar el origen de la polisomı́a X se analizaron marcadores polimórficos del cromosoma X (X22, DXS15, DXS48, DXS1073) en la paciente y sus progenitores. El patrón alélico de la paciente es idéntico al hallado en la madre (X22: 200/209; DXS15: 128/130; DXS48: 99/101; DXS1073: 126/139), no detectándose alelo paterno. El patrón alélico y la intensidad de los picos electroforéticos es compatible con un origen materno de la polisomı́a por errores sucesivos en meiosis I y II. Evolución y tratamiento Se pautó tratamiento con risperidona 1,5 mg/d con mejorı́a del comportamiento. Se propuso un cambio a un centro para niños discapacitados, mejorando su conducta tras la incorporación. En el ámbito familiar permaneció cierta actitud oposicional, atribuida en parte a la ausencia de lı́mites claros y firmes. Comentario El fenotipo en la dotación cromosómica 48,XXXX es extraordinariamente variable, no existiendo rasgos patognomónicos. El estudio cromosómico se indica generalmente por el retraso mental (presente en todos los casos aunque en distinto grado) junto con rasgos dismórficos inespecı́ficos. M.J. Rodado et al La ausencia de descripciones del comportamiento de estas pacientes no permite establecer un patrón común. Sin embargo, en los 2 casos con descripciones detalladas5,10, y en nuestra paciente, es llamativa la dificultad para la integración social ası́ como una conducta socialmente inapropiada e incluso agresiva. A pesar de las escasas descripciones, la similitud entre los casos sugiere que las alteraciones de conducta podrı́an suponer un rasgo fenotı́pico caracterı́stico de la tetrasomı́a X. Al realizar una revisión bibliográfica sobre el origen de la tetrasomı́a X utilizando técnicas moleculares encontramos 21 casos, incluyendo nuestro caso (15 con cariotipo 49,XXXXY; 6 con cariotipo 48,XXXX). Mientras que en los casos con cariotipo 49,XXXXY los cromosomas X son de origen materno e iguales 2 a 2 (por una no-disyunción sucesiva en meiosis I y II), en los casos con cariotipo 48,XXXX encontramos diversos mecanismos, siendo el más frecuente aquel en el que el padre aporta un cromosoma X y la madre 3, generalmente 2 iguales y uno distinto ( por no-disyunción en meiosis I). Nuestro caso es el segundo descrito en el que los 4 cromosomas X son de origen materno e iguales 2 a 2 (como ocurre en los casos 49,XXXXY) lo cual implica no solo un doble error meiótico materno sucesivo sino que, además, el espermatozoide deberı́a ser nulisómico para el cromosoma sexual. Como está descrito para la trisomı́a X, la causa más frecuente de nodisyunción meiótica de los cromosomas X es la ausencia de recombinación y, por lo tanto, la formación de tétradas aquiasmáticas, incompatible con una normal segregación cromosómica11. Este mecanismo es independiente de la edad materna. En nuestra opinión, la presencia de retraso mental en cualquier grado junto con rasgos dismórficos y una conducta antisocial o agresiva indicarı́an la realización de un estudio cromosómico para descartar una polisomı́a X. Consideramos fundamental en este tipo de pacientes el incluir una detallada descripción psicológica, que permita estudios comparativos y, por lo tanto, un mayor conocimiento de su fenotipo. Declaración de conflicto de intereses Los autores declaran no tener ningún conflicto de intereses. Bibliografı́a 1. Linden MG, Bender BG, Robinson A. Sex chromosome tetrasomy and pentasomy. Pediatrics. 1995;96:672–82. 2. Rooman RPA, Van Driessche K, DuCaju MVL. Growth and ovarian function in girls with 48,XXXX karyotype. Patient report and review of the literature. J Pediatr Endocrinol Metab. 2002;15: 1051–5. 3. Plauchu H, Ollagnon-Roman E, Armand JP, Robert JM. Syndrome 48,XXXX: étude du developpement psychomoteur de la naissance a 11 ans et revue de la littérature. 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Rev Psiquiatr Salud Ment (Barc.) 2010;3(3):106–110 www.elsevier.es/saludmental ORIGINAL BREVE Tratamiento con quetiapina en adolescentes: estudio naturalı́stico de 6 meses de seguimiento David Fraguasa,b,, Mara Parelladab, Dolores Morenob y Celso Arangob a Servicio de Salud Mental, Complejo Hospitalario Universitario de Albacete, Albacete, España Unidad de Adolescentes, Departamento de Psiquiatrı́a, Hospital General Universitario Gregorio Marañán, Centro de Investigación Biomédica en Red de Salud Mental, CIBERSAM, Madrid, España b Recibido el 17 de marzo de 2010; aceptado el 23 de junio de 2010 Disponible en Internet el 4 de agosto de 2010 PALABRAS CLAVE Adolescente; Antipsicótico; Cumplimiento; Discontinuación; Parkinsonismo Resumen Introducción: Este trabajo pretende evaluar la discontinuación del tratamiento con quetiapina en pacientes adolescentes (12–18 años) en un seguimiento naturalı́stico de 6 meses, ası́ como valorar la influencia de distintos factores demográficos y clı́nicos sobre la suspensión de quetiapina. Material y métodos: Seguimiento naturalı́stico a 6 meses de un total de 61 pacientes (39 varones (64,0%) naı̈ve para antipsicóticos que iniciaron tratamiento con quetiapina. La variable dependiente fue la suspensión del tratamiento por cualquier causa (continuación/ discontinuación en forma de variable dicotómica). Las variables independientes analizadas fueron: edad, género, raza, tiempo de evolución de enfermedad mental, puntuación GAF al inicio de tratamiento, sı́ntomas adversos en los primeros 15 dı́as de tratamiento, presencia de movimientos involuntarios antes del inicio del tratamiento, y consumo abusivo o dependencia de tóxicos. Resultados: De los 61 pacientes que participaron en el estudio, 42 (68,9%) cumplieron el tratamiento con quetiapina durante los 6 meses de tratamiento, mientras que 19 (31,1%) discontinuaron el tratamiento (cualquier causa). La presencia de sı́ntomas parkinsoniformes antes de comenzar el tratamiento constituyó un factor de riesgo para la discontinuación de la medicación (Hazard Ratio ¼8,3, p¼0,007). Conclusiones: La presencia de sintomatologı́a motora antes de la primera prescripción de antipsicótico influye sobre la continuación/discontinuación de la medicación y, por tanto, sobre la evolución global del caso. Por ello, recomendamos evaluar la presencia de sintomatologı́a motora antes del inicio del tratamiento farmacológico con antipsicóticos. & 2010 SEP y SEPB. Publicado por Elsevier España, S.L. Todos los derechos reservados. Autor para correspondencia. Correo electrónico: [email protected] (D. Fraguas). 1888-9891/$ - see front matter & 2010 SEP y SEPB. Publicado por Elsevier España, S.L. Todos los derechos reservados. doi:10.1016/j.rpsm.2010.06.002 Tratamiento con quetiapina en adolescentes: estudio naturalı́stico de 6 meses de seguimiento 107 Quetiapine treatment in adolescents: A 6-month naturalistic study KEYWORDS Adolescent; Antipsychotics; Compliance; Discontinuation; Parkinsonism Abstract Introduction: The aim of this study was to evaluate discontinuation of quetiapine treatment in adolescents (12–18 years) in a 6-month naturalistic follow-up study and to assess the influence of distinct demographic and clinical factors on quetiapine discontinuation. Material and methods: We performed a naturalistic 6-month follow-up study in 61 antipsychotic-naı̈ve patients [39 boys (64%)] who initiated quetiapine treatment. The dependent variable was treatment discontinuation for any cause (continuation/discontinuation was a dichotomic variable). The independent variables were age, gender, race, duration of mental illness, Global Assessment of Functioning (GAF) score at treatment initiation, adverse effects in the first 16 days of treatment, the presence of involuntary movements before starting treatment, and abusive consumption or toxic dependency. Results: Of the 61 patients participating in the study, 42 (68.9%) complied with quetiapine treatment for 6 months, while 19 (31.1%) discontinued the treatment (for any cause). The presence of Parkinson-like symptoms before starting treatment was a risk factor for discontinuation (Hazard Ratio ¼8.3, p¼ 0.007). Conclusions: Continuation/discontinuation of quetiapine was influenced by the presence of motor symptoms before treatment initiation, which therefore affected the patient0 s overall prognosis. Consequently, we recommend that the presence of motor symptoms be evaluated before treatment with antipsychotic drugs is started. & 2010 SEP and SEPB. Published by Elsevier España, S.L. All rights reserved. Introducción Los estudios de seguimiento tras un primer episodio psicótico muestran que hasta el 30–50% de los pacientes sufren una recaı́da sintomática durante el primer año desde el inicio del tratamiento1,2. Aunque los fármacos antipsicóticos han demostrado ser eficaces en la reducción de las tasas de recaı́das en pacientes con primer episodio psicótico2, se estima que, en el primer año de seguimiento, en torno al 40–70% de los pacientes con un primer episodio psicótico abandona la medicación y que otro 20% cumple el tratamiento de manera insuficiente1,3. De hecho, el factor de riesgo más relevante para las recaı́das es la suspensión del tratamiento2. Por ello, el tiempo transcurrido hasta la suspensión de la medicación constituye un importante ı́ndice de la efectividad antipsicótica, sea cual sea la causa de la suspensión4, siendo el mantenimiento de la medicación antipsicótica un importante factor predictivo de evolución clı́nica, en especial en las fases iniciales de la enfermedad5. Los estudios sobre adherencia al tratamiento farmacológico en pacientes con primer episodio psicótico han sugerido que en pacientes adolescentes el abandono de la medicación antipsicótica es mayor que en población adulta con enfermedad de larga de evolución1,6,7. Sin embargo, con excepción de unos pocos trabajos8,9, la mayorı́a de los estudios sobre cumplimiento de medicación antipsicótica se han realizado en población adulta. Por ello, los datos sobre continuación y discontinuación de la medicación antipsicótica en adolescentes resultan muy valiosos, especialmente si ofrecen información sobre variables predictoras de suspensión del tratamiento. En este trabajo pretendemos evaluar la continuación/ discontinuación del tratamiento con quetiapina en pacientes adolescentes (12–18 años) en un seguimiento naturalı́stico de 6 meses, ası́ como valorar la influencia de distintos factores demográficos y clı́nicos sobre la suspensión de quetiapina. Métodos Todos los adolescentes (12–18 años) que iniciaron tratamiento con quetiapina (como único y primer antipsicótico en su vida) en la Unidad de Adolescentes del Hospital General Universitario Gregorio Marañón (HGUGM), entre agosto de 2005 y febrero de 2008, fueron invitados a participar en este estudio naturalı́stico de 6 meses de seguimiento. Un total de 61 pacientes (39 varones [64,0%], con una edad de 16,371,0 años) cumplieron estos requisitos. El estudio fue aprobado por los Comités de Ética y de Investigación Clı́nica del HGUGM. Todos los representantes legales firmaron un formulario de consentimiento informado antes de la inclusión en el estudio y se obtuvo el asentimiento de los pacientes para el estudio. La indicación de la prescripción de quetiapina y la dosis administrada fueron determinadas por los psiquiatras según su criterio clı́nico. Se permitió el uso de medicación adyuvante, excepto con fármacos antipsicóticos distintos de quetiapina. La variable dependiente del estudio fue la discontinuación de quetiapina, por cualquier causa (sea decisión del paciente o del profesional), durante los 6 meses de seguimiento. Los pacientes que informaron al entrevistador de que habı́an dejado de tomar la medicación durante más de 24 h fueron clasificados en el grupo de discontinuación del tratamiento. En aquellos pacientes cuya información resultó poco fiable, el entrevistador verificó las preguntas con un informador adicional (ej.: uno de los padres). 108 D. Fraguas et al Las variables independientes analizadas fueron: edad, género, raza, tiempo de evolución de enfermedad mental, puntuación GAF al inicio de tratamiento, sı́ntomas adversos en los primeros 15 dı́as de tratamiento (evaluados con la escala UKU)10, movimientos involuntarios antes del inicio del tratamiento (discinesia, acatisia o parkinsonismo; evaluados con la escala AIMS)11, consumo abusivo o dependencia de tóxicos (tabaco, alcohol, cannabis, cocaı́na, opiáceos, drogas de diseño, evaluado según los criterios DSM-IV), y diagnóstico. Con el fin de homogeneizar la evaluación diagnóstica se empleó la traducción española de la entrevista semiestructurada K-SADS-PL12, basada en criterios del DSM-IV, en la entrevista inicial y a los 6 meses. Dadas las caracterı́sticas de la muestra, los diagnósticos se clasificaron, de forma dicotómica, como trastornos psicóticos (esquizofrenia, trastorno bipolar, trastorno esquizoafectivo, trastorno esquizofreniforme, o trastorno psicótico breve) o no psicóticos (1 paciente con diagnóstico de trastorno obsesivo-compulsivo, y 3 con trastorno de conducta alimentaria). Análisis estadı́stico: se utilizaron la media y la desviación estándar (DE) para describir las variables continuas, y las frecuencias y porcentajes para describir las variables discretas. Se realizaron análisis bivariados entre la variable dependiente (continuación/discontinuación) y cada una de las variables independientes. Se aplicó la prueba de w2 (o test exacto de Fisher cuando fue necesario) para analizar la relación entre las variables discretas. Se utilizó el test U Mann-Whitney para comparar medidas cuantitativas. A continuación se realizó un análisis de regresión de Cox (continuación/discontinuación como variable dependiente; duración del tratamiento hasta discontinuación como variable de tiempo; variables independientes como covariables) para estimar la influencia de las variables Tabla 1 independientes en la continuación/discontinuación del tratamiento con quetiapina en los 6 meses de seguimiento. Todas las pruebas estadı́sticas fueron bilaterales. El nivel de significación se fijó en po0,05. El examen de los datos se realizó con el programa SPSS para Windows, versión 16.0. Resultados De los 61 pacientes que participaron en el estudio, 42 (68,9%) cumplieron el tratamiento con quetiapina durante los 6 meses de tratamiento, mientras que 19 (31,1%) discontinuaron el tratamiento (por cualquier causa). La tabla 1 resume los hallazgos de los análisis bivariados. Todos los pacientes que completaron el seguimiento tuvieron un diagnóstico de psicosis, mientras que 4 pacientes de los 19 (21,1%) que no completaron el seguimiento tuvieron un diagnóstico distinto de psicosis (p ¼ 0,007). Por otro lado, los sı́ntomas parkinsoniformes, evaluados antes de iniciar el tratamiento, aparecieron en el 15,8% de los pacientes que no completaron el seguimiento, pero solo en el 2,4% de los que sı́ completaron (p ¼0,021). El análisis de regresión de Cox mostró que la presencia de sı́ntomas parkinsoniformes antes de iniciar el tratamiento constituyó un factor de riesgo para la discontinuación del tratamiento (Hazard Ratio [HR] ¼8,3, p¼0,007). La edad (HR ¼0,9, p¼ 0,711), el género (HR ¼1,1, p ¼0,778), la raza (HR ¼0,4, p¼0,275), la puntuación GAF (HR ¼1,1, p ¼0,112), el tiempo de evolución de enfermedad (HR ¼1,0, p ¼0,327), la presencia de sı́ntomas adversos (evaluados con escala UKU) (HR ¼0,3, p¼ 0,256), la presencia de discinesia o acatisia (HR ¼1,1, p¼ 0,881), el abuso o dependencia de tóxicos (HR ¼0,8, p¼ 0,790), Variables independientes en función de la discontinuación de tratamiento con quetiapina Variable Total N ¼61 Completa 6 meses N¼ 42 No completa 6 meses N ¼ 19 Edad, años7DE, rango Género V: N (%) M: N (%) Raza (caucásico) N (%) Diagnóstico (Trastorno psicótico) N (%) Tiempo evolución de enfermedad (semanas) GAF basal Tabaquismo, N (%) Cannabis, N (%) Cocaı́na, N (%) Alcohol, N (%) Drogas diseño, N (%) Opiáceos, N (%) Tóxicos (cualquiera), N (%) UKU positivo Distonı́a, N (%) Parkinsonismo, N (%) Acatisia, N (%) 16,371,0, 14–18 16,370,9, 14–17 16,271,1, 15–18 39 (63,9%) 22 (36,1%) 53 (86,9%) 57 (93,4%) 14,7711,7 63,5711,7 26 (42,6%) 24 (39,3%) 2 (3,2%) 19 (31,1%) 4 (6,6%) 0 28 (45,9%) 10 (16,4%) 9 (14,8%) 4 (6,6%) 0 27 (64,3%) 15 (35,7%) 35 (83,3%) 42 (100%)** 12,1711,4 61,8710,8z 18 (42,9%) 16 (38,1%) 2 (4,8%) 15 (35,7%) 4 (9,5%) 0 20 (47,6%) 9 (21,4%) 7 (16,7%) 1 (2,4%)* 0 12 (63,2%) 7 (36,8%) 18 (94,7%) 15 (78,9%)** 19,3712,3 77,5710,6z 8 (42,1%) 8 (42,1%) 0 4 (21,0%) 0 0 8 (42,1%) 1 (5,3%) 2 (10,5%) 3 (15,8%)* 0 Nivel de significación (comparativo entre el grupo de que completa y el grupo que no completa): *(po0,05), **(po0,01), ***(po0,001), z (po0,1 y Z0,05). Continúa con la medicación (tanto por 1) Tratamiento con quetiapina en adolescentes: estudio naturalı́stico de 6 meses de seguimiento Curva de supervivencia (regresión de COX) 1 0,9 0,8 0,7 0,6 0 1 2 4 3 5 Tiempo de seguimiento (meses) 6 Figura 1 Tasas globales de continuación/discontinuación a lo largo del seguimiento. o el diagnóstico (HR¼1,2, p¼0,105) no influyeron de forma significativa en la discontinuación del tratamiento. La figura 1 presenta las tasas globales de continuación/discontinuación a lo largo del seguimiento. 109 A este respecto, la ausencia de datos comparativos con otros fármacos supone una importante limitación del estudio. Otro factor limitante destacado es la falta de datos sobre las causas especı́ficas de los abandonos del tratamiento. En relación al diagnóstico, los 42 pacientes que completaron el seguimiento recibieron un diagnóstico de psicosis, mientras que 4 de los 19 pacientes (21,1%) que no completaron el seguimiento tuvieron un diagnóstico distinto de psicosis. Es decir, ninguno de los 4 pacientes con diagnóstico distinto de psicosis completó el seguimiento. Sin embargo, en el análisis de regresión el diagnóstico no apareció como factor de riesgo de discontinuación. Por supuesto, el reducido tamaño muestral pudo ocasionar un error tipo II que impidiera detectar diferencias significativas en este punto. Como conclusión general, nuestros resultados sugieren que la presencia de sintomatologı́a extrapiramidal antes de la primera prescripción de antipsicótico influye sobre la continuación/discontinuación de la medicación y, por tanto, sobre la evolución clı́nica global. Por ello, recomendamos evaluar la presencia de sintomatologı́a motora antes del inicio de tratamiento farmacológico con quetiapina y probablemente con cualquier fármaco antipsicótico. Financiación Discusión Una tercera parte de los pacientes de este estudio discontinuaron el tratamiento con quetiapina en los primeros 6 meses de tratamiento, ya fuera por decisión del paciente o del profesional. Estas cifras de discontinuación del tratamiento antipsicótico son superiores a las de estudios de 3 meses de seguimiento de pacientes con primer episodio de psicosis (19%6 y al 15,4% [datos propios no publicados, Álvarez-Segura et al., enviado]). Sin embargo, nuestros datos de discontinuación del tratamiento con quetiapina se situaron sensiblemente por debajo de las cifras de discontinuación de quetiapina observadas en estudios de seguimiento a 12 meses, tanto en pacientes con psicosis de inicio temprano (70%)3, con primer episodio psicótico (50%)13 o con psicosis de larga evolución (80%)4. La diferencia entre nuestras tasas de discontinuación (31,1% en 6 meses de seguimiento) y la de los estudios a 12 meses puede ser atribuida a la duración del seguimiento. Pero también merece la pena señalar que el seguimiento realizado por el equipo de la Unidad de Adolescentes del HGUGM, con un programa clı́nico especı́fico, con apoyo psicosocial (terapia de grupo, psicoeducación, visitas frecuentes) pudo contribuir a las menores tasas de discontinuación. Por otro lado, nuestro estudio ha encontrado que la presencia de sı́ntomas extrapiramidales antes del inicio del tratamiento aumenta en 8,3 veces el riesgo de discontinuación de la medicación durante los 6 meses de seguimiento. Desde hace años es bien conocido que la aparición de parkinsonismo como efecto adverso del tratamiento aumenta el riesgo de abandono de la medicación14. Sin embargo, nuestro hallazgo sugiere que la presencia de este tipo de movimiento involuntario antes del comienzo del tratamiento supone ya un factor de riesgo de discontinuación. Este hallazgo parece contrastar con perfil favorable de efectos secundarios extrapiramidales que presenta la quetiapina15. Este trabajo ha sido realizado con financiación económica de Astra-Zeneca. Bibliografı́a 1. Coldham EL, Addington J, Addington D. Medication adherence of individuals with a first episode of psychosis. Acta Psychiatr Scand. 2002;106:286–90. 2. Ucok A, Polat A, Cakir S, Genc A. One year outcome in first episode schizophrenia. Predictors of relapse. Eur Arch Psychiatry Clin Neurosci. 2006;256:37–43. 3. McEvoy JP, Lieberman JA, Perkins DO, Hamer RM, Gu H, Lazarus A, et al. Efficacy and tolerability of olanzapine, quetiapine, and risperidone in the treatment of early psychosis: a randomized, double-blind 52-week comparison. Am J Psychiatry. 2007;164: 1050–60. 4. 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Hipotiroidismo que debuta como psicosis Myxedema psychosis as the first manifestation of hypothyroidism El hipotiroidismo es la alteración hormonal más frecuente en la práctica médica diaria con una prevalencia que varı́a entre el 0,5 y el 18% según la población estudiada1. Con un inicio generalmente insidioso2 es más frecuente en mujeres de mediana edad y la causa etiológica de gran variedad de alteraciones somáticas y neuropsiquiátricas2. Además de los signos y sı́ntomas clı́nicos clásicos puede mostrarse con sı́ntomas secundarios a la alteración hormonal3 como alteraciones en memoria, atención, enlentecimiento psicomotor, alteraciones visoperceptivas o alteraciones ejecutivas. Por todo ello puede ser una entidad clı́nica difı́cil de diagnosticar y en ocasiones pasar inadvertido4. Los sı́ntomas psiquiátricos son una frecuente manifestación de esta alteración tiroidea. Aproximadamente un 40% de los pacientes hipotiroideos presenta sı́ntomas y signos depresivos y cada vez existen más evidencias que relacionan depresiones resistentes al tratamiento con alteraciones tiroideas, incluso subclı́nicas, subyacentes2. La asociación hipotiroidismo y trastorno bipolar también ha sido comentado en la literatura aunque es más frecuente que cuadros maniformes se relacionen con estados hipertiroideos5. Otras alteraciones psiquiátricas asociadas pueden tomar la forma de depresiones psicóticas o psicosis puras sin deterioro cognitivo ni desorientación5. El concepto locura mixedematosa relaciona la presencia de sintomatologı́a psicótica con la existencia de mixedema, entendiendo por mixedema la apariencia caracterizada por el edema sin fovea, enlentecimiento generalizado y letargia causado por el hipotiroidismo. Presentamos dos casos clı́nicos en los que el diagnóstico de hipotiroidismo pasó inadvertido debido a la presentación del mismo mediante sintomatologı́a psicótica e intentaremos explicar la relación entre ambos fenómenos. familiar. Sin antecedentes somáticos de interés ni hábitos tóxicos conocidos. Desde la juventud presentaba alteraciones conductuales no especificadas. Posible brote psicótico breve hace años caracterizado por la presencia de ideación delirante de perjuicio y control. Tratada con olanzapina. Abandono del tratamiento y seguimiento a los pocos meses. En los últimos meses presentaba irritabilidad y explosiones de ira con crisis de agitación frecuentes, tratada con olanzapina 7,5 mg/d, abandona el tratamiento a las pocas semanas. En la primera entrevista destacaba un aspecto abotargado, poco expresivo. A nivel psicopatológico estaba lúcida, contacto frı́o y distante, orientada auto y alopsı́quicamente, en tiempo y lugar. Hipoproséxica. Sin datos de alteraciones amnésicas excepto amnesia de los episodios de agitación. Bradipsı́quica. Discurso lentificado, poco fluı́do, circunstancial y esporádicamente tangencial. Vacı́o, vago y con tendencia al concretismo. Divagaciones. Alteraciones en el curso y contenido del pensamiento caracterizadas por rumiaciones no egodistónicas de ideas extrañas que es incapaz de verbalizar. Distorsiones perceptivas. Indiferencia afectiva. Irritabilidad. Sin datos de ansiedad ni somatizaciones. Retraimiento social. Patrón de sueño y apetito conservado. Se orienta el diagnóstico hacia un trastorno psicótico, probable trastorno esquizotı́pico (F21 CIE-10) y se pauta quetiapina 400 mg/d. Mejorı́a leve con el tratamiento antipsicótico persistiendo desorganización conductual. Tras el primer mes de tratamiento presenta efectos secundarios en forma de galactorrea por lo que se solicita analı́tica completa destacando hiperprolactinemia (prolactina 123,4 ng/ml), TSH 49,970 mU/l, T4 libre 0,7 ng/dl y AcTPO 352,2 UI/ml. Diagnósticada de hipotiroidismo primario por tiroiditis crónica e hiperprolactinemia secundaria al hipotiroidismo, inicia tratamiento sustitutivo con levotiroxina sódica hasta 50 mg/d. Tras dos meses de tratamiento sustitutivo se normalizan parcialmente los niveles hormonales (prolactina 99,6 ng/ml, TSH 10,63 mU/l, T4 1,1 ng/dl y anti-TPO 390,7 UI/ml) y presenta gran mejorı́a a nivel del contenido y curso del pensamiento. Sin alteraciones conductuales. Realiza crı́tica de las alteraciones previas. Normalización a nivel cognitivo y afectivo. Caso clı́nico 2 Caso clı́nico 1 Mujer, 47 años, acude derivada del servicio de urgencias por alteraciones conductuales y heteroagresividad en el medio Mujer, 54 años. Sin antecedentes somáticos ni hábitos tóxicos de interés. Sin antecedentes personales ni familiares psiquiátricos. 1888-9891/$ - see front matter & 2010 SEP y SEPB. Publicado por Elsevier España, S.L. Todos los derechos reservados. doi:10.1016/j.rpsm.2010.06.003 112 Ingresa de modo urgente por presentar alteraciones conductuales y agitación psicomotriz en su domicilio. Tras el fallecimiento de su marido deja de salir de casa e interpreta de modo delirante las circunstancias que rodearon la enfermedad y fallecimiento del marido, convencida de que le echaban pastillas en la comida y que varias personas entran en la casa por las noches para robar. Presentaba edemas indurados en las piernas, la cara y las manos, que en los últimos meses habı́an aumentado. En la exploración al ingreso se encontraba consciente, orientada, suspicaz aunque colaboradora, verborreica y demandante, relatando prolijamente todos los sucesos e intuiciones en que sustentaba su construcción paranoide. Ansiosa e irritable. Ideación delirante de perjuicio e hipocondriaca, interpretaciones delirantes y alucinaciones auditivas. Nula conciencia de trastorno psı́quico. En la exploración fı́sica destacaba coloración pajiza de la piel, edema palpebral, alopecia de la cola de las cejas y edemas generalizados indurados, sin fóvea. Se realizan estudios analı́ticos y de imagen, destacando la alteración de las hormonas tiroideas con TSH 127,10 mUI/l, T4 0,23 ng/dl y T3 0,72 pg/ml, cardiomegalia en la radiologı́a de tórax y un derrame pericárdico severo sin signos de taponamiento en el ecocardiograma. Tratada con sueroterapia para evitar el colapso de las cavidades cardiacas derechas y levotiroxina hasta 100 mcg/d, se produce mejorı́a de los edemas y del derrame pericárdico. Se mantiene el tratamiento con risperidona 6 mg/d. Diagnosticada de hipotiroidismo severo (mixedema) y trastorno de ideas delirantes orgánico (CIE-10, F06.2). Sin alteraciones conductuales al alta aunque persisten los recuerdos delirantes con escasa resonancia afectiva. Discusión La asociación mixedema y sintomatologı́a psicótica fue descrita por primera vez en 1883 por el Committee on Myxoedema of the Clinical Society en Londres6 basándose en las descripciones de las alteraciones en el estado mental en 109 pacientes con mixedema. Posteriormente este cuadro clı́nico fue recogido por Cronin en 1937 en su novela La Ciudadela en la que su protagonista examina a un paciente que sufrı́a sintomatologı́a psicótica en el contexto de un hipotiroidismo. En 1949, Asher7 crea el concepto de locura mixedematosa, propone al mixedema como una de las causas más frecuentes de psicosis orgánicas al describir 14 pacientes con las caracterı́sticas fı́sicas del mixedema y sintomatologı́a psicótica asociada. La sintomatologı́a psicótica suele aparecer tras una enfermedad tiroidea evolucionada en el tiempo, meses o años8, y se relacionan con hipotiroidismos clı́nicos o subclı́nicos por lo que no parece que exista relación entre los datos analı́ticos y la presencia de sı́ntomas psicóticos9. El mecanismo etiopatogénico es desconocido. Autores citan como posibles causas alteraciones dopaminérgicas10 secundarias al hipotiroidismo o incluso alteraciones del flujo sanguı́neo cerebral11. El tratamiento de elección para recuperar el estado normotiroideo es la terapia hormonal sustitutiva y la psicosis acompañante al mixedema suelen desaparecer tras CARTA CIENTÍFICA la primera semana de tratamiento hormonal12 aunque pueden mantenerse incluso con un tratamiento adecuado y con la normalización de los datos analı́ticos, sobre todo si el tratamiento tiroideo se inicia tardı́amente2. El inicio de dosis debe ser bajo y la escalada lenta para evitar episodios confusionales o la agudización de los sı́ntomas psicóticos13. Los sı́ntomas psicóticos podrı́an reaparecer al retirar el tratamiento hormonal14, e incluso algunos pacientes podrı́an volver a padecer los sı́ntomas tras una mejorı́a inicial14. El tratamiento psicofarmacológico con antipsicóticos atı́picos parece ser bien tolerado14 y acelera la mejorı́a de los sı́ntomas psicóticos comparado con el uso exclusivo de tratamiento hormonal. Es necesario tener en cuenta la patologı́a de la función tiroidea como causa de un trastorno psicótico, particularmente cuando presenta caracterı́sticas atı́picas. Bibliografı́a 1. Luboshitzky R, Oberman AS, Kaufman N, Reichman N, Flatau E, Isr J. Prevalence of cognitive dysfunction and hypothyroidism in an elderly community population. Med Sci. 1996;32:60–5. 2. Heinrich TW, Grahm G. Hypothyroidism Presenting as Psychosis: Myxedema Madness Revisited. 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Rev Psiquiatr Salud Ment (Barc.) 2010;3(3):113–114 www.elsevier.es/saludmental AGENDA 2010 23rd ECNP Congress Amsterdam, 28 de agosto – 1 de Septiembre 2010 http://www.ecnp.eu/ 13th European Symposium on suicide and suicidal behavior Roma, 1–4 de septiembre de 2010 Symposium Secreteriat MGA Srl Congressi & Pubbliche Relazioni Sede Di Roma Viale Mazzini 145 00195 Rome Italy Tel.: þ39 06 398651 Fax: þ39 06 39730337 Correo electrónico: [email protected] http://www.esssb13.org Secretarı́a Cientı́fica: Hospital Universitario de Bellvitge -Servicio de Psiquiatrı́a 08907 Hospitalet de Llobregat (Barcelona) Tel.: þ34 932 607 922 Fax: þ34 932 607 658 Correo electrónico: [email protected] Secretarı́a Técnica: Viajes Halley, S.A. Departamento de Congresos Cea Bermúdez, 61 28003 Madrid Tel.: þ34 914 550 028 Fax: þ34 915 499 348 Correo electrónico: [email protected] http://www.psiquiatriabarcelona2010.org II Congreso Iberoamericano de Patologı́a Dual y Trastornos Adictivos Buenos Aires, 15–17 Septiembre ACAPI Asociación de Conductas Adictivas y Patologı́a Dual de Iberoamérica Correo electrónico: [email protected] Tel./Fax: þ54 11 4776 5856 http://www.acapi.org.ar/ XXVI Congreso de la Asociación Psiquiátrica de América Latina Puerto Vallarta (México), 29 de octubre-2 de noviembre de 2010 http://www.cdnp.org.do/ 2010 Isbra World Congress Parı́s, 13–16 de septiembre de 2010 Registration: Princeps Editions 64, avenue du Général de Gaulle F-92130 Issy-les-Moulineaux Tel.: þ33 (0)1 46 38 24 14 Fax: þ33 (0)1 40 95 72 15 Correo electrónico: [email protected] http://www.isbra2010paris.org/ 10th International Forum on Mood and Anxiety Disorders (IFMAD) Viena, 17–19 de Noviembre de 2010 Organizing Secretariat: AIM Group 74, Boulevard d’Italie-MC 98000 Monaco Tel.: þ377 97 973 555 Fax: þ377 97 973 550 Correo electrónico: [email protected] IV Jornadas Nacionales de Patologı́a Dual y Género Barcelona, 22 Septiembre de 2010 http://www.patologiadual.es/genero10/inscripcion.html XVIII Reunión de la Sociedad Española de Psicogeriatrı́a (SEPG) Santiago de Compostela, 26–29 Septiembre de 2010 Correo electrónico: [email protected] http://www.sepg.es/ XIV Congreso Nacional de Psiquiatrı́a Barcelona, 18–22 de Octubre de 2010 doi:10.1016/j.rpsm.2010.09.001 11.a Escuela de Otoño Socidrogalcohol Benidorm (Alicante), 4–6 Noviembre http://www.socidrogalcohol.org/escuela/ Franc-ais de Psychiatrie 2eme Édition Congres Lyon, 17–20 noviembre de 2010 Organisation: Carco-6, cité paradis-75010 Paris Tél.: þ33(0) 1 55 43 18 18 Fax: þ33(0) 1 55 43 18 19 Contact et information: [email protected] 8.a Reunión Internacional sobre las Fases Tempranas de las Enfermedades Mentales Santander, 18–20 de noviembre de 2010 Inscripción y reservar: Aforo Congresos C/Calvo Sotelo, 19. Planta 3.a-Oficina 3 114 39002 Santander Tel.: 942 230 627 Fax: 942 231 058 http://www.fasestempranas.com/genesyambiente/ XXXI Congreso Nacional de la Sociedad Española de Medicina Interna (SEMI) Oviedo, 19–20 Noviembre Secretarı́a Técnica: S&H Medical Science Service C/Espronceda, 27, Entreplanta. 28003 Madrid Tel.: 91 535 71 83 Fax: 91 181 76 16 http://xxxi.congresosemi.org/inscripciones/index.php The Fourth Dual Congress Psychiatry and the Neurosciences Thessaloniki, Greece, 18–21 de noviembre de 2010 Congress Secretariat AGENDA 2010 19 Anagnostopoulou Street GR-10673 Athens (Greece) Tel.: þ30 2103615201/2103609442 Fax: þ30 2103625572 http://www.ina-wfsbp-dualcongress.gr/2010/ 7.* International Conference on Early Psychosis, Early Psychoses: A Lifetime Perspective (IEPA) Amsterdam, 28 Noviembre-1 Diciembre de 2010 Scientific program: IEPA Secretariat PO Box 143, Parkville VIC 3052 Australia Tel.: þ61 3 8346 8256 Fax: þ61 3 8346 8239 Correo electronic: [email protected] http://www.iepa.org.au/2010/