Taller 18 - Asociación de Historia Contemporánea

Transcripción

Taller 18 - Asociación de Historia Contemporánea
.
Taller 18
Propiedad / (re)apropiación.
Historiadores y agentes mnemónicos: conocimiento y usos del pasado
Coordinadores: Antonio Rivera (Universidad del País Vasco), Javier Gómez Calvo
(Instituto Historia Social “Valentín de Foronda”), Kostis Kornetis (Universidad Carlos
III, Madrid) y
Javier Rodrigo (Universitat Autònoma de Barcelona)
[email protected] y [email protected]
Textos aceptados (16)
18.1. Álvarez Gavela, Ariadna (Universidad Complutense de Madrid), “Narradores
como agentes mnemónicos: la mode rétro y el síndrome de Vichy”……………………5
18.2. Carnicero Herreros, Carlos (Instituto de Historia Social Valentín de Foronda,
UPV/EHU), “El historiador como avalista del pasado. El caso del dictamen histórico
sobre el 3 de marzo de 1976 en Vitoria”……………………………………………….25
18.3. Castells, Luis (Universidad del País Vasco, UPV-EHU), “Los usos interesados de
la historia”………………………………………………………………………………37
18.4. Escribano, Rodrigo (Instituto Universitario de Investigación en Estudios
Latinoamericanos, Universidad de Alcalá). “Memorias del viejo Imperio. Apuntes para
un análisis comparativo de la Imperial History británica y el americanismo
historiográfico español (1871-2012)”…………………………………………………..57
18.5. Escrivá Moscardó, Cristina y Benavides Escrivá, Víctor E. (Grupo de
Investigación GIACIO, Valencia), “La semana de la infancia de 1936 y 2016”………79
1
Universidad de Castilla~La Mancha
Departamento de Historia. Área de Historia Contemporánea
Edificio Benjamín Palencia | Campus Universitario s/n | 02071 Albacete
Email: [email protected] | www.ahistcon.org |
18.6. Fernández Gallego, Alba (Universidad Complutense de Madrid), “El Consejo
Superior de Investigaciones Científicas y la (re)construcción de la historiografía en la
posguerra”………………………………………………………………………………99
18.7. González, Magdalena (Grupo de investigación Élites, Notables y Pueblo,
Universidad de Cádiz), “Un modelo de intervención social a través del estudio de la
memoria. Una reflexión historiográfica”……………………………………..……….119
18.8. Guerrero Moreno, Rafael (Director del programa LA MEMORIA, Canal Sur
Radio y Radio Andalucía Información, RTVA), “Una experiencia de divulgación
periodística de la memoria histórica en Andalucía”…………………..………………131
18.9. Hernández Cervantes, Mauricio (Universidad Carlos III de Madrid), “Identidad
literaria: la memoria del nacionalismo mexicano desde la construcción histórica de su
narrativa”………………………………………………………...……………………155
18.10. Labiano Juangarcía, Roncesvalles (Universidad de Navarra), “La responsabilidad
social del investigador. El caso de Relatos de plomo. Historia del terrorismo en Navarra
(20132015)”…………………………………………………………………………………173
18.11. Lo Cascio, Paola (Instituto de Ciências Sociais, Universidade de Lisboa, ICSUL), “Fechas claves: las celebraciones de 1714 y 1914 en la construcción del discurso
público en Cataluña”………………………………………………………….............191
18.12. Louzao Villar, Joseba (Universidad de Alcalá de Henares) y Molina Aparicio,
Fernando (Universidad del País Vasco-Euskal Herriko Unibertsitatea), “¿La casa del
padre o la casa de los hijos? El historiador en un contexto postraumático (País Vasco,
2011-2016)”…………………………………………………………………………...211
18.13. Pérez Pérez, José Antonio y Aparicio Rodríguez, Víctor (Instituto de Historia
Social Valentín de Foronda), “La mirada del otro en el País Vasco. Historiadores,
instituciones y víctimas de la violencia política” …………………………………….235
18.14. Pérez Baquero, Rafael (Universidad de Murcia), “El debate de los historiadores
alemanes y la excepcionalidad del Holocausto. La historiografía como duelo o
superación civil de la pérdida”………………………………………………………255
2
18.15. Rodríguez Serrador, Sofía, “Usos del pasado reciente. La historia como agente de
manipulación y fidelización. El caso de Valladolid”…………………………………275
18.16. Vadillo Muñoz, Julián (UCM), “Un proyecto fallido. Historiadores, políticos y
periodistas en el no nato Plan Integral de Memoria de Madrid”………...……………287
3
Narradores como agentes mnemónicos: la mode rétro y el
síndrome de Vichy
Ariadna Álvarez Gavela
Universidad Complutense de Madrid
“En paralelo a la historia de Vichy se ha construido otra historia, aquella de su
recuerdo, de su permanencia, de su devenir después de 1944 y hasta una fecha que
todavía hoy es imposible de determinar”
Henri Rousso
En su celebrada obra La mémoire, l’histoire, l’oubli, el filósofo y antropólogo francés
Paul Ricoeur, que tanto escribió sobre la labor historiadora y su discurso1, establecía
una triple categorización de la memoria siguiendo las teorías del estructuralista Tzvetan
Todorov. En su tipología figuraba la denominada memoria manipulada2, resultado de
un proceso de mediación sobre la memoria colectiva que atiende a fines
instrumentalistas; una manipulación concertada de la memoria y del olvido que
generalmente ejecutan quienes ostentan el poder. El porqué de este afán de
manipulación reside, por supuesto, en el estrecho vínculo que ensambla memoria e
identidad, que permite a la primera tomar parte en el proceso de creación y
reivindicación de la segunda. Estas manipulaciones, según Ricoeur, se hacen posibles
gracias a la intervención de un factor que se intercala entre la reivindicación de la
identidad y las expresiones públicas de la memoria: la ideología, que opera
distorsionando la realidad, legitimando el sistema de poder e integrando el mundo
común por medio de sistemas simbólicos. La otra historia de los années noires –
término con que los franceses designan el periodo temporal que abarca desde 1940 hasta
1944–, aquella de su recuerdo y de su posterior representación, es en buena medida
también una historia de memorias manipuladas. Los años de la guerra fueron sombríos
1
Paul Ricoeur dedicó el primero de los tomos de su monumental Temps et récit a la configuración del
tiempo en el relato histórico, donde presenta numerosas problemáticas metodológicas de la historiografía.
2
Paul RICOEUR: La mémoire, l’histoire, l’oubli, Paris, Éditions du Seuil, 2000, pp. 82-111.
5
Universidad de Castilla~La Mancha
Departamento de Historia. Área de Historia Contemporánea
Edificio Benjamín Palencia | Campus Universitario s/n | 02071 Albacete
Email: [email protected] | www.ahistcon.org |
y tumultuosos en el territorio de la metrópolis francesa, donde las luchas ideológicas y
fraticidas fueron más intensas y sobre todo más traumáticas que la batalla contra el
enemigo. Después de un acontecimiento de tales características, sólo cabía esperar que
los grupos rivales enfrentados pugnasen por hacer primar su visión del pasado y tratasen
de consagrar su memoria como la dominante. En el caso de la realidad histórica de la
Segunda Guerra Mundial en Francia, el resultado fue una posterior inestabilidad
exegética en torno al acontecimiento que marcó el desarrollo de la historiografía
contemporánea francesa prácticamente hasta nuestros días.
Dos representaciones de los sucesos de los années noires han logrado tener valor
de memoria dominante en Francia. La primera, más cercana a la manipulación que
busca legitimar el poder a través de la creación de una determinada identidad nacional,
se consolidó en el denominado mito resistencialista, que llegaría a instituirse como
memoria oficial en su versión gaullista durante el decenio de gobierno del General
Charles de Gaulle (1958-1969). La acusada distancia que separaba el relato
resistencialista de la realidad positiva de los años de la guerra no logró servir de dique
para que ciertos historiadores franceses del momento, con Robert Aron como figura
destacada a la cabeza, no sucumbiesen ellos mismos al particular uso del pasado que
desde la memoria oficial se estaba instaurando. La segunda de las representaciones
dominantes, por su parte, irrumpió en la sociedad francesa en 1970 de un modo
considerablemente violento de mano de una moda “rétro” que, gestada desde el cine y la
literatura, comenzó a revisar crítica e incesantemente los años de la guerra hasta lograr
que su propia representación, que negaba el discurso resistencialista, se hiciese
dominante. Esta irrupción del pasado reprimido abrió también las puertas a una
historiografía más independiente de los principios impuestos por la memoria oficial. El
paradigma surgido con la moda retro, esencialmente desmitificador, se mantuvo vigente
durante décadas.
El presente trabajo recorre ambas representaciones, o ambas memorias, haciendo
hincapié en el papel que los cineastas y literatos de la mode rétro jugaron en la
desmitificación del relato gaullista-resistencialista y en la consiguiente institución de
una nueva representación dominante sobre los años de la guerra, ésta mucho más
desinteresada que la anterior ya que nacía con el impulso de convertirse en una “cruzada
por la verdad” de los années noires. Convertidos en vectores de la memoria colectiva,
6
los narradores de la moda retro abrieron el camino a trabajos historiográficos que
desmentían el mito resistencialista ya desde prácticas rigurosamente científicas. Todo
ello conduce a la reflexión sobre el papel de la historia en un contexto de gran
democratización de la interpretación del pasado, donde los historiadores han de convivir
con nuevos agentes que, trabajando principalmente desde la memoria, aportan visiones
válidas y ricas del pasado, sin olvidarse tampoco de constituir el freno objetivo contra la
volubilidad, subjetividad y plasticidad de la memoria. “Memory complements history,
history corrects memory”3.
El mito resistencialista como memoria manipulada
Los años que siguieron a la Liberación estuvieron marcados por las secuelas de la
guerra, cuyo radicalismo y contradicción se expresó a través de la épuration y de las
posteriores amnistías. Esta etapa intermedia entre la Ocupación y la memoria del evento
contiene el germen de la ambivalencia y el rivalismo que marcará las décadas
siguientes, pues en ella se materializó con contundencia la tensión existente entre las
páginas más oscuras de la guerra –la traición, el antisemitismo, las deportaciones, la
colaboración– y los momentos más épicos –la resistencia o la propia Liberación–. En
los años que siguen, la tensión se resolverá rotundamente a favor del heroísmo como
herramienta para paliar el recuerdo de las yagas abiertas en los années noires. Surgirá
así el primer gran narrative, la primera gran representación de la guerra, marcada por
una extraña heroicidad que envuelve el relato, y por la amnesia concertada de los
sucesos más comprometidos de la Ocupación. A medida que avanzan los años desde la
Libération, los aspectos más dolorosos parecen quedar enterrados en el olvido, un
olvido que el historiador Henri Rousso fechará entre 1954 y 19714. El recuerdo de
Vichy se tornará paulatinamente menos conflictivo, no porque se hubiesen afrontado
directamente sus consecuencias, sino gracias a la ayuda del establecimiento de un mito
dominante, el resistencialismo (en francés, résistancialisme5), que supondrá una suerte
“La memoria complementa a la historia, la historia corrige la memoria” (Traducción propia) Aleida
ASSMANN: “Transformations between History and Memory”, Social Research, vol. 75, n.1, Collective
Memory and Collective Identity, Spring, 2008, pp. 49-72, esp. p. 63.
4
Henri ROUSSO: Le syndrome de Vichy, de 1944 à nos jours, Paris, Éditions du Seuil, 1990, pp. 77-117.
5
El término procede de la palabra Résistance (Resistencia). Es importante diferenciarlo del término
francés “résistantialisme”, forjado en el año 1947 durante los procesos de épuration en los círculos de la
derecha, y rápidamente popularizado, con t en lugar de c, connotación peyorativa que designa a los
3
7
de re-invención de la propia historia con el claro objetivo de neutralizar los
traumatismos derivados de aquello que era demasiado doloroso admitir para la nación.
Esta nueva representación se impondrá y llegará a tener valor de memoria oficial en un
proceso que la clase gobernante llevará a cabo a través de actos, conmemoraciones y
discursos públicos, teniendo por señas de identidad la marginalización de aquello que
fue el régimen de Vichy y la minorización de su impronta sobre la sociedad francesa; la
construcción de un objeto de memoria, la “Résistance”, que supera por mucho la suma
algebraica de las minorías agentes que fueron los resistentes; y la asimilación de dicha
“Résistance” al conjunto de la nación, característica especialmente destacada en la
versión gaullista del resistencialismo6. Por supuesto, esta memoria oficial no es de la
autoría exclusiva del General de Gaulle, sino de la totalidad de una clase política que
fue la encargada, consciente o inconscientemente, de vehicular esa nueva referencia
fetiche, la Résistance, que terminará por convertirse en un concepto vació que se
inscribe en el panteón de las virtudes nacionales, y que reporta privilegios a todos
aquellos a quienes se le aplica. Los comunistas, por ejemplo, utilizarán entonces el
eslogan “parti aux 75.000 fusilés”7.
No obstante, será la versión gaullista del resistencialismo la que procurará un
mayor calado en la memoria colectiva de la nación francesa, especialmente durante la
década de 1960. Esta particular representación de los años de la guerra, que comienza a
fraguarse ya en la misma Liberación con el célebre discurso del General en la plaza del
Ayuntamiento de París el 25 de agosto de 19448, conocerá diferentes etapas de
evolución, pero mantendrá en general una estabilidad semiótica que Henri Rousso ha
resumido en su célebre Le syndrome de Vichy del siguiente modo:
resistentes, résistants, para referirse especialmente a los “fanfarrones que a última hora” que, cuando ya
todo estaba decicido, se unieron a la Resistencia. Supone, en realidad, un crítica a los épurateurs y al
proceso de depuración. Pero deja intacto, claro, el concepto mayúsculo de Résistance. Ibid, p. 43.
6
Ibid, p. 19.
7
“Partido de los 75.000 fusilados” (Traducción propia). Ibid, p. 33.
8
“¡París! ¡París ultrajado! ¡París doblegado! ¡París martirizado! ¡Y sin embargo, París liberado! Liberado
por sí mismo, liberado por su pueblo con la ayuda de las tropas de Francia, con el apoyo y la participación
de toda Francia, de la Francia combativa, de la única Francia, de la Francia auténtica, de la Francia
eterna” (Traducción propia). Charles DE GAULLE, Discurso del 25 de agosto de 1944, Place de l’Hôtel
de Ville. Filmación recuperada de internet (http://www.ina.fr/video/I00012416)
8
Cette vision cohérente et relativement fermée sur elle-même constitue ce
qu’on peut appeler le «résistancialisme gaullien», qui se définit moins
comme une glorification de la Résistance (et certainement pas des
résistants), que comme la célébration d’un peuple en résistance que
symbolise l’homme du 18 juin, sans l’intermédiaire ni des partis, ni des
mouvements, ni d’autres figures de la clandestinité. Elle tente de se
superposer à la réalité autrement plus complexe et composite de
l’Occupation. Son objectif inavoué était d’interpréter le passé en fonction
des urgences du présent9.
No se trata simplemente de organizar el olvido de la denominada guerra francofrancesa, sino de orientar también el recuerdo y de forjar una memoria oficial a la
medida del gran renacimiento del país. “1964 marca el apogeo de una visión rasurante
de la Ocupación, aquella de un pueblo que resiste todavía y siempre al invasor”10. Ya
desde 1961 todas las escuelas y colegios de Francia habían comenzado a participar en el
recién instituido “Concours national de la Résistance et de la déportation”11, para que el
gesto heroico de los mayores forjase a los futuros ciudadanos. En las películas, las
novelas e incluso las obras científicas la Résistance se encontraba siempre presente
mientras que Vichy y la colaboración habían devenido asuntos tabúes. Y el 19 de
diciembre de 1964 se celebrará con toda pompa el traslado de los restos de Jean Moulin,
fundador y primer jefe de la Resistencia en suelo nacional, al Panthéon, perfecta excusa
para que el General de Gaulle, en su discurso, perfilase el que sería el axioma básico, no
exento de componentes ideológicos, del resistencialismo francés: “La Résistance, c’est
“Esta visión coherente y relativamente cerrada sobre sí misma constituye aquello que podemos llamar el
«resistencialismo gaulista», que se define menos como una glorificación de la Resistencia (y ciertamente
tampoco de los resistentes), que como la celebración de un pueblo en resistencia que simboliza el hombre
del 18 de junio, sin intermediación ni de partidos, ni de movimientos, ni de otras figuras de la
clandestinidad. Esta visión trata de superponerse a la realidad verdaderamente más compleja y compuesta
de la Ocupación. Su objetivo no declarado era el de interpretar el pasado en función de las urgencias del
presente” (Traducción propia) Henri ROUSSO: Le syndrome de Vichy…, p. 32.
10
(Traducción propia) Ibid, p. 101.
11
El “Concurso Nacional de la Resistencia y la Deportación” (traducción propia) es un concurso
realizado en los centro educacionales del Estado Francés que tiene por objetivo transmitir a las jóvenes
generaciones la historia y la memoria de la Resistencia y la Deportación. Fue instituido oficialmente por
Lucien Paye, el entonces Ministro de Educación, en 1961.
9
9
de Gaulle; de Gaulle, c’est la France; donc, la Résistance, c’est la France” 12. Así, la
versión gaullista del resistencialismo promulgará la identificación entre de Gaulle y la
propia Francia bajo los argumentos de que la lucha clandestina y la lucha exterior no
fueron operadas sino gracias a de Gaulle, que coordinaba y unificaba además a los
luchadores armados por los ejércitos aliados y a los muy diferentes grupos de la
Resistencia; fue sólo gracias a él que Francia libró un único combate, estableciéndose
así una unidad cuasi orgánica entre Francia y de Gaulle que permite devolver a la
nación “su libertad y su grandeza”.
Paralelamente se operará en la representación gaullista de los années noires una
clara diferenciación entre los resistentes, como agentes históricos concretos que
pertenecen al registro de lo real, a la historia tal y como se ha experimentado, y la
Resistencia, que pertenece al dominio de lo inmanente, de la abstracción épica y
edificante, de la historia tal y como se ha soñado. En palabras de André Malraux,
Ministro del gobierno del General de Gaulle desde 1958 hasta 1959, “Après vingt ans,
la Résistance est devenue un monde de limbes où la légende se mêle à l’organisation.
(C’est un) sentiment profond, organique, millénaire, qui a pris depuis son accent
légendaire…”13. Por otro lado, en el discurso gaullista la Resistencia es ante todo una
acción militar, con lo que se evacúa la posibilidad de una guerra civil franco-francesa,
ya que el ejército se bate contra un enemigo extranjero y no contra algunos traidores
(prácticamente nunca evocados en el discurso), a la par que se elimina también todo el
aspecto político e ideológico de la Resistencia al encontrarse unida siempre por el
mismo uniforme.
El mito resistencialista hizo una fuerte mella en la memoria colectiva del pueblo
francés, que se acomodó plácidamente a la idea de un pasado glorioso compartido por
todos. Al fin y al cabo,
El modelo del honor inventado armonizaba perfectamente con el deseo
grandilocuente, perceptible en las gentes de los años cincuenta, de calmar la
“La Resistencia es de Gaulle ; de Gaulle es Francia ; luego la Resistencia es Francia” (traducción
propia). Henri ROUSSO: Le syndrome de Vichy… pp. 100-110, esp. p. 109.
13
“Tras veinte años, la resistencia ha devenido un mundo de limbos donde la leyenda se mezcla con la
organización. (Es un) sentimiento profundo, orgánico, milenario, que a tomado más tarde su acento
legendario” (Traducción propia), André MALRAUX: Citado en Henri ROUSSO: Le syndrome de
Vichy…, p. 110.
12
10
permanencia y la repetición de las secuelas. De ahí el relativo consenso
alrededor del resistencialismo gaullista, que dejó, sin embargo, su lugar a
otras memorias partisanas. La evidencia está ahí: toda una generación se
acomodó a la imagen impuesta por el gaullismo, despreciando las voces
discordantes que se expresaban aquí o allá14
Quienes debían haber sido quizás las principales voces críticas de esta manipulación de
la realidad de los años de la guerra, los historiadores franceses, no parecían preparados
para confrontar la distancia existente entre la realidad positiva de los acontecimientos de
la Ocupación y la representación que corría a cargo de los poderes públicos. Su labor,
muchos son los historiadores que así lo afirman, parecía en cambio haber asumido el
propósito de legitimar la V República y el poder del General de Gaulle, más que el
compromiso con el saber.
“Au siècle dernier, en particulier en France […] l’histoire avait pour
fonction essentielle de légitimer la République naissante et de forger un
sentiment national, ce que Pierre Nora appelle l’ « histoire-mémoire »15
A la cabeza de esta historiografía incapaz de ofrecer una imagen verdaderamente crítica
de Vichy se encontraba Robert Aron, cuya obra de 1954 Histoire de Vichy, 1940.194416
contenía la visión dominante en torno a los años de la Ocupación. La tesis de Aron, que
se mantendría vigente hasta la década los setenta, sostenía que Vichy servía al propósito
práctico de conformar un refugio frente a las atrocidades alemanas. Sostenía además la
hipótesis del “doble juego”, que consistía en afirmar que el Régimen contaba con dos
cabezas: la de Pierre Laval, de un lado, quién según Aron tenía verdadero interés en
establecer una alianza con Alemania, y la de Pétain, por el otro, cuyo principal objetivo
era el de salvaguardar Francia hasta que la guerra hubiese terminado. Vichy se regía, de
este modo, entre la tensión propiciada por los dos polos de este “doble juego”. Si como
(Traducción propia) Henri ROUSSO: Le syndrome de Vichy…, p. 117.
“Durante el último siglo, particularmente en Francia […] la historia tenía por función esencial legitimar
la República naciente y forjar un sentimiento nacional, eso que Pierre Nora ha denominado la ‘historiamemoria’” (Traducción propia) Ibid, pp. 11-12
16
Robert ARON, Histoire de Vichy, 1940-1944, Paris, Librairie Arthème Fayard, 1954.
14
15
11
afirma Henri Rousso “l’historien, professionnel ou occasionnel, est toujours tributaire
de son temps et de son époque”17, no puede negarse que Robert Aron no hacía sino
recoger o tratar de fundamentar científicamente un paradigma, el de la expiación de la
culpa del Mariscal Pétain, que estaba presente en la vida pública francesa desde finales
de los años cuarenta. El propio Charles de Gaulle había comenzado a distanciarse de la
tesis de la culpabilidad del Mariscal y a promulgar públicamente la supuesta falta de
voluntad en su colaboración, actuaciones que tendrían por corolario la metáfora de las
dos cuerdas del arco, surgida de los círculos gaullistas, concretamente del coronel Rémy
con la publicación en abril de 1951, en el semanario Carrefour, de un artículo que
buscaba que gaullistas y pétainistas se tendiesen la mano: “Souvenez-vous qu’il faut
que la France ait toujours deux cordes à son arc. En juin 1940, il lui fallait la ‘corde’
Pétain aussi bien que la ‘corde’ de Gaulle”18
No es de extrañar, en este contexto, que la historiografía francesa del momento
no supiera apreciar la rigurosidad científica, la lucidez y la veracidad del estudio llevado
a cabo por el historiador americano Robert O. Paxton –que años después se consagraría
como uno de los mayores especialistas en los años de la Ocupación–, y que condenase
al más absoluto ostracismo su obra Parades and Politics at Vichy: The French Officer
Corps Under Marshal Pétain19, que ni siquiera llegó a ser traducida al francés, con lo
que su recepción fue nula. La completa indiferencia de la comunidad académica
francesa frente a su trabajo puede achacarse en parte a su condición de extranjero, un
factor que en el momento jugaba en su contra, pero sin duda se debía especialmente a
que la asentada hipótesis del “doble juego” era incapaz de asumir la propuesta de
Paxton, según la cual el Mariscal Pétain era tan colaboracionista como Laval, y como
este último había querido su parte en el nuevo Orden Europeo promulgado por Hitler.
Muy diferente sería la posterior recepción de Vichy France: Old Guard and New Order
(New York, 1972), que causó una suerte de conmoción entre la comunidad académica
francesa con su traducción en 1973, bajo el título de La France de Vichy, pues como
“El historiador, profesional u ocasional, es siempre tributario de su tiempo y de su época” (Traducción
propia) Henri ROUSSO: Le syndrome de Vichy…, p. 12
18
“Recuerden que es necesario que Francia tenga siempre dos cuerdas en su arco. En junio de 1949,hacía
falta la cuerda Pétain tanto como la cuerda de Gaulle” (Traducción propia) Gilbert RENAULT: Citado en
Henri ROUSSO: Le syndrome de Vichy…, p. 49. En torno al “affair Remy” y el resurgimiento del
pétainismo en la Francia de los años ciencuanta, véase Ibid, pp. 48-59.
19
Robert O. PAXTON: Parades and Politics at Vichy: The French Officer Corps Under Marshal Pétain,
Princeton, NJ, 1966.
17
12
veremos, la Francia de la inaugurada década de los setenta era considerablemente
diferente a aquella con la que había topado el americano en 196620.
Una moda retro: La desmitificación operada desde el cine y la literatura
A comienzos de la década de los setenta, y tras más de un decenio de régimen gaullista,
tuvo lugar entre la juventud francesa un fenómeno que posteriormente se conocería
como “moda retro” y que supuso un completo viraje en la relación de los franceses con
su pasado; concretamente, con el pasado de la Ocupación. Esta mode rétro garantizará
el retorno de todas aquellas visiones de la guerra que habían sido reprimidas y de todos
los asuntos que se habían convertido en tabúes públicos tras las sucesivas amnesias que
el relato resistencialista había facilitado.
Aunque se gestara en los ámbitos
cinematográfico y literario, este resurgir de los años de la guerra debe pensarse como un
proceso de carácter sociológico más que como una corriente literaria o cultural al uso,
ya que no va acompañado de la conformación de ningún grupúsculos cultural
consciente, ni existe ningún programa de intenciones compartido entre sus
representantes. Si se puede señalar, no obstante, una causa o impronta común, que
acertadamente apuntó el filósofo Michel Foucault en una entrevista, en 1974, para
Cahiers du Cinema21 cuando le preguntaron cuál era en su opinión la causa del auge de
producciones que de una manera u otra volvían sobre los tiempos de la Ocupación, y
que parecían denotar la reaparición de algo anteriormente prohibido o reprimido, a lo
que respondió que se debía sin duda al hecho de que la historia de la guerra y de todo
aquello que sucedió en torno a la misma nunca había sido realmente narrado por nadie
externo a las fuentes oficiales.
Por otro lado, es innegable que el contexto histórico-político de los primeros años
setenta se avenía muy bien con la motivación de relectura de la moda retro. En mayo de
1968 toda una generación había tomado las calles para clamar brutalmente su
descontento frente a una determinada sociedad e, implícitamente, frente a una
determinada visión de la historia; no hay que olvidar que el sesentayochismo inscribe su
20
Para más información sobre la recepción de los trabajos de Robert O. Paxton en Francia, véase Moshik
TEMKIN: “«Avec un certain malaise»: The Paxtonian Trauma in France, 1973-74”, Journal of
Contemporary History, Vol. 38, No. 1, (Apr. 2003), pp. 291-306.
21
Michel FOUCAULT: Foucault lives. Collected interviews, 1961-1984¸ s.l., The MIT press, 1966, pp.
89-90. Citado en Laura Catherine FROST: Sex Drives. Fantasies of fascism in literary modernism, USA,
Cornell University Press, 2002 IDEM, p. 151.
13
ámbito de acción principalmente en el dominio de la representación, más que en el del
propio poder, y que el relato gaullista nunca había terminado de calar en esta joven
generación porque lo sentían, precisamente, como un artificio. En abril de 1969 el
General de Gaulle había dado su adiós definitivo a la escena política, dejando en su
lugar a Georges Pompidou, y el 9 de noviembre de ese mismo año moriría, en palabras
de Henri Rousso, “abandonando a los franceses ante su álbum de recuerdos
repentinamente anticuado”22. Con la muerte del que fuera el gran garante del consenso
nacional darán comienzo la desintegración y el colapso de numerosos mitos, y en los
años siguientes, la nostalgia de “le bon temps” lo invadirá todo. Perecerá el pasado
idealizado de una Francia fuerte e impasible, de un país unido que ha dejado, en cambio,
ya en el 1971, a una población “incapable de retrouver le fil de son histoire, travaillée
par le remords d’être inégale à son rêve héroïque”23.
Esta yuxtaposición de elementos funcionará como un explosivo de efecto
retardado que precisará únicamente de un suceso desencadenante para hacer que la
estabilidad salte por los aires. La fecha y la causa de la explosión es clara: habrá que
esperar hasta 1971, con la proyección en Francia del filme documental Le Chagrin et la
pitié (1969), realizado por Marcel Ophuls en colaboración con André Harris y Alain de
Sédouy. Lo cierto es que hacía ya años que numerosos autores y realizadores habían
comenzado a recrear textos y escenarios donde la acción se situaba entre 1940 y 1944,
pero ninguna de sus producciones había logrado incendiar el panorama social tanto
como lo hizo Le chagrin, que demuestra que para llegar a formar parte del capital
cultural de una comunidad las condiciones de recepción son, en muchas ocasiones, el
factor decisivo. Parte del éxito cosechado por el film de Ophuls se debió al intento por
parte de los poderes de frenar la su recepción, que derivaría en un conflicto entre los
realizadores y la televisión del estado que duraría desde 1971 hasta 1981 y que provocó
que se dedicase una atención desmesurada a la película. Guardianes de la memoria
oficial, gobierno y televisión buscaron a toda prisa contener la ola desatada por el
herético film, pero la censura tuvo el efecto contrario dando a conocer la fragilidad del
(Traducción propia) Henri ROUSSO: Le syndrome de Vichy…, pp. 228-121, esp. p. 118.
“Incapaz de reencontrar el hilo de su historia, trabajada con el remordimiento de ser desigual respecto a
su sueño de heroísmo” (Traducción propia) Paul THIBAUD: “Du sel sur nos plaines”, Espirit, 5, (mai
1981), à propos de L’ideologie française, de Bernard-Henri Lévy. Citado en Henri ROUSSO: Le
syndrome de Vichy…, p. 120.
22
23
14
mito oficial, del matrimonio idílico entre Francia, de Gaulle y la Resistencia que es el
objeto de la crítica del film. Entre 1974 y 1981 las resurgencias del recuerdo y los
fantasmas de los años negros fueron tales que la censura llegó incluso a beneficiar a sus
adversarios (los socialistas en 1981, dejando que el film se emitiera en televisión, dieron
la impresión de no tener nada que ocultar).
La originalidad formal del filme realizado por Ophuls también contribuyó a su
excepcional recepción, pues por vez primera se pondrían en uso recursos fílmicos que el
posterior cine documental asumiría con contundencia. Además puede decirse que le
Chagrin fue la primera película no ya sobre la historia, sino sobre la memoria de la
Ocupación, ya que ponía en práctica recursos como el de otorgar un rol preponderante a
los testimonios o un gran protagonismo a lo cotidiano, y aceptaba la contradicción
dentro de los diferentes testimonios que se recogen en el documental sin someter todo
su discurso en pos de la racionalidad de la acción. Los autores, de hecho, enfocan sus
proyectores no sobre los años cuarenta, sino sobre el fin de los años sesenta, tras un
decenio de régimen gaullista. “Para nosotros, en efecto, el interés estaba en confrontar la
realidad histórica –con todo lo que tiene de borroso– con los recuerdos de la gente de
hoy”24. Si no fuese por esta condición, es probable que la recepción del filme y su
capacidad de incidir en la memoria colectiva no hubiese sido tan destacada.
Gracias a todos estos condicionantes, el filme de Ophuls se convirtió en una
vasta empresa desmitificadora del discurso resistencialista que logró poner de relieve
aspectos de los années noires que posteriormente la historiografía se ocuparía de
sustentar no ya desde la memoria, sino desde la historia. La película desvelaba con sus
testimonios mnemónicos que el ocupante alemán había jugado un rol en cierta medida
modesto dentro de la Francia de Vichy, que al menos en noviembre de 1942 no estaba
condicionada permanentemente y en todos sus dominios por la presencia alemana, y que
sus leyes, acciones y proyectos obedecían a una lógica interna propia de la historia
política e ideológica de Francia. Sacó también a la luz la cuestión del antisemitismo
francés a la par que ofrecía una visión de la colaboración hasta entonces inusitada
resaltando el compromiso de muchos colaboradores que, lejos de ser simplemente
traidores, actuaron por elección política e ideológica. Se demostraba así la
24
(Traducción propia) Marcel OPHULS: Entrevista con Gilbert Salachas, Téléciné, n. spécial consacré au
Chagrin, juillet 1971, p. 31. Citado en Henri ROUSSO: Le syndrome de Vichy…, p. 134.
15
obsolescencia de las categorías de “buenos” y “malos”, frente a las que se imponían
aquellos que habían escogido, con toda consciencia, el campo del fascismo y del
nazismo, y aquellos que en cambio habían aceptado morir por una determinada idea de
Francia, la de la democracia y la República. El filme recuerda, en resumidas cuentas,
que el país estaba traspasado por una fractura y que la Segunda Guerra Mundial no fue
tanto una guerra entre naciones como una guerra ideológica. Por añadidura, la
resistencia perdía también su carácter exclusivamente patriótico, y pasaba a
comprenderse como un compromiso político en el que los dos grandes componentes de
la resistencia, comunistas y gaullistas, aparecían notablemente distanciados25.
La explosión resulta entonces incontenible. Incuantificables producciones de
todos los géneros comenzarán a partir de 1971 a revisar críticamente la representación
gaullista-resistencialista de los años cuarenta. Muchas de ellas seguirán la estela de
Ophuls, la de la ‘desmitificación desde arriba’, que consiste en demoler la posición
privilegiada de la resistencia tratando de ensuciar su imagen. Las principales
aportaciones de esta tendencia a la caída del relato oficial serían la denuncia de los
crímenes e injusticias provocados durante la Liberación, la condena del modo en que la
Resistencia fue explotada tras la guerra, la asunción de que eran pocos los resistentes
activos, el reconocimiento de la deuda con los aliados y, sobre todo, la constatación de
que la mayor parte de la sociedad civil francesa no estaba comprometida con ninguna
causa ideológica más que con la de los victoriosos. La mayoría de estas propuestas
coincidían además en inculpar a Charles de Gaulle como el principal artífice del mito26.
Representantes de esta estela son Micheline Blood con Les Annés doubles (1974),
donde corregía lo que ella juzgaba como algunos errores de Le Chagrin; Alphonse
Boudard con su novela Les Combattants du petit bonheur, de 1977, que denuncia a
través de la ficción los casos de traficantes y gestapistas que durante la Liberación de
París se sumaron a la resistencia en un intento de última hora por salvar en cuello que a
muchos de ellos les resultó exitoso; Brigitte Friang, que había formado parte de la
Resistencia y desde sus propias vivencias criticaba en Comme un verger avant l’hiver
(1978) las triquiñuelas sucedidas dentro de la misma; o Pierre Daninos con su obra La
Henri ROUSSO: Le syndrome de Vichy…, pp. 121-149.
Alan I. MORRIS: The German Occupation in recent French Fiction: An Analysis of the Literary
“Mode Rétro”, Tesis doctoral, University of St. Andrews, 1985, pp. 54-60.
25
26
16
Composition d’histoire (1979), que se ocupará no únicamente los años de la Ocupación,
sino también de la Historia en general. Dentro de esta categoría figuran también los
hijos del genocidio, la represión y el antisemitismo, representados por Joseph Joffo (Un
sac de billes, 1973) y los cineastas Michel Drach y Michel Mitrani.
Esta desmitificación centrada en la crítica de la resistencia, “where an overrepugnant interpretation of events replaces an over-flattering one”27 y que era sin duda
necesaria aunque también insuficiente, conocerá su contrapunto de mano del cineasta
Louis Malle y el escritor Patrick Modiano, que colaborarán en la película Lacombe
Lucien estrenada en 1974. Este filme, que cosechó un notable éxito en la crítica y el
público, atentará contra la maniquea visión de la colaboración, tan mitificada y
ficcionalizada como su enemiga, de manera que el péndulo que se había inclinado
excesivamente hacía un extremo comenzará así a retornar una posición central más
cercana a aquello que habría de ser la verdad. Lucien, el protagonista del film, es un
héroe marcado por la ambigüedad que entra en la Gestapo francesa sólo a causa de
haber visto frustrado su intento de unirse a la Resistencia. No hay compromiso
ideológico alguno en su decisión, tan solo arbitrariedad y un cierto dejarse arrastrar por
las circunstancias. Patrick Modiano, por su parte, ya había trazado un protagonista de
evidentes similitudes en su novela de 1969 La ronde de nuit: Swing Trobadour, un
joven arrollado por las circunstancias que, sin tener un especial don para la maldad,
termina convertido en agente doble, trabajando a la vez para un grupo colaboracionista
que emula a la banda Bonny-Laffont de la rue Lauriston y para la Resistencia. Tanto
Swing Trobadour como Lucien ponen el énfasis en el importante peso que el azar ha
tenido en la elección de su destino; ambos son héroes ambiguos que borran las fronteras
entre el bien y el mal, lo moral y lo inmoral, la Resistencia y la colaboración. Desde
estas visiones lo único que diferenciaba al héroe del traidor era la suerte que había
sufrido; la Resistencia y la colaboración quedaban entonces separadas tan solo por un
finísimo hilo. Esta apelación al azaroso destino fue un eficaz medio de desmitificación
que desbancar al colaboracionismo del pedestal en que se hallaba situado, del mismo
modo que otros bajaron a la resistencia del suyo. Por otro lado, juzgada desde la
distancia la postura de Malle, tanto como la de Modiano, no puede dejar de recordar a
“Donde una visión demasiado repugnante de los eventos reemplaza a otra demasiado halagadora”
(Traducción propia) Ibid, p. 54.
27
17
aquella agudísima apreciación que Hannah Arendt esbozó en Eichmann en Jerusalén:
que la naturaleza del mal en el siglo XX, y especialmente en la Segunda Guerra
Mundial, está marcada precisamente por su banalidad.
Malle y Modiano lograron complementar la ‘desmitificación desde arriba’ con la
‘desmitificación desde abajo’, donde los motivos de los colaboracionistas se revelaban
tan variables, faltos de coherencia y desideologizados como los de los resistentes. Por
esta vertiente transitarán también los llamados “enfants de la collaboration”28, jóvenes a
la búsqueda de la imagen perdida de unos padres a los que se niegan a odiar, que
escriben para reconstruir sus historias y para deshacerse del rol que les había impuesto
el mito de la resistencia. Lo que propondrá esta nueva desmitificación es que hayan sido
cuales hayan sido los crímenes de los colaboradores, sea cual sea la opinión que hayan
causado, no pueden permanecer indefinidamente en el olvido porque son parte del
patrimonio nacional y deben por ello serlo también de la memoria colectiva.
Repasando sus manifestaciones se constata cómo la mode rétro construye su
discurso representacional desde la memoria; una memoria se encuentra en continua
construcción, que acepta la individualidad como medio de conocimiento y que no trata
de sobreponerse a la focalización subjetiva de la que emana. La objetividad y la
cientificidad requeridas en el discurso histórico son extrañas este tipo de propuestas, que
no buscan tanto la verdad positiva del acontecimiento histórico –si bien aspiran a
acercarse a ella– como la construcción de una imagen verosímil, de un nuevo modo de
representar los acontecimientos. De ello se deriva la imposibilidad de acudir a la moda
retro en busca de exactitud histórica, lo que no quiere decir que no constituya una
herramienta fundamental en el estudio de los usos sociales del pasado, y de la
permanencia de las huellas de un acontecimiento histórico, de la imagen que existe
todavía aunque no exista ya el suceso que la engendró. Si bien es cierto que se le
presupone a la memoria cierto compromiso con la referencialidad en la medida en que
está tratando de actualizar un momento pasado trayéndolo al presente, no se le exigen
rigurosas condiciones de cientificidad. Esto le permite, especialmente cuando se reviste
de ficción, dedicarse al libre juego de la evocación de los afectos, de las sensaciones
28
Ejemplos de esta particular narrativa son La Guerre á neuf ans (1971) de Pascal Jardin, el hijo del
director de gabinete de Pierre Laval; Les Lauriers du lac de constance (1974) escrita por Marie Chaix; o
la más tardía La Rive allemande de ma mémoire (1980) de Evelyne Le Garrec.
18
evanescentes o de la recreación estetizada de ambientes. Convertidos los narradores,
sean literarios o cinematográficos, en agentes mnemónicos, son capaces de someter a
los protagonistas de acontecimientos históricos a una fragilización ontológica que los
muestra no como agentes históricos, sino como individuos que sufren, padecen y
experimentan el mundo. Y tienen también en sus manos la posibilidad, pues al fin y al
cabo es lo que constata la mode rétro, de dar voz a aquellos individuos cuyo testimonio
había sido silenciado, bien recogiéndolo documentalmente, bien recreándolo desde la
ficción.
La mode rétro, por tanto, interesa desde una doble perspectiva. Por un lado, en la
medida en que desvela la existencia de una historia de las representaciones de Vichy,
historia en la que ella misma es una agente activo al desvelar y tratar de destruir la
representación anterior para instaurar la suya propia. Por supuesto, sería un error buscar
en ella la verdad histórica; sus errores son numerosos: Le Chagrin ofrece una imagen
demasiado poco halagadora del sur de Francia, una imagen desigual que se refleja ya en
la propia selección de sus entrevistados –nada se dice, por ejemplo, de las muestras de
solidaridad con la población judía, y la imagen desolada y terrible que se muestra de la
Francia de la Ocupación peca de cierta deformación voluntaria–; a los enfants de la
collaboration no se les puede presuponer objetividad alguna en sus relatos; en el caso
de las novelas de Patrick Modiano, si bien en cierto que existen ya numerosos estudios
que confirman y exploran la equivalencia entre sus personajes y escenarios y
determinados entornos y figuras destacadas de la milieu colaboracionista parisina, lo
cierto es que todos ellos son sometidos a un fuerte grado de ficcionalización que no
permite tomar sus narraciones como documento, y ni siquiera como fidedigno retrato de
lo sucedido. Sin embargo, sí pueden tomarse estas representaciones como medio para
conocer la pervivencia del suceso histórico, si bien nunca la realidad del mismo. En
segundo lugar, la mode rétro articula todos los condicionantes de su tiempo para abrirlo
a la relectura de un pasado hasta entonces hermético, una relectura que no es
exclusivista al no ejecutarse con los condicionantes de la memoria manipulada. La
moda de lo retro no atiende a fines instrumenstalistas sino a la pulsión de confrontar un
mito artificioso, el del resistencialismo, con las memorias individuales que lo negaban
por doquier, siendo no obstante siempre silenciadas por los poderes. El resultado de su
aparición fue un generalizado ambiente de revisión del pasado que se extendió, desde la
19
literatura y el cine, a muchas otras disciplinas, entre ellas la Historia, que habrían de
jugar un papel igualmente esencial en “la cruzada por la verdad” de los années noires.
1974. Trois ans après le Chagrin, la France est de nouveau «occupée»: des films, des
livres, des disques, des reportages et des croix gammées à la une des journaux. C’est le
temps d’une mode dit «rétro», dénomination en apparence anodine, puisque n’importe
quelle nostalgie du passé pourrait revendiquer l’épithète. Vogue innocente et
superficielle? Voire. Elle s’impose avec trop d’excès pour ne mériter qu’une attention
distraite. Elle constitue au contraire le troisième volet du miroir brisé, exprimant de la
manière la plus désordonnée le retour du refoulé29
El necesario relevo de la Historia
La Historia entendida como ciencia histórica, como historiografía, no tardó en tomar el
relevo a los narradores mnemónicos dando comienzo a su propia revisión de los años
cuarenta, trabajando también desde este nuevo paradigma que daba por terminada la
visión resistencialista de Vichy, pero corrigiendo a su vez los excesos de la memoria
desde una metodología científica y más objetiva que logró alumbrar con más certeza la
realidad de los tiempos de Vichy.
El primer hecho reseñable a este respecto fue la aparición en 1973 de La France
de Vichy, una edición traducida del que entonces era el trabajo más reciente de Robert
O. Paxton, Vichy France: Old Guard and New Order (1972) que en buena medida era el
desarrollo de aquellas semillas que había plantado en su Parades and Politics at Vichy
de 1966 que la academia francesa había ignorado. Esta nueva investigación de Paxton,
apareciendo ahora en el momento adecuado –tras el lanzamiento y la censura televisiva
de Le Chagrin y en plena revuelta de la mode retro– una fuerte conmoción entre la
comunidad académica francesa del momento. “Paxton did what no French historian had
done before (but which Eberhard Jächel had done) – he took a look at what the German
(Traducción propia) “1974. Tres años después de Le Chagrin, Francia se encuentra de nuevo
“ocupada”: películas, libros, registros, informes y esvásticas en los titulares. Es el tiempo de una moda
llamada "retro", denominación aparentemente trivial, ya que cualquier nostalgia podría reclamar el
epíteto. ¿Corriente inocente y superficial? Es posible. Pero se impone con demasiado exceso como para
no merecer más que una atención distraída. Muy al contrario, constituye el tercer componente de la
ruptura del espejo, expresando del modo más desordenado el retorno de lo reprimido" Henri ROUSSO:
Le syndrome de Vichy…, p. 149.
29
20
records had to say. The result, to some, was a misleading view of the French leadership
as seen through nazi eyes”30. Las críticas a Paxton se sucedieron en los meses siguientes
a la recepción de la obra –no sólo se le achacaba haber obviado las fuentes francesas
para centrarse en las alemanas, lo que mostraba una imagen deformada e irreal, sino
también el mismo hecho de no ser francés, que a juicio de algunos historiadores le
impedía una verdadera comprensión del periodo de Vichy, a lo que Paxton alegaba, por
su parte, que los franceses se mostraban incapaces de asumir su tortuoso pasado 31– y
contribuyeron a avivar las revisiones de los historiadores franceses.
Otros siguieron prontamente el camino abierto, y la década de los setenta produjo
una oleada de interés en los années noires en la historiografía francesa impulsada por el
trabajo de Paxton. Conviene destacar el estudio que Pascal Ory publicó en 1976 bajo el
título de Les Collaborauteurs 1940-1945, que seguía la estela abierta por Le Chagrin et
la pitié asestando un nuevo golpe al mito resistencialista. Según Ory, el resistencialismo
establecido había procurado una imagen satanizada de los colaboradores que se debía a
una vulgarización histórica, ya que el régimen de Vichy había disfrutado de un amplio
soporte en la Francia de 1940. Por su parte, Jean Pierre Azéma culpaba también a los
comunistas de haber querido presentar, junto a los gaullistas, la imagen universal de una
Francia resistente, dirigida, en la versión comunista, por la clase obrera, y en la gaullista
por el propio General de Gaulle32. Posteriormente Pierre Labori, Richard Bernstein e
incluso Tony Judt se sumarían a cartografiar el pasado francés de la Segunda Guerra
Mundial33. Pero si hay un trabajo que merece ser destacado es sin duda Le Syndrome de
Vichy, de 1944 à nos jours, del historiador Henri Rousso, publicado en 1987, que
constituye la primera ‘historia de la memoria’ de Vichy. Heredando muchas de las
teorías de Pierre Nora, Rousso importará para la historiografía conceptos del
psicoanálisis y postulará, en esta obra que cambiaría para siempre el estudio de los años
de la Ocupación, la existencia de una suerte de trauma colectivo que explicaría los
“Paxton hizo aquello que ningún historiador francés había hecho antes (aunque Eberhard Jächel lo
había hecho) – echar un vistazo a lo que los archivos alemanes tenían que decir. El resultado, para
algunos, fue una visión deformada del liderazgo francés desde la mirada nazi” (Traducción propia)
Moshik TEMKIN: “«Avec un certain malaise»… ”, p. 296.
31
Ibid, p. 298-9
32
Jean-Pierre AZÉMA: From Munich to the Liberation 1938-1944, Cambridge, s.e., 1984. Citado en
Bertram M. GORDON: “The ‘Vichy Syndrome’ Problem in History”, French Historical Studies, 19, 2,
(Fall 1995), pp. 495-518, esp. p. 501.
33
Bertram M. GORDON: “The ‘Vichy Syndrome’ Problem in History”…, p. 503.
30
21
enrarecidos usos del pasado que tuvieron lugar en Francia a partir de 1944. Junto con
Alan Morris, cuyo trabajo ya ha aparecido aquí referenciado, sería el primer estudioso
de la mode rétro, planteando así la que sería una cuestión esencial para el debate sobre
la tarea del historiador en un contexto en que la interpretación del pasado se ha
democratizado.
Debía comprender por qué un periodo tan breve y trágico conservaba aún tanta
actualidad, cuarenta o cincuenta años después. En definitiva, tenía que esclarecer una
pregunta importante: ¿Es posible la historia del tiempo presente pese a la falta de
distancia y a la presencia de actores y testigos aún presentes, cuya memoria, palabra y
por ende representaciones propuestas, impregnan el entorno en el que trabaja el
historiador? […] El enfoque de Le Syndrome, que no fui el primero ni el único en
adoptar, aporta una primera respuesta: para comprender una época, un acontecimiento
importante, el historiador debe estudiar sus diversas representaciones no sólo en la
historiografía, es decir, en sus predecesores, sino a la vez en el plano de toda la
sociedad34
El caso concreto de la mode rétro, donde fueron los agentes puramente mnemónicos
quienes comienzaron a promulgar una nueva interpretación del pasado, supuso en buena
medida un adelanto a lo que ya en la década de los noventa constituiría la norma general
con disciplinas como la mnemohistoria, que surgirá especialmente a partir de 1989,
cuando los historiadores tuvieron que comenzar a lidiar con la revelación de memorias
congeladas y la apertura de archivos, así como con el fuerte impacto causado por las
memorias vivas, ya que tanto memoria como historia habían saltado al debate público35.
Tras un largo periodo de polarización, memoria e historia comenzaron a considerarse
complementarias, de manera que cada una aporta algo que la otra no puede suplir. La
memoria revela qué se conoce del pasado en el presente, y cuáles son los usos que se
hace de aquel. A cambio es voluble, manipulable, afectiva y abierta a transformaciones.
La historia, en cambio,
Henri ROUSSO: “Para una historia de la memoria colectiva: El post-Vichy”, Aletheia, vol. 3, n. 5,
2012. Recuperado de internet (http://www.memoria.fahce.unlp.edu.ar/art_revistas/pr.5463/pr.5463.pdf),
p. 2.
35
Aleida ASSMANN: “Transformations between History and Memory”…, pp. 49-72
34
22
es una construcción siempre problemática e incompleta de aquello que ha dejado de
existir, pero que dejó rastros. A partir de esos rastros, controlados, entrecruzados,
comparados, el historiador trata de reconstituir lo que pudo pasar y, sobre todo, integrar
esos hechos en un conjunto explicativo36
Exige por tanto análisis y discurso crítico, y aunque dependa en cierta medida de la
memoria por su testimonio experiencial y oral, además de por sus criterios de
significado y relevancia, aquella requiere de la disciplina historiográfica su verificación
y subsanación. Tan solo tras un relevo historiográfico en los caminos abiertos por los
agentes mnemónicos procura un conocimiento que aspira a la permanencia y la
verosimilitud. En el caso de la Francia de Vichy, fue necesario esperar más de cuatro
décadas para que la historiografía, habiendo tomado la distancia necesaria, pudiese
independizarse y asumir plenamente la actitud científica que implica su labor.
Pierre NORA: “No hay que confundir memoria con historia, dijo Pierre Nora”, Entrevista de Luisa
Corradini a Pierre Nora, La Nación, 15 de marzo de 2006. Recuperado de internet
(http://www.lanacion.com.ar/788817-no-hay-que-confundir-memoria-con-historia-dijo-pierre-nora)
36
23
El historiador como avalista del pasado. El caso del dictamen
histórico sobre el 3 de marzo de 1976 en Vitoria
Carlos Carnicero Herreros
Instituto de Historia Social Valentín de Foronda (UPV/EHU)
Los aniversarios de los acontecimientos históricos suelen traer consigo una repentina
fiebre por redescubrir los mismos o por conocer algo más sobre ellos. También, al
menos en los actuales tiempos donde los medios de comunicación de masas precisan de
contenidos, suelen ser una buena oportunidad para llenar páginas de periódicos o
minutos en programas de radio o televisión. Tales fechas, por tanto, constituyen una
buena oportunidad de trabajo para los historiadores, que pueden pasar a tener un
inusitado y poco frecuente protagonismo cuando se decide recurrir a ellos para llenar las
ganas de saber y los contenidos precisados.
Aunque resultaría sorprendente recurrir a un filósofo para hablar sobre física
cuántica, o a un biólogo sobre literatura del siglo de oro español, no parece resultar nada
extraño que casi cualquiera comience a disertar sobre Historia. Las justificaciones para
ello no suelen ir más allá, en el mejor de los casos, de la afirmación de haber sido más o
menos testigo directo del hecho o hechos que se relatan, o de haber sido depositario de
algún tipo de información relevante sobre el mismo por parte de algún testigo directo o
protagonista. Sin menospreciar la valía de las informaciones aportadas por estos
relatores de la Historia ajenos a la formación y método del historiador, los instruidos en
la disciplina de Clío sabemos bien que se necesita mucho más para acercarse con
objetividad a los hechos del pasado y tratar de aproximarse a su conocimiento más
exacto que el ser una fuente más o menos directa de lo sucedido. Es por ello que, en las
ocasiones donde se recurre al historiador como perito de los hechos históricos, se está
haciendo lo lógico y correcto, en la misma medida que para la realización del proyecto y
planos de una construcción se ha de recurrir a la sapiencia de un arquitecto.
25
Universidad de Castilla~La Mancha
Departamento de Historia. Área de Historia Contemporánea
Edificio Benjamín Palencia | Campus Universitario s/n | 02071 Albacete
Email: [email protected] | www.ahistcon.org |
Esta pequeña reflexión reivindicativa trata de poner de manifiesto la, en
numerosas ocasiones, sorprendente ausencia de historiadores cuando se tratan
cuestiones referidas a su campo de conocimiento, al menos en los medios de
comunicación, pero también en otros ámbitos. Afortunadamente, en los últimos
tiempos, por lo menos en el País Vasco, se ha ido contando con los profesionales de la
Historia desde las instituciones públicas para ocuparse de trasladar la pertinente
información que sobre los hechos del pasado ha sido objeto de interés.
Fundamentalmente, en lo referente a la Historia Contemporánea, han tenido que ver con
diversos aspectos de la dictadura franquista, la Transición y el terrorismo, que han
pasado a atraer la atención política y que han requerido del análisis de expertos que
asesoraran sobre diversas cuestiones, al ser especialistas en esas épocas de la Historia.
Especial impulso han recibido estas actuaciones, en el conjunto de España, a partir de
las políticas para la memoria histórica y de su Ley, impulsadas y aprobadas por el
gobierno socialista encabezado por José Luis Rodríguez Zapatero, a partir del año 20062007. Todo ello ha ido consiguiendo que los historiadores y, en concreto, los
especialistas en Historia Contemporánea, efemérides aparte, hayamos adquirido una
cierta relevancia social y presencia mediática que antes nos era negada. Esto no quiere
decir que el objetivo de nuestro trabajo sea conseguir tal notoriedad, pero sí que lo es el
que nuestro trabajo sea de público conocimiento, para así cumplir una cierta función
pública y social, sin la cual, los resultados de nuestras investigaciones no alcanzarían la
plenitud de su sentido.
En esta comunicación se expondrá la experiencia vivida por quien redacta la
misma, en torno a la elaboración de un dictamen histórico sobre los hechos del 3 de
marzo de 1976 en Vitoria –cuando la policía armada desalojaba por la fuerza una
asamblea de trabajadores en huelga que se celebraba en una iglesia del barrio obrero de
Zaramaga, con el resultado final de 5 muertos y centenares de heridos de diversa
consideración-1, que fue realizado para la Asociación de Víctimas y Familiares de
1
El objetivo de la presente comunicación no es entrar en detalle sobre aquellos hechos más allá de lo
imprescindible para la adecuada explicación del objetivo pretendido por la misma. Por lo tanto remitimos
a la diversa bibliografía sobre aquellos acontecimientos para tener un conocimiento mayor. Entre la
misma cabe destacar: Carlos CARNICERO HERREROS: La ciudad donde nunca pasa nada. Vitoria, 3
de marzo de 1976, Vitoria-Gasteiz, Gobierno Vasco, 2009; José Antonio ABASOLO: Vitoria, 3 de
marzo. Metamorfosis de una ciudad, Vitoria-Gasteiz, Diputación Foral de Álava, 1987; Arturo VAL DEL
OLMO: 3 de marzo. Una lucha inacabada, Vitoria-Gasteiz, Fundación Federico Engels, 2004; Mariano
26
Víctimas del 3 de marzo por parte del Instituto de Historia Social Valentín de Foronda
de la Universidad del País Vasco (UPV/EHU). Aquel trabajo comenzó tras el encargo
del Gobierno Vasco a la UPV/EHU para que llevara a cabo una investigación que
pudiera, en su caso, avalar académicamente la solicitud de justicia que iba a presentar
ante diversas instituciones nacionales e internacionales la Asociación. Por lo tanto, no
se trató de un encargo con motivo de un gran aniversario de los hechos, aunque en el
año 2006, en el que se cumplía el 30 aniversario de los sucesos, el trabajo realizado
previamente pasó a tener notable relevancia social y mediática, al menos en la capital
alavesa. El Departamento de Justicia, Empleo y Seguridad Social del Gobierno Vasco, a
través de su Dirección de Derechos Humanos, concedió una subvención económica para
que la Asociación de Victimas pudiera encargar un estudio académico y su
correspondiente dictamen tras la investigación. Con buen criterio se pensó que el mejor
aval para tal menester podría aportarlo alguna institución encargada de la investigación
histórica que perteneciera a la universidad y, preferiblemente, que estuviera
especializada en la Historia de la provincia de Álava y su capital. Finalmente el estudio
quedó encargado al Instituto Valentín de Foronda, quien ya contaba con buena parte de
los mejores estudios de Historia contemporánea sobre Vitoria y su provincia, contando
entre sus miembros con importantes profesores e investigadores del Departamento de
Historia Contemporánea de la UPV/EHU, especialmente entre los especializados en
Álava. El proyecto fue asumido por el entonces Director del Instituto, Javier Ugarte, y
fue encargada su coordinación a José Antonio Pérez, especialista en estudios sobre el
movimiento obrero en el País Vasco durante el franquismo y tardofranquismo. Para las
labores de compilación de la documentación y fuentes necesarias para el estudio se
pensó en quien escribe estas líneas.
El reto inicial era conseguir documentación novedosa y relevante sobre lo
acontecido en 1976, fechas demasiado recientes según la Ley para la libre consulta de
documentación en los archivos. El primer gran aporte documental a la investigación
corrió a cargo de la propia Asociación de Víctimas y Familiares de Víctimas del 3 de
marzo. Pusieron en nuestras manos toda la documentación que habían podido conseguir
GUINDAL y Juan H. GIMÉNEZ: El libro negro de Vitoria, Madrid, Ediciones 99, 1976; GRUPO DE
TRABAJO ALTERNATIVA,:Informe Vitoria: una gran experiencia de lucha, Vitoria-Gasteiz, 1976;
Gasteiz. Vitoria. De la huelga a la matanza, Paris, Ruedo Ibérico, 1976…
27
desde el inicio de su lucha por el reconocimiento de sus derechos. De entre aquella
documentación destacaba notablemente la referente a los sumarios abiertos cuando la
justicia se encargó del caso que, tras el paso por diferentes juzgados, había terminado en
la justicia militar y estaba custodiada en el Archivo Militar de El Ferrol. Pensando que
pudiera haber documentación que no le hubiera sido facilitada a la Asociación, nuestra
primera gestión fue la de solicitar, a la sección correspondiente del Ministerio de
Interior, información sobre la posible existencia de ésta entre sus fondos. Varias
semanas después nos negaron que hubiera más documentación en ninguno de sus
archivos sobre nuestro objeto de estudio. También nos fue denegado por la autoridad
militar encargada de su custodia el permiso para acceder a los fondos existentes en el
Archivo de El Ferrol. Curiosamente, un par de años después, un equipo de investigación
del programa Línea 900 tuvo acceso a dicha documentación, con motivo de la
realización de un reportaje sobre los sucesos de Vitoria, al cumplirse 30 años de los
mismos. La documentación conseguida no aportó nada especialmente novedoso, pero el
agravio comparativo y el menosprecio al trabajo de los historiadores por parte de
algunas instituciones públicas –aunque el comportamiento privativo de las instituciones
militares pone muy en cuestión su consideración como tales- parecen fuera de lugar si
realmente se quiere avanzar en el conocimiento histórico más riguroso, que en buena
lógica ha de venir de la mano del trabajo de los profesionales de la materia.
Cerrada la vía de los archivos del Ministerio del Interior y militares, tratamos de
conseguir documentación en el Archivo General de la Administración (AGA) y en el
Archivo Histórico Nacional (AHN). En el primero pudimos consultar las memorias para
el año 1976 de la Organización Sindical Española (OSE) para la provincia de Álava y
del Gobierno Civil de Álava. En el segundo obtuvimos un informe policial interno sobre
los hechos que había realizado la Comisaría General de Investigación Social,
dependiente de la Dirección General de Seguridad (DGS). Este documento, el más
novedoso obtenido en aquella investigación, permitió conocer mejor la visión que del
conflicto habían tenido las fuerzas de orden público2.
Conseguir el informe policial no fue nada sencillo. Además de la costosa labor
de localización, para su consulta hubo que presentar autorizaciones de las personas que
2
ARCHIVO HISTÓRICO NACIONAL. Fondos Contemporáneos, Mº Interior-Policía, H, Exp. 21086.
Boletín informativo n. 26, de 6 de julio de 1976, Comisaría General de Investigación Social.
28
en él aparecían reflejadas con nombre y apellidos. Por supuesto, esos datos no fueron
facilitados previamente. Hubo que volver a Vitoria y solicitar la colaboración de la
Asociación de Víctimas del 3 de marzo para obtener el mayor número de autorizaciones
posibles, especialmente de todas aquellas personas que estimaran que sus nombres
podían estar recogidos en algún tipo de documentación policial. Gracias a esta gestión,
pudo consultarse la documentación existente. Las partes en las que se hacía referencia a
personas concretas de las que no habíamos presentado autorización fueron censuradas,
aunque no se estima que tuvieran demasiada relevancia.
Además de la documentación oficial, se llevó a cabo un análisis de las diferentes
publicaciones que habían estudiado el 3 de marzo y de los periódicos locales del
momento. Para completar la investigación se recopilaron algunos testimonios orales de
testigos de lo sucedido en la iglesia de San Francisco, de sacerdotes y de algunos líderes
obreros de la huelga. Con toda aquella información se procedió a la redacción del
dictamen3. Lo más relevante que aparece reflejado en el mismo es que se estimó
probado que las muertes de Pedro María Martínez de Ocio, Francisco Aznar, Romualdo
Barroso, José Castillo y Bienvenido Pereda habían tenido que ver «con la falta de
libertades esenciales en la España de la época», «con una inadecuada dotación de las
fuerzas antidisturbios y con instrucciones que en nada estimaban los derechos
humanos»; «con el uso irresponsable y quizá criminal de armamento de guerra frente a
un problema de orden público» y «con órdenes procedentes de alguna instancia de la
línea de mando cuyo vértice en ese momento era el Gobierno de España, que tomó las
decisiones». Por otra parte, se estimó probado que se había infringido: «el Concordato
de 1953, vigente en el momento» que establecía la inviolabilidad de los templos
religiosos salvo caso de urgente necesidad, al considerar que no se había producido
necesidad de tal calibre y que no se había dado el consentimiento eclesial oportuno; y
«el Código Penal entonces vigente, a través de la comisión probable de varios delitos de
homicidio según el Artículo 407 del Código Penal», lo que había sido señalado por un
«dictamen del Auditor Militar, archivado en el Tribunal Militar Territorial IV». Por
todo ello se dictaminaba que habían existido «responsabilidades penales claras», como
3
El dictamen histórico sobre los acontecimientos del 3 de marzo de 1976 en Vitoria, elaborado por el
Instituto de Historia Social Valentín de Foronda de la UPV/EHU puede encontrarse como anexo de la
publicación: Carlos CARNICERO HERRERO: La ciudad donde nunca pasa nada…
29
habían indicado los tribunales militares, en la muerte de los citados trabajadores y que
las decisiones conducentes a aquellos hechos, «sin poder determinar responsabilidades
personales», habían sido tomadas por «funcionarios del Reino de España».
Para algunos, sus conclusiones no fueron lo concluyentes y concretas que
hubieran esperado y deseado pero, siendo rigurosos, con las fuentes y documentación
disponibles en aquel momento no pudo irse más allá en lo probatorio. No se encontró
ningún documento que pudiera ayudar a conocer quién y en qué términos dio la orden
de desalojo de la iglesia de Zaramaga, ni si existía algún plan gubernamental para
acabar de ese modo con la huelga. Tan sólo el testimonio de algunos protagonistas –
desde los policías que intervinieron, pasando por el capitán al mando e incluso algunos
ministros- podría haber aportado algo de luz en este sentido, pero no se consiguieron sus
testimonios al no tener datos para localizarlos. Para los historiadores, dadas las férreas
restricciones existentes a la hora de conocer determinados datos personales –y más
tratándose de miembros o antiguos componentes de las fuerzas de orden público, o de
organismos del poder del Estado- el acceso a esa información estaba vetado. También
hay que señalar que, incluso aunque se hubiera conseguido el contacto de alguna de
aquellas personas, la decisión de responder verazmente sobre lo sucedido hubiera
correspondido a una cuestión libre y personal del interpelado, lo que tampoco
garantizaba la obtención de mayor y relevante información. Así se pudo comprobar
algún tiempo después en la Comisión de investigación que sobre los sucesos de Vitoria
tuvo lugar en el Parlamento Vasco, de la que luego hablaremos.
La propia Asociación de Víctimas, aunque satisfecha con el trabajo realizado por
el grupo de historiadores que elaboramos el dictamen, también estimaba que se podía
haber ido un poco más lejos en la estimación de responsabilidades directas y continuó
con su trabajo para que se revisaran las decisiones judiciales que en su momento no
pudieron, supieron o quisieron establecer responsabilidades concretas. El dictamen
histórico pasó a formar parte de la documentación que la Asociación fue aportando ante
las diferentes instituciones a las que apelaban. Otro de los objetivos de la Asociación era
el que les fuera reconocido el status de víctima del terrorismo. Sobre esta última
cuestión recibieron el total apoyo del Parlamento Vasco, especialmente tras
desestimarse en año 2001, por parte del Gobierno Central, la inclusión de los afectados
el 3 de marzo de 1976 en la Ley de Solidaridad con las Víctimas del Terrorismo. Una de
30
las razones para negar aquella inclusión estuvo en que se estimaba acertada la visión de
la policía armada, que argumentaba que los trabajadores habían rodeado y atacado a los
policías, teniendo que emplear las armas de fuego en legítima defensa. Precisamente, el
posterior encargo hecho al Instituto Valentín de Foronda pretendía que el dictamen
histórico sobre los hechos permitiera conocer una versión más veraz y que avalara su
petición de amparo ante la justicia nacional e internacional. Además, con motivo del 25
aniversario de los sucesos, el Parlamento Vasco instó al gobierno de España y a los
tribunales de justicia a que, cada uno, en su ámbito de responsabilidad, tratara de buscar
la forma de aclarar lo sucedido un cuarto de siglo atrás en la capital alavesa, a que se
corrigieran en su caso los errores judiciales y a que se reconociera a las víctimas al
amparo de la Ley de Solidaridad anteriormente citada. Por último, se instaba al
Gobierno Vasco a habilitar un fondo económico para poder compensar a las víctimas de
los sucesos de Vitoria si el Gobierno Central no lo hacía.
Cinco años después, coincidiendo con el 30 aniversario, el Parlamento Vasco
reconoció a las víctimas del 3 de marzo la condición de víctimas del terrorismo. La
Asociación, en una comparecencia ante la Comisión de Derechos Humanos del
Parlamento de Vitoria, solicitó la creación de una Comisión de investigación dentro del
mismo que se encargara de identificar «al menos las responsabilidades políticas
derivadas, toda vez que las penales no era posible dirimirlas por haber sido
desestimados todos los intentos realizados en los tribunales de justicia»4. La propuesta
fue aceptada y en febrero de 2007 se creó la Comisión, que iba a trabajar a partir del
dictamen realizado por los historiadores del Instituto Valentín de Foronda. Ello volvía a
poner en valor el trabajo del colectivo de historiadores, como expertos en la materia
objeto de investigación. El objetivo de la Comisión era «elaborar un dictamen o
memorando final que, aprobado por el Parlamento, fuera remitido a todas aquellas
instancias pertinentes, para que lo adjunten a sus cuerpos documentales como versión
fehaciente de los hechos probados, de manera que puedan ser contrastados con los hasta
ahora únicos existentes en diversos organismos oficiales»5.
4
PARLAMENTO VASCO. Resolución sobre los hechos ocurridos en Vitoria-Gasteiz que terminaron
con la muerte de cinco trabajadores por disparos de la policía armada. Vitoria-Gasteiz, 25 de junio de
2008. Este documento puede consultarse en la web del Parlamento Vasco y en la de la Asociación de
Víctimas y Familiares de Víctimas del 3 de marzo: http://www.martxoak3.org/docs/martxoak_3_pv.pdf
5
Ibid., p. 4
31
A pesar de que se declaró oficialmente que el documento de base en el que se
fundamentaría el estudio de la Comisión Parlamentaria iba a ser el dictamen hecho
previamente por los historiadores del Instituto, entre nuestro colectivo hubo cierta
inquietud ante la iniciativa. Más aún cuando algunos políticos empezaron a señalar que
la misión del Parlamento iba a ser dar a conocer la «verdad histórica». Con todo ello
parecía que se indicaba que un Parlamento iba a decir lo que era o no verdad sobre unos
hechos acaecidos en el pasado, lo cual atentaba frontalmente contra lo que los
historiadores creemos y afirmamos sobre la Historia y sobre una asociación de palabras
tan
grandilocuente
como
chirriante
para
nuestro
oficio:
verdad
histórica.
Afortunadamente para el desarrollo de la Comisión y para el resultado sancionado por el
Parlamento de la capital vasca, entre los miembros de la Comisión de investigación se
encontraba el Catedrático de Historia Contemporánea de la UPV/EHU y parlamentario
socialista en aquel momento, Antonio Rivera, quien, además, era y es miembro del
Instituto de Historia Social Valentín de Foronda y perfecto conocedor del trabajo
realizado por sus compañeros, en el que también había colaborado. En gran medida fue
él quien ejerció la dirección de aquella Comisión, instruyó a sus profanos en la materia
colegas de tarea investigadora en lo erróneo del uso del término verdad histórica y
asesoró sobre como llevar a cabo aquella misión del modo más parecido posible a como
lo hubiera hecho un profesional de la Historia. Ni que decir tiene que, si bien en este
caso dio la feliz coincidencia de la presencia de un historiador entre los parlamentarios,
perfectamente podría no haberse dado esa casualidad y, probablemente, aquella
Comisión hubiera cometido varios y notables desatinos. Así las cosas, en la resolución
adoptada por el Parlamento tras la Comisión de investigación se acertó al establecer lo
siguiente: «La verdad histórica es una construcción intelectual que responde al
conocimiento más o menos completo y ajustado de unos hechos, así como a la
percepción que de los mismos y de su contexto se tiene. Es consciente [el Parlamento]
de que, como cualquier otro conocimiento histórico, éste es también aproximativo y
provisional. Y también lo es de que, en condiciones normales, una instancia política
como lo es la Cámara vasca no escribe la verdad histórica. Pero frente a todo ello, este
Parlamento sabe también que a día de hoy, después de más de treinta años, lo que
ocurrió y lo que se sabe de aquellos hechos no es lo que figura en instancias oficiales, y
que eso, además de faltar al principio de verdad y de privar a la ciudadanía del derecho
32
a conocer una versión fehaciente de lo ocurrido, se utiliza para privar de posibles
derechos a los reclamantes»6
La Comisión citó a declarar a historiadores, cargos políticos de responsabilidad
de la época, sacerdotes, policías, jueces y, por supuesto, a varias víctimas. Algunos
respondieron a la llamada a comparecer ante la Comisión, cosa que era opcional, y otros
declinaron la oportunidad que se les ofrecía. Entre estos últimos destacaron los
ministros de Gobernación y Relaciones Sindicales en 1976, Manuel Fraga y Rodolfo
Martín Villa. Tampoco participó el Capitán de los policías destinados frente a la iglesia,
Jesús Quintana. Algunas de las aportaciones de los intervinientes dieron algo más de luz
a lo que se sabía, pero más bien sobre aspectos de poca relevancia para el conocimiento
de las principales incógnitas que aún pueden quedar por resolver sobre lo sucedido el 3
de marzo de 1976.
En su día, la justicia militar no quiso hacer una investigación seria sobre los
hechos del 3 de marzo, sobreseyendo el caso al afirmar que no podía atribuirse la
responsabilidad a ninguna persona en concreto7. Las reclamaciones hechas
posteriormente por los afectados nunca fueron atendidas. A día de hoy, las posibles
responsabilidades penales han prescrito. Las víctimas reclaman, justamente, que les
sean reconocidos sus derechos, aunque sea tanto tiempo después, y que se investigue
para que, sobre lo sucedido aquel día, no pase a la Historia la versión ofrecida por la
policía armada.
Si la primera de las reclamaciones corresponde al ámbito jurídico-político, en la
segunda somos los historiadores los que desde la libertad e independencia en el
desarrollo de nuestra profesión debemos de llevar a cabo las investigaciones pertinentes
para que la versión que pase a la Historia sea la que más fielmente reflejen las fuentes
que hasta hoy hemos encontrado y analizado. Buena parte de lo sucedido en aquella
fatídica fecha de marzo de 1976 es ahora, gracias a la investigación histórica, mucho
mejor conocido y ha puesto en cuestión la versión oficial mantenida hasta aquel
6
Ibid., pp. 4 y 5
ARCHIVO DE LA VI REGIÓN MILITAR (EL FERROL). Sumario 39/77. «Lesiones por arma de
fuego a varias personas con motivo de los incidentes del 3 de marzo de 1976». Caja: 163/Balda: 935 y
ARCHIVO DE LA VI REGIÓN MILITAR (EL FERROL). Sumario 40/77. «Muerte de los paisanos
Martínez Ocio, Francisco Aznar Clemente y Romualdo Chaparro, el día 3 de marzo de 1976». Caja:
163/Balda: 935. Estos documentos pueden consultarse en la página web de la Asociación de Víctimas y
Familiares de Víctimas del 3 de marzo: http://www.martxoak3.org/category/documentacion/
7
33
momento. Pero la hipotética aparición de nuevas fuentes de diversa naturaleza que
pudiera darse en el futuro hace que, la investigación sobre la huelga más trascendente en
la historia de Vitoria y su trágico fin, en alguna de sus claves, pudiera estar aún por
completar 40 años después. Esto, por otro lado, es lo normal para cualquier
investigación histórica, que siempre debe quedar abierta a posibles nuevas fuentes e
informaciones que pudieran confirmar, matizar o cambiar las conclusiones y el
conocimiento que se tiene sobre ellas.
Todavía hoy el trabajo de la Asociación de Víctimas sigue dando sus frutos y,
agotada toda esperanza de que el caso pudiera reabrirse o se adoptara algún tipo de
medida para facilitar la investigación de lo ocurrido en España, sus esfuerzos se
concentran en organismos internacionales. En algún caso han tenido cierto éxito, como
el obtenido en Argentina en 2014, cuando la jueza Servini decidió cursar una orden de
detención y extradición contra Rodolfo Martín Villa y el Capitán de la policía Jesús
Quintana, entre otros, bajo acusación de crímenes de lesa humanidad. Aunque es cierto
que la citada Asociación está bastante influenciada por la izquierda abertzale 8 y que sus
principales portavoces tienen claras ligazones políticas con ella, las reclamaciones se
antojan bastante legítimas. Distinto es que, entrados en la estrategia abertzale de crítica
a todo lo español y de presentación de lo sucedido el 3 de marzo como un ataque
especialmente virulento hacia los trabajadores de Vitoria por ser vascos, debamos poner
en su adecuado contexto lo sucedido y dejar claro que algunas afirmaciones constituyen
una manipulación interesada de la Historia. Pero los sucesos del 3 de marzo forman
parte de aquellos notables matices que cuestionan al proceso de transición a la
democracia en España como modélico. La justicia del momento decidió inhibirse ante
unos hechos tan graves, abriendo la puerta a la razonable sospecha de estar bajo presión
del Gobierno del momento y faltarle la independencia. Sobre todo cuando el argumento
para semejante inhibición lo constituyó la absurda excusa de no poder atribuirse a
persona concreta lo sucedido en el desalojo de la iglesia. Absurda, fundamentalmente,
porque en ningún lugar consta que se abriera la menor investigación para poder
8
Para algunos expertos constituye uno de los mejores ejemplos de vampirización política protagonizado
por la izquierda abertzale. Sobre esta cuestión ver: Jesús CASQUETE: «Memoria, calendario y
vampirismo simbólico: los sucesos del 3 de marzo de 1976 de Vitoria en el imaginario nacionalista
radical» en María Jesús FUNES (ed.): A propósito de Tilly. Conflicto, poder y acción colectiva, Madrid,
Centro de Investigaciones Sociológicas, 2011
34
averiguar algo al respecto. Ello dejó claro una falta de interés por hacer justicia que se
antoja inaceptable.
Con todo, lo más grave, quizá haya sido y esté siendo, la falta de capacidad
exhibida por los diferentes gobiernos democráticos en España para poder tratar de
aclarar determinados episodios del pasado y asumir las medidas necesarias para reparar
en lo posible las injusticias cometidas en tiempos pretéritos. Ello debería ser inherente a
cualquier gobierno democrático que se precie de serlo. Estas actitudes han sido, incluso,
objeto de crítica y sanción por parte de las instituciones de la Unión Europea. Que los
responsables directos no puedan ser ya juzgados, al haber prescrito el posible delito
cometido, no significa que el Estado no pueda actuar de algún modo cuando tenga
conocimiento de que determinadas injusticias no han tenido corrección ni reparación en
lo posible. Lo contrario sólo ha conseguido asentar entre algunos colectivos la crítica al
proceso de transición a la democracia en España y la creencia de la existencia de un
pacto para el olvido de los excesos y crímenes practicados durante la dictadura
franquista y la Transición. El mirar hacia otro lado, en vez de adentrarse en la
investigación y conocimiento de estas cuestiones, juega en contra de la reputación
democrática del Estado y pone en bandeja a sus críticos la extensión de falta de
democracia a otros ámbitos.
Por último, y aquí pretendíamos llegar con todo esto, hay que destacar que, de
una vez por todas, parece que los historiadores estamos empezando a ser consultados
más a menudo para resolver problemas que tienen que ver con nuestro oficio. Cuando se
pretenden saber nuevos datos sobre el pasado, lo normal, es recurrir al especialista en la
materia, que se convierte en el mejor avalista de lo ocurrido. El método del historiador
pasa a constituir la vía más perfecta de aproximación a los hechos históricos. Que las
instituciones públicas cuenten con nosotros para hacer estos trabajos denota que las
cosas se van haciendo mejor y que la sociedad se va dando cuenta de cuál es la labor del
historiador, del mismo modo que tiene clara la del arquitecto, la enfermera, o el minero.
En el caso del dictamen sobre el 3 de marzo y del reconocimiento obtenido por el
trabajo de los historiadores para un mejor conocimiento de lo sucedido, es sólo un
ejemplo de que la mayoría de las cuestiones suelen tener buen final cuando se abordan
con sentido común y se encargan las labores a quien sabe de las mismas. Esperemos que
la tendencia siga en el futuro y que en adelante se continúe considerando al historiador
35
como el mejor avalista de lo sucedido en el pasado, aunque el conocimiento histórico
siempre deba estar sujeto a posible revisión en función de una hipotética aparición de
nuevas fuentes.
36
Los usos interesados de la historia
Luis Castells
Universidad del País Vasco, UPV-EHU
El País Vasco ha soportado desde 1936 distintas formas de violencia política y de una
represión ilegítima que con diferente intensidad ha afectado a su población. Son tres los
períodos a los que nos referimos en este texto en el que tal fenómeno se hizo visible,
cada uno con sus características: el trayecto de la guerra civil y el primer franquismo, en
cuyo transcurso se produjo la represión más virulenta como consecuencia del conflicto
civil vivido, y en la que se combinó una represión incontrolada, con otra judicializada a
través de la vía militar; la larga etapa de la dictadura en la que se aplicó una represión
ilícita y una violencia de carácter coactivo por parte del régimen; y, por último, la
manifestación de una nueva forma de violencia, la terrorista, encarnada especialmente
por ETA y grupos afines. Las tres etapas tienen en común esa violencia política, o esas
políticas de la violencia si se prefiere, como elemento persistente, pero presentando
matices y características diferentes no solo en el plano conceptual, sino como
fenómenos que se manifestaban socialmente de modo distinto1. En lo que atañía al
franquismo la idea del profesor Aróstegui de la represión como sistema ayuda a
contextualizar la claves en las que se fundamentó este régimen 2, haciendo nuestra esa
delimitación que entiende que la represión supone “el empleo o la amenaza de coerción
1
No es el caso aquí de dar cuenta de la amplia producción sobre la conceptualización de la violencia
política. Nos quedaremos con la idea del profesor Aróstegui de que la violencia política supone una
coacción y una transgresión de derechos que resulta inaceptable. (En Eduardo GONZÁLEZ CALLEJA:
“La Contribución de Julio Aróstegui al debate historiográfico sobre la violencia política en la España
cotemporánea”, en Hispania Nova, 12, 2014, p. 8). Una variante para no caer en un estéril nominalismo
es la inversión terminológica que propone Rodrigo de políticas de violencia (Véase, Javier RODRIGO:
Políticas de Violencia. Europa, siglo XX, Prensas de la Universidad de Zaragoza, Zaragoza, 2014, p. 16).
Julio ARÓSTEGUI: Franco: la represión como sistema, “Flor del Viento Ediciones, Madrid, 2012. Ver
p. 49 cómo entiende la represión.
2
38
Universidad de Castilla~La Mancha
Departamento de Historia. Área de Historia Contemporánea
Edificio Benjamín Palencia | Campus Universitario s/n | 02071 Albacete
Email: [email protected] | www.ahistcon.org |
en grado variable, aplicada por los gobiernos sobre los opositores reales o potenciales
con vistas a debilitar su resistencia frente a la voluntad de las autoridades reales”3.
El terrorismo, sin embargo, exige abordarlo desde unos parámetros propios y
específicos, tanto por las características que reúne como por el contexto en el que se
desenvolvió en el caso de Euskadi. Hay una abundante literatura que desde diversas
disciplinas aborda la tipología del terrorismo, en los que se distinguen distintas
características, diferentes modelos de terrorismo. Entre ella, es el análisis de Crenshaw
es el que nos resulta más operativo, autora que subraya que este fenómeno no puede ser
explicado sin situarlo en el contexto histórico en el que se enmarca; si no atendemos al
ámbito en el que el terrorismo actúa, no podremos entender las características que
adopta en cada caso, lo que supone que no debe buscarse una definición única del
terrorismo pues adopta múltiples formas y expresiones conforme a las heterogéneas
situaciones en las que se desarrolla4. Teniendo pues en cuenta estas cautelas,
entendemos que podemos delimitar el terrorismo encarnado por ETA como una
violencia clandestina con el doble objetivo de forzar la voluntad del Estado, así como
coaccionar y atemorizar a la población discrepante.
Pero el terrorismo es un fenómeno interactivo, actúa contra un marco político y
en este caso el terrorismo en el País Vasco va a tener su máxima expresión con la
democracia, contra la que va a atentar de una manera brutal5. Así pues cuando hablamos
de la violencia política de este largo período que se extiende entre 1939-2011 no
podemos englobarlo como un referente analítico único pues hay una ostensible cesura
en dos vertientes: en la política pues a la larga dictadura le sustituye un sistema
democrático; en la modalidad de la violencia dado que a la violencia protagonizada por
el Estado franquista a través de la represión como instrumento esencial, le sucede otra
Michael STOHL y George A. LOPEZ: “Introduction” a Id., The State as Terrorist: The Dynamics of
Governmental Violence and Repression, Westport, Greenwood, 1984, p. 7, en GONZÁLEZ CALLEJA,
“La represión estatal como proceso de violencia política”, en Hispania Nova, 10, 2012 p. 317
4
Martha CRENSHAW (ed. by): Terrorism in context, The Pennsylvania State University, Pennsylvania,
2007, pp. 3-7. Una puesta al día de los estudios sobre el terrorismo en Eduardo GONZÁLEZ CALLEJA:
“Las ciencias sociales ante el problema del terrorismo”, en Vinculos de Historia, n. 3, 2014, pp. 122-143.
Una reciente reflexión sobre estas cuestiones, incidiendo en la irrelevancia de buscar una definición en
Gilbert RAMSAY: “Why terrorism can, but should not be defined”, en Critical Studies on Terrorism, vol
8, n. 2, 2015, pp. 211-228.
5
No entramos en la consideración de si grupos que actúan violentamente contra regímenes no
democráticos puedan ser o no considerados como terroristas.
3
39
forma de violencia como es la encarnada por el terrorismo. Esta precisión puede resultar
obvia, pero nos parece pertinente exponerla por lo que luego se dirá.
Nuestro conocimiento sobre las políticas de la violencia puestas en acción en el
País Vasco a lo largo de este periodo es muy desigual, y si ha habido por un lado
significativos avances en ciertas parcelas, continúa habiendo notables lagunas en otras,
bien por falta de documentación suficiente y fiable, bien porque los investigadores no
les han prestado todavía la debida atención. En el primero de los casos, se encuentra la
represión franquista habida en la guerra civil y en los primeros años del franquismo6; en
el segundo, en el de las carencias, se echa en falta un conocimiento más preciso, más
cuantificado, de lo que entrañó la represión franquista y las características que adoptó.
En cualquier caso, sobre ambos períodos se necesita una mayor investigación
historiográfica, y los vacios que existen han sido rellenados hasta hace bien poco por los
propagandistas, que usan la historia para apuntalar determinados proyectos ideológicos
o a servir a una causa7. Sobre ellos versa buena parte de este texto.
Esta es una circunstancia no excepcional: casi va incorporada en la mochila del
historiador, que en el curso de su labor ve como la historia es urgida, acosada, seducida
desde los más diversos poderes con el fin de que ofrezca un soporte a los proyectos que
en cada caso se sostengan8. Es un hecho casi inevitable dada la función pública de la
historia, su proyección social, pues no en vano, como recordara Croce, “Ia historia, en
realidad, está en relación con las necesidades actuales y la situación presente en que
vibran aquellos hechos”9. De aquí ese concepto repetido de los usos públicos de la
historia10, de cómo esta construye narrativas que alimentan los recuerdos colectivos, que
son poderosos instrumentos para forjar afinidades de manera que el pasado sirve como
6
Los trabajos más significativos son debidos a Javier GÓMEZ: Matar, purgar, sanar. La
represión franquista en Álava, Tecnos, Madrid, 2014, y Erik ZUBIAGA: La formación del régimen
franquista en Bizkaia. Represión, políticas de captación y actitudes sociales (1937-1945), tesis doctoral
inédita. 2016. Para Gipuzkoa, Pedro Barruso es el que más y mejor ha trabajado sobre este tema. Entre
otras publicaciones, Violencia política y represión en Guipúzcoa durante la guerra civil y el primer
franquismo (1936-1945), Hiria, San Sebastián, 2005.
7
Aspecto ya señalado por Javier GÓMEZ: Ibid, p. 50.
8
Son términos que el profesor Carreras aplicaba a la relación de la historia con otras disciplinas,
pero que nos sirven para reflejar ese atractivo funcional de nuestra materia. Juan José CARRERAS:
Razón de historia. Estudios de Historiografía, Marcial Pons, Madrid, 2000, pp. 239 y ss.
9
Benedeto CROCE: La historia como hazaña de la libertad, Fondo de Cultura Económica,
México, 1986, p. 11.
10
Nicola GALLERANO: “History and the public use of history”, en The social responsability of
historians, ed by Francois Bedarida, Diogenes, Oxford, 1993, p. 85.
40
una trama desde la que se establecen identidades comunes. Es la concreción de esa idea
tantas veces citada de que el pasado se resiste a serlo pues se proyecta de diversas
formas sobre nuestro presente, alentando nuevas representaciones e imaginarios sobre
un pasado que se mantiene vivo11. Es el “pasado que no pasa”12.
Tal hecho se refleja en el áspero y muchas veces desabrido debate que se están
produciendo en la historiografía española sobre el período que abarca la República y el
franquismo. Particular enconamiento ha adquirido los contrapuestos puntos de vista
sobre la República y la consideración de lo que supuso la represión del nuevo Estado.
La ariscada discusión que mantienen los llamados revisionistas o neoconservadores
frente a los partidarios del paradigma antifranquista o los memorialistas, según se
califican unos a otros, solo se entiende desde el convencimiento de la proyección de la
historia en el espacio público y que las visiones que se aporten sobre periodos históricos
pueden ser referentes que sirvan para la construcción de nuestro presente13. La
Transición es otra etapa a debate, con la irrupción de una corriente que descalifica a la
historiografía que desde un punto de vista crítico ha resaltado los puntos positivos que
trajo. Proponen una nueva interpretación, señalando que la escasa calidad de la
democracia española es resultado de las renuncias y dejaciones que se hicieron a las
elites del franquismo. Asimismo, consideran que la interpretación dominante de la
transición, la que destacaba sus virtudes, es un baluarte de un sistema político
corrompido, para lo que se propone reapropiarse del pasado con un nuevo relato
elaborado desde las “memorias díscolas”14.
Visto, pues, este marco y resaltados los usos públicos de la historia, y como una
variante negativa, los usos políticos de la historia, no es extraño que el análisis de este
periodo resulte también controvertido en el País Vasco. Ahora bien, en nuestro caso la
construcción del relato histórico viene condicionada por algunos factores peculiares,
Pedro RUIZ TORRES: “Pasado común y responsabilidad colectiva”, en Memoria de guerra y cultura
de la paz en el siglo XX, Ediciones Trea, Gijón, 2012, p. 42
12
Enric CONAN, Henry ROUSSO: Vichy, un passé que ne passe pas, Gallimard, París, 1994.
13
Un par de textos que reflejan las distintas posiciones: Fernando del REY, “Revisionismos y anatemas.
A vueltas con la II República”, en Historia Social, 2012, n. 72, pp. 155-172; por otro, Ricardo
ROBREDO: “El giro ideológico en la historia contemporánea española. “Tanto o más culpables fueron
las izquierdas””, en El Pasado en Construcción. Revisionismos historiográficos en la historia
contemporánea, Institución Fernando el Católico, Zaragoza, 2015, pp. 303-338.
14
Francois GODICHEAU (ed.): Democracia inocua. Lo que el posfranquismo ha hecho con nosotros,
Ediciones Contratiempo, 2014, http://www.contratiempohistoria.org/ed/T0005.
11
41
que le dan un sesgo particular. Hay un primer rasgo que no es singular, pero que en el
caso del País Vasco está más acentuado, que es el carácter militante de nuestra tradición
“historiográfica”15, de una historia concebida de una manera funcional, puesta al
servicio de lo que se entendía que era una causa mayor, bien fuera justificar el régimen
especial que tenían las provincias vascas (el foral), bien sostener un nuevo proyecto
nacional16. Es un fenómeno que comenzó ya en la modernidad, durante los siglos XVIXVII, y que con Sabino Arana alcanzó su grado más exacerbado.
Pero donde preferentemente se localiza la singularidad a la que tiene que hacer
frente la historiografía vasca actual es a la extensión social de un determinado relato de
la historia del País Vasco articulado en clave nacionalista. Dicho relato entiende que la
trayectoria del País Vasco ha girado en torno a dos ejes: por un lado a la confrontación
secular España-Euskadi, y por otro, y como su consecuencia, a la consideración de
“víctimas” de los vascos en razón a la opresión secular que han sufrido17. Es una
metanarrativa presente en el discurso histórico del nacionalismo, con una enorme
capacidad de socialización y que con sus variantes sirve para encajar de una manera
simple pero muy gratificante para los que la siguen, la compleja historia del País Vasco
en el contexto de la historia de España. De esto modo, los distintos períodos históricos a
los que aquí nos estamos refiriendo (1936-2010) son integrados en ese enfoque
dicotómico, de opuestos en torno a la pugna España-Euskadi, en la que los vascos
aparecerían como un nosotros doliente en una constante pugna étnica. Así se inventa
una memoria de la guerra civil interpretada como una confrontación entre vascos y
españoles, una contienda en la que la España agresiva y fascista sojuzgaba de manera
violenta a los vascos, que en este imaginario serían la sinécdoque de la comunidad
nacionalista vasca. Esas mismas claves continuaron aplicándose para el período
posterior: el pueblo vasco considerado como un todo homogéneo, ontológico, debió
soportar una durísima represión del franquismo tanto durante el asentamiento del nuevo
15
Las comillas se deben a que no nos referimos a historiadores, sino a escritores vascos con textos en los
que la historia es una referencia central.
16
Antonio RIVERA: “Cuando la mala historia es peor que la desmemoria (Acerca de los mitos de la
historia contemporánea vasca”, en El valor de la palabra. Hitzaren balioa, n. 4, 2004, p. 43.
17
Entre otros, Fernando MOLINA: “El conflicto vasco. Relatos de historia, memoria y nación”, en El
peso de la identidad. Mitos y ritos de la historia vasca, Marcial Pons, Madrid, 2015, pp. 181-219. Luis
CASTELLS, Antonio RIVERA: “Las víctimas. Del victimismo construido a las víctimas reales”, en Ibid,
pp. 265-307.
42
régimen a como en los años posteriores. Según esta narrativa, no hubo vascos
franquistas, lo mismo que tampoco los hubo que apoyaran la sublevación.
Era un imaginario soportado por una literatura nacionalista que trazaba con
rasgos dramáticos e hiperbólicos al sufriente pueblo vasco, pues se decía que el
propósito del régimen de Franco era “destruir, por lo menos, parcialmente la raza y la
cultura del pueblo vasco, lo cual constituye un delito de genocidio”18. No ha importado
la escasa fundamentación de tales representaciones que recientes investigaciones están
poniendo en evidencia, como es el caso, por ejemplo, de la represión de la guerra civil
y primeros años del franquismo, en la que comparativamente con otras regiones
españolas el País Vasco salió mejor parado19. Su operatividad en el discurso político, su
capacidad de penetración social sigue siendo importante, y continúa tiendo más calado
social esta interpretación que las reflexiones que se deriven del estudio sistemático de
la historia. En otras palabras: se prefiere la memoria a la historia20, lo que conduce a la
paradoja que señala un reciente trabajo de que “siempre se recuerda lo que nunca
ocurrió”21.
La capacidad de socialización de este metarrelato de corte nacionalista se vio
impulsada por el incremento y extensión de las políticas represivas del régimen
franquista en la década de los 60 y 70, consecuencia del aumento del movimiento
opositor y del empleo de la violencia por parte de ETA22. Como se ha dicho tantas
veces, esa acentuación de la represión supuso que este tipo de construcciones
adquirieran una mayor virtualidad, fueran tomadas como verosímiles y ensancharan su
capacidad de influencia.
La aparición de ETA no supuso una variación sustantiva de este canon
interpretativo pues lo aceptó en lo esencial. Recogió así la idea del conflicto primordial
y permanente pero le dotó de una mayor radicalidad. En este sentido la modificación
18
Iñaki de AZPIAZU: Los vascos somos víctimas de un genocidio. Conferencia pronunciada en el salón
de actos del Centro Vasco Laurak Bat el 6 de diciembre de 1958, Argi ta Garbi, Buenos Aires, 1948, p.
22.
19
Javi GÓMEZ: Ibid. Una visión más matizada en Erik ZUBIAGA, Ibid.
20
José María RUIZ SOROA: “Peso de la identidad”, en Cuadernos de Alzate, año 2016, n. 48-49, pp.
333-334.
21
Antonio RIVERA, Javier GÓMEZ CALVO: “Siempre se recuerda lo que nunca ocurrió: represión
franquista y memoria colectiva en el País Vasco”, ponencia presentada al Coloquio Internacional sobre
Violencia Política en el Siglo XX, Universidade Nova de Lisboa, marzo de 2015, en prensa.
22
Antonio RIVERA: “Las limitaciones de una transición”, en La cuestión vasca. Una mirada desde la
historia, Universidad del País Vasco, Bilbao, 2000, p. 176.
43
estribó en hacer un diagnóstico de la situación de Euskadi más exacerbado,
considerando que el territorio vasco había sido ocupado militarmente por el
imperialismo español, que mantenía así a Euskadi en una condición de colonia oprimida
por las armas. De este modo, la historia seguía siendo empleada para justificar un
discurso político que en este caso pasaba por la necesidad del uso de la violencia en una
lucha de liberación nacional según los modelos del tercer mundo entonces imperantes.
Fue una línea que se trazó con la V Asamblea, a la altura de 1967-68, y que con sus
vaivenes fijó los rasgos ideológicos de ETA23.
A partir de este momento, ETA y el movimiento civil que le seguía desarrolló un
repertorio comunicativo que entrañó una fascinación por la violencia, por lo martirial,
en un lenguaje en el que lo épico24, la exaltación del gudari devenido en mártir cuando
fallece frente al enemigo, eran señas de identidad. De aquí que tanto la guerra civil
como la resistencia frente al franquismo resultaran referentes centrales en el lenguaje
del movimiento violento, tropos fundacionales de una nueva liturgia, con sus ciclos
conmemorativos, hasta convertirse en objetos simbólicos que por su contenido y
tratamiento emocional tuvieron una extraordinaria capacidad de difusión y captación 25.
Todo el mensaje tenía un fin: es ETA la que representa al gudari de la guerra civil; es
ETA la que se enfrenta al franquismo y está dispuesta al sacrificio personal por la
patria.
Con el tiempo ETA depuró el discurso, obviando aquellas partes más
extemporáneas, pero la esencia historicista de su razón de ser mantuvo, lo mismo que el
núcleo doctrinal. Lo decía sin ambages en el año 2006:
Conocer el pasado es necesario para comprender el presente y aspirar a un futuro
mejor. El conflicto no arranca con el nacimiento de ETA en las postrimerías del
franquismo. Ni siquiera cómo consecuencia del alzamiento fascista del 36 o
posteriores masacres cómo la del bombardeo de Gernika por parte de las tropas
23
Patxo UNZUETA: Los nietos de la ira. Nacionalismo y violencia en el País Vasco, El PaísAguilar, Madrid, 1988, p. 103.
24
Simpatizantes de la izquierda abertzale en Ondárroa avisaban de que habría una batalla épica si
se producía la detención de una condenada por colaborar con ETA. Esta se produjo sin mayores
altercados. El Diario Vasco, 13 de mayo de 2013.
25
Jesús CASQUETE: En el nombre de Euskal Herria. La religión política del nacionalismo vasco
radical, Tecnos, Madrid, 2009.
44
fascistas. Se trata de un conflicto histórico, en el que el más poderoso, tras atacar
y ocupar militarmente el territorio vasco, ha tratado por todos los medios de
engullir y asimilar social, cultural y políticamente al menos poderoso26.
Era, así, la historia padecida por Euskadi la que reclamaba la existencia de ETA pues
era la organización que hacía frente al “genocidio cultural y lingüístico, la que se ponía
al frente de un pueblo al que hace varios siglos España y Francia arrebataron su
soberanía apropiándose de sus territorios y convirtiendo a sangre y fuego a sus
habitantes en súbditos de sus respectivas coronas”27.
La consecuencia de lo expuesto hasta aquí es la predominancia social -que no
académica-, de esta representación del pasado alentada desde la comunidad nacionalista.
Tanto el nacionalismo democrático como el radical comparten ese dispositivo narrativo
que hace del conflicto y de la condición de víctima del pueblo vasco piezas angulares
del relato histórico, si bien, como hemos apuntado, los acentos y los usos que se hacen
de ese pasado adquieren tonalidades distintas entre uno y otro. De cualquier manera, en
ambas tendencias es común traer el pasado al presente, analizar aquel en función de los
intereses del momento, y en suma servirse de esa construcción narrativa de sentido
como plataforma desde la que amparar y legitimar un determinado proyecto político28.
De aquí también el uso abusivo en el escenario público de la memoria como
herramienta a emplear en detrimento de la historia, que aunque aludida no es en realidad
requerida desde las instituciones públicas vascas pues choca con esos relatos
interesados.
Ahora bien, todo lo descrito hasta aquí adquiere un nuevo sentido tras la
declaración del cese definitivo de la actividad armada por parte de ETA en octubre de
2011. Es un nuevo escenario que obliga a resituarse a toda la sociedad vasca y a sus
fuerzas políticas ante la necesidad de examinar críticamente ese pasado en el que el
terrorismo de ETA fuel el principal mal que asoló a la sociedad vasca y española, a
analizar sus responsabilidades.
“Comunicado de ETA a la opinión pública española”, junio de 2006.
Ibid.
28
La expresión de traer el pasado…, en Santos JULIÁ,:Elogio de Historia en tiempo de Memoria,
Marcial Pons, Madrid, 2011, pp. 10, 24…
26
27
45
¿Cuál ha sido la actitud de los dos colectivos que estamos comentando, el del
nacionalismo democrático (el PNV) que controla en la actualidad buena parte de los
resortes de poder, y el de la izquierda abertzale (en adelante IA), obligada a
reconvertirse? En ambos casos su actitud ante ese pasado reciente es de incomodidad, si
bien por razones diferentes: en lo que hace referencia a IA por su activa participación
para que ese pasado fuera ominoso; en lo que atañe PNV, y la comunidad que
representa, por su condición de bystander, de espectadores no activos ante el terror de
ETA.
Uno de los principales rasgos es que la disputa por el relato histórico se ha
acentuado. Tal pugna suele ser lo habitual en los procesos de final de la violencia, con el
añadido de que en esa confrontaciones de interpretaciones los perpetradores pretenden
que permanezca como capital simbólico su pasado violento y que sea su abandono el
que los legitime como opción de presente, como opción de paz.
En el caso concreto de Euskadi, la IA fue consciente ya antes del abandono de
ETA de las armas de la importancia de socializar su relato, entendiendo que era la vía
para ganar la batalla política una vez perdida la militar. Así lo expresaba uno de sus
portavoces: “porque ganada la batalla de la Memoria, habremos ganados todas. Y
todos”29, y en similares términos se pronunciaron otros dirigentes de este mundo. Ya
hemos expuesto en otros trabajos las estrategias de las que se sirven para difundir su
mensaje, para ganar la batalla por el relato en los libros de historia30, pero aquí
señalaremos sólo dos aspectos31.
Por un lado, se prima la idea de socializar su mensaje, que este alcance la
máxima difusión, sin importar su calidad, su solvencia historiográfica o su veracidad.
Crean para este fin un buen número de centros y asociaciones memorialistas envueltas
bajo un supuesto ropaje histórico, muy presentes en los espacios públicos, a lo que
añaden el uso de las redes sociales y otras fuentes de comunicación como instrumentos
29
Jose María ESPARZA: «El Sortu que yo quisiera», Gara, 12 de julio de 2012.
Asier Arraiz, información recogida por Leyre Iglesias, El Mundo, 19 de noviembre de 2013.
31
Luis CASTELLS, Fernando MOLINA: “Bajo la sombra de Vichy: el relato del pasado reciente en la
Euskadi actual”, en Ayer, n. 89, 2013, pp. 215-227; Luis CASTELLS: Las víctimas del terrorismo. La
cuestión del relato, en Huarte de San Juan. Geografía e Historia, 21, 2014, 331-344. Del mismo, “La
historia del terrorismo en Euskadi: ¿entre la necesidad y el apremio”, en Construyendo memorias. Relatos
históricos para Euskadi después del terrorismo, Catarata, Madrid, 2013, pp. 210-244. También Gaizka
FERNANDEZ SOLDEVILLA: “Mitos que matan. La narrativa del conflicto vasco”, en Ayer, 98, 2015,
pp. 213-240.
30
46
de difusión. El segundo aspecto a señalar es de carácter epistemológico y es su decida
opción por la memoria como herramienta desde la que elaborar, según su terminología,
una historia popular y no viciada por la erudición de la historia académica. Es una
música conocida pues un movimiento similar existe en la historiografía española, con
un corriente memorialista que critica a la historia elaborada desde el mundo académico
por entender que se ha plegado al poder y ha olvidado el compromiso debido con las
víctimas del franquismo32. Siendo esto así, la diferencia entra un caso y otro son
notables, pues al movimiento memorialista de Euskadi al que hacemos referencia no
guarda las convencionalidades historiográficas más básicas, pues su proyecto viene
marcado por la idea de que el recuerdo sólo merece ser evocado si ello sirve a la
construcción nacional de Euskadi. De aquí el uso de la memoria, bien en su vertiente
individual o colectiva, como instrumento único de acercamiento del pasado; dicho de
otro modo, se apela al recuerdo de aquellas personas que confirman el relato
prefigurado según unas determinadas claves: la opresión de España sobre Euskadi, la
represión que han soportado los vascos, la negación histórica de sus derechos…Cuando
hay que acudir a períodos en los que ya no quedan protagonistas, el relato se mantiene
invariable, siguiendo ese mismo eje argumental, entrando en este caso en acción el
invencionismo. Como un corolario y para aportar dramatismo a la narración, aplican
los conceptos más gruesos tomados de situaciones terribles como la persecución de los
judíos por el nazismo con el fin de dramatizar el sufrimiento de los vascos: así Euskadi
ha sido escenario del holocausto franquista, del genocidio puesto en práctica por este
régimen, de la solución final...
Una de las pautas que caracteriza a este movimiento tras el que se encuentra la
IA es la consideración como un todo histórico el período que va desde la guerra civil
hasta la Transición, cual si fuera un continuum en el que no hubiera habido
modificaciones de relieve en el sistema político33. A su entender, lo que caracteriza la
historia de estos años es la opresión sufrida por Euskadi, entendiendo, según sus
palabras, que “la Guerra de 1936, el franquismo, la Reforma, el centralismo francés y el
constitucionalismo español son eslabones de una misma cadena, la perspectiva global
Javier RODRIGO: “El relato y la memoria. Pasados traumáticos, debates públicos y viceversa”,
en Ayer, n. 87, 2012, pp. 239-249.
33
José Antonio PÉREZ, Raúl LOPEZ ROMO: “La memoria histórica del franquismo y de la
transición”, en El peso de la Identidad, Marcial Pons, Madrid, 2015, p. 224.
32
47
sobre el conflicto, su origen, efectos y resolución se alterará”34. Se niega pues la
condición democrática al sistema que surge con la Transición, que no se considera si no
un remedo del franquismo, una herencia, de manera que el conflicto político se ha
mantenido y con él la represión sobre Euskadi. Es un relato finalista que tiene un
objetivo principal: la legitimación de ETA y la justificación de su necesidad. Con este
objeto se adecúa todo el discurso y en ese proceso se trasiega con la historia para que
sirva a este fin. La idea que subyace es meridiana: guerra civil, franquismo, transicióndemocracia son todo uno pues en este período la opresión al pueblo vasco permaneció
con todo su vigor; de esta premisa deriva la conclusión: ETA fue una necesidad durante
todo este período pues ha sido el baluarte que ha defendido al pueblo vasco
Lógicamente dadas las características de cada período, nuestros particulares
movimientos memorialistas suelen preferir centrarse en la guerra civil y en el
franquismo, sobre cuyos períodos encuentran abundante material sobre el carácter
represivo del régimen con el que alimentar la imagen victimista del pueblo vasco
sufriente, si bien su información no destaca por su calidad. Se refieren en menores
ocasiones al periodo de la transición, que es analizado a través de un discurso de
culpabilización del Estado, sobre todo como consecuencia de la guerra sucia, no
importando que esta solo haya existido durante un período temporal acotado 35. La
descalificación del nuevo sistema establecido con la Transición es global, pero en
cualquier caso es una etapa que les genera más dificultades la aplicación de ese relato
homogeneizador del conflicto permanente, por lo que en las controversias públicas
prefieren eludir este período. A pesar de su carácter independentista e impugnadores de
la legislación española, son decididos partidarios de la Ley de la Memoria Histórica
emanada del Parlamento español en el 2007, y ejemplo de ello es que en las
instituciones públicas vascas (Diputaciones, Ayuntamientos) donde han tenido una
presencia significativa, han creado direcciones generales, departamentos con la función
de abordar lo contemplado en esa Ley, entendida esta en su sentido cronológico más
estricto, o sea, atender a los represaliados durante la guerra civil y el franquismo
34
Programa de Euskal Memoria, http://www.euskalmemoria.eus/es/Quienes_somos_.
La primera etapa, protagonizada por varios grupos, fue de 1975 a 1981; la segunda, menos sangrienta,
con el GAL, se extendió de 1983 a 1987.
35
48
Hay numerosos ejemplos de los que decimos, pero quizá uno de los más
llamativos sea el caso de San Sebastián, la ciudad española que tras Madrid más
asesinatos sufrió por parte de ETA, 93 han sido las personas que mató 36. Pues bien,
después de tres años al frente del ayuntamiento, el alcalde Izagirre, perteneciente a la IA
(Bildu), presentó un mapa de la memoria que empezaba en 1936, pero se detenía en
¡1944!, haciendo caso omiso del acuerdo promovido por los grupos de oposición de
recordar a los asesinado por ETA37. No fue distinta la política desarrollada por Martin
Garitano, también de Bildu, durante su mandato al frente de la Diputación de Gipuzkoa.
Una mirada más atenta a lo sucedido en el Ayuntamiento de San Sebastián, nos pone
sobre aviso sobre el riesgo de prácticas sectarias y ahistóricas que se producen
basándose en la aplicación de la Ley de la Memoria Histórica y de lo que puede
implicar esa idea de promover una historia “popular” frente a la “equidistancia” de la
historia “académica”. Pues bien, a fines del 2014, con el ayuntamiento presidido por
Bildu, se creó un Consejo Sectorial de la Memoria Histórica, cuyo fin era recuperar la
memoria del período 1936-1975, para lo que se promovía la participación ciudadana a
través de este organismo. Había un primer obstáculo, como era el hecho de que fuera
preciso figurar en un registro para ser miembro, pero una vez salvado este obstáculo se
adquiría la condición nada menos que de experto. El resultado fue que el consejo
estuviera casi copado por el mundo de Bildu, con presencia de personas caracterizadas
como tales, de un sindicato estrechamente vinculado (LAB), u de organizaciones
memorialistas de su entorno (Genozioaren Biktimen Elkartea38); claro está ningún
historiador pues no se les convocó. Dadas estas premisas, no es extraño que se presenten
propuestas estrambóticas y sesgadas por lo ideológico como rechazar la denominación
de guerra civil (como si no la hubiera habido también en Euskadi), o señalar en la
exposición de motivos de otra petición que nuestra Ciudad, desde la entrada de las
tropas fascistas hasta nuestros días (sic), ha venido siendo conocida como la capital
europea de la tortura39. La entrada de un nuevo equipo de gobierno en el Ayuntamiento
ha supuesto que el desequilibrio no sea tan ostensible y se ha incorporado algunos
36
El terrorismo asesinó a 94 personas en San Sebastián, de los que 93 lo fueron por ETA y uno por la
extrema derecha.
37
El Mundo, 29 de setiembre de 2014.
38
Asociación de Víctimas del Genocidio.
39
Escrito de la Asociación de Víctimas del Genocidio, 11 de abril del 2015.
49
historiadores, pero la propuesta de alguno de ellos de proyectar el concepto de memoria
histórica a nuestros hechos más recientes, incluidos los crímenes de ETA, es rechazada
vehemente por la mayoría del consejo.
En el relato que promueve la IA el objeto histórico sobre el que volcarse es
claro: hay que recordar a las víctimas del franquismo y de la guerra civil 40, y dejar en el
olvido lo que posteriormente sucedió, no detenerse en esa parte del pasado en la que el
terror de ETA ha sido el factor principal sobre el que giraba la historia de la sociedad
vasca. No anclarse en el pasado, que podría decir Arnaldo Otegi. Mejor en este caso
mirar hacia adelante. De plasmarse este tipo de iniciativas, se puede dar la paradoja que
San Sebastián, ciudad especialmente golpeada por ETA, recuerde en sus calles y
mobiliario urbano a las víctimas de la represión franquista, política necesaria, pero que
apenas tengan evocaciones las víctimas del terrorismo. Bien, pues esto ocurre ya. En la
actualidad hay en el espacio público del municipio de San Sebastián bastantes más
objetos iconográficos (esculturas, monolitos, placas) que recuerdan a las víctimas de la
guerra civil y el franquismo que a las del terrorismo de ETA: seis en el primer caso, uno
en el otro. Cualquier caminante podría extraer la conclusión que en San Sebastián la
represión de la guerra civil alcanzó la intensidad de otras ciudades españolas y, en
cambio, el terrorismo apenas afectó a la población de este municipio, justamente lo
contrario de lo sucedido.
Frente a esta visión sesgada y excluyente, nuestra postura coincide con la de
aquellos historiadores favorables a promover políticas públicas de la memoria contra
toda forma de totalitarismo y, en especial, de recuerdo de los que personalmente lo
sufrieron. En este sentido, las memorias de las víctimas, bien de la represión franquista
bien del terrorismo, deben convivir, ser tenidas ambas en consideración en el espacio
público, compartir su reivindicación social y servir como lección cívica. Hacerlo así es
obligado, pero también lo es historizar los períodos que se traten, explicar por qué
fueron víctimas de una u otra forma de totalitarismo, la significación que tuvieron, no
confundir en suma a unas con las otras o no utilizarlas con el objeto de emborronar lo
sucedido, y fomentar así la confusión y el olvido.
40
Recordar sólo a los de una parte, claro. No mencionar en cambio el asalto que se produjo en la cárcel
donostiarra de Ondarreta por parte de milicianos, que se saldó con el asesinato de 53 personas, o de 14
tradicionalistas que estaban en la cárcel de Tolosa y fusilados también en San Sebastián.
50
La gestión de la memoria que promovió Bildu en el ayuntamiento de San
Sebastián (y que continúan sus numerosas organizaciones) siguió, sin embargo, esta
segunda dirección. La política estatuaria nos puede seguir sirviendo como ejemplo. En
el año 2007, con un ayuntamiento gestionado por los socialistas, se inauguró en un
espacio central de la ciudad la escultura
Oroimena-Memoria, en recuerdo
a las
víctimas del terrorismo. No había habido hasta esa fecha ningún monumento público en
su recuerdo, ni lo volverá a haber después. Pues bien, en la etapa que Bildu estuvo al
frente del Ayuntamiento, se inauguró en otro lugar central un nuevo monumento a las
víctimas del franquismo, rememoradas a través de los “ejecutados
durante el
alzamiento (sic) franquista y en los años posteriores”41. Nada que objetar al respecto si
no fuera porque es concebido como contrapunto al monumento a las víctimas del
terrorismo, como una suerte de contrapeso. Su misma ubicación refleja simbólicamente
ese perseguido contraste: están separados por unos pocos metros, pero no como dos
elementos armónicos, sino uno frente al otro, disputándose la centralidad de la
referencia, que acaba ganando el de los represaliados de la guerra civil, tanto por su
vistosidad como por su mejor ubicación. Otra cosa es la veracidad del relato que
contiene este monumento, pero como estamos señalando, este es un factor accesorio
para nuestros memorialistas de la IA.
Llegados aquí podemos preguntarnos si este argumentario pseudohistoricista, o parte de
él, está limitado IA o es compartido por otros sectores. Pues bien, encontramos
41
Palabras del alcalde la ciudad, Juan Karlos Izagirre (Bildu), 31 de mayo de 2014.
51
notables similitudes con el organismo que desde el Gobierno Vasco desarrolla las
políticas públicas de la memoria en Euskadi, la Secretaría de Paz y Convivencia, al
frente de la cual se encuentra Jonan Fernández. A pesar de no ser militante del PNV, y
tener su origen en la izquierda nacionalista, el lehendakari ha otorgado a Fernández la
capacidad de diseñar y poner en práctica un tema tan sensible en Euskadi como es la
gestión del pasado42. Con este fin, esta secretaría, bien dotada financieramente, está
adoptando una batería de iniciativas que se proyectan a medios muy distintos (desde
programas de televisión, a exposiciones, conferencias, etc), que contiene un mensaje
nítido y reiterado, bien que envuelto en una terminología ambigua y rebuscada, repleta
de perífrasis, pero a la vez envolvente y seductora. Es una muestra clara de lo que
Joseba Arregi denomina la ingeniería del lenguaje43, aspecto este que ha cuidado de
manera especial Jonan Fernández, muy consciente de su carácter performativo. Por eso
en su momento se negaba a considerar a ETA como un grupo terrorista44.
El núcleo del discurso alentado desde la Secretaría de Paz y Convivencia, gira
en torno a la necesidad atender la vulneración de derechos humanos producido durante
el espacio temporal varias veces aludido, el que abarca de 1939 a 2013, erigiéndose esa
frase de la vulneración….en la idea totémica que articula el mensaje. El desarrollo que
está teniendo esta propuesta ha supuesto que se agolpen las víctimas de muy distintas
condiciones y situaciones, a la par que se reconduce semánticamente a las víctimas del
terrorismo a una nueva categoría, más general y diluida, las que han visto sus derechos
humanos quebrantados. En este camino se iguala a unas con otras, pierden las víctimas
del terrorismo su especificad, de manera que se homogeniza todas bajo la común
condición del sufrimiento. El terrorismo pasa de este modo a ser una violencia más, se
difumina su entidad y lo que supuso, con el propósito –y el resultado- de diluir su
significación en la historia del País y evitar así una reflexión sobre el componente
político que tuvieron las víctimas de ETA, por qué fueron asesinadas, abordándose la
42
Un análisis modélico que desgrana lo que representa esta corriente que se postulaba como una tercera
vía, en José Antonio PÉREZ: “El incómodo pasado del País Vasco. Historia, memoria e imposturas”, en
Anatomía de la Historia, 20 de octubre de 2015.
43
Joseba ARREGI: “Autocrítica o autoengaño”, El Diario Vasco, 13 de abril de 2015.
44
En una entrevista a Jonan Fernández cuando era coordinador de Elkarri, uno de los movimientos que
ha alentado, y ante la pregunta de si ¿Cree que ETA es una organización terrorista?, contesta: No, no la
definimos como terrorista. El lenguaje tiene cierta importancia, y ciertos calificativos no tienen mucha
utilidad con vistas a una solución. Aurora Intxausti, El País, 8 de enero de 1996.
52
reflexión desde una perspectiva personal, en su condición de dolientes45. Es llegar a
través de la acumulación de casos muy distintos al cuando todo es nada y todos
nadie46. Se olvida una idea tan esencial para comprender lo ocurrido como es que las
víctimas son iguales en derechos pero diferentes en su significación, y lo son porque el
delito que les hacer serlo es distinto. A través de esta equiparación de todas las víctimas
de derechos humanos¸ obviamos lo que caracteriza al terrorismo: su objeto de
atemorizar al individuo y, por medio suyo, a la sociedad, lo que le hace tener una
naturaleza particular y distinta. Como me señalaba uno de los intelectuales más
solventes del País Vasco, Ruiz Soroa, del que tomo la idea, “las víctimas en el caso del
terrorismo son víctimas “vicarias”, han sido ofendidas en lugar de otro, y ese otro es la
sociedad democrática, son símbolos significantes” de esta.
Para poder maquillar lo sucedido y englobar fenómenos violentos tan distintos,
las políticas del recuerdo del Gobierno Vasco priman, como ya se ha aludido, a la
memoria y evitan cualquier referencia a la historia47. En este caso vale el mismo
argumento ya expuesto para la IA: la opción de la memoria no sólo es un instrumento
para acercarse el pasado, sino además una alternativa metodológica, una apuesta que
permite no asumir las exigencias epistemológicas de la historia, su búsqueda de la
verdad, por muy incómoda que esta sea. De este modo, el uso preferente de esta
herramienta lábil en cuanto al rigor historiográfico como es la memoria, permite
elaborar un relato blando y acomodaticio de la historia reciente del País Vasco, en la
clave evitar cualquier culpa de la población vasca, que muy al contrario aparece como
protagonista del fin de ETA48, versión que dista de la opinión de las víctimas y de lo que
exponen los historiadores que han abordado el tema. Es un relato que puede contentar a
los ejercieron de espectadores mientras existió el terrorismo, entre los que se
encontrarían los votantes del PNV, pero también a la IA al asumir la idea de que todos
hemos sufrido y no cabe distinciones entre unos y otros.
Véase a este respecto, Luis CASTELLS, Antonio RIVERA: “The battle for the past. Community,
forgetting, democracy”, en ETA´s Terrorist Campaign. From Violence to Politics, 1968-2015, Routledge,
London, 2017, pp. 184-200.
46
Artículo de Joseba ARREGI con este título, El Diario Vasco, 25 de noviembre de 2015.
47
Antonio RIVERA: “La historización del terrorismo”, Revista de Libros, junio 2016.
48
Y desde los 90 probablemente ninguna sociedad en Europa o el mundo se ha movilizada tanto contra
la violencia como la vasca. Jonan FERNÁNDEZ, entrevista en El Diario Vasco, 21 de marzo de 2015.
45
53
No son, en cualquier caso, coincidencias puntuales las que se dan entre las dos
ramas del nacionalismo pues hay un diagnóstico de fondo compartido, como es la ya
comentada idea de un conflicto secular no resuelto entre España y Euskadi, que es el eje
en torno al cual se articula el relato del pasado. Esta visión común sobre un punto tan
sustantivo, opera como un polo que atrae a un espacio compartido al nacionalismo
democrático y al radical, actuando como una suerte de vaso comunicante que les
permite confluir y suministrarse recursos discursivos con los que alimentar su relato49.
Al propio Jonan Fernández le parece tan obvia la existencia de un contencioso entre el
pueblo vasco (sic) y el Estado que deja su cuidado estilo para resaltarla, manteniendo
con el paso del tiempo este mismo criterio, de manera que considera que era su
existencia lo que propiciaba la violencia50. Dados estos criterios, resulta congruente que
en las políticas de la memoria que impulsa la Secretaria de Paz y Convivencia del
Gobierno Vasco, en este caso a través de las exposiciones itinerantes bajo la
denominación de Plaza de la Memoria, se contemplen en un plano de equidad
violencias
muy distintas
habidas
en
ese
continuum
de
1936-2010
(ETA,
contraterrorismo ilícito, torturo, represión….), con un mensaje final referido a la etapa
de la transición-democracia, cual es que en Euskadi ha habido varias violencias, no sólo
la de ETA.
Los mecanismos que dispone el nacionalismo en sus distintas vertientes para
extender este discurso histórico son abundantes y cuenta con una parafernalia de medios
con los que lo oficializan. Su control de medios como la televisión, las instituciones
públicas, o los focos culturales resulta casi apabullante, y emplean estas estructuras
para hacer sentir que el referido es el único relato. Un análisis de un evento con tanto
proyección como es la capitalidad cultural europea San Sebastián 2016, nos puede
servir como ejemplo. El proyecto de la capitalidad empezó a dar sus primeros pasos en
2008, bajo el mandato como alcalde de la ciudad del socialista Elorza y con ETA
operativa. Esta última circunstancia marcaba el proyecto de manera que se concebía
como un instrumento de reflexión y transformación desde el ámbito de la cultura contra
la barbarie del terrorismo que encarnaba ETA y como una vía para facilitar su fin. Este
Martin ALONSO: “¿Sifones o vasos comunicantes?”, en Bakeaz, n. 80, 2007, pp. 1-12.
La primera referencia en la entrevista citada de El País, 8 d enero de 1996. Para la segunda, Deia, 5 de
agosto de 2007.
49
50
54
componente aparecía explícito en diversos apartados del proyecto 51, que además
contaba en las presentaciones oficiales como víctimas del terrorismo con objeto de
subrayar ese vínculo52. Asimismo, en el fallo por el que se concedió la capitalidad, el
presidente del jurado dejaba clara la relación entre la designación y su vinculación en
contra de la violencia, que era como decir contra ETA53. De hecho este factor originó
la protesta de algunas ciudades derrotadas pues consideraron que a la hora de la
designación se había primado un factor político frente a los valores más estrictamente
culturales.
Hasta su inauguración en 2016 la organización de la capitalidad ha sufrido
diversos vaivenes, con cambios sustantivos en su equipo gestor como consecuencia de
llegada a la alcaldía de Bildu, si bien la inauguración se ha producido con el PNV al
frente del Ayuntamiento. Aunque no se puede emitir un juicio concluyente sobre las
políticas de la memoria que desde la capitalidad se transmiten y toda evaluación
definitiva debe esperar a su total desarrollo, a partir de lo realizado hasta ahora y de lo
programado, resulta patente que el proyecto que se está poniendo en ejecución es muy
distinto del que se presentó. El compromiso originario de una cultura para la
convivencia se mantiene, pero se aborda desde un lenguaje y unos conceptos bien
distintos. Se tiende a proporcionar un mensaje vacuo, genérico, en el que se habla de la
paz, de la violencia, pero sin referencias concretas, sin aludir a lo sucedido en San
Sebastián y en Euskadi. Volvemos a aquello de hablar de todo para no decir nada en su
literalidad pero sí en su significado. Es cierto que en ocasiones hay actos de recuerdo a
las víctimas del terrorismo, pero en tal caso se proporciona un mensaje malicioso, muy
del gusto de la interpretación que se promueve desde la Secretaría de Paz y
Convivencia: en Euskadi ha habido dos violencias, la de ETA y la del Estado, por tanto,
tan culpable es uno como el otro. La vía para introducir este mensaje es, dando
51
Se exponía en algunos de sus párrafos: Desgraciadamente, hoy la violencia y el terrorismo de ETA
empobrecen y ensombrecen la convivencia, las conciencias (….) Una ciudad y un territorio que anhelan
el cese definitivo de las actividades criminales de la organización terrorista ETA. Anónimo, San
Sebastián ciudad candidata a capital europea de la cultura 2016. Proyecto que se presentó al jurado en
julio del 2010.
52
Me refiero a Bárbara Dürkhop, viuda de Enrique Casas, que fuera asesinado, que participó en el acto de
presentación de la candidatura ante el jurado en Madrid el 27 de setiembre de 2010.
53
El presidente del jurado destacaba que entre las candidatas San Sebastián tenía algo más. Seguramente
uno de los aspectos fuera el gran compromiso en contra de la violencia y la idea de usar la cultura para
ello. El País, 28 de junio del 2011.
55
credibilidad a datos que carecen del debido rigor tanto numérico como conceptual54,
reunir en una misma sesión a asesinados de ETA y del terrorismo de extrema derecha o
parapolicial, en un ejercicio se similitud, cual si ambos terrorismos hubieran tenido la
misma entidad o fueran homologables. La tesis que se traslada con estos actos es la ya
referida de la existencia de dos violencias, equiparación que desde el punto de vista
histórico no se soporta. Reiteración, pues, del argumento antes comentado que proviene
desde la Secretaría de Paz y Convivencia, circunstancia lógica si se tiene en cuenta que
la persona que en la capitalidad está al frente del área encargada de este tema es una
antigua dirigente de Elkarri, una de las plataformas auspiciadas por Jonan Fernández.
Después de todo lo dicho, se puede concluir lo complicado que lo tiene la
historiografía a la hora de hacerse un hueco cuando hay que abordar nuestro pasado
reciente pues choca con usos interesados de la historia y que sirven a intereses del
presente. El estrecho control que ejercen los partidarios de este relato ahistórico del
conflicto y de los dos bandos enfrentados sobre los medios culturales y de difusión, está
suponiendo la canonización social de esta interpretación, que se extiende como malla de
acero difícil de horadar. Es, en cualquier caso, un reto al que no puede ni debe renunciar
el historiador.
54
Me refiero a los Retratos municipales de las vulneraciones del derecho a la vida en el caso vasco
diciembre de 2014 Donostia/San Sebastián, 1960-2010, diciembre 2014, elaborado por la Secretaría para
la Paz y la Convivencia….
56
Memorias del viejo Imperio. Apuntes para un análisis
comparativo de la Imperial History británica y el americanismo
historiográfico español (1871-2012)
Rodrigo Escribano
Instituto Universitario de Investigación en Estudios Latinoamericanos
Universidad de Alcalá
Introducción
En el meridiano marcado por los tiempos revolucionarios (1776-1830), las sociedades
del mundo atlántico contemplaron atónitas la caída de dos colosales construcciones
políticas que se extendían a ambas orillas del océano1. Las Monarquías imperiales de
España y Gran Bretaña eran dos grandes estructuras de poder cimentadas sobre los
principios políticos del Antiguo Régimen: un monarca ejercía la soberanía sobre un
conjunto de territorios
constitucional y jurídicamente diversos. Éstos, a su vez,
agrupaban en su seno a sociedades plurales en las cuales la diferencia estaba sancionada
según unos centenarios usos corporativos y jerárquicos que distinguían la condición del
súbdito según sus pertenencias confesionales, étnicas, profesionales, sexuales,
lingüísiticas y familiares. Entre otros factores, la lealtad de los súbditos a la dinastía y su
sentido de adhesión a grandes comunidades espirituales y cívicas (la adhesión a la
Iglesia Católica o la adscripción al Common Law) habían dado continuidad a la
alquimia política que mantenía unidas a ambas Monarquías compuestas2.
Pero el largo ciclo de unidad, abierto con los conflictivos procesos de conquista y
ocupación del continente americano, estaba a punto de experimentar una dramática
C.A. BAYLY: Imperial Meridian : The British Empire and the World 1780-1830, London, Longman,
1989.
1
John Huxtable ELLIOT, Empires of the Atlantic World : Britain and Spain in America, 1492-1830,
London, Yale University Press, 2006. Stephen FOSTER: British North America in the Seventeenth and
Eighteenth Centuries, Oxford, Oxford University Press, 2013; Ricardo GARCÍA GARCÍA y Óscar
RECIO MORALES: Las Corporaciones de Nación en La Monarquía Hispánica (1580-1750): Identidad,
Patronazgo y Redes de Sociabilidad, Madrid, Fundación Carlos de Amberes, 2014.
2
57
Universidad de Castilla~La Mancha
Departamento de Historia. Área de Historia Contemporánea
Edificio Benjamín Palencia | Campus Universitario s/n | 02071 Albacete
Email: [email protected] | www.ahistcon.org |
clausura. Las tensiones constitucionales derivadas de los intentos de expansión de las
prerrogativas imperiales (tanto de las respectivas Coronas como del Parlamento de
Westminster), unidas a la concatenación de una serie de complejos factores socioeconómicos, impulsaron la repentina ruptura de las comunidades imperiales atlánticas.
El liberalismo penetró como nuevo discurso legitimador, reorganizándose las nacientes
unidades políticas euroamericanas según principios declarados de igualdad ciudadana,
homogeneidad jurídico-política y libertad individual. Esta revolucionaria enunciación
del poder hacía necesario, asimismo, imaginar un nuevo sujeto soberano que fuese
capaz de arrebatarle total o parcialmente el cetro a los monarcas. La Nación ocupó el
centro de la nueva estructura política, como metáfora homogeneizadora del pueblo y
como proyección atemporal de los Estados recién nacidos3.
En un corto periodo histórico desaparecieron los virreyes y los gobernadores, se
clausuraron las repúblicas de indios y españoles y se detuvo el tránsito regular de
correos, documentos y ordenanzas oficiales. Las Monarquías imperiales de antiguo
régimen entraron en el nebuloso terreno del pasado. Pero no se trataba de un pasado
ausente: las herencias, continuidades y consecuencias de los fenómenos y estructuras
del Antiguo Régimen aparecían insistentemente en la vida de las “nuevas sociedades”.
Los tiempos pretéritos y presentes se coaligaban en complejos estratos que hacían difícil
diferenciar lo viejo y lo nuevo. En este contexto, el recuerdo de las Monarquías
Imperiales permaneció y fue insistentemente revisitado. En concreto, los historiadores
de España y Gran Bretaña fueron y son uno de los colectivos que con más insistencia
han tornado la mirada a los pasados imperiales.
Desde la evocación poética del
colonialismo como expansión ecuménica del ser nacional, hasta las interpretaciones
pluralistas de las relaciones étnicas, económicas y políticas al interior del mundo
imperial, los historiadores del último siglo y medio se han aplicado a la construcción de
una poderosa y polisémica imaginación histórica del mundo americano de antiguo
régimen.
Este artículo pretende presentar una breve reflexión teórico-metodológica sobre las
posibilidades interpretativas que puede abrir un estudio comparado de las historiografías
imperiales y americanistas de España y Gran Bretaña. Partimos del presupuesto de que
3
Josep Maria FRADERA: La Nación Imperial: Derechos, Representación Y Ciudadanía en Los Imperios
de Gran Bretaña, Francia, España Y Estados Unidos (1750-1918), (Barcelona: Edhasa, 2015, pp.*****;
58
los estudios de historia de la historiografía imperial permanecen en marcos
marcadamente nacionales, limitando las posibilidades de entender en un contexto global
los argumentos, teorías, contextos y modelos narrativos seguidos por los historiadores
que invocaron el pasado imperial americano en las décadas que median entre el apogeo
imperialista europeo, la descolonización y el actual contexto de globalización y pérdida
de la hegemonía occidental. Defendemos que una comparación de casos puede aspirar a
ser representativa de los usos de los pasados imperiales de antiguo régimen en la
conformación de las memorias históricas atlánticas y europeas. ¿Qué relevancia tienen
en el actual contexto las historias de
las monarquías imperiales atlánticas?, ¿qué
relevancia han tenido en el pasado y qué papel público han ejercido?, ¿es necesaria una
revisión de los relatos, metodologías, fuentes y teorías producidas por las historiografías
de ambos países?, ¿qué análisis historiográficos se han realizado hasta el momento?,
¿qué carencias y qué fortalezas muestran?, ¿son comparables ambas historiografías?,
¿por qué seleccionar estos casos?, ¿sobre qué objetos precisos y sobre qué fundamentos
teórico-metodológicos se puede articular dicha comparación?
Partiremos de una breve justificación que muestre la relevancia de la propuesta de
análisis. En un segundo punto procederemos a realizar un breve estado de la cuestión
que compendie los trabajos que han estudiado la historiografía americanista, imperial y
atlántica de España, Gran Bretaña y las Repúblicas americanas en las últimas décadas.
Una vez analicemos el estado actual de la materia, propondremos líneas de análisis
comparativo, que definan los objetos sobre los cuales se puede construir una historia
conectada de las memorias del imperio en dos casos nacionales que cuentan con
notables diferencias y similitudes.
Justificación: Pensar el Imperio en tiempos globales
Desde el triunfo de las revoluciones liberales, las interpretaciones y reinterpretaciones
del pasado “imperial” americano se han constituido en un campo de intenso debate
ideológico. Durante los últimos doscientos años, los mitos y recuerdos colectivos de
colonias y virreinatos han llenado de contenido diversas disputas políticas, étnicas y
socioeconómicas4. La “herencia colonial”, las pretendidas diferencias “civilizatorias”
Kalypso NICOLAïDIS, Berny SEBE Y Gabrielle MAAS (ed.): Echoes of Empire : Memory, Identity
and Colonial Legacies, International Library of Colonial History, London, IBTauris, 2015.
4
59
entre las dos américas, la pervivencia de comunidades “hispanas” o “anglosajonas”, la
opresión de las etnias y pueblos originarios o las secuelas de la esclavitud, son solo
algunos de los temas que han saltado recurrentemente a la arena pública. En mítines,
celebraciones multitudinarias, foros virtuales o producciones audiovisuales han
desfilado las archiconocidas imágenes de los colonos, conquistadores, “indios”, piratas,
héroes de la independencia, mártires y virreyes5. Todos ellos han sido invocados por
épicas enfrentadas en torno al significado de la invención, conquista, colonización e
independencia de América. Hablamos así de un proceso de largo plazo, en que las
evocaciones narrativas han tenido momentos de distensión y tensión coincidentes con
una serie de ciclos evocativos de los episodios imperiales (1898, 1914, 1976, 1992,
2012).
Las historiografías de las sociedades atlánticas cobran si cabe más vigencia en el
presente contexto, en el cual ciertos países del espacio occidental se encuentran ante
problemas íntimamente relacionados con sus campos de expresión y pensamiento. A las
profundas dificultades a la hora de adecuar el principio de soberanía nacional a la
gobernabilidad de conjuntos heterogéneos que reclaman autonomía política, se unen los
conflictos por la “identidad”. Éstos llevan a un número creciente de colectivos a
cuestionar los relatos hegemónicos y a buscar comunalidades alternativas basadas en
nuevas y viejas narrativas regionalistas, nacionalistas o étnicas6. En este contexto, la
memoria de las monarquías imperiales atlánticas tiende a convertirse en un recurso
narrativo que se pone al servicio de diversos discursos identitarios y políticos.
España y Reino Unido son un buen ejemplo de estas dinámicas. Ambos estados, en su
siempre difícil construcción “nacional”, viven procesos de inestabilidad institucional
que muestran la mala adecuación de las formas constitucionales del Estado-nación
centralizado a su realidad histórica y presente. Las fallas u obsolescencias en sus
sistemas de articulación territorial han producido (y aún producen) síntomas como la
violencia política, el cuestionamiento continuado de la legitimidad institucional o
5
Guido RINGS: La Conquista desbaratada. Identidad y alteridad en la novela, el cine y el teatro
hispánicos contemporáneos, Madrid, Iberoamericana Veuvert, 2010.
6
Felipe GÓMEZ ISA y Susana ARDDANAZ IRIARTE (ed.): La plasmación política de la diversidad
autonomía y participación política indígena en América Latina , Bilbao: Universidad de Deusto, 2011;
Michael KEATING. Nations against the State: The New Politics of Nationalism in Quebec, Catalonia,
and Scotland, New York: Palgrave, 2001.
60
ciertas fracturas en su integración social y lingüística. Ambos países se encuentran
sumergidos en el difícil conflicto que enfrenta a los defensores de una identidad
“española” y “británica” unitaria, frente a quienes reclaman el derecho y ejercicio de
una identidad distintiva y a veces antagónica. Además, ambos han vivido una
problemática inserción en Europa, produciéndose importantes debates históricos entre
su pertenencia a las respectivas comunidades atlánticas y globales disgregadas de las
monarquías imperiales (la Commmonwealth o “Iberoamérica”) o su mayor acercamiento
a Europa y a la comunidad política europea. Asimismo, los dos países viven de manera
muy dramática (como el resto de Europa), problemas vinculados con la “globalización”:
los fenómenos migratorios, la islamofobia, el racismo o la inestabilidad geopolítica.
En relación a esto, en ambos países existe una abierta disputa en torno al significado de
las respectivas historias imperiales: mientras algunos perpetúan su papel “colonialista”
como complementos magnificadores de las respectivas teleologías nacionales o
civilizatorias, otros sostienen que el pasado imperial atlántico no puede interpretarse en
base a ideas basadas en la nacionalidad o el evolucionismo, sino que ofrece un marco
alternativo a partir del cual podemos reflexionar sobre un posible mundo “postnacional”
y genuinamente “postcolonial”7.
Estas dinámicas de pensamiento aluden a un problema más global: el momento de crisis
de la Historia como disciplina científica y como forma de discurso público. En este
marco algunos han diagnosticado la obsolescencia de la aplicación de paradigmas
nacionalistas y colonialistas en la historiografía contemporánea. Desde diversas
posturas críticas se ha afirmado que ésta ha perpetuado en buena medida su papel
decimonónico como generadora de legitimidades y discursos que ponen el pasado al
servicio casi exclusivo de las ideas del Estado-Nación y de la “modernidad” occidental.
Tras los profundos replanteamientos introducidos por el giro lingüístico, la Nueva
Historia Cultural y las críticas postmodernas y postcoloniales, ha surgido una pujante
literatura crítica y deconstruccionista que ha diagnosticado cómo las historias
producidas en los dos últimos siglos no eran meras enunciaciones neutrales y objetivas
7
Pedro PÉREZ HERRERO: Universalización e historia, Madrid: Marcial Pons, 2014; Kathleen
WILSON, A New Imperial History. Culture, Identity and Modernity in Britain and the Empire 16601840, Cambridge, Cambridge University Press, 2004.
61
de los hechos del pasado, sino partes irrenunciables de un proceso intelectual de
pacificación y ordenamiento del mundo8.
Los teóricos “modernistas”
del nacionalismo han indicado ampliamente cómo las
historias nacionales se institucionalizaron y consolidaron en los siglos XIX y XX como
productoras de discursos de identidad. Su misión y vocación fundamental habría sido la
de “inventar” o “imaginar” a las naciones, presentándolas ante el público como
comunidades salvíficas, naturales y eternas que dotaban de legitimidad al modelo
político del Estado-Nación. Autores como Berger o Aguirre Rojas han notado como, a
pesar de las múltiples propuestas teóricas y relatos alternativos que han pugnado con las
narrativas nacionales, éstas conservan un amplio dominio como marcos de
argumentación historiográfica, reproduciéndose bajo nuevas formas y llegando a
aumentar su vigencia global gracias a los procesos de descolonización y atomización
política vividos desde la década de los 609.
Por su parte, las teorías postcoloniales, surgidas al compás del giro lingüístico y el
postestructuralismo de Michelle Foucault, han denunciado que las historias universales
y coloniales europeas fueron concebidas como instrumentos de dominación discursiva
orientados a producir imágenes y categorías que legitimaran y facilitaran el poder
colonial ejercido sobre las sociedades extra-occidentales. Su objetivo esencial habría
sido contribuir al ejercicio de dominio político-cultural colonialista a través de la
organización de sistemas clasificatorios de conocimiento. Así, las historias occidentales
habrían legitimado narrativamente la expansión de occidente, construyendo un “Otro” o
“sujeto colonial” y facilitando el control de su comportamiento y de sus formas de
reproducción social10.
Para la mayoría de estos teóricos, en especial para la escuela de-colonial
latinoamericana y ciertas tendencias postcoloniales surgidas en los EEUU, los
fenómenos de formación de los imperios atlánticos supusieron el inicio del fenómeno de
8
Un buen resumen del proceso lo presenta: Keith JENKINS: Refiguring History: New Thoughts on an
Old Discipline, London, New York, Routledge, 2003.
Stefan BERGER, “Introduction: Towards a Global History of National Historiographies,” en Stefan
BERGER: Writting the Nation: A Global Perspective, Houndmills, Basingstoke, Hampshire, Palgrave
MacMillan, 2007, pp. 1–30; Carlos AGUIRRE ROJAS: Antimanual Del Mal Historiador. O ¿cómo
Hacer Hoy Una Buena Historia Crítica?, Ciudad de México: Contrahistorias, 2006.
10
Para una buena síntesis ver Mabel MORAÑA, Enrique DUSSEL, and Carlos A JÁUREGUI (ed.):
Coloniality at Large : Latin America and the Postcolonial Debate, Durham, NC, London, Duke
University Press, 2008; y el clásico Edward.W,. SAID, Orientalismo, Barcelona, Debolsillo, 2008.
9
62
dominación discursiva de occidente sobre el mundo11. La emergencia de las Américas y
su localización en la geo-cultura occidental habrían dado paso a las lógicas de
“colonialidad” del poder que hoy se perpetuarían en el espacio americano. Bajo estos
presupuestos, la nueva historia de América y del colonialismo debería aspirar a darle
voz a los colectivos que, subyugados por el dominio europeo, resistieron, hibridaron y
negociaron el marco semántico del poder occidental, dándole forma a procesos
históricos alternativos que han permanecido en la subalternidad12.
Otros historiadores del colonialismo, como Frederick Cooper o David Armitage, han
reprochado a los teóricos postcoloniales su caída en los mismos presupuestos
esencialistas y dicotómicos que denuncian. Afirman que la definición vaga y
especulativa que se hace de la “colonialidad” como empresa “Europea” que media entre
1492 y 1970 parte de categorías abstractas y totalizadoras. Éstas partirían de la
dicotomía artificiosa de lo “occidental” y lo “extra-occidental” desenfocando el debate
de los individuos, procesos y actores plurales de las historias clasificadas como
“coloniales” o “imperiales”13. Opinan que las Monarquías Imperiales atlánticas habrían
sido víctimas de un importante anacronismo: ser consideradas desde las mismas
categorías analíticas que los estados imperiales del ciclo colonial contemporáneo sin
tener en cuenta que estaban conformadas por sociedades confesionales y premodernas
de antiguo régimen.
Precisamente, esta doble condición como entidades políticas a-nacionales de gran
envergadura y como sociedades pre-liberales y pre-modernas de antiguo régimen ha
hecho que muchos autores contemplen a las monarquías imperiales como espacios
idóneos de reflexión para una nueva historia transnacional, que se acerque a las
problemáticas actuales fuera del constreñido marco reflexivo del Estado-Nación.
Autores como Lauren Benton o Pedro Cardim
ven en las estructuras políticas y
jurídicas plurales de los Imperios un vehículo para separar la noción de nacionalidad de
David ARMITAGE, “From Colonial History to Postcolonial History: A Turn Too Far?,” The William
and Mary Quarterly. 64, no. 2 (2007), pp. 251–254
12
Walter, MIGNOLO: Local Histories/global Designs : Coloniality, Subaltern Knowledges, and Border
Thinking, Princeton, NJ: Princeton University Press, 2000, pp.7-54.
11
David ARMITAGE: “From Colonial... pp. 251–254; Frederick COOPER: Colonialism in Question.
Theory, Knowledge, History. Berkeley, Los Angeles, London: University of California Press, 2005,
pp.50-112.
13
63
las de soberanía y ciudadanía y para reflexionar sobre los modos de construcción y
articulación de entidades políticas que incluyen en su seno a comunidades étnicamente
diversas14. Otros autores como Sergei Gruzinsky o Seanjay Subrahmanyan afirman
que el estudio de los fenómenos de conectividad en los espacios imperiales durante los
siglos que median entre el XVI y el XIX, pueden ayudar a demostrar la multiplicidad y
especificidad de las conexiones económicas, sociales y políticas a lo largo de la historia
del mundo atlántico, desmintiendo las narrativas teleológicas de la globalización.
Ambos autores hablan de procesos de mundialización que no consistieron en la simple
imposición de un occidente imaginado sobre unas sociedades periféricas, sino en una
serie de procesos de hibridación15.
Este complejo cuadro nos muestra solo la superficie de un debate que, como vemos, es
persistente, relevante y complejo. Las historias de la América colonial y virreinal alteran
los sentidos del pasado en función del presente, y los sentidos del presente en función
del pasado, en un proceso en que los mundos y personajes desaparecidos regresan bajo
formas cambiantes, polisémicas y contestadas. Durante los últimos 30 años son algunos
los autores que se han interesado precisamente por entender los móviles, conceptos y
consecuencias político-ideológicas de estos debates historiográficos. En conjunto han
demostrado cómo un análisis sistemático de las ideas y narrativas históricas que se han
sucedido a lo largo de los últimos siglos es susceptible de enriquecer profundamente el
conocimiento sobre el papel y las potencialidades de la historia de las sociedades
atlánticas pre-liberales. Es posible imaginar nuevas narrativas y teorías a partir de un
conocimiento comparativo y de largo plazo de la historiografía precedente y del propio
pasado de la profesión.
14
Pedro CARDIM ed.: Polycentric Monarchies. How Did Early Modern Spain and Portugal Achieve
and Maintain a Global Hegemony?, Lisboa: Red Columnaria, 2012. Lauren A BENTON and Richard
Jeffrey ROSS: Legal Pluralism and Empires, 1500-1850, New York, New York University Press, 2013.
Sanjay SUBRAHMANYAN: “‘Sobre Comparaciones Y Conexiones: Notas Sobre El Estudio de Los
Imperios Ibéricos de Ultramar.’” en En CHARTIER Y FERÓS, Europa, América y El Nuevo Mundo.
Madrid, Marcial Pons, 2006 , pp. 203–229; Serge GRUZINSKI: Las Cuatro Partes Del Mundo. Historia
de Una Mundialización, México, Fondo de Cultura Económica, 2010.
15
64
La historia de la historiografía imperial y americanista. Desarrollo y tendencias
actuales
La historia de la historiografía y del discurso histórico sobre las Monarquías imperiales
americanas es un campo de muy reciente desarrollo, que solo comienza a tomar cuerpo
a partir de los años 80 del siglo XX. Hasta llegada dicha década, nos encontramos con
una serie de estudios historiográficos en forma de ensayos teórico-metodológicos,
estados de la cuestión o comentarios a recopilaciones bibliográficas, que trataron de
fijar los conceptos, paradigmas y métodos con que operaban o debían de operar las
historiografías coloniales. Desde Rafael Altamira hasta Arthur Percival Newton, los
principales imperial historians y americanistas reflexionaron sobre las obras y autores
que les precedían, de cara a situar el propio trabajo como un eslabón en la larga cadena
de descubrimientos científicos sobre la América colonial. La mayoría de estos autores,
firmes creyentes en la naturaleza acumulativa del conocimiento histórico, no concebían
la posibilidad de estudiar sistemáticamente la producción historiográfica precedente
como algo más que como un ejercicio científico y objetivado que rebelaba los hechos
históricos cada vez con más precisión y desnudez16.
Sin embargo, en el ámbito imperial británico se comenzaría a observar un tímido
quiebre de esta tradición revisionista-positivista a partir de los años 50, en el contexto
de los acelerados procesos de descolonización de Asia, África y Caribe
y de
consiguiente crisis internacional de los idearios colonialistas. Precisamente, la
independencia de las West Indies británicas vería nacer dos obras punteras en la crítica
historiográfica post-imperialista: A Study on the Historiography of the British West
Indies de la guyanesa Elsa V. Gobeia y British Historians and the West Indies de Eric
Williams, natural de Trinidad17. Ambos autores, nacidos en las colonias, habían podido
estudiar Historia y doctorarse en temas de Imperial History en universidades británicas,
para más adelante regresar a sus respectivos países y sumarse a la lucha por la
16
Dos ejemplos entre muchos otros son: Rafael ALTAMIRA: La Huella de España En América,
Salamanca, Universidad de Salamanca, 2008 y Arthur Percival Newton, An Introduction to the Study of
Colonial History, London, Society for Promoting Christian Knowledge, 1919.
17
Eric Eustace WILLIAMS. British Historians and the West Indies, New York: Africana Pub. Corp,
1972; Elsa V. GOVEIA, A study on the historiography of the British West Indies to the end of the
Nineteenth century, Washington, D.C., Howard University Press, 1956.
65
independencia desde la academia y la política18. Sus análisis historiográficos reflejan la
influencia de las ideologías postcoloniales que penetraban en el mundo caribeño de los
50-60 y plantean una verdadera crítica epistemológica de la historiografía británica y
occidental sobre el Caribe, denunciando, en ambos casos, que sus tesis se habían puesto
al servicio de los intereses imperiales, de la segregación racial, de la dependencia
económica y de la limitación de derechos políticos y libertades ciudadanas a los
habitantes de las West Indies. Ambos autores planteaban la necesidad de desterrar el
viejo aparato paradigmático y espacio-temporal que había planteado la Imperial History
Británica y de construir una historia regional y nacional epistemológicamente
independiente, que sirviera como discurso de liberación.
A estas se añadió la obra The Imperial Idea and its enemies. A Study in British Power
de Arthur P. Thornton19. El profesor canadiense, tras contemplar el fin de los
movimientos pro-imperialistas en la Commonwealth, se acercaba al fenómeno de la idea
imperial, presentándola como un constructo narrativo en el cual los historiadores habían
jugado un papel central. Empleando como fuentes los artículos, libros y manuales
escolares de historia, demostraba que la historiografía había puesto su discurso al
servicio de un verdadero imaginario imperialista con presencia en el debate ciudadano y
la opinión pública. Thornton afirmaba que la historiografía profesional, más que como
ejercicio científico y objetivo, había actuado como modeladora de opiniones y
doctrinas, adaptando las ideas imperialistas a sus narraciones a través de un ejercicio
creativo. En el mundo hispanohablante, si bien surgieron posturas de crítica
postcolonialista en la filosofía y la literatura latinoamericana, aún no surgían trabajos
que estudiaran el discurso de la historiografía americanista y el papel jugado por los
historiadores en los sucesivos debates político-ideológicos sobre el colonialismo, la
nación o la comunidad histórica con las Repúblicas de América Latina.
El punto general de inflexión se produciría en los años 80 del Siglo XX. Durante esta
década, los debates desatados por el desgaste de las posturas estructuralistas y de las
teorías “macro” plantearían la necesidad de repensar el papel de la Historia y sus
Eric HIGHMAN: “The British West Indies” , in Winks, R (Ed.) The Oxford History of the British
Empire. Volume V. Historiography, Oxford, Oxford University Press, 1999, pp.134-146.
19
Arthur P. THORNTON: The Imperial Idea and Its Enemies: A Study in British Power, London; New
York: Macmillan , St. Martin’s Press, 1959.
18
66
posibilidades epistemológicas, asentándose como campos específicos de especialización
los estudios sobre el nacionalismo, los análisis narrativistas y las obras de crítica
postcolonial y subalterna20. Todos ellos han tenido un decisivo impacto en la
consideración de las historiografías imperiales y han configurado las diversas posturas
analíticas que han sido adoptadas por quienes la han estudiado durante los últimos 30
años.
En primer lugar podemos distinguir aquellas obras que se han abordado partiendo de los
paradigmas
historiográficos
narrativistas.
encabezadas por Hayden White
Las
llamadas
teorías
narrativistas,
y Frank Ankersmit, han interpretado las obras
históricas como textos que coaligan distintos enunciados sobre el pasado en grandes
conceptos sintetizadores que, a su vez, producen sentidos metafísicos, no equivalentes a
una realidad histórica que es interpretada o imaginada21. La teoría narrativista sostiene
que los textos de historia son fundamentalmente constructos narrativos que articulan
visiones del pasado a partir de la voluntad poética, política e intelectual del autor. Bajo
estos presupuestos de análisis historiográfico algunos han revisitado a los historiadores
americanistas y a los Imperial Historians del pasado, investigando la dimensión
filosófica, representacional y política de sus textos a través del estudio de su estructura
literaria, de sus juegos semánticos y metafóricos y de sus contenidos políticoideológicos.
En esta línea de análisis se han asentado los estudios sobre el nacionalismo
historiográfico, que, siguiendo los paradigmas fijados por Hobsbawn, Anderson o
Berger,
han analizado la historiografía sobre la colonización americana como
componente maestro de las grandes narrativas nacionales, que a su vez habrían estado
orientadas a la producción de referentes míticos y simbólicos legitimadores de las
20
Para una buena síntesis del tema ver: SCHNEIDER and WOOLF (Ed.): The Oxford History of
Historical Writing, Volume 5: Historical Writing since 1945, Oxford University Press, 2011; Ortega
López, Teresa María (ed.), Por una historia global. El debate historiográfico en los últimos tiempos.
Granda, Editorial Aug, 2007 ; Martín GELABERT, “La Historia de La Historiografía En España:
Recepción Y Crisis de Una Disciplina, 1976-2007.” en edited by Francisco ACOSTA RAMÍREZ and
Teresa María ORTEGA LÓPEZ, Por Una Historia Global: El Debate Historiográfico En Los Últimos
Tiempos, Granada; Zaragoza, Editorial Universidad de Granada, PrensasUniversitarias de Zaragoza,
2007.
21
Hayden WHITE: Metahistory. The Historical Imagination in Nineteenth-Century Europe, New York,
The John Hopkins University Press, 1973; Frank ANKERSMIT: Historical Representation, Stanford,
Stanford University Press, 2001.
67
respectivas comunidades imaginadas. En Gran Bretaña, han sido los trabajos de John
Burrow y Michael Bentley los que con más viveza han mostrado el papel jugado por los
relatos sobre el viejo imperio americano en la historiografía whig anglo-céntrica y
nacionalista del XIX22. En sus obras analizan textualmente las grandes historias
románticas de las épocas victoriana e imperialista y concluyen que los imperial
historian decimonónicos (Seeley, Froude, Egerton, etc) volvieron la vista al Imperio
atlántico de los siglos XVI y XVII para construir un relato que lo situaba como punto
histórico de máxima expresión de los valores nacionales y raciales anglosajones
reivindicados por cultura imperialista de fin de siglo:gobierno constitucional y
parlamentario, libertad político-religiosa, autogobierno municipal,
hegemonía
marítima, espíritu comercial, talento bélico, utilitarismo y racionalidad. Otros, como
Jeremy Adelman o Jean-Fréderic Schaub23 han estudiado cómo, en todos los estados
americanos y europeos implicados en las revoluciones atlánticas, los historiadores
construyeron un pasado colonial en términos peyorativos o laudatorios según conviniera
a las variedades narrativas de los distintos proyectos nacionales.
En España, la mayor parte de trabajos que han abordado la producción historiográfica
americanista la han tratado como componente del relato nacional español y como objeto
de disputa imperial-nacionalista24. En este sentido, el estudio más acabado sería el de
Antonio Ferós, que revisa algunas de las grandes obras del americanismo español del
último siglo para concluir que las historias de la conquista, colonización e
independencia de América habrían servido como un espacio de consenso en el relato
colonialista y eurocéntrico del nacionalismo español25. Esta mitología americanista
22
John Wyon BURROW, A Liberal Descent: Victorian Historians and the English Past, Cambridge,
Cambridge University Press, 1983; Michael BENTLEY, Modernizing England’s Past: English
Historiography in the Age of Modernism, 1870-1970, Cambridge, Cambridge University Press, 2005.
Jean Frédéric SCHAUB: “The Imperial question in the History of Ibero-America: the importance of the
long view” en Kalypso NICOLAïDIS, Berny SEBE Y Gabrielle MAAS (ed.): Echoes of Empire :
Memory, Identity and Colonial Legacies, International Library of Colonial History, London, IBTauris,
2015, pp.63-80; Jeremy ADELMAN: “Colonialism and National Histories”, en Christopher SCHMIDTNOWARA, and John M. NIETO PHILLIPS Interpreting Spanish Colonialism : Empires, Nations, and
Legends, University of New Mexico Press, Lancaster, 2005, pp.163-187.
23
24
Tomás, PÉREZ VEJO: España imaginada: historia de la invención de una nación, Madrid, Galaxia
Gutenberg, 2015; Ricardo GARCÍA CÁRCEL: La Construcción de Las Historias de España, Madrid,
Centro de Estudios Hispánicos e Iberoamericanos, 2004.
Antonio FEROS: “Spain and America all is one: historiography of the conquest and colonization of the
Americas and National Mythology in Spain c.1892-c.1992” in Christopher SCHMIDT-NOWARA, and
25
68
habría servido tanto a liberales como a conservadores para reivindicar el carácter
imperial de la nación española, su condición de fuerza civilizadora y su papel como
vanguardia en la empresa expansiva de Europa y Occidente. Asimismo, Isidro
Sepúlveda26,
estudia
el
hispanoamericanismo
como
componente
básico
del
nacionalismo español. Su tesis es que, en los años que van de la Restauración al primer
franquismo, un conjunto de intelectuales, organizaciones e instituciones se dedicaron a
la construcción de una comunidad imaginada que reunió a España con el conjunto de
Repúblicas americanas, otorgándole a esta un puesto de primogenitura bajo la expresión
de “Madre Patria”. En este contexto, él y otros autores como Álvarez Junco o Fernández
Albadalejo han reflejado cómo los historiadores habrían ejercido su papel disciplinar
como colectivo intelectual productor de referentes míticos hispanoamericanistas,
especialmente con el triunfo político del franquismo y el surgimiento de una “Historia
Imperial” de signo nacional-católico27.
Si bien este conjunto de obras han hecho una aportación notable en términos de análisis
discursivo, han tendido a centrarse en exceso en ciertos aspectos parciales del texto,
infravalorando la importancia de los contextos historiográficos de producción y
pensamiento. En este sentido, muchos autores han añadido al análisis narrativista los
aportes epistemológicos y metodológicos del llamado “Giro Contextualista”,
representado principalmente por Quentin Skinner y la nueva historia intelectual28. Estas
corrientes entenderían la obra de historia como un acto de “escritura performativa”,
mediante el cual el autor trata de incidir en su propio presente histórico y comunicar sus
tesis en un contexto argumentativo. Por tanto, la historia, más que como simple
narrativa, aparece como forma racional de pensamiento y el texto histórico como acción
John M. NIETO PHILLIPS Interpreting Spanish Colonialism : Empires, Nations, and Legends,
University of New Mexico Press, Lancaster, 2005, pp.109-136.
26
Sepúlveda, Isidro. El sueño de la Madre Patria. Hispanoamericanismo y Nacionalismo. Fundación
Carolina. Centro de Estudios Hispánicos e Iberoamericanos. Marcial Pons Historia. 2005.
27
José ÁLVAREZ JUNCO, Las Historias de España: Visiones Del Pasado Y Construción de Identidad.,
Madrid, Crítica; Marcial Pons, 2013; Fernández ALBADALEJO, Pablo: “Imperio e identidad:
consideraciones historiográficas sobre el momento imperial español”, SEMATA, Ciencias Sociais e
Humanidades, ISSN 1137-9669, 2011, vol. 23: PP. 131-148.
28
Stefan COLLINI: “The Identity of Intellectual History,” in Richard WATHMORE and Young
BRIAN:A Companion to Intellectual History, Malden Blackwell, 2016; Quentin SKINNER: Lenguaje,
política e historia, Buenos Aires, Universidad Nacional de Quilmes, 2007.
69
comunicativa orientada a expresar las tesis del autor e incidir con ello en el “debate
historiográfico” y en los problemas de su tiempo.
Por lo general, la aplicación de estos paradigmas ha dado lugar a trabajos que emplean
un sólido conjunto de técnicas consistentes en relacionar los relatos y teorías de los
historiadores con sus contextos político-intelectuales y vincular así los cambios en el
discurso historiográfico a los acontecimientos históricos en que suceden. Estos trabajos
incorporan el estudio del desarrollo profesional de la disciplina y del desarrollo
institucional de las corporaciones universitarias y asociaciones de historiadores 29. Todo
ello se pone en relación con el estudio de los mismos autores, definiendo sus perfiles
profesionales, su formación, sus redes académicas, sus viajes, sus militancias políticas y
sus orientaciones ideológicas.
En este sentido, destaca la obra Empire and History writting in Britain en que Joanna
De Groot problematiza la relación entre las historias nacionales e imperiales escritas en
Gran Bretaña, mostrando que éstas fueron y son mutuamente constitutivas, como partes
de un discurso cambiante que ha girado sobre la compleja ecuación formada por la
colonialidad, la modernidad y el nacionalismo30. Desde una perspectiva postcolonial, la
autora refleja como la historiografía imperial británica se desarrolla en un largo proceso
histórico (1750-2012) como resultado de actividades, imaginarios e ideas que nacen
fruto de las reflexiones suscitadas por las conexiones imperiales de Gran Bretaña con
las West Indies, América, África y Asia. De Groot participa de las teorías asentadas por
J.P. Marshall31, Eric Highman32 y Stephen Foster33 en el volumen “Historiography” de
la Oxford History of the British Empire. Éstos subrayan la implicación activa de los
historiadores de la América colonial en los debates contemporáneos sobre el Estado, la
nación, la raza, la civilización y la ciudadanía imperial, todos ellos suscitados por la
actualidad política del Segundo Imperio y más tarde por los fenómenos de
29
Un buen ejemplo de esta metodología Ignacio PEIRÓ MARTÍN: Historiadores En España: Historia de
la Historia y Memoria de la profesión, Zaragoza, Prensas de la Universidad de Zaragoza, 2013.
30
Joanna DE GROOT: Empire and History Writing in Britain, c.1750-2012, Manchester, Manchester
University Press, 2013.
Peter James MARSHALL: “The First British Empire”, Winks, R (Ed.) The Oxford History of the
British Empire. Volume V, Historiography. Oxford, Oxford University Press, 1999. pp. 44-54
32
Stephen FOSTER: “British North America in the Seventeenth and Eighteenth Centuries”, in Winks, R
(Ed.) The Oxford History of the British Empire. Volume V. Historiography, Oxford, Oxford University
Press, 1999, pp.134-146.
33
Highman, Eric, “The British West Indies… pp.134-146.
31
70
descolonización y globalización. En este sentido, David McIntyre alcanza un grado
mayor de concreción, demostrando como los historiadores imperiales británicos fueron
los principales autores intelectuales del frustrado proyecto imperialista de la “British
Commonwealth of Nations”34. A éste se añade el trabajo de Theodore Koditschek
examina los modos en que las agendas políticas imperiales determinaban la escritura de
historia en la Gran Bretaña del Siglo XIX y su Imperio contemporáneo analizando las
obras y papeles personales de un curtido grupo de Imperial Historians. Según éste, los
historiadores del periodo estaban insertos en tupidas redes imperiales e internacionales
que les vinculaban con el mundo de la política35. Los historiadores ejercerían como
genuinos activistas: sus relatos sobre el pasado imperial americano habrían estado
orientados a servir como soporte argumentativo a diversos proyectos políticos como, en
este caso, la confederación sobre una nueva base democrática de todos los territorios
anglosajones del Imperio. Parecido ejercicio realiza Bernard Baylin, que estudia el
nacimiento de la “Historia Atlántica” como paradigma historiográfico y campo
disciplinar. relacionándolo íntimamente con la implicación de los historiadores en el
proceso de conformación de la OTAN y de reivindicación de la civilización occidental
frente al comunismo36.
Para el caso español, si bien el interés suscitado por la temática es menor, ha habido un
desarrollo relevante de este tipo de análisis historiográficos. En este sentido, han
surgido un buen número de obras que han estudiado el desarrollo paralelo de una
estructura institucional que amparaba y fomentaba el americanismo español y de una
serie de imaginarios históricos sobre América Latina que habrían incidido en las
percepciones públicas y en las políticas nacionales e internacionales de España hacia la
región37. Algunos trabajos han tomado un enfoque biográfico, en que se ha analizado el
William McIntyreThe Britannic Vision : Historians and the Making of the British Commonwealth of
Nations, 1907-48 / W. David McIntyre. Basingstoke: Palgrave Macmillan, 2009.
34
Theodore KODITSCHEK: Liberalism, Imperialism and the Historical Imagination : Nineteenth
Century Visions of Great Britain, Cambridge, Cambridge University Press, 2011.
35
36
Bernard, BAILYN: The Atlantic History. Concept and Contours. Cambridge, London, 2005.
37
Ejemplos son:,Monserrat HUGUET y Pedro PÉREZ HERRERO (ed.): La formación de la imagen de
América Latina en España: 1898-1989, Madrid , Organización de Estados Iberoamericanos para la
Educación, la Ciencia y la Cultura, 1992; Lorenzo DELGADO-GOMEZ ESCALONILLA: Imperio de
papel: acción cultural y política exterior durante el primer franquismo, Madrid, Consejo Superior de
Investigaciones Científicas, 1992.
71
periplo vital de los primeros historiadores americanistas, tratando de poner en relación
sus viajes, sus prácticas académicas y sus militancias políticas con su producción
historiográfica. En un nivel más amplio, Pedro Pérez Herrero38 ha estudiado a las
publicaciones americanistas españolas como indicadoras del periodo de afianzamiento
de una “imagen hispanista” de América Latina entre 1935 y 1963. A través de una
categorización de las obras historiográficas que atiende a sus tendencias metodológicas,
a su empleo de las fuentes y a sus contenidos, el autor realiza un análisis cuantitativo en
que concluye que la imagen imperialista, paternalista y nacionalista de América que hoy
permanece en el imaginario colectivo fue construida como parte del proyecto político
del franquismo.
A estos se ha añadido el amplio trabajo de Palmira Vélez, que estudia el nacimiento del
americanismo historiográfico, su desarrollo durante el periodo político de la
Restauración y su consolidación en la universidad española de las tres primeras décadas
del Siglo XX39. Vélez emprende con éxito un análisis del discurso y la práctica
profesional de la historiografía americanista española centrándose en los perfiles
profesionales de los autores, en su participación activa como polígrafos, publicistas y
oradores en las campañas de divulgación y discusión del hispanoamericanismo y en sus
viajes atlánticos. Un detallado análisis de las cátedras, asociaciones, celebraciones,
centros de estudio, actos académicos, editoriales y espacios de debate que se
constituyeron en el soporte del americanismo historiográfico, nos remite a un universo
similar al de los Imperial Historians, en que los usos del pasado imperial estaban
íntimamente vinculados con el devenir de las comunidades nacionales y atlánticas
contemporáneas. En este mismo marco de análisis aparece la investigación de
Christopher Schmidt-Nowara40, que estudia comparadamente cómo la imaginación
histórica sobre el imperio americano de antiguo régimen fue instrumentalizada por los
intelectuales y políticos de España, Cuba, Puerto Rico y Filipinas en el marco de los
38
Pedro PEREZ HERRERO y Nuria TABANERA (eds.): España/América Latina: un siglo de políticas
culturales. Madrid: AIETI/SINTESIS, 1993. pp. 57-88.
39
Palmira VÉLEZ: La Historiografía Americanista En España, 1755-1936, Madrid, Frankfurt am Main,
Iberoamericana; Vervuert, 2007.
40
Christopher, SCHMIDT-NOWARA: The Conquest of History: Spanish Colonialism and National
Histories in the Nineteenth Century, Pittsburgh, University of Pittsburgh Press, 2006.
72
conflictos coloniales del XIX. El autor, analizando las políticas de la memoria en
España y el Caribe y las obras y prácticas de los principales historiadores del periodo,
muestra cómo las complejidades políticas del conflicto por la autonomía, la
independencia o el fin de la esclavitud en las Antillas, le dieron contenido y sentido
performativo a la escritura histórica de este tiempo. Entre la “España Ultramarina”
reivindicada por los historiadores unionistas como parte integral de la nación española y
las culturas autóctonas y precolombinas invocadas por parte de los patriotas de las
colonias, mediaban interpretaciones enfrentadas del viejo mundo imperial. En una
lectura comparada y de alcance atlántico, Nowara nos muestra cómo el poder de narrar
residía en la producción historiográfica de identificaciones nacionales y otredades
colonialistas que jugaron un importante papel en la arena política del expirante imperio
colonial español.
A estas tendencias de análisis historiográfico se ha sumado una última conformada por
un conjunto de obras eminentemente teoréticas que, dejando a un lado la estructura
narrativa de los relatos, han abordado a la historiografía americanista e imperialista
como ejercicio racional de recuperación argumentativa del pasado, centrándose en
analizar las teorías en lugar de en las narrativas o los contextos. En esta línea destacan
una serie de trabajos que han partido de las nociones de “colonialismo” e “imperio”.
Poniendo en común de la puesta en común una serie de trabajos históricos previos sobre
los estados y sociedades “coloniales” de la historia universal, han tratado de construir
una teoría general que sirviera para caracterizar a grandes rasgos las estructuras legales,
las jerarquías sociales y culturales y las dinámicas económicas de los imperios, entre
ellos de los atlánticos41. De corte marcadamente objetivista, estas lecturas suelen
incurrir en generalizaciones sujetas a nociones categóricas de la colonialidad, sin
atender a los casos particulares. Otra línea la constituyen un conjunto de obras surgidas
en los últimos años que, a partir de ejercicio de historiografía retrospectiva, se dedican a
denunciar los excesos colonialistas de la Old Imperial History y a defender y definir las
bases teórico-metodológicas de la New Imperial History, basada en la aplicación de los
presupuestos de la nueva historia cultural y de las teorías postcolonialidad y la
41
Ejemplos por excelencia son: Jürgen OSTERHAMMEL: Colonialism: a theoretical overview,
Princeton, Kingston: M. Wiener, Ian Randle Publishers, 1997 y Alejandro COLAS: Imperio, Madrid,
Alianza Editorial, 2009.
73
subalternidad42. Más profunda es la perspectiva que nos abre el análisis de Simon
Potter43 que ha reflejado los procesos de debate teorético e intelectual que han ocupado
a la historiografía sobre el segundo imperio británico durante el último siglo y medio. El
autor reconstruye las grandes preguntas de la disciplina y pone en diálogo las respuestas
diversas alcanzadas por las sucesivas investigaciones historiográficas. Su tesis es que, si
bien han existido evidentes motivaciones políticas en la historia imperial, ésta ha
producido un verdadero y creciente conocimiento sobre el imperio victoriano y sus
sociedades que se ha concretado en una serie de teorías articuladas a través de un
diálogo sistemático con los vestigios documentales del mundo colonial. Llama la
atención que este último enfoque no haya sido aplicado para analizar las teorías de la
historia atlántica en Gran Bretaña ni mucho menos en el estudio del americanismo
español.
Propuestas para una nueva historia comparada
Tras este breve repaso de las obras, paradigmas y corrientes más relevantes sobre la
materia estamos en disposición de indicar las posibilidades analíticas que aún estarían
por abrirse o por profundizarse para alcanzar un entendimiento amplio de los usos del
pasado imperial en España y Gran Bretaña. En primer lugar, es evidente la necesidad de
enfoques comparados que trasciendan los marcos nacionales y muestren las redes e
intertextualidades transnacionales que operaban en la escritura de las historias
imperiales y americanistas. Además, dentro de un marco comparativo se muestra la
importancia de integrar con mayor fluidez los modos de análisis narrativista,
contextualista, conceptual y teorético en estudios únicos; de adoptar perspectivas de
largo plazo que vayan más allá de los periodos imperialista y franquista, conectando los
debates pasados con los actuales (cosa que solo realizan con éxito y profundidad De
Groot y Porter); también de evitar las nociones excesivamente simplistas en que se
contempla el discurso historiográfico como un todo homogéneo e incorporar al análisis
los enfrentamientos, disputas y relatos contra-hegemónicos que surgieron en el seno de
42
Wilson, K. A New Imperial History...; Andrew S.THOMPSON: Writing Imperial Histories,
Manchester, Manchester University Press, 2013; Athena SYRIATOU: “National, Imperial, Colonial and
the Political: British Imperial Histories and their Descendants”. Historein V.12. 2012, pp.54-106.
43
Simon James POTTER: British Imperial History, London, Palgrave, 2015.
74
la imaginación histórica imperial y americanista. Partiendo de estas premisas podemos a
detallar brevemente una propuesta de análisis comparado para los casos español y
británico:
Entendemos que un ejercicio de este tipo puede combinar los rudimentos de una
comparación clásica sobre dos fenómenos de pensamiento encuadrados nacionalmente,
con las nuevas teorías de las transferencias culturales de Michael Werner, Michel
Espagne44. En este sentido, se puede partir de un estudio de ambas historiografías a
través de una conceptualización de las similitudes, diferencias y conexiones entre
ambos casos. En el terreno de las similitudes podemos partir de una definición paralela
de los objetos de estudio, de la complementariedad de los casos nacionales y de las
disciplinas analizables y de una cierta sincronía temporal:
A partir de las obras analizadas en el estado de la cuestión es posible partir de la
definición integradora de un objeto de estudio operativo para ambos casos: proponemos
partir de la noción “pensamiento historiográfico”. Entendemos el “pensamiento
historiográfico” como un ejercicio intelectual que incluye la labor epistemológica de
diálogo con las fuentes, la aplicación de métodos y estrategias de conocimiento, la
construcción retórica de teorías y conceptos coligatorios y la enunciación narrativa y
teórica de los mismos en forma de discursos y textos históricos con voluntad
performativa y propositiva. Partir de este concepto posibilitaría la construcción de una
historia intelectual de la historiografía americanista, imperial y atlántica que analizase
como un todo relacionado el contenido narrativo y teórico de los textos y que los situara
en relación con los contextos académicos, globales, coloniales y nacionales que se
suceden en el largo plazo, sondeando los cambios y permanencias en los conceptos y
discursos de la comunidad de autores, entendida como colectivo de individuos que
construyen textos en el marco de una relación discursiva.
Asimismo, entendemos que los casos de España y Gran Bretaña son similares en cuanto
a su condición de espacios nacionales herederos (en la misma medida exacta que sus
contrapartes americanas) de sendas Monarquías Atlánticas. En ambos países se
conformaron
comunidades
historiográficas
44
institucionalizadas
y
conectadas
Michel ESPAGNE, 'Sur les limites du comparatisme en histoire culturelle'. Genese 17, 1994, pp. 11221
75
intertextualmente que articularon debates muy activos en torno a las significaciones
históricas de los viejos imperios americanos. Estudiamos dichos discursos en los
“espacios metropolitanos” entendiendo que el fenómeno de evocación historiográfica
del “mundo colonial”
(o de alguna de sus dimensiones) ha recibido mucha más
atención en los países americanos, por parte de los estudiosos que han abordado el papel
del periodo “colonial” en los relatos nacionalistas y en las retóricas de las minorías
afrodescendientes e indígenas. Se ha olvidado en buena medida que España y Gran
Bretaña también se transformaron al compás de los sucesos imperiales y que eso ha
tenido un poderoso reflejo en su tradición historiográfica.
En ambos casos, la conformación y el desarrollo de un pensamiento historiográfico
americanista estuvo fuertemente ligado al desarrollo de instituciones y espacios de
debate vinculados a los aparatos estatales respectivos, que se conformaron en las
disciplinas académicas del americanismo historiográfico y la Imperial History. Aquí
son evidentes las posibilidades de aplicar la teoría postcolonial para valorar si ambas
disciplinas llegaron efectivamente a disciplinar los discursos históricos americanistas o
si por el contrario primó la individualidad interpretativa de los autores. En este sentido
es posible seguir la teoría de las transferencias culturales y reconstruir análogamente los
vínculos profesionales, ideológicos e intertextuales que conectaban a ambas
comunidades historiográficas con los pensadores y fenómenos europeos y americanos,
deconstruyendo así la idea de comunidades nacionales cerradas y abriendo la puerta a la
reconstrucción de las redes que vinculaban los imaginarios históricos de toda la
comunidad atlántica.
En el apartado de los campos disciplinares, surge, sin embargo, un nuevo problema: en
la tradición historiográfica anglosajona, como hemos indicado, las obras sobre la
América colonial se encuadran en la Imperial History, un campo de reflexión que
abarcaría toda la experiencia colonial británica desde 1607 hasta 1997. A este respecto
ya hemos indicado que se puede notar una absoluta marginalidad cuantitativa y
cualitativa de los estudios del Imperio americano de antiguo régimen con respecto a los
del imperio colonial de los siglos XIX y XX. Los estudios sobre la historiografía
imperial en muchas ocasiones excluyen las historias de América y las West Indies como
objetos de estudio, centrándose en las producciones sobre el segundo imperio. Creemos
que las historias de las trece colonias y las indias occidentales han servido a la
76
construcción de imaginarios y argumentaciones históricas relacionadas pero diferentes
de las producidas por los que historiaron a la India o las colonias africanas. En este
sentido la comparación de los relatos propiamente americanistas en España y Gran
Bretaña abre también posibilidades de profundizar en la comprensión de campos poco
explorados a nivel nacional, como poco explorado está el periodo que va más allá de los
años 60 en ambos países.
Además, también es posible observar algunos puntos comunes en las temporalidades
múltiples que determinaron la construcción del discurso histórico: en ambos países
coinciden muchos de los procesos de profesionalización historiográfica, penetración de
corrientes ideológicas e influencia de grandes ciclos y fenómenos internacionales como
el momento de 1898, las guerras mundiales (con la civil como preámbulo), la
descolonización, la incorporación en la OTAN y la UE y un largo etc.
En este punto, sin embargo, también se pueden indicar profundas diferencias entre los
casos susceptibles enriquecer sustancialmente el ejercicio de la comparación. En primer
lugar, mientras las reflexiones de los historiadores británicos se realizaron hasta los años
70 en el marco de un Segundo Imperio cuyos problemas político-constitucionales y
culturales se pensaban a través del primer imperio, España era una “potencia” colonial
modestísima tras 1898 que más bien buscaba articular una relación preferente con
América Latina. Otra importante diferencia han sido los procesos históricos
contemporáneos de las “excolonias”: mientras muchos historiadores británicos miraban
con una mezcla de orgullo y resentimiento como su gran “excolonia” se convertía en la
primera potencia mundial, los autores hispanistas veían como las repúblicas de América
Latina vivían sumergidas en problemas muy parecidos a los de la propia comunidad
nacional. Estas nociones “geoculturales” tendrán, como veremos, gran influencia en los
relatos construidos.
A estas diferencias se añade la diacronía en muchos ciclos
políticos: mientras que Gran Bretaña entra en 1945 en un ciclo de democratización,
España vive desde el 39, cuarenta años de dictadura que tienen gran influencia en el
desarrollo de su pensamiento historiográfico. Figuras como el exiliado, por ejemplo, son
propias del caso español.
Como vemos, la comparación entre ambos universos historiográficos es pertinente,
posible y necesaria, más cuando estos se han hecho constantes referencias y acusaciones
cruzadas sin llegar nunca a integrarse ni a constituirse en una comunidad de
77
conocimiento. Es posible preguntarle a las viejas y nuevas historias de América qué
papel han jugado los historiadores a lo largo de los últimos siglos y cómo puede servir
la memoria de las Monarquías atlánticas y sus diversas, móviles y cambiantes
sociedades a pensar nuestra problemática contemporaneidad.
78
La semana de la infancia de 1936 y 2016
Cristina Escrivá Moscardó
Víctor E. Benavides Escrivá
Grupo de Investigación GIACIO, Valencia
Introducción
Corazón y armas en vela
preparan otra justicia,
otra vida y otra tierra
sin hambres, sin niños tristes,
sin tormentas y sin guerras.
¡Alegraos y cantad,
niños; niños; no haya pena!
“Los niños de la guerra”
César M. Arconada1
Escribir de la memoria de lo perdido no es fácil, ochenta años después de la primera
fiesta laica dirigida a la infancia, organizada desde un gobierno que padecía una guerra,
queriendo favorecer a la infancia evacuada.
El texto elaborado, sumando diferentes fuentes, no ha podido beneficiarse de
testimonios directos de esa época. Planteamos un trabajo sobre lo que fue una realidad
centrándonos en primer lugar en contar los antecedentes; quien participó en la
organización de la Semana de la Infancia –también llamada Semana del Niño– de 1937
y la descripción de la cabalgata con la que finalizaron los actos. En una segunda parte
hablaremos de la “Setmana de la Infància” desarrollada entre los meses de diciembre de
2015 y enero de 2016, sus actividades y la cabalgata “Festa de la Infantesa”, que salió a
1
César M. ARCONADA: “Los niños de la guerra” Facetas de actualidad española, 9 (1938), p. 14.
79
Universidad de Castilla~La Mancha
Departamento de Historia. Área de Historia Contemporánea
Edificio Benjamín Palencia | Campus Universitario s/n | 02071 Albacete
Email: [email protected] | www.ahistcon.org |
la calle el 3 de en enero y, por último, trataremos el despropósito desencadenado tras la
conclusión de los actos, con acciones desproporcionadas por parte de la derecha
política, ayudada y autoalimentada por algunos medios de comunicación.
Buscando antecedentes sobre cabalgatas dedicadas a la infancia en las grandes
ciudades de España, con connotaciones religiosas, éstas se remontan a principios del
siglo XX. Aunque hay que recordar que la celebración de la Cabalgata de Reyes de
Alcoy (Alicante), es del año 1885.2 La primera cabalgata laica dedicada a los niños y
niñas en España fue realizada en Valencia en 1937.
En 1932 en Francia surgió la idea de la caravana juvenil. Previamente se
constituyó un Comité Nacional de la Infancia que tenía como finalidad “agrupar
íntimamente cuantas obras e instituciones se dediquen a la protección de la infancia y de
la maternidad”.3 La conveniencia de esa solidaridad dio origen a organizar, con la
autorización y apoyo de los poderes públicos, una Semana de la Infancia, a fin de crear
un movimiento de opinión favorable. Los ideales de la Caravana Juvenil, compuesta por
todos los niños y niñas de todas las naciones, entre las edades de seis a quince años,
tenía el propósito que la juventud supiera “que el mundo es un solo hogar y que los
seres humanos son miembros de una familia”, así, la New History Society (New York),
con fecha 25 de octubre de 1934, establece la Caravana Juvenil y con tal motivo
“solicita la ayuda de todos los que estén interesados en educar a los niños desde un
punto de vista universal.4
La intención de esa caravana no pudo ser más loable, al igual que la cabalgata
iniciada durante la Guerra Civil y la realizada en el año 2016, auspiciada por la
“Societat Coral el Micalet” de Valencia, inspirada en la realizada en 1937.
Ese año se certifica su celebración, de forma ininterrumpida, hasta la actualidad. Daniel MOLTÓ: “Las
diez claves de la Cabalgata de Reyes más antigua de España”, El Mundo, 5 de enero de 2016. Recuperado
de
internet
(http://www.elmundo.es/comunidadvalenciana/2016/01/05/568264b646163f9f3c8b45d7.html).
3
M. BOUTIER: “La semana de la infancia en Francia”, Revista de Pedagogía, 162 (junio 1935), p. 269.
4
s.a.:“La caravana juvenil”, Revista de Pedagogía, 162 (junio 1935), p. 271.
2
80
La historia nos precede
Desde el verano de 1936, de acuerdo con la evolución de los frentes y la conquista
gradual de territorios leales por el ejército franquista, se produjo una masiva evacuación
hacia la retaguardia republicana. Para atender el problema central de la evacuación de
niños y niñas se estableció desde el estado un organismo: la Delegación Central de
Colonias dependiente de la Dirección General de Primera Enseñanza. Después una
Delegación Española para la Infancia Evacuada, y por último un Consejo Nacional de la
Infancia Evacuada y sus diversas delegaciones. Las variaciones en la denominación y
función fueron causadas por la evolución de la guerra. Los escolares emprendieron viaje
hacia la seguridad que representaba salir de los frentes bélicos. Niños y niñas, en
tránsito, llegaron a su destino distribuyéndose en familias siendo acogidos
mayoritariamente entre los habitantes de pueblos del cinturón de las ciudades, que
previamente habían difundido bandos desde los Consejos municipales anunciando la
llegada de los pequeños visitantes. Después, donde la viabilidad fue posible, se
instalaron Colonias escolares permanentes.5
Durante los años de la guerra, la festividad navideña se sustituyó por diferentes
actividades que llegaban a su culminación los primeros días de enero con la Fiesta del
Niño. Una celebración laica que generó entusiasmo por su significado. “Son los hijos
del hombre que alegran la vida”, subraya un artículo de La Vanguardia.6 En el texto
encontramos el consejo de no regalar juguetes bélicos, “La asignatura de Historia es una
loa continua a los generales que hicieron a la patria grande asesinando hombres de otras
razas y nacionalidades”. Añadiendo que esa educación “canibalesca” se completaba
desde el hogar, entre otras cosas, con la compra de juguetes de carácter guerrero. “No
acostumbremos a la infancia al uso de las armas mortíferas”, se subrayaba. Y es en
España durante la Guerra Civil cuando el mundo alrededor del juguete se plantea el
valor de la coeducación y el pacifismo.
Varios ilustradores diseñaron carteles de la Semana de la Infancia, entre ellos
SIM, Rabal, Vicente Ballester y Moliné, etc. El Ministerio de Instrucción Pública
también encargó al tipógrafo de origen polaco Mauricio Amster carteles publicitarios
5
Cristina ESCRIVÁ MOSCARDÓ: De las negras bombas a las doradas naranjas. Colonias escolares
1936-1939, Valencia, L’Eixam, 2011, pp. 53-70.
6
s.a.: La Vanguardia, 2 de enero, 1937, p. 3.
81
sobre la Fiesta del Niño. Así mismo, la productora Cifesa realizó un documental con el
mismo título “La Fiesta del Niño”.7 La propaganda en ese sentido surtió efectos y se
programaron cientos de actos para dar alegría a la infancia, mientras se inculcaban
nuevos hábitos. La organización Juventudes Libertarias editó el cartel ¡No envenenéis a
la infancia!, realizado por el artista asentado en Valencia Francisco Carreño Prieto, con
el dibujo de la cara asustada de un niño delante de camisas de varios colores,
simbolizando las organizaciones antifascistas. La idea central era reclamar la necesidad
de dejar al margen de la política a la infancia. Un propósito que no siempre se cumplió,
ya que la utilización de la imagen de niños y niñas fue un recurso muy utilizado en la
propaganda. Uno de los ámbitos al que se prestó más atención fue la denuncia de los
bombardeos aéreos sobre la retaguardia, donde estaban refugiados miles de niños y
niñas, que sufrieron y murieron en ellos.
En la revista editada en Londres The War in Spain
se aporta como cifra
aproximada 685 ciudadanos fallecidos, 1.330 heridos y 1.634 edificios destruidos en la
ciudad de Valencia.8 Las últimas investigaciones sobre los bombardeos que padecieron
los municipios valencianos dan el resultado de 1.850 muertos civiles identificados, y
otros muchos sin identificar, en su mayoría mujeres, niños y ancianos. Las incursiones
aéreas fueron realizadas por la Aviación Legionaria Italiana enviadas a Franco por
Benito Mussolini, que tenían su base en Mallorca, y que bombardearon repetidamente
núcleos urbanos sin valor militar como la ciudad de Valencia. Los motivos los expresa
fríamente una anotación del diario personal del conde Galeano Ciano, yerno de
Mussolini y ministro de Exteriores de la Italia fascista que, el 26 de agosto de 1937,
ordena bombardear Valencia “para aterrorizar al enemigo”.9
La infancia tenía que ser feliz, y los niños y niñas eran prioritarios para el
gobierno republicano. Ese era el mensaje. Para todos ellos, y en especial para los que
estaban alejados del hogar, se tenía que mitigar el dolor que suponía estar lejos de la
familia, creando un ambiente de verdadera hermandad. Así, durante la Fiesta del Niño,
“La fiesta del niño” (1937). Cifesa. Acrónimo de Compañía Industrial del Film. Español, S.A., que se
constituyó en Valencia el 15 de marzo de 1932.
8
s. a.: The War in Spain, 5 de noviembre de 1938, p. 167.
9
Más información sobre los bombardeos en: Rafael ARACIL y Joan VILLARROYA: El País Valencià
sota les bombes, 1936-1939, Valencia, PUV, 2010.
7
82
que sustituía a “la arcaica fiesta de los Reyes Magos” 10 se realizaron festivales y
actividades infantiles, patrocinadas por el Ministerio de Instrucción Pública, que abrió
una cuenta para recibir aportaciones económicas para tan loable fin: “El Ministerio de
Instrucción Pública ha recibido los siguientes donativos para la Semana del Niño,
algunos verdaderamente cuantiosos…” se publicitaba en los medios de comunicación.
Información lanzada a la publicidad por el gobierno de la República y las entidades
sindicales y políticas cuyos carteles también adornaban las paredes, con una mezcla de
color festiva.
Para los hijos del pueblo los regalos eran muy limitados y según la clase social la
diferencia era inmensa. Como apuntaba el lema de uno de los varios carteles de
propaganda, en este caso de un cartel FETE-UGT, “Los juguetes son el sueño de los
niños”, y esos niños y niñas que anteriormente a la guerra veían solamente los juguetes
desde los escaparates, ahora podrían disfrutar al tenerlos entre sus manos.
Apelando a la ayuda económica de la solidaridad desde organizaciones
antifascistas, se hacían colectas: “Las afiliadas y afiliados de la Federación Española de
la Enseñanza, se preocupan de llevar a cabo la iniciativa de la Semana del Niño, en
Madrid en unión de la Alianza de Intelectuales Antifascistas, del Socorro Rojo
Internacional y tantas otras, oficiales y particulares, efectúan colectas por las calles
madrileñas para la Semana del Niño”.11
Se emitieron cuñas de radio, en términos que apelaban a la ayuda económica
necesaria para sufragar juguetes y regalos, con discursos como el siguiente, fechado el
17 de diciembre de 1937: “Estimados camaradas, llega la Fiesta del Niño. Del 1 al 15 de
enero [de 1938] todos los niños desvalidos sentirán la tierna caricia de las personas de
buen corazón ¡Hermosa fiesta! Es en estos momentos de tragedia cuando se posa sobre
sus cuerpecitos la garra de la desgracia. Pero ellos en su inocencia creen en vuestra
bondad y sonríen ante la esperanza alentadora de un juguete que los haga felices. ¡Os
llaman los niños! […] ¡Pensad en los niños! Sed grandes yendo con vuestro donativo a
mitigar su dolor. Sed fuertes, dignos y elevados prestando el concurso de vuestra
solidaridad a los niños necesitados. […]”.12
10
s. a.: Crónica, 27 de diciembre de 1936, p. 9.
s. a.: La Vanguardia, 9 de enero, 1937, p. 3.
12
RS/150. Archivo Municipal de Xàtiva (Valencia).
11
83
Juguetes que, con las nuevas directrices, tenían que ser coeducativos. La noticia
de la preocupación del gobierno hacia la orientación pacífica de los juguetes traspasó la
frontera. La revista cubana Facetas de actualidad española, se hizo eco a través la
columna de “El comentario del día”, Baltasar Pagés: “Una de las grandes
preocupaciones actuales de la República Española, radica en el afán nobilísimo de alejar
de la mente de la infancia el horror de la guerra. Borrar de los entendimientos en
formación las pinceladas sombrías y trágicas de los sucesos horribles y sangrantes que
la lucha en armas, feroz e implacable, les haya trazado. Para ello las organizaciones de
propaganda civil realizan notables esfuerzos. Uno de ellos se encauza hacia la provisión
de juguetes. Un niño que sacie sus necesidades de movilidad y pensamiento con amena
distracción, se distanciaría de la espantable realidad circundante. A este efecto todos los
artificios recreativos que presenten apariencias o signos de belicosidad, deben de ser
rechazados. Nada que induzca o recuerde motivos de destrucción pueden ser,
lícitamente, honradamente, puesto en manos de los seres inocentes que comienzan a
abrir los ojos del alma a la vida”.13
Niños y niñas sabían que para ganar había que vencer y vencer en una guerra es
destruir al contrario, eliminarlo, matarlo. Es por ello que se intentaba compensar esa
situación, aunque los resultados no siembre eran los deseados por mujeres y hombres
educadores y pedagogos. Lo cierto es que desde varias instituciones se intentó que esa
dinámica cambiara. Por ejemplo con la realización de juguetes educativos en talleres
colectivos o por escolares como los que realizaron los alumnos del Instituto Escuela de
Valencia construyendo más de 1.000 juguetes “para los hijos de los combatientes
antifascistas”.14
Las fotografías realizadas en las Colonias escolares por el alemán Walter Reuter,
para el Ministerio de Instrucción Pública, muestran a colonos y colonas en espacios al
aire libre, individualmente o con compañeros y compañeras, indistintamente jugando
con muñecas, camiones, trenes y otros juegos colectivos, dejando las actividades
grupales educativas, ajedrez, recortables, rompecabezas, para momentos de menos
intensidad, en los porches o en el interior de las colonias. Imágenes que trasmiten la
Baltasar PAGÉS CUBINYA: “El comentario del día”. Facetas de actualidad española, 9 (1938), p.
50.
14
Vicente VIDAL CORELLA: “Los niños valencianos alumnos del Instituto Escuela han construido
juguetes para los hijos de los combatientes que defienden la causa del pueblo”, Crónica, 375 (1937), p. 9.
13
84
idea de la coeducación a través del juego.15
Además de las fotografías publicitarias y fotomontajes, utilizados genéricamente
como trasmisión del cambio educativo, para publicitar la Fiesta del Niño se editaron
también tarjetas, sellos y postales con imágenes amables. Una de las más bellas es de la
autoría de Wila (Vicente Vila Gimeno). Desterrados los Reyes Magos, la postal lleva
impresa el nombre del destinatario Jesús Hernández, ministro de Instrucción Pública. El
resto de la tarjeta está en blanco, exceptuando las líneas pautadas, donde la infancia
tenía que escribir sus ilusiones o, una vez recibidos los obsequios, agradecerlos por
medio de unas palabras.
Las variadas actividades encaminadas a hacer olvidar los horrores de la guerra a
los ciudadanos más inocentes fueron: festivales, conciertos, veladas de humor, teatro y
cine infantil, payasos, títeres, etc. Todas ellas eran gratuitas. La Semana de la Infancia
concluyó en Valencia el día 10 de enero de 1937 con una cabalgata denominada Fiesta
del Niño, organizada por el Ateneo Popular –Ateneo Mercantil– con la ayuda de todas
las organizaciones antifascistas además de la colaboración entusiasta de artistas
plásticos y los consejos municipales del entorno de la ciudad de Valencia.
Esta actividad tiene unas raíces claras en el gobierno republicano que, en guerra
contra el fascismo, fue el primero en el mundo en entender que la infancia era la gran
víctima de los conflictos y por ello había que protegerlos, como promulgaba la
Declaración de Ginebra sobre los Derechos del Niño de 1924, que incluía la
responsabilidad de los adultos sobre su bienestar.
La cabalgata multitudinaria quedó para la historia gracias al fotógrafo Atienza,
que realizó un reportaje, capturando preciosas imágenes del recorrido.16 Fotografías que
muestran por un lado la temática infantil con representaciones de los personajes de cine
más populares de Walt Disney, etc. junto a figuras y carteles con carácter político –
Francisco Largo Caballero y Stalin, entre otros– y carrozas de simbolismo republicano:
el trabajo, la cultura y, su opuesto, el antirrepublicano representado en la figura
ironizada del general golpista Queipo de Llano, representado por un militar de cartón
piedra que va en un carro arrastrado por hombres disfrazados de moros que, en una de
Cristina ESCRIVÁ MOSCARDÓ: Los ojos de Walter Reuter, Valencia, L’Eixam, 2012, pp. 74-81.
Portal
de
Archivos
Españoles
del
Ministerio
de
Cultura.
http://pares.mecd.es/ArchFotograficoDelegacionPropaganda.
15
16
85
sus manos, sostiene una botella de vino y en la otra el micrófono de Radio Sevilla, de
donde sale un fuerte brazo con un puño dirigido al personaje, simbolizando al pueblo
español. O, la cabeza de Franco escondida en una caja denominada “del susto” que, de
vez en cuando abrían a través de un resorte. O el juego de los bolos que representaban
las figuras de los dictadores, falangistas, requetés, soldados italianos y alemanes, siendo
la bola del Frente Popular, quien los derrumbaba.
El Ministerio de Instrucción Pública hizo un esfuerzo económico importante
para el reparto de juguetes. Además de las colectas para cooperar en los gastos de la
Fiesta del Niño, donde la ayuda popular valenciana alcanzó a 51.935 pesetas, adquirió
en la Fábrica Payá Hermanos, los obsequios a repartir. Un talón de caja del Banco de
España de 98.700 pesetas da idea de la gran cantidad de juguetes que se repartieron. 17
La tienda Bazar Zurita, en la calle Mar, 6 de Valencia también extendió su factura.18
El marco descriptivo de la cabalgata tuvo mucho eco en la prensa nacional. La
Vanguardia la describió con estas palabras: “El paso de la cabalgata fue presenciado por
gran cantidad de público. Figuraban entre los espectadores miles de niños que han sido
obsequiados con juguetes, libros y entradas para asistir a las salas de espectáculos”. Una
de las obras que los niños y niñas pudieron disfrutar fue la adaptación infantil de El
alcalde de Zalamea, de Calderón de la Barca.
El diario valenciano El Pueblo destacó la información con el titular: “El
Gobierno y la opinión antifascista, y su atención por el niño. La cabalgata de arte que
cerró la Semana Infantil”, en uno de sus párrafos leemos: “Miles y miles de niños –que
durante la Semana Infantil han sido obsequiados con juguetes, libros de cuentos,
asistencia a las salas de espectáculos, en donde además de las funciones teatrales y
cinemáticas, has escuchado charlas explicativas, lectura de poesías y música adaptada a
la sensibilidad de los pequeñuelos– llenaron bulliciosamente las calles por donde desfiló
la cabalgata. Muchos de ellos, los refugiados en colonias, guarderías y centros a los que
han sido llevados para apartarles de la crueldad inaudita de las bandas fascistas
internacionales, formaban largas filas sobre las que ondeaban banderas y pancartas que
llevaban inscripciones de gratitud hacia el Gobierno de la República y para el pueblo
que los ha acogido con enfervorecidas muestras de gran amor y ternura. Y la cabalgata
17
18
Fondo 1.3. Signatura 2445 (1937). Archivo General de la Administración.
Ibid.
86
avanzó, con su brillante policromía, carros, grupos, carrozas, músicas, banderas, bandas
de clarines, entre el estrépito infantil de aquellos millares de niños contentos y
momentáneamente felices”.19
El itinerario comenzó en la puerta del Instituto Luis Vives, continuando por la
calle Colón, atravesando la Glorieta; después la calle de la Paz y San Vicente,20
concluyendo en la plaza del Ayuntamiento, entonces llamada de Emilio Castelar. Se
inició con una sección de la guardia municipal montada, de gala. A continuación un
estandarte con el eslogan Fiesta del Niño y un numeroso grupo de persona con ramos de
flores. También labradores con naranjas y limones, en delegación de los pueblos del
País Valenciano, acogedores de niñas y niños refugiados.
Para finalizar el acto, cerraba una carroza alegórica de la República con muchos
niños y niñas que cantaban himnos populares. Sin dudar el punto álgido de la fiesta fue
la llegada al Ayuntamiento donde se encontraban las autoridades republicanas. 21 La
festividad constituyó un gran éxito. Para el artista Rafael Pérez Contel fue” la Cabalgata
Infantil más simpática y extraordinaria que he visto en mi vida”.22
En los siguientes años se aprobaron varias Órdenes ministeriales,23 con el
nombramiento de Comisiones nacionales para celebrar el festejo. El Consejo Nacional
de la Infancia Evacuada y la FETE, entre otros organismos, formaba parte en ellas.
También se consideró dictar vacaciones en los centros de enseñanza del 1 al 8 de enero,
de 1939, con motivo de la Fiesta del Niño.24
Una de las experiencias republicanas en la historia de España más entrañable y
desconocida, en un tiempo donde la participación de los ciudadanos en los asuntos
públicos era usual. La organización de la cabalgata recibió el aplauso general. Por unos
días Valencia cambió el viento de la guerra por el aire de la ilusión de vivir en paz. Una
s.a.:“El Gobierno y la opinión antifascista, y su atención por el niño. La cabalgata de arte que cerró La
Semana Infantil”, El Pueblo. Diario Republicano de Izquierdas, 12 de enero de 1937, p. 6.
20
Durante la República en guerra la nomenclatura de las calles cambió, en este caso la calle San Vicente
pasó a denominarse Francisco Largo Caballero.
21
Entre ellas el ministro de Instrucción Pública, Jesús Hernández; el ministro de Propaganda, Carlos
Esplá y el director general de Bellas Artes, el artista Josep Renau. En: s. a.: El Pueblo. Diario
Republicano de Izquierdas, 12 de enero de 1937, p. 1.
22
Rafael PÉREZ CONTEL: Artistas en Valencia, 1936-1939, Valencia, Generalitat Valenciana, 1986, p.
681.
23
Gaceta de la República. Diario Oficial, 343 (1937), p. 1.031; 345 (1938), p. 1.050; 353 (1938), p.
1.086.
24
Gaceta de la República. Diario Oficial, 365 (1938), p. 1.379.
19
87
paz que meses después llegó impuesta, cargada de miedo, miseria y represión para los
vencidos. La Semana de la Infancia republicana pretendía institucionalizar unos días de
felicidad y cultura alrededor de los niños y niñas, partiendo de un abanico de actos
éticos y festivos que se recuperaron en el año 2016.
“La Setmana de la Infància”, un proyecto de la “Societat Coral el Micalet”
La “Societat Coral el Micalet” es una sociedad cultural centenaria de la ciudad de
Valencia. Desde su fundación ha dado especial importancia a la vertiente formativa. Es
por ello que en 1898 se creó “l’Institut Musical de la Societat Coral Orfeó Valencià el
Micalet”. La Sociedad tuvo una intensa relación con el compositor valenciano Salvador
Giner Vidal (1832-1911). En la actualidad las secciones que la componen son: Institut
Musical Giner, Institut de dansa, Jove Orquestra Salvador Giner, Rondalla el Micalet,
Coral Giner, Coral Infantil “El Raconet”, Colla de Dolçaina, Grup de danses
“Alimara”, Aula de Teatre y Teatre Micalet. También dispone de servicio de biblioteca
para los socios, así como una sala de exposiciones y aulas multiusos.
A lo largo de los años, “El Micalet” ha sido un referente para la sociedad
valenciana. Antes de 1975, era el único lugar donde se podían reunir en Valencia
aquellas personas que trabajaban, además de por la libertad en medio de la oscuridad del
franquismo, por la cultura y libertades como pueblo. A día de hoy, “El Micalet”
continúa acogiendo una serie de colectivos y entidades que encuentran en sus espacios
un lugar donde reunirse. Así mismo desarrolla proyectos culturales y actividades de
producción propia.
La “Societat Coral el Micalet” fue la responsable de la organización de la
actividad dedicada a los niños y niñas denominada “Setmana de la Infància” que
concluyó con la “Festa de la Infantesa”, una celebración laica y coeducativa, con
perspectiva de género. La “Setmana de la Infància” consistió en la suma de varias
acciones complementarias: concierto, exposición y cuaderno didáctico, el cuento Les 3
Magues de gener, y una cabalgata, con la que concluyeron los actos.25
La presentación del proyecto tuvo lugar en el “Forum de Debats” de la Universitat de
València, el 14 de diciembre 2015, con la participación de Antonio Ariño Villarroya,
Cristina ESCRIVÁ MOSCARDÓ: “La setmana de la infància i festa de la infantesa”, 2 de diciembre de
2015 http://elmicalet.cat/la-setmana-de-la-infancia-i-festa-de-la-infantesa.
25
88
Vicerrector de Cultura e Igualdad de la Universitat de València; Tonetxo Pardiñas y
Vidal, Presidente de la “Societat Coral el Micalet”; Cristina Escrivá Moscardó,
coordinadora del proyecto y autora del cuento Les 3 Magues de gener, y Román
Sánchez, ilustrador del cuento. La actividad final se programó el domingo 3 de enero
de 2016, con una cabalgata multicolor donde el protagonismo fue de los personajes del
cuento, las tres Magas de enero, que representaban a la Libertad, la Igualdad y la
Fraternidad.
La memoria de una ilusión
El Preámbulo de la Declaración Universal de Derechos Humanos, desarrollada en París
en diciembre de 1948 proclama el ideal común por el que todos los pueblos y naciones
debían esforzarse, tanto los individuos como las instituciones, inspirándose
constantemente en ella, promoviendo mediante la enseñanza y la educación, el respeto a
estos derechos y libertades. Y, en el artículo primero, se especifica que todos los seres
humanos nacen libres e iguales en dignidad y derechos y, dotados como están de razón
y conciencia, deben comportarse fraternalmente los unos con los otros.
Pues bien, este concepto quedó explícito en la “Setmana de la Infància” llevada
a cabo entre el mes de diciembre de 2015 y enero de 2016, con una serie de actuaciones
con raíces republicanas, recuperando una idea del pasado, completando las posibilidades
de festejar las vacaciones escolares en las fechas del solsticio de invierno y
construyendo un futuro alrededor de las festividades navideñas.
En primer lugar se inauguró la exposición “L’amor als infants”, comisariada por
Francesc Piera, acompañada de una guía didáctica. Se mostraron fotografías de Atienza,
de la cabalgata de 1937; reproducciones de las partituras de las canciones infantiles
compuestas en 1936 “7 canciones infantiles”, con dibujos de Ramón Puyol Román,
localizadas en la Biblioteca Nacional de España. Además se expusieron en vitrinas una
serie de juguetes de la época, de colecciones particulares y del fondo del Museo MUMA
de Alzira (Valencia).
El artista Juanito Maraca mostró sus creaciones en plástico reutilizando envases
y dándoles nuevos usos en forma de máscaras, lámparas, esculturas, etc. Francisco
Duart realizó figuras de papiroflexia. El diseño expositivo estuvo al cuidado de la
empresa Laclave.
89
La exposición se prolongó hasta el 30 de enero de 2016, por la gran acogida que
obtuvo. Complemento a la misma se organizaron talleres didácticos, uno de papiroflexia
y otro de reciclaje, a los que asistieron diversos Colegios Públicos, así como un grupo
de niños residentes en el Centro de Acogida de Refugiados del Ministerio de Empleo y
Seguridad Social.
Para recuperar el cancionero “7 canciones infantiles” de 1936 y actualizarlo, se
tradujeron las letras al catalán por Octavi Monsonís y se repartieron las partituras entre
dos grupos corales “El Raconet” del Micalet y “Xiquets cantors DIVISI”, realizándose
un concierto donde se interpretaron, con arreglos de los directores de las corales y del
Grupo de Cámara Marxant. Además se contó con la participación de la Associació
d’Escriptors en Llengua Catalana, a través de siete poetas que compusieron villancicos
laicos que fueron recitados por sus autores.26
Así mismo se editó el cuento Les 3 Magues de gener, que en su primera página
describe la génesis de la fiesta: “Hace 80 años un grupo de mujeres y hombres sabios se
reunieron y pensaron hacer una semana festiva para la infancia. También nació la idea
de celebrar una cabalgata donde los valores de la humanidad, Libertad, Igualdad y
Fraternidad, representados por tres Magas, salieran a la calle para recordarnos que sin
ellos el mundo no podía ser feliz”.27
El cuento incluye un glosario de palabras clave, para facilitar la comprensión de
los niños y niñas en la definición de: Altruismo, Fraternidad, Humanidad, Razas,
Respeto, Solidaridad, Valores, etc.
El domingo día 3 de enero, unas 300 personas, pertenecientes a más de 30
colectivos sociales, de forma altruista, participaron en el fin de fiesta con una cabalgata
festiva donde desfilaron gigantes, cabezudos, voluntarios disfrazados con adornos
reciclados de plástico. Música tradicional valenciana, batucada, banda de música,
animación de calle, grupos folklóricos, danzas valencianas, muixerangas, etc.
Destacando los personajes del Pregonero David Vidal y de Joanvi Cubedo como el
Caparrut, este último representando al hombre que conocía la historia de las tres Magas
de enero. El breve discurso que Manola Roig, Rosa Roig y Llum Fos, realizaron, en
26
Manel Alonso, Isabel García Canet, Marc Granell, Lluïsa March, Francesc Mompó, Vicent Penya y
Lluís Roda.
27
Cristina ESCRIVÁ MOSCARDÓ: Les 3 Magues de gener, Valencia, Societat Coral el Micalet, 2015.
90
nombre de la Libertad, la Igualdad y la Fraternidad, para dar inicio a la fiesta desde el
balcón de la “Societat Coral el Micalet”, fue el siguiente:” Niñas y niños. Ciudadanas y
ciudadanos, ya estamos aquí. Y no creáis que no teníamos ganas. Estábamos
impacientes que por fin nos invitaran a volver a esta ciudad que ya nos acogió hace 80
años. Yo soy la Libertad y como mi nombre indica os doy esta Libertad para que la
uséis en vuestras vidas. Mujeres y hombres, niñas y niños, gracias por estar aquí. Os
invito a disfrutar de la alegría de este día de la infancia. Yo soy la Fraternidad, yo soy la
sororidad. Soy todo lo que en la vida es importante. Soy la humanidad en acción,
represento a la solidaridad que ha hecho avanzar la humanidad. Ciudadanas y
ciudadanos, de todos los rincones del País Valencià. Niños de todas las edades. Soy la
Igualdad. Una igualdad que invita a participar en la lucha por una vida justa y sin
violencia, que por desgracia convive en esta sociedad. Para poder ser iguales hay que
educar en valores, los que a mujeres y hombres nos haga libres. Nosotros nos
complementamos y sin lo que significamos unidas no habrá progreso en este país. Os
invitamos a vivir esta fiesta y esperamos volver, aunque nos gustaría comprobar que
siempre estamos entre vosotros. ¡Que empiece el desfile!”
En el transcurso del recorrido se obsequió a los niños y niñas con un vale para
canjear por la guía didáctica de la exposición “El amor als infants”.
Esta cabalgata laica se diferencia de la tradicional de Reyes en múltiples
aspectos, o lo que es lo mismo, no tiene ningún paralelismo. En primer lugar se realizó
el primer domingo del año y en horario matutino. Los únicos personajes destacados
fueron la representación de los valores universales de la Libertad, la Igualdad y la
Fraternidad.
La cabalgata concluyó en la plaza del Ayuntamiento con la recepción, en el
balcón del consistorio, de las tres Magas por parte del alcalde de Valencia, Joan Ribó
que, en su intervención, dio la bienvenida a la Libertad, Igualdad y Fraternidad. En su
discurso recordó el paralelismo entre los niños refugiados en Valencia durante la guerra
que la Segunda Republica mantenía contra el fascismo internacional y los que en la
actualidad huyen de las guerras, recordando los valores republicanos y que en abril se
cumpliría el 80 aniversario del alzamiento franquista. El alcalde insistió en que era
habitual en todas las culturas próximas realizar una fiesta dedicada a los niños y que
tanto Papá Noel como los Reyes Magos están vinculados a la religión cristiana. “La
91
multiculturalidad y diversidad de religiones, así como la existencia de muchas familias
sin ninguna creencia religiosa, dan un significado propio a la caravana de Magas y a su
realización en Valencia. Queremos ser una ciudad donde todo el mundo quepa, donde
todo el mundo se sienta a gusto, donde los niños y niñas puedan disfrutar de su bienestar
sin ningún tipo de discriminación”.28
Un discurso político que fue muy criticado por el Partido Popular que insultó
desde el desprecio y la misoginia, desde el totalitarismo que no quiere aceptar que el
Ayuntamiento abra sus puertas a la diversidad.
La Fiesta y la reacción desmedida de la derecha
Algunos medios de comunicación audiovisuales que cubrieron en directo la salida de las
Magas por la puerta de la “Societat Coral el Micalet”, unos minutos después de que se
iniciara la cabalgata, trasmitieron
imágenes descontextualizadas, descalificando la
apariencia de los personajes llamándolas Reinas Magas, seguramente por la polémica
que en esos días se suscitó con las posibilidad de que los Reyes Magos de la cabalgata
de Madrid, fueran sustituidos por mujeres.29 A partir de ese momento las Magas de
enero se convirtieron en Reinas Magas, para hacer el paralelismo crítico con sus
majestades. Todo un alarde de machismo dirigido en contra de los cuerpos de las
mujeres que representaban los valores humanos. “Patochada; espectáculo burlesco y
provocador; prostitutas de un western; escenificación de una burla; espectáculo
lamentable; Magas Pop; todo vale para subirse a una carroza; cabareteras de la huerta;
mamarrachos meloneros; mama chicho de Ribó; chusmerío; chiste; película de terror;
reinas de carnaval; gordas; ridículas; payasas tendenciosa; tiorras; cortesanas; brujas;
putas.”30
Con estas expresiones durante más de una semana hombres y mujeres del
Partido Popular, con cargos orgánicos e institucionales, personajes públicos que
Álex SERRANO: “Las tres reinas magas de Valencia. El PP afea al ayuntamiento el recibimiento del
alcalde Joan Ribó a las tres «magas» en el balcón municipal”, 4 de enero de 2016. Recuperado de internet
(http://www.diarioinformacion.com/politica/2016/01/04/valencia-recupera-cabalgata
republicana/1713059.html).
29
s. a.:“Cabalgatas de Madrid con reinas Magas. El PP acusa al Gobierno de Carmena de querer eliminar
todo símbolo religioso de las fiestas”, 23 de diciembre de 2015. Recuperado de internet
(http://ccaa.elpais.com/ccaa/2015/12/22/madrid/1450807998_341920.html).
30
Rosa ROIG: “En defensa de les Magues de gener”, Intersindical. Quaderns sindicals del PV, 61
(2016), p. 8.
28
92
representan al sistema democrático, sumándose periodistas y columnistas que seguían
esa consigna, se expresaron en público descalificando groseramente y haciendo
apología del machismo. La concejala Beatriz Simón,31 consideró el recibimiento de la
alcaldía “un espectáculo burlesco y provocador”, añadiendo que lo sucedido en
Valencia “es una ofensa a nuestras tradiciones, porque lo que el señor Ribó ha querido
escenificar no es otra cosa que su repudia personal hacia la Navidad y los Reyes
Magos”. Simón exigió a Ribó que pidiera “perdón por el lamentable espectáculo”.32
Mentiras, manipulaciones y difamaciones que se difundieron por radio, televisión y
prensa en papel y digital, de las cuales tanto los organizadores de la “Setmana de la
Infància” como las tres mujeres que protagonizaron la cabalgata no alcanzaron a ser
escuchados para rebatirlas, y cuando lo hicieron no tuvieron el mismo eco mediático.
La respuesta ciudadana por parte de la izquierda no se hizo esperar y las
“Magues de gener” y la “Societat Coral el Micalet” recibieron respaldo contra tanta
agresión. Diversos colectivos sociales, sindicatos y personajes públicos como el alcalde
Joan Ribó y la portavoz del Consell de la Generalitat Valenciana, Mónica Oltra salieron
en su defensa.
Como desagravio se realizó un acto el día 30 de enero donde los colectivos que
participaron en las actividades desarrolladas rindieron un homenaje a las Magas y a la
fiesta. De este encuentro salió el compromiso de organizar una nueva cabalgata el
domingo día 8 de enero de 2017, ochenta aniversario de la primera cabalgata laica
realizada en 1937. También se acordó la realización de un documental que mostrara la
fiesta, financiado a través de un micromecenazgo.
Algunas preguntas surgen ante todo lo que ocurrió. ¿Por qué esta celebración
atrajo tantas críticas por parte de la derecha política? ¿Es un problema de modernidad,
de miedo al cambio? Posiblemente el hacer compatible el derecho a las festividades
religiosas arraigadas en una parte de la sociedad, y el derecho de toda la ciudadanía a
festejar y disfrutar de una forma diferente unos días donde la Libertad Igualdad y
Fraternidad salgan a la calle, puso nerviosa a la derecha más reaccionaria. Por tanto, ya
es hora de situarnos en la democracia del siglo XXI, no en la Transición del pasado
siglo. ¿Es un problema religioso? En España, según datos del Pew Research Center
31
32
Actualmente está imputada en la “Operación Taula” por blanqueo de dinero del Partido Popular.
Álex SERRANO: “Las tres reinas magas de Valencia. El PP afea…
93
correspondientes a 2015, solo un 21 % considera la religión algo muy importante en su
vida.33
Según el Arzobispo de Valencia en la actualidad hay “una importante escalada
contra la familia por parte de dirigentes políticos, ayudados por otros poderes como el
imperio gay y ciertas ideologías feministas”. Palabras del cardenal Cañizares,
advirtiendo que las leyes basadas en ideologías de género son “lo más insidioso que ha
habido en toda la historia de la humanidad”.34
¿No está claro que las sociedades son plurales? Las personas tienen convicciones
diferentes y existen grupos de identidades ideológicas múltiples. Pero un Estado
democrático ha de ser laico, es decir, neutral ante la cuestión religiosa o de cualquier
otra convicción. ¿Se trata pues de la lucha por el poder de los símbolos religiosos en el
espacio público? ¿Aún hay gente que se cierra ante la creatividad y la magia, no sólo
para los niños, sino para todos y todas? Ciertamente sí. Por tanto habrá que hacer mucha
pedagogía.
Contrasta el celo de la Segunda República cuidando a los niños refugiados con la
desidia de la Comunidad Internacional hacia las víctimas inocentes de los conflictos
armados. En el caso de la actual guerra en Siria, que ha continuado durante casi cinco
años, niños indefensos están tratando de huir del horror. Un informe de ACNUR alerta
de la cifra alarmante de menores sirios refugiados que están creciendo en familias
fracturadas, sin recibir educación, lo que les ha dejado profundas cicatrices. Otro
aspecto que la cabalgata ha sacado a la luz, además de la baja calidad democrática de
este país, es el tratamiento machista de las noticias. Estereotipos que según la ONU
“afectan a la mujer no solo a través de actos individuales, sino también porque se
reflejan en leyes, estructuras e instituciones jurídicas y sociales”.35 Algunos de estos
estereotipos de género, que conllevan implicaciones negativas para las mujeres, se
Datos del Pew Research Center. s.a.: “En España solo un 21 % considera la religión algo muy
importante en su vida según el estudio de 2015”, 18 de mayo de 2015. Recuperado en internet
(https://laicismo.org/2016/en-espana-solo-un-21-considera-la-religion-algo-muy-importante-en-su-vidasegun-el-estudio-de-2015/146315).
34
Paco CERDÁ: “Cañizares carga contra el «imperio gay» y el «feminismo destructor». El cardenal
afirma que la «ideología de género» es «la más insidiosa que ha habido en toda la historia», Levante, 15
de
mayo
de
2016.
Recuperado
de
internet
(http://www.levante-emv.com/comunitatvalenciana/2016/05/19/canizares-carga-imperio-gay-feminismo/1419904.html).
35
Marta BORRAZ: El machismo en los juzgados: «de zorra no es un insulto» a « no tienes cara de
maltratada»,
eldiario.es,
15
de
mayo
de
2016.
Recuperado
de
internet
(http://www.eldiario.es/sociedad/Estereotipos-machistas-sede-judicial_0_514098863.html).
33
94
vieron reflejados en los cuerpos de las Magas. El machismo y el micromachismo, al
igual que toda forma de violencia de género, no es algo propio solamente de los
hombres ni de todos los hombres. Son actitudes y pensamientos tan naturalizados en la
sociedad que a veces surgen, incluso, desde las propias mujeres.
Conclusión
A través de este ejemplo hay que reflexionar sobre la trasmisión –en este caso de una
festividad– con mirada histórica que desde determinadas opciones políticas se criticó,
haciendo un uso fraudulento de lo ocurrido con una mirada sesgada, conforme a
intereses partidistas. Lo que pone en evidencia en este siglo virtual y mediático la
urgencia de contrastar las informaciones para construir, desde una perspectiva más
plural, una historia verídica y que, para la construcción de la cultura democrática, es
necesario conocer el pasado.
Escribir de la memoria de lo perdido ochenta años después de la primera fiesta
laica dirigida a la infancia, organizada desde un Gobierno, queriendo favorecer a los
niños y niñas evacuados, es también hablar de la eliminación del proyecto que, para los
vencidos, significó una pérdida de identidad cultural y de su memoria histórica.
Hacer una valoración de la “Setmana de la infancia” y de la “Festa de la
Infantesa”, del año 2016 es fácil, fue un gran éxito, aún más conociendo que se realizó
sin ayuda económica. La semana se convirtió en un mes de actividades gracias a la
colaboración desinteresada de muchas personas que cuando conocieron el proyecto no
dudaron en participar. La asistencia desbordó las previsiones. Prueba de ello son las
grabaciones que se pueden consultar a través de plataformas en línea, que incluimos en
el apartado de bibliografía, y de la atención mediática que provocó la cabalgata.
Por otro lado quedó claro que las palabras feminismo, republicanismo, laicismo,
libertad, igualdad y fraternidad, son términos que asustaron a la tradición más rancia.
Los que insultaron a las Magas de enero son dogmáticos y desconocedores de la
historia. La República propuso cambios que los intolerantes fascistas no dejaron
arraigar y por tanto de crear tradición; una tradición que se actualizó en el año 2016. La
polémica alrededor de la fiesta fue semejante a la que produjo el divorcio, el aborto y la
eutanasia. Tampoco nadie está obligado a ver la cabalgata republicana de las Magas de
enero, entendiendo que la sociedad es diversa y plural.
95
Bibliografía
Rafael ARACIL y Joan VILLARROYA: El País Valencià sota les bombes, 1936-1939,
Valencia, PUV, 2010.
César M. ARCONADA: “Los niños de la guerra”, Facetas de actualidad española, 9
(1938), p. 14.
M. BOUTIER: “La semana de la infancia en Francia”, Revista de Pedagogía, 162
(1935), p. 269.
“La caravana juvenil”, Revista de Pedagogía, 162 (1935), p. 271.
Crónica, 27 de diciembre de 1936, p. 9.
Delegación Española para la Infancia Evacuada: Effort culturel du peuple espagnol en
armes, Paris, 1937.
Cristina ESCRIVÁ MOSCARDÓ: De las negras bombas a las doradas naranjas.
Colonias escolares 1936-1939, Valencia, L’Eixam, 2011.
Cristina ESCRIVÁ MOSCARDÓ: Los ojos de Walter Reuter, Valencia, L’Eixam,
2012.
Cristina ESCRIVÁ MOSCARDÓ: Les 3 Magues de gener, Valencia, Societat Coral el
Micalet, 2015.
“El Gobierno y la opinión antifascista, y su atención por el niño. La cabalgata de arte
que cerró La Semana Infantil”, El Pueblo. Diario Republicano de Izquierdas, 12 de
enero de 1937, p. 6.
Luchamos por una infancia feliz [Fiesta del niño, Valencia, 10-01-1937], Valencia,
Ministerio de Instrucción Pública, [1937].
Baltasar PAGÉS CUBINYA: “El comentario del día”. Facetas de actualidad española,
9 (1938), p. 50.
Rafael PÉREZ CONTEL: Artistas en Valencia, 1936-1939, Valencia, Generalitat
Valenciana, 1986.
Rosa ROIG: “En defensa de les Magues de gener”, Intersindical. Quaderns sindicals
del PV, 61 (2016), p. 8.
La Vanguardia, 2 de enero de 1937, p. 3.
La Vanguardia, 9 de enero de 1937, p. 3.
96
Vicente VIDAL CORELLA: “Los niños valencianos alumnos del Instituto Escuela han
construido juguetes para los hijos de los combatientes que defienden la causa del
pueblo”, Crónica, 375 (1937), p. 9.
The War in Spain, 5 de noviembre de 1938, p. 167
97
El Consejo Superior de Investigaciones Científicas y la
(re)construcción de la historiografía en la posguerra
Alba Fernández Gallego
Universidad Complutense de Madrid
Introducción
Conocer cómo ha ido configurándose nuestra profesión a lo largo del tiempo
tiene, para el gremio de los historiadores, una doble finalidad. En primer lugar, para
abordar una nueva parcela de conocimiento que entronca no sólo con la propia historia
de la historiografía, sino que puede arrojar luz sobre ciertos aspectos de nuestra historia
intelectual, social o cultural que ya dábamos por concluidos. En segundo lugar, ayuda a
comprender las lógicas de comportamiento de las que todavía hoy somos herederos,
algo que puede condicionar no sólo el modo en que nos organizamos, sino la
metodología de la que hacemos uso o las corrientes historiográficas en las que nos
insertamos.
Por su proximidad cronológica y por la fuerte ruptura que la historiografía
franquista supuso respecto al periodo anterior, ésta ha condicionado fuertemente el
desarrollo de nuestra profesión en el pasado más reciente. Sin embargo, no podemos
entenderlo como un periodo uniforme y desprovisto de cambios. Este enfoque, ya
superado hace tiempo por los estudios sobre la configuración del régimen franquista, ha
sido progresivamente asimilado también por los análisis sobre historiografía. Es
importante distinguir los cambios que se van produciendo a lo largo de las diferentes
décadas en la producción historiográfica del franquismo, y valorar las consecuencias
derivadas de cada momento. Así, la inmediata posguerra ha sido muchas veces relegada
a un segundo plano en favor de las décadas siguientes, alegando un escaso interés
99
Universidad de Castilla~La Mancha
Departamento de Historia. Área de Historia Contemporánea
Edificio Benjamín Palencia | Campus Universitario s/n | 02071 Albacete
Email: [email protected] | www.ahistcon.org |
derivado de su condición de erial.
Lo cierto es que la década de los cuarenta fue un terreno yermo si atendemos a la
cantidad y la calidad de las obras publicadas y de los pocos (o ausentes) debates
metodológicos sostenidos 1. Lo relevante de esos años no es sólo el contenido de las
publicaciones sino también la configuración del propio gremio, las escuelas y los lazos
de lealtad que se van creando. Sin el conocimiento de estas transformaciones resulta
mucho más difícil comprender la configuración de la nueva historiografía franquista, la
desaparición de algunas corrientes historiográficas, la defensa acérrima de nuevos
principios más acordes con el nuevo régimen o los equilibrios de poder entre distintas
instituciones y escuelas.
A lo largo de los años cuarenta se fueron consolidando toda una serie de procesos
cuyo origen se remonta a la guerra civil como reacción al proceso de modernidad
iniciado en el primer tercio del siglo XX. Gran parte del discurso hegemónico del
régimen se construyó como deslegitimación y por oposición al periodo anterior, lo que
hace indispensable situar dicho contexto. A la altura de 1936 se había constituido en
España, gracias a la Junta para Ampliación de Estudios, una comunidad científica capaz
de tener una presencia notable en el panorama internacional. Su prometedor porvenir
científico e intelectual quedó truncado con el golpe de estado del 18 de julio, que
supuso la desaparición y persecución tanto de sus instituciones como de muchas de las
corrientes científicas impulsadas desde ellas.
Aquellos que no marcharon al exilio fueron sometidos a un duro proceso de
depuración2, deteniéndose así todo el desarrollo científico y cultural alcanzado en las
tres primeras décadas del siglo XX. En paralelo a la depuración, el franquismo diseñó
durante la primera posguerra una estructura cultural propia, con diferentes organismos y
en base a una legislación muy significativa. Entre las instituciones que sirvieron de
Miquel Ángel MARÍN GELABERT: “Historiadores locales e historiadores universitarios. La
historiografía española en su contexto internacional, 1948-1965”, en Carlos FORCADELL e Ignacio
PEIRÓ (coords.): Lecturas de la Historia. Nueve reflexiones sobre Historia de la Historiografía,
Zaragoza, Institución Fernando el Católico, 2001, p. 119.
2
Jaume CLARET: El atroz desmoche: la destrucción de la universidad española por el franquismo,
Barcelona, Crítica, 2006, pp. 1-2; Luis Enrique OTERO CARVAJAL: “La universidad nacionalcatólica”,
en Luis Enrique OTERO CARVAJAL et al.: La universidad nacionalcatólica. La reacción antimoderna,
Madrid, Universidad Carlos III de Madrid / Editorial Dykinson, 2014, pp. 80-83; Luis Enrique OTERO
CARVAJAL (coord.): La destrucción de la ciencia en España. Depuración universitaria en el
franquismo, Madrid, Editorial Complutense, 2006.
1
100
plataforma al nuevo régimen para imponer unas bases culturales propias está,
precisamente, el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), que junto con
la Universidad fue uno de los principales organismos que se hicieron con el control de
la producción historiográfica en la posguerra.
Esta comunicación tiene como objetivo centrarse en algunos de los elementos que
caracterizaron la creación de los institutos de Historia del Consejo. Cada vez conocemos
mejor la realidad historiográfica universitaria en el periodo de posguerra, especialmente
lo que se refiere a la lucha por el control de las cátedras3. El CSIC empieza a contar
cada vez con más estudios, aunque muchos de ellos se centran en cuestiones más
amplias o en algunos aspectos concretos como alguna de sus revistas 4. La aparición de
los institutos del Consejo ha estado muchas veces presente en mayor o menor medida en
los estudios sobre la historiografía de posguerra, pero son muchos los elementos todavía
desconocidos de su configuración. Aquí se presenta una primera aproximación a la
conformación de estos institutos, especialmente del Instituto Jerónimo Zurita, sobre la
base de una documentación de carácter más administrativo. Se pretende así conocer
algunas claves de su funcionamiento y características, para poder comprender, más
adelante, el contexto en el que se produjeron algunos de los discursos historiográficos
de este periodo. Hasta donde la investigación llevada a cabo lo hace posible, se intentan
ofrecer también algunas pinceladas sobre las publicaciones tanto de colecciones como
de revistas que se intentaron impulsar durante esos años.
3
Yolanda BLASCO GIL y María Fernanda MANCEBO: Oposiciones y concursos a cátedras de Historia
en la Universidad de Franco (1939-1950), Valencia, Publicaciones de la Universitat de València, 2010;
Rubén PALLOL: “La Historia, la Historia del Arte, la Paleografía y la Geografía en la universidad
nacionalcatólica”, en Luis Enrique OTERO CARVAJAL (coord.): La Universidad nacionalcatólica. La
reacción antimoderna, Madrid, Dykinson / Universidad Carlos III de Madrid, 2014, pp. 535-683.
4
En el terreno de la historiografía sí se han realizado estudios que abordan la trascendencia de la historia
local, como es el caso del Patronato Quadrado. Véase: Miquel Ángel MARÍN GELABERT: Los
historiadores españoles en el franquismo, 1948-1975. La historia local al servicio de la patria, Zaragoza,
Institución Fernando el Católico / Prensas Universitarias de Zaragoza, 2005. Para aspectos más concretos
de su historia pueden consultarse: Antoni MALET: “El papel político de la delegación del CSIC en
Catalunya (1941-1956)”, Arbor, nº 631-632 (1998); o Luis CALVO CALVO (ed.): El CSIC en Cataluña
(1942-2012): siete décadas de investigación científica, Barcelona, Consejo Superior de Investigaciones
Científicas, 2012. Uno de los temas más abordados es papel de una de sus principales revistas, Arbor:
Gonzalo PASAMAR ALZURIA: “Cultura católica y elitismo social: la función política de “Arbor” en la
postguerra española”, Arbor, CXXII, 479-480, noviembre-diciembre de 1985, pp. 17-37; Sara PRADES
PLAZA: “Escribir la Historia para definir la nación. La historia de España en Arbor: 1944-1956”, Ayer,
66 (2007/2), pp. 177-200; José Manuel ALONSO PLAZA: “Arbor de 1950 a 1956: las bases ideológicas
de un proyecto político tradicional-integrista”, Arbor, 479-480 (1985), pp. 39-58; u Onésimo DÍAZ
HERNÁNDEZ: Rafael Calvo Serer y el grupo Arbor, Valencia, Universitat de València, 2008.
101
Es importante comprender que estos procesos de depuración, luchas por el poder
y autarquía cultural están comprendidos en el contexto de la victoria franquista y su
esfuerzo por legitimar el nuevo régimen, esforzándose por crear una serie de apoyos
sociales a través de un sistema de castigos y recompensas. Es aquí donde se insertan
debates muy recientes sobre el concepto de “cultura de la Victoria”5, un conjunto de
discursos y prácticas surgidos durante la Guerra Civil que explica la configuración del
espacio público en claves de exclusión e integración al mismo tiempo6. El Consejo y la
disputa por el control de las cátedras son un ejemplo de ello en el nivel académico, con
el Jefe de Estado participando en algunos de los plenos del CSIC. A través de la
ideología, los valores y la cultura se pretendía legitimar el régimen, por lo que las
diferentes instituciones no constituyeron elementos estáticos, sino que entraron dentro
de ese juego de poderes en su lucha por asentar las bases de la dictadura.
El Consejo Superior de Investigaciones Científicas y la Universidad: tensiones y
nacimiento del nacionalcatolicismo
La Universidad y el Consejo actuaron en ocasiones con desconfianza mutua y
durante la década de los años cuarenta su relación fue algo contradictoria. Si la labor
principal de la Universidad fue la docencia, sobre el CSIC recayó la mayor parte de la
labor investigadora. De esta manera, los catedráticos universitarios eran capaces de
llegar a un público más amplio, a través de las enseñanzas impartidas dentro de las
aulas, mientras que los miembros del Consejo tenían el poder de construir el nuevo
conocimiento histórico que se quería impulsar a principios del franquismo. La realidad,
sin embargo, era más compleja, ya que un estudio pormenorizado de las plantillas de los
institutos de Historia nos muestra cómo muchos de ellos pertenecían también a la
5
Estos debates han estado protagonizados, entre otros, por Miguel Ángel del Arco Blanco o Claudio
Hernández Burgos. Véase: Miguel Ángel del ARCO BLANCO: “El secreto del consenso en el régimen
franquista: cultura de la victoria, represión y hambre”, Ayer, 76 (2009), pp. 245-268; Claudio
HERNÁNDEZ BURGOS: Granada Azul. La construcción de la “Cultura de la Victoria” en el primer
franquismo, Granada, Comares, 2011.
6
Alejandro PÉREZ-OLIVARES y Gutmaro GÓMEZ BRAVO: “Las lógicas de la violencia en la guerra
civil: balance y perspectivas historiográficas”, Studia Historica. Historia Contemporánea, vol. 32 (2014),
pp. 251-262.
102
Universidad o fueron consiguiendo poco a poco acceder a ella7. La colaboración con la
Universidad se fue haciendo cada vez más estrecha, favorecida por un decreto de 16 de
diciembre de 1942, donde se establecía la consideración de institutos propios del CSIC
de los institutos universitarios, se creaban en la Universidad secciones de un instituto
del CSIC, se adscribía a la Universidad un instituto del CSIC, y se creaban institutos
mixtos8.
El intento de control de todos los ámbitos de la vida española por parte del nuevo
régimen hizo que se prestara especial atención a la educación y la investigación, y desde
el mismo mes en que termina la guerra empieza a gestarse la reconversión o creación de
ambas instituciones. El Proyecto de Ley sobre Reforma Universitaria se había puesta ya en
marcha, tras su aprobación en abril de 19399. Sin embargo, tuvo que verse alargado en el tiempo
a consecuencia del alto número de expedientes de depuración todavía pendientes y a los
distintos debates para establecer una legislación acorde con los intereses de los diferentes
grupos10. La investigación no se vio sometida a las mismas dificultades, ya que la clausura y
condena de la Junta para Ampliación de Estudios agilizó la creación de una institución que, si
bien estaba construida sobre la base de la anterior, se reclamaba propia y original del nuevo
gobierno. Así, el 24 de noviembre de 1939 nacía la institución que iba a albergar la puesta en
marcha de los principios y proyectos científicos que el nuevo régimen quería impulsar: el
Consejo Superior de Investigaciones Científicas.
Algunos autores como Gonzalo Pasamar sostienen la tesis de que si el CSIC se
organizó antes incluso que la propia universidad, fue porque iba a servir a los intereses
de la misma, y más concretamente a un grupo de catedráticos que había jugado un
importante papel en la guerra civil11. En 1936 había 49 catedráticos activos, de los que
Alba FERNÁNDEZ GALLEGO: “La construcción del Instituto Jerónimo Zurita: un estudio de caso del
Consejo Superior de Investigaciones Científicas en la posguerra (1939-1951)”, Cuadernos de Historia
Contemporánea, vol. 37 (2015), pp. 257-280.
8
José Ramón URQUIJO GOITIA: “Ruptura y creación. Primeros años”, en Miguel Ángel PUIGSAMPER MULERO (ed.): Tiempos de investigación. JAE-CSIC, cien años de ciencia en España,
Madrid, CISC, 2007, p. 265.
9
Juan José CARRERAS ARES y Miguel Ángel RUIZ CARNICER (eds.), La universidad española bajo
el régimen de Franco (1939-1975), Zaragoza, Institución Fernando el Católico, 1991.
10
Carolina RODRÍGUEZ LÓPEZ: La Universidad de Madrid en el primer franquismo: ruptura y
continuidad (1939-1951), Madrid, Universidad Carlos III / Dyckinson, 2002.
11
Gonzalo PASAMAR ALZURIA: “Oligarquías y clientelas en el mundo de la investigación científica;
el Consejo Superior en la universidad de posguerra”, en Juan José CARRERAS ARES (coord.): La
universidad española bajo el régimen de Franco: Actas del Congreso celebrado en Zaragoza entre el 8 y
11 de noviembre de 1989, Zaragoza, Institución Fernando el Católico, 1991, p. 308.
7
103
20 dejaron de estarlo cuando se retomaron las clases en el otoño de 1939. Algunos de
ellos, como Claudio Sánchez Albornoz, Agustín Millares Carlo o Pere Bosch Gimpera,
se habían visto forzados a marchar al exilio. Sobre otros pesó la marginación académica
a través de la depuración de todos aquellos comprometidos con la República, como en
el caso de Menéndez Pidal. Los que sí habían permanecido fieles a los sublevados
fueron premiados con cargos en rectorados y decanatos (como Pío Zabala al ser
nombrado rector de la Universidad Central), el nombramiento de cátedras, o la
concesión de traslados de cátedras.
La primera normativa para la provisión de cátedras vacantes data de mayo de
1940, y pronto se hizo patente el control del Consejo sobre dichas oposiciones. Su
secretario general, José María Albareda, y la dirección general de Enseñanza
Universitaria, con la participación del Ministro de Educación, eran los que
confeccionaban y daban el visto bueno a las proposiciones de los tribunales. Desde
1939 hasta 1951 el cargo ministerial fue ocupado por José Ibáñez Martín, quien no sólo
era amigo de Albareda sino que compartía sus simpatías políticas. Se trató de favorecer
a candidatos preestablecidos, favoreciendo bien a la ACNP, bien a falangistas o a
miembros del Opus Dei12.
En Madrid, en la Sección de Historia, tan sólo quedaban cuatro catedráticos:
Antonio Ballesteros Beretta, que ocupaba las cátedras de Historia de España e Historia
de América; Pío Zabala y Lera, catedrático de Historia de España Contemporánea;
Antonio García y Bellido, catedrático de Arqueología; y José Ferrandis en Epigrafía y
Numismática13. A esta Universidad fueron a parar muchos de los estrechos
colaboradores de la dictadura, mientras que las cátedras de otras facultades periféricas,
muchas de las cuales quedaron prácticamente desiertas, quedaron controladas por
aquellos que habían apoyado la sublevación y por discípulos de los catedráticos
asentados en Madrid. La influencia ejercida por el Consejo Superior de Investigaciones
Científicas en este proceso fue también posible mediante la participación de algunos de
sus miembros en los tribunales de oposiciones. A la altura de 1956 dentro de los
distintos institutos del Consejo se encontraban 40 de los 80 Catedráticos de Historia
12
13
Yolanda BLASCO GIL y María Fernanda MANCEBO: Oposiciones y concursos…
Rubén PALLOL: “La Historia…, pp. 535-539.
104
pertenecientes a universidades como la de Madrid, con 17 catedráticos, Sevilla, con 4, o
Zaragoza, también con 414.
La depuración universitaria y la destrucción del anterior tejido científico, permiten
abordar la década de los cuarenta como un período de construcción intelectual del
régimen, no exento de tensiones, donde sus configuraciones intelectuales amparaban a
menudo equilibrios de poder y luchas políticas internas. Desde 1939 se impulsó un
programa cultural opuesto al que había eclosionado en el primer tercio del siglo XX,
truncado por el golpe militar del 18 de julio y la guerra civil. Por ello conocer la
historiografía de la inmediata posguerra no sólo interesa a la hora de conocer un
momento en la historiografía española sino que también ayuda a esclarecer algunas
claves intelectuales del franquismo. Elías Díaz sitúa el proceso de la construcción
ideológica de la dictadura entre el declive de la idea imperial-totalitaria y la
recuperación de una cierta tradición liberal. Para otros autores, como Luis Negró, el
pensamiento del franquismo se fraguó precisamente entre 1939 y 194515. En este nuevo
proceso, la historia adquirió un papel fundamental, con un importante desarrollo del
nacionalismo16.
Los intelectuales jugaron un importante papel en la definición política de la
dictadura con sus reflexiones sobre la identidad de lo español, en un régimen instaurado
después de una guerra civil en la que el Ejército y la Iglesia fueron sus apoyos
fundamentales. Esto influyó en la concepción de la historia de España y los momentos
donde se buscaban esas esencias17. El modelo franquista de la historia de España
adoptaba el concepto de "pueblo", de obvias reminiscencias nacionalsocialistas, pero su
misión no se basaba tanto en la superioridad racial como en su voluntad de misión. De
ahí que los referentes fueran los Reyes Católicos y la Conquista, el Derecho indiano, el
Miquel Ángel MARÍN GELABERT: “Historiadores locales…, p. 121.
Elías DÍAZ: El pensamiento español en la era de Franco (1939-1975), Madrid, Tecnos, 1992, pp. 1961; Luis NEGRÓ ACEDO: Génesis del ideario franquista o la descerebración de España, Valencia,
Publicaciones de la Universitat de València, 2014, p. 18.
16
Sara PRADES PLAZA: "Discursos históricos e identidad nacional: la Historia de España del
nacionalcatolicismo franquista", en Ismael SAZ y Ferrán ARCHILÉS (eds.): La nación de los españoles.
Discursos y prácticas del nacionalismo español en la época contemporánea, Valencia, Publicaciones de
la Universitat de València, 2012, pp. 55-79; Sara PRADES PLAZA: "Escribir la historia para definir la
nación. La historia de España en Arbor, 1944-1956", Ayer, 66 (2/2007).
17
Fernando WULFF: "Los antecedentes (y algunos consecuentes) de la imagen franquista de la
Antigüedad", en Fernando WULFF y Manuel ÁLVAREZ MARTÍ-AGUILAR (eds.): Antigüedad y
franquismo (1936-1975), Málaga, Centro de Ediciones de la Diputación de Málaga, 2003, pp. 9-32.
14
15
105
catolicismo social y el mito de la sociedad del Antiguo Régimen. Historia y poder
estuvieron estrechamente unidos bajo el franquismo. Los discursos sobre el pasado
español se aprovecharon para legitimar el golpe de Estado como una reacción legítima
frente al peligro de extranjerización del país y apoyar su consolidación durante la
posguerra en torno al orden social tradicional. De esta forma, la visión política de la
historia deformó la españolización del pasado peninsular, para interpretar la guerra civil
como un conflicto contra ideas ajenas a la tradición española. Los hitos monumentales
del espacio público fueron aprovechados para presentar una historia de España más
acorde a la nueva política, y Castilla despuntó como mito de la construcción de la
españolidad18.
El poder de los discursos impulsados desde el mundo académico tenían poca
repercusión al ir dirigidos a un grupo limitado de audiencia. Por ello las
conmemoraciones cobraron un peso fundamental en este proceso, ya que permitía el
acceso a un espacio público. Pasado y presente se daban la mano en estas celebraciones,
ya que no sólo se reivindicaba un pasado concreto, sino también la construcción de un
presente basado en los nuevos valores impuestos. Las políticas del pasado fueron una
constante durante toda la posguerra, entre 1939 y el final de los cuarenta, cuando más
necesaria fue la búsqueda de nuevos apoyos. Pero hubo momentos concretos en los que
concurrieron una identidad histórica colectiva, la retórica y estética franquistas y la
cultura conmemorativa del régimen, como fue la celebración del Milenario de Castilla
en 194319. Burgos, que había sido capital de la "Cruzada" durante la guerra, se convirtió
en un gran escenario que glorificaba a Franco y al conflicto como origen de la dictadura,
aunque a lo largo de la década de los cuarenta cualquier espacio podía ser propicio para
convertirse en escenario de la reespañolización y recatolización a pie de calle. A
mediados de esta década, tras la caída del fascismo en Europa, el régimen tuvo que
reorientar sus discursos sobre el pasado, con un predominio claro de la Iglesias y los
18
Juan Sisinio PÉREZ GARZÓN: "La creación de la historia de España", en Juan Sisinio PÉREZ
GARZÓN et al.: La gestión de la memoria. La historia de España al servicio del poder, Barcelona,
Crítica, 2000, pp. 68-110.
19
Gustavo ALARES LÓPEZ: "La conmemoración del Milenario de Castilla en 1943. Historia y
espectáculo en la España franquista", Jerónimo Zurita, 86 (2011), pp. 149-180.
106
sectores católicos sobre las otras fuerzas políticas20.
La historiografía impulsada desde los institutos de historia del Consejo
El Consejo se creó por ley de 24 de noviembre de 1939 y se fijó su reglamento el
10 de febrero de 1940. Se convirtió en el órgano científico supremo con representación
de Universidades, Reales Academias, Escuelas de Ingenieros, los escasos sectores de la
investigación técnica, el Ejército, la Iglesia, y hasta una representación del Instituto de
Estudios Políticos.21 Su estructura quedó conformada bajo la presidencia del ministro de
Educación Nacional, José Ibáñez Martín, cargo que mantuvo hasta 1967; y la Secretaría
General de José María Albareda, miembro del Opus Dei y figura clave del CSIC. Por
último se nombraron dos vicepresidentes, Miguel Asín Palacios y Antonio de Gregorio
Rocasolano. Por Decreto de 10 de febrero de 1940 se enumeraban los distintos
patronatos: Raimundo Lulio (Ciencias Filosóficas, Teológicas, Jurídicas y Económicas),
Marcelino Menéndez Pelayo (Humanidades), Alfonso el Sabio (Ciencias Físicas,
Químicas y Matemáticas), Santiago Ramón y Cajal (Ciencias Biológicas y Naturales),
Alonso de Herrera (Ciencias Agrícolas, Forestales y Pecuarias), y Juan de la Cierva
Codorniú (Investigación Técnico-Industrial)22. Integrados en estos patronatos se
formaron diecinueve institutos.
A lo largo del tiempo diversos institutos llegaron a realizar importantes estudios
históricos, especialmente en el seno de instituciones locales o vinculados a otras
materias (como historia del derecho). En sus inicios, dos institutos estuvieron dedicados
en exclusiva a los estudios históricos: el Instituto Jerónimo Zurita, de carácter general, y
el Instituto Gonzalo Fernández de Oviedo, centrado en la Historia Hispanoamericana.
Más adelante se añadieron la Escuela de Estudios Hispanoamericanos, dedicada
20
Claudio HERNÁNDEZ BURGOS: "«Y España se hizo templo»: el triunfo de la cultura política
nacionalcatólica (1945-1957)", en Teresa María ORTEGA LÓPEZ y Miguel Ángel DEL ARCO
BLANCO (eds.): Claves del mundo contemporáneo, debate e investigación. Actas del XI Congreso de la
Asociación de Historia Contemporánea, Granada, Comares, 2013 [CD-ROM]; y Claudio HERNÁNDEZ
BURGOS: Franquismo a ras de suelo. Zonas grises, apoyos sociales y actitudes durante la dictadura
(1936-1976), Granada, Ediciones de la Universidad de Granada, 2013, 87-144.
21
Gonzalo PASAMAR ALZURIA: Historiografía e ideología en la postguerra española: La ruptura de
la tradición liberal, Zaragoza, Prensas Universitarias Zaragoza, 1991, p. 43.
22
Boletín Oficial del Estado, nº 43, 17 de febrero de 1940, pp. 1.201-1.202; José Ramón URQUIJO
GOITIA: “Ruptura y creación…, p. 263.
107
también al hispanoamericanismo, o el Instituto Rodrigo Caro de Arqueología, desgajado
del Instituto de Arte y Arqueología Diego Velázquez. Esta profusión de institutos
insertados en un mismo campo del saber son un claro ejemplo de la importancia que
para la nueva ciencia nacionalcatólica tenía el dominio del discurso histórico,
especialmente el vinculado a conceptos como la Hispanidad.
Dicho interés puede ser también heredado de la Junta para Ampliación de
Estudios, donde predominaba el estudio de esta Ciencia Social, con un importante
núcleo americanista23. Pese a reclamarse una ruptura total con la JAE, las prisas por
volver a poner en marcha la actividad científica y demostrar que la calidad científica no
se había visto afectada con el conflicto bélico provocaron que se tomasen como propias
algunas estructuras anteriores, así como proyectos y materiales. Destaca el caso de las
publicaciones periódicas, puesto que el fondo editorial de la Junta fue requisado y los
distintos Institutos del Consejo aprovecharon la infraestructura heredada de la
institución anterior, haciendo uso del prestigio conseguido para reanudar su publicación
o aprovecharse de sus ventas, como en el caso del Archivo Español de Arqueología la
Revista de Indias24. Se adecuaron, eso sí, a las nuevas exigencias del academicismo
franquista.
A finales de los años 40 ya aparecen en los informes de la Oficina de
Publicaciones nuevos títulos como la Revista de Arqueología, de Estudios Históricos,
Anuario de Historia del Derecho Español y Anuario de Hispanismo25. El Consejo llegó
a monopolizar casi por completo las revistas de Historia durante los años de posguerra
con 12 revistas especializadas en estudios históricos y una dedicada a Historia general26.
En 1955, contaba ya con un total de 145 revistas editadas27. Esta multiplicación de
publicaciones periódicas no querían sino transmitir una imagen de normalidad, como si
23
José María LÓPEZ SÁNCHEZ: Heterodoxos españoles. El Centro de Estudios Históricos, 1910-1936,
Madrid, Marcial Pons / Consejo Superior de Investigaciones Científicas, 2006.
24
Oficio al Vicesecretario General del Consejo, 16 octubre 1940. AGA. Educación. Fondo CSIC. Caja
31/9191. Carpeta Secretaría General, 1940 – Contabilidad
25
Oficio de Alfredo Sánchez Bella sin destinatario ni fecha. AGA. Educación. Fondo CSIC. Caja
31/8534. Carpeta Secretaría.
26
Gonzalo PASAMAR ALZURIA: “La profesión de historiador en la España franquista”, en Carlos
FORCADELL e Ignacio PEIRÓ (coords.): Lecturas de la Historia. Nueve reflexiones sobre Historia de
la Historiografía, Zaragoza, Institución Fernando el Católico, 2001, p. 161.
27
XIII Reunión del Pleno del Consejo Superior de Investigaciones Científicas. AGA. Educación. Fondo
CSIC. Caja 31/8811. Carpeta Secretaría General, 1955.
108
el avance científico del primer tercio del siglo XX no se hubiera visto paralizado y la
labor científica siguiera su agitado curso. En el caso del Anuario de Historia del
Derecho Español, revista de referencia del antiguo Centro de Estudios Históricos, su
publicación continuó como si la Guerra Civil nunca hubiera existido. El Archivo
Español de Arte y Arqueología, sin embargo, sí se vio modificado, separándose en dos
fascículos dedicados al Arte y a la Arqueología respectivamente. Se intentó impulsar
desde allí la Historia del Arte Español28.
Estas prisas por volver a poner en marcha la maquinaria científica hicieron que la
actividad del Consejo diese comienzo antes incluso de poder planear una organización
interna propia. Las primeras nóminas del Instituto Jerónimo Zurita, por ejemplo, todavía
lo designaban como Centro de Estudios Históricos. No fue hasta mayo de 1940 que se
empezó a utilizar su denominación oficial29. Poco a poco los institutos fueron tomando
forma propia, y comenzaron a llevar a cabo una estructuración interna que favorecía los
nuevos objetivos intelectuales. El Instituto Jerónimo Zurita, dirigido por Pío Zabala
Lera y con Antonio de la Torre del Cerro como Secretario, se dividió en dos Secciones:
la de Historia Moderna, que pronto pasaría a denominarse de Historia Moderna y
Contemporánea, dirigida por el propio Pío Zabala; y la de Historia Medieval, al frente
de la que se situó Antonio de la Torre30, que comprendería más adelante también la
Historia Antigua.
El Instituto Gonzalo Fernández de Oviedo optó por una estructuración diferente,
basada en la selección temática y no cronológica. Bajo la dirección de Antonio
Ballesteros, con Cristóbal Bermúdez Plata como Vicedirector y Ciriaco Pérez
Bustamante como Secretario, llegó a dividirse en esos primeros años en siete secciones:
Culturas Indígenas, cuyo Jefe fue Manuel Ballesteros Gabrois; Misiones, bajo la
supervisión del Padre Constantino Bayle; Conquista y Colonización, con Cayetano
Alcázar Molina como Jefe de Sección y Vicente Rodríguez Casado como becario;
América
Contemporánea,
con
Santiago
Magariños
Torres;
Navegaciones
y
Descubrimientos, bajo la dirección de Julio Guillén; Ficheros y Bibliotecas; e
28
Dos notas bibliográficas que acompañan a un oficio de Diego Angulo al Secretario General del CSIC,
22 julio 1940. AGA. Educación. Fondo CSIC. Caja 31/8531. Carpeta Instituto Diego de Velázquez.
29
AGA. Educación. Fondo CSIC. (05) 044 LIBRO 281 TOP. 32/00.201-00.406.
30
Carta de la Comisión Ejecutiva del Patronato al Secretario del Consejo, 20 de diciembre de 1940.
AGA. Educación. Fondo CSIC. Caja 8531. Carpeta Jerónimo Zurita 1940.
109
Instituciones, con Ciriaco Pérez Bustamante31. En 1941 se creaba también la Sección
Hispanoamericana de Sevilla, que desde el 10 de noviembre de 1942 constituiría un
Instituto
independiente,
bajo
la
denominación
de
Escuela
de
Estudios
Hispanoamericanos, con Vicente Rodríguez Casado al frente.
Muchos de los nombres de los componentes de estos Institutos y Secciones
resultan también familiares en el mundo universitario. Desde un comienzo se dio gran
importancia a promover la colaboración y estrechar las relaciones entre el Consejo y la
Universidad. La gran mayoría del personal de los Institutos formaban también parte de
los cuadros universitarios, especialmente los cargos con mayor responsabilidad. Pío
Zabala, Director del Instituto Jerónimo Zurita, era a su vez rector de la Universidad
Central de Madrid. Aproximadamente dos tercios del personal formado por directores,
jefes y secretarios de Sección estaban integrados también en la Universidad.
Cerca de la mitad de los Colaboradores estaban también adscritos a la
Universidad. En este grupo puede verse la materialización de la disputa por las cátedras,
ya que muchos de ellos la consiguieron durante esos años. Esta vinculación
representaba un orgullo para la institución, y así se dejó constancia de ello en las
Memorias: “Conviene consignar que durante el año 1948 dos becarios de este Instituto
han obtenido cátedras de Geografía Económica de Escuelas de Comercio, y dos
colaboradores, antiguos becarios, han sido nombrados Catedráticos de Historia de
Universidad”32. El hecho de que los primeros momentos los directores y vicedirectores
de los Institutos fueran nombrados entre los catedráticos más señalados del mundo
universitario de posguerra no hacía sino favorecer el control de importantes parcelas de
poder universitario, e indirectamente político, lo que hizo que se apoyase aún más
explícitamente al Régimen desde las élites culturales33.
Otro de los organismos que proporcionó más investigadores al Consejo fue el
Cuerpo Facultativo de Archiveros, Bibliotecarios y Arqueólogos, que se encargaron de
las Secciones más vinculadas al trabajo de archivo como la Escuela de Estudios
31
Presupuesto-Memoria del Instituto Gonzalo Fernández de Oviedo realizado por Ciriaco Pérez
Bustamante y Antonio Ballesteros, 10 de mayo de 1940. AGA. Educación. Fondo CSIC. Caja 8531.
Carpeta Gonzalo Fernández de Oviedo 1940.
32
“Consejo Superior de Investigaciones Científicas. Memoria de la Secretaría General, 1948”, p. 140.
33
Gonzalo PASAMAR ALZURIA: Historiografía e ideología en la postguerra española: La ruptura de
la tradición liberal, Zaragoza, Prensas Universitarias Zaragoza, 1991, p. 49.
110
Medievales con el Archivo de la Corona de Aragón o la Escuela de Estudios
Hispanoamericanos con el Archivo de Indias. El trabajo del Cuerpo de Archiveros había
sido relegado a un segundo plano por el franquismo, quien no modificó su estructura
hasta los años sesenta. Por ello, ya en los años cuarenta algunos de sus miembros habían
pasado del archivo a la Universidad, como José María Lacarra, Enrique Lafuente
Ferrari, Manuel Ballesteros, Santiago Montero Díaz o Martín Almagro Basch, que se
integraron en la década de los treinta, y Federico Urdina en la de los cuarenta34.
Algunos de los miembros del Cuerpo de Archiveros habían formado parte de la
plantilla de la JAE, y sin embargo se les pidió que continuasen con los trabajos
desarrollados. Ese fue el caso de la Sección de Historia Medieval del Jerónimo Zurita,
que “recoge y continúa, en lo procedente, los trabajos del Instituto de Estudios
Medievales. […] se hizo cargo el Instituto «Jerónimo Zurita» de los trabajos que venía
efectuando el Instituto de Estudios Medievales. Se habían establecido en éste tres
Secciones: Diplomas, Fueros y Crónicas, y su labor quedó interrumpida en 18 de julio
de 1936”35. Las primeras tareas de esta Sección consistieron en ordenar el material
científico heredado del anterior Instituto. Para esta labor Pío Zabala propuso a antiguos
miembros de esas Secciones, ya familiarizados con el material: Gerardo Núñez y
Ramón Paz se encargaron de la parte de Diplomas mientras José María Lacarra y Luis
Vázquez de Parga lo hacían de la de Fueros y la de Crónicas36.
Al acercar la mirada a los historiadores que ocuparon importantes cargos en los
institutos de Historia del Consejo nos damos cuenta que muchos de ellos ya formaban
parte del mundo universitario antes de la guerra, si bien su trabajo había quedado
eclipsado por el brillo del Centro de Estudios Históricos y la proyección internacional
de algunos de sus miembros. Si bien la configuración de la historiografía después de la
guerra cambió de forma radical, no puede entenderse como un producto exclusivo de la
“Victoria” del 39. Sería un error creer que los enfrentamientos entre diversos
historiadores se debe exclusivamente a venganzas personales. Estaban insertos en la
rivalidad existente entre dos visiones completamente diferente de lo que debía ser la
Miquel Ángel MARÍN GELABERT: “Historiadores locales…, p. 102.
Consejo Superior de Investigaciones Científicas. Memoria de la Secretaría General, 1940-1941”, pp.
150-151
36
Carta Pío Zabala, director del Jerónimo Zurita, al Presidente del Consejo, 30 de mayo de 1940. AGA.
Educación. Fondo CSIC. Caja 8531. Carpeta Jerónimo Zurita 1940.
34
35
111
historiografía, su función, y la enseñanza de la misma:
“Quizás esta contraposición parezca ir asociada a un cierto componente
momentáneo, aleatorio, coyuntural. Nada más lejos de la realidad. El franquismo
es el sueño cumplido de una venganza, es lo que sectores cohesionados alrededor
de la Iglesia Católica llevaban años soñando desde el siglo anterior; a los grupos
reaccionarios de pensamiento conservador más tradicionales, se les había ido
añadiendo en la espera, entre otros, nacionalistas españoles de la misma vertiente,
gentes afines a los movimientos europeos irracionalistas y autoritarios del periodo
de entreguerras ligados al «asalto a la razón» y a las políticas de «desesperación
cultural» -la respuesta reaccionaria a las tensiones sociales y políticas, y al
ambiente creado por los belicosos y competitivos nacionalistas de la época- e
incluso los minoritarios representantes locales del nazismo alemán y del fascismo
italiano.”37
Ya desde la Primera Guerra Mundial venían produciéndose críticas conservadoras
y neo-católicas que reclamaban una universidad donde reinasen los valores de un
nacionalismo conservador y católico, reivindicando una autonomía universitaria que
retomase las premisas neo-católicas del siglo XIX38. No nos encontramos, por tanto,
ante un suceso exclusivamente político, sino que se produce la materialización de una
lucha contra las libertades individuales, contra formas de vida y de cultura que no
entraban dentro de los planteamientos de corte conservador y nacionalcatólicos. El
debate más enconado entre los modelos historiográficos de corte conservador y los
liberales se produjo a finales del siglo XIX, representados los primeros en la figura de
Marcelino Menéndez Pelayo. Con la creación de la Junta para Ampliación de Estudios
en 1907 y, tres años después, con el Centro de Estudios Históricos, se impusieron los
discursos y metodologías desarrollados por figuras como Menéndez Pidal, Rafael
Altamira o Claudio Sánchez-Albornoz, quedando eclipsados los planteamientos
menendezpelayistas, que por otra parte no desarrollaron nuevos discursos tras la muerte
37
38
Fernando WULFF: "Los antecedentes…, p. 9.
Gonzalo PASAMAR ALZURIA: Historiografía e ideología…, p. 20.
112
de éste con algunas excepciones como Ramiro de Maeztu y Ortega y Gasset.
La Universidad del primer tercio se hizo eco de estos enfrentamientos,
produciéndose la convivencia de fuerzas renovadoras junto a los defensores del antiguo
régimen historiográfico español dentro del mismo espacio39. En la Universidad Central
se dio un doble proceso de fortalecimiento de la disciplina histórica, por un lado, y por
otro la lucha entre las viejas y nuevas formas de entender la práctica docente e
investigadora. Precisamente en el mundo universitario de los años veinte y treinta
destacaron Pío Zabala, Eduardo Ibarra y Rodríguez (que luego sería Director del
Instituto Jerónimo Zurita por unos pocos meses) o Antonio Ballesteros y Beretta como
los defensores de un discurso que se iba a imponer tras el golpe militar del 39.
Para estos historiadores que por fin habían conseguido imponer su modelo
historiográfico, lo más importante fue difundir en lo posible dichos planteamientos, por
lo que desde el primer momento se favorecieron e impulsaron nuevas publicaciones,
tanto monografías fruto de las investigaciones llevadas a cabo en el Instituto como
publicaciones periódicas, materializadas en la que fue la primera revista de historia
general española: Hispania. Revista Española de Historia, dirigida por Antonio de la
Torre y con Cayetano Alcázar como Secretario40. A través de ella se pretendía mostrar la
labor llevada a cabo en los archivos nacionales y expandir las glorias pasadas de la
nación, siempre desde una metodología positivista. El primer número apareció en
octubre-diciembre de 1940, y en septiembre de 1941 habían visto la luz ya hasta cuatro
números.
El americanismo también fue otro de los pilares que trató de impulsar el Consejo.
En la Escuela de Estudios Hispano-Americanos de Sevilla, aparte de llevar a cabo
labores de investigación, se hacía un uso político intentando contestar las teorías que
publicaban los exiliados españoles en América41. Se denostó el trabajo de José María
Ots Capdequí y se acusó de una escasa actividad americanista en el periodo previo a la
José María LÓPEZ SÁNCHEZ: “Los estudios históricos en la Facultad de Filosofía y Letras” en
Santiago LÓPEZ RÍOS y Juan GONZÁLEZ CÁRCELES: La Facultad de Filosofía y Letras en la
Segunda República. Arquitectura y universidad durante los años treinta, Universidad Complutense de
Madrid-Sociedad Estatal de Conmemoraciones Culturales, Madrid, 2008, pp. 406-415.
40
Carta del Marqués de Saltillo, 7 de noviembre de 1941. AGA. Educación. Fondo CSIC. Caja 8535.
Carpeta Jerónimo Zurita 1941.
41
Gonzalo PASAMAR ALZURIA: Historiografía e ideología…, pp. 150-159.
39
113
guerra. Desde el Instituto Gonzalo Fernández de Oviedo, Antonio Ballesteros y Ciriaco
Pérez Bustamante quisieron seguir impulsando la revista Tierra Firme, a la que
cambiaron de nombre para dar también un cambio de imagen: no es sino la Revista de
Indias, creada para extender la idea de Hispanidad42. En agosto de 1940 se publicó su
primer número. Sin embargo, no todas las nuevas revistas fueron creadas por iniciativa
interna. En 1943 Antonio Ballesteros, director del Instituto Gonzalo Fernández de
Oviedo, trasladaba al Consejo el deseo del Ministro José Ibáñez Martín de crear una
revista que recogiese investigaciones sobre la obra misionera española, Missionalia
hispanica. Quizás el interés de Ibáñez Martín en este tema podría explicar por qué unos
años más tarde se creó un nuevo Instituto que atendía en exclusiva las misiones. Desde
luego, respondía plenamente al programa científico nacionalcatólico, como exponía
Antonio Ballesteros:
“El «Instituto Gonzalo Fernández de Oviedo» habida cuenta de: 1º- Que en
España la Historia de nuestras Misiones forma la parte más importante de nuestra
labor civilizadora, por el hecho de haber llevado la fe a medio mundo, e ir trabada
indisolublemente a la obra descubridora y colonizadora, según se consigna en el
testamento de Isabel la Católica y en la política indiana de nuestros Reyes. 2ºQue esa gloria española es desconocida, cuando no bastardeada por extranjeros y
aun por no pocos españoles. 3º- Que dado el auge, cada día mayor, de los estudios
misionológicos, se ofrece magnífica ocasión de dar a conocer lo que en difundir el
Evangelio procuraron y lograron el Estado y la Iglesia, representada por sus
Órdenes Religiosas. 4º- Que para esa difusión no bastan las páginas de la Revista
de Indias, so pena de quedar menoscabadas sus otras distintas Secciones. 5º- Que
asimismo los miembros colaboradores de la Sección de Misiones, que son cinco
más el Director, pueden y deben producir más de lo que admite el tamaño y
periodicidad de la Revista de Indias.”43
Informe “Labor a desarrollar por el Instituto Fernández de Oviedo” de Ciriaco Pérez Bustamante, con
el VºBº de Antonio Ballesteros Beretta, 10 mayo 1940. AGA. Educación. Fondo CSIC. Caja 31/8531.
Carpeta Instituto Gonzalo Fernández de Oviedo.
43
Oficio al Secretario General del CSIC, 16 noviembre 1943. AGA. Educación. Fondo CSIC. Caja
31/8543. Carpeta Instituto Gonzalo Fernández de Oviedo.
42
114
En el mismo instituto se propuso también, en 1944, la preparación de una
recopilación de material archivístico inédito sobre Cristóbal Colón, que pasaría a
llamarse el “Diplomatario Colombino”. El objetivo era sacar a la luz documentos sobre
la figura de Colón en lo que se veía como un problema de tintes patrióticos: “se ha
planteado hace tiempo el problema científico y patriótico de publicar en España y con
un criterio español, la serie completa, en lo posible, de tal documentación, labor que, al
efectuarse felizmente, honraría grandemente a la entidad que la llevase a término,
repercutiría muy favorablemente en América, y constituiría una de las producciones de
más interés que puede emprender la cultura española en el Nuevo Estado y que
responde derechamente al sentido de reivindicación de nuestra gloriosa historia”44.
La Sección de Historia Moderna y Contemporánea orientó sus actividades al
estudio de las relaciones diplomáticas de España en los siglos XVI y XVII, así como al
“espíritu auténticamente español en el decurso de la centuria decimonónica”45. Los
Reyes Católicos y los Austrias fueron los temas privilegiados. Vinculados de forma
directa con las intenciones y valores del régimen, fueron un componente importantísimo
de la identidad construida por los vencedores. En el caso del Consejo esto no se notó
tanto en la producción de obras, a excepción de un trabajo de Antonio de la Torre, sino
en una constante actividad publicística militante. La atribución del surgimiento de la
nacionalidad española a los Reyes Católicos durante la Restauración se traducía ahora a
una publicística biográfica y apologética de su reinado. Se quiso presentar la Historia
como una lucha constante entre la civilización cristiana y todas las demás fuerzas que
conspiraban contra ella. Es precisamente en este contexto en el que pueden
comprenderse actos como la celebración del Milenario de Castilla en 194346. No es de
extrañar que una asociación de tipo cultural historiográfica como
“Asociación
internacional de amigos de Simancas” se constituyese en diciembre de 1948 y
mantuviese una estrecha conexión con el Archivo, la Universidad y la sección que el
44
Informe de Antonio Ballesteros Beretta a José María Albareda, 5 julio 1944. AGA. Educación. Fondo
CSIC. Caja 31/8543. Carpeta Instituto Gonzalo Fernández de Oviedo.
45
“Consejo Superior de Investigaciones Científicas. Memoria de la Secretaría General, 1940-1941”, pp.
151-152.
46
Gustavo ALARES LÓPEZ: "La conmemoración…
115
CSIC mantenía allí. Propuso la publicación de un Anuario de Estudios de Historia
Moderna, con la intención de contar con la colaboración de historiadores de distintos
países del mundo, y de potenciar “lo español”47.
La temática de los Reyes Católicos fue también abordada desde el medievalismo,
protagonista de esta primera década en el Consejo. Desde la Escuela de Estudios
Medievales se buscó la colaboración entre distintas materias en distintas localidades.
Los grandes impulsores del proyecto fueron Alfonso García Gallo, desde su cátedra de
Historia del derecho español en Valencia; José María Lacarra a través del Centro de
Estudios Medievales de Aragón y de su cátedra de Historia Medieval en la Universidad
de Zaragoza; y la sección de Barcelona del Instituto Jerónimo Zurita, estrechamente
ligada al Archivo de la Corona de Aragón, con Fernando Valls Taberner y Ernesto
Martínez Ferrando sucesivamente a la cabeza48.
Las obras publicadas durante los años cuarenta no aportan nuevos debates
metodológicos, sino que se recurre una historia política centrada en lo que se
consideraban las grandes figuras históricas. La compleja situación política hacía más
sencillo rescatar periodos como la Prehistoria, la Historia Antigua o la Edad Media, más
alejados de las implicaciones que tenía la Edad Moderna o la Edad Contemporánea.
Quizás por ello proliferaron trabajos más asépticos como la publicación de fuentes y
transcripciones de documentos, así como glosarios y códices.
La década de los cincuenta trajo una cierta apertura, con la llegada de nuevas
obras e investigadores provenientes de fuera de las fronteras españolas. Autores como
José María Jover, Vicente Palacio Atard o Jaume Vicens Vives publicarán en esa década
gran parte de su producción historiográfica, si bien a finales de los años cuarenta ya
estaban integrados en las estructuras del CSIC. Será entonces cuando se empiece a
avanzar hacia una historia económica y social, abandonando poco a poco la Historia de
América.
Hasta
entonces
la
historiografía
fue
esencialmente
teleológica,
autocomplaciente y de enfoque político49.
Escrito del Jefe de la Sección de Estudios de Historia Moderna “SIMANCAS” del Instituto Jerónimo
Zurita al Secretario General del CSIC, 21 diciembre 1948. AGA. Educación. Fondo CSIC. Caja 31/8604.
Carpeta Patronato Diego de Saavedra Fajardo.
48
Gonzalo PASAMAR ALZURIA: Historiografía e ideología…, p. 149.
49
Miquel Ángel MARÍN GELABERT: “Historiadores locales…, p. 121.
47
116
Reflexiones finales
Lo que se ha ofrecido en las páginas precedentes no pretende ser un relato cerrado
sobre la historiografía de la posguerra. Tampoco una visión total del mundo del
Consejo. Con más preguntas que respuestas, se han intentado situar algunos de los
elementos principales de la historiografía impulsada desde el CSIC en el contexto
profesional y de producción historiográfica en el que tuvo lugar. Cada vez tenemos un
mayor conocimiento sobre biografías de historiadores españoles durante el franquismo,
sobre el devenir institucional de las organizaciones que los acogieron. Todavía quedan
por desgranar algunos matices, como el grado real de proximidad de los historiadores al
régimen o las lógicas de solidaridad o delación entre los diferentes grupos. Se ha
mostrado el tipo de iniciativas y actividades que se desarrollaban en el Consejo, pero no
sabemos cuál era la repercusión real de dichas actividades o cómo era su recepción. El
conocimiento de las lógicas internas de los institutos de Historia del CSIC puede dar
algunas claves para comprender las acciones y decisiones de sus miembros.
Las relaciones entre el Consejo y la Universidad no fueron siempre fáciles, ya que
se les habían asignado a cada uno parcelas de actuación que el otro no podía traspasar,
como la docencia o la investigación. Sin embargo, buen número de historiadores
terminaron sorteando este problema al estar insertos en ambas instituciones. Así, el
cerco en el que se había encerrado el CSIC termina por dar frutos fuera de sus muros,
tanto mediante colaboraciones con las universidades como con instituciones locales o
diputaciones provinciales. Es necesario comprender el conjunto de actuaciones no sólo
como una circunstancia fortuita donde cobrarse venganzas personales, sino como un
enfrentamiento cuyas raíces se hunden ya en el siglo XIX, con debates y propuestas
metodológicas ya trabajados y asumidos desde antes.
En un momento en que se está fraguando el imaginario franquista, el recurso a la
Historia y la demanda de relatos dirigidos a intereses particulares tiene una enorme
repercusión. Hasta qué punto la participación en las lógicas del momento no es más que
una estrategia de supervivencia o es plena convicción, los límites son, en ocasiones,
inciertos. Tampoco es nuestro trabajo juzgar dichas actuaciones, sino valorarlas en su
justa medida para poder ofrecer un relato histórico honesto y responsable. Lo cierto es
que dentro del Consejo la Historia fue una disciplina con fuerte presencia, ya fuese a
117
través de los Institutos dedicados a ella o de aquellos que se servían de ella como
ciencia auxiliar. Tanto es así, que estuvo a punto de monopolizar la producción
historiográfica a través de un alto número de revistas que ahogaba las iniciativas
externas y solía ser el trampolín de muchos de los propios investigadores del centro. La
necesidad de mostrar “normalidad” de cara al exterior como si la labor científica
siguiera si curso, fue lo que impulsó y aceleró estas iniciativas.
A finales de los años cuarenta, y especialmente desde comienzos de los cincuenta, el
panorama historiográfico español había empezado a cambiar, aunque muy lentamente.
Sólo conociendo las características del periodo anterior, el proceso por el que se fue
conformando, podremos entender la evolución de los años posteriores y algunas de las
consecuencias que todavía hoy quedan latentes.
118
Un modelo de intervención social a través del estudio de la
memoria. Una reflexión historiográfica
Magdalena González
Grupo de investigación Élites, Notables y Pueblo, Universidad de Cádiz1
La afirmación de que el pasado es el presente de la memoria, y de la historia, está
relacionada con mecanismos y formas específicas de concienciación que no son ajenos
al espectro de las ciencias sociales. Es una singularidad del tiempo presente que el
investigador atienda con frecuencia demandas sociales expresadas en muy diferentes
maneras y grados, al tiempo que su propia especialización profesional concreta y genera
la materia de su estudio y una específica acción social derivada. La “capacidad
historiográfica” se amplía así en un doble sentido. Hablamos de testigos, transmisión de
relatos familiares, fuentes orales y memoria traumática, indisolubles ya de la
movilización ciudadana, terrenos en los que el historiador argumenta o asume
portavocías e iniciativas que esperan la resolución de conflictos vigentes en el espacio
democrático, pero con demanda de registro por parte de los actores, en explícita
asunción histórica de la singularidad de su protagonismo. Es otra faceta más de la
complicada, extraña e indisoluble relación entre memoria e historia, entre emoción y
ciencia, entre relato y discurso.
El concepto de memoria compartida en su variante de “histórica” es demasiado
amplio atendiendo a circunstancias, temporalidades y pasados distintos, pero tiene de
particular, en los contextos de la violencia política, que se concreta en disputa con la
apropiación que el Estado oficializa sobre lo que él mismo proyecta como historia. El
mecanismo por el cual emergen interpretaciones alternativas referenciadas en la
transmisión de la memoria está relacionado con el cambio social y con los procesos que
1
Plan Andaluz de Investigación de la Junta de Andalucía, Código HUM-557.
119
Universidad de Castilla~La Mancha
Departamento de Historia. Área de Historia Contemporánea
Edificio Benjamín Palencia | Campus Universitario s/n | 02071 Albacete
Email: [email protected] | www.ahistcon.org |
alientan la cohesión de los grupos humanos. Al enemigo se le discute el triunfo
apuntalado en la apropiación, en el silencio o en el olvido y se entiende que sólo con la
recuperación de los nombres, de los lugares o de las voces perdidas, puede ser activada
la reclamación identitaria
de la que
parte la movilización en la experiencia del
presente. Por lo tanto se pone en marcha un proceso de indagación abierto, de búsqueda,
de tarea o conversación generacional delegada, que trastoca y muda el papel
convencional del investigador social y de sus competencias. Si a esto se le añade el que
en las sociedades occidentales, la crisis de las expectativas sobre el tiempo del futuro
convive no sólo con la sacralización del recuerdo sino con la proyección consecuente
del acto como memoria futura, habrá que asumir la insuficiencia de los métodos
tradicionales de la historia, obligada desde hace algún tiempo a considerar lo mudable,
lo subjetivo, lo contradictorio y, por qué no, la propia expresión de la banalidad. Es la
dinámica del empoderamiento y de las redes la que marca indefectiblemente la
perspectiva del conocimiento cuanto éste se aproxima a lo que alguna vez se empezó
por catalogar como el método humanista de la historia y a sus fuentes como documentos
personales2.
Por otro lado, los “trabajos” de la memoria3 se ajustan igualmente en sucesivos
marcos temporales, políticos, sociales y culturales que resignifican permanentemente lo
sucedido con anterioridad. Nombrar crea, identifica, compromete o “señala”, dado el
carácter performativo de la semántica mnemónica, necesitada siempre de agentes
operantes en el plano social. Los emprendedores de la memoria4 articulan ésta como
reflexión y como forma de acción, ahondando en el valor crítico de la categoría y en la
posibilidad democrática y creativa que entraña. Pero lo destacable en lo que atañe a la
historiografía es que, aunque ésta no pueda sustraerse a la idiosincrasia que señalamos y
aunque sea evidente que si alguna vez hubo una fórmula tradicional de la historia de ella
queda poco o nada, hay rasgos propios a tener muy cuenta en el asunto que tratamos:
por un lado su capacidad específica de “alumbrar”, como método, lo que no podría ser
2
Ken PLUMMER: Los documentos personales. Introducción a los problemas y la bibliografía del
método humanista, Madrid, Siglo XXI, 1990.
3
La referencia en Elizabeth JELIN: Los trabajos de la memoria, Madrid, Siglo XXI, 2002.
4
Para el concepto de “emprendedor” y su relación con otros ver por ejemplo, Eduardo GONZÁLEZ
CALLEJA: Memoria e historia. Vademécum de conceptos y debates fundamentales, Madrid, Los libros
de la Catarata, 2013, pp. 126.
120
conocido de otro modo, y por otro, su mayor grado de libertad frente a las ataduras
sentimentales del recuerdo y la identidad.
A continuación me propongo desarrollar lo apuntado hasta aquí, utilizando mi
experiencia como investigadora de la transmisión generacional de la memoria de la
guerra española de 1936. Lo haré en los dos planos señalados: el del historiador como
agente de la memoria y el del método de la historia como generador de su propio
contenido.
I
La práctica del método historiográfico en sociedades afectadas por el trauma de la
violencia y la represión está marcada por múltiples condicionantes y presenta problemas
epistemológicos y de método que no habían sido tenidos en cuenta con anterioridad. En
el caso de España hay que tener en cuenta que la historia ha llegado despacio y tarde a
la memoria del golpe de Estado y de la guerra y sólo cuando una demanda generacional
renovada ha planteado la necesidad de entender el pasado sobre presupuestos distintos a
los de sus predecesores y en consonancia con perspectivas
globales antes no
consideradas. Al mismo tiempo, y en una correspondencia no menos significativa, la
reivindicación ciudadana de la memoria en el terreno de los derechos humanos se
incorporaba al panorama social y político de nuestro país. Para amplias capas de la
población española, el pasado dejaba de ser entonces heroico o anodino y regresaba
convertido en cuestionamiento incómodo o reproche.
Es en este contexto de negociación emergente, en el que una nueva generación
de historiadores, a partir de la última década del pasado siglo, empezó a formular sus
preguntas y argumentos e irrumpió, junto con otros diversos colectivos, en la
complejidad de un sistema activo desde el conflicto que se había visto favorecido hasta
ese momento por la ausencia de determinadas memorias en el escenario público. La
primera deriva fue que la discusión sobre lo sucedió en este país se incorporó a la
reflexión acerca de la deficiente calidad de nuestro sistema democrático y la necesidad
de su renovación partiendo de la ciudadanía. El discurso socializado por la dictadura y
por las élites políticas de los setenta quebró sobre las bases de las oportunidades
democráticas y de la modernización perdidas en los años treinta y en la Transición. La
121
necesidad de argumentos para la comprensión, la negociación y la superación del
conflicto implicaba a la historia.
La aparición de sujetos históricos en lucha por reafirmar su identidad en las
sociedades plurales democráticas evidenciaba la insuficiencia de la historiografía ajena
a los trazos, las huellas y los léxicos familiares que traducían los traumas del pasado.
Ocurría que, contrariamente a lo que se había venido afirmando en relación con nuestro
pasado más cercano, del que aún quedaban testigos vivos, no había investigación
“superada”, como lo ratificaba la perdurabilidad de un conocimiento escamoteado, y el
requerimiento de divulgación y registro por parte de un público cada vez más consciente
de la oportunidad del mismo como competencia biográfica, generacional5, ciudadana o
identitaria. Faltaba, al menos, la palabra de las víctimas respondiendo a la interpelación
cercana de diálogo con la memoria.
La manifestación mnemónica, siempre plural, aporta información relevante,
articula tópicos narrativos, claves mnemónicas, y abre espacios interpretativos y de
acción renovados. Convertida ya en fuente imprescindible para la historia, el recurso de
la memoria sustenta también la “desacralización” imparable del oficio académico, si
tenemos en cuenta la popularización, como concienciación, de la asunción personal o
familiar del “hábito de la historia”. Una representación explícita del pasado modela la
interpretación del presente, atendiendo a la experiencia y a la apropiación subjetiva, a
través de una red plural y abierta, donde cada pequeña huella adquiere significado 6. Las
emociones y su sentimentalidad se abren paso como materia de las ciencias sociales en
la sociedad de consumo y en la posterior de la crisis económica y posdemocrática en la
que aquéllas también han pasado a ser dominio de la historia. La nueva escenografía del
conocimiento y las interpretaciones admite las fórmulas más diversas, entre otras, las
basadas en el esfuerzo colaborativo y en la transmisión generacional.
El científico social que ha preguntado, que ha escuchado la palabra dada y se ha
interesado por lo reprimido, olvidado o silenciado (todavía en la actualidad), se ha
tenido que adentrar en el espacio exiguo de lo familiar, lo grupal o lo local, definido,
porque esa es su naturaleza, por servidumbres y códigos precisos. Se repara, frente al
5
Marianne HIRSCH: La generación de la posmemoria. Escritura y cultura visual después del
Holocausto, Madrid, Carpe Noctem, 2015.
6
Jorge CARRIÓN: “Sebald: doce variaciones y un epílogo” en VV.AA: Las variaciones Sebald,
Barcelona, CCCB, 2015.
122
discurso uniforme, en la anécdota de lo cotidiano atravesada por “signos, reclamos,
mandatos, tendencias” y se atiende a su carácter de discurso narrativo dotado de valor
moral7. La complejidad para el historiador radica en conferir un significado a este
imaginario en el que su trabajo se ve inmerso8.
Esta es la situación en la que mayoritariamente se han llevado a cabo las
investigaciones que utilizan la memoria traumática de la violencia política como fuente
documental, la misma, recordemos, que ha hecho factibles los presupuestos de la
dinámica de la “recuperación de la memoria histórica”. Por lo tanto existe un marco
específico en el que se desarrolla una relación ambivalente y problemática, porque el
conocimiento que el historiador genera no está destinado únicamente a ser fuente
documental o académica, sino igualmente, a nutrir imaginarios y a ser la base de una
dinamización social y política determinada, la que a su vez lo retroalimenta y, en
consecuencia, confía en su “lealtad” y compromiso, por encima de los argumentos de la
práctica científica. La relación se estrecha si tenemos en cuenta que la historia
proporciona, a partir de la incardinación de lo particular en un discurso universal,
claves interpretativas de referencia para el grupo y para los individuos, en la medida
que éstas desvelan, liberan y equilibran la memoria traumática generada por la represión
política, social y económica instalada en los orígenes del conflicto.
El historiador que busca la memoria allí donde ésta nace, en el plano micro, en la
intimidad, se ve impelido a ser agente o activador de la expresión de la misma, ya que el
desarrollo de la investigación recorre los hitos que marcan el camino de la
reivindicación para las víctimas. Puede ocurrir que sea el iniciador del proceso o por el
contrario puede que éste ya haya sido activado por otros posibles agentes, en cuyo caso,
la especialización que lo distingue se verá participada por amateurs y simpatizantes
locales con los que habrá de contar.
Concretando, si nos centramos en la España rural del siglo XXI perteneciente a
la retaguardia de la zona sublevada, el desvelamiento difundido a través de los medios
de comunicación del terrible dolor del pasado, con su inventario de huesos, fosas y
7
José Miguel MARINAS: La escucha en la historia oral. Palabra dada, Madrid, Síntesis, 2007, pp. 9 y
10.
8
Miguel Ángel CABRERA: “La historia y los historiadores tras la crisis de la modernidad” en Pablo
SÁNCHEZ LEÓN y Jesús IZQUIERDO MARTÍN (eds.), El fin de los historiadores. Pensar
históricamente en el siglo XXI, Madrid, Siglo XXI, 2008, pp. 47.
123
familiares dando cuenta de lo sucedido y de sus quejas, ha podido ser compartido por
muchos, ha contribuido a romper el silencio o la aparente indiferencia y ha
uniformizado las expresiones de una sensibilidad determinada, fácilmente registrable,
que es la que se ha recogido en muchos de los trabajos realizados en los últimos veinte
años. De forma parecida, la respuesta institucional también se ha normalizado cuando
ésta se ha resuelto a favor de la pretensión memorialística, y no en contra, como ha
sucedido en tantas ocasiones. La gestión pública es otra de las solicitudes de las
identidades ciudadanas que aspiran a ser reconocidas en las sociedades multiculturales y
ha dado lugar a un catálogo popularizado de intervención política que tampoco puede
desvincularse del rédito electoral.
En el marco de estos condicionantes es donde se da cumplimiento a la agencia
cívica del historiador que por otro lado no podrá desligarse de sus objetivos. Sirva de
ejemplo el siguiente, en el que formando parte de la investigación correspondiente, la
búsqueda y publicidad de los nombres de las víctimas del golpe de Estado en una
localidad de la provincia de Cádiz tuvo las siguientes consecuencias en el terreno
comunitario:
Empezaremos haciendo referencia al acto de homenaje a los desaparecidos, en el
que se leyeron por primera vez sus nombres en una plaza del pueblo. Los familiares
ocupaban las primeras filas de una plaza abarrotada por vecinos de todas las edades y
presidida por la bandera republicana. Se inauguró una placa conmemorativa que pasó a
ser el primer lugar de memoria de una intervención urbana que fue extendiéndose
posteriormente con el paso de los años.
A partir de otra de las fases de la investigación, en esta ocasión compartida y
asistida por diversos colectivos sociales sensibles al movimiento de recuperación de la
memoria histórica de la localidad, en la que sin embargo no llegó a cuajar una
asociación de familiares de los represaliados, se inició la búsqueda de la fosa en la que
se encuentran los desaparecidos. Durante un tiempo largo estas víctimas de la violencia
fueron ocupando una actualidad cada vez mayor traducida en disponibilidad y
colaboración con el trabajo en curso. Así, el Ayuntamiento, con la información que se
le facilitó, actuó de oficio solicitando al juzgado comarcal correspondiente la
inscripción fuera de plazo de estas personas. Se homenajeó también, por acuerdo
unánime del pleno municipal, a sus funcionarios represaliados y se le dio el nombre del
124
último alcalde republicano a una plaza. También se valoró la solicitud administrativa
para la declaración como lugar de memoria histórica, según la ley andaluza que lo
prevé, del granero privado en el que se efectuó la saca fatal en septiembre del año 36,
que se mantiene en pie sin haber sido modificado, y de los restos en la playa de los
búnkers que formaban parte del Plan defensivo del Campo de Gibraltar, construidos
por el batallón de soldados trabajadores republicanos que residió en el pueblo en los
años cuarenta. La corporación municipal colaboró en la difusión de parte de los
resultados del proyecto historiográfico haciéndose cargo de la publicación no venal y
de la distribución de varias monografías, lo mismo que de la solicitud de fondos a los
programas de la Junta de Andalucía para la realización de un documental en torno a lo
sucedido en el pueblo. Otras iniciativas paralelas, pero motivadas igualmente por la
misma influencia, fueron las desarrolladas en el plano escolar en el que se llevaron a
cabo diversos programas interdisciplinares basados en un diálogo intergeneracional, que
pretendía la documentación de lo sucedido a través de las memorias familiares y
propiciar la reflexión sobre la historia del presente y el sentido de la práctica
democrática. Los programas de encuentros, conferencias, mesas redondas, sesiones de
cine, exposiciones o emisiones radiofónicas han estado al servicio de un público
interesado que en este caso se ha visto atendido principalmente por la iniciativa
municipal asesorada.
Un aspecto de importancia más derivado de la práctica historiográfica fue la
recuperación de documentación que estaba “perdida”. Las donaciones realizadas al
archivo municipal fueron varias, alguna con documentación muy relevante, como la del
fondo local de Falange. Asimismo el conjunto de entrevistas realizadas en el trabajo de
campo de la investigación de referencia generó un fondo de fuentes orales, cuyas
propiedad, custodia y gestión también son hoy del archivo. De manera complementaria
se llevó a cabo un programa de recogida de fotos de la época que ha dado lugar a la
existencia de otro cuerpo documental de procedencia privada, pero de gestión pública.
Por el contrario, la manifestación de la memoria disidente de este corpus ha
permanecido recluida y ha sido voluntariamente escamoteada de la actualización
comunitaria que hemos detallado. La única reacción conocida accidentalmente se ha
producido en la esfera privada y ha sido la autoedición de una monografía destinada al
consumo familiar y en la que se daba respuesta pretendidamente justificadora a lo que
125
iba siendo difundido en el espacio público. Se ha creado así un nicho de silencio
privado singular, de trayectoria opuesta, al que habría que prestar atención.
Hasta aquí lo que nos parece relevante de la interacción comunitaria con la
investigación. Podemos concluir que, aunque ésta tuvo su curso y atendía a los objetivos
propios de la ciencia social que es la historia, no pudo desvincularse de la movilización
ciudadana descrita, porque en el origen de la misma estaba el empezar a hablar, el
responder, el atender a unas preguntas y a una explicación que rompía el silencio y la
sumisión mantenidos durante la dictadura y el proceso de transición. Los medios
tecnológicos que facilitan la inmediatez de las respuestas y la concreción de un flujo de
información mantienen el desencadenamiento de un mecanismo de retroalimentación
que es novedoso en la creación de un modelo cognoscitivo, el que convive con fórmulas
no profesionalizadas y el que nutre la demanda social sobre del discurso de la historia
del tiempo presente.
La comunidad, desatendida de las conclusiones del trabajo científico, ha tejido
sin embargo el relato particular y múltiple de la memoria, que aunque ha tenido la
referencia de aquél como pretexto inicial, se ha resuelto en planos diferentes y
complementarios. Por un lado, en el público, con la difusión de una explicación
actualizada de la experiencia de la violencia política y de sus consecuencias sobre las
clases trabajadoras, que ha cambiado la valoración del pasado y del presente en el
conjunto local. Y por otro, en el personal o familiar, con la asunción de claves
explicativas diferentes a las tradicionales para las víctimas silenciadas de la violencia,
del hambre y del atraso en el que una parte importante del conjunto de la población
estudiada se incluye. De lo oculto a lo difundido, de lo reprimido al homenaje, de lo
teórico a la acción, de lo profesional a lo amateur y a las aportaciones en red, pero
también de lo concreto a lo general y de lo familiar a lo universal, en definitiva, de los
cauces activos de la represión a una forma de contarse y de explicarse en consonancia
con la universalización de las referencias de los derechos de las víctimas.
Lo actuado en torno a esta memoria ha reactivado ciertos compromisos políticos
y ha mostrado su eficacia como herramienta propicia para la mejora de la capacidad
ciudadana en el Estado de derecho. A muchas personas pertenecientes a la generación
nacida en los años treinta y cuarenta, la reivindicación de la memoria les ha permitido
recorrer un camino singular de asunción de valores democráticos con el que jamás
126
hubieran contado. La asunción de que la relación con el poder ha de estar regulada sobre
bases justas, del hecho colaborativo generacional o de que existe un patrimonio
documental, del que la memoria forma parte, que ha de ser respetado y gestionado
democráticamente para poder fundamentar las intervenciones o reclamaciones privadas,
es una aportación valiosa que proviene, en este caso y junto con otros orígenes
múltiples, del ejercicio de la historia.
El proceso descrito hasta aquí es mucho más complejo que el que se deriva de la
acción descrita del historiador en el espacio local o familiar, pero nos ha interesado
destacar el papel que ha jugado la práctica que está en la base de la construcción
argumental que es la historiografía. En la actualidad, lo relevante es que el discurso de
la historia pasa a ser también exigencia y patrimonio de la práctica cívica en las
sociedades posdemocráticas avanzadas9.
II
Las sociedades occidentales han desarrollado una cultura anamnética sustanciada en
repensar la barbarie, en la referencia moral del sufrimiento de las víctimas y en
recuperar lo perdido, lo extraviado. España continúa ofreciéndose como caso
representativo y peculiar. En nuestro país y en las últimas dos décadas se ha producido
una proliferación de testimonios y manifestaciones, que ha obligado al replanteamiento
de los esquemas interpretativos historiográficos con los que se había venido trabajando
hasta ese momento. Categorías analíticas como comunidad, trauma o cambio social,
que están bien representadas en el corpus longitudinal de la memoria social, han forjado
nuevos discursos sobre el pasado nacido del golpe de Estado y de la guerra10. El
historiador que opera con fuentes mnemónicas se ve forzado a valorar este pasado
como algo cambiante y en permanente construcción, aceptando que la memoria es un
amplio catálogo de proyecciones con capacidad de intervenir en el presente. Por lo
Ver Pablo SÁNCHEZ LEÓN: “El ciudadano, el historiador y la democratización del conocimiento del
pasado” en Pablo SÁNCHEZ LEÓN y Jesús IZQUIERDO MARTÍN (eds.), El fin de los historiadores.
Pensar históricamente en el siglo XXI, Madrid, Siglo XXI, 2008.
10
En las conclusiones presentadas por Michael RICHARDS: Historias para después de una guerra.
Memoria, política y cambio social en España desde 1936, Barcelona, Pasado y Presente, 2013.
9
127
tanto, la memoria no simplifica sino que multiplica los problemas del conocimiento
desde el momento que interviene como actualización del mismo y deriva en acción.
La memoria colectiva está fijada en marcos concretos y se traduce en práctica e
intervención. El método de la historia se aplica al estudio de las mismas en las
sociedades sacudidas por la violencia, donde adquiere valor desde el presente lo que en
el pasado podría haber sido juzgado como anecdótico. El procedimiento crítico
convencional basado en el contraste de las fuentes documentales, en la utilización de
marcos analíticos y teóricos concretos y en la valoración temporal del objeto de estudio,
no se modifica en la historia del tiempo presente, que es la especialización que de
forma más general trata con la memoria. Ahora bien, cuando se utilizan fuentes
mnemónicas, en particular fuentes orales, los condicionantes que pesan sobre el
historiador ya hemos visto que son complejos, porque, en especial, en la investigación
sobre “el terreno”, las fuentes no existen previamente, hay que crearlas.
Aunque los archivos orales existen desde hace décadas, la historiografía
española no está curtida aún en su uso normalizado. En general se ha venido optando
por la realización de entrevistas ex profeso a partir de la generalización del método
interdisciplinar y del antecedente previo del silencio o de la represión. De esta
circunstancia nace la singularidad del problema epsitemológico, porque aunque la
metodología de las fuentes orales es conocida y está muy experimentada, ésta convierte
al investigador en demiurgo de la expresión mnemónica que es el objeto de su
conocimiento. Y éste es un acto que no ha perdido en nuestro país un carácter político o
reivindicativo, lo que dota al trabajo académico de significados sociales ajenos, en
principio, a su motivación.
Por lo tanto, el continuo debate sobre el pasado que hay en España incide en las
implicaciones políticas que enfocan la producción y el análisis de estas fuentes. Esto se
produce desde el momento en el que se corrige el discurso normalizado del poder, o el
de las comunidades que aspiran a elaborar el suyo propio sobre las bases de la identidad
y su aspiración al reconocimiento. Es evidente que la crisis del modelo tradicional de la
historia presiona sobre el papel del historiador y sobre el significado de sus posibles
aportaciones.
La voluntad interpretativa de la historia necesita cumplirse ajena a ese
presentismo tan extendido en el consumo de la memoria normalizada que
128
paradójicamente sólo podrá ser corregido con el empeño de mejorar el nivel educativo
de la población. Lo que nos parece de mayor interés es que la irrupción de la memoria
ha provocado el replanteamiento de los presupuestos del conjunto de las ciencias
sociales y muy en especial de los de la historia. Lo que importa es que la conversión de
la memoria en fuente para la historia, y ésta es la fórmula por donde habrá de discurrir
su relación, llevará a la patrimonialización de la misma, lo que posibilitará su puesta a
disposición para el conocimiento libre o para su análisis como categoría crítica.
La responsabilidad social del historiador, cada vez más demandada en las
sociedades actuales que buscan la competencia crítica de su ciudadanía, pasa así por
someter al método historiográfico los datos que ha obtenido y construido a través de la
manifestación del lenguaje. La voz del testigo11 contiene, a veces,
una verdad
ineludible, pero no suficiente. Es decir, el sentido de la memoria se cierra fuera de su
relato, lo que se constituye en la aportación específica de la historia.
Creemos que algunas de estas peculiaridades están presentes en la base del
enfrentamiento argumental entre el hábito de la historia y el de la memoria, que por lo
demás, no nos parecen vías de aproximación al pasado tan contradictorias o excluyentes
como algunos se empeñan en afirmar.
Por consiguiente, el problema del acercamiento de la historiografía a los temas
de la memoria social no estaría tanto en la dicotomía entre militancia o servicio
profesionalizado a la ciudadanía, como en esta peculiaridad del “emprendimiento” de la
memoria y sus consecuencias, con las que el método historiográfico tiene que lidiar.
Para el debate sobre las fronteras difusas entre historiografía, literatura, periodismo… y la coherencia
de las fuentes orales ver Svetlana ALEXIEVICH: Voces de Chernóbil. Crónica del futuro, Barcelona,
Debolsillo, 2015.
11
129
Una experiencia de divulgación periodística de la memoria
histórica en Andalucía
Rafael Guerrero Moreno
Director del programa LA MEMORIA
Canal Sur Radio y Radio Andalucía Información (RTVA)
El reconocimiento de la memoria histórica como un tema de interés ciudadano en
general y periodístico en particular ha evolucionado de forma tímida y discreta durante
la transición democrática española, después de ser considerado como un asunto maldito,
peligroso y prohibido durante los últimos años de la dictadura franquista. Las amenazas
constantes de la ultraderecha hacia los medios de comunicación -especialmente la
prensa- y los periodistas comprometidos con la democracia atenazaban la libertad de
expresión durante la etapa preconstitucional. Por otra parte, el espíritu constructivo de
reconciliación nacional de la transición, cimentado sobre la Ley de Amnistía de 1977 y
sobre la Carta Magna de 1978, determinó que ni la sociedad, ni los partidos políticos, ni
los medios de comunicación volvieran sus ojos hacia el pasado de la guerra civil y el
franquismo. Se trataba de construir un futuro de democracia, de paz y de libertad
semejante al de nuestro entorno geopolítico occidental europeo. “Libertad sin ira”,
como rezaba la emblemática canción del grupo onubense Jarcha.
Esta realidad no fue óbice para que, desde algunos medios, algunos periodistas
comprometidos publicaran informaciones y reportajes sobre aspectos generalmente
desconocidos de nuestro traumático pasado, en un intento pionero de recuperar la
memoria histórica de los vencidos y represaliados durante la contienda civil.
Sin embargo, la intentona golpista del 23-F de 1981 volvió a meter el miedo en
el cuerpo a la sociedad española y disuadió a la izquierda -que en 1982 recupera el
poder perdido entre 1936 y 1939 por el golpe militar y la guerra que dio paso a la
131
Universidad de Castilla~La Mancha
Departamento de Historia. Área de Historia Contemporánea
Edificio Benjamín Palencia | Campus Universitario s/n | 02071 Albacete
Email: [email protected] | www.ahistcon.org |
dictadura franquista- de promover políticas memorialistas en pos de los legítimos
objetivos de verdad, justicia y reparación.
Hubo que esperar a que con el cambio de siglo y de milenio, un movimiento
social desprovisto de ataduras y de compromisos con el espíritu de la transición, el de la
‘rebelión de los nietos’ promoviera sin complejos una valiente iniciativa de
recuperación de la memoria histórica de las víctimas del franquismo, lo que determinó
un cambio de actitud progresivo de la sociedad que tuvo su reflejo en la estrategia
informativa de los medios de comunicación, que comenzaron a prestar atención a
hechos que, de una forma tan sistemática, no se habían producido antes: exhumaciones
de fosas comunes, homenajes, desaparición de simbología franquista de los espacios
públicos, actos culturales, investigaciones históricas, estudio de archivos anteriormente
inaccesibles, publicaciones, documentales, etc.
Conforme avanzaba el tiempo, en la primera década del siglo XXI, las dos
legislaturas de Gobierno del PP que intentaron contener este movimiento social dieron
paso de nuevo al PSOE que, más sensible a esa ‘rebelión de los nietos’ impulsó
políticas memorialistas, lo que también repercutió en un interés creciente de los medios
de comunicación sobre la memoria histórica.
Nace el programa ‘La Memoria’ en 2006
Así pues, cobró plena justificación la iniciativa pionera de la radio pública andaluza en
2006 -Año de la Memoria Histórica, declarado por las Cortes- de promover un
programa exclusivamente dedicado a este tema. ‘La Memoria’ se convirtió así en todo
un referente informativo sobre la memoria histórica no sólo en su teórico ámbito de
influencia, Andalucía, sino también para una creciente audiencia en el resto de España y
en el mundo, gracias a su difusión por Internet.
Concluida en junio de 2016 la 10ª temporada, se han realizado 319 emisiones, en
las que se ha abordado a conciencia y con detalle una problemática social y política en
España como la recuperación de la memoria histórica. El rigor periodístico y la
documentación previa -más de 400 libros consultados- han sido claves en la difusión de
una problemática no exenta de polémica, lo que ha permitido un amplio reconocimiento
social por parte de la audiencia.
132
El programa reivindica, en clave periodística, la necesidad de mantener viva la
memoria oral en torno a la Segunda República, la Guerra Civil y la dictadura franquista.
La memoria oral de los testigos de los tiempos históricos difíciles de la Guerra Civil y
de la dictadura franquista ha sido una de las aportaciones más importantes, como han
reconocido expresamente destacados especialistas e investigadores españoles y
extranjeros, ya que las emisiones se han podido escuchar por Internet en medio mundo,
especialmente en los países receptores del exilio en Europa, América y el norte de
África, según hemos podido comprobar por los registros de descargas del programa y
por la procedencia de las crecientes visitas al blog del mismo.
La Memoria habría sido misión imposible en un medio privado. Es más, ha
habido otros medios públicos que han podido trasladar la idea a sus territorios y no lo
han hecho. De hecho, con motivo del debate sobre la Ley de la Memoria Histórica a
finales de 2007 en el Congreso de los Diputados, al que asistió el director del programa
Rafael Guerrero, el entonces portavoz de IU-Iniciativa per Catalunya, Joan Herrera, en
tiempos del gobierno del tripartito en Catalunya, declaró que iba a proponer que se
hiciera un programa similar en la radio pública catalana, aunque finalmente no surtió
efecto.
¿Por qué un programa como este nació, se desarrolló y ha sobrevivido sólo en
Andalucía?
Tal vez porque Andalucía fue la región española donde hubo más represión
durante la Guerra Civil y el franquismo (600 fosas comunes y 50.000 fusilados por los
golpistas) y por tanto, la comunidad donde la losa de silencio y de olvido impuesto
precisaba ser levantada con más fuerza. Pero también porque la opinión pública
mayoritaria ha sustentado en Andalucía a gobiernos de orientación ideológica
progresista que han propiciado una radiotelevisión pública sensible a reivindicaciones
sociales emergentes y justas como la recuperación de la memoria histórica.
En ese doble contexto, por un lado, histórico de fuerte represión y olvido, y de
necesidad de reivindicar verdad, justicia y reparación y, por otro lado, político
mediático de unos medios públicos -y repito lo de públicos, porque con intereses
comerciales de por medio esto habría sido inviable-, sólo así se puede justificar que un
programa de referencia como ‘La Memoria’, haya sido y siga siendo una realidad. Y por
supuesto, en la libertad de criterio profesional con que sus responsables han podido
133
trabajar cada semana, sin instrucciones ni cortapisas, salvo las inducidas por la
reducción presupuestaria y de medios derivada de la crisis económica y de los recortes
presupuestarios en el sector público que en los últimos años impidieron desplazamientos
para hacer reportajes o para entrevistar a veteranos represaliados.
Al ser el primero y el único, ‘La Memoria’ ha recorrido un camino que se ha ido
haciendo al andar, sin fijarse en otros referentes externos inexistentes. Se ha abierto un
camino sobre el tratamiento informativo de un asunto nuevo, en evolución para la
sociedad y no exento de polémica, como el de la memoria histórica.
Por ‘La Memoria’ han dejado su testimonio para la posteridad cerca de 200
víctimas del franquismo, buena parte de las cuales ya han fallecido dada la avanzada
edad que tenían cuando fueron entrevistadas, octogenarios, nonagenarios y algún
centenario. La inmensa mayoría de ellos no expresaron afán de revancha, sino más bien
la necesidad casi vital de romper con un largo y obligado silencio, y la de contar su
verdad, bien distinta a la distorsión histórica con que el franquismo nos lavó el cerebro
y que todavía perdura. Asimismo, el programa ha servido de foro de debate para
especialistas, especialmente historiadores que en número superior a 200 han expuesto el
resultado de sus investigaciones. En el contexto de la recuperación de la memoria
histórica, los testimonios de los entrevistados deben ayudar a un mejor entendimiento de
nuestro pasado mediante una reconstrucción humanizada de nuestra Historia.
Pero
también
han
sido
entrevistados
políticos,
juristas,
arqueólogos,
antropólogos, periodistas, novelistas, cineastas, músicos, actores y, por supuesto,
representantes de numerosas asociaciones memorialistas que agrupan en buena medida
a las víctimas y sus descendientes constituyendo el gran tejido social del movimiento
para la recuperación de la memoria histórica. Sería prolijo enumerar los expertos
internacional de primer nivel mundial que han participado en el programa concediendo
entrevistas en exclusiva, aunque podemos señalar a los historiadores anglosajones Paul
Preston y Gabriel Jackson, la jueza argentina María Servini, el fiscal argentino Julio
César Strassera, el relator especial de Naciones Unidas Pablo de Greiff o el juez español
Baltasar Garzón.
Con el evidente hándicap de abordar una temática controvertida y no tratada
sistemáticamente, el programa 'La Memoria' se propuso desde el principio como
objetivo atraer la atención del público sobre un asunto considerado árido en ocasiones,
134
como la historia. El estilo periodístico debía redimir a la historia del lastre de ser
necesariamente aburrida para el gran público. El primer programa sobre la memoria
histórica era una apuesta arriesgada, porque tenía que romper ese viejo mito. Era preciso
contribuir a una concepción más global, dinámica, y divulgativa de la memoria
histórica, extrayendo de una temática minoritaria un producto radiofónico atractivo.
¿Qué medios ha utilizado el ‘La Memoria’ programa para atraer con garantías a
una audiencia creciente?
Técnicas periodísticas
Habría que distinguir entre las técnicas generales periodísticas y entre las específicas del
medio radiofónico, sin desdeñar las posibilidades globalizadoras que permite Internet, y
entre la adecuada selección de unos contenidos interesantes justificándola en función de
la actualidad o sencillamente poniéndolos de actualidad, dado que el reconocido grado
de especialización del programa lo ha facilitado y permitido. Veamos.
- Un nuevo tipo de periodismo especializado que aborda la divulgación sobre el periodo
histórico reciente más conflictivo de la España contemporánea en clave mediática y
rigurosa. Hechos conocidos entre los expertos, pero desconocidos para el gran público
han podido ser recordados y, en ocasiones, recreados con un lenguaje periodístico,
llamando la atención del público con titulares alejados del tratamiento académico
habitual con que suelen ser destacados por los expertos en los libros de Historia. Para
anunciar los contenidos se utilizaron especialmente las notas de prensa que se
redactaban y enviaban para su difusión entre los medios andaluces y los post publicados
normalmente en el blog1 antes de la emisión del programa. Por ejemplo, el programa
dedicado a la guerra civil en Jaén llevó por título “El bombardeo de Jaén fue el
Guernica andaluz”, en un ejercicio de interpretación periodística de un hecho pasado, ya
que hubo 159 muertos y la aviación alemana bombardeó indiscriminadamente el centro
de la capital andaluza un mes antes de la destrucción del municipio vasco, inmortalizada
por Pablo Picasso.
1
http://blogs.canalsur.es/lamemoria/
135
- Humanizar el relato de la historia. La Historia no tiene porqué ser un tema árido,
aburrido y poco atractivo para la mayoría de la gente, de la audiencia, tan preocupada
por el ritmo trepidante del carpe diem en la moderna sociedad actual. Lo demostró
también la oferta temática Canal de Historia2, o las teleseries históricas que
progresivamente van llenando las parrillas de programación de las cadenas televisivas3.
Del mismo modo, lo certifica de facto el reconocimiento de audiencia y los galardones
periodísticos del programa radiofónico 'La Memoria', referente nacional e internacional,
con un formato ágil y atractivo basado en testimonios, noticias, reportajes, entrevistas,
montajes originales con efectos (sonido ambiente y recreación de situaciones históricas,
música, anécdotas, etc.).
- Preservar la memoria histórica oral con testimonios de relevantes personajes, como
Santiago Carrillo, pero también de numerosos protagonistas y testigos anónimos que
contaran con detalle su experiencia. Se puso mucho empeño en crear un marco de
confianza que facilitara la aproximación a los veteranos para romper la barrera del
silencio, del miedo y del recelo. Para ello fue fundamental el camino abierto
previamente por historiadores e investigadores de la memoria y la desinteresada ayuda
prestada por las asociaciones, los familiares, los historiadores y, especialmente, la
iniciativa de recuperación de la memoria social de Andalucía Todos los Nombres, con
investigaciones siempre expuestas y abiertas en su web4 y su creciente listado de
microbiografías de protagonistas ignorados de la historia andaluza. Experiencias
desconocidas e inéditas que han dejado de serlo gracias al programa. La aportación de
estos testimonios ha sido muy valorada en círculos de investigadores españoles y
extranjeros, como cunadse produjo una reacción por Internet de destacados
historiadores ante el rumor de la desaparición del programa en septiembre de 2009, que
sirvió para reforzar su continuidad, ya que algunos defendieron su permanencia en
antena incluso como fuente para investigaciones académicas.. Han sido muchas charlas
con veteranos de la guerra civil, repletas de datos humanos, de emoción y de anécdotas
sabrosas, expuestas con ritmo periodístico.
2
http://www.canaldehistoria.es/
Véase reportaje en El País (28-6-2010) sobre la creciente producción y programación de series
históricas en televisión: http://pdf.elpais.com/archivo/pdf/20100628elpepi_61.pdf
4
www.todoslosnombres.org
3
136
- El empleo de la música como elemento evocador y atenuante en una temática dura ha
estado siempre presente en mayor o menor medida. De hecho durante más de treinta
programas emitidos entre 2007 y 2008, hubo una sección musical donde, con un
lenguaje y un objetivo divulgativo y didáctico, se mostraba la evolución de los géneros
musicales y de los artistas y compositores en paralelo a los acontecimientos políticos y
sociales que se producían en la España convulsa de la primera mitad del siglo XX. La
copla, los artistas perseguidos y ensalzados por la dictadura franquista, las canciones de
guerra de ambos bandos, las versiones de la censura franquista en las letras, el cine de la
postguerra, los anuncios en la radio, los compositores que se quedaron y los que se
exiliaron, la música religiosa, y un largo etcétera conformaron un amplio catálogo
ofrecido en esta sección musical de entre 10 y 15 minutos comentada por el colaborador
responsable de la misma y el director-presentador del programa, escuchando antiguas
canciones y versiones perdidas en las fonotecas y aportando datos muchas veces
desconocidos, reveladores y muy llamativos sobre la memoria histórica de la música en
España. Al margen de esa interesante sección, casi siempre se recurrió a la música no
sólo para contextualizar, sino también para oxigenar el denso discurso temático,
conscientes de que se trata de un elemento radiofónico muy versátil, adecuado y
oportuno5.
- La utilización de efectos sonoros especiales para tratar de hacer el programa visible y
realista, pese a las limitaciones de la radio: el submarino republicano C3 hundido por
los nazis en el puerto de Málaga, el ambiente de miles de personas refugiadas en los
túneles antiaéreos de Almería capital, etc. Y recreaciones virtuales de declaraciones,
diálogos o acontecimientos históricos: la llamada telefónica la noche del 18 al 19 de
julio de Martínez Barrio al general Mola, en un intento in extremis de parar el golpe
militar, las arengas y amenazas radiofónicas nocturnas de Queipo de Llano desde Radio
Sevilla; las matanzas de Casas Viejas y de Badajoz, etc.
5
Algunos de los entrevistados también se vieron gratamente sorprendidos por la selección musical para
ambientar la charla, como cuando el historiador benedictino Hilari Raguer agradeció la interpretación de
El Virolay a cargo del coro de la Escolanía de Montserrat, la emblemática abadía catalana donde reside y
trabaja, con el consiguiente efecto balsámico para que el entrevistado se sienta relajado y pueda expresar
lo mejor de sus pensamientos.
137
- La recuperación de documentos históricos sonoros con voces originales de
protagonistas de la Historia, como Franco, Pasionaria, Pilar y José Antonio Primo de
Rivera, Manuel Azaña, Fernando de los Ríos, Hitler, Mussolini, etc.
- El uso de música, de efectos y de recreaciones y de voces históricas, unido a los
testimonios de testigos y de expertos han permitido en muchas ocasiones el tratamiento
de grandes temas bajo la fórmula de elaborados montajes de reportajes radiofónicos.
Como el programa dedicado a la escuela franquista con el investigador granadino
Andrés Sopeña, autor del best seller ‘El florido pensil’, llevado al teatro y al cine.
- Pero, sobre todo, siempre que la ocasión y el interés periodístico lo demandaba el
programa se desplazó a los lugares de los hechos que se abordaban o al domicilio de
veteranos protagonistas para recoger con más frescura los testimonios y el sonido
ambiente. Pese a las evidentes limitaciones visuales del medio, se ha intentado que la
vida del momento fuese percibida con claridad a través de la ciega pero sugerente radio.
Sirvan como ejemplo los reportajes sobre Mauthausen, con entrevistas in situ durante el
impresionante desfile conmemorativo del 63ª aniversario de la liberación del campo de
concentración, escuchando como fondo una banda de música del ejército austríaco que
interpretaba la marcha fúnebre de Chopin en un día plomizo y lluvioso que acentuaba la
triste evocación del genocidio nazi; los reportajes sobre las fosas comunes de Málaga y
La Puebla de Cazalla realizados a pie de exhumación con arqueólogos y familiares; o el
recorrido informativo por los claustrofóbicos túneles de Almería, donde se refugiaban
de los bombardeos los 40.000 almerienses, entrevistando a investigadores y testigos.
- El blog del programa en Internet fue un elemento importante para la difusión de los
contenidos del programa, en la medida en que los hacía visibles y no sólo audibles,
como es propio del medio radiofónico. Las fotografías -algunas sobre la grabación de
los programas en el estudio o en exteriores- y los enlaces con otras páginas web,
especialmente relacionadas con la comunidad memorialista, han permitido ampliar la
visión sobre los temas abordados, complementando la posibilidad del contraste con las
fuentes orales y documentales con las que se trabajó en la preparación de los guiones. El
blog permite además consultar todo el histórico de las emisiones, no sólo a efectos de
conocer el contenido resumido de todos los programas, sino también para descargarse
los mismos y escucharlos. Asimismo, esta instancia cibernética permite establecer un
foro de debate y de contraste de opiniones.
138
- Especial importancia, en aras del rigor periodístico, ha tenido el trabajo de
documentación previo al tratamiento de los temas en sus distintos formatos y géneros:
reportajes, entrevistas o debates. Ha sido muy variada y pormenorizada bibliografía
empleada para la documentación del programa, lo que ha permitido afrontar el
tratamiento de la temática con conocimiento de causa, algo que lamentablemente
escasea en el panorama periodístico español. Incluso en el caso de las entrevistas a
veteranos de la época desconocidos para la opinión pública, se ha intentado recabar
información previa por medio del acercamiento a allegados y a través de publicaciones
e Internet. De ese modo, 'La Memoria' ha tratado de combinar la frescura de los
diálogos aparentemente improvisados con la solvencia de las exposiciones y preguntas,
ancladas en un sólido back ground, a fin de sacar el mayor partido informativo y
divulgativo a las emisiones. El problema surgía en bastantes ocasiones al tener
demasiado material testimonial para el tiempo tasado de la emisión (media hora al
principio, una hora después y vuelta a la media hora inicial) lo que provocaba la
ineludible necesidad de cortar y de editar, algo que siempre se ha hecho con arreglo a
criterios profesionales y sin ningún tipo de injerencia ni condicionamiento externo.
Contenidos atractivos y expertos solventes
Expuestas ya las técnicas específicamente periodísticas para atraer la atención del
público y para hacer un programa más ameno e interesante, nos centramos ahora en la
selección de los contenidos, en los criterios para dar una consistencia de fondo al
programa acorde con la demanda más exigente, aunque sin olvidar que se trata de un
espacio divulgativo.
- El programa valoró la inestimable aportación al esclarecimiento de la convulsa historia
reciente de España de los nuevos historiadores españoles en general y andaluces en
particular que, siguiendo la estela marcada inicialmente por Southworth y continuada
por los hispanistas anglosajones (Thomas, Gibson, Preston, Jackson, etc.), han tomado
la iniciativa de la investigación, y pese a haber constatado las enormes dificultades de su
trabajo (desaparición y/o destrucción de documentos de Falange y de ayuntamientos
franquistas, etc.), ofrecen, con su persistente dedicación y compromiso con la búsqueda
de la verdad, cada vez más detalles de una historia que durante medio siglo había sido
139
manipulada y nos había llegado desvirtuada y tergiversada. Cobra, por ende, plena
vigencia la frase de Paul Preston de que el franquismo propició entre los españoles un
lavado de cerebro colectivo6, del que aún persisten numerosas secuelas.
- Doscientos expertos de primer nivel en la investigación histórica han enriquecido con
el fruto de su trabajo, con sus interpretaciones y con sus solventes opiniones los
contenidos del programa7. Por 'La Memoria' han desfilado historiadores de la talla y del
prestigio internacional del mencionado hispanista británico Paul Preston, el irlandés Ian
Gibson, el norteamericano Gabriel Jackson, la argentina residente en México Clara
Lida, el francés Gérard Brey o el veterano marroquí Mohammed Ibn Azzuz Hakim.
Entre los españoles, podemos destacar a Julián Casanova, Hilari Raguer, Leandro
Álvarez Rey, Francisco Moreno Gómez, José Luís Gutiérrez Molina, José María García
Márquez, Ángeles González, Mirta Núñez, Encarnación Barranquero, Juan Ortiz
Villalba, Octavio Ruiz Manjón, Miguel Gómez Oliver, Fernando Martínez, Francisco
Espinosa Maestre, Ricard Vinyes, Pura Sánchez, etc. Unos historiadores con un amplio
bagaje en investigaciones y producción editorial, aportando siempre novedades
solventes y contrastadas a la recuperación de la memoria histórica.
- La investigación sobre la memoria histórica no ha sido un trabajo exclusivo de los
historiadores. Otros profesionales han expuesto también sus aportaciones y su visión,
como los periodistas Montse Armengou, María Antonia Iglesias, Eva Díaz, Francisco
Vigueras, Alfonso Domingo, Fernando Olmeda o Boughaleb el Attar. También, juristas
como Baltasar Garzón, María Servini de Cubría, José Antonio Martín Pallín, Rafael
Escudero Alday, Margalida Capela, Miguel Ángel Rodríguez Arias o Julio César
Strassera. Así como otros expertos: arqueólogos (Sebastián Fernández, Jimi Jiménez o
Santiago Macías), psicólogos (José María Ruiz Vargas o Carlos Martín Beristáin),
cineastas (Basilio Martín Patino), etc.
- Pese a que el programa se situó en la línea de las nuevas corrientes historiográficas
sobre la reciente historia de España, como la historia del tiempo presente, no eludió el
contraste de opiniones de personalidades y expertos críticos con el movimiento para la
recuperación de la memoria histórica, como sucede con la Iglesia oficial. El cardenal
6
Paul PRESTON: El gran manipulador. La mentira cotidiana de Franco. Barcelona, Ediciones B., 2008,
p. 302.
7
Véase anexo con cuadros sobre los expertos entrevistados.
140
arzobispo de Sevilla, Carlos Amigo Vallejo, trató de minimizar la polémica acerca de la
presencia de los restos de Queipo de Llano en la basílica de la Macarena. El portavoz
del arzobispado de Sevilla, Carlos González, no supo explicar por qué no se permite a
algunos historiadores investigar en los archivos de la Curia. Y el sacerdote cordobés
Miguel Varona, ponente de varias beatificaciones de religiosos andaluces justificó la
exhumación de los “mártires de la Iglesia” sin comprender las de las víctimas del
franquismo. También fueron entrevistados el historiador norteamericano considerado
como referente del revisionismo neofranquista Stanley Payne tras la reciente
publicación de su libro ‘El camino al 18 de julio’ y el periodista exdirector de ABC
Nicolás Salas con motivo de la publicación de su libro 'La otra memoria histórica'8,
dedicado a la represión en la zona republicana durante la guerra. En general, se han
observado reticencias de la jerarquía católica a la hora de facilitar la labor informativa al
programa. Como cuando se denegó autorización para reportaje en un convento de
monjas de clausura o no se concedió cita para entrevistar al portavoz de la Conferencia
Episcopal.
- Ha sido imprescindible la colaboración con asociaciones para la recuperación de la
memoria histórica y otras entidades destacadas por su activismo y rigor documental,
como Todos los Nombres. Estas entidades han servido no sólo como fuentes de
información, sino también como plataformas para la difusión de los contenidos del
programa, dado su fuerte compromiso con este movimiento social y la importante red
social que configuran.
- Como no se trataba sólo de hacerse eco de las actividades, sino también de profundizar
en la temática, la perseverante investigación periodística también tenía que dar sus
frutos en forma de descubrimientos periodísticos o, dicho de otro modo, de noticias
exclusivas como la confesión de un viejo militante anarquista de que participó en un
atentado frustrado en Dos Hermanas contra Carrero Blanco en 1973, durante la romería
de la Virgen de Valme; la identificación del jinete republicano que salvó a una niña
durante la Desbandá de Málaga en febrero de 1937, etc.
Y como consecuencia de lo anteriormente expuesto, 'La Memoria' se proyectaría
como un referente mediático de la memoria histórica. Al ser el único programa
8
N. SALAS: La otra memoria histórica. Córdoba. Almuzara, 2006.
141
exclusivamente dedicado al tema, se convierte en foro de debate, en factor vertebrador
y, en suma, en un elemento más del movimiento multidisciplinar de recuperación de la
memoria histórica español en general y andaluz en particular. Vehículo de unión y de
referencia para difundir la realidad pasada de Andalucía especialmente, aunque también
con un espíritu universal (haciendo bueno el espíritu y la letra del himno de Blas
Infante: “por Andalucía, España y la Humanidad”), por todo el mundo, como
demuestran los registros de visitas al blog y las descargas del programa a través de
Internet, en más de un centenar de países de los cinco continentes. Vertebrador para el
mundo de la memoria histórica no sólo por la temática abordada en profundidad en cada
programa, sino también por secciones de servicio público como el noticiero semanal
específico y los elementos para interactuar con la audiencia como el contestador, el
correo electrónico y el blog. Interacción y participación, punto de encuentro, foro de
debate y referente. Las nuevas tecnologías con su enorme potencial, al servicio de una
mirada mediática sin ira hacia el pasado, en una radio moderna y proyectada como
servicio público en defensa de los derechos humanos, que es la antítesis de aquella radio
técnicamente rudimentaria y de contenido propagandístico y amenazante que utilizaba
Queipo de Llano en Sevilla, como se recordaba en el discurso con motivo de la entrega
al director del programa en enero de 2012 del Premio Andalucía a la Recuperación de la
Memoria Histórica.
Todo ello constituye una aportación -la radio sirve de altavoz mediático para el
debate- al conocimiento y al reconocimiento del proceso general de recuperación de la
memoria histórica, una realidad incuestionable en el inicio del siglo XXI. Con estilo
sereno y riguroso, con tratamiento periodístico, con amenidad y afán divulgativo para
facilitar un debate sosegado y con conocimiento de causa sobre los diferentes temas,
conocidos o desconocidos, con aportaciones siempre novedosas.
Los participantes y su clasificación
Hemos realizado un estudio en profundidad sobre las tres primeras temporadas de
emisiones del programa La Memoria, desde octubre de 2006 hasta junio de 2009 y
sobre ese periodo ofrecemos datos de los entrevistados y su clasificación. Más de
doscientas personas intervinieron, principalmente como entrevistados, en las 107
emisiones del programa a lo largo de las tres temporadas objeto de análisis. Dado su
142
elevado número y para ofrecer un panorama sinóptico de los participantes, hemos
realizado una serie de cuadros9 a fin de facilitar una visión resumida de quienes han
expuesto sus testimonios, sus opiniones, sus investigaciones o sus creaciones siempre
bajo el denominador común de la memoria histórica. Exceptuando la sección del
Noticiero, en la que su coordinador Manuel Vicente contó unas 400 noticias, algunas de
ellas con breves cortes de voz de sus protagonistas, en la parte principal del programa
objeto del estudio intervinieron 211 personas que hemos clasificado básicamente en dos
grandes apartados: el de los testimonios personales y el de las investigaciones históricas.
Dicho de otro modo: memoria oral y contextualización, memoria e historia.
El gran apartado testimonial, con 91 intervinientes, engloba la fundamental
aportación de la memoria oral de los testigos de la época, personas de avanzada edad en
su mayor parte, que vivieron los tiempos difíciles de la guerra civil y la postguerra y
que, en muchas ocasiones, fueron víctimas de persecución por sus ideas políticas,
llegando a padecer cárcel, campos de concentración, exilio, torturas, humillaciones,
expropiaciones, etc. Hemos contabilizado 51 personas en la división de testigos,
integrada en su mayor parte por víctimas del franquismo con edades comprendidas entre
los 80 y los 100 años, pero también hay hijos de víctimas que vivieron y sufrieron de
cerca las duras represalias de los sublevados durante la guerra civil y de la dictadura
franquista como régimen establecido que mantuvo su impronta represiva hasta la muerte
de Franco en 1975. Es por ello que no sólo aparecen hijos de víctimas en esta
subdivisión de testigos, sino también víctimas de edades menos avanzadas -con 70 años
e incluso con algo más de 50- que fueron objeto de persecución por parte del
franquismo por su compromiso político y/o sindical o por su identidad sexual, una vez
estabilizada y consolidada la dictadura después de la postguerra.
A fin de ofrecer una visión sinóptica y detallada a la vez, hemos establecido
parámetros de interés como edad y origen, militancia política durante los años 30,
participación activa en la guerra, tipo de represalias sufridas, otras observaciones y un
dato que se ha revelado de importancia al ir conociendo a los testigos, esto es, que
algunos de ellos -15 en total- han querido dejar por escrito las memorias de su dura
9
Véanse cuadros sobre las personas entrevistadas en el programa en las tres primeras temporadas con una
clasificación por perfiles personales y profesionales y diferentes datos de interés. 211 personas son
clasificadas en 10 cuadros: testigos, familiares, asociaciones, historiadores, periodistas, arqueólogos,
juristas, políticos, religiosos y otros profesionales.
143
experiencia vital. En determinados casos estas memorias se han plasmado sobre el papel
después de un extraordinario esfuerzo de superación y de alfabetización a edades bien
maduras.
Como se puede observar en el cuadro de Testigos, la mayoría de ellos (36 de 51)
nació en Andalucía aunque algunos acabaran finalmente viviendo fuera incluso de
España como determinados deportados a los campos nazis. El compromiso político
activo también fue un denominador común, predominando la temprana militancia en las
Juventudes Socialistas Unificadas (JSU) que solía desembocar en el Partido Comunista
de España (PCE), aunque también se refleja el entonces notable peso específico del
anarcosindicalismo (CNT) y, en menor medida, del socialismo que, como es sabido,
perdió influencia política conforme avanzó la contienda civil española.
La participación activa en la guerra civil es otra característica común entre la
mayoría de los hombres entrevistados, especialmente entre los testigos más ancianos,
enrolados en el Ejército republicano, aunque también se entiende como combatientes a
los enlaces con el maquis, alguno de los cuales acabó echándose al monte como
guerrillero durante el franquismo. En sentido ideológico contrario, también se reseña el
caso especial de un legionario falangista marroquí, entrevistado en Ceuta, que combatió
en numerosas batallas con las fuerzas rebeldes.
Las represalias por motivos ideológicos y por la defensa de la causa republicana
durante la guerra fueron generalizadas en sus distintas facetas: cárcel, campos de
concentración, torturas, humillaciones, expropiaciones, etc. Así se reseñan éstas y las
que se padecieron en el entorno familiar más directo, como el fusilamiento de padres o
hermanos y, por supuesto, el exilio forzado por el miedo y la persecución de las tropas
franquistas al término de la contienda. Así como el sufrimiento añadido de los miles de
españoles que fueron deportados a los campos de concentración nazis.
Íntimamente relacionada con la división de Testigos y dentro del gran apartado
testimonial está la de Familiares, donde predominan los nietos, que como se expone en
esta tesis son en buena medida los impulsores y dinamizadores del movimiento social
en pos de la recuperación de la memoria histórica. También hay hijos de víctimas, pero
se han incluido aquí más que en Testigos, porque no eran tan mayores y porque en vez
de referirse a recuerdos del pasado, han hablado sobre la actualidad de la memoria
histórica, sobre todo en lo relacionado con las exhumaciones de fosas comunes. En
144
total, son 23 familiares y en el cuadro se aportan datos sobre el parentesco con las
víctimas, el motivo de la intervención en el programa y su ubicación actual.
La última división del apartado testimonial lleva el epígrafe de Asociaciones y,
con 17 personas entrevistadas, se refiere fundamentalmente a las diferentes asociaciones
que desde el año 2000 se crearon con el objetivo de recuperar la memoria histórica,
aunque también incluimos otras entidades y organizaciones enraizadas fuera de España,
como la de Hijos y Nietos de Españoles en Argentina o el Centro para la Memoria
Común y el Porvenir de Marruecos. Como quiera que suele ser habitual que los
familiares activistas en el terreno de la memoria histórica suelen formar parte de estas
asociaciones, no hemos querido por ello vaciar de contenido el apartado de Familiares y
en el de Asociaciones sólo hemos incluido a quienes las representan habiendo asumido
la más alta responsabilidad, esto es, la presidencia o la vicepresidencia.
El otro gran apartado de entrevistados -81 en total- se refiere a quienes con su
trabajo intelectual y sus investigaciones han contribuido activamente a impulsar el
desarrollo del movimiento por la recuperación de la memoria histórica, dando así
argumentos y facilidades a los familiares empeñados en dignificar la memoria de las
víctimas. Para ello se han creado cuatro divisiones convencionales: historiadores,
periodistas, arqueólogos y juristas.
El cuadro de Historiadores -55 en total- se refiere a todos aquellos
investigadores que trabajan habitualmente en lo relativo a la historia y/o a la memoria y
que en el programa han expuesto sus avances en estos temas. Sin pretender que el perfil
estadístico sea el reflejo de la realidad investigadora general en España en este terreno,
sino simplemente el de un trabajo de campo periodístico, hemos querido discriminar
entre los investigadores docentes que trabajan en las universidades (25) y quienes lo
hacen en institutos o colegios de primaria (9). En las universidades predominan
lógicamente los profesores y/o catedráticos de Historia Contemporánea y en la
enseñanza secundaria, los profesores de Geografía, los de Historia y los de Lengua y
Literatura.
El resto de los investigadores (21) no se dedica a la enseñanza, cosa que sucede
con profesionales tan solventes de la talla de Hilari Raguer, Ibn Azzuz Hakim, Ian
Gibson, José María García Márquez, Francisco Espinosa Maestre o José Luís Gutiérrez
Molina. Aunque también queda reflejada la realidad actual de los investigadores locales
145
que, sin una formación académica específica pero con una gran dosis de voluntad,
dedicación y esfuerzo añadido, emprenden la tarea de poner en pie la historia de la
represión en pueblos o la biografía de determinados personajes olvidados.
Así pues, nos hemos permitido la licencia conceptual de incluir bajo el epígrafe
de Historiadores no sólo a quienes tienen el título académico universitario ad hoc y
además ejercen la docencia y la investigación en la Universidad, sino también a quienes
han desarrollado puntualmente o desarrollan una tarea investigadora en torno a la
historia y a la memoria sobre la guerra civil y el franquismo.
Aunque por su trabajo de investigación bien podrían haber formado parte del
epígrafe conceptual de Historiadores, el creciente acercamiento de periodistas a la
investigación histórica y especialmente a la memoria oral, justifica que hayamos creado
una división específica de Periodistas, con 11 entrevistados, que han publicado libros o
realizado documentales de buena factura relacionados con la memoria histórica. La
corriente historiográfica de creciente influencia denominada historia del tiempo
presente, que ancla en gran medida su trabajo de campo y su investigación en la
memoria viva de los testigos de importantes acontecimientos históricos relativamente
recientes, y el periodismo podrían estar cruzándose en sus respectivos caminos en un
punto de encuentro como el de la memoria e incluso retroalimentándose. A fin de
cuentas han acudido a las mismas fuentes orales para rescatar esa memoria.
Con el cuadro de Arqueólogos -9 en total-, al igual con el de Historiadores,
hemos tratado de hacer una abstracción incluyendo bajo su paraguas no sólo a los
arqueólogos en sentido estrictamente académico, sino también a todos aquellos que
aportan su trabajo y sus conocimientos a las exhumaciones de restos humanos en fosas
comunes de la guerra civil y de la dictadura, y a su identificación. Por eso, este cuadro
incluye a una forense, a un antropólogo y al propietario de una empresa especializada de
georadar.
Otro colectivo profesional que se ha aproximado al proceso de recuperación de
la memoria histórica ha sido el de los Juristas, con quienes se completa el gran apartado
de las investigaciones. En el listado de entrevistados hay un gran ausente protagonista,
el magistrado juez Baltasar Garzón, al que en numerosas ocasiones se solicitó entrevista
sin haber obtenido respuesta positiva, aunque finalmente ya como exjuez, tras su
separación de la carrera judicial por sentencia del Tribunal Supremo, concedió al
146
programa una amplia entrevista en octubre de 201310. Pero hay 7 juristas expertos en
memoria histórica que, con espíritu divulgativo, han ilustrado a la audiencia del
programa y un invitado de renombre internacional que nos acercó al referente sobre
memoria y represión en el Cono Sur americano, el ex fiscal que encausó a la Junta
Militar argentina, Julio César Strassera.
Al margen de los dos grandes apartados referidos a los testimonios y a las
investigaciones, en el programa intervinieron también Políticos -16 en total- que
expusieron no sólo las posiciones de sus respectivas organizaciones sobre la Ley de
Memoria Histórica, cuyo debate plenario final cubrió el programa in situ en el Congreso
de los Diputados a finales de octubre de 2007, sino también la interpretación y la
aplicación de la ley en las principales ciudades andaluzas, en este caso por boca de sus
alcaldes. Dada la amplia presencia institucional del PSOE en Andalucía, en el cuadro
predominan los representantes socialistas, aunque también fueron entrevistados
representantes del Partido Popular y de Izquierda Unida.
El tratamiento de la memoria histórica de la Iglesia justifica la apertura de un
cuadro específico de Religiosos, del que fueron excluidos sacerdotes historiadores como
Alfonso Álvarez Bolado o Hilari Raguer, pero en el que se incluyen figuras como el
cardenal de Sevilla, Carlos Amigo y el ex consultor de las Causas de los Santos en el
Vaticano, Juan Manuel Lozano. Finalmente, creamos un último cuadro, a modo de
cajón de sastre, con el nombre de Otros Profesionales incluyendo a los entrevistados sin
enmarcar en otros apartados, tales como novelistas, músicos, cineastas, actores, etc.
La audiencia: oyentes, descargas por Internet y blog
Hemos realizado un estudio en profundidad sobre las tres primeras temporadas de
emisiones del programa La Memoria, desde octubre de 2006 hasta junio de 2009 y
sobre ese periodo ofrecemos datos de audiencia, descargas por Internet y seguimiento
del blog. El programa ‘La Memoria’ nunca tuvo como objetivo convertirse en un
espacio radiofónico de máxima audiencia, aunque sí el de conseguir las mayores cotas
10
Programas n. 235 (04-10-2013) y n. 236 (11-10-2013).- Entrevista exclusiva con el exjuez Baltasar
Garzón (primera parte y segunda parte). http://blogs.canalsur.es/lamemoria/2013/10/03/garzon-cree-queseria-posible-investigar-los-crimenes-de-lesa-humanidad-del-franquismo-sin-derogar-la-ley-de-amnistia/
http://blogs.canalsur.es/lamemoria/2013/10/10/baltasar-garzon-la-querella-argentina-abre-unafisura-en-el-ferreo-armazon-de-la-impunidad-del-franquismo/
147
de oyentes que pudiera alcanzar, dentro de sus limitaciones, con un producto
periodístico especializado y de calidad. Es preciso recordar que su sola existencia, al
tratarse de algo pionero y único, ya ha sido de por sí un logro importante, propiciado
desde la vocación de servicio de una agencia pública empresarial -antes ente públicocomo la RTVA11 dedicada a la comunicación, con expresa vocación de contribuir “a la
vertebración y al desarrollo social, identitario y cultural de Andalucía”, como dice el
preámbulo de la Ley de la RTVA.
Sin embargo, a propósito del origen y la evolución de este programa, se trataba
de una apuesta estratégica, ciertamente arriesgada por otra parte, que perseguía atender
una demanda informativa creciente sobre la memoria histórica. Sin que se realizara un
estudio previo de marketing acerca de las necesidades latentes de la audiencia, desde la
dirección de la RTVA y de Canal Sur Radio se intuyó que habría un cierto nicho de
audiencia dispuesto a escuchar un programa de esta naturaleza y sobre esta temática tan
actual y controvertida. Un programa que probablemente ninguna cadena privada se
hubiese atrevido a emitir, entre otras cosas por motivaciones comerciales. De hecho,
ninguna lo hace.
Contrariamente a lo que en principio podría creerse, no es el público de mayor
edad el que más escucha el programa, sino el comprendido entre los 25 y los 64 años.
En clases sociales predomina la clase media y suele haber más hombres que mujeres
sintonizando el programa.
En relación con las descargas del programa a través de la página web
www.rtva.es, el mes con mayor número de descargas registradas es julio de 2009, con
1.759, seguido de junio, con 1.148. En cuanto al programa que mayor número de
descargas tuvo, según esta estadística, es el coloquio sobre el carnaval y la memoria
histórica12, seguido por la entrevista al autor de un libro sobre el Valle de los Caídos.13
(n. 105, 11-06-2009).
11
Véase
Ley
de
la
RTVA,
de
17
de
diciembre
de
2007.
http://juntadeandalucia.es/boja/boletines/2007/252/d/updf/d2.pdf
12
Programa n. 93 (13-03-09).- Coloquio sobre el Carnaval y la memoria histórica con varios estudiosos,
como el gaditano Santiago Moreno y los sevillanos Antonio Lería y Francisco Eslava, autores estos
últimos del libro ‘De
libertad incurable, historia del Carnaval en Carmona’.
http://blogs.canalsur.es/lamemoria/2009/03/12/franco-y-dona-cuaresma-prohibieron-el-carnaval-ypersiguieron-a-sus-promotores/
13
Programa n. 105.- (11-06-09).- Entrevista con el periodista e investigador Fernando Olmeda, que acaba
de publicar la historia del monumento más emblemático del franquismo en el libro titulado ‘El Valle de
148
La procedencia mayoritaria de las visitas fue de España (78,7 por ciento),
seguida de México, Argentina y Estados Unidos, con porcentajes muy inferiores,
ligeramente por encima del 3 por ciento en cada uno de estos países. Llama la atención
la presencia de siete países americanos entre los diez países con más visitas al blog, que
puede ser debida al factor del exilio republicano y al interés que España despierta en
Latinoamérica, con la facilidad adicional del idioma común. De hecho, el foro de
comentarios del blog refleja el interés de descendientes del exilio y el de historiadores e
investigadores americanos14. Francia y Reino Unido, además lógicamente de España,
son los países europeos incluidos en el top ten de visitas. Dentro de España, Andalucía
acapara la mayor parte de la procedencia de las visitas, si bien Madrid y Barcelona
aportan una cantidad importante. De hecho, tras Sevilla -sede de la RTVA y desde
donde se realiza el programa- son Madrid y Barcelona las ciudades con más visitas,
seguidas de Málaga y Granada. Cádiz y Córdoba también están entre las diez primeras.
En cuanto a los contenidos que más interés han despertado entre los seguidores
de ‘La Memoria’ a juzgar por las visitas específicas a las páginas de cada programa,
caben destacar los siguientes: la serie de reportajes sobre los andaluces en los campos
nazis, los moros de Franco, el Valle de los Caídos, la figura de Franco vista por Paul
Preston, la represión franquista sobre las mujeres, el difícil acceso a los archivos
militares, la concesión del Premio Andalucía de Periodismo, el libro de Ian Gibson
sobre Lorca gay, el proceso de nacionalización de los hijos y nietos del exilio, y la
figura de Negrín vista por su nieta y por el veterano historiador norteamericano Gabriel
Jackson.
La aportación del programa 'La Memoria' ha sido tal que destacados
historiadores y estudiosos de la historia y de la memoria, a nivel nacional e
internacional, se han pronunciado expresamente considerando el contenido de ‘La
Memoria’ imprescindible como fuente documental para investigaciones académicas. El
programa 'La Memoria' ha concluido en junio de 2016 su décima temporada en antena
con 320 emisiones semanales acumuladas a lo largo de su dilatada trayectoria.
los Caídos, una memoria de España’. http://blogs.canalsur.es/lamemoria/2009/06/09/el-valle-de-loscaidos-el-colosal-monumento-que-franco-convirtio-en-su-mausoleo/
14
La profesora de Lengua y Literatura en la Universidad de Iowa (EEUU), Kathy Korcheck, es una
propagandista del contenido del programa ‘La Memoria’ en Estados Unidos con su blog titulado (Re)
Generando Memorias -http://seminario485.blogspot.com/
149
El reto y el deber de la divulgación par los historiadores
La prolongada experiencia de 10 años en antena de ‘La Memoria’ como único programa
especializado dedicado en exclusiva a la memoria histórica en la radio española nos
permite efectuar algunas reflexiones de interés para los profesionales de la investigación
y de la docencia histórica, en suma, de la divulgación de la Historia.
Aunque el factor humano de la memoria oral de los testigos de la Guerra civil y
de la postguerra que se extingue por ineludibles motivos naturales, constituye un
elemento fundamental porque humaniza el relato histórico ejemplificando la historia en
un plano de testimonio personal, todos sabemos que tiene sus riesgos de disfunciones al
tratarse de personas muy mayores, casi centenarias. En cualquier caso los testimonios de
los testigos con su memoria oral, en el caso español, refuerzan su valor de fuente para
reconstruir el relato histórico, dadas las dificultades de acceso a bastantes archivos o el
mal estado de los mismos o, sencillamente, la desaparición de mucha documentación
relacionada con la represión franquista.
La aportación de los investigadores, especialmente los historiadores, es
fundamental para contextualizar y para dar solidez científica al relato, lo que ha sido
aprovechado continuamente por el programa La Memoria. Los historiadores deberían
prodigarse más en los medios de comunicación y su aportación debería ser más
divulgativa y didáctica con el fin de hacer más permeables los avances en las
investigaciones para el gran público, que sigue considerando la Historia como una
materia árida.
Sin embargo, nos encontramos ante la paradoja de que existe una gran
ignorancia en la población española acerca de nuestro pasado convulso pasado reciente,
especialmente la Segunda República, la Guerra Civil y la dictadura franquista. Cuatro
décadas de machacón control sobre la educación y sobre la comunicación durante el
franquismo han propiciado lo que Paul Preston ha dado en llamar un “lavado de cerebro
colectivo”, que ha distorsionado el conocimiento ponderado de una realidad histórica,
condicionando comportamientos y actitudes de amplias capas de la población que
siguen sin entender que la recuperación de la memoria histórica es una cuestión de
derechos humanos, como recuerda la ONU insistentemente al Estado español.
No se trata de un reproche a los historiadores porque no es su responsabilidad la
del diseño de los contenidos de la docencia en la Historia, sino de los gobernantes. Sin
150
embargo, por mi experiencia en la lectura de bastantes libros -más que en el trato
personal de charlas y entrevistas periodísticas con sus autores- he podido observar
cuánta razón tiene mi admirado Paul Preston -representante de la fructífera cosecha y
saga de historiadores hispanistas anglosajones que abrió el camino de la investigación
histórica solvente sobre el franquismo- cuando al referirse a las obras españolas de
historia y de memoria, sugiere a los investigadores e historiadores españoles que hay
que amenizar el relato de la Historia para hacerlo más entendible y comprensible para la
ciudadanía. Dicho de otro modo, que muchos libros de historia que se editan en España
con contenidos interesantes no logran su objetivo de difusión y divulgación porque la
forma en que están escritos no resulta atractiva al gran público.
Como contrapunto, nos encontramos con que hay relatos de pseudohistoriadores
revisionistas que rescatan la mitología franquista cuyos libros se venden como
rosquillas en librerías y hasta en quioscos.
Asimismo, la incorporación tardía, pero cierta, de las universidades españolas a
la investigación sobre la memoria histórica ha ido equilibrando el panorama de las
publicaciones ‘ad hoc’, sobre la que mantenían ventaja los investigadores locales que
han realizado importantes aportaciones, aunque desprovistas de la metodología
académica. Insistiendo en que la responsabilidad de la incorporación del resultado de las
nuevas investigaciones contrastadas sobre nuestro pasado reciente que rompen con la
mitología franquista y la equidistancia que aún impregnan los libros de textos en
colegios e institutos corresponde a la Administración – a la dirección política estratégica
en educación, a nivel estatal y autonómico-, no estaría de más que los historiadores
académicos se implicaran más en la revisión de los libros de texto de historia, para
evitar lagunas, imprecisiones, descontextualizaciones que lastran enormemente la
formación de las jóvenes generaciones.
Por otra parte, nuestra experiencia en ‘La Memoria’ demuestra que la
conjunción de periodismo especializado e historia puede ser valiosa para crear una
nueva sinergia que promueva activamente la divulgación de nuevos conocimientos
sobre nuestro pasado. De hecho, considerando el enfoque con que trabaja la Historia del
Tiempo Presente, que ancla en gran medida su trabajo de campo y su investigación en la
memoria viva de los testigos de acontecimientos históricos importantes, podría decirse
que la Historia y el Periodismo podrían estar cruzándose en sus respectivos caminos en
151
un punto de encuentro: la memoria. El tiempo dirá hasta qué punto se han creado
sinergias positivas o disfunciones negativas.
El franquismo realizó una imponente tarea de "lavado de cerebro colectivo" con
un adoctrinamiento durante cuatro décadas (educación y medios de comunicación) que
estableció machaconamente como hechos ciertos y dogmas de fe, lo que no eran más
que mentiras, algunas clamorosas como que "Franco era caudillo de España por la
gracia de Dios" hasta que la gente se lo acabó creyendo. De hecho, estaba grabado en
todas las monedas de curso legal. Franco utilizó así la táctica goebleliana nazi de que
"una mentira mil veces dicha acaba convirtiéndose en verdad", sobre todo si nadie la
podía discutir, no por falta de ganas, sino por falta de libertad.
Es preciso remontar la adversidad del mucho peso que tiene aún el poso que ha
dejado el franquismo en amplios sectores de nuestra sociedad -ya saben, que si el
revanchismo, que si reabrir heridas, topicazos sin sentido-, alimentados además por los
pseudohistoriadores que escriben historietas como churros y las venden como rosquillas
en los kioscos. Y no hablemos de la revisión reciente del famoso Diccionario Biográfico
Español de la Real Academia de la Historia, sufragado con fondos públicos, que sigue a
estas alturas del tercer milenio ensalzando al dictador y denigrando a los demócratas.
Como acertadamente señala Ángel Viñas, “ahora estamos en el combate por la
historia y la memoria”. Y eso requiere un compromiso y un esfuerzo por parte de
historiadores y de comunicadores.
No basta con desmontar la falsa mitología del franquismo, hay que desmontar
también nuevos mitos falsos que se van creando sobre la marcha. Por cierto, que hay un
falso mito que se empieza a abrir paso consistente en que la creación de una Comisión
de la Verdad sería algo catastrófico y desestabilizador para España, cuando realmente
cuarenta países en todo el mundo han recurrido a este instrumento bendecido por la
ONU para superar los problemas de la transición de dictaduras o guerras civiles a la
democracia. Y no ha pasado nada: ha habido catarsis, se han cerrado las heridas abiertas
-no en falso-, se ha pasado página y se ha producido una reconciliación y se ha
reforzado la democracia. Hay ejemplos diversos en países latinoamericanos y en
Suráfrica con el apartheid.
Probablemente haya que hacer un gran esfuerzo didáctico, -enseñanza y medios
de comunicación- de explicación y de convencimiento dirigido a millones de
152
ciudadanos y de camino a la clase política que se cierra en banda a la sensibilidad y la
empatía hacia las víctimas del franquismo, un esfuerzo de persuasión hacia quienes
todavía no han entendido ni quieren entender que esto de la memoria histórica no algo
caprichoso, no es abrir heridas, no es revanchista, no es rencor acumulado, sino un sano
ejercicio de higiene mental -personal y colectiva-, de salud democrática y, por encima
de todo, de respeto a los más elementales derechos humanos.
Así pues, no estaría de más que los historiadores acentuasen más su vocación
divulgativa de la historia, se prodigasen más en los medios de comunicación,
aprendiesen técnicas de comunicación para mejorar sus resultados, con el fin de hacer
más permeables los avances en las investigaciones sobre nuestra historia reciente no
sólo para el alumnado, sino también para el gran público, que sigue considerando la
historia como una materia árida y difícil de digerir.
153
Identidad literaria: la memoria del nacionalismo mexicano desde
la construcción histórica de su narrativa
Mauricio Hernández Cervantes
Universidad Carlos III de Madrid
El proceso de consolidación identitaria, tanto en casos locales como nacionales, revive
constantemente el contacto entre la memoria y la construcción histórica. Además, el
posmodernismo ha brindado un espacio complejo entre formas y tiempos en donde
estos dos campos, sobre el estudio del pasado, conviven e interactúan de manera más
intensa y complementaria. Términos como “memoria histórica”, “memoria pública” y
“memoria colectiva” han puesto en evidencia la urgencia que tienen el historiador y el
académico de echar mano de fuentes testimoniales y de oralidad para construir, desde
una perspectiva más plural, una Historia cada vez más precisa. Para Marc Bloch, la
Historia no resultaba una disciplina cuyos límites de estudio y análisis se limitaran al
pasado, exclusivamente, ya que podían moverse indistintamente entre presente y futuro,
además del tiempo pretérito. Esto sucede porque el entendimiento de la construcción
histórica, como sostenía Octavio Paz, es propia del hombre, y este no queda atado
únicamente a un tiempo específico. Con la memoria sucede lo mismo, la línea que
divide el recuerdo del olvido es sumamente frágil. Los testimonios orales no pueden ser
comparados de forma alguna con fuentes históricas, porque los primeros son de carácter
multidimensional, mientras que los primeros resultan bidimensionales en una línea
cronológica. Por lo tanto, cuando el tema de análisis resulta algo tan complejo como una
identidad cultual, es, por fuerza, necesario contemplar el mayor número de fuentes
posible, tanto históricas como orales. La literatura juega un papel indispensable al
momento de desmenuzar los pilares culturales de cualquier identidad, ya que dentro de
ella existe un universo (independientemente del género o subgénero) en donde las
155
Universidad de Castilla~La Mancha
Departamento de Historia. Área de Historia Contemporánea
Edificio Benjamín Palencia | Campus Universitario s/n | 02071 Albacete
Email: [email protected] | www.ahistcon.org |
miradas del imaginario colectivo cobran vida y tienen una voz en primera persona
mucho más profunda de lo que cualquier versión oficial sobre la historia pueda tener.
En el caso de la “mexicanidad”, su literatura irrumpe de forma casi anárquica
entre estos dos espacios: memoria e historia. Cinco de sus autores, Octavio Paz, Carlos
Fuentes, José Emilio Pacheco, Carlos Monsiváis y Juan Villoro, han utilizado la
narrativa como un puente en donde el pasado se traslada indistintamente hacia el
presente y el futuro, dándole así capacidades multidimensionales al momento de realizar
las valoraciones históricas. En definitiva, la literatura como elemento mnemónico y
vertebrador de la memoria pública o colectiva, merece una consideración dentro de la
pluralidad de ópticas que conforman a las identidades.
Imposible, por cuestiones de formato, así como por la imposibilidad de encontrar
un ángulo temático específico en donde todos los autores de la literatura mexicana, ya
que su complejidad nos obligaría a trazar distintas líneas o espacios para la comparación
con claros límites temáticos. Es por eso que en este caso, la selección de los autores
anteriormente mencionados tiene un propósito. A pesar de que muchos otros también
han tratado el tema de la construcción cultural identitaria de México, las plumas que a
continuación se tratarán en el presente texto representan un periodo específico, dan vida
a un contexto singular, y, sobre todo, pueden ser comparados con otros autores (en
donde el objetivo de la comparación no es la reivindicación de postura alguna, sino que
este contraste sirva para enriquecer y para poder dar más amplitud al horizonte que
contempla la pluralidad cultural de una identidad tan convulsa como es la mexicana).
Por lo tanto, el objetivo del presente texto es recoger algunas de las piezas
icónicas de la literatura mexicana en donde los juegos contextuales entre pasado y
presente planteen un escenario para la reflexión, en donde exista cierta tensión y
atracción por este fenómeno. Tanto José Emilio Pacheco, con ‘Las batallas del desierto’
(1981), como Juan Villoro y sus reflexiones sobre lo bucólicas que pueden llegar a ser
las interpretaciones de “lo mexicano” más allá de las fronteras nacionales, plantean un
punto en donde el pasado cobra una fuerza tan importante que de pronto parece
dispersarse o diluirse en su misma relatividad frente a la incertidumbre del presente. Lo
mismo ocurre con los textos de Carlos Fuentes y Octavio Paz, que a continuación se
analizarán. Dentro de ellos, se dan situaciones en donde el presente y el pasado
conviven como dos fuerzas naturales que se encuentran simulando una tormenta
156
tropical, en donde la única situación posible para poder amalgamarse es creando algo
con una fuerza devastadora. Sí, devastadora, como las realidades que se plantean dentro
de los textos literarios de estas ilustres plumas, ya que no cualquiera puede aceptar que
la verdad absoluta es muy difícil de comprender, y más cuando en cuestión de
identidades culturales (generalmente basadas o justificadas en hechos pasados) se
refiere. De tal manera que la selección de textos realizada no tiene un objetivo claro,
respecto a la justificación o reivindicación de un argumento en concreto, sino que
simplemente fue realizada de esta manera para ejemplificar la multiplicidad de ópticas y
la pluralidad de escenarios en donde el presente y el pasado se pueden encontrar en
términos literarios, más cuando se trata de un caso específico como es el de la
“identidad cultural”.
Del Laberinto de la soledad al Espejo enterrado: Carlos Fuentes y Octavio Paz, dos
plumas ilustres, buscando en la literatura un pacto entre la Historia y el presente
cultural
Ambos autores alcanzaron la gloria literaria durante la segunda mitad del siglo pasado.
Ambos obtuvieron distinciones y premios de nivel internacional de grandísimo
prestigio. Octavio Paz obtuvo el premio Nobel de Literatura en el año 1990, el Premio
Cervantes en 1981, el Premio Xavier Villaurrutia en 1957, el Premio Internacional
Menéndez Pelayo en 1987, así como distintos Doctorados Honoris Causa en
distinguidísimas universidades como la de Boston, Nueva York, la Universidad
Nacional Autónoma de México (UNAM) y la de Roma. Por otra parte, Carlos Fuentes
fue también merecedor del Premio Cervantes en 1987, Premio Internacional Menéndez
Pelayo en 1992, el Premio Internacional Don Quijote de la Mancha en el 2008, así como
distinguidos Doctorados Honoris Causa en prestigiosas universidades entre las que
destacan Harvard, UNAM, Cambridge, Salamanca, y el Premio Príncipe de Asturias en
1994.
La trayectoria de ambos, nutrida con los logros y distinciones internacionales tan
llenos de prestigio como los anteriormente mencionados, les hizo merecedores de la
categoría de escritores ilustres, leídos, estudiados y traducidos a nivel mundial y con un
carácter transgeneracional. Mucho de este éxito fue gracias al haberse atrevido a retar a
la historia (en tiempos cuando la ‘Historia Oficial’ tenía un peso importantísimo en la
157
cohesión nacional) mediante la literatura. Hay quien, pese a eso, los tilda de apegados al
régimen, pero siempre, en temas literarios, existen posturas contrastantes y que
polarizan las opiniones. Independientemente de las posturas particulares, políticas,
económicas y/o sociales de cada uno de ellos, lo cierto es que mediante obras como ‘El
laberinto de la soledad’ (1950), en el caso de Paz, y ‘La muerte de Artemio Cruz’
(1962), ‘El naranjo (o los círculos del tiempo)’ (1994) y ‘El espejo enterrado’ (1992),
en el caso de Fuentes, la literatura jugó un papel indispensable para la construcción
histórica de una convulsa identidad cultural, la cual llevaba siglos intentando cohesionar
los distintos tiempos históricos, así como la pluralidad cultural, que la componen.
La identidad frente a la otredad desde la pluma de Paz. Al igual que el periodista
polaco, Ryzsard Kapuscinski, Octavio Paz se adentró en el tema de la construcción de la
identidad propia a partir del reconocimiento del “otro”. Ambos identificaron y aceptaron
la concepción de ese otro ente que no es el “yo”, el cual representa los límites de lo
propio y el comienzo de lo ajeno, es decir, “hasta dónde llego y hasta dónde soy”. En
1950 cuando Paz publicó ‘El laberinto de la soledad’ en Estados Unidos se había
gestado recientemente un movimiento socio-cultural denominado ‘pachuquismo’, el
cual era el resultado del constante choque cultural entre “lo mexicano” con “lo
estadounidense”, gracias a aquellos migrantes de origen mexicano en el país vecino del
norte. Paz observó y analizó este fenómeno y logró captar que ese resultado contracultural revelaba muchos secretos del pasado y del presente de la cultura mexicana. Una
de ellas es que justo, mucho de la identidad se basaba en la definición de lo propio
frente a lo ajeno.
Como a un “adolescente” es como Paz describe la concepción de la identidad
cultural mexicana. Ello gracias a que se encuentra en una etapa del proceso de
crecimiento en donde “adolece” de muchos elementos para consolidarse. Entre ellos,
una idea de pacto con su pasado. El paralelismo lo logra gracias al haber observado y
convivido con ese gremio de identidad reactiva que son los pachucos. Ese grupo de
mexicanos ubicados en un contexto distinto (el estadounidense) obligó la autoreflexión
colectiva para poder, entonces, definir la identidad para no perderse en el
desconocimiento cultural. Al respecto, Paz, expresa:
158
Pero así como el adolescente no puede olvidarse de sí mismo –pues apenas lo consigue
deja de serlo- nosotros no podemos sustraernos a la necesidad de interrogarnos y
contemplarnos. No quiero decir que el mexicano sea por naturaleza crítico, sino que
atraviesa una etapa reflexiva. Es natural que después de la fase explosiva de la
Revolución, el mexicano se recoja en sí mismo y, por un momento, se contemple. Las
preguntas que todos nos hacemos ahora probablemente resulten incomprensibles dentro
de cincuenta años. Nuevas circunstancias tal vez produzcan reacciones nuevas1.
Además de esta concepción, el autor también hace hincapié en un punto sustancial y
vertebradora dentro del texto, así como para la óptima concepción de la identidad
mexicana entrando en contacto con su pasado, es decir: “los distintos tiempos históricos
que habitan en la población mexicana”. Este, para muchos otros autores, es el punto
clave para el análisis de la presente identidad cultural, ya que la pluralidad no sólo está
en las líneas culturales de las que se nutre, sino también de los distintos tiempos en los
que se encuentran los tan diametralmente opuestos pueblos que componen a la sociedad
mexicana.
Por lo tanto, la complejidad de la creación identitaria a raíz de la “otredad”, en
consonancia con una idea de unidad compuesta por distintos pueblos que atraviesan
diversas etapas históricas al mismo tiempo, crea, por un lado, un caos cultural si es que
el objetivo es encasillar todo eso bajo un mismo concepto. Pero si se comprende como
una oportunidad para percibir a este fenómeno como algo multidimensional, en donde la
riqueza no sólo yace en la pluralidad cultural, sino en la diversidad temporal, entonces
podemos decir que el constante choque de tiempos históricos dispares representa una
forma de enriquecimiento cultural, ya que ello no supone, necesariamente, un plano
comparativo, sino meramente contemplativo en donde cada espacio y cada tiempo
tienen características distintas, las cuales, no pueden (o no debieran) ser comparadas y
medidas bajo los mismos cánones de una identidad predeterminada.
Ahora bien, en el caso de Carlos Fuentes, los tres textos elegidos, pueden ir de la
mano de lo anteriormente planteado por Octavio Paz. Una de las grandes aportaciones
de Fuentes a la cultura mexicana fue el análisis histórico desde, precisamente, ese
1
Octavio PAZ: El Laberinto de la Soledad, Madrid, CÁTEDRA Letras Hispánicas, 2011, p. 145
159
bastión: la literatura. Desde la ficción logró dar vida a uno de los temas más espinosos
al momento de definir a la identidad cultural mexicana: el pasado, y los procesos de
aceptación y reconocimiento del mismo. Contrario a lo establecido por la ‘Historia
Oficial’ (instituida por el partido gobernante durante más de setenta años, el PRI),
Fuentes logró poner frente a frente pasado, presente y futuro en un plano contextual y
reflexivo sobre las interrogantes posmodernas por excelencia: “¿quién soy?, ¿de dónde
vengo?, y finalmente ¿hacia dónde voy?”. La angustia creada por al falta de respuestas
concretas a estas cuestiones dio vida al presente posmodernismo, en donde todo es
válido porque ya nada es completamente cierto, entonces, para poder explicarnos
¿quiénes somos?, en el presente, es necesario buscar en nuestro pasado.
En 1992 se celebró el ‘Quinto Centenario’ del descubrimiento de América, o del
‘Encuentro entre dos mundos’. Ello supuso una invitación a replantearnos quiénes
éramos realmente en el complejo devenir de la Historia. Y Fuentes supo echar mano de
su literatura, con bases históricas, para ayudar a dar las respuestas necesarias a aquellas
interrogantes. Pero antes de este episodio contextual clave, tanto para la literatura
mexicana, como para su identidad cultural y la trayectoria del autor, en 1962, Fuentes,
publicó algo más profundo y, tal vez, más apegado a las bases de la construcción
cultural mexicana: ‘La muerte de Artemio Cruz’. En este texto, además de desmenuzar
con fino detalle la idiosincrasia del poder y el ostento que prevalecía en el México
postrevolucionario, el autor trata un tema de especial importancia tanto para la historia
de México como de España, es decir: la conciliación entre México y España por un
pasado interrumpido y bélico. Así es, dentro de la novela, el caso específico de Lorenzo
(hijo del protagonista, Artemio Cruz) y de Dolores (una miliciana española
republicana), simboliza el acercamiento y la paz, así como la eterna admiración y amor,
entre dos pueblos hermanos.
Maarten Van Delden, en su artículo académico Carlos Fuentes: From Identity to
Alternativity, logra desdibujar esa reconciliación histórica entre el imaginario colectivo
mexicano con el español. Ahora bien ¿quiénes son realmente “Lorenzo” y “Dolores”?, o
mejor dicho ¿qué representan y qué es lo que resulta de ese encuentro? Lorenzo es hijo
del magnate y poderoso Artemio Cruz, quien representa aquel idílico mexicano que
resultaba sinónimo de éxito a mediados del siglo pasado (lo curioso es que ese concepto
no resulta exclusivo de aquel contexto, ya que puede tener tanta vigencia en la
160
actualidad como entonces). Este hijo rompe con esa idea de que el dinero y el poder son
la máxima aspiración de toda persona que ha luchado por conquistar algo en la vida,
más cuando su extracto socioeconómico no resulta de los más favorecidos. Lorenzo
parte del puerto de Veracruz hacia España, dejando atrás toda la opulencia y el poder de
su padre, para unirse a lo que él considera algo realmente importante: combatir en la
Guerra Civil Española defendiendo a la República. Ya ubicando en la península y
adentrado en las filas republicanas, conoce a una miliciana de la cual cae enamorado,
Dolores.
Ella, una miliciana de las fuerzas republicanas, resulta en la personificación de la
España amada por México. Después de haber sido derrotados en batalla, Lorenzo y
Miguel (un español republicano combatiente) deciden huir hacia el norte para
abandonar la ciudad y llegar a Francia con el único objetivo de salvar la vida. Y es
durante ese camino cuando se encuentran con dos mujeres, quienes os orientan para
lograr a salvo su cometido, entre las que se encontraba Dolores (de quien Lorenzo se
enamora). De pronto, tras escuchar el motor de un avión, todos deciden esconderse
menos el hijo de Artemio Cruz, el único que contaba con un rifle y un par de balas,
quién alcanzado por una ráfaga ametralladora cae muerto en territorio español.
Como se había destacado en capítulos anteriores, durante prácticamente todos
los periodos históricos en lo que hoy comprende el territorio mexicano la relación de
poder entre pueblo y gobierno, así como entre distintas facciones que buscaban el
establecimiento de su modelo político y económico, había sido la de vencedor-vencido.
Entonces el personaje de Lorenzo simboliza el fin de esta dinámica. O al menos sugería
que en la evolución histórica de convivencia entre España y México, esa interacción ya
estaba siendo sustituida por una convivencia basada en el respeto mutuo y la
hermandad.
En sentido estricto, Dolores no representa la identidad nacional de una
comunidad. Pese a ello, está claro que el compromiso que adquiere Lorenzo al unirse a
la causa de la República Española es emblemática en la reconciliación entre México y
su herencia española2”, comenta Van Delden. Más allá del carácter ficticio que tiene
este personaje, su aparición en la novela de un autor de tanto renombre cobra suma
2
Maarten VAN DELDEN: Carlos Fuentes: From Identity to Alternativity en MLN, Vol. 108, No. 2,
Hispanic Issue, marzo 1993, p. 334
161
relevancia debido a que fortalecía los lazos entre España y México previamente
reforzados con la acción diplomática del presidente mexicano, Lázaro Cárdenas, en
recibir al exilio republicano durante y después de la Guerra Civil Española.
Sobre esta capacidad de interpretar de distintas maneras las identidades, Van
Delden, comenta que en sus relatos, Fuentes, cambia ese sentido de narrativa
unidireccional en sus personajes. ¿A qué nos lleva esto? Una posible suposición sería a
que el escritor mexicano juega con la riqueza de posibilidades de interpretación sobre la
creación de una identidad. Lo mexicano, lo español, lo republicano, no siempre tienen
que significar lo mismo, es decir: las identidades no reaccionan siempre de la misma
manera, y por el contrario estarán condicionadas siempre al contexto en el que se
desenvuelvan. Si bien se pueden someter al juicio o valoración de la memoria, también
pueden seguir unidos firmemente a la construcción histórica.
Ahora bien, cambiando de La Muerte de Artemio Cruz a El espejo enterrado,
encontramos que Fuentes insiste en la fortísima relación cultural, ancestral, entre
España y México. Para él el pasado siempre es presente, ya que para poder comprender
la Historia de México es absolutamente necesario conocer la de España, y viceversa. En
este texto (también llevado a la pantalla chica) uno de los capítulos más nutridos y a los
que más énfasis hace el autor es a ‘La virgen y el toro’, en donde muestra cuáles eran
las circunstancias y los contextos en España al momento de llevarse a cabo la Conquista
de Tenochtitlán. Ahí muestra cómo fue es que esa empresa se desarrolló. Relata, con
detalle, cuáles fueron los factores y puntos de contacto durante el encuentro entre ambas
culturas, la azteca y la española, además del desarrollo de ese tan largo y complejo de
meztizaje. Por lo tanto, para él, el pasado no sólo es algo que se quede en tiempo
pretérito, sino algo que sigue vigente en el presente, digno de ser estudiado a fondo,
para poder comprender entonces, cuál es el legado cultural real del contacto y encuentro
de aquellas dos culturas en el presente.
José Emilio Pacheco, Carlos Monsiváis y Juan Villoro
A diferencia de los autores anteriormente mencionados, José Emilio Pacheco,
Carlos Monsiváis y Juan Villoro representan una línea narrativa más terrenal, más desde
la calle, desde lo testimonial inmediato. Y no es que ello les merezca una carencia de
162
profundidad, sino todo lo contrario, pero la dirección desde sus textos hacia el punto
reflexivo, tal vez, fue (o va) en sentido contrario al de Carlos Fuentes y Octavio Paz.
Fuentes y Paz, de alguna forma o de otra, pertenecieron a una élite académica
(por obvias razones), pero también a un sector favorecido dentro de la tan dispar
sociedad mexicana. Y no sólo gracias a su origen socioeconómico, sino que por razones
ajenas al plano reflexivo de este escrito, ellos lograron posicionarse dentro de los
hombres ilustres de la cultura, no sólo a nivel nacional, sino internacional. En el caso de
Pacheco, Monsiváis y Villoro, tal vez fue algo distinto, ellos han sido cronistas del
devenir diario de una sociedad convulsa y en plena decadencia. Mientras Paz y Fuentes
ahondaban en los pactos históricos, cuasi épicos, de distintos pasados gloriosos, en aras
de construir un presente (desde su contexto) rico en simbolismos ilustres, los otros tres
fueron la voz de realidades no precisamente cómodas como la lucha de clases, el tan
arraigado (y disimulado) racismo, la libertad sexual, la disparidad socio económica, y,
sobre todo, de la mayor cantidad de elementos que componen una “cultural popular” y
no de una cultura, tal vez, construida para proyectar una imagen preconcebida a nivel
internacional. Aún así, todos ellos reconocidos a nivel mundial, con igual distinción
entre las academias más prestigiosas para las artes escritas, representan ópticas distintas
de cómo es que el pasado cobra vida en el presente, sobre todo en una sociedad de
carácter multidimensional y que parece no tener demasiada voluntad para cerrar heridas
de ese pasado incómodo en un presente convulso. Indudablemente ese ángulo crítico,
agudo y nutrido del contacto directo con el presente inmediato, en los tres autores
tratados en este apartado, nació gracias a su oficio periodístico, a esa fuerza impulsada
por la crónica urbana y esa obsesión por el detalle.
Respecto a José Emilio Pacheco, como en el de todos los autores tratados,
imposible sería abarcar (o al menos intentarlo) toda su obra, ya que lograríamos textos
de dimensiones enciclopédicas, por lo tanto el presente análisis se centra en una de sus
obras más laureadas: ‘Las batallas en el desierto’ (1981). Una de las grandes virtudes
de este escritor capitalino es la capacidad de crear un plano de carácter cosmopolita y
multicultural mientras profundiza en una ficción lineal, y, al mismo tiempo, utilizando
un lenguaje menos rebuscado, probablemente, más coloquial. Pues esas características
se dan puntualmente en esa novela. En ella el protagonista, Carlos, un chico de la
entonces clase media, narra el devenir de un México ostentoso por un lado, pero que
163
aún arrastra muchos conflictos del pasado, muchos mitos, muchos vicios sociales,
principalmente, el clasismo, y todo ello en consonancia con un país en constante cambio
y dentro de una fusión cultural con elementos extranjeros. Una de las citas más
ejemplificativas de ello es la siguiente:
Empezábamos a comer hamburguesas, páys, donas, jotdogs, malteadas, áiscrim,
margarina, mantequilla de cacahuate. La cocacola sepultaba las aguas frescas de
Jamaica, chía, limón. Únicamente los pobres seguían tomando tepache. Nuestros padres
se habituaban al jaibol que en principio les supo a medicina. En mi casa está prohibido
el tequila, le escuché decir a mi tío Julián. Yo nada más sirvo whisky a mis invitados:
hay que blanquear el gusto de los mexicanos3
La expresión del tío Julián hace mención de uno de los traumas sociales más arraigados
en México, es decir: la línea en donde el clasismo y el racismo confluyen. Al respecto,
el académico colombiano, Jorge Ladino Gaytán Bayona sostiene:
Lo antes –autóctono-, -como el tequila- es desdeñado cuando se da la llegada de
productos venidos de Norteamérica. Se desata entonces, ante la penetración
cultural foránea, una -falsificación de vivencias- (Monsiváis, Carlos, citado
por Brunner, 1992, p. 125) que conlleva a que se busque -blanquear el gusto de
los mexicanos-. Ésta última consideración, vista desde los planteamientos de
Jorge Gissi Bustos en Identidad, subjetividad y conflicto en América Latina, es
un prejuicio racista donde se asocia que ser blanco, supone ser occidental y por
ende culto y refinado, mientras que ser mestizo,
-indio- o pobre es asociado a
pobreza, rudeza barbarie y, en frecuentes ocasiones, delito. De tal forma, el
comentario del tío Julián contiene la idea de que -el color de piel deviene
símbolo de status y que la autoimagen es mejor mientras más blanco se vea-4
3
José Emilio: PACHECO Las batallas en el desierto, TUSQUETS, Madrid, España, p. 12.
Jorge LADINO: “Contratiempo. Revista de cultura y pensamiento”, Buenos Aires, Argentina, año XV,
no. 4 (2015). Texto extraído de:
http://www.revistacontratiempo.com.ar/gaitan_bayona_jose_pacheco.htm (última visita: 27 de mayo,
2016).
4
164
Por otra parte, en términos generales, otro gran conflicto tratado a lo largo de esta
historia es el del problema de asimilar un pasado citadino extinto. Carlos, el
protagonista, mantiene un tono de melancolía durante todo el texto por el hecho de ver
cómo la ciudad en la que vive y los barrios que conoce (principalmente Coyoacán y la
Colonia Roma) son constantemente transformadas por elementos culturales ajenos. Y es
justo en este caso con el que se da continuidad temática a lo tratado en el presente taller,
es decir: “los usos del pasado y los agentes mnemónicos”. Para ser más exacto, todo lo
anterior ha hecho referencia a distintas formas en las que la literatura funciona como ese
agente que vertebra la relación entre presente y pasado, generalmente asociado a la
nostalgia. Pero ello sigue siendo aún muy general para poder establecer parámetro
alguno, por lo tanto el caso de elección para la aplicación de ello ha sido la “identidad
cultural mexicana”, en donde la relación entre pasado y presente parece haber sentado
un precedente de la angustia existencial tan típica del posmodernismo. Pero refiriendo
nuevamente al texto analizado, encontramos un ejemplo de cómo es que la narrativa
también funciona como elemento testimonial de lo que alguna vez fue una sociedad o
un paisaje. Al respecto, Carlos, en una reflexión expresa:
Volví a ser niño y regresé a la plaza Ajusco a jugar solo con mis carritos de
madera. La plaza Ajusco adonde me llevaban recién nacido a tomar sol y en
donde aprendí a caminar. Sus casas porfirianas, algunas ya demolidas para
construir edificios horribles.
(…) Nunca sabré si el suicidio fue cierto. Jamás volví a ver a Rosales ni a nadie
de aquella época. Demolieron la escuela, demolieron el edificio de Mariana,
demolieron
mi casa, demolieron la colonia Roma. Se acabó esa ciudad.
Terminó aquel país. No hay memoria del México de aquellos años.5
Sobre esta cita queda expuesta no sólo la inconformidad de un presente interrumpido,
sino de un pasado que, independientemente de que pueda ser anhelado, ya es imposible
de rescatar, inclusive, de contemplar en sus formas más fidedignas. Al respecto, y sobre
estas mismas citas, Jorge Ladino comenta: “…No se trata acá tan solo de una
5
José Emilio PACHECO, pp. 33-67.
165
perspectiva crítica del personaje por considerar acaso que unas construcciones deban
conservarse por su valor histórico. Es, primordialmente, la visión del que lee en la
trasformación del espacio urbano la irrupción de la modernidad y lo condena (la
densidad y la carga emotiva de darle a los edificios el adjetivo de “horribles”). El adulto
al recordarse niño no sólo continúa amando a Mariana, sino también a su México
tradicional. Su nostalgia es un anclaje en el pasado y una inconformidad por el
presente.”6 Entonces, ese supuesto anhelo por “un pasado mejor”, que el protagonista
maneja constantemente, al menos desde la segunda mitad del texto, es lo que se
convierte en ese hilo conductor de la historia, es decir: la nostalgia, ese pacto
interrumpido entre el presente y el pasado, es realmente el plano para la reflexión de las
situaciones, reales o ficticias, de los personajes.
Además, para reforzar lo anteriormente expuesto, en la siguiente cita Carlos hace
énfasis de aquella época cuando dentro de su ciudad quedaban ríos y las montañas
podían ser admiradas, a ello lo llama “el mundo antiguo”, como quien habla de un
episodio casi épico del pasado en dónde las imágenes de ello sólo pueden ser creadas
con base en los vestigios o testimonios. Aún así, Pacheco, también juega con los
tiempos y los planos contextuales, ya que en la parte final de la cita, cuando menciona
todas las cosas de las que se quejaban los mayores, y probablemente lo haya hecho con
la finalidad de dotarlas de un cierto grado de atemporalidad, ya que muchas de esas
situaciones seguramente ya existían antes de que el mismo autor naciera, y también,
sigan vigentes.
La cara del señor presidente en dondequiera: dibujos inmensos, retratos idealizados,
fotos ubicuas, alegorías del progreso con Miguel Alemán como Dios padre, caricaturas
laudatorias, monumentos. Adulación pública, insaciable maledicencia privada. (…) Nos
enseñaban historia patria, lengua nacional, geografía del DF: los ríos (aún quedaban
ríos), las montañas (se veían las montañas). Era el mundo antiguo. Los mayores se
quejaban de la inflación, los cambios, el tránsito, la inmoralidad, la delincuencia, el
exceso de gente, la mendicidad, los extranjeros, la corrupción, el enriquecimiento sin
límite de unos cuantos y la miseria de casi todos.7
6
7
LADINO, 2015.
José Emilio PACHECO, pp. 110-119
166
‘Las alusiones perdidas’ de Carlos Monsiváis
Durante la entrega del Premio de la Feria Internacional del Libro de Guadalajara, en el
2006, José Emilio Pacheco, encargado de realizar la presentación del galardonado, citó
a Octavio Paz: “Carlos Monsiváis es un nuevo género literario”. Además, añadió: “Es
un gran acierto del jurado del Premio de la FIL consolidar de una vez y para siempre
este género único, suyo, nuestro y de todos: el ensayo-relato-crónica de Monsiváis”.
Pareciera una exageración por parte del merecedor del Premio Cervantes en el 2009,
pero no lo es. Una de las invaluables aportaciones de Monsiváis a la literatura en
castellano, fue la capacidad de realizar esa narrativa, esa crónica y ese relato desde las
entrañas de una caleidoscópica sociedad desde su memoria, desde su aguda percepción,
desde su personal centro de recolección de todo lo que podía suceder en la capital de
México. José Emilio Pacheco y Monsiváis pertenecían a ese grupo de escritores
mexicanos que mediante la agudeza de su mirada, la profundidad de su percepción,
lograron captar la esencia no de los movimientos sociales, ni de las modas, sino de las
personas y de las sociedades en constante cambio. Carlos Fuentes, en palabras de
Pacheco, quedó rendido ante la prodigiosa memoria de Monsiváis, cual si fuera el Funes
borgiano. Algo, que para quien es reconocido por sus artes de crónica y sus fuentes
testimoniales, resulta todo un elogio.
Si bien, Octavio Paz y José Emilio Pacheco tienen razón, y Carlos Monsiváis es
“un género literario”, al igual que los anteriores autores, resultaría imposible hacer un
recuento, análisis, inclusive un breviario se su obra en un escrito como el presente, ya
que, como he mencionado anteriormente, las dimensiones del mismo sobrepasarían lo
permitido por el formato pertinente. Pero sí que es menester rescatar algunas de sus
reflexiones para nutrir y dar forma a esa plural percepción angulosa de cómo es que la
literatura resulta el móvil de los elementos vertebradores entre el pasado y el presente.
Una de ellas es la siguiente: “¿En qué momento la literatura dejó de ser el centro
inapelable de nuestra cultura?”8 Y ante ello responde, “El psicoanálisis, las ciencias
sociales, la mera política van a convertirla, como la computadora al libro, en un objeto
si no de lujo al menos de prestigio”. Si la literatura, nutrida de ficciones y realidades en
8
Carlos MONSIVÁIS: Las alusiones perdidas. Discurso en la FIL presentado por José Emilio Pacheco.
ANAGRAMA (Colección Argumentos), Madrid, España, pp. 56-57.
167
constante movimiento, en un arte en el que conviven coquetamente la Historia y la
Memoria, dejó de ser lo que Monsiváis llama “el centro inapelable de nuestra cultura”,
entonces, ¿cómo es que ahora se comprenden estos conceptos?, ¿cómo estudiar a la
Historia y a la Memoria sin tener una base literaria sólida? La respuesta yace,
probablemente, en los paupérrimos programas educativos de la actualidad. De acuerdo
con esa reflexión, la literatura no se limita a un género o un arte cuya finalidad sea
meramente lúdica o de esparcimiento, ni siquiera limitada a lo que a enseñanza se
refiere, sino que es parte indispensable para lograr comprender de forma óptima todo
aquello (de carácter histórico o testimonial) que vertebre a las sociedades en el presente.
Es, entonces, la literatura, para Monsiváis, un punto de encuentro entre lo sucedido, lo
recordado, lo creado, lo imaginario y lo real, que permite, a cualquier persona en el
presente, echar mano de un pasado en su forma mejor narrada, mejor descrita y más
fidedigna.
‘Las alusiones perdidas’ es el título de la publicación del discurso de Monsiváis
en la entrega del Premio de la Feria Internacional del Libro en el 2006, y se llama de
esta manera en honor a todos aquellos elementos culturales del pasado que se
encuentran en proceso de “jubilación”, es decir, a todo aquello cuya funcionalidad
queda bajo cuestión en el presente. Esas alusiones, en donde se concentran nombres de
grandes mentes como Borges, Rulfo, Alfonso Reyes, entre muchísimos otros, menciona
el autor que fueron alguna vez el eje del diálogo social. Evidentemente cuando se
encontraban más apegadas al presente que a un tiempo pretérito, como lo es ahora.
Juan Villoro: presente y pasado entre la historia, la memoria, y las identidades
más allá de las fronteras nacionales
Durante los días del 25 al 27 de junio del 2007, el Centro Cultural de España, en la
Ciudad de México, se celebró un taller, mesa de debate, conferencias y discusiones
sobre la actualidad de los conflictos interculturales en diversas partes del mundo. En él,
las mesas fueron presididas por escritores, artistas, antropólogos y comunicólogos de
distintos países: tres españoles, cuatro mexicanos y una argentina. Como resultado de
esto se publicó el libro Conflictos Interculturales, el cual incluye algunos diálogos y
debates, textos de apoyo, así como distintas opiniones de los autores y del coordinador
del proyecto, Néstor García Canclini.
168
Distintos autores componen esa publicación, entre los cuales se encuentra el
periodista y escritor mexicano, Juan Villoro. La aportación del hijo del intelectual
catalán, Luis Villoro, a este compendio editorial se titula Identidades Fronterizas, la
cual expone algunas de las manifestaciones más claras de la construcción de la
identidad cultural mexicana más allá de las fronteras nacionales, y en concreto: en
Estados Unidos. ¿Qué relación tiene esto con los usos del pasado? La respuesta es
sencilla al escribirla, pero sumamente compleja al momento de la interpretación: la
utilización del pasado como herramienta reivindicativa de algún periodo específico en el
presente.
El escritor mexicano se basa en un texto de Mariángela Rodríguez, ‘Mito,
Identidad y Rito’, el cual es un exhaustivo análisis sobre las manifestaciones del
‘chicanismo’, ‘pachuquismo’ y lo ‘latino’ en Estados Unidos, además de la obra de
Guillermo Gómez-Peña, un performancero de origen mexicano, radicado en Estados
Unidos, quien adopta al ‘pachuquismo’ y al ‘chicanismo’ como formas expresivas
culturales de un pasado interrumpido del México precolombino.
Tanto la escritora como el artista, anteriormente mencionados, contemplan todo
el legado cultural prehispánico como un elemento fundacional y de importancia
innegable para la construcción de ‘lo mexicano’ en manos de la población mexicana en
contexto estadounidense. Para Mariángela Rodríguez, lo “auténtico” (respecto a lo
mexicano) es aquello anterior a la etapa de fundación criolla, o mejor dicho en términos
mexicanos ‘colonial’. En pocas palabras, los chicanos (norteamericanos de origen
mexicano) se encuentran bajo un proceso de “reindianización” cultural, en el que ante la
incertidumbre de su identidad en el presente, voltean al pasado para recoger todo
aquello referente a las culturas prehispánicas para transportarlo a la actualidad. “Ser
mexicano en Los Ángeles es hablar de Quetzalcóatl, mientras que serlo en México es
hablar de Pepsicóatl9.”
Ahora bien, si para Carlos Fuentes, resultaba indispensable comprender la
historia de España para comprender la de México, ya que somos el resultado del
enriquecimiento de los dos pueblos a raíz del encuentro dado entre el viejo y el nuevo
mundo hace más de quinientos años, para Guillermo Gómez-Peña, la versión es otra.
Juan VILLORO: “Identidades Fronterizas”, Barcelona, en García Canclini, Néstor (coord.), Conflictos
Interculturales, Editorial Gedisa, 2011, p. 33.
9
169
Para este artista, ‘lo mexicano’ se asocia más a aquello auténtico o más apegado a las
tradiciones prehispánicas, ya que él, como muchos otros que han tenido que huir de
México en busca de una mejor vida, no han sido beneficiados de la ‘ciudad de los
palacios’ y la opulencia novohispana. Por el contrario, son producto de una sociedad
marginada y que ha presenciado como la riqueza se concentra en pocas manos, mientras
el México rural ha tenido que emigrar al norte. Ante esta situación, para él (como para
gran parte de la comunidad de origen mexicano en Estados Unidos), el pasado
prehispánico de México ha resultado un instrumento de reivindicación cultural frente a
lo estadounidense, frente a lo ‘otro’. Esa comunidad se siente heredera de los vencidos y
menos favorecidos del periodo histórico de la Conquista y la Colonia de España en
América, y por eso se identifican más con aquellos pilares culturales que evocan a los
relatos ancestrales del imperio Azteca.
Aunque, desde lo estricto de la Historia, pudiera resultar ridículo, para esa
población, igual que para muchas otras minorías en Estados Unidos (sobre todo
italianos, irlandeses, rusos, alemanes y árabes) su pasado épico resulta en la
conformación de estereotipos culturales que, por inexactos que pudieran ser, les brindan
de algo que carecen: una identidad cultural. En ese sentido el uso del pasado se
convierte en un arma para definir los límites culturales propios frente a la amenaza de la
pérdida de identidad por un contexto ajeno.
Bibliografía
MONSIVÁIS, Carlos, Las alusiones perdidas. Discurso en la FIL presentado por José
Emilio Pacheco. ANAGRAMA (Colección Argumentos), Madrid, España.
FUENTES, Carlos: “La Virgen y el Toro” en El Espejo Enterrado, México, Distrito
Federal, Ed. Planeta DeAgostini, 2002.
LADINO, Jorge, “Contratiempo. Revista de cultura y pensamiento”, Buenos Aires,
Argentina,
año
XV,
no.
4
(2015).
Texto
extraído
de:
http://www.revistacontratiempo.com.ar/gaitan_bayona_jose_pacheco.htm (última visita:
27 de mayo, 2016).
PACHECO, José Emilio: Las batallas en el desierto, TUSQUETS, Madrid, España.
PAZ, Octavio: El Laberinto de la Soledad, Madrid, CÁTEDRA Letras Hispánicas,
2011.
170
VAN DELDEN, Maarten: Carlos Fuentes: From Identity to Alternativity en MLN, Vol.
108, No. 2, Hispanic Issue, marzo 1993.
VILLORO, Juan: “Identidades Fronterizas”, Barcelona, en García Canclini, Néstor
(coord.), Conflictos Interculturales, Editorial Gedisa, 2011.
171
La responsabilidad social del investigador.
El caso de Relatos de plomo. Historia del terrorismo en Navarra
(2013-2015)
Roncesvalles Labiano Juangarcía
Universidad de Navarra
Resumen:
En su medio siglo de historia, ETA ha dejado más de 800 muertos y ha
condicionado la vida política y social en España, muy especialmente en País Vasco y
Navarra. A la hora de investigar un tema como este, con tantas y tan graves
implicaciones, no solo se puede hablar de función social del historiador o el
investigador, sino también de responsabilidad social. Esa responsabilidad puede
entenderse en dos sentidos: el primero, como deber de investigar y contar lo ocurrido; el
segundo, como asunción de la responsabilidad sobre lo escrito y sus consecuencias,
tanto en la construcción del relato como en la práctica. Esta comunicación explora la
presencia y la articulación de esa doble responsabilidad social en el caso concreto de la
investigación y redacción de Relatos de plomo. Historia del terrorismo en Navarra.
845 asesinados, 79 secuestrados, unos 5.000 heridos, 125.000 personas que han
huido del País Vasco. Con estas cifras, no hay duda de que, en su medio siglo de
historia, ETA ha condicionado la vida política y social en España, muy especialmente
en el País Vasco y Navarra. Sus repercusiones y naturaleza hacen del terrorismo un
tema que despierta interés. Interés por parte de los medios de comunicación, del
público, de las instituciones políticas y, por la parte que nos toca más directamente,
interés académico.
173
Universidad de Castilla~La Mancha
Departamento de Historia. Área de Historia Contemporánea
Edificio Benjamín Palencia | Campus Universitario s/n | 02071 Albacete
Email: [email protected] | www.ahistcon.org |
El terrorismo, con toda su complejidad, es uno de esos temas que ponen de
relieve la función social del historiador o de cualquier investigador que se acerque a él.
Pero aún se puede decir más, a la hora de investigar un tema como este, con tantas y tan
graves implicaciones, no solo cabe hablar de función social del historiador o el
investigador, sino también de responsabilidad social. Esa responsabilidad puede
entenderse en dos sentidos: el primero, como deber de investigar y contar lo ocurrido; el
segundo, como asunción de la responsabilidad sobre lo escrito y sus consecuencias,
tanto en la construcción del relato como en la práctica. Por eso, en los minutos que
siguen, trataré de explorar la presencia y la articulación de esa doble responsabilidad
social en el caso concreto de la investigación y redacción de Relatos de plomo. Historia
del terrorismo en Navarra1.
Esta obra, que abarca tres volúmenes (más de 1.500 páginas en total) fue un
encargo del anterior Gobierno de Navarra, que promovió y financió la publicación con
ayuda económica de otros organismos como el Ministerio del Interior. El Gobierno
Foral estaba convencido de que era necesario escribir la historia del terrorismo en la
Comunidad, y de que era el momento de hacerlo, pues ETA acababa de anunciar el alto
el fuego definitivo de su actividad armada. Por eso, en abril de 2012 el portavoz del
Gobierno y consejero de Cultura Juan Luis Sánchez de Muniáin contactó con Javier
Marrodán, periodista, experto en ETA y profesor en la Universidad de Navarra. El
consejero le planteó la idea y le dio dos indicaciones: que el resultado tuviera carácter
divulgativo y que estuviera terminado antes del fin de la legislatura, en 2015. Marrodán
aceptó la propuesta, organizó el equipo, planteó las líneas a seguir y comenzó a dirigir
el trabajo.
El equipo original estaba compuesto por él mismo y por tres jóvenes periodistas que
trabajaron en el libro a tiempo completo: Gonzalo Araluce, María Jiménez y Rocío
García de Leániz. Marrodán estaba convencido, por experiencias anteriores, de que sería
más eficaz formar un equipo que pudiera dedicarse a la tarea en exclusiva, aunque sus
miembros tuvieran poca experiencia y no fueran expertos en el tema. Junto a los cuatro
redactores trabajaba también, en la parte fotográfica, Jorge Nagore. A ese núcleo nos
1
Javier MARRODÁN CIORDIA: Relatos de plomo. Historia del terrorismo en Navarra (1960-1986),
Pamplona, Gobierno de Navarra (2013); Relatos de Plomo. Historia del terrorismo en Navarra 19872011, Pamplona: Gobierno de Navarra (2014); Relatos de plomo. La sociedad contra ETA, Pamplona,
Gobierno de Navarra (2015).
174
unimos más tarde otros dos periodistas: Rubén Elizari y yo misma, que en aquel
momento estaba en mi último curso del doble grado de Historia y Periodismo. Varios
estudiantes de la Universidad de Navarra también colaboraron redactando algunas
crónicas. En definitiva, se trató de un trabajo coral que salió adelante en gran medida
gracias al liderazgo de Javier Marrodán y cuya realización llevó algo más de dos años.
La obra ha tenido bastante eco en Navarra y también fuera del territorio foral y, por el
tema que trata, la perspectiva que adopta y las repercusiones que ha tenido se puede
afirmar que es un buen ejemplo para ilustrar la función social del investigador.
Responsabilidad como deber de investigar y divulgar
1. 1 Conocimiento histórico para una sociedad más libre
En su último libro, La voluntad del Gudari2, el historiador Gaizka Fernández Soldevilla
señala que, desde el anuncio del abandono definitivo de las armas por parte de ETA del
20 de octubre de 2011, la sociedad vasca y navarra se ha visto ante la disyuntiva de qué
hacer con su pasado. Aquel anuncio abrió, si es que no estaba ya abierta, una nueva
lucha: la que se ha llegado a conocer como “batalla del relato” o “batalla de la historia”,
de la que hablan expertos como Florencio Domínguez, director del Centro Memorial de
Víctimas del Terrorismo. En ella se pugna por fijar la versión de lo ocurrido, la historia
que llegará a las siguientes generaciones.
Ante esa disyuntiva, dice Fernández Soldevilla, algunos optan por el olvido
voluntario de lo ocurrido. Hace unos meses tuve la oportunidad de entrevistar a Joseba
Arregi, doctor en Sociología y Teología y ex consejero y portavoz del Gobierno Pasco
del PNV entre 1984 y 1995. Él me comentaba algo muy parecido. Partía de la base de
que en el País Vasco y en Navarra existe un problema relacionado con una idea muy
enraizada de que el espacio público, Euskadi, es “la casa del padre”. La consecuencia de
esa concepción es que los miembros de ETA eran “nuestros chicos”, nuestros hermanos.
Como en la situación actual no conviene fardar de “ese hermano asesino”, muchos
tratan de olvidarlo, de esconderlo.
2
Gaizka FERNÁNDEZ SOLDEVILLA: La voluntad del gudari. Génesis y metástasis de la violencia de
ETA, Madrid, Tecnos (2016).
175
Además del olvido, aparece otra forma de afrontar la disyuntiva de la que habla
Fernández Soldevilla. Consiste en aceptar la narrativa del “conflicto vasco” y la
equidistancia. En ella, los miembros de ETA son gudaris, soldados que luchan en una
guerra para liberar al pueblo vasco oprimido, una lucha que viene al menos desde las
guerras carlistas y la Guerra Civil. Existe toda una narrativa del “conflicto vasco” que
no hace sino distorsionar la historia. “Los hechos se alteran […] y aquellos
acontecimientos que se cree que no debieron haber tenido lugar no se mencionan, y más
tarde se niegan”3, dice Fernández Soldevilla. Y este es, por ejemplo, el caso de las
víctimas de ETA, que aparecen como necesarias en esa guerra por la libertad del pueblo
vasco y que se equiparan a las víctimas de otras violencias. En ese sentido, Joseba
Arregi señala en su último libro, El terror de ETA. La narrativa de las víctimas, que “se
está intentando crear un paraguas que cobije a todas las víctimas de la violencia habidas
en los últimos cincuenta y cinco años en la sociedad vasca y en […] la española”4 bajo
el nombre de violaciones de derechos humanos. En ese totum revolutum se olvida a los
verdugos, que es lo que diferencia a las víctimas, y se olvida que los verdugos de ETA
mataban por un proyecto político.
Estas dos posturas mencionadas son peligrosas. El intento de olvidar así como el
de difuminar las características del terrorismo y sus víctimas bajo el paraguas del
“conflicto vasco” o de las violaciones de derechos humanos no ayudan a desmontar los
falsos argumentos del terrorismo, y, por tanto, no aseguran que el terror de las últimas
décadas no se vuelva a repetir.
Ante esto, los historiadores podemos hacer algo, tenemos un deber cívico. Como
bien apunta Fernández Soldevilla: “Debemos investigar con seriedad, rigor y método,
[…], pero no para enterrar nuestros trabajos en las bibliotecas universitarias, sino para
divulgar los resultados entre la ciudadanía”5. Esa misma necesidad de hacer llegar
nuestros trabajos más allá de la comunidad científica, hasta la sociedad, la señala José
Antonio Pérez en un artículo del año pasado, Historia, memoria y víctimas de la
violencia política. En él dice que, sin esa difusión, todo el trabajo de investigación que
3
Gaizka FERNÁNDEZ SOLDEVILLA: La voluntad del gudari. Génesis y metástasis de la violencia de
ETA, Madrid, Tecnos (2016), p. 53.
4
Joseba ARREGI: El terror de ETA. La narrativa de las víctimas, Madrid, Tecnos (2015), p. 22.
5
Gaizka FERNÁNDEZ SOLDEVILLA: La voluntad del gudari. Génesis y metástasis de la violencia de
ETA, Madrid, Tecnos (2016), p. 61.
176
se lleva a cabo en centros como el Instituto de Historia Social Valentín de Foronda, en
el que él investiga, “no tendría sentido”6.
Si no cumplimos con nuestro papel, dice Fernández Soldevilla, “dejaremos un
vacío que será ocupado por medias verdades, mentiras interesadas y mitos que algún día
pueden volver a matar”7. En este sentido, podemos citar también a Primo Levi, que
escribió: “Si comprender es posible, conocer es necesario, porque lo sucedido puede
volver a suceder, las conciencias pueden ser seducidas y obnubiladas de nuevo: las
nuestras también”8. Para que eso no ocurra, el historiador tiene el deber de investigar y
divulgar.
Son esas mismas ideas las que pusieron en marcha el proyecto de Relatos de
Plomo. En la introducción del primero de los tomos, Javier Marrodán escribía:
“No hay vuelta atrás para los asesinatos, la extorsión, los secuestros o los
atracos; sin embargo, el relato riguroso y completo de lo sucedido, lejos de
alimentar venganzas o resentimientos, permitirá cerrar esta etapa ominosa sin
olvidos cómplices o interesados, sin diluir la gravedad de los hechos, sin
interpretarlos, sin excusarlos. La Historia nos hará mejores si se escribe con
honradez”9.
El director estaba convencido de la importancia de contar la historia, y contarla bien,
para cerrar ese capítulo oscuro de nuestra historia como comunidad. Y sobre esa base
echó a rodar el proyecto.
Lo primero que hizo fue buscar al equipo adecuado. El hecho de que el grupo
estuviera compuesto por periodistas se debió a una razón principal: que Javier Marrodán
es periodista y profesor de Periodismo en la Universidad. Durante los años que trabajó
en Diario de Navarra, Javier cubrió la mayoría de noticias relacionadas con el
terrorismo. Vivió de primera mano muchos de los hechos que se cuentan en Relatos de
6
José Antonio PÉREZ PÉREZ: «Historia, memoria y víctimas de la violencia política», Huarte de San
Juan. Geografía e historia 22 (2015), pp. 116.
7
Gaizka FERNÁNDEZ SOLDEVILLA: La voluntad del gudari. Génesis y metástasis de la violencia de
ETA, Madrid, Tecnos (2016), p. 19.
8
Primo LEVI: Si esto es un hombre, Buenos Aires, Proyectos Edictoriales (1988), p. 208.
9
Javier MARRODÁN CIORDIA: Relatos de plomo. Historia del terrorismo en Navarra (1960-1986),
Pamplona, Gobierno de Navarra (2013), p. 10.
177
Plomo y conoció a muchos de los afectados por el terrorismo en Navarra. Fue toda esa
información la que le llevó a realizar la tesis10 doctoral sobre la historia de ETA en la
Comunidad Foral y a escribir obras como Regreso a Etxarri-Aranatz11. Todo ese trabajo
le ha llevado a ser uno de los mayores expertos en ETA en Navarra, una condición que
ha corroborado con Relatos de Plomo y que ha sido reconocida también en el exterior:
él fue uno de los miembros del Comité de Expertos llamados a definir el futuro Centro
Memorial de Víctimas del Terrorismo que se establecerá en Vitoria. Por todo ello,
cuando el Gobierno se planteó la posibilidad de realizar este proyecto, acudió a
Marrodán. Como no podía ser de otra manera, él, periodista y profesor de Periodismo,
planteó un proyecto muy periodístico, en el que el rigor histórico (del que hablaré más
adelante) se combinara con una redacción atractiva y divulgativa aportada por la
formación universitaria del equipo. Todo esto nos remite a la idea de Gaizka Fernández
Soldevilla de que la función social del investigador no se limita a escribir la historia,
sino que lo escrito debe llegar a los ciudadanos, debe divulgarse. Como ya he
mencionado, una de las dos condiciones que puso el Gobierno de Navarra cuando
planteó este proyecto fue que el resultado fuera fácil de divulgar, que llegara a los
navarros de a pie.
Esa necesidad de difusión explica algunos aspectos formales de Relatos de
Plomo. Por ejemplo, la propia estructura del libro. El relato sigue un orden cronológico,
sencillo de seguir, y está compuesto por textos autónomos, sobre todo crónicas
independientes de cada atentado y entrevistas a personas afectadas por el terrorismo. Se
ha intentado que cada crónica tenga cierta tensión narrativa y que los arranques de cada
texto sean diferentes, que la redacción esté cuidada y el lenguaje sea sencillo. La
estructura en textos autónomos permite al lector escoger qué episodio quiere conocer y
le permite entenderlo sin necesidad de leer todo el libro. Además, los libros están
divididos en capítulos. Cada uno de ellos consta de una introducción, una parte central
de crónicas y entrevistas, un álbum con fotografías, una cronología y un artículo de
opinión. El tercer tomo es algo diferente, pues en vez de recoger crónicas de atentados
trata cinco temas transversales que completan la historia: chantaje a empresarios, kale
10
Javier MARRODÁN CIORDIA: ETA en Navarra. Estrategia, infraestructura y atentados (1985-1998),
tesis doctoral, Pamplona, Universidad de Navarra (2000).
11
Javier MARRODÁN CIORDIA: Regreso a Etxarri-Aranatz, Pamplona, Sahats (2004).
178
borroka, amenazas a concejales, lucha antiterrorista y respuesta de la sociedad al
terrorismo.
La idea de que la historia debe llegar a los ciudadanos se refleja también en el
diseño: es fácil distinguir los textos, saber dónde comienzan y dónde acaban, es sencillo
encontrar la crónica de un atentado concreto gracias a los índices generales y de
nombres y lugares que aparecen al final de cada tomo. También explica que los
capítulos se completen con cronologías y con un álbum de fotografías y los tomos con
mapas y calendarios de atentados.
1.2 Una deuda con las víctimas
Pero la responsabilidad como deber no se limita al deber de investigar y divulgar para
que la verdad llegue al conocimiento de la sociedad, para que todos tengamos claro qué
fue ETA, qué ha ocurrido en nuestra tierra en el último medio siglo y que ese
conocimiento ayude a evitar que la historia se repita. Relatos de Plomo surge también
del convencimiento de que hay una deuda que saldar con las víctimas del terrorismo.
Mientras ETA y otros grupos actuaban, las víctimas no se tomaron la justicia por
su mano ni buscaron venganza, a pesar de que en muchas ocasiones se encontraron
solas, abandonadas por una sociedad que se tapaba los ojos, que callaba ante el
terrorismo y que incluso llegaba a justificarlo, como pude estudiar hace tres años en mi
Trabajo Fin de Grado de Historia sobre la respuesta de la sociedad navarra al terrorismo
o como reflejan trabajos como el Informe Foronda12. En los primeros años, cuando
ETA cometía un atentado, el pensamiento más común entre la población vasca y
navarra era “si lo han matado, algo habrá hecho”. A pesar de todo eso, las víctimas
familiares no se tomaron la justicia por su mano y su actitud evitó que la situación de
violencia derivara en una guerra real. Por eso, dice Marrodán, “la aspiración periodística
de hacer justicia a los acontecimientos incluye también la de hacer justicia a las
víctimas, a la contribución tan decisiva que han hecho a la paz”13. Darles voz para que
cuenten su historia es ya un paso en esa dirección.
12
Raúl LÓPEZ ROMO: Informe Foronda. Los contextos históricos del terrorismo en el País Vasco y la
consideración social de sus víctimas 1968-2010, Vitoria, Instituto de Historia Social Valentín de Foronda,
de la Universidad del País Vasco - Euskal Herriko Unibertsitatea, (2014).
13
Javier MARRODÁN CIORDIA: Relatos de plomo. Historia del terrorismo en Navarra (1960-1986),
Pamplona, Gobierno de Navarra (2013), p. 14.
179
Tomo prestadas unas palabras que escribió Joseba Arregi en un escrito de 2009
titulado Tejiendo la historia de la libertad: “La memoria de las víctimas asesinadas, el
respeto a esa memoria es un ejercicio de libertad. […] Si no nos enfrentamos a esa
historia, seguiremos atados a ella, y ella nos dominará, e impedirá que podamos
modelar el futuro con algo de libertad. En la posición que consigamos adoptar en
relación a nuestra actitud respecto a las víctimas asesinadas se juega nuestra libertad
futura”―. Y a esto añade: “La cuestión de la memoria de las víctimas y del respeto que
les debe la sociedad […] es fundamentalmente política”14. Y lo es, según Arregi, porque
las víctimas de ETA lo son “en aras a la implantación de un proyecto político que niega
el derecho a la libertad de opinión, a la libertad de conciencia y a la libertad de
identidad”15. Y uno de los mayores problemas actuales, según Arregi, es que se
trivializa a las víctimas de ETA a través de la difuminación de su sentido político al
contemplarlas tan solo bajo el enorme paraguas de víctimas de violaciones de derechos
humanos. Y esa trivialización y olvido de su carácter político lleva a una falta de
memoria, a no enfrentarnos a la historia y, por tanto, a una pérdida de libertad.
Esa deuda y ese peligro de caer en la trivialización explican el punto de vista
adoptado en Relatos de Plomo, donde se da voz y protagonismo a las víctimas. Muchas
de ellas no habían tenido oportunidad de hablar de ello antes, de contar su historia. Uno
de esos casos es el de la familia de Manuel López González, guardia civil natural de
Cáceres que fue asesinado por ETA el 9 de mayo de 1978 en Pamplona. Aquella noche
la banda hizo explosionar una bomba al paso del jeep en el que Manuel volvía a casa
después de la jornada laboral acompañado por tres compañeros. El artefacto le provocó
graves heridas que le hicieron perder mucha sangre. Murió en el hospital unas horas
después. Por suerte fue el único de los cuatro ocupantes del vehículo que perdió la vida
aquel día. Cuando el equipo de Relatos de Plomo, María Jiménez en concreto, llegó al
caso de Manuel, se encontró con que apenas había información y con que no había
forma de conseguir el contacto de ningún familiar a través de la Guardia Civil o de
asociaciones de víctimas. Lo que sí consiguió saber María a través de la Guardia Civil
es que Manuel tenía un hermano que también había estado destinado en Pamplona. No
tenía más referencias pero decidió ponerse manos a la obra, pensó que quizá su hermano
14
15
Joseba ARREGI: Tejiendo la historia de la libertad, Vitoria, Ciudadanía y Libertad (2009), pp. 38-39.
Joseba ARREGI: El terror de ETA. La narrativa de las víctimas, Madrid, Tecnos (2015), p. 23.
180
habría vuelto a Cáceres, su ciudad natal. Con esa idea, tomó las Páginas Blancas y
buscó los apellidos López González en la ciudad extremeña. Había diez referencias.
María tomó el teléfono y comenzó a llamar a los números que aparecían listados. A la
tercera fue la vencida. Cuando le contó a su interlocutor que estaba tratando de
encontrar a los familiares de Manuel López González, guardia civil destinado en
Pamplona a finales de los años 70, el hombre le respondió que él se llamaba Francisco,
que era hermano de Manuel y que era uno de los tres compañeros que viajaban en el
jeep aquella noche. Francisco se mostró dispuesto a recibir al equipo de Relatos de
Plomo y ser entrevistado. María y Gonzalo viajaron hasta Cáceres y allí Francisco les
contó la historia del asesinato de su hermano, cómo lo vivió él, cómo era la vida de un
guardia civil en la Pamplona de los setenta y cómo fue tras la muerte de Manuel.
Cuando terminó de hablar, Francisco confesó que era la primera vez que contaba su
historia: “En 34 años nunca me había llamado nadie”. Estaba agradecido por ser
escuchado.
Los que hemos participado en el proyecto estamos seguros de que la
contribución más novedosa e interesante de la obra son, precisamente, las 58 entrevistas
que recoge. En mayor o menor detalle, la historia que tejen los atentados es conocida
por todos. Los periódicos y los telediarios se han hecho eco de los ataques desde el
principio, conocemos los nombres de los asesinados, dónde les han arrebatado la vida.
Sin embargo, es a partir de ese momento cuando los familiares y amigos deben aprender
a vivir sin la persona que ya no está, sin su padre, su hermano, su hijo. En muchos casos
de los primeros años, es a partir de entonces cuando deben empezar a vivir con el “algo
habrá hecho” y las miradas huidizas de los vecinos. Para ellos, las verdaderas
consecuencias del terrorismo comienzan al día siguiente de la bomba o el disparo. Y esa
es la mayor aportación de las entrevistas de Relatos de Plomo: las víctimas cuentan
cómo ha sido su vida después de los titulares, algo que es necesario conocer para
hacerse cargo de la verdadera dimensión del terrorismo.
Por ello, el equipo de Relatos de Plomo decidió contactar con el mayor número
posible de víctimas del terrorismo en Navarra, porque cada una de ellas tiene algo
distinto que contar. Viajamos por toda España para que las entrevistas fueran
presenciales, a ser posible en las propias casas de los entrevistados, allí donde se
sintieran cómodos. Seguimos un planteamiento que expresa bien una máxima del
181
reportero Ryszard Kapuscinsky: “No se puede escribir de alguien con quien no has
compartido como mínimo algún momento de su vida”16.
Pero el afán de entrevistar a las víctimas y contar todas las historias, de dar voz y
protagonismo a las víctimas concretas no se debe únicamente al deseo de saldar esa
deuda con ellas. También tiene un sentido relacionado con la eficacia del relato.
Podemos decir que ETA ha matado a más de 800 personas, pero hasta que no
conocemos sus historias no nos hacemos cargo de lo que hay detrás de esa cifra, de lo
que supone el terrorismo. Dice Joseba Arregi en su último libro que “la simple
cuantificación de lo sucedido ni responde a pregunta alguna, ni permite o impulsa la
formulación de pregunta alguna. Sobre ella no es posible ningún cambio de conciencia
que conduzca a la conquista de la libertad interior necesaria para construir un futuro en
libertad”17. La historia significativa siempre tiene que ser la historia de las personas, no
simplemente la interrelación de factores objetivos, apuntaba en ese mismo sentido
Gabriel Jackson en Memoria de un historiador18. Es decir, poner nombres y apellidos a
los protagonistas de la historia es esencial para que el relato tenga consecuencias sobre
la audiencia. Y esto lo conocíamos bien todos los miembros del equipo como
periodistas: nos lo han enseñado en la Facultad y nos lo han exigido en la redacción.
Los relatos con nombres y apellidos son más eficaces. Tomo prestado un ejemplo que
citaba mi compañera María Jiménez en una conferencia en Bruselas hace unos meses:
Tras el atentado de la sala Bataclán en París, que dejó casi cien víctimas, los
profesionales de Mashable, especialistas en storytelling y nuevos formatos, crearon una
cuenta de Twitter llamada @parisvictims. En ella subieron imágenes de las víctimas de
los atentados, sus datos personales y alguna frase que las describiera. Ese perfil de
Twitter tiene más de 50.000 seguidores.
16
Ryszard KAPUSCINSKY: Los cínicos no sirven para este oficio, Barcelona, Anagrama (2005).
Joseba ARREGI: El terror de ETA. La narrativa de las víctimas, Madrid, Tecnos (2015), p. 191.
18
Gabriel JACKSON: Memoria de un historiador, Barcelona, Crítica (2009).
17
182
Responsabilidad sobre lo escrito y sus consecuencias
Hasta aquí he reflexionado sobre la dimensión de la responsabilidad social del
investigador como deber de investigar, contar y divulgar. Pasaré ahora a la segunda
dimensión que he mencionado al principio: la asunción de la responsabilidad sobre lo
escrito y sus consecuencias, tanto en la construcción del relato como en la práctica.
Aquello que se escribe y la forma en que se escribe tienen consecuencias,
especialmente cuando se trata un tema tan reciente y delicado. Por eso, los
investigadores debemos ser conscientes de la importancia de cuidar tanto la forma de
trabajar como la forma de escribir. En Relatos de Plomo ha existido esta consciencia
desde el primer momento, lo que llevó a plantear una manera de trabajar y un libro de
estilo. Definir unas pautas comunes desde el principio facilitó la coordinación en el
trabajo, que este se llevara a cabo con diligencia y rapidez y que la responsabilidad
sobre el resultado final pudiera ser asumida por todo el equipo.
Nadie duda de que todo investigador es responsable de lo que escribe. De ahí la
importancia de la rigurosidad y la exhaustividad tanto en el tratamiento de las fuentes
como en la escritura. En el caso de Relatos de Plomo, la investigación exigía trabajar
con diferentes tipos de fuentes y documentación.
Con la intención de dibujar una imagen general del terrorismo en Navarra, el
primer paso del equipo fue hacia la hemeroteca. Cada uno de los miembros del equipo
tenía asignados unos años y debía consultar los periódicos de cada día en busca de
noticias relacionadas con el terrorismo. Una vez acabado el proceso, el mapa de
atentados quedó bastante completo.
A partir de ahí, cada investigador comenzó a documentarse y a escribir las
crónicas de los atentados ocurridos en los años que tenía asignados. Para completar la
información de cada episodio, se consultaron periódicos, documentos judiciales
(sentencias), policiales (diligencias, sobre todo), cartas y documentos personales.
Tuvimos la suerte de contar con la colaboración de algunos miembros de los Cuerpos y
Fuerzas de Seguridad del Estado, que nos facilitaron el acceso a sus documentos.
También obtuvimos algo de documentación del Archivo de la Fundación de los
Benedictinos de Lazkao. Mientras se iba recogiendo información de cada atentado, se
consultaba bibliografía que permitía contextualizar y completar los episodios concretos
183
y conocer mejor el tema. La información se completaba también con lo que nos
contaban los entrevistados que habían vivido aquellos acontecimientos en primera
persona, una fuente oral de primer orden y que veíamos que debía ser recogida con
urgencia, pues de aquí a unos años no será posible preguntarles por lo que vivieron.
El hecho de consultar tantas fuentes documentales y bibliográficas distintas y de
recoger los testimonios de aquellos que vivieron los hechos de primera mano nos
permitió cotejar historias, informaciones y detalles e ir tejiendo el relato más cercano a
la verdad posible.
Por otro lado, además de cuidar el trabajo con las fuentes, teníamos claro que era
esencial cuidar la escritura, prestar atención al estilo manteniendo el rigor.
Para ilustrar el planteamiento que seguimos en Relatos de Plomo resultan
ilustrativas unas palabras que escribió Arcadi Espada sobre Gabriel García Márquez.
Primero citaba un texto del escritor hispanoamericano:
Antes de entrar en el automóvil miró por encima del hombro para estar segura de que
nadie la acechaba. Eran las siete y cinco de la noche en Bogotá. Había oscurecido
una hora antes, el Parque Nacional estaba mal iluminado y los árboles sin hojas
tenían un perfil fantasmal contra el cielo turbio y triste, pero no había a la vista nada
que temer. Maruja se sentó detrás del chófer, a pesar de su rango, porque siempre le
pareció el puesto más cómodo. […]
Después, Espada escribía:
“Eran las siete y cinco de la noche en Bogotá”. Ésta, en el arranque, era la firma
notarial del compromiso de Gabriel García Márquez con la verdad. Algo así
como si dijera a los niños, y yo así se lo decía a los míos: “Mi precisión en este
reportaje va a ser puramente ferroviaria”. De acuerdo. Todos estábamos fácticos
y felices. Hasta que entraba resoplando la siguiente, como un borreguero: “Había
oscurecido una hora antes, el Parque Nacional estaba mal iluminado y los
árboles sin hojas tenían un perfil fantasmal contra el cielo turbio y triste, pero no
184
había a la vista nada que temer”. El compromiso ferroviario saltaba por los
aires19.
Nosotros, en Relatos de Plomo, hemos procurado mantenernos fieles a ese
“compromiso ferroviario”, ser rigurosos, no añadir adjetivos ni moralejas, sino aportar
todos los detalles posibles: los segundos apellidos, los nombres de las calles, los
modelos y matrículas de los coches, las cantidades. Estábamos seguros de que es más
eficaz un buen relato y de que, en este caso, la historia y los testimonios de los
entrevistados hablaban por sí solos.
Con ese objetivo, elaboramos un libro de estilo en el que se reglaba cómo
recoger las citas textuales, qué criterios seguir para mayúsculas y minúsculas, cómo
escribir determinados términos (como goma dos o goma 2 [en número]), el uso de
tiempos verbales, las cursivas… El libro de estilo fue creciendo conforme trabajábamos
y nos encontrábamos con casos concretos.
A pesar del cuidado puesto en el trabajo con las fuentes y la escritura, el resultado
final tuvo algunos errores, errores que son responsabilidad del investigador a pesar de
ser inintencionados y difíciles de evitar. Parte de la responsabilidad social del
investigador es reconocer esos errores y tratar de corregirlos.
En Relatos de Plomo hubo algunos fallos derivados del uso de fuentes
periodísticas: un apellido que estaba mal escrito en el periódico que se había tomado
como fuente y que se reprodujo así en el libro, por ejemplo. Tras la publicación, hemos
recibido llamadas para avisar de esas pequeñas erratas, como un error en el segundo
apellido del párroco de un pueblo o un nombre mal deletreado. En esos casos, hemos
anotado el error por si existe posibilidad de enmendarlo en futuras ediciones.
Pero este tipo de llamadas no han sido las únicas que el equipo ha recibido.
Algunas han sido de felicitación, mientras otras han sido quejas derivadas del contenido
del libro, más que de erratas. La hija de un asesinado por ETA en 1984, cuya historia
aparece en el libro, llamó a Gonzalo, el encargado de escribir la crónica de ese atentado.
La mujer estaba molesta porque en el texto se hacía alusión a la pertenencia de su padre
a Fuerza Nueva como una de las razones de su asesinato, pues así lo adujeron los
19
Arcadi ESPADA: «Dos primeras páginas». El Mundo. 26 de abril de 2014.
185
autores del crimen al ser detenidos. En este caso, por mucho que la divulgación de ese
detalle provocara las quejas de la familia, el investigador era responsable de mantener
esa información en la crónica, ya que forma parte de la historia, aunque resulte
incómoda.
El investigador, en este caso el equipo de investigadores, no solo es responsable
de aquello que ha escrito, sino también de las consecuencias que provocan sus textos.
La primera consecuencia directa de Relatos de Plomo ha sido la generación de
un sentimiento de consuelo y reconocimiento en las víctimas, que en muchos casos se
han visto escuchadas y reconocidas por primera vez, como ya he mencionado antes con
el ejemplo de Francisco López González. Ese sentimiento de reconocimiento y consuelo
tuvo picos en momentos como la presentación del primer tomo en el Palacio de
Congresos y Auditorio Baluarte de Pamplona, donde se reunieron decenas de víctimas
del terrorismo en Navarra y donde se les rindió un homenaje. Muchos de los asistentes
se sintieron en ese momento parte de un grupo, se sintieron acompañados,
comprendidos y agradecidos. Esos sentimientos han sido consecuencia directa del
trabajo de investigación. No han sido pocas las víctimas que han dado las gracias al
equipo por haber escuchado y contado su historia.
Después de la de Baluarte en diciembre de 2013, ha habido otras presentaciones
de la obra tanto en Navarra como en otras ciudades de España e incluso en el extranjero.
Los actos de presentación celebrados en la Comunidad Foral fueron dos. El primero de
ellos, el de Baluarte, tuvo dos consecuencias esenciales: sirvió de consuelo a las
víctimas, a las que se homenajeó, y sirvió para que la prensa se hiciera eco del proyecto,
lo que era esencial de cara al objetivo de divulgación de la obra. La segunda
presentación se celebró en el Parlamento de Navarra. La elección del lugar ya dice
mucho de las consecuencias de este acto: se reconoció a las víctimas su valor político,
ese del que habla Joseba Arregi en El terror de ETA. La narrativa de las víctimas. Esto
quedó más patente por la presencia entre los ponentes de Jean Paul Laborde, director
ejecutivo de la Dirección Ejecutiva del Comité contra el Terrorismo de Naciones
Unidas. Ese valor político se destacó también en las presentaciones en Madrid, en el
Senado y en la sede del Ministerio del Interior, y en Bruselas, en el Parlamento
Europeo. La obra también ha sido presentada en la sede de la Federación de
Asociaciones de la Prensa de España, en diferentes ciudades españolas como León,
186
Soria, San Sebastián, Bilbao y Barcelona, y ante los reyes don Felipe y doña Letizia.
Todo ese recorrido de presentaciones tiene repercusión en la visibilidad de la obra y, por
tanto, la de la historia, y ha sido esencial en la tarea de divulgación posterior a la
investigación. Como dice Gaizka Fernández Soldevilla, para evitar que nuestros trabajos
queden enterrados en las bibliotecas.
Dentro de esa tarea de dar visibilidad a la historia ha jugado un papel
fundamental el documental para televisión producido tras la publicación de la obra en
papel. El Gobierno de Navarra quiso completarla con un producto audiovisual que
siguiera la línea y recogiera la esencia de los libros. El resultado, que fue producido por
Navarra TV, fue un documental de hora y cuarto de duración que recoge los testimonios
de varias de las víctimas entrevistadas ya en los libros. El día del estreno en Baluarte
acudieron 500 personas a ver el documental. Cuando se emitió en la 2 de Televisión
Española, a medianoche, tuvo 115.000 espectadores, un número muy superior a los
2.000 ejemplares publicados de cada tomo en papel. Además de que el documental
reclama menos tiempo y esfuerzo por parte del público, no hay duda de que la fuerza
emotiva de los testimonios es mucho mayor cuando son las propias víctimas las que los
narran, con su voz y sus gestos. No hay duda de que este epílogo audiovisual a Relatos
de Plomo ha conseguido darle más visibilidad y facilitar la divulgación de la historia.
La segunda consecuencia directa del proyecto de Relatos de Plomo ha sido la
puesta en marcha de investigaciones posteriores relacionadas. Por ejemplo, hace unos
meses se ha presentado un informe sobre la situación de las víctimas del terrorismo en
Navarra al nuevo Gobierno Foral, que acudió a Javier Marrodán de nuevo para pedirle
que planteara y dirigiera ese proyecto. También se han puesto en marcha al menos dos
tesis doctorales relacionadas. La primera, la de María Jiménez Ramos, una de las
autoras de Relatos de Plomo, que investiga la contribución del testimonio de las
víctimas del terrorismo, con sus nombres y apellidos, a la historia del terrorismo y a la
percepción que de él tiene la sociedad. La segunda de esas tesis es la que estoy
realizando yo. Me centro en la representación social de las víctimas de ETA en ámbitos
como el cine, la literatura, la prensa, la Iglesia y las aulas en Navarra. Analizo el
discurso que se transmite en diferentes productos culturales porque puede darnos mucha
información sobre la imagen y la percepción del terrorismo y sus víctimas, ya que las
187
películas, los libros o la prensa influyen y al mismo tiempo reflejan las percepciones de
la sociedad que los crea y los consume.
Asimismo, Relatos de Plomo ha tenido como consecuencia un cambio en la
percepción de la historia reciente de muchos navarros. Para algunos, esta obra ha sido la
primera toma de contacto con una realidad desconocida hasta entonces. El terrorismo ha
sido un tema tabú durante mucho tiempo, se ha evitado en las conversaciones
domésticas y en las aulas. Por eso, muchos jóvenes no tienen la mínima idea de lo que
ocurría en su tierra hace tan solo unos años. Ha habido varios de ellos que se han
sorprendido al leer Relatos de Plomos y descubrir lo que ha estado ocurriendo en años
no tan lejanos en sus lugares de origen. Un ejemplo de ello son los tres mensajes de
Twitter que una alumna de la Universidad, natural de Málaga, escribió a Javier
Marrodán el 6 de mayo de 2015. En ellos decía: “Perdone la hora, Javier. He
compartido en fb [Facebook] el documental. Mi madre me ha pedido que lo quite, que
no me meta en esas cosas (1)”. “Y que mejor no opinar porque su profesor de civil,
asesinado en la puerta de su casa, tampoco opinó nada. Yo me he negado rotundamente
(2)”. “Solo quería darle la enhorabuena y las gracias, pocas veces me atrevo a
contradecir a mi madre ;)”.
Pero los más jóvenes no han sido los únicos sorprendidos. Las generaciones
anteriores fueron testigos de lo que ocurría, pero, según han comentado algunos, hasta
que no han leído las páginas de Relatos de Plomo no han sido conscientes de la
magnitud del problema y de aspectos como el abandono y la soledad que sentían las
víctimas. Esta afirmación entronca con la idea de la eficacia “moral” que tienen ciertos
relatos: conocer con detalle la historia concreta de alguien que ha sufrido la violencia
puede cambiar la percepción o el juicio de algunos lectores sobre el terrorismo.
Por todo lo anterior, se puede afirmar que tanto Relatos de Plomo como las
investigaciones derivadas del proyecto tienen consecuencias en la construcción del
relato y en la formación de la opinión pública sobre el terrorismo y que juegan un papel
en esa “batalla del relato” que se está librando ya.
188
Conclusión
Decía Kaspuscinski que “el verdadero periodismo es intencional, es decir, aquel que se
propone algún tipo de cambio”. Y en ese sentido la historia también puede ser
intencional, buscar un cambio en el presente que solo puede darse si se conoce el
pasado. Pero esa intención no puede llevar al historiador a modelar la historia a su
antojo, sino que debe llevarle a buscar y transmitir un conocimiento más profundo y
más real de las cosas, a generar una historia que dé herramientas al ciudadano para
comprender e interpretar el presente y actuar en él, para tomar decisiones más libres.
Relatos de Plomo trata de dar a conocer la historia del terrorismo en Navarra,
una historia con nombres y apellidos y sin adjetivos, para que los ciudadanos conozcan
qué ha ocurrido, qué consecuencias ha tenido el terrorismo en la Comunidad Foral. Con
ello, Relatos de Plomo trata de formar una ciudadanía crítica, capaz de tomar decisiones
y difícil de engañar en este momento en que se está librando la “batalla del relato” de la
que habla Florencio Domínguez. Pretende servir para valorar logros como la
democracia, el reconocimiento a las víctimas o la resolución pacífica de conflictos y
fortalecer determinados valores, como la justicia y la igualdad a través del conocimiento
de lo ocurrido y de las historias concretas de los protagonistas.
Para terminar, quisiera traer una cita de un artículo de Antonio Muñoz Molina
que se publicó en El País el 21 de abril de 2012 bajo el título “Tiempo de contar”. En
aquellas fechas, Relatos de Plomo estaba todavía en estado germinal y, cuando Javier
Marrodán leyó estas líneas, pensó: “Muñoz Molina ha escrito esto para nosotros”. La
cita dice así: “Hace falta levantar el gran archivo oral de todos los que han sufrido, los
que han vivido para contarlo, los conocidos y los desconocidos, los iletrados y los
filósofos, cada uno de ellos es depositario de una tesela en lo que será el gran mosaico
de una historia monstruosa, y quizás también ejemplar”20.
20
Antonio MUÑOZ MOLINA: «Tiempo de contar», El País, 21 de abril de 2012.
189
Fechas claves: las celebraciones de 1714 y 1914 en la
construcción del discurso público en Cataluña
Paola Lo Cascio
Instituto de Ciências Sociais, Universidade de Lisboa (ICS-UL)
Resumen:
Con la presente comunicación se quieren abordar las actividades de celebración de las
dos efemérides de 1714, año de la victoria borbónica en la guerra de sucesión española
y de 1914, año de la constitución de la Mancomunitat de Catalunya. En el marco de un
renovado interés no sólo del mundo académico, sino también de la opinión pública
catalana por estos dos acontecimientos y en una coyuntura política especialmente
significativa –marcada por el auge del movimiento independentista y por la clara
apuesta de las instituciones catalanas en este sentido– el objetivo es conducir una
reflexión en torno al uso público de la historia y a la construcción de relato. En este
marco, se analizará la manera en que la atención dedicada a estos acontecimientos se ha
traducido en términos de discurso público.
La cuestión del uso público e institucional de la historia en los procesos de construcción
y consolidación de los estados-nación es un tema que ha ocupado el debate y la
reflexión de un abanico amplio de científicos sociales, muchas veces desde perspectivas
fecundamente multidisciplinarias y con enfoques distintos, a veces incluso encontrados.
Sin embargo, y a pesar del vivo debate, hay un consenso generalizado sobre una
premisa de fondo: la elección, significación y conmemoración de los acontecimientos
del pasado juega un papel decisivo a la hora de fundamentar la narrativa sobre la
identidad nacional como elemento de consolidación institucional, como han demostrado
191
Universidad de Castilla~La Mancha
Departamento de Historia. Área de Historia Contemporánea
Edificio Benjamín Palencia | Campus Universitario s/n | 02071 Albacete
Email: [email protected] | www.ahistcon.org |
historiadores y estudiosos del fenómeno nacional de distinto signo, y con distintas
posiciones.1
Sin embargo, el caso que ocupa las páginas de esta contribución, que tiene en
cuenta un proceso específico –en concreto el uso público de la historia por parte de las
instituciones catalanas en la coyuntura política del crecimiento del movimiento
independentista– acontece en un marco peculiar, por diferentes razones.
En primer lugar, por las propias características del fenómeno analizado: el
crecimiento de la reivindicación independentista ha sido rápido y concentrado en torno a
una coyuntura de crisis económica y social de carácter continental. De esta forma, la
apelación a los contenidos nacionales clásicos –ligados a un pasado común-, han sido
sólo una parte de la sustancia del argumentario del movimiento, juntamente a elementos
de tipo económico, o de radicalización democrática2 .
En segundo lugar, porque en España en general y en Cataluña también –aunque
en manera distinta–, el uso de la historia como elemento de consolidación de la
identidad nacional como base para la consolidación de realidades institucionales ha
sido, por razones obvias, siempre problemático. La Transición a la democracia sorteó la
dificultad de tener que contar con un pasado reciente inutilizable por divisivo,
proyectando los elementos de identificación en el futuro y fundamentando los vínculos
de cohesión cívica en la promesa de una mejora venidera (democrática, social,
económica…)3.
En tercer lugar, porque el proceso independentista –y su traslado a la esfera
institucional, en el momento en que un gobierno de la Generalitat a mayoría nacionalista
hizo de ello su eje de actuación principal, a partir de 2012–, se desarrolló después de
una experiencia política en la cual las más importantes instituciones catalanas habían
1
Ernst GELLNER: Nations and nationality, Oxford Basic Blackwell, 1983; Eric J. HOBSBAWM y
Terence RANGER: La invención de la tradición, Barcelona, Crítica. 2002; Benedict ANDERSON:
Imagined communities: Reflections on the origin and spread of nationalism, Verso Books, 2006; Michael
BILLIG: Banal nationalism, London, Sage, 1995; Stefan BERGER: “The power of national pasts: writing
national history in nineteenth-and twentieth-century Europe”, en Stefan BERGER (ed.): Writing the
Nation, Palgrave Macmillan UK, 2007, p. 30-62.
Sobre este punto, véase Josep Mª ANTENTAS: “La indignación, tras la explosión inicial. El 15M en
Catalunya durante 2012”, Anuario del conflicto social (2013), 1.1; Justo BERAMENDI: “Cataluña y el
derecho a decidir, Ayer , 99 (2015), pp. 267-280.
3
Paola LO CASCIO: ”The nation of prosperity: difficult memories, possible futures. The debate on
the EEC during the Spanish transition (1975-1986)”, en Francis DÉMIER y Elena MUSIANI: Les nations
européennes entre histoire et mémoireXIXe-XXe siècle, Paris, Presses Universitaires de Paris Ouest, 2016.
2
192
estado lideradas por fuerzas diferentes y en la cual las referencias a la historia como
elemento de cohesión de la identidad nacional habían sido de menor intensidad y se
habían armonizado –de forma más o menos conflictiva4–, con un mayoritario
sentimiento de pertenencia plural de la población y, en todo caso nunca se habían
vinculado a un objetivo político directo.
En cuarto lugar, no hay que descuidar el contexto general –sobre todo a partir de
la crisis de 2008– que ha comportado a la vez la superación del marco del estado
nacional como ámbito de toma de decisiones5 y una oscilante respuesta de la población,
entre la inevitable fragmentación identitaria provocada por la globalización y el retorno
a paradigmas considerados más tradicionales, y por ello, más seguros.
Y, finalmente, hay que tener en cuenta la peculiaridad de la situación
institucional catalana de después del franquismo, así como su coyuntura específica en
2014. A pesar de la importancia de la Generalitat –en términos de competencias, de
recursos e incluso en la capacidad de generar un imaginario colectivo-, ésta insertada en
la realidad institucional del estado español, que a su vez –y sin entrar en el debate sobre
la débil o fuerte nacionalización española6 - dispone de competencias, recursos y
capacidad de generar imaginarios colectivos. En este sentido, y utilizando el lenguaje de
Billig, se podría decir que Catalunya es hoy en día sólo parcialmente una nación
establecida, en el sentido que dispone sólo de una parte de los recursos propios de un
estado y puede sólo parcialmente poner en marcha los mecanismos del llamado
nacionalismo banal, entendido este como el conjunto de prácticas orientadas a remarcar
de forma indirecta, no siempre explícita, la pertenencia a una comunidad nacional 7, con
el objetivo de mantener una situación institucional consolidada. Al contrario, en la
coyuntura analizada, las instituciones catalanas más importantes ambicionan a transitar
hacia la construcción de un estado -es decir a superar la situación institucional vigente-,
4
Sobre este punto, el último capítulo de Jordi AMAT: El llarg Procés, Barcelona, Tusquets, 2015
Keinichi OMAHE: El próximo escenario global. Desafíos y oportunidades en un mundo sin fronteras.
Madrid, McGraw-Hill, 2008. Y Elfie REMBOLD, Peter CARRIER: “Space and identity: constructions of
national identities in an age of globalisation”. National Identities, 13.4 (2011), pp. 361-377.
6
El debate empezó con Borja DE RIQUER I PERMANYER: “La débil nacionalización española del
siglo XIX”. Historia social, 20 (1994), pp. 97-114 y ha tenido a lo largo de las últimas dos décadas un
desarrollo significativo. Para una buena panorámica de una parte sustantiva de ella Ferran ARCHILÉS
CARDONA: “¿Quién necesita la nación débil? La débil nacionalización española y los historiadores”.
En: Usos públicos de la Historia: Comunicaciones al VI Congreso de la Asociación de Historia
Contemporánea Zaragoza, Institución Fernando el Católico, 2002. p. 302-322.
7
Kathryn CRAMERI: “Banal catalanism?”. National Identities, 2.2 (2000), pp. 145-157.
5
193
y por ello apuestan por plantear –valga la expresión– un “nacionalismo excepcional”,
capaz de conquistar el centro de la escena.
Con estas salvedades se procederá al análisis de la manera en que las principales
instituciones del país han conmemorado en Cataluña en 2014 dos efemérides
importantes: el tricentenario de la guerra de sucesión española (y, en particular, el sitio y
derrota de Barcelona de 1714) y el centenario de la constitución de la Mancomunidad de
Catalunya, el primer órgano de autogobierno contemporáneo catalán, constituido en
1914 bajo el liderazgo del regionalista conservador Enric Prat de la Riba.
Se analizarán pues las actividades institucionales, y las principales iniciativas
académicas y bibliográficas realizadas al amparo de la conmemoración oficial.
Las preguntas a las cuales esta contribución quiere intentar empezar a responder
tienen que ver con las características propias de las dos celebraciones, con los actores
institucionales que las han impulsado, con su alcance y con los registros elegidos para
su divulgación entre la población. En definitiva, se trazará un intento de aproximación a
la manera en la cual estas efemérides –y sobre todo la significación que los actores que
han impulsado su celebración les han querido dar–, se han insertado en el discurso
público de los últimos años en Cataluña.
El tricentenario, pop
La celebración de los trescientos años de la derrota de las tropas catalanas aliadas del
archiduque Carlos en el sitio de Barcelona, a mano de las tropas borbónicas ha tenido
un carácter decididamente orientado a la mitificación de la efeméride en sí, con una
reducida, o en todo caso diversificada, atención a la reconstrucción de los hechos
históricos concretos.
Con ello se quiere decir que en cierta manera con el 1714 por parte de las
instituciones (y en particular por parte de la Generalitat de Catalunya y del
Ayuntamiento de Barcelona) hubo una decidida apuesta de resignificación de la fecha,
desligandola de su contexto histórico concreto para convertirla en un elemento
claramente simbólico y vinculado a la situación política de la actualidad.
En conjunto, según informaciones aparecidas en la prensa, las dos
administraciones más importantes del país invirtieron de forma directa un total de más
194
de tres millones de euro en el conjunto de las celebraciones 8. De manera sorprendente,
la
inversión
más
alta
correspondió
al
Ayuntamiento
de
Barcelona
–con
aproximadamente 2,5 millones de euros, que englobaban también las obras de
remodelación del mercado del Born (que no el conjunto de las obras de excavación de
los restos arqueológicos, que ascendieron a 84 millones) , verdadero Km 0 de las
celebraciones–, que durante el mandato del primer alcalde convergente de la ciudad,
Xavier Trias, hizo de la efeméride uno de los ejes programáticos del primer (y hasta la
fecha último) gobierno nacionalista de la ciudad desde la restauración de las libertades
políticas municipales en 1979, que empezó su andadura en 2011.
La Generalitat, que también había vuelto en 2010 a un gobierno de CiU (a partir
de 2012 con el apoyo de ERC), aunque optara por una inversión más contenida, también
decidió emplear a fondo sus recursos con un programa de celebraciones que ha contado
con más de 1700 actividades, 22 de ellas en el extranjero.
Las dos comisiones delegadas para la organización del programa de
celebraciones, integradas por distintas personalidades compartían un rasgo común muy
significativo. Ambas estuvieron presididas por figuras en cierta manera sorprendentes:
en el caso del Ayuntamiento de Barcelona por Antoni Soler, historiador, periodista y
creador del popular programa de satira política de la televisión autonómica “Polònia”; y
en el caso de la Generalitat, Miquel Calzada (conocido en los años 90 con el nombre de
Mikimoto), periodista, empresario de la comunicación (fundador del grupo radiofónico
Flaix) y actualmente conductor del exitoso, Afers Exteriors, un programa –también
emitido por TV3- de reportajes sobre paises del mundo construido a partir del relato y
de la entrevista a catalanes allí establecidos.
La opción para un enfoque divulgativo de la celebración ha sido clara,
dirigiéndose al público general, de ninguna manera seleccionado por sus intereses hacia
la historia. Es todavía consultable en línea9 un breve video alojado en la página web
dedicada por el anterior ayuntamiento de Barcelona al Tricentenario y titulado
“Salutació dels comissaris”, rodado en la plaza Sant Jaume de Barcelona (en donde se
“Miquel Calçada defensa els tres milions d'euros pel Tricentenari”, Nació Digital, 10 de enero de 2014,
disponible en:
http://www.naciodigital.cat/noticia/63589/miquel/calcada/defensa/tres/milions/euros/tricentenari (última
consulta: 25 de mayo de 2016)
9
Salutació dels comissaris http://tricentenari.bcn.cat/es/node/13 (última consulta: 25 de mayo de 2016)
8
195
encuentran uno delante del otro el edificio del Ayuntamiento y el Palau de la
Generalitat), en el cual Calzada y Soler –rigurosamente sin corbatas–, salen
respectivamente del palacio de la administración autonómica y del consistorio de la
capital catalana se estrechan la mano y, con un lenguaje muy coloquial, explican que
son los encargados de coordinar las actividades de conmemoración y que, por ello,
piden explícitamente la participación de la ciudadanía . Con la expresión utilizada en la
misma página web a guisa de presentación de las actividades, el Tricentenari era
concebido como una "conmemoración ciudadana que servirá para redescubrir la ciudad
del siglo XVIII, para entender la dimensión de los hechos y relacionarlos con la realidad
presente y las expectativas de futuro".
De entrada, tres elementos pues enmarcan la opción conmemorativa de 1714 por
las autoridades catalanas. En primer lugar, la apuesta por confiar en liderazgos visibles
–concretamente mediáticos-, para las iniciativas institucionales, capaces de interpelar la
población, comprometerla y movilizarla con lenguajes y maneras de acercamiento
propias de los medios de comunicación de masas.
En segundo lugar una explícita apuesta de de-historicización de las
celebraciones con un enfoque claramente presentista. Cabe recordar que el 2014 ha sido
(con la celebración de la consulta del 9N como momento álgido) el momento más dulce
de simbiosis entre el movimiento independentista y las instituciones catalanas (de la
Generalitat y del Ayuntamiento de Barcelona), lideradas por partidos nacionalistas.
En tercer lugar, como se verá al analizar el calendario de las actividades
propuestas, el hecho de que el conjunto de las actividades de planteó como una
homogénea operación cultural con más dimensiones, concebida para propagarse en
diferentes canales, desde la radio y la televisión autonómica hasta las actividades
presenciales en el más recóndito de los municipios de Catalunya. Una apuesta clara de
construcción y cristalización de referentes vinculados a los conceptos de soberanía y
libertad, activo en un doble sentido: desde las instituciones hacia la sociedad y
viceversa, intentando reglar y formalizar un sustrato de significaciones especialmente
activo en la sociedad en una coyuntura determinada.
En el caso del Ayuntamiento de Barcelona, la agenda de actividades ha sido
especialmente rica. Inauguradas con un espectáculo teatral (L'auca del Born, sobre la
vida cotidiana de los habitantes del barrio de la Ribera en 1714) en el recién estrenado
196
espacio expositivo del Born en el septiembre de 2013, las celebraciones se extendieron a
lo largo de más de un año. Justamente el espacio del antiguo mercado general,
recuperado para la ciudad después de años de obras, sería un epicentro de las
celebraciones. En su interior se inauguraron dos exposiciones, una, de carácter
permanente, dedicada a los restos descubiertos durante las obras de remodelación y
dedicada a la vida cotidiana de Barcelona en el siglo XVIII, comisariada por Albert
Garcia Espuche, que aún hoy se puede visitar, y otra de carácter temporal, dedicada en
cambio al sitio de Barcelona de 1714. Esta última propuesta, titulada significativamente
Fins a aconseguir-ho! El setge de 1714 (Hasta conseguirlo! El sitio de 1714)", estuvo
organizada por el abogado y escritor Quim Torra –posteriormente presidente de
Òmnium Cultural, una de las dos grandes organizaciones independentistas de la
sociedad civil, juntamente a la Assemblea Nacional Catalana- y por Francesc Xavier
Hernàndez, historiador y director del Departamento de Didáctica de las Ciencias
Sociales de la UB10. En el material de promoción de la exposición es posible rastrear
claramente el mensaje que acompañaba de manera explícita la exposición:
El título de la exposición “Hasta Conseguirlo!” figuraba en la bandera del regimiento de
Guardias Catalanes. Expresa muy bien el esfuerzo en la lucha de los catalanes para
defender y acrecentar las libertades, y es también un lema que trasciende la
temporalidad y nos liga con un presente en el cual las libertades, como entonces,
continúan siendo el objeto y el sujeto de la historia.
Las actividades previas al inicio de 2014 continuaron imbricándose -o mejor dicho
copando- el ritmo de las celebraciones ordinarias de la ciudad: la edición de las fiestas
de la Mercé de 2013 recibió una influencia muy fuerte en este sentido, adaptando las
actividades tradicionales de la fiesta (el piromusical, la cabalgada de Gegants, el
correfoc...) a la temática de 1714.
Realmente, la labor del Ayuntamiento fue impresionante: un total de 391
actividades promovidas a lo largo de los 13 meses en que duró la celebración. De ellas,
10
La exposición fue posteriormente cerrada en abril de 2016 por el nuevo consistorio en el cargo desde
2015. El comisionado de Memoria del Ayuntamiento, Ricard Vinyes, declaró que con la medida se
buscava “optimitzar” el espacio expositivo. Véase Clara BLANCHARD: “Colau quiere replantear un
Born centrado en la derrota de 1714”, El País 22 de enero de 2016.
197
43 correspondieron a exposiciones; 25 a representaciones de arte escénico; 47 a
conciertos; 123 a conferencias; 10 a congresos; 25 a actividades literarias; 17 a
audiovisuales; 45 a itinerarios; 9 a premios y homenajes; 22 a caracterizaciones festivas;
y 25 a actividades no clasificadas. El grueso de ella se desarrolló en el distrito de Ciutat
Vella y un 53% de ellas fueron organizadas por entidades privadas de diferente tipos11.
Un dato extremadamente interesante que aparece en la memoria de actividades
es aquello que hace referencia a los públicos a los cuales se dirigieron las actividades:
por delante y con mucha diferencia se situaba el publico general, con un 68%; seguido
por el especializado y el universitario (ambos con un 11%); por el familiar con un 8% y
el escolar con un 2%. Se cumplía, en este caso lo que había deseado el mismo Toni
Soler en su "salutación": el tricentenario había sido, para el Ayuntamiento de Barcelona
una celebración pensada sobre todo para el grueso de la población, como un
macroscópico ejercicio de cultura nacional-popular.
Si se para la atención a la clasificación de las actividades adoptada por la misma
organización, para los objetivos de este estudio parecen especialmente interesantes las
actividades englobadas en las categorías "Historia", y "Diálogos". Bajo la primera
epígrafe estén recogidos todas las actividades directamente relacionadas con la realidad
de 1714. En este sentido, y además de las dos exposiciones ya citadas, una tercera,
titulada significativamente "la apuesta catalana", que recorrería varios distritos de la
ciudad intentaría explicar las razones que llevaron a situarse del lado austriacista, y una
cuarta, en cambio estaría dedicada al mundo del siglo XVII12. También fue organizado
un congreso sobre el tratado de Utrecht, en el cual participaron especialistas de
renombre internacional. El título aquí también proporciona indicaciones importantes en
torno al planteamiento interpretativo propuesto: " Els Tractats d’Utrecht. Clarors i
foscors de la pau. La resistència dels catalans» .
También fueron organizadas nueve conferencias –cuyo coordinador fue el
escritor y historiador Enric Vila- en torno a personajes significativos de la realidad de
1714 ("Els herois de 1714"). Semblanzas ofrecidas por historiadores especialistas,
acompañados de dirigentes políticos (la práctica totalidad de ellos –con la excepción del
11
La Memoria de actividades es disponible en línia: http://memoriatricentenaribcn.bcn.cat/ (último
acceso: 25 de mayo de 2016)
12
El món de 1714, del 20 de diciembre de 2013 al 28 de septiembre de 2014. MUHBA
198
ex socialista Joaquim Nadal-, perteneciente a las fuerzas políticas independentistas) e
historiadores. Dos exposiciones más, sobre el 11 de septiembre13 –una de carácter
general y otra, más específica de carácter fotográfico, a partir de los fondos del Arxiu
Fotogràfic del Ayuntamiento de Barcelona14-, completarían el conjunto de las
actividades directamente relacionadas con la efeméride. En general se pueden definir
tres elementos comunes a estas actividades.
En primer lugar la voluntad de identificar la situación política e institucional de
1714 como el pródromo de una posible existencia de un estado-nación de los catalanes
que dejaría de existir por la fuerza de las armas borbónicas. En segundo lugar, la
priorización de las actividades de divulgación, orientadas al público general. Y en tercer
lugar, la clara opción para vincular la realidad de 1714 con la actual, ya fuera a través de
la participación de dirigentes políticos o bien del propio planteamiento interpretativo
propuesto.
En este sentido, resulta especialmente interesante también analizar el programa
de las actividades categorizadas como "Diálogos", que –como recoge la memoria de
actividades, ambicionaba a reflexionar
"sobre el present i el futur de la identitat, la diversitat, els drets individuals i
col·lectius i els factors que els amenacen. Un diàleg sobre «Viure Lliure», un lema
que resumeix una aspiració universal que intel·lectuals de prestigi d’arreu del món
han portat més enllà dels nostres referents i la nostra identitat"15.
Las actividades se sustanciaron fundamentalmente en conferencias sobre temas
de diferentes tipos, mucha de ellas centradas otra vez en la soberanía entre 1714 y 2014,
o en la lengua la cultura y la realidad social catalana. Sin embargo, dos actividades
sobresalen de manera evidente. Una fue el ciclo de conferencias coordinados por la
popular periodista Mònica Terribas sobre la tensión entre soberanía e identidad y
mercados financieros en Europa, en el cual participaron intelectuales de prestigio como
Zygmun Baumann o Saskia Sassen o también Samir Naïr. Y una segunda,
13
300 ONZES DE SETEMBRE. 1714-2014, MHC, Del 14 de marzo al 28 de septiembre de 2014.
A PROPÒSIT DE L’11 DE SETEMBRE Del 13 de junio al 18 octubre de 2014. Arxiu Fotogràfic de
Barcelona
15
http://memoriatricentenaribcn.bcn.cat/ (último acceso: 25 de mayo de 2016)
14
199
aparentemente de más reducido alcance, del popular escritor Albert Sánchez Piñol,
autor de Victus, la novela histórica dedicada al sitio de Barcelona de 1714, verdadero
bestseller. El "Diálogo", titulado "1714-2014: els catalans sabem guanyar?", vio la
participación del comisario Soler y del escritor y vio la participación nada despreciable
de casi 800 personas.
En el caso de los diálogos pues se reforzaban las mismas líneas argumentales
adoptadas para el conjunto de las celebraciones, quizás de forma todavía más acusada:
la voluntad de marcar explícitamente un paralelismo entre los momentos históricos de
1714 y 2014.
La Generalitat también promovió un denso programa de actividades de
celebración, bajo el lema "Erem. Som. I serem"16. El marco de significados que la
acción de la institución quería promover con ellos quedaba reflejado en las palabras del
comisario Miquel Calzada, que una vez acabadas las celebraciones hacía un balance
afirmando:
El mandat parlamentari era clar –recuperar i divulgar la memòria de la Guerra de
Successió– i calia donar-li compliment, amb tot el rigor possible. Tanmateix, davant
nostre s’obria també l’oportunitat de portar aquesta commemoració molt més enllà
per satisfer els anhels del conjunt de la ciutadania. En aquest sentit, vam obrir el
focus per tal de no parlar només del nostre passat, sinó també del nostre present però
sobretot, del nostre futur. Amb el Tricentenari hem volgut fer evident el contínuum
de la catalanitat, aquest fil invisible que relliga allò que érem, el que som i el que
serem. Si els fets de 1714 són el relat d’una resistència heroica a un setge de catorze
mesos, aquests últims tres-cents anys són un heroisme col·lectiu no menor: el de la
persistència en la defensa, contra tot pronòstic, de la nostra identitat. Una identitat
que lluny de desaparèixer, tres segles després, ens projecta al món i cap al futur com
mai abans.
16
La memoria de actividades, que incluye los datos y los textos aquí citados, es disponible en línea:
http://presidencia.gencat.cat/web/.content/ambits_actuacio/commemoracions/memories_commemoracion
s/memoria_tricentenari.pdf (último acceso: 25 de mayo de 2016)
200
La identidad –y la lucha para su supervivencia– otra vez estaban al centro de la
significación de la efeméride, así como el vínculo con la situación política del momento.
Este parece ser la intencionalidad explícita de la acción de las autoridades, como se
puede desprender de las palabras de Artur Mas en la presentación institucional de la
memoria de actividades:
Si Catalunya fos una nació més en el concert de les nacions lliures del món,
ningú hagués qüestionat en cap cas ni el dret ni l’oportunitat de commemorar
aquesta efemèride. Com que no ho som, encara, no només ha estat oportú, sinó
absolutament necessari. (…) La casualitat ha volgut que Catalunya afronti, tres
segles després, un nou moment decisiu, com en aquell llunyà i fatídic 1714. La
diferència, i ara ho sabem, és que aquesta vegada estem en disposició de
guanyar. Les semblances i els paral·lelismes entre els dos episodis són evidents.
Sortosament, les bales i els canons han estat substituïts per les urnes i les
paperetes i les nostres esperances, en aquest context, no són pas balderes.
El discurso político es claro y lineal, codificado por el máximo representantes de las
instituciones : el 1714 representaba una derrota que ahora, justo trescientos años más
tarde se podía revertir. Siguiendo este hilo argumental, la conmemoración de los hechos
de la guerra de sucesión había tenido unas finalidades concretas:
Commemorar. Fer present al conjunt del país la rellevància d’uns fets de la
nostra història i una manera de ser i entendre’ns com a poble. Cohesionar.
Aglutinar la societat catalana al voltant d’un projecte col·lectiu de futur.
Reimaginar. Dibuixar possibles escenaris per reflexionar sobre el futur, per
impulsar una visió ambiciosa en l’àmbit polític, social, tecnològic i econòmic
del país. Projectar. Augmentar la presència de Catalunya en el món i el
coneixement de la seva realitat diferenciada, cercar el reconeixement de la seva
identitat com a país modern amb una cultura pròpia i donar a conèixer Catalunya
i la seva realitat diferenciada al món de manera directa i sense intermediaris
201
Organizadas en siete ejes temáticos (actos institucionales, cultura, economía,
pensamiento, actividades festivas, proyección internacional), a lo largo de todo 2014, la
Generalitat de Catalunya organizó directamente centenares de actos a lo largo y a lo
ancho del territorio catalán y también en el extranjero y, sobre todo, dio apoyo a casi un
total de dos mil de ellos, organizados por las más diversas instituciones incluyendo
exposiciones congresos, conferencias, conciertos...).
Una de las actividades que tuvo más repercusiones fue organizada por el Centre
d’Història Contemporània de Catalunya i la Societat Catalana d’Estudis Històrics con el
apoyo de la Generalitat. Se trató de un simposio de historia contemporánea, tutulado
«Espanya contra Catalunya: una visió històrica (1714-2014)». Se celebró en Barcelona
en diciembre de 2013 y congregó sobre todo historiadores, pero también economistas,
juristas sociólogos y lingüistas de prestigio, entre ellos Josep Fontana, encargado de
abrir los trabajos.
En realidad, un repaso a las ponencias presentadas y publicadas posteriormente
en un volumen que relegaba el polémico título del Simposio a la posición de subtítulo,
desvelan un panorama de contribuciones que no difiere de forma sustancial de lo que se
pueda encontrar en otras iniciativas académicas. Es más, algunas de ellas, empezando
por la misma lección inaugural de Fontana17, pero también las ponencias de Jordi
Casassas18 sobre la represión cultural, o de Agustí Colomines19 sobre las relaciones
entre catalanismo y construcción del estado liberal en el siglo XIX, o de Jordi
Maluquer20 sobre el papel económico de Cataluña en la historia contemporánea
española, o de Antoni Furió21 y Sebastià Serra22 –que ensanchan la mirada,
respectivamente al País Valencià y a las Islas Baleares–, parecen insertarse en los
debates historiográficos hoy en día especialmente vivos, de manera especialmente
Josep FONTANA: Espanya i Catalunya: tres cent anys de historia”, en Jaume SOBREQUÉS (Ed.)
Vàrem mirar ben al lluny del desert. Actes del Simposi “Espanya contra Catalunya: una mirada histórica
(1714-2014)” Barcelona, Generalitat de Catalunya, 2015, pp.33-51.
18
Jordi CASASSAS: “Contra l’ànima d’un poble. La repressió cultural: unes consideracions generals” en
Jaume SOBREQUÉS (Ed.) Vàrem mirar ben al lluny…cit pp.257-275
19
Agustí COLOMINES: “La construcción de l’estat liberal espanyol i el catalanisme” en Jaume
SOBREQUÉS (Ed.) Vàrem mirar ben al lluny…cit pp.75-109
20
Jordi MALUQUER: “La industria catalana com a motor de la economía española” en Jaume
SOBREQUÉS (Ed.) Vàrem mirar ben al lluny…cit pp.223-237
21
Antoni FURIÓ: “Construint Espanya, construint l’Estat, en contra del País Valencià. L’abans i després
de la Nova Planta” en Jaume SOBREQUÉS (Ed.) Vàrem mirar ben al lluny…cit pp.411-435
22
Sebsatià SERRA: “Les polítiques de l’Estat espanyol enfront els projectes d’autogovern de les Illes
Balears” en Jaume SOBREQUÉS (Ed.) Vàrem mirar ben al lluny…cit pp.389-410
17
202
fecunda. Lo que creó polémica, e hizo disparar la popularidad de una iniciativa que no
hubiera traspasado las fronteras del debate académico, fue el título de la iniciativa –que
generó un amplio debate en la prensa, tanto en Madrid 23como en Barcelona24– así como
las vicisitudes ligadas al programa de los trabajos. Cabe destacar que el mismo Josep
Fontana dijo que desconocía, en el momento en que aceptó participar en los trabajos, el
título escogido por los organizadores. Y hay que recordar también que el programa
sufrió alteraciones importantes justamente porque considerado polémico: en la primera
circular del congreso aparecía por ejemplo una ponencia sobre la "inmigración como
factor de desnacionalización" que posteriormente desapareció, así como una división en
ámbitos de trabajo que los conceptualizaba como distintas vertientes de una misma
"represión", que finalmente desapareció también de la versión final del programa25.
Más allá de todo, lo que parece más significativo es cierta distancia que se pueda
apreciar entre el planteamiento institucional de la iniciativa y su contenido académico,
siendo el segundo –primando una cierta intencionalidad de espectacularización- en
riesgo de ser ocultado por el primero.
El simposio acabó capitalizando la atención de los medios también porque PP,
C'S y UPyD llevaron una denuncia a la fiscalía acusando la reunión científica de
promover "el odio", que finalmente no tuvo consecuencias mayores. Pero sin duda el
simposio acabó generando un caso, más político que académico y tuvo su producto
editorial: el historiador Jaume Sobrequés i Callicó -organizador del evento-, publicó un
libro sobre las vicisitudes de aquella tan sonada actividad académica26.
Las acciones institucionales del Ayuntamiento de Barcelona y de la Generalitat
de Catalunya permitieron también la publicación de varias obras dedicadas de forma
directa o indirecta al 1714. En este sentido, se pueden encontrar volúmenes de vario
23
El diario de ABC titulaba en toda la portada del dia del inicio del congreso "Las mentiras del
nacionalismo catalán", ABC, 12 de diciembre de 2013.
24
José Ángel MONTAÑÉS: “Historiadores y expertos critican el maniqueísmo de un congreso
envenenado”,
El
País,
11
de
diciembre
de
2013
http://politica.elpais.com/politica/2013/12/11/actualidad/1386793932_804588.html (último acceso: 25 de
mayo de 2016)
25
Aquí es possible consultar la primera versión: http://chcc.gencat.cat/web/.content/0web_aec_chcc/chcc/espanya_contra_catalunya.pdf
y
aquí,
la
definitiva:
http://www.iec.cat/activitats/documents/PROGRAMA%20SIMPOSI%203a%20circular.pdf
(último
acceso: 25 de mayo de 2016)
26
Jaume SOBREQUÉS I CALLICÓ: Espanya contra Catalunya: crònica negra d'un simposi d'història.
Barcelona, Base, 2014.
203
tipo, que se ocupan de la vida cotidiana de Barcelona o de aspectos específicos del sitio,
pero también algunas obras que recogían aspectos más amplios, muchas veces
enlazados con el presente27.
Entre las celebraciones institucionales también cabe hacer mención de la tarea
llevada a cabo por la radio y la televisión pública, que se implicó a fondo: desde la
cobertura de los actos celebrativos más importantes hasta la producción de programas
especiales, como un episodio del popular programa de sátira Polònia, integralmente
dedicado a la efeméride del 11 de septiembre28.
En definitiva, las más importantes instituciones catalanas, habían promovido una
operación cultural de cierta envergadura, dotada de coherencia interna. Una propuesta
que, vehiculada a través de una clara apuesta divulgativa y popular, incorporaba al
discurso institucional dinámicas discursivas propias de movimientos reivindicativos no
institucionalizados, con el objetivo explícito de sumar efectivos a un proyecto político
determinado, y que se quería consolidar como hegemónico. Para ello, la narrativa de
resistencia y liberación que se derivaba de la mitificación de 1714, constituía el
precedente perfecto para una ofensiva reivindicativa que plantaba sus raíces en la
situación política actual y funcionaba como proveedora de significados y referentes para
el debate político más inmediato.
El centenari de la Mancomunitat, o de la frialdad de la modernidad
La atención dedicada al centenario de la Mancomunitat de Catalunya no fue ni de la
misma envergadura, y sobre todo, de las mismas características que las de 1714. Para
empezar, el grueso de las conmemoraciones se confió a la Diputación de Barcelona, en
colaboración con las otras tres diputaciones catalanas. Como es notorio, las instituciones
provinciales, disponen de importantes cantidades de recursos, pero tienen una
proyección frente a la opinión pública infinitamente menor de la que puedan tener la
Generalitat de Catalunya o el mismo Ayuntamiento de Barcelona.
27
El listado se puede consultar en http://memoriatricentenaribcn.bcn.cat/ (último acceso: 25 de mayo de
2016)
28
El episodio, emitido el 24 de junio de 2014 se puede aún visionar en:
http://www.ccma.cat/tv3/alacarta/polonia/polonia-1714/video/5140411/ (último acceso: 25 de mayo de
2016)
204
En segundo lugar no hay que olvidar que en su día la Mancomunidad fue la
institución común formada justamente por la unión administrativa de las cuatro
Diputaciones provinciales catalanas. En este sentido, la celebración de la efeméride tuvo
un carácter también corporativo, ligado a la propia institución.
Que la apuesta fuera radicalmente diferente en recursos invertidos pero también
en objetivos últimos, lo revela también la opción por confiar a un comisario interno,
Xavier Forcadell i Esteller, coordinador general de la Diputación de Barcelona el
conjunto de las actividades conmemorativas. La trayectoria profesional y pública de
Forcadell demuestra sobradamente su carácter técnico, todo interno a la administración:
doctor en Derecho (acababa su tesis justo durante los meses de las celebraciones),
especializado en temas de administración local, es funcionario de carrera, formado en la
Escola de Administració Pública, la institución fundada justamente durante los años de
la Mancomunitat y restaurada (esta vez al amparo de la Generalitat de Catalunya), en
1987.
Por otro lado, las palabras de presentación que prologan la Memoria de
Actividades del centenario29, de los mismos máximos representantes de la Diputación
de Barcelona (Salvador Esteve hasta 2015 y Mercè Conesa a partir de 2015), refuerzan
el planteamiento apuntado. En ellas se incide mucho en la realidad histórica de aquella
experiencia administrativa, capaz –a pesar de la difícil coyuntura del momento y de la
escasez de recursos materiales y políticos- de poner en marcha una institución de
autogobierno eficaz y extremadamente moderna. Este último aspecto, la modernidad
(presentada incluso como un antídoto a la “vieja política” de la etapa de la
Restauración) sea quizás el elemento más destacado de la significación global otorgada
a la celebración. No faltarán, en los distintos discursos institucionales analizados
referencias a la capacidad de la Mancomunitat de funcionar, en su día, como elemento
de “vertebración nacional”, pero más allá de alguna que otra breve referencia al
“momento excepcional” vivido por el país en 2014, no hay más rastros de una
vinculación directa a la situación política de 2014, al menos en el sentido de una
mención explícita al proceso independentista30.
29
DIPUTACIÓ DE BARCELONA Memòria de la Commemoració del centenari de la Mancomunitat de
Catalunya, Barcelona, 2015
30
Ibid. p.5
205
Las conmemoraciones se desarrollaron desde finales de 2013 y se prolongaron
durante todo el 2014, a con alguna actividad realizada también en 2015. Los ejes
escogidos para la organizaciones de las actividades fueron seis, sobre la base de una
clasificación descriptiva y funcional: institucional; expositivo; divulgativo; académico,
comunicativo, y de continuidad.
Al primero correspondieron iniciativas de diverso tipo, la mayoría de ellas
orientadas a presentar las actividades previstas en las distintas provincias catalanas. Sólo
una conferencia, organizada en el marco de la Universitat d’Estiu de Prada de Conflent
y titulada “De la Mancomunitat al nostres dies, construint estructures d’estat” enlazaba,
aunque fuera de forma indirecta, con el debate actual. Sin embargo las referencias eran
austeras y en cierta manera del todo posibilistas y lejanas de ciertos excesos retóricos.
El presidente de la Diputación de Barcelona, por ejemplo afirmaba: “com fa cent anys,
hi ha una voluntat d’avançar col·lectivament, confrontada a una estructura estatal que
no veiem satisfactòria”, porque, decía “més o menys lluny del model o ideal de cadascú,
volem un Estat que puguem sentir plenament propi i que funcioni millor”31.
El segundo eje, el expositivo, repasó, con diversas propuestas, muchos de los
aspectos clave de la obra de gobierno de la institución que en su día fue liderada por
Prat de la Riba i Puig i Cadafalch: desde la red de bibliotecas a la carreteras, la
educación, la red de comunicaciones, la lengua, la arquitectura. También fueron objeto
de exposiciones específicas las realizaciones de las instituciones en las distintas
demarcaciones territoriales. Sin embargo, pero la iniciativa de más calado fue la
exposición realizada en el CCCB de Barcelona L’inici del demà. La Mancomunitat de
Catalunya 100 anys, que condensaba en una única propuesta el conjunto de los ejes de
actuación de la institución.
El tercer eje, el divulgativo consistió en la realización de un rico abanico de
actividades que incluyeron conferencias realizadas en instituciones locales, de temática
variada pero siempre vinculada a la historia de la institución, y a sus protagonistas más
destacados (desde Prat de la Riba a Pompeu Fabra), conciertos, y presentaciones de
libros -en este sentido, la actividad más relevante fue la presentación de la extensa obra
de un especialista en materia, Albert Balcells- y iniciativas editoriales (como en el caso
31
Ibid. P.33
206
del numero especial de la Revista de Catalunya dedicado a la Mancomunitat)32. En
general, se puede afirmar que hubo un esfuerzo decidido por parte de los mejores
especialistas académicos sobre la historia de aquella experiencia administrativa y
política en participar en las actividades de divulgación diseminadas en el territorio.
Pero el interés en dar un espacio central a las aportaciones académicas fue
todavía más evidente en la promoción de actividades específicamente situadas en el
campo de la investigación y la confrontación de ideas, que acabaron constituyendo el
cuarto eje de las conmemoraciones. En este sentido, fueron organizados dos tipos de
iniciativas. En primer lugar una serie de encuentros dirigidos a la formación del
personal de la administración local sobre aspectos relevantes de la tarea administrativa
desarrollada por la Mancomunitat. Y en segundo lugar, fueron organizados encuentros
académicos de cierta relevancia que intentaron tomar el pulso de las más recientes
investigaciones –historiográficas, pero también jurídicas, económicas e incluso
artísticas- en torno a aquella experiencia de gobierno.
Así, fueron especialmente relevantes el congreso organizado en octubre de 1914
en el Institut d’Estusis Catalans sobre La Mancomunitat de Catalunya, 1914, primer pas
vers l’autogovern; el Simposi internacional sobre Noucentisme realizado en Sitges en
noviembre, o el congreso universitario 1914-2014: la petja de la Mancomunitat de
Catalunya realizado en la Universitat Autónoma de Barcelona en diciembre, que vio la
participación de historiadores y juristas.
El cuarto eje fue constituido por las actividades comunicativas, e incluyó un rico
programa de intervenciones en los medios de comunicación (edición de números
especiales de los suplementos culturales de diarios de amplia tirada, intervenciones en la
radio y en la prensa), así como de una web, realizada por la empresa Partal, Maresma &
Associats en la cual el visitante pudiera encontrar todas la información actualizada sobre
los actos previstos, así como un contexto histórico sintético pero bien concebido sobre
la historia, la obra y los protagonistas de la institución conmemorada33.
El último eje, finalmente, fue dedicado a la “continuidad”, que pretendía dar
proyección a todos los materiales producido a lo largo del año conmemorativo. En este
32
Revista de Catalunya, La Mancomunitat de Catalunya. Un primer pas, Numero Extra, 2014.
La pàgina se puede consultar en: http://www.mancomunitatdecatalunya.cat//inici/ (último acceso: 25 de
mayo de 2016)
33
207
sentido, cabe destacar que el catálogo de libros publicados en el marco del Centenari,
cubre aspectos específicos de la obra de gobierno de la Mancomunitat pero también
reflexiones de más amplio espectro que han contribuido, a innovar la historiografía
sobre el período considerado34.
Conclusiones
No cabe duda ninguna que en 2014, año de las dos efemérides hubo, por parte de las
más importantes instituciones catalanas una actividad intensa en la organización de
actos de rememoración del pasado. En cierta manera, se puede decir que en 2014 la
historia estuvo extremadamente presente en la oferta cultural catalana. Sin embargo, los
paradigmas con los cuales estas mismas instituciones se acercaron a las dos fechas
claves de 1714 y de 1914 fueron completamente distintos.
En el caso de la conmemoración del sitio de Barcelona de 1714 los actores
institucionales implicados fueron los más importantes y los recursos destinados a la
efeméride de una envergadura parecida a los necesarios para la organización de un
evento considerado de carácter global.
En el caso de la celebración del centenario de la Mancomunidad, en cambio el
actor fundamental fue la Diputación de Barcelona y los recursos empleados
significativamente menores.
Por otro lado, muy distintos fueron también los públicos para quien fueron
pensadas las iniciativas. En el caso de 1714 en todo momento –como se refleja del tipo
de actividades realizadas-, el público objetivo seleccionado fue ni más ni menos que el
conjunto de la sociedad catalana. La apuesta para liderazgos mediáticos de las
comisiones de celebración así como los formatos de las propuestas culturales y de los
canales de comunicación, así lo atestiguan. En el caso de 1914, en cambio, es posible
apreciar una definición muy precisa de los destinatarios: público general en el caso de
las iniciativas locales de menor entidad, público universitario y, sobre todo, los mismos
trabajadores de las administraciones públicas.
34
En este sentido, particularmente importantes parecen las actas del simposio celebrado en el IEC y
recogidas en Albert BALCELLS: La Mancomunitat de Catalunya. Simposi del Centenari Barcelona,
Diputació de Barcelona, 2014 que recoge contribuciones de especialistas importantes como el mismo
Albert Balcells, pero también Santiago Izquierdo Ballester; Enric Pujol; Josep Muntaner i Pasqual;
Francesc Sabaté i Casellas; Andreu Mayayo; Santiago Riera i Tuébols; Josep Massot i Muntaner;
Assumpció Estivill Rius; Josep González-Agàpito; Josep M. Roig Rosich y Jordi Casassas.
208
Este distinto planteamiento evidentemente comportó una penetración muy
desigual de los contenidos propuestos. De esta forma, los valores, y los discursos
políticos asociados a las dos fechas tuvieron una presencia muy diferente en el debate
público. Si fue prácticamente imposible para cualquier ciudadano catalán en 2014 no
tener bien presente que mediaban trescientos años del sitio de Barcelona, sólo los
académicos –o los aficionados a la historia-, o los trabajadores de las administraciones
públicas comprometidas con las celebraciones se percataron de forma nítida estar
viviendo la efeméride de la gran apuesta institucional de Prat de la Riba.
Cabe preguntarse el porqué de estas diferencias tan notables. Seguramente las
razones sean muchas, aunque dos de ellas parecen revestir una importancia
especialmente destacada.
En primer lugar, cabe remontarse al factor tiempo y a todo lo que se deriva de
ello. La experiencia de la Mancomunitat de Catalunya es más reciente y decididamente
más decisiva para explicar el contexto político e institucional actual, marcando de
manera sustancial toda la cultura política del catalanismo político del siglo XX. Es más,
como se encargó de poner de manifiesto la propia celebración de la efeméride algunas
de sus realizaciones –piénsese en la red de bibliotecas, sólo para hacer un ejemplo–,
perduran todavía hoy en día. En ese sentido, sigue manteniendo –si no en la memoria
directa, pero sí en la cultura política–, una significación concreta, seguramente
interpretable, pero con una entidad autónoma y reconocible dentro de la propia
idiosincrasia de la cultura política catalanista entendida en sentido amplio. Los hechos
de 1714, en cambio –más lejanos en el tiempo, más desligados de la realidad política y
cultural actual–, por su propia naturaleza, fuera del reducido círculo de los especialistas
de historia moderna y contemporánea, son susceptibles de ser re-significados de manera
más laxa, porque sus consecuencias concretas son en cierta manera menos
inmediatamente visibles.
En segundo lugar pues –y, en cierta manera como consecuencia de lo que se
acaba de apuntar– las diferencias en el planteamiento de las dos celebraciones se tengan
que buscar en un principio clásico de las dinámicas de rememoración y celebración
institucional de los hechos históricos, y que tiene que ver con la mayor usabilidad de
209
una fecha (y de la red de significados a ella asociados) con respecto a otra35. En un
contexto de alta conflictividad política, entre las instituciones catalanas y las
instituciones estatales, en el interior del mismo sistema político catalán, y en un
momento de especial simbiosis entre instituciones y movimiento reivindicativo
soberanista, lejos del gradualismo y del pactismo representados por la Mancomunitat de
Catalunya, la identificación de los hechos de 1714 con valores y significados
movilizadores –la búsqueda de la libertad, la resistencia-, hizo que éste fuera
extremamente funcional a la hora de sustanciar, apuntalar y apoyar la propuesta política
independentista y por ello merecedor de una inversión inversión narrativa, presupostaria
y política de superior envergadura.
35
Carlos PEREYRA Historia, para qué?. México, Siglo XXI, 1980.
210
¿La casa del padre o la casa de los hijos? El historiador en un
contexto postraumático (País Vasco, 2011-2016)1
Joseba Louzao Villar
Universidad de Alcalá de Henares
Fernando Molina Aparicio
Universidad del País Vasco-Euskal Herriko Unibertsitatea
Este texto reflexiona sobre la función pública del historiador en el País Vasco en el
tiempo posterior a la declaración de cese de la violencia de ETA. Se trata de una época
que está viviendo un conflicto de memorias referido a un pasado traumático muy
reciente, marcado por la violencia practicada por la organización terrorista ETA y la
complementaria que ejerció la comunidad política radical que actuaba como su sostén
sociológico. Este debate favorece un recuerdo institucional conmiserativo del pasado
fuertemente orientado al olvido selectivo2. Por otro lado, el proceso de nacionalización
de la sociedad vasca impulsado por los gobiernos del PNV en colaboración con la
sociedad civil (fundaciones, asociaciones pacifistas, sindicatos, partidos políticos,
agrupaciones deportivas, etc.) ha derivado en “treinta años de inflación de heroísmo,
durante los cuales [la sociedad vasca] ha estado sometida permanentemente a un
bombardeo de mensajes procedente de sus políticos que buscaban crear en ella tensión y
presión”. Este “bombardeo” discursivo ha favorecido la “transferencia o proyección a la
sociedad de las ideas de que en Euskadi existía un gravísimo problema irresuelto, que
eso era algo que la distinguía de su entorno español o europeo, que ese problema podía
ser resuelto desde la política y por la política (…) y que la solución sería finalmente
1
Queremos agradecer la revisión y comentarios hechos por Martin Alonso a este texto, que tanto lo ha
enriquecido.
Luis CASTELLS y Antonio RIVERA: “The Battle for the Past. Community, Forgetting, Democracy”,
en Rafael LEONISIO, Fernando MOLINA y Diego MURO (eds.): ETA's Terrorist Campaign. From
Violence to Politics, Londres, Routledge, 2016, pp. 184-217.
2
211
Universidad de Castilla~La Mancha
Departamento de Historia. Área de Historia Contemporánea
Edificio Benjamín Palencia | Campus Universitario s/n | 02071 Albacete
Email: [email protected] | www.ahistcon.org |
buena y armoniosa, todo eso consiguió mantener a la sociedad vasca en una pose
heroica (…), tensionada y excitada”3.
El trabajo historiográfico, en la medida que ha reivindicado su autonomía de este
discurso, se ha visto atrapado en la construcción de esta sociedad heroica, de la mano de
una dinámica discursiva perversa favorecida por la banalización del concepto del
“conflicto vasco”, que simboliza narrativamente las aspiraciones de confrontación con
el Estado y la idealización comunitaria que encierra el proyecto nacionalista
hegemónico en el espacio público. Este metarrelato ha llegado a influir en la
elaboración del discurso mediático, intelectual e, incluso, académico4. Su hegemonía
puede ser interpretada de acuerdo a dos teorías complementarias. Por un lado, en tanto
que exitoso ideógrafo, dispositivo narrativo cerrado, fundado en una lógica emocional,
refractario a la crítica científica a la par que entusiastamente adoptado por muchos
científicos en su condición de ‘high order abstraction representing collective
commitment to a particular but equivocal and ill-defined normative goal’5 Por otro lado,
la que proponemos aquí de acuerdo a la teoría psico-sociológica del framing o
“encuadre”. Esta tesis, impulsada por la sociología interpretativa y de notable
proyección en la teoría de la comunicación social, aborda los contextos o marcos de
interpretación por los que la sociedad se detiene en unos aspectos de la realidad y
desestima otros. Se trata de “organizing principles that are socially shared and
persistent over time, that work symbolically to meaningfully structure the social
world”6. La capacidad del “conflicto vasco” para canalizar el “encuadre” de los
acontecimientos que los medios de comunicación y la clase política transmiten en el
País Vasco se deriva, pues, de su potencialidad para proporcionar un marco
José M. RUIZ SOROA: “¿Un gobierno posheroico?”, Cuadernos de Alzate, 41 (2009), pp. 180-181.
Fernando MOLINA: “El conflicto. Relatos de historia, memoria y nación”, en Fernando MOLINA y
José Antonio PÉREZ (eds.), El peso de la identidad. Mitos y ritos de la historia vasca, Madrid, Marcial
Pons, 2015, pp. 180-223.
5
Michael McGEE: “The Ideograph. A link between Rhetoric and Ideology’, Quarterly Journal of Speech,
66/1 (1980), p. 15. La aplicación al caso vasco en Martín ALONSO y Fernando MOLINA: “Historical
Narratives, Violence, and Nation. Reconsidering the Basque Conflict”, en Rafael LEONISIO, Fernando
MOLINA y Diego MURO (eds.), ETA’s Terrorist Campaign, 1968-2011. From Violence to Politics,
Londres y Nueva York, Routledge, 2016, pp. 165-183.
6
Stephen D. REESE: “Framing public life A bridging model for media research”, en Stephen D. REESE,
Oscar GANDY y Augus T. GRANT (eds.): Framing Public Life: Perspectives on Media and our
Understanding of the Social World, Mahwah, N.J., Lawrence Erlbaum, 2001, p. 11. Una historia de esta
teoría socio-psicológica en María Teresa SÁDABA: “Origen, aplicación y límites de la ‘teoría del
encuadre’ (framing) en comunicación”, Comunicación y Sociedad, 14/ 2 (2001) pp. 143-175.
3
4
212
interpretativo y un “vocabulario de motivos” que reproducen el canon narrativo del
nacionalismo vasco. Contribuye a reforzar la comunidad imaginada y emocional que
comparte este encuadre discursivo y lo concibe como esencial a la hora de interpretar la
realidad y dotarse de sentido político e identitario7.
Uno de los poemas clásicos del imaginario nacionalista vasco es Nire aitaren
etxea [La casa de mi padre] de Gabriel Aresti, escritor que, paradójicamente, nunca
militó en el nacionalismo vasco. Los versos que lo componen se encuentran en su
poemario Harri eta Herri (1964) y su final no deja lugar a dudas de la lógica
melancólica de la identidad que reivindicaba este poeta: “Me moriré,/ se perderá mi
alma,/ se perderá mi prole,/ pero la casa de mi padre/ seguirá/ en pie” 8. El también
escritor y político Mario Onaindia dio respuesta a estos versos de Aresti en otro texto en
euskera, en el que prefería era defender era “la casa de nuestros hijos”9. Creemos que la
historiografía vasca se mueve en esta dialéctica imposible entre la melancolía y la ética
cívica, entre construir la casa de los hijos o mantener la del padre. Nuestra apuesta por
la estrategia proyectiva frente a la retrospectiva la tratamos de explicar en las próximas
páginas.
Los historiadores en el espacio público vasco
Los historiadores vascos son siempre ubicados por la opinión local, especialmente por
la vinculada al campo del nacionalismo militante, en torno a la dinámica dialéctica que
marca el metarrelato del “conflicto vasco”. O sirven al Estado o al pueblo vasco. O son
nacionalistas vascos o lo son españoles. Cuanto más críticos o desmitificadores resulten,
más incomodidad generan en una comunidad política en la que el nacionalismo ostenta
una hegemonía discursiva indiscutible y consiguientemente, moldea la sociedad en
torno a su propio canon narrativo.
Varios ejemplos ilustran este lugar conflictivo del historiador en el espacio
público vasco. Por un lado, la interpretación que se hace de los relatos complejos del
Robert BENFORD: “You Could Be the Hundredth Monkey: Collective Action Frames and
Vocabularies of Motive within the Nuclear Disarmament Movement”, The Sociological Quarterly, 34/2
(1993), pp. 195-214.
8
Existe una versión en español de dicho poema en Gabriel ARESTI: Maldan Behera. Harri eta Herri,
Madrid, Cátedra, 1984. La lógica melancólica como elemento central del discurso nacionalista en Jon
JUARISTI: El bucle melancólico. Historias de nacionalistas vascos, Madrid, Espasa, 1997.
9
Mario ONAINDIA: “Zazpi: gure semeen etxea” (30 de julio de 2002), en Mario Onaindia. Jornadas de
Homenaje, Zarautz, Mario Onaindia Fundazioa, 2009, p. 13.
7
213
pasado que construyen los historiadores, especialmente cuando no se adecúan a la
visión edulcorada, totalizadora y dialéctica que transmite el nacionalismo vasco. La
emisión, en tiempos de la presidencia autonómica de Patxi López , de una serie de
televisión documental que contaba la historia de la transición democrática y del proceso
de democratización en el País Vasco, con guiones escritos por historiadores académicos,
fue recibida de forma particularmente áspera por la opinión pública nacionalista. Uno de
tantos motivos de queja fue por la conexión planteada en uno de los capítulos entre el
surgimiento de ETA y la cultura católica del PNV, de acuerdo a teorías de amplio
predicamento en ciencia social como las de la religión política o la “religión de
sustitución”. La reacción fue cuestionar la categoría de “expertos” de los historiadores y
científicos sociales que las sostenían en el documental: “La emisión de programas como
este (…) supone también un ataque a la inteligencia, la cultura y al método científico, al
prescindir de lo que ETA dice de sí misma (…). No fueron los cristianos, ni los
nacionalistas los que asesinaron a las víctimas de ETA. Fueron los militantes de ETA
que lo hacían porque categorizaban a los ciudadanos en función de criterios de clase, lo
que propiciaba su liquidación física”.10 La violencia terrorista era una violencia “de
clase”, no de nación, tesis muy extendida en el PNV, que siempre ha enfatizado el
componente marxista y revolucionario de ETA para reducir, en la medida de lo posible,
el patriótico.
Otro motivo de crítica a la emisión de este documental fue su tratamiento de la
violencia terrorista como un fenómeno que contó con la implicación de amplios sectores
de la sociedad y con la complicidad o disculpa de una parte sustancial de la clase
política nacionalista. Peticiones de informes parlamentarios, escritos de opinión en la
prensa afín y demás iniciativas reflejaron este malestar en una militancia que
consideraba su inserción en las instituciones como un auténtico deber patriótico.
El relato que planteaban los historiadores desde un medio público iba contra una
narrativa oficial, íntimamente vinculada al marco interpretativo hegemónico del
“conflicto vasco”, que se sustentaba en una evocación doliente de la violencia terrorista
como un fenómeno que afectaba a los vascos en su conjunto y que tenía profundas
Jon URTUBI: “El cristianismo de ETA”, en https://aberriberri.com/2012/04/27/el-cristianismo-de-eta/
(consultado el 24 de mayo de 2016). La serie aludida en José A. PÉREZ: “Historia, memoria y víctimas
de la violencia política”, Huarte de San Juan, 22 (2015), p. 113.
10
214
razones históricas que lo hacían comprensible11. De acuerdo a esa memoria colectiva el
PNV y su militancia se imaginaban a la vanguardia del combate contra el terrorismo,
interpretación que la historiografía ha cuestionado reiteradamente, resaltando, por el
contrario, una actitud ante el fenómeno de la violencia terrorista que se movía entre la
equidistancia y el oportunismo político12. La presión política y mediática fue lo
suficientemente efectiva como para lograr que la dirección de EiTB decidiera cancelar
la emisión de este documental, cuya segunda parte, dedicada a los años de la
democracia, nunca se ha llegado a visionar en la televisión pública vasca que la había
financiado.
El rechazo a los historiadores académicos y su relato del pasado es uno de los
componentes esenciales de un discurso, el nacionalista vasco, que nunca ha contado con
el concurso explícito de la academia y que siempre ha desconfiado de representaciones
que no se atengan a su particular canon narrativo nacional. El departamento de historia
contemporánea de la universidad vasca era recientemente tildado, en un blog impulsado
por personas cómodamente instaladas en la administración pública local, como un
baluarte de la versión “unionista” que el nacionalismo español tiene en el País Vasco.13
Desde la visión que tiene la otra vertiente de este nacionalismo, la radical,
vinculada a ETA en el pasado, la lectura es idéntica, simplemente complementa, de
acuerdo a plantamientos marxistas simplificados, la condición de enemigos de la nación
de estos historiadores con la de enemigos de clase, por cuanto son servidores del
“poder” y de su discurso hegemónico: “Quién es el sujeto privilegiado que, investido de
una autoridad que ningún poder ostenta de forma nítida y no es reconocida de manera
inequívoca, está legitimado para establecer unos juicios como "objetivos", "científicos",
y, por el contrario, rechazar otros por considerar que no cumplen el requisito, al parecer
Luis CASTELLS y Antonio RIVERA: “Las víctimas. Del victimismo construido a las víctimas reales”,
en Fernando MOLINA y José Antonio PÉREZ (eds.), El peso de la identidad. Mitos y ritos de la historia
vasca, Madrid, Marcial Pons, 2015, pp. 287-305.
12
Véase, como ejemplo, la polémica entre el exsenador (y eminente bloguero) del PNV Iñaki Anasagasti
y el historiador Raúl López en torno a la implicación de este partido en las primeras movilizaciones en
contra del terrorismo. El primero acudía al recuerdo personal mientras el segundo contraponía
documentación y testimonios contemporáneos del propio bloguero del PNV, que entraban en
contradicción con su recuerdo edulcorado: Iñaki ANASAGASTI: “Les guste o no, fuimos los primeros”,
Deia, 22 de marzo de 2015; Raúl LÓPEZ: “De historia, política y mentiras”, El diarionorte.es, 18 de abril
de
2015,
localizable
en
http://www.eldiario.es/norte/vientodelnorte/historia-politicamentiras_6_378022200.html .
13
http://aboutbasquecountry.eus/2015/01/16/una-mirada-irlandesa-a-el-pais-de-los-vascos/ (consultado el
24 de mayo de 2016).
11
215
inexcusable, del ‘relato ético’ y, más perentoriamente, de la supuesta asepsia y
objetividad del discurso científico? (…) Legitimar es igual a dominar. Toda
legitimación conlleva la destrucción de la crítica contraria para establecer en su lugar
una nueva crítica, que no puede entenderse sino como el mecanismo de su legitimación
para alcanzar finalmente el nivel de su hegemonía”.14
Y en un artículo posterior, el mismo firmante reiteraba: “No es fácil establecer
en qué consiste la verdad científica cuando se trata de interpretaciones sobre hechos
históricos (…).El estatuto de la Historia es la interpretación que hace un sujeto de unos
hechos. Y más importante que la ciencia utilizada en ello es la deontología ética que se
le echa a la elaboración de dicho compendio de interpretaciones. Si éstas se someten al
interés gremial, económico, político o social del individuo que investiga o al grupo de
presión al que pertenece, no es que las interpretaciones dejen de ser científicas o
fantasmagóricas. Sencillamente, se utilizan de un modo bastardo, y es lo que habrá que
condenar.”15
Pese al verbo confuso del escritor, profesor de filosofía de bachillerato, las ideas
clave son de fácil asimilación: negación de un estatuto científico que permita
discriminar unos relatos históricos de otros, todos son discursos ideológicos que se
legitiman en el servicio político que presten. De esta manera la historiografía se valida
en la medida en que sirva a la verdad (nacional) o a la mentira que niega esta y que
representa el Estado16. La lógica profunda del discurso partisano es que “la verdad
reside en lo que sientes”, la sinceridad, la intensidad de la vivencia, en este caso de la
nación y sus opresiones, es la prueba definitiva de su verdad histórica. Se acude al
pasado con idea de demostrar esta verdad, no de cuestionarla o condicionarla. 17 La
pregunta es: ¿cuál es el lugar del historiador en este tipo de debates públicos?
Victor MORENO: “Historiadores ‘buenos’ y ‘malos’”, Diario de Noticias, 29 de julio de 2014.
Victor MORENO: “Mentar la soga en casa de ahorcado”, Diario de Noticias, 28 de agosto de 2014.
16
La respuesta a estas afirmaciones incidía en la necesidad de desnacionalizar el pasado y diferenciar la
elaboración de memorias legitimadoras de la de un relato histórico científico, necesariamente divorciado
del proselitismo identitario: Fernando MOLINA: “Historia y nación: subordinación equívoca”, Diario de
Noticias, 16 de agosto de 2014.
17
Wendy KAMINER: Durmiendo con extraterrestres. El auge del irracionalismo y los peligros de la
devoción, Barcelona, Alba, 2001.
14
15
216
La crisis de la historia
¿Qué le sucede a la historia y a los historiadores hoy? La historia está en crisis. O eso se
expresa constantemente18. En la actualidad, el propio profesional que la ejerce parece
haber entrado en esa crisis, al difuminarse la frontera entre su oficio y la opinión sobre
el pasado del resto de la ciudadanía19. El pasado se confronta con la memoria en la
esfera pública y esta cuestión se agrava ante el avance de la tecnología digital y los
espacios abiertos que esta crea para difundir relatos múltiples y contradictorios del
pasado que no precisan del concurso de la investigación histórica.
Una alternativa a esta lectura puede ser concebir que la labor del historiador
siempre ha estado en crisis. Esta vez no es distinto, podríamos decir, jugando con el
irónico título de un reciente ensayo que refleja cómo las crisis económicas se
reproducen de acuerdo a parámetros conocidos y, consiguientemente, que nos
tropezamos siempre con las mismas piedras20. El oficio de historiador nace de la crisis
que genera la provisionalidad de nuestros análisis e interpretaciones, y su propia
contextualización en un tiempo histórico, como fruto de la respuesta a interrogantes
contemporáneos.
La historia partisana nace de no querer aceptar esta fragilidad, como una historia
militante que desprecia lo que no encaja en su visión de conjunto. Los partisanos son
apologetas de la identidad y la ideología y, consiguientemente, participan en la disputa
por el poder político pese a que ocultan este hecho ubicando a sus contrarios en
posiciones de hegemonía y reservándose para ellos la cómoda militancia en el
“contrapoder”. Sin embargo, su acercamiento histórico también sirve al poder público,
unas veces desde las universidades, otras veces desde fuera de ellas, pero siempre
reivindicando una verdad (identitaria, religiosa, ideológica…) a la que subordinan su
análisis histórico y que resulta aceptada por una parte sustancial de la sociedad, de ahí
su éxito público y las bendiciones institucionales que reciben, siquiera en el caso vasco.
18
El último ejemplo de esta literatura nos lo ofrecen Jo GULDI y David ARMITAGE: Manifiesto por la
Historia, Madrid, Alianza, 2016, quienes remarcan que el fantasma del cortoplacismo historiográfico está
matando lentamente a la disciplina.
19
Pablo SÁNCHEZ LEÓN: “El ciudadano, el historiador y la democratización del conocimiento del
pasado”, en Pablo SÁNCHEZ LEÓN y Jesús IZQUIERDO (eds.): El fin de los historiadores: pensar
históricamente en el siglo XXI, Madrid, Siglo XXI Editores, 2008, pp. 142-145.
20
Carmen M. REINHART y Kenneth S. ROGOFF: Esta vez es distinto. Ocho siglos de necedad
financiera, México D.F., Fondo de Cultura Económica, 2011.
217
Ejemplos de ello. En el País Vasco los historiadores partisanos se agrupan en
torno a la Euskal Memoria Fundazioa, que busca “reconstruir” la historia de “Euskal
Herria, en la medida en que padece la opresión y la negación como pueblo, ha sufrido a
lo largo de los siglos la falsificación constante de su historia”21. Cuentan para ello con el
concurso de editoriales, cadenas libreras y el amparo de las instituciones, como luego
veremos. En Cataluña, el Institut Nova Història pretende crear una nueva historia
catalana acorde con los presupuestos del “procès”. Ha recibido el apoyo de diversos
organismos públicos que financian sus actividades, así como el de numerosos
intelectuales del nacionalismo catalán. De acuerdo a su relato canónico, no queda
ningún hecho o hito de la historia en la que la participación catalana no fuera
fundamental y hubiera sido escamoteada por la historiografía oficial. El hecho de que
esta “historiografía oficial” se haya implicado en una “espiral del silencio” que impulsa
a no debatir ni mucho menos cuestionar estas prácticas muestra la difusa frontera que
separa el partisanismo del academicismo.22 En Argentina, en 2011, se desató una amplia
polémica por la creación del Instituto Nacional de Revisionismo Histórico Argentino e
Iberoamericano Manuel Dorrego23. La Presidenta de la República, Cristina Fernández
Kirchner pretendía, de su mano, reescribir la historia nacional por medio de una
institución académica que diera pábulo a sus propuestas políticas y, a su vez,
descalificar el trabajo historiográfico desarrollado por los historiadores profesionales
desafectos del país. En palabras del primer responsable de este instituto, se trataba de
narrar “otra” historia argentina que aunara lo nacional y lo popular24. Recientemente, el
nuevo presidente argentino, Mauricio Macri, se ha encargado de disolver este
entramado en defensa del kircherismo25.
En el caso yugoeslavo, el maridaje entre academia, partisanismo y política
proporcionó el instrumental discursivo que activó la práctica de violencia de masas más
“Euskal Herria, en la medida en que padece la opresión y la negación como pueblo, ha sufrido a lo
largo de los siglos la falsificación constante de su historia”. Es el inicio de la significativa presentación de
la Fundación en su propia página web: http://www.euskalmemoria.eus/es/Quienes_somos_ .
22
Martín ALONSO: El catalanismo, del éxito al éxtasis. Vol II: La intelectualidad del “proceso”,
Barcelona, El Viejo Topo, 2015, pp. 259-313.
23
Para situar este episodio en el largo recorrido y la dicotómica invención de las “dos Argentinas”,
Michael GOEBEL: La Argentina partida. Nacionalismos y políticas de la historia, Buenos Aires,
Prometeo, 2013.
24
“Polémico instituto de revisión de la historia”, La Nación, 28 de noviembre de 2011.
25
“Por decreto, Mauricio Macri oficializó la disolución del Instituto Dorrego”, La Nación, 4 de enero de
2016.
21
218
trágica de la historia reciente de Europa26. El caso es paradigmático por muchas cosas.
Para lo que aquí nos interesa, destacamos el Memorando de la Academia de las Artes y
de las Ciencias de Serbia, publicado en septiembre de 1986, en el que participaron
diversos académicos serbios que defendieron una propuesta política netamente
excluyente y nacionalista. Entre este grupo destacaba el escritor (excomunista) Dobrica
Cosic, considerado el “padre de la patria serbia”. Cosic puso su pluma al servicio de un
relato victimista que multiplicó las imágenes agónicas que sustentaban un encuadre
histórico que favoreció la política genocida serbia en las guerras de la década de los
9027. Yugoeslavia proporciona una lección: que las metáforas identitarias nunca son
neutras y pueden llegar a naturalizar el odio y la violencia comunitaria, como Norbert
Elias sugirió al subrayar el papel de las construcciones mentales en el
desencadenamiento de procesos de “descivilización”.
Partisanismo y academicismo
La red pública de bibliotecas de la Comunidad Autónoma Vasca no deja lugar a dudas:
el repertorio historiográfico que se puede encontrar en ellas no es más que el reflejo del
framing nacionalista hegemónico, especialmente de su vertiente más radical
(pomposamente autodenominada como “izquierda abertzale”)28. El partisanismo está
presente reiteradamente en estos estantes, donde un posible lector tendrá más facilidad
en encontrar escritos auto-justificatorios de Arnaldo Otegi o Iñaki de Juana Chaos que
obras que intenten describir lo que significó el terrorismo en la historia reciente del País
Vasco. La producción partisana goza de buena salud con editoriales (Txalaparta,
Pamiela, Nabarralde, Hiru) que inundan los escaparates de las librerías, especialmente
las gestionadas por la principal cadena librera vasca, que destierra las obras académicas
a los fondos de estantería o, directamente, a una petición a satisfacer bajo pedido
específico.
26
Francisco VEIGA: La Fábrica de las Fronteras. Guerras de secesión yugoslavas (1991-2001), Madrid,
Alianza, 2011.
27
Nick MILLER: “The Children of Cain: Dobrica Cosic´s Serbia”, East European Politics and Societies,
14/2 (2000), pp. 268-287; Martín ALONSO: “Del mito al genocidio. La épica de Kosovo y el sabotaje
identitaria de la transición serbia”, V Simposio Internacional Jusmenacu, CSIC, Madrid, 18-20 diciembre
de 2012, localizable en internet en http://www.pensamientocritico.org/maralo0214.pdf (consultado el 25
de mayo de 2016).
28
Pedro J. CHACÓN DELGADO: “Las bibliotecas públicas vascas y el independentismo”, Claves de
Razón Práctica, 230 (2013), pp. 70-79.
219
La vigencia del partisanismo en la historiografía vasca procede de la simbiosis
histórica entre relato del pasado y exaltación de la identidad territorial. La historiografía
del siglo XIX se especializó en la elaboración de una mitohistoria del pueblo vasco de
corte regionalista y católico que luego el nacionalismo vasco nacionalizó. A partir de
ahí, la relación entre conocimiento histórico e instrumentalización política fue
sistemática, bien en un sentido regionalista-fuerista o en uno nacionalista-vasquista. La
historia militante, de signo mayoritariamente católico, se retroalimentó de la mano de
una literatura historizante que se mantuvo vigente, con escasas excepciones, hasta la
profesionalización de esta disciplina en los años setenta del siglo XX.29
Cuando el cristianismo perdió peso en esos años setenta, otras “grandes
narrativas” como el marxismo ocuparon su sitio como instrumentos de demarcación del
pasado de acuerdo al relato nacionalista, favoreciendo la simbiosis discursiva entre
historiadores académicos y partisanos. No pueden olvidarse, a este respecto, las
analogías discursivas entre ambos paradigmas: teleología, mesianismo, maniqueísmo,
dogmatismo, trascendentalismo, etc. Las tesis de la primera generación de historiadores
partisanos, con Francisco Letamendia o Emilio López Adán al frente, fueron
comúnmente recogidas en los años setenta y ochenta por la primera generación de
historiadores profesionales formada en el marco de la nueva universidad pública o de la
universidad jesuítica de Deusto. No en vano todos estos historiadores trataban de
analizar las mismas cuestiones históricamente sensibles (relacionadas con la política, los
fueros o la nación) que previamente habían sido demarcadas por el framing
hegemónico. Esto explica por qué los partisanos aludían con normalidad a colegas de
perfil más académico o reconocían su deuda con grandes figuras de la profesión. La
sintonía narrativa, inspirada en el común referente etno-nacionalista y marxista,
favoreció el que unos y otros intervinieran en iniciativas editoriales de signo patriótico,
como la revista Muga o la Historia General del Pueblo Vasco de la editorial Haranburu,
esta última bajo el amparo intelectual de una figura emblemática de la cultura vasca
como Julio Caro Baroja30.
Antonio RIVERA: “Cuando la mala historia es peor que la desmemoria (acerca de los mitos de la
historia contemporánea vasca)”, El valor de la palabra, 4 (2004), pp. 43-47.
30
Julio CARO BAROJA: “Prologo a una historia del pueblo vasco”, en Julio Caro Baroja (dir.), Historia
General del Pais Vasco, vol. I, Haranburu-La Gran Enciclopedia Vasca, Bilbao, 1980, pp. 10-27.
29
220
Se consolidó, así, en los años ochenta una aproximación a la historia basada en
lo que podríamos llamar como un “pacto patriótico” entre historiadores y lectores: la
aceptación de que lo que unos iban a contar y otros a leer iba a ser tomado como real y
contaba con la nación (o su variante, el pueblo vasco) como ilusorio protagonista
central31. No es este un pacto extraño pues “membership in a nation is a constitutive
factor of personal identity. The self-image of individuals is highly affected by the status
of their national community. The ability of individuals to lead a satisfying life and to
attain the respect of others is contingent on, although not assured by, their ability to
view themselves as active members of a worthy community. A safe, dignified, and
flourishing national existence thus significantly contributes to their well- being”32.
Este pacto evoca el autobiográfico que sanciona que biógrafo y lector suscriben
un acuerdo en que aceptan que lo que se cuenta es solo una adaptación narrativa de un
pasado personal inaprensible de otra forma33. Los historiadores tenían libertad para
ejercer de biógrafos del “pueblo vasco”, lo cual no implicaba que adoptaran
formalmente el canon nacionalista, bastaba con que aceptaran la existencia de dicho
sujeto histórico y legitimaran el nuevo orden autonómico, que estaba inspirado en dicho
canon. Estos dos pactos anulan un tercero, en el que el historiador asume que su oficio
no está dirigido a “niños” que ansían oír “un relato en el que siempre gane el bueno”
sino a adultos que aspiran a saber “cómo ocurrieron en realidad las cosas” en su
complejidad inherente34.
Estos pactos beneficiaron la práctica histórica partisana. Este tipo de
historiadores niegan la complejidad del pasado y apelan a la emoción, refugiándose en
una trama narrativa fundada en el desenmascaramiento de una supuesta verdad sagrada
(la existencia de la nación) que habría sido proscrita por un poder ajeno y opresor.
Siendo la historia vasca tan poco flexible al canon nacionalista (inexistencia de
unificación política, territorialidad marcadamente provincial y local, diglosia entre la
lengua mayoritaria y la minoritaria, siendo esta última aquella en que se elaboró el
nacionalismo), lo que se realizó en esos años fue toda una invención de la historia
destinada a legitimar no solo los presupuestos políticos del nacionalismo sino un
Fernando MOLINA: “El conflicto vasco, pp. 185-196.
Yael TAMIR: Liberal Nationalism, Princenton, Princeton University Press, 1993, p. 73.
33
Philippe LEJEUNE: Le Pacte autobiographique, Paris, Seuil, 1975.
34
Santos JULIÁ: Elogio de Historia en tiempo de Memoria, Madrid, Marcial Pons, 2013, p. 230.
31
32
221
proyecto de autogobierno supraprovincial que contaba con escasos precedentes en el
pasado, especialmente más allá de los años 30 de ese siglo. Como advertía Geoffrey
Barraclough: “el hombre es un animal histórico con un profundo sentido de su pasado, y
si no puede integrar el pasado en una historia explícita y verdadera, lo integrará en una
historia implícita y falsa”35.
El encuadre nacionalista del pasado era reforzado historiográficamente de
acuerdo al paradigma de la melancolía y la secularización en clave nacional de lo
sagrado. Todo lo inventado era presentado como una recuperación de la verdad oculta
por el poder opresor. El escritor y editor Martín Ugalde escribía en su autobiografía que
sus trabajos de esos años se orientaron a “terrenos prohibidos de la vida vasca” 36. Pierre
Narbaitz lamentaba por entonces que debía enfrentarse a “la ignorancia de los mismos
Vascos acerca de su País y de su historia”37. Joseba Goñi aspiraba a “[abarcar] la
totalidad geográfica del País Vasco, es decir, la parte continental y peninsular de
Euskadi a despecho de la permanente fractura que vive en su historia al padecer las
consecuencias de la historia general dictada desde París y Madrid” y documentar “la
conciencia de identidad de lo vasco” ya con el fin de “evitar la marginación tradicional
de esta franja cronológica [el siglo XVIII] de la vida de nuestro pueblo a la que nuestros
historiadores la han sometido”38. Y esta reivindicación no podía hacerse sin que la
empresa histórica adquiriera un tono épico y heroico, adecuado a la nueva comunidad
que moldearía el nuevo nacionalismo desde las instituciones de autogobierno: “Así
llegamos al estado de nuestra historia vasca. Fragmentada, hipertrofiada, por no decir
secuestrada, tanto por la desidia de los propios como por la falta de interés de los
ajenos”. Y ese trabajo tenía un fin reproducido una y otra vez: “buscar la personalidad
histórica de [nuestro] pueblo por los métodos áridos y seguros del trabajo minucioso y
archivístico”. Algo que resultaba una empresa colosal, “sometidos como hemos estado y
estamos a una negación oficial de nuestra propia existencia como nación diferente”39.
35
Geoffrey BARRACLOUGH: History in the Changing World, Oxford, Blackwell, 1956, pp. 24-25.
Martín UGALDE: Nueva síntesis de la historia del País Vasco. Desde la prehistoria hasta el Gobierno
de Garaikoetxea, Ttartalo, SS, 1997, p. 5.
37
Pierre NARBAITZ: “Euzkadi Norte hasta el siglo XVI” en: VV.AA. Historia del Pueblo Vasco, vol. II,
San Sebastián, Erein, 1978, p. 5.
38
Joseba GOÑI: “La revolución francesa en el País Vasco”, en VV.AA., Historia del Pueblo vasco,
Erein, SS, 1978, vol. III: 6-7.
39
Emilio LÓPEZ ADÁN: Del carlismo al nacionalismo burgués, San Sebastián, Txertoa, 1978, p. 7.
36
222
A las figuras épicas se añadían otras más poéticas, siempre orientadas a subrayar
la lucha tenaz del historiador por encontrar la verdad de la nación en el pasado: “Los
vascos de nuestra generación hemos tenido que intuir desde un túnel oscuro y cerrado
las raíces de nuestra historia como nación, y cuando hemos osado salir a la boca del
túnel para apreciar la luz (…) nos hemos percatado de que se hacía una lectura de
nuestra historia que ignoraba y censuraba conscientemente el hecho nacional vasco (…).
Una vez alcanzada la conciencia de esa situación algunos de nosotros nos dimos a la
tarea de reconstruir las estructuras sobre las que descansa nuestra nación. (…) De ahí
que nos demos por satisfechos por el mero hecho de levantar unos mojones indicadores
de nuestro paisaje investigatorio en la tarea de reconstruir nuestra historia como nación,
pensando que de esa forma los que nos sucedan en la misma tarea (…) podrán proseguir
lo emprendido por nosotros hasta llevarlo a buen término” .40
La violencia que estos historiadores detectaban en el pasado, en forma de
guerras civiles o insurrecciones populares, era el reflejo, si bien nunca documentado
explícitamente, de la permanencia de la conciencia nacional y, consiguientemente, del
enfrentamiento del sujeto omnisciente en la historia, el “pueblo vasco”, con el invasor
español. Esta violencia dotaría de racionalidad y continuidad temporal a la existencia de
una comunidad vasca alternativa a la española. Era sintetizada gracias a recursos y
metarrelatos como el de “la cuestión vasca” o “el problema vasco”, que interconectaban
la violencia del terrorismo etarra con la del pasado, intercalándolas en el curso histórico
de un “pueblo” contado de acuerdo a una narrativa victimista y autocomplaciente41.
La melancolía, el patetismo y la tragedia alimentaban una poética histórica que
potenciaba la explicación del “por qué” más que del “qué”, lo que favorecía la inserción
de la narrativa nacional. Y esto tuvo su reflejo en la propia historia académica que,
mientras debatía y cuestionaba los patrones esencialistas y primordialistas de los
historiadores partisanos, incorporaba una narrativa marcadamente comunitarista y
territorial (reflejada en la delimitación de un “pueblo vasco” como sujeto histórico) que
permitía dotar de sentido a las nuevas instituciones autonómicas, entre ellas la
universidad pública. El “problema vasco” o la “cuestión vasca” fueron asumidos, así,
40
Jokin APALATEGI: Los vascos, de la autonomía a la independencia. Formación y desarrollo del
concepto de la nación vasca, San Sebastián, Txertoa, 1985, p. 5.
41
Fernando MOLINA: “El conflicto vasco”, pp. 191-196; Luis CASTELLS y Antonio RIVERA: “Las
víctimas”, pp. 278-287.
223
como conceptos que resumían no ya el conflicto entre el nacionalismo vasco y el Estado
español sino, simple y llanamente, la historia de los vascos, supuestamente marcada por
una violencia que representaría esta confrontación histórica entre pueblo (vasco) y
Estado. Alfonso Pérez Agote daba un ejemplo clarificador de lo que venimos diciendo
en una de sus investigaciones más conocidas: “cualquiera que sea la fecha que
pongamos para el inicio del Estado centralizado moderno en España, en esa fecha
encontramos un País Vasco con la violencia anclada en su vida social, un País Vasco en
el que algún sector social, el que sea, se cuestiona el Estado y la legitimidad del
monopolio de la violencia. Es decir, que encontramos sectores sociales que en mayor o
menor grado ponen en tela de juicio la existencia de la comunidad nacional española, lo
que da lugar a la imposibilidad de formación de una evidencia social sobre su
existencia. El nacionalismo vasco es, por tanto, el soporte más que de una crisis de
legitimación, de una permanencia en el tiempo del momento fundacional del Estado”42.
Es en ambientes académicos, tanto o más que en otros externos a la academia,
donde fue elaborándose una narrativa teleológica, historicista y presentista que
fructificó en los aludidos metarrelatos del “problema vasco” o “la cuestión vasca” y que,
a partir de los años 90, se redefinió de acuerdo al tropo del “conflicto vasco”. Esta
narrativa histórica fue compartida por muchos historiadores o científicos sociales
académicos y partisanos y estaba alimentada por una trama central: la nación crea el
nacionalismo y es activada de sentimiento a conciencia gracias a una “violencia”
opresora que justifica una “violencia de respuesta”. El carlismo inició esta violencia, lo
que lo colocaba como movimiento prenacionalista. Con el tiempo ETA la retomaría
tras la experiencia de la Guerra Civil: “Cuando nace ETA en 1958 han transcurrido 65
años desde la aparición del nacionalismo. (…) ETA no es sino el final lógico de esta
cadena política, una de cuyas opciones latentes siempre ha sido el enfrentamiento
armado a lo que se considera un régimen invasor. Desde este punto de vista, ETA se
habrá limitado a poner en acto lo que ya estaba en potencia desde la fundación [del
PNV]”43. Una década antes, Vicente Garmendia, había escrito algo parecido, solo que
atribuyendo a ETA una raíz identitaria que él focalizaba en el carlismo, evocando las
42
Alfonso PÉREZ AGOTE: La reproducción del nacionalismo: el caso vasco, Madrid, CIS, 1986, pp.
77-78.
43
Josemari LORENZO: “Los motivos de la violencia en la historia vasca contemporánea”, Vasconia, 26
(1998), p. 275.
224
tesis del escritor José de Arteche: “[e]n el fondo de todo vasco, sea quien sea, está eso
que llamamos carlismo. Algún nombre hay que dar a esa querencia. La última versión
de ese carlismo es la ETA”44.
El despliegue de poder partisano
Algo cambió, sin embargo, en los años noventa. Fue entonces cuando se activó,
precisamente en el momento en que ETA comenzaba a perder la batalla “militar” con el
Estado, una pugna abierta entre el nacionalismo vasco radical y el conservador del PNV
por hacerse con la hegemonía política y cultural en la comunidad nacionalista vasca. El
nacionalismo radical se dotó, entonces, de un relato nacional autónomo respecto del
PNV, prescindiendo del armazón narrativo fuerista y católico que este había
nacionalizado y consagrando uno propio, de signo navarrista y laicista. El nuevo
repertorio narrativo nacional fue canalizado por editoriales como Txalaparta y Pamiela
y estaba compuesto por una mitificación del reino de Navarra como antiguo Estado
vasco “conquistado” por España, hito ocurrido en 1512 que ponía en marcha una
representación victimista del pueblo vasco que culminaba en otro hito, el de 1936-1939,
en el que la Guerra Civil era contemplada como guerra de invasión española. Este hito
ponía en marcha la etapa de control “fascista” de “Euskal Herria” que llegaría hasta la
actualidad, dado que el discurso tradicional de este nacionalismo siempre negó
legitimidad a la democracia liberal española de 1977 de acuerdo a la supuesta ausencia
de una ruptura ideológica y política con la dictadura. Los libros escritos para sostener
este relato simplificado del pasado vasco y justificador de la violencia (ETA no deja de
ser el canal movilizador del pueblo vasco contra el “fascismo español”) se
fundamentarán en una trama narrativa de corte providencialista, sin notas científicas ni
certificación de fuentes, carente de metodología científica y de referentes teóricos de
calado. Con todo, son los libros que copan las librerías, las grandes superficies y las
bibliotecas públicas de todo el País Vasco.
La normalización de esta trana histórica es también consecuencia del
asentamiento de una “industria de la identidad” que banaliza colectividades abstractas
(pueblos, etnias, naciones, clases, géneros, razas, religiones) como sujetos del relato del
44
Vicente GARMENDIA: La ideología carlista (1868-1876). En los orígenes del nacionalismo vasco,
Zarautz, Diputación Foral de Gipuzkoa, 1985, p. 16.
225
pasado que permite la interacción entre las instituciones públicas y la sociedad civil en
una misma política multidimensional de nacionalización de las masas45. La intensísima
financiación pública destinada a la “normalización” del euskera y el impulso a la cultura
vinculada a esta lengua ha favorecido la interacción entre instituciones que compran
libros de historia, editoriales que los publican, cadenas que los distribuyen y escritoreshistoriadores que los escriben, todo enmarcado en un mismo proceso banalizador de una
narrativa nacional de corte melancólico, victimista y emotivo, de forma similar al caso
catalán46
En el caso vasco, este concepto metafórico puede ampliarse, pasando de
industria a un auténtico “complejo industrial-militar”. Y es que la existencia de una
organización terrorista que ha asesinado, mutilado, secuestrado y extorsionado durante
cuarenta años en nombre de la nación vasca, de acuerdo a una práctica de limpieza
étnica que buscaba adaptar el mapa demográfico al topográfico-mental inscrito en su
cultura nacionalista, no es autónoma de la de los intelectuales y académicos que han
elaborado todo un discurso interpretativo de esta violencia dirigido a legitimarla y
desacreditar el Estado de Derecho que la combatía. Como no es autónoma de los
canales mediáticos que lo han difundido en el espacio público (periódicos, editoriales,
revistas, discográficas, televisiones, radios, etc.). Este discurso ha sido reproducido en
medios editoriales y periodísticos internacionales. De ahí que los libros acerca del País
Vasco más exitosos sean aquellos que adaptan y afianzan el relato mítico de la banda
terrorista47. No hay que olvidar un hito comercial como La historia vasca del mundo de
Mark Kurlansky, un despropósito histórico que ha terminado conociendo varias
ediciones en español e inglés, y que un escritor como Bernardo Atxaga no dudaba en
recomendar públicamente48.
Edward ACTON: “La biografía y el estudio de la identidad”, en Isabel BURDIEL y J. C. DAVIS
(eds.): El otro, el mismo. Biografía y autobiografía en Europa (Siglos XVII-XX), València, Publicacions
Universitat de València, 2005, p. 184.
46
Martín ALONSO, El catalanismo, vol. II, pp. 159-258.
47
Ejemplos serían, entre muchos: Luigi BRUNI: E.T.A. Historia política de una lucha armada, Tafalla,
Txalaparta, 1993 o Rui PEREIRA: La guerra desconocida de los vascos, Tafalla, Txalaparta, 2001.
48
Mark KURLANSKY: La historia vasca del mundo, Barcelona, Ediciones del Bronce, 2000. La
recomendación en Hasier ETXEBERRIA: Cinco escritores vascos: entrevistas de Hasier Etxeberria,
Irún, Alberdania, 2002, p. 363. Diferente calificación le daba otro escritor, Miguel SÁNCHEZ-OSTIZ:
“Patrañas a voces”, ABC Cultural, 3 de febrero de 2001, p. 22. Este libro es una “biblia” del nacionalismo
vasco. La alcaldesa de Lekeitio, localidad donde se rodaba recientemente un filme de ficción sobre ETA
procedió a enviárselo al director (bilbaíno) de la película para que aprendiera “la idiosincrasia de Euskal
45
226
El tono narrativo de los libros fabricados en el marco de este complejo
industrial-militar está bien reflejado en los trabajos de Iñaki Egaña, el historiador
partisano más mediático en la actualidad. Para este autor, la “historia vasca” se
compone de “muchos capítulos. Muchas anécdotas. Muchos personajes y argumentos
narrativos que serían bien aprovechados por la cinematografía si fuéramos dueños de
nuestro destino”. Es la historia de un “pueblo” robada y ocultada por “los cronistas que,
al servicio de los vencedores, nos la han adornado para justificación de sus crímenes”
[contra dicho pueblo, se entiende]. Así, es una historia en la que uno debe “ponerse en
la piel de quienes la padecieron”. Por lo demás, “el recuerdo de nuestros antepasados y
de sus gestas [es el que] aún nos mueve hacia el futuro”. Con un estilo directo, como si
estuviera contando una fábula, los fundamentos científicos de su relato histórico son
impenetrables, como demuestra este comentario: “dicen que el llamado espíritu
emprendedor de los vascos está detrás de la aventura de Juan Sebastián Elcano”. Los
“dicen” se reiteran a lo largo del libro sin que se sepa quién (cómo, cuándo) “dice” dado
que son lugares comunes que cualquiera implicado en el framing nacionalista puede
conceder como ciertos. El Reino de Navarra se constituye en el mito del Estado nación
perdido y, en torno a él, revueltas populares, brujas, fueros, diásporas, batallas,
masacres, represiones, derrotas y genocidios, que definen la “epopeya nacional” de un
pueblo milenario. Egaña manifesta aspirar a renovar una ciencia histórica que
permanece como “una materia trasnochada, confusa a veces”, repartida por “los
expertos” en “cajones estancos, difíciles de compartir”. Por esta razón, defiende que es
necesario integrar todos esos cajones en un relato único, con el fin de acercar la historia
al “interés general”, “sacar[la] a la calle” y “recuperar estos pasajes que a mí, al menos,
me parecen tan valiosos”.49
Los estudios de este historiador son amparados, consiguientemente, validados
por la Sociedad Aranzadi, la sociedad científica más prestigiosa del País Vasco. En sus
locales suele presentar sus libros, con la colaboración de destacados miembros de esa
institución como Francisco Etxebarria, antropólogo experto en excavaciones de fosas de
víctimas del Franquismo, que actualmente dirige un multimillonario proyecto centrado
Herria” (“La película de la venganza”, El Mundo, 23 de marzo de 2014). La organización pacifista
Baketik lo utilizaba como obra de difusión entre los visitantes extranjeros a su centro ubicado en el
Santuario de Aránzazu…
49
Iñaki EGAÑA: Vasconia. Hechos, episodios y sucedidos, Pamplona, Nabarralde, 2011, pp. 54 y 78.
227
en la violencia franquista que integra a esta Sociedad, el Instituto de la Memoria
Histórica del Gobierno Vasco y la Universidad del País Vasco. Siguiendo el ejemplo de
Egaña, otros compañeros de ideología han tomado el testigo como “historiadores” y han
sido arropados por colegas universitarios en cursos de verano y jornadas de debate
financiadas por instituciones locales o provinciales.50
¿Por qué? Primero, porque ya ocurrió en los años 70, al calor de la nueva poética
histórica que se asentaba dentro y fuera de la universidad, y en el marco de canales ya
señalados (historias enciclopédicas, revistas, libros colectivos). Segundo, porque ya
hemos visto que el concepto estrella que hoy día sintetiza esta poética, el “conflicto
vasco”, es utilizado por muchos profesionales universitarios, que anteponen a los
rigores de la ciencia la emoción nacional (y la pereza mental, pues dado que “el
conflicto” lo explica todo para qué nos vamos a parar a pensar y analizar con seriedad el
pasado). Tercero, porque la importante presencia pública que arrastran estos partisanos
seduce a los académicos que les acompañan, poco exitosos en la tarea de lograr el
amparo de un público masivo, permitiéndoles reconciliarse con su anhelada condición
de guardianes de la historia patria.
Iñaki Egaña, Xabier Irujo, Tomás Urzainki, Pedro Esarte, Mikel Sorauren, Iker
Casanova, Txema Urrutia, Eduardo Renovales, Luis Núñez y demás figuras partisanas
del momento utilizan la historia para defender la existencia independiente de la nación
respecto del nacionalismo. Lo que su obra muestra es cómo el nacionalismo concibe la
nación, de acuerdo al conocido paradigma que Ernest Gellner propuso inspirándose en
Walt Disney: el beso del Príncipe (el nacionalismo) a la Bella Durmiente (la nación)51.
Su planteamiento del pasado refleja lo que Enric Pujol (responsable del Centre
d'Història Contemporània de Catalunya) reivindicaba recientemente acerca de “la
importancia del discurso histórico para nuestra liberación [nacional]. Ante este objetivo,
los historiadores tienen mucho que decir y mucho que hacer”52.
Fernando MOLINA y José A. PÉREZ: “Introducción: la insoportable levedad de la nación en la
historia vasca”, en Fernando MOLINA y José A. PÉREZ (eds.), El peso de la identidad, pp. 25-26.
51
Ernest GELLNER: Naciones y nacionalismo, Madrid, Alianza, 1994, p. 69.
52
Enric PUJOL: “¿Es posible una historiografía vasca, catalana y gallega desacomplejada? Consideración
sobre el caso catalán”, en Joseba AGIRREAZKUENAGAy Eduardo J. ALONSO OLEA (eds.): EstatuNazioen baitako nazioak: naziogintza Kulturala eta politikoa, gaur egungo Europan, Barcelona, Editorial
Base, 2014, p. 251.
50
228
Siguiendo el hilo reflexivo propuesto por este profesor catalán, los historiadores
deben ser constructores de patrias. Da igual cómo hayamos cambiado y la escasa
afinidad que podamos encontrar entre nuestros compatriotas y nuestros antepasados.
Ellos son nuestros ascendientes y, como tal, deben ser similares a nosotros. No es que
nosotros nos parezcamos a ellos, es que ellos deben parecerse a “nosotros” (y por
“nosotros” debe interpretarse, de acuerdo al canon nacionalista, únicamente “los
nuestros”). Parece que tengamos un derecho (adquirido, quizá, en el manoseo de
documentos antiguos o en las horas muertas en archivos y bibliotecas) para manipular a
nuestros antepasados y hacerles decir y comportarse como nunca pretendieron. La
interpretación que proponemos aquí es la contraria: ellos no son lo que queremos que
sean. La labor del historiador no es reafirmar lo conocido, sino favorecer un
extrañamiento que nos acerque el pasado tal y como fue, no cómo nos gustaría que
fuera: “deberíamos sospechar que nuestras categorías de agrupación social tal vez no
sean las más adecuadas para clasificar a las colectividades del pasado”53.
Conclusiones
Michel J. Sandel asegura que la justicia está en relación con la búsqueda de un mayor
bienestar, del respeto a la libertad y de la promoción de la virtud 54. Estos tres ejes se
pueden conjugar e interpretar de forma muy diversa en la búsqueda del bien común. Lo
que está en juego, por tanto, es si la historia es un instrumento para la justicia. Es decir,
si poder articular estos tres elementos de acuerdo a un conocimiento más profundo y
complejo del pasado nos permitirá crear una convivencia civil dentro de un marco
político justo y estable. El bien común es una ficción política, como la nación. En
nuestra opinión es más saludable que esta como propósito del oficio de historiador.
Cuando este intenta situar la nación, narrativa de sentido muy reciente, en el centro de
su indagación histórica dificulta su capacidad para aprehender las complejas formas de
la política, la sociedad o la cultura en el pasado. El discurso nacionalista se fundamenta
en planteamientos comunitaristas que reflejan que las sociedades actuales no pueden
Javier FERNÁNDEZ SEBASTIÁN: “¿Cómo clasificamos a las gentes del pasado? Categorías sociales
e identidades en el tiempo”, en Javier FERNÁNDEZ y Cecilia SUÁREZ (eds.): La subversión del orden
por la palabra: tiempo, espacio e identidad en la crisis del mundo ibérico, siglos XVIII-XIX, Bilbao,
Universidad del País Vasco, 2015, p. 139.
54
Michael J. SANDEL: Justicia. ¿Hacemos lo que debemos?, Barcelona, Debate, 2011.
53
229
llegar a un acuerdo sobre lo que es el bien común55. Para solventar este problema
reivindica la creación de una comunidad de amigos morales que se pueda autogestionar
dado que el acuerdo con los extraños morales siempre será imposible56. Desde esta
perspectiva, cada comunidad, definida de acuerdo a criterios etno-lingüísticos
presentistas, podrá desarrollar sus propios referentes éticos. El argumento de fondo es
que sólo el reforzamiento de estas comunidades de amistad moral permitirá solventar el
conflicto político nacido de la modernidad ilustrada. El nacionalismo trastoca el
principio propuesto por Jonathan Glober de que la nación es un medio y el bien es un
fin, dándole la vuelta: el bien es solo útil en la medida en que medie para dotar de
sentido el auténtico fin, que es la nación…
John Rawls recuerda que nuestra autonomía moral es deudora de la ignorancia
positiva que tenemos acerca de nuestra posición presente o futura en la sociedad (lo que
él denominaba “el velo de la ignorancia”), por lo que podemos llegar a un acuerdo
efectivo sobre el bien común y respetarlo57. En ese acuerdo también está implicado el
pasado. Las polémicas sobre nación y nacionalismo en el País Vasco actual no son
diferentes a las que tuvieron lugar en el tiempo de la violencia terrorista y
sistemáticamente presentan el debate en torno a la identidad territorial desde un
planteamiento de dilema entre el ser colectivo o el no ser, del que nacen conceptos
performativos como el “problema vasco”, o bien otros más extremos, como el “conflicto
vasco”. Se trata de metarrelatos presentistas que amparan un encuadre del pasado
orientado por la narrativa nacionalista, lo que permite, por ejemplo, asociar los fueros
decimonónicos a los debates por la autonomía de principios de siglo y la reivindicación
del estatuto vasco en el tardofranquismo.
Es necesaria una perspectiva de la historia vasca auténticamente deliberativa. Es
decir, si pensamos el pasado de los vascos como un conflicto múltiple, entre individuos
y grupos sociales, posicionamientos políticos y planteamientos económicos,
necesariamente nos enfrentaremos a un paradigma “decisionista” alentado por el
nacionalismo metodológico, que elimina la complejidad y variedad de alternativas que
hubo en el pasado al preseleccionar la supuesta opción que hicieron los vascos en tanto
55
Aladstair MCINTYRE: Tras la virtud, Barcelona, Crítica, 2001.
Hugo Tristram ENGELHARDT: Los fundamentos de la bioética, Barcelona, Paidós; 1995.
57
John RAWLS: Teoría de la justicia, México D. F., Fondo de Cultura Económica, 2014.
56
230
que pretendido pueblo por preservar unas señas de identidad que son el producto de una
elaboración muy determinada por el contexto histórico del siglo XX y por el marco
interpretativo del nacionalismo vasco58. Los diversos grupos que en el pasado se
podrían denominar como vascos y que en muchos casos jamás tuvieron conciencia de
serlo, al menos en el sentido que dotamos a este concepto en el presente, se han
enfrentado a numerosos problemas de toda índole a lo largo de la historia. Problemas
tan diversos y dependientes de contextos históricos muy precisos que no pueden ser
interpretados de acuerdo a un relato ritual, centrado en torno a un debate de signo
político e interpretado de acuerdo a un framing nacionalista59.
El partisanismo reivindica el compromiso del historiador con una supuesta
realidad que le supera y a la cual subordina su práctica profesional: la nación. Este
compromiso también es el que reclaman las instituciones públicas vascas cuando
indagan en el pasado: compromiso con “las víctimas”, con “los derechos humanos”
vulnerados, con “la cultura vasca”, con “la identidad vasca”, etc. La semántica de unos
y de otras, de partisanos y de instituciones de autogobierno, es común pues parte de una
misma narrativa del pasado que instrumentaliza este para dotar de sentido los debates
del presente. Esto explica el que exista una colaboración reiterada entre unos y otras, de
acuerdo a proyectos como enciclopedias de la Guerra Civil, iniciativas de recuperación
de la memoria histórica, cursos de verano universitarios, etc. La simbiosis narrativa
entre ambos ejes de la opinión pública, el institucional y el partisano, es evidente. La
formación, en el marco de un intenso proceso de nacionalización de masas, de una
“sociedad heroica” que sostuviera la confrontación política con el Estado requería del
concurso de artefactos retóricos, lenguajes y vocabularios que estos historiadores y
otros académicos fueron capaces de proporcionar, así como de recreaciones del pasado
que dotaran de sentido a las reivindicaciones del presente.
“Compromiso” es, pues, una de las categorías éticas más mancilladas de la
historia. El historiador debería servir para replantear los relatos generados y asumidos
social y políticamente y no para comprometerse con comunidades ni ideologías que
Nos inspiramos en los debates sobre bioética que introduce Diego GRACIA: “La deliberación moral.
El papel de las metodologías en ética clínica”, en José SARABIA y Manuel DE LOS REYES (eds.):
Comités de ética asistencial, Madrid, Asociación de Bioética Fundamental y Clínica, 2000, pp. 21-45.
59
Tal es la tesis que se sostiene en Fernando MOLINA y José A. PÉREZ (eds.) El peso de la identidad.
Mitos y ritos de la historia vasca, Madrid, 2015.
58
231
siempre son el resultado de elecciones arbitrarias. Es difícil tener “compromiso” con un
pueblo en el que unos han humillado y masacrado a otros hasta fechas muy recientes,
mientras las instituciones y quienes las gestionaban miraban para otro lado60. El único
compromiso que podemos tener como historiadores es con la construcción de una
“sociedad (vasca) decente”, una sociedad en la que sus instituciones no humillen a los
ciudadanos, pero tampoco estos se humillen entre sí61.
La historia, dice Nicolas Offenstadt, es un combate continuo para desenmascarar
estereotipos y denunciar los usos torcidos del pasado62. David Cannadine señala que
nuestras identidades siempre son mestizas y complejas, por lo que resulta condenable
desde los presupuestos deontológicos más básicos de nuestra profesión la labor de
tantos historiadores como reificadores de categorías (la religión, la nación, la clase, el
género, la raza o la civilización) que alimentan conflictos identitarios y guerras de la
historia que se presentan desde planteamientos sagrados, como una lucha entre “el bien”
y “el mal”63.
Sin embargo, como defendemos aquí, no se trata sólo de desvelar las mentiras de la
historia, sino de participar (como parte del bien común) en la creación de marcos
políticos inclusivos de convivencia en los que podamos tener en cuenta, a la hora de
establecer elecciones políticas, tanto a los nuestros como a los otros. En este sentido la
historia sí la concebimos como una disciplina moral cuyo fin es: “to assist our readers,
viewers, and listeners, our fellow citizens and fellow humans to understand their lives
and the lives of others in historical terms”64. Esa moral es, fundamentalmente, la
experiencia del deber. Y es que no podemos vivir nuestra existencia sin decidir sobre lo
que debemos hacer o no. En el fondo, la pregunta de quién soy (o quiénes somos)
siempre está acompañada por la de qué debo hacer. Tenemos que recordar que “en
realidad no es la historia la que nos pertenece, sino que somos nosotros los que
60
Véase el valioso testimonio (por su honestidad y por la escasez con que se prodigan) del que fue alcalde
(socialista) de San Sebastián durante los años 90 del pasado siglo, Odón Elorza, aludiendo a una
“cobardía moral” de quienes estaban al frente de las instituciones ante la práctica terrorista: “ETA mató a
Santamaría y no tuve valor ni apoyos para suspender la tamborrada”, Diario Vasco, 31 de mayo de 2016.
61
Avishai MARGALIT: La sociedad decente, Barcelona, Paidós, 2010.
62
Nicolas OFFENSTADT: L’ Histoire un combat au présent, Paris, Les Éditions Textuel, 2014.
63
David CANNADINE: The Undivided Past: History Beyond our Differences, New York, Alfred A.
Knopf, 2013.
64
James P. BANNER: Being a Historian: An Introduction to the Professional World of History,
Cambridge, Cambridge University Press, 2012, p. xvii.
232
pertenecemos a ella”65. Sólo así podremos pasar a defender la casa de los hijos
(“nuestros hijos” ya sería una peligrosa concesión a la lógica identitaria) y olvidarnos un
poquito de la de los padres, si es que alguna vez existió.
65
Hans George GADAMER: Verdad y método I, Salamanca, Sígueme, 1999, p. 344.
233
La mirada del otro en el País Vasco.
Historiadores, instituciones y víctimas de la violencia política
José Antonio Pérez Pérez
Víctor Aparicio Rodríguez
Instituto de Historia Social Valentín de Foronda
El análisis y las reflexiones sobre la cuestión que sirve de título a la presente
comunicación son el producto de la experiencia acumulada por los autores lo largo de
los últimos años, gracias a la colaboración en diferentes proyectos de investigación
sobre violencia política y víctimas en el País Vasco1, y especialmente, a la participación
en diferentes comisiones de expertos que sobre esta materia han puesto en marcha las
instituciones públicas en este territorio2. Esta experiencia nos ha permitido reflexionar
sobre una cuestión como el papel que pueden jugar los historiadores en un ámbito,
como el de las políticas públicas de la memoria, donde están implicadas, de un modo u
otro, las instituciones y las víctimas de la violencia. Este aspecto es, a nuestro juicio, de
una especial relevancia en un momento como el actual, cuando la violencia política
parece haber llegado a su fin en el País Vasco después de décadas de terrorismo en su
más cruda expresión: la estigmatización y exterminio del adversario político. Como
puede comprobarse por la composición de este mismo taller, la cuestión de la memoria
1
Desde el año 2006 participamos en numerosos proyectos de investigación relacionados con la memoria
histórica y la represión franquista, la mayor parte de ellos impulsados desde el Instituto de Historia Social
Valentín de Foronda. Estos proyectos han sido financiados por diversas instituciones nacionales,
autonómicas y forales (Presidencia del Gobierno, Gobierno Vasco, Diputación Foral de Araba),
Universidad del País Vasco, proyectos del Mineco... Así mismo, colaboramos en diferentes proyectos de
investigación sobre memoria histórica impulsados por la fundación José Unanue, centrados también en la
represión franquista.
2
En julio de 2011 el Gobierno Vasco, presidido en esos momentos por el Lehendakari Patxi López,
encargó a una comisión de expertos la elaboración de un proyecto sobre el futuro Instituto de la Memoria
del País Vasco (hoy denominado Gogora). Un año más tarde, en julio de 2012, el mismo gabinete puso en
marcha una nueva comisión, tras la promulgación del Decreto 107/2012, dirigido al reconocimiento e
indemnización de las víctimas afectadas por los abusos policiales cometidos entre 1960 y 1978.
235
Universidad de Castilla~La Mancha
Departamento de Historia. Área de Historia Contemporánea
Edificio Benjamín Palencia | Campus Universitario s/n | 02071 Albacete
Email: [email protected] | www.ahistcon.org |
y la historia ha suscitado un inusitado interés en un sector de la sociedad vasca donde
concurren los/as profesionales de la historia y otra serie de investigadores que abordan
el estudio de pasado, las asociaciones de víctimas, los partidos políticos, las propias
instituciones públicas y todo tipo de fundaciones de carácter memorialista de muy
diverso signo.
Durante las diferentes presentaciones que hicimos a lo largo del año 2015 del
denominado Informe Foronda3, el estudio realizado por Instituto de Historia Social
Valentín de Foronda, centrado en el impacto que ha tenido el terrorismo sobre la
sociedad vasca, el profesor Antonio Rivera repitió en varias ocasiones un argumento
contundente: “A lo largo las últimas décadas, la historia del País Vasco ha sido, en gran
medida, la historia ETA”. Puede parecer un frase lapidaria y provocadora que reduce
extraordinariamente la historia de este país a la propia historia de una organización
terrorista, pero lo cierto es que ningún otro grupo, sujeto político o social ha
condicionado de forma tan decisiva como ETA el desarrollo del País Vasco, de su
sociedad, de sus instituciones y de su política durante las últimas cuatro décadas. Por
ello, el final del terrorismo en Euskadi ha abierto un debate sobre el relato histórico que
trascenderá durante los próximos años acerca de lo ocurrido en este país.
Todo historiador sabe que un ciclo de violencia dejar una huella indeleble en
cualquier sociedad: el pasado -escribió el escritor norteamericano Faulkner- nunca
muere; ni siquiera -dijo- es el pasado”4. Esta cuestión es aún más evidente dentro de la
sociedad vasca, donde el relato histórico sobre los últimos años de violencia
protagonizada mayoritariamente por ETA5 está siendo sometido a una profunda y en
ocasiones, interesada revisión, sobre todo desde aquel sector social y político que apoyó
a esta organización, presentando la historia de la misma como una reacción inevitable
tras la derrota de los gudaris en la guerra civil6. Este episodio constituiría, a juicio de
3
Raúl LÓPEZ: Informe Foronda. Los efectos del terrorismo en la sociedad vasca. Madrid, Los libros de
la catarata, 2015.
4
Juan Pablo FUSI y José Antonio PÉREZ (coord.): Euskadi 1960-2011. Dictadura, transición y
democracia, Madrid, Biblioteca Nueva, (en prensa)
5
No hay que olvidar un dato tan contundente como ilustrativo: Entre 1968 y 2010 la organización ETA y
otras surgidas de su entorno fueron las responsables del 92% de los asesinatos políticos, frente a los
cometidos por individuos y grupos vinculados a la extrema derecha y los GAL que concentraron el 7% de
este tipo de crímenes. Raúl LÓPEZ: Informe Foronda...
6
La propia presentación y la definición de los objetivos de la más conocida de todas ellas, la Fundación
Euskal Memoria, no deja demasiadas dudas sobre el carácter de sus trabajos:
http://www.euskalmemoria.eus/es/Quienes_somos_
236
los promotores de esa versión de la historia, difundida durante los últimos años por toda
una serie de fundaciones y colectivos abertzales, un hito fundamental de un enquistado
conflicto político entre España y Euskal Herria que se extiende a lo largo de los siglos7.
Uno de los problemas más importantes al que nos enfrentamos los historiadores
que tratamos sobre todas estas cuestiones relacionadas con la violencia política en el
País Vasco, reside precisamente en la propia naturaleza de nuestro objeto de estudio.
Conocemos de forma exhaustiva la historia ETA, de la organización terrorista más
importante que actuó durante cinco décadas8. Se ha profundizado de forma eficaz en sus
orígenes, en su ideología, evolución y estrategias desde diferentes perspectivas, como la
ciencia política, la sociología, la antropología o la historia. Tenemos un buen
conocimiento sobre cada una de sus escisiones, de su estrategia y de sus líderes. Sin
embargo, desconocemos aún otros aspectos fundamentales de este fenómeno, como, por
ejemplo, aquellas que afectan a la construcción y desarrollo de los mecanismos del
terror o a las consecuencias que el terrorismo ha dejado en la sociedad vasca.
La explosión memorialista que tuvo lugar a finales de la década de los años
noventa, liderada en el País Vasco por la reacción social frente al asesinato del joven
concejal del PP de Ermua, Miguel Ángel Blanco, hizo que un importante número de
víctimas de ETA reclamase ante las instancias públicas y ante la propia sociedad vasca
(y española) un reconocimiento del que habían carecido hasta entonces. La proliferación
de asociaciones, fundaciones y colectivos de víctimas que se produjo tras aquellos
hechos provocó una importante conmoción y no pocas polémicas. Una de las más
notorias fue la creada en torno a la reivindicación del papel que debían jugar las
víctimas del terrorismo en el final de la violencia.
Aquella exigencia fue en cierto modo respondida en muy poco tiempo por otras
víctimas, las del franquismo, que comenzaron a reclamar también un reconocimiento
Véase a este respecto Fernando MOLINA: “El conflicto vasco”. Relatos de historia, memoria y nación,
en Fernando MOLINA y José Antonio PÉREZ (eds.): El peso de la identidad. Mitos, ritos en la historia
vasca, Madrid, Marcial Pons, 2015, pp. 181-222.
8
Sin ánimo exhaustivo, solo citaremos algunos de los trabajos más significativos. José María
GARMENDIA: Historia de ETA, Ed. R&B, 1996; Antonio ELORZA (coord.): La historia de ETA,
Madrid, Temas de Hoy, 2000; Gurutz JÁUREGI, Ideología y estrategia política de ETA. Análisis de su
evolución, (1959-1968) Madrid, Siglo XXI, 1981, Gaizka FERNÁNDEZ y Raúl LÓPEZ: Sangre, votos,
manifestaciones: ETA y el nacionalismo vasco radical (1958-2011), Madrid, Tecnos, 2012; Gaizka
FERNÁNDEZ: Héroes, heterodoxos y traidores: historia de Euskadiko Ezkerra (1974-1994). Madrid,
Tecnos, 2013. Sin embargo, seguimos careciendo de una adecuada bibliografía académica sobre otro tipo
de organizaciones y grupos que también actuaron en el País Vasco.
7
237
público similar sobre lo ocurrido en este país durante aquel régimen 9. Lo vivido en
aquellos años provocó la formación de un movimiento a favor de la denominada
Memoria Histórica, surgido a partir de la famosa exhumación de la fosa de Priaranza de
Bierzo, que se fue articulando a través de toda una serie de grupos y colectivos muy
diversos. El debate sobre las víctimas y la memoria pasó a ocupar un importante espacio
en la prensa (de donde se trasladó a las calles), llegando a incorporarse incluso a la
agenda de los partidos políticos, y marcando algunos de los momentos más tensos
durante la agitada primera legislatura del Presidente Zapatero, como se puso de
manifiesto con la tramitación y aprobación de la conocida como Ley de Memoria
Histórica10. Todo ello tuvo también sus efectos dentro de la historia, dado lugar a una
serie de agrias polémicas que, de un modo u otro, han seguido alimentándose hasta
estos mismos momentos donde se cuestiona el proceso de la Transición hacia la
democracia.11
La cuestión ha sido aún más complicada en el País Vasco, donde hemos vivido
durante las últimas décadas el azote de un fenómeno como el del terrorismo de ETA,
surgido durante la dictadura, que ha persistido en su acción violenta hasta el año 2011 y
donde, como ya hemos apuntado, el sector político que sostuvo a esta organización,
sigue justificando precisamente su historia como una consecuencia inevitable de la
represión sufrida durante el franquismo, perpetuada en un sistema democrático que, a su
entender, es heredero directo de aquel régimen.
Todo ello, sin duda, ha provocado que las víctimas de la violencia política hayan
terminado por incorporarse a la agenda de los investigadores, incluidos los
historiadores. Nos centramos, parece innecesario recordarlo, en seres humanos de carne
José Antonio PÉREZ: “El incómodo pasado del País Vasco.”, en Lourenzo FERNÁNDEZ (coord.)
Memoria de guerra y cultura de paz en el siglo XX: De España a América, debates para una
historiografía. Santiago de Compostela, 2012, pp. 302-309
10
Hay que recordar, en todo caso, que la citada Ley 52/2007, de 26 de diciembre, por la que se reconocen
y amplían derechos y se establecen medidas en favor de quienes padecieron persecución o violencia
durante la guerra civil y la dictadura —conocida popularmente como Ley de Memoria Histórica no
figuraba
inicialmente
en
el
programa
del
PSOE.
http://web.psoe.es/sourcemedia/000000348500/000000348570.pdf, consultado el 28 de mayo de 2016. No fue el único de los
conflictos que surgieron en aquellos años. El problema que originó el traslado (devolución, en realidad)
de los denominados papeles de Salamanca, desde el Archivo de la Guerra Civil a la Generalitat de
Cataluña. Tampoco puede desligarse todo ello del conflicto surgido en paralelo con la memoria de las
víctimas del terrorismo, desatado, sobre todo, a raíz de las conversaciones abiertas en su momento entre el
Gobierno de España y la organización terrorista ETA.
11
Algunos de los más conocidos se publicaron en Hispania Nova 7 (2007)
http://hispanianova.rediris.es/7/HISPANIANOVA-2007.pdf
9
238
y hueso, en víctimas que han sufrido terribles agresiones, bien de forma directa o a
través de la violencia que se ejerció sobre sus familiares más próximos, pero, sobre
todo, se trata de personas que han padecido la estigmatización por parte de sus
victimaros, y en el caso de ETA, de un importante entorno social que apoyó a esta
organización12.
Lo ocurrido en el País Vasco, no constituye, desde luego una excepción. Todo lo
contrario, es común a la mayor parte de los países que han padecido fenómenos
traumáticos de violencia política como la imposición de regímenes totalitarios, las
persecuciones étnicas, políticas o religiosas, las guerras, los genocidios, los diferentes
fenómenos de terrorismo...13 Las víctimas son, ante todo, seres humanos unidos por el
dolor y la injusticia padecidos, pero conforman un grupo plural que presenta numerosas
diferencias entre ellas. Esta circunstancia deber ser considerada también por los
historiadores que tratamos sobre la violencia política y sus consecuencias, porque
existen algunos aspectos que pueden desenfocar la cuestión y el tratamiento que esta
merece.
La actual política memorialista impulsada por el Gobierno Vasco a través de la
Secretaría de Paz y Convivencia tras el final de ETA ha convertido la cuestión del
respeto a los derechos humanos en un verdadero paradigma, que tiende a presentar y
reducir a las víctimas en aquello que precisamente les une: el dolor y la violación que
sufrieron en sus derechos más elementales. Se trata de una perspectiva inspirada en
otras experiencias internacionales y, sobre todo, en una amplia cobertura basada en el
derecho y en las declaraciones universalmente reconocidas sobre esta materia, que ha
ganado enteros y credibilidad durante los últimos años, pero que encierra evidentes
peligros14. El más notable, sin duda, es que adolece, en nuestra opinión y en nuestro
Xabier EXEBERRÍA: “Víctimas y memoria”. Papeles de relaciones ecosociales y cambio global, n.
109, 2010. pp. 57-65, Xabier ETXEBERRÍA: Historización de las víctimas del terrorismo en el País
Vasco, en Antonio RIVERA y Carlos CARNICERO: Violencia política, historia, memoria y víctimas,
Madrid, Maia, 2010, pp, 287-310. Javier VILLANUEVA y Antonio DUPLÁ: Con las víctimas del
terrorismo, Donostia, Gakoa, 2010.
13
José María ORTIZ DE ORRUÑO y José Antonio PÉREZ: Construyendo memorias. Relatos históricos
para después del terrorismo en Euskadi. Madrid, La catarata, 2013.
14
Entre ellas están, por supuesto, la Declaración Universal de los Derechos Humanos de la Asamblea de
las Naciones Unidas de 1948, los Pactos de 1966 de las Naciones Unidas y del Convenio para la
protección de los Derechos Humanos y de las libertades Fundamentales del Consejo de Europa, la
Doctrina del Tribunal Europeo de los Derechos Humanos o los “Principios y directrices básicos de las
víctimas de violaciones de las normas internacionales de derechos humanos y de violaciones graves del
12
239
caso, de una clara orientación ideológica y discursiva, cuando unifica por la vía de los
hechos consumados la experiencia común de todos aquellos que han vivido situaciones
traumáticas derivadas de la violencia política desde los años treinta del siglo XX hasta
la actualidad, o por expresarlo de un modo más claro, desde las víctimas de la guerra
civil y la represión franquista hasta el último asesinato de ETA cometido en 2010. La
propia unificación de todas las víctimas bajo un dolor común (y bajo una misma
institución15), a pesar de los homenajes y tratamientos diferenciados, propone y difunde
un determinado relato histórico que, paradójicamente, priva a esa narrativa del
imprescindible y necesario contexto capaz de explicar el alcance de lo sucedido, las
causas que originaron cada uno de esos fenómenos de violencia política, las
características de los mecanismos de terror que se pusieron en marcha en cada época,
los apoyos sociales y políticos que estos tuvieron y las consecuencias que se derivaron
de todo ello. El resultado de esta confusión que incorpora tal variedad de fenómenos es
un relato exclusivamente memorialístico -pero no histórico- donde el testimonio
sustituye con la contundencia del dolor expresado en primera persona por las víctimas,
o por sus familiares más directos, a cualquier tipo de explicación que ayude a situarnos
en el contexto en que se produjo esa violencia a lo largo de la historia contemporánea
del País Vasco.
Historia del País Vasco en tiempos de memoria.
En primer lugar, aunque resulte obvio y probablemente innecesario recordarlo en un
congreso de historia, durante la guerra civil española hubo víctimas en ambas
retaguardias. Los distintos informes y documentos elaborados por el Gobierno Vasco
sobre este tema16 parecen obviar una cuestión fundamental que a día de hoy no admite
demasiado debate: el hecho de que la guerra civil fuera también en Euskadi una guerra
derecho internacional a interponer recursos y obtener reparaciones”, que emanan de la resolución 60/147
aprobada por la Asamblea General de las Naciones Unidas el 16 de diciembre de 2005.
15
Nos referimos, en concreto, al citado Instituto de la Memoria, ahora ya también de la Convivencia y los
Derechos Humanos, impulsado por el actual Gobierno Vasco, y más concreto por las Secretaría de Paz y
Convivencia, denominado Gogora.
16
El primer y más importante documento en este sentido fue el denominado Plan de Paz y Convivencia,
un elaborado y polémico texto que ha sido el inspirador de las políticas públicas de la memoria
impulsadas por el actual Gobierno Vasco desde su presentación en junio de 2013
http://es.slideshare.net/Irekia/plan-de-paz-y-convivencia y el Plan Base de Prioridades 2015-2016 en
Materia
de
Memoria
Histórica
http://estaticos.elmundo.es/documentos/2014/11/04/prioridades_memoria_historica.pdf
240
civil entre vascos y no una guerra de ocupación por parte de España y ello llevó, en una
situación muy compleja, a que se cometieran asesinatos en ambas retaguardias lejos de
los frentes de guerra.
Por lo tanto y a pesar del argumento esgrimido en muchas ocasiones en torno a
la conveniencia o no de reivindicar también la memoria de las víctimas de la represión
republicana, convendría hacer una mención sobre este asunto, que sigue provocando
desencuentros que se han trasladado al terreno político hasta fechas muy recientes17. Por
otro lado, esos mismos informes parecen eludir una realidad muy concreta y es que el
bando que defendió la legalidad republicana y las instituciones autonómicas vascas, no
estuvo compuesto únicamente por soldados nacionalistas, es decir, por gudaris, sino
también por milicianos republicanos. Esa concepción de la guerra y del franquismo
como algo exógeno al País Vasco ha evitado en todos esos informes, enfrentarse a una
realidad que tampoco parece demasiado cuestionable, como es el hecho de que el
franquismo en el País Vasco, al igual que en cualquier otro lugar de España -y
probablemente en nuestro caso de una forma más evidente-, gozó de unos importantes
apoyos sociales y políticos. La imagen de un pueblo vasco, concebido como una
realidad única e inquebrantable, sometida por la fuerza de las armas a una dictadura,
pero enfrentada abiertamente a ella como un solo hombre, no resiste, a día de hoy, un
mínimo análisis de carácter histórico. Los estudios más rigurosos sobre la represión
franquista confirman que esta fue menor en el País Vasco durante la guerra civil y la
más inmediata posguerra que en otros lugares de España y que la parte más cruel de esta
represión afectó a la izquierda18.
La explosión de la conflictividad laboral que se produjo a partir de principios de
la década de los años sesenta y la irrupción de las acciones violentas de ETA, con los
primeros atentados mortales en 1968, dieron lugar a un incremento y radicalización de
17
Sobre el tema de las víctimas, su consideración y la diferente percepción que hay de ellas en el País
Vasco, especialmente desde el mundo nacionalista, resulta imprescindible el trabajo de Luis CASTELLS
y Antonio RIVERA: Las víctimas. “Del victimismo construido a las víctimas reales”, en Fernando
MOLINA y José Antonio PÉREZ: El peso de la identidad…, pp. 265-305.l
18
Javier GÓMEZ: Matar, purgar, sanar. La represión franquista en Álava. Madrid, Tecnos, 2014 y la
tesis doctoral aún no publicada de Erik ZUBIAGA: Represión y políticas de captación. Actitudes sociales
ante el asentamiento del “nuevo Estado” en Bizkaia, junio 1937-1943 defendida en marzo de 2016 en la
UPV/EHU, o el trabajo de Francisco ESPINOSA: “Sobre la represión franquista en el País Vasco”, en
Historia Social 63, (2009), pp. 58-76.
241
la represión que se mostró en toda su crudeza en los últimos años de la dictadura19. Fue
a partir de esos momentos cuando la represión fue más intensa en el País Vasco que en
el resto de España, adoptó nuevos métodos y acudió a todos aquellos instrumentos a su
alcance para tratar de sofocar las protestas de la oposición antifranquista y del
nacionalismo radical. Para ello contó con mecanismos represivos tan poderosos como el
Tribunal de Orden Público o la imposición de medidas extraordinarias, como los
Estados de Excepción. Fue precisamente en este contexto, y en el tránsito hacia la
democracia que se produjo a mediados de los años setenta del siglo XX, cuando se
incrementaron toda una serie de abusos por parte de unas fuerzas policiales, que
coincidieron también en el tiempo con la irrupción de un fenómeno como el de los
incontrolados y de diversas bandas de ultraderecha, que contribuyeron, aún más, a
radicalizar la situación. Todos estos grupos fueron desapareciendo a principios de la
década siguiente, aunque la aparición del GAL y su acción criminal entre 1983 y 1987
dejó aún un importante reguero de muertos; pero lo cierto es que desde finales los años
ochenta ETA militar quedó como la única organización terrorista que recurriría a esta
estrategia violenta, condicionando absolutamente la vida política y social en el País
Vasco20.
Tratar de unificar a “todas las víctimas” bajo el amparo de los Derechos
Humanos en un reconocimiento general y en una misma institución, puede parecer un
acto generoso y encomiable, perfectamente asumible por cualquiera que respete los
valores democráticos y los derechos humanos, pero en nuestra opinión, puede terminar,
si no se analiza y se presenta cada fenómeno desde una perspectiva histórica,
desdibujando las características de cada grupo y los rasgos propios que las hacen
diferentes frente a otras. Un ejemplo de los resultados de esta perspectiva que se impone
sobre lo sucedido se puede constatar en los últimos informes elaborados acerca de esta
cuestión, centrados en “las vulneraciones sobre los derechos humanos cometidos entre
Luis CASTELLS y Antonio RIVERA: “Las víctimas. Del victimismo construido a las víctimas reales,
en Fernando MOLINA y José Antonio PÉREZ (eds.): El peso de la identidad… pp. 265-305, José
Antonio PÉREZ y Raúl LÓPEZ: “La memoria histórica del franquismo y la transición. Un eterno
presente”, en Fernando MOLINA y José Antonio PÉREZ PÉREZ: El peso de la identidad… op. cit. pp.
225 -262 y José Antonio PÉREZ: “Historia (y memoria) del antifranquismo en el País Vasco”, en
Cuadernos de Historia Contemporánea.35 (2013), pp. 41-62.
20
José Antonio PÉREZ y Fernando: “El monopolio de la violencia ilegítima. Terrorismos paraestatales y
brutalidad policial”, en Juan Pablo FUSI y José Antonio PÉREZ: Euskadi 1960-2011… op. cit.
19
242
1960 y 1978”21. En estos informes, donde nunca se ha tenido en cuenta la participación
de los profesionales de la historia, los asesinatos cometidos por organizaciones
terroristas, y sobre todo por ETA, aparecen junto a otro tipo de víctimas, clasificados
bajo una fórmula un tanto alambicada que unifica los sufrimientos y las consecuencias:
“violaciones contra el derecho a la vida”, un concepto que en absoluto describe la
realidad de lo ocurrido ni la trascendencia política que tuvieron determinados
crímenes22. En este aspecto es donde el papel de los/as profesionales de la historia
parece necesario y aún imprescindible, a menos que optemos por una memoria sin
historia, tan autocomplaciente y equidistante como tramposa que evite a la sociedad
vasca enfrentarse con su propio comportamiento durante aquellos años23.
El ejemplo más evidente de todo ellos se ha plasmado recientemente en una la
últimas de las iniciativas puestas en marcha por la Secretaría de Paz y Convivencia, la
denominada Plaza de la Memoria (Memorian Plaza), un espacio virtual donde se
acumulan sin orden ni concierto todo tipo de testimonios de víctimas y familiares de
víctimas o simples testigos de la violencia política en el País Vasco, desde la guerra
civil hasta la actualidad, y donde podemos encontrar desde personas que vivieron el
bombardeo de Gernika, hasta víctimas del terrorismo y de la tortura24. Todo ello carente
de la más mínima explicación y contextualización. El resultado de esta propuesta es la
presentación de todo un contenedor de emociones y testimonios que forman parte de un
relato coral y un tanto postomoderno, donde se alternan silencios y palabras, que
comienzan en la guerra civil y que se extienden hasta nuestros días, es decir, la
exposición de una narrativa memorial de ochenta años de historia donde de un modo u
otro nos presenta una determinada interpretación sobre el pasado, que arrancaría de julio
de 1936 como elemento desencadenante de todo el sufrimiento padecido por la sociedad
vasca, convertida, toda ella, en víctima de la violencia política.
21
http://estaticos.elmundo.es/documentos/2013/06/14/informe_base_es.pdf, un informe que ha sido
completado con una serie de estudios locales denominados Retratos municipales sobre violaciones de los
derechos humanos en el periodo 1960-1978.
22
La utilización de un determinado lenguaje, de una verdadera gramática del conflicto, como ha apuntado
el profesor Martín ALONSO: “Memoria para ser, memorias para estar”, en José Antonio PÉREZ y
Eduardo MATEO: Políticas de la memoria. Qué, cómo y para qué recordar, Vitoria-Gasteiz, Fundación
Fernando Buesa/Instituto Valentín de Foronda, 2014, pp. 70-90, ha servido para armar ideológicamente
este discurso.
23
Luis CASTELLS y Fernando MOLINA, «Bajo la sombra de Vichy: el relato del pasado reciente en la
Euskadi actual», Ayer 89, (2013) pp. 215-227.
24
http://www.memoriaplaza.eus/home.php?idioma=es
243
Cada grupo de víctimas y cada fenómeno que las convirtió en tales merecen un
tratamiento específico por parte de las instituciones donde la participación de los
historiadores parece tan necesaria como incómoda, habida cuenta de algunas reacciones
que han tenido lugar en este ámbito durante los últimos años25. Resulta llamativa la
ausencia de profesionales de la historia en la mayor parte de los informes encargados
hasta el momento por el Gobierno Vasco sobre nuestro pasado más reciente.
Como ha comentado en más de una ocasión el forense Francisco Etxeberria,
reputado especialista en la exhumación de cadáveres de víctimas de la guerra civil, una
de las diferencias fundamentales entre unas víctimas y otras es que mientras las del
terrorismo han tenido un reconocimiento político, durante muchos años han carecido de
un reconocimiento social y, sin embargo, las víctimas del franquismo han podido tener
este último, pero han carecido de un reconocimiento político26. Coincidimos en general
con esta afirmación, aunque con algunos matices importantes, porque las situaciones,
incluso dentro de un mismo grupo de víctimas han sido y son muy diferentes. Por
ejemplo, es cierto que las víctimas del terrorismo han tenido un reconocimiento político,
pero éste se ha producido de manera muy tardía y solo de una forma evidente tras el
asesinato ya citado del concejal del PP de Ermua, Miguel Ángel Blanco, a finales de los
años noventa del pasado siglo. En este caso, por ejemplo, resulta sintomático que la Ley
de solidaridad con las víctimas del terrorismo date del año 199927, es decir, treinta años
después de que se produjera la primera víctima mortal en el País Vasco como
consecuencia de este fenómeno.
En el País Vasco las víctimas del franquismo están tendiendo durante los últimos
años un amplio reconocimiento social e institucional28, aunque queden aún muchas
cosas por hacer, especialmente aquellas que afectan al aspecto más doloroso de asunto,
como la exhumación e identificación de las víctimas enterradas en fosas comunes, una
de las asignaturas pendientes más notables y deshonrosas para un sistema democrático.
Pero lo cierto es que a lo largo de estas últimas décadas se han puesto en marcha toda
25
La más llamativa, curiosamente, procedió en su momento del propio Secretario General de Paz y
Convivencia del Gobierno Vasco, quien afirmó que el Informe Foronda sobre el terrorismo, realizado por
historiadores de este centro de investigación “estigmatizaba a la sociedad vasca”
http://www.eldiario.es/norte/euskadi/Gobierno-ningunea-Foronda-terrorismo-ETA_0_367814227.html
26
Entrevista a Francisco Etxeberria: “Hay otras víctimas a las que les ha faltado verdad, justicia y
reparación, Diario Gara, 18 de febrero de 2011.
27
Ley 32/1999, de 8 de octubre de 1999.
28
Decreto del Gobierno Vasco de 19 de noviembre de 2002.
244
una serie de iniciativas y recursos encaminados al reconocimiento social y político de
esas víctimas a través de numerosas medidas y actos que han contado con el apoyo de
las instituciones públicas y con la participación de un importante sector social, cada vez
más sensibilizado con todos los temas relacionados con la Memoria Histórica. Todo
ello se ha materializado en el apoyo a numerosos proyectos de investigación y a decenas
de iniciativas y actos de reconocimiento de las víctimas de la represión en forma de
memoriales, actos de recuerdo, grabaciones, exhumaciones y recogidas de
testimonios…
Esta sensibilidad se ha ampliado también a todos aquellos casos protagonizados
durante los últimos años de la dictadura y los primeros años de la represión por
elementos pertenecientes a las Fuerzas del Orden Público en diferentes intervenciones
policiales. Tampoco en estos casos se trata de grupos homogéneos. Existen víctimas que
lo fueron en el trascurso de protestas organizadas por la oposición antifranquista o por
los grupos nacionalistas, víctimas con una determinada militancia política, pero también
existen, como ha quedado constancia, numerosas víctimas accidentales de controles
policiales, heridos o incluso muertos en el trascurso de manifestaciones vecinales,
laborales, a favor de la amnistía, víctimas de maltratos y torturas policiales…29
La mayor parte de las víctimas de la guerra civil y la represión de la más
inmediata posguerra ha desaparecido o cuanta con una avanzada edad. Fueron testigos
directos y protagonistas en muchos casos de la represión que se manifestó en forma de
fusilamientos, sacas, encarcelamientos, encuadramientos en batallones de trabajadores,
destierros… Forman parte ya de una memoria que se ha incorporado al relato histórico y
a las políticas públicas de la memoria que se vienen desarrollando durante los últimos
años. Pero tampoco las víctimas de la dictadura presentan las mismas características a lo
largo de todo el régimen franquista. Aquellas que padecieron la represión en sus
diferentes manifestaciones a partir de finales de los años cincuenta, vivieron en una
nueva sociedad, se incorporaron a nuevas organizaciones o a viejos partidos y sindicatos
que trataban reactivarse al calor de la nueva situación surgida en la época del
desarrollismo. Todas fueron víctimas del franquismo, sin duda, un régimen que
persiguió con saña a los opositores políticos, desde el final de la guerra hasta la
29
http://www.slideshare.net/Irekia/infome-de-la-comisin-de-valoracin-de-vctimas-de-vulneraciones-dederechos-humanos-19601978
245
desaparición de Franco, pero el acercamiento y tratamiento por parte de los
historiadores, lógicamente, debe ser distinto para enmarcar cada situación dentro de su
propio contexto30.
Otro tanto puede decirse con respecto a las víctimas de los abusos policiales,
especialmente de aquellos sufridos durante los violentos años de la transición. La falta
de mecanismos y políticas de depuración de los responsables policiales franquistas
provocaron que se mantuviesen ciertas prácticas durante los primeros años del nuevo
sistema democrático, donde la brutalidad de sus intervenciones, en un ambiente
marcado por el azote del terrorismo y la debilidad del Estado para perseguirlo,
desembocó en una grave serie de casos donde fueron conculcados los derechos humanos
más elementales. También en este caso el acercamiento del historiador a las víctimas
debe tener en consideración las excepcionales circunstancias que rodearon aquella
época, con el fin de contextualizarlas y profundizar en un fenómeno que comenzó a
declinar a mediados de los años ochenta del siglo XX.
Por último, están las víctimas del terrorismo, de un fenómeno surgido en el
último tramo de la dictadura, que ha dejado en el País Vasco un larguísimo reguero de
víctimas mortales, más de novecientas, de las cuales. como ya hemos apuntado
anteriormente, el 92% corresponde a las acciones de ETA y de otras organizaciones
próximas a ella. En este caso existen víctimas de una edad avanzada, que perdieron a
sus familiares a finales de los años sesenta y principios de los setenta del siglo XX
(sobre todo en el caso de miembros de las Fuerzas del Orden Público) y otras que han
padecido el terrorismo en fechas mucho más recientes. Aunque el dolor y la pérdida
hayan sido los mismos, las primeras han carecido durante muchos años de un
reconocimiento público e incluso de ayudas económicas para tratar de afrontar su
situación, sin embargo, las más recientes están mucho más presentes en la memoria y en
la consideración de las instituciones. Existen víctimas que nunca tuvieron la posibilidad
de ofrecer su testimonio y otras que, gracias a su relevancia social, política o a otras
circunstancias, han tenido la oportunidad de expresarse y trasmitir su experiencia.
Existen víctimas organizadas en torno a diversas asociaciones y fundaciones, que
Un análisis sobre todas estas cuestiones en Javier UGARTE: “Historia de la memoria y reparación a las
víctimas de la Guerra Civil y del franquismo (1976-2009)”, en Antonio RIVERA y Carlos CARNICERO:
Violencia política… pp. 235-282.
30
246
manifiestan diferentes posturas frente a cuestiones muy sensibles, pero también existen
otras víctimas que no mantienen ningún tipo de vínculos con estas organizaciones, y
como consecuencia de ello carecen de la cobertura social e incluso legal que aquellas
han podido proporcionarles.
Por último, conviene recordar que hubo víctimas que sufrieron la represión
franquista por su militancia política, que padecieron tremendos abusos policiales
durante la transición y que posteriormente serían también objeto de persecución, de
acoso e incluso de atentados terroristas por parte de ETA. Por tanto, el panorama de las
víctimas es tan complejo y peculiar que merece un tratamiento específico y no sólo
desde las instituciones, sino desde la propia historia cuando pretende incorporar su
memoria al estudio del pasado más reciente en el País Vasco, tal y como hemos
expresado en varias ocasiones31.
Los historiadores ante las víctimas y ante las instituciones
“Los historiadores habréis estudiando mucho y leído muchos libros en la
universidad sobre lo que ocurrió aquí, pero no tenéis ni idea. Porque,
además, la historia la escriben los vencedores. Yo te voy a contar lo que
pasó porque yo sí estuve aquí”
La mayor parte de los historiadores que nos dedicamos al estudio de nuestro pasado más
reciente y recurrimos para ello a las fuentes orales hemos escuchado expresiones
similares. El argumento de autoridad incontestable nos sitúa ante una cuestión que
resulta ineludible y que tendrá, como veremos a continuación, una singular importancia
en el desarrollo de nuestro trabajo: la contundencia y legitimidad del testigo para narrar
lo ocurrido frente a la debilidad e inconsistencia del historiador que todo lo matiza y lo
cuestiona. Es asunto es aún más relevante cuando se trata de un colectivo como el de las
víctimas de la violencia política, que ha sufrido en muchas ocasiones, además de la
persecución y el terror, el olvido de eso que se ha dado en llamar la historia oficial. El
fenómeno se repite, casi sin excepción, desde las víctimas de la guerra civil y el
franquismo hasta las víctimas del terrorismo.
José Antonio PÉREZ: “La memoria de las víctimas del terrorismo: un proyecto en marcha”, en Antonio
RIVERA y Carlos CARNICERO: Violencia política, historia, memoria y víctimas…, pp. 317-350.
31
247
Probablemente muy pocos de los entrevistados que nos sirven como informantes
en los estudios de historia oral haya leído en su vida a Walter Benjamin, a quien se
atribuye la famosa frase, pero el argumento mil veces repetido sobre la historia y los
vencedores que la escriben ha calado profundamente en un sector importante de la
sociedad, sobre todo entre aquellos que son (o se consideran) víctimas o perdedores de
esa misma historia. La relación que se establece entre los historiadores y las víctimas de
la violencia política puede ser tan estrecha y afectuosa como caótica y depende de
numerosos factores. El primero y más importante es el factor humano, es decir, el que
depende de la propia personalidad de ambos, y de las habilidades sociales del
historiador para conseguir ganarse la confianza de las víctimas. Pero, sobre todo,
depende de la profesionalidad y rigor del investigador para obtener un testimonio
enriquecedor que permita establecer, primero un acercamiento respetuoso y más tarde
una entrevista, que ayude a profundizar posteriormente en su análisis, incorporando su
testimonio a la construcción un relato consistente sobre el pasado32. Las víctimas son
objeto de estudio y fuente de documentación para nuestras investigaciones y, por lo
tanto, estamos influidos poderosamente por una relación de una naturaleza tan estrecha
que es incomparable a la abordada en otro tipo de trabajos donde nos enfrentamos
únicamente a una documentación escrita.
¿Cuál es el papel que debe jugar el historiador con respecto a las víctimas? La
solidaridad y empatía, tan necesarios como inevitables en este tipo de investigaciones, al
tratar con personas que han sufrido en ocasiones terribles experiencias en su condición
de víctimas de la violencia política, no debe empañar el principal objetivo de cualquier
historiador que se precie: establecer una serie de hipótesis sobre lo sucedido, investigar
en profundidad lo que ocurrió, contrastar las fuentes y elaborar una interpretación a
partir de todo ello con las herramientas y metodologías propias de la historia. Más allá
del compromiso que cada profesional pueda tener con una serie de valores y principios
éticos, el primero y sin duda, el más importante para los profesionales de la historia
debe ser aquel que contraemos con el rigor de la investigación. Puede resultar tentador
arrogarse el papel de portavoz del sentir las víctimas, una función a la que
probablemente ellas mismas nos induzcan ante el abandono que han sentido por parte de
32
Ronald FRASER: “La formación de un entrevistador”, Historia y fuente oral, n. 3: 1989, pp. 126-150;
248
las instituciones. Hay que tener en cuenta que la mayor parte de las víctimas de la
violencia política se han sentido invisibilizadas y enmudecidas frente a la historia y en
muchas ocasiones han vivido su condición de víctima de manera casi clandestina.
Buena parte de ellas nunca ha tenido la oportunidad de trasladar su testimonio más allá
de su ámbito más familiar. Esta circunstancia puede crear también falsas expectativas
entre las víctimas que los historiadores debemos disipar.
En primer lugar, no somos periodistas y la trascripción de su testimonio
raramente verá la luz de forma íntegra, ni desde luego tan inmediata como ocurre en un
trabajo periodístico. Nuestro tratamiento no busca un titular impactante ni un
reconocimiento a corto plazo. En segundo lugar y probablemente el más importante, el
historiador debe renunciar a ejercer de justiciero. Su labor en las investigaciones sobre
violencia política y víctimas, por obvia que parezca, debe limitarse a profundizar en
aquellos aspectos centrales de la investigación que nos permitan ensanchar nuestro
conocimiento sobre el entramado de esa misma violencia y sobre las formas y
consecuencias que todo ello tuvo para las víctimas y para la sociedad que les rodeaba.
En este sentido, la incorporación de las víctimas como objeto de la investigación (y
como fuente de documentación de primera mano) debe aportar elementos que
contribuyan a contrastar nuestras hipótesis de trabajo y a iluminar aquellos aspectos
que, debido a la propia naturaleza del fenómeno que analizamos, aún permanecen
oscuros. Su participación y su testimonio nos permitirán profundizar en el perfil más
humano y primario de la violencia33.
Como hemos apuntado anteriormente, existen diferencias muy sensibles entre
las víctimas de los diferentes fenómenos de violencia política. En el caso concreto de
los asesinatos políticos y especialmente en el del terrorismo, por norma general sus
ejecutores y quienes les apoyaron crearon el caldo de cultivo político y social necesario
e imprescindible que facilitó su victimación. Primero, contribuyeron a su
estigmatización y criminalización dentro de la sociedad en que convivían, facilitando el
rechazo en torno a su persona, desplegando en muchas ocasiones toda una serie de
campañas de desprestigio y acoso a través de insultos, pintadas, carteles, declaraciones,
artículos de prensa… En definitiva, contribuyeron a su deshumanización, les despojaron
José Antonio PÉREZ: “La memoria de las víctimas del terrorismo: un proyecto en marcha”..., pp. 317350.
33
249
de una forma premeditada de su condición humana para reducirles a meros símbolos, a
simples uniformes o a colaboradores necesarios de un bando enemigo que debía ser
exterminado. Pero, además, en muchos casos, el acoso no cesó tras su asesinato, sino
que siguió a través de llamadas telefónicas, el envío de mensajes anónimos o incluso de
balas a sus familiares, contribuyendo a trasladar el terror y la humillación hacia sus
seres queridos34. Y lo que es más importante, detrás de la persecución y el exterminio
político que acompañó a determinados fenómenos del terrorismo, como en el caso de
ETA, hubo todo un proyecto político de carácter totalitario, con un discurso y una
praxis que contó con un respaldo social del que carecieron otras formas de violencia
política o incluso de terrorismo.35
Como decíamos, la incorporación de las víctimas y de su testimonio a nuestra
investigación y al propio relato histórico de lo sucedido, no constituye un acto de
justicia histórica ni un acto de reconocimiento social, aunque sin duda, puede contribuir
a ello. Su estudio debe ayudarnos, sobre todo, a profundizar en el conocimiento de un
fenómeno tan complejo como el de la violencia política. En este sentido, y
probablemente en contra lo que está ocurriendo en estos momentos en el País Vasco,
debemos recuperar también la propia dimensión política de las víctimas, la misma que
les atribuyeron sus victimarios cuando les convirtieron en objetivos de esa violencia36.
Solo de esta manera conseguiremos profundizar en la importancia decisiva que tuvieron
estos fenómenos y podremos comprender como funcionaron los mecanismos del terror.
Por ella la mirada del otro, es decir, nuestra mirada sobre la violencia política,
es muy probable que no coincida con la del testigo y más aún, con la de la víctima.
Nuestro trabajo de análisis debe establecer la distancia necesaria para evitar caer en la
idealización de su figura. Durante los últimos años y como consecuencia de la explosión
memorialista que se produjo a principios del siglo, la labor del historiador y de otros
profesionales que estudian el pasado, compite en cierto modo con la labor que vienen
realizando las numerosas asociaciones de víctimas que han surgido desde entonces
(desde aquellas que recuperan la memoria de los represaliados del franquismo, hasta las
Iñaki ARTETA: “Trece entre mil” Leize Producciones / Notro Films, 2005 y “1980”. El infierno vasco.
2014.
35
José Antonio PÉREZ: ¿Cómo abordar la memoria en el País Vasco?, en José Antonio PÉREZ y
Eduardo MATEO: Políticas de la memoria. Qué, cómo y para qué recordar…
36
Martín ALONSO (coord.): El lugar de la memoria. La huella del mal como pedagogía democrática.
Bilbao: Bakeaz 2012.
34
250
que reivindican la memoria de las víctimas del terrorismo). Nuestra relación es
compleja y depende de muchos aspectos. Las asociaciones de víctimas buscan en
ocasiones el aval y la colaboración de los historiadores para la puesta en marcha de
iniciativas que van, lógicamente, más allá de lo que podemos ofrecer, y se concretan a
través de discursos y propuestas claramente políticas, pero también es necesaria una
reflexión desde la comunidad académica sobre nuestro papel en este terreno, donde
probablemente no siempre hemos estado a la altura de las circunstancias y de lo que se
requería de nuestro trabajo, al incorporarnos muy tardíamente a esta tarea que ha puesto
a las víctimas de la violencia política en el centro de nuestras investigaciones.
Y esta cuestión nos llevaría a otra no menos importante e igualmente incómoda
en muchas ocasiones. ¿Cuál es la relación que debemos establecer con las instituciones
en todos estos temas relacionados con las violencia política?. Sinceramente creemos que
es imposible dar una respuesta taxativa. La pregunta va probablemente mucho más allá
de este tema y nos cuestiona sobre la propia función de historiador dentro de la sociedad
actual, pero en el caso que nos ocupa depende de muchas cuestiones y algunas de las
más importantes afectan a la propia orientación política que todas las instituciones y
quienes están al frente de ellas, es decir, los representantes de los partidos políticos,
pretenden imprimir hacia el pasado a través de una determinada narrativa. Nuestra
experiencia en el País Vasco como historiadores es ciertamente singular. A lo largo de
los últimos quince años hemos colaborado con diferentes instituciones (Ministerios,
Gobierno Autónomo, Diputaciones, Ayuntamientos…) gobernados por partidos que
tienen una visión sobre el pasado en ocasiones muy diferente en un tema como el que
nos ocupa.
En este sentido el Instituto de Historia Social Valentín de Foronda ha colaborado
en proyectos sobre la represión franquista, sobre las víctimas de la violencia terrorista y
sobre fenómenos como los abusos policiales que se produjeron en los últimos años de la
dictadura y los primeros años de la transición. Hemos elaborado dictámenes que han
servido a diferentes colectivos de víctimas para avalar su reivindicación de verdad,
justicia y reparación, como ha ocurrió en su momento con la Asociación de Víctimas
del 3 de marzo de 1976 en Vitoria-Gasteiz37. Hemos comparecido como expertos ante el
37
Carlos CARNICERO HERREROS: La ciudad donde nunca pasa nada. 3 de marzo de 1976, Gobierno
Vasco, Vitoria Gasteiz, 2007.
251
Parlamento Vasco y las Juntas Generales del Territorio Histórico de Álava, y hemos
suscrito diferentes convenios con todas estas instituciones para la puesta en marcha de
proyectos de investigación centrados las víctimas de diferentes fenómenos de violencia
política que buscaban, en última instancia, su reconocimiento público.
La relación en este caso con las instituciones es de naturaleza distinta a la que se
establece con las víctimas, pero debe basarse en los mismos principios: el rigor, la
profesionalidad y la independencia. Ello puede llevar en ocasiones a situaciones
comprometidas, sobre todo cuando abordamos cuestiones tan delicadas como las de la
memoria y la historia de un país como el nuestro, que ha vivido hasta hace muy pocos
años bajo la presión de un terrorismo que coartó la libertad de un importante sector de la
sociedad vasca y que contó, para ello, con un apoyo social nada despreciable. En todo
caso, nuestra vocación de servicio hacia esa misma sociedad, de la que también
formamos parte, no debe rehuir las cuestiones más delicadas por incómodas que
resulten. Entendemos que la presencia de los profesionales de la historia no solo es
necesaria, sino imprescindible en el diseño y desarrollo de las políticas públicas de la
memoria, pero por ello mismo debemos ser conscientes del riesgo que corremos en no
pocas ocasiones, prestando nuestro aval en determinados proyectos donde se impulsa
una narrativa sobre nuestra reciente historia que implica la construcción de una memoria
selectiva y autocomplaciente con el pasado.
Ni el afán de protagonismo en la esfera pública en un terreno tan complicado
como este, ni la tentación de algunas importantes financiaciones que faciliten nuestros
proyectos de investigación en unos momentos tan delicados como los que vivimos en
estos años de crisis, pueden llevarnos a aceptar determinadas propuestas que se sitúan
fuera de nuestras competencias y, sobre todo, que sirvan para reforzar discursos y
narrativas que atenten contra el rigor imprescindible en nuestra profesión. Por ello,
tampoco debemos ocultar nuestro desacuerdo con determinados proyectos, cuando a
nuestro entender implican la puesta en marcha de un relato sobre el pasado que pretende
imponer una lectura sesgada, equidistante o autocomplaciente de nuestra historia38.
38
Así lo hicimos en su momento a través de nuestra Aportaciones sobre el Plan de Paz realizadas por el
Instituto
de
Historia
Social
Valentín
de
Foronda:
http://www.ehu.eus/documents/1687243/2126107/Aportaciones+Plan+de+Paz+2+0.pdf
252
La presencia durante los últimos años de los profesionales de la historia en
diferentes instituciones y proyectos relacionados con el tema de la denominada memoria
histórica -un concepto ya suficientemente polémico y controvertido- ha revelado la
complejidad de la relación que se establece con los poderes públicos desde nuestra
profesión. Los casos del Memorial Democràtic en Cataluña o el más reciente en Madrid,
con la polémica surgida en torno a las políticas públicas de la memoria impulsadas por
su ayuntamiento tras las últimas elecciones, donde se ha visto implicada la Cátedra de la
Memoria Histórica del siglo XX, son una muestra de ello.
Por lo que concierne al País Vasco, la situación ante la que nos enfrentamos
como historiadores es aún más compleja. Contamos en estos momentos con dos
instituciones memoriales, una dependiente del Gobierno Vasco (el ya citado Instituto de
la Memoria, la Convivencia y los Derechos Humanos, Gogora), que pretende
incorporar la memoria de las víctimas de los diferentes fenómenos de la violencia
política sufridos en los últimos ochenta años; y la otra, impulsada por el Gobierno de
España (La Fundación Centro Memorial de las Víctimas del Terrorismo) que se centrará
en la recuperación de la memoria de las víctimas de este fenómeno. El Instituto de
Historia Social Valentín de Foronda colabora con ambos memoriales, aunque en
diferentes niveles39 Paralelamente también estamos presentes en diferentes comisiones
institucionales, en este caso promovidas por el Gobierno Vasco, junto con otros
expertos (juristas, médicos, investigadores sobre los derechos humanos…) donde
aportamos nuestra experiencia y conocimiento acerca de aquellas materias que nos
competen.
Nuestra mirada, la mirada del otro, la del historiador, no puede ser, lógicamente, la de
la víctima, pero tampoco puede ser el aval para que las instituciones pongan en marcha
políticas públicas de la memoria que no respeten la verdad de lo ocurrido, que
construyan y difundan narrativas que eviten enfrentarse, sin complejos, a un pasado tan
incómodo como el del País Vasco.
39
Actualmente el IHSVF colabora con Gogora en la elaboración de una base de datos sobre la represión
franquista en el País Vasco entre 1936 y 1945. Así mismo pondrá en marcha en los próximos meses un
potente proyecto de investigación en el marco de un convenio de colaboración suscrito con la Fundación
Centro Memorial de las víctimas del terrorismo titulado Historia y memoria del terrorismo en el País
Vasco que desarrollará a lo largo de los próximos cuatro años.
253
El debate de los historiadores alemanes y la excepcionalidad del
Holocausto. La historiografía como duelo o superación civil de la
pérdida
Rafael Pérez Baquero
Universidad de Murcia
El Holocausto como problema histórico
El historiador italiano Enzo Traverso define, en su obra El final de la modernidad
judía1, la memoria del Holocausto como la religión civil de Occidente, producto de la
institucionalización, sacralización y conversión en monumento de las trazas, restos y
recuerdos de aquellos eventos. Esta condición constituye un síntoma respecto al efecto
de estos fenómenos en la conciencia pública de la postguerra. No únicamente debido a
la relevancia del Holocausto como paradigma de las violencias del pasado siglo, sino
también a la evolución diacrónica de su presencia en el discurso historiográfico. Una
evolución que se caracteriza por su disparidad. Al fin y al cabo, los años posteriores al
mismo se caracterizan por la incomprensión o indiferencia respecto a aquellos crímenes,
que eran marginados dentro del espacio público y del discurso histórico. Al propio Raul
Hilbert – el escritor de una de las obras más importantes sobre el Holocausto2- se le
desanimó desde el ámbito académico a iniciar ese proyecto, por considerarse falto de
interés. En este sentido, el escaso valor de la memoria de la Shoah durante varias
décadas, contrasta con la presencia que tiene en la cultura contemporánea, donde
adquiere la condición de símbolo universalista derivado de su potencial crítico. Su
1
Enzo TRAVERSO: El final de la modernidad judía. Historia de un giro conservador, Valencia,
Universidad de Valencia, 2003.
2
Raul HILBERG: The Destruction of European Jews, New York-London, Holmes and Maiers
Publishers, 1985.
255
Universidad de Castilla~La Mancha
Departamento de Historia. Área de Historia Contemporánea
Edificio Benjamín Palencia | Campus Universitario s/n | 02071 Albacete
Email: [email protected] | www.ahistcon.org |
conversión de fenómeno histórico que no requiere de una preocupación historiográfica
específica, a religión secular, nos revela algunos de los rasgos propios del Holocausto.
Rasgos que han suscitado el debate respecto a la singularidad de sus condiciones
históricas y, aparejada a aquella, de su recepción historiográfica.
El propio historiador Enzo Traverso, en otra obra titulada El pasado:
instrucciones de uso3, refiere a la evolución diacrónica de la relevancia historiográfica
del Holocausto, como paradigma de la temporalidad de la memoria. Es decir, frente a la
evolución meramente cronológica y lineal que subyace al texto histórico, los eventos
que traspasan los límites de los procesos tradicionales de recepción histórica y quedan
depositados en la memoria de la época, traen consigo una diferente relación entre los
estratos temporales. La temporalidad subyacente a la memoria de este evento se puede
definir de la siguiente manera. En primer lugar tenemos un traumatismo, un
acontecimiento que no se puede abarcar desde los mecanismos tradicionales de
recepción histórica. En segundo lugar, un período de indiferencia o amnesia colectiva
respecto al mismo, que coincide con las dos décadas de escaso interés historiográfico en
la Shoah. Finalmente, una reaparición obsesiva de esos recuerdos, que se identifica con
la explosión de literatura histórica y testimonial respecto a aquellos crímenes, así como
con la obsesión, por parte de la cultura alemana, con la culpa y su transmisión
diacrónica a lo largo del paso de las generaciones. Resulta muy significativo que la
evolución temporal de la memoria del Holocausto sea análoga a la evolución de un
evento traumático en la psique de los individuos.
El trauma es una vivencia que, por su potencial para desbordar los mecanismos
psíquicos de defensa, no se deja encadenar a las redes de recuerdos del sujeto, que se
aplican a todos los eventos del pasado. Redes que permiten definirlos como parte del
pretérito y hacen posible su inteligibilidad desde el presente. Por este motivo, quedan
depositados en la retina del inconsciente para, tras un período de tiempo – período de
latencia – reaparecer a la conciencia de forma incontrolable, presentándose con la
inmediatez del propio presente. En este sentido, el trauma es un evento del pasado que
niega su tratamiento como mero hecho del pasado y que por ello no deja de repetirse
bajo la forma del retorno de lo reprimido.
3
Enzo TRAVERSO: El pasado, instrucciones de uso: historia, memoria, política, Madrid, Marcel Pons,
2007.
256
Así, varios autores han aludido a los mecanismos del concepto de trauma para
estudiar la relación entre la memoria de la Shoah y la conciencia pública alemana en la
postguerra4.
La utilidad del concepto de trauma como metáfora para dar cuenta de los
problemas de recepción histórica del holocausto se puede justificar aludiendo a las
siguientes razones: de la misma forma que el trauma no se deja reducir a la condición de
mero objeto del pasado, cualitativamente similar al resto, el Holocausto parece resistirse
a su normalización histórica. Es decir, a ser interpretado e introducido en cadenas
causales a largo plazo que le apliquen los mismos estándares historiográficos que al
resto de fenómenos. La respuesta por parte de ciertos filósofos frente a aquellos eventos
constituye un síntoma respecto a esta situación. Un caso ejemplar es la postura de
George Steiner según la cual el Holocausto está más allá de la razón y el lenguaje 5. Son
tesis que llaman la atención acerca de un problema más profundo: la imposibilidad de
agotar la experiencia del Holocausto como hecho histórico, a través del análisis
tradicional de sus factores y causas. Esta situación, que se hace álgida dos décadas
después de aquellos eventos, deriva de la influencia que los acontecimientos tienen en la
memoria colectiva de la postguerra. La normalización o historización de un evento
estaría ligada a la desactivación del potencial performativo de su memoria.
Otro rasgo que permite legitimar la utilización metafórica del concepto de
trauma para abordar estas cuestiones, es la relación entre este tipo de experiencias y la
identidad, personal o colectiva. La identidad requiere de la construcción retrospectiva de
una configuración narrativa en torno a las experiencias del pasado. Una configuración
que haga posible la existencia de una continuidad entre los recuerdos, que permita al
sujeto definirse a sí mismo. Precisamente, la vivencia traumática es aquella que rechaza
quedar integrada en esa red, por lo que constituye una amenaza para la misma. De la
misma manera, la narración acerca del pasado de un grupo humano contiene un enorme
potencial cohesivo respecto a la creación de lazos identitarios entre los miembros del
grupo. La imagen del pasado que ofrece la historiografía constituye un elemento
4
Ver, por ejemplo, Cathy CARUTH: Unclaimed experiences. Baltimore, John Hopkin University Press,
1996. Frank ANKERSMIT: Sublime historical experience, Stanford, Stanford University Press, 2005.
Dominick LACAPRA: Escribir la historia, escribir el trauma, Buenos Aires, Nueva Visión, 2005.
5
George STEINER: Lenguaje y silencio: ensayos sobre la literatura, el lenguaje y lo inhumano,
Barcelona, Gedisa, 2003, p. 45.
257
fundamental en relación a la identidad grupal. Por este motivo, la discontinuidad
vinculada a la radical singularidad atribuida a la experiencia histórica del Holocausto,
dificulta la construcción de una identidad en la postguerra. Al fin y al cabo ¿cómo
justificar la creación de sentimientos de unidad o fidelidad a la patria cuando la historia
de la misma contiene un evento que no se substrae al análisis histórico convencional y
que está contaminado por la transgresión moral de aquellos eventos? ¿Cómo ofrecer una
identidad para las futuras generaciones en base a una historia desgarrada por una
discontinuidad?
En cualquier caso, el recurso a la noción de trauma colectivo para dar cuenta de
esta experiencia histórica, pone de relieve su especificidad, derivada de su vivacidad en
el presente y de su influencia en la memoria colectiva de la época. El siguiente párrafo
de Ersnt Nolte sintetiza perfectamente este conjunto de problemas:
“El “pasado que no pasa” puede únicamente referirse al pasado nacional-socialista
de los alemanes. Esta cuestión implica que normalmente el pasado pasa, por lo que
el hecho de que no pase debe ser algo excepcional. Así, al pasar, el pasado no puede
ser visto como desapareciendo. La era de Napoleón I, por ejemplo, es repetidamente
hecha presente en los estudios históricos. […] Pero estos pasados han perdido
aparentemente la vivacidad que tenían para sus contemporáneos. Por esta razón se
los puede dejar a los historiadores. El pasado nacional-socialista, sin embargo, no
parece sujeto a este proceso de atenuación […] Parece haberse vuelvo más vital y
poderosos – no como modelo representativo sino como pesadilla, como un pasado
en proceso de establecerse a sí mismo en el presente o que está suspendido sobre el
presente como la espada del verdugo”6.
Nolte, ERNST: “The Past That Will Not Pass: A Speech That Could Be Written but Not Delivered”, en
James KNOWLTON y Truet CATES (eds.): Forever in the Shadow of Hitler?, New Jersey, Humanities
Press, 1993, pp. 18-24, p. 18.
6
258
Contra la singularidad y sublimación del Holocausto
Nos vamos a limitar al debate iniciado entre 1986-87 y cuyas figuras principales son
Ernst Nolte y Jürgen Habermas7. Para ello estableceré una división entre tres partes: En
primer lugar, expondré las tesis de varios historiadores muy críticos con los tabúes que
rodeaban a aquella experiencia histórica en su contexto. Posteriormente, desarrollaré las
acusaciones de Jürgen Habermas al proyecto de estos historiadores, en las que trata de
explicar los compromisos ideológicos que subyacen a su labor. Finalmente expondré las
aportaciones de otros autores acerca de aquel intercambio de argumentos, que ofrecen
luz sobre el problema de fondo.
Abordemos el planteamiento del historiador alemán, Ersnt Nolte. Nolte se
enfrenta, en su ensayo “El pasado que no pasa”, a la caracterización vigente del
Holocausto por las escuelas historiográficas alemanas de la postguerra. Una definición
que, fruto de la sublimación de dicho fenómeno, ha terminado atribuyéndole la
condición de evento incomparable con otros acontecimientos. La reacción social ante la
revelación y expansión de la memoria de la Shoah, condujo a su conversión en un mito
negativo, rodeado de una cantidad de tabúes tal, que se ha terminado aceptando que
ciertos rasgos del mismo resultan irrepresentables o incognoscibles. En este sentido, la
evolución diacrónica de la memoria y de la historia de aquellos eventos se presenta
como especialmente atípica. Lo habitual es que, tras la ocurrencia de un evento, a lo
largo del paso de las generaciones, la memoria del mismo pierda su vivacidad. Así, sería
posible una distancia con el hecho en cuestión para que fuera recogido por la escuela
historiográfica. Como indica el sociólogo francés Maurice Halbwachs8, sólo cuando un
evento pierde su presencia en la memoria colectiva de un grupo humano, puede ser
reflejado por un historiador que se abstrae de sus marcos sociales de pertenencia. Ahora
bien, ese proceso a través del cual el pasado pasa, no ha ocurrido en relación a la
experiencia del Holocausto. Su memoria no ha sufrido ese proceso de atenuación por el
paso del tiempo. Esta situación, destaca Nolte, tiene una serie de consecuencias
negativas que podemos dividir claramente en dos grupos.
7
Dentro de la clasificación que realiza Enzo Traverso entre cinco debates, éste correspondería al primero.
Para dicha taxonomía ver Enzo TRAVERSO “Los dilemas de los historiadores alemanes”, en El pasado,
instrucciones de uso…. pp. 81-91.
8
Maurice HALBWACHS: La memoria colectiva, Zaragoza, Universitarias de Zaragoza, 2004.
259
Por un lado, se acusa la pérdida de autonomía de la historiografía. Aquella sería
incapaz de aplicar a este fenómeno los mismos criterios de investigación – aquí
incluimos la comparación como método básico de valoración de un fenómeno – de los
que se hace uso con el resto. La investigación histórica estaría bajo unos límites que
resultan de injerencias externas (factores políticos, culturales…) que le impiden
desarrollar todas sus potencialidades. La apuesta por desarrollar un discurso histórico
independiente de aquellos factores, se integra bajo el propósito de liberar la conciencia
histórica de “la tiranía del pensamiento colectivo”.
Por otro lado, hay una constatación que pone sobre la mesa el peligro que
contiene la caracterización del Holocausto a la que se opone Nolte. Cuanto más ignoto,
amorfo o sublime sea un fenómeno histórico, mayor facilidad existirá a la hora de
apropiarse del capital simbólico que de él se derive, para la justificación ilegítima de
políticas concretas. Podría servir, como se ha acusado habitualmente, como un mito que
ofrece un soporte ideológico al naciente Estado de Israel.
Frente a esta situación, Nolte reivindica la necesidad de introducir este
fenómeno en redes causales que den cuenta del mismo, que agoten sus causas y que
permitan normalizarlo para superar su sublimación, así como la obsesión de la sociedad
alemana con la culpa de aquellos crímenes. Esta tarea, que desde un punto de vista
teórico parece legítima, ha sido muy criticada. Es su interpretación particular de las
condiciones de aparición de este fenómeno, la que ha suscitado más polémica. Una
polémica que, a mi juicio, deriva de la compleja relación entre comprensión y
exculpación moral, entre explicación etiológica y responsabilidad colectiva.
Nolte alude en su obra a la presencia de un elemento común que explica el
surgimiento de los movimientos totalitarios en el siglo XX y que sirve de eje para
explicar el Holocausto: La oposición al desarrollo de la “trascendencia”, ligada al
proyecto histórico de la modernidad. Definimos la “trascendencia” como la lucha del
hombre moderno por su autonomía respecto a las ataduras de la tradición. Desde su
punto de vista, el fascismo tiene sus raíces históricas en aquel soporte, pues puede ser
interpretado como una reacción radical a la “trascendencia” en el mundo moderno.
Como alternativa contra el desgarramiento y la situación de anomía que vive el sujeto
moderno ante la ausencia de una tradición que le proporcione estabilidad. Era una
tentativa de, en el desencantado mundo de la técnica, conservar las ataduras a una
260
tradición portadora de sentido. Más concretamente, el fascismo sería una respuesta
concreta ante los peligros derivados de la mayor apuesta histórica por la autonomía: el
marxismo soviético. Esta tesis ha sido la más polémica y la que ha hecho correr ríos de
tinta, por la percepción de una tendencia a la exculpación de los crímenes alemanes. Ese
modelo se traduce, por su parte, en el establecimiento de una comparación entre el
genocidio soviético y el nazi, que define al primero como la causa del segundo9. Ya que
el genocidio de los judíos sería, desde su óptica, una respuesta al miedo ante los
crímenes rusos. Nolte llega a defender que el diseñador del Holocausto nazi debió tener
en su mente el genocidio soviético, así como la técnica de utilización de la caja de ratas,
por parte de la Cheka. Esta comparación sincrónica se sitúa en las antípodas de la tesis
de la singularidad del Holocausto, en la medida en que la única novedad que atribuye a
la Shoah es la innovación técnica que supone el recurso las cámaras de gas.
Otro historiador que se vio sumergido en este debate y al que se ha alineado, por
su radical rechazo de la singularidad del Holocausto nazi, en el mismo marco que Ernst
Nolte, es Andreas Hillgruber. El historiador alemán publicó un texto muy polémico,
titulado Two Kinds of Ruin. Allí aparecían recogidos dos ensayos cuyos objetos
respectivamente eran hechos históricos acaecidos durante la segunda guerra mundial
que compartían causas y que era posible medir y comparar desde el mismo patrón. El
subtítulo del texto, que refería a cada uno de los hechos históricos en cuestión, era The
Shattering of the German Reich and the End of European Jewry. Desde el punto de
vista de Hillgruber, careceríamos de rigor histórico si no reconociéramos que el
holocausto nazi y el sufrimiento y reubicación de los alemanes que habitaban en países
del Este durante el final de la guerra, son dos fenómenos que podemos integrar dentro
de la misma línea interpretativa: como diferentes dimensiones del colapso de Europa
Central, del que se podía encontrar precedentes a largo plazo. Desde su óptica, el
Holocausto fue un evento trágico, de entre los muchos que ocurrieron en el pasado
siglo; condición que niega de partida su supuesta singularidad. Así, tal y como lo
describe Perry Anderson10, la construcción por parte de Hillgruber, de dos narrativas
paralelas, contextualizadas dentro del mismo marco histórico, ambas refiriéndose a
Nolte, ERNST: “The Past That Will Not Pass…”, p. 23.
Perry ANDERSON: “On emplotment: Two Kinds of Ruin”, en Saul FRIEDLANDER (ed): Probing the
limits of representation, Cambridge and London, Harvard University Press, pp. 54-65.
9
10
261
eventos catastróficos para un amplio grupo de personas, tendía a igualar el peso moral
de ambos eventos y por tanto, a contrarrestar la intensidad hiperbólica asociada al
Holocausto. Este proceso de comparación se apoya en dos movimientos teóricos.
Por un lado, en una descripción trágica de las últimas semanas de los defensores
alemanes de aquella zona, que ofrece una visión heroica sobre los mismos y que
solemniza la expulsión germana de aquella zona, explotando la carga moral derivada de
su particular descripción de los hechos. Tal y como lo describe Hillgruber, la resistencia
que ofrecieron los últimos regimientos de la Wermacht para contener el avance
soviético, estaba motivada por un propósito ético que tenía el objetivo de disminuir las
consecuencias de la venganza del ejército ruso y que permitió, gracias a su sacrificio, la
huida de civiles a zonas donde el conflicto no podría alcanzarles. Así, la trama de estos
acontecimientos bajo el formato de la tragedia, permite construir una identidad empática
con los soldados alemanes que revela implícitamente la presencia de una Alemania
diferente a la del régimen nazi. Una Alemania que se puede integrar en una narrativa
alternativa a aquella que había tomado al Holocausto como eje.
El otro proceso consiste en la reducción de la carga moral del genocidio masivo
de judíos, al remontar sus causas a largo plazo, tanto geográficamente como
temporalmente. En relación al segundo caso, Hillgruber interpreta las causas del antisemitismo en términos muy restringidos. Fue la consecuencia de una doctrina racial que
se convirtió, por diversas razones, en ideología del Estado alemán y cuyo desarrollo y
aplicación en el genocidio giraba en torno a la figura de Hitler, en la que se agotaba
buena parte de la responsabilidad de aquellos crímenes. En este debate Hillgruber se
postuló como un intencionalista, en la medida en que la carga moral de este tipo de
crímenes giraba en torno a la figura de Hitler, al que concede un enrome rol,
minusvalorando la responsabilidad de una cómplice sociedad alemana. En término
geográficos, el argumento de Hillgruber se acerca al de Nolte, al considerar al
antisemitismo como un fenómeno generalizado por toda Europa, que alcanzó una
posición dominante en Alemania debido a la influencia del temor ante la expansión del
régimen soviético.
Podemos percibir que, tanto en el caso de Nolte como en el de Hillgruber, el
establecimiento de comparaciones entre el Holocausto y otros eventos del siglo XX, trae
como consecuencia la liberación de un estigma cultural del que adolecía la sociedad
262
alemana en la postguerra. Consistían en tentativas de dar sentido a la historia alemana
del último siglo, intentando que aquella no pivotase únicamente en torno a un fenómeno
histórico concreto: el holocausto. Así, no será contaminado por la transgresión moral
que rodea a aquel evento. En cierto sentido, esta motivación práctica o social que
podemos percibir bajo las tesis de Nolte o de Hillgruber tiene su explicitación en la obra
de otro historiador alemán que ha sido situado en este mismo grupo, Michael Stürmer.
Desde su punto de vista, la caracterización del Holocausto como evento único o
irreductible a factores históricos concretos, impide la construcción de una narrativa sobe
la historia alemana con sentido, que sirva de soporte a una memoria común a los
alemanes, capaz de fundamentar una estabilidad social, política… en la postguerra.
Veamos como plantea esta situación al inicio de su ensayo “History in a Land without
History”:
En un país sin memoria cualquier cosas es posible. Los investigadores avisan de que
entre las ciudades industrializadas de la República Federal hay una enorme falta de
comunicación entre generaciones, un escaso sentido de auto-confianza entre su gente, y
una enorme variación de valores. ¿Cómo verán los alemanes su propio país, Occidente o
a ellos mismos, mañana? Uno puede asumir que habrá algún tipo de continuidad en la
comprensión alemana de su propio país. Pero no puede estar seguro.11
En una tierra en la que no hay una historia, en el que se mantiene explícitamente que el
fenómeno fundamental en la historia alemana de los últimos decenios, no se deja
substraer totalmente al análisis histórico, el futuro será incierto y estará controlado por
aquellos que son capaces de determinar el contenido de la memoria. Aludiendo al
término metafórico al que nos referimos anteriormente, una cultura desgarrada bajo el
peso del trauma carece de elementos que orienten el establecimiento de patrones
estables de comportamiento colectivo. De ahí que la investigación sobre las líneas
históricas desde las que se puede dar sentido a un fenómeno como el Holocausto tenga
una función política o social absolutamente necesaria en el contexto de redefinición o
construcción de la identidad alemana en la postguerra. La búsqueda de una fuente de
Michael STÜRMER: “History in a Land without History”, en James NOWLTON y Cates TRUET
(eds.): Forever in the Shadow of Hitler…, pp. 18-24, p. 16.
11
263
estabilidad en un pasado que se proyecte más allá de los eventos inmediatamente
anteriores a la guerra, es una tarea moralmente legítima y políticamente necesaria,
defiende Stürmer. La historia adopta la forma de una versión secular de la religión,
como fuente de sentido e identidad en un mundo desencantado.
Tal y como es posible apreciar, las tres propuestas a las que hemos referido
explicitan uno de los presupuestos básicos en el proceso de revisión de la historia: la
vinculación entre el tratamiento historiográfico del Holocausto y la elaboración de una
unidad política y social. La defensa de la autonomía de la historiografía y de su
transgresión de los tabúes que giran en torno a una experiencia histórica concreta, está
ligada al establecimiento de continuidades que faciliten la evolución de una identidad
patriótica. La relectura de los eventos está condicionada por las necesidades del presente
desde el cual se lleva a cabo dicha reconstrucción.
La crítica de Habermas. El uso público de la historia
En esta línea se orientan las críticas que realiza el filósofo alemán Jürgen Habermas a
los historiadores anteriormente citados. Fueron sus acusaciones las que provocaron el
estallido del famoso debate en torno a los años 1986 y 1987. Su evaluación de estas
diferentes formas de revisionismo por parte de la historiografía de la época fue
interpretada como una injerencia extraña a aquella disciplina, por parte de alguien que
carecía de formación específica en aquel campo y que aludía, para justificar sus tesis, a
factores externos al mismo: al uso público o político del discurso histórico por parte de
aquellos historiadores “conservadores”. El recurso al adjetivo “conservador” para
establecer una taxonomía que agrupe a estos historiadores, resulta bastante sintomático.
Habermas destaca el papel cohesivo de la visión ofrecida por el historiador en relación a
la conformación de una cohesión identitaria para explicar las relaciones causales
establecidas entre los hechos de los críticos de la singularidad del Holocausto. De esta
forma, termina acusando a las comparaciones establecidas entre el Holocausto y otros
hechos, de trivializar el primero y disolver o limitar la responsabilidad de la nación
alemana respecto al mismo. Considerar que el archipiélago Gulaj es el precedente de la
Shoah, sublimar el carácter trágico de la última línea de defensa en la Alemania del este
o explicar el ascenso del régimen nazi en términos de búsqueda de estabilidad en el
pasado frente al desencantado mundo de la técnica, derivan, desde su perspectiva, en
264
diversas formas de apología del fascismo. Vamos a desarrollar brevemente cada una de
las críticas. Para analizar su crítica a la obra de Nolte, partamos del siguiente párrafo:
Los planificadores ideológicos pretenden crear un consenso sobre la restauración de la
conciencia nacional, pero al mismo tiempo tienen que desterrar la imagen de naciones
enemigas del ámbito de la OTAN. La teoría de Nolte ofrece muchas ventajas a esta
manipulación. Mata dos pájaros de un tiro: los crímenes de los nazis pierden su
singularidad al hacerse cuando menos comprensibles a las (aun existentes) amenazas de
aniquilación por parte de los bolcheviques. Auschwitz se encoge a las dimensiones de
una innovación técnica y se explica a partir de la amenaza “asiática” de un enemigo que
sigue estando en la puerta12.
Desde la óptica de Nolte, la aniquilación de los judíos en los campos de concentración
se presenta como una realidad lamentable pero comprensible. Una situación que, en
parte, era la consecuencia de la violencia soviética y del impacto que tenía el terror ante
aquellos crímenes por parte de la conciencia alemana de la época. En cierto sentido,
llama aquí la atención Habermas, el establecimiento de una secuencia causal cuyo
origen se encuentra más allá de la sociedad alemana trae consigo un traspaso de la
responsabilidad y, por tanto, una liberación injustificada de la carga ante aquellos
crímenes. Así, aludir como criterio explicativo respecto a la violencia nazi, a categorías
transhistóricas como resistencia a la trascendencia de la época moderna, constituye una
forma de exculpación que no da cuenta de las particularidades de la responsabilidad
para la sociedad alemana. La continua referencia de Nolte a agentes históricos externos
a la sociedad alemana y a su rol en la puesta en marcha del genocidio, se presenta como
una distorsión de los hechos, motivada por factores externos al campo de la
historiografía. En este sentido, la reivindicación noltiana de defensa de la autonomía de
la historia sería negada por esta particular reconstrucción de los hechos. Prueba de ello
es la ausencia de justificación histórica respecto a la relación causal entre el genocidio
soviético y el alemán. Es especialmente problemático establecer este tipo de conexiones
Jürgen HABERMAS: “Una gestión de daños. Las tendencias apologéticas en la historiografía
alemana”, en Jürgen HABERMAS, Ersnt NOLTE y Thomas MANN: Hermano Hitler, México, Herder,
2012, p. 43.
12
265
entre fenómenos tan distanciados espacial y temporalmente, en la medida en que las
relaciones históricas subyacentes son especialmente complejas e intrincadas. El nexo
causal al que aludiría Nolte no tendría más que un carácter probable, nunca podría ser
lógico. Es muy interesante la crítica que realiza en relación a este tema Ebehard Jäckel.
Acusa a Nolte de caer en la falacia denominada Post host, ergo propter hoc13. Es decir,
en la identificación no justificada de una relación de causalidad a partir de una relación
de precedencia temporal. Considerar, a partir del hecho de que el genocidio soviético
precediera temporalmente al nazi, que jugó un rol como causa del mismo, no deja de
implicar un salto argumentativo no justificado. El establecimiento de dicha lectura o
interpretación de los eventos no responde, por tanto, a una configuración de los hechos
en sí mismos, sino a una construcción retrospectiva de los eventos que responde a
exigencias derivadas de la situación presente.
Respecto a la obra de Hillgruber, la crítica de Habermas se mueve en una línea
parecida. Habermas cuestiona las pretensiones de neutralidad axiológica de un autor que
apuesta por escribir una obra que fomenta la empatía con un agente histórico concreto:
el último frente del ejército alemán en el este. Ese procedimiento de identificación
tampoco puede explicarse únicamente en función de metodologías historiográficas, al
contrario, alude al esfuerzo implícito de destacar una serie de valores que se explicitan
en la historia germana del siglo XX, pero que están disociados del genocidio nazi.
Como indicamos, si bien es cierto que Hillgruber no defiende explícitamente la
igualdad moral entre los crímenes que describe en sus ensayos, la disposición narrativa
de los mismos contribuye a generar dicha impresión. Habermas alude, para dar cuenta
de ello, a los propios títulos de los ensayos. Contrapone la “Destrucción del Imperio
Alemán en el este” al “Fin del judaísmo europeo”. La noción de “destrucción” implica
la presencia de un agente histórico externo –el ejército soviético-, cuya agresividad es la
causa de los eventos descritos. En cambio, la noción de “fin” contiene cierta
impersonalidad, refiere a un evento que ocurre por sí mismo.
En cierto sentido, la perspectiva narrativa que propone trae consigo una
reorganización de las deudas históricas y las responsabilidades colectivas, que
Eberhard JÄCKEL: “The Improverished Practice of Insinuation: The Singular Aspect of NationalSocialist Crimes Cannot Be Denied”, en James NOWLTON y Cates TRUET (eds.), Forever in the
Shadow of Hitler…, pp. 74-79, p. 78.
13
266
Habermas interpreta como cómplice de diversas tendencias apologéticas, en la medida
en que sólo aludiendo a los intereses políticos y sociales que subyacen a los mismos se
podría explicar la orientación que adquiere su lectura retrospectiva de los eventos.
Por otro lado, las tesis de Stürmer le sirven a Habermas como catalizador de las
críticas que formula a Hillgruber y a Nolte. Ya que él es el que explicita en mayor
medida los factores ético-políticos que juegan un rol en el proceso de escritura de la
historia, cuya presencia quedaría justificada teniendo en cuenta la estabilidad a la que
coadyuva. En este sentido, la crítica de Habermas no se orienta tanto hacia el proyecto
historiográfico sino a la identidad alemana que se trata de construir en base a él. Al
contrario que los historiadores conservadores, Habermas apuesta por la construcción de
una identidad post-constitucional cuya integración en el orden internacional de la
postguerra, requiere del diseño de una narrativa histórica diferente, que acentúe la
responsabilidad de las generacionales precedentes, así como su herencia por parte de las
actuales. Así lo indica:
Para empezar, ahí está la obligación – que tenemos en Alemania, aun cuando nadie más
se haga cargo de ella – de mantener vivo, sin disimulo y no sólo en mente, el recuerdo
del sufrimiento de quienes fueron muertos por manos alemanas. Estos muertos sí que
tienen derecho a la fuerza débil y anamnética de una solidaridad que quienes nacieron
más tarde tan sólo pueden ofrecer en el escenario de un recuerdo siempre renovado, a
menudo desesperado, pero en cualquier caso presente. Si fuéramos capaces de ponernos
por encima de esta herencia benjaminiana, nuestros conciudadanos judíos, los hijos, las
hijas y los nietos de los asesinados, ya no podrían respirar en nuestra tierra. Y ello
también tiene implicaciones políticas. Yo, por mi parte, no veo cómo podría
“normalizarse” próximamente la relación de la República Alemana, digamos, con
Israel14
El trasfondo ético-político que subyace a este debate se hace explícito cuando
consideramos que detrás de la propuesta de Habermas también se encuentran intereses
Jürgen HABERMAS: “Del uso público de la historia. La eclosión del autoconcepto de la República
Federal Alemana”, en Jürgen HABERMAS, Ersnt NOLTE y Thomas MANN: Hermano Hitler..., pp. 92128, .p 124.
14
267
políticos. El litigio existente entre las diferentes formas de agrupación que adoptan sus
narraciones, puede interpretarse desde el prisma que proporcionan sus diferentes
visiones sobre cómo debe configurarse la identidad alemana en la postguerra. Habermas
reconoce explícitamente la presencia un lazo indisoluble entre la memoria traumatizada
de la sociedad alemana, el establecimiento de comparaciones entre un evento sublimado
y el proyecto de construcción de una unidad política, también en su propuesta. Desde la
óptica de Habermas, si no alcanzamos una comprensión de nuestra herencia histórica
que respete su especificidad – su singularidad – no será posible llevar a cabo una
legitimación ética y política de la Alemania de la postguerra, ni tampoco facilitar su
integración en el orden internacional. No es tanto un estigma como una fuente de
aprendizaje moral, que es preciso explotar para la construcción de una identidad política
y social en la postguerra.
La valoración del debate entre Habermas y los “historiadores conservadores”. En
torno a la noción de revisión
Después de que Habermas publicara sus ensayos varios autores, de diferentes ámbitos,
empezaron a desarrollar sus contribuciones al debate. Si sobre algo llama la atención el
conjunto de respuestas que provocó esta controversia, es sobre la necesidad de redefinir
los términos del debate sobre la singularidad del Holocausto. Lo que se pone en liza, no
es en sentido estricto si el Holocausto es un fenómeno único o es susceptible de ser
comparado con otro. Al fin y al cabo, este planteamiento puede ser fácilmente reducido
a una perogrullada. El tema del debate oscila más bien hacia la cuestión de si el tipo de
explicación histórica establecido por algunos historiadores es axiológicamente neutral y
legítimo, o si existen tendencias históricas concretas que difuminan esta representación
del pasado.
Por un lado nos encontramos con aquellos que, frente a la crítica de Habermas,
reivindican la autonomía del historiador y, por tanto, la inadecuación de la referencia a
factores sociales, políticos… para dar cuenta de la perspectiva que éste adopta. Dentro
de este grupo encontramos a muchos de los que fueron objeto de las acusaciones
concretas que formuló Habermas (Ersnt Nolte, Michael Stürmer, Klaus Hildebrand,
Andreas Hillgruber…), así como otros, como Joachim Fest. Tal y como destaca este
último, Habermas está introduciendo un elemento foráneo en el proceso de escritura de
268
la historia, cuya intromisión precisamente politiza un campo disciplinar que de por sí es
independiente respecto a aquellas injerencias externas. Habermas estaría partiendo de
las dificultades inherentes a la historia del presente, para transfigurar la imagen de la
disciplina histórica. En este sentido, la lectura de los genocidios del siglo pasado bajo
una línea diacrónica dentro de la cual el Gulaj soviético fuera un precedente, con un rol
causal, respecto a la Shoah, no está motivada por intereses históricos cuyo eje sea el
presente desde el que se escribe. Al contrario, no reconocer ese tipo de relación es
falsear la propia historia, es negar algo tan evidente como que el Holocausto nazi ni fue
el primero de su tipo ni será el último15.
De la misma manera, tanto Hildebrand como Hillgruber denuncian la
desfiguración de la historiografía que deriva de la crítica de Habermas. Su propuesta
enturbia tanto la concepción tradicional que mantenemos sobre la historia como la
propia definición del proceso de “revisión”. La iniciativa desarrollada por Nolte,
Hillgruber… de reescribir y cuestionar la interpretación vigente respecto a aquellos
acontecimientos, deriva de la imposibilidad desde el presente, de certificar la pérdida de
influencia de ese pasado que no pasa, de superar la herida traumática que el mismo ha
tenido en la conciencia histórica alemana. En este sentido, desde la óptica de Hillgruber,
se ha hecho de la noción de “revisión”, que es una práctica habitual en los proceso de
escritura de la historia, en la medida en que esta debe ser siempre criticada y
cuestionada, un concepto bélico, susceptible de reducirse a la condición de instrumento
en la lucha política. La historia del Holocausto es necesariamente incompleta, por lo que
la noción de revisión es legítima.
En cambio, la conexión entre las formas en que escribimos nuestra historia y las
formas a través de las cuales afrontamos esas deudas con el pasado, constituye una
premisa para otra serie de participantes en el debate. No obstante, dentro de este marco
existen algunas desavenencias. Si bien es cierto que Jäckel defiende la singularidad del
Holocausto, su crítica discrepa de aquella que ofrece Habermas. Su respeto a la
especificidad del saber histórico le lleva a reivindicar una reorientación del enfoque,
desde la cual es necesario dejar de preguntarse por los motivos de los participantes para
Joachim FEST: “Encumbered Remembrance: The Controversy about the Incomparability of NationalSocialist Mass Crimes”, en James NOWLTON y Cates TRUET (eds.): Forever in the Shadow of Hitler…
pp. 18-24, p. 16.
15
269
hacerlo por los objetos históricos en cuestión. Ahora bien, una vez que nos centramos
en los mismos, Jäckel defiende la tesis de la singularidad a partir del siguiente
argumento:
El exterminio nazi de los judíos fue único porque nunca antes un estado, bajo la
autoridad responsable de su líder, decide y anuncia que un específico grupo de
seres humanos, incluyendo los viejos, las mujeres, los niños, los infantes, serían
asesinados hasta el último de ellos, y llevó a cabo esta decisión con todos los
medios a su disposición16.
El resto de autores a los que aludimos hacen referencia a la influencia de la función
práctica de la historia en el proceso de recepción y revisión de aquellos acontecimientos.
Desde la óptica de Jürgen Kocka17, la labor del historiador siempre está orientada hacia
el objetivo de construir una identidad colectiva, por lo que existe un enraizamiento entre
la moralidad, la política y la historiografía que vertebra los procesos de revisión de la
historia del holocausto y constituye una constante en la reconstrucción del pasado. El
propio litigio entre Habermas y el resto de historiadores es una instancia y un síntoma
de esta condición. De ahí que exista un imperativo ético que coliga a escribir la historia
desde la perspectiva orientada por la defensa a los valores democráticos. Las propuestas
de Nolte y Hillgruber deben ser criticadas en la medida en que dificulta el aprendizaje
derivado de aquellos crímenes, al tratar de liberarnos de forma injustificada, de la
responsabilidad que de aquella deriva.
Conclusiones: El historiador entre la negación y el duelo
Tras haber realizado una lectura del debate de los historiadores alemanes, respecto al
Holocausto, trataré de desarrollar, en base al mismo, una interpretación del rol que
desempeña el historiador cuando se enfrenta a eventos investidos de afectos y fantasías
catastróficas. Por este motivo, vamos a recuperar la utilización metafórica del aparato
Eberhard JÄCKEL: “The Improverished Practice of Insinuation: The Singular Aspect of NationalSocialist Crimes Cannot Be Denied”, en James NOWLTON y Cates TRUET (eds.): Forever in the
Shadow of Hitler…, pp. 74-79, p. 75.
17
Jürgen KOCKA: “Hitler Should Not Be Repressed by Stalin and Pol Pot: On the Attempts of German
Historians to Relativize the Enormity of the Nazi Crimes”, en James NOWLTON y Cates TRUET (eds.):
Forever in the Shadow of Hitler…, pp. 85-92.
16
270
conceptual psicoanalítico al que aludimos en el primer apartado. La aplicación de
aquellos conceptos contiene, como ya hemos explicado, un potencial heurístico para dar
cuenta de las complejas relaciones existentes entre el pasado y el presente, en la
reconstrucción historiográfica del Holocausto.
Para llevar a cabo este propósito acudiremos a la obra del historiador Dominick
LaCapra – en particular a su ensayo Reflexiones sobre el debate de los historiadores18 –
y a la de Eric L. Sandner – especialmente a su texto History beyond the Pleasure
Principle: Some Thoughts on the Representation of Trauma19.
En primer instancia, es preciso matizar que la presencia que tiene la Shoah en la
memoria colectiva de la época – en la que se encuentra el historiador – trae consigo la
imposibilidad de establecer una distancia epistémica y emocional con el hecho en sí
mismo. Razón por la que su trama historiográfica debería enfrentarse a los juicios de
valor y emociones con las que el objeto se encuentra investido. Esta situación trae
consigo una peculiar relación con el hecho, por parte del historiador. Condición que,
ante la ausencia de distancias, parece eliminar la separación entre el sujeto y el objeto de
conocimiento como requisito del conocimiento histórico. Esta relación ha sido
categorizada en base al término transferencia, que da cuenta del rol que juegan las
emociones y los juicios de valor ante eventos que trastocan la fibra moral de la
comunidad humana desde la que se historiza. Esta relación transferencial con el hecho
histórico, entre otras consecuencias, implica la presencia de una tendencia a la empatía
con un agente histórico concreto: las víctimas. Es decir, a adoptar un punto de vista
parcial. A partir de esta condición tiene sentido, como indica LaCapra, afirmar que los
crímenes nazis son a la vez únicos y comparables20. Únicos porque las relaciones
transferenciales de cada agente histórico con los mismos serán específicas. Comparables
en tanto que el establecimiento de comparaciones parece inherente a la comprensión
histórica. No obstante, algunas de las comparaciones posibles parten de la ficción de
una independencia del historiador en relación a los hechos, situación que imposibilita un
tratamiento adecuado del contagio emocional que subyace al historiador y que no puede
Dominick LACAPRA: “Reflexiones sobre el debate de los historiadores”, en Representar el
Holocausto, Prometeo libros, Buenos Aires, 2008, pp. 59-82.
19
Eric L. SANTNER: “History beyond the Pleasure Principle: Some Thoughts on the Representation of
Trauma”, en Saul FRIEDLANDER (ed): Probing the limits of representation…, pp. 143-154
20
Dominick LACAPRA: “Reflexiones sobre el debate…”, p. 64.
18
271
derivar en una representación adecuada del fenómeno. Es decir, una vez que hablamos
de la relación transferencial como condición inherente a la historia del Holocausto, por
los supuestos teórico-prácticos, que subyacen a su investigación, existen diferentes
formas de enfrentarse a la misma. Las diversas maneras varían en función del
reconocimiento de dicha dependencia. La relación transferencial no nos conduce a la
afirmación de un relativismo histórico. Existen mecanismos para llevar a cabo la
comprensión de acontecimientos extremadamente traumáticos, si bien es cierto que
aquellos tienen que partir del reconocimiento de la relación de contagio emocional con
el objeto, con el objeto de “elaborar” esa carga traumática. Un proceso de elaboración
que podemos definir como la toma de conciencia de esa influencia, que permite
establecer una relación crítica con ella.
Una forma de escribir la historia que ignora dicha dependencia e imposibilita la
superación de esta carga, consiste en el establecimiento de comparaciones que
funcionan como mecanismos de negación de la misma. Aquellas que establecen
historiador como Ersnt Nolte o Andreas Hillgruber, entrarían dentro de este grupo.
Tanto la caracterización del Holocausto como una “acción asiática” – en base a una
especulación poco plausible – por parte de Nolte, como el rol desproporcionado que
concede Hillgruber a Hitler como responsable casi único del mismo, entran dentro de
esta categoría. Las reivindicaciones de ambos autores están ligadas a la simulación de
una condición de independencia respecto a aquellos eventos. Condición que no deja de
ser ilusoria. Eric Santner alude al concepto “fetichismo narrativo” para realizar su
particular interpretación de la producción de estos historiadores. Veamos cómo lo
define:
Por fetichismo narrativo refiero a la construcción y aplicación de una narrativa
consciente o inconscientemente designada para liberarnos de los restos del
trauma o pérdida que han provocado la creación de esa narrativa en primer lugar.
El uso de la narrativa como fetiche puede ser contrastado con una diferente
modo de comportamiento simbólico que Freud denominó Trauerarbeit o “el
272
trabajo del duelo”. Ambas, el fetichismo narrativo y el duelo son respuestas a la
pérdida, a un pasado que se niega a desaparecer dado su impacto traumático.21
Nolte nos invita a situarnos en la óptica de aquellos que, mucho antes del genocidio
nazi, se enfrentaron al miedo ante los crímenes soviéticos, para dar sentido a sus
intenciones y motivaciones. Intenta, por tanto, situarnos en un espacio histórico en el
que no nos vemos afectados por la pérdida y el efecto traumático que implica la
recepción histórica de la Shoah. De la misma manera Hillgruber, nos invita a simular la
ausencia de una tendencia a la empatía con las víctimas para invitarnos a identificarnos
con los solados alemanes del frente este. En ambos casos, ambos instauran con excesiva
celeridad y sin dar los pasos previos, una supuesta condición de normalidad en el
discurso histórico. La pretendida autonomía del historiador respecto a aquellos factores
se revela como ilusoria. Como defenderá posteriormente Saul Friedländer22, no existe
frontera entre la historia y la memoria colectiva, en la medida en que el historiador
escribe siempre inmerso en una compleja red en la que interactúan sus vivencias
personales, las coerciones sociales, así como su esfuerzo por construir un
distanciamiento crítico con el hecho en cuestión. Un conjunto de relaciones de la que es
incapaz de abstraerse.
Frente a este modelo revisionista, que desarrolla mecanismos de negación
respecto a la influencia de la memoria de aquellos eventos en los procesos de escritura
de la historia, se debe imponer otro que dé cuenta tanto de los eventos, como de los
supuestos subyacentes al proceso de escritura de los mismos. Un modelo que haga
posible la elaboración de la carga traumática. La elaboración, como forma de cura,
establece una distancia crítica entre el pasado y el presente, revelando la relación de un
colectivo con sus deudas históricas concretas, y haciendo posible que ese pasado pase
de una forma autocrítica, es decir, asegurando la pervivencia de esas huellas en la
memoria colectiva. Este proceso es descrito también como una forma de duelo, opuesto
a la melancolía – repetición de la pérdida y renuncia a aceptar la misma – pues permite
Eric L. SANTNER.:“History beyond the Pleasure Principle…” pp. 144.
Saul FRIEDLÄNDER: “History, memory and the historian. Dilemmas and responsabilities”, en New
German Critique, n. 80, 2000, pp. 3-15.
21
22
273
afrontar la pérdida y llevar a cabo una reconstrucción crítica de su historia así como de
nuestras propias formas de dar cuenta de la misma.
Por tanto, podemos definir este proceso de elaboración como la tentativa de
superar de forma autocritica el peso abrumador del pasado sobre el presente, con el fin
de ampliar el horizonte de acción en el futuro, pero con el bagaje que produce el
aprendizaje de aquellas experiencias. Dicha investigación constituye también una forma
de diálogo social. Aludiendo al rol de historiador en la conformación de una imagen de
la propia historia y de la propia nación, podemos entender las consecuencias sociales de
su tratamiento de este tipo de acontecimientos. Desde la óptica que abordamos, el
historiador adquiere el rol de terapeuta de una colectividad en un contexto
postraumático. Es el que hace posible el duelo civil que trae consigo una reducción de
las consecuencias patológicas derivadas de aquellos eventos. Así lo plantea LaCapra, en
esta cita con la que finalizamos nuestro estudio:
“En el acting out, los tiempos hacen implosión, como si uno estuviera de nuevo en el
pasado viviendo otra vez la escena traumática. Cualquier dualidad (o doble inscripción)
del tiempo (pasado y presente, o futuro) se derrumba en la experiencia o sólo produce
aporías y dobles vínculos. […] La elaboración es un quehacer articulatorio: en la
medida en que elaboramos el trauma (así como las relaciones transferenciales en
general), nos es posible distinguir entre pasado y presente, y recordar que algo que nos
ocurrió (o le ocurrió a nuestra gente) en aquel entonces, dándonos cuenta empero de que
vivimos aquí y ahora, y hay puertas hacia el futuro”23.
23
Dominick LACAPRA: “Reflexiones sobre el debate…”, pp. 79.
274
Usos del pasado reciente. La historia como agente de
manipulación y fidelización. El caso de Valladolid
Sofía Rodríguez Serrador
Desde el golpe de Estado los sublevados buscan una legitimación a sus actos. Era
necesario presentar un origen que fuera más allá del hecho violento en sí. Apelaron a la
necesidad del alzamiento para la recuperación de la auténtica España y la lucha contra
los elementos que batallaban por desintegrar la patria (entre ellos al comunismo) sobre
todo desde el siglo XIX1. En los primeros años de la Dictadura se recurrirá
insistentemente al recuerdo del terror rojo2.
El golpe de Estado triunfa de manera inmediata en la ciudad de Valladolid. Los
sublevados estaban decididos a eliminar cualquier vestigio del sistema político anterior.
Se trata de una política de sustitución de memorias, pues a la vez que elimina los
vestigios de la República difunde los elementos de la nueva ideología 3, reemplazando
los títulos de las calles anteriores (como Pablo Iglesias, Tomas Meabe o Pi i Margall)
por nombres que aludan al triunfo del Movimiento como las de Mola, Franco u
Onésimo Redondo. Esta medida también afectó a los grupos escolares fundados en los
años republicanos, cambiando los nombres de Pablo Iglesias o Giner de los Ríos de las
escuelas por otros más acordes con los nuevos tiempos.
El ámbito educativo estará totalmente condicionado por la guerra. El rector de la
Universidad de Valladolid, González Echávarri, comunicará al año siguiente del inicio
Marcial SÁNCHEZ: “Memorias: actores, usos y abusos. Perspectivas y debates”, en Entelequia: revista
interdisciplinar, 7, 2008, pp. 97-114
1
“El reiterado énfasis en el recuerdo del terror rojo tiene un valor instrumental básico, ya que fue
elemento central en la legitimación del movimiento fundacional del nuevo régimen”. Francisco ERICE:
“Combates por el pasado y apologías de la memoria, a propósito de la represión franquista”, en Hispania
Nova: Revista de historia contemporánea, 6, 2006, pág
3
Se trataba de la ideología de las viejas clases dominantes, para su difusión se recurrió a diferentes
mecanismos de propaganda cuyo requisito previo era la destrucción de la memoria republicana.
2
275
Universidad de Castilla~La Mancha
Departamento de Historia. Área de Historia Contemporánea
Edificio Benjamín Palencia | Campus Universitario s/n | 02071 Albacete
Email: [email protected] | www.ahistcon.org |
de la guerra 4 que :“Durante los meses estivales no haya oficialmente vacaciones en los
Centros de Enseñanza, por suponer ello un contrasentido flagrante con la constante
actividad de nuestro glorioso Ejército, que lucha con denuedo y pero mismo por
reconquistar material y espiritualmente nuestra España, al mismo tiempo que se labora
intensamente por establecer sobre nuevas y firmes bases el nuevo estado español”. Por
encargo del rector se formará una comisión, presidida por el vicerrector, para llevar a
cabo “la urgente necesidad de qué en las Escuelas del Distrito Universitario la
enseñanza de la Historia y Geografía de España constituya con la de Religión el eje
principal de la educación de la infancia, obliga a escoger dentro del ciclo racional de
estudios, textos elementales para alumnos y fuentes de conocimiento más profundo para
los maestros, en los cuales resalten con destellos de justicia las grandes patrias frente a
los trabajos incesantes de los enemigos de España, elaborando la leyenda negra y
haciéndonos tributarios del extranjero”5.
Un nuevo calendario festivo será impuesto, con ritos6 acordes a la creación de un
nuevo simbolismo, en el que un número elevado de fiestas rememoran directamente la
Guerra y los mártires7 de la Cruzada8. Asistimos a un proceso nacionalizador de la
población, que busca su homogeneización ideológica, mediante diversos mecanismos
entre ellos el uso de las fiestas y símbolos políticos9, pretendiendo la sumisión de la
sociedad al Nuevo Estado parar consolidar una imagen legitimadora de la Dictadura y la
necesidad de un “salvador” de España y de Franco como “caudillo salvador”. Nuevas
fiestas directamente relacionadas con el Movimiento serán incorporadas al calendario,
como el “Día de los Caídos”, los aniversarios de las muertes de Calvo Sotelo10 ,
Onésimo Redondo y José Antonio Primo de Rivera, “Día de la Victoria”, 18 de Julio,
4
1 de julio de 1937.
Jesús Mª PALOMARES: La guerra civil en la ciudad de Valladolid: entusiasmo y represión en la
“capital del Alzamiento”, Valladolid, Ayuntamiento de Valladolid, 2001, pp. 65-66.
6
El Franquismo instituyó un ceremonial barroco como ha señalado Giuliana di Febo.
7
Construyéndose a la vez la idea de que toda la sociedad tenía una deuda con ellos, no solo mártires
también héroes, pues habían dado su sangre por la salvación de España
8
España se llenó de placas y lugares que eran homenaje a los “caídos por Dios y por España”, siendo,
quizá, El Valle de los Caídos el momento culmen de estos monumentos sostenedores de la memoria
colectiva que el franquismo fue tejiendo en la sociedad.
9
Francisco SEVILLANO: “Cultura, propaganda y opinión en el primer franquismo “, en Ayer, n. 33,
1999 pp. 147-166.
5
10
BOE n. 265, 12.7.1937. Declarando día de luto nacional el 13 de julio de 1937, fecha del primer
aniversario del asesinato.
276
19 de Abril y Primero de Octubre. Se restablecieron las celebraciones religiosas,
algunas reconvertidas en fiesta nacional, como el día del apóstol Santiago11. A partir del
año 1937, el
Carnaval estará prohibido12. Las procesiones volverán a tener el
acompañamiento de las autoridades. En Valladolid va a cobrar una importancia especial
la celebración de la Semana Santa, con invocaciones públicas al Movimiento
“salvador”, en consonancia con las disposiciones ministeriales13. Cofradías y pasos
vuelven a la calle en 1937, instalándose tribunas para que los heridos de guerra
asentados en la capital presencien los desfiles procesionales de manera cómoda14.
El Nuevo Estado procurará encuadrar en su ideología a los jóvenes,
adoctrinando a niños y adolescentes mediante el Frente de Juventudes y el control de la
educación. Durante la guerra, en la zona nacional se suprimen inmediatamente las
innovaciones republicanas en materia educativa, se anularon los aspectos progresistas
que las reformas del periodo anterior habían introducido en la enseñanza, como la
escuela neutra o la coeducación15. El 18 de julio promueve una estructura educativa
sustentada y configurada por el incondicional apoyo que desde el primer momento la
Iglesia católica prestó a la sublevación militar.
De la mano de la labor propagandística
de la Iglesia, asistimos a la demolición de las bases jurídicas en que se apoyaba la
enseñanza republicana. La Ley de Confesiones y Congregaciones Religiosas, que
apenas había tenido un cumplimiento real en el periodo de la CEDA, fue derogada en
febrero de 193916. La Compañía de Jesús fue restablecida por Decreto de 3 de mayo de
1938. Igualmente las órdenes religiosas recuperaron la dirección de centros educativos.
La asignatura de religión paso a ser obligatoria en todos los cursos del bachillerato. Se
establece la purga de las bibliotecas. En los centros educativos solo serán válidos los
libros que se atengan “a los santos principios de la religión y de la moral cristiana”.
11
BOE n. 275, 22.7.1937.
BOE n. 108, 5.2.1937. Supresión del Carnaval
13
BOE n. 536, 10.4.1938, p. 6716. Ministerio del Interior. Orden declarando feriados los días de Jueves y
Viernes Santos.
14
Jesús Mª PALOMARES: La guerra civil, Op. cit., pp. 71-72.
15
Implantación de los nuevos métodos de enseñanza de cara al curso 1936-1937, por Orden de la Junta
Técnica de Estado, en los institutos: separación de sexos, regulación de las clases de Educación Física e
Instrucción Militar. Establecimiento de las clases de Religión y Moral. El cumplimiento de ciertos ritos
que tienen que ver con la implantación de la nueva ideología del Movimiento, como cantar el “Cara al
Sol”, participar en el “Día del plato único” en los comedores escolares.
16
Alegando que dicha ley partía de una base falsa, la coexistencia en España de una pluralidad de
confesiones religiosas, cuando realmente no había más profesión de fe que la fe católica.
12
277
Durante el verano y el otoño de 1936, se sucedieron los asesinatos de maestros y
profesores, empezó la depuración ideológica de los cuerpos docentes y una intensa
producción legislativa cuyo objetivo fundamental era desmontar lo más rápidamente
posible las reformas republicanas. De cumplir con estos propósitos se encargó la
Comisión de Cultura y Enseñanza de la Junta Técnica del Estado, creada en octubre de
1936 y presidida por José María Pemán.17.
La importancia dada a la historia por el franquismo es notable. En 1937 sale un
decreto18 sobre la creación de los libros de texto, exponiendo que todas las escuelas
deberán tener un “Libro de España” a modo de guía de orientación patriótica para el
docente. Consistiría en una serie de materias atractivas y apologéticas sobre la Historia
de España, prestando especial atención a las etapas de la Historia calumniadas por la
“Leyenda Negra”: Unidad social, política y religiosa, forjada por los Reyes Católicos, la
España imperial, la Colonización de América, la Inquisición, la Contrarreforma, las
Guerras Carlistas, todo ello bajo el prisma de una reinterpretación histórica. El libro de
texto intentará demostrar el carácter cristiano, guerrero y triunfal de España, en la visión
que los sublevados quieren destacar y transmitir como la genuina del país. El primer
libro de texto se ocupa de la Historia, a cargo de Pemán en 1938. Desde 1939 empiezan
las publicaciones de diferentes manuales de esta materia19, editados por el Instituto de
España, uno de ellos es el “Manual de Historia de primer grado”, de sus epígrafes
destacamos la presentación que se hace de la expulsión de los judíos, recalcando los
martirios que infligieron a niños cristianos; la exposición del fascismo italiano (y de
Mussolini) como defensor de la civilización cristiana; la narración de la República como
régimen sin ley en el que los asesinatos de patriotas y los asaltos a bancos eran
constantes; y el papel fundamental de José Antonio, Falange y el Alzamiento Nacional,
pues ante una España en manos de criminales “se levantó Franco en África para
acaudillar una Guerra todavía en curso para que España renazca en una vida de gloria y
poderío”. En los manuales de texto se plasman las diferentes representaciones que el
régimen hace de sí mismo. En los primeros años de la posguerra los libros recogerán el
Francisco MORENTE: “Los fascismos europeos y la política educativa del franquismo”, Historia de la
educación: Revista interuniversitaria,24 (2005), pp. 71-88.
18
BOE 22.7.1937. Se convoca un concurso “abierto” para la realización del libro, en el que puede
participar cualquier español que pruebe su patriotismo y adhesión al Movimiento Nacional
19
“Manual de la Historia de España” (Instituto de España, 1939), “Lecturas Españolas” (Aguado, 1943),
“Los Forjadores de la Nueva España” (Sánchez, 1938), “Así quiero ser” (Rodríguez, 1940)
17
278
carácter patriótico y religioso. La purga y censura en las bibliotecas será durísima. Una
vez determinado el desenlace de la Segunda Guerra Mundial a partir del año 1945, los
manuales eliminarán las referencias al fascismo y se revisarán obras literarias
prohibidas intentando modernizar las lecturas. El libro de texto
modelo era tipo
enciclopedia como las “Enciclopedia cíclico-pedagógica” de grado elemental y medio
de la editorial Dalmáu Carles, y la famosa “Enciclopedia, intuitiva, sintética y práctica”
de primero, segundo y tercer grado de Antonio Álvarez20.
En 1938 entrará en vigor el nuevo bachillerato, sustituyendo al de 1934. Será el
primer nivel educativo que se reforme21. El bachillerato tendría a partir de entonces “un
contenido eminentemente católico y patriótico” pues el Nuevo Estado consideraba que
“el catolicismo es la médula de la historia de España”. No hay otro motivo, que este
último, por el cual los bachilleres debían aprender el Catecismo, el Evangelio, la Moral,
la Liturgia, la Historia de la Iglesia. Se considera que el nuevo plan educativo tiene que
servir “para la revalorización de lo español, la definitiva la extirpación del pesimismo
anti hispánico y extranjerizante, hijo de la apostasía y de la odiosa y mendaz leyenda
negra”, mostrando así al mundo “la pureza moral de la nacionalidad española; la
categoría superior, universalista de nuestro espíritu imperial”. Niños y jóvenes serían
aleccionados en estas ideas a través de la asignatura de Historia Universal. Es llamativa
la escasa atención que se presta a esta asignatura, impartida únicamente en 3º y 4º,
frente a los cinco cursos dedicados a la Historia de España. Además la aproximación a
la Edad Contemporánea es mínima, incidiendo mucho más en los temas vinculados a la
época del imperio, desde el punto de vista español, y destacándose fundamentalmente
los aspectos vinculados al catolicismo22, realizando una condena explícita de aquellos
momentos que entren en conflicto con esta interpretación religiosa, como en el caso de
la revolución francesa que sus orígenes serán considerados “masónicos y anticatólicos”.
Por el contrario se planteará una visión totalmente positiva del fascismo, con un sentido
Andres POZO: “Enseñanza de la historia en la escuela española entre 1931-1970. Análisis legislativopedagógico y su implantación obligatoria en los libros de texto”, en Clio: History and History Teaching,
40, 2014.
21
“Una modificación profunda de este grado de enseñanza es el instrumento más eficaz para,
rápidamente, influir en la transformación de la sociedad y en la formación intelectual y moral de sus
futuras clases directoras”
22
Como la reforma protestante, Trento, Guerras de Religión.
20
279
“nacional, espiritual e histórico, dignificador de la persona”23. Hay un claro rechazo a lo
europeo, muy en consonancia con la idea que tiene el régimen de los países extranjeros:
“ni racial ni culturalmente son europeas las más viejas raíces de España. Lo
propiamente europeo ha sido aquí extranjero; ha entrado por los Pirineos con más o
menos fuerza y ha sido siempre rechazado o absorbido y transformado... Los españoles
no somos étnicamente europeos. A Dios gracias, África empieza en los Pirineos;
nosotros no somos ni alpinos, ni indogermanos, sino bereberes y camitas”24.
El discurso contraeuropeo que reciben niños y jóvenes en la escuela durante los
primeros años del franquismo es bastante agresivo, sobre todo contra Francia, atacando
su laicidad, y a Rusia su comunismo. Se acusa a ambas de ser causantes de la Guerra
civil española: “Francia y otras potencias europeas habían logrado corroer a nuestra
juventud, quitarla su entusiasmo por la Tradición, por el Ejército, por la Fe, por la
Patria. Rusia y el judaísmo se habían apoderado de nuestras masas operarías y
campesinas, llenándolas de odio social, de separatismos regionales, haciéndolas cerrar
el puño del rencor”25.
Los más pequeños tendrán que estudiar el “Catecismo Patriótico Español”,
memorizando pasajes tales como: “ la tierra de España es la mayor parte de la Península
Ibérica, colocada providencialmente por Dios en el centro del mundo”, “el pueblo
español nació como persona moral en el Tercer Concilio de Toledo, pues allí se fundió
España en su unidad geográfica, política, moral y religiosa”, o bien “los enemigos de
España son siete: el liberalismo, la democracia, el judaísmo, la masonería, el
capitalismo, el marxismo y el separatismo”.
La asignatura de Historia de España alcanzará, en palabras de José Pemartín,
director general de Enseñanza Superior y Media, la categoría de “segunda religión de
los españoles”. En los manuales de bachillerato26 son continuas las referencias a la obra
23
Rafael VALLS: La interpretación de la historia de España, y sus orígenes ideológicos, en el
bachillerato franquista, Valencia, Universidad de Valencia, 1960, p. 32.
24
José PÉREZ: Raíces de España, en José Mª HERNÄNDEZ: "A Dios gracias, África empieza en los
Pirineos: la negación de Europa en los manuales escolares de la España de posguerra (1939-1945)”, en
Historia de la Educación: Revista Interuniversitaria, 20, 2001, pp. 369-392.
25
Ernesto GIMÉNEZ: España nuestra. El libro de las juventudes españolas, en José Mª HERNÄNDEZ:
"A Dios gracias.
26
Los manuales de historia y enciclopedias utilizadas en todos los niveles mostraban la interpretación
oficial dada por el franquismo. La única forma de editar era ceñirse al programa y cuestionarios
impuestos desde el gobierno.
280
de Menéndez Pelayo27 y se presenta un esquema representativo de la historia basada en
la tradición conservadora reaccionaria española. Los dos primeros ministros de
Educación Nacional, Pedro Sainz Rodríguez y José Ibáñez Martín , pertenecieron a
Acción Española, que tiene como referente el pensamiento Menéndez Pelayo, junto con
el de Ramiro de Maeztu en su interpretación histórica. La conjunción de la enseñanza
confesional y la exaltación patriótica, que representan los intereses de
la derecha
vencedora, están en la base cimentadora de la nueva educación, que solo entendía una
forma de ser español (ser católico) y una lengua (“la del imperio). 28 Se reinterpretará la
historia nacional en clave católica, guiada por la “santa providencia”, quedando
reducida a una galería de héroes y santos que, teleológicamente, culmina con la unión
de reinos bajo el mandato de Isabel y Fernando.29 La Edad Media y Moderna son
idealizadas mientras hay un repudio explícito a la contemporaneidad y al siglo XVIII, es
decir, la Ilustración, el liberalismo, la democracia, los partidos y los sindicatos. La
Edad Moderna será el periodo histórico con el que el franquismo pretenda entroncar,
presentándose como restaurador de la “genuina España”. Aunando los conceptos de
Imperio y catolicismo en la representación franquista de la Hispanidad, y en cuyo origen
esta la época de los Reyes Católicos30.31 La segunda República se condena sin
excepción, en cuanto representación de un régimen anticatólico, que permitió la
desmembración de España (aludiendo al “separatismo”); en definitiva, en esta etapa
“todas las fuerzas disolventes enemigas de España – marxismo, masonería, judaísmo,
etc.- encontraban ambiente propicio para su funesta labor… y se preparaban para
alcanzar el triunfo definitivo con la implantación del comunismo”. De este modo se
presenta la guerra civil como un guerra de liberación, que salvó a España devolviéndola
a su esencia eterna de país católico32. Así se justifica también el Movimiento Nacional,
Girón de Velasco al hacer su prólogo a las “Obras completas de Onésimo Redondo” al resumir su
pensamiento dira que el líder jonsista decía: “Menéndez Pelayo es el padre del nacionalismo español y
revolucionario”. Rafael VALLS: La intrepretación de la historia de España, y sus orígenes ideológicos
en el bachillerato franquista (1938-1953), Valencia, Universidad de Valencia, 1960, p. 69.
28
Ibid, pp. 8-10, 21, 74.
29
Elena MAZA: “Sociabilidad y dictaduras: una mirada al franquismo”, en Santiago CASTILLO y
Monserrat DUCH (coord.): Sociabilidad e en la historia. Actas del octavo Congreso de historia social de
España, Madrid, Los libros de la Cataráta, 2015.
30
Con la consabida apelación a los grandes “hitos” de sus reinado: unidad territorial (la conquista de
Granada sería un ejemplo), nacional (Castilla y Aragón unidos) y religiosa (expulsión de los judíos).
31
Rafael VALLS: La interpretación de la historia, Op. cit., p. 51.
32
Rafael VALLS: La interpretación de la historia, Op. cit., pp. 63-64.
27
281
pues actuó frente a aquellos que ponían fin a la Historia de España, a su esencia,
catolicismo y unidad, valores que de los que se van a erigir como defensores.
Es innegable la utilidad de la historia en la construcción de identidades, y en
estos momentos para demostrar la “pureza moral de la nacionalidad española”. La
historia escolar durante el franquismo se decanta claramente hacia el modelo narrativo
apologético, hacia la historia político-diplomático-militar33, es el arma política del
gobierno. El franquismo transmite a los niños a través de los manuales escolares el
concepto de “hispanidad” como uno de los pilares de la propia historia, y de la nueva
España posbélica, que recupera la esencia autentica del pais. Con una proyección
enfocada hacia los países que fueron colonias en América y no hacia las naciones
europeas, pues entienden que estos últimos han traicionado los ideales de la cristiandad,
han apoyado la República y el comunismo. Presentan a España como salvadora de la
civilización cristiana a lo largo de la historia. El discurso que el régimen traslada a los
niños a través de los libros escolares otorga un protagonismo especial a Castilla, en el
pasado y en el presente, por el espíritu que se atribuye a lo castellano, su ideario y
gentes, formas de vida, lengua y costumbres. Se identifica en cierto sentido lo español
con lo castellano, utilizándolo como factor de exclusión, sobre todo en el aspecto
linguístico34.
Las revistas escolares editadas durante la guerra y la posguerra son fiel reflejo de
la nueva mentalidad, presentando una reinterpretación de la historia más inmediata del
país que alude constantemente a la idea de cruzada. No es raro que los colegios de
Valladolid publiquen en sus revistas escolares artículos de alabanza a la labor de
Onésimo Redondo, a Falange, a la guerra como elemento de purificación. Hay relatos
sobre la vida de los “caídos por Dios y por España “, a modo de hagiografías. También
podemos hablar de cierta masificación en las aulas desde el inicio de la guerra y nuevas
matriculaciones en todos los centro educativos. Para el caso de Valladolid hemos
estudiado tres revistas escolares: la de Nuestra Señora de Lourdes, la Enseñanza y la
del Colegio San José.
Primitivo SÁNCHEZ:”El valor de la historia y los valores en la enseñanza de la historia”, en Revista
complutense de educación, 2, vol. 2, 1991, pp. 309-322.
34
José Mª HERNÄNDEZ: "A Dios gracias.
33
282
La revista del Colegio de Lourdes, de los Hermanos de la Salle, editada por la
Asociación de Antiguos Alumnos (ligada a Acción Social Católica 35), abre la
publicación del curso 1936-1937 (la única que se ha conservado de la guerra) con un
artículo dedicado a los ex alumnos muertos en el frente:
No habíais vacilado en levantar el brazo tanto como vuestro espíritu […]
Convertisteis así una fratricida guerra civil en la más sagrada de las cruzadas.
[…] Habéis venido también a ser […] educadores de vuestros profesores […]
para que no vayan en zaga a sus discípulos, y sigan educando celosamente a la
juventud, primer tesoro nacional.
En esta exaltación del pasado más inmediato, que supera la representación en los
manuales, celebra la historia reciente en un uso legitimizador y pretende la socialización
de la juventud en los valores del Nuevo Estado, encontramos en el curso 1941-1942 la
inauguración del monumento erigido en memoria de los alumnos muertos en la guerra.
Situado en el jardín y engalanado con las banderas nacionales y del Movimiento, al acto
acudió el Gobernador Civil, Jesús Rivero Meneses, antiguo alumno. Sabemos que, al
menos desde este curso, la ceremonia de apertura congrega a los alumnos en el patio
para dar la bienvenida al director, se iza la bandera y se cantan los himnos nacionales.
En 1945 inicia dicha revista la sección “Galería de Héroes”, inaugurándola José María
Martín Alonso Calero, amigo de Onésimo Redondo y uno de los primeros miembros de
las JONS. Este apartado propone modelos masculinos a los que imitar por sus hazañas
salvadoras de la patria y de la religión católica.
La celebración de las festividades del régimen son también un buen momento
para hacer una exaltación de la historia desde la perspectiva marcada por el franquismo.
Un ejemplo sería la celebración de la Fiesta de la Raza (denominada igualmente Nuestra
Señora del Pilar y Fiesta del 12 de octubre), que suele aprovecharse para impartir
Art. 42: Dependerán de la “Sección de Acción Social Católica” las diferentes Juntas Autónomas,
creadas o por crear, referentes al sostenimiento y organización de Bolsas de Trabajo, Becas, Cajas de
Ahorro, u otras iniciativas de carácter benéfico-social.
35
283
conferencias sobre historia, como ocurre en el curso 1942-1943 titulada “La raza y la
hispanidad” en contra de la leyenda negra.36
El Colegio de la Enseñanza, a cargo de la orden de las Hijas de María, se fundó
en la ciudad en 1880. La Asociación de Antiguas Alumnas nace en 1920 y desde ese
año empiezan a publicar la revista Lestonnac, que actúa como boletín de la asociación y
revista escolar. Si bien es verdad que la revista se centra en las actividades piadosas
dentro del colegio 37, en las que participan las actuales y antiguas alumnas, estas últimas
escriben artículos relacionados con temas de actualidad. En la revista se narrará la
quema del Colegio de la Enseñanza en Barcelona a finales de febrero de 1936, momento
en el cual sacaron a las difuntas religiosas de sus nichos y se expusieron al público
durante tres días, acompañando el texto con fotografías del suceso. Es muy difícil
encontrar en esta publicación alusiones a las celebraciones políticas por estar totalmente
dedicadas a las tareas religiosas.
El Colegio de San José de la Compañía de Jesús38 funda en 1919, de la mano de
la Asociación de Antiguos alumnos, la revista Vallisoletana. Funciona al igual que en
los casos anteriores como revista de los antiguos alumnos y boletín de los actuales. En
sus páginas se puede observar cómo se fomenta el culto a los caídos, llegándose a
celebrar el Día 2 de noviembre la Conmemoración de los Difuntos ante la tumba de
Onésimo Redondo39. El 20 de noviembre conmemoran el Día del Dolor con misa por el
eterno descanso del alma de José Antonio y visita por la noche ante la Cruz de los
Caídos.40 El Día de la Victoria reciben asimismo una lección patriótica y desfilan
cantando himnos.41
La revista Vallisoletana dedica diversas portadas a antiguos alumnos ilustres
como Juan Alonso Villalobos y Solórzano (Gobernador Civil y Jefe Provincial del
Movimiento en Jaén); José A. Girón (Ministro de Trabajo)42 o Francisco Franco43. Con
36
Memoria del curso 1943-1944. Archivo del Colegio Nuestra Señora de Lourdes.
Las Hijas de María eran una orden de clausura y que las alumnas internas llevan la misma vida que las
religiosas.
38
Empezó a funcionar en 1881.
39
Vallisoletana, 1943, número 66. Archivo del Colegio San José de Valladolid (ACSJV).
40
Ya la víspera reciben un lección impartida por el Padre Luis Fernández instructor del Frente de
Juventudes del colegio y profesor educación política
41
Vallisoletana, 1943, número 61. ACSJV.
42
Vallisoletana 1946, número 74. ACSJV.
43
Vallisoletana 1946, número 78. ACSJV.
37
284
motivo del nombramiento de Ángel Herrera Oria como Obispo de Málaga se le dedica
una portada al que fuera miembro de la primera junta de antiguos alumnos del colegio.44
Tenemos también noticias de una representación teatral sobre una supuesta
embajada que el general Franco envía al Papa, acompañada de varios ministros. En
dicha obra se relatan los grandes momentos de la historia de España, insistiendo en las
ideas patrióticas y presidiendo la escena un gran tapiz con el escudo de España
acompañado del yugo y las flechas.
Al igual que sucede con la revista del Colegio Nuestra Señora de Lourdes,
Vallisoletana con los años se centrará en las actividades religiosas del centro, dejando
en un segundo plano la exaltación del régimen. Ocuparán un lugar muy destacado los
relatos sobre la actividad deportiva del colegio, lo que recuerda el interés del
franquismo por la educación física y su utilización como vía de encuadramiento de la
juventud (a través de mecanismos como el Frente de Juventudes). Los colegios privados
recurrieron a insertar fotografías de las actividades en las memorias escolares para
reflejar la participación activa de sus escolares en los campeonatos deportivos
organizados por el Frente de Juventudes.
Conclusiones
La narración histórica que el franquismo realiza a la juventud, junto con las
celebraciones patrióticas de exaltación del régimen de las que participan, sirve para la
creación de símbolos que configuran una identidad colectiva. La bandera, el himno, el
escudo serían identificadores externos de uso común; los acontecimientos de la Historia
de España que se destacan perpetúan la dicotomía entre vencedores y vencidos, presente
en la sociedad y en la interpretación de la historia hasta bien entrados los años sesenta.
En su afán por sacralizar la política, el culto a los caídos se convirtió en una de los
distintivos principales del ritual ideológico del franquismo. Se sustituye un pasado
inmediato que no legitima el Nuevo Estado por un pasado anterior, de ahí la
importancia de la celebración de la Hispanidad, el pasado glorioso que el “caudillo
salvador” ha recuperado. La mezcla de religión y destino histórico va a ser constante, si
bien en un primero momento se opta por una exaltación del glorioso Movimiento y, una
44
Vallisoletana 1947, número 84. ACSJV.
285
vez superada la Guerra Mundial, se decantan los colegios por reforzar el papel
preeminente de la religión en la historia, cumpliendo con los ritos franquistas pero sin
incidir tanto en el aspecto falangista.
286
Un proyecto fallido. Historiadores, políticos y periodistas en el
no nato Plan Integral de Memoria de Madrid
Julián Vadillo Muñoz
Universidad Complutense Madrid
Introducción
No es fácil en ocasiones mostrar cual es la utilidad del historiador en la sociedad actual.
Muchas veces parece que el trabajo del historiador solo está reservado en las aulas, en
los archivos de investigación y en las estanterías de las librerías cuando plasmamos
nuestros resultados.
Y aunque todo esto es cierto, el historiador también tiene que tener un
compromiso con su época. Aquí se entra siempre en una parte espinosa pues desde
muchos sectores se puede acusar al historiador de no ser objetivo, de dejarse llevar por
sus propias ideas y desechar la objetividad que se le presupone a la Historia. Nada más
lejos de la realidad. Historiadores como Julio Aróstegui, Juan Pablo Fusi, José Álvarez
Junco, Fernando Hernández Sánchez, etc., han demostrado que se puede ser historiador
y tener compromiso. Porque lo que se le tiene que presuponer a cualquier historiador,
por encima de sus ideas, es su honestidad.
El problema radica cuando esa honestidad del oficio del historiador, cuando el
trabajo que se desarrolla, se pone en entredicho ante posibles planes de actuación
sociales que están alejados de las aulas pero que tiene que ver con la ciencia histórica.
La memoria histórica, que debería ser un elemento de cohesión social dentro de una
sociedad con madurez democrática, se convierte en un arma arrojadiza, en un
instrumento al servicio de intereses partidistas. El problema con el historiador estriba
cuando en medio de esas disputas el historiador queda en medio. Como los planes y
plazos del historiador chocan en muchas ocasiones con el inmediatismo político. O el
propio historiador se ve absorbido por una vorágine que le es completamente ajena
287
Universidad de Castilla~La Mancha
Departamento de Historia. Área de Historia Contemporánea
Edificio Benjamín Palencia | Campus Universitario s/n | 02071 Albacete
Email: [email protected] | www.ahistcon.org |
Esto es justo lo que pasó en el no nato Plan Integral de Memoria de la ciudad de
Madrid, que el Ayuntamiento de Manuel Carmena encargó a la Cátedra Complutense de
Memoria Histórica del siglo XX. La idea de esta comunicación es ofrecer una relación
de sucedido en la ciudad de Madrid entre los meses de noviembre de 2015 y febrero de
2016. Valgan estas líneas como un reflexión de lo que ha pasado, para poder evitar
errores futuros por parte de los historiadores. Porque la colaboración entre las
administraciones públicas y los historiadores profesionales tiene que existir. Pero lo que
se tiene que marcar muy bien son los límites de esa colaboración. Ese, quizá, fue el
error de la Cátedra Complutense de Memoria Histórica del siglo XX y se vio en medio
de un jardín difícil de sortear que acabó por romperla.
La Memoria Histórica en Madrid y la Cátedra Complutense de Memoria Histórica
del siglo XX
Es evidente que nuestro país y, por ende, la ciudad de Madrid, tiene una deuda con la
memoria histórica. Es posible que a veces parezca lugar común, pero es chocante ver
como en muchos países europeos afrontar su pasado se hace con normalidad. Con
normalidad y dolor, por supuesto. Pero asumen muchas de las cuestiones que
sucedieron en su territorio en momento de convulsión. Recorrer las distintas ciudades
francesas, alemanas, inglesas, polacas, etc., y encontrarte con recuerdos de la
Resistencia, del antifascismo, de la lucha de los individuos de esos lugares contra la
invasión nazi-fascista, nos hace ver que en algunos sitios han hecho algunos deberes
que en España aun no se han hecho. Mientras que en otros lugares las posiciones
democráticas se reconocen en esas resistencias antifascistas, en España abordar la
cuestión de la Guerra Civil y el franquismo se convierte en un tema espinoso. No voy a
entrar a valorar las razones por las que se produce, ya que daría para otra comunicación.
Pero si comprobar como la excepcionalidad en España en encontrar monolitos, museos,
recordatorios del pasado democrático de la Segunda República, asumir que fue
violentada en julio de 1936 por medio de un golpe de Estado y que como consecuencia
de dicho golpe se inició tres años de guerra y le sucedió casi cuarenta de dictadura.
Casi ninguna ciudad del país recuerda los acontecimientos con madurez. Con esa
madurez que se necesita para poder afrontar el pasado traumático. Madrid no iba a ser
menos. La capital de España adolece de referencias. Lugares de la memoria ya sea en
288
clave positiva o negativa, están ocultos para la ciudadanía. No hay planes de educación
cívica que acerque a la mayoría de la población.
La ciudadanía, aun así, ha intentado en los últimos lustros poder articular
movimiento de la memoria que sirvan para recordar el pasado. Movimientos
memorialistas como la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica o la
Federación Estatal de Foros por la Memoria, que lo que pretende no es solo concienciar
sino implicar a las administraciones en dichos trabajos. Algo que en otros países en
normal.
Y es cierto que el mundo académico, a excepciones de individualidades,
comenzó apartado del mundo memorialistas. Se consideró algo más político que
académico. Y razón no faltaba. Por eso en el año 2004, la Universidad Complutense de
Madrid y la Asociación para la Memoria Social y Democrática (AMESDE) firmaron un
convenio de colaboración que hacía nacer a la Cátedra Complutense de Memoria
Histórica del siglo XX. Para la dirección de dicha Cátedra se escogió al catedrático Julio
Aróstegui Sánchez, uno de los mejores historiares que ha tenido España y perfecto
conocedor de la historia de la Segunda República, la Guerra Civil y el franquismo. El
objetivo de la Cátedra era vincular el mundo académico con la ciudadanía. Que la
Cátedra no solo se centrase en cuestiones académicas sino en dar a conocer trabajos de
memoria histórica al resto de la población. Que la propia Cátedra, con el soporte
académico que precisa, pudiese desarrollar trabajos de investigación que conllevasen un
mejor entendimiento de la memoria histórica. Y sobre todo llevar todos los debates
relacionados con la memoria al mundo académico, que contase con la voz y la
experiencia de los profesionales de la Historia.
Entre el año 2004 y el año 2013 la Cátedra fue brillantemente dirigida por Julio
Aróstegui. Pero la triste desaparición de Aróstegui en enero de 2013 dejó también
huérfana a la Cátedra. A pesar de las polémicas generadas a nivel interno, la dirección
de la Cátedra pasó a la profesora Mirta Núñez Díaz-Balart. Profesora de la Facultad de
Ciencias de la Información, Mirta Núñez es una de las mejores conocedores de la
represión franquista a través de trabajos de enorme calidad académica y de
investigación. No podía caer la Cátedra en mejor manos. En ese momento se acometió
también una reestructuración de la propia Cátedra, donde pasaron a formar parte
historiadores y archiveros en un Consejo Ejecutivo. Historiadores como Manuel Álvaro,
289
Fernando Hernández Sánchez, Alicia Alted, Sandra Souto, Rafael Tranche o Julián
Vadillo. Archiveros como Antonio González Quintana o Sergio Gálvez. Investigadores
de reconocido prestigio como Luis Castro Berrojo o Juan José del Águila. Junto a ellos
se constituyó un Consejo Asesor amplísimo donde había historiadores, sociólogos,
arqueólogos, profesores de secundaria, archiveros, etc. Personas como Paul Preston,
Ángel Viñas, Vicente Clavero, Ángel Bahamonde, Carlos Berzosa, Marc Carrillo y un
largo etcétera. Junto a ellos una comisión de seguimiento formada por el patronato de la
Cátedra conformado por AMESDE, la Fundación Francisco Largo Caballero de la UGT
y la Fundación 1º de Mayo de CCOO, así como representantes del equipo de gobierno
de la UCM.
Una nueva etapa de la Cátedra que no fue fácil. Al igual que Julio Aróstegui, el
puesto de Mirta Núñez como directora era completamente voluntarioso. No se
remuneraba al director. Los únicos cargos remunerados de la Cátedra eran el
coordinador de programa y el mantenimiento informático. En caso de coordinador 300€
al mes. Y el informático 100€. El corto presupuesto de la Cátedra permitió durante un
tiempo poder sufragar los gastos de desplazamiento de alguno de los ponentes de sus
actividades. Pero a la altura de febrero de 2015 el presupuesto se agotó. Desde antes se
había comenzado conversaciones con el Rectorado de la UCM para poder renovar dicho
prepuesto. Extremo que nunca se produjo, a pesar de las múltiples reuniones, ni con el
equipo de José Carrillo ni con el de Carlos Andradas.
A pesar de ello, la Cátedra siguió realizando actividades. Dos al mes, con
presentaciones de libros o trabajos relacionadas con la memoria histórica que se
realizaban en la Biblioteca Histórica Marqués de Valdecilla. También se puso en
marcha dos proyectos. El Libro Blanco de los Archivos, que estaba prácticamente
acabado y a espera de publicación, con interesantes resultados de encuestas sobre la
utilización de los archivos y con trabajos de profesionales de prestigio en la material, así
como el I Premio Julio Aróstegui, destinado a estudiantes de secundaria y que a pesar
del éxito de acogida, la falta de presupuesto y el problema que se generó con el Plan de
Memoria de Madrid no pudo ser fallado.
Una situación complicada que pudo cambiar cuando el Ayuntamiento de
Madrid, gobernado por Ahora Madrid y Manuela Carmena, decidió poner en marcha
desde la Concejalía de Cultura un Plan Integral de Memoria de Madrid, que fue
290
encargado a la Cátedra Complutense de Memoria Histórica del siglo XX como única
entidad que reunía las características para hacerlo. Sin embargo ese feliz acontecimiento
nunca se pudo en marcha y se convirtió en la propia sepultura de la Cátedra.
De la ilusión a la desazón
En el mes de octubre de 2015 comenzaron los primeros contactos entre el Ayuntamiento
de Madrid y la Cátedra Complutense de Memoria Histórica del siglo XX. El objetivo
era establecer una colaboración entre ambas entidades para poder desarrollar un
proyecto de memoria en la ciudad de Madrid en el que el Ayuntamiento contrataría en
calidad de consultoría a la Cátedra. Tras diversas reuniones se estableció que la Cátedra
desarrollaría dicho trabajo, que habría un medio plazo para poder entregarlo y que la
Cátedra montaría un equipo para poder exponerlo. El desarrollo del mismo, una vez
presentado, correspondería al Ayuntamiento y podría participar la Cátedra o no.
Para la Cátedra es una oportunidad inmejorable de poder desarrollar una
propuesta de políticas públicas de memoria para la ciudad de Madrid. Hay que decir que
por una parte se desarrolló lo que fueron reuniones de carácter técnico tanto con cargos
políticos como con técnicos del Ayuntamiento, así como información de los pasos para
la contratación de la Cátedra. Cuestión está última que quedaba en manos tanto de los
responsables del Ayuntamiento como de la Fundación General Universitaria, que es la
institución con la que trabaja la Cátedra para cuestiones económicas.
Pero desde muy pronto se comprobó que los ritmos del Ayuntamiento nada
tenían que ver con los ritmos académicos. En el mes de noviembre el PSOE presentaba
una moción sobre cuestiones de memoria que no salió adelante, ya que no fue apoyada
por el equipo de gobierno. A partir de ese momento las reuniones con el Ayuntamiento
cambiaron de ritmos. La idea ya no era presentar un plan de memoria a medio plazo. Se
nos estableció dos ejes de trabajo, y ambos a corto plazo:
-
Desarrollar una propuesta que conllevara la petición de treinta calles de la ciudad
de Madrid que incumpliera la Ley de Memoria Histórica, así como las razones
para su retirada.
291
-
Desarrollar un Plan Integral de Memoria de la ciudad de Madrid que tendría que
ser presentado el 22 de abril de 2016 como primer paso para empezar a realizar e
implementar políticas de memoria en la ciudad de Madrid.
El equipo que estábamos coordinando el trabajo nos vimos en pocas semanas con un
volumen de trabajo ímprobo. Sin apenas tiempo teníamos que tener preparado para
mediados de diciembre una propuesta de 30 calles franquista a retirar. Contrarreloj
comenzamos a desarrollar dicho proyecto, que tenía que ser presentado y aprobado en el
pleno municipal del 22 de diciembre de 2015. Tras muchos días de trabajo se presentó
dicho documento al Ayuntamiento. Dicho documento forma parte del Anexo I de esta
comunicación.
Tras reuniones con la concejalía y con los técnicos, el documento fue pasado a
pleno que fue aprobado con los votos a favor de Ahora Madrid, Ciudadanos y el PSOE.
Solo voto en contra el PP. Sin embargo a partir de ese momento, y tan solo minutos
después de la aprobación, comenzaba una oleada de críticas que iban a marcar el curso
de los acontecimiento en las semanas siguientes.
Un primer error fue solo y exclusivamente de la Cátedra. Los coordinadores de
dicho proyecto, al trabajar contrarreloj, cometimos un error al introducir la justificación
de unas de las calles. La Plaza de Juan Pujol, en el barrio de Malasaña y dedicada a un
periodista franquista, la confundimos con la biografía de Juan Pujol “Garbo”, un héroe
de la Segunda Guerra Mundial. No fue un fallo por desconocimiento, sino que en los
borradores que trabajamos teníamos la dos biografía y al pasar el documento definitivo
nos equivocamos al introducir la de Juan Pujol “Garbo”. Error que tardamos 20 minutos
en subsanar.
El resto de errores que se achacó a la Cátedra no fueron nuestros. En primer
lugar se nos acusó de decir que Francisco Iglesias (que tiene calle en el barrio de
Vallecas) había bombardeado Málaga y el Comandate Zorita había hecho lo propio con
Guernika. Ni una cosa ni la otra la dijo la Cátedra. Dicha información salió un de un
power point que proyectó el equipo de gobierno de Madrid en el Pleno Municipal y que
no visó la Cátedra. Jamás un grupo de historiadores diríamos un dato que no está
contrastado. Además la polémica suscitada con la calle de Francisco Iglesias, que no se
sabe si está dedicada a un militar golpista o a un empresario madrileño, viene dada
292
porque no se pudo consultar directamente los expedientes de la calles. Al consultar la
fuente del callejero de Aparisi indica que la calle esta dedicada al militar golpista, pero
planos que consultamos con posterioridad de finales de los años 20 marcaba en el
mismo sitio una calle con el mismo nombre dedicada a un empresario madrileño. Punto
que no llegamos a confirmar y que lo teníamos en estudio, por lo que la calle quedó en
el aire.
Hay que decir que lo mismo que la Cátedra reconoció su error técnico con Juan
Pujol, el Ayuntamiento nunca hizo lo propio con el power point que mostró y cuyas
consecuencias recayó sobre el equipo de trabajo de la Cátedra.
A pesar de ello el un primer momento la noticia tuvo un importante impacto. Los
medios de comunicación se hicieron eco de la iniciativa del Ayuntamiento y de quien lo
iba a llevar a cabo. Se participó en la tertulia de Hora 25 de la Cadena SER, hubo
portadas de periódicos e incluso prensa extranjera (como el Jungle Welt alemán) se hizo
eco de la noticia. Incluso El Mundo cedió un espacio para hablar del callejero a los
propios coordinadores1
Sin embargo no todos los medios comenzaron a mirarlo de la misma forma.
Algunos (los más escorados a la derecha) comenzaron a incidir en los “errores”. Se
empezó hablar de un plan “del rencor”, de intentar dividir a los madrileños, etc. Algo
usual cuando se habla de memoria histórica desde un punto de vista distinto al
académico.
Pero lo peor comenzó cuando desde determinadas páginas y medios se
comenzaron a señalar a los integrantes de la Cátedra y a juzgarlos no por su trabajo
profesional sino por supuestos intereses ideológicos. Que si uno era de IU, que si el otro
era anticapitalista de la CNT, que si aquellos eran comunistas, etc. Se hablaba de que
eso no podía traer un plan objetivo y que solo era un juicio político.
Pero el objeto de la crítica fue la directora de la Cátedra. Fue señalada desde
varios medios conservadores como “la hijastra de Fidel Castro”, haciendo referencia a
que su madre había sido la primera mujer de Castro pero de la que Mirta Núñez nada
tiene que ver. Evidentemente fue el objeto de ataque al hablar de la “Cátedra de
Carmena” o de la “Cátedra castrista”. Una machacona propaganda que duró semana y
1
http://www.elmundo.es/madrid/2015/12/22/5679c5e0268e3e57358b45c9.html
293
que paulatinamente iba a alcanzando también a medios de comunicación que, en
principio, estaban alejados del conservadurismo. No se juzgada si las calles eran de
criminales de guerra. Ni siquiera en que consistía el Plan de Memoria. Se hablaba de
donde era cada uno2. Una estrategia que acabó por erosionar a las propias víctimas de
este ataque.
Los ataques indiscriminados también se produjeron en el ámbito político. El
concejal de PP Pedro Corral, atacó a la concejala de cultura del ayuntamiento por este
hecho. Acusó de falta de información de los historiadores de la Cátedra. Y en ese día,
por la noche, acudió a un programa de televisión donde señaló directamente a algunos
integrantes de la Cátedra a los que había visto en fotos en la tumba de “terroristas como
Durruti”. Una campaña de descalificaciones en toda regla.
La Cátedra y el equipo de trabajo no hicieron más declaraciones desde finales de
diciembre. Se acordó con el Ayuntamiento no hacerlo y trabajar en el Plan. Pero la
política de comunicación del Ayuntamiento fue deficiente, ya que no salían al paso de
estas declaraciones y daban pasos atrás, lo que hacía que la posición de la Cátedra ante
la opinión pública estuviese debilitada.
Lo que quedaba claro eran varias cosas.
-
La Cátedra trabaja en un Plan Integral de Memoria que abarcase los siguientes
ejes de trabajo: - callejero, - monumentos, - condecoraciones y similares, espacios
de
libertad,
-
espacios
de
silencio/duelos,
-
proceso
de
(re)musealización, - patrimonio cultural y visual, - patrimonio arquitectónico, patrimonio documental, - plan de exhumaciones, - red de municipios por el
cambio, - promoción de adhesión a iniciativas internacionales en materias de
Derechos Humanos, - programas educativos, - formación en DDHH y –
promoción en medidas de reparación. Esos eran los ejes. Pero esto se perfilaba
mientras se creaba el grupo de trabajo que lo iban a componer especialistas en el
derecho, urbanistas, historiadores, arqueólogos, etc.
-
El Ayuntamiento tenía que cerrar los acuerdos del contrato y tener una política
comunicativa. Ni una cosa ni la otra la realizó. A nivel del contrato publicaron
2
Algunas noticias sobre este tema aparecidas en prensa: http://www.abc.es/espana/madrid/abci-hijaprimera-mujer-fidel-castro-asesora-carmena-para-borrar-callejero-franquista-201512232217_noticia.html;
http://vozpopuli.com/actualidad/75639-las-historicas-meteduras-de-pata-de-celia-mayer-concejal-decultura-de-carmena;
294
que la Cátedra iba a ser contratada por una cantidad de 17999€, un euro por
debajo del límite. Algo que sirvió desde ese momento como arma arrojadiza
contra la Cátedra, que no solo no llegó a firmar el contrato sino que nunca cobró
nada por los servicios realizados. Igualmente, la política comunicativa fue
deficiente ya que ante los ataques internos y externos a la Cátedra no se defendió
con contundencia una apuesta que procedería del propio Ayuntamiento de
Madrid y del que la Cátedra no era sino una mera consultora.
-
Algunos medios de comunicación vieron vía libre para montar toda una
campaña de calumnias contra la Cátedra. Un proceso que podría estudiarse en
los manuales de las facultades de periodismo, porque salieron datos inciertos y
buscaron información en fuentes pocos fiables. Los integrantes de la Cátedra
fueron valorados por sus opiniones políticas y no por sus trabajos como
historiadores o profesionales. Algunos periódicos asignaron, incluso, la cantidad
que cobraban por este trabajo cada uno de los integrantes de la Cátedra (3000€
nada menos). Manipulación informativa, falseamiento e intoxicación. A pesar de
no haber firmado nada y no haber cobrado nada.
El golpe de gracia. Monumentos y calles
A pesar de que el Plan Integral era amplísimo, lo único que se reflejaba en la prensa y
en los debates, siempre sin consultar a la Cátedra, era el tema del callejero y los
monumentos. Y hay que decir que la Cátedra no llegó a desarrollar ni un listado de
calles (solo las 30 que se aprobaron el 22 de diciembre) ni mucho menos de
monumentos.
A finales de enero de 2016 el grupo de trabajo estaba casi conformado y se
estaba empezado a solicitar permisos para entrar a consultar información municipal al
respecto. Sin embargo en los diez primeros días de febrero se precipitaron los
acontecimientos.
En la primera semana de febrero, el Ayuntamiento comenzó a retirar
monumentos de carácter franquista. Dicha retirada fue una decisión del propio
Ayuntamiento que no contó con ningún informe de la Cátedra. De hecho, el equipo de
trabajo se enteró de dicha retirada por la prensa. Habían retirado una placa de un
falangista, el monumento al Alférez Provisional y una placa de unos carmelitas
295
fusilados que se encuentra en el cementerio de Carabanchel. Y aunque todo esto no
tenía ni informe ni censo de la Cátedra, la Cátedra “castrista” de Mirta Núñez fue
nuevamente acusada. Aquí el Ayuntamiento reaccionó. No para decir nada sobre la
Cátedra sino para reponer la placa de los carmelitas.
Sin embargo, la Cátedra habló con el Ayuntamiento para decirle que esos no
eran los protocolos de retirada de un monumento. Que para hacerlo tenía que hacer
primero un informe de esos monumentos, pasarlo posteriormente a patrimonio de la
Comunidad de Madrid para informar que incumplen la Ley de Memoria y entonces se
abriría un expediente para su retirada. Que incluso no todos los monumentos entran
dentro de la Ley de Memoria.
La cuestión es que el Ayuntamiento acabó por restablecer los monumentos. El
de los carmelitas apenas unas horas después. Y el resto en los días siguientes. Incluso
desde el Ayuntamiento de pidió disculpas a la Fundación Francisco Franco, que había
protestado por el tema.
Mientras tanto la posición de la Cátedra cada vez era más débil y todos sus
integrantes estaban en entredicho a nivel público. El golpe de gracia llegó el 10 de
febrero con una información que publicó el diario El País en su edición digital un
supuesto listado de la Cátedra de Memoria para retirar calles franquistas en Madrid 3. El
periodista Vicente G. Olaya se valía de un listado del historiador Antonio Ortiz para
decir que la Cátedra pretendía la retirada de las calles a Dalí, Miguel Mihura, Josep Pla,
Santiago Bernabeu, etc,. Un despropósito que nada tenía que ver que la Cátedra sino
con un trabajo del historiador Antonio Ortiz que llevaba recopilando calles de
franquistas desde el año 2004 y las tiene en una web personal.
Lejos de querer contrastar dicha información con la Cátedra, este periodista
publicó la noticia, lo que creo un revuelo a nivel social. Inmediatamente lo dos
coordinador del proyectos nos pusimos en el contacto con Cultura del Ayuntamiento
para desmentir tal información y decir que a pesar de que no habíamos hablado con la
prensa íbamos a mandar un comunicado desmintiendo tal extremo. El Ayuntamiento no
dijo que esperásemos un poco pues tenían que hablar sobre esta cuestión también. Les
instamos a que fuesen rápidos porque las redes sociales estaban ardiendo al respecto. En
3
http://ccaa.elpais.com/ccaa/2016/02/09/madrid/1455047390_887502.html
296
medio de tal vorágine, cuando el Ayuntamiento sabía desde las 8:30 de la mañana que
esa noticia era falsa, la alcaldesa de Madrid dijo horas después que “el listado de la
Cátedra era un disparate”. En ese momento los integrantes de la Cátedra nos dimos
cuenta que estábamos solos a los píes de los caballos. Y en vista de ella esa misma tarde
el Consejo Ejecutivo de la Cátedra de Memoria decidió romper su vinculación (nunca
firmada en forma de contrato) con el Ayuntamiento con un comunicado que fue
difundido en la mañana del 11 de febrero (Anexo 2) y que tuvo enorme repercusión.
En este extremo hay que destacar dos cosas. La primera que, efectivamente, el
equipo de trabajo de la Cátedra contactó con Antonio Ortiz para pedirle información
sobre el callejero. Es una de las personas que más ha investigado el tema del callejero
madrileño. Pero en ningún caso el equipo de trabajo de la Cátedra asumió el listado de
Antonio Ortiz, que no entraba, ni mucho menos, en los límites de la Ley de Memoria y
de las recomendaciones de las Naciones Unidas. Una cosa es consultar esta fuente y otra
asumirla. El periodista de El País nunca comprobó este extremo. Por otra parte la
alcaldesa de Madrid, Manuela Carmena, pidió disculpas a la Cátedra al ver, 48 horas
después de la noticia, que todo había sido un mero ejercicio de intoxicación 4. Aun así,
lejos de una rectificación, el Ayuntamiento nunca pidió una disculpa pública a la
Cátedra. Es más, Rita Maestre llegó a decir que la Cátedra rompía el acuerdo (nunca
firmado) porque se nos había propuesto que participase los cronistas de la Villa y nos
habíamos negado. Una falsedad que fue refutada por la propia concejala de cultura,
Celia Mayer. Y a pesar del comunicado de la propia Cátedra, dirigentes políticos de
Ciudadanos o del PSOE siguieron con el mantra del “listado de la Cátedra”.
También hay que decir que no todos los medios de comunicación actuaron en
esa línea. Algunos desmintieron la intoxicación informativa alrededor del trabajo de la
Cátedra5
Aun así para la Cátedra era inaceptable la política del Ayuntamiento y como se
estaba comportado con la Cátedra. Los integrantes del equipo de trabajo quedaron en
entre dicho. Su profesionalidad fue puesta en duda por intoxicaciones informativas e
4
http://www.lavanguardia.com/vida/20160212/302109140056/carmena-pide-disculpas-a-los-integrantesde-la-catedra-de-memoria-historica-si-les-ofendio-cuando-hablo-de-disparate.html
5
http://www.eldiario.es/madrid/listado-calles-franquistas-incluye-Dali_0_483301871.html;
https://www.diagonalperiodico.net/saberes/29320-memoria-historica-carmena-calles-franquistas-catedracomplutense.html
297
intereses políticos. Igualmente, nos preocupaba la opinión que el mundo académico iba
a tener de nosotros. Aquí la respuesta fue muy distinta a la generada por los medios de
comunicación. Quitando contadas excepciones de las que se hicieron eco de las noticias
y algunos compañeros de profesión que nos criticaron con falta de conocimiento de lo
que estaba pasando, la mayoría fueron apoyos y entendimiento de lo que estaba
sucediendo, incluso antes de la salida del comunicado donde se rompía relaciones con el
Ayuntamiento. Incluso personas que podrían salir perjudicadas por el Plan de Memoria,
como el hijo del Comandante Zorita, nos mostró su apoyo dando a ver que era una
injusticia lo que se estaba cometiendo con la Cátedra.
En los días sucesivos siguieron apareciendo informaciones, pero una vez que la
Cátedra dejó el Plan de Memoria, la noticia fue muriendo. A pesar de ello el tono siguió
siendo el mismo: juicio político a sus integrantes6. Cursionamente, en ese momento
comienzan a opinar sobre la Cátedra primeras plumas, sobre todo en el El País.
Artículos de Andrés Trapiello, Elvira Lindo, Antonio Muñoz Molina, etc., valoran a una
Cátedra que ni siquiera conocen. Quizá el caso más paradigmático fue el de Antonio
Elorza, que en un artículo en El País definió como “extraña Cátedra”7 a una entidad que
unos meses antes le había invitado a dar una conferencia sobre el genocidio armenio.
Nos quedó claro que la Cátedra se convirtió en un rival a batir. Y nosotros
entendimos que en algunos contextos estábamos en terreno que nos era ajeno. En este
sentido la Cátedra fue vencida. Y con ello se consumó la desaparición de la propia
Cátedra, pues el Rectorado de la UCM no renovó el convenio de colaboración,
poniendo así fin a una experiencia de 12 años. Un triste final para un proyecto lleno de
oportunidades.
A pesar de todo esto si hubo “víctimas colaterales”. La directora de la Cátedra
acabó presentado su dimisión8. Y muchos integrantes del Consejo Ejecutivo también.
Cometimos errores. Nadie lo duda. Quizá por confiados. Quizá por falta de experiencia.
Es un ejemplo de intento de colaboración fallida. Pero no tiene que ser la norma. Las
administraciones necesitarán de los historiadores. Y los historiadores que se tendrán que
implicar en cuestiones de la vida institucional cuando sea necesario. Lo que tiene que
6
http://www.elmundo.es/madrid/2016/02/10/56bbb519e2704ee94a8b4644.html
http://politica.elpais.com/politica/2016/02/12/actualidad/1455296594_704228.html
8
http://www.larazon.es/local/madrid/dimite-la-directora-de-la-catedra-de-memoria-historica-de-lacomplutense-DH12044676
7
298
quedar claro es que hay que marcar los límites y los espacios. Eso fue lo que falló en el
equipo de la Cátedra. Y se vio absorbido por un mundo del que somos completamente
ajenos.
Anexo 1
CRITERIOS PARA LA ADECUACIÓN DE LA NOMENCLATURA DE LA
CIUDAD DE MADRID AL ARTÍCULO 15.1 DE LA LEY 52/2007, DE 26 DE
DICIEMBRE, POR LA QUE SE RECONOCEN Y AMPLÍAN DERECHOS Y SE
ESTABLECEN
MEDIDAS
A
FAVOR
DE
QUIENES
PADECIERON
PERSECUCIÓN O VIOLENCIA DURANTE LA GUERRA CIVIL Y LA
DICTADURA (B.O.E. NÚM. 310. 27 DE DICIEMBRE DE 2007)
El esquema que se seguirá en este documento es el siguiente:
1. Criterios de adecuación para el cumplimiento del artículo 15.1. de la Ley 52/2007.
2. Criterios para la distribución geográfica de la eliminación de los primeros treinta
nombres de calles a retirar.
3. Criterios de sustitución.
1. Criterios de adecuación para el cumplimiento del artículo 15.1. de la Ley
52/2007
A continuación se presentan los 5 principales criterios jerarquizados para dar
cumplimiento al citado artículo de la conocida como la “Ley de Memoria Histórica”:
1. Cumplimiento del artículo 15.1. de la Ley 52/2007.
Artículo 15. Símbolos y monumentos públicos.
1. Las Administraciones públicas, en el ejercicio de sus competencias, tomarán las
medidas oportunas para la retirada de escudos, insignias, placas y otros objetos o
menciones conmemorativas de exaltación, personal o colectiva, de la sublevación
militar, de la Guerra Civil y de la represión de la Dictadura. Entre estas medidas
podrá incluirse la retirada de subvenciones o ayudas públicas.
2. Aplicación de la jurisprudencia generada al respecto por parte de los juzgados y
tribunales.
299
3. Adecuación de tal cumplimiento a los diferentes informes, resoluciones u otro
tipo de documentos aprobados por la Comisión de Derechos Humanos de
Naciones Unidas así como los promovidos por otras instituciones internacionales
en las que España es miembro de pleno derecho.
4. Aplicación de una serie de requisitos históricos. A saber, a partir de los avances
historiográficos y los recientes consensos historiográficos acontecidos en estas
dos últimas décadas, se determinarán toda una serie de condicionantes para la
valoración de las decisiones a adoptar en este sentido.
5. Aplicación de un conjunto de criterios de género, culturales, arquitectónicos y/o
urbanos, que se definirán en el marco de elaboración del ‘Plan Integral de
Memoria de Madrid’.
Todo el anterior conjunto de criterios se han de revisar y adecuar al “Acuerdo del 24
de abril de 2013 del Pleno del Ayuntamiento de Madrid, por el que se aprueba la
Ordenanza reguladora de la denominación y rotulación de vías, espacios urbanos, así
como edificios y monumentos de titularidad municipal y de la numeración de fincas y
edificios” (BOAM núm. 6.913. 7 de mayo de 2013).
2. Criterios para la distribución geográfica de la eliminación de los primeros
treinta nombres de calles solicitados
En esta primera iniciativa, se propone que, al menos, se elimine un nombre de calle
por Distrito, siempre y cuando se cumpla con los citados criterios establecidos en el
punto 1. El cambio de denominación del resto de viales/espacios públicos no
contemplados en este momento quedaría emplazado a lo contemplado en el ‘Plan
Integral de Memoria de Madrid’ que elaborará el Ayuntamiento de Madrid.
3. Criterios de sustitución
4.
Criterios generales
1. Cuestión de género en términos de discriminación positiva.
2. Cercanía y vecindad del nombre seleccionado con un Distrito concreto.
300
3. Criterio cronológico: los nombres propuestos pueden y han de abarcar el último
tercio del siglo XIX y todo el siglo XX.
5.
Criterios básicos para reemplazar la nomenclatura
a) Valorar la posibilidad de volver a la nomenclatura previa a la Guerra Civil y/o el
Franquismo.
b) Consultar y valorar en base al punto 1 y punto 3.1 el listado de nombres ya
aprobados por parte del Pleno del Ayuntamiento en lo respectivo a las calles
solicitadas.
c) Abrir un proceso de elaboración colectiva con la participación de las Juntas
Municipales y el tejido político, vecinal, social, sindical… de la ciudad de
Madrid para la realización de un catálogo exponente de una nomenclatura
democrática y ajustada a los estándares del Derecho Internacional Humanitario.
6.
Colectivos, grupos y acontecimientos prioritarios para la elaboración del citado
catálogo expuesto en el punto 3.2.c)
A continuación se presenta un posible como ampliable listado sujeto a revisión y
nuevas jerarquizaciones.
1. Víctimas en defensa del orden legal constitucional de la II República durante la
Guerra Civil.
2. Víctimas del Régimen dictatorial franquista.
3. Dirigentes, militantes y ciudadanos anónimos de la oposición antifranquista.
4. Acontecimientos Históricos relacionados con la “Memoria Democrática” de la
ciudad de Madrid.
5. Representantes de los primeros movimientos democráticos (anarquistas,
socialistas, republicanos…) durante el último tercio del siglo XIX y primer tercio
del siglo XX.
6. Defensores de valores democráticos, en especial, de ciudadanos madrileños
anónimos.
7. Mundo de la Cultura comprometido con los valores democráticos.
8. Movimiento vecinal y activistas vecinales.
9. Representantes de la ciudad de Madrid.
10. Colectivos perseguidos y represaliados por su condición de género, sexualidad,
creencias y/o opinión.
301
11. Mundo profesional comprometido con los valores democráticos (abogados,
médicos, arquitectos…).
12. Mundo del trabajo/sindical (militantes obreros, dirigentes sindicales…).
13. Defensores madrileños de los Derechos Humanos.
14. Activistas
y políticos
internacionales
comprometidos
con los
valores
democráticos y los Derechos Humanos y vinculados directa o indirectamente con
la ciudad de Madrid.
15. Brigadistas Internacionales que participaron en la defensa del orden
constitucional vigente durante la Guerra Civil (1936-1939).
16. Militares y demás integrantes de las fuerzas de Orden Público defensores de la
Legalidad Republicana y luchadores contra el Régimen Franquista.
De acuerdo a lo expuesto, a continuación se presentan la primera relación de viales y
espacios públicos que se propone retirar en cumplimiento de lo contemplado en la Ley
52/2007, de 26 de diciembre, por la que se reconocen y amplían derechos y se
establecen medidas a favor de quienes padecieron persecución o violencia durante la
guerra civil y la dictadura (B.O.E. núm. 310. 27 de diciembre de 2007).
Presentación del 1º Listado provisional de 30 calles con toponimia franquista a
retirarse en el Pleno del Ayuntamiento de Madrid del día 22 de diciembre de 2016
Vial
Denominación
Distrito
1
Riego,
Calle
2
Batalla de Belchite
Hermanos
Plaza
3
Otros nombres
Falcó
Álvarez de Toledo
Paseo Muñoz Grandes
Arganzuela
Unamuno
(se
ha
propuesto Juana Doña)
y
Barajas
Carabanchel
Hospital Militar
Este listado está realizado siguiendo los criterios establecidos en el Documento de Trabajo
elaborado por la CCMHSSX con fecha de 10/12/2015 y en base a lo recogido en sus Puntos 1 y 2.
302
4
General García de la
Calle
Herrán
Carabanchel
5
Plaza
Juan Pujol
Centro
Espíritu Santo
6
Plaza
Arriba España
Chamartín
Blasco Ibáñez
Chamartín
Hilario Dago
7
Caídos de la División
Calle
8
Azul
General
9
Asensio
Calle
Cabanillas
Chamberí
El Bosque
Calle
General Dávila
Chamberí
Ramiro II
10
Ciudad
Calle
General Kirkpatrick
11
Lineal
Azpizua
FuencarralPlaza
Caudillo
El Pardo
12
Mar Adriático, República
FuencarralCalle
Primero de Octubre
13
Calle
Capitán Cortes
Hortaleza
14
Calle
Estanislao Gómez
Hortaleza
15
Aveni
General Fanjul
Latina
General Millán Astray
Latina
da
16
Calle
17
Aveni
da
General
Sagardía
Paseo Ramos
La Albericia
Aravaca
MoncloaAravaca
19
Puente
Calle
Madrid
MoncloaArco de la Victoria
18
El Pardo
Crucero Baleares
de
Vallecas
20
Puente
Calle
Francisco Iglesias
21
Calle
Comandante Zorita
Tetuán
22
Calle
General Orgaz
Tetuán
23
Calle
Hermanos
García
Quirico Alonso
de
Vallecas
San
Blas-
Arturo Soria (tramo)
En caso de que fuera posible, y dado que se trata de un espacio público y no una calle, se podría
sustituir este último caso por el Parque Arias Navarro. O en su defecto añadir tanto Parque Arias Navarro
como la Avenida General Fanjul.
303
Noblejas
24
Calle
25
Canillejas
Eduardo Aunós
Salamanca
Teniente Castillo
Pasaje General Mola
Salamanca
Príncipe de Vergara
26
Calle
General Varela
Tetuán
27
Calle
General Yagüe
Tetuán
San Germán
28
Plaza
Fernández Ladreda
Usera
Elíptica
29
Calle
General Moscardó
Tetuán
30
Bailén, Barco, Doctor Martín
Calle
General Saliquet
Latina
Arévalo, Genil…
Nota explicativa y aclaratoria
Con el objeto de realizar un segundo nivel de comprobación y seguridad, cada uno de
los nombres propuestos deben revisarse y comprobarse, uno a uno en los expedientes
realizados por el Ayuntamiento de Madrid en el momento de la concesión de tales
calles, plazas, avenidas, pasajes… y, a su vez, compararlo con el ANEXO 1.
Justificación de las calles seleccionadas realizado por la CCMHSXX (16/12/2015). La
motivación es constatar y acreditar el motivo originario por el cual se otorgó dicha
denominación.
JUSTIFICACIÓN DE LAS CALLES SELECCIONADAS
1.- Batalla de Belchite
Referencia a la batalla de la Guerra Civil española en el zaragozano pueblo de
Belchite entre el 24 de agosto y el 6 de septiembre de 1937. Hace referencia a la
resistencia que las tropas sublevadas contra la República desplegaron en dicho pueblo,
que quedó completamente destruido tras la batalla con el resultado final de unos 5.000
muertos.
2.- Hermanos Falcó y Álvarez de Toledo
En homenaje a Manuel Falcó, Duque de Fernán Núñez, y Tristán Falcó, Conde de
Barajas. Ambos sublevados contra la República en julio de 1936. El alférez Tristán
304
Falcó fue jefe de piquetes de fusilamiento, como ha demostrado la investigación de
Carlos J. Domínguez. Ambos fallecieron en combates en el curso de la Guerra Civil.
3.- Agustín Muñoz Grandes
Militar africanista, durante la República fundó la Guardia de Asalto. Se distinguió
por conducir la represión contra Asturias en octubre de 1934. Fue detenido en Madrid y
encarcelado con el golpe militar de julio de 1936, logrando llegar a zona franquista en
1937. Impulsó de la División Azul. Fue asesor del nazi Wilhem Canaris.
4.- Miguel García de la Herrán
Militar golpista en 1932 en Sevilla y en 1936. Actuó en Campamento (Madrid). Tuvo
distintos cargos de importancia dentro del ejército franquista.
5.- Juan Pujol
Jefe de Prensa y Propaganda de la Junta de Burgos de 1936. Agente doble que actuó
bajo el mandato de la Alemania nazi y el Imperio Británico. Pujol fue condecorado con
la Cruz de Hierro de los nazis y la Orden del Imperio Británico. Se le conocía con el
sobrenombre de Garbo.
6.- Arriba España
Lema franquista por excelencia.
7.- Caídos de la División Azul
Homenaje a los fallecidos en el frente soviético durante la Segunda Guerra Mundial,
como voluntarios ofrecidos por el régimen franquistas para cooperar y ayudar a la
Alemania nazi y a la Italia fascista durante la Segunda Guerra Mundial.
8.- General Asensio Cabanillas
Militar africanista, se sublevó contra la República en julio de 1936 y tras la Guerra
Civil ocupó importantes cargos en la dictadura franquista.
9.- General Dávila
305
Fidel Dávila Arrondo fue un militar español africanista que se sublevó contra la
República en julio de 1936, ocupando tras la muerte del General Mola la comandancia
del Ejército del Norte. Ocupó cargos de responsabilidad durante la dictadura franquista.
10.- General Kirkpatrick
Militar del arma de caballería, se sublevó contra la República en julio de 1936 y fue
nombrado capitán general de La Coruña, siendo la cabeza de la represión ejercida en la
zona.
11.- Plaza del Caudillo
En referencia a Francisco Franco Bahamonde, golpista en julio de 1936 y dictador
durante casi cuarenta años, con un resultado represivo que acerca las cifras a 144000
ejecutados.
12.- Primero de Octubre
Hace referencia a que el 1 de octubre de 1936, Francisco Franco fue designado jefe
de Estado de la España sublevada.
13.- Capitán Cortés
Santiago Cortés González, se sublevó contra la República en julio de 1936 y
encabezó la resistencia en el Santuario de Nuestra Señora de la Cabeza en Andújar. En
esa resistencia, que fue elevada a categoría de mito por el franquismo. Sufrió heridas
que le provocaron la muerte un día después de ser liberado por los republicanos.
14.- Estanislao Gómez
Estanislao Gómez Landero y Koch. Militar golpista contra la legalidad republicana
se le condecoró por su actuación en Belchite con la Laureada de San Fernando.
15.- General Fanjul
Joaquín Fanjul Goñi, militar sublevado contra la legalidad republicana en julio de
1936. Se atrincheró en el Cuartel de la Montaña. El fracaso de la sublevación militar
306
hace que sea detenido y condenado a muerte por un Consejo de Guerra el 15 de agosto
de 1936, siendo fusilado por rebelión militar.
16.- General Millán Astray
José Millán-Astray y Terreros, fundador de la Legión española. Militar africanista
sublevado contra la República en julio de 1936. Tuvo discursos encendidos en favor del
fascismo y se distinguió por su odio a la cultura. Ocupó diversos cargos de importancia
durante la dictadura.
17.- Arco de la Victoria
En conmemoración a la victoria franquista sobre la legalidad republicana.
18.- General Sagardía Ramos
Antonio Sagardía Ramos, conocido como el “carnicero de Pallars”. Estaba retirado
durante la República, pero tras el golpe de Estado se une nuevamente a los militares
golpistas. Dirigió varias campañas y se le recuerda por la represión ejercida en la zona
norte de Burgos y el Pallars de Sobirá. Tras la guerra fue uno de los personajes que
recibió al jerarca nazi Heinrich Himmler y ocupó cargos de responsabilidad durante el
franquismo.
19.- Crucero Baleares
Crucero de la armada franquista hundido por la armada republicana frente al Cabo de
Palos el 6 de marzo de 1938.
20.- Francisco Iglesias
Francisco Iglesias Brage, aviador español. En julio de 1936 se mostró partidario de la
sublevación militar. Ocupó cargos importantes durante la dictadura franquista en el
Ministerio del Aire
21.- Comandante Zorita
307
Demetrio Zorita Alonso. Aviador español sublevado contra la República en julio de
1936. Como aviador entabló combates durante la Guerra Civil y también junto a los
nazis durante la Segunda Guerra Mundial.
22.- General Orgaz
Luis Orgaz Yoldi, militar sublevado contra la República en julio de 1936, ocupó
cargos de responsabilidad en el Ejército y fue procurador en Cortes.
23.- Hermanos García Noblejas
Los hermanos García-Noblejas, en un total de 5, se distinguieron por ser falangista y
conspiradores contra la Segunda República, sumándose al golpe de Estado de julio de
1936. Tres de ellos fallecieron durante la Guerra Civil y otros dos fueron voluntarios a
la División Azul.
24.- Eduardo Aunós
El abogado Eduardo Aunós fue ministro durante la dictadura de Primo de Rivera,
ocupando el cargo de Ministro de Trabajo. Durante la Segunda República se marchó a
Francia y al producirse el golpe de Estado se une a los golpistas ocupando cargos de
responsabilidad. Ingresa en Falange y ocupó cargos diplomáticos con el franquismo,
procurador en cortes y Ministro de Justicia entre 1943 y 1945, años de plomo de la
represión del franquismo.
25.- General Mola
Emilio Mola Vidal, militar africanista, había ocupado antes de la Guerra importantes
cargos en la Dirección General de Seguridad y dentro del ejército. Es considerado el
cerebro de la sublevación militar contra la República en julio de 1936 y el inductor a
que dicho golpe fuese lo más violento y con la mayor represión posible. Ocupó cargos
dentro de la Junta Militar sublevada y falleció en un accidente de avión el 3 de junio de
1937 en el pueblo burgalés de Alcocero.
26.- General Varela
308
José Emilio Valera, militar africanista y carlista, se sublevó contra la República en
julio de 1936 y dirige la represión en Cádiz. Participó en diversas batallas y fue
designado Ministro del Ejército durante la dictadura.
27.- General Yagüe
Juan Yagüe Blanco, militar africanista y convencido militante de Falange española.
Golpista contra la República en julio de 1936, fue la cabeza de la matanza de Badajoz
(Carnicero de Badajoz). Se distinguió durante la guerra por su brutalidad y tras la
misma ocupó cargos de importancia como el Ministerio del Aire
28.- Fernández Ladreda
José María Fernández Ladreda y Menéndez Valdés. Militar golpista contra la
legalidad republicana en julio de 1936, ocupó diversos cargos de responsabilidad
durante la dictadura franquista.
29.- General Moscardó
José Moscardó participó en las guerras de Cuba y Marruecos. Sublevado contra la
República en julio de 1936 fue uno de los integrantes de la resistencia del Alcázar de
Toledo. Durante la dictadura fue Delegado Nacional de Deportes y presidente del
Comité Olímpico Español. Franco le concedió el título nobiliario de Conde del Alcázar
de Toledo.
30.- General Saliquet
Andrés Saliquet, militar sublevado contra la legalidad republicana en julio de 1936.
Ocupó altos cargos en el ejército franquista y cargos de responsabilidad durante la
dictadura, como la presidencia del Consejo Supremo de Justicia Militar. Fue nombrado
Marqués de Saliquet por Franco.
Anexo 2
COMUNICADO DE PRENSA-CCMHSXX
309
El Consejo Ejecutivo de la Cátedra Complutense de Memoria Histórica del siglo XX
(CCMHSXX) decide salir al paso de las noticias aparecidas en prensa que atribuyen a la
Cátedra, en su trabajo de asesoramiento al Ayuntamiento de Madrid para el cambio del
callejero, múltiples propuestas que son falsas.
Hasta ahora, la actitud de este Consejo Ejecutivo ha sido la de trabajar sin entrar a
desmentir todas y cada una de las barbaridades que se atribuyen a la Cátedra. Pero hoy,
el diario El País da la noticia de la existencia de una lista de 256 nombres de calles,
cuya elaboración atribuye a la CCMHSXX, en la que se incluyen nombres de
personajes no sólo de talla universal, sino además claramente alejados de las atrocidades
cometidas en la dictadura. También hoy la alcaldesa de Madrid, Manuela Carmena, en
el mismo medio de publicación, sin cuestionar la información sobre la lista de calles a
suprimir, descarga en la Cátedra la responsabilidad sobre los disparates que tal lista
contiene, e indica que el ayuntamiento no va aceptar tales cambios en el callejero de
Madrid.
La comentada noticia y las declaraciones de la alcaldesa sobre ella suponen un punto
y final a nuestra capacidad de silencio y discreción. Ante el enorme daño que lo
publicado produce en el prestigio institucional de la Universidad Complutense y en el
personal de los integrantes de este Consejo, nos vemos en la necesidad de hacer
públicas las siguientes puntualizaciones:
1.- La Cátedra Complutense de la Memoria Histórica del siglo XX apoya
decididamente la iniciativa del Ayuntamiento de Madrid de elaborar un “Plan Integral
de Memoria Madrid”. Los miembros de este Consejo Ejecutivo consideramos necesario
e inaplazable reivindicar, entre otras medidas de política de memoria, la inclusión de las
víctimas del franquismo en el callejero así como terminar con la apología del régimen
de Franco o la los responsables de violaciones de los derechos humanos o a criminales
de guerra desde los rótulos de las calles de Madrid o sus monumentos. Esa labor debe
ajustarse a las recomendaciones que Naciones Unidas hace desde el Consejo de
Derechos Humanos, el Alto Comisionado de Derechos Humanos o sus relatores
especiales sobre el derecho a la verdad, el deber de recordar y la lucha contra la
310
impunidad, así como a lo establecido en la Ley 52/2007, conocida como Ley de
Memoria Histórica.
2.- El Consejo Ejecutivo de la CCMHSXX no ha aprobado, hasta ahora, ninguna
propuesta concreta para la supresión y cambio de nombres de calles de la ciudad de
Madrid, ni ha dado su visto bueno a contrato alguno con el Ayuntamiento de Madrid
para realizar el trabajo de asesoramiento sobre modificación del callejero. Por supuesto,
no han recibido, ni la Cátedra ni ninguno de sus miembros, dinero alguno vinculado a
éste ni a ningún otro proyecto. Solo existe por parte de la Cátedra un contacto y un
compromiso formal para asesorar al Ayuntamiento de Madrid en la elaboración de su
Plan Integral Memoria Madrid, en el que se incluiría la modificación del callejero; pero
esa labor está aún en un estado incipiente.
3.- Un grupo de investigadores de la CCMHSXX empezó, a finales de diciembre de
2015, a trabajar en el tema. Desde el primer momento ha habido una gran presión
mediática y se ha generado un exceso de especulaciones sobre este trabajo,
posibilitados, entre otros factores, por la utilización precipitada por parte del
Ayuntamiento de Madrid de los primeros avances del citado equipo de investigación.
En concreto, provocó numerosos malentendidos la publicación de una relación de 30
calles (en ella la Cátedra reconoció un error inicial, que rectificó inmediatamente, en la
inclusión de la plaza de Juan Pujol) que el Equipo de Investigación iba a someter a una
primera valoración. La presentación que de esa lista inicial realizó el consistorio
incorporó otros errores, como el de atribuir al comandante Zorita el bombardeo de
Guernica, de los que el equipo de investigación de la Cátedra no es responsable. Tan
sólo el citado documento con el listado de las 30 calles, junto con el informe técnico
para su retirada, ha sido emitido por la CCMHSXX. Ningún otro informe,
recomendación u otra cuestión ha sido redactada por la CCMHSXX. Solicitamos, por
tanto, el necesario contraste entre lo que señala ese documento con lo aparecido en los
medios de comunicación.
4.- Ni el diario El País ni los responsables del Ayuntamiento han pedido a este
Consejo o a la directora de la cátedra confirmación sobre la lista de 256 nombres hoy
311
anunciada como propuesta de esta Cátedra. La directora de la Cátedra y otros miembros
de este Consejo Ejecutivo han intentado insistentemente, sin éxito, que el rectorado de
la Universidad Complutense hiciera públicas las rectificaciones pertinentes reclamadas
por la Cátedra.
5.- La CCMHSXX no ha tenido nada que ver con la retirada de placas o el
movimiento de monumentos que operarios del Ayuntamiento han realizado en los
últimos días. Este Consejo Ejecutivo lamenta las tergiversaciones que sobre el trabajo
de la Cátedra se han publicado a partir de esas actuaciones.
Por todo ello, el Consejo Ejecutivo de la Cátedra de Memoria Histórica del siglo XX
acuerda:
Renunciar a la firma de contrato alguno con el ayuntamiento de Madrid para asesorarle
en la elaboración de su Plan Integral de Memoria, dada la incapacidad de la institución
para garantizar las condiciones mínimas para el desarrollo de un trabajo profesional y
sosegado, como requiere toda investigación científica.
Madrid, 10 de febrero de 2016
Consejo Ejecutivo-Cátedra Complutense “Memoria Histórica del siglo XX”
312

Documentos relacionados