Anaïs, Colin y la arena

Transcripción

Anaïs, Colin y la arena
Colección Dramaturgia.
MOISÉS AFER.
www.moisesafer.com
Colección Dramaturgia.
Pieza de un solo acto. A detallar escenografía/situación.
ANAÏS
¿Recuerdas cuando llenábamos la casa de arena antes de salir de vacaciones?
COLIN
No, no lo recuerdo. ¿Puedes subir un poco más el volumen?
ANAÏS
¿De qué? ¿Del televisor? ¿Pero acaso lo estás viendo? A mí me gustaba aquel entonces.
COLIN (Desanimado y cínico)
A mí también. Qué maravilla. Vas a darme el mando, ¿verdad?
ANAÏS
Pero Colin, tú nunca has querido terminar así.
COLIN
Es verdad, pero ¿acaso recuerdas tú cuánto pesó tu madre al nacer?
ANAÏS
¿Eh? Pues no, no sé. Supongo que pesaría como todos: lo justo para llevar consigo los órganos.
COLIN
Pues eso.
ANAÏS
Pues eso, ¿qué?
COLIN
Que lo mismo que yo ahora.
ANAÏS (Suspira y afirma con sus gestos)
Tienes razón, ya son muchos años los que nos pesan encima.
COLIN
¿Tantos como querrías?
ANAÏS
Sí.
COLIN
No me mientas para complacerme ¿eh? Ya no tenemos el tiempo que hay que tener para
cumplir nuestras mentiras
© Moisés Afer.
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Colección Dramaturgia.
ANAÏS
Tú siempre lo has hecho conmigo y siempre te ha funcionado.
COLIN (Con una sonrisa pícara)
Sí, sí, es verdad. Siempre ha sido fácil metértela.
ANAÏS
Y más siendo un colibrí.
COLIN (Tornándose oscuro ante la broma de Anaïs)
Dame el puto mando ya. Quiero ver como se acaba el mundo.
ANAÏS
El mundo va a continuar ahí. De un modo u otro. Tanto miedo el tuyo.
COLIN
Siempre me reprocharé haberte dado un poco de mí, en cambio, si te murieses ahora mismo,
aquí, a mi lado, querría subir mucho más el volumen del televisor para no escuchar afuera el
día y esperaría a que te fueses descomponiendo mosca a mosca, olerte por última vez durante
muchos siglos. Tú has sido tan larga… que no podría soportar el dolor de que te amputasen de
mí.
ANAÏS
Ya lo sé. Puede que la distancia nos quiera hacer ver ahora como un error lo que ayer
decidimos como un acierto. Y tú, siempre con esa lengua tan llena de veneno. Si te hubiese
dejado adentrarme del modo que deseabas le hubiese entregado al mundo un trapo de sangre
y clavos. En cambio, supimos hacernos felices porque no eres todo lo que hablas, para bien o
para mal. Felices, hasta ahora.
COLIN
¿Por qué hasta ahora? ¿Ya no somos felices?
ANAÏS
Ya somos adultos.
COLIN (Recobrando el buen humor)
Es verdad, y nos pesan los años y el lumbago como para andar a palazos con la arena dentro y
fuera.
ANAÏS
Además, si ya no salimos de aquí nunca juntos.
COLIN
Nunca supe venderte ser un romántico.
© Moisés Afer.
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Colección Dramaturgia.
ANAÏS
Ni yo tampoco. No creemos en el amor.
COLIN
Qué bonito escucharte decir eso.
ANAÏS
¿Por qué?
COLIN
Acabo de recordar perfectamente porqué llenábamos la casa de arena antes de salir de
vacaciones.
ANAÏS
Ay, con tantas vacaciones se me olvidó preguntarte si hablaste hoy con Federico.
COLIN
Sólo llamó y te mandó muchos besos.
ANAÏS
¿De qué hablaste con él?
COLIN
De mujeres y de libros.
ANAÏS
¿Está bien? ¿Necesita alguna cosa, algo de dinero?
COLIN
Lo mismo le pregunté yo. Pero dice que no, que sobrevivirá.
ANAÏS
Ay este muchacho nos va a matar de la angustia. Menos mal que ya nos acostumbramos. A
quién habrá salido… Si es que siempre dije que debería haber estado más tiempo conmigo que
contigo, que ibas a hacer de él un monstruo como tú, y ahí lo tienes, a los hechos me remito.
COLIN. (Esbozando sonrisa)
Yo estoy orgulloso de él. Pero sí, he de pedirte perdón, mi vida.
ANAÏS
No, ya no. Tal vez antes sí, pero ya no.
© Moisés Afer.
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Colección Dramaturgia.
COLIN
Sí por favor, escúchame: perdóname tú porque si no lo haces tendré que cargar con la culpa
siempre. Anaïs, te prometo que yo nunca deseé proyectar mis miedos y anhelos en Federico.
Ha sido su elección.
ANAÏS (Espaciando las palabras)
No saques el tema, ¿de acuerdo? Nunca he dicho que tú tengas ninguna culpa de cómo es
Federico.
COLIN
Pero si lo acabas de hacer.
ANAÏS
Entonces si lo he hecho, será por algo, igual que te acabo de decir que dejes pasar el tema.
Federico ya es mayor para saber qué tiene que hacer con su vida.
COLIN
¿No me reprochas nada?
ANAÏS
Te reprocho tu catastrofismo e inestabilidad.
COLIN
Pero cielo, ¿no ves que todo habrá de vencerse con su propio peso? Que lo que estamos
proponiendo para Federico y sus hijos es una mentira, un yermo estéril, una tripa sin espacio.
¡Que se van a tener que liar a tiros para exterminar el resto de población que sobra si quieren
seguir viviendo como les hemos enseñado!
ANAÏS (Resignada)
Y nosotros que pensábamos antes nada más que en llenar nuestra casa de arena justo antes de
salir de vacaciones.
COLIN (Cínico de nuevo)
Qué maravilla Anaïs, no sentir tus huesos frágiles, no oír tus antojos. Por aquel entonces
nuestras venas eran tan elásticas como rígido es tu entrecejo hoy. Vas a matarme de pena.
ANAÏS
Vamos a morirnos juntos de tristeza.
COLIN
¿Y eso te da más pena aún?
ANAÏS
No, al contrario.
© Moisés Afer.
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Colección Dramaturgia.
COLIN
No me mientas como hemos hecho nosotros siempre. En el otoño uno nunca mira con
esperanza por la ventana. Añoranza, cielo, añoranza.
ANAÏS (Colín le da la espalda y ella se abraza por detrás)
Y sí, añoranza, y escuchar la lluvia fuera.
COLIN (Coge distancia y vuelve a encarar a Anaïs de frente)
Joder que frío hace fuera, vengo empapado.
ANAÏS
Ya te veo. ¿Qué tal ha ido?
COLIN
Mal, ha ido mal. ¿No te dije que avisaras a Federico de que era hoy la presentación?
ANAÏS (sorprendida)
¡Vaya! Se me olvidó por completo.
COLIN (Con ira)
Sólo quieres acabar con aquello de lo que no te sientes parte. Eres un mal bicho.
ANAÏS
Pero bueno, y esa lengua tan mal nutrida hoy de dónde viene. No seas mal pensado, ¿eh? Que
se me olvidó sanamente, sin ninguna segunda intención. ¿Qué ha ocurrido? ¿Muchas
preguntas incómodas?
COLIN
Ojalá fuese plana la tierra y les pudiese embarcar a la puta misma línea del horizonte. (Riendo
algo enajenado) Cuánto les dejaría yo dormir entonces, les cantaría nanas y les pondría el
chupete, mi chupete que aquí está (agarrándose obscenamente su sexo), ¿lo quieres tú mi
vida? ¿Quieres comértelo ahora? ¿Sí? ¿O está a punto de llegar Federico y no nos va a dar
tiempo, hija de la gran puta? ¡Porque eso me pregunto yo! ¿Dónde está mi hijo? ¿A dónde le
has mandado?
ANAÏS (Muy cabreada, voz altiva, enérgica)
Maldito el día que te hice confiar en ti mismo. ¡No seas mal educado conmigo! Federico está
terminando un trabajo de ciencias naturales que ha de exponer mañana con Ricardo. ¿Sabes
quién es Ricardo? Porque ¿qué sabes tú de tu hijo y de su vida?
© Moisés Afer.
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Colección Dramaturgia.
COLIN (Arrodillándose y llorando)
Pero Anaïs, yo sólo quería que él estuviese allí sentado en primera fila, y que viese cómo su
papá contestaba autoritario las preguntas que le sobrevolaban la cabeza. Anaïs, yo sólo quería
curarme el complejo de inferioridad que tú me impones y que Federico ve cada mañana. Tú
eres esta casa y tú eres su comida y la mía y hasta el dinero que cuesta el trozo de tierra donde
me han de enterrar. Tú eres un músculo latente y yo una pieza decrépita que sólo desea
engañar a su hijo para que a él, cuando le pregunten en el colegio: ¿qué es tu padre? Diga un
genio. Y no un parásito.
ANAÏS
¿Pero que te importa a ti tu hijo entonces, desgraciado? Tu egocentrismo te va a hacer tan
gordo que ni tus mejores amigos te llamarán para sus reuniones.
COLIN (Desesperado y blando)
No os necesito, ni a ti ni a Federico ni a tu puta madre. Dejadme en paz, tranquilo, solo en el
mundo, que así sí sabré cómo actuar.
ANAÏS (Mofándose)
Tantos quilos de genio y tan pocos de valor. Mira como siempre en estos casos aceleran tus
endebles piernas. Tan penoso… que me hace recordar ese timbre tuyo casi adolescente con
medio bigote puesto prometiéndome la luna y Venecia.
COLIN (Volviendo en sí pero todavía abatido)
La luna no. Nunca te prometí la luna. Venecia tal vez, y es que me asusté cuando leí que
acabaría toda anegada en unos pocos años. Pero, ¿cuándo me has oído a mí pronunciar la
luna? Yo siempre te prometí llenar la casa de arena antes de salir de vacaciones. Nada más ni
nada menos.
ANAÏS
¿Y por qué no Shanghái? ¿Acaso no leíste también que se hundía?
COLIN
Yo he estado en Shanghái. Ya se puede hundir tranquila.
ANAÏS
Encima tienes la poca vergüenza de restregármelo.
COLIN
Las cosas así son las que hacen fuerte una relación. Yo nunca te he pedido que seas nada mío
ni que estés cuando no lo desees. Siempre aposté por reencontrarnos una y otra vez.
ANAÏS
Y si la próxima vez que sucede ¿ya no queda tiempo para reencontrarnos?
© Moisés Afer.
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Colección Dramaturgia.
COLIN
No infravalores lo larga que es la vida.
ANAÏS
Siempre, siempre escapándote de hablarme claro. Eres tan cobarde y tan egoísta… ¿Por qué
nunca quieres escucharme? Me hiciste follar tantas veces pensando a cuántos kilómetros
estarías de mí, que incluso hasta los hombres más primitivos dejaban de empujar para
preguntarme qué me ocurría, que si acaso no disfrutaba, y entonces les decía que sí, que
siguiesen, que estaba a punto de llegar, y tú continuabas allí, en el techo, mirándome con tus
ojos fríos sin sangre diciéndome: folla, folla con quien quieras pero no olvides que yo soy yo y
que volveré cuando me de la puta gana y me encargaré de arrodillarme para que vuelvas
conmigo, y Federico no lloraba, dormía, dormía como un lirón en la habitación de al lado
esperando a que le entrase algo de luz en el cuarto y romper a llorar para pedir el desayuno a
su madre o a su nuevo padre, dependiendo de lo amable y comprensible que fuese el de aquel
día.
COLIN (Riendo con suciedad y recobrando su entereza)
Pero cariño, ¿a tantos te tiraste en mi ausencia? Si apenas pudo darte tiempo… ¿O estás
buscando que me ponga celoso? Yo no puedo venderte mi vida, y ya. Y tú tampoco la tuya a
mí. Siempre he estado, más lejos o más cerca, pero siempre he estado y aunque no te niegue
alguna compañía fugaz y nocturna que me desempolvase un rato el alma concupiscible, nunca
he pensado en no volver a compartir nada de mí contigo.
ANAÏS (Tajante)
Bueno, haz lo que te de la puta gana. Nunca nos entenderemos de verdad porque siempre nos
mentiremos.
COLIN
Y qué bueno amor vivir una mentira, ¿o acaso alguna vez llegamos a llenar toda la casa de
arena?
ANAÏS (Recuperando la sonrisa y con mucha firmeza)
Pues claro que sí.
COLIN
¿Que sí entonces o que no? ¿Qué te han dicho en el trabajo? Por cierto cielo, ¿dónde está
Zafón?
ANAÏS
Mira que eres envidioso, llamarle así a nuestro precioso perrito, ¿eh? Lo borracha que debía ir
para que me engañases así… Está ahí dormido, en tu cuarto de estudio.
© Moisés Afer.
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Colección Dramaturgia.
COLIN
Joder Anaïs, no te habré dicho veces que no le dejes entrar ahí al puto chucho, que me llena
todo de pelo y que me pica joder, que le tengo alergia y me salen ronchas. ¡Mira!(enseñándole
un brazo que se rasca con insistencia)
ANAÏS
Ya lo sé Colin (mofándose de la compasión mostrada). Lo siento. Si es que…
COLIN
Ya, ya, lo siento, pero el chucho está ahí siempre metido. (Gritando hacia otro lado) Zafón, va,
vámonos a la puta calle.
ANAÏS
¿Vas a bajarle tú?
COLIN
Pues como siempre, amor. Si siempre me lías. ¿Haces tú la cena mientras, por favor? Además
tu madre debe estar a punto de traer a Federico, y ya sabes lo brava que se pone como no le
tengas la cena preparada al peque.
ANAÏS
¿Qué yo siempre te lío? O que cómo te escaqueas tú siempre, ¿no? (cambiando el tono)
Además, me preguntó esta mañana por ti una tal Silvia, que si por las mañanas no sacabas tú a
Zafón.
COLIN
Ah, Silvia, sí, ¿la conociste? Una muchacha muy maja, ¿verdad?
ANAÏS
Sí, muy maja.
COLIN
Bueno pues nada cielo ahora mismo vuelvo.
ANAÏS
A los hoteles no dejan subir perros, acuérdate, así que mejor te lo traes de vuelta y así no le
dejas atado una hora en la puerta pasando frío.
COLIN (Volviéndose cabreado)
Pero qué frío a ver, cuéntame, que puto frío hace ahora en la calle.
© Moisés Afer.
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Colección Dramaturgia.
ANAÏS (Nerviosa)
Además, ya sabes que llora mucho y se le puede estropear la garganta y después hay que ir al
veterinario y pagar al veterinario y el tratamiento y le pondrán un cono en la cabeza para que
no se chupe y se terminará chupando y habrá que pagar los desinfectantes y todo un horror.
COLIN
Me cago en mi puta vida con tus insinuaciones. No voy a sacar al perro para tirarme a Silvia,
para eso le diría que subiese a casa mientras trabajas.
ANAÏS
No espero menos de ti.
COLIN
¿Entonces?
ANAÏS
Miro por el bien de Zafón.
COLIN
Y sí, claro que sí, que a Silvia le pondría con las piernas bien abiertas en nuestra cama y le daría
hasta vaciarme por completo, porque Silvia es lo que quiere, venir y marcharse y dejarme solo.
Porque Silvia, Lucia, Cintia, Lorena o Laura sólo vienen a comerme abajo igual que yo a ellas y
nunca me interrumpirán mientras escucho la quinta de Mahler para decirme que baje el
volumen que despertaré a Federico. ¿Me entiendes mi vida?
ANAÏS
¿Ya se te hinchó de sangre la neurona candorosa?
COLIN
No, no, no te confundas. Ya se me hinchó de sangre otra cosa.
ANAÏS (recobrando su genio)
¿Pero cómo tienes la poca vergüenza de levantarme tú a mí así la voz?
COLIN
¿Y qué quieres? ¡Me estás destrozando! Mira en lo que has convertido mi vida, en la más
absoluta vulgaridad e inercia.
ANAÏS (Hiriente)
Tú serías un vagabundo si no fuese por mí. A ti no te hubiese reconocido nadie y hasta tus
padres te hubiesen desheredado hastiados de tus extravagancias sin sentido. Tú y yo nos
debemos.
© Moisés Afer.
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Colección Dramaturgia.
COLIN
¿Nos debemos el qué? ¿Acaso tú escribes por mí?
ANAÏS
No, no. Quieres que sea meramente superficial y que te diga que yo te doy de comer todos los
días, pero no, no caeré como siempre en tus trampas y esta vez voy a ir más lejos. Yo soy tu
ficción y tus angustias, tu excusa para no ser feliz y continuar disparando contra todo esto que
vivimos porque ello te vale recoger alabanzas. Eres un ombligo.
COLIN (Abatido)
Ni tú ni nadie entenderá el mundo como yo lo enfoco. Ni tú ni nadie entenderá que por este
tipo de discusiones el gusano puede seguir dentro de la manzana, y el mundo es la manzana y
tú y tu carácter sois su carne y el gusano somos todos fagocitándonos nuestra propia carne.
Me voy Anaïs, las paredes de esta casa se me vienen encima.
ANAÏS
¿No vas a sacar a Zafón? ¿A dónde vas?
COLIN
Me voy un tiempo.
ANAÏS
¿Qué dices?
COLIN (Apoyando su frente en el hombro de Anaïs)
Anaïs, yo no sé ahora dónde queda la arena para llenar la casa. Ahora, con mi ánimo, no puedo
valer al mundo, y menos a ti, que eres todo mi mundo. Me voy a buscar arena.
ANAÏS
¿No pensarás dejarme sola con Federico?
COLIN
¿Federico?
ANAÏS
Sí, ¿no te gusta?
COLIN
Sí, sí, la verdad es que sí, genial. (Riendo) Federico. ¡No me lo creo, mi vida! Voy a ser padre de
un Fellini o de un Lorca.
ANAÏS (Compartiendo la felicidad)
¡Sí! Vamos a ser padres. Ay Dios que bien tu reacción. No sabes qué infierno he pasado desde
que me enteré.
© Moisés Afer.
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Colección Dramaturgia.
COLIN
¿Y cómo puedes pensar que mi reacción fuese diferente? ¡Me cabrearía ahora mismo contigo
si pudiese por no decírmelo antes!
ANAÏS
¿Te digo la verdad? Creí que te harías un ovillo y que me dirías que un niño para qué, qué
cómo íbamos a cometer ese delito, que cómo seríamos así de injustos.
COLIN
Y que me iría, ¿no?
ANAÏS (Avergonzada)
También.
COLIN
¡Federico! ¡Y enseñarle a leer! Nada de televisión, ¿eh? (volviendo a reír) ¡Federico! Un niño
como Pascal. Sí, porque al fin y al cabo en los colegios no se enseña más que sistema y
moneda. Te enseñan a sumar y a restar para saber cuántos beneficios te quedan de vender
cuatro manzanas que te costó cultivar veinte pesetas, y te enseñan a leer para que puedas
comprender mejor cómo es necesario que funciones. Nada de televisión ni de colegio ni de
niños que nos lo contaminen de economía y deseos injuriosos.
ANAÏS (Dejándose llevar por la alegría)
Y nada, nada más que nosotros. Cuidando de nuestro Federico, tranquilos, mirando el mar,
subsistiendo.
COLIN
¡Cuánto te quiero! Y cuánto quiero ahora más que nunca ese vientre tuyo redondito que viene
a curvase encima de ti con olor a tierra mojada.
ANAÏS
¿Crees que seremos capaces?
COLIN
¿Cómo no vamos a ser capaces?
ANAÏS
Ay, Colin, me da tanto miedo.
COLIN
Y a mí cielo, y a mí. Pero no dudo de que serás una madre excelente. Y yo un padre magnifico,
claro
© Moisés Afer.
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Colección Dramaturgia.
ANAÏS
¿Y cómo puedes creerlo?
COLIN
Porque amor ¿no ves la bondad que desprenden nuestros huesos? Y al fin y a cabo un hijo es
lo que sus padres son y no lo que le desean enseñar.
ANAÏS
¿Y con eso será suficiente?
COLIN
Con eso y con qué te vengas a casa a vivir de una maldita vez. Qué es increíble que hayas sido
capaz todo este tiempo de disuadirme de la idea.
ANAÏS
Porque no quiero agobiarte y la convivencia siempre significa estrechar el espacio y la
intimidad.
COLIN
Pero ahí cabemos bien.
ANAÏS
Siempre mintiendo. Ya me lo dirás con el tiempo.
COLIN
¿El qué te diré?
ANAÏS
Que estás agobiado.
COLIN
Pues quién sabe Anaïs. Pesada eres (riendo) pero tanto como para eso. Y si no, pues, ale, a
tomar por el culo. Te ayudo a embalar las cosas y listo.
ANAÏS (Medio irónica)
Todo tan fácil contigo…
COLIN
Crecer, crecer y crecer, mi vida. Aceptar nuevas direcciones y no poner nunca el piloto
automático de la inercia. No sé cómo este estúpido mundo puede creer que abrazados cada
noche en el sofá, viendo el televisor sin nada que compartir, cambiando de coche cada tres
años y siendo independientes es uno un ser humano feliz viviendo en la más absoluta libertad.
No son conscientes de lo pequeños que son. ¿Cuánto miden esas almas de enano?
© Moisés Afer.
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Colección Dramaturgia.
ANAÏS
Pero ya te he dicho siempre que dejes al resto y pienses en nosotros. Te vas a agobiar.
COLIN
A ver cielo ya es hora de comprobar si funciona eso de llenar la casa de arena cuando nos
vayamos de vacaciones.
ANAÏS (Ríe)
Es verdad, qué bien que me engañaste aquella vez con eso y con Venecia.
COLIN
Bien engañada, no te quejes.
ANAÏS
No me quejo Colin, pero no creo que haya sido la decisión más acertada.
COLIN
Ah, ¿no? Y ¿por qué?
ANAÏS
Porque vamos a ver (irónica) cariño mío, meter un macetero en medio de tu salón, un
macetero de una dimensión tal que poco más y se te come las paredes incluso, es, a mi
parecer y a de todas luces, un sin sentido, algo insostenible.
COLIN
Insostenible será mañana la fotosíntesis o el respirar creyéndonos necesitar todavía las
tráqueas anchas. En cambio, que crezca un árbol en medio de este salón es, ante cualquier
juicio en su sana razón, totalmente posible. Incluso, diría que recomendable.
ANAÏS
Vamos a ver Colin, yo he venido a tu casa a tomar un café, a desnudarme, a follar. No he
venido a jugar a ser jardinera. ¿Ya?
COLIN
Ya, pero yo estoy en mi casa y estoy plantando un árbol en medio de mi salón porque me
sobra la arena y lo creo necesario, para ti, para mí, para mañana nosotros. He de pensar en la
luz que le vaya a poder entrar a este pobre chico con ansia de combustible.
ANAÏS (Suspirando)
Yo de verdad que no sé si es que me creo que la tienes muy grande o que al menos lo que
tienes lo utilizas muy bien, porque de veras que no sabes lo que es tratar de entenderte. A ver,
vamos por partes. Primero, ¿para qué mierda quieres un árbol en medio de tu sala? Si quieres
leña, ves a comprarla al puto supermercado como hacemos todos… pero no pienses que en
dos días…
© Moisés Afer.
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Colección Dramaturgia.
COLIN (Interrumpiéndola)
Ya sé, ya sé que en el supermercado hay leña, dentro de poco seguro que hay hasta madres en
venta listas para llevar a tu casa, pero no Anaïs, no. Además, ¿leña para qué? No sería tan loco
de decirle a mi casero que quiero encender la chimenea.
ANAÏS (Incrédula)
Joder… Y sin embargo, ¿tratar de plantar un árbol en tu casa sí te parece propio de una
persona cuerda? Un árbol dispuesto a nacer desde un macetero que ocupa tres cuartas partes
de tu (irónico) enorme salón. Por favor Colin, ¿estamos hablando en serio?
COLIN
¿Pues no lo ves acaso? Llevo tres días sin parar de regar esperando que comience a brotar los
primeros tallos. Es fascinante la creación, la fertilidad, el futuro, la tierra, lo empírico, las
células y los neutrones.
ANAÏS (Simulando sorpresa)
¿No me digas? ¿Así que hoy es fascinante el hecho de la existencia, de la vida, de mañana?
(cambiando el tono drásticamente) Y ayer no, ayer la vida era una crueldad, una infección, un
lugar de lágrimas. Ayer, la vida era, no más, para violar niñas en las guerras y después meterles
bala mientras sus madres claman piedad y esperan ellas a ser violadas también, ayer la vida
era de las grandes corporaciones y de sus fertilizantes pudriendo el agua de un tercio de la
población global. Ayer, la vida era un chiste, un servicio que hemos de cumplir los pobres, los
alienados de la clase media, incluso la aristocracia. Para ti, ayer, la vida era un asco por sufrir.
COLIN
Sí, pero desde hace unos días todo está mejor. He recapacitado. Tú has venido a tomar un
café, a desnudarte, a follar. Yo lo sabía y a veces se han de aparcar algunos temas.
ANAÏS
La semana pasada me hiciste marcharme tan triste de aquí que no creí que volvería a venir. No
quiero oírte hablar Colin. ¿No sabes que la ignorancia es un bálsamo?
COLIN
¿Tú crees que crecerá?
ANAÏS
Colin, ¿tú eres una enajenado o algo por el estilo? ¿O te gusta tomarme el pelo? ¿Tú te das
cuenta de la de suciedades de las que me hablaste el otro día, del rencor que me hiciste sentir
hacia nuestra propia especie? ¿Cómo quitarse ahora de encima esta vergüenza humana?
© Moisés Afer.
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Colección Dramaturgia.
COLIN
No creo que te pese demasiado, nunca pesa lo suficiente, pero me preocupan las raíces, me
preocupa que desborden el tiesto por debajo, que lo revienten, que se estropee todo y haya
de limpiar mañana las telarañas que surjan del intento, que no tenga un sentido, que se
extienda sin mayor motivo todo y para cuando nos queramos dar cuenta debamos prender
maleza y salir de aquí angustiados por tanto humo.
ANAÏS
¿Estás queriendo hablar de nosotros?
COLIN
De nosotros… de la existencia.
ANAÏS
Vale Colin, sigue en tu cuento, pero no me andes metiendo y sacando a cada rato, y peor, no
me andes cambiando el género cada día. O de terror o de ficción o de Disney, pero no me
jodas más.
COLIN
Un árbol en casa Anaïs, que lo contemplemos, que nos abrace, que nos haga suyos, que se
trence entre nosotros y nos ponga qué respirar. Autonomía a pares, la tuya, la mía. No verte
durante meses. Escribir tranquilo una nueva novela, positivo, con el miedo y el asco curado por
tu cuerpo, por tu inteligencia, por tu bondad. Volverte a ver meses más tarde. Un árbol en casa
y no formar parte o participar lo menos posible del hambre injusto que siente el ser humano
por posicionarse en la vida a costa de la de los demás.
ANAÏS
Pero no soy una vacuna, ni quiero ni necesito lo mismo que tú hablas.
COLIN
Eres Anaïs y necesitas y quieres lo mismo que Anaïs…
ANAÏS
¿Cómo subiste este macetero tú solo?
COLIN
Nunca subió por las escaleras o si lo hizo, lo hizo solo. Al despertarme el otro día, cuando no te
quisiste quedar a dormir, apareció.
ANAÏS
¿Y qué significa eso? ¿Qué estamos enamorados y ahora hay que ir poco a poco regando
nuestra plantita? (ríe cruel) ¿Tan poco original has sido esta vez para simbolizar nuestro amor?
© Moisés Afer.
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Colección Dramaturgia.
COLIN
A veces creo que me entiendes, a veces no. A veces creo que eres un ser sublime y a veces
creo que eres tan estúpida como la gran mayoría de seres. Dime Anaïs, ¿por qué desperdicias
de ese modo tu talento? ¿Por qué no buscas qué eres en vez de tratar de buscarlo con
alguien? Así, después, tendremos algo que ofrecernos e incluso podemos hacer tal travesía
juntos, mientras que juntos sea liviano y no una bolsa de metralla.
ANAÍS
Puede ser… Incluso tú también deberías buscarte un poco, apartarte de tanta tontería y de
tanto idilio. Sé más persuasivo conmigo… Ven, déjate hacer. (Se acerca hasta él) relájate… ¿Por
qué hablas tanto? Estás tan guapo callado, es el mundo tan perfecto cuando no escuchas su
ruido… ¿O acaso no te das cuenta de ello? Sí… alrededor del árbol, ¿qué árbol? Tal vez mañana
le crezcan hojas y flores y bebamos whisky los tres para celebrarlo, pero quién sabe, quién
sabe. No tengas tanto miedo a gastar tu tiempo, sólo sirve para eso, para gastarlo… ven anda,
gasta un poquito conmigo. (Engancha sus brazos por debajo de sus axilas y mueve los brazos
de Colin al mismo ritmo que los de ella y cuyo ritmo acompañan a la música que se acaba de
encender para batirse ambos alrededor del árbol. Suena Little dreamer de Niko Hafkenscheid)
(Terminando la música)
COLIN
Dice Céline que enamorarse no es nada Anaïs… permanecer juntos es lo difícil.
ANAÏS
Enamorarse es un paso Colin.
COLIN
Ya… ¿Segura? Entonces, ¿no hay posibilidad ninguna?
ANAÏS
No creo, vamos, no sé. Por nuestra integridad física espero que no.
COLIN
Ya pero no me digas que no, al menos un no tan rotundo, porque… no está en tus manos, que
por poco te creo y todo. Y es que piénsalo, igual que ha fallado la alimentación puede que falle
el cable.
ANAÏS
Joder… No hubiese podido pensar en un mejor compañero que tú para quedarnos encerrados.
¿Siempre eres tan catastrofista?
COLIN
No, la verdad es que no, que normalmente soy muy optimista, créeme. Debe ser la falta de
oxígeno, que como el organismo tiene sus métodos de adaptación, pues… no sé, supongo que
andará comprimiéndome las células y las neuronas para que no exijan su ración de sangre.
© Moisés Afer.
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Colección Dramaturgia.
ANAÏS (Algo incrédula)
Ya… Espero que sólo sea eso.
COLIN
¿Tú nunca has visto en las películas que hay que comprobar si la trampilla superior tiene
escapatoria?
ANAÏS
¿Tú nunca has visto que todos los ascensores tienen un intercomunicador con la central y en
10 minutos viene un técnico y te saca? Ya sólo quedan cinco minutos.
COLIN
Fíate tú del técnico, de la central, del cable que aguante o del oxígeno que sea suficiente. ¿No
vas a mirar entonces si se puede salir por ahí arriba?
ANAÏS (tomándoselo a broma)
Esperaba que lo hicieses tú.
COLIN
Entonces sí que sabes de qué películas hablo. (Ríe) Siempre es el chico el héroe, ¿no?
ANAÏS
Ya que no sois capaces de pensar con claridad, al menos, que sirváis de avanzadilla.
COLIN
Lo siento entonces, yo siempre pienso con claridad y sólo comprobaba si deseabas hacer de
hombre.
ANAÏS (Canalla)
¿De cara a un futuro?
COLIN (Con sorpresa pero continuando el tono de intercambio)
Descuida, soy alérgico a la goma.
ANAÏS (Ríe algo desconcertada para zanjar la conversación y mientras tanto COLIN se sienta)
COLIN
No, en serio, ¿no crees que nuestro mundo es desagradable?
ANAÏS
No, sólo creo que es intranscendente, pero tampoco lo suficientemente intranscendente como
para que me dé igual que se despeñe la cabina ésta o no. ¿Me entiendes?
© Moisés Afer.
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Colección Dramaturgia.
COLIN
¿Qué sueles hacer tú por las mañanas?
ANAÏS
Estoy sentada en una de las mesas de la planta 19 de este edificio, regida por el más absoluto
mecanicismo. ¿Y tú?
COLIN
Suelo dormir y cambiarme de lado en la cama, para intercalar diferentes sueños.
ANAÏS
¿Y de qué vives?
COLIN
De los demás.
ANAÏS
De tus padres…
COLIN
Entre otros.
ANAÏS
Ya…
COLIN
¿Sabes lo que leí ayer en un artículo?
ANAÏS
¿El qué?
COLIN
Que a Venecia se la va a tragar el mar y que el plan Moisés, que es el plan actual para que esto
no ocurra, basado en instalar sobre el 2014 unas compuertas que han de levantarse cuando se
detecta marea alta, son una concesión de Berlusconi a una serie de empresas y que realmente
no servirán para nada. Todo ello, si acaso llegan a concluir las obras.
ANAÏS
Oh, ¿no me digas? Yo adoro Venecia, bueno, lo que he visto de ella en fotografías y en
películas. Esa atmósfera que transmite es única. ¡Qué pena!
COLIN
Todavía estamos a tiempo. Al menos, si conseguimos salir de aquí.
© Moisés Afer.
19
Colección Dramaturgia.
ANAÏS
Si es que nunca un Moisés vino a la tierra a hacer algo útil.
COLIN
Y menos cayendo en Italia.
ANAÏS
Pero bueno, si dices que estamos a tiempo. ¿Para cuándo se calcula que no existirá?
COLIN
No lo recuerdo... habría que mirar el artículo de nuevo. Pero mejor prever que curar. Así que
yo, lo acabo de decidir, si consigo salir de ésta, mañana mismo, o en una semana, compro un
billete para Venecia. Puedes acompañarme, obviamente, el mismo derecho que yo tienes a
celebrar este triunfo sobre la muerte.
ANAÏS
¡Qué calamitoso eres!
COLIN
Bueno, un amigo mío, que en paz descanse, se quedó encerrado en un ascensor con…
ANAÏS (Interrumpiéndole)
Anda, anda, que ya tengo yo eso muy oído.
COLIN
Si es verdad, es ya antiguo.
ANAÏS
Pero me pensaré lo de Venecia.
COLIN (Recobrando cierto ánimo)
¿Crees que vendrá pronto el técnico ése con el que hablaste? No vaya a ser que tarden y se te
olvide esto de Venecia. Recuerda, el lunes que viene a las 19.00 en la plaza de San Marcos.
ANAÏS
¿Tan fácil será encontrarnos?
COLIN
Supongo que tan fácil como ahora.
ANAÏS
¿Por qué dices tan fácil como ahora?
© Moisés Afer.
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Colección Dramaturgia.
COLIN
Hoy, igual que siempre en las mañanas, me he girado una y otra vez en la cama sin dar con el
sueño que quería. Cuando esto me sucede hago ejercicio. Para un lado y para el otro
desechando todos aquellos que no me terminan de agradar o sorprender, como si fuesen
películas malas que dejas a medio ver, hasta que de repente, zas, he dado con algo realmente
interesante.
ANAÏS
¿No irás a contarme un sueño erótico?
COLIN
No hombre no. Yo estaba nadando en una especie de calle voluminosa y densa con los coches
flotando y los semáforos cortocircuitados. En cambio, se respiraba paz, como una ciudad en
vacaciones. Continuaba nadando, intercambiando estilos, un delfín, liviano y ágil, y sentía la
obsesión de averiguar si los conductores habían de pisar el acelerador para moverse con sus
coches flotando. Si eran diesel o gasolina, si contaminaban mucho o poco. Y yo, miraba
instigadoramente por sus ventanillas pero dentro sólo había agua. La cuestión era que se
movían como en una dirección muy rígida y voluntariosa, por lo que descarté la idea de que
simplemente flotasen. Mientras tanto, nunca descansaba de dar brazadas. Pasó la primavera y
sus tormentas, pasó una vida entera, y la ciudad nunca dejó de estar anegada ni yo de nadar,
pero entonces, de repente, me he encontrado fatigado, muy fatigado, como si mis músculos
estuviesen trenzados con plomo y a cada brazada que daba buscando más ventanillas de
coches por las que mirar, me hundía varios metros bajo el agua y cada vez me quedaba más
lejos de poder respirar. Y saco la cabeza y veo que alguien me llama desde el umbral de una
puerta. No reconozco su rostro ni me dice cómo se llama. Sólo sé que el timbre de su voz me
desaloja el agua y el pesar de dentro. Tiene los ojos grises y me dice que hemos de irnos a
Venecia, que allí todavía se puede vivir, pero que mejor, le ayude a llenar la casa de arena para
que no se nos inunde y cuando volvamos esté todo igual que como hemos vivido hasta ahora.
Yo me pongo allí, sin pensarlo, una palada tras otra a llenar nuestra casa de arena y cuando
cerramos la puerta nos sentimos con ganas de marcharnos y de volver. De vivir, de vivir juntos
ahora que nos hemos reencontrado.
ANAÏS (Suspira)
COLIN
¿Cómo me dijiste que te llamabas?
ANAÏS.
Anaïs.
© MOISÉS AFER. 2012.
www.moisesafer.com
© Moisés Afer.
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