CORSARIO OFFSET DEF.qxd

Transcripción

CORSARIO OFFSET DEF.qxd
Dedicado a los mares y las mareas... a la
luna llena... a los atardeceres y albas... a
los paisajes... a los corsarios y piratas, de
uno y otro sexo, que navegan por internet... y a las mujeres de mi vida...
Copyrigth F.Javier González Sotelo, 2.001
El código Penal sanciona a “...quien intencionadamente reprodujere, distribuyere, plagiare, o comunica-
re públicamente, en todo o en parte, una obra literaria, científica o artística o su transformación o una interpretación
arti´stica fijada en cualquier tipo de soporte o comunicada a través de cualquier medio, sin autorización expresa de
los titulares de los derechos de propiedad intelectual o de sus cesionarios. La misma pena se impondrá a quien
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Editado por: ALTERNATIVA EDITORIAL
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Apartado 98 - 32.080 OURENSE
Galicia (Europa)
Editor asociado: OURENSE DIXITAL
Edición Oct-2002: 2.000 ejemplares en impresión ofsset y digital secuenciada
Impreso en: GRAFICAS GALEGAS (Ourense)
Depósito legal: O U - 1 0 / 2 0 0 2
ISBN: 8 4 - 9 6 0 8 5 - 0 7 - 4
Diseño portada e ilustraciones: Xabier González
Diseño web: Ourense Dixital
Web site: http://www.corsariodeciudad.es.vg/
Venta por internet: http://www.alternativaeditorial.com/indexouren.htm/
http://www.ourensedixital.es.vg/
contacto con el autor: [email protected]/
“Corsario de Ciudad” es una ficción literaria, cualquier parecido de sus personajes,
lugares, diálogos o situaciones incluidas y/o
descritas en la obra, con la realidad es mera
coincidencia.
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Corsario de ciudad
“Once aproximaciones....”
Once aproximaciones
a la realidad de un libro
Es una suerte que las patentes de corso no hagan diferencias entre sexos y, en las ciudades, haya corsarios
hombre y corsarios mujer.
Rennes (Francia)
Aceptada la tarea de escribir una introducción en unas
pocas líneas y conociendote como te conozco, lo primero que me viene a la cabeza
es que tu "Corsario" es brutalmente autobiográfico. Narrativa influída por los ritmos y cadencias de la poesía que, intencionadamente, se zambulle de lleno en la
difícil tarea de compaginar la novela de aventuras, tu particular sentido tan kafkiano como libertario de la vida, la sutileza del erotismo bosquejado, y el denodado intento de manejar la imaginación del lector hasta límites extremos.
Creo habértelo comentado, esa técnica de trazar historias sin jamás concretar,
dejando un amplio espacio para que el lector añada y complete, me parece el rasgo
más significativo de ese estilo tuyo a veces tan complejo. Cada relato es como un
enorme lienzo en el que has dejado unas cuantas pinceladas, estratégicamente
colocadas, consciente y feliz de saber que quien se detenga a leerlo rellenará los
espacios en blanco, personalizándolos tanto que le será difícil determinar donde
terminas tu y empieza su imaginación, y viceversa.
De todo el conjunto, me quedo con ese personaje oculto que está siempre presente aunque en ningún momento su nombre aparezca; a mi juicio es el logro más
sobresaliente ya que, como amiga, soy consciente de que lleva tu nombre pero,
como lectora, no puedo evitar que lleve el mio casi siempre.
Babette Martin
Este corsario, sin barco ni bandera pirata reconocible, es un simulador que ejerce de gallego y escri- L u i s E n r i q u e P r i e t o
be en castellano refugiándose en procelosos puntos
Madrid (España)
suspensivos para no sentirse demasiado vulnerable a las caricias que pudieran hacerle más amable.
Si todo escritor es subconscientemente un fingidor, este corsario de ciudad de brumas y humedades es, además, conscientemente un refugiado literario que intenta
esconder, detrás de una prosa suave y dulce, con campanillas y caracolas colgadas
de sus letras, una antinomia programada con la dureza de su ojo crítico cotidiano hacia todo lo que le rodea.
Sus poemas son delicadamente románticos, como canciones andaluzas traspasadas de meigas y muñeiras, estableciendo un curioso contrapunto con esa voz de
lejanas tierras solitarias, con esos desencantos vivenciales que le acorralan y le
agitan de tanto en tanto clavándole aguijones colorados y traviesos.
Pero donde este corsario galaico brilla y se emociona es en esa prosa poética y cir3
Corsario de ciudad
“Once aproximaciones....”
cunfleja, plagada de sugerencias suspensivas, que tiene a la mujer, -a la hembra
total o a la mujer niña o soñada-, como centro y eje necesario.
Aquí el corsario se viste con las galas del amor soñado o esperado y late al unísono con la concurrencia sabiéndose portador de mágicos conciertos y de músicas
exquisitas. Aquí el corsario, simulador y fingidor como ninguno, sublima sus propias latitudes y alcanza cotas infinitas de bellezas evidentes.
Porque hay corsarios que en cuanto les tapas un ojo con la venda del pirata desarraigado se vuelven pura dulzura literaria y navegan por cielos de letras soñadoras.
Quizá este sea el caso...
Los días pasan con su singular cotidianeidad, sin
pena ni gloria.
Puntualmente, por las mañanas, sale el sol a regalar
Cancún (Mexico)
como si nada el día. En las noches, la luna hace lo
suyo tal vez mientras se lima las uñas y bosteza. La tierra, gira y gira como un
trompo con pila interna inacabable, y los hombres cumplen con las horas, pagando con cada respiración, cada uno de los minutos de su existencia. Nada hay
nuevo bajo el sol. Hasta el árbol más fuerte y milenario algún día muere, y el mar
inútilmente piensa que es eterno. Se fini!!. El paisaje es en blanco y negro, sin
música de fondo, plano y sin aromas. Nada tiene nombre. Todo, simplemente,
está.
La palabra es la que hace La Diferencia. La que nombra todas las cosas y les da
vida. Decir "tú eres quién le regala al sol los amaneceres", nos brinda colores y aromas, y hace los minutos perennes. Xabier González hace la diferencia en sus
escritos, tal vez no con imágenes o versos rosas, pero sí con una química que igual
enciende farolas. Auto-nombrado el anti-romántico número uno en la tierra, juega
con lo cotidiano de las relaciones humanas de una forma lúdica, le da volteretas,
y lo moldea en sus manos como un niño que juega con plastilina. Las figuras que
salen de su pluma son tan nítidas y reales, que hasta uno pensaría que es un diario fiel de sus vivencias personales y no de su vivaz imaginación y sensibilidad.
Alquimista de la palabra, y buscador incansable de utopías, peca tanto de insertar
en algunos sus relatos de "Corsario de Ciudad" su lucha contra lo cursi y lo estereotipado, que uno termina por no creerle tanto escepticismo (“Junto a quién
escribí deseos”). En otros relatos, versos como: "Y la luna nació para mí... para
que, entre caricias, pudiera decirle bajito que era mi mejor amiga... mi mejor
amante... mi mejor compañera." (“Árbol de Luna y Niebla”), lo denuncian como
un escritor que no le tiene miedo a hurgar en el género literario lírico y mágico,
y de paso hacer suspirar a más de dos damiselas. Uno puede vislumbrar entre
líneas, eso de lo cual tanto dice protestar (el romanticismo) tan sólo en los títulos que escoge (“June y mis sábados de ella”) , o en el nombre y el significado que
les pone a sus anti-heroínas: Zyannia ... "Para siempre".
Leerle es salir de lo cotidiano, y salir del simple estar de las cosas, a la belleza del
simple es o ser de los sueños y nostalgias que todos de alguna forma cargamos.
“Aletsse” Santiago
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Corsario de ciudad
“Once aproximaciones....”
No niego que la petición de que este humilde crítico
Jacobo Sttinger
escribiese unas lineas introductorias me causó sorMontevideo (Uruguay)
presa.
Ambos sabemos perfectamente las profundas discrepancias que mantenemos y el riesgo que entraña una opinion, tan honesta
como posiblemente poco favorable, incluída entre las primeras páginas de la
publicación. Pero respeto su valentía y no niego que es para mi un auténtico
reto.
"Corsario de Ciudad" mantiene su línea de empeñarse en optar por la literatura de consumo, orientada a un público poco exigente; lectores, en suma, más
habituados e influídos por la "prensa rosa" que por publicaciones de mayor exigencia intelectual y transcendencia.
Cada relato es una muestra palpable de lo sencillo que resulta conseguir que
las imágenes emotivas y sensibleras obnubilen la mente de un lector poco exigente; aunque sea más que cuestionable que consigan alcanzar rango de verdadera literatura, no es menos cierto que su simplismo temático conecta fácilmente con un sector de público que compra libros para leerlos rápido y tirarlos, luego, en la primera papelera.
Es usted perfectamente consciente de que su lector tipo no tiene grandes ambiciones intelectuales y juega con ello; busca recrearles situaciones fáciles y cotidianas, de esas que se dan cuando van a hacer la compra o esperan su turno
en la peluquería, escenas que casi son reality show's de una sociedad más atenta a las novelas por capítulos que a debates racionalmente exigentes.
En resumen, sigo percibiendo que escribe para dos tipos de lectores: el adolescente y el que está inmerso en la crisis de los cuarenta; y mantengo que le hace
un flaco favor al crecimiento intelectual del ser humano con esa reiteración,
insidiosa y rozando lo obsceno, de críticas subyacentes a personalidades que,
como es el caso de Borges, han sido determinantes en la historia literaria de
este planeta.
Guardo, en mi agenda mental, mucho más capaz que la
mecánica, un sin número de nombres de personas, teléfonos, apartados de correos, títulos de libros leídos y otros
Puerto Rico (USA)
tantos que me he prometido leer, además de otros que he
decidido jamas tocar. Un libro siempre me hace falta, y no precisamente para usarlo de
decoración en la mesilla del salón y mucho menos por estar de moda el comprar libros
de tal autor, que al final ni nos entendemos ni nos gusta.
Los escritos de este peculiar gallego han generado en mi más curiosidad que satisfacción, más visualización que uso de la imaginación, y menos tensión que un libro culinario básico. ¿Será acaso su estilo?, ¿o su visión de lo que la vida misma es o quisiera
que fuese?; no sabría decirlo con exactitud y me temo que eso le va a pasar a cualquie-
Aurora “Cristal”
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Corsario de ciudad
“Once aproximaciones....”
ra en el transcurso de la lectura de este peregrino, deambulante intelectual, que se las
da de poco conocedor de la naturaleza humana, de ser de pueblo en su constante lucha
por aprender a comprenderse, sin intentar hacer un juicio evaluativo, ni mucho menos
valorativo de aquello que le rodea.
Conocedor de las reglas, justo por ello las descarta; abierto colonizador del pensamiento libre, por ello pretende abandonar el compartir experiencias; armadura sin caballero, Rocinante sin caballero, Sancho entre ellos, y amigo en todo momento. No les hablo
del autor de este recuento, no, les hablo de su obra, de sus trozos de pensamientos, de
la caricatura de vida, bien sea vivida o por vivir, la que se nos reta en las páginas de este
libro. No le preste mucha atención, meramente entreténgase leyendo, y verá como las
imágenes leídas, se convertirán en suyas propias. Créame, una vez terminada la lectura comenzará usted a preguntarse: ¿de donde me conoce este señor a mi?, ¿cuando le
conté yo tal o cual pasaje de mi vida?.
El paisaje de nuestra infancia, los sabores de la juventud, los momentos vividos y aquellos por vivir forman nuestra manera de pensar y de ser. El conocer, o creer conocer
alguien, que un buen día toca a nuestra puerta, y sin saber porque le dejamos entrar,
y nos lleva de la mano, sorpresa tras sorpresa, recuperando a cachitos, los paisajes ya
idos, aquellos sabores de juventud que se entremezclan con los momentos ya vividos y
los aún pro vivir...
Definitivamente mi consejo es que sea usted el escritor, el lector y claro está su mejor
crítico o detractor...
Siempre busco en el mar las preguntas sin respuesta y,
como mujer, una de ellas es el alma masculina....
Lola Bertrand
¿Qué piensan?
Xixón (Asturies)
¿Qué sienten?
¿Qué recorre, a parte de sangre, las venas de los hombres?.
¡Es tan difícil entrar en su mundo y atraparlos!.
¿Son capaces de recordar una noche...?
¿Guardan en una cajita de cristal deseos ardientes, suspiros y sensaciones?.
¿Lloran?
¿Recuerdan?
¿Sueñan ...?
Leer los relatos de “Corsario de Ciudad”, verme descrita en cada una de sus palabras y
sentimientos me ha hecho cambiar de opinión ....
La delicia de sumergirme en sus más íntimos pensamientos me ha proporcionado la
posibilidad de volver a ser yo, una y mil veces en los ojos de los demás, en los recuerdos y pensamientos de otros hombres...
La sensibilidad de sus escritos roza levemente la piel y te sumerge durante un tiempo
en un mundo tan real como irreal; de lo que no cabe duda es que después de leerlo te
sientes alguien diferente: ¡Eres mujer!.
Sus relatos han llegado hasta mi poco a poco, "mensajes en una
botella" que el mar , su mar y mi mar, fue depositando a mis pies en esos días grises
que de pronto se vuelven luminosos...
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Corsario de ciudad
“Once aproximaciones....”
¿Quién dijo alguna vez que del silencio nada se obtiene y solo el vacío parece ser el único protagonista
donde palabra e intención han perdido ya valor?.
Zaragoza (Aragón)
¿Quién dijo que entre los puntos suspensivos no
podría hallarse la conciencia de quién se vela entre
las letras que nunca escribió porque hacerlo sería dejar desnudo un rostro cubierto por las sombras de la soledad?.
La mujer... esa piel que recorre en el recuerdo de sus palabras y por las que va
deslizando sueños y realidades ya vividas, conforman el escenario donde se va
narrando el pensamiento de un pasado que en tiempo y espacio va pereciendo
frente al deseo que conjura el instante en que se oferta la pasión de ese soñador
de amores que nunca halla porque no deja de preguntarse si en la búsqueda está
el secreto para dejar de huir de uno mismo.
Cada relato es en sí mismo vida y muerte.
Entre la vida van naciendo los espacios donde uno se para y como en "pausa", la
respuesta a una pregunta no formulada va dejando entrever cuál habrá de ser el
final.
Un final que nunca es definitivo y donde aparca esos puntos suspensivos con que
se va enfriando esa piel de mujer y con ella... el sueño de ese soñador del amor.
Rosa Castells
Todavía no tengo muy claro el sentido que pueda
Mary Ortí
tener o no un prólogo. ¿Debe ensalzar el talento del
autor y la calidad de la obra, o dar tan sólo un avanValencia
ce sobre lo que se va a encontrar el lector?
Quizás sea sólo un mero aburrimiento, que despierte, en algunos casos, las ganas
de volver a guardar el libro y esperar mejor ocasión y predisposición.
O, en el peor de los casos y para quien se ha tomado el trabajo de escribirlo, sea
"saltado" e ignorado... es mejor pasar directamente a la lectura del trocito de sueño
que nos muestra el autor.
A no ser, claro está, que la firma del mismo sea tan ilustre que nos resulte imprescindible su paso por esas primeras páginas.
Como este no es mi caso, tal vez, me "saltéis" dado el poco interés que puedan despertar estas palabras, preámbulo de iniciación a una muestra del talento y sensibilidad de Xabier González.
Pero, antes de eso, de ese "salto", dejad que os diga algo sobre él, sólo un poquito...
porque seguro que será más interesante ir en directo a sus palabras.
Llegado hasta aquí y que prometía ser breve, me siento como pillada en falta... y,
¿ahora, qué digo sobre Xabier?
Como persona os diré que es honesto y fiel a sí mismo y a sus convicciones, que
su gran carisma como ser humano te hace "engancharte" sin concesiones, que inspira confianza... y oírle conversar o recitar poesías, con ese su acento gallego
suave y encantador, provoca silencio respetuoso y hasta expectación... y todo ello
y más se "saborea" en sus escritos.
Como escritor, o escribidor, lo juzgaréis vosotros mismos. Estoy segura que cap7
Corsario de ciudad
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taréis su humanidad entrelazada en sus palabras, despertando ternuras... y sonrisas de satisfacción, que os hará querer desear leer más sentimientos hechos
palabras.
En cuanto a la obra que ahora nos presenta, "Corsario de ciudad", sólo decir que
es una colección de "grandes" relatos que juegan entre una narrativa rica en matices y un lenguaje poético exquisito.
Unos relatos que dejan las puertas abiertas al lector, a la imaginación de cada
cual, y en donde, la mujer, siempre está presente con la sensualidad a flor de piel,
girando todo entorno a ella, como eje central de cada una de las historias.
" D e tr á s de c a da h is to r ia h a y una v ida y un no mbr e . . . yo de s e o , a l e s c r ibir la s , que
e s t a s v ida s no s e pie r da n. . . "
" Ca da c a nc ió n tie ne un r o s tr o . . . una h is to r ia que quiz á s a ún no e s c r ibí, pe r o que
m e r e c e s e r c o n t a da . . . "
Y, en cada una de estas historias y canciones, se esconde una vida y un rostro de
mujer... que bien podría ser el mío o el de cualquier mujer.
Con sus "historias" una no puede dejar de sentirse identificada, aunque sólo sea
en parte. Son todo sensibilidad y belleza... y el único responsable es este romántico soñador, disfrazado de "corsario" y que entra con sutileza al abordaje en el alma
femenina que tan bien conoce.
Un puñado de relatos en clave de prosa poética, pero una misma historia: la de la
mujer, nacida entre las pinceladas mágicas de los dedos de Xabier.
Hablar de Xabier González y de su “Corsario de Ciudad”
es poco menos que hablar de un “yo” y su circunstancia;
de un mismo tema, vamos.
Vilaplana (Catalunya) Es un corsario moderno, eso sí, urbano él; uno de esos
hombres auténticos, que no genuino, profundamente
comprometido consigo mismo y, por tanto, desvinculado de todo Dios, toda patria y
corona, que se destapa en estos relatos, ante todo, como lo que es, un ácrata de los de
armas tomar.
Ahora bien, Xabier es a su vez un romántico de corazón (el perfecto pirata debe serlo),
amante de la belleza; su asalto a la prosa poética es de todo menos sutil. Estos relatos
son expresión de mucho de la personalidad del autor, arte en una literatura de corte
romántico impecable, sensibilidad donde debe haberla, y en la crítica social, audaz, se
descubre al agresivo maestro del humor.
Hay todo o nada que decir de ambos, autor y obra, baste leer, que en realidad no son
veinte los relatos, solo es uno. La excusa perfecta para decir que ciertamente no habla
de muchas mujeres, solo de una, tan romántica, lejana y utópica como su ideal; tan
real, auténtica y asentada como su vocación humanista, aunque él, a buen seguro, esto
último aún no lo sepa.
Agustí Ferré
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“Once aproximaciones....”
Corsario de ciudad
Belén Pérez de Prado
(... imprescindible comenzar con puntos suspensivos;
imprescindible dejarse “respirar” entre ellos. Los puntos
suspensivos vienen a ser el tiempo que antecede a lo
que ahora va a ser escrito, que, dígase de paso una
Pamplona (Nafarroa)
tampoco alcanza a entender)
Llegó al tren, en la malla del asiento delantero había colocado la prensa y un libro: la primera edición de “Corsario de Cuidad”. Habitualmente le mareaba leer en movimiento.
Encendió un cigarro, echó mano para ojear el Corsario y su título le llevó directamente al
guerrero del antifaz; sonrió al mirar la foto en su portada, la misma que horas antes había
confundido con la imagen del Ché...
Xabier Gonzalez, hasta hacía un par de días el autor era un nombre en una lista y una voz
con marcado acento gallego, hoy su voz tenía foto fija y móvil...
Curiosa, como cotilleando abrió sus páginas, uno de sus auriculares se desprendió de su
oído (diría oreja, pero no debo olvidar que viajo en clase preferente). Se recolocó el aparato, dió un trago y se levantó media copa, cigarro en ristre, comenzó su lectura.
Empezó por leer la dedicatoria que el autor le hiciera: “Dedicarte el libro en la primera página sería algo demasiado ortodoxo para tí... y para mí. Así que casi mejor te vas a la pag
67 y lees”. Un beso seguido de su firma, sonrió, había en lo escrito una especie de familiaridad en el tú, que le hacía sentir como en zapatillas, por casa ,pasó a la página 67...
“seguro Belén, que tú sabrás ponerle final y hasta contar historias como ésta...”
La tentación era demasiado grande como para postponer la lectura..la intriga...(¿por qué
ésta? ¿por qué ésta y no otra?) “Historias sin final ni nadie que las cuente”.
Inició su lectura ... comenzaba bien, no eran las palabras, no..., era algo sutil debajo de
ellas, algo familiar, conocido... el tú era un tú que le sonaba, le sonaba... no lo achacaba a
una falta de originalidad, no sabía explicara sensación interna... a veces somos escritor y
a veces personaje... ¿dónde había ella oído un tono semejante?...
Probablemente debido a los puntos suspensivos que inician éste relato, esos que también
lo acompañan durante su proceso... , debido sin duda al enigma de mano del ¿por qué?...
debido a su imaginación a veces febril hasta en Diciembre, su lectura fue directamente
orientada a saber del autor, leía un reto detrás de esas palabras, como el juego al escondite, había un estoy aquí, ya no me ves que la intrigaba, debajo de ellas, a un lado, por
encima en otras ocasiones, él hablaba de Adela, de Aleda, en realidad ella leía al autor
como único protagonista del relato, las dos mujeres en el capítulo eran una mera excusa
par que él pudiera contar, guardar, ...su interés por desentrañar al ser que se cubría a lo
bogart con una gabardina de niebla mezclada con el humo de su cigarro , cubierto por un
sombrero, relatándose a través de sus palabras, de sus omisiones... su interés aumentaba... tenía la sensación de voyeur con permiso para mirar... ¿no había leído líneas atrás...
"que nada invalide ni impida que leas tu propia historia"?....
No sigo... una tiene la íntima seguridad de que la impenitente búsqueda de trascendencia
acompaña a los Seres de Nadie. Tu Corsario es, en mi sentir, un ejemplo estupendo del
aventado grito de esa y otras necesidades del ser.
Una se pasea entre sus propias realidades reales, irreales, posibles, y probables, entre
semejantes dudas ciertas y cuestiona sus certezas, las que adornan su propio recuerdo de
lo pasado, sus expectativas para el "porvivir". En tus escritos una se siente frente a un
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Corsario de ciudad
“Once aproximaciones....”
espejo que da la afirmación de su propio negativo en clave masculina.
Con una dosis de fantasía imprescindible, una, para sobrevivirse, en ocasiones tiñe de
ocre las imágenes, olores, sabores, el tacto de sus vivencias, una las viste de luna sepia
y olor a pergamino, todo para acomodarlas en su regazo esperando poder acunarse en su
atardecer en hamaca entre ellas, con una sonrisa de
paz en los labios Una olfatea en lo que se lee, y en tus palabras una percibe la ocasión de
aprenderse en lo dicho y lo omitido, percibe la autenticidad de otra alma en búsqueda de
sí. Y una se coteja de algún modo, se coloca en los zapatos de la vivencia sentida en cada
protagonista, en cada una de esas historias que terminan para que otra pueda volver a
empezar.
Tu Corsario es para mí un laboratorio de esencias en su justa medida, invitación a vivirse,
a crear y recrearse en la memoria. Una se ha disfrutado en tu Corsario, donde lo tierno, el
detalle, la seducción, la masculinidad traducida en el exquisito trato a lo femenino y la sensibilidad resaltan en un primer plano.
Es un libro para leer de un tirón, para releer paladeando, un libro que le deja a una con el
sabor delo bueno..., sí, eso es, con ganas de más.
Marisa Bermúdez
(Catalunya)
Primero fue una voz y un nick... Alen (el apodo que
Xabier usa en internet) recitaba y su voz de hombre enamoraba mi oído... un oído que, creí, se había olvidado de
que un hombre pudiese sentir y susurrarle tan dulce-
mente).
Después de meses de chat dominical y lecturas, coincidimos en la presentación de un
libro en Madrid; apareció allí con su media sonrisa y su caballeresca timidez de Corsario
sin mar ni barco velero... y mi corazón de niña se abrió a la ilusión de contar con un
amigo nuevo.
Desde entonces, este "Corsario de Ciudad", romático de noches de luna y sensible a los
atardeceres junto a un mar que le queda lejos, habita mi mesita de noche y la encanta
junto a otros escritores queridos: Lorca, Sartre, Camus, Rosalía de Castro, Alfonsina
Stormi, Prevert, Rimbaud...
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Corsario de ciudad
... donde todo empieza
Una estrella, el rocío y la
brisa se apoyaban en el roble centenario y genealógico que parecía
vigilar las mudas paredes de piedra, también centenarias y hasta
puede que igualmente genealógicas, del caserón desierto.
Vistos así, desde la bruma y
la noche, árbol y caserón se antojaban paisaje cálido bañado por
una suave luz de luna, que incidía
desde la izquierda...
La bruma me impedía ver las
telarañas, pero estaba tan seguro
de su existencia que podía imaginarlas con toda nitidez... con
tanta precisión que podría, de así
quererlo, contar las arañas y adivinar si habían llegado allí o, simplemente, estaban desde siempre...
Me fascinaba todo... quizás porque el penetrante olor a hierba
otorgaba un realismo preciso y próximo... tangible y definitivo...
coqueto e intenso...
Y, adrede, dibujé entre las piedras centenarias una ventana iluminada y me quede mirándola con ojos infantiles y el alma inquieta...
Pasaba el tiempo tan sigilosamente que apenas percibía sus
pisadas; quería detenerlo... impedirle que avanzase... pero era un tiempo obstinadamente terco, que no dejaba ver sus secretos ni sus ladinas
chanzas...
Estrella... árbol... rocío... brisa... caserón... y mi ventana iluminada... faltaba una historia para completar el paraíso y hacerme verso;
para perderme en la poesía de hierba húmeda, que me abrazaba con
esa suave fragancia que tiene el heno...
Pasó ante mi el fantasma de Mariano José de Larra... iba como
debía ir un espectro romántico: suicidándose despacio... como tomándose su tiempo y anhelando que, el tiempo, le durase...
Me di cuenta que olía todo a huevos fritos, con el inconfundible
aroma de los ajos rehogados en sangre de aceituna... tal y como los
freía mi abuela Ana, en tiempos tan bien amados como ya pretéritos y
lejanos.... aunque perfectamente recordados...
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Corsario de ciudad
... donde todo empieza
Y me fui de aquel lugar donde estaba, sin poder evitarlo... me
alejé sin moverme, pero sin cesar de alejarme... prisionero de recuerdos y de lagrimas... esclavo de toda una vida que, al no poder vivirla,
recordaba ahora... fotograma a fotograma...
El vacío era inmenso y me engullía hasta minimizarme... cuarenta años después la meta seguía lejos y la libertad era un sueño de
mente alucinada...
(“Todos tenemos nuestra propia máquina para viajar en el tiempo... al pasado, gracias a nuestros recuerdos... al futuro, soñando...” )
Regresé por eso allí donde había quedado mi cuerpo, que ahora
estaba helado... a escondidas... como un corsario fuera de la ley... como
un pirata que mira desde lejos su tierra y se siente apátrida...
La ventana seguía allí... iluminada y prometedora... como esperándome con deseos de virgen jubilada...
Fue entonces cuando me di cuenta de lo mucho que me odiaba...
de cuanto deseaba ser lo que no era... o de militar en empresas tan prohibidas que no hubiera calificativo para definir la temeridad que conllevaban...
Pero siempre fui un cobarde... un valiente cobarde valiente que
soñaba... que ansiaba liderar una revolución tan grande que instaurara
la utopía, como exacta medida de los mínimos racionalmente aceptables...
Creo que en ese momento caí en la cuenta de estaba helado...
frío y calado como el esqueleto de un cadáver en cualquier mausoleo
importante...
Un escalofrío recorre mi cuerpo... intuyo que vida y muerte son
así de miserables... creo que ya nada es lo que debiera ser... presiento
que se muere mejor si te aguarda una fosa común y, pudiendo ser, testimonialmente contestataria...
Y es que yo nací para que algún tirano me fusilase... para que
en un amanecer, cargado de brumas y olor a escarcha, brotaran rojas
orquídeas rojas en mi inmaculada y blanca camisa blanca....
Lo diré mas claro: morir de pie tiene que ser una gozada...
Pero siempre ha existido un problema que me atenaza... que me
impide liberarme... una sensación de agotar mis vidas en un país de
occidente, en uno de esos que se dicen equilibradamente liberales y
civilizadamente democráticos...
¡Sí!, nunca he tenido dinero para irme lejos... para comprar un
pasaje a tierras donde dicen que los tiranos campan a sus anchas...
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Corsario de ciudad
... donde todo empieza
Morir de pie aquí apenas tiene sentido.. entre otras cosas porque
existe una acusada hipocresía social... un instinto mercantíl que se aplica sin vergüenza... un marketing mediático que impediría que me fusilasen por revolucionario...
Aquí, lo único que me queda, es rebelarme casi en el anonimato... declararme insumiso fiscal y pasarme a la clandestinidad tributaria... romper el sistema, arriesgando mi vida, al no respetar los limites
de velocidad... o, en el mejor de los casos, constituirme en exiliado apátrida con pasaporte comunitario...
Estadísiticamente soy un cero a la izquierda... un marginal contestario... pero, aunque parezca mentira, allí, tendido en la hierba
húmeda y observando mi ventana iluminada, puedo soñar con canguros y koalas... con ilimitados mares de hielo... y con un kayak roto, que
sangra mientras deja de flotar con la ilusión de metarmofosearse en
submarino y navegar en vertical, hasta caer por el polo opuesto al que
se halla...
¡Tonterías!... nada más que tonterías, es lo que diría mi madre...
aunque yo siempre supe que no lo eran... y, más que nunca, deseo
demostrarlo...
La iluminada ventana sigue allí... tan iluminada y tan ventana
como yo la sigo imaginando... faltaba, eso sí, la Dama blanca... aquella que siempre habita tras los visillos de las ventanas que imaginamos...
Me propuse verla aunque no estuviera y, de pronto, allí estaba...
la veo como ven los niños a los piratas: con el arrobo y la simpatía de
un temor disimulado...
Dama imaginaria en ventana iluminada... existiendo allí donde
no había nada... saludándome una noche de viernes para sábado, con
las mismas promesas que yo siempre he soñado...
La quise mucho antes de ver su pálida cara... de notar el suave
remolino, que nacía cada vez que movía sus pestañas...
La tuve tan cerca que me quito el aire... con el tibio abrazo de
sus labios carmesí... y la almendrada caricia de sus manos....
Tiempos del ayer que nunca pasan...
Otra vez me perdía en el silencio... dormido entre la hierba
húmeda y la brisa cálida... con la luna cantándome una nana... y los grillos haciendo la ronda para que los malos sueños no me atormentaran...
Galopé en jaca jerezana por el puro placer de ver como huyen
los árboles a mi paso... hasta detenerme en cualquier recodo del camino, para ver si alguien seguía mi rastro...
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Corsario de ciudad
... donde todo empieza
¡Fue inútil!... tan solo me perseguían mis pisadas...
Y otra vez soñé con mi caserón que nunca tuvo ventanas ni fantasmas... en cuyos muros no hubo jamás un mínimo agujero por el que
pudiera asomarse mi blanca Dama imaginada...
Llorando desengaños de otros, imaginé una poesía que recité
entre sollozos... mientras la noche y la luna me miraban...
No la recuerdo... ni tan siquiera sé si sus versos rimaban... pero
estoy seguro de que era bella porque, como el amor verdadero, supe
que existió pero olvidé como fueron sus lagrimas...
Quizás por ello me convertí en CORSARIO DE CIUDAD e imprimí los chats... y saqué de sus cajitas de cartón aquellos recuerdos que
jamás conté a nadie. Nada como la realidad para construir la imaginería de una ficción literaria... situaciones provocadas para evaluar esas
reacciones que se ajustan perfectamente al guión soñado... metódicamente... sin dejar nada al azar... calibrando con exactitud cada movimiento o cada paso... sabiendo desde el primer momento cual iba a ser
el desenlace...
Si existe el crimen perfecto yo quería versionarlo... sentir el
éxtasis y probar el dulce sabor que tiene el decir la última palabra... esa
que nunca te dije y no deseo morir sin pronunciarla...
El año 2.000 agonizaba.... se oía llegar un nuevo siglo y el
nuevo milenio, en silencio y a hurtadillas, me abrazada... era el momento justo de cerrar el laboratorio... de concluir el experimento y elaborar
esa tésis sobre realidad virtual que había soñado. En mi mesa de trabajo se apilaban las pruebas... los resultados... desordenados y hambrientos de una mano que les diera vida literaria...
Nacían en mi, poco a poco, casi a intervalos mágicos, esas frases que yo buscaba... como una absurda historia de un pez sin mar...
o, también, el ignorado existir de un CORSARIO DE CIUDAD que, a
partir de ahora, pretendo contaros...
(Enciendo un cigarrillo y aspiro una bocanada de humo con esa
lentitud que siempre parece premeditada. Brota una sonrisa de mis
labios mientras pienso que no hay nada más increíble que la realidad...
que no hay ficción mejor si uno consigue contarla como debe ser contada...)
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Corsario de ciudad
“Louise”
(Apenas consigo separar la vista del
pequeño paraguas de papel, que se ha
roto de tanto estar sobre mi mesa; pertenece a otro tiempo en el que yo bebía
daiquiris con un ligero toque de menta y
tu estabas conmigo... sentada en nuestra
mesa... endulzando mi vida y perfumándola con aromas de suavidad... casi sin
querer... seguro que queriendo... sin decir
nada...
Mañana ya no estarás y yo no quiero
esperar para echarte de menos...
Por eso estoy aquí... recordando que
debo olvidarte o, también, que tengo que
olvidar que te recuerdo...
Escribir no me alimenta... no me sacia...
no me llena... no me abraza... ni te
devuelve a mi existencia. Pero unas
tímidas hojas de papel es lo único que
tengo... quizás... solo quizás... ellas permitan que me ría de mi
mismo mientras, lejos y virtualmente, tu cierras cuidadosamente
esas maletas en las que no hay lugar para esperanzas ni liturgias
de regresos.
¡Puedo hacerlo!, ¡sé que puedo!, divagaré hasta que se sacie de
absurdo mi mente... hasta que no quede lugar para ti... ni haya en
mi una sola neurona que, al oír tu nombre, se estremezca...
Y te irás... te desvanecerás como una aurora boreal... como un
espejismo... como un problema no resuelto...
El nuestro es otro tiempo... otra vida... otros momentos...)
Hay momentos en la vida de uno que parecen de otro...
Dicho esto ya casi no me quedan palabras para continuar... lo cual
tampoco me preocupa demasiado porque, no puedo evitar caer en la cuenta, hay vidas que tienen tanto sentido que se resumen en una frase... el
problema es encontrarla...
Hay veces que mi vida me parece una de esas: sólo necesita una
frase corta para ser explicada. Pero cambio de idea rápidamente y me digo
que no es posible... que yo he vivido para plantear mas dilemas que soluciones... para dejar más preguntas que las que fui capaz de contestar ...
y, en fin, para conseguir una intranscendente trascendencia...
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Corsario de ciudad
“Louise”
Por eso sé que, repito, hay momentos en la vida de uno que
parecen de otro... aunque uno no quiera...
- ¡Estas como tenso...! -me oigo decir- Sí..., es posible..., tal vez... -me respondoY, tontamente, la vida sigue en el exterior... tan llena de energía
que no puedo evitar levantarme y mirar por la ventana... quizás buscando nuevos horizontes, trás los que se escondan esos nuevos retos y
olvidos que anhelo...
- ¡Te sentirás limpia...!, ¡te sentirás bien...! -la televisión no deja de
advertirmeEn el exterior llueven rayos de sol... treinta grados a la sombra
son muchos grados y pienso que tiene que ser incómodo... por eso me
invade una alegría irreprimible ya que sólo estamos a veintinueve...
Es curioso, parece que el día y la temperatura se pusieron de
acuerdo... no puede ser casualidad que estemos a veintinueve grados
el día veintinueve... claro que, ahora que lo pienso, hay muchas cosas
en este mundo que son o tienen veintinueve...
También hay un árbol en ese exterior que queda fuera... está
lejos, pero es un árbol porque se parece a los árboles que he visto en
una excursión del colegio... hace muchos años, pero lo recuerdo perfectamente...
Los árboles no son nada humanos, pero sí muy conservadores...
yo creo que, de poder, votarían a la derecha que quedase más a la derecha. Nunca he visto un árbol progresista... todos llevan años con las raíces profundamente enterradas en el mismo lugar en que nacieron...
Bueno, igual exagero... hay algunos que han sido trasplantados, pero
son la excepción que confirma la regla.
Los animales sí son progresistas... a través de la historia, nos
han demostrado que, con fuerza de voluntad y ganas, un miserable
microorganismo puede llegar a ser Albert Einstein... por poner un ejemplo. ¡Quien se lo iba a deci!... y, aunque alguien lo hubiese hecho, ni él
mismo podría creérselo...
Las dudas congénitas... esa falta de seguridad en uno mismo es
el primer problema de los progresistas... al final, ni ellos mismos se
creen lo que pueden llegar a ser... y terminan vacíos... sin vida que vivir
o retos que les merezcan...
Al final aquello tan manido y lúcido de "si nos encuentran, estamos perdidos" es la gran frase... el compendio de la sabiduría acumulada a través de siglos de evolución... la síntesis perfecta entre los miedos que se van y los temores que llegan...
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Corsario de ciudad
“Louise”
Eso sí, la frase en cuestión es deliciosa y doblemente cierta... tan
interpretable como irrebatible... tan precisa como yo, que casi nunca sé
si subo o bajo la escalera...
La verdad es que no recuerdo frases como ella... capaces de
indicarme de una sola vez que, por una parte, el efecto de encontrarnos implica una causa: estar perdidos... y, por otro lado, que el efecto
de estar perdidos es fruto de una causa: que nos encuentren...
Curioso y demencial, pero nada irrelevante... me costó un buen
rato encontrar la mística y no podía resistirme a dejar constancia de
haberlo hecho...
(Ya casi no estás... ya casi ni te recuerdo... aunque creo que llegué
a quererte con detalle y a amarte con esmero...
Escribir no me alimenta... no me sacia... no me llena... no me abraza... pero te aleja... y eso creo que es bueno...
Divagaré aún más... hasta que se sacie de absurdo mi mente...
hasta que no quede lugar para ti... ni haya una sola neurona que,
al oír tu nombre, se estremezca...
Y te irás... te desvanecerás como se desvanecen las ausencias... sin
ropa interior... desnudas... como un enigma no resuelto...
El nuestro es otro tiempo... otra vida... otros momentos...)
Hablaba de árboles y de animales -los minerales no me interesan de momento, quizás porque son duros de mollera y representan la
parte más extrema de los extremos-... deseaba crear una iconografía
adecuada para conservadores y progresistas... construir metáforas
naturales que me sirvan para defender mis convicciones y, al tiempo,
atacar elegantemente...
No creais que os miento cuando dejo patente mi intención de
ponerle traje de etiqueta y pajarita a la dialéctica... que así nadie podrá
acusarme si afirmo, sin rubor y en voz bien alta, que los potenciales
evolutivos de los arboles están limitados por su propia naturaleza...
¿Verdad que suena académico...?
¿No percibís un tufillo a formol y a biblioteca...?
Sea afirmativa o negativa vuestra respuesta, lo que está claro es
que mi tésis es cierta. ¿Os imagináis al rodoendro del jardín caminando?... ¿podéis aceptar la posibilidad de que aquel ciprés, de sombra
alargada, se transforme en un elegante orador de levita negra?... ¿creéis que es posible que los pinus pinaster del parque municipal llegarán,
algún día, a desfilar tras una pancarta para reclamar sus derechos?...
Yo, confieso humildemente, no puedo...
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Corsario de ciudad
“Louise”
(Suena el teléfono...
Es Ryna... me pregunta por ti... hablo y hablo para que ella sepa
que no estás... para convencerla de que ni te recuerdo... aunque creo
que Ryna no me cree... que ella sigue pensando que llegué a quererte con detalle y a amarte con esmero...
Me despido cortésmente... Ryna no tiene la culpa de que ni estés ni
te recuerde...
De nuevo siento que escribir no me alimenta... no me sacia... no me
llena... no me abraza... pero te aleja... y eso creo que es bueno...
El nuestro es otro tiempo... otra vida... otros momentos...)
Ya se que mi historia de árboles y de animales puede parecer, a
simple vista, un subproducto políti-coliterario... en realidad no lo es,
aunque no sabría muy bien como explicarlo...
Eso si... vistas las cosas de ese modo... entenderéis la razón de
que me sienta pez sin mar, cuando podría sentirme otras cosas que,
igual, no me da la gana de ser...
Uno, la verdad, se ha decidido por construir un Yo delicadamente complejo... consecuente y magnánimo.. decidido y conformista...
práctico y romántico... responsablemente irresponsable y, ¿por que no
decirlo?, un poco cabrón para que las contradicciones existenciales no
se adueñen de su existencia...
- ¡Estas como tenso...! -me oigo decir, de nuevo- Sí... es posible... no lo niego... -me respondo, otra vezY tontamente... igual que hace un rato... la vida sigue en el exterior, tan llena de energía que no puedo evitar levantarme y mirar por la
ventana... otra vez... de nuevo...
Dicho así casi parece que no tengo nada que hacer... pero nada
más lejos de mi realidad presente.
Hoy me levanté ocupado por decisión propia... pienso hacer tantas cosas que, prácticamente, no me quede tiempo en el que "no tener
que hacer"...
Lo curioso del caso es que yo escribía de árboles y animales
cuando, en realidad, pretendía hacerlo sobre cuestiones diametralmente opuestas.
Yo me senté, créanme, con el firme propósito de escribir un capítulo más de mi novela... con la idea fija de introducirles, poco a poco,
en la virtualidad... de que juntos, lectores y yo, ficcionaramos esa realidad venida a menos que consigue vaciar las calles y colapsar los teléfonos...
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Corsario de ciudad
“Louise”
Y, como quiera que tenia que imaginármela primero... pensé en
ella como en una cyberselva... así resultaba mas fácil... mas sencillito y
adecuado... más metafórico y prudente.
En síntesis una cyberselva no es tan distinta a las selvas corrientes.
Para ser más concretos... no es más que una patética manifestación de inmovilistas -esto es obvio porque los internautas no se desplazan ni un centímetro para llegar muy lejos-... que crece tridimensionalmente -entre las dimensiones psíquicas, emotivas y dactilovisualescolonizando el cielo y la tierra, hasta hacerse dueña del entorno y controlar la cantidad de realidad o de ficción que llega a nuestra existencia....
No contentos con eso, los internautas se afanan en convertir en
una maraña el propio espacio virtual... enredándolo y confundiéndolo
todo para que sea más difícil luchar contra su particular sistema... con
objetivos tan elevados como entorpecer los movimientos de los que
pueden moverse... empequeñecer la realidad de los que poseen inteligencia... y, a fin de cuentas, hacer esclavos a los que, merced a su
capacidad motriz, han nacido libres y creen que aún hay hierba debajo
de los adoquines de las aceras.
Curioso, ¿verdad?, pero cierto...
Nuestros grandes problemas cotidianos, incluso el ansia de vivir
y la propia sensación de estar vivos, se eclipsan ante la magia de la
anfetamina virtual que la comunicación sin compromiso nos ofrece.
Nace así un nueva conciencia... tan subrrealista como eficaz e
imprescindible para olvidar todas y cada una de las circunstancias que
nos rodean...
Quizás por ello los ricos ni lloran ni “navegan”... los pobres tampoco, porque ni le quedan lágrimas por llorar ni, para “navegar”, tienen
dinero...
Internautas somos la clase media... aquellos que estamos atrapados entre el ser, entendido como triunfo social, y el no ser, entendido como pobreza... los mismos que, cada día, cogemos nuestro barquito de papel para adentrarnos en una gigantesca feria de vanidades...
donde todos los hombres son altos, rubios y de ojos verdes... donde las
mujeres son increíblemente bellas y no tienen la regla... donde la edad
sube o baja según conviene... y donde, ¿por que no?, uno ha escrito
tantos libros o tiene tantos títulos universitarios como desee...
En un sentido amplio... la virtualidad de la red tiene un cometido equilibrador de las frustraciones que acosan a la mass media del ter21
Corsario de ciudad
“Louise”
cer milenio... claro que, como contrapartida, evidencia su fragilidad y su
inconsistencia... su insatisfacción... su soledad... su regresión formal y
la vida de mentiras e hipocresía que padece...
La conclusión es que esto de internet no ayuda mucho a que el
mundo avance socialmente, aunque parezca lo contrario, pero es práctico... la red es un hábitat tan perfecto que permite cualquier fantasía
de Tolkien o el absurdo más bretchiano... y, lo que es más importante,
tiene la memoria que queramos que tenga...
La fauna del cyberespacio es tan ficticia que incluso llega a parecer natural que “los auténticos” nos alejemos de esos pagos... que creemos aldeas aparte en las que conocernos de verdad y olvidarnos de las
hipocresías internautas que vivimos a diario... y aún así, siempre se te
cuela alguien... que ha entrado con la máscara disimulada... que crece
y se reproduce en las alcantarillas y en los conductos de ventilación,
hasta hacer el ambiente irrespirable y fétido...
Son los topos y son mayoría en la red, pese a quien pese...
La miseria interior del ser humano es un caldo de cultivo idóneo
para todo tipo de enfermedades y, es tan real como exacto, la red actúa
de catalizador para que los virus se expandan...
Y no hay más vacuna que la sensatez para evitar contagiarse,
para impedir que los deseos subconscientes de autodestrucción terminen por adueñarse de quienes siguen siendo seres normales y con una
realidad perfectamente tangible que, en ningún caso, es subsidiaria de
la virtualidad momentánea que otros consiguen a través de circuitos y
cables...
Que conste que me encanta chatear... perderme entre la inmensidad virtual como un muñequito de peluche azul en busca de muñequitas de peluche rosa... dejar que los instantes se sucedan sin soltar
mi café con leche desnatada... o versionar al estilo más científico los
viajes astrales de mis adorados monjes tibetanos.
Un psicólogo diría que padezco de soledad endémica pero se
equivoca...
En realidad soy un aventurero de sillón... un heroico explorador
cosmopolita... un cosmonauta del cyberespacio... un CORSARIO DE
CIUDAD, sin mar ni velas al viento... y muchas más cosas que no me
atrevo a decir por si alguien las lee y no acaba de comprenderme.
Y en esa realidad virtual no es difícil sentirse Indiana Jones,
Lummumba, Hitler o Rockefeller... presumir de haber sido el amante
secreto de cualquier reina o princesa... pregonar a los cuatro vientos
amistades íntimas con Borges, Vargas Llosa o Benedetti...
22
Corsario de ciudad
“Louise”
En la red, lo difícil es ser uno mismo... no ocultar la identidad
tras cualquier nick que más o menos refleje nuestro subconsciente...
reconocer que uno es gordo y bajo... que le queda menos pelo del que
quisiera... o que malvive a diario y tiene números rojos en su cuenta
corriente...
La clave para sobrevivir cuerdo está en hacerle el juego a la
hipocresía... en asumir que ser un internauta no es más que un juego
de máscaras y de sombras chinescas... en repetirse a diario que la
mejor de las virtualidades no consigue ser más que el mero reflejo de
la realidad en un espejo...
(Recibo un mail de Ellen... me cuenta los planes que hicisteis para
viajar a no sé que lugar que queda muy lejos... Me dice que te dé un
beso...
Me cuesta recordar tu rostro mientras le contesto... o quizás lo que
me cuesta es que tu rostro no vuelva a mi mente...
Mi respuesta es extraña y en estéreo... extraña porque ni yo la
entiendo... en estéreo porque suena bien y parece que te envuelve
cuando la lees...
Estoy un tanto molesto con mi servidor... parece que no quiera
hacer llegar a Ellen esa mentira mía, que no consigue ser algo más
que una verdad a medias...
¡Da igual!, ¡no me importa lo que piense!, no estás... ni te recuerdo... solo sé que llegué a quererte con detalle y a amarte con esmero... en otro tiempo... en otra vida... en otros momentos...
Y eso creo que es bueno...)
Cualquiera de nosotros conoce a alguien que, digamos hace un
par de meses y sin ir más lejos, se encontró con una dama que parecía
señora y no lo era... que dijo ser soltera y no lo era... que estaba en un
país que no estaba... y, por acabar de algún modo, que era desgraciada y no lo era... Ya sé que son demasiadas "eras" para tan poco trigo,
pero, decidme, ¿como puede uno explicar ciertas cosas sin caer en la
redundancia recurrente?.
Claro que, de mismo modo, usted y yo seguro que conocemos a
un caballero que parecía caballero y no lo era... que dijo ser soltero y
no lo era... que estaba... que estaba etcétera y etcétera...
En realidad es una historia corriente, nada que merezca las líneas que ocupo ni las palabras que empleo; pero toda historia está necesitada de personajes y de momentos y, como la clave de esta es el realismo, creo que lo más pertinente es sugerir que la dirección correcta de
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Corsario de ciudad
“Louise”
las miradas es hacia alguien que vive en nuestro entorno... a quien
podemos poner cara y cuerpo... que conocemos y visualizamos casi sin
problemas. Me ahorro, de esa manera, un montón de descripciones y
hasta diría que de engorrosos problemas literarios...
A fin de cuentas, lo que yo quiero es expandir la soledad hasta
que se convierta en algo más que un memorial de ausencias...
Vuelvo entonces a retomar el hilo... a dejarme de diatribas y a
plantearme seriamente aclarar mis ideas.
La soledad -empiezo- es como un libro abierto... sólo hace falta
leer con gafas de vitriolo para desnudar miserias. Ocurre entonces que
uno se sorprende... y eso que creía estar curado ante las sorpresas...
Mis personajes, a los que llamaré personajes para entendernos, se
han instalado en la cabeza de cada uno de nosotros... ya estamos tan seguros de que son ellos o ellas que difícilmente alguien podrá discutirnos ni nuestra sagacidad, ni la perspicacia que tenemos para descubrirlos entre los que
nos rodean.
Sólo queda, entonces, jugar un poco al despiste... aportar
datos contradictorios para que la trama conserve la tensión desde el primer
momento y, al tiempo, no se descubra realmente cual es el prototipo que el
autor escogió para contar la historia... que ahora mismo está construyendo...
Lo queramos o no, en casi todas las ocasiones la verdad es la
mejor mentira y viceversa... quizás por ello, mi mejor aliado va a ser la
imaginación que mis lectores tengan... aunque no deja de ser una
apuesta segura ya que presumo de escribir sólo para lectoras y lectores
inteligentes...
Puede parecer una paradoja pero prometo que no lo es, tal y
como iremos viendo... en realidad todos somos muy parecidos... y quizás sólo nosotros mismos seamos los que nos vemos diferentes...
Para cumplir con el guión, y también porque a este CORSARIO DE
CIUDAD le apetece, mezclaremos realidad y virtualidad sin el mínimo pudor
ni el más pequeño complejo... crearemos ambientes idílicos y sin miserias...
conjugaremos historias acontecidas con trocitos de lo que nos gustaría ser y
no podemos... nos ataviaremos de oropeles para disimular que estamos
rellenitos por no cuidar la dieta... omitiremos todo rastro de procedencia... y
hasta puede que violemos la nívea blancura de cualquier papel, para intentar convertirnos en los rapsodas por excelencia de estos tiempos modernos...
Uno, a vuelo de pájaro, no acaba de verlo en los primeros compases
de este tiempo que se comparte entre la soledad... la noche... la pereza... y
ese sueño que tarda tanto en venir que parece que ya no viene... pero, un
poquito más tarde, se da cuenta...
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Corsario de ciudad
“Louise”
(Mi estudio se ha llenado de humo de cigarrillo negro... necesito
abrir la ventana de nuevo... asomarme y respirar realidad... a pulmón lleno...
Aparentemente esta parte no debería figurar en la historia, pero...
¿no creéis que, de alguna forma, es parte de ella?.
Lo importante es que todos sepáis que ya no hay nada más que
vacío en el lugar en donde estuvo ella... apenas un vacío perfilado
por una tenue silueta... nada que a nada ni a nadie me recuerde...
Por eso os cuento que hace un calor frío afuera... matizando, entre
líneas, que no me llevo muy bien con el exterior que me rodea... y,
quizás, por ello solo me asomo para verlo... desde lejos...
Son momentos en los que uno piensa en como y de qué manera... en
como continuar la historia... y de qué manera hacerlo...
Posiblemente necesite un café... una tacita espumosa y humeante
que huela a otros cafés y a otros tiempos. El café es como una poesía inacabada... siempre queda una dulce amargura entre los dientes, allí donde el paladar duerme sueños imposibles de carpaccio
de pato o bogavante a las finas hierbas...
Sorprendentemente no he visto salir humo por la ventana... se
diría que se ha ido de puntillas, atemorizado y un tanto escéptico.
Me hubiese gustado verlo salir, mas que nada para decirle adiós...
para despedirle como se merece quien ha compartido pulmones y
hasta provocado tal ataque de tos que me duele el pecho.
Lamentablemente era un humo maleducado... nada cortés y, posiblemente, analfabeto; eso si, se veía que tenía humos... cosa que
ocurre siempre en aquellos que no son pero quieren parecerlo...
Ahora si que ya te has ido... que ya no estás... que ni te recuerdo... apenas estoy seguro de si llegué a quererte con detalle y a amarte con
esmero... en otro tiempo... en otra vida... en otros momentos...
Y eso creo que es, incluso, secundario... lo importante es terminar lo
que, para olvidarte del todo, estoy escribiendo...
Retomemos el hilo... decía yo que "Uno no acaba de verlo en los primeros compases de ese tiempo que se comparte entre la soledad, la
noche, la pereza y el sueño; pero, un poquito más tarde, se da cuenta...")
Y es entonces cuando....
(... el pequeño paraguas de papel se acerca reptando con esfuerzo...
hecho jirones... desvalido y maltrecho...
¡Joder!, Louise... ¡como te echo de menos!)
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Corsario de ciudad
“Amaneceres”
(Deseaba que vinieras... que llegaras a
mi... que me leyeras lo que tanto habías
escrito... necesitaba saber que era mío y
que sólo a mi me pertenecía...
Me temblaban los labios y en mi piel
florecían pequeñas burbujas de ansiedad por oír tus sueños...
Sentía que te despertarías de un
momento a otro... en un lugar en el que
quisiera estar y no podía... Amanecer
contigo, mi Diosa... estrenar albas nuevas cada día, como estreno primaveras
cuando te escucho...
Creo que será posible... ¡si!, estoy seguro de que tiene que ser posible...
Y, mientras no ocurría ese milagro, me
moría entre la calidez de tu voz...)
Recuerdo haber leído su mail con la misma intensidad que tiene, hoy,
mi indiferencia.No es que el tiempo haya pasado y el olvido llegue. Es, más
bien, darse cuenta tardíamente de lo distintas que son las palabras según el
instante en que se interpreten... de como cambian... de como se transforman... de como, incluso, desaparecen...
Por eso las historias siempre son dos... la soñada y la verdadera...
la que vemos y su hermana gemela, que se esconde en las sombras acechando y dispuesta a saltar sobre nosotros... sobre su presa...
Pero tu mail sigue en mi outlook... de vez en cuando aún lo leo...
"Siempre será una buena idea ver el amanecer.... dicen que las
horas mas oscuras son las que hay antes de que amanezca... pero no lo
sé.... pocas veces en mi vida he visto un amanecer, me duermo antes generalmente, pero hoy no.... Hoy Diosito me concedió la gracia de ver un amanecer.... me dió la inmensa fortuna de ver una bella luna en lo alto del cielo...
me dió la oportunidad de observar los colores.... de ver como la negrura de
la noche se diluye en mil puntos de luz... de como los primeros rayos del sol
forman arco iris lleno de magia... de esperanza... pletórico de promesas..."
...de vez en cuando aún lo leo para recordarme a mi mismo y sentir
que una duda helada me cala hasta los huesos...
(Apenas puedo musitar un gesto... ni esbozar un beso... ni escribir una sonrisa... ni
mirar tus palabras sin tenerte...
26
Corsario de ciudad
“Amaneceres”
Pero...
... hoy será diferente,
dormirás conmigo
abrazadita y sin miedo;
entre mis sábanas blancas
y un cielo de luna llena,
que llora lágrimas de plata
porque le robé una estrella...)
"Esto no va a ser largo mi amor, ni va a estar lleno de reclamaciones, ni de dolores, ni de explicaciones.No puedo evitar que esté lleno de tristeza -se me trasmina entre los dedos para volverse tinta en papel-,tampoco es una despedida final cargada de melancolía... simple y sencillamente
es un Adiós por Conveniencia... desesperadamente esperando que, algún
día, puedas perdonar esta cobardía mía de no querer vivir mas esta historia
de nosotros... esta historia que no ha muerto. Te Quiero Mucho Mi Amor...
¡muchísimo!.... ahora que volteo por la ventana (estoy junto a ti en la cama)
intento contar las partículas de luz nueva de este amanecer... quiero juntarlas todas en un inútil intento que pudiera decirte cuanto te quiero o hasta
donde te quiero... y me perteneces"
No supe verlo, ni siquiera me duele el darme cuenta ahora;quizás es
que deseaba que vinieras... que llegaras a mi... que me leyeras en lo que
tanto habías escrito...
(Me cuesta entenderte... ya no sé si oigo lo que no quiero o ya no
quiero oír lo que oigo...
Déja que un abrazo de ternura se pose en ti... déjame que cuente
contigo miles de años... que se escurra el tiempo entre nuestros
dedos y que nunca deje de hacerlo...
Que tengo muchas olas para ti... muchas flores de cariño y un
montón de anhelos que pintar en el lugar que tu quieras... pero
siempre, ¡siempre!, sobre ese talismán que es tu cuerpo...
Te lo prometo, Princesa...
... hoy será diferente,
dormirás conmigo
abrazadita y sin miedo
entre mis sábanas blancas
y un cielo de luna llena
que llora lágrimas de plata
porque le robé una estrella...)
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Corsario de ciudad
“Amaneceres”
... párrafos en un mail, quizás tan sólo eso...
"Se que comprenderás... el amor (la cantidad de..) nunca ha sido un
problema entre los dos. La calidad y la continuidad, eso si. Feliz Vida Mi
Amor, lo siento... saco mi veinte y no juego. Te Amo Mucho, ¿sabes?, pero
duele mas el amarte que el dejarte y yo ya no puedo más; hoy se me rompió el ultimo pedacito de corazón que me quedaba... aunque, me llevare tu
memoria conmigo a donde quiera que vaya. Es bello ver el amanecer
sabes.... es casi igual de bello que verte dormido a mi lado..."
Palabras escritas desde lejos... cómplices en ocultar la realidad que
llega luego; palabras que no me buscan y que, tal vez, ni yo mismo quiero
que me encuentren. Frases que desnuda el tiempo... que se diluyen y de las
que uno incluso se arrepiente... aunque, para ello, necesite hacer el amor
contigo, por vez primera...
Y hoy, cuando decido borrar el mail para siempre, recuerdo que no
necesité más que ver tus ojos abiertos... tu mirada perdida en mi... como
tratando de reconocerme. En ese instante supe perfectamente que yo te
estaba mirando a ti de igual forma... de igual manera... sin quererlo y, a la
vez, necesitando decirte que no había nada en mi que quisiera darte... ni
nada en ti que, a mi, me apeteciera...
Miradas que no buscan encontrarse... que se pierden en las rendijas
de la pared... dejando entrever que , quizás, comprendiste lo que yo: el
amor y el deseo pueden recorrer sendas que jamás convergen...
Y ahora... en el tiempo de después y en mi piel... ya de ti nada me
queda... aunque nunca he dejado de preguntarme a quien escribíamos
ambos... a quien amamos en silencio mientras hacíamos el amor a las puertas de una mañana nueva...
Amanecer contigo fue una amarga experiencia... la tuya conmigo, lo
presiento, fue idéntica. Desde entonces, sé que hay una sombra de tristeza en nuestras miradas... quizás es que nos sabemos amantes de lo ajeno...
turistas accidentales de nuestros cuerpos, que se separan y no se echan de
menos... seguros de que en algún lugar hay alguien que lleva nuestros nombres, pero a quien nuestros recuerdos no recuerdan...
¿Sabes?, no se tú... pero gracias a ti me di cuenta de a quien escribía sin yo saberlo... quizás por eso aún hay ternura rodeando tu imagen en
mis recuerdos y aún se dibuja una sonrisa cuando vuelvo a verte desnuda...
durmiendo a mi lado... abrazadita y sin miedo... entre unas sábanas blancas y un cielo de luna llena... que llora lágrimas de plata...
... que llora lágrimas de plata porque sabe que tu no eres mi estrella...
Amaneceres, Betty... ¡si!, sólo amaneceres...
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Corsario de ciudad
“Mañana por la noche”
Soda con azúcar moreno... en un
viernes cualquiera... de un mes
cualquiera y sin una coartada
para beberla...
En realidad hubiese preferido
una taza de leche fría... con
café... sin azúcar... para mojar
en ella los abrazos que nunca
llegan y siempre se echan de
menos...
Atardecía aquí y ahora... caía el
manto de una noche traviesa y
coqueta... anunciando lluvia de
esa que no moja por lo breve y
seca... rompía el mar en la playa desierta con un abrazo de olas
ansiosas de granitos de arena...
El alrededor quemaba como quema la hierba y tu pelo... lo sentía
penetrándome y jugando con mi piel... definiéndose en mis silencios...
Saqué la pluma y pedí servilletas...
Aquí y ahora, he conseguido intuirte de nuevo... percibir tus
ausencias mientras te pintaba con mi caja de acuarelas nuevas...
Estás ahí: donde termina la playa y comienza el deseo... justo
en los penachos de espuma de las olas, esparcida en las fragancias multicolores de mi océano...
Te veo mojada... húmeda toda tú al sol de la luna llena... toalla
roja... ojos que duermen en vela... piernas de muslos ardientes...
Cuento, una a una, despacito, en silencio, las olas que se mueren con un beso para ti que no te llega...
Mirándote he descubierto muchas clases de olas... las valientes
que se suicidan contra el acantilado del fondo a la derecha... las tímidas que nunca llegan a la playa... las suaves que parecen una caricia de
agua... y las “otras”, esas que sólo para ti sueño...
Y, mientras te miro, el lejos es casi cerca; la sensación de proximidad se hace tan angustiosa como una desesperada espera... temo
perderte... pero veo mi sombra abrazándote y siento que me tiemblan
las piernas...
Es el momento de hacer a tu alrededor un castillo de arena... de
encerrarte entre muros de satén... de decirte que te querría para siem29
“Mañana por la noche”
Corsario de ciudad
pre y de dos maneras: mi princesa o mi prisionera...
Siento que la brisa aumenta... quizás tu eres culpable de atraerla...
Brisa y yo te queremos anónimamente... y deseamos llevarte
más allá del horizonte para, contigo, ambos, perdernos en el mágico
mundo de los sueños...
... en ese mágico mañana por la noche en el que ni tu te vas...
ni yo me quedo...
Arrugué la servilleta sin querer hacerlo, pero queriendo...
No me gustaba pintar tu rostro a la acuarela... ni sobre papel... ni
sobre lienzos...
Yo quería dibujar deseos en tu piel... tatuar mis anhelos en tu cuerpo... sufrir en ti y morirme en cada uno de tus besos...
Quizás por ello cogí otra servilleta... me quedé mirándola... le di
la vuelta... me sumergí en instantes no tenidos mientras soñaba
con tenerlos...
Cayó la noche como caen las penas...
Marqué tu número en el celular... escuché de nuevo esa tu voz que
tanto quiero...
- Soy Lena... no estoy en casa pero puedes dejarme el mensaje que
quieras... ciao amor mio... un beso...
Esperé el tono mientras buscaba palabras que te conquistaran...
que te llevaran mi ansiedad y mi ternura... que te dijeran que existía y que eras mi único sueño...
Nadie sabe lo mucho que duran ciertos momentos... hasta que su
desesperanza vive en ellos...
- Lena... te he soñado tanto que quiero verte... estaré junto al mar...
la primera noche que haya estrellas...
Así de breve... ¡quedaron tantas cosas por decir que ahora estaban
ocurriendoseme....!
Me iré... me desvaneceré en esa calle de regresos amargos que me
espera... mi habitat natural... mis sueños...
Quiero dormirme pronto... fue un brindis al sol, pero.... ¡pero
mañana por la noche habrá estrellas...!
30
Corsario de ciudad
“Hasta que amanezca””
(- He vuelto...
Tu presencia cambia el momento...
aunque sea difícil adivinar si es
cóncava o convexa...
Nosotros, en plural, somos una
incognita que raramente se resuelve... que muy dificilmente alcanza
la excelsa plenitud de un significado concreto... por eso nos acercamos titubeando... casi sonrojados...
como si no nos mereciesemos...
A veces tengo frío y me tapo contigo... y entro en calor, rápidamente...
A veces te duele el alma y yo regreso...)
Sabía embrujar...
Decorada con matices para
ensombrecer párpados, perfilar
labios, sonrojar mejillas o resaltar los ojos... sinuosa en su andar... vertiginosa su cabellera, estudiadamente al viento... suave voz... sonrisa
incrédula...
Sabía embrujar entre silencios de algodón y miradas de terciopelo...
Nunca supe a ciencia cierta si sabía que sabía que la soñé, o si
soñé que existía y vino a verme... quizás fuera que vi su reflejo en un
papel o su imagen en un deseo...
Pero la describí escribiendo versos... musitando palabras musicadas... entornando los ojos para verla y abrazarla... y tenerla... como
si fuera esa estrella del atardecer que promete una noche de mar... de
mar y luna llena...
Puede que así la encontrara... poquito a poco... casi sin darme
cuenta de que me daba cuenta... de que era ella...
Averigüé, entonces, la asombrosa capacidad de recordarla... de
sustituir cada espacio en blanco de su fugaz visión... vistiéndola y desnudándola con ansias de morirme recorriendo, una a una, todas las curvas de su cuerpo...
La pasión... esa pasión que agita las aguas de la mente hasta
que hierven...
31
“Hasta que amanezca””
Corsario de ciudad
Hice de ella una luz... una de esas lucecitas tímidas y temblorosas que hipnotizan mientras surgen de una vela... o, quizás, un destello breve de esperanza para este corsario sin bandera, que navega allí
donde nazca una tempestad o las olas son perfectas...
Aunque supe, al instante, que una luz a secas era poco para definirla a ella...
Hice de ella ese pan y chocolate que fue, durante años, mi
merienda... la sentí derretirse en mi boca... endulzarme el paladar... llenarme de hartura hasta límites que describir no puedo...
Aunque me di cuenta, al momento, que ser luz y merienda no
podían reflejar lo que ella era...
Hice, entonces, de ella un matiz... apenas una sombra en la
penumbra... apenas un rellano en la empinada escalera...
Y allí... en ese matiz sin matices... en esa sombra en la penumbra... en ese rellano de escalera... me senté a descansar y a soñarla...
impelido por el instinto animal de poseer su esencia...
Aunque... tampoco esta vez fue suficiente... decir que era luz,
merienda o matiz, no aproximaba a ningún lector la magia de que existiera...
Es entonces cuando uno se desespera... cuando se da cuenta de
que no hay idioma, ni palabras, que lleguen para a ellas reducirla o en
ellas contenerla...
Me quedé mirando al horizonte... con una mirada llena de querer tenerla cerca... con un gesto de anhelo... con un ademán de no
saber que soy yo si no soy de ella...
De no saber qué soy yo... si no soy de ella...
Pensé en escribir un rato... apenas un instante... poco más que
un momento...
Me decía que no iban a ser muchas letras... y ya llevo más de
cuatrocientas treinta y nueve palabras... y ya he tecleado más de dos
mil seiscientos caracteres...
Pero vendrá... cabalgando sobre un arco iris o surgiendo bajo un
paraguas de cristal que yo sostenga... decorada con matices para
ensombrecer párpados, perfilar labios, sonrojar mejillas o resaltar los
ojos... sinuosa en su andar... vertiginosa su cabellera, estudiadamente
al viento... suave voz... sonrisa incrédula...
Sabía embrujar...
Me sentaré a esperarla con un beso especial en mis labios hipnotizados y ojos de deseo... hasta que amanezca... o incluso más...
¡hasta que llegues ...!
32
Corsario de ciudad
“Hasta que amanezca””
(- Te necesito...
Dos palabras que cambian un momento... aunque sea dificil adivinar si son cóncavas o convexas...
Las palabras, en plural, son una incognita que raramente se
resuelve... que muy dificilmente alcanza la excelsa plenitud de un
significado concreto... por eso me acerco a ellas titubeando... casi
sonrojado... como si no las mereciera...
A veces tengo frío y me tapo con mantas de palabras... y entro en
calor, rápidamente.
A veces me duele el alma y ellas vienen...
El autor se pierde siempre entre sus mares de palabras... como un
navegante solitario que busca el concepto exacto que reside en
ellas... como un naufrago desorientado... como una isla perdida,
que nunca ha querido formar parte de ningún archipielago...
De una u otra forma, eres palabra... Nelly...
Una palabra de esas que ha nacido para que en ella me pierda...
cada noche...
hasta que amanezca...)
33
“Luna y mareas”
Corsario de ciudad
(Sidh recorría su parte izquierda del colchón buscando una
piel que la estremeciera...
Era, quizás, una noche-madrugada de un otoño cualquiera
que, a poco que se descuidara,
volvería a ser invierno y terminar en primavera...
Los ojos entrecerrados... la
sonrisa llena de sueños... mínimo camisón de seda que se
perdía un poquito más arriba
de donde acababan las caderas...
La garganta seca... pastosa la
lengua... sudorosa la frente y
húmedos... ¡muy húmedos!, los
jardines donde se convierte en
flores el deseo...
Sidh es feliz... en sueños...
Cariñosa y afable... madre
dedicada y compañera-esposa
ostentosamente honesta... del "súper" a casa... de casa a la iglesia... sin paradas intermedias... siempre con el gesto adecuado... la
palabra sosegada y el vestir pertinente...
Ni un desliz en los anales... al menos que la gente sepa...
Ni una mancha... ni una mácula... ni nada de ella que no fuera conjugar el verbo ser y la palabra decencia...
Sidh sueña sueños que a nadie cuenta... es feliz... tan feliz que se
entrega... hasta llenarse... hasta saciarse... hasta que rebosa un
narcotizante placer que a nadie le interesa... )
Es hoy un día de diario... un día de estación de paso... nada definitivo ni que merezca figurar subrayado en mi personal vidateca...
Me he sentado impulsado por una cierta ansia de encontrar
asiento... tan sólo para dejar que mi mirada se pierda entre el color salmón de la pared y la grieta que queda a mano izquierda...
La mente en blanco... el pensar aceitoso y la mirada como del
color de las acelgas...
Por esperar no espero nada que a mi no venga... quizás simple34
Corsario de ciudad
“Luna y mareas”
mente quiero dedicarme a beber el placer de sentirme durante unos instantes... a recorrerme o a explorarme... como si en un sendero sin cartografiar se hubiese transformado, así de repente, mi existencia...
Escucho el silencio... me dice que le hubiese gustado ser poeta
pero que ha decidido no serlo... que ya hay muchos o tal vez demasiados que poetas se creen... que prefiere ser silencio que se escuche
antes que palabra pronunciada que se pierde...
Sonrío... a mi me hubiese gustado ser mujer para que un juglar
me cantara... mientras me bañaba con rayos de luna llena... mientras
convertía en trenzas mis largos cabellos negros... y sentía, mirándome
en cualquier espejo, que mi destino era ser reina de las olas y las mareas...
Juglares y poetas... caballeros y plebeyos... que no hay juglar
que no tenga su princesa... que no hay poeta que no le cante a sus
miserias...
Y de repente la duda me asalta... me inquieta.... derriba mi
taburete y me impulsa a buscar con avidez un poco de chocolate en la
despensa...
El chocolate y la poesía saben lo mismo que el pan con nueces...
o a esas avellanas que nacen cada primavera del cerezo que bajo su
ventana crece...
Recordar su ventana -como habréis intuido- hace que mis sentidos se alteren... y es que ella, ahora mismo, se diluye en mi boca como
si de chocolate fuera...
¿Es eso poesía?, no creo... posiblemente sea ansia o deseo...
necesidad o anhelo... aunque dudo que un poema sepa a chocolate... y
mucho menos a pan con nueces...
(Sidh se ha vestido con la tentación mas tentadora que guarda,
desde siempre, en su cabeza... poca ropa... mucha piel... suave
olor a mujer y un toque de carmín en sus labios color fresa...
Se siente reina... especial... como hecha de arena y esperando
que caricias de ola la rocen y la humedezcan...
El ahora es, quizás, una tarde solitaria de un invierno cualquiera que, a poco que el descuido se nos acerque, volverá a ser
verano y terminar en primavera...
Sidh está sola... tan sola que desea que alguien se le acerque...
Cariñosa y afable... madre dedicada y compañera-esposa
ostentosamente honesta... del "súper" a casa... de casa a la iglesia... sin paradas intermedias... siempre con el gesto adecuado...
35
“Luna y mareas”
Corsario de ciudad
la palabra sosegada y el andar modoso de princesa...
Y se asoma a la ventana... deben ser como las siete y siete de esa
tarde solitaria en que ella esta queriendo encontrar amante,sin
quererlo...
Se sonroja... duda y se estremece... se acerca al compact-disk y
pulsa la tecla justa para que los sonidos de "Dead from the
waist" le acompañen en sus pensamientos...
Quizás abajo haya alguien que me espere... que me observe...
que me desee...
Quizás me haga un guiño y me susurre...
Quizás robe una flor y me la entregue...
Quizás quiera subir a mi cama... y yo le deje...
Los ojos llenos de sueños... la sonrisa entrecerrada... apenas
dos metros de seda que se pierden un poquito más arriba de
donde acababan las caderas...
La garganta pastosa... la lengua seca... húmeda la frente y
sudorosos... ¡muy sudorosos!, los jardines donde se convierte en
flores el deseo...
Sidh es feliz... hoy sueña sueños y quiere compartirlos... es
feliz... tan feliz que cierra los ojos y a la ventana se acerca...
deja caer su breve camisón... respira el aire y huele el mar lleno
de olas que, presiente, se aleja... )
Mentiría si os dijese que no había observado aquella ventana una
y mil veces...
Había en ella algo mágico... como una de esas presencias que
detectamos entre la niebla...
La conocí un día de ayer que no recuerdo... de regreso de algún
lugar que no importa... camino a mi estudio... mientras buscaba ahondar en las mentiras para encontrar verdades... y viceversa...
El reflejo de la luna en sus cristales desvió mis pasos, hasta
detenerme...
Y quise ver algo más... y vi sus rejas... sus geranios ya sin flores... y un pañuelo blanco anudado, como por descuido, que se mecía
amodorrado por el viento...
Me pareció percibir, entonces, una huidiza silueta pasar detrás
de aquella ventana... vaporosa... enigmática... intensa...
Enamorarme, del verbo querer, fue algo tan natural como echar-
36
Corsario de ciudad
“Luna y mareas”
le pimienta al chuletón... ¡creedme!, que la quise con el estómago antes
siquiera de darme cuenta... quizás fue que tenía hambre de cariño y
aquella sombra olía tan exquisitamente prometedora que me venció la
gula y la deseé entera...
Día a día, tras aquello... detuve mi errático caminar frente a
ella... esperanzado... con la fe de que el milagro habría de producirse
y que sólo era cuestión de tiempo...
Si estaba cerrada me apenaba... si la hallaba entreabierta, me
ilusionaba... si había luz... si había luz ya creía que ese día iba a volver
a verla...
Y el tiempo pasaba más rápido que de costumbre... acelerado y
como cómplice callado de mis ansias... de mis deseos...
Nunca más volví a verla... y ya no supe si había sido real o no
era más que un espejismo de agua para mi corazón sediento...
Hoy es día de adiós y despedidas... me marcho lejos... a buscar
palabras y paisajes... a perderme entre la luna y las mareas...
He venido aquí a despedirme... a mirar, una vez más, esa ventana a la que yo pinté del color de las promesas...
Vestido especialmente y a conciencia... un pantalón vaquero
raído y una camisa vieja.... mi mejor sonrisa de domingo... y los ojos
recién bañados en colirio, para mejor verla...
Me traje mi chocolate... mi pan y mis nueces... una flor que robé
en un jardín, mientras venía... y dos o tres lágrimas por si hoy tampoco puedo hacer mía su existencia...
Y llevo aquí desde las seis y media... casi se han encendido las
estrellas y oigo como la luna se despereza...
Y la ventana no se abre... y ya son casi las siete y siete...
(¿Estás ahí...?, Sidh se pregunta... sin abrir los ojos... como si
temiera escuchar un "sí"... como si fuera una desconocida y estuviera descubriéndose a si misma... tan tímida a sus treinta y
varios... tan nueva y tan coqueta...
Le respondió la brisa... creyó escuchar como alguien le contaba
una historia de luna y mareas... le pareció oler a chocolate y hasta
sentir en su paladar el sabor que deja el pan con nueces...
Cerró aún más los ojos y abrió los brazos... sintió una suave caricia en su mejilla izquierda... como si de un pañuelo blanco de seda
se tratara... y sus manos...
... sus manos chocaron, de repente, con la reja...
Recordó entonces, con los ojos muy abiertos y la mirada perdida,
37
“Luna y mareas”
Corsario de ciudad
lo que ella era... cariñosa y afable... madre dedicada y compañeraesposa ostentosamente honesta... del "súper" a casa... de casa a la
iglesia... sin paradas intermedias... siempre con el gesto adecuado... la palabra sosegada y el vestir pertinente... ni un desliz en los
anales... ni una mancha... ni una mácula... ni nada en ella que no
fuera conjugar el verbo ser y la palabra decencia...
Se alejó de la ventana instintivamente... con una lágrima prendida en cada mejilla... arrepentida de ser mujer... segura de que la
única caricia que merecía era la del pañuelo que anudó, como bandera de esperanza y hace años, en la reja de la ventana... de un
hogar que la mantenía prisionera...
Y sí... Sidh sigue erre que erre... sueña sueños que a nadie cuenta...
es feliz... tan feliz que se entrega... hasta llenarse... hasta saciarse...
hasta que rebosa un narcotizante y solitario placer... que con
nadie comparte y que a nadie cuenta...)
No ha venido... quizás sólo era un sueño...
Y se alejan mis pasos mientras mi corazón se queda...
junto a la rosa robada
que dejé en su reja...
38
Corsario de ciudad
“Iovanna y Granada”
(Iovanna...
Refugiada en la penumbra soleada...
navegante de sueños y hacedora de
mares... huidiza... grácil... morena y
guapa....
Una sombra perdida entre el quinto
escalón y el rellano... una sombra en
la noche... silenciosa... dormitando...
callada...
Y la noche que le abraza... ¿como
es...?, ¿como haré para que podáis
imaginarla...?
Es una noche de noches... una noche de
esas en las que brilla el lucero y el
alba se presagia... una noche... una de
esas sin tiempo pero con alas...
diseñadas para leer una piel y hacer plegarias de poesía mientras gotas de sudor y de champán mojan el
negro raso negro de las sábanas...
Navegante de sueños... hacedora de mares... ebria de
raza y los ojos abiertos como platos...)
Una lata de cerveza rodó callejón abajo mientras me daba cuenta, paso a paso, de que estaba caminando sin rumbo y sin nostalgia.
La nostalgia es un cuadro peligroso... el rumbo saca emoción a
la vida... la cerveza, si es de marca, ayuda a perderse entre la niebla y
a encontrar la salida cuando, queramos o no, todas las salidas fallan...
Instintivamente... quise estar pero no pude... algo en mi me
empujaba con rabia a ser mi propio entorno, a ir más allá de mi mismo
para mejor verme y disfrutar o padecer, ¿quien lo sabe?, de las retorcidas sutilezas de ese yo convertido en paisaje...
Emocionalmente estaba un tanto alterado... inestable... acongojado y tiritando...
Quise, quizás por ello, que lloviera y llovió a cántaros... tal vez
sólo para que pudiera yo sentir como se empapaban mis ropas y el cigarro se apagaba... tal vez, sólo tal vez, para soñar con un futuro seco y
cálido... con una tacita de sopa con galletas... y una manta bajo la que
quisiera me esperaras, aterida... tierna... como un desván vacío y olvidado... deseando que llegara a ti y te ocupara...
39
“Iovanna y Granada”
Corsario de ciudad
No había un alma en aquella calle sin alma... por eso detuve mis
pasos ante la esbelta figura de aquella farola que parecía esperarme...
- ¿Como te llamas...?, ¿tienes frío...?, ¿me acompañas...?
Hubo una pausa y la lluvia se detuvo... dejó de caer, como
expectante...
Oír como deja de llover es tan inútil como mágico... ¡hay tanta
esperanza de lluvia en la sequía momentánea!... tanta fe de verte llegar corriendo con un paraguas y una sonrisa... ansiando cobijarme...
La lluvia en Granada tiene esas cosas que la hacen tan humana... tan teatral... tan desconcertante para quien no sabe oler, entre sus
gotas, el suave aroma a albahaca y luna pálida...
Y las pausas... ¡Hummm!... Las pausas aquí son acordes de guitarra... y yo las escucho ansiando, algún día, poder bailarlas... contigo... bajo una manta de estrellas y abrazados por las sombras de la
Alhambra...
(Iovanna...
Pedacito de ternura... ángel sin alas... perfección... dulzura... sueño
que soñé mientras te soñaba...
Siéntate conmigo... háblame...
quiero ser tu destino,
quiero ser tu amante
y quiero ser tu cama...
que la madrugada me encuentre...
que me sorprenda la noche
y el alba llegue despacio;
que me descubran "dormío"
abrazado a tu cintura
y tiritando de frío...
convertido yo en tu sábana
y tu en mi almohada...)
La farola se sonríe... el buzón de correos me mira insomne y gruñón... hay un rayo de luna que juguetea con las sombras... y un callejón tenebroso con dos ratas y un gato maullando...
Adivino sombras de mujer deslizándose por esta Granada que
duele... esta Granada mojada...
Sentarme, entonces, fue un arrebato de rabia... la necesidad de
recapacitar o de entender... de comprender la magia...
Cada mujer tiene su palabra secreta y mi Granada lo sabe...
Son palabras que van más allá de un "te quiero"... que llegan
40
Corsario de ciudad
“Iovanna y Granada”
mucho más lejos de lo que llegan aquellas que conforman sus venturosas desventuras cotidianas...
Palabras que se reservan... que se guardan... que sólo se pronuncian cuando hay que acompañar con sonidos el hablar de las miradas...
Yo busqué esa palabra en muchos labios... y encontré que me
sorprendían cada vez que las oía... y sentí que eran palabras de mujer
que llevaban mucho tiempo esperándome...
Ahora... aquí... sentado y sediento de ternura... las recuerdo...
las miro y las admiro mientras desfilan por mi mente... recién salidas
de la cajita donde guardo, en papel de seda, mis nostalgias...
Y cada una tiene un rostro que la acompaña... que le da sentido... que la hace eternamente perdurable...
Soy yo en ellas y ellas son mis palabras mágicas... toda una vida
escrita alrededor de un "calla"... de un "tonto"... o de un "canalla"... de
un "idiota" o de un "malvado"... por citar, tan sólo, unas cuantas...
Quizás esta noche la noche me acompañe y encuentre, a mi
regreso, esa palabra de mujer que intuyo me espera, sólo a mi, entre
unos labios...
Quizás, sólo quizás, esta noche llueva en Granada... o, quizás, la
lluvia sólo haya sido un tránsito de la locura a la nostalgia...
Y se rompe la noche... como cortada por un cuchillo de esperanza...
Una sombra de mujer se ha detenido a mi lado... y me habla...
- ¿Como te llamas..?, ¿tienes frío...?, ¿me acompañas...?
- Sí... no tengo frio... mi nombre espera a que tu quieras pronunciarlo...
(Iovanna...
Hay tanto de mi que tu no sabes...
Iovanna...
Pedacito de Granada... azahar... malvavisco... ternura... sueño que
encontré mientras soñaba...
Siéntate conmigo... háblame...
quiero ser tu destino...
quiero ser tu amante...
y quiero ser tu cama...
No te contaré mis sueños... quizás porque sueño poco... o, quizás,
porque ni los tengo ni de menos los echaba...
41
“Iovanna y Granada”
Corsario de ciudad
Lo único que me apetece es despertarte a miradas tiernas... a besos
no dados... a caricias de algodón de nube y olor a cielo de violetas
perfumadas de escarcha...
Pero algo me lo impide... sé que no puedo... que la
mañana no quiere y el rocío, hecho perlas, no me deja...
Pero... ¡por Granada!... te prometo intentarlo de
nuevo... cuantas veces sea necesario...
si no me quedo dormido
en la cuna
de tus brazos
o en el colchón
de tu pelo
o entre tu dulzura...
... Iovanna.
Lo siento, mi vida... abrazado a tu cintura y tiritando de frío... me
ha sorprendido la madrugada...
... convertido yo en tu sábana y tu...
¡y tu en mi almohada!)
42
Corsario de ciudad
“Carta y chat nostalgia”
(Hoy te escribo con la idea de
encontrarme contigo sobre cualquier prado... encima de cualquier
verde hierba... bajo cualquier
cielo que elijas...sin condiciones
ni matices previos...
La idea de escribirte me pareció
una buena idea... me surgió de
súbito... sin querer, queriendo..
Así que no abras los ojos... ni te
sorprendas...
En realidad, estaba en un chat...
perdido aunque aparentemente
inmerso... escondido y esperándote... fastidiado al ver que te
caías con redundante insistencia.
Minimicé la ventana del chat
como en un acto reflejo... abrí el
Word sin casi darme cuenta de lo
que estaba haciendo... un nuevo archivo, sin elegir formato... los
ojos entrecerrados mientras las primeras letras, en mi pantalla,
iban naciendo...
Es un momento tan intruso como intenso... me tiemblan las rodillas y la boca se me seca... No hay nada como tener que decirlas,
para que las ideas huyan de la cabeza...
Así... ensimismado en una imagen tuya que aún no tengo, me sentía viajero hacia ti... mientras no dejaba de leer, ni de analizar, lo
que en la minimizada ventana del chat iba saliendo...)
Le ha hablado de Pound... de Elliot... remontado cauces de conocimiento recogido a préstamo en cualquier lugar que estuviera expuesto...
No le falló la memoria... Pudo repetir una a una las palabras, entrecomillándolas con celo y reservando los puntos para después de las iniciales de cada prohombre al
que hace eco...
La "novela realista"... la "novela social"... la "novela de tésis"... todo un
entramado de novelas que daban como resultado una conclusión taxativa:
"las revoluciones influidas por la novela son las revoluciones burguesas, las
que sabían leer... las que podían hacerlo"
Una pausa...
En el chat las pausas son eternas...
43
“Carta y chat nostalgia”
Corsario de ciudad
Y una precisión a tiempo... "dudo que una novela pueda aspirar a
revolucionar más que el ánimo del lector individual..."
Uno asiste pasmado e incrédulo... no sabe si reírse o si sentarse
cómodamente en el asiento... girando de un lado a otro... dejando que las
posaderas respiren mientras observa como hay quien se sienta todos los
días sobre lo único inteligente que tiene...
Se ha vuelto todo tan surrealista que ni reconozco mi propia existencia...
- Pero si una idea no puede concretarse en acción, sirve de muy poco...
- La idea... -responde con mística complacencia- La revolución ha dado los cantos más hermosos de la humanidad... -dice
ella- La épica queda para los trovadores, pero la historia es otra... -hilvana élEntre frase y frase entrecortada están haciendo el amor...
No lo saben, no son conscientes.... no se dan cuenta... pero yo les
observo...
- Cuando termines con Borges vas a ser más escéptica aún... -remata la
faena--- Hay otros mundos, pero están en este... -ahora sonó terriblemente enterado y satisfecho, sin saber que yo había leído también esa frase y que no
la citaba porque no era necio...-.
- La eterna cuestión... confundir la literatura con las ONG’s... -aseveró sin
ruborSonaba a cátedra de universidad de verano... una de esas a las que
definen como Universidad Popular y que no dejan de ser meros partidos
amistosos sin apenas competencia...
Mientras, la audiencia cautivada -o quizás aburrida y hastiada pero
educada y cívica- asentía con su silencio... Yo creo que callábamos por el
placer de callar... por el placer de ver como los oradores de salón se pierden... con la mierda al cuello... hundidos en su propia verborrea...
Si... estaban haciendo el amor... aunque seguían sumidos en su tan
particular como total inconsciencia...
- Me fascina el libro de Muñoz Molina... -dice ella- Escribe bien y su sentido cívico no empaña su escritura, pero... -dice él,
dispuesto a no terminar la frase para no verse en un aprietoUno llega a plantearse, entonces, si la estimulación del intelecto no
es más que una forma de masturbación subconsciente... de llegar a sentir
múltiples orgasmos intelectuales para mitigar la ausencia de sexo... la
carencia de sexo... la necesidad que hierve y que nos quema...
En realidad, ¿que diferencia existe entre dos personas que hacen el
44
Corsario de ciudad
“Carta y chat nostalgia”
amor y dos personas que conversan animadamente?; quizás ninguna... en
ambos casos se persigue complacer los sentidos... en ambos se desatan las
pasiones... en ambos hay caricias y gemidos... en ambos es posible llegar
al clímax más perfecto... en ambos hay pasión a manos llenas... hay cariño... hay ojos abiertos y labios que susurran besos... y en ambos se fuman
cigarrillos o se va al baño, con prisa idéntica...
(Como a pie de página... escribo en el word... fuera del chat... en
esta carta que, sin escribirla, te estoy escribiendo...
No es de extrañar, entonces, que yo sienta lo que siento... que perciba como tus palabras me besan... como las mías te acarician...
como nuestras almas se juntan... como sé que se estremece tu piel
y la mía, como si se presintieran...
No me sorprende, entonces, que haya momentos en los que siento
como mis ideas te penetran... que haya otros en los que intuyo que
eres tu la que entregándote me dominas... y hasta recuerdo como
mis neuronas se estimulan... y hasta veo como las tuyas se desnudan... como entran en erección mis argumentos mientras bebo
humedad en tus silencios... todo en una danza sincronizada... yo te
digo... tu me dices... yo te beso la nuca... tu te acuestas...)
Charlas de él y ella... espacios llenos de sueños osados... fronterizos entre el país de la lujuria y la nación de la decencia... ¿quien se atreve
a jugar?, ¿quien se decide a mover la primera pieza...?
Y pasa el tiempo despacito... pisando con pies de ángel o volando
con alas de mariposa... imperceptible e incesantemente... como si pasar no
fuera cosa que le interese.
Una noche más se han despedido... se han dicho adiós cortésmente en la puerta de su diario chat nostalgia... tal vez mañana sea Byron o
Lorca la excusa perfecta. No importa... el personaje es realmente lo de
menos; han venido aquí a conversar y a encontrarse... a pecar únicamente con el pensamiento... sin remordimientos futuros... sin vulnerar el código moral ni el ético... muy occidental... muy cristiano... muy poético... lejano y sutil... sin riesgos... moralmente correcto y en la práctica muy célibe...
un pecado blanco, puro, inmaculado... en el que no cabe encontrar, a primera vista, infidelidades que agobien la conciencia... ni circunstancias que
queden fuera de la corrección más absoluta... ni de la amistad sin tacha...
ni de su febril necesidad de no tenerse teniéndose...
¡Dios...!, ¡ahora lo entiendo!, pecar de palabra o de obra es un pecar
plebeyo... tan fácil y tan complejo... tan valiente y tan directo... tan posible
en la vida y tan lejos del pudor o la nostalgia...
45
“Carta y chat nostalgia”
Corsario de ciudad
( "Estaba pensando en frases, que te escribí en otro tiempo, las
guardé para otra tarde, y sé que este es el momento... "
Ana Pozas me saca de la virtualidad del chat, de la nada cotidiana, y se obra el milagro... ya recuerdo lo que quería decirte... lo
que me sale del alma... pero vas a permitirme que lo haga susurrando... recordándote mientras ella canta y sus letras se van
convirtiendo en miradas mías... en mis palabras...
"Yo te propongo señalar en algún mapa un pais a ciegas y guiarnos por las ganas..."
Ya ves que no es imposible... ya ves que es, incluso, fácil...
"y quizás un día sepamos, si el algo es mejor que nada... "
Es tan importante dejar que las sensaciones abracen nuestras
vidas... que las incógnitas se resuelvan con la naturalidad de los
hechos consumados...
Un vivir por y para la vida... quizás con más gestos y caricias..
quizás con menos argumentos y palabras. En realidad, lo quiera
o no, Lucía... "dejaré un día estas calles, si la suerte me acompaña, desde otro lugar del mundo, abriré un café nostalgia..."
Y en la barra de ese bar... o quizás en la terraza... quiero sentir
nostalgia de ti... necesidad de llamarte y de hacerte el amor... de
hablar contigo de verdad y de sentir como moja tu sudor... nunca
en internet... no en el chat...
Decirte: "no te enamores..." y acariciarte luego... para borrar ese
imperceptible ademán que te recorre... para que te vuelques en mi
sonrisa... y sólo oigas mis besos mientras te dicen...
Y, mezclando mis palabras con la canción que ahora suena, hoy
te escribo con la idea de encontrarme contigo sobre cualquier
prado... encima de cualquier verde hierba...
bajo cualquier cielo que elijas...
sin condiciones ni matices previos...
Asi que no abras los ojos... ni te sorprendas...
Pon la radio... espera a que suene "Chavita" y deja que la magia
haga lo que la palabra no puede... regálame una sonrisa... hazme
entender que no me has escrito pero que ibas hacerlo... quizás hoy
o quizás mañana... sin hacer esperar lo que deseas. Te prometo
que será uno momento tan intruso como intenso... que me temblarán las rodillas y que es más que probable que la boca se me
seque...
Te prometo sentirme viajero hasta ti...
¡¡¡Y tienes que creerme!!!)
46
Corsario de ciudad
“Luca, mi amigo”
Luciano Gomez Seara nunca fue mi
amigo hasta que, un buen día, trabamos una amistad de esas de "toda la
vida". Lo conocí por casualidad...
estaba yo parado y aburrido, sentado
en mi taxi de lenocinio y leyendo la hoja
parroquial que edita el obispado casi
todos los domingos y, en edición especial, cada Cuaresma...
Había en ella un flamante artículo
sobre Santa Teresa y la corriente mística, que atraía mi atención
y elevaba mi espíritu hasta las cumbres del Himalaya... casi hasta
hacerme ver el Yeti paseando por Cuatro Caminos... en Ourense...
(Entre humos de cigarrillos que, silentes, se consumían; rodeado de
papeles, que huían de una papelera llena... hambriento y prófugo de mi
mismo... derivaba mi psique hacia la sutileza, quizás huyendo de mi natural
ironía. Sobre la mesa... en el espacio que queda entre la pantalla y el teclado.. abiertos y ansiosos, dos libros yacían...
A la derecha los "Versos nacidos del fuego del amor"... de Santa
Teresa de Jesús, una mujer adelantada a su tiempo y dedicada, en alma y
cuerpo, a la más sutil "eropoesía". El "Vatsyayana" a la izquierda... ilustraba perfectamente lo que "Teresiña" no decía...
Entre ambos se desató un diálogo tan natural como instintivo...
-"Vivo sin vivir en mi, / y tan alta vida espero, / que muero porque no
muero"... que muero por no vivir... -recitaba Teresa, arrodillada y con las
manos muy juntas... los ojos en blanco y una húmeda humedad rodeándola y robándole el célibe sentir que debían tener sus sueños- "Se desconoce el alcance / del amor de las mujeres / a causa de su natural sutileza, / así como también de la avaricia / y finura natural del sexo
femenino..." -respodíale el Vatsyayana, pergeñando una mística diferente
pero tan religiosa como la de ella-.
Intuí un silencio de esos que se cortan a duras penas; creí imaginar
la turbación de Teresa y como gotitas de sudor resbalaban por su frente...)
- ¿Está libre...?
- Depende de quien me lo pregunte y, también, de lo que quiera...
- Llego tarde a mi despacho... soy Asesor Licenciado y Doctorado
en Económicas, tengo más de doce master’s enmarcados... acabo
de publicar mi primer libro de poesías... soy, por tanto, un escritor
de enjundia que da sus primeros pasos hacia la fama...
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Corsario de ciudad
“Luca, mi amigo”
- ¿Y me dice todo esto para ligarme o para convencerme...?
- Es un simple comentario para que sea usted consciente de a quien
llevará en su taxi... quizás algún día se lo cuente a sus nietos...
- No descarte que lo haga... no se me ocurre un mayor castigo que
imponerles...
- Cómo le digo, soy escritor incipiente aunque emérito poeta, llevo
diez o doce libros en mi maletín... si quiere le regalo uno para usted
y dos o tres más para sus parientes...
- A mis parientes les gusta el salchichón de oferta y la mortadela...
para ellos puede darme algún ejemplar... en lo que a mi me respecta, le agradecería me ahorrase el placer de recogerlo...
- No hay de que, buen hombre... se los dedicaré con gusto... ¿Como
se llama el primero de sus parientes...?
- Leocadio Virgilio Alberto Carlos Eugenio Hurtadillo De las Peras
y Doscorrientes... Y si no le importa, voy bajando la bandera del
taxímetro, que mi tiempo es oro aunque el suyo sea una pérdida...
Sacó la pluma de firmar, que intuí utilizaba por vez primera...
garabateó palabra tras palabra, como si un libro nuevo estuviese
escribiendo... murmurando en voz alta aquella dedicatoria cuasi
taurina y, sobre todo, esperpéntica...
"Con todo el aprecio a mi amigo del alma, a D. Leocadio..."
- Oiga... amigo -le dije por “chingarle” la “firmadera”-... se ha olvidado de poner De las Peras.. justo antes de Doscorrienetes...
- No hay problema... cojo otro ejemplar y subsano ese olvido que
espero me disculpe, sinceramente...
- Mientras el taxímetro corra... yo le disculpo lo que usted quiera...
La liturgia se inició de nuevo: "Dedicado por el autor a D.
Leocadio.... como muestra de mi gran estima y respeto a su indudable conocimiento crítico de las artes y las letras. Firmo yo, el
autor, en un día primaveral lleno de polen y hojas nuevas que crecen, como augurándonos un verano de paisajes y colores; estación
de poesía, ideal para beber el sol bajo cualquier rododendro..."
- ¿Le parece bien...?
- Algo escueta pero me apañaré para que Leo no se dé cuenta...
- ¿Y su otro familiar, como se llama?
- Sinforiano Enrique Eufemiano Victorio Luis Gomez-Alvarez y
Rodriguez-Enriquez De La Iglesia...
- Se nota que su familia es pudiente... lo digo por lo prolífica que
es poniendo nombres y apellidos que, imagino, renuevan los honores de sus ancestros...
48
Corsario de ciudad
“Luca, mi amigo”
- La de Leocadio si es prudente... le ofrecían tres mil duros por el
cerdo que criaron y no quiso venderlo... Sinforiano es más "así",
un "tocapartespudendas" con un arte en su paleta de albañil que no
se lo merece...
- Ya decía yo que tenía que ser así... Enfin... ahí tiene los dos ejemplares y estos siete que le regalo para usted, como extra...
- Mientras me dé propina... los libros nunca vienen mal... siempre
hay mesas que cojean...
(Teresa, mujer antes que monja, sacó, entonces, una estampita de
San Juan de la Cruz... y dejó que su mirada, de mujer, en ella se perdiera...
Conseguí leer, a la luz de mi imaginación, la dulce dedicatoria: "Alma
mía... Descubre tu presencia / y máteme tu vista y hermosura; / mira que
la dolencia / de amor, que no se cura / sinó con la presencia y la figura...".
Turbado y confuso, alcancé a ver la sonrisa pícara del Vatsyayana...
a escucharle ironizar sin prisa y sin que sus palabras sonasen a ironía...
- "Casi nunca resulta posible / conocer a las mujeres / en su cara de autenticidad, / tanto si aman a los hombres, / como si les resultan indiferentes; /
tanto si les procuran placer, / como si les abandonan; / ni siquiera cuando
consiguen arrancarles / toda la fortuna que poseen..."
Teresa ya estaba en trance... se percibía su mística poesía entre
claro-obscuros... con la misma fuerza de una rima tradicional y la ilusión
quinceañera de una niña. "Vida, ¿que puedo yo darle / a mi Dios que vive
en mi, / si no es perderte a ti, / para mejor a El gozarle?. / Quiero muriendo alcanzarle, /pues a El sólo es el que quiero / que muero porque no
muero...")
Fue entonces cuando aquel rayo de sol diseñó un destello en sus
gafas de culo de botella... ¿sería acaso una revelación matinal o
sólo un mero accidente?. Recorrimos mucho rato un Ourense que,
salvo en taxi, es pequeño; pasamos una y otra vez el rio... puente
"Nuevo" en dirección norte... Puente "Romano" en dirección sur...
puente del "Milenio" en dirección oeste. Me habló de tantas cosas
que acabé mareado y aburrido... tratando de pensar en que aquella carrera aportaría, al pan habitual de mis hijos, un buen filete...
Desde entonces trabamos una amistad intensa... muy mística... de
esas que un taxista describe como "vivo sin vivir en mi, / y tanto tu
llamada espero / que muero porque no muero / a ver si me llamas a mi. /
Solo con la confianza / vivo en que has de venir, / porque viniendo, tu a
mi, / me aseguras la pitanza / y el trago de Bacardí; / no tardes que yo te
espero, / que muero porque no muero / que mi taxi te espera a ti..."
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Corsario de ciudad
“Luca, mi amigo”
Luca, mi amigo... ya no me dice lo que es y se olvida, a menudo, de
ese éxito literario que tanto persigue y tan lejos queda. Ya no regala libros, ni hace poesía, ni se comporta como un imbécil; ha conseguido superar sus frustracionesm, sobrevivir a la profunda levedad de un ego que ya no le atormenta...
Me dijo, un día, que se había separado... que había cambiado
internet por su pareja... que las cosas iban bien... que cada día
navegaba por un sinfín de océanos y sueños...
Yo sonreí con la sensación de lástima que algunas sonrisas dejan...
me sentía triunfador al volante de mi taxi... tan lejos de glorias
efímeras y de quimeras...
Se convirtió mi estudio en celda... apenas una ráfaga de aire se atrevió a entrar y a acariciarme, con manos de mujer, todo el cuerpo. No supe
que hacer y lo confieso, me invadía un tormentoso desasosiego y una ansiedad de ti, quemándome y abrasándome por dentro. Pensé en escribirte un
poesía... en dejarla olvidada junto a tu puerta... pero los versos se me antojaron poca cosa para explicarte la mística que, en mi, renueva tu recuerdo...
De la estantería cayó un libro... con tal estridencia que del trance me
sacó, en un segundo. Era Paul Verlaine, que quería intervenir en mis diatribas... que deseaba darme su opinión sin pedirme que le diera yo la mía...
sin entender que quizás me molesta su presencia...
Aún así, lo recogí del suelo con cariño y cierto esfuerzo, Verlaine y
Baudelaire -junto a mi mismo- siempre fueron de mis autores favoritos en
la búsqueda de palabras y de magia... sin pensar, jamás, ni en quimeras efímeras ni en glorias traicioneras.
Acaricié con la mirada sus versos y sentí que la mística más auténtica me invadía. Sin querer los hice míos.. los grabé en mi alma, justo en el
lugar donde, desde hace años, los tenía escondidos... mixturados y abrazados a instantes definitivos, que se habían trasmutado en melancólicos
remembers. "En mi pecho reclina tu cabeza galana,/ júrame dulces cosas
que olvidarás mañana / y hasta el alba lloremos, mi pequeña fogosa..."
... y hasta el alba lloremos para que nazca una rosa, sin buscar glorias efímeras, ni quimeras....
Y una lágrima brotó, sin yo quererlo... me sentía más feliz que la felicidad que ya tenía... que ya quemaba mi interior y tus ausencias.
Supe, entonces, que la mística era algo más que una etiqueta... y
deseé ser San Juan Verlaine y Santa Teresa.. sin olvidar que al Vatsyayana
sentía en mi como esa fuerza que cada día nos renueva...
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Corsario de ciudad
“Disiah”
(Música.... suave y tropical... me rodeaba...
sin poderlo evitar, me encontré mirando a mi
derecha... o a la izquierda... o tal vez sólo
miraba lejanías, de cerca...
Luna,a lo lejos, iluminaba la carretera... los
arcenes y el campo de maíz que pasaba
corriendo, a mi izquierda... o a mi derecha...
o, tal vez, sólo pasaba sin poder detenerse...
Tú... inevitablemente tú... eres luna suave y
tropical... música que ilumina... y campo de
maíz que pasa corriendo sobre mi vida... sin
que yo lo quiera y aunque no lo desee...
Comprenderás, Princesa, que sólo piense en
detenerme.. en frenar en seco y aparcar, al
lado de cualquier arbusto que nos esconda y
nos proteja...
Entenderás, pequeña, que ya no importa que
el mundo se salve o se condene... que haya
injusticias o que las penas sean tan grandes
que nadie pueda contarlas ni, contarlas, interese...
Al fin y al cabo, hay tantas revoluciones por hacer que posponer
la mía es tan legítimo como urgente...
Siempre hay un tiempo para hacer el amor y otro tiempo para disparar palabras desde la primera línea de las trincheras....
La vida es una cuestión de urgencias y la mía eres tu...
aunque arda el mundo mientras yo, en ti, me quemo... )
Noche de estreno... se apilan ejemplares de mi nuevo libro allá
al fondo, como temerosos y envueltos en miradas curiosas que rompen
el silencio...
Hace rato que me pregunto si esto realmente me apetece... si he
escrito esa novela para llegar aquí o, muy al contrario, he llegado aquí
por la inercia de novelar mi particular crónica de sucesos...
Noto hambre entre los presentes... más allá del allá hay un púlpito cuasi-eclesiástico que me llama insistentemente... pero no quiero...
pero no siento... pero no deseo subirme allí y sonreír como si estuviese feliz y me gustase la concurrencia...
¡Que me olviden!, quiero gritar... que no deseo escuchar sus
aplausos de papel couché ni soportar su decorado de gestos en cartónpiedra...
51
“Disiah”
Corsario de ciudad
Y, aún sintiendo que nunca seré uno de ellos, no puedo menos
que verme como un traidor a mi mismo y a mi esencia... impotente ante
una realidad que no consigo cambiar, aunque a diario lo intente...
Por eso detengo mis miradas en esa pared, que deseo convertir
en mi trinchera... y me llora el alma con lágrimas de sangre mientras,
al compás del reloj centenario que cuelga sobre mi cabeza, mi corazón
late con arritmia tan perfecta que noto su bullir bajo mi pecho...
- ¿Te encuentras bien...?
Ni aparto los ojos de la pared... el color salmón me resulta más
agradable que una insulsa conversación de madrugada... en aquella
noche de estreno que, bajo sus miserias, me sumerge...
- Mejor que nunca... peor que siempre... -susurro cortésmente mientras
pestañeo y espero no romper la intima soledad que, ahora mismo, me
llena- ¿Las ostras, quizás...? -insiste aquella voz a la que no quiero poner
cuerpo- No creo... tal vez es mi noche de ausencias...
Y el eco me devuelve las palabras... como solidarizándose irónicamente o, ¿quien sabe?, para recordarme ácidamente que, en esta
madrugada, soy autor y personaje, al mismo tiempo...
- Me llamo Disiah...
Se llama Disiah... ¡si!, Disiah a secas... y huele a esa hierba
mojada que tanto echo de menos... agradable voz... llena de matices...
sensual... atrevida como ese grano de pimienta solitario que queda
siempre en el plato de entremeses...
- Me llaman Disiah... ¿me pregunto si crees en el amor a primera vista
o tengo que pasar, delante tuyo, otro par de veces?
- Encantado, Disiah... -murmuro si levantar la vista ni hacer gesto alguno de acogida que la anime a continuar, en mi soledad, entrometiéndose- Me tienes intrigada... llevas toda una madrugada tratando de conquistar la pared... de enamorarla... ¿hay algo en ella que yo no vea?
- Hay un silencio para leer... Disiah... una suave superficie sobre la que
escribir versos... y el enigma misterioso de sus promesas...
- Yo también tengo silencios... suavidad... enigmas... y promesas...
Aún sin mirarla... aún sin verla... me turba y confunde su presencia...
Mentalmente le pongo cuerpo a la voz... procuro no excederme
en las curvas, aunque no puedo evitar colocarle un traje de noche
negro... y una larga melena que busca brisa para hacerse tormenta...
que busca prisa para llegar despacito a ese destino que anhela...
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Corsario de ciudad
“Disiah”
- Quizás... Disiah... quizás lo haya y nadie, ni yo mismo, consiga verlo...
- No te creas tan solitario... ni tan naufrago... todos lo somos, de una
u otra manera... así que mírame de una vez... deja de imaginar como
soy y mírame a los ojos... igual... igual te sorprendes...
Se diluía por momentos la voracidad caníbal de aquella noche de
estreno... necesitaba mirarla, aunque fuese de soslayo... entrar de lleno
en esa justa medieval de seducciones y coqueteos...
Pero me dolía el alma... me sentía traidor a mi mismo... incapaz
de resistir al empuje del stablishment editorial... superado, en número
que no en argumentos, por aquellos intelectos de estómago agradecido... los mismos que despreciaba sin límite, convencido de que habían
conseguido parasitar sus mentes con cuerpos orondos y fláccidos... sólo
prestos a vivir una vida sin detalles, triste precursora de un lugar olvidado en un olvidado cementerio...
Mezclé, en la turmix de bolsillo, mi natural inclinación a adorar
lo femenino y las obscenas sensaciones que aquella noche de estreno
me iba produciendo...
- ¿Y si no quiero Disiah...?, ¿y si no me apetece...?
Flotaron las palabras en el salón como si quisieran usurpar el
papel de las polillas... las vi ascender felinamente... revolotear a su
alrededor... posarse como lluvia ácida sobre aquella piel desconocida...
penetrándola... disolviéndola... y creí intuir como destruían, detalladamente, lo que yo presumía era mera coquetería de una de esas panteras que pululan en toda madrugada que se precie...
- Te contaré mi vida si prometes que no me miras... si me das tu palabra de que, en cuanto termine, cerrarás los ojos y me darás un beso...
si llegar a verme... sin que sepas jamás quien soy ni de que color son
mis ojos azul cielo...
- ¿Tu vida...?, ¿por que supones que tu vida me interesa...?
- Te lo diré al final... mientras me besas...
Entrecerré los párpados... de repente una nube de sensaciones
hizo que la temperatura del alrededor subiese hasta casi la más repentina efervescencia...
Recordé que algo había escrito al respecto... quizás una pseudotésis sobre el narcotizante perfume del erotismo instantáneo... quizás el
recuerdo de un impreciso instante que quedo grabado, con precisión
notarial, en mi mente... o, tal vez, no llegué a ir más allá de intuir que
se acercaba ese "polvo inesperado", al que mi amiga Carmen se refiere siempre con un cariño especial, entre la nostalgia y el anhelo...
- No te miraré... tienes mi promesa...
53
“Disiah”
Corsario de ciudad
(...mientras yo, en ti, me quemo.
Detenerme resultó un gesto tan irreflexivo como cuerdo... bajarme
del coche, otro acierto...
A mis pies y ante mis ojos, la noche se fue llenando de luces... de
colores... y de una imperiosa necesidad de encontrarte entre ellas...
Encendí un cigarrillo... busqué otro paquete en la guantera... dormías en el asiento de atrás, deliciosa y bella... sin temor... ajena a
todo lo que no fueran esos sueños que me resultaban tan secretos...
Mirándote recordé que me dijiste tantas cosas que, a contar las
mías, ni me diste tiempo...
Que te pilló la vida por sorpresa y naciste bajo un cedro...
Que creciste como una flor... rodeadita de hierba... bebiendo el
rocío y esperando cada amanecer con esa desesperada esperanza
que sólo tienen los que sueñan...
Que un día despertaste... abrazadita a la niebla... deseosa de
encontrarme y sin saber quien yo era...
Que la noche acarició, uno a uno, esos tus pétalos... y las estrellas
bajaron para contarte historias y dármelas en su tiempo...
Que te robaron la brisa... que te helaron con cierzo... que se borró
tu sonrisa y se murió tu aliento...
Que fuiste otra y quisiste volver a ser lo que eras... que fue duro...
que dolió... que las lágrimas mojaron, mil veces, tus desvelos...
Que te sentiste sola, rodeada de gente... dueña de noches hipócritas y llena de vacíos inmensos...
Que buscaste soledad para encerrar tus amarguras y penas... tu
dolor y el desengaño... y ese cajón de madera en el que guardaste,
de niña, doce ilusiones y un sueño...
Y yo cumplí mi promesa... no te miré ni un instante, aunque te adiviné por entero...
Luego el beso... y no hubo adiós...
Lo demás ya es presente... y yo no puedo escribirlo porque está
sucediendo... mis brazos que ya te abrazan... los tuyos que ya me
tienen... tus labios sobre mis labios... y el mundo que desaparece...
y el entorno que se disuelve...
Solos tu y yo...
Disiah...
en esta noche de estrenos...)
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Corsario de ciudad
“Historias sin final...”
Si te dispones a traspasar el umbral del título es que empezamos a comunicarnos... que
ambos decidimos recorrer emocionalmente un mismo camino... una misma senda...
Así que, amiga lectora, amigo lector, busca
la comodidad más cómoda... sírvete un
buen vino o cualquier licor... olvídate de
que en el exterior hay un mundo de realidad... y ayúdame a deshilar la madeja de los
instantes imposibles...
No importa si mis personajes tienen género femenino... es un mero accidente que
sólo introduce mis propios matices subjetivos... nada que invalide ni impida que leas tu
propia historia... que te reconozcas o que
percibas a alguien conocido...
En realidad son historias que seguro pueden sucedernos, si es que no nos han sucedido... a veces somos escritor y otras personaje... aunque, ambas cosas, no dejan de
ser más que una expresión de la bicefalia existencial que nos persigue... que no nos deja...
Situémonos, entonces, en algún tiempo de esos que acontecerá... si es que no está sucediendo o ha, ya, acontecido sin darnos cuenta...
Siempre habrá historias sin final, ni nadie quien las cuente... ¿vas a ayudarme o dejarás que
esta sea una de ellas?
Era invierno cada vez que contigo coincidía... juraría que hasta se
ponía a llover o que lloraba el cielo lágrimas de chirimiri...
Verte caminar era como sintonizar la radio en onda media... con tus
zapatos planos y la monocorde esbeltez de tu bello cuerpo... melena lacia
y negra... una cartera de cuero vieja bajo el brazo... pantalón y chaqueta
cisterciense... y como si la prisa se pasara la vida persiguiéndote con una
rabía y un tesón que me fascina...
Sonabas a noticias de las diez, que se escuchan a las diez y media...
de esas de prensa amarilla que nos dejan siempre la esperanza de que haya
otras noticias que, de verdad, nos llenen... que de verdad nos digan que se
ha muerto la fe y que la esperanza, en cada alma, ha florecido...
Había algo en ti que intimidaba... que alejaba... que desesperaba...
que intrigaba más que cualquier novela de misterio... que cualquier escale55
“Historias sin final...”
Corsario de ciudad
ra de caracol, obscura y húmeda, presagiadora de inciertos desvanes o de
monstruos perversos y asesinos, de película de terror con final sorpresa...
Quizás por ello quise saber más de ti... necesité que me hablaras...
y hasta cenar contigo en cualquier bar de mala muerte... de esos que quedan siempre cerca de lo que he dado en llamar "nuestras quimeras"...
(Salía el sol cada vez que te encontraba... y las nubes se marchaban en busca de otros cielos... como huyendo de ti y de tu sonrisa...
Verte caminar era como sintonizar la radio en FM... eras mujer en
stéreo... melodía y sueño sobre zapatos de tacón y la sinuosidad
natural de tus caderas... piel de ángel... cabello negro... una excusa
por falda y una perversamente ingenua invitación pintada en el
escote de esa blusa medio abierta, que deja entrever la piel y, justo,
en ella se termina para siempre...
Sonabas a esa melodía que uno tararea mientras se afeita... sin
precisar muy bien como ni donde la ha escuchado... sin estar seguro siquiera de saber de verdad la letra... pero que hace que uno se
corte y sonría... como si la herida fuera algo necesario... y el papelito que detiene la hemorragia, poco más que una nota post-it
pegada en la cara para recordar, cada minuto, que existes y yo te
necesito sin quererlo...
Había algo en ti que atraía... que fascinaba... que enganchaba más
que cualquier droga de diseño... que animaba a correr hacia ti y
abrazarte, sin que un instante de pausa detuviera el suave ejercicio de escalarte como el más consumado alpinista...
Quizás por ello quise conocer más de ti... necesité tus labios húmedos... y hasta cenar contigo en el mejor restaurante del más caro
hotel de cinco estrellas... de esos que quedan siempre cerca de lo
que he dado en llamar "nuestras aceras"...)
Para ti compré un libro de Kawchynawsky... no sé si en prosa o poesía... ordené que lo envolvieran en papel de estraza y salí dispuesto a abordarte allí donde estuvieras... de improviso... impaciente...
Camino a casa, pensé mil frases adultas y coherentes... me detuve
en una galería de arte e intenté comprender a un pintor flamenco del siglo
XVII, con tan poco éxito que me sonrojé fugazmente y decidí que el arte
pictórico no era lo mío... que no veía en aquellos trazos más que tu rostro
bosquejado... o tu perfume, enmarcado entre imágenes de orquídeas y
sombras de limonero...
Del tinte recogí un traje del siglo XIX... le faltaba un botón, pero
contaba con la ventaja de tener bolsillo en la parte derecha... y yo quería
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Corsario de ciudad
“Prólogos”
estrenar contigo aquel pañuelo y aquella corbata que combinaban perfectamente... con total sincronía de tonos y colores... del azul al verde... del
negro al amarillo... del rojo de mi ansia al enigma de tu cuerpo...
Corrí al ascensor y traté de sonreír a la vecina del sexto izquierda...
una señora ya mayor a sus diecinueve años... decorada con múltiples trazos coloristas, que parecían surgidos de un spray de esos de pintar graffiti
en las paredes...
Me encontré con su mirada... encorsetada y estreñida... de penetrante e inquisitorial dialéctica y un rictus de amargura que tiznaba cada
una de sus mejillas...
- ¿El traje de su abuelo es un recuerdo? -le escuché decir y la maldije con
la mejor de mis sonrisas y el más cortés de mis gestosNunca supo lo cerca que estuvo de que la mandara a tomar por
culo... de escucharme decirle que hacer el amor más a menudo disminuye
la acidez de estómago y, también, la hipocresía; aunque ello no evitó el que
me sintiese estúpidamente imbécil... inseguro y fatalmente dispuesto a que
me tragara cualquier abismo que pasara cerca y estuviese libre, en aquellos momentos...
La ducha resultó tan fugaz como incompleta... ni reparé en la pastilla de jabón y acabé dándome de bruces contra la grifería y el borde interior de la bañera. Desnudo y humillado, acurruqué mis penas en los brazos
de mis olvidos... sin poder impedir que una lágrima de dolor resbalara y se
perdiera, ruidosamente, en el charco de espuma sobre el que mis pies se
mantenian un equilibrio un tanto ebrio. Conseguí vestirme en una hora
menos veinte... mirándome al espejo creí verme transfigurado en una
gamba de esas congeladas... de esas que son baratas y, por ello, tienen
precio por kilo... aplastado y pálido... tembloroso y dubitativo... pero muy
a juego con la que yo sentía que tenía prisionera una parte de mi vida... sin
saber aún si ella querría ser mi carcelera...
(Por ti, le pedí, a la florista, un ramo de siete rosas negras y dos
azucenas... decidí resguardarlas del viento tras un abrazo de celofán que crujía con cada uno de mis nerviosos movimientos... y me
avisaba de lo frágil que resulta nuestra vida... sin parecerlo...
De camino a casa, pensé mil frases ingeniosas y valientes.... tropecé
con las farolas y derribé cuatro o cinco papeleras... me sentía volar
y resultó ser cierto, quizás por no saber esquivar aquella piel de plátano traicionera que, juraría, me estaba esperando en aquel semáforo desde el día mismo en que nací yo y, conmigo, mi destino...
Subí, cargado de bolsas, la escalera... el ascensor funcionaba perfectamente pero no deseaba perder ni un minuto de mi tiempo... Ya
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Corsario de ciudad
“Prólogos”
en el salón, coloqué meticulosamente cada prenda... un polo "detsman" de un color que no tiene el arco iris, pero se lleva... pantalón
"nhuss" a juego... zapatos italianos que cambiarían de color según
la luz, sobre ellos, incidiera... calcetines ingleses a cuadritos... y
slip de diseño con una mariconada bordada sobre esa incómoda e
inútil cremallera, que no acertaba a saber para que servía, ni para
que carajo se la habían puesto...
Me quedé mirando el conjunto e imaginándome dentro... adiviné
como el espejo reflejaba ese rubor que me estaba haciendo sentir
estúpidamente imbécil...
Preparé un baño de sales a conciencia... incluso me puse una rodaja de pepino sobre los párpados del ojo derecho... y otra en el
izquierdo...
Lamentablemente, con la mascarilla facial me pasó lo mismo que
cuando hago mayonesa... se estropeó... y yo me quedé mirándola
con una pena de esas que no se cuentan por vergüenza...
Disfrazarme, que no vestirme, me llevó cosa de hora y media... de
reojo traté de alcanzar la plenitud de mi figura en el espejo del
armario y a duras penas conseguí reconocerme... pero, eso si, me
sentía muy a juego con la que yo sabía que tenía prisionera una
parte de mi vida... sin querer, por el momento, devolvérmela...)
Sufrí como un mártir en el metro... el traje parecía empeñado en
reducirse cada vez más... la corbata estrujaba mi cuello e impedía que llegara sangre a mi cerebro...
Intuí que las piernas no me sostendrían y me dejé caer encima de
una señora que leía un libro de Borges... con ademán intelectual... justo a
mi izquierda...
- ¿Está cómodo...? - me susurró a gritos- No, señora... tengo clavado su sujetador de relleno en el costado derecho... y, la verdad, noto una ligera molestia...
- ¿Quiere que me lo quite...?
- No se crea que sería mala idea...
Me golpeó con saña y con el libro del bendito Borges, que dolía
como si fuera uno de Benedetti... yo intenté defenderme con el mío, pero
el suyo era más grueso...
La vida es así... los escritores desconocidos siempre tienen libros
mucho más breves... no tanto porque no tengan que decir, que si tienen...
Dolorido y apesadumbrado me bajé en la primera estación... coincidentalmente, era mi destino y me alegré de que así fuera...
58
Corsario de ciudad
“Historias sin final...”
Caminado a saltitos, llegué a verla tras el cristal de aquel bar de
Ciempozuelos... ella no lo sabía pero habíamos quedado citados a las
nueve...
Me senté junto a ella...
(El taxi me llevó entre mal disimuladas carcajadas... una luna
radiante y llena parecía acompañarme, mientras el tac-tac del
taxímetro... el tic-tac del reloj... y el trun-trun de mi corazón...
ponían melodía estúpida a mis anhelos...
- ¿Es usted actor o lo parece...? -me interrogó el taxista, sin el más
mínimo respeto- Todos lo somos... de una u otra manera... -respondí mecanicamente- Su cara me suena -insistía-... yo diría que lo he visto en un reportaje de la Pasarela Cibeles...
- Si... tal vez... el mundo es un pañuelo...
Me falto añadir que la Pasarela Cibeles era una gilipollez que sólo
servía para que los egos crecieran y las top-model enseñaran,
"insinuosamente", sus pechos... pero la conversación terminó
ahí... aunque el monólogo del taxista mantuvo su presencia impertinente... tan insoportable que, llegando a la Gran Vía, me obligó
a escupirle en un acto reflejo...
- ¿Que hace...?
- No se preocupe.... es el saludo de moda... y usted se lo merece...
No había sido una buena idea... me obligó a bajar mientras buscaba, con un hierro, mis partes más endebles. Suerte tuve de que me
moliera poco y que lo hiciese cerca... me ahorré la carrera y mi look
mejoró con unas cuantas manchas que recogí de la acera...
La encontré sentada y leyendo la carta de entremeses... ella no lo
sabía pero habíamos quedado citados a las nueve...
Me senté junto a ella...)
Adela... me senté junto a ti...
Y sentí que saldría el sol cada vez que te encontrara... y que las
nubes se marcharían en busca de otros cielos...
E intuí que verte caminar sería como sintonizar la radio en FM...
supe que eras mujer en stéreo... melodía y sueño... piel de ángel... cabello negro...
Escucharte fue intenso... sonabas a esa melodía que uno tararea
mientras se afeita... sin saber muy bien como ni donde la ha escuchado...
sin estar seguro siquiera de saber de verdad toda la letra...
59
“Historias sin final...”
Corsario de ciudad
Y descubrí aquello que de ti me atraía... me fascinaba... aquello que
me enganchaba más que cualquier droga de diseño...
Quizás por ello quise conocer más de ti... necesité tus labios húmedos... tus besos de color de seda... y hasta cenar contigo en cualquier
parte... seguro de que, estando contigo, cualquier parte sería un lugar de
cinco estrellas...
(Aleda... me senté a tu lado...
Y sentí que sería invierno cada vez que contigo coincidiera... que hasta
se pondría a llover o que, tal vez, llorara el cielo...
E intuí que verte caminar sería como sintonizar la radio en onda
media... y que, a tu lado, la prisa se pasaría la vida persiguiéndome...
Supe que sonabas a noticias de las diez, que se escuchan a las diez y
media... de esas de prensa amarilla que nos dejan siempre la esperanza de que haya otras noticias que, de verdad, nos llenen...
Y descubrí que había algo en ti que intimidaba... que me alejaba... que
me desesperaba... que me intrigaba más que cualquier novela de misterio...
Quizás por ello quise saber más de ti... necesité que me hablaras con
palabras de canela... que me dijeras tantas cosas que no has dicho... y
hasta soñar juntos en cualquier parte... seguro de que, estando contigo, “cualquier parte” sería el mejor lugar para hacer de ti mi estrella...)
Llegados a este punto, continuar no es algo que realmente me interese... el resto de la historia es lo de menos... si necesitas un desenlace más concreto, amigo lector, ya puedes ir
imaginándolo o escribiéndolo.Yo te entrego dos personajes que existen y existieron... que
despertaron en mi sensaciones completamente diferentes, al principio... sensaciones que
se intercambiaron hasta no saber exactamente cuales son de Aleda y cuales de Adela...
Puedes optar por el drama más intenso... la tragicomedia más obscena... incluso por un
desenlace costumbrista... o, también, por dar rienda suelta a tu lírica más poética...
Las historias son historias y el final siempre depende de quien las cuenta... yo, simplemente, la he escrito... que contarla lo hemos hecho ambos, yo con palabras escritas y tú
con paisajes dibujados en tu mente...
Por eso mi final es mi final y sólo a mi me pertenece... y el tuyo es tan tuyo que a nadie
debes contárselo, si no quieres. Que los dioses te acompañen.. yo sigo mi viaje en busca
de un mundo de fantasía que me transcienda...
Las luces de neón, que ahora descubro, atraen mi atención y me llaman con sus eróticos
destellos... y quiero llegar allí... sé que me aguardan mil historias y mil amigos que desean
darse a conocer mutuamente..
Mil historias sin final... ni quien las cuente....
60
“Si el ayer aún no ha sucedido”
Corsario de ciudad
Quiero creer que el ayer es un hoy que
mañana escribimos y me detengo a saludar
a mis dudas, dejando que mi imaginación
vuele libre...
Me pregunto si contar el ayer será posible...
sobre todo si el ayer aún no ha sucedido...
Lo indudable es que hay una cierta secuencia en los futuros pasados de nuestra
vida... una matemática cadencia cuya fórmula no he hallado pero que percibo... algo
parecido a una reacción fronteriza entre la
física y la química... la ficción imposible de
la realidad posible o, tal vez, apenas un
poco de ilusión en un presente que sólo percibimos cuando, ese presente, se termina...
Sentado junto a mi árbol preferido me pregunto, una y otra vez, hasta donde llega la
virtualidad y en donde empieza la real realidad de uno mismo... esa nada cotidiana
que tiende su ropa interior en los mismos
alambres en que tiendo, yo, la mía...
- ¿Me das un euro, p'a que pueda papear un bocadillo?
- Te daré dos, si me traes uno a para mi... de sardinas y pan de
trigo...
- ¿Estás ido, tío...?, ¡¡¡no soy mago!!!...
- Eso ya lo sé... se te ve muy disfrazado de mendigo...
Él se va y yo me quedo con mis dudas, intentando decidir si debo o
no encender mi enésimo cigarrillo... observándolo hipnotizado y
comprobando como, a cada paso que da, se reduce su tamaño...
hasta volverse tan pequeño que distinguirlo es imposible...
De una u otra forma concluyo que mendigos y presentes son, más o
menos, lo mismo... llegan de improviso hasta nosotros sin dejar de
alejarse del lugar de donde han venido... tan sólo buscando captar
un breve instante de atención... antes de proseguir su camino imparable en el que, a cada paso, van empequeñeciendo hasta desaparecer por completo del futuro que aquel presente ha traído...
Y es así que cualquier mañana, quizás esta misma, uno se despierta con la misma sensación que tiene desde hace días... tantos que
incluso debe empezar a valorar la verosimilitud de que alguien, en
61
“Si el ayer aún no ha sucedido”
Corsario de ciudad
su alrededor, haya escogido enfilar el camino del silencio y se esté
yendo de puntillas...
¡Sí!, los caminos del silencio son infinitos... casi nunca llevan a
parte alguna pero acaban marcando nuestras vidas con un invisible sello que, en realidad, nadie desea... y nadie olvida...
Los silencios del ayer acaban convirtiéndose en gritos... en pala(Amaneció lluvioso, aquel día de Febrero que hacía renacer el
color en tus mejillas...
Me despertó el roce de tu culpabilidad... de esa piel de melocotón, tan suave y tenaz... de tus rizos imposibles... y de tu ropa interior
durmiendo en el suelo, abrazadita a la mía...
Pensé desayunar y me apeteciste más que una taza de café...
que unas galletas de piñón... o que aquellas tortas de maíz, que mi
abuela preparaba sólo los domingos...
Sonó el celular y pude ver claramente el número de tu marido... seis...
tres... cero... cinco... cinco... cinco...
Cerré los ojos... para oirte responder... para ver, sin ver, lo que
decías...
- Me despertaste, mi amor... estaba dormida... ¿regresas hoy?... te
echo de menos y mi cama está tan fría...
Otra vez pensé en desayunar... pero ya no estaba seguro de si me interesaba más la taza de café que lo que tu, en ese instante, me apetecías...
Quizás por ello dejé que tus párpados se cerraran, sin hacer el mínimo
gesto para impedirlo...
Y me marché en silencio... no sin antes dejar encima tuya una rosa...
y un beso escrito en papel sobre la mesita...
- Arrivederchi Danía... te echaré de menos con la mejor de mis sonrisas...)
bras que pronuncia la mirada... en cartas no enviadas pero cuya
respuesta recibimos... en viciosos círculos de "tenía tantas cosas
que decirte, que jamás te dije"...
Por eso el mañana de los silencios se llama lejanía...
- ¿Ha pasado por aquí a un pedigüeño...?
- Sí... ha pasado... no sé si iba o venía...
- Soy su chofer... quedamos a las ocho... pero no ha venido...
- ¿Y su señora de usted que tal sigue...? -pregunté con un ápice no
disimulado de ironía62
“Si el ayer aún no ha sucedido”
Corsario de ciudad
- ¿Mi señora?... ¡Bien!... Gracias... -respondió entre estupefacto y
sorprendido- Me alegro por usted y sus amigos...
Se alejó de mi como se alejan las oportunidades que da la vida...
mirando de reojo y tratando de adivinar si estaba poco cuerdo o,
más bien, loco perdido...
Caí en la cuenta de que estaba siendo una jornada irrepetible...
Había visto como el futuro se transformaba en presente, que entre
las brumas del pasado se desvanecía... y como dejó una estela de
gritos y silencios... desgarradoras y palpables muestras de las
oportunidades que perdemos en la vida...
Y aún así seguía pensando más o menos lo mismo...
Que contestar al silencio con silencios es tan lógico como ilícito...
tan apropiado como indigno... tan usual como improductivo...
Y así, entre silencio y silencios, la comunicación se rompe sin saber
muy bien a que se debe o, dicho de otro modo, a que es debido que
mantenga una vigencia tan discutible...
Me pregunto si por ello he abierto hoy la caja de los silencios y el
arcón de los olvidos... de si pretendo decirme a mi mismo, y a quien
proceda, que en mi no hay silencios... ni incomunicación... ni desidia... ni lejanías...
Decir, tal vez, que este silencio es un silencio que no es mío... que
sólo es un silencio que recibo... que me viene y que entenderlo es
imposible...
Compartir es cosa de dos... pero es difícil...
(Se asomó el día de una manera muy locuaz, decidido a dejar
que su sonrisa de sol se adueñara de tu ombligo...
Me despertó el roce de tu calidez sensual... de esa piel de pétalo, tan sedosa y audaz... de tu lacio cabello de un color negro que acaricia... y mi ropa interior durmiendo en la alfombra, a la tuya abrazadita...
Pensé en robarte un beso de esos que uno jamás olvida... en
beberte entera... en dejar que mis manos pintaran sobre ti círculos de
versos que con tu nombre empiecen... que con tu nombre terminen...
Sonó el reloj y pude ver claramente que eran las nueve y diez
recién nacidas...
- Buenos días, mi amor... ¡estaba tan dormida!... ¿vendrás hoy?... ¡no
digas que no!, me prometiste venir... sin ti mi cama está tan fría...
Cerré los ojos... pensé en devolverte todos los besos que te
había sustraído... y recordé que lo de pintar círculos de versos sobre ti
63
“Si el ayer aún no ha sucedido”
Corsario de ciudad
era perder un tiempo precioso del que carecía...
Y aproveché tu ducha para marcharme en silencio... no sin antes
dejarte un beso escrito en papel, sobre esa flor que te esperaba en la
mesita...
- Hasta siempre Mariah... te echaré de menos con la mejor de mis sonrisas...)
Lo fácil es quedarse en silencio... como un objeto que sólo es un
objeto porque tiene miedo a estar... a sentirse vivo... a desprenderse de esa corteza artificial que casi ya es su piel y que, lo quieran o
no, mantiene prisioneros a los prisioneros de si mismos...
Luego uno mira a su alrededor y se da cuenta de que, a su lado, hay
un lugar vacío... una almohada perfectamente lisa... y esa ausencia
aromática que resultó tan fascinante y cotidiana, en los últimos
días...
Pero la vida es así y resistimos... hay manzanas y cebollas... personas que dejan ver su piel y personas que necesitan muchas capas
para esconder un corazón al que temen y del que, muchas veces,
hacen caso omiso...
Lo terrible es que cada capa nueva que añade la cebolla hace que el
corazón quede más lejos... y dicen que un corazón que no ve la luz
del sol acaba asfixiándose de indiferencia... dejando de latir por
miedo... encerrándose en si mismo, temeroso de que los rayos de sol
le encierren o le hagan asumir algún compromiso...
- ¿Donde estabas?... llevo llamándote todo el día...
- Necesitaba estar sólo... comprender... que el silencio me abrazara
y me diera mimos...
- ¿Por que...?
- Verás... hoy es un día de esos en que la vida pesa ... uno mas de
los tiempos de silencio... uno menos de la vida que nos queda...
- ¿...y uno más para compartir conmigo, imagino?
- Tal vez... Nuria... todo es posible... incluso el que me comparta
contigo más allá de la física y la química...
Me coge la mano... deposita un suave beso en mi barbilla... nos alejamos por el parque, acompañados de mis dudas y su risa...
Sigo intentando responderme...
Sigo queriendo creer que el ayer es un hoy que mañana escribimos...
Y no dejo de preguntarme si contar el ayer será posible... sobre todo
si el ayer aún no ha sucedido...
64
Corsario de ciudad
“Quejíos”
(¿El sentido de la vida?, por favor...
que nadie venga con chorradas... que
nadie ofenda a la inteligencia queriendo pensar que va más allá de lo que su
estupidez le lleva...
La vida y la muerte habitan en los sentidos... se agazapan como dormidas
tras de unas pestañas que hierven... se
enfadan y se resfrían hasta gotear
como cualquier nariz en época de
invierno... tienen hambre y se indigestan... y hasta sufren jaquecas terribles
que acaban malhumorándolas para
una eternidad que apenas dura un
momento...
No hay más sentido en la vida que la
vida... ni más muerte que el vivir
muriendo... Todo lo demás es, tan sólo,
escenificar con mayor o menor éxito
las miserias... intentar atraer la atención desesperadamente... gritar para
que los demás nos vean...
Y, caminado así, acaba uno mirando con recelo... desconfiando de
todos... creyéndose mejor o, simplemente, culpando a los demás de
no hacer lo que, uno mismo, hacer no desea...
Vidas a pie de página... nunca mucho más que una breve anotación
al margen... pasajeros ocasionales o turistas accidentales de mil
vidas con sentido... de mil sentidos de esa vida que, muchas veces,
estropean...)
La oigo quejarse en el chat con sus propios quejidos... hace
tanto que su queja se escucha que hasta ella misma se ha creído que
le duele... que no vive...
Se queja tanto que incluso hastía... que casi resulta imposible
tomarla en serio... que ya parece un juego... que uno no sabe hasta
donde llega el placer y donde empieza el dolor de tanta queja repetida...
Quizás por eso no haya abrazos que le llenen... ni comprensión
humana que llegue a entender la virtual realidad de sus sufrires...
65
Corsario de ciudad
“Quejíos”
Pienso, a veces, que no son más que quejas de opereta... para
reclamar una atención y un protagonismo que la vida le da y ella no
recibe...
- Me duele tanto... y tantas veces... ¡y tantas veces!
- Te duele tanto... amiga... te duele tanto porque doler es algo que
mucho te apetece... algo que para ti tiene más sentido que el sentirte
a ti misma...
Frunce el ceño... se irrita y trata de hablarme con silencios...
No lo consigue... sus silencios son confusos... no se escuchan...
no se perciben con nitidez y, quizás por ello, no dejan de ser silencios
que mancillan la mágica pulcritud de los silencios que de verdad nos llegan...
No es extraño que por querer creerla termine por no hacerlo...
que me vaya alejando despacito, sin prisa pero también sin tregua...
con el andar impotemte y peregrino de quien abandona las causas
imposibles...
Cada vez que coincidimos... en el chat o en cualquier café...
hoy... ayer... mañana... ¡siempre!... me recuerda el patetismo de un
actor que no consigue convencer a la concurrencia... cuyas lágrimas
estropean la, ya de por sí, cómica tragedia de su puesta en escena...
desgañitándose... desesperándose... recurriendo a gesticular como si
estuviera convencida que, así, habrá alguien que le crea...
Son, tal vez, policromías de ternura para que nadie vea el frío
yeso o la madera que, bajo su piel, la acechan...
- No tiene apenas sentido mi vida... quizás un día decida morirme y
nadie se entere...
- Si, amiga mía... quizás... incluso... acabes convenciéndonos... y te
dejemos morir sin hacer nada... pensando que sólo así serás feliz... que
sólo así llegarás a donde quieres...
- ¿Y mis abrazos...?, ¿quien me dará los abrazos mientras me muero..?
- Te abrazarán tus lamentos, Malena... te besarán tus quejas... unos y
otras son el sentido de tu vida... ¡Ya tiene mérito!, has logrado que
fuera de ellos nadie te conciba... has conseguido que sin ellos nadie te
reconozca... nadie te vea...
- Pero... Me duele tanto... y tantas veces... ¡y tantas veces...!
- Cuéntame... mujer... cuéntame cual es la última desgracia que has
percibido y que te flagela...
- No... no quiero... que abrir el alma me duele... que me han hecho
tanto daño que no quiero entregarme a nadie... ni abrir mi alma... ni
desvelar mis secretos...
66
Corsario de ciudad
“Quejíos”
Compasivamente uno sonríe aunque la sonrisa no se vea...
intenta racionalizar... busca la clave y no la encuentra....
Es entonces cuando un tímida caricia roza su piel de melocotón... con suave olor a frambuesa... y siente que acaricia una cebolla...
por mucho que la cebolla se niegue a reconocerlo...
Y es que hay cebollas cuyas capas son más infinitas que el universo... a las que suponerle un corazón que late es, poco menos, que
un acto de fé inmenso... un acto de fé y de esperanza... una necesidad
de creer en los milagros... la desgarradora esperanza de quien ya sólo
a los milagros se encomienda...
No importa, entonces, que la caricia sea de cinco estrellas... que
la hayas sacado del saquito del alma, especialmente diseñada para convertirse en nutriente vital... única... irrepetible... obscenamente tierna...
Resbala por la dura piel... en las capas no penetra...
Gota a gota se ha perdido en el suelo de moqueta... acompañando a otras caricias de cinco estrellas...
Lo quiera o no, uno termina fijándose en ese charco que, de crecer, no cesa... ya no es una anécdota... ¡ya es océano!...
Y es entonces cuando desea no haber perdido el tiempo abriendo el alma para dejar salir caricias de cinco estrellas...
Y es entonces, precisamente... cuando uno sueña con un charco
de caricias habitado por peces multicolores... tan llenos de vida... tan
sonrientes...
- ...me duele tanto... ¡y tantas veces!
La frase me despierta... me saca del sueño... deseo decirte,
Malena, que no te creo... incluso reconozco que despiertas en mi una
secuencia de reacciones que gustosamente terminaría materializando
en ironías... de esas ácidas ironías que de verdad te duelan...
Mis peces multicolores se mueren porque el océano de caricias
cinco estrellas se ha infectado de ti... de tu verde color de muerte... del
color de esa ira que te encierra en capas.... que te hace ser una inmensa cebolla carcelera...
... carcelera de un corazón con piel de melocotón que ni latir
sientes... que ni palpitar dejas...
Ni te imaginas lo mucho que, ahora mismo, no te entiendo... lo
triviales que me parecen tus frases heroicas o tus poses de café-teatro
de otros tiempos...
Nunca hemos hecho el amor... ni jamás habrá entre nosotros
sexo... sin embargo, en este instante, no me cuesta verte con ojos que
67
Corsario de ciudad
“Quejíos”
sólo ven un cuerpo... no me avergüenza sentir que no me importaría
follarte y conquistar tus orgasmos para mi colección de trofeos...
Me has vencido... has conseguido romperme el alma en pedacitos... que desee ser peor cada día y sentirme, cada noche, más perverso...
¡Te haría daño!, ¡si!, sólo para que sepas lo que es doler de verdad y te dejes de memeces... para que sientas lo que es el sufrimiento
y dejes de quejarte mientras entornas los ojos y te bebes ese coñac que
siempre mezclas cerveza...
Has conseguido lo que nadie y eso me duele...
Has logrado romper la poesía en mil pedazos... que no rimen
deseos y besos... que mi ritmo vital en sudor se convierta... que no sienta nada... o, peor aún, que sólo sienta el deseo de oirte gemir mientras
pienso en lo contradictoria que es la vida... y sonrío al darme cuenta de
que nunca he deseado hacerte el amor, pero te lo estoy haciendo...
- ¡Abrázame...!, ¡abrázame!... ¡no me sueltes!
Y la duda me recorre mientras te abrazo y me siento tan lejos de
ti... tan lejos que ni percibo que existes... tan lejos de ti cuando estás
cerca....
Tu soledad, Malena, es tan sólo una consecuencia... no te pierdas ni navegues por internet creyendo que la virtualidad te hará más
feliz o matará tus problemas...
Abre la ventana... despierta a la vida y sonríe... dejate enamorar y no pienses que nadie te merece... que nadie es digno de ti... que
vas a envejecer sola porque nunca nacerá alguien que te entienda...
(Detrás de cada historia hay una vida y un nombre... yo deseo, al
escribirlas, que esas vidas no se pierdan... quizás por razones egoístas... pero, indudablemente, por dejar constancia de que esas
vidas me interesan...
Lo demás... si es que existe... es un sentido de la vida que me transciende... que se me escurre entre los dedos... que huelo pero que
atrapar no se deja...
Y no me preguntéis: ¿el sentido de la vida?.... por favor... dejad que
conserve mis sueños... que me despierte tiritando de frío y calado
hasta los huesos...
Que quiero amanecer sonriendo... que quiero atardecer con la esperanza de hacer mis sueños realidad, al menos mientras duermo...
No hay sentido en la vida más que el sentir que uno la tiene... que
uno la disfruta... que uno no la pierde...
68
Corsario de ciudad
“Quejíos”
Y volar lejos... tan lejos como las alas nos lleven... tan alto como
nuestra imaginación nos impulse... tan profundo como pueda profundizar nuestro intelecto... tan cerca como para poder tocar una
piel... o dejar que te toquen sin sentirse "cuerpo"...
La felicidad es, casi siempre, un poco de todo eso... incluso menos
de lo que uno le exige a la vida y de lo que uno piensa...
Por eso no quiero escuchar lamentos ni "quejíos"... ni saetas... ni
elegías... quiero alegría a manos llenas... hartura de paisajes que
necesite recordar... cimbreantes caderas que se muevan por el placer de moverse y provocar reacciones sin tregua...
Por eso... dejadme morir viviendo... disfrutando cada momento y
sonriendo... siendo tan feliz que casi parezca una indecencia... y,
por favor... que nadie venga con chorradas... que nadie ofenda mi
escasa inteligencia queriendo pensar que va más allá de lo que su
estupidez le lleva.
Quizás sólo por eso escribí con sangre aquello con lo que este relato empieza...
Que la vida y la muerte habitan en los sentidos... que tras de unas
pestañas que hierven, como dormidas, se agazapan deseos que se
enfadan y se resfrían.... que tienen hambre y se indigestan... y hasta
sufren jaquecas terribles, que acaban malhumorándolas para una
eternidad que apenas dura un momento... y que no perciben hasta
que el momento pasa y la oportunidad se aleja...
Que no hay más sentido en la vida que la vida... ni más muerte que
el vivir muriendo...
Que todo lo demás es, tan sólo, escenificar con mayor o menor
éxito las miserias... intentar atraer la atención desesperadamente... gritar para que los demás nos vean... para que se den cuenta de
que existimos porque gritamos mucho y, muchas veces, ese grito
les molesta...
Que, caminado así, acaba uno mirando con recelo... desconfiando
de todos... creyéndose mejor o, simplemente, culpando a los demás
de no hacer lo que, uno mismo, hacer no desea...
Son vidas que me apena verlas... que trasmiten una sensación tan
inevitable como evidente... que constituyen una experiencia dolorosa y ante la que no puedo quedarme indiferente...
Vidas a pie de página... nunca mucho más que una breve anotación
al margen... pasajeros ocasionales o turistas accidentales de otras
vidas con sentido... de otros sentidos de esa vida que, muchas
veces, estropean...)
69
Corsario de ciudad
“Quejíos”
No te quejes, Malena...
llámame...
abrázame y recórreme mientras duermo...
olvida esa necesidad de ser infeliz...
deséame...
encuéntrame y, quizás, añade que
te has encontrado mientras buscabas el sentido de esa vida que tienes y vives... mal que te pese...
Llevaré papel para que escribas... y una piel deseosa de nuevos versos...
Solo quiero que dejes ya de repetirte... que dejes los lamentos... que olvides tus quejios y vivas la vida a borbotones... cada instante... sin perder ni un momento en releerte a ti misma hasta sentir que ni tu misma reconoces tu propia letra...
Sólo así volveré a ti...
sólo así volverás a verme...
70
Corsario de ciudad
“Pan de Soles”
¿Ves aquellas montañas...?
Pan de Soles queda según se baja la ladera... un poco más lejos... un poco más allá
del primer árbol que has imaginado...
Tiene cura y campanario... alcalde y dos
perros vagabundos... dos o tres calles
empedradas y húmedas... tres inmigrantes
magrebíes que son, en si mismo, una minoría muy poco respetada... y una vida diaria de la que todos esperan mucho y que, a
casi todos, defrauda...
Un pueblo así es casi un lugar santo...
improbable... incierto...
- Ponme un chato de vino... de ese que vendes hoy y cobras mañana....
Paulino es parte, también, del paisaje...
sin él Pan de Soles no podría concebirse...
incluso diría más, sin Paulino el pueblo
carecería de importancia... de razón de
ser... de pretexto...
Es por ello que no hablaremos más de Paulino... lo dejaremos en
ese bar con señora que aún usa mandil y dos candiles que no se
usan pero que, de las paredes, cuelgan... disfrutando de su ebrio
estado... y esperando que la noche le devuelva a la mísera alcoba
donde todo el mundo espera hallarle muerto, desde hace años...
cualquier mañana... cualquier mes... cuando menos se piense...
(¿Ves aquella calle...?, ¡sí!, esa que viene siempre a tus recuerdos.
Nur está justo allí donde se acaba la acera... mirando hacia algún lugar y
pensando si va o viene... si quiere o le dejan... si hará el amor o morirá en
el intento...
Para Nur el día de hoy es un día cualquiera... tan monocromo y sin
matices como lo fue ayer... tan dejado de la mano de las policromías como
será el mañana... y tan austero y sin sal como ha sido su vivir desde siempre...
Espera el autobús con ese celo aburrido del que hacen gala los que,
esperando, desesperan... quiere llegar puntual a un trabajo que no desea...
entre archivadores y documentos polvorientos... estanterías llenas de
libros... actas y más actas... papeles y más papeles... sin descansos... con
desvelo...
71
Corsario de ciudad
“Pan de Soles”
Un lugar al que llegó por accidente... casi sin quererlo... como víctima inocente de la deriva de una serie de desafortunadas coincidencias...
desde un amor no confesado a otro amor que no viene... desde un hambre
que tenía a una sed que le quema... desde una casa paterna a un lugar perdido al final de una escalera...que duda conduzca a alguna parte pero que,
día a día, sube convencida de que, al final, la suerte le está esperando y un
Príncipe le espera...
Y lleva allí catorce años... sintiéndose envejecer cada vez que archiva un documento... cada vez que cuadra las cuentas anuales... cada vez que
llega Navidad y, con ella, la paga extra de Julio y ese aguinaldo que gasta
con cierto ahínco compulsivo y un afán de terminar que ni ella misma
entiende. Catorce largos años odiando con admiración a su jefe... destestándolo con amor huérfano... ansiando que pase de largo y ni repare en lo
que hace o en lo que no está haciendo... exactamente lo mismo que sentía
cuando iba a la escuela, con los deberes por hacer siempre bien hechos...)
A decir de los turistas japoneses, que al pueblo alguno llega, lo
mejor de Pan de Soles son las ruinas de la escuela: un desastre perfecto... un lujo de lugar abandonado, extemporáneo y ocurrente...
Queda, ¡eso si!, en ellas un pupitre entero... dos trozos de encerado... diez o doce hojas de libreta... y una familia de ratas pobres,
¡pobres ratas!, que gozan de alta estima y aprecio entre los habitantes de la aldea... y, más aún, entre los gatos que las persiguen
como si, en vez de ratas, fueran sueños...
En sus buenos tiempos estas ruinas albergaron griteríos... cobijaron mesnadas que, más tarde y por ser pobres, fueron a las guerras... y hasta cuentan los vecinos que hubo un maestro comunista que se llamaba Eufemiano que les enseñó a leer y escribir... un
poco de gramática y todo lo que pudieron aprender de las famosas
“cuatro reglas”...
- Al maestro lo fusilaron un viernes -cuenta Calixto-... con los ojos
vendados y la espalda apoyada en la pared del cementerio...
Y Calixto se detiene... calla y se aleja con pasos desgastados...
arrastrando las botas de invierno y ese pantalón de pana que compró recien estrenada la década de los cincuenta...
En Pan de Soles las historias siempre se cuentan a medias...
No es de extrañar que uno acabe convencido de que sobre
Eufemiano se sabe poco y sólo a intervalos... y lo poco que se sabe
te lo cuentan como si tu ya lo supieses... con lo que, al final, te das
cuenta de que pagaste los vinos y no te enterarse de nada.
72
Corsario de ciudad
“Pan de Soles”
Pero así es Pan de Soles... y así hay que aceptarlo... viene a ser como las
lentejas: ¡o las tomas o las dejas!.
(¡La escuela!... esos fueron unos buenos tiempos que pudieron ser
mejores... y hasta, incluso, auténticos pretéritos pluscuamperfectos... quizás
sólo haya un par de peros que ponerles... o diez... ¡o cien!... ¡que da igual
la cifra de las pegas que tuvieran!. Lo importante es que allí aprendió Nur a
obedecer con sumisión... a fingir que era una persona de bien... a pasar exámenes y a empezar tareas... a sentir la mirada de los demás... a sufrir en el
patio de recreo... a llorar a escondidas... y a sentir lo mucho que deseaba
sentirse en brazos de alguien del sexo opuesto...
Recuerdos entrañables, cromos de un tiempo sucedido entre empujones y ese descubrir la vida que siempre nos aterra... su primer amor... su
primer dolor... su primera regla, justo en el día en que le dieron el primero
de todos los besos que recuerda...
Quizás por ello lleva siempre un libro encima... bien visible... donde
sea más evidente que las evidencias... y lo lee con el mismo interés que le
pone a la vida... muy por encima... sólo las letras... sin hacer caso a las
comas... ni prestarle atención a los espacios en blanco que quedan entre
líneas, esos en los que habita el sentido exacto y en los que el autor se confiesa sin ambages ni vergüenza...
De cuando en vez, yergue la cabeza... deja que las gafas caigan...
suspira... mira hacia algún lugar y piensa si va o viene... si quiere o le
dejan... y no encuentra la respuesta...
No la encuentra ni existe... es imposible... que encontrar respuestas
en la vida es más utópico que la utopía más perfecta... )
La plaza de Pan de Soles es otro incunable societario... uno de esos
sitios que inspirarían ternura, por lo abandonadamente sucia que
el visitante la advierte... el escenario perfecto para entender la
diferencia entre una plaza de pueblo y una plaza con parking subterráneo... la síntesis comparativa entre los paisajes modernos de
ciudad y los viajes al medioevo...
Tiene, eso sí, una fuente con tres caños... bueno, en realidad lo que
tiene es una piedra de la que salen tres tubos... y dicen, los más viejos,
que hubo un tiempo en el que, de los tubos, manaba agua con tanta
alegría que parece imposible esta actual tristeza que la ofende...
En los días de fiesta, hoy olvidados, la plaza se engalanaba y el
bullicio se hacía dueño del ambiente y de las tardes... de las puestas de sol... y de aquellos amaneceres con borrachos casi sobrios
durmiendo sobre las aceras...
73
Corsario de ciudad
“Pan de Soles”
Las fiestas de Pan de Soles marcaron un hito en la comarca... y eso
que eran el uno de noviembre. Dicen que en ellas hasta los muertos
bailaban... y que la banda llegó a interpretar los acordes del
Himno de Riego en honor de Manolete. Las fiestas son así, sobre
todo las que se festejan en los pueblos, se improvisa y se disfruta...
se baila como buenamente se puede y hasta se deja que los niños
coman todos los caramelos, esas golosinas que durante el año no
prueban...
Aún así., hay algo en el pueblo que me turba... que me entristece...
que, por sorpresa, me asalta... que no acabo de entender y que me
envuelve. ¡No hay niños!... no queda ni uno correteando por sus
empedradas calles... ni en la plaza... ni siquiera se advierte que lo
haya habido... o que vaya haberlos...
Y pregunto... y me dicen que han crecido allí para ser padres, o
madres, más allá de ese horizonte que se ve cuando, de Pan de
Soles, uno se marcha sin pensar, jamás, en el regreso...
Y me aseguran que no siempre fue así... que durante siglos nadie se
marchó de Pan de Soles, hasta que un buen día alguien rompió la
norma: marchó del pueblo con la seguridad de que la vida le daría,
si se iba, todo aquello que Pan de Soles le negaba sin quererlo...
(... encontrar respuestas en la vida es más utópico que la utopía más
perfecta. Ya no baila, Nur... ya no bebe.... ya ni fuma ni va a los grandes
almacenes... se limita a estar y a sentir, cada día, un poco menos...
Mientras, los instantes preciosos se han ido... y los recuerdos de
amores se han muerto... o, peor aún, viven enterrados en las macetas de
geranios que ha olvidado en la azotea y que riega sólo en las tarde de
Marzo... arrojándoles agua, casi con despecho. Y sólo de tarde en tarde, en
las noches en las que hace calor y brilla la luna llena, se atreve a mirarlos
de reojo... sin decidirse a afrontar la realidad de un hoy que en el ayer se
cimienta... sin osar desafiarlos... con mirada trémula y la resignación por
bandera... con la derrota adueñándose de su vida... y el dolor del fracaso
cotidiano siempre acechando desde las húmedas sombras del porvenir que
le espera... que es su única esperanza y que no llega...
Da igual que Nur sea hombre o mujer... eso queda en vuestras
manos... seguro de que a estas alturas, en vuestra imaginación, Nur ya tendrá rostro y lo habréis reconocido entre alguien cotidiano...
Lo importante es que Nur fue el primero que se marchó de Pan de
Soles... y nadie, en Pan de Soles, ha logrado explicárselo...
o entenderlo...)
74
Corsario de ciudad
“Monique y los espejos”
- ¿Por que...?
- ¿Necesito una razón para besarte...?
Y nos reíamos como si fuera una novedad
este diálogo...
Abría los brazos y la dejaba volar... que
se escapara como una gacela o como un
pájaro...
Luego me sentaba y encendía un cigarrillo... la puerta abierta del baño me ofrecía su imagen, en el espejo, reflejada...
Entre bocanadas de humo, contemplaba
su strip-tease involuntario... hubo un
tiempo en el que creí que lo hacía consciente, sabedora de que la estaba admirando...
Las duchas son una liturgia de movimientos y ademanes... ballet acompasado e instantáneo... perfecto ritmo... sutil
encanto... y esa toalla que la envuelve,
tapándola poco más que lo imprescindible... apenas lo necesario...
Se desnudaba mientras yo me imaginaba desnudándola, hasta que
quedaba tan desnuda que incluso el espejo se intuía embobado...
Agua sobre su piel... resbalando hecha gotitas perezosas... como si,
de aquella piel, no quisieran alejarse... Deseaba, entonces, convertirme en esponja... o en espuma... y son, estos deseos, tan legítimos
que ni necesito justificar la razón ni el motivo de desearlos...
Seguía viéndola a través del espejo... desesperando porque comprobaba que se estaba empañando, como celoso de mostrármela...
como queriéndola sólo para sí... como un truhán avaro que quiere
en exclusiva esa imagen...
Me doy cuenta, no sin rubor, que la Monique del espejo me entusiasma...
(Llevaba años buscándose a si mismo y raramente se encontraba...
Llegó a intuirse virtual... a no saber si existía... a dudar que fuera o
a pensar que pudiera ser y no saberlo... y se compró un espejo en una bazar
que queda justo al lado de su casa. Se miró en él, repasando cada arruga...
cada poro... cada esperanza... y, de nuevo, comprobó con desazón que sólo
raramente se encontraba...
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93
“Monique y los espejos”
Corsario de ciudad
Rompió el espejo y se hundió en lágrimas... ni mirándose podría asegurar que era él... que su imagen era la misma imagen que, en el espejo,
contemplaba reflejada...
Quizás fue entonces cuando pensó en conectarse a internet... para
liberarse de su cuerpo... para buscarse en la red, con la misma intensidad
con la que llevaba años buscándose a sí mismo... aunque sólo raramente se
encontrara...
Y guardó en una cajita, de cartón, su vida de ocho a tres... su entorno de realidad.... su presente... su pasado... y a los amigos que no tenía
pero que echaba de menos, a cada instante...
Se compró un PC y dos teclados... le regalaron un manual y dos CDRom con instrucciones para que pudiera conectarse... para que se dijera a sí
mismo que trataba de ampliar horizontes... comunicarse con gentes de otras
patrias... contactar con nuevas culturas... entender la idiosincrasia de mil y
un lugares lejanos... leer más... conversar mejor... y hasta compartir esas
dudas que nunca llamaba soledades. Y se sentó y diseñó su personaje... sin
pensar en el espejo... sólo guiado por lo que siempre quiso ser y no era, ni
a ratos...
Buscarse un nick fue tan sólo el primer paso... deseaba ser tan original que ninguno le resultaba aceptable... escogió veinte y desechó "veintitantos".. al final decidió llamarse "intelectual_bien_dotado" por aquello de
ampliar, a uno y a otro extremo, sus potenciales de "mercado"...
Feliz por el logro, abrió el outlook... y espero pacientemente a que el
primer correo aterrizara. Tres días después el buzón seguía vacío... y su
soledad se agrandaba...
Fue entonces cuando decidió enviarse un correo a si mismo... esperando recibirlo y leerlo, con la misma ansiedad que pondría en leer cualquier
otro, que él no se hubiera enviado...
Ahora se pasa la vida conectado... viviendo fantasías y creyéndose
unas veces Brad Pitt y otras Marlon Brando...
Tiene diez amantes virtuales... un homosexual que le escribe... una
beata que le manda oraciones... y doscientos chats en ICQ, pulcramente
archivados...
De lo demás, poco queda y todo ha dejado de ser necesario... come
pizzas de encargo... duerme a ratos y, sobre todo, en horas fuera de la tarifa plana... se le ha muerto el canario y el perro que tenía le ha dejado... pero
es virtualmente feliz y se vanagloria de que tiene un salvapantallas precioso
y una página web de la que baja melodías y fractales animados...
Como es de ver, todo normal... aunque siga buscándose a si mismo
y sólo se encuentre virtualmente... y sólo a ratos...)
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Corsario de ciudad
“Monique y los espejos”
¡Si!, me doy cuenta, no sin rubor, que la Monique virtual me entusiasma. Y oigo su voz, que no veo en el espejo pero que, estoy seguro, me llega desde el baño....
Me convenzo, no sin vergüenza, que la Monique real sólo tiene un
cierto encanto...
- ¿Estás bien...?
- No... pero iré mejorando
Con cualquier excusa, entro en el baño... me mira y se sonríe mientras alza su pierna derecha, como en un ademán subconsciente de
proteger una intimidad sobre la que noto que mis miradas hacen
daño...
Limpio el espejo del vaho, con un aire despistado... no tengo excusa ni he pensado que decirle si me pregunta la razón de que me
afane...
Sigilosamente regreso a mi atalaya doméstica... inquieto y ansioso por contemplar, de nuevo, el paisaje...
- ¿Cenaremos juntos?
Mis dudas son tan eternas que tardo eternidades en contestarle...
- Envíame un SMS... quizás lo hagamos... aunque las angulas en
este tiempo no son el mejor bocado...
Hay un momento, en el después, que asfixia mis entrañas... cuando la toalla la roza... cuando la toalla la abraza...
Intuyo que se han acabado las monedas... que el catalejo mecánico me privará muy pronto de verla.. y Monique será, poco más, que
un minúsculo punto en la inmensa inmensidad de la distancia...
Cierro los ojos y me prometo que la recordaré con matices y con
ansias... con precisión y anhelos... en cada alba que llegue... en
cada noche que pase...
La misma promesa que me hice en días no muy lejanos... cuando
nos encontramos en internet... cuando chateamos ante una taza de
café... cuando nos dimos el teléfono para citarnos... cuando me
beso y la besé por primera vez... cuando hicimos el amor a la luz
de una luna que no dejaba de mirarnos...
- Me voy... Monique...
Y, mientras me acerco a la puerta, escucho como llegan sus palabras... presintiendo que pronto seré virtual, aunque Monique insista en decirme:
- Tu nunca dejas de estar, aunque te vayas...
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Corsario de ciudad
“Árbol de Luna y Niebla”
Como cada noviembre, he venido a visitarte... es un poco la eterna liturgia
de los regresos pero, ¡yo lo sé!, tu me entiendes...
Ya sé que muchos creen que un árbol no tiene sentimientos... que es inútil
hablarle y hasta dirían que no pasa de ser un pérdida de tiempo...
Pero, como yo, has cumplido cuarenta y tres años este invierno... como yo,
has resistido temporales y disfrutado de los cálidos momentos en los que
el sol viene a verte...
Y tu, mejor que nadie,
me comprendes...
Hoy, por esas cosas
que la vida tiene, te
confesaré que me
duele el alma y que es
difícil que la vida siga
apeteciéndome...
Hoy, por razones que
ni yo mismo comprendo, te diré adiós...
no sin antes dejar que
una lágrima riegue
tus raíces y un suspiro, el mejor de todos los que han salido de mi pecho, se acurruque entre
ese follaje otoñal, que ya casi has perdido.. que ya casi no tienes...
Tu lo sabes como yo... has nacido conmigo y con ellas...
Árbol nació con Luna, en una noche de abril... del año de marzo
o junio... del siglo que es diciembre...
- Luna ha muerto, cariño... que lo he soñado esta noche... estando en
cama, despierta...
- Luna no puede morir... cierra los ojos y duerme...
Son las seis de la mañana... pero, de pronto, la boca se me
seca... una sensación agridulce se apodera de mi... presiento que la
inquietud va a abrazarme en cualquier momento...
Quiero cerrar los ojos... fingir que no estoy despierto... pero
recuerdo que en las noches de luna nacen los árboles más fuertes...
nacen los gatos más gatos... mueren los viejos más viejos...
Y Luna nació para mi... para que, entre caricias, pudiera decirle bajito que era mi mejor amiga... mi mejor amante... mi mejor compañera...
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Corsario de ciudad
“Árbol de Luna y Niebla”
Y se lo dije... una y mil veces... con miradas... con besos... con
palabras... con desvelos...
Habitaba, con Luna, un mundo perfecto... sencillo... tierno...
Un mundo de esos que son como hechos de crema de chocolate... parecidos a las crêpes de nata... muy similares a las macedonias
de frutas y tan sabrosos como las tartas de almendras...
Una parte de mi realidad... quizás la más evidente... quizás una
de las pocas partes que permito se vean...
Un trocito de mi existencia que sólo a Luna pertenece y en el que
sólo a Luna pertenezco... en el que el transcurrir del tiempo queda
lejos... en el que las tardes se suceden despacito y sin silencios, hasta
que llega la noche u nos sentamos, en cualquier porche imaginario, para
ver salir la luna... esa luna que Luna siempre mira con tierna delicadeza...
Y así han pasado años y más años... uno detrás de otro hasta
contar veinticinco, justo en Noviembre...
Quizás no me creáis, pero no recuerdo ni un sólo momento en el
cual no la quisiera... ni uno sólo en el que no la deseara... ni uno... ni
uno de los muchos que pasé con ella...
Quizás os sorprenda, pero no hay uno sólo momento del hoy en
el cual no la quiera... ni uno sólo en el cual no la desee... ¡ni uno!... ni
uno de los que paso con ella...
(Niebla nació con árbol, en una noche serena... del año de marzo o
junio... del siglo que es el nuestro...
- Niebla ha muerto, mi amor... que me lo ha dicho el viento... y el
viento nunca me miente...
- Niebla no puede morir... cierras los ojos y duerme...
Son las seis de otra mañana y oigo llover sin tregua...
Hace un frío caluroso... uno de esos que te calan hasta que los huesos hierven y, sin querer, se llevan el ánimo de nuestros cuerpos...
Tal vez sea esa la razón de que carraspee... aunque presiento que es
un triste intento de desatar el nudo que, en mi garganta, esas palabras han hecho...
Quiero fingir que duermo profundamente... quiero que nadie vea mi
mirada perdida y mis ojos abiertos... pero recuerdo que en estas
madrugadas de luna nacen los deseos más fuertes... nacen los gatos
más gatos... mueren los viejos más viejos...
Sé que esperáis que os diga que Niebla nació para mi y os lo iré
diciendo...
79
Corsario de ciudad
“Árbol de Luna y Niebla”
Sé que presumís que yo le dije, entre besos y muchas veces, que era
mi mejor amiga... mi mejor amante... mi mejor compañera...
Y es que Niebla y yo habitamos un mundo de esos que están como
hecho de fresas con nata y rociados de caramelo... muy semejante,
en su paladar, a los buenos vinos de reserva... extraordinariamente
similar a aquello que, en uno de sus poemas, Verlaine definió como
"¡mi ángel!, ¡mi diablesa!"...
¡Si!, sé que lo intuís y no lo niego... que algo os dice que ese mundo
era otra parte de mi realidad... quizás la menos evidente... seguro
que una de las muchas partes que jamás dejo que se vean...
Un trocito de mi existencia que sólo a Niebla pertenece y en el que
sólo a Niebla pertenezco... tiempo robado al tiempo, que transcurre
tan apresurado como intenso... en el que las horas se devoran con
hambre y se hacen, cada día, más pequeñas... instantes, quizás eso
es lo que únicamente sean... diminutos momentos que siempre terminan sentados con nosotros, en cualquier terraza imaginaria, y
mirando al mar... observando incrédulos como la niebla va cubriéndolo todo... esa niebla que Niebla siempre mira con tierna delicadeza...
Y así han pasado años y más años... uno detrás de otro hasta contar veinticinco, justo en Noviembre...
Quizás no me creáis, pero no recuerdo ni un sólo momento en el cual
no la quisiera... ni uno sólo en el que no la deseara... ni uno... ¡ni uno
de los pocos que pasé con ella...!
Quizás os sorprenda, pero no hay uno sólo momento del hoy en el
cual no la quiera...
ni uno sólo en el cual no la desee...
¡ni uno!...
ni uno de los que paso con ella...)
Tu, mejor que nadie me comprendes... has vivido, como yo, conmigo y con
ellas...
Árbol de Luna y Niebla...
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Corsario de ciudad
“Historia de Diciembres”
En algún recodo del río de la
ternura
me
encontré
Diciembre... me senté a su lado
y le pedí que me mostrara mis
propias estampas navideñas...
Con un gesto pintado de pereza,
sacó tres pequeños sobres del
bolsillo interior de su chaqueta...
- ¿Cual quieres abrir primero..?
¿bullicio?... ¿silencio?... o, quizás, ¿fuego?
- Querer... si te soy sincero, querer abrir alguno no quiero...
- Sin ellos no hay historia...
- Eso es cierto...
Y abrió el que llevaba escrito "bullicio", en letras muy pequeñas...
(Un balón de fútbol... tres libros... una pequeña bicicleta... que
estaban esperándome como si sólo existiesen para recibir mis patadas,
mis ojos de incipiente lector o mis pedaleos...
La mesa llena... y, un poco más allá, el turrón de almendra que
masticaría a duras penas y con pocos dientes...
Papá de pie abriendo botellas... mamá entrando y saliendo,
como una incansable hormiga obrera que trae alimentos... mis dos
abuelas, recordando recuerdos por los que no pasa el tiempo aunque se
hagan viejos... mi hermano pequeño con un sonajero... Francisco, mi
padrino, con su pelo blanco y su docta presencia... Camilo, mi tío diabético, que siempre comía chocolate amargo mientras añoraba su aeroplano transgresor de fronteras argentinas y chilenas...
Se detenía el tiempo... no había un mañana que quedara más
lejos o que fuera tan pequeño...
Dormirse era, en aquellas madrugadas, una tarea titánicamente
gigantesca. Parecía que el bullicio corriera por mis venas... que nada
sería imposible mientras hubiera calendarios que incluyeran las mágicas
fechas navideñas...)
- No te veo sonreír...
- No me apetece...
- ¿Por qué...?
- Son tiempos transcurridos... viajeros que apenas se han detenido
a mi lado para que me diese cuenta de que existieron...
81
Corsario de ciudad
“Historia de Diciembres”
- ¿Donde están ahora...?
- Lejos... amigo mío... muy lejos...
Percibí un fugaz gesto de desencanto en el rostro afable de mi
amigo Diciembre... no dijo nada, se limitó a abrir el segundo
sobre... aquel que tenía rotulado "silencio", en grandes caracteres...
(Lejos... más allá de distancias que puedan ser medidas en yardas o en metros... habitando lejanías y horizontes propios de quien se
ha hecho viajero para huir en sus eternos regresos...
Acabo de hablar por teléfono y sonaron cálidas mis palabras...
mientras tragaba unas lágrimas que ya no tengo...
No importa la ciudad... ni el hotel... ni que vaya a cenar sólo en
una mesa en la que han puesto ocho cubiertos... como si estuvieran
todos... como si cenara con ellos...
Dicen que cuatro de los ocho han muerto, pero no les creo...
siempre estarán conmigo porque hay lazos que ni rompe la muerte, ni
jamás desaparecen...
Dormirse, en aquella madrugada, fue tarea titánicamente gigantesca...
Parecía que el silencio corriera por mis venas... que nada sería
posible mientras hubiera calendarios que incluyeran ausencias disfrazadas de fechas navideñas...)
- No te veo llorar...
- No me apetece...
- ¿Por qué...?
- Ya sabes... son tiempos transcurridos...
- ¿Donde están ahora...?
- Cerca... amigo mío... muy cerca...
Se levantó, Diciembre, como si la prisa le empujara a marcharse...
a convertirse en Enero...
Me dejó bajó la luz de la luna y ante ese último sobre... aún no
abierto...
Sé que en él hay escrito "fuego"... necesito calor... dejaré que me
absorba en vez de leerlo..
(Crepitan los troncos en la centenaria chimenea de la "Casa da
Alen"... el fuego ilumina con caricias las piedras y las decora con sombras... sin que ellas lo deseen...
Una mezcla de bullicios y silencios me rodea... es un sentimiento tribal... el espíritu de clan intemporal que llevamos siempre muy dentro los gallegos...
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Corsario de ciudad
“Historia de Diciembres”
Somos cinco sentados a la mesa... pero hay otros cuya presencia percibo aunque la gente insista en decirme que han muerto...
Y están allí... en cada llama de ese fuego que llena mi existencia...
Sonrío... ¡sí!... los abrazo uno a uno y brindo por ellos...
Luego me siento a la mesa... sé que algún día yo ya no estaré
físicamente en muchas de esas fechas navideñas... pero da igual... no
me importa... sé que siempre habrá alguien que me perciba y me
recuerde...
Dormirse hoy será tan fácil como alcanzar un sueño...
Jon nació un 24 de Diciembre... Analén un 15 de Abril... Rori
un 7 de Febrero... su madre un 16 de Agosto... y todos ellos son mis
mejores regalos navideños...)
Bullicio...
silencio...
fuego...
Ilusiones...
ausencias...
años nuevos...
Sí, amiga mía... tú que me pediste que escribiera algo para estas
fechas en las que, dices, “todo te duele”... mi historia de Navidad
no pasa de ser una historia, repetida, de Diciembres...
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Corsario de ciudad
“Iraida en su balcón”
(Hoy es una madrugada de tantas; aquí, en Galicia, hace un frío
frío y justiciero... estoy cansado...
tengo sueño...
El mail que acabo de recibir me
desasosiega... altera mi ánimo y,
poco a poco, me desvela...
Quisiera entenderme para que
los demás me entiendan... desnudar, tal vez, mi alma... asomarme
al balcón y gritar con fuerza...
Pero no es posible... son las tres y
treinta y cinco de la madrugada... no estaría bien visto ni me
atrevo. Decido, entonces, abrir el
Word... teclear cansinamente una de esas historias que he vivido y
que, poco a poco, voy compartiendo... sin dejar de preguntarme si
a los demás, esas historias, les interesan...
La sensación de haber vivido intensamente me invade de nuevo...
Es justo entonces cuando me pregunto cuanto tiempo podré seguir
haciéndolo... cuanto me queda. La respuesta se halla en el fondo
del estudio... en aquel rincón obscuro... sobre la pequeña mesa circular de madera pintada de negro... materializada en ese bonsai
que cuido desde hace tantos años que ya he perdido la cuenta...
Un pequeño roble... al que he dejado crecer una rama por cada una
de Ellas... al que le queda aún mucho espacio para más ramas y
fuerza de sobra para sostenerlas...
Verlo allí me consuela... resuelve esa duda sobre quien soy o qué
me espera...
Los primeros párrafos se perfilan en mi mente...)
Castillo de Santa Ana (Torremolinos), doce y siete de cualquier noche
y de cualquier mes... sentado y sólo en la terraza de una amiga... contando
olas y soñando que cada una trae, hasta la playa, una sirena y que, quizás,
una de ellas me lleve alguna vez...
Una tras otra, las palabras musicadas de Zeca Afonso me abrazan...
junto con James Last y su versión de la "Libertad" de "Nabucco", escuchar
"Grândola, vila morena" es uno de esos detalles raros que tienen mi mundo
cotidiano... uno de esos que sirven para que se renueve en mi la tristeza de
haber nacido con, al menos, diez años de retraso...
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Corsario de ciudad
“Iraida en su balcón”
"En cada esquina un amigo,
en cada rostro igualdade;
Grândola, vila morena
terra da fraternidade..."
Suena el teléfono... hace tanto ruido que mi mágica soledad se asusta y huye despavorida mientras, instintivamente, descuelgo el auricular...
- Hola... disculpa... ¿te apetece un café...?
Creo que tardé en responder un débil e incómodo: "No lo sé... "
- Soy Iraida... te estoy observando desde que comenzó el atardecer...
Noto como una sonrisa estúpida se adueña de mi rostro... miro el
reloj y veo que ya son las doce y diez... recuerdo que estoy sin duchar... y,
por alguna razón extraña, tengo un incipiente nudo en el estómago... y un
furioso escozor en toda mi piel...
En fracciones de segundo me doy cuenta de que hay un silencio que
espera llenarse de mi respuesta... pero apenas se me ocurre algo que decir
y, mucho menos, algo que hacer...
- ¿Estás ahí...?
- No lo sé... Iraida... no lo sé...
- ¿No sabes si estás o si te apetece el café...?
- Simplemente no lo sé... simple y llanamente: no lo sé...
- Te espero en media hora... apartamento doce, bloque treinta y seis...
Corrí a su encuentro aún con Zeca Afonso pegado a mi alma... me
abrió la puerta y sonrió, tenía melena negra, hermoso cuerpo... y los ojos
pícaros de mujer soñada...
Le entregué un flor desconocida que había robado en el jardín, segundos
antes... mientras, casi sin querer, el diálogo se entablaba...
- Bonitas piernas... ¿a que hora abren?
- ¡Caramba...!, hace un rato dudabas...
- Me pillaste desprevenido... con la guardia baja...
- ¡Ya!...
- Pero ya ves... aquí estoy, dispuesto a correr los riesgos que tu entrañas...
- ¿Si...?
Entramos en el apartamento... mientras yo, con preguntas cuidadosamente calculadas, trataba de averiguar las razones que le habían llevado
a llamarme...
- Creí que eras el complemento ideal para terminar de amueblar mi dormitorio... este verano...
- Gracias... Iraida... es un detalle por tu parte...
Hubo más noches... más cafés... más momentos para guardar y
hacerse viejo recordando. Instantes en los que bailábamos a los sones de
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Corsario de ciudad
“Iraida en su balcón”
"Ráfaga" y un "Chiquilina" que nos sumergía entre miles de policromías sensuales y extremadamente eróticas... en medio de cualquier pista de baile,
ante los ojos codiciosos de los demás.. Iraida me sonreía y deletreaba cada
frase con esos sus labios inmensamente sugerentes... extraordinariamente
cálidos...
No la escuchaba, pero sabía que estaba diciéndome mil cosas con su
mirada... y que sus caderas se movían a ritmo de cumbia para que supiera
perfectamente que ambos éramos el privilegio de otro... que nuestra física
y química era una reacción que iba más allá de un mero lapso de tiempo...
aunque ambos sabíamos que las noches de estrellas se quedarían, muy
pronto, sobre la arena de cualquiera de las playas de Málaga...
Y, entre noche y noche, me contó que venía de Colombia... que le
gustaba leer a Galeano y que, muchas madrugadas, tenía miedo y no encontraba brazos que la abrazaran...
Que se vino aquí a pasar unas vacaciones antes de hacer algo... un
"algo" enigmático que nunca quiso desvelar ni confiarme... un "algo" que
ensombrecía sus ojos cada vez que lo mencionaba... que hacía desaparecer
su sonrisa y que llenaba el ambiente de cubitos de hielo y de escarcha...
Era el momento de abrazarla fuerte y suavemente... de jurarle que
soy hombre de una sola mujer, cada vez... y que, en ese instante, ella era
esa mujer...
Y la magia tocaba el timbre de nuestra puerta... cerrábamos los ojos
y jugábamos a descubrirnos, mientras imaginábamos lo que sentiría el otro
en ese preciso momento...
Y así pasábamos horas... hasta que un repentino deseo de libertad
nos empujaba a buscar las olas... a perseguir esa marea que se empeñaba
en destruir los castillos de arena que, cada día, construíamos con la ilusión
de cualquier niño, al que el tiempo curará su infantil enfermedad...
Paseando por la playa, de madrugada, soñamos un mundo desesperadamente utópico... exageradamente imposible y un tanto romántico... y
lo llamamos "Grândola", quizás sólo por no negar rotundamente nuestras
imposibles esperanzas... por no despertar de nuestros sueños...
Y fue allí donde le confesé que hubiese querido nacer antes... justo
en los años en los que nacieron los milicianos libertarios... pero no había
tenido suerte y, en el presente, el "estado del bienestar" había degullido mis
esperanzas revolucionarias... quizás para siempre... quizás tan profundo que
jamás podría recuperarlas...
Días después... bajo la tenue luz de un restaurante danés... coincidiendo con el final de esa despedida, que iniciamos días antes... me confesó que escuchar las estrofas de "Grândola, vila morena" le había incitado a
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Corsario de ciudad
“Iraida en su balcón”
llamarme... que contó, desde su balcón, los balcones que había desde el
suelo hasta el mío... que había telefoneado a recepción y así llegó a mi su
llamada...
Yo le acaricié la mejilla que me quedaba más a mano... y noté como
una lágrima resbalaba hasta mis dedos para entregarme un mensaje que,
aún hoy, no he querido leer pero que guardo intacto...
Decir que mis lágrimas me las tragué seguro que no extraña a
nadie...
De regreso hablamos poco con palabras... el silencio hablaba por
nosotros mientras la luna nos miraba...
- No subas...
Y no subí aquella noche hasta su cama...
Me retiré cabizbajo... pensando si habría cosas que pude decirle y no
le dije... palabras que se quedarían para siempre colgadas en un espacio
intermedio que, ahora mismo, se me antojaba absurdamente grande...
Subí a mi apartamento con la seguridad de que mi compañera revolucionaria se estaba yendo de mi lado... inconscientemente tarareé otra
estrofa de Zeca Afonso... como si de un rezo o de una oración de adiós se
tratara...
"A sombra dunha enciñeira
que ja nen sabía a idade
xurei ter por compañeira,
Grândola, a tu vontade..."
Meses después recibí un mail de Iraida...
- Escucho mil veces al día "Grândola"... y te recuerdo escuchándola... pero
sé que eso no te extraña... me voy a luchar por mi país, a las montañas...
¡Hasta siempre!, compañero...
(Hoy es la madrugada de Iraida... aquí, en Galicia, hace un frío frío
y justiciero...
estoy más cansado...
tengo más sueño...
Iraida estará en su balcón... quizás en la selva...
Me llevaré el móvil por si llama... me faltó decirle que la esperaré
en "Grândola"... ¡hasta que vuelva!... o hasta que la muerte me
atrape...
"Grândola, vila morena..."
“vella
cantiga de des-esperada esperanza...”)
87
“Ríos de almas perdidas”
Corsario de ciudad
- ¿Que haces con la luz apagada y la
ventana abierta...?
- No sé que hago, exactamente... pero
seguiré haciéndolo...
Y desapareció tan silenciosamente
como había venido... sin un reproche
ni una queja...
En realidad no hacía nada que antes
no hubiera hecho... darle vueltas y
más vueltas a una imagen visual e
intentar convertirla en palabras... en
letras...
Pero aquella noche fue diferente... me
estaba dando cuenta de que mi ambición sobrepasaba en mucho a mi
talento... de que por mucho que sumara diez y diez jamás obtendría un
resultado que terminara en siete...
Me di cuenta de que escuchaba "Just
the way you are" y que la melancolía del saxofón se adueñaba de
mi mente... resultaba ácidamente perverso... estereotipadamente
obsceno... sutilmente intenso...
De alguna manera, entre las notas de "Mandy", escribí un imperceptible manifiesto de horizontes, demasiado cercanos como para
no tocarlos con los dedos... como para no cerrar los ojos y huir
rápidamente de ellos...
El tiempo, amigo ladrón o caballo de madera, transformaba la
propia percepción de lo que realmente es un reto y, también, de
como deja de serlo...
"My Way" me lo decía con acarameladas caricias de un dulce azul
color verde y unos ojos tan abiertos como almendras...
A veces pienso en todo ello y me impaciento... y la llamo... como buscando esa mitad que me falta... que me completa a mi y yo a ella...
(ESCUCHARÉ en ti la brisa de cualquier invierno... mientras deslizas
tu piel bajo estas mis sábanas negras, que hoy estrenas...
Me haré río para ti y por tus sueños... no importa en que noche o en
que tiempo...
Buscaré un mar para encontrarte... aunque sepa que los tesoros yacen
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Corsario de ciudad
“Ríos de almas perdidas”
sumergidos y es difícil rescatarlos... o incluso verlos...
No sabré cuanto tiempo ha transcurrido... ni cuanto tiempo nos
queda...
... que da igual, que no creas que mucho me interesa...
Y sentiré que inundas el vacío... que lo llenas...
Y apagaré la luz... que quiero ver como brillan tus ojos y tu rostro de
luna se enciende...
No es nada muy pensado... ni tan siquiera un desliz irracional en esta
ilógica lógica que nos envuelve...
Es un blues... tímidamente lo confieso... de voz negra y letra intensa... de escalofrío y herida... en la misma frontera de mi adiós y tu regreso...
Un río de almas azoradas que se pierden en las noches... que buscan
cada amanecer en las azoteas... que se encuentran en las miradas y no se
recuerdan cuando el alba llega...
ESCUCHARÉ en mi la brisa de cualquier primavera... mientras deslizas tu negra sábana sobre esta mi piel que hoy estrenas...
Y te harás río para mi y por mis sueños... no importa que la noche
sea de hoy o que el tiempo se haya ido pisando despacito y en silencio...
Arroyo... catarata... torrente...
Si tu agua hablara yo sabría que esconde el remanso... que oculta el
remolino... que busca el meandro... o, tal vez, lo que tu corriente lleva, sin
saberlo...
Me dirías, tal vez, que eres ese río que ha abrazado casi todos los
puentes... sin, en ninguno, detenerse...
Te diría, quizás, que yo también...
Y ambos, confundidos, trataríamos de desvelar como es posible o cual
ha sido y es nuestro secreto...
Volvería el blues a tus caderas... a tus labios... a tus pechos... en la
exacta frontera entre tu adiós y mi regreso... como el grito tímido y perverso que se quema sobre tu piel, mientras no dejo de pensar lo mucho que me
gusta abrazarte y que me abraces, frente a la chimenea...
Y el río se va llenando sin quererlo... con el agua de siempre y el agua
del deshielo... hasta que su cauce se desborda y entre los campos de trigo se
nos pierde...
... como me he perdido hoy y ayer en tus tibiezas, sin conseguir saber
donde he terminado de hacerte este amor, que ahora empiezo...
Será entonces momento de poesía... de tocar el piano a dúo... de
dejar que mis dedos se pierdan entre tus rizos caoba... de hilvanar el ahora
mismo con cualquier otro instante pasajero... de pensar que ya no estoy pero
he venido... de creer que te has ido pero regresas...
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“Ríos de almas perdidas”
Corsario de ciudad
Sonará "When i need you" mientras ardemos... una y otra vez... con
esa rítmica obsesión que nunca sabremos en quien nace y en quien se
queda...
Al final ni tu ni yo habremos existido... nadie sabrá cuantos momentos juntos escondemos, ni el tamaño del álbum de recuerdos compartidos...
que decidimos olvidar o recordar en cualquier lugar y en cualquier tiempo...
Yo al norte... tu al sur... no importa que desemboques en un mar y yo
en un océano... ni tan siquiera que la tierra que queda en medio nos separe... ni que entre tu cielo azul y mi lluvia eterna haya un espacio vacío, en el
que "Killing me softly" sea la melodía que bailamos cada vez que nos apetece...
Somos tan iguales y a la vez tan diferentes que siempre nos encontramos en un lugar intermedio... en ese punto exacto en el que yo soy yo y
tu eres tu... para dibujar con tizas de colores la equivalencia de un beso que
se da y se recibe, sin poder determinar jamás si a tus labios o a los míos pertenece...
Es entonces cuando me doy cuenta de que nuestro blues nunca dejará de sonar... mientras haya ríos de almas perdidas que se encuentren...)
... y me impaciento... y la llamo... como buscando esa mitad que me
falta... que me completa a mi y yo a ella...
- Yami.. ¿estás ahí?
- Si... perdida en mis propios sueños... quizás mirándote... quizás
viéndote entre la luz apagada y la ventana abierta... quizás esperándote en silencio...
- Yami... quizás pensaba en ti... aunque, quizás, no quería que lo
supieras...
- He traído "I love sax"... pensaba que "quizás" querrías encender
la chimenea...
Lo que sucede después es un secreto... que cada quien lo recuerde
como quiera, que yo intentaré deducir quien de los dos es leña o
quien de los dos es fuego...
mientras ardemos...
90
Corsario de ciudad
“Junto a quién escribí deseos”
- No me ha gustado...
escribes como una niña
quinceañera que desea
más que tiene... no sabría
decirte si lo tuyo es un
diario, una carta de amor
o un relato más bien
patético...
- Lo he escrito con el alma...
- ¿El alma?... ¡sí!, suele ser
el recurso para justificar
la falta de talento...
- ¡Es cierto!, yo quería...
- No me digas lo que querías y no has logrado...
sería como pintar un cuadro y añadir una larga nota explicativa, intentando que los demás
perciban lo que no has pintado...
- Necesitaba desahogarme...
- Pues sube a la cima de cualquier montaña... grita hasta enronquecer... llora, incluso, si llorar te es necesario... y luego, al estar
serena, siéntate y escribe... despacio, saboreando cada palabra y
cada frase...
- No necesitas ser cruel...
- Ni tu escritora...
- Pero yo quiero...
- ¡Que curioso!... yo no quiero ser tan franco pero debo serlo...
Veía como Mercedes sacaba, en ese instante, un mohín de disgusto... uno que reservaba para momentos especiales, la ceja derecha
ligeramente erguida y la izquierda sospechosamente bajada... los
labios apretados y la mirada llena de agujas de calceta...
- Escribía para ti... era un regalo del corazón...
- Pues no me pidas que opine...
- Solo quería saber si te había gustado...
- Mentir no se me da muy bien, lo siento... no quieras que, por ti,
aprenda...
En aquellas situaciones, me resultaba inevitable no establecer un
paralelismo entre ella y mi gata siamesa; ambas se distanciaban
enfunfurruñadas... para regresar al momento ronroneando... como
91
“Junto a quién escribí deseos”
Corsario de ciudad
si me recriminaran el haber cuestionado sus instintos naturales...
como si quisieran pagarme con moneda de cariño esa prepotente
actitud que nunca deseo y a veces me posee...
(Escribir una historia es como hacer el amor... algo así como bailar
a ritmo de cumbia sobre la cubierta de "Tartán", mi viejo velero, en una
deliciosa noche llena de aromas de camelia. La inspiración siempre te sorprende... llega a ti de improviso... se acerca contoneando su cuerpo como
si quisiera pasar inadvertidamente por tu lado pero, al mismo tiempo,
deseara enloquecer tus sentidos y enamorar esas palabras que deseas
escribir, aunque ni tu mismo lo sepas...
Anochecía en la bahía de Alcudia... amarrado al muelle esperaba lo
inesperado mientras las olas mecían suavemente mi existencia... muy
cerca, un grupo de niños y dos bancos repletos de viejos bosquejaban una
acuarela de contrastes y un atardecer de ensueño...
Imaginé que llegabas, caminando entre ellos...
El gesto de coger tu mano con la excusa de ayudarte a subir a
cubierta estaba impregnado de ansias secretas... de necesidad... de búsqueda impaciente y conquista del tibio roce que la piel de tu mano, en mi
mano, deja...
- He preparado spaguettis cocinados con champagne... para cautivarte y
en el amanecer robarte un beso...
- ¿Tengo que esperar al amanecer...?
- No... necesariamente...
Anclamos la incipiente noche en medio de la bahía... me hablaste
de algo relacionado con tu tierra y yo serví vino... una y otra vez las copas
fueron vaciándose hasta que la botella quedó vacía sobre la mesa...
- Escribe un deseo... yo escribiré otro... los dioses del mar y las mareas se
encargarán de llevarlo a algún lugar y tal vez, sólo tal vez, alguien los lea...
Cogidos de la mano, en silencio, vimos como las olas llevaban
nuestros deseos secretos... no tuve duda alguna de que quien la encontrara imaginaría una historia y, sobre todo, leería aquel deseo de ella que
para mi era un misterio...
Hoy me siento cronista de aquella noche de mar y tu... me doy
cuenta de lo difícil que es transcribir a texto la intensidad de aquellos
momentos... lo complejo que resulta explicar como reías, como bailabas,
como cerrabas los ojos o como dormías plácidamente...
Y me asusta perder la memoria y olvidarme, sin querer, de todo
aquello... no recordar que existió... que nadie sepa las veces que volví a
las playas de la bahía para ver si el mar había arrojado, en ellas, la botella...)
92
Corsario de ciudad
“Junto a quién escribí deseos”
Volvía al rato... como cohibida y con sus bellísimos ojos llenos de
angustiada esperanza... como temblándole los folios reescritos en
aquellas sus manos de seda... sin perder un ápice de arrogancia
aunque en disimularla empleara más de un intento. Se sienta a mi
lado y, como sin querer, deja lo escrito encima de mi mesa. No
puedo evitar sonreír... quizás sólo para ver ese encantador gesto
que hace cuando quiere simular sorpresa...
- ¿Qué...?
- Nada, mujer... a ver... déjame que lo lea...
Es difícil concentrarse en la lectura teniéndola cerca... así que
trato de que mi mente no vuele hacia ella y acabe por leer esa su
piel que, aunque no quiera, se deja sentir a través del top y la falda
minimalista que, casi siempre, lleva...
- Jajajajajaa...
- ¿De que te ríes...?
- De nada, mujer...
- ¡¡¡Algún día escribiré algo que te hará enmudecer!!!
(Pasaron algunos años y volví a verla... yo estaba entre el
público y ella presentaba un libro de poemas. Compré un ejemplar...
quería sorprenderla; pero la dedicatoria atrajo mi atención como un
imán y me arrastró hasta el primer lugar que se ofreció a esconderme... "Para alguien cuyo nombre es un secreto; junto a quien escribí deseos, que arrojamos al mar de Alcudia en una botella. Regresé
mil veces a aquellas playas, para encontrarla y leerlos. Pero no fue
posible y este libro es algo así como un memorial de esos regresos"
Dieron las tres de la madrugada y yo seguía sentado en el bar
de enfrente... sus poemas me habían hecho enmudecer sin respiro
ni treguas. Se hacía tarde.. cerré el libro... pedí papel y un sobre al
camarero...
Le escribí una breve nota, a vuela pluma y en el poroso papel
de una pequeña servilleta... en letras pequeñitas y tinta negra...
"Estaba en la playa... encontré nuestra botella... leí lo que
escribiste aquella noche en Alcudia... ya no pintas cuadros de palabras como una niña quinceañera... se cumplió mi deseo... "
El sobre se quedó en el primer buzón de una calle desierta...
yo me alejé fumando los primeros rayos del alba, con su libro bajo
el brazo y la necesidad imperiosa de dormirme... para soñar con
ella...)
93
Corsario de ciudad
“Graffiti”
(Alaia es una amiga
especial... una de esas
personas genuinas y
auténticas... alguien
que jamás he visto,
pero a quien quiero con
esa franca amistad que
se percibe eterna...
Alaia me envió, en
algún tiempo, la delicada textura de sus
cuentos... de sus sueños... de sus secretos...
Y apoyados en una
barandilla imaginaria... sin mares que
mirar ni paisajes enfrente... desgranamos una historia en común,
nacida del arrebato de inspiración que la abrazó a ella... un cuento de bares de Victoria... un relato sobre trazos de spray o rotulador grueso... de esos que nacen de una frase breve y perdida, quizás, en aquellos lugares a los que nos envían nuestras urgencias...
Hoy, cuando algo en mi me dice que el año nuevo traerá siempre
años viejos, volví a leerlo.. a degustar esa sensación de absurdo
que en los espacios en blanco se recrea...
Una noche más y a la luz de un espejo abrazaba almendros... esperaba a Godot... trataba de escribir las últimas líneas... me sentía
absurdo... quizás lo era...)
... una noche de inviernos y a la luz de un espejo.
La humedad del silencio que pintaba las paredes... un rojo tan
sutil como intenso... breve... carismático... pleno.
... abrazando almendros.
Me dejé caer en aquel bar con la misma causalidad casual de las
hojas en cualquier otoño, mientras sufría por muchos motivos... y ninguno en concreto. Se moría mi alma... ni siquiera la llenaban los recuerdos ni los momentos secretos...
Recordé a Larra mientras quería emborracharme de agua mineral y de sucesos... su “Werther” era auténtico, me abrumaba saberlo pero
releía mentalmente cada párrafo sin saber que se habían ya, para siempre, borrado las letras.
94
Corsario de ciudad
“Graffiti”
Sucedía siempre... no quería ser romántico y lo era... mucho
más en aquel bar donde yo estaba sucediendo... como suceden las
cosas imprevistas... como suceden los instantes que te alejan...
No era el mío un amor de esos académicos... ni siquiera se regía
por la ortodoxia de lo correcto...
En realidad no era nada y lo era todo... por eso pesaba y dolía...
por eso iba y venía como el viento..
- Una cerveza con dos cubitos de hielo...
- ¿...de hielo...?
- Sí... me gusta beber el hielo con cerveza...
Me sentía absurdo... quizás lo era...
Pensé en pedir un pincho de cebolla o una tapita de lechuga...
en ponerme los pantalones de chaqueta... en abandonar tu recuerdo
hasta que quedara tan lejos que ni existiera...
Quizás vuelvas... quizás regreses... y quiero no quiero esperarte en cualquier cuadro de azulejos...
- ¿Me das fuego...?
- No... la espero a ella...
- ¡vete a la mierda...!
Te tuve tan cerca... tan al alcance de mi mano que creí llegar a
tiempo... Pero me traicionó la suerte en aquel ayer que no era hoy... sin
nuevos graffitis ni viejos recuerdos...
Quizás debí vestir de otra manera... tal vez unos vaqueros ajustados y una cazadora de cuero... la mirada de Jhonn Wayne y el ademán de cualquier Bruce Willis peliculero...
Tal vez así hubiera llegado a tiempo...
Imagino la escena sin puntos y aparte... sin una pausa que me desconcentre... mientras suena una música que quiero que sea de Deep
Purple... "Hey Joe" es la correcta...
- ¿otra cervecita con hielo...?
- ...déjeme soñar con ella...
Tu piel me llena... huele a tierra mojada y a heno... a folio en
blanco... a madreselva... mientras tatúo besos en tu alma y noto humedad en tu entrepierna...
No hay palabras... sólo se suceden hechos con la natural cadencia del deseo... siento que me pides un orgasmo a lo Kubrik... perfecto
y obsceno... cálido y epiléptico... y yo quiero decirte que no me sueñes... que soy ahora todo tuyo y que necesito deslizarme por tu interior
como un poseso... que me recojas y me abraces con la brutal ternura
de tus besos...
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Corsario de ciudad
“Graffiti”
¡Sí!, morirme en ti... mientras mis muslos se humedecen de ti y
la mente se me parte en pedacitos de inconsciencia...
- ¿le pasa algo....?, ¿está enfermo...?
- ... me falta ella...
No se si es cierto... pero está lloviendo dentro del bar... la
atmósfera se ha vuelto irrespirable... densa y vieja...
Mientras salgo a trompicones te imagino a mi vera... Aún no sé
tu nombre pero sé que eres MI REINA...
Y me alejo por unas calles adoquinadas con tus ausencias... me
apetece robar flores para ti y dártelas mientras te beso... arrastrarte en
una carrera sin meta... en una vida sin más objetivo que el hacerte el
amor en cualquier lugar o en cualquier momento...
La luna llena se asoma tímidamente... hay nubes que quieren
robárnosla y yo casi siento miedo...
Tu y la luna sois mi alimento... y no os tengo...
Me hubiese gustado tener el valor de ser valiente... dejarme
seducir con el ademán de cualquier película en blanco y negro... que me
hicieras el amor en tu apartamento... ducharme contigo... sentirme
tuyo a la luz de cualquier Palencia... dejar que me despidieras como en
Casablanca... saber que siempre nos queda París... que siempre habrá
un país para que vivan nuestros sueños...
Quizás sea por eso que deseo cambiar el tiempo de estos recuerdos... dejar días transcurridos y ocasiones perdidas por ese presente
que aguarda cada vez que te pienso... sentir que el futuro no queda
lejos... que lo estoy alcanzando y casi te tengo...
No escribiré más graffitis en los baños de caballeros... sabré
encontrarte allí donde estés... para susurrarte con caricias: "cuando tus
ojos dejen de brillar... mi reina... a la luz de mi vela... mis entrañas
estallarán... busca, entonces, en los cubos de basura y encontraras un
corazón rojo, rojo, rojo... que te anhela..."
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Corsario de ciudad
“June y mis sábados de ella”
- ¿En que piensas...?
- No pienso... sólo recuerdo...
- ¿Ya no te quedan historias...?
- Quizás ya no desee tenerlas...
Y cae el manto de la noche
como si fuera telón... granate,
pesado, polvoriento...
June cumplió ayer dos años
más que los cuarenta y se sigue
sentando, cada tarde de sábado, a mi lado... ansiosa de contarme siempre esas cosas que a
nadie más cuenta...
Sigue teniendo sonrosadas las
mejillas... pecosa la nariz... dos
orejas chiquitas y un pelo
espléndidamente negro...
Sigo mirándola embobado...
que me parece que no hay ternura más tierna que la que ella
tiene...
(No he agotado aún las historias de las edades del presente,
pero es bueno regresar en el tiempo... que, a veces, el hoy de uno se
enraíza en alguna edad ya muy lejana... en unos años en los que empezar a vivir era, probablemente, el mayor reto diario de mi existencia...
Y allí,en uno de esos años que el tiempo inexorablemente aleja,
un sábado cualquiera... en la fila de los mancos... allá atrás... cobijados
por las sombras... poco más de veinticinco años, entre los dos... nos
dimos, ella y yo, un primer beso...
En la pantalla aparecían proyectados los fotogramas de
"Bienvenido Mr. Marshall"... aunque, la verdad sea dicha, eso era lo de
menos; aunque, inexplicablemente, recuerdo perfectamente que cada
vecino pedía un deseo... yo le pedí sus labios... ella apretó mi mano y
dejó que su cabeza sobre mi hombro cayera... me temblaron las rodillas y nos perdimos el resto de la película que, a fin de cuentas, no era
lo que más interesaba en aquellos momentos...
Era de noche cuando abandonamos aquel "Teatro Colón" que yo,
desde entonces, renombre como "Teatro de sueños"... la acompañé a
casa y la invité a pipas, de girasol, esperando que me dejara cogerle la
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Corsario de ciudad
“June y mis sábados de ella”
mano y aún, ¡quien sabe!, que consintiera en aceptar esa caricia que
llevaba diseñando para ella desde hacía al menos media hora... treinta
minutos eternos...
Vivía a tan poca distancia que, tuve la sensación, llegamos antes de
salir... y desapareció corriendo tras aquella puerta pintada de verde turquesa... no sin antes ladear la cabeza... sonreírme pícaramente.. guiñar el
ojo derecho... y dejar en mi mejilla un beso tan fugaz como intenso... )
- Manu me escribió ayer... desde Valencia... dice que tiene novia y
que la ama por entero...
- Entonces... ¿estarás contenta...?
Todas las semanas recibe la misma carta de Valencia... hace tiempo que Manu ha muerto en un accidente de esos que no salen más
que en las breves notas, al margen, de las crónicas provincianas de
sucesos... tenía trece cuando dejó de cumplir años para todos...
menos para ella...
- Y, ¿sabes..?, ayer Luis me dió una sorpresa... ¡me llevó a cenar a
un lugar precioso!... comimos cordero y deliciosa tarta de almendras... Tu sabes lo mucho que me gusta la tarta de almendras...
- Si... ¡claro que lo sé!, ¿como iba a olvidarme la de veces que robé
un trozo, para ti, de la despensa...?
- ¡Eras un niño adorable...!
- Y tu... ¡tú mi reina!
Luis vive con María desde que June comenzó a confundir la realidad y los sueños... apenas a cuatro manzanas, pero inmensamente
lejos. Podría asegurar que fueron muy felices algunas veces, pero
quizás no quiera o no me atreva... que me duele que June llore en
casa mientras él ha olvidado que existe, como si así pudiera sacudirse la vergüenza de verla enloquecer y no poder impedir que siga
viviendo...
- También robabas manzanas...
- Sí... y algún que otro beso...
- Nooooo... ¡no digas eso!... ¡no eran besos!, sólo era un juego...
- Pues he guardado cada uno de esos que tu llamas juegos en una
roja cajita de terciopelo...
- ¡Anda yaaa...!, ¡no te creo...!
- Te la enseñaré, June... aunque has de prometerme que no me
pedirás que la abra...
- ¿Por que...?
- Si la abro... se escaparán... me quedaré sin ellos...
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Corsario de ciudad
“June y mis sábados de ella”
(Cada día nos veíamos a la salida de clase... y hubo algunos que
llegamos a compartir casi todo el recreo...
Ella me regalaba pedacitos de papel con mi nombre... y yo robaba todo aquello que creía le gustaba, sin pensar ni por un momento que
ella no lo mereciera...
Crecimos de la mano y llegó un día que, entre ambos, casi habíamos cumplido los veintisiete...
Hacía frío... llovía... era de noche y era invierno... refugiarnos en
aquel portal fue un acto reflejo...
Entre besos y caricias se secó nuestra ropa y la temperatura fue
subiendo...
Creo que hicimos el amor... aunque nunca estuve muy seguro de
que fuera cierto...
Pero recuerdo perfectamente que dejó de llover... que salió la
luna... que caminamos en silencio hasta su casa... que el camino se hizo
largo aunque estábamos muy cerca...
Era un sábado de Diciembre y, desde entonces, todos los sábados fueron nuestros...)
Me mira como si estuviera lejos... pone cara de traviesa... me cuenta ilusionada que se compró un vestido nuevo... una falda plisada...
y unos zapatos negros, muy negros...
Sé que no es cierto pero la escucho en silencio mientras, en silencio,
la quiero... con ese cariño arrebatadoramente femenino que me pone
un nudo en la garganta y me estremece, muy contadas veces...
- Cuando sea mayor quiero ser catedrática... quiero enseñar en la
Universidad y, quizás, dar alguna que otra conferencia...
- Tendrás que viajar mucho... June... ¿que haré mientras estás
fuera..?
- No digas eso... tonto... que te sobran novias que te quieran...
- Si fuera así... a ellas las extrañaría de una forma... a ti de manera
especial y diferente...
- ¡Claro!, tus sábados son míos... ¡hasta que me muera!
Se levanta como si la prisa le llegara de repente... coquetamente,
ladea un poco la cabeza... sonríe... me guiña el ojo derecho... me da
un beso en la mejilla y se escapa corriendo...
No me deja decirle nada... ni tan siquiera que no habrá un sólo
sábado que no la quiera...
... ni uno sólo de mis sábados que no sea de ella...
99
Corsario de ciudad
“Zyannia”
(La música de Molotov suena a tope...
"Gimme the power" y su grito -"¡viva
México, cabrones!"- rompe los cristales y
me agita el alma...
Escribo, a veces, con la música tan alta
que ni me oigo escribir... temas dance o
technno... mezclas de trance fusión... y el
pop anglolatino que crea ese spanglish tan
rotundo y solidario entre culturas y pueblos tan dispares...
Escribo, casi siempre, acompañado de
merengue y salsa... de cumbia... de rumba...
de vallenato... y no pasa un día en el que
no suene algún narco-corrido, de "Los
tigres del Norte" o del "Grupo
Exterminador", que me haga sentir por un
momento tan transgresor como siempre
me he deseado. Cada canción tiene un rostro... una historia que quizás aún no escribí pero que merece ser contada... un aroma
y un paisaje... un antes y un después... un ayer que sigue vivo aunque haya pasado...
Siempre me he dicho que lo mejor era invitar a bailar las palabras... tomarlas de la cintura... sentir su textura y su calor...
mirarlas a los ojos y rozarles los labios... dejarlas que construyan
toda una coreografía que recordaré para siempre, aunque nunca
volverá a repetirse con la exactitud con que nace...
Siempre he pensado que ese es uno de mis secretos a la hora de
escribir... luz suave y volumen muy alto... cerrar los ojos y dejar
que las palabras se desnuden entre mis manos y el teclado...)
La hora es lo de menos... sólo recuerdo que la brisa traía nubes al
jardín... que yo las miraba llegar, pasar y desvanecerse, con los ojos entrecerrados y la sensación de estar en los brazos de Mictlancihuatl para una
eternidad que duraría siempre...
- ¿Con que sueñas...?
- Contigo... metamorfoseada en Mictlancihuatl...
- ¡¡¡Bonita transformación!!!... no sé si ofenderme y arrojar tu cabeza directamente sobre el césped...
Se abre el telón para dar paso a un pequeño entremés de silencio
100
Corsario de ciudad
“Zyannia”
calculado... aprovecho para colocarme las gafas de sol y dejar que, como por
descuido, mi mano se cuele bajo su falda. La secuencia siguiente es, como
siempre, entrañable... mis dedos se detienen a un centímetro escaso de su
piel y ella, como si se acomodara accidentalmente, la acerca hasta que se
rozan reclamándose. Durante unos minutos el movimiento a nuestro alrededor se vuelve loco, aunque nosotros nos quedamos tan quietos que parece como si el respirar se nos olvidara para no entrometerse...
Podría pasarme la vida así... aunque temo que terminara por sentir
un calambre y ello coarta de manera singular mi ánimo. Así que rompo el
silencio... como si el silencio estuviese despistado o pudiera romperse...
- ¿Te cuento algo...?
- A ver... ¡que sea algo bonito!... si no quieres desear toda la noche haberlo hecho...
- ¿Sabes?, cuentan las leyendas que Quetzalcoatl se pasaba todo el día peleando con los dioses de la guerra, mucho más jóvenes que él, y que terminaba siempre la jornada molido a palos... aunque cada nuevo amanecer volvía a enzarzarse en su eterna pelea...
- ¿Y...?
- Pues que, en realidad, siempre ha sido mi divinidad predilecta... quizás
debido a que, como yo, él era el encargado de allanar el camino entre el
viento y la lluvia... o también porque subyace en mi interior una compleja
intención de perder todas las batallas... de no ganar ni una de mis guerras...
Y me quedo entre satisfecho y acongojado... sin saber determinar si mi discurso, obviamente fuera de lugar, sonó a ensayo apresurado o a payasada
circense...
(... coreografías que nunca volverán a repetirse, aunque duren y
jamás pueda olvidarlas...
Parecerá curioso, pero siempre he pensado que la música "proletaria" -esa que rompe en los arrabales y nunca llega a las salas elegantes- es un acto profundamente revolucionario... íntegramente
honesto... lleno de libertad expresiva y comunicación sin trabas...
de anarquía libertaria... y de esa mística que sólo se halla en las
gotas de sudor que se evaporan en las pistas de baile...
¡Sí!... bailando descubrí colores insospechados... matices que enriquecen el arco iris y abrazos espontáneos... el sentido exacto de lo
erótico... la sensación del roce furtivo... el placer de dejar que la
mímica despierte fantasías... las miradas sugerentes... las sonrisas
pícaras y esa convicción de dejarse conquistar mientras sabe uno
que la está conquistando...
Ya sé que igual no es muy ortodoxo ni académico, literariamente
101
Corsario de ciudad
“Zyannia”
hablando... que quizás no encaja en un mundo intelectual en el que
hay que ponerse de gala para recibir un premio de barrio... un universo al que yo veo y considero tan estúpido e inútil como él me ve
a mi. Pero vais a perdonar que diga bien alto que nunca he tenido
esa vocación literaria tan mística... que jamás me ha preocupado
nada que mi biografía termine por caer en el olvido y nunca llegue
a engrosar las polvorientas enciclopedias de la estúpida literatura academicista...
Soy de pueblo... estoy poseído por instintos primarios... me encanta sobreponerme a los condicionantes de mi educación occidental,
hasta conseguir imponer mi propia identidad por encima de los
comportamientos sociales de uso... pienso que bailar o hacer el
amor son más esenciales que leer... que hay que probar para opinar... que mi filosofía de vida la he descubierto en los lugares más
insospechados y, afortunadamente, nada tiene que ver con el dogmatismo teológico envuelto en papel celofán y democracia que
quieren, desesperadamente, vendernos...
Y la música de pueblo tiene mucho que ver en todo ello... sobre todo
cuando te invitan a debates de intelectuales, de esos "escuchadores" de ópera y música clásica, y tu te empeñas en defender que las
canciones de Jorge Negrete y Vicente Fernández plantaron en tu
espíritu infantil la semilla de la disconformidad con casi todo lo
que te rodea y, mientras ellos se empeñan en haber coincidido con
Borges o Benedetti, tu insistes en que es más ilustrativo dejarse
conquistar por el sabor de un bocadillo de anchoas o la increíble
tortilla de espinacas, que un día preparó Jolie sin otro atuendo que
el traje de Eva con el que me des-esperaba...)
Me parecen eternos los segundos que pasan... sólo cuando empiezo
a oír su voz regresa mi aparente calma...
- ¿Lucharías por mi..?
- ¿Para conquistarte o para defenderte...?
- Para conquistarme...
- No... no lo haría...
- ¿Por que...?
- No tengo alma de conquistador...
- ¿De que la tienes...?
Ahora soy yo el que hace la pausa... con un regocijo interior que sabe
a dulce venganza...
- Pues... puesto a tener... yo diría que tengo alma de El Dorado... de un terri102
Corsario de ciudad
“Zyannia”
torio que merece una conquistadora que sea realmente especial...
Empuja mi cabeza como en un colérico arrebato... se levanta, dejando sobre la hierba un bajorrelieve en el que aún puedo adivinarla...
- Mira que eres presuntuoso... ¡sólo nosotras merecemos el privilegio de que
nos conquisten!
Me apetece hacerla rabiar... verla como frunce el ceño y agita las
manos mientras me responde...
- ¿Por el accidental hecho de que sois mujeres, quizás...?
- Si... claro... es así desde siempre...
- Pues conmigo lo tienes claro...
- ¿Nunca cantarías una serenata bajo mi ventana para enamorarme...?
- Ni bajo tu ventana... ni en privado...
- ¡Idiota!
(Bocadillos... tortillas... puestas de sol y muchas lunas llenas...
Premios... presentaciones... sillones de academia...
En esa mística existencial mi vulgaridad militante se queda en
anécdota... en extravagancia... en poco más que un combinado
de Prozac, anarquismo kirsch y sintomatologías de cierta marginación neurasténica...
Pero yo sigo bailando con las palabras y ellos se hacen viejos...
continuo escribiendo al ritmo de una música que me lleva,
mientras en ellos se adivina artrosis argumental y reumatismo
de intelecto...
Claro que ellos viven para morir y que se les recuerde...
Claro que yo vivo dedicado vivir y eso, al parecer, ofende...
Y, lo creáis o no, México tiene mucho que ver en todo ello...
desde allí me llegó una palabra mágica en un idioma precolombino perdido pero que refleja todo lo que anhelo...
La palabra mágica es “Zyannia”... que es como decir: para
siempre... y a mi me sacia...)
No se puede describir con palabras el gesto... ese ademán con el que
has detenido el tiempo... la dulzura de esa pausa intensamente femenina y
mágicamente coqueta...
"¿Zyannia...?", me has preguntado y no supe responderte... "para
siempre" es mucho tiempo... mucho más que el que tengo... mucho más
que el que puedo. Muy cerca de mi, insististe en la pregunta y yo sólo supe
decirte:
- Bailemos, María; que bailar es como decir "zyannia"...
103
“La Campana de los perdidos”
Corsario de ciudad
La esperaba desesperado... esquivando
gente con prisa y carritos de bebé que surgían de improviso... en la esquina de una
calle con otra y con una sensación en la
que el ser y el no ser se confundían...
Ocurrió entonces que la vida se transformó en una proyección cinematográfica... a
cámara lenta... fotograma a fotograma...
como un anuncio de esos en los que todo
está en blanco y negro, salvo el rojo vestido de la protagonista...
Supe que era ella por su sonrisa... por la
forma en que se acercó... radiante, mirándome y mirando al infinito...
- ¡Hola...!
El abrazo deseado... suave roce del alma,
que lleva en sus labios, sobre mi mejilla...
un alrededor que pierde texturas y se difumina... calor, mucho calor, y ese repentino
acelerarse los latidos...
(Todo comenzó hacía tanto tiempo que yo siempre pienso que
nació conmigo...
- Afortunada y mágica debe ser la mujer a la que vos dedicáis improvisadas poesías de ternura...
No me costó fingir sorpresa, porque estaba sorprendido... como
si no hubiera advertido que, hacia mi, se dirigía... sonreí... le alcancé
una copa de champán, sin más palabras que un guiño...
- ...pero, lo mejor no es lo escrito sino lo que sus sueños dejaron entre
líneas.
Y se dio media vuelta, como invitándome a seguirla... girando
apenas la cabeza para que pudiera ver su mirada y su sonrisa... delicadamente seductora... misteriosa como un enigma... Me fijé en su falda
roja, que entre otras faldas no se perdía... en sus piernas... en su cintura... en la manera de deslizarse y en que se parecía a una flor, a una
rosa, en la flor de la vida...
La encontré hablando con un tapiz, justo al lado de las cortinas...
la vista fija en nada y en estado de alerta los sentidos... intuyó que me
acercaba y se volvió de repente, como adivinando que intentaba entrar
en el espacio más íntimo de su vida...
104
Corsario de ciudad
“La Campana de los perdidos”
- ¿Me persigues...?
- Es por la copa... soy del seguro que cubre los robos de vajilla...
No se sonrió y me quedé como si algo me apretara el ombligo...
- Deberías estar prohibido... tu y tus palabras, me hacen soñar...
volar... volar alto sin pensamientos que no sean de amor y ternura...
me llevas al precipicio...
- ¿Te pido disculpas o te invito a cenar algún domingo...?
Su silencio cortó el mío como una afilada hoja de cuchillo... su
mirada desnudó la mía y la dejó bastante perpleja y un tanto abatida...
sentí como me adivinaba, como me leía...
- Esa actitud arrogante no está de acuerdo con tu timidez... con esa
timidez que tan magistralmente disimulas pero que yo percibo...
- No la disimulo... siempre digo que soy tímido...
- Lo dices, pero nadie te cree... para mi es fascinante descubrir que,
entre tus sueños, dejaste adormilada la inocencia de quien todavía nada
soñó... eres fuerte y eres débil... pero una debilidad que no es de carácter sino que nace de sentir... eso es bestial para mis sentidos y también
da escalofríos...
Entrecerré los ojos como diciendo que si pero que no... disfruté
con su osadía... quise decir y no dije... tampoco hizo mucha falta, se
puso a mi lado y rodeó con uno de sus brazos mi cintura... y con el otro
mi vida...
- Me encantas... y la magia, que ahora mismo piensas que yo poseo,
espero que exista para que seas feliz... eso será y es suficiente para
mi...
Paseamos esquivando soportales... cruzando calles... ensimismados
ambos en una proximidad tan cercana y familiar que parecía ser la de
siempre, pero distinta...
Me susurró sus tristezas... y yo traté de contarle que amanecía todos
los días... delicadamente, intenté abrazar su melancolía para que brotara una sonrisa...
mi caricia no se perdió
ni entre las brumas
ni el frío,
ni entre alas de ayer
ni en un mañana
aterido...
Cobijamos penumbras interiores en la "Campana de los perdidos"...
entre beso y beso, oí que me dirías:
- ¿Por que resulta todo tan sencillo contigo?, la ternura me la dejas
105
“La Campana de los perdidos”
Corsario de ciudad
siempre colgando de mi alma y bailando en mi corazón... gracias por
ello... te amo y espero que no me sueltes y, si lo haces, déjame entre
dos nubes de algodón... Y ese "te amo" es tuyo porque es así... porque
es una palabra hermosa que me nació de tu mano... y que es tuya para
siempre.
Y me lo dijiste... apenas un momento después de que jugara con
tu pelo... pasados unos días...
- Imposible no pensarte... eso es de suicidas... te sueño y vivo cada
segundo... te quiero... y quiero morir y que mueras... de mil formas..
juntos y sintiéndonos llenos el uno del otro, para volver a la vida entre
nuestras bocas y nuestro amor... como niños que juegan con alegría...
Y hoy, hace apenas un suspiro de luna, recibí una carta desde tu
orilla del río... es breve pero concisa:
"Unas palabras para decirte por escrito y con mi mano que te amo, mi
amor, y que te echo de menos y te extraño y te deseo y que ya eres
todo para mi... ¿sabes?, supe desde que nos dimos el primer abrazo
que íbamos a amarnos eternamente, mi vida... no me equivoqué.. ¿que
debo hacer para que tu sepas que siempre te amaré?, ¿que debo hacer
para que tu entiendas que jamás te olvidaré?. ¡Créeme!, no volveré a
amar jamás como te amo a ti... y no quiero saber a que saben otros
besos ni otras caricias... te amo, mi amor... con locura"
Me he quedado mirando al infinito... oyendo de fondo a Andrés
Calamaro ("la luna, rosa de plata / bañó el patio con su luz... / de pensar en tus quereres / voy a perder el sentío // porque te quiero, mi vida
/ como nadie te ha querío...)
Entre acordes de guitarra y el suave batir de la batería, escribí
la respuesta... por azares del destino me equivoqué en el envío...
Pero da igual, solo tu eres capaz de significar el mensaje y
entender que lo he enviado "...porque te quiero, mi vida... como nadie
te ha "querío"")
...y ese repentino acelerarse los latidos cuando te sientas en mis
rodillas y me dices:
- Tu presencia en mi vida me da un calor que es difícil de explicar;
me encanta que estés en mi pensamiento de continuo... sentirme
amada... y saber que te amo... y no me defraudas. No niego que tienes otra vida que me duele, pero quiero creer que algún día podremos resolver como encontrarnos en ese abrazo que ambos deseamos y necesitamos. Si eso no es posible, me alejaré... pero si lo es
lucharé por él y por ti... y algo que se me había olvidado decirte: te
106
Corsario de ciudad
“La Campana de los perdidos”
amo con locura y pienso luchar por nosotros hasta el límite... solo
tu me has hecho desear vivir... sentirme madre... vivir sueños o
paladear el destino...
No respondí... la sola idea de verte alejar hacía nacer demasiadas
dudas en mi vida... preguntas a las que siempre respondía con una
lágrima secreta y la convicción de entender que te fueras aunque
no compartirlo... de saber que, incluso alejada de mi, te seguiría
queriendo porque... "te quiero, mi vida... como nadie te ha "querío"" y eso no se desaparece ni cuando la vida se acaba... ni cuando se acaba la vida...
Dieron las cuatro de la madrugada en algún reloj que ninguno quería oír y ambos oímos. Atrás dejamos "La Campana de los perdidos"... su penumbra... nuestros besos y todos, ¡todos!, nuestros
latidos...
Llamaste un taxi... te vi marchar... regresabas a tu casa y yo empezaba a regresar a la mía...
Pero... ¿sabes...?
sigo extrañándote
y buscándote en cada mediodía...
107
“Aunque mañana sea sábado...”
Corsario de ciudad
(... quedaron dos gajos de
naranja mirándose mientras
el plato vacío los abrazaba; el
sol descendía convertido en
rayos de sal y un pájaro multicolor contaba los minutos
que, perseguidos por la ternura, pasaban.Dijeron que estaban allí desde el antes inmediatamente anterior al pasado
más pasado... pero había un
claro error de cálculo: ni
siquiera habían venido y ni
tampoco se encontraron...
Es entonces cuando, en los ojos de la duda, beben agua...
... mineral
... fosilizada
a grandes sorbos y hambrientos
con la mirada perdida
y las caras pálidas.
Contado así se antoja tan en tercera persona... tan lejano... tan
impreciso... tan imaginario...)
Capturar las palabras calladas... desistir sin renunciar... entenderte sin que me hables; burbujas de brisa con raíces que crecen en el
aire...
- ¿Sabes?, soñé que no quiero despertarme mientras tu duermas a mi
lado...
El goteo de un grifo que se calla al acercarme... la nevera que
ronronea... la luz del patio... la tarta de manzana y esa luciérnaga que,
desde el seto, nos espía cada vez que nos desnudamos...
Asomado a la ventana de lo incierto me doy cuenta: hace un hoy
de espesuras no exentas de fragancia... quizás sean los geranios... la
manguera del agua no puede ser, está conectada al aspersor para que
llueva sobre el césped de nuestras esperanzas...
- ¿Sabes?, esperé cuando no llegabas... desesperado...
Mañana amaneceré temprano, quiero robar una piedra blanca
para ti... encontrarla entre miles de otras piedras blancas...
- ¿Sabes?, crece un niño en el jardín mientras hablamos... pero él aún
no lo sabe...
108
Corsario de ciudad
“Aunque mañana sea sábado...”
Ducharme... enjabonarme de ti aunque mañana sea sábado...
mentirle a las sábanas y convencerlas de que nadie, antes de ahora,
compartió con ellas esta almohada...
- ¿Sabes?, tengo hambre...
(... quedan dos gajos de naranja mirándome mientras el vacío me
abraza; los rayos de sol saben amargos y un pájaro negro cuenta
los minutos que, perseguidos por la prisa, pasan...
Estabas aquí pero hubo un claro error de cálculo: ni siquiera me dí
cuenta de que habías venido y ni, tampoco, tuvimos tiempo de
encontrarnos...
Es entonces cuando, en los ojos de la certeza, bebo agua...
... mineral
... fosilizada
a grandes sorbos y hambriento
con la mirada perdida
y la cara pálida.
Contado así es tan mágico...
aunque mañana sea sábado)
109
“De los rocíos del agua”
Corsario de ciudad
Del ayer,
de la puerta sin puertas que hay
junto a ese hoy de mañana,
volvió la Luna perdida
y el hambre...
.... y la nostalgia
De un desdén...
... sedienta quedó mi sed
de los rocíos
del agua.
A lo largo de la vida, de bar en bar,
de calle en calle, uno colecciona
noches de terciopelo, intensamente
llenas de rocíos del agua... marcadamente insomnes... decididamente apátridas...
Recordándolas, la sensación es intensa... regresan al paladar
suaves picantes y delicados amargos, fronterizos entre el desdén y el
ansia, sobre los que uno construye el presente de esos pasados.
Afortunadamente, el pasado sólo es eso: un futuro que sucedió
hoy aunque nosotros no lo pudiésemos avistarlo...
Pero no menos cierto es que no hay nada que influya más en
nuestro presente que el pasado que perdemos; ese que se aleja sólo de
forma aparente y que condiciona, sin gritos, cada paso y cada futura
experiencia.
Yo, amigos míos, soy uno de esos futuros sin más pasado que
el presente. He aprendido a vivir la vida como algo que no es mío, que
me han dado pero no me pertenece; sin otra expectativa que terminar
el cigarrillo de ahora mismo... sin mucha más ansia que, cada noche,
perderme como un sonámbulo cuya esperanzas nunca saben si están
dormidas o despiertas... si se han muerto... si siguen vigentes o ya se
han acabado...
Vagar resuelve mis dilemas, aportando respuestas en cada
encuentro y dejando un enigma que me envuelve con la misma suavidad de Tu piel de terciopelo...
(Sí, ya sé que he puesto Tu con mayúscula... al referirme a Ti, no podría
escribirlo de otra manera...
110
Corsario de ciudad
“De los rocíos del agua”
Al fin y al cabo me acompañas siempre... agarrada a mi mano y en
silencio... lloviendo sobre mi... con la persistencia de quien sabe que
puede mojarme cuando quiera...
Quizás algún día me detenga en cualquier esquina y te bese; pero no
siento prisa alguna por hacerlo, me sobra este tiempo que no tengo...)
A veces uno se da de bruces con sus propios sueños; es entonces cuando vacila y no puede evitar el sorprenderse.
Soñar parece tan lejano... tan idiota... tan imperfecto...
Soñar es, a veces, tan evidente que no podemos evitar un escalofrío... como si un cálido viento helado nos calara hasta la mismísima
médula...
Es entonces tiempo de cerrar los ojos... de guardar las piezas y
el tablero... de abrazar a la reina y caminar en busca de una esquina
obscura mientras, en pleno delirio, las pestañas se rozan y los párpados se besan... de escribir a vuela pluma o de sentarme a caminar, con
pasos imposibles, sobre las húmedas losas de una acera perpleja...
viendo como los minutos pasan a mi lado sin detenerse ni a darme una
limosna de ternura o, incluso, un mínimo e imprescindible gesto de
helado desprecio... que me calme o que me llene...
ROCÍO I: LAS RUTAS DE SEDA
He llegado pronto. Me gusta adelantarme a ti para comprobar
que el nido está perfecto... que hay flores esperándote y fruta fresca...
que la luz es tenue... que no falta nada más que tu para que este espacio se llene de un tiempo destinado a ser leyenda...
(Frente a mi.. con el pelo alborotado y esa piel aún "chinita" que desprende deseo... sentada en mis rodillas, me pide que guarde silencio
mientras olvida un beso en la comisura de mis labios y roza mi mejilla
con dedos trémulos...
Entorna los ojos... se funde conmigo en un abrazo y me susurra tan
bajito que ni la noche consigue robarnos el secreto...
- Déjame que te mienta, amigo mío... que te diga que eres un
amor... pero nunca te lo creas...
Sonreír es una manera de decirle que la quiero... que me recuerda el
olor a tierra húmeda, ese que lo invade todo tras la tormenta veraniega... )
El alrededor cotidiano se ha quedado fuera, ya no existe ni me
interesa; me evado con tal facilidad que he llegado a pensar que la ver111
“De los rocíos del agua”
Corsario de ciudad
dadera realidad se halla prisionera de las paredes intangibles de un
mundo gigante, en el que reinan los deseos...
Mientras espero, juego a intentar comprenderlo y entenderme...
Irme hacia ti, o contigo, y no volver es algo más que una tentación... más que una posibilidad... más que un anhelo...
(- Renunciar a todo... quedarme a tu lado, amigo mío, es un
deseo ladrón que asalta mi mente y hace que me estremezca...
quizás por lo prohibido e imposible que se me antoja el no regresar al lugar donde habita mi realidad y se despiertan los sueños...
Cerrar los ojos, levantar la cabeza y dibujar un gesto de fastidio, es la
mímica que escojo para decirle, sin palabras, que soy consciente... que
a mi me pasa igual...
Ambos sabemos, aún sin decirlo, que cada regreso a nuestro universo
es el comienzo de una nueva partida hacia ese mundo al que pertenecemos)
Cada vez que regresas sé que te irás de nuevo... y yo también...
La idea de venir y no volver nos dejaría sin alas y, quizás, perderíamos toda esa magia que siempre nos envuelve...
Yo les llamo "las rutas de seda" y sólo a ti y a mi nos pertenecen...
(- No puedo hacerlo público, pero sí te lo puedo decir a ti.... me
adivinas toda... me intuyes... me sientes... te echo de menos... y
te sueño...
Ladeo la cabeza... la miro con un mal disimulado arrebato mientras deslizo una caricia en su espalda desnuda... noto como sus pechos se clavan en mi torso y no puedo evitar estremecerme al sentir el frío cálido
de sus pezones erectos sobre mi pecho...
Y qauiero decirle que sus frases... esas que me regala con los ojos semicerrados y el almaabierta por entero, como si de un racimo de uvas,
deliciosamente frías y tiernas, se tratara... me quedan pegadas en un
"siempre para siempre" que me llevaré conmigo más allá de cualquier
circunstancia o cualquier tiempo...)
... sólo a ti y a mi nos pertenecen.
Esa idea me recorre por entero, mientras subo los peldaños que
me separan del lugar donde quiero "des-esperar" tu presencia...
Elijo un compact disc de suaves melodías para que te abracen,
112
Corsario de ciudad
“De los rocíos del agua”
según entras... "Moon River" en primer lugar y tu sabes la razón...
"Dolannes melody" después..."Sonata au Clair de Lune" la tercera... "Pour
Elise" para cuando te abrace... y ya "A conme amour" para ese primer
beso con el que empezamos a hacernos el amor y arden los deseos...
Enciendo el PC y activo el procesador de textos... quiero escribir
esa frase que, desde antes de saber que existías, tiene tu rostro y habita en mi cabeza: "se me ocurren mil maneras de hacer el amor,
todas contigo pequeña, y todas son nuevas..."
Hace rato que te intuía "viniendo"... que sabía que te acercabas... que podía olerte... pero, justo cuando suenan las primeras notas,
te oigo entrar... como abres y cierras la puerta con sigilo, quizás buscando sorprenderme...
(- De alguna manera me siento segura... presiento que no me
enamoraré...
Y sé que es un halago... una caricia perfecta... una delicada manera de
hacerme entender que te sientes más cómoda que nunca en este universo paralelo... en este espacio lleno de luz, que estamos construyendo a medida y que sólo es nuestro...
La luz, siempre, es dejarse reflejar mutuamente... no ocultar nada...
desnudarse por entero... contarse cosas que nunca, a otros, se cuentan... sentir que dos es la suma más perfecta de individualidades que
se quieren. Y no, no te enamorarás porque ya lo has hecho... aunque
ni tu misma te hayas dado cuenta...)
... buscando sorprenderme.
Ven, deslízate y llega hasta donde te "des-esperan"... deja un
rastro de prendas por el suelo... el bolso en la mesita de entrada... la
chaqueta en la percha... los zapatos sobre la alfombra... que cada paso
te acerque, a mi, un poquito más desnuda... no te quites ni la falda ni
la blusa... pero olvídate de tu ropa interior cuando subas la escalera...
Cada centímetro de ti es un kilómetro que deseo... húmeda y
oliendo a hembra...
(- No quiero sufrirte... no quiero llorarte... no quiero desearte
tanto que llore, en los pasillos, por deseo hacia ti...
No puedo evitarlo... tengo que dejar que mis manos se enreden en tu
pelo... que atraigan tu cabeza hasta dejarla que repose encima de mi
hombro derecho...)
... a mujer y a esa brisa que mece cuando mueves las caderas.
113
“De los rocíos del agua”
Corsario de ciudad
La magia de un sueño es levantarse cada día y soñar despierto
con volver a tenerlo... te sueño ahora mismo... absolutamente seguro
de que tu haces lo mismo, aún sin verte...
(- Llorar por no tenerte... por desearte tanto que me duela el no
poder tocarte... por imaginar hacer el amor contigo tan intensamente que me duela en la piel...
Tiemblas... con la timidez de una pluma, ese sollozo que reprimes, va
penetrándome muy dentro... mezclándose con mi sangre... recorriéndome las venas...
Me pregunto en silencio si eso es lo que quiero y me estremezco al
darme cuanta de que sí...
¡No...!, no pienses que mi cariño es perverso... simplemente necesito
recobrar el éxtasis vivido muchas veces... momentos en los que hemos
coincido en espacios donde "lo nuestro" es un secreto... miradas cómplices que sólo nosotros entendemos y el nerviosismo de intentar que
nada nos delate ni nadie nos advierta...)
Un segundo dura lo que uno quiera que dure, aunque haya quien
se empeñe en hacerlo muy pequeño...
Nuestros segundos son eternos... durarán milenios y vivirán en
otros corazones cuando ya hayamos muerto... y quiero que lo sepas...
(- No te hagas imprescindible... cometo muchos errores cuando
ocurre eso...
Me haré todo lo imprescindible que pueda y me dejes... no voy a concederme esa tregua ni voy a decirte que sí a algo que no deseas...
Sólo así sabré que recorrerás una y mil veces nuestras "rutas de
seda"... esos caminos que recorremos con una sonrisa ilusionada de
esperanza por volver a vernos... por los que regresamos a la realidad
dejando migas de pan mientras sonreímos seguros de que, mañana,
volverán a juntarnos de nuevo...
Por eso... abrázame y háblame en silencio... )
Entra... "des-esperarte" se me ha hecho eterno... no he tenido tiempo ni de escribir esa frase que, desde antes de que hiciéramos el amor,
tiene tu rostro y habita en mi cabeza:
"se me ocurren mil maneras de
existir y todas contigo, pequeña..."
Yo les llamo "las rutas de seda" y sólo a ti y a mi nos pertenecen...
114
Corsario de ciudad
“De los rocíos del agua”
ROCÍO II: EN CLAVE DE SILENCIOS
A veces uno desea escribir lo que siente y no puede... es tanta
la nitidez con que lo ve... tanta la fuerza con que lo percibe que,angustiosamente, el papel sigue en blanco y la mirada se pierde...
Busca entonces entre los papeles de su mesa... perseguido por
la imagen de uno de esos segundos eternos que, muy raramente, se
presentan...
Hoy es diferente... me propongo, amigos míos, ficcionar melancolías y dejaros adivinar sin son o no son ciertas...
(La estoy viendo... pero no quiero importunar esa manera que tiene de
hablarme en silencio... De pronto, si haberse ido, ya no está... la sensación de haber perdido lo que nunca tuve me taladra el cuerpo...
Descalzo y hambriento de ti... te escribo, ahora, en clave de silencios)
Detesto escribir faltándome el aliento... nunca quise, ni querré,
compartir mis penas... esas que sólo a mi me pertenecen... mi secreto...
Quizás es por ello que nunca quise ser poeta... sé perfectamente que mis mejores versos nunca estarán sobre el papel... que estoy
condenado a vagar errante para tatuarlos, con caricias, en cada piel que
los merezca...
(Me embarga una cálida tristeza, que es dulce y sabe a menta... que me
hace sentir como un pájaro mojado, zarandeado, sólo... hastiado de
sobrevivir a vientos y tormentas...
Cerrar los ojos es un gesto reflejo... una forma de leer mi interior...
mientras me escucho susurrar: "cuando todo acabe... otro "todo" acabará de empezar, de nuevo..."
- El amor es un brillo... un flash... un destello...
Necesito un hechizo más que nunca... un guiño cómplice y coqueto para
resolver este enigma que, mi propia existencia, plantea...
- ...una ráfaga de luz
Quiero sentir mis manos, una madrugada más, esculpiendo la niebla...
dibujando, con caricias, un trazo de azul y esperando a que seque...
- ...si lo conviertes en cariño, durará para siempre.
La vida no es más que un pequeño puzzle de instantes... de momentos
preciosos y precisos que se escurren entre los dedos... nada que deba
tener aspecto ni apariencia...
Por eso vivir es mágico y podemos vivir eternamente..)
115
“De los rocíos del agua”
Corsario de ciudad
Tal vez por ello la encontré sonriendo en una tarde sin mañana...
la tarde de un día que fue "siempre"... creo recordar que, mientras
robaba una flor, le pedí un beso... ya sé que fue impulsivo pero estaba
sediento...
Compartimos ese atardecer y las nubes que se alejan... su piel,
al alba, era suave y olía a locuras y deseos...
Supe entonces que, a mi lado, dormía lo mejor del firmamento...
pensé que nunca hay un último poema... que la vida no es más que un
verso que a otro verso precede... sin que ninguno sea mejor que el
anterior o que el siguiente...
(Por eso abrazamos la locura hace apenas un suspiro... hace apenas un
momento tan próximo que ni siquiera es recuerdo...
Y ahora... una a una... rasgando en mil pedazos el presente... tus
lágrimas resbalan sobre mi piel y se tatúan en mi alma, para siempre...
No lo entiendo, mi pequeña... ¡no lo entiendo!)
Con la mejor de mis ternuras, deslicé un suspiro entre las sábanas de seda de aquel universo paralelo... la arropé mientras sentía algo
que aún hoy no comprendo... mientras una caricia iba trazando sobre
ella siete versos...
Quizás sólo quiera que lo sepas cuando me haya ido,
tan sólo para que mi ausencia te diga
que no miento,
que soy feliz sabiendo que existías
y que en ti, sobre tu piel,
estoy seguro de haber escrito
mis mejores versos...
(Me habló con su mirada... la entendí perfectamente...
- Nosotras, las mujeres... cuando decidimos amar... cuando decidimos cabalgar el vértigo sin paracaídas... ¡Damos la vida, mi
amigo!... ¡no hay mundos paralelos!...
Descalzo y hambriento de ti... te escribo, ahora, en clave de silencios...)
ROCÍO III: ÁNGELES SIN CIELO
Me abrazas... estamos ante todos y nadie puede vernos...
- La hora la pones tu...
- ¿De veras..?, pues no quiero esperar... me apeteces...
Frente a mi ese pliego de papel y este reto... escribir en clave de
116
Corsario de ciudad
“De los rocíos del agua”
tu y yo... en un idioma de sentidos y con palabras que todos leen y sólo
los dos comprendemos...
Un desnudo integral que nadie más entiende...
La evidencia, amiga mía, sólo a ti y a mi nos pertenece... sólo a
nosotros incumbe... sólo en nosotros deja de ser secreta...
Escribir tiene estas cosas. Los creadores manejamos el tempo y
las conciencias... la ficción y la realidad... la íntima sencillez de lo que
parece abstracto o complejo... el fluir de la realidad inscrito en esa ficción literaria que ni es tanto como es, ni tan poco como lo parece...
No hay una frontera exacta a partir de la cual todo adquiera concreción o se manifieste... nadie sabrá nunca hasta que punto llega el
narrador y desde qué momento el poeta entra en escena.
Sólo tu y yo... nadie más... ciudadanos únicos de ese universo a
medida, cuyas coordenadas hemos borrado de los mapas para que siga
existiendo... en secreto...
(La delicada estrofa de una primera rima te recorre el cuello... se pierde en tus hombros... baja suavemente hasta perderse en el ser y no ser
de negra lencería negra que oculta tus pechos...
Negro sobre piel... ajustándose con detalle hasta dejar imaginar lo que
uno ansía recorrer, paladear, entender... con las mínimas pausas
imprescindibles y sin más tregua que la de un suspiro que, a ambos,
estremezca...
....
Caracoleas... sonríes y me pierdes... no lo sabes pero viajo hacia ti con
la misma ansia de poseerte y que me poseas...)
Ni tu ni yo podemos permitirnos ciertas licencias... y esa presunción del lector se me hace imprescindible para construir un relato en
el que la imaginación de los demás supere, con creces, la realidad tangible de lo nuestro...
Así puedo sentarme frente a todos... describir con detalle y precisión cada momento... contar intimidades... desvelar sueños... que
nadie podrá nunca asegurar quien los inspira o cual es la otra parte que
interviene...
Si te soy sincero... ni tu misma lo sabrás a ciencia cierta... y esa
es la magia de jugar a ser y no ser exhibicionistas escribiendo...
Pero yo sé que te gusta... que lo deseas... que quieres sentir la
sensación sobre la piel... los suaves celos... la fragancia de reconocerte a media luz, entre la certeza de ser tu y la duda de que pueda ser
alguna de "ellas"...
117
“De los rocíos del agua”
Corsario de ciudad
No... no me lo niegues... a mi me pasa igual... me encanta jugar
a ser sin serlo... a percibirme donde no me has puesto... a dejarme llevar por la posibilidad de que inspire en ti algo más que un deseo...
Ni aunque use palabras muy concretas... ni aunque deje que se
escurra, como por olvido, un "pequeña"... nada te asegurará que estás
aquí, en este texto...
Pero, ¡ya ves!, ese es el riesgo que corren los ángeles sin cielo...
así que no te quejes... no protestes... no digas nada... sólo sigue estando ahí para que yo pueda disfrutar de tu existencia...
(Trenzada entre caricias, una segunda rima ha nacido...
Deja que te cuente...
De tu mejilla izquierda... rodeando tus labios y el lóbulo derecho... deteniéndose allí donde nace tu cabello... bajando por la espina dorsal como
un escalofrío perdurablemente eterno...
Si... ¡lo sé!, me preguntas sin palabras por mis manos... y yo dejo que
te recorran por entero...
Te pido las tuyas prestadas... insisto en poseerlas... en que te desnuden de todo y te vistan de nada... muy despacio... casi como a cámara
lenta...
Se que piensas que hoy, más que nunca, tu piel sabe a caramelo.. que
esperas que te lo diga... pero no quiero...
No me odies... hay sabores que uno desea guardar sin más nombre que
el nombre de la fruta prohibida que los tiene... sería imperdonable etiquetarlos... reducirlos a una simple nota post-it adherida con cualquier
pegamento...
Prefiero no detenerme... dejar que mis dedos sigan "viendo" cada centímetro de tu piel... descubriendo nuevas rutas hacia el interior de ti
misma... sintiendo como tu sonrisa se humedece y arqueas tu cuerpo
buscando mi presencia...
Así, una tras otra, nacen las rimas que juntos componemos y el tiempo
desaparece... mientras nos detenemos para poner acentos allí donde
nuestra física y química lo requiere...
Ritmo y cadencia... la habitación se vuelve del revés... tus ojos y los
míos se miran fijamente...
El séptimo cielo queda ahí, a la vuelta de la esquina... sabe a sal tu
piel... ¡nos lo merecemos!)
- ¡Quiero ser tu heroína...!
- ¡Y yo tu héroe...!
Quizás con el tiempo...
118
Corsario de ciudad
“De los rocíos del agua”
Quizás con el tiempo les cuente, a los lectores, muchos
otros capítulos de nuestras "noches de terciopelo"... y lo haga para
decirle que cenamos juntos... que bailamos toda una eterna madrugada y que, como un reloj de cuerda, nos sorprendió un amanecer cualquiera... tú susurrándome al oído... yo, con los ojos semicerrados, acariciando tu pelo...
Sabrán que existes, ¡si!... pero nunca les diremos ni tu nombre ni
la textura de tus vórtices de tormenta...
¡Ya ves!, ese es el destino de los ángeles sin cielo... así que no te
quejes...
no protestes...
no digas nada...
sólo sigue estando ahí para que juntos podamos
disfrutar de nuestra existencia...
EPÍLOGO: NIÑO DE PALABRAS Y SILENCIOS
Volvemos al principio, como si regresar fuese caminar hacia adelante...
Palidez... huele a incienso y a claveles recién asesinados... no se oye ni el
más leve rumor...
Afonía vital,
como un barajar de tahúr...
Me he sentado al sol de esta noche, tratando de leerme entre líneas y sólo
he conseguido adormecerme. Por las huellas, percibo que han sucedido cosas a mi
alrededor...
Mi reloj no ha dejado de contar segundos como si fueran suyos... sonrío...
la imagen del avaro de Moliere aparece, por un momento, en la esfera y las manecillas siguen su tránsito infinito.
... del uno al dos,
del dos al tres...
Crisálidas... pero al revés... de niños-mariposa a gusanos en la madurez...
¿por qué?
Hamlet soy yo y es aquel que se bebe una cerveza en el bar que cierra a las
doce y dieciseis... quizás lo seamos todos y nadie sepa quien realmente es...
... apenas niños,
niños de palabras y silencios...
119
“De los rocíos del agua”
Corsario de ciudad
Por eso, en cualquier noche de terciopelo... del desván,
de la alacena sin puertas que hay
junto al armario,
saqué mi botella de Ti
y escancié un susurro
para emborracharme de nada.
... saciado quedó el vaso
de los rocíos del agua
Del ayer,
de la puerta sin puertas que hay
junto a ese hoy de mañana,
volvió la Luna perdida
y el hambre...
.... y la nostalgia
... vacía quedó mi sed
de los rocíos del agua
Del cuenco,
de la escalera,
del jardín,
de la terraza;
de dos nubes,
de un desdén,
.......
.......
¿De un desdén...?
... sedienta quedó mi sed
de los rocíos
del agua.
120
Corsario de ciudad
“Epílogo”
Epílogo escrito mientras
cierro el cuaderno de
bitácora
(Por alguna razón que no recuerdo, escogí a June para contarle que la travesía terminaba... para compartir mi secreto...
Este sábado June y yo descubrimos como vuelan las margaritas... como florecen las mariposas... como cada camino es
un pequeño torrente que nunca sabemos si va o si regresa...
En la cesta de mimbre, June llevó la merienda... dos naranjas y un trocito de queso... pan de maíz y dos raciones de
tarta de almendra...
Vimos como se ponía el sol sentados sobre la verde hierba...
felices de haber encontrado muchos tréboles de cuatro
hojas... conscientes de que los sábados se terminan y que el
calendario del nuevo año difícilmente tendrá mis sábados de
ella...
- ¿Viajarás mucho...?
- No lo sé...
- ¿Me echarás de menos...?
- Seguramente...
- ¿Volverás...?
- No... no lo creo...)
La sensación es la misma que al llegar al final de una escalera...
peldaños subidos y una puerta... los típicos mareos que la altura produce... no hay barandillas entre el abismo y yo... la dichosa puerta cerrada
que conduce a no se sabe que lugar o a que tiempo... y una asfixia repentina que esclaviza el aliento y ahoga el momento...
"Ventajas de tener el estudio en un ático", me digo a mi mismo, en
voz baja, mientras pienso que mis escaleras son de caracol... de esas de
hierro forjado que suelen pintarse de negro... y las percibo laberínticas...
y sé seguro que terminan justo donde empiezan...
Terminar un libro es morir un poco varias veces... desenterrar
recuerdos hasta revivirlos de nuevo... sumergirse en aguas deliciosamen121
Corsario de ciudad
“Epílogo”
te turbulentas como un pez sediento... reabrir y cerrar cuadernos de bitácora... desplegar de nuevo las velas... sentir que ya los mares se acaban y
no quedan océanos cuya exploración merezca la pena...
Un poco por ello, mis libros se acaban siempre en Diciembre... es
como una costumbre que nadie me ha inculcado ni sé de donde proviene...
quizás algún día consiga entender esa necesidad de buscar nuevos horizontes con cada luna de Enero... con cada año que empieza y pensamos,
equivocadamente, que es nuevo...
Libros y años nuevos... acaban siendo tan cíclicos que se vuelven
innecesarios para seguir existiendo... que uno deja de celebrarlos y hasta
los colecciona con cierta amargura desesperada y sutiles pizcas de aburrimiento...
Quizás no importe... quizás sea lo de menos..
Tal vez uno ha de resignarse a festejar cada cumpleaños, o cada
libro, como un regalo de existencia... tratando de ahogar, en el festejo, la
realidad de lo evidente... la verdadera historia de una vida que se va agotando y de la que queda cada vez menos...
Puede que ello sea una norma de urbanidad perfecta, sobre todo
para una civilización en decadencia... para una sociedad hipócrita... o
para un mundo que busca, entre agónicos estertores, su propia razón de
ser y su vigencia...
Pero, para un CORSARIO DE CIUDAD, esas normas y esas leyes no
tienen vigencia... son simples retazos de legalidad que ni le preocupan ni
le detienen...
Siempre quedan horizontes más allá del horizonte, si uno es capaz
de verlos... objetivos imposibles y utopías perfectas... retos llenos de posibilidades de fracasar.. laberintos virtuales que recorrer... y Minotauros a
los que vencer agarrándoles por los cuernos...
Claro que, a veces, la regresión se impone como una circunstancia
existencial más que correcta... más que satisfactoria... más que pertinente... sobre todo cuando la idea de haber elegido mal el camino alcanza la
verosimilitud de la más pura y dura evidencia...
Navegando por "la red" uno lo percibe nítidamente... siempre y
cuando desee hacerlo. Allí he encontrado una variada gama pesqueros...
desde aquellos que faenan en las costas más próximas... hasta aquellos
otros que tienden sus redes en zonas tan lejanas que tienen que mirar en
el mapa donde quedan...
Me he dado de bruces con multitud de barquitos de una sola vela...
minúsculas manifestaciones del "ego-miismo" moderno... que son como el
plancton y sólo sirven de alimento... portadores de navegantes solitarios
122
Corsario de ciudad
“Epílogo”
y a los que empujan los vientos en una deriva tan insubstancial como
eterna...
Acorazados y destructores también hacen acto de presencia... los
primeros, revestidos de visibles y brillantes armaduras con las que desarrollan peculiares simbiosis que le permiten seguir sobreviviendo... los
segundos, mucho más peligrosos, siempre dispuestos a detectar la vulnerabilidad ajena para torpedearla con afán de revancha y el esmero del psicópata más traicionero...
Algún submarino, que ni para sanear su viciado aire emerge, también he detectado en estas travesías internaúticas que son, en su mayor
parte, el origen primigenio de estos relatos, que hoy se mueren...
Y pequeñas barquitas de remos... y canoas... y botes hinchables...
y hasta salvavidas sin naufragio ni náufrago que justifique su presencia...
Como en el mundo real, en internet escasean buenos puertos
donde fondear... calas tranquilas y secretas... e, incluso, esas islas desiertas con las que a veces soñamos y siempre se nos desvanecen...
E s c r ib ir . . . v iv ir . . . na v e g a r po r inte r ne t. . . s ub ir una e s c a le r a . . .
¡No!, ¿para qué?, este CORSARIO DE CIUDAD decide hundir el
barco y poner pie en tierra... impedir que sus escritos y su vivir se vuelvan cíclicos... descartar la navegación en círculos... bajar por donde ha
subido, sin mirar atrás ni abrir la puerta...
Jugar con las palabras creyendo que escribimos es tan sólo un placebo... una manera de desnudarnos frente al viento... el reconocimiento
implícito de una necesidad de comunicación que persigue, tan sólo, vanales sensaciones de esa notoriedad sin fronteras, que nunca va más allá de
nuestras propias miserias...
Navegar por la red es exactamente lo mismo, aunque nos pese...
por eso he roto hoy mi patente de corso... formateado el PC y olvidado...
consciente de que nadie echará de menos mi retirada y preguntándome a
mi mismo si yo haré lo mismo o será, para mi, diferente...
Quedan, eso si, trocitos de existencia enmascarados y a la vez evidentes... llamarles relatos o cuentos es algo colateral y de escasa transcendencia... lo que sí es matemáticamente exacto es que todos ellos responden al dicho de que: "no hay mayor ficción que la realidad"... aunque
sea yo quien esa realidad cuente...
Creo que guardaré mi traje de Corsario en el baúl de los disfraces
viejos... que lo cerraré con una llave de siete vueltas... esa misma que arrojaré en la primera alcantarilla que encuentre, quizás por miedo a que el tenerla me incite a disfrazarme de nuevo. Claro que, una vez hecho esto, tendré
tanto tiempo en el que nada hacer que, ¿quien sabe?, igual acabo colgado
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Corsario de ciudad
“Epílogo”
del teléfono... tratando de oír esas voces que no oigo desde hace meses...
concertando citas en cada uno de mis universos paralelos... trazando planes y afanándome con ansia en cuadrar las fechas en mi agenda...
Soy plena, satisfactoria y perfectamente consciente de la contradicción que se esconde detrás de mis deseos. Sé que volverán momentos
en los que, de nuevo, diré: "tu ya no te mueres hasta que yo me muera..."
Quizás nada sea tan definitiva como parece... como se nos antoja
cuando le vemos llegar y sentimos miríadas de sensaciones en un sólo y
único momento.
Quizás yo tenga razón y algún día lo sepa... que, cuando "todo"
acaba, otro "todo" acaba de empezar, de nuevo... y así hasta el infinito...
tan eterno que ni la muerte lo detiene...
(No se lo digas a nadie, querida June... pero he llamado a
LOUISE para insistirle que no la echo de menos... que me
da igual el lugar en donde esté o las manos que recorran sus
caderas. Me ha dicho que está bien... que en Febrero será
madre y que ya han pasado cuatro meses desde que hizo las
maletas...
Antes incluso de deletrearle mi nuevo mail... le di la enhorabuena... pero, ahora que recuerdo, me olvidé de preguntarle si el niño de Febrero era suyo o de los dos... aunque no
creo que decírmelo quisiera. Eso sí, le pedí que me devolviera una de las maletas... la de piel marrón con el interior
tapizado en negro... ella sabe la razón de mi insistencia y me
prometió devolvérmela...
Quedamos en coincidir accidentalmente cualquier año de
estos... para seguir insistiéndonos mutuamente en que no
nos extrañamos ni deseamos vernos...
June... ¡ya lo sé!... pero conseguir hablar con IOVANNA
¡Si!,J
me costó llamarla varias veces... entre risas y acordes
tenues, me contó que el otro día la sorprendió la madrugada abrazada a mi cintura y tiritando de frío... le dije que no
era posible... que en esas fechas estaba durmiendo y soñando con que ella era mi sábana y yo su almohada... pero intuyo que ni me creyó ni piensa hacerlo... así es ella...
Le pregunté por Granada y me susurró que había conocido
a alguien que la hacía sentirse sultana... princesa... reina...
Me alegré y le di la enhorabuena... curiosamente eso pareció molestarle... incluso me recriminó el tenerla abandonada y yo sentí que me trataba injustamente...
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Corsario de ciudad
“Epílogo”
No sé si me escuchas, pequeña... encontré a NUR tan triste
como casi siempre... aunque tristezas y alegrías no son lo
mismo si uno las percibe por teléfono...
- ¿Crees que debo volver...?
- Llevas volviendo desde siempre...
Apenas un brevísimo intermedio sin palabras... la pausa
justa para cambiar de tema y hablar de los geranios que
siguen malviviendo en su azotea... de su rutina cotidiana...
de todo y de nada, al mismo tiempo...
De MONIQUE... ¿que quieres que te cuente?... la encontré
en el mismo chat de siempre... intercambiamos emoticons y
frases que sólo nosotros entendemos.
Luego nos pusimos tiernos...
Ya fuera del chat sonó mi celular... un pitido breve y un
escalofrío intenso... un mensaje de apenas media docena de
palabras... con esa frase que siempre me estremece: "Aunque
te vayas... siempre te quedas..."
No te lo creerás, June, pero YAMI estaba en la ducha cuando sonó el teléfono... creo que la conversación fue, más o
menos, la siguiente:
- ¿Eres tu...?, ¡vaya sorpresa!
- ¿Como estás...?
- Mojada...
- No me tientes...
Entre guiños de complicidad circunfleja, comentamos melodías y hablamos de chimeneas... de lo mucho que calientan
cuando arde el ambiente... de como será el día de mañana y
el año que viene...
¡Ah!... ¿me preguntas por MERCEDES?... los besos que
había diseñado para ella se los dejé encima de la mesa...
metidos dentro de una botella...
No pude dárselos en persona porque no estaba cerca... me
atendió su secretaria que, por supuesto, no supo ver en mí
más que a uno de tantos que, por su estudio, merodean...
En realidad me sentí halagado... no sabría explicar la razón
pero las mariposas estomacales revoloteaban como locas y
hasta noté un delicioso cosquilleo...
Lo más increíble me pasó cuando abandonaba su despacho...
no te lo creerás, June, pero justo al salir me di de bruces
con LUNA y, de rebote, abracé a NIEBLA... no fue más que
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Corsario de ciudad
“Epílogo”
una reacción instintiva... un ademán desesperado para evitar caerme. No es que fueran juntas, que no iban... tan sólo
la terrible casualidad nos había reunido en una estrecha
franja de acera...
Fingí no sorprenderme... las besé a ambas en la mejilla y,
con más desenvoltura de la que me creía capaz, procedí a
presentarlas mutuamente. Me di cuenta de que eran casi
gemelas... de cuanto me gustaba esa perversa sensación de
verlas juntas... y, también, de que estaba corriendo un riesgo tremendo...
De LUCA poco puedo contarte... tengo entendido que creyó
que la soledad era encerrarse en sí mismo y abandonar las
calles para siempre. No, June... no he conseguido hablar
con él... la última vez que le vi iba en dirección al Norte... o
al menos eso me dijo... que yo juraría que sus pasos llevaban rumbo de Oeste...
¿De verdad tienes prisa?; ¡está bien!, en otro momento te
cuento cosas de LENA... de SIDH... de DISIAH... de NURIA...
de DANÍA... de MARIAH... de ADELA y de ALEDA... de
BETTY... de NELLY... de LUCÍA... de MALENA...
- Gracias, June...
- ¿Y mis sábados, Xabier...?
- Todos serán por siempre tuyos... aunque esté lejos...
- ¿De veras...?
No me dejó contestar... puso su mano sobre mi boca y cerró
los ojos... pude oír un único suspiro, de los dos, mientras
sus pasos se alejaban y este último sábado olía a ella...
Cerré los ojos yo también... como si fueran la última página
de un libro...
Renacer es una tarea solitaria... quizás por ello sólo quedaba a mi lado la cesta de mimbre en la que June llevó la
merienda, aquella tarde... un montoncito de cáscaras de
naranja... y migajas de pan mezcladas con migajas de tarta
de almendra... el bagaje ideal para emprender los caminos
de la vida ligero de ilusiones y sin pesados equipajes...
... esos caminos que
jamás sabemos cuando van o cuando regresan... aunque,
por ellos, sigamos caminando con el tesón de quien conoce
su destino... con la valiente avara osadía de quien sabe lo
que quiere y está dispuesto a morir en en el intento...
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Corsario de ciudad
“Epílogo”
Un libro más... si... tan sólo eso... apenas un viaje al viejo
cuaderno de bitácora que, en su alma, guarda este Corsario
escéptico y convencido de que se necesitan más revoluciones y menos camisetas con proclamas...
Y, mientras apuro las últimas líneas, ella duerme... es hoy
un día viernes, primero de noviembre...
Un libro más... sí... tan sólo eso... apenas un viaje al viejo cuaderno de bitácora que, en su alma, guarda este Corsario escéptico y convencido de que se necesitan más revoluciones y menos camisetas. Y, mientras
apuro las últimas líneas, ella duerme... es hoy un día viernes, primero de
noviembre...
Sin dolor ni pena sé que este es un NOCTURNO INCIERTO... el
momento adecuado para decirte que...
... quizás consigas atrapar golondrinas
y navegar en veleros,
pero, si me sueñas,
tamiza todos los grises
y haz de cristal
mis desiertos.
... quizás logres encerrarme,
pero, si me sientes
prisionero feliz entre tus dedos,
es que me habré vuelto aroma
y me quemo como incienso.
... quizás es que estás sufriendo,
pero, si me tapas,
que sea con tus labios
o con mentiras en verso,
que yo mentiré verdades
sólo por verte creerlas
Pero, sólo si me quieres,
escribe sobre mi piel
y termina este poema...
(Bajaré al parque en un rato... la buscaré entre todas mis flores y acariciaré con la mirada cada uno de sus pétalos...
- Créeme -le susurraré- no hay día en que no te tape... no te sien t a . . . no t e quie r a . . . y no t e s ue ñe . . . )
Xabier González
Galicia, un día de cualquier mes de un año de estos...
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