ANÁLISIS Mercado y política de China e India en África China

Transcripción

ANÁLISIS Mercado y política de China e India en África China
ANÁLISIS
ANTONI CASTEL
Mercado y política de China
e India en África
hina e India han trastocado las relaciones económicas y políticas del África subsahariana. Al entrar con ímpetu en el continente, más en el caso de
China que en el de India, han aumentado el margen de maniobra de los
dirigentes de los países con recursos naturales (petróleo, minerales), que ahora, en
ocasiones, pueden discutir las condiciones impuestas por Occidente, tanto las políticas como las dictadas por los organismos internacionales de crédito. Con su implantación, se han erigido en importantes actores internacionales en un escenario
africano dominado desde el fin de la Guerra Fría por los Estados Unidos, han entrado en competencia en el disputado y estratégico mercado de los hidrocarburos y
han cuestionado la preeminencia de las relaciones norte-sur, que en parte pasan a
ser sur-sur.
C
El petróleo es el principal bien exportado por África a los dos países asiáticos
(Broadman, 2007: 106), los más poblados de la tierra, que registran un espectacular
crecimiento económico en el último decenio. India consume 2,3 millones de barriles al día, y se prevé que en el año 2025 necesite 5 millones diarios. 1 China, por su
parte, consume unos 6 millones de barriles al día. India, que debe importar el 70%
del petróleo que necesita, tiene en Nigeria a su principal abastecedor. El 11% del
petróleo consumido por India procede de Nigeria, el primer socio comercial en
África. 2
China, que gasta el 7,6% de la producción mundial de petróleo, tiene más intereses que India en África: está presente, sobre todo, a través de sus compañías públicas petroleras en Nigeria, Angola, Sudán, Guinea Ecuatorial, Níger y Chad. Es el segundo importador de petróleo africano tras los Estados Unidos. Su principal proveedor es Angola, que en el año 2006 se convirtió en su primer abastecedor al superar
a Arabia Saudí (Santiso, 2006).
Antoni Castel, Universitat Autònoma de Barcelona.
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■ El continente del siglo XXI
La necesidad de asegurar el abastecimiento de petróleo explica gran parte de la
ofensiva china e india en África. Pero existen otros motivos. Para el Gobierno indio,
África es el continente del siglo XXI, como reconoció en el año 2003 el entonces ministro de Asuntos Exteriores, Yashwant Sinh. 3 Un año antes, el ministerio de Comercio e Industria había creado el Programa Focus África, 4 que tiene como objetivo incrementar los intercambios comerciales con siete países considerados prioritarios
para los intereses indios: Suráfrica, Nigeria, Mauricio, Tanzania, Kenya, Ghana y
Etiopía. Al programa se han unido posteriormente otros países. En el listado del programa destacan el primer productor africano de petróleo, Nigeria; la potencia regional, Suráfrica; y tres países en que se ha establecido una importante comunidad de
ciudadanos de ascendencia india: Mauricio, Kenya y Tanzania. En Suráfrica también vive una importante minoría de origen indio, sobre todo en Kwazulu Natal y,
en especial, en la ciudad de Durban.
Debido al petróleo, Nigeria es el primer socio comercial de India en África. Por este motivo, el primer ministro, Manmohan Singh, se reunió en octubre de 2007 en
Abuja con el presidente Umaru Musa Yar’Adua. Se trataba de la primera visita oficial
de un primer ministro indio a Nigeria desde hacía 45 años, desde el viaje de Jawaharlal Nehru. En el año 2003, el entonces primer ministro Atal Bihari Vajyapee viajó
a Abuja para asistir a una cumbre de la Commonwealth, pero su visita no fue oficial.
No obstante, no todo es petróleo en las relaciones comerciales con África. Una
de sus multinacionales más punteras, Tata, invierte en Suráfrica, Mozambique,
Kenya, Zambia, Senegal y Sierra Leona, mientras que las compañías indias venden
a los países africanos, sobre todo, arroz, tabaco, carne y antirretrovirales génericos,
utilizados para combatir el sida. De Suráfrica, India importa oro. De Camerún y
Zambia, recibe metales; de Tanzania, frutos y legumbres; de Senegal, ácido fosfórico; de Sudán y Camerún, algodón; de Etiopía, frutas y verduras, de Mozambique,
frutos secos (Goldstein, 2006: 47).
El incremento de las relaciones comerciales es espectacular. Un ejemplo: en
1990-91 el comercio bilateral ascendía a 967 millones de dólares. Catorce años
después, en 2004-2005, llegaba a 9.140 millones de dólares. 5 Las exportaciones indias a África alcanzan los 5.400 millones, el 6,8% de sus exportaciones. Los datos
pueden parecer modestos si se comparan con los de China, con unos intercambios
que llegaron a los 55.500 millones de dólares en el año 2006. No obstante, se ha
tener en cuenta que a China va a parar el 40% de las exportaciones africanas y a
India, el 9% (Broadman, 2007). De las importaciones africanas de Asia, el 36% procede de China y el 13% de India, que es superada por los países de la ASEAN
(17%), Japón (17%) y Corea (17%).
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En su expansión por África, los dos países asiáticos explotan los activos comerciales pero también los ideológicos. Entre los primeros, la complementariedad de su
oferta, que incluye productos adaptados al mercado africano, de bajo poder adquisitivo, y unas empresas, en especial las agrícolas y de construcción, capaces de interpretar las necesidades de sus clientes pobres. Ahora, los mercados populares y
las pequeñas tiendas de todos los rincones de África se encuentran inundadas de artículos de todo a cien, la mayoría fabricados en China, y que pueden constituir una
amenaza para una de las riquezas del continente, el mercado informal. 6
En cuanto a los activos ideológicos, los más destacados son la ausencia de tradición colonial y la sensibilidad demostrada hacia los movimientos de liberación nacional, en especial el Congreso Nacional Africano (CNA). Aunque a los europeos
les parezca una nimiedad, y consideren que las generaciones actuales, tanto las occidentales como las africanas, ya no tienen nada que ver con el colonialismo, para
los africanos este periodo de ocupación continúa siendo una referencia. El colonialismo marcó la vida de sus familias, y les humilló, como personas y como comunidad. Y las historias sobre los excesos coloniales se evocan a través de la rica oralidad. No se olvidan fácilmente, y más cuando las imposiciones occidentales, a través de los organismos internacionales de crédito o la actitud de algunos dirigentes
europeos hacia África, les recuerdan una nueva forma de colonialismo.
■ De Bandung al G-8
Para los países que pasaron por una guerra anticolonial y para quienes sufrieron
el régimen del apartheid, China e India todavía conservan cierta legitimidad. En los
primeros dirigentes de las dos repúblicas, en especial en Mao Zedong y Chu Enlai
en China y en Nehru en India, los nacionalistas africanos alzados en armas encontraron el apoyo económico y diplomático que Europa les negaba. En los foros internacionales, Chu Enlai y Nehru incidían en la necesidad de acabar con el colonialismo, en un momento en que en Europa sólo se atrevían a censurarlo los partidos de
izquierda. Posteriormente, en los años 60 y 70, cuando el apartheid se endurecía y
en Occidente se hacía caso omiso a las voces que denunciaban la discriminación
racial y se mantenía en el ostracismo a Nelson Mandela, India continuaba siendo
un referente. Y se recordaba que Mahatma Gandhi había pasado por Suráfrica y había influido en el Congreso Nacional Africano con su política de no violencia, es
decir, de resistencia pasiva.
Aunque Bandung queda lejos, y el Movimiento de los Países No Alineados
(MNA) está moribundo, por falta de liderazgo y de unos objetivos comunes tras la
pérdida de credibilidad de Cuba y Argelia y el desmembramiento de Yugoslavia,
China e India son percibidos por muchos dirigentes africanos como unas voces del
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sur en los foros internacionales. Por esto, los países africanos son sensibles a las aspiraciones de India de formar parte del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas. Y los dos países, con su peso demográfico y económico, pueden contrarrestar
el poder del norte, plasmado en un club exclusivo de ricos, el G-8.
India tiene además una ventaja sobre China: es una democracia parlamentaria, la
mayor del mundo, como señalan continuamente sus dirigentes. Una ventaja nada
desdeñable cuando la condicionalidad política de la ayuda por parte de los organismos internacionales de crédito y de las principales capitales occidentales forzó a
gran parte de las elites africanas a emprender las democratizaciones, es decir, a
aceptar el pluralismo y celebrar elecciones.
Aunque las ayudas son menores a las de China, por el menor tamaño de su economía, India también apoya a proyectos panafricanos y concede becas a estudiantes. Destacan la concesión, en el 2003, de un crédito de 200 millones de dólares
para el Nepad (Nuevo Partenariado para el Desarrollo de África) y de 500 millones
para el denominado Team-9, formado por nueve países del África Occidental y
Central (Burkina Faso, Chad, Costa de Marfil, Guinea Ecuatorial, Ghana, Malí,
Senegal, Guinea y Guinea Bissau). Según el propio ministro de Asuntos Exteriores,
Rao Inderjit Singh, en el año 2006 estudiaban en India 15.000 africanos. 7 En Mauricio, el Gobierno indio financió la construcción de un parque de tecnología de la información, por valor de 100 millones de dólares.
A diferencia de China, India no es percibida como una amenaza para Occidente.
Quizás preocupa su entrada en la carrera por los recursos naturales, en especial el
petróleo, pero sus productos no son, de momento, tan competitivos como los chinos, ni tiene la capacidad de producción de China, que inunda los mercados. Aunque mantiene inversiones en Sudán, no está presente en el Consejo de Seguridad de
las Naciones Unidas, y, por tanto, no tiene la capacidad de obstrucción política que
tiene China, opuesta al aislamiento del Gobierno presidido por Omar Bashir. Al
contrario que Pekín, tampoco ha entrado en litigio con Occidente dando apoyo o
manteniendo relaciones estrechas con un régimen maldecido por las diplomacias
europea y estadounidense, como es el de Robert Mugabe, presidente de Zimbabue.
Y para colofón, la administración del presidente George Bush se ha acercado a
India, con el objetivo de disminuir la dependencia de Pakistán, el tradicional aliado
de Estados Unidos en una zona de gran valor estratégico. Al acercarse a los Estados
Unidos, India no sólo consigue más comprensión hacia su programa nuclear sino
también a sus aspiraciones nacionales en su litigio con Pakistán sobre Cachemira. A
su vez, Estados Unidos evita que India tenga la tentación de mantener la tradicional
alianza con Moscú, que marcó el nacimiento del estado hace 60 años, y puede debilitar de este modo a un Pakistán considerado inestable.
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■ La energía, la prioridad china
En unos años se ha incrementado de forma espectacular la presencia de China en
África, un fenómeno que ha alimentado gran cantidad de literatura, tanto académica como periodística. A nivel cotidiano, es visible por los productos made in China
en los mercados, las obras públicas y el establecimiento de comunidades chinas,
que ya llegan a ser significativas en algunos países, como en Angola y en Sudán.
En Angola, las empresas chinas están presentes en el petróleo (Sinopec), minerales, telefonía móvil, agua y la construcción. Una firma de Hong Kong rehabilita una
línea férrea, con un presupuesto de 300 millones financiado por el Gobierno chino. 8
Tanto es el dinamismo de las empresas chinas, que ya superan a las portuguesas y
surafricanas, que habían dominado el mercado angoleño hasta entonces. 9
Con su expansión, China busca asegurarse el aprovisionamiento de los productos
indispensables para su crecimiento y para el consumo de su mercado interno. China es el segundo importador de petróleo tras los Estados Unidos (Santiso, 2006), y
la energía es una de sus prioridades. Pero no se puede olvidar que China importa el
30% de la madera mundial, y consume el 47% del cemento mundial, el 32% del
arroz y uno de cada tres cigarrillos que se fabrican. 10
China, por tanto, percibe África como un mercado más en un mundo cada vez
más mundializado. Un mercado de oportunidades para sus empresas, que llegan de
la mano del Gobierno chino. Por este motivo, sus empresas públicas están presentes
en los principales países productores de petróleo (Nigeria, Angola, Guinea Ecuatorial, Sudán, Chad, Kenya), en el sector minero (Zambia, Níger, República Democrática del Congo), pero también en el textil (Lesotho, Suráfrica), la construcción, las
telecomunicaciones y la ingeniería.
Para muchos países africanos, la entrada de China les permite respirar ya que el
Banco Mundial impone unas políticas económicas basadas en la austeridad presupuestaria y la privatización de los servicios públicos. Unas políticas, de ajuste estructural, que han resultado funestas para la agricultura, las infraestructuras, la salud
y la educación (Sachs, 2007). China, en cambio, aporta su conocimiento en el desarrollo de la agricultura y las obras públicas y compra materias primas sin exigir
que el Gobierno de turno adopte un plan económico determinado ni suscriba
acuerdos sobre la transparencia en las transacciones.
■ «Cooperación pragmática»
La no ingerencia en la política interna es la base de la política china en África. La
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ideología, que marcaba las relaciones durante la presidencia de Mao Zedong, 11 ha
quedado enterrada por el pragmatismo llegado con las reformas de Deng Xiaoping.
Con los gobiernos se mantienen relaciones de interés mutuo, de «win win» («ganador ganador»), sin importar si el régimen en el poder es islamista (Sudán), ex comunista y ahora aliado de Estados Unidos (Angola), una democracia parlamentaria (Senegal) o una dictadura (Zimbabue). Se pide, tan sólo, que no se mantengan relaciones diplomáticas con Taiwán. El mensaje lo entendió a la perfección el presidente
chadiano, Idriss Déby, que en 2006 rompió las relaciones con Taiwán. El mismo
año llegaron las inversiones chinas, sobre todo en los hidrocarburos, tras la compra
de los derechos de explotación de una firma canadiense por parte de la estatal China National Petroleum Company (CNPC). 12
Para el presidente Hu Jintao, y por supuesto para la dirección del partido comunista, se trata de una «cooperación pragmática» entre estados soberanos. Una cooperación que sigue al pie de la letra los cinco principios de la coexistencia pacífica
que marcan la política exterior china. Dichos cinco principios son: respeto mutuo
de la soberanía e integridad territorial; no agresión; no interferencia en los asuntos
internos; igualdad y beneficio mutuo; y coexistencia pacífica.
Las relaciones, no obstante, son interesadas. Con su expansión en África, China
no sólo se asegura las materias primas que necesita y penetra en mercados de gran
futuro para sus productos, sino que también se fortalece como una gran potencia
política y económica. Consigue, además, aliados que le pueden ser útiles en los foros internacionales si se discute sobre la soberanía de Taiwán, el Tibet, los derechos
humanos o los derechos comerciales.
1. Véase Bhola, Gaurav «China and India Battle for Influence in Africa» en www.gimmiethescoop.com.
2. India News, 14 de octubre de 2007.
3. Véase Meunier, Marianne «Idylle naissante» en Jeune Afrique 2327-2328, 26 de febrero de 2006.
4. El Programa Focus-África fue creado el 31 de marzo de 2002. Véase: www.eepcindia.org/africa.asp.
5. Véase Rao Inderjit Singh «India, Africa Ready to embrace to Global Destiny», 25 de enero de 2006,
en la web del ministerio de Asuntos Exteriores de India (http://meaindia.nic.in).
6. Los economistas no se ponen de acuerdo sobre el impacto de los productos chinos sobre el mercado
informal africano y la pequeña industria local. Véase Goldstein, Andrea et al. (2006) The rise of China
and India. What’s is it for Africa? OECD.
7. Véase nota 5.
8. Véase «Promise and unease for Africa» The Standard (Hong Kong), 4 de septiembre de 2007.
9. Según el Center for Chinese Studies de Suráfrica. Datos de «Promise and unease for Africa» The Standard (Hong Kong), 4 de septiembre de 2007.
10. Véase «Trading places with the West» The Standard (Hong Kong) 3 de septiembre de 2007.
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11. Véase Larkin, Bruce D. (1971) China and Africa 1948-1970: The Foreing Policy of the People’s Republic of China, Berkeley: California University Press.
12. Véase French, Howard W. y Polgreen, Lydia «China, Filling a Void, Drills for Riches in Chad» en
The New York Times, 13 de agosto de 2007.
BIBLIOGRAFÍA
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The World Bank.
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SACHS, Jeffrey (2007): «China’s lessons for the World Bank» en The Guardian (Londres) 24 de mayo de
2007.
SANTISO, Javier (2006): «¿Realismo mágico? China e India en América Latina y África» en Economía
Exterior, nº 38.
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