Género y nación: visiones desde las artes - AECID

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Género y nación: visiones desde las artes - AECID
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VOCES para el diálogo / abril 14, 2012
La periodista Lirians Gordillo reconoció cambios en la mirada a la feminidad
de mujeres realizadoras en la televisión.
“Ambos grupos trabajan en la reapropiación del cuerpo como símbolo, metáfora de la nación que busca otros caminos”, explicó Espinosa, para quien “Cuba
es un país en construcción y en esa esencia y dicotomía se mueve mucho del
teatro cubano”.
Si bien el teatro propone miradas renovadoras, pero no llega a todos los públicos, otros procesos se desatan cuando de la pantalla chica se trata.
La periodista Lirians Gordillo Piña cree que, actualmente, la televisión está
emplazada por la necesidad y el reclamo social de visibilizar conflictos, identidades diversas, de polemizar y parecerse más a la vida.
Aunque, a juicio de Espinosa, eso no está ocurriendo, pues “se elude, se esconde, se reescribe” lo que se lleva a la televisión para que determinadas temáticas “no lleguen a las casas a la hora de comida”.
Según Gordillo Piña, en la televisión cubana actual coinciden las representaciones de “nuevos sujetos y realidades que van reconociéndose como parte
del cuerpo nacional con maneras muy hegemónicas de reflejar lo cotidiano”.
Así, en espacios como el de la telenovela y otros dramatizados, se ha comenzado a romper el silencio y, calidades al margen, comienza a aparecer “la
realidad de gays y lesbianas o el reconocimiento de otras identidades, algo
que no está sucediendo en propuestas como las de los video-clips”, reflexionó
Gordillo Piña.
En el caso de las telenovelas, puestas sucesivas como La cara oculta de la luna,
Violetas de agua, El balcón de los helechos o Aquí estamos, hasta llegar a la más
reciente Bajo el mismo sol, han evidenciado una evolución conceptual y formal
a la hora de abordar conflictos como las relaciones homosexuales masculinas
y femeninas, la violencia de género, la reinserción social de las personas re-
clusas o la prevención de Infecciones de Transmisión Sexual o el VIH/sida, por
solo citar algunos.
Otro de los espacios que muestran una apertura hacia la representación de
mujeres y hombres es la producción de unitarios, cortos y mediometrajes de
ficción.
“En particular, son significativos los cambios en la mirada hacia la feminidad
que vienen generándose en mujeres realizadoras en la televisión”, agregó la
periodista de la Editorial de la Mujer.
Sin embargo, esa no es la realidad más extendida en la producción televisiva,
que sigue partiendo de posturas androcéntricas para mostrar representaciones muy estereotipadas de los cuerpos de hombres y de mujeres.
“Es en los videos de rap o de hip hop donde parece estarse dando un diálogo
mayor sobre la inclusión, la convivencia, el reconocimiento de lo diverso, a la
vez que emerge un discurso colectivo y cultural que lucha por la reivindicación de una identidad grupal, racial y de género”, opinó Gordillo Piña.
En general, en el panorama de las representaciones y conflictos a través de
las artes se está expresando la movilidad femenina en nuestra sociedad, que
es múltiple y compleja, aseveró Hernández Hormilla.
Para Espinosa, llegamos al punto en que “no podemos conformarnos con que
haya representaciones, hay que debatir sobre los efectos que ellas están produciendo”.
El asunto está en que las artes, por sí solas, no pueden transformar la realidad. “Se necesita un correlato en otros espacios como la familia, el Estado, las
instituciones sociales”, aseguró Diéguez.
Con la colaboración de:
“No podemos
conformarnos
con que haya
representaciones,
hay que debatir
sobre los efectos
que ellas están
produciendo”,
sostuvo
el dramaturgo
Norge Espinosa.
Género y nación:
narrativas desde la cultura
Sábado, 14 de abril de 2012
Género y nación: visiones desde las artes
Por Sara Más Foto: Randy Rodríguez Pagés
Los vínculos entre género, nación y cultura en
esta isla del Caribe, con una mirada particular
al cine, el teatro, la literatura y la televisión de
las últimas décadas, animaron el panel “Género y nación: narrativas desde la cultura”,
celebrado el sábado 14 de abril en La Habana.
El encuentro fue convocado por “Mirar desde
la sospecha”, espacio del Programa de Género
y Cultura del Grupo de Reflexión y Solidaridad Oscar Arnulfo Romero, que cuenta con el
apoyo de la Agencia Española de Cooperación
Internacional para el Desarrollo, la Consejería
Cultural de la Embajada de España, la Unión
de Escritores y Artistas de Cuba y la Agencia El dramaturgo Norge Espinosa, la investigadora Zaida Capote, la académica Danae C. Diéguez y las periodistas
Helen Hernández y Lirians Gordillo conformaron las propuestas del panel “Género y nación: narrativas desde
Suiza para el Desarrollo y la Cooperación.
la cultura”, realizado el 14 de abril en La Habana.
El panel tuvo lugar en el Salón Mayo del Pabellón Cuba, una céntrica institución cultural
“Al menos en las últimas dos décadas se intenta problematizar el eshabanera, y fue un anticipo del que presentarán la investigadora literapectro temático en no pocas manifestaciones artísticas, de manera
ria Zaida Capote, el dramaturgo Norge Espinosa, la académica Danae C.
consciente o inconsciente, en el camino hacia esa pluralidad que comDiéguez y las periodistas Lirians Gordillo y Helen Hernández en el Conpone la nación cubana”, puntualizó Hernández Hormilla, quien además
greso de la Latin American Studies Association (LASA por sus siglas en
coordinó la mesa.
inglés) correspondiente a 2012, en Estados Unidos, en mayo próximo.
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VOCES para el diálogo / abril 14, 2012
sabado 14, 2012 / VOCES para el diálogo
La nación cubana, con miradas de género
Por Dixie Edith
Fotos: Randy Rodríguez Pagés
En diálogo con el público, el panel hizo un rápido recorrido por las representaciones de género y nación en la historia, el cine, el teatro, la literatura y la televisión cubanas,
con énfasis en las dos últimas décadas.
El rostro hegemónico masculino de la nación cubana y los relatos que componen su identidad han comenzado a erosionarse, en las últimas décadas, desde
manifestaciones artísticas diversas.
La democratización de los soportes creativos, a partir del efecto renovador de
las nuevas tecnologías de las comunicaciones y la imagen, además del desplazamiento de los puntos de vista desde los que se narra, son algunas de las
maneras en que se verifica ese proceso, según trascendió durante el debate
“Género y nación: narrativas desde la cultura”, en La Habana.
También ha sido vital el impacto de la lenta, pero contundente, incorporación de miradas femeninas a la producción artística y la visibilización de las
diversidades de género, orientación e identidad sexual, coincidieron quienes
integraron el panel que sesionó el sábado 14 de abril, en el Salón Mayo del
capitalino Pabellón Cuba, sede de la Asociación Hermanos Saíz (AHS), organización que agrupa la creación artística joven en la isla.
La investigadora literaria Zaida Capote Cruz, el escritor y teatrólogo Norge
Espinosa, la profesora de arte y crítica de audiovisuales Danae C. Diéguez y
las periodistas Helen Hernández Hormilla y Lirians Gordillo Piña reflexionaron
acerca de cómo, desde la cultura, se ha intentado problematizar los conceptos
tradicionales que han conformado el cuerpo de la nación.
A juicio de Capote, la nación, lo mismo que el género, constituyen experiencias imaginadas y ambos son “conceptos construidos, armados con contribuciones ilusorias, pero también con cierta regulación histórica del término”.
Partiendo de esa tesis, la analista hizo un rápido recorrido por la historia de la
isla, releyéndola desde las formas en que esta se ha corporizado, en busca de
indagar “cómo se construye un cuerpo cubano, qué historia tiene”.
Capote expuso ejemplos acerca de cómo el cuerpo nacional cubano ha sido
“constantemente feminizado, expropiado de poder por los sucesivos poderes
impuestos a la nación”.
Cuando las mujeres crean
Para Danae C. Diéguez, sin embargo, esa noción ha comenzado a cambiar, en
particular en los espacios cinematográficos. La profesora del ISA abundó en
algunos antecedentes fundamentales que evidencian cómo rostros diversos
del cine han empezado a dinamitar la representación hegemónica, patriarcal
de la nación cubana.
Para la experta, fue el ya fallecido director Humberto Solás (Manuela, 1966;
Lucía, 1968; Cecilia, 1981; Miel para Ochún, 2001 y Adela, 2005, entre otros
conocidos y premiados filmes) quien de manera más consecuente representó
el cuerpo femenino en el cine cubano.
Pero, según Diéguez, a Solás, también creador en 2003 del Festival de Cine
Pobre de Gibara (localidad de la oriental provincia de Holguín, a unos 750 kilómetros de La Habana) no le interesaba tanto el conflicto íntimo femenino.
“Solás habla de las mujeres como metáfora de la nación cubana”, aseveró.
En opinión de la especialista, se aprecia un giro significativo en esa repre-
sentación a partir de que los avances tecnológicos ayudan a democratizar las
diversas maneras de producir arte audiovisual y la creación se sale del espacio
excesivamente centralizado –y con un evidente ejercicio de la hegemonía
masculina- que constituye el Instituto Cubano de Arte e Industria Cinematográficos (ICAIC).
“Un momento de cambio muy importante ocurre, entonces, cuando las mujeres acceden a la realización cinematográfica, ya sea desde las escuelas de
cine o la producción independiente, con nuevas maneras de representar y de
contar las historias”, reflexionó Diéguez.
Así comienzan a diversificarse las miradas y se erosiona la construcción convencional del concepto de nación con los rostros de las diversidades sexuales,
aunque esa sea una demanda todavía insatisfecha.
“El lesbianismo en el cine aún es una asignatura pendiente”, reconoció Diéguez. “Pero ya no podemos contar el cine desde un canon único, ‘icaiccentrista’”, aseveró.
Algo similar sucede en la producción literaria, en la cual han aparecido nuevos
modos de contar en busca de un concepto de nación más inclusivo, al decir de
Helen Hernández Hormilla.
“Una marca distintiva del canon cultural y de la historiografía literaria cubana
en el último medio siglo ha sido la débil presencia e inclusión de las mujeres
y la reafirmación de la masculinidad hegemónica”, aseguró la periodista en
su presentación.
Sin embargo, las narradoras cubanas de la década de los noventa del pasado
siglo XX también subvierten ese canon.
En las creaciones de ese periodo se puede observar una confluencia generacional entre las autoras más publicadas, con una variedad de estilos, pero
también de apertura a otros mercados editoriales y a nuevas formas de publicar, explicó Hernández Hormilla.
“Así, al tener acceso al mundo editorial y posicionarse como sujetos de la narración, estas escritoras visibilizan nuevos conflictos, inéditos o poco tratados
con anterioridad, y cambian el paradigma hegemónico de la representación
femenina hacia modos mucho más plurales de entender la experiencia y la
participación de las mujeres en el contexto nacional”, argumentó.
El punto de giro más importante se produce cuando las mujeres narran en
primera persona, coinciden Danae C. Diéguez y Helen Hernández Hormilla.
Además, según la colega de La Jiribilla, estas escritoras llevaron a sus obras
los impactos de la crisis económica sobre las mujeres y temas hasta entonces
tabú, como la prostitución, el autoerotismo, el incesto, el suicidio o la violencia de género, por solo citar algunos.
Y si Diéguez asegura que el lesbianismo es un tema pendiente en el cine, no
ocurre así con estas narradoras que, al decir de Hernández Hormilla, “dibujan
una identidad de la mujer lesbiana mucho más liberada, con una evidente
intención de mostrar el amor entre mujeres como un espacio placentero,
pleno”, sostuvo.
Las mujeres siempre fueron nombradas por otros, pero el punto de giro más
importante se produce cuando ellas empiezan a narrar en primera persona,
coincidieron Diéguez y Hernández Hormilla al responder a una interrogante
formulada desde el público por Gemma García, responsable de los proyectos
de género en la Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo; acerca de cómo se ha visibilizado a “la mujer común, la que siempre ha
estado en segundo plano”.
Del escenario a la pantalla
Nación y género
son conceptos
construidos,
armados con
contribuciones
ilusorias y cierta
regulación histórica,
señaló la investigadora Zaida Capote.
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En una mirada sistematizadora al teatro cubano contemporáneo, el analista
Norge Espinosa lamentó, en primer lugar, que hoy las tablas tengan “escasa
influencia en la vida social del país”, dijo. “En el escenario se develan cosas
que no llegan a la platea, al debate social, no circulan”, reconoció.
Espinosa detalló que tanto el teatro como la danza se hicieron eco de una
voluntad “de sacudimiento” que caracterizó a las artes cubanas de la década
de los ochenta del pasado siglo, liderada desde la plástica.
“Así llegaron a los escenarios las propuestas de Danza Abierta, de Marianela
Boán, en 1988, o las revolucionadoras propuestas dramatúrgicas de Víctor
Varela con la obra La cuarta pared”, enumeró Espinosa.
Desde esas propuestas se discutía una nueva Cuba en la que “una juventud de
cuerpos desnudos rompía y reconstruía códigos desde un cuestionamiento a
la realidad cubana”, comentó.
El dramaturgo y asesor teatral destacó que tales propuestas renovadoras,
provocadoras, sobre todo desde el uso de los cuerpos, son apreciables igualmente en las puestas de Carlos Díaz con Teatro El Público y de Nelda Castillo,
con El ciervo encantado.

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