La dinámica del fútbol en México.

Transcripción

La dinámica del fútbol en México.
EL COLEGIO DE MICHOACÁN, A. C.
CENTRO DE ESTUDIOS ANTROPOLÓGICOS
La dinámica del fútbol en México.
La construcción de identidades colectivas en torno al Club de
Fútbol Pachuca en nuestros días.
Trabajo para optar al grado de
Maestro en Antropología Social
que presenta
Gabriel H. Angelotti Pasteur
Comité Evaluador:
Director: Dr. Andrew Roth Seneff
Lector: Dr. Marco Calderón Mólgora
Lector: Dr. Antonio Prieto Stambaugh
Zamora, Michoacán, 11 de Octubre del 2004
Agradecimientos
El presente estudio de grado forma parte de otro que se realizará para el trabajo de doctorado y cuyo proyecto
se complementará en el transcurso del 9° y 10° trimestre del actual programa de estudio de El Colegio de
Michoacán. Es por este motivo que en el siguiente escrito no se establecen conclusiones definitivas sino
provisorias. De modo que todas las críticas, correcciones y demás sugerencias observadas serán de gran
utilidad para cumplimentar los objetivos propuestos para el futuro.
El material etnográfico expuesto y analizado se obtuvo en dos temporadas de trabajo de campo que
en total sumaron 7 meses de estadía en la ciudad de Pachuca, Hidalgo. Mientras que la sistematización de la
información y el escrito final (el cual no debía superar las 90 cuartillas) se realizaron en un tiempo de dos
meses. Estas condiciones de trabajo se corresponden con las consignas del programa de doctorado del
Centro de Estudios Antropológicos de El Colegio de Michoacán.
La idea general que subyace en la presente investigación considera que la práctica del fútbol, la
organización de los clubes, la forma de juego e, incluso, la forma que la afición disfruta de los eventos, reflejan
dinámicas sociales y culturales propias de las sociedades de referencia. Esta apreciación encuentra
fundamentos en la propuesta de Norbert Elías (1987), quien sostiene que las actividades recreativas
constituyen lugares privilegiados de estudio debido a que dan cuenta de los hábitos de las sociedades,
permitiendo a los sujetos expresarse con un grado mayor de libertad que la acostumbrada en sus vidas
diarias.
En el siguiente escrito se analizará cómo logra el fútbol consagrarse en un verdadero integrador de
identidades colectivas: un medio, entre otros, a través del cual los sujetos se unen y se imaginan enlazados
bajo un mismo designio (barrial, regional o nacional), expresando este sentir mediante recursos simbólicos y
no simbólicos.
Esta investigación fue posible gracias a la beca-crédito otorgada por CONACYT.
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La dinámica del fútbol en México.
La construcción de identidades colectivas en torno al Club de Fútbol
Pachuca en nuestros días
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Ín d i c e
Introducción
Aspectos teóricos
Fútbol e identidad
Identidades colectivas
Los juegos y el deporte
Estrategia metodológica
Capítulo 1: De cómo el fútbol llegó a México
La minería una fuente de novedades
La minería en el Distrito de R.M. y Pachuca
México Independiente
Los cornish en Real del Monte y Pachuca
La empresa en manos mexicanas
Etapa norteamericana
Capítulo 2: Formación del primer club de fútbol en México
El Pachuca Athletic Club
Segunda Fundación del club Pachuca
El club en la actualidad
Logros deportivos
Los cambios administrativos
El Club de Fútbol Pachuca y sus relaciones con el gobierno
Sobre la relación entre el estado y el deporte organizado
Capítulo 3: El origen del fútbol, signo distintivo de los pachuqueños
La versión popular
La versión oficializada
Reacciones en torno a la confección de una estatua
El Reloj monumental, icono urbano de Pachuca
Expresiones colectivas en los encuentros de fútbol
Tipos de afición
“La Ultra Tuza”
Las porras
“El Frutas”
“Los Pérez”
Consideraciones finales
Bibliografía
Anexos: tablas y cuadros
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Introducción
El fútbol es el deporte más difundido en México, su práctica no reconoce fronteras económicas, religiosas o
étnicas. En modernos estadios o en la calle, es la actividad que despierta y moviliza mayores pasiones entre
los mexicanos. Su origen se remonta a fines del siglo XIX cuando el fútbol constituía una práctica exclusiva de
un grupo social integrado por inmigrantes británicos y personas de la elite criolla local. Por entonces, este
entretenimiento era cultivado en clubes sociales, instituciones que habían sido creadas para el esparcimiento y
recreación de estos grupos; sin embargo, en pocos años el fútbol lograría superar los límites sociales y
culturales impuestos para consagrarse como la actividad deportiva preferida por la mayoría de la población.
Fue recién en las primeras décadas del siglo XX cuando los clubes de fútbol comenzaron a transformarse en
instituciones inclusivas, pluridimensionales, en donde se desarrollarían diversas actividades deportivas,
culturales y económicas, para sumar a su primigenia condición de juego y deporte otras cualidades que lo han
convertido en un negocio, un espectáculo, un show, un producto de la mercadotecnia, un trabajo y uno de los
espacios preferidos por las multitudes para descargar (y cargar) tensiones. El desarrollo y la práctica del fútbol
beneficiaría a jugadores, técnicos, empresarios, vendedores informales, agencias de publicidad, cadenas
televisivas, periódicos, revistas especializadas, empresas de productos deportivos, periodistas y numerosos
agentes sociales. En la actualidad, el fútbol llegó a consagrarse como un deporte profesional, masivo,
normalizado, institucionalizado en forma de clubes-empresas, un mega-evento disfrutado por simpatizantes
reales y virtuales.
La distribución de los clubes en México no sigue un patrón definido; aunque en cada estado, al
menos, encontramos un club profesional o amateur registrado en la federación nacional. Esta condición
posiblemente haya estimulado a los fundadores de los clubes a adoptar como nombre oficial o seudónimo el
de la localidad de origen, tales como “Chiapas”, “Guadalajara”, “Monterrey”, “Morelia”, “Pachuca”, “Puebla”,
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“San Luis”, “Toluca”, “Veracruz”, situación que, se supone, facilitaría entre los simpatizantes manifestaciones
de pertenencia hacia el barrio, la ciudad o estado donde el club se encuentre.
Considerando estas particularidades, el argumento que subyace en el presente estudio entiende que
el fútbol en México ha obrado en el curso de su historia como un medio cultural permitiendo a los sujetos
imaginarse unidos a un mismo designio o proyecto histórico, propiciando la creación de narrativas, valores
nucleantes y rituales. Al mismo tiempo, que fortalece ideas de corte integracionistas que estimulan
sentimientos afines entre los habitantes de una ciudad, estado o del país.
En consonancia con estas peculiaridades, se buscará saber si en una localidad particular de México,
la ciudad de Pachuca, este deporte ha obrado como un integrador de identidades colectivas, generando entre
sus habitantes sentimientos de comunión hacia su lugar de origen.
Esta preocupación de estudiar un aspecto deportivo vinculado a su campo social, está directamente
relacionada con una pregunta de carácter personal la cual puede formularse en los siguientes términos: ¿Por
qué el fútbol es tan popular y apasiona tanto a las personas, sea que lo practiquen de manera ocasional en un
campo de juego o lo observen sentados en una butaca de un estadio? Como se sabe, numerosas son las
actividades deportivas practicadas en estos tiempos; sin embargo, es el fútbol y no otro deporte, el que genera
y despierta intensos sentimientos, excitación, fanatismo y pasiones encontradas entre las personas. El fútbol
es excepcional en haber logrado instituirse en uno de los pocos deportes (o quizá el único) que ha sorteado
cualquier tipo de barrera, generacional, de género, económica, política e, incluso, religiosa.
Un segundo elemento que estimula este estudio, se relaciona con el siguiente interrogante, en este
caso de corte académico: ¿Por qué las ciencias sociales en México han ignorado el abordaje de esta
temática? En la actualidad sólo los medios de comunicación masiva como la televisión, el radio, los periódicos
y las revistas especializadas son quienes se dedican a difundir información sobre esta temática.
Encontrándonos, con una amplia literatura abocada a tratar temas relacionados con los deportes, educación
física, biografías de personajes famosos y técnicas deportivas en general, la cual – a pesar de su esfuerzo- no
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logra establecer conexiones entre el fútbol y situaciones sociales, culturales económicas y políticas más
amplias. Pero este olvido no es propio del ámbito mexicano, es compartido por las ciencias sociales en el
mundo y la inexistencia de una línea de estudio centrada en los temas deportivos, tal vez, sea la mejor
muestra de ello. Aunque, en su verdadera dimensión, la omisión no es total, dado que en los últimos años el
número de investigaciones sobre esta temática ha crecido considerablemente. A continuación y con la
intención de presentar algunos de los exponentes más renombrados de la materia se realizará un breve
recorrido sobre este universo.
Antes que Norbert Elías y Eric Dunning (1996) publicaran la obra El deporte en el proceso de la
civilización (cuya primera edición en inglés se conoció en 1986), trabajo que produjo un impacto superlativo en
el campo de las ciencias sociales, numerosos sociólogos, antropólogos y estudiosos de las ciencias políticas
ya se habían abocado a profundizar en esta temática. Entre los autores más sobresaliente podemos
mencionar a Huizinga (1942) con su obra Homo Ludens, P.C. McIntosh (1963) con Sport in society, J.
Meynaud (1972) con El deporte y la política, Gherard Vinnai (1986) con El fútbol como ideología, Günther
Lüscher y Kurt Weis (1976) con Sociología del deporte y Jean-Marie Brohm (1982) con Sociología política del
deporte, entre otros textos de importancia. A su modo, y tomando distintos ejes de análisis, cada uno de estos
autores contribuyó a fortalecer la investigación de los deportes desde una perspectiva social.1
En América Latina los estudios sobre el fútbol corrieron de la mano con la desmesurada pasión que
este deporte despierta entre las aficiones locales. Uno de los autores que inició estos abordajes fue Roberto
Damatta, quien a finales de los años setenta publicó un trabajo prácticamente aislado, pero que,
posteriormente, tuvo enorme repercusión para los estudiosos de la región, el mismo se tituló “Esporte na
Sociedade: un ensaio sobre o futebol Brasileito”, en: Universo do futebol: Esporte e Sociedade Brasilera, 1982
La lista es absolutamente incompleta, para ello basta con observar la bibliografía que nos acerca Jean Meynaud (1972), para caer
en la cuenta que el estudio del deporte (y el juego) ha ocupado ha numerosos investigadores, tales como R. Caillois, J. Dumazedier,
entre otros.
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(Río De Janeiro, Pinakotheke). Allí, Damatta, discute la trillada tesis del fútbol como “opio de los pueblos”,
proponiendo en cambio, que el juego fuese visto como un “drama social”: un ritual a partir del cual se expresan
códigos, valores y actitudes que se relacionan con esferas más amplias de la sociedad (Oliven, 2001: 44).
En la medida que los investigadores entendieron que la importancia de la actividad excedía los
contornos de las canchas, iniciaron numerosos estudios con la finalidad de comprender mejor el significado
del fútbol en el ámbito social. Algunas propuestas buscaron analizar este deporte desde diversas perspectivas,
destacándose las siguientes: como una manifestación de nacionalidad, de masculinidad, de negociación de
códigos de honra, de fiesta, de arte, de espectáculo, de juego, de profesionalismo, como proyecto de ascenso
económico, y, por que no, como trampolín para políticos oportunistas (Ibid).
Rubén Oliven y Arlei Damo (2001) en Fútbol y cultura propusieron discutir los motivos por los cuales el
fútbol moviliza sentimientos tan profundos en las personas, sean simpatizantes, fanáticos o jugadores.
Reconociendo que la raíz de la identificación de los sujetos con su club puede comprenderse siempre que
consideramos que los equipos en juego “son mucho más que once jugadores”: son el barrio, la escuela, la
ciudad, el país donde pertenece el equipo en disputa, generando en cada enfrentamiento una batalla simulada
entre éstas colectividades.
En Argentina, por su parte, destacan los trabajos de Pablo Alabarces con su obra titulada Cuestión de
pelotas: fútbol, deporte, sociedad y cultura (1996), Fútbol y patria (2002), Futbológicas (2003) y Julio
Fydenberg con Deporte y sociedad (1996). Pero quien sin lugar a dudas merece un lugar sobresaliente en
esta lista es el antropólogo Eduardo Archetti, quien posee una extensa obra dedicada al estudio de las
interrelaciones del deporte y la sociedad. Entre sus títulos más conocidos podemos nombrar los siguientes:
Estilos y virtudes masculinas en El Gráfico: la creación del imaginario del fútbol argentino (1995),
Masculinities. Football, polo and the tango in Argentina (1997), y El potrero, la pista y el ring. Las patrias del
deporte argentino (2001).
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En el último trabajo citado, el autor explora la construcción de la nacionalidad a través de los deportes,
demostrando la importancia que éstos tuvieron en la modernización de la Argentina de principios de siglos XX
y cómo esta actividad hizo posible la incorporación del país a la órbita internacional de competiciones
favoreciendo la expansión de un espacio de tiempo libre nacional. Dicho estudio gira en torno a tres figuras
notables del deporte argentino, el quíntuple campeón del mundo de automóviles de Fórmula uno Juan Manuel
Fangio, el boxeador Carlos Monzón y el futbolista Diego Maradona.
En México, mientras tanto, la literatura deportiva versa sobre cuestiones anecdóticas, relatos de
jugadores, de periodistas y revistas de corte histórico. La producción de la editorial Clío es un buen ejemplo de
este último tipo, encontrándonos allí con numerosas historias de clubes de fútbol locales, como Toluca,
Pumas, Tigres, Atlante, la Selección Nacional y de los orígenes del fútbol en México.2 Entre los libros
biográficos existentes habría que mencionar el de Rafael Navarro Corona (1965) Recuerdos de un futbolista,
Carlos F. Ramírez, (1994) Horacio Casarín, un ídolo y su tiempo, Ángel Fernández (1994) La historia
Fascinante. Esto es fútbol, el juego del hombre, entre otros. Mientras que la producción académica, como se
anticipó, es limitada, restringiéndose sólo a unos pocos estudios producto de investigaciones realizadas en
distintas universidades mexicanas, tal como el caso de las obras de Claudia Palma Rubín de Celis, (1997),
titulado El mundo del fútbol, su impacto social, político y comercial; el de Fernando Huerta Rojas, (1999), El
juego del hombre. Deporte y masculinidad entre obreros; y, el ensayo de Andrés Fábregas Puig, (2001), Lo
sagrado del rebaño, el fútbol como integrador de identidades. Además, habría que señalar la existencia de una
serie de tesis de licenciatura y maestría realizadas en la Universidad Autónoma de México (UNAM),
preocupadas en el estudio del fenómeno deportivo en el marco social, como el trabajo de Francisco Javier
Ramírez Murillo (1986) Fútbol, capitalismo y masas, el de Evaristo Lara Angulo (1997) El fútbol soccer
Algunos de los títulos publicados por esta destacada casa editorial son los siguientes: Javier Bañuelos Renterías, 1998, Balón a
tierra, Clío, México; Carlos Calderón Cardoso, 1998, Por amor a la camiseta, Clío, México; Greco Sotelo, 1998, El oficio de las
canchas, Clío, México; Javier Bañuelos, et. al., 1998, Los años difíciles, Clío, México, entre otros.
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mexicano en la transformación del espectador en fanático a través de la televisión, el de Rubén Jesús Vergara
Ruiz (1997) El futbolista profesional frente al derecho laboral y el de Juan Carlos Solís Montes (1998) Fútbol,
deporte manipulador y creador de imágenes colectivas televisivas.
Palma Rubín de Celis (1997) en su trabajo busca definir el impacto social, político y comercial que la
práctica del fútbol genera en el escenario internacional. La autora indaga respecto los aspectos socializantes e
integradores del deporte, demostrando la importancia que esta actividad adquiere en la actualidad y cómo este
fenómeno social fue (y es) utilizado como mecanismo de control político, como un reflejo de las actividades
sociales y las políticas públicas de una nación. También, la autora aborda el estudio del fútbol como un ideal
de carácter internacional, considerando la trascendencia del papel que asume la Federación Internacional de
Fútbol Agremiado (FIFA) en su rol de ente supranacional con injerencias de orden económico y político en los
asuntos internos de sus países miembros. El segundo trabajo mencionado, el de Fernando Huerta Rojas
(1999), cuyo escenario etnográfico fue la industria automotriz Wolkswagen, se inscribe como un estudio
inaugural preocupado en la relación entre la condición masculina y el deporte en México. El autor afirma que el
deporte como institución social constituye un espacio donde se reproduce el modelo dominante genérico y en
el que se interiorizan los roles, la clase, la desigualdad social, el dominio y el poder de un género sobre otro y
de un grupo sobre otro. Huertas sostiene que el juego, como actividad lúdica, posee numerosos elementos de
carácter ritual, competitivo, simbólico; aunque, considerado como deporte, contiene otros elementos que
convierten a estos en un espacio en el que se reproducen las estructuras, los sistemas y las instituciones
sociales, la desigualdad social, cultural, política, económica y genérica.
Andrés Fábregas Puig (2001) en Lo sagrado del rebaño. El fútbol como integrador de identidades
propone descubrir aquellos ángulos desconocidos (o mal comprendidos) de la conducta humana en general y
del proceso cultural en concreto, ello con la finalidad de crear conocimiento acerca de uno de los mecanismos
de movilización social más eficaces de nuestra época: el fútbol. El epicentro de su análisis se concentra en el
club Guadalajara, conocido como “las Chivas”. Desde el ámbito de la antropología, Fábregas, trata de
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comprender el complejo mundo de interrelaciones sociales y simbólicas que integran el ámbito de esta
actividad con la finalidad de develar por qué el fútbol despierta tantas pasiones entre los habitantes de esta
región y del país en general, que en el caso estudiado llega al extremo de considerar al club Guadalajara
como un símbolo de lo nacional. El trabajo etnográfico fue la herramienta principal que empleó el autor,
asistiendo a los partidos del club para comprender y explicar las normas de comportamiento de las multitudes.
Las observaciones realizadas incluyen tanto lo ocurrido fuera del estadio, como lo acontecido dentro del
mismo (Ibid, 26-27). Para Fábregas, el fútbol es un tema abierto que se “corresponde con el devenir de la
sociedad de tal manera que justifica el ser objeto de análisis de las ciencias sociales” (Ibid: 94).
En general y siguiendo los fundamentos expuesto por Sergio Villena Fiengo (2003), observamos que
la premisa que subyace en los estudios antedichos ( y en gran parte de la producción realizada en América
Latina), es que el deporte en la práctica cotidiana cumple funciones sociales que desbordan su carácter lúdico
de “entretenimiento”, llegando a convertirse en un integrador social, un formador de barreras sociales, un
canal de movilidad social ascendente, un difusor de corrientes ideológicas hegemónicas, una industria del
entretenimiento, un promotor de la nacionalidad y de homogeneización cultural, y una arena pública. Pese a
este amplio espectro temático, en América latina prevalece como problema de estudio “el proceso de
formación de identidades socioculturales en el marco de los espectáculos futbolísticos”, tendencia que
podemos rastrear desde los trabajos inaugurales realizados por Roberto Damatta y Eduardo Archetti. Esta
situación, según sostiene Villena, de alguna manera responde a un posible sentimiento de pérdida de
identidad, derivado de las transformaciones que el proceso globalizador está provocando en el continente
americano. Si bien sería exagerado sugerir que en América Latina existe una tradición teórica al respecto,
podemos indicar que en la región existe una tendencia a considerar al fútbol como un ritual comunitario, un
drama social y/o una arena pública: un espacio comunicativo en el cual se entrecruzan múltiples discursos
verbales, gestuales e instrumentales (gráficos, sonoros, etc.), a través de los cuales los diversos actores
participantes en el drama se expresan (Villena, 2003: 21-28).
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Aspectos teóricos
El carácter periférico del estudio de las actividades recreativas ha sido justificado por numerosos autores. En
realidad es un tema recurrente que forma parte de todos los prólogos o introducciones de los estudios
analizados. Eric Dunning (1996), por ejemplo, sostiene que en el caso británico ello es posible porque se
encasilla a los deportes en el lado que todos juzgan negativo en el complejo de dicotomías convencionalmente
admitidas, como las que existen entre “trabajo” y “ocio”, “mente” y “cuerpo”, “seriedad” y “placer”, fenómenos
“económicos” y “no económicos”. Los deportes se han catalogados como actividades triviales, recreativas,
orientadas hacia el placer que emplean el cuerpo más que la mente y que no poseen valor económico. En
consecuencia, “carentes de interés sociológico”. Pese a ello, Eric Dunning admite que el ámbito deportivo
constituye un campo de considerable importancia social que requiere teorización e investigación sociológica
(Dunning, 1996: 14).
Norbert Elías, por su parte, considera que los eventos recreativos en general (y los deportes como el
fútbol entre ellos), constituyen lugares privilegiados para comprender los cambios acontecidos en la sociedad,
debido a que éstos son espacios imaginarios, especialmente creados, donde los individuos (y las
colectividades) pueden expresarse con un grado mayor de libertad, al desplegar sin miedo las tensiones que
fueron acumuladas en el transcurso de su rutina diaria o en el curso de sus vidas. Películas, bailes, obras
pictóricas, partidos de fútbol, todas estas y muchas otras actividades recreativas pertenecen a esta categoría.
Si preguntamos de qué manera las actividades recreativas suscitan sentimientos en nosotros o nos provocan
excitación, descubrimos que generalmente lo hacen creando tensiones. El peligro imaginario, el miedo y el
placer, la tristeza y la alegría miméticas son desencadenadas y, quizá, disipadas, por la puesta en escena de
los pasatiempos (Ibid: 57).
Pero lo destacable del argumento anterior, es que para Elías “los cambios manifiestos en la conducta
de los individuos están relacionados estrechamente con cambios concretos en la estructura de poder de la
sociedad en general” (Ibid: 38). Desde esta perspectiva podríamos suponer que si las actividades recreativas
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generan espacios donde las conductas individuales y colectivas tienen la posibilidad de fluir en libertad, es allí,
entonces, donde se podrían observar un conjunto de conductas novedosas, algunas de las cuales podrían
estar anticipando cambios significativos de la sociedad de la cual forman parte.
En su obra El Proceso de Civilización (1987) Elías ya daba señales de esta postura. En dicha obra
demuestra cómo la norma social de conducta y sentimiento de algunos círculos de las clases altas de Europa
comenzaron a cambiar a partir del siglo XVI en una dirección precisa y definida (Elias, 1987: 449). Por
entonces, la reglamentación de la conducta y de los sentimientos se volvió más estricta, más diferenciada y
abarcadora, pero también más equilibrada y moderada, ya que se eliminaron los autocastigos y la
autoindulgencia. Fue Erasmo de Roterdam quien dio nombre a este suceso, lo denominó civismo, término que
luego devino en otro, el de civilización, que fue empleado como sinónimo de buenas costumbres o
refinamiento. Investigaciones posteriores determinaron como probable el hecho de que los procesos de
formación de los Estados y en particular el sometimiento de las clases guerreras a un control más estricto y el
agrupamiento de los nobles en las cortes de los países del continente europeo, estuviesen relacionados de
algún modo con ese cambio en el código sentimental y de la conducta (Ibid: 33). En el mismo tono, en la obra
citada, El deporte y ocio en el proceso de la civilización (1996), Elías demuestra cómo la deportivización de
antiguas prácticas rituales fue paralela al proceso de parlamentización de la política de la Inglaterra del siglo
XVIII y, también, al aumento de la sensibilidad de la sociedad de la época. Dichos motivos estimularon la
adopción de los deportes ingleses en numerosos países del mundo, al ser ellos un ejemplo del esfuerzo
civilizador. En general, desde la perspectiva expuesta por Dunning y Elías, podríamos concluir que los
estudios sobre las actividades recreativas y los deportes en general, pueden servirnos para lograr una visión
más amplia del desarrollo y de las características de éstas actividades, pero, además, pueden contribuir de
manera significativa al conocimiento de los cambios acaecidos en los hábitos sociales de los pueblos y de las
sociedades que forman parte.
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Fútbol e identidad
La importancia que el fútbol adquiere generalmente se justifica por aquellos factores propios que la
particularizan y diferencian de otros deportes, y que se reducen a tres atributos esenciales: de ser un deporte
simple, fácil y barato. Es por estas causas que se supone se difundió con tanta facilidad y rapidez por el
mundo. Aunque a estas condiciones deberíamos sumarle otras como la cuota de aleatoriedad, suerte y
destino que marca su desarrollo. Pero el motivo de mayor trascendencia por el cual el fútbol moviliza
sentimientos tan profundos, al punto de que en ciertas ocasiones los hinchas apelan a la violencia en nombre
de su equipo, es porque los clubes representan los sentimientos colectivos de sus simpatizantes. Lo cual,
acontece tanto en el ámbito local como en el mundial, sea que juegue el equipo del barrio o la selección
Nacional (Oliven, 2001: 20-21).
Los clubes de fútbol son hoy día las instituciones que intervienen con mayor impacto en la formación
de la identidad. La pertenencia a un club determinado ubica a los sujetos en un territorio específico, los dota
de una insignia (la camiseta, los colores, el escudo), los diferencia, y, al mismo tiempo, fortalece los valores
propios. Esta situación queda en evidencia cuando las personas eligen un club, suceso que se produce a
temprana edad, sujeto a un proceso de socialización que involucra, preferentemente, a la familia y a los
amigos del barrio. Esta elección permite a los simpatizantes “redefinir la identidad social en un nivel más
amplio. Un nivel que es al mismo tiempo nacional y cívico, ya que va más allá de la casa y la familia. Un nivel
que tiene que ver con un universo hecho de individuos y de normas universales y que se realiza
concretamente en las calles, en el estadio, en pleno ámbito público” (Ibid). Es decir, que la adhesión como
simpatizante de un club, nos sumerge es una comunidad imaginada3, un colectivo de pertenencia que nos une
a otros, incluso, con aquellos que no conocemos.
En el sentido que plantea Benedict Anderson para su definición de nación, como una comunidad políticamente imaginada como
inherentemente limitada y soberana (Anderson,1997: 23).
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Identidades colectivas
El término identidad es multívoco, tiene diferentes acepciones y su significado cambia con relación al objeto
que se aplica. Las identidades son inevitables y concomitantes a la misma existencia del ser humano; sin
embargo, no se presentan como baldosas descomunales de las cuales el individuo nunca puede liberarse, ni
se asume como mandato divino. El hombre no se encuentra sujeto inevitablemente a ninguna identidad
específica, estas son cambiantes, y los sujetos tienen la capacidad relativa de discriminación, selección y
adscripción (Valenzuela, 2000: 17-18).
De manera general, según entiende Giménez, se atribuye identidad a cualquier unidad distinguible, sin
importar su naturaleza (una roca, un árbol, un individuo, etc.). Pero de modo específico, habría que considerar
que la identidad constituye la dimensión subjetiva de los actores sociales que en cuanto tales están situados
“entre el determinismo y la libertad”. Ello no debe confundirse con otros conceptos afines como la personalidad
o carácter social que suponen, por el contrario, el punto de vista objetivo del observador externo o del
investigador sobre un actor social determinado. La identidad nos habla de la imagen que las personas tienen
sobre sí, conformada por algunos rasgos culturales socialmente seleccionados, jerarquizados y codificados
para marcar simbólicamente sus fronteras en el proceso de su interacción con otros actores sociales. Y, en la
medida que la identidad social tiende a funcionar como una especie de super-ego idealizado, el actor social
podrá invocar como definitorios de su identidad rasgos culturales objetivamente inexistentes y hasta
tradiciones inventadas. Esta subjetividad reflexiva de la identidad no es solipsista, ya que supone, como
condición de emergencia, la intersubjetividad. En otras palabras, la identidad emerge y se afirma sólo en la
medida en que se confronta con otras identidades en el proceso de interacción social. De manera que esta no
constituye un atributo propio del sujeto, sino que tiene un carácter intersubjetivo y relacional (Giménez, 1996:
13-14).
La preocupación por el estudio de las identidades en las ciencias sociales es reciente, inicia
aproximadamente desde fines de 1960 en adelante. Aunque los elementos centrales de este concepto,
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podemos encontrarlos en la tradición socioantropológica desde los tiempos de los clásicos (Giménez, 2000:
45). En general, podemos distinguir tres concepciones en torno a su estudio las cuales se remiten a la manera
en que la estructura del mundo social opera sobre la identidad, estas corrientes son las siguientes:
1. La concepción de Parsons, según la cual la identidad es la capacidad de dar sentido a la acción y a
la propia existencia a partir de una estructura de códigos y de un sistema de significados que resulta de la
internalización de normas y valores institucionalizados en la sociedad a través del proceso de socialización. El
resultado sería una alta congruencia, cercano al conformismo, entre la identidad individual y los
requerimientos de la sociedad.
2. La concepción del interaccionismo simbólico, según la cual la identidad no viene definida por un
sistema estable de códigos culturales entendidos como modelos de comportamiento, sino enmarcada por
reglas de juego convencionales y muy generales, dependientes de las diferentes situaciones en el proceso de
interacción social. De donde se sigue que la identidad tiene un carácter procesual y no estructural; no es
única, sino múltiple; no es estable, sino móvil y sujeta a una constante negociación.
3. La concepción de la fenomenología social según la cual la identidad resulta de la internalización
(por vía del aprendizaje) de un mundo de la vida cotidiana, que es un mundo intersubjetivo constituido por un
conjunto de valores compartidos, de conocimientos evidentes, de esquemas de interpretación y de recetas
preconstituidas que orientan la acción. Se trata de una especie de mapa de significados que al ser
interiorizados impone al individuo una estructura psíquica y cognitiva definitoria de su identidad (Apud,
Giménez, 2000: 90-91).
En un sentido amplio, podemos advertir que la identidad presupone cierta reflexibidad por parte de los actores
sociales, esto es, la capacidad de las personas de desprenderse de la experiencia inmediata y de convertirse
en objeto para sí mismo, para preguntarse ¿Quién soy? O ¿Quién quiero ser? Situación que, invariablemente,
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posee un carácter intersubjetivo y relacional, siendo el resultado de un proceso social en el sentido de que
surge y se desarrolla en la interacción cotidiana con los demás (Apud, Giménez, 2000: 88-89).
Valenzuela (2000), Giménez (1996 y 2000), Villoro (1994) coinciden en afirmar que la distinción o
distinguibilidad constituye el rasgo más significativo de la identidad. Villoro sostiene que en un primer nivel de
análisis identificar quiere decir singularizar, es decir, distinguir algo como una unidad singular en el tiempo y en
el espacio. La identidad de un objeto estaría constituida por las notas que lo singularizan frente a los demás y
permanecen en él mientras sea el mismo objeto. Aplicado a entidades colectivas (etnias, nacionalidades),
identificar a un pueblo seria señalar ciertas notas duraderas que permiten reconocerlo frente a los demás, tal
como: territorio ocupado, composición demográfica, lengua, instituciones sociales y rasgos culturales. De
manera que establecer su unidad a través del tiempo remitiría a su memoria histórica y a la persistencia de
sus mitos fundadores. Son las dos operaciones que hacen un etnólogo o un historiador cuando quieren
identificar a un pueblo. La singularidad de un pueblo puede expresarse en un conjunto de enunciados
descriptivos de notas discernibles de él (Villoro,1994: 87). Estas notas duraderas o signos exteriores, por lo
tanto, pueden ser superficiales y accidentales (como la manera de hablar, las preferencias musicales o los
gustos culinarios), que permiten adjudicar una nacionalidad a quien da muestra de ellos. También pueden
tratarse de símbolos nacionales: la bandera, los iconos locales (patrióticos o religiosos), los héroes colectivos,
o expresiones culturales que se prolongan desde un pasado histórico. Puede destacar, por ejemplo,
expresiones del habla, gestos habituales, entonaciones poéticas, comportamientos mágicos o religiosos, cuya
presencia situaría una obra o actividad humana como perteneciente a una cultura específica. Otra vía,
buscaría encontrar como núcleo de la nacionalidad o etnia alguna nota esencial, permanente a través de todos
los cambios, por ejemplo, el apego a la tierra de los ancestros, la religión heredada, el destino manifiesto de
alguna gesta pasada; siendo la tradición depositaria de esas esencias nacionales (Ibid: 94-97).
Según Gilberto Giménez (2000) el concepto de identidades colectivas parece presentar cierta
dificultad que es producto de la famosa aporía sociológica que consiste en la tendencia a hispostasiar los
17
colectivos. De allí que algunos autores entiendan que este concepto sólo puede concebirse como atributo de
un sujeto individual (ej. Peter Berger). Sin embargo, si es posible concebir actores colectivos propiamente
dichos, tales como los grupos, cuasi grupos o colectividades, podremos hablar de identidades colectivas.
Estas no pueden considerarse como simples agregados de individuos, tampoco como entidades
abusivamente personificadas que trascienden a los individuos que los constituyen. Deben tratarse, en cambio,
como entidades relacionales que se presentan como totalidades diferentes de los individuos que las
componen y que cuanto tales obedecen a procesos y mecanismos específicos. Con excepción de los rasgos
propiamente psicológicos o de personalidad atribuibles al sujeto-persona, todos los elementos centrales de la
identidad, como la capacidad de distinguirse y ser distinguido de otros grupos, de definir los propios límites, de
generar símbolos y representaciones sociales específicos y distintivos, de configurar y reconfigurar el pasado
del grupo como una memoria colectiva compartida por sus miembros e incluso de reconocer ciertos atributos
como propios y característicos, también pueden aplicarse al sujeto-actor colectivo (Giménez, 2000: 59- 61).
Loredana Sciolla, reconoce que la identidad –sea ésta individual o colectiva- posee tres dimensiones
fundamentales:
1. Una dimensión locativa, por la que sitúa al sujeto en el interior de un campo o de un “mundo”
simbólico (que también puede tener un sustrato territorial) con límites o fronteras definidas;
2. Una dimensión selectiva, que permite al sujeto ordenar sus preferencias y escoger entre diferentes
alternativas o cursos de acción, y
3. Una dimensión integradora, en el sentido de que proporciona al sujeto un marco interpretativo que
permite ligar entre sí experiencias pasadas, presentes y futuras en la unidad de una biografía (Apud, Giménez,
1992, 89).
Para el presente estudio, dada la imposibilidad temporal y espacial para proseguir discutiendo y analizando
esta temática, y con la finalidad de cumplimentar los objetivos propuestos en la presenta etapa de la
18
investigación, se adoptará el siguiente concepto operativo, el cual entiende por identidad colectiva a todo
aquel conjunto de rasgos culturales –perceptibles o no-, que identifican y distinguen a un grupo determinado
de personas quienes comparten un territorio, una historia y una cultura específica.4
Los juegos y los deportes
Los estudios sobre el juego son numerosos, y evidentemente no se restringen al ámbito de las actividades
organizadas, por el contrario, contemplan diversas actividades, físicas e intelectuales, de habilidad y de
diversión. Algunos autores entienden que los juegos pertenecen a la órbita del folclore, ello en consideración
de que ciertos entretenimientos de los niños permanentemente se repiten de generación en generación. Si
bien los comportamientos manifiestos en estos escenarios pueden ser agresivos, astutos, violentos, el juego
siempre se entiende como una simulación: donde se puede dañar sin dañar y matar sin matar. De modo, que
bajo esta perspectiva, el juego emerge como una actividad que evoca lo irreal, lo espontáneo y lo
despreocupado (Parent, 1990: 17).
Para Gerhard Vinnai (1986) los juegos evocan la libertad humana, aspecto distante del trabajo
alienante. Kant, según sostiene el autor, admitía que la libertad de objetivos es uno de los criterios
fundamentales del juego; mientras que Spencer afirmaba que las actividades entendidas como juegos
coinciden con las estéticas en que ni unas ni otras contribuyen a procesos favorables para la vida. Estas
aportaciones presuponen que los juegos estarían alejados de la realidad (Vinnai, 1986: 22-24). En términos
generales, podemos definir a los juegos como aquellas actividades que se realizan con un fin en sí mismas. Y
si bien la práctica en sentido estricto desaparece en la vida adulta, algunos psicólogos afirman que existen
muchas maneras en que las personas mayores pueden jugar: desde el estudioso que instala una
Palafox sostiene que “la identidad puede ser entendida como un conjunto de productos culturales –tangibles o intangibles-, así
como representaciones públicas, que identifican, que hacen idénticos a un grupo determinado de individuos que comparten un
territorio, una historia y una cultura específica” (Palafox, 1993: 19).
4
19
computadora (juguete), hasta el agente de bolsa que se entretiene económicamente con sus adversarios. Es
decir que en un sentido más amplio, los juegos pertenecen a la vida real del hombre, niño o adulto.
Los deportes, por su parte, son actividades organizadas, reglamentadas según normas implícitas y
explícitas, y donde se establece una competencia para vencer a un oponente: la naturaleza, a otro hombre o
hasta el azar. Pero también constituyen ejercicios que acrecienta o conserva la soltura, la agilidad, la fuerza y
la belleza de las personas. Cualidades, al parecer, inalcanzables si no intervienen elementos intangibles como
la energía, la perseverancia, la decisión y la seguridad en sí mismo. Guttman5, quien se preocupó por
esclarecer esta temática, propone una clasificación que, sin ser excesivamente ambiciosa, posibilita
comprender la relación existente entre los juegos y deportes, es la siguiente:
Juego
Juego espontáneo
juegos no competitivos
Juego organizado
Juegos competitivos (concursos)
Concursos intelectuales
Concursos o competiciones físicas(deportes)
(Apud, García, 1990: 34)
Según observamos en el esquema anterior, los deportes se ubicarían dentro del grupo de los juegos
denominados “concursos o competiciones físicas”; situación que, en apariencia, resultaría incompleta al
limitarse sólo a estas dos cualidades, la lúdica y la agonal. Pero el autor, demás, se preocupa en describir las
características que diferencian a los deportes modernos de los juegos del pasado, y allí su propuesta se
5
En García 1990.
20
enriquece notablemente. Desde su perspectiva son siete las cualidades de los deportes modernos:
secularismo, igualdad de oportunidades para competir, especialización de roles, racionalización, organización
burocrática, cuantificación y la búsqueda del récord. El cuarto de estos enunciados, por ejemplo, la
racionalización, considera que es el acto y efecto de hacer las técnicas y organizaciones más adecuadas a
sus fines, más eficientes en su funcionamiento. Pues la racionalización en el deporte, en tanto que tendencia a
la utilización de métodos para mejora el rendimiento y las condiciones del acto deportivo, no es más que la
aplicación al campo del deporte de la general tendencia racionalizadora de la sociedad. Las normas y reglas
que en esta actividad imperan, según Guttman se distinguen de las que regulaban los juegos del pasado, no
tanto en el aspecto cuantitativo sino en su naturaleza. Las reglas de los deportes modernos están
racionalizadas, esto es, representan un medio para conseguir un fin, según la noción de Max Weber (Ibid: 3942).
Desde esta perspectiva Vinnai (1986), afirma que el fin de la empresa futbolística sería el de prestar
un servicio, vendiendo la exhibición de los futbolistas, en cuanto mercancías, a un público que las consume. Y
si bien algunos clubes se inscriben como sociedades anónimas (sin fines de lucro), en realidad, son empresas
comerciales, algunas de las cuales llegan a cotizar en la bolsa de valores en donde las acciones pertenecen y
están en la cartera de unos pocos grandes industriales (Vinnai, 1986: 60). Así entendido, el fútbol profesional
adquiere una imagen más compleja, ya no sólo como una actividad, lúdica o agonal, sino como un mega
evento global, atravesado por las lógicas productivas de la industria planetaria. Siendo una de las actividades
más representativas de la cultura mundial (Tarcyanie, 2000: 23).
Estrategia metodológica
El eje analítico que guió la incursión etnográfica consideró al fútbol mexicano como un objeto nacional,6 un
medio, entre otros, que permite a los sujetos imaginarse enlazados bajo un mismo designio, barrial, regional o
6
Un artefacto cultural, como la nación, según sostiene Anderson (1997: 21).
21
nacional: un verdadero catalizador de la identidad colectiva. Y, por ende, un espacio, entre otros, donde estas
colectividades logran expresar mediante recursos simbólicos y no simbólicos, sus diferencias y
particularidades.
El objetivo general que guía el estudio es describir y analizar aquellos elementos significativos
(tangibles e intangibles) que pueden obrar como integradores de una identidad colectiva para la gente del
lugar. Como objetivo secundario, se busca reconocer cómo los habitantes de la ciudad de Pachuca perciben la
actividad del club y, al mismo tiempo, conocer la importancia que esta institución adquiere en el marco general
del Estado de Hidalgo.
El fútbol institucionalizado, según se propone en este estudio, debe entenderse no como una isla (un
lugar donde las cosas son y se hacen de manera diferente al entorno), sino como un holograma, una porción
significativa y significante de un universo mayor del cual forma parte: en nuestro caso, la sociedad mexicana.
Dicha apreciación está en consonancia con la proposición que subyace en el estudio, la cual entiende al
fútbol como un medio cultural que refleja un campo de relaciones sociales, el cual cambia con las
transformaciones acontecidas en dicho campos sociales. En otras palabras, se establece que el fútbol
organizado es un medio cultural que cambia en relación con el campo social donde el club está inserto.
Se eligió la ciudad de Pachuca por ser allí donde se supone nació el fútbol en México. Además,
porque el club Pachuca o más conocido como los “tuzos”7, se ha constituido en una de las instituciones más
importantes de México, no sólo por los éxitos deportivos logrados (3 campeonatos en los últimos 5 años), sino
por haber realizado obras novedosas y vanguardistas para el medio local y nacional. También, porque esta
institución, la cual se supone un ejemplo de empresa privada que compite en el libre mercado, sostiene
relaciones y acuerdos con el gobierno local que nos transportan a un escenario novedoso.
El término “tuzo” hace referencia a un roedor que vive en galerías subterráneas en la región y con él se intenta evocar la actividad
minera del pasado. El mismo es empleado como seudónimo del club de fútbol, “los tuzos de Pachuca”.
7
22
Con la finalidad de profundizar en el presente fenómeno y de obtener información relevante para
cumplimentar los objetivos propuestos, se realizaron dos estadías en la ciudad de Pachuca que en total
demandaron siete meses de trabajo de campo etnográfico. Realizándose entrevistas a distintos protagonistas
como: simpatizantes del club, ex presidentes, ex jugadores, funcionarios públicos, empleados del club,
diputados del Estado, periodistas locales, académicos, habitantes de Pachuca y funcionarios públicos de la
ciudad de Pachuca y del Municipio de Real del Monte. Con el propósito de obtener material documental,
bibliográfico y hemerográfico relevante se consultaron diversos centros informativos como el Archivo de
Minería de Real del Monte y Pachuca, Archivo General del Estado de Hidalgo, Biblioteca de la Fundación
Cabañas, Biblioteca de la Universidad del Fútbol, Fototeca del INAH, Hemeroteca de la Universidad Autónoma
del Estado de Hidalgo, INEGI (Hidalgo) y Hemeroteca Nacional (en la ciudad de México). Los resultados de
estas incursiones fueron bastante desalentadores, pues la idea primigenia fue consultar fuentes primarias
(documentos) sobre el desarrollo histórico de la actividad futbolística en ésta localidad, pensando que, dada la
temporalidad de búsqueda (mediados del siglo XX), el material existente sería abundante. Sin embargo, en los
centros consultados no se encontró información primaria al respecto. En el actual club, por ejemplo, no poseen
documentos sobre la etapa inicial de la institución (el acta fundacional), ni material histórico relevante. En el
Archivo de Minería de Real del Monte y Pachuca, pese a la abundancia de documentos y al buen cuidado del
material, no existe un fondo abocado a las condiciones sociales y culturales de los trabajadores mineros del
siglo XIX y XX. Situación que, al parecer, no era del interés de los administradores de aquellos tiempos, de
allí, su falta de registro. Curiosamente esta situación se repitió en la actualidad: todo intento por superar la
frontera del registro cualitativo se vio entorpecido por la tramitología y la burocracia.8 De allí, la falta en el
En la última estadía en Pachuca intenté obtener una entrevista con las autoridades del club. Sin embargo, la espera superó el
tiempo de trabajo de campo y no se pudo realizar. La situación fue interesante, pues me permitió comprobar que en este tipo de
empresas privadas existe igual, o más, burocracia que en las instituciones del estado. Por ejemplo, para iniciar el trámite respectivo,
primero se debe acordar por vía telefónica (y sólo por este medio) una cita con la Secretaria del Presidente. La cual se proyecta para
un día cualquiera de la semana posterior a la llamada. Una vez con la empleada, y entregada las acreditaciones respectivas (una
copia de la carta de presentación y una copia reducida del proyecto de investigación) uno queda a la espera de una posible fecha de
8
23
presente estudio de información cuantitativa sobre ingresos económicos del club, número de asistentes a los
encuentros deportivos, y datos cuantitativos, sobre los acuerdos establecidos entre el gobierno del Estado de
Hidalgo y la Promotora del club de Fútbol Pachuca.
Por otra parte, la posibilidad de asistir a los encuentros deportivos protagonizados por el club de
Fútbol Pachuca, tanto aquellos en carácter de local como de visitante (en el estadio del club Cruz Azul, en la
ciudad de México y del club Necaxa, en la ciudad de Aguascalientes), fueron etnográficamente fructíferos
debido a que facilitaron el contacto con los simpatizantes locales y aportaron importantes conocimientos sobre
sus dinámicas, formas de organización, desarrollo en los juegos y formas de expresión.9 Además, de
permitirme realizar entrevistas con informantes claves: simpatizantes locales y jefes de porras y barras.
El presente estudio está integrado por tres capítulos. En el primero, se presentarán algunos elementos
contextuales: históricos, sociales, económicos y políticos, que se considera perfilan y dotan de sentido al
fenómeno en cuestión. Así, en un breve abordaje histórico conoceremos la importancia que la explotación
minera (especialmente la de plata) sostuvo en el transcurso del tiempo en Pachuca. En particular, durante
aquel periodo (de 1824 a 1848) en el cual fueron los británicos (en su mayoría ingleses de la región sureña de
Cornwall) quienes se encargaron de explotar estos recursos. En su travesía económica los británicos dotaron
a Real del Monte y Pachuca de numerosos implementos tecnológicos absolutamente novedosos, como las
primeras bombas de extracción de agua impulsadas a vapor, motores, luz artificial a baterías, malacates
mecánicos, molinos mecánicos y numerosas herramientas desconocidas y, por añadidura, de una nueva
cultura laboral. Pero en ese lapso de tiempo, además, trajeron consigo diversos elementos culturales, algunos
de los cuales llegarían a adquirir un valor simbólico trascendente, como el caso del fútbol. Cuando la minería
encuentro con las autoridades. Pero, en mi caso, el tiempo transcurrió y ésta nunca se realizó. En ese ínterin, en numerosas
ocasiones me comuniqué telefónicamente con la secretaria, la excusa expuesta por la cual la cita no se podía realizar, era que la
Presidenta de la institución “no había tenido tiempo para leer el proyecto”. Sin embargo, dicha respuesta me pareció sumamente
extraña. Pues, suponiendo esta situación, me había preocupado por entregar una versión reducida del proyecto, la cual no superaba
las ocho cuartillas.
9 A pesar que estos materiales y debido a los límites impuestos en la redacción (un trabajo que no superara las 90 cuartillas) no
pudieron ser integrado en el presente escrito.
24
comenzó a disminuir su producción a medidos de la década de 1980, se produjeron una serie de cambios
importantes en la entidad, tanto en lo económico como en lo social. Hoy día esta actividad está, casi, extinta. Y
el fútbol se transformó en “nueva fuente de novedades” para los lugareños.
En el segundo capítulo, se habla sobre la historia del club de fútbol Pachuca. Dando cuenta de las
permanentes discontinuidades institucionales en las que se encontró sumido el club, las cuales están
marcadas, entre otros aspectos, por cambios organizacionales y de denominación (nombre del club). De esta
trayectoria, sobresale el último cambio que se erige como el punto de ruptura con el pasado, este se produjo
en el año de 1995, cuando los actuales directivos aceptan el ofrecimiento del Gobierno del Estado de Hidalgo
para hacerse cargo de las actividades del club. Desde ese momento la institución experimentaría cambios
significativos, algunos de orden fáctico (nuevas instalaciones, remodelación del estadio, construcción de un
hotel cinco estrellas), otros de tipo operativo (el club se transforma den una empresa), y otros, de carácter
simbólico (se elabora una nueva historia del club). Pero esta nueva propuesta institucional suscitó una
importante discusión entre diversos actores de la entidad.
En el tercer capítulo se analiza cómo en torno a la historia del club de fútbol se han fusionado algunos
elementos identitarios aparentemente aislados, pero que en conjunto terminan por perfilar una historia
singular. En general podríamos concebir a ésta última creación como una verdadera “historia indocumentada”,
sin elementos objetivos (documentos, fuentes primarias y fechas precisas de los eventos declarados). La cual,
sin embargo, posee entre la afición ( y posiblemente entre muchos pachuqueños) una eficacia enorme. Por
último, en el presente capítulo se expondrán algunos testimonios etnográficos de cómo los simpatizantes del
club Pachuca externan su simpatía por el club.
Las consideraciones propuestas en el siguiente estudio no pretenden ser definitivas, las mismas están
sujetas a un análisis mayor que se espera cumplimentar en el proceso del trabajo de doctorado. El presente
estudio, dada su condición preliminar o “de trabajo en proceso”, posiblemente incurra en algunas faltas, las
25
cuales, de existir, se esperan subsanar y someter a un grado de crítica y análisis más riguroso, en especial,
mediante el aporte y la opinión de los protagonistas.
26
Capítulo 1
De cómo el fútbol llegó a México
El proceso de modernización acontecido a fines del siglo XIX en México no sólo implicó la introducción de
máquinas herramientas, la construcción de extensas redes ferroviarias, el ingreso de capitales extranjeros, la
instalación de fábricas, la formación de instituciones bancarias y la explotación a gran escala de los recursos
naturales mediante la transformación de los paisajes, sino que, además, trajo consigo novedosos hábitos
individuales y colectivos, formas laborales, maneras y prácticas cotidianas hasta ese momento desconocidas.
El fútbol fue una de ellas. Nunca antes dicha actividad había sido practicada en México; quienes propiciaron
este fenómeno fueron los inmigrantes británicos que habituados a jugarlo en su lejana Europa, comenzaron a
practicarlo públicamente en cualquier porción de terreno disponible. En poco tiempo, este novedoso deporte
contagió a los niños y jóvenes del país, especialmente de las clases altas mexicanas que lo ejercitaban en sus
escuelas, donde había sido incorporado a la currícula de estudio con la intención de estimular a los educandos
en los entretenimientos colectivos. El fútbol, como herramienta pedagógica constituyó el medio idóneo para
entrenar a las nuevas generaciones respecto los beneficios de las actividades asociativas propiciando
acciones organizadas en torno a objetivos comunes.
No se conocen documentos o fuentes primarias que atestigüen sobre el origen del fútbol en México.
En los archivos consultados, tanto en Pachuca, Real del Monte como en el Distrito Federal no se logró
encontrar este tipo de información. Lo que sí encontraron fueron testimonios periodísticos, fuentes
secundarias que develan pistas difusas sobre la materia. De acuerdo con las mismas, serían dos los lugares
probables donde esta actividad habría comenzado a ejercitarse. La primera posibilidad, relacionada con el
testimonio vertido por uno de los (denominados) “apóstoles del fútbol en México”, Mr. Blackmore, señala que
el fútbol comenzó a practicarse en la ciudad de México, en el Reforma Athletic Club, lugar que servía de solaz
para la comunidad británica residente esa ciudad (Revista Récord, 1942: s/n). La segunda pista nos conduce a
27
la región de Pachuca y Real del Monte, donde los británicos habían llegado desde principios del siglo XIX para
explotar las minas de plata de la región y, al parecer, fueron ellos quienes trajeron consigo una serie de
prácticas y costumbres propias, entre las que se incluye el ejercicio del fútbol.
Esta última versión, si bien adolece de los mismos problemas metodológicos que la anterior, es decir,
la falta de documentación que acredite su veracidad, ha contado con la gracia de cruzar el filtro de la historia y
llegar a nuestros días imponiéndose sobre cualquier otra narrativa. En los actuales medios de comunicación
masiva (como la televisión), gráficos y para los pocos autores que se han aventurado a escribir sobre este
deporte, no existen dudas respecto que “Pachuca, es la cuna del fútbol mexicano”. La permanente reiteración
de esta frase – que, por cierto, se ha convertido en el slogan comercial y mercadotécnico del club actual – ha
llegado a convencer hasta al detractor más escéptico. Sin embargo, para los objetivos del presente estudio lo
trascendente no se encuentra tanto en develar el origen del fútbol en México, tarea que se supone del interés
de los historiadores, sino en conocer que tipo de impacto provoca esta versión entre los pachuqueños. Pero
antes de avanzar en esta discusión, que se considera central,10 nos detendremos unos instantes en aquel
periodo de cuando el fútbol se inició en México. Para lo cual, realizaremos un recorrido por la historia de la
minería, debido a que esta actividad constituyó “el puente” que por siglos conectó a los pachuqueños con el
mundo y sus innovaciones. Si bien la minería hoy día es una actividad casi extinta, su importancia no ha
decaído, al menos, en términos cualitativos; aunque su carácter emblemático fue apropiado por una práctica
que, paradójicamente, surgió de sus profundidades: el fútbol.
La minería, una fuente de novedades
Desde que el Estado de Hidalgo fue erigido, esto en el año de 1869, su capital y centro administrativo ha sido
la ciudad de Pachuca. Hasta la actualidad, esta ciudad sobresale como el municipio más importante de la
entidad, no sólo porque allí se concentra la mayor cantidad de la población, siendo una de la pocas ciudades
10
Suceso que se abordará con detalle en el Capítulo 3 del presente estudio.
28
del estado que supera la barrera de los 100 mil habitantes, sino porque de los minerales contenidos en sus
cerros se propició una industria que, desde el pasado colonial, signó su destino: la minería.
Esta actividad productiva de carácter extractivo perfiló la vida social, económica, cultural y política de
la entidad. La historia de Hidalgo y, en especial, de Real del Monte y Pachuca, está escrita en torno a la
minería, a su auge y decadencia. Y si bien hoy día, principios del siglo XXI, la minería es una actividad casi
extinta, con una PEA muy baja con relación a otras actividades económicas, sigue ocupando para los
pachuqueños un lugar central, con mayor importancia cualitativa que cuantitativa (Gutiérrez, 1990: 22 ),
formando parte de sus cuentos, leyendas e historias cotidianas.11
La razón de tal preferencia –se supone- se debe a que desde principios del siglo XIX la minería
representó el motor que estimuló la economía local y, además, porque constituyó una fuente de novedades
para la gente del lugar que trajo consigo elementos desconocidos, extraños, de lejanos países. Los cuales,
inmediatamente, fueron incorporados en los hábitos diarios de vida, pasando a formar parte de la cultura
apropiada de los pachuqueños.12
La primera máquina de vapor llegó a Real del Monte en el año de 1825, cuando en casi todo México la
tracción seguía siendo a sangre (animal o humana). Luego, en las haciendas de beneficio se producirían
importantes descubrimientos, como nuevos métodos de extracción de plata, se idearían nuevas herramientas
(como el mundialmente conocido tambor de Pachuca) y, también, se realizarían ingeniosos experimentos
químicos que inmediatamente se difundirían a otras latitudes como el proceso de cianuración que aún está en
uso (Galindo, s/f: 35).
La minería, además, representó un puente por el cual llegaron importantes contingentes de
trabajadores, algunos foráneos, otros extranjeros. En éste último grupo se ubican los “ingleses” (en realidad
Para mayor información sobre los aspectos económicos de la entidad, en “Anexos” ver la tabla 1: datos estadísticos sobre el
Estado de Hidalgo y el Municipio de Pachuca.
12 Entendiendo cultura apropiada en los términos que propone Bonfil Batalla, es decir, en el uso y las decisiones que las
colectividades hacen sobre aquellos elementos culturales de procedencia externa (Batalla, 2002, 81).
11
29
británicos: ingleses, escoceses e irlandeses), quienes solos o con sus familias se aventuraron por estas tierras
trayendo consigo extrañas costumbres (gastronómicas, festivas, de vestir o educativas), una nueva religión (el
metodismo), una lengua extranjera (el inglés) y diversas prácticas colectivas, como las deportivas, entre las
que ocupa un lugar sobresaliente el fútbol.
En términos muy generales se distinguen seis periodos distintivos de la minería en la región, todos
ellos relacionados con la explotación de las antiguas propiedades que inicialmente pertenecieron al reconocido
Conde de Regla, y que luego fueron vendidas a distintas empresas privadas. El primero fue el periodo
colonial, este transcurrió desde el año de 1525 a 1810, y hasta entonces las tierras explotadas pertenecían a
ese importante personaje. El segundo, se conoce como la etapa “inglesa”, que abarcó desde 1824 a 1848,
cuando inversionistas británicos compraron al Conde todas sus propiedades y formaron la Compañía de los
Caballeros Aventureros en las Minas de Real del Monte y Pachuca. El tercero, fue desde 1848 a 1906, cuando
la empresa pasó a manos de inversionista mexicanos que formaron la Sociedad Aviadora de Minas de Real
del Monte y Pachuca, siendo uno de los momentos más exitosos de la historia de la compañía. El cuarto
periodo, se conoce como la etapa norteamericana, y transcurrió desde 1906 a 1947, donde los bienes fueron
adquiridos por la Smelting, Refining, and Mining Co, formando la Compañía de Real del Monte y Pachuca. El
quinto, se inició cuando la empresa fue adquirida por el Gobierno Federal, periodo, esto en 1947 y duró hasta
fines de 1980, cuando la empresa se privatizaría pasando a manos de las familias Autrey y Ancira (Ortega,
1997: 29).
La minería en el Distrito de Real del Monte y Pachuca
Según relata el cronista del Estado de Hidalgo, Juan Manuel Menes Llaguno (1993), para principios del siglo
XVI el pueblo de indios de Pachucan13 era una encomienda, cuya actividad económica principal era la
agricultura y la ganadería. Por entonces, este pueblo distaba unas doce leguas de México y su patrimonio
Que en nahuatl significa “lugar estrecho”, nombre indudablemente derivado de la ubicación de la localidad en una cañada que se
localiza entre los actuales cerros de San Cristóbal y Magdalena (Gutiérrez, 1990: 11).
13
30
edilicio ascendía a un total de 162 casas, en los cuales vivían 432 hombres casados (otomíes y nahuas), 137
solteros y 264 muchachos (Menes, 1993: 28).
Fue recién en el año de 1552 cuando se descubrieron las primeras minas de plata. Pero en 1555 se
produciría en el Distrito Minero un fenómeno tecnológico trascendente, el cual tuvo como escenario la
hacienda de la Purísima Concepción.14 Allí, el famoso minero español Bartolomé de Medina descubriría un
sistema de extracción de plata que suplantaría el viejo método de fundición empleado por los españoles. Este
nuevo método, dada su eficiencia, llegaría a perdurar en todo México hasta medidos del siglo XX. El mismo se
conocería bajo el nombre de “sistema de amalgamación o de patio” y en aquellos tiempos facilitó la obtención
de mayores cantidades de plata por volumen de tierra extraída y, por ende, de ganancias para quienes
ejercían esta industria (Galindo, s/f: 16). Fue entonces cuando las minas de Pachuca adquirieron notable fama
nacional y mundial, estimulando la explotación de numerosas minas a cielo abierto y propiciando el
asentamiento de numerosos mineros, quienes con sus familias llegaban para vivir cerca de las fuentes de
trabajo. Ya en el año de 1560 Pachuca contaba con una población de 2,200 personas (Ibid: 127).
Pero estas riquezas apenas duraría un par de siglos, para fines del XVIII15 cuando se quemó la mina
del Encino y la mayor parte de sus trabajadores murieron atrapados en ella, las minas del Distrito Minero
prácticamente quedaron abandonadas. Este fenómeno no se debía a la falta de mineral, que se suponía en
abundancia (principalmente en la prolífica veta Vizcaína), sino a la imposibilidad de drenar las cavidades
llenas de agua. La tecnología de entonces, malacates movidos por fuerzas animal y humana, no permitía
quitar el líquido y profundizar los tiros.16 A esta desgracia se sumarían otras, como la escasez de hierro, acero
Donde actualmente se encuentran las canchas de tenis del centro deportivo minero.
La historia sobre la minería en el Distrito de Real del Monte y Pachuca es rica y abundante, los siguientes textos constituyen una
buena aproximación para ampliar información sobre la materia: R. W. Randall, Real del Monte: una empresa minera británica en
México, 1977. F.C.E. México; A.C. Nicolás Soto Oliver, La minería, el Distrito Minero Pachuca- Real del Monte a través de la historia,
Gobierno del Estado de Hidalgo.
16 En el año de 1794 se instalaron 19 grandes malacates y en 1801 ya se contaba con 28 de éstos, los cuales requerían para su
movimiento 1,200 caballos y 400 hombres con un costo anual de 250 mil pesos, logrando mantener el agua a 100 metros abajo del
nivel del desagüe (Apud, Randall, 1977: 31-32).
14
15
31
y mercurio. En conjunto, estos factores ocasionaron que las minas se vinieran a menos, generando entre la
gente de la región una miseria tan profunda que ayuda alguna pudo paliar.
México independiente
Debido a las leyes de la Corona, hasta principios del siglo XIX los británicos estuvieron impedidos de
comerciar con las colonias de la Nueva España.17 Pero una vez derrotada España, las nacientes repúblicas
latinoamericanas buscaron afanosamente establecer acuerdos con los capitales internacionales, tanto para
componerse de la ruina económica en que los había sumergido los respectivos procesos independentistas,
como para ingresar al carro de la modernidad, principalmente mediante la adquisición de máquinas y un nuevo
estilo de vida. De manera que en 1810, cuando Inglaterra ya pudo comerciar libremente, las empresas
manufactureras y navieras británicas presionaron a su gobierno para que iniciara lazos comerciales más
estrechos con esa parte del Nuevo Mundo (Apud, Randall, 1977: 45).
Ya por entonces los círculos ilustrados de Europa central, estimulados por los relatos difundidos por el
varón Von Humboldt, en un escrito titulado Ensayo político sobre el Reino de la Nueva España, en parte,
conocían de las riquezas que aguardaban en esta parte del mundo. De modo que cuando se les ofreció la
oportunidad, rápidamente invirtieron y apoyaron a los empresarios europeos que deseaban probar suerte en
estos lugares. El primer paso que facilitó a los británicos entablar negocios en el continente fue
necesariamente diplomático, y consistió en reconocer oficialmente a las nacientes naciones independientes de
México, la Gran Colombia y la República Argentina; apoyo político que le abrió las puertas de gran parte de
América Latina. Entonces, cuando el Tercer conde de Regla, dueño de las minas de Real del Monte y
Pachuca, inició en Europa las gestiones para la renta de las mismas, la oferta tuvo entre los inversionistas
londinenses una acogida favorable (Apud, Randall, 1977: 46).18
Lo cual no llegaba a impedir el contrabando entre los colonos y las potencias extranjeras (Alatriste, 1999: 23-24).
El Conde Regla, Don Pedro Romero de Terreros, con cierta astucia hizo redactar un libro en el cual se describían todas las
instalaciones y las condiciones en que se encontraban las minas de Real del Monte e inmediatamente lo hizo circular en diversos
17
18
32
Diversos factores, interrelacionados, perfilaron este fenómeno económico singular, entre los que
desatacan los siguientes:
1) Como resultado de la Revolución Industrial iniciada en Inglaterra desde mediados del siglo XVIII, la
exportación de capitales resultó de vital importancia para el sistema productivo de la Gran Bretaña durante
todo el siglo XIX. Esta situación que estaba fundamentada en las grandes transformaciones que se habían
operado al interior de su economía, como la expansión de las comunicaciones y la introducción de
innovaciones tecnológicas, pronto cruzaron sus fronteras y aseguraron su predominio financiero mundial. La
cual, además, se vio favorecida por la crisis que atravesaban Francia y España producto de las guerras
napoleónicas (Parra, 1999: 28-29).
2) Por esos tiempos los promotores de las firmas británicas de minería y seguros habían fomentado
entre los inversionistas la idea de que podía ganarse mucho dinero en poco tiempo mediante la formación de
sociedades anónimas.
3) El incipiente gobierno mexicano tenía un especial interés en rehabilitar la minería de todo el país,
por lo cual otorgó un número de concesiones extraordinarias a los inversionistas privados. Con estas
negociaciones el gobierno esperaba compensar la balanza de capitales y, así, aminorar la fuga monetaria que
se había registrado durante el proceso de independencia (Randall, 1977: 41).
4) Los mineros británicos confiaban en las nuevas tecnologías. Consideraban a la máquina de vapor
como la herramienta de mayor ingenio de esos tiempos y con la que esperaban producir proezas mecánicas
nunca antes vistas, mediante su empleo suponían que se librarían de los problemas técnicos del pasado,
aquellos que habían paralizado la explotación de la plata de la zona. Y, por ultimo,
círculos europeos. El título de dicho trabajo era el siguiente: Manifiesto de la Riqueza de la Negociación de Minas Conocida por la
veta Vizcaína, Ubicada en el Real del Monte, Jurisdicción de Pachuca, de las grandes obras que en ella se hicieron, y del estado
actual en que se halla, para la compañía de accionistas que desea celebrar contrato para continuar su labor bajo las condiciones
que se expresan, su actual poseedor, el señor Don Pedro Romero de Terreros, México, Imprenta, 1820, por José Rodrigo De
Castelazo (Nieto Bracamontes, 1996: s/n).
33
5) Ciertas regiones de Gran Bretaña, como la zona minera de Cornwall, atravesaban una crisis laboral
profunda; situación que estimuló, principalmente, la migración de los hombres hacia centro de trabajo
ultramarinos, como las minas en Minnesota, Míchigan (en EEUU), Pachuca y Guanajuato (en México) (Young,
1992: 10-11).
Fue en este marco histórico cuando en 1824 un grupo de ingleses se animó a emprender una
empresa que se denominó “Compañía de Caballeros Aventureros de las Minas de Pachuca y Real del Monte”,
la cual se encargaría de explotar los minerales de la región. El contrato entre los accionistas y el representante
del Tercer Conde de Regla se firmó en el mes de marzo de 1824 en Londres y durante el tiempo que duraron
las negociaciones, en esta ciudad se editó un folleto titulado Prospectus of a Company for Working the Regla
Mines, in México, en el cual se invitaba a los inversionistas a comprar acciones de la empresa, al tiempo que
se informaba a la opinión pública europea de la rehabilitación de las famosas minas del Conde de Regla en
México (Randall, 1977: 41).
Cuando los primeros mineros cornish19 llegaron a Real del Monte con la finalidad de inspeccionar las
instalaciones ofertadas y culminar el contrato, creyeron estar en presencia de “una aldea saqueada por los
cosacos, o de algo todavía más desolado” (Apud, Randall, 1977: 59). Pero esta imagen no empañó su
entusiasmo, y luego de aprobar lo pactado en Europa, se asentaron en el lugar.
El episodio más dramático de la empresa se relacionaría con el traslado de las maquinarias desde
Londres a México. El viaje fue una verdadera travesía que duró 56 días y ocupó a cuatro barcos que cargaron
algo más de 1,500 toneladas de equipo, entre los cuales se contaban nueve máquinas de vapor, cinco para
bombeo, dos para molinos, ferretería de todo tipo y diversas herramientas. La parte más difícil del traslado
sobrevendría después, en el desembarco y transporte terrestre hasta el distrito de Real del Monte. La
gentilicio con el que se conoce a los habitantes de Cornwall, lugar de origen de la mayoría de los mineros que se asentaron en el
Distrito Minero de Real del Monte.
19
34
operación de descarga fue tan trágica, que antes de terminar de bajar todo el equipo a tierra, habían muerto
cerca de 20 británicos, al parecer, producto de la fiebre amarilla (Ibid: 68-70).
Ya con la maquinaria en el distrito minero la empresa británica inició urgentes operaciones: primero,
para desaguar las minas y luego, para rehabilitar las haciendas de beneficio. Para las tareas de desagüe se
emplearon máquinas de vapor, herramientas que aceleraron las labores. No obstante el panorama alentador
que imprimía al trabajo la nueva tecnología, esos trabajos sólo fueron para reacondicionar los tiros y túneles
llevando el nivel del agua a como se encontraba a principios del siglo XIX. Estas tareas preliminares
retardaron casi una década la explotación de las minas, de manera que fue en el año de 1834 cuando los
británicos por fin comenzaron a extraer metal del subsuelo pachuqueño (Bracamontes, 1996: s/p).
Los cornish en Real del Monte y Pachuca
Mientras se acondicionaban los túneles, tiros y socavones, Real del Monte continuaba recibiendo en forma
permanente a nuevos trabajadores británicos provenientes, principalmente, de Cornwall y de regiones
mineras de Norfolk y Birmingham.20 Existen evidencias de que algunos inmigrantes vivieron en pueblos
aledaños como Omitlán, Mineral del Chico y Huasca. Pero dado que en Real del Monte se encontraban las
mejores minas, al menos hasta fines del siglo XIX, allí se concentró la mayoría de ellos (Villalobos, 2004: 2728).
Los primeros inmigrantes británicos (administradores o principales dependientes de la empresa) se
asentaron en las propias instalaciones de la mina. El resto (barreteros, herreros, albañiles) vivieron en los
barrios mineros como los de Dolores, San Ramón, Acosta, La Palma, ubicados ellos en el pueblo de Real del
Monte (Villalobos, 2004: 32), conformando - como supone Alma Parra (1999)- “la única comunidad británica en
el contexto mexicano”, particularmente por su sentido de colectividad que trascendió la localidad donde se
establecieron (Parra, 1999: 35).
La migración cornish llegó a ser tan importante, que entre los habitantes de esa región de la península se forjó un dicho que
advertía los siguiente: At the bottom of every hole in the world, you would find a Cornish miner. En: Young,1992: 10-11.
20
35
En los primeros años de residencia los cornish se comportaron como un grupo hermético que
conservó intactas algunas de sus costumbres y tradiciones, y mantuvo una forma endogámica de matrimonio.
Pero con el transcurso de los años ellos establecieron estrechos vínculos con la gente del lugar,
relacionándose con los otros grupos presentes en la región (mestizos, nahuatl, otomíes y guanajua21), e
integrándose, en la medida de lo posible, cultural y socialmente a ellos (Licona, 1998: 52).
El matrimonio fue, quizá, la forma más acabada de contacto entre estos grupos étnicos. Entre 1869 a
1906 encontramos que en el Distrito minero se registraron un total de 125 matrimonios en los cuales estaban
involucrados ciudadanos británicos y, en especial, gente de Cornwall: 79 se realizaron entre cónyuges
británicos, 36 entre hombres británicos y mujeres mexicanas, ocho entre hombres mexicanos y mujeres
británicas, y sólo dos, de otras nacionalidades con británicos (Ibid: 151). Producto de estos enlaces, y de las
relaciones extra-matrimoniales sostenidas por los británicos, fue que en el Distrito Minero nacieron un total de
442 niños, de los cuales 123 eran hijos de padres mexicanos y británicos, fenómeno que da cuenta del
mestizaje producido (Ibid, 158). Esta fue una de las formas a través de la cual se afianzaron las relaciones
entre los británicos y los lugareños, facilitando la introducción en la región de algunas costumbres
anglosajonas, como aquellas relacionadas con la gastronomía (el paste), la religión (metodista) y el gusto por
los deportes (criquet, golf, tenis y fútbol) (Bracamontes, 1996: s/p). Pero, como debe suponerse, no todo fue
paz y armonía entre estos dos grupos étnicos, las relaciones entre los pachuqueños y los británicos
atravesaron momentos de enorme tensión, manteniendo disputas, vinculadas generalmente con aspectos
laborales (monto del sueldo recibido y la calidad del puesto de trabajo ocupado).22
Con este término se designaba a todos aquellos mineros provenientes de Guanajuato, por entonces, otra de las zonas mineras
importantes de México.
22Diferencia fundamentada en la política aplicada por los primeros administradores de la empresa minera, quienes preferían cubrir
las labores técnicas y de confianza con mineros procedentes de Inglaterra. Situación que debe entenderse injustificada, si se
considera que en México existía una tradición minera secular que había posibilitado la capacitación de numerosos trabajadores de
origen mexicano. Aunque la actitud de los administradores ingleses, descansaba en la superioridad de las máquinas de vapor frente
a las primitivas artes americanas, y en la creencia de la incapacidad de los mexicanos para aprender a operar esos complicados
mecanismos (Herrera: 1981: 6).
21
36
Una muestra de la percepción construida por los pachuqueños en torno a los británicos que vivían en
la región, podemos deducirla de aquella representación pictórica que, al parecer, existió en una pared de una
tienda de abarrotes ubicada en el “Barrio del Arbolito” (un sector típicamente minero), y que hoy pervive como
una leyenda de las épocas duras de la minería local. En dicho dibujo se representaba a una “india”
amamantando a un niño rubio (“inglés”), mientras que en el suelo, otro niño, pero con rasgos indígenas, dirigía
tristes miradas a su madre. Dicen que junto al dibujo había un verso que sentenciaba lo siguiente:
¡Tristes indias!
¿Hasta cuándo cesarán vuestros desvelos?,
vuestros hijos, en los suelos,
y los ingleses ... mamando (Bracamontes, 1996, s/p).
Analista e historiadores, pese a todo, reconocen que la actividad de los británicos revitalizó algunas áreas
económicas de la región. Aunque la aventura duró hasta el año de 1848 cuando, debido a las pérdidas
monetarias, desde Londres se envió la orden de liquidar la empresa (Menes, 1993: 71). Una cadena de
factores estimularía el retiro de los capitales británicos, pero el más preocupante y que aceleró la huida fue la
aparente falta de mineral de plata en las vetas explotadas. A ésta causa se sumaron otras, como la insistencia
en emplear en ciertos puestos sólo a trabajadores británicos,23 la exigencia de los inversionistas por obtener
ganancias inmediatas, los problemas laborales generados por los trabajadores británicos (quienes en el año
de 1841 realizaron una huelga), los robos de metal sufridos en todas las etapas del proceso de producción y,
entre otros factores, la deserción de mano de obra especializada que migraba a otros centros mineros.
La desconfianza y la segregación hacia los trabajadores mexicanos era extrema. Por ello fue que los administradores británicos
como norma no emplearon trabajadores “nativos” en los puestos de confianza. Incluso, las máquinas de vapor sólo fueron
manejadas por empleados británicos. Y en caso de surgir algún tipo de conflicto con los “mexicanos”, éste se solucionaba por medio
de la violencia y la intimidación, dado que los británicos contaban con el apoyo de las fuerzas militares proporcionadas por el
gobierno estatal o nacional. La opinión sobre los mexicanos era tan descabellada, que cuando el gobierno local intentó reclutar
hombres para formar una milicia civil en el distrito, el capitán de la empresa se opuso rotundamente, argumentando que poner
armas en las manos de estos mineros haría necesarias dos compañías de las mejores tropas regulares españolas para conservar la
paz en este lugar (Randall, 1977: 155).
23
37
La empresa en manos mexicanas
Así, a finales de ese mismo año un grupo de inversionistas mexicanos formó una sociedad que compró las
propiedades y absorbió las deudas de la compañía y a todo el personal británico que allí laboraba, tanto el
administrativo, como a los trabajadores de minas: maquinistas, barreteros y mineros en general. Esta nueva
empresa se conocería como “Compañía Mexicana de Real del Monte y Pachuca”.
En sus primeros tiempos la empresa pasó por muy azarosos momentos producidos por los constantes
asaltos a las conductas (carretas que transportaban las barras de plata a la ciudad de México) y la
inestabilidad política de esos años (levantamientos, asonadas, guerra de reforma, pronunciamiento y hasta la
intervención francesa y el efímero Imperio). Pero años después, y tras el descubrimiento de un importante filón
de metal, se iniciaría el mayor auge argentífero del que se tenga memoria y que inundó en prosperidad a sus
dueños (Bracamontes, 1996: s/n).24
La bonanza argentífera y el auge económico llegó a tal grado que se instituyó en el argumento más
sólidos para confirmar la erección del nuevo Estado de Hidalgo, acontecimiento que se consumó el 16 de
enero de 1869 (Ibid). Después que empezó la explotación de la veta de El Rosario en Pachuca, la Cia.
Aviadora de Minas logró convertirse en la empresa más importante productora de plata de México y una de las
más sobresalientes del mundo. La población de la ciudad, que hasta 1850 había decrecido a solamente 5 mil
habitantes, pasó a tener en 1895 un total de 40 mil habitantes.
Una vez asentado el régimen porfirista y su implacable “paz” y tranquilidad en los medios rurales y
urbanos, se hizo propicio el clima para que el ocio generara la práctica de varias diversiones, situación que
compartieron por igual tanto los ingleses como aquellos mexicanos que ocupan puestos jerárquicos en la
empresa. Uno de los primeros deportes que comenzó a ejercitarse por quienes laboraban en las compañías
Aunque las causas que justifican el éxito de la empresa (en poder de los mexicanos), no sólo se deben a este feliz
descubrimiento, sino, en especial, a la política aplicada por los nuevos directores, quienes contaban con la posibilidad de controlar
de muy cerca las acciones de la empresa; establecer convenios favorables con el gobierno nacional, como la aceptación de
presidiarios en carácter de trabajadores mineros, situación que aliviaba al estado de una importante carga económica.
24
38
fue el tenis, cuyo registro data del año de 1892, aunque paralelamente se introdujeron otras actividades, como
el fútbol y el golf (Bracamontes, 1996: s/n).25
Etapa norteamericana
En el año de 1906 la compañía fue comprada por accionistas norteamericanos del grupo Smelting, Refining,
and Mining Co, quienes formaron la Compañía de Real del Monte y Pachuca. Entre las transformaciones más
importantes realizadas durante este periodo, sobresale el cambio de toda la maquinaría movida a vapor (con
más de 80 años de antigüedad) por otra nueva impulsada por electricidad y la suplantación del viejo sistema
de beneficio o de patio (de 300 años de uso) por el de cianuración, método que permitió tratar un mayor
volumen de mineral y obtener mejores rendimientos de metal. También se construyeron nuevos túneles y
otras tareas mineras que imprimieron, inicialmente, cierto dinamismo a la actividad.
Años después, en la década de los veinte, la decadencia de la minería fue total. Este suceso fue
provocado por el impacto de la guerra en la economía mundial, que estimuló la baja en el precio de la plata a
nivel internacional. Por este motivo muchas empresas mineras cerraron sus puertas y despidieron a todos sus
trabajadores. El crecimiento poblacional registrado refleja la crisis de entonces, en 1921 habitaban en la
ciudad de Pachuca 41,725 personas, mientras que diez años después la cifra llegaría a 43,730; es decir, una
tasa de incremento del 0.05 %, de las más bajas de esos tiempos (Menes, 1993: 99-100).
Ante el creciente agotamiento de las minas y las leyes de sus minerales, en 1947 la compañía
norteamericana decidió vender la empresa al Gobierno Federal (Galindo, s/f: 38). Esta situación precipitó el
aniquilamiento de la industria doméstica y el estancamiento del comercio citadino, generando un alto
desempleo y fuertes corrientes de migración. El cual llegó a tal grado que entre 1940 y 1950 la tasa de
crecimiento se mantuvo por debajo del 1 por ciento anual. (Menes, 1993. 105-106) Y si bien la etapa de
crecimiento acelerado de la posguerra trajo un importante proceso de transformación de la sociedad
25
Este tema se ampliará en el Capítulo 2, donde se describirá el origen del primer club de fútbol en México.
39
mexicana, en Hidalgo este proceso se desarrolló de una manera muy desigual: coexistiendo a la vez sectores
de un crecimiento acelerado (el manufacturero, por la instalación de grandes empresas paraestatales), con
otros que mantuvieron formas arcaicas de organización del trabajo (especialmente la agricultura) (Gutiérrez,
1990: 10). Estos cambios afectaron de manera directa a la ciudad de Pachuca, en la cual llegó a vivir uno de
los hombres más ricos del mundo y de donde, según se supone, se extrajo cerca del 6 % de la plata que
circula en el mundo.26
En Las siguientes décadas se produjo un repunte económico basado en el mejoramiento de los
mercados argentíferos y al surgimiento de otras actividades no mineras, tales como el comercio, la burocracia
y los servicios (Menes, op. cit.: 105-106); siendo el sector manufacturero el más favorecido por la presencia de
empresas paraestatales asentadas en las zonas de Cd. Sahagún y Tula (Gutiérrez, op. cit. :11). En general,
los cambios ocurridos en Pachuca desde 1950 en adelante, se debieron a que la economía se logró
terciarizarse a expensas de la minería, generándose un polo industrial desarrollado, fundamentado en la
microindustria (menos de 10 trabajadores), el cual en el periodo entre 1970 y 1985, llegó a incrementarse en
un 421.42% (Ibid: 22).
En nuestros días, principios del siglo XXI, la ciudad de Pachuca lograría reacomodarse a la merma de
la producción minera estimulando otros rubros de la producción; aunque, el resto del estado no ha podido
superar esa coyuntura. Hidalgo constituye en la actualidad uno de los estados más pobres del país, llegando a
ocupar el quinto lugar entre los más necesitados y siendo superado en esta urgencia, sólo por los estados de
El Ing. Jesús Corrales González, sostiene que Guanajuato y el Distrito de Pachuca “han producido en conjunto más o menos el 11
% de la producción de este metal, extraído de las minas de todo el mundo, durante los últimos cinco siglos, el Distrito Minero
Pachuca-Real del Monte ha producido hasta el 31 de Diciembre de 1989, según recopilación hecha por el Ing. Isidoro Baca
González: 40,422 toneladas de plata, equivalente a 1,300 millones de onzas troy y 232.4 toneladas de oro, equivalente a 7.5
millones de onzas troy; el Distrito de Guanajuato hasta la misma fecha, 33,469 toneladas de plata, o sea 1,076 millones de onzas
troy y 166 toneladas de oro, o sea 5.3 millones de onzas troy” (Corrales González, 2003: s/p).
26
40
Chiapas, Oaxaca, Guerrero y Veracruz. En regiones como el valle de Mezquital y la Huasteca hidalguense,
por ejemplo, los indicadores de salud, educación y alimentación llegan a grados de extrema pobreza.27
En este marco, la práctica del fútbol ha logrado instituirse en la ciudad de Pachuca como la actividad
más importante de la actualidad, la de mayor peso y significado, suplantando el protagonismo que por siglos
ocupó la minería. Pero no por su peso económico (aunque moviliza diversos rubros de la economía local), sino
por el carácter simbólico que asume para los pachuqueños: logrando distinguirlos en el ámbito nacional y
“reconectarlos” con el resto del mundo. Para conocer las causas de este singular fenómeno, deberemos
analizar cómo se formo el actual club de fútbol, tema que se abordará en el próximo capítulo.
Otros indicadores demográficos se detallan en la Tabla 1. Para mayor información sobre la situación de pobreza en Hidalgo ver:
Laura Rodríguez, “Hidalgo, entre los últimos lugares de desarrollo humano”, en Milenio (2004), Irma Eugenia Gutiérrez,1990 (pp:1017) y Pablo Vargas 2003 (pp: 26-30).
27
41
Capítulo 2
Formación del primer club de fútbol en México
El régimen porfirista imprimió a la sociedad mexicana de fines del siglo XIX un dejo de modernidad que fue
intensamente disfrutado por la elite local, aunque los pobres continuaban igual que en los tiempos de la
colonia. En el ámbito tecnológico el ferrocarril facilitó el contacto hacia lugares remotos del país y el telégrafo,
instalado junto a sus rieles, permitió la comunicación a distancia entre las personas. Por esos tiempos el
capital extranjero había corrido hacía México porque se creía que ofrecería ganancias inmediatas a quienes
tuvieran audacia suficiente para invertir. Para los capitalistas europeos y norteamericanos México era una
tierra virgen que facilitaba el enriquecimiento, dado que contaba con una mano de obra barata, con un
gobierno desorganizado que apenas si cobraba impuestos y, prácticamente, sin una industria manufacturera
propia que entablara competencia (Rublúo, 1987: 69).
Día a día, bajo el designio de Porfirio Díaz el país parecía adquirir un toque de occidentalismo. Las
clases pudientes mexicanas creían en 1890 que ya se había alcanzado el éxito absoluto en todos los órdenes
de la vida social, principalmente en lo político y económico. Este contento no duró mucho, pues se desvaneció
con la depresión de 1905, hasta que finalmente desapareció con el estallido de la revolución de 1910
(Beezley, 1983: 266).
Pero más que en el ámbito de lo político y lo económico fue en el auge de los deportes y
entretenimientos en donde la sociedad manifestaba el mayor entusiasmo. Por vez primera, algunos mexicanos
(las elites) pudieron escoger claramente sus diversiones públicas y la influencia externa quedó notablemente
reflejada en el aumento de las actividades deportivas. Los extranjeros, en principio ajenos a las controversias
sociales y políticas internas, se hallaron muy cómodos en el país, demostrando “la seguridad que sentían en el
régimen del dictador”. Hacia 1890 la mayoría de las comunidades extranjeras ya habían establecido sus
propios clubes, casinos y centros de actividad social, deportiva y cultural. Los estadounidenses radicados en la
ciudad de México, por ejemplo, fundaron en Churubusco un Country Club que tenía campo de golf, cancha de
tenis, una sala para teatro, bailes y conciertos. También fundaron el Reforma Country Club que poseía
canchas de tenis, béisbol, cricket y espacio para deportes de pista, actividades en las que participaban
extranjeros y mexicanos por igual, y el Monterrey Gymnastic Club para quienes se interesaban en la cultura
física, boxeo, lucha, deporte de pista o béisbol. La elite mexicana no resistió mantenerse al margen de estos
cambios y rápidamente adoptó el estilo de las recreaciones de los norteamericanos e ingleses. El Lakeside
Sailing Club, cuyo grupo internacional de miembros incluía a los mexicanos, organizaba regatas en el lago de
Chalco y en Xochimilco, y, por lo menos una vez, viajaban a Veracruz para navegar en el club de yates de esa
ciudad (Ibid: 267-270).
La actitud mimética de cierto mexicanos llegó en este periodo a su máximo esplendor, permitiéndoles
“sentir que su valor es igual al del hombre europeo y formar dentro de sus ciudades un grupo de privilegiados
que se considera superior a todos aquellos mexicanos que viven fuera de la civilización” (Ramos, 1963: 72).
Las corridas de toros, que para algunos autores representaba una metáfora de la sociedad paternalista, casi
fueron prohibidas, dado que no coincidía con las pretensiones e intereses de la modernidad.1 Mucho menos
con los deseos de Porfirio Díaz, quien buscaba el reconocimiento diplomático y político de Estados Unidos y
Gran Bretaña, países que criticaban duramente el atraso de la sociedad mexicana y describían al país como
“una tierra de bandidos que tenía un gobierno inestable, que no pagaba sus deudas, y que además se
complacía en la crueldad de los animales” (Ibid: 276-280).
El Pachuca Athletic Club
Fue en dicho marco histórico que el fútbol comenzó a practicarse en México. Los testimonios orales recogidos
en Real del Monte confirman que los británicos que laboraban en la empresa minera lo practicaban con
“El Congreso Mexicano discutió un tiempo la posibilidad de prohibir las corridas de toros, ese espectáculo bárbaro y sanguinario
que, de acuerdo con los diputados, hacia descender el nivel moral del pueblo, malgastaba sus pesos y despertaba sus instintos
salvajes” (Vaughan, 1982: 52).
1
43
frecuencia. A finales del siglo XIX se organizó el Pachuca Athletic Club, integrado en su totalidad por
británicos. No existen testimonios escritos sobre la forma en que estaba organizada esta institución deportiva.
Tampoco se sabe si, a igual que otras asociaciones de la época, contaba con una comisión directiva, un
cuerpo técnico, un reglamento, acta constitutiva e incluso un grupo de socios. En este sentido, podemos
suponer, que más que un “club” (es decir, una sociedad deportiva), el Pachuca Athletic Club fue sólo un
“equipo” de fútbol, exclusivamente creado para ejercer esta práctica y sin pretensiones institucionales
mayores.
Hoy día perduran numerosos recuerdos de aquella época pretérita cuando los “ingleses” jugaban al
fútbol en las calles del pueblo:
“Mi papá que trabajaba en las minas me comentaba que en aquellos tiempos veía jugar a los
“ingleses” en la explanada de Dolores, en lo que hoy es el estacionamiento. Éstos pateaban al
´pobre balón´, y muchos de los antiguos decían ¿por qué lo patean? ¡Todavía no entendían lo
que hacían!. Pero les llamaba la atención en aquel tiempo sobre lo que era el fútbol”.2
En este periodo, simultáneamente se formaron en México y Veracruz numerosos conjuntos deportivos, todos
integrados por británicos. De tal modo que en pocos años dieron inicio en México las primeras competencias
futbolísticas. El primer torneo oficial de fútbol amateur se jugó en el año de 1902 y en el cual participaron las
siguientes escuadras: Reforma Athletic Club, British Club, Mexico Cricket Club, Orizaba Athletic Club y el
Pachuca Athletic Club.3 Luego seguirían otros torneos, a los que su sumarían nuevos equipos como el Puebla,
también integrado por los británicos que trabajaban en las industrias textiles que se habían asentado en esa
ciudad, y el Popo Pk´g Co, al parecer, procedente del Distrito Federal. Pero los problemas sociales que
atravesaba México por esos días y el inminente estallido de la revolución interrumpieron la práctica del fútbol.
Testimonio de Juan Moreno Sánchez, actualmente uno de los promotores de la construcción de la estatua al futbolista en el
Municipio de Real del Monte.
3 En la entrevista realizada a Mr. Blackmore, este afirma que fue el 16 de septiembre de 1902 cuando se jugó el primer partido oficial
de la liga, el cual se realizó en la ciudad de Pachuca. Por entonces “el gentío se escandalizaba de ver a aquellos jugadores con
calzones dándole patadas a un cuero inflado, pero se fueron acostumbrando e interesando por el deporte” (Récord, 1942: s/p).
2
44
En el último torneo realizado, ello entre los años de 1911 y 1912, sólo participaron cuatro equipos, lo cual es
una muestra del escaso interés que dicho deporte había despertado entre la gente de la época. El Pachuca
Athletic Club, a igual que el resto de los equipos de raíces británicas, desaparecería del escenario público;
tiempo después la práctica futbolística sería monopolizada por conjuntos de otras colectividades extranjeras,
como la española, alemana y francesa (Ver tabla 2). Las diferencias entre éstos últimos conjuntos y los de
raíces británicas eran notables. Mientras los equipos británicos fueron “exclusivos”, con una tendencia
segregacionista que impedía la participación de personas no británicas (y mucho menos mexicanos de las
clases medias y bajas); los equipos de las restantes comunidades fueron predominantemente “inclusivos”:
aceptando y propiciando la participación en sus escuadras de jugadores locales, sin importar su condición
socioeconómica. Y como ejemplo de este tipo bastaría señalar la política institucional asumida por equipos
como el “España”, “Asturias”, “México” y otros de la época. Así, se supone que fue cómo este deporte habría
comenzado expandirse hacia todos los sectores sociales.
La siguiente nota periodística, de autor anónimo, con cierto aire poético intenta recrear una escena de
la vida cotidiana que, podemos imaginar, pudo haber sido común entre los jóvenes de esos tiempos,
particularmente de aquellos que provenientes del “interior” se asentaban en alguna gran ciudad del país y se
iniciaban en la práctica del fútbol “llanero”.4
Apareció en el barrio con sus grandes ojos asombrado, los traía del norte, circundado de largas
pestañas como para mirar contra el sol; y traía en su voz también la ondulación de las montañas
abandonadas.
¿De donde eres?, le preguntaron. “Del norte...” ¿Sabes jugar al fútbol?. “No, sé andar a caballo”.
Y miró en derredor buscando campo. Sus ojos resbalaron por el pequeño baldío y rebotaron
contra las paredes. Continuando en su búsqueda se alzaron al cielo en demanda de espacio.
En México se denomina fútbol llanero al que se práctica en lugares no institucionalizados, en el llano (en las ciudades en las
calles). En Argentina, por ejemplo, esta modalidad se conoce como fútbol de “potrero”.
4
45
La rueda le hizo un sitio tibio, como plumón de chingolo. Era lindo oír al paisanito en sus relatos
nostálgicos con su voz musical que alargaba las últimas sílabas luego de rodar por las montañas,
se adormecieran en el valle:
–Yo me quiero ir - solía expresar al final. Aquí uno tropieza con todo. Va a correr y hay una pared,
va a jugar y no lo dejan, allá corría y corría, galopaba y galopaba.
Lo decía tan bien, que era como verlo galopar prendido sobre las crines, revoleando el talero, y
marchando rumbo a un sol de atardecer hasta hundirse en su hogar.
Fue jugando en el barrio. Primero en el arco, más tarde entreverándose adelante, perdiéndose en
la polvareda del área rival. Supo lo que era hand, foul, y hasta hacerla morir en el empeine y llegó
a protestar lo fallos.
¿Te avivaste? -le decían sus amigos. Ahora ya discutís, ¿siempre te quieres ir?
El paisanito sonrío tiernamente, pateó una matita de pasto y como avergonzado expresó: ¡Ahora,
me gusta el fútbol (Toros y Deportes, 1943 : 26).5
En estos tiempos (cuando el juego del fútbol contenía una carga lúdica sobresaliente, tanto para quienes lo
practicaban dentro del terreno de juego como para quienes lo disfrutaban fuera de él) la indumentaria de los
participantes era diferente al actual. Los jugadores, por ejemplo, vestían con casacas que no seguían un
patrón de diseño definido, pareciéndose más a ropa de uso cotidiano. Los porteros utilizaban pantalones de
tres cuartos, con bolsillos a los costados y con el clásico “jersey” de cuello alto. El resto de los compañeros
indistintamente utilizaban pantalones cortos o de tres cuartos, con bolsillos y cinturones. Las camisas eran de
manga larga, de un mismo color, pero que variaban de forma, algunas tenían cuello en “V”, botones o hilos.
Las piernas de estos jugadores se encontraban completamente vendadas con apenas alguna porción del
muslo al descubierto, lo que daba cuenta del carácter agresivo del juego. Como detalle distintivo, muchos de
los jugadores utilizaban gorras o boinas en sus cabezas. Los árbitros, que desde entonces eran tres (uno en el
Esta nota periodística de color que, como se anticipó, no reconoce autor, apareció publicada en una revista muy importante de la
época “Toros y deportes”. La atmósfera del relato nos traslada a una gran ciudad que, según la procedencia del periódico, debemos
suponer que es la ciudad de México. Sin embargo, por ciertos términos empleados en el relato (“¿Te avivaste?”, “Ahora discutís”),
podemos suponer que el relato proviene de Sudamérica (sea de Argentina o de Uruguay).
5
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centro y dos en las líneas), vestían con uniformes muy elegantes: los linesman llevaban pantalones de un
mismo color (blanco o negro) y con una casaca del mismo tono; mientras que el árbitro central vestía con
pantalón corto y un saco negro con rayas blancas, calcetines y zapatos. Los espectadores, elegantemente
vestidos con saco, corbata o moño e, incluso, con bastón y sombrero, preferentemente se ubicaban a unos
metros del terreno de juego, el cual no poseía vallas o alambrados de contención. Unos pocos contaban con el
privilegio de observar el desarrollo del mismo al amparo de los rayos del sol, al ubicarse en las gradas de
madera que estaban protegidas por grandes lonas de tela; el resto de los aficionados debía contentarse con
observar el encuentro de a pie. 6
Segunda Fundación del club Pachuca
Hasta el momento no se sabe a ciencia cierta que aconteció con el Pachuca Athletic Club en las primeras
décadas del Siglo XX. Existen datos de que en 1921 participó en el denominado “Torneo del Centenario”, el
cual se realizó en el Distrito Federal con motivo de los festejos realizados por el Aniversario de la
“consumación” de la Independencia de México.7 Luego de esta participación, debemos suponer que el equipo
quedó formalmente disuelto y fuera de las competencias oficiales de fútbol en México.
Ya para estos tiempos eran numerosas las prácticas deportivas que se ejercitaban en la región y éstas
se habían extendido a diversos sectores de la sociedad. No es de extrañar, entonces, que años después, en
Pachuca y Real del Monte, hayan sido los obreros de la empresa minera quienes solicitasen a las autoridades
apoyo económico para fomentar las actividades físicas entre los trabajadores y así combatir muchos de los
males que acosaban a los trabajadores, siendo el más importante el alcoholismo. La siguiente misiva, escrita
en el año de 1928 por el representante del Sindicato Industrial de Trabajadores Mineros del Estado de
Hidalgo, da cuenta de tal situación:
Esta descripción fue realizada según las fotografías del Archivo Cassassola, del INAH (Hidalgo) que cuenta con un acervo de 400
mil imágenes del ámbito deportivo.
7 Festejos que incluyeron numerosos eventos de carácter artístico y deportivo.
6
47
“Tomando en consideración el decaimiento espiritual que embarga a la clase trabajadora y
principalmente a los mineros, por falta de lugares de recreo, pues en la actualidad el noventa y
cinco por ciento de los mineros, el tiempo libre que le deja el desempeño de sus labores, lo ocupa
en su mayoría a la embriaguez y lo que es más en frecuentar constantemente las casas de
asignación, en perjuicio de su organismo, de la familia y hasta la sociedad entera; por lo tanto
estima necesario e indispensable que la juventud actual deba buscar la forma más eficaz para
evitar este mal, propugnamos la formación de clubes deportivos. (Documento 3)
Pero los trabajadores tuvieron que esperar hasta 1934 para que se fundase un “Centro Social y Deportivo”. La
existencia de esta institución resultaría trascendente, debido a que fue la única vez en la historia que el club
de fútbol se adhirió a los lineamientos del asociacionismo, en boga por aquellos tiempos. El centro social
estaba directamente ligado a la empresa minera de Real del Monte y Pachuca la cual solventaba los gastos
para la adquisición de materiales (balones de básquetbol, fútbol y béisbol, implementos para boxeo, entre
otros) y abonaba los sueldos del personal administrativo y deportivo contratado. Con la creación de esta
institución, el fútbol retornaría de nuevo a la ciudad de Pachuca, recuperando su propio nombre e identidad e,
incluso, siendo manejado por un ex jugador inglés, el mítico fundador del equipo, “el manco” Blamey. Aunque
el “Pachuca” de esos tiempos sólo participaba en torneos regionales, pero cuando lo hacía en campeonatos
estatales y nacionales, adoptaba el nombre de (club de fútbol del) “Estado de Hidalgo” (Calderón, 2001: 75).
Fue hasta 1950, con la creación de la 2° División de fútbol en México, cuando el club Pachuca
regresaría a las competencias nacionales. Desde entonces y hasta mediados de 1990, la trayectoria de la
institución se caracterizaría por la discontinuidad: marcada por vaivenes deportivos y organizativos, que por
años mantuvieron al equipo al margen de las competencias oficiales. En esta errática trayectoria el club en
numerosas ocasiones cambio el color de la vestimenta, el campo de juego, su escudo representativo, sus
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autoridades y, aun, de nombre.8 En la tabla 3 “Aspectos institucionales del club de Fútbol Pachuca”, se podrán
observar en detalle estas particularidades (ver anexos). En ella encontramos dos aspectos trascendentes. El
primero se relaciona con el cambio del nombre de la institución en el transcurso del tiempo, aunque todas las
denominaciones elegidas siempre conservaron la referencia toponímica al lugar de origen, es decir, a la
ciudad de Pachuca, habiendo adoptado los siguientes nombres: Pachuca Athletic Club, Club Deportivo Atlético
Pachuca, Garzas Blancas del Pachuca de U.A.H., Pachuca Fútbol Club, Club Pachuca y el actual Club de
Fútbol Pachuca. El segundo aspecto de importancia se vincula con el permanente interés que han demostrado
los distintos gobernadores del Estado de Hidalgo para hacerse cargo de los destinos del club de fútbol. Desde
1975 cuando se adquirió la franquicia y el equipó pasó a depender económica y administrativamente del
gobierno de Hidalgo, los gobernadores se instituyeron en los auténticos “dueños” del club, siendo los
encargados, entre otras funciones, de “elegir” a los respectivos presidentes del club. Esta función, que
evidentemente desborda el ámbito político de un jefe de gobierno, sigue los lineamientos que –tal como
sostiene Irma Eugenia Gutiérrez- forma parte del desarrollo cotidiano de la política hidalguense, donde “el
gobernador - primer ciudadano, primer priista - como primera figura política estatal es el encargado de
reproducir el sistema en las sociedades locales, pero aunque es el que prolonga la continuidad política central,
la aplicación de la misma estará intermediada por su estilo propio y por la relación que establezca con los
grupos de poder” (Gutiérrez, 1990: 29).
Quizás resulte llamativo el desmesurado interés que los gobernadores han mostrado por apoderarse
de la institución. Pero es de suponerse que en un estado que “desde siempre” fue gobernado por un mismo
partido político (PRI) - y cuyas elecciones históricamente fueron ganadas por mayoría (como en la Huasteca,
el Valle de Mezquital y en decenas de municipios del interior del estado, triunfos que entre los analistas
En el año de 1972, por ejemplo, ante los graves problemas económicos que atravesaba la institución, el equipo fue cedido de
manera gratuita a la Universidad Autónoma de Hidalgo, pero el rector de esta casa de estudios, en virtud de las enormes
erogaciones que implicaba esta empresa, rechazó la propuesta; situación que propició el 3° retiro en la historia del equipo de las
competencias oficiales.
8
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políticos locales están cargados de sospechas)- las autoridades se preocupen por controlar aquellos espacios
públicos predilectos de la mayoría.9 Luego, en 1978, la franquicia fue cedida a la Universidad Autónoma de
Hidalgo, pero poco tiempo después, en 1981, el estado recuperaría nuevamente esta propiedad.
El club en la actualidad
En el año de 1995, el entonces Gobernador del Estado de Hidalgo, el Sr. Murillo Karam, personalmente eligió
en calidad de Presidente del club Pachuca al empresario local Jesús Martínez Patiño. A partir de ese
momento la institución experimentaría una serie de cambios significativos, los cuales fueron acompañados por
importantes éxitos en el ámbito deportivo. El antiguo club Pachuca, definido por un ex Presidente como “un
club muy familiar”,10 fue transformado radicalmente, convirtiéndose en una gran empresa comercial, en un
negocio.11
Klauss Heinemann, un sociólogo especializado en el estudio de organizaciones deportivas, define esta
situación como el paso de una institución de orden “tradicional” (caracterizadas por el trabajo voluntario, el
reparto de los costes entre los miembros, la orientación no lucrativa y, además, de responder con lentitud a los
cambios de orden cuantitativo o cualitativos de la sociedad), a otra, orientada al mercado. Caracterizando a
esta última, no sólo por su política de estímulos, sus mecanismos de formalización y de supervisión sino,
además, por su “potencial de innovación”, debido a que este tipo de empresa tiene que existir en competencia
con otras instituciones. La fuerza de la innovación, la actualización de conocimientos, las nuevas tecnologías y
las constantes renovaciones de los productos son imprescindibles para cumplimentar sus objetivos
(Heinemann, 1998: 76-80).
Se profundizará sobre este caso particular en el siguiente apartado; sin embargo, huelga señalar que ésta problemática (el vínculo
entre la política y el fútbol) constituye un tema abierto a la investigación académica.
10 En el cual, según recordaba un ex presidente, “nosotros sacábamos dinero de nuestro bolsillo para solventar los gastos y todo lo
hacíamos por cariño al club y al deporte”. (entrevista con el Lic. Julio Hoyo Asiain)
11 Entrevista realizada a Lic. Julio Hoyo Asiain, ex Presidente del Club Pachuca.
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Logros deportivos
Los éxitos deportivos del club Pachuca en los últimos nueve años no sólo se limitaron al plano nacional, sino
al internacional. Cuando la nueva administración inició sus labores el club permanecía en la 2° división. Pero
esa misma temporada, 1995-96, y tras la adquisición de jugadores de renombre internacional, el “Pachuca”
realizaría una importante campaña consagrándose campeón y consiguiendo el tan ansiado ascenso a la 1°
División. Como debe suponerse, esta meta constituía uno de los mayores anhelos de los simpatizantes y de
los pachuqueños en general, acontecimiento que fue festejado con toda algarabía en la ciudad. Aunque la
alegría duraría muy poco, pues en la temporada siguiente, 1996-97, nuevamente el Pachuca descendería a la
2° División. Estos altibajos, comunes en la historia de la institución, se terminarían en la campaña 1997-98,
cuando se logra el ascenso a la 1° División de manera definitiva, permaneciendo en esta categoría hasta la
actualidad (ver tabla 3).
Para lograr comprender estos cambios de categorías en el ámbito futbolístico, a continuación se
reproduce el cronograma de competencias que modela al fútbol local. La premisa que impera en el mismo es
simple y común a torneos realizados en otras partes del mundo: para lograr el ascenso de una categoría
inferior a otra superior (en México de 1° A a 1°, en Argentina de 1° B a 1° A), el equipo debe ganar los torneos
realizados en su rama profesional (en la actualidad denominados “Clausura y Apertura”). Mientras que los
equipos que en el transcurso de los torneos realizados poseen el menor porcentaje de puntos acumulados, se
ve involucrado en la pérdida de su categoría, es decir, en el descenso. 12
Pero en México, ha diferencia de lo que ocurre otras ligas del mundo, la federación local permite que un club que deportivamente
ha perdido su categoría, por un medio no futbolístico (comprar el derecho de otro equipo, generalmente uno recién ascendido)
permanezca en la máxima categoría. Este tipo de transacción, sobre la que no se brindan detalles económicos (como en todo el
ámbito del fútbol mexicano), son oficiales y se realizan bajo un marco de legalidad. Este procedimiento, común y recurrente,
beneficia a las empresas dueñas de los clubes.
12
51
Cuadro 1. Torneos de la Federación Mexicana de Fútbol, Rama Profesional, año 2003.
Nombre del Torneo
Clausura/Apertura
Reservas
Clausura/ Apertura
División
Categoría de los
Origen Jugadores
jugadores
1° Div. Profesional
Profesional
Nacionales y extranjeros
2° Div. Profesional Profesional
Nacionales y extranjeros
(todos nacidos en 1984,
más 4 nacidos en 1982)
3° Div. Profesional Profesional (todos nacidos
Nacionales
en 1986, más 2 de 1987 y
1 de 1988)
La pérdida de categoría, lejos de lo que puede suponerse, generalmente fortalece a los clubes de fútbol frente
a su afición. Situación que ocurre por un fenómeno de masas hasta el momento no explicado, aunque
podemos suponer generado por el deseo los simpatizantes por recuperar la categoría perdida. Pero en el
fútbol profesional en México, tal como se adelantó, generalmente no se presenta este fenómeno dado que los
directivos (la mayoría de ellos empresarios de alguna rama industrial), recurren a la compra de una franquicia
de algún club con problemas financieros. En el caso del Pachuca nada de ello ocurrió. Por el contrario, en los
años siguientes, el club obtendría los logros deportivos más importantes de su historia, consagrándose
campeón en los Torneos “Invierno 1999”, “Invierno 2001”, “Apertura 2003”, y logrando el primer título
internacional, la Copa de Campeones de la Confederación Centroamericana de Fútbol (Concacaf) 2002.
Los cambios administrativos
De manera simultánea a los éxitos deportivos la institución fue cambiando su antigua fisonomía de “club
familiar” al de “empresa”, convirtiéndose en una de las organizaciones futbolísticas más vanguardistas del
país. Su perfil empresarial y su proyección hacia otros rubros económicos, quedan evidenciado en los
proyectos emprendidos en los últimos años.
La Universidad del Fútbol es la obra más excelsa de la actual administración. Esta institución
educativa, única en su género en toda América y una de las pocas del mundo, hasta principios de 2004
52
contaba con 500 estudiantes en cuatro carreras (Administración de Empresas, Psicología, Educación Física y
Comunicación Social) siendo el eje educativo de estas disciplinas la capacitación en los deportes.
Foto1: Vista de la Universidad del fútbol
A esta iniciativa se sumarían numerosos proyectos económicos como la construcción de una plaza comercial,
la “Tuzo Plaza” (donde operan diversas tiendas de servicio: “Tuzo-panadería”, “Tuzo-taco”, “Tuzomanía) y un
gimnasio de primer nivel, bautizado como “Gimnasio Azteca, Ricardo Salinas Pliego”, en honor al Presidente
de T.V. Azteca - empresa “hermana” que coincidentemente tiene tantos años como la nueva administración
del club Pachuca.13 Además, se realizarían tres Congresos Internacionales de Fútbol, con la asistencia de
importantes personalidades de este ámbito. Y, próximamente, se inaugurará un hotel cinco estrellas y un
centro de convenciones, el “Radisson-Pachuca-Tuzos”, ubicado en una importante zona de la ciudad.
13 Con exactitud, T.V. Azteca tiene solo un año más que el “nuevo” club Pachuca. En uno de los videos que se emitieron el día de la
inauguración del Gimnasio Azteca, sito en los terrenos de la Universidad del Fútbol, se establecía la siguiente analogía: con el
estribillo de una canción de Joan Manuel Serrat que dice “Todo pasa y todo queda. Pero lo nuestro es pasar. Pasará siendo camino.
Camino sobre el andar”, se emitieron imágenes del club. Luego, el comentarista decía: “Ha sido un largo camino. Juntos hemos
enfrentado retos. Juntos luchamos desde abajo. Juntos lloramos en los días difíciles. Juntos lloramos con gloria. Juntos crecimos
hasta ser grande. Juntos encontramos una tierra prometida. Juntos levantamos la primera copa. Y nuestras historias, nuestras
batallas, nuestros amigos, nuestras ilusiones han sido tan parecidas, que podríamos ser... uno mismo” (Viernes 30 de abril de 2004.
Universidad del Fútbol, Pachuca).
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Foto 2: Gimnasio Azteca- Ricardo Salinas Pliego, inaugurado en las instalaciones de la Universidad del Fútbol.
En el ámbito de las comunicaciones, la iniciativa institucional se ha preocupado en utilizar todos los medios
tecnológicos disponibles. En la actualidad el club Pachuca cuenta con dos páginas en Internet www.tuzos.com
y www.universidaddlfutbol.com; una revista informativa de publicación mensual, “Corresponsal Tuzo”; una
Carpeta de Prensa, que lleva 12 ediciones consecutivas; dos programas de televisión para la audiencia local,
“Aquí el fútbol” y “Cuna del Fútbol mexicano”; tres programas de radio, “Zona Tuza”, “A nivel de Cancha” y
“club Tuzo” y, recientemente, un programa televisivo de alcance internacional, “Tuzoccer, el mundo del
Pachuca”, emitido por la cadena Fox Sport para toda América, siendo el único equipo de todo México que
posee este tipo de cobertura informativa.
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Foto 3: Centro comercial Tuzo Plaza.
En el aspecto editorial, el club ha generado diversas publicaciones entre las sobresalen los libros Pachuca la
cuna del fútbol (2001) y Pachuca, la gloria de un Centenario (2003), ambos escritos por Carlos Calderón
Cardoso; las Memorias de los Congresos Internacionales, manuales de entrenamiento y una serie de videos
sobre la historia del club y sus logros deportivos.
En el ámbito de formación deportiva, además del primer equipo, hacia el cual están dirigidos todos los
esfuerzos institucionales, el club cuenta con una estructura formativa que cubre todos los niveles de desarrollo
de los jugadores, la cual inicia a la temprana edad de 4 años en la escuela de fútbol y culmina en las distintas
categorías de las Fuerzas Básicas. El esquema formativo del club es el siguiente:
Cuadro 2. Estructura formativa del club Pachuca, 2003
Nombre
Primer Equipo
Nacional Juvenil (Reserva)
2° División de ascenso
2° División
Fuerzas Básicas
4° División
5° División
Categoría
Profesionales
Amateur, 1984 y tres mayores
Amateur, hasta 1985 (4 con carnet)
Amateur, hasta 1985-86
Amateur, 1987
Amateur, 1988
Torneo
Clausura/ Apertura
Torneo Juvenil
Torneo Metropolitano
Torneo Metropolitano
Torneo Premier
Torneo Premier
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6° División
7° División
Centro de Formación
Escuela de Fútbol
Amateur, 1989
Amateur, 1990
Amateur, 1984 –1989
Amateur, De 6 a 15 años
Torneo Premier
Torneo Premier
Torneo Metropolitano
Además, y con la finalidad de reclutar nuevos jugadores, el club cuenta con una red de visoreo y con escuelas
de fútbol repartidas por todos el país y en el exterior. Para el año 2003 se contaba con 34 Centros de
Formación, 196 las filiales en México y 17 las ubicadas en el exterior (Carpeta de Prensa 2003). Pero en el
año 2004, 35 mil niños asistirían a las escuelas de fútbol de Pachuca; además, de poseer 236 filiales en el
país, 4 Centros de Formación, 3 escuelas en los E.E.U.U. y 11 en Centro América.14
El club de fútbol Pachuca y sus relaciones con el Gobierno de Hidalgo
Posiblemente exista algún secreto en la administración del club que haya permitido a este conjunto de
empresarios realizar transformaciones radicalmente exitosas en un periodo de tiempo tan corto. De existir
dicha fórmula, muchos empresarios mexicanos deberían preocuparse por emular lo realizado en el club de
Fútbol Pachuca. Los logros materiales obtenidos son tan visibles como la construcción, muy moderna, y
monumental de la Universidad del Fútbol e inobjetables, como los éxitos deportivos logrados en el marco del
terreno de juego.
Pero cuando contemplamos el entorno sociodemográfico del Estado de Hidalgo y comprobamos que
se trata de una de las entidades más pobres del país, resulta absolutamente enigmático saber por qué sus
gobernantes, a lo largo de los últimos años, se han empeñado en financiar este emprendimiento privado, el
cual aporta muy poco a la reducción de los índices de miseria y pobreza en la entidad. La respuesta, como es
de suponerse, es compleja y varía según la perspectiva del interlocutor.
14
Según información declarada por el Presidente del Club en la inauguración del Gimnasio Azteca- Salinas Pliego.
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Foto 4: Colonias ubicadas en los cerros en la ciudad de Pachuca
Para quienes pertenecen al gobierno, al partido oficial (PRI) o están involucrados con el club, la “misión” de
esta empresa privada es, según los lineamientos marcados por sus directivos: “Servir a la sociedad mexicana
poniendo al alcance del público un buen espectáculo y la formación integral de los futbolistas, asegurando, la
plena satisfacción de las necesidades de la población y de los integrantes del club como resultado de la
eficiencia del trabajo constante, actualización tecnológica y desarrollo de los colaboradores comprometidos
con el progreso de México”. Con la creencia adicional que el compromiso con la sociedad será, además, en
“darle sentido de pertenencia a los aficionados”.15 Ello, mediante la difusión de una práctica deportiva, el fútbol
(Carpeta de Prensa, 2003: s/n). Mientras que los logros administrativos, según afirmara el actual Director
Deportivo del club, fueron posibles porque “el club Pachuca es un claro ejemplo de lo que se puede lograr con
pasión, iniciativa y sobre todo mucha creatividad” (Marines, 2004: s/n).
Según da cuenta el Presidente del Club, cuando describe las “creencias, valores, misión, visión y objetivos”, del club (Carpeta de
Prensa, 2003: s/n).
15
57
Pero, para algunos actores políticos (principalmente del partido de la oposición, Partido de Acción
Nacional) y periodistas que laboran en los distintos medios gráficos de la entidad, el club se ha convertido en
un ingente negocio que beneficia a unos pocos empresarios y que, además, son apoyados con importantes
recursos del erario público.16 A modo de ilustración - y con cierto tono irónico - un político local expresó al
respecto: “esto es como ayudar a un hijo a emprender un negocio: le pagas la renta de un local en una zona
privilegiada, le compras toda la mercadería, te encargas del sueldo de sus empleados, lo libras de los
impuestos para que luego tu hijo sólo se dedique a vender sus productos. Al final del día él verá las ganancias
y se dirá con cierto aire de suficiencia: ¡este es un buen negocio!”.
Esta última perspectiva, que extrañamente es reconocida por los directivos del club,17 despertaría
polémicas entre los legisladores de la entidad. Fue por este motivo que el lunes 22 de marzo de 2004 el
Procurador del Estado de Hidalgo, Lic. Pedro Luis Monterrubio, en representación del Secretario de Finanzas
y Administración del Gobierno, debió comparecer ante los Diputados del Congreso local. La preocupación de
los legisladores de la oposición recayó sobre el usufructo y apropiación que la actual administración del club
realiza sobre diversos inmuebles que pertenecen al Estado. La lista de los bienes - aunque posiblemente
incompleta- incluye las instalaciones de un Poliforum, del Estadio “Hidalgo” (al cual se le pretende cambiar de
nombre, lo que ha despertado una gran oposición entre los simpatizantes) y de las instalaciones de la Unidad
Deportiva Municipal, lugar donde se alojan los jugadores de fuerzas básicas originarios de otras entidades
(espacio que, al parecer, debería ser destinado a los atletas locales). Además, las preocupaciones de los
En el semanario local Avanzando en Hidalgo, se han publicado una serie de artículos sobre este fenómeno. Los siguientes son
algunos de los títulos publicados: “Millonarias inversiones despiertan sospechas”, “¿Club de fútbol o negocio inmobiliario? “ y “Exige
castigo la prepotencia tuza”. (Sánchez Rodríguez, 2004).
17 Cuando la nueva administración recién llevaba tres años y medio de labor (1998), el actual Director Deportivo del Club, el sr.
Andrés Fassi, afirmaba: “La estructura (el club) creció a pasos agigantados por tres motivos fundamentales: en primer lugar
contamos con el extraordinario apoyo del Gobierno del Estado, a través del Gobernador Sr. Lic. Jesús Murillo Karam; en segundo
término, cuando la iniciativa privada se hizo cargo del equipo, ellos (la gente del gobierno) tenían el mismo convencimiento de lo
importante que es todo este trabajo, para el surgimiento de nuevos talentos y nos dan un apoyo ejemplar. Y en tercer lugar se ha
demostrado que con organización y planeación, aun sin contar, con el presupuesto ideal, se pueden hacer grandes logros”
(Corresponsal Tuzo, N° 16).
16
58
legisladores se extendieron al ámbito económico, en particular a los gastos ocasionados en el transcurso de
los espectáculos deportivos, los cuales son solventados por el gobierno del estado (agua, luz, personal
policial, paramédicos, entre otros). Con el agregado de que todos las ganancias de los eventos futbolísticos
realizados en el Estadio Hidalgo (venta de boletos, derechos de transmisión por T.V., por emisiones radiales,
por la venta de la publicidad estática y derechos que deben abonar las firmas que comercian en el transcurso
de los partidos de fútbol), van a parar a las arcas de la institución, sin que ello signifique un beneficio para el
Estado o para los pachuqueños en general.18 Pero estas acusaciones no fueron acompañadas por datos
adicionales (cifras, nombres, fechas) o documentos que certifiquen lo dicho. Suceso que es producto, según
sostienen los legisladores opositores, de “la poca transparencia existente en el Gobierno, que impide cualquier
investigación”. Sin embargo, la importancia de la comparecencia radicaría más que en el contenido de la
denuncia, en la posibilidad de llevarla a cabo en un foro de gobierno. Dado que ello permitiría informar a la
ciudadanía de una problemática que, en otras circunstancias políticas de la entidad y el país, hubiese sido
solucionada sin la intervención de otros actores políticos.19 Pese a este dejo de apertura, Hidalgo sigue siendo
uno de los pocos estados de México que no conoce la alternancia política, dado que el PRI gobierna desde
que todos los pachuqueños tienen memoria.
Por su parte, el Procurador del Estado en su alocución ante los congresistas afirmó que las
instalaciones cuestionadas, en particular el Estadio Hidalgo, siguen perteneciendo al gobierno de Hidalgo (es
decir, a todos los pachuqueños) y que este inmueble había sido cedido de manera gratuita y por tiempo
indefinido a la institución deportiva. Además, certificó (lo conocido por todos) de que el club (la promotora del
club de Fútbol Pachuca) en los últimos años se ha visto favorecido por una serie de donaciones de terrenos
para realizar diversos emprendimientos inmobiliarios: como la construcción de la Universidad, del centro
Y mucho menos para los contribuyentes del Estado y pachuqueños en general.
Aunque la noticia fue prácticamente ignorada por los periódicos locales, en especial, aquellos, como El Sol de Hidalgo, que
poseen una postura editorial a favor del partido oficial (PRI).
18
19
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comercial y del hotel internacional.20 Habría que señalar que las aportaciones brindadas por el funcionario
tampoco fueron documentadas, limitándose solo a “narrarle” a los legisladores algunos detalles no difundidos
de la negociación realizada entre el Estado de Hidalgo y la Promotora del club de Fútbol Pachuca. En general,
las críticas de la bancada opositora se centralizaron en un solo punto: en el carácter ilegal de la relación,
debido a que la figura de comodato,21 que al parecer vincula al Gobierno con el club, impide la acción de lucro
por parte del beneficiario.
Esta situación, en donde los bienes públicos son explotados como si fuesen privados, puede tomarse
como ejemplo de un tipo de conducta recurrente en todo México.22 Y si bien este suceso permanece
inconcluso, se espera sea aclarado en un futuro próximo cuando se realicen - si las autoridades lo permitenlas correspondientes auditorias a las partes involucradas.23
Sobre la relación entre el estado y el deporte organizado
¿Cómo definir la relación establecida entre el Estado de Hidalgo y el club Pachuca?
Heinemann (1998) en su Introducción a la economía del deporte reconoce dos modelos a través de
los cuales los estados intervienen en las organizaciones deportivas: a) el cooperativo, y b) el subsidiario. El
modelo cooperativo se instituye cuando los clubes deportivos reciben apoyo económico de parte del Estado al
desarrollar una función social que éste último no puede realizar. Así, los clubes ostentan un carácter casi
Aunque las condiciones impuestas para la realización de éstos emprendimientos no son tan exigentes como se supone. Por
ejemplo, la donación de los casi 13 mil metros cuadrados de terreno en la zona con mayor plusvalía de todo el estado, fueron
cedidos siempre que la empresa Tuzo Inmobiliaria (que suponemos vinculada a la Promotora del Club de Fútbol Pachuca)
“comience a operar en el primer trimestre de 2005 y cuente con un cajón de estacionamiento por cada 15 m2 de construcción”. Hoja
de prensa. Congreso del Estado de Hidalgo, lunes 22 de marzo de 2004.
21 En el artículo 2487 de la legislación del estado se establece que. “El comodato es un contrato por el cual uno de los contratantes
se obliga a conceder gratuitamente el uso de una cosa no fungible, y el otro contrae la obligación de restituirla individualmente.”
Código Civil del Estado de Hidalgo.
22 Actitud muy frecuente y que la gente considera con una dosis de pasividad. Tan común en aquellos comerciantes informales que
toman las calles y banquetas para implantar sus “negocios” (taquerías, puesto de antojitos, tortas y “falluca”); como en aquellos
“empresarios privatizadores”, que se apropian de las carreteras y luego de colocar una cabina de cobro, imponen un peaje a todos
los automovilistas.
23 Que posiblemente encuentre su punto álgido en enero de 2005, cuando se realicen las elecciones de gobernador en Hidalgo.
Situación muy interesante de ver, pues, por primera vez en la historia de la entidad, la oposición (PAN, PRD) tiene importantes
posibilidades de ganar los comicios. En caso de que esto suceda ¿Cómo quedarían las relaciones del club de fútbol y un gobierno
de oposición? ¿Seguirían los éxitos en su administración?
20
60
público y liberan al estado del cumplimiento de tales funciones, razón por la cual, ponen a disposición de los
clubes una garantía jurídica y dinero para el cumplimiento de las tareas. Con esta modalidad, el Estado
satisface el deseo de los ciudadanos de poder controlar mejor el empleo adecuado de los ingresos fiscales
(Heinemann, 1998: 88-89).
El modelo subsidiario, por su parte, surge en oposición a los grandes aparatos burocráticos que
desconocen las necesidades y los intereses de algunos ciudadanos. La subisidiariedad consiste en el apoyo
brindado por parte del Estado a unidades más pequeñas, como el club deportivo, que dada la proximidad y
conocimiento directo de los hechos, van a poder decidir mejor sobre sus intereses. Pero al prestar su apoyo, el
Estado debe evitar toda intervención que pueda perjudicar el libre desarrollo en los clubes y las federaciones
(Ibid: 89-90).
Ambos esquemas se excluyen mutuamente, en el primer caso, el Estado traspasa funciones públicas
a las organizaciones voluntarias y por esos las financia y controla; en el segundo caso, es la unidad pequeña
la que determina las funciones y evita que el Estado intervenga (Ibid). ¿Cuál de estos modelos se adecuaría a
la situación presentada por el club de Fútbol Pachuca? Quizás, el modelo cooperativo se acerque con mayor
suficiencia, en especial, por el apoyo económico que recibe del Estado. Si esto último es cierto, para definir el
carácter de la relación entre club y gobierno, deberíamos conocer dos elementos fundamentales: primero, el
tipo de influencia ejercida al interior de la institución deportiva y, segundo, saber si el club cumple con una
función social de importancia.
Respecto al primero de estos elementos, y para el caso que nos ocupa, podemos prever un posible
escenario si consideramos la importancia que la figura del gobernador del Estado de Hidalgo asume en las
numerosas actividades públicas y privadas desarrolladas en y por el club: participando en calidad de invitado
de honor a todos los eventos deportivos y no deportivos (inauguración de nuevas canchas, de gimnasios,
celebraciones del Centenario del club, de los festejos del día del niño o de la entrega de reconocimientos a los
alumnos en la Universidad del Fútbol) y ocupando un lugar destacado y visible en los mismos: mediante un
61
palco de honor en el propio Estadio Hidalgo (señalado por la afición como “el palco del gobernador”),
apareciendo en la portada y al interior de todas las revistas y publicaciones editadas por el club, prologando
los libros editados, cortando los listones de inauguración de todas las obras emprendidas (la Universidad del
fútbol, la Tuzo Plaza, el Tuzo Taco, la remodelación del Estadio Hidalgo, los inicios de obra del Hotel
Radisson-Pachuca-Tuzos, y todas las piedras inaugurales correspondientes) e, incluso, teniendo la facultad de
emplear la Universidad del Fútbol como un lugar de paseo predilecto para políticos y gente de negocio que
visitan oficialmente la entidad.
A esta presencia, que se entiende intensa y permanente, habría que añadirle un elemento adicional: el
actual Gobernador del Estado de Hidalgo sobresale como uno de los postulantes a competir por la candidatura
del PRI para los comicios presidenciales del año 2006. Realizando desde fines del año 2003 una importante
campaña de promoción en los medios de comunicación de alcance nacional, campaña que suscitó la crítica de
los políticos locales de oposición, por suponer que la misma había sido financiada con dinero proveniente del
gobierno del estado. Sin embargo, posteriormente, en una rueda de prensa realizada en la mismísima
Universidad del Fútbol del club Pachuca, se aclaró que no era así, sino que los gastos de la promoción habían
sido financiados por una organización particular recientemente formada, denominada “Pro MAN” (Pro Miguel
Ángel Núñez). Esta agrupación estaba integrada por un conjunto de empresarios de las distintas ramas
productivas del Estado de Hidalgo, quienes, convencidos por los avances sociales, económicos y políticos
logrados en los últimos años, brindarían su apoyo en “las legítimas aspiraciones de un ciudadano íntegro a la
presidencia de México”. Como en el grupo “Pro MAN” participa activamente el Sr. Jesús Martínez Patiño,
actual presidente del club de Fútbol Pachuca, algunos analistas señalan que de esta manera se terminaría por
confirmar el vínculo establecido entre las autoridades del estado y el club de fútbol, relación que superaría el
62
campo estrictamente deportivo para inscribirse en uno nuevo, el político: cerrando un círculo entre “estado y
club de fútbol” que, como es de suponerse, generaría suspicacia entre los actores políticos de la entidad.24
El segundo elemento señalado, saber si el club cumple una función social de importancia, induce a
realizar una pregunta de mayor alcance: ¿Constituyen los “espectáculos deportivos” actividades sociales tan
esenciales entre los ciudadanos para que sus gobiernos empleen importantes recursos económicos que bien
podrían ser utilizados en otros rubros de la vida social como la educación y la salud?
Si respondemos de manera afirmativa, estaríamos admitimos que la finalidad de los gobiernos y los
gobernantes sería la de divertir a la gente con objetivos diversos. Pero esta posibilidad, cuya prehistoria podría
encontrarse en la vieja fórmula romana de “pan y circo”, se antoja poco convincente para el caso; además que
reduciría nuestro campo de estudio, impidiendo observar otros aspectos que perfilan el suceso. Oliven (2001)
quien se ha preocupado por develar los límites de este mecanismo, dice que “esta perspectiva (la del pan y
circo) empobrece el entendimiento del fútbol como fenómeno cultural. Pues tiende a no ver lo que este deporte
posee de específico y cómo moviliza a las masas. Ignora, igualmente, que ningún régimen político consigue
mantenerse solamente a costa del fútbol” (Oliven, 2001: 26). Por estos motivos quizá sea difícil definir la
relación establecida, más aún, si consideramos que este tipo de análisis estaría lejos de los objetivos
propuestos en el presente estudio. Pero si nos preocupásemos por buscarle un nombre al fenómeno -una
especie de fórmula operativa que nos permita generar una impronta del suceso- tal vez podríamos entrever
que la relación entre el Gobierno de Hidalgo y el club Pachuca posee todos los ingredientes de una relación de
tipo “corporativo”, una relación de afinidad y dependencia. Definiendo corporativo, como “la relación formal
entre grupos e instituciones determinadas y el gobierno o estado, integradas a sectores políticos o
dependencias públicas de éstos, mediante lazos de lealtad y reciprocidad (Apud, Vargas, 1997: 164).
Para mayor información ver: “Apoyan aspiraciones de Manuel Ángel Nuñez”, en: Sol de Hidalgo, 27 de febrero de 2004, Año 54,
N° 19791 (p:4); y “http://www.el-universal.com.mx/pls/impreso/web_columnas.detalle?var=36858.
24
63
Por el contrario, si respondemos de manera negativa, es decir, si consideramos que un espectáculo
deportivo no llega al grado de constituirse en una necesidad urgente para la gente del lugar: ¿Dónde reside la
importancia social del club Pachuca? Si tenemos en cuenta algunos de los aspectos ya señalados, habría que
subrayar que en los últimos años, el club de fútbol Pachuca ha logrado asumir un papel similar al que poseía
la minería en el pasado: instituyéndose, en la “nueva fuente de novedades” por medio de la cual los
pachuqueños vuelven a estar “conectados al mundo”. Este acercamiento se genera por diversos medios, entre
ellos, por la emisión por televisión de los encuentros deportivos realizados en el Estadio Hidalgo y la
realización de Congresos Internacionales. El hecho de que cada quince días se proyecte en la televisión de
aire los partidos jugados en esta ciudad, ha facilitado la conexión y la difusión de Pachuca al plano nacional.
Mientras que la realización de Congresos Internacionales (hasta el momento son tres) permite que a la
institución lleguen figuras y personalidades del ámbito futbolístico mundial tales como Edson Arantes Do
Nacimiento “Pelé” (Brasil), Joseph Blatter (Presidente de la F.I.F.A.), Luis Felipe Scolari (técnico Campeón del
Mundo 2000, Brasil), Carlos Salvador Bilardo (técnico Campeón del Mundial del 1986, Argentina), Arrigo Sachi
(técnico Subcampeón del Mundial 1994, Italia), Patxi Izco (Presidente del club Osasuna, España.), Johan Cryff
(Holanda), Xavier Azcargorta (técnico, España), y numerosos técnicos y jugadores de talla nacional. Además,
posibilita la difusión de la institución educativa, el club Pachuca y la entidad. De allí, posiblemente, que la
figura del gobernador del Estado de Hidalgo ocupe un lugar destacado en los encuentros señalados.
Lográndose cumplir aquella sentencia expresada por un aficionado sobre el fútbol nacional: “En México, tener
un club en primera división viste, promociona al estado, es por eso que los gobiernos brinden tanto apoyo a
los clubes”. Por ello, quizá, que en Pachuca no se cuestione la postura del gobierno de financiar esta iniciativa
privada, cuando en la entidad existen situaciones muchísimo más urgentes que solucionar. Pero esa cualidad
de “conector” no es el único elemento en juego, en el próximo capítulo se expondrán otros rasgos que se
consideran estructuran esta preferencia.
64
Capítulo 3
El origen del fútbol, signo distintivo de los pachuqueños
Como se adelantó en los capítulos iniciales, no existen documentos ni fuentes primarias que certifiquen el
verdadero origen del fútbol en México. También como se dijo, a pesar de esta ausencia documental se
designa a Pachuca como el sitio donde se encuentra “la cuna del fútbol en México”. Este acontecimiento, que
no posee fecha ni lugar específico de nacimiento, es evocado por los pachuqueños con cierto aire de orgullo y
grandeza (al sentirse dueños del origen y del misterio de aquel deporte preferido por todos los mexicanos) y
transmitido de manera oral y escrita en historias que circulan por la entidad. Estos relatos en torno a cómo se
produjo este fenómeno no son únicos ni coincidentes. Como es de suponerse existen versiones distintas del
acontecimiento que, en algunos de los casos, varían según el interlocutor, sus conocimientos y los intereses
(personales o colectivos) pretendidos en el desarrollo de la historia. En general, encontramos una versión
matriz que, a semejanza de una obra musical, se puede interpretar con instrumentos diversos. En nuestro
caso los instrumentos son los recursos materiales y literarios que se emplean para transmitirla. En términos
generales se reconocen dos versiones de la misma, una reducida y otra ampliada. La primera es la más
difundida, hasta podríamos decir la más popular, si entendemos con este término a aquello que pertenece a la
mayoría de la gente. La segunda es exclusiva, es la que asume el carácter de oficial y esta cargada de fechas
y nombres; esta versión es propuesta (y financiada) por las autoridades del actual club.
Ambas narraciones tienen algo en común: son selectivas, pues del abanico de acontecimientos
disponibles en el tiempo sólo se eligieron algunos, otros se descartaron u olvidaron. Pero mientras la primera
versión es vaga, dejando espacio para la creatividad de los futuros narradores, la segunda intenta ser precisa,
académica, y comete el error de omitir fechas y nombres de personajes conocidos por los lugareños, situación
que le resta credibilidad. Además, que ésta última versión pretende legitimar un repertorio de acontecimientos
del pasado sin pruebas objetivas que lo refrenden.
La versión popular
La primera versión es popular, no requiere de muchas explicaciones ni argumentaciones históricas. Aunque
posee dos referentes toponímicos distintos: uno la ciudad de Pachuca y otro el pueblo de Real del Monte. En
su estructura general las historias son parecidas, lo que varía es el punto de origen. Si quien la cuenta es un
pachuqueño, dirá que “el fútbol en México nació en Pachuca”. Por el contrario, si es un realmontés, advertirá
que “fue en Real del Monte donde se jugó por primera vez este deporte, y que luego migró a Pachuca”. Ambas
historias discurren por un mismo carril, incluso, haciendo uso de los mismos escenario y personajes.
La historia popular sostiene que los mineros “ingleses” trajeron el fútbol a la región, que en sus horas
de descanso lo practicaban al aire libre y que tras fundar el primer club este deporte se difundió a todo el
territorio mexicano. No se establecen fechas precisas, pero se supone que ello ocurrió como a principios del
siglo XIX, cuando procedentes de Inglaterra llegaron a la región las primeras oleadas de trabajadores
migratorios. Posteriormente se formarían en el resto de México otros equipos (todos de “ingleses”) y se
disputarían los primeros torneos. Y así fue como nació el fútbol en México.
La versión oficializada
La segunda versión, con mayores componentes literarios, suficiencia de espacio y recursos económicos, sigue
un guión idéntico al anterior. Su difusión no se realiza por los canales tradicionales, como el oral, sino por
medio de libros. De manera que la misma dispone de una difusión que desborda los lindes locales. Estas
publicaciones son financiadas por el club y presentadas en formatos de lujo, en papel de alta calidad, con
abundancia de fotos y cuyo precio en el mercado suele ser elevado.1 Las siguientes obras siguen estos
lineamientos, Pachuca, la cuna del fútbol en México (2001) y Pachuca, la gloria de un Centenario (2003),
Lo que nos informa del carácter exclusivo de sus lectores. Los libros de Carlos Calderón Cardoso Pachuca la cuna del fútbol
mexicano (2001) y La Gloria de un Centenario (2003) son difíciles de encontrar en las librerías, pero su precio superaba los mil
pesos mexicanos. En cambio, sí se puede conseguir el trabajo de Gómez Guzmán 102 años de estadísticas del Club Pachuca, cuyo
costo es de $975.00.
1
66
ambos de la autoría de Carlos Calderón Cardoso2 y 102 años de Estadísticas del club Pachuca (2003) de
Gómez Guzmán.
Los trabajos de Calderón Cardoso, que poseen una línea editorial semejante a las obras deportivas
publicadas por Editorial Clio, fueron inaugurales y de ellos se desprenden numerosos artículos publicados en
la revista de la institución y en su página de Internet. Mientras que el trabajo de Gómez Guzmán, resulta de
gran trascendencia por la importante compilación de datos y estadísticas relativas a la institución, ideal para
aquellos fanáticos que disfrutan rememorando momentos específicos de cada partido (qué jugador hizo aquel
gol, a cuál equipo se goleó aquella tarde y otras hazañas infaltable en la plática entre los aficionados).
En Pachuca, la cuna del fútbol en México (2001) Cardoso expone con suficiencia de detalles la
historia del club. En esta obra se busca tejer toda la trayectoria de la institución partiendo desde aquel pasado
mítico (de cuando los “ingleses” llegaron a estos territorios) hasta la actualidad. La importancia de la
investigación queda reflejada en las innumerables fuentes consultadas, locales y nacionales, archivos,
museos, hemerotecas y fototecas. El único agravante de la obra es que todas las afirmaciones vertidas no
están acompañadas de la cita de fuente correspondiente, dejando entre los lectores, especialmente los más
exigentes, un cierto aire de incertidumbre.
Respecto al origen del fútbol en México, el autor presenta datos reveladores, aunque algunos de ellos
– inexplicablemente - contradictorios para los fines institucionales y sus pretensiones de “cuna”. Lo cual queda
evidenciado en el ejemplo de cómo un minero británico se enteró de que el fútbol había “llegado” a México:
“William “el manco” Blamey, minero de la Compañía de Real del Monte y Pachuca, durante una
visita a la ciudad de México, se sorprendió que en ciertos colegios ingleses de Mixcoac y
Tacubaya pretendieran jugar algunos partidos de fútbol. Ávido por presenciar un encuentro del
deporte que tanto le gustaba y extrañaba desde su salida de las islas Británicas, acudió a un
partido que reunió a ocho niños divididos en dos equipos de cuatro jugadores que pateaban sin
2 Autor de numerosos libros de divulgación sobre la historia del fútbol en México, todos ellos editados por la editorial mexicana Clío
(ver cita 5).
67
ton ni son un balón ante su profesor, desesperado y con la sotana arremangada, que agritos
trataba de explicarles hacia dónde debían patear el esférico y la manera correcta de hacerlo. Las
porterías eran inexistentes, sólo unas piedras delimitaban el campo y los arcos de ambos
extremos del patio del colegio determinaban la zona de gol (Calderón, 2001: 20.)
Es decir, siguiendo el relato del autor, nos enteramos que el fútbol inicialmente se habría practicado en ciertas
escuelas de la ciudad de México para luego ser ejercitado, de manera institucionalizada, en la ciudad de
Pachuca.
El relato del minero no termina allí, una vez que “el manco” Blamey terminó de ver los partidos de
fútbol se dirigió a la casa Spaulding (posiblemente uno de los primeros comercios de venta de productos
deportivos en México), a comprar unos balones de fútbol. Pero se encontró con la sorpresa de que estaban
agotados, pues habían sido vendidos a distintos colegios de la ciudad; motivo por el cual tuvo que hacer un
pedido y esperar que los elementos llegaran desde Europa. (Ibid) Pero Blamey no cedió en su empeño.
“El minero regresó a Pachuca y entusiasmado informó a sus compañeros que el fútbol había
llegado a México, y se propuso formar un equipo entres los ´hijos de la oscuridad´ que pasaban
casi todo el día bajo tierra. La idea gustó sobremanera, por lo que mineros y técnicos se
apuntaron en la lista de Blamey... La lista de hombres que quedaron para la posteridad fue la
siguiente: James Bennetts, John Benetts, William Blamey, W. Bray, George Camphuis, Charles
Dawe, John Dawe, W. Gould, Thomas Patton, Richard Sobey y C. William Thomas.
Ante el aplauso de los asistentes, el conjunto quedó formalmente constituido con el nombre de
Pachuca Athletic Club, un sábado por la tarde del mes de noviembre de 1900, en al ciudad de los
vientos” (Ibid.: 22).
Posteriormente se formarían otros equipos británicos, hasta que en 1902 iniciaría el primer torneo en México
en el cual intervinieron los siguientes conjuntos: el Reforma Athletic Club, el British Club, México Criquet Club,
el Pachuca Athletic Club y al Orizaba A.C.( de la ciudad de Veracruz) al parecer, integrado por trabajadores
de la industria textil y de procedencia escocesa. Al mismo tiempo se organizaría la primera liga de Football
68
Association Amateur. Los certámenes se repitieron hasta el año de 1912, cuando las condiciones del país
habían cambiado drásticamente, lo que motivó el alejamiento de las familias británicas.
Durante la misma época muchos ingleses atemorizados por la situación del país deciden emigrar
a nuevos horizontes, ya sea hacia Estados Unidos, Centroamérica o de regreso a las islas
Británicas. Grandes jugadores de la talla de Camphuis, Tomas y Bennets desaparecerán de la
escena futbolística. Algunos regresarán y otros no volverán a México. La guerra se convierte en
el parteaguas del fútbol nacional: grandes jugadores extranjeros dejan la acción, pero se da un
boom de elementos nacidos en nuestro país que ocupan las plazas de los que se fueron. Jesús
Piña, Alfonso Ortíz y Carlos Orozco se hacen cada vez más familiares entre la afición
pachuqueña. Igualmente en las filas del British y del Reforma los nombres latinos van en
aumento. El fútbol comienza a tomar otros derroteros. Es el momento para que los extranjeros
que deciden radicar en el país y los mexicanos, cosechen el fruto del deporte sembrado por los
ingleses, el fútbol que nació en Pachuca una tarde de 1900” (Ibid: 51).
El texto de Calderón Cardoso prosigue narrando lo acontecido en el club a mediados del siglo XX, las crisis
del equipo, los cambios administrativos, el traspaso del club al gobierno, luego a la universidad,
posteriormente a un particular y nuevamente al gobierno, dando cuenta de todas las decepciones deportivas
de las primeras décadas. Hasta que en el año de 1994 el club Pachuca cambia radicalmente:
“La reestructuración del equipo fue paulatina. Jesús Murillo Karma –por entonces gobernador del
Estado de Hidalgo por el PRI- sabía que el gobierno a su cargo no podía mantener vitaliciamente
el plantel, por lo que optó buscar detenidamente a un grupo de empresarios locales que por amor
al equipo pudieran sortear los gastos económicos que se avecinaban y, no sólo eso, sino crear
una estructura en todo el estado que impulsara el deporte en todos los niveles, desde el amateur
hasta el profesional. Tras una ardua búsqueda –no podía ser de otra manera- en julio de 1995 el
gobierno del Estado eligió acertadamente a la nueva administración del club Pachuca. La
directiva, encabezada por Jesús Martínez Patiño como Presidente, se encargaría desde entonces
de los asuntos de la institución” (Ibid.: 112 ).
69
Los capítulos finales del libro están dedicados a recordar aquellos momentos felices del tan ansiado ascenso a
primera división: cuando en el año 2000 el Pachuca logra una agónica victoria ante su eterno rival (también de
origen hidalguense, de Jasso, donde se encuentran las fábricas de cemento), el Cruz Azul. En un capítulo
posterior se le rinde un breve homenaje a la afición local y el libro culmina con un apéndice donde se presenta
la obra más importante de la empresa dueña del club Pachuca, la Universidad del Fútbol.
En este amplio recorrido, en donde todos los sucesos del pasado parecen estar conspirando para un
mismo fin,3 la nueva directiva emerge como un grupo de empresarios privilegiados que logran mediante una
fórmula mágica rescatar a la institución del caos y sumirla en el orden y el éxito administrativo y deportivo.4 El
trayecto propuesto en la narrativa sigue una línea evolutiva en el tiempo histórico, con una trama por
momentos predecible: un inicio enigmático, un desenlace y, en este caso, un final feliz.
Sin embargo este argumento no es tan convincente como se supone. Entre el originario Pachuca
Athletic Club (que fue un “equipo” integrado por un grupo de mineros, posiblemente amigos o familiares) y el
actual “club de Fútbol Pachuca” (perteneciente a la empresa “Promotora de Fútbol Pachuca” y que representa
a una institución deportiva en la cual laboran más de 150 personas, incluyendo a los jugadores del primer
equipo) hay diferencias tan notables, que podríamos exponerlos como dos instituciones totalmente diferentes.
El elemento que vincula a ambas instituciones es el ejercicio físico en el cual veintidós jugadores se disputan
un balón en un terreno de juego. El resto, lo institucional, lo organizativo, el escenario, el público o
espectadores, la situación social, la realidad de los jugadores (capital económico, social y cultural), sus
intereses, la finalidad de la competencia, la vestimenta, entre muchos otros factores son notablemente
distintos. Pese a estos aspectos, a la distancia que las separa en el tiempo y, mucho más, a la lejanía en
Aspecto que dota al relato de un sentido teleológico.
Este entusiasmo, probablemente, halla estimulado al actual presidente del club (Sr. Jesús Martínez Patiño) a sostener que su
verdadero deseo es “hacer de Pachuca la ciudad del Fútbol”. O quizás, para que el actual gobernador (Lic. Manuel Núñez Soto)
descubra en el club la mejor metáfora de su posible política social, cuando afirmara que “encontramos en el club (Pachuca), sin
duda, el camino de una sociedad que quiere arribar al éxito todos los días, que quiere verse reflejada en el esfuerzo, en los
resultados, en los triunfos, que aprende a jugar con reglas...que aprende a jugar en equipo”. Palabras vertidas en su intervención en
la ceremonia de inauguración dl Gimnasio Azteca-Salinas Pliego.
3
4
70
significado y función, se presentan unidas, engarzadas en una idéntica cadena de acontecimientos; cuando en
realidad, y coincidiendo con Bourdieu (1990) deberíamos advertir que estamos ante la presencia de campos
que deberían ser analizados de manera autónoma. Pues mientras los “ingleses” jugaban al fútbol (lo que
denota la preponderancia lúdica de la actividad), posiblemente en sus tiempos libres y para entretenerse del
agobio laboral, para intensificar las relaciones sociales entre sus compatriotas, para recordar a la madre patria
o simplemente para jugarlo, nada de ello acontece en la actualidad. Donde el fútbol es ejercido por
profesionales que protagonizan un espectáculo deportivo para un conjunto de aficionados que, directa o
indirectamente, disfrutan del mismo. Esos estudios, afirmaría Bourdieu, que encuentran semejanzas entre los
juegos de las sociedades precapitalistas, los que son asumidos como prácticas pre-deportivas, y los deportes
propiamente dichos, cuya aparición es contemporánea de la constitución de un campo de producción de
productos deportivos, deben ser puestos en tela de juicio: debido a que impiden conocer los momentos de
ruptura cuando se realizó la transición a nuevos campos competitivos que poseen sus propias puestas en
juego, sus propias reglas (Bourdieu, 1990: 194).
Reacciones en torno a la confección de una estatua
Las disputas en torno al origen del fútbol en México no se agotan en el campo literario. En Real del Monte,
localidad ubicada a unos 12 kilómetros al norte de la ciudad de Pachuca, un grupo de vecinos, apoyados por
las autoridades municipales formó un Patronato con la finalidad de realizar una estatua al fútbol para
reivindicar acontecimientos de la historia local.
El monumento, que se proyecta colosal, tendrá una altura aproximada de 4 metros, sin contar el
basamento que se supone será de piedra de la zona. Según el boceto realizado por un artista local las figuras
representaran a dos jugadores, uno “inglés” y otro mexicano, en el momento de la disputa del balón. Se
presume que el trabajo se realizará en bronce y que tendrá un costo aproximado de 1,5 millones de pesos
mexicanos.
Con esta obra el Patronato pretende cumplir simultáneamente tres objetivos importantes:
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1. Brindar una prueba objetiva ante la opinión pública (local y nacional) que fue en Real del Monte donde
verdaderamente nació el fútbol en México.
2. “Hacer justicia al clamor de las generaciones anteriores” – tal como declararían los organizadores- y
aplacar el sentimiento de indignación de aquellos realmonteses que se sienten despojados de una
parte sustancial de la historia de su pueblo; especialmente entre la gente antigua, quienes son
portadores de los relatos que sus padres, que hace tiempo les habían contado sobre cómo los
“ingleses” jugaban a este deporte en el lugar.
3. Se intenta dotar al municipio de un nuevo atractivo estético que estimule la afluencia de turistas a la
localidad.
Respecto al primero de los puntos señalados, los integrantes del Patronato consideran que las versiones
vertidas por las autoridades del club Pachuca son erróneas e injustificadas, dado que no cuentan con un
documento que certifique la fecha exacta de la fundación del club. Ello, pese a que se toma el año de 1901
como la fecha de inicio, y que representa el slogan de toda la mercadotecnia institucional.5 Y si bien en el libro
La cuna del fútbol en México se afirma que fue en los campos del Liloche donde se practicaba el fútbol, todo el
mundo en Real del Monte sabe que en realidad se jugaba en el campo conocido como “Agua Bendita”, en el
actual estacionamiento de la Hacienda Dolores, lugar donde se piensa colocar la monumental estatua.
Pese a esta observación, habría que señalar que en el Patronato tampoco se cuenta con documentos
que certifiquen sus opiniones, situación que los coloca en igualdad de condiciones con la gente del club;
aunque fundamentan su petición en los innumerables testimonios orales que las personas antiguas del pueblo
poseen sobre el particular. Además, poseen el asesoramiento académico del cronista del pueblo, el Prof.
Todas las playeras y souvenir ofertados en las tiendas del club poseen este dato grabado, considerando con ello que ese fue el
año del nacimiento de la institución. Aunque, tal como se presentó en uno de los párrafos transcritos del libro de Calderón Cardoso
el autor afirma que este se creo un sábado de 1898 (2001: 22).
5
72
Enciso Vargas, quien dice poseer documentación hemerográfica que data del año de 1889, donde se aclara
que el fútbol se practicó en Real del Monte desde mediados del siglo XIX, cuando los mineros ingleses
formaron allí las primeras escuadras deportivas.
Foto 5: Maqueta del futuro monumento al fútbol, altura 60 centímetros.
Respecto al tercero de los puntos señalados, el deseo de crear un “nuevo atractivo estético”, habría que
señalar que desde hace años las autoridades municipales han solicitado ante las Naciones Unidas que se
declare a Real del Monte con el título de “Monumento de la Humanidad”, razón por la cual realizaron
importantes arreglos en el lugar. El Municipio de Real Monte, que otrora fuera uno de los productores de plata
más importantes de México, en la actualidad emerge como uno de los centros turísticos más atractivos del
centro del país. La arquitectura del lugar, con cierto estilo “inglés”, sus casas de mampostería con techos de
lámina color rojo, el paisaje montañoso, el clima frío, con calles empedradas, banquetas limpias, seguridad
policial y la ausencia -extraño en un pueblo de México- de vendedores ambulantes, conforman una atractiva
postal para los visitantes y constituyen los motivos que impulsan a las autoridades locales a estimular el
turismo.
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Foto 6: Casas de estilo “inglés” ubicadas en el primer cuadro en Real del Monte.
Pero con la erección de este monumento los organizadores no pretenden, al menos de manera directa,
enfrentarse a los pachuqueños y su pretensión de adueñarse del punto de origen del fútbol en México.
Tampoco pretenden desacreditar al club. Los integrantes del Patronato son conscientes de las visibles
desigualdades que los diferencia; saben que el “Pachuca” cuenta con importantes apoyos, tanto a nivel local
(de parte del gobierno), como a nivel nacional (de los medios de comunicación masiva, especialmente de T.V.
Azteca y toda su parafernalia periodística). Y, además, que el club posee el monopolio de los medios radiales
y televisivos del fútbol en la entidad. Entonces cabría pregunta: ¿Cómo justificar su emprendimiento sin
generar un enfrentamiento con esta empresa tan poderosa e influyente?
La situación fue resuelta con una gran cuota de ingenio y pensamiento lateral. Pues, si bien los
realmonteses dicen que no cesarán en su empeño de construir la estatua, tampoco buscarán con ello
perjudicarse. La solución propuesta tiene cierto sentido alegórico y una buena cuota de ironía. A la historia del
origen del fútbol (en cualquiera de sus versiones) pretenden agregarle un dato adicional, una aclaración inicial
que de cuenta del suceso acontecido: “el fútbol “nació” en Real del Monte, pero se “acunó” en Pachuca.
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El Reloj Monumental, icono urbano de Pachuca
Difícilmente encontremos en la ciudad de Pachuca signos distintivos que delaten el grado de simpatía que la
gente siente por “su club” de fútbol. El empleo de playeras, gorras y otras vestimentas de uso diario con los
colores del equipo constituye una moda reciente y novedosa. Sin embargo, en los últimos años, esta práctica
se ha visto estimulada por la apertura de tiendas especializadas (la Tuzo Plaza, por ejemplo) en las cuales se
comercializan numerosos implementos deportivos, souvenires, material gráfico, videos, ropa, relojes y hasta
perfumes con el sello del club. Por lo que, poco a poco, el apetito consumista de los pachuqueños está siendo
satisfecho por la maquinaria mercadotecnia de la empresa deportiva.
Foto 7: Reloj Monumental de ka ciudad de Pachuca.
Pero esta ausencia de signos externos es aparente, y tal vez debamos juzgarla como una forma particular de
los pachuqueños de interiorizar sus preferencias. Pues desde que el club adoptó como escudo institucional la
imagen del Reloj Monumental, esto a mediados de 1960, la conexión entre el club y la gente se ha fortalecido
en grado superlativo.
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El Reloj monumental representa el sello distintivo de la ciudad de Pachuca, es el emblema que junto
“con los Atlantes de Tula, representa uno de los símbolos más caracterizados del solar hidalguense”
(Corrales, s/f: 2). Este reloj fue inaugurado el 15 de septiembre de 1910, en el Aniversario de la Independencia
de México. Con él se pretendía dar cuenta de los nuevos tiempos porfirianos, donde la puntualidad animaría la
maquinaria industrial (Herrera, 1992: 30). El edificio de cuarenta metros de altura, está realizado con piedra de
cantera blanca procedente de Tezoantla (Municipio de Mineral del Monte. Hidalgo) (Ibid). Estas piedras fueron
labradas, machihembradas y luego pegadas con azufre. La torre está compuesta por cuatro niveles,
encontrándonos en el tercero cuatro exquisitas esculturas femeninas, realizadas en mármol de Carrara que
simbolizan la Independencia (con fecha de 1810), la Libertad (1821), la Constitución (1857) y la Reforma
(1859). El estilo que persigue la obra es neorrenacentista y es una auténtica joya arquitectónica que embellece
la ciudad y sobre la cual se han escrito innumerables libros y poemas; constituyéndose en el edificio más
retratado de la entidad (Corrales, s/f: 27-32).
Expresiones colectivas en los encuentros de fútbol
Los simpatizantes
Las disputas señaladas en torno al origen del fútbol no deben inducirnos a suponer que los simpatizantes del
Pachuca acepten las disposiciones oficiales. Algunos cambios realizados por la actual administración serían
elogiados; otros, por su parte, son duramente criticados. Un ejemplo de éste último tipo se relaciona con el
intento de modificar el nombre del Estadio Hidalgo por el de “Huracán”.6 Los aficionados, en particular los más
“viejos”, están inconformes con esta medida, argumentan que no existen razones para dicha sustitución y
mucho menos cuando el inmueble (en teoría, propiedad de todos los pachuqueños) lleva el nombre de un
héroe de la nación mexicana. Al parecer las autoridades desconocen estas opiniones. Lo cual, posiblemente,
No se conoce la versión oficial por la cual las autoridades proponen este cambio. Aunque debemos suponer que no se relaciona
con el fenómeno climático, pues, si bien en Pachuca el viento es permanente (de allí lo de “Bella airosa) su fuerza nunca llega a la
magnitud de un huracán. Algunos simpatizantes suponen que este responde a una especie de nombre de guerra, donde la “afición
como un huracán arroyaría a sus rivales”. Otros, presumen que se debe al capricho de algún dirigente, simpatizante del Club
Huracán (de Argentina) y que trata de imponer este apodo, por sobre el gusto de todos los pachuqueños.
6
76
acontece por no existir un espacio formal de encuentro entre las partes para resolver sus diferencias –
recordemos que ésta no es una institución asociacionista, sino una empresa comercial-, de manera que las
críticas, generalmente, quedan dispersas y sumidas en el olvido: pasando a formar parte del folklore urbano.
Pese a esta imposibilidad expresiva, los aficionados tampoco parecen interesarse por las
transformaciones de la institución, es frecuente escuchar a los simpatizantes decir que sus sentimientos son
hacia el equipo y lo que éste realice en el terreno de juego (“Pachuca te quiero cada día más”). Dando a
entender con ello que el formato organizacional, la situación legal del club, las relaciones establecidas con el
gobierno, el empleo de bienes públicos por parte de la Promotora y diversos aspectos institucionales,
constituyen preocupaciones lejanas a sus intereses estrictamente futbolísticos. Esta apatía, desde otra
perspectiva, podría interpretarse como un no-compromiso hacia aquello que los une y moviliza, hacia su
“querido” club Pachuca.
Tipos de afición
En los últimos años encontramos un cambio que llamó la atención de los aficionados, fue aquel propiciado por
los directivos en afán de generar un nuevo arquetipo de simpatizante. Desde que en el año de 1996 apareció
en las tribunas del estadio Hidalgo la barra “Ultra Tuza”, los antiguos simpatizantes del Pachuca, aquellos
apegados al pasado formato institucional (de tipo familiar) y cuyo modelo de aliento estuvo por décadas
marcado por el ingenio y la creatividad del famoso porrista local conocido como “El Frutas”, cayeron en la
cuenta del grado de las transformaciones propuestas.
Los propios pachuqueños consideran que hay dos tipos muy generales de simpatizantes al fútbol en la
entidad: los denominados “villamelones” y los aficionados propiamente dichos. Al primero de estos pertenecen
todas aquellas personas (hombres o mujeres) cuya afinidad hacia el club local es ambigua, cambiante o
indefinida. Y que sólo asisten al estadio cuando algún equipo “grande” ( América, Pumas, Cruz Azul, entre
otros) llega para jugar contra el Pachuca. Si bien se desconoce la etimología de este término, con él se intenta
establecer una diferencia fundamentada en la asistencia y el seguimiento que las personas hacen de la
77
actividad futbolística del club. El término es empleado de manera despectiva y de rechazo, por el oportunismo
que demuestran tales simpatizantes al asistir sólo a “los mejores partidos”; además, de no exponer de manera
clara y definida su preferencia deportiva. Por lo general, los villamelones festejan tanto las conquistas de los
visitantes como las del equipo local. Esta ambigüedad, desconcierta y, al mismo tiempo, enfurece a los
simpatizantes propiamente dichos.
Pero la conducta asumida por los villamelones encuentra sus razones en la propia historia de la
institución, y que se entiende común entre los simpatizantes del fútbol que viven en aquellos estados de la
República que en el pasado no tuvieron clubes representativos en el máximo circuito de competencia. Pues, al
permanecer el club Pachuca tantos años en la 2° División, los aficionados al fútbol generalmente
manifestaban simpatía por dos equipos, el Pachuca y otro de la 1° División. De manera que en la actualidad,
cuando alguno de estos “otros equipos” llega para jugar contra los tuzos, muchos simpatizantes se acercan al
estadio portando las “dos playeras” de sus equipos preferidos–como suelen decir los lugareños.
La asistencia intermitente de los villamelones a los encuentros deportivos pone al descubierto el estilo
de vida campechano que aún se respira en esta ciudad del “interior” de México: donde es difícil conservar el
anonimato, incluso, entre la multitud futbolera. Una muestra de ello se evidencia en el clima que se respira en
el Estadio Hidalgo, de neto corte familiar, siendo frecuente observar que la gente se saluda como si se
conociese de otros ámbitos: del trabajo, del barrio o de la escuela. Situación que facilita otro fenómeno
particular (común en numerosos estadios mexicanos) que los simpatizantes de ambos equipos se “mezclen”
en una misma tribuna, sin que ello devenga en actos agresivos, insultos o molestias a la hora de los festejos.7
Aunque, eso sí, siempre la “porra” o “barra” contraria, integrada por “fuereños”, es colocada en un sector
especial, en alguna cabecera, fuertemente custodiado por policías antimotines.
Falta de agresividad que sorprende si consideramos que dentro de los estadios de fútbol mexicano es común la venta de bebidas
alcohólicas, específicamente de cerveza.
7
78
Los simpatizantes propiamente dichos, por ende, son aquellos sujetos que siempre asisten al estadio
para alentar a los tuzos. Existen casos de simpatizantes que dicen haber presenciado todos los partidos que el
equipo disputó en los últimos 20 años, ello sin importar el lugar donde club haya jugado, ni las distancias
recorridas o su escasez monetaria.
Según estimaciones no oficiales los simpatizantes regulares alcanzarían un número aproximado de 15
mil personas.8 Cifra sumamente significativa si consideramos que en la ciudad de Pachuca y según el último
censo realizado, viven un total de 245 mil personas (INEGI, 2002: 58). Es decir, que los simpatizantes
regulares representarían cerca del 6 % de la población de la ciudad, porcentaje que se incrementaría si
consideramos a los villamelones y a los simpatizantes del equipo contrario. Este colectivo, a su vez, está
integrado por dos tipos generales de simpatizantes que según la forma en que están conformados, podríamos
denominarlos como “organizados” y “no organizados”. Estos últimos simpatizantes generalmente asisten
solos, en familia o en pequeños grupos de amigos para presenciar los encuentros. Su presencia si bien es
constante, no genera referencias externas que los identifique entre la multitud. Por el contrario, los
organizados son aquellos simpatizantes que conforman grupos denominados porra o barra. Y aunque la
mayor parte de las veces dichos términos suelen emplearse como sinónimos, en la práctica, tales
agrupaciones operan de maneras diferentes. Ambos grupos generalmente poseen un nombre de
identificación, cuentan con un presidente o representante (preferentemente el miembro fundador), se
identifican por determinados signos externos (banderas, mantas), ejecutan ciertos instrumentos de percusión
(bombos, tamborines, matracas o silbatos) y ocupan un lugar específico en las tribunas. Pero entre los
elementos distintivos encontramos que las porras son grupos independientes, integrado por personas que se
juntan para ver el partido entre amigos, compartiendo ansiedades, alegrías y frustraciones; mientras que la
No existen cifras oficiales sobre la cantidad de público asistente al estadio Hidalgo. Lo único que se sabe que el cupo máximo es
de 30 mil espectadores. En el cuaderno de INEGI, “Estadísticas culturales”, (2002) en Estado de Hidalgo no registra datos este tipo
de actividades deportivas.
8
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barra (al menos la Ultra Tuza), se instituye como un grupo oficial, financiado por el club, con importantes
recursos materiales, beneficios institucionales y cuya misión sería la de alentar (incondicionalmente) al equipo
local. La barra debe entenderse como una agrupación dinámica, que por medio de cánticos (algunos propios,
otros prestados) busca estimular a los jugadores locales, al mismo tiempo que pretende generar “presión”
entre los contrarios. Esta última actitud, que iría contra las reglas del fair play, es aceptada y tenida como
normal en todos los estadios de México (y del mundo).
La “Ultra Tuza”
La barra “Ultra Tuza” se caracteriza por la variedad de sus cánticos, el colorido de sus integrantes, con los
rostros pintados o disfrazados para la ocasión, el despliegue escénico de sus banderas, las mantas y el
dinamismo de sus integrantes (quienes saltan y brincan durante todo el encuentro). Esta barra fue creada en
el año de 1996, luego que los dirigentes del club Pachuca presenciaran un encuentro de fútbol del club
Saprisa, en la ciudad de San José de Costa Rica y se sorprendieran del despliegue escénico de la agrupación
denominada “Ultra Morada”.9 Con el objetivo de imitar esa modalidad festiva, fue que decidieron contratar al
director de esta agrupación costarricense y llevarlo a Pachuca para que iniciara a los jóvenes locales en este
arte de la animación. El siguiente testimonio, revela algunos detalles de la invitación:
Entonces estos dirigentes me invitan a venir a Pachuca, sólo por un mes para ver si podía hacer
lo mismo que en el Saprisa. Por entonces tenía 19 años. Cuando llegó aquí la situación fue
terrible. Habíamos realizado una convocatoria en todas las escuelas preparatorias y sólo llegaron
unas 500 personas. Luego de presentarme empiezo a proponerles una rutina, entonces me
pongo a cantar y todos me miran extrañados, ¡creían que era un estúpido! ¡fue terrible!
Pero poco a poco se fueron contagiando. Así fue que a los pocos meses debutamos en un
partido oficial, contra el América. Recuerdo que llegamos al estadio Hidalgo y armamos nuestro
espectáculo, con papeles, bombas de humos y gritábamos. El resto del público nos miraba como
sorprendidos. El asunto es que los pachuqueños son muy apáticos y les daba lo mismo si el
Calderón (2001) sostiene que junto a “el Chino” llegaron al Club Pachuca otras tres personas, “jefes” de las barras del Saprisa y
(Costa Rica) y de La católica (Chile) (Calderón, 2001: 141).
9
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equipo de local ganaba o perdía. Su forma de expresarse era absolutamente nula. Solo gritaban
gol y nada más. Sus porras eran sencillas, por ejemplo, si algo le pasaba al portero gritaban
¡lerolero, lerolero! Si el portero hacia una tapada, entonces gritaban ¡portero, portero, portero!
No sé, para mí eran muy sencillos, como reprimidos ... hasta allí llegaba su límite expresivo. A lo
mejor por dentro querían decir muchas otras cosas, pero no se animaban. Y lo único que les salía
era el ¡lerolero,lerolero!”.10
Inmediatamente la prensa nacional se percataría de esta nueva modalidad de festejo y la Ultra Tuza, dirigida
por “el Chino”, pasaría a ocupar un lugar destacado en las planas deportivas. Algunos periodistas se
preguntaban “quiénes son esos locos que cantan los 90 minutos y no se cansan. Antes, la gente estaba
tranquilita y ahora todos se la pasan gritando”. En tan solo un año la barra ya estaba formada, y la Ultra Tuza
se había transformado en una alternativa para los jóvenes del lugar.
“La gente que integra la barra es joven, adolescentes, y asisten muchas mujeres, tanto en la
barra como entre los espectadores generales. Las porras del pasado estaban integradas por
puros hombres y gente adulta. Ahora la situación a cambiado y la barra tiene que ver en ese
proceso de cambio. Claro, ello sumado a los resultados futbolísticos, pues el equipo ha sido
campeón en dos oportunidades y sub campeón en otra temporada. También debemos considerar
que la Ciudad de Pachuca colabora mucho con esta situación, puesto que los días domingos no
hay mucho que hacer, y por este motivo los jóvenes optan por asistir al estadio. Debemos ser
objetivos, la ciudad de Pachuca es conocida a nivel nacional (e internacional) por su equipo de
fútbol. Aquí no se lo conoce ni por el turismo, la industria o el comercio: lo más importante es el
club de fútbol”.11
El siguiente material es producto de una entrevista realizada el 31 de julio de 2003, al entonces responsable de la Ultra Tuza,
Jorge Díaz Paredes, más conocido como “el Chino”.
11 Entrevista en la Universidad del Fútbol a Jorge Díaz Paredes.
10
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Foto 8: Integrantes de la Barra Ultra Tuza.
Para ingresar a esta agrupación, los postulantes deben cumplir con una serie de requisitos: llenar un formato
con sus datos personales, presentar una par de fotografías y abonar su inscripción por 50 $. Una vez
realizados y aprobados estos trámites, el club le otorga al simpatizante una credencial que lo acredita como
integrante de la Barra Ultra Tuza. Con esta identificación los “barristas” sólo obtienen un beneficio de carácter
económico: un descuento en el valor de los boletos de ingreso a los partidos del club (sólo los de local). Pero
inmediatamente ellos están obligados a cumplir una serie de requisitos de gran importancia, siendo el más
significativo, el de respetar el reglamento de la Barra Ultra Tuza.
Este instrumento normativo está integrado por catorce enunciados y representa un documento
novedoso para el ámbito futbolístico. El mismo, deja al descubierto las pretensiones institucionales del club
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Pachuca: de evitar lo impredecible y controlar lo incontrolable. Las “porras”, “barras” o las “hinchadas”,12 que
en todo el mundo se han caracterizado por constituirse en verdaderos medios de manifestaciones colectivas,
espacios catárticos y de libre expresión, encuentran aquí un importante instrumento de control. A continuación,
y con objeto de conocer a fondo los dictámenes establecidos se reproducirá parte del contenido del
reglamento de la Barra Ultra Tuza.
“Obligaciones de los barristas:
La barra Ultra Tuza de Pachuca tiene como principal objetivo ser el mejor grupo de animación del fútbol
mexicano así como de transmitir la esencia del fútbol mexicano, con una gran pasión pero sin violencia,
fomentando el fútbol en un ambiente familiar.
Para ello la Ultra Tuza contempla diferentes medidas de control hacia los barristas para evitar la violencia.
• Queda prohibido el ingreso de banderas con astas de cualquier tipo de material a las instalaciones del
Estadio Hidalgo.
• Es obligación de todo barrista portar su credencial de barrista durante los encuentros de los tuzos en
el estadio Hidalgo.
• Queda prohibido el ingreso de cualquier material explosivo a las instalaciones del Estadio Hidalgo.
• Se prohíbe instalar mantas con mensajes ofensivos o que atenten contra la integridad moral de
nuestra sociedad o de la institución.
• El barrista tiene la obligación de cantar y apoyar a los tuzos del Pachuca durante la totalidad del
encuentro ya sea en el Estadio Hidalgo o la plaza que visite el equipo.
• El barrista tiene la obligación de permanecer en la zona designada para la barra Ultra Tuza en el
Estadio Hidalgo.
• El barrista será dado de baja automáticamente al acumular tres faltas injustificadas en los partidos
como local en el Estadio Hidalgo.
El miembro de la Ultra Tuza que incurra en las siguientes disposiciones de la barra Ultra Tuza de
Pachuca, será sancionado de acuerdo a las normas estipuladas de acuerdo a la gravedad de su situación.
• El barrista que arroje al terreno de juego, cualquier tipo de objeto que cause o pueda causar daño a la
integridad física de cualquier persona.
• El barrista que sea sorprendido en actos vandálicos, o que ofendan a la afición o a la institución.
• El barrista que sea partícipe en grescas con aficionados locales o visitantes.
Sanciones
* Se castigará al barrista que incumpla con las normas de nuestra ley de estadio con expulsión total y
definitiva de la barra, el beto (sic) de asistir al estadio Hidalgo de perpetuidad, el viaje con las porras
organizadas de Pachuca a las diferentes sedes del fútbol nacional, y la posible sanción de acuerdo a las
leyes vigentes”.
“Hincha” es un término empleado en Uruguay, Paraguay y Argentina para designar al simpatizante de fútbol que en el transcurso
del partido de fútbol se la pasa alentando a su equipo. El término es empleado en España y en diversos países de Sudamérica. En
Brasil, por su parte, se conoce como “torcida”.
12
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Para controlar la asistencia de los barristas, en el entretiempo de los partidos de fútbol un colaborador se
encarga de recoger las credenciales para luego entregárselas al director de la barra. En el transcurso de la
semana, en la oficina de la Ultra Tuza ubicada en la Universidad del Fútbol, el director de la barra realiza una
lista de los inasistentes y asienta dicha información en el expediente de cada uno de los barristas.13 En caso
de que alguno acumule una cantidad de faltas indebidas, inmediatamente se le sanciona según se especifica
en el reglamento. Las faltas o actitudes violentas, por su parte, son detectadas visualmente, ya que –como
afirma el actual responsable de la Ultra Tuza, Enrique Muñoz: “La misma gente identifica a los revoltosos y los
señala. La gente de Pachuca tiene mucha educación en decir quien hace las cosas. La gente es tranquila y,
además, tiene la educación” de indicar quien agredió”.14
La Ultra Tuza, como se desprende de algunos de los artículos transcritos, opera en coordinación con
las autoridades de la institución de quienes recibe apoyo material. Al parecer, el club se encarga de financiar
los “signos externos”: mantas, banderas, papeles de colores, y otros elementos, lo cual se realiza en
compensación por la importante labor que la Ultra Tuza cumple en beneficio del club.
“Los dirigentes son muy conscientes de la importancia que tiene la barra, porque le da colorido, le
da mercadeo. Cuando empieza el partido lo primero que enfoca la televisión es el humo, los
papeles y la algarabía de la barra. Sin la barra el Pachuca no es nada, el ambiente sería
aburridísimo. No habría el ruidito y el sonido de fondo del tambor. Esto es sumamente importante.
La barra beneficia al club local, le da respaldo, estimula a los jugadores. A muchos jugadores les
interesa que la gente los aplauda, juegan para la tribuna.
Nosotros identificamos qué es lo que le gusta a cada jugador, y así respondemos. El jugador está
esperando hacer el gol para dedicárselo a la gente, besan la camiseta, saludan al público,
demuestran su amor; aunque en la temporada siguiente si le pagan un peso más abandone el
club”.15
Cuando se realizó esta entrevista a Jorge Díaz Paredes, este poseía una oficina en la Universidad del Fútbol y allí resguardaba
toda la información sobre los miembros de la agrupación.
14 Entrevista realizada el 18 de junio de 2004.
15 Entrevista a Jorge Paredes.
13
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Foto 9: Directores de la Barra Ultra Tuza solicitando el apoyo de los simpatizantes.
En la actualidad la Ultra Tuza está integrada por un total de 1,500 barristas de los cuales en gran porcentaje
son jóvenes (hombres y mujeres); y la esperanza de los organizadores es que en un futuro próximo “exista
una sola barra, sin divisiones, con los mismos emblemas, cánticos ... y con el mismo manejo administrativo.16
Las Porras
Las porras en Pachuca son tan antiguas como el propio club de fútbol. Estas agrupaciones poseen una
incipiente organización, formada por un representante (el miembro fundador) y un conjunto de integrantes que
no sobrepasa los cincuenta miembros. Estas agrupaciones son independientes, no están financiados por la
directiva del club y tampoco mantienen contacto formal con la institución. Las mismas no poseen un código de
normas escrito, aunque, al parecer, no lo necesitan. Pues la conducta de los aficionados suele ser muy
tranquila, displicente e, incluso, apática con el espectáculo deportivo.
16
Opiniones vertidas por Enrique Muñoz, actual director de la Barra Ultra Tuza.
85
Foto 10: porristas enmascarados del Club de Fútbol Pachuca
En actualidad encontramos en Pachuca numerosas porras y entre las más renombradas destacamos las
siguientes: “La Porra de El Frutas” (históricamente dirigida por Enrique Ángeles Díaz), “Los verduleros” (por
Ezequiel Fausto González), “Los Pérez” (por el Ing. Ariel Pérez), “Los Mineros” (por Edgar Larragoiti Vélez), la
“Uni-tuza”, “Porra Familiar los Tuzos”, “Pocos pero contentos”, “Barra Radical 99” y “Porra los Escoceses”.
En el desarrollo de los juegos de fútbol, estas agrupaciones son fácilmente detectables, dado que
cada una de ellas se identifica con un manta que lleva su nombre. Y en algunos casos, como la “Porra de los
mineros”, los integrantes portan cascos mineros con los colores del equipo. Cada porra se ubica en un sector
definido del estadio, el cual es respetado por las otras agrupaciones. Aunque para asegurar la permanencia y
continuidad en el mismo sitio, horas antes de que inicie el partido algún integrante debe encargarse de ocupar
el espacio del grupo. Estos sitios, generalmente fueron elegidos de manera aleatoria: algunos porristas
sostienen que desde “su lugar” el encuentro se ve mejor, otros prefieren los sectores de sombra y algunos las
partes más altas. Los Verduleros, por ejemplo, se ubican en la cabecera norte, detrás de una portería, a un
lado de las porras del equipo contrario. La Porra familiar, por su parte, se coloca en un lateral, en el sector de
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la sombra. Mientras que en la cabecera sur, sector por el cual ingresan los jugadores, se asienta la
multitudinaria barra Ultra Tuza, rodeada por la Porra Escocesa y La Porra Minera.
Los porristas, a diferencia de los barristas, generalmente permanecen calmados, pasivos y sumidos
en el desarrollo del juego. Estos no poseen cánticos unificadores, aunque la multitud se levanta exaltada
cuando algún simpatizante local, motivado por el desarrollo del juego, desafía a los contrarios y lanza el
famoso himno del fútbol mexicano, el siquitibum.17 Recién allí toda concurrencia se une en un mismo coro, que
dice: “Siquitibum a la bim bom bam. Siquitibum a la bim bom bam. Pachuca, Pachuca, ra,ra,ra”; seguido de un
estruendoso aplauso.18
Además de estos detalle, entre las porras y la barra Ultra Tuza encontramos una diferencia sustancial:
mientras la barra es dependiente y financiada por los directivos de la institución (de allí, posiblemente que
alienten de manera incondicional al equipo, “respetando la integridad moral de nuestra sociedad y de la
institución”, según reza en su código de normas), los porristas, por su parte, presentan una conducta crítica
hacia el equipo, el juego y/o la institución. Así, por ejemplo, cuando en un partido de fútbol el equipo local se
encuentra jugando mal (sin coordinación, con desgano, entregado al adversario) la barra oficial seguramente
seguirá en su línea escénica habitual: alentando, gritando y saltando, como lejana de la realidad del encuentro
o esperando que por medio de dicho estímulo los jugadores reviertan la situación. Mientras que desde los
sectores de los porristas (enojados por el infortunio del equipo), surgirán numerosos y variados reclamos hacia
los jugadores, el técnico y los directivos, llegando al grado extremo, en caso de que los jugadores no cambien
su estilo de juego, de comenzar a alentar al equipo contrario. Esta última situación, que para algunos
17Este
cántico, empleado por todas las porras de México, especialmente para alentar a la Selección Nacional, fue creado en el año
de 1922 por el doctor Carlos García Garcés. Quien, por ese entonces, integraba el equipo América (de México) el cual se
encontraba haciendo una gira por Guatemala, cuyo viaje se había efectuado en ferrocarril (Mejía, 1993 :19-20).
18 Carlos Trucco, ex portero del Pachuca y de la selección de Bolivia que participó en el Mundial de USA, y actualmente técnico de
fútbol, se preguntaba extrañado al respecto: “¿Cómo puede ser que en México, en donde de bajo de cada piedra “sacás” un poeta,
no tenga un cantito más creativo que el siquitibum?
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jugadores (especialmente los que provienen del extranjero) resulta inexplicable, es una muestra del sentido
lúdico que aún se conserva al interior de estas agrupaciones.
Foto 11: Salida del Estadio Hidalgo.
A continuación, y con la finalidad de profundizar en esta temática, se presentarán dos casos de porras
pachuqueñas. En primer lugar, conoceremos algunos detalles de la vida de un mítico personaje de la ciudad,
considerado como el “primer porristas del Pachuca”: “El Frutas”.19 Posteriormente, una agrupación
recientemente formada, pero que conserva el formato de las tradicionales porras pachuqueñas.
“El frutas”
Don Enrique Ángeles Días, más conocido como “el Frutas”, es reconocidos por todos los pachuqueños como
el primer porrista del club Pachuca. Nació en esta ciudad en el año de 1930 y comenzó a animar al club desde
la década de 1950, cuando todavía los partidos de fútbol de 2° división se jugaban en el campo de juego
“Margarito Ramírez”, donde actualmente se encuentran el barrio militar. Pero esta virtud se había desarrollado
muchos años antes, cuando siendo pequeño en la escuela primaria (en el Colegio Justo Sierra), y desde la
“El Frutas” es tan conocido que siempre reta a sus amigos que el envíen una carta por correo ordinario de cualquier punto del país
o del mundo sólo con su sobrenombre, “el Frutas”, Pachuca, sin dirección ni código postal. Asegura que la misiva, indefectiblemente,
llegará a sus manos.
19
88
tribuna, animaba los partidos de voleibol de sus compañeros. Luego realizaría esa práctica en un marco más
amplio, en las disputas deportivas realizaban en la entidad, en el ciclismo, béisbol y la tauromaquia. Donde,
aprovechando su reconocimiento entre los lugareños, realizaba colectas para recaudar dinero que luego
repartía entre los deportistas. Pero desde que el fútbol resurgió en los años 50 en la ciudad de Pachuca, “el
Frutas” pasaría a ocupar un lugar central en todos los encuentros de fútbol, tanto los realizados en la ciudad
como aquellos jugados en campos contrarios. La forma de estimular al equipo fue absolutamente novedosa,
creativa e innovadora para su época. La pasión externada por el fútbol y el “Pachuca” lo llevaría a realizar
auténticas extravagancias, actos públicos que permanentemente sorprendían a la “fría” afición local. En el año
de 1968, por ejemplo, cuando el Pachuca se coronó Campeón de la Segunda División y en homenaje al
equipo, “el Frutas”, mandó a quemar fuegos artificiales de todos los cerros que rodean a la ciudad, generando
un espectáculo de luces nunca antes visto en la ciudad. Al mismo tiempo, y tras convencer a varios
sacerdotes, mandó a que repicaran las campanas de todas las iglesias de la ciudad. Además, por esos
tiempos ya era tradicional su aparición en el primer partido de cada temporada con su clásica herradura
gigante realizada en flores, una amuleto que colocaba a la boca del túnel para que a través del mismo
ingresaran los jugadores al campo de juego. Hoy, éstas y otras historias de vida se han transformado en una
riquísima colección de anécdotas personales. Algunas de las cuales lo estimulan a reflexionar sobre el pasado
y el presente del club.
“La porra de antes era el clásico siquitibum, ¡ese es nuestro himno! Eso es lo que deberíamos
seguir imitando. Lo que es nuestro. ¿Para qué en la actualidad traer otra cosa del extranjero?
¡Pagar gente para que lo venga hacer! ¿Por qué pagar para que te venga a animar? Hay que
gritar como yo lo hago, por querer al equipo, por querer a los jugadores y respetarlos.
Hoy el club es una gran empresa, y hay que felicitarlos por ello. Pero como le digo, hay que
respetar lo que hubo ayer. Porque ellos encontraron una mesita puesta, sencilla la mesa, humilde
la mesa ...pero había cimientos. Entonces antes no había patrocinios. ¡Antes el club era una
89
familia! Antes los jugadores andaban por la calle, eran más sencillos ... eran gente
completamente del pueblo”.20
Foto 12: “El frutas” con la primera banderola del Club Pachuca (posiblemente una de las primeras del fútbol en México).
Desde su perspectiva, y en alusión a la Barra Ultra Tuza, considera que las nuevas formas de animación están
maniatadas y sujetas al arbitrio de quienes las financian. Reconoce que su mayor mérito personal es seguir
siendo reconocidos por los pachuqueños, entendiendo que esa fama sólo se ha logrado por el respeto y la
pasión que siente hacia el equipo y la gente. Su pasión es prístina, y nunca ha permitido que sea canjeada por
dinero; incluso en los peores momentos económicos de su vida: “aún, cuando no teníamos ni un centavo,
nosotros íbamos a alentar a nuestro querido pachuquita”.
“Si a mí me regalan un boleto de fútbol,- sostiene “el Frutas”- no voy. Pues para ir a gritar, para ir
a animar ¡hay que sentirlo! Ni modo que te paguen. ¡No por tener un boleto no vas a gritar!
Porque así también como vas a gritar, también vas a exigir, ¡por qué hay que exigir! Aunque
luego se enojen, no importa, ¡hay que exigir!
Pues cuando las porras son pagas ya no exigen, no se animan ... no son críticos”.
20
Entrevista realizada a “el Frutas” en la ciudad de Pachuca.
90
En la actualidad “el Frutas” tiene 74 años de edad y como único trabajo atiende su pequeño restaurante de
comida mexicana ubicado en el centro de la ciudad. Allí trabaja junto a su esposa (quien se encarga de la
cocina) y sus hijos. Este negocio, uno de los clásicos de la ciudad, se ha convertido en un pequeño museo de
su historia personal como porrista del club Pachuca. En las paredes guarda testimonio de todos los viajes
realizados con el equipo, al interior y al exterior. Y si bien ya no frecuenta el estadio Hidalgo con la costumbre
del pasado, cada domingo sus hijos lo continúan con esta particular pasión festiva.
Los Pérez
Esta porra está dirigida por su fundador, Ariel Pérez, un joven ingeniero industrial originario de Pachuca, quien
se desempeña como Director de una escuela privada. La agrupación está formada por un total de 30
integrantes, quienes ocupan un sector de la cabecera norte, cercano al banderín del corner y a un lado de la
porra de los Verduleros.
Su afición por el fútbol, según recordara Ariel Pérez, como en la mayoría de las gentes, surgió desde
su niñez, por estímulo de su padre.
“A nosotros desde pequeño mi papá nos inculcó el fútbol. Mi amor es el fútbol. Siempre le he ido
al Pachuca. Nosotros al fútbol lo hemos tomado como una familia. Pero mi papá nunca jugó, sólo
gustaba verlo y siempre iba al estadio. Y aun recuerdo cuando, con mi papá, hacíamos largas
colas para sacar nuestros boletos en el antiguo Estadio Revolución. Desde los 6 o 7 años él me
inculcó el gusto por el fútbol. Él es de la sierra hidalguense, de Molango. Llegó aquí a Pachuca
por motivos de trabajo, y desde que llegó le gusto el fútbol. Él vivió toda la etapa de los años 50 y
60, vivió el ascenso del club.21 En la actualidad yo estoy casado y tengo 3 hijos, y a ellos también
les gusta el fútbol, todos somos tuzos. Incluso uno de mis hijos juega en el club”.22
21
22
Esta breve descripción del gusto por el fútbol se asemeja a la crónica de color reproducida en el Capítulo II, p. 46.
Entrevista realizada al Ing. Pérez en la ciudad de Pachuca.
91
Antes de formar la porra, Ariel Pérez perseguía al equipo por todos los rincones del país, tanto cuando el
Pachuca jugaba en la 2 división “A”, como en la 2 División “B”. Y aunque por entonces no se identificaba como
“Los Pérez”, siempre estaba en su mente formar una agrupación para alentar al equipo. La situación se
cristalizó en el año de 1995, cuando se inauguró el Estadio Hidalgo, entonces fue allí cuando con un grupo de
familiares y amigos formalizaron ante la concurrencia del estadio Hidalgo la agrupación.
“En el año de 1995 se me ocurrió, dado que yo me apellido Pérez, mi papá Pérez y unos
compañeros son Pérez, hacer una manta que diga: “Los Pérez”. Hace de esto más o menos 8
años. Nosotros buscamos diferentes opciones dónde sentarnos. Surgió esa opción en el sector
norte: buena observación, al lado del corner, allí hay muy poca gente, dado que la mayoría se va
al centro o detrás de las porterías y ahí nos quedamos.
Y siempre nos hemos sentado en el mismo sector. Para conservar el lugar lo que hacemos es
llegar temprano. Primero llega mi hermano, o depende, porque a veces lo hago yo luego de llevar
a mi hijo a la escuela de fútbol del Pachuca. Así apartamos el lugar, luego comenzamos a llegar
el resto, todos por separado y así completamos la porra. Y siempre hemos estado allí, nunca
nadie nos ha quitado el lugar”.
La porra Los Pérez no permanece aislada, dada la cercanía ellos se acoplan al ritmo que imprime la porra de
“Don Fausto” (uno de “Los Verduleros”), la cual posee un número importante de integrantes. Todo ello sin
perder su identidad y tampoco su forma de festejo.
“Somos muy tranquilos, no somos muy bullangueros, pasivos. Sí gritamos, echamos porras, pero
somos pasivos. Si nos falta un poco de alegría. Eso es la porra “Los Pérez”.
Hasta aquí hemos realizado un breve recorrido por aquellos aspectos que se entienden contribuyen a la
construcción de identidades colectivas en torno a la práctica del fútbol en Pachuca. La idea, y según lo
planteado desde la introducción de este estudio, fue la de presentar un escenario en el cual se desarrolla el
citado fenómeno. En el próximo apartado, y luego de realizar una breve reseña del camino trazado, se
analizaran los puntos que se entienden definen el problema en cuestión.
92
Consideraciones Finales
En el transcurso del presente estudio se expusieron aquellos aspectos que consideramos contribuyen a la
formación de una identidad colectiva en torno a la práctica del fútbol en la ciudad de Pachuca, Hidalgo. El
material bibliográfico analizado y la información obtenida en el campo, contribuyeron de manera sustancial a
cumplimentar los objetivos propuestos.
La incursión por la historia permitió observar cómo el fútbol se expandió a fines del siglo XIX por
intermedio de los comerciantes, ingenieros, obreros y funcionarios británicos que protagonizaron las
incursiones económicas de su país por el resto del mundo. El fútbol en pocos años logró echar raíces y sortear
todas las barreras ideológicas, culturales, lingüisticas, económicas, sociales y políticas que aparecieron en su
camino. A principios del siglo XX este deporte ya estaba extendido por Europa y gran parte del mundo, donde
la mayoría de los países habían formado su asociación respectiva. Los británicos además de enseñar a
jugarlo se preocuparon por difundir las reglas del mismo, situación que terminaría por homologarlo, para
transformarlo en una de las primeras prácticas deportivas mundializada. Por entonces, se realizaban otros
ejercicios y entretenimientos colectivos, como el criquet, rugby, hockey y carreras de trote; sin embargo, sólo
el fútbol lograría arraigarse y conseguir la aprobación unánime, tanto de aquellos sujetos que lo practicaban
jugándolo, como de quienes sólo se limitaban a disfrutarlo observándolo.
Tal como se señaló, fue en Real del Monte y Pachuca donde suponemos se formó el primer equipo de
fútbol en México, esto entre 1898 y 1901, suceso protagonizado por los mineros británicos que laboraban en la
compañía local. Aunque, como se anticipó, muy posiblemente este deporte habría sido jugado inicialmente en
las escuelas privadas del Distrito Federal. Lo destacable es que por esos tiempos el fútbol era una actividad
lúdica, practicada en los momentos de ocio, exclusivo de un grupo social, ejercido en lugares privados (los
clubes deportivos) y donde la concurrencia, generalmente, asistía a los encuentros para establecer lazos
93
sociales. De manera que no era una actividad importante, hasta podríamos aventurar que debió haber sido
concebido por los mexicanos como una excentricidad de los extranjeros.23
Hacia fines del siglo XIX la actividad minera movilizaba toda la economía del distrito de Real del Monte
y Pachuca, pasando a ocupar la localidad un lugar destacado en el mapa económico nacional, incluso
mundial.24 Con la intención de buscar el precioso metal, se produjeron hondas transformaciones en el paisaje
natural y urbano: se talaron bosques, desviaron flujos de agua y se horadaron cientos de kilómetros de
cavernas en los cerros aledaños. Pero toda esta actividad transformadora y la consecuente riqueza producida,
no se tradujo en mejoras materiales observables. Muy posiblemente la cercanía de la ciudad de México haya
jugado un papel importante en este sentido, debido a que todos los implementos mineros eran adquiridos allí,
impidiendo la formación de una pequeña industria subsidiaria local. La arquitectura local tampoco se vería
beneficiada y excepto por la construcción de unos pocos edificios importantes (algunos de los cuales perduran
hasta hoy día, como la casa Rule, el Hotel Branding, el Reloj Monumental y la Iglesia Metodista) en la ciudad
de Pachuca no encontramos casas y barrios que se corresponda con la riqueza extraída. Aquí también la
cercanía con la ciudad de México jugaría un papel relevante, pues mientras los adinerados directivos de la
empresa (en todas sus etapas) vivieron en dicha metrópolis, los mineros residieron en Pachuca en
condiciones paupérrimas. La bonanza minera del pasado tampoco provocaría mejoras de la calidad de vida de
los habitantes. Las imágenes fotográficas que aún perduran de la época dan testimonio de la gran pobreza
que asolaba el lugar.
La importancia que la minería adquirió no estaba limitada al plano estrictamente económico.
Encontramos que esta actividad llegaría a transformarse en una verdadera “fuente de novedades”, en un
Mr. Blackmore, considerado uno de los apóstoles del fútbol mexicano, relata que para el año de 1902 “el gentío se escandalizaba
de ver aquellos jugadores que jugaban con calzones, una camiseta blanca y que le daban patadas a un cuero inflado” (Revista
Récord, domingo 13 de septiembre 1942, N° 89, p, s/n). Algo parecido ocurrió muchos años antes, en 1872, en la ciudad portuaria
de Le Havre (Francia), donde los jugadores de fútbol eran llamados por la comunidad local como “payasos de circo”, por el tipo de
trajes utilizados y la forma de correr detrás de el balón (Mascarenhas, 1998). Mientras que en Buenos Aires, a principios del siglo
XX, por razones parecidas, el fútbol era considerado como el “juego de los locos”.
24 Cálculos recientes dan cuenta que de este Distrito minero se extrajeron cerca del 6% de la plata que circula por el mundo.
23
94
“puente” a través del cual arribaron inmigrantes de países lejanos, costumbres, hábitos laborales, tecnología y
prácticas culturales diferentes. Pero con el transcurso de los años, la minería y las novedades se extinguieron.
Hoy día, principios del siglo XXI, en la ciudad de Pachuca tal industria opera al mínimo histórico y
prácticamente no tiene incidencia entre la población económicamente activa de la entidad. Una muestra de
esta decadencia productiva puede vislumbrarse en el empleo de los antiguos socavones con fines
estrictamente turísticos.25 Incluso, en el empleo de la maquinaria antigua para la confección de monumentos
que integran parte del acervo estético de la ciudad. En la actualidad, encontramos en Pachuca una gran
diversidad de fuentes laborales, correspondiendo las más importantes al sector terciario: comercio, transporte
gobierno y servicios. Situación favorecida por el asentamiento de toda la burocracia estatal, la mayor parte de
las escuelas de nivel medio y superior, y la construcción de numerosos centros comerciales.
Fue en dicho marco socio económico donde el club de fútbol de Pachuca se erigió y cuyo desarrollo
institucional estuvo marcado por la discontinuidad. En diversas ocasiones, principalmente por motivos
económicos, el club debió alejarse de las competencias oficiales. Estos retiros permitieron que la institución
tuviese diversos dueños (el gobierno estatal, la universidad, empresarios locales), incluso que cambiara su
razón social, los colores de la vestimenta, el escenario de juego y su organización. Sin embargo, y pese a
estas alteraciones (fundaciones y refundaciones), lo que perdura en la memoria colectiva es una narrativa
lineal, continua: una crónica “aplanada” donde los huecos históricos son “rellenados” con anécdotas. En este
trayecto institucional, la directiva actual emerge como depositaria de este legado histórico, logrando revertir la
discontinuidad en un presente cargado de éxito y prosperidad deportiva.26
Hoy día los turistas pueden experimentar un viaje al interior de algunas de las antiguas minas de plata. Esta situación también es
común en otros centros mineros del país, tal como sucede en Guanajuato.
26 Argumentándose que ello fue posible gracias “a la creatividad de los dirigentes” al saber conducir una empresa privada y competir
en el mercado deportivo nacional e internacional. Descartándose la importante ayuda prestada por el gobierno estatal, al financiar
muchas de las actividades de la institución. El club Pachuca no debe entenderse, al menos formalmente, como una empresa “paraestatal”; tampoco, en su sentido más puro, como una empresa privada propiamente dicha.
25
95
Para los pachuqueños el club de fútbol y la actividad futbolística del primer equipo asumen hoy día un
grado de importancia superlativa. La respuesta a este fenómeno según algunos protagonistas, se relaciona
con el carácter “provinciano” de la entidad, donde la falta de oferta artística, “cultural” y deportiva, ha facilitado
que el fútbol se transformase en aquella actividad principal que ocupa el tiempo libre y la pasión de los
pachuqueños. Sin embargo, a lo largo del presente estudio se han presentado otros motivos que
consideramos perfilan este fenómeno. Los cuales, pasaremos a desarrollar:
1. El club de fútbol: nueva fuente de novedades
En el primero de los capítulos se consideró que la minería ocupó un lugar destacado en la historia de la
entidad. No sólo por haber impulsado un sector importante de la economía local, sino por haberse
transformado en un “´puente” a través del cual llegaron diversas novedades a la región. Ciertos rasgos
culturales introducidos echaron raíces, mientras que otros no. Algunos de los primeros pasaron a formar parte
en lo que Bonfil Batalla denominaría “cultura apropiada” (Batalla, 2002: 80). Dentro de esta categoría
encontramos en Pachuca dos elementos culturales27 sobresalientes: en lo organizativo el fútbol, mientras que
en lo material el famoso “paste”.28 Este último elemento, indispensable en la gastronomía de los mineros
cornish del siglo XIX, es considerado como parte del legado de los ingleses.29 Aunque el mismo podría
concebirse como producto del ingenio y de la creatividad de los propios pachuqueños que, con el transcurso
del tiempo y las constantes transformaciones, lo han convertido en un alimento original, que identifica el arte
culinario local.
Bonfil Batalla define a los elementos culturales como a “todos los recursos de una cultura que resulta necesario poner en juego
para formular y realizar un propósito social”. El autor distingue las siguientes clases: materiales, de organización, de conocimiento,
simbólicos y emotivos (Batalla, 2002: 79-80).
28 Alimento de los mineros británicos, especie de empanada de harina de trigo, rellena de carne, papa, cebolla, perejil y nabo.
Aunque en la actualidad en Pachuca se utilizan diversos y mexicanísimos rellenos, como: tinga, mole rojo, piña (ananá), arroz con
leche, jamón, carne, y otros ingredientes, incluido el chile.
29 Por cierto, en la presentación del libro de Rosario Villalobos, Inmigrantes Británicos, en su alocución el cónsul de Gran Bretaña se
sintió sumamente sorprendido respecto esta “herencia” británica. Ello, en el sentido de que este país no se distingue a nivel mundial
(ni local) por la “excelencia” de su gastronomía.
27
96
El fútbol, por su parte, aunque con un grado mayor de complejidad, también forma parte de la cultura
apropiada, dado que este deporte llegaría a practicarse y organizarse según modalidades propias. Tal como
señalamos, en sus inicios el originario Pachuca Athletic Club fungía como una institución exclusiva, selectiva,
en la cual sólo podían participar sujetos de la comunidad británica. Es decir que el fútbol, al igual que ciertas
labores jerárquicas y técnicas desarrolladas en la empresa minera, era de la absoluta exclusividad de los
extranjeros. Los pachuqueños y mexicanos en general, estaban excluidos tanto de unas como de otras
actividades. Un aporte historiográfico que apoya esta postura, lo encontramos en la lista de jugadores que
integraban los equipos de esa época, en la cual sólo figuran apellidos de origen británico. Fue recién en el año
de 1908 cuando un “mexicano” participó en un encuentro de fútbol oficial. Este honor le correspondió a David
Islas Escárcega, un joven que se desempeñaba como ayudante minero en la compañía local (Calderón, 2001:
47).
Luego de la desaparición del Pachuca Athletic Club, el fútbol sería practicado por los mineros, ello en
el club social que patrocinaba la empresa. Hasta que finalmente en el año de 1950, aceptándose la invitación
de la federación nacional, el club pasaría a competir en los torneos oficiales. Este nuevo equipo fue financiado
por el Estado de Hidalgo, quien además se encargaría de construir las instalaciones necesarias para su
práctica. Pero el desarrollo de la institución estuvo marcado por la inestabilidad (deportiva y económica)
debiendo retirarse de las competencias oficiales. Fue recién en el año de 1995, al asumir la actual directiva,
cuando se generaron en el club una serie de cambios significativos, pasando la institución a ocupar un
protagonismo inusitado en la entidad. A los éxitos deportivos, que estimularon el seguimiento de la afición
local, le acompañaron una serie de transformaciones administrativas que impulsaron y proyectaron a la
institución al plano nacional e internacional. El antiguo club de corte familiar, característico del periodo
intermedio que va desde 1950 a 1990, fue transformado en una moderna institución, una empresa privada, en
un negocio. De esta forma, es cómo el club llegaría a suplir aquella labor que en el pasado asumía la minería,
para llegar a convertirse en la “nueva fuente de novedades”.
97
La condición antedicha, no debe a inducirnos a suponer que la ciudad de Pachuca sea una localidad
aislada y que el club de fútbol constituya el único conector con la realidad externa. Lo que se plantea es que
tras la debacle de la minería, el club de fútbol se transformó en el nuevo puente a través del cual llegaron a la
entidad diversas novedades del –denominado- mundo globalizado: algunas de orden material, como toda la
tecnología de vanguardia utilizada en la remodelación del estadio; otras de índole organizacional, como la
cultura empresarial aplicada por las autoridades en la transformación de la institución. Pero a diferencia del
pasado, las actuales novedades no podrían ser puestas en práctica en la vida cotidiana de los lugareños para
convertirlas en parte de su cultura apropiada, sino que, dada su proyección mediática, las actuales novedades
son confeccionadas solo para su consumo. Ejemplo de estos adelantos los encontramos en la “Tuzo Plaza”,
un centro comercial donde se expende productos con la marca del club (“tuzotacos”, “tuzomanía”, etc.); la
Universidad del Fútbol, institución única en su género en toda Latinoamérica, a la cual preferentemente
asisten alumnos de otros estados; el estadio de fútbol, rebautizado como “El Huracán”, único en todo México
con butacas, pantalla gigante, publicidad electrónica, museo interactivo, centro comercial, salón de la fama,
capilla (católica) y sistema de vigilancia de circuito cerrado; el hotel de cinco estrellas Radisson-Pachuca y el
Congreso Internacional de Fútbol. Este conjunto de “novedades” colocaría a Pachuca como un punto de
referencia privilegiado en el mapa temático del mundo globalizado. De allí, posiblemente, las expresiones de
deseo de las actuales autoridades en transformar a la entidad en la “ciudad del fútbol mexicano”.
Lo importante de destacar es que para la mayoría de los pachuqueños estas novedades son
concebidas con un sentimiento de orgullo por saberse poseedores de uno de los clubes deportivos más
modernos y de las directivas más emprendedoras del país. De manera que no es equivocada la opinión de
aquel simpatizante quien sostiene que la función más trascendente del club es que “viste a la entidad” y, por
extensión, a todos los pachuqueños por igual. Sin embargo y pese a todas las maravillas descritas, el club se
eleva sobre la triste realidad hidalguense marcando un camino de prosperidad que en la práctica muy pocos
pachuqueños podrían seguir.
98
2. El origen del fútbol, rasgo distintivo de los pachuqueños
Según lo planteado en la introducción del presente estudio y fundamentado en el análisis expuesto por Villoro
(1996), consideramos que el término identidad posee un carácter multívoco, variando su significado según el
objeto al cual se aplique. En sentido general, podemos afirmar que identificar algo consiste en señalar
aquellas notas que lo distinguen de los demás objetos y le permiten perdurar como tal en el tiempo. Aplicado a
las entidades sociales colectivas, consideramos que identificar a un pueblo sería señalar aquellas “notas”
duraderas que permiten su reconocimiento frente a otros, pudiendo éstas ser de naturaleza variable, como el
territorio ocupado, composición demográfica, lengua, instituciones sociales y otros rasgos culturales. Gilberto
Giménez, coincide con las anteriores apreciaciones, señala que la identidad también consiste en una unidad
distinguible, cualquiera que esta sea y, basado en el filósofo Heinrich, afirma que la identidad “es un predicado
que tiene una función particular; por medio de la cual un objeto se distingue como tal de las demás cosas de
su especie” (Giménez, 2000: 47-48).
Estas apreciaciones vienen a colación por que durante el transcurso del trabajo de campo etnográfico,
uno de los anhelos fue tratar de reconocer aquellos rasgos constitutivos de la identidad de los pachuqueños.
La búsqueda inició por lo tangible: aspectos morfológicos, rasgos fisonómicos, giros lingüísticos en el habla,
formas de vestir y otras peculiaridades posibles de observar. Los resultados (en el transcurso de la primera
etapa) fueron desalentadores, en general, no se logró distinguir aquellas “notas distintivas” que diferencia a
éstos del resto de los mexicanos. Dicha ausencia - podemos anticipar-, no se debió a la falta de tales
elementos, sino en el camino emprendido en la investigación. Giménez, aclara este respecto señalando que la
identidad constituye aquella dimensión subjetiva de los actores sociales y que “no todos los rasgos culturales
inventariados por un observador externo son igualmente pertinentes para la definición de su identidad, sino
alguno de ellos socialmente seleccionados, jerarquizados y codificados para marcar simbólicamente sus
fronteras en el proceso de interacción con otros actores sociales” (Giménez, 1996: 13-14).
99
De manera que para subsanara el inconveniente inicial, en la etapa de trabajo siguiente fue que decidí
abocarme a conocer esa dimensión subjetiva de los actores sociales.30 Lo cual fue posible mediante dos vías:
una mayor interacción con los agentes en diversos ámbitos de la vida cotidiana y la realización de entrevistas
a profundidad a muchos de estos actores sociales. Mediante tales procedimientos, busqué comprender
aquellos rasgos de naturaleza inobservable y así ampliar mis conocimientos respecto los pachuqueños. En
este derrotero, además de descubrir un abanico de personalidades distintivas, me encontré con una autoapreciación recurrente, la cual da cuenta del carácter “tranquilo” de los pachuqueños. Sin embargo, concluí
que esta cualidad de la conducta colectiva (posiblemente de muchos, mas no de todos), además de contener
una cierta cuota de etnocentrismo no me brindaba información sustancial sobre el tema de investigación.
Luego de realizar ciertos rodeos e invertir el sentido de la búsqueda, comprendí que estos rasgos o “notas
distintivas”, posiblemente se encuentren en algo que los “otros”31 no poseen y que sólo es privativo de los
pachuqueños. Allí comprendí que, probablemente, aquello que los caracteriza y diferencia se encuentra
inmerso en ese fenómeno tácito difundido por medio de historias orales y escritas, y que se instituye como el
orgullo de todos los pachuqueños, es decir, en el origen del fútbol.
Esa historia, que según detallamos reconoce varias versiones, incrementa su valor local con relación a
la importancia que este deporte adquiere en el plano nacional e internacional. La sensación manifiesta entre
los pachuqueños cuando se aborda este tema adquiere un toque de vanidad: se conciben como poseedores
del santuario sagrado donde nació el deporte de “todos los mexicanos”. Esto, a pesar de que la propia historia
elaborada no reconoce un punto geográfico exacto de gestación ni una fecha precisa de fundación. Sin
embargo, estas carencias y el carácter difuso de las mismas, parecerían representar su mayor fortaleza, dado
que permitirían a los narradores confeccionar versiones libres según el capital cultural disponible; situación
que, además, disolvería las contradicciones surgidas, como aquella existente entre la “historia oficializada” y la
30
31
Situación que se facilitó en la segunda temporada de trabajo etnográfico.
Entendiendo por “otros” al resto de los mexicanos que no viven o nacieron en la entidad.
100
versión basada en la memoria colectiva en Real del Monte. En general, y con la reserva que corresponde al
respecto, podríamos afirmar que para los pachuqueños el hecho de ser poseedores de un bien públicamente
preciado, los eleva hacia un plano privilegiado de la realidad social y los distingue en el marco nacional.
En el plano local, por su parte, la historia del origen del fútbol posee un grado de eficacia superlativa y
contribuye a esta formación colectiva entre los pachuqueños, dado que la misma cuenta con aquellos
elementos que Loredana Sciolla distingue como indispensables para la formación de una identidad de estas
características, es decir, una dimensión locativa, una selectiva y una integradora. La primera de estas, la
dimensión locativa, subyace en el relato situando a los sujetos en el interior de un campo o de un mundo
simbólico (que también puede tener un sustrato territorial) con límites o fronteras definidas. En el caso
particular de la historia señalada, encontramos que la misma se desarrolla en escenario y tiempo particular, el
distrito minero de Real del Monte y Pachuca a fines del siglo XIX, donde se propone que el fútbol habría
nacido para luego expandirse al resto del territorio mexicano. Esta sentencia, que, como se dijo, “de tan
repetida llega a convencer al crítico más escéptico”, deja de lado algunos detalles que se entienden
fundamentales para explicar el fenómeno respectivo:
1. Se establece un punto de origen que marca el rumbo de un largo proceso que perduraría hasta
nuestros días: donde el fútbol habría nacido en Pachuca y con el transcurso del tiempo llegaría a extenderse
hacia todos los rincones de la República Mexicana. Este tipo de afirmación resulta semejante a los
argumentos empleados por los antropólogos difusionistas del siglo XIX, cuando intentaban explicar el origen
de la cultura en el mundo.32 Además, esta postura desconoce otro punto trascendente, sobre el cual, en el
transcurso del presente estudio, se han expuesto algunos aspectos importantes: que el fútbol (y muchas otras
prácticas deportivas, culturales, económicas, políticas y sociales), emergieron como producto de un complejo
Cuando afirmaban que la “cultura” había nacido en Egipto y de allí había “irradiado” hacia el resto del mundo, pues –según reza su
argumento- “el hombre es poco inventivo; por consiguiente, la cultura surge sólo bajo circunstancias excepcionalmente favorables y
casi nunca dos veces de modo independiente” (Lowi, 1985:198).
32
101
proceso de relaciones e interrelaciones que facilitó el contacto e intercambio en el marco del proceso
modernizador que por entonces comprometía a todo el planeta. Decir que el fútbol nació en Pachuca, es
desconocer el proceso mundial en el cual México estaba envuelto.
Este sesgo nos transporta a un segundo elemento presente en la historia: su carácter selectivo. Esta
dimensión selectiva de la historia del origen del fútbol queda manifiesta en la actitud de los narradores al elegir
aquellos elementos culturales preferidos, para perpetuarlos y conectarlos con el presente. Dicha postura,
apenas visible en la historia popular, se manifiesta con mayor esplendor en la versión oficializada y divulgada
por el club de fútbol, la cual –según se señaló-, se caracteriza por omitir a numerosos actores del pasado y
exaltar ciertos aspectos que podemos interpretar como funcionales con los actuales propósitos institucionales.
Esta forma de proceder acarrea cierto grado de duda y ambigüedad ya que podría ser interpretada de dos
modos distintos: una, como producto del olvido o el descuido (es decir, se omite el nombre de un personaje o
algún suceso porque no se tiene suficiente información o porque las fuentes no son confiables, etc.); dos,
como producto de una conducta intencionada. Raymond Williams (1980) analiza esta última perspectiva
cuando presenta su definición de las “tradiciones selectivas”. El autor, entiende que las tradiciones son
elaboradas por grupos hegemónicos mediante el empleo de ciertas áreas del pasado y el presente,
seleccionadas y presentadas públicamente con éxito como “la tradición”, como el “pasado significativo”.
Constituyendo un aspecto de la organización social y cultural contemporánea del interés de la dominación de
una clase específica. Así, dicha versión del pasado, en nuestro caso la historia del origen del club de fútbol, se
pretende conectar con el presente y ratificar. En la práctica, lo que ofrece la tradición es un sentido de
predispuesta continuidad (Williams, 1980: 138).
El tercer aspecto, el integrativo, queda manifiesto en lo que se entiende como el carácter educativo o
pedagógico de la historia del origen. Según planteamos, la falta de información documental, permite extender
el origen de ésta actividad deportiva hasta mediados del siglo XIX, aunque las posturas más exageradas
102
afirman que en 1825 ya se jugaba el fútbol en la comarca.33 Si bien esta fecha parece extremadamente
arriesgada, lo cierto es que la antigüedad que se le adosa al fútbol parece superar los lindes históricos de la
propia entidad federativa. Es decir, que el fútbol en Pachuca nació antes que el propio estado de Hidalgo. De
manera que al narrar la historia del club, no es casual que se produzca un desplazamiento hacia la historia de
la entidad. Sucesos importantes como la explotación de la minería, las acciones revolucionarias y postrevolucionarias, el advenimiento del PRI como partido hegemónico y otros fenómenos, están presentes en
ambas narrativas: dejando la posibilidad, con un poco de creatividad y osadía, de realizar un viaje al pasado
de la entidad a través de la historia del club del fútbol.34 Este fenómeno es posible porque, y según se
entiende en el presente estudio, el fútbol no constituye una isla, un coto aislado de la realidad social, sino, un
medio cultural que cambia en relación con el campo social donde la institución está inserta. De allí entonces,
los vínculos manifiestos entre ambas historias.35
3. La importancia de llamarse Pachuca
El tercer aspecto que interviene y colabora en la formación de una identidad colectiva se vincula con la
referencia toponímica presente en el nombre de todos los equipos formados en la historia de la institución.
Según se detalló en la tabla 3, y pese a los cambios suscitados en el transcurso de la trayectoria del club, los
nombres adoptados por los equipos siempre mantuvieron una referencia al lugar de origen, es decir, a la
ciudad de Pachuca. Circunstancia que se entiende ha exaltado entre los lugareños su sentido de pertenencia,
al tiempo que ha facilitado la adhesión a las actividades del club. Si enumeramos todas las denominaciones
empleadas para identificar al club de fútbol encontramos un total de siete designaciones distintas, que son las
33 Esta última afirmación debe ponerse en tela de juicio, dado que no coincide con los verdaderos acontecimientos históricos
registrados y ampliamente difundidos, en los cuales se afirma que el “fútbol” nació en el 26 de octubre de 1863 luego de la famosa
reunión efectuada entre un grupo de estudiantes ingleses para establecer las reglas de este deporte y así diferenciarlo del rugby.
Antes de esta fecha lo que existía en Inglaterra era una mezcla de ambos deportes, en el cual se permitía el empleo de las manos,
los golpes entre los jugadores, el peligroso hacking (una modalidad de zancadilla), y otras acciones violentas, que, generalmente,
estimulaban la violencia entre los contrincantes (Dunning, 1996).
34 Recurso pedagógico de importancia para aquellos historiadores o maestros de grados que se preocupen en contar la “historia”
desde una postura más creativa, menos acartonada.
35 El cual se espera abordar en el trabajo de grado de Doctorado.
103
siguientes: Pachuca Athletic Club, Pachuca Atlético Club, Club Deportivo Atlético Pachuca, Atlético Pachuca,
Garzas Blancas del Pachuca de la U.A.H., Pachuca Fútbol Club, y, la actual, Club de Fútbol Pachuca. En
todas ellas, como se observa, el factor común es el término “Pachuca”. Preferencia que puede interpretarse
como producto de la casualidad, pero también como una acción deliberada de los cuerpos directivos por
vincular las actividades deportivas de la institución con los designios de la entidad. De manera que lo realizado
por el club de fútbol no sólo sería de la incumbencia de los simpatizantes (porristas o barristas) sino de todos
los nacidos y de quienes viven en la ciudad. De allí que los festejos en los triunfos obtenidos por el equipo (en
particular los campeonatos nacionales) sean asumidos como un triunfo de “todos los pachuqueños”, sin
distingo de las preferencias políticas, religiosas o condición económica. El club de fútbol, así entendido, se
instituiría en el nuevo emblema colectivo, en el “equipo de todos los pachuqueños”.
Julio Frydenberg (1996), quien se ha preocupado en aclarar esta particularidad, afirma que los
nombres elegidos para fundar los clubes de fútbol (en su caso de Argentina) manifiestan una relación
“abrumadora” con el espacio de residencia de los miembros fundadores, sea una ciudad o un establecimiento
educativo.36 Esta situación se transforma en un motivo de convocatoria, que no sólo implica a los
simpatizantes de fútbol, sino que, por extensión, incluye a todos los nacidos en la citada entidad.
Tal como se ha detallado en el presente estudio, existen otros vínculos entre el club de fútbol y la
ciudad. El más significativo lo encontramos en el empleo como escudo del club del icono urbano más
trascendente de Pachuca, el Reloj Monumental. Otra referencia simbólica se percibe en el sobrenombre con
que se conoce a la institución, “los tuzos” y que encuentra correspondencia con la mascota37 elegida para
representarlos “el Pachus”, que es una tuza vestida con el uniforme del equipo. Estos últimos elementos se
vinculan con la actividad minera de antaño, e incluso podríamos concebirlos como una evocación del pasado.
En los casos analizados el 90 % de los nombres elegidos tenían una relación toponímica.
En México a los muñecos o mascotas que representan al club se les denomina “botarga”, término que en el diccionario de la
lengua española significa “vestido ridículo” (García-Pelayo, 1974: 104).
36
37
104
Por último, y con la reserva que merece una afirmación de este alcance en el trayecto de un “estudio en
proceso”, según lo expuesto se desprende que el Club de fútbol de Pachuca al adoptar estos iconos como
escudo e insignia, al estamparlos en su uniforme oficial y al difundirlos como propios en el marco de una
narrativa finamente elaborada, ha logrado fusionar y, al mismo tiempo, apropiarse de toda la carga simbólica
que estos elementos culturales poseen; incrementando de este modo, el apego que la gente siente hacia la
institución. Desde esta perspectiva, entonces, no es extraño suponer que los partidos disputados en el Estadio
Hidalgo se transformen en una verdadera guerra simbólica, una arena pública donde el equipo local, en su
afán de lograr la victoria, impida al equipo contrario mancillar (con goles) aquellos emblemas que identifica y
une a todos los pachuqueños.
105
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Documento 3
Ramo: Sindicato, Sección: Centro deportivos, Año: 1934, Caja: 1, en: Archivo de Minería de Real del Monte y
Pachuca
112
Anexos
Tabla 1
Datos estadísticos sobre el Estado de Hidalgo y el Municipio de Pachuca
1. Población total
Hidalgo
Huejutla de Reyes
Pachuca de Soto
Tulancingo de Bravo
Total
2,235,591
108 239
245 208
122 274
Hombres
1 081 993
53 423
117 022
57 351
Mujeres
1 153 598
54 816
128 186
64 923
Fuente: Anuario, 2002.
Población por lugar de nacimiento, porcentaje
Porcentaje
86.8
12.3
0.9
En la entidad
En otra entidad
No especificado
Fuente: Anuario, 2002.
2. Viviendas
Tipo de viviendas
Total de viviendas particulares
De material de desecho, lámina de cartón, carrizo, embarro, etc.
El resto es de block, ladrillo, piedra o tabique
Disponen de agua entubada en el ámbito de la vivienda
No disponen de agua o es por acarreo
No disponen de energía eléctrica
No disponen de servicio sanitario exclusivo
No disponen de gas (usan otros combustibles, leña, carbón)
No disponen de teléfono
No disponen de calentador de agua
No disponen de computadora
No disponen de auto propio
Total de viviendas
491 482
86 325
405 157
390 981
95 869
38 631
106 368
161 482
390 368
294 866
463 711
364 531
Fuente: Anuario, 2002
3. Servicios de salud
De los 2 millones 235 mil 591 residentes del estado, 29.1 % tienen derecho a servicios de salud, cifra que está
por debajo de la nacional que llega a 40.1 % de los habitantes.
Hidalgo
Nacional
Con Servicio
29.1
40.1
Sin Servicio
69.6
57.0
113
La situación es crítica en las poblaciones menores a 500 habitantes, donde residen 456 mil 444 habitantes. De
éstos, 13.3 % posee servicio de salud; mientras que el 85.4 % no posee servicio.
Fuente: (Perfil Sociodemográfico, 2002)
4. Educación
El rezago educativo
En el año 200, Hidalgo tiene una población de 15 años y más de 1.4 millones, de esta 841 mil se encuentran
en rezago educativo, es decir, no cuentan con los tres grados aprobados de secundaria, considerados como
los estudios básicos obligatorios (según el acuerdo nacional para la Modernización de la Educación Básica de
1993), que debería tener la población una vez cumplidos los 15 años de edad. El Estado de Hidalgo presenta
una situación de rezago alto, del orden del 59%. La tendencia fue creciente de 1990 a 1995, y a pesar de que
de 1995 al 2000 el número de población en dicha condición disminuyó, la cifra final (841 mil) supera a la de
1990 con 76 mil personas.
A nivel Municipal la situación es más extrema. Encontramos Municipios, como por ejemplo La Misión,
cuyo porcentaje asciende al 89.4 % de la población de 15 años y más con rezago educativo; Tlahuitepa, 85.7;
Huehuetla 82.5; San Felipe Orizatlán 79.2, Acatlán 76.7, entre otros. De los 84 municipios que conforman el
Estado de Hidalgo en el año 2000, la gran mayoría se encuentran clasificados en los grados alto (37) y medio
(30) de rezago educativo. Sólo nueve corresponden al grado bajo y ocho al extremo (que superan el 84%).
Mientras que el porcentaje de población en rezago educativo en México es de 53.1, en el Distrito
federal alcanza el 33 %, Morelos 47.6, Nuevo León 38.3. Por el contrario, Chiapas 72.4%, Michoacán 65.4,
Guerrero 64.0, Puebla 60.6, Oaxaca 70.1, entre otros. (p:9)
Municipios según porcentaje de población alfabeta
Pachuca
Mineral del Monte
Nacional
1990
94.3
90.0
87.4
2000
96.0
93.1
90.1
Estado de Hidalgo
Huehuetla
Xochiatipan
San Bartolo T.
Yahualica
79.1
48.2
46.2
42.5
45.5
85.0
59.0
58.8
56.0
53.8
Fuente; Perfil Sociodemográfico, 2002
4. Laboral
Población ocupada por ocupación principal
Actividad
Total
Todas
728 726
Agricultura, ganadería, pesca y caza 183 852
Minería
4 782
Construcción
131 136
Comercio
101 710
Fuente: Perfil sociodemográfico 2002
114
Distribución de la riqueza
La distribución porcentual del ingreso por trabajo de los hogares y su población, según deciles de hogares,
muestra un notorio desequilibrio.
Nos encontramos con que en el 11.2 % de la población concentra 51.5% de todo el ingreso por
trabajo. Situación semejante a la registrada en la década de 1990, cuando dicho valor fue el siguiente: el 12.1
% de la población acumulaba 49.7% de los ingresos por trabajo.
Población según salarios de ingreso38
Total
No reciben ingresos
Hasta el 0.5
Más del 0.5 menos de 1
1
Más de 1 y hasta 2
Más de 2 y menos de 3
De 3 a 5
Más de 5 y hasta 10
Más de 10
No especificado
728,726
92,899
38,353
113,817
32
230,511
89, 764
77, 363
37 475
14, 712
33, 800
Fuente: Perfil sociodemográfico 2002
Población ocupada por sector
Primario
Secundario
Terciario
No especificado
25.2
28.7
44.1
2.0
Fuente: Perfil sociodemográfico 2002
38 El Estado de Hidalgo corresponde a la denominada zona “C” donde el salario mínimo es de $42.11 (aproximadamente 4 dólares)
por día de trabajo (información obtenida en http://www.amedirh.com.mx
115
Tabla 2
Periodos del fútbol en México39
Etapa
Período
Inglesa
19021918
Amauteris
mo
19211943
Equipos
importantes
Pachuca
Athletic
Club,
Reforma
Athletic Club, otros
de
la
colonia
británica.
Asturias,
Atlante,
Aurrerá
España,
Marte,
México,
Moctezuma, León,
Necaxa,
Guadalajara,
Veracruz,
Zacatepec,
Profesional 1943- a la América, Atlas, Cruz
actualidad Azul,
Chiapas,
Guadalajara,
Monterrey, Morelia,
Necaxa,
Pumas,
Pachuca,
Puebla,
Querétaro, Santos,
Tigres,
Toluca,
UAG, Veracruz
Alcance de la actividad
Institución
Lúdico (principalmente en el Clubes privados
terreno de juego). Exclusivo.
Restringida a un grupo étnico.
Sin difusión.
Competencia deportiva pública.
Migrantes europeos y criollos. Se
inicia la difusión escrita y radial.
Torneos locales y regionales.
Divisiones
No había
Equipos (según 1° División
origen étnico) y
Clubes
con
estructura
asociacionista.
Pública. Masiva. Espectáculo de Equipo-empresa
masas (donde aún pervive el
carácter lúdico del juego).
Torneos
internacionales,
nacionales y locales.
Amplia
difusión,
diversos
medios de comunicación: radio,
periódicos,
t.v.,
revistas
especializadas, internet.
Clubes empresas, mercadotecnia,
publicidad
Rama
Profesional:
1°
División,
2°
División. Y
3°
División
Ra
ma
Amateur
La presente tabla sólo considera aspectos inherentes del ámbito futbolístico, en ella no se establecen relaciones con otros campos
sociales, políticos o culturales. Además, la misma debe entenderse como una propuesta o intento de condensar un conjunto de
información que, indudablemente, merece mayor precisión y espacio.
39
116
Tabla 3
Aspectos institucionales del club Pachuca
Periodo
1902-20
1950-51
1951-52
Nombre
del Club
Pachuca
Athletic
Club
Pachuca
A.C.
Pachuca
A.C.
1960-61
1961-62
Pachuca
A.C.
1962-70
Pachuca
A.C.
1970-71
Pachuca
A.C.
Pachuca
A.C.
Pachuca
A.C.
1971-72
1972-74
1974-1975
1975-76
1976-78
Club
Deportivo
Atlético
Pachuca
Atlético
Pachuca
Categoría
Presidentes del Aspectos generales Logros Deportivos
club
Amateur Blamey (inglaterra)
Campeón de liga 1904-05; 1917-18 y
Alfred.
1919-20.
Ch.Crowle (ing )
Campeón de copa, 1906-07, y 19111907-08 Charles
12
Dawe (ing)
1° Retiro: durante este período el equipo desaparece de las competencias oficiales.
2° División
Ing.
Fermín
Iracheta
2° División
Luis Iracheta
2° Retiro: durante este período el equipo se retira de la competencia
Reaparece a la 2° Ramón Hernández
1 Campeonato de Copa.
División.
Lozano
1 Liga de 2° División
Asciende a 1°
División.
Luego
desciende a 2°.
En 1967 logra el Germán Corona
Campeón de Copa 1965-66
ascenso a 1° del Rosal
Campeón de 2° División, 1966-1967
División
1° División
Interino: Antonio
Yaspik Guerra
1° División
Germán Corona
del Rosal
En 1973 desciende Porfirio Hernández Se ofrece de manera
a la 2° División
gratuita la franquicia a
la Universidad de
Hidalgo, pero su rector
rechaza la propuesta.
3° Retiro: por problemas económicos el Club se aleja de la competencia.
2° División
Representante:
El Gobierno del Estado
Adolfo Mendoza de Hidalgo adquiere la
Chávez
franquicia del club
2° División
1978-81
Garzas
2° División
Blancas del
Pachuca de
la U.A.H.
1981-83
Pachuca
F.C.
2° División
Julio Hoyo Asiáin
El club se forma con la
fusión de dos equipos,
el Atlético Tepeji y el
ex plantel del Pachuca
Gerardo
Sosa Adquiere la franquicia
Castelán
la Universidad de
Hidalgo
La playera del equipo
cambia de color (café)
y porta el escudo de la
universidad.
Felipe Baril Horel
El Gobierno del Estado
de Hidalgo recobra la
franquicia. Además se
117
-
-
-
1983-84
1984-85
1985-90
1990-93
1993
1993-94
Pachuca
2° División
F.C.
Club
de 2° División
Fútbol
Pachuca
Club
de 1986 Desciende a
Fútbol
la 2 Div. “B”
Pachuca
1987 asciende a la
2° Div.
Club
de 2° División
Fútbol
Pachuca
Club
de Desciende a 2°
Fútbol
División “A”
Pachuca
Club de
Fútbol
Pachuca
1994-95
Club de
Fútbol
Pachuca
1995- hasta Club
de Desciende
la
fútbol
Asciende
actualidad Pachuca
1° División
recupera su nombre
original y el mote de
los “tuzos”.
En la playera se porta
el escudo del Estado
de Hidalgo.
Olvera
-
Francisco
Ruiz
Eduardo
Valdespino Furlong
Carlos
Arriaga
-
1 Subcampeonato de 2° Div.
Herrera
-
1 Subcampeonato de 2° Div. 1985-86
José
Luis
Villuendas Álvarez
-
1 Subcampeón de 2° Div. 1990-91
1 Campeón de 2° División., 1991-92
Servando
Gómez
-
Carlos
Arriaga
-
Santos
Morales
y Jesús
Patiño
Conde 14 de febrero de 1993
se inaugura el Estadio
Hidalgo (propiedad del
Gobierno de Hidalgo)
Herrera
Islas
-
Martínez Promotora del Club
Pachuca compra un
porcentaje de las
acciones del club al
gobierno del estado de
Hidalgo
118
-
1 Subcampeonato 1° A Div., 1994-95
2 Campeonatos de 1° A, 1995-96, e
invierno de 1997.
3 Campeonatos de 1° Div.
1 Subcampeonato, Verano 2001
Copa Concacaf 2002.
Gabriel H. Angelotti Pasteur
La dinámica del fútbol en México. La construcción de
identidades colectivas en torno al Club de Fútbol
Pachuca en nuestros días.
El Colegio de Michoacán, A.C. 2004, Zamora.
<[email protected]>
119

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