Cercano está el día Grande del Señor

Transcripción

Cercano está el día Grande del Señor
Cercano está el día Grande del Señor
Febrero 11 de 2010
CERCANO ESTÁ EL DÍA GRANDE DEL SEÑOR
En el libro de Sofonías, capítulo 1 y verso 7 en adelante; nos dice la escritura: Calla delante de
la presencia del Señor Dios, porque el día del Señor está cercano; porque el Señor ha
aparejado sacrificio, prevenido a sus convidados.
Ciertamente, el día del Señor está cercano, pronto serán derribadas y consumidas las obras y
los reinos de los hombres, quienes han desechado al Señor y han creado un sistema
independiente, no queriendo para nada el gobierno y la intervención del Cristo, un sistema
donde el hombre sólo desea las cosas de este mundo y hace su propia voluntad, un camino de
rebeldía, idolatría, amor al dinero, a la vanidad y a lo abominable a los ojos del Señor.
Pero nos encontramos a las puertas de la promesa del Señor, la promesa de destruir los reinos
corruptos e inmundos del hombre y establecer Su Reino de Justicia y paz.
Y será que en aquel día del sacrificio del Señor, haré visitación sobre los príncipes y sobre los
hijos del rey (rey con minúscula, el rey de este siglo, los hijos del diablo que han desechado el
Reino del Señor), y sobre todos los que visten vestido extraño.
El Señor quiere cubrirnos con Sus vestidos de justicia y salvación, con Su propia vida, pero el
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hombre ignorando la justicia de Dios, ha querido establecer la suya propia, ha querido cubrirse
con hojas de higuera, con sus propias obras, ha querido taparse y presentarse delante de Dios,
con ritos y ceremonias religiosas.
Recordemos cuando el Señor enseñó acerca de los convidados a las bodas, en Mateo 22: 1114 dice: Y entró el rey para ver los convidados, y vio allí un hombre no vestido de vestido de
boda. Y le dijo: Amigo, ¿cómo entraste aquí no teniendo vestido de boda? Y a él se le cerró la
boca. Entonces el rey dijo a los que servían: Atadlo de pies y de manos tomadle, y echadle en
las tinieblas de afuera: allí será el lloro y el crujir de dientes. Porque muchos son los llamados y
pocos los escogidos.
La única manera de participar de las bodas del Cordero de Dios, es encontrarnos con vestido
de boda, habiendo sido purificados y emblanquecidos con los tratos de Dios para que seamos
uno con Su amado Hijo; habiendo perdido nuestra propia vida y encontrándonos en la
naturaleza de Él. El que ame su propia vida la perderá.
Si desechamos la invitación del Señor para salir a caminar con Él, a la manera de Él, y dejar
así nuestra propia naturaleza, no veremos nuestra condición, no aborreceremos nuestra propia
vida; pues es en la luz, Él es la Luz, donde se disiparán nuestras tinieblas, es en Su presencia
donde será manifiesto nuestro pecado, es en el fuego de Sus tratos donde aparecerá nuestra
escoria; entonces y sólo entonces veremos nuestra incapacidad e impotencia, desistiremos de
tratar de presentarnos justos en nuestras propias fuerzas y nos acogeremos a la esperanza
propuesta: Él nos salvará, Él quitará de nosotros el pecado, el que diga que no tiene pecado es
mentiroso y no tiene la verdad.
Continúa la escritura hablándonos de la visitación del Señor, en Sofonías 1: 9: Y en aquel día
haré visitación sobre todos los que saltan la puerta, los que llenan de robo y engaño las casas
de sus señores.
El Señor es la puerta, y es la única forma de llegar al Padre, ya que el Padre así lo estableció;
pero muchos pretenden saltar la puerta. El asunto es que si entramos por la puerta,
perderemos nuestra propia vida y entonces seremos vestidos con vestidos de boda. Muchos,
incluso quienes dicen pertenecer al pueblo del Señor andan saltándose la puerta, la puerta de
la muerte al yo, de la muerte a nuestra voluntad e insisten en entrar por otra puerta, la de los
ritos y diezmos, pero sin perder su propia vida; de esta manera se están vistiendo ellos mismos
con vestido extraño.
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El Señor desea nuestro corazón, no sólo un diezmo, sino todo nuestro ser, que cada centavo
sea administrado conforme a Su voluntad, para hacer con él lo que el Señor nos diga, no es Su
voluntad que demos un diezmo, con la intención torcida de que lo multiplique y de que nos de
las cosas del mundo. ¿Dónde tenemos la mirada, dónde tenemos el corazón?
También habrá visitación para los que llenan de robo y engaño las casas de sus señores;
cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia; sólo miremos a las denominaciones
hechas por el hombre.
Se nos dice que seremos escudriñados con candil y que habrá visitación sobre los hombres
que están sentados sobre sus heces, los cuales dicen en su corazón: El Señor ni hará bien ni
mal. Ciertamente habrá mal para quienes no tengan el vestido adecuado y para quienes estén
sentados en sus propias heces; son las mismas personas.
Cercano está el día grande del Señor, cercano y muy presuroso…. día de ira, día de
angustia y aprieto, día de alboroto y de asolamiento, día de tiniebla y oscuridad…Día de shofar
y de alarma…. Y atribularé a los hombres, y andarán como ciegos, porque pecaron contra el
Señor; y la sangre de ellos será derramada como polvo, y su carne como estiércol.
Ni su plata ni su oro los podrá librar en el día de la ira del Señor. Sofonías 1: 18a.
Muchos se han dedicado a hacer tesoros en la tierra, a servir a las riquezas, incluso pensando
ser pueblo santo; recordemos que no se puede servir a dos señores y que donde está tu
tesoro, está tu corazón. No han sido ricos para con Dios, ni en buenas obras, pero como todo
lo que el hombre sembraré eso recogerá, ni su plata ni su oro les servirán, ni los podrán librar
en el día terrible y cercano del Señor. Se nos invita es a hacer tesoros en el cielo, donde no
hay polilla, ni orín, ni ladrones.
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El Señor también visitará la ciudad alegre que estaba confiada, la que decía en su corazón: Yo
soy y no hay más. Esta es la ciudad de la religión, la ciudad hecha por los hombres, Babilonia,
la Gran Ramera, que cree ser la esposa del Cordero, pero se ha contaminado con ídolos y se
ha prostituido amando al mundo y sirviendo al dinero. ¡Ay de la ciudad ensuciada y
contaminada y opresora! No escuchó la voz, ni recibió la disciplina; no se confió en el Señor, no
se acercó a su Dios.
En la ciudad de la religión no se escucha directamente la voz del Señor, sino de intermediarios
que llevan discípulos tras sí, y no tras el Señor; y si no escuchamos directamente la voz de
Dios, seguiremos en nuestra propia vida, seguiremos vestidos con vestidos extraños; por más
ritos y diezmos que entreguemos. Es sólo escuchando Su voz y mediante Su disciplina que
seremos circuncidados de corazón y perteneceremos al verdadero Israel de Dios; sólo así
habrá en nosotros santidad y fruto de justicia.
En esta ciudad sus príncipes son leones bramadores; sus jueces, lobos de tarde que no dejan
hueso para la mañana; sus profetas, son livianos, varones prevaricadores; sus sacerdotes
contaminaron el santuario, falsearon la ley. Sofonías 3: 1-4 De nuevo, cualquier parecido con la
realidad es pura coincidencia en las denominaciones de los hombres.
Pero como la visitación del Señor será terrible para los de vestido extraño, será maravillosa
para los de vestido de bodas, para los que hemos estado esperando al Señor. Su vida, Su
gobierno.
Porque entonces volveré yo a los pueblos el lenguaje puro, para que todos invoquen el
lenguaje del Señor, para que de un consentimiento le sirvan… Y dejaré en medio de ti un
pueblo humilde y pobre, los cuales esperarán en el nombre del Señor. El remanente de Israel
no hará iniquidad, ni dirá mentira, ni en boca de ellos se hallará lengua engañosa; porque ellos
serán apacentados y dormirán, y no habrá quien los espante. Sofonías 3: 12-13
Y ahora el conocido pasaje: Canta, oh hija de Sion, da voces de júbilo, oh Israel, gózate y
regocíjate de todo corazón, oh hija de Jerusalén. El Señor alejó tus juicios, echó fuera tu
enemigo; el Señor es Rey de Israel en medio de ti; nunca más verás el mal.
Termina el libro de Sofonías hablándonos algo maravilloso: En aquel tiempo yo os traeré, en
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aquel tiempo yo os congregaré; porque yo os daré por renombre y por alabanza entre todos los
pueblos de la tierra, cuando tornare vuestros cautivos delante de vuestros ojos, dice el Señor.
Sofonías 3: 20
Que el Señor abra nuestros ojos Y oídos: Él nos congregará y nos pondrá por alabanza en la
tierra, ¿Cuando? Cuando torne nuestra cautividad. Cuando el Señor comienza a hacernos
libres, y a tornar nuestra cautividad, Él nos congrega; es la congregación a la manera de Él, no
la del hombre. Recordemos que cuando dos o tres estén congregados en Su Nombre, Él estará
en medio; esto no es de multitudes que se congregan pero no en Su Nombre, no en Su
naturaleza; que se congregan para buscar lo propio y las cosas de este mundo. No hermanos
esta no es la congragación del Señor, es la ciudad del hombre, de la religión. El Señor no
habita en templos hechos por mano del hombre, en nada hecho por el hombre; Él habita en
Santidad, en Justicia, en la perfecta voluntad de Su Padre, y en un pueblo humilde y manso
que busque un corazón limpio y Su gobierno, que anhele la vida de Él y no las cosas del
mundo.
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