LA CAUSA PALESTINA Francisco José Ottonelli Nota aclaratoria

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LA CAUSA PALESTINA Francisco José Ottonelli Nota aclaratoria
LA CAUSA PALESTINA
Francisco José Ottonelli
Nota aclaratoria : En la edición del 6 de julio de 1982 de la Revista “OPCION”, es decir hace
mas de 30 años salió este editorial (carta del director) . Cualquier semejanza de los hechos
allí analizados con los sucesos recientes en Medio Oriente es pura casualidad… ¿o no?
La invasión israelí al Líbano, con toda su secuela de destrucción y muerte de civiles inocentes,
representa otra expresión más del repetido desatino de utilizar la guerra como el recurso
para resolver los problemas internacionales. En este caso nuevamente el Estado de Israel ha
empleado la violencia (en una operación limpieza que anunció de una profundidad de 40
kilómetros, pero que ya fue mucho más allá) proclamando su necesidad de tener tranquilidad
en su territorio amenazado por la acción de las fuerzas de la OLP.
Como principio no se puede negar esa aspiración de Israel. Tiene todo el derecho a
reclamarlo; máxime que se trata de un Estado que nació contando con la simpatía y el apoyo
que desde aquí y desde otros países se le brindó con inusitado calor. Simpatía que tuvo su
origen en el deseo de reivindicar al pueblo judío que sufrió como ningún otro la sangrienta
persecución nazi; que luego se acrecentó al observarse la concreción de un modelo social con
base participativa y comunitaria reflejada en los kibutz y algunas experiencias cooperativas
que tenían su raíz ideológica en el propio movimiento sionista.
Pero lo que alarma realmente a esta altura es la política de los dirigentes actuales de Israel
que con su Ministro de Defensa (mejor de Guerra) Ariel Sharon han dado muestras de un
indisimulado afán expansionista que se pone de manifiesto nuevamente en esta invasión,
algunos de cuyos episodios anteriores fueron el bombardeo a la central nuclear de Tamuz y
la anexión del Golán y cuya meta final aún no se vislumbra. Su oportunismo se reveló al
aprovechar el desorden existente en el Líbano, centro de enfrentados intereses de fedayines,
sirios, cristianos, etc.
Ni siquiera sirvió de contención a sus fines belicistas la presencia de tropas neutrales de la
O.N.U. que en este episodio se vieron traspasadas por el aluvión del ejército israelí. Tampoco
servirá la misión del norteamericano Phlip Habib tratando de detener un belicismo
desnudado que su país mismo ayudó a alimentar y respaldó con sus vetos en las Naciones
Unidas. Ni valdrán los afanes del libanés Marman Hamade procurando evitar un destino de
sangre y fuego para su país. En las acciones bélicas la rapidez garantiza la victoria: de ahí la
impaciencia de Beguin por culminar esta operación, por lo cual las perspectivas son de
mayores desgracias.
Claro que tampoco en este conflicto cabe hacer la división simple entre justos y perversos. Al
innegable derecho de Israel de tener paz en sus fronteras debe agregarse el drama del
pueblo palestino obligado a deambular por tierras ajenas, que reclama la suya y por la cual
lucha desde hace años. La legitimidad de su causa merece que se la atienda.
Más que auscultar las intenciones y actitudes de los dirigentes cabe atender los reales
intereses de los pueblos. Porque así como el israelí ha dado acabadas muestras de su espíritu
laborioso, creativo y comunitario, el pueblo palestino ha demostrado tener identidad
nacional y deseo de concretarla y hacerla viva trabajando en tierra propia y en paz.
En Medio Oriente es ésta la hora de los primeros ministros, las potencias y los generales.
Algún día puede ser que se atiendan las aspiraciones de los pueblos.
El Director

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