full PDF - Cornell Library Windows on the Past

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full PDF - Cornell Library Windows on the Past
Leonardo Sciascia:
EL HOMBRE DEL
PASAMONTANAS
N
Ala in Derbez entrevista a
Betsy Pecanins:
, 'es dificil recordar, pero más dificil
será olvidar"
una crónica sobre aquel
19 de septiembre
Alberto Dogart
"Si eres blanca como yo, ycantas el BLUES, tienes que instalarte en tu rollo,
en tu situación, en tu voz, en tu color, en tu sexo yen tu país"
Núm. 1330 México, D.F.
1 de Octubre de 1987
la cultura en
MEXICO
en .la culfura
.
,
~"Ulll~-
Judith Coburn
-
---
- ---.:-
LA ULTIMA
PATRULLA
El regreso de los veteranos aVietnam
.
una crónica en dos panes
"Comienza a anochecer. Los dos vetera·
nos más experimentados en el arte de las
emboscadas nocturnas salen adisfrutar de
una noche libre. Parece ser demasiado
temprano para que alguien del grupo co·
mience a acercarse al verdadero horror.
Pero si alguien lo va ahacer seguramente
serán estos dos tipos, que siempre han sao
Iido al encuentro del peligro e incluso lo
han ido a buscar a la cueva del león"
2 FOTOGRAFOS DE CHIHUAHUA 2
35
Ridt<YDeU:
De nuevo en
vietnam del sur (arriba),
septiembre
ele 1989 (ahajo)
LA ULTIMA PATRULLA
El· regreso de los
veteranos
a
Vietnam
"La Ultima Patrulla" es la
historia de los veteranos
que han regresado con
otros fines al campo de batalla. Los. vi~os combatientes~ estadornidenses de
vuelta en Vietnam: de cara
una vez más frente a sus
nostalgias y ~ fantasmas.
Este reportaje apareció
publicado en la revista
Mother Iones dé febreromarzo de 1987.
36
P
qué voy de regr"", a Vietnam?",
chasquea el veterano de Vietnam Dave Evans, en
el mejor caló de 1m mineros de Virginia occidental "Quiero regresar por mis piernas".
"Los vietcongs los hicieron pomada. Los tomaron como prisioneros de guerra", recuerda Rick
O'Dell, recogiendo el pasado. O'Dell, un hombre
corpulento cuyas orejas sobresalen como asas de
azucarera, fue un estudiante de academia militar, ~mo su tío, hasta que un breve paseo en tanque por Vietnam desalent6 su destino.
Vamos en un vuelo de Air Vietnam, de Bangkok a Hanoi, en direcci6n norte, ruidosamente,
como' los bombarderos americanos hace 15 años,
pero ahora con otro propósito. Vienen a bordo,
entre otros: el embajador italiano en Hanoi, que
trae consigo un. trofoo, un enorme camarón
hecho de cuerno de búfalo (para agregarlo a su
colección de objetos grotescos del sudeste asiático); un burócrata, segunda generación de las Naciones Unidas, capaz de negociar en seis idiomas; "
una faltmge de rusos aoóniJOOS; un diminuto general vietmunita que cuida una pecera con pesca-
primera
de dos
partes
ditos dorados para sus nietos: ese general guió a
las tropas comunistas ~a Da Nang, en la ofensiva del Tet.
I
Pero por mucho, los más atípicos del grupo a.
bordo son Evans, O'Dell y otros seis veteranos de
Vietnam que regresan a la zona de guerra por
primera ocasión desde que pelearon en ella. Oficialmente son turistas, pero en realidad son
diplomáticos autoproclamados, representantes
de la Asociación de Veteranos de Vietnam
(AVV), la organizaci6n nacional que aspira reemplazar a la Legión Americana y a los Vetera~ de Guerras Foráneas por la generación (le -. .
Vietnam.
Además de hacer antesala en el Congreso y batallar con la Administración de Veteranos, la
AVV ha operado periódica y silenciosamente en
uL segundo plano como mediador, llevando
mensaJes y presionando tanto a Washington roroo a Ranoi, tratando de buscar la paz entre dos
viejos adversarios. Los logros alcanzados en el
prolongado capitulo posterior aJa guerra -:"los
desaparecidos, los niños amerasiáticos, los refu-,
giados, los boGt people- se han debido en parte
al esfuerzo de la AVV. "Somos CQZQ-odlo.", dice
Dave Evans. "Si encontráramos a Bamba en
Vietnam, lo haríamos renunciar".
Mantenerse a salvo mediante un fervoroso
buen humor es el segundo propósito del viaje. Es
algo más profundo -la paz interior que todo
americano que peleó en Vietnam necesita consigo mismo, con sus compañeros y con los vietnamit., ~ lo.que hiciste y lo que se ha hecho-eootigo y lo que no hiciste ni fue hecho contigo. Una
última patrulla regresa al lugar donde se cortaban cueros cabelludos y se perdía la inoceocia.
, Un sueño que, esta vez, podría resultar distinto.
"Voy en un MIG de reconocimiento, voy aen-,
contrarme con otros MlGs", canta Oave Evans,
golpeando sus rodillas, sobre sus piernas artificiales, mientras el piloto vietnamita anuncia en
vietnamita, ruso y francés que nos acercamos a
Hanoi.
Harold Bryant, resopla. Bryant, apodado "el
foco" desde sus años de niño callejero en el barrio
negro del este de San Luis, ha dedicado casi dos
décadas, desde su retorno de los más encarnizados combates de la guerra, a'la organización de
veteranos y a la dirección de grupos que van de
puerta en puerta tratando de que los excombatientes hagan la paz psicológica con su guerra.
"El foco" se arremolina y dice desde su asiento
al "ojo de vidrio" Evans: "¡Qué haces en un MlG
de reconocimiento, cabrónl ¡Tú en un MIGI"
El vuelo de Air Vietnam toca pista. De repente, una señal de alerta presagia una emboscada
sobre los veteranos. Este podrá ser tiempo de paz
en el Hanoi de mediados de los ochenta, pero estamos de regreso en la zona de guerra. No' hay
duda de que estamos tentando nuestra suerte.
¿Podremos regresar de nuevo?. ¿A qué costo?
..il! ..
El norte
"Extraño", murmura Don Mills a su pequeña grabadora, al tiempo que nuestra flotilla de autos
VoIgas negros, cortesía del ministerio del Exterior, nos deja en la sala del aeropuerto. Prácticamente es la primera palabra que pronuncia alguno de los veteranos desde que pisaron suelo vietnamita. Mills, un teniente de barba negra, obrero automotriz, activista antibélioo originario de
Ahon, Ohio, está tan nervioso que deletrea mal
su propio nombre al llenar la fonoa migratoria.
Es uno de esos tipos de furiosas convicciones radicales, capaz de volverse todo ternura al hablar de
sus seis hijos. Mills es, por mucho, el más escéptico respecto del viaje. Un veterano de las tenebrosas luchas contra las guerrillas en el Delta. Mills
trató de que perdiéramos el vuelo de Estados
Unidos a Bangkok, y casi arruina todo el viaje:
"Jamas he conocido a un vietnamita que me
agrade", confesó molesto en el aeropuerto de
Bangkok al sentirse acorralado por las preguntas
de un reportero.
Rick O'Dell, un ex-conductor de tanque y el
otro pasajero de nuestro Valga, se ha rendido sin
pelear. Saluda con simpatía a los niños que,
sobre los lomos de sus búfalos, rodean nuestro
',convoy. Los signos de la vida común y corriente
sorprenden a O'Dell: la puerta de una villa ancestral, todavía en pie; una pequeña que arregl~
su mochila, casi tan grande como ella. Es como si
creyéramos que la guerra había terminado, pero
que continuaba aquí. Escuchando a O'Dell me
ácuerdo del descanso que sentí en mi primer viaje
de regreso después de la guerra, al ver estos signos de la vida cotidiana y descubrir que aún hay
gente viva para vivirla.
¡Camillasl O'Dell no puede aceptar el hecho
de que no haya camillas. "El sur estaba neno de
ellas".
Mills comienza a adaptarse. "Mira esas plantaciones de arroz. Imagínate lo que un puñado de
tractores John Deer podría hacer aquí".
Ha decidido no recitar más hechos nimios a su
grabadora. Tr~ una prolongada pausa, oprime
de nuevo el botó~ medita a fondo y dicta: "Esta
gente es tan sorprendente. Hacen tanto con tan ,
poco. Siempre fue así. En el sur".
Nos estacionamos frente al hotel. Mills para la
grabadora y descubre que lo he estado escuchando. "¿Vas a rondar y a hacer preguntas todo este
maldito viaje? Adelante, pregúntame qué soñé
anoche. De ninguna manera. Tú DO vas a meterte en mis !JUmos".
Después de cenar esa primera noche, la mayoría de los A VV se encamina al pequeño bar de
nuestro hotel para tranquilizarse con unas reanimantes Heinekens (vendidas en dólares y sólo a
extranjeros) y perturbar una fiesta de ingenieros
rusos en la mesa contigua. Greg Kane, quién pasó.la guerra en Okinawa, Japón, "contemplando
a todo mundo rasgarse las vestiduras y decir que
deberían estar alIado de los chicos de la guerra";
y Jim Kurtz, un veterano del "programa de pacificación del ejército para abastecer a las escuadras de reconocimiento de aldeas" ("Pienso
que la gente debe comer, aun cuando estén siendo interrogados", bromea), siguen' tratando de
brindar con los rusos. Kane, conocido como el
"Doctor K" por haber llevado las negociaciones
de la AVV con los vietnamitas yel también fornido Kurtz, su responsable de logística y guía del
grupo, DO lo van a conseguir. Los rusos se fugan.
"Quizá hayas podido llevar los cadáveres de los
caídos en combate a casa, Kane", dice Kurtz,
"pero no vas a lograr nada prohibiendo la bomba".
Comienza a anochecer. Los dos veter~ más
experimentados en el arte de las emboscadas nocturnas salen a disfrutar de una noche libre. Parece ser demasíado temprano para que alguien del
grupo comience a acercarse al verdadero horror.
Pero si alguien lo va a hacer, seguramente serán
estos dos tipos, que siempre han salido al encuentro del peligro.e incluso lo han ido a buscar a
la cueva def león. .
En unos minutos, la avenida pavimentada yel
lobby iluminado del hotel Thang Loi ceden el paso a fos senderos lodosos en medio del denso follaje. A una oscuridad a la que tus ojos nunca se
adaptarán. Pienso que estamos en cualquier lugar de la guerra, Vietnam. Nos aproximamos a
un pueblo y, sin disminuir la velocidad, entramos en el. Entre una turbia oscuridad y el destello intermitente de las lámparas de laIroséne,
pueden verse familias vietnamitas en cuclillas,
comiendo sopa de pasta a las puertas de sus chozas.
Ya en el pueblo, uno de los veteranos carraspea: ··Solíamos alimentar con C4 :(un potente
explosivo incendiarío) las madrigueras de los
vietcon~, para luego dispararles a la panza".
Frase de un hombre cuya ternura he visto, cuando su cara lo permite. Su compañero asiente.
El veterano continúa, y mi pánico y mi esperanzado interés crecen hasta abrazar lo horrendo. Sé que también es un hombre que ha marchado con su unidad en emboscadas nocturnas, armados sólo con cadenas de bicicleta.
Nuestro compañero interrumpe. "Estuve en el
·circuito de la atrocidad' hacia el final de la
guerra, confesé mil crímenes y los antibelicistas
me trataron como a una bestia en exhibición".
"Una cosa aprendí en Vietnam. Aprendí..."
Lo interrumpo, balbuceo para que deje de contar
esas atrocidades, entre ellas las que viví como ese
creciente recuerdo de cuando quedé atrapada
,37
Jim Kurtz en
la frontera camboyana,
1969 (izq),
en el viaje de
los veteranos
con otro periodista en una trinchera después de
una masacre. cogiendo frenéticamente.
••Aprendí que cualquiera es capaz de hacer
esas cosas -los mismos antibelicistas las hubieran hecho-; ellos no saben lo que es ésto".
"Ellos no se jodieron aquf', maldice.
El está en lo correcto. Creo que ellos no saben
lo que significa convertirse en un animal. (Así lo
imagino recordando más de una sangrienta manifestaci6n en contra de la guerra).
Proseguimos en silencio hasta llegar a las
orillas de Hanoi, el adorable lago y los enamorados que tomados del brazo realizan su paseo noctUrno. Ciclistas que surcan la noche. Es una larga marcha de regreso a Thang Loi.
En la mañana del segundo día, los veteranos
tienen su primer y real encuentro con "El Enemigo". Hasta ahora los únicos vietnamitas con
quienes han hablado son las camareras del hotel
(a quienes llaman cordialmente "mamasan"), turistas oficiales y el ubicuo señor Quang. Quang
ha sido asignado por el ministerio del Exterior
para fungir como tutor del grupo, ha ayudado en
otros viajes de los AVV. Es conocida su participaci6n en el ejército de Vietnam del Norte. El
hecho de que haya peleado en el norte y no en el
su!', así como su disposici6n y buenos modales con
los veteranos, relegan de alguna manera su historial. Su inglés, donde predominan palabras del
más sucio cal6 americano, 'es prácticamente impecable. Desde la tarde de su llegada, algunos de
los veteranos comenzaron a parodiar las contadas
desviaciones Unguísticas de Quang. Cuando alguien le dice "Señor Quang", invariablemente
responde: "Soy yo, sí".
La primera materializaci6n del enemigo se advierte en la apariencia de un señor Tran Quoc
Khanh, directivo de relaciones exteriores del ministerio de Bienestar Social e Inválidos de
----l~uerra. La junta comienza con una cautela al
- mejor estilo vietnamita y con una profusa invitación para tomar café, té y fruta, y toda una elaborada suerte de formalismos. Khanh da la bienvenida a los soldados americanos, dice conocer el
papel jugado por la AVV en la disminución de
tensiones entre Vietnam y Estados Unidos, y se
refiere asimismo como IIn veterano. Tom Leckin38
ger, delegado en jefe de la AVV. un veterano dos
retiro. Peleó contra Jos franceses y "enfrent6 al
veces herido en las cruentas batallas del Cuerpo 3
escuadrón 101 en 1968 y 1969". Durante la ofensiva Tet del 68 fue herido en el pecho por un mory también veterano de varios viajes de la AVV,
dice; "Es interesante conocer hombres que peleatero, en la provincia de Binh Dinh.
ron en la guerra como nosotros, estamos conten01>el1 no puede contenerse más, y clama: "Es
tan lindo hablar con un veterano como éste". El
tos de poder tomar café con ustedes". Khanh
sonríe y contemporiza: "Estuvimos en frentes disresto del grupo queda at6nito. O'Dell insiste,
" ¿No le gustarla saber donde sirvi6 cada uno de
tintos, ahora estamos del mismo lado". Hay risas
nerviosas entre los AVV. Me pregunto cómo
nosotros?" Leckinger lo frena de inmediato.
podrá sentirse Kbanh rodeado de tantos americaKhanh accede a la propuesta de 01>el1 de posar
nos, muchos de ellos del doble de su tamaño. Su
para una fotografía. Los deis posan erguidos &enrostro bien parecido es a la vez inexpresivo. Se
te al mapa de Vietnam. O'Dell es dos veces más
pueden leer mejor las caras de los veteranos:
alto y tres veces más ancho que el coronel Khanh.
O'Dell transpira maniáticamente; EVaDI, Bryant
Don Mills, el coinbatiente en Delta, se sienta
aparte y abre su portafoUo para observar la fotoy Mills lucen tensos y retraídos.
La sesión deriva en preguntas y respuestas pagrafía junto a "Boy.., el niño vietnamita que
ra comparar cómo han tratado Jespectivamente
adopt6 en la guerra. Evans abandona el cuarto,
tieso en sus muletas. El nuevo punto de reunión
los gobiernos americano y vietnamita a sus vete-es el bar del hotel Thang Loi. Una cerveza más
ranos. Khanh asegura que cuidan también de los
lisiados que combatieron para el ejército de Viettarde, el propio Evans exclama, "Carajo, ese tipo
dice que debemos ver el futuro mejor de lo que
nam del Sur, pero a lo largo de las dos horas de
vemos el pasado. Yo brindo por eso". Y lo hizo.
charla sólo habla de las batallas contra los americanos. Nadie menciona las aldeas modelo. MienLe pregunté a Evans qué imaginaba que
tras Kbanh destaca la compleja burocracia-que _..-Kbanb hubiera estado pensando durante la reulos veteranos vietnamitas deben superar para
nión. "Probablemente lo mismo que yo:" ,¿Habré
visto a este tipo antes, y si lo hice, por qué no le
aumentar sus beneficios, los AVV, que incluso
han debido enfrentaise a otras organizaciones de
metí un tiro?".
veteranos dentro del territorio americano, asienA la mañana siguiente, Quang nos empaquetó
a todos en un reluciente cami6n blanquiazul de
ten con la mirada.
Los asuntos políticos son barridos de inmediato
"Turismo de Hanoi", provisto de Coca-colas cade la mesa, aunque debajo de ella subyacen los
lientes para recorrer la ciudad. El cami6n viaj6
por l~ zona del centro y pasó frente al hotel Hilviejos odios y temores. Cuando Tom Leckinger
pregunta acerca del estatus de los veteranos en la
ton, donde se confinaba a los prisioneros de
sociedad vietnamita, dejando hábilmente de lado
guerra norteamericanos. Quang fue tan discreto
el hecho de que los soldados vietnamitas ganaron
que no lo señal6. La sensaci6n de estar de nuevo
y los americanos perdieron, Khanh dice estar de
aquí ~ ~ ~ descarga ha puesto
al gRlpO "eB=~cí6n d~ alta excitaci6n.
acuerdo que "debemos estimar a todos los veteraVeteranos americanos como vícEvans comenta entusiasmado, "Anoche parecía
nos, vemos
que nunca hubiera habido una guerra. o voy a
timas de la guerra; como tales, deben ser respetapermitir que mi pinche gobierno lo vuelva a hados". Una sensaci6n de alivio puede apreciarse
entre los AVV al escuchar esa afirmaci6n, afircer. No quiero recorrer el centro de Managua
mación que escucharán una y otra vez de parte
dentro de diez años para peguntarme por qué nade los funcionarios vi~itas.
palmeamos a esa gente".
Al llegar a la tienda Trang Tien, un numeroso
Cerca del final, Lehlringer pregunta con 00grupo de vietnamitas nos rodea inmediatamente.
creci6n si el grupo puede Conocer parte de la hfsMás de uno murmura "Lien IO, lien IO" (rusos,
toria militar de Khanh. Khanh sonríe y dice que
sirvió durante 39 años al ejército de Vietnam del
rusos). En el interior de la tienda, hay una larga
cola de gente que trata de comprar ropa interior
Norte, alcanzando el grado de coronel antes de su
Don MilIs
(arriba a la izquierda)
y Harold Bryant,
Hanoi.
Milis en el Delta del
Mekong en 1969 (abajo)
para niños. El "Foco" contempla a un vendedor
que da los cigarros de uno en uno, "igual que en
el ghetto". MilIs está tan relajado que cuando le
pregunto qué siente al estar rodeado de tanto
vietnamita, exclama: ••¿Qué vietnamitas?", y deja caer un sombrero cónico que recién acababa
de adquirir. "Es una gran terapia", asienta. "Al
irme de este país era un hombre hostil y colérico.
Todos mis amigos me decían lo mucho que había
cambiado. Era un tirano, un adicto al trabajo,
estaba siempre de mal humor. Lanzaba mierda a
mis compañeros de la construcción. Pero aquí estoy de regreso a Vietnam, y me siento realmente
bien".
El escuadrón irrumpe en la pagoda de Nogoc
Son, un templo del siglo XIII edificado en honor
del dios guerrero Tran Hung Dao y sostenido por
pilotes. Para llegar a la puerta ancestral se debe
cruzar un destartalaQo 'puente escarlata, don<!e
varios chiquillos prueban fortuna con sus cañas
de pesca de bambú en los julguiantes reflejos del
lago. ¡Un pezl El chiquillo tira la cuerda y casi
logra meterlo a su cesta de ratán. El "Foco" llega
en su ayuda, Bryant también: como si hubieran
pescado juntos en el Mississippi por años.
"Le tengo un gran respeto a las pagodas"~ susurra MilIs con sofocada intensidad al tiempo que
los veteranos ingresan al pequeño templo de cientos de años. Hay sin embargo espacio suficiente
para que el grupo rodee al colosal y resquebrajado Buda, atiborrado de ofrendas. "Siempre me
he sentido cercano al viejo Buda de nariz ancha y
labios gruesos", murmura el "Foco". Hay poderosas nubes de incienso. Un murmullo cae sobre
los veteranos y sobre las hordas de niños azorados
frente a los turistas gigantescos. De repente MilIs
se aparta del grupo para refugiarse en uno de los
santuarios interiores. Fuera de nuestras miradas
se suelta a llorar.
El equipo del programa de televisión 20/20,
que estará con nosotros por algunos días, corre
tras de él. Tengo unjlashback de la televisión de
la guerra, cuando el productor de 20/20 me grita,
"Tenemos una exclusiva, tenemos una exclusiva", como si el sufrimiento se midiera en noticias
exclusivas.
Agitadamente, MilIs cuenta la historia. El in-
cienso y la pagoda lo transpocearon a un día de la
guerra en que, dentro de un templo, descubrió
decapitados a su oficial y a otro americano.
"Siempre respetamos las pagodas; mi unidad
nunca destruyó una. Siempre creí que los templos
eran un lugar seguro, el cielo de una guerra", le
jadea al "Foco", quien trata de sacarlo de su
jungla privada para devolverlo a su seguridad.
En un lujoso banquete en la noche del sábado,
organizado por los altos mandos gubernamentales vietnamitas del Comité de los Desaparecidos
en Acción, el exdirector de la sección para Norteamérica del Ministerio del Exterior, Cu Dinh Ba,
echó una porra para Arnold Schecter, un científico que nos acompaña en el grupo, y que espera
poder obtener suficientes muestras de vietnamitas para probar si existen en sus cuerpos residuos
de dioxina. Mientras arribaban a la mesa platillo
tras platillo de fabulosa comida vietnamita, los
veteranos, a excepción de los viejos compadres
asiáticos Kurtz, Leckinger y Kane, toman con remilgo los caracoles, el pollo con caña de azúcar y
los rollitos chía gao.
Conforme los brindis por la fraternidad internacional se sucedían con el feroz licor mao tai,
Reg Xane ~udece. La diplomacia detrás del
telón con los vietnamitas no marcha bien. Tan
sólo dos meses antes, el ministro del exterior,
Nguyen Ca Thach, en la sesión de apertura de la
asamblea de las Naciones Unidas, había sugerido
al "doctor K" que la próxima delegación de veteranos de guerra podría visitar los lugares donde
habían caído derribados los bombarderos americanos. Si eso se produjera, sería la primera ocasión en que los americanos pudieran hacer una
visita de esa clase. Kane confía en que esto podría
romper el impasse entre los gobiernos ~n torno al
problema de los desaparecidos en acción.
A principio de los 80, la AVV había estado
funcionando como correo entre Vietnam y Estados Unidos, algunas veces amenazando con denunciar públicamente cuál de las dos partes estaba obstruyendo. Kane, Bobby Muller (presidente
de la AVV), y John Terzano, el vicepresidente,
habían hecho la mayor parte del trabajo diplomático. Pero ahora Kane estaba en la línea caliente. El "trabajo vietnamita" se había vuelto
crecientemente controvertido entre los miembros
de la AVV. Kane había vendido este viaje al camité de la AVV sobre la base de la posibilidad de
vlqtar los lugares donde habían caído los
aviones. Hasta ahora los vietnamitas estaban eludiéndole, y no ayudaba el que Kane no hubiera
podido concertar un encuentro entre Schecter y
algún científico o funcionario vietnamita.
Pero Kane asiente con la cabeza diplomáticamente, mientras Cu Dinh Ba ofrece una larga reseña sobre una experiencia de desaparecido en
acción que él vivió: un estudiante, compañero
suyo, que fue a la guerra contra los japoneses en
el 44. Nunca regresó, dice Ba, y su cuerpo nunca
fue encontrado. Cientos de miles de vietnamitas
continúan perdidos desde la guerra de Vietnam,
dice Ba. "y todos esos desaparecidos norteamericanos y europeos de la segunda guerra mundial",
repiquetea el líder de escuadrón Leckinger.
Arriban grandes platos flameantes. "Uhmm,
una sorpresa de napalm", trata de adivinar
Evans. "Por dios, simple pastel flameado", dice
un enfurecido Kurtz, picándolo con un palillo
chino. Leckinger, Kane y Cu Dinh Ba revisan su
colección de chistes vietnamitas. Ba bromea con
ellos diciéndoles si han venido a Vietnam a resolver el problema de los niños amerasiáticos o a hacer algunos más. Leckinger le devuelve la broma,
diciendo que conoce algunos problemas de niños
amerasiáticos en Nueva York, ahora que hay tantos diplomáticos vietnamitas asignados en las Naciones Unidas. Pero la necesidad de ser amables
está empezándose a hilar muy fino. MU1s cuenta
al final de la cena una larga historia de guerra,
acerca de cómo algunos de sus hombres pensaron
que sería gracioso poner una banda de hule alrededor del pico de un pato en una de las villas
vietnamitas donde estaban estacionados. El pato
enloqueció, los otros patos no lo dejaron regresar
al grupo, y su duefio se desquició. "Imagínese a
ocho tipos metiéndose en el estanque por una hora para tratar de atrapar al pato", se ríe MilIs.
"¡y qué pasó?", pregunta Kurtz muy preocupado, quien en Vietnam, como oficial, era todo
emoción. "¿Qué carajo crees que pasó?", pregunta MilIs. "El pato se ahogó". [Traducción: Ciro
Gómez Leyva y Marcia Zamora].
39
FQtógrafos
,¡
"
I
Chihuahuenses:
Leticia Santiesteban
I
y Federico Márquez
G~rmo Samperio
e
G.
~
una
actual, sosteni'l." con un trabajo de
alta calidad, se desplazan las láminas (le Leticia Santiesteban
y Federico "Márquez, en la búsqueda de formas y texturas
novedosas que otorga la realidad cotidiana misma, para
despegarse de ella y lograr autonomía temática con
sensaciones que remueven nuestra percepción sumida en la
costumbre de no ver a profundidad. Ya con una larga
trayectoria, • través de la cual han pasado sucesivas
expérimentaciones, Leticia y Federico nos proponen una
manera precisamente hoOda de ~ nuestro eÍltorno, de
alimentar nuestros mecanismos de imaginación y así poder
crear nuestros propios formatos fotográficos. Es importante
insistir en que estos artistas chihuahuenses están en la plena
modernidad, sin temor a la utilización eficaz de modelos y
acenificaciones, como al rescate del acontecer del día tras
día, utilizando las estructuras que los objetos, los escenarios,
la gente, los animales o la fantasía ofrecen. Es muy jústo que,
por otro lado, las manifestaciones artísticas de la frontera
vengan y hallen un sitio ~ el cual puedan modifiCa:mos. y
demostrarnos que en cualquier sitio del pafs se genera alta
creatividad.
00
'"
n junio de 1977 se presentó en la Vicaría de la Solidaridad de Santiago
de Chile UD joven que quería, dijo.
hacer una confesión: y quería que
fuese grabada, como testimonio para el futuro. La. Vicaria de la Solidaridad fue
creada por el ~ _,para socorrer a las
víctimas del golpe de Estado y a sus familias: mal
tolerada. pues, por la junta de gobierno. La sospecha.de que aquel hombre fuese instrumento de
una.provocación era más que legitima. Fue por
consiguiente rechazado. Se volvió a presentar y
fue de nuevo rechazado. Cuando volvió por tercera vez. quizás considerando que un verdadero
provocador no habría insistido tan desesperadamente, se aceptó grabar su confesión. Tuvo así
identidad -nombre. historia y muy poco después, destino-:- la más espantosa figura de los
días del golpe de Estado y de la represión:
parecía una evocación de los tiempos de la Inquisición: atroz alucinación, atroz símbolo. El
hombre del rostro oculto, el hombre del pasamontañas. Aquel que sin decir una palabra, sólo
con el gesto de la mano, escogía de entre los prisioneros hacinados en el estadio nacional al que
mandar a la tortura y a la muerte. Uno de los liberados recuerda: "El siniestro personaje. escoltado por militares, pasaba revista a millares de
prisioneros. A pesar de su estalu!a insignificante,
su ropa nueva y cursi y su paso inseguro, el
hombre del pasamontañas se imponía a todos.eamo una fantasmagórica presencia e imponía en
los graderíos un silencio lleno de pánico... Nosotros los mirábamos con ansiedad... Algunos
volvían la cabeza para no ser identificados o trataban de escabullirse hacia los retretes. Cualquiera de nosotros podía encontrarse ante el
índice del hombre del (>asamontañas: en una tensión que llegaba al paroxismo, encontraba expresión el drama de un pueblo prisionero frente a la
tortura y la traición. Esta delación nos daba una
especie de vértigo. ¿Se trataba de un traidor o de
uno que siempre había sido enemigo nuestro?
¿De qué partido el'a, de qué condición social
había salido, cómo había logrado estar entre nosotros sin que lo descubriéramos? El hombre se
acercaba. se detenía, continuaba la búsqueda;
alguna vez volvia atrás para reconocer mejor a
alguno. Sus ojos, aquellas oquedades orladas de
negro del pasamontañas. se cruzaban con miradas aterrorizadas, miradas interrogantes, miradas intrépidas. El caminaba lentamente y lentamente escogfa las víctimas: bastaba un gesto de
su mano.....
Bastaba un gesto de su mano -o al menos así
lo hlbía creído, como lo habían creído los prisioneros hacinados en el estadio nacional-para
dar tortura y muerte; y helo aqui ahora, ya sin
aquel 'poder, intentando ponerse, miserable, innoblemente, de parte de las víctimas: delante de
una g¡,;abadora y,. presumiblemente, delante de
un cu':a. "Me llamo Juan René Muñoz A1arcón,
carnet de identidad 4824557/9. Tengo treinta y
dos año.s, estoy casado y vivo en el 331 de la calle
Sargento Menadier, en Puente Alto, Población
Malpo. Soy un ex dírigente del partido socialista, .
es miembro del comité central de la juventud socialista, ex dirigente nacional de la CUT (Central
Unica de Trabajadores). Pertenecí a la confederación de trabajadores del cobre... El hombre del
pasamontañas del estadio nacional soy yo". Así
comienza la confesión. Pero cae súbitamente en
la reticencia en cuanto a las razones que lo habían decidido a dejar el partido socialista, cuatro
o cinco meses antes del golpe de estado militar:
"no estaba de acuerdo en ciertas cosas"; y, sin
más, es ambiguo al hablar de las persecuciones de
que fue objeto por parte del partido socialista.
Dice: "quemaron mi casa. he perdido a mi familia". Si lo entendemos literalmente. parece que
su familia (mujer y seis hijos) murió en el incendio de 'la
Pero poco antes ha dicho que era
E
casa:
El hombre
del
pasamontañas
Leonardo Sciascia
"El terror de la
delación sin
rostro, de la
delación sin
nombre"
casado y no viudo: da la sensación de que hablaba figurada, metafóricamente. de una ruina económica que ocasionó la disgregación familiar (En
Sicilia, por ejemplo, la expresión "bruciare la CQsa", quemar la casa, quiere decir también ruina
económica: no es infrecuente el sobrenombre de
"ardicasa", quemacasa, a quien por excesiva prodigalidad destruye la propia familia). Y, por otra
parte. si de verdad hubiese vivido tanta tragedia
-la casa quemada, la familia muerta-. se habría detenido en contarla con más detalles y más
obsesivamente.
Aceptamos que sus ex compañeros lo persiguieron; pero no ~ creíble que la persecU5Íón se de'sencadenara por no estar de acuerdo sobre "ciertas cosas" y por su alejamiento del partido. En
cambio, es posible que hubieran sospechado o
hubieran descubierto que era confidente de la
recita -o lo .Jtumeran acusado -acaso injustamente- de alguna irregUlaridad o malversación. Sea
como fuere, de la persecuci6n econtró proteoclón
en la derecha. "Hombres de derechas". dice "me
escondieron y alimentaron". Y tenía que pagar
sus deudas. Pero las pagó con alegria, poco después del pronunciamiento. Una alegría no apagada del todo en el momento de la confesión: "No
fueron pocas las personas que reconocí. Y de las
muchas que ya están·muertas. yo soy el respdDSable de su muerte, por el solo hecho de haberlas
reconocido". Y seria aventurado, quizás m¿luso
injusto, descubrir en esta frase UD no sé qué de
agrado. de satisfacción, si en el contexto de la
confesión otros detalles no nos hubieran hecho
pensar que Muñoz A1arc6n no había hecho una
verdadera y sincera confesión, sino una vez más
un gesto de venganza: como ayer contra sus eL
compañeros, hoy contra sus -ex protectores. Una
confesión implica un radical arrepentimiento,
una radical repugnancia hacia las acciones cometidas, hacia el pasado, hacia uno mismo en el pasado: y Muñoz A1areón no ve en aquel pasado
más que incidentes, hechos que fortuitamente se
rebelan para turbar su carrera de delator. Es, en
suma, un "arrepentido" tal y como hoy en Italia
se acostumbra a llamar al que rompe una criminal solidaridad y da nombres de cómplices y jefes. Pero vayamos por orden.
.
A sus protectores, convertidos en amos, no les
bastó con que desarrollara una funesta tarea en el
estadio nacional: "Me mandaron después salir
por las calles. con patrullas de militares, a fin de
reconocer personas. Desgraciadamente. me en- .
contré con Miguel Plaza. Gracias a mí, él está vivo aún: no quise reconocerlo. Pero, por desgracia, ellos tenían una fotografía en la que él y yo
estábamos juntos...". Desgraciadamente, por
desgracia: sin aquel incidente. si por lo menos le
hubieran perdonado el único pecado de haber
querido dejar vivo a su amigo Miguel Plaza. no
estaría ahora Muñoz A1arcón en la Vicaría acuundo a la junta militar. Pero no se lo perdonaron: "Por el hecho de haber mentido, me tuvieron durante tres meses en prisión, tratándome
como a los otros detenidos; es decir, no tuvieron
en cuenta que ya no pertenecía al partido (socialista) y que no estaba mezclado en nada". En nada, es decir. que no era de los vencidos, torturados. asesinados.
Lo liberaron a condición de que volviese a ealaborar. Aceptó. Lo condujeron a Colonía Dignidad. donde había un eficientísimo centro de
adiestramiento. dirigido por alemanes, para la
policía digamos política: todo lo moderno que
pueda imaginarse. incluídas cárceles subterrá~
neas. y aqui Muñoz A1arcón cae en UJUl significativa confusión: hablando de los alemanes instructores, los llama hebreos refugiados en Chile durante la guerra. Sin duda debido a ignorancia;
pero es una confusión en la que da simbólica proyección de sí mismo, perseguidor y perseguido.
verdugo y víctima.
En Colonia Dignidad le enseñaron cóm.o interrogar a los prisioneros, así como el arte de infiltrarse en los grupos clandestinos contrarios al
régimen. Sólo que Muñoz A1areón no pudo poner
en práctica este arte: "Desgracia.ente... No,
quiero decir: afortunadamente, esto no podía ha-.
cerio... Todos sabían que había dejado el partido". Por primera vez se percata de que un hombre verdaderamente arrepentido no puede llamar desgracia a lo que le ha llevado al arrepentimiento. a la confesión. "Más tarde.., continúa,
"me asignaron la tarea de dar caza a personas,
interrogarlas, torturarlas. asesinarlas". Tarea_
?e-
.1
que cumplió, hay que creerlo, con suficientes
escrúpulos: sin desgraciados incidentes como el
de no reconocer al amigo y sin suscitar desconfianza en sus manos, si bien por tres veces entró y
salió de la Vicaría. Si lo hubieran vigilado, no
habría sobrevivido a la primera visita. As( como
no sobrevivió a la tercera. Si en un momento determinado tuvo revelación de la propia miseria,
de la propia culpa, de la necesidad de confesarlas
y expiadas, puede que lo advirtieran sus víctimas, pero en absoluto sus amos.
La confesión continúa con precisas y detalladas acusaciones a las cinco policías secretas del
régimen, a sus jefes. Revela la técnica mediante
la cual resultan expatriadas, huidas hacia el exilio personas que por el contrario han sido asesinadas en las cárceles (agentes de policía realizan
viajes al extranjero con los documentos de los
muertos, vuelven a Chile con los propios). Describe, en resumen, todo el aparato y el funcionamiento de un sistema en el que de la tortura se
pasa, irremediablemente, a la abyección o a la
muerte. "Quiero", dice en un momento, "que
quede claro esto: allí dentro todos, sin excepción,
colaboran"; y cuenta el caso de uno de la juventud comunista, del comité central, que reveló un
buen número de cosas y nombres: "pero hay que
decir que fue espantosa y salvajemente torturado".
En cuanto a sí mismo, no ve salvación: se considera muerto y la muerte puede venirle tanto de
sus ex compañeros como del régimen: seguramente más por parte del régimen: Porque, si sus
excompañeros sólo consumarían una venganza,
el régimen tiene todo el interés de silenciar un
testigo que no pide nada, que no quiere nada,
que quiere tan sólo asumir "la responsabilidad de
lo que ha hecho y afrontar, cuando llegue el momento, Jas consecuencias". Pero aquel momento,
que quizás creía cercano, ni él lo vio ni nosotros
lo entrevemos todavía. El 24 de octubre, cuatro
meses después de la confesión, el cadáver de Muñorl AlaTCÓn fue hallado en La Florida, en las
afueras de la capital. Había recibido diecisiete
puñaladas.
La grabación de la confesión, mandada por la
Vicaría a la magistratura, dio lugar -según los
diarios de Pinochet- a una investigación que
duró seis meses en Colonia Dignidad. Una investigación tan larga terminó, naturalmente, en un
no ha lugar.
Pero lo que de este caso, de esta confesión, más
nos impresiona, no es Ja complejidad.del personaje ni la gravedad de las revelacion~iina­
gen del hombre del pasamontañas en su feroz,
tremenda gratuidad. Porque el hecho es éste: así
como sangrientamente gratuita, sangrientamente inúUl, fue la sublevación militar -el gobierno
Allende habría inevitablemente caído algunos
meses después-, así también fue atrozmente
gratuita, atrozmente inútil, la aparición del
hombre del pasamontañas en el estadio de Santiago, en las calles. Gratuita pero atroz. Inútil
pero atroz. Basta pensar un momento en ello: los
hombres que se encontraban hacinados en el estadio habían sido arrestados en sus casas, conocidos por sus nombres, sus cargos, por lo que habían hecho o por lo que se temía que pudieran
hacer. ¿Había necesidad de que alguien los reconociese, los señalase? Y del mismo modo los hombres en las calles: tanto es así que apenas finge
Muñoz Alarcón equivocarse en uno, no reconocerlo, cae de inmediato un duro castigo sobre él.
¿Entonces?
Entonces, he aquí el hecho más espantoso, más
inhumano que la cárcel, la tortura, el fusilamiento: se ha querido, con el hombre del pasamontañas, crear una indeleble, obsesiva imagen del terror. El terror de la delación sin rostro, de la
traición sin nombre. Se ha querido deliberadamente y con macabra sabiduría evocar el fantasma de la Inquisición, de toda inquisición, de la
eterna y cada día más refinada inquisición.
42
Crónica de aq·uel
19 de septiembre
Alberto Dogart
ES DIFICIL
RECORDAR
PERO MAS
DIFICIL
SERA
OLVIDAR
R
ebeIane coolra lo fugaz y effmero ...
una aspiración a remover la memoria, a revivir el
recuerdo sin el disfraz que nos viene de las formas
institucionalizadas ~ pensamiento y la historia.
Alguien dijo que un pueblo sin memoria, es un
pueblo doblemente humillado ¿La historia es
una viñeta calcada con aguarras, o simplemente
es un producto temporal que descuartiza pasado
y presente sín futuro perfecto? El ácto humano
sucede como género, pero puede ser contado camo subgénero: un acto solidario de la sociedad
civil es transformado en un acto de gobierno; al
esfuerzo juvenil se le recdnoce como heroismo
oficial; al terremoto, como retardante de la recuperación económica.
Contra los testimonios digeridos y enlatados,
esta crónica quiere ser parte de la remembranza
del valor espontáneo de Jos miles de jóvenes y
ciudadanos que tomaron en sus manos -por espacio de una semana- el dominio de una ciudad
dolida, madreada.
Estufas y fierros retorcidos en héroes
El amanecer llega a casa. El ritmo del trajín es
idéntico. En unos cuantos minutos más la vida
cambiará; para otros, sólo terminará... Un
chirrido como el de un viejo cartón enmohecido
espanta mi instinto: "está temblando, ya pasará"
7:19/7:20/7:21. No puedo sostener la vertical
hay que llegar a un marco de entrada. El edifici~
cruje de terror; una masa de ruidos lo envuelve:
plle(.las y ventanas azotándose, los platos y vasos
caen al suelo, un movimiento exorcista de focos,
barandales y antenas arrancan el grito de mi ve. • •¡se nos cae e1 mun do ,.. ... "Tranquilos,
cma:
tranquilos, guarden la calma", según yo es 10 qúe
contesto; según Paty un "ay virgencita linda", es
lo que se me escapa (mi ateísmo pierde puntos).
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Aunque hay un lapso en la paginación,
no falta ningún texto.
De pronto, un ruido producido como por una
gigantesca lámina de asbesto al caer asalta nuestros sentidos. El golpe es seco... El silencio y la
quietud reinan nuevamente en la ciudad. Los
condominos de San Camilito, en Garibaldi, se
desplomaron. Era la "lámina" que cayó... El 19
de septiembre con aullidos de ambulancia la ciudad amanece espantada.
Estábamos parados frente a lo que fue la
"Mansión de la locura", vieja vecindad de la calle
de Héroes número 46 en la populosa Guerrero.
La expectación, la incredulidad ante los hechos y
cierto nerviosismo dominaban a los que nos hayabamos dentro de la zona acordonada como a la
multitud fuera de ella. Palas, mazos, guantes,
cascos de uso y cubre-bocas se juntaban para investir a cualquiera de rescatista.
\
En principio nadie sabía qué hacer y en su caso
cómo hacerlo. Incluso pocos sabían explicar a
qué iban:
-A ayudar a lo que sea. Era el deseo sordo
de todos.
Tampoco hubo muchas explicaciones cuando ÍDtegramos la brigada. Pasánda;e la voz se deda:
-Hubo un derrumbe en Héroes, los que
puedan nos vemos a la lO: AM para coordinarnos con la UNION, traigan lo que crean
que tirva para remover escombros.
La UNION (como cariñosamente se le dice a la
Vnión de Vecinos de la Colonia Guerrero) adquina plenitud en su contenido. La UNION en ese
momento significaba para los habitantes de la rolonia la única posibilidad de organizar con cierta
eficacia y oportunidad las labores de rescate y remosión de escombros. Peritajes, orientaciones,
cobertores, comida, apuntalamientos... fueron
también actividades coordinadas en la UNION
con distintos grupos y asociaciones civiles nacionales e internacionales, que fueron sumándose
a las organizaciones populares cuando comprobaron la parálisis del gobierno y la actitud del
ejército que dificultaba las urgentes labores de
rescate en lugar de facilitarlas apoyando la coordinación de los voluntarios.
-El Plan emergente del ejército PON.m,
un plan que nadie conoce ¿Puede ser entonces emergente?
• • •
Arrastrando una pala que parece pesar más
que él, un muchacho como de 17 años se acerea a
nosotros. En forma silenciosa, sin ninguna ceremonia, se recarga en el vocho que está a nuestro
lado y se queda viendo hacia un punto fijo. No
nos extrañaba su actitud callada, porque en ese
momento precisamente nadie hablaba entre nosotros. No es del barrio, eso es evidente.
Adivinando el pensamiento, nos voltea a ver
con una cara llena de impaciencia e ingenuidad.
-¡Chingada madrel... ¿A qué horas nos vamos?
Se llama Ramón y viene del Estado de México.
-Apenas me entere por la radio, le dije a la
jefa "prestame pa'l pasaje". La pala es como
mi sombra, por eso me la traje, soy peón de
obra.
En el local de la UNION reina una cuasi-locura. Hombres y mujeres de todas edades estiran los
brazos morenos para apuntarse en las primeras
brigadas de auxilio. A mí me tocó ir al derrumbe
de Héroes 46. Ramón, que desde hace rato se encuentra devorando tortas. con café en mano, me
mira de sosláyo con ciert~ desolación: pa,rece
querer decirme"y yo, ¿qué pedo?". Un pedazo
de bolillo se le atr~ganta cuando le anuncio que
quizá se integre en la próxima brigada a Tlatelolco.
Antes de llegar a Héroes, a la altura del "Mercado Martínez de la Torre" una madre con su
bolsa multicolor del "mandado", intercepta al
"responsable de comunicación" de la brigada. Es
el encargado de comunicarse regularmente con la
organización para precisar huestras necesidades.
Se rezaga del grupo para quedar frente a su madre.
- Yo siempre pensé que eras un vago ~
ponsable -dice la madre enjugándose un
par de lágrimas-, ya veo que me equivoqué. Eres igualito a tu padre.
El muchacho, de unos 19 años aproximada- .
mente, con su casco entre las manos, apenas articula:
-Orale jefa, no me diga eso... ya se me trepó un nudo a la" garganta.
-Cuidate mucho... ¡apúrate que te están
dejando-- dice la señora sorbiéndose los roocos y estirándo a la vez una anorme sonrisa
solidaria de orgullo. Te voy a hacer un mole
de olla con hartos elotes... no se te olvide ponerte el casco... ¿ya te vacunaste? .. hijo de
mi alma.
Por el camino vamos recibiendo el apoyo y entusiasmo de las gentes del barrio: en todos se
refleja la sorpresa y la emoción.
-IIQué chingoDa juventudll -se alcanza a
leer en la mirada de los parroquianos.
... - - . -
• • •
Seguíamos anclados frente a la vecindad largo
rato. ¿A qué ibamos? Sabíamos que ~ un momento a otro podíamos sentir, oler o rozupá'
pontánea muerte dándose vuelo en cuerpos hinchados y morados. Pero más nos movía la necesidad de encontrar vida. ¿Sería esto posible con
toneladas de escombro encima de uno? Nadie 10
sabía. Un instinto de angustia y esperanza recorre por oleadas la sangre, las venas, el miedo. A
veces se sobrepone la esperanza, a ratos la angustia: una combinación que hace las veces de antídoto contra la impotencia. Las manos son insuficientes, la vida es insuficiente, pero es lo único
que se tiene para el momento.
El calor arrecia, no hay modo de evitarlo. A un
costado de la "ex-vecindad" una cuadrilla de trabajadores del DDF retira las enormes piedras de
la fachada lateral que han cubierto parte de la
calle. Porqué no retirarán también la tierra, ¿Será algún bisne? El chofer del camión parece confirmarlo cuando grita al grupo de trabajadores:
-No sean gueyes los ladtillDs no los sorrajen, hagan una cadenita.
Ya son casi dos horas de que llegamos y nada
nos diferencia de la multitud expectante situada
detrás del "cordón". ¿Qué es 10 que nos detiene?
Hay un probl~ma "técnico". El ala superior izquierda de la fachada delantera de la vecindad
amenaza caer en cualquier momento poniendo
en peligro la vida de los voluntarios. Por eso, antes de entrar es preciso derrumbar esa parte. Pero
quién coordina los trabajos de rescate. Somos
cerea de cien voluntarios la mayor parte formada
por los chavos-banda de las calles cercanas, liéroes, Esmeralda, Mina... nuestra brigada está
compuesta sólo por ocho personas, Arturo,
miembro de la UNION, es el responsable. Un
grupo de policías "dirige" la operación. Dos patrullas hacen guardia (¿para qué?). Por lo pronto, los patrulleros se apresuran a aprovisionarse
de las primeras tortas de huevo qu~ una mujer
con delantal nos ofrece.
.
En 10 alto del ala averiada un muchacho delgado anuda un lazo grueso en la punta de la trabe que sostiene esa parte del muro, por sus movimientos se nota que conoce el vecindario. En la
otra punta se arremolina un grupo de voluntarios
(24, quizá 30, la extensión del lazo no da para
más). Un policía enorme y corpulento se para
frente al grupo. Se queda un momento indeciso,
de prqnto parece comprender que la clave consiste simplemente en ser como cualquiera, sin autoridad etiquetada, sin impulsos criminales y vandálicos. Se despoja de su gorra y su camisola llcaray parece otroll Sin la máscara se confunde con
cualquiera-, y grita:
-JI Unna, doos, tresH Un tirón de 60 brazos
yel muro se tambalea, parece ceder.
-11 U na, doos, tressll, la contorsión de la
fachada silnuia el ir Y venir de una ola tranquila, pero no cede.
-JI Uuna, doos... 11, y todo el mundo en forma caricaturesca al suelo, el mecate se reventó.
Un chaparrito peludo y de enorme bigote se
detiene junto a nosotros, está furioso:
-Pinches pendejos (refiriéndose a los
policías), llegué aqui tempranito y les dije
hay que conseguir cadenas para tirar ese
muro -señalándonos el problema
"técnico"- &si como ésta (llevaba arrastrando una cadena como de dos metros de
las que usan los traileros para sujetar maquinaria y cosas pesadas), pero es muy corta y
no nos va alcanzar. Esto 10 decía cl\SÍ aullando con la clara intención de qu~-~r"E;ti"jam­
bre" de personas 10 escuchara.
Alguien de ese grupo dijo:
-Ese carro de redilas está cargado de
47
p~
amarremos la cadena en la defensa
trasera.
El chofer del camión del DDF se resistía,
quizá, por la cara que ponía, temía que se le inquiriera "a ver qué ladrillitos son esos". Sobre el
camión por si las dudas. los chavos-banda contribuían con su peso. Cadena y mecate, nuevamente
roto, seguido de un colectivo ••Aaaah", de desilusión.
Al frente de las "operaciones" tltora se encontraba el sujeto del bigote el estilo Bienvenido
Granda, cambiando el tono seco de la guia numérica por otro más ritmico:
-UUuno, doos, treeeeslll, IIUuno, daos,
treeeestl, yel muro enseñando los dientes ~
un balcón burlándose de todos.
o
Se han perdido tres horas valiosas, quizá irtecuperables. Desesperados sugerimos empezar a
"trabajar" en las zonas de la vecindad más alejadas del. muro burlón. Desde hace rato las decisiones se realizan sin considerar la "opinión" de
la gendarmerfa, -una especie de venganza i~: .
conciente por la infinidad de decisiones que los
habitantes de esta ciudad nunca conocen más
que en sus efectos-o oCuando apenas babíamos
hecho el "reconocimiento" del. terreno y levantado algunas piedras sentimos un sacudimiento de
la tierra que nos aterrorizó, pues aún no
sabíamos donde estábamos parados. Alguién de
adelante nos informó que los compañeros uexper_
tos en demolición" babían cumplido su cometído. La gente estaba acostumbrándose a mezclar
sentimientos disímbolos y a pasar, en un pestañeo, de un estado de ánimo a otro. Nuestro pánico inicial se fundió con la algarabía por el triunfo
umural" para dar Como resultado una actividad
febril artesanalmente organizada.
Por dónde empezar. Nuestro grupo se situó en
lo que podría ser parte del segundo patio. La vecindad se derrumbó de un solo tajo en forma
"apaste1ada" como tantas otras construcciones
afectadas por el sismo. Vecindad en estado ruinoso. Receptora de generaciones de todo tipo de
trabajadores. Lugar °de convivencia y calor comunitario. Espacio de reencuentro y confirmación individual: La ciudad despersonaliza, la vecindad identifica... La ciudad paradójicamente
es a la vez la gran veciJÍdad con sus monumentos
y calzadas comúnes, con sus cabaretes y prostitutas compartidas, con su violencia escurriendo por
las calles, con su aturdimiento e incomprensión,
pero también con su calor urbano, ese calor
cachondo que nos ata a la matriz de la ciudad,
que aunque madreada (o quizá por eso) subió de
calor, desbordando pasiones citadinas contenidas
a contra-comente.
• • •
Previamente al sismo, por presión de los vecila delegación Cuaubtémoc apuntaló ~gunas
viviendas,o no fue suficiente. La falta de mantenimiento del inmueble por parte de los propietarios
hizo de esta enorme "cueva" una bomba de tiempo que estalló el 19 de septiembre. Varios tan- o
ques de gas al explotar completaron el cuadro.
¿Cuánto tiempo más se hubiera sostenido si no
hubiera ocurrido el temblor?
En nuestra zona detrabajo, previamente elegida, el penetrante olor a gas, el humo y la tierra
aún caliente nos sugirió una "rociada" antes de
hacer algo. IIAguatl,°gritamos, y casi en forma o
mágica se pusO en movimiento un arsenal de cubetas y gr)llldes ollas para el caso (seguro que ya
se habían utilizado por alguna causa similar en
las primeras horas del desastre). Al instante se organizó una enorme cadena de dos filas, una para
pasar el agua otra para retirar las cubetas vacías
y repetir el proceso. Hormigas diligentes. Recelos
y riñas olvidados. Hermaitdad en la acción. Fusióh dé las "b das-voluntarias". Las bandas reti-ra-es-com-bros y pasa-aguas, en apogeo, sinfa
~,
tiéndose en su medio: "ora cabrón no te duermas,
ya tengo tres cubetas esperando"; "el que estorbe
mejor que se bote..... nadie se mueve de sus sitios.
Una señora guapa bien vesbda irrumpe de
pronto: agitada y llorosa grita por su madre atrapada bajo los escombros (¿la oirá?). Los patrulleros, más ceteanos a ella tratan de controlarla sujetándola por los hombros: ¡¡Que fuerza energúmenall, a bola de madrazos los aparta. Varios
muchachos que parecen conocerla logran calmarla: "Se hace lo que se puede güerita, hay que
tener resignación". Alguien cerca de nosotros dice, en algo que parece ser un murmullo: ··pobre,
es del talón, pero me cae que es a toda madre".
Estufas, fierros retorcidos, pedazos de madera,
girones de ropa, vigas, tierra, ladrillos, alientos,
suspiros, sudor, nadie parece cansarse. Sin embargo, di la impresión que no avanzamos; la impotencia crece pero se vence cuando la mirada se
cruza con alguna fotografia perdida de una niña
sonriendo en los brazos°de una madre, de una tía,
de una hermana. Descubro una correa elástica decolor negro, la jalo, se atora, escombro el pedazo, es una instantánea de buena marca. Los jóve,.' BeS encargados de custodiar las cosas de valor se
hacen cargo de ella, la "güerita" la reconoce, es
un regalo hecho últimamente a su madre ¿tendrá
o rollo?
A quien se culpa, ¿A la delegación Cuaubtémoc por sus soluciones de papel? ¿A la dueña que
quería desalojar a los inquilinos mediante la ~
tica de "deterioro del predio, desalojo sin remedio"?, que oportunidad como ésta para deshacerse de los vecinos y lucrar con el predio como terreno comercial. "Lo que para los caseros es un
negocio para los inquilinos es una necesidad". Sí,
la dueña indudablemente, ella... Alguien da el
aviso que la dueña está detrás del cordón, que 1Iegó a observar el estado de su propiedad (¿y los
muertitos qué?). La gente se enardece, nuevamente ese sentimiento se trueca por sensatez;
"primero los nuestros, la doña, a su tiempo".
• • •
Nos encontramos en uno de los pocos marcos
que quedaron en pie de la vecindad. El ··Chobis"
un mecánico rde lo mejorcito mi buen") de la
Ex-hipódromo de Peralvillo, "Carmona", joven
taxista de un "Sitio", (al cual se le atribuye una
personalidad p~imoniosa, de reflejos lentos y
"andar cansado"; tal parece que salió de su rutina, pues era uno de los más dinámicos, de mayor
iniciativa>", el "chocolate'·, almacenista de color
userio" de la Cía de L~, Y yo, el uburócrata" del
equipo, somos el subgrupo ubicado en esa area.
De pronto un señor de unos 38 años rechoncho y
con un bigotito eficazmente recortado nos grita
al borde de la histeria:
-¡Ahí donde están ustedes parados se encuentra sepultada una familia entera, es la entrada de
un sótano. Al empezar a temblar algunos salimos
al patio, otros se refugiaron en este sótano, yo ya
no alcance a entrar, me quedé parado con mis
dos hijas en el márco de esta puerta, yo vi <¡uando
esa famüia se metió allí buscando refugio cuando
se desplomó la vecindadl Sin más explicaciones se
apresuró a quitar los escombros con sus manos sin
ninguna protecdón basta sangrarselas. No pudimos convencerlo, estaba en trance. Más tarde el
cansancio lo venció.
retiró con un grito ahogado, lo entendimos, era parte de nu~a impotencia.
Arturo, miembro activo de la UNION, "de tiempo completo y de oficio ruletero noctámbulo", nos
recomienda retirarnos, descansar y dar lugar a otra
brigada de la organización. Salimos, me topo con
un cerro de ropa de todo tipo. ¿La reclamará al·
guien? Un muchacho husmea el roperío, toma una
camisa a cuadros en buen estado, la tiende ante sí,
en sus ojos ya la tiene puesta. Otras miradas le hacen volver fa cara, lee la reprobación, la suelta
como si quemara; ··no podría ponermela' ... Estufas, fierros retorcidos, alientos, suspiros,
muertos y 20 heridos.•
sudor... vida:
se
EJ.. .
J..,.Ji,,¡ .. dgam> de m.Uigwma
en la cajétilla de Faritos Y estaba a punto de encenderlo pero pasó el Terror, que se le quedó mirando como si sospechara algo. Sintió un ~
meci.miento de pies a cabeza cuando lo viQ caminar Dacia él. En él sObaco traia una ~ a
medio consumir y bajo la pata de elefante de sus
pantalones llevaba unos mocasInes tipo mohicaDO, de gamuza gris con flecos que se le movían
como alas a cada paJO.
-¿Ton's qué gQerito? -dijo corroborando si
era carrujo el del Pecas- ¿Ya se va a dar Un loque o qué?
El Pecas pudo sentir el aliento del Terror que
mostraba las enciu al hablar. Una cicatriz le
coma de la comisura de los labios a la barbilla.
Su cabeza oscilaba. coronada por una mata de
cabello hirsuto y opaco.
El Pecas apenas asintió, tenia los músculos del
cuello medio ac.Jambrados.
-Pues entonces presta ¿no hijo? -ordeDÓ el
Terror, arrebatando el cigarro de su dócil mano.
Procedió a ensalivado sacando la lengua, donde lo him rodar con gran pericia.
-Está re bien forjado el toquecln, -agregó.
Lo sosteIúa enbe sus labios, esperaba que el
Pecas lo eooendiera
-¿Y qué. tienés bermanas? -alcanzó a decir
antes de torcer la voz para retener el humo. Inhalaba con ansiedad, un gesto completamente nu~
vo para el Pecas, que volvió a decir que sí, o ereyó hacerlo. Los ojos húmedos e inyectados del
Terror lo miraban con perfecta vaguedad.
-¿Y qué tal están tus camalas, se parecen a ti?
-Pus algo -se atrevió a mascullar el Pecas.
-Tú haz de ser de por allá donde sí pasó Dios
¿no hijo? Se te nota acá tu onda. ¿De dónde sacaste el suetercito? Está bien padrote. Lástima
que no me quede. ¿Se lo bajaste a alguien?
-Me lo hizo mi mamá, -respondió Pecas y
entonces el Terror estiró la mano para sentir el
estambre. Una larga cinta de cuero le colgaba
desde la muñeca. Empinó la botella y trago gordo, una y otra vez.
-IAabhabl -respondió- esta cbela es de las
que le bajamos a un pinche camiÓD que pasó por
aquí enfrente en la°mañaóa, sobre la calzada del
Hueso. Lo vimos Y dijimos; sobre de esas cheIas.
Y ahí nos tienes en la brega hijo. Le cayó toda la
flota encima. Repartimos dos tres madrazos y
órale, a chupar y a mear desde la mañana. Vete
asomar. Allá hay una bola de gOeyes tirados bien
pedos. Pero véme a mí y ya orita qué boras son.
i!Guántas boras llevamos? El resto de boras.
En este momento, fugazmente, el Pecas volvió
a ver la imagen del Terror brincando a la cabina
del camión cervecero, como un felino. Todos en
la prepa sabian quién era y nadie querla caer en
sus manos.
-No, y ya se acabaron las pincbes chelas -explicó-, ésta es la última que queda y eso porque
yo la aparté acá bajita la mano, ya vez que el
personal es rete avorazado. Les encanta el chupe.
¿No quieres un trago?
Ofreció la botella de Carta Blanca, tambaleándose. El toque se consumía entre sus dedos.
-No gracias -se atrevió el Pecas-, mejor
pásame las tres Y ya.
-¡Ujule pinche monol ¿Ya te vas a agandallar
tú también? Pérate tantito ¿no?, ¿O qué?, ¿te vas
a apretar? Si la mota es de todanos hijo, no perlen~ana~.
o
-Es que tengo que ir a clases -reaccionó el
Pecas rápidamente.
-¡Chale hijol -gritó el Terror- ¿no vez que
las clases están aqui afuera?
Sin quererlo el Pecas se encontró con su mirada
vidriosa: parecía a punto de llorar y estaba enojado.
.
-Esta..sábana no es.buena, me cae. La habita
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·1
es para que no se consuma tan de volada. ¿Por
qué me vez así, pinche chavo? A la mota le echan
un chingo de estiércol para que salga acá buenecita, bien chilladora, como el pulque, que fermenta con caca dé cristiano. ¿Haz probado el
pulquito? Ni mms ¿verdad?, ¿pues cuántos años
tienen tus camalas, son más grandes o más chicas
que tú?
-La mayor tiene diecisiete y la menor dieciséis -respondi6 Pecm.
-¡Andele, como a mí me gust8!!1 -sentenci6
Terror. Bien morrítas, carnositas las chavitas. Te
apuesto que la grande ya coge y a la chica ya le
llora.
-No sé -dijo el Pecas-, tengo que irme.
-¿Tus camalas qué estudian o qué onda?
-pregunt6 Terror, clavando suS ojos cada vez
más turbios 'en el toque.
-Estudian en la Academia Lefranc. La más
int~ligente para secretaria bilingüe, la menos para secretaria en español.
-1Nel hijol -cant6 Terror-, saca a tus carnalas de esa pinche escuela extranjera; ¡Secretarias! ¿Para qué? ¿Para que luego le anden ~
niendo con sus jefes? ¿Te va a gustar? ¿Por qué
no te las jalas para acá, hijo? Te las cuidamos los
cuates. ¿Conoces a mis cUates? ¡Pinches huevotesl Puro valedor bien ~tivo. Me cae.
-No los conozco -dudáPecas-; yo vivo por
la Villa de Guadaiupe.
-¿O sea que este café es de la villita, hijo?
Con razón. Está buena esa pinche mota. Deja
darme el último toquecito y ya te la rolo ¿oquei?
Todo se va para el cerebro y nada vuelve. No me
hagas caso hijo, ya hasta estoy hablando solo como pinche orate.
EI"'ferror hizo cuevita con las dos manos para
.no perder el humo, encogiéndose. Sostenía la botella bajo el brazo y el toque se había cosumido a -
menos de la mitad. Afloj6 por fin el ceño Y dej6
caer los párpados. Luego dibuj6 una sonrisa que
se prolong61argamente por su cicatriz. El aroma
del pachulí, de la mariguana y de la cerveza se
mezclaban en la nariz del Pecas, que puso los Faritos en la bolsa de su camisa. -Ora, dése su toque chavo -dijo Terror
ofreciendo una pequeña bacha-, humedézcase
los dedos con salivita y lléguele, no sea arisco.
¿Qué clase tiene, a ver?
_
-Historia -mascull6 Pecas sin ninguna seguridad. Todavía no se sabía los horarios. Era la segunda semana de clases y el uniformé militarizado de la Secundaria 24 aún colgaba en su ropero.
-¡Historial -conect6 el Terror- ¡Úuy~ me
cae que vas a alucinar en esa pinche clase, bien
pacheco acá en el sal6nl- Es un alucine. Un viajezote hijo. Batallas. Cabrones que se ponen en la
madre nada más porque sí, como en Viet:Da;m.
Todo el tiempo poniéndose en la madre... ¡Orale, lléguelel
El Pecas obedeci6. Moj6 con la lengua las puntas de sus dedos, como había visto que el Terror
lo hacía, y agarró la bacha pero no pudo fumar:
ya era demasiado pequeña. La tiro. Estaba a
punto de pisarla pero un furioso empujón se lo
impi~..
-¡No seas pendejo, pinche chavol -gruñó el
Terror- ¡¿Quieres que te ponga en tu madre?1
Pecas quiso correr cuando lo vio agacharse pero descubri6 en sus pies dos bolas de plomo que se
lo impedían. A gatas el Terror buscaba los restos
de la mariguana maldiciendo entre dientes. Se levant~ y lo tomó por los hombros, cerca del
cuello..
-Búscala tú pendejo -esclipió en el rostro del
Pecás, que se dobl6 sin proponérselo, sintiendo
las piernas de chicle.
Encontró la hacha casi de inmediato, por mi-
t
lagro. Se puso en pie torpemente y )a eDtregó. El
Terror le arrebató de la mano contrariaJos Clásicos de La Central que había conservado todo el
tiempo, inconscientemente y entre sudores. Pecas
lo mir6 esconder la pequeña colilla en la caja de
cerillos, que se guardó en la bolsa de su cazadora
verde olivo, mugrosa y desgastada por el uso.
Habían permanecido a ÚD costado de los campos
de futbol, de espaldas a la alberca. A es8$ horas
la mayoría de los alumnos estaban en los salones,
escuchando a los maestros. Atardecía y )a luz
transversal afilaba los contornos de Jos Arboles y
las bardas del fondo. Las nubes cruzaban el cielo
rojo alargadas por el viento de marzo.
.
-En Coapa cuando atardece, atardece -arot6 el Terror, mirando al So) que estaba a punto
de caer.
Empin6 los últimos tragos de su caguama.
Aventó el casco hacia la hie~ba que crecía en las
orillas de la alberca y puso su brazo sobre los
,bombros del Pecas, que sinti6 el peso de alguien
más alto y fuerte que él. Empezaron a caminar.
-¡Chale hijol Ya estoy rete pacheco y rete pedo. Si no fuera por la cerveza tendría la lengua
seca como lija. Mira, nada de saliva, qué l~ chingada. ¿Quién te vendi6 esa mota tan efectiva? Es
pura ~antequilla carnal.
.
-No la compré, me la regal6 un cuate de mi
colonia -expliCÓ el Pecas, resignado.
-No sé ni qué horas son -ref)exi~n6 el Terror
agitando la melena. Tú y yo vamos a ser carnales
aquí y en donde quieras. Pr~nta1e a todos los.
culeros quién es el efectivo. Pregunta en las otras
prepas. O en la mismísima ceu si quieres...Y si algún hijo de su pinche madre te quifte. agandallar, avísame carnal. ¿Te gusta la ~a verdad?
.
-No sé, nunca la he probado ":""admiti6 el Pecas dejándose llevar por el Terror hacia los salonesdeclase.
Ñusabi: paú de nubes
magínate la sierra como un mar
quebrado por sus altas olas, mosaico
de verdor, suceder de lomas puntiagudas. Asoma un pequeño valle,
la carretera se hace una recta discre,
ta, y justo a la mitad, parada muy tranquila, romo esperando el metro, una nubecita de redondez perfecta, casi al alcance de la mano. Hacia
los lados y entre los huecos de las laderas hay,
otras nubes, agazapadas y a la espera, y según
avanzas, surgen otras como rebaños. Dejan su estela en la copa de los árboles, y a la manera de un
largo adiós se desprenden poco a poco de la alfombra verde de la sierra.
En defensa de Dios
Crónica mixteca
APUNTES
DE
UN VIAJE
A
ÑUSABI
Carlos San Juan
50
Desperté al oír una voz alterada:
-¿Cuántas veces se los he dicho? Y sé mu~
bien que algunos de ustedes se molestan y habla!
a mis espaldas, pero soy su pastor y tengo la obli
gaci6n ante'l>ios de velar por el rebaño que él m.
encomendó. El apóstol Santiago fue el mú hu
mi1de, entregó su sangre por el Señor sin otra pa
sión que la del amor, oigan bien, amor. Y ustede:
adoran a ese Santiago vestido de charro, dale qUE
dale en su caballo furioso a un pobre moro desdt
hace siglos. Hágame favor, un charro con lanza )
espada. Ese no es Santiago. (Silencio tenso en la
nave de la iglesia, ojos que miran con decisión al
frente, rostros impasibles, de todos los rincones
brotan ramos de gladiolas blancas y rojas, de las
altas bóvedas caen lazos de tul blanco, huele a incienso y campo fresco).
-La Santa Biblia lo dice, Nuestro Señor no
quería que adoráramos imágenes. El llamaba a
adorar la palabra de Dios, ¿y ustedes que hacen?
se desviven por la figura de Santiago y su caballo,
lo ponen al centro del altar, yel altar es lugar de
Dios, ningún santo se lo va a quítar mientras yo
dé misa. Pero lo que si ya no aguanto es ver esa pistola. El señor Santiago con su funda y su pistola calibre 22. Veo mi reloj, aún faltan diez minutos de misa, tal vez cinco minutos de regaño. Es
el sábado 25 de julio, a las 11:50 de la mañana.
Dia de Santiago Apóstol, patrón de Santiago Yolomecatl, aquí, en la Alta Mixteca.
Los clanes perpetuos
-Perdone, digo casi a gritos, para dominar las
mil voces de la fiesta, ¿aquí está la familia
Robles?
Enfrente varias cabezas se miran entre sí como
diciendo ¿y éste quién es? Un señor, el de mú
edad, pregunta:
-¿Los Robles del Uano?
Ven mi cara de confusi6n, una sefiora se
apiada y dice, -allá al fondo hay otros Robles.
Sorteo parejas que giran al ritmo de una cum·
bia, jóvenes con charolas rebosantes de cocas,
teh·.lacanes y brandís; sefiores que lograron pescar sus mesas metálicas y se dirigen a formar el
rompecabezas de una gran mesa que acoja a la
familia.
-Disculpe, ¿aquí están los Robles? -digo con la
mejor de mis sonrisas a otro agrupamiento de cabezas que circundan otras mesas de lámina.
-¿Los Robles de Río Negro? responde el señor
que queda más cerca de mis gritos, un poco molesto porque le interrumpí el diálogo con una
enorme señora de generosas proporciones. Otra
vez la oscuridad, no reconozco a nadie.
Sigo mi peregrinar por los estrechos pasillos
que,dejan libres los amontonamientos de familias
y mesas Corona, atravieso la superficie rugosa
del cemento, piso de mercado y pista de baile a la
vez, y me dirijo hacia una improvisada barra,
r'
~<
'.~._~
~.~;~;{~ verdadera barricada de cartones de cerveza, donde, me dijeron, habían visto a otros Robles.
-Buenas noches, ¿aquí están los Robles a secas?
-oigo mi voz quebrada por el desaliento.
-¿Quién es tu papá? -responde una viejita que
a pesar del calor agobiante no se desprende del
chal de lana.
-Es don Rutillo, el profesor.
-Ah, pero no es aquí, somos los Robles de la Cañada.
Vaya la barra-trinchera, compro una cerveza
y la tomo solitario recargado en la pared. Y me
digo que los pueblos son, agrupamientos de familias solas, que a veces por algún casamiento, el
bautizo de un niño, el tomar a medianm-terreno, la ayuda en las fiestas del patrón; agarran
una confianza desusada, se acercan a otras familias y hasta puede que las inyiten a sentarse en su
mesa.
Fiesta
Sentí el golpe del sonido. Unas fuertes plataformas sostenían bocinas desmesuradas. El estrado
desprendía humo seco y entre su falsa bruma se
distinguian las siluetas de los músicos. El sonido
era perfecto y un cañ6n de luz iluminaba una y
otra vez el escenario. Señoras de rebozo a 1 abe·
za, señores con sombreros de palma y tenis, jovencitos punk de Nezayork, burócratas residentes
en la ciudad de México con traje blanco o beige,
maestras y empleadas de empresas enfundadas en
vestido de coctel, jornaleros golondrinos de modestas chamarras de drill, todo, un gentío hacinado en el galeron que en dias normales es el
mercado. Dejaron de bailar y con el mismo ~ilen·
cio ingenuo contemplaban el espectáculo.
Consejos para cargar
tUl
toro
Alguien lo alcanzó a detener cuando hundía sus
pista de basquet se convirtió en un enorme jabón
resbaladizo, y un poco antes de tirar al toro con
sus mil luces y buscar el refugio de la noche, se
dio cuenta que nadie le dijo, menos su primo,
que se metiera un sarape debajo de la chamarra,
porque hasta los muy borrachos nunca se pierden
de este último consejo.
sabia del-asunto veían al uni gallo- allina que
encontr perdido en un ranch de mal uerte, y
se animaban a echar el uyo contra de él (el
bailarín le acomoda un golpazo en la espalda al
tío que tira media cuba y de boca en la mesa.
¡Orale jijo de un.. .l Perdón tío, estoy bailando
tío). -Mira cómo dejó mi camisa este pinche indio, dice el tio que es un minero puro. ¿Qué te
estaba diciendo? Ah, del gallo. Se arregla la pelea, puras apuestas en contra, los acercan para el
entre y el otro gallo echaba chispas por ojos, el
plumaje encrespa y el pico ansioso por probar la
carne del contrario, y mi gallo con su arota de
menso, vé para un lado, vé para este otro, y los
apostadores se meaban de la isa. (La música termina, las parejas se disuelven, algunas quedan
tomadas de la mano en la explanada de cemento,
el tio ignora que la cascada cesó en su estruendo,
sigue hablando a grito pelado a escasos cen~
tros de mi oreja).
-No sé si sería algún olor que uno no huele, o señas que uno no ve, pero cuando ya estaban solos
y en el suelo, al contrario le huía la furia, alzaba
la cabeza, sacaba el pecho; muy saleroso como
queriendo enamorar, y perdido en sus amores,
subia las alas. Mi gallo-gallina seguia caminando
distraído, humilde Y medio sacón mientras el
otro se le acercaba saboreándose la pisada. Entonces venia la primera patada, zas, casi con pena, y le seguían otras, zas, zas, zas, sin que el otro
pensara siquiera en bajar las alas. El contrario
con los ojos sombreados por la muerte intentaba
salir de la trampa pero, ¿qué se puede hacer con
el coraz6n rajado? (Suenan los primeros compases de otra cumbia, sube el rumor de sillas Y mesas recorridas para dar paso a los bailarines, salen
las parejas a navegar por la enorme pista).
- ero la fortun es una amiga que llega noma
por ratítos. El tio vuelve a embestir con su JM$O
mi adolorido hombro, sus ojos brillan y reflejan
las luces del galerón, no sé si es la humedad de los
ojos de viejo, o alguna lágrima que convoca el recuerdo).
-Se orrió la voz en ztacalco, y ya nadie quiso
pelea con mi galli murió de viejo, amarrado en
un corral, dijo casi a gritos.
GaviJán y paloma
Un paso atrú, dos pasos adelante.
El anciano acerca aún más su débil voz:
- Lástima que aquí en el pueblo ya no se acostumbren las peleas de gallos, antes sí, hace
mucho, pero ahora se gasta uno el dinero en el
baile y las copas (inicia el retumbar del bajo y laS
percusiones, semejan una cascada que revienta
junto al oído, una pareja notoriamente borracha
se acerca peligrosamente hacia nuestra mesa, en
un giro de swing aunque el ritmo sea de cumbia).
_-Aprendí a amarrar navajas en ~co te
creas sobrino, es cosa ificü. Echame más agüita
para las reumas. Según ves el amaño del allo y
su manera de caminar le nelinas la navaja más
hacia &fue o dentro.
El tío arrima su silla y casi se encima en mi
hombro: -Para ganar en los gallos se necesita
suerte, en buen gallo y el amarrador de navajas,
en ese orde (con un ágil movimiento de hombros
esquiva un imponente caderazo de la bailarina).
Pero aquí en el ueblo me ense aron algo que llamó a la fortuna. Aprendí a COD.?C6~_~ distinguir
pues, al allo-gallina. (Mi silla empieza a inclinarse bajo el peso del tío) ¡Qué brutol, lo ves y
parece un gallo esmirriado y flaco, camina despacito, muy tímido el cabrón, y no canta, parece
gallo, jodido pero gallo.
Uega un jovencito disfrazado a duras penas de
mesero para renovar el sagrado líquido. Una b<r
tella de brandy, tres cocas y un tehuaeán, diez
mil pesos. Con los últimos resabios de firmeza en
el pulso sirvo dos cubas. -Los galleros que no
-y porque ustedes lo piden, de nuevo ¡Mu- .
acuuumbaal Por cuarta ocasión resuena en la
amplia galería de hierro y cemento el ritmo
simple y pegajoso de esta cumbia. ¿Pero es una
cumbia? La cadencia monótona del bajo y las
percusiones, los arabescos de órgano y trompetas,
sonidos de serie que ahora explota la Sonora Dinamita y Laura León, y que antes fue monopolio
de Rigo Tovar y su Costa Azul, y que antes le permitíó ganar audiencia a Milce Laure y que algún
director musical y un ingeniero de sonido aportaron como la fórmula mágica proveedora de billetes seguros. Y la música permanece igual al arquetipo de origen, fiel a los miedos de las disqueras por intentar o probar ,sonidos nuevos. Pe
ro la letra se vuelve iJiSOlita vanguardia dE
nuevas actitudes, Y.J~_IDÍSJ!lC!jnYilQ.~~.!a arro~:cía femenina para dec arar en públicó 10 "'que)''' ~...,- todos sabemos en priva~o, que son abusadoras, le
pide a Mariano que no le meta la mano, o le descubre al corullo que el negrito es el unico suyo.
Pocos de estos detalles le importan al respetable. Mira nomás como le pega al ritmo la Mixteca Alta, hay un suave desplazar del huarache
que no engaña, quiebres de cintura que desmienten el rígido ostracismo de los vestidos sencillos
de algodón y los pantalones de fibra sintética. Y
es que mucho antes de la edad del radio se enseñoreó por la región la alegre cadencia de las chilenas que subieron desde la costa, allá por Pinotepa, hasta lo más alto de la sierra.
51
pies en el lodazal que circunda a la plaza. Otro le
tomó del brazo y entre difíciles equilibrios fue
rescatado de las sombras nocturnas para llevarlo
hacia las gradas iluminadas del palacio municipal. El frío de las diez de la noche le recordó la
gélida ~archa de esa madrugada, cuando aconsejado por un primo fue a la azotea de la iglesia
para acompañar a la banda de músicos que darian las mañanitas al patrón Santiago. Entonces
le dio el primer trago a ese aguardiente traído de
Pulla, arma contra la escarcha, que circulaba
entre amigos y mirones.
-Andale primo, tómate la copita, y de un trago,
para que te acepten, pues.
Pero en ese momento cuando lo rescataron de
las sombras apenas y pensó que un muro de personas se abría para acogerlo, como si ninguno de
ellos hubiese visto que huyó hacia la noche perseguido por el estrépito de tres ruedas de cohetones
prendidos al mismo tiempo. Percibió en cambio
un calor de gente reunida, muy parecido al que
sintió en esa larga mesa apiñada de gente que
comía mole negro con pollo, allá por el
mediodía, en la casa del mayordomo. -Es ibvitación abierta, a todo mundo hombre, le animó
su primo para que entrara. Y de nuevo apareció
el aguardiente de Pulla, a veces llegaba en boteJJas, otras en jarros o de plano en envases de
plástico. Pero esos eran pálidos recuerdos, ahora
eo medio de ese gentio el miedo le bacía bailar los
ojos, se tapaba las orejas con las palmas de unas
manos aún olorosas a azufre, en su gruesa chamarra se dibujaban grandes rosas de pólvora seca
y un lado de su cara morena estaba aún más oscura. Había olvidado cómo el gusto le bailaba en el
cuerpo al salir de la casa del mayordomo, se unió
entonces a un grupo de campesinos que bajaban
bacia la plaza municipal en busca de los castillos
de fuegos artificiales. Y entre mirar los chorros de
luces y no dejar que huyera el calor y la euforia,
aceptó, bajo la mirada aprobatoria aunque un
tanto fija del primo, otras copitas de aguardiente, ahora mezclado con capulín, a veces con naranja y en otras con tejocote. La vida le pareció
en ese momento una fiesta de luces y tronidos.
Fue entonces que oyó si se animaba a cargar el
toro y nunca supo su respuesta, pero otras voces
ya aconsejaban agarrar fuerte las varas de sus patas, y acomodar muy bien la cabeza en el hueco
de carló. que asemeja la joroba del toro, y cobijarse bien en esa entraña de papel apelmazado.
y ahora que ~ba de la noche, arrastrando los pies y con la-mirada perdida, manchado y
oloroso a pólvora, una ola de gente se le acercaba
con gestos de compasión y risa, miradas de lástima y de picardia. El trataba de desprender su
apaleada humanidad del acoso, volvia a tapar
sus orejas con las palmas de las manos y otra vez
la ola de gente lo at:Í'81ap: .rpreguntar,
. '=
suelo y deslizar no pocas risas. Por un segundo
creyó ver otra vez a parecida multitud, apenas
una hora antes, que escuchaba complacida las
chilenas en el mismo pasillo del palacio municipal, y se veía apartar hombros, esquivar cuerpos,
empujar niños, fija la mirada en un toro, de esos
que en número de ocho aparecían formados a lo
largo del pasillo. Y fue cosa de alzar uno, tomar
recio las dos varas que semejan sus patas, y aun~e estaba bien borracho, no olvidó acomodar la
-c~ en el duro cartón que forma su cuerpo.
Otros hacían lo mismo, y mas que bailar, se balanceaban como barcos en alta mar al compás de
las chilenas. De pronto alguien le mó del brazo
y lo bajó por las gradas ilum'
hacia la
cancha de basquetbol que también es la plaza
municipal. Por un momento, largo según él, sólo
escucho un leve silbido, le dio tiempo para sab<r
rear un raro olor azufroso, y cuando pensaba que
eso era todo, estalló la primera hilera de cohetones. Sintió golpes quemantes en la cabeza, en los
brazos, pero era la espalda la que más ardía, la
,
n
..
Una entrevista
con
Betsy
Pecanins
-
-~-
.
Alain Derbez'
L
~
a
primera
vez
que
escuché Stormy Mond4y (LUne3 tormentoso). fue en el disco doble de
los Allman Brothers grabado en vi- .
va en Fillmore. Duane. el blanco guitarrista
muerto en una moto en el 71. había logrado. gracias a las enseñanzas de Jimi Hendrix. asimilar la
vibra del blues. Esta pieza compuesta por T·. Bone Walker, el SttJte#Joro Blues y Whipping POIt
-canción que Franlc Zappa grabaría posteriormente a manera de homenaje a Allman- hacen
que el álbum sea hoy totalmente invaluable. La
cantante que nos ocupa sacó del álbum grabado
en marzo de 71 las pisadas para hacer su versión
en la guitarra. Hay otras versiones excepcionales.
Basta oír el Stormy Monday que toca. Y canta el .
saxofonista Eddie Cleanhead Vinson. o la versión
original: T. Bone Walker al tomar la guitarra
é1éctrica le dio al blues, a Chicago, a la música.
un infinito campo pUa jugar. Digalo si no B. B.
King.
La cantante que nos ocupa y su versión bien
puede inscribirse en la lista de: recreaciones de
u"luna ttJrment080. Junto a Big Mama Thomton y Big Time Sarah esta cantante podría también anotMse como excelente intérprete de
Muddy lVaters, sobretodo en las versiones en vivo que tiene de rm a woman (Soy una mujer), la
femenina versión de la composición original de'
Mc Kinley Morganfield, ese bluesero negro que
la historia conoció como Aguas Lodosas. Recuerdo con deleite la vez: en que la cantante que nos
ocupa interpretó este blues en el Salón Los Angeles de la ciudad de México. Ahí mismo un
guitarrista también venido de las enseñanzas de
Jimi Hendrix, la acompañó en el Lunes tormentalo: los salseros en su catedral y un poco atónitos
detuvieron el bote para ponerse a menear el cora.Tim. Esta es la traducción de un blues:
Me llaman Lunes tormentoso
52
pero el martes es terrible,
. ~ riüh-ooles aún. peor y el
Sin embargo
s't• eres
blanca, así
como yo, y
cantas el
blues, tienes
que
instalarte en
tu rollo, en
tu situación,
.en tu voz, en
tu color, en
tu sexo y en
tu país.
..
. jueves es ¡oh tan tristel
el viernes cobro y el sábado
salgo a tocar mi guitarra,
domingo voy a la iglesia y
me postro ante Dios y le
digo: Señor, ten piedad de mí,
ten piedad, he tratado tan duro
de hallar a mi amor... por
favor que alguien la traiga
a casa de vuelta.
Vino después la versión de r". a woma,,: "Yo
la cambié; I:oko Taylor tiene una venión, ésa fue
la que empecé cantando. Pero con rm a woma"
no puedes cantar una versión de nadie, más que
la tuya, es una letra que la cambias siempre, todo
el mundo que la canta la cambia.· ICoko canta en
una parte que ella hace el
con un oocodrilo,
tú ves a la Kom Taylor y dices ¡clarol ¡esta señora hace el amor con un cocodrilol, pero me ves a
mí y dices: pues está duro. Le tuve que cambiar Y
hablé de mi femineidad. 1'". a woma" eS una de
las piezas más fuertes~ más sentidas, en ella abro
la puerta que me pennite ver: ésta soy yo"".
RecretICÍt1fIa del luna tormentoso podría ser
un .buen nombre para la entrevista. En ella hablaremos del blues en México y de algunas otras
cosas que conforman el universo de la cantante,
compositora, letrista, guitarrista que nos ocupa.
El nombre es Betsy Pecanins.
amor
Recreaciones cIellunes tormentoso
"Nací en Estados Unidos pero mi madre es catalana, de Barcelona. Ena vino a México de adolescente y aquí fue que se encontró con mi padre. El
venía a estudiar español cada verano. Se enamoraron y se la nevó a Atizona. Yo nací en Yurna, la
nman "la antesala al infierno". Me crié en Ph~
nix donde viví hasta los trece aftoso Luego vinimos a México, me (ui a Barcelona y después viajé
sola a Phoenix para independizarme. Volví a
Ban:elona y ahora llevo m. de diez años viviendo en MéDco.
"Mi manera de ser DO es muy gringa. El blues
está en mi corazón, pero el sistema, la manera
gringa de vivir, no va conmigo. Soy mucho más
latina. No me ubico bien allá. En BuceIona viví
muchas cosas, ahí decidí cantar ya de maDera
profesional. Me encanta Barcelona. Europa
es maravillosa, pero mi manera de ser es más de
América por la cosa tan t:ndicionaJ, tan hecha ya
que es Europa, que sientes que se te viene eocima
Y te aplasta. En Méóco tengo familia, amip,
cosas muy entrañables que adoro. Como soy ODa
enranjera en todas partes a veces siento que DO
tengo lugar en el planeta, pero a veces también
siento lo contrariG, que puedo escoger de d6nde
ser... y yo escojo ser de Mélico porque aquí me
ubico, aquí me siento bieD".
Fue en Ban:elona adonde, para pagar mis materiales de pintura, porque yo estaba estudiaDcJo
pintura en la escuela Massana. me puse a cantar.
Fui a un lugar que se Dama la Cova del Drac:
m.
-Sí.
-El gerente por favor.
-Sí, diga.
-~re, yo canto. he cantado en México.
en Estados Unidos. en París.
Eso era cierto. P'fO lo babia hecho en mi casa.
nunca en público. Yo le dije tímidamente que me
gustaría sentarme en un rincón y poDeIme a cantar:
-Nada. de eso nada. Aquí hay un lugar, esto es un Café.-Concert. Una gente como tú
que ha cantado en tantos lugares DO puede
ponerse a ver qué le echan al sombrero. Lo
mejor de la nueva canción catalana ha desfilado por aquí...
"Yo no lo sabía. In.cluso se han grabado discos
en la Cova del Drac. La cosa es que me puse a
cantar como la est:reDa invitada y lo peor es que
nada m. tenía seis canciones en mi repertorio.
así que si me pedían otra tenía que repetir alguna
o de plano hacerme del rogar. Pero así pude reunir dinero. pagar mis materiales y darme cuenta,
sobre todo, que yo era más de la Jinmca. Siempre
me jaló. Pinto mal. me encanta dibujar. me encanta el color. pero definitivamente no sé
pintar".
Al principio. cuando llegué a México. comencé
haciendo lo que llamaba una unión de raíces. Tenia canciones en catalán, en español, algunas rosas musicalizadas por mi, otras de gente que hacía canciones que iban con mi trabajo poético y
también incluía blues. Recuerdo que uno de mis
primeros conciertos fue con motivo de una exposici6n de Joan Miró en la galería de mi mamá y
mis tías. la galeria Pecanins. Lo recuerdo bien
por un recorte de prensa aparecido días después:
Lo expo6ÍCÍÓn en la Gaierlo Pecanins fue decididamente un acontecimiento colorido.
Lm asistentes al evento tUDÍmo&' la grata
compañío mfUical de la joven arti&ta Joan
Miró que además de pintar muy bonito,
canta lindas canciones.
"Eso debe haber sido. creo, a fines de los setenta, quizá setenta y ocho o setenta y nueve. A los
veintitantos años. Ahora tengo la edad de Cristo,
treinta '1 tres años. Me siento bien. Estoy contenta. Han sido buenos viajes y buenas experiencia<".
"Creo que ha habido muchísimo que ha influjdo en mí y en la labor que realizo-<:omo- in.téIp~
te. Todo eso se refleja en mi trabajo. Dependien- .J
do del pús donde vivia, escuch.ba éste u otro tipo de
Pero hay ciertas oonstantes: el
rack, gente como Janis Joplin. Jimi Hendrix, que
nos movió el piso a muchos que vivimos esa época; el trabajo un poco más poético de JODÍ
m.mca.
Mit~llode~~comoMaríadelMar~
net o el de Senat. Me gusta también muc;bo la
música contemporánea como la del ~taJán CarIes Santos y me gusta también, claro, el jarz. En
~to al blues hay mujel'es cantantes que yo be
eschado más: Odetta. Bessie Smith, Billie Holliday. Koko Taylor. Peebee Snow y por ahí Janis
lan. En México he estado muy cercana a mujeres
como Tanía Libertad, Guadalupe Pineda, Eugenia León que tiene una voz extraordinaria, Amparo Ochoa, Margie Bermejo. Siento que es un
momento en que predominan las mujeres cantantes en un movimiento musical definitivamente
existente. Porque de que hay movimiento. sí lo
hay. Lo que pasa es que estamos en un mundo
muy difícil porque permaneceJJl()S un poco en lo
subterráneo, en una cosa como marginada que
no está dentro de lo comercial. Y al hablar de lo
comercial me refiero a un apoyo real en lo económico que es muy importante para que se siga haciendo nuestro trabajo. Eso es lo que lo hace muy
difícil. No hay grandes empresarios que apoyen y
arriesguen, aunque al principio pierdan. Lo que
hacemos y seguimos tratando de hacer es -autogestionarlo. pero es dificilísimo. En México
todavía tenemos posibilidades con instituciones
como la SEP. la Universidad. el ISSSTE. el INBA. etcétera, adonde muchos de nosotros hemos
podido desarroll8f nuestro trabajo hallando foros
adonde el público sabe que nos va a encontrar y
asiste. Eso nos ha resultado espléndído a los que,
como yo. estamos de este lado de la montaña. Sin
embargo no deja de ser duro. poco estimulante
ecooomicamente, y hay que recordar que n~
tros también tenemos que vivir, que mantener a
un grupo que te acompañe. Por otro lado, creo
que la riqueza de talento que hay en México DO
mucho buscando. tratando de Wu
...
cuanto ala interprettd6a y la c:c.~E'
Allí
están Jaime López, CuilIenno Brise6o.
Alejandro, Gerardo M~ Qdlia ~
1.
Muchos de eDos llevan una larp lucha. la ~
queda y con un gon compnJlDiso OOD su arte.
Definitivamente me sieDto partídpe de este IDOvimiento meneaDO. Vivo. Médco, soy de M&Deo Y aunque cante en iDgIés o en ~taIáa, mi
trabajo~unsonido.UD'aire. unesperiomelicano. En mi música metemos muchM cosas muy
latinas. Sé que a mí DO me invitarían nunca a re- ,
presentar a MéDcO en algún festival. Cuto.canción muy personal. mí~ yO representaría a
quien soy. Qué canto yo, creo que es un SODido
particular en cualquier' parte, ya sea aquí, •
Barcelona, en Estados Unidos, donde sea. Pero es
un sonido hecho aquí y que no puede ser becbo-en otra parte. México. Una característica de este
país es que ha sido un lugar en donde se ha juntado mucha gente de diversos lugares. hay muchas
influencias. Pero también hay una gran 'riqueza
original en la música. en la manera de cantar. en
las letras. en los ambientes. Todo esto, creo. está
bien representado en ,mi canto. No podria arpaar
un concierto de mQsica mexicana porque DO leria
sincera. haría sí lo que yo he hecho en Mésioo.
Eso sí: mi actual trabajo e~ castellabo contaDdo
el apoyo de dos poetas mexicanos excelentes
con los que be trabajado desde hace mucho que
son Oavid Huerta y Alberto Blanco. eso es algo; o
también las colaboraciones ocaSionales CU1I otra
personas como la pintora Magali Lara yel tro...
jo con Guillermo Briseño. En fin.·Esa es música
que yo Canto que es de hoy y que es de Mé::Iiéd y.
de ningún lad9 más·'.
•
• ".
••Ahora, ¿por qué canto blues? ¿Y por qué cantar blues en México? .. , Bueno, porque yolcreo
que el blues transmite algo que va mucho más
allá de las palabras. Creo que realmente en la vi- ,
da las cosas que más nos mueven
el Iso no son
\
. I~'
'que ~tendelDO$. sinoJas que sentimos. El blues
debe desaprovech~. ~..geote que ~~ga _ es algQ. que siéñtes. que llega al eof8ZÓD. EJI Mé-
con
~
--
.
/
"
53'
ros de Jericó con la versión de Soy una mujer del
disco de Betsy Pecanins canta el blues, en cambio
con la versión del Salón Los Angeles con ese guitarrista venido de las enseñanzas de Jimi Hendrix, Dwight Carroll, dejando los dedos en la
guitarra y el alma en los dedos en un solo, para
contestar con una fuerza directamente proporcionallo que José Cruz sopló en la armónica, las
paredes bíblicas se pueden caer a pedazos. La segunda parte de Recreaciones del lunes tormento80 se llamaría YDios creó al mundo para que un
blues lo cimbrara.
y dios creó al mundo para que un blues lo
cimbrara
xico el rock curiosamente es el que abre las puertas al blues. y aquí quedó el blues porque es un
campo de desahogo, a uno se le permite ser uno
mismo. El blues te exige que seas tú mismo. Si
tienen ganas de gritar o de llorar, lo haces en el
blues. Esto es algo que en la vida real no puedes
más que controlar. El blues abre la puerta para
sentir las cosas como las que quieres hacer sin sujeción y sí con una sinceridad hacia los sentidos,
hacia el ser tú mismo. No me propongo qué cantar, yo soy eso que canto; canto el blues en México porque da la casualidad de que vivo aquí y
aqui voy a seguir haciendo el blues. Desde que lo
canto se me han llbierto muchas puertas que yo
no habia visto: puertas mías. Esta cosa femenina,
sabrosa, coqueta, sensual, alegre que puedes tener cantando el blues. Antes cuando hacía mi
unión de raíces me ponía a cantar sentada detrás
de una guitarra. Dejarla, ponerme de pie,
enfrentarme al público, fue una experiencia
nueva, fuerte, pero me abrió esa puerta que se
enriquece con la experiencia bluesística todo el
tiempo. Sé que no es fácil ser emotiva, a mí no
me lo ha sido. Es una gran ruptura pero que te
hace identificar más, mucho más con tu público.
Porque ¡claro que hay un público para el blues en
Méxicol ¡Claro que existe una necesidad del blues
en éH La gente lo capta, capta la energía, la
vibra que va mucho más allá de las palabras. No
es el público masivo pero es una gente ávida de
que exista aquí esta música. Canto para ella. No
me propongo ser comercial, no es mi idea llegar a
las grandes masas~ si se hace, qué bien. Nada
más. Lo vaya seguir haciendo aunque no suceda
así. Uno lucha hasta que se cansa, pero quizá es
hasta que te mueres. Creo que mi trabajo, la múiica que hago, es la continuidad tal cual de 10 que
es mi vida... ¿qué más?".
-f
Interrumpo a Betsy Pecanins. Creo que una de
las maravillas del blues es la comunicación subterránea entre músico, el público y el vehículo
que los une. Por eso es que el Stormy Monday de
los AlIman en Fillmore es lo que es, por eso cualquier blues en concierto es lo que es: un acto de
comunión que el disco en estudio difícilmente
consigue. Jamás, en mi opinión, caerían los mu-
la cultura en
MEXICO
en Ja cultura
le;;..'
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cJp S~lIun'
Director Gemml: José Paaés L1ergo
Director: Paco Ignacio Taibo 11
Jefe tk retlocdón: Gerareto ele la Torre
DUma: Beatriz Mira
Redacción: Francisco Pérez Arce,
Mauricio Ciecbanower, Rogelio
Vizcaino, Emiliano Pérez Cruz, Luis
Hemández, Cosme Omelas, Jorge
Belarmino Femández Tom3s, Jesús
Anaya Rosique, Andrés Rub, Orlando
Ortiz, Víctor RonquiDo, Juaa Manuel
Payán, Héctor R. ele la Vega, Carlos
Puig, Angel Valtierra, Pilar Vásquez~
Armando Castellanos, Ciro Gómez
Leyva, Miguel Bonasso
'nvnlicadón gmfiM: Paloma Saiz
"Bueno, está esta cosa de no cantar un blues jamás igual. A mi ell'm a woman del disco me gusta también. Siento que tuvo una energía muy
particular. El arreglo es distinto, son maneras diferentes de hacer las cosas que representan definitivamente un reto. Experimento, juego_ La
ver5Íón en vivo es más apegada a la tradicional,
la que hacen todos los bluesistas. El disco busca
otra rítmica, el arreglo de Dwight Carrollle intenta encontrar otra cara a este mismo blues. Es
un poco la idea de la fusión que tengo para mi
música. No uso solamente la guitarra, el bajo, la
armónica, la batería, los instrumentos que se han
oído siempre en el blues; ahora trabajo los sintetizadores, incluyo las percusiones de la música
afro-antillana. En el disco hay incluso un steeldrom y un arpa jarocha; instrumentos cálidos
ambos que le dan otro sabor, otra temperatura.
En mi próximo disco, que se llamará con toda seguridad El Babor de mis palabras y que tiene que
salir antes de terminar 87, está esa idea de la fusión en todas las piezas. Para comenzar, todo el
trabajo es en español. Son como doce composiciones entre las que estáñ-el producto de mis colaboraciones con los poetas Huerta y Blanco, algunas
letras de la pintora Magali Lara, una canción
que Guillermo Briseño, con quien he estado trabajando últimamente y con quien me fui a Cuba
a un festival de jazz en febrero de 87, hizo especialmente para que la cantara. Se llama Jugar
con fuego. Una canción más del español Miguel
Ríos, otra de Marcial Alejandro... Los arreglos
son de Eugenio Toussaint, lo que le da aún más la
posibilidad de esa fusión que quiero. Desde luego, en la guitarra estará Dwight Carroll, en el saxofón Octavio Espinosa El Sopas, y los músicos
con los que toco normalmente. Con ellos creo que
se logrará el producto que se pretende: esa música salida desde el blues que yo hago aquí".
Esa música de Betsy Pecanins se puede entender como una fusión desde un acercamiento bluesero al roc1c, al fun1c y al Jazz sin peroer la energía
de la música original. En el festival de jazz de
Cuba no dejaron de sorprender por ello. No es
cosa de virtuosismo sino de fuerza y presencia.
En México es esta energía la que hace que el blues
ocupe todos los lugares que el rock mexicano no
ha podido cubrir. En Estados ¿cuál sería la reacción? Pecanins nos hace saber que ha sido invitada en el 87 para tocar en ueva York, en Pittsburg, y que le interesa ir, pero que no le interesa
ir a empezar. No se puede estar empezando de
nuevo todo el tiempo. Por 10 pronto el trabajo en
México está. Como en la temporada del Teatro
de la Ciudad en julio, ya en un homenaje a
Gershwin con la Filarmónica de la Ciudad y
Juan José Calatayud, ya cantando su propia música desde el blues. Está en la grabación del disco
yen la gira por todo el país para promocionarlo.
Y está, sobre todo, en el replanteamiento constante de lo que se quiere: el quehacer del blues y
sus secuelas desde este lado del río.

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