LETRA EN MOVIMIENTO
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LETRA EN MOVIMIENTO
FOTO: DANIEL HERCE LETRA EN MOVIMIENTO LETRA EN MOVIMIENTO James Scorer NOTAS DE VIAJE Y DIARIOS DE MOTOCICLETA A pesar de la masiva circulación de la imagen del Che y la relevancia de su figura en la política a escala global, hasta la década pasada existían relativamente pocas representaciones imaginarias de la vida del guerrillero. En el periodo subsiguiente a su muerte, emergieron algunos textos notables, tales como la historieta creada en 1968 por Héctor G. Oesterheld, Alberto Breccia y Enrique Breccia, y Che!, película dirigida por Richard Fleischer en 1969. No obstante, durante los treinta años posteriores, el musical Evita (originalmente escrito por Tim Rice en 1976) y la poco conocida novela The Death of Che Guevara de Jay Cantor (publicada en 1983) fueron excepciones a la generalizada ausencia de textos culturales en torno a la figura del revolucionario argentino. Es como si la proliferación posmoderna de la famosa fotografía del Che tomada por Alberto Korda (titulada “Guerrillero heroico”) hubiera inhabilitado 44 la aparición de representaciones alternativas. Esa escasez solo empezaría a revertirse tras la publicación, en 1997, de tres biografías. Ernesto Guevara: también conocido como el Che de Paco Ignacio Taibo II, Che Guevara: A Revolutionary Life de Jon Lee Anderson y Compañero: The Life and Death of Che Guevara de Jorge G. Castañeda, posibilitaron trascender el mito viral del Che para conectarse con su historia ‘real’. A partir de la publicación de estos tres volúmenes, han aparecido una buena cantidad de reconstrucciones ficcionales de distintos episodios de la vida del Che, incluyendo exhibiciones de arte, estatuas, monumentos, historietas, y varias películas. Entre estas producciones, Diarios de motocicleta, la ficción cinematográfica dirigida por Walter Salles en 2004 y basada en los viajes del joven Guevara (interpretado por Gael García Bernal) y su compañero de ruta, Alberto Korda LETRA EN MOVIMIENTO Imagen: www.vertigofilms.es (Rodrigo de la Serna), es una de las intervenciones más polémicas y significativas para pensar justamente en la tensión entre el mito y la biografía histórica del líder. La película es una adaptación libre de Notas de viaje, el título de los diarios originales de Guevara publicados en 1992. La historia de cómo fueron escritos estos documentos demuestra que tienen un pasado estratificado. Durante el viaje Ernesto tomaba notas en el camino para luego pasarlas en limpio a su regreso a Buenos Aires, una práctica que continuaría ejerciendo toda su vida. Más tarde, después de la Revolución cubana, Che habría vuelto a retocar sus notas, notablemente el comienzo y el capítulo final, ‘Acotación al margen’, un intento bastante tardío y un poco torpe de engranar su futuro marxista. A pesar de la expresa solicitud de Guevara a su mujer para que quemara sus apuntes tempranos, ese manuscrito revisado fue editado por su familia antes de ser publicado en formato de libro. Las mutaciones por las que ha atravesado el libro ponen de relieve el carácter ‘incompleto’ y abierto de los apuntes del Che, ‘reescritos’ y reinterpretados una vez más en esta versión fílmica. La película de Salles resultó un éxito rotundo de taquilla y fue, en general, recibida favorablemente por parte de la crítica. A pesar de la atención recibida, pocos hicieron referencias a las fuentes en las que se basó la película, a saber, el libro de Guevara y la versión del viaje ofrecida por Granado en Con el Che por Sudamérica (1978). En consecuencia, Diarios de motocicleta fue raramente calificada como adaptación, omisión que en parte explica por qué las críticas más duras resaltaron la ausencia de referencias a la vida del Che posterior al viaje y a la revolución por venir. Así, Anthony Daniels escribe que ‘devotees of the cult of Guevara know little about him or what he actually stood for’ (2004: 22) y que la película ‘relies for its effect upon 45 LETRA EN MOVIMIENTO Imagen: www.vertigofilms.es the fact that audiences will all know a minimum about Guevara’ (2004: 23). El director, concluye Daniels, es así ‘guilty of mendacity of a very high order’ (2004: 27). De modo parecido, Daniel Wolf, en un artículo que intenta desacreditar el mito del Che tras el estreno de la película, dice que ‘ignorance is bliss, where heroes are concerned’ (2004: 20). Asimismo, en un texto publicado en The New Yorker, Richard Alleva advierte que justamente ese conocimiento sobre el Che amenaza cualquier road movie sobre Ernesto (2004: 40). David William Foster, por otro lado, no esconde su indignación ante la decisión de Salles de, según él, diluir el idealismo revolucionario de Guevara. Foster escribe que Salles ha creado ‘a Disneyesque caricature of Guevara in a film so filled with Hollywood clichés, plotted so absolutely predictably, and so uninspiring in this ideological presentations as to lead one to wonder if it was not planned as a grotesque burlesque of 46 Guevara’s and Granado’s motorcycle trip’ (2004: 192). A mi modo de ver, sin embargo, estas críticas demuestran cierta inhabilidad por escapar del peso que la historia le reservaría al Che. Por supuesto que para muchos el impacto de la película descansa en la posibilidad de que los espectadores hagan tales conexiones con el futuro del guerrillero. Pero tal impacto necesita, precisamente, de la empatía entre el espectador y el joven Ernesto. En suma, la película no intenta —ni debería— ofrecer una visión de la vida del Che en su totalidad. Tampoco toma una posición crítica respecto de la política del guerrillero. Aún cuando Diarios de motocicleta recupera, en algunos momentos, cierta visión heroica de la vida del Che, los momentos más logrados de la película no son tanto estos, como aquellos en los que Salles se propone agregar una capa narrativa más a su vida de joven viajero. LETRA EN MOVIMIENTO Después de una lectura detenida de los libros en los que se basó Diarios de motocicleta es posible concluir que la película es bastante fiel a sus fuentes. Incluso Salles contrató a Alberto Granado para que lo acompañara durante el rodaje y le ofreciera su versión de los hechos en primera persona. El diálogo entre texto y película puede advertirse en las fechas y lugares de paso tal como aparecen en las entradas en los diarios. Salles decidió además retrasar el viaje para rodar los exteriores en los lugares originales y filmar la película en el orden cronológico original. En ese sentido, por ejemplo, además de filmar sitios de fácil reconocimiento, como Machu Picchu, se destaca la preocupación de Salles por la atención a ciertos detalles como la inclusión de una secuencia filmada fuera del Edificio Marsano en Temuco, la construcción que, en 1952, alojaba al Diario Austral, el periódico que en una ocasión publicó la historia de los dos jóvenes médicos viajando en el continente. A pesar de la fidelidad del director a las fuentes, no puede dejar de advertirse cómo las transformaciones por las que atraviesan las voces del pasado en la película modifican, al mismo tiempo, la experiencia de lectura de los textos. El uso extensivo del gran angular al comienzo de la película, por ejemplo, dramatiza el paisaje de la Argentina y de Chile, poniendo en evidencia algunas limitaciones de la prosa de Guevara para describir su entorno. A su vez, el uso del travelling de y desde la moto permite calificar la película como una road movie y habilitan de este modo un diálogo con otros ejemplares del género. La banda sonora de Gustavo Santaolalla, finalmente, agrega otro estrato sensorial a las imágenes descritas en los diarios. La mayoría de las licencias que se tomó el director respecto de las fuentes son exitosas. Entre las modificaciones vale la pena destacar, por ejemplo, la escena en la que Ernesto cita las tres primeras líneas del poema “Amo Valparaíso” de Pablo Neruda, un episodio ausente en los diarios. La escena nos recuerda que Guevara sabía muchos poemas de Neruda de memoria (tal como lo advierte Granado), al mismo tiempo que evoca el descubrimiento de un ejemplar de Canto general, donde está incluido el poema, en la mochila que Che llevaba consigo en el momento de su muerte en Bolivia. De modo parecido, el predominio de escenas transcurridas en la Argentina al comienzo de la película y en la leprosería, al final, demuestran más fidelidad al texto de Granado que al de Guevara. En relación a los primeros y últimos capítulos del diario, agregados post-revolución, Salles ofrece así una 47 LETRA EN MOVIMIENTO visión alternativa a la del Che. La película recupera, en otras palabras, el espíritu de exploración del viaje casi olvidado en estos capítulos, donde Guevara introduce una interpretación más heroica de la travesía. La escena en la que Alberto dibuja la ruta a seguir en un mapa, mientras planifica el viaje con Ernesto, sentados en un bar, condensa precisamente ese espíritu y evoca, al mismo tiempo, las ediciones actuales de Notas de viaje que incluyen cartografías y recorridos visuales del itinerario de los jóvenes. Asimismo, la escena hacia el final de la película, cuando el verdadero Granado mira el despegue de un avión en lo que quiere ser una reconstrucción de la despedida de los amigos en Venezuela, sirve para actualizar sus historias, por lo menos en lo que se refiere a sus vidas en común. Una de las cuestiones más interesantes de la película de Salles, que también aparece en los diarios, apunta las relaciones entre la descripción de la realidad latinoamericana tal como aparece en los libros y el contacto directo con esa realidad. En el comienzo de la película, Ernesto dice que el objetivo de los amigos era “explorar el continente latinoamericano que solo conocemos por los libros”. Así tiene sentido la escena en la que Ernesto lee 7 ensayos de interpretación de la realidad peruana, aún cuando Guevara no hace ninguna referencia a José Mariátegui en sus apuntes de viaje. Esta escena es intercalada entre imágenes documentales en blanco y negro donde se filman habitantes reales de las regiones que visitan los actores y que recuerdan, por oposición, al carácter ficcional de la reconstrucción del viaje. El film pone precisamente el énfasis en ese viaje de descubrimiento del continente a través tanto de los textos como de la experiencia. 48 Si escenas como estas que apuntan al futuro marxista de Guevara no amenazan la propuesta del director de ofrecer un simple relato de viaje de dos jóvenes amigos, otras secuencias en las que el Che es retratado en su costado más heroico son más problemáticas. El ejemplo más claro es la escena en la que Ernesto cruza a nado el río en San Pablo para llegar al lugar donde se encuentran confinados los enfermos de lepra. Si bien es cierto que Guevara realizó la hazaña, tanto el relato de Guevara y el de Granado dejan claro que el acto fue un desafío personal y no un gesto de compasión social. La inclusión en la película del discurso que aparece citado en los diarios de los viajeros y que da Ernesto el día de su cumpleaños frente a los enfermos, los médicos y las monjas, donde expresa el deseo de una solidaridad latinoamericana para el futuro, parecería contribuir a la construcción del mito. Sin embargo, en esta ocasión, cuando terminado el discurso, Ernesto sonríe con cierto nerviosismo, el director nos recuerda que no estamos todavía frente al guerrillero sino ante el despertar de la consciencia social de un joven. La mayoría de los críticos parece, justamente, haber olvidado que Diarios de motocicleta no es tanto una película sobre la revolución como un relato sobre los sinsabores de la juventud. Así entendida, la película de Salles captura, tal vez, más el espíritu de las notas originales escritas en el camino, que el de cualquiera de sus posteriores reescrituras.