el greco, un artista, una vida.

Transcripción

el greco, un artista, una vida.
EL GRECO, UN ARTISTA, UNA VIDA.
Dossier para centros escolares.
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El taller.
Los textos.
o El Greco, de “loco” a filósofo.
o El Manierismo, arte para la crisis.
o España y la Contrarreforma: las normas de la imaginación.
o El Greco: un artista, una vida.
Las actividades.
o Antes del taller.
o Después del taller.
o En cualquier momento.
EL TALLER
En el cuarto centenario de la muerte del Greco, proponemos una actividad para acercarse a su
trayectoria personal y artística para educación infantil y las primeras etapas de educación
primaria a través de los colores. Durante una hora y media nos acercaremos a su obra y a su
vida de la mano de algunos de sus colores favoritos, hablaremos de viajes, experiencias,
normas, ilusiones y maneras de hacer. Visitaremos alguna de las salas del Museo y
trabajaremos todos juntos en el taller, y al final nos llevaremos a casa nuestra propia reflexión
cromática inspirada en los colores del Greco.
Se trata de una actividad pensada para que todos los niños y niñas de este tramo educativo
puedan disfrutar y aprender con ella, además de llevarse a casa un trozo de experiencia para
que puedan recordar mejor al Greco y su Museo.
FECHAS
21, 22, 23 y 24 de enero de 2014
18, 19, 20 y 21 de febrero de 2014
Sesiones: de martes a viernes. 2 sesiones al día.
Horario: 1ª sesión: de 9.45 a 11,15.
2ª sesión: de 11,15 a 12:45.
Duración: Una hora y media
Grupos de 25 a 30 alumnos.
Lugar: Museo del Greco
Diseño, realización de las actividades y dossier escolar: El efecto Galatea.
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LOS TEXTOS
El Greco, de “loco” a filósofo
A grandes rasgos, todos sabemos que el Greco en realidad se llamaba Doménico Theotocópoli
(o Doménikos Theotokopoulos, que suena más griego), que vino de Creta, y que después de su
paso por Italia, se asentó en Toledo y allí desarrolló la mayor parte de su obra. En esta ciudad
nació su hijo y en ella murió después de casi cuarenta años viviendo en España (estas son sus
fechas 1541-1614).
Además, según cuál sea nuestra generación, habremos crecido con una u otra idea acerca de
su estilo. Para los que nacimos a finales del s. XX puede ser, o bien que tenía un defecto en la
vista y por eso sus figuras eran alargadas, o bien que es el mejor representante de la España
mística de la Contrarreforma.
Cada artista, al crear y mostrar su obra a los demás, está exponiendo a la opinión pública una
parte de sí mismo muy íntima, su manera de hacer, su manera de pensar y su manera de
sentir. En general, los artistas son conscientes de esta situación, por eso son artistas, y lo
manejan lo mejor posible. Algunos, como Van Gogh, no tuvieron la oportunidad en vida de
debatir con el público acerca de lo que querían decir en sus obras. Otros, como Picasso, que
disfrutó de un gran éxito durante prácticamente toda su carrera, trataron de explicar con
palabras lo que ya habían contado con los pinceles, y a veces se cansaban o se enojaban
porque no se les había entendido bien.
¿Qué pensaría el Greco de todo lo que se ha dicho de él? En su caso, puede que no alcanzara el
estatus y la fama de Picasso en su época, pero tampoco vivió sólo y aislado como Van Gogh.
Conoció cierto éxito y mantuvo un círculo de clientes y admiradores, a pesar de sus disgustos
con la Corona y con la iglesia, que fueron fieles y le apoyaron hasta el final. No obstante, su
estilo, su manera de pintar, sigue siendo tan especial hoy en día, que durante estos
cuatrocientos años desde su muerte, artistas, críticos, historiadores y alguno que pasaba por
ahí, no han parado de intentar definir qué era lo que el Greco trataba de decir exactamente y
por qué pintaba así.
Al Greco se le ha llamado de todo: caprichoso extravagante (S. XVIII), loco genial (s. XIX, por
los autores del romanticismo), maestro de Velázquez y fundador de la escuela española
(mediados del XIX), el Delacroix del renacimiento (término popularizado por los impresionistas
de Manet), el modernista de su tiempo (finales del XIX, por los modernistas catalanes),
intérprete del alma española (Generación del 98 y Cossío), padre del arte moderno (principios
del XX, las vanguardias), astigmático y demente (interpretación que nace a principios del XX
para mantenerse hasta incluso 1988), místico (a lo largo de todo el s. XX), bizantino (años 30) y
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finalmente, pintor filósofo (historiadores del arte contemporáneos, como Fernando Marías o
Jonathan Brown).
Y todo eso en tan sólo cuatrocientos años. Imaginaros lo que se habrá dicho de él en el
próximo siglo.
Lo que le ha pasado al Greco no es un fenómeno único, ya que en cada periodo histórico se
tiende a interpretar lo anterior de acuerdo con los supuestos más convenientes, o según las
capacidades de análisis existentes. En el mejor de los casos, esa es la labor de los historiadores
del arte, los críticos, los eruditos y los entendidos.
¿Cuál es nuestra labor como espectadores, profesores, educadores, mediadores? Disfrutar. Es
imposible saber qué quería decirnos el Greco, y aunque lo supiéramos, es posible que no lo
entendiéramos: al fin y al cabo han pasado cuatrocientos años y las cosas han cambiado
bastante.
No obstante, fueran cuales fueran sus intenciones, cualquier artista, incluido el Greco, querría
que todos disfrutásemos de su obra. Porque nos gustan sus colores, porque nos intrigan sus
gestos, sus retratos, sus miradas, sus manos, porque no las entendemos y nos fascinan, porque
crecimos con ellas, porque sí, porque me recuerdan a algo o a alguien, porque las hemos
cogido cariño, porque son hermosas. Por lo que sea, disfrutemos y aprendamos de la obra del
Greco, que ha llegado hasta nosotros a través de tantos años y después de múltiples
vicisitudes.
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El Manierismo, arte para la crisis
Si atendemos a la teoría de los estilos, esa que nos enseñaron de pequeños y que enumera los
estilos en orden “cronológico”, la cuenta sería más o menos así: Románico, Gótico,
Renacimiento, Manierismo, Barroco, Rococó, Neoclasicismo, Romanticismo, etc. Claro que
hace tiempo que se han propuesto otras formas de entender o explicar el devenir de la
Historia del Arte, pero muchos aún recurrimos a ella para situarnos, como coordenadas en un
mapa.
La obra del Greco se desarrolla en lo que llamamos Manierismo, el estilo que va entre el
Renacimiento y el Barroco. Pero ¿Qué es el Manierismo? ¿De dónde surge? ¿Qué entendemos
por sus rasgos generales? Para comprenderlo, tenemos que recordar, aun brevemente, lo que
sucedía en esa época.
Se puede decir que hacia 1520 (año en el que muere Rafael) prácticamente todos los amantes
del arte estaban de acuerdo en que la pintura había alcanzado la cima de la perfección. Miguel
Ángel, Rafael, Leonardo y Tiziano habían logrado pintar de una forma que sólo se había
conseguido en la Antigüedad. Ningún problema relacionado con el dibujo, el color o la
composición había sido irresoluble para ellos. Con su maestría llegaron a sobrepasar, como se
dijo, a las esculturas griegas y romanas.
La generación de pintores que sucedió a estos cuatro grandes, lo tenía, en resumidas cuentas,
muy difícil. Muchos trataron de continuar pintando a la maniera de Miguel Ángel, aplicándose
en el estudio de sus obras de tal forma que las posturas, los desnudos, las composiciones,
fueron complicándose cada vez más, en ocasiones de forma completamente artificiosa y
superficial. Otros procuraron innovar en la elección de los temas, tratando de dotarles de
nuevos significados, que hoy parecen oscuros y misteriosos. A todos ellos se les engloba en el
Manierismo.
El Manierismo es un estilo difícil de definir y de acotar, ya que es complicado establecer límites
y características estáticas a movimientos que nunca lo fueron. Según la fuente que se consulte,
el Manierismo puede ser el final del Renacimiento o el principio del Barroco. Además, las
connotaciones del concepto de Manierismo han variado a lo largo de la historia del arte. Los
críticos del s. XVII lo definieron como un movimiento de mala calidad que siguió al
Renacimiento, afectado y antinatural. Posteriormente, en el s. XX, se le dotó de una dignidad,
una independencia y unas características propias.
Estas son algunas características generales del Manierismo:
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Ruptura de la unidad espacial y del equilibrio: entienden el espacio diverso y por tanto
con diferentes visiones.
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Los motivos principales pasan a situarse en un segundo plano, mientras que los
secundarios adquieren una capital importancia. (He aquí una de las causas por las que
la obra de San Mauricio del Greco no fuera del agrado de Felipe II)
Cincinato: El martirio de la legión se ve en primer plano/ El Greco: Primer plano de San Mauricio y un general
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Gusto por el detalle, las indumentarias lujosas y los espacios arquitectónicos de gran
magnificencia. (Esta característica la vemos mejor en artistas como Tintoretto).
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El Manierismo es el producto de una sociedad escéptica y preocupada por el gozo y el
refinamiento, sólo entusiasmada por rodearse de belleza. (Estamos hablando del
Manierismo como arte de la élite, y en cierto aspecto, el estilo del Greco se puede
entender dentro de esta característica).
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Marcado carácter subjetivo y anti-naturalista. La belleza se descubre creando un arte
artificial en el que la naturaleza y la imitación dejan de ser el modelo y el eje de la
creación artística. El ideal de belleza se forma en la mente del artista y es resultado, no
de la imitación, sino de la especulación y el invento. (Aquí y en la siguiente, sí que
podemos englobar la obra del Greco. Y entender su choque frontal con la maquinaria
de la Contrarreforma).
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Rechazo de la pretendida superioridad del arte antiguo frente al consciente
conocimiento y destreza del artista y a su libertad creativa.
El Manierismo además coincide con el momento de internacionalización del Renacimiento,
pues será a partir de 1520 cuando se extienda por toda Europa. Lo que explica que en España,
en particular, país donde las formas y las tradiciones góticas habían tenido una pervivencia
especialmente duradera (a principios del s. XVI todavía se estaban construyendo catedrales
que partían de la tradición gótica), en España, decía, se conocerá más el Manierismo que el
Renacimiento puro italiano.
El Greco era un artista que técnicamente había asimilado a la perfección las lecciones del
Renacimiento en Italia: había aprendido de los mejores, en Venecia de Tiziano, el gran maestro
del color, y en Roma de Miguel Ángel, el artista que mejor manejó la anatomía y el dibujo.
Cuando llega a España es todavía joven y ambicioso, consciente de su potencial y sus
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capacidades como pintor. Quería demostrar lo que era capaz de hacer y ganarse a los mejores
clientes que se podía tener en esa época: la Corona y la Iglesia. Pero el cretense era un artista
demasiado profesional para poder trabajar en la España de la Contrarreforma.
España y la Contrarreforma: las normas de la imaginación
Recién comenzado el s. XVI se suceden dos hechos que marcan el siglo y la cristiandad, que en
ese momento era prácticamente toda Europa: la Reforma protestante (o reforma luterana) y la
Contrarreforma.
En el s. XVI la iglesia católica tenía un enorme poder en toda Europa, y quería más. Los papas
pretendían cada vez más parcelas de poder político real. La corrupción eclesiástica era un tema
generalizado: los miembros del clero vendían bulas (documentos emitidos por el Papa) y
sacramentos para obtener más tierras, más poder. Viven rodeados de lujo y de súbditos.
La causa inmediata que provoca la reacción de Lutero (que era un fraile agustino) es la decisión
del papa en 1514 de vender indulgencias (documento que exime al alma del paso por el
purgatorio) y bulas (documentos emitidos por el Papa que pueden hacer referencia a cualquier
asunto relacionado con el poder papal, como por ejemplo la concesión de privilegios o de
indulgencias) para financiar la construcción del Vaticano y la basílica de San Pedro.
En 1517 Lutero publica sus noventa y cinco tesis, de las que se deducen sus principios básicos,
entre los cuales destaca, para lo que nos concierne, éste: supresión del culto a la Virgen, los
santos y a las imágenes.
Lutero y los muchos que comenzaron a seguir los nuevos dictados de la Reforma buscaban la
revitalización del cristianismo primitivo, austeridad, fe y una relación íntima con la religiosidad.
En 1520 Lutero es excomulgado. Entre sus seguidores se encuentran muchos príncipes y
nobles alemanes que por convicción o por sus propios intereses políticos se alinean con Lutero
en contra de la Iglesia católica y por tanto con el que era su mayor y más poderoso defensor en
la época, el emperador Carlos V.
Éste, que quiere mantener su poder, pero también evitar excesivas confrontaciones, convoca
la Dieta (asamblea de todas las autoridades del imperio) de Worms en 1521 y la de Spira en
1529 con la intención de acercar posturas con los príncipes alemanes. De la primera, la
consecuencia más notable es el posicionamiento de los Augsburgo y por tanto de la corona
española como defensores del catolicismo, frente a la nobleza alemana, suiza y austríaca, que
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acogen la Reforma de Lutero. De la segunda surge la denominación de “protestantes”, ya que
muchos de los convocados a la reunión, en la que Carlos V pretendía convencerles para que
reconsideraran sus posturas, se niegan a asistir: protestan contra el mandato el emperador.
Tras varios años de luchas, en 1555 se firma la paz de Augsburgo en la que se establece que los
príncipes alemanes pueden profesar la fe que elijan y que sus súbditos deben acatar esta
elección. A aquellos que no lo deseen se les permite marcharse a España o viceversa. La
cristiandad queda oficialmente dividida desde entonces.
La iglesia católica convoca un Concilio ante la gravedad de la situación, un Concilio que en
principio estaba pensado para limar asperezas con los protestantes, pero que finalmente sería
que el establecería la nueva orientación de la Iglesia católica, en oposición a las tesis de Lutero,
el Concilio de Trento. Se lleva a cabo a lo largo de diecisiete años, desde 1545 hasta 1562.
Surge la Contrarreforma o la Reforma católica. Trento es un Concilio normativo en el que se
organiza la doctrina y se determinan los dogmas de la iglesia, siendo el que nos concierne el:
Establecimiento de la veneración a las imágenes iconográficas de la Virgen y los santos, así
como de las reliquias. Esto es de una gran importancia para el desarrollo del arte manierista y
barroco en las iglesias católicas europeas: el arte se convierte en una expresión de los
principios de la Contrarreforma.
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A partir del mismo se desarrollan tres normas básicas reguladoras de la producción y la
exposición de imágenes:
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No inducir a errores ni fundarse en creencias apócrifas o supersticiosas.
Observar el decoro moral, rechazando cualquier asomo de deshonestidad o lascivia y
provocar a la devoción y el rezo.
Como imágenes con fin didáctico y ejemplificador, mantenerse siempre en el ámbito
de la verdad histórica, que se basa en la historia sagrada canónica así como en la
hagiografía aceptada como verídica y, por lo tanto, expurgar todo tipo de digresión o
anecdotario profano y excluir los alegorismos complicados que fueran difíciles de
comprender para la masa de fieles, en su mayoría analfabetos.
Los presupuestos artísticos de la Contrarreforma en España eran muy claros y se cumplieron a
rajatabla, especialmente durante los primeros años. Las imágenes religiosas tenían que dar
ganas de rezar, y esto era considerado el principal efecto y fin de las mismas. La preocupación
por la claridad en la interpretación era absoluta, así como la negación de la subjetividad del
artista.
El Greco: un artista, una vida
Podemos imaginarnos ahora el panorama en el que se vio obligado a trabajar el Greco. Un
artista de talento y formado en la Italia tardo-renacentista, llega a la oscura España de la
Contrarreforma, encorsetada por el decoro y donde la imaginación de los artistas estaba
delimitada por unas fronteras muy bien definidas en el Concilio de Trento.
Recién llegado pintó El Expolio para la catedral de Toledo y el obispo no le volvió a contratar
jamás y poco después pintó el Martirio de San Mauricio y la legión tebana para El Escorial y el
rey no le llamó nunca más. Apenas habían pasado tres años de su llegada a España y ya se le
habían cerrado las puertas de sus dos mejores clientes.
Pero el Greco no se rindió, ni se marchó. Se quedó en Toledo y montó un taller, en el que
produjo decenas de retablos, la obra de arte total (escultura, arquitectura y pintura en la
misma composición). Buscó otros clientes, otras iglesias y se adaptó, sobrevivió y pintó las
grandes obras maestras que hoy podemos disfrutar en el Museo del Prado, en el Museo del
Greco y algunas incluso en sus localizaciones originales.
¿Cómo lo logró en la España de la Contrarreforma? Fue este un periodo de bastantes
contradicciones. Si bien no pudo trabajar en el nivel más oficialista, sus clientes en Toledo no
ponían tanto esmero en respetar los dogmas de la Contrarreforma, y no les importaba tanto
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que tal santo no figurara en la posición que mandaban los libros oficiales, o que los miembros
se alargaran y los colores destellaran de aquella manera tan escandalosa.
Aunque los casos mencionados del San Mauricio y El Expolio son sus “fracasos” más sonados,
desde luego no serían los únicos que le dieron problemas. Hay documentados decenas de
pleitos del Greco con otros clientes, y no siempre por temas de claridad o decoro. En ocasiones
era por sus honorarios, demasiado elevados para una España que todavía no había asimilado la
profesionalidad de los artistas. El Greco, como lo haría Velázquez pocos años después, luchó
con su oficio para elevar el estatus de los artistas en España y gracias a sus pequeñas victorias
podemos disfrutar de muchas de las grandes obras maestras que llegarían después.
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LAS ACTIVIDADES
Antes del taller
Los colores y la luz: experimentos con el agua y los espejos
Venecia es una ciudad famosa porque es una ciudad flotante, sus hermosos edificios se
levantan sobre canales y se sostienen sobre plataformas de madera, creando un lugar único en
la historia.
Los pintores venecianos son especialmente famosos por su uso del color. ¿Qué tiene que ver el
color con la ciudad? Todo, en una ciudad donde las calles son ríos, el reflejo de la luz en el agua
crea una atmósfera única, veneciana, que podemos apreciar tanto en las veduttas del siglo XVII
como en las fotografías de los miles de turistas que abarrotan las calles de Venecia cada día del
año.
Probad a ver lo que le pasa al color cuando tenemos cerca el agua. Podemos probar también
con un espejo. Puede ser un espejo pequeño, con una luz, una linterna o una vela, y un trozo
de color. Podemos observar simplemente, qué pasa si colocamos una cartulina verde encima
de un espejo y dirigimos la luz hacia el espejo. Qué le pasa al color, con y sin espejo, con y sin
luz. También podemos registrarlo en una fotografía. Si tenemos una fuente cerca, en un
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parque por ejemplo, podemos probar a sacar nuestras cartulinas y hacernos fotos sujetándolas
al borde de la fuente, un día de sol y un día nublado, a ver qué pasa. También podemos
hacerlo sin cartulinas, sólo con nuestros propios abrigos de colores, hacernos una foto al borde
de una fuente un día soleado y uno nublado, y hacernos una foto lejos de la fuente, los mismos
días.
Dibujando con el color
En la época del Greco una de las discusiones que solían tener los pintores era acerca del color y
el dibujo. Algunos decían que lo más importante a la hora de pintar un cuadro era el manejo
del color y otros decían que lo más importante era tener un buen dibujo de base. ¿Tú qué
crees? ¿Probamos? Seguro que has coloreado muchas veces esos dibujos donde te dicen que
tengas cuidado de no salirte de la raya.
Prueba a pintar la puerta de tu colegio, cuando sales de clase y vienen los padres a buscaros,
un edificio de fondo con muchas personas en el primer plano. Tienes que hacer dos pruebas.
Una vez, tienes que dibujar primero con lápiz, las formas de las personas y de la fachada del
colegio y luego colorearlas. Otra vez, tienes que empezar directamente con el color y no
puedes usar el lápiz. Al final, puedes colocar los dos dibujos uno al lado del otro y observar en
qué se parecen y en qué se diferencian y puedes sacar tus propias conclusiones acerca de esta
discusión entre el dibujo y el color.
PD: Nadie tiene la respuesta de cuál de los dos es más importante, el dibujo o el color. Lo
importante es investigar y llegar a tus propias conclusiones.
Después del taller
Tu mapa de colores
Después de la visita al taller, podemos elaborar cada uno de nosotros nuestro propio mapa de
colores. Podemos usar distintos soportes: una cartulina grande por niño o una hoja de papel
normal. Podemos tener un rango de colores específicos para trabajar toda la clase, o cada niño
puede encargarse de los suyos. Los colores en sí pueden ser recortes de cartulina o cualquier
otro tipo de papel (charol, vegetal, celofán, etc), retales de tela o cualquier otro material que
se nos ocurra y se pueda pegar.
¿Qué color adjudicaríamos a nuestra casa en un mapa? ¿Y a nuestro lugar de vacaciones? ¿Al
cole? ¿A la casa de nuestro mejor amigo? ¿A la de la abuela?
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A dónde vas tan estirado
Muchas personas se preguntan por qué el Greco pintaba a los personajes de sus cuadros tan
alargados, tanto que a veces sus cuerpos parecen alienígenas de las películas.
¿Y si probamos nosotros a vernos así? Hagámonos cada uno una foto de cuerpo entero, de
frente o de perfil, probemos a estirar los brazos o incluso mirar hacia arriba además. Cuando
tengamos todas las fotos, probemos a “estirarlas”. Es muy sencillo, las podemos pegar en un
documento de Word, en el ordenador, una al lado de la otra, para poder ver el efecto de todas
juntas. Cogemos de las esquinas superiores con el ratón y alargamos. Luego cogemos de los
laterales y en vez de alargar, ensanchamos.
Ahora, preguntaros otra vez, ¿Por qué El Greco pintaba las figuras alargadas?
PD: Fernando Marías, catedrático de Historia del Arte de la Universidad Autónoma de Madrid y
comisario de la Exposición “El Griego de Toledo” dice que alargaba las figuras “porque son más
bellas”.
En cualquier momento
Taller de cabezas en bandeja
En los siglos XVI y XVII se puso de moda llevar gola, una pieza de vestuario que se colocaba en
el cuello y que había evolucionado desde una pieza de armadura. Mujeres, hombres y niños
podían llevarlo puesto, y tuvo distintas formas y colores. Conocemos la gola gracias a muchos
cuadros de la época, especialmente los retratos. Como El Caballero de la mano en el pecho.
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Podemos fabricar una gola con papel, doblando folios normales y luego pegándolos a una tira
que se coloca alrededor del cuello. Nosotras proponemos sin embargo un taller de cabezas en
bandeja, porque todos esos personajes con cuello de gola parece que tienen la cabeza
separada del resto del cuerpo, como servida en una bandeja.
Para ello sólo tenemos que hacernos con unas cuantas bandejas de cartón de repostería, de
esas que compramos en los bazares cuando tenemos un cumpleaños, para colocar los
cruasanes. Como son de cartón, son fáciles de manejar, hacemos un corte hacia el centro de la
bandeja y ahí cortamos un agujero a la medida del diámetro del cuello de cada niño y luego
nos la colocamos.
Podemos posar toda la clase con nuestras cabezas en bandeja, si nos vestimos de negro todos
el efecto será aún más impresionante, y viajar momentáneamente al sigo XVII, con nuestras
cabezas recién servidas.
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