SIR EDV/f\RD VERNON y DON BLf\S DE LEZO
Transcripción
SIR EDV/f\RD VERNON y DON BLf\S DE LEZO
SIR EDV/f\RD VERNON y Por primera vez se publica en Colombia el retrato del eminente marino y político inglés Sir Edward Vernon, cuya memoria, unida a sensacional descalabro militar sufrido ante las murallas de Cartagena de Indias, abre una de las más gloriosas páginas que aquende el Océano escribieron el valor y el patriotismo de España y sus colonias. El artista evoca al almirante frente al mar en cuyas aguas hincha sus velas el galeón que un día cortó el Atlántico, llegó hasta la plaza militar de Portobelo, abatió con sus cañones la poderosa fortaleza y orientó su proa hacia Cartagena, llave y antemural de Suramérica. El empuje del guerrero, el poder de sus cañones y bombardas, se embotó ALMI:UANTE contra los muros de la ciudad que encerraba un puñado de valientes. La sonrisa del triunfo, el ojo avezado a las grandes distancias, comunican al rostro de Vernon, decorado por nariz aguileña y mentón voluntarioso, el gesto soberbio del que vio celebrado en bronces y medallas el presunto triunfo de su arm.ada contra el orgullo español, que ansió rendido a sus pies, en la persona del héroe don BIas de Lezo, quien pagó con su vida DON BLf\S DE LEZO el triunfo alcanzado por su patria contra las tropas inglesas. Que si en tamaña empresa, éstas perdieron miles de soldados y oficiales, ~. cañones y naves, España perdió a su más valeroso militar. BIas de Lezo y Edward Vernon hacen la historia de las eternas rivales. Marino y político el segundo, sólo militar el primero, reflejan sus nombres la época de transición que en la inteligencia llenaron Voltaire y Rousseau. El inglés es apenas 3 años mayor de don BIas. Nació aquél en Westminster el 12 de novbre. de 1684, de la vieja familia de Vernon. Su padre James ocupa la secretaría de Estado de la Corona, y su prestigio abrirá el camino de la política y de las armas a su segundogéVERNON nito. Aficiona al pequeño la vida del mar y se dedica a estudiar ciencias exactas y fortificaciones militares. En 1701 inicia su carrera de marino, y, durante seis años, recorre el Mediterráneo y luce sus primeras armas en la toma de Gibraltar en 1704, acción desgraciada para España, y en la que también se revela al mundo el heroísmo del joven teniente Lezo. Por vez primera están frente a frente, y el 80 ©Biblioteca Nacional de Colombia Senderos --= último hO podrá olvidar que la llave del Mediterráneo es presa de Inglaterra, Y años más tarde, con la culminación de su carrera, luchará hasta el último instante para que su tradicional enemigo no alcance el nuevo Gibraltar de América. Doscientas guineas obtiene el inglés como premio de su valor, y Lezo cuenta su pierna izquierda perdida por una bala de cañón y el merecido ascenso a alférez de navío con que lo premia Luis XIV, en cuya marina sirve bajo las órdenes del conde de Tolosa. El parlamento distrae a Vernon de su carrera, en tanto que don BIas continúa sus triunfos militares. Su temeridad le merece nueva herida y, ya teniente de navío, la plaza de Tolón le ofrece la oportunidad de mostrar su fiereza. Den'otado, es ahora puesto al frente de la flota de aprovisionamiento que debe conducir a Barcelona, donde está cercado Felipe V; Y cuenta uno de sus biógrafos que en una ocasión de éstas, "cercado por todas partes y acometido con horroroso fuego, determinó incendiar algunos buques del convoy para salvar a los demás; y, batiéndose al mismo tiempo, se abrió paso por en medio de las llamas y de las balas, para salir de aquel apuro, evitando de este modo que ninguno de sus buques cayera en poder de los enemigos." Sir Edward sigue sus triunfos políticos y de nuevo se lanza al mar. Es ahora el Báltico testigo de su no desmedrado valor, y una vez más acrecienta su prestigio, que lo lleva de nuevo a la cámara de los comunes. Surge en Inglate- rra la animosidad contra España, y el político deja paso al militar. Vernon se ofrece, con sólo seis navíos, a capturar el fuerte americano de Portobelo, en Panamá. Y, lleno de fuego, lanza su palabra de guerra: "No peace with Spain." El ministro de guerra inglés, víctima de los ataques que en la cámara lE.: hace Vernon, encuentra ocasión para desembarazarse de tal enemigo y recoge su palabra. Así, el 23 de julio de 1739 parte de Spithead el vicealmirante, rumbo a Panamá. Entre tanto, BIas de Lezo ha alcanzado el título de teniente general de la armada española, co nq u i s t ado palmo a palmo, después de la intrépida y arriesgada acción contra Argel, en la ensena d a de Mostagán, donde a sangrey fuego de,rrota las abrumadoras armas argelinas. Noticiosa España de los inesperados prepar a tivos de Inglaterra y de la salida de Vernon rumbo a DON BLAS DE LEZO sus colonias, destina a su general de Lezo, en compañía de otro no menos ilustre y valeroso militar, el teniente general don Sebastián de Eslava y Lazaga, señor de Eguillor, de larga y gloriosa carrera, para que, al frente de cortas pero temerarias tropas, vigilen desde Cartagena de Indias las operaciones del inglés; el segundo como virrey y capitán general, y el primero en su calidad de jefe de la marina. 81 ©Biblioteca Nacional de Colombia Senderos Desde los primeros años de la colonia Cartagena ostenta la fiereza de plaza militar. Sus murallas y castillos la envuelven poderosos, y parece siempre en espera del pirata enemigo. Desde los tiempos de Drake, en el siglo XVI, el gobierno español se ha propuesto dotarla de invulnerables defensas. Las mejoras tropas coloniales allí se adiestran, y al frente del gobierno siempre estará un militar de canera. La nota oficial de la secretaría de guerra y marina, de 16 de agosto de 1739, lleva al ingeniero Fidalgo, jefe de la plaza, el anuncio de la salida de Vernon; y el 23 de octubre siguiente recibe el texto de la declaratoria de guerra que su gobierno hace a Inglaterra. Sir Edward avanza seguro de su triunfo, y cae el 5 de noviembre sobre el desprevenido Portobelo. El almirante rinde el castillo de Todofierro, y en días siguientes toma poseRión de los de San .Terónimo y La Gloria. Siete vidas costó a Inglaterra su triunfo, porque Portobelo estaba prácticamente solitario. Sus habitantes, víctimas de la viruela. o habían emi~rado o habían muerto. El coronel Bernardo Gntiérrez Bocanegra. gobernador español de la plaza, hubo de sufrir por su derrota las consecuencias del consejo de guerra. La noticia de semejante triunfo. al que Ing-Iaterra dio un alcance formidable, fue recibida en Londres con inusitado júbilo; el cumpleaños del héroe se celebró con iluminaciones públicas, y 130 medallas que debían recordar tamaño triunfo se acuñaron en su loor. "Vernon semper viret", decía la leyenda que orlaba el busto del triunfador. "Porto Bello Sexo So· lum Navibus Expugnate. Nov. 22, 1739", completaba por el reverso la consagración del almirante. Alentado Vernon con tan fácil victoria, orienta sus naves hacia Jamaica, donde espera auxilios de su patria con el fin de llevar a término su propósito de atacar a Cartagena. Desde Portobelo, en carta fechada el 27 de noviembre y dirigida al comandante general del apostadero de su presunta presa, el teniente general don BIas de Lezo, manifiesta en tono solemne el haber tomado la plaza; que procede generosamente con los súbditos de ella -comenta el historiador español Cristóbal Bermúdez Plata en su magnífica "Narración de la defensa de Cartagena de Indias"-; que espera de la caballerosidad del marino que ha de hacer lo mismo con los ingleses, instándole a que sean enviados inmediatamente a la Jamaica los que hubiere prisioneros en Cartagena, y, por último, que "el capitán Polanco -que mandaba el castillo de San J erónimo- debe dar gracias a Dios de haber caído por capitulación en mis manos, porque, si no, su trato vil e indigno de los in gleses habría tenido de otro un castigo correspondiente." "No intimidan a Lezo tales expresiones por lo que tienen de mando -dice el citado historiador-, ni le sustraen por lo que aparentemente envuelven de conmiseratorias; que tan enérgico como valiente, y tan valiente como enérgico, y con la vista fija en el honor y prestigio de la patria a la que representa, dirige, cual contestación cumplida, una epístOla digna del heroísmo de su autor, fecha 27 de diciem .. bre, hermoso documento que inmortalizará el nombre de su autor, si por otros conceptos no fuera digno, como lo es, de la eterna gratitud de España. El gran valor de este documento me obliga a copiarlo Íntegro. Dice así: "Muy señor mío: He recibido la de V. E. de 27 de noviembre, que me entregó don Francisco de Abarroa. Y, en inteligencia del contenido, diré Que, bien instruído V. E. por los .factores de Portobelo (como no lo ignoro) , del estado en Que se hallaba aquella plaza, tomó la resolución de ida a atacar con sus escuadras, aprovechándose de la oportuna ocasión de su imposibilidad para conseguir sus fines. los que si obiera podido penetrar, y creer que las represalias y hostilidades que V. E. intentava rracticar en estos mares en s:¡tisfacción de las que dicen habían ejecutado los españoles, ubicran llegado hasta insultar las plazas del Rey mi amo, puedo asegurar a V. E. me ubiera hallado en Portobelo para impedírselo, y si las cosas ubieran ido a mi satisfacción aun para buscarte en otra cualquier parte; persuadiéndome que el ánimo que faltó a los de Portobelo me ubiera sobrado para contener su cobardía". Así lanzó don BIas a la cara su desafío al de Vernon, cuya soberbia, exaltada ante el valor español, lo determinó a acelerar sus operacio- 82 ©Biblioteca Nacional de Colombia enderos nes sobre Cartagena, de la que no dejaría piedra sobre piedra. Avanzó al gobierno inglés la seguridad de su nuevo triunfo, junto con la carta-desafío del general español. En Jamaica toman respiro sus tropas y espera el poderoso refuerzo que le trae el almirante Chaloner-Ogle. Veintiún navíos de línea, ciento sesenta embarcaciones de trasporte y nueve mil hombres de desembarco a las órdenes del general Cathcart, avanzan ahora en aguas de Las Antillas. N unca vieron los mares de América esclw.dra semejante. España dispone de dos mil cuatrocientos veinticuatro soldados, repartidos en las fortalezas y entre los navíos Dragón, Conquistador, Africa, San Carlos, La Galicia y San Felipe, que son toda su defensa. Emplazados en los castillos tiene 158 cañones, y en los buques de guerra 174. Y así esperan al enemigo, que se deja ver a dos leguas del puerto el 13 de marzo de 1740. Son, por el momento, ocho buques mayores, dos brulotes y un paquebot, "e inmediatamente la guarnición de Cartagena rompía el silencio de su batería para contestar a los saludos que las bombardas inglesa¡.: le hacían aproximándose, sin causar daño a nuestra plaza." De aquí arrancan esfuerzos heroicos. El virrey Eslava y el general de Lezo se superan; oficiales y tropas hacen gala de su no desmentido valor; y el enemigo, que no -puede avanzar porque un cañón de dieciocho lo mantiene a raya, pone proa hacia Jamaica. El 3 de mayo siguiente la embestida es mayor. Son ahora trece navíos y una bombarda, y también tienen de regresar ante la defensa de don BIas de Lezo. El trueno gordo vendría un año más tarde, el 15 de mayo de 1741. La armada toda se viene sobre la ciudad. Los fuertes de Santiago y San Felipe y el castillo de Bocachica, que dominan la entrada, caen \'encidos, y su corta guarnición aumenta la no menos reducida de San Luis, acosado también por la metralla. Trescientos hombres se reúnen al mando del valeroso Carlos Desnaux, quien guía a sus soldados a la gloria. Vernon ordena el desembarco y el asalto a la fortaleza que así se defiende. El 5 de abril, con el amanecer, los ingleses se precipitan al asalto, y Desnaux, que ya no puede más, que no tiene soldados, se ve obligado a enarbolar bandera blanca. Lezo y Eslava han sido heridos la víspera en la noche, cuando conferenciaban en el ya desvencijado castillo. Sin embargo, el marino está al frente de los suyos; ordena echar a pique sus embarcaciones antes que ellas caigan en poder del enemigo. Sobre la almenada torre de San Luis flota la bandera inglesa. Falta aún el avance a la ciudad; y es entonces cuando sabrá Vernon que la "soberbia española" no será abatida. Los restos del Conquistador y del Dragón, hundidos de intento, cierran la entrada a la bahía. El Dragón logra ser retirado por los marinos que guía Vernon, y el 20 de abril, entre dos y tres de la mañana, se intenta el asalto general con tres mil doscientos hombres divididos en tres columnas. Por cuatro horas se prolonga nutrido fuego de una y otra parte. "Pero el ardor bélice de los defensores enardecidos en grado sumo, sin reparar el peligro, sordo a las incesantes descargas del enemigo, ciego ante el valor numérico del bando opuesto, considerando que 18. dignidad de España, que la confianza de Cartagena de Indias y que el honor, en fin, de Sh virrey estaban depositados en sus almas, abandonan sus posiciones de defensa, arremeten con inusitado ímpetu contra las huestes inglesas que, sobrecogidas de pavor al apreciar aquella re· pentina invasión, vuelven las espaldas, sin tiempo aun para recoger los pertrechos que hasta allí llevaron, y dejando abandonadas armas, escalas y otros útiles diversos, huyen de la fiera acometida, dejando sobre el ensangrentado campo más ' de ochocientas bajas y sufriendo quebranto tal que no intentaron en lo sucesivo acto alguno que tuviera carácter ofensivo". "El día 20 de mayo de 1741 -concluye el historiador Bermúdez Plata- el puerto estaba completamente libre, y Vernon con los suyos se dirigía pensativo y cabizbajo a la Jamaica, para no molestar más a los moradores de Cartagena de Indias, en donde sólo le cupo la gloria de haber demolido castillos y fuertes a cambio de nueve mil hombres de su ejército, si hemos de creer a los prisioneros y desertores de sus filas". Tal seguridad animó a Vernon, que ni un momento dudó en anticipar su triunfo a Ingla83 ©Biblioteca Nacional de Colombia Senderos terra. Todavía figuran en museos y colecciones particulares las monedas que recuerdan el triunfo imaginario de la embestida del almirante a Cariagena; y el héroe español sigue de rodillas ante el presunto vencedor, rindiéndole su espa· da y postergado con el risueño lema: La soberbia española abatida por el almirante Vernon. Cambiados los nombres quedaría la verdad, porque así supo el heroico don BIas hacer frent~ al desafío que lanzó al vicealmirante sir Ed· ward Vernon. España triunfó de su enemigo, pero perdió la mejor joya de su ejército. Don BIas de Lezo rindió su vida el 7 de septiembre de 17 41, cab~ los muros del santuario que aun guarca su re· cuerdo legendario. Su rival regresó a Inglaterra, tocado ya de la derrota de su vida política y militar. Lo~ honores del triunfo coronaron su fracaso, y el viejo tOl'y cae en el desprestigio a que lo He- van su acritud y su suficiencia. Se defiende con ruidosos panfletos que alcanzan para el militar el que su nombre sea borrado del escalafón en 1746, y viene a morir repentinamente el 30 de octubre de 1757, en Suffolk. Todavía escancian los marinos ingleses el apetecible "Grog", bebida inventada por el viejo almirante Vernon, a quien sus ~ompañeros Hamaban "Old Grog", de donde conservó su nombre; y en Norteamérica hay una casa, santuario de la patria, hogar de Jorge Washington, y que lleva el nombre imperecedero de Mount Vernon. El hermano mayor de Washington, que militó bajo las órdenes de Vernon, consagró su residencia americana con el nombre de su :-ldmirado superior, cuyo recuerdo, vinculado al hogar de la independencia norteamericana, seguirá pronunciándose con respeto y gratitud. GUILLEnl\W IlE>RNA:\!DEZ DE ALBA 84 ©Biblioteca Nacional de Colombia