VÉRTIGO. Desequilibrando la identidad del cine clásico

Transcripción

VÉRTIGO. Desequilibrando la identidad del cine clásico
VÉRTIGO. Desequilibrando la identidad del cine clásico
[Ficha técnica y artística]
Alfred Hitchcock desarrolla en esta película
una obra de gran personalidad cargada de
significados. Es un film muy denso, con
múltiples
capas
que
se
superponen
y
entremezclan, creando vínculos y sinergias que
antes no existían. El resultado es una obra
abrumadora, casi inabarcable, que deja al espectador con una sensación de perplejidad equivalente a
la que atenaza al protagonista en el último plano de la película.
“Vértigo” contiene y hace uso de aspectos detectivescos, románticos, fantásticos, cómicos,
surrealistas, psicoanalíticos, dramáticos, etc., pero va más allá de todos ellos. A partir de la
amalgama de todos estos elementos se construye una obra total y exclusivamente cinematográfica.
A pesar del origen literario, la fuerza del relato es tal que resulta casi imposible imaginar esta
película narrada de otra manera o en otro medio. Porque entonces la obra cambiaría
sustancialmente, poco tendría que ver con la que nos ocupa (probablemente sólo en los aspectos
más superficiales).
El tema principal de la película es el amor más allá de la muerte, el amor loco, muy querido por
los románticos y los surrealistas. En el caso de Hitchcock, sin embargo, no se trata de un amor
idealista y deseable, sino obsesivo y desesperado. En esta película amor y muerte se interrelacionan
a través de la necrofilia y el fetichismo.
Scottie se ha enamorado de un fantasma, del reflejo de una persona a la que no conoce y a la que
realmente nunca ha visto. Ama a una apariencia, una imagen de otra persona que cobra vida y se
vuelve autónoma, pero que en todo momento dependerá de la suerte de su referente. Cuando éste
(la señora Elster, la auténtica Madeleine) muera, el reflejo desaparece y Scottie queda desolado.
Aunque él desconoce que la mujer que ama no es más que una imagen proyectada para
engañarle, cuando inicie su búsqueda (desesperada) de Madeleine por las calles de San Francisco
no hará otra cosa que intentar recuperar esa imagen. Sólo le interesa la apariencia, y Judy sufrirá esa
obsesión (y a la vez la disfrutará, pues no puede evitar sentir placer al sentirse amada de esa forma
por alguien a quien ella también ama).
A partir de la muerte de la “verdadera” Madeleine, el film se rompe inteligentemente para
provocar el desconcierto en el espectador. Se deja de lado la trama policíaco-fantástica (desvelada a
traición, con todo el descaro, mucho antes del final de la película a través de un flashback) y se pasa
a la sustancia de la historia; se abandona la identificación con Scottie para compartir los puntos de
vista de éste y de Judy, de forma que el espectador juega a dos bandas y puede conocer la posición
de uno y otro en todo momento.
Scottie descubre en Judy la materia prima perfecta para recrear a Madeleine (la mujer de sus
sueños). Lo que no sabe Scottie es que es el segundo que acomete tal tarea, pues ya antes Elster
había transformado a Judy. Cuando lo descubra, los celos y la vergüenza lo enfurecerán hasta el
límite de ayudarle a superar su miedo a las alturas.
Judy sólo le interesa como soporte, pero la situación se complica (y se clarifica) porque ella sí lo
ama a él. El problema de Judy es de identidad, ya no sabe quién es: se resiste a abandonar su
antiguo yo, por ser el original, pero le atrae irremisiblemente ser Madeleine, por ser mucho más
interesante y sofisticada, y al fin y al cabo es lo que su amado desea que sea. Esto a Scottie no le
importa en absoluto. A medida que nota que su influencia sobre Judy va haciéndose más fuerte, va
imponiéndole más violentamente sus deseos. Al principio le implora y al final le ordena.
El problema de Scottie es abiertamente sexual: el vértigo que sufre es el símbolo de su
impotencia, la película está llena de indicios que lo manifiestan. Tiene deseo pero es incapaz de
llevarlo a buen puerto. Madeleine es su objeto del deseo, la única “persona” que puede aliviar su
insatisfacción. Por eso cuando ella desaparece su vida queda vacía y el trauma se agudiza. Por eso
cuando Judy/Madeleine, su última esperanza, muere definitivamente, él también muere. Porque
aunque pueda hablar y caminar, su vida carece ya de todo sentido.
Todo esta espiral de acontecimientos y pasiones se inscriben
en un ambiente onírico subrayado por elementos puramente
estéticos como la iluminación, la delirante secuencia del sueño,
los encuadres y movimientos de cámara peculiares (el célebre
travelling circular del beso) o la utilización simbólica de la
ciudad de San Francisco. Fondo y forma confluyen de este
modo para la creación de una auténtica obra maestra del cine.
(cc) 2011 Brân González Patiño
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