VIDRIOS DE ARTE GORDIOLA El arte de soplar gel vidrio y la
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VIDRIOS DE ARTE GORDIOLA El arte de soplar gel vidrio y la
VIDRIOS DE ARTE GORDIOLA El arte de soplar gel vidrio y la habilidad y destreza de trabajarlo se cultiva en los hornos vidrieros de la familia Gordiola desde 1719, año en el que, procedente de la Corona de Aragón, se instala en Mallorca un joven vidriero, Blas Rigal, que solicita al Ayuntamiento de Palma permiso para hacer un horno de vidrio, que fue financiado por un comerciante catalano-aragonés llamado Gordiola. Una vez en marcha el horno surgieron diversas dificultades y sobre el año 1740 Gordiola se hizo cargo del mismo, mandando desde Barcelona a Mallorca a un hijo suyo, joven alquimista que había estudiado en Venecia, donde fue discípulo de la familia Barrovier de Murano. Tras el fallecimiento de Blas Rigal, Gordiola mantuvo el horno, que según los historiadores podría haberse situado en el Pes de la Palle, tal vez el mismo solar que perteneció a la Orden de los Templarios y que en 1399 sirvió al también catalán Nicolás Coloma para instalar un horno vidriero. En 1790 se publica un repertorio de croquis de lámparas que alumbraban los palacios de los Reyes de Europa y otras grandes mansiones. Pero con los nuevos tiempos los sucesivos Gordiola se van sumando a la evolución técnica, adquiriendo por ejemplo una máquina embotelladora Owens, que se impuso por su precisión. A pesar de ello, la familia decide no abandonar la producción manual, convencida de que las máquinas no pueden solucionar todos los problemas y de que siempre habrá en sus hornos los equipos necesarios para resolver aquellos modelos que son un pasatiempo y una satisfacción credora. Ello permitió a esta familia mantener muy alto el estandarte de la vidriería mallorquina. De hecho, aún se recuerda su presencia en la famosa Exposición de Productos de 1910 en el Paseo de la Lonja de Palma, donde Gordiola construyó un pabellón formado con más de cien mil botellas. Pero la Gran Guerra y sus secuelas económicas dieron al traste con este sueño de grandeza y fue en la Exposición Internacional de Barcelona de 1929 cuando Gordiola volvió los ojos a su primitiva tradición, dejando de lado la quimera industrial. También por estas fechas se encendió el horno del barrio de La Portella, al abrigo de las antiguas murallas de Palma. En los últimos 50 años el desarrollo artesanal ha sido más amplio y sus vidrios están representados en todos los continentes, cosechando grandes éxitos en ferias como las de Utrech, Río, Buenos Aires, Bruselas o Nueva York gracias a la originalidad de las formas y la cromática de sus colores. Un arte que puede ser contemplado en directo en los hornos situados en la carretera de Manacor y que acoge todos los años a miles de curiosos.