La reina roja

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La reina roja
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La reina roja
La reina roja
Prólogo
Desde hace mucho, mucho tiempo, en algún lugar del Olimpo, las rencillas, las ironías,
y los ideales de cada uno de los grandes Dioses se habían sucedido sin ningún tipo de
repercusión. Sin embargo, desde un tiempo a ésta parte, esas “guerras verbales” habían
comenzado a ser algo más que simplemente “debates entre ideales diferentes” lo que les
había llevado a mantener una conversación que poco a poco aumentaba a la categoría de
discusión y que marcaría la vida de muchas personas
Eros, el Dios del amor, se enfrentaba a Ares, dios de la guerra que junto a Eris, diosa de
la discordia, se mofaban de su contrincante, ante las miradas del resto de los dioses
Ares: Jajaja (reía) mal soñáis si así pensáis (decía) Eros, eso que proclamas es tan
efímero como utópico (continuaba) todos en su sano juicio lo ven
Eros: Tú, Dios de la Guerra, te empeñas en destruir lo que yo intento crear, pero ten por
seguro, que, pese a lo que intentes, el amor supera cualquiera de tus barreras...
Ares: El “amor” (dijo con desdén) se desvanece ante nosotros, mi querido Eros (sonrió
con malicia)
Afrodita: El amor con el deseo, unidos al corazón, es el arma más letal contra vosotros
(afirmó categórica) y acabaréis vencidos si seguís con vuestros propósitos
Ares: Querida Afrodita (continuó el Dios de la Guerra) vuestra belleza, aunque
abrumadora, no logrará convencerme (se sonrió) Y con la ayuda de Ptono y Némesis
podré demostrarlo
Eros: Esos Dioses que citas, creados para la envidia y los celos nada podrán hacer
contra nosotros (afirmó) y lo demostraremos. Podréis jugar con la mentira, con el odio,
con todas las armas que podáis, pero no podréis vencer al destino cuando se una con el
amor
Ares: ¿Te falla la memoria querido enemigo? ¿O no recuerdas que el destino está de
nuestro lado? (preguntó autosuficiente)
Eros: Eso deberán decidirlo Las Moiras (contestó) aunque ellas siempre se guardarán su
elección para ellas
Atenea: No llegaréis a buen fin de esta forma (habló la Diosa de la inteligencia) para
descubrir quien tiene razón, debemos tomar algún ejemplo de los mortales
Todos los dioses murmuraron, sopesando la idea de la Diosa y tras hablarlo con sus
aliados, decidieron que era una buena forma para saber quién tenía razón
Ares: Está bien (aceptó) por una vez haremos así las cosas, pero, si demostramos
nuestra verdad, lo cual no tengo ninguna duda de que así será (miró a Eros retándole)
Eros quedará desertado de éste Olimpo (sentenció y antes de que Eros pudiera decir una
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sola palabra siguió hablando) bien... veamos, busquemos entre los mortales algo que
demuestre que nosotros tenemos razón... por ejemplo (decía mientras sacaba una sonrisa
al encontrar su objetivo...)
“-: ¡Vete! ¡Vete de una vez! (decía desde el suelo, sintiendo el dolor y la quemazón)
-: ¡No! ¡No pienso dejarte aquí! (contestaba llorando al ver como se encontraba)
-: ¡Lárgate de una vez! (gritó todo lo que sus fuerzas le permitían) ¡no quiero verte! ¡no
te quiero cerca! ¡No te quiero! ¿¡Me oyes!? (dijo incorporándose un poco y volviendo a
tumbarse) ¡No te quiero! ¡Te odio! ¡Nunca te he querido! ¡Vete!”
Ares: Jajajaja ¿Lo veis? (preguntó con autosuficiencia) el amor no gana ¡Nunca ganará
mientras yo esté aquí!
Eros: ¡Un momento! (le cortó) no podemos juzgar tan solo con esto que nos has
mostrado (decía con energía) Némesis podría haber creado una mentira y Eris bien
podía haber intervenido con su discordia para crear esta escena (defendió su creencia
con convicción)
Atenea: Eros tiene razón (afirmó) debemos ver la historia completa, desde sus inicios,
para poder juzgar sin confusiones... (miró a su alrededor, Ares parecía no estar
conforme, sin embargo, la Diosa se sentó con parsimonia) tomen asiento Dioses, pues
esto será largo...
Todos los Dioses tomaron asiento y esperaron para ver el comienzo de la historia que el
mismo Ares había elegido
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Desde pequeña, la adoración que había sentido por su padre era tan grande que la
llevaba a seguirlo por donde fuera. Le encantaba pasar tiempo con él, haciendo
cualquier cosa, lo que fuera con tal de estar cerca suyo. A su madre, sin embargo no le
gustaba la idea demasiado, conocía a su exmarido y sabía lo que podría ocurrir, pero la
ley era la ley y cuando el juez dictaminó la custodia compartida no pudo hacer nada
para separarlos
Ese día, le tocaba con él, con tan solo cinco añitos, sin entender absolutamente nada de
la vida, brincaba contenta por ir de la mano de su padre
Madrid estaba iluminada, no solo por la luz del sol, sino por el ambiente relajado y
festivo que se respiraba. Los museos, centros de ocio, así como algunas de las tiendas
más exclusivas de la ciudad, celebraban el día de “puertas abiertas”. La gente paseaba
por la calle, yendo de un lado para otro, parándose en algún teatro, en algún museo y
aprovechando la entrada gratuita, decidían entrar y visitar por fin, lo que sus trabajos,
sus rutinas y la celeridad de la vida no les permitían visitar en un día “normal”
Había colas que incluso daban toda una vuelta a la manzana, a ella no le importaba, con
su piruleta en la mano y agarrando la de su padre con la otra, sonreía a aquel hombre
con barba de tres días que la miraba con ojos encantados. La cola avanzaba en su ritmo
habitual, a pesar de la cantidad de gente que se congregaba frente a aquel museo
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Su padre portaba con él, una carpeta de grandes dimensiones comparada con los
portafolios normales, una mochila con varios utensilios de pintura y un pequeño
caballete, intentando que no se le cayera nada mientras continuaba andando junto a su
hija
-: ¿De verdad quieres ayudar a papá? (le preguntó a la pequeña viendo como poco les
quedaba para entrar, dejando todos sus bártulos y agachándose para quedar a su altura
-: Zí (contestó la niña sacándose la piruleta de la boca)
-: Vale... ¿Y te acuerdas de todo lo que tienes que hacer? (volvió a preguntar)
-: Zí (dijo de nuevo haciendo que su padre sonriera)
-: Muy bien, peque (se levantó) te quiero mucho
-: Y yo, papi (contestó poniendo morritos para que le diera un beso)
Entraron en aquel enorme museo. La niña comenzó a mirarlo todo con bastante
curiosidad, su padre la miró, sonrió y saludando al hombre de seguridad continuó su
camino. Estuvieron dando una vuelta por aquel edificio, su padre le iba explicando
cosas que ella aún no entendía, pero que el simple hecho de escuchar a su padre le hacía
tener una sonrisa en los labios y mirarlo con interés. Un rato después, el hombre se paró
ante uno de los cuadros y lo dispuso todo para hacer una pequeña reproducción. Preparó
el caballete, sacó de la enorme carpeta un lienzo en blanco y de la mochila sacó todos
los utensilios necesarios
Tras una sonrisa de su padre y un guiño de ojos, la pequeña se alejó, mezclándose con la
gente, pocos minutos después, ya no sabía donde estaba. Se había perdido. Comenzó a
dar vueltas sobre sí misma, se había alejado demasiado, algunas personas la miraban y
se preguntaban qué hacía una niña tan pequeña dando tumbos por aquel museo ella sola,
pero nadie se acercó. La desesperación comenzó a llegar a sus ojos y en un instante ya
lloraba
-: ¡Papá! ¡Papá! (gritaba mientras las lágrimas cruzaban sus ojos)
-: ¿Qué te pasa pequeña? (preguntó con amabilidad uno de los chicos de seguridad)
-: No encuentro a papá (dijo mirándolo con tristeza) no ze donde eztá...
-: Bueno... vente conmigo (contestó) seguro que lo encontramos (la niña negó con la
cabeza) ¿No?
-: No, papa dice que no me junte con eztraños (dijo convencida, incluso diría que algo
más calmada)
-: Ya, pero mira (dijo enseñándole su identificación) me llamo Juan, y soy como un
policía (sonrió) soy el policía del museo... y te puedo ayudar a buscar a tu papá
-: El muzeo ez muy grande y zeguro que no lo encontramoz nozotroz zoloz (contestó)
-: Bueno... pero para eso tengo yo esto de aquí (señaló su walki) y mira, con esto yo
llamo a otros policías del museo y entre todos encontramos a tu papá
-: ¿De verdad? (preguntó)
-: De verdad (contestó el seguridad)
Los llantos y los gritos de la niña habían llamado la atención a buena parte de los
visitantes del museo que se acercaron curiosos para saber qué pasaba. Pese a los
intentos del hombre de seguridad por calmar las cosas y que no se hiciera un “corrillo”
no consiguió que la gente volviera a sus cosas, todos querían saber qué pasaba y cuando
se enteraban todos querían ayudar a la niña
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Varios agentes de seguridad del museo más se acercaron al lugar donde se encontraba
su compañero con la niña, estuvieron calmándola y buscando por los alrededores, pero
no parecía que le padre estuviera por allí
-: A ver bonita (dijo uno de los agentes) ¿Cómo es tu padre?
-: Tiene barba (contestó la niña compungida) Y mamá dice que tiene mucha cara, pero
yo no le veo mucha cara (dijo haciendo que el agente de seguridad esbozara una
sonrisa) y habla azí (continuó emitiendo un sonido sordo y rudo imitando la voz de su
padre) y me compra piruletaz (continuó la cría) y me cuenta cuentoz antez de dormir...
-: Ya, ya pequeña (la cortó el seguridad) pero ¿Cómo es físicamente?
-: ¿Fizicaqué? (preguntó mirándolo como si le hubiera hablado en chino)
-: Ummm... A ver ¿Tiene gafas? (preguntó)
-: Zi y no (contestó la niña negando con la cabeza, el chico la miró cuestionándola) ez
que a vecez ze laz pone...
-: ¿Has dicho que tiene barba? (siguió preguntando)
-: Zí (contestó la niña)
En ese momento, de lejos, vio como un hombre se acercaba lentamente al corrillo que
habían formado. Entre todo el revuelo, los agentes de seguridad buscando por el museo
y los visitantes intentando calmar a la niña apareció por fin su padre, con el gesto
claramente preocupado y preguntando por su hija
-: Disculpen... ¿han visto a una niña pequeña? (preguntaba a una mujer) tiene cinco
años, es así de alta (dijo haciendo la señal con la mano indicándole su cadera) lleva un
abrigo rosa...
El chico de seguridad escuchó aquella pregunta y se volvió para mirar a aquel hombre,
dejando a la vista a la pequeña quien sonrió al ver a su padre y corrió hacia él
-: ¡Papi! (exclamó la niña abrazándose a su hija)
-: ¡Dios! ¡qué susto he pasado! (decía suspirando tranquilo) ¿Dónde estabas? ¡No
vuelvas a hacerme esto!
-: Disculpe (dijo el agente de seguridad) ¿es usted su padre?
-: Sí... (decía mirando a su hija) lo siento mucho... estaba pintando y cuando me quise
dar cuenta no estaba... (abrazó a la niña) dios, pequeña, que susto me has dado...
-: Perdone (insistió el chico de seguridad) ¿Tiene alguna identificación que acredite que
es usted el padre de ésta niña?
-: Ez mi papá (contestó la niña)
-: Sí, claro (dijo el padre) este mire (le enseñó una foto) somos nosotros (guardó la foto
a penas el chico le echó un vistazo) y mi carné de conducir (dijo diligente enseñándole
dicho documento)
-: Bien (continuó el agente sin a penas mirar el documento, puesto que tan solo la
reacción de la niña ya le había demostrado que era su padre) pues... intente que no se
vuelva a perder (le terminó de decir)
-: Sí, no se preocupe, nosotros ya nos vamos a casa (dijo al chico)
-: Les acompaño (contestó cortés el chico de seguridad)
Vio como se dirigían hacia el lugar donde el padre había estado pintando, lo vio recoger
todo y tras terminar, tomó la mano de la pequeña que ahora sí sonreía ampliamente y los
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acompañó a la puerta. Se despidió de la pequeña y tanto él como sus compañeros
volvieron a sus puestos recuperando la normalidad de aquel día
-: Vamos, cariño (decía el padre subiéndola al coche con rapidez)
-: ¿Lo he hecho bien, papi? (preguntó una vez emprendieron el camino)
-: Lo has hecho muy bien (sonrió) eres la mejor (le dijo con cariño) y por eso te has
ganado que te compre el helado más grande de todos
Diez minutos después, cuando ya se habían alejado del lugar, una alarma comenzó a
sonar dentro del museo. Un robo, acababa de sucederse un robo, a plena luz del día, y
con el museo atestado de gente...
AÑOS DESPUES
Le encantaba Madrid en esa época del año. Las luces, la gente, los adornos, la vida que
tenía la gran ciudad. No soportaba la Navidad, era cierto, desde hacía años ese tiempo
estival era bastante triste, sin embargo, y aunque pudiera ser contradictorio, sí le gustaba
ver el ambiente, la ciudad se llenaba de niños, de gente corriendo en sus últimas
compras, eso era lo que le gustaba...
Ese día, podría haber sido como cualquier otro, sin embargo, era un día importante.
Como cada año, Madrid celebraba otro de sus días “de puertas abiertas” así que con su
cámara de fotos, su mochila al hombro y una gorra que le tapaba del sol, se dispuso a
hacer la cola para entrar al museo
Deambuló por varias salas durante una media hora, disfrutando del arte que se
respiraba, visualizando cada pintura, cada pincelada de cada uno de los cuadros que se
mostraban
Entró en una sala algo más pequeña, tan solo un par de personas más estaban allí, miró
uno a uno cada obra colgada hasta que quedó frente a aquella que tanto recordaba, había
visto mil veces una reproducción casi exacta colgada en el salón de casa. Sonrió, aquel
que mostraban no era el original, se parecía mucho y daba el pego, pero no lo era.
Cualquiera con un poco de “experiencia” en arte se habría dado cuenta. Sonrió, debía
estar restaurándolo... aunque eso, ya lo sabía
Moviéndose ligeramente, tomó su cámara de fotos que colgaba de su cuello y comenzó
a fotografiar los cuadros de aquella sala. El flash iluminaba los lienzos, y las
instantáneas quedaban perfectas...
Seguridad: Disculpe (se acercó un hombre de seguridad) No puede utilizar el Flash
-: Oh, ¡Lo siento! (se disculpó quitándose la cámara del cuello) verá, mi marido me ha
comprado ésta cámara y no sé como va (decía tocando varios de los botones de la
cámara) he intentado quitárselo pero no hay manera... (continuaba diciendo apurada)
Seguridad: Lo comprendo pero...
-: Sí, sí, tiene usted toda la razón (le cortó) es solo que... ufff, no sé como va... espere,
llamaré a mi marido (dijo dándole la cámara, el chico de seguridad la cogió antes de que
se cayera al suelo) es que siempre igual (bufaba ella) compra todo de última generación
y al final (seguía diciendo mientras rebuscaba en su bolso el móvil) como esto, mire (le
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enseñó el Terminal) para qué quiero yo un teléfono con tanta cosa... ¡Ni siquiera sé
usarlo! (toqueteó los botones hasta encontrar el número que necesitaba) uff... ahora que
responda (el chico de seguridad la miraba estupefacto y como un pasmarote mientras
aún sujetaba la cámara) ¡oh! Perdone (se disculpó de nuevo) que está usted sujetando el
cachivache éste (tomó la cámara por la cinta y de nuevo volvió a colgársela al cuello)
nada... no contesta... bueno mire (colgó el terminal) da igual, no haré más fotos (sonrió
con gentileza al seguridad) lo lamento mucho
Seguridad: No se preocupe (el chico se alejó con una sonrisa y ella le devolvió otra con
algo de vergonzonería)
A pocas calles de allí, aparcado en una de las filas de aparcamiento, un ordenador,
escondido en el maletero, comenzaba a trabajar sin que nadie a su alrededor le diera
órdenes
“Sistema Bluetooth Activado” rezaba en la pantalla “Conexión completada”
“Descargando video de seguridad al sistema Central”
En el museo, la chica miraba la pantalla de su móvil y sonreía “Datos cargados
satisfactoriamente” decía la pantalla. Miró su reloj y pulsó el cronómetro, tenía
exactamente 9 minutos antes de que la conexión se cayera
Guardó el teléfono, miró una vez más los cuadros y con un total disimulo entró en los
servicios, se metió en un cubículo vacío. Con cuidado de no tocar más de lo
estrictamente necesario, se descolgó la cámara de fotos y la colgó en el pomo de la
puerta. Sacó de su mochila un caja de lo que parecían polvos de maquillaje y con un
pincel, empolvó toda la superficie de la cámara. Sonrió al encontrar aquella huella del
pulgar, rebuscó de nuevo en su bolsa y encontró aquel adhesivo extremadamente
adherente y absorbente que había comprado hacía unos días en el mercado negro,
colocó el adhesivo sobre la huella y cuando lo despegó, miró al trasluz, su sonrisa
volvió a ampliarse al ver aquella huella en el adhesivo
Guardó todo de nuevo y salió del servicio, se cruzó con una chica que entraba y le dejó
pasar, tras esto, se movió con tranquilidad por el museo, miró su reloj, 6 minutos, “voy
genial de tiempo” se dijo a sí misma
Llegó por fin a una de las “zonas de conflicto” como ella misma las había denominado:
La entrada hacia las salas de restauración, las cuales debían estar vacías en esos
momentos según los horarios que había estado estudiando durante días. La puerta estaba
custodiada por un sistema de huellas digitales, custodiada por otro hombre de seguridad
y según lo que había estudiado del museo, tras aquella puerta, el sistema de seguridad
era muchísimo menor al que había fuera
-: 5... 4... 3... 2... 1... (vio como otro hombre de seguridad entraba en su campo de
visión, hablaba con quien custodiaba la puerta, volvió a sonreírse, el cambio de turno
llegaba puntual, ambos hombres se alejaron un poco de la puerta y ella aprovechó su
distracción para llegar a ella)
Con maña y rapidez, colocó el adhesivo con la huella de aquél otro seguridad y una
lucecita verde sobre el lector le dijo que tenía campo abierto. Miró hacia atrás,
cerciorándose de que nadie la veía y abriendo la puerta entró, cerrando tras ella
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-: Bien... dos minutos hasta que vuelva el guardia (se dijo comenzando a andar por
aquel pasillo)
Con pasos rápidos se acercó a otra puerta, la abrió con una horquilla del pelo y entró en
la sala “soy genial” se susurró a sí misma, al verse en el lugar correcto. Se acercó a una
de las mesas de restauración y ahí estaba, su objetivo, el cuadro por el que había llegado
allí. De su mochila sacó una que por la manera de doblarla bien parecía el fondo de la
primera, la desdobló, enrolló el cuadro con cuidado, lo metió en la mochila viendo
como al cerrarla, el lienzo sobresalía por uno de los laterales sin daño alguno. Se acercó
a la ventana, la abrió y mirando hacia el exterior, lanzó la mochila al pequeño y solitario
callejón que separaba el museo del edificio colindante. Cerró de nuevo la ventana,
rebuscó en su mochila una pequeña figura y dejándola en el lugar donde previamente
había estado el lienzo salió de la habitación con cuidado de no ser descubierta
Salió de nuevo al museo, se alejó de la puerta para ver como, escasos segundos después,
el agente de seguridad del nuevo turno, volvía a su puesto. Continuó andando y miró su
teléfono
“Desconexión Parcial Completada” leyó dos segundos después “Sistema Interior
reestablecido” guardó el terminal y volvió a la sala en la que se había encontrado con
aquel agente. Lo saludó y se acercó a él con el rostro avergonzado aún
-: Quería pedirle disculpas una vez más (le dijo al chico)
Seguridad: No se preocupe (contestó con una sonrisa) es algo habitual, no tiene
importancia...
Justo en ese instante, el walki del hombre comenzó a sonar, ante la atenta escucha de la
chica, el de seguridad se disculpó y se separó de ella
Seguridad: Aquí José (dijo al walki)
Seguridad 2: José, dime tu posición, no te veo en el monitor (escuchó que decían desde
la sala de visionado)
Seguridad: Deberías verme, estoy en la sala Gándara (contestó mirando directamente a
la cámara de seguridad) no me he movido de aquí
Hubo un silencio, donde el seguridad, en la sala de visionado, veía a su compañero
cerca de una mujer. Miró interrogativo a otro compañero, un novato que acababa de
llegar al museo y que le mostraba, desde otro monitor, a José hablando con la misma
mujer hacía escasos tres minutos. “¿Es que estabas ciego?” le recriminó al ver ambas
imágenes, el otro chico se disculpó
Seguridad: ¿Hay algún problema? (preguntó)
Seguridad 2: No, todo en orden, gracias (contestó cortando la comunicación)
-: Bueno... muchas gracias por todo y disculpe (dijo una vez se acercó de nuevo el
agente de seguridad) ha sido muy amable
Seguridad: No hay de qué (contestó amable volviendo a su puesto)
Salió con tranquilidad tras un grupo de estudiantes, pasó por el cordón de seguridad sin
levantar sospecha alguna. Ya en la calle, comenzó a andar con pasos despreocupados, se
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alejó de la puerta principal, entró en aquel callejón, dando pasos firmes y tranquilos,
tomó la mochila y continuó su camino en la misma dirección. El callejón acabó
llevándola a otra calle, ahora sí aumentó el ritmo de sus pasos siempre con precaución
de no levantar sospechas ante tanta gente con la que se cruzaba, disimuló su rapidez con
las prisas que todos llevaban para las compras de última hora. Llegó a su coche, lo abrió
con el mando a distancia, metió las mochilas en el maletero, y colocó el portátil de
manera que le fuera más fácil manejarlo. Pulsó varias teclas, metió varios códigos y
sonrió cuando leyó en la pantalla “Todos los sistemas reestablecidos
satisfactoriamente” “Desconexión Total Completada” cerró la pantalla, hizo lo mismo
con el maletero, entró en el coche y arrancando el motor, se internó en el tráfico
madrileño
-: Felices Fiestas (murmuró al pasar con su coche por el museo)
Minutos después, las alarmas saltaban, el museo comenzaba a cerrar con rapidez, los
agentes de seguridad se movilizaban desconcertados y en la sala de restauración,
alguien encontraba, en lugar del lienzo, una figura que se reía de ellos
“Roban un cuadro de Antonio Dávila valorado en 50.000 euros
A plena luz del día, cuando el museo estaba lleno de gente, aprovechando la jornada de
puertas abiertas, alguien ha robado un cuadro de Antonio Dávila: “El complejo
Mundo”. Las autoridades aún están sorprendidos por este robo y afirman que están
trabajando para atrapar al ladrón. Aún no se ha hecho público nada acerca de la
investigación
“El Complejo Mundo” ya fue robado hace años y recuperado tiempo después. Tras eso
no había sido expuesto aún en ningún museo ni galería y éste año al fin había vuelto a
colgarse para que el público disfrutara con su pintura...”
Soltó el periódico de mala manera, miró a todos los presentes con el rostro visiblemente
enfadado. Volvió a tomarlo y lo aireó frente a ellos, tomó aire, intentando serenarse
antes de seguir con aquella reunión de urgencia
-: ¿Puede alguien decirme por qué la prensa se ha enterado tan rápido del robo?
(preguntó con exaltación)
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-: Bueno... es una noticia de gran calibre y...
-: ¡Me importa un pimiento el calibre de la noticia! (soltó elevando la voz) ¡dije que
nada de prensa, solo saben obstaculizar! (todos bajaron la mirada, hubo un silencio
largo, en el que intentaba que la calma llegara de nuevo, elevó la vista y una vez más
tomó aire (bien, quiero saber cómo ha podido saltar el sistema de seguridad, quiero
saber qué tiene la policía (comenzó a dar instrucciones) trabajaremos con ellos y les
facilitaremos toda nuestra ayuda... pero quiero una investigación paralela (continuó)
somos los encargados del sistema de seguridad de ese museo y nos han pasado por
encima de una manera fácil y dejándonos como tontos (afirmó) quiero las cámaras de
seguridad, quiero hablar con todo el que tuviera acceso a la sala de restauración y quiero
que ese agente se presente aquí inmediatamente
-: La policía tiene las cintas... las están procesando ahora mismo (dijo uno de los chicos
de la sala) y... el agente de seguridad está prestando declaración...
-: Lo quiero todo aquí ¡YA! (terminó de decir saliendo de la sala de juntas y acelerando
el paso hasta su despacho. Una vez allí, tomó el teléfono y pulsó la marcación rápida)
Hola...
-: Dime que lo tienes todo (contestó una nueva voz al otro lado de la línea)
-: Aún no... la policía está con ello (le dijo)
-: Bien... cuando lo tengas, me lo traes, quiero verlo con mis propios ojos y saber qué
cojones ha fallado (terminó de decir colgando el teléfono)
Casi al final de la tarde, llegaron las cintas de las cámaras, tras un primer visionado,
llevó las cintas al despacho principal, ubicado en una planta superior, con tan solo su
despacho y las medidas de seguridad más importantes de todo el edificio. El ascensor se
abrió, un lector de huellas digitales, seguido de un sistema de reconocimiento de voz y
un scaner de retina, se presentaban ante sus ojos para poder acceder al “gran despacho”.
Una vez conseguida la autorización, tras pasar por otro sistema de seguridad más, la
puerta se abrió, dejando ver un pasillo de tonalidades claras, al fondo, una única puerta
Llamó con los nudillos esperando la invitación de entrada y una vez la escuchó, abrió
enseñando las cintas
-: Bien... vamos a verlas (dijo encendiendo el DVD)
Comenzaron a visionar las cintas, una a una y apuntando en una libreta todo aquello que
le parecía extraño. Todo parecía normal, salvo la afluencia de público, aunque teniendo
en cuenta que la entrada era gratuita, entraba dentro de la “normalidad”
-: Para, para ahí (le dijo haciendo que parara la grabación) ahí está (dijo señalando un
punto en concreto. Alternando varios televisores, siguieron cada paso que daba, hasta
que en un momento, todas las imágenes devolvían la mismas escenas...) menuda panda
de incompetentes (soltó) ¿¡No os dais cuenta que han metido una clonación de los
videos!? (miró a su lado encontrando un gesto sorprendido) no me jodas que no te has
dado cuenta (le dijo) ¡es un bucle! ¡Han cargado un bucle con la misma imagen
durante... (pasó el video hacia delante) durante nueve minutos!
-: No sé como ha podido pasar (afirmó) tenemos un sistema informático que... (se calló
al leer el informe que tenía) ... El museo tenía contratado un sistema muy básico (le
comunicó) no lo actualizaron...
-: ¡Genial! (protestó) En fin... qué tenemos de ella (dijo señalando a la ladrona)
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-: Pues... poca cosa... es Morena, mide entre 1,60 y 1,70... no mira jamás a las cámaras y
según la declaración del agente de seguridad, su rostro es bastante normal, no recuerda
ningún rasgo significativo, ojos marrones, pelo moreno... evitaba mirarlo al igual que
hacía con las cámaras y tampoco se fijó demasiado, le entretuvo con otras cosas... por lo
que dice que no recuerda nada que pueda identificarla... Salvo que utilizaba gafas...
-: Ya... menuda pandilla de idiotas (murmuró para sí misma refiriéndose a la poca
capacidad de observación de aquel agente de seguridad) ¿Dices que es morena? (le
preguntó sin apartar los ojos de la pantalla)
-: Sí... se ve el pelo bajo la gorra
-: Claro, claro... ¿Y no has pensado que puede llevar una puñetera peluca? (preguntó)
ese pelo no es natural... puede ser morena y también tener el pelo azul... y la gafas...
puede ser solo una estratagema... seguramente ni las usará... por lo tanto no tenemos
nada...
-: Tenemos esto (dijo sacando una foto en la que se veía la pieza de ajedrez y
mostrándosela) la dejó en la sala de restauración
-: Genial (contestó de manera neutra) Una Reina Roja...
-: Parece que es su firma (contestó)
-: ¿Hay algo en ella? (quiso saber sin apartar la vista de aquella instantánea)
-: Según el análisis de la policía no tiene huellas... (le dijo de nuevo) está limpia...
-: Estupendo (contestó una vez más, ésta vez utilizando un tono más serio, aquello no le
gustaba nada, absolutamente nada) La Reina Roja... Es presuntuoso, arrogante y
presumido (dijo mirando la fotografía) pero hay que reconocer que realmente tiene
gancho... (dijo haciendo que su acompañante se sorprendiera por aquella “broma”)
déjame todo esto aquí, intentaré averiguar algo más (siguió) puedes irte a casa...
-: Gracias... Hasta mañana (se despidió tras dejarlo todo donde estaba)
-: Hasta mañana (contestó mirando la fotografía donde se mostraba la imagen de aquella
figura de ajedrez...) genial... si hay firma, habrá más robos... (dijo para sí misma
sentándose en su mesa y comenzando a leer todos y cada uno de los informes policiales
y con la idea de que, en algún momento, ella querría hacer sus propios informes y
análisis...)
Llevaba sentada en la barra un rato, no tenía ganas de volver a casa, donde la soledad
sería su única compañera. Miraba hacia la pista, donde algunas personas bailaban al son
de los acordes que salían por los amplificadores. Sonrió, algunos no tenían sentido del
ritmo y sus movimientos eran extremadamente descoordinados. No es que ella fuera una
bailarina nata, ni mucho menos, pero al menos, nadie se preocupaba por si su cadera
salía volando en uno de sus movimientos
Tomó un sorbo de su copa e hizo un barrido por el local, parejas que se besaban, algún
moscón intentando ligar con alguna chica, amigos armando jaleo en una mesa del
fondo... No había demasiada gente, de hecho, había menos gente de la que hubiera
pensado, pero tampoco estaba tan mal y para evadirse un poco de todo, le servía aquel
lugar. Miró hacia la puerta, donde una chica entraba con seguridad, mirando a su
alrededor y tomando camino hacia la barra. Quedó mirándola con ojos penetrantes. La
chica pedía a un camarero y volteaba la vista hacia ella, quien desvió la suya al verse
descubierta. Continuó bebiendo y mirando a la pista, pese a que sus ojos se empeñaban
en ir hacia aquel cuerpo que la llamaba, por suerte para ella, aún los mantenía a raya
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Sintió movimiento a su lado. Se irguió en el taburete al ver que aquella chica se
acercaba a ella, con su copa en la mano y una sonrisa en los labios terminó por sentarse
justo a su lado. Ella volvió la vista al frente, dio un nuevo trago y clavó la mirada en la
barra
-: Hola (saludó la chica con una voz penetrante)
-: Hola (contestó mirándola un segundo)
Durante un par de minutos se mantuvieron en silencio, cada una metida en sus
pensamientos y las miradas rehuyéndose, hasta que aquella chica comenzó a hablar
-: ¿Sabías que a la hora se fabrican 200.000 bolígrafos bic? (preguntó y ella la miró con
un gesto absolutamente asombrado por aquella salida tan extraña) Lo vi el otro día en
Discovery Channel (continuó) 200.000 bolígrafos a la hora... (repitió) si la jornada
laboral es de ocho horas, eso nos da una cantidad de 1.600.000 bolígrafos al día, que en
una semana teniendo en cuenta tan solo los cinco días laborables, suponen 8.000.000 de
bolígrafos, lo que en 52 semanas que son las que tiene un año, resultan ser 416.000.000
de bolígrafos bic repartidos por todo el mundo (siguió ante al mirada más que
asombrada y expectante de la chica)
-: Perdona... ¿quieres llegar a algún lugar con esto o... simplemente me lo dices como
mera información? Porque te aviso que no tiene ningún sentido y que no me interesa
demasiado (dijo al ver que aquello era lo más absurdo y surrealista que le habían dicho
nunca)
-: Por supuesto que tiene sentido (contestó como si nada, con una sonrisa perfecta que la
deslumbró) verás... hemos dicho que al año resultan ser 416 millones de bolígrafos bic
por todo el mundo (recapituló) bien, teniendo en cuenta que todos y cada uno de ellos
pasan por un estricto control de calidad y que tan solo el 0,0001% resultan llegar
defectuosos a sus puntos de venta... nos da una probabilidad de 0,0001 entre 416
millones de que yo, que me he comprado éste bolígrafo ésta misma mañana (dijo
sacando uno de su bolso) haya escogido el bolígrafo defectuoso...
-: ¡Qué interesante! (dijo con gran ironía)
-: Espera (sonrió) aún no he terminado... (siguió, ella con una sonrisa, mostró un poco
más de interés por no saber por donde saldría y le hizo una señal para que continuara)
bien... por otro lado, en el mundo viven, según el último baremo que he mirado,
alrededor de 6.972.000.000 personas, redondeando cifras (apuntó) A pesar de que la
población masculina mundial es diferente que la femenina, vamos a suponerlas iguales,
lo que hace que existan alrededor de 3.500.000.000 mujeres en todo el mundo (hizo un
gesto gracioso con la cabeza) redondeando los datos de nuevo, claro (volvió a apuntar
antes de darle otro sorbo a su copa)
-: Claro, claro (dijo fingiendo interés)
-: Bien, la cuestión es que de esas 3 mil millones y pico de mujeres... digamos que, el
40% ... Porcentaje arriba o porcentaje abajo, son abiertamente lesbianas (ella la miró
con una expresión de sorpresa por aquella salida) o, han pensado alguna vez en su vida
que lo eran o alguna vez se han sentido atraídas por una mujer (dijo dando alguna
posibilidad más a su teoría) lo que nos lleva a la siguiente pregunta (hizo una pausa para
hacerse la interesante) ¿qué probabilidad hay de entrar en un bar que no sea de
ambiente, en una noche de miércoles, día laborable, y encontrarme con una chica guapa
en la barra, sola, que sea lesbiana y que además yo le guste? (terminó su pregunta y ella
no pudo más que soltar una carcajada por aquel final)
-: Jajajá (reía) ¿tú esto te lo has preparado antes de salir de casa?
La reina roja
12
-: No (contestó mostrando una leve sonrisa) pero piénsalo... si hacemos una
ponderación de datos entre los bolígrafos bic y la población femenina mundial, creo que
hay tantas posibilidades de que éste boli sea defectuoso, como de que tú seas esa chica
lesbiana, en un bar hetero, sola y a la que yo le gusto (dijo haciendo un gracioso gesto
con las cejas) es decir... para finalizar, si suponemos que los datos pueden relacionarse y
hacemos la suposición de que son iguales, tengo un 0,0001 entre casi 3 mil millones de
probabilidades, descartando muchas otras variables (dijo a modo de apunte) de salir de
aquí contigo... y... (tomó un papel) creo que hoy es mi día de suerte (dijo intentando
garabatear con el bolígrafo) está defectuoso (terminó de decir, mostrándole el bolígrafo
que no pintaba y dándole un tono sugerente a sus palabras...)
-: Ya... (dijo con una sonrisa, pues toda aquella puesta en escena debía reconocer que le
había hecho bastante gracia) no me vas a llevar a la cama esta noche, si es lo que
pretendes con tanta pantomima
-: ¡Uau! (exclamó haciendo un gracioso gesto de indignación) ¿Quién ha dicho que
quiera llevarte a la cama? (dijo mostrándose un tanto ofendida, pese a que en realidad
no lo estaba) solo he dicho salir de aquí contigo... el resto... (volvió a poner ese tono
sugerente de antes) ya lo iremos viendo...
-: ¿Estás muy segura de ti misma no? (preguntó de nuevo, dando un sorbo a su copa y
sin borrar su sonrisa) ¿Por qué afirmas que soy lesbiana?
-: Umm... no lo digo yo (dijo sin apartar la mirada) lo dicen las estadísticas... de ahí mi
seguridad (sonrió una vez más)
-: Por supuesto (dijo dejando el vaso y comenzando a recoger sus cosas) las
estadísticas...
-: Sí (contestó mirándola) además, tampoco lo has negado... más a mi favor (sonrió una
vez más) ¿nos vamos ya? (preguntó al ver que se levantaba) ¿Tanta prisa tienes? (sonrió
malévola)
-: Creo que tus estadísticas fallan por hoy (contestó graciosamente) pero sigue
intentándolo (le dijo dándole un pequeño golpecito) aún tienes una probabilidad entre...
-: 3 mil millones (terminó por ella)
-: Eso... entre 3 mil millones...
Dicho esto y con una sonrisa en los labios por aquella nueva forma de ligar, salió del
bar y se dirigió a la parada de taxis más cercana. Su coche, a última hora no había
arrancado, así que lo había dejado en casa cuando salió esa tarde. Al llegar a la parada
vio, sorprendida que no había ningún taxi que pudiera coger. Suspiró, frustrada, se dio
media vuelta y comenzó a andar mientras miraba la carretera para ver si se encontraba
con alguno
-: En Madrid hay en activo 16.000 taxis (suspiró al escucharla tras ella y reconocer su
voz) hoy es miércoles... los miércoles no sale demasiada gente, lo que supondría que
debería haber más taxis libres... tus probabilidades de encontrar alguno son bastante
mayores a las que serían un viernes o sábado por la noche (continuó, ella puso los ojos
en blanco) lo que hace que mis probabilidades para irme contigo disminuyan
considerablemente, sobre todo dado el poco interés que te he despertado... pero (apuntó)
sigue siendo mi día de suerte... no hay ni un solo taxi en la parada y yo tengo el coche
aquí mismo (sonrió) y estaría encantada de llevarte...
-: ¿Tienes algún trauma infantil con las estadísticas? (preguntó)
-: No... (contestó) solo intento hacerte ver que la única posibilidad que tienes de llegar a
casa pronto y no esperar una eternidad a un taxi, soy yo (dijo haciendo un gracioso
gesto con el que no pudo más que sacarte una sonrisa) reconoce que he sido original
La reina roja
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(afirmó) seguro que estabas harta de eso de “¿eres nueva por aquí? Nunca te había
visto” o lo de “¿estudias o trabajas?”
-: Sí... original sí has sido (continuó) un poco pedante con tanto número y tanta
parafernalia... pero original, sí
-: Gracias (contestó haciendo una graciosa reverencia)
-: ¿Eres un poco payasa no? (preguntó)
-: Bueno... solo cuando tengo todo a mi favor... y según las estadísticas...
-: Ya, ya... según tus estadísticas todo está a tu favor (la cortó)
-: Exacto (afirmó con autosuficiencia) venga... te llevo a casa
Durante un instante pensó en la posibilidad de irse con ella, miró de nuevo la parada de
taxis, ni un solo coche esperando, el metro a esas horas ya estaría cerrado y por
supuesto, no parecía haber nadie por la calle. La miró de nuevo, viendo que sonreía
mirando a su alrededor, esperando una respuesta, suspiró, volvió la vista a la parada y
dándose por vencida de nuevo al encaró
-: Está bien (afirmó) la verdad es que me harías un gran favor
-: Señorita (dijo indicándole el camino) por aquí (comenzó a andar hacia su coche, con
una sonrisa de autosuficiencia, ella la miraba desde atrás haciéndole una radiografía y
fijándose en su trasero) este es mi coche
-: Es bonito (fue lo único que dijo)
-: Gracias... (contestó, abriéndole la puerta y mirándola un segundo antes de cerrar)
espero que te hayan gustado las vistas (terminó de decir, cerrando la puerta y
dirigiéndose al asiento del conductor, ella bajó la mirada un tanto avergonzada. Cuando
se sentó en el asiento, accionó el motor, la miró, intuyendo que la había avergonzado y
sacando una nueva sonrisa volvió a mirar al frente) por cierto... me llamo Maca
-: Yo Esther (contestó)
-: Pues... encantada Esther (dijo mirándola seductora)
-: Igualmente Maca (contestó, mirándola de la misma forma que ella)
En el trayecto, no hablaron demasiado, tan solo Esther le iba indicando el camino hacia
su casa preguntándose una y otra vez, como era que había accedido a montarse en aquel
coche. Maca por su parte, la miraba con una sonrisa de autosuficiencia que más nerviosa
la ponía a ella
E: Es aquí (dijo una vez entraron en su calle) gracias por traerme
M: De nada (contestó con ese tono que había usado desde le primer momento en que
hablaron) ¿No me invitas a subir? (preguntó tras una pausa y con todo el descaro del
mundo)
E: Ya te he dicho que esta noche no me llevarías a la cama (contestó con una sonrisa)
M: También podemos jugar al parchís (bromeó)
E: Ya... (sonrió y abrió la puerta) muchas gracias... hasta la próxima
M: ¡Ey! Espera (salió elle también del coche antes de que se marchara) que... no sé,
digo yo que... podrías darme tu número de teléfono o algo ¿no?
E: ¿No te cansas nunca? (preguntó volviéndose divertida, pues debía reconocer que
toda aquella situación era como mínimo, cómica)
M: Cuando algo me interesa, no, no me canso (afirmó mirándola de arriba abajo) va,
dame tu número... ¿qué puede pasar? Lo único que pasaría es que te llame y si no
quieres saber nada de mí, basta con que no me respondas... te prometo que si no
descuelgas a la primera llamada que te haga, no volveré a molestarte...
La reina roja
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Debía reconocer que toda aquella situación le había agradado desde el principio, su
forma de acercarse, de hablarle, de ligar con ella había sido lo más payaso y original que
había le había pasado en su vida. La verdad es que aquella chica le parecía divertida,
simpática y obviamente y sin poder negarlo, estaba bastante buena... así que, ¿por qué
no? Se preguntó, la miró un instante y acto seguido sonrió
E: Está bien 659... (dijo pronunciando su número, y al ver que no lo apuntaba se
extrañó) ¿No querías mi número?
M: Claro, gracias por dármelo (sonrió)
E: Umm... como no lo has apuntado ni nada (soltó un tanto decepcionada, le estaba
tomando el pelo, estaba claro)
M: Tengo una memoria infalible (dijo dándose golpecitos graciosos en la cabeza) está
todo aquí
E: Ya (soltó sin creerse nada y cada vez con la idea de que se estaba riendo de ella más
asentada en su cabeza) buenas noches (terminó de decir, con el rictus más serio y
alejándose de ella)
M: Que descanses... (pronunció viendo como entraba en el edificio)
Habían pasado tres días desde aquel “Encuentro” y no había tenido noticias de ella, así
que simplemente, se había olvidado del tema y había decidido no pensar en ello. Al fin
y al cabo no era algo que le quitara el sueño...
Iba andando por la calle, necesitaba hacer un par de gestiones bastante importantes
cuando escuchó el sonido de su móvil salir del bolso. Rebuscó entre sus cosas y cuando
lo encontró, miró la pantalla leyendo un número que no identificaba
E: ¿Sí? (dijo nada más contestar)
M: El 95% de las mujeres pensamos que una llamada demasiado pronto significa
desesperación (escuchó que decía y no pudo más que sacar una sonrisa a este lado de la
línea) dejar pasar dos días antes de llamar, hace que pensemos que no hay interés y
llamar el tercer día crea una grata sorpresa al ver que sí se realiza la llamada prometida
puesto que ya lo habíamos dado por perdido... (seguía sonriendo) así que ¡Hola! (dijo
dándole un tono cómico a su voz) ¿te he sorprendido?
E: Lo cierto es que no (dijo aun siendo mentira, pero no iba a ponérselo tan fácil) de
hecho, ni tan siquiera recordaba que existías... te olvidé nada más irte...
M: Ummm... (escuchó) me lo pones complicado, ¿eh? Eso me gusta... es todo un reto
E: Y claro (decía mientras continuaba andando) a ti deben encantarte los retos...
M: Bastante... (bajó el tono de voz) son apasionantes...
E: No sé porqué lo imaginaba (contestó)
M: ¿Te lo imaginabas? (preguntó con intención)
E: Sí (dijo un tanto dubitativa al escuchar el tono)
M: Así que has estado pensando en mí (dijo chulesca)
E: Yo no he dicho eso (contestó mordiéndose el labio por su metedura de pata)
M: Has dicho que imaginabas que me gustaban los retos, por lo tanto, has pensado en
mí...
E: ¿Querías algo, Maca? (preguntó para cambiar drásticamente de tema) porque tengo
que hacer unas cosas y...
M: Ah, sí, claro (dijo aun sabiendo que quería cambiar de tema) quería invitarte a cenar
La reina roja
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E: No creo que pueda (sonrió para sí misma)
M: Pues a comer (lo intentó de nuevo)
E: Me viene fatal (contestó una vez más)
M: Ummm... ¿Un café? (insistió)
E: El café me sienta mal para los nervios (se divertía)
M: Uy... vaya... (sonreía también al otro lado de la línea) ¿Un té? El té no afecta tanto a
los nervios...
E: ¿Tú no pillas las indirectas, verdad? (preguntó)
M: Claro que sí, es solo que las ignoro (contestó) además, has contestado a la llamada,
lo que me deja el camino libre para no desaparecer (continuó haciendo alusión a la
promesa que le hizo días antes)
E: Empiezo a arrepentirme de haber descolgado (sonreía)
M: Eso ha dolido (dijo haciéndose la dañada) Está bien... te lo pondré fácil... a las seis
estaré en el World Coffee. Esperaré 15 minutos, ni uno más y ni uno menos, si apareces,
genial, nos tomaremos algo y empezaremos a conocernos... si no apareces, tampoco
pasará nada, y yo, dejaré de llamarte...
E: Como quieras (contestó) y ahora tengo que colgar... he de hacer algunas cosas
M: Claro (escuchó que decía al otro lado de la línea) hasta luego
E: Adiós (colgó por fin, miró la pantalla, sonrió, guardó el teléfono. Miró el reloj y
entró en el lugar donde tenía concertada aquella reunión)
No sabía muy bien qué hacía ahí, frente a aquella puerta se debatía entre abrir o darse
media vuelta. Eran las 18:12 de la tarde, tan solo quedaban tres minutos para que se
cumpliera el margen de tiempo que la misma Maca había dado por teléfono. Sería
sencillo, darse la vuelta, no mirar a tras y tras tres minutos aquella chica dejaría de
llamarla, entonces... ¿Por qué no lo hacía? Porque le gustaba, realmente le había gustado
y le hacía gracia el juego que se traía... por eso no se iba de allí
Tamborileaba con los dedos sobre la mesa mientras removía una vez más aquel café que
ya debía estar frío. Miraba el reloj continuamente, quedaban tan solo dos minutos para
que acabara el plazo de tiempo que le dio a Esther y no aparecía... comenzaba a hacerse
a la idea de que no lo haría y cuando casi había tirado la toalla, levantó la vista para
llamar al camarero cuando la vio entrar. Sonrió con amplitud y se levantó a la espera de
que se acercaba
M: Pensé que no venías (dijo robándole dos besos que dejó un tanto parada a Esther)
E: He estado a punto de no venir, la verdad (contestó con total sinceridad, sin tener nada
que perder...)
M: Me alegro de que te lo hayas pensado mejor (dijo tomando asiento) ¿qué quieres
tomar?
E: Un café con leche (miró al camarero que acababa de llegar)
M: ¿No te alteraba los nervios el café? (Esther sonrió) Vale... (dijo haciéndose cargo de
la excusa) ¿Y qué te ha hecho cambiar de opinión? (preguntó una vez el camarero las
dejó solas)
E: ¿Perdón? (no la entendió)
M: Has dicho que has estado a punto de no venir (sonrió, con esa sonrisa que desde el
primer día tanto había impactado a Esther) ¿Qué te ha hecho cambiar de opinión?
(preguntó nuevamente)
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E: Siento curiosidad (contestó levantándose de hombros)
M: Vaya... (dijo intentando ponerle decepción a sus palabras) y yo que creí que era
porque te gustaba...
E: Pues lo siento (sonrió) solo es curiosidad...
M: Me tendré que conformar con eso (la miró) de momento... Gracias (le dijo al chico
cuando volvió con el pedido de Esther)
Durante los siguientes minutos no dijeron mucho. Tan solo hablaron del lugar en el que
se encontraban y el que, al parecer, Esther aún no conocía, pero no dijeron nada acerca
de ellas. Maca la observaba, intentaba descifrar lo que sus ojos escondían y Esther
rehuía su mirada sintiéndose un tanto incómoda
M: Bueno... (dijo al ver que ninguna decía nada) ¿Y me vas a decir qué es lo que te
causa tanta curiosidad? Porque he de decirte que mis dotes adivinatorias no están
demasiado afinadas hoy...
E: En realidad no lo sé (contestó) no es solo una cosa, ni es algo que pueda decirte así
como así... digamos que eres tú quien me causa curiosidad, tú y esa forma de acercarte,
todo eso que te sacaste de la manga... toda tú me crea curiosidad...
M: Jumm... (asintió medio riendo) toda yo...
E: Es una forma de hablar (dijo para que no lo llevara hacia otro lado)
M: Vale (lo aceptó) pues... pregunta lo que quieras... estaré encantada de contestarte
(sonrió una vez más y de nuevo Esther quedó prendada de aquella sonrisa) para eso es
este café ¿no? Para conocernos...
E: ¿Cómo supiste que era lesbiana? (preguntó, Maca sonrió de medio lado) y no me
sueltes otra vez lo de las estadísticas o voy a pensar en serio que tienes un serio
problema con eso
M: Solo hay que se un poco observadora... (contestó) estabas sola, mientras un montón
de tíos te miraban un poco más lejos de ti, pero no volviste la mirada en ningún
momento (comenzó a decirle) sin embargo, sí que mirabas a alguna que otra chica... y,
lo que me dio la total certeza fue el repaso que me hiciste cuando me viste entrar...
E: Podrías haberte equivocado (continuó) hilas muy fino, me parece a mí...
M: Puede... pero por suerte no me equivoqué ¿no? (bebió un trago de su café) además,
dicen que quien no arriesga, no gana... tenía que arriesgarme
E: ¿Y qué te hace pensar que has ganado? (ahora fue ella quien sonrió)
M: Estás aquí (contestó con una total y absoluta seguridad en sí misma)
Ante aquella respuesta no pudo más que callarse, pues tenía razón, si hubiera perdido la
partida no estaría sentada en aquella silla, sin embargo ahí estaba, haciendo algo que no
hacía habitualmente, quedar con alguien a quien no conocía por el simple hecho de que
“le causaba curiosidad” “Menuda excusa, Esthercita, toda esta tontería por no decir
que te gusta” le dijo una vocecita en su interior...
Maca volvió a tomar las riendas de la conversación al ver aquel silencio que parecía no
augurar nada bueno. Soltó una serie de bromas y comentarios chistosos que relajaron la
tensión con el fin de que Esther se sintiera a gusto con ella. Por fin, tras casi veinte
minutos parecían más relajadas, más a gusto y Esther se atrevía a realizar preguntas sin
pensar demasiado en ello
E: ¿Y a qué te dedicas? (preguntó cuando el camarero les sirvió un refresco tras el café
anterior)
La reina roja
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M: Dirijo una empresa de catering y organización de eventos (contestó)
E: ¿Qué tipo de eventos? (quiso saber)
De todo un poco (continuó ella, ahora ya hablando con un poco más de seriedad, sin
tanto comentario jocoso) desde fiestas privadas, hasta galas, presentaciones, congresos...
E: Parece divertido
M: Sí, y a veces estresante y un poco coñazo... pero me va bien, no me puedo quejar
(contestó) ¿y tú?
E: Lo mío no es tan divertido como lo tuyo (dijo utilizando su propia expresión) tengo
una empresa virtual
M: Umm... ¿de contactos? (preguntó soltando esa sonrisita canalla que Esther
comenzaba a conocer)
E: No (le hizo una mueca) es un portal de viajes...
M: Ah... ¿Y eso como va? (preguntó) ¿entro en tu página y compro un billete? ¿No hay
ya muchas páginas así?
E: Sí, si hay muchas (contestó) pero yo intento hacer algo más que simplemente
comprar el billete (le explicó) de lo que se trata es que tú entras, dices tu destino, los
días y yo me encargo de organizarlo todo... billete, hotel, excursiones, visitas, lugares
donde comer...
M: Lo que viene siendo una agencia de viajes pero en internet, ¿No?
E: Bueno... más o menos, sí... solo que es más fácil (contestó) y más rápido que hacerlo
en una agencia de viajes...
M: Eso sí... pero no sé (dijo elevándose de hombros) no te enfades... pero a mí esas
cosas como que no me dan demasiada confianza... no sé, todo eso de internet... la
verdad es que no me llevo muy bien con los ordenadores... (sonrió)
E: ¿Te has quedado en la época del vinilo? (bromeó, logrando que Maca sonriera al ver
a una Esther chistosa por primera vez desde que la conoció) hoy día, Maca, casi nadie
puede vivir sin ordenador o sin Internet
M: Me gustaba la época del vinilo (sonrió) y sí, bueno, claro que uso ordenador, pero
solo para lo estrictamente necesario... no sé, para comprar, u organizar algún viaje
pues... qué quieres que te diga, prefiero el cara a cara...
E: Por suerte para mí, esa idea está cambiando y mi empresa va mejor cada día (volvió
a sonreír)
M: Me alegro por ello (sonrió)
La conversación continuó por esos derroteros, hablando de sus respectivos trabajos,
intercambiando alguna que otra idea sobre ello y sintiéndose bastante bien juntas. No
entraron en temas más personales, no pensaban que fuera le momento, hasta que Maca
miró el reloj y se dio cuenta que se había hecho tarde
M: Me voy a tener que ir (dijo llamando al camarero para pagar la cuenta) tengo que
trabajar un poco... (dijo poniendo los ojos en blanco)
E: Sí... yo también debería irme (contestó ella dándole la razón)
Pagaron y salieron a la calle, anduvieron unos pasos sin saber muy bien qué decirse o
como despedirse, hasta que llegaron al coche de Maca y quedaron paradas mirándose la
una a la otra
M: Bien pues... (dijo poniendo esa mirada tan característica que le dio a Esther la idea
de lo que venía a continuación) ¿Cuándo quieres que tengamos nuestra segunda cita?
(preguntó con descaro)
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E: ¿Cita? (dijo con una sonrisa) ¿Y quien ha dicho que esto era una cita?
M: Yo lo digo ahora (sonrió de nuevo) va, ¿cuando volvemos a quedar?
E: Tengo trabajo pendiente (contestó) lo veo difícil...
M: Está bien... entonces te llamaré en un par de días y ya me dirás si puedes quedar
(dijo dándose por vencida) pero... no voy a dejar pasar nuestra segunda cita...
E: Miraré mi agenda (continuó ella en tono bromista) pero te aviso de que la tengo
bastante apretada...
M: Seguro que sacas un hueco... prometo sorprenderte (dijo susurrante)
E: Entonces tendré que hacer un esfuerzo (contestó del mismo modo y sin darse cuenta,
acercándose)
M: No te vas a arrepentir (se acercaba también)
E: Eso ya lo veremos (contestó a escasos centímetros de su cuerpo)
M: Sí... ya lo veremos (terminó de decir acortando la distancia que las separaba
intentando encontrar sus labios)
E: Nunca beso a nadie en la primera cita (dijo separándose de ella y dejándola con las
ganas)
Sonriendo se dio media vuelta y se marchó ante la atenta mirada de una Maca que se
mordía el labio con una sonrisa... jugando con las llaves del coche vio como se daba
media vuelta para mirarla, le hizo un gesto gracioso y vislumbrando su sonrisa en la
lejanía entró en el coche para arrancar e internarse en el tráfico madrileño
-: ¿Tenemos algo nuevo? (preguntó a su compañera quien entraba en su despacho)
-: Nada de lo que podamos tirar (le contestó) la policía no tiene nada, ni tan siquiera una
descripción de la chica lo bastante sólida como para hacer algo... (la miró un tanto
dubitativa) la prensa ya le ha puesto mote... (dijo sacando una noticia que había leído en
un periódico y mostrándosela)
-: ¿Cómo se han enterado? (preguntó al ver el titular “La Reina Roja responsable del
robo de “El Complejo Mundo”...” (no quiso leer más y dejó el periódico sobre la mesa)
-: Alguien de la policía hizo un par de declaraciones, habló sobre la dichosa figurita y
ellos solos le pusieron el pseudónimo... (le explicó)
-: Ya... (dijo pensativa) Es raro que... que sea una mujer (dijo mirando el informe)
habitualmente suelen ser hombres los que realizan este tipo de robos... de hecho, no hay
demasiados antecedentes de ladronas de guante blanco, al menos en España (seguía
diciendo mientras jugaba con un bolígrafo)
-: No creo que el modus operandi sea muy diferente por ser hombre o mujer (le
comentó)
-: No... lo cierto es que no (seguía pensativa) creo que el perfil viene siendo más bien el
mismo... son personas sociables, que gozan de buena posición, no es que sean ricos,
pero tampoco tienen problemas para llegar a fin de mes (continuaba, su compañera la
miraba asintiendo con la mirada) tienen una vida normal, una casa normal, un trabajo
normal, pueden ser desde peones de una obra hasta directivos de una empresa... nadie
sospecha de ellos porque nunca han tenido ningún problema legal, puede que incluso
jamás les hayan puesto una multa (continuaba moviendo el bolígrafo entre sus manos)
no suelen ser personas solitarias, como he dicho son bastante sociables, pueden llegar a
formar una familia: casarse... tener hijos... amigos que siempre hablarán maravillas de
ellos... y además, son increíblemente pacientes... no realizarán un robo si no están
absolutamente seguros de que lo harán sin levantar sospechas. Pueden pasar meses hasta
La reina roja
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que nuestra “Reina Roja” vuelva a actuar... primero debe elegir un objetivo y estudiar
hasta el más mínimo detalle antes de perpetrar el robo...
-: Es decir, que hasta que no vuelva a actuar no tendremos nada (atajó su compañera)
-: Es posible que así sea (contestó dándole la razón) ha hecho un trabajo impecable en el
museo, no ha dejado cabos sueltos y ninguna prueba que nos dé alguna pista... no
tendremos nada hasta que no cometa algún fallo (decía sin a penas mirarla)
-: ¿Entonces que hacemos? (preguntó)
-: De momento nada, la policía está trabajando en ello (le dijo) nosotros vamos a seguir
con lo nuestro y cuando la policía nos pida ayuda, se la daremos (continuó con
tranquilidad) eso sí, vamos a reforzar el software de nuestro sistema (su acompañante lo
apuntó en la lista de cosas que debían hacer) ¿Y como va el prototipo de los nuevos
sensores de temperatura? (quiso saber)
-: Está en proceso de revisión (contestó) tienes que firmar esto para darle el visto bueno
a las primeras pruebas
-: Vale (dijo cogiendo la carpeta) voy a leer el informe y ahora lo firmaré
-: Bien... pues... (se movió levemente) voy a seguir trabajando
-: Sí (dijo sin mirarla) oye Claudia (la paró, Claudia se dio la vuelta para mirarla)
¿Sabías que cada hora se crean 200.000 bolis como estos? (se lo mostró)
Claudia: ¿Y eso de donde te lo sacas? (preguntó un tanto perpleja por aquella salida de
su jefa y amiga)
-: Del Discovery Channel (contestó sonriendo)
Claudia: Ya... jefa... creo que te aburres mucho, en serio (bromeó) ahora voy a trabajar
-: Sí, anda, vete antes de que me olvide que eres mi amiga y te despida por esa falta de
respeto (contestó mientras la veía abrir la puerta)
Claudia: No lo harás (dijo entre desafiante y divertida) esto se iría a la mierda sin mí
-: Pues sí (le dio la razón) y por eso te aprovechas...
Claudia: Me voy a trabajar (sonrió) luego vengo a por el informe (terminó de decir
sonriendo y dejando a su jefa con una sonrisa en los labios y jugando con aquel
bolígrafo)
Mientras tanto, en otro lugar de Madrid, aparcaba el coche a tres manzanas a aquel
edificio casi en ruinas y se quedó unos segundos parada mirando a su alrededor. Suspiró
hondamente, cerró los ojos dándose fuerza y tomando el gran portafolios que portaba en
el asiento de atrás, salió del vehículo cerrándolo con el mando a distancia. Se puso las
gafas de sol y recorrió el camino a pie hasta la entrada del edificio
Miró a su alrededor una vez entró, el polvo y los andamios abandonados eran la única
decoración de aquel viejo edificio que casi parecía caerse a pedazos. Anduvo varios
pasos escuchando el sonido de protesta de algún sin techo que había encontrado en
aquellas “ruinas” su “hogar”. Hizo caso omiso a los ruidos y llegando a la escalera subió
con cuidado hasta la azotea ubicada en el tercer piso
-: Llegas puntual (le dijo un hombre de mediana edad, vestido con un traje de lo que le
pareció Armani y mirando un Rolex de oro en su muñeca)
-: No me gusta hacer esperar a mis clientes (sonrió)
-: Por eso me gusta tu forma de trabajar (afirmó)
-: ¿No había otro lugar más cutre para terminar el trato? (preguntó mirando a su
alrededor con un gesto de desagrado)
-: Este es el último lugar en el que nos buscarían (contestó)
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-: Claro... (dijo sin cuestionar lo sospechoso que resultaría encontrar a un millonario
aburrido en un edificio en ruinas) bien... vamos a lo importante... ¿tienes mi dinero?
(preguntó queriendo terminar con eso cuanto antes)
-: ¿Tienes el cuadro? (preguntó mostrándole el maletín que portaba consigo, ella elevó
el portafolios)
-: Perfecto (dijo ella acercándose hasta quedar a escasos metros de él) Es un placer
hacer negocios contigo (continuó diciendo cuando el hombre abrió el maletín
enseñándole el dinero que habían pactado dentro)
-: Lo mismo digo (contestó cuando se realizó el intercambio) por cierto (dijo antes de
que se marchara) un trabajo increíble, tengo que felicitarte
-: Gracias (contestó) ahora, si me disculpas, tengo cosas que hacer (terminó de decir
cerrando el maletín) que tengas un buen día (dijo dándose la vuelta)
-: Lo mismo digo, Reina Roja (contestó admirando aquel cuadro, ella se sonrió) Así te
llama la prensa (la miró encogiéndose de hombros) ¿No lo has leído?
-: No, lo cierto es que no (contestó) pero gracias por decírmelo (dijo autosuficiente)
Será mejor que me vaya
-: Claro (dijo haciéndole un gesto para que se marchara con libertad, y viendo como se
daba la vuelta y desaparecía de su campo de visión)
Llegó al vehículo y guardó el maletín en el doble fondo del maletero, entró de nuevo en
el coche y arrancando se alejó de allí. Se internó en el tráfico de Madrid y callejeó
durante varios minutos hasta llegar a su nuevo objetivo. Esta vez, al aparcar, apretó con
fuerza el volante... se quitó la peluca, guardó las gafas de sol y saliendo de nuevo del
coche arreglándose la ropa entró buscando mostrando una enorme sonrisa
-: ¡Hola! (la saludó alguien nada más verla) te esperaba más tarde
-: Me he escapado antes (contestó sonriendo abiertamente) hola Vero
Vero: Me alegro (sonrió levemente) así al menos charlamos un ratito antes de que me
vaya (miró su reloj) me quedan 10 minutos... ¿nos tomamos un café?
-: Claro (contestó mirando hacia el final del pasillo) de todos modos quería hablar
contigo o con Santiago
Vero: ¿Ocurre algo? (preguntó mirándola mientras andaban hacia la cafetería)
-: No, no (contestó) nada demasiado importante, tranquila (terminó de decir sentándose
en una de las mesas)
Vero: Bueno, voy por unos cafés y ahora hablamos (dijo alejándose de la mesa para
pedir los cafés, y volviendo unos minutos después con ellos) toma
-: Gracias (le sonrió dándole un pequeño sorbo)
Vero: Pues tú dirás (le dio pie para comenzar a hablar...)
-: Pues... bueno, quería llevármela a casa este fin de semana (le dijo mirándola
esperando una respuesta afirmativa...)
Vero: Entiendo (dijo bebiendo de su taza y por la respuesta y la pausa que hizo a ella le
pareció que no parecía ser buena idea( verás, Maca (dijo dejando su taza) no sé si es
muy buena idea... últimamente está demasiado alterada y... bueno... ya te dije por
teléfono que ayer tuvimos que sedarla...
M: Lo sé... pero puede que le haga bien estar en casa (insistió) estará bien atendida, yo
estaré con ella todo el día...
Vero: No sé... háblalo con Santiago, él es quien tiene que darte la autorización
(continuó) pero si me preguntas a mí, yo no creo que fuera lo mejor...
La reina roja
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M: Está bien (bajó la mirada) hablaré con Santiago (dijo haciendo que Vero la mirara
un tanto descolocada al ver que hacía poco caso a su recomendación) voy a ir a verla,
gracias por el café...
Vero: De nada (dijo una vez se levantó y bebiendo de nuevo de su taza)
Anduvo por los pasillos de aquella clínica que tanto conocía. Saludaba a alguna que otra
enfermera hasta que llegó a la puerta. Tomó aire al poner la mano en el pomo de la
puerta y sacando una enorme sonrisa entró encontrándola terminando de arreglarse
frente al espejo
M: Hola, mamá (saludó dándole un beso en la mejilla no correspondido) ¿qué haces?
Rosario: Me estoy arreglando (contestó Rosario con parsimonia) Pedro vendrá a
recogerme en cinco minutos (continuó) va a llevarme a la feria (dijo ilusionada)
M: Ya (bajó la mirada, Pedro, su padre, había muerto cuando ella tenía diez años y ver a
su madre de aquella manera le partía el alma) ¿Por qué no te sientas? (dijo acercándose
a ella) Pedro seguro que tardará un poco aún...
Rosario: Sí... (dijo dejándose llevar por su hija y sentándose)
M: ¿Quieres que te lea un poco? (preguntó viendo como su madre, de nuevo tenía la
mirada perdida) venga... seguiremos donde lo dejamos el otro día...
Comenzó a leerle el mismo libro de siempre, Rosario parecía estar bastante lejos de allí,
con la mirada perdida en un punto de la habitación, como si nadie más estuviera con
ella. Maca la miraba mientras leía y la tristeza volvía a instalarse en su rostro. Unos
quince minutos después, Rosario pareció reaccionar y moviendo la cabeza con lentitud
la miró
Rosario: Maca, hija (dijo mirándola con una sonrisa)
M: Hola, mami (contestó dejando el libro y acercándose para besarla)
Rosario: Hija... ¿Has recogido tu cuarto? (preguntó) tu padre debe estar a punto de
llegar y seguro que se enfada si ve todos tus muñecos desperdigados
M: Está recogido, mami... (contestó aguantándose las ganas de llorar)
Rosario: Vale...
De nuevo volvió a quedar en silencio, Maca volvió a mirarla sin poder evitar que una
lágrima saliera de sus ojos. Rosario no volvió a hablar en todo el tiempo que su hija
permaneció allí, quien se dedicaba a leerle y Rosario parecía escucharla con atención
Pocos segundos después, Santiago, el director de la clínica llamaba a la puerta y
saludaba a Maca con educación. Ella salió tras él y tras pedirle lo mismo que le había
pedido a Vero, recibió una respuesta parecida. Rosario no estaba en condiciones de salir
de la clínica, últimamente estaba bastante alterada, se despertaba desorientada y se
enfurecía con rapidez, lloraba y tiraba las cosas entrando en un estado de nervios hasta
el punto de haber tenido que sedarla en alguna ocasión
Desilusionada aunque siendo consciente de la gravedad del asunto, Maca aceptó lo que
le decían y tras volver a la habitación de su madre y estar un rato más con ella, se
despidió prometiéndole volver al día siguiente. Rosario tan solo pronunció un escueto
“Adiós” sin tan siquiera mirarla
La reina roja
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Esther entraba en casa dejando el maletín en la entrada, se quitaba la chaqueta y dejaba
las llaves en el recibidor. Tenía ganas de una buena ducha, quería relajarse un poco.
Mientras iba camino del baño accionó el contestador. Un mensaje de su madre
recordándole la cena del día siguiente y otro de Claudia sugiriéndole salir a dar una
vuelta. Negó con la cabeza, lo único que le apetecía era un buen baño y descansar un
poco
Estaba a punto de meterse en la bañera cuando escuchó, de lejos, el sonido de su móvil.
Se envolvió en una toalla y corrió al salón buscando su bolso, una vez lo encontró, sacó
el móvil y miró la pantalla. Sonrió sin poder evitarlo y un segundo después suspiró.
Sopesó la posibilidad de no descolgar aunque finalmente, pulsó aquella tecla verde y se
lo llevó al oído
E: Hola, Maca (saludó con calma)
M: Hola (dijo intentando ponerle un poco de alegría a sus palabras) ¿qué tal?
E: Pues bien, aquí en casa (afirmó) ¿Pasa algo?
M: Nada... solo quería saber como estabas
E: Pues bien, gracias (contestó)
M: Me alegro (poco a poco, escuchando su voz, iba volviendo su buen humor) ¿Qué
hacías?
E: Iba a darme una ducha... así que... ¿querías algo? (preguntó caminando por su piso)
M: Ummm... una ducha... desnuda...
E: ¿Es que tú te bañas vestida?
M: Claro... con un traje de neopreno (bromeó)
E: Qué rara eres (sonrió por aquello) Bueno... ¿querías algo?
M: Sí... tenemos una segunda cita pendiente (dijo yendo al grano) y había pensado que
podría llevarte a cenar mañana
E: Mañana es Nochebuena, Maca (le recordó) ceno con mi familia
M: Ehh... sí, claro (contestó) quería decir pasado mañana... no sé, me gustaría verte en
Navidad, de hecho, es lo que voy a pedirle a Papá Noel, una Esther por Navidad...
E: ¿Hablas en serio? (preguntó sintiéndose halagada)
M: Absolutamente (contestó) bueno, ¿qué? ¿Crees que Papá Noel me traerá lo que
pido?
E: Pues no sé... espérate a Navidad a ver si te lo trae...
M: Jumm... entonces creo que no dormiré en toda la noche (sonrió) estaré de lo más
nerviosa...
E: Mala cosa... ya sabes que Papá Noel no aparece si los niños no están dormidos
(sonrió ahora ella al otro lado de la línea)
M: ¿Me estás llamando infantil? (preguntó haciéndose la ofendida)
E: Eso te lo contestaré si Papá Noel te concede tu regalo (continuó)
M: Esperaré ansiosa (dijo susurrante)
E: Bueno... ejem (carraspeó al escuchar aquel tono de voz) tengo que dejarte...
M: Sí, no me cojas frío( contestó) ¿Quieres que vaya y te enjabone... la espalda?
E: Creo que podré sola, gracias (sonrió)
M: Tenía que intentarlo... (dijo un poco chulesca) entonces te dejo...
E: Sí... que pases una feliz Nochebuena, Maca
M: Sí, claro... tú también (dijo un tanto triste) que descanses... y... estaré esperando
impaciente saber si me traen lo que pido o no...
E: Hasta luego, Maca (terminó de decir colgando el teléfono con una sonrisa en los
labios)
La reina roja
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Por su parte, Maca, en su casa, miraba el teléfono con la mirada triste, dejó el aparato
sobre la mesa y se tumbó en el sofá, se tapó la cara con las manos y dejó que un par de
lágrimas salieran de sus ojos al recordar a su madre...
M: Una feliz Nochebuena (dijo repitiendo las palabras de Esther) sí, claro...
La cena de Nochebuena fue muy diferente para una y otra. Maca hizo lo de siempre, lo
que llevaba haciendo desde hacía algunos años, para ella, el 24 de Diciembre se había
convertido en una noche como otra cualquiera. Se había duchad, se había puesto un
pijama y tras hacerse un sándwich y coger una cerveza de la nevera, se había sentado en
el sofá a ver películas antiguas
Esther, por el contrario, pasó la noche en familia, pese a que su familia era realmente
escasa, para ella era una cena perfecta, su madre, el marido de ésta a quien consideraba
absolutamente un padre, su tía y un primo al que no veía desde hacía tiempo ya que
trabajaba fuera de España. Se contaron anécdotas, tararearon algún villancico,
bromearon y charlaron de sus vidas haciendo de esa noche, una más que recordar por lo
entrañable que le pareció
A la mañana siguiente, Macarena se levantó, arregló un poco la casa y se puso a
trabajar, debía preparar un congreso de Publicidad y se le echaba el tiempo encima, su
“otro trabajo” había estado quitándole tiempo para realizar ese. Se metió en el pequeño
despacho que había habilitado en casa y comenzó a organizar aquel congreso teniendo
en cuenta las pocas directrices que el presidente de la Asociación de Publicidad le había
enviado por mail
Por su parte, Esther, pese a que ese día era fiesta, decidió ir a la oficina, necesitaba
repasar una vez más aquellos informes policiales sobre la llamada por la prensa Reina
Roja y es que, por mucho que le hubiera dicho a Claudia, no dejaba de pensar en ello, y
sobre todo en la facilidad con la que aquella mujer había traspasado su sistema de
seguridad
Con su coche accedió hasta su plaza de garaje, separada de todas las demás y anduvo
hacia el ascensor que la llevaría hasta su despacho. El ascensor era sólo y
exclusivamente para uso suyo, nadie más tenía acceso a él y tan solo existía una llave
codificada que ella tenía. No hacía ni una sola parada, el elevador la llevaba
directamente a la planta en la que se encontraba su despacho y allí, una vez pasadas más
medidas de seguridad, accedía a su despacho. Era amplio, quizás el más amplio de todo
el edificio, pero teniendo en cuenta que pasaba las horas en él y que ni salía ni entraba
nadie, a excepción de Claudia, debía ser lo más cómodo posible. Tenía todo lo
necesario, una pequeña barra americana con cafetera, pila, un pequeño frigorífico... a la
derecha una puerta que daba a un aseo con ducha incorporada. Una mesa de trabajo
bastante grande, un sofá al otro lado y una serie de cuatro monitores frente a la mesa
Se sentó en su mesa, dejó la chaqueta y el maletín a un lado y encendió el ordenador.
Tras introducir varios códigos y contraseñas logró acceder al sistema. La mayoría de los
La reina roja
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archivos estaban ocultos y asegurados con más contraseñas, a veces se preguntaba cómo
hacía para no olvidarse ninguna...
Comenzó con su trabajo abstrayéndose de todo, leyó y releyó el informe policial sobre
el robo e hizo lo mismo con el que habían elaborado sus chicos, pero como ya
sospechaba no había nada, absolutamente nada que le diera una pista. Visualizó los
videos de las cámaras de seguridad intentando buscar un fallo, el mínimo fallo que fuera
que pudiera llevarles a la dirección correcta, pero nada de nuevo... absolutamente nada
Un tanto frustrada, tras una hora de trabajo, abrió internet e introdujo la dirección de
aquel portal de viajes, se asombró al tener tantas peticiones a la espera y se dispuso a
trabajar un poco en aquel “otro trabajo” para más tarde, cuando acabó de gestionar
varias vacaciones de ensueño, leer las noticias y navegar por la red
Se sorprendió a sí misma, cuando se dio cuenta de lo que buscaba, ni tan siquiera había
sido consciente de cuándo había comenzado a buscar empresas de catering ni de
organización de eventos en la red hasta que dio con la que buscaba. Miró la web, tan
cuidada como elegante, sin faltar ningún detalle
E: Sí que falta uno, Esther (se dijo buscando entre varios links de la página) ella no
aparece por ningún lado (terminó de decir, sin hallar ni una sola fotografía de Maca
entre aquellas páginas, lo cual, aunque pudiera ser normal, la decepcionó)
Y fue al sentir aquella decepción al no poder encontrar una fotografía suya cuando se
dio cuenta de lo que estaba pasando... desde que la conoció no había podido dejar de
pensar en ella, no solo le había hecho gracia su forma de actuar, sino que además, le
había gustado mucho y era algo que no podía negarse... no era tan tonta ni tan infantil
para engañarse a sí misma tachándolo de “tontería del momento” o de “soledad”, sabía
muy bien cuando le gustaba alguien y Maca le gustaba, le gustaba y mucho
M: Ehh... sí, claro (contestó) quería decir pasado mañana... no sé, me gustaría verte en
Navidad, de hecho, es lo que voy a pedirle a Papá Noel, una Esther por navidad...
Con el recuerdo de aquellas palabras en su mente y una sonrisa enorme en los labios,
buscó en la web una dirección, al encontrarla abrió su cuenta de correo personal, no
solía hacerlo desde el trabajo, pero aquella vez, no supo qué fue lo que le impulsó a
hacerlo
“Papá Noel me ha dicho que hay una cena preparada en el “Asador Madrileño” para
esta noche a las 21:30 h. Creo que quería que te lo hiciera saber, así que ¡Felicidades!
Parece que te han concedido tu regalo
Espero verte esta noche
Feliz Navidad
Esther”
Releyendo el correo decidió mandarlo sin darle muchas más vueltas. Cerró el correo y
volvió de nuevo al trabajo
La reina roja
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Se impacientaba, eran las diez menos cuarto de la noche y Maca no aparecía... no dejaba
de mirar el reloj mientras bebía de su copa de vino. Sus ojos, iban de manera
intermitente de la puerta al reloj y del reloj a la puerta en un claro síntoma de
nerviosismo. Se mordió el labio, quizás había sido un error mandar aquel mail, pero
simplemente no había podido resistirse
El camarero se acercó preguntándole si quería pedir y ella le dijo que esperaría unos
cinco minutos más, aunque en su rostro se reflejaba cierta decepción por lo que a todas
luces era un plantón y de los gordos, se resistía a levantarse y marcharse. Terminó su
copa de vino y mirando una vez más el reloj, viendo que pasaban ya veinte minutos
desde la hora fijada decidió que era mejor irse y no hacer más el ridículo
Estaba por llamar al camarero cuando la vio. Entraba en el local con rapidez, mirando a
un lado y hacia otro, con el pelo algo revuelto, un casco en la mano y absolutamente
preciosa. Sonrió, no pudo hacer más que sonreír y mirarla de arriba abajo mientras
Macarena preguntaba al recepcionista del restaurante por ella
M: Lo siento... lo siento... lo siento... (decía llegando hasta la mesa)
E: Veo que la puntualidad no es lo tuyo (contestó fingiendo enfado por el retraso y
poniéndole seriedad a tus palabras) si lo llego a saber...
M: Esther... (se sentó) lo siento de verdad... no quería llegar tarde pero no me dijiste qué
mesón era y resulta que hay tres mesones madrileños en Madrid y cada uno en una
punta de la ciudad... (decía mirándola)
E: ¿Te has recorrido la ciudad entera buscando el restaurante? (preguntó asombrada por
aquello)
M: Pues claro... (contestó) ¿No pensarás que iba a dejar escapar esta segunda cita no? Y
menos si es el mismísimo Papá Noel quien me la concede
E: Podrías haberme llamado (le dijo) te hubiera dicho donde era...
M: ¿La verdad? Estaba tan nerviosa que ni lo pensé...
E: ¿Tú nerviosa? (dijo sonriendo) no me lo creo...
M: En serio (sonrió) no todos los días se cena con la mujer con la que voy a casarme y
tener hijos (terminó de decir haciéndole un gracioso gesto)
E: ¡Anda! ¡Si ya nos ves casadas y todo! (sonrió ella también)
M: Claro (dijo convencida) tengo todo planeado
E: A ver, cuéntame (le dio pie para que le contara)
M: Vale... nos casaremos en primavera (comenzó) es más bonito, y estarás preciosa con
ese traje verde manzana que te comprarás y... que a mí solo se me ocurrirá quitártelo...
E: No me gusta el verde (soltó)
M: También puede ser blanco (arqueó las cejas) aunque no llegarás muy casta y pura
como ese color representa (ambas rieron) nos iremos a vivir a las afueras, a una casita
no muy grande pero muy coqueta, nuestro primer hijo lo tendremos al año y medio de
casadas... (Esther sonrió) cariño, tenemos que aprovechar un tiempo para nosotras
(apuntó graciosamente) el segundo como al año del primero más o menos... no
querremos que se lleven mucho tiempo (Esther afirmó, mirándola con la misma
incredulidad con la que la había mirado el primer día) te negarás a que tengamos perro...
pero... me las arreglaré para convencerte (elevó las cejas varias veces y Esther no pudo
más que soltar otra pequeña carcajada...)
E: Y seguro que tendrás hasta el nombre de los niños...
M: Claro: Pedro y Patricia (soltó) y serán guapísimos...
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E: Nadie me había planeado la vida de esta manera (la cortó antes de que siguiera) y no
sé yo si me gusta demasiado la idea ¿eh? (siguió) porque a ver... ¿vivir a las afueras?
Pillaremos un montón de atasco para ir a trabajar... ¿Dos niños? Ni siquiera sé si seré
buena madre, como para serlo de dos... y un perro, bueno... me gustan los perros, eso sí
que puedo concedértelo
M: Bueno... menos da una piedra (llamó al camarero) tú solo dame tiempo y verás que
al final se cumple lo que digo...
Camero: Buenas noches... ¿Han decidido ya?
M: Sí... yo quiero...
Mientras Maca pedía, no pudo apartar sus ojos de ella, aquel cuadro familiar que le
había pintado era tan bonito como utópico... nadie en su sano juicio planifica una vida
entera con alguien a la que a penas conocía y por mucha clave de humor que le hubiera
dado a su monólogo, algo le decía que realmente había podido estar pensando en ello...
Quizás en otro momento hubiera salido corriendo si alguien la hubiera avasallado con
aquel proyecto de futuro tan bien definido, sin embargo, en aquella ocasión,
simplemente sonrió, sonrió y se imaginó su vida tal y como la había descrito Maca
E: Y cuéntame... ¿Qué tal tu cena familiar? (preguntó una vez el camarero se marchó y
cambiando de tema)
M: Muy bien (dijo intentando ponerle entusiasmo) estuve con unos amigos... fue
divertido... ¿Tú que tal lo pasaste?
A partir de ahí, comenzaron a hablar con un poco más de “seriedad” sin dejar los
comentarios jocosos, ni las bromas en ningún momento. Esther reía por alguna que otra
ocurrencia de Maca y sorprendiendo a ésta le seguía las bromas descubriendo su parte
más cómica
Tras cenar, decidieron ir a tomarse algo, estaban muy a gusto la una con la otra y no
querían que terminara la noche. Entraron en un pub cercano en el que, pese a estar lleno,
decidieron quedarse. Pidieron una copa en la barra y se miraron sonrientes. Alguien
pasó muy cerca de Esther y para evitar chocar ésta se acercó más a Maca quien pasó su
mano por la cintura de su acompañante estrechándola contra ella
Sus cuerpos estaban demasiado unidos. El calor que desprendían las hacía permanecer
quietas. Sus labios eran una absoluta tentación, y sus ojos alternaban los de su
compañera con sus labios en una clara declaración de intenciones...
M: ¿Tienes alguna norma sobre besar a alguien en la segunda cita? (preguntó, en un
susurro que erizó el pelo de Esther)
E: N... no (contestó tragando saliva) ¿por qué?
M: Por que voy a besarte (terminó de decir antes de atrapar aquellos labios que tanto le
habían gustado la primera vez que los vio y que tantísimas ganas tenía de probar)
Esther correspondió al beso, invitándola a profundizar en su boca y sus lenguas jugaron
a presentarse cuando los labios se abrieron dejándoles paso. Se besaron lenta y
apasionadamente, sin importarles nada la gente que hubiera a su alrededor y
simplemente, disfrutando del sabor de sus labios
La reina roja
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Poco a poco fueron bajando la intensidad del beso, hasta regalarse un cortos y rápidos
que les hicieron sonreír. Quedaron abrazadas, mirándose y sonriéndose la una a la otra.
Algunos las miraban, otros pasaban de ellas, mientras que las dos, parecían estar en otro
mundo
E: Besas muy bien (susurró mirándola a los ojos sin borrar su sonrisa)
M: Gracias (contestó, poniendo su ya típico gesto pícaro, Esther arqueó las cejas
esperando algún comentario) tú en cambio podrías mejorarlo ¿eh?
E: ¡Oye! (le dio un pequeño golpe separándose de ella) ¡serás...!
M: Ven aquí (volvió a abrazarla contra sí) que vamos a intentar que lo mejores...
Atrapó sus labios de nuevo, sin tanta contemplación como en el beso anterior, poniendo
más pasión al beso y colonizando su boca en un segundo. Esther no se quedó atrás y no
se contuvo, jugando con su lengua de manera viperina, estrechando ahora ella a Maca...
M: Ummm... ¿ves? (dijo sonriente) eso ha estado mucho mejor...
E: No sé por qué te aguanto (comentó intentando separarse de ella, Maca no la dejó)
M: Porque te gusto, tonta (soltó presumiendo)
E: Pues sí... me gustas (contestó sin negárselo)
M: Tú también me gustas, mucho además (le robó un nuevo beso) y besas genial...
E: Vamos a bailar anda (dijo tirando de ella para mezclarse entre la gente y comenzar a
bailar al son de la música)
Estuvieron un buen rato en la pista, Maca queriendo provocarla, no dejaba de insinuarse
con movimientos sensuales, acercándose y alejándose de su cuerpo. Dejando sutiles
caricias en su piel, Esther, no queriendo ser menos, se dejaba llevar y contraatacaba con
movimientos de cintura que hipnotizaban a Maca
La variación de la música las hizo acercarse del todo y pegar sus cuerpos para
sincronizar sus movimientos. Maca se posicionó tras ella y tomándola de las caderas
abrazó mientras se movían, las manos, que parecían haber cobrado vida propia se
movían por la cintura de Esther quien se mordía el labio al sentir suaves besos en su
cuello
E: No hagas eso (susurró girando la cabeza un segundo, Maca aprovechó para volver a
besarla)
M: ¿Por qué? (preguntó con una sonrisa en los labios, al tiempo que una de sus manos
bajaban por su muslo)
E: Por que no (contestó, cerrando los ojos un segundo y evitando perder la compostura
cuando Maca atrapó el lóbulo de su oreja entre sus labios)
M: Ummm... vaya, vaya (sonreía contra ella, Esther se dio la vuelta entre sus brazos) así
que acabo de encontrar un punto débil de Esther... (decía en voz alta pero para sí
misma) interesante...
E: Yo también puedo buscar y encontrar (amenazó) así que no me provoques...
(respondió ella, con una de sus piernas entre las de Maca, y repasando con la yema de
sus dedos toda su espalda, logrando que cerrara los ojos y moviera la cabeza
ligeramente) ¿ves? (terminó de decir con una sonrisa siendo ahora ella la que presumía)
M: Ven aquí (dijo con la voz algo ronca, cogiéndola de la mano y saliendo de la pista
para llevarla a un costado de la sala, escondidas tras una pequeña columna la acorraló
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contra la pared y la besó con fuerza, con pasión, dejándole ver el deseo que sentía en
esos momentos)
E: Umm... no puedes besar así de bien (susurró cuando liberó sus labios para pasar al
cuello)
M: Y tú no puedes tenerme tan loca (contestó al sentir como Esther la estrechaba más
contra ella
Estaban a punto de perder la locura, a punto de olvidarse de que estaban en un lugar
público y atestado de gente, la bomba de deseo que había hecho explosión en sus
cuerpos había conseguido que se cegaran una en la otra, sin ver nada más que el cuerpo
de su acompañante, sus labios, su piel erizada y sus respiraciones cada vez sonando con
más claridad
No supo porqué abrió los ojos, escuchando una pequeña sonrisa justo al lado de ellas y
viendo a dos chicos que las miraban entre atónitos y excitados, y fue en ese instante
cuando se dio cuenta de la locura que estaban cometiendo... fue cuando volvió a la
realidad encontrándose en un bar lleno de gente, dando el espectáculo y sabiendo que si
Maca continuaba un segundo más en su cuello sería capaz de dejar que le hiciera el
amor allí mismo...
E: Maca... Maca, para (le pidió, Maca mordió su yugular y clavó la rodilla en su centro)
ummmfff (ahogó un gemido y cerró los ojos con fuerza) para... para... por favor...
Y Maca paró, dándose cuenta ella también de lo que estaba haciendo, de que estaba
perdiendo totalmente los papeles, se quedó un segundo parada, recuperando la
compostura, se separó levemente mirando sus ojos inyectados de fuego y se mordió le
labio imaginándose lo que le haría si estuvieran en otro lugar
M: Lo siento (dijo una vez recuperó el aliento) lo siento... he... he perdido el control...
E: No solo tú (contestó) yo también lo he perdido por un momento... (decía acelerada)
M: Anda... vamos a tomar otra copa (se separó del todo de ella) necesito algo frío...
Volvieron a la barra, pidieron una nueva copa y se la tomaron entre miradas deseosas y
un intento frustrado por apagar el fuego. Comenzaron a hablar de cosas insustanciales,
queriendo evitar “Pensamientos pecaminosos” como en algún momento los había
llamado Maca y consiguieron relajarse
Una hora después salían del local, cogidas de la mano y riéndose por alguna tontería que
había dicho Esther
M: ¿Has venido en coche? (preguntó cuando llegaron a la moto de Maca) ¿quieres que
te acerque?
E: Vivo aquí cerca (contestó sin separarse demasiado de ella) iré andando
M: Entonces te acompaño (dijo guardando las llaves que acababa de sacar)
Comenzaron a andar, de nuevo tomadas de la mano y mirándose de manera cómplice.
En cinco minutos llegaron al edificio de Esther, el silencio se había hecho el
protagonista, como si se creara un halo de misterio entre ellas que las envolvió hasta que
llegaron a la puerta del portal
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M: Oye y... ¿Me vas a invitar a subir o tienes una norma que dice que no invitarás a
nadie hasta la quinta o sexta cita? (preguntó chistosa)
E: Ja ja ja muy graciosa (rió con algo de ironía al darse cuenta de que se estaba
“burlando” de ella) iba a invitarte (afirmó con la cabeza, Maca sonrió) pero ahora por
lista creo que voy a crear esa norma que has dicho...
M: No será verdad (se sorprendió)
E: Claro que lo es (reía) así que... hasta la ¿quinta o sexta era no? (no al dejó contestar)
pues eso, hasta la quinta o sexta cita, nada de nada...
M: Va, Esther (se acercó a ella intentando besarla)
E: No... no me vas a convencer (se echó hacia atrás) buenas noches, Maca (dijo
robándole un beso)
M: Buenas noches (contestó con una sonrisa, sin insistir más, a ella también le gustaba
ese juego y... también sabía jugarlo) una cosa más (dijo antes de que entrara, y sin decir
una sola palabra la acercó a ella y la besó como lo había hecho en el bar, haciendo que
todos los puntos nerviosos del cuerpo de Esther se activaran al contacto de su lengua)
que descanses... (terminó de decir con chulería...)
E: Ehhhh... Maca que... (la paró al verla alejarse. Tras el beso había cambiado de
opinión y Maca se sonrió al ver de nuevo el fuego en sus ojos)
M: Hay que respetar las normas, Esther (sonrió) nada de nada hasta la quinta o sexta
cita... (y dicho esto, guiñándole maliciosamente un ojo y sabiendo como la había dejado
se marchó con una enorme sonrisa en los labios) Me encanta (se dijo a sí misma cuando
ya enfilaba la calle donde estaba aparcada su moto)
E: Me encanta (pronunció Esther en el ascensor y relamiéndose los labios, teniendo aún
el sabor de los besos de Maca en ellos)
Aquella mañana se levantó con una sonrisa en los labios, hacía mucho, muchísimo
tiempo que no se sentía como flotando en una nube. Esther le había parecido la mujer
más interesante, lista, guapa y bromista que había conocido en mucho tiempo. Le
encantaba el juego que se traían y mucho más le encantaba ella
Sí, debía reconocer que le gustaba, le gustaba y mucho, hasta el punto de plantearse una
relación con ella de manera seria. Ella, la que no quería compromisos, la que siempre
dijo que no se casaría, la que perdió la ilusión en el amor siendo niña escuchando las
broncas de sus padres, ahora era ella misma la que sonreía tontamente al pensar en
Esther y en una posible relación
No estaba enamorada, o al menos era lo que se decía, demasiado pronto para
enamorarse, pero sabía, que si seguían viéndose, si continuaban con lo que fuera que
estaban comenzando le sería muy fácil enamorarse de ella y por primera vez en mucho
tiempo no tuvo miedo al pensarlo
Compró el periódico de todos los días y volvió a casa. Leyó los titulares se tomaba el
segundo café del día. No les hacía demasiado caso, los leía por encima hasta que llegó a
la sección de Anuncios por Palabras
Comenzó a leer varios de los anuncios, riéndose con algunos y prestándole más
atención a otros hasta que llegó a uno que le hizo tomar un lápiz y una hoja de papel.
Concentrándose solo en aquel anuncio, mordió el lápiz y comenzó a leer
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Requiere Recomendación: se necesita chica para trabajar en una juguetería del centro,
ofrecemos buen ambiente de trabajo. Rápida incorporación. Buen salario. Jornada
intensiva con horario de mañana. Pagas extras por navidad y todas las fiestas
adicionales
Releyó aquel anuncio varias veces buscando algún tipo de señal que le dijera qué
mensaje ocultaba. Sergio, el encargado de dicha página en aquel periódico y antiguo
compañero de juegos de su niñez tenía muy claro como empezar un anuncio cuando
recibía algún “mensaje” que hacerle llegar, siempre esas dos mismas palabras: Requiere
Recomendación. Así comenzaban los anuncios en los que alguien quería contratar sus
“servicios”: RR ◊ Reina Roja
Descubrió un cambio de fuente en varias letras de distintas palabras y tras señalarlas
primero en el mismo periódico las escribió en el papel que había tomado
RR: Tengo un trabajo para ti
Escueto y conciso, y como a ella le gustaba, sin ningún tipo de información que pusiera
en peligro su anonimato, ni el de la persona que quería contratarla. Aquella era una
forma fácil y sencilla de encontrarla, muy pocas personas leían ya los anuncios por
palabras de los periódicos, con tanto adelanto tecnológico e Internet, nadie se entretenía
en aquel modo de búsqueda. Se levantó y cogió el teléfono de casa marcando los dígitos
y esperando al otro lado de la línea
Sergio: Sabía que no tardarías en llamar (soltó nada más responder al cuarto tono)
M: ¿Cuánto te han pagado esta vez? (preguntó ella del mismo modo)
Sergio: No más de lo que me pagas tú (dijo entre sonrisas)
M: ¿Sabes quién es? (quiso saber)
Sergio: No hago preguntas, no me cito con nadie y el pago se hace por intermediarios...
así que no... no tengo ni idea de quién es...
M: Lo suponía (contestó)
Sergio: Y yo supongo que me llamas porque quieres dar una respuesta ¿verdad?
(preguntó)
M: Ajá (dijo a modo de respuesta) apunta: Se vende casa en plaza mayor, frente a
cafetería “Sol” llamar a las 17:30h. (terminó de decir) ¿lo tienes?
Sergio: Copiado (contestó de manera cómica)
M: Vale, gracias Sergio, en cuanto lo vea publicado te haré llegar tu dinero
Sergio: Siempre es un placer (dijo antes de colgar)
Tal y como había prometido, el anuncio salió publicado al día siguiente. A las 17:30 en
punto, estaba sentada en una de las mesas de la cafetería Sol. Miraba atentamente a cada
persona, buscando algún indicio que le dijera que la policía estaba cerca o que aquello
era una trampa, sin embargo, nada parecía indicar tal cosa. Vio a un hombre entrar y
sentarse mientras miraba todo a su alrededor, lo vio pedir un café y mostrarse un poco
nervioso recorriendo con su mirada a todo el mundo. Se levantó, pagó su consumición y
salió del local
La reina roja
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-: Disculpe (le dijo una chica con aspecto demacrado, como enferma, quizás, según la
primera impresión de aquel hombre, drogada) ¿Necesitaría una chica para una
juguetería? (preguntó directamente)
-: Lo cierto es que sí (afirmó tras un segundo mirándola a los ojos) ¿Está interesada?
-: Me han dejado esto para usted (dijo la joven dejándole un papel sobre la mesa y
marchándose tal y como había venido)
Miró el papel y leyó lo que decía, lo citaban en otro lugar, algo más concurrido, de
hecho, era el lugar más concurrido de toda la ciudad en ese momento. Miró a su
alrededor intentando buscar alguna mirada que le dijera quien era, pero no encontró
nada. Volvió a leer el papel, “En el Km 0, en quince minutos”: Con prisas se levantó,
pagó y corrió para llegar a la cita
Se abrió paso entre los turistas que se hacían fotos en aquel lugar emblemático, miró a
su alrededor y esperó impaciente. Se frotó las manos y se elevó el cuello del abrigo,
hasta que una voz sonó tras él
M: No se gire (pronunció a su espalda) aún no es el momento de vernos las caras
-: Entiendo (contestó) la Reina Roja, supongo
M: Así me llama la prensa (contestó con una sonrisa) dígame... ¿Cómo ha contactado
conmigo?
-: Tengo un amigo con el que hizo tratos y me dijo que es usted la mejor (le explicó) yo
solo vengo a ofrecerle un trabajo muy suculento
M: ¿Qué tipo de trabajo? (preguntó)
-: Uno que le dará más dinero del que pueda imaginar (dijo entre risas, mirando aún al
frente)
M: Bien... le explicaré como funciona (continuó ella diciendo) envíe la información a
éste apartado de correos (le pasó disimuladamente un papel) yo lo leeré, si me interesa,
aceptaré, sino, no volveremos a tener contacto. Nos veremos sólo en el momento en que
yo decida si hago el trabajo o no (continuó diciendo) Si veo cualquier indicio, por
mínimo que sea, de que la policía pueda estar implicada, no habrá trato, si descubro que
tiene intención de delatarme, desapareceré. Envíeme junto con la información un
número de teléfono, asegúrese de que sea seguro (advirtió) yo contactaré con usted
Y tan pronto como dijo aquello, se marchó de allí. Cuando él se dio la vuelta para
mirarla no encontró más que un niño queriendo hacerse una foto. Sonrió, se frotó las
manos nuevamente, y con tranquilidad, comenzó a andar entre la gente
Semana y media después, salían del cine tomadas de la mano, habían pasado un buen
rato con una nueva comedia de estreno, se habían reído de lo lindo y lo más importante,
habían estado juntas. Se mostraban encantadas de su cercanía, se robaban algún beso y
se miraban con ojos iluminados. Maca sugirió ir a tomar algo y Esther aceptó encantada,
cuando se sentaron en aquel bar miraron a su alrededor como si de pronto la vergüenza
hubiera hecho mella en ellas
M: Bueno... (dijo queriendo mantener el clima de bienestar que tenían hasta ese
momento) no ha estado mal para una cuarta cita (sonrió)
E: ¿Cuarta? (preguntó mirándola y viendo su mirada) creí que era la tercera
M: No, de eso nada, es la cuarta, que las estoy apuntando (dijo claramente bromeando)
La reina roja
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E: Maca, acompañarte al supermercado porque te pusiste muy pesada por teléfono no
puede considerarse una cita (razonó)
M: ¿Quién lo dice? (cuestionó de nuevo)
E: Pues... no sé, pero seguro que no es una cita
M: Ya... cariño, ¿acaso existe un código secreto de citas? No... (se contestó) por lo
tanto, es una cita
E: Maca...
M: En serio, hubo de todo (sonreía) estuvimos juntas... tuvimos una conversación
interesante...
E: Sí hablar sobre si es mejor elegir cocacola antes que pepsi te resulta interesante...
M: Pues sí (dijo energéticamente) para mí es muy difícil elegir entre una u otra así que
sí, era muy interesante saber tu opinión
E: Vale (no pudo más que reírse)
M: Y lo más importante... nos besamos, por lo tanto, fue una cita...
E: Está bien... tú ganas (Maca sonrió orgullosa) no sé como siempre te sales con la tuya
M: umm... soy así de perfecta (elevó los hombros)
E: Y muy creída (continuó)
M: Eso también... pero es parte de mi encanto...
Durante un buen rato, estuvieron tomando algo en aquel bar, hasta que viendo que se les
hacía tarde, emprendieron camino a casa. Como pasaba casi siempre que se veían, Maca
la acompañaba hasta su edificio y en la puerta se despedían con un beso
La diferencia, esta vez, era que el beso no terminaba, que las ganas volvían a sus
cuerpos y que de nuevo, revivían aquel día en la discoteca cuando casi perdieron la
cordura
Maca había profundizado el beso hasta el punto de acorralar a Esther contra la pared,
bajo el hueco de la escalera, no queriendo quedarse atrás, ella la abrazaba contra sí
misma sin permitirle alejarse. Las manos comenzaron a vagar por sus cuerpos buscando
piel que colonizar, las respiraciones, como aquella vez, comenzaron a sonar algo más
inquietas y cuando Maca dejó su boca para pasar al cuello, succionando cerca de la
yugular, Esther no pudo reprimir un gemido
E: Maca... (dijo sintiendo los mordiscos que iba dejando en su piel)
M: Dime...
E: Sube... (le pidió, haciendo que Maca dejara el cuello para mirarla) sube conmigo...
(decía acelerada)
M: ¿Te estás saltando las normas? (sonrió, llevando una de sus manos hasta el trasero
de Esther quien cerró los ojos y se mordió el labio) aún nos quedan una o dos citas para
llegar a ese punto... (la miraba deseosa y veía el fuego en sus ojos)
E: A la mierda las citas (soltó con convicción) a la mierda las normas... te deseo (ahora
fue ella quien mordió su labio inferior de manera sugerente) y sé que tú también me
deseas...
M: Umm... niña mala (sonrió contra su boca, queriendo devorarla sin contemplaciones)
Pero la verdad es que mañana tengo que levantarme muy temprano (dijo intentando
mantener la calma) tengo trabajo pendiente...
E: Yo también (aseguró Esther, dibujando sus labios con la lengua) Vamos... no puedes
decirme que no te apetece (y más la tentaba, con sus movimientos, su tono de voz, sus
palabras y esas leves caricias que estaban volviéndola loca aún sobre la tela)
La reina roja
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M: Claro que me apetece (afirmó, volviendo a su cuello) me apetece mucho... me has
estado calentando toda la semana...
E: ¿Yo? (preguntó con una sonrisa pícara y haciéndose la santita)
M: Sí... tú (contestó estrechándola entre sus brazos) no puedes decir ciertas cosas por
teléfono... y tampoco puedes ir al supermercado con ese escotazo que llevaste...
E: Tú me incitabas a decirlas (contestó con una sonrisa canalla) y además... quería saber
cuánto aguante tenías (susurró)
M: Aún puedo aguantar un poco más (dijo cerrando los ojos por un nuevo beso de
Esther)
E: ¿Seguro? (preguntó llevando una de sus manos hasta su pecho y apretándolo con
decisión)
M: Uhmm... (cerró los ojos, queriendo seguir jugando un poco más) Seguro...
E: ¿Seguro? (volvió a preguntar, ésta vez clavando la rodilla en su centro, sonriendo al
sentir el temblor de Maca entre sus brazos y para rematar, escondió la cabeza en su
cuello...)
M: Uff... (cerró los ojos moviendo levemente sus caderas creando más contacto con la
rodilla de Esther...)
E: ¿Seguro que puedes aguantar? (preguntó una vez más, volviendo a su boca, loca por
aquel cuerpo que la encendía como nadie lo había hecho hasta ese momento)
M: No, no puedo (y se abalanzó sobre sus labios con una pasión desmedida,
empujándola para llegar hasta el ascensor y llamarlo a tientas mientras se perdía
totalmente en su boca. Las conversaciones telefónicas algo subidas de tono que habían
tenido durante toda la semana, las indirectas que se habían lanzado cuando se habían
visto y ahora ese último toque de gracia había hecho que todos sus propósitos por
hacerla esperar, por elevar su pasión sin darle lo que quería y por seguir con aquel juego
se fueran al traste... pues lo cierto era, que para ella, también estaba siendo una
tortura...)
El viaje en ascensor había sido el más excitante que habían hecho, nada más cerrarse las
puertas de nuevo se enredaron en un beso más apasionado que el anterior, como si
hubieran dejado el poco recato que les quedaba fuera de él
A trompicones, enlazadas llegaron al fin a la puerta del piso de Esther, quien
terminando el beso se dio la vuelta para intentar abrir. Cosa difícil teniendo en cuenta
que Maca no dejaba de atacarla con besos en la nuca e intentando abrir los botones de
su camisa...
E: Umm... espera (le pidió) así no atino...
M: Date prisa (apremió abrazándola por la cintura)
La cerradura al fin cedió y entraron como si se les fuera la vida en ello. De nuevo
inmersas en un beso profundo, Maca acorraló a Esther contra la pared como ya lo había
hecho en el vestíbulo... terminó de abrir todos los botones y hundió la cabeza en su
pecho por encima del sujetador...
M: Qué buena estás (susurró ante la respiración de una Esther que cerraba los ojos con
fuerza...)
E: Tengo... tengo que desconectar la alarma (se acordó dándole la espalda para poder
marcar los dígitos) por Dios... (gimió al sentir a Maca meterle mano de nuevo) qué
manos más largas tienes... (decía con la respiración ya cortada) dame un segundo...
La reina roja
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Dándole una pequeña tregua, Esther consiguió introducir los dígitos que desconectarían
la alarma del piso. Al darse la vuelta, Maca la miraba con el fuego saliendo de sus ojos
y mordiéndose le labio la miró de arriba abajo, anticipándole con esa mirada lo que
tenía en mente hacerle...
E: ¿Te enseño la casa? (preguntó tomando aire y sonriendo al ver la expresión de su
compañera)
M: Claro (se abalanzó de nuevo a sus labios) luego...
Una vez más y como lo había hecho antes, atrapó los labios en un beso rabioso y
apasionado que les cortó la respiración. En un arrebato llevó las manos a sus glúteos y
la elevó del suelo haciendo que Esther cruzara las piernas alrededor de sus caderas...
A trompicones, mordiendo su cuello, y deseándola con cada fibra de su piel, comenzó a
andar por aquel desconocido apartamento buscando la habitación
E: Es... este es el salón (decía sin casi poder respirar)
M: Muy bonito (susurró sin mirar, más atenta en aquel cuello y aquel pecho que la
incitaban de manera loca)
E: Y... esa es la... la cocina... ummm... (se mordió el labio, acallando un gemido cuando
Maca mordió la parte superior de su pecho...)
M: Preciosa, también (contestó volviendo a su boca) ¿y tu habitación? (preguntó entre
besos locos)
E: Ultima puerta (ahora era ella la que mordía sus labios) al fondo (la besaba jugando
levemente con su lengua, haciendo que deseara más) del pasillo (terminó de decir
hundiéndose de nuevo en su boca y prolongando el beso todo lo que pudo)
Pararon en el pasillo, a escaso metro y medio de la habitación. Maca dejó en el suelo a
Esther quien sin separarse de ella, se deshizo de la camiseta de su compañera, al mismo
tiempo que dejaba caer su camisa. Las manos volaban buscando la piel y los dientes
arañaban todo cuanto tenían a su alcance
Maca abrió los botones del pantalón de Esther en un movimiento certero e introdujo la
mano entre las piernas, notando la humedad creciente de una Esther que respondió
apretando el culo de Maca y mordiendo el lóbulo de su oreja
E: Ughh... Vamos a la habitación, Maca (consiguió articular) me estás matando...
Y por fin llegaron, arrancándose la ropa, desgarrando la tela de la ropa interior,
necesitando el contacto directo. Cayeron sobre el colchón, desnudas, entre mordiscos,
besos y leves arañazos consecuencia directa de su deseo y las ganas por tenerse. Maca
se posicionó sobre Esther, teniendo todo su cuerpo a su merced, mirándola como jamás
la había mirado nadie; no recordaba sentir tan latente tan físico el deseo de alguien por
ella...
M: No sabes las ganas que tenía de esto (le declaró besando de nuevo ese cuello que tan
loca la traía y bajando hasta su pecho. Mordió el pezón derecho y lo estiró, provocando
que Esther volviera a morderse el labio acallando un fuerte gemido, la otra mano de su
La reina roja
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amante, viajó hasta el otro pecho jugando con el erecto pezón) no te contengas (susurró
en su oído) quiero oírte...
E: Yo también quiero oírte a ti (protestó al verse atrapada sin posibilidad de acariciarla)
M: Luego... (cortó el movimiento, besándola nuevamente, al tiempo que acoplaba una
de sus piernas entre las de Esther, logrando contacto directo contra su sexo)
E: Espera... espera (dijo logrando voltearlas y quedando ahora ella sobre Maca) primero
quiero hacerlo yo (soltó, y comenzó a besarla por todo el cuerpo, con osadía, con
necesidad, buscó su pecho y se deleitó en caricias, con su lengua bordeo toda la aureola
atrapando finalmente el pezón mientras Maca iba perdiendo la poca compostura que le
quedaba) dios... eres mejor de lo que imaginaba (murmuró mientras sus manos bajaban
por sus caderas)
M: Para... para (la paró viendo a donde se dirigía y una vez más rodaron por la cama)
¿Por qué tú primero? (preguntó mirándola a los ojos, ambas soltaron una sonrisa pícara,
aquello también era “la guerra”) quiero hacértelo yo...
E: No... primero te lo hago yo (esta vez no le dio tiempo a contestar, ni a reaccionar, ni
tan siquiera a pensar, simplemente, llevó la mano a su sexo y comenzó a manipularlo de
una manera que enloqueció a Maca) te veo muy necesitada, cariño (se burló al sentir
cómo estaba...)
M: Umm... ¡joder! (gritó deseosa y moviendo sus caderas contra su mano) vale... vale
(se dio por vencida tumbándose en la cama y haciendo que Esther se tumbara de nuevo
sobre ella) hazlo tú... haz lo que quieras conmigo...
E: Eso me gusta más (sonrió maquiavélica besándola con profundidad)
Y Esther hizo lo que quiso con ella, le hizo el amor de una manera desconocida para
Maca, quien no podía respirar, no podía hablar, tan solo era capaz de soltar gemidos
mientras Esther se zambullía entre sus piernas con una pasión y una fogosidad que no
hacía más sino elevar su excitación hasta límites insospechados...
M: Ufff... dios... no pares... no pares... sigue... sigue... ohgg...
Esther sonreía al escucharla y cuando sintió que llegaba, cuando todo el cuerpo de Maca
se convulsionaba, la penetró haciendo que el orgasmo llegara con más virulencia, con
más fuerza. Maca gritó con total desesperación
Tardó unos minutos en recuperarse, Esther la miraba con una mezcla de orgullo y deseo
en los ojos, mientras iba subiendo por su cuerpo dejando leves besos a su paso. Cuando
llegó a su altura, fue la propia Maca quien buscó sus labios y la besó con ganas. Se
separaron, se miraron con una sonrisa en los labios. Macarena peinó un mechón de pelo
de Esther y lo colocó tras su oreja, ella cerró los ojos al sentir la caricia
E: ¿Estás bien? (preguntó al ver que no hablaba)
M: Más que bien (contestó en un susurro) me has dejado... uff... que no sé ni como
describirlo
E: Me alegro (dijo con algo de chulería)
M: Ven aquí (se rió dando la vuelta a las tornas) te toca a ti (le dijo) así que prepárate,
porque no tendré piedad contigo (le advirtió y la risotada que soltó Esther fue cortada
una vez más por la boca de Maca buscando su lengua...)
La reina roja
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Despertó sintiendo la luz del sol directamente en sus ojos, se movió ligeramente en la
cama encontrando vacío a su lado. Sonrió de lado, aquella noche, tras horas y horas de
caricias, besos y gemidos habían sucumbido al sueño sin tan siquiera darse cuenta
Agudizó el oído, escuchando sonidos provenientes de la cocina. Se levantó y buscó algo
que ponerse, cuando cubrió algo su cuerpo salió de la habitación, encontrándose aquel
pasillo en el que no había reparado al llegar, siguió los ruidos y llegó a la cocina,
encontrándose con Esther quien movía las caderas mientras la radio devolvía algo de
música, cubierta tan solo por una camiseta que le llegaba hasta medio muslo y
esperando a que el café terminara de salir
M: Buenos días (dijo apoyándose en el marco de la puerta)
E: Buenos días (contestó con una sonrisa dándose la vuelta) ¿qué tal has dormido?
(preguntó, sin saber como actuar, sin saber si acercarse o esperar a que lo hiciera ella)
M: Bastante poco, pero... muy relajadita (sonrió de medio lado, acercándose a ella y
besándola levemente) ¿qué haces? (preguntó quedándose cerca de su cuerpo)
E: Café... (señaló la máquina) y un par de tostadas (le comunicó)
M: ¿Te ayudo?
E: No, ya está (sonrió) siéntate, que ahora te sirvo
Dicho esto se sentó sin dejar de mirar aquellas piernas, recordando como se habían
entrelazado con su cuerpo toda la noche, como la habían vuelto loca, y no solo sus
piernas sino todo su cuerpo la había vuelto absolutamente loca. Esther carraspeó con
una sonrisa en los labios al ver hacia donde se dirigía su mirada y elevando la cabeza le
guiñó un ojo de forma pícara
E: ¿A qué hora tienes que ir a trabajar? (preguntó sirviendo un par de tazas)
M: Pues... (miró el reloj de cocina) en media hora tendría que marcharme (dijo llevando
sus manos hasta las piernas de Esther y acariciándolas levemente)
E: Maca... (le advirtió)
M: ¿Qué? (sonrió al ver su rostro y volviendo a acariciarla)
E: Venga... va (se sentó frente a ella dejando el desayuno en la mesa) que no te va a dar
tiempo...
M: Sí... tienes razón (contestó comiéndosela con la mirada)
Desayunaron entre miradas y sonrisas algo tímidas. Maca se duchó y Esther apagó la
tentación que sintió de ir a acompañarla, no tenían demasiado tiempo, Maca tendría que
trabajar y ella debía ir a la oficina, así que... ya habría más tiempo, pensó para sí misma
Se despidieron con un beso profundo a la entrada del piso, prometiéndose llamarse y
quedar ese mismo día. Lo cierto era que les costó bastante separarse, finalmente, y
viendo que se les echaba la hora encima consiguieron tomar rumbo a sus respectivos
“trabajos”
Llegó a la oficina sin poder borrar su sonrisa, agradeció que el ascensor fuera tan solo
de su uso exclusivo, así, ninguno de sus trabajadores podría reírse de la cara de lela que
seguramente tenía. Se quitó la chaqueta y se sentó encendiendo el ordenador. Recibió
una llamada interna, Claudia pedía autorización para subir a su despacho
La reina roja
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Claudia: Buenos días (dijo entrando ya, tras pasar por los controles de seguridad)
E: Hola (contestó medio cantando) ¿Qué tal?
Claudia: No tan bien como tú, por lo que parece (sonrió) menuda carita que traes...
E: He tenido una buena noche... (afirmó mordiéndose el labio)
Claudia: ¿Y no me lo vas a contar? (preguntó curiosa)
E: Aún no (contestó) es pronto, pero ya te lo contaré... (le dijo, Claudia sonrió de
negando con la cabeza)
Claudia: Siempre tan cautelosa (murmuró) bueno... a lo que venía (dijo sacando una
carpeta) “Eternity” va a preparar la presentación de su “Diamante azul”
E: ¿Otro de esos súper eventos sociales? (preguntó, Claudia afirmó con la cabeza,
sabiendo lo poco que le gustaba a Esther ese tipo de eventos) pues... encárgate tú
personalmente de la seguridad...
Claudia: ¿Yo? Esther estoy cargada de trabajo
E: Eres la mejor, Claudia, y teniendo en cuenta lo que pasó en el museo no me fío de
nadie más (contestó)
Claudia: Esther... tú eres la mejor (le dijo ella) deberías hacerlo tú
E: Yo no puedo y lo sabes (afirmó con energía) no voy a exponerme de esa manera, hay
muchas personas que dependen de que yo siga en el anonimato...
Claudia: Está bien (aceptó, pues en el fondo sabía el peso que llevaba a sus espaldas,
nadie podía saber quien era la verdadera directora general de aquella empresa, nadie
debía relacionarla con la empresa, si lo hacían, podría poner en riesgo muchas cosas y
era consciente de lo mucho que a Esther le afectaba tener que estar escondiéndose, pero
siempre lo ocultaba) te informaré de todo
E: Lo sé (dijo en un tono más apenado, y Claudia supo que había metido la pata
insinuando que era ella la que tenía que dar la cara) voy a seguir trabajando (dijo a
modo de despedida)
“Roba en casa de su vecino y la policía da con él al olvidarse las llaves de su domicilio
dentro de la casa en la que estaba robando”
M: Aficionados (murmuró al escuchar la noticia en la radio, aparcada a unos cien
metros de su objetivo, mientras sacaba fotos a la entrada de aquel lugar)
Observaba el ir y venir de personas, mientras buscaba algún punto flaco en la seguridad,
aunque bien sabía que, si finalmente aceptaba, debería estudiarse mejor los planos del
edificio, así como cada detalle más mínimo del personal
No tenía muy claro si aceptar ese trabajo o no y antes de dar una respuesta había
querido ir a ver un poco el estado de seguridad del lugar, quería tener la certeza de que
podía hacerlo antes de dar una respuesta positiva. Cuando recogió la información en
aquel apartado de correos esa misma mañana, se había sorprendido enormemente al ver
cual iba a ser el objetivo, y aunque sabía que ese robo, si lo llevaba a cabo de manera
satisfactoria le daría la posibilidad de dejar ese “trabajo” al menos por un largo, largo
tiempo, no lo tenía demasiado claro, así que ahí estaba, intentando buscar algo que le
dijera que sería más fácil de lo que parecía
Apuntó en una libreta la hora en la que se llevaba a cabo el cambio de turno y sonrió al
ver, que los guardias se entretenían mientras se daban el reporte de lo que había sido el
turno anterior
La reina roja
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Miró a su alrededor, aquella calle no era demasiado transitada, lo que trastocaba un
poco sus planes si quería confundirse con la gente
Enfocó la cámara hacia la parte alta de las puertas, fotografiando un par de cámaras de
seguridad dirigidas directamente hacia la entrada, cada rostro, cada movimiento debería
quedar registrados en sus videos. Luego bajó un poco el objetivo enfocando las puertas
blindadas y de doble tiempo de apertura, primero se abría la más exterior y cuando ésta
se cerraba, quien entrara quedaba “atrapado” entre ésta y la siguiente puerta que solo
parecía abrirse desde dentro, alguien tendría que pulsar el dispositivo de apertura
Dirigió la cámara un poco más a la izquierda y por fin encontró lo que iba buscando.
Amplió el zoom de la cámara para ver así, a un costado de la puerta y bastante
disimulado, la pequeña placa en la que se leía el nombre de la empresa que llevaba la
seguridad: “Werty´s Security” rezaba el letrero
M: ¡Mierda! (protestó, pues por lo que sabía, aquella empresa de seguridad, era una de
las más potentes del país y pese a que el robo al museo había sido fácil, era consciente
de que el sistema de seguridad de la pinacoteca no había sido actualizado en años... en
éste lugar, sin embargo, parecía que había sido revisado)
Sacó un par de fotografías más, apuntó anotaciones en una libreta y arrancó. Dio una
vuelta a la manzana, intentando saber hasta qué punto el edificio estaba vigilado por
fuera. Decidió que por ese día y para ser la primera inspección ocular, ya tenía bastante,
así que tomando el siguiente cruce se alejó de allí
M: Demasiada seguridad para una joyería (se dijo chasqueando con los dientes al ver
una cámara más en la esquina del edificio y una úultima en la salida de emergencia de la
tienda)
Mientras conducía iba pensando en todo lo que debería hacer: Tendría que entrar en el
edificio y ver “in situ” el sistema de seguridad del interior. Debería conseguir los planos
del edificio completo y estudiar las salidas de emergencia. Necesitaría clonar una de las
tarjetas identificativas de algunos de los trabajadores, pues visto el sistema de seguridad
exterior, estaba segura de que el interior sería muchísimo más complicado y
posiblemente tendrían algún lector de tarjeta para poder acceder a la sala donde
guardarían el diamante, también debería hackear el software de seguridad del edificio y
cargar un virus que le permitiera tener los minutos necesarios para copiar los códigos de
seguridad que le harían falta...
Llegó a casa, pensando que tal vez, aquel robo no iba a ser una buena idea. Encendió el
ordenador y comenzó a buscar datos de su objetivo. Internet le devolvió un montón de
información, pero nada le servía. Ya conocía el objeto y sabía todas sus características.
Lo que ella necesitaba eran datos más concretos y sabía que en ese momento, cuando
tenía que volver a salir, no tenía demasiado tiempo para investigar un poco más. Guardó
un par de datos que le parecieron interesantes, encriptó toda la información y cuando
estaba a punto de cerrar el ordenador de nuevo algo llamó su atención
En una de las múltiples páginas que había abierto en internet, leía algo que la hizo
sonreír, aquello podía facilitarle mucho las cosas, si conseguía que saliera bien
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“La joyería Eternity prepara la presentación de su Diamante Estrella “M&EForum”.
Valorado en casi dos millones de Euros y con una gran expectación en el público,
Eternitý está preparando una gran gala de presentación de dicho diamante. Aún se
desconocen los datos del lugar de dicha presentación y la fecha exacta del evento, lo
que sí podemos asegurar desde éste momento, es que seguro será el acontecimiento
social más importante del año”
Tal vez, si lograba que su empresa se encargara de organizar aquel evento, tendría una
posibilidad mayor de realizar el trabajo. Sin embargo, aún había algo que no terminaba
de gustarle en toda esa historia, algo que le hacía pensar en no aceptar el trabajo y es
que aquel robo no iba a ser como los que había realizado con antelación. Ella no solía
robar algo de tan gran valor, normalmente, cuando robaba algo lo hacía sabiendo que el
dinero que le supondría era el que necesitaba, ni más ni menos y ese diamante valía dos
millones de euros, lo que suponía el robo más grande que había realizado jamás y por
ende el más complicado. Aun así, debía reconocer, que si lo hacía, no tendría que volver
a hacerlo en mucho tiempo y eso era demasiado tentador, cambiar de vida, dar un giro
drástico y hacer las cosas bien por fin... sin complicaciones, sin estar las 24 horas del
día pensando que en cualquier momento alguien podía dar con ella... que podría llevar
una vida “normal”
Salió de nuevo de casa, mientras en su cabeza una enorme lista de pros y contras para
aceptar ese trabajo no le dejaba pensar en otra cosa. Aparcó frente a aquel edificio y
suspirando hondamente salió del coche y se dirigió a la puerta
Una enfermera la saludó con cordialidad, ella respondió y continuó su camino, llegó a la
habitación de su madre y entró encontrándola sentada frente a la ventana, con la mirada
perdida en el exterior y los brazos cruzados
M: Hola, mami (saludó acercándose y besándola en la mejilla, su madre ni tan siquiera
se inmutó) ¿cómo estás hoy?
Como respuesta lo de siempre, silencio, total y absoluto silencio. La miró con tristeza,
sintiendo como algo dentro de su alma se desgarraba un poquito al verla de aquella
manera. Esa mujer, llena de vida hasta hacía poco, vitalista, activa, de aquellas mujeres
que no podían quedarse paradas más de una hora, ahora estaba allí, sentada en una silla
y viendo pasar la vida mientras sus recuerdos se borraban poco a poco. Se le hizo un
nudo en la garganta, recordando todo lo que su madre había hecho por ella desde que
era pequeña, como la había sacado adelante sola, sin el apoyo de nadie y sacando
fuerzas desde donde no había. Y ahí estaba, en la clínica privada más cara del país, en la
mejor clínica de enfermos de Alzheimer de Europa, donde ella la había llevado, sin
reparar en gastos, porque se lo merecía, porque su madre merecía lo mejor, y no le
importaba lo que costara, pues ella se encargaría de obtener el dinero que fuera
necesario para pagar la elevada cantidad mensual que aquella clínica pedía
Y era por eso, simplemente por eso por lo que aún no había rechazado el trabajo, porque
aquel robo, le daría una cantidad de dinero como para pagar un año entero la clínica sin
preocuparse de volver a buscar más...
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Rosario: Macarena hija (escuchó que le decía su madre, mirándola levemente) ¿Has ido
ya a la prueba del vestido? (preguntó)
M: Sí, mamá (contestó con tristeza) y me queda muy bien
Rosario: Hija mía (sonrió) vas a ser muy feliz... Fernando es un chico estupendo...
M: Lo sé (le dijo recordando aquella conversación años atrás, antes de anular su boda,
antes de enamorarse de la primera mujer de la que se enamoró... y recordó el rostro de
su madre emocionada al verla con el vestido de novia y una lágrima salió de sus ojos)
De nuevo el silencio se hizo eterno, Rosario volvía a mirar al infinito, perdida
seguramente, en las lagunas de su memoria. Tomó una manta y se acercó más para
taparla, ese día, hacía bastante frío... quizás, no era el clima lo que enfriaba su cuerpo,
sino la sensación de vacío y pérdida que sentía al verla así
M: He conocido a una chica, mamá (le comentó, aunque su madre no hizo ningún
movimiento) es una mujer increíble... me gusta mucho... y yo a ella (sonrió de lado)
creo que podría enamorarme de ella ¿sabes? Pero tengo mucho miedo... (declaró) tengo
miedo a que descubra lo que soy... lo que hago y... no sé... supongo que hoy tengo el día
tonto (se cortó, sin saber cómo explicarse)
Rosario simplemente la miró, sonrió con cariño y acarició su rostro, no dijo ni una sola
palabra, simplemente dejó una caricia en su mejilla y como antes, volvió la vista a la
ventana
Un buen rato después, tras leerle, hablar y hacerle compañía, salía de la habitación.
Habló con Santiago, el director de la clínica quien le comunicó que, a causa de la crisis
(le había dicho) había aumentado la cuota mensual, ella lo miró, afirmó con la cabeza y
le aseguró que no habría problemas
Tras un rato más hablando con el director sobre el estado de su madre y la posibilidad
de llevársela un fin de semana, salió por fin del despacho para tomar rumbo hacia la
salida. Cuando estaba a punto de llegar al hall una voz la paró
Vero: ¿Ya ni te pasas por mi despacho a saludar? (preguntó con una sonrisa tras ella)
M: Lo siento, creí que no trabajabas hoy (contestó con educación)
Vero: Y no lo hacía, pero tenía que venir por unas cosas (sonrió) ¿qué tal has visto a tu
madre?
M: Pues... más tranquila que la última vez
Vero: Sí, la verdad es que últimamente está más calmada (le dio la razón) oye... ¿te
apetece que tomemos algo? (preguntó tras unos minutos)
M: No puedo Vero (contestó) tengo cosas que hacer...
Vero: Voy a empezar a pensar que no te intereso en lo más mínimo (le dijo, y tras
decirlo sonrió haciéndole saber el tono cómico de su frase) venga, ya nos vemos otro día
M: Sí, otro día (contestó dándose la vuelta para marcharse)
Vero: Maca (de nuevo la voz de Maca la paró) se te ha caído esto (dijo sacando una
figurita de ajedrez, concretamente una reina, no roja, sino blanca, pero el efecto fue el
mismo, se quedó algo petrificada, lo disimuló todo cuanto pudo, acercándose a ella para
mirar la figura desde más cerca) No sabía que te gustaba el ajedrez...
M: Y no me gusta (afirmó con toda la tranquilidad que pudo poner) y no es mío... no
tengo ni idea de dónde ha salido
Vero: Ah... pues se le habrá caído a alguien (comentó)
La reina roja
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M: Seguramente (contestó) hasta luego, Vero
Vero: Hasta luego (dijo viendo cómo se alejaba y mirando de nuevo aquella figurita que
tenía entre las manos)
Llegó de nuevo a casa, con una sensación un tanto extraña tras aquel equívoco de
Verónica. En un primer momento se había visto descubierta, sin ninguna opción de
librarse de aquello, sin embargo, Vero parecía haberse convencido de que encontrar esa
figurita justo cuando ella pasaba no había sido más que una simple y llana coincidencia
y, teniendo en cuenta que el Ajedrez estimula la memoria y que en muchas clínicas se
utilizan como ejercicio para la mente, no pareció tan raro la excusa de que había sido a
otra persona a quien debía habérsele caído la dichosa figurita...
Se olvidó del tema, simple y llanamente se olvidó del tema, sin querer darle más
importancia de la que tenía. Su identidad estaba a salvo y nadie sospechaba de ella, ni la
policía, ni nadie ninguna empresa de seguridad y por supuesto, mucho menos la tal
Vero que se le insinuaba cuando no debía y no se enteraba nunca de que no le interesaba
Tras darse una ducha y relajarse un poco, intentando que la mirada ausente de su madre
y su poca comunicación no le afectaran más de lo normal, llamó a Esther, tenía ganas de
verla, de hecho, lo único que quería en ese momento era verla y que le diera un abrazo
M: Hola, preciosa (dijo intentando disimular la tristeza con la que siempre salía de la
clínica)
E: Hola (contestó cantando) ¿qué tal?
M: Pues bien... acabo de darme una ducha y... tengo ganas de verte (dijo directamente)
E: Yo también (afirmó con una sonrisa al otro lado de la línea)
M: ¿Por qué no te vienes a casa y vemos una peli tranquilitas? (le sugirió)
E: Pues... (miró su reloj, aún le quedaba un rato para salir de la oficina) tengo que
terminar unas cosas de trabajo... ¿me das una hora?
M: Sí, claro, si además yo también tengo que hacer unas cositas (le contestó) te espero
aquí ¿sí? (terminó de decir un poco triste)
E: Maca... ¿Estás bien?
M: Sí, claro... ¿por qué lo dices? (quiso saber)
E: No sé... te noto un tanto apagadilla... (continuó ella) y no has soltado ninguna de tus
bromas...
M: Es solo que estoy cansada (afirmó) pero en cuanto vengas se me pasará...
E: Vale, intentaré no tardar mucho (le prometió) te veo en un ratito
M: Sí, un beso. Hasta luego preciosa (dijo colgando el teléfono tras la despedida de
Esther
Colgó el teléfono y encendió el ordenador, abrió toda la información que había
guardado antes de salir hacia la clínica y volvió a revisar los datos. No, no sería un robo
fácil... de hecho, si lo pensaba un poco más, rechazaría la oferta... pero había un
problema, aquella subida en la cuota mensual de la clínica y un experimental pero
carísimo nuevo tratamiento del que Santiago le había hablado le instaban a aceptarlo
Empezó a hacer cuentas, viendo el dinero que aún tenía y el que necesitaba, la mirada
perdida, vacía y triste de su madre la golpeó recordándole por qué hacía lo que hacía y
simplemente, se dio por vencida. Volvió a encriptar la información y la guardó, fue a su
La reina roja
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dormitorio y se puso algo de ropa. Miró el reloj, Esther aún tardaría, tomó las llaves de
casa y salió de allí
En la calle, anduvo un par de manzanas hasta encontrar la cabina telefónica que iba
buscando. Entró en el cubículo y descolgó sacando de su bolsillo una pequeña tarjeta
que llevaba consigo. Introdujo un par de monedas y marcó esperando respuesta
-: ¿Sí? (contestaron al tercer tono)
M: ¿Señor Lara? (preguntó)
Señor Lara: Sí, soy yo (contestó)
M: Acepto el trabajo (dijo escuetamente)
Señor Lara: ¡Eso es estupendo! (exclamó)
M: Sí... estupendo (susurró no muy convencida)
Señor Lara: Bien, dígame cuál es el siguiente paso (quiso saber)
M: El siguiente paso es el mismo que ahora, señor Lara...
Señor Lara: Llámeme Raúl (la cortó) ya que vamos a ser socios...
M: Ya... verá, señor Lara (dijo haciendo hincapié en su forma de dirigirse a él) a partir
de ahora no volveremos a tener ningún tipo de comunicación (le dijo) es importante que
no intente contactar conmigo, nadie puede saber que usted y yo hemos hablado alguna
vez (siguió diciendo) cuando el trabajo esté hecho, yo volveré a ponerme en contacto
con usted y buscaremos un punto de encuentro para hacer el intercambio. Le vuelvo a
advertir, señor Lara, que si veo cualquier indicio de que esto es una trampa
desapareceré, nadie me volverá a ver el pelo y usted se quedará sin su preciado “objeto”
Raúl: Estoy conforme (afirmó)
M: Eso sí, no es un trabajo fácil y tal vez no lo consiga...
Raúl: Estoy seguro de que lo hará (afirmó) nadie más que usted puede hacerlo, por eso
la contraté
M: Sí... ya... (negó con la cabeza levemente, aquello no le gustaba demasiado,
demasiada confianza en ella en un instante) volveré a llamarle cuando necesite que nos
veamos. Que tenga un buen día
Raúl: Usted también (escuchó que decía antes de colgar el teléfono)
Cuando Esther llegó a casa ella aún estaba redactando aquel informe que necesitaba
enviar lo más pronto posible, así que cuando el timbre sonó, dejó el documento abierto
en el ordenador y pensando en las palabras exactas que debía escribir se acercó a la
puerta y sonrió el verla frente a ella
M: Hola (dijo con una mirada boba en la cara) has llegado pronto...
E: Tenía ganas de verte (contestó sin ocultar las ganas que tenía, se acercó a ella y
rodeándola por la cintura la besó con ganas) Hola (saludó tras el beso)
M: Anda pasa (dijo abriendo más la puerta para dejarla pasar) ¿quieres algo de beber?
(preguntó cuando llegaron al salón)
E: Una cerveza si tienes (contestó mientras echaba un vistazo a su alrededor, sonriendo
al verse por primera vez en casa de Maca, el ordenador encendido llamó su curiosidad y
por deformación profesional o por sus increíbles ganas de saberlo todo de Maca se
acercó hasta él y comenzó a leer el documento que estaba abierto)
M: No he tenido tiempo de acabarlo, se me ha hecho un poco tarde (dijo a su espalda,
dándole la cerveza y rodeando su cintura)
E: No pasa nada (sonrió dejándose caer sobre su pecho) ¿Puedo preguntar qué es?
La reina roja
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M: Ya lo has hecho (contestó besando levemente su cuello) es un informe (dijo
cerrando la pantalla del ordenador) para un posible cliente... me han pedido que envíe
un informe detallado de los eventos que he realizado y mi forma de trabajar, y una
propuesta para el que él quiere organizar... (le explicó) aunque no termina de
convencerme como me está quedando...
E: ¿Por qué? (preguntó dándose la vuelta y sonriendo, ambas se alejaron del ordenador
y se sentaron en el sofá)
M: Porque supongo que soy demasiado perfeccionista (se elevó de hombros, pasó el
brazo por los hombros de Esther y la acercó a su cuerpo, necesitaba tenerla cerca) es un
acto muy importante y para mí sería genial poder llevarlo yo, realmente necesito poder
organizar la presentación...
E: ¿De qué se trata? ¿Tan importante es? (preguntó mirándola)
M: Será el evento social más importante del año (afirmó) y, para mi empresa, me
vendría muy bien esa publicidad...
E: ¿El más importante del año? (volvió a levantar la mirada para verla) he leído algo de
eso en la prensa (siguió) ¿Tiene algo que ver con el diamante ese de la joyería...?
M: Eternity (terminó de decir por ella) y sí... (contestó) ese es el gran evento, la
presentación “en sociedad” del Diamante M&EForum... o Diamante Azul... (Esther
afirmó bastante sorprendida por aquello, su empresa y la de Maca tendrían que trabajar
juntas si aceptaban la propuesta de la organizadora, sería interesante... una forma de
“estrechar lazos” con ella. Aunque bien sabía que eso no ocurriría, porque Maca nunca
se enteraría de que ella era precisamente la persona encargada de la seguridad...)
E: Tal vez pueda ayudarte (soltó, pensando que quizás, podría convencer al dueño de la
joyería para que se decantara por la empresa de Maca, automáticamente se mordió la
lengua al pensarlo, no debía mezclar trabajo con placer, eso, no la llevaría a nada bueno)
quiero decir (siguió) con el informe y la propuesta...
M: Eso sería perfecto (contestó bajando hasta su boca para besarla levemente) pero
luego... ahora solo quiero estar así contigo...
Y Esther volvió a notar ese tono triste y apagado que había escuchado un rato antes al
teléfono, y sintió el cuerpo de Maca algo vulnerable, en la forma en la que la abrazaba,
en su ausencia de bromas y comentarios jocosos, en la seriedad de su mirada, sin
embargo, no preguntó... aún no se sentía con la plena confianza de preguntar ciertas
cosas y esperaba que fuera la propia Maca quien le contara lo que le pasara...
Tres semanas después, Maca recibió la noticia de que sería su empresa la encargada de
organizar el evento. Aquello fue motivo de celebración y organizó una cena con Esther,
ésta por su parte, aunque se alegró por la noticia siendo muy buena para la empresa de
Maca no pudo evitar preocuparse. Pese a que en un principio, cuando Maca le contó su
idea de organizar ella el evento había incluso pensado en hablar con el dueño de la
joyería, luego sopesó la posibilidad e inmediatamente la rechazó. No, obviamente no era
una buena idea que fuera Maca quien organizara la presentación, aquello conllevaba
tener que investigarla a escondidas, meterse en su vida y averiguar cosas que si Maca no
le había contado, ella no se veía con derecho a saber todavía... pero tuvo que aceptarlo,
porque viéndola tan contenta con aquel nuevo trabajo y sonriendo abiertamente, no
pudo hacer más que brindar con ella y desearle mucha suerte
Su relación, es esas semanas había comenzado a ser algo más que un comienzo, a pesar
del poco tiempo que había transcurrido desde el primer día que se conocieron y de que
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no habían hablado de ello abiertamente, ambas se consideraban ya una pareja que poco
a poco se iba estableciendo con unos cimientos demasiado profundos. Y es que, aunque
ninguna había abierto la boca, aunque ninguna se atrevía a expresar sus sentimientos
con palabras, ambas sentían que de una manera tranquila, segura y fuerte, se estaban
enamorando...
Habían terminado la noche en casa de Esther. Maca dormía tranquila, desnuda a su lado
mientras ella no podía dejar de mirarla, las sensaciones que le despertaba teniéndola así
comenzaban a asustarla. Ella no era de las que se enamoraba tan fácilmente, siempre
había sido más racional que pasional, necesitaba tenerlo todo bajo control. Sin embargo,
con Maca, nada había estado bajo su control desde que la conociera, la miraba y sentía
ese sentimiento apretándole en mitad del pecho y más miedo sentía
Estaba asustada, demasiado, porque su vida no era fácil, nunca lo había sido, porque su
trabajo conllevaba una responsabilidad tan grande que a veces le abrumaba y no podía
compartirla con nadie, y sabía que con Maca tampoco podía, no si no quería ponerla en
peligro, no podía si quería mantenerlo todo en orden... Mucha gente dependía de su
autocontrol y sentir como se volvía loca, como se olvidaba del mundo entero cuando
estaba con ella, era algo que le daba pavor
Se levantó con cuidado tapándose con una camiseta y salió de la habitación. Por eso no
tenía relaciones, por eso no había dejado que nadie se acercara tanto a ella, porque una
vez llegados a ese punto, todo se complicaba. Tenía que mentirle, algo que odiaba
sobremanera y nunca la dejaría “entrar” del todo en su vida y por el contrario, en unos
días, ella se entraría de lleno en la suya, a hurtadillas, buscando en cada recoveco de su
vida, traicionando su confianza y descubriendo sus secretos. Se sentó en el sofá, ¿Cómo
iba a hacerlo? ¿Cómo iba a ser capaz de seguir siendo profesional cuando se trataba de
ella? ¿Realmente podría hacerlo?
M: Esther... (escuchó que decía Maca apoyada en la puerta) ¿Qué haces aquí?
E: No podía dormir (afirmó con una sonrisa, y de nuevo, se olvidó del mundo, de sus
preocupaciones y sus inseguridades al ver esa mirada iluminada por la luz de la Luna)
M: ¿Estás bien, cariño? (preguntó acercándose algo preocupada y sentándose a su lado)
E: Sí (sonrió más ampliamente al escuchar aquel apelativo) solo me he desvelado un
poco...
M: ¿Qué es lo que te preocupa, Esther? (preguntó directamente, porque intuía que había
algo)
E: Es una tontería, de verdad (contestó intentando quitarle hierro al asunto, mientras
llevaba su mano a una de las piernas desnudas de Maca)
M: No será tanta tontería si no te deja dormir (insistió, preocupada al verla de aquella
manera)
E: ¿De verdad quieres saberlo? (preguntó sin mirarla, llevando su mirada hasta su mano
y dibujando figuras inconexas sobre su pierna con la yema de los dedos)
M: Sí (fue lo único que contestó)
E: Estoy un poco asustada (sonrió de lado aún sin atreverse a mirarla)
M: ¿Asustada por qué? (quiso saber, Esther se elevó de hombros, ella tomó su mentón y
la obligó a mirarla) ¿qué te asusta? (insistió)
E: Todo (contestó clavando la mirada en sus ojos, y se recriminó su error, porque al
perderse en su mirada supo que no sería capaz de ocultarle nada) todo esto (continuó)
todo lo nuestro me asusta (Maca la miraba sin entender muy bien qué quería decirle) me
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estoy enamorando de ti con demasiada rapidez... eso es lo que me asusta (terminó de
decir en un susurro)
Y Maca quedó petrificada, absolutamente asombrada por aquella declaración, la
garganta se le secó y las palabras quedaron arrinconadas en algún lugar lejano. Esther la
miraba, con una mezcla de ilusión por una respuesta parecida y la decepción por su
silencio. Bajó la cabeza, consciente de que Maca no diría nada, que tal vez, ella se había
precipitado al decirle aquello, que quizás tenía que haberse mordido la lengua antes de
hablar, pero como le venía pasando, no controlaba nada de lo que hacía o decía
E: Voy a la cama (anunció levantándose, necesitando salir de allí, alejarse de ella y
calmarse, mientras se formaba un nudo en su garganta desilusionada por la falta de
reacción de “¿su chica?”)
En el salón, en la misma posición que la había dejado, sin ser capaz de mover ni un
ápice de su cuerpo, Maca digería aquellas palabras, mientras su corazón saltaba de
alegría y su razón le recriminaba a gritos aquello
¿Cómo había dejado que pasara? ¿Cómo había sido tan estúpida como para dejar que
llegara tan lejos? Aquello no podía ser, esa relación no tenía futuro ninguno... ella era
una ladrona, robaba a la gente, y en cualquier momento, lo quisiera o no, por mucho
cuidado que tuviera alguien podría descubrirla e iría a la cárcel... ¿qué pasaría entonces
con Esther? ¿Qué pasaría con ella si Esther la descubría? ¿Cómo lograr que aquello
funcionara cuando era consciente de que sería una “relación a medias”?
Y es que, lo cierto era, que tal y como estaban las cosas, no podría darse por entero a
Esther, siempre habría una parte una parte de su vida en la que ella no tendría cabida,
siempre habría alguna mentira enturbiando aquella relación... siempre tendría que estar
ocultándole cosas, sin dejarla entrar del todo en su mundo... ¿Cómo sobrevive una
relación si no se es del todo sincera con tu pareja?
Se tapó la cara con las manos, negó con la cabeza, se agobió, se agobió de tal manera
que ya no sabía qué hacer, qué decir o cómo comportarse, estuvo a punto de levantarse,
recoger sus cosas y salir de aquella casa para siempre... sí, debía hacer eso, eso era lo
mejor que podía hacer, salir de allí, salir de su casa y de su vida, dejarla libre para que
otra pudiera hacerla feliz, que otra pudiera darle lo que ella no podía... y sin embargo no
era capaz de moverse, no se levantó ni se marchó, porque simplemente... no podía
Un leve gemido sordo proveniente de la habitación llamó su atención. Agudizó el oído y
pudo diferenciar con nitidez el sonido de un llanto. Algo se desgarró dentro de su alma,
Esther lloraba... Fue en ese instante, en ese preciso momento cuando se dio cuenta de
que nunca podría dejarla, de que jamás se perdonaría hacerle daño... se dio cuenta, de
una manera dolorosa, de que también se había enamorado de ella...
Se levantó con rapidez y fue con ella. La encontró en la cama, de medio lado, de
espaldas a la puerta y sí, llorando. Cerró los ojos con fuerza, tomó aire y siguió sus
impulsos. Se acostó a su lado, sintiendo más claramente el temblor de su cuerpo, la
abrazó, unió su cuerpo al suyo y escondió el rostro en su cuello. Sintió también un par
de lágrimas recorrer su mejilla, tembló con ella...
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M: Yo también estoy asustada (susurró en su oído) porque también me he enamorado
de ti, Esther (terminó de decir, apretando más su cuerpo, y sintiendo como Esther se
aferraba a ella con más fuerza)
Se despertó escuchando ruido en la cocina. Miró a ambos lados de la cama,
encontrándose sola y viendo que la claridad del día comenzaba a entrar por la ventana
sin pudor alguno. Miró el reloj de la mesita de noche, las 11:15 ¡Se había dormido! Dio
un salto en la cama y quedó sentada, cerró los ojos y se mordió el labio al recordar por
qué se sentía tan cansada: Anoche, de madrugada, tras aquella conversación que había
mantenido con Maca sobre lo que sentían la una por la otra, habían terminado haciendo
el amor durante horas, quedándose dormida casi al amanecer, por lo tanto, no parecía
tan raro haberse quedado despertado tan tarde. Sonrió sin poder evitarlo y los ojos
volvieron a iluminarse ilusionados. Con la necesidad de verla de nuevo, terminó de
levantarse y poniéndose algo de ropa salió a su encuentro
En la cocina, Maca hacía algo de café mientras se peleaba con el exprimidor eléctrico de
Esther, ésta, desde el umbral de la puerta la miraba sin borrar su sonrisa. Cuando su
chica se sintió observada se dio la vuelta y mirándola algo sorprendida sonrió de igual
manera
M: Me has chafado la sorpresa, que lo sepas (le dijo dándose la vuelta de nuevo para
seguir con el desayuno) pensaba despertarte y llevártelo a la cama...
E: Puedo volver a la habitación si quieres (contestó sin moverse de su sitio)
M: No, ya no (contestó) por cierto... ¿no tenías algo más corto que ponerte? (preguntó
viendo como Esther tan solo llevaba una camiseta que le llegaba hasta medio muslo, la
misma que se puso la primera vez que durmieron juntas)
E: ¿Te molesta? (preguntó juguetona)
M: Hombre... molestarme... lo que se dice molestarme... pues no (sirvió un par de tazas
de café) solo lo decía por si tenías algo más corto, que te lo pusieras
E: Creo que tenía por algún sitio una minicamiseta... (dijo pensando) muy escotada, de
tirantes... y con un dibujo bastante sugerente...
M: Mira, vamos a dejarlo (continuó ella) porque como sigas poniendo esos tonitos no
vamos a desayunar, te lo advierto (concluyó dándole más veracidad a su “advertencia”
con un gesto de su mano)
E: Ven aquí, anda (se acercó a ella) que aún no me has saludado y creo que no he hecho
nada malo para que me tengas castigada...
M: Eso querría yo (sonrió) castigarte... (se mordió el labio)
E: Pues... luego si quieres... yo me dejo ¿eh? (la abrazó)
M: Ya verás ya... (rió antes de atrapar sus labios por fin...) anda, vamos a desayunar
Se sentaron en la mesa y mientras Maca continuaba disponiéndolo todo. Esther la
miraba embelesada, aún no se creía del todo lo que había pasado esa noche. Habían
reconocido lo que sentían, se lo habían dicho cara a cara y pese a que el miedo y la
preocupación seguían bien instaladas en su cabeza, no quiso hacerles caso, realmente, lo
único que quería era vivir aquello con Maca y olvidarse del mundo entero
M: Ya puedes empezar ¿eh? (escuchó que le decía) se te va a enfriar... (dijo señalando
la mesa, donde ya había dejado todo lo que había preparado)
La reina roja
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E: Perdona, estaba distraída (sonrió volviendo en sí)
M: Ya me he dado cuenta (sonrió) aunque claro, conmigo aquí, como para prestarle
atención a otra cosa (dijo claramente bromeando)
E: ¡Pero mira que eres creída! (exclamó, lanzándole la servilleta y haciendo que Maca
soltara una carcajada)
M: Sí, pero te encanto, no puedes negármelo (sonrió mordiendo una tostada y haciendo
un gesto presumido)
E: Eres... ufff... me enervas (soltó, ante la sorpresa de Maca por aquella salida)
M: ¿Te enervo? (cuestionó con una sonrisa juguetona)
E: Pues sí (desafió, también jugando) me enervas, me agotas...
M: Ya... ya sé que acabas absolutamente rendida en la cama cuando te hago el amor
(soltó una vez más y Esther abrió la boca asombrada por aquella nueva manera de
llevarlo todo a su terreno)
E: No sé qué voy a hacer contigo (se dio por vendida, porque estaba segura que dijera lo
que dijera, Maca soltaría otro de sus comentarios)
M: Se me ocurren un par de cosas (continuó ella, acercándose a su cuerpo, con un dedo
tiró del cuello de la camiseta todo lo que pudo y miró bajo la ropa) y ninguna decente la
verdad... (Esther rió) ven aquí tonta (la acercó y la besó con profundidad)
En ese momento sonó el teléfono de Esther, suspirando algo frustradas por aquel corte,
se levantó y dedicándole una mirada coqueta salió al salón para coger el inalámbrico y
contestar mientras Maca la miraba con deseo
E: ¿Sí? (sonrió a su chica que le puso morritos para pedirle un beso, se lo dio) Hola
mami... sí, en casa, me has llamado a casa, mamá, y yo he contestado, pues estoy en
casa (Maca sonrió y ella también) no... no me pasa nada... que no me pasa nada (puso
los ojos en blanco) mamá... ma... ¡mamá! ¡Que solo me he acostado tarde y no he
dormido mucho! Vale... que no... que no te grito... (suspiró, Maca volvió a sonreír) vale,
va, dime ¿qué pasa? ... sí, estoy bien (repitió con tono cansino) no... hoy no creo que
pueda ir... pues porque tengo cosas que hacer... sí, mañana creo que sí puedo... vale...
sí... venga, mañana os veo... dale un beso a Miguel... vale, yo también... adiós (colgó
mirando a Maca) mi madre (le dijo, su chica asintió) a veces puede ser un poco
pesadita...
M: Pues como todas las madres... (dijo con un deje de tristeza)
E: Sí, pero la mía además de pesada, es que está aburrida... Miguel se ha ido a ver a un
amigo que está hospitalizado y al verse sola, pues se aburre... (le contó)
M: Ya... ¿Miguel es tu hermano? (le preguntó)
E: No... es mi padre (contestó sacándola de su error)
M: Perdona... es que como le llamas por su nombre en lugar de decirle “papá” (comentó
explicando su confusión)
E: Bueno... (bajó la cabeza y Maca creyó que había metido la pata)en realidad no es mi
padre... es el marido de mi madre... llevan muchísimos años casados (le explicaba) y
realmente en la práctica es mi padre... pero no sé por qué, nunca me dio por llamarle
papá... aunque lo siento como tal... (dijo bajando un poco la mirada, Maca continuaba
escuchándola en silencio) Mi padre... mi verdadero padre nos dejó cuando yo era una
niña (terminó de contarle con tristeza...)
M: Lo siento, cariño (contestó tomándola de la mano) Mi padre también murió cuando
yo tenía nueve años (dijo ella tras un segundo de silencio en el que las sonrisas habían
desaparecido y la tristeza había llegado a sus cuerpos...)
E: Yo también siento lo de tu padre (dijo jugando con sus dedos)
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Durante unos segundos quedaron en silencio. No se miraban, aquel recuerdo las había
dejado tristes, ninguna de las dos sabía qué decirle a la otra y sin embargo querían
decirse muchas cosas... finalmente fue Esther quien habló
E: ¿Tú madre no se volvió a casar? (quiso saber, Maca cerró los ojos un segundo)
M: No... ella no... no se casó (fue lo único que pudo contestar sintiendo un tremendo
nudo en la garganta... Esther la miró, ella le devolvió la mirada y poco a poco fueron
sacando unas tímidas sonrisas con las que se dijeron la una a la otra que no estaban
solas, que ya no estaban solas. Apretó la mano de Esther entre las suyas y amplió su
sonrisa) bueno... (dijo pasados unos minutos) basta de penas (Esther sonrió) ¿Tienes que
trabajar hoy o quieres que hagamos algo juntas? (preguntó dejando atrás el tema
familiar, no quería enturbiar ni un segundo que pasara con Esther)
E: Terminemos de desayunar, deja que haga un par de llamadas y luego ya vemos qué
hacemos ¿vale? (contestó al tiempo que le daba un mordisco a una de sus tostadas, con
más ganas de quedarse con ella que de ir a la oficina... llamaría a Claudia y le diría que
no iba a ir... por un día... no pasaría nada)
M: Vale (contestó acercándose y dándole un beso lento y tierno) umm... sabes a
mermelada (susurró) ¡Que rico! (exclamó susurrante ganándose una tierna sonrisa de su
chica)
E: ¿Te gusta? (preguntó coqueta)
M: Me encanta (sonrió volviendo a besarla) tú me encantas (murmuró en su boca)
******
Ares: ¿Cómo puedes defender tal despropósito? (soltó el Dios de la Guerra un tanto
cansado de tanta ñoñería) eso que vemos, Dioses, no se parece en nada a lo que nuestro
querido amigo llama “Amor” (dijo en claro tono despectivo al pronunciar aquella
palabra)
Eros: ¡Claro que lo es! (exclamó) se quieren, ¿No lo ves?
Ares: Jajaja (se rió de él) yo lo único que veo son dos mujeres que no hacen más que
mentirse para lograr sus propósitos (soltó con autosuficiencia) y debo añadir que me
agrada mucho poder ser testigo de ello (se levantó) Yo y todos los Dioses aquí
presentes, estamos siendo testigos de que eso que profesas con tanta devoción es
inexistente
Afrodita: Tal vez no fuera así, si dejaras de influenciarlas como lo haces (acusó)
Ares: ¿Yo? Mi querida Afrodita (sonrió encantado de aquella situación) lo han hecho
ellas solas, yo no he tenido que hacer absolutamente nada... (miró de nuevo a Eros) mi
querido Eros... va siendo hora de que abandones éste lugar, ha quedado demostrado que
yo tenía razón
Eros: ¡Aún no! (dijo enérgico) ni tan siquiera hemos llegado al punto de la historia que
tan hábilmente, buscando la escena que mejor te convenía, nos mostraste (seguía
rebatiendo) Hay una gama entera de matices entre el blanco y el negro, Dios de la
Guerra y aún queda mucho por ver en esta historia
Atenea: Una vez más, he de darle la razón a Eros (dijo ante el desagrado de Ares) Aún
no hemos llegado al final... toma tu asiento de nuevo, Ares, y déjanos proseguir con la
historia
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La reina roja
Ares: Agg... está bien (dijo de mala gana) Pero busquemos otro punto de la historia...
esta parte es muy aburrida (continuó con desdén) tanto... Amor... está haciendo que me
duerma...
******
DOS MESES DESPUÉS
Quedaban muy pocos días para la presentación del famoso Diamante y todo eran
nervios y cambios de última hora. Mientras Maca parecía histérica con la inminente
llegada del evento, Esther intentaba mantenerse tranquila viendo que nada hacía
presagiar ningún tipo de problema
Estaba en su despacho, repasando la ubicación de las cámaras de seguridad mientras
miraba de reojo un informe que debió leer hacía ya casi mes y medio y que aún
permanecía sobre su mesa sin abrirse. Claudia pidió autorización para subir a su
despacho. Suspiró, sabía lo que le diría y no tenía ganas de volver a escucharlo, aún así,
le concedió el permiso y dejó que pasara
Mientras tanto, en algún lugar de Madrid, Maca pagaba la cantidad de dinero pactada a
aquel “sin techo” que hacía escasos segundos había realizado aquella llamada de
teléfono
Claudia: Tenemos un problema (le dijo nada más abrir la puerta)
E: ¿Qué problema? Si está todo más que atado (contestó intentando calmarla)
Claudia: De eso nada (dijo sacando un pen drive y mostrándoselo) tienes que escuchar
esto (se lo pasó viendo como lo introducía en el ordenador) es de hace tan solo unos
minutos. Estamos intentando localizar la llamada (mientras decía esto, el archivo
terminaba de cargarse y Esther la miró justo antes de que el reproductor comenzada a
reproducir lo grabado)
“Se está preparando el robo de la historia (decía la voz de un hombre) Cuatro hombres
armados entraran a robar El Diamante azul el mismo día de su presentación”
La comunicación se cortó, dejando a Esther con la cara de asombro más evidente que
había puesto en su vida. Miró a Claudia quien le devolvía una mirada igual de
asombrada, volvió a escuchar la grabación, sin decir una sola palabra y repitió la
reproducción una vez más antes de cerrar el ordenador
E: ¿Lo habéis rastreado? (quiso saber, entrando en un segundo ordenador, conectando el
pen drive y comenzando a abrir archivos)
Claudia: Estamos en ello (contestó) pero ha sido una llamada demasiado corta... no
creo que podamos dar con él
E: Vale... (decía sin apartar la mirada de la pantalla del ordenador) voy a aislar el
sonido ambiente, tal vez pueda darnos alguna pista de donde ha sido
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Durante unos segundos más, quedaron en silencio, atentas a cada movimiento que hacía
Esther en el ordenador, aquello sí que era un problema, un grandísimo problema.
Claudia echó un vistazo por el despacho, encontrando aquella carpeta aún sin abrir,
negó con la cabeza y volvió a mirar a su jefa
E: Creo que ya está (dijo volviendo a reproducir el archivo, ésta vez, sin la voz de aquel
hombre)
... Había mucho murmullo de gente, como si fuera un lugar bastante concurrido...
agudizaron el oído, intentando escuchar algo que les diera una pista pero parecía no
haber nada... “Señores pasajeros, el tren con destino Sevilla, va a rea...” Escucharon de
manera lejana
Claudia: Ponlo otra vez (pidió, pues ninguna de las dos había diferenciado mucho)
“Señores pasajeros, el tren con destino Sevilla, va a rea...”
E: Es una estación de tren (comunicó) está en una de las cabinas...
Claudia: Entonces es imposible dar con él (dijo de mala gana) ¿qué hacemos?
(preguntó)
Quedó pensativa unos minutos, sopesando sus posibilidades. Aquella llamada, era algo
extraña... y bien podía ser una broma o algo sin fundamento pues... si vas a robar un
diamante... ¿Llamas para contárselo a la empresa que precisamente se encarga de que
eso no pase?
E: Puede que no sea nada (le dijo haciendo sus pensamientos, palabras) puede que solo
sea una broma... no van a llamarnos para decirnos que van a robarnos... (Claudia asintió
con la cabeza, ella también estaba de acuerdo) Aunque podría ser cierto (sopesó la otra
posibilidad) puede que simplemente alguien quiera visarnos para estar prevenidos...
Claudia: ¿Entonces qué hacemos? (preguntó)
E: Ante la duda, actuar (le contestó) habla con el director de la joyería, dile que es
absolutamente necesario retrasar la presentación al sábado (continuó mientras Claudia
iba apuntando) necesitamos un día más para reforzar la seguridad... quiero más hombres
y quiero que coloquéis más cámaras
Claudia: Bien (afirmó) aunque puede que el director no esté muy de acuerdo
E: Explícale la situación, seguro que aceptará... no creo que retrasar un día la
presentación suponga mucho problema
Claudia: Sí... me pongo a ello (le dijo)
E: Y quiero que verifiquéis esa llamada, que alguien se pase por la estación y si ve
cualquier cosa sospechosa quiero saberlo (pidió en un tono más autoritario, estaba
nerviosa y Claudia lo notó)
Claudia: Perfecto (dijo dándose la vuelta para marcharse, pero antes de salir volvió a
encararla) Esther... (llamó su atención) Sabes que tienes que leer ese informe... no
puedes retrasarlo más...
E: Lo sé (contestó en un tono extraño) es solo que... es mi novia ¿vale? Y voy a leer
cosas que ella aun no me ha contado (le dijo) cosas que se supone que tendré que ir
descubriendo a lo largo de nuestra relación... voy a traicionar su confianza y...
Claudia: Esther (la cortó) Sé que no te gusta esto... pero tienes que dejar fuera tu
relación, esto es trabajo y Maca es quien organiza el evento... siempre lo hemos hecho
La reina roja
51
de esta forma, investigamos a todo el que tenga que ver con algo tan importante para la
seguridad de nuestro cliente... tienes que hacerlo... tienes que leerlo de una vez
E: Ya lo sé (contestó enérgica) déjame sola...
Claudia: Como quieras (terminó de decir marchándose de allí)
Cuando Claudia la dejó sola, tomó aquella carpeta entre las manos, había estado
retrasando el momento durante dos meses y sabía que no podía retrasarlo más. Debía
leer aquel informe, la investigación sobre Maca y su vida, ahora ya no podía hacer nada,
no podía esperar que su chica le contara hasta el más mínimo detalle de su vida puesto
que había llegado el momento de hacer lo que no quería: Meterse en su vida a
hurtadillas. Claudia tenía razón, debía hacerlo y tenía que hacerlo en ese instante
E: Vamos allá (dijo dejando la carpeta sobre la mesa y abriéndola mientras tomaba aire)
Aparecieron un montón de fotografías tomadas a su chica en varios lugares de la ciudad.
Nada era extraño y sonrió al verla distraída leyendo el periódico en una cafetería del
centro. Dejó las fotografías a un lado y tomó el informe adjunto
Macarena Wilson Fernández
Nacida en Jerez de la Frontera, Cádiz
El día (tal) en el año (tal)
Hija de Pedro Wilson y Rosario Fernández
Huérfana de padre desde que tenía 9 años y única heredera de sus bienes; en la
actualidad es propietaria de la empresa de Catering y organización de eventos MFW
Relaciones sentimentales: Tras un año de relación, y una boda planeada, Macarena
puso fin a su relación con Fernando Castro, hijo de una familia de bodegueros de
Jerez, esa fue su última relación conocida con un hombre. Durante año y medio salió
con Marta, Jerezana, propietaria de un bar de ambiente en el centro de Jerez, su
relación terminó cuando la encontró con otra en la cama. Dos años más tarde,
comenzó una relación con Lucía la cual duró tres años, terminaron cuando Lucía se fue
a EEUU por motivos de trabajo
Se sentía bastante rastrera, leyendo aquel informe y dejando al descubierto toda la vida
de su chica, sus relaciones sentimentales, el tiempo que había estado con cada chica... el
por qué de su ruptura... negó con la cabeza, aquello volvía a ser absurdo, tener que
investigar a su propia novia es absurdo
En la actualidad, sale con una chica, con la que lleva dos meses
Círculo de amistades: Entre las amistades más cercanas de Macarena Fernández se
encuentra Ana Pardo, dueña de una librería del centro de Madrid, actualmente cerrada
por reformas, y una tal Laura Llanos, cooperante de una ONG en el Sur de África
Rutina diaria: Trabaja de Lunes a viernes, habitualmente desde su casa, se reúne con
sus clientes en diferentes puntos pactados. Ha organizado una veintena de eventos
desde que se abrió la empresa, entre los que destacan: La presentación del Libro
“Rozando La Frontera” De la escritora Strai. La celebración del Vigésimo aniversario
del Centro Comercial “El Corte Alrevés” Varias Fiestas en algunas discotecas de la
La reina roja
52
ciudad, Diferentes Bodas, Bautizos y Comuniones, así como varios eventos privados.
Actualmente es la encargada de organizar la presentación del Diamante M&EForum
de la joyería Eternity
Los Lunes, Miércoles y Viernes visita de 4 a 6:30 a Rosario Fernández en una clínica
de afectados de Alzheimer a las afueras de Madrid
Una vez más, Esther quedó parada, dejó de leer y soltó el informe de mala gana sobre la
mesa... eso no lo sabía, muchas cosas no sabía y se suponía que debía saberlas llegado
el momento y siendo Maca quien se las contara... Ahora entendía esa mirada perdida de
su chica, ahora comprendía por qué a veces el silencio parecía apoderarse de ella... Su
madre enferma... por eso se ponía tan triste cuando hablaba de su madre, por eso la veía
tan perdida, tan ida algunas tardes...
Y de nuevo se sintió mal, sintió que estaba violando su intimidad, porque eso era algo
que Maca aún no le había dicho y porque aquel informe detallaba con demasiada
exactitud su vida... Además, aquello era una estupidez... Maca, su Maca no era una
ladrona ni alguien a quien se le deba investigar, simplemente era una chica que había
sido contratada para ese evento. No, claro que no encontraría nada raro en el informe de
su novia, era absurdo... y fue por eso, porque lo que no pudo seguir leyendo.
Simplemente no pudo
E: ¡Joder! (dijo dejando la carpeta, cerrándolo todo y recogiendo sus cosas para
marcharse del despacho, necesitaba salir de allí y tomar una nueva perspectiva de las
cosas)
Aparcó el coche frente al edificio de Maca, necesitaba verla, verla y saber que estaba
con ella, que aquella “incursión” en su vida no había tenido consecuencias, era absurdo,
pero necesitaba ver que Maca no tenía ni idea de que sabía lo que sabía... de que había
leído, a medias y sin querer prestar demasiada atención, aquel informe
Bajó del coche y anduvo los pasos que le llevarían a su piso, llamó un par de veces
encontrando una respuesta algo airada. Cambió el gesto, por uno contrariado y subió.
Cuando llegó a la planta, la puerta estaba abierta, entró quitándose la chaqueta y llegó al
salón, donde Maca, con una cerveza en la mano y el ordenador frente a ella bufaba y
maldecía por algo
E: Cariño... ¿Qué pasa? (preguntó)
M: Que todo es una mierda, eso pasa (contestó de mala gana)
E: Maca... (dijo sentándose a su lado) anda, cuéntame qué ocurre... (dijo acariciando su
pelo y echándole un vistazo a la pantalla donde pudo leer algo sobre la Presentación y
otro evento que estaba preparando su chica)
M: Pasa que hace como una media hora me ha llamado el director de la joyería
(comenzó a contarle, poniéndose en pie de mala manera y llevando el botellín vacío a la
cocina) por lo visto, la tal Claudia esta, la idiota de la empresa de seguridad (apuntó un
tanto despectiva, Esther desvió la mirada) le ha “aconsejado” (soltó mohína) retrasar la
presentación para el Sábado y resulta que yo el sábado ya tenía programado otro evento,
eso pasa...
E: Bueno... cariño... (intentó animar) tampoco es tan grave... retrasa el del sábado y...
La reina roja
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M: ¡Estás tonta! (exclamó, dejando a cuadros a Esther) perdona, cariño... es que estoy
nerviosa (se disculpó al ver la manera en la que le había hablado) No puedo retrasar el
del sábado. Es más, debería estar allí, pero claro, ahora tengo que estar en el otro lado...
¡Joder! (soltó)
E: Maca... vale, cálmate (le pidió más enérgicamente) algo se podrá hacer...
M: Pues como no descubra como desdoblarme para estar en dos sitios a la vez... (dijo
molesta)
E: ¿Y no hay nadie que pueda sustituirte en alguno de los dos? (quiso saber)
M: Pues no, cariño, no (volvió a decir) tengo que estar en los dos... (la miró) a menos
que...
E: ¿Qué? (la invitó a seguir)
M: Mi amor, tienes que hacerme un favor (dijo acelerada)
E: ¿Yo? (se sorprendió)
M: Sí... eres la única persona en la que confío plenamente y sabes el plannig de los dos
eventos... tienes que ayudarme cariño... (le pidió, Esther la miraba entre curiosa y
asombrada) Yo no puedo estar en los dos sitios a la vez, pero sí podré escaparme de la
presentación del Diamante una vez esté todo organizado y los invitados hayan llegado, y
por eso necesito que tú estés en el otro evento hasta que yo llegue por si hay algún
problema...
E: Maca... cariño, yo no puedo hacerlo (contestó, pues aunque quisiera no podía, tenía
que supervisar la presentación del evento aunque fuera desde su despacho, claro que no
podía...)
M: Esther... por favor... mi amor... eres la única persona que puede hacerlo (insistió)
además solo será una hora y media, como mucho dos... yo iré en cuanto pueda – seguía
pidiéndole
E: A ver... Maca yo tengo que trabajar y no sé como funciona tu empresa (intentó
razonar con ella)
M: Puedes dejar el trabajo durante una hora, Esther (continuó) además, será el sábado
por la noche y los sábados no trabajas... (rebatió) por favor (se acercó a ella un poco
melosa )mi amor... necesito que me ayudes, sino todo será un desastre...
E: Maca...
M: Anda... solo una hora... te prometo que no será más (besó su cuello, viendo como su
chica cerraba los ojos al contacto con sus labios) te diré todo lo que tienes que hacer, es
muy fácil (mordió levemente su mentón)
E: Esto es juego sucio y lo sabes (soltó dejando que la besara)
M: Es muy importante para mí (siguió diciendo cogiéndole el mentón y mirándola con
ojos de cordero) por favor (la besó levemente) por favor... (la volvió a besar) mi niña...
por favor...
Y no supo cómo fue capaz de decir que sí, no supo en qué momento antepuso su
relación a su trabajo pero ahí estaba, en aquel gran salón de actos de un hotel de la
ciudad, supervisando le trabajo que Maca había realizado anteriormente y con su
pensamiento puesto en aquel otro evento tan importante para su empresa
Había hablado con Claudia y pese a que ésta puso el grito en el cielo, finalmente
lograron una solución. Esther estaría localizable durante toda la noche, recibiría cada
media hora un mensaje de texto con una pequeña información sobre cómo iba el evento
y varios mensajes multimedia con un archivo de video del mismo
La reina roja
54
Mientras tanto, en un exclusivo local de la ciudad, Maca daba las últimas indicaciones a
sus empleados, revisando en una lista que todo estuviera en orden. Había mucho ajetreo,
mucha gente andando de un lado para otro, sin embargo, ella parecía demasiado
tranquila. Miraba a un lado y a otro, sin fijar la vista en ningún sitio y pese a no levantar
sospecha alguna, revisaba y recontaba las cámaras de seguridad instaladas para el
evento
M: Buenas noches (saludó con cordialidad a Claudia que llegaba en ese instante)
Claudia: Buenas noches (contestó al saludo con un apretón de manos, evitó sonreírle
pues, desde que la conociera y se enterara de que era la novia de Esther había querido
hablarle con más familiaridad, pero sabía que tenía que guardar las formas) Ha quedado
todo muy bien (le dijo con amabilidad) se nota que entiendes de esto
M: Sí... es mi trabajo (respondió) aunque bueno... he tenido que modificar unas cosas
de última hora para los cambios que queríais
Claudia: Ya, y quería agradecerte tu ayuda... (siguió ella diciendo) no todos los
organizadores entienden la importancia de la seguridad en estos actos
M: Mi trabajo consiste en tener contento a mi cliente (afirmó) y si eso supone cambios
de última hora o nuevos planes, tengo que hacerlo
Claudia: Entiendo (afirmó) aún así, gracias (sonrió levemente, con una confianza
implícita en la sonrisa que no aparecería en alguien a quien no conoces, Maca la miró
con una ceja alzada y Claudia borró de nuevo la sonrisa) bueno... tengo que ir a vigilar
un poco. Nos veremos por aquí
M: Sí... esto, Claudia (le dijo parándola antes de que se marchara) hay un cambio que
quería comentarte
Claudia: ¿Qué tipo de cambio? (preguntó pues los cambios justo en esos momentos no
venían nada bien)
M: Verás, con esto del cambio de día, coincidía este evento con otro al que también
debo asistir... así que en un rato, cuando vea que todo está más que organizado y que
todo va bien, tendré que marcharme (Claudia la miró asintiendo levemente con la
cabeza) Julia se encargará de todo cuando yo me vaya (siguió diciendo)
Claudia: Ummm... Está bien (aceptó, pues era consciente de ese cambio desde que
Esther le pusiera sobre aviso) necesitaré entonces hablar con Julia y comentarle un par
de cosas (contestó) ¿Sobre qué hora piensas marcharte?
M: A eso de las diez... (le dijo) cuando se haya servido la cena y antes de la gran
presentación (continuó) no quiero importunar a nadie
Claudia: Estupendo. Avísame antes de marcharte, para que puedas presentarme a Julia
M: Lo haré (afirmó dándose la vuelta con una sonrisa en los labios)
La celebración comenzaba, los invitados iban llegando y poco a poco todo el mundo iba
tomando sitio en aquel gran salón. Maca, paseando entre los invitados con una bandeja
en las manos estudiaba las posiciones de los guardas, así como los movimientos de las
cámaras y los gestos de una Claudia que no parecía muy cómoda. La veía de vez en
cuando hablar con el móvil, escribiendo algún mensaje o dándole indicaciones a alguno
de los chicos de su equipo
M: ¿Les apetece vino? (dijo a un grupo de gente mientras veía como Claudia cruzaba
toda la sala y desaparecía por una de las puertas al costado del lugar)
La reina roja
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Dejó que los invitados tomaran un par de copas, le dio la bandeja a una chica contratada
por ella misma y siguió los pasos de Claudia. Sabía que tras aquella puerta se
encontraba el gran diamante, y por lo que había estudiado, solo había dos maneras de
entrar: 1º Aquella puerta que custodiada y más que vigilada, por no hablar de que estaba
a la vista de todos y 2º Una ventana que daba a la calle, la cual, también estaba vigilada
por una cámara fija que habían montado para la ocasión y que ella ya se había
encargado de manipular el día anterior, cuando todos se habían marchado
Claudia salió de la habitación y Maca tomó una nueva bandeja. Se acercó a ella y le
ofreció un poco de vino, se lo agradeció pero declinó la copa alegando estar trabajando.
Con una nueva sonrisa se alejó de ella y entró en la cocina
Mientras tanto, Esther comenzaba a atender a los invitados del otro evento, la gente que
Maca había contratado lo tenía todo muy claro, así que no parecía haber ningún
problema. El cliente de Maca se acercó a ella saludándola con cortesía, Esther disculpó
a Macarena diciendo que iría en una hora y el hombre, aunque no muy contento, afirmó
y siguió a lo suyo. Miró su teléfono móvil, no había recibido el mensaje de Claudia así
que decidió llamarla
E: ¿Cómo va todo? (preguntó nada más descolgar)
Claudia: Sobre ruedas (contestó con tranquilidad) está todo tranquilo, no ha habido
ningún problema y no parece que vaya a verlos
E: Me alegro (le dijo) mantenme informada
Claudia: Lo haré (sonrió) por cierto... tu chica ha hecho un trabajo excelente ¿eh? Todo
el mundo está encantado (halagó a Maca)
E: Claudia... (la regañó) estate a lo que tienes que estar
Claudia: Sí, perdona (se disculpó)
La comunicación se cortó y de nuevo Esther se reprochó el haberle dicho que sí a su
chica. Ella no debería estar allí sino en su despacho, controlando todas las cámaras,
controlando todo aquel evento y no en aquel otro acto en el que, a decir verdad, se
sentía demasiado perdida
Maca dejó las bandejas, repasó con Julia todo lo que tenía que hacer hasta que terminara
el acto y de nuevo fue en busca de Claudia, cuando la encontró, la vio de lejos discutir
con alguien, por lo visto, alguien había movido unas flores y tapaban una de las
cámaras. No le dio importancia y tampoco hizo ningún tipo de gesto, terminó por
acercarse y sonrió con tranquilidad
M: Me tengo que ir ya (le dijo) no puedo esperar más tiempo
Claudia: Vale... (contestó mostrando calma) gracias por todo
M: Gracias a vosotros (soltó sonriendo para sí misma) Julia está allí (señaló a una chica
rubia que hablaba con un camarero) ahora vendrá a hablar contigo
Claudia: Perfecto (asintió) gracias de nuevo. Que tengas buena noche
M: Y vosotros (contestó, dándose la vuelta para marcharse al fin de allí)
En cuando se alejó un par de pasos, Claudia llamó de nuevo a Esther, quien contestó a
los pocos segundos
La reina roja
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Claudia: Tu chica ya se va (le informó) y aquí sigue todo tranquilo
E: Bien... en cuanto llegue iré al despacho (le comunicó) te llamaré desde allí
Claudia: Bien (colgó de nuevo y continuó con su trabajo)
Macarena se aseguró de que la vieran salir. Incluso se despidió del chico de seguridad
de la puerta deseándole una buena noche. No levantó sospecha alguna pues, en los días
previos a la presentación se había mostrado igual de amable con todo el mundo. Salió a
la calle, miró el reloj, tenía el tiempo justo para realizar el robo y llegar al otro evento
sin que nada hiciera pensar que ella tenía algo que ver. Aunque, de momento, ya tenía la
coartada que ella misma se había encargado de crear con aquella llamada días antes
En cuanto dio la vuelta a la esquina aceleró el paso y llegó a su moto. Abrió el maletín
trasero, se hizo una coleta y se puso una gorra oscura, guardó un par de cosas, y
mientras introducía varios dígitos en su teléfono móvil comenzó a andar de nuevo. Dio
la vuelta a toda la manzana, puso excesivo cuidado en una de las “zonas de conflicto” y
esperó a que el guarda de seguridad que hacía la ronda exterior volviera a su puesto.
Contó mentalmente los segundos que faltaban, miró de lejos la cámara de seguridad
sonriendo al ver cómo aquel pilotito rojo estaba apagado y cuando supo que tenía el
camino libre corrió hacia aquella ventana
Con destreza quitó los enganches de la ventana y la desplazó hacia arriba, dejándole el
hueco justo por el que pasar. Entró en la habitación y se escondió entre las sombras al
escuchar ruido tras la puerta. Esperó unos segundos más y salió de nuevo llegando hasta
aquella urna de cristal que contenía el preciado Diamante
Lo admiró durante unos minutos, realmente debía valer lo que valía, era precioso,
absolutamente maravilloso. Dejó de “adorarlo” y comenzó a trabajar
Desactivó la alarma silenciosa que protegía la apertura del cristal. Sacó del bolsillo de
su chaqueta un pequeño papel en el que se leían los números que había conseguido
copiarle al ayudante de Claudia un día antes. Introdujo el código de cuatro dígitos en la
pantalla de apertura y la luz verde hizo que apareciera una enorme sonrisa en los labios
Miró hacia la puerta, volvió la vista al diamante y cerrando los ojos, con la tensión de
no saber si había cometido o no algún fallo, lo abrió. Suspiró hondamente al ver que el
cristal cedía sin contratiempos. Cogió el Diamante, dejó su ya famosa figurita, colocó
todo tal y como estaba y salió del edificio con ese conocido subidón de adrenalina que
ya conocía
Cogió la moto y se alejó del lugar. Dejó que en puntos concretos y previamente
establecidos en su itinerario, las cámaras de tráfico captaran su posición y finalmente,
tomó el camino más corto hasta el hotel en el que debería estar
M: Lo siento, mi amor (dijo llegando hasta Esther) había un tráfico horrible
E: Menos mal que ya estás aquí (contestó acercándose a ella y besándola) todo el
mundo se preguntaba donde estaba la organizadora...
La reina roja
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M: Pues aquí estoy ya (sonrió recibiendo un nuevo beso) ¿Qué tal va todo? ¿Has tenido
algún problema? (preguntaba con calma)
E: Ninguno... (sonrió ella también) ¿Y tú? ¿Qué tal el diamante ese? ¿Es tan bonito
como dicen?
M: Pues no lo sé (contestó) ni siquiera lo he visto... (afirmó) creo que iban a sacarlo
dentro de un rato...
E: Pues qué pena (le dijo)
M: Bueno... ya lo veré en la prensa mañana (contestó) y ahora, supongo que debería
ponerme a trabajar... menudo diíta llevo
E: ¿Estás muy cansada? (dijo haciéndole un gesto cariñoso)
M: Un poco... (puso morritos recibiendo un beso de Esther) ¿Te quedas conmigo?
E: Pues... no sé... la verdad es que me siento un poco perdida (afirmó) y... tendría que ir
a casa...
M: Solo un ratito (pidió de nuevo)
E: Está bien... media hora ¿vale? (sonrió, de nuevo, olvidándose de que tenía que estar
en otro lugar, uno muy importante para su empresa y sin embargo, como le venía
pasando, actuaba de manera impulsiva cuando Maca estaba cerca
M: Vale (la besó agradecida) estás muy guapa (halagó)
E: Pues anda que tú... (se acercó para besarla con más profundidad)
Alguien les llamó la atención y ellas sonrieron algo avergonzadas, ni siquiera habían
reparado en el “público” que tenían a su alrededor. Se miraron con una sonrisa tímida y
cogidas de la mano se presentaron ante el cliente de Maca, quien ahora sí, saludaba
satisfecho al verla allí
Veinte minutos después, mientras Maca se encargaba de que todo estuviera en orden y
Esther recogía sus cosas para marcharse a casa, su móvil sonó insistente. Miró la
pantalla y se extrañó al ver el nombre de Claudia en él, había hablado con ella hacía
menos de media hora y aquello no le gustaba nada. Absolutamente nada
E: ¿Qué ocurre? (preguntó directamente)
Claudia: Lo acaban de robar (contestó tras aquella pregunta)
E: ¿Qué? (preguntó asombrada)
Claudia: La réplica (le dijo) que no está, la han robado
E: Lo he entendido a la primera (recriminó) ¿Cuando?
Claudia: No hace más de media hora (contestó) no sé cómo ha podido pasar...
E: ¿Qué no lo sabes? (decía enfadada) Pues está claro que algo ha salido mal (decía
airada, sobre todo, porque mientras alguien llevaba a cabo ese robo, ella no estaba
donde debía estar) vale... vale (intentó calmarse, porque la primera “culpable” había
sido ella) voy a mi despacho, te quiero ver allí en veinte minutos, deja a alguien al cargo
y ve hacia allí
Claudia: Ahora mismo (contestó diligente)
E: Bien... antes de irte, coloca el original (le dijo) intenta que nadie se dé cuenta (siguió)
al menos algo hicimos bien (se dijo a sí misma antes de colgar)
Claudia: Vale, ahora te veo (dijo antes de colgar el teléfono)
E: ¡Joder! (protestó guardando el móvil y mirando a su alrededor, divisando a su chica
dándole algunas directrices a un camarero. Tomó aire profundamente, intentando
calmarse y que no se le notara nada, cerró los ojos un segundo y comenzó a andar hacia
ella) Ehh... Maca, cariño (llamó su atención) perdona... (se disculpó por la interrupción)
La reina roja
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M: No pasa nada, mi amor (contestó) dame un segundo (dijo pidiéndole un momento
para terminar de hablar con el chico, mientras pasaba un brazo por su cintura) El
Champang lo sacáis dentro de cinco minutos (le dijo, el chico asintió y tras esto se
marchó a continuar su trabajo) dime (se volvió hacia Esther)
E: Que... me voy a ir ya a casa (informó poniendo cara de cansada)
M: ¿Ya? (miró el reloj) es muy temprano cariño, anda... quédate un poco más... (pidió
poniendo morritos)
E: Maca... estoy cansada y me duele la cabeza (dijo haciendo un gesto de dolor)
M: ¿Sí? (la miró preocupada) no tienes buena cara (siguió acariciando su rostro)
E: No me encuentro muy bien (afirmó) creo que voy a ir a casa y a meterme en la
cama...
M: Vale... ¿quieres que te acompañe?
E: No (sonrió de lado) tranquila (intentó que no se preocupara demasiado) además, no
creo que debas dejar el evento habiendo llegado tan tarde...
M: Me da igual el evento, lo que quiero es que tú estés bien (afirmó)
E: Lo estoy (volvió a sacar una sonrisa) tranquila ¿sí?
M: Si tú lo dices (contestó no muy convencida)
E: Maca... estoy bien, solo necesito acostarme (se acercó a ella) te llamo mañana y
hablamos ¿vale?
M: ¿No quieres que vaya a tu casa cuando acabe aquí? (preguntó tomándola de las
caderas)
E: Me voy a dormir enseguida (se disculpó) mejor hablamos mañana...
M: Vale (la besó levemente) pero si quieres algo o te encuentras peor... me llamas
E: Lo haré (sonrió sintiendo otro beso) cariño... que todo el mundo nos mira...
M: Me da igual (contestó con la misma sonrisa) ¿sabes una cosa?
E: ¿Qué? (dijo muy cerca de sus labios)
M: Que te quiero (soltó con la necesidad de decírselo, más ahora que, si algo había
salido mal durante el robo, las cosas se le pondrían muy difíciles)
E: Yo también te quiero (contestó tras la sorpresa inicial de aquella declaración,
sintiendo una norme paz, tranquilidad, y un profundo sentimiento cálido en su corazón)
Se besaron una vez más, sin importarle la gente que pudieran verlas. Maca acompañó a
su chica hasta su coche y se volvieron a despedir con una serie de besos cortos que
intentaron prolongar todo lo que pudieron...
Llegó a la oficina en tiempo record, subió hasta su despacho y esperó a que llegara
Claudia, mientras tanto, conectó los monitores comprobando las cámaras de seguridad,
encendió el ordenador y comenzó a dar órdenes. En esas estaba cuando Claudia pidió
autorización para entrar. Una vez lo hizo, Esther dejó lo que estaba haciendo y la esperó
con impaciencia
E: ¿Qué ha salido mal? (preguntó directamente)
Claudia: Estamos trabajando en ello (dijo intentando mantenerse ecuánime)
E: No he preguntado qué estamos haciendo (dijo airada) quiero saber ¡qué ha ido mal!
(repitió)
Claudia: Entró por la ventana exterior (comenzó a decir) y debía tener el código, no
sabemos cómo lo consiguió pero no parece haber nada raro en la cerradura
E: ¿Qué pasa con la cámara exterior que instalamos precisamente en esa puñetera
ventana? (dijo mirando el monitor, donde la imagen devolvía un fotograma único,
La reina roja
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obviamente, la cámara, en algún momento había dejado de grabar, era como si alguien
le hubiera dado al pause...
Claudia: La manipularon (contestó mirando el monitor) posiblemente antes de la
celebración
E: ¿Y cómo es posible que nadie lo comprobara? (preguntó)
Claudia: Lo hicimos (rebatió) Juanjo mandó al nuevo a que lo hiciera
E: ¿El nuevo? (preguntó mirándola)
Claudia: Alberto Sánchez (contestó mirando una carpeta que llevaba consigo) lo
contratamos hace una semana
E: ¿Me estás diciendo que mandasteis al nuevo a comprobar algo de máxima
importancia? (dijo exaltada) ¿Dónde está?
Claudia: Aún en la presentación (afirmó)
E: Lo quiero aquí ésta misma noche (ordenó) quiero que hables con él y le saques todo
lo que sabe, estoy segura que tiene algo que ver en todo esto (terminó de decir)
Claudia: Vale... Esther... (la llamó, intentando hablar con ella con serenidad, sabiendo
por qué estaba tan enfadada, sabiendo como se sentía) Solo ha robado una réplica... y no
ha sido culpa tuya...
E: Todo lo que pasa en esta empresa es culpa mía, Claudia...
Claudia: Esther... creo que tienes demasiada carga y...
E: Ahora no, por favor (pidió cortándola, sabiendo lo que le quería decir) ve a por el tal
Alberto... quiero que hablemos con él esta misma noche (dijo sentándose en su
escritorio y mirando el ordenador)
Cuando Claudia se marchó, se llevó las manos a la cara, se tapó el rostro frustrada.
Aquella “Reina Roja” Estaba siendo más peligrosa de lo que pensaba, la había
subestimado... era lista y además escurridiza, había entrado en un salón lleno de gente
con más seguridad que el museo y aun así, se había marchado con el objeto que había
ido a robar y no parecía haber dejado ni una sola pista. Afortunadamente, tras aquella
llamada, había ordenado colocar una réplica del diamante queriendo aumentar la
seguridad del original, eso fue lo único que le daba un poco de alivio, que la famosa
Reina Roja, no había sabido diferenciar el original de una copia...
Buscó los archivos del personal contratado, buscando a aquel chico nuevo contratado
una semana antes del evento
Alberto Sánchez Lara, 26 años, nacido en Madrid...
Devoró el informe que le devolvió el ordenador sin encontrar nada raro. Leyó y releyó
aquel informe, obviamente algo debería esconder... pero hasta que no lo viera, hasta que
no escuchara lo que decía y estudiara sus movimientos y sus reacciones no encontraría
nada
Tomó un bolígrafo entre las manos y comenzó a jugar con él. Lo miró, miró el
ordenador y de pronto, asustada, algo se encendió en su cabeza. Tembló, tenía que estar
equivocada, aquello posiblemente sería una más de sus cavilaciones erróneas, algo que
descartar... Y por eso, tenía que eliminar su nombre de la lista de sospechosos. Volvió la
vista al ordenador y entró en la página de la DGT, buscó la localización de las cámaras
de tráfico de Madrid y tras unos momentos de búsqueda, logró descargar los videos de
aquella noche...
La reina roja
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Esperó impaciente a que los videos se terminaran de descargar y una vez el ordenador le
informó de que los archivos estaban completos, comenzó a abrirlos uno por uno
buscando la hora aproximada del evento
Abrió Google maps con el fin de ver qué recorrido habría tomado Maca desde el lugar
de la presentación del Diamante hasta el otro evento y una vez describió dos itinerarios
diferentes, los más frecuentes y los más cortos de un punto a otro, buscó entre los
videos aquellos que reflejaban el tráfico en las diferentes calles que había anotado con
anterioridad
En el primer visionado pudo ver que el tráfico, como bien le había dicho Maca no era
para nada, fluido. Suspiró, no le había mentido, había un atasco considerable en una de
las avenidas que tenía que cruzar a la hora en la que se suponía que Maca debía pasar.
Rebuscó entre los vehículos, si su chica había pasado por allí, entonces debería aparecer
en algún punto de la pantalla. Miró la hora que registraba el video y recordó la hora
exacta en la que Claudia la había llamado para avisarle de su marcha
Aproximadamente, yendo en moto, con la posibilidad de esquivar algún que otro
vehículo, el tiempo estimado mentalmente para llegar de un punto a otro debían ser de
20 a 30 minutos, diez más si tenía en cuenta el tráfico que veía en los monitores.
Claudia la había llamado quince minutos antes de las diez y Maca había llegado a las
Diez y Veinte de la noche, según lo que recordaba, por lo que entraba en el rango de
tiempo normal de desplazamiento
Volvió a revisar el callejero, intentando averiguar si había algún otro recorrido más
corto, sin embargo, el único que podría haber elegido, daba un rodeo tan grande que
aumentaba al doble el tiempo estimado, por lo que lo desechó directamente
De nuevo prestó atención a las cámaras y entonces sí que suspiró aliviada y sonrió con
tranquilidad. Por el costado derecho de la carretera, la moto de Maca hacía su entrada en
el cuadro de visión de la cámara de manera lenta y parándose tras un coche en mitad el
embotellamiento. La distinguió enseguida y aumentó el zoom la zona hasta poder verla
con más claridad. Con el casco puesto y poniendo los pies en el suelo debido a la
parada, la vio mirar el reloj e intentar adelantar a un par de coches, consiguiéndolo para
una vez más, quedar tras un Ford gris metalizado al que no pudo adelantar, cuando los
vehículos volvían a moverse, la moto de Maca desaparecía de la pantalla
Buscó la siguiente calle con videovigilancia y cargó el archivo correspondiente.
Adelantó el video hasta la hora que deseaba y de nuevo, tras esperar unos minutos,
Maca volvía a aparecer en el monitor. Sonrió, cerró los ojos tranquila de saber que ella
no había tenido nada que ver, no le hacía falta nada más, era imposible que ella hubiera
intentado robar el Diamante si aparecía en las cámaras de tráfico... si lo hubiera hecho,
no habría tenido tiempo de llegar hasta donde le mostraba el video y mucho menos al
otro evento, era imposible, absolutamente imposible que hubiera sido ella... se lo repitió
un par de veces, sintiéndose estúpida por haber dudado por una milésima de segundo
E: Claro que no es ella, Esther (se dijo en voz baja) tendría que haber volado y ahí
está...
La reina roja
61
Se recriminó haber desconfiado de su chica, haber pensado que tal vez ella podía tener
algo que ver en el robo... Se sintió mal por pensar eso y tras el remordimiento, llegaron
las risas por lo absurdo de la situación y el alivio que sintió al poder borrarla de “la lista
de sospechosos”
Claudia avisó de que el tal Alberto estaba entrando en el edificio, por lo que mucho más
calmada cerró todos los archivos, no necesitaba ver más, ni revisar más itinerarios, ya
había encontrado las pruebas que necesitaba para sentirse tranquila. Le indicó a su
empleada donde debería hablar con el guardia, la sala de reuniones le daba la
posibilidad de ver toda la “charla” por el monitor y escuchar lo que decían. Tomó el
mando y se recostó contra la mesa con la mirada fija en los televisores
Claudia: Siéntate Alberto (dijo Claudia al chico que parecía algo extrañado por aquella
situación) Una noche dura ¿eh? (habló con tranquilidad y mostrándose amable)
Alberto: Sí (sonrió) bastante
Claudia: ¿Qué tal te ha ido? (preguntó) ¿estás contento?
Alberto: Sí, lo cierto es que sí (sonrió él mientras se sentaba) ¿Pasa algo jefa? (preguntó
mirándola)
Claudia: Nada... solo quiero hablar contigo un momento (decía sentándose ella
también, abriendo una carpeta sobre la mesa)te contratamos hace una semana (le dijo)
Estuviste trabajando un tiempo como jefe de seguridad de (no sé qué empresa)
Alberto: Así es (contestó intentando mantenerse tranquilo pero contrariado por toda
aquella situación)
Claudia: ¿Te despidieron o te fuiste tú? (quiso saber, aunque toda aquella información
ya la sabía de antes)
Alberto: Me fui yo (contestó)
Claudia: ¿Por qué? (preguntó de nuevo levantando la vista del informe)
Alberto: Bueno... supe que estaban buscando gente en esta empresa y es la mejor del
país (contestó) creí que sería una buena oportunidad
Claudia: Lo cierto es que parece que llegaste en buen momento (sonrió con
amabilidad) justo cuando estábamos preparando un importante operativo de seguridad
Alberto: En realidad yo no lo sabía (contestó) simplemente seguí órdenes y he
intentado cumplir mi trabajo lo mejor que he sabido
Claudia: Ya (sonrió irónicamente) ¿Fuiste el encargado de revisar el sistema de
cámaras de seguridad del exterior?
Alberto: Sí (contestó escuetamente)
Desde su despacho, Esther se percató del levísimo movimiento de su cuerpo y de cómo,
pese a intentar disimularlo, Alberto tragaba saliva algo forzado. Prestó más atención
Claudia: ¿Revisaste todas las cámaras? (preguntó)
Alberto: Todas
Claudia: ¿Todas estaban bien? (siguió cuestionando) ¿no hubo ningún problema con
ninguna?
Alberto: Ninguno (contestó y volvió a removerse) Hasta ayer por la noche todas las
cámaras estaba a punto
Claudia: Ya... (apuntó algo en una libreta) ¿Volviste a revisarlas antes del comienzo
del evento?
Alberto: Sí...
Claudia: ¿Y hubo algún fallo en alguna? (preguntó de nuevo)
La reina roja
62
Alberto: Si lo hubo yo no me di cuenta (dijo forzado) no soy técnico... pero creo que
todas estaban bien...
Claudia: ¿Incluyendo la cámara de la ventana que accedía al interior del edificio?
(siguió) ¿la que colocamos justo ayer mismo?
Alberto: Es... especialmente esa (contestó)
E: Está mintiendo (dijo Esther categórica y Claudia afirmó con la cabeza al escucharla
por el pinganillo)
Claudia: ¿Especialmente? (preguntó pues esa respuesta, al igual que a Esther le había
dado alguna pista) ¿Por qué esa especialmente?
Alberto: No sé... A mí me dijeron que la revisara (contestó comenzando a ponerse algo
nervioso) oiga, mire, yo he hecho mi trabajo lo mejor que he podido, me dijeron que
revisara las cámaras y es lo que hice...
Claudia: Sin embargo una de las cámaras que en teoría tenías que haber revisado,
estaba apagada... ¿Cómo es posible que un chico, que ha sido jefe de seguridad de una
empresa, que sabe cómo funciona esto caiga en el error de no saber cuándo una cámara
está apagada o encendida?
E: No le atosigues demasiado (le pidió por el pinganillo) si se ve muy agobiado se
cerrará y ahora mismo parece que está cediendo
Alberto: Estaban bien... revisé todas las cámaras, todas estaban activadas y
funcionaban...
Claudia: Entonces no sabes cómo es posible que una de las cámaras se apagara sin más
¿no?
Alberto: No... no lo sé, ¿vale? No tengo ni idea de por qué la cámara de la ventana
estaba apagada (contestó elevando un poco la voz)
E: Lo tenemos (dijo satisfecha)
Claudia: ¿Cómo sabes que me refería a esa cámara en concreto? (preguntó sonriendo al
ver el gesto contrariado de Alberto)
Alberto: Uss... usted ha dicho que...
Claudia: No... yo no lo he dicho (se sonrió más aún) Vas a tener que dar muchas
explicaciones a la policía...
Alberto: No... espere... espere ¿vale? (la paró) yo no he hecho nada... no he hecho
nada... alguien... alguien me pagó para que... para... para que no avisara si veía algo
raro... pero no he hecho nada...
Claudia: ¿Quién te pagó? (preguntó dándose la vuelta al escucharlo)
Alberto: No lo sé (se tapó la cara con las manos bastante agobiado) no lo sé... pero yo
no he hecho nada... solo tenía que callarme si veía algo raro... solo eso...
E: Pregúntale por la Reina Roja (le dijo sin apartar la mirada del monitor)
Claudia: ¿Quién te pagó? (volvió a preguntar) ¿La Reina Roja? ¿Fue ella?
Alberto: ¿Quién? (le devolvió la pregunta y por sus gestos, Esther supo que no tenía ni
idea de quién le estaba hablando)
Claudia: ¿No fue ella? ¿No fue ella quien te pagó para que te callaras? ¿Para que no
avisaras de que la cámara no estaba funcionando?
La reina roja
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Alberto: No lo sé... solo sé que recibí una llamada y... no sé de qué me habla... lo juro
E: Está bien, Claudia (le dijo) no nos contará nada más... llama a la policía y que ellos
se encarguen de él (le pidió) Buen trabajo (dijo con el orgullo de tenerla en su equipo,
apagando el monitor y quitándose le pinganillo... Si Alberto no sabía quién era la Reina
Roja y suponiendo que no mentía, entonces ¿quién le había pagado? ¿Tenía un cómplice
la famosa y según la prensa, solitaria Reina Roja?)
Cuando despertó aquella mañana lo primero que hizo fue buscar el cuerpo de Esther a
su lado. Al encontrar la sábana fría junto a ella, recordó, que aquel día no habían
dormido juntas
M: Genial (se dijo) ya empiezo con mal pie
Y es que, lo cierto era, que se había acostumbrado tanto a dormir con ella, a despertarse
a su lado y buscarla que hacerlo y no encontrarla era algo que le torcía el día... se
levantó y se puso algo de ropa, hizo algo de café mirando el reloj y decidiendo que
esperaría un poco más antes de llamarla. La noche anterior Esther se había ido
sintiéndose un poco mal y quería dejarla descansar unos minutos más, pese a que estaba
deseando hablar con ella
Se sirvió una taza de café y fue al salón, encendió el televisor queriendo ver las noticias
matinales, estaba convencida de que toda la prensa se había hecho eco del robo de la
noche anterior y quería saber si la policía había hecho algún tipo de declaración para así,
saber qué paso tendría que seguir ella. Sin embargo, su sorpresa fue mayúscula cuando
la presentadora del telediario dio paso al video de la gala
Presentadora: Éxito rotundo en la presentación del Diamante M&EForum de la joyería
Eternity (decían a modo de titular) Ayer por la noche se celebró la tan esperada
presentación del Diamante Azul, la estrella de la Joyería Eternity, con un extraordinario
cuidado de los detalles y una gran elegancia. El fabuloso diamante fue llevado por la
modelo Internacional Hellen Watson, y admirado por todos los invitados a la selecta
gala
M: ¿Pero qué coño...? (pronunció dejando la taza de café y prestando más atención a la
noticia)
Presentadora: La gala de presentación se celebró sin contratiempos y el diamante
apareció en escena a las 22:10 de la noche tras la cena y bajo un meticuloso y cuidado
sistema de seguridad, todos admiraron la brillante joya. La presentación que fue
pospuesta un día de la fecha inicial ocurrió sin ningún problema y con absoluta
tranquilidad. Pese a que fuentes nos informaron de una posible amenaza de robo,
podemos afirmar que dicha información era falsa. Disfruten de éste gran diamante y esta
belleza que tan solo está al alcance de unos pocos...
No se lo podía creer, aquello debía ser un error, una broma, ella había robado aquel
diamante, se había jugado el cuello por robarlo, se lo había llevado de aquel lugar,
¿Cómo era posible que estuviera allí? No era real, aquella joya que mostraban las
La reina roja
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cámaras debía ser una réplica, claro que lo era... ¿o acaso era ella quien había robado la
réplica?
M: ¡Joder! (protestó, al darse cuenta que, lo más probable, lo más seguro, es que fuera
ella quien había robado la réplica) maldita Claudia (dijo tirando el mando de la
televisión y marchándose a su habitación para vestirse, debía comprobar que el
diamante que ella había robado era el real, aunque algo le decía que tan solo era una
burda copia)
El mal humor aumentaba conforme se iba vistiendo, no podía entender cómo había sido
tan sumamente estúpida, como había podido subestimar tanto a Claudia y su empresa de
seguridad y mucho menos podía creerse el cómo no había pensado en el cambiazo que
le habían dado al diamante
Pero aquello no era todo, sino que tan solo sería el principio de sus problemas, eso era,
quizás, lo que de tan mal humor la tenía, porque robar una réplica significaba haber
fallado en su trabajo y tenía la certeza de que su cliente no estaría demasiado contento
Estaba ya casi saliendo de casa cuando el teléfono comenzó a sonar, pensó en no
contestar sin embargo, sus pasos fueron hacia el aparato
M: ¡Qué! (respondió con una mala leche impresionante)
E: Hoo... hola (dijo Esther sorprendida por aquella manera de contestar) ¿Pasa algo?
M: No... no pasa nada (intentó bajar el tono, pues Esther no tenía nada que ver)estoy
cansada, solo eso (se excusó) ¿tú cómo estás?
E: Bien... he descansado, que me hacía falta (contestó aún con la sorpresa de aquella
ruda respuesta) ¿De verdad estás bien?
M: Te lo prometo, mi amor (dulcificó el tono) perdona mi respuesta... es que estaba
saliendo de la ducha y me casi me caído por salir mojada
E: Vale (se mordió el labio imaginándosela ligerita de ropa) y... ¿aún sigues desnuda?
(preguntó pícara)
M: Pues no, siento desilusionarte, cariño, pero ya me estoy vistiendo (sonrió ella al
escucharla hablar así) pero si quieres... puedes venir y volver a quitarme la ropa... te he
echado de menos esta noche (declaró)
E: Y yo a ti, tontita (contestó tiernamente) Por cierto, enhorabuena mi amor (soltó) todo
el mundo habla de la Presentación del brillante, fue todo un éxito y gracias a ti
M: Sí... ya, ya lo he visto (disimuló el endurecimiento de su tono)
E: Tendremos que celebrarlo, cariño (siguió, disimulando, pues para ella, no había sido
para nada un éxito)
M: Sí, tenemos que hacerlo (contestó sin muchas ganas y en el mismo instante en que el
timbre de la puerta sonó) ¿pero qué le pasa a todo el mundo hoy? (protestó llegando
hasta la entrada)
E: ¿Pasa algo? (preguntó)
M: No sé, espera, alguien está llamando a la puerta (dijo llegando hasta ella y sin colgar
el teléfono abrió encontrándose con Claudia y un hombre trajeado)
Claudia: Hola, Maca (saludó, Esther la escuchó al otro lado de la línea y cerró los ojos,
no esperaba que fueran tan pronto) Disculpa que vengamos tan temprano (seguía
diciendo) él es Carlos Granados (presentó) de la Guardia Civil (apuntó, Maca lo miró un
tanto extrañada) querríamos hacerte unas preguntas
La reina roja
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M: Eh... claro (dijo recuperándose) pasar (les abrió paso, miró cómo entraban y recordó
que Esther estaba aún esperando) esto... cariño... te tengo que dejar, luego hablamos
¿vale?
E: Sí... vale (colgó mirando aquel teléfono una vez Maca había cortado al
comunicación)
M: ¿En qué puedo ayudaros? (preguntó entrando al salón, donde Carlos miraba
disimuladamente a su alrededor, y Claudia prestaba atención a sus movimientos)
Claudia: Verás Maca, tan solo queremos hablar contigo (dijo con tranquilidad, Maca
afirmó con la cabeza y los invitó a sentarse) Veo que estabas viendo las noticias
M: Sí... es lo que suelo hacer todas las mañanas (sonrió mostrándose calmada) ¿Ocurre
algo?
Carlos: Verá, señorita Wilson (comenzó a hablar Carlos) ayer intentaron robar el
Diamante Azul (le soltó, Maca puso su mejor cara de asombro) afortunadamente, la
empresa encargada de la seguridad, había colocado una réplica casi exacta de la joya
(miró a Claudia quien afirmó con la cabeza) eso es todo lo que consiguieron robar
M: Entiendo pero... ¿qué tengo que ver yo en todo esto? (preguntó contrariada)
Claudia: Estamos hablando con todos los que tuvieron algo que ver con la presentación
(le explicó) el hecho de que no lo robaran no significa que no haya una investigación
M: Bien (se acomodó) ¿qué quieren saber?
Carlos: Usted fue la encargada de organizar el evento ¿No es así? (preguntó)
M: Sí... mi empresa se encargó de ello (contestó mostrándose cooperativa)
Carlos: Y ¿Cómo es que abandonó el evento si era usted la organizadora? (preguntó)
¿No debería haberse quedado hasta la finalización del mismo?
M: Por supuesto (respondió) pero debido a un cambio en la fecha de la presentación,
éste evento coincidía con otro también importante para mi empresa al que debía acudir
(le explicó) así que avisando previamente a Claudia (la miró y ésta asintió) y dejando al
cargo a una de mis mejores empleadas, tuve que ausentarme del evento para poder
llegar al otro
Carlos: Bien (anotó algo en su libreta) ¿A qué hora se fue? (preguntó)
M: Pues... (hizo memoria) un poco antes de las diez... no recuerdo la hora exacta
Claudia: A las diez menos diez (contestó por ella)
Carlos: ¿Alguien la vio salir? (siguió preguntando)
M: Varias personas sí (respondió) me vio Claudia, que puede dar fe de ello (ésta asintió
una vez más) el agente de seguridad de la entrada, y todos mis camareros
Carlos: ¿Cuánto tardó en llegar al otro evento? (siguió preguntando)
M: Una media hora o un poco más (afirmó) había bastante tráfico
Carlos: Habitualmente ese recorrido se hace en menos tiempo, ¿no es así?
M: Si le soy sincera, no lo sé (contestó) pero con el tráfico que había, realmente fue un
milagro que tardara tan poco en llegar
Carlos: Ya... o sea, que no tuvo tiempo de volver a la presentación, robar el diamante y
llegar a su otro evento ¿no?
M: ¿Me está acusando de robo? (preguntó ofendida)
Claudia: No te estamos acusando de nada, Maca (dijo antes de que el tal Granados
dijera algo más) solo son suposiciones, ¿verdad inspector? Además, las cámaras de
tráfico la sitúan en un atasco a la hora aproximada del robo) le dijo (ya lo
comprobamos)
Carlos: Por supuesto (le dio la razón) solo estamos descartando posibilidades (sonrió) y
vamos a necesitar su ayuda
M: Pueden contar conmigo para todo lo que necesiten (contestó diligente)
La reina roja
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Carlos: Bien... vamos a necesitar la lista de empleados a los que contrató para el evento
(le dijo) y... tal vez tengamos que volver a hablar con usted, le ruego que esté
localizable
M: Lo estaré (se levantó a la vez que lo hacían ellos) si me dice donde mandarles la
lista, éste mismo día se la haré llegar (decía mientras los acompañaba a la puerta)
Carlos: Mándela a ésta dirección de correo (le dio una tarjeta) también está mi número,
por si recuerda algo más, cualquier cosa que le pareciera extraña
M: Perfecto (abrió la puerta, para dejarles salir) un placer
Claudia: Gracias por tu ayuda, Maca (le dijo con una sonrisa)
M: De nada, todo sea por ayudar (contestó sonriéndole) hasta luego
Claudia: Hasta luego (dijo antes de que se cerrara la puerta) ¿Qué piensas? (preguntó al
verlo tan pensativo)
Carlos: Nada... (negó con la cabeza) es solo que todo esto de la Reina Roja es más
complicado de lo que creía...
Claudia: Sí... dímelo a mí (sonrió levemente, Carlos también lo hizo. El teléfono de
Claudia empezó a sonar y al ver el nombre de quién llamaba se disculpó con el
inspector) ¿Sí?
E: ¿A qué ha venido interrogarla? (preguntó directamente) sabes perfectamente que no
ha tenido nada que ver, lo comprobamos anoche mismo
Claudia: Lo sé... pero Esther, es el procedimiento habitual (se excusó) no hay nada de
malo con hacer un par de preguntas (le dijo) al contrario, siempre vienen bien y tú
deberías saberlo
E: Sí... tienes razón, perdona (se disculpó con ella, pues una vez más, estaba
anteponiendo su corazón y el amor que sentía por Maca a la investigación) ¿Qué os ha
contado?
Claudia: Nada que no supiéramos (contestó) tiene una coartada sólida, ya lo sabíamos
y nada más... está dispuesta a colaborar en lo que pueda
E: Bien... (se recriminó una vez más haber dudado de su chica, pero entre tanto revuelo,
con la sombra de aquella ladrona planeando sobre sus cabezas y sin ningún tipo de
pista, su razón, sus años de trabajo la hacían dudar de todo el mundo) Lo siento
Claudia... estoy un poco sensible con todo esto (volvió a disculparse por la manera en la
que le había hablado antes)
Claudia: Esther... entiendo que es tu novia y la quieres, pero esto teníamos que hacerlo,
debemos hablar con todo el mundo y Maca, estaba allí, organizó todo el evento, era la
primera con la que teníamos que hablar
E: Lo sé, lo sé (contestó) gracias, Claudia
Claudia: No te preocupes (sonrió) y bueno, te voy a dejar, Carlos y yo vamos a ir a
casa de la tal Julia a hablar con ella
E: Vale... mantenme informada (pidió)
Claudia: ¿Sabes qué jefa? Deberías relajarte un poco (dijo a modo de broma)
E: Cuando todo esto acabe... llámame cuando habléis con Julia
Claudia: Lo haré (prometió despidiéndose y colgando el teléfono para llegar al coche y
poner rumbo a casa de la camarera)
Cuando se cercioró de que se habían marchado, Maca salió de casa para hacer la
llamada que no deseaba realizar pero que sabía, debía hacer. Anduvo varias calles hasta
encontrar una cabina telefónica, entró en ella y tras suspirar hondamente, marcó los
dígitos que necesitaba
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M: ¿Señor Lara? (preguntó una vez respondieron al otro lado de la línea)
Raúl: Vaya... esperaba su llamada (contestó Raúl) veo que ha tenido algún problema
M: Sí... nada ha salido como esperaba (dijo dándole la razón) creo que es mejor que
cerremos el trato aquí
Raúl: ¿Es que no va a volver a intentarlo? (quiso saber)
M: No (respondió categórica) no es tan sencillo y ahora mismo es imposible volver a
intentarlo
Raúl: UUmm... realmente no sé qué pensar de usted (dijo de nuevo) por una parte me
ha dejado impresionado, logró realizar el trabajo, aunque se llevara una réplica (soltó)
eso dice mucho de usted
M: Sí... (dijo extrañada por aquella respuesta) ¿Cómo sabe que era una réplica lo que
robé? (preguntó directamente) en ningún momento he dicho que lo hiciera... ¿Cómo lo
sabe? (repitió algo nerviosa)
Raúl: Oh... jeje (rió orgulloso) yo sé muchas cosas...
M: Esta conversación ha terminado (dijo intentando colgar)
Raúl: No... (impidió que lo hiciera) terminará cuando yo quiera que termine (siguió
diciendo) verá, le explicaré como funciona (dijo apropiándose de la frase que Maca le
había dicho el primer día) A pesar de no haber logrado robar el Diamante Azul, he de
decir que estoy impresionado con su trabajo, por eso, estoy interesado en hacer negocios
con usted (le dijo) así que, ahora seré yo quien vuelva a ponerme en contacto con usted
y quien le diga, exactamente lo que tiene que hacer
M: No estoy dispuesta a...
Raúl: Lo hará... Macarena... (dijo haciendo que Maca abriera los ojos como platos
¿Cómo sabía su nombre?) claro que lo hará... la volveré a llamar. Que tenga un buen día
(terminó de decir colgando el teléfono)
En los primeros días tras aquella llamada, Maca se mostró tensa, irascible, huraña, más
borde de lo que podía llegar a ser habitualmente y estuvo a punto de crearle un serio
problema con Esther, cuando ésta, medio en broma, medio en serio, insinuó que su
chica estaba pasando por un proceso de manía persecutoria bastante cómica. Aquella
broma no sentó nada bien a Maca lo que derivó en una serie de malas contestaciones
que hicieron que Esther saliera de su casa con bastante seriedad
Y es que, para Maca, escuchar su nombre de la boca de aquel hombre fue un jarro de
agua fría, se sentía expuesta, por momentos vigilada y con la horrible sensación de saber
que alguien sabía quién era ella y no tenía ni puñetera idea de cuáles eran sus planes
Repasó mentalmente e incluso hizo una lista de todas aquellas personas que la conocían,
todas con las que tenía contacto y no logró sacar nada en claro. Sus relaciones
personales se limitaban a Esther, Ana (la cual de momento no estaba en Madrid y no
tenía ni idea del “otro trabajo de Maca”) Laura, quien vivía en África ajena al “primer
mundo”. El primer sospechoso de su lista fue Sergio, el aspirante a periodista
condenado a escribir anuncios por palabras desde que lo contrataran en aquel periódico
era el único que sabía su identidad. Habían crecido juntos y era el encargado de ponerla
sobre aviso cuando alguien quería que realizada algún trabajo. Desechó la idea al
instante, Sergio era, por así decirlo, su aliado y estaba convencida de que no se
arriesgaría a perder la “curiosa” cantidad de dinero que tan religiosamente recibía de
ella
La reina roja
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De su “trabajo tapadera” también descartó a todos sus empleados, ninguno la conocía
más allá de los contratos temporales que ella misma se encargaba de hacerles y era
imposible que alguno de ellos lo relacionara con la Reina Roja. No le quedaba muchas
más gente, tan solo el personal de la clínica en la que estaba internada su madre y
ninguno de ellos tenía vidas tan aburridas como para investigarla precisamente a ella.
Así que por muchas vueltas que le daba al tema, no había logrado identificar al “capullo
chivato” que le había dado su nombre al tal Raúl Lara
La “Prometida llamada” no llegaba y poco a poco se fue relajando, se fue calmando y
pensando que, si en algún momento esa llamada se realizaba, bastaría con negarse a
hacer el trabajo que le requiriera y, si se daba el hipotético caso de que el tal Lara la
amenazara con descubrir su identidad a la policía, ella también podría amenazarlo, al fin
y al cabo, había sido Raúl quien la había contratado para el famoso robo y no era tonta,
tenía pruebas de ello, por lo que, si ella caía, se aseguraría de que Lara también cayera
con ella y entonces seguramente, aquel chulito de playa se tendría que tragar todas sus
“Amenazas”
Así pasó un mes entero, finalmente, casi olvidándose del tema y sin recibir señal alguna
del capullo de turno, terminó por continuar con su vida con tranquilidad. Volvió la
rutina a su vida, volvió la armonía con Esther y su relación, de nuevo, continuaba
siendo lo mejor que le había pasado en mucho tiempo
Ese día, era especial, quería dar un paso importante con su chica, necesitaba unir a las
dos mujeres más importantes de su vida en la misma habitación, así que había quedado
con Esther en recogerla por la tarde. Ésta se extrañó, era miércoles y por lo que había
leído en el informe, Maca todos los miércoles visitaba a su madre, aquel recuerdo la
llenó de nervios. O mucho se equivocaba, o Maca iba a presentarle a Rosario
No se equivocó, una Maca bastante nerviosa llegó a su casa, con el rostro serio y los
ojos, como siempre que iba a visitar a su madre, vacíos
E: ¿Estás bien? (preguntó mientras terminaba de arreglarse, intentando que no se le
notara que sabía de sobras a donde irían)
M: Sí... (la tomó de la mano) ven... quiero decirte algo
E: ¿Qué pasa? (preguntó mientras se sentaba a su lado)
M: Verás... quiero contarte algo (le dijo con tristeza) hoy me gustaría llevarte a un sitio,
pero antes quiero que sepas algo... (continuó)
E: Maca... cariño (acarició su cara dándole ánimos para seguir)
M: Sabes que nunca o casi nunca te he hablado de mi madre (continuó, Esther asintió)
bien... ella está en una clínica de... de enfermos de Alzheimer (le dijo con una tristeza
que encogió el corazón de Esther) hoy voy a ir a verla y... me gustaría que vinieras
conmigo
E: Vale (sonrió como respuesta) iré contigo
M: Bien... (acarició su mano) quiero que... que tengas una cosa clara... (siguió) dice
muchas incoherencias y cuando ve a alguien desconocido reacciona un poco mal
(afirmó) no le gusta la gente que no conoce y seguramente intentará hacerte sentir mal...
pero no es culpa suya...
E: Tranquila, cariño (le dio un beso) no pasará nada
M: Te va a hablar de Fernando... (bajó la cabeza) seguramente te dirá que estuve muy
enamorada de él y que era el amor de mi vida (la puso en antecedentes) seguro que hará
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o dirá algo para que no te sientas a gusto (continuó) pero quiero que sepas que te quiero
como no he querido a nadie, que Fernando, por mucho que diga mi madre, no fue nada
en mi vida y... no quiero que te sientas mal por lo que pueda decirte...
E: Mi amor... no pasa nada ¿vale? (sonrió) ¿estás segura de que quieres que vaya?
M: Sí, claro que sí... (sonrió)
E: Pues entonces vamos (contestó levantándose y tomándola de la mano)
M: Ah y... (la paró) hay una... una chica...
E: ¿Chica? ¿Qué chica? (ahora sí que se le cambió la cara)
M: Vero... una médico de la clínica (le dijo) normalmente cuando voy... se me insinúa
pero... te juro mi amor que nunca le he dado motivos... y tampoco quiero que pienses lo
que no es si dice algo que te moleste
E: Vale... pues venga, que ahora sí que tengo ganas de ir (dijo tomando el camino hacia
el ascensor) se va a enterar la Vero esta... (murmuró)
En el trayecto en coche, Maca fue contando cosas de su niñez, de lo unida que siempre
había estado a su madre, de lo maravillosa madre que había sido y de las cosas que tuvo
que sacrificar para sacarla adelante cuando faltó su padre. Esther notó la admiración, el
amor y el respeto que sentía por ella y le regaló una sonrisa enamorada mientras tomaba
su mano y la besaba lentamente
Vero: Vaya Maca (apareció Verónica nada más entraron por la puerta) Qué guapa
vienes hoy (dijo con una sonrisa coqueta)
M: Hola Vero (dijo con voz cansada) ¿Cómo está hoy mi madre?
Vero: Pues no de muy buen humor (dijo acercándose a ella) ¿Nos tomamos un café y te
lo cuento? (preguntó, demasiado cerca de su cuerpo pese a haber visto a Esther a su
lado)
E: Hola (intervino, haciendo que se separaran) soy Esther y te agradecería que no
invadieras de esa forma el espacio vital de mi novia (dijo categórica, seria y haciendo
sonreír a Maca)
Vero: ¿Su novia? (preguntó descolocada)
M: Pues sí (entrelazó su mano con la de Esther) mi novia (corroboró) y ahora si nos
disculpas, voy a ver a mi madre
Cuando comenzaron a andar de nuevo, Vero las miró marcharse y sin apartar la mirada
de ellas, con una leve sonrisa, se dio media vuelta y volvió a su despacho
Aquella visita fue todo menos divertida. Como bien les había dicho Vero, Rosario no
estaba de buen humor, de hecho, su humor era bastante malo ese día y lo pagó contra
Maca. Le dijo cosas que a su hija le hicieron daño, no se interesó por la presencia y
presentación de Esther y estuvo todo el tiempo metida en su mundo y reprochándole
cosas del pasado a Maca. Esther aguantaba estoicamente, sin intervenir pese a ver el
rostro desencajado y lloroso de su chica quien, a su vez, intentaba por todos los medios
calmar a su madre
Cuando salieron de la clínica lo hacían absolutamente en silencio. Esther decidió
conducir. No le parecía prudente dejar que Maca lo hiciera en ese estado de ausencia en
el que se encontraba. Estaba muy lejos de allí, seguramente pensando en todo lo que
había dicho su madre en esa visita y sabía que estaba afectada. Intentó hacerla reír,
hablarle de cualquier cosa para que se olvidara un poco del tema pero no lo logró. De
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ese modo llegaron al piso de Maca y sin necesidad de invitación, Esther aparcó y subió
con ella
Se sentaron en el sofá, no encendieron la tele, ni la radio ni siquiera se preocuparon de
si las persianas estaban echadas o no. Maca seguía sin pronunciar palabra y Esther lo
único que le interesaba era verla bien. Abrió los brazos para que se acomodara entre
ellos y se le partió el alma cuando escuchó un leve sollozo. Acarició su pelo y le dio
varios besos intentando calmarla
E: Shh... cariño, ya está (susurraba mientras la acunaba)
M: Ella no era así (sollozaba) no tenía esa maldad al hablar... jamás dijo algo que me
hiciera daño...
E: Está enferma mi amor (continuó ella queriendo que se calmara)
M: Lo sé... (dijo sin moverse) pero no... no puedo verla así... cada vez es más difícil y...
E: Cariño, mírame (hizo que la mirara, le limpió un par de lágrimas y sonrió levemente
dándole apoyo) no estás sola (pronunció y nunca supo hasta qué punto esas palabras le
hicieron bien a Maca) no estás sola... ya no... estoy aquí cariño...
M: Te quiero (fue lo único que pudo contestar, recibiendo y tibio y lento beso de su
chica)
E: Y yo a ti (contestó tras el beso)
M: Prométeme que siempre estaremos juntas (pidió, con algo de desesperación en su
voz, porque necesitaba saber que estaría siempre con ella, no quería volver a sentirse tan
sola como se había sentido hasta que la conoció) prométeme que pase lo que pase... no
dejarás de quererme...
E: Te lo prometo (contestó, y clavando la mirada en sus ojos añadió) jamás... por
mucho que pase, por mucho tiempo que transcurra... nunca podré dejar de quererte,
Maca... porque te has metido tan dentro de mí, que sé, que nunca podré borrarte... ni
borrar lo que siento...
Maca volvió a abrazarse a ella, como si fuera la única tabla de salvación en mitad de un
océano revuelto por una gran tempestad. Se apretó contra su pecho, sintiendo una paz
jamás conocida, sintiendo que, a su lado, todo lo demás no existía, que no había nada,
absolutamente nada en el mundo mejor que estar entre sus brazos
Había recibido un nuevo encargo para la celebración de un nuevo evento. El
cumpleaños de un famosillo que había querido pagar una cuantiosa suma de dinero para
que organizara la mejor fiesta del año. Así que ahí estaba, tres días después de aquella
visita a su madre, mucho más contenta gracias sin duda a la ayuda de su chica, a sus
mimos y a sus palabras, en esa discoteca elegida por su cliente para celebrar la “gran
fiesta”
Miraba el potencial de aquella sala, imaginando mil y una cosas para que la fiestecilla
fuera muy sonada en el mundo de la farándula cuando escuchó la puerta abrirse. Pensó
que el dueño volvía tras haber salido a por unos pedidos así que no le dio demasiada
importancia
Raúl: Vaya, vaya, vaya (escuchó a su espalda) así que la Reina Roja tiene un trabajo de
verdad...
La reina roja
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Se levantó con parsimonia, dejó lo que llevaba en las manos con lentitud y se dio la
vuelta para encararlo. Si en algún momento había pensado que se había confundido con
el tono de su voz, verle resolvió todas sus dudas. No, claro que no se había confundido
M: Señor Lara (pronunció intentando mantenerse ecuánime ante él)
Raúl: Macarena (contestó recordándole que sabía quién era) Me alegro de verla
M: No puedo decir lo mismo (respondió) le agradecería que abandonara éste local, no
está autorizado a entrar
Raúl: ¿No quiere saber cómo sé quién es? (dijo orgulloso de él mismo)
M: Por supuesto (escuchó ruidos en la trastienda) pero aquí no podemos hablar
Raúl: En eso estoy conforme (le dio la razón)
M: Bien... vaya al polígono industrial... hay una nave abandonada...
Raúl: No, no, no (se negó) ésta vez vamos a hacer las cosas a mi manera (le dijo) y será
mejor que sea en un lugar lleno de gente... me gusta la gente ¿a usted no?
M: No creo conveniente que nos vean juntos (contestó, cruzándose de brazos de manera
defensiva)
Raúl: Es más sospechosos entrar en una nave abandonada sigilosamente, que hablar
tranquilamente en una cafetería del centro... ¿le parece bien aquella en la que quedamos
la primera vez? Dentro de media hora (no le dio tiempo a contestar y se dio la vuelta
para marcharse)
Quedó parada viendo cómo se iba. Su rostro se tornó serio cuando se marchó. Odiaba
esa posición en la que le daban órdenes, pero Raúl había tocado uno de sus puntos
frágiles, la curiosidad, y además, necesitaba saber quién le había delatado ante él, así
que, pese a que algo le decía que era la peor idea que podía haber tenido jamás, a las
cinco de la tarde iría a esa dichosa cafetería para poner punto y final a esa “relación
profesional”
Conducía por la M-30, necesitaba pensar y en la oficina ya no era capaz de hacerlo. La
investigación sobre la famosa Reina Roja estaba congelada. No había pruebas, no
encontraban indicios de nada y no tenían ni idea de por donde tirar. La policía tampoco
tenía mucho más, de hecho, habían intercambiado información llegando a un punto
muerto del que no eran capaces de salir. Había revisado los dos robos mil veces y no
había sacado nada en claro. No había huellas, no había pisadas, no había nada extraño
en todo aquello
Se devanaba los sesos intentando buscar pistas de donde no las había, sopesaba mil
posibilidades a cual más escabrosa, incluso, en su mente, por un segundo, había
sospechado de su chica e incluso de Claudia. Obviamente, había borrado esas absurdas
ideas de su cabeza, tenía que volver a centrarse en el caso, volver a racionalizarlo todo y
buscar algo por mínimo que fuera que le pusiera en el camino correcto
Por eso había salido a conducir, porque eso le relajaba y abría su mente, pese a que en
muchas ocasiones, el tráfico y las retenciones hacen que el 90% de los conductores
pierdan la paciencia, a ella le calmaba; ponía la radio, se acomodaba en el sofá y con le
volante entre las manos dejaba fluir su tensión y su estrés hasta calmarse y poder pensar
con más claridad
La reina roja
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Pero parecía que ese día, la calma no llegaría nunca, no había demasiado tráfico a esas
horas, y su velocidad era constante. Una de las veces que miró por el retrovisor vio un
Land Rover blanco, con las lunas tintadas y matricula europea tras ella. No le prestó
demasiada atención y siguió conduciendo. Adelantó a un par de coches y el Land Rover
los adelantó también poniéndose de nuevo detrás suyo. Miró por el retrovisor, el coche
se acercaba demasiado a ella, aceleró sin pasar el límite de velocidad y el Land Rover lo
hizo también. Comenzó a ponerse algo nerviosa y entonces, el coche puso el
intermitente anunciando su adelantamiento. En lugar de hacerlo, se puso a su lado
Miró a su izquierda, viendo como dos hombres ocupaban el vehículo, uno de ellos, el
que no conducía, le hacía señas para que bajara la ventanilla. No lo hizo hasta que el
hombre, mostrando algo, repitió la acción, fue entonces, cuando vio lo que le mostraba,
que accionó el elevalunas
-: Síganos (le ordenó)
Y acto seguido, se pusieron delante de ella, manteniendo la distancia para que no les
perdiera y salieron de la M-30 por la primera salida que encontraron
Cuando llegó a aquella cafetería, lo vio sentado, en una mesa del fondo y con una
sonrisa de superioridad que le irritaba los nervios. No le caía bien y algo le decía que iba
a meterla en serios problemas, sin embargo, ahí seguía, andando hacia esa dichosa mesa
donde Raúl se levantaba imitando una caballerosidad que estaba segura de que no tenía
Raúl: Me alegro de que haya venido (pronunció mientras volvían a sentarse)
M: Dígame como sabe quién soy y podré marcharme cuanto antes (fue lo único que
dijo)
Raúl: ¿Por qué tan a la defensiva? (preguntó haciéndose el inocente) vamos a trabajar
juntos... creo que debería bajar las defensas
M: Mire, se lo voy a dejar muy claro (continuó ella) usted no me gusta, no me gusta ese
rollo que se trae y mucho menos me gusta cómo está haciendo las cosas (le dijo con el
rostro serio) así que terminemos con esto cuanto antes, no quiero volver a verle...
Raúl: Sincera... me gusta eso (dijo con esa autosuficiencia que comenzaba a crispar los
nervios de Maca) estoy seguro que cuando terminemos esta charla, seguiremos teniendo
negocios juntos
M: Vaya al grano, señor Lara (le cortó) estoy a punto de levantarme...
Raúl: Está bien, está bien (aceptó) ¿quiere saber cómo he averiguado su identidad?
(Maca asintió con la cabeza) verá, llevo mucho tiempo siguiéndole la pista, no ha sido
fácil, he de reconocer que hace las cosas muy bien, por eso está usted aquí hoy (siguió)
he tardado mucho en dar con usted, pero, soy un hombre de recursos (se auto alabó) y
cuando quiero algo, lo consigo (se sonrió orgulloso de sí mismo) llevo investigándola
desde su primer robo sonado, mucho antes del museo, antes incluso de que empezara a
dejar esa ”firma”, que por cierto (hizo un inciso) ¿cómo se le ocurrió de buenas a
primeras comenzar a dejar la figurita?
M: Eso no es asunto suyo (contestó)
Raúl: Era simple curiosidad (se elevó de hombros) en fin, sigamos (dijo para continuar
con su historia) la cuestión es que no fue hasta que logré contactar con usted que no
supe quién era (volvió a sonreírse) he de reconocer que hizo una gran puesta en escena
la primera vez “que nos vimos”, pero lo que usted no sabía, era que, mientras usted
La reina roja
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hacía todo lo posible para ocultar su rostro, mi primo, Alberto (señaló a un chico en la
barra que elevó su cerveza en señal de saludo (estaba muy pendiente de sus
movimientos, le hizo fotos y pudimos dar con usted y su identidad
M: Ya (miró al chico)
Raúl: ¿No le pareció extraño que nadie revisara las cámaras de seguridad que usted
había manipulado un día antes? (preguntó haciéndole saber que en el famoso robo del
diamante, alguien más había estado ayudándola) supongo que se sorprendió de la
“ayuda” recibida... debería estar agradecida
M: Yo no tengo nada que agradecerle a nadie (espetó)
Raúl: Bien... si usted lo dice...
M: Vale (dijo) ya me ha dicho como sabe quién soy... ahora dígame qué quiere...
porque supongo que querrá algo, así que dígamelo para que podamos terminar con esto
Raúl: Es simple (sonrió) quiero que trabaje para mí
M: Jajaja... (rió por su ocurrencia) está loco si cree que voy a seguir trabajando para
usted... yo trabajo sola...
Raúl: No a partir de ahora (contestó) si no quiere, claro, que toda la información que
tengo llegue a la policía...
M: Hágalo (dijo segura de lo que decía) vamos, vaya a la policía y deláteme, no le
tengo miedo, de hecho, usted caerá conmigo si lo hace, tengo pruebas que también le
relacionan con el intento de robo del Diamante azul (ahora fue ella la que se sonrió
orgullosa) yo también sé guardarme las espaldas, señor Lara
Raúl: Y no esperaba menos (contestó dejándola un tanto fuera de juego) pero tranquila
(cogió una servilleta y comenzó a escribir algo en ella) no tendremos que llegar a esos
extremos (decía mientras escribía) esto es lo que le propongo... todo un reto para usted...
Le pasó aquella servilleta una vez terminó de hablar, Maca lo miró a la cara, sin leer lo
que había escrito. Raúl le hizo un gesto con la cabeza para que leyera, ella miró a la
barra, donde el tal Alberto también esperaba que lo hiciera, finalmente, cogió aquel
papel y comenzó a leer... sus ojos se abrieron como platos cuando vio lo que ponía,
aquello era una locura, una total y absoluta ida de olla de aquel estúpido que no sabía ni
lo que decía
M: ¿¡Está usted loco!? (preguntó dejando la servilleta de nuevo en la mesa)
El Land Rover viajaba a una velocidad constante, ya fuera de la M-30 había tomado una
carretera convencional alejándose del núcleo urbano. Tras él, Esther conducía
siguiéndolos con el rostro serio. Vio que ponía el intermitente indicando un cambio en
su dirección y los siguió cuando tomaron un camino de tierra. Siguieron durante unos
500 metros más hasta llegar a una apartada explanada, el coche que tenía delante paró, y
los dos hombres de su interior salieron quedándose apoyados en el capó. Esther también
paró, sin apartar la mirada de ellos quitó el contacto y se deshizo del cinturón. Inspiró y
salió también del coche
E: ¿Saben que podrían ser un poco más disimulados? (preguntó sin saludar) además de
que han infringido alguna que otra norma de tráfico
-: Lamentamos mucho haber tenido que hacer las cosas de ésta forma (le dijo uno de los
hombres) pero era la única manera de no levantar sospechas en nadie y salvaguardar su
identidad
La reina roja
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E: Ya... (se cruzó de brazos) ¿Y me van a decir porqué de pronto he creído estar en una
película americana o tengo que adivinarlo?
-: Era imprescindible que habláramos con usted (se acercó el chico con un sobre en la
mano) necesita saber esto, y era urgente. Obviamente no podíamos presentarnos en su
empresa (continuó disculpándose)
E: ¿Qué ha pasado? (preguntó, pues, si esos chicos habían hecho las cosas de esa
manera, y por su forma de hablar, era evidente que algo grave había pasado)
-: Han intentado hackear nuestra base de datos (le soltó y a Esther se le cambió la cara
nada más escuchar aquellas palabras)
E: ¿Cuándo? (preguntó quitándole el sobre que llevaba y abriéndolo para ver su
contenido)
-: Ésta mañana (contestó mientras Esther leía unos papeles) a primera hora de la
mañana, por suerte, su software de seguridad es muy bueno. Los cortafuegos son
impresionantes y la re-dirección de los enlaces les han complicado mucho las cosas
E: ¿Qué pasó con el procedimiento de autobloqueo del sistema? (preguntó mientras
leía)
-: Actuó según lo estipulado (contestó) cuando se acercaron demasiado a los datos, el
sistema se bloqueó por completo (continuó) hemos tenido que reiniciar todo el sistema,
estamos comprobando si ha habido algún daño
E: Ya lo veo (levantó la vista de los papeles) ¿Qué han logrado averiguar?
-: Creemos que nada (afirmó) ni siquiera llegaron a desemcriptar los datos
E: No me vale un “creemos” (les dijo mirándolos) nos jugamos mucho, todos, y un
“creemos” no es suficiente
-: Señorita García (siguió diciendo con calma) podemos asegurarle que no han
conseguido nada de relevancia, lo único que hay en esa base de datos son cosas
demasiado superficiales y usted lo sabe
E: No todo es superficial (les contestó) hay información en esa base de datos
relacionada con mi empresa, usted lo sabe
-: Lo tenemos todo bajo control (dijo el otro chico, hablando por primera vez en toda la
conversación) y la Presidenta Gándara nos ha dado órdenes de tranquilizarla, estamos
trabajando en ello
E: Eso no me ayuda nada (contestó) quiero supervisarlo yo misma
Mientras tanto, en la cafetería del centro, Maca continuaba asombrada por lo que había
leído, ese hombre estaba absolutamente loco, aquel trabajo era simple y llanamente
imposible, no había forma de hacerlo sin consecuencias
Raúl: Tengo muchos defectos (contestó Raúl a su exclamación) pero la locura no es
uno de ellos
M: Noo... ya lo veo (dijo irónica)
Raúl: Mire, Macarena (siguió él) sabemos que es un trabajo difícil y por eso está usted
aquí, la única que puede hacerlo es usted... por eso hemos estado siguiéndola, por eso
hemos movido Roma con Santiago para saber quién era... (se sonrió) la queremos en
nuestro equipo, simplemente, usted es la única que puede entrar allí y encontrar lo que
necesitamos
M: Usted no tiene ni la más mínima idea de lo que me está pidiendo (continuó ella) el
sistema de seguridad debe ser el más impresionante del país, apuesto a que tendrán de
todo: lector de huellas, identificación por voz, de retina, por no hablar de sensores de
movimiento y mil cámaras de seguridad... un software impenetrable y...
La reina roja
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Raúl: Sí... suponemos que tienen todo eso (la cortó con una media sonrisa) pero seguro
que usted encontrará la manera de entrar...
M: No sabe lo que me está pidiendo (contestó) métaselo en la cabeza, no se puede, es
imposible de hacer
Raúl: Encontraremos la manera (dijo seguro de sí mismo) verá... tenemos, cierta
información (llamó a su primo quien por fin se acercó) Alberto le explicará todo
Alberto: Buenas tardes (sonrió) es un placer conocer a la Reina Roja
Raúl: Alberto... déjate de tonterías (le cortó) y ve al grano, la señorita tiene algo de
prisa...
Alberto: Está bien (dijo mirándola con ¿admiración?) verá... conseguí trabajar allí
durante una semana, justo antes de su intento de robo... jeje yo fui quien “examinó” las
cámaras antes del evento
Raúl: Sí, y gracias a tu chapuza durante el interrogatorio hemos estado a punto de
joderlo todo (le reprochó)
Alberto: Sí... un pequeño contratiempo (dijo quitándole importancia) pero vamos a lo
importante... Claudia Castillo, como ya sabe, es la “directora general” de Werty`s
security (ella afirmó, preguntándose por qué no se había levantado ya de aquella mesa)
bien, pues allí dentro nada es lo que parece (siguió) Claudia Castillo no es la verdadera
directora, de hecho, hay alguien más por encima de ella, el gran jefe, el único con
acceso a todos las bases de datos y los archivos clasificados, el que maneja todos los
hilos (le dijo) tiene un despacho al que solo se accede por un ascensor oculto en algún
lugar del parking, solo él conoce su ubicación y es el único con acceso al mismo,
suponemos que dicho ascensor debe tener un código de acceso, desconocemos qué otro
tipo de seguridad. No hace ni una sola parada en las cinco plantas de la empresa, va
directo a un despacho “fantasma” en la última planta, éste despacho no aparece en los
planos del edificio y no tenemos ni idea de qué tipo de sistema de seguridad tendrá. Lo
que sí sabemos es que la información que necesitamos está en ese despacho
Raúl: Nadie sabe quién es el verdadero director de la empresa (continuó Raúl cuando su
primo se calló) nadie conoce su identidad, es como si no existiera... hemos intentado
entrar en la base de datos del Gobierno, pero como ya esperábamos, la información que
necesitamos está tan franqueada por un impresionante software de seguridad que es
imposible entrar
M: No entiendo nada (les dijo) ¿Qué tipo de información puede ser tan importante
como para tener esas asombrosas medidas de seguridad? (preguntó, y Raúl se
sorprendió de nuevo al creerla “entrar en el juego”)
Raúl: Veo que le interesa el tema (Maca hizo un gesto de desagrado) bien, verá, hasta
hace unos años, el gobierno se encargaba de salvaguardar las nuevas identidades y
nuevas localizaciones de sus testigos protegidos (y Maca se asombró al comenzar a
entender aquello) pero, su sistema de seguridad cada vez era más vulnerable, el
creciente nacimiento de nuevos hackers informáticos demasiado extraordinarios,
mantuvo en peligro toda su información durante varios meses (le explicaba) así que, la
presidenta del gobierno, Cruz Gándara, decidió contratar a una empresa de seguridad
externa, la mejor del país, hasta el momento
M: Werty´s Security (murmuró)
Raúl: Exacto (sonrió) Nosotros necesitamos esa información (le dijo) y usted es quien
va a conseguírnosla
M: Ya... (lo miró) lo que quieren es que les facilite información clasificada por el
gobierno para vaya usted a saber qué fines (Raúl hizo un gesto en el que le dijo que así
era) Va a tener que buscarse a otra persona (dijo cruzándose de brazos) yo no lo voy a
hacer. No soy una asesina y no sé por qué, tengo la sensación de que para eso necesitan
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esa información (lo miró, y volvió a ponerse nerviosa, la sonrisa de autosuficiencia del
tal Raúl no era nada tranquilizadora) ¿No es eso?
Raúl: Digamos que hay un hombre, un testigo protegido, al que necesitamos cerrarle la
boca... nadie ha hablado de asesinato (dijo levantando las manos como si no nunca
hubiera roto un plato)
M: Sí, claro... (tomó su bolso) como ya le he dicho, se ha equivocado de persona (dijo
recogiéndolo todo, ante la impertérrita mirada de Raúl) no voy a hacerlo
Raúl: Respuesta incorrecta, Macarena (dijo sin levantarse, pendiente a todos sus
movimientos) dígame... ¿sabe usted lo que ocurre cuando se inyecta a alguien con una
enfermedad... no sé, tipo Alzheimer, por ejemplo, una jeringuilla de aire? (preguntó, y
se sonrió aún más satisfecho cuando Maca detuvo todos sus movimientos ante aquella
pregunta) Jajaja (reía déspota) creo que hay alguien que puede responder a ésta
pregunta, ¿verdad, mi amor? (miró hacia atrás)
Vero: Por supuesto, cariño (dijo tras él una Vero altiva que sonreía) Hola, Maca
(saludó, con una amabilidad malvada, mientras Macarena se había quedado
absolutamente sin palabras)
La miraba con tanto odio que salía fuego de sus ojos. Quería matarla, ella, que jamás
había tenido ese tipo de pensamientos ahora le venían todos y cada uno de ellos con
fuerza a la mente. Quería destrozarlos, cortarlos a pedazos, poco a poco, quería que
sufrieran, que sintieran el dolor que le estaban causando a ella. Sin embargo, no hizo
nada, se había quedado tan petrificada al ver todo lo que habían montado, que no era
capaz de decir ni hacer absolutamente nada
Vero: Verás (comenzó a decir ella, aunque Maca poco le escuchaba) cuando se inyecta
una burbuja de aire en el organismo, ésta viaja por el sistema sanguíneo hasta encontrar
una arteria. La tapona, haciendo que la sangre no llegue ni al cerebro ni al corazón (le
explicaba, Maca ni tan siquiera la oía) La consecuencia de todo esto es una embolia
cerebral... en personas jóvenes, sanas y fuertes, no tiene por qué ser mortal... sin
embargo, en una persona mayor y ya enferma... bueno... en el 99% de los casos es letal
(terminó de decir mirándola con una falsa tristeza)
La forma en la que la miraba no hacía más sino aumentar el odio de Maca. Les había
subestimado, de una manera absurda, sin pensar demasiado en las consecuencias que le
traía aquello. Veía a Verónica, besando con lentitud a Raúl y lo único que quería era
matarla, matarlos a los tres con sus propias manos
Sin embargo, lo único que hizo fue coger sus cosas y salir de allí como alma que lleva al
diablo. Quería ver a su madre, necesitaba ver a su madre y saber que estaba bien. Así
que se metió en el coche y apretó el acelerador sin importarlo lo más mínimo si se
pasaba del límite o no, si le ponían una multa o no
Vero: ¿Lo hará? (preguntó Vero a su chico una vez Maca había huido)
Raúl: Lo hará... por la cuenta que le trae, lo hará (sentenció Raúl volviendo a besar a
Vero)
La semana, para ambas, estaba siendo un verdadero infierno. Para Esther, aquella
incursión en la base de datos, había hecho que saltaran todas las alarmas. Se había
encerrado en su despacho y había comenzado a cambiar todo el software, reforzando el
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sistema de seguridad, cambiando códigos de acceso e intentando rastrear la señal por la
que habían intentado acceder. Sin embargo, quien quiera que hubiera intentado entrar,
había sido lo suficientemente inteligente para utilizar una red Wifi pública y utilizado
casi un centenar de servidores tanto nacionales como extranjeros, lo que hacía imposible
su rastreo
Por su parte, para Maca, aquella semana había sido una de las peores de su vida. Cada
día iba a la clínica a ver a su madre y la encontraba en perfectas condiciones, dentro de
su situación. Nada parecía delatar a Vero quien se comportaba, cínicamente, como si no
hubiera pasado nada. Había hablado con Santiago, queriendo trasladar a su madre a otra
clínica. El director, había desaconsejado el traslado y tras una breve y sutil advertencia
de parte de Raúl, habían conseguido que Rosario se quedara en la clínica
A penas se habían visto en esa semana, tan liadas ambas, tan preocupadas las dos por
los recientes acontecimientos, y con tan mal humor, que ni tan siquiera se habían
acordado que eran una pareja, que se necesitaban juntas, que se querían...
Estaba en casa, sentada en el sofá con la mirada perdida y la mente muy lejos de allí.
Las ojeras marcaban sus ojos y el agobio que sentía no la había dejado dormir más de
tres horas seguidas en esas noches. Miraba el ordenador, la página de inicio de Internet
le daba la bienvenida esperando que realizara la primera búsqueda. Se negaba a hacerlo,
no quería hacerlo, sabía que ese robo, era cuanto menos un “suicidio” que tenía todas
las papeletas para que la pillaran si lo hacía y por el contrario, sabía, que no tenía más
opciones
Raúl le había enviado un sobre con toda la información que habían recopilado en ese
tiempo sobre Werty´s Security, y ahí seguía, sobre la mesa del salón y aún cerrado. Se
negaba a abrirlo, quería retrasarlo todo cuanto pudiera... pero sabía, que el tiempo
jugaba en su contra y la vida de su madre dependía de ella... de ese maldito trabajo
Rindiéndose a ellos, sin más opción que aceptar por el bien de su madre, abrió aquel
sobre y sacó los documentos que encontró en su interior. Varios planos del edificio,
fotografías de Claudia, una descripción del sistema de seguridad y varias posibles
ubicaciones del famoso ascensor... Nada... los muy cabrones no tenían nada y la
mandaban a ella a la boca del lobo. Se tapó la cara con las manos dejando todo a un
lado, sintió ganas de llorar, se sentía intensamente sola en aquella situación... sentía que
todo se iba a la mierda sin que ella pudiera hacer nada. En esas estaba cuando el
teléfono comenzó a sonar
M: ¿Diga? (preguntó con una voz lenta y algo grave)
E: Hola, cariño (contestó Esther al otro lado de la línea casi en el mismo tono)
M: Hola, Esther (le dijo devolviéndole el saludo sin intentar disimular su malestar)
E: ¿Cómo estás? (preguntó) Hace días que no nos vemos... a penas hemos hablado y...
M: Estoy liada con el trabajo (se excusó) lo siento...
E: Tranquila... yo también estoy liada... (dijo sintiendo que había llamado en mal
momento) cariño... necesito verte (declaró, pues lo cierto era, que necesitaba abrazarla y
sentir todo su apoyo)
M: Yo también (contestó sincera, a pesar de todo, la necesitaba) pero... tengo mucho lío
y...
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E: Lo sé, mi amor (siguió ella) yo también estoy liada... pero Maca... de verdad cariño
que necesito verte... hace días que no nos vemos y te echo mucho de menos mi amor...
M: Yo también te echo de menos... (cerró los ojos, sintiéndose impotente, habría
querido decirle a Esther que se acabó, que su relación debía terminar... no quería
ponerla en peligro y sin embargo, no era capaz de alejarse de ella, bastaba solo con
escuchar su voz para darse cuenta de que no podría hacerlo, por mucho que su mente le
dijera que era lo mejor. No podría dejarla. La quería demasiado...)
E: ¿Sabes? Le he hablado de ti a mis padres (siguió Esther) y quieren conocerte... nos
han invitado a cenar esta noche en su casa
M: Ya... Esther... no creo que...
E: Venga mi amor, vente conmigo (le pidió) solo cenaremos, luego nos iremos las dos...
de verdad que me haces mucha falta y me haría mucha ilusión que los conocieras
Y no se pudo negar. Porque a Esther, no podía negarle nada y porque, realmente, ella
también necesitaba verla. Necesitaba estar con ella, besarla y que le diera toda la fuerza
que necesitaba para seguir adelante. Así que ahí estaba, besándola como había
necesitado hacer durante días y esperando que la madre de Esther abriera la puerta de su
casa
E: Me alegro de que estés aquí, cariño (decía abrazada a ella)
M: Y yo también (contestó volviendo a besarla)
E: Y no estés nerviosa (le pidió son una sonrisa, habiéndola notado un tanto “histérica”)
no te van a comer ni nada de eso
M: No estoy nerviosa (contestó, logrando que Esther sacara una sonrisa con la que
quiso decirle que no se lo creía) Anda, vamos que tus padres nos esperan (dijo cuando
escucharon que la puerta del edificio se abría desde el portero automático)
Encarna y Miguel las recibieron encantados con la visita. Abrazaron a Esther y a Maca
la besaron como si la conocieran de toda la vida. Pese a que en un principio Maca estaba
tensa y con la cabeza muy lejos de esa cena, poco a poco se fue relajando. Estar con
Esther a su lado, sentir su mano rozar la suya y su sonrisa iluminando todo su mundo
hizo que por un momento, por esa noche, se olvidara de todo lo demás, y disfrutara con
la familia de su chica
M: Y... ¿Puedo preguntar cómo se conocieron? (preguntó ya al final de la cena,
mientras hacían la sobremesa con una copa de vino)
Miguel: Pues es una historia curiosa, al verdad (dijo mirando a su mujer con felicidad)
E: Y les encanta contársela a todo el mundo (susurró al oído de su chica)
Miguel: Verás, por aquel entonces yo era comisario de policía (le dijo, Maca casi se
atraganta con la bebida) estábamos investigando una serie de robos de obras de arte
(Maca intentó disimular todo lo que pudo, miró a Esther y la vio un poco tristona al
escuchar lo que decía) hubo un robo en un museo del centro... y siguiendo varias pistas
tuvimos que interrogar a mucha gente... entre ellas a Encarna (la miró y ésta asintió) me
quedé prendado de ella nada más verla (sonrió) aunque me lo puso difícil, no te creas
jajaja (rió, Esther sacó una sonrisa) Ella se había divorciado hacía menos de un año de
su marido... y siempre se negaba a tomar algo conmigo... (la miró como si la regañara
por tantas negativas) finalmente, un día, cuando ya había perdido todas las esperanzas
me dijo que sí... y hasta hoy
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M: Es... ejem (carraspeó sobreponiéndose a la sorpresa) como usted ha dicho, es una
historia curiosa (todos asintieron) ¿Qué le hizo interrogarla? No creo que tuviera nada
que ver con ese robo que investigó, ¿verdad?
Se sorprendió por haber hecho aquella pregunta, pero mucho más le sorprendió el
silencio bastante incómodo que se creó. Miró a su chica, que tenía la cabeza bajada y
parecía muy, muy triste. No entendía nada de lo que allí podía pasar y los miró a todos
de manera extraña
En: ¿Alguien quiere más vino? (fue lo único que dijo Encarna y Maca supo, que no
tendría respuesta a aquella pregunta, que, por sus reacciones, no debió haber formulado)
El ambiente, un tanto incómodo que se había formado tras aquella pregunta, duró el
resto de la velada, pese a los intentos de Miguel por restablecer la calma, la armonía y el
buen ambiente que había reinado toda la cena. Así que media hora después, Esther y
Maca decidieron que era mejor irse ya. Se despidieron prometiendo volver pronto y
salieron a la calle cogidas de la mano
No hablaban, cada una estaba metida en sus pensamientos, bastante diferentes unos de
otros. Parecían ausentes y si no fuera por sus manos unidas, nadie diría que eran dos
personas que se querían con muchísima fuerza
E: ¿Te apetece que demos un paseo? (preguntó Esther sorprendiendo a Maca)
M: Claro (dijo dejando el coche atrás) cariño... siento si he dicho algo que haya
molestado a tus padres...
E: No pasa nada (bajó la cabeza una vez más)
M: Mi amor... (se paró y se puso frente a ella) ¿Qué pasa? (acarició su rostro y la
mirada triste de Esther casi le rompió el corazón)
E: Tengo que contarte una cosa... (anunció y Maca la vio incluso avergonzada por lo
que tenía que contarle)
M: Cariño, ¿qué te ocurre? (preguntó acariciando su rostro, intentando que borrara
aquella expresión que no le gustaba nada)
E: Hay... hay algo que no te he contado sobre mi vida y... (bajó la cabeza) es algo de lo
que sentirse avergonzada...
M: No puede ser malo (dijo tomándola de la mano) nada de lo que tú hagas puede ser
malo
E: Pero lo hice... (contestó levantando de nuevo el rostro para mirarla) Hice algo malo,
lo hice... y ni siquiera sabía qué estaba haciendo
M: Mi amor...
E: Verás... mi... mi padre... (se le trabó la voz) mi verdadero padre no... digamos que no
era un santo
M: Mi amor, no tienes que contármelo si no quieres (dijo viendo que le costaba hablar)
E: Quiero hacerlo (siguió ella, sacando una pequeña sonrisa) quiero contártelo (Maca
afirmó dándole a entender que le prestaba toda su atención) Cuando yo era pequeña
tenía adoración por mi padre... era mi ídolo... lo era todo para mí... y siempre... no sé,
hacía cualquier cosa que me decía, me encantaba estar con él, me encantaba jugar con
él... y ayudarlo...
M: Es normal que sintieras eso, cariño (le dijo) es tu padre, siempre se siente adoración
por un padre
La reina roja
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E: Sí... supongo... pero no es tan normal cuando su trabajo consiste en robar a la gente
(soltó, haciendo que Maca abriera los ojos como platos)
M: ¿Qué? (fue lo único que pudo decir)
E: Mi padre era un ladrón (contestó) un ladrón de arte... se dedicaba a robar a los demás
por simple diversión (y la voz se le iba endureciendo, Maca se había quedado helada)
me utilizo para sus robos (decía con la voz entrecortada) un día me llevó al museo... me
dijo que tenía que ayudarlo a trabajar... yo estaba encantada (siguió) estaba con mi
padre... por aquel entonces mi madre lo había echado de casa y nos veíamos poco, así
que cuando lo hacíamos era una fiesta... me dijo que tenía que simular que me perdía,
que tenía que llorar ante los guardas de seguridad... que era un juego... y lo hice (dijo
elevándose de hombros) mientras yo jugaba a estar perdida él le daba el cambiazo a uno
de los cuadros... uno de Antonio Dávila...
Maca no podía creer lo que escuchaba, el padre de Esther fue un ladrón de arte que
había robado el mismo cuadro que ella hacía ya muchos años... y su chica hablaba con
tanta frialdad de él... con tanto dolor, que se le congeló el corazón al pensar qué diría de
ella si se enteraba de a qué se dedicaba
E: Destruyó todo lo que había creado... (siguió diciendo ante el mutismo de Esther)
destruyó a mi madre, la engañó durante años... y me hizo daño a mí (intentaba por todos
los medios que las lágrimas no salieran) destruyó nuestra familia y simplemente
desapareció (una lágrima comenzó a salir de sus ojos) No sé si lo cogieron, no sé si
sigue vivo o muerto, si está en la cárcel o en alguna isla perdida... lo que sí sé, es que
me hizo mucho daño... que yo le quería y abandonó a su familia por el capricho de robar
un cuadro... que se fue dejándome pensar que no me quería, que para lo único que me
quería era para hacerle de cebo en sus robos
M: ...
E: Miguel apareció un día en casa (continuó) investigaba el robo y sabía que el
sospechoso era mi padre... habló con mi madre, la investigó, la interrogó... No sabes
cómo se sintió mi madre... la escuchaba llorar cada noche... por lo que hizo mi padre,
por lo que me hizo a mí... (se le entrecortaba la voz) incluso estuvieron a punto de
quitarle mi custodia... (siguió diciendo) Pero Miguel se portó muy bien... la descartó
como sospechosa y... se enamoró de ella...
M: Miguel es un gran hombre (dijo consiguiendo articular por fin más de una palabra)
E: No entiendo por qué lo hizo (siguió diciéndole) ¿por qué robar a la gente? ¿Qué
sentido tenía? No lo entiendo... no sé por qué hay gente en el mundo así... que no les
importa nada más que ellos mimos, sin pensar en el daño que causan (era cierto, por
muchos años que llevara trabajando contra ladrones, siendo la dueña de la mejor
empresa de seguridad del país, no entendía por qué la gente robaba a otras sin
escrúpulos ninguno, y era precisamente por eso, por lo que le hizo su padre, para que
ningún niño, ninguna persona más se sintiera tan engañada como su madre o ella
misma, por lo que se dedicaba a lo que se dedicaba. Por su parte, Maca, una vez más, se
quedó sin habla) sin importarles la gente que les quiere... la gente que...
M: Shhh... (dijo cortándola, porque simplemente no podía oír nada más, porque
escuchar todo aquello y de alguna forma sentirse identificada era más de lo que podía
soportar) shh... ya mi amor (la abrazó contra sí) ya está...
E: Yo le quería Maca (lloraba en su pecho) y... aún no entiendo por qué lo hacía... por
qué se fue sin decir adiós... por qué tenía que robar...
M: Ya está cariño... ya está (la intentaba calmar, mientras se balanceaba con ella entre
sus brazos)
La reina roja
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Lo que Esther no sabía, era que aquellas palabras habían llegado mucho más hondo en
Maca de lo que ella pensaba. Que su chica, al escucharla, se había sentido como una
mierda... ahora era ella la ladrona, la que estaba engañando a Esther, la que
seguramente, como su padre, en algún momento tendría que desaparecer y dejarla de
nuevo con esa sensación de orfandad que atormentaba a su chica. Y le atormentaba, le
dolía, le daba miedo que Esther se enterara... ahora mucho más que antes... mucho
más... la cuestión era... ¿Por cuánto tiempo más, sería capaz de mantener esa mentira?
Llevaba varios días sin dormir. De pronto todo se había complicado mucho más de lo
que había imaginado. Demasiado estrés, demasiada tensión, demasiado el daño que
causaría, que se causaría ella misma
Las amenazas de Raúl, la salud de su madre que dependía de que ella realizara o no ese
trabajo y la reciente confesión de Esther sobre su padre la habían dejado en una
situación demasiado difícil para ella
Sin embargo, sabía lo que tenía que hacer, no podía dejar que le pasara nada a su madre,
así que ahí estaba, el juego comenzaba y se iniciaba justo en aquel lugar. Salió del coche
y miró hacia arriba, el cartel de la entrada no dejaba lugar a dudas: “Werty´s Security”
se leía con facilidad. La fachada, elegante, impoluta, de esos edificios nuevos y
cosmopolitas, de esos que dejan claro la importancia de la empresa que resguardan...
Se acercó a las puertas rotatorias, miró hacia el interior, el hall estaba lleno de gente,
personal de la empresa, supuso, que comenzaba su jornada o haciendo su trabajo. Sin
pensarlo más, entró y por inercia, echó un vistazo barriendo toda la sala buscando
puntos débiles, lugares muertos a ojos de las cámaras, al llevar la vista al frente vio
como la recepcionista la miraba con algo de recelo. Sonrió levemente y se acercó
M: Buenos días (le dijo medio apoyándose en el mostrador) quisiera hablar con Claudia
Castilla
Recepcionista: ¿Tiene cita?
M: No... pero ella me conoce (le dijo de nuevo) ¿podría avisarla de que Maca quiere
verla?
Recepcionista: Si no tiene cita, no creo que la atienda (Maca la miró insistente) está
bien, la avisaré (dijo cogiendo el teléfono de mala manera)
Mientras la impertinente recepcionista realizaba la llamada, Maca se alejó un par de
pasos del mostrador y de nuevo comenzó a mirarlo todo minuciosamente aunque para
ojos ajenos, miraba con simple curiosidad. Las cámaras estaban tan minuciosamente
instaladas que a penas dejaban un par de centímetros sin cubrir. La puerta giratoria por
la que había entrado tenía un dispositivo de autobloqueo y desde su posición, supuso
que el cristal debía ser de varios centímetros de grosos, lo que hacía imposible intentar
dañarlo, por no hablar del sistema de alarma que tenía conectado... Iba a ser difícil
entrar por ahí, claro que iba a serlo...
Recepcionista: Disculpe (la llamó) Claudia bajará en unos minutos (le informó) si
quiere sentarse... (dijo indicándole un par de sillones a un costado de la sala)
M: No, gracias, estoy bien (rehusó la idea Maca, pendiente del ascensor)
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Por lo que pudo ver, justo antes de la entrada a los ascensores, los trabajadores pasaban
por un lector de tarjetas, se apuntó mentalmente intentar hacerse con una de ellas. En
ese instante el ascensor se abrió dejando paso a una Claudia que miraba a su alrededor
buscándola con la mirada
Claudia: Buenos días Maca (la saludó estrechándole la mano)
M: Buenos días (contestó) siento presentarme así, pero quería hablar contigo...
Claudia: ¿Ha pasado algo? (quiso saber) ¿algo referente al robo?
M: No... no (sonrió tranquila) para nada... la verdad... solo quería instalar una alarma en
mi casa y... (bajó la mirada un tanto avergonzada) Uff... no he debido venir a
molestarte... seguramente tendrás un montón de trabajo y...
Claudia: No pasa nada (la cortó) además, para eso estamos (sonrió) también instalamos
alarmas no solo nos encargamos de grandes eventos (dijo calmándola)
M: Ah, bien, menos mal... (respiró con una leve sonrisa) la verdad es que no tengo
mucha idea de cómo va eso de las alarmas y se me vino tu nombre a la cabeza...
Claudia: Entiendo... suele pasar, seguramente a mí me pasaría lo mismo si tuviera que
organizar alguna fiesta... por muy pequeña que fuera (dijo mirando disimuladamente a
una de las cámaras, no sabía si Esther estaba o no en su despacho y tampoco sabía si las
estaba viendo, pero seguramente, si así fuera, estaría deseando bajar y saludar a su
chica) hagamos una cosa... acompáñame y te muestro los sistemas de alarmas que
tenemos, ¿te parece?
M: Claro (dijo contenta)
Claudia: Vale, espera (se giró hacia la recepcionista) Miriam, dale un pase de entrada,
por favor
Miriam: Sí, claro (lo sacó) aquí tiene
M: Gracias
Una vez tuvo el pase en las manos, entró tras Claudia y juntas esperaron el ascensor.
Mientras que ella iba mirando todo a su alrededor, sin prestar atención a nada más que
no fuera encontrar el dichoso acceso al famoso despacho. Claudia, por su parte, le iba
explicando los diferentes modelos de alarmas, desde la más básica, hasta una nueva
equipada con la última tecnología y que, obviamente, resultaba muchísimo más cara
Claudia: Puede que el precio te parezca una locura (decía ya subidas en el ascensor)
pero te aseguro que es una de las mejores que tenemos... está equipada con un sensor de
movimiento, un sistema de infrarrojos, cámara, blotooh conectado directamente con la
policía, y un código alfanumérico que hace más segura un intento de manipulación...
M: Claro... pero, Claudia, yo solo quiero una alarma... una que sea sencilla y que
impida que puedan entrar en mi casa... y no sé, todo eso que me dices, está bien (la
miró) pero no entiendo nada... (sonrió y Claudia le devolvió la sonrisa)
Claudia: No te preocupes (dijo cuándo el ascensor llegó a la planta) te las mostraré y te
diré cómo funcionan (continuó, saliendo del elevador y llegando a una sala un poco más
pequeña que el hall, con varios despachos y una sala común) ven, tomaremos un café
mientras hablamos
M: ¿Hacéis esto con todos vuestros clientes? (preguntó)
Claudia: ¿A qué te refieres? (le devolvió la pregunta mientras entraba en la sala y
servía un par de cafés)
M: Pues... no sé, que si hacéis esto, tener una atención tan personalizada con un cliente
que simplemente quiere instalar una alarma en casa...
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Claudia: No (le dio su taza) no lo hacemos... pero bueno, a ti te conozco... (sonrió, y
Maca tuvo, por un instante, la sensación de que ese “te conozco” era más amplio que el
hecho de conocerla de tan solo de aquel evento)
M: Ya... pues gracias por tomarte tantas molestias...
Claudia: No es molestia, mujer... si además, estaba cansada de estar en mi despacho...
(en ese momento sonó el teléfono móvil de Claudia) ¿Me disculpas? (se levantó) ¿Sí?
Dime... no, estoy en la sala de cafés... una “clienta” que quiere instalar una alarma (le
dijo a su interlocutor antes de salir por la puerta. Maca la miró, viendo la expresión de
su rostro pensó que estaría hablando con el verdadero director de la empresa. Miró hacia
los lados y cuando iba a levantarse para escuchar, vio como una cámara de seguridad la
estaba enfocando directamente. Abortó el movimiento antes incluso de realizarlo y le
dio un trago a su café
Mientras tanto, Esther, en su despacho, miraba la pantalla a una Maca que tomaba
tranquilamente un café, sonrió sin poder remediarlo, estaba preciosa
E: No, si quiere una alarma le instalas la mejor que tenemos (le decía a Claudia) por el
dinero ni te preocupes, que ya me encargaré yo
Claudia: ¿Y si pregunta? (quiso saber) no creo que la deje convencida después de
decirle que es una de las más caras
E: Pues... no sé, invéntate algo, pero no pienso cobrarle una barbaridad a mi novia por
instalarle una alarma, Claudia, es absurdo, y más siendo yo la dueña de la empresa... (no
podía apartar la mirada de ella)
Claudia: Vale (aceptó) ¿querías algo más?
E: Sí, necesito que subas cuando acabes (dijo sin darle más información)
Claudia: Bien, pues luego te veo
Volvió a la sala disculpándose por aquella llamada, Maca actuó con naturalidad y
siguieron hablando de alarmas, seguridad y varias cosas por el estilo. Finalmente,
Claudia se las ingenió para “venderle” aquella última tecnología en alarmas de
seguridad y se despidió de ella en la planta del hall
Claudia: Perdona que no te acompañe (atrancando la puerta del ascensor para así, evitar
que se cerraran las puertas) pero tengo que hacer unas cosas
M: No te preocupes (contestó viendo como uno de los trabajadores entraba en el
elevador y esperaba paciente a que terminaran de hablar) no te entretengo más y...
muchas gracias por todo
Claudia: De nada (respondió) ah y antes de salir, déjale el pase de entrada a Miriam
M: Lo haré (contestó señalándolo) gracias de nuevo
Claudia: Hasta luego (terminó de decir dejando que las puertas del ascensor se cerraran
por fin)
M: Hola (saludó una vez más a la recepcionista) Claudia me ha dicho que te deje esto
por aquí (siguió dejando el pase sobre el mostrador) Supongo que lo necesitarás para la
siguiente visita
Miriam: Gracias (dijo cogiéndolo para guardarlo) aunque por hoy ya no sirve
M: Ah... ¿Y eso? (preguntó curiosa, aquella chica parecía tener pocas luces y muchas
ganas de hablar con alguien, así que intentó tirarle de la lengua)
Miriam: Los códigos de acceso de los pases se cambian a diario (le contestó) es la
política de la empresa... solo el de los trabajadores duran un poco más y tan solo una
La reina roja
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semana (contestó despreocupada, al fin y al cabo, esa chica era amiga de su jefa, y como
ella siempre pensaba, mejor tener a los amigos del jefe contentos, así, no habría quejas)
M: Entiendo (dijo mientras pensaba en aquello) pues nada, muchas gracias y que tengas
un buen día
Miriam: Igualmente (contestó) adiós
Cuando salió del edificio, se montó en el coche y sacando una pequeña libreta comenzó
a apuntar todo lo que había visto y oído en aquella primera “inspección ocular”: Los
puntos muertos eran casi inaccesibles. Las tarjetas del personal y los pases para visitas
eran modificados cada poco tiempo, por lo que intentar clonar alguna no serviría de
nada si no entraba en el rango de tiempo preciso. Las puertas de entrada tenían un gran
sistema de seguridad y autobloqueo. Las cámaras de seguridad se mostraban a lo largo
de todo el edificio, en los distintos lugares en los que había estado, había contado como
unas 15 y tenía la certeza de que se había dejado alguna y que otras posiblemente
estarían ocultas. El ascensor estaba equipado también por un sistema de cámaras, alarma
y lo que intuyó, sería un teclado numérico en el que insertar algún tipo de código;
aunque sabía que esos ascensores no le llevarían al lugar indicado
M: Mierda (protestó, corroborando, una vez más, lo complicado que sería llegar al
dichoso despacho)
Llevaba despierta un buen rato, realmente, a penas había dormido nada durante toda la
noche. Como le venía pasando desde que Raúl mostrara sus cartas, se le hacía imposible
conciliar el sueño. Esther, abrazándola, dormía plácidamente sin tener ni idea de qué era
lo que le pasaba a su chica, pese a que durante todo ese mes había veces en las que la
veía ausente, ida y de mal humor, siempre lo achacó a la delicada salud de su madre e
intentaba calmarla y ayudarla cuanto podía. Jamás pudo imaginarse el porqué de ese
estado de ánimo en Maca
Ese día, sin embargo era diferente, sus nervios no eran solo por la situación en la que se
encontraba sino por lo que iba a hacer. Miraba a Esther y algo se clavaba en su corazón,
como si le estuvieran pinchando en el mismo centro del pecho y más la abrazaba
intentando buscar en su cuerpo la paz y la fortaleza que necesitaba. Ese día, en concreto
iba a necesitarla... ese día, era el primero de los muchos en los que se jugaría el cuello
Aún no tenía nada relevante sobre la empresa de seguridad que hiciera mantener
calmado a Raúl, quien, por cierto, estaba perdiendo la paciencia por la tardanza de Maca
en dar “el golpe”. Ella siempre había sido muy paciente y no hacía nada si no tenía la
certeza absoluta de que no sospecharían, de que no cometería algún error. Por el
contrario, Raúl, se desesperaba más cada día y le insistía a base de amenazas unos
resultados que no llegaban
Y es que, lo cierto era, que Maca aún no tenía nada. No tenía acceso a la empresa, no
sabía qué códigos utilizaban y había estado vigilando a Claudia lo suficiente para saber
que tampoco lograría nada de ella, la Jefa de seguridad estaba realmente bien entrenada
porque nada, absolutamente nada en su vida profesional y diaria le había hecho
sospechar de que alguien de su entorno pudiera ser “El gran jefe”. No, no tenía nada,
absolutamente nada, salvo tres posibles ubicaciones del famoso ascensor en un parking
que casi se extendía por toda la manzana, y eso era como no tener nada, porque buscar
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un ascensor en concreto, posiblemente bien disimulado entre un garaje tan grande y que
nadie la viera, le resultaba de lo más difícil
Y sin embargo, ese día, con Esther dormida entre sus brazos, cuando lo que más
deseaba era quedarse en la cama con ella y volver a hacerle el amor como se lo había
hecho durante gran parte de la noche, ese día, entraría en aquel garaje y buscaría el
ascensor para encontrar una manera de llegar al despacho
Se giró quedando frente a frente con Esther, quedó de nuevo mirándola, pidiéndole
perdón por lo que iba a hacer pues, si la pillaban, si había un indicio de que pudieran
identificarla, desaparecería de su vida para siempre, sin despedidas, sin explicaciones,
como ya lo hizo un día su padre y sabía que la dejaría con el corazón roto. Suspiró
hondamente, acarició su rostro con la yema de los dedos y se acercó con lentitud para
besarla una vez más
E: Ummm... (ronroneó Esther aún dormida, moviéndose buscando su cuerpo)
M: Te quiero (susurró en su oído, y lo dijo con el alma completa en esas palabras)
E: Yo también (contestó su chica comenzando a despertar)
M: Me tengo que ir, mi amor (dijo abrazándola, acariciando su espalda desnuda,
cerrando los ojos para sentirla más)
E: ¿Tan pronto? (hablaba aún sin abrir los ojos)
M: Sí, cariño (disimuló la tristeza que sentía) tengo trabajo pendiente
E: Uhmm jo (protestó) podrías quedarte un ratito más (volvió a ronronear entre sus
brazos) no quiero que te vayas...
M: Ni yo irme pero... tengo que... que visitar a un cliente y...
E: Me voy a poner celosa de tus clientes (continuó hablando escondida en su cuello)
M: Jeje (medio rió) tú no tienes que ponerte celosa por nada, porque la única mujer a la
que yo quiero, y de la que estoy absolutamente enamorada es de ti, mi vida...
E: Zalamera...
M: Venga, que tengo que irme (se separó un poco de ella, si seguía allí, no se movería
de la cama y tenía que hacerlo, por mucho que no quisiera, por mucho que deseara
mandar a Raúl a la mierda tenía que hacerlo... (dame un beso)
Esther la besó y lo que pretendía ser un beso breve de despedida ella se encargó de
profundizarlo. La estrechó contra su cuerpo y quedó sobre ella mientras su lengua
invadía la boca de su amante buscando su homóloga. Esther correspondió con la misma
pasión, con el mismo amor, sin oponerse en lo más mínimo en aquel beso que en otras
circunstancias habría sido preludio de horas de pasión desenfrenada
M: Te quiero (dijo cuando terminó el beso, mirándola a los ojos y llevando un mechón
de pelo tras su oreja)
E: Y yo a ti (contestó sonriendo levemente)
A duras penas, Maca logró levantarse de la cama y tras ir al baño y darse una ducha en
la que intentó sin éxito que sus nervios se aplacaran volvió al dormitorio donde Esther,
sentada en la cama tapándose con la sábana no dejaba de mirarla
M: Cariño si me miras así... no voy a irme...
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E: Pues no te vayas (sonrió) ¿Qué puede ser más importante que quedarte aquí
conmigo? (se destapó dejando ver su cuerpo desnudo) ¿acaso no te apetece más venir
aquí de nuevo eh? (preguntó insinuante)
M: Ejem... (carraspeó al verla desnuda una vez más, sintiendo como el deseo iba
recorriéndole de pies a cabeza... pero había algo muy importante, demasiado importante,
la vida de su madre...) Tengo trabajo (repitió desviando la mirada)
E: Está bien (se volvió a tapar, cediendo y dejando de torturarla) ¿Nos veremos esta
tarde?
M: Sí... claro (contestó, pese a no tenerlo muy claro)
E: Ten cuidado con la moto (le pidió cuando Maca volvió a acercarse para besarla una
última vez)
M: Lo tendré (sonrió) te quiero (y no podía dejar de decírselo, porque necesitaba que se
lo grabara en la mente)
E: Y yo a ti (contestó) Hasta luego, mi amor
M: Adiós (dijo desde la puerta)
Gracias a la moto y a que a esas horas no había demasiada gente aún en la carretera,
llegó a Werty´s Security en el tiempo que había estimado con antelación. Se quedó
parada a varios metros de la puerta del parking y miró el reloj con insistencia. Se
suponía que el cambio de turno se realizaría en dos minutos, lo que le daría acceso al
garaje sin tener que pasar por el control de seguridad. Tenía que ser rápida y discreta y
sobre todo, evitar que alguien la viera
Mientras esperaba, sacó del maletín trasero de la moto unas gafas de sol que ocultaban
gran parte de su rostro, unos guantes negros para evitar dejar huellas; se hizo una coleta
en el pelo y lo ocultó bajo una gorra que no dejaría ver sus facciones. En otros trabajos,
habría sonreído cuando veía que sus predicciones se cumplían, en éste sin embargo, lo
único que hizo fue cerrar los ojos algo incómoda cuando vio que, como había estudiado,
llegaba el deseado cambio de turno se realizaba sin contratiempos
Aprovechó que los guardas de seguridad se entretenían entre ellos y de manera rápida se
introdujo en el garaje alejándose de la caseta de seguridad. Anduvo unos pasos hacia el
Este del aparcamiento, buscando la primera posible ubicación y no tardó en diferenciar
varias cámaras de seguridad
Chasqueó los dientes, cuando al llegar al lugar indicado vio que no había nada, no había
indicio alguno de que allí existiera un ascensor. Se dio la vuelta y comenzó a andar en
sentido contrario, la segunda ubicación estaba en el otro extremo del aparcamiento y
tenía poco tiempo, debía darse prisa si quería salir de allí sin tener problemas
Cuando casi estaba llegando, escuchó pasos a su espalda y literalmente se tiró a un
costado ocultándose entre dos coches aparcados. La tensión podía cortarse con una
tijera y su respiración pese a que intentaba calmarla no era nada tranquilizadora. Miró a
través de la ventanilla de uno de los coches y divisó, al guarda de seguridad haciendo su
primera ronda del turno. Se agachó con rapidez cuando el chico se dio la vuelta mirando
directamente en su dirección, esperó sintiendo los nervios a flor de piel y solo cuando
escuchó pasos alejándose volvió a mirar para ver la espalda del hombre alejándose de su
posición
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Se mantuvo oculta durante unos instantes más, asegurándose de que no la vería si se
daba la vuelta y cuando se cercioró de ello volvió a levantarse, mirando todo a su
alrededor para retomar su camino
Estaba a unos cincuenta metros de la segunda ubicación cuando algo llamó su atención,
una cámara de seguridad, aunque pudiera parecer que no tenía importancia alguna
debido a que en aquel parking había un buen número de cámaras, lo que le resultó
sospechoso fue que ésa cámara en concreto tenía un diseño diferente que la hacía estar
oculta en su posición. Realmente debías fijarte bien en ella para saber que realmente se
trataba de una cámara y no de una bombilla del sistema de iluminación
Volvió a ocultarse por si las moscas. Sacó su teléfono móvil, activó la cámara de fotos y
accionó el zoom todo lo que pudo, le hizo una foto a la cámara y tras esto bajó el
objetivo hacia la pared. Aparentemente ahí no había nada, sin embargo, al volver a
fijarse mejor, pudo ver, con algo de esfuerzo una ranura en la pared que cortaba la
pintura en dos
M: Ahí estás (dijo en un murmullo muy leve)
Desde la distancia en la que estaba no podía ver mucho más, no diferenciaba ningún
tipo de sistema de acceso y nada que hiciera que aquellas puertas se abrieran. Cerró los
ojos y se mordió el labio con pesadez y fastidio. Iba a tener que acercarse mucho más
Sopesó sus posibilidades. Y por más que buscó no había otra que no fuera entrar en el
objetivo de aquella cámara de seguridad. Negó con la cabeza, se exponía a que la
grabaran, a que la descubrieran. Tenía que salir de allí, era lo mejor que podía hacer, y
sin embargo, la imagen de su madre y la amenaza de Raúl volvieron a su mente. Tenía
que hacerlo...
Finalmente, pese a todo, se acercó con disimulo, se cuidó muy mucho de mirar a la
cámara y se posicionó frente a la disimulada puerta. Moviendo tan solo un brazo,
comenzó a palpar los laterales de la puerta en busca de algo. Cuando iba a darse por
vencida una pequeña puerta se abrió en el lado derecho. Miró de reojo y dando un paso
hacia un lado, siempre sin mover la cabeza y manteniendo la mirada bajada, se puso
frente a aquel sistema electrónico de apertura
Un monitor en negro y un teclado implantado en la pantalla táctil le dieron la
bienvenida, bajo la frase “Introduzca el código de acceso” una serie de barras en las que
supuso iría el dichoso código
________________
Contó 16 dígitos y teniendo en cuenta que el teclado constaba de letras y números
supuso que sería un código Alfanumérico, lo que hacía mucho más difícil su
identificación. Justo al lado, un lector de huellas digitales esperaba la autorización del
código de seguridad para ponerse en funcionamiento
Cerró los ojos, sería imposible, realmente, sería imposible, pues estaba segura de que, si
lograba entrar en el sistema para averiguar el dichoso código, todo el software se
bloquearía dejando inutilizado el ordenador y por ende, el ascensor. Era imposible...
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simplemente, era un trabajo imposible. Negó con la cabeza, cerró el cajetín, suspiró
hondamente y dándose la vuelta se marchó por donde había venido. Aprovechó que el
chico de seguridad aún estaba haciendo la ronda para escabullirse fuera del parking,
cogió su moto y aceleró alejándose del edificio
Andaba de un lado a otro, la espera se le estaba haciendo eterna. Miraba a un lado y a
otro y volvía a mirar el reloj, tanto coñazo que le estaba dando con el tiempo y ahora era
el mismo Raúl quien llegaba tarde
Finalmente lo vio aparecer, al final de la calle y con esa pseudoelegancia que le
caracterizaba, mirando por encima del hombro a todo quien se cruzaba con él.
Sintiéndose superior a todos... Estúpido, eso era, si tenía que describirlo con una
palabra, era simple y llanamente estúpido
Raúl: ¿A qué viene tanta prisa? (preguntó sin tan siquiera saludar una vez llegó lo
suficientemente cerca como para que la escuchara)
M: Tenemos que hablar (contestó con seriedad)
Raúl: Ya... (comenzó a andar por la calle y Maca le siguió) tú dirás...
M: Es sobre el “Trabajito” (le informó, Raúl afirmó con la cabeza, como si ya se lo
imaginara)
Raúl: Ujum... (dijo sacando tabaco y encendiéndose un cigarro) ¿qué pasa con él?
M: Es mucho más difícil de lo que pensaba... (contestó)
Raúl: Nadie dijo que fuera fácil... (dijo con toda la tranquilidad del mundo)
M: Sí, pero la que se juega el cuello soy yo (le recriminó)
Raúl: Ya... el cuello y algo más, ¿qué tal está tu madre? (le dijo con doble intención,
para que supiera que la tenía pillada)
M: Eres un cab...
Raúl: Shh... no te alteres y disimula que hay gente por la calle (la cortó mientras se
cruzaban con una pareja de ancianos...) y tranquila... a tu madre no le pasará nada...
aunque todo depende de ti...
Y ahí fue cuando Maca recordó, que no podía hacer lo que había querido hacer... lo
había llamado y había quedado con él para dar la cara y decirle que no haría el trabajo,
era demasiado peligroso, demasiado complicado... así que había decidido quitarse del
medio, sin embargo, una vez más, Raúl le recordaba en qué situación estaba...
M: Haré lo que pueda (dijo bajando la cabeza) pero es posible que tarde más tiempo...
necesito un código que me va a llevar más tiempo conseguirlo...
Raúl: Tiempo, Macarena, es precisamente lo que no nos sobra (afirmó cambiando el
tono de voz) así que date prisa en entrar en ese despacho...
M: No puedo hacerlo sin el código y no es un código normal, son 16 dígitos
alfanuméricos y no puedo hackear el sistema... así que o tengo el código o espera
sentado a que lo consiga...
Raúl: Está bien (dijo tras pensarlo un segundo) no me quedará más que esperar (y Maca
lo miró bastante sorprendida por aquella salida) me tengo que marchar, te llamaré para
saber qué tal va todo
Se quedó ahí, parada en mitad de la calle viendo como Raúl se alejaba con una sonrisa
en los labios. No tenía ni idea de qué era lo que tramaba, pero algo le decía que algo era.
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Miró el reloj, aún le daba tiempo a visitar a su madre... tenía que verla, después de la
alusión de Raúl, tenía que verla
Por su parte, Raúl, andaba con tranquilidad, fumaba un cigarrillo y sonreía con
suficiencia. Sabía que tenía a Maca cogida por donde quisiera, sabía que haría lo que le
había pedido y sabía, exactamente qué era lo que él tenía que hacer para “acelerar” el
proceso
Llegó a su coche, accionó el manos libres del móvil y mientras arrancaba marcó la
marcación rápida en su teléfono
Raúl: ¿Qué tienes? (preguntó directamente una vez contestaron al otro lado)
-: Entrar en la base de datos del gobierno no es nada fácil... y mucho menos desde la
última vez que lo intenté y me cortaron el paso (contestaron al otro lado del teléfono)
han reforzado el software por si no lo sabías
Raúl: Me importa un cuerno lo que hayan hecho (dijo sin querer perder los nervios pero
imponiéndose) ¿tienes algo o no?
-: Puede ser (se hizo el interesante su interlocutor) Pero quiero aumentar la suma, no ha
sido un trabajo sencillo
Raúl: Eso dependerá de lo que tengas (contestó) así que dime de una vez que cojones
has averiguado
-: Tengo un nombre... (le dijo, y Raúl realizó una señal victoriosa) pero no cantes
victoria, aún no sabemos si es falso o no
Raúl: Entonces eso es lo primero que debemos averiguar (le dijo) y ahí sabremos si te
has ganado lo que pides (terminó de decir colgando el teléfono y apretando el
acelerador)
En los siguientes dos días Maca a penas se separó de su madre, iba por la mañana a la
clínica y no se marchaba de allí hasta la noche. Por suerte, aunque para ella la suerte no
podría ser nada bueno, Vero había tenido que “salir de viaje” o al menos esa era la
excusa que le había dado a su jefe para desaparecer un par de días. Aprovechando la
coyuntura había intentado trasladar a su madre a otra clínica pero bastó tan solo dar el
primer paso para recibir la llamada de Raúl advirtiéndole de que aquella sería una idea
nefasta...
No se había relajado ni un instante, de hecho, estaba empezando a pensar que sufría de
algún tipo de síndrome persecutorio, y es que empezaba a emparanoiarse demasiado con
el tema y fuera donde fuera, veía a Raúl o tenía la sensación de que alguien la vigilaba
El único momento en el que se relajaba un poco, era estando con Esther, esos eran los
únicos instantes de paz que sentía. Y es que, Esther le daba paz, le daba tranquilidad y
se sentía, en cierta forma, segura y a salvo a su lado
La empresaria no era tonta, sabía que a su chica le pasaba algo, notaba que había algo
extraño en su comportamiento y la veía demasiado nerviosa. Intentaba hablar con ella,
que le contara qué le pasaba pero Maca no era capaz de contárselo, no era capaz de
decirle que era aquello que le preocupaba...
La reina roja
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E: Mi amor... (le dijo una vez más, tumbadas ambas en el sofá, en silencio, abrazadas y
sin embargo sintiendo a Maca demasiado lejos)
M: ¿Uhmm? (contestó sin moverse)
E: Llevas dos días demasiado tensa y... (la miró) estoy un poco preocupada...
M: Estoy bien (le dijo en tono medio cansino)
E: Ya...
M: Esther... estoy bien (repitió intentando poner más seguridad en sus palabras)
E: ¿Tu madre está bien? (preguntó pensando que podría ser por eso por lo que estaba
así)
M: ¿Mi madre? (se puso nerviosa) ¿qué le pasa a mi madre?
E: No sé... como llevas unos días que no te has separado de ella para nada (le contestó
argumentando su pensamiento) y cuando estamos juntas a penas dices nada y...
M: Ha estado un poco resfriada... (contestó casi ausente) pero nada grave...
E: Pues... no sé... creí que era por eso por lo que estabas así (se irguió en su sitio para
encararla) pero si no es por tu madre... no sé... ¿es por mí?
M: Esther... por favor, ¿qué tonterías estas diciendo? (quiso saber)
E: No lo sé ¿vale? (finalmente se levantó y comenzó a andar por la habitación) estás
ausente, estás rara y no me cuentas qué te pasa (comenzó a decir) y qué quieres que te
diga, empiezo a pensar que el problema soy yo... o que no quieres estar conmigo y no
sabes cómo decirlo o...
M: Esther mi amor (se levantó con rapidez, porque no podía dejar que pensara algo así,
porque ella, precisamente Esther era lo mejor que tenía en ese momento... en su vida)
cariño, claro que no es eso... (se acercó y la besó) te quiero (le dijo) te quiero
muchísimo cariño... y no quiero que lo dejemos...
E: ¿Entonces? (preguntó perdida) quiero ayudarte y no sé cómo...
M: No puedes ayudarme, cariño... (dijo sintiendo un enorme nudo en la garganta y
sintiéndose bastante jodida por tener que mentirle) son... son cosas del trabajo y... no te
preocupes (sonrió como pudo) lo resolveré... (la besó de nuevo) te quiero... no pienses
nunca, óyeme bien, nunca, que no te quiero... porque eres lo más bonito y lo mejor que
tengo en la vida...
E: Yo también te quiero... (contestó sintiendo como la abrazaba con tanta fuerza, que
sintió que nadie la había querido tanto...)
M: Oye que... ¿por qué no nos vamos al cine y luego cenamos algo o vamos a bailar...?
(dijo tras un momento aferrada a su cuerpo, necesitaba distraerse y dejar de pensar en
todo aquello)
E: ¿Sí? ¿Te apetece? (preguntó con una sonrisa)
M: La verdad es que sí (sonrió ella también contagiándose)
E: Me parece perfecto (contestó robándole un pequeño beso) voy a cambiarme
Eligieron una comedia con la que poder reírse, algo que les hiciera olvidarse un poco de
todo y lo lograron, rieron por las surrealistas tramas del film y por la gran interpretación
de sus protagonistas. Se mostraron cariñosas refugiadas en la oscuridad del cine y
Esther sintió como Maca poco a poco se relajaba dejando paso a la mujer tierna,
sonriente y tranquila que ella conocía
De igual manera cenaron en un restaurante bastante acogedor, se comían con la mirada
y se demostraban una y otra vez lo que sentían la una por la otra. Hablaron básicamente
de ellas mismas, sin entrar en nada que pudiera enturbiar ese momento. Se lo pasaban
bien, realmente se lo estaban pasando bien
La reina roja
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Iban caminando por la calle, hablando un poco de todo y abrazadas como la pareja
unida que eran. En un momento dado Esther comenzó a buscar algo en su bolso,
frunciendo el ceño al no encontrarlo
E: Creo que he perdido el móvil (le comentó) no lo encuentro
M: Lo habrás dejado en casa, mi amor (le dijo viendo como no dejaba de buscarlo)
E: Pues eso espero (dijo medio suspirando) porque sería una gran putada perderlo...
M: Verás como está allí (volvió a abrazarla) No te preocupes...
E: Ya... (dijo no muy convencida)
M: ¿Y para qué buscas ahora el móvil? (le preguntó) no te hace falta...
E: Ya sabes que no me gusta mucho estar sin móvil...
M: Lo sé, lo sé (sonrió) esa relación que tienes con tu móvil hace que me ponga celosa
que lo sepas (continuó en tono bromista)
E: ¿Ah sí? (le siguió la broma)
M: Pues sí... siento muchos celos cuando te veo con él... de hecho, estoy pensando en
cantarle las cuarenta...
E: Bueno... a decir verdad, tiene muchas cosas que me hacen no poder dejarlo (seguía
ella) de hecho, se ha hecho imprescindible en mi vida...
M: Claro, claro (se hizo la ofendida...) pero seguro que tu querido móvil no puede hacer
esto (terminó de decir besándola con pasión, en mitad de la calle y colonizando su boca
mientras la apretaba más contra su pecho...)
E: Umm... (gimió contra su boca) definitivamente te prefiero a ti...
M: Es todo un alivio (sonrió) Bueno... (se separó de ella y comenzaron a andar de
nuevo) ¿quieres ir a tomar algo o... nos vamos a casita y ya vemos qué hacemos?
E: Mejor a casa (afirmó) tengo ganas de hacer algo... (le dijo al oído mordiendo su
lóbulo...)
M: Tú lo que quieres es buscar tu móvil (dijo chistosa)
E: Jajaja, Claro, tonta, precisamente eso es lo que quiero (contestó)
M: En cuanto lleguemos lo tiro por la ventana...
De esa manera, bromeando y haciéndose carantoñas continuaron su camino, la noche
hacía tiempo que había derrotado al día y las calles a esas horas estaban bastante vacías.
Tan metidas estaban en sus bromas, en sus besos y sus mimos que no se dieron cuenta
que no eran las únicas transeúntes de aquella calle. Dos hombres más andaban por allí y
susurrando algo entre ellos no dejaban de mirarlas y acercarse con decisión hacia ellas
-: Oye... ¿Tenéis tres euros que dejarnos? (preguntó uno de los chicos, mientras ambos
se posicionaban de tal manera que les impedían seguir)
M: No (contestó dándose cuenta de aquel movimiento y por instinto obligó a Esther a
que se pusiera tras ella franqueándola con su cuerpo como si quisiera protegerla) No
tenemos nada suelto... (siguió) dejadnos pasar (les pidió, intentando esquivarlo pero
ambos se movieron impidiendo su movimiento)
-: Venga ya... ¿me vas a decir que no tienes tres euros? (preguntó el otro chico, de un
modo un poco más amenazante)
M: Ya te he dicho que no tenemos nada suelto (contestó de igual modo)
-: Ya... eso vamos a verlo (habló de nuevo el primero de los chicos) va... la cartera (dijo
sacando una pequeña navaja)
M: ¿Me vas a robar? (preguntaba sin poder creerse que a ella le fueran a robar,
precisamente a ella...)
-: ¿Eres tonta o te lo haces? (soltó él una vez más) la cartera, ¡vamos!
La reina roja
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M: ¿Y sino qué? ¿Me vas a pegar un navajazo?
E: Maca... déjalos (le susurró en el oído, no podía creerse que estuviera encarando a
esos tíos) y dales la cartera...
-: Eso... haz caso a tu amiga (contestó el chico) hola guapa (saludó a Esther con la
mirada recorriendo todo su cuerpo)
M: Toma la puta cartera (dijo casi perdiendo los nervios por esa mirada)
-: Ey... ¿qué te parece si nos divertimos un rato? (preguntó uno al otro, relamiéndose los
labios)
M: Ni se te ocurra mirarla hijo de puta (soltó ahora sí, sin poder evitarlo)
-: Tranquila fiera... si le va a gustar (se rió el otro)
M: ¡Que no la toques! (gritó al ver como uno de ellos tomaba a Esther del brazo...)
E: Maca... Maca... Maca... (comenzó a decir intentando zafarse de aquel hombre)
M: ¡Esther! (intentó propinarle un golpe al hombre, recibiendo un puñetazo en el
estómago por parte del otro...) Agg... ¡Suéltala hijo de puta!
En ese momento, un coche negro, con las ventanas tintadas paró justo al lado de donde
estaban. El hombre que agarraba a Esther comenzó a arrastrarla hacia el vehículo
E: ¡Maca! (gritó mientras pataleaba) ¡MACA! (seguía diciendo intentando golpear al
hombre que la llevaba en volandas) ¡SUELTAME!
M: ¡Esther! (gritó ella también, recuperándose del golpe anterior y corriendo hacia
ellos, antes de llegar, el otro chico volvió a golpearla) ¡SOLTADLA! ¡ESTHER!
E: ¡MACA! (volvió a gritar por última vez antes de que la metieran en el coche)
Ante la estupefacta mirada de Maca, el coche arrancó y con un acelerón que hizo
chirriar las ruedas se alejó a gran velocidad de allí
M: ¡ESTHER! (gritaba mientras corría tras el coche) ¡ESTHER! ¡ESTHER! (seguía
gritando viendo como el coche cada vez se alejaba más y ella no podía hacer nada para
detenerlo...)
Miraba a su alrededor desesperada, no entendía nada de lo que acababa de pasar.
Buscaba a alguien, alguna persona que pasara por el lugar, pero la calle estaba desierta,
no había ni una sola persona que pudiera ayudarla. Las lágrimas, provocadas por la
angustia y la desesperación comenzaron a bañar sus mejillas. Esther no estaba, alguien
se la había llevado, no sabía quién, ni para qué y mucho menos sabía qué pasaría con
ella
Y fue en mitad de toda su impotencia, de toda esa ansiedad que había sentido, cuando
corrió hacia atrás, volviendo al lugar en el que había dejado tirado su bolso y
temblando, con las lágrimas recorriendo sin descanso su rostro buscó su móvil e hizo lo
que jamás habría pensado hacer... marcó el número de la policía...
Mientras tanto, en Werty´s Security, Claudia, como siempre, de manera rutinaria,
visionaba las cámaras de seguridad de la empresa, cada tres días, hacían un visionado
completo de todas las cámaras y tras dos horas de imágenes vio algo que la dejó parada
La reina roja
93
Claudia: Vuelve atrás (le dijo al chico que manipulaba los videos) ¿quién coño es esa?
(preguntó estupefacta al ver la imagen de una mujer justo en la ubicación exacta del
ascensor que llevaba al despacho de Esther) enfócale la cara (ordenó)
-: Es imposible (contestó el chico intentando realizar su pedido) no mira a la cámara y
huye del objetivo... es imposible poder enfocar el rostro
Claudia: ¡Joder! (exclamó golpeando la mesa) saca todo lo que puedas e intenta
identificarla (dijo mientras salía de la habitación, buscando su teléfono y marcando con
rapidez)
“Hola, soy Esther, en este momento no puedo hablar contigo, llámame más tarde o deja
un mensaje”
Claudia: Mierda, Esther (protestó, colgando el teléfono y marcando de nuevo)
“Hola, soy Esther, en este momento no puedo hablar contigo, llámame más tarde o deja
un mensaje”
Claudia: ¡Joder! (volvió a protestar esperando que el buzón de voz le diera paso para
hablar) ¡Esther! (exclamó cuando escuchó la señal) soy Claudia, llámame cuanto antes o
vente al despacho, es importante
Colgó el teléfono y volvió a entrar en la sala de visionado, donde el chico que trabajaba
allí, se afanaba por encontrar algo que le diera alguna pista sobre la identidad de aquella
misteriosa mujer
Intentando calmarse para poder hablar, esperaba que al otro lado de la línea alguien
contestara al tiempo que fijaba su mirada en aquella esquina por la que había
desaparecido el coche que se había llevado a la mujer de su vida
M: Hola, quiero denunciar un secu...
Se cortó cuando alguien tras ella, le arrebató el teléfono antes de poder seguir hablando.
Se dio la vuelta con rapidez y su rabia, su miedo y su sorpresa fue mayúscula cuando lo
vio, sereno y tranquilo mirándola sin inmutarse
Raúl: Esa no es una buena idea (dijo cerrando el teléfono y guardándoselo en el bolsillo
de la chaqueta)
M: Hijo de puta (espetó rabiosa) ¡Hijo de puta! ¿¡Donde está!? ¿Dónde está? (le gritaba
y hacía el intento de pegarle, mientras Raúl la mantenía alejada de su cuerpo)
Raúl: ¿Sabes qué? Para hacerte llamar “Reina Roja” no tienes ni idea de ajedrez
(contestó ignorando sus preguntas) me decepcionas... (dijo autosuficiente) pero te diré
algo... quizás te sirva de ayuda: Primera regla del ajedrecista, juega, siempre, pensando
en tu siguiente movimiento antes del actual... (terminó de decir) y como ves, eso he
hecho yo, he estado jugando visualizando el siguiente movimiento... hasta que por fin,
he descubierto la forma de poner en Jaque a mi contrincante (sonrió orgulloso de sí
mismo)
M: Como le hagas algo te mato (advirtió también ignorando su discursito) ¡Me oyes!
¡Te mato, cabrón!
Raúl: Jum... eso no depende de mí (continuó él)
La reina roja
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M: ¿Por qué ella? (decía con lágrimas en los ojos) Ella no tiene nada que ver en esto...
¿por qué ella?
Raúl: ¿Qué no tiene nada que ver? (ahora el casi sorprendido era él) ¿me estás
vacilando o de verdad no lo sabes?
M: ¿Saber qué? (preguntó fuera de juego)
Raúl: Tú novia es la hija del dueño de la empresa
M: ¿¡Qué!? (alucinó)
Raúl: Venga ya... ¿me vas a decir que no lo sabías? (preguntó retóricamente) seguro
que lo sabías y... está muy mal ocultarle cosas al jefe... puedes enfadarle...
M: No... no lo sabía (contestó sin poder creerse lo que escuchaba)
Raúl: Vale, haré como que te creo (dijo) pero ahora ya sabes que tu... novia, es la clave
de todo esto...
M: ¿Qué vas a hacer con ella? (consiguió preguntar asustada)
Raúl: Nada... De momento... (afirmó) solo vamos a usarla un poco para conseguir ese
código que tanto necesitas. Luego... (la miró y sonrió de lado) la dejaremos libre
(terminó de decir tras una pausa)
M: Como le hagáis daño...
Raúl: Shhh (la cortó) tranquila... la necesitamos viva... (se sonrió y Maca a punto
estuvo de tirarse a su cuello) una cosa... ni se te ocurra volver a intentar la tontería esa
de llamar a la policía (dijo amenazante) o las mato a las dos (siguió diciendo poniendo
más oscuridad en su tono)
M: ¡Cabrón! (intentó de nuevo pegarle)
Raúl: ¡He dicho que te estés quieta! (le advirtió doblándole el brazo) así me gusta (dijo
cuándo Maca dejó de pelear) bien... para que veas que no soy tan malo como crees...
mañana recibirás un mensaje de texto en éste móvil (le tendió dicho teléfono)
encontrarás una dirección y una hora... ve y tal vez... puedas verla...
Raúl se dio la vuelta, sabiendo que la tenía comiendo de su mano y ahora mucho más.
Maca vio como cogía el bolso de Esther, buscaba algo dentro y guardándose las llaves
continuaba su camino alejándose del lugar
Respirando con dificultad, mirando sin ver nada a su alrededor y con lágrimas en los
ojos, Maca no podía moverse del metro cuadrado en el que se encontraba. Todo había
sido por su culpa, todo había sido por aceptar aquel estúpido trabajo... Ahora tenía
amenazada no solo a su madre sino que habían secuestrado a Esther en su propia cara y
sin que ella hubiera podido hacer absolutamente nada por evitarlo
Lo que menos podía haber pensado cuando conoció a Esther, era que ella tuviera nada
que ver con la empresa de seguridad a la que en más de una ocasión ella misma había
puesto de cabeza. No podía creer que su chica, su novia, la mujer a la que amaba fuera
la hija del dueño de Werty´s Security. Nunca le había dicho nada, ni le había insinuado
nada, lo había ocultado de tal manera que jamás, en todo el tiempo que habían estado
juntas había sospechado nada de aquello. Si lo hubiera hecho, si se lo hubiera contado,
tal vez las cosas habrían sido diferentes... pero ya no había marcha atrás... Raúl la tenía
bien pillada... demasiado bien
Pero había algo que no le cuadraba en todo aquello. Había conocido a Miguel, había
comido con ellos en alguna que otra ocasión, los había observado y no parecía que
Miguel trabajara, muy por el contrario parecía ser un feliz jubilado que disfrutaba de la
vida junto a su mujer... no, en esos momentos de su vida, Miguel no daba “el perfil” de
La reina roja
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dueño de una empresa que se dedicaba a colaborar con el gobierno... No, cuanto más lo
pensaba, cuanto más recordaba cada día que había estado con ellos más certeza tenía de
que él, no era el dueño actual de Werty´s Security...
M: Esther... (pronunció mientras su cerebro iba a mil por hora)
Esther... ¡claro, era Esther! Debía ser ella, supuestamente tenía un trabajo on line, un
trabajo que no necesitaba de oficina y sin embargo, alguna vez le había dicho que tenía
que pasarse por su despacho... del mismo modo, la vio y la sintió extremadamente
nerviosa, inquieta y enfadada cuando intentó robar el diamante... la había descubierto a
veces, hablando por teléfono y aquellas conversaciones que pudieran parecer corrientes
ahora no le parecían tan normales, no por nada en concreto, sino por el nerviosismo que
denotaba su tono de voz o el hecho de alejarse un poco de ella para que no la escuchara.
Habían sido cosas que en el momento no dio importancia, momentos que parecían no
tener nada que ver con todo aquello, pero ahora, cuando Raúl le había dicho que Esther
era la hija del dueño de la empresa se daba cuenta del error en el que estaba él... no, no
era la hija del dueño. Ella era la dueña, la directora fantasma, la mujer a la que con tanto
empeño buscaba Raúl
Y fue con aquel pensamiento cuando el miedo volvió a resurgir con más fuerza... ¿qué
pasaría si Raúl se enterara? ¿Qué haría Raúl si llegaba a la misma conclusión que ella?
Sin saberlo la había secuestrado... ¿hasta dónde estaría dispuesto a llegar si como ella,
también descubría quién era realmente Esther? No podía permitir que aquello pasara, es
más, no podía dejar que le pasara nada, porque si algo le pasaba, ella simplemente
moriría, porque Esther era lo mejor que tenía en la vida, porque la amaba como nunca
antes había amado a nadie, no podía dejar que le pasara nada... así que, con esos
pensamientos, intentando que el nerviosismo no nublara su mente, corrió hacia su bolso,
rebuscó dándose cuenta de lo que Raúl se había llevado... recogió todo con rapidez y
comenzó a correr
Extrañamente en esas circunstancias, Esther permanecía callada, sin moverse, sin
aparentar nervios ninguno. Con los ojos vendados se mantenía quieta en el asiento de
atrás de aquel coche, sabía que en esas circunstancias era mejor mantener la calma todo
lo que pudiera, aunque fuera difícil, aunque lo que realmente quisiera fuera gritar, sabía
que eso solo empeoraría las cosas
Por lo que le parecía, llevaba en aquel coche unos veinte minutos, sentía que la
velocidad era mayor a la que deberían llevar en ciudad y la ausencia de paradas le decía
que no se habían encontrado ningún semáforo en rojo. Sus captores no hablaban y si lo
hacían, era demasiado bajo para que ella pudiera enterarse. Se concentró en los sonidos,
escuchaba la radio puesta, un canal de música que se desintonizaba de vez en cuando,
sentía el viendo agitarse como si algún coche les estuviera adelantando, no parecía
haber demasiadas curvas, el trazado era recto, al menos desde hacía varios minutos...
por todo aquello, supuso, que debían estar en la autopista...
Intentaba, de manera disimulada, librar sus manos de la cuerda que las tenía
inmovilizadas pero era bastante difícil y comenzaban a dolerle las muñecas, estaba
segura de que sangraban
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-: Esa es la salida (escuchó que decía uno de los chicos al otro y de nuevo prestó
atención a todo lo que sucedía a su alrededor)
Sintió como la velocidad del coche se reducía considerablemente, un pequeño zarandeo
le hizo saber que estaban girando a la derecha y luego, el camino volvió a ser recto.
Cinco canciones más tarde, lo que suponían, más o menos, unos 15 minutos después, el
camino se hacía inestable. El coche se agitaba como si fuera un flan, el sonido de las
ruedas le decía que estaban en un camino de tierra, o una carretera no asfaltada... de
nuevo el sonido del viento le dio una pista... le recordaba al sonido de los árboles al
moverse... la radio ya no se escuchaba, seguramente por allí no había ningún receptor
que hiciera que la radio se escuchara bien... si, debían estar en mitad del campo...
Tras lo que le parecieron diez minutos más, el coche al fin se detuvo, los chicos salieron
del vehículo, hablaron entre ellos sin que Esther pudiera escucharlos y luego, abrieron la
puerta trasera sacándola de manera brusca del coche
-: Vamos guapa, seguro que te encanta tu nueva casa (dijo uno de los hombres
demasiado cerca de ella, mientras que la empujaba agarrándola de un brazo)
Entraron en una casa, y la llevaron a una habitación donde le soltaron las manos y la
encerraron, se quedó parada esperando algo que no llegaba y finalmente se quitó la
venda de los ojos. Estaba en una habitación demasiado pequeña, con tan solo un
camastro y una bombilla colgando del techo...
Se sentó en el camastro, se miró las muñecas, como había pensado antes tenía sangre
causada por la fuerza con la que se las habían atado y sus intentos por librarse de las
cuerdas. Miró a su alrededor, para finalmente quedarse con la mirada fija en la puerta
que la separaba del exterior... Podía parecer calmada, demasiado tranquila en esas
circunstancias y sin embargo, en sus manos, un ligero temblor la delataba y en sus ojos,
el miedo era desgarrador...
Tenía que darse prisa, el hecho de que Raúl se hubiera llevado las llaves de casa de
Esther le decía cuál era su siguiente paso y debía evitar que encontrara algo que pudiera
llevarle a la misma conclusión que ella. No sabía qué guardaba Esther en su piso, no
tenía ni idea de si allí había algo sobre la empresa pero no iba a dejar que Raúl lo
encontrara si es que lo había. Así que, apretando el acelerador de su moto llegó a la
calle de Esther. Aparcó en la calle paralela, si Raúl o alguno de sus chicos aparecía no
quería que supieran que estaba allí y en una carrera la fin llegó al edificio
Como en muchas otras ocasiones, la puerta del portal había quedado encajada sin llegar
a cerrar, lo que le dio la oportunidad de entrar libremente y cerró cerciorándose de que
ésta vez no quedaba abierta. Ni tan siquiera esperó al ascensor, subió por las escaleras y
llegó a la planta de su chica. Miró a ambos lados, a esas horas los vecinos debían estar
durmiendo, mejor así, sin testigos ni nadie que pudiera pillarla infraganti
Sabía cómo era la puerta, sabía qué tipo de cerradura tenía y eso le sirvió para poder
forzarla y abrirla sin casi dejar marcas. Entró en el piso y al cerrar se acercó a la alarma
desactivándola; había visto a Esther hacerlo un montón de veces y se sabía el código de
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memoria, incluso la misma Esther le había pedido en alguna ocasión que fuera ella
quien la desactivara...
Una vez en el salón, sin encender ni una sola luz, quedó mirando a su alrededor, no
tenía ni idea de qué era lo que buscaba, pero sabía que si había algo tenía que llevárselo
antes de que lo hiciera Raúl
Encendió una pequeña linterna y dio una vuelta sobre sí misma. Lo primero que vio fue
el móvil de Esther, como bien habían supuesto se lo había dejado en casa. Se acercó, lo
cogió y vio en la pantalla varias llamadas perdidas, todas de Claudia, aquello le dio la
certeza de que no se había equivocado, estaba en lo cierto y era ella la Presidenta de
Werty´s Security. Guardó el móvil en uno de los bolsillos y se internó en el pasillo
Conocía a Esther, sabía lo cuidadosa que era con sus cosas y supuso, que muy
posiblemente se habría llevado trabajo a casa y es que, ¿qué mejor lugar para guardar
cierta información que tu casa si nadie sabe quién eres? Con aquel pensamiento abrió la
puerta del despacho de su chica y una vez más, quedó mirando toda la estancia. Revisó
las repisas, los cajones y todos aquellos lugares en los que se podría guardar algo y
finalmente optó por llevarse el ordenador. Lo guardó en la bolsa y se lo colgó al
hombro. Dejó todo como estaba, intentando disimular el hueco vacío que dejaba la
computadora para que nadie supiera lo que faltaba y saliendo del despacho fue a la
habitación
Nada más entrar quedó aturdida. La habitación estaba tal y como la habían dejado antes
de salir. El pijama de Esther sobre la cama, las zapatillas a un lado y el perfume
abierto... suspiró sintiendo como el aroma de su chica entraba por sus fosas nasales y
necesitó un segundo para calmarse y saber qué tenía que hacer... pese a que mirar esa
cama no hacía más que recordarle la cantidad de noches de amor y pasión que habían
pasado en ella. Movió la cabeza, no era momento de pensar en eso, no cuando tenía que
salir de allí pronto. Rebuscó de nuevo entre los cajones, en la cómoda, en la mesita de
noche, tras un cuadro y finalmente llegó al armario. Lo abrió apartando la ropa de su
chica, sin saber qué buscaba, sin encontrar nada, buscó en los cajones del armario en las
baldas de arriba... y se desesperaba al no encontrar nada...
M: Quizás no hay nada más, Maca (se dijo a sí misma, dando un pequeño golpe a uno
de los laterales del armario)
Levantó la cabeza al escuchar el sonido hueco. Volvió a dar un par de golpes en lugares
distintos y cercanos al primero y se dio cuenta de que sí, había una zona hueca tras la
pared del armario. Casi se metió en él para buscar alguna trampilla y justo cuando iba a
darse por vencida encontró una pequeña ranura. Tiró hacia un lado y el armario dejó ver
un pequeño hueco oculto, dentro, un maletín de cuero negro
Sin pensárselo, sin intentar ni tan siquiera abrirlo lo cogió y cerrándolo todo salió de la
habitación. De nuevo en el salón, hizo un barrido por si se había olvidado algo. En ese
momento, escuchó en la calle como un coche paraba y un par de puertas se abrían y
cerraban. Se asomó con cuidado a la ventana y vio a Raúl junto con Alberto acercarse
hasta el portal. Chasqueó los dientes y con rapidez, volvió a conectar la alarma, cerró
sin hacer ruido y mirando por el hueco de las escaleras los vio subir...
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Alberto: ¿Qué quieres encontrar aquí? (le decía Alberto)
Raúl: Cualquier cosa... no sé, su padre es el dueño de la empresa, tal vez ella tenga algo
que nos ayude (contestó) Aunque de momento, solo necesitamos pruebas de que la
tenemos para que su padre nos crea...
Maca subió por las escaleras una planta más, ocultándose de ellos cuando llegaron al
piso de Esther. Los escuchó abrir la puerta y cerrarla tras ellos y aprovechó para salir de
allí
Mientras tanto, en algún lugar perdido en mitad del campo, Esther continuaba sentada
en el camastro, con la mirada fija en la puerta y sin hacer movimiento alguno. No se
escuchaba nada, ni un solo ruido que pudiera darle una pista de su posición exacta... De
sus ojos, lentas y agónicas por el miedo caían un par de lágrimas. Le dolían las
muñecas, habían dejado de sangrar pero ahora tenía un dolor punzante debido a los
arañones que le había provocado las cuerdas. Sentía la boca seca, tenía mucha sed pero
no se atrevía a pedir agua, la mirada perdida hacía ver que estaba aterrada y en su mente
un montón de pensamientos...
¿Qué iban a hacer con ella? ¿Quién la había secuestrado? ¿Cuánto tiempo la tendrían
retenida? ¿Iban a matarla? Un montón de preguntas y ninguna respuesta... y en mitad de
todas aquellas preguntas, surgió la mirada angustiada y aterrada de su chica, reviviendo
la escena de su secuestro recordó los golpes que se había llevado Maca intentando que
no se la llevaran...
E: Mi amor... (pronunció en un susurro, esperando que Maca ya hubiera avisado a la
policía, sí... debía haberlo hecho, su única salvación en ese momento era que su chica ya
se hubiera encargado de que la estuvieran buscando...)
Nada más cerrar la puerta se encontraron con el primer obstáculo, la puñetera alarma
estaba conectada y les daba un margen de 30 segundos para desactivarla o largarse.
Raúl miró a Alberto que se encogió de hombros, el primero le hizo una señal al segundo
para que intentara desactivarla y el chico se acercó al aparato y comenzó a
inspeccionarlo
Raúl: Date prisa con eso (ordenó mientras se internaba en el piso)
Dio un par de pasos hasta entrar en el salón, nada parecía extraño y siguió su camino
internándose en el pasillo. Despreocupado entró en la habitación y miró a su alrededor.
Se acercó a la cama y cogió el pijama que reposaba sobre el colchón, lo dejó y sus pasos
le llevaron hasta la cómoda en la que reposaba el perfume abierto, lo olió y volvió a
dejarlo en su sitio. Echó un vistazo al armario entreabierto y sin encontrar nada que le
sirviera salió de nuevo al pasillo
Raúl: ¿Cómo vas? (preguntó elevando mínimamente la voz)
Alberto: Estoy en ello... (decía manipulando algunos cables)
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Raúl: Estoy en ello... estoy en ello... (murmuraba mientras continuaba andando. Entró
en el despacho y quedó mirando la sala, algo no cuadraba allí, todo estaba demasiado
bien ordenado, demasiado bien puesto... frunció el ceño, algo fallaba en aquella
habitación)
Alberto: Tenemos que largarnos (dijo el chico llegando hasta él)
Raúl: ¿Qué coño has hecho? (preguntó prestándole atención) ¿no tenías que estar
desactivando la puñetera alarma? (quiso saber)
Alberto: Ese es el problema (contestó) que no puedo... lo único que he conseguido ha
sido reiniciar el sistema pero en cuanto se reinicie se pondrá en marcha de nuevo y si
detecta movimiento y nadie mete el código saltará en menos de un minuto
Raúl: ¡Me cago en la leche! ¡Inútil... que eres un inútil! (continuó)
Alberto: He hecho lo que he podido ¿eh? (protestó)
Raúl: Ya... (miró de nuevo a la estancia) dime una cosa... ¿qué ves?
Alberto: Un despacho (contestó como si nada)
Raúl: ¿No te parece que hay algo raro? (siguió preguntando)
Alberto: No... es un despacho (se encogió de hombros) como todos los despachos
¡joder! (miró el reloj) ¡Vamos! ¡Tenemos veinte segundos!
Raúl: Vamos... (dijo echándole un último vistazo a la habitación)
Salieron con prisas, intentando no perder la calma aunque Alberto lo conseguía a duras
penas, sabiendo que, a su lado y nada satisfecho Raúl lo miraba enfadado por no haber
podido desactivar la dichosa alarma
Alberto: He hecho todo lo que puedo (pronunció metiéndose en el coche)
Raúl: Calla y conduce (decía con voz de mando) y vamos a la cabaña... quiero ver a la
tal Esther
Claudia miró el reloj, era raro que Esther no le hubiera devuelto la llamada. Ya en casa
y a punto de meterse en la cama, con Gimeno leyendo una de sus famosas revistas ajeno
a lo que pasaba, decidió volver a intentarlo pese a la hora que era...
“Hola, soy Esther, en este momento no puedo hablar contigo, llámame más tarde o deja
un mensaje”
Claudia: Joder (protestó cerrando el móvil)
Gimeno: ¿Qué pasa Claudita? (preguntó sin levantar la mirada del artículo que estaba
leyendo)
Claudia: ¡Que no me llames Claudita, Gimeno! (protestó metiéndose en la cama)
Gimeno: Vale... ¿pero qué pasa? (quiso saber)
Claudia: Que llevo todo el día intentando hacer una llamada y no me lo cogen...
(explicaba mientras se acostaba)
Gimeno: Normal... son casi las dos de la mañana, no es hora para hacer llamaditas...
Claudia: Ya...
Gimeno: Venga, verás como mañana consigues hablar (dijo intentando acercarse a ella)
Claudia: Sí, buenas noches (le dio un beso rápido y se dio la vuelta dejándolo con un
palmo de narices)
Gimeno: Pues... buenas noches (contestó dándose por vencido y sin volver a
intentarlo...)
La reina roja
100
A su vez, Maca miraba el móvil de su chica hasta que dejó de sonar. Sentada en el sofá
de casa y mordiéndose las uñas no podía dejar de pensar en todo lo que había pasado.
Había estado tentada a coger el teléfono y contarle todo a Claudia pero tenía demasiado
miedo a las consecuencias que aquello podría traer, no solo para ella, sino para Esther y
para su madre
Sin saber qué hacer, abrió el maletín encontrando varios CDs y algunas memorias USB.
Encendió su ordenador y comenzó a revisar lo que allí había. La información,
encriptada con un montón de códigos estaba realmente blindada... durante un buen rato
estuvo intentando averiguar algo del contenido de aquel material pero terminó por darse
por vencida. Guardó todo de nuevo y cogiendo el portátil que se había llevado de casa
de Esther lo encendió
Sin saber cómo, por simple azar, introdujo su propio nombre en la clave de acceso y el
escritorio se mostró ante sus ojos. La primera bofetada vino al verse junto a Esther en
una foto que ejercía de fondo de pantalla. Quedó mirando aquella sonrisa y una lágrima
cruzó su rostro
En la esquina superior derecha algo llamó su atención, una carpeta titulada Reina Roja,
le saludaba divertida. Cliqueó en ella y se abrió una nueva ventana que contenía un
montón de artículos, así como un documento oculto en el que Esther había realizado una
lista de posibles sospechosos. Cerró los ojos angustiada y negó con la cabeza cuando
vio su nombre escrito en cuarto lugar junto a la frase “descartada como sospechosa”
M: Perdóname... mi amor, perdóname (pronunció agobiada pues, con aquella anotación,
se daba cuenta que había logrado engañarla demasiado bien... tanto, como para que la
hubiera descartado como sospechosa...)
Cerró todo y lo guardó, no quería saber nada más. Se levantó una vez recogió y se lo
llevó a una de las habitaciones que hacía las veces de trastero. Dejó todo a un lado y con
algo de esfuerzo echó a un lado uno de los muebles. Se agachó, levantó un par de
baldosas del falso suelo y guardó allí, el maletín y el ordenador, dejándolo luego tal y
como estaba...
Raúl: Buenas noches señorita García (dijo Raúl, ataviado con un pasamontañas y gafas
de sol, y utilizando un dispositivo que le distorsionaba la voz, junto a un Alberto que
entró tras él y quedó mirándola de arriba abajo) lamento que hayamos tenido que traerla
en éstas circunstancias...
Alberto: Está muy buena (pronunció él, llevándose una mirada recriminatoria y un
codazo de Raúl)
E:...
Raúl: Es usted poco habladora ¿verdad? (Esther no contestó) bien... ya tendrá tiempo de
hablar... póngase cómoda, va a estar aquí unos días...
E: ¿Qué es lo que quieren? (les miró, Alberto se movió un tanto ansioso, sin embargo,
la actitud de Raúl, era la de una persona calmada que sabe perfectamente lo que está
haciendo. Aquello le hizo saber que no jugaba con novatos...)
La reina roja
101
Raúl: Todo a su debido tiempo (contestó) y advertirle, que no haga ninguna tontería... o
podría resultarle fatal (terminó de decir volviendo a la puerta) Alberto... ¿vamos? (le
apremió)
Alberto: Joder, jefe, está muy buena (dijo saliendo de la habitación) ¿no podría
divertirme un poco?
Raúl: Ni lo pienses, Alberto (advirtió enrojeciendo la voz) ni lo pienses (repitió la
advertencia)
Dentro, Esther se había sentado recogiendo sus piernas... apretando las rodillas contra
ella y sin ser capaz de cerrar los ojos ni un instante. Aquello era una pesadilla, debía
serlo y sabía que no lo era
Eran las seis y media de la mañana, no había dormido absolutamente nada, ni tan
siquiera había logrado cerrar los ojos un instante... la culpa, los remordimientos y el
miedo a no saber qué le pasaría a Esther o qué podría ocurrirle a su madre no la dejaban
tranquila... tumbada en el sofá, con lágrimas en los ojos intentaba buscar una solución a
todo aquello cuando el móvil que le había dado Raúl la noche anterior sonó haciéndole
saber que tenía un mensaje
Lo abrió con rapidez, leyó el contenido y cogiendo el móvil de Esther, las llaves y una
chaqueta salió de casa como alma que lleva al diablo. Siguió las indicaciones del
mensaje y tras unos cuarenta y cinco minutos llegó a su destino. Paró el motor frente a
aquella cabaña en mitad de la nada. Miró a su alrededor. Comprobó que había cobertura
en los móviles y sin pensarlo más entró
M: ¿Dónde está? (preguntó sin saludar a un Alberto que despatarrado y tranquilo
intentaba ver algo en una vieja televisión)
A: ¿Qué?
M: ¡Que donde está! (elevó la voz)
Raúl: Baja el tono (le advirtió Raúl saliendo de lo que le pareció una pequeña cocina) si
te oye será un problema
M: ¡Donde está! (dijo en un tono más bajo pero exigente)
Raúl: Ven conmigo (se dio la vuelta como si aquello no fuera con él y se internó por la
casa) ponte esto (le pasó un pasamontañas y unas gafas de sol) y esto (dijo dándole el
dispositivo que distorsionaba la voz)
M: ¿Qué tontería es esta? (preguntó al ver todo aquello)
Raúl: No queremos que nos reconozca y tampoco queremos que escuche nuestras voces
(le contestó) no somos idiotas... y siendo la hija de quien es, seguro que está entrenada...
así que póntelo y ¡no me repliques!
M: Pero...
Raúl: ¿Quieres verla o qué? (dijo chuleando) bien, ahora vamos (siguió cuando Maca se
puso todo aquello) no habrás llamado a la policía ¿verdad? (preguntó parándose antes
de llegar a su destino)
M: ¿Crees que soy imbécil? (preguntó ella)
Raúl: Bien... como has sido una niña buena... te dejaré estar con ella cinco minutos... ni
uno más (le advirtió abriendo la puerta)
Cuando entró, tuvo que hacer un grandísimo esfuerzo por mantenerse en pie y no caer,
frente a ella, una Esther con el rostro apagado, la mirada vacía y claros síntomas de
La reina roja
102
haber llorado y no haber dormido permanecía en una esquina de aquel camastro
encogiendo sus piernas. El ruido de la puerta hizo que levantara la vista y los mirara y
aquellos ojos al chocar con los suyos le rompió un poco más el alma. Quiso abrazarla,
besarla y prometerle que todo saldría bien y sabía que era imposible hacerlo... Esther
desvió de nuevo la mirada y ella sintió como su alma se desgarraba un poco más
M: ¿Cómo estás? (preguntó algo dubitativa, Raúl carraspeó por aquella pregunta, Esther
ni se inmutó. Respiró profundamente, miró a Raúl y dio un paso al frente) ¿quieres
algo? (preguntó una vez más, Raúl puso los ojos en blanco...)
De nuevo silencio, un silencio que le hacía más daño que cualquier otra cosa, Esther
parecía tan lejos de allí... tanto que no parecía ni ella... en tan solo una noche había
perdido la sonrisa y esa mirada llena de vida que la había enamorado tanto
E: Agua (dijo en un murmullo)
M: Agua... vale (contestó saliendo de la habitación, Raúl la siguió) ¿ni siquiera le
habéis dado agua? ¿Qué clase de animales sois?
Raúl: Che, che, tranquilita (advirtió) esto no es un hotel...
M: Vete a la mierda (contestó)
Raúl: Cuidado conmigo (dijo cogiéndola del brazo parando sus movimientos)
Maca llenó un vaso de agua y volvió a la habitación, se paró en la puerta antes de que
Raúl la abriera... quiso pedirle que la dejara sola, pero no lo creía prudente y tenía la
sensación de que no se lo permitiría...
De nuevo abrieron la puerta, Maca se acercó a Esther y le tendió el vaso de agua, su
chica la miró desconfiada pero su sed era mayor que cualquier otra cosa, llevaba toda la
noche sedienta y con la boca seca, así que finalmente, tomó el vaso y se lo bebió de un
trago
El silencio era demasiado incómodo. Maca la miraba intentando mantenerse calmada
debido a la presencia de Raúl. Esther había vuelto a su posición inicial y Raúl, las
miraba a ambos con una sonrisa maliciosa escondida tras el pasamontañas. En un
momento dado sonó un silbido fuera de la habitación, Raúl entornó los ojos, aquella era
la señal que le decía que el “tonto” de Alberto tenía algo que decirle. Pese a no querer
dejarlas solas, decidió salir, sabía que Maca no haría nada, que se cuidaría mucho de
hacer ninguna tontería...
Cuando Raúl salió la Reina Roja quedó sin moverse, tan solo mirando a su chica y con
unas ganas terribles de echarse a llorar... sintió el móvil de Esther vibrar en su bolsillo y
mirando a la puerta, cerciorándose de que no había nadie cerca lo sacó mirando la
pantalla
M: Lleva toda la noche llamándote (le dijo ante la sorpresa de Esther) vas a contestar y
vas a decir algo para que deje de hacerlo (continuó intentando poner un tono oscuro en
su voz) tienes un minuto... y ten cuidado...
Esther la miró, sorprendida por aquella salida, no era lógico que uno de sus
secuestradores le diera su propio móvil para contestar a la llamada, aun así, tomó el
teléfono y vio el nombre de Claudia reflejado en la pantalla
La reina roja
103
M: No hagas tonterías (pidió suplicante pese a que a Esther le pareció amenaza)
E: Ho... hola Claudia (dijo llevándose el móvil a la oreja)
Claudia: ¡Esther! (contestó Claudia al otro lado) Joder menos mal, llevo toda la noche
llamándote... ¿Qué ha pasado?
E: Nada... ( miró a Maca, quien asintió) no pasa nada (siguió) siento no haber
contestado... he... he tenido que salir de viaje...
Claudia: ¿Cómo que de viaje? (preguntó) ¿Cuándo y donde?
E: Es... algo que no te puedo contar ahora mismo (intentaba que su voz sonara
tranquila) solo puedo decirte que estoy en Suiza... y que tardaré unos días...
Claudia: Pero... ¿Esther?
E: Tengo que colgar (dijo viendo como Maca le hacía una señal para que terminara la
comunicación, ella colgó el teléfono y se lo devolvió a Maca)
M: Bien... (bajó la cabeza, Esther la miraba bastante confusa por su actitud)
Claudia colgó alucinada con aquella escueta conversación, quedó mirando el teléfono
como si fuera un extraterrestre mientras se paseaba por la oficina
Claudia: ¿Suiza? (se preguntaba) ¿Y qué coño se le ha perdido a Esther en Suiza?
Intentó volver a llamar pero el teléfono le decía que el terminal estaba apagado o fuera
de cobertura, chasqueó los dientes... Suiza... ¿de qué le sonaba eso? Estaba segura de
haberlo oído en alguna ocasión... Suiza... Suiza... Debía ser la ubicación de algún
testigo... sí... debía ser eso y Esther habría tenido que viajar por algo relacionado con él
Raúl: Se acaba el tiempo (dijo Raúl entrando justo cuando Maca había vuelto a
guardarse el móvil) Es hora de irse
M: Sí (contestó mirándola una vez más, viendo como Esther miraba a la pared)
Salieron de la habitación, Raúl cerró la puerta y Maca no dejó de mirar la madera...
sintió la mirada del chico en ella y lo encaró
M: La tenéis encerrada como un animal (protestó) sin darle ni tan siquiera agua... y no
ha dormido nada...
Raúl: Dormirá cuando quiera (contestó sin darle más importancia y alejándose de allí
tras cerciorarse de que la puerta estaba bien cerrada...)
Maca quedó parada, con el único deseo de entrar en esa habitación y abrazarse a ella...
se sentó en la puerta, apoyándose en ella y lloró, lloró escuchando el leve quejido de
Esther dentro de la habitación
Llevaba allí una hora, tal vez dos, quizás tres, la realidad es que no sabía cuánto tiempo
llevaba sentada escuchando el silencio dentro de aquella habitación. No tenía ni idea de
qué pensaba o hacía Esther pero el simple hecho de saber que estaba retenida allí, tan
cerca y a la vez tan lejos hacía que no pudiera levantarse de donde estaba
La reina roja
104
Por su parte, Esther estaba sentada, sin moverse ni un milímetro. Pensando en lo que le
estaba pasando e intentando hacerse una idea de cómo salir de allí. Creía que eran 3, los
dos que entraron esa mañana y la última que había llegado hacía un rato. Era una mujer,
eso lo tenía clarísimo, su complexión así se lo decía y la voz, pese a ese distorsionador
sonaba femenina. No entendía demasiado bien su actitud, le había dado su propio móvil
para que contestara a una llamada... ¿qué clase de secuestrador hace eso? No le veía la
lógica mucho menos si quien llamaba era Claudia...
E: No saben quién soy... (se dijo a sí misma) no saben quién soy...
No, no podían saber quién era porque si lo sabían, era absolutamente estúpido por su
parte dejarle responder a la llamada de Claudia, la mujer que de cara a la galería era la
presidenta de Werty´s Security... con eso, tan solo se arriesgaban a que los pillaran
antes...
Raúl: Levanta (le ordenó a Maca y ésta volvió en sí) tenemos mucho que hacer...
M: Yo no voy a ningún sitio (contestó retándole)
Raúl: Tú haces lo que a mí me dé la gana (replicó)
M: No (se puso en pie para encararlo) desde el momento en que la habéis traído aquí,
todo ha cambiado (contestó) ¡La has secuestrado! ¡Estás loco! Y no voy a dejar que
sigas con esto (amenazó) se acabó (le dijo) esto se acabó, voy a llamar a la policía y se
acabó todo esto (hizo el intento de pasar, Raúl se lo impidió)
Raúl: Me parece que aún no te enteras de cómo funciona el juego (dijo empujándola
contra la pared) ¿sabes por qué he permitido que vengas? (preguntó, Maca no contestó)
tengo una cámara que te ha grabado entrar en ésta casa (afirmó) estoy absolutamente
seguro que alguna otra cámara te ha visto en Werty´s Security (siguió) te buscan por
robo, Reina Roja, a mí, no me busca nadie... y te aseguro que no me van a encontrar... la
única que tiene razones para hacer esto eres tú... la novia de la hija del dueño de Werty´s
Security... (rió) de todas las mujeres del país, tenías que salir precisamente con ella...
¿No te parece demasiada coincidencia? (dijo chulo) hay más pruebas contra ti, de las
que hay contra mí...
M: No te vas a salir con la tuya... (dijo)
Raúl: Sí (afirmó seguro) claro que lo voy a hacer... porque si tú hablas, tú eres la única
que cae... y no solo eso (se acercó, presionando el cuello de Maca impidiéndole respirar)
es que si lo haces (se acercó a su oído) mato a tu madre, y luego, me divierto con Esther
frente a ti antes de matarla...
M: Hijo de puta (dijo como pudo) estás enfermo
Raúl: Bien... (la soltó) te diré lo que vamos a hacer (se alejó de ella mientras Maca tosía
por la falta de aire e intentando recuperarlo) vas a volver a casa, vas actuar como si nada
y como digas o hagas algo... (hizo un gesto como si disparara) y ahora vete (la empujó)
M: Voy a volver (le advirtió ella) no voy a dejarla sola...
Raúl: Lo que tú digas... (dijo dándose la vuelta y alejándose un par de pasos)
No pudo hacer otra cosa, porque llevarle la contraria, estaba segura de que sería peor.
Raúl había demostrado ser más peligroso de lo que creía, era un loco psicópata capaz de
todo. Así que desobedeciendo a su corazón y obligando a sus piernas a moverse, salió
de aquella casita y se montó en la moto, se iría, sí, pero volvería en unas horas...
La reina roja
105
Cuando Maca se marchó, Raúl sonrió entre dientes, miró a Alberto que estaba bastante
concentrado en algún programa de televisión que se cortaba por momentos. Negó con la
cabeza, y volvió sobre sus pasos, se ocultó el rostro con el pasamontañas, abrió la puerta
y entró de nuevo en la habitación, Esther se movió ligeramente al verlo entrar
Raúl: ¿Qué tal te ha ido con la Reina Roja? (preguntó y Esther lo miró asombrada por
aquella información) supuse que querías saber quién era tu secuestradora (afirmó
haciéndose el inocente, ella no contestó) perdona mi forma de tratarte antes... es solo
que mi jefa es un poco... ¿Cómo lo diría...? Dura, con todo este tema...
E:... (no podía creer lo que le estaba diciendo, la Reina Roja, aquella ladrona a la que
había estado siguiendo era quien la había secuestrado...)
Raúl: Verás... (se apoyó en la pared) te explicaré de qué va todo esto... (se cruzó de
brazos) mi jefa... La Reina Roja (repitió por si no había quedado claro) necesita entrar
en el despacho de tu padre... (Esther no entendía demasiado) lo ha intentado... de hecho
creo que llegó a averiguar donde estaba el famoso ascensor... pero... necesita el código...
así que... por eso estás aquí
E: No... no sé de qué habla... (consiguió decir)
Raúl: Sí... sí que lo sabes (replicó él) pero la verdad es que entiendo que quieras
proteger a tu familia (dijo con una amabilidad inusitada en él) yo también lo haría...
(sonrió) verás Esther, a mí tampoco me gusta esto... y me gustaría ayudarte... quiero
sacarte de aquí lo antes posible y... para eso necesito que confíes un poco en mí...
E: Ya... (dijo desviando la mirada hacia otro lado)
Raúl: Entiendo que no me creas (se sonrió) pero... te aseguro que lo único que quiero es
tu bienestar... si por la Reina Roja fuera, posiblemente ahora estarías muerta... o te
habríamos dado una paliza... (se acercó un poco a ella, como si quisiera contarle un
secreto) está un poco desquiciada con todo esto... (dijo bajando el tono) tienes que
ayudarme, Esther... es la única manera de salir de aquí...
E:... (no contestó, porque no sabía a quién creer)
Raúl: Dime cómo hago para conseguir ese código... (le pidió) solo será para ganar
tiempo... te aseguro que nadie saldrá herido... yo me encargo de eso...
E: No sé de qué me habla (repitió como antes)
Raúl: Está bien (bajó los hombros, como si se viera derrotado) yo lo he intentado...
(terminó de decir saliendo de la habitación) estúpida (pronunció oscureciendo la voz)
Gimeno se empeñaba en hacer una comida romántica, había preparado todo, hasta el
más mínimo detalle, sabía que había algo que preocupaba a su mujer y quería darle una
sorpresa. Claudia había salido hacía un buen rato y supuso que estaría a punto de llegar,
así que se apresuró a terminar de preparar la mesa. Justo cuando estaba encendiendo un
par de velas la puerta de la calle se abrió dejando paso a Claudia
Gimeno: ¡Ah! Ya estás aquí (le dijo llegando hasta ella) has llegado antes de lo que
creía pero bueno... no pasa nada...
Claudia: Gimeno... ¿qué es todo esto? (preguntó al ver todo lo que había hecho)
Gimeno: Nada... una tontería (le separó la silla para que se sentara) tú solo siéntate y
disfruta...
Claudia: Gracias cariño (sonrió haciendo que se acercara para darle un beso...)
La reina roja
106
Gimeno se alejó con una sonrisa de oreja a oreja, entró en la cocina y Claudia no pudo
evitar sonreír. Adoraba a aquel hombre, por un montón de cosas y aunque a veces la
pusiera de los nervios lo quería con locura...
Gimeno tardaba más de lo que se suponía debía tardar y ella, no pudo evitar pensar en la
extraña conversación que había tenido con Esther...
Claudia: Suiza... ¿qué coño se le ha perdido en Suiza?
Gimeno: ¿Suiza? (preguntó escuchándola al salir de la cocina) ¿qué pasa con Suiza?
Claudia: Eh... nada... cosas del trabajo (contestó)
Gimeno: Ya... (dijo mientras servía la comida) ¿cuándo vas a contarme algo más sobre
tu trabajo? (quiso saber)
Claudia: Hay cosas que no te puedo contar Gimeno (contestó)
Gimeno: Lo sé... pero... uff, cariño, estoy un poco harto de tener que descifrar tu forma
de hablar en clave para ayudarte...
Claudia: Yo no hablo en cla... (dejó de hablar, sin saberlo, Gimeno había dado en el
clavo, y ella recordó lo que pasó hacía ya casi cinco años...)
Esther entró en la oficina con el rostro entre sonriente y preocupado. Le hizo una seña
para que la siguiera y entró tras ella en su despacho. Se sentaron ambas y Esther
comenzó a sacar un par de papeles...
E: Escúchame, Claudia, lo que voy a contarte es absolutamente confidencial (le dijo, y
Claudia la había mirado con extrañeza) acabo de firmar un contrato con el gobierno...
vamos a hacernos cargo de la seguridad de los testigos protegidos...
Claudia: ¿Cómo? (le había preguntado bastante asombrada) eso es... es genial...
E: Sí... (dijo sentándose) pero a partir de éste momento van a cambiar muchas cosas
(continuó) es necesario que nadie sepa quién soy yo... así que a partir de este instante
tú vas a ser la presidenta de Werty´s Security de cara al público (Claudia la miraba
expectante) hay que cambiar todo el sistema de seguridad, vamos a reforzar software y
yo necesito un despacho oculto...
Claudia: Esther... (la cortó) ¿sabes lo que significa todo lo que me estás contando? (le
había preguntado) tu vida va a cambiar considerablemente, vas a tener que ocultarte
de todos... no podrás ser tú misma...
E: Entiendo los riesgos, Claudia y los he aceptado (decía convencida de ello) sé que a
partir de este momento yo voy a ser más o menos un fantasma y sé, que es muy
probable que esté en el punto de mira de mucha gente... por eso tengo que ocultarme,
por eso nadie puede saber quién soy yo...
Claudia: Es muy arriesgado (contestó) ¿qué pasa si alguien averigua quién eres?
(preguntó)
E: No lo sé (le dijo) es un riesgo que tengo que correr...
Claudia: Esther, piénsalo (le dijo más como amiga que como trabajadora) vas a tener
información muy valiosa para mucha gente, gente que estaría dispuesta a amenazar, a
secuestrar e incluso a matar...
E: Lo sé (contestó) pero bueno... no sé, siempre podemos inventarnos algo por si
ocurre algo de eso
Claudia: ¿Qué dices? (preguntó fuera de juego)
E: No sé... si alguien me amenaza, me secuestra o sabe quien soy, podemos inventar
algo en clave... algo tipo... yo que sé... me he ido a Suiza así, de repente... (dijo con una
sonrisa como si estuviera bromeando)
La reina roja
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Claudia: ¿Estás hablando en serio? (preguntó)
E: Claro que no, Claudia (rió) es una broma... te aseguro que no va a pasar nada,
tenemos muchos medios para que no pase...
Claudia: Suiza (dijo levantándose de un salto)
Gimeno: ¿Qué pasa ahora? (preguntó con el tenedor a medio camino de la boca)
Claudia: Me tengo que ir, Gimeno (dijo dejándolo asombrado)
Gimeno: ¿A Suiza?
Claudia: ¿Pero qué dices? (lo miró sin saber qué decía)
Gimeno: No lo sé (contestó) no sé lo que digo porque no sé qué es lo que dices tú
(terminó de decir...)
Claudia: Vale... tengo que irme cariño (dijo dándole un beso rápido y saliendo por la
puerta...)
Gimeno: ¿Y la lubina? (preguntó sin obtener respuesta, pues Claudia ya había salido)
pues nada (e dijo al pescado que reposaba en la bandeja) nos quedamos tú y yo...
Raúl: Alberto (dijo haciendo que le prestara atención) vigílala (ordenó saliendo de la
casa por un momento) Está bien... pues vamos a ello (dijo cogiendo el teléfono y
marcando un número) ¿Miguel Sánchez? (preguntó cuándo descolgaron)
Miguel: Sí, soy yo (contestó Miguel al otro lado de la línea) ¿quién es?
Raúl: Soy el hombre que tiene secuestrada a su hija (contestó directamente) no intente
ni un solo movimiento (siguió) le estamos observando y como intente algo su hija
morirá (amenazó) sé que usted fue policía. Sé que debe saber cómo actuar en estos
casos y sé, que usted sabe qué puede pasarle a Esther si hace algo para enfadarme
(siguió diciendo)
Miguel: Entiendo (dijo sorprendentemente manteniendo la calma, no quería asustar a su
mujer) qué es lo que quiere... (dijo alejándose un poco de Encarna, mirando por la
ventana intentando ver si era cierto que le estaban observando, al mismo tiempo que su
mente pensaba con rapidez, sus años de policía le habían entrenado para situaciones
como esa)
Raúl: Quiero el código de entrada a su despacho (afirmó)
Miguel: No sé cuál es (contestó, haciéndose cargo de la situación, no sabían quién era
Esther si lo llamaban a él (ese código cambia cada dos días... a mi móvil llega un
mensaje con el código antes de introducirlo...
Raúl: ¿Cree que soy idiota? (contestó) he investigado muy bien su sistema de
seguridad...
Miguel: Está bien, está bien (dijo con rapidez para calmarlo) es solo que ahora mismo
no lo recuerdo... estoy nervioso... no sé cuál es... (necesitaba ganar tiempo)
Raúl: Pues vaya recordando señor Sánchez o su hija morirá (contestó) no llame a la
policía, no intente hablar con nadie de esto, no se le ocurra hacer nada o me la cargo ¿lo
ha entendido?
Miguel: Sí... (miró a Encarna que la miraba algo desconcertada) quiero hablar con ella
Raúl: Ahora mismo no es momento de charlitas familiares...
Miguel: ¿Entonces cómo sé que está viva? (preguntó, Encarna al escucharlo dejó lo que
estaba haciendo y se levantó nerviosa)
Raúl: Va a tener que confiar en mí (siguió) quiero ese código, tiene 24 horas para
recordarlo... y recuerde... no haga ninguna estupidez (terminó de decir colgando el
teléfono)
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Maca no fue a casa, necesitaba antes ver a su madre, así que tomó rumbo a la clínica.
Durante el viaje, las lágrimas a penas le dejaban ver con claridad del camino. Se sentía
absolutamente atada de pies y manos y dejar a Esther allí, con esos dos enfermos, era
algo que no la dejaba en paz. Como tampoco estaba tranquila con su madre sola en
aquel lugar
Aparcó la moto y en una carrera llegó a la entrada mientras se quitaba el casco. No paró
en ningún momento llegando a la habitación de su madre, donde Rosario, como
siempre, sentada en una butaca miraba a la ventana ausente
M: Mamá... mami (dijo acercándose y arrodillándose frente a ella) tenemos que irnos de
aquí, mamá (le dijo sonriéndole)
Rosario: Hola (sonrió) ¿Ya es hora de irnos? (preguntó)
M: Sí, mamá (le acarició la mejilla) ya es la hora...
Rosario: Pero Pedro no ha llegado (contestó) y sin él no puedo ir a la gala
M: Pedro está esperando en la puerta... (la intentó convencer)
Vero: No creo que esa sea una buena idea (dijo apoyada en el quicio de la puerta)
M: Vete a la mierda (la miró con odio) vamos, mamá...
Vero: Como intentes salir... (sacó el móvil) llamo a quién tú sabes y alguien lo pasará
muy mal...
M: No podéis hacer esto (dijo con rabia)
Vero: Bueno... (se encogió de hombros como si le diera igual) lo estamos haciendo...
M: Sois unos hijos de puta (se acercó a ella airada)
Vero: Quieta (la paró) con solo apretar éste botón, se acabó todo (afirmó enseñándole el
móvil, donde ya tenía preparada la llamada)
M: Joder... joder... joder... (repetía absolutamente agobiada mientras se alejaba de ella)
¡Joder! (gritó)
Vero: Cálmate y todo saldrá bien (le advirtió) ahora lárgate de aquí, hay que mantener
la normalidad...
Una vez más, no pudo hacer nada, tan solo se volvió a su madre, la besó con intenso
cariño y le dio un abrazo susurrándole al oído que todo saldría bien. Miró con odio a
Vero y salió de la clínica... no sabía qué hacer, no podía acudir a nadie y lo peor, era que
las dos personas a las que amaba, estaban en manos de unos psicópatas...
Cuando llegó a casa, se encontró con la tercera o cuarta sorpresa del día. Claudia
esperaba en el portal, andaba de un lado para otro, ella cerró los ojos, estaba segura de
que ya sabía qué pasaba y por eso estaba allí
M: ¡Claudia! ¡Qué sorpresa! (saludó fingiendo, pues no le quedaba otra que fingir y
mentir)
Claudia: Hola, Maca... quisiera hablar contigo (le dijo) es importante
M: ¿Ocurre algo? (preguntó aun sabiendo perfectamente qué pasaba)
Claudia: Si te parece subimos y hablamos en tu casa...
M: Ehh... sí, claro (se acercó a la puerta) pasa (le dio paso al portal)
La reina roja
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Durante el trayecto en ascensor, Maca miraba de reojo a Claudia, mientras iba pensando
en cómo actuar en aquella situación. Tenía que mentirle, eso estaba claro, y debía ser lo
más convincente del mundo...
M: Pasa, estás en tu casa (dijo abriendo ya la puerta de casa y desconectando la alarma)
¿Quieres algo de beber? (preguntó)
Claudia: No, gracias
M: Vale... yo iré por una cerveza (le dijo desapareciendo del salón, necesitando un
segundo para ella)
Cuando regresó al salón, la encontró mirando una fotografía de ella junto a Esther,
quedó parada un segundo, cerró los ojos, tomó aire y siguió andando...
M: Es mi chica (le dijo sacando una leve sonrisa) es preciosa ¿verdad?
Claudia: Sí... (dejó la foto en su lugar) es muy guapa... (terminó de decir mientras
Maca se sentaba en el sofá mirándola de reojo) ¿y dónde está?
M: Salió de viaje... ha tenido que irse por cosas del trabajo (le dio un trago a su cerveza)
Claudia: Ya... (la miró, se sentó y clavó su vista en ella) verás Maca... tengo que decirte
algo y necesito que mantengas la calma... (Maca asintió) a Esther la han secuestrado...
(soltó y Maca abrió los ojos como platos simulando su mejor cara de sorpresa...)
Mientras tanto, en la calle, justo frente al edificio, Verónica miraba hacia aquella
ventana al tiempo que marcaba un número en su teléfono móvil...
Raúl: Qué ocurre (dijo Raúl contestando)
Vero: La tal Claudia (contestó) está en casa de Maca... Creo que ya sabe lo del
secuestro
Raúl: ¡Joder! (protestó, tan alto que Vero tuvo que separarse el teléfono de la oreja)
Vero: ¿Qué quieres que haga? (preguntó con cuidado de no alterarlo más)
Raúl: Sube a su casa e intenta que saber de qué hablan (le ordenó)
Vero: Pero si subo... ¿qué digo? Podrían identificarme...
Raúl: ¡Que subas joder! (dijo airado) ¡Invéntate cualquier cosa pero sube!
Dicho esto colgó el teléfono dejando a Verónica con la palabra en la boca. Ésta, quedó
parada mirando por la ventana mientras pensaba qué excusa dar para subir a ese piso y
no levantar sospechas...
M: ¿Cómo que secuestrada? (preguntó haciéndose la sorprendida) eso... eso no puede
ser Claudia, estuve con ella...
Claudia: ¿Cuando? (quiso saber)
M: Anteayer... salimos a cenar y la dejé en su casa... (contestó intentando que sus
palabras sonaran veraces) la dejé en la misma puerta de su casa...
Claudia: Maca... cálmate (le pidió viéndola alterada y era cierto que lo estaba, pues la
presión a la que estaba sometida en esos días la tenía de los nervios) escúchame... Esther
no llegó a entrar en su casa... estoy segura de que no entró...
M: Pero... no entiendo (dijo mirando a ambos lados de la habitación) ¿Y tú como sabes
quién es Esther? (soltó aun sabiendo perfectamente la respuesta...)
La reina roja
110
Claudia: Te lo contaré todo, pero antes necesito que me digas qué es exactamente lo
que hicisteis esa noche (le pidió intentando calmarla)
M: Ya te lo he dicho (se levantó mientras que Claudia la observaba) estuvimos toda la
tarde en su casa... luego salimos a cenar, la dejé en la puerta, no era muy tarde... sobre
las... doce o así...
Claudia: ¿Por qué no te quedaste con ella? (preguntó y súbitamente Maca la miró)
M: Porque me dijo que estaba cansada y yo tenía que trabajar a primera hora... tenía una
reunión en las afueras (decía mientras se iba inventando toda la historia) y todos los
informes los tenía aquí en casa...
Claudia: Ya (contestó mientras iba escribiendo algo en una libreta) ¿Recuerdas algo
raro? ¿Algo que te llamara la atención?
M: ¡NO! (soltó casi en un grito) no vi nada raro... todo estaba como siempre... yo... no
vi nada... no entiendo nada... (y lo cierto era que no entendía nada de aquella situación,
primero, porque no entendía como había llegado hasta ahí)
Claudia: ¿Cómo sabías que Esther estaba de viaje? (preguntó)
M: Me llamó...
Claudia: ¿Te llamó? (le devolvió la pregunta, Maca no sabía qué estaba pensando
Claudia)
M: No... no, la llamé yo (rectificó) sí... yo estaba saliendo de la reunión y la llamé para
contarle qué tal me había ido... me dijo que había tenido que irse de viaje...
Claudia: ¿Tardó en contestar? (preguntó de nuevo)
M: Pues... sí (dijo sin querer ni tan siquiera mirarla) la verdad es que sí, la llamé varias
veces, creo que fue a la tercera a la que contestó (terminó de decir)
Claudia: Entiendo (seguía apuntando) ¿Cómo la notaste?
M: Alterada... sí, la noté algo alterada, pero supuse que era por la prisa del viaje...
Claudia iba apuntando cada cosa que le decía en una pequeña libreta, al mismo tiempo
estudiaba cada movimiento de Maca, no podía negar lo evidente, estaba muy nerviosa y
bastante asustada... En ese momento el timbre de la puerta sonó y ambas se miraron
contrariadas
M: No sé quien puede ser (dijo elevándose de hombros y notando que temblaba)
Claudia: Maca antes de abrir la puerta, cálmate (se puso en pie para llegar hasta ella) es
muy importante que nadie sepa lo que ha pasado, ¿lo entiendes?
M: Sí... pero... es que no entiendo nada, Claudia...
Claudia: Ya habrá tiempo, ahora cálmate y abre...
Maca fue a abrir y sus ojos se abrieron como platos al ver a Verónica sonriendo, sin
esperar invitación la rubia entró y se dio de bruces con Claudia...
Vero: Oh... perdón, no sabía que estabas con alguien (dijo mirándolas a ambas)
Claudia: Soy Claudia (extendió su mano) una vieja amiga de Maca...
Vero: Verónica (contestó al saludo) también amiga de Maca (dijo mirándola con una
media sonrisa, mientras que la susodicha no daba crédito a lo que veía)
Claudia: Pues nada... amigas todas (decía mirándolas, pues Vero, tras el saludo, se
había acercado demasiado a Maca y besaba su mejilla demasiado cerca de la
comisura...)
Vero: Te he echado de menos (le dijo con intención de que Claudia se enterara)
M: Qué cojones dices (espetó apretando los dientes)
La reina roja
111
Vero: Es que hace mucho tiempo que no nos veíamos, ¿sabes? (le explicó a Claudia) yo
no vivo aquí, y claro... he tenido que venir por trabajo y sentía la necesidad de verla...
(se acercó como si fuera a contarle un secreto) tenemos una relación un tanto especial...
tú ya me entiendes...
El rostro de Claudia pasó por varios estados en un segundo, sorpresa por aquella
insinuación, incredulidad por lo que veía, para pasar al enfado por lo que parecía que le
estaban haciendo a su amiga. Aún así, mantuvo la compostura, con Esther secuestrada
no era momento para eso. Por el contrario, Maca no podía más que alucinar con aquella
salida de Verónica y no fue capaz de decir ni una sola palabra al no saber qué cojones
estaba pasando allí
Claudia: Será mejor que me marche (dijo recogiendo sus cosas)
M: Claudia... (intentó pararla)
Claudia: Si sabes algo más, llámame (fue lo único que dijo antes de abandonar el piso)
M: ¿Qué coño haces? (escupió cuando Claudia se marchó)
Vero: Mi trabajo (se cruzó de brazos) ahora dime... ¿qué sabe?
M: Nada... no sabe nada (contestó yendo hacia la ventana donde pudo ver como Claudia
llegaba al coche y se metía en él)
Vero: Eso esperamos todos (dijo ella) por tu bien, por el de Esther y por el de tu madre,
espero que no sepa nada... Raúl está muy cabreado...
M: Vete al infierno (contestó alejándose de la ventana) ¡Y sal de mi casa! (la echó,
Vero sonrió y se marchó sin decir nada más...)
Claudia llegó a la oficina, no había dejado de pensar en todo lo que le había contado
Maca, en todo lo que había pasado y en Esther, necesitaba averiguar algo más, así que
llamó a uno de sus asistentes y entrando en su despacho cerró la puerta para que nadie
más la oyera...
Claudia: Pablo, necesito que localices éste móvil (le apuntó el teléfono) tiene
dispositivo GPS así que podrás hacerlo, aunque probablemente esté desconectado (el
chico asentía) necesito que estés pendiente de él en todo momento y en cuanto se
encienda me avises (le dijo siendo más una orden que una petición) y quiero que me
traigas un informe detallado y completo, muy meticuloso de Macarena Wilson (miraba
como iba apuntando todo lo que le decía) quiero saberlo todo, absolutamente todo de
ella...
Pablo: Pero... ¿no hice ya un informe sobre ella? (preguntó recordando el nombre)
Claudia: Sí... y algo debió escapar de ese informe (afirmó) quiero otro mucho más
completo, quiero saberlo todo y cuando digo todo, es todo (dijo categórica) puedes irte
(el chico se marchó y ella quedó parada de nuevo, cogió la libreta y releyó todo lo que
había escrito) hay algo que no me cuadra... (dijo para sí misma, y tras unos minutos
más, dejó la libreta a un lado, buscó sus llaves y encontrando la que abría uno de los
cajones de su escritorio encontró las llaves de casa de Esther, recogió todo, se puso la
chaqueta y salió de nuevo del despacho)
La reina roja
112
Mientras tanto, Maca, tras haberse calmado un poco salió de su piso, cogió la moto y
puso rumbo a aquella cabaña perdida en mitad de la nada. Necesitaba ver a Esther, saber
que estaba bien, pues ya la había dejado demasiado tiempo junto con esos locos
Raúl: ¿Qué quería Claudia? (preguntó Raúl nada más verla)
M: Nada... solo quería hablar conmigo...
Raúl: ¿Sobre qué? (la paró al ver que intentaba esquivarlo) ¿Sabe algo del secuestro?
M: No sabe nada ¿vale? (le dijo furiosa) y ahora déjame ver a Esther...
Raúl: Cuidado, Maca... cuidado (contestó antes de dejarla pasar)
Maca entró en la casa, se puso aquel “disfraz” y esperó a que le abrieran la puerta para
poder entrar a verla. Cuando entró, la sangre se le heló, Esther estaba demacrada, con la
mirada perdida, huidiza, encogida sobre sí misma, con claros síntomas de llanto y el
cansancio marcando todas y cada una de sus facciones... Se le cayó el alma a los pies al
verla así... su primer instinto fue abrazarla, sin embargo no pudo moverse... Esther, por
su parte, ni tan siquiera hizo el intento de mirarla
Salió de nuevo de la habitación, necesitando calmarse para no hacer una locura. Fue a la
pequeña cocina, tomó un vaso de agua y buscó algún calmante en su bolso. Alberto la
miraba desde el quicio de la puerta...
Alberto: ¿Vas a dormirla? (preguntó cruzándose de brazos)
M: Lleva sin dormir dos días... no le habéis dado nada de comer... está cansada y
necesita descansar, claro que voy a intentar que duerma... (contestó con seriedad,
mientras machacaba la pastilla y se la ponía en el agua)
Alberto: ¿Puedo acompañarte? (preguntó con una sonrisa maliciosa) no sé... tal vez
podría hacer algo para que se cansara y así durmiera mejor...
M: Gilipollas (murmuró pasando por su lado intentando ignorar esa “insinuación”)
Entró de nuevo en la habitación, al igual que antes, Esther no se movió. Ella se acercó
con cautela y fue entonces cuando su chica, en un acto reflejo dio un respingo
M: Tranquila (le dijo) tranquila... no voy a hacerte daño... (dijo con un nudo en la
garganta...)
E: ¿Qué es lo que quieres? (preguntó a duras penas)
M: Toma... bebe un poco...
E: ¿Eres la Reina Roja? (preguntó, recordando las palabras de Raúl, Maca tembló) ¿vas
a matarme? (siguió preguntando angustiada)
M: Nadie va a matarte (contestó) toma... bebe, necesitas beber algo...
Esther, alargó el brazo, tomó el vaso y se lo llevó a la boca, en otras circunstancias ni lo
habría probado, pero la verdad era que estaba sedienta, y el agua le sentaba de
maravilla. Maca la miraba sin poder dejar de hacerlo, mientras intentaba que una
lágrima no saliera de sus ojos. Tomó aire y cuando volvió a mirarla sus ojos chocaron
con los de Esther... estuvo a punto de perderse en esa mirada que tanto amaba, cuando
recordó, que, si lo hacía, su chica sería capaz de reconocerla...
M: Descansa un poco... (susurró, saliendo de la habitación y como hizo el primer día,
cerró la puerta y quedó apoyada escuchando el movimiento que había dentro de la
habitación) Te quiero... (susurró quedamente...)
113
La reina roja
Esperó un tiempo prudencial, no se movió de aquella puerta en la siguiente media hora.
Vio a Raúl hablar de algo con Alberto y no se molestó en averiguar de qué hablaban.
Necesitaba estar allí, apoyada contra aquella puerta para sentirse cerca de su chica,
protegiéndola en cierta manera... tras esos treinta minutos se levantó, abrió y antes de
entrar miró, la vio tumbada y dormida, suspiró, necesitaba eso, dormir, dormir y
descansar, ella quedó mirándola con los ojos cristalinos desde el quicio de la puerta.
Asomó la cabeza fuera para ver como Raúl y Alberto seguían a lo suyo sin percatarse de
nada. Volvió a entrar y cerró, lentamente, con cuidado se acercó a aquel camastro y sin
hacer demasiados movimientos se tumbó a su lado... necesitaba tenerla, necesitaba
abrazarla y esa era su oportunidad... se tumbó a su lado y la abrazó respirando su
aroma... la apretó más contra su pecho cuando la sintió temblar...
M: Shhh... tranquila mi niña (dijo sabiendo que sumida en aquel profundo sueño en el
que estaba, Esther no se enteraría de nada) estoy aquí... no pasa nada... duerme... estoy
aquí (decía besando su cabeza mientras las lágrimas que había estado reteniendo salían
de sus ojos) te quiero, mi amor... (seguía susurrando en su oído) te quiero...
E: Ummm... Maca... (soltó Esther entre sueños) Maca... (y aún en ese estado de
inconsciencia en el que se encontraba, Esther se movió buscando su cuerpo,
abrazándose más a ella...) Maca (balbuceó...)
M: Estoy aquí (susurró) duerme mi amor... duerme... (decía sollozando calladamente...)
Y así, mientras lloraba en silencio, abrazó y acunó a Esther, la sintió tan suya como
siempre, tan cerca como nunca y sin embargo, algo en su interior, un presentimiento, le
dijo que aquella sería la última vez que estarían así... cerró los ojos, se escondió en su
cuello y la abrazó como queriendo retenerla para siempre...
******
Ares: ¿Y aún seguís diciendo que esto puede tener tu tan ansiado final feliz, Dios del
Amor? (preguntó Ares con autosuficiencia)
Eros: Sí (contestó enérgico) el destino es juguetón, pueden pasar muchas cosas aún (le
dijo)
Ares: Esa utopía que defiendes, es absurda y tendrás que retractarte de tus palabras
(afirmó) esta historia no acabará como deseas, no tendrá ese final... Feliz (dijo
despectivamente)
Eros: Eso tendremos que verlo (contestó)
Ares: Veámoslo (se sentó) me reiré cuando vea como abandonas este lugar... (dicho
esto volvió a sentarse junto con el resto de los dioses, orgulloso y sonriente al saber que
toda esa historia terminaría como él quería...)
******
Raúl: En una hora (decía al teléfono) en la Plaza mayor (seguía diciendo) espere mi
llamada y recuerde, vaya solo (dijo antes de colgar, volviendo de nuevo a la casa, donde
Maca salía de la habitación) qué estampa más bonita la que habéis protagonizado esta
noche... (dijo irónico)
M: Vete a la mierda (contestó bebiendo un poco de agua)
La reina roja
114
Raúl: ¿Y como está Esther? (preguntó)
M: Sigue dormida (le dijo bebiendo) le hacía falta...
Raúl: Por supuesto...
M: ¿Qué quieres ahora Raúl? (preguntó encarándolo)
Raúl: Tenemos trabajo que hacer (afirmó) así que vete preparando, nos vamos
M: Yo me quedo (contestó segura de lo que decía)
Raúl: No, tú vienes conmigo (ordenó) en una hora tendremos el dichoso código y
necesito que entres en el despacho cuanto antes...
M: ¿Cómo que tendremos el código? (preguntó) ¿Cómo lo has conseguido?
Raúl: Bueno... un padre hace lo que sea por su hija ¿no? (sonrió con autosuficiencia)
vamos, tenemos que prepararnos
M: No voy a dejarla sola (contestó sin moverse)
Raúl: Y no lo estará, Alberto se queda con ella (informó y su primo afirmó con una
sonrisa en los labios)
M: No... yo no voy...
Raúl: Tú vienes (la tomó del brazo con fuerza) y no me provoques... (la empujó)
vamos...
Una hora más tarde, sentado en una terraza de una cafetería de la Plaza Mayor, con
Vero a su lado haciéndole carantoñas y el manos libres del móvil en la oreja, Raúl
miraba a su alrededor controlándolo todo. Había un montón de gente, se auto alabó por
haber elegido aquel lugar tan concurrido, así, si por lo que fuera algo salía mal, no
tendrían problemas al escapar
Maca aparcó la moto a unos metros de Werty´s Security, sus órdenes eran claras,
esperar a recibir la llamada con el código y entrar... de lejos, mientras se ocultaba, vio a
Claudia entrar en la empresa con bastante premura, no diferenció su rostro pero le
parecía que estaba preocupada... intentó calmarse, las manos le sudaban y eso no le
había pasado nunca...
Miguel apareció por fin en el lugar pactado, nervioso, con las manos en los bolsillos,
nervioso, mirando todo a su alrededor, buscando a alguien entre tanta gente, lo cierto
era que aquel hombre había elegido el lugar perfecto, un montón de turistas, gente
yendo y viniendo e incluso niños correteando por toda la plaza, parecía que era como
buscar una aguja en un pajar. Raúl, desde su posición lo seguía con la mirada, atento a
cada movimiento, a cada reacción de aquel hombre, como intentando comprobar que
todo estaba como debía estar
Raúl: Empieza el juego (le dijo a Vero, quien con esas palabras se acercó un poco más
a él con el fin de hacerse pasar por una feliz pareja y no levantar sospechas, Mientras
tanto, Raúl marcaba los dígitos de Miguel y esperaba a que contestara) ¿Tiene el
código? (preguntó nada más descolgar)
Miguel: ¿Dónde está mi hija? (le devolvió la pregunta)
Raúl: Primero el código (contestó) luego podrá ver a Esther
Miguel: ¿Y cómo sé que está viva? (quiso saber)
Raúl: Ya le dije que tendría que confiar en mí (contestó)
Miguel: ¿Qué tengo que hacer? (preguntó mirando a su alrededor)
Raúl: Dícteme el código (contestó)
La reina roja
115
Miguel se quedó algo parado, miró a su alrededor, Vero le observó atentamente y posó
su mirada en un par de “turistas” a los que Miguel miraba. Uno de ellos, afirmó
levemente con la cabeza, Vero se irguió de repente y siguió mirando por los
alrededores, detectando a más gente
Vero: Esto está lleno de polis (le dijo de manera casi imperceptible a Raúl)
Raúl: El código (apremió buscando con su mirada a todos aquellos policías que Vero le
había dicho y encontrando a dos de ellos a cuatro mesas de su posición. Besó a su
acompañante y sonrió, interpretando su papel de hombre enamorado y relajándose en su
asiento, dando así una imagen de normalidad que no tenía)
Miguel: Está bien... apunte (le dijo Miguel) 5-3-7-0-6-9-1 ese es el código (terminó de
decir)
Raúl: ¿Está seguro? (preguntó repasando mentalmente los dígitos)
Miguel: Completamente (afirmó)
Raúl: Bien... gracias (dijo cortando la llamada mirando a Vero intentando que en su
rostro no pudiera descifrarse lo que estaba pensando)
Esperó un tiempo prudencial, vigilando tanto a los secretas como a Miguel que se había
quedado parado esperando algo, tras unos quince minutos, de un modo absolutamente
normal, pidieron la cuenta, se levantaron y comenzaron a andar abrazados, incluso se
cruzaron con Miguel, pasando por su lado sin que éste les reconociera...
Maca estaba más nerviosa que nunca, miraba la puerta de entrada de la empresa y estaba
a punto de mandarlo todo al infierno, entrar en el edificio y poner al corriente de todo lo
que estaba pasando a Claudia, sin embargo, si lo hacía, sabía que estaba poniendo en
serio peligro tanto a su madre como a Esther... se movía de un lado para otro, sabía que
con esa actitud podría levantar sospechas, sin embargo no podía evitarlo... de pronto, su
móvil comenzó a sonar y con rapidez contestó
Raúl: ¿Sabías que ese imbécil no era el presidente? (preguntó nada más descolgó, ya
metidos en el coche) ¿¡Lo sabías!? (preguntó con rabia)
M: ¿Qué? No... no tenía ni idea (afirmó) ¿que... qué ha pasado? (quiso saber)
Raúl: Que me la habéis jugado, eso ha pasado (afirmó) el código que me ha dado no
tiene nada que ver con esos dieciséis dígitos alfanuméricos (le informó) ¡No es el
presidente! ¡No tiene ni idea de nada de lo que pasa en esa empresa!..
M: Y... ¿y ahora qué...? (preguntó con miedo...)
Raúl: Está claro (dijo enfadado) sé que es Esther... sé que tú sabías que era ella (le dijo)
y te juro que vas a pagar por ello...
M: Como la toques te juro que te mato (amenazó)
Raúl: No estás en condiciones de amenazar (firmó) necesito ese código y haré lo que
sea... ¡lo que sea! (gritó colgando el teléfono)
Maca se quedó con el móvil en la mano, tenía la certeza de que Raúl, en esos momentos
se dirigía a la casita... y no podía dejar que pasara, sabía de lo que era capaz, podría
matarla, lo haría si no conseguía el dichoso código...
La reina roja
116
M: ¿Qué hago...? ¡Joder! ¿qué hago? (dijo dando una media vuelta y fijando de nuevo
la mirada en Werty´s Security) ¡A la mierda! (soltó corriendo hacia su moto mientras
cogía su móvil) ¡Claudia!
Claudia: ¿Quién es? (preguntó Claudia al otro lado de la línea)
M: Soy Maca... necesito...
Claudia: ¿Maca? (la cortó) ¿Dónde está Esther? (preguntó) y no vuelvas a mentirme
Reina Roja...
M: Claudia, por favor, no hay tiempo (decía mientras iba arrancando la moto)
escúchame, necesito que vayas a la clínica en la que está mi madre...
Claudia: ¿Y por qué iba a hacerlo? (quiso saber) ¿Acaso quieres distraerme?
M: ¡NO! ¡Joder, Claudia! (gritó ) ¡sí! Soy la Reina Roja y estoy dispuesta a entregarme,
¿¡Vale!? Pero antes de eso necesito que vayas a la clínica... es importante que vayas...
Claudia: ¿Dónde está Esther? (preguntó)
M: Ve a la clínica, Claudia (dijo casi en una orden) ¡ve a la puñetera clínica! ¡Van a
matarla! (terminó de decir colgando el teléfono y poniéndose el casco para acelerar con
fuerza... tenía que llegar, tenía que llegar y sacar de allí a Esther antes de que Raúl
pudiera hacerle algo...
Mientras tanto, y ajeno a todo lo que estaba pasando, Alberto se aburría como una ostra.
Cambiaba continuamente de canal de televisión, intentando ver algún programa que le
enganchara, pero a esas horas no daban absolutamente nada y, además, la señal se veía
entrecortada
Fue a la cocina y se preparó un sándwich de queso, miró hacia la puerta que flanqueaba
la habitación en la que estaba retenida Esther y volvió al salón. En el fondo estaba
enfadado, le hubiera gustado estar allí, en el “meollo” de todo el asunto, pero Raúl no se
lo había permitido
Mientras comía, pensaba en el poco trabajo que le había asignado Raúl, si lo pensaba, él
era el que menos había tenido que hacer, Vero se encargaba de vigilar a la madre de
Maca, de hecho, era bastante importante su trabajo para que todo saliera conforme a lo
planeado; Raúl era el jefe, él era quien había planeado todo aquello, el que llevaba la
batuta a ese grupo de marionetas que eran todos... Maca... Maca era la Reina Roja, la
que debía entrar en el despacho, la gran marioneta, de todos ellos, ella era la Marioneta
“Reina” de Raúl, a la que habían tenido que atar en corto y la que haría que todo aquello
saliera bien...
Sin embargo, él... ¿quién era él? Tan solo el chico de los ordenadores... el que había
tenido que hacerse pasar por un simple peón en la empresa, no obtener nada y encima
casi llevar al traste todo por lo que estaba luchando su primo... lo único que había
logrado era el nombre de Miguel... al menos, había hecho algo bien, porque estaba
seguro, que si Raúl no le había dejado ir con él esa mañana, era porque aún le guardaba
algo de rencor por lo sucedido cuando casi estuvieron a punto de pillarle en Werty`s
Security, le estaba castigando relevándole a un simple guardián... alguien que ni pincha
ni corta... y que se aburría como una autentica ostra
Se levantó para guardar el plato que había usado y de nuevo miró a aquella habitación...
se acercó, llegó a la puerta, volvió a alejarse y una vez más se sentó en el viejo sofá para
ver la televisión, pese a que sus ojos se iban solos hacia el otro lado de la casita...
La reina roja
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Finalmente, sin poder contenerse más, se puso el pasamontañas y abrió la puerta. Sonrió
para sus adentros al verla despierta, aturdida y algo desorientada pero despierta
Alberto: Veo que te has despertado (le dijo con voz pausada)
E:...
Alberto: ¡Venga! Puedes hablar conmigo... (continuó al obtener silencio por parte de
Esther) estamos solos y yo estoy demasiado aburrido... podríamos hacer algo para
divertirnos, ¿No te parece? (dio un paso al frente, Esther lo miró queriendo congelarle)
solo digo, que podemos buscar la manera de matar las horas juntos (continuó andando)
anda... (alargó la mano para acariciarle el rostro) no seas así...
E: No me toque (dijo volviendo la cara hacia otro lado)
Alberto: No te pongas así (le dijo mientras se despojaba de la sudadera) si te va a
gustar... ya verás (dejó la prenda tirada en el suelo) seguro que nunca has sentido lo que
te voy a hacer sentir (decía mientras poco a poco se iba excitando, solo de imaginarse lo
que iba a hacer con ella) es lo que tienen las lesbianas... que no saben lo que es follar
con un hombre de verdad... (y se terminó de acercar, agarrándola e intentando besarla)
E: No... no (se removía Esther) ¡suéltame! ¡Suéltame!
Alberto: No seas estrecha (intentaba meterle mano) te va a gustar (dijo con la voz
ronca)
E: ¡Suéltame! (y la camisa que llevaba se rajó dejando el pecho al descubierto solo
tapado por el sujetador) ¡Qué me sueltes! (gritó con más fuerza, logrando darle una
patada en el costado, ante su aturdimiento se levantó y corrió hacia la puerta intentando
salir)
Alberto: ¡Puta! (soltó quejándose del golpe, levantándose también, Esther trataba de
abrir la puerta atrancada y Alberto tuvo tiempo suficiente para llegar hasta ella) ¡Puta de
mierda! (gritó propinándole un fuerte golpe que la dejó medio aturdida) Ahora verás
(dijo empujándola contra el camastro)
Esther lo miró, semi-tumbada en aquel asqueroso colchón y con el terror irradiando de
sus ojos, lo vio y supo lo que iba a pasar, lo miró y fue consciente de que nadie la
salvaría... Alberto sonrió, y se abrió los pantalones justo antes de volver a abalanzarse
sobre ella...
Claudia iba de un lado para otro, aquella llamada de Maca no había hecho más que
confirmar todas sus sospechas, llamaba por teléfono cada dos por tres y daba órdenes a
sus chicos, aún no sabía realmente lo que debía hacer pero no podía quedarse quieta
Claudia: Pablo (llamó a su asistente que entró en su despacho como una bala, no sabía
qué le pasaba a su jefa pero mejor no hacerla esperar) ¿Tienes algo del móvil?
Pablo: No, sigue apagado y así es imposible localizarlo (le contestó)
Claudia: Vale, pásaselo a Juanjo (le pidió) quiero que vayas con dos chicos más a esta
clínica (dijo dándole la dirección) allí está la madre de Maca, necesito que me digas qué
está pasando allí y si es necesario la sacáis de ese lugar...
Pablo: Vale (dijo aceptando su pedido) pero... jefa... si ocurre algo... ¿no sería más
prudente llamar a la policía?
Claudia: La policía ya está avisada ( le contestó) posiblemente te encuentres allí con un
par de agentes, pero quiero que vayáis y me informéis de todo lo que ocurre...
Pablo: Vale (la veía recoger un par de cosas)
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Claudia: Bien, llámame al móvil con cualquier cosa, yo voy a casa de Maca, puede que
encuentre algo allí...
Pablo: Te llamaré con lo que sea (terminó de decir saliendo del despacho)
Claudia terminó de recoger sus cosas, abrió el informe de Macarena y recordó sus
palabras, pero no había ninguna que le diera una pista de donde podría estar Esther,
mientras se iba poniendo la chaqueta salió de su oficina y en una carrera llegó hasta
Juanjo
Claudia: ¿Te ha dicho Pablo lo que tienes que hacer? (preguntó sin saludar)
Juanjo: Sí y en eso estaba, pero el terminal está apagado, no hay forma de localizarlo
(decía sin apartar la mirada del monitor que tenía frente a él)
Claudia: Vale... no quiero que le pierdas ojo (contestó) si se enciende y lo localizas me
lo mandas al móvil, voy a estar pendiente todo el tiempo...
Juanjo: Tranquila jefa, en cuanto se encienda ese teléfono te mandaré la información
(le dijo mostrándole una sonrisa)
Claudia: Bien (fue lo único que dijo antes de salir de allí, mientras tomaba su teléfono
y marcaba) ¡Carlos! (dijo una vez descolgó) necesito que vengas conmigo a un sitio...
Maca llegó por fin a la casita. Paró el motor de la moto y se bajó mientras se quitaba el
casco, necesitaba calmarse un segundo, sabía que no tenía tiempo, que Raúl
posiblemente estaría a punto de llegar, pero necesitaba calmarse y pensar en lo que iba a
hacer...
Se tapó la cara con las manos, maldijo el momento en que había aceptado ese trabajo y
la posición en la que la había dejado y rezaba porque Claudia le hubiera hecho caso y
hubiese ido a la clínica... tenía miedo, demasiado miedo, si a su madre o a Esther les
pasaba algo no se lo iba a perdonar en la vida... y si Claudia no iba a la clínica... si no
iba...
E: ¡No...! ¡Por favor! (escuchó de lejos el grito de Esther, se dio la vuelta asustada por
aquella súplica y sin pensarlo, casco en mano entró en la casa en una carrera)
M: ¡Esther! (gritó dando un golpe a la puerta, escuchó ruido, golpes y corrió hacia la
habitación)
E: ¡Suéltame! (gritaba Esther tras la puerta, llorando y suplicando)
M: ¡Esther! (volvió a gritar ella intentando abrir la puerta...)
De primeras la puerta no se abría y Maca se desesperaba escuchando los gritos de su
chica. Le dio un golpe a la madera y lo que fuera que la estaba bloqueando cedió y la
puerta se abrió. Se quedó congelada al ver lo que se encontró, Esther medio desnuda,
con la ropa desgarrada y Alberto sobre ella intentando forzarla. La sangre le hervía de
rabia y una oleada de ira cruzó su cuerpo
M: ¡Suéltala hijo de puta! (grito abalanzándose sobre él y empujándolo contra la pared)
como la toques te mato (dijo con rabia cogiéndolo del cuello y apretando con todas sus
fuerzas)
La reina roja
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Alberto: Tranquila, Reina Roja (dijo como pudo ante la estupefacta mirada de Esther
que se intentaba tapar como podía) solo quería divertirme con la zorrita de tu novia
(soltó)
M: ¡Cabrón! (contestó, amenazante)
Alberto la empujó aprovechando su distracción e intentó golpearla, Maca en un acto
reflejo le devolvió el empujón y Alberto se dio en la cabeza cayendo inconsciente al
suelo. Lo miró y respiró profundamente, asustada... luego miró a Esther quien
absolutamente ida la miraba con sorpresa en los ojos...
M: Esther... (se acercó con cuidado ) Esther... ¿Estás bien? (pero ella no contestó, ni tan
siquiera se movió) Esther... (la llamó de nuevo, se quitó la chaqueta e hizo el intento de
ponérsela)
E: No me toques (pronunció, mirándola con odio y entonces fue cuando a Maca terminó
de derrumbársele el mundo)
M: Escúchame... tenemos que irnos (le dijo suplicante) tenemos que irnos... ahora...
E: No... no me toques (pidió de nuevo, con lágrimas saltadas y entendiendo qué hacía
Maca allí, las palabras de Alberto se lo habían dicho) ¿eres... eres la Reina Roja?
(preguntó, porque no podía creerlo...)
M:... (cerró los ojos asintiendo, con amargura y pesar) Tenemos que irnos (intentó
cogerle el brazo con cuidado)
E: ¡No me toques! (repitió elevando la voz)
M: Escúchame... van a matarte... (le dijo, y entonces pareció que Esther reaccionó)
tengo que sacarte de aquí... (seguía diciendo ante la mirada asustadiza de Esther)
espera... espera un momento...
Salió de la habitación, sabía que necesitaban algo más que ellas solas para poder
escapar, buscó entre las cosas de Alberto y finalmente encontró lo que buscaba. Jamás,
en toda su vida había tenido un arma en las manos, se sintió extraña, mal, como si fuera
una asesina... sintió que le temblaban las manos, que todo su cuerpo temblaba. Escuchó
el ruido de un motor acercándose, se guardó el arma y corrió de nuevo a por Esther...
M: Esther... escúchame (le dijo apremiante) no sé qué estarás pensando, no sé si me
odias o no, pero tenemos que salir de aquí... Raúl está llegando y te va a matar...
E:...
M: Por favor... (le pidió en una súplica) por favor... salgamos de aquí... (decía
intentando aguantar las lágrimas, pues la mirada de odio de Esther estaba matándola)
Esther por fin se incorporó, se tapó con la chaqueta que Maca le había dado y comenzó
a andar delante de ella. Maca suspiró, aliviada al verla andar, al verla salir de allí por
fin, pero tenían que darse prisa, Raúl estaba a punto de aparecer
M: Espera (la paró, sacando el móvil de Esther del bolsillo) toma... conéctalo (le pidió)
estoy segura de que Claudia lo localizará...
Esther la miró con recelo, finalmente, cogió el teléfono y lo activo. Maca tomó su mano
con la intención de salir de allí y en un gesto absolutamente cargado de reproche, Esther
se soltó
M: Vamos... (fue lo único que dijo tras digerir aquel gesto)
La reina roja
120
Salieron de la casa, Maca se adelantó para arrancar la moto cuando un disparo impactó
contra las ruedas. Tanto Maca como Esther se agacharon por instinto y cuando la Reina
Roja levantó la vista vio como el coche conducido por Vero paraba haciendo chirriar los
frenos
M: ¡Corre! (gritó a Esther)
Y ambas salieron corriendo perdiéndose en el espeso bosque que rodeaba la cabaña,
mientras que Raúl disparaba intentando retenerlas. Los disparos se sucedían, mientras
ellas intentaban alejarse de allí todo lo rápido que podían. Esther se adelantó a Maca
cuando ésta sintió la quemazón y el dolor punzante en el costado. Tuvo que pararse, casi
cayendo al suelo, la sangre brotaba sin poder retenerla...
Claudia salía del piso de Maca sin encontrar nada que pudiera darle ninguna pista,
Carlos, a su lado, hacía llamadas a sus compañeros intentando averiguar algo más, su
móvil comenzó a sonar insistente
Claudia: Dígame (contestó rauda)
Juanjo: El móvil se ha encendido (le dijo Juanjo al otro lado de la línea) están a unos
50 minutos de Madrid (le informó) pero date prisa, se están moviendo (terminó de
decir)
Claudia: Mándame la información (ordenó entrando en el coche)
Carlos: ¿Qué pasa? (preguntó también sentándose en el asiendo del piloto)
Claudia: Uno de mis chicos ha localizado el móvil de Esther (le dijo) están a 50
minutos de Madrid... me está mandando la información ahora mismo (decía nerviosa
mientras manipulaba el teléfono)
Carlos: Bien... vamos (dijo y mientras arrancaba llamaba a sus chicos para darles
nuevas órdenes)
Claudia: Vale, aquí está (dijo cuando al fin el móvil mostró un mapa en el que se veía
un punto rojo, que representaba el terminal de Esther) por la carretera de Toledo... date
prisa Carlos...
Esther seguía corriendo todo lo rápido que podía, lo único que pensaba era en alejarse
de allí cuanto antes, miró hacia atrás y vio a Maca rezagada, como si le costara seguir.
La miró un segundo, con rabia, con odio, y lo primero que se le pasó por la cabeza era
dejarla allí, al fin y al cabo, por su culpa se encontraba en ese lugar... sin mirar atrás
volvió a darse la vuelta y siguió corriendo...
Sin embargo, no había dado ni tres zancadas cuando algo la detuvo... no podía dejarla
allí, no, no podía, por mucho que hubiera hecho, por todo lo que había pasado, no podía
dejarla... parecía herida y a penas podía caminar...
E: Maca... Maca vamos (dijo llegando hasta ella, tomándola del hombro y ayudándola a
caminar)
M: No puedo... (gimió de dolor)
La reina roja
121
E: Sí... sí puedes, ¡vamos! (repitió, porque a pesar de todo, por compasión, por
humanidad, no podía dejar de ayudarla... si lo hacía, posiblemente la matarían y no
quería cargar con eso en su conciencia... sí, solo era por eso...)
Mientras tanto, Raúl no paraba de gritar, enfurecido por lo que había pasado, buscaba al
inútil de su primo, había dejado de disparar y miraba incrédulo a su alrededor...
Raúl: ¡Vero! (le gritó desde la puerta de casa) vuelve a Madrid y encárgate de Rosario
(ordenó) ¡Ahora!
Vero no dijo ni mu... simplemente se metió en el coche, arrancó y se alejó de allí. Raúl
entró en la casa, gritó el nombre de su primo y finalmente lo encontró tirado en el suelo
mientras poco a poco iba recobrando el conocimiento
Raúl: ¡Maldito inútil! (le gritó) ¡has dejado que se escapen!
Alberto: ¿Qué? (preguntó desubicado y tocándose la cabeza)
Raúl: Levanta imbécil (tiró de él para alzarlo) tenemos que encontrarlas...
Tal y como dijo eso, cuando consiguió que su primo se levantara, salieron ambos de
nuevo fuera de la casa y comenzaron a correr por la dirección en la que se habían ido
Maca y Esther...
Habían ralentizado el paso considerablemente, Esther ayudaba a andar a Maca quien
cada vez sentía más dolor. La sangre seguía brotando y las fuerzas se le iban... Casi sin
aliento, Esther apoyo a Maca contra un gran árbol que, por lo frondoso de la hierba a su
alrededor, las ocultaba un poco...
E: A ver, déjame ver (dijo intentando acercarse a la herida)
M: Estoy bien (contestó impidiendo que se acercara)
E: Como quieras (no insistió, porque realmente, ¿qué le importaba a ella si su
secuestradora estaba herida? ¡Nada!) ¿Por qué? (preguntó sintiendo de nuevo la rabia
colonizar todo su cuerpo) ¿¡Por qué me has hecho esto!?
M: Esther, escúchame (le dijo, porque ahora mismo no estaba para responder esas
preguntas, no, claro que no, de hecho, ahora lo único que quería era que Esther saliera
de allí cuanto antes...) escúchame...
E: ¡No! (elevó la voz, Maca la alentó para que callara) no quiero escucharte... no quiero
saber nada...
M: ¡Joder, Esther! (habló con los dientes apretados y aguantando el dolor mientras que
con una mano se taponaba la herida) tienes que escucharme... (Esther ni la miró)Tienes
que irte, Esther (le decía a duras penas, y Esther la miró algo confusa) a unos... unos
cien metros en esa dirección, está la carretera (le indicó el lugar) tienes que irte...
ahora...
E: Pero... (Esther comenzaba a sentir las lágrimas en sus ojos pues verla de esa manera,
y todo lo que había pasado, sabiendo quién era ella, era más de lo que podía soportar...)
M: Vete, Esther (le pidió) ¡corre!
La reina roja
122
Una vez más, el primer instinto de Esther fue levantarse y salir corriendo hacia la
carretera, y como antes, tras dos zancadas no pudo continuar, porque no podía dejarla
así, no... no podía...
M: ¡Vete! ¡Vete de una vez! (decía desde el suelo, sintiendo el dolor y la quemazón, al
verla volver a su posición)
E: ¡No! ¡No pienso dejarte aquí! (contestaba llorando al ver como se encontraba)
M: ¡Lárgate de una vez! (gritó todo lo que sus fuerzas le permitían) ¡no quiero verte!
¡no te quiero cerca! ¡No te quiero! ¿¡Me oyes!? (dijo incorporándose un poco y
volviendo a tumbarse) ¡No te quiero! ¡Te odio! ¡Nunca te he querido! ¡Vete!
Esther se quedó parada ante esas palabras, porque por mucho que se le hubiera pasado
por la cabeza cuando descubrió todo, escucharlo era otra cosa... Y Maca sabía que tenía
que actuar así, conocía a Esther y aunque en esos instantes la odiara, aunque supiera que
posiblemente aún no había asimilado todo lo que había pasado, también sabía que, si no
hacía aquello, Esther no se iría y tenía que irse... cuanto antes tenía que irse...
M: ¡No me oyes! ¡Quiero que te largues! No quiero volver a verte en mi vida... (dijo
poniendo un tono oscuro en sus palabras) para mí no eres nada... nunca has sido nada
(seguía diciendo) solo has sido un peón (decía intentando no venirse abajo, Esther la
miraba incrédula) Te necesitaba... necesitaba tenerte controlada para que no
sospecharas... simplemente te utilicé (dijo con dureza, y viendo aún la duda en sus ojos,
cerró los suyos para no desfallecer, tenía que darle el último toque de gracia) ¡te usé
como te usó tu padre! ¿¡De verdad creíste que estaba enamorada de ti!? ¡Qué incrédula!
(dijo con desdén...)
E:...
M: Ahora lárgate de una vez (repitió imprimiéndole una falsa rabia a sus palabras, sin
embargo, Esther estaba petrificada con aquellas palabras y todo el daño que causaban) si
te he sacado de allí es porque soy una ladrona (siguió) no una asesina... pero si me
obligas a hacerlo... lo haré (terminó de decir apuntándole con el arma que le había
robado a Alberto) lárgate (pronunció entre dientes...)
Y finalmente, Esther, pareció reaccionar con aquellas palabras. La miró entre lágrimas
haciéndole saber cuanto daño le había hecho con todas sus palabras y con todo lo que
había pasado antes... la miró y le dejó ver cómo se le resquebrajaba el alma, aunque no
le importara, aunque tras todo lo dicho no tuviera sentido mostrarle su dolor...
E: Te odio (pronunció con la voz ahogada y finalmente, echó a correr...)
Maca bajó la pistola, la soltó y cayó al igual que cayó su corazón. Respiró
profundamente, cerró los ojos y lloró en silencio... le había hecho daño, lo sabía, le
había partido el corazón y no solo en ese momento... pero al menos la había salvado...
eso era lo que importaba. Se miró la herida que sangraba y dolía, aunque más le dolía el
alma, el dolor físico también era intenso. Escuchó a Raúl de lejos y decidió, a duras
penas, caminar hacia otro lugar, necesitaba distraerlos para darle tiempo a Esther... ni
siquiera pensó en lo que pasaría si la encontraban...
Corría, corría como si se le fuera la vida en ello. Con lágrimas saliendo a borbotones de
sus ojos, sintiendo que alguna que otra rama le arañaba la cara... pero le daba igual, le
La reina roja
123
daba igual si se hacía algún arañazo, si no veía nada por culpa de las lágrimas porque lo
único que quería era alejarse de allí todo cuanto pudiera, ni tan siquiera se había fijado
en si había llegado ya o no a la carretera... ¿Qué importaba? Nada, la verdad es que no
importaba nada, lo único importante era correr, correr y alejarse de aquel lugar... ya no
solo corría para salvarse, no, ahora también lo hacía para alejarse de Maca... no quería
estar cerca de ella, cuanto más lejos, mejor... sus palabras, su tono de voz, el hecho de
haberla apuntado con un arma y saber que jamás la quiso habían hecho más daño que
aquellos días encerrada en una habitación sucia y oscura...
Claudia: Frena... (le dijo Claudia a Carlos) Frena, frena (repitió apremiante) Mira allí
(señaló a un lado de la carretera) ¿Es Esther? (agudizó la vista) ¡Es Esther! (afirmó feliz
al verla con vida...)
Maca apenas podía andar... le faltaba el aire y sentía cada vez más pesado su cuerpo... se
apoyó en el tronco de un árbol, respiraba con dificultad al tiempo que intentaba
taponarse torpemente la herida... Escuchó la voz de Raúl algo lejana aún pero
acercándose a su posición. Lloraba... el dolor era insoportable... no lloraba por el dolor
físico sino por la intensa punzada que sentía en su alma al recordar la mirada de
Esther... pero había merecido la pena, si ella se salvaba, entonces todo habría merecido
la pena...
M: Vamos, Maca... tienes que seguir andando (se dijo y de nuevo dio un par de pasos
moviéndose por aquel lugar...)
Raúl: Tú ve por allí (le dijo a Alberto, pistola en mano y mirando a su alrededor) no
pueden estar muy lejos (decía enfadado) y si las encuentras, ¡Mátalas! (Alberto afirmó
con la cabeza, callándose el hecho de que no tenía su pistola... si se lo decía, bien sería
capaz Raúl de matarlo a él... y si las encontraba, ya se las apañaría para cargárselas...)
Claudia: ¡Esther! (gritó Claudia saltando del coche en cuanto Carlos frenó del todo)
¡Esther! (corrió hacia ella y la empresaria se abrazó a su cuerpo desfallecida) ya está...
ya está... (decía sonriendo contenta por verla) shhh... estás a salvo... ya está... (la
abrazaba intentando calmarla, Esther lloraba como una niña en sus brazos...)
Carlos: Esther... (intervino Carlos cuando vio como tres coches de policías, con las
sirenas apagadas, llegaban tras ellos a su posición) Esther, escúchame (llamó su
atención) ¿Dónde están? (preguntó) Tienes que decirme donde están...
E: N... no... no lo... sé... (contestó entre llantos abrazada aún a Claudia quien la sostenía
para que no cayera)
Claudia: Tranquila (siguió diciendo Claudia acariciando su rostro para darle más
tranquilidad) tranquila, cariño... (sonrió levemente dándole seguridad) tienes que
decirnos donde están... Tenemos que cogerlos...
E: No lo sé (lloraba) no... no lo... sé... (siguió) en... en el bosque... pero... no... no sé
donde...
Carlos: Vale (le acarició el pelo) tranquila... ya estás bien (le dijo) ¡Chicos! ¡Vamos, no
pueden estar muy lejos! (les dijo a varios hombres antes de internarse en aquel bosque)
La reina roja
124
Claudia: Vamos... venga... vamos al coche... (decía ayudándola a andar) ¿quieres un
poco de agua? (le preguntó llegando al vehículo, Esther se limitó a asentir) toma (le dio
una botella en cuanto Esther se sentó en el asiento de atrás) ya está, Esther (la abrazó)
ya estás bien...
Esther bebió agua... y se dejó abrazar por Claudia, llorando a lágrima viva, sin decir una
sola palabra y con la mirada perdida en la nada...
Alberto caminaba intentando no tropezar y caer, miraba a su alrededor, a punto estuvo
de caer al suelo por una rama y maldiciendo su tropiezo vio un rastro de sangre.
Levantó la mirada haciendo un barrido a su alrededor, no veía nada, volvió a mirar
hacia abajo, buscando la mancha de sangre y vio como el rastro continuaba hacia
adelante
Alberto: ¡Raúl! (gritó) ¡Por aquí! (lo llamó)
Carlos: ¿Habéis oído eso? (le preguntó a sus chicos quienes asintieron) por aquí, vamos
(dijo cambiando el rumbo)
Maca también lo había escuchado, se había ocultado tras un arbusto y al oírlos,
intentaba buscar algún nuevo lugar en el que esconderse. Pero apenas tenía fuerzas para
moverse, el dolor, la quemazón era cada vez más intenso y estaba perdiendo demasiada
sangre... Sentía su cuerpo cada vez más flácido, se mareaba, no podía moverse,
empezaba a nublársele la vista y poco a poco fue perdiendo el conocimiento...
Alberto: Por aquí, mira (dijo a Raúl cuando éste le dio alcance)
Raúl: La próxima vez, no grites, imbécil (le espetó) las vas a espantar...
Alberto: Alguna de las dos está herida (le dijo) y podemos seguir el rastro de sangre
Raúl: Ya veo... (y sin decir nada más, comenzó a andar de nuevo siguiendo las huellas
que habían ido dejando la herida de Maca...
Carlos: Shh (instó a los chicos a que callaran) he oído algo (todos pararon y callaron a
la espera de escuchar algo más... por unos segundos no oyeron nada, hasta que unas
voces lejanas se oyeron, Carlos siguió las voces...)
Alberto: ¡Aquí está! (exclamó al verla inconsciente en el suelo, se acercó y le tomó el
pulso)
Raúl: ¿Dónde coño está la otra? (preguntó mirando a su alrededor...)
Alberto: Debe haber seguido sola... (contestó Alberto levantándose) Creo que está
muerta, tío (dijo algo asustado) no le encuentro pulso...
Raúl: ¡Joder! (protestó) ¿Dónde coño está Esther? (de nuevo miró a su alrededor)
Alberto: Cálmate, no puede estar muy lejos (afirmó) ¿qué hacemos con ella?
Raúl: Remátala (ordenó con desprecio, con indiferencia mientras daba un par de pasos
alejándose de allí buscando a Esther...)
125
La reina roja
Carlos: ¡Ni te muevas! (apareció Carlos apuntándole a la cabeza) tira el arma... (y de la
nada, un grupo de policías los rodearon. Raúl se vio como un ratón en una jaula, sin
posibilidad de escapar, maldijo a su primo por gritar, a Maca por haberse largado...
Alberto levantó las manos rindiéndose ante lo evidente de que les habían pillado. Raúl
se resistía a dejar la pistola...)
******
Atenea: Como ven, Dioses, hemos llegado al principio de la historia (decía Atenea
levantándose y mirando al resto de Dioses) ahora sabemos cómo sucedieron las cosas
para poder juzgar las escena que nos mostrasteis Ares (apuntó)
Eros: Y todos hemos sido testigos de la profundidad de su amor (continuó Eros) todos
hemos visto lo que hace para salvar a su amada. Eso es Amor, un amor profundo y
sincero (miró a su enemigo) Yo gano, Ares, serás tú quien deba abandonar éste Olimpo
Ares: ¡Un momento! (exclamó) ¡Ese no era el acuerdo! Si así fuera, quien debe irse eres
tú Eros, pues el amor, no ha ganado...
Eros: ¡Ella la ha salvado porque la ama! (afirmó)
Ares: Pero no ha ganado el amor (repitió) pues aun siendo cierto que la ha salvado “por
amor” (dijo con un claro tono de burla) no volverán a vivir amándose...
Eros: Eso... eso no es... (decía contrariado) ¡Ella ha dado su vida por su amor!
Ares: ¿Y qué demuestra? (preguntó) ¿de qué vale? (replicó) solo hemos sido testigos de
la estupidez humana (continuó) y esta historia, como todos hemos podido ver, está llena
de egoísmos... no de amor...
Eros: No hay nada de egoísmo en lo que ha hecho (rebatió) Aún no ha muerto y las
cosas pueden ser diferentes, ¡el amor aún puede triunfar!
Ares: Jajaja (se burló de él) ¿Acaso crees que eso de verdad? Jajaja (reía mientras Eros
lo miraba sin inmutarse por su risa) Loco estáis, mi querido Eros, si aún tienes alguna
esperanza de que eso ocurra (se volvió a Atenea) NO tiene sentido continuar con esto
(le dijo) hemos visto lo que ha ocurrido, el amor no ha triunfado, eso es todo, la historia
ha terminado... Eros debe marcharse
Atenea lo miró, luego volvió la vista a Eros, quien imploraba con la mirada algo más de
tiempo. La diosa de la inteligencia volvió a sentarse ante la mirada de los Dioses que la
miraban esperando algún tipo de respuesta
Atenea: Creo que no sería justo dejar la historia en este punto (afirmó) aún debemos ver
qué ocurre... Eros tiene razón, la historia no ha concluido... Aún quedan muchas cosas
por ocurrir...
Ares: Pero... (decía contrariado, viendo como Eros, satisfecho por la conclusión de
Atenea se sentaba para presenciar los nuevos acontecimientos) Como queráis (se dio por
vencido y también se sentó) pero solo lo haré para cerciorarme de que en esta historia,
jamás triunfará el amor...
******
Se movió ligeramente, sentía la boca seca y pesadez. Intentó abrir los ojos pero le
costaba un mundo hacerlo. No sabía dónde estaba ni lo que había pasado, tenía
La reina roja
126
recuerdos muy vagos de lo acontecido anteriormente y no era capaz aún de hilar un
pensamiento con otro
Tomó un tiempo más, intentando organizar su cabeza, volvió a moverse y sintió que
estaba en una cama. Lentamente abrió los ojos, aunque con esfuerzo consiguió fijar la
vista en el techo. Escuchó voces a su alrededor que la llamaban y girando el rostro se
encontró con la mirada de Claudia sobre ella
M: ¿Dónde... donde estoy? (preguntó con la garganta seca)
Claudia: Estás en un hospital de custodia policial (contestó de manera seca y con un
tono de voz nada cordial) Te han operado hace unas horas (le informó) ¿te acuerdas de
lo que ha pasado? (preguntó sin esperar más tiempo)
M: Uhm... (cerró los ojos intentando recordar y entonces todas las escenas vividas horas
antes le abofetearon de manera violenta, de nuevo abrió los ojos, esta vez asustada y
miró a Claudia) ¿Es... Esther? (preguntó)
Claudia: ¿Qué recuerdas? (preguntó obviando su pregunta, Maca supo que no
obtendría una respuesta por su parte)
M: Todo (dijo bajando la mirada) ¿Puedes decirme como está mi madre? (preguntó tras
un minuto de silencio)
Claudia: Tu madre está bien (afirmó) llegamos antes que Verónica, está detenida
M: ¿Y Raúl? (preguntó)
Claudia: Intentó escapar (le dijo) está herido en una pierna y detenido
M: Ya...
Carlos: Macarena (intervino Carlos tras aquella breve conversación) Vas a tener que
contestar a algunas preguntas y será mejor que llames a un abogado (le indicó)
M: No se preocupe (contestó sin mirarlos) no hará falta ningún abogado... les diré todo
lo que quieran...
Carlos: Bien (dijo sacando una libreta) ¿qué relación le une con Raúl Lara?
M: Em... (tragó saliva) empezó como una relación meramente laboral (decía hablando
con un poco de dificultad) él contactó conmigo... quería... quería que le hiciera un
trabajo...
Carlos: ¿Qué tipo de trabajo? (la cortó)
M: Quería que robara el Diamante Azul (dijo mirando a Claudia un segundo) aunque
ese robo fue una simple prueba
Carlos: Debo asumir entonces que está declarándose autora del intento de Robo del
diamante M&E Forum (afirmó)
M: Sí... sí (dijo cerrando por un instante los ojos) Soy la Reina Roja, como me calificó
la prensa, robé el cuadro de Antonio Dávila de aquel museo, he realizado varios robos
más y sí... fui yo quien intentó robar el Diamante Azúl...
Durante la siguiente media hora, Maca se inculpó de todos los delitos que había
cometido, fue una declaración larga y nada fácil para ella. Pero había asumido que ya no
tenía nada que hacer, realmente, le daba absolutamente igual lo que pasara con ella, al
fin y al cabo, lo único importante en su vida ya lo había perdido... porque Esther...
Esther debía odiarla...
Les contó todo, absolutamente todo, los robos que había cometido hasta ese momento,
cómo justificaba los ingresos con la tapadera de una empresa de catering y les relató,
detalladamente como Raúl la había metido en todo aquello. Y lo hizo asumiendo sus
La reina roja
127
culpas, llena de remordimientos y sin embargo sin soltar ni una sola lágrimas, en esos
momentos no tenía fuerzas ni para llorar
Tanto Claudia como Carlos la escuchaban toda aquella declaración con atención y
cuando terminó el silencio se hizo presente en aquella habitación. Macarena no los
miraba, parecía estar bastante lejos de allí, su mente tan solo estaba un lugar... en una
persona... en Esther...
Carlos: Bien (dijo rompiendo el silencio) supongo que sabrás que estás detenida (le
dijo, Maca asintió) en cuanto te recuperes serás puesta a disposición judicial... no te va a
librar nadie de la cárcel (terminó de decir mirando a Claudia antes de encaminar sus
pasos hacia el pasillo)
M: Claudia (la paró antes de que saliera pues, sin decir ni una sola palabra, lo había
seguido con la intención de salir de aquella habitación, cuando Claudia se dio la vuelta
para encararla, ella siguió hablando) ¿Cómo está Esther? ¿Está bien? (preguntó,
implorando una respuesta...)
Claudia: Eso no es de tu incumbencia... (fue lo único que contestó, porque sentía rabia
hacia ella, porque por mucho que la hubiera salvado, el daño que le había hecho había
sido demasiado y desmesurado... su amiga estaba destrozada... y Maca era gran culpable
de ello... se paró en la puerta, cerró los ojos y se lo pensó una vez más volviéndose hacia
ella) está destrozada, pero está a salvo... (susurró, porque aunque lo que realmente
quisiera fuera hacerle la mitad de daño del que Maca había infringido en su amiga, en la
que consideraba su hermana, debía reconocer que, pese a todo, la había salvado...)
Desde el quicio de la puerta de su habitación la miraba sin entender cómo había sido
posible que no se hubiera enterado de nada. Lloraba por lo que podía haberle pasado y
daba las gracias a Dios por tenerla allí
En su cama, en la que fue su habitación desde su niñez hasta que quiso volar sola,
Esther permanecía tumbada, sin apenas moverse, como había permanecido desde que
llegó a casa bajo la atenta y preocupada mirada de su madre...
En: Esther (dijo bajito, en un susurro contenido par ano asustarla) cariño... (se acercó a
ella y se sentó al otro lado de la cama, acarició su pelo pero Esther no contestó) vamos...
tienes que comer algo...
E: No tengo hambre (contestó con una voz apagada y monótona)
En: Cariño, no has comido nada en varios días (intentó razonar con ella) y te vas a
enfermar... tienes que comer...
E: Es que no tengo hambre (repitió) y tengo el estómago cerrado...
En: Venga, aunque sea el caldo que te he preparado, mi amor, por favor (suplicó)
E: Está bien (se dio por vencida, no por hambre, no porque de pronto hubiera sentido
necesidad de alimento, sino... por no preocuparla más de lo que estaba)
En: ¿Cómo estás? (preguntó de nuevo acariciando su pelo y mirándola con infinito
amor)
E:... (no contestó, simplemente se elevó de hombros...)
En: Ya estás bien... (continuó ella diciendo) estás en casa y ya no te va a pasar nada...
E: Lo sé...
La reina roja
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Terminó el caldo a duras penas, le costaba tragar y como bien había dicho, tenía el
estómago completamente cerrado. Encarna, tras quedarse con ella un rato e intentar que
le contara cómo se sentía de verdad, decidió que lo mejor sería dejarla descansar... en
esos momentos Esther parecía no ser capaz de decir mucho...
En: Acuéstate un ratito (dijo mientras Esther se tumbaba y ella la tapaba) eso es... te
llamaré para cenar...
E: Vale...
Sin embargo, Esther no era capaz de dormir... tenía los ojos abiertos, le daba miedo
cerrarlos y encontrarse de nuevo en aquella oscura habitación. Le daba miedo volver a
aquel lugar... estaba asustada, demasiado pero sobre todo, estaba absolutamente
destrozada, su corazón se había partido en un millón de pedazos y alguien se había
encargado de pisotearlos para romperlos aún más...
Raúl: ¿Qué tal te ha ido con la Reina Roja? supuse que querías saber quién era tu
secuestradora, perdona mi forma de tratarte antes... es solo que mi jefa es un poco...
¿Cómo lo diría...? Dura, con todo este tema...
¿Quién decía la verdad y quién mentía...? Parecía claro que Ma... Maca... la... la Reina
Roja no había sido la artífice de todo aquello, sino ¿Por qué sacarla de allí? Pero era
tanto tiempo el que le había estado mintiendo que ya no sabía si aquella heroicidad por
su parte había sido real u otra de sus patrañas para parecer menos culpable y tener una
menor condena...
M: ¡No me oyes! ¡Quiero que te largues! No quiero volver a verte en mi vida... para mí
no eres nada... nunca has sido nada, solo has sido un peón. Te necesitaba... necesitaba
tenerte controlada para que no sospecharas... simplemente te utilicé ¡te usé como te usó
tu padre! ¿¡De verdad creíste que estaba enamorada de ti!? ¡Qué incrédula!
Porque al fin de cuentas, todo, absolutamente todo lo que habían vivido juntas había
sido una mentira... ella misma se lo había escupido en la cara sin escrúpulos, nunca la
había querido... simplemente la había utilizado... así como una vez la usó su padre,
aquel hombre al que adoraba de niña, ahora lo hacía Maca, la mujer a la que amaba de
adulta...
M:... Te quiero... no pienses nunca, óyeme bien, nunca, que no te quiero... porque eres
lo más bonito y lo mejor que tengo en la vida...
Las lágrimas corrían por su rostro recordando aquellos momentos en los que la engatusó
de tal manera que habría creído cualquier cosa que le hubiera dicho, hubiera hecho
cualquier cosa por ella... incluso... incluso descartarla de una investigación por no leer
un estúpido informe hasta el final... Y se dio cuenta de lo tonta que había sido, si no
hubiera dejado que sus sentimientos interfirieran en su trabajo ahora mismo no estaría
como estaba... Y Maca no la habría mentido como lo había hecho...
M: Prométeme que siempre estaremos juntas. Prométeme que pase lo que pase... no
dejarás de quererme...
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Se dio la vuelta en la cama, intentando quitarse aquellas imágenes de la mente... cerró
los ojos un instante, intentando calmarse... lloró en silencio intentando no preocupar
más a su madre y poco a poco, debido al intenso cansancio físico y mental que llevaba
arrastrando días, se fue quedando dormida...
E: Hipócrita, no sabes cuánto te odio... (pronunció justo antes de rendirse a Morfeo,
cuando una última imagen de Maca apareció en su mente atormentándola...)
El tiempo siguió su curso inexorable, los días se convirtieron en semanas y las semanas
en meses. Maca fue dada de alta y trasladada a un centro penitenciario a las afueras de
Madrid. El juez, considerando que existía posibilidad de fuga, dictó para Maca prisión
sin fianza a la espera de juicio
Esther, por su parte, intentaba volver a la normalidad de su vida, sin embargo, sabía que
ya nada iba a ser lo mismo. Aún no podía creer lo que había ocurrido y como había sido
precisamente Maca, el que fuera el amor de su vida, la persona que más daño le había
hecho jamás...
Tenía pesadillas recurrentes cada noche, a penas dormía un par de horas seguidas, su
humor había desaparecido. Había pasado de ser una mujer feliz y sonriente a taciturna y
seria la gran mayoría del tiempo. Tenía a toda su familia junto a ella, apoyándola y
ayudándola, sin embargo, por momentos se sentía agobiada, necesitando momentos de
soledad en los que los recuerdos le atormentaban... no podía creer como ella
precisamente, había cometido el gran error de confiar en Maca de la manera en que lo
había hecho. Se suponía que era la mejor en eso, en no confiar en nadie, en estudiar a la
gente y saber cuándo le mentían y por el contrario, con Maca no había sido capaz de
sospechar en ella en ningún instante... es más, para ella, Macarena era la mujer en la que
más confiaba y jamás, ni por tan solo una milésima de segundo, había dudado de ella...
¿Cómo había sido tan estúpida? Aún no lo sabía, pero lo que sí tenía claro, es que
nunca, jamás en todo lo que le quedaba de vida, volvería a confiar en nadie
Maca a penas salía de su celda, no hablaba con ninguna reclusa más y no intentaba
hacer nada que pudiera rebajar su condena. Había aceptado sus culpas y sabía que tenía
que pagar por ello, así que eso hacía, dejando pasar las horas, los días, su vida sin más.
Para ella ya no había nada que hacer, porque simplemente, aquello por lo único que
lucharía ya lo había perdido, la batalla, la guerra entera había acabado y ella había
salido perdedora... Esther la odiaba, lo demás, lo demás no importaba...
De ese modo pasaron tres meses, en los que la prensa, tras hacerse eco de todo lo
acontecido dejó de hablar de ello y la “historia de la Reina Roja” dejó de ser noticia.
Esther continuaba dirigiendo su empresa, haciéndose cargo de la seguridad de los
testigos protegidos del gobierno, aunque esta vez, llevaba guardaespaldas de incógnito
que la mismísima presidenta del Gobierno se había encargado de contratar
La reina roja
130
Las cosas para Maca se pusieron algo negras cuando una de las reclusas, tras pedirle un
cigarro y no obtener la respuesta deseada se convirtió en su enemiga... ganándose algún
que otro golpe y siendo objeto de burla de un buen grupito de mujeres... y tampoco le
importaba, porque todo le daba absolutamente igual...
Y fue un día, como otro cualquiera, había salido al patio tras días sin hacerlo y mientras
se fumaba un cigarro sentada en un lateral, se fijó, a lo lejos, como un par de chicas se
regalaban besos tiernos y sonrisas cómplices. Fue ese día, cuando, tras verlo, sintió la
imperiosa necesidad de hablar con ella, de escuchar su voz, de saber, de sus propios
labios que estaba bien... había necesitado hablarle todo ese tiempo, y siempre había
logrado controlar su deseo pero ese día, cuando se suponía que deberían estar
celebrando su primer aniversario, todos sus deseos, toda esa necesidad y todas las ganas
fueron más fuerte que ella, viendo a esa pareja, no pudo aguantarse las ganas...
Apagó el cigarro, se levantó y salió rumbo hacia una de las cabinas comunitarias del
centro. Cogió el teléfono como si le temblaran las manos y marcó los dígitos que se
sabía de memoria implorando porque el número no lo hubiera cambiado. Cerró los ojos
y tomó aire profundamente cuando escuchó tono al otro lado
Esther estaba en su despacho, revisaba unos documentos, debía haberse ido hacía un par
de horas, pero no le apetecía nada irse a casa sola. Estaba cansada, como se había
convertido en costumbre apenas había dormido. Se levantó para tomarse un café y
cuando iba dar el primer trago su teléfono móvil comenzó a sonar...
E: ¿Sí? (contestó tras mirar la pantalla sin reconocer el número)
M:... (no pudo contestar, escuchar su voz de nuevo le había cortado la respiración, la
quería tanto... la amaba tanto aún...)
E: ¿Quién es? (insistió)
M: Es... Esther... (pronunció con un hilo de voz)
Y ahora fue Esther quien se quedó sin respiración, quien sintió un frío recorrer su
cuerpo de pies a cabeza, por desgracia, reconocería aquella voz en cualquier parte del
mundo...
M: Soo... Soy Maca... (siguió ella al ver que no contestaba) por favor, no me cuelgues
(rogó sintiendo un nudo en la garganta...)
E: No vuelvas a llamarme (dijo con la voz dura)
M: Por favor... por favor, no me cuelgues... no me cuel... (pero Esther había colgado...)
Maca apoyó la cabeza en la cabina, mientras sentía como todo su mundo se
desmoronaba un poco más... colgó el auricular y le dio un golpe a la pared. Se dio la
vuelta, volvió a su celda y se tiró en la cama... no lloraba, de hecho, no había llorado en
todo ese tiempo, sin embargo, su mirada era demasiado triste, sin vida... vacía...
Esther colgó temblando, necesitó sentarse, le faltaba el aire... oírla de nuevo había sido
duro, demasiado duro, aún estaba intentando sacarla de sus pesadillas y ahora, la
llamaba para joderle más la vida...
La reina roja
131
E: No... no... no... no... (pronunciaba mientras se tapaba la cara con las manos,
completamente rota y fuera de sí, aquella llamada, había vuelto a despertar fantasmas
que estaba intentando olvidar...)
Aquella llamada, avivó sentimientos que intentaba ocultar. Sentada en el sofá del
despacho, sin moverse apenas, Esther intentaba borrar su voz de su cabeza... quería
olvidarla, sacarla de su vida para siempre y Maca no se lo ponía nada fácil... se levantó,
recogió todo y salió del despacho necesitando huir de allí
En su celda, Maca miraba a la nada, había imaginado mil veces aquella llamada y esa
había sido la posibilidad más repetida en sus pensamientos. Que Esther le colgara, que
no quisiera hablar con ella, era lógico... después de todo lo que le había hecho, de todo
lo que había pasado y de tantas mentiras, era lógico que reaccionara así, no podía
reprocharle nada... pero dolía... ¡cuánto dolía!
Paseaba por Chueca, miraba algún que otro escaparate pero sin embargo, no veía nada...
necesitaba evadirse, dejarse llevar por algo que no fuera todo lo que tenía en la cabeza.
Entró en una cafetería, aún los bares nocturnos no habían abierto, se sentó y pidió un
refresco, la camarera, con una sonrisa pícara le sirvió el pedido mientras atendía a los
clientes
Se incorporó en la cama, se levantó y comenzó a andar de un lado a otro por la celda.
Escuchar su voz había sido lo mejor y lo peor desde hacía mucho tiempo, lo mejor,
porque la había escuchado y eso simplemente calmaba su alma. Lo peor por la dureza
de su voz... la quería tanto... que no sabía cómo era posible sobrevivir sin ella...
Camarera: ¿Te pongo algo más, guapa? (preguntó al ver que Esther se había terminado
su refresco)
E: Sí, por favor... (sonrió de lado) lo mismo
Camarera: Enseguida vengo (afirmó) ¿por qué tan sola? (preguntó mientras le ponía el
refresco frente a ella) ¿Esperas a alguien?
E: Puede (contestó dando un trago) ¿a qué hora sales? (preguntó con descaro)
Camarera: En media hora (respondió con una nueva sonrisa)
E: Entonces sí, espero a alguien (le dijo mirándola de arriba abajo) ¿Crees que la mujer
a la que espero querrá que la espere?
Camarera: Estoy convencida de que le gustará mucho que lo hagas (contestó)
E: Bien (fue lo único que contestó volviendo a darle un trago a su refresco. Sí, eso era
lo que necesitaba, ligar, salir, tener un lío con alguien y olvidarse de una vez por todas
de Maca, de su traición, de todo lo que le había hecho)
Volvió a salir de la celda, le quedaban aún cinco minutos antes de que terminara el
tiempo para estar en el patio, así que se apresuró de nuevo a la cabina, tenía que volver a
escucharla, necesitaba volver a oírla y decirle aquello que no podía decirle, necesitaba
contarle lo que pasó, su versión y no la que la policía le había contado... tenía que
La reina roja
132
decirle por qué había hecho aquello, porqué le había dicho todo lo que le dijo y tenía
que decirle cuánto la amaba aún...
Por suerte para ella, no había nadie hablando así que descolgando de nuevo el auricular,
marcó los números mordiéndose las uñas...
“Hola, soy Esther, en este momento no puedo hablar contigo, llámame más tarde o deja
un mensaje”
M: Vale... vale... (decía mientras esperaba a que sonara la dichosa señal)
MACARENA20122010 (y diciendo eso simplemente colgó el teléfono, esperando que
ella lo entendiera, que lo comprendiera y del mismo modo, entendiera y se diera cuenta
de otras muchas cosas. Volvió de nuevo a su celda, se tumbó, se encogió sobre sí misma
y deseó, con todas sus fuerzas que Esther algún día, pudiera llegar a perdonarla)
La puerta de un piso del centro se abrió dejando paso a dos mujeres que se comían a
besos mientras rebasaban la barrera de la ropa. Esther apretaba aquel cuerpo contra ella,
queriendo que con él, se borrara cualquier rastro de aquel otro que la había estremecido
de placer hasta hacía poco tiempo. La besaba con ganas, con pasión, con deseo
sintiendo como su excitación se concentraba en un punto concreto de su anatomía...
Camarera: Vamos a la cama (dijo mordiendo el lóbulo de su oreja) estoy deseando
quitarte toda esta ropa...
E: Espera (la paró) quiero dejar algo claro... (la miró y la chica paró en sus caricias) esto
es solo sexo... yo no quiero una relación... no quiero nada más que esto...
Camarera: Yo tampoco quiero nada más ahora mismo que un polvo... (contestó
atrapando su pecho)
E: Bien (y de nuevo se fundió en un beso apasionado, ahogando un gemido y andando a
trompicones hacia la habitación de aquella camarera...)
Ya en la cama, Esther se dejaba hacer por esa desconocida que intentaba hacerse dueña
de su cuerpo. Sentía el placer que le provocaba, sentía como poco a poco su sexo iba
reclamando sus atenciones y sentía... un gran vacío en su interior. Ella nunca había sido
así, no se acostaba con alguien a quien no conociera, ni que realmente tampoco le
gustaba... no, claro que no era así y cuando sintió las manos de aquella mujer bajar hasta
el botón de su pantalón, su cuerpo reaccionó
E: No... espera (la paró y la camarera la miró extrañada) espera... lo siento... lo siento
yo...
Camarera: ¿Qué pasa? ¿No te gusta? (preguntó mordiéndole el labio)
E: No es eso (cerró los ojos apartándola) es solo que... yo no soy así... y... no puedo
hacer esto, lo siento (terminó de decir incorporándose en la cama y comenzando a
ponerse la ropa que aquella chica había logrado quitarle) de verdad lo siento... (se
disculpaba avergonzada...)
Camarera: Creí que estábamos bien... (dijo acariciando su espalda ya tapada por la
camiseta)
E: No es eso (repitió) de verdad... es solo que yo... yo no hago esto... yo no conozco a
alguien y me acuesto con ella sin haber salido a cenar o... sin tan siquiera haber cruzado
más de cuatro o cinco frases...
La reina roja
133
Camarera: Bueno... tú y yo hemos cruzado algo más de cinco frases (dijo con una
sonrisa cómica)
E: No me refiero a eso... (dijo a modo de protesta) ni siquiera recuerdo tu nombre... (la
miró) lo siento... debo ser algo así como una estúpida o una cabrona... (se sentía
realmente mal y avergonzada)
Camarera: Mi nombre es Clara (le acarició el rostro) y no te sientas así... no pasa
nada... estas cosas pasan
E: A mí no (respondió) y no me gusta... no me gusta ser así
Clara: Hagamos una cosa... (la calmó) salgamos a cenar un día... ya veremos qué pasa
después, sin compromisos y sin expectativas
E: Pero... antes dijiste que solo querías esto (dijo contrariada)
Clara: Porque tú dijiste que no querías más que esto (le devolvió la pelota, y sonrió)
¿qué me dices, cenamos? (preguntó con una nueva sonrisa)
E: Deja que... que me lo piense (contestó, pues aún no se sentía capaz de confiar en
nadie y cenar con una desconocida era... peligroso si tenía en cuenta los antecedentes)
Clara: Vale (contestó tomando un papel y escribiendo algo) este es mi número.
Llámame cuando lo hayas pensado
E: Bien (se guardó el papel) será mejor que me marche... (terminó de decir
levantándose)
Clara: Esther (la paró) no pasa nada, de verdad... me gustas y... esperaré tu llamada
E: Gracias (contestó agradeciéndole su comprensión)
Cuando llegó a casa lo hizo con una sensación extraña... había dejado a una chica
bastante guapa y por lo poco que había hablado con ella, muy simpática por algo que
aún no entendía, no sabía muy bien qué le había pasado pero había sentido la necesidad
de huir de allí... quizás ese había sido el error, que nunca tenía que haber propiciado esa
situación, porque aún no estaba preparada... porque aún tenía muchas cosas que la
paraban...
Fue a la cocina para beber agua y en el camino accionó el contestador automático,
suponía que el mensaje que avisaba la lucecita sería de su madre, siempre preocupada
por ella desde que se enterara de lo que había pasado...
“Tiene dos mensajes nuevos” Escuchó que decía la máquina; “mensaje número uno”
“Esther, cariño, soy mamá (Esther suspiró) quería saber como estabas... te llamaré más
tarde, Ah y si quieres venir a dormir a casa ya sabes que no hay problema. UN besito
hija”
“Mensaje número dos”:
“MACARENA20122010”
Fue escuchar aquel mensaje y sus ojos se abrieron como platos. Dejó el vaso de
cualquier modo en la encimera y volvió al salón, accionó el contestador para volver a
reproducir aquel escueto mensaje, creyendo que se debía haber equivocado o no debía
haber escuchado bien, pero el mensaje era claro, demasiado claro. Lo escuchó una vez
más, y otra más, no podía creer lo que oía... cogió el teléfono y comenzó a marcar
compulsivamente
La reina roja
134
Dos días después, Maca se encontraba, como siempre en su celda. No había salido al
patio y no se había movido de su cama. Simplemente no podía, se había quedado sin
fuerzas para nada más... había esperado una reacción por parte de Esther, pero no
llegaba, así que definitivamente se dio de bruces contra la realidad de que el amor de su
vida no quería saber absolutamente nada de ella
Funcionaria: Wilson... tienes visita (le dijo la funcionaria asomándose a su celda)
Se extrañó, pero no contestó, suponía que sería su abogado, aquel idiota que no entendía
que no quería sus servicios y seguía yendo a visitarla cada semana. Se levantó con
pesadez y la siguió
M: ¿Dónde vamos? (preguntó al ver que no la llevaba a la sala de visitas común)
Funcionaria: Es una visita un tanto especial (le comunicó) no sé quién es pero sé que
no es alguien común (fue lo único que pudo decirle)
Maca se quedó algo parada, ¿una visita especial? ¿La funcionaria no sabía quién era?
¿Por qué tanto misterio y tanto secretismo? ¿Acaso quien fuera a visitarla no quería que
nadie lo supiera? Aquellas palabras hicieron que todo su mundo temblara, solo conocía
a una persona que necesitaba seguir en el anonimato
Funcionaria: Es aquí (dijo abriendo una puerta, era un despacho) entra (le indicó la
funcionaria al ver que se había quedado parada)
Macarena entró, quedándose parada en la puerta, sintió y escuchó como la funcionaria
cerraba dando intimidad a aquel despacho, sin embargo, ella no se movió, sus ojos
estaban puestos en la mujer que, dándole la espalda, se encontraba frente a ella
M: Ho... Hola (saludó y al instante ella se volvió)
C: Hola (se acercó extendiendo su mano) Soy Cruz Gándara la...
M: Presidenta (la atajó ella bastante asombrada de su visita) sé quién es
C: Sí, claro (medio sonrió) Siéntese (le indicó sentándose ella al otro lado de la mesa)
quiero hablar con usted
M: Y debe ser realmente importante (dijo sin poder creerse que estuviera allí) dudo
mucho que la mismísima presidenta haga visitas a las reclusas... a no ser que lo tenga en
su agenda como hobby... (terminó de decir con cierta ironía)
C: Sí es importante (contestó ignorando su comentario) realmente es bastante
importante
M: Soy toda oídos (se acomodó en la silla, como queriendo proyectar una actitud
bastante pasota, como si le diera igual lo que le fuera a decir)
C: Primero quiero hacerle algunas preguntas, si no es inconveniente...
M: Es usted la presidenta del gobierno, supongo que no puedo negarme (siguió con un
tono chulesco y tosco)
C: Bien... (ignoró de nuevo el comentario y sobre todo el tono) tengo entendido que es
usted la Reina Roja
M: ¿Sabe qué? (dijo tras poner los ojos en blanco) hay cosas mucho más importantes en
este país que preocuparse por una ladrona que ya está en la cárcel
C: ¿Lo es o no? (preguntó un tanto más seca)
La reina roja
135
M: Sí (respondió al fin tras suspirar hondamente)
C: Bien... Entonces dígame... ¿Cómo supo cuál era el código de acceso al despacho de
la señorita Esther García? (quiso saber)
M: No sé de qué me habla (volvió la cabeza hacia otro lado)
C: Suponía que diría eso (contestó, sacando un pequeño reproductor de audio) por eso
traigo esto:
“Macarena20122010” (escucharon ambas el mensaje)
C: ¿Es su voz no? (preguntó, Maca bajó la cabeza) y además, sabemos que la llamada
se realizó desde este centro, así que dígame... ¿Cómo supo cuál era el código? ¿Y desde
cuándo lo sabía? (preguntó de nuevo)
M: Para ser presidenta del Gobierno tiene una actitud de policía que asusta (contestó,
Cruz la miró con seriedad) está bien... (aceptó, total, ¿para qué seguir negando lo
evidente cuando realmente había querido que Esther lo supiera?) Lo supe hace tiempo...
no sé, creo que el mismo día de su secuestro...
C: ¿Cómo lo supo? (quiso saber)
M: Por casualidad... (dijo bajando la cabeza, recordad aquello no era fácil, no, no lo era)
la primera vez que conseguí llegar al ascensor, descubrí que era un código alfanumérico
de 16 dígitos... pero no tenía ni la más remota idea de lo que podría ser... intenté pinchar
el sistema y pinzar la cámara para ver si de esa forma lograba captar alguna imagen que
me diera los dígitos... (decía sin prisas pero sin pausa y con un tono de voz bastante
apagado, Cruz la escuchaba con atención) pero era muy difícil... el sistema de seguridad
es muy bueno...
C: Pero logró el código (afirmó) ¿Cómo lo hizo si era imposible?
M: He dicho que era difícil, no imposible (contestó ella) pero no hizo falta nada de
eso... lo tenía preparado, había encontrado un fallo en el sistema, una pequeña fisura en
aquel software por el que poder entrar y descubrir el código, pero no hizo falta...
C: ¿Por qué? (se interesó)
M: Por que Raúl la secuestró (afirmó) y entonces lo entendí... (y su voz se tornó más
triste, su mirada se posó en sus manos y no volvió a levantar la cabeza, Cruz supo que
estaba recordando todo) Verá, cuando Raúl me dijo que Esther era la hija del dueño de
Werty´s Secúrity yo supe que se equivocaba (afirmó) no era la hija de ningún dueño...
ella era la dueña... la conozco, he pasado mucho tiempo a su lado y sé cómo es... se
suponía que ese era mi trabajo, observar todo lo que me rodea y buscar puntos flacos...
así que en cuanto Raúl me contó su teoría yo supe que estaba equivocado... supe que mi
teoría era más acertada que la suya y que sin quererlo habían secuestrado a la persona
que buscaban... a mi novia (susurró tras un silencio de unos segundos y a Cruz le
pareció que se le cortaba la voz) tenía que hacer algo... no podía permitir que Raúl se
enterara de lo que yo sabía así que... intenté guardar todo lo que pudiera delatarla, sabía
que Raúl iría a su casa y me adelanté... y busqué cualquier cosa... me llevé su móvil, me
llevé un maletín y varias memorias USB... (miró a Cruz) supongo que los habrán estado
buscando
C: Bastante sí (afirmó, sin querer juzgarla, no hasta escuchar toda la historia)
M: No se preocupe (contestó ella) están bien escondidos (afirmó y antes de que la
presidenta pudiera decir algo, ella siguió) volví a casa e hice como si no hubiera pasado
nada, necesitaba tiempo para pensar, para saber hasta qué punto Raúl podía saber lo que
yo sabía... estaba desesperada... no sabía qué hacer y... simplemente hice lo que me
pedía, supe que si no lo hacía ella... ella podría... (se le cortó la voz, porque solo
imaginar lo que Raúl podía haberle hecho la mataba) pasé la noche en vela, no dejaba
La reina roja
136
de pensar en lo que había ocurrido, en cómo estaría ella y en lo que pasaría si Raúl
descubría quién era... y entonces recordé algo... (y la voz se le cortó) Una noche...
estábamos en su casa (ésta vez su voz temblaba) yo la... la tenía abrazada... me
encantaba abrazarla después de hacer el amor... tiene una piel tan suave... (susurró al
viento) me miró y...
M: ¿Qué? (decía sonriente perdiéndose en sus ojos)
E: Nada... te miro (sonrió pícara) me encanta mirarte
M: Y a mí me encantas tú (dijo besándola levemente pero con pasión)
E: ¿Sabes una cosa? (preguntó acomodándose de nuevo en su pecho) podría estar así
toda la vida
M: Y yo mi amor (afirmó) pero digo yo que sería un poco incómodo a la hora de comer
o ir al baño o...
E: Te lo digo en serio, Maca (medio regañó) nunca me había sentido así con nadie...
nunca me había sentido tan protegida, tan segura con nadie
M: Cariño (acarició su rostro, haciendo que la mirase)
E: Es verdad... (sonrió de lado) desde el día que te conocí, me siento más segura que
nunca... es... no sé, es como sí... como si simplemente con decir tu nombre ya estuviera
a salvo y segura de todo...
M: Te quiero mucho, ¿lo sabes verdad? (declaró mirándola a los ojos)
E: Y yo a ti (contestó antes de besarla una vez más, para volver a perderse bajo las
sábanas)
M: Y lo supe... (volvió en sí, mirando a Cruz) ahí fue cuando supe cuál era el dichoso
código... mi nombre, y el día que nos conocimos (continuó) dieciséis dígitos
alfanuméricos...
Hubo un silencio largo, uno en el que Cruz, adivinó todos los sentimientos que
albergaba aquella chica por Esther, un silencio en el que Maca se quedó inmersa en sus
pensamientos, en sus recuerdos...
C: ¿Por qué no dijiste nada? (preguntó al ver que Maca no seguía con la historia)
M: ¿A quién? (le devolvió la pregunta) ¿A Claudia? No me hubiese creído... ¿A la
policía? Sé como actúa la policía y sé que lo primero que habrían hecho hubiera sido
detenerme... y... lo cierto era que tenía miedo... Raúl estaba... tenía a mi madre y... a
Esther y yo no... no sabía qué hacer...
C: Bueno... pero no estarías aquí si le hubieras dado el código a Raúl (dijo para ponerla
a prueba) es más, posiblemente nada de esto hubiera pasado... tú le das el código...
entras en el despacho, le das lo que quería y tú te salvas...
M: Pero Esther no (contestó con energía atajando sus palabras, Cruz obtuvo lo que
quería) Esther no y yo lo único que quería era que ella estuviera a salvo... si yo llamaba
a la policía, si avisaba a Claudia... ellas no estarían aquí y si le daba lo que quería... se
desharía de ella... yo solo quería protegerla...
C: Entiendo (dijo levantándose y dándole la espalda de nuevo)
Una vez más, el silencio se hizo presente en aquella habitación y en ese tiempo, Maca
pareció recomponerse. Miró con recelo a Cruz y se levantó
M: ¿Dígame, señora presidenta, a qué viene esto? (preguntó queriendo saber de una vez
qué hacía allí)
La reina roja
137
C: Quería saber toda la historia (se encogió de hombros y volteó para mirarla) quería
saber hasta qué punto eres leal a la gente que te importa...
M: ¿Y puedo saber a qué conclusión ha llegado? (se cruzó de brazos)
C: A la conclusión de saber que eres la persona que andaba buscando
M: No entiendo (dijo fuera de juego)
C: Quiero que trabaje para mí (le comunicó sin quitarle la mirada)
M: ¿Para usted? (no tenía ni idea de lo que estaba hablando)
C: Más bien para el gobierno (afirmó) pese a sus delitos y a lo que ha hecho, es usted
brillante en lo suyo, eso puede sernos de gran ayuda
M: Ya... claro (se rió irónica) ¿va a decirme ahora que esto es una peli americana rollo
nikita o algo así y que yo soy la prota? (se mofó de ella y le importaba un bledo si era la
presidenta del gobierno o la mismísima Reina de España)
C: No tan peliculero... pero si quieres verlo así (contestó)
M: Entiendo... (negó con la cabeza) que tenga un buen día... (se dio la vuelta queriendo
salir de allí, no iba a soportar que nadie se riera de ella... por muy presidenta que fuera)
C: ¿Es que no quieres salir de aquí? (preguntó parándola)
M: ¿Salir de aquí? (se rió) déjeme decirle, que debería usted dejar de ver tantas
películas americanas y empezar a centrarse en lo importante... si quisiera salir de aquí
ya lo habría hecho, el sistema de seguridad de ésta cárcel es bastante deficiente... hasta
un niño de seis años lo superaría... así que no, no quiero salir de aquí (y es que, no tenía
nada por lo que salir) no hay nada ahí fuera que me haga querer salir
C: ¿Ni siquiera ella? (preguntó y Maca de nuevo paró sus pasos) ¿No te gustaría volver
a verla? (y por el ligero temblor de Macarena, Cruz supo que eso, era lo que más
deseaba en el mundo...)
M: No (contestó con dificultad) no quiero volver a verla (terminó de decir, aunque era
la mayor mentira que había dicho jamás)
C: Ya... lo comprendo (contestó tras un segundo) está bien... no pasa nada (levantó las
manos de manera tranquila) pensaba que la querías pero ya veo que no...
M: ¿A qué viene eso? (quiso saber)
C: Nada... solo que... no sé, esperaba que pudieras ayudarla...
M: ¿Ayudarla? ¿Por qué, está bien? (preguntó preocupada)
C: Sí... pero no sé, pensé que te gustaría ayudarla en su trabajo... (afirmó) uno de tus
trabajos será justamente en su empresa (continuó) había pensado en que podrías... no sé,
buscar los “puntos flacos” como tú los llamas para que puedan reforzar la seguridad...
sabes tan bien como yo que es más que una empresa... hay mucha gente que depende de
que nadie, nunca pueda acceder a la información que guardan...
M: No creo que Esther esté de acuerdo con eso (contestó)
C: No, yo tampoco lo creo (le confirmó) de hecho, no sabe nada de ésta reunión... y por
el momento, si es que aceptas, debería seguir siendo así...
M: No sé como pretende entonces que la ayude si no sabe lo que pasa...
C: Precisamente por eso, porque si lo sabe... se relajaría y no podemos permitirnos que
se relaje... además... si aceptas, nadie debe saber nada de esto, tampoco ella
M: Quiere que le siga mintiendo ¿es eso? (preguntó)
C: Esta vez sería por algo bueno... (se defendió) y no sería siempre... hasta que las cosas
no se calmaran, solo hasta que ella se calme... hasta que... que pueda aceptar que
trabajéis juntas...
M: No creo que sea lo más apropiado (contestó de nuevo)
C: Está bien... tú solo piénsalo... (dijo mirándola) realmente te necesitamos, Macarena...
La reina roja
138
TRES SEMANAS DESPUES
Disfrutaban de una comida de lo más agradable. Al final, se había decidido y la había
llamado, no era nada especial, una simple comida, pasar un buen rato y volver a casa,
una salida sana, sin intenciones de nada más y la verdad, es que estaba resultado
bastante divertido. Clara era muy amable, simpática, chistosa y dulce... se sentía bien
con ella, sí, se sentía bastante cómoda
E: Jajajaja (reía por una de las historias que le estaba contando) ¿Y tú qué hiciste?
Clara: ¿Yo? Bah... nada (contestó) simplemente le seguí el juego, le puse bastante... ya
sabes, bastante caliente (Esther asintió) y luego le tiré la copa encima...
E: Jajaja, así se hace... (le dijo) porque hay algunos que... en serio... no sé como lo
hacen pero no son nada originales a la hora de ligar...
Clara: También hay quien es gracioso ¿eh?
E: Sí, sí que los hay...
Clara: Va, cuéntame tú (le dijo interesada)cuál es la forma más original en la que han
intentado ligar contigo...
E: Ehh... pues... (bebió de su copa mientras lo pensaba y su rostro cambió de expresión)
hubo alguien que usó estadísticas (dijo bajando la mirada)
Clara: ¿Estadísticas? (sonrió interesada) esa es buena... ¿cómo fue?
E: La... la verdad es que no lo recuerdo demasiado bien (contestó mirándola un
segundo) oye... ¿te apetece que vayamos a dar un paseo o al cine o...?
Clara: Claro (secundó Clara, sabiendo que había cambiado de tema descaradamente
pero no queriendo ahondar más en ello...) ¿qué quieres ver?
E: No sé... vamos y allí decidimos... (contestó mientras pedía la cuenta)
Pagaron y salieron del local, comenzaron otra conversación en la que Clara hablaba y
Esther reía. En un leve movimiento, Clara tomó la mano de Esther entre la suya...
Esther quedó parada, miró sus manos unidas y simplemente sonrió para continuar
andando juntas
En el otro extremo de la calle, a unos cien metros, Maca bajaba la mirada, escondida en
su coche, mientras una lágrima caía por su rostro al verla de nuevo y una estaca se
clavaba en su alma por descubrirla acompañada...
Tras pensarlo mucho y rechazar la idea mil veces entró en aquel pub donde sabía que
trabajaba la misteriosa acompañante de Esther. Sabía que no estaba haciendo lo correcto
pero necesitaba verla, hablar con ella, saber con qué persona se estaba relacionando, era
consciente de que posiblemente no estaba actuando con la cabeza, pero sentía que tenía
que hacerlo
Había entrado, desde que las viera, en una lucha encarnizada con sus celos y aunque se
había calmado aún tenía la necesidad de comprobar cómo era aquella mujer, tenía que
saberlo, porque no iba a permitir que nadie nunca más le hiciera daño al amor de su vida
Al entrar, el buen ambiente, el olor a alcohol y la música bañaron sus sentidos. Miró a la
sala donde ya había gente bailando a pesar de ser temprano aún. Anduvo un par de
pasos hasta internarse del todo en aquel lugar y finalmente miró a la barra. Allí, con una
La reina roja
139
sonrisa leve, aquella chica servía un par de copas a una pareja, se acercó y se apoyó en
la madera quedando parada a la espera de que la atendieran
Clara: Hola, ¿qué te pongo? (le preguntó quedando frente a ella)
M: Hola (la saludó) pues... ponme un whisky con hielo y una rodaja de limón
Clara: Vale (contestó comenzando a preparar la copa)
De nuevo Maca miró a su alrededor, en la barra aún no había demasiada gente así lo que
le permitía unos segundos más para hablar con ella. Guardándose su orgullo y sus ganas
de decirle quién era, sonrió un tanto forzada
M: Perdona (la llamó) Mejor no me pongas el whisky (hizo un gesto de disculpa) es que
no me sienta muy bien, ponme una cocacola...
Clara: Claro... (dejó la botella y se dispuso a buscar el refresco)
M: Es que... no sabes lo mal que me sienta (siguió hablando intentando comenzar una
conversación) siempre termino haciendo alguna locura...
Clara: No eres la única (sonrió con amabilidad) aunque sí en eso de decir que te ponga
otra cosa... hay gente que no sabe cuando parar...
M: Sí, supongo que estarás harta de aguantar borrachos... (Clara le puso el refresco)
gracias
Clara: De nada... y sí, bueno hay de todo también, no vayas a creer que solo hay
borrachos... pero sí, a más de uno y de una he tenido que aguantar (volvió a sonreír)
M: Gajes del oficio, supongo (le dio un trago a su refresco)
Clara: Sí (sonrió una vez más)
M: Y... ¿Hace mucho que trabajas aquí? (quiso saber, al ver que la barra se había
quedado vacía)
Clara: Pues... unos tres años y medio, creo (contestó guardando un par de vasos vacíos
que habían ido dejando)
M: Mucho tiempo (contestó)
Clara: Sí, pero bueno, el sueldo es bueno... no es que sea un gran trabajo pero me vale
para ir tirando hasta que encuentre algo de lo mío...
M: ¿Y qué es lo tuyo? (quiso saber)
Clara: Soy ingeniera (contestó con orgullo) aunque no encuentro trabajo por ningún
lado así que...
M: Bueno; ya llegará (continuó) todo llega... tarde o temprano
Clara: Sí (atendió a una chica que le pedía una copa y miró de reojo a Maca quien
permanecía quieta en su sitio, terminó de servir y cobrar y se volvió hacia ella) ¿Y tú?
¿Has venido sola? (preguntó)
M: Sí (dijo escuetamente) me apetecía dar una vuelta y... no tenía a nadie con quien
salir así que...
Clara: Entiendo... espero que no te aburras mucho (comentó)
M: De momento, estando aquí contigo, me estoy divirtiendo (dijo coquetamente)
Clara: Gracias (contestó a su halago) pero no voy a poder quedarme aquí eternamente,
tengo que trabajar y en un ratito esto se llenará...
M: Bueno... siempre podemos quedar cuando salgas (soltó mirándola fijamente)
Clara: ¿Estás coqueteando conmigo? (preguntó directamente)
M: Tal vez... (dijo haciendo un gesto con los ojos) ¿crees que tengo posibilidades?
(preguntó, queriendo saber hasta qué punto esa chica coquetearía con otras)
Clara: No( contestó con convicción) la verdad es que no... no me interpretes mal... eres
una chica simpática y muy guapa pero...
La reina roja
140
M: Pero... (la invitó a seguir)...con lo bien que nos lo pasaríamos... (añadió en un
susurro con una sonrisa canalla)
Clara: Ya... mira, de verdad, no quiero líos con nadie (la atajó) intento comenzar algo
con alguien y... no quiero estropearlo...
Y ante aquellas palabras, Maca encontró lo que buscaba, a su pesar, aunque le jodiera
demasiado saber que Esther podría estar con otra persona, aquella chica le había dejado
claras cuáles eran sus intenciones, así que, sabiendo que no podía hacer otra cosa,
decidió echarse a un lado
M: Entiendo (dijo súbitamente triste) pues... ha sido un placer... voy a darme una vuelta
Dicho esto sin esperar respuesta, se alejó de la barra. Dio una vuelta por el local y
cuando iba a salir de él pudo ver como Esther entraba, se escondió para no ser vista y
quedó contemplándola... estaba tan hermosa...
E: Hola (saludó Esther al llegar a la barra)
Clara: ¡Ey! ¡Hola! Has venido (dijo con alegría)
E: Te dije cuando salimos del cine que intentaría pasarme (contestó)
Clara: Ya... pero no fue demasiado convincente (sonrió mientras le servía una copa que
no le había pedido) ¿qué tal estás?
E: Bien... ¿y tú? (quiso saber) ¿Mucho trabajo?
Clara: De momento no (contestó) está todo muy tranquilo ( sonreía abiertamente, Maca
lo miraba todo desde su posición y sentía que los celos volvían a su cuerpo) ¿sabes qué?
Acaban de intentar ligarme...
E: ¿En serio? (sonrió bebiendo de su copa) ¿Y no lo han conseguido?
Clara: No... y la verdad es que estaba muy buena ¿eh?
E: Vaya... (seguía sonriendo) ¿Y cómo es que no te has dejado ligar? Si tan buena
estaba... podrías haber pasado un buen rato...
Clara: Ya, pero... prefería esperarte... (dijo mirándola intensamente. Maca tuvo que
apartar la vista para no verlas)
E: Me alegro (afirmó) ¿y sigue por aquí esa que ha intentado ligarte?
Clara: Pues ni idea (dijo elevando la cabeza para intentar buscarla) no la veo...
E: Qué pena... podríamos haberle dado celos bailando... (siguió tonteando)
Clara: Bueno... también podemos bailar sin darle celos a nadie, espera (se alejó un
segundo, pidiéndole a una compañera que la cubriera y salió de la barra tomándola de la
mano para llevarla al centro de la pista) Estás muy guapa (dijo a su oído cuando
comenzaron a bailar)
E: Y tú estás impresionante (contestó dejándose llevar por ella)
Disimuladamente, Maca salió de su escondite para marcharse de allí, con el alma en los
pies y el corazón un poco más quebrado, antes de abandonar el local las miró un
segundo, el tiempo suficiente para ver como aquella camarera besaba los labios de su
chica...
Entró en el despacho con una leve sonrisa. La verdad es que hacía mucho tiempo que no
se lo pasaba tan bien. La noche anterior había sido muy divertida y amena, Clara se
había encargado de que así fuera, ni siquiera cuando tuvo que volver a la barra porque el
bar se había llenado se había sentido mínimamente aburrida, y es que, Clara se había
La reina roja
141
encargado de que no fuera así, había pasado la noche haciendo bromas, estando
pendiente de ella y no había permitido que en ningún instante se sintiera incómoda
Cuando salieron del bar, fueron juntas a un pub que aún estaba abierto, bailaron toda la
noche, rieron, hablaron... y se besaron, se besaron durante horas, besos lentos, besos
leves, otros más profundos, besaba muy bien, sí, le gustaba mucho cómo besaba.
Sentada en su escritorio, sabía que tenía que comenzar a trabajar, pero no podía dejar de
pensar en la noche anterior... hacía demasiado tiempo que no salía a divertirse... desde...
desde que... hacía mucho tiempo que no se dejaba llevar de esa forma...
Clara era una chica estupenda, eso era más que evidente, pero esa noche se lo había
demostrado aún más. No había intentado propasarse en ningún momento y había dejado
que ella marcara el ritmo, y ni siquiera se lo había pedido
Cuando consiguió dejar de pensar en esa noche decidió que había llegado la hora de
trabajar, tenía que supervisar un par de prototipos y debía organizar el viaje de vuelta de
uno de los testigos que debía asistir esa semana a un juicio. Iba a ser una semana
complicada, todo debía salir perfecto, no iba a permitir que nada lo estropeara, ya tenían
suficiente con lo que había pasado como para que algo volviera a salir mal...
Ese pensamiento le llevó una vez más a Clara... ¿Y si ésta también la estaba engañando?
¿Y si todo era una tapadera? Aquellas preguntas se internaron en su mente quitándole la
poca ilusión que tenía... no podía confiar en Clara, después de todo lo ocurrido, no
podía permitirse el lujo de volver a confiar en nadie. Cerró una carpeta que tenía abierta
con algo de agresividad, se levantó, miró por la ventana y cerró los ojos intentando
olvidarse de todo, sabiendo que no lo lograría
Claudia estaba en su despacho, estaba revisando las últimas pruebas de la nueva alarma,
el informe decía que se habían encontrado un par de fallos que retrasarían el
lanzamiento al mercado al menos un mes más. Aquello no era una buena noticia pero al
menos habían encontrado el problema antes y no después. Estaba intentando pensar en
la manera de solventar los errores cuando alguien llamó a su puerta
Claudia: Adelante (invitó)
-: ¿Claudia Castillo? (dijo un mensajero asomando la cabeza por la puerta)
Claudia: Sí, adelante (contestó mirando aún el informe)
-: Esto es para usted (continuó el chico adentrándose un poco más en el despacho) debe
firmarme aquí
Claudia: Ya (se levantó y miró el paquete) ¿por qué no lo ha dejado en recepción?
(quiso saber, pues todo el correo se dejaba allí)
-: Me pidieron que lo entregara en mano a su destinatario (se excusó el chico mientras
Claudia firmaba) gracias
Claudia: Sí, gracias (contestó prestándole atención de nuevo al paquete)
El chico salió del despacho y ella quedó mirando con algo de recelo lo que había traído.
Se acercó y lo abrió por un costado, dentro había otro paquete más y un sobre a su
nombre. Cogió el sobre obviando el contenido de aquella caja y lo volteó un par de
veces intentando averiguar de donde provenía, sin embargo, en aquel sobre tan solo se
podía leer su nombre
La reina roja
142
Se sentó en la silla y lo abrió, sacó de él una hoja de papel manuscrita y comenzó a
leerla al tiempo que su sorpresa se hacía cada vez mayor
“Hazle llegar esto a Esther... supongo que lo va a necesitar. Dile que lo siento, que
siento todo cuanto pasó... sé que a mí no me va a escuchar. Maca”
Claudia: ¿Pero qué...? (pronunció volviendo hacia la caja y abriendo todo el contenido.
Encontrando, al fin, lo que tanto habían estado buscando, el maletín y los informes
clasificados de Esther, aquellos que estaban en su piso, los que desaparecieron tras su
secuestro y que pensaron, se los había llevado Raúl) Maca... (susurró con algo de
pesar...)
Cogió el teléfono y le pidió permiso a Esther para subir, cuando ésta le dio autorización
y le desbloqueó el acceso a su despacho, cogió todo aquello y se dispuso a subir. Ya en
la puerta del despacho de su jefa, se tomó un tiempo para buscar las palabras adecuadas.
Sin saber muy bien qué le iba a decir entró y saludó con algo de preocupación
E: ¿Pasa algo? (preguntó al ver que no hablaba mientras revisaba algo en su ordenador)
Claudia: Ha llegado esto para ti (dijo enseñándole el paquete)
E: ¿Para mí? (la miró asombrada y preocupada) ¿Cómo que para mí? ¿Aquí?
Claudia: En realidad ha llegado para mí, pero es para ti (le explicó) creo que deberías
verlo
E: A ver...
Esther se levantó y se acercó a la caja que Claudia había dejado al otro lado de su mesa,
comenzó a abrirla y sus ojos se abrieron como platos. Reconoció aquel maletín al
instante y por supuesto, su ordenador portátil y todos los documentos, memorias USB e
informes que tenía guardados. Los revisó uno a uno cerciorándose de que todo estaba
bien y finalmente miró a Claudia
E: ¿Dónde estaban? (quiso saber)
Claudia: No lo sé (contestó buscando la manera de contarle cómo habían llegado hasta
allí, lo ha traído un mensajero)
E: ¿Y quién coño lo envía? (inquirió)
Claudia: Pues...
E: Espera (la cortó) hay algo más aquí dentro (terminó de decir, sacando algo al fondo
de la caja; su cuerpo se quedó helado y sintió que le fallaba la respiración)
La reina roja
143
Con aquella figurita en las manos, miraba todos sus documentos sin entender ni poder
creerse todo aquello. Era absurdo que Maca, tras todo lo que había pasado le mandara
ahora aquella información tan valiosa y mucho más absurdo pensar que lo hacía desde
la cárcel...
Claudia: Parece que finalmente Maca está haciendo las cosas bien (dijo con cautela,
pues sabía que su amiga no iba a permitir ningún tipo de condescendencia con la Reina
Roja)
E: ¿Se supone que tengo que agradecérselo? (la miró inquisidora)
Claudia: Hombre, Esther pues... (movió ligeramente la cabeza) digo yo que...
E: Mira, me da absolutamente igual si ahora está arrepentida por algo y quiere
resarcirse enviándome todo esto (decía soltándolo todo) en primer lugar, nunca tenía
que haberlo robado, en segundo lugar, ya que lo hizo debió haberlo devuelto en el
momento en que la pillaron o al menos decirnos donde estaban, llevo tres meses
haciendo malabares por no encontrar estos documentos y los tenía ella...
Claudia: Y ahora te los ha devuelto... (la cortó)
E: Entonces ya no está en la cárcel (contestó, entendiendo que encerrada en un centro
penitenciario, Maca no podía haber enviado todo aquello) ha salido... ¡Me encanta la
justicia de este país que deja libre a delincuentes! (explotó)
Claudia: Esther, cálmate (le pidió)
E: ¿¡Cómo quieres que me calme!? (gritó) ¡Me mintió! ¡Se aprovechó de mí! ¡Me robó!
¡¡Dejó que me secuestraran, por dios!!
Claudia: ¡Y también te salvó la vida! (la cortó, intentando que entrara en razón, era
cierto que Maca no había hecho nada bien, pero tenía que reconocerle eso, le había
salvado la vida, si no fuera por ella, no sabía qué hubiera sido de Esther) hizo todo lo
que pudo por protegerte... te salvó la vida...
E: Ohhhh sí, claro que lo hizo... ¡Porque no le quedaba otra! (continuó empecinada) Já,
¿qué crees? ¿Qué de verdad lo hizo porque me quiso? ¡Una mierda! Maca jamás me
quiso... toda nuestra relación fue una puñetera mentira... mientras estaba conmigo se
dedicaba a intentar robarme o ¡joder mi empresa! (estaba fuera de sí, apenas podía
pensar con claridad) ¿¡Cómo puedes defenderla después de todo lo que pasó!? ¡Dios!
¡Me secuestraron! ¡Intentaron violarme, Claudia! (decía con los ojos brillantes por las
lágrimas que se agolpaban en ellos) Estuve días sin comer, sin poder moverme de unos
pocos metros cuadrados ¿Y tú dices que me salvó la vida? (seguía diciendo) puede que
lo hiciera, pero entre todos me la jodieron para siempre( dijo con intensa cólera) No
duermo más de tres horas seguidas... llevo con pesadillas desde que todo aquello pasó y
lo único que sé, es que Macarena es una estúpida ladrona que me ha hecho más daño
que mi propio padre (terminó de decir, quedándose en pie, parada ante una Claudia que
no sabía como actuar ante aquello, pues por mucho que le dijera, el dolor de Esther
estaba demasiado latente como para que pudiera actuar con claridad)
Claudia: No tienes ni idea ni de la mitad de la historia (pronunció)
E: Ya... ni tampoco me interesa (afirmó con crudeza) no me interesa saber
absolutamente nada más (continuó) ¿Es que no te das cuenta? Estoy intentando seguir
con mi vida, y me está costando Dios y ayuda intentar ser aunque sea la mínima parte de
la que fui... así que no, no me interesa saber ninguna historia que venga de ella. Para mí,
Maca solo es una ladrona, solo es la Reina Roja (seguía diciendo) no es nada más y ya
puede mandar todos los documentos que quiera, puede hacer lo que le dé la gana, pero
que a mí, no se me acerque... (terminó de decir, sentándose en su asiento y volviendo al
documento que estaba leyendo cuando Claudia entró en su despacho)
La reina roja
144
Claudia: Estás muy equivocada, Esther (intentó) las cosas no son como crees y...
E: Tengo trabajo que hacer (la atajó) así que vuelve a tu despacho
Claudia: Pero...
E: Vuelve a tu despacho (repitió con una voz mucho más autoritaria...)
Claudia la miró bastante sorprendida, Esther no era así, jamás había utilizado ese tono
con ella y tampoco nunca, en todo el tiempo que la conocía había visto esa mirada
oscura, rabiosa y llena de dolor en sus ojos. Tras unos segundos de silencio, decidió que
lo mejor era salir de allí y dejar que intentara calmarse
Cuando Claudia salió del despacho, Esther levantó la vista. Tomó entre sus manos
aquella figurita y apretándola en un puño dejó que las lágrimas cayeran por su rostro. El
llanto comenzó lento y finalmente, se hizo fuerte, dejando salir la impotencia y el miedo
que sentía desde que todo comenzara...
En casa, sentada en el sofá mientras veía las noticias, tomándose una cerveza y un
sándwich, Maca intentaba dejar de esperar una llamada que sabía no iba a llegar.
Cuando envió todos aquellos informes lo hizo con la esperanza de que Esther la llamara
para... no sabía ni para qué, y sin embargo, era consciente de que no lo haría, realmente,
sabía que no lo haría pero no había podido evitar ilusionarse
Terminó de comer y se tumbó un rato, sabía que no dormiría, realmente, últimamente le
costaba dormir, pero aun así necesitaba relajarse. En esas estaba cuando el timbre de
casa sonó haciendo que se quedara parada por la sorpresa
Se levantó y se acercó a la puerta, miró por la mirilla y se extrañó al ver a un hombre, al
que no conocía a la espera de que abrieran. Dudó en hacerlo o no, de hecho, pensó que
lo mejor sería no hacerlo y esperar que aquel hombre creyera que no había nadie. El
timbre volvió a sonar y ella de nuevo, miró por la mirilla donde aquel hombre le
enseñaba una identificación que le acreditaba como trabajador para el gobierno.
Finalmente abrió
-: ¿Se puede saber qué coño hace? (dijo el chico nada más abrir y entrando en el piso
como si fuera suyo)
M: Adelante (dijo irónica) no se corte... estoy acostumbrada a que gente que no
conozco entre en mi casa sin invitación
-: Déjese de juegos, esto es bastante serio (contestó el chico ya en el salón)
M: ¿Puedo saber quién es y por qué entra así en mí casa? (preguntó cruzándose de
brazos)
-: Javier Sotomayor (dijo presentándose) trabajo para el gobierno y digamos que soy
algo así como su supervisor
M: ¿Tengo supervisor? (preguntó descolocada) no necesito ninguno
J: No es eso lo que ha demostrado con la estupidez que ha hecho hoy (contestó Javier
mirándola juiciosamente)
M: ¿Qué se supone que he hecho? (se hizo la inocente)
J: Saltarse a la torera las órdenes (contestó con seriedad) eso es lo que ha hecho...
M: Si no se explica...
J: Bien... sus órdenes eran esperar instrucciones sin hacer absolutamente nada
(contestó) se suponía que de momento su situación debía permanecer oculta, es decir,
La reina roja
145
nadie debía saber que usted ha salido de la cárcel (le explicaba) y sin embargo lo
primero que hace al salir, es enviar unos informes clasificados a Werty´s Security que
evidencian su situación
M: Pensé que era lo mejor (dijo con calma) esos documentos son de Werty´s Security y
pensé que los necesitarían
J: Ambos sabemos por qué lo ha hecho (contestó) así que deje de hacerse la tonta...
M: Escuche...
J: No (la cortó) escuche usted: Ha salido de la cárcel porque hizo un trato con nosotros,
si no cumple las órdenes, volverá a estar entre rejas. Le pedimos que esperara a recibir
instrucciones, que no hiciera nada y sin embargo lo primero que hace es actuar por su
cuenta (siguió, Maca intentó hablar pero Javier no la dejó) estoy hablando yo (le dijo y
Maca asintió) es cierto que esos documentos eran necesarios para Werty´s Security pero
lo que tenía que haber hecho era facilitárnoslo a nosotros y nos haríamos cargo de ellos,
no actuar por su cuenta y que todo el mundo supiera que está fuera
M: No creo que todo el mundo sepa que estoy fuera...
J: Las interesadas sí (contestó) y sobre todo Esther García (la dijo hablando ya
claramente de ella) lo ha complicado todo, Macarena, teníamos previsto que trabajara
para Werty´s Security pero ahora mismo Esther no quiere saber nada de usted,
estábamos intentando hacer un trato con su empresa pero lo ha complicado demasiado
M: Ya... (fue lo único que dijo, porque con esas palabras Javier le había contestado a
todas las preguntas que se había estado haciendo desde que enviara esos documentos,
Esther no quería saber nada de ella)
J: Mire (dijo bajando el tono al ver su rostro desencajado) yo la entiendo, ¿vale?
Entiendo lo que siente y lo que ha intentado (continuó para sorpresa de Maca) pero debe
entender la situación... aún no es el momento de trabajar con Esther... no funcionaría,
ella está demasiado cerrada en banda y no lo permitiría... solo dénos un poco de
tiempo... y por favor... no haga más tonterías
M: Comprendo (contestó con el mismo tono anterior)
J: Hágame caso... (dijo acercándose a ella y poniendo la mano en su hombro) aún no es
el momento, pero le aseguro que llegará...
M: Sí... supongo (bajó la mirada) es solo que yo... quería... ayudarla... solo eso...
J: ¿Quiere ayudarla? (preguntó, Maca asintió) entonces haga lo que le digo... espere un
poco, solo un poco, le aseguro que llegará el momento en el que volverá a verla...
M: Lo siento (se disculpó)
J: Bien... (aceptó sus disculpas) ahora escúcheme, porque tengo trabajo para usted (dijo
sentándose en el sofá, invitando a Maca a hacerlo para comenzar a contarle lo que debía
hacer)
El trabajo era realmente sencillo, o al menos eso parecía al principio. Por lo visto,
alguien quería robar un cuadro valorado en 900.000 euros y aunque tenían un
sospechoso no habían obtenido las pruebas suficientes para arrestarlo. Llevaban tras él
demasiados años, se les había escapado durante más de dos décadas. El hombre, por lo
visto, había dejado de actuar y ahora, parecía que volvía a las andadas. Sabían que
estaba en el país y sabían dónde vivía
De primeras era un ciudadano más, un hombre tranquilo, solitario y amable con los
vecinos, alguien que nunca nadie sospecharía de lo que hacía; no vivía con nadie y no
tenía, lo que serían amigos de verdad. De primeras, era alguien que no levantaría
sospechas por nada. Sin embargo, el gobierno llevaba tras su pista demasiado tiempo y
La reina roja
146
necesitaban que ella, gracias a su talento, entrara en su casa, buscara algún tipo de
prueba y les diera la oportunidad de detenerlo de una buena vez. No es que fueran las
formas más ortodoxas pero habían llegado a un punto en el que no encontraban nada
mejor
Así que ahí estaba, en aquella casa a las afueras, no demasiado ostentosa pero tampoco
podía ser calificada de lo contrario. Dos pisos y lo que supuso ser una buhardilla, según
pudo diferenciar por la fachada, un hermoso jardín con un balancín en el porche y una
mesita junto a una barbacoa adornaban la entrada principal. En la parte trasera, según
había podido saber días antes, una pequeña piscina y un par de hamacas para el verano
No era tan difícil, de hecho, le parecía hasta un juego de niños tener que entrar en esa
casa. La entrada no parecía estar vigilada y las medidas de seguridad, a su juicio, eran
bastante escasas. Bajó de la moto y se aproximó con cautela. Saltó la pequeña verja que
separaba la calle del jardín y una vez dentro se cercioró de que el dueño de la casa no
estuviera allí, aunque ella, ya sabía que no estaría
Forzar una cerradura como aquella era simple y rápido, en cualquier otro momento le
habría parecido una trampa debido a la facilidad con la que estaba haciendo todo
aquello, pero era cosa del gobierno y... si el gobierno no lo había logrado, suponía que
aquel tío era más escurridizo y más listo de lo que parecía
Realmente, si lo pensaba, su jugada era bastante buena. Nadie que robara, que tuviera
cosas que ocultar u objetos demasiado valiosos en su casa dejaría tanta libertad a los
“ladrones” para entrar y esa era la clave, cuanta menos seguridad, más disimulaba,
cuanto más se pareciera su casa al resto, sin cámaras, sin cerraduras complicadas...
menos creería nadie que allí vivía un ladrón...
La puerta se abrió con tranquilidad. Entró y cerró, buscó el sistema de alarma pero no
halló nada, no, aquella casa carecía de sistema de seguridad, ni tan siquiera una alarma
salvaguardaba lo que había en su interior
El hall se presentó ante ella como si le estuviera saludando. Era muy elegante, los
objetos eran exquisitos y todo estaba pulcramente limpio y ordenado. Recordando
mentalmente los planos de la casa, anduvo hacia el frente, adentrándose en un pasillo
que dejaba a la derecha al salón. Tres puertas cerradas franqueaban el pasillo central de
la casa, ella se dirigió directamente a la última, donde sabía, que tras un cuadro se
hallaba la caja fuerte donde, seguramente, aquel tipo guardaba todo lo que necesitaba
Entró con cuidado y sin hacer ningún tipo de ruido. Cerró tras de sí y al darse la vuelta
se encontró con lo que andaba buscando. Una pequeña biblioteca. A la derecha, varias
estanterías llenas de libros, de acción, policíacos sobre todos y algunas guías de viaje. A
la izquierda un pequeño sofá de cuero marrón, junto a una mesita en la que una lámpara
debía ofrecer la luz suficiente para leer sin problemas. Un pequeño mini-bar pegado a la
pared con varias botellas y un par de vasos junto a una cubitera. Finalmente, en el centro
de la estancia, una majestuosa mesa de madera de caoba, tras ella, presidiendo toda
aquella estancia, un cuadro: “El Complejo Mundo”
Quedó impactada al ver aquella pintura en la pared. Debía ser una copia, sí, claro que
debía serlo. Se acercó sigilosamente, casi temblando, aquello no podía ser real... Y sin
La reina roja
147
embargo, lo era, sabía lo suficiente sobre arte como para poder diferenciar una copia de
un original y aquella obra de arte, era el original. El trazado, el uso de los colores, la
pequeña firma del autor en la esquina inferior derecha así como el levísimo pero
evidente deterioro del tapiz le hacían saber que era el original... y eso, no era nada
bueno
-: No crea que soy tan estúpido como para tener ese cuadro colgado ahí siempre (dijo
una voz tras ella, sorprendiéndola y dejándola helada) solo quería que usted supiera
quién soy
Lentamente, y sin poder creer lo que oía, Maca se dio la vuelta para encararlo. No sabía
qué era lo que había fallado, había estudiado a ese tío, sabía su horario, su rutina y ese
día no tenía que estar en casa, no... no debía estar ahí...
-: Así que es cierto que la Reina Roja se ha pasado al lado bueno de la ley... (dijo
mientras se abrochaba los nudillos, vestido de manera elegante, con un traje de chaqueta
y corbata... tal y como lo recordaba) Encantado de volver a verla... aunque sea en estas
circunstancias... (le hizo un gesto amable invitándola a sentarse, Maca no se movió)
Supongo que no hará falta que me presente... dado nuestros tratos laborales en el pasado
(continuó diciendo mientras se servía una copa) Aunque sinceramente no me refiero a
eso (la encaró de nuevo) más bien me refiero a que creo que ya tiene una ligera
sospecha de quién soy yo realmente... ¿Me equivoco? (terminó preguntando, ante la
absolutamente sorprendida mirada de Maca, que no se podía creer a quién tenía delante)
En casa, sentada frente al ordenador, repasaba una vez más todos los documentos que
había recibido. Con una cerveza en la mano y vestida de manera cómoda, con el
semblante serio y pensando en que Maca estaba en la calle. Desde que llegara aquel
paquete a la oficina no había salido de casa a penas para nada. Tan solo para lo más
necesario, comprar algo que comer, pero para nada más, tenía la sensación de que si
salía se encontraría con ella y era lo último que quería en esos momentos
Y precisamente por eso, por su encierro “voluntario” su relación con Clara se había
quedado en suspenso. Tan solo habían hablado una vez en esos días, cuando fue la
misma Esther quien la llamó para anular la cita que tenían. Tras eso, no había
contestado a sus llamadas. Sabía que estaba actuando mal, que se estaba portando mal
con ella, pero en esos instantes no tenía ni fuerzas, ni ganas de hablar con nadie y sobre
todo, le daba pánico volver a involucrarse sentimentalmente con alguien
El timbre de la puerta sonó haciéndole saber que tenía visita. Miró el reloj, no esperaba
a nadie y no quería ver a nadie, aun así, se levantó y con sigilo, intentando no hacer
ruido alguno miró por la mirilla, suspiró, cerró los ojos y negó con la cabeza. Quiso
disimular su presencia, no moverse ni hacer un ruido para que pensara que no había
nadie en casa...
Clara: Sé que estás ahí, Esther – pronunció con un tono de voz algo triste
Y no pudo hacer más que abrir la puerta, inspiró antes de hacerlo y fingió la mejor de
sus sonrisas, sin embargo, ésta se borró al ver el rostro serio de Clara frente a ella
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Clara: ¿Puedo pasar? – preguntó cruzándose de brazos. Esther asintió con la cabeza,
abrió la puerta del todo y le dio paso – gracias – dijo entrando hasta el salón
E: Hola – saludó algo avergonzada por su forma de comportarse - ¿qué tal estás?
Clara: Bien, gracias por tu interés – contestó y Esther supo que estaba bastante
cabreada - ¿Y tú? Mucho trabajo, supongo...
E: Sí... bastante – contestó cerrando el ordenador
Clara: Ya... tanto como para ni tan siquiera poder llamarme – recriminó
E: Ya... lo siento, Clara – se disculpó – he estado muy liada y...
Clara: Mira, Esther – la cortó – entiendo que puedas tener muchíiisimo trabajo, que no
podamos vernos como a mí me gustaría, pero al menos una llamada... un mensaje o algo
hubiera estado bien – afirmó – al menos para saber que sigues ahí y que esto que
comenzamos a tener tiene algún tipo de futuro – se cruzó de brazos
E: Clara... lo siento – se volvió a disculpar – tienes razón... pero... últimamente estoy
pasando por un mal momento y... no quería pagarlo contigo...
Clara: Ya... - bajó la mirada
E: Perdóname – se acercó – sé que no he actuado demasiado bien... pero... prometo
compensarte ¿vale? – afirmó – se me pasará y...
Clara: Esther, no es cuestión de que se te pase o no – la cortó – es solo que... si vamos a
intentar estar juntas deberías apoyarte en mí... no encerrarte en casa y olvidarte del
mundo de esta manera... - Hizo que Esther la mirara - se supone que debemos confiar la
una en la otra y apoyarnos...
E: Clara...
Clara: No, Esther – la cortó, porque su tono de voz no le daba muchas esperanzas –
dime una cosa... ¿yo te gusto? – preguntó - ¿Te gusto, Esther? – repitió con algo de
ansiedad
E: Sí... - contestó tras una breve pausa – claro que me gustas...
Clara: ¿Quieres que sigamos con esto? – siguió preguntando, porque necesitaba saber a
qué se enfrentaba - ¿Quieres que lo intentemos? – continuó – porque si no es así, solo
tienes que decirlo y no pasa nada... pero yo necesito saber qué tenemos o que podremos
tener...
E: ¿Sabes? Yo no... no estoy segura de nada ahora mismo – contestó alejándose un
poco de ella – no quiero hacerte daño, no quiero que te crees demasiadas expectativas
porque no sé qué pasará mañana o pasado... y... yo lo he pasado muy mal con una
relación anterior... y no quiero volver a sufrir...
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Clara: Pero yo no soy ella – volvió a acercarse – no soy ella y no voy a hacerte daño...
me gustas mucho, Esther – declaró posando las manos en sus caderas – quiero que esto
salga bien y... necesito saber que tú también quieres esto... así que dime ¿quieres estar
conmigo o no? – terminó de pronunciar
Esther la miró, estaba realmente asustada, no sabía muy bien qué decirle... ni tan
siquiera sabía lo que sentía... la presencia de Maca en su vida aunque fuera de manera
ausente, con ese envío, haciéndole saber que estaba cerca la había dejado demasiado
confundida, había removido demasiadas cosas, cosas que necesitaba olvidar... que
necesitaba dejar atrás para siempre... Y Clara estaba ahí, ofreciéndole su apoyo, su
amistad... su amor... mostrándose ante ella, dejando que viera parte de sus
sentimientos... y se sintió algo más reconfortada, se sintió un poco más tranquila...
quizás sí merecía la pena intentarlo...
E: Sí... - contestó en un susurro, y vio la sonrisa iluminada en el rostro de Clara – quiero
estar contigo...
Clara: ¡Gracias a Dios! (soltó abrazándola y dejando salir todo el aire de sus pulmones
que había estado reteniendo por miedo a una respuesta negativa)
Maca miraba a aquel hombre, sabiendo quién era, teniendo claro a quién tenía delante y
sin poder creerlo, ¿qué hacía allí? ¿Por qué aparecer ahora? No tenía ni idea de cómo
enfrentarse a eso ahora, justo ahora, cuando las cosas ya por sí solas estaban mal y
suponía que aquella presencia haría que todo se pusiera un poco peor...
M: Eres el padre de Esther (fue capaz de decir sin dejar de mirarlo) Antonio García...
Antonio: Veo que no me equivoqué cuando supe que me reconocerías (afirmó con
tranquilidad)
M: ¿Qué coño hace aquí? (soltó irguiéndose en su posición) ¿a qué ha venido?
Antonio: Me interesa saber cómo está mi hija... (decía con calma)
M: ¿Usted cree que yo soy imbécil? (preguntó) desaparece de su vida durante años y
¿ahora dice que quiere saber cómo está? ¿Después de hacerle tanto daño siendo niña?
¿Después de usarla y abandonarla? (no podía creer esa actitud que tenía)
Antonio: Te voy a decir una cosa (dijo acercándose al mueble-bar para servirse una
copa) ni los buenos, son tan buenos; ni lo malos, somos tan malos... eso tú precisamente
deberías saberlo después de todo lo que ha pasado (continuó diciendo tomando su copa
y mirándola)
M: Deje los juegos de palabras para otro (contestó) sé lo que pasó, ella misma me lo
contó...
Antonio: No me cabe duda de que lo hizo (dio un trago) pero solo te contó lo que ella
sabe, y esa no es la realidad...
M: ¿Me va a decir ahora que no la usó para robar precisamente ese cuadro? (lo señaló)
¿Qué no la abandonó cuando se vio acorralado? ¿Me va a decir que dejó a una niña sin
padre por su beneficio? ¿De verdad cree que me lo voy a creer?
Antonio: ¿Quieres saber lo que pasó de verdad? (le preguntó) bien, pues escucha... sí, la
utilicé para robar ese cuadro, en eso tienes razón, cometí el error de involucrar a una
niña pequeña en un robo... pero no me fui porque quise... yo las quería, adoraba a mi
hija, jamás la hubiera abandonado (dijo con convicción en sus palabras)
M: Ya... y yo me lo tengo que creer...
La reina roja
150
Antonio: Como ya te he dicho (siguió ignorando sus comentarios) los buenos no
siempre son tan buenos... y Miguel no era tan profesional ni tan recto en esa época
(soltó)
M: ¿Qué tiene que ver Miguel en todo esto? (preguntó confusa)
Antonio: Mucho... claro que tiene que ver... (bebió un nuevo trago y su rostro pareció
tornarse algo triste) Como ya te han contado, Miguel era el policía que llevaba el caso...
y se enamoró de mi mujer... Es cierto que estábamos divorciados, pero íbamos a
reconciliarnos... días antes de ese robo habíamos tenido un encuentro... Encarna aún me
amaba... me quería muchísimo y yo a ella y habíamos decidido volver a intentarlo
(volvió a beber) Miguel, tenía pruebas para meterme en la cárcel, de hecho me tenía...
pero sabía que si yo seguía en sus vidas, aunque fuera en una cárcel él no lograría estar
con Encarna... (Maca lo escuchaba con una mezcla de sorpresa e incomprensión)
tuvimos una reunión... era el momento perfecto para que me detuviera, para mandarme
a prisión durante unos añitos... y no lo hizo...
M: ¿Por qué no lo hizo? (preguntó cuando Antonio hizo una pausa)
Antonio: Porque no le convenía (afirmó) como ya te he dicho, él sabía que pese a estar
en la cárcel yo seguiría en sus vidas... Encarna me quería, mi hija me adoraba (su voz
sonaba más triste al pronunciar esas palabras) y él sabía que mientras yo siguiera de
alguna manera en sus vidas, no tenía nada que hacer... así que... me propuso un trato...
(una nueva pausa, en ese momento Maca no dijo nada) con todo aquello del robo, tenía
las pruebas suficientes, no solo para demostrar mi culpabilidad, sino para hacer que los
servicios sociales demostraran que el núcleo familiar de mi hija no era para nada estable
y arrebatarle la custodia a Encarna, llevar a Esther a un centro y darla en adopción...
aquello habría sido terrible para mi mujer (y con el último término usado le tembló la
voz) yo sabía que la destrozaría... si la separaban de su hija, la destruirían... él también
lo sabía y se aprovechó de ello
M: Necesito una copa (dijo levantándose y acercándose al mueble-bar, porque con
aquellas palabras había intuido lo que pasó y aquella historia distaba mucho de la que
Miguel contaba)
Antonio: Miguel también sabía mover bien sus cartas, y su apuesta era mi familia... así
que usó todo su poder para hacerme desaparecer... él me conocía, había estado
estudiándome mucho tiempo, llevaba años tras mi pista... sabía que a pesar de lo que
pudiera parecer, mi familia era lo más importante para mí (continuaba Antonio con su
historia) y atacó por ahí... yo solo tenía dos opciones... permanecer allí, ir a la cárcel y
salir en algunos años por buena conducta... y destrozar más a mi familia... con Esther en
alguna familia desconocida y mi mujer, sumida en una depresión al perder a su hija...
(Maca lo miró y lo vio con la mirada perdida en la nada) O largarme... marcharme lejos,
dejarlas y no volver jamás... (volvió a mirar a Maca) me puso ante mí un pasaporte, un
billete de avión y todas las pruebas que había contra mí en el caso... me prometió que se
encargaría de que mi familia permaneciera junta... que nunca permitiría que separaran a
Encarna de Esther...
M: Y aceptó (afirmó dándole ella un trago a su copa)
Antonio: Acepte (confirmó) porque prefería desaparecer yo, a hacerlas pasar por eso...
M: Pudo haberlo denunciado (siguió ella) estaba usando su superioridad para
coaccionarlo, pudo haberlo denunciado...
Antonio: ¿Y quién ganaría? ¿A quién iban a creer? ¿A un refutado e intachable
comisario de policía con un montón de pruebas o a un ladrón de arte sin pruebas de lo
que estaba diciendo? (preguntó) ambos sabemos cómo funciona la justicia... nadie iba a
creerme y yo destruiría más a mi familia...
M: ¿Y por qué no luchó? ¿Por qué no volvió por ellas? (quiso saber)
La reina roja
151
Antonio: Lo intenté (afirmó) intenté recuperar a mi hija... pero ella ya tenía un concepto
de mí demasiado malo... me odia... y con razón. Sabes que me odia... y también sabes
cómo se cierra en sí misma cuando algo le hace daño (continuó diciendo, ahora fue
Maca quien bajó la cabeza)
M: ¿Por qué ha vuelto ahora? (quiso saber)
Antonio: Por ella (contestó) por mi hija... sé lo que pasó, sé todo lo que ha ocurrido y sé
cuál fue tu papel en esto... (afirmó) solo quería saber que estaba bien... necesito saber
que está bien... quiero a mi hija (decía con algo de dolor en sus palabras) quiero
ayudarla...
M: Dudo mucho que ella quiera aceptar su ayuda (contestó)
Antonio: Lo sé (afirmó él) por eso estás tú aquí...
M: ¿Yo? (se sorprendió) si espera que yo pueda ayudarle... entonces es que no sabe
nada de lo que pasa... su hija me odia... no quiere saber nada de mí...
Antonio: ¿Estás segura de eso? (preguntó) dime, ¿estás total y absolutamente segura de
que Esther no siente nada por ti? ¿Qué todo lo que habéis vivido, que todo lo que os
habéis amado se ha borrado de su corazón? ¿Realmente estás convencida de que no
existe ni un mínimo de esperanza al que agarrarse para luchar?
M: Después de todo lo que ha pasado... de todo lo que ha sufrido, no hay nada que yo
pueda hacer para volver con ella (dijo dejándole claro que había aceptado el hecho de
que jamás volvería a estar con Esther)
Antonio: Déjame que te de un consejo (se acercó a ella) nunca, jamás, por muy mal que
estén las cosas, dejes de luchar... yo lo hice, y me perdí toda su vida, perdí la
oportunidad de estar a su lado, de verla crecer, de hacerla feliz... la cuestión es... ¿Estás
dispuesta a hacer lo mismo, a tirar la toalla y perderla, a perderte la posibilidad, por muy
descabellada que sea, de hacerla feliz?
M: Ni siquiera va a permitir que me acerque a ella (dijo bajando la mirada)
Antonio: Yo puedo encargarme de eso (contestó haciendo que Maca lo mirara con
sorpresa) no eres la única que se ha pasado “al lado bueno de la ley” (sonrió de lado, y
Macarena no podía creer lo que escuchaba) Verás... desde hace algún tiempo, estoy
colaborando con el FBI americano... (decía orgulloso de sí mismo) y ellos han estudiado
muy bien Werty´s Security... quieren firmar con Esther un contrato y que su empresa se
haga cargo de la seguridad de muchos de sus edificios oficiales... pero para ello, el
sistema de seguridad debe ser impenetrable... ahí entras tú...
M: No termino de entender nada (contestó) No comprendo cómo trabajando con el FBI,
si es que es cierto, me contrató para que robara ese cuadro...
Antonio: Ese cuadro, tiene mucho de sentimental para mí, fue lo último que hice con
mi hija... y nadie debe saber, jamás, que yo te contraté (contestó) pero sigamos con lo
que hablábamos... (continuó volviendo a la conversación inicial) Cruz Gándara te
contrató para que colaboraras con el gobierno... una de esas colaboraciones es trabajar
en la empresa de Esther, buscar sus puntos flacos y que ella pueda mejorar sus sistema
de seguridad... están esperando el momento indicado para que comiences a trabajar allí
y yo te lo voy a servir en bandeja...
M: ¿Por qué? (preguntó) ¿Por qué quiere ayudarme? (quiso saber, sin poder creer todo
aquello)
Antonio: No quiero ayudarte a ti (contestó) quiero ayudar a mi hija... ese contrato sería
muy bueno para su empresa... la pregunta es... ¿quieres ayudarla tú? (terminó de decir
dándole el último trago a su copa)
La reina roja
152
Dos días después de aquel encuentro con Antonio, Javier le explicó todo, por lo visto,
fue el mismo Antonio quien había pedido esa “reunión” con ella y, según le dijo
Sotomayor, habían montado aquella “pantomima” porque García tenía cierta melancolía
por sus días de ladrón y además, le había parecido divertido. El gobierno había aceptado
a regañadientes ya que deseaban que el contrato con el FBI se llevara a cabo, no solo
significaba un salto para la empresa de Esther sino que se estrecharían aún más las
relaciones entre España y los EEUU. A ella le pareció una sandez toda aquella
simulación, aun así, no dijo nada...
La propuesta llegó a Werty´s Secúrity con asombro y alegría, Esther no podía creer lo
que le proponían y le parecía que aquello podría ser hasta una broma. No fue hasta que
Javier Sotomayor la llamó para certificarle la veracidad de aquella oferta que no se lo
terminó de creer. Claudia no podía estar más contenta, aquello era un grandísimo paso
para la empresa y junto con Esther decidieron celebrarlo una vez firmaron el contrato
con una buena cena a lo que su jefa aceptó con gusto
Ese día tenía una comida con Sotomayor, habían quedado a las dos y media, eran cerca
de las dos y veinte y aún estaba en el despacho. La verdad era que no tenía ganas de ir a
la dichosa comida, Javier le había dicho que quería presentarle al nuevo miembro del
equipo, alguien que necesitaba conocer, alguien con que debía trabajar en la empresa y
que además, debía hacerlo directamente con ella, por eso se estaban saltando el
protocolo de privacidad de su identidad...
No le gustaba nada eso, no le gustaba que el gobierno impusiera a su gente en su
empresa, no le gustaba que revelaran su identidad a alguien de esa manera, no, aquello
no le gustaba un pelo, pero tampoco podía negarse, una de las cláusulas del contrato que
tenía firmado con el gobierno, le daba cierta libertad para este tipo de casos... así que no
le quedaba otra que guardarse sus protestas e ir a la dichosa comida... aunque algo le
decía que no le iba a gustar nada lo que iba a ver...
Claudia: ¿Aún estás ahí? (preguntó cuando Esther descolgó el teléfono del despacho)
sabes que tienes menos de diez minutos para llegar, ¿verdad?
E: Lo sé (y su voz denotaba agobio y algo de nerviosismo)
Claudia: ¿Qué te pasa, Esther? (quiso saber al notarla de aquella manera)
E: Nada... es solo que... no sé, se me han venido a la cabeza algunas cosas y como lo
que me estoy imaginando sea cierto, te aseguro que no me va a gustar (afirmó)
Claudia: ¿A qué te refieres? (preguntó sin tener ni idea de lo que estaba hablando)
E: Nada, tonterías mías (contestó) y te dejo, tengo que ir a la comida de marras...
Diciendo esto, recogió todo y con pocas ganas salió del despacho en dirección a aquel
restaurante que Javier le había indicado. Por el camino en coche, se sintió inquieta, algo
le decía que sabía a quién le iban a presentar y no estaba para nada preparada y mucho
menos calmada... tenía la sensación de que aquella comida iba a ser demasiado para
ella, sin embargo, no podía negarse... no, no podía
Dejó que el aparcacoches se llevara su vehículo y quedó mirando la majestuosa puerta
de aquel restaurante, habían elegido uno de los mejores de la ciudad, aquello le
extrañaba aún más; normalmente, las reuniones con los chicos de las altas esferas eran
en sitios privados y sin nadie que pudiera relacionarlos, sin embargo desde que pasara
todo aquello algo había cambiado
La reina roja
153
E: Espero que no seas tú (murmuró para sí misma respirando con profundidad y
entrando en el restaurante)
En la recepción le indicaron cual era su mesa, la chica señaló a los comensales que ya se
encontraban esperando y todo su mundo dio un vuelco al reconocer su silueta, no se
había equivocado... era ella... estaba allí, junto a Sotomayor, esperándola y sentía que le
temblaban las piernas, que se le hacía un nudo en la garganta y mil imágenes pasaron
por su mente en una fracción de segundo
Estuvo tentada a marcharse, no podía enfrentarse a ella, no quería enfrentarse a ella, no
estaba preparada para sentarse frente a ella y hacer como si no hubiera pasado nada, no
claro que no podía, la odiaba con todas sus fuerzas, no podía pretender ser cordial con la
persona que más daño le había hecho en toda su vida
Pero tampoco podía marcharse, tenía un contrato, un trabajo que hacer y sabía, que si se
marchaba, tendría problemas que no servirían para nada, pues, al final, el gobierno se
encargaría de salirse con la suya de una manera u otra. Tomó aire, intentó ponerse una
careta, una coraza en la que nada pudiera dañarla, elevó al cabeza queriendo sentirse
superior y sintiéndose terriblemente pequeña y comenzó a andar hacia la mesa
Maca estaba absolutamente nerviosa, desde que se enterara de aquella comida no había
podido relajarse ni un segundo, saber que la vería, que se sentaría con ella en la misma
mesa, que estarían cerca nuevamente no la había dejado dormir desde que Javier le
comunicara aquella cita... La esperaba con ansia, deseando verla, deseando saber que
estaba bien, y sus nervios aumentaban al ver que llegaba la hora en la que Esther
aparecería ente ella...
E: Buenas tardes (escuchó que decía y su corazón, su mundo entero se paró al volver a
oír su voz... era tanto lo que la amaba... tanto... que no supo hacer más que levantar la
vista para verla, Esther en cambio no la miró) Javier, encantada de verte (dijo ignorando
la presencia de Maca...)
J: Hola Esther (contestó mirando de reojo a la Reina Roja que no apartaba la mirada de
la empresaria) gracias por venir...
E: No me quedaba otra opción, supongo (afirmó) aunque sí que me extraña que me
hayas citado en este restaurante... pensé que la reunión sería en algún lugar donde solo
estuviéramos nosotros (en ningún momento la miró, porque no se permitía hacerlo y
aun así, podía sentir con absoluta claridad la mirada de Maca en ella, disimuló el
temblor que sintió y se sentó lo más alejada que pudo de ella)
J: Realmente la idea fue de... Maca (la señaló) pensó que de este modo no sería todo tan
sospechoso... de hecho, se ha ofrecido ella a pagar la comida... (dijo creyendo que así
podría ayudarla)
E: Ah, vaya... que amable... (dijo irónica) ten cuidado no vaya a ser que le robe la
cartera a ese hombre de atrás y nos joda toda la reunión (dijo con desprecio mirándola
por primera vez, Maca sintió que, si las miradas pudieran matar, ella ya habría caído
fulminada) bien, cuéntame (siguió ignorándola, Macarena no se atrevía a abrir la boca)
¿De qué se trata todo esto?
J: Bien (comenzó a decir) como sabrás el FBI está interesado en tu empresa (Esther
asintió) vale, pues ellos quieren que tu sistema de seguridad sea impenetrable y eso
supondría sofisticar más todo el software y aumentar la vigilancia
La reina roja
154
E: Ya... (lo miró) supongo que le habrás dicho que el sistema es uno de los mejores que
hay en el mundo
J: Así es (contestó) pero quieren que sea el mejor (continuó) y nosotros también lo
queremos...
E: Al igual que yo (contestó de nuevo mirando la carta) pero todo esto podrías haberlo
hablado conmigo sin que tuviéramos que venir aquí, y sin compañía, por supuesto
(Maca volvió a sentir su desprecio)
J: El caso es que creemos, que sería bueno que Macarena trabajara contigo...
E: ¿Yo trabajar con la Reina Roja? Ni de coña (terminó de decir, Maca bajó la mirada
sin saber dónde meterse)
El camarero llegó dándoles una pausa a su conversación. Todos miraban la carta,
especialmente Esther que parecía no saber demasiado bien qué pedir
-: ¿Han decidido ya? (preguntó con amabilidad)
E: Sí... pero tengo una pregunta (le dijo ante la atenta mirada de sus compañeros de
mesa) ¿Me puede decir cuál es el plato más caro de la carta? (quiso saber sin inmutarse
ni un segundo)
-: Eh... sí, solomillo de buey en salsa... nosequé (le dijo algo parado)
E: ¿Y el precio? (quiso saber)
-: 35,90 € (contestó)
E: Bien, pues a mí me trae ese plato (el camarero apuntó) y tráigame también una
botella de vino, un Chateau Petrus cosecha del 94 (le medio sonrió y dejó la carta a un
lado)
-: Esto... señora (llamó su atención) ¿sabe que ese vino cuesta 1500 euros? Es el más
caro que tenemos en el restaurante (la advirtió, porque pensó que tal vez se había
equivocado en el precio)
E: Sí, sí, lo sé. Pero paga ella (contestó sonriendo a Javier y señalándola como si ni tan
siquiera la conociera) Así que gracias por advertirme pero quiero ese... (se volvió a
Sotomayor) ¿tú que vas a pedir?
J: Pues... (miró a Maca de reojo, alucinado por lo que había pedido Esther) una
ensalada simple (dijo pues no sería él quien incrementara la cuenta...)
M: Yo lo mismo que él (habló por primera vez, con una voz apagada y triste, Esther
tuvo que hacer un esfuerzo por no reaccionar ante su voz)
E: Bien, Javier, ¿qué me decías? (quiso continuar con la conversación)
J: Esto... (aún flipado por su actitud) ah sí... Esther, Maca podría ser buena para tu
empresa, podría decirte qué falla y qué está bien... de ese modo tú podrías reforzar todo
tu sistema de seguridad... de lo que se trataría es de que ella entraría en lugares en los
que tú te encargas de la seguridad e intentaría salvar con éxito todos tus controles, de
ese modo, tú sabrías donde tienes que trabajar...
E: ¿Me estás hablando en serio? (preguntó alucinada) ¿quieres decirme que tengo que
dejar que esta... señorita... (y Maca volvió a recibir otro desprecio) entre en mi sistema
de seguridad, dejar que lo hackee y darle la oportunidad que robe lo que le dé la santa
gana? (terminó de preguntar)
M: No tengo intención de robar nada (habló de nuevo)
E: Es absurdo Javier (la ignoró)
J: No lo es (contestó él con seguridad) y si lo pensaras un poco te darías cuenta que
sería muy bueno para ti... entiendo que no quieras verla, entiendo que no la quieras
cerca, pero debes entender que aquí todos buscamos lo mismo (seguía diciendo) y vas a
tener que colaborar... (terminó de decir dejándole claro que no había más opciones)
La reina roja
155
-: Aquí tienen el vino (dijo el camarero trayendo la carísima botella y sirviendo a
Esther)
E: Gracias, muy amable (sin esperar a que se marchara le dio un sorbo, mientras otro
camarero le servía su plato) vaya... había olvidado que no me gusta nada el vino (dijo
con todo el descaro del mundo)
-: Pero... (el camarero estaba alucinado) señora... la botella ya está abierta...
E: No se preocupe (contestó) la vamos a pagar... de hecho, ahora que lo pienso creo que
sé exactamente qué hacer con ella (afirmó, miró a Javier) supongo que no puedo
negarme, muchas opciones no me estás dando (le decía) eso sí, no voy a ponerlo nada
fácil (por primera vez en todo el tiempo miró directamente a Maca) no te quiero en mi
vida, no te quiero cerca de mí (le dijo con rabia) aun así, no me queda más remedio que
aguantarte (seguía diciendo mientras se levantaba, el camarero no sabía donde meterse,
Javier adivinaba sus intenciones) pero quiero que te quede muy claro, Macarena, que
esto no significa nada, no vamos a ser amigas, ni nada de lo que puedas imaginarte... (se
acercó) y por si no te ha quedado claro...
Sin terminar la frase volcó la botella de vino sobre Maca que se quedó petrificada, todo
el mundo la miraba, a ella le daba exactamente igual, el camarero emitió un gritito,
Javier se echó a un lado y ella vertió todo el contenido sobre una Maca que cerró los
ojos más hundida de lo que ya de por sí estaba
E: Que disfrutéis de la comida (dejó la botella ya vacía, sobre la mesa y salió del local,
con la respiración acelerada y un enorme temblor en las piernas) ¡Dios! (exclamó con
un nudo en la garganta al salir del local...)
Sentada en el sofá de casa, con las piernas encogidas se limpiaba el rastro de lágrimas
que hacía rato habían comenzado a brotar de sus ojos. Aquella comida había sido
devastadora, sabía que no podría con aquella comida, que por mucho que lo intentara,
por mucho que disimulara causaría en ella un nuevo dolor y así había sido...
Lo había intentado, se había mostrado distante, fría, la había ignorado, ¡Por dios! ¡Había
volcado sobre ella una botella completa de 1500 euros! Y no, obviamente no se sentía
mejor... muy por el contrario sentía que todo dejaba de tener sentido, que nada valía la
pena... de nuevo el miedo, el rencor, el dolor, la mentira y el sufrimiento que le había
hecho sentir, de nuevo aquella pesadilla que había vivido se había vuelto a materializar
en su mente nada más verla... se había sentido de nuevo vulnerable, se había
transportado a esos días en los que había estado encerrada y su cuerpo entero temblaba
aterrado...
El timbre de la puerta sonó, se movió lentamente, se limpió un poco la cara y abrió sin
mirar, esperando que fuera quien esperaba...
Clara: ¿Estás bien? (preguntó entrando en su casa preocupada) ¿Qué ha pasado,
Esther? ¿Por qué me has llamado de esa manera?
E: Estoy bien (contestó mintiendo, porque no quería involucrarla en todo aquello,
porque quizás, llamarla del modo en que la había llamado no había sido lo correcto,
pero necesitaba verla, estar con ella, sentir que alguien la protegía... no, no debía
mentirse, la había llamado porque necesitaba quitarse esa sensación que tenía desde que
viera a Maca) ven aquí (dijo cogiéndola por las caderas y besando sus labios)
La reina roja
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Clara se quedó a cuadros, no entendía nada, Esther la había llamado nerviosa, parecía
que angustiada y en algún momento de la conversación habría jurado que lloraba y
ahora la recibía de esa manera, besándola de manera pasional y deseosa, casi sin dejarla
respirar...
Clara: Esther... Esther (intentaba parar mientras andaban hacia el salón) espera (le
pidió) ¿qué pasa? (quiso saber)
E: No pasa nada (contestó intentando volver a besarla)
Clara: No, espera (se apartó) espera...
E: ¿Qué pasa? (fue ella la que preguntó) ¿no quieres?
Clara: Claro que quiero (afirmó pues realmente, la deseaba desde el mismo día que la
conoció) la pregunta es si quieres tú (continuó) porque sé que algo te pasa y no sé si
esto...
E: Esto es lo único que quiero en este momento (le dijo con convicción acercándose de
nuevo a ella) es lo único que deseo (mordió su cuello) es lo que más necesito (apretó sus
nalgas y Clara cerró los ojos...)
Y se dejó llevar, porque era humana y la deseaba, así que dejó que Esther siguiera
atacándola, que siguiera excitándola y correspondió de la misma manera, logrando
tumbarla sobre el sofá y perdiéndose en ese fuego que ambas estaban liberando a base
de caricias y besos llenos de pasión...
Salía de la ducha, el pelo aún le olía a vino tras tres lavados, la ropa estaba para ir
directamente a la basura, su tarjeta de crédito aún temblaba por lo que había costado la
comida, y sin embargo, nada de eso importaba. Su rostro, serio, herido y cansado no
dejaba lugar a dudas de cómo se sentía... humillada, derrotada, lastimada...
Había sido horrible, total y absolutamente horrible, verla y sentir su odio, verla y
padecer su ignorancia, verla y no poder tocarla... verla y recibir tanto desprecio había
sido mucho más de lo que podía soportar... y las lágrimas caían una a una, sin
contemplaciones, sin obstáculos...
Se sentó en la cama, mientras intentaba secarse un poco el pelo, se miró al espejo que
colgaba del armario abierto y vio a una mujer que apenas reconoció. Con los ojos
hinchados por el llanto y la mirada más vacía que nunca, aquella mujer que se reflejaba
no era ni la sombra de lo que ella había sido hacía algún tiempo, y no sabía si podría
aguantarlo, no se sentía con fuerzas de afrontar lo que vendría porque simplemente, no
podría mantenerse en pie sintiendo tanto odio por parte de la mujer que amaba...
Estaba claro que Esther no la perdonaría jamás, que ni tan siquiera escucharía lo que
necesitaba decirle y mucho menos se habría puesto a pensar en la manera en la que le
salvó la vida. Estaba claro que Esther había cerrado cualquier puerta por la que pudiera
entrar de nuevo en su vida y sabía, que si lo intentaba, si tan siquiera tenía el
pensamiento de intentarlo, saldría más herida que antes... y la verdad era, que
simplemente, no tenía fuerzas para nada... tras lo ocurrido en la comida, había apagado
el último rayito de esperanza que aún, en el fondo de su corazón, había mantenido
encendido, pero ya no... ya no... tal vez, es que no tenía derecho ni a intentarlo...
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M: No vale la pena (dijo mirando su propio reflejo) no servirá de nada (una nueva
lágrima salía de sus ojos) tengo que aceptarlo... (siguió diciendo y definitivamente tiró
la toalla, aceptando que, por mucho que hiciera, por mucho que lo intentara, Esther
nunca la perdonaría) se acabó (terminó de decir, aceptándolo, asumiéndolo y dejando
que las lágrimas nublaran su visión)
UN MES DESPUÉS
Aparcó el coche a un par de manzanas. Encendió el portátil e introdujo un par de
códigos, al instante en su PDA un nuevo icono apareció haciéndole saber que ambos
dispositivos estaban conectados. Alargó el brazo hacia la parte de atrás y sacó de una
bolsa unas gafas y una peluca, tras ponérsela se colocó una gorra y salió del coche
cerrándolo con el mando a distancia
Cruzó la calle y comenzó a caminar tranquila y de manera pausada. Se mezcló entre los
transeúntes y miró el reloj, iba muy bien de tiempo. Llegó y con calma sonrió al chico
de la puerta para entrar como quien entra en cualquier lugar. Sin levantar sospechas,
comenzó a andar por aquella exposición, miraba aquellos instrumentos como si no
fueran nada excepcional, siendo por el contrario, los instrumentos de viento y cuerda
más caros del planeta
Una convención de música clásica había llevado a la ciudad una exposición donde se
mostraban los mejores y más lujosos instrumentos, así como, por supuesto, los más
caros. Le impresionó una flauta del siglo XVI que permanecía intacta, como si hubiera
sido creada hacía tan solo unos años...
Miró a su alrededor, las cámaras de seguridad se movían vigilando a todo el mundo, a
su izquierda, al fondo de la sala la puerta que daba entrada a la sala estrella, la que
contenía el instrumento que había ido a buscar, un violín Stradivarius valorado en cerca
de dos millones de euros, un instrumento del que tan solo quedaban tres en todo el
mundo... su objetivo...
Dio un par de vueltas más, cogió su PDA e hizo varias de fotos que se cargaron
directamente en el ordenador. Tecleó un nuevo código y pudo ver como una de las
cámaras dejaba de funcionar. Volvió a activarla para seguidamente acercarse con
disimulo a la puerta de la gran sala que permanecería cerrada hasta esa noche, ojeó el
sistema de seguridad y tras memorizarlo todo, se alejó de ella para acto seguido dirigirse
a la puerta de salida para marcharse
Desde su despacho, Esther daba órdenes a Claudia, había detectado que una de las
cámaras se había parado tan solo un instante y no necesitó más para saber qué le había
pasado. Revisó cada video grabado buscándola, encontrándola en un segundo,
reconocería esa manera de andar en cualquier parte. Ordenó que la detuvieran pero ya
era tarde, ya no estaba allí. Cerró los ojos y bufó enfadada. La habían dejado entrar
como si no fuera nadie importante... y la habían dejado marchar como si nada
E: ¡Me cago en la leche! (protestó dando un golpe sobre la mesa) te vas a enterar... (dijo
con ganas de matar a alguien)
La reina roja
158
Cogió el teléfono, si creía que se lo iba a poner tan fácil, no la conocía. Aumentó el
control de seguridad de la entrada, ordenó que el número de efectivos se doblara, quiso
cerrar la exposición para instalar como mínimo cinco cámaras ocultas más y por
supuesto, al menos dos hombres custodiarían la entrada a la sala donde se encontraba el
violín cada segundo que estuviera allí
Eran las diez menos cinco de la noche. Miraba las pantallas sin apenas pestañear.
Revisaba cada cámara, cada lugar de la exposición, daba órdenes al ordenador para que
analizara los rostros de cada persona que entraba buscando coincidencias con la faz de
Maca, ninguno daba positivo. Sabía que tenía que estar allí, sabía que estaba jugando y
tenía claro, que esta vez, no iba a permitir que llegara donde quería... iba a demostrarle a
todo el mundo que su sistema de seguridad era infranqueable, iba a demostrárselo a ella
e iba a joderle el trabajo, sí, eso es lo que iba a hacer
E: ¿Novedades? (preguntó a Claudia, quien desde la sala de exposiciones vigilaba cada
movimiento)
Claudia: De momento nada (contestó) ¿Estás segura de que va a hacerlo? Es imposible
que lo consiga
E: Lo va a hacer... no va a desaprovechar la oportunidad y yo no pienso darle ninguna
opción a que se lo lleve... (dijo con dureza) estoy segura que todo esto del trabajo es una
pantomima, va a robarlo, Claudia... lo sé...
Claudia: Dudo mucho que se juegue el cuello de esa manera, Esther (intentó, una vez
más, por enésima vez lanzar una lanza sobre Maca y ayudarla tanto como pudiera,
aunque hasta ese instante no lo había logrado. Esther se cerraba en banda, se negaba a
escucharla y en las contadas ocasiones en las que había logrado decirle algo, su jefa
siempre había oído lo que le daba la gana, y por supuesto, tergiversado todo lo que
había dicho logrando que Maca siguiera siendo la mala de la película...)
E: No tienes ni idea de lo que es capaz de hacer (contestó con la voz enronquecida) así
que no sigas por ahí... la conozco, sé que va a robarlo y largarse...
Claudia: Pues... (dijo Claudia quien había entrado en la sala para prepararlo todo antes
de abrirlo) creo que no la conoces lo suficiente... (terminó de decir con una mínima
sonrisa, por lo que aquello significaba)
E: ¿Qué coño quieres decir? (quiso saber)
Claudia: Ha estado aquí (contestó) te envío una foto
A los pocos segundos Esther recibió la instantánea. Sobre el violín, dentro de la caja de
seguridad que lo mantenía alejado del público, una pequeña figurita, esa que tan bien
conocía y que tanto aborrecía...
E: ¡JODER! (gritó tirando el auricular al suelo con una increíble rabia cruzando su
pecho... La odiaba... ¡Cuánto la odiaba!)
Al día siguiente, tras una noche en la que apenas había dormido, llegó la primera a la
oficina, quería revisar cada detalle, cada minuto de las cintas, repasar los turnos de los
guardias y revisar, minuciosamente, el software que habían instalado para el bloqueo de
las puertas, en definitiva, quería saber cómo había sido posible que Maca actuara y
llegara donde llegó, poco le importaba si se había llevado el violín o no, lo único que
La reina roja
159
sabía era que estaba dejando a su empresa a la altura del betún y no estaba dispuesta a
que volviera a repetirse... no iba a darle esa satisfacción...
Estaba de lleno metida en el ordenador, mientras que en los monitores se reproducían
las imágenes de la noche anterior, cuando Claudia pidió su autorización para llegar a su
despacho, se la dio sin apartar la mirada de lo que estaba haciendo, ni tan siquiera se
había dado cuenta de que habían pasado ya, dos horas y media desde que llegara a la
oficina
Claudia: Buenos días (dijo con tranquilidad) qué madrugadora y trabajadora que estás
¿no? (continuó en tono afable)
E: Estoy liada, Claudia (contestó ella algo más seria) ¿qué querías?
Claudia miró los televisores y negó con la cabeza, suponía que era eso lo que estaba
haciendo pero empezaba a pensar que se lo estaba tomando de una manera un tanto
obsesiva, sobre todo, cuando su única intención era fastidiar a Maca tanto como
pudiera... lo que le llevaba, no iba a arreglar mucho las cosas
Claudia: Esther... creo que... no sé, tal vez deberías dejar que te contara lo que pasó o...
E: Sé perfectamente lo que pasó (contestó) por si no lo recuerdas estuve allí (dijo con la
misma rabia que siempre utilizaba)
Claudia: Sí... pero no sabes lo que realmente...
E: Claudia, ¿qué quieres? (la atajó sin querer escuchar más)
Claudia: Está bien... (una vez más, debía darse por vencida, pues su jefa seguía sin
querer escucharla) esto es para ti
Le tendió una carpeta y Esther la miró interrogante, ella le hizo una seña para que la
leyera y en cuanto su jefa miró la primera línea levantó de nuevo la cabeza con el rostro
entre sorprendido y enfadado
E: ¿Informe de errores? (le preguntó leyendo el título de aquel informe) ¿y esto que
cojones es?
Claudia: Es... un informe de todo lo que salió mal anoche (contestó cautelosa) lo... lo
envía Maca...
E: ¿Maca? (se sorprendió) ¿y quién coño se lo ha pedido? (todo cuanto viniera de ella le
enervaba de tal manera que no veía más allá de sus narices)
Claudia: Eh... pues... tengo entendido que es su trabajo (la picó)
E: Y una mierda (contestó y siguió leyendo)
En aquellos dos folios se relataba punto por punto todas aquellas cosas que se debían
cambiar o mejorar, desde el sistema de grabación, pasando por el software central, hasta
los guardias e incluso la empresa de catering que a ojos de Maca era de dudosa
reputación. Esther soltó aquel informe con rabia
E: Será gilipollas (espetó) ¿Ahora va a venir ésta a decirme cómo tengo que hacer mi
trabajo?
Claudia: Hombre... teniendo en cuenta que llegó donde llegó... creo que podía ayudar
¿no?
E: ¡No me jodas Claudia! (elevó la voz) no voy a consentir que se inmiscuya de ésta
forma en mi trabajo
La reina roja
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Claudia: ¿¡Es que no ves que intenta ayudar!? (decía ya un tanto fuera de sí por la
manera de darle la vuelta a todo lo que hacía Maca que tenía su amiga)
E: Ya... bonita forma de hacerlo, desprestigiando todo mi trabajo (contestó mientras
recogía sus cosas)
Claudia: ¿Dónde vas? (quiso saber)
E: A tirarle esto a la cara (contestó rabiosa) es una estupidez todo lo que dice aquí (y
diciendo esto salió del despacho, dejando allí a Claudia con cara de circunstancia y
preocupada por todo lo que estaba pasando)
Terminaba de vestirse, se había dado una larga ducha que le había despertado del todo,
tenía intención de salir a correr un rato cuando el timbre de su puerta sonó insistente. Se
extrañó, no esperaba ninguna visita y mucho menos imaginaba quién estaba tras la
madera. Abrió y se quedó petrificada al verla
E: ¿Qué coño es esto? (dijo enseñándole el informe, claramente enfadada, sin un ápice
de amabilidad)
M: Ho... hola (saludó como pudo, pues verla, aunque fuera de esa forma, la dejaba sin
aliento)
E: ¿Qué significa esto? (repitió sin devolverle el saludo)
M: Es... un informe sobre lo que...
E: Sé lo que es (afirmó) lo que quiero saber es quién te manda a ti a hacer lo que haces
(siguió con intención de atacar) ¿qué mierda pretendes? ¿Seguir jodiéndome la vida o
qué?
M: Solo quiero ayudar... (dijo bajando la cabeza)
E: Pues entonces desaparece de mi vida, Maca, porque no quiero saber nada de ti
(contestó)
M: Tu empresa tiene bastantes fallos, Esther y a mí me contrataron para evitarlos...
E: Mira... si crees que porque hagas esto vas a conseguir ni el más mínimo perdón por
mi parte, ya te puedes ir olvidando... (siguió) no te quiero cerca de mí, no quiero
trabajar contigo, es más, lo único que quiero es que vuelvas a esa puñetera cárcel de la
que nunca debiste salir y pudrirte en ella (dijo con todo el odio del mundo)
M: Te estás pasando, Esther (contestó ella, cambiando el tono ahora por uno un poco
más duro...)
E: ¿Qué yo me estoy pasando? ¡Ja! (rió irónica) mira quién fue a hablar...
M: Por mucho que te cueste aceptarlo, tu sistema de seguridad tiene fallos (contestó) yo
solo pretendo ayudarte... pero no voy a permitir que me humilles más (le advirtió)
E: Nadie te ha pedido tu ayuda... es más, no la necesito (decía empecinada)
M: Claro que la necesitas (afirmó) sino, yo no hubiera podido ni siquiera entrar en
aquella presentación (se cruzó de brazos, callándole la boca)
E: Me da igual... soy buena en mi trabajo, sé lo que tengo que hacer y no quiero que
estés cerca... así que mira (tomó el informe entre sus manos) mira lo que hago con tu
puñetero informe (lo rompió en dos y se dio la vuelta para marcharse)
M: Puedes romperlo, pero el problema seguirá ahí (afirmó) puedes cambiar el software,
puedes poner a veinte mil guardias más, doscientas cámaras y pasarte las veinticuatro
horas del día vigilando (decía, mientras Esther esperaba el ascensor) pero no servirá de
nada, porque yo seguiré entrando en todo aquel lugar en el que haya un sistema de
seguridad de tu empresa
E: Eso lo veremos (le retó) porque no voy a permitirte que vuelvas a hacerlo
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M: Lo haré (continuó, Esther se volvió para encararla) ¿Y sabes por qué? Porque el
problema no es el software, ni las cámaras, ni los ordenadores, ni el bloqueo de las
puertas (seguía diciendo y Esther se iba poniendo roja de rabia por momentos) nada de
eso es el problema... el único problema que tiene tu empresa eres tú, Esther
E: ¿Qué coño has dicho? (preguntó fuera de sí) ¿Cómo te atreves a poner en duda mi
trabajo?
M: Porque te lo estás ganando (decía ella algo más tranquila) tienes un equipo muy
bueno pero no eres capaz de ser profesional cuando se trata de mi (soltó, Esther no
podía creerse lo que oía) puedo hacer mil informes de fallos, relatarte punto por punto
todo lo que pudo fallar, y aún así, no lograrías mejorarlo, Esther, porque cuando se trata
de mí, cuando sabes que soy yo quien intenta perpetrar tu sistema pierdes la
profesionalidad, estás tan obsesionada con odiarme, con culparme de todo, que dejas
que esos sentimientos te influyan a la hora de llevar tu empresa (siguió) ese es le
verdadero problema de tu empresa
E: Estás muy equivocada (afirmó) así que vete un poquito a la mierda y a mí déjame en
paz (volvió a darse la vuelta, con intención de marcharse de una vez por todas,
ignorando el ascensor y poniendo rumbo a las escaleras... una vez más, la voz de Maca
la detuvo)
M: Nunca salí de aquella sala (la paró) simulé que salía pero no lo hice, te colé un video
clonado muy fácil de detectar si hubieras prestado un poquito más de atención (afirmó)
pero sabía cómo actuarías, te conozco, sabía que cerrarías la galería para reforzar todo el
sistema, sabía que estarías tan preocupada de cazarme que cometerías errores, toda la
tarde fue un caos, mientras tú ordenabas reforzar el sistema yo ya había entrado y había
colocado la figura... estabas tan obcecada en eso que te olvidaste de lo demás (continuó)
no revisaste mi salida, no te cercioraste de que me había ido... y yo sabía que actuarías
así... (siguió) pregúntate ahora si no es verdad lo que digo (la miró) pregúntate Esther, si
no es cierto que pierdes las formas cuando se trata de la Reina Roja... y cuando
descubras la respuesta, entonces actuarás como lo que eres, una gran profesional que
lleva la mejor empresa de seguridad que he visto en mi vida...
Y diciendo esto, entró de nuevo en casa, cerrando la puerta y respirando hondo con algo
de dificultad... dejándola en aquel rellano, con sus palabras resonando en la cabeza, y
con el rostro desencajado...
Abrió los ojos y el mundo entero cayó a sus pies. Miró desconcertada a un lado y a
otro, no podía ser, otra vez allí, de nuevo en esa sucia y oscura habitación. Su
respiración se aceleró, tenía frío y estaba tremendamente asustada
Se levantó de aquel camastro, la intensa oscuridad le decía que aún era de noche.
Sentía la boca seca, estaba sedienta y tenía hambre. Llevaba la ropa sucia y los
músculos los sentía entumecidos. Intentó, en vano, abrir la puerta, pero como ya sabía,
seguía encerrada. Apretó la mandíbula, intentando frenar las ganas de llorar, dio un
par de golpes a la fría madera, empezaba a agobiarse, necesitaba salir de allí
E: A... agua (pidió en un hilo de voz) por... por favor (y su voz sonó sollozante...)
No escuchó nada, ni un solo ruido, aturdida volvió al camastro y se encogió de piernas,
se balanceó sobre ella misma e simplemente se dejó llevar por las lágrimas
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162
Perdió la noción del tiempo, no supo cuanto llevaba en aquella posición, pero algo la
asustó. Un ruido al otro lado de la puerta le hizo saber que no estaba sola, se echó
hacia atrás, notando como su espalda daba contra la pared y cuando la puerta se
abrió, escondió la cabeza entre las piernas...
M: Deja de llorar (escuchó su voz, la reconoció y al mirarla vio su mirada oscura
clavada en ella, a su lado, reconoció a Raúl que la miraba con la misma dureza que
marcaban los ojos de Maca) me estás sacando de quicio con tanta llorera...
E: Déjame salir... (pidió) por favor...
Raúl: Jajajajajajaja (rió de manera algo tétrica) no te lo crees ni tú...
E: Pero... pero tú me quieres (insistió mirando a Maca) tú me... me...
M: Jajajajajajaja (ahora la que reía era Maca, claramente cachondeándose de ella)
para mí no eres nada... nunca has sido nada (seguía diciendo) solo has sido un peón (la
escuchaba hablar y casi no reconocía su voz, era tan diferente, tan oscurecida...) Te
necesitaba... necesitaba tenerte controlada para que no sospecharas... simplemente te
utilicé (dijo con dureza) ¡te usé como te usó tu padre! ¿¡De verdad creíste que estaba
enamorada de hit!? ¡Qué incrédula! (dijo con desdén...)
E: No... no... (cada vez se encogía más sobre sí misma)
M: Dame el código (y la vio sacarle un arma... y apuntarle directamente a la cara,
mientras su compañero se quedaba impasible a su lado, cruzado de brazos y casi diría
que disfrutaba de la situación) dame el puto código (dijo quitándole el seguro a la
pistola) ¡Que me des el código o te pego un tiro! (gritó, y sintió el helado metal en la
frente...)
E: No... no... (temblaba) por favor (le imploraba a una Maca que se mantenía
impasible)
M: ¡El código! (espetó enfurecida, asestándole un golpe que ladeó su rostro)
E: Por favor (suplicó mientras las lágrimas recorrían su rostro sin descanso) por
favor... Maca...
M: Tú te lo has buscado...
La vio dar un paso atrás, la vio apuntarla con decisión, vio en sus ojos la maldad que
habitaba en su corazón y el arma se disparó...
Se despertó de un salto, sudorosa, temblando, con la respiración entrecortada y lágrimas
saltadas... desorientada miró a su alrededor, volvía a estar en casa, en su cama... a
salvo... y sin embargo se sentía más vulnerable que nunca
Cuando se calmó un poco se levantó y fue a la cocina, bebió agua y fue al salón,
consciente de que ya, no volvería a dormir en toda la noche. Se sentó en el sofá, la
oscuridad le decía que aún era de madrugada... una noche más, como tantas otras, no
volvería a conciliar el sueño...
Un rato después, en la misma posición en la que estaba, escuchó ruidos provenientes de
la habitación. No hizo el intento de moverse, no tenía ni las ganas ni las fuerzas para
hacerlo, segundos después, Clara entraba somnolienta en el salón...
Clara: Ey... ¿qué haces aquí? (preguntó acercándose a ella)
E: Me desvelé (contestó con la voz apagada)
Clara: ¿Estás bien? (preguntó sentándose a su lado)
E: Sí (mintió) solo que no podía dormir...
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163
Clara: No soy tonta, Esther (le dijo acariciando su pelo, Esther tembló ante su caricia)
sé que algo te pasa... no sé qué es, pero sí que algo te pasa...
E: No es nada...
Clara: Esther... (hizo que la mirara) tienes pesadillas todas las noches... me doy
cuenta... te escucho sollozar en sueños... te siento moverte inquieta... La nombras en
sueños...
E: ¿A quién? (preguntó algo desconcertada)
Clara: A una tal Maca (contestó con tranquilidad, sin reproches) está en todas tus
pesadillas... (Esther la miró con pesar)
E: Se me pasará... no te preocupes (intentó quitarle importancia...)
Clara: Esther... (insistió) no me dejes fuera de esto... quiero ayudarte...
E: No puedes ayudarme (contestó)
Clara: Pero...
E: Tranquila (cortó) estoy bien...
Clara: No, no lo estás (afirmó ella) ¿No lo ves? no estás bien, Esther... (repitió
acariciando su rostro de nuevo y viendo como su chica se apartaba ligeramente)
E: Vamos a la cama (contestó y Clara supo que no le contaría nada) intentemos dormir
un rato (se levantó y fue al dormitorio. Clara se quedó allí unos minutos, sabiéndose
ajena en su vida, estampándose contra un muro que no la dejaba acercarse más a ella...
que Esther se guardaba para ella una parte de su vida, una que le parecía demasiado
importante como para ignorarla...)
Suspiró, consciente de que no lograría que Esther se abriera a ella del todo, que no la
dejaría ver esa parte de ella que guardaba con tanto recelo... y no supo por qué, algo en
su interior, una pequeña vocecita le dijo que tenía que ver con esa mujer que todas las
noches sin excepción, nombraba en sueños, inmersa en esas pesadillas que se repetían a
diario...
Volvió a la habitación, la vio acostada y bajando los hombros como si intentara
conformarse con lo poco que Esther le mostraba se metió en la cama con ella. La
empresaria se abrazó a su cuerpo y ella acarició su pelo, en silencio... Clara terminó por
dormirse... a Esther, el alba la descubrió despierta, con miedo a volver a dormirse... con
la sensación de sentirse perdida y demasiado vulnerable
Aquel día estaba siendo realmente horrible. La sensación de soledad que venía sintiendo
desde hacía semanas, se había acentuado tras aquella visita a su madre. Al salir de la
clínica había dejado que un par de lágrimas bajaran por su rostro, su madre, había
pegado un bajón bastante fuerte, en un par de semanas se había sumido en ausencias.
Había dejado de hablar y se quedaba horas mirando al infinito, no tenía ni idea de qué
era lo que podía pasar por su mente, de si la escucharía o no cuando le hablaba, lo que sí
tenía claro, era que no la reconocía, a penas la miraba y en las escasas veces que lo
había hecho, lo hacía como si tuviera delante a una desconocida y no a su hija...
Así había comenzado ese día, con la visita a su madre y dejándola con la sensación de
estar más sola que nunca, sensación que se incrementó al llegar a casa y saber que no
tenía a nadie con quien hablar o a quien contarle sus sentimientos, pues que la única
persona a la que quería contárselo, la única a la que necesitaba para sentirse un poco
mejor, la odiaba sin remisión...
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Se pasó el día en casa, abrumada por los recuerdos que la torturaban, triste por la
soledad que reinaba en su vida y ausente del mundo, rió con tristeza, seguramente si
moría ahora, nadie la echaría de menos
A media tarde, se sirvió un wisky intentando que el licor ahogara un poco esa sensación
de frustración y desazón que sentía, sin embargo, la primera copa pareció hacer el efecto
contrario y ese sentimiento se acrecentó dentro de su corazón. Se levantó y se sirvió una
nueva copa sentándose después en el sofá, mirando la soledad y escuchando el reinante
silencio de su piso. Dio un largo trago, sintiendo cómo el líquido bajaba por su garganta
y con la mirada apagada dejó reposar su cabeza en el respaldo del sofá
M: Feliz cumpleaños, Maca (susurró al aire antes de darle un nuevo sorbo a su copa)
Miraba a su alrededor un tanto aburrida, las expectativas de esa noche se habían ido al
traste en el momento en que entraron en el pub. Habían salido a cenar, con la intención
de pasar una noche divertida y luego habían decidido pasarse por el pub para tomarse
algo, pero al llegar sus planes se habían visto absolutamente cambiados al ver que había
demasiada gente congregada allí y que una de las camareras había faltado de su puesto.
Su jefe le había pedido el favor que trabajar y aunque un tanto reticente no había podido
negarse, así que ahí se encontraba, sentada en la barra, tomándose una copa mientras
Clara atendía a todas aquellas personas que le pedían insistentes sus bebidas
Clara: Siento que la noche haya terminado así (se disculpó en un momento en el que
parecía que la barra se relajaba algo)
E: Tranquila (contestó con una media sonrisa)
Clara: Solo serán un par de horas (seguía diciendo con la mirada llena de disculpa) en
cuanto esto se calme un poco salgo y estoy contigo...
E: Clara, de verdad (le dijo al ver que si no la paraba seguiría disculpándose) no pasa
nada...
Clara: Vale... (le acarició la mejilla) ¿quieres otra copa? (preguntó al ver que se había
acabado al suya)
E: Sí... gracias (sonrió)
Una hora y media después, todo seguía igual, Clara se mantenía tras la barra y el bar
parecía que cada vez se llenase más y más, no había visos de que aquello cambiara y
Esther ya estaba demasiado aburrida y cansada como para aguantar allí por más tiempo
E: Esto... Clara (la llamó mientras Clara atendía a una chica que pedía un par de copas)
Clara: Un segundo, cariño (le dijo mostrándole una sonrisa, Esther esperó paciente y
cuando terminó de servirle el pedido a la chica se acercó a ella) Dime... ¿quieres otra?
(preguntó)
E: No... (sonrió con rostro de circunstancia) me voy a ir a casa (anunció) estoy cansada
y tú aquí tienes para rato...
Clara: Ya... lo siento Esther (se disculpó una vez más) no teníamos que haber venido
E: No pasa nada, de verdad... (sonrió levemente) ¿Quieres venir luego a casa?
(preguntó, aunque no sabía muy bien por qué había formulado aquella pregunta)
Clara: Tranquila... mejor voy a la mía y así no te despierto (contestó) seguro que vas a
caer rendida en cuanto llegues...
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E: Sí... seguro (contestó, aunque no tenía muy claro eso de “caer rendida”) bueno...
pues nos vemos mañana entonces ¿no?
Clara: Claro (se encaramó a la barra y le dio un beso en los labios) ten cuidado (le
pidió) mañana te llamo ¿sí?
E: Sí... no trabajes mucho (decía ya recogiendo sus cosas) hasta luego
Clara: Adiós cariño, descansa (se despidió viendo cómo se marchaba y atendiendo a
una nueva cliente)
Salió a la calle y comenzó a andar hacia la parada de taxis, cuando se quiso dar cuenta
se había alejado lo suficiente como para encontrarse sola en mitad de la calle, pese a que
a unos metros de allí había otro pub, nadie parecía entrar o salir de él. Le invadió el
miedo y sintió vértigo. Estaba sola, en mitad de la noche y en una calle que parecía
realmente desierta. Miró a su alrededor con nerviosismo, sintiendo ganas de salir
corriendo y sin embargo sus piernas parecían no reaccionar, estaba asustada, la
posibilidad de que en cualquier momento apareciera alguien como aquella vez se hacía
tan patente que apenas le dejaba respirar. Comenzó a andar de nuevo, la parada de taxis
no debía estar muy lejos y quería llegar cuanto antes, aceleró el paso cuando un ruido la
sobresaltó
Dio un bote y miró hacia atrás, una pareja salía del único pub de la calle entre risas y
coqueteos. Suspiró algo aliviada cuando vio que las chicas se apoyaban en la pared para
besarse con fruición. Escuchó la risa de una de ellas mientras la otra le decía algo al
oído y su rostro se tornó frío, serio y rabioso al descubrir quien acompañaba a aquella
rubia...
No se lo pensó ni tan siquiera una milésima de segundo; lo más sensato hubiera sido
seguir su camino llegar a un taxi y marcharse a casa y sin embargo andaba hacia ellas
con decisión, con una intensa ira cruzándole el pecho y con ganas de pegarle a alguien
E: Buenas noches (dijo de manera fría cruzándose de brazos frente a la pareja que
parecía más entretenida en sus “juegos” que en alguien más)
M: ¡Esther! (su voz sonó más alta de lo que pretendía, y su tono sonó entre sorprendido
y alegre al verla, sin embargo, no se apartó de la rubia) ¡Hola!
E: ¿Te diviertes? (preguntó mirándolas a ambas con la mirada juiciosa)
M: Sep (afirmó, sin saber muy bien qué decía) pero luego me divertiré más (sonrió
pícaramente y la empresaria supo que Maca llevaba una borrachera bastante
considerable)
-: ¿Y tú eres...? (preguntó la rubia mirándola de arriba abajo)
E: No te importa (contestó, roja por la rabia y mirando a Maca de manera seria)
M: Eso, no te importa (afirmó dejando a cuadros a su acompañante)
-: ¿¡Perdona!? (le dijo alucinada por su respuesta)
M: Yo te perdono (afirmó) pero sigue sin importarte
-: Vete a la mierda (dijo apartándola de su cuerpo y volviendo a entrar en el bar)
E: ¿Qué coño haces? (preguntó fuera de sí, sin poder hacer nada por aplacar esa furia
que la estaba comiendo por dentro)
M: ¿Y a ti que te importa? (soltó ella, que aún no entendía nada de lo que pasaba allí)
E: ¡Vete a la mierda! (le dijo como le había dicho la rubia)
M: ¡Dos tías me mandan a la mierda en una noche! Deberían darme un premio o algo
(dijo para sí misma)
E: Eres gilipollas Maca (afirmó dándose la vuelta)
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M: Esther... (la paró, intentando cogerla del brazo, Esther se soltó de ella en un
movimiento brusco) te quiero... (dijo buscando unos ojos que no encontraba)
E: Déjame en paz (contestó con voz enronquecida)
M: Por favor (continuó con la voz tomada, y sintiéndose mareada por la ingesta de
alcohol) te necesito...
E: ¡Ja! ¡Cínica! ¡Eso es lo que eres, una cínica! (le gritó) después de todo, ¿Cómo
puedes decir que me quieres? ¿Cómo puedes seguir siendo tan falsa de decir que me
quieres? ¡Después de todo lo que hiciste! ¡De todo lo que dijiste! (gritaba) ¡Después de
verte como estabas a punto de tirarte a esa... esa...!
M: ¿Estás celosa? (preguntó con algo de picardía e ilusión)
E: Lo que estoy es deseando perderte de vista (contestó, sin querer darle más
explicaciones)
M: Mi amor, por favor (imploró al borde de las lágrimas)
E: Te odio (pronunció de manera lenta, para acto seguido, echar a correr calle abajo en
busca del ansiado taxi y dejarla allí plantada)
Durante unos minutos, Maca no fue capaz de moverse de aquel metro cuadrado en el
que se encontraba. Toda aquella noche había sido una locura, había salido de casa ya
bastante afectada por la media botella de whisky solo que se había tomado ella sola y
había acabado en aquel pub buscando algo para no sentirse tan sola... en cada mujer que
miraba veía sus ojos, en cada chica en que se fijaba encontraba su sonrisa... así que
cuando esa rubia se acercó, lo único que quería era sentirla, mientras su mente creaba la
ilusión de que era Esther, se dejaba llevar por aquella desconocida saliendo del pub con
claras intenciones de llevarla a su piso...
Pero Esther había aparecido, iluminando su mundo de una manera especial, como si
nada más que ella tuviera importancia y verla, había sido el mejor regalo de cumpleaños
que podía pedir... sin embargo, sus palabras, de nuevo, habían hecho que bajara de la
nube y se diera de bruces con la realidad... Esther no la quería...
A duras penas, mareada y con las funciones motrices alteradas por el alcohol, consiguió
arrastrarse hasta su moto, aparcada a un par de calles de donde se encontraba. Estaba
intentando ponerse el casco mientras buscaba las llaves, quería irse a casa, encerrarse y
no salir de ella en varios días, quizás años...
Hacía unos minutos que se había montado en el taxi y le había dado la dirección de su
piso, miraba por la ventanilla mientras no podía quitarse de la mente la imagen de Maca
con aquella rubia, al tiempo que ese “te quiero” se le clavaba en el corazón. Apretó el
puño y cerró los ojos, cuando volvió a abrirlo algo llamó su atención
E: Espere (le dijo al taxista) pare, por favor (el hombre paró y ella quedó mirando a un
punto fijo) ¿Qué hace? (se preguntó, a unos metros de ella, una Maca que se tambaleaba
intentaba montarse en su moto. Se volvió hacia el taxista, con la idea clara de decirle
que continuara, al fin y al cabo ¿qué le importaba a ella lo que pudiera pasarle?
Absolutamente nada. Por ella, como si se estrellaba y se mata...) espere aquí, por favor
(fue lo último que dijo, respirando profundamente antes de salir del taxi)
Cuando llegó a su lado, se quedó parada tras ella, Maca ni tan siquiera se dio cuenta de
su cercanía, intentando aún subirse a la moto sin ser capaz de hacerlo. Esther se cruzó
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de brazos, a la espera de que fuera consciente de su presencia. La escuchaba bufar al no
poder subir y cuando se dio la vuelta, con el casco puesto se quedó parada al verla, por
la visera, a Esther le pareció que se le iluminaba la mirada... luego simplemente lo
achacó al alcohol
M: Hola (saludó con una media sonrisa tras el casco)
E: ¿Qué haces? (preguntó con seriedad)
M: Me subo a mi moto (contestó como si nada) pero creo que necesito una escalera...
alguien ha debido regarla (dijo incoherentemente) y ha crecido (se rió ella sola) es como
una planta jajaja
E: ¿Dónde vas así, Maca? (cuestionó de nuevo)
M: A mi casa (contestó haciendo un nuevo intento por subirse)
E: Déjate de tonterías (la paró) apenas puedes mantenerte en pie... no vas a conducir
así...
M: ¿Ahora te preocupas por mí? (preguntó ella, mirándola con la mirada guiñada)
E: No (dijo categórica) me preocupa que mates a alguien, me da igual lo que te pase a ti
(terminó de decir)
M: Ya... (movió la cabeza bruscamente a causa del peso del casco) pos no te preocupes
tanto... y déjame (siguió diciendo empecinada en subir)
E: Maca... deja de hacer el gilipollas (le increpó) no vas a conducir en tu estado
M: ¡Que me dejes coño! (elevó la voz) a ti no te importa lo que pueda pasarme, así que
déjame...
E: Vale, se acabó la tontería (dijo con seriedad) vamos (la tomó del brazo con
brusquedad y empujándola) sube al taxi (dijo cuando consiguió arrastrarla hasta el
vehículo)
A empujones, entre protestas y de mal humor, Esther consiguió que Maca subiera al
coche y se quedara sentada en el asiento trasero, el conductor las miraba con una ceja
alzada, Esther se alejó cuanto pudo de ella y la Reina roja luchaba por quitarse el
casco...
M: Esther... (la llamó, pero ella la ignoró) Esther... ¡Esther! (gritó incluso asustando al
taxista)
E: ¿¡Qué!? (gritó ella del mismo modo)
M: Ma crecío la cabeza (le soltó intentando quitarse el casco sin lograrlo) este trasto me
ha atrapao y no puedo quitarlo...
E: Ufff... A ver (se acercó a ella, quitando el cierre de la correa, en otro momento, si no
la odiara tanto, incluso habría sonreído, la verdad, es que estaba adorable) ya está, y
deja de hacer el imbécil
Volvió a mirar por la ventanilla, intentando ignorar la presencia de Maca, durante los
siguientes minutos, se quedó en aquella posición, pero el repentino silencio y la falta de
movimientos a su lado le hizo volver la vista hacia Maca
E: ¡Joder! (protestó asustada al verla a escasos centímetros de su rostro)
M: Hola (sonrió) ¿me das un beso? (preguntó poniendo morritos)
E: Vete a la mierda (contestó volviendo la vista de nuevo a la ventanilla, Maca la llamó
dándole golpecitos con el dedo en su hombro) ¿qué pasa? (preguntó cansada)
M: Te quiero (soltó con una leve sonrisa) te quiero mucho... ¿por qué no me quieres?
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E: Macarena (dijo con autoridad) o te estás callada y sentada en tu sitio o te dejo aquí
mismo (amenazó, Maca la miró, con el rostro triste y volvió a su posición, cruzándose
de brazos y enrabietada como una niña pequeña)
Para cuando llegaron al edificio de Maca, ésta se había quedado dormida en la posición
en la que estaba, Esther la miró y evitó sacar una sonrisa, le pidió al taxista que esperara
y saliendo del vehículo fue hacia la otra puerta, abriéndola y llamando a Maca para
despertarla
M: Ummmmmm (protestó)
E: Maca... despierta (dijo con algo de amabilidad) despierta... (repitió) ¡Despierta,
joder! (soltó con más brusquedad)
M: ¿Eh? (se despertó desorientada)
E: Venga, ya estás en casa (dijo ayudándola a salir del taxi) adiós
M: A... adiós (dijo dando un traspiés que casi la llevó al suelo)
E: Mierda (protestó viendo como tendría que ayudarla a subir... suspiró hondo de
nuevo) anda, vamos...
La agarró para que no cayera y Maca automáticamente, se abrazó a su cuerpo. Esther
puso los ojos en blanco y comenzó a andar hacia la puerta. A duras penas logró
encontrar las llaves y entrar con ella, Maca continuaba abrazándola, susurrándole al
oído cuanto la quería, ella se mantenía impasible ante sus palabras
E: Joder, ayúdame un poco (dijo intentando abrir la puerta del piso)
M: Te quiero (era lo único que decía abrazada a ella) te quiero mucho... ¿tú me quieres?
E: No (contestó) vamos
M: Ya sé que no (se dejaba arrastrar) pero yo a ti sí... (y unas lágrimas se asomaron a
sus ojos) ¿por qué no me quieres? Lo único que quise era protegerte...
E: Ya, claro (dijo sin querer creerla, llevándola hasta el dormitorio) vamos, ya casi
estamos...
M: Hoy es mi cumpleaños (le dijo, Esther la miró)
E: Lo sé (afirmó)
M: ¿Me regalas un beso? (preguntó mirándola y poniendo morritos) un regalo de
cumple...
E: No (contestó sentándola en la cama) toma, ponte esto (le tendió el pijama)
M: No quiero... (se cruzó de brazos) quiero mi regalo
E: No vas a tener ningún regalo (afirmó) y se acabó, ya estás en casa así que me voy
M: Espera... por favor (imploró) por favor... solo... un momento...
E: No, Maca, se acabó (la miró) no quiero volver a verte... no quie...
No lo vio venir y en un movimiento rápido sintió los labios de Maca apretar los suyos,
sintió el calor de su boca colonizar la suya, sintió sus brazos aferrándose a su cuerpo
como si fuera su única salvación, sintió su lengua intentar jugar con la suya, sintió sus
lágrimas salir de sus ojos, sintió... sintió...
E: ¡Suéltame! (le gritó empujándola, Maca cayó sobre la cama...) ¡Nunca, en tu vida,
vuelvas a hacerlo!
M: ¿Por qué? ¿Por qué, mi amor si yo te amo? (preguntó entre lágrimas, tirada en la
cama y desesperada)
169
La reina roja
E: ¡Porque yo no te quiero! (le gritó, fuera de sí) no te quiero... ¡no te quiero! ¡NO TE
QUIERO! (decía absolutamente ida)
M: Nooo... tú me quieres (contestaba ella llorando como una niña) tú me quieres... sé
que me quieres... estás enamorada de mí...
E: ¡No! (dijo con la voz oscurecida) no lo estoy (la miró, con rabia y siguió hablando)
Estoy enamorada de Clara (le declaró) estoy enamorada de ella... (repitió cambiando le
tono por uno más pausado, uno más calmado, algo más seguro)
Y Maca que quedó inmóvil, aquella información la dejó perpleja, helada, rota... la miró
con los ojos llenos de nada, hasta su llanto cesó al instante. Esther mantuvo su mirada y
simplemente se dio la vuelta y se marchó de allí, queriendo alejarse cuanto pudiera de
aquella casa y de su vida...
******
Ares: Bien, Dioses, creo que ya hemos visto suficiente (decía levantándose una vez
más) ha quedado demostrado que el amor no siempre gana y que hay cosas que nunca
podrán superarse (seguía diciendo encantado de la vida) Eros, será un honor
acompañarte fuera de éste Olimpo
Eros: Eso no... no es posible (contestó sin poder creer lo que había visto) ella no está
enamorada de esa mortal...
Ares: Esto sí es una sorpresa (continuaba sonriente) El dios del Amor negando al
existencia del Amor (siguió, encantado con todo aquello) hasta tú mismo, mi querido
Eros, lo acabas de corroborar... el amor, no existe, solo es una ilusión de los mortales...
Eros: ¡No! Ella... está confusa... no sabe lo que dice... no es posible (negaba con la
cabeza)
Ares: Todos hemos visto como han sucedido las cosas (continuó) todos hemos sido
testigos de cómo ese “gran amor” (decía irónico) que decían tenerse se ha desvanecido...
no existe un Dios, ni siquiera nosotros, que pueda decir lo contrario (miró a cada uno de
los Dioses congregados allí) si alguno de ustedes, Dioses, cree que existe una mínima
posibilidad de que esto se arregle, entonces hablad ahora (decía seguro de sí mismo)
Pero tened en cuenta que Ella no la ama... que nunca se han amado, que comenzaron su
relación a base de mentiras... Si eso es lo que con tanta energía defiendes... Es una
curiosa manera de definir el Amor, ¿No te parece, Eros? (le dijo con una cínica sonrisa)
Eros: Atenea (se dirigió a ella) Diosa de la inteligencia, del buen juicio, tú debes saber
que no es cierto (decía algo desesperado) Ella no piensa lo que dice... está dolida... eso
es todo...
Atenea: Los sentimientos humanos son demasiado complejos (dijo tras un momento de
silencio) sin embargo, basándonos en lo que hemos visto, basándonos en como ha
sucedido todo... no puedo más que darle la razón a Ares... (Eros la miró con sorpresa)
En este caso, el amor no ha triunfado... la guerra que libran solo las lleva al odio y las
aleja cada vez más (continuó) Debemos ponerle fin a éste cometido...
Afrodita: ¡La historia aún no ha acabado! (intervino viendo que aquello se les iba de las
manos) aún pueden... pueden pasar muchas cosas, quedan muchas palabras por decir...
Ares: ¡No! (soltó) ya no hay más que decir... ¡todo ha acabado! Y ¡Eros queda
desterrado! (sentenció con convicción)
Cronos: ¡Un momento! (terció Cronos quien había estado durante todo el tiempo
callado) Se hace necesaria una prueba más contundente para dar un veredicto (les dijo)
170
La reina roja
y yo puedo mostraros parte del futuro... a partir de ahí, decidiremos si la historia está
acabada o si por el contrario, debemos seguir mirando...
Ares: No hay razones para tal estupidez (decía loco porque Eros se marchara de una
buena vez)
Atenea: Cronos tiene razón (continuó para desazón de Ares) debemos cerciorarnos de
que todo ha acabado... Cronos (lo miró) cuando quieras
Cronos: Bien... Veamos:
“M: Supongo que lo único que me queda es olvidarme de ella (decía mirando a la
nada)”
“E: No creo que pueda, jamás, amar a nadie como la amé a ella... pero tampoco puedo
olvidar lo que me hizo...”
“-: Lo sentimos, pero tan solo tenemos una habitación, la toman o la dejan (les dijo al
tiempo que ellas se miraron tan solo un segundo para rehuir su mirada)”
“M: Mi madre acaba de morir y lo último que quiero es verte (decía con seriedad) así
que te agradecería que te marcharas”
“J: ¿Sabes lo que pasará si lo dejas? (le preguntó) volverás a la cárcel... ¿es eso lo que
quieres?”
“E: Te quiero (dijo mirándola a los ojos)”
“-: ¿Te quieres casar conmigo?
-: No...”
Atenea: Creo que debemos seguir sentados, Dioses, pues esto aún no ha acabado (dijo
la Diosa una vez que Cronos les mostró pinceladas del futuro...)
******
DIAS DESPUÉS
Como siempre, entraba en la clínica con el rostro serio, gafas de sol ocultando sus ojeras
y la tristeza embriagando su alma. Después de aquella noche de borrachera, de la que se
acordaba absolutamente de todo, su estado de ánimo había vuelto a ser taciturno y triste.
Y se acentuaba en esos momentos en los que veía a su madre tan ausente del mundo,
incapaz de reconocerla a ella y a nadie...
Habían pasado el día juntas, habían salido a comer y queriendo estar algo más tranquilas
habían decidido ir a casa de la empresaria, donde semitumbadas en el sofá miraban la
televisión mientras se regalaban leves caricias. Sin embargo, pese a que parecían estar
en un clima cálido y tranquilo, Esther, por momentos, estaba muy lejos de allí,
concretamente en aquella noche en la que había gritado que estaba enamorada de Clara,
en el rostro desencajado de Maca...
La reina roja
171
M: Hola mamá (saludó besándola y sin recibir respuesta alguna) Hoy hace un buen
día... podemos ir a dar un paseo (continuaba, sabiendo que Rosario ni tan siquiera se
movería) también puedo leerte un rato (dijo bajando los hombros y tomando el libro que
le leía cada día...
Clara ¿Puedo hacerte una pregunta? (habló Clara en un instante en el que Esther dejó
de mover la mano sobre su brazo, cuando la empresaria la miró, ella continuó) Llevas
días muy rara... ausente por momentos, con un humor muy cambiante y... no sé... ¿ha
pasado algo que yo deba saber? (terminó de decir haciendo que Esther se incorporara)
M: ¿Sabes? (dijo dejando el libro a un lado tras unos momentos de lectura) hace unos
días vi a Esther (le comentó) bueno... digamos que no fue una buena noche... pero... la
vi... era mi cumpleaños, mamá... salí a tomar algo, acabé emborrachándome y ella...
cuidó de mí (una leve sonrisa triste salió de sus labios)
E: ¿No me pasa nada? (le contestó) son líos en el trabajo...
Clara: ¿Estás segura? (preguntó mirándola) No sé, Esther... no creo que sea solo eso...
M: A pesar de todo fue una de las mejores noches en mucho tiempo (continuaba
contándole a su madre que no la escuchaba) Me cuidó... aunque me miraba con... con
odio, me cuidó y... no sé, hubo un instante en el que la sentí... la sentí más cerca de mí...
E: No hay nada de lo que debas preocuparte (dijo acariciando su mejilla) te lo
prometo...
Clara: Vale... (sonrió levemente, sin creerlo del todo)
M: Sin embargo sé que le hice demasiado daño (seguía diciendo con pesar) sé que no
me va a perdonar y... sé que tampoco es que yo pueda hacer mucho para me perdone...
no cuando ella ni tan siquiera quiere verme...
E: Clara... (hizo que la mirara) no pienses cosas raras, ¿vale? (le pidió) solo estoy un
poco... cansada y... ya está
Clara: Lo que tú digas (bajó la mirada)
M: Dice que está enamorada de la tal Clara (continuaba diciéndole, con unas ganas
horribles de llorar)
E: Clara, mírame (dijo elevando su mentón para que la mirara y encontrando una
mirada algo triste...)
La reina roja
172
M: Supongo que lo único que me queda es olvidarme de ella (decía mirando a la nada...
aceptando el hecho de que nada podía hacer... ya no...)
E: Te quiero (dijo mirándola a los ojos y tragando saliva con algo de dificultad)
Clara bajó la vista al escucharla, sonrió de una manera un tanto triste y volvió a elevar la
mirada para abrazarla, escuchó un suspiro hondo por parte de Esther y ella cerró los ojos
con fuerza queriendo creer, con cada fibra de su ser, que aquello era verdad...
Caía ya la noche y una tormenta empezaba a descargar toda su furia sobre la ciudad.
Conducía con cuidado y casi sin ver nada debido al intenso goteo de gotas que se
estrellaban contra el cristal, estaba deseando llegar al hotel y darse una ducha caliente.
En teoría, ella no debía estar allí, Claudia debió haber viajado a Salamanca, sin
embargo, una inauguración en Madrid, que coincidía con aquel otro evento la había
llevado a ella a viajar pese a que prefería haberse quedado en casa, pero era cierto que
aquel evento era más importante para su empresa y tenía que supervisarlo... todo debía
salir bien, no podía cometer ningún error... no se dejaría cometer ningún error...
Paró el coche frente a la puerta del hotel, donde un chico ataviado con un chubasquero
esperaba que bajara para aparcarlo, salió y le dio las llaves, corrió hacia el interior del
hotel y en el corto trayecto se empapó de agua. Entró sacudiéndose el pelo mojado y
anduvo de manera distraída hacia el mostrador
No había llegado cuando levantó la vista y sus pasos se frenaron en seco, su rostro se
tornó serio y algo pálido, su pulso se aceleró sin remedio... ¿qué coño hacía allí? De
espaldas a ella y parecía discutir algo con la recepcionista, Maca, igual de calada que
ella esperaba registrarse en el hotel
E: ¿Qué coño haces tú aquí? (dijo dando dos zancadas y parándose tras ella)
Maca la escuchó, sintió un escalofrío recorrerla de pies a cabeza, cerró los ojos un
instante para después, darse la vuelta y encararla, la imagen de una Esther, empapada y
furiosa, le pareció absolutamente asombrosa... borrando aquellos pensamientos de su
mente, movió la cabeza ligeramente y de nuevo se dio la vuelta para hablar con la
recepcionista
E: ¿Qué haces aquí, Maca? (volvió a preguntar llamando su atención)
M: Trabajar (fue lo único que contestó) ¿Cuál es mi habitación? (le preguntó a la chica
que se había quedado algo parada)
E: No pienses ni un segundo que vas a trabajar aquí (continuó ella) no pienses que voy
a dejar que te acerques al edificio. Así que ya puedes irte por dónde has venido
M: Disculpa (volvió a mirarla) pero no creo que tú puedas darme órdenes a mí...
Durante unos minutos estuvieron discutiendo frente a aquella recepcionista que no sabía
dónde meterse. Viendo que ninguna iba a dar su brazo a torcer, Esther tuvo que aceptar
que se registrara en su mismo hotel, tenía que centrarse en el trabajo y con Maca allí,
mucho más
La reina roja
173
E: Esther García (le dijo a la chica) tengo una reserva
M: Yo también (soltó) y me estaba atendiendo a mí, así que si me disculpas (la medio
empujó para hacerse hueco)
E: Eres...
Recepcionista: Disculpen (les llamó la atención) tenemos un problema... una de las
reservas no se confirmó y... solo tenemos una habitación libre...
M y E: ¿¡Qué!? (preguntaron las dos a la vez)
Recepcionista: Ehh... no sé qué ha podido pasar (decía en tono culposo) pero... no
disponemos más que de una habitación y...
E: ¿Qué reserva no se confirmó? (preguntó)
Recepcionista: La... la suya, señora (le dijo con algo de miedo, Maca sonrió levemente,
Esther se puso roja de rabia)
E: ¿Cómo que no se confirmó? (quiso saber) ¡yo misma llamé para hacerlo! (exclamó)
Recepcionista: Lo lamento... hemos tenido problemas con el ordenador y... parece que
no ha quedado confirmada...
M: Disculpe... si me da mi llave (dijo mirándola de reojo)
Recepcionista: Sí... un segundo (decía tecleando en el ordenador y Esther no podía
creer lo que pasaba) ¡oh Dios! (exclamó susurrante) verá... tenemos un problema con su
reserva también...
M: ¿Cómo? (dijo mirándola)
Recepcionista: Sí... verá... como ya he dicho hemos tenido un problema con el
ordenador y... su habitación ha sido ocupada por otro cliente
E: ¡Ja! (dijo claramente queriendo decir “te fastidias”)
M: ¿Pero qué mierda de hotel es este en el que se pierden las reservas? (protestó)
Recepcionista: De verdad que... no sé qué ha podido pasar (decía intentando
disculparse) no entiendo como...
E: ¿Qué no lo entiende? (decía también enfadada) Pues arréglelo (dijo a modo de orden)
tengo trabajo que hacer y no puedo estar aquí perdiendo el tiempo...
M: Mire, déjelo (contestó) no se preocupe, déme otra habitación y ya está... pagaré la
diferencia...
E: Sí, a mí también (la miró de reojo) a ser posible lo más alejada de la suya que pueda
Recepcionista: Esto... (las miró con cautela) como ya les he dicho solo disponemos de
una habitación...
M: ¿Me está tomando el pelo? (no podía creerlo) ¿Y qué pretende que hagamos?
E: Vuélvete a Madrid (dijo sin mirarla) total, aquí no tienes nada que hacer...
M: Vete tú, no te fastidia (contestó) no voy a irme con la que está cayendo...
E: Pues te vas a otro hotel (soltó)
M: Yo llegué primero, así que si alguien tiene que irse, esa deberías ser tú (se cruzó de
brazos mirándola)
E: ¡Ja! Que te lo has creído (se cruzó también de brazos)
Recepcionista: También pueden compartirla (dijo alternando la mirada en una y otra)
veo que... que se conocen y...
M y E: ¡Ni de coña! (soltaron ambas a la vez)
Recepcionista: Ya pues... ahora mismo es la única solución que puedo darles
(continuó) lo sentimos, pero tan solo tenemos una habitación, la toman o la dejan (les
dijo al tiempo que ellas se miraron tan solo un segundo para rehuir su mirada)
E: No pienso compartir habitación con esta... señorita (dijo mirándola con algo de
desprecio... dándose la vuelta para llamar por teléfono)
La reina roja
174
M: Perfecto (contestó sin achantarse) yo tampoco... así que... déme la habitación yo me
quedaré con ella
La recepcionista la miró a modo de disculpa, viendo que Esther parecía discutir con
alguien por teléfono, Maca aprovechó su distracción para registrarse y poner rumbo
hacia los ascensores, respiraba con algo de dificultad... en algún momento de la
discusión había sentido el imperioso deseo de abrazarla y besarla con rabia, por suerte
se había contenido y así debía seguir siendo... Esther debía desaparecer de su corazón y
de su alma y así iba a ser...
Cuando Esther volvió de nuevo a la recepción, se encontró con la nueva situación.
Alucinada, sin poder creerlo y bastante cabreada le pidió la misma llave a la
recepcionista, no iba a dejar que Maca se saliera con la suya y si lo pensaba, mejor
tenerla cerca y saber cuáles iban a ser sus intenciones antes del evento, de ese modo,
quizás podría frustrar todos sus planes
Una subió por el ascensor y la otra se decantó por las escaleras, por el camino, ambas
iban bufando y protestando por su suerte, pese a que en el fondo, cada una se
preguntaba cómo iba a ser capaz de aguantar toda la noche en la misma habitación...
La primera en llegar fue Maca, abrió la puerta y entró, dejó su bolsa de viaje a un lado y
quedó mirando al frente bastante parada...
M: Genial... (susurró)
En ese momento, la puerta volvió a abrirse, se volteó para ver como entraba, su rostro
serio se clavó en su mirada y ella bajó la cabeza, Esther terminó de entrar en la
habitación y su mirada se transformó en sorpresa
E: Será una broma (dijo totalmente cabreada)
No dijeron ni una sola palabra más, Maca, ignorando sus protestas, entró en la
habitación, dejó la maleta sobre la cama, la abrió, cogió un par de cosas, volvió a dejarla
en el suelo y se encerró en el baño
Por su parte, Esther se posicionó al otro lado de la cama, encendió el televisor y
comenzó a sacar la ropa que más se arrugaba de la maleta en el instante en que escuchó
la ducha accionarse. Suspiró hondamente, aún no entendía la estupidez que acababa de
hacer, aquella era la peor de todas las ideas que había tenido...
Bajo el agua, Maca se mantenía con los ojos cerrados sintiendo las gotas caer...
necesitaba tiempo para relajarse, verse allí, en esa habitación de hotel, con Esther y tan
solo una cama era una de las ideas más absurdas que habían pasado por su mente...
definitivamente, estaba loca... totalmente loca...
Minutos después escuchó que la ducha dejaba de funcionar. Se apresuró a buscar su
móvil y buscando en la agenda se lo llevó al oído a la espera de que contestaran al otro
lado de la línea. Maca salió instantes después ya vestida y dando la espalda a Esther
terminó de secarse un poco el pelo...
La reina roja
175
E: Hola mi amor (dijo mirando de reojo y un segundo a Maca) sí, ya estoy en el hotel...
el viaje muy bien... no, ningún problema... nah... ya sabes, la típica mosca cojonera que
no te deja en paz (soltó sin inmutarse) jajaja sí... te echo de menos (siguió diciendo con
un tono meloso) ya... solo son un par de días pero... se me van hacer eternos...
En ese instante, un fuerte portazo la sobresaltó, dio un brinco y al mirar hacia atrás, se
vio sola en la cama, Maca había desaparecido haciendo temblar hasta los cimientos del
hotel... Ella quedó allí, con el rostro pasando a ser uno más serio, tal vez con cierta
culpabilidad...
E: ¿Qué? (dijo al escuchar de lejos como Clara le hablaba) no, nada que se me ha caído
la maleta...
Un par de horas después, Maca entraba en la habitación e iba directa al baño, se cambió
de ropa, se lavó los dientes y ya con el pijama puesto salió encontrándose a Esther,
metida en la cama y trasteando con su portátil
E: ¿Qué haces? (preguntó al ver que tenía intención de meterse en la cama con ella)
M: ¿Eres ciega? (le devolvió la pregunta) me voy a acostar, tengo sueño
E: Ni se te ocurra (dijo cerrando el ordenador e incorporándose un poco ) no vas a
dormir conmigo
M: ¿Ah no? ¿Y dónde cojones quieres que duerma?
E: En el suelo (dijo tirando su almohada)
M: ¡Ja! (se levantó para recoger la almohada) no pienso dormir en el suelo, duerme tú si
quieres, no te jode
E: Yo estaba aquí antes (discutió) y no vas a dormir conmigo
M: Yo llegué al hotel y a la habitación antes así que te toca a ti dormir en el suelo
(contestó)
E: Te odio (soltó)
M: El sentimiento es mutuo (contestó muy, muy seria)
E: ¡No voy a dormir contigo! ¡No te quiero cerca! (elevó la voz)
M: Eres una niñata (soltó y en un movimiento rápido cogió la almohada de Esther y la
puso entre las dos) arreglado, tú duermes en tu parte y yo en la mía (dijo dándole la
espalda)
E: ¿Y por qué tenemos que usar mi almohada? (protestó una vez más)
M: ¿Siempre has sido así de idiota y coñazo? Porque no sé cómo pude ni tan siquiera
fijarme en ti (atacó)
E: Ni yo como pude fijarme en ti (contestó volviendo a poner la almohada en su lugar)
M: Aaaghhh (protestó, se volvió a levantar, abrió el armario, encontrando allí una
almohada extra y poniéndola de nuevo entre ambos cuerpos se volvió a tumbar. Apagó
la luz y se dispuso a dormir... en cuanto cerró los ojos sintió claridad) ¿Y ahora qué
coño haces? (protestó de nuevo)
E: Nada (dijo como si nada) yo no tengo sueño así que voy a leer un rato
M: Pues te enciendes tu puñetera lámpara (apagó la luz desde su posición)
E: No veo bien tan solo con la lamparita (volvió a encenderla desde su lado de la cama)
M: Pues te jodes (la apagó una vez más)
E: Jódete tú (la volvió a encender y entre tanto apagar y encender la luz, la bombilla se
fundió dejándolo todo a oscuras)
M: Genial, ya lo has conseguido (reprochó)
La reina roja
176
E: Si tanto te molesta ve a la habitación de al lado y roba una, que se te da de lujo (atacó
de nuevo) seguro que eso te lo enseñaron en primero de la licenciatura de robo o tal vez
en segundo de secuestro (siguió atacando)
M: Pues sí mira, además en la misma facultad que la diplomatura de estupidez, en la
que tú te debiste graduar con matrícula Cum Laude
E: ¡Gilipollas! (exclamó dándole la espalda)
M: ¡Imbécil! (contestó ella también tumbándose de espaldas a ella)
Horas después, en sueños, sintió movimiento a su lado, Esther se movía inquieta y
parecía sollozar... de pronto, un brazo ajeno le impidió movimiento alguno y su cuerpo
se aferró a aquel otro que aún entre sueños se abrazaba a ella con fuerza... poco a poco
se fue despertando, la oscuridad reinaba en la habitación, abrió los ojos con algo de
esfuerzo y se encontró con Esther absolutamente pegada a ella, abrazada a su cuerpo
como si fuera una tabla de salvación... La sintió temblar, y aún medio dormida la
estrechó más contra su cuerpo...
M: Shhh... duerme (dijo entre el sueño y la vigilia) duerme, mi amor...
E: Maca... (contestó abrazándose más contra ella) Maca... (volvió a susurrar más
relajada, y sin rastro alguno de pesadillas...)
Y de nuevo quedaron totalmente dormidas... sin que nada, absolutamente nada,
perturbara ese sueño que ambas tenían... después de mucho tiempo, las dos durmieron
de un tirón, sin desvelarse ni despertarse en lo que les restaba de noche...
Abrió los ojos lentamente, acostumbrándose a la claridad del día, intentó estirar los
músculos pero un cuerpo sobre ella se lo impedía. Volvió la cabeza hacia ella... no había
sido un sueño... Esther se había abrazado a ella durante la noche, no lo había soñado...
era real... Se movió lentamente, acomodándose mejor para mirarla sin perturbar su
sueño y una sonrisa salió de sus labios
Lentamente dibujó sin tocarla las facciones de su rostro... estaba tan bonita así, tanto,
que se le estranguló el corazón al sentirla de nuevo tan pegada a ella, la necesitaba tanto
que casi le costaba respirar... sonrió levemente por el ronroneo que emitió Esther
acomodándose más a ella, lo había echado tanto de menos... la extrañaba tanto...
Acarició su pelo con miedo a que despertara y se perdiera la magia, sus ojos seguían
fijos en su rostro, ese que ahora, parecía en paz, pese a que quizás, cuando despertara
volviera a tornarse tormentoso... intentó no pensar en ello y disfrutar, tal vez por última
vez, al tenerla así, sabiendo que en pocos minutos despertaría y aquello no volvería a
repetirse...
E: Uhmm (murmuró Esther aún dormida, al tiempo que una de sus manos se movía por
el cuerpo de su acompañante quedando aparcada sobre su pecho izquierdo)
Maca tembló, tembló al sentir la leve caricia que recibió aún por encima de la ropa... se
mordió el labio cuando sintió que la mano se cerraba sobre su pecho y cerró los ojos
intentando contener un quejido cuando una de las piernas de Esther pasó sobre su
cuerpo acercándose peligrosamente a su centro...
La reina roja
177
E: Uhmm (volvió a murmurar, todavía con los ojos cerrados, sin abandonar el mundo
de Morfeo y cobijándose en el cuello de Maca)
Sintió su aliento en aquel punto... la mano la torturaba y la pierna estaba convirtiéndose
en un calvario, y ella se sentía inmensamente feliz por todas aquellas sensaciones. Se
quedó como una estatua al sentir un beso en la base del cuello, no quiso moverse ni un
milímetro cuando la empresaria se acopló más a ella, cuando la cercanía de Esther se
hacía tan dolorosa como necesaria...
Y pudo más la tentación de aquel suave cuerpo sobre ella, la tentación de aquellos
labios carnosos que cada vez tenía más cerca... la tentación de sentirla... y cuando la
empresaria, aún sin la consciencia de la vigilia rozó tímidamente sus labios, ella no
pudo más que estrecharla contra sí y hacer de ese roce, un beso cargado de mil
promesas y pasiones dormidas
Y sintió una intensa explosión en su interior, sintió que algo se rompía en lo más
profundo de su alma cuando Esther correspondió al beso, cuando su lengua se encontró
con aquella otra que tanto había echado de menos... y se dejó llevar... simplemente, se
dejó llevar
La estrechó más contra ella, acariciando su espalda de arriba, abajo, dejó, ahora sí, salir
un quejido roto de sus labios y rodó con ella quedando sobre su cuerpo. La necesitaba,
sobre todas las cosas, necesitaba estar con ella, amarla, recuperarla...
Tembló, como también lo hizo Esther un segundo después, cuando superando la barrera
de la ropa acarició aquella dulce y suave piel que tanto añoraba. Sus labios quisieron
redescubrir aquel cuello que siempre la tuvo loca y lo besó sintiendo la respiración
entrecortada
Esther abrió los ojos, sintiéndose excitada, sintiendo unas manos acariciarla como nadie
más lo había hecho, sintiendo besos en su cuello que conseguían que un gemido se
ahogara en su garganta y cuando la vio... cuando la vio un montón de imágenes
cruzaron su mente torturándola
E: ¿Qué coño haces? (preguntó empujándola) ¡quítate de encima! (le gritó, pegando un
salto de la cama, mientras Maca se quedaba mirándola asustadiza) ¿pero qué coño tienes
en la cabeza? ¿Es que no has tenido ya suficiente que ahora además intentas violarme?
(soltó sin pensar, porque no podía pensar, porque aquel despertar la había dejado sin
capacidad para racionalizar nada)
M: ¿Qué? (preguntó casi sin voz ante aquella acusación tan absurda como seria)
E: ¡Nunca vuelvas a tocarme! (gritó airada) ¡nunca, jamás, te atrevas a volver a
tocarme!
M: ¡Has sido tú la que has empezado! (se defendió) ¡has sido tú la que me ha abrazado
toda la noche, la que ha empezado a acariciarme y a besarme! (también gritó)
E: ¡Por que creí que eras Clara! (contestó contundente) ¿O de verdad crees que dejaría
que alguien como tú volviera a tocarme?
M: Se acabó (dijo levantándose de la cama, no podía más con todo aquello, ya no) ya
basta, Esther, se acabó (continuó) puedes creer lo que te de la gama, puedes culparme de
todas tus desgracias, del hundimiento del Titanic y hasta del deshielo de los polos
La reina roja
178
(siguió diciendo mientras se vestía, sin importarle un bledo que Esther estuviera frente a
ella) cúlpame del secuestro, piensa que solo te utilicé, cúlpame de todo lo que quieras...
¿Piensas que yo te secuestré? Muy bien, ¿Crees que nunca te quise? Estupendo (se
elevó de hombros) Me da igual... ya me da igual (seguía diciendo) cúlpame de ello,
ódiame con todas tus fuerzas, pero ya basta... no voy a consentir que vuelvas a
humillarme, ni que vuelvas a torturarme, ni a insultarme... así que ya basta... esto se
acabó, no pienso seguir aguantando tus patadas, ni que me trates como si fuera un saco
de boxeo, estoy harta de intentar justificarme, de intentar que hables conmigo, estoy
hasta los cojones de ser la malísima de ésta historia... ¿quieres creer eso? ¡Pues créelo!
¡Pero se acabó! Ahora soy yo la que no quiere volver a saber de ti (terminó de decir,
abriendo la puerta y saliendo dando un portazo más fuerte que el del día anterior)
Esther quedó parada, con la mirada puesta en aquella madera que tan bruscamente se
había cerrado, parpadeó un par de veces, como intentando asentar lo que había pasado y
se dejó caer en la cama, con la mente en otra parte y la rabia de Maca resonando en
aquellas cuatro paredes
E: Bien... eso es lo que quiero (susurró, tan bajito que apenas se escuchó, tan
tembloroso el tono de voz, que casi no fue capaz de pronunciar palabra alguna...)
El evento transcurrió sin incidente alguno. Todo fue perfecto, no hubo rastro alguno de
la presencia de la Reina Roja por allí. Esther se mostraba contenta, por fin había dado
con la manera de mantenerla alejada, seguro que al ver su impresionante sistema había
decidido marcharse sabiendo que no sería capaz de acercarse más de 100 metros
Sin embargo, cuando llegó a Madrid, las noticias no fueron del todo buenas, la Reina
Roja no había llegado al evento, no por el refuerzo del sistema de seguridad sino porque
realmente ni tan siquiera lo había intentado, se había marchado de vuelta a Madrid antes
de que comenzara el evento, lo que hacía que no se hubieran comprobado las posibles
susceptibilidades del sistema. Por una parte Esther se alegró, al fin se había librado de
ella y por fin, podía trabajar con algo más de tranquilidad; sin embargo, algo dentro de
ella, en el fondo de su mente y de su alma no la dejaba respirar en paz...
¿remordimientos tal vez?
Un par de días después, en casa de su madre, quien, preocupada por su hija, había
insistido para que fuera a comer con ellos, hablaban del trabajo sin querer recordar el
secuestro aunque todos allí, notaban un aura de preocupación por todo lo que había
pasado
Encarna conocía a su hija, sabía que no lo había superado y que no lo haría si no
hablaba de ello, pero parecía que Esther no quería hacerlo, cada vez que intentaba
hacerlo cambiaba de tema de manera radical...
Ya sentadas en el sofá, con un café y unas pastas a modo de sobremesa quiso volver a
intentarlo... necesitaba saber realmente cómo estaba su hija, necesitaba saber que estaba
bien, aunque las marcadas ojeras en sus ojos le decían que no era así
En: Esther, cariño... (le dijo con cautela) ¿cuánto hace que no duermes?
La reina roja
179
E: Duermo bien mamá (contestó aun sabiendo que su madre sabía que era mentira)
En: Hija... tienes unas ojeras que te llegan al suelo (rebatió) no duermes bien...
E: Vale... duermo unas dos o tres horas (le dijo sabiendo que si no hablaba un poco no
la dejaría en paz) me cuesta conciliar el sueño
En: Hija... no puedes estar así (continuó) sé que lo que te ha pasado es... horrible, pero
tienes que intentar superarlo... tienes que dormir, descansar y...
E: Estoy bien, mamá (dijo un poco cansada)
En: Esther (soltó con un tono más serio) ¿no te das cuenta que no puedes seguir así? Lo
único que vas a conseguir es enfermar... ¿eso es lo que quieres?
E: Mamá (decía ya cansada) déjalo ya ¿quieres?
En: Estoy muy preocupada (continuó) todos estamos preocupados... solo queremos
ayudarte...
E: Pues no os preocupéis tanto ¡joder! (protestó)
En: Esther... dime la verdad, por favor (le pidió ya algo más desesperada) ¿cuánto hace
que no duermes más de tres horas?
E: Desde el viaje a Salamanca (soltó mordiéndose el labio por lo que había dicho, pero
ya no pudo retractarse) dormí toda la noche y de un tirón...
En: Bien (contestó algo más tranquila) eso está mejor...
E: Pero solo fue esa noche (continuó) en estos días no he vuelto a dormir más de tres
horas...
En: ¿Y eso por qué? (preguntó)
E: No lo sé (dijo cruzándose de brazos)
En: Hija... alguna razón habrá... (insistió) no es lógico que no duermas nada desde que
pasó todo y de pronto una noche duermas bien para volver a no dormir...
E: Pues no lo sé (continuó empecinada)
En: Esther...
E: Dormí con Maca (declaró ante la insistencia de su madre)
En: ¿Con Maca? (alucinó) ¿cómo que con Maca?
E: Pues con Maca, mamá, con la mismísima Reina Roja (seguía diciendo medio
alterada) hubo un problema con las reservas, tuvimos que compartir habitación y en
mitad de la noche parece que me abracé a ella... no me desperté ni un momento y no
tuve pesadillas... (decía fastidiada)
En: Hija...
E: No sé por qué pasó (seguía diciendo) no sé por qué conseguí dormir precisamente
con ella, cuando es ella la que está en todas mis pesadillas... no lo entiendo...
En: Esther... (hizo que se sentara) es muy fácil... pudiste dormir con ella porque a pesar
de todo, a pesar de lo que te digas... en el fondo de tu corazón, solo te sientes segura con
ella...
E: ¡No! (contestó) eso no es así... me jodió la vida, mamá... ¿Cómo voy a sentirme
segura con ella?
En: Porque la quieres...
E: No... yo... quiero a Clara... la quiero... quiero a Clara (se repetía una y otra vez)
En: Pero no como la quisiste a ella (siguió su madre, porque pese a todo, pese a lo que
Maca hiciera o dejara de hacer, sabía que su hija no sería feliz con nadie que no fuera
Maca... y si supiera la verdad... si quisiera escuchar a alguien, tal vez ella misma se
daría cuenta...)
E: No creo que pueda, jamás, amar a nadie como la amé a ella... pero tampoco puedo
olvidar lo que me hizo... (continuó) y con Clara estoy bien... a mi manera la quiero y...
En: Cariño (acarició su rostro) cuando se trata de amor... no hay maneras de amar (le
dijo) se quiere o no se quiere a alguien, pero el amor no es algo que pueda hacerse de
La reina roja
180
maneras diferentes... cuando se ama, se da todo, y eso es siempre igual, sea cual sea la
pareja que tengas, cuando estás enamorada, cuando de verdad quieres a alguien, amas
de la misma manera... con todas tus fuerzas y entregando todo tu corazón...
Mientras tanto, en la clínica, Maca escuchaba las palabras del médico que le explicaba
lo que había ocurrido... en mitad de la noche, Rosario había sufrido una insuficiencia
cardiaca que no habían podido solventar. Aturdida, con los ojos cristalinos, Maca se
enteraba de esa manera del fallecimiento de su madre...
No sabía qué hacía allí, no sabía por qué había ido hasta allí. En el coche, alejada, con la
cabeza gacha miraba hacia el lugar donde se congregaban con tristeza en la mirada. No
sabía por qué había ido... no tenía ni idea de qué le había empujado a presentarse allí...
quizás porque le tenía respeto, quizás porque en las contadas ocasiones en las que la vio
sintió una gran ternura... tal vez porque sabía lo que significaba para ella... quizás solo
por humanidad... no lo sabía
Miraba la escena que se sucedía algo alejada de donde se encontraba. Tan solo dos
personas permanecían en pie mientras los operarios introducían el ataúd en su tumba.
Identificó la silueta de Javier al lado de una derrotada Maca que intentaba mantener el
tipo
Respiró profundamente, sintiendo algo que se quebraba en su interior... presentó sus
respetos en la lejanía a Rosario y pudo sentir el temblor de Maca cuando aquellos
hombres taparon la tumba con la lápida
Apagó el motor que había dejado encendido desde que llegó y se quitó el cinturón, iba a
bajar del coche cuando pudo ver a una mujer acercarse al entierro. La chica, morena,
algo más bajita que Maca y el pelo rizado terminó de acercarse, tocó el hombre de Maca
y cuando esta se dio la vuelta, vio, con absoluta claridad a pesar de la lejanía, como
sonreía y se abrazaba a ella con infinito cariño, para comenzar a llorar en su hombro
Negando con la cabeza por su estupidez al haber ido hasta allí, volvió a ponerse el
cinturón, arrancó el coche y se alejó del cementerio sin que nadie la viera
Y al igual que no sabía por qué había ido al cementerio, tampoco sabía demasiado bien
para qué había ido allí. Quizás es que las palabras de su madre habían hecho en ella más
mella de lo que quería reconocer. Tal vez porque necesitaba calmar su conciencia que le
recriminaba su falta de escrúpulos por el modo en que se había estado comportando...
Llamó tímidamente, tan solo una vez y sin insistir. Quería salir corriendo, volver al
coche e irse a casa, pero sin embargo, sus piernas no le hacían caso y su mente una vez
más, le obligaba a quedarse donde estaba
-: Hola (dijo alguien al abrir la puerta)
E: Eh... ho... hola (contestó al saludo de la que reconoció como la misma chica que
había llegado al cementerio, la cual, por cierto, iba demasiado ligerita de ropa) ¿Está...
La reina roja
181
está Maca? (preguntó mirándola de arriba abajo, llevaba un pantaloncito corto, una
camiseta de tirantes bastante sugerente y el pelo mojado)
-: Está en la ducha (contestó) ¿quieres pasar y esperarla? (preguntó con amabilidad)
E: No... no... será mejor que me vaya (“no sé qué coño hago aquí” se dijo)
M: Laura, ¿qué haces? (preguntó acercándose a la puerta)
L: Han venido a verte, cariño (le dijo mirándola con ternura)
M: Ya veo (su rostro pasó a uno demasiado serio con bastante rapidez al verla) ¿Podrías
dejarnos solas un momento? (le pidió)
L: ¡Claro! (exclamó) voy a secarme un poco el pelo (le dio un beso en la mejilla y salió
de allí)
M: ¿Qué haces aquí? (preguntó con dureza)
E: Venía a... a... ( no sabía qué decir, tras esa escena con la tal Laura se había quedado
totalmente parada)
M: Mira Esther (siguió diciendo con demasiada seriedad) Mi madre acaba de morir y lo
último que quiero es verte (decía con seriedad) así que te agradecería que te marcharas
E: Venía a darte el pésame (consiguió decir del tirón) solo eso... lo siento, Maca...
M: Ya... (rió irónica) dudo mucho que lo sientas... es más, me atrevo a decir que te
alegras... al fin y al cabo, es lo que quieres... que yo sufra... (hablaba con tanta dureza,
con tanta rabia, que Esther sintió que se le estrangulaba el alma) así que deja de ser tan
hipócrita, y hazme el favor de marcharte
E: Pero...
M: Lárgate de una vez (dijo respirando con profundidad para no soltarle un grito. Esther
se quedó parada un segundo) ¿No me oyes? (siguió diciendo) ¡Quiero que te largues!
No quiero volver a verte en mi vida (terminó de decir ahogando un nuevo grito)
Y de nuevo Esther, quedó como paralizada, sin casi poder moverse, imágenes algo
viejas ya cruzaron su mente y su respiración casi se paró cuando su mente evocó
momentos que no podía olvidar aún
M: ¡No me oyes! ¡Quiero que te largues! No quiero volver a verte en mi vida... (dijo
poniendo un tono oscuro en sus palabras) para mí no eres nada... nunca has sido nada
(seguía diciendo) solo has sido un peón (decía intentando no venirse abajo, Esther la
miraba incrédula) Te necesitaba... necesitaba tenerte controlada para que no
sospecharas... simplemente te utilicé – dijo con dureza, y viendo aún la duda en sus
ojos, cerró los suyos para no desfallecer, tenía que darle el último toque de gracia) ¡te
usé como te usó tu padre! ¿¡De verdad creíste que estaba enamorada de ti!? ¡Qué
incrédula! (dijo con desdén...)
E: No sé qué hago aquí (soltó cuando fue capaz de volver al presente, oscureciendo
ahora ella su mirada, dándose la vuelta y saliendo de allí como alma que lleva al diablo)
Cerró la puerta con lágrimas en los ojos, intentando que su respiración volviera a
normalizarse, entró andando con algo de dificultad al salón, donde Laura la esperaba
mirándola con preocupación
M: Gracias por venir, Laura (dijo con la voz tomada) me siento tan sola...
L: Ven (contestó cobijándola entre sus brazos) y cuéntame qué pasa...
La reina roja
182
Aparcó el coche casi de un frenazo, respiraba con dificultad y en sus ojos seguía intacto
el miedo que sentía al recordar todo aquello. Bajó del coche con rapidez y llamó
insistente y no paró hasta que escuchó cómo la puerta se abría. Subió por las escaleras
con rapidez y cuando llegó a su planta la encontró esperándola en la puerta
Clara: Cariño... ¿qué pasa? ¿Por qué llamas así? (quiso saber sonriendo con amplitud
cuando Esther se estrechó contra ella) veo que tenías ganas de verme...
E: Muchas ganas (afirmó levantando la cabeza para besarla con pasión) ven, tengo que
decirte algo (dijo sacando una sonrisa y cogiendo su mano para llevarla al sofá donde se
sentó y obligó a que se sentara)
Clara: Me estás preocupando, Esther (soltó con una sonrisa nerviosa)
Esther tomó su mano, la miró, sonrió tímidamente y finalmente, la miró a los ojos antes
de suspirar hondamente
E: ¿Te quieres casar conmigo? (preguntó a bocajarro, sin tantear el terreno, sin realizar
una declaración previa...)
Clara: No... (contestó tras una alargada pausa, en la que no dejó de mirar ni un segundo
a Esther)
E: ¿No? (preguntó sorprendida y confusa por aquella respuesta inesperada)
Clara: No (repitió, claramente seria pero intentando sacar una sonrisa)
E: Pero... no... no lo entiendo (decía mirando hacia abajo) ¿por qué? (quiso saber
mirándola)
Clara: Porque no es una proposición real (contestó sin dejar de mirarla) ni basada en un
sentimiento profundo... y tampoco es seria (terminó de decir esbozando una leve
sonrisa)
E: ¿No es seria? (decía sin saber qué más decir) pero... te pido que te cases conmigo y...
¿me dices que no es seria? (no podía creerlo) ¿Es porque no traigo anillo? (buscaba
cualquier cosa para que aceptara, necesitaba que aceptara) porque puedo ir ahora y
comprar uno...
Clara: Esther (la cortó) no se trata de que traigas un anillo o no... (contestaba con
paciencia) se trata de ti, Esther...
E: ¿De mí? (aquello no podía estar pasando, no... ella necesitaba que Clara acepta)
pero... Clara yo te quie...
Clara: No, Esther (dijo callándola poniendo un dedo en sus labios) tú no me quieres...
(continuó) tú quieres quererme, Esther, y eso no es querer...
E: Pero...
Clara: Escúchame (le pidió) tú me gustas muchísimo, Esther (sonrió) de hecho, me
estoy enamorando de ti... pero siempre he tenido clara una cosa... tú no sientes lo mismo
(afirmó con algo de tristeza) y me hubiera encantado decirte que sí a esa propuesta, me
hubiera encantado que me lo hubieras pedido si me quisieras de verdad... pero no lo
haces... (decía con calma, mientras Esther se sentía más nerviosa por momentos) tú no
me quieres... intentas con todas tus fuerzas quererme... pero el amor no se puede forzar,
Esther... lo sientes o no lo sientes (continuó) pero no es algo que se pueda controlar...
E: Clara... (susurró angustiada, porque veía hacia donde las llevaba aquella
conversación)
Clara: Mira (la cortó de nuevo) no sé qué te han hecho (siguió) no sé qué ha pasado en
tu vida para que estés así... no sé quién te ha podido hacer daño... (seguía, Esther hizo el
intento de hablar, quizás queriendo contárselo) no (la cortó) no quiero que me lo
cuentes... no he hecho preguntas y no las voy a hacer, no voy a obligarte a que me lo
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183
cuentes porque tú no quieres contármelo (afirmó) y tampoco te lo reprocho (continuó)
pero no puedes seguir haciendo esto, cariño (dijo con ternura)
E: Pero... ¿hacer qué? (seguía sin entender o sin querer entender lo que quería decir)
Clara: Lo que estás haciendo, Esther (contestó) no puedes seguir haciendo lo que
haces... no puedes seguir huyendo de algo aferrándote a mí... (siguió con calma, pero al
mismo tiempo bastante triste) no sé de quién o de qué huyes... quizás de ti misma, no lo
sé, pero no puedes seguir haciéndolo (seguía) no es sano...
E: Yo... (bajó la cabeza, dolida y avergonzada...)
Clara: Esther (hizo que la mirara) yo no soy tu escudo... no puedo ni tampoco quiero
serlo... porque al final... las dos acabaremos sufriendo y yo no quiero ser la responsable
de eso (decía intentando mantener la calma que había mantenido durante toda la
conversación)
E: ¿Me estás dejando? (preguntó asustada)
Clara: Es lo mejor (contestó) es lo mejor para las dos, Esther...
E: Pero yo...
Clara: Esther (suspiró) no te hagas esto... (le pidió) no sigas haciéndote esto, por
favor... recapacita un poco, cariño (siguió) piensa en lo que estás haciendo, porque te
estás dañando a ti misma... (hizo una pausa, respirando hondamente) te deseo toda la
suerte del mundo, Esther (continuó) y siempre tendrás aquí a una amiga... para lo que
necesites ¿sí?
E: Lo siento (bajó la mirada avergonzada, porque sabía, en el fondo, que tenía razón) lo
siento... (repetía mientras un par de lágrimas salían de sus ojos) lo siento mucho...
Clara: Shhh (la abrazó) no pasa nada... shhh... tranquila, Esther (la acunaba)
E: No sé qué hacer (lloraba, cada vez con más fuerza, mientras Clara mantenía la
compostura como podía, sintiéndola tan perdida...)
Clara: Shhh... shhh...
Durante un rato, estuvo calmándola, aguantando estoicamente la situación, sin dejar que
le afectara demasiado, porque para ella, tampoco era nada fácil aquella situación. Nada
fácil... Poco a poco Esther se fue calmando, el llanto cesó paulatinamente y poco a poco
su respiración se fue normalizando
Clara: ¿Estás mejor? (preguntó haciendo que la mirara)
E: Sí... (susurró avergonzada) creo que... debería irme (dijo levantándose y recogiendo
sus cosas)
Clara: Vale (la acompañó a la puerta, mirándola con un deje de tristeza, sabía que
llegaría ese momento y no pensó que fuera tan duro)
E: Siento mucho todo esto, Clara (dijo ya en la puerta) y... nunca he querido hacerte
daño... de verdad...
Clara: Lo sé (contestó) piensa en todo esto Esther (le pidió) de verdad... no puedes
seguir así...
Esther afirmó con la cabeza, se acercó con timidez y besó su mejilla. Clara contestó con
un beso que ponía fin a una relación que podría haberles hecho demasiado daño, pero
que por suerte, al menos una de ellas, había actuado con sensatez... ahora solo quedaba
que la otra, hiciera lo mismo y se enfrentara a todos sus fantasmas...
Había dejado a Laura en el aeropuerto hacía tan solo una hora y media, la verdad era
que verla, aunque tan solo hubieran sido un par de días, había sido todo un bálsamo para
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su soledad. Conocía a Laura desde hacía muchos años, y que hubiera vuelto de África
(donde trabajaba como cooperante) solo para el entierro de Rosario, había sido todo un
consuelo, al menos así, no se había sentido tan sola. Pero las obligaciones habían hecho
que tuviera que marcharse demasiado pronto y que por tanto, su soledad se viera
acentuada cuando llegó a casa y se encontró con el reinante silencio que de un tiempo a
esta parte siempre la acompañaba
No sabía muy bien qué hacía todavía allí, si lo pensaba, ya no tenía nada, absolutamente
nada que le ligara a aquel lugar, ya no había nadie que necesitara su compañía, su madre
había muerto y con ella, el último lazo que la mantenía unida a Madrid, a su trabajo y
a... a su libertad
Mientras mal comía un sándwich que sabía, no se terminaría, no dejaba de pensar en
todo aquello, en todo cuanto había pasado, y su dolor, una vez más, se acentuaba al
recordar momentos pasados. Se sentía vacía, totalmente vacía y no había nada a lo que
agarrarse y llenar su alma para poder continuar de aquel modo... finalmente, sin querer
pensarlo demasiado, tomó el teléfono y esperó a que contestaran
Javier llegó al piso de Maca bastante descolocado por aquella llamada, no tenía ni idea
de lo que iba a decirle pero algo le decía que sería bastante importante. Cuando Maca le
abrió la puerta, supo que aquella conversación no sería como la había imaginado
M: Gracias por venir (dijo con un tono de voz leve y seco)
J: Me has dejado algo preocupado (contestó) no es que me hayas dado ninguna pista
sobre lo que quieres hablar
M: Prefiero hacerlo cara a cara (le dijo mientras lo invitaba a sentarse)
J: Pues tú dirás (se sentó y le hizo una indicación para que hablara)
M: Vale... quiero que sepas que te agradezco mucho lo que has hecho por mí (comenzó)
que... me siento muy honrada por la confianza que habéis puesto en mí (siguió) pero ya
no puedo más... (soltó bajando la cabeza) ya no... no quiero seguir con esto...
J: ¿Qué me estás queriendo decir? (preguntó algo confuso)
M: Lo único que me ataba aquí, era mi madre (afirmó) y... ya no está (ahogó un par de
lágrimas al hablar de Rosario) así que ya no tiene sentido seguir con esto...
J: Maca...
M: Lo dejo, Javi (lo atajó antes de que dijera algo más) lo dejo
J: Maca... no, no puedes dejarlo (contestó intentando que entrara en razón)
M: Sí... sí puedo y lo dejo (seguía diciendo con convicción) no puedo seguir con este
trabajo que me está haciendo más mal que bien... no puedo seguir enfrentándome a... a...
(se le cortó la voz) no puedo, Javi... quiero dejar el trabajo (finalizó)
J: ¿Me estás hablando en serio? (no se lo podía creer, nadie en su sano juicio, ni en su
posición, dejaría un trabajo como ese sabiendo qué pasaría si lo hacía)
M: Totalmente (contestó con seguridad)
J: ¿Sabes lo que pasará si lo dejas? (le preguntó) volverás a la cárcel... ¿es eso lo que
quieres? (preguntó una vez más. Maca quedó callada un instante)
M: Me da igual (contestó tras una pausa) me da igual volver a la cárcel Javi... (siguió)
porque posiblemente será mejor que esto...
J: No puedes estar hablando en serio (no se lo podía creer)
M: Nunca he hablado tan en serio como ahora (de nuevo bajó la mirada) yo no puedo
más... de verdad que no puedo seguir aquí... así que... lo siento mucho pero... se acabó,
La reina roja
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no puedo seguir así... haz lo que tengas que hacer (lo miró) mándame a la cárcel de
nuevo pero no puedo más...
J: Vale... vale... (intentó pensar en algo) sé que estás mal por lo de tu madre y es
lógico... sé que ahora lo ves todo muy cuesta arriba... (la miraba) piénsalo mejor...
tómate unos días, recapacita un poco y...
M: Javi... no voy a cambiar de opinión (dijo segura de su elección)
J: Sólo piénsalo un par de días (le pidió) te prometo que si pasado mañana sigues
teniendo la misma idea yo mismo me encargaré de todo... pero piénsalo unos días... solo
un par de días (le pidió)
Y aunque Maca no quería pensarlo más, aunque hubiera preferido que todo acabara allí,
sabía que Javier no cejaría en su empeño de intentar que recapacitara... en el fondo hasta
se lo podría llegar a agradecer, pero en esos momentos no podía ni si quiera pensar en
recapacitar sobre su elección... aun así, le concedió esos dos días a Javi quien se marchó
de su casa bastante contrariado
Claudia se encontraba en su despacho, intentando hablar con Esther, no había ido a la
oficina en esos días y tampoco contestaba a sus llamadas. Empezaba a preocuparse,
Esther no había faltado a la oficina jamás si no era por un caso de fuerza mayor... algo
había pasado y no tenía ni idea de lo que era
Claudia: ¿Sí? (contestó cuando el teléfono comenzó a sonar) Dime Javi... ya... aja...
¿¡Qué!? ¿Por qué? (decía sorprendida por la noticia que le daba Javier) pero... ¿Cómo
va a dejarlo? (como él, ella tampoco podía creerlo) ya... entiendo... mira, intenta ganar
tiempo... yo que sé, pero no lo notifiques aún... vale... dos días... espero que sea
suficiente... (terminó de decir y cuando se despidió de él, se quedó pensativa mirando a
su alrededor) Se acabó la tontería, Esther (dijo cogiendo sus cosas con la clara intención
de ir al piso de su jefa) ahora vas a tener que escucharme... (terminó de decir saliendo
del despacho y tomando rumbo veloz hacia su coche)
El piso se mantenía completamente a oscuras. Todas las persianas estaban echadas, sin
permitir que ni un solo rayo de luz entrara en él. No quería luz, no quería saber si era de
día o de noche, lo único que quería era dejar de sentirse como se sentía. Todo estaba
estrellándole en la cara sin que pudiera hacer nada. Las palabras de su madre, de Clara,
ver a Maca y verla acompañada, hablar con ella y recordar aquellas otras palabras que
tanto daño le habían hecho... era demasiado. Todo era demasiado
El timbre sonó y lo ignoró, no quería ver a nadie, no quería saber nada de nadie, en ese
momento necesitaba estar sola, necesitaba aclarar su mente, ver las cosas con calma
pese a que calma, precisamente, era lo único que no lograba encontrar. El timbre volvió
a sonar. Una vez más lo ignoró, pero cuando por tercera vez se hizo notar de manera
más insistente, cuando escuchó la voz de Claudia tras la madera de manera algo
amenazante no pudo seguir ignorándola
Claudia: Ábreme la puñetera puerta, Esther (decía tras ella) sé que estás ahí, y no
pienso moverme hasta que me abras
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Suspiró, frustrada al saber que cumpliría su advertencia y que no se marcharía, así que
con pasos cansados y sin ganas de nada, llegó hasta la entrada y abrió sin esperar más
tiempo. Claudia entró y la vio tan enfadada que se asustó, nunca, en muchísimo tiempo,
había visto ese gesto tan adusto y serio en el rostro de su amiga
Claudia: Ya está bien de tanta estupidez, Esther (fue lo primero que soltó nada más
entrar en su casa) va siendo hora de que dejes de comportarte como una niña
E: Si has venido a insultarme, Claudia, será mejor que te vayas (contestó sin llegar a
cerrar del todo la puerta) no estoy de humor para aguantar insultos de nadie
Claudia: Pues me vas a escuchar, porque ya me he cansado de tener que callarme y
tener que morderme la lengua cada vez que te comportas como si tuvieras cuatro años
(se cruzó de brazos retándola)
E: ¿A qué has venido? (preguntó cerrando la puerta y posicionándose frente a ella)
Claudia: A felicitarte (contestó) ya lo has conseguido, Esther así que felicidades (dijo
con calma) puedes quedarte tranquila, lo has hecho de puta madre, sí señora
E: No sé a qué te refieres (respondió ella)
Claudia: A Maca (continuó) así que ya puedes relajarte, ya puedes dejar de mostrarte
como la viuda negra con ella, porque ya lo has logrado (dijo sin ningún tipo de tacto)
E: No te pases Claudia (le advirtió)
Claudia: No, ¡es que ya está bien! (elevó la voz) ya está bien de comportarte como lo
estás haciendo
E: No tienes ningún derecho a hablarme así (intentó defenderse)
Claudia: Sí, claro que lo tengo (contestó sin achantarse) porque ya estoy cansada de
todo esto, estoy muy cansada de ver como actúas sin contemplaciones ninguna, de ver
como destruyes tu vida y de paso la de otra persona (siguió, Esther se quedó callada
durante un segundo) y lo has conseguido, ya no puedes hundirla más... felicidades
Esther, Maca deja el trabajo y volverá a la cárcel, si eso era lo que querías, ya lo tienes
E: ¡No me culpes a mí! (exclamó perdiendo los nervios, porque después de todo lo que
había pasado, no podía creer como Claudia la defendía tanto) ¡ella solita se ha metido en
donde está, ella se lo ha buscado! ¿¡Cómo puedes defenderla!? ¡Por Dios, Claudia! ¡Me
mintió! ¡Es una puñetera ladrona! (gritaba) ¡Me secuestró!
Claudia: ¡Te salvó la vida! (la cortó ella también gritando)
E: ¿¡Pero qué me estás contando!? (es que aún no se lo creía, realmente, no quería
creerlo) ¿Es que no recuerdas lo que pasó?
Claudia: Claro que lo recuerdo (dijo intentando bajar un poco el tono de la
conversación) la que parece haberlo olvidado eres tú...
E: ¡Una mierda! ¡Vivo con ello cada día! (siguió crispada) no puedo dejar de pensar en
eso... me tuvieron encerrada durante días en un cuartucho, sin darme agua y sin darme
nada de comer, ¿¡Cómo puedes pensar que lo he olvidado!? ¡Ella estaba allí! ¡Estuvo
allí todo el tiempo! (gritó con las lágrimas saltadas) ¡No he vuelto a dormir sin tener
pesadillas desde entonces! ¡No vuelvas a decir que lo he olvidado! (le increpó
amenazante)
Claudia: Pues entonces recuérdalo mejor (dijo al ver su estado, sintiéndose mal por
haber dicho lo que había dicho, pero tenía que hacerla entrar en razón) recuerda bien lo
que pasó, Esther, porque dudo mucho que alguien que no quiere ayudarte, que te
secuestra, te da un teléfono para que contestes a una llamada sabiendo que puedes decir
algo que los delate (le recordó, Esther que iba a decir algo, quedó callada) o que te cuida
lo mejor que puede en esa situación (Esther recordó una de aquellas noche, en la que sin
saber por qué se sintió realmente casada, una noche en la que alguien la abrazó y la
acunó para que lograra descansar) o que se enfrenta a todos los que estaban allí,
La reina roja
187
peleándose con un tío mucho más grande que ella para que a ti no te toque (continuaba,
la empresaria parecía visualizar aquellos momentos) o que entra en tu casa antes que
nadie y se lleva unos documentos para que no sepan quién eres en realidad (siguió ya
más levemente) o que se calla el puñetero código de seguridad que supo mucho antes de
lo que tú te piensas sólo para protegerte (continuaba mientras Esther no era capaz de
decir nada) o que te saca de allí, recibiendo un balazo que casi pudo haberla matado, sin
importarle nada más que salvarte a ti (terminó de decir, hizo una pausa en la que el
silencio se hizo demasiado denso) piensa ahora si de verdad eso lo hace alguien que
quiere hacerte daño...
Durante los siguientes segundos ninguna dijo nada, Claudia se había quedado a la
espera de que reaccionara, de que dijera algo, lo que fuera. Sin embargo, Esther se había
quedado sin habla, sin saber qué decir o qué hacer, sin tener ni idea de qué creer, de qué
pensar, estaba demasiado ofuscada como para poder pronunciar alguna palabra...
E: Pudo... (consiguió decir, aunque su timbre de voz ya no era ofensivo, ni rabioso, sino
uno más leve, más bajo, un poco más culpable) pudo llamar a la policía... pudo...
Claudia: Sí (contestó Claudia) pudo hacerlo... pero el plan urdido por esos mafiosos era
mayor de lo que tú te piensas (siguió diciendo) tenían amenazada a su madre de
muerte... si hablaba con la policía, si decía algo a quien fuese, entonces matarían a su
madre y luego te matarían a ti... ella era casi tan víctima como tú de Raúl...
Esther se dejó caer en el sofá... eso no lo sabía... no, claro que no lo sabía... simplemente
no había querido saberlo, porque estaba tan llena de miedos, de dolor y rabia, estaba tan
envenenada con sus propias pesadillas, sus propias luchas, que no había querido saber
absolutamente nada, no había querido recapacitar, ni pensar, ni recordar nada de
aquellos días y había dejado que su mente, creara una versión que nada tenía que ver
con la que Claudia intentaba hacerle ver...
Claudia: Deberías pensar en todo lo que te he dicho (siguió Claudia) porque Maca va a
volver a la cárcel y sinceramente, pese a sus robos, no merece volver allí por hacer lo
que cualquiera que te quiera un poco hubiera hecho... salvarte la vida a ti (terminó de
decir, cogiendo sus cosas y dejándola sola, porque sabía que debía estar sola, para
pensar en toda aquella conversación y que por fin, abriera los ojos de una buena vez)
No durmió en toda la noche, no pudo pegar ojo ni un instante, la diferencia esta vez, con
las otras, era que no lo hacía por una pesadilla, que no dormía por miedo a soñar, sino
que simplemente, fue incapaz de cerrar los ojos. Las palabras de Claudia aún seguían
resonando en todo su piso sin posibilidad de ignorarlas
No entendía nada, no podía creer lo que le había dicho y sin embargo, había algo, dentro
de ella, muy dentro de su alma que cuando escuchó todo lo que Claudia escupía había
suspirado tranquilo por fin... Había algo, en lo más profundo de su ser, que encontró la
paz que le faltaba tras aquel toque de atención y verdades...
Todo se había vuelto absurdo porque toda su película se desmoronaba ante sus ojos.
Todo se había vuelto extraño, frío y denso cuando la muralla que había construido a su
alrededor se desmoronaba como un endeble castillo de naipes. Todo se había vuelto,
quizás, aún más doloroso que antes, porque ahora, tras lo que había dicho Claudia,
La reina roja
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después de la conversación con su madre y días más tarde de que Clara la dejara, ahora,
la culpa y la sensación de haber estado actuando con extremada injusticia le estallaba en
la cara jactándose de su sufrimiento
Pasó la noche entera frente al ordenador. Leyendo, por primera vez desde que todo
ocurrió el expediente policial de su caso. Lo tenía desde hacía tiempo y jamás había
querido leerlo, esa noche, sin embargo, se le hacía necesario hacerlo
Leyó con detenimiento cada párrafo allí escrito, intentando mantener la calma al
recordar todo lo que ocurrió. Lloró cuando su propia declaración se le hacía
extremadamente dura, se le enfureció el rostro al leer la declaración de un chulesco Raúl
que inculpaba en cada palabra a la Reina Roja. Se sorprendió por las contradicciones
que descubrió en la declaración de Alberto, se asombró por la frialdad en las palabras de
Verónica y finalmente, llegó a la declaración de Maca
Puso todas sus atenciones en aquellas líneas, leyó con absoluta concentración cada
palabra, y entonces, algo hizo click en su cabeza, algo actuó de detonante y
simplemente, la creyó...
Quizás fue por las veces que se repetía que todo había sido por protegerla, quizás por la
reiteración de una disculpa que sabía, no iba dirigida a la policía... quizás por la manera
en la que se había delatado y había contado cómo habían sido todos sus robos, como si
no tuviera nada que perder, como si ya no le importara nada lo que pudiera pasarle,
como si lo hubiera perdido todo... quizás fue, porque simplemente, en el fondo de su
corazón, teñido de dolor, miedo, rabia y odio, siempre la había creído... Y supo, que
sobre todas las cosas, Maca merecía, al menos, una disculpa por su parte
El sol la descubrió despierta, nerviosa, inquieta y temerosa. Se tapaba la cara con las
manos y aún mantenía el ordenador encendido. Casi se había aprendido de memoria
toda su declaración y cuanto más la leía, más se daba cuenta del error cometido... y peor
persona se sentía...
Salió de casa temprano, era hora de enmendar errores, de expiar y asumir culpas, era
hora de hacer, por una vez en mucho tiempo, las cosas bien. Así que ahí estaba, frente a
aquella madera y con miedo a tocar el timbre. No sabía qué le diría, no sabía cómo
empezaría pero lo que sí tenía claro, era que debía pedirle perdón
La puerta se abrió y se sorprendió al verla arreglada siendo una hora tan temprana. Se
quedó rígida ante ella, y sobre todo, se quedó parada al descubrir una mirada fría en sus
ojos
M: Creí haber dejado muy claro que no quería volver a verte (fue lo primero que
pronunció, ante una Esther que tembló al escuchar el grave tono de su voz)
E: Necesito hablar contigo (dijo con algo de timidez)
M: Ya... pues (hizo un chasquido) a mí no me apetece hablar contigo (terminó de decir
intentando cerrar la puerta)
E: Maca... por favor (impidió que cerrara) solo un minuto
M: ¿Y por qué tendría que escucharte? (se cruzó de brazos)
E: Porque necesito pedirte disculpas (continuó ella) por favor...
La reina roja
189
M: Lo que tú necesites (hizo hincapié en el pronombre) no me importa... ya no
E: Por favor (volvió a pedir, evitando, una vez más, que la puerta se cerrara) Maca, por
favor... solo... solo un minuto (continuó) te juro que luego me voy y te dejo en paz
pero... déjame solo decirte esto (siguió diciendo y Maca casi no podía resistirse a su
mirada) me quedaré aquí plantada hasta que quieras escucharme (dijo con convicción)
Y Maca sabía que así sería, su convicción así se lo decía y la verdad era que no quería
tenerla allí mucho más tiempo. Así que, tan solo para que se fuera de una vez, le hizo un
gesto con la cabeza para que entrara
M: Tienes un minuto (miró el reloj) el tiempo corre
E: Vale... (movía nerviosa las manos) lo siento... siento como me he comportado, siento
como te he tratado y mucho más siento no haber visto la verdad de las cosas (la miró
con algo de vergüenza) me he pasado mucho contigo cuando en realidad lo que tenía
que haber hecho era darte las gracias (Maca la miró algo sorprendida) sí... darte las
gracias porque... me... me salvaste la vida...
M: ¿Por qué ahora? (quiso saber, manteniendo su postura, manteniéndose impasible, o
al menos, eso era lo que le intentaba mostrar con todas sus fuerzas)
E: ¿Qué? (preguntó algo descolocada)
M: Que por qué ahora (repitió más lentamente) sí, no sé, no entiendo este cambio de
actitud repentino (su voz era seria, demasiado seria) he intentado muchas veces contarte
lo que pasó, he intentado que me creas y tú, has seguido humillándome y culpándome,
así que dime ¿a qué debo el honor de que hayas cambiado de pensar? (dijo un tanto
irónica)
E: Yo... solo... (no sabía qué decir, porque nunca la había visto de ese modo, nunca
había sentido su rabia, su indiferencia, su... su desprecio... y supo cómo debió sentirse
cuando ella actuaba así... “las cosas se ven de manera diferente fuera de la barrera” le
dijo una vocecita impertinente dentro de ella)
M: ¿Tú solo qué? (preguntó al ver que no seguía) quiero saber a qué viene esto... qué
pretendes con esto... porque ya me espero cualquier cosa de ti (continuó y Esther acusó
un nuevo golpe, jamás habría podido imaginar que Maca pudiera pensar de esa manera
de ella y dolía... dolía mucho...)
E: Claudia... Claudia me dijo que... que dejas el trabajo y volverás a la cárcel, Maca
(estaba realmente nerviosa, movía las manos intranquila y necesitaba un par de
segundos para enlazar una palabra tras otra) me contó lo que pasó y luego yo... leí los...
los informes y... te creí...
M: Ahhh, claro (sacó una sonrisa sarcástica) te lo cuenta Claudia y te lo crees... lo
intento yo y ni tan siquiera me dejas hablar (estaba tan enfadada... tanto...)
E: Lo... lo siento ¿vale? (siguió) pero debes entender que...
M: ¿Qué? (la cortó) ¿¡qué!? ¿¡Qué quieres que entienda!?
E: Entender que... con todo lo que pasó... con todo lo que me dijiste... la manera en la
que actuaste, Maca...
M: ¡Lo hice para protegerte! (elevó la voz)
E: Lo sé (dijo atreviéndose a dar un paso al frente, acercándose a ella) lo sé... ahora lo
sé... y lo siento... siento todo lo que...
M: Ya es tarde, Esther (contestó) ya es demasiado tarde...
E: No... Maca... no es tarde... aún... aún podemos... (se quedó callada) no sé... pero no
tienes que volver a la cárcel, Maca (cambió el rumbo de la conversación, porque ni ella
misma sabía cómo seguir, mucho menos cuando el rostro de Maca parecía estar
juzgándola de una manera devastadora) no tienes que hacerlo, ¿vale? Puedes... puedes
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seguir trabajando para... para el gobierno o... o para mi empresa (siguió y dio un nuevo
paso acercándose a ella) te... mi empresa te necesita (se corrigió) sabes que tiene
vulnerabilidades y... solo tú puedes ayudarnos a solventarlas... Maca...
M: Olvídalo (contestó)
E: Pero... Maca yo...
M: Tú, tú, tú ¡y solo tú! (la cortó de nuevo) estoy harta (soltó, Esther se quedó parada)
estoy harta de que no mires más allá de tus narices (siguió perdiendo los nervios) estoy
cansada de tu egoísmo, de que todo gire en torno a ti. Tú, tú y tú ¡y a los demás que nos
den por culo!
E: Eso no es justo (contestó) yo... lo pasé muy mal, Maca, ¡Me secuestraron a mí!
M: Yo, yo, yo, yo, yo (se burló con rabia) ¿¡Y cómo te crees que lo pasé yo!? (de nuevo
su tono fue serio y duro) ¿te has parado a pensarlo alguna vez? ¡Te quería! (le gritó) Te
quería como jamás he querido a nadie ¿Cómo crees que me sentí cuándo todo pasó?
¿Cuándo vi cómo te arrastraban a ese maldito coche? (luchaba contra sus lágrimas)
¿Cuándo te abracé durante una noche entera intentando que te calmaras y descansaras
sintiéndome muy culpable por todo lo que había pasado? (siguió con dolor) ¿te has
parado a pensar en cómo me sentí? Tan solo quise protegerte... y tú no hacías más que
despreciarme y humillarme... ¿te has parado a pensar en el daño que me hacías? ¿En lo
que yo también sufrí y estoy sufriendo? ¿¡te has parado a pensarlo!?
E:...Yo... (bajó la cabeza, sin ser capaz de contestar, porque durante todo ese tiempo,
había estado tan confundida, tan llena de rencores y miedos que nunca pensó en el dolor
que podría sentir Maca)
M: Esa es la diferencia entre tú y yo (continuó algo más calmada) que para mí, tú
siempre fuiste mi prioridad, siempre pensé en tu bienestar, pude decir mil cosas, pero
siempre que las dije lo hice para protegerte... nunca quise hacerte daño... y tú sí has
querido hacérmelo a mí (terminó de decir)
E: Lo siento (dijo dejando escapar una lágrima, porque ahora se daba cuenta de que si a
ella le habían dañado con todo lo ocurrido, Maca también había salido muy herida...) lo
siento (susurró) lo siento... (Maca se dio la vuelta)
M: Te lo dije una vez... (dijo de espaldas a ella, sin ver cómo Esther dejaba que un par
de lágrimas silenciosas bañaran su rostro) se acabó (soltó) ya me he hartado de que me
humilles, de que me desprecies y de que me juzgues como lo has estado haciendo y si lo
que pretendes viniendo aquí, es que te perdone, lo olvide todo y caiga a tus pies, estás
muy equivocada (dijo con los ojos rojos de rabia)
E: No... no pretendo eso (claro que no lo pretendía, porque sabía muy bien que se había
pasado con ella como para intentar algo que no fuera disculparse, mucho menos después
de escucharla) solo... intento que... que sepas que...
M: No me interesa (la volvió a cortar volviéndose de nuevo para mirarla) no me
interesa saber nada, no me interesa escucharte y mucho menos me interesan tus
disculpas (afirmó, Esther tragó saliva con dificultad) es que ya no me interesa nada de lo
que quieras decir o quieras creer... me da exactamente igual (clavó su mirada en ella
haciendo más veraz su relato) y si has venido aquí, esperando que acepte tus disculpas,
podrías haberte ahorrado el camino, porque no seré yo quien te disculpe, del mismo
modo en que tú, ni tan siquiera quisiste escucharme (afirmó y tal vez estaba siendo dura,
demasiado dura, pero en esos instantes no le salía ser de otra manera)
E: Maca... (imploró en su tono de voz y en su mirada...)
M: ¿Sabes contar, Esther? (preguntó alejándose de ella y abriendo la puerta, dejándole
claro que quería que se marchara) Pues no cuentes conmigo (terminó de decir,
esperando con extrema seriedad que se marchara)
La reina roja
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Derrotada bajó los hombros. Estaba claro que nada podía hacer o decir, porque tenía
razón, lo cierto era que tenía razón. No había querido escucharla, no había querido saber
lo que realmente pasó, ni siquiera le había dado a nadie la oportunidad de que se lo
contaran, Claudia había tenido que escupírselo para que ella se enterara de toda la
verdad, de lo que realmente pasó... y hasta que eso no había pasado, no había tenido
indulgencia con ella, la había humillado, la había despreciado, le había hecho
demasiado daño... quizás más del que Maca podía soportar... así que no podía hacer o
decir nada... ya no...
Con pasos lentos se dirigió a la puerta, con la cabeza gacha y sintiendo todo el dolor que
Maca había estado sintiendo con su actitud, con su manera de tratarla, ahora sabía cómo
se sentía, ahora había probado un poco de su propia medicina y ¡Dios! ¡Cómo dolía!
E: Lo siento (dijo parándose justo a su lado, sin levantar la cabeza, en un susurro tan
bajito que apenas se escuchó, tan doloroso como sincero)
Maca tembló, tembló y sintió que sus defensas caían al suelo... a pesar de todo, nunca
pudo verla sufrir, nunca pudo verla llorar... cerró los ojos, debía mantenerse firme si no
quería seguir sufriendo y dejó que saliera por fin de su casa para cerrar la puerta. Quedó
con la frente apoyada en la madera, respirando con dificultad... intentando levantar su
alma del suelo
Del mismo modo y con la mano sobre la madera, Esther dejaba que el llanto la
invadiera. Sintiendo como todo se le venía encima, como de pronto nada tenía sentido,
sabiendo que la había cagado y sintiendo un dolor en el pecho que no la dejaba casi
respirar...
Terminaba de recoger todo lo que ya no iba a necesitar. Suponía que alguien se haría
cargo de su piso, lo alquilarían, lo venderían, realmente le daba igual, allí había
demasiados recuerdos que quería olvidar así que, si por ella fuera, como si lo quemaban
Tan solo llevaba una bolsa de deportes en la que había metido lo más imprescindible,
tampoco es que le fueran a dejar llevar casi nada, al fin y al cabo, no iba de viaje, no se
iba a un hotel, iba a la cárcel donde todo lo que llevara sería revisado y en su caso
decomisado por los funcionarios, así que tampoco se molestó en hacer una maleta
completa... algo de ropa, una fotografía de su madre, y poco más...
Estaba lista, solo restaba que Javier llegara y la llevara hacia el centro, lo tenía asumido
y estaba convencida de ello, pues la realidad era, que no tenía nada por lo que quedarse,
mucho menos después de esa conversación con Esther que, si lo quisiera pensar, podría
describirse como un grito casi desesperado de la empresaria para que se quedara, pero
no quería pensarlo, no lo había hecho y no lo iba a hacer... ya había sido suficiente, a
partir de ahora, no pensaría en nada que tuviera que ver con Esther. Se limitaría a
cumplir su condena, a no meterse en líos y luego... cuando llegara el momento, ya vería
qué pasaría...
El timbre sonó, suspiró profundamente, sabía quién era, Javier llegaba y terminaría su
libertad, respiró profundamente, un “Vamos Maca” salió de sus labios en un murmullo
y finalmente abrió la puerta
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J: Hola (saludó serio, Maca supo que no le gustaba aquello)
M: Hola (contestó con tranquilidad) ¿Nos vamos ya? (preguntó directamente)
J: En unos minutos (contestó sin cambiar su tono) Maca... ¿Lo has pensado bien?
M: Javier, por favor (le pidió, pues no quería más conversaciones de ese tipo, no quería
que intentaran hacerla cambiar de opinión...)
J: Es que no lo entiendo (le dijo) eres la primera persona que conozco que, teniendo una
vida y posibilidad de trabajar, vivir bien... quiere volver a la cárcel (le decía) la mayoría
de las reclusas matarían por estar en tu posición, Maca... y tú quieres volver allí...
M: Supongo que soy la más tonta de todas (contestó elevándose de hombros) ¿Nos
vamos ya? (volvió a preguntarle, extendiendo las manos hacia delante)
J: ¿Qué haces? (preguntó al ver aquel gesto)
M: ¿No vas a ponerme unas esposas? (quiso saber, al darse cuenta de que no se movía)
Javi... por favor...
J: Antes de eso hay alguien que quiere hablar contigo (le comunicó, yendo hacia la
puerta y abriéndola para dejar paso a la nueva invitada)
M: Genial... (dijo protestando)
C: Buenos días (habló ella entrando en el piso, mirándolos a ambos con tranquilidad)
J: Buenos días (contestó con algo de solemnidad)
M: Ya... hola, sí (saludó ella con desgana)
C: Javier... necesito un minuto con ella (le dijo) déjenos solas, por favor
J: Lo que usted diga (contestó marchándose del piso)
M: No va a hacer que cambie de opinión (le dijo cuándo se quedaron solas)
C: Al menos he de intentarlo (contestó sacando una leve sonrisa) ¿le importa si nos
sentamos? (señaló el sofá)
M: Supongo que no puedo negarme, presidenta (dijo sentándose con desgana) usted
dirá (le dio pie para que hablara)
C: Bien... creí que teníamos un trato (dijo entrando en materia) creí que usted iba a
colaborar
M: Ya... pues lo siento (contestó) pero quiero romper el trato, no es tan grave... yo voy
a la cárcel y aquí no ha pasado nada
C: Voy a necesitar una razón más seria y sincera para que entienda por qué hace esto
(siguió Cruz mirándola con calma) porque usted aceptó trabajar para nosotros y no
puede dejarlo así como así...
M: No creo que sea de su incumbencia (dijo ella con seriedad)
C: En eso se equivoca (continuó ella) porque usted trabaja para nosotros, y le aseguro
que podría hacer muchas cosas para ayudarnos, necesitamos que siga con nosotros y no
podemos dejar que vuelva a la cárcel (afirmó) así que voy a necesitar una razón real
para entenderla
M: Podré haber estado trabajando para ustedes en este tiempo (contestó) pero es mi vida
y nadie tiene porqué meterse en ella, ni decirme qué tengo o no tengo que hacer
C: No la entiendo (siguió) la verdad es que no la entiendo (repitió) creí que quería
ayudar, creí que quería... acercarse a ella (le picó) que quería ayudarla y... creí que la
quería...
M: No voy a contestarle a eso (afirmó) Así que... ¿podemos irnos ya? (siguió
empecinada)
C: Bien (se levantó) supongo que me equivoqué con usted (dijo alejándose un poco de
ella) Está claro que no es usted la persona que creía... no es usted la persona que me
demostró ser cuando la conocí (siguió) la creí más valiente, pero es como todos los
demás, cuando tienen un problema huyen...
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M: ¿No lo entiende, verdad?
C: No (contestó) no lo entiendo, porque la persona que yo conocí, lo único que quería
era ayudar a la mujer de la que estaba enamorada, no sé, tal vez no lo estuviera tanto...
M: Sí... tal vez sea eso (contestó con lentitud) no estaría tan enamorada como usted
creyó (siguió diciendo aunque el tono de su voz decía claramente que mentía) supongo
que tiene razón, se equivocó conmigo
C: Sé que no me equivoqué (se dio la vuelta y se acercó a ella) sé que no lo hice, porque
usted ha demostrado mil veces que no lo hice (afirmó) me demostró a mí y a todos que
la quiere, todos sabemos lo que hizo por ella, así que no me diga ahora que no la quiere,
porque ese tipo de amor no se borra de la noche a la mañana (continuó) sabemos todo lo
que ha hecho por ella, no me diga ahora que no la quiere, porque eso no hay quien se lo
trague (afirmó convencida de ello) así que sea sincera de una vez y dígame por qué
quiere dejarlo...
M: No... no puedo quedarme aquí (contestó dejando caer sus hombros, derrotada,
porque mantener esa actitud de indiferencia, intentando ocultar su dolor, era demasiado
pesado como para seguir haciéndolo) ¿No lo entiende? Estoy cansada de sufrir, de ver
cómo me humilla, cómo me trata... no me queda nada aquí... mi madre ya no está y ella
era la única que podía mantenerme aquí... no tengo nada por lo que seguir (decía
derrotada) así que por favor... acepte mi decisión... porque le aseguro que no tengo
fuerzas para permanecer más tiempo aquí...
C: La necesitamos en nuestro equipo, Macarena... (contestó)
M: ¡Y yo necesito alejarme! (dijo perdiendo los nervios) no puedo seguir aquí, no
puedo verla, no quiero verla... necesito alejarme, necesito espacio, porque me ahogo al
saber que está cerca, que tengo que trabajar para ella (continuó) no puedo, ni quiero...
porque me voy a volver loca... porque estoy cansada de sufrir y llorar... ¿puede entender
eso? ¿Puede entender que necesite alejarme de ella lo más que pueda?
C: ¿Y cree que eso lo va a conseguir volviendo a la cárcel? (preguntó)
M: Al menos allí, sabré que no la veré...
C: ¿Y si le dijera que puedo hacerla desaparecer un tiempo? (le preguntó llamando su
atención) usted necesita alejarse y nosotros necesitamos que siga trabajando para el
gobierno... ¿necesita alejarse? ¿Necesita tiempo? (preguntó de manera retórica) puedo
dárselo, es más, tengo un trabajo que la alejaría de Madrid durante al menos dos meses
(siguió) así que si necesita tiempo, si necesita estar alejada de esta ciudad, acepte este
trabajo, pero no creo que lo mejor sea volver a la cárcel...
M:... (no sabía qué decir)
C: Volver a la cárcel no hará que se sienta mejor y usted lo sabe (afirmó) al contrario,
sería mucho peor (siguió) entiendo que quiera estar lejos, entiendo que quiera olvidar
todo esto... así que acepte el trabajo, Macarena... todos saldremos ganando (terminó de
decir, mirándola fijamente y esperando que aceptara)
Como ya se había convertido en rutinario, no había dormido nada aquella noche, y es
que, además de todo, la conversación con Maca le había dejado un sabor amargo. Sabía
que se había ganado a pulso todos sus reproches, pero escucharlos, sentirlos con tanta
claridad, era otra cosa que imaginárselos
Repasaba una y otra vez toda la conversación y una y otra vez llegaba a la misma
conclusión. No había nada que pudiera hacer ella para ganarse un perdón por parte de
Maca, al igual que hiciera ella, Maca se había cerrado en banda y no admitiría nada que
viniera de ella
La reina roja
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Se reprochaba a sí misma no haber querido verlo, no haber querido escuchar a nadie y
no haber sido capaz de ver la verdad de las cosas, tal vez, si lo hubiera hecho, las cosas
habrían sido infinitamente diferentes. Maca no estaría ahora tan llena de rencores hacia
ella y ninguna de las dos habría sufrido como lo habían hecho
Había llegado al despacho cuando aún el sol no había comenzado a despuntar. No podía
quedarse en casa por más tiempo, allí no hacía más que pensar en lo ocurrido y seguir
reprochándose mil cosas. Había sido estúpida, muy estúpida, Maca tan solo intentó
protegerla y ella la había machacado tanto que había llegado a un punto en el que a la
Reina Roja le importaba un bledo su propia vida... y eso la torturaba a cada segundo
Ni tan siquiera podía trabajar con claridad, a cada minuto se distraía recordando
imágenes de aquel encierro, y ahora, ahora sí era capaz de ver a una Maca protectora, a
una Maca dulce cuando se acercaba a ella, ahora sí era capaz de reconocer, tras aquella
máscara al gran amor de su vida sufriendo tanto como ella al verla en aquel encierro
E: ¿Diga? (contestó al teléfono con rapidez en el momento en que éste empezó a sonar)
C: Buenos días (respondió al otro lado del teléfono) ¿No es muy temprano para que
estés en la oficina? (quiso saber)
E: Es la única forma que tengo de evadirme un poco de todo (contestó con amabilidad)
C: Es comprensible (respondió)
E: ¿Cómo ha ido? (quiso saber, yendo directamente al grano de aquella conversación,
sabiendo para qué había realizado esa llamada que en contadas ocasiones se había dado,
y bastante nerviosa por escuchar su respuesta)
C: Es bastante cabezota (contestó)
E: Lo sé (dijo poniéndose más nerviosa) ¿Pero ha aceptado? (preguntó con más
insistencia)
C: Ha costado, pero sí, lo ha hecho (le contestó y Esther suspiró con alivio)
E: Menos mal (dijo en un susurro) ¿Sospechaba algo? (quiso saber, porque tenía la
certeza de que si Maca supiera lo que estaba haciendo, seguramente lo dejaría)
C: Ha aceptado, así que no creo que sospeche nada (contestó creyendo saber lo que
estaba pensando Esther) Y a no ser que haya leído los informes que se llevó de tu casa,
no creo que lo sospeche nunca
E: No... no los leyó (afirmó convencida) sé que no lo hizo, la conozco... (y de nuevo
sintió el aguijón del remordimiento, claro que la conocía, y por eso, tendría que haber
sabido desde el primer momento lo que ocurría, pero se había cerrado tanto... tanto...)
posiblemente intentó abrir alguno para ver cómo podría ayudarme, pero no quiso leerlos
(terminó de decir intentando no sonar demasiado derrotada por sus propios
sentimientos)
C: Bueno... sale esta misma noche (le contó) le dije que serían dos meses... pero no sé si
necesitará más...
E: Supongo que podrá quedarse el tiempo que quiera (continuó) de hecho, ese caso va
para largo... (se tapó la cara con las manos, el caso en cuestión, el caso Ruiz, era uno de
los más importantes que llevaba su empresa, Jesús Ruiz, antes llamado Pablo Ortega,
había sido el testigo principal en una trama de trata de blancas y ahora se encontraba
dentro del programa de testigos protegidos del gobierno y del que su empresa llevaba la
seguridad, y sabía que aún tardarían al menos un año y medio, quizás dos, hasta que
Jesús pudiera volver a España, así que tendría que hacerse a la idea de que, aunque Cruz
le hubiera dado un margen de dos meses, tal vez, no la vería en dos años... y eso, no
La reina roja
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sabía si sería capaz de soportarlo...) necesita tiempo, así que tendrá todo el que quiera...
(dijo con un murmullo, porque la necesidad de tiempo que Maca tenía, era simple y
llanamente para olvidarse de ella)
C: ¿Estás bien? (preguntó al escuchar su tono de voz)
E: Sí... (contestó intentando imprimirle seguridad a sus palabras) es solo... no sé, he
sido una imbécil... solo eso
C: No te flageles, Esther (continuó ella) lo que a ti te ha pasado ha sido demasiado
fuerte... te equivocaste de persona, pero también tiene su lógica, todo apuntaba a ella...
E: Pero tenía que haberla escuchado... (se reprochó)
C: No pienses ahora en eso (le dijo) piensa en... en lo que vendrá... las cosas
mejorarán... el tiempo hará que mejoren (intentó animar)
E: Ojalá (deseó)
C: Te tengo que dejar (dijo para despedirse) tengo que ir a una reunión, ya sabes, cosas
de la presidencia
E: Sí... no les haga esperar, señora presidenta (contestó con una media sonrisa) y Cruz
(dijo antes de que colgara) gracias... te debo una...
C: De nada (le dijo antes de colgar el teléfono)
Cuando colgó, se quedó con la mirada fija en la nada. Esperando que el tiempo pasara
pronto, que curara heridas y que al menos, les diera la oportunidad de hablar sin
reproches... no pretendía nada más, tan solo hablar con ella pedirle disculpas una vez
más y ¿quién sabe? Tal vez intentar ser amigas después
CUATRO MESES DESPUÉS
Nada. No sabía absolutamente nada de ella. Llevaba ya cuatro meses fuera, tan solo
sabía dónde estaba y poco más, pues Javier, se había hecho cargo de su seguimiento y
era el único que mantenía contacto con ella
No había querido ni hacer el intento de comunicarse pues intuía que, en cuanto lo
hiciera, Maca probablemente se enfurecería, aún se sorprendía del hecho de que no se
hubiera dado cuenta de que la artífice de que no estuviera en la cárcel era ella
Pero comenzaba a desesperarse, lo que pretendía ser un trabajo de dos meses se había
convertido en cuatro y sin intenciones de volver de momento. Según sabía por Javier,
Maca no había hecho alusión alguna al hecho de regresar a Madrid y tampoco la había
nombrado a ella en todo el tiempo que llevaba fuera
No sabía por qué ese día se había levantado más nerviosa que de costumbre. Sus horas
de sueño habían pasado de unas dos o tres horas a cuatro o cinco cada noche. Las
pesadillas parecían remitir, al menos ya no las tenía tan seguidas, pero sí que
continuaban martirizándola cada varios días sin dejarla conciliar el sueño
Ese día, precisamente, era uno en los que la oscuridad de la noche la había llevado de
nuevo, a aquel encierro. En sueños había vuelto a revivir todo aquello y se había
despertado entre sudores fríos y una sensación de abandono y orfandad demasiado
pronunciada
La reina roja
196
Encendió el ordenador y leyó el periódico virtual mientras se tomaba el tercer o cuarto
café en lo que iba de mañana. Tan solo eran las 10:30, no había ido a trabajar, después
de esa noche de vigilia forzada no había tenido ganas de salir de casa. Mientras leía
alguna noticia que no llamaba su atención se fijó en el día que era...
E: Genial (murmuró para sí misma)
Y es que, ese día, precisamente ese día hacía exactamente 10 meses del día del
secuestro. Suspiró, movió la cabeza e intentó evadirse un poco de su mente y sus
recuerdos, no quería que todo volviera a empezar una vez más, sin embargo, era
inevitable y lo descubriría minutos más tarde
El timbre de casa sonó insistente, se extrañó de aquella visita, no esperaba a nadie y
menos a las 10:30 de la mañana. Se levantó mientras dejaba la taza en el lavaplatos y se
dirigió a la puerta. Miró por la mirilla y abrió bastante descolocada
E: ¿Qué haces aquí? (preguntó invitándola a entrar) creí que tenías que estar en la
oficina
Claudia: Sí (contestó con seriedad una Claudia que la miraba preocupada) pero tengo
que hablar contigo... (sacó un sobre del bolso) esto me ha llegado al despacho esta
mañana (se lo tendió) supongo que a ti te lo harán saber de otra manera
Esther tomó aquel sobre entre las manos mirándola algo confusa, Claudia le hizo un
gesto para que lo abriera y al instante Esther lo hizo. Lo desdobló y comenzó a leer
“Por la presente se le comunica que se requiere su presencia en calidad de testigo en el
proceso judicial contra RAÚL LARA ARANGO, ALBERTO SANCHEZ LARA,
VERÓNICA SOLÉ MARTÍN, el día 25 del presente mes a las 09:30h en el juzgado de
instrucción número 3 de la Comunidad de Madrid”
La insistente musiquita de su móvil la despertó, intentó moverse sintiendo como un
brazo en su cintura se lo impedía. Se restregó los ojos intentando abrirlos, sentía un
ligero dolor de cabeza. Se movió desorientada, no sabía muy bien donde se encontraba,
pero tenía la seguridad de que ese, no era el piso que durante esos cuatro meses se había
convertido en su vacía e impersonal casa
Intentó moverse sin despertarla, y cuando consiguió ponerse en pie, un leve mareo la
hizo quedarse quieta por un segundo. Aquella noche había salido, más que nunca esa
noche había necesitado salir y evadirse de todo, para así, intentar no pensar demasiado
en la fecha aquel día. Había bebido algo más de la cuenta y había acabado en casa de
esa morena que se removía en la cama sintiendo su ausencia
La impertinente musiquita volvió a sonar y poniéndose algo de ropa que tapara su
desnudez rebuscó entre toda la ropa desperdigada por el suelo en busca de su teléfono.
Lo encontró finalmente bajo la cama, en el bolsillo trasero del pantalón, lo sacó sin
demasiada dificultad, miró la pantalla y bufó algo molesta
M: ¿Sabes la hora que es aquí? (preguntó directamente sin tan siquiera saludar)
J: Siento llamar tan temprano (le contestó) pero necesitaba hablar contigo, es urgente
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M: Vale... dime qué pasa y deja que vuelva a la cama (dijo aún molesta)
J: La semana que viene comienza el juicio contra Raúl (soltó) creí que te interesaría
saberlo (terminó de decir a una Maca de se despejó totalmente al escucharlo)
Se sentía nerviosa. Pese a tener que agradecer el tratamiento especial que le estaban
dando, pese a que no le vería la cara, estaba demasiado nerviosa. De nuevo volvía a
revivirlo todo, de nuevo las pesadillas recurrentes cada noche y con mayor intensidad
que antes. Otra vez esa sensación de vulnerabilidad, ese miedo a andar sola por la calle
y es que, desde que se enterara de que el juicio comenzaría, todo había vuelto a su
mente y los escasos pasos que había dado hacia adelante, habían sido rehechos hacia
atrás...
En aquella sala, resguardada del resto, donde nadie la vería, donde nadie la reconocería,
esperaba que el Juez junto con los abogados y el fiscal la llamaran para declarar. Sabía
que lo haría en el mismo despacho del juez, así debían ser las cosas si se quería
preservar su identidad, algo insólito pero justificado dada la situación. No es que
hubiera periodistas, ni que ese caso hubiera trascendido a la prensa, pero todos
coincidían en que más valía prevenir que curar
Le sudaban las manos, se removía el pelo con nerviosismo, la espera le estaba matando.
En ese momento estaba declarando Claudia, podría seguir toda su comparecencia por un
monitor que le habían instalado en la salita y su estómago dio un vuelco al ver la sonrisa
cínica de un Raúl que se mostraba altivo, desvió la mirada del televisor, no quería verlo,
no quería saber nada, aún quedaba un rato para que le tocara declarar, tras Claudia sería
el turno a Carlos y finalmente ella. Y no sabía si tendría fuerzas para hacerlo porque no
sabía si podría revivir una vez más y en voz alta todo lo que pasó... era demasiado, ya
era demasiado...
Y entre todo aquella mezcla de pensamientos había uno que no había dejado de repetirse
desde que llegara la citación... ¿Estaría Maca también citada a declarar? ¿Volverían a
verse? ¿En calidad de qué iría allí la Reina Roja? No tenía ni idea pero sí había una cosa
que sabía, en el caso de que Maca regresara, haría lo que fuera por no volver a dejarla
marchar... no quería dejarla ir de nuevo, porque simplemente, en esos cuatro meses se
había dado cuenta de cuánto la necesitaba, de cuánto la amaba aún... y se prometió que,
si Maca volvía, la recuperaría... a pesar de saber, que muy posiblemente ahora fuera la
misma Maca quien no querría saber nada de ella
La puerta se abrió con lentitud, respiró profundamente, un funcionario que ni tan
siquiera la miró, le cedió el paso a otra persona y su respiración se paró. Su cuerpo
tembló, esta vez no de miedo, ni de dolor, sino de la plenitud que sintió al volver a
verla. Estaba absolutamente maravillosa, y todo parecía quedar relegado a un segundo
plano con su presencia. Ya no le importaba donde estaba, ni porqué estaban allí, ni
siquiera le importaba si tenía que volver a revivirlo todo una vez más, porque el simple
hecho de verla, hacía que tan solo importara ella
De pronto se sintió con fuerzas para enfrentarse a un mundo entero, sintió ganas de
hablar con el juez y mandar a la cárcel a Raúl tantos años como fuera necesario, ahora,
en ese instante, con tan solo verla cruzar el umbral de la puerta, sentía todas sus fuerzas
renovadas y unas ganas enorme de plantarle cara al universo...
La reina roja
198
Menos a ella...
Y es que mismo modo en que sentía fuerzas renovadas, que sentía unas enormes ganas
de luchar para buscar justicia, también sintió, en la instantánea mirada que Maca le
dedicó con indiferencia, que todo había cambiado entre ellas... que existía ahora un
muro tan enorme como insalvable... que tal vez, ya no había nada que hacer...
E: Ho... hola (consiguió articular con un leve hilo de voz)
M: Jum... (fue la única respuesta por parte de Maca, quien cruzó la estancia y se sentó
lo más alejada de ella que pudo)
Esther también se sentó, miró hacia el suelo y de vez en cuando y de reojo buscaba su
mirada sin hallarla. Maca ni tan siquiera la miraba... y dolía tanto... que sintió unas
tremendas ganas de echarse a llorar... la tensión del juicio, saber que a pocos metros de
allí se encontraban los que habían destrozado su vida y ver y sentir de manera muy
palpable cómo Maca la ignoraba estaba siendo devastador. Ahogó su llanto, no quería
venirse abajo, aún no... debía intentar mantenerse serena, tenía que lograrlo... por muy
difícil que resultara
Para Maca tampoco era fácil. Desde que Javier la llamara días antes para contarle que el
juicio comenzaba y que ella tendría que asistir todo había sido un auténtico caos. Saber
que volvería a ver a Esther, que volvería a tenerla cerca era más de lo que podía soportar
y en esos días, se había estado preparando para ello. Había decidido actuar con frialdad,
no venirse abajo, no claudicar... mantenerse alejada, no hablarle ni mirarla... era el único
modo de intentar mantenerse firme para conseguir su único objetivo: Olvidarse de ella...
de una vez por todas...
Y sin embargo no podía...
Era superior a sus fuerzas, mantenía la mirada fija en un cuadro situado justo frente a
ella, se repetía mentalmente una y otra vez la orden de no mirarla, porque sabía que, si
lo hacía, entonces todo el esfuerzo de esos meses se iría al garete en un instante y no
quería volver a lo mismo, aún albergaba en su alma demasiado resentimiento y si la
miraba, si tan solo se cruzaba con sus ojos un segundo, sabía que todo le explotaría en la
cara y no quería volver a sentir aquello... no, claro que no quería, se había jurado a sí
misma que la olvidaría y eso haría, había sufrido demasiado por ella y no estaba
dispuesta a volver a hacerlo...
Durante la siguiente, larga y agónica media hora, ninguna de las dos se movió ni un
milímetro de su posición. Ninguna dijo nada. La tensión reinante en aquella habitación
bien podía cortarse con facilidad. Una se seguía obligando a no mirar más allá de la
línea que dibujaban sus ojos hacia la pared frontal y la otra, de vez en cuanto,
tímidamente y con algo de miedo, buscaba su cuerpo...
E: Eh... (se armó de valor, porque necesitaba hablarle, porque necesitaba que Maca le
dijera que todo iría bien, que la abrazara como lo hiciera en su encierro, como aquella
noche que entre sueños la sintió cobijándola entre sus brazos, porque la amaba y
necesitaba tanto que no podía soportar tenerla tan cerca y sentir un océano inmenso
entre ellas) Maca... yo...
La reina roja
199
Y Maca ni se volvió a mirarla, consiguió no reaccionar al escuchar de nuevo su nombre
saliendo de sus labios y simplemente, buscó unos auriculares, se los puso, accionó un
mp3 que Esther pudo ver cómo sacaba del bolso y con la música resonando en sus oídos
cerró los ojos y echó la cabeza hacía atrás... quizás esa fuera una reacción absurda, pero
era la única que tenía para no escucharla
Esther captó el mensaje, volvió a bajar la cabeza y escondió una lágrima que se
derramaba por su mejilla. Aceptó que tal vez, llegaba demasiado tarde y se concentró de
nuevo en su declaración
A los pocos minutos y ambas agradecidas, uno de los funcionarios llamó a Esther, era el
momento de su declaración. Maca la miró sin ser vista y pudo verla agobiada y
preocupada. Su primer instinto fue levantarse y decirle que todo estaría bien, sin
embargo lo único que hizo fue subir más el volumen de la música y cerrar de nuevo los
ojos
Tres cuartos de hora más tarde, de nuevo uno de los funcionarios abría la puerta,
dejando paso a una desconsolada y derrotada Esther que no sabía cómo se mantenía en
pie. Maca la miró, la miró y no pudo soportarlo. Cuando la empresaria levantó la cabeza
y se encontró con sus ojos se sintió por primera vez en mucho tiempo algo reconfortada.
La Reina Roja se levantó sin apartar la mirada de ella, le temblaban las piernas, le
sudaban las manos y sentía que su alma volvía a resquebrajarse al verla de aquel modo.
Jamás, por mucho que pasara, podría verla así... con pasos lentos fue acercándose, el
llanto de Esther se hacía más intenso esperando ese abrazo que necesitaba más que nada
en el mundo. Maca ordenaba a su mente que retrocediera, mientras que su corazón iba
derecho hacia su dueña
-: Macarena Wilson, es su turno (dijo alguien abriendo la puerta y cortando el
momento) Señorita (se dirigió ahora a Esther) un coche la llevará a su casa, la están
esperando (continuó sin que ninguna de las dos se moviera)
Y aquello fue como volver a la realidad, la realidad de un montón de insultos y
humillaciones clavadas en su alma, la realidad de una Esther que la había mirado
durante demasiado tiempo con un desprecio desmesurado, la realidad en la que ella
había decidido seguir con su vida sin ella, por mucho que aquello le estuviera costando.
Perdió el contacto visual, se deshizo de sus ojos y recogió sus cosas para salir de allí
con la misma seriedad con la que había permanecido durante ese tiempo
Cuando Esther volvió a quedarse a solas, suspiró profundamente, cerró los ojos y volvió
a vivir el momento que se había dado instantes antes. Su mirada, sus ojos decían más de
lo que Maca quería ocultar... y entre tanta incertidumbre, después de pasar por un
momento demasiado duro, esbozó una leve, levísima sonrisa... ¿Quién sabía? Tal vez,
no todo estaba perdido...
Tres días después, el juicio quedaba ya algo lejano, pese a que el proceso judicial seguía
su curso, ella ya no tuvo que volver a declarar, tan solo restaba la sentencia y sabían que
tardaría al menos un par de semanas en salir. Así que durante esos días había intentado
evadirse de todo aquel momento y continuar con su vida como buenamente podía
La reina roja
200
Pero había algo que no podía olvidar, y es que hubo un momento en el que todo se llenó
de colores, un momento en el que la sintió muy cercana pese a la lejanía que le imponía.
Hubo un instante, tan solo un instante en que sintió que aún había algo por lo que
luchar... un instante cortado por un funcionario, un instante que había revivió en su
mente mil veces en esos días y que le había dado el final que ella necesitaba, la
culminación de aquel abrazo frustrado, rodeado de palabras amorosas...
Y es que, la manera en la que la había mirado, el ligero temblor de su cuerpo y la
preocupación de sus ojos le decía que todavía la quería, que todavía podría haber una
oportunidad para ellas, algo que hacía que una tímida sonrisa saliera de sus labios
Maca aún la quería, o al menos, aún sentía por ella algo tan fuerte como para olvidar el
“odio” que pudiera tenerle y hacer amago de abrazarla para consolarla. Su corazón no
podía estar equivocado y le había gritado con todas sus fuerzas que Maca la quería, que
aún la amaba, que a pesar del resentimiento, de la indiferencia que mostraba, bajo
aquella capa de rabia permanecía intacto el amor que las unió en el pasado. Sí, tenía que
ser así, porque el estremecimiento de su piel al rememorar el momento no hacía más
que reafirmarle lo que sospechaba... porque simplemente no podía ser de otra manera...
Una sonrisa tímida salió de sus labios, la primera en muchos días, una sonrisa que poco
a poco se fue haciendo inmensa, volviendo a sonreír como no había vuelto a hacerlo
desde que comenzara aquel infierno... y sabía que si volvía a perderla, nunca más
sonreiría de aquella forma, llena de ilusión, de esperanza, de amor...
Y no lo haría, en aquel momento se prometió no volver a perder la sonrisa, se juró a sí
misma recuperarla y eso tenía que empezar ahora mismo... no podía perder más tiempo,
así que tomó el teléfono y comenzó a hacer llamadas. Necesitaba saber dónde estaba y
suspiró con tranquilidad cuando Javier le dijo que seguía en España
Era ya de noche cuanto terminó de arreglarse, durante todo el día su ilusión se había ido
incrementando y su sonrisa no había desaparecido, Claudia, que había pasado por su
casa a media tarde, no había podido ignorar el cambio en la actitud de su jefa, había
llegado pensando que iba a encontrar a una taciturna Esther y sin embargo se había
encontrado con su amiga llena de vida, llena de emoción y sonriente, como si nada de lo
que pasó hubiera ocurrido realmente, Esther parecía ser la chica que fue y eso la alegró
demasiado
Aparcó el coche, salió de él atusándose el pelo, anduvo por la calle cruzándose con
algunas personas que habían decidido salir a tomarse una copa. Se paró en la puerta de
aquel pub rezó para que Javier no se hubiera equivocado al decirle dónde podría estar,
suspiró profunda y nerviosamente para finalmente abrir la puerta e internarse en aquel
pub
Miró a su alrededor, el bar estaba lleno, no la veía por ningún lado y comenzaba a
ponerse histérica, la pequeña pista de baile, con varios jóvenes bailando al son de una
música rápida obstaculizaba su vista. Se movió hacia un lateral y entonces, entonces su
mundo volvió a pararse, volvió a quedarse sin respiración, volvió a llenarse de paz. Al
La reina roja
201
fondo y a un costado de la sala, apoyada en una mesa alta, Maca miraba hacia la nada
mientras se tomaba una copa. Estaba preciosa, estaba absolutamente maravillosa
Se quedó parada, no supo qué decirle, no sabía muy bien como comenzar a hablar,
porque estaba convencida de que Maca no estaba para nada receptiva, porque sabía que
no podía llegar y decirle “te quiero, vuelve conmigo” no, así solo conseguiría que Maca
huyera... se mordió una uña, intentando pensar en cómo hacerlo y entonces, recordó
algo, algo que la hizo volver a sonreír y con algo más de confianza caminó hacia ella
con decisión
E: Hola (dijo haciendo que Maca se quedara a cuadros al verla, dejó la copa en la mesa
y su postura se volvió defensiva. Esther supo que iba a decir algo así que se adelantó) sé
que no me conoces (siguió diciendo) pero no he podido no acercarme a ti... Verás te va
a parecer una locura... pero anoche soñé contigo (soltó con una tímida sonrisa)
M: ¿Qué coño haces? (preguntó aprovechando la leve pausa de Esther)
E: Sí, sí, es verdad (ignoró su pregunta) soñé contigo... sé que es raro porque no nos
hemos visto nunca (siguió) pero es así ¿No quieres saber qué soñé?
M: No (contestó)
E: Vale, te lo cuento (soltó y Maca puso los ojos en blanco y volvió la cara hacia otro
lado intentando ignorarla, Esther tragó saliva y luego continuó) he soñado que nos
casábamos en primavera (sonrió, Maca la miró con sorpresa) sí, es más bonito... yo iré
con un traje verde manzana que a ti solo se te ocurrirá quitármelo (seguía diciendo algo
avergonzada, Maca no podía creer lo que escuchaba) nos iremos a vivir a las afueras,
una casita coqueta, no demasiado grande... (cerró los ojos y Maca comenzó a recordad
todo aquello) tendremos dos hijos, el primero al año y medio de casarnos... ya sabes,
querremos aprovechar un tiempo para nosotras... (sonrió levemente, sus ojos reflejaban
ilusión, los de Maca desconcierto y turbación) el segundo lo tendremos al año del
primero, no querremos que se lleven mucho... Les llamaremos Pedro y Patricia (seguía
hablando con la ilusión de que Maca recordara todo aquello) yo me negaré a tener un
perro (los ojos se le cristalizaban) pero tú te las apañarás para convencerme...
Quedaron ambas calladas, Maca mirando hacia el frente y Esther mirándola a ella y
esperando que dijera algo. Pero ninguna hablaba, no salía ni una sílaba de sus labios y
comenzaba a ponerse nerviosa. No sabía muy bien qué esperaba de todo aquello, quizás
un acercamiento, ablandarla un poco... pero era la única manera que se le había ocurrido
para acercarse, actuar como Maca lo hiciera cuando se conocieron, reviviendo aquellos
momentos, queriendo que entendiera el mensaje que quería enviarle...
M: ¿Por qué haces esto? (preguntó después de darle un largo trago a su copa, volviendo
el rostro para mirarla, Esther pudo ver dolor, confusión y consternación en sus ojos,
unos ojos que la miraban casi como si suplicaran que parara...)
E: Bueno... no sé (siguió con su interpretación) pero no me negarás que encontrarse con
la chica con la que has soñado, es para decírselo (continuó con una sonrisa) Porque si
alguien tiene ese tipo de sueños conmigo y me ve pues yo...
M: Esther (la cortó con seriedad) ¿Por qué haces esto? (repitió de nuevo dejándole claro
que quería una respuesta real)
E: Porque necesito que sepas que... (dijo tras una pausa y se cortó al no saber cómo
continuar, porque la mirada de Maca, una vez más huidiza y sin querer fijarla en ella, le
dijo que no estaría demasiado dispuesta a escucharla) quería que supieras que de verdad
sueño con ese futuro (terminó de decir)
La reina roja
202
M: Ya (dijo con una sonrisa un tanto cínica y volvió a beber de su copa)
E: Maca... lo siento... sé que... que cometí errores y no sé cómo solucionarlos... solo te
pido que me dejes hablar contigo que...
M: El problema es que yo no quiero hablar contigo (volvió a cortarla)
E: Maca (dijo cogiendo su brazo intentando pararla al ver que se marchaba)
M: Suéltame (le pidió haciendo un rápido movimiento con el brazo deshaciéndose de
ella)
E: No, escucha... escucha (intentó volver a pararla)
M: No quiero escucharte, Esther (la cortó de nuevo) si piensas que viniendo y
recordándome una estúpida conversación que mantuvimos hace mucho tiempo vas a
conseguir algo, lo tienes claro (continuó) así que deja de hacer el idiota y déjame en paz
de una vez, porque vas a tener que hacer mucho más que esta tontería... (pensó en lo que
había dicho, se mordió el labio) mejor no hagas nada (se corrigió)
E: Pero...
M: Pero nada, Esther, ya te he dicho que...
-: Perdonar (dijo una chica acercándose a ellas y parándose un tanto avergonzada)
siento interrumpir... pero... ¿te gustaría bailar? (le preguntó a una Maca que dejó de
mirar a Esther mientras la empresaria enarcaba una ceja)
M: Claro (contestó sacando una sonrisa y mirando de reojo a Esther ) me encantaría
(dijo haciendo que la empresaria se quedara chafada)
Esther las vio irse a la pista, pudo ver como se acercaban una a otra sin pudor alguno,
sintió la rabia intensa de los celos, cuando la propia Maca la miró un instante para al
segundo siguiente hundirse en su cuello
-: Llevaba mirándote un montón de tiempo (dijo la chica al oído de Maca mientras ésta
intentaba concentrarse en un baile que cada vez se hacía más sensual) no sabía si
acercarme y cuando te he visto con esa chica...
M: Me alegro de que lo hayas hecho (contestó sin dejar que acabara) me has librado de
algo un tanto desagradable... (seguía bailando mientras con las manos recorrían su
espalda)
-: ¿Es... es tu pareja? (preguntó parando el movimiento de sus cuerpos y mirándola)
M: No (contestó mordiéndose el labio al darse cuenta de la mirada deseosa de la chica)
-: Ya... pues parece que no le ha sentado nada bien que aceptaras bailar conmigo
(contestó y con la cabeza le hizo una seña para que mirara al lugar donde se encontraba
Esther)
Maca miró, miró y se arrepintió de haberlo hecho. A lo lejos, con la mirada gacha, la
cabeza bajada y dejando caer los hombros como si estuviera totalmente derrotada,
Esther agarraba con fuerza su chaqueta para tomar rumbo hacia la puerta del local. Sus
ojos la siguieron en todo aquel trayecto y antes de salir, la empresaria se volvió para
encontrarse con la mirada de la Reina Roja... Maca pudo ver dolor en aquella mirada, y
algo se removió dentro de ella
M: ¿Qué te parece si nos vamos a un sitio más privado? (preguntó sin querer que le
afectara, sin querer pensar demasiado en ello)
-: Me encantaría (contestó la chica con una enorme sonrisa)
La reina roja
203
Había entrado en el coche y se había quedado apoyada contra el respaldo, con los ojos
cerrados y la sensación de frustración viajando por todo su cuerpo. No solo no había
logrado nada sino que además, había tenido que presenciar cómo tonteaba y coqueteaba
con aquella chica a la que había estado a punto de matar cuando se acercó
Cuando abrió los ojos con la intención de marcharse a casa, algo llamó su atención.
Maca salía de la mano de aquella chica y parecían bastante juguetonas. La chica en
cuestión le decía algo a Maca al oído y ésta contestó acercándola más a su cuerpo y
poniendo esa mirada que tan bien conocía Esther, una en la que decía que la deseaba...
que la deseaba y mucho
No se lo pensó, en cuanto las vio subir a la moto de Maca, arrancó el coche, sabía que
aquello era un estupidez, que sería herirse más si las veía en una actitud menos recatada,
pero necesitaba saber hacia dónde irían... necesitaba ver con sus propios ojos que
realmente Maca ya la había olvidado hasta tal punto de que no le había afectado en lo
más mínimo verla ni escuchar lo que le había dicho...
Conducía haciendo caso a las indicaciones de aquella chica, sentía sus manos alrededor
de la cintura, acariciándola por encima de la ropa. Sabía a lo que iba, sabía lo que quería
la chica y lo que ella deseaba hacer. Una noche de sexo, dejarse llevar por sus instintos,
intentar evadirse de todo en un cuerpo ajeno y desconocido, intentar olvidar aquel
encuentro y lo que la conversación que habían mantenido significaba
Las caricias de aquella chica se hacían cada vez un poco más valientes, sobrepasando la
barrera de la ropa mientras que con voz sensual, le seguía indicando el camino. Y ella
seguía las indicaciones pero sin embargo, ya no tenía tan claro lo que quería de esa
noche. El trayecto parecía hacerse eterno, como si no quisiera llegar nunca, como si
realmente no quisiera ir hacia donde le decía... y es que, mientras conducía, no podía
dejar de pensar en todo lo ocurrido, en Esther y aquella última mirada... negó con la
cabeza, necesitaba dejar de pensar en ella... necesitaba olvidarla y seguir con su vida de
una vez por todas
Al fin llegaron a su destino. Maca paró la moto frente a aquel bloque de pisos, la chica
bajó y se quitó el casco, la Reina Roja también se lo quitó pero no se movió de su sitio
-: ¿No vas a subir? (e preguntó coqueta, con una sonrisa que le decía cuánto quería que
subiera y acercándose a ella)
M: Lo cierto es que no estoy muy segura (contestó sintiendo su cercanía)
-: Deja que te de algo para terminar de asegurarte (soltó, acortando la distancia que las
separaba y comiéndole la boca con pasión)
Esther desvió la mirada incapaz de ver aquella escena. “Tonta” le gritó una vocecita,
“esto te pasa por querer verlo” le seguía recriminando “arranca y vete de una vez si no
quieres que termine rompiéndome en pedazos” continuó diciendo su corazón, que
bombeaba nervioso al ser testigo de cómo se besaban con fruición en mitad de la calle
Y le hizo caso, arrancó de nuevo el motor porque no podía continuar allí, porque
seguirlas había sido una auténtica estupidez, porque simplemente había servido para
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darse cuenta de que de una vez por todas, debía tirar la toalla. Puso el intermitente para
anunciar su movimiento y cuando miró por última vez al frente, frenó
Maca se había separado de la chica, desde la distancia que las separaba, pudo ver como
la Reina Roja, negaba con la cabeza, bajaba el rostro, movía las manos como si
estuviera pidiéndole disculpas, volvió a levantar la mirada, la chica hizo el intento de
volver a besarla y ella negó con la cabeza abortando su movimiento. La vio de nuevo
diciéndole algo mientras que aquella chica la escuchaba con tranquilidad. Una vez más
negó sacando una leve sonrisa y miró a su compañera como si le estuviera pidiendo
comprensión. La chica afirmó con la cabeza, sonrió, buscó algo en su bolso, tomó su
brazo, subió la manga de la chaqueta y escribió algo sobre la piel. Luego volvió a
levantar la mirada, miró a Maca, sonrió, le dio un beso en la mejilla, le dijo algo al oído
y se alejó de la moto mientras que la reina roja se quedaba parada, mirando como la
chica se alejaba, bajando la mirada y negando como si estuviera algo frustrada.
Finalmente, tras unos segundos en los que no se movió para nada, se puso el casco de
nuevo, arrancó y aceleró con brusquedad, como si estuviera enfadada con ella misma y
quisiera alejarse del mundo entero subida a su moto
Sin poder evitarlo una sonrisa salió de los labios de Esther al verla marchar, el hecho de
que Maca no hubiera subido a aquella casa, que no hubiese acompañado a aquella chica
le había hecho sentirse infinitamente mejor, porque si no lo había hecho, entonces es
que la indiferencia que intentaba mostrar Maca no era tanta, porque si no sintiera nada
por ella, no se habría pensado el subir a aquel piso... porque todo en Maca parecía una
contradicción constante...
M:... Vas a tener que hacer mucho más que esta tontería... mejor no hagas nada (se
corrigió)
Y ahí estaba la clave, Maca podía haberle dicho que no había nada que hacer, que nada
de lo que hiciera le haría cambiar de opinión, podría haber zanjado aquello con una sola
frase, podía haberle dicho que ya no la quería, podría haberle dicho mil cosas y sin
embargo, había dicho algo totalmente distinto, “Vas a tener que hacer mucho más que
esta tontería” aquella frase dejaba la puerta abierta, dejaba un resquicio de esperanza...
“mejor no hagas nada”, eso había sonado más a súplica que a orden, y en ningún
momento dijo que no iba a logar nada... así que... ¿Y si lo hacía? ¿Caerían las barreras
de Maca si seguía buscando la manera de acercarse a ella? No lo sabía, pero estaba
absolutamente dispuesta a averiguarlo
Eran tan solo las nueve de la mañana, aún no había despertado, desde que estaba sin
trabajo, esperando que Javier le diera nuevas instrucciones, se levantaba más tarde,
hasta las diez u once no era persona, por eso, cuando el timbre de la puerta comenzó a
sonar insistente arrancándola de su sueño, protestó en la cama aún sin abrir los ojos
Consiguió arrastrarse hasta el suelo y aún con los ojos cerrados, casi sin poder abrirlos
pudo llegar hasta la puerta. Miró por la mirilla aunque no consiguió ver con claridad
quién se encontraba tras la madera, abrió y miró a aquel chico que la miraba con una
media sonrisa
-: Buenos días ¿Macarena Fernández? (preguntó)
La reina roja
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M: Soy yo (dijo con la voz grave) menudas horas... (protestó)
-:Sí... bueno, lo siento pero empezamos con los envíos muy temprano (se disculpó)
tiene que firmar aquí (le pasó el albarán para que firmara)
M: Ya... yo no he hecho ningún pedido (dijo mientras miraba aquel papel) ha de haber
alguna confusión
-: Pues... (revisó su lista de pedidos) no, es aquí (afirmó mientras continuaba revisando
sus papeles) pedido para Macarena Fernández... material de oficina
M: ¿Material de oficina? (preguntó extrañada) le repito que tiene que haber un error...
yo no he pedido nada y mucho menos material de oficina
-: No hay ningún error (repitió) pero si lo quiere puede llamar a la empresa distribuidora
(le dijo) el número aparece justo aquí (se lo señaló en el papel)
M: Sí (afirmó convencida) por supuesto que voy a llamar
El chico, quien tenía que realizar varios pedidos más, le dejó un par de cajas, no
demasiado grandes pero tampoco pequeñas y tras repetirle dónde hacer sus
reclamaciones se marchó quitándose un problema de encima
Maca dejó las cajas sobre la mesa, aún medio dormida tomó el teléfono y marcó los
dígitos señalados, obviamente ella no había hecho ni un solo pedido, mucho menos nada
relacionado con materiales de oficina, así que convencida de que había un error, esperó
a que contestaran al otro lado de la línea
M: Buenos días (dijo en cuanto una chica contestó al otro lado) Verá, me llamo
Macarena Fernández y creo que ha habido un error con uno de sus pedidos (le dijo) yo
no he pedido nada y ha llegado a mi casa material de oficina...
- Entiendo... (decía la chica) ¿Me dice el número de pedido, por favor?
M: Sí (se tomó un tiempo para buscarlo en el albarán, mientras se restregaba los ojos,
esa noche, al igual que las anteriores tras aquel encuentro, no había dormido demasiado
bien y cuando lo logró, era demasiado tarde como para levantarse a las nueve de la
mañana) eehh... 739B100035A (leyó)
-: Bien, un segundo por favor (contestó y Maca escuchó cómo tecleaba algo en el
ordenador) Sí, verá en el ordenador me sale que ese pedido es para Macarena Fernández
en la dirección... (dijo dándole sus datos)
M: Sí, esa es mi dirección, pero le repito que yo no he hecho ningún pedido (continuó)
-: Sí... el pedido está a su nombre, no hay ningún error (le dijo la chica)
M: Claro que lo hay, le digo que yo no he hecho ningún pedido (repitió una vez más)
-: Verá, a nosotros nos consta esa dirección, y su nombre... no hay ningún error (Maca
cerró los ojos frustrada) Se trata de un encargo de material de oficina, 2500 bolígrafos
bic más concretamente
M: ¿Bolígrafos? (preguntó sin entender nada, quizás si estuviera más despierta hubiera
entendido todo a la primera, pero el sueño aún hacía mella en ella y no la dejaba pensar
con claridad) ¿y para qué coño quiero yo 2500 bolígrafos?
-: Si lo desea puedo darle el número de contacto del punto de venta de ese material (le
sugirió) allí podrá hacer las reclamaciones pertinentes
M: Sí, démelo
-: Bien... ¿tiene algo con qué apuntar? (preguntó mientras buscaba el número en el
ordenador)
M: Pues por lo visto tengo 2500 bolígrafos, así que sí (contestó acercándose hacia la
mesa, abriendo una de las cajas, donde efectivamente, había un montón de bolígrafos
La reina roja
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perfectamente ordenados. Tomó uno, le quitó el tapón con la boca y se dispuso a
escribir en la misma caja (dígame)
-: Sí, 91567...
M: Un segundo (le pidió Maca cuando comenzó a escribir el número, pero ni tan
siquiera pudo apuntar el primer dígito, pues el bolígrafo que había cogido no escribía,
tomó un segundo bolígrafo y repitió la acción) ¡Joder! (protestó, y volvió a coger otro
más) ya podrían haberme mandado bolígrafos que escribieran (bufó)
Y entonces, fue como si algo hiciera click, fue como si de repente se terminara de
despertar, como si su mente se despejara en un segundo. Miró aquellas cajas, todas
repletas de bolígrafos, y algo se encendió en su mente. Aturdida, sin escuchar lo que
aquella señorita le decía, tomó entre sus manos unos cuantos bolígrafos más y
quitándoles a todos el tapón descubrió que ninguno de ellos funcionaba
-: ¿Señorita, está ahí? (escuchó de lejos)
M: Ehh... sí (contestó algo aturdida) dis... disculpe... creo que... que no hay ningún error
(terminó de decir colgando el teléfono y mirando de nuevo aquellas cajas)
Se había quedado aturdida y helada, sabía perfectamente de donde venía todo aquello,
porque no podía venir de otra persona. Abrió las otras cajas y tomó varios bolígrafos
más, descubriendo que ninguno de los que seleccionaba pintaban, todos estaban
defectuosos, ninguno funcionaba...
Se sentó en el sofá, con aquellas cajas frente a ella, mirando todos aquellos bolígrafos
Bic, que parecían estar riéndose de ella, a un costado de la última caja diferenció un
papel, lo sacó y lo desdobló para descubrir la letra manuscrita de Esther
“He aumentado las probabilidades a 2500. Esther”
Había esperado toda la mañana una llamada, una señal, algo que le diera una pista sobre
cómo le había sentado a Maca aquel envío y sin embargo, no había señal ninguna,
parecía que la Reina Roja no quisiera dar señales de vida y comenzaba a ponerse
nerviosa. No sabía si le había gustado, si le había sentado mal o bien, si había
despertado en ella sentimientos dormidos o si había hecho que se enfadara aún más y la
falta de noticias, buenas o malas, le estaba poniendo histérica
En su despacho, trabajaba en un nuevo software, revisaba los últimos informes del
departamento de informática y hacía anotaciones cuando veía algo que no terminaba de
estar del todo claro o no terminaba de gustarle. Llevaba allí demasiado tiempo, no había
querido moverse, estar en casa no hacía más sino aumentar su nerviosismo, la espera de
algo que no llegaba la tenía en un estado de tensión que no sabía cómo definir
Eran cerca de las cuatro de la tarde cuando su estómago reclamó algo de comida, se
sintió súbitamente hambrienta y aunque la expectativa de salir a comer no era nada
alentadora, cuando lo único que quería era quedarse en su despacho, donde nada ni
nadie entraba, donde sus pensamientos quedaban aparcados tras la puerta, donde por un
buen rato, había dejado de pensar en la reacción de Maca tras recibir aquellos
bolígrafos. Aun así, recogió sus cosas y salió del despacho, decidió que comería algo
rápido en un bar cercano y volvería al trabajo... necesitaba mantener la mente ocupada
La reina roja
207
Pidió un par de tapas, una cerveza y se sentó junto a la ventana, quedó mirando el
exterior mientras comía y como ya esperaba, su mente, traicionera, comenzó a divagar
sobre lo que podría o no pensar Maca... sopesó todas las posibilidades. Sonrió al
imaginarla feliz con aquel gesto, recuperando la ilusión del principio y dejándose llevar
por sus sentimientos. Su rostro se volvió algo serio, cuando su cabeza quiso mostrarle la
cruz de aquella situación, donde la Reina Roja, en lugar de sentir alegría se mostraba
impasible ante sus intentos por reconquistarla
Se dio prisa en terminar de comer, necesitaba volver al despacho, internarse entre
software e informes y dejar que las horas pasaran sin pensar más en ello... cuando
terminó, o más bien, cuando sintió que su estómago había vuelto a cerrarse, se levantó,
pagó y salió poniendo rumbo de nuevo a la oficina
En el ascensor, revisaba su móvil y su buzón de voz: nada... absolutamente nada, Maca
no había dado señales de ningún tipo. Frustrada, guardó el teléfono en cuanto las
puertas se abrieron y tras pasar los pertinentes controles de seguridad en el que se
verificaba dos veces más su identidad abrió la puerta del despacho mientras se iba
quitando la chaqueta
E: ¡Joder! (saltó asustada tras colgar la prenda en el perchero, frente a ella, sentada en la
oscuridad que daban las persianas al despacho, la estaba esperando) Maca... (pronunció
contenida) ¿Cómo... cómo has entrado? (preguntó aún descolocada al verla allí)
M: ¿Tú qué crees? (le devolvió la pregunta con algo de ironía...) Sólo he venido a
traerte eso (continuó con una voz monótona que no delataba en absoluto su estado de
ánimo y señalando varias cajas sobre el escritorio, Esther supo qué contenían, bajó la
cabeza y su desilusión se hizo palpable) no sé para qué quiero yo 2500 bolígrafos que
encima no pintan...
E: Pensé que... recordarías cuando...
M: Te lo voy a pedir una vez más, Esther, y no volveré a hacerlo (soltó impidiendo que
siquiera hablando) deja de hacer esto, déjame vivir tranquila...
E: Pensé que...
M: Me da igual lo que pensaras (cortó) sólo quiero que lo dejes...
E: No puedo dejarlo ¿vale? (soltó) porque no quiero tirar la toalla, porque sé que me
equivoqué, que cometí un montón de errores y solo intento solucionarlos (siguió
diciendo al ver que Maca se había quedado algo parada) no voy a dejarlo, por mucho
que me digas que pare no lo voy a hacer, ¿y sabes por qué? (preguntó de manera
retórica) porque te quiero (Maca sintió un escalofrío al escucharla y consiguió que no se
notara) porque te quiero, Maca (dijo de una forma más lenta, quería que se le quedara
grabado a fuego) y mientras exista una posibilidad, una mínima esperanza, por muy
pequeña que sea de conseguir recuperarte, voy a seguir haciendo todo esto... te quiero
(dijo una vez más) y te necesito en mi vida...
M: Pero yo no (contestó, con demasiada rapidez tal vez, como si hubiera sido una
respuesta sin pensar, sin querer sopesar nada, quizás sin querer decir la verdad...)
E: Maca...
M: No vuelvas a hacerlo (dijo moviéndose por el despacho con la intención de
marcharse)
208
La reina roja
E: Dime que no me quieres (la paró, tomándola del brazo) dime que has dejado de
quererme, que ya no sientes nada por mí y te juro que dejaré de buscarte y de buscar la
manera de recuperarte (le pidió haciendo que la mirara a los ojos)
Durante un segundo, sus miradas se cruzaron, y como antaño, se hablaron, sin embargo,
esta vez no solo hablaban de amor, sino que también gritaron sentimientos confusos,
gritaron dolor, rabia, contención y algún que otro reproche
M: Revisa el lector de huellas y el de retina, es evidente que tienen deficiencias (le dijo
con la voz algo tomada) y de paso, vuelve a cambiar el código de acceso (continuó)
“AÚN TE QUIERO” como nuevo código es estúpido, absurdo, fácil de adivinar con un
sistema básico y por supuesto, una idiotez, nunca pongas nada personal, creí que te
había quedado claro tras lo que pasó (terminó de decir y ahora sí, soltándose del brazo y
marchándose por donde había venido)
******
Ares: Jajajaja Son como el perro y el gato jajaja (soltó el Dios de la guerra riendo al ver
como se estaba sucediendo la historia) no llegarán a entenderse nunca
Eros: Lo harán (contestó convencido y satisfecho con lo que veía, leyendo entre líneas,
mirando más allá de la superficie, donde sabía, que se encontraba el amor que ambas
aún se tenían) solo es cuestión de tiempo
Ares: Arggg... es absurdo (dijo desesperado al ver que Eros no se daba por vencido)
todo esto es absurdo
Eros: Mi querido amigo (contestó) ya te advertí de que el Amor es la mayor fuerza que
existe, no se puede luchar contra ella
Ares: ¿Amor? (preguntó mirándolo con una ceja alzada) ¿A eso le llamas amor? ¿A
comportarse de manera terca, obstinada y cobarde? (le recriminó)
Eros: El amor es terco, obstinado y hace que hasta el más valiente se comporte como un
cobarde cuando cree que puede sufrir, que prefiere no luchar para finalmente darse
cuenta que tan solo necesita un empujón para recuperar la valentía y entonces, mostrarse
fuerte, sentirse un gigante y luchar contra todos los Dioses que se afanan en confundir,
sembrar dudas y crear guerras absurdas (le dijo con intención)
Ares: Aburrido, aburrido, aburrido (dijo cansado de escucharlo) todo eso de lo que
habláis es aburrido
Atenea: Dioses (les llamó, atajando una nueva disputa) presten atención, pues parece
que algo está por ocurrir
******
“El próximo Martes, a partir de las 21:30 horas, evento pre-inaugural de la próxima
apertura de la excepcional exposición “Imperio Azteca” que contara con numerosas
reliquias de gran valor. Importante presentar invitación para acceder a la galería”
Escasa, escueta y sin dar ningún tipo de detalles. Esa había sido la pequeña reseña que
habían publicado un par de periódicos y ese era su nuevo trabajo. Javier la había
llamado días antes para darle instrucciones, volvería a hacer de conejillo de indias,
La reina roja
209
volvería a poner a prueba el sistema de seguridad de Werty´s Security y aunque hubiera
preferido declinar la oferta, no podía hacerlo...
Nada más enterarse de su nuevo cometido, algo había chirriado, no le cuadraba nada
demasiado y es que, para ser una gran exposición tenía muy poca publicidad, si iban a
mostrar antiquísimas joyas que no habían visto la luz hasta ese momento no tenía
sentido que tan solo apareciera anunciado en una nota de prensa a pié de página. Aún
así, no cuestionó nada, no tenía ganas de hacerlo, estaba demasiado cansada, demasiado
agotada como para cuestionar a nadie y, si Javier había sido quien le había dado las
instrucciones, suponía que era bastante importante
Así que ahí estaba, frente a aquella galería, revisando las conexiones del bluetooth a su
ordenador y preparándose para pinchar las cámaras. Frunció el ceño, era demasiado
fácil, apenas había tenido que sortear un par de cortafuegos, los códigos base habían
sido bastante simples y no había tenido que reprogramar el sistema para poder acceder a
él. Esther se estaba descuidando y eso no era nada bueno
Desde su posición, vio como un par de chicos de seguridad esperaban la llegada de los
invitados, pero nadie parecía tener intención de acudir a la gran exposición. Miró el
reloj, aún era temprano, quedaba una hora para que comenzara el acto, así que supuso,
que ya llegaría la gente... Aunque una parte de ella le seguía diciendo que todo era
demasiado extraño...
Arrancó el coche y dio la vuelta a la manzana, aparcó de nuevo, buscó la entrada trasera
del edificio y con precaución, asegurándose de que nadie la veía se escabulló dentro sin
ningún tipo de esfuerzo. Cogió el móvil, introdujo un par de dígitos y la lucecita roja de
una de las cámaras próximas parpadeó un par de veces para quedar de nuevo encendida
M: El video está cargado (se dijo a sí misma, mirando el cronómetro del reloj) bien...
vamos
Anduvo por aquel pasillo hasta encontrar la puerta que buscaba, se agachó y comenzó a
forzar la cerradura. Chasqueó los dientes, aquello ya rozaba la insensatez, ni tan siquiera
una cerradura reforzada para una puerta trasera que daba directamente a la galería...
Echó un vistazo sin moverse de donde se encontraba y confundida entró en la sala como
quien entra en un supermercado, como si no fuera la Reina Roja, como si no pasara
absolutamente nada. Y lo cierto es que no pasó nada, porque allí, simplemente no había
nada. Ni vigilancia, ni cámaras, ni sistema infrarojo, ni sensores de movimiento...
Miró a su alrededor, ¿se había equivocado de sala? Estaba convencida de que era ese
lugar, estaba absolutamente segura de no haberse equivocado, había revisado los planos
una y otra vez desde que Javier le dijera cuál sería su siguiente trabajo y estaba
convencida de que allí, en ese lugar, debía haber un montón de reliquias con varios
siglos de antigüedad
Tomó de nuevo su móvil abriendo un archivo con el plano de la galería que había
cargado antes de salir de casa y se situó en el pequeño mapa que le devolvía la pantalla.
Miró a su alrededor, estaba convencida de que se encontraba en el lugar indicado y sin
La reina roja
210
embargo ahí no había nada... ni una triste vitrina... ni tan siquiera un trozo de cerámica
roto por el paso del tiempo... nada... absolutamente nada...
Negó con la cabeza, algo había tenido que salir mal o Esther había hecho la jugada
perfecta cambiando el lugar de la exposición a última hora para asegurarse de que no
aparecería, sí, debía ser eso, porque sino, no tenía sentido nada de aquello
Se dio la vuelta, volvió sobre sus pasos y cuando intentó abrir la puerta, se encontró con
que no podía, lo volvió a intentar con más ímpetu y no dio resultado. Un leve pitido en
su teléfono hizo que una vez más, lo tomara entre sus manos
“SISTEMA DE BLOQUEO DE PUERTAS ACTIVADO” Rezaba la pantalla y su gesto
pasó de la confusión a la sorpresa, ¿de qué iba todo aquello?
Al fondo, a un costado, escuchó una puerta abrirse para cerrase al instante, se volvió con
rapidez e intentó ocultarse en algún lugar, pero fue absurdo, no había donde esconderse
M: Debí habérmelo imaginado (dijo frustrada al verla. Radiante, segura de sí misma y
debía reconocer que simplemente maravillosa, Esther se acercaba a ella con decisión)
E: Tenemos que hablar (contestó) y no me has dejado otra opción que ésta (terminó de
decir enseñándole un pequeño aparatito que supo, sería el dispositivo de bloqueo y
desbloqueo de las puertas)
Ignorando su presencia fue directamente a la puerta por la que había entrado la
empresaria, intentó abrirla, como ya sabía no logró moverla ni un milímetro, protestó
irritada, intentó de nuevo abrirla, quería salir de ahí
E: Vas a tener que hablar conmigo, Maca (dijo tras ella) no pienso abrir las puertas
M: Dame eso (contestó acercándose a ella desafiante pidiéndole el dispositivo) Esther,
dame eso
E: No, vamos a hablar (se lo llevó a la espalda)
M: Que me des eso (repitió intentando quitárselo)
E: No te lo daré hasta que no hablemos (contestó esquivándola)
M: Déjate de juegos, Esther (forcejeó) dame eso de una vez
E: No (forcejeaba ella también) no, Maca... por favor, Maca...
M: Dame, dámelo (continuó)
Y en mitad de aquel tira y afloja, mientras Maca intentaba arrebatarle el dispositivo y
Esther luchaba por impedírselo, sintió su cercanía, hasta que no olió su perfumo no se
dio cuenta de que prácticamente estaban abrazadas. Cerró los ojos impregnándose de su
aroma, se dejó llevar por la necesidad de tenerla y mientras que la Reina Roja
continuaba pidiéndole que la dejara marchar, ella disfrutaba del calor que emanaba su
cuerpo. Finalmente, sin poder ni querer impedirlo, en un descuido de Maca, se abalanzó
sobre sus labios, la abrazó con fuerza impidiendo que se alejara, la Reina Roja se
resistía sorprendida a aquel beso al tiempo que Esther insistía en profundizarlo...
Fugazmente Maca correspondió, tan solo un segundo Esther sintió que Maca se rendía a
aquel beso, sin embargo, al instante siguiente percibió una nueva lucha, un nuevo
intento por liberarse hasta que finalmente lo logró
La reina roja
211
M: ¡Joder! (protestó alejándose de ella todo cuánto pudo, mientras Esther se quedaba
mirándola con la sensación de haberla sentido, por un instante, como antes) Estoy
intentando seguir con mi vida, Esther (dijo agobiada, aturdida y fuera de sí) ¿Por qué no
puedes dejarme en paz?
E: Porque te quiero (contestó tras una pausa) y me resisto a creer que tú hayas dejado de
quererme... porque quiero que volvamos a estar juntas, porque tenemos que estar juntas
M: No... no... no... (negaba al tiempo que daba vueltas sobre sí misma, para terminar
sentada apoyada en la pared y escondiendo la cara entre sus piernas) por favor... no me
hagas esto...
E: Solo quiero arreglar las cosas (dijo bajando el tono, viéndola así, le resultaba mucho
más difícil)
M: ¿Y crees que yo no quería? (preguntó) quise arreglarlas mil veces y mil veces te
negaste a escucharme... así que me alejé, intenté alejarme y dejar que siguieras con tu
vida porque al parecer, verme te hacía daño (seguía diciendo desesperada) ¿por qué no
puedes hacer tú lo mismo?
E: Maca... (pronunció como pudo pues le costaba hablar al verla tan vulnerable y
hundida como estaba)
M: Estoy intentando olvidarte... estoy intentando seguir adelante sin ti, y no me dejas...
por favor... déjame tranquila... por favor...
E:...
M: Es que ya no puedo más (siguió sintiéndose desolada, sintiendo que las lágrimas
hacían acto de presencia) no puedo más... solo quiero olvidarte, solo quiero dejar de
sentirme tan ruin, tan hija de puta por lo que pasó... intenté hablarte, contarte todo y tú
no hacías más que culparme, machacarme... ¡Me acusaste de querer violarte en el hotel!
(recordó) y ahora que... que intento seguir con mi vida no me dejas...
E: Estaba mal, Maca... estaba hundida, dolida y muy enfadada (se excusó) todo lo que
pasó fue horrible, todo lo que nos hicieron fue terrible... nos han jodido la vida, Maca, a
las dos... y... descubrir que... que me habías mentido... que tú eras una... una... (tragó
saliva, porque la mirada de súplica que le echó Maca era superior a ella) y... cuando
dijiste todo eso de mi padre... cuando dijiste que me habías utilizado como lo hizo él...
M: Solo quería protegerte (repitió una vez más, como las mil veces que lo había
repetido, solo que esta vez, lo hacía cansada... cansada por tener que volver a excusarse
por tener que enfrentarse a un montón de sentimientos que intentaba a duras penas
mantener a raya escondidos en su alma) solo quería protegerte...
E: Lo sé (se acercó con cautela) ahora lo sé... pero entiende que... estaba en shock,
Maca todo esto me ha afectado de una manera que no sé controlar... aún no puedo
dormir... y por eso sé que te necesito aún más, por eso sé que a pesar de todo no te he
dejado de querer ¿y sabes por qué? Porque desde que todo pasó, tan solo he podido
dormir una noche... la noche que pasamos juntas (decía y Maca ahora, la miraba algo
sorprendida) sí... y cuando desperté, cuando desperté entre tus brazos volví a sentirme
segura, volví a sentirme a salvo... sabía que eras tú la que me besaba, sabía que eras tú
quien me acariciaba, pero estaba demasiado ciega, demasiado obcecada en querer
odiarte y por eso solté todas aquellas sandeces... y no sabes cuánto lo lamento... no
sabes cuánto lo siento, mi amor (le dijo ya sentada frente a ella) Maca...
M: Yo... yo no sé si... no puedo... (negó con la cabeza) no puedo...
E: Está bien (dijo dándose por vencida, estaba claro que habían pasado demasiadas
cosas, demasiados reproches por ambas partes. Se levantó del suelo, intentando
mantener la compostura y accionó el desbloqueo de las puertas) te dejaré tranquila,
Maca si eso es lo que quieres (continuó) dejaré de buscarte, dejaré de intentar
recuperarte... me alejaré de ti y ni tan siquiera tendremos que vernos ni hablarnos por
La reina roja
212
trabajo, Claudia puede hacerse cargo de los informes que nos mandes... supongo que si
es lo que tú deseas, tengo que aceptarlo como lo aceptaste tú... (se dio la vuelta y se
abrazó a sí misma) solo te deseo que seas feliz...
M: Yo también te lo deseo (contestó tras una pausa alargada, mientras se levantaba del
suelo. Fue hacia la puerta, y antes de abrir quedó parada, la miró, la miró y la vio allí, en
mitad de aquella sala vacía, con lágrimas en los ojos y siendo espectadora de su marcha)
E: Maca (dijo en el instante en que abrió la puerta antes de que desapareciera del todo)
solo quiero que sepas que... hace tiempo te hice una promesa (siguió diciendo, Maca
respiró profundamente) y la estoy cumpliendo y sé que siempre la cumpliré...
Y Maca la miró, la miró y bajó la cabeza, dejó caer los hombros como si el mundo
pesara mil toneladas para finalmente salir de aquella galería dejando su alma aferrada a
una Esther que lloraba en silencio
El tiempo transcurría agónicamente lento. Lo que le parecían años tan sólo eran días, las
horas se le hacían eternas, el reloj no avanzaba con la celeridad que deseaba, le
sobraban horas en el día, por mucho que hiciera, por mucho que intentara entretenerse,
tenía demasiado tiempo libre, o eso le parecía a ella, porque siempre, durante gran parte
del día, su mente volaba lejos, demasiado lejos del lugar donde se encontrara para
recordarle todo cuándo había pasado...
E: Maca (dijo en el instante en que abrió la puerta antes de que desapareciera del
todo) solo quiero que sepas que... hace tiempo te hice una promesa (siguió diciendo,
Maca respiró profundamente) la estoy cumpliendo y sé que siempre la cumpliré...
Sabía perfectamente cuál era la promesa a la que se refería, no hacía falta hacer
memoria, lo tenía presente a cada instante. Fue un día, de los muchos brillantes y felices
días en los que estuvieron juntas, tras visitar a su madre en la clínica, con la sensación
de vacío que le dejaba cada vez que la visitaba y no la recordaba cuando le pidió que
hiciera aquella promesa...
M: Prométeme que siempre estaremos juntas. Prométeme que pase lo que pase... no
dejarás de quererme...
E: Te lo prometo. Jamás... por mucho que pase, por mucho tiempo que transcurra...
nunca podré dejar de quererte, Maca... porque te has metido tan dentro de mí, que sé,
que nunca podré borrarte... ni borrar lo que siento...
Era incapaz de avanzar, era incapaz de seguir con su vida. Olvidarla le resultaba
imposible, por más que lo intentara, por más esfuerzo que pusiera en ello, no lo lograba,
ni tan siguiera conseguía un ápice de olvido
Por más que hiciera no era capaz de seguir adelante y sabía que no lo lograría, en el
fondo de su ser, en lo profundo de su corazón, sabía que jamás la olvidaría, que nunca,
por muchos años que pasaran, por muchas mujeres con las que estuviera, por mucho
esfuerzo que le pusiera, nunca dejaría de quererla. Porque aquella promesa, no la hizo
tan solo Esther, ella, sin palabras, sin necesidad de hablarlo, se había jurado a sí misma
que nunca dejaría de quererla, que jamás volvería a sentir con nadie lo que sintió con
ella
La reina roja
213
Y lo había intentado, había puesto todo su empeño, todas sus fuerzas en sacarla de su
corazón, pero no había logrado nada, porque en cada lugar que mirara, en cada mujer
que conocía o en cualquiera que se cruzaba por la calle veía su alegría, sentía su mirada,
incluso las voces del mundo entero eran las de ella...
En ese tiempo, apenas tres semanas después de aquel encuentro, había conocido a mil
Esther, de pronto todo el mundo se llamaba como ella, todas las mujeres del universo
tenían su cabello, usaban el mismo perfume y todas, sin excepción, sonreían como lo
hacía Esther...
El timbre de la puerta la sacó de su ensimismamiento, se levantó del sofá y queriendo
dejar de pensar abrió encontrándose con una Claudia que la miraba un tanto recelosa...
M: ¿Ocurre algo? (preguntó contrariada al verla allí, pues no la esperaba para nada)
Claudia: Quiero hablar contigo (contestó y sin esperar invitación, entró en el piso)
M: Tú dirás (dijo tras cerrar la puerta y llegar al salón junto a ella)
Claudia: ¿Qué estás haciendo, Maca? (preguntó directamente)
M: No te entiendo...
Claudia: Es muy simple (siguió) ¿Qué estás haciendo? Es que no lo entiendo, pensé
que la querías, creí que la querías de verdad, por eso no entiendo qué es lo que estás
haciendo
M: Claudia (suspiró) no tengo ganas de hablar de Esther...
Claudia: No se trata de que tengas ganas o no (continuó ella) se trata de entender qué es
lo que os pasa, lo que estáis haciendo con vuestra vida...
M: Lo único que intento es olvidarla (se encogió de hombros) simplemente, no intento
nada más...
Claudia: ¿Y lo consigues? (le preguntó, Maca quedó parada tras aquella pregunta)
Dime, Maca, ¿lo estás consiguiendo?
M: Lo estoy intentando... (repitió)
Claudia: Ya... (bajó la cabeza, tal vez pensando en lo que decirle) lo que teníais Esther
y tú, no es algo que pueda olvidarse, no es algo que puedas borrar de tu corazón y tú lo
sabes... lo que habéis tenido, todo lo que os ha pasado no podéis borrarlo, es así de
simple, el amor que os tenéis es demasiado profundo como para poder olvidarlo y...
M: ¿Te ha pedido Esther que vengas a hablar conmigo? (preguntó cortándola)
Claudia: ¡No! (contestó a modo de protesta) estoy aquí porque quiero (continuó) Esther
no sabe nada, no quiere acercarse más a ti (seguía sin conseguir mantener la calma) pero
estoy harta de ver como malgastáis un tiempo precioso, estoy cansada de ver como os
fustigáis la una a la otra, como... como os dejáis llevar por el orgullo, comportándoos
como dos idiotas en lugar de dos personas que se quieren... ¡Joder! (seguía protestando)
estoy muy cansada de ver a mi amiga mal, llorar por ti y verte a ti hundida tanto como a
ella... ¿tanto os cuesta dejar el orgullo a un lado y simplemente dejaros llevar por lo que
sentís?
M: Claudia...
Claudia: Joder, no (la cortó) es que no lo entiendo, no la entiendo a ella y tampoco a ti,
¡por dios! Sé que la quieres, casi te matan por salvarla, eso es amor... joder, y ahora que
todo ha pasado, que las dos os necesitáis... ¿todavía no sois capaces ninguna de las dos
de daros cuenta de que no podéis seguir la una sin la otra? ¡Joder! ¿No podéis daros
cuenta de que estáis hechas la una para la otra? ¿de que simplemente jamás vais a poder
olvidaros?
M: Déjalo ya Claudia...
La reina roja
214
Claudia: Que no lo voy a dejar, joder (protestó) ¡que me estáis jodiendo mi ideal de
pareja perfecta a ver si te enteras! (dijo y Maca no pudo más que esbozar una leve
sonrisa al escucharla decir aquello) ¡Sois Ross y Rachel por el amor de Dios!
M: ¿Quién? (preguntó descolocada)
Claudia: Ross y Rachel (repitió) Friends... ¿te suena? (Maca se encogió de hombros)
¿No?
M: Pues no...
Claudia: ¿No has visto Friends? ¿En serio? (preguntó con una ceja alzada) Da igual...
(dijo haciendo aspavientos con las manos y dándose cuenta de que se estaba desviando
del tema) la cuestión es que tú y Esther tenéis que estar juntas... (rebajó el tono, había
ido a abrirle los ojos y estaba desvariando un poco) Maca... mira a tu alrededor (dijo
haciendo un barrido por la habitación) si de verdad quisieras olvidarla, lo primero que
habrías hecho es quitar todas las fotos de Esther (le dijo y Maca se dio cuenta de que
tenía razón, de que en su casa, aún mantenía vivo su recuerdo, todas las fotos estaban
allí, todas las instantáneas que se sacaron durante su relación se mantenían intactas en
su piso, como recordándole lo que fueron, lo que aún era para ella) Solo te pido que lo
pienses... que dejes de ser tan orgullosa, que mires en el fondo de tu corazón y te
preguntes si de verdad dejarás de quererla, si de verdad serás feliz sin ella... yo solo
quiero veros felices y sé que no lo seréis si no estáis juntas... Esther lo sabe, y tú
también...
Dejándola parada, con la palabra en la boca y sin opción a respuesta, Claudia se fue por
donde había venido, sin saber si sus palabras resultarían, si habría hecho bien en ir allí o
si por el contrario había sido peor... Pero ver a Esther llorar cada día, verla hundida al
sentir que la había perdido había sido superior a sus fuerzas y en un arrebato, había
sentido la necesidad de ir a casa de Maca con la intención de abrirle los ojos... otra cosa
era que Maca decidiera finalmente abrirlos o seguir hundida en la pérdida de la única
persona que había amado...
UNA SEMANA DESPUÉS
Bajó del coche con gafas de sol aún estando ya dentro del aparcamiento. Se las quitó tan
solo cuando se posicionó frente al ascensor y solo lo hizo porque tras introducir el
código de seguridad, el lector de retina le obligaría a hacerlo
El trayecto hasta la planta de su despacho lo hizo apoyada en un lateral del elevador. Se
sentía cansada y es que, para variar, no había dormido demasiado. Ya no solo no dormía
a consecuencia de sus pesadillas sino que, además, era incapaz de cerrar los ojos sin ver
la mirada de Maca pidiéndole que la dejara... y era superior a sus fuerzas, era
terriblemente doloroso sentir esa mirada de la mujer que amaba con cada fibra de su
ser...
Por fin llegó al despacho, suspiró, su trabajo, de un tiempo a esta parte, no le motivaba
en absoluto, muy por el contrario, le parecía hasta una carga más en su vida...
últimamente, todo era una carga, nada le hacía ilusión y nada ni nadie conseguía hacerla
sonreír
Sin embargo ese día algo había cambiado. Lo supo nada más abrir la puerta cuando un
agradable aroma inundó sus fosas nasales, algo contrariada miró hacia su mesa y se
La reina roja
215
encontró con algo que la dejó parada. Se acercó levemente y sin poder creerlo sus ojos
volvieron a iluminarse como hacía tiempo que no lo hacían
Sobre la mesa, esperándola llegar, aquella figurita que tan bien conocía la saludaba con
alegría, junto a ella, un ramo de flores, un ramo enorme, quizás a cualquiera le hubiera
resultado recargado, tal vez extraño por el tipo de flores que albergaba. Lo tomó entre
las manos, olió los distintos aromas que desprendían, mezclándose unos con otros
haciendo de ese aroma, uno mucho más especial. Lo miró e identificó varios tipos de
flores y colores...
E: Claveles rojos y rosas (decía mientras iba acariciando levemente las flores en
cuestión) Crisantemos rojos... geranios rojos, Iris blancas, azules y amarillas (seguía
enumerando y olía cada aroma que enumeraba) Jazmín... Lilas blancas, margaritas
rosas... tulipanes... Lirios, y Rosas, rosas blancas y rojas...
Sonrió, por primera vez en días sonrió ampliamente. Algo le decía que aquello debía
tener un significado, la conocía, Maca no hacía nada sin saber lo que hacía... no dejaba
cabos sueltos, aquello, debía significar algo... Nerviosa, sin dejar de mirar aquel ramo,
encendió el ordenador y se dispuso a buscar el significado1 de cada una de aquellas
flores...
Nerviosa salió del ascensor, acercándose a aquella puerta tras la que esperaba que
estuviera. Respiró profundamente con una sonrisa en los labios y finalmente llamó al
timbre
Durante los siguientes segundos no escuchó ningún tipo de ruido tras la puerta, tal vez
no estaba en casa y eso hacía aumentar su nerviosismo. Volvió a tocar el timbre y de
lejos, como si estuviera en la otra punta del piso, escuchó que Maca pedía calma
Se mordió el labio inferior y una vez más inspiró profundamente, cuando la puerta se
abrió una sonrisa bobalicona apareció en su rostro. Maca aparecía ante ella con unos
pantalones anchos y una camiseta de tirantes, con el pelo mojado, lo que le decía que sin
duda, la había pillado saliendo de la ducha
E: Hola (dijo mirándola algo avergonzada)
M: Hola (contestó del mismo modo)
E: ¿Puedo pasar? (preguntó con la voz temblorosa la ver que Maca no la invitaba)
M: Sí, claro, perdona (le dijo y Esther sonrió, Maca estaba tan nerviosa como ella)
Esther entró, entró y Maca pudo oler su perfume en el momento en que pasó por su
lado. Cerró los ojos inundándose de su olor y se mordió el labio. Cerró la puerta y
ambas fueron hacia el salón
E: Me han encantado las flores (pronunció sin saber cómo comenzar a hablar)
M: Me alegro (dijo de igual manera)
1
Pagina de donde se puede encontrar el significado de las flores: http://flores.florpedia.com/-significadoflores.html
La reina roja
216
E: ¿Es cierto lo que dicen? (quiso saber, Maca sonrió de lado) he buscado el significado
en internet... (se explicó)
M: No mentiría con algo así (contestó)
E: O sea que me quieres (sonrió mirándola cómplice)
M: Ujum (afirmó mirándola a los ojos)
E: Y no has querido a nadie como a mí (seguía sonriendo ilusionada)
M: Ajá (volvió a afirmar)
E: Y que no dejas de pensar en mí (continuó mordiéndose el labio)
M: Ni un segundo (contestó de igual manera)
E: Y que quieres ser todo para mí (no podía dejar de sonreír)
M: Tú lo eres todo para mí, así que sería justo que yo lo fuera para ti (afirmó)
E: Y que quieres un futuro conmigo...
M: Sí... bueno, no un futuro cualquiera (afirmó) quiero ese futuro que inventamos
(terminó de decir)
A pesar de las ganas, del deseo de fundirse en un beso, ninguna de las dos daba un paso
adelante, muy por el contrario, habían quedado paradas, una frente a la otra, mirándose
a los ojos que poco a poco volvían a hablarse, con sendas sonrisas en los labios y algo
de nerviosismo en el cuerpo
E: Entonces... supongo que... (carraspeó) supongo que deberíamos intentarlo...
M: Sí... eso creo y... me encantaría (contestó)
E: Bien... (afirmó con la cabeza)
M: Pero...
E: ¿Pero? (preguntó haciendo que todas las alarmas saltaran en su cabeza, ¿Había un
pero? ¿Qué significaba ese pero?)
M: Pero no quiero que nos precipitemos (continuó) han pasado demasiadas cosas... y...
no sería bueno para ninguna de las dos ir demasiado rápido (le dijo) nosotras iniciamos
una relación en la que, reconozcámoslo, ambas mentimos de una manera u otra... (y las
dos bajaron la mirada) no quiero que eso vuelva a ocurrir... al contrario... quiero que nos
conozcamos, que... que empecemos de cero que... no sé, que volvamos a enamorarnos
poco a poco...
E: Ya... estoy de acuerdo (sonrió y vio como Maca la miraba sonriendo) así que... no
sé... déjame que te invite a cenar (le pidió) será algo así como volver a tener una primera
cita... una segunda primera cita (apuntó de manera graciosa)
M: Me... (sonrió ampliamente) me parece bien (la miró a los ojos) ¿A las nueve?
(preguntó)
E: Estupendo (afirmó con la cabeza para confirmarlo doblemente) bien pues... pasaré
por ti a las nueve en punto (dijo yendo hacia la puerta)
M: No te retrases (la advirtió bromeando) o puede que cambie de opinión
E: No dejaré que lo hagas (susurró al tiempo que Maca abría la puerta) hasta las nueve
(dijo dándole un beso en la mejilla, ambas cerraron los ojos ante el contacto que se
prolongó más de lo normal)
M: Hasta las nueve (contestó sin dejar de sonreír, con ilusiones renovadas y un
sentimiento cálido en su corazón)
Cuando Maca cerró la puerta, Esther amplió mucho más su sonrisa, dio un pequeño
salto de alegría y con vitalidad renovada fue a su casa dispuesta a arreglarse y
prepararse para esa noche
La reina roja
217
Por su parte, Maca, en su piso, al igual que Esther, no podía dejar de sonreír, soltó un
gritito ilusionado y en una carrera llegó a su habitación, abrió el armario y sacó casi
todo su contenido, tenía que buscar el atuendo perfecto para esa noche, su segunda
primera cita... tenía que salir bien, esta vez, se aseguraría de que saliera bien... no iba a
permitir volver a perderla cuando no sabía quién, ni por qué, le brindaba esa segunda
oportunidad
A las nueve en punto clavadas, Esther llamaba de nuevo al timbre de Maca, esta vez lo
hacía algo más tranquila que aquella tarde, con una sonrisa en los labios e ilusiones
renovadas
Maca abrió la puerta y al igual que la empresaria, ella también sonrió. Se quedaron
mirando unos segundos, Maca reaccionó y tras coger su bolso cerró la puerta saliendo
de casa
En el coche de Esther, ninguna decía nada, centradas en la carretera y en sus propios
pensamientos no eran capaz de pronunciar ni una sola palabra. Sabían que aquella
“Segunda primera cita” era importante, de ella dependía, en gran parte, el poder darse
una nueva oportunidad o seguir adelante con sus vidas por separado
Y es que, por mucho que se quisieran, ninguna de las dos estaba dispuesta a vivir una
relación que estuviera siempre pendiente del hilo de los reproches, de las acusaciones o
de los remordimientos y cada una, en su fuero interno, se había propuesto que esa
noche, se pondrían a prueba
Llegaron a un restaurante en el centro, salieron del coche y juntas pero dejando una
distancia prudencial entre ellas, entraron al local donde, para sorpresa de ambas, habían
perdido su reserva
Tras discutir con el jefe de sala del restaurante consiguieron que las llevaran a su mesa,
una pequeña mesa montada en tiempo record al lado de la cocina y donde Maca sentía
el abrir y cerrar de las puertas cada vez que un camarero pasaba por allí, al chocar
contra su silla
E: Voy a pedir la hoja de reclamaciones (protestó Esther)
M: No creo que te sirva de mucho (le dijo dando un nuevo bote en su silla cuando un
camarero estampó la puerta contra su espalda) ¡Ey! Tenga más cuidado
Camarero: Lo siento (se disculpó)
Durante el siguiente cuarto de hora se mantuvieron calladas, se miraban como
estudiándose, intentando saber qué pensaba la otra, qué esperaba la otra de aquella
noche, pero los nervios, tal vez la tensión de decir una palabra a destiempo las hacía
mantenerse calladas
El camarero llegó para pedirles nota y mientras pedían, se recriminaban a sí mismas su
actitud, si querían que aquello saliera bien, deberían cambiar el chip y comenzar a
relajarse
E: El otro día me acordé de ti (comenzó a decir, intranquila y casi atropelladamente)
La reina roja
218
M: ¿Sí? (preguntó queriendo saber el por qué)
E: Sí, estuve viendo The Italian Job y... (se cortó “mal, Esthercita, muy mal” le dijo una
vocecita en su interior)
M: Ya... (bajó la cabeza) pues no sé qué pensar si te acuerdas de mí por una peli de
ladrones...
E: En realidad siempre me acuerdo de ti (contestó intentando arreglarlo)
De nuevo silencio... aquello no podía ser bueno, ni ellas mismas se reconocían, tenían
frente a ellas a la mujer que amaban y no eran capaces de comunicarse...
M: Esther (dijo tras un suspiro) intentemos relajarnos, si seguimos así vamos a terminar
la noche y no habremos disfrutado ni un momento
E: Sí, tienes razón (sonrió) parecemos dos idiotas...
Y se relajaron, o al menos lo intentaron, hablando de cosas superficiales, de tonterías
absurdas pero que les sirvió para calmar el ambiente. Se sonrieron cómplices y se
miraron con familiaridad
M: Te he echado de menos (dijo ya en los postres, pasando su mano por encima de la
mesa queriendo llegar a la de su compañera)
E: Y yo a ti (contestó, uniendo sus manos y mirándose profundamente)
Terminada la cena salieron del restaurante y decidieron ir a tomar algo, subieron al
coche para llegar a la zona de pubs, se miraban como hacía tiempo que no lo hacían y al
contrario que pasó al principio de la noche, esta vez se sentían a gusto la una con la otra
M: Bueno... ¿arrancas o qué? (preguntó esperando que lo hiciera)
E: Sí... eso intento (le dio al contacto que no hizo absolutamente nada, ni tan siquiera le
intento de arrancar) no sé qué le pasa (murmuró mientras lo volvía a intentar...)
M: ¿Le has echado gasolina? (quiso saber y puso esa mirada tan canalla de Maca en la
que quería decirle que iba a burlarse de ella)
E: Pues claro, lista (contestó) antes de ir a recogerte pasé por la gasolinera...
M: Entonces tiene que arrancar (siguió) inténtalo otra vez...
E: A ver... (lo intentó) nada...
M: A ver si va a ser la batería...
E: ¡Si la cambié hace un mes! (respondió) que me costó una pasta la verdad...
M: Vale pues... (la miró sonriendo por la situación) ábreme el capó (dijo quitándose el
cinturón)
E: ¿Para qué? (preguntó sin saber qué pretendía)
M: Para ver qué le pasa al coche, para eso (decía saliendo ya del coche)
E: Joder... ¿también entiende de coches? (se preguntó a sí misma mientras abría el capó,
miró al frente y vio cómo Maca le dedicaba una mirada y una sonrisa de superioridad
para quedar tapada por el capó del coche) a ver... (murmuró también quitándose el
cinturón y saliendo del coche para quedar a su lado, pegadas, muy pegadas) ¿encuentras
algo? (le preguntó)
M: Pues... (quedó callada al volver la cara y verla tan cerca, tanto que si estiraba el
cuello unos centímetros más podría besarla sin problemas. Esther notó su mirada y se
mordió el labio, su cuerpo tembló, Maca sonrió) creo que... (la miró a los ojos) creo que
esta pieza no debería estar en mi mano (dijo enseñándole una pequeña pieza que se
debía haber soltado del motor)
La reina roja
219
E: Ajá (no apartaba los ojos de ella) ¿Y qué es? (preguntó sin mirar la pieza en
cuestión)
M: No... (carraspeó) no tengo ni idea (y a medida que hablaba la frase terminó por
convertirse en un susurro... la tentación era demasiado...)
Cuando sintió su aliento chocar contra su boca, cuando ya se relamía pensando en ese
beso, cuando sus labios se saludaban a escasos milímetros de la boca de la otra,
sintieron como un líquido, denso y negro impactaba contra ellas
M: ¡Joder! (protestó intentando tapar la fuga)
E: ¡Mierda! ¿¡Qué has hecho!? (increpó)
M: ¡Yo que sé! (contestó en el mismo tono en el que le había hablado Esther) ¿te crees
que soy mecánica?
E: ¿¡Pues entonces para qué haces nada!? (recriminó mientras intentaba no mancharse
más)
M: ¡Joder! (protestó de nuevo al ver que aquello no paraba)
E: ¡Maca páralo! (exclamó mientras sentía el aceite en su cara) ¡Maca!
M: ¡Eso intento! También podrías ayudar (decía mientras intentaba a duras penas que
dejara de salir aceite...) a la mierda (dijo cerrando el capó) joder...
E: ¡Me cago en la leche! (protestó alejándose un poco del coche) tenía que haberlo
llevado al taller...
Se miraron, impregnadas de aceite hasta las orejas, con las caras negras, las manos
chorreando y los pelos revueltos, como si acabaran de volver de la guerra en lugar de
haber ido a cenar...
M: Jum... jum... (comenzó a reír...) jajaja jajaja
E: No le veo la gracia (dijo intentando limpiarse)
M: Jajaja jajaja jajaja (reía ya sin disimulo) pues jajaja yo sí jajaja jajaja jajaja
E: La jeje... la verdad es que jajaja jajaja jajaja jajaja (y contagiada también terminó por
reír a carcajadas...)
Cuando lograron dejar de reír, de nuevo quedaron mirándose, y ninguna de las dos supo
por qué, y tal vez de todas la situaciones posibles aquella era la que menos tendría que
ser, pero, se miraron y se encontraron terriblemente sexys, como sí la mezcla del aceite
con sus cuerpos les proporcionara una sensualidad extraña...
E: Debo... debo tener clínex en el coche, espera (dijo manteniendo la compostura,
quería hacer las cosas bien y eso, iba en contra de lo que se le había pasado por la
cabeza)
Se limpiaron lo mejor que pudieron, aunque no fue mucho. Se miraban de reojo y se
huían las miradas cuando descubrían a la otra, finalmente, Maca fue quien tomó el
control de la situación
M: Venga, vamos a buscar un taxi (le dijo) me parece que así, no iremos a tomar nada a
ningún sitio...
E: Sí, será lo mejor (contestó algo desilusionada por ese fin de noche adelantado...)
La reina roja
220
Comenzaron a caminar buscando una parada de taxis. En el trayecto, Maca andando a la
par que Esther, rozó los dedos de ésta distraídamente. La empresaria sonrió y en un
“descuido” devolvió aquel roce y ante sonrisas distraídas y mirando hacia el frente, la
reina roja terminó por entrelazar los dedos uniendo sus manos con calidez...
De ese modo, llegaron a la parada de taxis, montaron en uno y dieron la dirección de
Esther; Maca se empeñó en acompañarla a casa. Durante todo el trayecto se dedicaron a
jugar con sus manos, con sendas sonrisas en los labios e ignorando al conductor que en
alguna que otra ocasión había intentado comenzar una conversación
Ya frente al edificio de la empresaria, ambas bajaron del taxi, Esther buscaba sus llaves
en el bolso mientras Maca le pedía al taxista que esperara un segundo. Al volverse hacia
su compañera la vio con la mirada contrariada y sin dejar de rebuscar dentro de su bolso
M: ¿Qué pasa? (preguntó)
E: Creo que me he dejado las llaves de casa en el coche (contestó) sí (decía sacando la
mano del bolso) me he dejado las llaves...
M: Bueno pero... no sé, alguna vecina tendrá una copia o algo ¿no?
E: Pues no... Claudia tenía unas pero... como para llamarla ahora (suspiró) mierda... ¿Y
ahora qué hago? ¿Cómo entro en casa? Ningún cerrajero querrá venir a esta hora (seguía
protestando...)
M: Espera (se dio la vuelta, le dijo al taxista que se marchara y la miró para hacerle
saber con su mirada lo que pretendía hacer... Esther lo entendió, fue como si Maca le
pidiera permiso y ella lo aceptó) vamos...
Por suerte para ambas, la puerta del portal estaba abierta, por lo que no tuvieron
problemas para entrar al edificio y subir hasta la planta del piso de Esther. El silencio
había vuelto a ser el protagonista, como si aquello fuera una prueba más, pues, el hecho
de que Esther viera en acción a la Reina Roja le parecía algo que si bien hacía falta en
ese momento, podría ser un contratiempo más
M: Déjame una horquilla (le pidió)
E: ¿Vas a abrirla con una horquilla? (preguntó pues, su puerta tenía cerradura reforzada,
no sería posible que la abriera tan solo con una horquilla)
M: Apuesto a que no echaste la cerradura al salir de casa (contestó) siempre te pasa lo
mismo, Esther, cuando estás nerviosa o vas con prisas no te acuerdas de cerrar con
llave, simplemente cierras y te vas (le dijo, y por un instante, Esther se transportó en el
tiempo, a cuando estaban juntas y Maca le recriminaba alguna vez por algo de manera
cariñosa)
E: Toma (le tendió una horquilla)
Maca se arrodilló, posicionándose frente a la cerradura, Esther se sorprendía de la
facilidad con la que trabajaba, “seguro que ha abierto mi puerta antes” pensó y
entonces recordó que Maca había entrado en su casa para coger aquellos documentos,
esta vez, en lugar de preocuparse por ello, en lugar de verlo como algo malo, sonrió,
pues si no lo hubiera hecho, no sabría lo que hubiera pasado
E: ¿Te falta mucho? (preguntó, tras unos minutos, pues no quería que algún vecino las
viera de esa guisa)
M: Un momento (decía mordiéndose el labio mientras seguía trabajando)
La reina roja
221
E: Date prisa (instó)
M: Ya va... ya va...
Y como temía Esther, la señora del piso de enfrente abrió la puerta, una viejecita
adorable pero algo cotilla se asomó quedando asombrada al verlas de aquella manera.
Esther apoyada a un costado de la puerta y Maca forzando la cerradura
E: Buenas noches (intentó disimular de mala manera Esther)
-: Esther, hija, he oído ruidos y pensé que pasaba algo ( le dijo la señora) ¿va todo bien?
(miró a Maca con recelo)
E: Sí, sí (intentó quitarle importancia) es la cerrajera (soltó y Maca tuvo que reprimir
una carcajada) es que me he dejado las llaves dentro...
Un par de frases más entre ellas, y la señora volvió a su piso tranquila de ver que todo
iba bien. Mientras Maca se afanaba en abrir la puerta, Esther quedaba pensando en
cómo se había sucedido la noche...
E: Vaya cita desastre (pronunció, Maca la escuchó...)
M: Esto ya está (dijo abriendo la puerta, sonriendo a Esther quien la miraba algo
desilusionada por la cita que habían tenido) Esther (hizo que levantara el mentón) me ha
encantado la cita (sonrió y Esther sonrió con ella)
E: ¿Quieres pasar y limpiarte un poco? (preguntó, poniendo como excusa el quitarse los
restos de aceite que aún tenía, pero deseando que pasara para que se quedara, pues, por
nada del mundo quería separarse aún de ella)
M: Pues... no sé Esther (dijo aún en la puerta sin moverse) no sé si es buena idea...
E: Maca (insistió) solo será un momento... para limpiarte un poco y llamar a un taxi...
no te estoy pidiendo nada más
M: Está bien (aceptó, al fin de cuentas, ella estaba como Esther, sin querer separarse de
ella todavía)
Entraron y Maca se quedó algo rezagada, actuando como quien entra por primera vez en
casa de una persona con la que no tiene confianza. Esther dejó el bolso en algún lugar
del salón y la miró esperando que hiciera lo mismo
E: Ya sabes dónde está el baño (dijo señalándole el camino aunque Maca ya supiera
como llegar) ve a limpiarte y ahora llamamos al taxi (dijo dándose la vuelta para ir a la
cocina)
Y Maca así lo hizo, se metió en el baño donde respiró, estar allí de nuevo le traía
recuerdos del pasado, los mejores y peores momentos de su vida... todo reducido a
aquel piso testigo de lo que fue su historia de amor
Abrió el grifo y se lavó la cara, se quitó los restos de aceite de las manos y respiró
profundamente mirándose al espejo, estaba demasiado nerviosa, y allí, en el piso de
Esther su nerviosismo se acentuaba... su idea de ir despacio no era para nada volver a su
casa en la primera noche en la que volvían a quedar
Mientras tanto, en la cocina, Esther bebía un poco de agua, como Maca también se
sentía nerviosa, al igual que Maca ella no había pretendido que la noche acabara de
aquella manera y sin embargo, ahora no podía dejar de pensar en lo que podría pasar esa
La reina roja
222
noche en su piso. Su mente barajaba varias ideas y todas y cada una de ellas terminaban
en la cama, con sus cuerpos desnudos y entrelazados...
M: Ya estoy (dijo Maca apareciendo en el umbral de la puerta)
E: Bien pues... voy... voy a limpiarme un poco yo (anunció) si quieres ve llamando al
taxi...
M: Sí (contestó en un susurro cuando pasó por su lado)
Mientras era Esther la que entraba en el baño, ella tomó el teléfono, y cuando estaba a
punto de marcar los dígitos del servicio de taxis, se topó con una fotografía de ellas dos,
sonrientes y felices, de cuando estuvieron juntas, de aquella época en la que todo su
mundo estaba lleno de colores... La misma fotografía que tenía ella en su piso
E: ¿Ya has llamado? (preguntó mientras se secaba con una toalla las manos)
M: Eh... no (volvió en sí) aún no...
E: ¿Puedo hacerte una pregunta? (dijo con una sonrisa, y Maca no tenía ni idea de qué
quería saber)
M: Sí, claro (contestó dejando el teléfono en su lugar)
E: Ven, sentémonos (le pidió sentándose y haciendo que ella hiciera lo mismo) verás, si
te soy sincera hay algo que no deja de darme vueltas en la cabeza desde hace días y... no
quiero que te lo tomes ni como un reproche ni como nada malo, es solo que no dejo de
pensar en ello...
M: Vale (dijo algo parada por aquel prologo) pero dime...
E: Bien... has... has entrado dos veces en mi despacho (le dijo) y... la verdad, no sé
cómo lo has hecho... tal vez la primera vez puedo imaginármelo pero... reforcé el
sistema, cambié el código y aun así... volviste a entrar...
M: Ya... esto... (bajó la cabeza algo avergonzada) yo... me... me creé mi propia
autorización... (dijo mirándola de nuevo con algo de miedo que se disipó al ver la
sonrisa en el rostro de Esther...)
E: Te creaste una autorización (repitió)
M: Sí... bueno... no sé, pensé que... que podría necesitarla... no sé porque lo hice, la
verdad que en ese momento estaba muy enfadada contigo pero... no sé... se me ocurrió
y... bueno, cargué un programa que me daba autorización de entrada y... me envió el
nuevo código a mi móvil...
E: Vaya... (dijo pensando en lo que acababa de decirle) entonces... aquello que dijiste de
que no tenías ni idea de informática... bueno, salta a la vista que no es así... (terminó de
decir, sin querer que sonara a reproche)
M: Ya... estoo... sobre eso yo... (bajó la cabeza de manera algo avergonzada) lo siento...
siento haber mentido y...
E: Shh (la calló poniéndole un dedo en los labios) no quiero que empecemos a
disculparnos, dijimos que nos olvidaríamos de todo (sonrió) no lo he preguntado para
que te disculpes...
M: Vale (aceptó) pues... contestando a tu pregunta... (dijo haciendo algo de memoria)
estudié informática, desde muy pequeña me han gustado los ordenadores, mi padre creo
que me compró el primero con 5 añitos, poco antes de que muriera... a mi madre no le
hacía mucha gracia, no te creas (sonrió con algo de nostalgia) decía que no entendía
cómo podía pasarme tantas horas delante de ese cacharro, sobre todo durante mi
adolescencia... (Esther se acomodó en el sofá, dejando una de las manos sobre el
respaldo, apoyando el mentón sobre ésta y con las piernas sobre el cojín y quedó
mirándola, le encantaba mirarla mientras hablaba, estaba tan bonita así...) y bueno, la
La reina roja
223
verdad es que no sé muy bien cómo pero comencé a entrar en bases de datos, la primera
fue la del instituto, necesitaba cambiar una nota y... un amigo me enseñó... luego entré
en otra un poco más importante y con más software de seguridad, aunque no recuerdo
muy bien cuál era... me parece que era algo de tráfico (intentó hacer memoria) me
habían puesto una multa creo... no me acuerdo demasiado bien (jugaba con sus manos)
La cuestión es que dado mi historial estaba claro que estudiaría informática así que, lo
hice... (afirmó) no te puedes imaginar lo que se puede llegar a aprender del mundo
Hacker en la cafetería de la facultad... (sonrió levemente, Esther también lo hizo) un
compañero bastante friky, la verdad, me enseñó un montón de cosas... (volvió a reír,
Esther sonrió con ella) terminé la carrera e hice un master en programación y otro a
distancia sobre gestión de redes... Iban a contratarme en una multinacional... (recordó
con algo de pesar)de hecho iba a firmar un contrato por cinco años, con un buen
sueldo... (bajó al cabeza) pero a mi madre le diagnosticaron Alzheimer y... bueno...
quería que tuviera el mejor tratamiento y aunque el sueldo era bueno... necesitaba dinero
rápido (dijo ya más seriamente) creé varios programas para mí misma... incluso algún
virus de bajo potencial dañino y... el resto ya lo sabes...
E: Entiendo... (sonrió, llevó la mano hacia su pelo, acariciando un mechón que caía
rebelde) así que tengo ante mí a una auténtica piratilla... (dijo intentando bromear...)
M: Bueno... los hay mejores te lo aseguro... (contestó, la miró y siguió hablando)
¿puedo hacerte yo una pregunta ahora?
E: Claro... (dejó caer la mano)
M: ¿Fuiste tú la que me envió a hacer de canguro del tal Jesús Ruiz, verdad? (preguntó)
E:... (bajó la cabeza) No podía dejar que volvieras a la cárcel, Maca... (contestó) y lo
único que se me ocurrió fue eso...
M: Pues... (hizo que la mirara) te lo agradezco (acarició su mejilla) de verdad que te lo
agradezco
Quedaron calladas, mirándose con calma, recuperando la complicidad, la capacidad de
mirarse y hablarse y aunque aún les quedaba camino que recorrer, al menos, aquella
segunda primera cita que había empezado llena de contratiempos, había acabado
regalándoles el primer momento realmente sincero casi desde que se conocieron y se
habían sentido bien, tranquilas, en paz...
M: Se está haciendo tarde (dijo tras un buen rato en aquella misma posición) será mejor
que me vaya...
E: Sí (contestó, pues no quería forzar las cosas y estaba claro que Maca quería ir
despacio, y ella no iba a acelerar nada...)
Llamaron a un taxi y tras esto se levantaron y anduvieron hacia la puerta, Esther abrió y
Maca salió quedando parada en el umbral. Una vez más las miradas se quedaron
enganchadas, sonrieron, Esther dio un paso al frente, Maca sonrió
E: Ten cuidado (le dijo acercándose a ella) y llámame mañana si quieres que hagamos
algo juntas
M: Lo haré (contestó, vio como Esther terminaba de acortar las distancias que la
separaban y supo que iba directa a sus labios, en el último momento y haciendo un
esfuerzo, ella misma la obligó a desviar su trayectoria haciendo que aquel beso se
estrellara en la mejilla) nada de besos en la primera cita, ¿recuerdas? (y con una sonrisa
cómica y algo canalla, se dio la vuelta para irse por fin. Dejando a Esther con las ganas
La reina roja
224
de aquel beso pero con la increíble sensación de que, tras aquella noche, las esperanzas
para ellas como pareja, eran cada vez mayores...)
El tiempo pasaba volando, casi ni podían creer que ya hubiese pasado un mes y medio.
Y es que, todo se había acelerado, todo era más rápido, las horas del día a penas les
perecían segundos y les faltaba tiempo para verse, pues todo el tiempo que pasaban
juntas les parecía demasiado poco
Las salidas eran continuadas, a comer, a dar un paseo, al cine, o simplemente a hacer la
compra, todo valía con tal de verse y estar juntas. Se pasaban horas hablando, riendo,
gastándose bromas, se podían pasar mucho tiempo sin tan siquiera hablarse, tan solo,
sintiéndose una junto a la otra
Hablaron de ellas, de sus infancias, de sus vidas, de sus sentimientos... comenzaron a
conocerse como no lo habían hecho en el pasado, todo les parecía nuevo y a la vez
antiguo. Todo era simplemente maravilloso
Por las noches, hablaban por teléfono hasta que una de las dos quedaba dormida
escuchando la voz de la otra. La factura de teléfono se había visto engordada
considerablemente y es que, aunque a ellas les parecía minutos, podían pasarse
hablando varias horas en una noche y aún se quedaban con ganas de más
Se dieron cuenta en ese tiempo, que ya no había reproches, que no había miedo a tocar
algún tema escabroso, de hecho, podían hablar de cualquier cosa sin sentirse culpable,
sin sentir opresión en el pecho y aunque sabían que podían hablar de ello, eran escasas
las conversaciones centradas en el secuestro...
Aquel día, hacía muy buen tiempo. Maca había ido a recogerla tras llamarla y habían
acabado en el retiro, sentadas en el césped, con un par de bocadillos y unas cervezas.
Esther se tumbó quedando apoyada sobre Maca y ésta comenzó a jugar con su pelo... se
estaba tan bien así... tanto...
E: ¿Puedo hacerte una pregunta? (preguntó de manera muy relajada mientras Maca
seguía acariciando su cabello)
M: Claro (la miró con una sonrisa)
E: ¿Cuando... cuando empezaste a... a...
M: ¿A robar? (terminó ella de preguntar, con tranquilidad, regalándole una sonrisa para
que supiera que no le molestaba la pregunta...)
E: Sí (contestó devolviéndole la sonrisa un tanto avergonzada)
M: Pues... (empezó a recordar) Con siete años le robé un rotulador a un compañero de
clase (contestó, Esther sonrió) y con quince un pintalabios en un centro comercial (dijo
con una sonrisa pícara) no sé si eso cuenta...
E: Maca... (dijo medio regañándola) te lo he preguntado en serio...
M: Y yo te contesto en serio (soltó ella) ¿o es que a esa edad no se hacen cosas serias?
¿Eh?
E: Mira, da igual... si no me lo quieres contar... (volvió el rostro hacia otro lado)
M: Está bien... (suspiró) no sé decirte exactamente cuándo decidí dedicarme a eso... te
aseguro que no es algo con lo que se sueña desde que eres niña... no es fácil convertirte
La reina roja
225
en alguien como yo... (bajó la cabeza un tanto avergonzada) pero bueno... supongo que
fue cuando ingresaron a mi madre... ya te dije que necesitaba dinero rápido para poder
llevarla a la clínica (su voz se entristeció, Esther lo notó, aun así, Maca no dejó de
acariciar su pelo) la primera vez fue un caos... aún no sé cómo no me pillaron... creo que
con... 25... sí... aunque he de reconocer que fue un subidón de adrenalina... uff... Estaba
muy nerviosa... y recuerdo que... el tío de seguridad se retrasó en su ronda y... tuve que
esperar agazapada durante una media hora... estaba muerta de miedo pero... no sé,
también era bastante excitante... aprendí mucho de esa primera vez (comentó) a partir de
ahí fui mucho más perfeccionista...
E: Entiendo...
M: Dentro del nerviosismo y de alguna metedura de pata por mi parte, realmente fue
bastante fácil (continuó diciendo) no sé, no necesité de ningún aparato electrónico ni
tecnologías puntas...
E: Sí, bueno, supongo que la seguridad de aquel tiempo no tiene nada que ver con la
que hay ahora... apuesto a que solo tenían un par de cámaras y un sistema de alarma
bastante convencional (continuó ella)
M: Ajá... no como ahora... (siguió Maca) hoy día no es tan fácil, créeme... tenéis unos
sistemas de seguridad bastante buenos, muy, muy buenos y tu empresa... uff... la
primera vez que vi un logo de tu empresa me eché a temblar...
E: Pues no se notó, bonita (dijo mirándola a los ojos) que me has tenido en jaque
bastante tiempo, Reina Roja...
M: Ya... (bajó la cabeza, volvió a subirla y clavó los ojos en ella) pero ahora eres tú la
que me ha hecho un buen mate... (dijo mirándola con intensidad...)
Esther supo que ya no hablaban de robos, que de una manera extraña, y necesitando leer
muy bien entre líneas, con aquella frase Maca le decía que la tenía totalmente rendida...
una vez más, sus ojos se comunicaban sin necesidad de palabras
Pero si había algo en toda aquel tiempo que tenía a Esther constantemente en la cuerda
floja, era que, pese a lo bien que estaban, pese a que cada día soportaban menos el no
verse, el no hablarse, no había habido ni un solo acercamiento más allá de un beso en la
mejilla o de ir caminando con las manos entrelazadas
E: Maca... (llamó su atención)
M: Dime (no dejó de mirarla ni un instante)
E: ¿Tú... tú estás bien conmigo? (preguntó algo dubitativa)
M: Claro (contestó al instante) ¿Por qué preguntas eso? (quiso saber)
E: No sé... es que a veces me pregunto si no estás del todo segura de esto... (dijo
mirándola a los ojos)
M: Pues estoy muy segura (sonrió) estoy muy segura de que me gusta, no, me encanta
estar contigo... de que... de que te quiero... (terminó de decir con una sonrisa amplia)
E: Ya... (bajó el rostro, Maca la miró con una ceja alzada, Esther volvió a levantar la
cabeza y la miró fijamente a los ojos) ¿Y entonces por qué no me besas? (preguntó por
fin, aquello que llevaba días, semanas incluso, martilleándole la mente)
M: ¿Cómo que no te beso? (preguntó mirándola) si te beso mucho
E: No, Maca (se incorporó quedando sentada para verla de frente) esos besos no valen...
M: ¿Qué no valen? (sonrió) ¿Y por qué no valen si puede saberse? (se cruzó de brazos)
E: Pues porque son besos de amigas (contestó medio protestando) besos de hermanas,
Maca y nosotras de hermanas nada...
M: Y menos mal... porque si no ya me dirás que hacemos (bromeó)
La reina roja
226
E: Te estoy hablando en serio, Maca (volvió a protestar) ¿Qué pasa? ¿Qué no me vas a
besar de verdad nunca o qué?
M: ¿Y por qué tengo que besarte yo? (preguntó ahora ella)
E: ¿Cómo? (se extrañó de la pregunta)
M: Sí... que digo, que por qué no me besas tú (dijo medio afirmando medio
preguntando) ¿O qué pasa que tengo que hacerlo todo yo? (sonrió para sí misma al ver
el rostro casi desencajado de Esther)
E: ¿Cómo que tienes que hacerlo todo tú? (inquirió) si... si no fuera por mí, aún
estaríamos peleándonos
M: Lo que me faltaba por oír (soltó)
E: ¿Ah no? (se cruzó de brazos) ¿entonces quién se ha currado la reconquista? Porque
creo que he sido yo, por tanto te toca a ti besarme...
M: Eh, eh, eh (la paró) que yo me he dejado reconquistar... ¿o de verdad crees que te lo
iba a poner tan fácil si no hubiese querido estar así contigo?
E: Pero... (no podía creer lo que oía) ¿Qué me lo has puesto fácil? ¡Pero Maca...! ¿De
verdad crees que me lo has puesto fácil? (alucinaba)
M: Bastante...
E: Pues no quiero pensar lo que hubiera pasado si me lo pones difícil (dijo con algo de
ironía) Yo no pienso besarte (volvió al tema principal) te toca a ti dar el paso así que...
M: Pues vas a esperar sentada, no vaya a ser que te canses (contestó) porque yo
tampoco pienso besarte, que bastante claro me dejaste que no lo intentara nunca más
(volvió a sonreír para sí misma, disimulando una sonrisa pícara que se le escapaba)
E: ¿Me lo estás diciendo en serio? (Maca asintió) pero... no puedo creer que pienses
eso... lo dije... lo dije en un momento de calentón... estaba enfadada, asustada y bastante
dolida, no puedo creer que sigas con eso... (dijo algo decepcionada, si Maca pensaba así,
entonces es que no todo estaba superado)
M: No sigo con eso (hizo que la mirara) no es un reproche (le dijo acariciando el
mentón) es solo que no voy a ser yo la que te bese... si quieres algo vas a tener que
hacerlo tú...
E: Pues entonces no nos besaremos nunca, porque yo no voy a besarte, tendrás que
besarme tú a mí... (terminó de decir como una niña enfurruñada)
M: Como has dicho (seguía sonriendo, le encantaba verla así, medio enfadada, haciendo
casi pucheros y de brazos cruzados) no nos besaremos nunca... porque yo no voy a
hacerlo... y me da, que si no lo haces tú, esta relación va a ser bastaaantee (alargó la
palabra) dura para ambas... (rió sin poder evitarlo)
E: No me hace ninguna gracia (protestó)
M: Ven (dijo intentando acercarla a su cuerpo)
E: No (la evitó)
M: Ven, ven aquí y dame un beso (le dijo sin poder reprimir la sonrisa)
E: Que no, que yo no voy a besarte (seguía diciendo)
M: Te mueres de ganas (la picó(
E: Pues no, lista (dijo separándose del todo de ella) ya se me han quitado las ganas
M: Pues vale (aceptó) ya vendrás...
E: Ya vendrás tú (afirmó levantándose del césped) y vamos, que tengo que pasar por la
oficina y antes quiero ir a casa...
M: Como usted mande (dijo cuadrándose ante ella)
E: Estás de un tontooo (sonrió levemente mientras tiraba de ella para comenzar a andar
ambas hacia la moto de la pediatra)
La reina roja
227
De la mano y con sendas sonrisas por aquel nuevo juego que se traían, se montaron en
la moto y pusieron rumbo al piso de la empresaria. Cuando llegaron, Maca aparcó,
ambas bajaron y anduvieron hacia la puerta del edificio
M: Bueno... pues... llámame cuando acabes y hacemos algo (le dijo) no sé, ir al cine... o
quién sabe, podemos jugar al parchís o a las cartas como buenas hermanas (pinchó de
nuevo)
E: Eres... (hizo un gesto con las manos) no sé cómo te aguanto
M: Porque te encanto (afirmó acercándose a ella, tomándola de la cintura y cortando la
distancia que separaba sus cuerpos) y porque estás deseando besarme (susurró)
E: No voy a besarte (dijo picándola ahora ella acercándose más a su rostro)
M: Pues... (tragó saliva al sentirla tan cerca) pues yo tampoco...
E: Estupendo (afirmó mientras susurraba, mirando aquellos labios que la llamaban
ansiosos...)
M: Vamos... solo tienes que acercarte un poco más (susurró de nuevo)
E: Acércate tú (contestó ella) yo no voy a hacerlo... vas a besarme tú ya lo verás...
M: Bien... pues ya lo veremos (Esther sonrió triunfante cuando vio como Maca iniciaba
el movimiento que la acercaba a ella por fin y suspiró frustrada cuando desvió la
trayectoria de sus labios hacia su frente) no cantes victoria (murmuró en su oído) tengo
mucho autocontrol... y terminarás besándome tú (sonrió separándose de ella) llámame
luego (dijo a modo de despedida mientras se iba casi brincando de nuevo hacia la moto,
con una sonrisa de oreja a oreja, la misma con la que había dejado a Esther quien la
miraba y se mordía el labio antes de entrar en casa)
Se había levantado juguetona, con ese gusanillo en el estómago que tan bien conocía,
había desayunado y se estaba tomando un café mientras pensaba en qué debía hacer.
Javier no le había dado instrucciones pero tenía ganas de algo de acción. Demasiados
años liberando adrenalina como para mantenerse durante meses inactiva... sabía que
llegaría el momento en que aquello pasaría, pero no pensó en que pudiera ser tan pronto
Frotó sus manos compulsivamente, recogió la casa intentando distraer a su mente y se
dio una ducha que no se llevó su estado de euforia. Volvió de nuevo al salón, se sentó
en el sofá y abrió el ordenador y lo encendió
Esperó impaciente a que los programas terminaran de cargarse, el fondo de pantalla hizo
que sonriera sin apenas darse cuenta, Esther y ella sonreían a una cámara que aguantaba
la empresaria, era de hacía meses, de antes de que ocurriera todo, no la había cambiado
en todo ese tiempo
El teléfono móvil le avisó de que tenía un mensaje, con rapidez lo cogió y lo abrió para
ampliar muchísimo más su sonrisa
“Te echo de menos. Estoy deseando que me beses. ¿Nos vemos luego?”
“Yo tb te echo de menos. No pienso besarte. Claro, tengo muxas ganas de verte. ¿Q
haces?” Le contestó al mensaje sin borrar su sonrisa y con prisas porque volviera a
contestar
“Trabajar... Qdamos a las 6? Vas a bsarme”
La reina roja
228
Se mordió el labio, mientras sonreía con ilusión y volvió a escribir con rapidez para
contestar
“Ok, paso por ti a tu casa. No voy a bsarte, quítatelo de la cabeza!”
Y entonces una lucecita se encendió en su cabeza. La idea que al principio le parecía
muy descabellada cada vez le gustaba más, tenía que ponerla a prueba, Esther
necesitaba mejorar todos sus sistemas así que debía empezar a ayudarla de alguna
manera. Pensó en cómo hacerlo, en el mejor modo de comenzar a hacerlo. Cerró el
ordenador, lo metió en la bolsa, se puso una chaqueta y salió de casa de manera
acelerada. Recorrió a pie un par de calles hasta entrar en una de las cafeterías que
contaban con una red Wifi para clientes, pidió un café, se sentó en una de las mesas
pegadas a la ventana, encendió el ordenador y simplemente comenzó a teclear de
manera nerviosa abstrayéndose del mundo que la rodeaba
Esther leía varios informes mientras no dejaba de sonreír por la respuesta de Maca a su
último mensaje, mientras buscaba la manera de incitarla hasta que no pudiera más que
ser ella quien la besara... cuanto más pensaba, más ideas le venían a la mente, sonreía
con algo de malicia cuando el teléfono de su despacho comenzó a sonar con insistencia
E: ¿Qué ocurre? (preguntó)
Claudia: Alguien está intentando acceder al sistema (contestó)
E: ¿Qué? (preguntó descolocada)
Claudia: Se está saltando todos los cortafuegos, Esther y Juanjo no es capaz de pararlo
(decía con nerviosismo al otro lado de la línea)
E: ¡Joder! (protestó) dile a Juanjo que se centre en localizar la IP (terminó de decir antes
de colgar el teléfono) Vamos allá (se dijo a sí misma posicionándose frente al
ordenador)
De manera convulsiva comenzó a teclear, mientras sus ojos iban de un lado a otro de la
pantalla, intentando averiguar por dónde quería asaltar su sistema ese intruso, un
montón de ventanas en sistema MS2 comenzaron a saltar y mientras las revisaba
continuaba tecleando varios códigos que encriptaban toda la información y cerraban las
puertas a todo aquel que quisiera acceder...
E: ¿Dónde estás...? (decía mientras miraba con detenimiento la pantalla) ¿dónde
estás...?
M: No me vas a pillar, cariño (se decía ella divertida en aquella cafetería al tiempo que
continuaba tecleando... el sistema le devolvía, al igual que a Esther, un montón de
pantallas de MS2 que casi llegaban a colapsarse por la cantidad de órdenes que le iba
dando
E: ¡Ja! (sonreía) que te lo has creído (dijo tecleando un nuevo código)
La reina roja
229
“Acceso denegado” Leyó Maca en su pantalla, negó con la cabeza con una sonrisa y tras
darle las gracias a la camarera que le sirvió el café, volvió a centrarse en lo que estaba
haciendo
M: ¿Así que quieres jugar eh? (no podía más que sonreír) pues vamos a jugar (se crujió
los dedos) a ver qué haces con esto (dijo cargando un pequeño virus en el sistema)
E: ¿Eso es todo lo que sabes hacer? (se preguntó Esther mientras le bloqueaba, una vez
más la entrada y aquel virus que ni tan siquiera llegó a cargarse) te creía más lista, mi
amor (murmuró, el teléfono volvió a sonar) dime Claudia
Claudia: Juanjo ha identificado la IP, es una cafetería, una red pública en la calle (no sé
qué) (le dijo con nerviosismo)
E: Vale, pásame los datos a mi ordenador (dijo con una tranquilidad que extrañó a su
compañera) gracias, Claudia (colgó) Muy bien... pero yo soy más lista... (siguió dando
órdenes al ordenador)
“Bloqueo activado. Acceso denegado”. Leyó de nuevo en la pantalla y se asombró de lo
que estaba haciendo Esther, se había callado bastantes cosas cuando habló sobre lo que
sabía de informática...
M: Eres buena... (murmuró) muy buena... (tecleó de nuevo varios dígitos) a ver si me
encuentras ahora...
E: ¿Dónde te metes? (dijo mirando la pantalla, esperando ver alguna anomalía que le
dijera cuál sería el siguiente paso de la Reina Roja... mientras que al mismo tiempo,
introducía una serie de nuevas órdenes en una nueva ventana: “Buscando Proxy ART de
la IP 66.XXX.XX.249”) A ver qué haces ahora (siguió diciendo mientras introducía un
nuevo código que sabía, le daría el tiempo que necesitaba)
Maca vio, como, de repente, toda la pantalla se convertía en una serie de códigos
binarios que ocupaban todas y cada una de las ventanas. Cada vez se quedaba más y
más alucinada con el conocimiento en redes e informática que tenía Esther...
M: ¡Joder! (exclamó muy sorprendida) Vale... relájate, Maca (dijo dándole un sorbo a
su café) sabes cómo solucionar esto... (se decía mientras reestructuraba el sistema y
reprogramaba el programa, era cuestión de unos cuantos minutos que estuviera de
nuevo en línea y entonces no se andaría con chiquitas. Sonrió para sus adentros cuando
dejó de ver ceros y unos por todos lados...)
E: ¡Te tengo! (soltó Esther bastante sonriente cuando leyó que el Proxy ART que
buscaba ya había sido localizado y sin esperar más de un segundo, insertó la orden de
bloqueo)
La reina roja
230
“Sistema caído. Desconectadas todas las redes” le advirtió la pantalla a una Maca que
no podía creerse lo que veía
M: No puede ser (dijo sin dejar de teclear de manera compulsiva)
-: Perdona (llamó un chico dos mesas más allá a la camarera) ¿Le ha pasado algo al
Wifi? Tengo que mandar un mail urgente y me dice que no hay red
Camarera: Pues... no sé lo que ha pasado, pero se ha caído (contestó la chica) estamos
intentando solucionarlo
M: Y no lo vais a conseguir (murmuró para ella misma Maca, quien cerró el ordenador
dándose por vencida, Esther le había ganado... Pagó su consumición, cerró el ordenador
y salió de la cafetería, mientras volvía andando a casa sintió cómo su móvil sonaba
indicándole que tenía una nueva llamada. Miró la pantalla y sonrió para acto seguido
contestar) No me habías dicho que fueras tan buena Hacker...
E: Es uno de mis talentos ocultos (contestó satisfecha) pero me lo has puesto muy fácil
Maca... identificar el Proxy de enrutamiento de una red pública es bastante sencillo si
sabes cómo hacerlo... (le dijo) solo he tenido que bloquear el servidor y te he sacado de
mi sistema...
M: Lo tendré en cuenta para la próxima vez (sonrió encantada de la vida) Te echo de
menos (dijo algo melosa)
E: Y yo a ti (contestó)
M: ¿Te queda mucho? (preguntó queriendo verla)
E: Dame media hora y nos vemos en mi casa (afirmó)
M: Vale (contestó) estoy impaciente ¿sabes?
E: ¿Qué pasa? ¿Tienes ganas de besarme? (preguntó con picardía)
M: Pues no... esperaba que tú tuvieras aún más ganas que yo...
E: Va a ser que no... (se mordió el labio) pero te diré de lo que sí tengo ganas (puso su
voz más sensual, esa que sabía, que tanto ponía a Maca) tengo muchas... muchísimas
ganas de que me beses... por todo el cuerpo (susurró de una forma que hizo que a su
chica le temblara todo el cuerpo)
M: Ehh... eso... (carraspeó) eso es trampa...
E: En el amor y en la guerra, cariño, todo vale (terminó de decir colgando sin borrar su
sonrisa)
M: Será... (dijo mirando alucinada su teléfono) ¿pues no me ha puesto tonta en un
momento? (bufó encantada de la vida y dándose prisa por llegar a casa)
Como bien habían quedado, se habían reunido media hora después en casa de la
empresaria. Las ganas de estar juntas y tranquilas, sin nadie alrededor y sentirse solo
ellas, les había hecho quedarse en casa
Habían comenzado hablando del “jueguecito” de aquella mañana, de cómo Esther había
evitado que Maca llegara a entrar en su base de datos. La empresaria sonreía ante el
fingido enfado de una Reina Roja que aún no podía entender cómo Esther era tan buena
en informática, a lo que la empresaria respondía con un sencillo “soy mejor que tú” algo
chulesco que las hacía saltar en risas
De ese modo, había terminado en el sofá después de comer algo, acurrucadas y
acarameladas se limitaban a mirarse mientras que de una manera fugaz se acariciaban
La reina roja
231
levemente. No hablaban, no les hacía falta, el silencio era tan cómodo, tan cómplice de
ellas que no querían romperlo
Se tentaban de vez en cuando a besarse con simples gestos y con sonrisas cada una
aguantaba sus ganas para que la otra fuera quien tuviera que ceder... en esas estaban,
sonriéndose cuando el timbre sonó haciéndolas saber que tenían compañía
M: ¿Esperas a alguien? (preguntó)
E: No (dijo incorporándose sin ganas ninguna de moverse)
M: Pues dile a quien sea que se largue (le pidió) estaba muy bien como estaba...
E: Y yo (contestó con una sonrisa llegando a la puerta y abriendo para descubrir a una
nerviosa Claudia que entró sin ser invitada) pasa, Claudia, no te cortes... (dijo mientras
cerraba la puerta)
Claudia: Toma (le extendió una carpeta sin mirar quién más había allí) el informe de lo
que ha pasado esta mañana, como pille al imbécil ese lo mato (bufaba)
E: Ya esto... Claudia que...
M: ¡Hola! (saludó sonriendo traviesa)
Claudia: Ah... que estás aquí (dijo mirándolas a ambas con una ceja alzada) espero no
haber interrumpido nada...
E: No, no lo has hecho, tranquila (sonrió levemente) y con respecto a esto... verás...
M: Fui yo (terminó de decir por Esther y recibió una mirada bastante recriminatoria de
Claudia)
Claudia: ¿Tú? (Maca asintió) ¿Y tú lo sabías? (preguntó a Esther)
E: Me di cuenta al instante (sonrió con cariño a Maca quien negó con la cabeza por la
autosuficiencia que mostraba su chica)
Claudia: ¿Y por qué no me lo dijiste? (preguntó cruzándose de brazos)
E: Se me pasó (dijo con una mirada de disculpa) lo siento, Claudia...
Claudia: Claro... o sea, que me he pasado medio día de hoy haciendo el informe, e
intentando rastrear al que ha intentado acceder a la base de datos ¿Y resulta que tú lo
sabías? (decía indignada)
E: Pensé que tú también lo sabrías...
Claudia: ¿Y yo por qué iba a saberlo? (siguió diciendo intentando no cabrearse
demasiado)
E: Creí que te habías dado cuenta cuando no le di demasiada importancia (le dijo)
Claudia: Ya... ¿Y te crees que soy adivina? (Maca se reía ante la situación) ¿Y tú de
qué te ríes?
M: Perdona (reía) perdona Claudia (dijo elevando las manos) Es que tienes un
berriche... como si fueras una cría... (Claudia la miró muy seria)
Claudia: Va Fa a Napoli (dijo haciendo un gesto con la mano desde su barbilla)
M: ¿Qué? (preguntó descolocada por aquello, miró a Esther quien negaba con la
cabeza)
Claudia: Maca, en serio, Friends (le dijo muy seria) de verdad, Friends, Friends
E: Ehh... Bueno, Claudia (intervino la empresaria) de verdad que lo siento, la próxima
vez te diré lo que pasa... pero de todos modos, gracias, esto podrá servirme para saber,
cómo consiguió llegar donde llegó (ahora fue Maca quien hizo un gesto de
autosuficiencia)
Claudia: Está bien (aceptó) me voy, que Gimeno me debe estar esperando... (fue hacia
la puerta) hasta luego y... pasarlo bien (dijo elevando repetidamente las cejas)
232
La reina roja
Cuando Claudia se fue, Esther se sentó para leer aquel informe, Maca la siguió y se
sentó a su lado... la miró y apoyó el rostro en su hombro para leer por encima aquel
informe
M: Oye... ¿qué tiene Claudia con eso de Friends? (le preguntó)
E: Umm... casi obsesión (sonrió de lado) según ella es la mejor serie cómica de todos
los tiempo y nunca será superada por ninguna otra...
M: Ahh...
E: No le hagas caso (dijo haciendo aspavientos con las manos) aunque puedo adivinar
lo que te ha dicho... seguro que en algún momento te soltó algo así como que somos
Ross y Rachel... (Maca la miró sonriendo) o que yo soy tu media langosta...
M: ¿Media langosta? (alucinaba)
E: Sí... no sé, cosas de Claudia (reía mientras seguía leyendo) ¿Oye cómo accediste
aquí? (preguntó señalando algo en el informe)
M: Jum... (sonrió) te lo digo ¿eh? Si me das un beso (soltó con voz melosa)
E: No, me lo dices y luego me das tú el beso (contestó mirándola)
M: No me da la gana (dijo separándose un poco de ella)
E: ¡Oye que soy tu media langosta! (protestó haciendo que Maca no pudiera más que
reír por aquello)
M: Jajaja (rió con más ganas) Anda ven aquí (dijo tirando el informe al suelo y
haciendo que se tumbara sobre ella) creo recordar que antes me dijiste algo que te
apetecía muchísimo (cambió el tono de voz)
E: Sí (contestó mirándola a los ojos)
M: Y... que digo yo que... no sé (metió una de las manos bajo su camisa) podríamos...
quitarte ese apetito que tienes ¿no?
E: Podríamos (dijo melosa) pero... ¿Así sin beso? (se acercó a ella tentándola una vez
más
M: Hombre... algún beso, sí... algún beso me darás... (contestó Maca, moviéndose para
entrelazar sus piernas)
E: Me lo vas a dar tú (continuó ella) ¿Y sabes por qué? (Maca negó con la cabeza)
porque sé cómo hacer que caigas en la tentación...
M: No lo creo (dijo con chulería) ya te dije que tengo bastante autocontrol...
E: Ya (sonrió) ¿Y si... no sé, y si hago esto? (preguntó tensando su pierna sobre su
sexo)
M: Uhmff (cerró los ojos) no lo creo...
E: ¿Y esto? (con algo de dificultad por la postura, paseó la yema de sus dedos por el
costado de Maca y dibujando el contorno de su pecho
M: Eh... ejem (se removió nerviosa) no... no lo vas a conseguir (dijo aun sabiendo que
estaba a punto de caer)
E: Vale... (se acercó a su oído) pues... tendré que tentarte un poco más (pronunció con
un tono de voz muy sensual mordiendo el lóbulo de su oreja)
M: Joder... (protestó Maca, que separándola tomó sus mejillas y mirándola a los ojos no
pudo resistirlo más, siempre había sido la que menos contención tenía de las dos, debía
reconocerlo, por mucho que quisiera disimularlo) ven aquí (terminó de decir y atrapó
sus labios en un beso que comenzó furioso para al instante convertirse en un beso tierno
y lento que hizo que sus corazones casi se salieran de sus pecho cuando sus lenguas, por
fin, volvían a reencontrarse...
******
233
La reina roja
Ares: ¡Por todos los Dioses! (exclamó Ares) ¿Cómo podéis soportar tan soporífero
aburrimiento? (preguntó a todos los presentes)
Eros: El amor no es aburrido (comentó sin quitar ojo a lo que veía) ¿No ves la
hermosura del sentimiento que hay entre las dos? (decía emocionado) como veis, el
amor ha triunfado
Ares: Bla, bla, bla (dijo de manera despectiva mientras se levantaba) no soportaré más
tiempo esto... (miró a Atenea) ¿Podríamos volver a la parte en la que se odian? Es
inmensamente más divertido que esto... tanta tontería logrará que me duerma...
Atenea: No volveremos atrás en el tiempo Ares (contestó) creo que la historia ha
acabado... ya ha quedado demostrado quién ha ganado. Eros ha salido victorioso, por
tanto Ares, eres tú el que será desterrado
Eros: Atenea (la llamó) no hace falta desterrarle (dijo con amabilidad) a pesar de todo,
no quiero ese destino para Ares, puede quedarse si así lo desea, siempre que acepte que
el Amor puede superar cualquier barrera
Ares: No lo aceptaré jamás (dijo convencido) y no permaneceré más tiempo siendo
testigo de eso que llamas Amor, estoy demasiado aburrido para permanecer aquí
(terminó de decir saliendo de allí junto con otros Dioses que le siguieron)
Atenea: Bien (se levantó también) creo que nuestro cometido ha terminado, podemos
dar por zanjada esta cuestión (les dijo a los que quedaban por allí) podemos marcharnos
y seguir con nuestros trabajos
Eros: Yo me quedaré un poco más (dijo sin levantarse) quiero admirar mi obra
Atenea: Como desees (contestó) puedes quedarte el tiempo que quieras...
Dicho esto, todos los Dioses fueron desapareciendo mientras Eros continuaba mirando
con una sonrisa aquella historia que había demostrado lo que ya sabía, que el Amor, está
por encima de cualquier guerra
******
No habían dejado de besarse durante un buen rato. Tumbadas en el sofá, sin intención
de moverse, se sonreían entre besos para volver a empezar. Maca paró y la miró con esa
típica y cómica mirada que tan bien conocía Esther y que sabía, era el preludio de uno
de sus comentarios
M: Ummm... (se relamía) creí que en este tiempo habrías mejorado tus besos ¿sabes?
(dijo bromista) pero se ve que aún puedes mejorarlos más...
E: Ya... (asentía con la mirada) pues... ¿sabes qué? Que yo espero que tú hayas
mejorado en la cama (soltó haciendo que Maca la mirara con una ceja alzada
sorprendida por aquella salida) porque los recuerdos que tengo, cariño... como que
podrían mejorarse...
M: ¡Pero serás! (soltó mientras Esther se levantaba de un salto riendo a carcajadas y
Maca corría tras ella) ven aquí, a ver si tienes queja alguna de mis dotes en la cama...
E: Uy... pues en su momento tenía unas cuantas la verdad (seguía pinchando)
M: No me lo puedo creer (decía tras ella) ¿Me lo estás diciendo en serio? (preguntó ya
en la habitación de Esther)
E: No, tonta (dijo al ver que Maca había quitado ese gesto bromista) claro que no (se
acercó a ella) solo quería picarte igual que haces tú...
La reina roja
234
M: Pero yo no soy tan mala ¿sabes? (continuó ella diciendo abrazándola por la cintura
para acercarla) además, tú ya sabes que tus besos (Esther la besó) me vuelven loca...
(terminó de decir en un susurro)
E: ¿Sabes qué? (la miró) que te quiero (soltó mirándola directamente a los ojos)
M: Yo también te quiero (contestó emocionada) te quiero muchísimo (repitió besándola
de nuevo)
Y se acabaron los juegos, las bromas, se acabó el buscar la forma de picarse una a la
otra, era el momento de reencontrarse como pareja, de amarse de nuevo, de recuperar el
tiempo perdido, era el tiempo, de demostrarse lo mucho que se querían
Con dulzura, se volvieron a besar de manera más lenta, con la seguridad de que ninguna
de las dos iba a dejar que nada estropeara ese momento, con la felicidad de recuperar
algo que perdieron...
En silencio, embriagadas por la inmensa felicidad que sentían, cayeron en la cama
unidas por un tierno abrazo. Se miraron, se sonrieron y no hacía falta nada más. Ambas
sabían lo que querían y era estar juntas, quererse y amarse, no cometer los errores del
pasado y regalarse una vida llena de felicidad
La ropa fue desapareciendo poco a poco. Las sonrisas nerviosas se sucedían mientras
que los suspiros iban creando una dulce melodía. Era tierno, era lento y era simplemente
precioso volver a amarse...
Sus cuerpos se unían con deliciosa sincronía, se acariciaban despacio, sin ningún tipo de
prisa, queriendo hacer de ese momento, el más hermoso de todos
La pasión se confundía con la ternura, una pasión que aún perduraba en ellas a pesar del
tiempo y de todo lo que había pasado, una ternura que hacía de ese momento el más
especial de todos... el momento en que se entregaban la una a la otra en cuerpo y alma,
el momento en que volvían la una a la otra sin miedos, sin rencores, dejando atrás el
pasado, perdonándose y amándose sin restricciones...
E: Te quiero (le susurraba al oído, apretándola contra su cuerpo mientras que Maca se
movía sobre ella, con deliciosa tortura)
M: Te quiero (murmuró en un quejido besando su cuello, acariciando su cuerpo con
dulzura, suavemente, con delicadeza...)
E: Te quiero mucho, Maca (volvió a repetir Esther, porque necesitaban decírselo,
declararlo a cada momento, mientras se amaban de nuevo, porque ambas necesitaban
escucharlo)
M: Te amo, mi vida (contestó ella, mirándola a los ojos con real devoción)
Dieron vueltas en la cama, acariciándose de manera suave, arrancándose leves quejidos,
en un placer contenido, susurrante y anhelante de una unión más fuerte... Finalmente
quedaron sentadas, Esther se hundió en el pecho de su amante besándolo, lamiéndolo y
acariciándolo escuchando la mejor melodía que oyó jamás, los gemidos de una Maca
que no paraba de repetirle con la voz entrecortada cuánto la quería
Las manos de Maca, algo traviesas llegaron al centro de su chica acariciándolo y
haciendo que a Esther se le cortara la respiración. Se miraron, Maca se mordió el labio
La reina roja
235
al sentir la humedad reinante y Esther cerró los ojos cuando la penetró. La empresaria,
que no quería quedarse atrás, buscó el centro de su chica y la miró en el momento en
que imitó su acción, sonriendo levemente al ver su gesto de placer. Cruzaron sus
miradas y se besaron mientras continuaban acariciándose, moviendo sus caderas para
intensificar el movimiento de sus manos...
M: Mírame (susurró en mitad de un gemido Maca) quiero verte...
Y de nuevo se miraron, borrando cualquier mal recuerdo que tuvieran, dejando solo los
buenos, esos que las habían hecho felices durante tanto tiempo, esos recuerdos que les
daban la vida... olvidando todo aquello que pudiera empañar el momento y dejando tan
solo, el más sincero y puro de los sentimientos...
Se entregaron el alma y el corazón, se regalaron la vida entera en el momento en que un
intenso placer les cruzó el cuerpo, en el momento en que las dos, a la vez, llegaron a un
orgasmo que las dejó exhaustas pero repletas de dicha..
Llevaba como una hora y media mirándola, simplemente observándola, se había
despertado hacía rato y no había podido salir de la cama, ni había podido ni había
querido, para ella, estar así, sentirla desnuda aferrada a su cuerpo era lo más maravilloso
que le había pasado en mucho tiempo
Sonreía ante sus gestos, sus ronroneos y sus leves movimientos en sueños queriendo
acercarla más a su cuerpo, y se dejaba llevar, se dejaba abrazar y se dejó, con una
sonrisa pícara en los labios acariciar mientras Esther continuaba dormida
Como pasara en el hotel, la empresaria, aún dormida, la buscó. La buscó y se aferró a
ella con algo más de pasión. Una de sus manos llegó al pecho de Maca y se aferró a él,
acariciando la aureola para quedarse finalmente atrapando le pezón entre sus dedos. La
Reina Roja sintió un escalofrío recorrerla de pies a cabeza, más cuando, de la misma
manera que hiciera en el hotel, Esther se removió quedando parcialmente sobre ella,
apretando más su pecho y entrelazando sus piernas
Maca se sonrió, sintiendo como la pasión nuevamente iba creciendo en su interior, se
mordió el labio con más fuerza y sin poder evitarlo comenzó a acariciar toda su espalda
con la yema de los dedos. Sin dejar de mirarla se movió ligeramente para acoplarse más
contra ella y besó sutilmente su hombro
E: Uhmmm (murmuró Esther) Maca... (dijo ya dejando el sueño atrás)
M: Buenos días, princesa (susurró besando su cuello con delicadeza)
E: Hola (saludó con una sonrisa) uhmmm (volvió a murmurar cuando Maca mordió el
lóbulo de su oreja) ¿Te has despertado con ganas de fiesta? (preguntó con una sonrisa)
M: Tú tienes la culpa (dijo rodando por la cama y quedando ahora ella sobre Esther)
que de pronto tienes la costumbre de calentarme mientras te vas despertando... (seguía
perdida en su cuello mientras hablaba)
E: Jejeje (rió con picardía) es que estás muy buena, cariño...
M: Tú sí que estás buena (contestó)
E: Y... (suspiró) ¿cuánto tiempo llevas despierta? (preguntó abrazándola sin que Maca
dejara de besarla)
La reina roja
236
M: Una eternidad (contestó) pensé que no te ibas a despertar nunca (bajó hasta su pecho
regalándole continuos besos)
E: Uhmmm (suspiró) ¿qué hora es? (quiso saber sin dejar de sonreír)
M: Las doce (contestó mirándola un segundo y atrapando entre los dientes su pezón)
E: ¿¡Las doce!? (preguntó sorprendida, incorporándose, haciendo que Maca pusiera un
gesto de protesta)
M: Sí, mi amor, las doce (contestó intentando que volviera a tumbarse) relájate (pidió)
E: Pero... (decía confundida) tengo que ir a trabajar, Maca (intentaba pararla)
M: No, no, no (contestó, besándola en los labios) llamé a Claudia y le dije que te
tomabas el día libre...
E: ¿Qué has hecho qué? (no se lo podía creer)
M: No ha puesto ninguna pega (contestó) al contrario (besó su cuello de nuevo) ha
dicho que no te deje salir de la cama (sonrió canalla) así que... (mordió su yugular)
relájate... y déjame hacer que me has puesto muy malita...
E: Pero...
M: Shhh (la calló con un dedo)
E: No me lo puedo creer (dijo dejándose caer contra la almohada) las doce... hacía
tiempo que no dormía tanto... (seguía diciendo)
M: Cariño (protestó intentando que se relajara)
E: Vale, vale (sonrió al ver su rostro) ven aquí (dijo acercándola a sus labios y
comenzando un beso profundo y largo, que se volvió furioso en cuanto la pasión se
desató) Tengo... tengo un problema, Maca (dijo tras el beso)
M: Cual (mordió su labio inferior...)
E: Pues que... hay algo que me molesta (contestó con coquetería)
M: ¿Te molesta? (sonrió)
E: Ujum (afirmó cerrando los ojos cuando sintió a Maca de nuevo en su pecho,
succionándolo y aumentando su excitación)
M: ¿Y dónde le molesta a mí niña? ¿Por aquí? (preguntó apretando con la mano su otro
pecho)
E: N... no (contestó con la respiración ya algo entrecortada) es más... más abajo...
M: Umm (sonrió subiendo hasta sus labios besándolos levemente mientras que su mano
bajaba hasta su vientre) ¿por aquí?
E: No (mordió el labio inferior de Maca) es más abajo (susurró, clavándole una mirada
llena de deseo)
M: ¿Por aquí? (preguntó sonriendo al llegar a su sexo y fijándose en el cambio que daba
su mirada) ¿Te molesta por aquí? (y acarició levemente)
E: Uhhmmfff (respiró profundamente sin dejar escapar un gemido) síih... es... es ahí...
justo (decía como podía mientras que Maca continuaba acariciándola) justo ahí...
M: Aja (intentaba ella no perder los nervios) pues... tendremos que... hacer algo (dijo de
manera lenta) ¿te parece bien que te de un masajito por la zona molesta? (preguntó
mientras que con su mano acariciaba todo su sexo y Esther comenzaba a mover las
caderas de manera involuntaria)
E: Me... me pareumhhff... ce (dijo entre gemidos) genia...aal (se encorvó al sentir la
mano de Maca acelerar el ritmo...) ogghh Maca (gimió con más fuerza...)
M: Creo (se mordió el labio) que voy a tener que bajar y... ver qué es lo que te pasa
(dijo con una voz que hacía que Esther se erizara de pies a cabeza) ahora vuelvo (le
advirtió antes de desaparecer bajo las sábanas)
E: ¡Ahgg Dios! (gritó Esther en cuanto sintió cómo Maca hundía su boca en su sexo)
La reina roja
237
Poco pudo aguantar Esther y en cuestión de minutos Maca le regaló un intenso orgasmo
que fue correspondido con creces por la empresaria quien se encargó de que la Reina
Roja recibiera el mismo placer que acababa de brindarle
Cuando consiguieron salir de la cama, se dieron una ducha y comenzaron a preparar
algo de comer. En esas estaban, entre juegos y piques cuando el teléfono comenzó a
sonar. La empresaria lo cogió y mientras Maca intentaba ponerla nerviosa a base de
besos ella continuó hablando con su madre echándole recriminatorias miradas a su chica
E: Sí... vale, mamá (miró a Maca con ganas de asesinarla cuando comenzó a incitarla)
lo intentaré... vale... mamá, te tengo que dejar (dijo al ver que Maca no pararía) que síii
que intentaré verte esta noche, hasta luego (colgó sin esperar respuesta) ¿Es que no
puedes ni dejarme hablar con mi madre? (protestó intentando cerrarse el pantalón que su
chica le había abierto instantes antes)
M: No (contestó con una enorme sonrisa)
E: Ya... pues ahora por lista, te vas a venir a cenar con nosotros esta noche (le advirtió)
M: ¿Yo? (se puso tensa de repente) Esther yo... no creo que...
E: No te lo estoy pidiendo (cortó) es una orden y si no, no hay más sexo en tres meses
(advirtió)
M: No te lo crees ni tú (rebatió con chulería)
E: ¿Quieres apostar? (preguntó con la misma chulería)
M: Eh... no (soltó, pues sabía que Esther sería muy capaz de dejarla a pan y agua
durante tres meses simplemente por no bajarse del burro) no, no quiero apostar... vamos
a cenar con tus padres...
E: Muy bien (sonrió orgullosa de sí misma) esa es mi chica
M: Esto de hacer siempre conmigo lo que te dé la gana, voy a cambiarlo pero ya
(protestó, mientras Esther iba hacia la cocina para terminar de preparar la comida)
E: Sí, sí, claro, cariño (decía mientras andaba)
M: Te lo digo en serio (protestó al ver que le estaba dando la razón como a los locos)
E: Que sí, que sí (dijo del mismo modo que antes) pero ahora ven aquí y ayúdame a
terminar con esto...
M: Voy (contestó sonriendo, para qué negarlo, Esther hacía con ella lo que le daba la
real gana y no tenía intención de cambiarlo, le encantaba estar así, sentirse así... era lo
más bonito que le había pasado jamás...)
Mientras comían, se miraban cómplices, jugaban y se picaban, sin embargo, Esther notó
cierto gesto preocupado en su chica, seguramente, esa cena con sus padres debía haberla
puesto nerviosa... Sin embargo, Maca no estaba nerviosa, sino más bien preocupada
pues, a decir verdad, no tenía ni idea de cómo se plantaría delante de Miguel sabiendo lo
que sabía...
La cena no estaba resultando todo lo agradable que Maca pretendía. Miguel, quien
desde un principio se había mostrado serio, soltaba de vez en cuando una serie de pullas
en referencia a su antiguo “trabajo” como Reina Roja que hacía que se mantuviera cierta
tensión en el ambiente
Ella no entraba en el juego, no quería amargarle la noche a Esther y simplemente se
dedicaba a ignorar sus comentarios y a hablar con Encarna y con su chica. La
La reina roja
238
empresaria, por su parte, como era lógico, se había dado cuenta de la actitud de su padre
y le había recriminado en un par de ocasiones, sin embargo, no hizo ningún efecto, muy
por el contrario, Miguel continuaba con soltando lindezas por la boca
Estoicamente había aguantado toda la cena, mordiéndose la lengua para no soltarle una
mucho más grande al padre de Esther y lo hacía únicamente por respeto a su chica,
porque lo que era él, en esos momentos, no le merecía ninguno...
Terminaron de cenar y Maca suspiró, por fin se habría terminado la tortura, sin
embargo, llegaba la hora de la sobremesa... murmuró frustrada mientras se sentaban en
la salita, Esther charlaba animadamente con su madre y ella sonreía con algo de
dificultad al sentir la mirada recriminatoria de Miguel fijada en ella
Miguel: Voy a ir a preparar una copa (dijo levantándose con seriedad) ¿Queréis algo?
(les preguntó)
E: Yo me tomaría un café (sonrió)
M: ¿Un café ahora, cariño? (preguntó, Miguel hizo un mohín) luego no vas a dormir...
E: Ya, pero es que la cena ha sido muy pesada y... me apetece (se encogió de hombros)
En: Yo la verdad, es que me tomaría otro (corroboró su madre)
Miguel: Pues voy a prepararlos (dijo saliendo de la sala)
E: Mi amor, ¿tú no quieres nada? (le preguntó a su chica)
M: Yo creo que me voy a tomar otra copita, como tu padre (dijo mirándolo) le
acompaño y así le ayudo (se levantó también)
Salieron ambos de la sala para dirigirse a la cocina, lo hacían en silencio, escuchando de
fondo la charla que tenían Esther y su madre. Llegaron a la cocina y comenzaron a
prepararlo todo. Maca no pudo seguir mordiéndose la lengua
M: Si tiene algún problema conmigo, Miguel, es el momento de decirlo (dijo mientras
sacaba un par de vasos y unas tazas)
Miguel: Conozco muy bien a la gente como tú (contestó sin apenas mirarla) fui policía,
por si no lo recuerdas y trabajaba buscando y arrestando a personas como tú
M: Ya... (bajó la cabeza intentando mantenerse calmada) yo ya no soy así...
Miguel: Sí, claro (dijo irónico) has cambiado... jamás volverás a robar... es parte de tu
pasado... esta etapa de tu vida ya está superada (decía como si lo hubiera escuchado un
millón de veces) ya me sé todo ese cuento... pero al final siempre es lo mismo (seguía
diciendo ante el mutismo de Maca que lo escuchaba cruzada de brazos) todo es muy
bonito hasta que te entra de nuevo el gusanillo, o necesitas descargar adrenalina...
entonces te importará una mierda el haber cambiado, el tener una vida y volverás a las
andadas...
M: No me conoce si cree que pasará eso (dijo con firmeza)
Miguel: Eres igual que todos (contestó con una cínica sonrisa) no me hace falta más
para conocerte que leer los informes policiales que hay sobre ti
M: Está muy equivocado conmigo (repitió) no tengo intención de volver a lo mismo
Miguel: Claro que no... (contestó) ahora mismo estás bien cómo estás... ¿pero qué
pasará dentro de un año o de dos? Cuando no sé... cuando llegue un diamante de 10
millones de euros, por decir algo... y veas que tienes la oportunidad de robarlo... ¿De
verdad te quedarás de brazos cruzados? (no la dejó contestar) no, claro que no... y
entonces volverás a hacer daño a mi hija y te juro que no lo voy a consentir
La reina roja
239
M: Jamás he pretendido hacerle daño (contestó con seriedad) nunca he hecho nada por
hacerle daño y le aseguro que lo último que quiero es que ella sufra
Miguel: Por supuesto (seguía irónico) nunca has querido hacerle daño... sin embargo te
recuero que estuvieron a punto de matarla... y tú estabas allí
M: Sí... y lo único que hice fue protegerla (dijo con un tono de voz más grave)
cerciorarme de que estaba bien y salvarle la vida
Miguel: Ya... sin embargo, si no hubieras aparecido en su vida tal vez nada de esto
hubiera pasado (continuó algo hiriente, pues no podía soportar que volvieran a dañar a
su hija, pese a que él, también tenía cosas que callar)
M: En eso se equivoca (contestó) si yo no hubiera aparecido en su vida, tal vez Esther
no estaría aquí... ellos iban a por ella, yo solo la protegí...
Miguel: Bonita manera de protegerla (continuó) dejando que la raptaran, que la tuvieran
encerrada días sin...
M: ¿Acaso usted nunca se ha equivocado? (le preguntó cortándole) sí, me equivoqué,
pude hablar con ella mucho antes y decirle la verdad, lo que era y a lo que me dedicaba,
pero tenía miedo a perderla... tenía pánico a que se alejara de mí si sabía quién era yo y
lo que había hecho (y ahí fue cuando Miguel la miró por primera vez en toda la
conversación) ¿Conoce ese sentimiento? (y Miguel bajó la mirada antes de darse la
vuelta) sí... claro que lo conoce... (dijo cruzándose de brazos a su espalda)
Miguel: No sé a dónde quieres ir a parar, jovencita, pero no vas por buen camino
M: Usted también está muerto de miedo (continuó, Miguel paró sus movimientos pero
no la miró) sí... también tiene miedo a perderla... por eso nunca le contó la verdad, por
eso aún hoy sigue callando y dejando que crea todo lo que cree
Miguel: No sé de qué me hablas (contestó tras una pausa)
M: Si tanto conoce este mundillo como dice, debería saber, que cuándo estás dentro de
él, conoces a demasiada gente (continuó diciendo, viendo como Miguel tensaba los
músculos de la espalda) algunas personas más indeseables que otras... pero todas con
una historia a sus espaldas... y todas y cada una de ellas suelen ser verdad... yo conocí a
mucha gente, hice tratos con mucha gente y entre todas esas personas, de pronto
apareció ante mí un hombre que le conocía (Miguel dejó lo que estaba haciendo
volviéndose para mirarla) Antonio García (pronunció, Miguel apretó los dientes) y su
historia dista mucho de la que usted cuenta...
Miguel: Esta conversación se ha terminado (dijo con la intención de salir de la cocina)
M: No, ahora me va a escuchar (lo paró) porque usted se atreve a juzgarme y es usted
quien necesita un juicio (continuó sin intención de callar, porque le había tocado tanto
las narices que ya no iba a mantenerse callada) ha dejado que Esther crezca pensando
que su padre nunca la quiso. Ha dejado que su hija, esa que dice querer como si
realmente fuera suya, creciera odiando al hombre que le dio la vida sin darle la
oportunidad de saber la verdad... ¿y usted se atreve a juzgarme?
Miguel: He dicho que esta conversación se ha terminado (repitió imprimiéndole mucha
más seriedad a sus palabras)
M: No, ¿Y sabe por qué? (lo miró) porque ya va siendo hora de que le cuente la verdad
a Esther
Miguel: No se meta donde no la llaman (dijo con rabia) no tiene nada que decir en esta
historia
M: Por supuesto que tengo que decir (afirmó) porque como ya le he dicho, no voy a
consentir que nadie, y le incluyo a usted, siga haciéndole daño a la mujer que amo (lo
miró directamente a los ojos) así que usted decide. O se lo dice usted, o lo haré yo
La reina roja
240
Se miraron de manera seria, retándose como jamás habían retado a nadie. Maca lo
miraba con seguridad en sí misma, no iba a ceder, no iba a dejar que continuara
callando, Miguel diría la verdad, le contaría a Esther lo que realmente sucedió, porque
ya iba siendo hora de que conociera esa parte de la historia, tenía derecho a saberlo... no
podía dejar que siguiera pensando que su padre las abandonó, que jamás la quiso
E: ¿Cuánto le queda a ese café? (preguntó Esther entrando en la cocina con una sonrisa
en los labios. Al ver el panorama, al verlos tan serios, tan enfadados, incluso diría que a
punto de estallar se preocupó) ¿Ocurre algo? (quiso saber mirándolos alternativamente a
ambos)
M: Nada, cariño (dijo desviando la mirada hacia su chica) solo que tu padre tiene algo
que decirte (Miguel se tensó y ella lo volvió a mirar con seriedad) ¿No es así? (preguntó
cruzándose de brazos esperando a que contestara)
E: ¿Me podéis explicar qué está pasando? (preguntó al ver que ninguno decía nada)
Miguel: Nada, hija (contestó, Maca lo miró alucinada) no pasa nada, anda vamos con tu
madre
M: Pero... (dijo contrariada) no, espere... (los paró) dígaselo (dijo en una orden)
Miguel: No tengo nada que decir (contestó con bastante más seriedad)
E: A ver... porque no entiendo nada (siguió Esther quien veía que algo grave pasaba
entre ellos) ¿Qué es lo que pasa?
M: Dile a tu padre que te lo cuente (se cruzó de brazos)
E: ¿Papá? (lo miró)
Miguel: Cariño (dijo acariciando su mejilla) te aseguro que no pasa nada, es que no sé
de qué está hablando
M: Esto es increíble (protestó) ¿Va a seguir mintiendo? (preguntó y Esther la miró entre
curiosa y sorprendida) pregúntale por tu padre, Esther (soltó sin poder quedarse callada
por más tiempo) pregúntale por qué desapareció como lo hizo
Esther los miró a ambos, su rostro pasó de la sorpresa a la incertidumbre y la confusión.
Maca sabía que ese tema era uno de los que más daño le hacía pero no estaba dispuesta
a que siguiera sin saber la verdad
E: ¿De qué está hablando, papá? (se volvió hacia su padre que miraba a su nuera con
fastidio)
Miguel: No tengo ni idea, hija (y le dedicó una mirada recriminatoria a Maca)
M: No sea cínico ¿quiere? (no se achantó) sabe perfectamente de lo que estoy hablando
(miró a su chica que no sabía de qué iba todo aquello) mi amor... ven... (dijo
acercándola) escúchame... tu padre, tu verdadero padre no te abandonó... nunca quiso
abandonaros, él te quería mucho y estaba dispuesto a cumplir su condena sin tener que
separarse de vosotras (Esther la mirara como si de pronto estuviera viendo un fantasma)
pero Miguel se encargó de que no fuera así (lo miró con algo de rabia) le dijo que si se
quedaba, si intentaba acercarse a vosotras, no solo lo metería a él en la cárcel sino que
haría que los servicios sociales le quitaran tu custodia a tu madre... (Esther no podía
creer lo que escuchaba, mientras que Miguel se iba poniendo rojo de rabia por
momentos) Tu padre no tuvo otra opción (continuó) no quería que os separaran a tu
madre y a ti, por eso se fue... no porque no te quisiera... no porque no pensara en ti... (la
miró y sintió que algo se rompía dentro de ella al verla tan desconcertada, tan perdida
incluso) cariño... Esther...
E: Eso... (miró a su padre) ¿Eso es verdad? (preguntó con miedo) ¿Es verdad? (repitió
elevando un poco la voz)
La reina roja
241
Miguel: Esther yo... (dijo sin saber qué decirle, porque ver su mirada, su rabia, había
hecho que perdiera la capacidad de razonar nada...)
En: ¿Qué está pasando? (preguntó Encarna llegando hasta ellos)
E: O sea que es verdad (dijo sin dejar de mirar a su padre quien bajó la cabeza algo
avergonzado. Se hizo un silencio tenso entre ellos y finalmente, los ojos de Esther se
llenaron de lágrimas que frenó con algo de esfuerzo) Tengo que irme (soltó necesitando
salir de allí, porque la escasa reacción de su padre le había dado la respuesta, sí, claro
que era verdad, y no tenía ni idea de cómo tomárselo)
M: Esther, espera (salió tras ella una vez Esther corrió hacia la calle) cariño, espera, por
favor (le dijo tomándola del brazo ya en la calle junto a su coche)
E: ¿Qué quieres Maca? (preguntó con ojos cristalinos)
M: Lo siento (contestó) siento que te hayas enterado de esta manera... mi amor...
E: Vale (se soltó y abrió el coche)
M: ¿Dónde vas?
E: No lo sé (contestó entrando en el vehículo) a casa... al fin del mundo, no tengo ni
idea (le dijo) solo quiero alejarme de aquí
M: No te puedes ir así, cariño, estás muy nerviosa (decía preocupada)
E: Maca, déjame un poco en paz (contestó de mala manera)
M: No, mi amor, no te voy a dejar (y se subió al coche) no puedes conducir en ese
estado...
E: Como quieras (contestó, pues no tenía ni ganas de sacarla del coche ni de mantener
una conversación con ella ni con nadie)
Arrancó y a una velocidad más alta de la habitual en ella, se internó en el tráfico.
Durante el trayecto no dijo ni una sola palabra. Era como si no dejara de pensar en lo
que Maca le había contado. La reina roja, por su parte, la miraba preocupada, sabía lo
que le pasaba y pensó, que tal vez, habría sido mejor no decirle nada... Poco tiempo
después, Esther paró frente al edificio de Maca
M: Cariño... ¿Estás bien? (preguntó con cautela)
E: Sí (soltó con demasiada seriedad como para que fuera verdad)
M: Anda, mi amor... aparca (decía con cariño) subes conmigo a casa y hablamos de
ello...
E: No me apetece (contestó sin mirarla)
M: Esther... por favor...
E: Maca, no me apetece... quiero estar sola... (decía de una manera fría)
M: No creo que debas estar sola ahora... y yo...
E: ¡Maca! (gritó cortándola) quiero estar sola, ¿vale? (relajó un poco el tono) así que
por favor, bájate del coche
M: Está bien (aceptó bajándose del coche, pues sabía que en esos momentos Esther
necesitaba su espacio, pensar en lo que había pasado y aclararse ella misma para
después, poder aclarar toda esa situación) llámame luego, por favor...
E: Sinceramente, no creo que lo haga (continuó diciendo sin apenas mirarla) no tengo
ganas de hablar con nadie...
M: ¿Ni siquiera conmigo? (preguntó de manera triste)
E: ¿Cuánto hace que sabías todo esto? (le devolvió la pregunta con otra, la miró por fin,
con unos ojos que le dijeron que estaba bastante enfadada y dolida)
M: Hace algún tiempo (contestó con sinceridad, porque lo último que quería en ese
momento era mentirle)
La reina roja
242
E: Pues eso (terminó de decir, mirando de nuevo la frente, esperando a que Maca
cerrara la puerta para poder marcharse de allí)
Y Maca lo hizo, cerró la puerta del copiloto, y vio como le coche se alejaba de su campo
de visión, y no hizo nada, no pudo hacer nada porque sabía, que Esther en ese momento
no atendía a razones y que además, le había dejado claro, con aquella última respuesta
que no quería estar con ella...
“Hola soy Esther, en este momento no te puedo atender, así que deja tu mensaje y te
llamaré”
M: ¡Joder, Esther! (protestó con el teléfono en la mano cuando una vez más, saltó el
buzón de voz) Ehh... cariño que... (dijo una vez la máquina le dio paso a hablar) que
llevo todo el día sin saber nada de ti y... estoy preocupada... llámame ¿vale? Lo siento,
Esther (cerró los ojos) te quiero...
Colgó el teléfono frustrada, como bien le había dicho en el mensaje, llevaba todo el día
sin saber nada de ella. Desde que se despidieran la noche anterior se había quedado
totalmente preocupada. Había estado llamándola toda la mañana, había ido a buscarla a
casa y por descontado, la había llamado al despacho y nada, parecía que a Esther se la
había tragado la tierra y ella empezaba a desesperarse. Quería estar con ella, necesitaba
estar con ella y que supiera que estaba a su lado, tranquilizarla, mimarla y cuidarla,
intentar que se desahogara con ella y sin embargo, Esther no daba señales de vida
No sabía muy bien como tomarse aquello, por un lado, entendía su actitud, comprendía
que debía estar tan absolutamente confusa que necesitara tiempo para ella pero por otro
lado, siempre pensó que en situaciones como esa, Esther se apoyaría en ella... y por lo
visto no había sido así...
Hizo un nuevo intento por teléfono, de nuevo la voz eléctrica de la maquinita le decía
que el teléfono estaba apagado. Suspiró, frustrada y dejando el teléfono de mala manera
sobre la mesa. Dio un vuelta por el salón y cuando ya no pudo más, decidió que iría a
buscarla, no dejaría que pasara por aquello sola, tenía que estar con ella y lo estaría, ya
fuera en su casa o volviendo a colarse en su despacho
Se arregló para salir en tiempo record, no quería perder demasiado tiempo, y cuando ya
estaba lista, cogió las llaves de su moto y abrió la puerta quedándose parada al verla allí,
de pie, con el rostro serio, con ojeras que dejaron las marcas de sus lágrimas, rota,
derrumbada, vulnerable...
M: Esther... (pronunció sin dejar de mirarla, y preocupada al verla así)
Esther no dijo ni una sola palabra, simplemente la miró, la miró y sintió como sus ojos
volvían a llenarse de lágrimas. Maca dio un paso al frente y la arropó entre sus brazos.
La empresaria se aferró a ella y se dejó llevar por la cálida sensación que le daba su
cuerpo, dejando que una vez más como durante casi toda la noche, las lágrimas salieran
de sus ojos, ante una Maca que se sentía impotente
La reina roja
243
M: Shh... ya mi amor (intentaba calmarla besando su pelo) ven... vamos cariño,
entremos (decía sin dejar de besarla)
Y casi sin ayuda de Esther consiguió que entraran en casa de nuevo. Cerró la puerta de
un puntapié y sin que Esther se alejara de su cuerpo llegó con ella al sofá. La miró,
acarició su rostro y volvió a abrazarla, la empresaria apoyó la cabeza en su pecho y dejó
que la acunara...
Durante una larga media hora, se mantuvieron en la misma posición. Esther cobijaba
entre sus brazos había dejado de llorar, sin embargo parecía estar muy, muy lejos de allí.
Maca de vez en cuando besaba su pelo, acariciaba su espalda y la apretaba contra ella,
respetando su silencio y sus tiempos, pero deseando que hablara con ella
E: ¿Por qué no me lo dijiste, Maca? (preguntó, y no era un reproche, al menos no sonó
como tal, en esos instantes Esther no tenía ganas de reproches ni de broncas, lo único
que quería eran respuestas)
M: Porque no era yo quien tenía que hacerlo, mi amor (contestó haciendo que la mirara)
y tampoco sabía cómo decírtelo...
E: Pero... pero yo debía saberlo (pronunció)debía saberlo...
M: Lo sé, mi vida (contestó) lo sé y lo siento... de verdad que lo siento...
De nuevo silencio. Uno en el que Maca sabía que su chica no dejaba de darle vueltas a
todo lo que había pasado, y sabía que estaba tan perdida que no sería capaz de poner en
orden sus ideas...
E: ¿Le conoces? (preguntó de pronto, mirándola con súplica en los ojos. Maca
simplemente afirmó con la cabeza y cerró los ojos) ¿Cómo es? (quiso saber)
M: Es... parece simpático (contestó) no le conozco mucho... a penas lo he visto una o
dos veces (le explicó) es una persona muy elegante y... no sé Esther, parece muy
preocupado por ti...
E:...
Una vez más, Esther quedó en silencio. Maca la miraba y se sentía incapaz de hacer o
decir nada, porque no sabía cómo o qué decirle para que su chica se sintiera mejor, era
la primera vez en mucho tiempo que no sabía controlar la situación y eso la tenía
bastante frustrada porque no sabía cómo ayudarla
E: No sé qué tengo que hacer ahora (pronunció dejando salir silenciosas lágrimas)
M: Shh... mi amor... (y volvió a acunarla)
E: No sé cómo enfrentarme a esto... (siguió diciendo) no entiendo nada...
M: Tranquila cariño (la abrazó y la besó) estoy contigo... no voy a dejarte sola...
E: ¿Qué hago, Maca? (preguntó mirándola, implorando porque le diera una respuesta,
una salida a aquella situación)
M: No lo sé, mi amor (contestó) lo que tú quieras (afirmó)
E: Quiero verle (dijo sin demasiado convencimiento) quiero... quiero conocerle...
M: Vale (fue lo único que le dijo) lo que tú quieras, cariño...
No hubo más palabras, como venía pasando desde que Esther apareciera en su casa, el
silencio se hizo protagonista, Maca no dijo nada más, sabía que Esther necesitaba ese
momento y no iba a molestarla
La reina roja
244
E: Siento... siento lo que pasó ayer (dijo tras un buen rato de mutismo) siento lo que te
dije y cómo te traté (continuó diciendo mirándola a los ojos)
M: No pasa nada (contestó intentando quitarle importancia)
E: Pero lo pagué contigo y... tú no tienes la culpa de nada
M: Cariño (hizo que la mirara) no pasa nada, mi amor, lo entiendo, ¿vale? (Esther
afirmó levísimamente con la cabeza) pues ya está...
E: Te quiero mucho (declaro con el corazón en un puño sin dejar de mirarla a los ojos)
M: Y yo a ti (contestó)
E: ¿Me das un beso? (preguntó necesitándola casi tanto como respirar)
M: Todos los que tú quieras (contestó antes de atrapar sus labios en un beso dulce y
lento, para luego volver a abrazarla con todo el amor que sentía por ella. Acunándola y
cuidándola como siempre, desde que la conoció, había necesitado hacer)
Una semana después se daba el encuentro. Fue algo extraño, Esther estaba demasiado
nerviosa, Maca a su lado no la soltaba de la mano. Cuando Antonio apareció en aquella
cafetería, Esther creyó que se quedaba sin respiración
Fue un encuentro largo, durante toda la tarde estuvieron hablando. A Antonio se le veía
nervioso y emocionado aunque intentara disimularlo. Esther, al principio, se mostró
reticente, callada y huidiza; con el paso de los minutos empezó a hacer preguntas, a
recordar momentos de su niñez y poco a poco empezó a sonreír...
Acordaron recuperar el tiempo perdido, Esther no quería que su padre volviera a
desaparecer de su vida y éste, tras “recuperar” a su hija, no tenía intención de volver a
marcharse
A partir de aquel momento, Esther comenzó a recuperar a su padre. Ambos cumplieron
su promesa y siguieron en contacto. Se llamaban a diario y se veían a menudo. La
empresaria se mostraba feliz y Maca al verla se sentía dichosa por ella
De ese modo, comenzaron a pasar los meses. La relación entre Maca y Esther era
absolutamente perfecta. Tanto personal como profesionalmente. Decidieron, ambas, que
cambiarían su modo de trabajar, a partir de ese momento, en lugar de intentar Maca
sobrepasar su sistema de seguridad y llegar hasta el objetivo que fuera, trabajaría codo
con codo con Esther o Claudia, para paliar cualquier fallo de seguridad. De ese modo,
cuando había algún evento, alguna presentación o algo que requiriera una alta
seguridad, Maca se encargaba casi de organizarlo todo, buscaba puntos flacos, indicaba
dónde instalar las cámaras para que no quedara ni un solo punto muerto y comprobaba,
ella misma, que los sistemas de seguridad de las puertas fueran infranqueables
Así, trabajando juntas y reforzando de manera latente todo el sistema de seguridad de
Werty´s Security, la empresa se convirtió en la empresa de referencia para muchas otras
que intentaban seguir su estela sin lograrlo
El acuerdo con el FBI se firmó y Werty´s Security pasó de ser una empresa nacional a
una internacional con muchísimo prestigio a nivel mundial
La reina roja
245
Habían salido a celebrar la firma del contrato, cenaban en un coqueto restaurante del
centro. Esther veía a su chica más nerviosa que de costumbre y eso la tenía algo
descolocada y es que, pocas veces había visto a Maca dejarse llevar por los nervios.
Cuando el camarero se fue tras apuntar sus pedidos, Esther estiró la mano sobre la mesa
para tomar la de Maca y acariciarla
E: ¿Me vas a contar qué es lo que te pasa? (preguntó mirándola)
M: Nada (contestó sacando una sonrisa)
E: Ya (rió con ironía) mi amor, que te conozco... y sé que algo te pasa, estás histérica
M: Vale (contestó) es que... quiero hablar contigo de algo... pero no quiero que te
enfades...
E: ¡Uy! (exclamó con algo de gracia) si dices eso es que has hecho algo que no me va a
gustar...
M: No, no he hecho nada... pero sé que es un tema delicado...
E: Va, mi amor, que si no lo sueltas no vamos a poder cenar tranquilas (le dijo para que
empezara a hablar de una vez por todas)
M: Está bien (bebió un sorbo de vino) Creo que... creo que deberías hablar con tu padre
(soltó y Esther la miró un tanto recelosa)
E: He hablado esta mañana con él (contestó intentando mantenerse tranquila pues algo
le decía que Maca no iba por ahí)
M: Me refiero a Miguel, Esther (habló claro y su chica soltó su mano y su rostro se
tornó serio...)
Y es que, a medida que la relación con Antonio se recuperaba, la relación con Miguel se
deterioraba a pasos agigantados. Esther se había alejado de su padre de tal manera que
apenas se veían, ni siquiera se llamaban por teléfono y eso hacía que, del mismo modo,
se alejara de su madre... Aunque no lo decía e intentaba no mostrarlo, Maca sabía que
ese tema le hacía daño...
M: Cariño... (siguió ella hablando viendo que Esther no decía nada) tenéis que hablar...
E: ¿De qué? (preguntó un poco a la defensiva)
M: Esther... (pronunció a modo de “advertencia”) por favor... sé que lo pasas mal y
ellos también están pasándolo mal... Miguel está muy arrepentido y tu madre... tu madre
te echa de menos...
E: ¿Cuándo has hablado con ellos? (le preguntó algo seria)
M: Ayer (contestó) vinieron a verme... están muy disgustados.
E: Y yo también (se defendió) ¿O tengo que recordarte lo que hizo Miguel?
M: No, cariño (intentó razonar con ella) no tienes que hacerlo pero... os debéis
hablarlo... mi amor, él te quiere, te ha querido como si fueras su hija de verdad y lo está
pasando mal...
E: Yo también... tampoco es fácil para mí (contestó)
M: Lo sé, Esther (sonrió levemente intentando darle calma) nadie mejor que yo sabe
que lo estás pasando mal, por eso me gustaría que hablaras con él... porque sé que os
haría bien a ambos...
E: Uff... Maca... (dijo sabiendo que tenía razón, que la menos se debían una
conversación, además, cuando Maca la miraba de aquella manera, no podría negarse)
M: Anda... mi amor (puso esa mirada tan suya y Esther sonrió levemente) hazlo por
mí...
E: Cariño...
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M: Por mí... ¿sí? (acarició ahora ella su mano y Esther ensanchó un poco más su
sonrisa, ya estaba perdida, tras aquella mirada, sabía que no le diría que no) ¿Lo harás
por mí? (volvió a preguntar poniendo esa carilla inocentona que tanto adoraba su chica)
además... sé que lo estás deseando... (afirmó) y así puedes invitarlos a la boda...
E: ¿Boda? ¿Qué boda? (preguntó descolocada y sorprendida por aquella salida)
M: Pues la nuestra, mi amor (dijo como si tal cosa) En un mes empieza la primavera...
(sonrió feliz, sonrió cómica, sonrió al ver el rostro de Esther descolocado)
E: Perdona... ¿Nuestra boda? (preguntó señalándolas a ambas, sonriente pero
sorprendida)
M: Claro (contestó como si aquello fuera lo más normal del mundo)
E: Ya (su sonrisa era inmensa) ¿Y cuándo me has pedido si quiero casarme contigo? (se
cruzó de brazos encantada)
M: Ah bueno... (le quitó importancia) no te lo he pedido (bebió de su copa)
E: ¿Y entonces como sabes que nos vamos a casar? (preguntó)
M: Porque no puedes vivir sin mí (afirmó)
E: ¡Pero qué creída! (exclamó inmensamente feliz)
M: Creída no (continuó) es la verdad... y ¿sabes qué? Que yo no puedo vivir sin ti, así
que nos tenemos que casar...
Esther se levantó de su asiento ante la sonrisa de su chica. Bordeó la mesa y sin
importarle quien pudiera estar mirándola se sentó sobre las piernas de su chica y la besó
con dulzura
E: Te quiero (declaró) pero no me casaré contigo hasta que me lo pidas bien (dijo con
una sonrisa)
M: No te lo voy a pedir (contestó robándole un nuevo beso) y sí nos vamos a casar...
E: Eres... eres... (hizo un gesto de frustración)
M: Soy lo que tú quieras (afirmó) pero me adoras
E: No solo te adoro sino que te quiero más que nada (dijo mirándola a los ojos y
acariciando su mejilla)
M: Te amo (declaró sin hablar, simplemente moviendo sus labios)
Esther sonrió, sonrió y se perdió en su boca, sabiendo que Maca no haría una petición
“formal” de matrimonio pero que aun así, se casarían, pues ambas lo deseaban y lo
querían así... No les hacían falta grandes peticiones, solo mirarse a los ojos para saber
que, lo único que querían, era pasar el resto de sus vidas juntas
Como ocurrió con Antonio, la conversación que mantuvieron Esther y Miguel fue larga,
durante gran parte de la tarde estuvieron charlando de lo que pasó. Esther pedía
explicaciones que Miguel con la cabeza gacha le iba dando algo avergonzado. No fue
un encuentro fácil, muy por el contrario fue bastante tenso, Esther estuvo a la defensiva
todo el tiempo y por mucho que Maca intentara que se calmara no lo logró
Miguel se disculpó una y mil veces, explicándole lo mucho que la quería, que para él,
Esther siempre fue su hija y que lo último que quería era dañarla. Finalmente, tras varias
horas de conversación, Esther y Maca salieron de casa de Miguel y Encarna
La reina roja
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Iban calladas y serias, Maca la miraba de reojo mientras andaban hacia el coche y
Esther se mantenía lejos de allí. Entraron en el coche, Maca conducía, mientras Esther
se ponía el cinturón, la Reina Roja la miró un segundo
M: Mi amor... Has sido un poco dura con él ¿no te parece? (preguntó con cautela)
E: Me ha tenido engañada toda mi vida, no creo que haya sido dura con él (contestó un
tanto a la defensiva)
M: Pero no deja de ser tu padre (respondió ella) un padre que te ha cuidado, te ha criado
y se ha desvelado por ti cuando has estado enferma... cometió un gran error sí, pero
todos cometemos errores...
E: Ya lo sé, Maca, pero no me sale otra cosa (se defendió) ahora mismo no me sale
estar de otro modo con él...
M: Esther...
E: Maca (la cortó) no tengo ganas de discutir contigo por esto (le advirtió, su chica la
miró con una ceja alzada) solo necesito tiempo ¿vale? (relajó el tono) sabes que se me
pasará... pero necesito un poco de tiempo para digerir todo esto...
M: Está bien (se acercó a ella y la besó) pero no te enfades...
E: No me enfado (sonrió)
M: No que va... si te conoceré yo ya (contestó arrancando el coche y de reojo vio como
Esther la miraba con una sonrisa enamorada) bueno... pues vamos a casa (se internó en
el tráfico) digo yo que al menos les habrás invitado a la boda...
E: Síiii (contestó alargando el monosílabo) los he invitado...
M: Jum jum (rió para ella misma) eso quiere decir que hay boda
E: Qué remedio (bromeó) no pararás hasta que nos casemos...
M: Así me gusta (contestó con chulería) que tengas las cosas claras...
E: Te odio (soltó debido a su tono de voz)
M: Mentirosa (contestó de manera graciosa mirándola un segundo para volver la vista a
la carretera)
E: Te voy a decir una cosa, mi amor (continuó) nos vamos a casar, pero quiero que
sepas que estoy muy decepcionada porque no has hecho una declaración en toda regla
M: Lo que tú digas (contestó sin darle importancia, sonriendo para sus adentros y
poniendo rumbo a casa)
Durante todo el trayecto, Esther iba bufando sobre la falta de romanticismo de su chica
a la hora de pedirle que se casaran. Maca, contestaba con ironía y le reprochaba que ella
tampoco se había declarado. De esa manera, aparcaron ya en el piso de la empresaria y
ambas salieron de la mano, entre bromas y protestas cariñosas llegaron a la puerta del
piso
Cuando Esther abrió, se quedó sin habla. Un pasillo repleto de velas la guiaba hacia el
salón, la luz bajada y las persianas echadas le daban una iluminación más romántica. La
empresaria totalmente asombrada dio un par de pasos hacia adelante ante una sonriente
y enamorada Maca que la miraba tras ella
En el salón, una mesa totalmente preparada para la cena, una melodía suave las envolvía
y un montón de pétalos de rosas dentro de un corazón hecho con más velas hizo que
ninguna de las dos pudiera dejar de sonreír
Abrumada por la cantidad de sentimientos que tenía en ese instante, Esther no era capaz
de decir ni una sola palabra. Tan solo sonreía y dejaba salir un par de lágrimas
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emocionadas. Maca, con pasos silenciosos se acercó por detrás y la rodeó con sus
labios. Se movían meciéndose levemente. No había palabras, no hacía falta. Tan solo
sonreían enamoradas.
Rodeándola quedó frente a ella. La tomó de la mano y con cuidado hizo que entrara en
aquel corazón, quedando en el centro. La dejó allí un segundo para volver con un
nerviosismo que hizo que Esther no pudiera evitar reír. Su risa se borró en el momento
en que Maca, emocionada, sacó una cajita y se la mostró mirándola directamente a los
ojos
M: Te quiero (dijo con la voz tomada) eres lo mejor que me ha pasado en la vida... te
quiero como no he querido ni querré nunca a nadie... así que... (tragó saliva y tomó aire)
Esther García... ¿Te quieres casar conmigo?
E: Sí, quiero (dijo tras una sonrisa amplia y una emoción intensa embriagándole el
pecho) te quiero (susurró en el momento en que Maca ponía aquel anillo de
compromiso en su mano)
M: Te quiero (declaró abrazándola)
Se sonrieron, se abrazaron y sellaron aquella declaración con un beso que las transportó
a otro mundo, ese en el que solo existían ellas... ellas y el sentimiento puro que nació
entre ellas el mismo día en que se conocieron y que jamás, habían dejado de sentir...
Había amanecido una mañana bastante soleada. En la cama, se removía intentando
arañarle los últimos minutos a un sueño que se escapaba. Se giró y buscó su cuerpo,
encontrando vacío a su lado, abrió un ojo confundida al no hallarla y luego,
simplemente sonrió y volvió a tumbarse en la cama
Miró al techo, rememorando un montón de momentos, tantos, que su sonrisa volvió a
ensancharse, estiró el brazo y cogió el teléfono, marcó su número mientras que no
dejaba de pensar en ella
E: ¿Sí? (contestó Esther al otro lado de la línea y Maca bien pudo visualizar su sonrisa)
M: Hola, mi amor (saludó con ternura)
E: Hola... cariño (respondió cantarina)
M: ¿Qué tal has dormido? (quiso saber mirando una de las fotografías que descansaban
en la mesita de noche)
E: Muy bien (contestó alegre) muy tranquilita ¿Y tú?
M: Yo mal... lo he pasado muy mal yo aquí, solita, en esta cama
E: Yo también te he echado de menos...
M: Ya... (rió) bueno... nada solo quería darte los buenos días (decía enamorada) así que
nada, que pases un buen día y que estés tranquilita...
E: Y tú mi amor (contestó sin poder dejar de sonreír) Oye y no llegues tarde...
M: Ni tú (rió) te veo en el juzgado mi amor (dijo para despedirse)
E: Un besito
M: Muak (terminó de decir colgando para volver a acurrucarse en la cama unos minutos
más)
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Puntual como si fuera un reloj suizo, a las 12:30 de la tarde, Maca llegaba a los
juzgados acompañada de una Laura que había vuelto a España solo para acompañarla en
ese momento. Miraba a todos a su alrededor sin encontrar a su chica, recibiendo
felicitaciones adelantadas de los pocos invitados que habían querido que estuvieran con
ella. Básicamente los familiares de Esther, Claudia, su marido, Laura por su parte y
poco más
Minutos después, un coche paró frente a ellos y su mirada se quedó totalmente
congelada en el cuerpo de Esther, estaba absolutamente maravillosa... No iba de verde
Manzana, como habían imaginado, pero aquel otro traje le sentaba de maravilla, estaba
preciosa, simplemente preciosa...
Embriagadas por la cantidad de sentimientos que se agolpaban en su alma, se saludaron
con un beso y tomadas de la mano, mirándose emocionadas entraron en los juzgados
Frente a aquel juez que se encargaba de oficiar el matrimonio, ellas se miraban
embelesadas. Sus manos, siempre enlazadas se apretaban de vez en cuando, sus ojos se
hablaban, gritándose en silencio lo feliz que estaban en ese momento
E: Sí, quiero (contestó cuando el juez le preguntó si quería casarse, mirando a Maca en
todo momento y con la voz tomada por la emoción...)
M: Sí, quiero (repitió Maca del mismo modo que lo había hecho Esther...)
Y cuando el juez, de manera solemne las convirtió en matrimonio todas las emociones
se desbordaron. Ignoraron al juez que les extendió la mano para abrazarse y besarse de
manera suave, dulce y contenida... Los presentes, pese a ser pocos, comenzaron a
vitorearlas haciendo que sonrieran algo avergonzadas...
M: Te quiero, señora Wilson (dijo antes de volver a besarla)
E: Y yo a ti, señora García (contestó tras saborear sus labios de nuevo)
E: ¡Maca! ¿¡Quieres venir aquí y terminar de arreglarte que vamos a llegar tarde!?
(decía Esther desde su habitación, mientras intentaba que Maca, por fin, se pusiera en
movimiento, tenían una importante reunión con la Presidenta y su mujer, parecía no
tener intención de moverse de donde estaba)
Pedro: Uyyyy... mami ta fadada, mamá (dijo Pedro quien jugaba con un coche de
carreras en miniatura)
M: No, mi amor (sonrió) no está enfadada, es solo que tu madre se pone un poquito
histérica, pero ahora se le pasa...
E: ¡Macarena! (escuchó que gritaba una vez más, Maca alzó una ceja, que la llamara así
no era bueno... nada bueno...)
M: Ahora vengo, cariño (dijo levantándose para ir a su habitación, donde Esther iba de
un lado para otro, ya casi totalmente arreglada y con cara de pocos amigos) ¿Qué te
pasa eh?
E: ¿Qué que me pasa? (se cruzó de brazos) que tenemos la reunión con Cruz en una
hora y mira cómo estás aún (la señaló, viéndola vestida con ropa de estar por casa)
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M: Ven aquí (dijo intentando acercarla)
E: No, Maca, vístete (la rehuyó)
M: Que vengas aquí (repitió tomándola de las caderas y acercándola por fin a su
cuerpo) no te enfades (dijo besando su cuello) va... quita esa carita...
E: Es que siempre me haces lo mismo (protestó) y al final siempre con prisas...
M: No hay prisas (dijo mientras seguía besándola) umm... qué bien hueles (Esther sacó
una pequeña sonrisa) y qué guapísima estás...
E: Maca (dijo ya con un tono más calmado y meloso) por favor, mi amor, que no quiero
que lleguemos tarde...
M: Ujum... (seguía perdida en su cuello) ya voy... pero antes dame un beso (Esther le
dio un leve piquito para contentarla) eso no es un beso (protestó) así que o me das uno
bien o no me muevo de aquí (la apretó más contra su cuerpo)
Esther sucumbió, porque ella también quería besarla. Se enzarzaron en un beso
profundo y lento, la pasión comenzó a desbordarse y las manos inquietas de Maca
empezaron a acariciar el cuerpo de su mujer que se olvidó de la reunión para dejarse
llevar...
Paula: Mami (escucharon que decía la pequeña Paula entrando en la habitación de sus
madres) el abelo Anto ta aquí (les dijo)
E: ¿Ves? (se separó de su mujer) mi padre ya está aquí y tú sin arreglarte...
M: Ufff (suspiró) mi amor, o te relajas o yo no voy (le advirtió, Esther la miró con una
ceja alzada sorprendida por aquella salida) me voy a duchar (anunció, tomando le
mentón de Esther y mordiendo su labio inferior) no gruñas tanto... (le dijo antes de
meterse en el baño)
E: No gruñas, no gruñas (bufaba, se dio la vuelta y se encontró con su hija esperándola,
mirándolas a ambas mientras abrazaba a su pequeña muñeca) a ver, cariño (la cogió en
brazos) vamos con el abuelo (le dio un beso en la mejilla, la niña sonrió) espero que no
salgas a tu madre porque si no... menuda me espera... (bufaba, pese a que en el fondo
estaba encantada con su vida, nunca había sido tan feliz como lo era desde que conoció
a Maca...)
******
EPÍLOGO
Eros se levantó sonriendo, ya había visto todo lo que tenía que ver, había sido testigo de
que, como él ya sabía y siempre había defendido, el amor triunfaba... y es que, el amor,
cuando es de verdad, triunfa de una manera u otra. Dejó a aquella dulce familia en la
intimidad de su vida cotidiana, ya todo había acabado, ya había demostrado lo que tanto
defendía y nadie, por mucho que quisiera, podría decir lo contrario...
Quedó parado un segundo, alguien más había allí con él, negó con la cabeza y sonrió
levemente, para finalmente encarar hacia aquel lugar desde el que sentía su presencia
Eros: Podéis salir, Ares (pronunció) ya todo ha acabado
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La reina roja
Ares salió con la cabeza alta, como queriendo seguir retándolo, lo miró y Eros no pudo
más que soltar una carcajada, El Dios de la Guerra lo miró con un mohín, él se acercó a
su compañero sin dejar de negar y sonreír
Eros: ¿Has estado ahí todo este tiempo? (preguntó)
Ares: Quería estar pendiente por si volvía a saltar la guerra entre ellas (dijo a modo de
excusa)
Eros: Entonces ya habrás visto que no ha sido así (puso la mano en su hombro, Ares lo
miró incrédulo) debes reconocerlo, querido Ares, el Amor ha triunfado...
Ares: Solo por esta vez (seguía en sus trece)
Eros: Claro, claro (contestó, dándole la razón como a los locos, se separó de él y
comenzó a andar alejándose del Dios de la Guerra para quedar parado antes de
desaparecer) Es toda una sorpresa, ¿sabéis?
Ares: ¿El qué? (preguntó sin mirarlo)
Eros: Descubrir que hasta el mismísimo Ares, Dios de la Guerra, tiene un pequeño
corazoncito escondido ahí dentro (terminó de decir con orgullo y dejando a Ares sin
palabras, para salir por fin de allí y continuar con su cometido...)
FIN

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