Revista El Astrolabio

Transcripción

Revista El Astrolabio
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El Astrolabio
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REVISI
oN DE TEMA
OBSERVACIÓN DE METEOROS, BÓLIDOS
Y ONDAS SÓNICAS EN LA NUEVA GRANADA ENTRE
LOS SIGLOS XVII Y XIX
José Alejandro Escobar1 Freddy Moreno2
1 Estudiante de octavo grado del Gimnasio Campestre
2 Director Centro de Estudios Astrofísicos del Gimnasio Campestre
Correspondencia para los autores: [email protected]
Recibido: 2 de abril de 2013
Aprobado: 3 de mayo de 2013
RESUMEN
SUMMARY
Los relatos sobre meteoros, bólidos y caída de meteoritos están presentes en las
leyendas de una buena parte de civilizaciones alrededor del globo. Los indígenas
suramericanos tienen numerosos relatos
en los que describen algunos fenómenos
que se producen por la interacción de
un meteoroide con la atmósfera terrestre y, en ciertas ocasiones, lo relacionan
como causas de incendios. Una búsqueda en manuscritos y libros escritos en
la Nueva Granada entre los siglos XVII
y XIX dio como resultado ocho relatos
que describen de manera adecuada el
paso de bólidos y de ondas sónicas en
Píritu (Venezuela) en 1680, Santafé de
Bogotá (Colombia) en 1687, Maracaibo
(Venezuela) en 1692, Popayán (Colombia)
en 1816, región central de Colombia en
1827, Antioquia (Colombia) en 1854 y
Cundinamarca (Colombia) en 1883.
The stories about meteors, fireballs
and meteorite falls are in the legends
of many civilizations around the globe.
South American indigenous peoples have
many stories in which they describe some
phenomena produced by the interaction
of a meteoroid in the Earth’s atmosphere
and in certain instances it is related to
causes of fire. A search of manuscripts
and books in the Nueva Granada in the
eighteenth and nineteenth century
produced eight stories that adequately
describe the passage of fireballs and sonic waves in the following locations and
dates: Píritu (Venezuela), 1680; Santafé
de Bogotá (Colombia), 1687; Maracaibo
(Venezuela), 1692; Popayán (Colombia),
1816; central region of Colombia, 1827;
Antioquia (Colombia), 1854 and Cundinamarca (Colombia), 1883.
Palabras clave: Meteoroide, bólido,
meteorito, ondas sónicas, Nueva
Granada.
Key words: Meteoroid, fireball, meteorite, sonic waves, Nueva Granada.
Investigación y Ciencia del Gimnasio Campestre
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INTRODUCCIÓN
La reciente observación de un bólido sobre la región rusa de Chelyabinsk permitió
registrar, como nunca antes se había hecho, todos los fenómenos producidos por
el ingreso e interacción con la atmósfera
de un pequeño meteoroide. Este cuerpo
entró con una velocidad aproximada de
18 kilómetros por hora y explotó entre
25 y 30 kilómetros sobre la superficie terrestre. Produjo numerosas explosiones
y una onda de choque con una energía
equivalente a 440 kilotoneladas de TNT,
es decir entre 20 y 30 veces más que la
energía liberada por las bombas atómicas
lanzadas sobre Japón en 1945 (Yeomans
& Chodas, 2013). Este fenómeno es más
común de lo que generalmente se piensa.
A lo largo de este artículo se presentan
algunos de los más renombrados bólidos
y se identifican los fenómenos similares
que se encuentran reportados en nuestra
historia, que han pasado desapercibidos
o como simples eventos inexplicables.
Los reportes encontrados sirven para
complementar los record existentes, en
busca de conocer mejor el flujo de cuerpos que son potencialmente peligrosos
para la Tierra (PHA), y que en un momento dado pueden poner en peligro la
vida de la población de nuestro planeta.
Las lluvias de meteoros y los bólidos son
fenómenos astronómicos que han sido
reportados desde la antigüedad. Son
interesantes por evocar reacciones que
van desde el terror hasta la admiración,
como ocurrió en Norte América durante
la gran tormenta de las Leónidas en el
año de 1833, tomada por algunos personas como signo del Apocalipsis. La gran
impresión generada en los habitantes de
la época por este evento y la observación
del “Gran meteoro de 1860”, probableEl Astrolabio
mente, sirvieron para inspirar el poema
Year of Meteors de Walt Whitman (Olson
et al. 2010). Las Leónidas muestran su
esplendor cada 33 años y son causadas
por el material expulsado del núcleo del
cometa Temple Tuttle durante su acercamiento al Sol, atraído por la gravedad
terrestre. En 1799 La lluvia de meteoros,
fue vista por Humboldt en Cumaná, Venezuela. Se le calificó como “los meteoros
brillantes más extraordinarios nunca
vistos” (Littmann, 1998, p. 54). Este fue
uno de los primeros reportes científicos
realizados por el naturalista alemán, en
Sur América (figura 1).
Tal vez, el reporte más antiguo, escrito
en español, de un bólido se encuentra
dentro del Poema Fernán González, de
origen anónimo (Llorca, Trigo, Docobo,
& Neira, p.1, 2009):
468 Vieron aquella noche una muy fiera cosa:
469 Fazia ella senblante que ferida venia,
venia por el aire una sierpe rabiosa,
semejava en los gritos que el çielo partia,
Figura 1. Observación de la tormenta de meteoros de las
Leónidas en 1833. Tomado de Sky &Telescope, November,
1998.
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dando muy fuertes gritos la fantasma astrosa,
alunbrava las uestes el fuego que vertia,
toda venie sangrienta, bermeja commo rosa.
todos ovieron miedo que quemar los queria.
Un meteoro es el fenómeno visual asociado con el paso de un meteoroide a través
de la atmósfera. Ingresa a gran velocidad
a la Tierra, entre 10 y 70 kilómetros por
segundo, y sufre una fuerte desaceleración si es pequeño, para derretirse a unos
80 kilómetros de altura, sin alcanzar a
llegar a la superficie. Si el meteoroide es
más grande puede llegar hasta unos 15
kilómetros sobre el nivel del mar antes
de desintegrarse, se torna muy luminoso
y se le conoce con el nombre de bólido.
El modelo de un bólido es muy parecido
al de un cometa, con una cabeza circular
muy luminosa y una larga cola de polvo.
Si es muy brillante puede alcanzar una
magnitud de –12 (brillo de la Luna llena)
y puede durar algunos segundos antes
de explotar (Sears, 1978). Si el cuerpo
alcanza alturas menores se produce un
airburst, es decir, una explosión debido a
la velocidad supersónica con que viaja. Si
el asteroide o el cometa capturado por la
gravedad terrestre es lo suficientemente
grande para no desintegrarse durante su
paso por la atmósfera, puede alcanzar
la superficie, producir un cráter y recuperar parte de su material original, sólo
entonces se le llama meteorito.
Los fenómenos que suceden durante el
paso de un bólido y la posterior caída
de un meteorito son: emanaciones lumínicas, explosiones y ruidos, nubes de
polvo, olores y por supuesto la roca, si
ésta no se desgasta durante su travesía
por la atmósfera. Exponemos a continuación, con más detalles, algunos de estos
fenómenos:
• El fenómeno lumínico o luz producida
por un meteoro o un bólido según Sears
(1978) se debe a dos factores. El primero es la emisión de línea de algunos de
los elementos químicos del meteoroide
como hierro y sodio. El segundo es el aire
ionizado altamente calentado que rodea
el cuerpo y que ocupa un gran volumen.
Los colores que se observan son el rojo,
naranja oscuro, verde y amarillo. Al igual
que en el rayo, el relámpago precede al
trueno, pocos lo ven y muchos si lo escuchan. La mayor luminosidad se produce
a alturas inferiores a los 40 kilómetros
(Borovicka, Popova, Nemtchinov, Spurny
& Ceplecha, 1998).
• Las explosiones: la entrada de un
meteoroide genera un estallido sónico
y explosiones subsecuentes que cuando
alcanzan cierta intensidad pueden transmitirse al suelo y producir movimientos
sísmicos. Una consecuencia de la velocidad del meteoroide son los sonidos
producido que, según Sears (1978), han
sido clasificados en tres tipos y que se
escuchan uno tras de otro después que
el bólido ha sido visto.
- La explosión inicial. Durante la caída
de un meteorito se produce una onda
sónica de la masa entrante debido a la
velocidad de entrada. Se pueden escuchar una sucesión de explosiones si entran a la atmósfera varios cuerpos de
gran tamaño. Estos sonidos usualmente
siguen a la aparición del meteoro por
dos o tres minutos (Sears, 1978).
- Explosiones menores que resuenan
llamadas redobles. Se atribuyen al
estampido sónico de los objetos originados por la fragmentación del cuerpo
principal. Una sucesión compleja de
ondas de choque puede resultar en
un sonido retumbante que sigue a la
primera gran fragmentación), como
fue claramente corroborado con el
meteoroide de Chelyabinsk (figura 2).
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- Los silbidos. Son escuchados simultáneamente con el fenómeno visual y
se deben al fenómeno electrofónico
(Keay, 1980). Su explicación más viable
es que se dan por descargas electrostáticas cerca del observador, creadas
por energía estática en los bólidos muy
brillantes lo que genera emisiones de
radio (ELF y VLF) entre 1 y 10 kHz que
son percibidas al mismo tiempo en que
la bola luminosa es vista.
• La cola de polvo, causada por la pérdida de masa a su paso por la atmósfera. Las gotas líquidas producidas por la
superficie derretida son lanzadas al aire
y se evaporan inmediatamente. Como
consecuencia se observa una corriente
continua de polvo a lo largo del paso del
meteoro (Sears, 1978) (figura 3).
Las tremendas ondas de choque cayeron
cual brutal masa sobre el bosque en un
tremendo holocausto. La lluvia de fuego
terminó calcinando los últimos restos.
La enorme sacudida llegó al pueblo de
Vanavara dañando algunas casas, la
explosión fue de tal magnitud, que, un
tiempo después fue detectada por los
sismógrafos del otro lado del mundo
(Trigo, 1997, p. 350).
La explosión aplastó un área de 2150
kilómetros cuadrados y es la más notable
devastación producida posiblemente por
un asteroide o un cometa en la historia
reciente del hombre (Farinella, Foschini,
Froeschl, Gonczi, Jopek, Longo, &
Michel, 2001) (figura 4).
A continuación exponemos los dos casos
de bólidos más importantes ocurridos en
el siglo XX con subsecuente fragmentación y sublimación en la atmósfera, cuyos
efectos se sintieron notablemente sobre
el terreno.
GRAN BÓLIDO DE TUNGUSKA,
SIBERIA, 30 DE JUNIO DE 1908
Según entraba en las capas atmosféricas
más densas la ablación comenzó a fundir
su superficie y fragmentarse parcialmente, formando una especie de bólido sobre
Asia Central, cuya negra estela presagiaba el desastre... A unos 8 kilómetros el
asteroide había sido convertido en una
enorme bola de plasma de medio kilómetro que alcanzó los 15.000 °C. En este
momento la mayor parte de la energía
cinética de este cuerpo se convirtió en
calor. De repente, una enorme zona de
unos 30 kilómetros de radio de la taiga
siberiana fue radicalmente aplastada por
el estallido de esta enorme bomba, con
un potencial explosivo de 20 megatones.
El Astrolabio
Figura 2. Bólido de Chelyabinsk, 15 de febrero de 2013
Imagen de Marat Akhmetaleyev. Tomado de http://jhaines6.
wordpress.com/2013/02/26/the-most-breathtaking-picturesyet-of-russian-meteorite.
Figura 3. Nube de polvo y gases del bólido de Chelyabinsk.
Tomado de http://es-us.noticias.yahoo.com/fotos/granmeteorito-cae-sobre-rusia-slideshow.
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Figura 4. Bosque aplastado por la explosión del bólido de
Tunguska. Fotografía de L. Kulik.
GRAN BÓLIDO SOBRE BRASIL EN
1930
Este reporte fue publicado en
L’Osservatore Romano escrito por el misionero católico padre Fidelo d’Alviano.
Relata los fenómenos característicos del
paso y explosión de un bólido ocurrido
sobre la zona del río Curuçá, en el estado
de Pará (Brasil), cercano a las fronteras
con Perú y Colombia, a 200 kilómetros
de la ciudad de Leticia, en Colombia. A
continuación se presenta la traducción
hecha por los autores del documento publicado por Bailey, Ham, Massai & Scriven
(1995, pp. 250-251):
En la mañana del 13 de agosto el cielo
estaba despejado y un esplendoroso Sol
ecuatorial abría paso a un nuevo día.
Los siringueros habían empezado su labor diaria adentrándose en la selva; los
pescadores ya habían lanzado sus redes
en el río; y las mujeres estaban lavando
sus ropas en las riveras. De repente,
cerca de las ocho de la mañana, el Sol se
tornó color rojo sangre y la oscuridad se
desplegó sobre todo, como si una espesa
niebla interceptara los rayos solares…
pero no había nubes…sólo la aparición de
un polvo rojizo en la atmósfera, dando
la impresión que un inmenso incendio
estuviese reduciendo a cenizas todos los
elementos de la naturaleza. Cenizas finas
empezaron a caer sobre las plantas del
bosque y sobre las aguas del rio… intempestivamente desde lo alto se sintió venir
un ruido con muchos tipos de silbidos,
zumbando como balas o descargas de artillería… Los silbidos parecían acercarse
más y más y se tornaban más aterradores, tanto que los niños instintivamente
ponían sus manos sobre la cabeza y se
agachaban, corriendo a esconderse en
las esquinas más lejanas de sus chozas,
mientras gritaban “mamá, mamá!”. Los
sencillos habitantes de la selva, petrificados por lo que estaba sucediendo,
no tenían en ese momento la entereza
para elevar su mirada al cielo y ver que
estaba sucediendo. Algunos pescadores
que estaban en medio del río tuvieron
valor y alzaron su mirada al cielo. Fue
entonces cuando vieron grandes bolas
de fuego que caían del cielo como rayos.
Aterrizaron en medio de la selva produciendo una triple conmoción similar al
retumbar de un trueno y el esplendor de
un rayo. Hubo tres explosiones distintas,
cada una más fuerte que la anterior, causando tremores como los de un temblor
de tierra. Una tenue lluvia de cenizas
continuó cayendo por pocas horas y el
Sol permaneció velado hasta el mediodía.
Las explosiones de estos cuerpos fueron
sentidas a centenares de kilómetros de
allí. En Remate de Males y Esperança el
fenómeno no fue visto, pero las explosiones fueron claramente escuchadas y
la gente pensó que se estaban probando
nuevas bombas y cañones en el fuerte
de Tabatinga.
El objetivo de este artículo es dar a
conocer los resultados sobre reportes
de explosiones sónicas y bólidos que se
han encontrado en la mitología de los
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indígenas suramericanos y publicar los
hallazgos escritos durante la época colonial en Colombia, con el fin de ampliar el
conocimiento acerca de cuan frecuente
es la entrada en la atmósfera terrestre de
cuerpos del sistema solar que generan
bólidos y meteoritos.
METODOLOGÍA
Este trabajo se desarrolló en tres etapas.
La primera fue la investigación sobre leyendas suramericanas relacionadas con
meteoros. Para ello se revisaron varios
volúmenes de la colección Folk Literature of Suramerican Indians, publicada
por la UCLA, que tiene un compendio de
los mitos y leyendas de diversos pueblos
aborígenes latinoamericanos, dentro de
los que se encuentran los que explican
fenómenos astronómicos (Masse & Masse,
2007). En segundo lugar, se realizó una
búsqueda extensa de fenómenos sónicos
en manuscritos y libros históricos, científicos y religiosos. Finalmente, se hizo
una comparación entre lo descrito en los
documentos históricos y lo relacionado
por la literatura científica para comprobar que los fenómenos seleccionados
corresponden a bólidos o caídas de meteoritos que nos ocupa. Los casos en que
la información es confusa o incompleta
no se tuvieron en cuenta.
LEYENDAS DE LOS INDÍGENAS
SURAMERICANOS ACERCA DE
METEOROS
A principio del siglo XX, Adolfo Bandelier
intentó determinar la historicidad de
los mitos alrededor de los terremotos,
erupciones y posibles impactos de meteoritos, a lo largo de la costa occidental
de América del Sur, basándose en arEl Astrolabio
chivos españoles y relacionándolos con
las tradiciones orales de los nativos de
estas tierras. Bandelier obtuvo indicios
de importante actividad volcánica en
este continente antes de la colonización
española.
Las leyendas y los mitos son considerados, por lo general, relatos similares.
Ellos, en su mayoría, son relatos semihistóricos considerados ciertos por las
culturas que los transmiten y sirven
para establecer costumbres locales,
recontar las migraciones de personas y
recordar hazañas de héroes. Las leyendas, comúnmente, combinan lo real y lo
sobrenatural con elementos míticos. Los
mitos son relatos culturales de los principales acontecimientos que, típicamente,
sucedieron en el pasado remoto de esa
cultura, cuando el mundo era diferente
al de hoy. “Ellos utilizan personajes
sobrenaturales (dioses, semidioses o
animales) y argumentos para expresar
los límites y funcionamiento del mundo
y el lugar en la naturaleza de un grupo
cultural” (Masse, Wayland, Piccardi, &
Barber, 2007, pp. 1-2).
Para Haviland (1975, p. 337), “los conceptos sobre la visión del mundo y la
ciencia están íntimamente relacionados
y por lo tanto se puede afirmar que el
mito es la ciencia de las culturas que no
cotejan la veracidad acerca de la naturaleza, por medio de la experimentación”.
En 1973 Dorotyhy Vitaliano propuso la
Geomitología para estudiar el origen
geológico de los mitos y leyendas, análogamente podemos utilizar ”la Astronomía
y las Ciencias de la Tierra que comparten una relación de parentesco en que
ambas pueden ser utilizadas no sólo para
demostrar la realidad de muchos mitos,
sino también para servir como vehículos
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por medio del cuales extraer de ellos
información importante acerca de estos
eventos y procesos naturales”( Masse,
Wayland, Piccardi, & Barber, 2007, pp.
2-3).
A continuación se relatan los mitos
acerca de meteoros o meteoritos que
tienen algunos pueblos aborígenes de
Suramérica.
Mitos sobre el “Fuego del mundo” y los
impactos cósmicos
Varios pueblos indígenas del centro
de Suramérica tienen rituales y mitos
que describen ondas sónicas, pasos
de bólidos, caídas de meteoritos y un
incendio de la Tierra. A continuación
presentamos algunos de ellos.
La nación Bororó, que habita el sur del
Mato grosso, fue testigo de uno o más
pasos de bólidos o caídas de meteoritos
en algún momento de su historia. Crocker
(citado en Masse & Masse, 2007, pp.186)
ha registrado un notable conjunto de
comportamientos rituales (aroe butu)
que están relacionados con el paso de
retumbantes bólidos atmosféricos o con
impactos de pequeños meteoritos de
los cuales fueron testigos los hombres
Bororó. El aroe butu es la única reunión
en que están los chamanes de todos
los pueblos vecinos para hacer un
ritual colectivo de apaciguamiento. A
continuación se presenta la traducción
del mito bororó hecha por los autores
de este artículo sobre el documento de
Masse & Masse (2007, p.193):
Todos, las mujeres y los niños, hasta los
más pequeños, desatan una conmoción
caótica. La gente grita con desespero,
dispara armas de fuego, golpea ollas,
sartenes y leños, estrella la esteras enro-
lladas contra el suelo… En el único aroe
butu, del que fui testigo el estruendo
fue impresionante y casi todos estaban
sumamente ansiosos, al borde del pánico.
Incluso los emijera, jefes titulados del
subclan, siempre dueños de sí mismos y
serenamente dignos, estaban obviamente muy preocupados y lideraron el hacer
ruido, lo que parecía tener la calidad de
una epidemia catártica …
La nación Gé, habitantes de las tierras
altas brasileñas, tiene dos relatos que
hablan de los meteoros, a quienes llaman
akra y están representados algunas
veces como pájaros (Wilbert, Simoneau
& Banner, 1978, p. 45- 46). Estos son
considerados demonios que asumen
forma humana o animal en la tierra y
que luminosamente descienden durante
la noche. En estos mitos se cuenta la
pérdida de vidas humanas. A continuación
se presenta un mito recogido por Wilbert,
Simoneau & Banner (1978, p. 46) cuya
traducción fue hecha por los autores de
este artículo:
Un día los indios se pintaron el cuerpo
y fueron a pescar con timbó. Después
de un rato las mujeres dijeron: “vamos
también nosotras a ver si ya han atrapado
muchos peces”. Partieron, llevando consigo el ave. Pero cuando llegaron cerca
de las zonas de pesca, al ver el agua que
brillaba a través de los árboles, el pájaro
voló directamente hacia el agua. Hubo
un estallido fuerte de trueno y todos los
indios que se encontraban en el agua
cayeron muertos. Entonces el pájaro se
elevó hacia el cielo y la gente lo reconoció como un meteoro.
La nación Toba-Pilagá, del norte de
Argentina, narra una historia en la que
suceden tres fenómenos: un eclipse, ante
el cual reaccionan produciendo ruidos
Investigación y Ciencia del Gimnasio Campestre
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para espantar al animal que devora a la
Luna; una caída de meteoritos y finalmente un incendio. A continuación se
presentan dos mitos recogidos por Wilbert, Simoneau, Aprea, & Cordeu (1982,
p. 68) cuya traducción fue hecha por los
autores de este artículo:
La gente estaba toda profundamente
dormida. Era medianoche cuando un
indio notó que la Luna estaba tomando
un tono rojizo. Despertó a los demás: “la
Luna está a punto de ser devorada por
un animal”. Los animales al acecho de
la Luna eran jaguares, pero esos jaguares eran los espíritus de los muertos. La
gente gritó y gritó. Golpeó sus morteros
de madera como tambores, revolcó ferozmente sus perros, e incluso alguno
disparó sus armas al azar. Ellos hacían
todo el ruido posible para asustar a los
jaguares y obligarlos a soltar a su presa.
Fragmentos de la Luna cayeron sobre la
Tierra y provocaron un gran incendio. A
partir de estos fragmentos toda la Tierra
se incendió. El fuego era tan grande que
la gente no podía escapar.
Otra historia de la nación Toba-Pilagá
donde claramente se establece que la
causa del incendio de la Tierra es originada por la caída de meteoritos es la
siguiente:
La Luna…es un hombre barrigón cuyos
intestinos azulados pueden ser vistos
a través de su piel. Su enemigo es un
espíritu de muerte, el jaguar celestial.
De vez en cuando el jaguar salta hasta
devorarlo. El hombre Luna se defiende
con una lanza con la punta tallada de la
madera blanda del árbol botella...que se
rompe al primer impacto. También tiene
una vara hecha de la misma madera que
es demasiado ligera para causar daño
alguno. El jaguar desgarra su cuerpo,
y trozos de él caen a la tierra. Estos
son los meteoritos, que tres veces han
El Astrolabio
causado el incendio del mundo (Masse,
2007, p. 45).
La nación Toba-Pilagá es vecina del sitio
llamado Campo del Cielo donde se han
encontrado numerosos meteoritos, algunos de ellos de varias toneladas (figura
5). Masse y Masse (2007) recogen varios
puntos de vista sobre si estos cuerpos
fueron los directos causantes de la leyenda del incendio del Chaco.
En los párrafos anteriores se hizo mención de algunas historias de pueblos indígenas del centro del continente, pero
en el resto de Suramérica escasean a
excepción de la nación Guajira. Este
pueblo que vive al norte de Colombia
y Venezuela tiene la siguiente leyenda
acerca de meteoros: “la hermana del Sol
lleva un rayo mortal y ella un día caerá
como un meteorito que mortalmente
herirá la tierra” (Masse & Masse, 2007,
p. 196).
REPORTES DE BÓLIDOS EN LA
COLONIA
A continuación, se presentan reportes
de fenómenos naturales descritos como
Figura 5. Meteorito El Toba encontrado en Campo de cielo
(Argentina). Tomado de http://dimensionargentina.blogspot.
com/2010/09/hace-unos-dias-pase-por-la-puerta-del.html.
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explosiones, encontrados en manuscritos y libros entre los siglos XVII y XIX
de Colombia y Venezuela, que pueden
ser explicados a partir de los procesos
generados por la entrada de un meteoroide y su interacción con la atmósfera
terrestre.
El bólido de Píritu (Venezuela), 1680:
El misionero e historiador Matías Ruiz
Blanco y el padre Caulín recogen dos
hechos acaecidos cerca del 18 de julio
de 1680 que al parecer son versiones del
mismo fenómeno:
La noche que los indios estaban en consulta y confirmados ya en su malicia, se
hallaban unos religiosos en Píritu sentados junto a una mesa y, estando el tiempo
tranquilo y sereno, se levantó de hacia
la población del Guarive una nubecica
pequeña y luego que estuvo alguna cosa
sublevada se abrió con un relámpago y
trueno horroroso y al mismo instante
apareció entre los religiosos en el plan de
la mesa una estrella de notable magnitud
y perseveró el espacio suficiente en que
todos lo pudieron ver y notar. Desvaneciose la nube quedando todos admirados
y con presunciones de que había sido
señal de alguna grande novedad (Ruiz,
1690, p. 127).
La segunda historia dice:
Concluida la fundación del pueblo de
San Lorenzo con la unión del de San Juan
de Tucupío el Padre Ruiz Blanco decide
fundar un reducción para evangelizar a
la nación de los Palenques llamada San
Pablo: “Llegó a la laguna de Azáca a orillas del río Unare; y habiendo hecho la
elección para la fundación del pueblo,
determinó enarbolar la Santa Cruz para
que fuese adorara por los indios, y supiesen éstos ser aquel precioso madero
el Estandarte de la Milicia de Christo,
baxo cuyas Vanderas entraban a vivir…
Conjuró al mismo tiempo a los espíritus
rebeldes, mandándolos en nombre del
Dios Omnipotente al lugar del destierro.
Sería como las nueve de la noche, estando aun muchos indios despiertos, quando
se formó en el ayre instantáneamente
un globo de notable magnitud y claridad
que duró por espacio de tres minutos,
y corriendo hacia la parte del norte se
desvaneció con tan estruendoso estallido
como el de la mayor pieza de artillería,
en el mismo instante fue visto y oído en
el pueblo de Píritu, distante del de San
Pablo diez leguas de camino (Caulín,
1779, p. 417).
El bólido de Santafé de Bogotá (Colombia), 1687: El jesuita Pedro de Mercado
relató así lo sucedido el 9 de marzo de
1687:
De repente se escuchó en la ciudad de
Santafé y en las ciudades circunvecinas
por muchas leguas un estruendo tan
horrible y aterrador, que quienes lo escucharon declaran nunca haber oído cosa
semejante y nunca lo oirían y se prolongó
casi por quince minutos y en tan breve
tiempo es cosa de admirar a cuantos
haya sacado fuera quienes dejados sus
hogares, llenaban las calles, pues en
ese momento del estruendo ya estaban
casi todos acostados, pero aterrados,
y perdida la razón, a la manera de las
Bacantes, por todas partes aparecían
(Moreno, 2007, p. 824).
El bólido de Maracaibo (Venezuela),
1692: Este reporte se debe a los padres
jesuitas Juan Andrés de Tejada y Juan
Fernández. Mientras se dirigían de Cartagena a Santo Domingo a cumplir con
el jubileo de las misiones, una fuerte
tormenta los obligó a llegar a Maracaibo,
donde obtuvieron permiso para realizar
su tarea en esta ciudad. A continuación
Investigación y Ciencia del Gimnasio Campestre
92
se presenta parte del documento encontrado en el Archivo Histórico Javeriano
Juan Manuel Pacheco, cuya transcripción fue hecha por los autores de este
artículo:
Temblor espantoso que hubo en tiempo
de uno de los sermones: En uno de los
sermones de misión sucedió al Padre una
bien particular señal de lo que Dios desearia el aprovechamiento de la Ciudad
(Maracaybo) con el Santo Jubileo de la
mission. Sabado dos de febrero (1692),
día de la Purificacion de la Virgen N. Sra.
y la quinta noche de la Mission estando
el padre predicando el sermon de desengaño, cuia materia era de la muerte, en
el ultimo tercio del sermon: Ecce terre
motus factus est magnus: Estremeciose
con horrible vacío en la tierra, y con haver sido el terremoto a juicio de personas
fidedignas muy espantoso, casi ninguno
lo sintio en la iglesia, oióse sólo allí un
ruido muy grande ocasionado del cruxir
unas con otras las maderas del techo de
la iglesia, a que tambien el batir del ambiente auidó mucho, juzgaron unos eran
invasion del enemigo, otros, que alguna
legion de espiritus infernales, causaban
aquel ruido, y finalmente juzgaban todos
era castigo de Dios. Aquí fue de ver los
llantos, alaridos, lagrimas, golpes de
pecho, y otras demostraciones de arrepentimiento. Dejo el Padre el sermon,
porque no era posible sosegar el tumulto,
que sucedió, lo que de San Pablo dixo
en Chrisostomo: Ixo doctore sit cassus.
Salieron todos a las plazas, oían se en
repetidos llantos, clamores al cielo por
el perdon de las culpas, otros restituían
honrras quitadas, otros lo ageno robado;
caían unos de mal de corazon en tierra,
otros desmaiados, y atónitos todos, no
sabian, lo que les avia sucedido (ARSI, NR et QUIT 13I, 1691-1693, p. 129).
A continuación se presentan otra serie de
relatos escritos en el siglo XIX, dentro del
El Astrolabio
territorio colombiano, que coinciden con
los fenómenos que se han trabajo durante
esta investigación y que corresponden de
manera muy clara al paso de bólidos.
Jean Baptiste Boussingault, científico
francés, realizó una prospección de los
recursos geológicos de la Gran Colombia
por ofrecimiento de Simón Bolívar.
El meteorito de Santa Rosa de Viterbo
(Boyacá), 1810: El meteorito fue
encontrado el 20 de abril de 1810 por
Cecilia Corredor (figura 6). La siguiente
es la descripción de lo visto el día
anterior:
Aun cuando el punto de la loma en donde
fue encontrado (el meteorito) se halle
cerca de un sendero que los habitantes
de la población toman ordinariamente
para ir a buscar leña en el bosque y
lo que apoya esta opinión es que, esa
misma noche, habían visto un globo de
fuego que avanzaba a gran velocidad, a
ras de tierra hacia el SO (Boussingault,
1892, p. 103).
Meteoro sobre Popayán (Cauca), 1816:
Santiago Pérez Valencia, reportó la caída
de un meteoro muy brillante el 30 de
abril de 1816. El relato se encuentra
dentro de una lista de temblores ocurri-
Figura 6. Meteorito de Santa Rosa de Viterbo. Fotografía
de Omar Gaona.
93
dos entre 1785 y 1841: “El 30 de abril de
1816, meteoro luminoso a las ocho de la
noche, que estalló con explosión ruidosa
(erupciones cutáneas malignas)” (Boussingault, Roulin, & Acosta, 1849, p. 53).
Bólidos sobre el centro de Colombia,
1827: El 16 y 17 de noviembre ocurrieron
en el centro de Colombia una serie de
terremotos que destruyeron numerosas
poblaciones de Huila, Cauca y Cundinamarca. Horas después se escuchó, en las
Vegas de Supía y Marmato (Caldas), el
siguiente fenómeno descrito por Boussingault:
Apenas había entrado cuando un criado
me viene a llamar para que salga, porque
partía del cielo un ruido que no era un
trueno. Yo oí, efectivamente, detonaciones parecidas a un ruido lejano de cañón,
pero sin ecos. No se veía ninguna luz. El
intervalo de tiempo entre los dos sonidos
era bastante regular, alrededor de 30
segundos. Yo conté 10 detonaciones…el
cielo estaba cubierto. La causa de estos
ruidos en el aire no puede explicarse…De
Cartago, me escribieron que cada detonación resonaba como un cañón de 24.
Más hacia el sur de esta villa, el sonido
fue menor, y no se indicó ninguna erupción en el volcán de Pasto (Boussingault,
1892, p. 21).
Bólido sobre Antioquia (Colombia),
1854: “En el estado de Antioquia, cerca
de Sonsón, cayó un aerolito, del que
hasta ahora no se ha hecho mención,
ignoramos las circunstancias de su caída,
sabiendo únicamente que se escuchó una
detonación, semejante a un cañonazo,
i que fue de día…” (La Caridad, 1866,
p. 29).
Bólido sobre el oriente de Cundinamarca (Colombia),1883: “El lunes 27 de
agosto de 1883, oyeron los habitantes del
valle de Chipasaque, Gachetá, Gachalá y
Ubalá (Cundinamarca), unas detonaciones tan fuertes como de grandes piezas
de artillería que retumbaban entre las
peñas. Creyeron todos que había sido
batalla de armas que había habido en
Guateque” (Díaz, 1947, p. 783).
DISCUSIÓN
La primera observación de la parte luminosa de un bólido corresponde a la
reportada por el Padre Ruiz en Píritu
(Venezuela), en el año de 1680, “Sería
como las nueve de la noche, estando aún
muchos indios despiertos, cuando se formó en el ayre instantáneamente un globo
de notable magnitud y claridad que duró
por espacio de tres minutos” (Caulín,
1745, p. 417). Los estudios de Broscher,
Helled, Polishook, Almoznino, & David
(2004) sobre la duración de las estelas
luminosas en las Leónidas mostraron que
pueden persistir 0.33 segundos y como
máximo 1.28 segundos. Durante la lluvia
de meteoros de las Leónidas de 1998
se produjeron estelas luminosas persistentes, por lapsos entre 15 segundos y
2 minutos y 54 segundos (Jenniskens,
Nugent & Plane, 2000). Dicho reporte es
consistente con lo reportado por Cauln.
Sin embargo, existen reportes que afirman que ciertas estelas pueden llegar a
ser visibles hasta una hora (Clemesha,
Medeiros, Gobbi, Takahashi, & Batista,
2001). El meteoroide de Tunguska produjo noches con gran resplandor entre
el 1º y el 24 de julio, percibidas desde
Siberia hasta Irlanda, cuya intensidad
permitía leer un periódico a media noche
sin la ayuda de luces artificiales (Brazo
& Austin, 1982; Longo, 2007). El fenómeno sentido en Maracaibo, en 1692,
Investigación y Ciencia del Gimnasio Campestre
94
está descrito por el cronista como un
temblor pero, como él mismo lo explica,
las personas que estaban dentro de la
iglesia no lo sintieron y sólo recalcan el
ruido producido en el techo y “el batir
del ambiente”. Este estruendo fue probablemente generado por la onda sónica
que puede estremecer toda una población (figura 7), romper cristales, expulsar
puertas y afectar muros y techos como
sucedió en Chelyabinsk (Rusia), el 15
de febrero de 2013, en Madrid (España)
el 10 de febrero de 1896 (Flammarion,
1896), en Kirin (China), el 8 de marzo de
1976 (Joint Investigation Group, 1977) y
en Santafé de Bogotá, el 9 de marzo de
1687 (Moreno, 2007).
Los habitantes del puerto venezolano
pensaron que estaban siendo invadidos,
hipótesis que surge al suponer que el
fuerte estruendo escuchado era el de un
cañón. El estruendo se produce cuando el
meteoroide se mueve a través de la atmósfera a una velocidad supersónica, lo
que genera una onda de choque cilíndrica
o cónica que se transmite al suelo. Esta
oscilación produce pequeños temblores
que pueden sentirse casi inmediatamente, debido a que la velocidad de las ondas
sísmicas que viajan por el subsuelo es un
Figura 7. Daños causados en una fábrica de zinc en Chelyabinsk. Tomado de http://www.rferl.org/content/russianmeteorite/24902731.html.
El Astrolabio
orden de magnitud más rápida que las
ondas acústicas en el aire (Tatum, 1999).
Más difícil de sustentar es el relato del
payanés Santiago Pérez, quien describe
la caída de un meteoro luminoso, el 30
de abril de 1816, dentro de una lista de
temblores ocurridos entre 1785 y 1841,
con una anotación a renglón seguido que
dice: ”erupciones cutáneas malignas”
(Boussingault, Roulin, & Acosta, 1849).
Informaciones como ésta no son comunes, sólo aparecen recientemente,
como en la noticia sobre la caída de un
meteorito el 15 de septiembre de 2007
en la zona de Carancas (Perú). En ella se
contaba que a los pastores y agricultores,
que se acercaron al cráter, encontraron
gran cantidad de piedras y con agua
burbujeante que emitía un vapor fétido.
Los testigos reportaron síntomas inexplicables como dolores de cabeza, vómitos,
lesiones en la piel y que sus animales
perdieron el apetito y sangraron por la
nariz (Firestone, 2008).
El olor a azufre es otra de los efectos
sentidos durante y después de la caída de
algunos meteoritos (Sears, 1978), como
en los casos de Bogotá el 9 marzo de 1687
(Moreno, 2007) y el 9 de marzo de 1822
en el noreste de los EE.UU. y el oriente
de Canadá (Lewis, 1994). Este olor puede ser producido por sulfuros como la
troilita (FeS) presente en el meteorito.
Sin embargo, no se ha demostrado que
estos compuestos hayan sido la causa de
lesiones como las arriba mencionadas.
Resulta muy interesante el reporte de
Boussingault sobre el fenómeno observado el 17 de noviembre de 1827, donde se
escucharon diez detonaciones separadas
por lapsos de medio minuto. El científico
95
francés escuchó los ruidos estando en
Supía y aclara que no hubo actividad
volcánica en Pasto, que el ruido se sintió
muy fuerte en Cartago, a 90 kilómetros
al suroeste, y que disminuyó más hacia
el sur de esta villa. Por lo anterior la
erupción de los volcanes Galeras y Puracé
queda descartada. Con el volcán nevado
del Ruiz la situación es similar, pues este
nevado está equidistante de Cartago y de
Supía, y sin embargo la intensidad de la
detonación fue mayor en el primer municipio que en el segundo, por lo tanto,
se infiere que este volcán tampoco fue
el origen de las explosiones. Finalmente,
el único volcán cercano a Cartago que
se considera activo es el Cerro Machín,
empero su última erupción sucedió hace
900 años y los habitantes de la región
no recuerdan ninguna actividad reciente (Murcia, Hurtado, Cortés, Macías, &
Cepeda, 2008).
Una hipótesis que podría explicar el
evento de 1827, es que fue producto de
la lluvia de meteoros de las Leónidas que
ocurre entre el 16 y 17 de noviembre
de cada año. Quedaría por examinar
si el número elevado de detonaciones
está relacionado con la entrada en fila
de varios meteoroides en fila, siguiendo
una trayectoria igual, existiendo unos
cuantos minutos entre uno y otro. Este
Figura 8. La procesión de meteoros de 1860 descrita en el
poema de Walt Whitman “Year of the Meteors” y pintada por
Frederic Church. Tomada de Sky and Telescope, July 2010.
fenómeno se conoce con el nombre de
procesión y es poco común. Los dos
casos más famosos son la procesión
de meteoros de 1860, descrita en el
poema de Walt Whitman, Year of the
Meteors y pintada por Frederic Church
(Falk, 2010), y la presenciada desde el
Observatorio de Yerkes la noche de 19 de
julio de 1904, cuando dos meteoros con
igual trayectoria se observaron con diez
minutos de diferencia (Barnard, 1904)
(figuras 8 y 9). Estos hechos también
sirven para explicar lo que posiblemente
ocurrió en Santafé de Bogotá, el nueve
de marzo de 1687, cuando sus habitantes
sintieron tres fuertes explosiones y tal
conmoción en el aire en un lapso que
duró entre quince y treinta minutos: “al
primer golpe dudaron: todos al segundo
temieron: al tercero se aterraron y con
la perseverancia salieron de sí, y aún de
sus casas, y aún de la ciudad” (Cassani,
1741, p. 193).
Por otro lado los habitantes de Bogotá
además de percibir las ondas de choque
oyeron estruendos o redobles producidos
por la división del meteoroide sobre
el cielo de la ciudad. Los testigos de
la época pensaron que tales sonidos
eran pruebas de un combate por eso
preguntaron a las personas de mayor
experiencia para confirmar la hipótesis:
Figura 9. Procesión de meteoros observada en Toronto el 9
de febrero de 1913, obra realizada por Gustav Hahn.
Investigación y Ciencia del Gimnasio Campestre
96
Sin embargo si a los ancianos deba
darse algún crédito: los sonidos de los
tambores y de las catapultas que habían
explotado daban indicio de un combate que
escaramuceaban tropas ligeras, también los
estruendos mayores en conjunto de todo un
ejército, lo probaban. Todo esto se divulgaba
y significaba que la ciudad sería saqueada
esa noche (Moreno, 2007, p. 828).
En Chelyabinsk también se escucharon
los redobles, por lo menos durante 50
segundos, después del paso de la onda
sónica. En Kirin (China) sucedió un caso
muy similar tanto en época del año (8
de marzo), como en intensidad de las
detonaciones escuchadas: “después, la
explosión fue acompañada con sonidos
de división, como de miles de proyectiles
de artillería que volaban sobre el cielo…”
(Meteorite Research Group, 1976, p.1).
Si bien la duración de los sonidos en este
caso fue sólo de cuatro a cinco minutos,
menor que en Bogotá, no deja de llamar
la atención que en Kirin se recuperaran
más de dos toneladas de condritas, siendo la segunda caída más importante de
este tipo de meteoritos a nivel global.
En Curuçá (Brasil) ocurrieron otros dos
hechos que en escasas ocasiones han sido
reportados: “cenizas finas empezaron a
caer sobre las plantas del bosque y sobre
la aguas del río… cuando intempestivamente se oyó un ruido compuesto de
muchos tipos de silbidos que venían de lo
alto, sonando como chiflidos o descargas
de artillería…” (Bailey, Ham, Massai &
Scriven, 1995, p. 251). Los silbidos son
reconocidos por algunos autores como
sonidos electrofónicos, que sólo han
sido reportados en el 5% de los casos y
necesitan de un elemento transductor
cercano al observador para que la radiación sea audible (Keay, 1994). La caída de
cenizas puede haber sido producida por
El Astrolabio
material de la nube de polvo dejada por
el bólido o por el impacto. En el caso de
Carancas los primeros informes reportan
que la onda expansiva arrojó al suelo a
los habitantes locales cercanos, rompió
ventanas a un kilómetro de distancia y
levantó una nube de polvo enorme, en
cantidad suficiente para cubrir a un hombre de pies a cabeza con un fino polvo
blanco (Firestone, 2008). Lo anterior se
explica porque el meteorito rocoso de
Carancas cayó a una velocidad entre
1.5 y 4 km/s, cuando lo normal es 0.3
km/s, produciendo un cráter de impacto de 13,5 metros que levantó una gran
nube de polvo (Brown, Revelle, Silber,
Edwards, Arrowsmith, Jackson, Tancredi,
& Eaton, 2008). Esta situación es anormal
si tenemos en cuenta que cuando el material del meteorito es rocoso el tamaño
del cráter es ligeramente superior a la
masa impactante (10 kilogramos).
Los meteoritos metálicos como el caído en Santa Rosa de Viterbo, Boyacá,
(Boussingault, 1892) producen cráteres
mayores que los rocosos y normalmente penetran el suelo. Durante la caída
mantienen su energía cinética, ya que
no sufren ablación, (figura 10) y ella se
disipa principalmente en la formación del
cráter. Por lo tanto su onda expansiva es
menor que en los meteoritos rocosos, en
Figura 10. Ablación observada durante la entrada a la atmosfera de un gemínida. Tomada de http://darkerview.com/
darkview/index.php?/categories/45-Meteor-Showers/P2.html.
97
cuyo caso es aumentada por la desintegración del cuerpo durante su paso por
la atmósfera (Brown, Revelle, Silber, Edwards, Arrowsmith, Jackson, Tancredi, &
Eaton, 2008). Esta es la razón que podría
explicar porque en el reporte de la caída
del meteorito metálico de Santa Rosa no
aparece ninguna anotación sobre explosiones y sobresale el fenómeno lumínico.
Algunos de los bólidos nombrados en este
trabajo tienen fechas muy cercanas,
como el de Bogotá (9 de marzo) y el de
Kirin (8 de marzo) o el de Madrid (10
de febrero) y el de Sikhote Alin (12 de
febrero) (figura11), sin embargo no se ha
demostrado que tengan un origen común.
Bailey intentó relacionar Curuçá (13 de
agosto) con las Perseidas cuyo máximo
ocurre alrededor del 12 de agosto sin
que haya sido aceptado por la comunidad
científica.
CONCLUSIONES
La entrada a la atmósfera terrestre de
meteoroides y asteroides es un fenómeno
común. En ocasiones el tamaño de estos
cuerpos es lo suficientemente grande
para desintegrarse en la baja atmósfera
produciendo explosiones sónicas,
detonaciones y silbidos, escuchadas
localmente y que llaman la atención de
todos los habitantes de la región donde
sucede.
El llamado “temblor espantoso”, sentido
en Maracaibo en 1692, presenta las
características típicas producidas por la
onda expansiva generada con el paso de
un meteoro por la atmósfera terrestre.
La forma como afectó el meteoro a la
población es muy similar a la descrita
por Pedro de Mercado en la ciudad de
Bogotá.
Los bólidos mejor documentados son
los de Píritu, Bogotá y Maracaibo, que
sucedieron a finales del siglo XVII, y
aunque presentan una buena descripción
de los fenómenos sónicos, no se hace
referencia a la caída de una roca. Esta
situación no es de extrañarse teniendo
en cuenta que sólo hasta la primera
década del siglo XIX renombrados
científicos como Chladni, Goethe, La
Place, Biot y Poisson aceptaron el origen
extraterrestre de los meteoritos.
Figura 11. Caída del meteorito de Sikhote Alin observada
el 12 de febrero de 1947. Pintura realizada por P. I. Medevedev.
Este estudio permitió identificar el
fenómeno escuchado por Boussingault
el 17 de noviembre de 1827 muy
probablemente como una procesión
de meteoros. Este fenómeno produjo
numerosas explosiones sónicas de forma
regular e intermitente.
Investigación y Ciencia del Gimnasio Campestre
98
Antes de los siglos XVII y XVIII no se
tenía el concepto de meteorito y por
lo tanto los fenómenos causados por su
caída, como lo improviso y estruendoso
de la onda sónica, causaron un pánico
generalizado que llevaba a pensar en
un acontecimiento apocalíptico (figura
12). Las descripciones de los casos de
Bogotá y Maracaibo pueden contrastarse
con lo sucedido en Madrid, en 1896,
(Flammarion, 1896) y no distan mucho
en lo referente al pánico generado, pero
si respecto a los daños y los heridos.
Lo anterior parece mostrar que con el
incremento de la población y el mayor
uso de materiales como el vidrio, las
ciudades modernas podrían tener mayor
número de heridos como ocurrió en
Chelyabinsk.
entre ellas el eclesiástico son necesarias
para tener un registro más completo de
la observación de meteoros, bólidos y
otros fenómenos astronómicos.
Llama la atención la numerosa y valiosa
información encontrada en narraciones y
libros escritos por religiosos. En general,
las descripciones de los fenómenos
sónicos hechas durante la colonia son
coherentes con los propuestos por la
literatura actual. Si bien es cierto,
fueron escritas en una época en que
el conocimiento científico era muy
limitado. Podemos concluir que la
revisión de fuentes de diverso origen
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El Astrolabio

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