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Cien años de fútbol en La Carolina
Carlos Sánchez-Batalla Martínez
Cronista Oficial de Aldeaquemada y Vilches
La voz popular atribuye una gran antigüedad a la introducción del juego del futbol en nuestra
ciudad. Se argumenta que fueron los ingleses quienes introdujeron el deporte en las cuencas
mineras de El Centenillo-La Carolina y de Huelva.
Así pues, siempre consideramos que nuestra ciudad inició sus primeros pasos a
comienzos del siglo XX. Pero la investigación nos llevó a localizar una fecha que jamás
hubiéramos sospechado. En las ordenanzas de 1872 se dice que ya se practicaba el fútbol o juego
similar entre. El artículo dice: “Se prohíbe por lo tanto en los sitios mencionados tirar piedras,
jugar a la pelota ni establecer ningún juego que pueda molestar a los transeúntes”. Unos años
después había lugares reservados para la práctica de este deporte; las ordenanzas de 1888
prohibían los juegos de pelota, bolos y rayuela, que sólo tendrían lugar “en sitios destinados al
efecto”.
Aunque las citas parecen aludir a juegos infantiles, cuesta trabajo pensar que no
practicaran el juego los mayores, pero al no encontrar documentos que lo acrediten, tendremos
que apoyarnos en los escritos de 1910 para confirmar de forma oficial que en 2010 se cumple el
I Centenario de la creación del equipo Sociedad de Foot-Ball Carolinense.
Hace años localizamos unos datos interesantes sobre la existencia ya oficial de aquel
primer equipo, que facilitamos a mi padre para que él los incluyera en unas simpáticas Memorias
que se incluyen a continuación con algunos programas y recortes de prensa de 1931-1933.
Recuerdos futbolísticos de un aficionado de antaño.
La primera noticia que de un modo oficial hemos obtenido sobre la existencia, ya
organizada y madura, del fútbol en nuestra ciudad nos la proporciona el acta de la sesión de la
Corporación Municipal con fecha 21 de Agosto de 1910 que dice lo siguiente:
“El Sr. Moraleda D. Hermenegildo propone que el Ayuntamiento acuerde costear con
fondos Municipales los gastos de viaje que se le originen a los individuos del equipo de juego de
Foot-ball de esta ciudad que va a Martos a jugar un Macht con el de Jaén. Considera útil para
el mejoramiento físico de la raza esta clase de sport y la Corporación debe proteger y fomentar
las sociedades que a tales fines se constituyan.”
Le contesta el concejal Sr. Crespo que da las gracias al Sr. Moraleda “en nombre de la
sociedad de foot-ball carolinense a la que pertenece y manifiesta que por ahora no son
necesarios los auxilios que propone el Sr. Moraleda, y digo que si más adelante lo necesitaran
acudirían al auxilio de la Corporación”.
¡Qué extraña nos resulta, con la mentalidad de hoy la intervención del Sr. Crespo!
Aquellos futbolistas que no podían cobrar entradas en sus partidos porque jugaban en
campos sin vallar, que tenían que costearse camisetas, pantalones, botas, y hasta pagarse los
desplazamientos, rechazaban la posible ayuda del Ayuntamiento….No lo comprendemos.
Sánchez-Batalla Martínez, C., «Cien años de fútbol en La Carolina», Reino de Jaén. Crónica Digital de
Investigación Local deReino
la Provincia,
2014:Digital
4; págs.
55-78. [I.S.S.N.
2254-4283].
de Jaén. Crónica
de Investigación
Local de
la Provincia. 4 (2014)
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El Ayuntamiento prepara un campo.
20 días antes, en sesión del 1 de Agosto de 1910, consta en la correspondiente acta:
“Se presentan, acuerdan y aprueban el pago de las siguientes cuentas con cargo al
capítulo de imprevistos por no tener consignación especial en presupuestos.
Una –del Maestro aparejador de obras de este municipio D. Juan Antonio Durán,
importante doscientas veinte pesetas sesenta y cinco céntimos, por concepto de jornales
invertidos, por varios, en desmontar la explanación para el campo de football…etc.”
No tengo ni idea de a qué campo se referían. ¿Pudo ser en el Ejido? o ¿En el Montecillo u
Olivar de S. Juan de la Cruz?
Entonces, ¿desde cuándo jugaban nuestros paisanos?
Si esto ocurría en 1910, es posible que ya se conociera aquí este deporte a principio de
siglo, o antes, porque si el fútbol más antiguo de España se cree que se practicó en Huelva,
posiblemente introducido por los ingleses de Riotinto, también pudo ocurrir que los ingleses de
El Centenillo y demás extranjeros de nuestras minas lo trajeran a La Carolina, adoptándolo
nuestros jóvenes y niños e una forma tan explosiva que convierten en campos de fútbol todas las
calles y plazas de la ciudad.
La chiquillería rompe cristales y otros desaguisados.
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A tal punto llegó la molestia al pacífico deambular de los ciudadanos y rotura de cristales,
macetas y demás que en el acta de la sesión del Ayuntamiento del 20 de Marzo de 1904 consta:
“El concejal Sr. Navarro suplica al Sr. Alcalde recomiende a los agentes de su autoridad
la mayor vigilancia en las calles y plazas, a fin de evitar los juegos de pelota y otros, que a más
de molestar a los transeúntes causan perjuicios en los edificios, viniendo la tolerancia de ellos en
detrimento del principio de autoridad, debiéndose llegar hasta la imposición de multas a los
padres de los niños que contravengan el bando”.
Me van a perdonar que apee el don a los señores que cite, hoy personas respetables,
algunos ya difuntos, porque prefiero recordarlos cariñosamente como eran conocidos en su
simpática y alegre juventud deportiva.
Los primeros campos de fútbol.
He oído decir que se empezó a jugar en el Ejido, explanada del Molino de Viento y el
Montecillo u Olivar de S. Juan de la Cruz.
En 1918, cuando yo tenía cinco años, vivía en la calle Santa Teresa y con otros niños de
la vecindad subía algunas veces a ver jugar en el Montecillo que estaba situado en el Grupo
Escolar General Lombarte, mejor dicho, en el lugar que ocupa hoy este edificio y terrenos
circundantes. Recibía tal nombre porque desde la calle Ríos Rosas había que subir una rampa de
aproximadamente dos metros de desnivel para llegar a él. También se conocía como Olivar de
San Juan de la Cruz porque estaba plantado de olivas, ya viejas y diezmadas que, en su día,
pusieron los frailes de La Peñuela.
Allí se jugaba en medio de una polvareda insoportable, y recuerdo haber visto en ese
campo a Pepito Bernabeu, portero; hermanos Martínez, hermanos Salmerón, Jesús Camacho y al
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corpulento ¨Tío de los bigotes¨ que hoy no sé quién pudiera ser; debió pertenecer al personal de
una compañía minera o algo por el estilo que después se marchara de la ciudad.
Los colores de las camisetas entonces y que permanecieron durante muchos años eran
como los actuales atléticos: rayas rojas y blancas.
Campo de la Cruz Roja.
El primer campo, ya un poco serio, destinado exclusivamente a la práctica de este
deporte, fue el de la Cruz Roja.
Había sido una hermosa huerta, como las que actualmente bordean el paseo, y situada a la
entrada del mismo, a la derecha, donde actualmente está emplazado el palacete sin terminar del
Sr. Figueroa.
El campo se llamaba así porque en la mitad derecha del edificio que construyeron los
Sres. Hidalgo había una casa, parte de ella habitada para cuartelillo de la Cruz Roja, y, al lado,
una alberca para el riego de la que fue huerta, abastecida de agua por un molino de viento,
totalmente metálico, y del cual, o de otro anterior debió tomar el paseo su nombre. Ni que decir
que estaban sin vallar. Tampoco tenían vallas el campo de Jaén en Peñamefecit ni el de Linares
en La Estación de Almería, cerca de la fábrica de harinas “S. José”.
Era el principio de los años veinte, y en él se jugaba contra Jaén Linares o El Centenillo
casi exclusivamente, el resto de la provincia no contaba casi.
Nuestros jugadores fueron, en esta época, Pepe Bernabéu, sustituido después por Tomás
Pastor, Juanito Robles, Julio Ibáñez, García, Sandalio, López, Esteban Salmerón, Jesús
Camacho, Enrique Pintado, Valerio, Cesar Salmerón, y algún otro que no logro recordar.
Es de lamentar no haber podido encontrar nada escrito de aquellos tiempos, sobre todo
del periodo local ¨Eco Deportivo¨ que tan amplias crónicas publicaba sobre el deporte, y que
estaba dirigido por Alejandro Peris Caruana, que ejerció en esta ciudad como telegrafista,
marchando después a Jaén cuando obtuvo plaza de abogado del Estado, representando, además, a
nuestra provincia como diputado a Cortes de la República, incluido en la candidatura socialista.
Campo de Pedro Sánchez.
Poco después se trasladaron al campo así llamado, porque estaba también en el paseo, a la
izquierda de lo que fue domicilio y talleres mecánicos de Pedro Sánchez, y en él jugaban los
mencionados anteriormente, más otros que se fueron incorporando poco a poco: Paco Camacho,
Campitos, Pepito Jiménez, Salvador Monteagudo, etc.
Fue la época más brillante, quizá, de esta historia. Se vencía a los grandes de la provincia,
y casi únicos existentes: El Linares dirigido por Peris, el Jaén del formidable defensa Torresuca y
El Centenillo.
Debemos decir que Martos y Andújar contaban muy poco, aunque después llegaron a
colocarse en primera fila, con sus respectivos porteros Verges y Cozgaya. Creo que de éste
último llegó a decir el gran Zamora en cierta ocasión que era uno de los mejores porteros que
había conocido.
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Organización y técnica.
Los equipos provinciales no estaban federados, no conocían el cargo de entrenador, los
entrenamientos consistían en tan sólo jugar; si había pocos, se organizaba un ataque, o sea, cinco
delanteros contra un portero y dos defensas; si había menos, un extremo centraba y los demás
remataban; chutar, siempre chutar. Así salieron tan buenos artilleros como Enrique Pintado,
Valerio, etc. y después Silverio Sobrino, Luís González y Bono entre otros.
Los jugadores entraban, salían y se cambiaban cuando les placían sin contar con el
árbitro. Cada uno jugaba a su aire sin tácticas preconcebidas, por eso brillaban tanto las
individualidades.
Los árbitros eran aficionados de la localidad anfitriona. No se pitaban los plantillazos, ni
obstrucciones, ni el juego peligroso, ni las cargas violentas, que eran tremendas a los porteros,
aunque hubieran atenazado ya la pelota. Esta era la especialidad de nuestro interior derecha
Jesús Camacho a quién llamaban ¨La Garra¨ por su particular manera de entrar al meta contrario.
Cuando en España se prohibió totalmente la carga, en Inglaterra seguía admitida, lo que
unido a la densa niebla ocasionó que la selección española perdiera por 7 a 1 en Londres, con
Zamora de portero, a quien entraban de manera que, alguna vez lo metieron en la red juntamente
con el balón. Sírvanos de consolación que el domingo siguiente ganamos a Irlanda en Dublín por
5 a 0.
Como contraste a esta forma de jugar, se tenía muchas veces la caballerosidad de
perdonar los penaltis que se lanzaban próximos al banderín de córner, o mansamente a las manos
del portero.
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Era costumbre ir repartiendo rodajas de limón a los jugadores durante el partido y
gaseosas, de aquellas de bola, durante el descanso.
El equipo se disponía de forma que virtualmente, casi todo el partido, los jugadores
ocupaban sus puestos teóricos, un portero, dos defensas, tres medios y cinco delanteros, sin más
variación que bajar el mediocentro al centro de la defensa, cuando eran atacados, y ocupar,
cuando atacaban, el centro el campo ayudando a la delantera. Los medios alas casi cosidos a los
extremos; los interiores, por lo menos uno de ellos, solían bajar a defender, si era preciso; pero
inmediatamente volvían a su sitio; el delantero centro y los extremos siempre eran fijos en sus
puestos.
No se practicaba el cerrojo organizado por lo que el equipo más flojo recibía, a veces,
grandes goleadas. No obstante el juego era muy vistoso, tanto en la modalidad del pase largo
bilbaíno, como en la del pase corto sevillano.
Niños bañados en mar y tierra.
El padre de Valerio era un simpático carolinense llamado Maleno. En una ocasión le
preguntaron por su hijo y contestó: Creo que va el domingo a Almería con los futbolistas a
disputarse una ¨jícara¨ de plata.
Y efectivamente, el equipo, hasta ahora invicto se jugaba una copa de plata con el
Almería en aquella ciudad mediterránea.
El campo era un llano próximo al puerto y La Carolina empezó jugando muy bien; pero
hacia la mitad del partido, los pequeños espectadores almerienses empezaron a jugar por su
cuenta al tiro al blanco con pedazos de carbón cogidos de un montón que había en el puerto.
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Los nuestros, viendo revolotear sobre sus cabezas estos pocos cariñosos presentes,
decidieron, como más prudente, hacer mutis uno a uno hacia los vestuarios. Al terminar el
partido, solo quedaban seis de nuestros paisanos en el campo.
El resultado se envió por telegrama al Café Colón. “Niños bañados en mar tierra”. Stop.
“Decid que su hijo perdió jícara”.
El tanteo adverso de 3 a 0 supuso la primera derrota de la Sociedad de foot-ball
Carolinense.
El laborioso fichaje de Araujo.
Tenía este joven 18 años, y estaba presenciando el peloteo previo al partido que se iba a
celebrar en el campo de La Cruz Roja contra el Linares, a quién se venció por 6 a 0.
Juanito Robles, defensa derecha, se hallaba indispuesto y no había forma de cubrir la
baja. Entonces se acercó uno a Araujo y le dijo: ¡Oye muchacho! Creo que tú le das bien al
balón. ¿Quieres jugar hoy con nosotros? El aludido aceptó entusiasmado, pues siempre anheló
que se le presentara una oportunidad como esta, jugando de tal forma que ya se quedó por
muchos años propietario del puesto, pasando en lo sucesivo Juanito Robles a ocupar el de
interior derecha.
El partido de Jaén que no se llegó a celebrar.
Sobre el año 1921 pasaba yo una temporada con mis tios en Jaén. Tenía unos 9 años, y
ellos celosos por mi seguridad no me permitían salir solo a la calle. Me aburría. No me gustaba el
agua de Jaén ni el pan de carrucha de entonces.
Añoraba mi pueblo con sus amplias calles y plazas, mi libertad, mis amigos con los que
aquel invierno podría estar tomando el sol en la planada del Molino de Viento con su magnífica
triple escalera de acceso o y su artístico pabellón de Música. ¡Qué lástima como desaparecen las
antiguas bellezas del pueblo! ¿No pudo construirse la piscina en otro sitio? Y dejar este lugar
recreo para jóvenes y ancianos, que sentados gozarían del sol y aire puro, mirando el lejano
horizonte que se extiende hasta Sierra Mágina y el cerro Aznaitín.
Pero, en fin, dejemos añoranzas y sigamos con nuestro tema.
Un día me enteré con gran alegría que el equipo de La Carolina iba a jugar con el Jaén.
Me escapé de la vigilancia de mis tíos y bajé a Peñamefecit, campo sin vallar, muy duro, y
rodeado de cuerdas, como un gigantesco ring de boxeo. Anteriormente ya se había ganado aquí
al Jaén por 4 a 0.
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Los jugadores del Jaén peloteaban, y el público se impacientaba por la tardanza en llegar
nuestros paisanos. El sol hacía bastante que se había ocultado y, ya anocheciendo hubo que
regresar a casa con gran desencanto por mi parte. ¿Qué habría pasado?
Obras públicas—Ojo Paulino.
Cuando regresé a La Carolina me enteré lo que había ocurrido. Había por entonces un
célebre paisano nuestro llamado Paulino, cochero muy diestro, que había conducido durante
mucho tiempo la diligencia de cuatro caballos, a veces cinco, que hacía el servicio a la estación
de Vilches, pasando de regreso por la calle Madrid, arrancando chispas de los adoquines.
Cambiaron los tiempos, aparecieron los coches a motor y Paulino tuvo que sustituir las
riendas por el volante, aunque en esto no era tan experto como con los caballos.
Y a él le tocó conducir la camioneta de viajeros (así se llamaban entonces éstos que
después se llamaron autobuses, y que eran pequeños, lentos e incómodos) que llevaría a nuestro
equipo a Jaén.
Observando los pinochos que de vez en cuando aparecían en la carretera con la
inscripción O.P., los jugadores empezaron a bromear al chófer diciéndole: mira lo que dice ahí
¡Ojo Paulino¡
No sabemos si esto acomplejó al hombre o lo puso nervioso, el caso es que próximo al
puente del ferrocarril, antes de llegar a Jaén, Paulino viró mal y se dio un ¨tortazo¨ que ocasionó
algunas contusiones de poca importancia afortunadamente.
Tuvieron que venir coches de Jaén para trasladar a los jugadores; pero ya era demasiado
tarde para celebrar el partido.
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¡Chuta Valerio! ¡Combina Sandalio!
Pronto se extendió entre los mozalbetes y niños de la ciudad, cuando jugaban en calles y
plazas el grito de guerra ¡Chuta Valerio, combina Sandalio! en honor de los dos célebres
jugadores de nuestro primer equipo.
Pero este grito no solo se oía en La Carolina, sino que se extendió por casi toda la
provincia, como lo prueba el hecho siguiente.
En el año 1922 ingresé en los Escolapios de Linares. Allí había internos de todo el reino
de Jaén y de la Mancha. Al salir a recreo en un gran patio de aproximadamente 30m. por 50m.,
donde jugaban a la vez casi todos los escolares formando varios partidos, mezclándose unos con
otros en un gran maremágnum. Constantemente se oía el grito ¡chuta Valerio, combina Sandalio¡
Yo me dirigí a algunos de ellos diciéndoles que esos Valerio y Sandalio son jugadores de
La Carolina, y uno me contestó casi agresivo: ¡anda éste¡ esos son del Madrid o del Barcelona.
Yo hice mutis como novato, y, en días sucesivos, me incorporé a sus juegos gritando también
¡chuta Valerio, combina Sandalio¡
Y, a propósito de esto me viene a la memoria una broma gastada al primero de ellos en
Madrid.
Estudiaban en la capital de España, residiendo en la misma fonda Alfredo Araujo,
Enrique Pintado y Jesús Camacho. Desde La Carolina les escribió Valerio encargándoles le
sacaran una entrada para presenciar un partido del Atlético de Madrid. Así se hizo, y, ya en el
campo, mientras uno de los tres entretenía a Valerio, los otros dos pedían a los mozalbetes de los
alrededores que cuando los jugadores se acercaran a las metas contrarias, lanzaran el ya dicho
grito.
Cuando Valerio oyó a coro ¡chuta Valerio¡ quedó perplejo diciendo ¿pero cómo es
posible que hasta en Madrid tengan noticias mías?
Llegó el vallado del campo – El hobby de Gil.
En estos primeros años de la década de los veinte los gastos del club iba en aumento:
alquiler del campo, desplazamientos, material, etc. Y el constante desembolso de dinero estaba
siendo ya una carga pesada para la directiva y jugadores.
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Por tal motivo se ideó vallar el recinto de juego con tablas para poder obtener algunos
ingresos mediante la venta de entradas, que serían de dos clases, unas de preferencia con derecho
a silla en la banda derecha, y el resto, entrada general de pie.
Se solicitó la ayuda del siempre generoso señor Diego López, padre del abogado local del
mismo nombre, que puso a disposición del club todo el material que fuese necesario, y en pocos
días quedó terminado el trabajo que se consideró perfecto y duradero, pero ¡Ay¡ no se contó con
Gil.
Que ¿Quién era Gil? Ya lo verán.
Con el nuevo recurso del taquillaje se creyó oportuno traer un buen jugador forastero que
diera aire nuevo y refuerzo a nuestros muchachos, contratando a un producto de la cantera
cordobesa llamado Gil.
Este Gil era un delantero centro, alto fuerte, veloz, de regateo extraordinario, y sobre todo
de potente chut y fácil remate, que dio al equipo considerable solidez.
Pero no sé que le habrían podido hacer las pobrecitas e inofensivas tablas de la valla que
arremetía contra ellas como D. Quijote con los Molinos de Viento chutando con tal fuerza a
portería que el balón al hacer impacto en ellas arrancaba grandes astillas.
Y así un día una tabla, otro día otra, y otra y otra acabó la cerca echa una criba; con lo que
los chavalillos que antes presenciaban los partidos encaramados a lo más alto de los árboles del
paseo, encontraron una forma más cómoda de ver pegadas sus caritas a las rendijas que les había
proporcionado el cordobés.
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Valerio gana 5 litros de cerveza a Torresuca apostando por Araujo.
Tantas veces se habían enfrentado nuestros jugadores con los de Jaén, que unos y otros
habían llegado a tener una cierta amistad.
Por eso, encontrándose de exámenes en Jaén, Valerio y Araujo bajaron a Peñamefecit a
saludar a sus amigos y rivales.
En la conversación se suscitó la potencia de pegada al balón del defensa Torresuca, y
Valerio apostó con el cinco litros de cerveza a que Araujo le vencería en potencia a balón parado,
a balón rodando y de volea. Nuestro paisano ganó en las tres modalidades, y tras reconocerlo así
su oponente, se marcharon alegremente a consumir los cinco litros de cerveza al bar Tejadillo.
Desde entonces Araujo tomó el nombre de “La Muia”.
Barragán, con los dedos en la mano derecha, matador de toros.
Tras una larga temporada entre nosotros, Gil decidió volver a su tierra natal, y, en su
puesto se contrató a Barragán, medio centro también cordobés, que gustó también a la parroquia.
Por esta época se inicia la ampliación del área de nuestros contrincantes a los equipos de
la Mancha. Los grandes equipos de Socuéllamos, Valdepeñas, Manzanares, etc. fueron
desfilando por nuestro campo.
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Era por entonces costumbre celebrar novilladas o becerradas en los distintos gremios de
la ciudad, y llegó el momento en el que les tocó actuar a los futbolistas. Barragán con el estoque
no sabemos si por impericia o por la mutilación de sus dedos, dio un pinchazo, y otro, y muchos
más pinchazos, hasta que el toro, ya “cabreado”, dijo ¡Se acabó¡ prefiero la puntilla a aguantar
este tío; y muy digno se echó junto a un burladero.
No quiero pasar por alto la corrida celebrada por los músicos en el que el gran Juan Colás
realizó la faena más asombrosa de los anales de la tauromaquia. Se dispuso a hacer la suerte,
especialidad de Sánchez Megías, clavando un imponente par de banderillas que levantó al
público de sus asientos. El toro exhibía atónito una banderilla erecta en medio de un cuerno.
Ya que nos hemos apartado del tema, sigamos involucrando.
Sigamos involucrando para hablar de cosas que mis contemporáneos recordarán con
agrado.
¿Os acordáis cuando nuestro amigo Manuel Cano representando al D. Gonzalo del
Tenorio, contestó cuando D. Juan le quitó el antifaz, ¡Villano, le has quitado el bigote a Manolito
Cano¡ Era cierto porque con el antifaz salió el bigote postizo.
Y Garrafales pregonando ¡Sardinas de Málaga frescas!, y simulando estar hipnotizado,
mediante una pequeña indemnización, por un “Gran Profesor” en el Teatro de la Plaza de Toros.
Y lola Mansilla, entre un aluvión de cupletistas y bailarinas que desfilaban todos los
veranos por el mismo Teatro, atormentando a las esposas celosas de los maridos picaruelos.
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Y las compañías de teatro de María Gámez, Arroyo etc. y las zarzuelas de Felisa Herrero
y Delfín Pulido entre otras que sería muy prolijo designar.
Y Saladillas que en su carro, regalado por Salido, aprovechaba cualquier esquina para
lanzar, “con adversadez y fineza” un disparatado discurso que nadie entendía.
Y los bonitos efectos de las luces de los carburos, en las madrugadas de invierno, cuando
los mineros iban a su peligroso trabajo por penosos caminos realizados a pié.
Y los bulliciosos carnavales con sus murgas, de las que recuerdo aún la estrofa que decía:
Dicen que en Sierra Morena
Se crían los bandoleros
Y vosotros los tenéis
en el centro de este pueblo.
Y Colás que, a paso gimnástico, con un lazo pegado a la calva, y unas monumentales
narices, recorría las calles portando un cenacho lleno de garbanzos tostados que arrojaba a la
gente menuda que le rodeaba, mientras decía: ¡Ha llegado el reparto¡.
Y los grandes bailes en el Royal, Casino de los Viejos, Carlos III, Salones Benítez y
Jiménez, y como broche final las grandes veladas del Teatro Principal.
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Recordemos también nuestra gran Banda de Música bajo la batuta de D. Marcelino
Carvajal, que tantos triunfos consiguió, y a quién, a mi juicio, se trató con excesivo rigor hasta
llegar al desenlace similar al de Séneca.
Y los serenos, con sable que echaban con higuillos a los perros vagabundos, y tocaban el
pito por las noches al sonar las campanadas argentinas del reloj del Ayuntamiento que con tanta
sabiduría cuidaba Pepe el relojero.
Y los cuatro municipales con un cabo, suficientes para mantener el imperio de la ley en
todo el pueblo, entre los que recuerdo aquel simpático guardia que, con una pestuga en la mano,
con la que cariñosamente daba en las piernas a los chiquillos para corregir sus desmanes
diciendo: ¡anda padre mío¡ Y aquel grueso que nos rajaba todas las pelotas que cogía.
Y las célebres huelgas en tiempos de Teniente Getino y sus guardias a caballo, de las que
se sacaron coplas de las que recuerdo el siguiente trozo:
El ministro de trabajo
Llamó a Piqueras
Que se pusiera en camino
Que estaba arreglada la huelga.
En las huelgas de la estación, los que no querían secundarla no salían a comer, por evitar
enfrentamientos con los piquetes, proporcionándoles la empresa pan y chorizos, por lo que
surgió desde entonces el adjetivo de ¨choriceros¨ para los que se encuentran en situación análoga.
Y para no entendernos más terminemos citando a Pita-Recio, el literato bohemio,
periodista y director de todas las funciones de teatro organizadas por aficionados locales.
A todo esto ¿de qué estábamos hablando? ¡Ah sí, de fútbol! Sigamos, pues, con ello.
¡Con Andújar se armó la marimorena!
Le tocó el turno venir a visitarnos el Iliturgi de Andújar que ya se había hecho un gran
equipo.
El encuentro transcurría pacíficamente, muy vistoso, con bonitas jugadas que el
respetable aplaudía con calor, hasta que llegó el cisco. Nuestro jovencísimo Campitos, no sé qué
gran gatada pudo hacerle el gran Cozgaya, que este reaccionó de forma poco ortodoxa, y ¡se
armó el lio padre! Los jugadores se lanzaron unos con otros, el público se echó al campo para
intervenir en la contienda, La Guardia Civil se lanzó también al campo con los sables
desenvainados, repartiendo mandobles a diestro y siniestro, de los que no se libró ni el Juez de
Instrucción que había salido a imponer su autoridad.
Dicen que un espectador, por cierto de Linares, que había permanecido sin moverse de su
silla, por aquello de que ¨yo no soy de la parroquia¨, recibió en la frente un impacto de un trozo
de sable, que le produjo una herida de consideración. Yo lo dudo, porque no creo que sean
chapuzas nuestros productos toledanos. Debió ser otra cosa lo que le hirió. Claro que nuestros
legendarios caballeros partían con facilidad las espadas en sus rodillas cuando los detenían según
se escuchaba.
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Vuelta las aguas a su cauce, o sea, el público a sus localidades, los jugadores a sus
puestos, y los aceros a sus vainas, continuó el partido, sin más novedades que el triunfo por un
tanteo, que no recuerdo bien del equipo local.
¡Papá mátalo! Collado magistral.
Resulta que en Linares llegó a manos de un popular gitano, no se sabe cómo, un
magnífico pavo navideño. Una vez en su casa lo rodearon sus numerosos churumbeles formando
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una gritería infernal. Unos chillaban ¡Papá mátalo!, y otros decían ¡Papá no lo mates que hace
gulugluglú!
Al ruido acudieron otros gitanillos de la vecindad que también dispusieron sus opiniones,
unos a favor de la fatal sentencia y otros partidarios del indulto.
Después se extendió por toda la población el estribillo de ¡Papá mátalo! Como
anteriormente había ocurrido en La Carolina con ¡chuta Valerio!
¡Pues bien! Una tarde primaveral (lo mismo pudo ser verano o invierno, pero así resulta
más poético) llegó a nuestra estación un tren especial, cargado hasta los topes, de aficionados
linarenses que venían a presenciar un partido, y, al grito de ¡Papá mátalo!, por la calle de Las
Huertas se dirigieron bulliciosamente al campo de Pedro Sánchez.
Jugaban el Linares y el Iliturgi de Andújar que, después de disputar sendos partidos, en
sus respectivos campos, se hallaban empatados y resolvieron deshacer la igualada en campo
neutral eligiendo, para tal fin, el de La Carolina.
Al Andújar le había fallado un jugador y propusieron a nuestro medio centro Jesús
Collado, quizás el mejor medio centro que jamás habíamos tenido, que jugara con su equipo.
Nuestro hombre, alentado por su público, estuvo fenomenal, multiplicándose para cortar
juego contrario, y colaborar con la delantera haciéndose dueño absoluto de la situación.
El partido, que estuvo a la altura que correspondía a los dos grandes conjuntos que se
enfrentaban, terminó con la victoria del Andújar por 1 a 0.
El administrador de Romanones dice que nones.
Al final de la década de los años veinte el equipo estaba casi completamente renovado:
Alfonso y Jaime Madico, Alfredo Araujo, Teodoro Torrecillas, Colino, Pérez (El gafas), Luis
González, Silverio, Soberino, Manolo Pérez, Jesús Collado y algunos más que no recuerdo. Las
viejas glorias se habían ido retirando y solo quedaba en Liza Araujo.
Se pensó en adquirir la propiedad del campo, que pertenecía al Conde de Romanones y,
puestos al habla con el administrador que residía en Linares, se vio la imposibilidad de lograrlo,
porque para ello había que apencar con todo un lote que estaba compuesto por el susodicho
campo, la Maquinista Carolinense era un vasto edificio sin terminar, con unos terrenos anexos,
que se utilizaban como campo de tenis, y situado donde hoy está el Instituto de Enseñanza
Media, cuya finalidad primaria había sido instalar una fábrica de maquinaria para las minas.
Decía se por entonces, que habiendo rechazado La Carolina, en unas elecciones, la
candidatura que el Conde proponía para diputado a Cortes, votando en cambio a Alcalá Zamora,
se vengó comprando la finca, si es que ya no era su propietario, no sé de cierto, y condenándola
al olvido. Eso se decía. Si era cierto…. ¡cosas de la política!
La valla se construyó y Palala no cobró.
Nuestro amigo Francisco Fernández (Palala) era un honrado industrial de la localidad que
fue nombrado miembro de la directiva del Club, y sus compañeros de dirección lo
comprometieron a que se ocupara de vallar el campo con obra de albañilería. Debe entenderse
que solo los dos laterales menores y la mitad del mayor de la derecha, porque los demás ya lo
tenían cerrado sus respectivos dueños Vinuesa y P. Sánchez.
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Pues ¡mano a la obra! El buen Palala completó la cerca con tapial, a prueba de bombas,
que aún subsiste; pero, a la hora de cobrar le decían que ¨nanai¨ que en la caja solo había
telarañas.
Nuestro hombre se quejaba en todas partes y a todas horas, transcurriendo el tiempo sin
ver un céntimo.
Al final no sé si cobraría algo; pero me temo que tuvo que pasar a la historia como un
nuevo sastre del Campillo.
La Gimnástica y el Sporting grandes rivales.
Era la gimnástica un equipo de verano compuesto por estudiantes que cursaban sus
estudios fuera de la localidad.
Tenían un campo de juego en la Maquinista Carolinense que si para tenis era muy grande,
para fútbol era pequeño.
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Sus jugadores eran Vicente Moraleda, Joaquín Godino, Ramón García, hermanos Luís y
Leandro Lomas, Juanito, el sastre (de la calle Olavide), Pepe González, otros varios mas que,
aunque me estrujo el ¨coco¨ no recuerdo, y el portero que era yo.
Había gran expectación ante la proximidad de la confrontación entre ambos conjuntos.
Partidarios entre uno y otro bando discutían defendiendo apasionadamente sus equipos
preferidos. Se discutía en la calle, en los bares, y sobre todo en las tertulias de Colón a la hora del
aperitivo, aburriendo a su propietario Mamerto y a los camareros Garrof y Santiago porque
mucho blablablá, pero ninguno se echaba “pa alante” pidiendo una miserable caña de cerveza.
Por fin llegó el día del partido, era final de Septiembre del 1928. Por cierto el 3 de aquel
mes se había desencadenado una gran tormenta, con granizos de un tamaño comprendido entre
huevos de paloma y gallina que arrasó las cosechas, y mató las ilusiones que tenía el pueblo de
construir una nueva plaza de toros. La suscripción, poco antes iniciada contaba ya con muchos
miles de duros.
Imaginaos el zafarrancho que se armó en los tejadillos de cristal que cubrían algunos
patios centrales como el del Ayuntamiento. Desde entonces se adoptó en evitación de estas
contingencias, colocar redes metálicas sobre las citadas cristaleras.
Volviendo al partido, fue muy igualado y vistoso; pero la Gimnástica perdió por 4 a 1.
¿Causa de esta derrota? Yo, el portero que con quince años, no acostumbrado a estas
lides, salí agarrotado por los nervios. La crónica periodística decía: “El portero muy valiente pero
inseguro”.
Campeonato local buscando savia nueva.
Seguían los partidos en casa y fuera de ella. Entre los contrincantes citemos al Baeza que
ya hacía algún tiempo que había empezado a despuntar; pero nuestra clase empezaba a
languidecer y había que buscar gente nueva y joven. Para ello se decidió organizar campeonato
local entre los numerosos equipos que pululaban por el Campillo junto a la vía, llano junto al
Cementerio Viejo, ejido, etc.
Casi todos eran de aprendices de distintos gremios: pintores, albañiles, mineros, y sobre
todo el Carolina F.C. que merece capítulo aparte. Dirigido por el infatigable Adelaido Fuentes
formó muy buenos elementos; aunque era casi desconocido, porque, no disponiendo de campo a
propósito, casi todos sus encuentros los realizaba en pueblos de Jaén o la Mancha.
Como consecuencia del Campeonato se dispuso de un nuevo plantel formado por Adolfo,
Juanon, Batalla, Payer, Mellado, Palomares, Bono, Eugenio, Fernández, Cadejo, Juncos,
Hermanos Baeza, Pepe, Perico Sánchez, Lloreda, Lorenzo, y Zabalo; aunque todavía seguían en
la brecha Araujo, Collado, Campitos, Pérez el ¨gafas¨ y el portero Bartolo.
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De entre ellos se formó un conjunto que debutó con el Sporting de Linares equipo
secundón de dicha ciudad empatando a uno en nuestra ciudad el 24 de Mayo de 1931.
¡Ah! Se me olvidaba citar los jugadores de que disponía Adelaido en su Carolina F.C.
Eran los siguientes: Mirón, Lolo, Tito, Tirillas, A. Vacas, Palop, A. García y otros.
También tenía un equipo infantil con Moro, Lolo, Juan Luz, P. Santiago, Rosendo,
Sandalio, Joaquinito, Juncos etc.
Perdonen que algunos los cite por los apodos que tenían entonces porque, unos muertos,
otros difuntos, hubiera necesitado la labor de un detective para dar con sus verdaderos nombres.
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El Club no tenía un botón y Patilibu solo un balón.
Si deportivamente habíamos descendido a un nivel desconsolador, pues el Jaén, el
Linares y el Andújar, con mayores posibilidades económicas, contratando buenos jugadores
sevillanos y cordobeses habían llegado a una altura inalcanzable para nosotros, nuestras finanzas
estaban en precario. No se cubrían gastos; el público, entonces como ahora estaba retraído. Claro
que no todo el mundo podía adquirir una localidad de cuarenta céntimos, y mucho menos dar una
pesetaza por una entrada de silla, y eso que los jugadores no cobrábamos y hasta teníamos que
pagarnos medias y botas. Yo jugaba con unas botas que me cedió Araujo y que me sobraban lo
menos tres dedos, teniendo que rellenarlas forrándome los pies con papel de periódicos.
Tan solo disponíamos de un balón o, a lo sumo, dos que tenían ya más actuaciones que
Celia Gámez, y que el paciente Patilibú, guarda y mantenedor del material, cosía y recosía
primorosamente.
Dios sabe el dinero que les costó a nuestros entusiastas Francisco Collado ¨Colorín¨,
Ricardo García, Merino el herrero, Carrillito, y otros más que pasaron por la directiva.
Menos mal que ante tantas cosas negativas teníamos la alegría que nos proporcionaban
nuestros infantiles, caso insólito en nuestra historia, increíble. En todas sus actuaciones lograban
alrededor de 10 a 0 como media. Estos chavales jugaban revueltos con los mayores en nuestros
partidos diarios hasta hacerse de noche, que como dije anteriormente era el único entrenamiento
que se hacía, y era emocionante verlos regatear, pasar con precisión y chutar con eficacia.
Actuaban en él Hermelando, Pescailla, Serafín Martos, Alfonso Lomas, Perico Sánchez,
José Godino, Ignacio Torrecillas, Nicolás Tovaruela, Paquito Sánchez, Perico Ramírez, Gabriel
López y Manolo Madrid, entre otros.
Izquierdo o Jiménez a cara o cruz.
A pesar de la penuria económica se hizo un gran esfuerzo para contratar un buen jugador
que diera impulso al equipo enseñando a los bisoños de que se disponía, que se presumía eran
buenos mimbres para hacer un buen cesto.
Se probaron a Jiménez y a Izquierdo en un mismo partido contra un equipo manchego; el
primero era delantero centro y el segundo interior izquierda, y los dos dejaron con su actuación
un gran regusto en el respetable.
Después de muchas dudas se optó por contratar a Jiménez en 300 ptas. mensuales. Algún
tiempo después el Linares le ofrecía 400 ptas. Pero el no quiso abandonarnos, porque entre otras
cosas ya tenía novia aquí.
Izquierdo marchó a la Olímpica de Jaén donde hizo excelente labor durante varios años,
habiéndole proporcionado los jienenses el empleo de chófer del Gobierno Civil.
Jiménez y Romero eran dos amigos canarios que tras pasar por el Betis, vinieron a parar
el primero al Sporting y el segundo al Linares Deportivo. Posteriormente se incorporó también al
Linares otro canario, amigo de ambos, medio centro llamado Santiago.
El debut de Jiménez con nuestro equipo fue el 3 de Agosto de 1931 contra el Úbeda que
ya hacía sus primeros pinitos con la inclusión de Pepico y Pegalajar procedentes del Jaén, siendo
el resultado de 10 a 0 a nuestro favor.
Al domingo siguiente se vence al Sporting de Córdoba por 16 a 0, debutando con
nosotros otro gran jugador Morales de Manzanares que permaneció más de un año en el equipo.
El 6 de Septiembre empatamos en Úbeda a tres.
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Campeonato de no federados de las provincias Córdoba y Jaén.
Tras varios partidos de poca trascendencia, se organiza el campeonato de equipos no
federados de Córdoba y Jaén al que solo se adhieren el Sparia de Córdoba, el Úbeda y nuestro
Sporting.
No supe nunca por qué no se jugaban nada más que dos partidos los de La CarolinaÚbeda y Úbeda-La Carolina. El primero lo ganamos por 3 a 1 y el segundo lo ganamos por 3 a 2,
lo que sentó tan mal al respetable que tuvo la policía que custodiarnos en la caseta hasta las diez
de la noche.
Los equipos de nuestra provincia comienzan a federarse.
El día 6 de Diciembre de 1931 comenzaba un campeonato de 3º categoría, grupo C entre
la Unión Deportiva de Andújar, Linares Deportivo, Jaén Deportivo y Granada, pero antes, el 24
de Noviembre, vino a probar sus fuerzas el Jaén Deportivo con nuestro Sporting. Estaba dirigido
por Travieso ex delantero centro del Bilbao y de la Selección Nacional.
Ganamos por 4 a 1, y Travieso sorprendido por el juego realizado por nuestros jóvenes
equipiers habló con algunos directivos locales manifestando su deseo de llevarse a Bono, Adolfo,
Batalla, Bartolo y no sé si algún otro más; pero era tan incierto el asunto del fútbol y tan corta la
vida del futbolista que cada uno prefirió seguir con sus trabajos o estudios. En el Jaén creo que se
ganaba 60 duros semanales.
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Morales en Santa Cruz de Mudela corría como alma en pena.
El 4 de Octubre de 1931 el Sporting visita al Athétic de Santa Cruz de Mudela. Las lindas
muchachitas de la localidad asistían en gran número al partido llevando cada una un girasol que
consumían mientas veían el partido. Un murmullo había en el ambiente precursor de la tormenta
que después se desencadenó. Las bellas jóvenes terminado el girasol, lo partían en trozos que
graciosamente lo arrojaban a los jugadores carolinenses. Después los muchachos hicieron lo
propio con piedrecitas y, acabado el encuentro se armó la debacle.
Morales, que como era de Manzanares, y jugaba en La Carolina, lo consideraban traidor a
su región y el público, encrespado con él, le obligaron a saltar la valla, corriendo por las calles
vestido de futbolista.
Cerraron la puerta para impedir la salida y tuvo un directivo carolinense que obligar a
abrirla a punta de pistola. Y fin del primer acto.
Los Directivos y Autoridades de Santa Cruz invitaron a que volviéramos el 3 de Abril
siguiente lanzando unos programas en los que se decía:
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“Agradable encuentro en desagravio de los incidentes ocurridos el 4 de Octubre pasado,
que por la nobleza y buena fe que en la contienda han de poner ambos equipos, contribuirán a
aproximar dos Clubs y dos pueblos, que las circunstancias de un momento egoísta, mal
reprimido por ambos lados, pudieron converger en desagradable incidente”.
“PUBLICO: No olvidéis vuestra hospitalidad e hidalguía con los forasteros y una vez
más esperamos la demostración de vuestra cultura cívica disculpando cualquier falta involuntaria
de los que nos visitan, confiando en vuestra franca y cordial acogida”.
“No olvidéis que ante el equipo visitante, en plena forma y de indiscutible valía, pueden
sucumbir en noble lucha nuestros equipiers a pesar de sus últimos triunfos. Aún con un tanteo
adverso rogamos y esperamos el mayor orden, porque en todas partes debe ganar el mejor”.
“Dada la importancia e interés que ha de despertar este partido serán invitadas las
autoridades locales a presidirlo”.
El partido no pudo ser celebrado por causa de la lluvia; pero se verificó el domingo
siguiente día 10 empatando a uno. He de hacer resaltar que desde que llegamos hasta nuestro
regreso fuimos tratados con la mayor cordialidad.
El 23 de Octubre recibimos su visita con el nombre de Gimnástica terminando 11 a 1 a
nuestro favor.
Nuestro prestigio al otro lado de Despeñaperros.
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Grande era nuestro prestigio en la Mancha por lo que el Valdepeñas nos consideró digno
de competir con ellos en un acto tan importante como fue la inauguración de su nuevo stadium
en el verano de 1931.
A todos estos partidos íbamos acompañados por varios camiones llenos de hasta los topes
de nuestros aficionados.
El resultado de 3 a 2 a nuestro favor nos da una idea de lo emocionante que fue la
contienda.
El Sporting de Manzanares a quién ya habíamos vencido por 5 a 1 en nuestro campo el 17
de Abril de 1931, se dispuso a recibirnos el 31 de Julio del mismo año. En los programas que
lanzaron se podía leer “El Carolina Sporting que nos visita está conceptuado como el mejor
equipo de su provincia, etc.”.
Comimos en Valdepeñas y, gracias al efecto de los caldos del país, y no precisamente de
sopa, coaligado con el fuerte calor reinante, hizo que saliéramos al campo sin poder tirar de las
botas y ¡cómo no! Vencieron por 4 a 1.
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Visita de tres equipos de campanillas.
Tras recibir a muchos equipos entre los que merece la pena destacar el Córdoba F.C. el
Sparia y Electro-mecánica de Córdoba, Andújar y Linares, venciendo a todos menos al Linares
con quien empatamos a uno, se celebra el 14 de Mayo de 1932 un encuentro con el reserva a
uno, se celebra el 14 de Mayo de 1932 un encuentro con el reserva el Madrid F.C. entre los que
figuraban Urretavizcaya, Mendizabal y otros jugadores de gran valía. El triunfo fue para nosotros
de 2 a 0.
Hemos de mencionar el intento del representante del Madrid de llevarse a Araujo que
actuó como en sus mejores tiempos.
Después el Sevilla F.C. con casi todos sus titulares: Fede, Deva, Brand, etc.. contrata dos
partidos, uno en Linares y otro en La Carolina. El primero lo empata, en el segundo el Sporting
se alza con la victoria por el tanteo de 3 a 2.
Pero antes de estos dos partidos, el 6 de Enero de 1932, vino el Castilla F.C. de Madrid
donde figuraban el internacional Moraleda, Valle que después estuvo muchos años en el Madrid,
Vozmediano que fue al Gijón, Vaso, Campomanes, etc.
Jugó tres partidos en la provincia: Jaén, Linares y La Carolina; pero veamos lo que, a
propósito de estos encuentros escribía el prestigioso diario de izquierdas Heraldo de Madrid:
“De su excursión por Andalucía ha regresado el equipo de Castilla, en la cual no ha
perdido ningún partido. El día 1 en Linares empata a tres. En Jaén contra el equipo titular
reforzado por elementos del Sevilla vence por 4 a 2. Día 6 en la Carolina contra el Sporting local,
empate a uno”.
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Al Linares había ido a reforzar nuestro delantero centro el canario Jiménez que metió dos
de los tres tantos, uno de ellos de antología, pues avanzando desde la línea de medios se regateó
a los dos defensas y se metió en la portería. El público puesto en pie aplaudió largo rato esta
jugada.
Como contrapartida sus amigos los canarios del Linares Romero y Santiago nos
reforzaron en La Carolina ¡Que maravillosa actuación la de los tres canarios!.
En el igualmente prestigioso diario el ¨Debate¨ de Madrid, en su sección deportiva,
después de dar los resultados de varios partidos de campeonato, había para nosotros un curioso
apartado que decía:
Otros partidos
Madrid F. C. – Sevilla F.C.
3-2
Sporting de La Carolina – Castilla
1-1
Betis Balompié – Athetic de Bilbao
2-1
Dimes y diretes con la Olímpica de Jaén.
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Desde hacía mucho tiempo el Sporting pretendía traer el gran equipo de Jaén el Once
Rojo de la Olímpica; pero sus directivos quizás opinarían que ¨el Sporting era una insignificancia
para tratar con ellos según decía muy bien en ¨Mi Revista¨ su corresponsal local Braulio Sena,
recordando además que el Castilla F.C. les había ganado por 4 a 2 y que con nosotros solo
consiguió empatar a uno.
Pero al fin llegaron a ponerse de acuerdo: ellos vendrían por 800 pesetas y nosotros les
devolveríamos la visita por 355 pesetas.
Vino, pues, el Once Rojo el 11 de Septiembre de 1932.
A las órdenes del veterano árbitro Sr. Paco Camacho que, como costumbre, lo hizo a la
perfección, los equipos se alinearon de la siguiente forma:
Once Rojo: Lara, Pérez Manolo; Manchego, Blanco, Alcazar; Mendaro, García,
Nofuentes, Izquierdo y Caneiro.
Sporting: Bartolo, Batalla, Lorenzo; Adolfo, Velázquez, Collado, Zabalo, Bono, Jiménez
y Osuna.
El partido se presenta emocionante, no solo por el resultado que pudiera tenerla
confrontación, sino por el nuevo giro que pudiera darse al ¨blablablᨠhabido durante tanto
tiempo por sus dirigentes.
Jugaron muy bien ambos conjuntos, con nobleza, codicia y deportividad; pero la balanza
se inclinó a nuestro favor con el 3 a 1 que campeaba en el marcador al final del partido.
Los tantos locales por Osuna, Zabalo y Jiménez, y el de Jaén por un chut cruzado de
Caneiro que rozando la cabeza de Batalla descolocó al portero Bartolo y entró en la red.
Los últimos momentos fueron de acorralamiento del equipo visitante, pues decía la
reseña, “a partir del tercer tanto de Jiménez la meta de Lara está en constante peligro”.
Ante este resultado obtenido era indigno para nosotros devolver la visita en las
condiciones que estableció el Jaén. Y no fuimos, con lo que continuaron los dimes y diretes.
El Jaén se había sobreestimado en demasía y a nosotros nos habían infravalorado.
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Por fin federados y descalabrados.
El Sporting decidió federarse y jugó el campeonato de segunda Categoría preferente,
Primer grupo, temporada 1932-33 en el que también participaban el Linares, Andújar y Sporting
de Córdoba.
Tan solo estos cuatro, porque el Jaén que en principio iba a hacerlo se retiró según se
decía por su derrota en La Carolina y el empate que le proporcionó el Linares en Peñamefecit.
No deben confundirse nuestros jóvenes lectores al calibrar esta categoría, porque era muy
superior a la actual 3ª categoría nacional.
Entramos en las peores condiciones que podíamos hacerlo, porque no ficharon por no
poder o no querer, Bartolo, Morales, Araujo, Collado, Pérez, Campitos y Lorenzo; aunque se
fichó un portero Cordobés llamado Lucena, sus papeles no llegaron a tiempo y el 4 de Diciembre
de 1932 nos presentamos en Linares para jugar con Tolonguina, portero del infantil, casi un año.
Esto unido a un desconocimiento absoluto de una táctica de contención, pues hubo delanteros
que no se movieron de su puesto teórico y volvieron a la caseta tan albos como habían salido al
campo, a pesar de la humedad del terreno, todo hizo que terminara con el desastre de 10 a 0 en
contra nuestra.
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El domingo siguiente, jugando ya Araujo, terminó en empate a uno con el Andújar. El
árbitro que juzgó parcial al árbitro Ocaña y que protestó la anulación de un tanto Carolinense que
un contrario sacó de su portería cuando había pasado el balón medio metro la línea de meta,
armó un escándalo al terminar el encuentro, dando un botellazo en la cabeza al señor Ocaña que
desgraciadamente dejó privado y tuvo que ser llevado entre cuatro al vestuario. Después la G.
Civil hubo de escoltarle hasta el recodo de la Alameda, cosa innecesaria, pues todos estábamos
abochornados con la salvaje agresión, y nadie hubiera sido capaz de molestarle. A partir de
entonces el Sporting se retiró de la contienda y de la federación.
Desde este momento La Carolina sigue bajando su nivel con algunas alternativas,
mientras el Linares y el Jaén empiezan su escalada hasta llegar a categorías que nos resulta ya
imposible soñar con volver a codearnos con ellos.
Aquí termina mi historia porque, por motivos profesionales, tuve que dejar esta hermosa
ciudad durante muchos años.
Y como la memoria juega tan malas pasadas, unidos en otros casos a posibles defectos de
apreciación, ruego a los lectores sepan perdonar los errores en que haya podido incurrir.
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