la ›tumba de melqart‹ del herákleion de gadir
Transcripción
la ›tumba de melqart‹ del herákleion de gadir
Martín Almagro-Gorbea LA ›TUMBA DE MELQART‹ DEL HERÁKLEION DE GADIR Las fuentes árabes sobre Cádiz, la ›Qádis musulmana‹1, asentada en el solar de la famosa Gadir fenicia y la Gades romana, hacen referencia a un grandioso monumento de más de 60 m. de altura, que describen de tal modo que parece un relato de la literatura fantástica oriental, aunque algunos autores ofrecen detalles tan precisos que confirman su conocimiento directo. Esta construcción debe identificarse con un elemento tan significativo del paisaje del Occidente como es la ›Tumba de Melqart‹, un monumento de gran significado en el ámbito feno-púnico de Hispania, al que hace referencia Porfirio2, como una torre o πύργος que se alzaba en la isla de Sancti Petri, al este de Cádiz, en las proximidades del famoso Herákleion gaditano (vid. infra), noticia que parece coincidir con las diversas fuentes árabes que la describen como ›faro‹ o ›almenara‹3. Esta construcción monumental ha sido repetidamente descrita por autores árabes, pues se mantuvo en pie hasta bien entrada la Edad Media, ya que fue destruida en una fecha tan avanzada como el año 540 H, el 1145 de la Era, por Ali ibn Isa ibn Maimun para buscar el oro que se creía que había oculto en su interior4. El análisis detallado de las descripciones que ofrecen las fuentes árabes de ese singular monumento rematado por una escultura también monumental, al que denominan como faro o almenara por sus características, ya que quizás se inspiraba en el famoso Faro de Alejandría, permiten efectuar su análisis e incluso llegar a reconstruir con cierta aproximación su estructura, que confirma que debió ser una de las construcciones más importantes de la Hispania prerromana, a pesar de la dificultad que ofrecen las marcadas diferencias existentes entre unas fuentes y otras5. La descripción de esta construcción ha atraído la atención de numerosos especialistas, que han intentado valorarla6, aunque hasta fecha muy reciente no se ha logrado interpretarla Martínez Montávez 1974; Abellán 1996; Abellán 2005. Porph. abst. 1, 25. 3 Martínez Montávez 1974, 52 s. 4 Fierro 1983, 15 s.; Sánchez-Albornoz 1983; Bernal 2009a, 90 fig. 2; Fear 1990/1991. 5 No parece que la ›Tumba de Melqart‹ sea el faro representado en un grafito romano de Cádiz del siglo V d. C. (fig. 12), con doce cuerpos de forma escalonada (Bernal 2009a, 98 fig. 6). 6 García Bellido 1951; Mingazzini 1952; Solís 1954; Fierro 1983; Sánchez-Albornoz 1983; Fear 1990/1991; Carracedo 1991; Ordóñez 1993; Mierse 2000; Bernal 2009a. 1 2 160 martín almagro-gorbea correctamente7. Por ello, a pesar de las múltiples referencias que existen sobre él, al ser mal comprendidas, se ha interpretado como el templo de Kronos8, como un simple faro, que se ha llegado a suponer que estaba abovedado9, o se ignoraba su existencia y sólo algún autor ha llegado a intuir que las fuentes árabes aludían a la ›Tumba de Melqart‹10. García Bellido lo consideró romano11, opinión seguida por otros autores12, y Fear lo relacionó con los ataques de los Mauri en el siglo II d. C.13, pues, como se consideraba romano, se databa en el siglo I o II d. C. Este singular monumento ofrecía en su cumbre una escultura cuya discutida iconografía es la clave para su correcta interpretación, que exige un análisis conjunto de las fuentes clásicas y árabes desde las tradiciones arquitectónicas e iconográficas fenicio-púnicas, ya que no puede ser considerado como una mera construcción de la arquitectura clásica14, pues las características que describen las fuentes árabes (vid. infra y cuadro I) indican que debía tratarse de una obra púnica, hipótesis raramente planteada15 y nunca analizada en profundidad, lo que ha impedido hasta ahora identificar esta importante construcción púnica. Monumento Las fuentes árabes ofrecen diversas descripciones de este singular monumento, pues era el símbolo de la ciudad de la Qádis musulmana (vid. infra)16, ya que la escultura de bronce dorado que había en su cumbre podía verse a gran distancia y anunciaba la llegada a la ciudad, por lo que pasó a ser su símbolo. El yemení Harbi Al-Himyarí, autor del siglo VII–VIII d. C.17, ofrece la descripción más antigua conservada: »El más extraordinario de todos es el edificio que siempre se relaciona con Cádiz. Hércules […] construyó una alta e importante fortaleza (michdal)18 y colocó en lo más alto su propia efigie, fundida en cobre. Miraba hacia Occidente y era como un hombre envuelto desde los hombros hasta media pierna en un manto ajustado (hurd). En la mano derecha, que extendía hacia Occidente, tenía una llave de hierro y en la izquierda una placa de plomo grabada con 1a narración de su propia historia, que indicaba que había conquistado los países del más allá. El ›ídolo‹ (sanam)19 está en la mitad de la isla, pues hay seis millas entre él Almagro-Gorbea 2010a, 75 s. Solís 1954. 9 Fierro 1983, 119. Contra, García Bellido (García Bellido 1951, 113), que observó que se trataba de una construcción maciza, como indican las fuentes árabes más fiables. 10 Mierse 2000. Sin embargo, M. P. García-Bellido (García-Bellido 1987, 141) consideró que »el altar zigurático (escalonado) de los ases (de Lascuta) era la tumba/altar de Melqart«. 11 García Bellido 1951, 112, observó que la estatua que lo coronaba tenía barba, por lo que la atribuyó a los Antoninos. 12 Solís 1954. También Bernal 2009a, 91, lo ha considerado romano porque tenía grapas de plomo, aunque el uso de este elemento es característico de la arquitectura fenicio-púnica (vid. infra). 13 Fear 1990/1991, 202 s. 14 García Bellido 1951, 112 s.; Mingazzini 1952; Solís 1954; Fierro 1983; Bernal 2009a. 15 Carracedo 1991, 211. 16 En este análisis sólo se recogen las referencias de las fuentes más explícitas y seguras. 17 Lévi-Provençal 1938, 173 s.; Martínez Montávez 1974, 85 nota 22, cuya traducción se sigue; Fierro 1983, 9 s. 18 ›Fortaleza‹ en el sentido de torre fortificada. 19 Abellán 1996, 62, traduce en vez de fundida ›vaciada‹, en vez de en cobre ›en bronce‹ y en vez de ídolo ›templo‹; ›sanam‹, en todo caso, indica que se le consideraba dotado de carácter mágico, que conviene tener en cuenta. 7 8 la ›tumba de melqart‹ del herákleion de gadir 161 y el castillo mencionado […]. Mide 40 codos de lado y otros tantos de altura. Seguidamente, su segundo piso se estrecha, y otro tanto ocurre con el tercero. A partir del cuarto el edificio se va afilando, hasta que los dos pies de la figura están sobre una sola piedra que – a ojo – tiene cuatro codos de lado. El pie derecho lo mantiene adelantado y retrasado el izquierdo, como si caminara. La altura total del ›ídolo‹, desde el suelo a la punta de la imagen, es de 124 codos, siendo de ocho codos la altura de la imagen, aunque también hay quien dice seis. Estas medidas están dadas en el codo grande, equivalente a tres palmos y medio. De entre sus pies sale una columna de cobre u oro, que sube hasta sobresalirle unos dos codos – a ojo – por encima de la cabeza«. A continuación ofrece una detallada noticia de su destrucción, en la que señala cómo al caer se pudo sacar el plomo (de las grapas) que unían los sillares, lo que aporta un interesante detalle de la técnica constructiva20. También hay noticias de este monumento en documentos mozárabes, como la Chronica Muzarabica21 del 745 d. C. o Continuatio Isidoriana Hispanica, que hace referencia poco precisa a una figura »claves in manu«. Ya en el siglo X el famoso Ahmad ibn Muhammad alRazí, conocido como Rasis (887–955), recoge que »en Cádiz Hércules levantó una columna (un alto ›ídolo‹) sin parangón en el mundo«22. Casi contemporánea es la obra Al-Tanbīh wal-isrāf (68–69), datada en el 345 H (956 d. C.), del historiador árabe Abū al-Hasan Alī ibn alHusayn ibn Alī al-Mas’ūdī (Baghdad 896 – El Cairo 956)23. En ella se indica que »en esta isla (Gades, situada frente a Medina Sidonia […] a unas 12 millas), se levanta una gran almenara (manāra ‘azīma) de admirable fábrica, con una columna en su cima y sobre ésta una estatua de cobre (timtāl min al-nuhās), que se distingue, por su gran tamaño y elevación, desde Sidonia y aún más allá. Detrás de la columna de este mar, y a intervalos fijos, hay otras estatuas en unas islas que se ven las unas desde las otras y son las estatuas que llaman las Herácleas (alhiraqliyya), porque fueron construidas en los tiempos antiguos por Hércules, el gran rey, las cuales avisan a quienes las ven de que no se puede ir más allá de ellas […] (con) la variedad de los gestos en las manos […]«. A continuación Al-Mas’ūdī indica que el monumento era citado y comentado en diversas obras de la Antigüedad, en las que se consideraba uno de los límites del mundo: »El caso de estos ídolos es muy conocido desde la Antigüedad hasta el tiempo presente, que es el año 345 de la Hégira (956–957 d. C.). Lo han referido los filósofos antiguos y otros sabios, entre cuantos se han ocupado de la forma de la tierra y de las noticias del mundo. Uno de ellos es el autor de La Lógica (Aristóteles), en su libro de Los Mirabilia, que consta de cuatro capítulos, en el primero de los cuales trata sobre ello al hablar del río que se conoce por el nombre de Tarsis (Tarsiyūs, el Guadalquivir), el cual fluye hasta llegar más allá de los ídolos (al-asnām) que erigió Hércules, el gran rey; y también habla de ello en otro capítulo, e1 segundo, del libro De Caelo et de Mundo, que tiene asimismo cuatro partes, cuando trata de la pequeñez de la tierra y dice: ›La prueba de la parvedad de la tierra es que Martínez Montávez 1974, 36; García Bellido 1951, 120 s. atribuye esta descripción a Ibn Abd al-Munim (Túnez o al-Andalus c. 1250 – Túnez ?, pág. 1325), quien también describe cómo el emir de Cádiz, Ali ibn Isa ibn Maimun (1145–1147), destruyó el monumento el año 1145 d. C. al buscar los tesoros de oro que creía enterrados en su subsuelo, lo que permitió, una vez arruinado, extraer gran cantidad de plomo de las grapas que unían los sillares, además del bronce de la estatua. 21 Real Academia de la Historia, Cód. 81, 45; Gil 1973, 32. 22 Lévi-Provençal 1938, 96 s.; Martínez Montávez 1974, 29 s. 23 García Bellido 1951, 115; Abellán 2005, 30 s.; aquí se sigue la versión de F. N. Lasanta. 20 162 martín almagro-gorbea algunos pretenden que el lugar al que llaman de Los Ídolos de Hércules (asnām Hiraql) se confunde con el primero de los límites de la India, y por eso dicen que el mar es uno solo‹. Y habla de ello también y lo explica Alejandro de Afrodisias (el ›Exégeta‹, c. 200 d. C.), en su comentario del libro de Aristóteles sobre Los Mirabilia, que es el libro más grande de todos los que tratan de las antigüedades, pues tiene aproximadamente 500 hojas«. Pocos años después, a fines del siglo X aparece en un poema de Musa Ibn Shujais, que la describe así: »[…] la imagen que se alza sobre el ›ídolo‹, brillante, dominando el mar de Cádiz […]«24, lo que evidencia su popularidad. A inicios del siglo XI el jurista cordobés Ibn ‘Umar Yûsuf ibn ‘Abd Allâh ibn Mwhammad ibn ‘Abd al-Barr al-Namirî al-Kurtubî, conocido como Yusuf Ibn ‘Abd al-Barr (Córdoba 978 – Játiva 1071), en su obra Bahyat al.mayalis wa-uns al-muyalis25, recoge la noticia de que »u na de las maravillas del mundo es el Ídolo de Cádiz (sanam Qadis), […] sobre el mar de la provincia de Sidonia. De él se ocuparon los antiguos y luego los historiadores musulmanes han transmitido su noticia […]« y, a continuación, incluye un poema de Abu Utman al-Saduni (780–868 d. C.), que lo describe así: »[…] hay un negro que está de pie en la cima de un pináculo, / como si sobre él estuviera crucificado el viento. / Adelanta la pierna derecha y casi la alza, / como quejándose de un esfuerzo descomunal. / En la diestra presenta una llave que tú tomarías por ofrenda, / si no fuera porque él está compungido. / Y un pergamino en la izquierda, mano que lleva cerrada como si nos quisiera ocultar su contenido. De la mar señala el poniente y su región / mirando erguido hacia el ocaso del sol […] / Os digo que en sus noticias hay un portento, / así que no preguntéis / si es de oro o de latón«26. A mediados del siglo XI el geógrafo granadino Abu Hamid Al-Garnātí (Granada 1080 – Damasco 1169), gran viajero que recorrió el Magreb, Egipto, el Próximo Oriente y llegó hasta Bagdad y la Meca, en su obra Tuhfat al-albab recoge la ›Historia de la Estatua de Cádiz‹, en la que describe que »La mandó levantar el Bicorne27, aunque con segura certeza sólo Dios lo sabe. En Al-Andalus hay una isla en el punto en que confluye el Océano Negro (Atlántico) con el Mar de Rūm (Mediterráneo), en la cual se edificó una almenara de piedra negra, sin usar hierro para nada. Tiene 100 codos de altura o quizá más, es cuadrada en su base y redonda en su parte superior y carece de puerta por ser totalmente maciza. En su cumbre hay una figura de un individuo negro, como un zinyí (negro), envuelto en una túnica de oro, que viste de manera extraña y singular. Tiene descubierto el hombro derecho y el brazo y la mano extendidos, con el dedo índice señalando en dirección a al-Magrib (Occidente), en el Océano Negro, en ademán de asir unas llaves […]« (fig. 1)28. Martínez Montávez 1974, 63. Pinilla 1989. 26 Se cita la versión de F. N. Velázquez (1995, 180), tomada de Abellán 2005, 55 s. 27 El ›Bicorne‹ es Alejandro Magno mitificado, pues se le representaba con los cuernos de Amón (Lambrinudakis 1984), tal como aparece en las conocidas tetradracmas de Lisímaco (Jenkins 1972, 244 nº 534), aunque, desde la iconografía griega, esos cuernos también podían interpretarse como los de Apolo Kárneios (Leclant – Clerc 1984, 216 nº 334. 344. esp. 337), pues Apolo era ktílos, ›carnero‹, en el sentido del animal »que dirige el rebaño«, acepción próxima a ktízein ›roturar, fundar‹ murallas o ciudades (Hdt. 4, 46, 3) o ›instituir‹ un culto (Hdt. 1, 165–167; cf. Detienne 2001, 96 s. 129 s.), por lo que Apolo era el dios protector del Héros Ktístes fundador de una ciudad, una de las empresas más características de Alejandro. 28 García Bellido 1951, 117. Se sigue la traducción de Martínez Montávez 1974, 56 s. El manuscrito de esta obra conservado en la Bibliothèque National de París (Ms. 2168, fol. 16r) ofrece una versión gráfica de la torre (Ramos 1990 lám. 1), aunque totalmente inventada (fig. 1). 24 25 la ›tumba de melqart‹ del herákleion de gadir 163 Fig. 1 Representación del monumento en el ›Tuhfat al-albab‹ de Al-Garnatí. También el geógrafo granadino Mohammed Ibn Abu Bakr Al-Zuhrí (1130–c. 1161), autor de la Kitab al-Dja’ rafiyya, relata que en Cádiz existía un faro cuadrado parecido al de Alejandría, que describe con amplitud y precisión por ser contemporáneo y conocer personalmente los hechos que narra29. Esta obra se consideraba como de un autor ›Anónimo de Almería‹, por un manuscrito conservado en el British Museum30: »En esa ciudad (Cádiz) había el curioso faro (›almenara‹) parecido al de Alejandría. Tenía cien codos de altura. Era cuadrado, construido con una especie de piedra pómez áspera (kaddān), de sólida estructura y estaba trabado con columnas de cobre rojo. Encima de él, es decir, de este primer cuerpo, había un segundo (cuerpo) cuadrado, cuyo tamaño era como un tercio del primero. Sobre este cuadrado pequeño había un cuerpo triangular puntiagudo de cuatro caras (una pirámide truncada), correspondiendo cada cara a uno de los frentes del cuadrado pequeño, y encima de éste había un mármol blanco cuadrado de dos palmos de lado. Sobre este mármol había una figura humana de la más extraordinaria factura, sin parangón en su acabado, perfección y estilo. Su rostro miraba hacia el Noroeste y Martínez Montávez 1974, 58 s. Dozy 1881, 311–314; Quintero 1928, 16; García Bellido 1951, 116; Martínez Montávez 1974, 59 s., traducción que se sigue, con algunos cambios de Abellán 1996, 52 s. 29 30 164 martín almagro-gorbea tenía el brazo extendido hacia el Norte, los dedos cerrados31. Con el índice señalaba la boca del golfo que sale del Gran Mar, llamado el Estrecho (de Gibraltar), el que se alza entre Tánger y la punta de Tarifa, como si mostrara la ruta. Sacaba la mano derecha por debajo del manto y la tenía cerrada, con un bastón como si señalara hacia el mar. Mucha gente creía que se trataba de una llave, pero al decir esto se equivocan. Yo afirmo que lo he visto varias veces y nunca observé ninguna llave en su mano, aunque tenía una especie de vara que parecía pequeña por su distancia del suelo. Uno de los que estaban presentes cuando la demolición del ›ídolo‹ (sanam), y que era de los alarifes que presenciaron la destrucción de aquel faro, me ha contado que en su mano tenía un bastón de doce palmos32 de largo (= 288 cm.), terminado en un corte como una especie de ›gargantilla‹ o ›crucecilla‹33. Muchas gentes pensaban que esta estatua era de oro rojo, puesto que sobre ella había una luz brillante que se coloreaba a la salida y al ocaso del sol, unas veces en tono verde, y otras enrojecido, como el cuello de las palomas, pero su tono habitual era el verde lapislázuli. El faro servía de guía […] en las entradas y salidas al Océano […]. Desde que este faro fue destruido ya no se pudo contar con él como guía. Su demolición tuvo lugar en el año 540 H (1145–1146), al comienzo de las revueltas en al-Andalus y fue obra de (Abú-l-Hasan) ‘Alí ben `Isá ben Maymūn, cuando se rebeló en Cádiz y ambicionó aquella estatua (que pensaba que era) de oro. Pero cuando la arrancó de su sitio, vio que era de latón, con un baño de oro fino, del que obtuvo doce mil dinares de oro34. Se inutilizó su funcionamiento para la navegación (para el mar), pues la gente de al Andalus pensaba que era un talismán (tilasm) contra las acciones del mar y que cuando fuera destruido nadie más podría navegar«. También de mediados del siglo XII es la descripción del monje conocido como Ps. Turpin, conservado en el libro IV del Codex Calixtinus35. Aunque no aporta precisiones de interés, evidencia cómo la fama del monumento llegó al mundo cristiano: »Sobre la orilla del mar hay una ruina, bien trabajada […], de forma ancha y cuadrada debajo y estrecha arriba, tan alta como vuela un cuervo. Sobre ella se eleva una imagen de oricalco (latón) labrada de modo que tiene el aspecto de un hombre erguido sobre sus pies. Tiene el rostro vuelto hacia el Mediodía y en la mano derecha sujeta una gran llave […]«. Las descripciones prosiguen el en siglo XIII, cuando el geógrafo sirio Abu Abdallah Yaqut (c. 574–626 H / 1179–1229), en su Libro de los Países36, escrito hacia el 1228, ofrece Parece preferible la traducción de Abellán (Abellán 1996, 53): »Su rostro se dirigía a Poniente, hacia el Mar, y mirando al Norte extendía el brazo en esa dirección con los dedos cerrados«. 32 1 palmo = 24 cm. 33 La traducción de este detalle es difícilmente comprensible, por lo que parece mejor la que ofrece Abellán (Abellán 1996, 53): en su punta tenía unas correas (šakāsif) como de látigo (q.rŷ.la); sobre la interpretación de este elemento, vid. infra. 34 En esos años el dinar almorávide había pasado de pesar de c. 4,25 g a c. 3,85 g, por lo que el peso del oro de la escultura supondría más de 46 kg. Esta cantidad puede parecer excesiva, pero según amables indicaciones del Prof. A. Canto y de la Dra. Isabel Rodríguez Casanova, un peso de 46 kg por los 12.000 dinares puede considerarse correcto, pues el peso real del dinar almorávide era de c. 3,90 g, ya que nunca alcanzó los 4,25 g teóricos. Además, Ibn Abi Zar († c. 1315), algunos años después, en su gran obra sobre los almohades, el Rawd al-Qirtas (p. 477), al referirse a las esferas (yamur) de la mezquita de Sevilla dice que »[…] en su dorado se gastaron 100.000 dinares de oro«, lo que equivale a c. 460 kg, cantidad quizás algo exagerada, pero que indica que puede considerarse válido el cálculo del oro empleado para dorar esta escultura de Melqart de Cádiz. 35 Meredith-Jones 1936; García Bellido 1951, 119. 36 Abu Abdallah Yaqut, Libro de los Países 4, 6. 31 la ›tumba de melqart‹ del herákleion de gadir 165 una versión que resulta muy semejante a la poco posterior de Al-Qazwiní37: »El talismán (la escultura, considerada de carácter mágico) era de hierro mezclado con azófar y tenía la figura de un bereber, con barba y un enhiesto mechón de pelo crespo sobre la cabeza. Vestía una especie de alquicel (manto) por debajo de la axila, cuyas dos puntas juntaba con la mano izquierda. Estaba erguido en la cumbre de un soberbio edificio de algo más de 70 codos, en tanto que la medida de la imagen era de seis codos. En su mano derecha empuñaba una llave y señalaba hacia el mar […]«. Una descripción muy parecida ofrece el físico, astrónomo y geógrafo persa Al-Qazwiní38, que vivió de 1203 a 1283, al describir una »[...] estatua de hierro mezclado con azófar, en figura de hombre bereber, barbado, ataviado con cinturón y túnica dorada que le colgaba desde el hombro hasta media pierna. Las dos puntas las juntaba con su mano izquierda, apretada contra el pecho. La derecha la tenía extendida, apretando una llave y señalando hacia el mar […]. Estaba erguido sobre una alta construcción de algo más de 60 codos, mientras la altura de la figura era de seis codos«39. En esas fechas, aunque ya destruido, su fama se había extendido hasta la Hispania cristiana, donde el monumento es ilustrado hacia 1270 por Alfonso X el Sabio en su Estoria de España o Primera Crónica General40, en la que aparece representado de forma idealizada (fig. 2). Traducción de Martínez Montávez 1974, 57. Al-Qazwiní 550 s. 39 Martínez Montávez 1974, 57 s., que sigue Fierro 1983, 8. 57 s. Después señala que la ›llave‹ se cayó el año 400 H / 1009–1010) y que fue llevada a Ceuta, donde se comprobó que pesaba 8 arreldes (1 arrelde = 450 g), unos 3,5 kg (Martínez Montávez 1974, 29). 40 Menéndez Pidal 1955; Fernández-Ordóñez 1999. 37 38 Fig. 2 Representación del monumento en la ›Estoria de España‹ de Alfonso X el Sabio. 166 martín almagro-gorbea Reconstrucción del monumento La selección ofrecida de las descripciones del monumento permiten conocer las más explícitas conservadas, aunque no sean las únicas41. Estas referencias resultan bastante coincidentes en los elementos esenciales, aunque discrepen en algunos detalles, dado su diverso origen y cronología, lo que permite abordar el análisis de la estructura y la reconstrucción del monumento (fig. 3. 4). Las distintas fuentes árabes varían al señalar la altura del ›faro‹ o ›almenara‹, para el que indican de 40 a 124 codos, lo que supone de 30 a 65 m.42. Sin embargo, la mayoría de las fuentes señalan una altura de 100 o más codos, lo que supone más de 54 m. de altura (vid. infra). El más preciso es Al-Himyarí, quien señala que su base tenía 40 codos de altura, y más adelante dice que la altura total era de 124 codos. A su vez, Al-Garnatí y Al-Zuhrí recogen que tenía más de 100 codos y Yaqut y Al-Qazwiní indican que tenía más de 60 codos. A estas variaciones en el número de codos se añade la dificultad que supone la existencia de diversos codos árabes. En Al-Andalus el codo más utilizado fue el rashashshí o ›codo negro‹, que medía 54,04 cm.43 y tenía tres palmos. A partir de este codo se obtiene un ›codo grande‹, que medía 3,5 palmos, por lo que su longitud sería de 64 cm., muy próximo al ›codo de Omar‹ de 64,9 cm., al que parece aludir el yemení Al-Himyarí. Estos datos permiten calcular el tamaño que tendría el monumento, ciertamente sorprendente por su altura. Si el cálculo se hace con el ›codo grande‹, el monumento tendría 25 m. de lado en la planta y esa misma altura en su primer cuerpo, pero alcanzaría cerca de 79 m. de altura total, en la práctica, 80 m. Si en vez de usarse el ›codo grande‹ se usa el rashshashí, el primer cuerpo mediría 21,61 m. y la altura total sería de 67 m., también elevada, pero que ya parece más admisible. Si la altura se calcula con el codo rashshashí y se acepta que fuera de sólo 100 codos, como indican Al-Garnatí y Al-Zuhrí, que en algunos detalles parecen las descripciones más fiables, se obtiene una altura total de 54 m. Por último, aún cabe calcular su altura según los 60 codos que indica Al-Qazwiní, que equivaldrían a 32,40 m., altura que resulta semejante a la que ofrecen los monumentos funerarios númidas de época helenística44, aunque esta altura discrepa de la indicada por la mayoría de las fuentes y por las más fiables, por lo que debe considerarse excesivamente baja. Cualquiera que fuese la dimensión real del monumento, hay que suponer que la construcción debió estar realizada con una unidad métrica y con proporciones precisas y lógicas, pues un monumento de estas características necesariamente tuvo que estar realizado siguiendo un trazado geométrico de proporciones precisas y bien calculadas. En consecuencia, a partir de los distintos codos teóricos se puede llevar a precisar cuál pudo ser la anchura y la altura de la base y cuál fue la altura total del edificio, al comprobar qué medida de las resultantes está más en consonancia con una metrología coherente que, como se indica más adelante, teóricamente debía ser fenicio-púnica. Una recopilación más amplia, puede verse en Carracedo 1991; Ordóñez 1993; Abellán 1996; Mierse 2000. Existen muchas opiniones sobre la altura del monumento. Hay autores, como Mingazzini (Mingazzini 1952), que le atribuyen más de 50 m. de altura, mientras que según Fierro (Fierro 1983, 61) la base tendría 33,60 m. y su altura sería de 89,22 m. Otros autores le atribuyen dimensiones menores, como Fear (Fear 1990/1991, 201), que supuso que tendría 40 m. de altura y 23 m. de base, probablemente por considerar exagerados los datos que ofrecen las fuentes árabes. 43 Vallvé 1976. 44 Rakob 1979, 145 s. fig. 70. 71. 87. 104. 41 42 la ›tumba de melqart‹ del herákleion de gadir 167 Fig. 3 Reconstrucción de la ›Tumba de Melqart‹ situada cerca del Herákleion de Gadir. a codo fenicio, b codo Rashashshí, c metros. Fig. 4 Monedas de Tiro. a con la Tumba de Melqart, b de Biblos con la Tumba de Adonis. 168 martín almagro-gorbea Los 40 codos de la base del monumento, si fueran codos rashshashíes de 54,04 cm., supondrían una anchura de 21,61 m., mientras que los 124 codos de altura total alcanzarían los 67 m. Sin embargo, si fueran ›codos grandes‹ de 3,5 palmos, esto es de c. 63,05 cm., los 40 codos de la base equivaldrían a c. 25,21 m., y los 120 codos de altura a c. 78,17 m. La comparación de estas medidas con unidades fenicio-púnicas puede considerarse esclarecedora. Los 40 codos de 54,04 cm. equivalen a 21,61 m., como se ha indicado (vid. supra). Si los 21,61 m. se dividen por 30,4 cm., que es la longitud del pié fenicio de Pozo Moro, que correspondería a un codo de c. 45,6 cm.45, se obtienen 71,08 pies, una medida que parece imprecisa. Sin embargo, si en vez de calcularse dicha medida en pies de 30,4 cm. se calcula en el codo correspondiente, de 45,6 cm., esos 21,61 m. darían como resultado 47,39 codos fenicios de Pozo Moro, en la práctica, 48 codos, una medida bastante coherente, pues indicaría que el edificio fue construido con un codo sirio-fenicio (vid. infra)46. En efecto, si los 21,61 cm. de la base se dividen por 44,89 cm. del codo sirio-fenicio se obtiene como resultado 48,13 codos sirio-fenicios, cifra que puede perfectamente redondearse con muy escaso error en 48 codos sirio-fenicios de 45,02 cm., medida perfectamente admisible. También se puede tener en cuenta que los 48 codos sirio-fenicios de 44,90 cm. supondrían una longitud de 21,55 m., por lo que el ›error‹ entre ambas medidas sería de sólo 6 cm. con respecto a los 21,61 m. codos rashashshíes, lo que supone un error menor de < 0,3 %, perfectamente admisible en este tipo de cálculos metrológicos. Además, la cifra de 48 codos resulta muy adecuada, pues une a su alto simbolismo su amplia y fácil divisibilidad (= 2 × 24; 4 × 12; 6 × 8 etc.), lo que permite suponer con alta probabilidad de acierto que sería la utilizada para la base del monumento, tanto más por cuanto este codo de c. 46 cm. es una unidad metrológica característica de áreas relacionadas con el mundo fenicio-púnico y está bien atestiguada en el Norte de África47. Por el mismo procedimiento se puede calcular la altura total del edificio, a partir de los 124 codos rashashshíes de 54,04 cm., que suponen 67 m. de altura. Esta cifra, dividida por pies de Pozo Moro de 30,4 cm., da como resultado 220,3 pies; si se divide por codos de Pozo Moro de 45,6 cm. daría 146,9 codos; si se divide por codos sirio-fenicios de 44,89 cm. daría como resultado 149,25 codos. Esta última cifra parece ser la más adecuada, pues prácticamente se puede redondear con un error mínimo en 150 codos fenicios de 44,89 cm., que teóricamente supondrían 67,33 m. de altura, con un error de 33 cm. que supone < 0,5 %, perfectamente aceptable, como ocurre con el cálculo de la base48. También cabe la posibilidad de que la altura hubiera sido de 146 codos de 44,89 cm., cifra casi equivalente a los 48 codos de la base multiplicados por tres, ya que, teóricamente, 48 por tres darían 65,53 m., que equivaldrían a 219,1 pies, cifra que se puede redondear en 220 pies de 29,91 cm., por lo que este resultado también parece teóricamente admisible por su facilidad de división. Sin embargo, entre una Almagro-Gorbea 1983, 225 nota 296; Almagro-Gorbea – Gran Aymerich 1991, 189 s. fig. 106 nº 10. El codo de Pozo Moro de 45,6 cm. resulta muy próximo al codo sirio-fenicio de 44,89 cm. (Büsing 1982, 2 s. fig. 1), cuyo pie correspondiente mediría 29,93 cm., y por ello también es muy próximo al llamado ›codo egipcio corto‹ de 44,88 a 44,90 cm. usado en el Nuevo Imperio (Rottländer 1979, 37), unidad de medida que parece ser la empleada en las sepulturas fenicio-occidentales de Trayamar (Niemeyer – Schubart 1975, 70 s.; Niemeyer – Schubart 1976, 17). 47 Cagnat – Besnier 1909 nº 154; Ioppolo 1967, 93 s.; Jodin 1975, 13 s. 45. 73. 48 Si se prefiere calcular en pies, los 67 m. de altura que equivaldrían a 150 codos de 44,66 cm. supondrían 225 pies asociados a dicho codo. 45 46 la ›tumba de melqart‹ del herákleion de gadir 169 y otra solución, parece más adecuada la de 150 codos, ya que equivale a tres veces la base (48 × 3 = 144 codos) + 6 codos que corresponden a la altura de la escultura, lo que suma la cifra exacta de 150 codos púnicos obtenida de la equiparación con la altura en codos árabes que indica Al-Himyarí. Esta coincidencia, por su precisión y por su relación y proporción con las dimensiones de la base, hacen que deba aceptarse como la más probable, pues debe rechazarse por razones estadísticas que sea debida a una casualidad. Por el contrario, si el cálculo se efectúa con el codo mayor de 3,5 palmos = 63,05 cm., los resultados que se obtienen resultan menos adecuados. Los 40 codos de 63,05 cm. equivalen a 25,22 m., que divididos por los 44,89 cm. del codo sirio-fenicio supondrían 56,18 codos, cifra no significativa y lo mismo ocurre si se divide por la longitud del pie de Pozo Moro de 30,4 cm., pues se obtendrían 82,96 pies, y si se divide por el codo correspondiente de 45,6 cm., el resultado serían 55,30 codos. Todos estos resultados son más imprecisos y menos significativos que el anterior, por lo que no parecen satisfactorios y deben ser rechazados, lo que lleva a asumir la hipótesis de que las medidas que ofrece el yemení Harbi Al-Himyarí deben considerarse válidas, pues además de ser las más detalladas, resultan las más precisas, ya que se equiparan sin problemas con medidas púnicas, que es lógico suponer que debieron ser las utilizadas en el monumento. En consecuencia, el monumento parece haberse construido utilizando un codo siriofenicio o púnico de c. 48,9 cm. y de acuerdo con unas proporciones geométricas. Con dicho método se trazó la base y la altura del primer cuerpo, que cabe concretar en 48 codos, mientras que la altura total sería de 150 codos, que parecen corresponder a tres veces la altura y anchura de la base, 48 codos, es decir, 144 codos, a los que hay que sumar otros 6 codos de la altura de la escultura de la cumbre, por lo que la altura total sería de 150 codos sirio-fenicios o púnicos, que corresponde perfectamente a los 124 codos árabes de altura que indica AlHimyarí, cuya descripción indica expresamente que la escultura quedaba incluida en la altura total de 124 codos (vid. supra). A pesar de que existe cierta incertidumbre sobre las medidas que ofrecería originariamente el monumento a causa de las variaciones que ofrecen las diversas fuentes y los distintos codos árabes, se puede aceptar que la torre o almenara que describen las fuentes árabes medía 150 × 48 codos sirio-fenicios, que suponían una altura de 67 m. y una base de 21,61 m. de ancho y de alto. Estas grandes dimensiones explican que la estatua dorada colocada en su cúspide, de más de 3 m. de altura, pudiera ser divisada a gran distancia, ya que Al-Masudí señala que era visible desde Medina Sidonia, situada a 12 millas, a más de 20 km., visibilidad que todavía sería mayor desde el mar, dado que esa parte de la costa gaditana es muy baja y carece de referencias topográficas de importancia. Las descripciones que ofrecen las fuentes árabes más fiables, la identificación de sus sorprendentes dimensiones y el análisis comparativo con otros monumentos similares permiten aproximarse a una reconstrucción de su estructura y de sus características formales (fig. 4). Sobre su estructura, el granadino Abu Hamid, que debió conocerla personalmente, indica que era una construcción maciza y sin puertas y Al-Zuhrí precisa que estaba construido con una piedra áspera, a la que denomina kaddān, que la traducción de Al-Himyarí considera como pumita rugosa negruzca, aunque, muy probablemente, debe tratarse de la piedra arenisca 170 martín almagro-gorbea local denominada ›ostionera‹, característica de Cádiz49, piedra que tiende a oscurecerse con el tiempo. Al-Himyarí también precisa el detalle constructivo de que los sillares estaban unidos por grapas de plomo, técnica que es característica de la arquitectura oriental y púnica50, aunque erróneamente se ha considerado propia de la arquitectura romana51. Respecto a su forma y estructura, según Al-Himyarí, la fuente que parece ser más precisa, el edificio era cuadrado y constaría de tres cuerpos más un pyramidion como remate. El cuerpo inferior medía 40 codos de lado y otros tantos de altura, unos 21,6 m.; sobre éste iba otro cuerpo más estrecho y sobre éste un tercero aún todavía más estrecho, sobre el que ya se levantaba un último cuerpo que Al-Himyarí indica que era apuntado, por lo que debía tener forma de pirámide o pyramidion, lo que confirma su carácter púnico52. Este último cuerpo debía ser muy apuntado, pues alguna fuente lo considera como una ›columna‹, como Rasís, que señala que »en Cádiz Hércules levantó una columna« y al-Mas’ūdī, que habla de »una gran almenara […] con una columna en su cima y sobre ésta una estatua de cobre«, por lo que en este detalle el monumento pudiera asemejarse a la ›Tumba de Adonis‹ en Biblos, tal como aparece representada en monedas romanas53. Sobre este último cuerpo ya se alzaba la estatua, dispuesta sobre un basamento cuadrado, que era de una piedra que no sería ostionera y que medía cuatro codos de lado, c. 1,96 m. (4 × 49). La altura total alcanzaría los 124 codos citados, equivalentes a c. 150 codos púnicos (vid. supra). Sin embargo, no es fácil precisar la proporción que ofrecerían los tres cuerpos superiores, salvo el inferior, cuya altura y anchura era de 40 codos, 21,6 m. Al-Zuhrí también refiere que este primer cuerpo tenía ›columnas de cobre rojo‹, un dato más difícil de interpretar con precisión por falta de paralelos conocidos, pero que pudiera hacer referencia a columnas decorativas que pudieran adornar este primer cuerpo del monumento54, en la que también pudo disponerse una falsa puerta, como es habitual en este tipo de monumentos conmemorativos relacionados con aspectos funerarios55. Al-Zuhrí ofrece una versión algo diferente, pues indica que su altura total era de 100 codos y que todos los cuerpos eran cuadrados, siendo el segundo un tercio del primero, sobre el que ya se elevaba el pyramidion, cuya cumbre ocupaba la estatua sobre un basamento de dos palmos. Sin embargo, la proporción de 1/3 del segundo cuerpo respecto al primero plantea ciertas dificultades, pues supondría que sólo tenía 16 codos de altura (48 : 3), por lo que el pyramidion alcanzaría una altura de 86 codos (150 – 48 + 16), lo que acentuaría mucho su forma apuntada. Esta proporción tan apuntada parece algo extraña para el edificio, aunque hay que tener en cuenta la altura muy exagerada que parece tener el pyramidion de la ›Tumba de Melqart‹ que aparece representado en monedas romanas de Tiro56 (fig. 5 a) y quizás también de Biblos (fig. 5 b)57, con una proporción muy alargada que pudiera explicar su identificación Así los ha supuesto acertadamente Bernal 2009a, 92. Almagro-Gorbea 1983, 209 s. notas 160. 161; Moscati 1980, 46. 51 Bernal 2009a, 91. 52 Rakob 1979, 145 s. fig. 104. 106; López Pardo 2006, 217; Prados 2008a, 142 s. fig. 1205. 53 Harden 1962, 315 lám. 101; Trell 1976, 164 lám. 17, 6. 54 Según Al-Zuhrí las columnas estaban en la base del monumento, por lo que se debe rectificar en este detalle la reconstrucción propuesta por Almagro-Gorbea 2010, 78 fig. 64 A. 55 Rakob 1979, 133 fig. 55 (Medracén). 60 (Tipasa). 56 BMC GC Phoenicia (1910) nº 38 lám. 13. 57 Harden 1962, 315 lám. 101; Trell 1976, 164 lám. 17, 6. Sobre las relaciones de Alejandro con Tiro, Schacher49 50 la ›tumba de melqart‹ del herákleion de gadir 171 Fig. 5 Mausoleos de tipo púnico. con una columna, como ya se ha indicado (vid supra). Las descripciones señaladas plantean varias restituciones posibles, aunque todas comparten la misma concepción del monumento y sus elementos esenciales: un cuerpo escalonado rematado en un gran pyramidion. A estos elementos hay que añadir, con gran probabilidad, una ›falsa puerta‹, cornisas de gola y los correspondientes basamentos escalonados, que son habituales en este tipo de monumentos. Si el basamento inferior fuera muy simple, constaría al menos de tres gradas o escalones, que son los que se han dispuesto a modo de hipótesis en la reconstrucción aquí propuesta (fig. 3). La forma más sencilla de este tipo de monumento es la que corresponde a la descripción que ofrece Al-Zuhrí, según la cual constaría de dos cuerpos superpuestos más el pyramidion con la escultura encima. Este modelo podría compararse a monumentos funerarios de tradición púnica de origen fenicio relativamente simples58 (fig. 6). El edificio que cabe considerar más próximo puede considerarse el mausoleo púnico de Henchir Djaouf59, aunque su tamaño es bastante más reducido, pues su altura era de sólo 10,70 m. También el monumento de Pozo Moro ofrecería una altura parecida y una estructura bastante próxima, pues constaba igualmente de dos cuerpos cuadrados superpuestos sobre una base escalonada, más un posible pyramidion en la parte superior60. Un tamaño semejante debió ofrecer el monumento funerario de Fuente de Noy a juzgar por la altura de sus leones61. A estos ejemplos aún se puede añadir el monumento menos conocido de Zurrieq, en Malta62, del que se conserva el cuerpo meyr 1973, 213 s. 58 Renan 1864, 74 s. 851 lám. 7, 14–17; Wagner 1980, 90 s. 59 Poinssot – Salomonson 1983; Prados 2008, 51 fig. 12. 159. 60 Almagro-Gorbea 1983, 206 s.; Almagro-Gorbea 1996, 63. 61 Almagro-Gorbea 2010b, 176 s. 62 Hölbl 1989, 146 s. fig. 8, lám 20. 21; Sagona 2002, 1145 s.; Prados 2008, 174 s. fig. 40. 172 martín almagro-gorbea Fig. 6 Mausoleos de tipo púnico-helenístico. inferior completo, que mide más de siete m de alto, por lo que este monumento pudo superar los 15 m. de altura total. En consecuencia este tipo de monumento turriforme responde a un modelo arquitectónico generalizado en el mundo púnico, modelo que era bien conocido en la Hispania fenicia y que cabe suponer que debió difundirse desde Gadir, pues aunque la torre coronada por Melqart que describen las fuentes fenicias debe considerarse, muy probablemente, de época helenística, por lo que cabe plantearse que ese monumento debió sustituir a otro similar anterior y más simple, que debió precederlo y que habría servido de modelo. Sin embargo, este tipo de monumento de tradición fenicia difundido por el mundo púnico, no parece haber superado en ningún caso los 20 m. de altura, lo que supone una gran diferencia respecto a la ›Tumba de Melqart‹ situada en Sancti Petri, la cual, según las referencias citadas, superaba los 60 m. de altura con una base de más de 21 m. Otra alternativa que parece más probable es suponer que el monumento ofreciera una estructura de tres cuerpos más el remate en pyramidion, según indica Al-Himyarí (fig. 3. 4). Este tipo bastante más monumental sólo parece haberse difundido a partir de época helenística, cuando este tipo de monumentos alcanzan bastante más altura que los edificios funerarios púnicos precedentes, aunque sus prototipos se remontan al tardo-clasicismo, como el famoso Mausoleo de Halicarnaso, una de las maravillas del Mundo Antiguo, levantada hacia el 350 a. C., cuyo cuerpo inferior medía 32 × 38 m. de lado, con un segundo cuerpo con columnas y un remate apiramidado que alcanzaba una altura total de unos 54 m.63. Sin embargo, el prototipo arquitectónico más directo de la ›Tumba de Melqart‹ posiblemente debió ser el Faro de Alejandría64, cuya ubicación era además parecida a la que tenía la ›Tumba de Melqart‹ gaditana que describen las fuentes árabes, por lo que éstas le atribuyen la misma función65. Sin embargo, sus 134 m.de altura supone el doble del que cabe calcular para Jeppesen – Luttrell 1986, 52 s. 134 fig. 3. Thiersch 1909, 55 s.; Stucchi 1987, 284 s. 65 Debe valorarse además el evidente simbolismo del faro como tumba; cf. Davies 2000, 60 s. 197 s. nota 41, que resulta tan adecuado para el monumento gaditano. Además, el Faro de Alejandría estaba coronado por una escultura que, a juzgar por sus representaciones en monedas romanas del siglo II, parece ser una escultura heroica apoyada en 63 64 la ›tumba de melqart‹ del herákleion de gadir 173 el monumento gaditano, con el que Al-Zuhrí precisamente lo compara, lo que evidencia su mayor monumentalidad. El famoso Faro de Alejandría, otra de las maravillas del mundo en la Antigüedad, se construyó por orden de Ptolomeo II (308–246 a. C.), y su arquitecto fue Sóstrato de Cnido; se levantó en la isla de Pharos, a la entrada del puerto de Alejandría, con una disposición bastante similar a la que tendría el monumento gaditano. El Faro se levantó entre el 285 y el 247 a. C., por lo que parece proporcionar una fecha post quem bastante segura para la ›Tumba de Melqart‹, ya que cabría la posibilidad de que pudiera haberse inspirado en este conocido monumento de Alejandría. Tampoco se debe excluir que pudiera haber utilizado como modelo la tumba que Ptolomeo IV Filadelfo construyó en Alejandría a Alejando Magno en el 215 a. C., aunque este monumento, hoy desaparecido, es totalmente desconocido. En todo caso, esta última construcción es prácticamente contemporánea a la expansión bárquida en Hispania en tiempos de Aníbal, por lo que su fecha relativamente avanzada pudiera ser demasiado tardía para haber servido de modelo a la ›Tumba de Melqart‹ de Gadir. En cualquier caso, estas construcciones turriformes helenísticas debieron servir como modelo para los mausoleos que se generalizan por el mundo púnico y sus áreas de influencia en época helenística, en los que predomina el modelo de tres cuerpos, que alcanzan una altura mucho mayor que sus precedentes de tipo fenicio-púnico y que son todos posteriores a los Bárquidas (fig. 7). Entre estos monumentos cabe considerar el mausoleo de Siga, levantado por Vermina (201–191 a. C.), de tres cuerpos triangulares convexos más el pyramidion que lo corona, que alcanzaba unos 35 m. de altura66. Otro monumento es el Mausoleo B de Sabraptha67, que alcanzaba 25 m. de altura y ofrecía igualmente un cuerpo triangular, en este caso de lados cóncavos y con una rica decoración escultórica. También son monumentos de este tipo el de Souma, atribuido a Macipsa (148–118 a. C.), cuya altura también alcanzaría casi los 30 m. 68 y el de Dugga, que era el mausoleo de Adebán, contemporáneo de Masinisa I, levantado hacia el 148 a. C. y que tiene 21 m. de alto × 6,30 m. el cuerpo inferior 69, y con ellos cabe relacionar ›Le Tombeau de la Chrétienne‹ de Tipasa, cuyo cuerpo alcanza los 32,40 m. de altura, por lo que originariamente quizás se aproximara a los 50 m., aunque ofrece un cuerpo circular de 63,4 m. de diámetro, por lo que no presenta una estructura turriforme 70. También cabría recordar un columbario de Tipasa71, ya más tardío, cuya forma muy alargada del pyramidion puede considerarse semejante a la que pudo ofrecer la ›Tumba de Melqart‹. El gran monumento turriforme de la ›Tumba de Melqart‹ en Gadir debía tener tres o cuatro cuerpos y alcanzaba más de 60 m. de altura, por lo que debe incluirse en este último tipo y considerarse por ello ya de época helenística. En consecuencia, debe considerarse que pudo ser el modelo de los monumentos funerarios púnico-helenísticos citados, hecho que no impide una lanza o, quizás, un Heracles con la clava, lo que hace pensar en que fuera una escultura de Alejandro, como sería lógico, no una estatua de Neptuno u otra divinidad, como otros autores han propuesto (Thiersch 1909, 55 nota 2). En caso de ser una escultura heroizada de Alejandro caracterizado como Heracles, resultaría evidente su paralelismo simbólico con la escultura de Melqart que coronaba la torre de Gadir. 66 Rakob 1979, 149 s. fig. 71; Stucchi 1987, 297 fig. 88. 67 Di Vita 1976; Stucchi 1987, 277 fig. 857; Prados 2008, 144 s. 68 Prados 2008a, 158 s. fig. 87–89. 69 Rakob 1979, 156 s. fig. 82; Stucchi 1987, 297 fig. 85–87; Prados 2008a, 150 s. fig. 133 s. 70 Rakob 1979, 140. Para otros monumentos de la Cirenaica, Stucchi 1987, 257 s. 71 Stucchi 1987, 261 fig. 23. 174 martín almagro-gorbea que se hubiera inspirado en algún monumento gaditano preexistente, que pudo haber sido de dos cuerpos como los paralelos fenicio-púnicos comentados (vid. supra). Las dimensiones del monumento hacen suponer que su construcción debió ser llevada a cabo en fecha relativamente avanzada, a pesar del carácter arcaizante que parece ofrecer la escultura que coronaba su cumbre (vid. infra), aunque esa iconografía, muy tradicional, perduró en los escaFig. 7 Entalle de Villaricos con figura de rabeos púnicos hasta el siglo IV a. C. y hasta el Melqart. siglo III a. C. en alguna representación de Melqart en navajas rituales, como la de Santa Mónica72. Los paralelos e indicios señalados permiten suponer que el edificio turriforme de la ›Tumba de Melqart‹ levantado cerca del Herákleion, lo mismo que la escultura monumental de Melqart que lo coronaba, deben considerarse ya de la segunda mitad o de finales del siglo III a. C. Esta fecha lleva a suponer que este monumento debió construirse en época de los Bárquidas, pues su carácter monumental debe atribuirse a una política de estado, que cabría considerar de tipo imperialista por su magnificencia, más que a la actividad constructiva de un santuario, por importante que éste fuera, como es el caso del Herákleion de Gadir, pues, como ya intuyó Fear, esta gran construcción debe ser interpretada como una obra de estado, ya que supera la capacidad de una simple ciudad, aunque dicho autor la atribuyó erróneamente a un contexto romano imperial73. Su fecha en la segunda mitad o a finales del siglo III a. C. plantea que este monumento puede interpretarse, incluso, como un obsequio o exvoto al Melqart de Gadir del mismo Aníbal, dentro de su política de prestigio de tradición helenística. Tras la toma de Sagunto el 219 a. C., que según cuenta Livio74, le proporcionó un gran botín, Aníbal se trasladó a Gadir para cumplir los Herculi vota75 y solicitar el auxilio de Melqart, una de sus divinidades protectoras76, antes de emprender su expedición a Italia contra Roma, tradición a la que también parece aludir Silio Itálico77. Además, no se debe olvidar la actividad constructiva de los Bárquidas, que denotan una política de carácter ›imperial‹, como evidencia la fundación de Carthago Nova78, la mayor ciudad de Hispania en su época79, y de otras ciudades como Ilici y Lucentum80, a Acquaro 1971, 71 s.; Moscati 1975, 184 fig. 200; Bonnet 1988, 183 fig. 11. Fear 1990/1991, 202 s. 74 Liv. 21, 15: captum oppidum est cum ingente praeda. 75 Liv. 21, 21, 9; Sil. 3, 14. Este acto de Aníbal pudiera estar inspirado en Alejandro Magno, cuando el rey macedonio, tras la toma de Tiro el 332 a. C., entregó como exvoto al templo de Heracles-Melqart la máquina de guerra con la que había abatido la muralla de la ciudad y una nave dedicada a Melqart por los Tirios que él había capturado (Arr. Anábasis 2, 24, 6; Diod. 17, 46, 6), hechos que permiten suponer que tal vez Alejandro renovara la ›Tumba de Melqart‹ de Tiro (vid. infra), que pudo servir como modelo o inspiración del monumento similar levantado en Gades, probablemente por Aníbal. 76 López 1995, 85 s. 77 Sil. 3, 1, 163–213. 78 Pol. 2, 13; Diod. 25, 12; Tabula Imperii Romani, 129 s. 79 Liv. 27, 7, 2. 80 Mela 2, 94. 72 73 la ›tumba de melqart‹ del herákleion de gadir 175 Tab. 1 Características de la ›Tumba de Melqart‹ según diversas fuentes árabes. lo que se añade la fama que tuvo Aníbal en la Antigüedad como constructor, pues a él se le atribuyen las torres de vigía conocidas como turres Hannibalis81, que precisamente llevan su nombre y revelan la fama de su gran actividad constructora. Por otra parte, todavía cabe tener en cuenta que el monumento gaditano pudo ser una copia del que existía en Tiro, cuya estructura y fecha de construcción se desconoce. Sin embargo, debió ser un monumento-betilo de forma piramidal, probablemente alto y muy alargado, como el cuerpo superior del monumento gaditano, lo que permite pensar que fuera similar a la tumba de Adonis en Biblos, que además de tumba tenía una estructura con la forma de un alto betilo levantado sobre un altar de cuernos emplazado en el centro de un patio porticado (fig. 5 b), tal como aparece representado en monedas romanas82. Incluso cabría plantear la hipótesis de que dicho monumento pudo ser renovado por Alejandro tras conquistar Tiro y proclamarse rey de la ciudad como descendiente de Heracles-Melqart, por lo que el monumento de Tiro pudo haber sido el prototipo de los monumentos turriformes orientales helenísticos de formas mucho más esbeltas, en cuyo caso sería el prototipo más próximo de la ›Tumba de Melqart‹ de Gadir, quizás construida por Aníbal a imitación de Alejandro, pues Aníbal parece haberse inspirado repetidamente en actuaciones del rey macedonio, cuyas obras, e incluso monedas, parece haber imitado (vid. infra). Todo lo indicado lleva a concluir que la ›Tumba de Melqart‹ en el Herákleion gaditano debió ser una de las obras más monumentales del Mediterráneo en su época (cuadro I, fig. 3. 4), probablemente sólo superada en altura por el Faro de Alejandría, por lo que esta construcción refleja la gran política propagandística de tipo imperial desarrollada por los Bárquidas en Hispania, ya que por su monumentalidad rivalizaría con el Mausoleo de Halicarnaso, al que superaba en altura, aunque no llegara a alcanzar la magnitud del famoso Faro de Alejandría. Escultura de Melqart Todas las fuentes árabes que describen este monumento hacen referencia a una gran escultura de bronce dorado situada en su cumbre, que debía brillar y podía ser vista a gran 81 82 Plin. nat. 2, 181; 35, 169. Ronzevalle 1930; Dunand 1963, 83 s.; Trell 1976, 164 lám. 17, 6. 176 martín almagro-gorbea distancia, más de 20 km., escultura que es la clave para la interpretación del monumento. Esta escultura era bien conocida en época medieval, pues la describen los autores árabes y también cristianos, antes de que fuera destruida por Ibn-Maimún el año 1145 d. C.83. Las referencias citadas coinciden básicamente, a pesar de su diverso origen y cronología, y permiten asegurar que la estatua situada sobre el monumento de Sancti Petri era una escultura masculina de bronce dorado. Su altura puede precisarse en 6 codos, que equivale a unos c. 3,24 m., según indican Al-Zuhrí, Al-Qaziwiní y Al-Himyarí, aunque éste duda entre esa medida y 8 codos, c. 4,32 m., diferencia que podría explicarse por corresponder los 2 codos de diferencia al asta u objeto que portaba y que sobresalía sobre su cabeza, según indica el último autor citado84. En cualquier caso, resulta evidente que se trataba de una escultura de gran tamaño, pues medía más de 3 m. de altura, lo que permitía que pudiera ser vista perfectamente no sólo desde la base del monumento (vid. infra), sino que también podía divisarse a gran distancia, como explícitamente indica Al-Masudí. Esta escultura era de latón o bronce dorado, según explicitan al-Kurtubî, Al-Zuhrí y el Ps. Turpin del Codex Calistinus, lo que hace suponer que estaría hecha de un bronce seguramente ternario, a base de oricalco o latón, es decir, un bronce con zinc y algo de plomo. Además, su superficie estaba sobredorada, por lo que brillaba a distancia como si fuera de oro, ya que, según indica Al-Zuhrí, cuando fue destruida el año 1145, vio que era de latón, con un baño de oro fino, del que obtuvo 12.000 dinares de oro (vid. supra). Este detalle técnico permite relacionarla con la tradición oriental originaria de la Edad del Bronce en Canaán y Fenicia, de cubrir o chapar de oro las figuritas de la divinidad85, una costumbre también documentada en Gadir, como testimonia la figurita de Ptah con el rostro recubierto por una lámina de oro86. Las características formales e iconográficas de esta escultura es un tema discutido, pero es esencial para su interpretación87. La escultura, según las descripciones conocidas, estaba en posición de avanzar, con la pierna derecha adelantada, según indica Al-Himyarí, y con la izquierda retrasada y vestía un manto o túnica dorada con cinturón, que llegaba hasta media pierna y que dejaba el hombro derecho desnudo, según señala Al-Qazwiní, manto que pasaba por debajo de la axila derecha y que se sujetaba con la mano izquierda, según Yaqut. Yaqut y Al-Qazwiní indican que el personaje de la estatua tenía barba, detalle que García Bellido y otros autores interpretaron como evidencia de que sería un emperador romano del siglo II d. C.88. Sin embargo, el uso de barba es característico de los personajes púnicos, lo que más bien excluye que se trate de una escultura romana. Además, Yaqut indica que ofrecía un enhiesto mechón de pelo crespo sobre la cabeza, que quizás pudiera ser la interpretación Esta escultura puede compararse por su ubicación con la que Al-Masudí parece referir que existía sobre el Faro de Alejandría. Cf. Thiersch 1909, 55, que bien pudo ser una escultura de Alejandro apoyado en una lanza, quizás como Heracles, según se observa en las monedas de los Antoninos (Thiersch 1909, fig. 6), que inspirara a la colocada sobre la Tumba de Melqart, aunque Thiersch (Thiersch 1909, 13) supuso que el Faro estaba coronado por una escultura de Neptuno. 84 Vid. supra; Almagro-Gorbea 2010a, 68. 85 Amiet 1984, 154 nº 171. 172; Xella 1984 (cf. láms. en las pág. 85 y 145); Chéhab 1975, 50 fig. 42. 86 Blázquez 1975, 95 s. lám. 26, A. B; Gamer-Waller 1978, 78 s. lám. 21; Jiménez 2002, 288 s. 419 s. lám. 59 nº 165. 87 Almagro-Gorbea 2010a, 67 s. 88 García Bellido 1951, 112; Solís 1954. 83 la ›tumba de melqart‹ del herákleion de gadir 177 del lebedé o alto gorro oriental que suele llevar Melqart como símbolo de realeza89, en todo caso un detalle difícilmente atribuible a una escultura romana. De especial interés es la actitud de los brazos y el objeto u objetos que sostenía. El brazo derecho estaba extendido y señalaba hacia Occidente y el izquierdo sostenía la larga asta de un objeto que la mayoría de los autores interpretan como una llave, aunque existen versiones muy diferentes sobre la forma y la interpretación de este objeto. Al-Zuhrí recoge que era un asta de cobre dorado que medía 12 palmos, c. 2,92 m. Su parte inferior salía de entre los pies de la estatua y se elevaba hasta sobresalir unos dos codos sobre su cabeza, según Al-Himyarí90, por lo que la estatua alcanzaría en total unos ocho codos, c. 4,32 m., aunque Al-Zuhrí hace referencia, como se ha indicado, a un objeto de 12 palmos, c. 2,92 m. Al-Qazwiní también ha transmitido la noticia de que este objeto, que tenía forma de llave, al caerse en el año 1010, fue llevado al señor de la ciudad de Ceuta, que ordenó pesarlo, y »su peso era de ocho libras«, c. 3,68 kg.91. La descripción del objeto u objetos que sostenía la escultura resulta muy interesante para su interpretación iconográfica, aunque las diferentes descripciones permiten diversas interpretaciones. García Bellido92 interpretó que sería un »cetro«, como símbolo de imperium, atributo que según él excluiría a Hércules, a no ser que se tratara de una clava, por lo que se inclinó a considerar que la estatua sería de emperador romano con paludamentum, »de época adrianea o posterior por el hecho de ir barbado«. Esta idea la sigue sin más comentario Martínez Montávez93, mientras que Mingazzini consideró que se trataría de una estatua de Neptuno con su tridente, idea probablemente inspirada en la estatua de esta divinidad que supuestamente coronaba el Faro de Alejandría94. Fierro supuso que la escultura sostendría dos objetos diferentes, pues dedujo que Al-Zuhrí hacía referencia a un objeto en forma de ›T‹, que sería un símbolo de Tanit, que la escultura sostendría en la mano extendida, mientras que Al-Himyarí, más apartado de los hechos que describe, hablaría de una llave de hierro en la mano, que arrancaba de entre los pies, lo que resulta menos creíble95. Sin embargo, un análisis crítico comparado de los textos permite una interpretación más precisa. La mayoría de los autores, como Al-Himyarí, Al-Saduní, Al-Garnātí, el Codex Calixtinus, Yaqut y Al-Qazwiní, indican que la figura portaba un solo objeto en la mano, que denominan e interpretan como una ›llave‹ (vid. supra), objeto que no parece tener mucho sentido iconográfico, pues, más bien puede proceder de una posible confusión con el símbolo iconográfico de San Pedro96. Por su parte, el Anónimo de Almería (11, 71–73) ofrece una interpretación diversa: »La mano derecha salía por debajo del manto y se cerraba empuñando un bastón que parecía querer arrojar al mar. Uno de los extranjeros que lo construyeron Para este tipo de gorro, Almagro-Gorbea 2002, 64 s. Sánchez-Albornoz 1973, 283. 91 Sánchez-Albornoz 1973, 283; Fierro 1983, 47 s., concluye que »El objeto estaba en la mano extendida. Era un único objeto del mismo metal que el resto de la estatua, es decir, de bronce dorado, ligeramente inclinado, ya que apuntaba el océano. Su longitud era de 2,88 m., su forma posible era de ›te‹ (posible símbolo funerario), mientras que Fierro (ibidem) no considera fiable la descripción de Al-Himyarí, por no ser contemporáneo a los hechos que relata.« 92 García Bellido 1951, 113. 93 Martínez Montávez 1974, 63. 94 Mingazzini 1952, 215; vid. supra nota 65. 95 Fierro 1983, 45 s. 96 Agradezco esta observación al Prof. Dr. Mariano Torres. 89 90 178 martín almagro-gorbea refirió que lo que tenía en la mano era un bastón de doce palmos de largo que en su extremo llevaba una especie de membrillo«97. Pero la descripción de este detalle que parece más fidedigna es la de Al-Zuhrí, ya que es la más detallada y precisa y la más próxima al momento de la caída del monumento, por lo que pudo tener noticias precisas de la escultura que lo coronaba. Al-Zuhrí dice que lo que tenía la escultura no era una llave, pues señala expresamente que: »Mucha gente creía que se trataba de una llave, pero al decir esto se equivocan […]. Yo afirmo que lo he visto varias veces y nunca observé ninguna llave en su mano, aunque tenía una especie de vara que parecía pequeña por su distancia del suelo […] en su mano tenía un bastón de doce palmos de largo, terminado en su extremo en unas correas de cuero (šakāsif), como una fusta (q.rŷ.la)«98. Si se acepta esta descripción de Al-Zuhrí por ser la más precisa y fiable, y en cierto sentido la difficilior, la escultura sostenía un objeto con »correas de cuero, como una fusta«. Este elemento puede interpretarse como un flabellum, que en Oriente era un símbolo real99, originariamente como símbolo de Horus y de la resurrección o egersis de la divinidad, pues con él aparece representada esta divinidad en los escarabeos púnicos, pero también se asocia a la lechuza de Melqart en las monedas de Tiro100. Esta iconografía de Melqart es totalmente coherente con la función del monumento coronado por la estatua, documentada en un magnífico entalle de cornalina de Villaricos101 (fig. 8). Sin embargo, la traducción como un bastón ›terminado en un corte‹ también plantea otra hipótesis aceptable, pues podría interpretarse como un hacha ›fenestrada‹ o una bipennis, arma que habitualmente lleva Melqart sobre el hombro como símbolo de poder102, tal como se le suele representar con frecuencia en escarabeos púnicos, iconografía bien documentada en Ibiza (vid. infra). El hacha ›fenestrada‹ es un arma de origen oriental, más que egipcio103, usada en el área sirio-fenicia desde los siglos XIX–XVIII a. C., si no antes, como símbolo de poder104, hecho que explica su larga perduración, pues todavía aparece en escarabeos feno-púnicos llevada por una divinidad, que cabe interpretar como Melqart. Éste suele vestir el traje ›sirio-arameo‹ Fig. 8 Entalle de Ibiza con Melqart con hacha fenestrada. con túnica hasta la pantorrilla y deja ver la pierna derecha Traducción de Abellán 1996, 54. Parece mejor y más adecuada la traducción propuesta por Abellán (Abellán 1996, 53) que la de Martínez Montávez (Martínez Montávez 1974, 61), quien interpretó con dificultad el párrafo como un ›bastón‹ de 12 palmos de largo, terminado en un corte como especie de ›gargantilla‹ o ›crucecilla‹. 99 Almagro-Gorbea 2008, 477. 100 Moscati 1975, 232 fig. 260; Boardman 2003, tipos 11 y 12; para las monedas de Tiro, SNG Copenhague, 305 s.; Jenkins 1972 nº 239. 101 Siret 1909 lám. 14, 4; García Bellido 1952, 453 fig. 375, 4; Alonso 2005, 249 nº 118, quien, erróneamente la ha considerado de época romana. La gran calidad de este entalle permitiría plantear que se hubiera inspirado en esta iconografía de Melqart. 102 Boardman 2003 n° 17/X19 y tipo 18; Almagro-Gorbea – Torres 2010, 72 s. fig. 57 s. 103 Petrie 1917 lám. 74; Kuhnert-Eggebrecht 1969, 45 s. lám. 3, 5. 11. 104 Chehab 1975, 64 s. fig. 62–67; 263 fig. 303. 97 98 la ›tumba de melqart‹ del herákleion de gadir Fig. 9 Estela a Melqart del rey arameo Bar Hadad, siglo IX a. C. 179 desnuda avanzada, como en el escarabeo de Chipre del Museo de Boston nº 98712105, en el que Melqart lleva el hacha ›fenestrada‹ sobre el hombro, representación muy similar a otra de Ibiza conservada en el Museo Arqueológico Nacional, nº 36967 (fig. 9), en el que la divinidad aparece ante un thymiaterion106, como la imagen que también ofrece una impronta de Jerusalén107, con la divinidad blandiendo el hacha sobre su cabeza, tocada con el lebedé, y con un escudo con cabeza de león, lo que confirma su identificación como Melqart, como evidencia la reiteración del detalle del escudo con cabeza leonina que aparece en otras piezas108. Otros escarabeos representan a esta divinidad golpeando con el hacha ›fenestrada‹ a su enemigo, posiblemente un monstruo mítico caído ante ella, como en un escarabeo de Tharros, depositado en el British Museum109, otros de Cagliari110, de Caralis, también en Cerdeña111 y otro de Munich112, mientras que en otros ejemplares se representa a la divinidad persiguiendo a ese monstruo, que huye hacia la derecha, que sería la izquierda en la impronta, como en el escarabeo del Museo Arqueológico Nacional nº 36989113. Otros escarabeos sardos muestrean al dios a punto de golpear con el hacha ›fenestrada‹ a un león, como en piezas de Ibiza, Cagliari y las conservadas en Nueva York y Boston 27762114. En ocasiones, el arma utilizada es una bipennis, como la que lleva Melqart en un anillo de oro de la necrópolis de Bordj Djedid de Cartago115 y en alguno de los mejores escarabeos de Ibiza, como el del Museo de Barcelona nº 9287116 y otro de Cerdeña117, lo que evidencia la asociación de la bipennis a esta divinidad, quizás como una helenización del hacha ›fenestrada‹ oriental originaria118. Furtwängler 1900 lám. 61, 11; Culican 1976 lám. 9, 2; Boardman 2003 nº 16/2. Boardman 1984 nº 231; Boardman 2003 nº 17/X19. 107 Boarman 2003 nº 16/1. 108 Boardman 2003 nº 16/2. 3; 18/7. 109 Walters 1926 nº 385 lám. 7; Hölbl 1986 nº 125; Boardman 2003 n° 18/4. 110 Boardman 2003 nº 18/3. 111 Hölbl 1986 nº 130; Boardman 2003 nº 18/9. 112 Culican 1976 lám. 8, 3; Hölbl 1986 nº 124; Boardman 2003 nº 18/6. 113 Boardman 1984 nº 74; Boardman 2003 nº 18/1. 114 Boardman 2003, nº 18/2. 19/1. 19/2. 19/18. 19/X1. 115 Moscati 1975, 181 fig. 196. 116 Boardman 1984 nº 61; Boardman 2003, 16/1. 117 Culican 1976, 57 s. fig. 14 c; Hölbl 1986 nº 127; Boardman 2003 nº 18/7. 118 También la versión que ofrece el Anónimo de Almería de »un bastón… que en su extremo llevaba una especie 105 106 180 martín almagro-gorbea Además, un hacha ›fenestrada‹, por su forma, sería fácil confundirla a distancia con una llave, lo que explicaría la identificación en fechas tardías de esta escultura de Melqart con San Pedro, cuyo nombre se ha conservado en el topónimo ›Sancti Petri‹ que tiene en la actualidad la isla, al parecer procedente de una iglesia dedicada a San Pedro de la que da noticia Al-Himyarí, iglesia que debió alzarse sobre el famoso Herákleion o santuario de Melqart119. En este sentido es interesante valorar que San Pedro era pescador (Mt. 4, 18–22) y, como tal, pasó a ser el patrón de los pescadores y marineros, por lo que San Pedro supone la cristianización de esa importante función desempeñada por Melqart en la mitología fenicio-púnica120. La mayoría de las representaciones citadas ofrecen una iconografía de Melqart con barba, tocado con gorro de extremo curvado o lebedé, vestido con traje oriental de tipo ›sirio-arameo‹ y llevando al hombro un hacha ›fenestrada‹, tal como aparece representado en la estela de BarHadad, rey arameo de Arpad, conocida como ›Estela de Alepo‹ (fig. 10), de fines del siglo IX a. C.121, en la que se explicita el nombre Melgart de la divinidad. Este tipo iconográfico seguía siendo habitual en los escarabeos del siglo V y IV a. C. y perduró en las navajas rituales púnicas (fig. 11), como la de la necrópolis cartaginesa de Santa Mónica, de fines del siglo III a. C., en la que el dios aparece sobre una flor de loto como signo de resurrección122. En consecuencia, es evidente que esta iconografía de la divinidad respondía a una imagen muy tradicional y bien conocida del dios en el mundo fenicio-púnico, pues la ›lebedé‹ o Fig. 10 Navaja de afeitar de Sangorro alto, probablemente originario de la Corona del Bajo ta Mónica con Melqart con hacha Egipto123, se documenta en Biblos desde los siglos XIX– fenestrada. XVIII a. C., lo mismo que las mazas y hachas perforadas o ›fenestradas‹124. Este instrumento, en consecuencia, parece ser el más frecuentemente asociado al dios en la iconografía de los escarabeos feno-púnicos. Sin embargo, no se debe olvidar la posible interpretación difficilior del objeto que llevaba la escultura, que es la mejor documentada por Al-Zuhrí (vid. supra), según la cual Melqart llevaría de membrillo« permitiría interpretarlo como una maza, cuya simbología es similar al hacha fenestrada y como ésta, vinculada a la iconografía de Melqart, como en el magnífico escarabeo de Ibiza con el dios que derrota a un monstruo pisciforme (Culican 1976, 57 lám. 8, 1; Boardman 1984 nº 73; Boardman, 2003 nº 21/7. 18/X4). 119 Solís 1954, 152. 120 Agradezco esta observación a la Dra. Isabel Rodríguez Casanova. 121 Peuché 1992. 122 Acquaro 1971, 71 s. nº Ca 83 fig. 40, 1; lám. 28; Moscati 1975, 184 fig. 200; Bonnet 1988, 183 fig. 11. 123 Chehab 1975, 49 s. fig. 42–44. 124 Chehab 1975, 64 s. fig. 62–67; 263 fig. 303. la ›tumba de melqart‹ del herákleion de gadir 181 un flabelum, instrumento asociado a Horus como divinidad solar de la resurrección, lo que resulta muy coherente con la interpretación del monumento (vid. infra), tal como ilustra el magnífico entalle de Villaricos125 (fig. 8). De todos modos, fuera un hacha fenestrada, un flabellum o ambos, no cambia sustancialmente la interpretación iconográfica de la escultura como el dios fenicio-púnico Melqart, la divinidad poliádica de Gadir. La iconografía de los escarabeos analizados también avala la hipótesis de que la mano avanzada hacia el mar que describen las referencias árabes, fuera en realidad el brazo alzado hacia delante en la actitud de saludo ritual característica del mundo feno-púnico126, muy habitual en la representación de una divinidad sedente en escarabeos127, gesto que también ofrece la citada gema de Villaricos con el flabellum128 y otras representaciones de Melqart en escarabeos129, así como las representaciones Fig. 11 Grafito de un faro romano en el Museo Arqueológico de Cádiz. del difunto divinizado en las estelas fenicio-púnicas130. Además, ese gesto explicaría que »señalaba hacia el mar, como diciendo ›No se puede pasar‹ «, según recogen Yaqut131 y Al-Qazwiní132. Todos estos aspectos indican que la escultura monumental de bronce situada sobre el monumento debe identificarse con una representación de Melqart, la divinidad poliada de Gadir y la titular del Herákleion, su famoso santuario133, dios de carácter solar y ctónico, heroico y regio y protector de la navegación, además de archegetes o fundador de Gadir y ›rey‹ mítico de la ciudad. En este sentido, también se debe valorar que Melqart era una divinidad solar, cualidad que resaltaría al estar su escultura sobredorada (vid. supra), por lo que brillaba y se distinguía a gran distancia, detalle que al mismo tiempo debe relacionarse con su carácter marino y de guía y protector de la navegación134 y de la pesca (vid. infra). Estas características explican su disposición en lo alto del monumento situado en la isla de Sancti Petri, en la que se ubicaba el Herákleion, el santuario de la divinidad135, que esta figura del dios anunciaba a Siret 1909 lám. 14, 4; García Bellido 1952, 453 fig. 375, 4; Alonso 2005, 249 nº 118. Almagro-Gorbea 2010c, 298. 127 Boardman 2003 tipos 17 y 21. 128 Siret 1909 lám. 14, 4; García Bellido 1952, 453 fig. 375, 4; Alonso 2005, 249 nº 118; Almagro-Gorbea 2010a, 72 fig. 57. 129 Boardman 1984 nº 25; Boardman 2003 n° 17/19. 19/1. 19/2. 130 Almagro-Gorbea 2010c, 298. 131 Yaqut 4, 6. 132 Al-Qazwiní 145. 133 García Bellido 1963. 134 Van Berchem 1967, 82 nota 5; Bonnet 1988. 135 García Bellido 1951; García Bellido 1963; Van Berchem 1967, 80 s.; Bonnet 1988, 203 s. 125 126 182 martín almagro-gorbea los navegantes, aunque hasta ahora nunca se había llegado a interpretar e identificar correctamente este documento. A pesar de las teorías planteadas sobre la supuesta fecha romana de esta escultura (vid. supra), las características iconográficas de su barba, su atuendo oriental, la actitud de empuñar un hacha fenestrada o un flabellum excluyen esa hipótesis. Por otra parte, parece evidente que esta escultura era de tipo púnico arcaizante y que se debió realizar ex profeso para disponerse en lo alto de un monumento tan significativo. En consecuencia, dicha construcción y la escultura que la coronaba deben considerarse anteriores a la presencia de Roma, como ya supuso P. Quintero136, frente a otras opiniones posteriores. La interpretación de la escultura como Melqart resulta de gran interés si se relaciona con la fecha y el contexto histórico del monumento (vid. supra), aspecto que hasta ahora había pasado prácticamente desapercibido y que es la clave para su interpretación más precisa. El contexto histórico señalado plantea la hipótesis de que la escultura de Melqart fuera interpretada, al mismo tiempo que como representación de la divinidad, como una imagen del soberano divinizado de profunda tradición fenicia, tradición que, al mismo tiempo, enlazaba con la tradición oriental de divinización de los basileis, renovada por Alejandro Magno tras sus conquistas en Asia, tal como evidencia la iconografía de sus monedas, copiadas por los Bárquidas137. Esta política de Alejandro fue imitada prácticamente por todos los monarcas helenísticos, entre ellos los Bárquidas, como evidencia alguna de sus acuñaciones, que ofrecen el retrato realista de un personaje bárquida heroizado, quizás Asdrúbal, pues aparece con corona de laurel y la maza de Melqart, lo que lo equiparaba a la divinidad138. Se trataría, por lo tanto, de una escultura de Melqart, quizás identificable de algún modo con Alejandro y al mismo tiempo con Aníbal, por lo que pudo ser ante esta estatua ante la que César lloró al comprobar lo poco que había hecho en la vida en comparación con el guerrero macedonio, lo que le llevó a abandonar Hispania y a volver a Roma para alcanzar más gloria (vid. infra). La identificación de la escultura con Alejandro parece confirmarla su interpretación como el ›Bicorne‹ según Al-Garnātí, una heroización mítica de Alejandro de gran popularidad en el mundo musulmán, aunque la escultura debió ser también interpretada como una escultura de San Pedro al extenderse el cristianismo, lo que explica las numerosas interpretaciones como ›llave‹ del objeto que llevaba (vid. supra) y que debió permitir su conservación. Tumba de Melqart – Significado e interpretación del monumento El análisis, la reconstrucción (fig. 3) y la cronología del monumento, junto a la interpretación como Melqart de la escultura que lo coronaba, permiten abordar la función y significado de esta singular construcción monumental. Quintero 1928, 32. La cabeza de Melqart-Heracles de los grandes bronces de Gadir (fig. 13 d; 15 b), que caracterizan la serie VI de Alfaro (Alfaro 1988), copia la cabeza que ofrecen las numerosas tetradracmas (fig. 13 a. b) acuñadas por Alejandro (Jenkins 1972 nº 496. 498. 500) y los tetracalcos de Alejandro (Münzzentrum 2011), quizás a través de sus imitaciones póstumas en Cartago (fig. 13 c), que Jenkins (Jenkins 1972 nº 609) fecha c. 300–280 a. C. Por ello, aunque estas monedas de Gadir se suelen fechar a partir del siglo II a. C., quizás es más lógico suponer que su inicio sea algo anterior, lo que permitiría interpretarlas como una iniciativa de Aníbal. Sobre la imagen de Heracles en las monedas, ver Vollkommer 1988, 87 s., aunque no recoge las de Hispania. 138 Richter 1965, fig. 1716 s. 2015; Villalonga 1973, 47 s. lám. 1, tipo V; lám. 6. 7, nº 26–57 (fig. 16). 136 137 la ›tumba de melqart‹ del herákleion de gadir 183 Este monumento era un gran edificio de base cuadrada que superaba los 21 m. de lado y de cuerpo turriforme, que debió medir 150 codos púnicos de altura, c. 67 m. Estaba formado por tres o cuatro cuerpos, el último en forma de pirámide muy apuntada, sobre el que iba la base de piedra que sostenía la escultura monumental de Melqart, fundida en bronce dorado, que coronaba toda la construcción. Además, es lógico suponer, como es norma en este tipo de construcciones de tradición helenística, que tuviera una base escalonada y que ofreciera cornisas con la característica gola de origen egipcio, elemento que pasó a ser habitual en la arquitectura púnica hasta la romanización139, tradición que todavía mantiene el monumento de Dugga140 a mediados del siglo II a. C. La construcción era maciza y sin puertas, y estaba hecha con sillares de piedra áspera, seguramente la arenisca ›ostionera‹ de Cádiz, unidos con grapas de plomo. Sin embargo no consta que tuviera ninguna decoración ni elemento decorativo, como relieves o esculturas, aunque hay noticia de unas ›columnas de cobre rojo‹ que estaban situadas en el cuerpo inferior, aunque no se sabe nada de su disposición y número. Sin embargo, cabe suponer que estarían colocadas al menos en los ángulos y acabadas en capiteles de volutas protoeólicos, como era tradición en los mausoleos púnicos, y como es habitual en este tipo de monumentos turriformes funerarios púnicos141, en los que simbolizaban el ›Árbol de la Vida‹, con más motivo al estar coronado por una figura arcaizante de Melqart, tradición que mantuvo, por ejemplo, el mausoleo de Dugga142. Sin embargo, quizás también pudieran haberse dispuesto las columnas adosadas a lo largo de todo el cuerpo inferior, como elemento decorativo que también fue utilizado en monumentos púnicos helenísticos de la Mauritania, como el de Medracén143 y, en especial, el de ›Le Tombeau de la Chrétienne‹, de Tipasa, decorado con 60 medias columnas adosadas144, aunque quizás el monumento que más pudiera asemejarse sería la llamada ›Tumba de los Ptolomeos‹ de Rodas145, de forma cuadrada de 27,80 m. de lado y con un cuerpo inferior adornado con semicolumnas. Además, parece muy probable que tuviera una falsa puerta ›simbólica‹, que también es un elemento habitual en estos mausoleos146. Todos estos elementos llevan a concluir que esta construcción ofrecía las características de un gran mausoleo monumental púnico helenístico, al menos desde el punto de vista arquitectónico. También es interesante su ubicación en la isla de Sancti Petri, donde estaba situado el famoso Herákleion, con el que una construcción monumental semejante tenía que tener una relación evidente, resaltada al estar coronada por la imagen de Melqart, la divinidad titular. En este sentido, diversos autores ya se han inclinado a situarla en Torregorda147, topónimo que podría aludir al monumento, pues, además, en ese lugar se emplazaron en el siglo XVI dos torres para localizar los atunes148, que pudieron haber reutilizado sus sillares, aunque 139 140 141 142 143 144 145 146 147 148 Lézine 1961, 97 s. fig. 52; Prados 2008a, 217 fig. 226. Rakob 1979, 156 fig. 105; Prados 2008a, fig. 215. Lézine 1961, 59 s. fig. 32–34; Rakob 1979, fig. 83; Prados 2008a, 215 s. fig. 217–221. Rakob 1979, 156 fig. 83; Prados 2008a, 215 fig. 218. Rakob, 1979, 132 fig. 52. 57. 58. Rakob 1979, 138 s. fig. 60–62; Stucchi 1987, 335 fig. 148. Fraser 1977, 5 fig. 12. 13; Stucchi 1987, 269 fig. 35–39. Rakob 1979, 136 s. fig. 55. 60. 64. 70. 71. 89; Prados 2008a, 222 fig. 237–242. Mingazzini 1952; Fear 1990/1991, 206; Bernal 2009a, 95. Bernal 2009a, 148 fig. 7. 184 martín almagro-gorbea algunos textos parecen situarla cerca del Herákleion, que más bien debía estar situado hacia el extremo oriental de la isla. El Herákleion quedaba a unos 12 estadios al Oriente de Gadir según Estrabón149, que equivalen a 12 millas según Plinio150 y a los 18 km. que actualmente separan Cádiz de la isla de Sancti Petri, que, en la práctica, pudo constituir el témenos del santuario151. Esa situación coincide con la ubicación del faro o almenara monumental, que, según las fuentes árabes, quedaba en el lado opuesto de la isla de Cádiz, hacia Oriente, »en la mitad de la isla«, según Al-Himyarí (vid. supra). Sin embargo, no parece que estuviera en el santuario propiamente dicho, pues sobre las ruinas de éste se había construido la iglesia de San Pedro que dio nombre a la isla152, aunque este topónimo también pudiera relacionarse con la figura que coronaba la torre y que fue visible hasta mediados del siglo XII (vid. supra), la cual, según las fuentes árabes, quedaba algo apartada de la iglesia. Para precisar su situación y también el significado de esta torre monumental es interesante un texto de Porfirio153, ya valorado desde hace tiempo por algunos autores154, aunque no se ha llegado hasta ahora a comprender todo su interés para reconstruir la topografía y el ritual del Herákleion, así como para interpretar qué era el monumento aludido, al no haberse llegado a relacionar las fuentes clásicas con las informaciones complementarias que ofrecen las fuentes árabes. Según la noticia trasmitida por Porfirio, »Bogos sitió el Santuario de Heraklés, que era muy rico. Es costumbre en los templos rociar con sangre diariamente el altar […]. Como el asedio se dilatara, llegaron a faltar las víctimas. Estando en esta dificultad, el sacerdote tuvo el siguiente sueño: creyó hallarse en medio de las columnas del Herákleion, de cara al altar, cuando vio posado un pájaro que quería volar hacia él. El ave alzó el vuelo y se puso en sus manos rociando el altar con su sangre. Después de esta visión, a la mañana siguiente, se fue al altar y según lo había soñado miró hacia la torre (έπί τοū πίργου) y vio un ave como la del sueño. Esperando se realizara la visión, se puso en pie. El ave descendió volando, posándose sobre el altar, yendo a manos del Sacerdote Supremo. Fue sacrificada y el altar fue rociado con su sangre«. Esta referencia de Porfirio indica que, en una situación visible desde el altar del Herákleion, pero a cierta distancia, había una torre (πύργος), desde la que vuela el ave del relato, que descendió hasta las manos del sacerdote155. El texto citado no permite precisar mejor la ubicación de la torre, pero ésta necesariamente debió estar ubicada y orientada de acuerdo con el ritual para que se mirara hacia ella al hacer el sacrificio, tal como indica la referencia de Porfirio, por lo que, probablemente, quedaría hacia el Occidente o el ocaso solar. En efecto, si se supone que el Herákleion estaba orientado hacia el Este, como es lógico en un santuario oriental, al situarse ante el altar dispuesto delante, el sacerdote quedaría mirando hacia el Oriente, de cara al templo y a la ›Tumba de Melqart‹ que sobresaldría por detrás y Strab. 3, 5, 3; 3, 5, 5. Plin. nat. 4, 120. 151 García Bellido 1963, 76 s. 152 Solís 1954, 152. 153 Porph. abst. 1, 25. 154 García Bellido 1963, 128 nota 99; López Pardo 2006, 232. 155 Schulten (1940, 179) consideró que »parece que la torre estaba en el santuario«, pero se trata de una interpretación de pasada, sin dar ningún argumento que la apoye. 149 150 la ›tumba de melqart‹ del herákleion de gadir 185 que también estaría orientada hacia el Este, pues esta orientación es la lógica desde un punto de vista mítico y ritual dada la relación de Melqart con el sol y la luz a la que se asociaría su muerte y egersis, de acuerdo con el significado preciso del pyramidion en el que remataba el monumento y sobre el que se apoyaba la figura de Melqart, elemento relacionado con creencias en la resurrección en el momento en que iluminaba su cúspide el primer rayo del sol156. Esta orientación estaría ritualmente estipulada en ese tipo de monumentos157 y, en consecuencia, parece lógico suponer que éste quedara al Occidente del altar y del santuario del Herákleion, hacia donde dirigiría su mirada ritualmente el sacerdote al hacer el sacrificio. Aunque no es completamente seguro que la torre que cita Porfirio sea el monumento denominado ›faro‹ o ›almenara‹ en las fuentes árabes, resulta lógico pensar que sí lo era, pues según el relato mítico, el ave del sacrificio vuela desde ella enviada por Melqart, hecho que parece despejar las dudas al respecto. Esta circunstancia, además, evidencia que ya estaba construida durante el asedio que sufrió Gadir el 38 a. C. por parte del rey de Bogud de Mauritania (49–38 a. C.), circunstancia que parece proporcionar una segura cronología ante quem que excluye la datación imperial propuesta por diversos autores (vid. supra) y que confirmaría las hipótesis aquí expuestas. Según refiere el mito, el ave enviada por Melqart voló desde esta torre, que precisamente estaba coronada por la escultura de Melqart, por lo que resulta lógico considerar que la divinidad moraba en esa torre, no en efigie, sino realmente, aunque de forma ›mítica‹. En consecuencia, esa torre era la famosa ›Tumba de Melqart‹, desde la que la divinidad, tan relacionada con la muerte y la resurrección, como dios-héroe-rey difunto, envió el ave para mantener el sacrificio que le daba la vida, por lo que este mito serviría como modelo del culto funerario que se debía rendir a los difuntos, cuya importancia era esencial en la religión fenicia. Además, esta explicación mítica ayuda a comprender otros mitos relacionados con Melqart, como el que narra que precisamente el dios resucitaba con el humo del sacrificio de un ave, una codorniz158, según la referencia de Eudoxo de Cnido159 que recoge Ateneo en su Deipnosophistae160, episodio también recogido por Zenobio161, que narra cómo Heracles, que era hijo de Zeus y Asteria, tras haberle matado Tifón en Libia, »Iolao le trajo una codorniz y acercándosela, la olió y volvió a la vida de nuevo«162. Aún más explícito es Zenobio163, quien también se basa en Eudoxo, y relata que el Heracles Tirio fue muerto por Tifón, pero Iolao lo resucitó: como la codorniz era el pájaro favorito de Heracles, la quemó viva, y debido al olor del humo, Heracles volvió a la vida164. Rammant-Peeters 1983. López Pardo 2006, 211 s. Sin embargo, la escultura que remataba el monumento parece que estaba mirando a Occidente, según las fuentes árabes, quizás en relación con el Ocaso del Sol y el viaje hacia el Otro Mundo. 158 La codorniz (Coturnix Coturnix) es un ave que emigra en primavera de África a Europa. A la Península Ibérica llega desde Argelia y Marruecos en los meses de abril y mayo, aunque pueda retrasarse hasta junio, periodo que coincide con la actividad de Melqart resucitado, lo que permite suponer que a este ave debía hacer referencia implícita el relato recogido por Porfirio. 159 Eud. 28. 160 Athen. deipn. 9, 47 p. 392d. 161 Zenob. Cent. 5, 56. 162 Seyrig 1963, 19 s 163 Zenob. Cent. 5, 56. 164 Esta tradición mítica se relaciona con Asteria, hija de los titanes Ceo y Febe, y hermana de Letona. Ambas hermanas fueron amadas por Zeus, pero Asteria, para huir de Zeus, se transformó en codorniz y se sumergió en el mar 156 157 186 martín almagro-gorbea El análisis de estos mitos relacionados con codornices confirma que se trataba de un sacrificio funerario para propiciar la vuelta a la vida del difunto, mito que resulta plenamente acorde con las características de la divinidad y con la tradición de sacrificar codornices a Heracles-Melqart en la pira/altar sacrificial del Melqart de Tiro, no como holocausto o sacrificio normal como habitualmente se supone165, sino como un característico sacrificio funerario al Dios-Rey difunto166, de acuerdo con el rito más esencial del culto funerario, ya que este ritual era fundamental para mantener vivo al difunto divinizado, por lo que coincide plenamente con los ritos de egersis o resurrección de Melqart, a fin de volverle a la vida y recuperar su actuación benéfica. Esta interpretación parece acorde con la noticia de que Hiram de Tiro »construyó el templo de Heracles y el de Astart y fue el primero que celebró la egersis de Heracles en el mes de Peritios«, decisiones que parece lógico relacionar con el establecimiento de un nuevo ritual en el culto funerario al rey difunto de Tiro tras demoler templos anteriores167, culto en el que Melqart, como rey divino, pasó a ocupar el papel preponderante. Por consiguiente, la almenara o torre descrita por las fuentes árabes, denominada πίργοs por Porfirio, visible desde el altar del Herákleion, era el nefesh del propio Melqart, de acuerdo con la simbología bien conocida de estos monumentos en el mundo sirio, fenicio y púnico, un concepto esencial de la religión fenicia168, perfectamente documentado en Pozo Moro169. Del nefesh dependía la supervivencia en el Más Allá del antepasado que garantizaba la vida y el bienestar a sus descendientes que les rendían culto, aunque el nefesh no era un monumento ›colectivo‹, como se ha señalado170, pues el nefesh era un concepto necesariamente individual, aunque sí podía llegar a ser colectivo el culto que le rindieran sus descendientes, como es el caso del que se rendía a Melqart como archegetes o fundador de la Gadir fenicia por todos sus habitantes. En consecuencia, esta torre era la famosa ›Tumba de Melqart‹, como evidencia su monumental estructura, su coronación por la estatua de Melqart, las características de ésta y su relación topográfica y mítica con el Herákleion. El emplazamiento y características de esta tumba mítica monumental eran hasta ahora desconocidas, hasta el punto de que se dudaba de su existencia real. Además, la forma que se deduce de las descripciones conocidas corresponde a la estructura de la tumba de Melqart representada de forma muy simplista en un vaso de mármol de Sidón del siglo V o IV a. C.171, en la que aparece como un prisma rectangular turriforme dispuesto sobre una base y coronado por un pyramidion, mientras que en otra escena aparece la divinidad con las aves de su resurrección en sus manos. La identificación de este importante monumento como la ›Tumba de Melqart‹ también permite comprender mejor otros textos relacionados con este famoso santuario, que además confirman la interpretación propuesta, ya que esta torre del Herákleion estaba asociado a mitos esenciales de la Gadir púnica, alguno de los cuales hasta ahora han pasado desapercibidos, y, al tocar el agua, se convirtió en la isla denominada Asteria u Ortigia, que en griego significa ›isla de las codornices‹, después denominada Delos, en la que, precisamente, su hermana dio más tarde a luz a Apolo y a Artemis, fruto de sus amores con Zeus. 165 Así lo consideran Delcor 1990, 91 y López Pardo 2006, 234. 166 O al difunto ›heroizado‹ según la terminología griega. 167 Ios. ant. Iud. 8, 5, 3; Fl. Ios., contra Apion 1, 18 s.; Bonnet 1988, 34 s. 168 Ferron 1975, 287 s.; López Pardo 2006, 204 s. 169 Almagro-Gorbea 1983, 189; Almagro-Gorbea 1996, 62. 170 López Pardo 2006, 191. 171 Barnett 1969; Lipinski 1970; Delcor 1976, 63 s. 69; López Pardo 2006, 227 s. la ›tumba de melqart‹ del herákleion de gadir 187 como el mito que cabe denominar de ›Melqart y la pesca mágica de los atunes‹, mientras que otros, ya conocidos, se pueden comprender mejor a partir de la correcta identificación de este monumento. El primer mito relacionado con este monumento de Melqart es el del sacrificio milagroso que recoge Porfirio172, al que ya se ha aludido, y los restantes mitos relacionados173 (vid. supra). Otro mito es la creencia de que esa torre era la ›Tumba de Melqart‹, donde estaba sepultada la divinidad una buena etapa del año, según los mitos de la divinidad relacionados con su muerte y egersis. Diversas fuentes indican que Hércules estaba enterrado en Gadir, como Salustio, que pudo tomar la noticia de la biblioteca de Hiempsal, y también Pomponio Mela y Arnobio, lo que confirma que la tumba del dios era el monumento citado. Según Salustio174: »Después de morir Hércules en Hispania, según refieren los púnicos, su ejército compuesto de muchas gentes, […] se dispersó«. La misma noticia transmite Mela175, que añade que en el santuario se conservaban las cenizas de Hércules: »[…] y en el otro (lado de la isla hay) un templo de Hércules egipcio, célebre por sus fundadores, por su veneración, por su antigüedad y por sus riquezas. Fue construido por los tirios; su santidad estriba en el hecho de guardar las cenizas (de Hércules)«. También Arnobio176 recoge que »El (Hércules Tirio) está enterrado en el extremo de Hispania, el (Hércules Tebano) fue incinerado con fuego en el (Monte) Oeta«. Si esta torre era el nefesh o ›Tumba de Melqart‹ se comprende que la festividad de la egersis o resurrección de Melqart177 se celebrara en su entorno, puesto que se sabe que en Tiro ese ritual tenía lugar ante la tumba del dios. Por tanto parece lógico que la importante fiesta ritual de la egersis del dios, que se debía celebrar hacia febrero-marzo178, tuviera lugar precisamente en el entorno de esta torre, por ser la tumba del dios. A esta fiesta alude también la noticia, narrada por Filóstrato179, de que en las fiestas de la Gadir fenicia había cánticos a la muerte y que se quemaba ritualmente todos los años una efigie de Melqart, quizás una figura del dios cabalgando sobre un hipocampo180. También parece aludir a estas festividades rituales una referencia menos precisa de Pausanias181, que narra que el viajero Cleón de Magnesia sobre el Hermos fue obligado a alejarse del Herákleion, en el que vio quemar a un ’άνερ θαλάσιου, un ›hombre marino‹, que pudiera ser el mismo ser mítico al que se refiere Filóstrato. La relación de esta referencia con la anterior fue comentada hace un siglo por Frazer182 y ha sido recogida posteriormente por autores que consideran que aludiría al mismo ritual183, que se debía celebrar cerca del Herákleion y en el entorno de la ›Tumba de Melqart‹, en la que el dios estaba míticamente sepultado y que conmemoraba su muerte y resurrección184, rito al Porph. abst. 1, 25. Athen. deipn. 9, 49. 174 Sall. Iug. 18, 3. 175 Mela 3, 47: ossa eius ibi sita efficiunt 176 Arnob. 1, 36: Thebanus aut Tyrius Hercules, hic in finibus sepultus Hispaniae, flammis alter concrematus Oetaeis […] 177 Menandro, en Ios. ant. Iud. 8, 5, 3; Fl. Ios., contra Apion 1, 18. 178 García Bellido 1963, 72; Bonnet 1988, 33 s.; López Pardo 2006, 125 s. 179 Philostr. Ap. 5, 4. 180 Almagro-Gorbea 2010d. 181 Paus. 10, 4, 6. 182 Frazer 1906, 112 s.; Frazer 1922, 113. 183 García Bellido 1963, 126; Bonnet 1988, 222; Corzo 2005. 184 Lipinski 1970, 38. 172 173 188 martín almagro-gorbea que se supone que también pudiera referirse la ›Herculeam solemnitatem‹ de la Ora Maritima (Avieno, OM 274), que puede ser otra referencia a esa gran festividad185. Más discutible resulta saber si era a la escultura de esta sepultura monumental a la que se refiere la anécdota que recoge Suetonio186, de que César lloró ante una estatua de Alejandro al visitar el Herákleion de Gades. Esta estatua, según Dión Casio187, estaba situada en el propio Herákleion, aunque probablemente no dentro del recinto sacro, pues Suetonio precisa que quedaba apud Herculis templum, lo que supone que estaba cerca, pero no en el mismo lugar, lo que parece indicar un emplazamiento similar al que se deduce de la expresión έπί τοū πίργου del texto citado de Porfirio188 y de las fuentes árabes (vid. supra). La explicación pudiera ser que dicha escultura se atribuiría desde la Antigüedad a Alejandro Magno, tal como indica alguna fuente árabe, como Al-Himyarí (vid. supra), quien dice que la estatua era del ›Bicorne‹, lo que hace suponer que esa interpretación estaría bastante generalizada, confusión quizás surgida de la política de imitación de Alejandro por Aníbal (vid. supra), identificación con Alejandro que explicaría el que el monumento no fuera destruido por Roma, ni tampoco por los cristianos al ser identificada por éstos con la estatua de San Pedro. Otro posible mito relaciona la ›Tumba de Melqart‹ con su posible función de faro. Las fuentes árabes consideran de forma unánime a la torre como un »faro o ›almenara‹, de almanāra, etimológicamente ›el lugar de la luz‹, fuego que se hace en las atalayas, […] de las costas del mar […], para dar aviso de alguna cosa, como de acercarse embarcaciones o tropas enemigas«189. En este sentido, es interesante suponer que una de las posibles funciones de esta torre pudo ser la de servir de hemeroskopeion o thynnoskopeion para divisar los atunes y facilitar su localización y pesca, de acuerdo con la técnica de la almadraba conocida en el Mediterráneo desde la Antigüedad190, lo que ofrece una interesante relación entre esta torre situada junto al Herákleion y un posible mito gaditano sobre Melqart y los atunes. En efecto, una narración legendaria recogida en fuentes árabes ha trasmitido lo que parece ser un interesante mito de la Antigüedad que hay que suponer de origen fenicio, pues ofrece todos los indicios de tratarse de un mito sobre ›Melqart y la pesca mágica de los atunes‹191, ya que la pesca era la clave de la economía de Gadir192. El geógrafo granadino Al-Zuhrí (1130–c. 1161), en su citada obra Kitab al-Dja’ rafia193, ofrece esta interesante leyenda194: en Cádiz »estaba la ›Casa de los Atunes‹ (Dar al-Tunn), a la orilla de la Gran Cisterna. Esta tenía una puerta, por la que entraba un brazo del río. Había también allí un talismán que atraía a los atunes durante el mes de mayo (fecha de inicio de las almadrabas, posiblemente, tras la egersis de Melqart). La esposa del rey San Pedro (Sant García Bellido 1963, 153; López Pardo 2006, 235. Suet. Iul. 7. 187 Cass. Dio 37, 52. 188 Porph. abst. 1, 25. 189 Diccionario de la Real Academia Española 1958, 68 s. v. almenara. 190 Fernández Nieto 2002. 191 La interpretación mítica aquí propuesta parece más acertada que la que planteó Martínez Montávez (Martínez Montávez 1974, 69) al publicar la leyenda, que relacionó con el hundimiento de la Atlántida, sin excluir que este mito también parece tener aspectos cosmológicos relacionados con la explicación del origen y forma de la ciudad de Gadir. 192 Bernal 2009b. 193 Hadj Sadok 1968, 215. 194 La traducción ofrecida se ha tomado de Martínez Montávez (Martínez Montávez 1974, 237) y de Abellán (Abellán 1996, 57 s.). 185 186 la ›tumba de melqart‹ del herákleion de gadir 189 Bātar) dijo a su marido: ›Si abrieras una puerta en la base de ese monte, entrarían en el río, desde el mar, dos brazos y nuestro río195 aumentaría enormemente y entrarían en él los peces y atunes del mar‹. El respondió: ›No lo haré, pues no quiero que nuestro país quede cortado‹. Ella entonces le abandonó durante unos días (posible referencia a una abstinencia sexual196), hasta que él le dio permiso para hacerlo. Ella mandó entonces a los técnicos y operarios que abrieran la entrada, por donde ahora entran los barcos y barcas (qawārib, cárabos) entre Rota y Cádiz, pero cuando entraron las aguas y se juntaron con el río llamado Guadalete, crecieron hasta casi cubrir el puente. El agua se desbordó e inundó entonces la ciudad de Cádiz y la sumergió. Y por ello sólo quedó una pequeña isla«. Este texto contiene elementos que, en parte, pudieran ser una leyenda surgida tras cierta inundación histórica del Guadalquivir ocurrida el mes de la yumada del año 597 H (marzo– abril del 1201), que afectó muy gravemente a Córdoba y Sevilla y que llegó hasta la isla de Cádiz, según recoge Al-Himyarí197. Sin embargo, la referencia a Sant Bātar como rey de Gadir, que no es otro que San Pedro, hace suponer que se trata de la interpretatio cristiana de Melqart, tal como aparece representado en la estatua de la ›Tumba de Melqart‹198, pues la posible hacha fenestrada o flabellum que llevaba sobre el hombro se debió identificar con la llave de San Pedro de la iconografía cristiana según evidencian las fuentes árabes, por lo que esta figura debió acabar dando nombre a la ›isla de Sancti Petri‹, topónimo que debe considerarse una cristianización de ›isla de Melqart‹, pues en ella estaba su famoso santuario conocido como Herákleion (vid. supra). Esta explicación permite comprender y valorar la interesante referencia de que el rey de Gadir estaba desposado con una reina y ambos estaban relacionados con las aguas del mar y de los esteros y con la pesca de los atunes, pues poseían un talismán que atraía a los atunes durante el mes de mayo, fecha en que los atunes penetran en el Mediterráneo desde el Atlántico199, lo que permite su pesca en las almadrabas200. Pero también la egersis o resurrección de Melqart201 se celebraba en Tiro durante el mes Peritios, que corresponde de febrero a marzo202, y se supone que resucitaba por medio del hieros gamos con Astart203, simbolizados por la unión del Rey de Tiro y una sacerdotisa que representaría a Astart204. Esta coincidencia Martínez Montávez (Martínez Montávez 1974, 69) ofrece la traducción de ›cisterna‹, aunque quizás fuera más lógico interpretar que esta palabra pudiera aludir a estanques de los esteros dedicados a la crianza de peces. 196 Cabría relacionar este detalle con la tradición de que los sacerdotes del Herakleion guardaban castidad (Sil. 3, 28), quizás durante el periodo del año en que Melqart estaba ›muerto‹, al que pudiera aludir esta leyenda. Además, conviene recordar el mito en Berytus (Beirut) de la castración de Echmun como paredro de Astronöe, castración ritual propia de regiones sirio-anatólicas (Seyrig 1963, 21 s.). También conviene recordar que Astronöe es la misma Asteria relacionada con Heracles-Melqart a la que hace referencia Eudoxo de Cnidos (vid. infra), que era la Madre de los Dioses (Damascio de Damasco, Vita Isidori, en la Bibliotheca de Photios, 242) y que no es sino otra forma mítica de Astart (Seyrig 1963, 23). 197 Martínez Montávez 1974, 37. 198 Es interesante la observación de la Dra. Isabel Rodríguez Casanova de que San Pedro era pescador (Mt. 4, 18–22) y el patrón cristiano de los pescadores, por lo que esta figura sería la cristianización de la función de protector de la pesca y la navegación que tenía Melqart en la mitología fenicio-púnica, tal como indica la explícita sustitución del nombre de Melqart por el de Sant Bātar (San Pedro) en este relato árabe. 199 Martínez Maganto 1992, 236. 200 Fernández Gómez et al. 2009. 201 Menadro, en Ios. ant. Iud. 8, 5, 3; Fl. Ios., contra Apion 1, 18. 202 Bonnet 1988, 37; López Pardo 2006, 125 s. 203 Bonnet 1988, 36; Lipinski 1995, 233 s. 204 Delcor 1976, 67 s. 195 190 martín almagro-gorbea parece indicar que la egersis de la divinidad, el hieros gamos con Astart y la aparición de los atunes estaban relacionados, pues, además, coinciden con la primavera, cuando aumenta la duración de la luz del sol, hecho relacionado con el carácter de Melqart como divinidad solar. Este ciclo debía finalizar a partir del mes krr, hacia el mes de Julio de nuestro calendario, según indica la inscripción de Pyrgi205, en que se producía el entierro de la divinidad, que quedaría en su sepulcro hasta su nueva egersis al año siguiente206. Por lo tanto, este mito parece hacer referencia al poder sobre la pesca del atún de dos divinidades, una de ellas Melqart y la otra su paredro, que verosímilmente sería Astart207. El dios atrae mágicamente a los atunes hasta meterlos en una cisterna o ámbito cerrado, que pudiera aludir a los estanques de los esteros o de las factorías donde se trataban e introducían en ánforas para su comercialización208, aunque este detalle secundario puede ser una interpolación causada por la fama de la gran cisterna con mosaicos que había en la alcazaba gaditana209. También resulta significativo que en este relato Sant Bātar-Melqart aparece como ›Rey de Gadir‹, el título por antonomasia de la divinidad fenicia de Tiro y de Gadir, tal como indica la etimología de su nombre, hecho con evidentes connotaciones ideológicas y políticas. A pesar de que la narración transmitida por el geógrafo granadino Al-Zuhrí es una versión muy tardía y bastardeada del mito fenicio originario, también permitiría apreciar que dicho mito explicaría la ausencia de atunes como consecuencia del periodo de ausencia de relación sexual entre la pareja divina, hecho que implica que debía existir una relación mítica entre el hieros gamos de Melqart y Artart210 y la riqueza en atunes, por lo que éstos pudieran ser de algún modo, según este relato mítico, fruto de esa relación. En consecuencia, esta curiosa leyenda transmitida por Al-Zuhrí tiene todas las apariencias de proceder de una narración mítica fenicia sobre la relación de Melqart con su paredro Astart y la aparición ›mágica‹ de los atunes en el mes de mayo, que permitían obtener una pesca beneficiosa con el arte de las almadrabas. Sin pretender ir más allá en la interpretación de este mito, la estrecha relación de Melqart con los atunes y con Gadir la explicitan de forma concluyente la iconografía de sus monedas211, que muestra de forma sistemática la cabeza de Melqart y los atunes (fig. 15 a. b), tipos monetarios cuyo origen mítico queda de esta forma explicado. Además, la estatua que coronaba el gran monumento de la ›Tumba de Melqart‹, situado próximo al Herákleion, pasó a ser por sí misma el símbolo de la ciudad, ya que, proDelcor 1976, 55 s. La Dra. Isabel Rodríguez Casanova nos proporciona la interesante precisión de que la pesca estacional del atún se llevaba a cabo entre San Marcos (23 de abril) y, precisamente, la festividad de San Pedro (29 de junio), según recogió M. Ponsich (Ponsich 1988, 27 s.). Estas fechas ofrecen el interés de que coinciden con el periodo que transcurriría entre la egersis de Melqart, hacia marzo, y su muerte »en el mes de julio«, fecha que pudiera coincidir con la festividad de San Pedro, que pudo haber heredado esta tradición. En todo caso, la coincidencia de esas fechas míticas confirma la estrecha relación de Melqart con la pesca del atún, tal como refleja este mito. 207 La relación de ambas divinidades en Gadir parece documentarla el anillo de oro del Instituto Valencia de Don Juan (fig. 18), de fines del siglo III o inicios del siglo II a. C., con la interesante inscripción »(l)’dn (l) zz mlk strt w (l) bdm (l) m ‘gdr« (Hispania 12; cf. Solá 1965, 29 s.; Solá 1976, 184 s.; Blázquez 1975, 36 lám. 1; ICO 1967, 141 s., Spagna 12; Ribichini – Xella 1986; Bonnet 1988, 210; etc.), traducida como ›Al Señor, al Fuerte de Milk’Ashtart y a sus servidores, al pueblo de Gadir‹, que »podría ser una expresión teocrática de la constante asociación de Melqart y Astarté« (Marín 1984, 39 s., notas 64–67). 208 Bernal 2009b. 209 Martínez Montávez 1974, 48; Abellán 1996, 52. 210 Delcor 1974; Lipinski 1992, 233. 211 Alfaro 1988, passim. 205 206 la ›tumba de melqart‹ del herákleion de gadir 191 bablemente, serviría como almenara para divisar la llegada de los atunes al permitir observar los cambios en el brillo del mar producidos al pasar las bandas de estos grandes animales212, además de servir como referente y guía a los navegantes que se aproximaban por el Estrecho de Gibraltar hacia Gadir. Muy probablemente, este mito de ›Melqart y la pesca mágica de los atunes‹ también estaría relacionado con la ›Tumba de Melqart‹ y con la egersis de la divinidad, ya que es un mito que parece esencial para explicar la base económica de la ciudad, por lo que sería muy popular y estaría muy difundido en Gadir, hecho que ayuda a comprender cómo, convertido por los cristianos en una leyenda, que después conservaron los árabes, ha llegado hasta nosotros a través del relato de Al-Zuhrí, buen conocedor de la zona y de sus antiguas tradiciones. La estrecha relación mítica de Melqart con la pesca también parece documentarla un relieve de mármol pentélico, cuyo estilo es de época silano-cesariana, procedente del templo de Hércules Invicto de Ostia213. Este relieve muestra una almadraba o red de copo de tipo ›jábega‹, de cuyos dos extremos tiran sendos grupos de pescadores, técnica utilizada en Cádiz hasta el siglo XIX. En el centro de la jábega aparece una escultura del Hércules desnudo con el brazo izquierdo hacia delante y el derecho alzado hacia arriba sosteniendo quizás la maza (fig. 14). Esta escultura de Hércules corresponde a un modelo del arcaísmo final o inicio del estilo severo, no alejado del Poseidón del Cabo Artemision214, pero R. Corzo ha observado con acierto que pudiera interpretarse como un Smiting God oriental, pues ofrece la misma postura que algunos bronces fenicios del Herákleion hallados en Sacti Petri215, lo que confirma que se trata de un Hercules Gaditanus. En consecuencia, Corzo ha relacionado esta escena con el texto de Pausanias (Paus. 7, 5, 5 s.) sobre el hallazgo ›milagroso‹ de una estatua de Heracles de tipo egipcio pescada con una red en Eritrea216 y se inclina a relacionar la escultura del relieve de Ostia con el ya comentado episodio de Cleón de Magnesia (vid. supra), también recogido por el Periegeta (Paus. 10, 4, 6), que vio cómo quemaban en una playa de Gadir un ’άνερ θαλάσιου, quizás una imagen de Melqart. Aunque la figura aludida por Pausanias se suele suponer que representaría a Melqart cabalgando sobre un tritón217, parece lógico que la escultura del Heracles-Smiting God representado en Ostia sea un Hercules Gaditanus, en una escena que corrobora la estrecha asociación de la divinidad gaditana con la pesca, como explicitan las monedas de Gadir (fig. 15). Esta asociación de Heracles con la pesca de los atunes también se documenta en Cosa (Strab. 5, 2, 8), donde se ha considerado como un influjo fenicio218. Estas tradiciones avalan que en Gadir debió existir un rito consistente en pescar con red una estatua de Heracles-Melqart, semejante al documentado en Eritrea, rito que puede considerarse transmitido por el relieve de Ostia, aunque de él no han llegado testimonios escritos. Sería otro mito más de los numerosos que en Gadir asociarían a esta divinidad con la pesca, en especial con la del atún, como el mito sobre ›Melqart y la pesca mágica de los atunes‹ citado, transmitido como leyenda por Al-Zuhrí. Fernández Nieto 2002. Becatti 1939; Becatti 1942; García-Bellido 1987, 143 s. lám. 28, 7; Corzo 2005, 114 s. fig. 16 a. 214 Richter 1970, 40 fig. 105 s. Esta figura de Hércules-Melqart podría encajar también con las descripciones que ofrecen las fuentes árabes comentadas (vid. supra). 215 Corzo 2005, 193 s. fig. 1–7. 216 Corzo 2005, 116 s. 217 Almagro-Gorbea 2010d, 101 s. 218 Becatti 1942, 118 s. 212 213 192 martín almagro-gorbea Fig. 12 Cabeza de Alejandro como Heracles. a tetradracma póstuma de Alejandría c. 326-318 a. C., b tetradracma de Cartago c. 300 a.C., c bronce de Gadir, c. 200 a. C. Fig. 13 Escultura de Hercules Gaditanus pescada en el mar según un relieve de Ostia. la ›tumba de melqart‹ del herákleion de gadir 193 Fig. 14 Monedas de bronce de Gadir con cabeza de Melqart y dos atunes. Fig. 15 Moneda de Carthago Nova con Asdrúbal? Melqart como basileus heroizado con clava y corona de laurel. Otro aspecto de interés que se debe valorar en este monumento de la ›Tumba de Melqart‹ es la fama que tenía por su carácter mágico y como talismán, y así lo indica la palabra utilizada en árabe para describirlo, şanam, que se traduce tanto por ›ídolo‹, ›oráculo‹ como, en cierto sentido, por ›templo‹219, lo que apunta a que todavía en época islámica era considerado un monumento sagrado dotado de propiedades mágicas, al igual que en la Antigüedad. Esta fama perduró hasta su destrucción, ocurrida el año 1145, como evidencian una serie de leyendas que debían proceder de tradiciones que arrancaban de la Antigüedad, por ser la ›Tumba de Melqart‹, la divinidad más poderosa y taumaturga. Al carácter mágico del monumento hacen alusión numerosas fuentes árabes, al narrar hechos que no se pueden interpretar en sentido estricto como ›acontecimientos históricos‹, pero que documentan una continuidad de creencias populares muy arraigadas, que son reflejo de la mentalidad colectiva en procesos ›de larga duración‹, que en muchos casos se remontan hasta la Antigüedad. En este sentido, estas narraciones sí pueden – y deben – ser interpretadas como verdaderos documentos históricos de esa mentalidad colectiva, tal como atestigua la actual metodología etno-histórica220. 219 220 Martínez Montávez 1974, 54. Almagro-Gorbea 2009. 194 martín almagro-gorbea Fig. 16 Vista de Torregorda, en la Isla de Sancti Petri, Cádiz (por J. Hoefnagel). La construcción de la ›Tumba de Melqart‹ se atribuía a un conquistador mítico venido de otras regiones. Según Al-Zuhrí, »fue obra de un gigante […] para indicar la ruta del mar. Tenía su mano izquierda extendida hacia el estrecho, como si dijera: ›la ruta se inicia aquí‹ «221. Según Rasí, este personaje era »Hércules (que) levantó una columna (un alto ›ídolo‹) sin parangón en el mundo«222 y lo mismo indica Al-Himyarí223, según el cual Heracles levantó la almenara el año 2451 después de Adán o después del Diluvio, en tiempos de Moisés. Una versión muy semejante ofrece Al-Zuhrí según el Anónimo de Almería, quien afirma que »el Ídolo de Cádiz fue construido por un rey griego en el año 4092 de la venida de Adán y en el 1750 del Diluvio. Se basa para decir esto en la Historia de los Césares. Al-Fazán sostiene que el ídolo de Cádiz fue hecho en el año 2400 de la venida de Adán y que el rey que lo construyó se llamaba Hércules, de la progenie de Jafet, hijo de Noé. Fue el primer rey de los griegos que dominó la mayor parte del mundo […]«. Por su parte, según Abu-Hamid224, fue construido por Du-l-Qarnain225, es decir, el ›Bicorne‹, nombre por el que se denominaba a Alejandro Magno (vid. supra). Entre estas leyendas deben relacionarse las alusivas a que el monumento ocultaba ingentes cantidades de oro, como explicitan Al-Himyarí226 y Al-Zuhrí227. Tales creencias pudieran ser consecuencia del recuerdo, convertido en leyenda, de los grandes tesoros que poseyó en la Antigüedad el Herákleion gaditano228, que debió ser uno de los santuarios más ricos del Mediterráneo. 221 222 223 224 225 226 227 228 Traducción de Abellán 1996, 53. Lévi-Provençal 1938, 96 s.; Martínez Montávez 1974, 29 s. Abellán 1996, 61–63. 66. Dubler 1953, 69 s. Martínez Montávez 1974, 55. 66 s. Al-Himyarí 1963, 148. Bramon 1991, 216; Martínez Montávez 1974, 35 s. Blázquez 2002; García Bellido 1963, 126 s. la ›tumba de melqart‹ del herákleion de gadir 195 La ›Tumba de Melqart‹ también se consideraba dotada de carácter augural y capaz de predecir acontecimientos, según refieren las fuentes árabes. Esta tradición pudiera explicarse por el carácter mágico del monumento, pero también por su relación con Melqart, cuyo santuario, el Herákleion, tuvo un carácter augural que gozó de gran fama en la Antigüedad, como indican las fuentes229 y como confirma la escena de las sortes Herculis representada en el relieve citado de Ostia230 (fig. 13 b). Diversos autores árabes recogen la creencia de que si se destruía el monumento, ocurrían catástrofes. Al-Himyarí231 da la noticia de que existía un vaticinio según el cual la caída de una de las ›llaves‹ del ›ídolo‹ acarrearía revueltas en AlAndalus, como ocurrió el año 400H / 1009–1010, fecha que coincide con las revueltas de la caída de Almanzor y del final del Califato de Córdoba y, según ese mismo autor, desde entonces se abrió el Mar Occidental (el Atlántico). Además, la caída de la segunda ›llave‹ supondría la ruina total de Al-Andalus232 y, según al-Zuhrí233, desde que el faro fue demolido (el año 1045), desaparecieron los normandos, pues »sólo salieron dos carracas«, que naufragaron ambas, de lo que parece sobrentenderse que se consideraba que el Océano había dejado de ser navegable234, dado el carácter mágico atribuido por los árabes a esta construcción235. Estas creencias explican la interesante noticia de que señalaba los peligros del océano, como explicita Al-Zuhrí236, quien indica que »era una señal para entrar en el Gran Mar (el Atlántico) o salir de él«, pues »la gente de Al-Andalus pensaba que era un talismán (tilasm) contra las acciones del mar y que cuando fuera destruido ya nadie podría navegar«237. En consecuencia, las leyendas existentes sobre la ›Tumba de Melqart‹ hacen referencias a su construcción por un gran personaje mítico, que en algunas es el mismo Hércules-Melqart, a su relación con grandes tesoros de oro, a su carácter oracular y a que protegía la navegación y la pesca. Resulta muy difícil suponer que temas tan relacionados con la mitología de Melqart sean una casualidad, pues no se podrían elegir otros mejores para explicar las tradiciones que en la Antigüedad tendría la monumental ›Tumba de Melqart‹, cuyo carácter sagrado debía ser muy popular, lo que explica el origen y larga perduración de estas leyendas. Por ello, todas estas leyendas contribuyen a documentar y ayudan a comprender la importancia y la fama ›mágica‹ que había conservado este singular monumento, algo muy propio de su ambiente gaditano y del ámbito marino en el que estaba inserto. Pero también evidencian el gran arraigo que este monumento debía tener en el ideario colectivo de la población y como símbolo de la ciudad de Gadir, que habría sido respetado y conservado al imponerse el cristianismo, tal vez por identificarse con San Pedro la escultura de Melqart que lo coronaba, hecho que permitió que perdurara hasta que en el año 1145 de la Era fue derribado para buscar oro, pues no se pretendía su destrucción. Sil. It. Pun. 3, 167–213; cf. Blázquez 1954; Gibson 2005. Becatti 1939; Becatti 1942; García-Bellido 1987, 143 s. lám. 28, 7; Corzo 2005, 114 s. fig. 16 a. 231 Al-Himyarí 1963, 146. 232 Martínez Montávez 1974, 29 s. 233 Bramon 1991, 215. 234 Traducción de Martínez Montávez 1974, 26. 235 Sin embargo, el historiador cordobés Ibn Hayyán (Córdoba 987–1075), en su Muqtabis, toma de Rasís la noticia de que ya el emir Mohamed I (823–886) había intentado sin éxito destruir el faro para apoderarse de los tesoros que se suponía que ocultaba en su interior (Martínez Montávez 1974, 26 s.). 236 Bramon 1991, 216. 237 Traducción de Abellán 1996, 54. 229 230 196 martín almagro-gorbea El análisis realizado permite considerar prácticamente probado que este monumento con una gran escultura de Melqart en su cumbre era la famosa ›Tumba de Melqart‹, construcción estrechamente asociada al Herákleion gaditano y repetidas veces citada por las fuentes clásicas238, que constituía el nefesh mítico del dios, sin excluir que también pudiera haber servido como almenara, tal como fue considerado popularmente hasta su destrucción, pues la escultura dorada que lo coronaba, visible a gran distancia, acabó siendo el símbolo de la ciudad de Cádiz y el origen de numerosos mitos y leyendas. Tras su destrucción el año 1145 d. C., el monumento y la estatua de oricalco dorado de Melqart que lo coronaba han desaparecido, pero las escasas noticias llegadas a nosotros, en su mayoría gracias a las fuentes árabes, hasta ahora insuficientemente valoradas, han permitido conocer su características esenciales y recuperar este importante documento, que prácticamente había pasado desapercibido para los estudiosos. A pesar de las muchas incertidumbres que todavía ofrece, la identificación de ›Tumba de Melqart‹ constituye una importante aportación al conocimiento de la topografía, la religión y la historia de la antigua Gadir. Según las referencias más fidedignas (vid. supra), el monumento estaba emplazado en las proximidades del Herákleion, muy probablemente en la actual localidad de Torregorda y consistía en una torre de varios cuerpos, al parecer tres según interpretan la mayoría de los autores modernos, aunque otros le atribuyen cuatro cuerpos (fig. 3. 4), seguramente siguiendo la descripción de Al-Himyarí (vid. supra), que es la hipótesis que parece más probable (vid. supra). Su base medía 40 codos púnicos de lado y de alto, c. 21,60 m. y, aunque la altura del monumento resulta más incierta, las dimensiones que ofrecen los autores árabes (fig. 4) indican que medía 150 codos púnicos, 67 m. de altura, por lo que superaba los 58 m. del monumental Mausoleo de Halicarnaso y sólo debió verse superado en altura por el famoso Faro de Alejandría. Este singular monumento debió ser construido por Aníbal al visitar el Herákleion de Gadir el 219 a. C. para cumplir los Herculi vota239, antes de emprender su expedición contra Roma, por lo que documenta la política de grandes construcciones de los Bárquidas, inspirada sin duda en Alejandro Magno y en los Ptolomeos240. Por todo ello, la ›Tumba de Melqart‹ debe ser considerada como uno de los mayores monumentos del mundo púnico, por no decir de todo el Mediterráneo, lo mismo que la escultura monumental que lo coronaba debe considerarse en la actualidad la mayor escultura de bronce conocida en el mundo feno-púnico. Bibliografía Abellán 1996: J. Abellán Pérez, El Cádiz islámico a través de sus textos (Cádiz 1996) Abellán 2005: J. Abellán Pérez, El Cádiz islámico a través de sus textos ²(Cádiz 2005) Acquaro 1971: E. Acquaro, I rasoi punici, Studi Semitici 41 (Roma 1971) Alfaro 1988: C. Alfaro Asins, Las monedas de Gadir-Gades (Madrid 1988) Al-Himyarí 1963: Al-Himyarí abū ‘Abd Allah Huhammad b. ‘Abd al-Mun’im al-Sinháyt (m. 1 327), Kitáb al-Rawd al-mi’tár (trad. Ma. P. 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CNH-4, última actualización el 28.11.2004, ‹http://www.denarios.org/iberico/index.asp?fuseaction=moneda&id_moneda=3410&id_busqueda=834414› (consultado el 10.04.2013) b Tesorillo.com: Numismática antigua. Algunas monedas de otras culturas antiguas (2) ordenadas por orden cronológico. Hispania, Feno-púnica 4, última actualización en Abril de 2013, ‹http://www.tesorillo.com/oca/oca1.htm› (consultado el 18.04.2013). – Fig. 15: Foto Real Academia de la Historia. – Fig. 16: G. Braun, Civitates orbis terrarum 5, Köln, 1599, Taf. 6. – Tab. 1: Autor. D i r e c c i ó n : Prof. Dr. Martín Almagro-Gorbea, Real Academia de la Historia, C/ León, 21, E-28014 Madrid, E-mail: [email protected]. Zusammenfassung – Resumen – Summary Die arabischen Quellen beschreiben mit einiger Genauigkeit, die jedoch nicht frei ist von phanastischen Zusätzen, einen Leuchtturm oder ein Signalfeuer auf der Insel Sancti Petri bei Cádiz in der Nähe des Herakleion, das dort bis ins Jahr 1145 n. Chr. stand, als es von Al-Maimun zerstört wurde. Es handelte sich um einen großen Turm (o πύργος , Porph. de abstinentia I, 25) von 67 m Höhe, bestehend aus drei kubischen Körpern, die von einem Pyramidion abgeschlossen wurden, welches wiederum eine goldene Statue des Melqart von mehr als 3 m Höhe trug, woraus sich der Name ›Turm des Melqart‹ erschließt. Das Denkmal, Wahrzeichen des phönizischen Gadir wie des gesamten Westens, war nach dem Leuchtturm von Alexandria das höchste des Mittelmeergebietes. Seine Form war wahrscheinlich beeinflußt von dem berühmten sog. Grab des Melqart in Tyros, das vielleicht von Alexander nach der Einnahme der Stadt im Zuge seiner Proklamation als Abkömmling von Herakles-Melqart renoviert und instand gesetzt worden war. Vielleicht ist sie aber auch beeinflußt gewesen vom Grab Alexanders des Großen, welches Ptolemäus IV. im Jahre 215 v. Chr. in Alexandria errichten ließ. Auf jeden Fall kommt als Bauherr Hannibal infrage, der dieses Denkmal als ein Herculi votum für Melqart, seinen Schutzpatron, im Jahr 219 v. Chr. hätte weihen können, als er nach dem Sieg in Sagunt dem gaditanischen Herakles einen Besuch abstattete (Liv. 21, 21, 9; Sil. 3, 14), bevor er im Rahmen seiner typisch hellenistischen Propagandapolitik zu seiner Expedition gen Italien aufbrach. Schlagworte: Gadir – Herákleion – ›Grab des Melqart‹ – phönizische Architektur – phönizisches turmförmiges Denkmal – hellenistische Architektur – Hannibal. Las fuentes árabes describen con precisión no exenta de fantasía oriental un ›faro‹ o ›almenara‹ en la isla de Sancti Petri, Cádiz, en las proximidades del Herákleion, conservada hasta su destrucción por Al-Maimún en el año 1145 d. C. Fue una grandiosa torre o πύργος (Porph. De abstinentia I, 25) de 67 m de altura con tres cuerpos rematados por un alto piramidion con una escultura dorada de Melqart de más de 3 m de altura en su cumbre, lo que permite identificarla con la ›Tumba de Melqart‹. El monumento, símbolo de la Gadir fenicia y del paisaje del Occidente, sería el más alto del Mediterráneo tras el Faro de Alejandría. Pudo inspirarse en la ›Tumba de Melqart‹ de Tiro, 202 martín almagro-gorbea quizás renovada por Alejandro tras conquistar la ciudad y proclamarse rey como descendiente de Heracles-Melqart, o en la tumba de Alejando Magno construida por Ptolomeo IV el 215 a. C. en Alejandría. Su construcción se puedo atribuir a Aníbal como Herculi votum a Melqart, su divinidad protectora, al visitar el Herákleion gaditano tras tomar Sagunto el 219 a. C. (Liv. 21, 21, 9; Sil. 3, 14) y antes de emprender su expedición a Italia, dentro de su política helenística de propaganda inspirada en Alejandro. Palabras clave: Gadir – Herákleion – ›Tumba de Melqart‹ – arquitectura fenicia – monumento turriforme fenicio – arquitectura helenística – Aníbal. Arabic sources describe with precision (and some Oriental fantasy) a lighthouse or beacon on the island of Sancti Petri (Cádiz) in the vicinity of the Herakleion, a structure preserved until A.D. 1145 when it was destroyed by Al-Maimún. It was a grand tower or πύργος (Porph. de abstinentia I, 25), 67 m high with three bodies topped by a tall pyramidion that had a gilded sculpture of Melqart of more than 3 m at the summit. This permits the structure to be identified as the ›Tomb of Melqart‹. The monument, a symbol of Phoenician Gadir and of the lands of the West, would have been the tallest building in the Mediterranean after the Lighthouse of Alexandria. It may have been inspired either by the ›Tomb of Melqart‹ in Tyre (perhaps renovated by Alexander the Great when he conquered the city and proclaimed himself king, as the descendent of Herakles-Melqart) or by the tomb of Alexander built by Ptolemy IV in Alexandria in 215 B.C. Its construction can be attributed to Hannibal as a Herculi votum to his protecting divinity Melqart when he visited the Gadir Herakleion after capturing Saguntum in 219 B.C. (Liv. 21, 21, 9; Sil. 3, 14), prior to his Italian expedition, and would have been part of Hannibal’s Hellenistic propaganda policy modeled on Alexander. Key words: Gadir – Herakleion – ›Tomb of Melqart‹ – Phoenician architecture – Hellenistic architecture – Hannibal.