la ›tumba de melqart‹ del herákleion de gadir

Transcripción

la ›tumba de melqart‹ del herákleion de gadir
Martín Almagro-Gorbea
LA ›TUMBA DE MELQART‹ DEL HERÁKLEION
DE GADIR
Las fuentes árabes sobre Cádiz, la ›Qádis musulmana‹1, asentada en el solar de la famosa
Gadir fenicia y la Gades romana, hacen referencia a un grandioso monumento de más de
60 m. de altura, que describen de tal modo que parece un relato de la literatura fantástica
oriental, aunque algunos autores ofrecen detalles tan precisos que confirman su conocimiento
directo. Esta construcción debe identificarse con un elemento tan significativo del paisaje del
Occidente como es la ›Tumba de Melqart‹, un monumento de gran significado en el ámbito
feno-púnico de Hispania, al que hace referencia Porfirio2, como una torre o πύργος que se
alzaba en la isla de Sancti Petri, al este de Cádiz, en las proximidades del famoso Herákleion
gaditano (vid. infra), noticia que parece coincidir con las diversas fuentes árabes que la describen como ›faro‹ o ›almenara‹3.
Esta construcción monumental ha sido repetidamente descrita por autores árabes, pues
se mantuvo en pie hasta bien entrada la Edad Media, ya que fue destruida en una fecha tan
avanzada como el año 540 H, el 1145 de la Era, por Ali ibn Isa ibn Maimun para buscar el
oro que se creía que había oculto en su interior4.
El análisis detallado de las descripciones que ofrecen las fuentes árabes de ese singular
monumento rematado por una escultura también monumental, al que denominan como faro
o almenara por sus características, ya que quizás se inspiraba en el famoso Faro de Alejandría,
permiten efectuar su análisis e incluso llegar a reconstruir con cierta aproximación su estructura, que confirma que debió ser una de las construcciones más importantes de la Hispania
prerromana, a pesar de la dificultad que ofrecen las marcadas diferencias existentes entre unas
fuentes y otras5.
La descripción de esta construcción ha atraído la atención de numerosos especialistas,
que han intentado valorarla6, aunque hasta fecha muy reciente no se ha logrado interpretarla
Martínez Montávez 1974; Abellán 1996; Abellán 2005.
Porph. abst. 1, 25.
3
Martínez Montávez 1974, 52 s.
4
Fierro 1983, 15 s.; Sánchez-Albornoz 1983; Bernal 2009a, 90 fig. 2; Fear 1990/1991.
5
No parece que la ›Tumba de Melqart‹ sea el faro representado en un grafito romano de Cádiz del siglo V d. C.
(fig. 12), con doce cuerpos de forma escalonada (Bernal 2009a, 98 fig. 6).
6
García Bellido 1951; Mingazzini 1952; Solís 1954; Fierro 1983; Sánchez-Albornoz 1983; Fear 1990/1991; Carracedo 1991; Ordóñez 1993; Mierse 2000; Bernal 2009a.
1
2
160
martín almagro-gorbea
correctamente7. Por ello, a pesar de las múltiples referencias que existen sobre él, al ser mal
comprendidas, se ha interpretado como el templo de Kronos8, como un simple faro, que se
ha llegado a suponer que estaba abovedado9, o se ignoraba su existencia y sólo algún autor
ha llegado a intuir que las fuentes árabes aludían a la ›Tumba de Melqart‹10. García Bellido lo
consideró romano11, opinión seguida por otros autores12, y Fear lo relacionó con los ataques
de los Mauri en el siglo II d. C.13, pues, como se consideraba romano, se databa en el siglo
I o II d. C.
Este singular monumento ofrecía en su cumbre una escultura cuya discutida iconografía es la clave para su correcta interpretación, que exige un análisis conjunto de las fuentes
clásicas y árabes desde las tradiciones arquitectónicas e iconográficas fenicio-púnicas, ya que
no puede ser considerado como una mera construcción de la arquitectura clásica14, pues las
características que describen las fuentes árabes (vid. infra y cuadro I) indican que debía tratarse
de una obra púnica, hipótesis raramente planteada15 y nunca analizada en profundidad, lo que
ha impedido hasta ahora identificar esta importante construcción púnica.
Monumento
Las fuentes árabes ofrecen diversas descripciones de este singular monumento, pues era
el símbolo de la ciudad de la Qádis musulmana (vid. infra)16, ya que la escultura de bronce
dorado que había en su cumbre podía verse a gran distancia y anunciaba la llegada a la ciudad,
por lo que pasó a ser su símbolo.
El yemení Harbi Al-Himyarí, autor del siglo VII–VIII d. C.17, ofrece la descripción más
antigua conservada: »El más extraordinario de todos es el edificio que siempre se relaciona
con Cádiz. Hércules […] construyó una alta e importante fortaleza (michdal)18 y colocó en lo
más alto su propia efigie, fundida en cobre. Miraba hacia Occidente y era como un hombre
envuelto desde los hombros hasta media pierna en un manto ajustado (hurd). En la mano
derecha, que extendía hacia Occidente, tenía una llave de hierro y en la izquierda una placa de
plomo grabada con 1a narración de su propia historia, que indicaba que había conquistado los
países del más allá. El ›ídolo‹ (sanam)19 está en la mitad de la isla, pues hay seis millas entre él
Almagro-Gorbea 2010a, 75 s.
Solís 1954.
9
Fierro 1983, 119. Contra, García Bellido (García Bellido 1951, 113), que observó que se trataba de una construcción maciza, como indican las fuentes árabes más fiables.
10
Mierse 2000. Sin embargo, M. P. García-Bellido (García-Bellido 1987, 141) consideró que »el altar zigurático
(escalonado) de los ases (de Lascuta) era la tumba/altar de Melqart«.
11
García Bellido 1951, 112, observó que la estatua que lo coronaba tenía barba, por lo que la atribuyó a los
Antoninos.
12
Solís 1954. También Bernal 2009a, 91, lo ha considerado romano porque tenía grapas de plomo, aunque el uso
de este elemento es característico de la arquitectura fenicio-púnica (vid. infra).
13
Fear 1990/1991, 202 s.
14
García Bellido 1951, 112 s.; Mingazzini 1952; Solís 1954; Fierro 1983; Bernal 2009a.
15
Carracedo 1991, 211.
16
En este análisis sólo se recogen las referencias de las fuentes más explícitas y seguras.
17
Lévi-Provençal 1938, 173 s.; Martínez Montávez 1974, 85 nota 22, cuya traducción se sigue; Fierro 1983, 9 s.
18
›Fortaleza‹ en el sentido de torre fortificada.
19
Abellán 1996, 62, traduce en vez de fundida ›vaciada‹, en vez de en cobre ›en bronce‹ y en vez de ídolo ›templo‹;
›sanam‹, en todo caso, indica que se le consideraba dotado de carácter mágico, que conviene tener en cuenta.
7
8
la ›tumba de melqart‹ del herákleion de gadir
161
y el castillo mencionado […]. Mide 40 codos de lado y otros tantos de altura. Seguidamente,
su segundo piso se estrecha, y otro tanto ocurre con el tercero. A partir del cuarto el edificio
se va afilando, hasta que los dos pies de la figura están sobre una sola piedra que – a ojo –
tiene cuatro codos de lado. El pie derecho lo mantiene adelantado y retrasado el izquierdo,
como si caminara. La altura total del ›ídolo‹, desde el suelo a la punta de la imagen, es de 124
codos, siendo de ocho codos la altura de la imagen, aunque también hay quien dice seis. Estas
medidas están dadas en el codo grande, equivalente a tres palmos y medio. De entre sus pies
sale una columna de cobre u oro, que sube hasta sobresalirle unos dos codos – a ojo – por
encima de la cabeza«. A continuación ofrece una detallada noticia de su destrucción, en la
que señala cómo al caer se pudo sacar el plomo (de las grapas) que unían los sillares, lo que
aporta un interesante detalle de la técnica constructiva20.
También hay noticias de este monumento en documentos mozárabes, como la Chronica
Muzarabica21 del 745 d. C. o Continuatio Isidoriana Hispanica, que hace referencia poco
precisa a una figura »claves in manu«. Ya en el siglo X el famoso Ahmad ibn Muhammad alRazí, conocido como Rasis (887–955), recoge que »en Cádiz Hércules levantó una columna
(un alto ›ídolo‹) sin parangón en el mundo«22. Casi contemporánea es la obra Al-Tanbīh wal-isrāf (68–69), datada en el 345 H (956 d. C.), del historiador árabe Abū al-Hasan Alī ibn alHusayn ibn Alī al-Mas’ūdī (Baghdad 896 – El Cairo 956)23. En ella se indica que »en esta isla
(Gades, situada frente a Medina Sidonia […] a unas 12 millas), se levanta una gran almenara
(manāra ‘azīma) de admirable fábrica, con una columna en su cima y sobre ésta una estatua de
cobre (timtāl min al-nuhās), que se distingue, por su gran tamaño y elevación, desde Sidonia
y aún más allá. Detrás de la columna de este mar, y a intervalos fijos, hay otras estatuas en
unas islas que se ven las unas desde las otras y son las estatuas que llaman las Herácleas (alhiraqliyya), porque fueron construidas en los tiempos antiguos por Hércules, el gran rey, las
cuales avisan a quienes las ven de que no se puede ir más allá de ellas […] (con) la variedad
de los gestos en las manos […]«. A continuación Al-Mas’ūdī indica que el monumento era
citado y comentado en diversas obras de la Antigüedad, en las que se consideraba uno de los
límites del mundo: »El caso de estos ídolos es muy conocido desde la Antigüedad hasta el
tiempo presente, que es el año 345 de la Hégira (956–957 d. C.). Lo han referido los filósofos
antiguos y otros sabios, entre cuantos se han ocupado de la forma de la tierra y de las noticias
del mundo. Uno de ellos es el autor de La Lógica (Aristóteles), en su libro de Los Mirabilia,
que consta de cuatro capítulos, en el primero de los cuales trata sobre ello al hablar del río
que se conoce por el nombre de Tarsis (Tarsiyūs, el Guadalquivir), el cual fluye hasta llegar
más allá de los ídolos (al-asnām) que erigió Hércules, el gran rey; y también habla de ello en
otro capítulo, e1 segundo, del libro De Caelo et de Mundo, que tiene asimismo cuatro partes,
cuando trata de la pequeñez de la tierra y dice: ›La prueba de la parvedad de la tierra es que
Martínez Montávez 1974, 36; García Bellido 1951, 120 s. atribuye esta descripción a Ibn Abd al-Munim
(Túnez o al-Andalus c. 1250 – Túnez ?, pág. 1325), quien también describe cómo el emir de Cádiz, Ali ibn Isa ibn
Maimun (1145–1147), destruyó el monumento el año 1145 d. C. al buscar los tesoros de oro que creía enterrados en
su subsuelo, lo que permitió, una vez arruinado, extraer gran cantidad de plomo de las grapas que unían los sillares,
además del bronce de la estatua.
21
Real Academia de la Historia, Cód. 81, 45; Gil 1973, 32.
22
Lévi-Provençal 1938, 96 s.; Martínez Montávez 1974, 29 s.
23
García Bellido 1951, 115; Abellán 2005, 30 s.; aquí se sigue la versión de F. N. Lasanta.
20
162
martín almagro-gorbea
algunos pretenden que el lugar al que llaman de Los Ídolos de Hércules (asnām Hiraql) se
confunde con el primero de los límites de la India, y por eso dicen que el mar es uno solo‹.
Y habla de ello también y lo explica Alejandro de Afrodisias (el ›Exégeta‹, c. 200 d. C.), en su
comentario del libro de Aristóteles sobre Los Mirabilia, que es el libro más grande de todos
los que tratan de las antigüedades, pues tiene aproximadamente 500 hojas«.
Pocos años después, a fines del siglo X aparece en un poema de Musa Ibn Shujais, que la
describe así: »[…] la imagen que se alza sobre el ›ídolo‹, brillante, dominando el mar de Cádiz
[…]«24, lo que evidencia su popularidad. A inicios del siglo XI el jurista cordobés Ibn ‘Umar
Yûsuf ibn ‘Abd Allâh ibn Mwhammad ibn ‘Abd al-Barr al-Namirî al-Kurtubî, conocido como
Yusuf Ibn ‘Abd al-Barr (Córdoba 978 – Játiva 1071), en su obra Bahyat al.mayalis wa-uns
al-muyalis25, recoge la noticia de que »u na de las maravillas del mundo es el Ídolo de Cádiz
(sanam Qadis), […] sobre el mar de la provincia de Sidonia. De él se ocuparon los antiguos y
luego los historiadores musulmanes han transmitido su noticia […]« y, a continuación, incluye
un poema de Abu Utman al-Saduni (780–868 d. C.), que lo describe así: »[…] hay un negro
que está de pie en la cima de un pináculo, / como si sobre él estuviera crucificado el viento.
/ Adelanta la pierna derecha y casi la alza, / como quejándose de un esfuerzo descomunal.
/ En la diestra presenta una llave que tú tomarías por ofrenda, / si no fuera porque él está
compungido. / Y un pergamino en la izquierda, mano que lleva cerrada como si nos quisiera
ocultar su contenido. De la mar señala el poniente y su región / mirando erguido hacia el
ocaso del sol […] / Os digo que en sus noticias hay un portento, / así que no preguntéis /
si es de oro o de latón«26.
A mediados del siglo XI el geógrafo granadino Abu Hamid Al-Garnātí (Granada 1080 –
Damasco 1169), gran viajero que recorrió el Magreb, Egipto, el Próximo Oriente y llegó hasta
Bagdad y la Meca, en su obra Tuhfat al-albab recoge la ›Historia de la Estatua de Cádiz‹, en
la que describe que »La mandó levantar el Bicorne27, aunque con segura certeza sólo Dios lo
sabe. En Al-Andalus hay una isla en el punto en que confluye el Océano Negro (Atlántico)
con el Mar de Rūm (Mediterráneo), en la cual se edificó una almenara de piedra negra, sin
usar hierro para nada. Tiene 100 codos de altura o quizá más, es cuadrada en su base y redonda en su parte superior y carece de puerta por ser totalmente maciza. En su cumbre hay
una figura de un individuo negro, como un zinyí (negro), envuelto en una túnica de oro, que
viste de manera extraña y singular. Tiene descubierto el hombro derecho y el brazo y la mano
extendidos, con el dedo índice señalando en dirección a al-Magrib (Occidente), en el Océano
Negro, en ademán de asir unas llaves […]« (fig. 1)28.
Martínez Montávez 1974, 63.
Pinilla 1989.
26
Se cita la versión de F. N. Velázquez (1995, 180), tomada de Abellán 2005, 55 s.
27
El ›Bicorne‹ es Alejandro Magno mitificado, pues se le representaba con los cuernos de Amón (Lambrinudakis
1984), tal como aparece en las conocidas tetradracmas de Lisímaco (Jenkins 1972, 244 nº 534), aunque, desde la iconografía griega, esos cuernos también podían interpretarse como los de Apolo Kárneios (Leclant – Clerc 1984, 216 nº
334. 344. esp. 337), pues Apolo era ktílos, ›carnero‹, en el sentido del animal »que dirige el rebaño«, acepción próxima
a ktízein ›roturar, fundar‹ murallas o ciudades (Hdt. 4, 46, 3) o ›instituir‹ un culto (Hdt. 1, 165–167; cf. Detienne 2001,
96 s. 129 s.), por lo que Apolo era el dios protector del Héros Ktístes fundador de una ciudad, una de las empresas
más características de Alejandro.
28
García Bellido 1951, 117. Se sigue la traducción de Martínez Montávez 1974, 56 s. El manuscrito de esta obra
conservado en la Bibliothèque National de París (Ms. 2168, fol. 16r) ofrece una versión gráfica de la torre (Ramos
1990 lám. 1), aunque totalmente inventada (fig. 1).
24
25
la ›tumba de melqart‹ del herákleion de gadir
163
Fig. 1 Representación del monumento en el ›Tuhfat al-albab‹ de Al-Garnatí.
También el geógrafo granadino Mohammed Ibn Abu Bakr Al-Zuhrí (1130–c. 1161), autor
de la Kitab al-Dja’ rafiyya, relata que en Cádiz existía un faro cuadrado parecido al de Alejandría, que describe con amplitud y precisión por ser contemporáneo y conocer personalmente
los hechos que narra29. Esta obra se consideraba como de un autor ›Anónimo de Almería‹, por
un manuscrito conservado en el British Museum30: »En esa ciudad (Cádiz) había el curioso faro
(›almenara‹) parecido al de Alejandría. Tenía cien codos de altura. Era cuadrado, construido con
una especie de piedra pómez áspera (kaddān), de sólida estructura y estaba trabado con columnas de cobre rojo. Encima de él, es decir, de este primer cuerpo, había un segundo (cuerpo)
cuadrado, cuyo tamaño era como un tercio del primero. Sobre este cuadrado pequeño había un
cuerpo triangular puntiagudo de cuatro caras (una pirámide truncada), correspondiendo cada cara
a uno de los frentes del cuadrado pequeño, y encima de éste había un mármol blanco cuadrado
de dos palmos de lado. Sobre este mármol había una figura humana de la más extraordinaria
factura, sin parangón en su acabado, perfección y estilo. Su rostro miraba hacia el Noroeste y
Martínez Montávez 1974, 58 s.
Dozy 1881, 311–314; Quintero 1928, 16; García Bellido 1951, 116; Martínez Montávez 1974, 59 s., traducción
que se sigue, con algunos cambios de Abellán 1996, 52 s.
29
30
164
martín almagro-gorbea
tenía el brazo extendido hacia el Norte, los dedos cerrados31. Con el índice señalaba la boca del
golfo que sale del Gran Mar, llamado el Estrecho (de Gibraltar), el que se alza entre Tánger y
la punta de Tarifa, como si mostrara la ruta. Sacaba la mano derecha por debajo del manto y la
tenía cerrada, con un bastón como si señalara hacia el mar. Mucha gente creía que se trataba de
una llave, pero al decir esto se equivocan.
Yo afirmo que lo he visto varias veces y nunca observé ninguna llave en su mano, aunque tenía una especie de vara que parecía pequeña por su distancia del suelo. Uno de los
que estaban presentes cuando la demolición del ›ídolo‹ (sanam), y que era de los alarifes que
presenciaron la destrucción de aquel faro, me ha contado que en su mano tenía un bastón de
doce palmos32 de largo (= 288 cm.), terminado en un corte como una especie de ›gargantilla‹
o ›crucecilla‹33. Muchas gentes pensaban que esta estatua era de oro rojo, puesto que sobre
ella había una luz brillante que se coloreaba a la salida y al ocaso del sol, unas veces en tono
verde, y otras enrojecido, como el cuello de las palomas, pero su tono habitual era el verde
lapislázuli. El faro servía de guía […] en las entradas y salidas al Océano […].
Desde que este faro fue destruido ya no se pudo contar con él como guía. Su demolición
tuvo lugar en el año 540 H (1145–1146), al comienzo de las revueltas en al-Andalus y fue
obra de (Abú-l-Hasan) ‘Alí ben `Isá ben Maymūn, cuando se rebeló en Cádiz y ambicionó
aquella estatua (que pensaba que era) de oro. Pero cuando la arrancó de su sitio, vio que era
de latón, con un baño de oro fino, del que obtuvo doce mil dinares de oro34. Se inutilizó su
funcionamiento para la navegación (para el mar), pues la gente de al Andalus pensaba que
era un talismán (tilasm) contra las acciones del mar y que cuando fuera destruido nadie más
podría navegar«.
También de mediados del siglo XII es la descripción del monje conocido como Ps.
Turpin, conservado en el libro IV del Codex Calixtinus35. Aunque no aporta precisiones de
interés, evidencia cómo la fama del monumento llegó al mundo cristiano: »Sobre la orilla del
mar hay una ruina, bien trabajada […], de forma ancha y cuadrada debajo y estrecha arriba,
tan alta como vuela un cuervo. Sobre ella se eleva una imagen de oricalco (latón) labrada de
modo que tiene el aspecto de un hombre erguido sobre sus pies. Tiene el rostro vuelto hacia
el Mediodía y en la mano derecha sujeta una gran llave […]«.
Las descripciones prosiguen el en siglo XIII, cuando el geógrafo sirio Abu Abdallah
Yaqut (c. 574–626 H / 1179–1229), en su Libro de los Países36, escrito hacia el 1228, ofrece
Parece preferible la traducción de Abellán (Abellán 1996, 53): »Su rostro se dirigía a Poniente, hacia el Mar, y
mirando al Norte extendía el brazo en esa dirección con los dedos cerrados«.
32
1 palmo = 24 cm.
33
La traducción de este detalle es difícilmente comprensible, por lo que parece mejor la que ofrece Abellán
(Abellán 1996, 53): en su punta tenía unas correas (šakāsif) como de látigo (q.rŷ.la); sobre la interpretación de este
elemento, vid. infra.
34
En esos años el dinar almorávide había pasado de pesar de c. 4,25 g a c. 3,85 g, por lo que el peso del oro
de la escultura supondría más de 46 kg. Esta cantidad puede parecer excesiva, pero según amables indicaciones del
Prof. A. Canto y de la Dra. Isabel Rodríguez Casanova, un peso de 46 kg por los 12.000 dinares puede considerarse
correcto, pues el peso real del dinar almorávide era de c. 3,90 g, ya que nunca alcanzó los 4,25 g teóricos. Además, Ibn
Abi Zar († c. 1315), algunos años después, en su gran obra sobre los almohades, el Rawd al-Qirtas (p. 477), al referirse
a las esferas (yamur) de la mezquita de Sevilla dice que »[…] en su dorado se gastaron 100.000 dinares de oro«, lo que
equivale a c. 460 kg, cantidad quizás algo exagerada, pero que indica que puede considerarse válido el cálculo del oro
empleado para dorar esta escultura de Melqart de Cádiz.
35
Meredith-Jones 1936; García Bellido 1951, 119.
36
Abu Abdallah Yaqut, Libro de los Países 4, 6.
31
la ›tumba de melqart‹ del herákleion de gadir
165
una versión que resulta muy semejante a la poco posterior de Al-Qazwiní37: »El talismán (la
escultura, considerada de carácter mágico) era de hierro mezclado con azófar y tenía la figura
de un bereber, con barba y un enhiesto mechón de pelo crespo sobre la cabeza. Vestía una
especie de alquicel (manto) por debajo de la axila, cuyas dos puntas juntaba con la mano
izquierda. Estaba erguido en la cumbre de un soberbio edificio de algo más de 70 codos, en
tanto que la medida de la imagen era de seis codos. En su mano derecha empuñaba una llave
y señalaba hacia el mar […]«.
Una descripción muy parecida ofrece el físico, astrónomo y geógrafo persa Al-Qazwiní38,
que vivió de 1203 a 1283, al describir una »[...] estatua de hierro mezclado con azófar, en figura de hombre bereber, barbado, ataviado con cinturón y túnica dorada que le colgaba desde
el hombro hasta media pierna. Las dos puntas las juntaba con su mano izquierda, apretada
contra el pecho. La derecha la tenía extendida, apretando una llave y señalando hacia el mar
[…]. Estaba erguido sobre una alta construcción de algo más de 60 codos, mientras la altura
de la figura era de seis codos«39.
En esas fechas, aunque ya destruido, su fama se había extendido hasta la Hispania cristiana, donde el monumento es ilustrado hacia 1270 por Alfonso X el Sabio en su Estoria de España o Primera Crónica General40, en la que aparece representado de forma idealizada (fig. 2).
Traducción de Martínez Montávez 1974, 57.
Al-Qazwiní 550 s.
39
Martínez Montávez 1974, 57 s., que sigue Fierro 1983, 8. 57 s. Después señala que la ›llave‹ se cayó el año 400
H / 1009–1010) y que fue llevada a Ceuta, donde se comprobó que pesaba 8 arreldes (1 arrelde = 450 g), unos 3,5
kg (Martínez Montávez 1974, 29).
40
Menéndez Pidal 1955; Fernández-Ordóñez 1999.
37
38
Fig. 2 Representación del monumento en la ›Estoria de España‹ de Alfonso X el Sabio.
166
martín almagro-gorbea
Reconstrucción del monumento
La selección ofrecida de las descripciones del monumento permiten conocer las más
explícitas conservadas, aunque no sean las únicas41. Estas referencias resultan bastante coincidentes en los elementos esenciales, aunque discrepen en algunos detalles, dado su diverso
origen y cronología, lo que permite abordar el análisis de la estructura y la reconstrucción
del monumento (fig. 3. 4).
Las distintas fuentes árabes varían al señalar la altura del ›faro‹ o ›almenara‹, para el que
indican de 40 a 124 codos, lo que supone de 30 a 65 m.42. Sin embargo, la mayoría de las
fuentes señalan una altura de 100 o más codos, lo que supone más de 54 m. de altura (vid.
infra). El más preciso es Al-Himyarí, quien señala que su base tenía 40 codos de altura, y más
adelante dice que la altura total era de 124 codos. A su vez, Al-Garnatí y Al-Zuhrí recogen
que tenía más de 100 codos y Yaqut y Al-Qazwiní indican que tenía más de 60 codos.
A estas variaciones en el número de codos se añade la dificultad que supone la existencia de diversos codos árabes. En Al-Andalus el codo más utilizado fue el rashashshí o ›codo
negro‹, que medía 54,04 cm.43 y tenía tres palmos. A partir de este codo se obtiene un ›codo
grande‹, que medía 3,5 palmos, por lo que su longitud sería de 64 cm., muy próximo al ›codo
de Omar‹ de 64,9 cm., al que parece aludir el yemení Al-Himyarí.
Estos datos permiten calcular el tamaño que tendría el monumento, ciertamente sorprendente por su altura. Si el cálculo se hace con el ›codo grande‹, el monumento tendría 25 m.
de lado en la planta y esa misma altura en su primer cuerpo, pero alcanzaría cerca de 79 m.
de altura total, en la práctica, 80 m. Si en vez de usarse el ›codo grande‹ se usa el rashshashí,
el primer cuerpo mediría 21,61 m. y la altura total sería de 67 m., también elevada, pero que
ya parece más admisible. Si la altura se calcula con el codo rashshashí y se acepta que fuera
de sólo 100 codos, como indican Al-Garnatí y Al-Zuhrí, que en algunos detalles parecen las
descripciones más fiables, se obtiene una altura total de 54 m. Por último, aún cabe calcular
su altura según los 60 codos que indica Al-Qazwiní, que equivaldrían a 32,40 m., altura que
resulta semejante a la que ofrecen los monumentos funerarios númidas de época helenística44,
aunque esta altura discrepa de la indicada por la mayoría de las fuentes y por las más fiables,
por lo que debe considerarse excesivamente baja.
Cualquiera que fuese la dimensión real del monumento, hay que suponer que la construcción debió estar realizada con una unidad métrica y con proporciones precisas y lógicas,
pues un monumento de estas características necesariamente tuvo que estar realizado siguiendo
un trazado geométrico de proporciones precisas y bien calculadas. En consecuencia, a partir
de los distintos codos teóricos se puede llevar a precisar cuál pudo ser la anchura y la altura
de la base y cuál fue la altura total del edificio, al comprobar qué medida de las resultantes
está más en consonancia con una metrología coherente que, como se indica más adelante,
teóricamente debía ser fenicio-púnica.
Una recopilación más amplia, puede verse en Carracedo 1991; Ordóñez 1993; Abellán 1996; Mierse 2000.
Existen muchas opiniones sobre la altura del monumento. Hay autores, como Mingazzini (Mingazzini 1952), que
le atribuyen más de 50 m. de altura, mientras que según Fierro (Fierro 1983, 61) la base tendría 33,60 m. y su altura sería
de 89,22 m. Otros autores le atribuyen dimensiones menores, como Fear (Fear 1990/1991, 201), que supuso que tendría
40 m. de altura y 23 m. de base, probablemente por considerar exagerados los datos que ofrecen las fuentes árabes.
43
Vallvé 1976.
44
Rakob 1979, 145 s. fig. 70. 71. 87. 104.
41
42
la ›tumba de melqart‹ del herákleion de gadir
167
Fig. 3 Reconstrucción de la ›Tumba de Melqart‹ situada cerca del Herákleion de Gadir. a codo fenicio, b
codo Rashashshí, c metros.
Fig. 4 Monedas de Tiro. a con la Tumba de Melqart, b de Biblos con la Tumba de Adonis.
168
martín almagro-gorbea
Los 40 codos de la base del monumento, si fueran codos rashshashíes de 54,04 cm.,
supondrían una anchura de 21,61 m., mientras que los 124 codos de altura total alcanzarían
los 67 m. Sin embargo, si fueran ›codos grandes‹ de 3,5 palmos, esto es de c. 63,05 cm., los
40 codos de la base equivaldrían a c. 25,21 m., y los 120 codos de altura a c. 78,17 m.
La comparación de estas medidas con unidades fenicio-púnicas puede considerarse esclarecedora. Los 40 codos de 54,04 cm. equivalen a 21,61 m., como se ha indicado (vid. supra).
Si los 21,61 m. se dividen por 30,4 cm., que es la longitud del pié fenicio de Pozo Moro, que
correspondería a un codo de c. 45,6 cm.45, se obtienen 71,08 pies, una medida que parece
imprecisa. Sin embargo, si en vez de calcularse dicha medida en pies de 30,4 cm. se calcula
en el codo correspondiente, de 45,6 cm., esos 21,61 m. darían como resultado 47,39 codos
fenicios de Pozo Moro, en la práctica, 48 codos, una medida bastante coherente, pues indicaría
que el edificio fue construido con un codo sirio-fenicio (vid. infra)46.
En efecto, si los 21,61 cm. de la base se dividen por 44,89 cm. del codo sirio-fenicio
se obtiene como resultado 48,13 codos sirio-fenicios, cifra que puede perfectamente redondearse con muy escaso error en 48 codos sirio-fenicios de 45,02 cm., medida perfectamente
admisible. También se puede tener en cuenta que los 48 codos sirio-fenicios de 44,90 cm.
supondrían una longitud de 21,55 m., por lo que el ›error‹ entre ambas medidas sería de sólo
6 cm. con respecto a los 21,61 m. codos rashashshíes, lo que supone un error menor de <
0,3 %, perfectamente admisible en este tipo de cálculos metrológicos. Además, la cifra de 48
codos resulta muy adecuada, pues une a su alto simbolismo su amplia y fácil divisibilidad (=
2 × 24; 4 × 12; 6 × 8 etc.), lo que permite suponer con alta probabilidad de acierto que sería
la utilizada para la base del monumento, tanto más por cuanto este codo de c. 46 cm. es una
unidad metrológica característica de áreas relacionadas con el mundo fenicio-púnico y está
bien atestiguada en el Norte de África47.
Por el mismo procedimiento se puede calcular la altura total del edificio, a partir de los
124 codos rashashshíes de 54,04 cm., que suponen 67 m. de altura. Esta cifra, dividida por pies
de Pozo Moro de 30,4 cm., da como resultado 220,3 pies; si se divide por codos de Pozo Moro
de 45,6 cm. daría 146,9 codos; si se divide por codos sirio-fenicios de 44,89 cm. daría como
resultado 149,25 codos. Esta última cifra parece ser la más adecuada, pues prácticamente se
puede redondear con un error mínimo en 150 codos fenicios de 44,89 cm., que teóricamente
supondrían 67,33 m. de altura, con un error de 33 cm. que supone < 0,5 %, perfectamente
aceptable, como ocurre con el cálculo de la base48. También cabe la posibilidad de que la altura hubiera sido de 146 codos de 44,89 cm., cifra casi equivalente a los 48 codos de la base
multiplicados por tres, ya que, teóricamente, 48 por tres darían 65,53 m., que equivaldrían a
219,1 pies, cifra que se puede redondear en 220 pies de 29,91 cm., por lo que este resultado
también parece teóricamente admisible por su facilidad de división. Sin embargo, entre una
Almagro-Gorbea 1983, 225 nota 296; Almagro-Gorbea – Gran Aymerich 1991, 189 s. fig. 106 nº 10.
El codo de Pozo Moro de 45,6 cm. resulta muy próximo al codo sirio-fenicio de 44,89 cm. (Büsing 1982, 2 s.
fig. 1), cuyo pie correspondiente mediría 29,93 cm., y por ello también es muy próximo al llamado ›codo egipcio corto‹
de 44,88 a 44,90 cm. usado en el Nuevo Imperio (Rottländer 1979, 37), unidad de medida que parece ser la empleada
en las sepulturas fenicio-occidentales de Trayamar (Niemeyer – Schubart 1975, 70 s.; Niemeyer – Schubart 1976, 17).
47
Cagnat – Besnier 1909 nº 154; Ioppolo 1967, 93 s.; Jodin 1975, 13 s. 45. 73.
48
Si se prefiere calcular en pies, los 67 m. de altura que equivaldrían a 150 codos de 44,66 cm. supondrían 225
pies asociados a dicho codo.
45
46
la ›tumba de melqart‹ del herákleion de gadir
169
y otra solución, parece más adecuada la de 150 codos, ya que equivale a tres veces la base
(48 × 3 = 144 codos) + 6 codos que corresponden a la altura de la escultura, lo que suma la
cifra exacta de 150 codos púnicos obtenida de la equiparación con la altura en codos árabes
que indica Al-Himyarí. Esta coincidencia, por su precisión y por su relación y proporción
con las dimensiones de la base, hacen que deba aceptarse como la más probable, pues debe
rechazarse por razones estadísticas que sea debida a una casualidad.
Por el contrario, si el cálculo se efectúa con el codo mayor de 3,5 palmos = 63,05 cm., los
resultados que se obtienen resultan menos adecuados. Los 40 codos de 63,05 cm. equivalen
a 25,22 m., que divididos por los 44,89 cm. del codo sirio-fenicio supondrían 56,18 codos,
cifra no significativa y lo mismo ocurre si se divide por la longitud del pie de Pozo Moro de
30,4 cm., pues se obtendrían 82,96 pies, y si se divide por el codo correspondiente de 45,6
cm., el resultado serían 55,30 codos. Todos estos resultados son más imprecisos y menos
significativos que el anterior, por lo que no parecen satisfactorios y deben ser rechazados,
lo que lleva a asumir la hipótesis de que las medidas que ofrece el yemení Harbi Al-Himyarí
deben considerarse válidas, pues además de ser las más detalladas, resultan las más precisas,
ya que se equiparan sin problemas con medidas púnicas, que es lógico suponer que debieron
ser las utilizadas en el monumento.
En consecuencia, el monumento parece haberse construido utilizando un codo siriofenicio o púnico de c. 48,9 cm. y de acuerdo con unas proporciones geométricas. Con dicho
método se trazó la base y la altura del primer cuerpo, que cabe concretar en 48 codos, mientras que la altura total sería de 150 codos, que parecen corresponder a tres veces la altura y
anchura de la base, 48 codos, es decir, 144 codos, a los que hay que sumar otros 6 codos de la
altura de la escultura de la cumbre, por lo que la altura total sería de 150 codos sirio-fenicios
o púnicos, que corresponde perfectamente a los 124 codos árabes de altura que indica AlHimyarí, cuya descripción indica expresamente que la escultura quedaba incluida en la altura
total de 124 codos (vid. supra).
A pesar de que existe cierta incertidumbre sobre las medidas que ofrecería originariamente
el monumento a causa de las variaciones que ofrecen las diversas fuentes y los distintos codos
árabes, se puede aceptar que la torre o almenara que describen las fuentes árabes medía 150
× 48 codos sirio-fenicios, que suponían una altura de 67 m. y una base de 21,61 m. de ancho
y de alto. Estas grandes dimensiones explican que la estatua dorada colocada en su cúspide,
de más de 3 m. de altura, pudiera ser divisada a gran distancia, ya que Al-Masudí señala que
era visible desde Medina Sidonia, situada a 12 millas, a más de 20 km., visibilidad que todavía
sería mayor desde el mar, dado que esa parte de la costa gaditana es muy baja y carece de
referencias topográficas de importancia.
Las descripciones que ofrecen las fuentes árabes más fiables, la identificación de sus sorprendentes dimensiones y el análisis comparativo con otros monumentos similares permiten
aproximarse a una reconstrucción de su estructura y de sus características formales (fig. 4).
Sobre su estructura, el granadino Abu Hamid, que debió conocerla personalmente, indica que
era una construcción maciza y sin puertas y Al-Zuhrí precisa que estaba construido con una
piedra áspera, a la que denomina kaddān, que la traducción de Al-Himyarí considera como
pumita rugosa negruzca, aunque, muy probablemente, debe tratarse de la piedra arenisca
170
martín almagro-gorbea
local denominada ›ostionera‹, característica de Cádiz49, piedra que tiende a oscurecerse con el
tiempo. Al-Himyarí también precisa el detalle constructivo de que los sillares estaban unidos
por grapas de plomo, técnica que es característica de la arquitectura oriental y púnica50, aunque
erróneamente se ha considerado propia de la arquitectura romana51.
Respecto a su forma y estructura, según Al-Himyarí, la fuente que parece ser más precisa, el edificio era cuadrado y constaría de tres cuerpos más un pyramidion como remate.
El cuerpo inferior medía 40 codos de lado y otros tantos de altura, unos 21,6 m.; sobre éste
iba otro cuerpo más estrecho y sobre éste un tercero aún todavía más estrecho, sobre el que
ya se levantaba un último cuerpo que Al-Himyarí indica que era apuntado, por lo que debía
tener forma de pirámide o pyramidion, lo que confirma su carácter púnico52. Este último
cuerpo debía ser muy apuntado, pues alguna fuente lo considera como una ›columna‹, como
Rasís, que señala que »en Cádiz Hércules levantó una columna« y al-Mas’ūdī, que habla de
»una gran almenara […] con una columna en su cima y sobre ésta una estatua de cobre«, por
lo que en este detalle el monumento pudiera asemejarse a la ›Tumba de Adonis‹ en Biblos, tal
como aparece representada en monedas romanas53. Sobre este último cuerpo ya se alzaba la
estatua, dispuesta sobre un basamento cuadrado, que era de una piedra que no sería ostionera
y que medía cuatro codos de lado, c. 1,96 m. (4 × 49).
La altura total alcanzaría los 124 codos citados, equivalentes a c. 150 codos púnicos (vid.
supra). Sin embargo, no es fácil precisar la proporción que ofrecerían los tres cuerpos superiores, salvo el inferior, cuya altura y anchura era de 40 codos, 21,6 m. Al-Zuhrí también refiere
que este primer cuerpo tenía ›columnas de cobre rojo‹, un dato más difícil de interpretar con
precisión por falta de paralelos conocidos, pero que pudiera hacer referencia a columnas decorativas que pudieran adornar este primer cuerpo del monumento54, en la que también pudo
disponerse una falsa puerta, como es habitual en este tipo de monumentos conmemorativos
relacionados con aspectos funerarios55.
Al-Zuhrí ofrece una versión algo diferente, pues indica que su altura total era de 100
codos y que todos los cuerpos eran cuadrados, siendo el segundo un tercio del primero, sobre
el que ya se elevaba el pyramidion, cuya cumbre ocupaba la estatua sobre un basamento de dos
palmos. Sin embargo, la proporción de 1/3 del segundo cuerpo respecto al primero plantea
ciertas dificultades, pues supondría que sólo tenía 16 codos de altura (48 : 3), por lo que el
pyramidion alcanzaría una altura de 86 codos (150 – 48 + 16), lo que acentuaría mucho su
forma apuntada. Esta proporción tan apuntada parece algo extraña para el edificio, aunque hay
que tener en cuenta la altura muy exagerada que parece tener el pyramidion de la ›Tumba de
Melqart‹ que aparece representado en monedas romanas de Tiro56 (fig. 5 a) y quizás también
de Biblos (fig. 5 b)57, con una proporción muy alargada que pudiera explicar su identificación
Así los ha supuesto acertadamente Bernal 2009a, 92.
Almagro-Gorbea 1983, 209 s. notas 160. 161; Moscati 1980, 46.
51
Bernal 2009a, 91.
52
Rakob 1979, 145 s. fig. 104. 106; López Pardo 2006, 217; Prados 2008a, 142 s. fig. 1205.
53
Harden 1962, 315 lám. 101; Trell 1976, 164 lám. 17, 6.
54
Según Al-Zuhrí las columnas estaban en la base del monumento, por lo que se debe rectificar en este detalle
la reconstrucción propuesta por Almagro-Gorbea 2010, 78 fig. 64 A.
55
Rakob 1979, 133 fig. 55 (Medracén). 60 (Tipasa).
56
BMC GC Phoenicia (1910) nº 38 lám. 13.
57
Harden 1962, 315 lám. 101; Trell 1976, 164 lám. 17, 6. Sobre las relaciones de Alejandro con Tiro, Schacher49
50
la ›tumba de melqart‹ del herákleion de gadir
171
Fig. 5 Mausoleos de tipo púnico.
con una columna, como ya se ha indicado (vid supra).
Las descripciones señaladas plantean varias restituciones posibles, aunque todas comparten la misma concepción del monumento y sus elementos esenciales: un cuerpo escalonado
rematado en un gran pyramidion. A estos elementos hay que añadir, con gran probabilidad,
una ›falsa puerta‹, cornisas de gola y los correspondientes basamentos escalonados, que son
habituales en este tipo de monumentos. Si el basamento inferior fuera muy simple, constaría
al menos de tres gradas o escalones, que son los que se han dispuesto a modo de hipótesis
en la reconstrucción aquí propuesta (fig. 3).
La forma más sencilla de este tipo de monumento es la que corresponde a la descripción
que ofrece Al-Zuhrí, según la cual constaría de dos cuerpos superpuestos más el pyramidion
con la escultura encima. Este modelo podría compararse a monumentos funerarios de tradición
púnica de origen fenicio relativamente simples58 (fig. 6). El edificio que cabe considerar más
próximo puede considerarse el mausoleo púnico de Henchir Djaouf59, aunque su tamaño es
bastante más reducido, pues su altura era de sólo 10,70 m. También el monumento de Pozo
Moro ofrecería una altura parecida y una estructura bastante próxima, pues constaba igualmente de dos cuerpos cuadrados superpuestos sobre una base escalonada, más un posible
pyramidion en la parte superior60. Un tamaño semejante debió ofrecer el monumento funerario de Fuente de Noy a juzgar por la altura de sus leones61. A estos ejemplos aún se puede
añadir el monumento menos conocido de Zurrieq, en Malta62, del que se conserva el cuerpo
meyr 1973, 213 s.
58
Renan 1864, 74 s. 851 lám. 7, 14–17; Wagner 1980, 90 s.
59
Poinssot – Salomonson 1983; Prados 2008, 51 fig. 12. 159.
60
Almagro-Gorbea 1983, 206 s.; Almagro-Gorbea 1996, 63.
61
Almagro-Gorbea 2010b, 176 s.
62
Hölbl 1989, 146 s. fig. 8, lám 20. 21; Sagona 2002, 1145 s.; Prados 2008, 174 s. fig. 40.
172
martín almagro-gorbea
Fig. 6 Mausoleos de tipo púnico-helenístico.
inferior completo, que mide más de siete m de alto, por lo que este monumento pudo superar
los 15 m. de altura total. En consecuencia este tipo de monumento turriforme responde a un
modelo arquitectónico generalizado en el mundo púnico, modelo que era bien conocido en la
Hispania fenicia y que cabe suponer que debió difundirse desde Gadir, pues aunque la torre
coronada por Melqart que describen las fuentes fenicias debe considerarse, muy probablemente, de época helenística, por lo que cabe plantearse que ese monumento debió sustituir a
otro similar anterior y más simple, que debió precederlo y que habría servido de modelo. Sin
embargo, este tipo de monumento de tradición fenicia difundido por el mundo púnico, no
parece haber superado en ningún caso los 20 m. de altura, lo que supone una gran diferencia
respecto a la ›Tumba de Melqart‹ situada en Sancti Petri, la cual, según las referencias citadas,
superaba los 60 m. de altura con una base de más de 21 m.
Otra alternativa que parece más probable es suponer que el monumento ofreciera una
estructura de tres cuerpos más el remate en pyramidion, según indica Al-Himyarí (fig. 3. 4).
Este tipo bastante más monumental sólo parece haberse difundido a partir de época helenística, cuando este tipo de monumentos alcanzan bastante más altura que los edificios funerarios
púnicos precedentes, aunque sus prototipos se remontan al tardo-clasicismo, como el famoso
Mausoleo de Halicarnaso, una de las maravillas del Mundo Antiguo, levantada hacia el 350 a.
C., cuyo cuerpo inferior medía 32 × 38 m. de lado, con un segundo cuerpo con columnas y
un remate apiramidado que alcanzaba una altura total de unos 54 m.63.
Sin embargo, el prototipo arquitectónico más directo de la ›Tumba de Melqart‹ posiblemente debió ser el Faro de Alejandría64, cuya ubicación era además parecida a la que tenía la
›Tumba de Melqart‹ gaditana que describen las fuentes árabes, por lo que éstas le atribuyen la
misma función65. Sin embargo, sus 134 m.de altura supone el doble del que cabe calcular para
Jeppesen – Luttrell 1986, 52 s. 134 fig. 3.
Thiersch 1909, 55 s.; Stucchi 1987, 284 s.
65
Debe valorarse además el evidente simbolismo del faro como tumba; cf. Davies 2000, 60 s. 197 s. nota 41, que
resulta tan adecuado para el monumento gaditano. Además, el Faro de Alejandría estaba coronado por una escultura
que, a juzgar por sus representaciones en monedas romanas del siglo II, parece ser una escultura heroica apoyada en
63
64
la ›tumba de melqart‹ del herákleion de gadir
173
el monumento gaditano, con el que Al-Zuhrí precisamente lo compara, lo que evidencia su
mayor monumentalidad. El famoso Faro de Alejandría, otra de las maravillas del mundo en la
Antigüedad, se construyó por orden de Ptolomeo II (308–246 a. C.), y su arquitecto fue Sóstrato de Cnido; se levantó en la isla de Pharos, a la entrada del puerto de Alejandría, con una
disposición bastante similar a la que tendría el monumento gaditano. El Faro se levantó entre
el 285 y el 247 a. C., por lo que parece proporcionar una fecha post quem bastante segura
para la ›Tumba de Melqart‹, ya que cabría la posibilidad de que pudiera haberse inspirado en
este conocido monumento de Alejandría. Tampoco se debe excluir que pudiera haber utilizado
como modelo la tumba que Ptolomeo IV Filadelfo construyó en Alejandría a Alejando Magno
en el 215 a. C., aunque este monumento, hoy desaparecido, es totalmente desconocido. En
todo caso, esta última construcción es prácticamente contemporánea a la expansión bárquida
en Hispania en tiempos de Aníbal, por lo que su fecha relativamente avanzada pudiera ser
demasiado tardía para haber servido de modelo a la ›Tumba de Melqart‹ de Gadir.
En cualquier caso, estas construcciones turriformes helenísticas debieron servir como
modelo para los mausoleos que se generalizan por el mundo púnico y sus áreas de influencia en época helenística, en los que predomina el modelo de tres cuerpos, que alcanzan
una altura mucho mayor que sus precedentes de tipo fenicio-púnico y que son todos
posteriores a los Bárquidas (fig. 7). Entre estos monumentos cabe considerar el mausoleo
de Siga, levantado por Vermina (201–191 a. C.), de tres cuerpos triangulares convexos
más el pyramidion que lo corona, que alcanzaba unos 35 m. de altura66. Otro monumento
es el Mausoleo B de Sabraptha67, que alcanzaba 25 m. de altura y ofrecía igualmente un
cuerpo triangular, en este caso de lados cóncavos y con una rica decoración escultórica.
También son monumentos de este tipo el de Souma, atribuido a Macipsa (148–118 a.
C.), cuya altura también alcanzaría casi los 30 m. 68 y el de Dugga, que era el mausoleo
de Adebán, contemporáneo de Masinisa I, levantado hacia el 148 a. C. y que tiene 21
m. de alto × 6,30 m. el cuerpo inferior 69, y con ellos cabe relacionar ›Le Tombeau de la
Chrétienne‹ de Tipasa, cuyo cuerpo alcanza los 32,40 m. de altura, por lo que originariamente quizás se aproximara a los 50 m., aunque ofrece un cuerpo circular de 63,4 m. de
diámetro, por lo que no presenta una estructura turriforme 70. También cabría recordar
un columbario de Tipasa71, ya más tardío, cuya forma muy alargada del pyramidion puede
considerarse semejante a la que pudo ofrecer la ›Tumba de Melqart‹. El gran monumento
turriforme de la ›Tumba de Melqart‹ en Gadir debía tener tres o cuatro cuerpos y alcanzaba más de 60 m. de altura, por lo que debe incluirse en este último tipo y considerarse
por ello ya de época helenística. En consecuencia, debe considerarse que pudo ser el
modelo de los monumentos funerarios púnico-helenísticos citados, hecho que no impide
una lanza o, quizás, un Heracles con la clava, lo que hace pensar en que fuera una escultura de Alejandro, como sería
lógico, no una estatua de Neptuno u otra divinidad, como otros autores han propuesto (Thiersch 1909, 55 nota 2).
En caso de ser una escultura heroizada de Alejandro caracterizado como Heracles, resultaría evidente su paralelismo
simbólico con la escultura de Melqart que coronaba la torre de Gadir.
66
Rakob 1979, 149 s. fig. 71; Stucchi 1987, 297 fig. 88.
67
Di Vita 1976; Stucchi 1987, 277 fig. 857; Prados 2008, 144 s.
68
Prados 2008a, 158 s. fig. 87–89.
69
Rakob 1979, 156 s. fig. 82; Stucchi 1987, 297 fig. 85–87; Prados 2008a, 150 s. fig. 133 s.
70
Rakob 1979, 140. Para otros monumentos de la Cirenaica, Stucchi 1987, 257 s.
71
Stucchi 1987, 261 fig. 23.
174
martín almagro-gorbea
que se hubiera inspirado en algún monumento
gaditano preexistente, que pudo haber sido de
dos cuerpos como los paralelos fenicio-púnicos
comentados (vid. supra).
Las dimensiones del monumento hacen suponer que su construcción debió ser llevada a cabo
en fecha relativamente avanzada, a pesar del carácter arcaizante que parece ofrecer la escultura
que coronaba su cumbre (vid. infra), aunque esa
iconografía, muy tradicional, perduró en los escaFig. 7 Entalle de Villaricos con figura de
rabeos púnicos hasta el siglo IV a. C. y hasta el
Melqart.
siglo III a. C. en alguna representación de Melqart
en navajas rituales, como la de Santa Mónica72.
Los paralelos e indicios señalados permiten suponer que el edificio turriforme de la
›Tumba de Melqart‹ levantado cerca del Herákleion, lo mismo que la escultura monumental
de Melqart que lo coronaba, deben considerarse ya de la segunda mitad o de finales del siglo
III a. C. Esta fecha lleva a suponer que este monumento debió construirse en época de los
Bárquidas, pues su carácter monumental debe atribuirse a una política de estado, que cabría
considerar de tipo imperialista por su magnificencia, más que a la actividad constructiva de
un santuario, por importante que éste fuera, como es el caso del Herákleion de Gadir, pues,
como ya intuyó Fear, esta gran construcción debe ser interpretada como una obra de estado,
ya que supera la capacidad de una simple ciudad, aunque dicho autor la atribuyó erróneamente
a un contexto romano imperial73.
Su fecha en la segunda mitad o a finales del siglo III a. C. plantea que este monumento
puede interpretarse, incluso, como un obsequio o exvoto al Melqart de Gadir del mismo Aníbal, dentro de su política de prestigio de tradición helenística. Tras la toma de Sagunto el 219
a. C., que según cuenta Livio74, le proporcionó un gran botín, Aníbal se trasladó a Gadir para
cumplir los Herculi vota75 y solicitar el auxilio de Melqart, una de sus divinidades protectoras76,
antes de emprender su expedición a Italia contra Roma, tradición a la que también parece
aludir Silio Itálico77. Además, no se debe olvidar la actividad constructiva de los Bárquidas, que
denotan una política de carácter ›imperial‹, como evidencia la fundación de Carthago Nova78,
la mayor ciudad de Hispania en su época79, y de otras ciudades como Ilici y Lucentum80, a
Acquaro 1971, 71 s.; Moscati 1975, 184 fig. 200; Bonnet 1988, 183 fig. 11.
Fear 1990/1991, 202 s.
74
Liv. 21, 15: captum oppidum est cum ingente praeda.
75
Liv. 21, 21, 9; Sil. 3, 14. Este acto de Aníbal pudiera estar inspirado en Alejandro Magno, cuando el rey macedonio, tras la toma de Tiro el 332 a. C., entregó como exvoto al templo de Heracles-Melqart la máquina de guerra
con la que había abatido la muralla de la ciudad y una nave dedicada a Melqart por los Tirios que él había capturado
(Arr. Anábasis 2, 24, 6; Diod. 17, 46, 6), hechos que permiten suponer que tal vez Alejandro renovara la ›Tumba de
Melqart‹ de Tiro (vid. infra), que pudo servir como modelo o inspiración del monumento similar levantado en Gades,
probablemente por Aníbal.
76
López 1995, 85 s.
77
Sil. 3, 1, 163–213.
78
Pol. 2, 13; Diod. 25, 12; Tabula Imperii Romani, 129 s.
79
Liv. 27, 7, 2.
80
Mela 2, 94.
72
73
la ›tumba de melqart‹ del herákleion de gadir
175
Tab. 1 Características de la ›Tumba de Melqart‹ según diversas fuentes árabes.
lo que se añade la fama que tuvo Aníbal en la Antigüedad como constructor, pues a él se le
atribuyen las torres de vigía conocidas como turres Hannibalis81, que precisamente llevan su
nombre y revelan la fama de su gran actividad constructora.
Por otra parte, todavía cabe tener en cuenta que el monumento gaditano pudo ser una
copia del que existía en Tiro, cuya estructura y fecha de construcción se desconoce. Sin embargo, debió ser un monumento-betilo de forma piramidal, probablemente alto y muy alargado,
como el cuerpo superior del monumento gaditano, lo que permite pensar que fuera similar a
la tumba de Adonis en Biblos, que además de tumba tenía una estructura con la forma de un
alto betilo levantado sobre un altar de cuernos emplazado en el centro de un patio porticado
(fig. 5 b), tal como aparece representado en monedas romanas82. Incluso cabría plantear la
hipótesis de que dicho monumento pudo ser renovado por Alejandro tras conquistar Tiro
y proclamarse rey de la ciudad como descendiente de Heracles-Melqart, por lo que el monumento de Tiro pudo haber sido el prototipo de los monumentos turriformes orientales
helenísticos de formas mucho más esbeltas, en cuyo caso sería el prototipo más próximo de
la ›Tumba de Melqart‹ de Gadir, quizás construida por Aníbal a imitación de Alejandro, pues
Aníbal parece haberse inspirado repetidamente en actuaciones del rey macedonio, cuyas obras,
e incluso monedas, parece haber imitado (vid. infra).
Todo lo indicado lleva a concluir que la ›Tumba de Melqart‹ en el Herákleion gaditano
debió ser una de las obras más monumentales del Mediterráneo en su época (cuadro I, fig. 3.
4), probablemente sólo superada en altura por el Faro de Alejandría, por lo que esta construcción refleja la gran política propagandística de tipo imperial desarrollada por los Bárquidas en
Hispania, ya que por su monumentalidad rivalizaría con el Mausoleo de Halicarnaso, al que
superaba en altura, aunque no llegara a alcanzar la magnitud del famoso Faro de Alejandría.
Escultura de Melqart
Todas las fuentes árabes que describen este monumento hacen referencia a una gran
escultura de bronce dorado situada en su cumbre, que debía brillar y podía ser vista a gran
81
82
Plin. nat. 2, 181; 35, 169.
Ronzevalle 1930; Dunand 1963, 83 s.; Trell 1976, 164 lám. 17, 6.
176
martín almagro-gorbea
distancia, más de 20 km., escultura que es la clave para la interpretación del monumento. Esta
escultura era bien conocida en época medieval, pues la describen los autores árabes y también
cristianos, antes de que fuera destruida por Ibn-Maimún el año 1145 d. C.83.
Las referencias citadas coinciden básicamente, a pesar de su diverso origen y cronología, y
permiten asegurar que la estatua situada sobre el monumento de Sancti Petri era una escultura
masculina de bronce dorado. Su altura puede precisarse en 6 codos, que equivale a unos c. 3,24
m., según indican Al-Zuhrí, Al-Qaziwiní y Al-Himyarí, aunque éste duda entre esa medida y 8
codos, c. 4,32 m., diferencia que podría explicarse por corresponder los 2 codos de diferencia
al asta u objeto que portaba y que sobresalía sobre su cabeza, según indica el último autor
citado84. En cualquier caso, resulta evidente que se trataba de una escultura de gran tamaño,
pues medía más de 3 m. de altura, lo que permitía que pudiera ser vista perfectamente no sólo
desde la base del monumento (vid. infra), sino que también podía divisarse a gran distancia,
como explícitamente indica Al-Masudí.
Esta escultura era de latón o bronce dorado, según explicitan al-Kurtubî, Al-Zuhrí y el
Ps. Turpin del Codex Calistinus, lo que hace suponer que estaría hecha de un bronce seguramente ternario, a base de oricalco o latón, es decir, un bronce con zinc y algo de plomo.
Además, su superficie estaba sobredorada, por lo que brillaba a distancia como si fuera de
oro, ya que, según indica Al-Zuhrí, cuando fue destruida el año 1145, vio que era de latón,
con un baño de oro fino, del que obtuvo 12.000 dinares de oro (vid. supra). Este detalle
técnico permite relacionarla con la tradición oriental originaria de la Edad del Bronce en
Canaán y Fenicia, de cubrir o chapar de oro las figuritas de la divinidad85, una costumbre
también documentada en Gadir, como testimonia la figurita de Ptah con el rostro recubierto
por una lámina de oro86.
Las características formales e iconográficas de esta escultura es un tema discutido, pero
es esencial para su interpretación87. La escultura, según las descripciones conocidas, estaba
en posición de avanzar, con la pierna derecha adelantada, según indica Al-Himyarí, y con la
izquierda retrasada y vestía un manto o túnica dorada con cinturón, que llegaba hasta media
pierna y que dejaba el hombro derecho desnudo, según señala Al-Qazwiní, manto que pasaba
por debajo de la axila derecha y que se sujetaba con la mano izquierda, según Yaqut.
Yaqut y Al-Qazwiní indican que el personaje de la estatua tenía barba, detalle que García
Bellido y otros autores interpretaron como evidencia de que sería un emperador romano del
siglo II d. C.88. Sin embargo, el uso de barba es característico de los personajes púnicos, lo
que más bien excluye que se trate de una escultura romana. Además, Yaqut indica que ofrecía
un enhiesto mechón de pelo crespo sobre la cabeza, que quizás pudiera ser la interpretación
Esta escultura puede compararse por su ubicación con la que Al-Masudí parece referir que existía sobre el
Faro de Alejandría. Cf. Thiersch 1909, 55, que bien pudo ser una escultura de Alejandro apoyado en una lanza, quizás
como Heracles, según se observa en las monedas de los Antoninos (Thiersch 1909, fig. 6), que inspirara a la colocada
sobre la Tumba de Melqart, aunque Thiersch (Thiersch 1909, 13) supuso que el Faro estaba coronado por una escultura de Neptuno.
84
Vid. supra; Almagro-Gorbea 2010a, 68.
85
Amiet 1984, 154 nº 171. 172; Xella 1984 (cf. láms. en las pág. 85 y 145); Chéhab 1975, 50 fig. 42.
86
Blázquez 1975, 95 s. lám. 26, A. B; Gamer-Waller 1978, 78 s. lám. 21; Jiménez 2002, 288 s. 419 s. lám. 59 nº 165.
87
Almagro-Gorbea 2010a, 67 s.
88
García Bellido 1951, 112; Solís 1954.
83
la ›tumba de melqart‹ del herákleion de gadir
177
del lebedé o alto gorro oriental que suele llevar Melqart como símbolo de realeza89, en todo
caso un detalle difícilmente atribuible a una escultura romana.
De especial interés es la actitud de los brazos y el objeto u objetos que sostenía. El brazo
derecho estaba extendido y señalaba hacia Occidente y el izquierdo sostenía la larga asta de
un objeto que la mayoría de los autores interpretan como una llave, aunque existen versiones
muy diferentes sobre la forma y la interpretación de este objeto. Al-Zuhrí recoge que era un
asta de cobre dorado que medía 12 palmos, c. 2,92 m. Su parte inferior salía de entre los pies
de la estatua y se elevaba hasta sobresalir unos dos codos sobre su cabeza, según Al-Himyarí90,
por lo que la estatua alcanzaría en total unos ocho codos, c. 4,32 m., aunque Al-Zuhrí hace
referencia, como se ha indicado, a un objeto de 12 palmos, c. 2,92 m. Al-Qazwiní también ha
transmitido la noticia de que este objeto, que tenía forma de llave, al caerse en el año 1010,
fue llevado al señor de la ciudad de Ceuta, que ordenó pesarlo, y »su peso era de ocho libras«,
c. 3,68 kg.91.
La descripción del objeto u objetos que sostenía la escultura resulta muy interesante
para su interpretación iconográfica, aunque las diferentes descripciones permiten diversas
interpretaciones. García Bellido92 interpretó que sería un »cetro«, como símbolo de imperium,
atributo que según él excluiría a Hércules, a no ser que se tratara de una clava, por lo que
se inclinó a considerar que la estatua sería de emperador romano con paludamentum, »de
época adrianea o posterior por el hecho de ir barbado«. Esta idea la sigue sin más comentario
Martínez Montávez93, mientras que Mingazzini consideró que se trataría de una estatua de
Neptuno con su tridente, idea probablemente inspirada en la estatua de esta divinidad que
supuestamente coronaba el Faro de Alejandría94. Fierro supuso que la escultura sostendría
dos objetos diferentes, pues dedujo que Al-Zuhrí hacía referencia a un objeto en forma de
›T‹, que sería un símbolo de Tanit, que la escultura sostendría en la mano extendida, mientras
que Al-Himyarí, más apartado de los hechos que describe, hablaría de una llave de hierro en
la mano, que arrancaba de entre los pies, lo que resulta menos creíble95.
Sin embargo, un análisis crítico comparado de los textos permite una interpretación
más precisa. La mayoría de los autores, como Al-Himyarí, Al-Saduní, Al-Garnātí, el Codex
Calixtinus, Yaqut y Al-Qazwiní, indican que la figura portaba un solo objeto en la mano, que
denominan e interpretan como una ›llave‹ (vid. supra), objeto que no parece tener mucho
sentido iconográfico, pues, más bien puede proceder de una posible confusión con el símbolo
iconográfico de San Pedro96. Por su parte, el Anónimo de Almería (11, 71–73) ofrece una
interpretación diversa: »La mano derecha salía por debajo del manto y se cerraba empuñando un bastón que pare­cía querer arrojar al mar. Uno de los extranjeros que lo construye­ron
Para este tipo de gorro, Almagro-Gorbea 2002, 64 s.
Sánchez-Albornoz 1973, 283.
91
Sánchez-Albornoz 1973, 283; Fierro 1983, 47 s., concluye que »El objeto estaba en la mano extendida. Era
un único objeto del mismo metal que el resto de la estatua, es decir, de bronce dorado, ligeramente inclinado, ya que
apuntaba el océano. Su longitud era de 2,88 m., su forma posible era de ›te‹ (posible símbolo funerario), mientras que
Fierro (ibidem) no considera fiable la descripción de Al-Himyarí, por no ser contemporáneo a los hechos que relata.«
92
García Bellido 1951, 113.
93
Martínez Montávez 1974, 63.
94
Mingazzini 1952, 215; vid. supra nota 65.
95
Fierro 1983, 45 s.
96
Agradezco esta observación al Prof. Dr. Mariano Torres.
89
90
178
martín almagro-gorbea
refirió que lo que tenía en la mano era un bastón de doce pal­mos de largo que en su extremo
llevaba una especie de membrillo«97.
Pero la descripción de este detalle que parece más fidedigna es la de Al-Zuhrí, ya que es la
más detallada y precisa y la más próxima al momento de la caída del monumento, por lo que
pudo tener noticias precisas de la escultura que lo coronaba. Al-Zuhrí dice que lo que tenía la
escultura no era una llave, pues señala expresamente que: »Mucha gente creía que se trataba de
una llave, pero al decir esto se equivocan […]. Yo afirmo que lo he visto varias veces y nun­ca
observé ninguna llave en su mano, aunque tenía una especie de vara que parecía pequeña por
su distancia del suelo […] en su mano tenía un bastón de doce palmos de largo, termi­nado en
su extremo en unas correas de cuero (šakāsif), como una fusta (q.rŷ.la)«98. Si se acepta esta descripción de Al-Zuhrí por ser la más precisa y fiable, y en cierto sentido la difficilior, la escultura
sostenía un objeto con »correas de cuero, como una fusta«. Este elemento puede interpretarse
como un flabellum, que en Oriente era un símbolo real99, originariamente como símbolo de
Horus y de la resurrección o egersis de la divinidad, pues con él aparece representada esta divinidad en los escarabeos púnicos, pero también se asocia a
la lechuza de Melqart en las monedas de Tiro100. Esta iconografía de Melqart es totalmente coherente con la función
del monumento coronado por la estatua, documentada en
un magnífico entalle de cornalina de Villaricos101 (fig. 8).
Sin embargo, la traducción como un bastón ›terminado en un corte‹ también plantea otra hipótesis aceptable,
pues podría interpretarse como un hacha ›fenestrada‹ o una
bipennis, arma que habitualmente lleva Melqart sobre el
hombro como símbolo de poder102, tal como se le suele representar con frecuencia en escarabeos púnicos, iconografía
bien documentada en Ibiza (vid. infra). El hacha ›fenestrada‹
es un arma de origen oriental, más que egipcio103, usada
en el área sirio-fenicia desde los siglos XIX–XVIII a. C.,
si no antes, como símbolo de poder104, hecho que explica
su larga perduración, pues todavía aparece en escarabeos
feno-púnicos llevada por una divinidad, que cabe interpretar como Melqart. Éste suele vestir el traje ›sirio-arameo‹ Fig. 8 Entalle de Ibiza con Melqart
con hacha fenestrada.
con túnica hasta la pantorrilla y deja ver la pierna derecha
Traducción de Abellán 1996, 54.
Parece mejor y más adecuada la traducción propuesta por Abellán (Abellán 1996, 53) que la de Martínez
Montávez (Martínez Montávez 1974, 61), quien interpretó con dificultad el párrafo como un ›bastón‹ de 12 palmos de
largo, terminado en un corte como especie de ›gargantilla‹ o ›crucecilla‹.
99
Almagro-Gorbea 2008, 477.
100
Moscati 1975, 232 fig. 260; Boardman 2003, tipos 11 y 12; para las monedas de Tiro, SNG Copenhague, 305
s.; Jenkins 1972 nº 239.
101
Siret 1909 lám. 14, 4; García Bellido 1952, 453 fig. 375, 4; Alonso 2005, 249 nº 118, quien, erróneamente la
ha considerado de época romana. La gran calidad de este entalle permitiría plantear que se hubiera inspirado en esta
iconografía de Melqart.
102
Boardman 2003 n° 17/X19 y tipo 18; Almagro-Gorbea – Torres 2010, 72 s. fig. 57 s.
103
Petrie 1917 lám. 74; Kuhnert-Eggebrecht 1969, 45 s. lám. 3, 5. 11.
104
Chehab 1975, 64 s. fig. 62–67; 263 fig. 303.
97
98
la ›tumba de melqart‹ del herákleion de gadir
Fig. 9 Estela a Melqart del rey arameo
Bar Hadad, siglo IX a. C.
179
desnuda avanzada, como en el escarabeo de Chipre del
Museo de Boston nº 98712105, en el que Melqart lleva
el hacha ›fenestrada‹ sobre el hombro, representación
muy similar a otra de Ibiza conservada en el Museo
Arqueológico Nacional, nº 36967 (fig. 9), en el que la
divinidad aparece ante un thymiaterion106, como la imagen que también ofrece una impronta de Jerusalén107,
con la divinidad blandiendo el hacha sobre su cabeza,
tocada con el lebedé, y con un escudo con cabeza de
león, lo que confirma su identificación como Melqart,
como evidencia la reiteración del detalle del escudo con
cabeza leonina que aparece en otras piezas108. Otros escarabeos representan a esta divinidad golpeando con el
hacha ›fenestrada‹ a su enemigo, posiblemente un monstruo mítico caído ante ella, como en un escarabeo de
Tharros, depositado en el British Museum109, otros de
Cagliari110, de Caralis, también en Cerdeña111 y otro de
Munich112, mientras que en otros ejemplares se representa a la divinidad persiguiendo a ese monstruo, que huye
hacia la derecha, que sería la izquierda en la impronta,
como en el escarabeo del Museo Arqueológico Nacional
nº 36989113. Otros escarabeos sardos muestrean al dios
a punto de golpear con el hacha ›fenestrada‹ a un león,
como en piezas de Ibiza, Cagliari y las conservadas en
Nueva York y Boston 27762114. En ocasiones, el arma
utilizada es una bipennis, como la que lleva Melqart en
un anillo de oro de la necrópolis de Bordj Djedid de
Cartago115 y en alguno de los mejores escarabeos de Ibiza, como el del Museo de Barcelona nº 9287116 y otro de
Cerdeña117, lo que evidencia la asociación de la bipennis
a esta divinidad, quizás como una helenización del hacha
›fenestrada‹ oriental originaria118.
Furtwängler 1900 lám. 61, 11; Culican 1976 lám. 9, 2; Boardman 2003 nº 16/2.
Boardman 1984 nº 231; Boardman 2003 nº 17/X19.
107
Boarman 2003 nº 16/1.
108
Boardman 2003 nº 16/2. 3; 18/7.
109
Walters 1926 nº 385 lám. 7; Hölbl 1986 nº 125; Boardman 2003 n° 18/4.
110
Boardman 2003 nº 18/3.
111
Hölbl 1986 nº 130; Boardman 2003 nº 18/9.
112
Culican 1976 lám. 8, 3; Hölbl 1986 nº 124; Boardman 2003 nº 18/6.
113
Boardman 1984 nº 74; Boardman 2003 nº 18/1.
114
Boardman 2003, nº 18/2. 19/1. 19/2. 19/18. 19/X1.
115
Moscati 1975, 181 fig. 196.
116
Boardman 1984 nº 61; Boardman 2003, 16/1.
117
Culican 1976, 57 s. fig. 14 c; Hölbl 1986 nº 127; Boardman 2003 nº 18/7.
118
También la versión que ofrece el Anónimo de Almería de »un bastón… que en su extremo llevaba una especie
105
106
180
martín almagro-gorbea
Además, un hacha ›fenestrada‹, por su forma, sería
fácil confundirla a distancia con una llave, lo que explicaría la identificación en fechas tardías de esta escultura de
Melqart con San Pedro, cuyo nombre se ha conservado en
el topónimo ›Sancti Petri‹ que tiene en la actualidad la isla,
al parecer procedente de una iglesia dedicada a San Pedro
de la que da noticia Al-Himyarí, iglesia que debió alzarse
sobre el famoso Herákleion o santuario de Melqart119. En
este sentido es interesante valorar que San Pedro era pescador (Mt. 4, 18–22) y, como tal, pasó a ser el patrón de
los pescadores y marineros, por lo que San Pedro supone
la cristianización de esa importante función desempeñada
por Melqart en la mitología fenicio-púnica120.
La mayoría de las representaciones citadas ofrecen
una iconografía de Melqart con barba, tocado con gorro
de extremo curvado o lebedé, vestido con traje oriental de
tipo ›sirio-arameo‹ y llevando al hombro un hacha ›fenestrada‹, tal como aparece representado en la estela de BarHadad, rey arameo de Arpad, conocida como ›Estela de
Alepo‹ (fig. 10), de fines del siglo IX a. C.121, en la que se
explicita el nombre Melgart de la divinidad. Este tipo iconográfico seguía siendo habitual en los escarabeos del siglo
V y IV a. C. y perduró en las navajas rituales púnicas (fig.
11), como la de la necrópolis cartaginesa de Santa Mónica,
de fines del siglo III a. C., en la que el dios aparece sobre
una flor de loto como signo de resurrección122. En consecuencia, es evidente que esta iconografía de la divinidad
respondía a una imagen muy tradicional y bien conocida
del dios en el mundo fenicio-púnico, pues la ›lebedé‹ o
Fig. 10 Navaja de afeitar de Sangorro alto, probablemente originario de la Corona del Bajo
ta Mónica con Melqart con hacha
Egipto123, se documenta en Biblos desde los siglos XIX–
fenestrada.
XVIII a. C., lo mismo que las mazas y hachas perforadas o
›fenestradas‹124. Este instrumento, en consecuencia, parece
ser el más frecuentemente asociado al dios en la iconografía de los escarabeos feno-púnicos.
Sin embargo, no se debe olvidar la posible interpretación difficilior del objeto que llevaba la
escultura, que es la mejor documentada por Al-Zuhrí (vid. supra), según la cual Melqart llevaría
de membrillo« permitiría interpretarlo como una maza, cuya simbología es similar al hacha fenestrada y como ésta,
vinculada a la iconografía de Melqart, como en el magnífico escarabeo de Ibiza con el dios que derrota a un monstruo
pisciforme (Culican 1976, 57 lám. 8, 1; Boardman 1984 nº 73; Boardman, 2003 nº 21/7. 18/X4).
119
Solís 1954, 152.
120
Agradezco esta observación a la Dra. Isabel Rodríguez Casanova.
121
Peuché 1992.
122
Acquaro 1971, 71 s. nº Ca 83 fig. 40, 1; lám. 28; Moscati 1975, 184 fig. 200; Bonnet 1988, 183 fig. 11.
123
Chehab 1975, 49 s. fig. 42–44.
124
Chehab 1975, 64 s. fig. 62–67; 263 fig. 303.
la ›tumba de melqart‹ del herákleion de gadir
181
un flabelum, instrumento asociado a Horus
como divinidad solar de la resurrección, lo que
resulta muy coherente con la interpretación
del monumento (vid. infra), tal como ilustra
el magnífico entalle de Villaricos125 (fig. 8). De
todos modos, fuera un hacha fenestrada, un
flabellum o ambos, no cambia sustancialmente
la interpretación iconográfica de la escultura
como el dios fenicio-púnico Melqart, la divinidad poliádica de Gadir.
La iconografía de los escarabeos analizados también avala la hipótesis de que la mano
avanzada hacia el mar que describen las referencias árabes, fuera en realidad el brazo alzado hacia delante en la actitud de saludo ritual
característica del mundo feno-púnico126, muy
habitual en la representación de una divinidad
sedente en escarabeos127, gesto que también
ofrece la citada gema de Villaricos con el flabellum128 y otras representaciones de Melqart
en escarabeos129, así como las representaciones
Fig. 11 Grafito de un faro romano en el Museo
Arqueológico de Cádiz.
del difunto divinizado en las estelas fenicio-púnicas130. Además, ese gesto explicaría que »señalaba hacia el mar, como diciendo ›No se puede pasar‹ «, según recogen Yaqut131 y Al-Qazwiní132.
Todos estos aspectos indican que la escultura monumental de bronce situada sobre el
monumento debe identificarse con una representación de Melqart, la divinidad poliada de
Gadir y la titular del Herákleion, su famoso santuario133, dios de carácter solar y ctónico, heroico y regio y protector de la navegación, además de archegetes o fundador de Gadir y ›rey‹
mítico de la ciudad. En este sentido, también se debe valorar que Melqart era una divinidad
solar, cualidad que resaltaría al estar su escultura sobredorada (vid. supra), por lo que brillaba
y se distinguía a gran distancia, detalle que al mismo tiempo debe relacionarse con su carácter
marino y de guía y protector de la navegación134 y de la pesca (vid. infra). Estas características
explican su disposición en lo alto del monumento situado en la isla de Sancti Petri, en la que
se ubicaba el Herákleion, el santuario de la divinidad135, que esta figura del dios anunciaba a
Siret 1909 lám. 14, 4; García Bellido 1952, 453 fig. 375, 4; Alonso 2005, 249 nº 118.
Almagro-Gorbea 2010c, 298.
127
Boardman 2003 tipos 17 y 21.
128
Siret 1909 lám. 14, 4; García Bellido 1952, 453 fig. 375, 4; Alonso 2005, 249 nº 118; Almagro-Gorbea 2010a,
72 fig. 57.
129
Boardman 1984 nº 25; Boardman 2003 n° 17/19. 19/1. 19/2.
130
Almagro-Gorbea 2010c, 298.
131
Yaqut 4, 6.
132
Al-Qazwiní 145.
133
García Bellido 1963.
134
Van Berchem 1967, 82 nota 5; Bonnet 1988.
135
García Bellido 1951; García Bellido 1963; Van Berchem 1967, 80 s.; Bonnet 1988, 203 s.
125
126
182
martín almagro-gorbea
los navegantes, aunque hasta ahora nunca se había llegado a interpretar e identificar correctamente este documento.
A pesar de las teorías planteadas sobre la supuesta fecha romana de esta escultura (vid.
supra), las características iconográficas de su barba, su atuendo oriental, la actitud de empuñar
un hacha fenestrada o un flabellum excluyen esa hipótesis. Por otra parte, parece evidente
que esta escultura era de tipo púnico arcaizante y que se debió realizar ex profeso para disponerse en lo alto de un monumento tan significativo. En consecuencia, dicha construcción
y la escultura que la coronaba deben considerarse anteriores a la presencia de Roma, como
ya supuso P. Quintero136, frente a otras opiniones posteriores.
La interpretación de la escultura como Melqart resulta de gran interés si se relaciona con
la fecha y el contexto histórico del monumento (vid. supra), aspecto que hasta ahora había
pasado prácticamente desapercibido y que es la clave para su interpretación más precisa. El
contexto histórico señalado plantea la hipótesis de que la escultura de Melqart fuera interpretada, al mismo tiempo que como representación de la divinidad, como una imagen del
soberano divinizado de profunda tradición fenicia, tradición que, al mismo tiempo, enlazaba
con la tradición oriental de divinización de los basileis, renovada por Alejandro Magno tras
sus conquistas en Asia, tal como evidencia la iconografía de sus monedas, copiadas por los
Bárquidas137. Esta política de Alejandro fue imitada prácticamente por todos los monarcas
helenísticos, entre ellos los Bárquidas, como evidencia alguna de sus acuñaciones, que ofrecen el retrato realista de un personaje bárquida heroizado, quizás Asdrúbal, pues aparece con
corona de laurel y la maza de Melqart, lo que lo equiparaba a la divinidad138. Se trataría, por
lo tanto, de una escultura de Melqart, quizás identificable de algún modo con Alejandro y al
mismo tiempo con Aníbal, por lo que pudo ser ante esta estatua ante la que César lloró al
comprobar lo poco que había hecho en la vida en comparación con el guerrero macedonio,
lo que le llevó a abandonar Hispania y a volver a Roma para alcanzar más gloria (vid. infra).
La identificación de la escultura con Alejandro parece confirmarla su interpretación como el
›Bicorne‹ según Al-Garnātí, una heroización mítica de Alejandro de gran popularidad en el
mundo musulmán, aunque la escultura debió ser también interpretada como una escultura de
San Pedro al extenderse el cristianismo, lo que explica las numerosas interpretaciones como
›llave‹ del objeto que llevaba (vid. supra) y que debió permitir su conservación.
Tumba de Melqart – Significado e interpretación del monumento
El análisis, la reconstrucción (fig. 3) y la cronología del monumento, junto a la interpretación como Melqart de la escultura que lo coronaba, permiten abordar la función y significado
de esta singular construcción monumental.
Quintero 1928, 32.
La cabeza de Melqart-Heracles de los grandes bronces de Gadir (fig. 13 d; 15 b), que caracterizan la serie VI
de Alfaro (Alfaro 1988), copia la cabeza que ofrecen las numerosas tetradracmas (fig. 13 a. b) acuñadas por Alejandro
(Jenkins 1972 nº 496. 498. 500) y los tetracalcos de Alejandro (Münzzentrum 2011), quizás a través de sus imitaciones
póstumas en Cartago (fig. 13 c), que Jenkins (Jenkins 1972 nº 609) fecha c. 300–280 a. C. Por ello, aunque estas monedas
de Gadir se suelen fechar a partir del siglo II a. C., quizás es más lógico suponer que su inicio sea algo anterior, lo que
permitiría interpretarlas como una iniciativa de Aníbal. Sobre la imagen de Heracles en las monedas, ver Vollkommer
1988, 87 s., aunque no recoge las de Hispania.
138
Richter 1965, fig. 1716 s. 2015; Villalonga 1973, 47 s. lám. 1, tipo V; lám. 6. 7, nº 26–57 (fig. 16).
136
137
la ›tumba de melqart‹ del herákleion de gadir
183
Este monumento era un gran edificio de base cuadrada que superaba los 21 m. de lado y
de cuerpo turriforme, que debió medir 150 codos púnicos de altura, c. 67 m. Estaba formado
por tres o cuatro cuerpos, el último en forma de pirámide muy apuntada, sobre el que iba la
base de piedra que sostenía la escultura monumental de Melqart, fundida en bronce dorado,
que coronaba toda la construcción. Además, es lógico suponer, como es norma en este tipo
de construcciones de tradición helenística, que tuviera una base escalonada y que ofreciera
cornisas con la característica gola de origen egipcio, elemento que pasó a ser habitual en la
arquitectura púnica hasta la romanización139, tradición que todavía mantiene el monumento
de Dugga140 a mediados del siglo II a. C.
La construcción era maciza y sin puertas, y estaba hecha con sillares de piedra áspera,
seguramente la arenisca ›ostionera‹ de Cádiz, unidos con grapas de plomo. Sin embargo no
consta que tuviera ninguna decoración ni elemento decorativo, como relieves o esculturas,
aunque hay noticia de unas ›columnas de cobre rojo‹ que estaban situadas en el cuerpo inferior, aunque no se sabe nada de su disposición y número. Sin embargo, cabe suponer que
estarían colocadas al menos en los ángulos y acabadas en capiteles de volutas protoeólicos,
como era tradición en los mausoleos púnicos, y como es habitual en este tipo de monumentos turriformes funerarios púnicos141, en los que simbolizaban el ›Árbol de la Vida‹, con más
motivo al estar coronado por una figura arcaizante de Melqart, tradición que mantuvo, por
ejemplo, el mausoleo de Dugga142. Sin embargo, quizás también pudieran haberse dispuesto
las columnas adosadas a lo largo de todo el cuerpo inferior, como elemento decorativo que
también fue utilizado en monumentos púnicos helenísticos de la Mauritania, como el de
Medracén143 y, en especial, el de ›Le Tombeau de la Chrétienne‹, de Tipasa, decorado con
60 medias columnas adosadas144, aunque quizás el monumento que más pudiera asemejarse sería la llamada ›Tumba de los Ptolomeos‹ de Rodas145, de forma cuadrada de 27,80
m. de lado y con un cuerpo inferior adornado con semicolumnas. Además, parece muy
probable que tuviera una falsa puerta ›simbólica‹, que también es un elemento habitual en
estos mausoleos146. Todos estos elementos llevan a concluir que esta construcción ofrecía
las características de un gran mausoleo monumental púnico helenístico, al menos desde el
punto de vista arquitectónico.
También es interesante su ubicación en la isla de Sancti Petri, donde estaba situado el
famoso Herákleion, con el que una construcción monumental semejante tenía que tener una
relación evidente, resaltada al estar coronada por la imagen de Melqart, la divinidad titular.
En este sentido, diversos autores ya se han inclinado a situarla en Torregorda147, topónimo
que podría aludir al monumento, pues, además, en ese lugar se emplazaron en el siglo XVI
dos torres para localizar los atunes148, que pudieron haber reutilizado sus sillares, aunque
139
140
141
142
143
144
145
146
147
148
Lézine 1961, 97 s. fig. 52; Prados 2008a, 217 fig. 226.
Rakob 1979, 156 fig. 105; Prados 2008a, fig. 215.
Lézine 1961, 59 s. fig. 32–34; Rakob 1979, fig. 83; Prados 2008a, 215 s. fig. 217–221.
Rakob 1979, 156 fig. 83; Prados 2008a, 215 fig. 218.
Rakob, 1979, 132 fig. 52. 57. 58.
Rakob 1979, 138 s. fig. 60–62; Stucchi 1987, 335 fig. 148.
Fraser 1977, 5 fig. 12. 13; Stucchi 1987, 269 fig. 35–39.
Rakob 1979, 136 s. fig. 55. 60. 64. 70. 71. 89; Prados 2008a, 222 fig. 237–242.
Mingazzini 1952; Fear 1990/1991, 206; Bernal 2009a, 95.
Bernal 2009a, 148 fig. 7.
184
martín almagro-gorbea
algunos textos parecen situarla cerca del Herákleion, que más bien debía estar situado hacia
el extremo oriental de la isla.
El Herákleion quedaba a unos 12 estadios al Oriente de Gadir según Estrabón149, que
equivalen a 12 millas según Plinio150 y a los 18 km. que actualmente separan Cádiz de la isla
de Sancti Petri, que, en la práctica, pudo constituir el témenos del santuario151. Esa situación
coincide con la ubicación del faro o almenara monumental, que, según las fuentes árabes,
quedaba en el lado opuesto de la isla de Cádiz, hacia Oriente, »en la mitad de la isla«, según
Al-Himyarí (vid. supra).
Sin embargo, no parece que estuviera en el santuario propiamente dicho, pues sobre las
ruinas de éste se había construido la iglesia de San Pedro que dio nombre a la isla152, aunque
este topónimo también pudiera relacionarse con la figura que coronaba la torre y que fue
visible hasta mediados del siglo XII (vid. supra), la cual, según las fuentes árabes, quedaba
algo apartada de la iglesia.
Para precisar su situación y también el significado de esta torre monumental es interesante
un texto de Porfirio153, ya valorado desde hace tiempo por algunos autores154, aunque no se ha
llegado hasta ahora a comprender todo su interés para reconstruir la topografía y el ritual del
Herákleion, así como para interpretar qué era el monumento aludido, al no haberse llegado a
relacionar las fuentes clásicas con las informaciones complementarias que ofrecen las fuentes
árabes. Según la noticia trasmitida por Porfirio, »Bogos sitió el Santuario de Heraklés, que era
muy rico. Es costumbre en los templos rociar con sangre diariamente el altar […]. Como el
asedio se dilatara, llegaron a faltar las víctimas. Estando en esta dificultad, el sacerdote tuvo el
siguiente sueño: creyó hallarse en medio de las columnas del Herákleion, de cara al altar, cuando
vio posado un pájaro que quería volar hacia él. El ave alzó el vuelo y se puso en sus manos
rociando el altar con su sangre. Después de esta visión, a la mañana siguiente, se fue al altar
y según lo había soñado miró hacia la torre (έπί τοū πίργου) y vio un ave como la del sueño.
Esperando se realizara la visión, se puso en pie. El ave descendió volando, posándose sobre el
altar, yendo a manos del Sacerdote Supremo. Fue sacrificada y el altar fue rociado con su sangre«.
Esta referencia de Porfirio indica que, en una situación visible desde el altar del Herákleion, pero a cierta distancia, había una torre (πύργος), desde la que vuela el ave del relato,
que descendió hasta las manos del sacerdote155. El texto citado no permite precisar mejor la
ubicación de la torre, pero ésta necesariamente debió estar ubicada y orientada de acuerdo
con el ritual para que se mirara hacia ella al hacer el sacrificio, tal como indica la referencia
de Porfirio, por lo que, probablemente, quedaría hacia el Occidente o el ocaso solar. En
efecto, si se supone que el Herákleion estaba orientado hacia el Este, como es lógico en un
santuario oriental, al situarse ante el altar dispuesto delante, el sacerdote quedaría mirando
hacia el Oriente, de cara al templo y a la ›Tumba de Melqart‹ que sobresaldría por detrás y
Strab. 3, 5, 3; 3, 5, 5.
Plin. nat. 4, 120.
151
García Bellido 1963, 76 s.
152
Solís 1954, 152.
153
Porph. abst. 1, 25.
154
García Bellido 1963, 128 nota 99; López Pardo 2006, 232.
155
Schulten (1940, 179) consideró que »parece que la torre estaba en el santuario«, pero se trata de una interpretación de pasada, sin dar ningún argumento que la apoye.
149
150
la ›tumba de melqart‹ del herákleion de gadir
185
que también estaría orientada hacia el Este, pues esta orientación es la lógica desde un punto
de vista mítico y ritual dada la relación de Melqart con el sol y la luz a la que se asociaría su
muerte y egersis, de acuerdo con el significado preciso del pyramidion en el que remataba el
monumento y sobre el que se apoyaba la figura de Melqart, elemento relacionado con creencias
en la resurrección en el momento en que iluminaba su cúspide el primer rayo del sol156. Esta
orientación estaría ritualmente estipulada en ese tipo de monumentos157 y, en consecuencia,
parece lógico suponer que éste quedara al Occidente del altar y del santuario del Herákleion,
hacia donde dirigiría su mirada ritualmente el sacerdote al hacer el sacrificio.
Aunque no es completamente seguro que la torre que cita Porfirio sea el monumento
denominado ›faro‹ o ›almenara‹ en las fuentes árabes, resulta lógico pensar que sí lo era, pues
según el relato mítico, el ave del sacrificio vuela desde ella enviada por Melqart, hecho que
parece despejar las dudas al respecto. Esta circunstancia, además, evidencia que ya estaba
construida durante el asedio que sufrió Gadir el 38 a. C. por parte del rey de Bogud de Mauritania (49–38 a. C.), circunstancia que parece proporcionar una segura cronología ante quem
que excluye la datación imperial propuesta por diversos autores (vid. supra) y que confirmaría
las hipótesis aquí expuestas.
Según refiere el mito, el ave enviada por Melqart voló desde esta torre, que precisamente
estaba coronada por la escultura de Melqart, por lo que resulta lógico considerar que la divinidad moraba en esa torre, no en efigie, sino realmente, aunque de forma ›mítica‹. En consecuencia, esa torre era la famosa ›Tumba de Melqart‹, desde la que la divinidad, tan relacionada
con la muerte y la resurrección, como dios-héroe-rey difunto, envió el ave para mantener el
sacrificio que le daba la vida, por lo que este mito serviría como modelo del culto funerario
que se debía rendir a los difuntos, cuya importancia era esencial en la religión fenicia.
Además, esta explicación mítica ayuda a comprender otros mitos relacionados con Melqart, como el que narra que precisamente el dios resucitaba con el humo del sacrificio de
un ave, una codorniz158, según la referencia de Eudoxo de Cnido159 que recoge Ateneo en su
Deipnosophistae160, episodio también recogido por Zenobio161, que narra cómo Heracles, que
era hijo de Zeus y Asteria, tras haberle matado Tifón en Libia, »Iolao le trajo una codorniz y
acercándosela, la olió y volvió a la vida de nuevo«162. Aún más explícito es Zenobio163, quien
también se basa en Eudoxo, y relata que el Heracles Tirio fue muerto por Tifón, pero Iolao
lo resucitó: como la codorniz era el pájaro favorito de Heracles, la quemó viva, y debido al
olor del humo, Heracles volvió a la vida164.
Rammant-Peeters 1983.
López Pardo 2006, 211 s. Sin embargo, la escultura que remataba el monumento parece que estaba mirando a
Occidente, según las fuentes árabes, quizás en relación con el Ocaso del Sol y el viaje hacia el Otro Mundo.
158
La codorniz (Coturnix Coturnix) es un ave que emigra en primavera de África a Europa. A la Península Ibérica llega desde Argelia y Marruecos en los meses de abril y mayo, aunque pueda retrasarse hasta junio, periodo que
coincide con la actividad de Melqart resucitado, lo que permite suponer que a este ave debía hacer referencia implícita
el relato recogido por Porfirio.
159
Eud. 28.
160
Athen. deipn. 9, 47 p. 392d.
161
Zenob. Cent. 5, 56.
162
Seyrig 1963, 19 s
163
Zenob. Cent. 5, 56.
164
Esta tradición mítica se relaciona con Asteria, hija de los titanes Ceo y Febe, y hermana de Letona. Ambas
hermanas fueron amadas por Zeus, pero Asteria, para huir de Zeus, se transformó en codorniz y se sumergió en el mar
156
157
186
martín almagro-gorbea
El análisis de estos mitos relacionados con codornices confirma que se trataba de un
sacrificio funerario para propiciar la vuelta a la vida del difunto, mito que resulta plenamente
acorde con las características de la divinidad y con la tradición de sacrificar codornices a Heracles-Melqart en la pira/altar sacrificial del Melqart de Tiro, no como holocausto o sacrificio
normal como habitualmente se supone165, sino como un característico sacrificio funerario al
Dios-Rey difunto166, de acuerdo con el rito más esencial del culto funerario, ya que este ritual
era fundamental para mantener vivo al difunto divinizado, por lo que coincide plenamente
con los ritos de egersis o resurrección de Melqart, a fin de volverle a la vida y recuperar su
actuación benéfica. Esta interpretación parece acorde con la noticia de que Hiram de Tiro
»construyó el templo de Heracles y el de Astart y fue el primero que celebró la egersis de Heracles en el mes de Peritios«, decisiones que parece lógico relacionar con el establecimiento de
un nuevo ritual en el culto funerario al rey difunto de Tiro tras demoler templos anteriores167,
culto en el que Melqart, como rey divino, pasó a ocupar el papel preponderante.
Por consiguiente, la almenara o torre descrita por las fuentes árabes, denominada πίργοs
por Porfirio, visible desde el altar del Herákleion, era el nefesh del propio Melqart, de acuerdo
con la simbología bien conocida de estos monumentos en el mundo sirio, fenicio y púnico, un
concepto esencial de la religión fenicia168, perfectamente documentado en Pozo Moro169. Del
nefesh dependía la supervivencia en el Más Allá del antepasado que garantizaba la vida y el
bienestar a sus descendientes que les rendían culto, aunque el nefesh no era un monumento
›colectivo‹, como se ha señalado170, pues el nefesh era un concepto necesariamente individual,
aunque sí podía llegar a ser colectivo el culto que le rindieran sus descendientes, como es el
caso del que se rendía a Melqart como archegetes o fundador de la Gadir fenicia por todos
sus habitantes. En consecuencia, esta torre era la famosa ›Tumba de Melqart‹, como evidencia su monumental estructura, su coronación por la estatua de Melqart, las características de
ésta y su relación topográfica y mítica con el Herákleion. El emplazamiento y características
de esta tumba mítica monumental eran hasta ahora desconocidas, hasta el punto de que se
dudaba de su existencia real. Además, la forma que se deduce de las descripciones conocidas
corresponde a la estructura de la tumba de Melqart representada de forma muy simplista en
un vaso de mármol de Sidón del siglo V o IV a. C.171, en la que aparece como un prisma
rectangular turriforme dispuesto sobre una base y coronado por un pyramidion, mientras que
en otra escena aparece la divinidad con las aves de su resurrección en sus manos.
La identificación de este importante monumento como la ›Tumba de Melqart‹ también
permite comprender mejor otros textos relacionados con este famoso santuario, que además
confirman la interpretación propuesta, ya que esta torre del Herákleion estaba asociado a mitos
esenciales de la Gadir púnica, alguno de los cuales hasta ahora han pasado desapercibidos,
y, al tocar el agua, se convirtió en la isla denominada Asteria u Ortigia, que en griego significa ›isla de las codornices‹,
después denominada Delos, en la que, precisamente, su hermana dio más tarde a luz a Apolo y a Artemis, fruto de
sus amores con Zeus.
165
Así lo consideran Delcor 1990, 91 y López Pardo 2006, 234.
166
O al difunto ›heroizado‹ según la terminología griega.
167
Ios. ant. Iud. 8, 5, 3; Fl. Ios., contra Apion 1, 18 s.; Bonnet 1988, 34 s.
168
Ferron 1975, 287 s.; López Pardo 2006, 204 s.
169
Almagro-Gorbea 1983, 189; Almagro-Gorbea 1996, 62.
170
López Pardo 2006, 191.
171
Barnett 1969; Lipinski 1970; Delcor 1976, 63 s. 69; López Pardo 2006, 227 s.
la ›tumba de melqart‹ del herákleion de gadir
187
como el mito que cabe denominar de ›Melqart y la pesca mágica de los atunes‹, mientras que
otros, ya conocidos, se pueden comprender mejor a partir de la correcta identificación de
este monumento.
El primer mito relacionado con este monumento de Melqart es el del sacrificio milagroso
que recoge Porfirio172, al que ya se ha aludido, y los restantes mitos relacionados173 (vid. supra).
Otro mito es la creencia de que esa torre era la ›Tumba de Melqart‹, donde estaba sepultada
la divinidad una buena etapa del año, según los mitos de la divinidad relacionados con su
muerte y egersis. Diversas fuentes indican que Hércules estaba enterrado en Gadir, como
Salustio, que pudo tomar la noticia de la biblioteca de Hiempsal, y también Pomponio Mela
y Arnobio, lo que confirma que la tumba del dios era el monumento citado. Según Salustio174:
»Después de morir Hércules en Hispania, según refieren los púnicos, su ejército compuesto
de muchas gentes, […] se dispersó«. La misma noticia transmite Mela175, que añade que en el
santuario se conservaban las cenizas de Hércules: »[…] y en el otro (lado de la isla hay) un
templo de Hércules egipcio, célebre por sus fundadores, por su veneración, por su antigüedad
y por sus riquezas. Fue construido por los tirios; su santidad estriba en el hecho de guardar las
cenizas (de Hércules)«. También Arnobio176 recoge que »El (Hércules Tirio) está enterrado en
el extremo de Hispania, el (Hércules Tebano) fue incinerado con fuego en el (Monte) Oeta«.
Si esta torre era el nefesh o ›Tumba de Melqart‹ se comprende que la festividad de la
egersis o resurrección de Melqart177 se celebrara en su entorno, puesto que se sabe que en
Tiro ese ritual tenía lugar ante la tumba del dios. Por tanto parece lógico que la importante
fiesta ritual de la egersis del dios, que se debía celebrar hacia febrero-marzo178, tuviera lugar
precisamente en el entorno de esta torre, por ser la tumba del dios. A esta fiesta alude también
la noticia, narrada por Filóstrato179, de que en las fiestas de la Gadir fenicia había cánticos
a la muerte y que se quemaba ritualmente todos los años una efigie de Melqart, quizás una
figura del dios cabalgando sobre un hipocampo180. También parece aludir a estas festividades
rituales una referencia menos precisa de Pausanias181, que narra que el viajero Cleón de Magnesia sobre el Hermos fue obligado a alejarse del Herákleion, en el que vio quemar a un ’άνερ
θαλάσιου, un ›hombre marino‹, que pudiera ser el mismo ser mítico al que se refiere Filóstrato.
La relación de esta referencia con la anterior fue comentada hace un siglo por Frazer182 y ha
sido recogida posteriormente por autores que consideran que aludiría al mismo ritual183, que
se debía celebrar cerca del Herákleion y en el entorno de la ›Tumba de Melqart‹, en la que
el dios estaba míticamente sepultado y que conmemoraba su muerte y resurrección184, rito al
Porph. abst. 1, 25.
Athen. deipn. 9, 49.
174
Sall. Iug. 18, 3.
175
Mela 3, 47: ossa eius ibi sita efficiunt
176
Arnob. 1, 36: Thebanus aut Tyrius Hercules, hic in finibus sepultus Hispaniae, flammis alter concrematus
Oetaeis […]
177
Menandro, en Ios. ant. Iud. 8, 5, 3; Fl. Ios., contra Apion 1, 18.
178
García Bellido 1963, 72; Bonnet 1988, 33 s.; López Pardo 2006, 125 s.
179
Philostr. Ap. 5, 4.
180
Almagro-Gorbea 2010d.
181
Paus. 10, 4, 6.
182
Frazer 1906, 112 s.; Frazer 1922, 113.
183
García Bellido 1963, 126; Bonnet 1988, 222; Corzo 2005.
184
Lipinski 1970, 38.
172
173
188
martín almagro-gorbea
que se supone que también pudiera referirse la ›Herculeam solemnitatem‹ de la Ora Maritima
(Avieno, OM 274), que puede ser otra referencia a esa gran festividad185.
Más discutible resulta saber si era a la escultura de esta sepultura monumental a la que
se refiere la anécdota que recoge Suetonio186, de que César lloró ante una estatua de Alejandro al visitar el Herákleion de Gades. Esta estatua, según Dión Casio187, estaba situada en el
propio Herákleion, aunque probablemente no dentro del recinto sacro, pues Suetonio precisa
que quedaba apud Herculis templum, lo que supone que estaba cerca, pero no en el mismo
lugar, lo que parece indicar un emplazamiento similar al que se deduce de la expresión έπί
τοū πίργου del texto citado de Porfirio188 y de las fuentes árabes (vid. supra). La explicación
pudiera ser que dicha escultura se atribuiría desde la Antigüedad a Alejandro Magno, tal como
indica alguna fuente árabe, como Al-Himyarí (vid. supra), quien dice que la estatua era del
›Bicorne‹, lo que hace suponer que esa interpretación estaría bastante generalizada, confusión
quizás surgida de la política de imitación de Alejandro por Aníbal (vid. supra), identificación
con Alejandro que explicaría el que el monumento no fuera destruido por Roma, ni tampoco
por los cristianos al ser identificada por éstos con la estatua de San Pedro.
Otro posible mito relaciona la ›Tumba de Melqart‹ con su posible función de faro. Las
fuentes árabes consideran de forma unánime a la torre como un »faro o ›almenara‹, de almanāra, etimológicamente ›el lugar de la luz‹, fuego que se hace en las atalayas, […] de las
costas del mar […], para dar aviso de alguna cosa, como de acercarse embarcaciones o tropas
enemigas«189. En este sentido, es interesante suponer que una de las posibles funciones de
esta torre pudo ser la de servir de hemeroskopeion o thynnoskopeion para divisar los atunes
y facilitar su localización y pesca, de acuerdo con la técnica de la almadraba conocida en el
Mediterráneo desde la Antigüedad190, lo que ofrece una interesante relación entre esta torre
situada junto al Herákleion y un posible mito gaditano sobre Melqart y los atunes.
En efecto, una narración legendaria recogida en fuentes árabes ha trasmitido lo que parece
ser un interesante mito de la Antigüe­dad que hay que suponer de origen fenicio, pues ofrece
todos los indicios de tratarse de un mito sobre ›Melqart y la pesca mágica de los atunes‹191, ya
que la pesca era la clave de la economía de Gadir192.
El geógrafo granadino Al-Zuhrí (1130–c. 1161), en su citada obra Kitab al-Dja’ rafia193,
ofrece esta interesante leyenda194: en Cádiz »estaba la ›Casa de los Atunes‹ (Dar al-Tunn), a la
orilla de la Gran Cisterna. Esta tenía una puerta, por la que entraba un brazo del río. Había
también allí un talismán que atraía a los atunes durante el mes de mayo (fecha de inicio de
las almadrabas, posiblemente, tras la egersis de Melqart). La esposa del rey San Pedro (Sant
García Bellido 1963, 153; López Pardo 2006, 235.
Suet. Iul. 7.
187
Cass. Dio 37, 52.
188
Porph. abst. 1, 25.
189
Diccionario de la Real Academia Española 1958, 68 s. v. almenara.
190
Fernández Nieto 2002.
191
La interpretación mítica aquí propuesta parece más acertada que la que planteó Martínez Montávez (Martínez
Montávez 1974, 69) al publicar la leyenda, que relacionó con el hundimiento de la Atlántida, sin excluir que este mito
también parece tener aspectos cosmológicos relacionados con la explicación del origen y forma de la ciudad de Gadir.
192
Bernal 2009b.
193
Hadj Sadok 1968, 215.
194
La traducción ofrecida se ha tomado de Martínez Montávez (Martínez Montávez 1974, 237) y de Abellán
(Abellán 1996, 57 s.).
185
186
la ›tumba de melqart‹ del herákleion de gadir
189
Bātar) dijo a su marido: ›Si abrieras una puerta en la base de ese monte, entrarían en el río,
desde el mar, dos brazos y nuestro río195 aumentaría enormemente y entrarían en él los peces
y atunes del mar‹. El res­pondió: ›No lo haré, pues no quiero que nuestro país quede cortado‹.
Ella entonces le abandonó durante unos días (posible referencia a una abstinencia sexual196),
hasta que él le dio permiso para hacerlo. Ella mandó entonces a los técnicos y operarios que
abrieran la entrada, por donde ahora entran los barcos y barcas (qawārib, cárabos) entre Rota
y Cádiz, pero cuando entraron las aguas y se juntaron con el río llamado Guadalete, crecieron
hasta casi cubrir el puente. El agua se desbordó e inundó entonces la ciudad de Cádiz y la
sumergió. Y por ello sólo quedó una pequeña isla«.
Este texto contiene elementos que, en parte, pudieran ser una leyenda surgida tras cierta
inundación histórica del Guadalquivir ocurrida el mes de la yumada del año 597 H (marzo–
abril del 1201), que afectó muy gravemente a Córdoba y Sevilla y que llegó hasta la isla de
Cádiz, según recoge Al-Himyarí197.
Sin embargo, la referencia a Sant Bātar como rey de Gadir, que no es otro que San
Pedro, hace suponer que se trata de la interpretatio cristiana de Melqart, tal como aparece
representado en la estatua de la ›Tumba de Melqart‹198, pues la posible hacha fenestrada o
flabellum que llevaba sobre el hombro se debió identificar con la llave de San Pedro de la
iconografía cristiana según evidencian las fuentes árabes, por lo que esta figura debió acabar
dando nombre a la ›isla de Sancti Petri‹, topónimo que debe considerarse una cristianización
de ›isla de Melqart‹, pues en ella estaba su famoso santuario conocido como Herákleion (vid.
supra). Esta explicación permite comprender y valorar la interesante referencia de que el rey
de Gadir estaba desposado con una reina y ambos estaban relacionados con las aguas del
mar y de los esteros y con la pesca de los atunes, pues poseían un talismán que atraía a los
atunes durante el mes de mayo, fecha en que los atunes penetran en el Mediterráneo desde el
Atlántico199, lo que permite su pesca en las almadrabas200. Pero también la egersis o resurrección de Melqart201 se celebraba en Tiro durante el mes Peritios, que corresponde de febrero a
marzo202, y se supone que resucitaba por medio del hieros gamos con Astart203, simbolizados
por la unión del Rey de Tiro y una sacerdotisa que representaría a Astart204. Esta coincidencia
Martínez Montávez (Martínez Montávez 1974, 69) ofrece la traducción de ›cisterna‹, aunque quizás fuera más
lógico interpretar que esta palabra pudiera aludir a estanques de los esteros dedicados a la crianza de peces.
196
Cabría relacionar este detalle con la tradición de que los sacerdotes del Herakleion guardaban castidad (Sil.
3, 28), quizás durante el periodo del año en que Melqart estaba ›muerto‹, al que pudiera aludir esta leyenda. Además,
conviene recordar el mito en Berytus (Beirut) de la castración de Echmun como paredro de Astronöe, castración
ritual propia de regiones sirio-anatólicas (Seyrig 1963, 21 s.). También conviene recordar que Astronöe es la misma
Asteria relacionada con Heracles-Melqart a la que hace referencia Eudoxo de Cnidos (vid. infra), que era la Madre de
los Dioses (Damascio de Damasco, Vita Isidori, en la Bibliotheca de Photios, 242) y que no es sino otra forma mítica
de Astart (Seyrig 1963, 23).
197
Martínez Montávez 1974, 37.
198
Es interesante la observación de la Dra. Isabel Rodríguez Casanova de que San Pedro era pescador (Mt. 4,
18–22) y el patrón cristiano de los pescadores, por lo que esta figura sería la cristianización de la función de protector
de la pesca y la navegación que tenía Melqart en la mitología fenicio-púnica, tal como indica la explícita sustitución del
nombre de Melqart por el de Sant Bātar (San Pedro) en este relato árabe.
199
Martínez Maganto 1992, 236.
200
Fernández Gómez et al. 2009.
201
Menadro, en Ios. ant. Iud. 8, 5, 3; Fl. Ios., contra Apion 1, 18.
202
Bonnet 1988, 37; López Pardo 2006, 125 s.
203
Bonnet 1988, 36; Lipinski 1995, 233 s.
204
Delcor 1976, 67 s.
195
190
martín almagro-gorbea
parece indicar que la egersis de la divinidad, el hieros gamos con Astart y la aparición de los
atunes estaban relacionados, pues, además, coinciden con la primavera, cuando aumenta la
duración de la luz del sol, hecho relacionado con el carácter de Melqart como divinidad solar.
Este ciclo debía finalizar a partir del mes krr, hacia el mes de Julio de nuestro calendario, según
indica la inscripción de Pyrgi205, en que se producía el entierro de la divinidad, que quedaría
en su sepulcro hasta su nueva egersis al año siguiente206.
Por lo tanto, este mito parece hacer referencia al poder sobre la pesca del atún de dos
divinidades, una de ellas Melqart y la otra su paredro, que verosímilmente sería Astart207. El
dios atrae mágicamente a los atunes hasta meterlos en una cisterna o ámbito cerrado, que pudiera aludir a los estanques de los esteros o de las factorías donde se trataban e introducían en
ánforas para su comercialización208, aunque este detalle secundario puede ser una interpolación
causada por la fama de la gran cisterna con mosaicos que había en la alcazaba gaditana209.
También resulta significativo que en este relato Sant Bātar-Melqart aparece como ›Rey de
Gadir‹, el título por antonomasia de la divinidad fenicia de Tiro y de Gadir, tal como indica la
etimología de su nombre, hecho con evidentes connotaciones ideológicas y políticas.
A pesar de que la narración transmitida por el geógrafo granadino Al-Zuhrí es una versión
muy tardía y bastardeada del mito fenicio originario, también permitiría apreciar que dicho
mito explicaría la ausencia de atunes como consecuencia del periodo de ausencia de relación
sexual entre la pareja divina, hecho que implica que debía existir una relación mítica entre el
hieros gamos de Melqart y Artart210 y la riqueza en atunes, por lo que éstos pudieran ser de
algún modo, según este relato mítico, fruto de esa relación.
En consecuencia, esta curiosa leyenda transmitida por Al-Zuhrí tiene todas las apariencias de proceder de una narración mítica fenicia sobre la relación de Melqart con su paredro
Astart y la aparición ›mágica‹ de los atunes en el mes de mayo, que permitían obtener una
pesca beneficiosa con el arte de las almadrabas. Sin pretender ir más allá en la interpretación
de este mito, la estrecha relación de Melqart con los atunes y con Gadir la explicitan de forma
concluyente la iconografía de sus monedas211, que muestra de forma sistemática la cabeza de
Melqart y los atunes (fig. 15 a. b), tipos monetarios cuyo origen mítico queda de esta forma
explicado. Además, la estatua que coronaba el gran monumento de la ›Tumba de Melqart‹,
situado próximo al Herákleion, pasó a ser por sí misma el símbolo de la ciudad, ya que, proDelcor 1976, 55 s.
La Dra. Isabel Rodríguez Casanova nos proporciona la interesante precisión de que la pesca estacional del
atún se llevaba a cabo entre San Marcos (23 de abril) y, precisamente, la festividad de San Pedro (29 de junio), según
recogió M. Ponsich (Ponsich 1988, 27 s.). Estas fechas ofrecen el interés de que coinciden con el periodo que transcurriría entre la egersis de Melqart, hacia marzo, y su muerte »en el mes de julio«, fecha que pudiera coincidir con la
festividad de San Pedro, que pudo haber heredado esta tradición. En todo caso, la coincidencia de esas fechas míticas
confirma la estrecha relación de Melqart con la pesca del atún, tal como refleja este mito.
207
La relación de ambas divinidades en Gadir parece documentarla el anillo de oro del Instituto Valencia de
Don Juan (fig. 18), de fines del siglo III o inicios del siglo II a. C., con la interesante inscripción »(l)’dn (l) zz mlk strt
w (l) bdm (l) m ‘gdr« (Hispania 12; cf. Solá 1965, 29 s.; Solá 1976, 184 s.; Blázquez 1975, 36 lám. 1; ICO 1967, 141
s., Spagna 12; Ribichini – Xella 1986; Bonnet 1988, 210; etc.), traducida como ›Al Señor, al Fuerte de Milk’Ashtart y
a sus servidores, al pueblo de Gadir‹, que »podría ser una expresión teocrática de la constante asociación de Melqart
y Astarté« (Marín 1984, 39 s., notas 64–67).
208
Bernal 2009b.
209
Martínez Montávez 1974, 48; Abellán 1996, 52.
210
Delcor 1974; Lipinski 1992, 233.
211
Alfaro 1988, passim.
205
206
la ›tumba de melqart‹ del herákleion de gadir
191
bablemente, serviría como almenara para divisar la llegada de los atunes al permitir observar
los cambios en el brillo del mar producidos al pasar las bandas de estos grandes animales212,
además de servir como referente y guía a los navegantes que se aproximaban por el Estrecho
de Gibraltar hacia Gadir.
Muy probablemente, este mito de ›Melqart y la pesca mágica de los atunes‹ también estaría
relacionado con la ›Tumba de Melqart‹ y con la egersis de la divinidad, ya que es un mito que
parece esencial para explicar la base económica de la ciudad, por lo que sería muy popular
y estaría muy difundido en Gadir, hecho que ayuda a comprender cómo, convertido por los
cristianos en una leyenda, que después conservaron los árabes, ha llegado hasta nosotros a
través del relato de Al-Zuhrí, buen conocedor de la zona y de sus antiguas tradiciones.
La estrecha relación mítica de Melqart con la pesca también parece documentarla un relieve de mármol pentélico, cuyo estilo es de época silano-cesariana, procedente del templo de
Hércules Invicto de Ostia213. Este relieve muestra una almadraba o red de copo de tipo ›jábega‹,
de cuyos dos extremos tiran sendos grupos de pescadores, técnica utilizada en Cádiz hasta el
siglo XIX. En el centro de la jábega aparece una escultura del Hércules desnudo con el brazo
izquierdo hacia delante y el derecho alzado hacia arriba sosteniendo quizás la maza (fig. 14).
Esta escultura de Hércules corresponde a un modelo del arcaísmo final o inicio del estilo severo,
no alejado del Poseidón del Cabo Artemision214, pero R. Corzo ha observado con acierto que
pudiera interpretarse como un Smiting God oriental, pues ofrece la misma postura que algunos
bronces fenicios del Herákleion hallados en Sacti Petri215, lo que confirma que se trata de un
Hercules Gaditanus. En consecuencia, Corzo ha relacionado esta escena con el texto de Pausanias (Paus. 7, 5, 5 s.) sobre el hallazgo ›milagroso‹ de una estatua de Heracles de tipo egipcio
pescada con una red en Eritrea216 y se inclina a relacionar la escultura del relieve de Ostia con
el ya comentado episodio de Cleón de Magnesia (vid. supra), también recogido por el Periegeta
(Paus. 10, 4, 6), que vio cómo quemaban en una playa de Gadir un ’άνερ θαλάσιου, quizás una
imagen de Melqart. Aunque la figura aludida por Pausanias se suele suponer que representaría a
Melqart cabalgando sobre un tritón217, parece lógico que la escultura del Heracles-Smiting God
representado en Ostia sea un Hercules Gaditanus, en una escena que corrobora la estrecha
asociación de la divinidad gaditana con la pesca, como explicitan las monedas de Gadir (fig.
15). Esta asociación de Heracles con la pesca de los atunes también se documenta en Cosa
(Strab. 5, 2, 8), donde se ha considerado como un influjo fenicio218. Estas tradiciones avalan que
en Gadir debió existir un rito consistente en pescar con red una estatua de Heracles-Melqart,
semejante al documentado en Eritrea, rito que puede considerarse transmitido por el relieve de
Ostia, aunque de él no han llegado testimonios escritos. Sería otro mito más de los numerosos
que en Gadir asociarían a esta divinidad con la pesca, en especial con la del atún, como el mito
sobre ›Melqart y la pesca mágica de los atunes‹ citado, transmitido como leyenda por Al-Zuhrí.
Fernández Nieto 2002.
Becatti 1939; Becatti 1942; García-Bellido 1987, 143 s. lám. 28, 7; Corzo 2005, 114 s. fig. 16 a.
214
Richter 1970, 40 fig. 105 s. Esta figura de Hércules-Melqart podría encajar también con las descripciones que
ofrecen las fuentes árabes comentadas (vid. supra).
215
Corzo 2005, 193 s. fig. 1–7.
216
Corzo 2005, 116 s.
217
Almagro-Gorbea 2010d, 101 s.
218
Becatti 1942, 118 s.
212
213
192
martín almagro-gorbea
Fig. 12 Cabeza de Alejandro como Heracles. a tetradracma póstuma de Alejandría c. 326-318 a. C., b
tetradracma de Cartago c. 300 a.C., c bronce de Gadir, c. 200 a. C.
Fig. 13 Escultura de Hercules Gaditanus pescada en el mar según un relieve de Ostia.
la ›tumba de melqart‹ del herákleion de gadir
193
Fig. 14 Monedas de bronce de Gadir con cabeza de Melqart y dos atunes.
Fig. 15 Moneda de Carthago Nova con Asdrúbal? Melqart como basileus heroizado con clava y corona
de laurel.
Otro aspecto de interés que se debe valorar en este monumento de la ›Tumba de Melqart‹
es la fama que tenía por su carácter mágico y como talismán, y así lo indica la palabra utilizada
en árabe para describirlo, şanam, que se traduce tanto por ›ídolo‹, ›oráculo‹ como, en cierto
sentido, por ›templo‹219, lo que apunta a que todavía en época islámica era considerado un
monumento sagrado dotado de propiedades mágicas, al igual que en la Antigüedad. Esta fama
perduró hasta su destrucción, ocurrida el año 1145, como evidencian una serie de leyendas
que debían proceder de tradiciones que arrancaban de la Antigüedad, por ser la ›Tumba de
Melqart‹, la divinidad más poderosa y taumaturga.
Al carácter mágico del monumento hacen alusión numerosas fuentes árabes, al narrar
hechos que no se pueden interpretar en sentido estricto como ›acontecimientos históricos‹,
pero que documentan una continuidad de creencias populares muy arraigadas, que son reflejo
de la mentalidad colectiva en procesos ›de larga duración‹, que en muchos casos se remontan
hasta la Antigüedad. En este sentido, estas narraciones sí pueden – y deben – ser interpretadas
como verdaderos documentos históricos de esa mentalidad colectiva, tal como atestigua la
actual metodología etno-histórica220.
219
220
Martínez Montávez 1974, 54.
Almagro-Gorbea 2009.
194
martín almagro-gorbea
Fig. 16 Vista de Torregorda, en la Isla de Sancti Petri, Cádiz (por J. Hoefnagel).
La construcción de la ›Tumba de Melqart‹ se atribuía a un conquistador mítico venido
de otras regiones. Según Al-Zuhrí, »fue obra de un gigante […] para indicar la ruta del mar.
Tenía su mano izquierda extendida hacia el estrecho, como si dijera: ›la ruta se inicia aquí‹
«221. Según Rasí, este personaje era »Hércules (que) levantó una columna (un alto ›ídolo‹) sin
parangón en el mundo«222 y lo mismo indica Al-Himyarí223, según el cual Heracles levantó la
almenara el año 2451 después de Adán o después del Diluvio, en tiempos de Moisés. Una
versión muy semejante ofrece Al-Zuhrí según el Anónimo de Almería, quien afirma que »el
Ídolo de Cádiz fue construido por un rey griego en el año 4092 de la venida de Adán y en
el 1750 del Diluvio. Se basa para decir esto en la Historia de los Césares. Al-Fazán sostiene
que el ídolo de Cádiz fue hecho en el año 2400 de la venida de Adán y que el rey que lo
construyó se llamaba Hércules, de la progenie de Jafet, hijo de Noé. Fue el primer rey de los
griegos que dominó la mayor parte del mundo […]«. Por su parte, según Abu-Hamid224, fue
construido por Du-l-Qarnain225, es decir, el ›Bicorne‹, nombre por el que se denominaba a
Alejandro Magno (vid. supra).
Entre estas leyendas deben relacionarse las alusivas a que el monumento ocultaba ingentes cantidades de oro, como explicitan Al-Himyarí226 y Al-Zuhrí227. Tales creencias pudieran
ser consecuencia del recuerdo, convertido en leyenda, de los grandes tesoros que poseyó en
la Antigüedad el Herákleion gaditano228, que debió ser uno de los santuarios más ricos del
Mediterráneo.
221
222
223
224
225
226
227
228
Traducción de Abellán 1996, 53.
Lévi-Provençal 1938, 96 s.; Martínez Montávez 1974, 29 s.
Abellán 1996, 61–63. 66.
Dubler 1953, 69 s.
Martínez Montávez 1974, 55. 66 s.
Al-Himyarí 1963, 148.
Bramon 1991, 216; Martínez Montávez 1974, 35 s.
Blázquez 2002; García Bellido 1963, 126 s.
la ›tumba de melqart‹ del herákleion de gadir
195
La ›Tumba de Melqart‹ también se consideraba dotada de carácter augural y capaz de
predecir acontecimientos, según refieren las fuentes árabes. Esta tradición pudiera explicarse por el carácter mágico del monumento, pero también por su relación con Melqart, cuyo
santuario, el Herákleion, tuvo un carácter augural que gozó de gran fama en la Antigüedad,
como indican las fuentes229 y como confirma la escena de las sortes Herculis representada
en el relieve citado de Ostia230 (fig. 13 b). Diversos autores árabes recogen la creencia de que
si se destruía el monumento, ocurrían catástrofes. Al-Himyarí231 da la noticia de que existía
un vaticinio según el cual la caída de una de las ›llaves‹ del ›ídolo‹ acarrearía revueltas en AlAndalus, como ocurrió el año 400H / 1009–1010, fecha que coincide con las revueltas de
la caída de Almanzor y del final del Califato de Córdoba y, según ese mismo autor, desde
entonces se abrió el Mar Occidental (el Atlántico). Además, la caída de la segunda ›llave‹ supondría la ruina total de Al-Andalus232 y, según al-Zuhrí233, desde que el faro fue demolido (el
año 1045), desaparecieron los normandos, pues »sólo salieron dos carracas«, que naufragaron
ambas, de lo que parece sobrentenderse que se consideraba que el Océano había dejado de
ser navegable234, dado el carácter mágico atribuido por los árabes a esta construcción235. Estas
creencias explican la interesante noticia de que señalaba los peligros del océano, como explicita
Al-Zuhrí236, quien indica que »era una señal para entrar en el Gran Mar (el Atlántico) o salir
de él«, pues »la gente de Al-Andalus pensaba que era un talismán (tilasm) contra las acciones
del mar y que cuando fuera destruido ya nadie podría navegar«237.
En consecuencia, las leyendas existentes sobre la ›Tumba de Melqart‹ hacen referencias a
su construcción por un gran personaje mítico, que en algunas es el mismo Hércules-Melqart,
a su relación con grandes tesoros de oro, a su carácter oracular y a que protegía la navegación
y la pesca. Resulta muy difícil suponer que temas tan relacionados con la mitología de Melqart
sean una casualidad, pues no se podrían elegir otros mejores para explicar las tradiciones que
en la Antigüedad tendría la monumental ›Tumba de Melqart‹, cuyo carácter sagrado debía ser
muy popular, lo que explica el origen y larga perduración de estas leyendas.
Por ello, todas estas leyendas contribuyen a documentar y ayudan a comprender la importancia y la fama ›mágica‹ que había conservado este singular monumento, algo muy propio de
su ambiente gaditano y del ámbito marino en el que estaba inserto. Pero también evidencian
el gran arraigo que este monumento debía tener en el ideario colectivo de la población y
como símbolo de la ciudad de Gadir, que habría sido respetado y conservado al imponerse el
cristianismo, tal vez por identificarse con San Pedro la escultura de Melqart que lo coronaba,
hecho que permitió que perdurara hasta que en el año 1145 de la Era fue derribado para
buscar oro, pues no se pretendía su destrucción.
Sil. It. Pun. 3, 167–213; cf. Blázquez 1954; Gibson 2005.
Becatti 1939; Becatti 1942; García-Bellido 1987, 143 s. lám. 28, 7; Corzo 2005, 114 s. fig. 16 a.
231
Al-Himyarí 1963, 146.
232
Martínez Montávez 1974, 29 s.
233
Bramon 1991, 215.
234
Traducción de Martínez Montávez 1974, 26.
235
Sin embargo, el historiador cordobés Ibn Hayyán (Córdoba 987–1075), en su Muqtabis, toma de Rasís la noticia
de que ya el emir Mohamed I (823–886) había intentado sin éxito destruir el faro para apoderarse de los tesoros que
se suponía que ocultaba en su interior (Martínez Montávez 1974, 26 s.).
236
Bramon 1991, 216.
237
Traducción de Abellán 1996, 54.
229
230
196
martín almagro-gorbea
El análisis realizado permite considerar prácticamente probado que este monumento con
una gran escultura de Melqart en su cumbre era la famosa ›Tumba de Melqart‹, construcción
estrechamente asociada al Herákleion gaditano y repetidas veces citada por las fuentes clásicas238, que constituía el nefesh mítico del dios, sin excluir que también pudiera haber servido
como almenara, tal como fue considerado popularmente hasta su destrucción, pues la escultura dorada que lo coronaba, visible a gran distancia, acabó siendo el símbolo de la ciudad de
Cádiz y el origen de numerosos mitos y leyendas.
Tras su destrucción el año 1145 d. C., el monumento y la estatua de oricalco dorado de
Melqart que lo coronaba han desaparecido, pero las escasas noticias llegadas a nosotros, en su
mayoría gracias a las fuentes árabes, hasta ahora insuficientemente valoradas, han permitido
conocer su características esenciales y recuperar este importante documento, que prácticamente
había pasado desapercibido para los estudiosos.
A pesar de las muchas incertidumbres que todavía ofrece, la identificación de ›Tumba de
Melqart‹ constituye una importante aportación al conocimiento de la topografía, la religión y
la historia de la antigua Gadir. Según las referencias más fidedignas (vid. supra), el monumento
estaba emplazado en las proximidades del Herákleion, muy probablemente en la actual localidad
de Torregorda y consistía en una torre de varios cuerpos, al parecer tres según interpretan la mayoría de los autores modernos, aunque otros le atribuyen cuatro cuerpos (fig. 3. 4), seguramente
siguiendo la descripción de Al-Himyarí (vid. supra), que es la hipótesis que parece más probable
(vid. supra). Su base medía 40 codos púnicos de lado y de alto, c. 21,60 m. y, aunque la altura del
monumento resulta más incierta, las dimensiones que ofrecen los autores árabes (fig. 4) indican
que medía 150 codos púnicos, 67 m. de altura, por lo que superaba los 58 m. del monumental
Mausoleo de Halicarnaso y sólo debió verse superado en altura por el famoso Faro de Alejandría.
Este singular monumento debió ser construido por Aníbal al visitar el Herákleion de
Gadir el 219 a. C. para cumplir los Herculi vota239, antes de emprender su expedición contra
Roma, por lo que documenta la política de grandes construcciones de los Bárquidas, inspirada
sin duda en Alejandro Magno y en los Ptolomeos240.
Por todo ello, la ›Tumba de Melqart‹ debe ser considerada como uno de los mayores monumentos del mundo púnico, por no decir de todo el Mediterráneo, lo mismo que la escultura
monumental que lo coronaba debe considerarse en la actualidad la mayor escultura de bronce
conocida en el mundo feno-púnico.
Bibliografía
Abellán 1996: J. Abellán Pérez, El Cádiz islámico a través de sus textos (Cádiz 1996)
Abellán 2005: J. Abellán Pérez, El Cádiz islámico a través de sus textos ²(Cádiz 2005)
Acquaro 1971: E. Acquaro, I rasoi punici, Studi Semitici 41 (Roma 1971)
Alfaro 1988: C. Alfaro Asins, Las monedas de Gadir-Gades (Madrid 1988)
Al-Himyarí 1963: Al-Himyarí abū ‘Abd Allah Huhammad b. ‘Abd al-Mun’im al-Sinháyt (m. 1 327), Kitáb
al-Rawd al-mi’tár (trad. Ma. P. Maestro González) (Valencia 1963)
Almagro-Gorbea 1983: M. Almagro-Gorbea, Pozo Moro. El monumento orientalizante. Su contexto sociocultural y sus paralelos en la arquitectura funeraria ibérica, MM 24, 1983, 177–392
238
239
240
Sal. Iug. 18, 3; Mela 3, 47; Arnob. 1, 36.
Liv. 21, 21, 9; Sil. 3, 14.
Blázquez et al. 1991.
la ›tumba de melqart‹ del herákleion de gadir
197
Almagro-Gorbea 1996: M. Almagro-Gorbea, Pozo Moro. 25 años después, REstIber 2, 1996, 31–63
Almagro-Gorbea 2002: M. Almagro-Gorbea, Melqart-Herakles matando al toro celeste en una placa ebúrnea
de Medellín, AEspA 75, 2002, 59–73
Almagro-Gorbea 2008: M. Almagro-Gorbea, Objetos de marfíl y hueso, en: M. Almagro-Gorbea et al., La
necrópolis de Medellín. Estudio de los hallazgos II, Bibliotheca Archaeologica Hispana 26,2 (Madrid
2008) 401–512
Almagro-Gorbea 2009: M. Almagro-Gorbea, La etnología como fuente de estudios de la Hispania Celta,
BVallad 75, 2009, 91–142
Almagro-Gorbea 2010a: M. Almagro-Gorbea, Escultura de oricalco de la Tumba de Melqart, en: AlmagroGorbea – Torres 2010, 67–85
Almagro-Gorbea 2010b: M. Almagro-Gorbea, Los Leones de Puente de Noy, en: Almagro-Gorbea – Torres
2010, 170–185
Almagro-Gorbea 2010c: M. Almagro-Gorbea, La estela de C’an Rafalet, en: Almagro-Gorbea – Torres
2010, 294–307
Almagro-Gorbea 2010d: M. Almagro-Gorbea, Efigie de Melqart cabalgando sobre un hipocampo, en: Almagro-Gorbea – Torres 2010, 100–103
Almagro-Gorbea – Gran Aymerich 1991: M. Almagro-Gorbea – J. Gran Aymerich, El Estanque monumental de
Bibracte (Borgoña, Francia), Memoria de las excavaciones del equipo franco-español en el Mont Beuvray 1987/1988,
Complutum Extra 1 (Madrid, 1991)
Almagro-Gorbea – Torres 2010: M. Almagro-Gorbea – M. Torres, La Escultura Fenicia en Hispania, Bibliotheca Archaeologica Hispana 32 (Madrid 2010)
Alonso 2005: E. Alonso, Catálogo del Gabinete de Antigüedades. Vidrios Romanos, Antigüedades Romanas
II (Madrid 2005)
Amiet 1984: P. Amiet (ed.), Au pays de Baal et d’Astarté. 10.000 ans d’art en Syrie. Catalogue de l’Exposition
au Musée du Petit Palais (Paris 1984)
Barnett 1969: R. D. Barnett, Ezequiel and Tyre, Eretz-Israel 9, 1969, 6–13
Becatti 1939: G. Becatti, Il culto di Ercole ad Ostia ed un nuovo rilievo votivo, BCom 67, 1939, 37–60
Becatti 1942: G. Becatti, Nuovo documento de culto di Ercole ad Ostia, BCom 70, 1942, 115–125
Bernal 2009a: D. Bernal Casasola, El faro romano de Gades y el papel de los thymnoskopeia en el Fretum
Gaditanum, Brigantium 20, 2009, 85–106
Bernal 2009b: D. Bernal Casasola, Arqueología de la pesca en el Estrecho de Gibraltar. De la Prehistoria
al fin del Mundo Antiguo (Cádiz 2009)
Blázquez 1954: J. Mª. Blázquez, El Herakleion gaditano. Un templo semita en Occidente, en: Actas I Congreso Arqueológico del Marruecos Español, Tetuán 25–26 junio 1953 (Tetuán 1954) 309–318
Blázquez 1975: J. Mª. Blázquez, Tartessos y los orígenes de la colonización fenicia en Occidente, Acta
Salmanticensia 85 ²(Salamanca 1975)
Blázquez 2002: J. Mª. Blázquez, El Herakleion gaditano y sus ingresos, en: L. Hernández Guerra – L. Sagredo
San Eustaquio – J. Mª. Solana Sáinz (coords.), Actas del I Congreso Internacional de Historia Antigua. La
Península Ibérica hace 2000 años, Valladolid 23–25 noviembre 2000 (Valladolid 2002) 599–606
Boardman 1984: J. Boardman, Escarabeos de piedra procedentes de Ibiza (Madrid 1984)
Boardman 2003: J. Boardman, Classical Phoenician Scarabs. A Catalogue and Study, BARIntSer 1190 (Oxford 2003) con versión actualizada en internet: http://www.beazley.ox.ac.uk/gems/scarab/default.htm
Bonnet 1988: C. Bonnet, Melqart. Cultes et mythes de l’Héraclés tyrien en Méditerranée, Studia Phoenicia
8 (Leuven 1988)
Bramon 1991: D. Bramon, El mundo en el siglo XII. El tratado de Al-Zuhrí (Barcelona 1991)
Büsing 1982: H. Büsing, Metrologische Beiträge, JdI 97, 1982, 1–45
Cagnat – Besnier 1909: R. Cagnat – M. Besnier, Revue des publications épigraphiques relatives à l’Antiquité
romaine, RA 1909, 489–533
Carracedo 1991: J. Carracedo Fraga, La Torre de Cádiz. Un monumento de la Antigüedad Clásica en textos
medievales, Evphrosyne 19, 1991, 201–230
Chehab 1975: M. H. Chehab, Les Phéniciens en Proche-Orient, en: Parrot et al. 1975, 23–142
Corzo 2005: J. R. Corzo Sánchez, Sobre las primeras imágenes y la personalidad originaria del Hércules
Gaditanus, Spal 14, 2005, 91–120
Culican 1976: W. Culican, Baal on an Ibiza Gem, RStFen 4, 1976, 57–68
Davies 2000: P. J. E. Davies, Death and the Emperor. Roman Imperial Funerary Monuments from Augustus
to Marcus Aurelius (Cambridge 2000)
198
martín almagro-gorbea
Delcor 1974: M. Delcor, Le hieros gamos d’Astarté. Les trônes d’Astarté, RStFen 2, 1974, 63–76
Delcor 1976: M. Delcor, Religion d’Israël et Proche Orient ancien. Des Phéniciens aux Esséniens (Leiden 1976)
Delcor 1990: M. Delcor, Le tarif sacrificielle de Marseille (CIS I, 165). Aspects du système sacrificiel punique, Semitica 38, 1990, 87–93
Detienne 2001: M. Detienne, Apolo con el cuchillo en la mano. Una aproximación experimental al politeísmo griego (Madrid 2001)
Di Vita 1976: A. Di Vita, Il mausoleo punico-ellenistico B di Sabratha, RM 83, 1976, 273–285
Diccionario de la Real Academia Española 18 (Madrid 1958)
Dozy 1881: R. Dozy, Recherches sur l’histoire et la littérature de l’Espagne pendant le moyen âge II (Leiden
1881)
Dubler 1953: C. E. Dubler, Abu Hamid el Granadino y su relación de viaje por tierras euroasiáticas (Madrid
1953)
Dunand 1963: M. Dunand, Byblos. Son histoire, ses ruines, ses légendes (Paris 1963)
Fear 1990/1991: A. T. Fear, The Tower of Cádiz, Faventia 12/13, 1990/1991, 199–211
Fernández Gómez et al. 2009: F. Fernández Gómez – M. A. Yáñez Polo – L. Hurtado, A la caza del atún
rojo en las almadrabas atlánticas del Estrecho (Sevilla 2009)
Fernández Nieto 2002: F. J. Fernández Nieto, Hemeroskopeion = Thynnoskopeion. El final de un problema
mal enfocado, Mainake 24, 2002, 231–255
Fernández-Ordóñez 1999: I. Fernández-Ordóñez, El taller historiográfico alfonsí. La Estoria de España y la
General estoria en el marco de las obras promovidas por Alfonso el Sabio, en: J. Montoya – A. Domínguez
Rodríguez (eds.), El Scriptorium Alfonsí. De los Libros de Astrología a las Cantigas (Madrid 1999) 105–126
Ferron 1975: J. Ferron, Mort-Dieu de Carthage ou les stèles funéraires de Carthage (Paris 1975)
Fierro 1983: J. A. Fierro, Puntualizaciones sobre el templo gaditano descrito por autores árabes (Cádiz 1983)
Fraser 1977: P. M. Fraser, Rhodian Funerary Monuments (Oxford, 1977)
Frazer 1906: J. G. Frazer, Adonis. Attis. Osiris. Studies in the History of Oriental Religion II (London
1906, reedición 2003)
Frazer 1922: J. G. Frazer, Pausania’s Description of Greece (London 1922)
Furtwängler 1900: A. Furtwängler, Die antiken Gemmen. Geschichte der Steinschneidekunst im klassischen
Altertum I–III (Leipzig – Berlin 1900)
Gagé 1940: J. Gagé, Hercule-Melqart. Alexandre et les romains à Gades, REA 42, 1940, 425–438
Gamer-Waller 1978: I. Gamer-Wallert, Ägyptische und ägyptisierende Funde von der Iberischen Halbinsel
(Wiesbaden 1978)
García Bellido 1951: A. García Bellido, Iccosæ Gades. Pinceladas para un cuadro sobre Cádiz en la Antigüedad, BAcHist 129, 1951, 73–122
García Bellido 1952: A. García Bellido, La colonización púnica, en: R. Menéndez Pidal (ed.), Historia de
España I,2 (Madrid 1952) 309–492
García Bellido 1963: A. García Bellido, Hercules Gaditanus, AEspA 36, 1963, 70–154
García-Bellido 1987: M. P. García-Bellido, Altares y oráculos semitas en Occidente. Melkart y Tanit, RStFen
15,2, 1987, 135–158
Gibson 2005: B. J. Gibson, Hannibal at Gades. Silius Italicus 3. 1–60, Papers of the Langford Latin Seminar
12, 2005, 177–195
Gil, ed., 1973: J. Gil, Corpus Scriptorum Muzarabicorum I (Madrid 1973)
ICO 1967: M. G. Amadasi Guzzo: Iscrizioni fenicie e puniche delle colonie in occidente (Roma 1967)
Hadj Sadok 1968: M. Hadj Sadok, Kitab al Dja’rafiyya, BEtOr 21, 1968, 1–310
Harden 1962: D. B. Harden, The Phoenicians (Bristol 1962)
Hölbl 1986: G. Hölbl, Ägyptisches Kulturgut im phönikischen und punischen Sardinien (Leiden 1986)
Hölbl 1989: G. Hölbl, Ägyptisches Kulturgut auf den Inseln Malta und Gozo in phönikischer und punischer
Zeit. Die Objekte im archäologischen Museum von Valletta (Wien 1989)
IDD 2007: Iconography of Deities and Demons (Electronic Pre-Publication 2007) <http://www.religionswissenschaft.unizh.ch/idd/prepublications/e_idd_cyprus.pdf> (10.12.2012)
Ioppolo 1967: G. Ioppolo, La tavola delle unità di misura nel mercato augusteo di Leptis Magna, QuadALibya 5, 1967, 89–98
Jenkins 1972: G. K. Jenkins, Monnaies grecques (Fribourg 1972)
Jeppesen – Luttrell 1986: K. Jeppesen – A. Luttrell, The Maussolleion at Halikarnassos. The Written Sources
and Their Archaeological Background II (Aarhus 1986)
Jiménez 2002: J. Jiménez Ávila, La toréutica orientalizante en la Península Ibérica (Madrid 2002)
la ›tumba de melqart‹ del herákleion de gadir
199
Jodin 1975: A. Jodin, Recherches sur la métrologie du Maroc punique et hellénistique (Tanger 1975)
Kuhnert-Eggebrecht 1969: E. Kuhnert-Eggebrecht, Die Axt als Waffe und Werkzeug im Alten Ägypten,
Münchener Ägyptologische Studien 15 (Berlin 1969)
Lambrinudakis 1984: Lexicon Iconographicum Mythologiae Classicae II (Zürich 1984) s. v. Apollon 187–327
(Lambrinudakis)
Leclant – Clerc 1984: LIMC II (1984) 103–327 s. v. Apollo (J. Leclant – G. Clerc)
Lévi-Provençal 1938: E. Lévi-Provençal, La Péninsule Ibérique au Moyen Age (Leiden 1938)
Lézine, 1961: A. Lézine, Architecture punique. Recueil de documents (Paris 1961)
Lipinski 1970: E. Lipinski, La fête de l’ensevelissement et de la résurrection de Melqart, en: A. Finet (ed.),
Actes de la XVIIe Rencontre Assyriologique Internationale, Bruxelles 30 juin–4 juillet 1969 (Ha-surHeure 1970) 30–58
Lipinski 1992: E. Lipinski (dir.), Dictionnaire de la civilisation phénicienne et punique (Leiden 1992)
Lipinski 1995: E. Lipinski, Dieux et déesses de l’univers phénicien et punique, Studia Phoenicia 14 (Leuven
1995)
López 1995: J. L. López Castro, Hispania Poena. Los fenicios en la Hispania romana 206 a. C. – 96 d. C.
(Barcelona 1995)
López Pardo 2006: F. López Pardo, La torre de las almas. Un recorrido por los mitos y creencias del mundo
fenicio y orientalizante a través del monumento de Pozo Moro, Gerión 24 Extra 10 (Madrid 2006)
Marín 1984: Mª. C. Marín Ceballos, La religión fenicia en Cádiz, en: Cádiz en su historia. Actas de la II
Jornadas de Historia de Cádiz, Cádiz 1983 (Cádiz 1984) 5–41
Martínez Maganto 1992: J. Martínez Maganto, Las técnicas de pesca en la antigüedad y su implicación
económica en el abastecimiento de las industrias de salazón, CuadPrehistA 19, 1992, 219–244
Martínez Montávez 1974: P. Martínez Montávez, Perfíl del Cádiz hispano-árabe (Cádiz 1974)
Menéndez Pidal 1955: R. Menéndez Pidal, Primera Crónica General de España que mandó componer Alfonso el Sabio y se continuaba bajo Sancho IV en 1289 (Madrid 1955)
Meredith-Jones 1936: C. Meredith-Jones (ed.), Historia Karoli Magni et Rothlandi ou Chronique du pseudoTurpin (Paris 1936, reedición 1972)
Mierse 2000: W. E. Mierse, The Sanctuary of Hercules-Melkart at Gades and the Arabic Sources, en: R.
Ross Holloway (ed.), Miscellanea Mediterranea (Rhode Island 2000) 1–9
Mingazzini 1952: P. Mingazzini, La statua di Ercole presso Cadice, Zephyrus 3, 1952, 213–217
Moscati 1975: S. Moscati, Les Phéniciens en Occident, en: Parrot et al. 1975, 143–257
Moscati 1980: S. Moscati, Il mondo punico (Torino 1980)
Münzzentrum 2011: Auktion. Münzzentrum Rheinland, 12. Januar 2011, 157 nº 45 (Solingen-Ohligs 2011)
Niemeyer – Schubart 1975: H.-G. Niemeyer – H. Schubart, Trayamar. Die phönizischen Kammergräber
und die Niederlassung an der Algarrobo-Mündung, MB 4 (Mainz 1975)
Niemeyer – Schubart 1976: H.-G. Niemeyer – H. Schubart, Trayamar. Los hipogeos fenicios y el asentamiento en la desembocadura del río Algarrobo, EAE 90 (Madrid 1976)
Ordóñez 1993: S. Ordóñez, El faro de Gades y las fuentes medievales, en: Universidade de Coimbra (ed.), II
Congreso Peninsular de Historia Antigua, Coimbra 18 a 20 de outubro de 1990 (Coimbra 1993) 247–277
Parrot et al. 1975: A. Parrot – M. H. Chéhab – S. Moscati, Les Phéniciens (Paris 1975)
Petrie 1917: W. M. F. Petrie, Tools and Weapons (London 1917)
Pinilla 1989: R. Pinilla, Una obra andalusí de adab. La Bahyat al-mayalis de Ibn Abd al-Barr (s. XI), Sharq
Al-Andalus 6, 1989, 83–101
Peuché 1992: É. Peuché, La stèle de Bar-Hadad à Melqart et les rois d’Arpad, RB 99, 1992, 311–334
Poinssot – Salomonson 1983: C. Poinssot – J. W. Salomonson, Un monument punique inconnu. Le mausolée
d’Henchia Djaouf, OudhMeded 44, 1963, 57–81
Ponsich 1988: M. Ponsich, Aceite de oliva y salazones de pescado. Factores geo-económicos de Bética y
Tingitania (Madrid 1988)
Prados 2008a: F. Prados Martínez, Arquitectura púnica. Los monumentos funerarios, Anejos de AEspA 44
(Madrid 2008)
Prados 2008b: F. Prados Martínez, Entre ciudad y territorio. Los monumentos funerarios púnicos. Simbolismo y ordenación urbana, en: P. Mateos Cruz et al. (coords.), Santuarios, oppida y ciudades. Arquitectura
sacra del Mediterráneo Occidental (Mérida 2009) 101–113
Quintero 1928: P. Quintero y de Atauri, Compendio de Historia de Cádiz (Cádiz 1928)
Rakob 1979: F. Rakob, Numidische Königsarchitektur in Nordafrika, en: H. G. Horn – C. B. Rüger (eds.),
Die Numider. Reiter und Könige nördlich der Sahara (Köln – Bonn 1979) 119–171
200
martín almagro-gorbea
Rammant-Peeters 1983: A. Rammant-Peeters, Les pyramidions égyptiens du Nouvel Empire (Leuven 1983)
Ramos 1990: A. Ramos, Abū H. āmid Al-Garnāt. ī, Tuhfat Al-Albab [El regalo de los espíritus]. Presentación,
traducción y notas, Fuentes arábico-hispanas 10 (Madrid 1990)
Renan 1864: E. Renan, Mission de Phénicie (Paris 1864)
Ribichini – Xella 1986: S. Ribichini – P. Xella, Milk’shtart mlk(m) e la tradizione siropalestinese sui Refaim,
RStFen 7, 1986, 148–158
Richter 1965: G. M. A. Richter, The Portraits of the Greeks (New York 1965)
Richter 1970: G. M. A. Richter, The Sculpture and Sculptors of the Greeks IV (New Haven – London 1970)
Ronzevalle 1930: P. S. Ronzevalle, Venus lugens et Adonis byblius, MelBeyrouth 15,4, 1930, 141–204
Rottländer 1979: R. C. A. Rottländer, Antike Längenmaße. Untersuchungen über ihre Zusammenhänge
(Wiesbaden 1979)
Sagona 2002: C. Sagona, The Archaeology of Punic Malta, AncNearEastSt Suppl. 9 (Leuven 2002)
Sánchez-Albornoz 1973: C. Sánchez-Albornoz, La España musulmana, en: R. Menéndez Pidal (ed.), Historia
de España II (Madrid 1973)
Sánchez-Albornoz 1983: C. Sánchez-Albornoz, De la Andalucía islámica a la de hoy (Madrid 1983)
Schulten 1940: A. Schulten, Fontes Hispaniae Antiquae. Las guerras de 72–19 a. de J. C. V (Barcelona 1940)
Schachermeyr 1973: F. Schachermeyr, Alexander der Große. Das Problem seiner Persönlichkeit und seines
Wirkens (Wien 1973)
Seyrig 1963: H. Seyrig, Les grands dieux de Tyre à l’époque grecque et romaine, Syria 40, 1963, 19–28
Siret 1909: L. Siret, Villaricos y Herrerías. Antigüedades púnicas, romanas, visigóticas y árabes, Memorias
de la Real Academia de la Historia 14 (Madrid 1909)
Solá 1965: J. Mª. Solá Solé, Miscelánea púnico-hispana III, Sefarad 25, 1965, 27–48
Solá 1976: J. M. Solá Solé, A propósito de nuevas y viejas inscripciones feno-púnicas en la Península Ibérica,
en: Homenaje a García Bellido I, Revista de la Universidad Complutense 25, 1976, 175–198
Solís 1954: R. Solís, Los templos Herakleion y Kronos del Cádiz fenicio, Boletín de la Sociedad Española
de Excursiones 54, 1954, 151–162
Stucchi 1959: S. Stucchi 1959, Fari. Campanili e mausolei, AquilNost 30, 1959, 15–32
Stucchi 1975: S. Stucchi, Architettura cirenaica (Roma 1975)
Stucchi 1987: S. Stucchi, L’architettura funeraria suburbana cirenaica in rapporto a quella della chora viciniore ed a quella libya ulteriore, con speciale riguardo all’età ellenistica, QuadALibya 12, 1987, 249–378
Thiersch 1909: H. Thiersch, Pharos. Antike, Islam und Occident. Ein Beitrag zur Architekturgeschichte
(Leipzig –Berlin 1909)
Tabula Imperii Romani: Tabula Imperii Romani. J-30: Valencia. Sobre la base cartográfica a escala 1 :
1.000.000 del IGN. Cordvba, Hispalis, Carthago Nova, Astigi (Madrid 2001)
Trell 1976: B. L. Trell, Tomb, Altar or Shrine? The Numismatic Evidence, en: H. A. Cahn – G. Le Rider
(eds.), Actes du 8ème Congrès international de numismatique, New York – Washington September 1973
(Paris 1976) I 163–169
Vallvé 1976: J. Vallvé Bermejo, Notas de metrología hispano-árabe. El codo en la España Musulmana, Al
Andalus 41,2, 1976, 339–354
Van Berchem 1967: D. Van Berchem, Sanctuaires d’Hercule-Melqart. Contribution à l’étude de l’expansion
phénicienne en Méditerranée, Syria 44, 1967, 73–109. 307–333
Velázquez 1995: F. N. Velázquez Basanta, Abu Ya’far Ahmad ibn Safwan, otro poeta místico malagueño del
siglo XIV a la luz de la Ihata de Ben Al-Jatib, en: Universidad de Granada (ed.), Homenaje a Jose María
Fórneas Besteiro (Granada 1995) I 627–644
Villalonga 1973: L. Villaronga, Las monedas hispano-cartaginesas (Barcelona 1973)
Vollkommer 1988: R. Vollkommer, Herakles in the Art of Classical Greece, Oxford University Committee
for Archaeology Monograph 25 (Oxford 1988)
Wagner 1980: P. Wagner, Der ägyptische Einfluss auf die phönizische Architektur (Diss. Friedrich-AlexanderUniversität Erlangen–Nürnberg 1980)
Walters 1926: H. B. Walters, Catalogue of the Engraved Gems and Cameos. Greek, Etruscan and Roman
in the British Museum (London 1926)
Xella 1984: P. Xella, La terra di Baal (Roma 1984)
P r o c e d e n c í a d e l a s f i g u r a s : Fig.1: según Ramos 1990, lám. 1. – Fig. 2: Biblioteca de El Escorial. –
Fig. 3: Autor. – Fig. 4: Harden 1962, fig. 100. 101. – Fig. 5: Rakob 1979, 169 fig. 106. – Fig. 6: Rakob 1979,
167 fig. 104. – Fig. 7: Foto Real Academia de la Historia y dibujo Siret 1909, lám. 14,4. – Fig. 8: Classical art
la ›tumba de melqart‹ del herákleion de gadir
201
research center and the Beazley Archive 17: Royalty, deities or others unidentified, A: King or god seated,
no. 17/X19, última actualización el 22.10.2012, ‹http://www.beazley.ox.ac.uk/gems/scarab/scarab17.htm›
(consultado el 15.03.2013). – Fig. 9: Bonnet 1988, pl. 2 fig. 6. – Fig. 10: Moscati 1975, 231 fig. 186. – Fig.
11: Foto E. López Rosendo. – Fig. 12: a Autor; b. c Jenkins 1972, nº 500 y 609. – Fig. 13: Becatti 1939, 116
lám. 1. – Fig. 14: a Denarios y antiguas monedas de plata, sección ibérico, Ref. CNH-4, última actualización
el 28.11.2004, ‹http://www.denarios.org/iberico/index.asp?fuseaction=moneda&id_moneda=3410&id_busqueda=834414› (consultado el 10.04.2013) b Tesorillo.com: Numismática antigua. Algunas monedas de
otras culturas antiguas (2) ordenadas por orden cronológico. Hispania, Feno-púnica 4, última actualización
en Abril de 2013, ‹http://www.tesorillo.com/oca/oca1.htm› (consultado el 18.04.2013). – Fig. 15: Foto Real
Academia de la Historia. – Fig. 16: G. Braun, Civitates orbis terrarum 5, Köln, 1599, Taf. 6. – Tab. 1: Autor.
D i r e c c i ó n : Prof. Dr. Martín Almagro-Gorbea, Real Academia de la Historia, C/ León, 21, E-28014
Madrid, E-mail: [email protected].
Zusammenfassung – Resumen – Summary
Die arabischen Quellen beschreiben mit einiger Genauigkeit, die jedoch nicht frei ist
von phanastischen Zusätzen, einen Leuchtturm oder ein Signalfeuer auf der Insel Sancti
Petri bei Cádiz in der Nähe des Herakleion, das dort bis ins Jahr 1145 n. Chr. stand, als es
von Al-Maimun zerstört wurde. Es handelte sich um einen großen Turm (o πύργος , Porph.
de abstinentia I, 25) von 67 m Höhe, bestehend aus drei kubischen Körpern, die von einem
Pyramidion abgeschlossen wurden, welches wiederum eine goldene Statue des Melqart von
mehr als 3 m Höhe trug, woraus sich der Name ›Turm des Melqart‹ erschließt.
Das Denkmal, Wahrzeichen des phönizischen Gadir wie des gesamten Westens, war
nach dem Leuchtturm von Alexandria das höchste des Mittelmeergebietes. Seine Form war
wahrscheinlich beeinflußt von dem berühmten sog. Grab des Melqart in Tyros, das vielleicht
von Alexander nach der Einnahme der Stadt im Zuge seiner Proklamation als Abkömmling
von Herakles-Melqart renoviert und instand gesetzt worden war. Vielleicht ist sie aber auch
beeinflußt gewesen vom Grab Alexanders des Großen, welches Ptolemäus IV. im Jahre 215
v. Chr. in Alexandria errichten ließ. Auf jeden Fall kommt als Bauherr Hannibal infrage, der
dieses Denkmal als ein Herculi votum für Melqart, seinen Schutzpatron, im Jahr 219 v. Chr.
hätte weihen können, als er nach dem Sieg in Sagunt dem gaditanischen Herakles einen Besuch abstattete (Liv. 21, 21, 9; Sil. 3, 14), bevor er im Rahmen seiner typisch hellenistischen
Propagandapolitik zu seiner Expedition gen Italien aufbrach.
Schlagworte: Gadir – Herákleion – ›Grab des Melqart‹ – phönizische Architektur – phönizisches turmförmiges Denkmal – hellenistische Architektur – Hannibal.
Las fuentes árabes describen con precisión no exenta de fantasía oriental un ›faro‹ o ›almenara‹ en la isla de Sancti Petri, Cádiz, en las proximidades del Herákleion, conservada hasta
su destrucción por Al-Maimún en el año 1145 d. C. Fue una grandiosa torre o πύργος (Porph.
De abstinentia I, 25) de 67 m de altura con tres cuerpos rematados por un alto piramidion
con una escultura dorada de Melqart de más de 3 m de altura en su cumbre, lo que permite
identificarla con la ›Tumba de Melqart‹.
El monumento, símbolo de la Gadir fenicia y del paisaje del Occidente, sería el más alto
del Mediterráneo tras el Faro de Alejandría. Pudo inspirarse en la ›Tumba de Melqart‹ de Tiro,
202
martín almagro-gorbea
quizás renovada por Alejandro tras conquistar la ciudad y proclamarse rey como descendiente
de Heracles-Melqart, o en la tumba de Alejando Magno construida por Ptolomeo IV el 215
a. C. en Alejandría. Su construcción se puedo atribuir a Aníbal como Herculi votum a Melqart, su divinidad protectora, al visitar el Herákleion gaditano tras tomar Sagunto el 219 a. C.
(Liv. 21, 21, 9; Sil. 3, 14) y antes de emprender su expedición a Italia, dentro de su política
helenística de propaganda inspirada en Alejandro.
Palabras clave: Gadir – Herákleion – ›Tumba de Melqart‹ – arquitectura fenicia – monumento turriforme fenicio – arquitectura helenística – Aníbal.
Arabic sources describe with precision (and some Oriental fantasy) a lighthouse or beacon
on the island of Sancti Petri
(Cádiz) in the vicinity of the Herakleion, a structure preserved until A.D. 1145 when it
was destroyed by Al-Maimún. It was a grand tower or πύργος (Porph. de abstinentia I, 25), 67
m high with three bodies topped by a tall pyramidion that had a gilded sculpture of Melqart
of more than 3 m at the summit. This permits the structure to be identified as the ›Tomb of
Melqart‹. The monument, a symbol of Phoenician Gadir and of the lands of the West, would
have been the tallest building in the Mediterranean after the Lighthouse of Alexandria. It may
have been inspired either by the ›Tomb of Melqart‹ in Tyre (perhaps renovated by Alexander
the Great when he conquered the city and proclaimed himself king, as the descendent of
Herakles-Melqart) or by the tomb of Alexander built by Ptolemy IV in Alexandria in
215 B.C. Its construction can be attributed to Hannibal as a Herculi votum to his protecting divinity Melqart when he visited the Gadir Herakleion after capturing Saguntum in
219 B.C. (Liv. 21, 21, 9; Sil. 3, 14), prior to his Italian expedition, and would have been part
of Hannibal’s Hellenistic propaganda policy modeled on Alexander.
Key words: Gadir – Herakleion – ›Tomb of Melqart‹ – Phoenician architecture – Hellenistic
architecture – Hannibal.

Documentos relacionados