Turquía. Un siglo en la antesala de Europa

Transcripción

Turquía. Un siglo en la antesala de Europa
DOSSIER
TURQUÍA
Un siglo en la antesala
de Europa
Kemal Ataturk, el
padre de la moderna
Turquía, con una
alegoría de la
República.
44. Entre la esperanza
y la impaciencia
Bernard Kennedy
50. Revolución desde
arriba. Ataturk.
Antonio Elorza
57. Un Islam en la
encrucijada
Mateo Ballester
64. Los kurdos, a la
espera de Atakurd
Manuel Martorell
Uno de los factores que alimentan la desconfianza ante el proceso
de construcción europea es el temor a una futura entrada en la UE
de Turquía, un país que lleva un siglo buscando una fórmula que le
permita conciliar su raíz islámica y su admiración por una Europa a
la que ansía incorporarse. Examinamos el largo camino del pueblo
turco desde la revolución de Ataturk a las puertas de Bruselas y los
graves problemas pendientes, desde la presión religiosa y las
desigualdades económicas a la situación de la minoría kurda
43
ESPERANZA
y la IMPACIENCIA
Entre la
44
TURQUÍA, UN SIGLO EN LA ANTESALA DE EUROPA
El eventual ingreso de Turquía en la UE tiene muchos riesgos: las
desigualdades económicas en la sociedad turca, el atraso de las zonas
rurales, los recelos de los islamistas... Bernard Kennedy los enumera,
pero destaca el optimismo y las esperanzas que despierta el proceso
Escolares turcos ataviados con una
careta de Ataturk, durante la
celebración del 65 aniversario de su
fallecimiento.
P
ara entender a Turquía hay
que pensar en un país en
el que entre 10 y 15 millones
de personas disfrutan del estilo de vida de Bélgica y entre 55 y 60
millones viven en el nivel de Pakistán
y la India o por debajo de él”, asegura
Bülent Tanla, economista, investigador,
fundador de una de las primeras compañías turcas de análisis de mercados
y diputado por Estambul del principal
grupo de la oposición, el Partido Republicano del Pueblo (CHP). “Hay cinco
de las 500 personas más ricas del mundo junto a doce millones que viven en
el umbral de la pobreza”.
Turquía debe comenzar las conversaciones para la adhesión a la UE el 3
de octubre próximo. Pero, mientras que
la economía turca –incluso si se mide
sobre la base de la paridad de poder adquisitivo– es poco más de la mitad que
la de España, Turquía tiene un 80 por
100 más de bocas que alimentar. Aún
más, la distribución de la renta muestras
unas características más propias de América Latina que de Europa. Según el
PNUD, el 10 por 100 de la población
más rica recibe el 30,7 por 100 de los ingresos, mientras que el 10 por 100 más
pobre sólo gana el 2,3 por 100.
La lucha por sobrevivir es claramente
visible en el centro de Ankara, a pocos
minutos de la oficina de Tanla en el Parlamento. Los parques y las aceras son
apenas practicables, debido a la cantidad
de mendigos, limpiabotas y vendedores
ambulantes de todas las edades ofreciendo roscas de pan, pañuelos de papel, juguetes y ropa baratos, castañas, cigarrillos, pipas de girasol o pollitos, según la estación del año. Estas escenas se
reproducen en el centro de las ciudades
BERNARD KENNEDY es un periodista freelance que trabaja desde hace años en Ankara.
de todo el país y, por supuesto, en Estambul, hogar de 10 de los 72 millones
de habitantes. Una ciudad donde los minaretes históricos han sido superados por
los rascacielos de las corporaciones y los
hoteles de lujo y donde los sufridos transeúntes se mezclan con miles de niños
de la calle.
En los desconocidos y alejados suburbios, los bloques de apartamentos
baratos van desplazando poco a poco
a las chabolas. Pero el pan sigue siendo el alimento básico. Más allá, se encuentra el campo, en el que el 30 por
100 de la población todavía se gana a
duras penas la vida con parcelas de un
promedio de seis hectáreas, la mitad de
la media europea. Mientras las ciudades
del oeste de Turquía y de la costa mediterránea atraen tanto a compradores
como a trabajadores legales e ilegales
de los antiguos países comunistas, las
ciudades y las aldeas de Anatolia central y del norte y las despobladas tierras
altas y las incontables ciudades superpobladas del sureste cuentan una historia muy diferente. Sobre la base de la
paridad del poder adquisitivo, la renta
per cápita en el industrializado Kocaeli, al este de Estambul, era superior a los
16.500 dólares en 2000. En la provincia de Mus, en el este, era de sólo 1.587.
En unas declaraciones al diario Hurriyet en abril pasado, el vicerrector de la
Universidad Año 100 en la provincia
oriental de Van, calcula que de 13.000
estudiantes, sólo 100 hacen tres comidas al día.
Crecimiento sin empleo
La república puede presumir de muchos
logros. Una población de 14 millones de
personas, desplazada, reducida y exhausta por la guerra, se puso manos al
arado en la década de 1920 y se embarcó en una senda de industrialización
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asalariados del sector privado están empleados informalmente, sin seguridad
social ni la esperanza de tener una pensión. Pocos disfrutan de representación
sindical.
¿Lo peor está por venir?
La educación está ampliamente considerada como el camino hacia unos ingresos seguros. Los padres gastan más
dinero en atestar las escuelas para preparar a los adolescentes para el muy
competitivo examen de ingreso a la Universidad de lo que el Estado gasta en todo el sistema universitario. Sin embargo,
la tasa de desempleo entre bachilleres y
licenciados universitarios de hasta 24
años en las zonas urbanas es del 25 por
100, a pesar de los dieciocho meses de
servicio militar obligatorio en el décimo
ejército más grande del mundo.
Las condiciones empeoran antes de
mejorar. La población sigue creciendo a
un ritmo de casi el 1,5 por 100 anual. La
mitad tiene menos de 25 años. Cada
año, 1,4 millones de personas alcanzan
la edad laboral. Los sistemas de apoyo
agrícola se están reformando y el empleo público está congelado, ya que el
El primer ministro turco, Tayyip Erdogan, y el canciller alemán Gerhardt Schroeder. En
Alemania vive la mayor concentración de turcos fuera de su país.
planificada por el Estado en los años
treinta. Desde entonces, cada generación
ha producido una nueva ola de empresarios oportunistas, urbanos o provincianos, liberales o conservadores, con o
sin socios multinacionales, y todos alimentados por políticas proteccionistas,
créditos blandos, incentivos fiscales y un
mercado doméstico inflado y en el que
no se respetan los impuestos ni las leyes relativas a la seguridad social.
Cuando entró en vigor la unión aduanera con la UE en 1996, los analistas temían que los mercados de bienes de consumo, protegidos hasta ese momento, se
vieran anegados. En lugar de ello, las exportaciones, consistentes de forma abrumadora en tejidos, ropa, coches, acero
y otros bienes manufacturados, se han triplicado hasta alcanzar la cifra de 50.000
millones de euros. De cada dos televisiones que se venden en Europa, una está hecha en Turquía. A cambio, el año
pasado Turquía gastó 80.000 millones de
euros en importaciones, que incluían maquinaria, materias primas y repuestos, hidrocarburos y teléfonos móviles.
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Sin embargo, la creación de empleo no
ha crecido en paralelo a la población, ni
siquiera en los últimos tres años de rápido crecimiento y una inflación en brusco descenso. Los sondeos de opinión
consideran de forma sistemática que los
grandes problemas de Turquía son el desempleo y el coste de la vida. En 2004,
el desempleo era del 10,3 por 100, pero la cifra sería mucho más elevada si se
definiera de forma más amplia la fuerza laboral. Sólo 22 de los 50 millones de
adultos en edad laboral –dos tercios
de los hombres, pero menos de una
cuarta parte de las mujeres– estaban en
realidad trabajando. De ellos, un tercio
se empleaba en la agricultura, donde más
del 50 por 100 del desempleo toma la
forma de trabajo familiar no remunerado, a menudo a cargo de las mujeres.
Otros tres millones ejercían oficios precarios, como conductores de autobús o
de taxi autoempleados o dependientes y
comerciantes de todo tipo de objetos.
Los asalariados sólo ascienden a once
millones, incluyendo tres millones en el
sector público. Más de tres millones de
Turcos fuera
de casa
T
urquía tiene 71 millones de habitantes, de los que entre 15 y 20 millones pertecenen a la minoría kurda. Pero fuera de su fronteras hay importantes
grupos de población turca, principalmente en la Unión Europea. Alemania
cuenta con 2.375.000 inmigrantes turcos, lo que lo convierte en el país con
más turcos fuera de su propia patria.
Francia es el segundo país con más población turca de la UE, con 326.000,
apenas 3.000 más en Holanda, donde
hay 323.000. Bélgica, con 134.000, y
Austria, con 133.000, ocupan el tercer
escalón de destino de la emigración turca hacia Europa. En Suiza hay 81.000
turcos; en Gran Bretaña, 71.000; en Dinamarca 49.000; en Suecia, 32.000 y en
Noruega, 11.000.
Fuera de Europa, el país con mayor
minoría turca es Arabia Saudí, donde
viven 108.000 emigrantes de esa nacionalidad, seguido de Estados Unidos,
con 102.000 y Australia, con 89.000.
ENTRE LA ESPERANZA Y LA IMPACIENCIA
TURQUÍA, UN SIGLO EN LA ANTESALA DE EUROPA
Diputados del Parlamento Europeo dan el sí a las conversaciones para el ingreso de Turquía, el 15 de diciembre de 2004.
FMI aconseja al Gobierno que privatice y desvíe casi un cuarto de sus ingresos para pagar la deuda. Se ha pensado incluso en poner un impuesto para
la emigración a Estambul, para aliviar la
creciente presión sobre la infraestructura urbana. Los trabajos y la industria
están amenazados por la creciente competencia de Asia y los supermercados
están complicándole la vida al pequeño
comercio tradicional. Además de la familia, los lazos regionales o de clan pueden proporcionar un cierto grado de solidaridad social. Se han propuesto planes sanitarios y de pensiones para sustituir a las destartaladas instituciones de
seguridad social, que tiene muchas pérdidas, pero no está claro cómo se van
a financiar.
Los “belgas” de Turquía temen una
epidemia de delincuencia. El aumento
de los robos y de los tirones de bolsos
ha llamado la atención de la opinión pública. El 5 de noviembre de 2004, Ahmet
Hakan Canidemir, un estudiante de 18
años, murió tras haber sido golpeado y
arrojado de un tren por unos agresores
que le robaron su teléfono móvil. Los
apuñalamientos en los institutos y en los
partidos de fútbol también han llegado
a los titulares de prensa. Las publicaciones más populares sugieren que el
endeudamiento y el empobrecimiento
están provocando cada vez más suicidios y asesinatos en los hogares.
Modernización desigual
Todas estas tendencias se han formado
en el campo magnético de Occidente.
Desde los tiempos otomanos, Europa
Occidental ha sido idealizada por los intelectuales y los reformadores turcos. La
república ha compartido muchas de las
mismas corrientes, desde la introducción
de la democracia multipartidista en 1946
a la oposición izquierdista radical de la
década de 1970. Durante la Guerra Fría,
EE. UU. y Europa ofrecieron apoyo militar, tecnología y la promesa de desarrollo. En los ochenta, pidieron a gritos
oportunidades para invertir. Esto provocó una apertura prematura a las finanzas
internacionales, seguida por booms financiados por la deuda, interrumpidos
por crisis financieras y profundas recesiones en 1994 y 2001. Mientras tanto, la
UE proporcionó un amplio mercado para los productos industriales de poco precio y los paquetes turísticos baratos.
Los modelos occidentales han sido
unas veces adoptados y otras, rechazados. En las relaciones políticas, burocráticas, judiciales, sociales, comerciales
y laborales, los vínculos de deferencia y
clientelares se han mezclado con acuerdos constitucionales y contractuales. El
Islam y las comunidades islámicas han
desempeñado un papel significativo en
la vida pública y política. En ocasiones
ha habido violencia islamista contra las
sinagogas, algunos líderes de opinión,
la comunidad aleví y otros grupos islamistas. También han florecido organizaciones mafiosas. Hay bolsas sociales,
en su mayoría en el sureste y en la periferia de las grandes ciudades, que se
resisten a enviar a sus hijas a la escuela y están dispuestas a sacrificarlas a la
menor sospecha de un contacto prohibido con muchachos, que pueda dañar
el “honor” de sus padres y hermanos.
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Dada la tendencia del electorado a
castigar al partido en el poder, no parece probable que el AKP repita su victoria arrolladora en las elecciones previstas para 2007. Pero antes, a comienzos de 2007, el Parlamento debe elegir
nuevo presidente. Si se tratara de Erdogan, su esposa, Emine Erdogan se convertiría en una polémica “primera dama”
con velo, por vez primera en la historia de la república.
Expectativas ante la UE
Activistas a favor de los derechos de los animales se manifiestan frente un restaurante de la
cadena Kentucky Fried Chicken en Estambul, el pasado 29 de abril.
Los periódicos recogen al menos un incidente de este tipo al mes.
El golpe de 1980, el tercero en veinte años, aplastó a los sindicatos y a los
movimientos estudiantiles y allanó el camino para la liberalización de la economía. Durante el correspondiente reino de terror, las fuerzas de seguridad y
los activistas de derecha afilaron sus hábitos violentos y adquirieron una licencia de facto para llevarlos a la práctica a
la que no han renunciado. Estas tácticas
se emplearon especialmente –y a menudo de forma contraproducente– durante la insurgencia del Partido de los
que los socialconservadores se hicieran
con el poder en las urnas. Una coalición
dirigida por el veterano orador islamista Necmettin Erbakan fue desalojada del
poder tas una serie de advertencias por
parte del Consejo de Seguridad Nacional (MGK), dominado por los militares,
en 1997. Pero en las elecciones generales de 2002, el recién creado Partido
de las Justicia y el Desarrollo (AKP), del
ex alcalde de Estambul Tayyip Erdogan,
obtuvo el 34 por 100 de los votos. El desigual sistema electoral, que impide que
los partidos que tengan menos del
10 por 100 de los votos puedan lograr
Los turcos participan con avidez en todo
lo que sea europeo, desde el Consejo de
Europa a los concursos de belleza
Trabajadores del Kurdistán (PKK), que
estalló en 1984, al año del regreso a un
gobierno electo, bajo el liderazgo del ex
izquierdista Abdullah Ocalan. Las matanzas sin investigar, los asesinatos sin
resolver y las desapariciones continúan.
Las condenas por tortura son raras y la
violencia contra los izquierdistas y los
manifestantes es un lugar común.
En política, los estatistas o los secularistas socialdemócratas ha luchado por
competir con una alianza de conservadores de centro-derecha y de capitalistas liberales y, cada vez más, con el conservadurismo religioso. Las crisis económicas de 1994 y de 2001 permitieron
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escaños, le permitió obtener una mayoría parlamentaria de dos tercios.
El AKP ha chocado varias veces con
el presidente Sezer, un antiguo juez del
Tribunal Constitucional y convencido laicista, a menudo por sus nombramientos
partidistas. Pero en los asuntos más críticos, como el uso del velo en los lugares públicos, Erdogan ha cedido. A la
vez, ha sido capaz de lograr apoyo de
la UE para reducir el papel del MGK. En
general, ha seguido la política de liberalización de la coalición anterior. Esta
política incluía la abolición de la pena
de muerte, con lo que se salvó la vida
de Ocalan, que fue capturado en 1998.
Mientras tanto, la UE domina la agenda.
Los analistas financieros y la mayor parte de la comunidad de negocios espera
que el proceso de entrada en la UE estabilice la vida política, ancle la economía y atraiga más inversiones extranjeras.
Los principales medios de comunicación
ofrecen mucho apoyo. Las clases medias
creen que la UE tendrá una influencia
benéfica en todos los aspectos, desde la
administración, la corrupción, el comportamiento de la policía y las libertades civiles hasta la seguridad y la protección del medio ambiente. A pesar de
un conocimiento superficial, los sondeos
de opinión muestran de forma asidua que
entre el 60 y el 80 por 100 de los turcos
apoya la adhesión y ningún partido de
importancia se atreve a oponerse.
Los turcos son desde hace tiempo ávidos participantes en todo lo que sea europeo, desde el Consejo de Europa a los
deportes, los concursos musicales y los
de belleza. Nadie podría separar a Turquía de la UE si lo intentara. La Comisión
Europea tiene una delegación que emplea a más de cien personas en la capital turca y a la que se le consultan todos
los proyectos de ley y los reglamentos.
Hay decenas de asesores trabajando en
una plétora de proyectos. En la burocracia turca han brotado decenas de departamentos y de comités de coordinación
con las siglas de la UE. El Instituto Estatal de Estadística ha adoptado las definiciones de la UE para las regiones geográficas y la Organización para la Planificación Estatal ha retrasado el próximo
plan quinquenal para que encaje en el
proceso presupuestario europeo. A la
vez, ha surgido una gran cantidad de
ONG para apoyar la entrada en la UE o
para beneficiarse de sus fondos.
Sin embargo, la UE también provoca
bastante cinismo. Turquía y la UE firmaron un Acuerdo de Asociación nada
ENTRE LA ESPERANZA Y LA IMPACIENCIA
TURQUÍA, UN SIGLO EN LA ANTESALA DE EUROPA
menos que en 1963. Turquía ya era
miembro de la OCDE, la OTAN y el Consejo de Europa. Turquía todavía no era
un “mercado emergente” endeudado y el
resto de Europa del sur aún no había
ocupado su lugar en el mundo desarrollado. Desde entonces, Turquía ha sido
adelantada reiteradamente en el camino
hacia la entrada en la UE. Ha surgido un
gran corpus de legislación doméstica que
ha de ser adoptada al por mayor por los
aspirantes al ingreso. Se han elaborado
complejos criterios para entrar. Cuando
la UE decidió finalmente que Turquía había alcanzado el mínimo de democracia
requerido para comenzar las conversaciones de adhesión, también dejó claro
que esas conversaciones no terminarán
antes de 2014 como muy pronto, que se
pueden interrumpir, que el ingreso no está garantizado y que el resultado, en todo caso, tiene que ser aprobado por
todos los Estados miembros, algunos de
los cuales celebrarán referendos.
El nivel de ayuda financiera que recibirá Turquía no está decidido y será
mucho más bajo en términos per cápita que lo recibido hasta la fecha por los
nuevos socios. Incluso en caso de admisión, Turquía estaría sujeta a “largos
períodos de transición, derogaciones,
acuerdos específicos o cláusulas de salvaguardia permanentes” en áreas como
la libertad de circulación, los fondos estructurales o la agricultura. A algunos políticos europeos les gustaría poder ofrecer a Turquía un “estatus especial”. Ni la
oposición del papa Benedicto XVI ni los
debates sobre la Constitución europea
han contribuido mucho a mejorar las
perspectivas de Turquía.
Chipre y los kurdos
La percepción de que Turquía será mantenida indefinidamente en la sala de espera, acatando las normas de la UE sin
tomar parte en su elaboración, no atenúa
el entusiasmo de los más fervientes partidarios. “Si Turquía alcanza los niveles
europeos, no importa que acabemos entrando o no en la UE”, me dicen con frecuencia. Otros creen que la envejecida
población de la UE necesita la mano de
obra joven de Turquía, lo que finalmente inclinará la balanza del lado turco. Pero también hay otros puntos de vista.
En abril de 2004, los turcochipriotas
votaron a favor de la reunificación de
la isla, de acuerdo con un plan de
Partidarios de Tayyip Erdogan celebran en las calles de Estambul el sí de la UE al proceso de
negociación con Turquía, en diciembre de 2004.
compromiso de las Naciones Unidas. Los
grecochipriotas rechazaron la fórmula.
Los turcochipriotas siguen aislados de la
comunidad internacional. Los grecochipriotas entraron en la UE en mayo de
2004 y Ankara está ahora obligada a
aceptar al Chipre griego como compañero aduanero de la Unión, admitiendo en cierta manera su jurisdicción sobre toda la isla, como condición previa
para las conversaciones de acceso a la
UE. En el futuro inmediato, es probable que Ankara tenga también que renunciar a algunas posturas largo tiempo
defendidas en sus disputas con Grecia
en el Egeo. Todo esto les parece muy injusto a muchos turcos, pero el constante énfasis de la UE en los derechos de
las minorías, especialmente de los kurdo, es aún más mortificante.
Los precedentes históricos, las vidas
perdidas a manos de los guerrilleros kurdos, la continua presencia armada de militantes del ex PKK en el norte de Iraq
y Turquía, la alianza de los kurdos iraquíes con EE. UU. en Iraq hacen que el
problema kurdo sea algo muy sensible.
La quema de una bandera turca por parte de manifestantes nacionalistas kurdos
en Mersin, en el sur de Turquía, el pasado 20 de marzo, impulsó a millones de
personas a poner banderas turcas en sus
balcones, sus tiendas y sus vehículos. Algunas fuerzas de la oposición esperan
capitalizar estos sentimientos nacionalistas. Uno de ellos, el Partido de Acción
Nacional (MHP), de extrema derecha,
destacó brevemente al lograr el 18 por
100 de los sufragios en 1999, tras la captura de Ocalan.
¿Un nuevo talante?
“La construcción nacional de Turquía aún
está en marcha y la UE debe tener cuidado con estas sensibilidades”, dice Tanla. “Cuando empiezas a hablar de las diferencias religiosas y étnicas como problema, entonces se convierten en insolubles”. Sin embargo, el veterano periodista Mehmet Ali Birand, uno de los principales expertos en la UE y uno de los
más firmes defensores de la entrada en
la Unión, sostiene, en su recién publicada opus magna en turco, La gran lucha
europea de Turquía, que la opinión publica no quiere perder el tiempo en crisis chipriotas. Quiere evitar crisis con Grecia. Querría resolver el problema kurdo
sin recurrir a las armas... si aceptamos que
la política vieja y pasada de moda es inútil, nuestro camino al futuro estará despejado”. “Si alguien cree que la opinión
pública cambiará –añade–, se equivoca”.
“Turquía ha escogido la prosperidad”,
declara Birand. Sin embargo, la economía se está desacelerando, a medida que
aumentan las tasas de interés de la UE.
“El rostro de Turquía ha girado hacia Occidente, hacia la modernidad”, comenta
Tanla. “De eso no hay duda, pero cuando ésta no viene con la suficiente rapidez, la gente se siente decepcionada y
reacciona”. Un poco de prosperidad compartida serviría para avanzar bastante. ■
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Revolución desde arriba
ATATURK
La revolucionaria transformación de Turquía a principios del siglo XX
tiene su liderazgo indiscutible en Kemal Ataturk. Antonio Elorza
explica su pensamiento, sigue su evolución política y analiza los puntos
débiles del proceso, que siguen lastrando la modernización del país.
L
os juicios más negativos sobre
Kemal Ataturk no se encuentran
en la historiografía griega, sino
en la literatura islamista, cuyos
autores no le perdonan el intento de separar política y religión, ensayando con
éxito el establecimiento en Turquía de un
régimen laico, en cuyo seno persistieron
sin dificultad las creencias religiosas. Fue
el modelo de una modernización tendente a despojar de poder a las instituciones islámicas y, tal vez por eso, la
inquina suscitada hasta hoy ha sido tan
intensa como si fuera el peor de los enemigos tradicionales, infieles y apóstatas.
Ahora bien, Mustafá Kemal no estaba preocupado por combatir a la religión, sino por salvar a Turquía. Desde
fines del siglo XVIII, el Imperio Otomano experimentaba un proceso de decadencia, fruto de una inferioridad tecnológica cada vez más acusada en relación
con las potencias europeas.
Tras las derrotas militares ante Rusia,
entre 1768 y 1794, comenzó a plantearse el dilema de modernización o muerte política, que volverá a la actualidad cada vez que se pierda una nueva guerra
y el Imperio sufra una nueva amputación. Los supuestos del cambio resultaron definidos muy pronto, cuando en la
última década del setecientos Selim III,
con su proyecto de Nuevo Orden,
ANTONIO ELORZA es catedrático de Historia
del Pensamiento Político, U. Complutense
de Madrid.
50
Caricatura de Abdulhamit II, el sultán que
fue depuesto en 1909 tras la revuelta de los
Jóvenes Turcos, como un tirano sanguinario.
plantea un fortalecimiento del Estado con
una mayor centralización y un nuevo tipo de ejército, Europa es ya el modelo.
Tal vez por eso, en El rapto en el serrallo de Mozart, un Selim Pachá será el
vocero de la nueva Turquía, respetuosa de los derechos humanos frente al pasado brutal que encarna el guardián Osmín, cuyo mismo nombre evoca el antecedente osmanlí. El ejército fue ya la
punta de lanza del cambio, abriéndose
los cauces de comunicación con el pensamiento moderno gracias a los instructores europeos, en su mayoría franceses.
La religión aparece como último
recurso frente a las reformas, proclamadas contrarias al credo musulmán por el
sheik ul-islam, la suprema autoridad religiosa de Estambul. Su fatua provocó la
deposición de Selim III, en 1807. Los términos del problema estaban ya definidos:
modernización europeizante a partir del
ejército versus resistencia anclada en las
estructuras religiosas –con el apoyo
del cuerpo de jenízaros hasta su eliminación a cañonazos en 1826.
La segunda oleada reformadora tiene
como prólogo las medidas de Mahmut II
en el plano de la organización militar,
la enseñanza y la internacionalización de
la economía turca. A su muerte, en 1839,
se abre el período conocido como Tanzimat, literalmente “las reformas”, que
se extiende hasta 1871, con una gama de
cambios que conciernen a la educación,
los derechos humanos y el sistema fiscal.
Nuevo vocabulario político
Las limitaciones observables dieron origen a una incipiente formación de élites
democráticas que crean un nuevo vocabulario político: vatan (patria), hürriyet
(libertad), millet (nación, antes comunidad religiosa). Sólo que ni los efectos militares, ni los económicos frenan la decadencia cada vez más visible del “hombre enfermo de Europa”. En la década de
1870 hay un retroceso hacia el despotismo tradicional, encarnado a partir de
1878 por el sultán Abdulhamit II (18761909), tras disolver el Parlamento elegido de acuerdo con los principios de la
TURQUÍA, UN SIGLO EN LA ANTESALA DE EUROPA
Fuerzas especiales del Ejército turco se descuelgan desde helicópteros frente a un retrato de Ataturk en Ankara, octubre de 2004.
primera Constitución de la historia turca.
El bloqueo político se verá acompañado por una conciencia cada vez más
aguda de la inferioridad militar. De ahí
que sean los militares de nueva formación en la Academia de la Guerra, los llamados Jóvenes Turcos, quienes encabecen la oposición nacionalista y constitucionalista, en torno al llamado Comité
de Unión y Progreso (CUP), del que se
deriva la calificación de “unionistas”. En
análoga dirección se movieron los profesionales educados en la Academia de
la Administración. El sultanato pasaba
a ser el obstáculo principal.
En julio de 1908, el levantamiento de
los Jóvenes Turcos obligó al viejo sultán
a restablecer la Constitución, premisa para que sea depuesto en abril de 1909. Encabezados por un hombre ambicioso e
hiperactivo, Enver Pachá, su nacionalismo se vio reforzado por la nueva oleada de derrotas en la guerra con Libia y
en la primera contienda de los Balcanes.
De ese malestar surgirá la decisión suicida de alinearse con los Imperios Centrales en la I Guerra Mundial, cuya consecuencia fue la pérdida definitiva del
Imperio que anuncia el armisticiorendición de Mudros, el 31 de octubre
51
de 1918. Más aún, territorios del corazón
del país vencido iban a ser ocupados por
Inglaterra, Francia y Grecia, mientras las
zonas de poblamiento griego en el mar
Negro y armenio apuntaban a la secesión. La resurrección prometida por los
Jóvenes Turcos parecía llevar al hundimiento total.
Entonces entra en escena Mustafá Kemal, un hombre con brillante ejecutoria
militar, especialmente en la defensa de
Constantinopla tras el desembarco aliado
en Gallipoli, y opuesto tanto al alineamiento con los Imperios centrales en la
guerra como a Enver Pachá. Mustafá Kemal había nacido en Salónica, en 1881,
entrando desde muy joven como militar
en actividades conspiratorias vinculadas
al CUP, si bien disentirá del liderazgo ejercido por Enver. Esa discrepancia le impidió ocupar puestos más destacados.
Muy preocupado por los aspectos técnicos de la formación militar –desde niño
recibió el apodo de “Kemal”, “perfecto”–,
estuvo siempre convencido de que, sin
un cambio político profundo, no cabía
solución para los problemas militares de
Turquía. Su relación durante la gran guerra con Vahdettin, el futuro Mehmet VI
(1918-1922) le convenció de que no ha-
Enver Pachá, un hombre ambicioso e
hiperactivo, lideró la revuelta de los Jóvenes
Turcos en julio de 1908.
por el mismo Mustafá Kemal y contenido en un discurso-río de treinta y seis
horas, el nutuk, que pronunció entre
el 15 y el 20 de octubre de 1927 ante el
Congreso de su partido único, el Partido Republicano del Pueblo (RPP).
En marzo de 1920, el Gobierno imperial
quedó aislado en Constantinopla y
Ataturk se hizo con el poder en Ankara
bía que contar con el sultanato para la
defensa de los intereses nacionales. En
los meses que siguieron al armisticio de
Mudros, quedó claro que el sultán estaba dispuesto a plegarse a los aliados para conservar el trono.
La paz de Sèvres, en 1920, consagró
esa dependencia. El único recurso era la
acción militar en Anatolia y su designación como inspector del ejército para la
desmilitarización fue la ocasión para utilizarlo. Apenas llegado, el 19 de mayo de
1919, al puerto de Samsún, en el Mar Negro, Mustafá Kemal emprende una labor
opuesta a aquella para la que fuera nombrado: centralizar las fuerzas militares dispersas e instaurar un poder políticonacionalista enfrentado al espíritu de sumisión dominante en Constantinopla.
Los años decisivos de la guerra de independencia y el establecimiento de la
República Turca, 1919-1926, fueron objeto de un pormenorizado relato escrito
52
El que entonces era llamado oficialmente el ghazi, es decir, el guerrero por
la causa sagrada, tenía interés en que Europa y su propio país conociera la táctica utilizada para alcanzar el fin esencial: preservar la independencia de la patria turca contra toda ingerencia extranjera, fuese protectorado u ocupación.
Nación en armas
“Importaba que toda la nación –explica Kemal en el nutuk–, oponiendo una
resistencia armada a quienquiera se inmiscuyese en el hogar turco y en su independencia, entrara en lucha contra los
agresores”. Al mismo tiempo, la situación mostraba que el sultán otomano
obstaculizaba esa lucha, pero aún no era
posible atacarle frontalmente.
Decisión rápida y pragmatismo fueron
los criterios empleados a la hora de concentrar las tropas disponibles en Ankara y de dar forma política al movimien-
to de resistencia nacional. Por el momento, el riesgo más inmediato residía
en la pretensión armenia de constituir
un Estado en las seis provincias orientales, lo que había dado lugar a la proliferación en la zona, como en otras partes amenazadas del Imperio, de asociaciones locales y regionales “para la defensa de los derechos”, animadas por antiguos “unionistas”. Ellos serán la plataforma política de la acción de Kemal,
con el respaldo de los jefes militares nacionalistas que, en julio de 1919, le prestan su adhesión, en lugar de detenerle,
como exigía el Gobierno.
Es la Liga para la Defensa de los Derechos de la Anatolia Oriental, reunida en
Erzerum en julio-agosto de 1919 y presidida por Kemal, la que proporciona una
primera redacción del programa nacionalista, afirmando el rechazo de la nación
a toda ocupación o protectorado extranjeros, así como a toda posición excepcional asignada a la población “cristiana”
(sic), y el principio de la soberanía nacional. De ser incapaz el gobierno central de salvaguardar “la independencia y
la integridad de la patria”, un Gobierno
provisional elegido por el Congreso Nacional, y en su defecto por un “comité representativo”, asumiría tal misión. Un segundo Congreso más amplio, reunido en
Sivas, del 4 al 11 de septiembre, extendió su ámbito a toda Anatolia y a la Turquía europea (Rumelia-Tracia).
El “comité representativo” fue elegido,
con Kemal de presidente, instalándose en
diciembre en Angora, la actual Ankara,
unida por ferrocarril con Constantinopla.
Entre tanto, un nuevo Gobierno imperial,
menos antinacionalista, organizó unas
elecciones parlamentarias que en Anatolia se desarrollaron bajo control unionista. Cuando en marzo de 1920, los británicos ocupen Constantinopla y se lancen
a detener unionistas, 92 diputados se trasladarán a Angora, donde reunidos en
compañía de representantes informales
procedentes de Anatolia integran la Gran
Asamblea Nacional.
El gobierno imperial quedaba aislado
bajo control británico y el poder efectivo, con el respaldo de la soberanía nacional y el liderazgo de Kemal Pachá, resultaba transferido a Angora. Su programa era el del Pacto Nacional, resumen
en seis puntos de lo acordado en Erzerum y Sivas. Era reivindicada la plena “independencia económica, financiera y
REVOLUCIÓN DESDE ARRIBA. ATATURK
TURQUÍA, UN SIGLO EN LA ANTESALA DE EUROPA
PODOLIA ORIENTAL
(1793)
JEDISÁN
(1792)
HUNGRÍA
OCÉANO
ATLÁNTICO
(1699)
BOSNIAHERZEGOVINA
(1908)
SERBIA
MONTENEGRO
(1878)
(1878)
ALBANIA
RUMANIA
(1878)
Mar Negro
BULGARIA
(1908)
•
Constantinopla
(1912)
Argel
•
RETROCESO
DEL IMPERIO
OTOMANO
GRECIA • Atenas
ARGELIA
TÚNEZ
(1830, 1848)
(1881)
Francia
Italia
Persia (Irán)
• Ankara
Mar
Caspio
Alepo •
KURDISTÁN
PERSIA
Mar Mediterráneo
•
Trípoli
Territorios adquiridos o protegidos
Austria-Hungría
CÁUCASO
(1800-1829)
IMPERIO OTOMANO
(1830)
• Túnez
KUBÁN
(1783)
CRIMEA
(1873)
LIBIA
(1912)
•
Bengasi
Alejandría
•
•
El Cairo
• Damasco
(1639)
•
Jerusalén
Bagdad
•
Basora
•
KUWAIT
(1899)
EGIPTO
(1882 ocupación
británica. 1914
protectorado británico)
• Medina
Reino Unido
• La Meca
Ma
Rusia
ARABIA
ojo
rR
Territorios independizados
entre 1830 y 1914
(1830) Fecha de independencia
o adquisición
YEMEN
ADÉN
Imperio otomano en 1914
OCÉANO
ÍNDICO
(1839-1903)
judicial del Imperio”, con respeto a los
derechos de las minorías, pero había una
afirmación tajante del derecho de “la mayoría otomana musulmana” a conservar
los territorios en que esa situación se diera, mientras los de mayoría árabe decidirían mediante plebiscito, al igual que
las regiones cedidas a Rusia en 1878.
Kemal no habla de mayoría turca. Se
sirve de un concepto étnico-religioso de
nación que le permite sumar los componentes turcos, kurdos, circasianos, etcétera, de la población para rechazar la
pretensión de formar un Estado armenio en la Anatolia oriental.
Fragmentación en Sèvres
El 10 de agosto de 1920, el Gobierno imperial aceptó el Tratado de Sèvres, que
consagraba la fragmentación del antiguo
Imperio y, en particular, el nacimiento de
una República de Armenia, con el este de
Anatolia incorporado, y de una expansión griega en Tracia oriental y en Esmirna y su comarca. Sólo que la división
entre los vencedores era profunda, permitiendo incluso el traslado masivo de armas desde Constantinopla a Ankara. Al
ver rechazado el presidente norteamericano Wilson su propósito de asumir la
responsabilidad en cuanto a Armenia, la
negativa de los nacionalistas colocaba la
solución en el terreno de las armas. Para entonces, la Gran Asamblea de Angora había nombrado un gobierno propiamente dicho, declarando traidor al gran
visir y al sultán en estado de “cautividad”.
La rápida derrota armenia a manos del
general Karabekir, en octubre-diciembre
de 1920, fue el augurio de que la resurrección era posible: incluso las concesiones territoriales de 1878 fueron revocadas y pronto las buenas relaciones con
la Rusia soviética se convirtieron en un
eje de la política exterior kemalista. Francia se retiró de Cilicia, en el sudeste. Quedaba Grecia, con el apoyo del Reino Unido, en calidad de único adversario.
La ofensiva griega tuvo como preliminares la ocupación de Esmirna, en mayo
de 1919, y la expansión de la zona griega de control hacia oeste y noroeste en
1920. En 1921, el Ejército griego lanzó su
ofensiva sobre Angora, pero fue detenido en la terrible batalla del río Sakarya, a
80 kilómetros sólo de la capital anatolia
(agosto de 1921). El frente se estabilizó a
lo largo de un año, pero los griegos estaban expuestos al desastre por su larguísima línea de comunicaciones. Vencedor en la defensa de Sakarya, Mustafá
Kemal lo sería nuevamente en agosto de
1922, al destrozar las defensas griegas y
avanzar a sangre y fuego hasta Esmirna,
conquistada e incendiada el 9 de septiembre. Era ya el Ghazi.
Las fronteras de Lausana
Quedaban los flecos de la retirada británica de Estambul y de la paz final, firmada en Lausana en 1923. Sèvres dejaba de existir. Turquía adquiría el perfil
de fronteras mantenido hasta hoy, una
vez frustrado en 1926 el intento de conservar el vilayet de Mosul, la región petrolífera ambicionada por Inglaterra, y
obtenido en 1939 el distrito de Alejandreta, atribuido en 1921 al protectorado
francés de Siria.
En el tiempo de conflicto entre Estambul y Angora, Mustafá Kemal evitó
el enfrentamiento con el sultán Mehmet
VI. No había que dividir fuerzas. Pero,
una vez vencida la guerra con Grecia,
53
•
Estambul
Mar Negro
•
Trebisonda
Ankara
•
TURQUÍA
• Esmirna
ISLAS DEL
DODECANESO
Kars
•
Erzurum •
Mosul •
CHIPRE
SIRIA
LÍBANO
Beirut •
• Damasco
IRAK
PALESTINA
ISRAEL EN 1948 Ammán
• •
Jerusalén
TRANSJORDANIA
El Cairo •
Al-Jawf
•
• Akaba
EGIPTO
Mar Mediterráneo
ORIENTE MEDIO DESPUÉS
DE LA GRAN GUERRA
Protectorados establecidos por
la Sociedad de Naciones (SDN)
Mar
Caspio
República soviética de
Gilán, de 1918 a 1921
Teherán
•
Kirkuk
•
La Sociedad de Naciones
reconoció en 1925 la
transferencia de la región
de Mosul a Irak
• Al-Najaf
IRÁN
Kerman •
Abadán
Basora • •
Shiraz
•
KUWAIT
Bandar e Abbas
•
BAHREIN
AL HIJAZ
AL HIJAZ, NAJD
Y DEPENDENCIAS EN 1926
Medina •
AFGANISTÁN
• Bagdad
Golfo
Pérsico o Arábigo
• En 1920 para el Líbano, Siria e Irak.
• En 1922 para Palestina, de la que
Gran Bretaña separa el emirato
de Transjordania.
ARABIA SAUDITA
UNIFICADA EN 1932
Ryad
•
QATAR
COSTA DE LOS PIRATAS
Mascate
•
EMIRATOS ÁRABES UNIDOS
EN 1971
Yida
• •
La Meca
Francia.
Gran Bretaña.
OMÁN
RUB
AL-KHALI
Posesiones o protectorados británicos.
Unión Soviética.
UNIÓN
SOVIÉTICA
• Bakú
Armenia
independiente
entre 1918
y 1923
Sandjak de Alejandreta,
creado en 1924 y cedido
a Turquía en 1939
• Alejandreta
UNIÓN
SOVIÉTICA
Mar Rojo
ASIR
Posesiones italianas.
Reino de Abdel Aziz Ibn Saud
en 1932, tras las conquistas de
los territorios del oeste y sur.
Zonas neutrales.
ERITREA
Masaua
•
•
Asmara
Territorio turco.
Adquisiciones de Turquía según
el Tratado de Lausana de 1923.
juzgó peligroso esperar a que el sultán
recuperara prestigio. No fue difícil que
la Asamblea Nacional votase, el 1 de noviembre de 1922, su abolición. Siempre
cauto en la adopción de cambios, Mustafá Kemal mantuvo, de momento, la institución religiosa del califato, sin poder,
ejercida por un primo del último sultán,
Abdulmecit, hasta que el 3 de marzo de
1924 fue a su vez eliminada por otro voto parlamentario y se decidía expulsar a
toda la dinastía osmanlí.
La fusión de lo político y de lo religioso en la mentalidad islámica había convertido a Abdulmecit en punto de referencia para las corrientes conservadoras
desde Constantinopla, así como para la
opinión musulmana a escala internacional, especialmente en la India (carta del
Agha Khan). Frente a ese riesgo, Mustafá Kemal prefirió afrontar el conflicto con
los sectores continuistas, borrando para
siempre “las instituciones apócrifas” de la
54
YEMEN
•
Sana
HADRAMAUT
PROTECTORADO
DE ADÉN
ETIOPÍA
OCÉANO
ÍNDICO
ISLA SOCOTRA
• YEMÉN DEL SUR 1967
Adén
teocracia. Para él, la religión era un tema
de orden individual. Su mantenimiento
como creencia fautora de la política y de
las costumbres representaba un obstáculo para la modernización del país. El concepto empleado para caracterizar la nueva política no será el de secularismo, es
decir, separación de Estado y religión, sino el de “laicismo” (laiklik) que, en la visión de Kemal, implicaba colocar el Islam bajo el control del Estado.
Proclamación de la república
El proceso de institucionalización democrática culminó con la proclamación
de la República de Turquía, el 29 de octubre de 1923, una vez que tres meses
antes el Tratado de Lausana hubiese
aclarado el panorama internacional.
Siempre paso a paso y golpeando por
sorpresa. Entre diciembre de 1922 y
agosto de 1923, Mustafá Kemal había
promovido la formación de un partido
político entregado a su ideario de soberanía nacional, gobierno representativo y eliminación del sultanato. Su nombre de Partido del Pueblo –más tarde
Partido Republicano del Pueblo– indicaba la entrada en juego de un sujeto
político, “el pueblo” (halk), protagonista y destinatario de los cambios. Dominará la Asamblea Nacional elegida por
sufragio que el 29 de octubre hará de
Kemal el primer presidente de la república y de su segundo, Ismet Pachá (luego Ismet Inonü) el primer ministro.
El malestar creado por la supresión del
califato y la concentración de poder en
manos del Ghazi sirvió de aglutinante
para que varios notables crearan un partido de oposición, el Partido Republicano Progresista (PRP). La rápida infiltración de intereses conservadores y las
apelaciones a la defensa de la religión
suscitaron muy pronto el rechazo de Kemal, quien, aprovechando la inestabili-
REVOLUCIÓN DESDE ARRIBA. ATATURK
TURQUÍA, UN SIGLO EN LA ANTESALA DE EUROPA
dad creada por el levantamiento kurdo
de febrero de 1925, hizo promulgar la
Ley para el Mantenimiento del Orden
que otorgaba al gobierno poderes dictatoriales por dos años renovables.
El 3 de junio de 1925, el Partido Republicano Progresista fue prohibido.
“Los hechos y los acontecimientos han
probado –dirá Kemal– que el PRP era
obra de los cerebros de traidores”.
La durísima represión contra los kurdos vencidos se vio acompañada de la
supresión de periódicos y de la detención
de periodistas. Fue el prólogo de la nueva oleada represiva dirigida a partir de junio de 1926 contra ex miembros del PRP
y antiguos “unionistas”, tras un intento fallido de asesinar al presidente. Pero, en
la mente de Kemal, la dictadura nunca
fue un fin en sí mismo, sino el medio inevitable para pronunciar, en nombre de
Turquía, un “adiós a Oriente” definitivo.
En agosto de 1925, Mustafá Kemal explica las razones de su repliegue autoritario: “Nuestro pueblo no está preparado para un régimen constitucional y
democrático. Necesitan ser entrenados
para eso por nosotros, los fundadores
de la república. Sólo nosotros debemos
abordar las cuestiones de Estado durante
diez o quince años. Transcurrido ese plazo, al pueblo turco le será permitido formar partidos políticos y discutir libremente tanto los asuntos internos como
los de política exterior. Entre tanto,
La diáspora
turca
F
uera de Turquía, la población de
etnia turca supone un amplio porcentaje del total en numerosos países
de Asia central, a veces de forma abrumadora, como sucede en cinco Estados
surgidos tras la desintegración de la
URSS. De origen turco es el 83,5% de
los habitantes de Turkmenistán; el
83% de los de Azerbaiyán; el 83% de
Uzbekistán; el 57,6% de Kirguizia; el
50,6% de la región china de Xinjiang;
el 45,6% de Kazajstán, el 28,7% de
Tayikistán, el 23% de Irán, el 12%
de los afganos, el 7% de los rusos, el
5,7% de los georgianos y el 2,7% de
los armenios. En total, las poblaciones turcófonas suman más de 150 millones de personas.
Combates en Constantinopla en mayo de 1909, en los que participan Jóvenes Turcos, según
una ilustración de Achile Beltrame, aparecida en la publicación italiana Domenica del Corriere.
deben limitarse a sus actividades en la
agricultura, el comercio y la industria”.
No era retórica. A Kemal no le gustaron las dictaduras fascistas y, menos que
nada, el programa antisemita de Mein
Kampf, “la locura de sus pensamientos”.
Antes de que transcurrieran los diez años
previstos, en 1930, intentó que uno de
sus más próximos colaboradores, Fethi
Bey, creara un segundo partido encargado de canalizar el descontento, con el
compromiso de respetar el republicanismo y el laicismo. El Partido Republicano Libre (FRP) propugnó la libertad
económica, las inversiones extranjeras,
libertad de expresión y sufragio directo.
En las municipales de octubre de 1930,
el FRP obtuvo buenos resultados, contando ya con una considerable afiliación,
pero denunció el fraude registrado en la
consulta, lo cual irritó al RPP y al propio
Kemal. Fethi Bey disolvió su partido el
30 de noviembre de 1930.
El regreso al partido único supuso una
agudización de la deriva autoritaria.
Mientras el líder era exaltado en 1934
como Ataturk, Padre de los Turcos, se
sucedieron las clausuras de organizaciones sociales autónomas, la prohibición de la masonería, la depuración de
la Universidad y el “kemalismo” fue proclamado la doctrina oficial de la república. Su emblema fueron las Seis Flechas: republicanismo, nacionalismo, populismo, estatismo –libre empresa bajo
control estatal–, laicismo y “revolucionismo” –compromiso permanente con
las reformas de estructura.
La Historia, reescrita
El nacionalismo se tiñó de invenciones
históricas tendentes a asociar la identidad turca con las pasadas civilizaciones
anatolias: el Museo de este nombre en
Ankara refleja esa deriva mítica, orientada a conferir solidez a una idea de la
nación que no descansaba sobre la raza
o la religión, sino sobre el concepto de
55
comunidad constituida a partir de un pasado, una historia, una moralidad y unas
leyes compartidas.
Kemal renunció a encerrarse en opciones únicas, según probó la sustitución
como primer ministro, en 1938, del estatista Inonü por el liberal Celal Bayar,
más tarde líder de la escisión democrática del RPP. Fue como si el kemalismo
expresase la tensión entre una élite revolucionaria, consciente de la necesidad
de su acción reformadora, pero también
de su condición minoritaria. La democracia, en 1945, no cambió el problema.
Desde el establecimiento de la República, el fin de la modernización justificaba el rechazo temporal del pluralismo.
El Imperio otomano y el Islam tradicional eran para Kemal los causantes de la
ruina de Turquía. La única salida residía
en que la construcción de la nación turca se viera acompañada de una occidentalización paso a paso.
La cascada de reformas es de sobra
conocida. Unas fueron simbólicas, como la abolición del fez, “emblema de la
ignorancia, del fanatismo y del odio a la
civilización”, apoyada allí donde hubo
resistencia por el ahorcamiento de los
infractores; la sustitución del viernes como festivo por el domingo o la eliminación del velo para las mujeres, en el
marco de la adopción de la vestimenta
europea, de que el mismo Kemal dio
ejemplo. Una vez asignado por la Asamblea el apellido de Ataturk, la medida
fue generalizada a todos los turcos. Otras
modificaron en profundidad la vida de
transformar un país a partir de su base
feudal y agraria en una economía industrial moderna (...). El nuevo turco había aprendido todas las profesiones requeridas por una sociedad moderna,
desde ferroviario a empleado de banco,
al tiempo que las mujeres trabajaban
ahora en los establecimientos textiles o
como secretarias, y en otras profesiones”. Sólo el cambio en la mentalidades
de la sociedad tradicional quedó rezagado y dispuesto a volver a escena.
El legado del kemalismo
Ataturk explica en una plaza pública,
utilizando una pizarra, las ventajas del
cambio del alfabeto árabe por el latino.
El altísimo nivel de analfabetismo favoreció el cambio, que implicaba un salto
decisivo en la aproximación a Europa.
Es conocida la imagen del propio presidente explicando en la plaza pública,
con la ayuda de la pizarra como un
maestro en ciudades de provincia, la mayor adecuación a la lengua turca de los
caracteres latinos. Los notables supervivientes de la era otomana se convertían
a su vez en analfabetos.
En 1935, por vez primera, las mujeres ejercieron el derecho de voto. Ese
Las reformas transformaron la sociedad
turca: calendario gregoriano, alfabeto
latino, voto femenino, matrimonio civil...
la población, como la adopción del calendario gregoriano, del día de veinticuatro horas, la prohibición de las
escuelas religiosas –medersas y tekkes,
conventos de derviches– o el establecimiento de un nuevo Código Civil inspirado en el suizo –en tanto que el Penal seguía al italiano y el Mercantil, al
alemán–, que consagraba la igualdad de
las mujeres ante la ley, prohibía la poligamia y establecía el matrimonio civil.
El esfuerzo de cambio culminó en
1928 con la sustitución del alfabeto árabe por el que Kemal llamó alfabeto turco, construido sobre la base del latino.
56
mismo año, Santa Sofía dejó de ser mezquita para convertirse en museo. Todo
ello sobre el telón de fondo de un compromiso con la paz, que tuvo su reflejo
en la participación de Turquía en la Sociedad de Naciones.
Las transformaciones no se limitaron
a las esferas jurídica y cultural. El “estatismo” modernizó también la economía, conforme explica el historiador Feroz Ahmad en su libro Turquía. La búsqueda de una identidad: “Ataturk logró
crear una nación que había adquirido
una nueva identidad y era autosuficiente e independiente. Inició el proceso de
La revolución desde arriba y la occidentalización laica sirvieron de ejemplo
a las políticas reformadoras de algunos
de los contados países musulmanes que,
antes de 1939, conservaban su independencia. El ejemplo peor conocido
fue el de Afganistán, donde el rey Amidullah fue depuesto apenas esbozadas
las reformas, con el velo como símbolo.
Más duradero fue el ensayo de Reza
Shah, en Irán, que desde la década de
1920 utilizó la propaganda nacionalista, la occidentalización del sistema judicial y el recorte drástico del poder clerical sobre la educación para reforzar su
poder absoluto. La visita a Mustafá Kemal en 1934 simbolizó la convergencia
de ambas políticas, y al mismo tiempo
supuso la aceleración de acción secularizadora del iraní. Más allá de 1945, será el tunecino Habib Burguiba quien de
forma más clara encarne la continuidad
con el proyecto turco de modernización
autoritaria, y de control estricto de la religión desde el Estado.
En la misma Turquía, el kemalismo sigue siendo fuente de una concepción nacionalista vinculada a una exigencia de
aproximación a Europa, así como del
mantenimiento del laicismo y del rechazo a la discriminación islamista de la mujer. Sólo que ni el problema de un régimen democrático sometido a vigilancia
militar ni el del regreso de la religión, como fuerza política aspirante a una cierta
restauración, han sido resueltos. Los estrangulamientos económicos y sociales
en el proceso de modernización dirigido
por las élites favorecen en la última década la asociación entre hombres de religión, capas populares y conservadurismo económico, reduciendo la posibilidad
de que el kemalismo tenga otra vigencia que el de factor de la asociación entre nacionalismo y europeísmo.
■
TURQUÍA, UN SIGLO EN LA ANTESALA DE EUROPA
Un Islam en la
ENCRUCIJADA
Los turcos han pasado de ser el gran ariete para la expansión del Islam a la
primera nación musulmana que empieza a separar religión y Estado.
Mateo Ballester reconstruye ese itinerario y alerta de los riesgos que
plantea el rebrote del islamismo en la vida política de Turquía
A
unque tardíamente islamizados, los pueblos turcos, de
expertos jinetes y espíritu
guerrero, se convirtieron, especialmente a partir del siglo XI, en el
gran instrumento de expansión geográfica del Islam y en el referente político y
militar de gran parte del mundo musulmán. Este papel recayó inicialmente en
turcomanos y seleúcidas, pero sobre todo, desde la fundación de la dinastía por
Osmán en Anatolia a mediados del siglo
XIII, en los turcos otomanos. Desde sus
inicios como principado guerrero (ghazi) fronterizo, el poder otomano, u osmanlí, emprende una intensa política expansiva que le lleva a ir haciéndose con
el dominio, a lo largo de los tres siglos
posteriores, de los territorios del Imperio
Bizantino en Anatolia y Europa, donde
se expande ulteriormente casi hasta el
mismo corazón del continente, y de las
regiones centrales del mundo árabe.
En paralelo a su expansión, el sultanato
otomano fue asumiendo el papel de principal potencia defensora del Islam, que
se vio especialmente reforzado cuando
Selim I (1512-1520) conquistó la región
de Hejaz, en la Península Arábiga, nombrándose a sí mismo y a sus sucesores en
el sultanato como guardianes de las ciudades santas de La Meca y Medina. Las
campañas militares de Selim y su sucesor
Soliman I (1512-1566) también pondrían
MATEO BALLESTER es miembro del
Departamento de Ciencia Política III,
Facultad de Ciencias Políticas y Sociología,
Universidad Complutense de Madrid.
Derviches danzantes en Konia, en un grabado de Preziosi, del siglo XIX. Desde Selim I, los sultanes
se titularon custodios de las ciudades santas del Islam, París, Biblioteca de Artes Decorativas.
57
bajo control otomano las regiones de Irak
y Siria y, en consecuencia, la tercera ciudad santa del Islam, Jerusalén, y las también santas Nayaf y Kerbala. El Imperio
Otomano se convirtió así en la incontestada potencia hegemónica del mundo islámico sunita (el shiíta, imperio safaví de
Persia, fue controlado pero nunca doblegado) y en el principal valedor del Islam, tanto hacia dentro de la comunidad
musulmana como, en cuanto gran esperanza musulmana en la lucha con los infieles, hacia el exterior.
En este sentido, era habitual que cada nuevo sultán otomano empezase su
gobierno evocando sus orígenes, con
una conquista ghazi, en yihad, de territorios infieles, que le presentase como luchador por la fe, aumentando así
tanto sus propias posesiones como el
ámbito de dominio del mundo musulmán. La conquista de Constantinopla en
1453 por Mehmet II, que inició los preparativos del asedio nada más acceder
al trono en 1451, ejemplifica perfectamente esta fórmula de reforzamiento de
la legitimidad y el prestigio del sultán.
Las tierras y los hombres del Islam
La terminología que se fue adoptando en
la vida pública otomana revela a todas
luces esta determinación de anteponer
la identidad musulmana por encima de
cualquier otra. Las tierras del Imperio
Otomano eran descritas como “tierras del
Islam”, sus soldados como “soldados del
Islam” y su máxima autoridad jurídicoreligiosa, el mufti de Estambul, como
“sheik del Islam” (sheik ul-islam).
La identidad propiamente turca fue así
difuminándose poco a poco, gracias en
gran parte a la escasa determinación de
los sultanes por preservar la pureza étnica de sus territorios, e incluso la de
la propia élite política, administrativa y
militar. Un reflejo de la identidad primordialmente musulmana de la población y de las élites del Imperio es que
sólo en fechas muy tardías, éstos empiezan a percibirse y describirse a sí mismos a partir de conceptos como turco u
otomano. Durante siglos la atención de
los turcos otomanos a su pasado preislámico, y su identificación con éste, fueron virtualmente inexistentes, y sólo asomaron bien entrado el siglo XIX, influidos por la expansión de las doctrinas nacionalistas en Europa.
También era la identidad musulmana
58
Interior de la mezquita Selmiye, en Edirne,
construida por el arquitecto Sinan, en la
segunda mitad del siglo XVI.
la que se activaba en las luchas contra las
demás potencias musulmanas; la legitimación de estas políticas pasaba a menudo por negar el carácter musulmán del
enemigo, como haría el gran mufti de Estambul Ebu’s-su’ud en 1548, condenando en una fatua a los persas safavíes como apóstatas e infieles y dando a la lucha contra ellos carácter de guerra santa.
De la conquista de otro territorio musulmán, el sultanato mameluco de Egipto, por Selim I en 1517, nace la tradición
después, a raíz del tratado de Küçük
Kaynarca, en 1774, en el que se intentó
compensar simbólicamente la pérdida de
control sobre el kanato de Crimea, que
entraría dentro del ámbito de dominio
ruso, reclamando la autoridad espiritual
del gobernante otomano, en cuanto califa, sobre la población tártara y musulmana del territorio. Era la primera vez
que el gobernante otomano reclamaba
alguna forma de autoridad fuera de sus
dominios territoriales, sobre personas
que no eran sus súbditos. La fórmula se
repite en Bosnia, que el Imperio Otomano perdió en favor de AustriaHungría. La elevación del sultán a la dignidad califal fue ganando creciente
popularidad, incluso en territorios ajenos
al Imperio Otomano, pero de población
musulmana, que a raíz de la expansión
colonial de Occidente habían caído bajo la dominación de gobernantes no musulmanes, caso de la India y de extensas
regiones de Asia Central.
A pesar de que en el título oficial del
sultán se evocaban otros contenidos, como el de “Kan de la Horda”, el Islam y
el orden normativo que éste fija fueron
el elemento estructurador central de la
vida pública dentro del Imperio Otomano. Por medio de una extendida red
de tribunales islámicos, la sharía se aplico eficazmente a la población musulmana del Imperio. La versión hanafi de
la sharía vigente en el Imperio Otomano, más flexible que las de otras escuelas como la maliki o la hanbali, se ajustaba mejor a la heterogénea población
musulmana que abarcaba.
La máxima autoridad religiosa gozaba de
un alto grado de autonomía respecto al
sultán y en ocasiones se enfrentaba a él
que llevó a la adopción del título de califa por parte del sultán otomano, con el
fin de reforzar su autoridad espiritual. La
dignidad califal había sido asumida, tras
la caída de Bagdad en 1259 y el asesinato de su último califa, por una rama
de la familia de éste, instalada en El Cairo. Tras la conquista otomana de Egipto,
y según una cesión altamente dudosa, la
autoridad califal habría sido transferida
por el último califa abasida a Selim y sus
sucesores otomanos. Los gobernantes
otomanos no hicieron, no obstante, pleno uso de este título sino hasta mucho
Buena parte de los súbditos del sultán,
en determinados períodos históricos la
mayoría, no era musulmana; en Anatolia perduraban importantes comunidades cristianas, fundamentalmente armenias y griegas ortodoxas, formando cada una su propio millet, y la población
de gran parte de los territorios europeos
era asimismo mayoritariamente cristiana.
Existía además una nutrida comunidad
judía en algunas de las ciudades del Imperio; el 60 por 100 de la población
de Salónica durante el siglo XVI. Como efecto positivo de su situación de
UN ISLAM EN LA ENCRUCIJADA
TURQUÍA, UN SIGLO EN LA ANTESALA DE EUROPA
Selim III en su trono en el Palacio de Topkapi, en Constantinopla. Durante su reinado, a finales del siglo XVIII, se inició una cierta secularización.
segregación y exclusión de la vida pública del imperio, estas comunidades
quedaban fuera del ámbito de aplicación
de la sharía, y resolvían sus disputas jurídicas mediante tribunales propios, excepto en el caso de que voluntariamente deseasen apelar a un tribunal islámico o de que hubiese un musulmán implicado, caso en el que imperaba la superioridad jerárquica de la sharía.
El sultán otomano gozaba de la excepcional facultad de dictar sus propia
leyes o kanun (Solimán I, el Magnifico
para los europeos, recibiría dentro del
imperio el sobrenombre de el Legislador), arrogándose una facultad que tradicionalmente en el mundo musulmán
se entendía reservada a Alá. Esta esfera
de discrecionalidad legislativa quedaba,
no obstante, limitada por la asunción de
que debía estar inspirada en los principios islámicos expresados en la sharía.
La máxima autoridad jurídico-religiosa del Imperio, el sheik ul-islam, aunque
a menudo nombrado y depuesto de
acuerdo a las indicaciones del sultán, gozaba, al menos formalmente, de un alto grado de autonomía, e incluso autoridad, respecto a la cabeza política del
imperio, que quedaba representada simbólicamente en la actitud deferente que
el sultán debía adoptar en su presencia.
Las fatuas del sheik ul-islam obligaban
también al sultán. En ocasiones de especial reforzamiento de su autoridad, el
sheik-ul-islam llegó a emitir fatuas abiertamente enfrentadas al poder del sultán,
que en más de una ocasión legitimaron
su deposición. Tanto semejante tipo de
actuación como la propia institución del
sheik ul-islam, sin precedentes en la tradición islámica, reproducen en gran medida el modelo del patriarca de Constantinopla en la era bizantina.
La especificidad religiosa del Imperio
Otomano no se agota aquí. Los miembros de lo que fue el cuerpo de élite del
ejército otomano durante siglos, los jenízaros, reclutados desde niños de entre las poblaciones cristianas de los Balcanes, eran indoctrinados en una peculiar y heterodoxa versión del Islam, el
bektashismo, que comparte en gran medida sus principios doctrinales con los
de la nutrida minoría aleví de Turquía.
Una lenta agonía
La época de expansión, apogeo y esplendor del Imperio Otomano es, comprensiblemente, un período de satisfacción con el modelo propio de organización; no se cuestiona seriamente la forma de gestionar la actividad política, militar, social, ni el modelo cultural sobre el
que se sustenta, centrado en el Islam y
en los principios expresados en la sharía.
El siglo XVII supone un cambio de
tendencia para el Imperio Otomano. El
estrepitoso fracaso del segundo asedio
a Viena en 1683 marca el inicio de un
declive, inicialmente lento, pero de intensidad creciente ante la cada vez mayor presión de las potencias occidentales. El tratado de Carlowitz en 1699, que
supuso la pérdida de Hungría en favor
de Austria, es el primero en el que el Imperio Otomano adopta un papel inequívocamente subordinado.
En el siglo XIX, el Imperio Otomano
es ya claramente el Hombre enfermo de
Europa, todavía un coloso geográfico,
pero debilitado e incapaz de competir
con las más dinámicas potencias occidentales, que no proceden más rápidamente al desmembramiento del imperio
tan sólo por temor a romper el equilibrio de fuerzas entre ellas, que pudiese conducir a una guerra, como la que
enfrentó a Rusia contra una alianza anglo-francesa en Crimea en 1854.
Empiezan por entonces a aflorar en el
propio seno del imperio las teorías sobre
las causas del declive, y sobre las medidas a adoptar para frenarlo. Frente a poderosas posiciones conservadoras y
continuistas, apoyadas por influyentes
59
sectores sociales, los sectores
más dinámicos de la sociedad
otomana defendieron, en ocasiones alentados por el propio
sultán, la implantación de medidas renovadoras, a imitación
del modelo europeo, y se replantearon las bases culturales
e ideológicas sobre las que se
asentaba el imperio. La función que
el Islam, pieza central y estructuradora del Imperio, debía desempeñar
en el nuevo sistema no podía dejar
de verse afectada por los proyectos
reformadores.
El precedente de Selim III
Aunque decididamente debilitado, el Hombre enfermo no dejó
de hacer esfuerzos por su recuperación; con el precedente del
gobierno reformador, iniciado
en 1789, de Selim III, el movimiento de los Tanzimat, auspiciado por los sultanes que gobiernan entre 1839 y 1876, emprende un plan de reformas regido en torno a los conceptos
clave de modernización, occidentalización y secularización del país. Las reformas de los Tanzimat apuntaron en gran
medida a una secularización del sistema
educativo, hasta entonces monopolizado
por los centros religiosos. La promulgación, desde 1840, de distintos códigos legislativos, de aplicación a todos los ciudadanos del imperio, con independencia
de la comunidad religiosa a la que pertenecen, y la entrada en vigor, en 1876,
de una Constitución otomana, son hitos
históricos en la determinación de adaptar las formas jurídicas al más dinámico
modelo occidental.
Las reformas en el sistema legislativo
serían, no obstante, más profundas en
lo formal que en el contenido, pues rara vez los nuevos códigos de patrón occidental se enfrentaron a los principios
esenciales contenidos en la sharía. La peculiar simbiosis entre conservadurismo
y reforma queda de manifiesto en el artículo tercero de la Constitución de 1876,
que atribuye el “alto califato islámico”
a la casa de Osmán.
El proyecto de los Tanzimat fracasó,
en gran medida por la excesiva tibieza
de sus reformas. Partiendo de esta convicción, el actor último de la renovación,
el movimiento de los Jóvenes Turcos, se
caracterizó por incidir en la exigencia de
60
Traje talismánico de Cem Sultan, hijo de
Mehmet II. Se creía que protegía de las
enfermedades, la desgracia y las balas.
una verdadera secularización como medida esencial para la recuperación.
La derrota otomana en la primera guerra mundial propició, quizás tan sólo aceleró, la caída del sultanato y la instauración de un nuevo régimen que, liberado de las ataduras que conectaban al antiguo régimen con intereses y fuerzas
conservadoras y tradicionalistas, se consagró a un proceso de modernización radical del país según el modelo europeo.
Ataturk entendió que una pieza esencial
en este proceso de modernización pa-
primero, de los mayoritariamente cristianos territorios europeos,
y los variados procesos de limpieza étnica llevados a cabo en
Anatolia, primero con la población armenia, y luego con la
griega, llevaron de la pluriconfesional sociedad otomana a una
situación, en la moderna Turquía,
en la que la población no musulmana ha pasado a ser absolutamente residual.
Será entonces cuando la identidad
musulmana, que había sido el elemento articulador de las lealtades políticas y sociales en el Imperio Otomano, pase a ser sustituida, a partir del modelo nacionalista europeo,
por una secularizada identidad nacional turca, que apela a una serie
de rasgos étnico-culturales comunes, como el idioma, unas tradiciones y un folclore propios.
El movimiento independentista
liderado por Mustafá Kemal no tenía inicialmente un tinte tan secularizador como el que terminó adoptando. Enfrentados desde su base en el centro de Anatolia a la autoridad del sultán, a quien
consideraban un títere de las potencias
occidentales en un Estambul ocupado,
los independentistas apelaban a la solidaridad de las “gentes musulmanas” y a
la liberación de las “tierras musulmanas”
de la dominación foránea, es decir, cristiana. Incluso, una quinta parte de los
miembros de la primera Asamblea Nacional de Ankara eran religiosos. Sería
precisamente la apelación del sultán a su
autoridad religiosa, en cuanto califa, pa-
La República Turca se seculariza justo
cuando casi toda la población gobernada
se ha convertido en musulmana
saba por relegar la religión, como ya ocurría en Europa, a la esfera de las creencias privadas, limitando así su influencia
en la vida social y política.
De forma en parte paradójica, el ente político heredero del Imperio Otomano, la República Turca, inicia un proceso de secularización y abandono del
Islam como elemento central de la vida
política y pública, precisamente en el
momento en el que la población gobernada se había convertido en casi exclusivamente musulmana. La pérdida,
ra reclamar la obediencia de los independentistas, y la oportuna fatua condenatoria del movimiento de liberación nacional por parte del sheik ul-islam, lo que
radicalizó el componente de nacionalismo secularizador de éste.
Tras la derrota de las “tropas del califa” y la instauración, en 1923, de la República de Turquía, la política de Ataturk fue, en cualquier caso, de decidida
secularización del país. La determinación kemalista de separar radicalmente las esferas de la religión y el Estado
UN ISLAM EN LA ENCRUCIJADA
TURQUÍA, UN SIGLO EN LA ANTESALA DE EUROPA
Corán del siglo XV, copiado por encargo del sultán Bayaceto II, que se interesó por aumentar la biblioteca que heredó de su padre, Mehmet II.
sería refrendada con la eliminación de
la mención al Islam como “religión del
Estado” en la Constitución de 1928, pero se tuvo la precaución de no caer
nunca en la irreligiosidad. Kemal se expresa con claridad al respecto: “La religión es enteramente un asunto de conciencia. Cada uno es libre de seguir los
dictados de su propia conciencia. Somos respetuosos de la religión. Sólo aspiramos a separar los asuntos del Estado y la religión”. Desde su enfoque nacionalista, el hecho de asociar la modernidad con la blasfemia suponía un
error total que tendría el contraproducente resultado de “hacer de los musulmanes esclavos de los poderes no islámicos”.
Abolición del califato
Ataturk acomete la tarea de ir eliminando uno a uno, la gran mayoría de los elementos de religiosidad presentes en la vida política y pública en general. A la abolición del sultanato en noviembre de 1922
le sigue, un año y medio más tarde, el
exilio de la dinastía otomana y la abolición de la institución califal, por medio
de la cual aquélla podría haber ejercido
algún tipo de autoridad espiritual y religiosa, enfrentada al nuevo poder. Ataturk
rechazó como absurdas las propuestas
y ruegos para que él mismo se instituyese como nuevo califa, y provocó, con
la eliminación de una institución cuya tradición se entendía ininterrumpida desde la muerte de Mahoma, un profundo
malestar entre los sectores más tradicionalistas de Turquía y airadas reacciones
entre las poblaciones musulmanas de algunas regiones; sobre todo las del subcontinente indio, especialmente necesitadas de una autoridad musulmana de referencia.
Desde entonces, se adopta una batería
de medidas de carácter secularizador, entre ellas la abolición de la institución del
sheik ul-islam, la eliminación de la educación religiosa, el emplazamiento del
Departamento de Asuntos Religiosos bajo la autoridad directa del primer ministro, la adopción de un Código Civil y un
Código Penal según modelos europeos,
la limitación del poder de los ulemas, y
la adopción de cambios en las costumbres y símbolos culturales, como la vestimenta, el calendario o la escritura.
Todas estas medidas secularizadoras
desvinculaban a la nueva República Turca de su entorno musulmán y en particular árabe –hacia el que nada le unía
después de la desafección de éste durante
la I Guerra Mundial– y la acercaban al
ámbito cultural europeo. La escasez de
mezquitas en la nueva capital de Ankara, y la conversión en 1935 de la Basílica de Santa Sofía en Estambul de mezquita a museo son otros ejemplos ilustrativos de la firme determinación de
Ataturk de limitar la presencia pública
de la religión.
El retorno del Islam
La política modernizadora, occidentalizadora y secularizadora de Ataturk cambió en gran medida la cultura, la mentalidad y el marco de referencia de la sociedad turca, pero su legado no dejó tan
profundas raíces como éste esperaba. La
silueta de la moderna gran mezquita de
Ankara, bien visible desde la atalaya del
mausoleo de Ataturk, ya es un ilustrativo indicio de que la evolución del país tras su muerte se ha desviado de sus
expectativas. El fundador de la república turca tuvo ya ocasión de comprobar
que era más fácil introducir la secularización en las leyes y el sistema administrativo que en la mentalidad de la sociedad turca, especialmente en las zonas rurales. Cada vez que ensayó la
apertura política, autorizando la creación de otro partido, éste se convirtió en
instrumento de reafirmación del Islam.
Tras la muerte de Ataturk en 1938, y en
especial a partir de la democratización
61
LOS ALEVÍES, UNA MINORÍA OLVIDADA
E
n el Estado de Turquía viven unos 15
millones de alevíes, una comunidad religiosa frecuentemente ignorada, pese a sus
dimensiones y cuyo encaje dentro de los parámetros del Islam sunita mayoritario en ese
país ha sido siempre complicado. Perseguidos y marginados durante el período otomano, tanto por las autoridades políticas como por la mayoritaria población suní, los
alevíes se convirtieron en uno de los más firmes apoyos para Ataturk y su proyecto modernizador y secularizador de sociedad y Estado turcos. El fin de la hegemonía social
y política del sunismo, resultado de la política kemalista, llevó a que la comunidad aleví fuese abandonando su actitud tradicionalmente retraída y consiguiendo la presencia y el reconocimiento públicos que proporcionalmente le corresponden.
El alevismo tiene una historia tan larga como la del imperio. Su formación está vinculada a la personalidad de Haci Bektas Veli,
un místico sufí que, según se cree, se trasladó desde Jorasán, en el extremo oriental del
actual Irán, a la Anatolia central –a la ciudad hoy llamada Hacibektas en su honor–
a mediados del siglo XIII. La orden que Haci Bektas Veli fundó, de base fundamentalmente shiíta, ha dado lugar a dos corrientes,
el alevismo y el bektashismo, similares en
cuanto a doctrina, pero con grandes diferencias en su relación con las autoridades.
El bektashismo era la doctrina en la que se
educaba a los jóvenes jenízaros, originariamente niños cristianos reclutados forzosamente en los Balcanes. Era frecuente que los
más dotados fueran elegidos para los más altos puestos de la administración, lo que garantizaba la vinculación bektashi con el poder político otomano. La relación entre el sultán y los jenízaros, no obstante, está lejos
de haber sido siempre armoniosa. Con el
tiempo, los jenízaros pasaron de ser el sostén
principal del sultán a convertirse en un incómodo grupo de presión. Los esporádicos
episodios de rebelión hacia el poder que jalonan la historia del ejército jenízaro se iniciaban por lo general desde la ciudad de Haci
Bektas, con el tañido, a modo de campana,
de la olla en la que preparaban la comida.
La cercanía al poder, y con ella la influencia social, del bektashismo se cortó radicalmente en 1826, con la eliminación a cañonazos del cuerpo de jenízaros por parte del
sultán Mahmud II. La orden bektashí, seriamente mermada, sobrevivió desde entonces bajo la forma de sociedades secretas.
El Caballo de Troya persa
La relación del alevismo con las autoridades
otomanas fue siempre más negativa. Los antecedentes del alevismo están en los kizilbash
(cabezas rojas), tribus turcas con fuerte presencia en la mitad oriental de Anatolia a finales del siglo XVI. Un grupo de kizilbash,
los safavíes, encabezados por el futuro sha Ismail, conquistó Persia a principios del siglo
XVI. El sentimiento de afinidad y lealtad de
los kizilbash que permanecían en Anatolia,
que por entonces empezaban a ser llamados
también alevíes, hacia sus hermanos safavíes
despertó la desconfianza de los sultanes otomanos, que empezaron a percibir a los alevíes
como un Caballo de Troya del enemigo persa. A lo largo del siglo XVI se sucedieron las
persecuciones y matanzas otomanas de alevíes, especialmente durante los gobiernos de
Selim I y Solimán el Magnífico.
Aunque con el tiempo las divergentes evoluciones doctrinales de safavíes y alevíes fueron borrando todo sentimiento de parentesco entre el alevismo y el shiísmo iraní –el alevismo actual se desmarca rotundamente del
régimen de los ayatolás– la animadversión
de las autoridades otomanas y de la mayoría suní hacia el alevismo pervivió.
Corán de hacia 1500 en forma de rollo, un
formato difícil de leer pero fácil de almacenar
y transportar.
62
Como medida de supervivencia, los alevíes optaron por enrocarse y aislarse del mundo exterior en sus pueblos y aldeas, una estrategia que marca los rasgos posteriores del
alevismo. Las distintas comunidades alevíes
se han mantenido desde entonces cerradas
herméticamente al exterior gracias a estrictas prácticas endogámicas, transmitiendo sus
prácticas y doctrinas de forma oral. El alevismo defiende una forma íntima y personal de religiosidad que, en contraste con el
Islam sunita, rechaza toda expresión pública de la creencia. Bajo la adopción de este
principio late la necesidad histórica de guardarse de las agresiones y malquerencia del
entorno suní, que considera el alevismo como una versión herética del Islam.
En su calidad de heterodoxos, los alevíes
nunca gozaron de las dispensas y derechos
de que gozaban en el Imperio Otomano
otras comunidades con estatus de millet, como los judíos o distintas comunidades cristianas, quedando así obligados a cumplir los
preceptos religiosos del Islam suní. No resulta así extraño que el alevismo permita a
sus miembros la práctica, muy extendida
dentro de la tradición shiita, de la taqiya,
que permite negar la pertenencia a la comunidad propia, e incluso seguir las normas
religiosas del entorno mayoritario, si las circunstancias sociales o políticas lo exigen.
Esta ocultación se manifiesta incluso en
las respuestas a las modernas encuestas con
fines estadísticos, de forma que ni siquiera
hoy se sabe cuántos alevíes hay realmente en
Turquía. La tendencia a la afirmación pública es, en cualquier caso, creciente, y poco a poco el alevismo parece ir saliendo de
la semiclandestinidad que ha marcado sus
primeros cuatro siglos de historia.
El reciente proceso de reislamización de
la sociedad turca, y en particular las demandas de que que el Islam sunita recupere la centralidad como criterio rector en la
vida social y en la acción política, son vistos
con recelo por la comunidad aleví. Ésta es
una de las razones principales de que sea el
grupo social de Turquía más fervientemente partidario del ingreso en la UE. La convergencia con los parámetros sociales y políticos vigentes en la UE se percibe como la
máxima garantía para el acomodo del alevismo, en igualdad de condiciones, dentro
de la sociedad turca.
Mateo Ballester
UN ISLAM EN LA ENCRUCIJADA
TURQUÍA, UN SIGLO EN LA ANTESALA DE EUROPA
del régimen en 1945, estas tendencias
reaparecieron, dentro del marco de los
partidos de oposición al régimen kemalista. Fue en los años sesenta cuando se planteó, bajo el influjo de los
Hermanos Musulmanes, la formación de
un partido abiertamente islamista, partidario de una mayor presencia de la religión en la vida pública y política, de
una “reislamización” de la vida política
y social que devolviese a Turquía su verdadera identidad a partir de la reconquista para el Islam del Estado y la sociedad. Con el paso de los años, dos factores habían de jugar en favor suyo. El
primero, la gran inestabilidad de los partidos y del propio sistema político, frente a los que el islamismo asume una función tribunicia de condena, unida a promesas de orden y asistencia a las capas
más desfavorecidas de la sociedad. En
segundo lugar, los profundos cambios
demográficos debidos a la emigración
rural, que lleva a los núcleos urbanos su
mentalidad tradicional.
Ascenso del islamismo
Pese a las sucesivas ilegalizaciones jurídicas de partidos y sociedades islamistas, y al control ejercido sobre éstas por el Consejo de Seguridad Nacional, órgano mediante el cual el ejército opera como auténtico guardián de la
laicidad de la república, el islamismo ha
ido aumentando su presencia pública y
política. Los años noventa han sido los
de la consolidación definitiva del islamismo como una opción real de gobierno. El aviso de las elecciones municipales de 1994, en las que el islamista
Partido de la Prosperidad (Refah Partisi) de Necmettin Erbakan venció en 24
de las 79 prefecturas, entre ellas las de
Estambul y Ankara, sería refrendado en
las legislativas de 1995, en las que este
partido obtuvo, con el 21 por 100 de los
votos, la mayoría relativa de los escaños. Tras una corta experiencia de gobierno en coalición del Refah Partisi,
entre 1996 y 1997, éste sería ilegalizado, y su líder Erbakan inhabilitado políticamente en 1998. Tras la ilegalización
en 2001 del Partido de la Virtud (Fazilet Partisi) que había tomado el testigo
islamista en la arena política, acusado
por la Corte Constitucional de ser un nido de fundamentalistas islámicos, el sector moderado del partido, liderado por
Recep Tayyip Erdogan, fundaría en ese
Kemal Ataturk, en un retrato de 1922,
rechazó como absurda la propuesta de
convertirse en un nuevo califa.
mismo año el Partido por la Justicia y el
Desarrollo (Adalet ve Kalkinma Partisi), que obtuvo en las elecciones legislativas de 2002, con el 34,3 por 100 de
los votos, la mayoría absoluta de los escaños parlamentarios. El techo de un
10z por 100 de apoyo popular, necesario para obtener representación parlamentaria, uno de cuyos fines era evitar el acceso de los islamistas al parlamento, ha tenido finalmente el paradójico efecto de propiciar el dominio hegemónico de un partido islamista en el
sistema político turco.
Aunque el islamismo turco en el poder se desvincula de los movimientos integristas que prosperan en otros países
del mundo islámico, y sin dejar de reconocer obvias y profundas diferencias
entre unos y otros –como la escasa vocación panislamista del nacionalista islamismo turco–, parece en cualquier caso que ambos fenómenos son resultado
en gran medida de una misma tendencia; del deseo por parte de las sociedades de distintos países sociológicamente musulmanes de redefinir su identidad
colectiva y la propia sociedad en torno
al eje central del Islam y los principios
normativos establecidos en sus textos sagrados. Aunque en Turquía la defensa
de la reinstauración íntegra de la sha-
ría no cuenta con un apoyo masivo, sí
existe una opinión extendida y creciente en favor de que el ordenamiento jurídico refleje en mayor grado los principios normativos del Islam.
La moderación de Erdogan ha sido en
ocasiones denunciada como una maniobra táctica, que ocultaría un islamismo de corte mucho más radical, cuya
verdadera cara habría quedado de manifiesto en determinadas decisiones políticas y en la retórica más sectaria que
habría desplegado en un pasado reciente. En 1988, Erdogan había sido
condenado a diez meses de prisión por
un discurso-poema en el que, comparando entre otras cosas los minaretes de
las mezquitas con bayonetas, alentaba
al progreso del Islam en Turquía en términos inequívocamente bélicos. El islamismo de Erdogan y de su partido se
ha caracterizado en cualquier caso por
la moderación a nivel de decisiones políticas, si bien no tanto a nivel sociológico, donde la proliferación del uso del
velo no es sino uno de los rasgos más
visibles de los intentos por reislamizar
la sociedad. No hay que ir a Konya o
a Erzerum; los barrios del viejo Estambul, fuera del circuito turístico, ya ofrecen un paisaje humano “kabulizado”, en
radical contraste con los modernos y occidentalizados distritos al otro lado del
Cuerno de Oro.
La cuerda, tensa
La sociedad turca actual, y la política del
propio partido de Erdogan, se encuentran en un cruce de caminos en el que
por un lado se desea llevar a cabo las
reformas que permitan la convergencia
con los parámetros políticos y sociales
vigentes en la Unión Europea, y por otro
se desea profundizar en la recuperación
para el Islam de la sociedad y la vida pública turcas. Un ilustrativo ejemplo de la
encrucijada en la que se encuentra el
Gobierno de Erdogan, europeísta e islamista a un tiempo, fue la pretensión
en 2004 de incluir en la reforma del Código Penal, dentro de los esfuerzos de
convergencia con los criterios de la
Unión Europea, penas de prisión por
adulterio, pretensión rápidamente retirada ante las quejas europeas e internas.
En lo sucesivo, se observará si no se estará tensando excesivamente la cuerda
en el contraste entre dos proyectos a la
larga incompatibles.
■
63
Los kurdos, a la espera de
ATAKURD
Los kurdos no fueron negados en Turquía hasta que el kemalismo adoptó, en
1936, la teoría “Un solo pueblo, un solo Estado, una sola lengua”. Aunque en los
dos últimos años, la situación de los 15 millones de kurdos ha mejorado, Manuel
Martorell sostiene que los principales cambios todavía están por llegar
N
o siempre Mustafá Kemal
Pachá Ataturk y el kemalismo, la ideología fundacional
de la actual Turquía, negaron la existencia del Kurdistán, de la cultura, de la lengua y del propio pueblo
kurdo. Tanto antes, como en los años
inmediatamente posteriores a la creación
de la República (1923), el propio Ataturk
y su principal colaborador, Ismet Inonu,
concibieron un país integrado por turcos y kurdos. Fue a partir de las grandes
revueltas del jeque Said en el sureste
(1925), del oficial Ihsan Nuri en Ararat
(1927-1930) y, sobre todo, de Sayid Reza en Dersim (1936), cuando el kemalismo adoptó el dogma “Un solo pueblo,
un solo Estado, una sola lengua”, que ha
pervivido hasta nuestros días, negando
la existencia del pueblo kurdo, del Kurdistán y de la lengua kurda.
La consecuencia práctica de este trilema, verdadero eje del sistema constitucional turco, es que todavía a comienzos
de los años noventa, el periódico turco
en lengua inglesa Daily News, considerado el más liberal y progresista de Turquía, seguía defendiendo que el idioma
kurdo en realidad era un dialecto turco
formado por antiquísimas expresiones
heredadas del dominio persa y árabe, y
muchas personas estaban convencidas
de que la palabra “kurdo” tenía su origen
en el ruido provocado por las botas al caMANUEL MARTORELL, periodista e historiador, es autor de Los Kurdos, historia de
una resistencia.
64
deberían mantener una actitud más
abierta y crítica hacia este tipo de problemas sociopolíticos. Tal vez el caso
más significativo sea el del sociólogo
turco Ismail Besikci, condenado, ante
una indiferencia generalizada en los ambientes académicos, a duras penas de
cárcel por sus tesis antropológicas intentando demostrar que la estructura social y señas de identidad de los kurdos
El parecido de la bandera kurda con las luces
eran distintas de las que caracterizaban
de tráfico hizo que algunos alcaldes turcos
al resto de la sociedad turca.
cambiaran la disposición de los semáforos.
Tras el golpe de Estado de 1980, el
minar sobre la nieve helada.
Consejo Nacional de Seguridad, controDesde el punto de vista penal, el sim- lado por el Ejército, decidió fomentar la
ple hecho de pedir escuelas y medios de construcción masiva de mezquitas y el incomunicación en kurdo, difundir can- tegrismo islámico para frenar el avance
ciones o utilizar este idioma indoeuropeo de los “comunistas separatistas” del Parpúblicamente suponía atentar contra la tido de los Trabajadores del Kurdistán
unidad del Estado y, por tanto, condenas (PKK). Incluso se armó y protegió al grude varios años de prisión. Lo mismo po- po terrorista Hezbolá turco, un verdadedía ocurrir si se exhibían juntos los - ro precedente de Al Qaeda, al que se rescolores rojo, verde y amarillo de la ban- ponsabiliza de unos 2.000 asesinatos,
dera kurda. Hubo, por poner solo dos además de los atentados que en el mes
grotescos ejemplos, equipos de fútbol de- de noviembre de 2003 dejaron 60 muertenidos por lucirlos en su vestimenta tos y 600 heridos en Estambul. Debido
deportiva y ayuntamientos que cambia- a un estado de emergencia implantado
ron las luces de los semáforos para que por primera vez en 1978, en las ciudades
no coincidieran los colores símbolo de kurdas el Ejército podía disparar con heseparatismo.
licópteros artillados y carros de combate contra manifestaciones, llegando a proAntropología peligrosa
vocar un centenar de muertos en un soLa negación del pueblo kurdo, que en lo día, sin que ningún tribunal pudiera
Turquía está compuesto por no menos exigir responsabilidad alguna a sus aude 15 millones de personas, estaba ex- tores; y con la misma impunidad se destendida por todos los segmentos de la truían sistemáticamente miles de pueblos
sociedad turca, incluso entre quienes, y cientos de miles de personas quedaron
procediendo del ámbito universitario, convertidas en refugiados dentro de su
TURQUÍA, UN SIGLO EN LA ANTESALA DE EUROPA
propio país. En 1994, la diputada Leyla
Zana fue procesada por terrorismo y separatismo, juzgada y condenada a quince años de prisión junto a sus compañeros del DEP (Partido de la Democracia), organización que sería ilegalizada
por el mismo motivo.
Un año después, coincidiendo con la
firma del tratado de Unión Aduanera
con la Unión Europea y la concesión del
Premio Sajarov de Derechos Humanos
a Leyla Zana por el Parlamento de Estrasburgo, el Gobierno turco iniciaba un
lento camino de rectificación en su política kurda, que aceleraría al iniciar las
conversaciones para lograr la adhesión
de este país al club europeo.
La realidad es que, en sólo dos años,
el dogma kemalista se ha desplomado
como un castillo de naipes y que bajo
el Gobierno presidido por el islamista
moderado Tayyip Erdogan se han promovido más cambios relacionados con
el problema kurdo que en los dos gobiernos anteriores. Además de abolir la
pena de muerte, fue levantado el estado de emergencia en todas las provincias kurdas y de las carreteras han ido
desapareciendo los atosigantes controles militares que hacían del menor de
los recorridos el peor de los viacrucis.
Hoy, la cárcel ya no es el castigo que
esperan quienes ondean la bandera kurda o utilizan la palabra “maldita” de
Kurdistán; cientos de miles de personas
pueden asistir, sin ser molestados, a recitales donde intervienen conocidos cantautores, como Ibrahim Tatlises –el Serrat
de Turquía– o Ciwan Haco, que acaba de
poner fin a veintitrés años de exilio. El
gobernador de Urfa, por su parte, ha asegurado a Sivan Perwer, el más famoso de
los cantantes kurdos, que será bien recibido en su tierra si abandona su refugio
en París y vuelve a esta provincia fronteriza con Siria, de la que es originario.
y Selim Sadak. Ese mismo día se anunciaba el comienzo de las emisiones en
kurdo en la radio y la televisión públicas.
Solamente eran treinta minutos a la semana y bajo estricto control del Gobierno, pero esta medida rompía un tabú que
ha pervivido durante setenta años. Algo
parecido se puede decir de las academias
para enseñar el idioma kurdo: estos centros no cuentan con ningún apoyo estatal, son privados, tienen prohibido impartir las clases a menores de 12 años y
los cursos no pueden durar más de tres
meses, pero su mera existencia supone
un cambio cualitativo impensable hace
un lustro. Cumpliendo los llamados requisitos de Copenhague, se ha permitido la libre circulación del periódico en
kurdo Welat, el Gobierno ha declarado la “tolerancia cero” a la tortura y ofrece cantidades económicas a las familias
expulsadas de los pueblos arrasados durante los años noventa, en compensación
por sus pérdidas.
Pero no todo es de color rosa. El 13
de diciembre de 2004, a sólo tres días
de que Bruselas aprobara la apertura formal de negociaciones para la adhesión,
Diyarbakir, capital
Quien ya ha regresado de Suecia es Mehdi Zana, marido de Leyla Zana y ex alcalde de Diyarbakir, una ciudad que con
más de un millón de habitantes es considerada la capital del Kurdistán turco.
Mehdi Zana tomó esta decisión cuando
el Gobierno turco, cumpliendo las condiciones mínimas de la UE para iniciar las
negociaciones, puso en libertad el 9 de
junio de 2004 a Leyla, junto a sus camaradas del DEP Hatip Dicle, Orhan Dogan
Solicitantes kurdos de asilo, procedentes de Turquía, descansan bajo una imagen religiosa en
una iglesia de Bruselas, en una fotografía tomada en abril pasado.
65
Recordando el drama kurdo
N
azanín Amirian, escritora iraní afincada en Barcelona, ha puesto en las
librerías una nueva obra sobre el problema
kurdo –Los kurdos. Kurdistán: el país inexistente–. Se trata de una publicación oportuna, debido al protagonismo sin precedentes
de este pueblo en la actual coyuntura internacional, ya que apenas existe bibliografía
en castellano sobre este tema.
El trabajo, bien documentado y con
abundantes referencias de Internet, recoge
las historia del pueblo kurdo hasta la posguerra iraquí, realizando aportaciones de interés en materias como la religión, el galardonado cine kurdo, los kurdos en Armenia o el papel de la mujer. Hay, sin embargo, lagunas o inexactitudes relevantes en
asuntos de primer orden. Uno de ellos es
considerar que la Constitución “provisional” de Irak reconoce la autonomía cuando,
en realidad, consagra por primera vez en
el eurodiputado Camiel Eurlings, encargado de informar de los avances conseguidos por Ankara, declaraba que todavía “quedaba mucho por hacer”. Coincidiendo con esta histórica decisión de
la Unión Europea, la Asociación de Derechos Humanos de Turquía (IHD) insistía en que la tortura seguía siendo sistemática, y como ejemplo colocaba la
reciente ejecución extrajudicial de un niño de 12 años y de su padre en la localidad de Kiziltepe, al parecer, para escarmentar a quienes, como este camionero, se habían decidido a tramitar las
la historia iraquí el federalismo; afirma que
EE. UU. expulsó a los kurdos de Kirkuk,
cuando ha ocurrido lo contrario; no se recogen los indudables avances registrados en
Turquía o se da excesivo carácter tribal y nómada a la sociedad kurda, cuando estos fenómenos están en franco retroceso en todo
el Kurdistán.
compensaciones prometidas por el Gobierno por la destrucción de su casa.
Además de acabar realmente con la tortura, otro cambio ineludible es abolir la
exigencia de la actual Ley Electoral de
que para conseguir escaños parlamentarios se debe lograr el 10 por 100 de
los votos en todo el Estado, algo que,
en la práctica, supone la prohibición de
acceder a la Asamblea Nacional para los
partidos defensores de los derechos
kurdos. Mantener este requisito, inadmisible en una democracia occidental,
impediría a un partido kurdo tener diputados durante décadas y, en todo caso, solamente los tendría garantizados
dentro de cuarenta años, cuando, como se prevé, los kurdos supongan, debido a sus elevados índices de natalidad, casi la mitad de la población total.
La parte negativa es la propia edición, seguramente precipitada, que, debido a la
gran cantidad de errores, no ha contado con
la inexcusable labor de correctores o especialistas. La lista es larga; como botón de
muestra: Halabja, uno de los nombres más
conocidos; aparece escrito de cuatro formas
distintas; la ciudad de Suleimaniya tiene
tres acepciones y los apellidos de los principales dirigentes se escriben, indistintamente, de una forma u otra; pero el caso más
sorprendente, ya que la autora es iraní, es
que al histórico líder kurdo de Irán se le
llame Semitghu, cuando en todos los idiomas recibe el nombre de Simko.
MANUEL MARTORELL
AMIRIAN, N.
Los kurdos. Kurdistán: el país inexistente
Barcelona, Flor del viento, 2005,
311 páginas, 25 €
federación kurda en el vecino Irak provoque una ola de xenofobia antikurda
evidencian que los principales cambios
están aún por llegar en Turquía.
Como ya ha planteado en tres ocasiones el Parlamento de Estrasburgo
–sesiones de abril y junio de 2003 y de
diciembre de 2004–, la reforma política debe ser profunda y tiene que replantear los principios fundacionales del
kemalismo, inspiradores de la actual
Constitución. Solamente falta que, al estilo de Ataturk hace ochenta años, surja la figura que “coja el toro por los
cuernos” y reinstaure una república que,
abandonando el actual modelo unitario,
adecúe el sistema político a la realidad
cultural del país. A la espera de ese Atakurd, los cambios de Turquía siempre
se quedarán a las puertas de la Unión
Europea.
■
Prohibición y eufemismo
Abdullah Ocalan, el líder del nacionalismo
kurdo armado, fue detenido en 1999 y
llevado a Turquía, donde sigue en prisión.
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La prohibición constitucional de que
exista un partido que se llame Nacionalista Kurdo, como existe en España
el Vasco o en el Reino Unido el Escocés, y que las formaciones políticas prokurdas deban disfrazarse con eufemismos, como el actual Partido de la Democracia del Pueblo, el que plantear la
autonomía se identifique con la división
del país o que la implantación de una
PARA SABER MÁS
BALTA, P., El euromediterráneo. Desafíos y
propuestas, Madrid, Ediciones de Oriente y
del Mediterráneo, 2005.
KINROSS, P., Ataturk. El resurgir de una nación,
Barcelona, Grijalbo, 1974.
LEWIS, B., El lenguaje político del Islam, Madrid,
Taurus, 2004.
MARTORELL, M., Los kurdos, historia de una resistencia, Madrid, Espasa, 1991.
TOKATLIOGLU, L., Introducción a la historia del Imperio Otomano, Córdoba, Daly, 1999.

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