Estudio preliminar

Transcripción

Estudio preliminar
José L. Terrón Ponce
LA TOMA DE MENORCA
(1781-1782)
EN LOS
ESCRITOS AUTOBIOGRÁFICOS Y EPISTOLARIO
DEL DUQUE DE CRILLON
1997
Indice
Estudio preliminar ......................................................................................................I
Las cartas del duque........................................................................................... II
Las memoires ..................................................................................................... II
La campaña de Menorca ................................................................................... III
¿Quién era Crillon?........................................................................................... IV
Francia y Menorca. la intervención francesa en la campaña de 1782 ............ XV
Cábalas y cabalistas ......................................................................................XXV
Las relaciones entre Crillon y el conde de Floridablanca............................XLIV
Los intentos de soborno del general Murray ...................................................LV
Epistolario ................................................................................................................... 1
Memorias................................................................................................................... 85
Notas biográficas .................................................................................................... 103
III
Estudio preliminar
E
ste trabajo consiste en la traducción y transcripción de cuarenta y una cartas del duque de Crillon, de su puño y letra, escritas la mayoría en francés y dirigidas a distintos personajes de la época, fundamentalmente al que fue su superior jerárquico José Moñino, conde de
Floridablanca y Secretario de Estado de Carlos III y parte de sus memorias (la correspondiente a la campaña de Menorca1).
Creemos que este corpus documental resulta decisivo para entender, tanto las claves políticas del suceso como los acontecimientos
militares que lo rodearon. Sobre todo en lo relativo a detalles que se conocían hasta ahora sólo de pasada, como la intervención de los menorquines en la operación, la actuación de los franceses en la misma y el intento (o intentos) de comprar al general Murray.
Además, el análisis de estas cartas nos va a permitir ahondar,
en la personalidad, tanto de quien las escribe como de quien las recibe, si tenemos en cuenta que la mayoría de ellas Crillon las dirige a su superior jerárquico, el conde de Floridablanca, de quien hemos podido consultar, también, las respuestas.
Las memorias, por su parte, son eso: memorias, que es tanto como decir autobombo justificativo, que sin embargo ofrecen el interés de poder
ser comparadas con las cartas y comprobar muchas veces su grado de objetividad, que en este caso es bastante alto, si tenemos en cuenta que en
esta parte de las mismas (la que se refiere a la toma de Menorca), Crillon nos relata un éxito, que siempre resulta más objetivable que un fracaso.
Otra cosa sería si hubiésemos de analizar las correspondientes al sitio de Gibraltar (donde el duque fracasó, pero en esta ocasión no es el caso.
Veamos a continuación, pues, en matiz, algunas cuestiones relativas al corpus documental que forma la segunda parte de este trabajo, el cual
incluye a su vez en su tercera, un apéndice biográfico de muchos personajes que intervinieron, directa o indirectamente, en la toma de Menorca,
1
Las memorias de Crillon abarcan mucho más que la campaña de Menorca. Comienzan en la juventud del du que, cuando ingresó en la Guardia Real en 1731, concretamente en la Compañía de Mosqueteros del Regimiento de Infantería del Rey. Dichas memorias relatan sus andanzas en las guerras de Italia de los años Cuarenta del XVIII y concluyen con las campañas de
Menorca y de Gibraltar.
Vid. CRILLON, duc de. Memoires militaires, París, M. Dupont, 1791.
la mayoría de los cuales aparecen citados en la correspondencia del duque o en su autobiografía.2
Las cartas del duque
La correspondencia del duque de Crillon a la que hemos tenido acceso tiene la ventaja sobre las memorias de su inmediatez y (relativa) espontaneidad. Son escritos de acción en los que no se piensa en el momento en que se escriben que algún día serán juzgados para la Historia, allí
se vierten frases relacionadas con la necesidad y en las que se habla todo lo claro que permiten las circunstancias, en un diálogo entre mandatarios para resolver con prontitud los problemas que van surgiendo. En ellas también, por su urgencia, quedan puestas de manifiesto mucho más
evidentemente los sentimientos del personaje ante acontecimientos que de momento le desbordan, le impresionan, indignan o alegran.
Por el contrario, las memorias fueron escritas muchos años después de los hechos y aparte de su carácter justificativo ya citado, suponen una
bien meditada actitud y una consciencia de que serán leídas por un numeroso público, que las va a juzgar. Todo ello les hace perder espontaneidad y las convierten en argumentos históricos de segundo orden.
En cualquier caso, unas o otras, cartas y memorias, nos servirán aquí para comparar un mismo hecho y juzgarlo desde dos ángulos, la inmediatez y la reflexión contenidas en la misma fuente: su autor.
Tanto las memorias como la inmensa mayoría de las cartas están escritas en francés. Para la traducción hemos tenido que vencer algunas dificultades, unas idiomáticas (el duque escribe en dialecto aviñones y utiliza algunas variantes verbales extrañas al francés clásico) y otras —sobre
todo— relacionadas con el estilo farragoso del duque, que en su énfasis por contarlo todo de golpe se aturulla y no sigue ningún orden en el relato, que contiene numerosos avances y retrocesos y largos, larguísimos, incisos entre paréntesis. En este sentido y con el fin de facilitar al lector la
comprensión de lo que el duque quiere decir, hemos procurado poner orden en las ideas contenidas en el texto saliendonos un poco del propio del
autor, aunque procurando respetar la idea original que quiere manifestar. Hemos cambiado el orden de las frases; no su contenido.
Las memoires
2
Los personajes citados en el corpus documental a los que se les ha colocado un asterisco (*) aparecen biografiados en el apéndice.
V
El relato de las memorias del duque, abarca toda su vida militar, desde que en 1731 entró en la Guardia Real de Luis XV, continuando con las
campañas de Italia en los años Cuarenta del siglo XVIII, después viene la campaña de Portugal en 1762, finalizando con las campañas de Menorca y Gibraltar entre 1781 y 1783.
Como en general ocurre en estos relatos autobiográficos, se trata de justificar su conducta sobre todo en los pasajes que corresponden al ejercicio de alta responsabilidad, que sería el caso de las dos últimas campañas.
Respecto a la edición de las Memoires Ramón de Delás llama la atención sobre una cuestión interesante, dice este autor al respecto:
“Una circunstancia nos llamó poderosamente la atención: el pie de imprenta. Mejor dicho, la personalidad del impresor y su interés en dejar constancia de su representación popular.
El citado Dupont, propietario de la imprenta editora, declaraba ser el Diputado por Nemours en la Asamblea Constituyente en 1791. Es decir: en plena revolución, poco antes de
que cayera la cabeza de Luis XVI en el saco de la guillotina ¿Cómo se explica que en aquel clima de odio hacia la nobleza y jerarquías aristocráticas, el señor Dupont —mejor dicho—
el ciudadano Dupont, miembro orondo de la Asamblea revolucionaria, ya que propalaba innecesariamente su título representativo, editara con tanta pulcritud y lujo, sinónimo de
homenaje, los hechos realizados por personajes de tan opuesta ideología?3
Existen varios motivos que explican esta circunstancia. Monsieur Dupont no debía ser tan revolucionario como lo pinta Delás. Siendo como
era diputado por Nemours en el departamento de Seine-et-Marne, por tanto diputado provinciano, es probable que fuera miembro de la Gironde,
grupo conservador en la Asamblea Constituyente, partidario de una monarchie tempérée, en el que, además, militaban muchos aristócratas entre
ellos el propio hijo segundo del duque de Crillon, que luego pasó a formar parte del grupo más radical de los jacobinos. Por tanto no es extraño
que en 1791, precisamente el año de la promulgación de la primera Constitución Francesa (que les salió monárquica y conservadora) se publicaran dichas memorias. Luego, poco tiempo después, el conflicto devoró a sus propios hijos y ello no hubiera sido ya posible, hasta que el reflujo
de la propia Revolución puso las cosas en su sitio (por decirlo de alguna forma).
Hay otra cuestión que queremos señalar sobre la edición de las Memoires. Teniendo en cuenta que en la fecha en que se publicaron Crillon se
encontraba en España (era en esos momentos Capitán General de Valencia y Murcia), parece ser que se encargó de la misma su hermano el famoso abate Crillon.* Al menos esto es lo que asegura Barbier.4
La campaña de Menorca.
3
Vid. DELÁS, Ramón de. las historias de “The Golden Farm”, Palma de Mallorca, 1963, pag. 193.
BARBIER, M. Dictionaire des ouvrages anonymes et pseudonymes composés, traduits ou publiqués en français et en latin. avec les noms des auteurs, traducteurs et editeurs, acompagné
de notes historiques et critiques. París, Chez Barrois L, Aine, 1823. 3 vols. vol. II
4
Corría el año de 1781 y España, aliada con Francia, libraba por aquellas fechas singular contienda bélica con la Gran Bretaña, en apoyo de la
sublevación de las colonias americanas.
Pero el ámbito esencialmente americano de aquella contienda no fue obstáculo para que el conde de Floridablanca, Secretario de Estado de
Carlos III; decidiera revisar la situación mediterránea, tratando de recuperar militarmente los territorios irredentos en aquella zona,desde el tratado de Utrecht-Radstatt de 1713: Gibraltar y Menorca.
En ambos casos, el conde eligió para el mando de las sendas expediciones que se formaron a un general francés al servicio de España: el duque de Crillon. La primera —la de Menorca— la concluyó con éxito; la segunda —la de Gibraltar— fue un fracaso rotundo y aun sangriento,
que se volvió contra el general y el ministro. Crillon ya había recibido críticas desde que se le encomendó la primera misión, sobre todo por su
condición de extranjero, de parte de los elementos más xenófobos de la Corte ( lo que Teófanes Egido denomina el Partido Español5).
Estas críticas no fueron suficientes, sin embargo, para que Floridablanca dejase de apostar por el duque. En primer lugar por su experiencia
militar en numerosas campañas durante las Guerras de Italia, muy superior a la de los generales españoles de la época y, en segundo, por su condición de advenedizo que le hacía más manejable a sus designios, si tenemos en cuenta que Moñino se llevaba muy mal con los militares y particularmente con los marinos. Además estaba el Rey, que prestaba un apoyo a Crillon a veces excesivo, que hace sospechar alguna razón oculta,
que quedará puesta en evidencia parcialmente en alguna carta de las aquí reproducidas, en la que el duque francés insinua levemente algún
parentesco (posiblemente bastardo) con la Casa de Borbon.
¿Quien era Crillon?
Louis Berton de los Balbo de Quiers, Fabri de Moncault Zaporta y Auberdee, segundo duque de Crillon, era un teniente general prototípico de su
época y que en 1781 tenía sesenta y cuatro años.
Crillon era de nacionalidad francesa, sin embargo, el tronco principal de su familia, los Balbo, procedía de Italia, concretamente de la ciudad de
Quiers en el Piamonte. Él había nacido, en 1717, en el condado de Avignon, donde sus antepasados se establecieron en 1456. En esa época, Avignon
era territorio papal y continuó siéndolo hasta que fue anexionado por Francia en tiempos de la Revolución (1791).
5
Vid. EGIDO, Teófanes. Opinión pública y oposición al poder en la España del siglo XVIII. Valladolid, Universidad de Valladolid, 1971.
VII
También el ducado de Crillon era de concesión pontificia y había sido otorgado en 1725 a su padre, François Félix de los Balbo, hasta entonces
marqués de Crillon, y casado con la italiana María Teresa Fabri de Moncault6. Quiere esto decir, que el ducado de Crillon no era título francés y por
tanto no llevaba anejo el de Par de Francia. Era un ducado menor.
El duque tenía un antepasado del siglo XVI, Louis Berton de los Balbo de Quiers de Crillon, a quien los franceses denominaron Crillon le brave y
que pertenecía al bando católico del duque de Guisa en la guerra contra los hugonotes. Después fue consejero de Enrique III y del primer Borbon francés, Enrique IV. Este personaje combatió también como caballero de Malta en la batalla de Lepanto a las órdenes de Don Juan de Austria y fue el encargado de llevar la noticia de la victoria de las armas católicas al papa Pío V, quien, como premio, le concedió el derecho hereditario de poseer una
capilla en Avignon, que gozaría de los mismos privilegios que la del Pontífice en dicha ciudad.
Volviendo a nuestro duque, éste había enviudado de su primera esposa Françoise Isabelle Convay, de la que había tenido dos hijos (LouisAlexandre y François Félix, marqués y conde de Crillon, respectivamente). A los 53 años casó morganáticamente en segundas nupcias con la peruana
Anastasia Espinosa en 1770, de la que tuvo a su vez otros dos hijos (Louis-Antoine y Virginia)7.
Probablemente, este enlace con una española indiana debió influir para que se le abrieran las puertas de nuestro país cuando, tras participar en la
guerra de Portugal, con el cuerpo expedicionario francés que intervino en la campaña al lado del Ejército Español en 1762, decidió ofrecerse al servicio de Carlos III.
Él, además, ante la polvareda xenófoba que levantó su nombramiento de general en jefe de la expedición contra Mahón, se jactaba de ser un vrai
espagnol, porque —decía— que su abuela paterna, Francisca Zaporta, era de Zaragoza y que su familia descendía de Cornelio Balbo, patricio romano
nacido en Cádiz, que tras emigrar a Roma capital el año 40 a.C., tuvo una destacada participación en la milicia y en la política en tiempos de Cesar. De
todas formas esto —lo de remontar el origen de su apellido a la antigua Roma— no dejaba de ser una de esas paparruchadas típicas de su carácter.
Es cierto que existió una familia Balbo en la antigua Roma y además originaria de Cádiz, y también que uno de sus miembros, Cornelio Balbo,
acompañó a Julio César en la guerra de las Galias y fue el primer cónsul provincial que tuvo Roma en lo que luego sería Francia, lo que le venía muy
bien a Crillon para enlazar su apellido con los dos países y utilizarlo como mejor le pareciese.
Respecto a la trayectoria profesional de Crillon como soldado, sabemos que ingresó en el Ejército Francés como cadete en la Compañía Gris de
Mosqueteros del Regimiento de Infantería del Rey en 1731, del que ya era teniente en 17338
Luego, con ocasión de la Guerra de Sucesión al Trono de Austria, pasó al ejército de Italia a las órdenes del mariscal de Villars y participó en el
sitio de Pizzighitone y en la batalla de Parma. En 1742 es nombrado coronel del regimiento de Bretaña (coronelía que conservará y heredará su hijo) y
combatió a las órdenes del duque de Harcourt.
Desde su llegada al frente italiano hasta 1748 participó en numerosas acciones:
6
7
8
Datos biográficos obtenidos del expediente de concesión al duque de Crillon de la Gran Cruz de la Orden de Carlos III en 1780. A.H.N. Estado, Orden de Carlos III, expediente nº 83.
Vid. Duque de Crillon, expediente matrimonial. Año 1770. Archivo General Militar (Segovia) legajo C-3810.
CRILLON, Memoires y VOLTAIRE. Le siècle de Louis XIV et XV, en Ouvres completes, t. II, París 1867.
-Acción de Landaw-sur-l'Iser.
-Acción de Braunau.
-Acción de Ratisbonne a las órdenes del mariscal de Saxe.
-Acción de Isle de Reinac con el mariscal de Coligny.
-Acción de Mesle.
-Acción de Veissenfelds.
-Ataque de los Abbatis.
-Ataque del castillo de Hilsperberg.
-Ataque del puesto de Quatre-vents.
-Batalla de Rocoux.
-Batalla de Fontenoy.
-Batalla de Rosback.
-Batalla de Lutzelberg.
-Paso del Vesser por Bilefeld.
-Sitio de Ostende al mando del mariscal de Lowendal.
-Sitio de Friburgo-Sitio de Nieuport.
-Sitio de Mons con el principe de Conti.
-Sitio de Namur.
-Toma de Lippstadt.
-Toma del castillo de Hoensburg.
Después de estas campañas, se le concedió el gobierno de Picardía, Artois y Boulonnais. Más tarde solicitó al duque de Choisseul, secretario de
Estado de Luis XVI, un ascenso y éste se lo negó. Crillon dice en sus memorias que esta negativa provenía la inquina que le tenía la favorita del Rey,
Madame Pompadour. Aunque pensamos que esta oposición, además de las connotaciones políticas que pudiera tener, estaba también relacionada con
las drásticas reducciones de los cuadros del Ejército que realizó aquel ministro en el contexto de sus reformas militares. Además el duque había presentado también un proyecto de invasión de Inglaterra con unas lanchas de su invención, que fue rechazado y le enemistó con sus superiores.
Más adelante en 1762, pasó a España a la campaña de Portugal, para lo cual solicitó permiso a su Corte, pidiendo al mismo tiempo, que se le mantuviera la plaza de gobernador de Picardía, petición que fue denegada, nombrándose a Monsieur de Beauvau, un general más moderno que él.
Las condiciones por las que se le permitía pasar a España se las detalló el ministro Choisseul en una carta:
IX
"Tengo el placer de comunicaros, Señor, que el Rey os ha concedido 24.000 libras de gratificación para incorporaros a vuestro destino. Su Majestad os conserva vuestra antigüedad y
rango entre los tenientes generales y se reserva el derecho de llamaros a su servicio las veces que lo crea útil, o en caso de que vos lo deseéis."9
Ferrer del Río añade, que otro de los desaires que le hizo el ministro francés a Crillon fue negarle el mando de las tropas francesas que participaron
en dicha campaña10.
Después de su participación en Portugal en calidad de aliado, el duque decidió quedarse en España al servicio de Carlos III. Su petición fue aceptada y se le nombró comandante del Campo de Gibraltar. Un viajero francés anónimo comentaba que este nombramiento se le concedió a un francés
porque al gobierno le salía más barato dárselo a un extranjero que a un general español, aunque éste fuera más moderno.11
Sabemos también que fue comisionado por el gobierno para agasajar al futuro emperador de Austria José II cuando de visita por España con el
título de conde de Falkenstein. Crillon le acompañó a Fuenterrabía y mandó unas operaciones militares en su presencia.12 Es evidente que esta comisión le grangeó una amistad muy conveniente.
Entretanto, en 1765, fue destituído de Comandante del Campo de Gibraltar por haber propuesto una invasión de la Roca sin previa declaración de
guerra, al comprobar como una tormenta había arruinado la cortina de la muralla en la parte del puerto. Aquí puede comprobarse como actuaba a veces
el duque: de manera impetuosa e incontrolada. Lo que algunos de sus contemporáneos llamaban, no sin cierta ironía, un coup d´audace à la Crillon.13
Después, por alguna poderosa razón que no conocemos, obtuvo en 1776 la concesión de cuatro millas cuadradas de tierra en Puerto Rico. El embajador austriaco Giusti, informó a su Corte de la noticia en 10 de junio de 1776, asegurando que estas concesiones eran raras y difíciles a los extranjeros, e interpretándolo como un acercamiento de España a Francia.14
Por su parte Martinez de Campos considera el favoritismo con los extranjeros un fenómeno endémico de la Corona Española :
"La mayoría de los grandes personajes que vinieron a auxiliar a nuestros reyes pidieron con largueza, sin que nada se les negara; e incluyo en lista (...) al duque de Crillon."15
9
CRILLON, Memoires, pag. 240. Original en francés, la traducción es nuestra.
FERRER DEL RÍO, Antonio. Historia del reinado de Carlos III en España. Madrid, Matute y cia. 1856, 5 vols. III-348.
11
Vid. GARCÍA MERCADAL J., Viajes de extranjeros por España y Portugal, Madrid, Aguilar, 1962 3 vols, vol III, siglo XVIII, pag. 538.
12
CRILLON, Memoires, pag. 309.
13
Expresión citada en Conseil de guerre prive sul l´evenement de Gibraltar en 1782 pour servir d´exercice sur l´art des sieges, 1785, pag. 127.
14
Vid. VELAZQUEZ, María del Carmen. La España de Carlos III de 1764 a 1776 según los embajadores austriacos. México, Universidad Nacional Autónoma, 1963, pag. 143.
Muchos años después Crillon intentará explotarlas a base de mano de obra esclava, introduciendo negros en sus propiedades. A este respecto vid. TERRÓN PONCE, José L. “Crillon señor
de negros” Diario “Menorca” 28/08/87.
15
Vid. MARTÍNEZ DE CAMPOS, Carlos. España bélica, vol. II, El Siglo XVIII. Claroscuros de la disgregación. Madrid, Aguilar, 1965, pag. 274-75.
10
En este mismo contexto generoso de la Corte de Madrid, Crillon recibió en 1780 la Gran Cruz de la Orden de Carlos III. Sus padrinos fueron: el
conde de Bournonville (a pesar de su fama de xenófobo), el de Ricla y los duque de Osuna, de Almodóvar y sobre todo el influyente duque de Losada,
el Sumiller de Corps de Carlos III al que, parece ser, le unía gran amistad.
De todas formas, aunque desconocemos los motivos de esta privanza, sospechamos que algo tenía que ver la sangre. No descartamos que Carlos
III y Crillon fuera primos lejanos, por las razones que aducimos a continuación. No referimos a lo que Crillon denomina en alguna ocasión la dette
historique de la maison de Bourbon avec ma famille. Así se lo cuenta una vez al conde de Floridablanca, cuando le habla de la alianza de sangre de su
casa con la de Borbon.16
Esta consanguinidad a la que alude el duque ¿no será alguna bastardía relacionada con su antepasado Crillon le Brave y algún miembro de la familia Borbon? Si no lo es, al menos tiene todas las trazas de ello y explicaría un poco más el contenido de la deuda que Crillon reclama aquí a los Borbones para con su familia y de paso la magnanimidad de Carlos III hacia su persona.
Otra prueba de su consanguinidad nos la ofrece Barbier cuando en el comentario a la edición de las Memoires le cita como Louis de BourbonBerton des Balbs de Quiers17. La fuente nos parece fidedigna si tenemos en cuenta la autoridad de quien la cita. En efecto: M. Barbier, escribió su diccionario de obras anónimas o seudónimas , después de haber sido administrador de las bibliotecas particulares del Rey y bibliotecario del Consejo de
Estado, además de Caballero de la Legión de Honor. Debía saber mucho de cotilleos palaciegos y demás cuestiones poco accesibles al gran público.
Es por todo ello que ahora, en pleno Pacto de Familia, Crillon tratará de conseguir un ducado en España (que incluía la Grandeza, y desde Felipe V
era equiparable a los Pares de Francia). Recordemos que su ducado, de concesión papal, era considerado menor en la época. Por eso quería ser elevado
al primer rango de la nobleza.
Creemos que aquí, en esta presunta dette dinastique, es donde está la clave de tanto favoritismo. Carlos III, consciente de las deudas de su Casa
como último depositario de la herencia de la misma junto a su primo Luis XVI, con esa escrupulosidad patológica que le caracterizaba y cuyo cuadro,
casi clínico, nos presenta Fernán-Nuñez con ese tono tan característico de ñoñería nobiliaria,18 sintió en conciencia que debía pagarla y la pagó con
creces a cambio, desde luego, de ciertos y señalados servicios.
Es más: las relaciones entre Crillon y el Rey hay que entenderlas siempre al nobiliario modo. Es la relación de fidelidad señorial entre casas nobles
al margen de los Estados y las fronteras territoriales. Tiene esta relación, una impronta de residuo feudalizante.
16
Vid. carta nº en la pag.
BARBIER, opus cit. vol II
18
No podemos menos que acordarnos aquí del tono pusilánime utilizado por Fernán-Nuñez al contar con arrobo, las calidades y vida interior del Rey Carlos, en su biografía, Vid. FERNÁNNUÑEZ , conde de. Vida de Carlos III. Madrid, Fernando Fe, 1898, 2 vols. II-39-60.
17
XI
"En todos los casos yo serviré con seguridad al Rey en Crillon y es justo que el me trate en Roi, y Rey de la augusta sangre de Borbon al servicio de la cual siempre ha estado la mía.19
O sea: De le Roi a Crillon o mejor si cabe de Borbon a Crillon y viceversa, trato directo, político, nobiliario, de colaboración como siempre fue, de
generación en generación, desde que su antepasado Crillon le Brave prestara grandes servicios a lo Borbones, (y a lo mejor también su sangre) y que
sin embargo no había sido recompensados (o reconocidos) con un ducado en los dominios de dicha Casa Reinante a pesar de ello. Deuda que ahora
Crillon reclamará a Carlos III, que debía ser muy sensible a las cuestiones dinásticas de su Casa, tal como había sido educado.
El Rey, por tanto, que además era bastante maniático y de ideas fijas, debió sentir la necesidad de compensar la injusticia histórica reclamada por
Crillon (de quien, a lo mejor, era primo lejano) y, al margen de las concesiones que ya le había hecho, añadió también la Grandeza de 1ª Clase y el
Toisón.
Precisamente el propio Crillon nos cuenta en sus memorias como el rey le recibió a su vuelta de la campaña de Menorca acompañado del Príncipe
de Asturias. Entonces Carlos III dirigiéndose a su hijo le dijo, significativamente:
"Le hemos hecho Grande, se lo debemos"20
La concesión del ducado de Mahón a Crillon levantó una polvareda. Desde el punto de vista de los españoles xenófobos, se trataba de concesiones
inaceptables por haberse hecho a un extranjero, pero para el Rey, ésta no era una cuestión nacional sino dinástica.
Volviendo al relato de su vida, a Crillon le perdemos la pista unos años hasta que en 1781 salte a la palestra de nuevo con su nombramiento para la
expedición a Menorca.
Después de este currículum y sobre todo si lo comparamos con el de la mayoría de los generales españoles del momento, no nos extraña que fuera
elegido. Los que quedaban por entonces de las campañas de Italia estaban ya muy viejos y los demás podían ser más o menos inteligentes, pero les
faltaba experiencia y aun teoría, después de no haber intervenido en una guerra prolongada desde hacía 40 años, si exceptuamos los estrepitosos fracasos de Portugal (1762) y Argel (1775). Por otra parte la dedicación ambigua y escasamente exclusiva a la milicia de las altas jerarquías militares, tampoco fomentaba su eficacia.
De ello se quejará Crillon a Floridablanca durante el asedio de Mahón. Fundamentalmente de los ingenieros militares sobre los cuales parecía tener
una especial inquina, como veremos repetidamente:en sus cartas:
19
20
Carta de Crillon a Floridablanca. 4/6/81. A.H.N. Estado, legajo nº 4230. Carta nº 5.
CRILLON, Memoires pag. 334.
"No puedo ocultaros que aunque los ingenieros que hay en Madrid, empezando por mi compañero Monsieur Abarca21 son de gran mérito, las circunstancias de una paz de 35 años les han
mantenido inactivos e imposibilitados, por tanto, de aprender lo que sólo la experiencia puede dar, y la que ellos probaron no poseer en el sitio de Almeida, donde yo llegué al final, aunque a
tiempo de comprobar que cada medida que tomaban era una nueva burrada"22
La opinión de sus contemporáneos no estaba tampoco muy alejada de la nuestra al respecto. Un viajero anónimo opinaba en 1765, que los únicos
generales que valían algo la pena en España por aquellas fechas, eran Crillon y Ceballos. En 1781 este último llevaba ya tres años muerto23, así que la
elección del primero parecía cosa evidente24
Pero esta elección no fue tan simple como pudiera parecer a primera vista. En ella contaron también otros factores. El duque tenía buenas amistades, tanto dentro como fuera de España. Ya hemos citado la del duque de Losada, con el cual se escribía desde Mahón, como el mismo cuenta en una
carta a Floridablanca25
También en su correspondencia insinuaba tener relaciones con Almérico Pini, el influyente ayuda de cámara del Rey y con el príncipe de Masserano, de quien el duque aseguraba ser amigo de todos sus parientes desde su más tierna infancia.
Tampoco parece desdeñable la amistad de nuestro duque con el financiero Manuel Marco Zemboraín. Marco era natural de Sangüesa en el valle del
Baztan y su familia procedía del lugar de Moriones. De joven emigró a Méjico, donde se dedicó al comercio, lo que entonces se denominaba almacenero de gruesso (o sea: comerciante al por mayor). Allí, hizo un buen casamiento con Josefa Antonia Valmont de Taboada, hija de otro rico comerciante de la ciudad, que además era alcalde de Méjico. Este personaje parece de origen francés por su apellido. Quizás aquí esté la clave de la relación
de Marco con Crillon, quien a juzgar por las expresiones de algunas de sus cartas, parece tener mayores lazos de amistad con la esposa del financiero,
que con él mismo.
Marco, que era además capitán de milicias provinciales, sucedió a su suegro como alcalde ordinario en segundo voto de la ciudad mejicana y en
1766 obtuvo el hábito de Santiago26. Poco después regresó a España y se estableció en Madrid en la plaza de Matute, donde acudía Crillon a visitarlo.
En la capital del reino no conocemos sus actividades económicas privadas, pero si hemos detectado operaciones financieras con el gobierno, relacionadas con la toma de Menorca. Marco formaba parte del llamado grupo navarro que en aquellos tiempos ejercía gran influencia en la Corte y a los que
se denominaba los bataneros.(por ser todos originarios del valle del Baztan). Uno de ellos era el propio secretario de Guerra Miguel de Muzquiz.
Por otra parte, a pesar de los enemigos que tenía el duque en su país de origen, las influencias en Francia no eran menores ni de despreciar, a pesar
de que sus amigos alguna vez le fallaron como asegura:
21
Se trata de Silvestre Abarca, inspector general de Ingenieros
Asnerìes en el original.
23
Pedro Antonio de Ceballos hizo casi toda su carrera en América donde fue virrey del Río de la Plata. En 1776 dirigió la expedición a la colonia de Sacramento contra los portugueses, éxito
por el que fue ascendido a Capitán General al año siguiente. Murió en 1778.
24
Vid. GARCÍA MERCADAL, Viajes de extranjeros... opus cit., pag. 538
25
Crillon a Floridablanca 15/02/82. A.H.N. Estado, leg. nº 4230.
26
Vid. "Pruebas de Caballero de Santiago de D. Manuel Marco Zemborain". 1766. A.H.N. Ordenes Militares: Santiago, Exp. nº 4885.
22
XIII
"una serie de tibios amigos que hubieran podido conseguirme en diversas ocasiones el rango de duque en Francia ante un Rey que siempre me amó hasta su muerte y que aunque
fue incapaz de hacerlo por el mismo, hubiera accedido si se lo hubieran pedido."27
Aquí, además de referir que se relacionaba con personalidades importantes de su país de origen (entre los que se encontraban políticos, militares y
financieros), revela lo que había sido siempre su talón de Aquiles y que había heredado de su familia: no haber conseguido el título de Duque y Par de
Francia de los monarcas franceses, a pesar de los reconocidos servicios de su familia a la Casa de Borbon, deuda de sangre, que será lo que reclame a
Carlos III de España en pago a sus servicios. Es decir, un ducado (el de Mahón) y una Grandeza de España de Primera Clase, que por aquellas fechas y
desde la época de Felipe V eran equiparables y equivalentes, por convenio entre las dos Cortes.28
De esta segunda faceta de su entorno —sus amistades francesas— pudiera haber salido también en parte su elección. Floridablanca necesitaba la
colaboración de Francia en la expedición a Menorca o como mínimo su consentimiento y el duque podía proporcionársela con su mediación, como así
hizo. Al fin y al cabo —y esta característica no ha sido suficientemente destacada hasta ahora— Crillon, además de militar era también bastante político y la empresa que iba a serle encomendada tenía un contenido militar y político —o político y militar, según se mire— tanto por las características
generales de aquella guerra, mitad diplomática mitad bélica, como por las apetencias, que no sólo Inglaterra o España pudieran tener sobre Menorca,
sino también las propias de Francia.
El mismo Crillon definirá la empresa de Menorca como algo más que una operación militar:
"Este proyecto es tan político como militar en todos los aspectos en que yo lo he reflexionado"29
Y un matiz más que añadir a todo esto: las amistades de Crillon en Francia se contaban, no sólo entre los miembros del gobierno o afectos a él sino
entre los grupos que en 1781 pertenecían a la oposición política en el país vecino. Pudiera esta faceta parecerle útil también a Moñino para ejercer alguna presión a su favor, frente a las imposiciones del gabinete francés del conde de Vergennes y equilibrar así la situación que Francia trataba siempre
de inclinar a su favor. El propio Crillon aseguraba que su proyecto (en el que se incluirá el apoyo de sus amigos franceses):
"puede tener consecuencias militares y políticas, si las ideas que me he formado son exactas"30
27
Se refiere al difunto Luis XV muerto en 1774.
Vid. MORALES MOYA, Poder político economía e ideología en el siglo XVIII español. La posición de la nobleza. Tasis doctoral mecanografiada. Madrid, Universidad Complutense,
1983, pag. 693.
29
Crillon a Floridablanca. Madrid, 5/5/81. A.H.N. Estado, legajo nº 4230. Carta nº 2.
30
Ibíd.
28
Así pues, el 14 de junio de 1781 se le comunicó a Crillon en qué consistía la misión encomendada; las órdenes concernientes a su consecución y
los informes que se habían recibido de las distintas fuentes que ya conocemos.
En cuanto fue del dominio público, el nombramiento de Crillon, éste cayó como una bomba entre la oposición a Floridablanca. El conde de Aranda
protestó y pidió a su vez el mando de la expedición y sus corifeos del Partido Aragonés junto a sus aliados ocasionales del Partido Español, llenaron
la corte de sátiras y libelos, poniendo en marcha todas las diatribas xenófobas imaginables. Como esta:
"Soy el grande Crillon
y aquestos mis compañeros,
son franceses verdaderos,
puestos en un bodegón;
España espera en la Unión
y son esperanzas muertas,
pues con mañas muy expertas
al fin hemos conseguido
que hayan los pobres salido
como perros entre puertas."31
O esta otra:
"Crillon siempre loco, a quien se ha permitido ceder el Toisón a su hijo, que es lo único que el hijo no desprecia de España.32 "
Se refiere esta última sátira a François-Felix-Dorotee Berton de los Balbo, conde de Crillon e hijo segundo del duque, a quien en 1763 su padre
consiguió colocar en la Compañía Flamenca de Guardias de Corps y que fue ascendido al rango de coronel graduado a la edad de 14 años. Luego se
cansó y pidió su ingreso en el Ejército Francés. El libelo parece reprocharle su "deserción”33. La concesión del Toisón a título hereditario fue una excepción especialísima, si tenemos en cuenta que en el reglamento de la Orden se establecía que éste se otorgaba únicamente de forma vitalicia.
Pero de poco le sirvió a Aranda todas estas diatribas. Además, por más que su primera vocación fuera la militar, como aseguran Olaechea y Ferrer
Benimeli y que nosotros ponemos en duda34, no estaba dotado para dirigir una operación de sitio como la de San Felipe de Mahón. Se necesitaba algo
más que inteligencia (que por otra parte no le faltaba al conde) y dotes de mando (de las que tampoco carecía). Lo complejo de la situación que —
31
32
33
34
"Comedia famosa: "Quien peor lo hace más alcanza" Su autor: el general Eliot” En EGIDO Teófanes. Sátiras políticas de la España Moderna, Madrid, Alianza, 1973, pag. 289.
FLORIDABLANCA, Obras, sátira tercera, pag. 288.
Vid. FERNÁNDEZ Alberto. "Los Crillon al servicio de España". Historia 16 nº 35 (1979), pg. 54.
OLAECHEA Rafael y FERRER BENIMELI, José. El conde de Aranda, Zaragoza, Librería General, 1978, 2 vols. I-13.
XV
reiteramos— era militar y además política, requería una exquisita mixtura entre una depurada preparación táctica, acompañada de una bien acrisolada
experiencia, amén de una importante dosis de pragmatismo y sobre todo de mano izquierda, de la que el conde aragonés no estaba precisamente bien
dotado, a juzgar por su personalidad en extremo colérica.
Crillon, sin embargo, poseía sobre todo las tres últimas virtudes: experiencia, pragmatismo y mano izquierda. Respecto a la teoría, eso era harina
de otro costal, pero supo arreglárselas. En efecto: el duque, habiendo leído a Vaubán y siendo como era discípulo del marqués de Vallière35, conocía
las reglas generales del arte de la guerra, pero necesitaba un especialista, o mejor varios, que supieran bien el oficio y sus últimos recovecos, amén de
sucesivas actualizaciones, respecto a una técnica que, desde las campañas de Italia de los años 40 del siglo XVIII, en las que había participado el duque, había avanzado mucho en triquiñuelas, aunque el sistema se mantuviera en lo esencial y aun perdurara, por lo menos, hasta el sitio de Sebastopol
en el siglo XIX.
Como decimos, Crillon era inteligente y con capacidad organizadora, conociendo en detalle lo que había que hacer, separando el grano de la paja y
evaluando adecuadamente las posibilidades, aunque en algunas ocasiones se le notara un deje de fanfarronería que le caracterizaba y una temeridad
excesiva de arbitrista, que le hacía acometer las empresas de manera un tanto veleidosa y superficial, aunque una vez frente a las dificultades sabía
hacerles frente con energía, entusiasmo y pragmatismo. Conquistó Menorca en ultima instancia, a pesar de las enormes dificultades que en la época
suponía una empresa como aquella y las añadidas de la oposición que se le vino encima desde varios sectores.
Después de analizada la correspondencia del duque que aquí reproducimos, suscribimos totalmente la opinión que de él tenía el barón de Bourgoing, representante de la República Francesa en España en 1795, que era buen escrutador del alma humana y le debía conocer muy bien. A la muerte
del duque dijo de él:
"La posteridad ha comenzado ya para Crillon ¿Qué dirá de él? Su familia hablará siempre de su buen corazón; sus amigos largamente de aquella amabilidad que hacían perdonarle
algunas inconsecuencias, que eran el producto necesario de un carácter jovial y abierto.
Por su parte la Historia dirá de él que fue fiel al epíteto que desde hace varios siglos acompaña a su apellido: Fue valiente, no solo a veces sino siempre. Tenía una larga experiencia,
más que del arte militar, de los peligros de la guerra. Fue activo, infatigable. Por su gran humanidad, por sus maneras amables y alguna vez más que familiares, supo granjearse el
afecto y la confianza de sus soldados. Con su ejemplo les transmitía coraje y alegría a la vez.
Si fue víctima de las pasiones de su entorno y puede que de las propias, al menos desarrolló cierta constancia enérgica, cierta tenacidad que supera los obstáculos y que a menudo se
ve premiada con el triunfo.
Crillon ha dejado unas memorias donde se describe a si mismo aun sin saberlo. Sus preceptos no son más que ejemplos donde se descubre su franca lealtad, su bondad sin doblez y
hasta el delicioso desorden de sus razonamientos.36
35
36
CRILLON, Memoires... pag. 300.
BOURGOING Opus cit. II-71. El texto original en francés, la traducción es nuestra.
Magnífico y agudo cuadro el que Bourgoing nos pinta del controvertido y paradógico duque de Crillon. También es cierto, como dice el barón, que
leyendo entre líneas sus memorias pueden observarse los rasgos definitorios de su carácter. Allí miente muchas veces y otras oculta, pero en esencia
parece ser lo que el barón dice que era: un hombre con mezcla de muchas cosas; un hombre de carne y hueso como cualquiera.
En fin, que el duque triunfó en Menorca y consiguió lo que quería, el ducado de Mahón, la Grandeza de Primera Clase y aun el Toisón. Luego fue
enviado al sitio de Gibraltar donde fracasó, habiendo tenido que sufrir la derrota de las baterías flotantes del ingeniero D´Arçon, a las que se opuso
siempre.
Más tarde y tras la Paz de Versalles, concretamente en 1785, fue nombrado Capitán General de Valencia y Murcia, cargo que detentó hasta su
muerte acaecida en 1796.
Crillon: Surtout français.
Analicemos ahora otra faceta del duque que puede resultar aclaradora de muchas cosas de las que ocurrieron en Menorca durante la campaña de
1781. Desde nuestro punto de vista, Crillon era por encima de todo francés. Hay varios testimonios que lo avalan. Nuevamente acudimos a Bourgoing
quien dice de él:
"Crillon etait au service d´Espagne depuis trente-deux ans, sans cesser un instant d´etre français"37
Pero hay muchos otros motivos para creer que se inclinaba sobre todo por su país, a pesar de sus arrebatos de españolidad, cuyo origen estaba relacionado la mayoría de las veces con cierta paranoia al sentirse forastero cuando, refiriéndose a las acusaciones de extranjería que se le hacían decía
aquello de:
"si tengo alguna desventaja sobre ellos es la de haber perdido por una laguna de varios siglos el título de español auténtico, y no creo que sea justo acusarme de esta desgracia"38
Alude aquí, una vez más el duque, a la paparruchada de su antepasado el hispanorromano y gaditano Cornelio Balbo. Pero es igual, el caso es que
demostró muchas veces su inclinación por Francia, además de sacar todo lo que pudo en España. Habría que seguir profundizando para saber a quién
ayudó más, de quién recibió más y si en el fondo no era, en última instancia, sino un vrai français.
37
38
Ibíd.
Crillon a Floridablanca. Aranjuez a 4/6/81. A.H.N. Estado, legajo nº 4230. Carta nº 5.
XVII
El mismo lo afirmaba —y se desahogaba— en una carta a Bernardo del Campo, cuando, contento por la llegada del cuerpo de tropas francesas a
Mahón en apoyo del sitio. Eso sí —la duda ofende— sin dejar de ser español:
"...y aunque soi bastante enfadado contra muchos de los que la gobiernan, no puedo dejar de querer a esta nación [Francia] que es la mía y aunque no sería en el día sino sólo bueno
español como lo soi de corassón, estoi tan persuadido que la íntima unión de las dos coronas depende la gloria para todos, que pensaría seer un trahidor a la Espanña si pensaba de
otro modo y no animava las dos naciones a esta unión."39
Muchos años después, en 1795 un año antes de su muerte, durante la guerra de la Convención, se negó a luchar contra Francia y repitió sus argumentos en una carta a su hijo mayor, prisionero de los convencionales:
"(...) no pierdo la esperanza de ver concluida esta guerra infausta y de comenzar otra en la pueda yo combatir al lado de los franceses unidos con los españoles contra los verdaderos
enemigos de las dos naciones."40
Hay también muchos puntos oscuros en la actuación del duque durante las campaña de Menorca, que nos levantan sospechas, relacionados con su
estrecha colaboración con los franceses que acudieron a ella. Destacar, por ejemplo, cuando sin encomendarse a nadie y sin esperar instrucciones de
Madrid, desterró a todos los griegos, judíos y demás personas que consideraba desafectas. ¿Fue una medida táctica o una operación política dictada por
Francia?
La misma sospecha nos producen sus influyentes amistades francesas, que abarcaban desde políticos a financieros y científicos y que en la medida
que los llamó a colaborar en la acción, da la sensación que Crillon jugaba a dos barajas, siempre teniendo presente sobre todo el descarte francés aunque utilizara su "españolidad" para obtener beneficios de nuestro país, esgrimiendo las influencias que poesía en el suyo como moneda de cambio.
Hay también un detalle que quizás a primera vista pueda parecer trivial pero que creemos que no debe pasarse por alto. Nos referimos a la leyenda
que rezaba en su escudo de armas. Allí aparece sobre la corona ducal, la figura de su pretendido antepasado el romano Balbo, que enarbola una especie
de gallardete en el que está escrita la frase "cumple con tu deber". En principio y por la procedencia piamontesa de la familia Balbo, la leyenda en el
escudo original del duque iba en italiano: FA DOVERE.
Pero lo curioso, lo verdaderamente curioso, es que cuando el duque graba su escudo en publicaciones francesas (como por ejemplo algunos grabados relativos a la conquista de Menorca o en sus memorias) la frase aparece en su original italiano. Sin embargo en los documentos en los que lo
estampa en España, como algunos pasquines y pasaportes, la leyenda aparece en francés: FAIT DEVOIR.
39
40
Crillon a Bernardo del Campo. Mahón a 26/9/81. A.H.N. Estado, legajo nº 4230. Original en castellano.
Vid. MURIEL Andrés. Historia de Carlos IV, Madrid, Atlas, 1959, I-232.
¿Casualidad? Además esa insistencia en hablar siempre en francés a pesar de dominar relativamente el castellano, con un rasgo de orgullo nacional. Todo resulta muy sospechoso. Como también lo resulta el hecho de que, sin encomendarse a Dios ni al diablo dedicó la primera descarga de las
baterías del sitio a San Felipe al Delfín de Francia, sin pedir autorización a la Corte de Madrid, en una política de hechos consumados.
Por último: ¿qué significaba el hecho de que el general Murray le titulara en los artículos de capitulación de San Felipe en su original en inglés:
"Lieutenant general of the French and Spanisch Forces and Commander in Chief of the Combined Army"? Por ese orden.
En la versión española del texto, el doctor Pedro Ramis y Ramis, que servía de intérprete de lenguas, cambió el texto por: "Teniente General de los
Exércitos de sus Magestades Católica y Christianíssima.41
La personalidad de Crillon
La lectura atenta de su correspondencia de casi un año, nos permite reconocer algunos rasgos de carácter del duque. Esta nos muestra a un
Crillon contradictorio (y quien no lo es). Por un lado, fanfarrón, con una verborrea incansable, insolente, superficial, voluble, chauvinista (de lo
suyo, lo francés), pusilánime y muy ambicioso; por el otro extrovertido, espontáneo de los de al pan, pan y al vino, vino, dúctil, enérgico, activo,
abierto, expansivo, paciente, cauto, capaz de reconocer sus errores, pragmático y dispuesto siempre a reconocer y recompensar con largueza a
sus colaboradores más eficientes.
Los hijos del duque.
Ya hemos hablado de que Crillon tuvo cuatro hijos de sus dos matrimonios, de ellos tres varones, que tuvieron bastante relevancia histórica, sobre
todo en los acontecimientos que se desarrollaron en Francia durante y después de la Revolución.
Los dos mayores, Louis-Alexandre y François Felix, marqués y conde de Crillon, respectivamente, acudieron con su padre al sitio de Mahón con el
cuerpo expedicionario francés. El segundo, el conde, ya había servido antes en España (vid supra) Luego, los dos marcharon a Francia donde les sorprendió la Revolución a la que se adhirieron. El mayor Louis-Alexandre, tomó parte en la fundación de la Sociedad de los Amigos de la Constitu-
41
Vid. Actas originales de capitulación del fuerte de San Felipe, en A.H.N. Estado leg. nº 4230.
XIX
ción42. En 1792 fue ascendido a teniente general y durante el Terror estuvo en la cárcel. Luego, tras heredar el ducado de Crillon-Mahón a la muerte de
su padre en 1796, fue nombrado Par de Francia por Luis XVIII en 1715 tras la restauración Borbonica, con el título de duque de Bouflers.
Su hijo Gerard-Marie, sirvió en el ejército de Napoleón como ayudante del general Dessole. En 1823 vino a España con los llamados Cien mil
hijos de San Luis a restaurar el absolutismo en la persona de Fernando VII. Más adelante fue diputado por el partido moderado durante el Orleanismo
y se retiró de la política en 1848. Murió en 1870.
Gerard-Marie Berton des Balbs de Quiers, fue el último duque de Crillon. Con el se extinguió esta rama de la familia.
Respecto a la otra rama, la de los hijos de la segunda mujer del duque, destacó Louis-Antoine, que permaneció en España con su padre y siguió la
carrera militar. Fue enviado con el grado de coronel a combatir a los franceses en la Guerra de la Convención en 1794, donde fue hecho prisionero y
posteriormente liberado gracias a las instancias de su padre. Luego en 1801 mandó una división en la campaña de Portugal y en 1808 obtuvo la Capitanía General de las Vascongadas, donde le sorprendió la invasión napoleónica. Colaboró con el nuevo régimen siendo nombrado por José I Capitán
General de Navarra. En 1814, regresado Fernando VII, fue desterrado a Francia, donde fue reconocido como teniente general honorario. Murió en
Avignon en 1832.43
Francia y Menorca. La intervención francesa en la campaña de 1781-82.
Ya hemos visto como el duque de Crillon era français et bien français. Pero no sólo él como francés intervino en la campaña de Menorca de 1781 —en
la medida que actuara como tal, que está por ver— sino que Francia reclamó también su presencia en el teatro de operaciones y envió una división de Infantería, al margen de utilizar otros medios que analizaremos seguidamente y que prueban que la intervención gala tuvo mayor alcance que el puramente militar
de enviar un cuerpo expedicionario de tropas auxiliares, como en principio pudiera parecer.
42
Esta es la razón por la que, en plena revolución, se pudieron publicar en Francia las memorias de su padre por el impresor Dupont, que, dicho sea de paso, era diputado por Nemours en la
Asamblea Constituyente. La única censura que podemos observar en ellas es la utilización casi generalizada del nombre de Monsieur de Crillon , evitando el tratamiento de duque en lo posible.
43
Sobre los hijos de Crillon vid.
FOY, Maximilien, Histoire de la guerre de la Péninsule, París, 1827.
MARTÍN, E. Las sièges de Mahón et Gibraltar, d´apres las lettres adressées de 1781 a 1783 par le comte de Crillon au prince de Salm-Salm. París, Le Carnet de la Sabretache, 1907, pgs.
225, 273, 409, 537, 630.
FERNÁNDEZ, Alberto. Los Crillon al servicio de España. Historia 16 nª 35, 1979, pp. 50-54.
En efecto: el protagonismo francés durante el sitio de San Felipe no fue sólo oficial sino también oficioso, con la presencia de algunos volontaires françaises, que actuaron en la sombra como edecanes de Crillon y que resolvieron muchas papeletas de orden técnico, amén de otras misiones menos claras, cuya
madeja trataremos de desenredar en la medida que esto sea posible.
Y en medio de todo Crillon, que en todo momento, tanto en lo que se refiere a la parte oficial como a la extraoficial de la "ayuda" francesa, sirvió de mediador y a veces de protagonista.
Las relaciones de España con Francia durante
la guerra contra Inglaterra de 1779 a 1783.
Antes de analizar la intervención francesa en Menorca, veamos cuales eran las relaciones concretas entre las dos potencias aliadas, España y Francia, en
aquellos momentos.
En algunas cartas cruzadas entre el ministro francés de exteriores, conde de Vergennes y Floridablanca durante este período, se notaba, tanto la prepotencia francesa como el tiento y cierta claudicación con que el ministro español conducía las relaciones con la nación aliada.
En efecto: Vergennes escribía a su colega español en términos a veces conminatorios. Por ejemplo, una vez conquistada Menorca y tras felicitarle, el ministro francés, apremiaba a Moñino para que aumentara el ritmo de sus operaciones militares, tanto en América como en Gibraltar:
"Señor conde: si consideramos el momento en que estamos debemos jugar la baza y tratar de ver lo que conviene hacer o donde estamos situados, en fin: reitero que deberíamos de tratar de
arrebatar a nuestros enemigos una llave principal de América y el baluarte de su comercio en el Mediterráneo y de su influencia en Italia. Veo con sumo placer los preparativos de una expedición más decisiva que todas las otras y que ha estado esperando hacerse efectiva desde el principio de la guerra y hoy día parece más fácil de tener éxito, si estamos perfectamente de acuerdo
44
sobre un punto tan esencial"
Pero la prudencia del conde murciano no estaba motivada únicamente por la manifiesta superioridad gala, sino también por los celos y recelos que la denominada Bella Unión provocaba en muchos círculos españoles, que la consideraban nociva para nuestros intereses y sólo beneficiosa para nuestros vecinos.
Entre los más conspicuos de los críticos a esta alianza, destacaban muchos mandos militares, que veían con desagrado el nombramiento de franceses para
cargos militares de responsabilidad en el Ejército Español. Como en el caso de Crillon, por ejemplo. El título de una sátira contra el duque que salió al público
en esa época es significativo:
44
Vergennes a Floridablanca, París 16/3/1782. A.H.N. Estado, legajo nº 4205-2. Original en francés. La traducción es nuestra.
XXI
"Sátira que se arrojó al público con motivo de haber elegido la Majestad del Señor Dn. Carlos III, el duque de Crillon por general en gefe del exército expedicionario destinado a la reconquis45
ta de Menorca, con preferencia a los dignos generales españoles.
En general otros papeles sediciosos también se ocuparon de la alianza con Francia en su totalidad, como éste:
Quando espire de una vez
la Combinación de Francia
Quando no aya Bella Unión
en las Cintas y Carambas
(...)
entonces, Carlos Tercero,
46
será Gibraltar de España."
O este otro titulado: "Los soldados del Campo de San Roque, poco satisfechos de la Alianza Francesa glosan el Padrenuestro".47
En este contexto hay que entender todos los hechos que acaecerán a continuación, relativos a la intervención francesa en la expedición a Menorca. Desde
la elección de Crillon como comandante en jefe, pasando por el envío oficial de una división de Infantería y terminando en la aparición paulatina y extraoficial de volontaires françaises, extraños personajes que se moverán entre bastidores y coadyuvarán a que la toma de Menorca fuera una operación de oferta y
demanda. Nos referimos a sucesos como el intento de soborno del general Murray o el asunto de la demolición de San Felipe, en las que tendrán alguna oscura intervención. Cuestiones éstas, que más adelante trataremos en detalle.
En este sentido, las relaciones con Francia a la altura de junio de 1781, cuando Floridablanca, decidió abordar la conquista de la Balear Menor, eran de
mutuo recelo y desconfianza y aunque siempre habían tenido parecida índole, este sentimiento se había exacerbado por las conversaciones secretas que el
conde murciano había mantenido con Inglaterra.
Por su parte Francia había prometido, a cambio de que estas cesaran, apoyar a España militarmente en las operaciones mediterráneas. Este apoyo, sin
embargo, nunca fue del todo franco y se realizó por tortuosos derroteros encaminados, la mayoría de las veces, al único beneficio de Francia y en perjuicio
de España. En este sentido el catecismo no andaba muy desacertado:
"El socorro nada bueno
del Francés es patarata
tu Reyno será de plata
45
46
47
Vid. S.H.M., Colección documental del conde de Clonard, (desde ahora Clonard), leg. 7 y apéndice documental, documento nº 1.
Sátira anónima en A.C. leg. nº 47-32.
Vid. A.C. leg. nº 47-33. Apéndice documental, documento nº 4.
si ellos marchan del tu Reyno".
Todos estos recovecos mediatizaron esta ayuda. En la que Francia ofreció para la toma de Menorca, por ejemplo, hemos encontrado numerosos testimonios de ello, que nos ayudarán a comprender mejor algunos intríngulis del suceso histórico que estamos analizando.
En primer lugar veamos como estaban las cosas respecto a Francia en junio de 1781. Es el momento en que Floridablanca tomó la decisión unilateral de
intentar la recuperación de Menorca, sin contar con su aliado francés a pesar de sus ofertas de ayuda en el frente europeo-mediterráneo, de las que el conde
murciano recelaba.
En efecto: Moñino trató de mantener en el máximo secreto el proyecto de expedición contra la Balear Menor, haciendo creer a todo el mundo que los
preparativos militares realizados por aquellas fechas en Cádiz, tenían por objeto un nuevo ataque a Gibraltar. Sólo el ministro, el Rey y el Príncipe de Asturias, además de Crillon, debían conocer el fin último de la misma. Al menos hasta que ésta se hubiera iniciado y puesto en evidencia sus designios.
Pero los franceses —era obvio— se enteraron pronto y les molestó, como el mismo Floridablanca le contará mucho después a Carlos III en su famoso
memorial.
"Aunque Francia mostró algún resentimiento del secreto que se guardó, se consiguió aplacarla recordándole habérsele dicho que veríamos lo que podíamos hacer en el Mediterráneo, lo cual
pedía de muchos accidentes que no se podían prever o adivinar. En efecto Vuestra Majestad sabe que no teníamos desconfianza de nuestro aliado, sino de las muchas manos por las cuales debía
pasar el secreto si se lo comunicábamos.
En fin, la Francia, no sólo se aquietó con mis oficios practicados con su embajador sino que nos envió 2.000 hombres a Menorca, los cuales servían a lo menos para guardar los puestos que
48
nuestra poca tropa no podía cubrir. Después estas tropas junto a las españolas y su general Crillon pasaron a Gibraltar."
Lo que no dice Floridablanca es que el que consiguió la venida al sitio del cuerpo de tropas francés fue Crillon, que haciendo uso de sus influencias lo
negoció con Vergennes a través de su hijo mayor Louis-Alexandre, quien se lo comunicó más tarde a su padre en una carta. Incluso el propio ministro francés
escribió al duque dándole la noticia antes que a Floridablanca, que se enteró por el propio Crillon49.
Desde luego la actuación de Francia en la toma de Menorca no fue muy clara. Los franceses debían tener sus propios planes. Por ello la colaboración se
llevó a cabo con mutuo recelo.
Después de estas consideraciones de índole general, veamos ahora en detalle la contribución francesa a la toma de Menorca, la cual, debemos situar en
dos planos: la ayuda oficiosa y la oficial.
48
49
Vid. FLORIDABLANCA, Memorial en Obras..., pag. 315.
Vid. Carta de Vergennes a Crillon París 4/9/1781 y del marqués de Crillon a su padre, París 14/10/1781.A.H.N. Estado, legajo nº 4230.
XXIII
El reclutamiento de los volontaires françaises.
Aunque Crillon no lo reconoció nunca públicamente y siempre se atribuyó para sí todo el mérito teórico y práctico de la operación de Mahón, en privado
era consciente de sus limitaciones teóricas. En efecto: el duque había asistido a numerosos sitios de fortalezas pero desconocía los entresijos del oficio en
cuanto a la teoría, al menos en su versión más actualizada. Por eso necesitaba apoyo, un importante apoyo en este sentido, para confiar en el buen éxito de la
operación. Esa es la razón por la que propuso a Floridablanca la venida a España de una serie de volontaires françaises, verdaderas primeras firmas en el arte
de la guerra y de la ingeniería militar en general.
En este sentido cabe preguntarse: ¿es que no contaba con efectivos al respecto en España? Puede que sí, pero él no confiaba en ello. Ya sabemos lo que
opinaba sobre los ingenieros españoles, a los que atribuía, cuando menos, falta de experiencia bélica. Ni siquiera los que le acompañaron, considerados los
mejores con que contaba el Ejército Español, le sirvieron. Tampoco, que Charles Lemaur, su ingeniero jefe y cuartel-maestre general de la expedición, fuera
el primero en su género y de origen francés, ni aun el voluntarismo del comandante de la Artillería, Bernardo Tortosa, a quien, a pesar de reconocerle su mérito, le consideraba anticuado.
Todas estos inconvenientes los expuso a su ministro y fue escuchado. Al fin consiguió lo que se proponía: traer técnicos de Francia.
El duque negoció, pues, con las autoridades españolas y francesas, la venida a España a una serie de personajes muy expertos técnica y militarmente;
veteranos de muchas campañas y con una importante preparación teórica perfectamente actualizada. No en vano Francia era entonces una primera potencia
científica.
Es necesario decir que estos oficiales franceses jugaron un gran papel en la toma de Menorca. Más de lo que pueda parecer a primera vista, porque su
nombre no figuró en Crónicas, Gacetas y Relaciones. Sólo atendiendo a la correspondencia entre Crillon y Floridablanca se les puede seguir la pista.
En efecto: a la altura de mayo de 1781 y en previsión del ataque a Menorca para el que había sido ya nombrado comandante en jefe, el duque solicitó la
venida como voluntarios a varios oficiales militares franceses; cuatro de la Marina y cuatro de Tierra. Los marinos eran: el señor de Eyries, capitán de navío,
que acababa de regresar a Francia de la expedición al Senegal y tres de sus ayudantes, los tenientes Varages, Marmontel y Sismondes.
Los de Tierra eran tres oficiales de artillería y también expertos minadores, Hubert de Babelon, Louis D´Ize de Rozán (que era comendador de la Orden
de Malta y además había asistido al sitio de 1756 con el duque de Richelieu) y Salvateur Gautier de Piemelan. El cuarto oficial era de ingenieros: Jean le Michaud D´Arçon, también experto minador. pero que sobre todo se las daba de arbitrista y se haría tristemente famoso por su invento de las baterías flotantes
contra Gibraltar.50
50
Hasta ahora se creía que D´Arçon había sido propuesto por el conde de Aranda, pero en realidad fue recomendado por Crillon, aunque se reservaron sus servicios para el sitio de Gibraltar, en
tanto que los otros fueron enviados a Menorca.
Estos cuatro oficiales tenían en común con Crillon el haber sido, como el duque, discípulos del marqués de Vallière, el famoso artillero cuyo sistema
había sido sustituido en Francia recientemente por el de Gribeauval, habiendo caído en desgracia todo su grupo (al que también pertenecía el teniente general
Vaubán, descendiente del gran Vaubán), estando en ese momento en la oposición al gobierno, aunque su maestro había muerto dos años antes, en 1779.
Precisamente el teniente general Vaubán escribió una carta al conde de Floridablanca (por cierto, llamándole marqués) en la que recomendaba a sus amigos y avalando su elección por Crillon a petición de éste, que nos permitirá conocer algunos de los entresijos de lo que se cocía en Francia, así como una serie
de noticias interesantes sobre nuestro revoltoso conde de Aranda. Creemos que es interesante reproducirla íntegra:
"Señor Marqués (sic)
Ignorando donde está actualmente el sr. duque de Crillon, tengo el honor de suplicar a V.E. de hacerle llegar la carta que incluyo y que no está sellada a fin de que V.E. pueda leerla.
En punto de unión y alianza respecto a como se encuentran nuestra Corte y la de España, he creído mi deber responder a lo que exige de mi el sr. duque de Crillon. Los dos oficiales Mr. de
Babelon y Mr. D´Arçon, el primero de artillería y el segundo de ingenieros, son reputados por testigos imparciales, como los más ilustrados de sus cuerpos y en los que tengo la más plena confianza para las operaciones de guerra relativas a sus funciones respectivas; Mr. de Babelon no tiene el mismo talante que Mr. D´Arçon ni por el aspecto exterior ni por su discurso, pero por po51
co que se le conozca e interrogue se le encuentra el talento que le reconoció Mr. de Valliere, que le eligió para acompañarle cuando estuvo en España .
V.E. sabe que la necesidad y los éxitos dependen -sobre todo en la guerra- de tantos acontecimientos, que sería muy imprudente por mi parte dar seguridades absolutas respecto a nada,
pero tengo bastante confianza en que conozco, tanto en el Cuerpo de Ingenieros como en el de Artillería, a oficiales en situación de cumplir la función que se les confíe. Yo les he propuesto teniendo presente, tanto servir al Rey mi Amo, como tratando de contribuir a los fines de los ejércitos de Su Majestad Católica, a la que yo deseo, como mínimo, dar testimonio de mi celo.
Mr. D´Arçon parte hoy, y ya os contará la facilidad que ha tenido para obtener su autorización, aun sin la intervención del embajador de España.
Los enemigos del nombre y de la gloria de Mr. de Valliere, algunos de los cuales se encuentran entre el círculo del sr. conde de Aranda, y con quien, quizás, se han hecho ilusiones, han
intrigado para obstaculizar la partida de Mr. Babelon; pero el sr. Conde de Vergennes les ha desautorizado con la perfecta equidad y discernimiento que V.E. conoce.
Mr. D´Arçon que estaba destinado por orden del Rey en una de nuestras fronteras, se ha visto obligado a esperar hasta ahora, por todo ello le aseguro a V.E. que si hay algún retraso no es
por culpa de estos oficiales.
Ruego insistentemente a V.E. que le considere como una persona que si no tiene los talentos que se atribuyeron a Mr. de Valliere, al menos está animado del mismo celo por S.M. Católica:
yo me sentiría muy complacido que vos quisierais emplearlo.
Las fuerzas del cuerpo no me permiten ya seguir escribiendo, pero déjeme decirle para terminar, que más de 51 años de servicio y 14 campañas donde han estado confiados a mi varios mandos
de la Artillería, pueden garantizar mis opiniones con muy poco margen de error. Pongo como testigo el voto y la aprobación que han dado a mis opiniones sobre la Artillería, no solamente las
más célebres academias de Europa para las ciencias que están íntimamente ligadas a la Artillería; sino también los más hábiles personas del oficio, tanto franceses como extranjeros.
Son estos votos y mi oposición inflexible al establecimiento de un nuevo sistema de artillería en Francia que yo demostré ser funesto al servicio del Rey, lo que me ha granjeado multitud de
52
enemigos poderosos y que eran los protectores de las novedades que yo rechazaba.
Pero aunque la verdad que yo he manifestado más de trescientas veces es incontestable, tengo que reconocer que para mi ha sido duro ver que durante un tiempo se me ha rechazado en mi
propia patria, mientras me daban la razón las potencias extranjeras.
51
Aquí Vaubán se refiere a la venida a España del marques de Valliere en 1763, llamado por Carlos III para organizar la Artillería Española según su famoso sistema y que a la altura de 1781
aun permanecía vigente en nuestro país, donde no se adoptó el de Gribeauval hasta más adelante.
Volveremos sobre este asunto en la parte II de este trabajo,. Baste ahora saber, por las noticias que nos da Vaubán, que Babelon acompañó en aquella ocasión a Valliere como discípulo
suyo.
52
Se refiere, evidentemente al sistema Gribeauval
XXV
Hoy día estoy aun lejos de encontrarme satisfecho, lo estaré mucho más si tengo ocasión de añadir mi celo y dedicación respecto a los cuales soy, señor marqués (sic), vuestro mas humilde
y obediente servidor.
53
VAUBAN, Teniente General de los Ejércitos Franceses, calle Chapon au Marais en París.
Muchas e interesantes cosas se dicen en esta carta reveladora, tanto de las amistades de Crillon en Francia como de la situación de los grupos políticos.
Pero merece especial mención una alusión al conde de Aranda, declarado enemigo del de Floridablanca y sin embargo su embajador en París.
Parece que nuestro revoltoso conde andaba metido en intrigas. De tal manera, que hubo que pasar por alto su persona para poder hacer venir a los volontaires, aunque se hizo la pantomima de ponerlo en su conocimiento.
Tanto por el aviso de Vaubán como por otro posterior de Crillon que nos aclara un poco más, aunque no del todo -los documentos suelen ser irritablemente cicateros- parecen confirmarse ciertas sospechas que siempre habían tenido los historiadores sobre el polémico conde. Nos referimos a la vinculación de
Aranda con la Masonería.
En efecto: aunque sus biógrafos Olaechea y Ferrer Benimeli aseguran que no existen pruebas fehacientes, siempre se ha vinculado al conde de Aranda a
la secta, con la que se dice entró en contacto, precisamente, durante su período de embajador de España en París. Incluso algunos masones españoles le consideraron el fundador del Gran Oriente Español. Pues bien: Nos ha llamado la atención una frase, pronunciada por Crillon en una de sus cartas cuando, refiriéndose a Aranda, opinaba lo mismo que Vaubán; que no debía mezclársele en nada referente a los tratos secretos que se hicieran con Francia.
Crillon siempre desconfió de Aranda, y cuando, en diciembre de 1781 hizo algunas gestiones secretas en su país para un último proyecto relativo al sitio
de San Felipe del que hablaremos en su momento, previno a Floridablanca que éste debía permanecer oculto, aun para el conde aragonés, del que no se fiaba
en absoluto. Reproducimos aquí el párrafo en su original francés, para que no se pierda un ápice de su sabroso contenido. Crillon le dice a Floridablanca que
el hombre que él ha enviado a París debe entrevistarse con quien conviniera, pero:
"exceptant le comte de Aranda, ET TOUT AUTRE DE SA SECTE, ne me fiant de son amour propre, qui ne lui fait croire rien de bien, que ce qu´il à imaginé, de son entêtement quand une fois
54
il à vû un objet bien, ou mal, et surtout de sa jalousie personale."
¿Qué quiere decir Crillon con eso de sa secte? ¿ se refiere a la Masonería quizás? Dejémoslo como está porque no hay más, pero tenemos la leve sospecha de que por aquí andan los tiros. Es posible que este testimonio obliga a revisar las cosas y sea necesario abrir de nuevo la investigación sobre el asunto.
53
Carta de Vaubán a Floridablanca. París 4/7/81. A.H.N. Estado, legajo nº 4205-2. Original en francés. La traducción es nuestra.
"...exceptuando el conde de Aranda y cualquier otro de SU SECTA. No me fio de su amor propio que le impide considerar nada bueno excepto aquello que provenga de su propia cosecha; de
su testarudez, después de haber decidido de una vez si algo está bien o está mal y sobre todo de su personalidad envidiosa."
Vid. Crillon a Floridablanca. Mahón 2/12/81.Carta nº 35.
54
Volvamos ahora a nuestros oficiales franceses y analicemos el retorcido camino que se siguió, tanto para conseguir que vinieran como para pagarles una
asignación o ayuda de costa.
En efecto: para empezar, y en sufragio de los gastos del viaje que debieran realizar, se les concedieron a los franceses 54.000 reales de vellón. La forma
como se les pagó, revela que había secreto por medio y que éste iba más allá del mero temor a que las jerarquías militares españolas se encelaran con la venida de más militares franceses o al que se quería guardar entonces sobre la expedición a Menorca.
Floridablanca le pidió a Muzquiz (que además de Guerra era también ministro de Hacienda) que sin más explicaciones y para un gasto secreto transfiriera
dichos 54.000 reales a un banquero francés, que vivía en la Rue Montmartre y que se llamaba monsieur Grand. Como Muzquiz era combinable y no preguntaba, así podían hacerse operaciones sobre las que Floridablanca no rendía cuenta a nadie.
De la forma como se realizó, esta transacción se confundía con otras que eran corrientes entre el gobierno español y la banca francesa, por lo que en principio nadie podía distinguir en ella nada especial. Previamente, el banquero Grand habría satisfecho la cantidad a los expedicionarios y aunque no se diga,
debió cobrar también buenos intereses por su mediación.
Aquí lo importante es que esta forma secreta y discreta de pagar a los volontaires la propuso el mismo Crillon, ya que monsieur Grand era amigo suyo y
el banquero que llevó a cabo todas sus operaciones financieras secretas durante el sitio y que son la sal del evento. En efecto: el duque en carta de 14 de mayo
de 1781, además de recomendar el medio de pago, aconseja también el sigilo:
"Algunos pensamos que será más provechoso para el servicio del Rey que mi nombre, EL DE MIS AMIGOS, e incluso el de estos oficiales, no se mencione en presencia del tesorero, a quien le
parecerá lo más natural la orden de pagar esa cantidad a un banquero como el que os indicaré, el cual es uno de los más famosos de París, y con su hermano tiene además una de las mejores
casas comerciales de Amsterdam. En consecuencia Mr. de Llovera (si se da el caso de que sienta curiosidad) no sospechará en absoluto el destino final de la operación, porque tiene el aspecto
de las que normalmente se hacen entre nuestra corte y las de Holanda y Francia.
Este banquero se llama Mr. Grand y reside en París en la Rue de Montmartre al lado de la Iglesia de San José. Es mi amigo personal y respondo ante V.E. de su adhesión hacia mi, así como de
su discreción y de que guardará el secreto, y si gustáis enviarme esta orden o letra de cambio (pagable a Mr. Grand a la vista) por Mr. de Llovera, firmada por V.E. o por Mr. de Muzquiz, al enviarla a Mr. Grand le daré mis instrucciones de manera que respondo ante V.E. que mi nombre no aparecerá por ninguna parte, y que el dinero se les dará a los oficiales cuando se presenten
55
ante el banquero (lo cual también respondo, que será antes de que partan)."
La operación de traer a los franceses se hizo, efectivamente, con grandes miramientos. Por ejemplo Floridablanca, una vez concedido el permiso de venida de los mismos, comunicó a Crillon que:
56
"vendrán al sitio y observarán la conducta disimulada que conviene"
55
56
.
Llovera era el tesorero del gobierno español en París.
Vid. Crillon a Floridablanca. Madrid 14/5/81. A.H.N. Estado, legajo nº 4230. carta nº 4.
Vid. Carta de Floridablanca a Crillon Madrid 10/5/81. A.H.N. Estado, legajo nº 4230.
XXVII
¿Convenía para qué y para quién? En principio había varias razones objetivas para ello. La más cercana ya la hemos mencionado: evitar los celos de la
oficialidad española, que pudiera sentirse postergada y la más remota estribaría en causas políticas poco claras que desconocemos, pero que debieron intervenir en la decisión, derivada, por otra parte, de oscuros intereses franceses, que los había, aunque en este caso no parecían ser gubernamentales.
Por otra parte: ¿quiénes eran esos "amigos" de los que habla Crillon en su carta?. En Francia los grupos de presión y las cábalas abundaban como en España. Ya hemos podido ver que incluso nuestro embajador en París andaba en zarandajas de este tipo. Además eran mucho más activos que en Madrid, donde
la cosa no pasaba de la corrosiva producción y difusión de libelos, sátiras y otros papeles sediciosos o la retorcida zancadilla inquisitorial al odiado político de
turno. Por el contrario, allí, en Francia, algunos de esos grupos acabaron con el Ancien Regime, siete años después de la toma de Menorca.
Es un detalle comparativo que no debe ser desdeñado.
El grupo que en este caso propició la venida de los volontaires era, como ya hemos dicho, una facción formada por militares postergados durante el gobierno Choisseul y sus reformas, situados en torno a Valliere primero y Vaubán después; y entre los que se encontraba el propio Crillon. A la altura de 1781
estos personajes seguían postergados a pesar de que Choisseul había caído en 1770, pues cuando Luis XVI subió al trono en 1774, nombró un gobierno de la
misma línea que el anterior con el conde de Vergennes, en Exteriores57.
Por cierto: éste último, así como el Secretario de Guerra, De Castries, no se opusieron a la venida a España de estos personajes. En su país se les debió dar
permiso para ello, porque su actuación aquí era una cuestión de Estado y no de partido y todos eran franceses al fin y al cabo. Además, Vergennes se entendía -relativamente- bien con Floridablanca. Parece que se conocían de la época en que nuestro conde era embajador en Roma. Aquel debió pasar allí después
de su embajada en Turquía y parece que recibió algunos favores de Moñino. Se lo agradece en una carta:
"No os diré más de utilidad sr. conde. Acabo asegurándoos que el recuerdo de las bondades con las que V.E. me honró en Roma honrando a mi hermano me han hecho lamentar las veces que
el azar me ha hecho proferir reproches de V.E. Aunque pasado el momento e inspirado con la veneración que yo siempre he tenido por vuestras cualidades personales, he mantenido un cariño
58
por V.E. tan fiel como núbil."
Bien, pues oposición o no, los franceses ayudaron por interés propio, y aunque pareció que la iniciativa partía de España, en tanto que Crillon solicitó el
permiso de su venida para el gobierno español y como representante suyo, en el fondo late algo a lo que ya nos hemos referido con anterioridad y es que,
desde nuestro punto de vista, Crillon era sobre todo francés.
Los volontaires llegan a España
57
58
Vergennes pertenecía a la carrera diplomática y había sido embajador en Turquía en 1763 con el gobierno Choisseul.
Vergennes a Floridablanca París 16/3/82., A.H.N. Estado, legajo nº 4205-2.
Después de resueltas todas las dificultades que representaba la venida de los volontaires en relación con el gobierno francés y aun con el propio conde de
Aranda, los oficiales galos partieron hacia España.
Entretanto se había hecho creer al embajador español en París que venían "con alguna idea para Gibraltar"59 y al resto de la opinión se la mantuvo ignorante de los motivos, calificándoles de simples observadores, tratando así de disimular el papel importante que iban a desempeñar en la toma de Mahón, desde el punto de vista técnico y desde otros que no sabemos.
Resueltos los principales problemas iniciales, primero llegaron los marinos, Eyries y compañía, que pasaron en julio directamente a Cádiz para acudir a
Menorca con la expedición. También lo hizo el comendador de Rozán.
Por su parte los otros de tierra, Babelon, Piemelán y D´Arçon lo hicieron mas tarde: concretamente en Agosto. Curiosamente pasaron primero por Madrid
a entrevistarse con Floridablanca a cuya presencia fueron introducidos a través de un personaje del que ya hemos hablado anteriormente: Manuel Marco
Zemboraín, el íntimo amigo de Crillon. El caso es que Marco, que estaba en el secreto de la llegada de los volontaires, y fue quien se los presentó a su amigo
Bernardo del Campo, que los debió introducir a su vez en el despacho del ministro de Estado.
Hemos podido encontrar el testimonio de esta presentación en sendas cartas de Marco a Campo. La correspondiente a D´Arçon dice:
"Amigo y Sr: Pasa a ese sitio Mr. D´Arcón y como no conoce en él a nadie, me tomo la livertad de recomendarlo a Vm. para que mediante su favor logre más a satisfacción disfrutar de tan
delicioso parage.
Con este motivo renueva a Vm. el sincero fiel afecto que le profesa su más apasionado seguro servidor, q.b.s.m.
60
Marco.
O sea: Marco no solo está en el ajo si no que se permite recomendar a los franceses. La pregunta es: ¿qué hay detrás de todo esto? ¿Por qué D´Arçón,
Babelon y Piemelan pasaros a la covachuela de Palacio a hablar con Floridablanca (concretamente a la Granja donde la Corte hacía la jornada aquel agosto)
en vez de dirigirse directamente a Cádiz como lo hicieron los marinos? ¿Qué hablarían con el conde? ¿Qué pintaba Marco en todo esto? El secreto se lo
guardaron ellos y en ausencia de más documentación de momento sigue siendo eso: un secreto.
Al menos estas idas y venidas nos prueban que en la toma de Menorca hubo eso que nosotros denominamos algo más; que la expedición de conquista
circuló por los oscuros pasillos de la intriga internacional, la cual muchas veces condiciona los hechos históricos y hace que su cara más visible, la oficial y
epopéyica, se convierta en pura comedia, cuando no en farsa.
59
Al menos en lo que se refiere a D´Arçon es cierto. No participó en la toma de Mahón sino que se quedó en Madrid confeccionando el proyecto de las famosas baterías flotantes, que acabaron
incendiadas y a pique en la bahía de Algeciras.
60
Marco a Campo. 29/7/81. A.H.N. Estado, legajo nº 4205-2.
XXIX
En todo caso permítasenos una conjetura audaz: ¿no se negociaría aquí por Francia la demolición de San Felipe tras su conquista como contrapartida al
permiso del ministerio francés a que vinieran al sitio técnicos de semejante categoría y al consentimiento expreso de los franceses para que España tratara
de recuperar Menorca?
Esta idea se ve reforzada por el hecho de que el teniente coronel Babelon participó activamente en dicha demolición como gran experto minador que era,
aunque no figuró oficialmente en la misma. En efecto de ella se encargaron los ingenieros Fernández de Angulo, Zappino y Guillelmi61, pero Babelon se
quedó con ellos, porque en diciembre de 1782 Crillon lo reclamó en una carta al gobernador conde de Cifuentes para que se incorporara desde Mahón al sitio
de Gibraltar y en la que se insinúa que está trabajando en la demolición con los demás62.
En otra carta muy anterior, dirigida al conde de Floridablanca por el propio teniente coronel francés, éste pronunciaba algunas frases que parecen probar
que su misión iba más allá de la pura colaboración técnica en el asedio de San Felipe. Y si no, obsérvese el énfasis que pone en un determinado párrafo de la
misma:
"
Preveo que si podemos abrir brecha, podré destruir con seguridad todas las obras de cualquier especie que puedan ser de provecho, hasta el punto de darles trabajo a los ingleses por
medio siglo o más.
63
En caso de necesidad usaré minadores y pólvora, dirigiendo yo las operaciones para ejecutar la tarea."
Parece, en efecto, que Babelon iba a algo más a Mahón que como asesor de Crillon.
Pero sigamos los acontecimientos. Piemelan, Babelon y D´Arçon, en su estancia en la Corte se hospedaron en un hostal de la Granja denominado "La flor
de Lis" ¿se trataba simplemente de uno más de los muchos hospedajes para franceses que proliferaban en España? Nos permitimos recordar que cierta facción
masónica había tenido en Madrid su sede en un hotel denominado "Las tres flores de Lis" ¿coincidencia? aunque suponemos que el nombre debía ser corriente en hostales de la época. Es lo más que podemos argüir.
Precisamente desde ese hostal le escribió Piemelan una carta a Campo en la que le dice que quiere presentarle sus respetos:
64
"etant venu a Madrid selon les avis du general que vous aimes"
.
Aquí parece confirmarse que, en origen, la principal amistad de Crillon en el Ministerio de Estado era con Campo, al que (también, seguramente) debió
presentar Manuel Marco amigo de los dos. Suponemos por añadidura que a posteriori Campo debió presentar a Crillon a Floridablanca.
61
62
63
64
Vid. HERNÁNDEZ SANZ, Francisco. "Reales órdenes relativas a la demolición del castillo de San Felipe. R.M. 1914 pp. 89-93.
Crillon a Cifuentes 27/12/82. Publicada en La página menorquina del Bien Público de 11/8/1932.
Babelon a Floridablanca Barcelona 29/8/1781. A.H.N. Estado, legajo nº 4222-2. El original en francés. La traducción es nuestra.
Piemelán a Campo, La Granja, 4/8/1781. A.H.N. Estado, leg. nº 4222-2.
Volvamos ahora al relato de los hechos. Pasaron varios días y el 9 de agosto Floridablanca ya había decidido el destino de cada cual: D´Arçon para Gibraltar y Piemelan y Babelon para Menorca. En vista de ello el primero partió para el Campo de San Roque y los otros a Cartagena y Barcelona respectivamente, para esperar desde allí a que se produjera el desembarco en Mahón e incorporarse a la acción.
Babelon partirá para Mahón el 29 de agosto a bordo de un jabeque del Rey, 10 días después del desembarco de Crillon en la isla. El teniente coronel artillero iba acompañado de su hijo Louis, que colaboró con él en los trabajos del sitio y luego se quedó en Menorca y llegó a gobernador interino en 1809. 65
Antes de salir, el teniente coronel agradeció en una carta a Floridablanca los 6.000 reales que le había concedido de ayuda de costa para el viaje y que le habían sido entregados por Marco.
Hacemos hincapié en esta cuestión, la de la entrega de los 6.000 reales a Babelon, porque a través de ella hemos podido comprobar la estrecha colaboración de Marco con el ministerio, para el que, ordinariamente, debía hacer de intermediario en operaciones financieras secretas. En este caso Floridablanca le
pidió al negociante que les adelantara la cantidad estipulada a los viajeros de su bolsillo, para que no existiera evidencia en la Secretaría de tal desembolso, sin
que a Marco esto le produjera ninguna extrañeza, por lo que debía considerarlo una operación corriente66.
La ayuda oficial francesa.
Después del secreto con el que se llevó a cabo la preparación de la empresa, llegó agosto y ya no fue posible ocultarlo más a los aliados. Como ya hemos
referido con anterioridad, y según cuenta el propio Floridablanca, Francia se molestó con el secreto y el conde murciano -a través de Crillon que hizo de mediador- ofreció la posibilidad de que los franceses colaboraran. Como consecuencia de estas gestiones, acudió al sitio de Mahón un cuerpo de tropas en calidad de auxiliares. El conde de Crillon escribió a su padre en octubre, diciéndole que hacía ya un mes que el gobierno francés había aceptado la propuesta y
que él junto a su hermano partían para el sitio con sus regimientos67.
La división que partió desde Marsella para Mahón estaba formada por dos brigadas: la francesa, compuesta por los regimientos de Bretagne (del que Crillon-padre había sido coronel y ahora lo era su hijo el conde) y Lionnais y la alemana por otros dos con tropas mercenarias bávaras: el Royal Suedois y el
Bouillón. También iban en la expedición algunos artilleros e ingenieros, así como una compañía del preboste. El total del cuerpo expedicionario estaba formado por 242 oficiales y 3886 hombres. La división la mandaba el mariscal de campo barón de Falkenhayn, que iba acompañado por su estado mayor y edecanes.
El grueso de estas tropas se incorporó a la campaña el día 24 de octubre de 1781, desembarcando en Fornells. La brigada alemana acampó junto al arsenal
y la francesa en la Mola.
65
66
67
Vid. MURILLO Andreu, La "revolució menorquina de 1810, Ciudadela, Nura, 1977, pag. 54.
Vid. recibo de Marco a Babelon, por el que le entrega la cantidad estipulada. A.H.N. Estado, legajo nº 4222-2.
Conde de Crillon a su padre. París, 14/10/1781. A.H.N. Estado, leg. nº 4230.
XXXI
Floridablanca no se fiaba del todo de las intenciones de sus aliados, por esa razón en octubre a punto de llegar la división francesa de apoyo, el conde
murciano advirtió a Crillon que se mantuviera al tanto:
"(...) a propósito de tropas francesas, quiero tocar a V.E. una especie. Desde que la corte de Versalles las ha ofrecido, está procurando persuadirnos por todo los medios que esa plaza es bocado
mucho más duro de lo que se cree, que acaso V.E. se podría llevar chasco por los informes que ahí le habrán dado, y que sobre todo no se decida nada en este punto de sitio hasta que lleguen
sus tropas, su general y los ingenieros que le acompañan, que se supone están bien enterados de dicha plaza. De todos estos hechos puede deducirse que la Francia tenga alzada mira política o
de interés oculto para desear que no llegue a ser nuestra esa fortaleza, logrado ya el fin de haber quitado del Mediterráneo ese nido de piratas que tanto incomodaba a su navegación y comer68
cio, y así debe estar prevenido y no mostrar que tiene tales especies, para ver como opinan aquellos oficiales y en que fundan sus dictámenes."
En efecto objeciones por parte de Francia hubo respecto al sitio, aunque no parece que los dos ingenieros que llegaron con las tropas francesas, Mr. de
Saint Hillier y Mr. de Aumont abrieran la boca. Al menos no firmaron ningún dictamen.
Fue sin embargo el embajador de Francia en Madrid, conde de Montmorin, quien presentó al conde de Floridablanca ("amistosa y confidencialmente",
como se sugiere en una nota) una memoria sin firmar, llena de objeciones al sitio de San Felipe en la que se definía la fortaleza como inexpugnable. Enviada
la memoria a Crillon, éste rebatió cada uno de sus puntos, (lo veremos en su momento cuando analicemos la táctica empleada por Crillon en la parte II). Las
respuestas del duque, de fecha 29 de noviembre, fueron remitidas al plenipotenciario de inmediato. En este sentido no hubo insistencia por parte de Francia.
No sabemos que sentido tuvo esta baza, pero creemos que Floridablanca tampoco se enteró del todo. En todo caso si sus desconfianzas eran grandes, debieron aumentar más todavía.
En este punto y dadas las circunstancias, cabe hacerse también una pregunta global: ¿qué pretendía Francia respecto a Menorca? Todo indica que la condición ideal para los franceses era conseguir, al menos, un desmantelamiento de la estructura interna, tanto defensiva como social de la isla. Se trataría de
neutralizarla evitando al mismo tiempo que España se apoderarade ella.
No obstante resulta difícil seguir los designios del país vecino porque la situación iba cambiando continuamente y las negociaciones también, amén de las
distintas fuerzas que estaban en liza, debido a las sucesivas bazas de cada cual. Lo cierto es que a la altura de diciembre estaba ya claro que Crillon iba a llevar adelante su proyecto contra viento y marea y, viendo la imposibilidad de impedirlo, Francia se plegó al plan español que por aquellas fechas preveía un
ataque general contra la plaza y su posterior conquista en breve.
Al menos hasta la rendición, después no sabemos. Nos estamos refiriendo una vez más a la inmediata y sospechosa demolición de San Felipe.
68
Floridablanca a Crillon (reservada) Madrid 16/10/1781. A.H.N. Estado, legajo nº 4205-1.
Cábalas y cabalistas.
Desde el momento en que el duque de Crillon se hizo cargo, primero de la expedición a Mahón y después de la de Gibraltar, comenzó a tejerse a su
alrededor una maraña de cábalas. Algunas de ellas tenían un claro matiz político y otras eran simplemente manifestaciones de envidia y rencor personales, aunque ambas a veces se entrecruzaron, como fruto de un interés común por derribar al advenedizo. Sobre todo por su condición de extranjero.
A la campaña de Menorca se oponían los elementos más reaccionarios de la Corte, no sólo por razones de inquina personal al duque de Crillon
sino también por la que le tenían al conde de Floridablanca.
Analicemos pues a continuación, los distintos calvarios que el duque hubo de pasar, como consecuencia de estas críticas.
El Partido Español y el Partido Aragonés, arremeten contra Crillon.
A la altura de junio de 1781 el llamado Partido Español, junto con algunos miembros de la tertulia del conde de Aranda, que Olaechea y Benimeli
denominan el Partido Aragonés, andaban conspirando contra Floridablanca desde el cuarto del Príncipe de Asturias.
Desde ese momento, estos dos grupos unieron sus reivindicaciones en un solo paquete y todas ellas aparecían juntas en los papeles sediciosos que
circulaban clandestinamente por la Corte. Desde ese momento a las peticiones del "programa" del Partido Español, se añadirá la del regreso de Aranda del exilio dorado de la embajada de París:
"Quando se premie el valor
y se castigue la falta,
Quando veamos volver
XXXIII
a Aranda de su Embajada,
entonces Carlos Tercero,
69
será Gibraltar de España. "
En este momento, los unos y los otros, hacían todo lo que podían para poner en ridículo a Floridablanca y desde luego a Crillon, que al fin y al cabo era hechura suya. A esto hubo que añadir el caso omiso que Carlos III hizo a las reiteradas peticiones de Aranda de un mando militar en aquella
guerra como Capitán General más antiguo y que provocó la furiosa sátira contra el duque ya mencionada, titulada: Sátira que se arrojó al público con
motivo de haber elegido la Magestad del Señor Don Carlos III, el duque de Crillon por general en gefe del exército expedicionario destinado a la
reconquista de Menorca, con preferencia a los dignos generales españoles70
"El digno general español" era, evidentemente, el furioso y contrariado Aranda.
La cábala Peñafiel.
En vista de que nada consiguieron con sátiras y libelos, españoles y aragoneses decidieron intrigar, incordiar y boicotear la acción, colocando en la
expedición a sus hombres. Efectivamente, ya en Cádiz se formaron algunas de las cábalas que intrigarán a posteriori en el cuartel general de Mahón.
Una de ellas, la más próxima al Partido Español fue la que denominaremos cábala Peñafiel. El principal protagonista de la conspiración contra el duque era Pedro de Alcántara Tellez-Girón y Pacheco, marqués de Peñafiel y futuro duque de Osuna además de Grande de España, muy cercano a los
círculos del Príncipe de Asturias, y por tanto al Partido Español.
Peñafiel en aquel momento tenía 26 años, era coronel y mandaba el regimiento de América, unidad que iba a participar en la expedición, elegida
precisamente por el propio duque. Junto a él había también otro personaje afín, el teniente coronel del mismo regimiento, Juan Joaquín de Oquendo,
que había sido hechura del conde de Aranda diez años antes, y que ahora cultivaba la privanza del marqués. Otro aragonés era el brigadier Luis de las
Casas, la Quadra Aragorri y Olavide, que había servido de capitán en el regimiento de Voluntarios de Aragón y ahora mandaba el regimiento de Saboya.
69
70
Sátira anónima. A.C. leg. nº 47-32.
S.H.M. Clonard leg. 7.
Además de ser partidario de Aranda, de las Casas tenía vinculaciones antiguas con los Osuna. ¿Por qué razón sino el bibliotecario del duque, Ventura de Avila, le dedicó en 1764 una obrita suya. Antes de ocupar su cargo en casa de los Osuna, Avila había sido profesor de la Academia Militar de
Matemáticas de Barcelona71
Así, los tres, Peñafiel, Oquendo y Las Casas, se pusieron a intrigar contra Crillon junto a algunos otros, entre los que se encontraban varios edecanes que le habían sido impuestos al duque, como el exento de Guardias de Corps Federico Requesens72, los tenientes coroneles Pedro Gorostiza y José
Simón de Crespo, y el mariscal de campo Horacio Borghese, hermano menor de un Grande y también partidario de Aranda73
Todos éstos se lo pusieron difícil al duque. La cábala Peñafiel intrigó e intrigó hasta que hubo que cortarle las alas.
Precisamente los primeros roces que tuvo Crillon con el marqués, ocurrieron ya en Cádiz y aunque parecían cosa de protocolo y por tanto de menor importancia, denunciaban una sorda inquina, que se iría incrementando con el tiempo. Cuenta Miguel Arnaud de Courville, secretario de Crillon,74
que se celebró una comida en el navío Santísima Trinidad en la que asistieron todas las autoridades militares andaluzas, presididas por el entonces Capitán General de Andalucía, conde de O´Reilly, quien comentó al duque que Peñafiel estaba molesto porque en el embarque se le había destinado a un
navío de transporte en vez de uno de guerra, como correspondía a un Grande y que había escrito a la corte quejándose75. En el fondo se trataba de los
primeros escarceos de una oposición mucho más dura y compleja que la relativa a cuestiones de pura etiqueta.
Por cierto que a esa misma comida, asistió también la esposa del marqués, María Josefa de la Soledad Alonso Pimentel, la condesa de Benavente,
quien rogó a Crillon para que admitiera como edecán a un personaje de su entorno y miembro de la familia Pignateli, Juan Pignateli.
Pignateli era hijo del conde de Fuentes que había sido embajador en Londres. En aquellos momentos tenía 24 años, era también exento de Guardias de Corps y gozaba del favor de los Príncipes de Asturias. A su vez su tío Ramón (que fue el artífice del Canal Imperial de Aragón) era un distinguido miembro de los aragoneses cercanos a Aranda. Juan Pignateli era también amigo del poeta Cadalso. Ambos habían sido condiscípulos en el
Seminario de Nobles de Madrid y ambos también, frecuentaban los salones de los Osuna76. El duque mostró su desgana, pero al fin, presionado desde
la Corte, no le quedó más remedio que admitirlo como edecán, sabiendo que con ello añadía un enemigo a los que ya se iban agrupando a su entorno.
De todas formas Crillon trató siempre evitar problemas con estos personajes procurando halagarles. Por ejemplo envió a Fornells a Peñafiel para
que se "luciera" y pudiera salir luego con honores en la Gaceta y ser ascendido a brigadier, en la promoción restringida que se hizo con ocasión del
desembarco a primeros de septiembre de 1781.
71
Vid. ÁVILA, Ventura de. Resolución de los cuatro problemas geométricos. Barcelona, Piferrer, 1764.
El cargo de exento en los Guardias de Corps era equivalente a teniente coronel del Ejército regular.
73
El hermano mayor de Horacio, Camilo Borghese, era Príncipe de Sulmona y Paleato y Grande de España de 1ª clase. Que Borghese era partidario de Aranda lo afirman Olaechea y Ferrer
Benimeli, El Conde de Aranda, opus cit., II-80.
74
Arnaud a Bernardo del Campo Cádiz, 17/7/81. A.H.N. Estado, legajo nº 4205-1.
75
En efecto: Peñafiel cruzó a Menorca embarcado en la fragata mercante Santa Catalina, con parte de su regimiento. Vid. Diario de a bordo del navío San Pascual. M.N.M.
76
Vid. FERNÁN NUÑEZ, Opus cit., II-316.
72
XXXV
También logró el duque, una mención para Requesens por una refriega que tuvo con los ingleses en el primer camino cubierto de San Felipe, al
frente de un grupo de granaderos. Por su parte a Gorostiza, lo nombró gobernador militar de Mahón.
Aun así, nada consiguió, pues ellos se habían propuesto hundir al jefe. La forma más común que tenían de actuar en su contra consistía en enviar a
Madrid toda clase de informes críticos del duque o negarse de una forma sutil a colaborar con él. Lo que en términos vulgares militares se denomina
el escaqueo.
Por cierto que el marqués de Avilés, nada proclive a estos círculos cabalísticos escribió una carta desde Ciudadela a su amigo Francisco Aurizena,
capitán de Caballería y edecán de Crillon, que en aquel momento había sido enviado a Madrid con pliegos, en la que se quejaba de estos hechos:
77
"La garullada hace lo que pronosticamos mil veces, la lástima es que la bondad de nuestro general será la víctima y lo padecerá la Nación"
También el secretario Arnaud se hizo eco de estas críticas en una carta a Bernardo del Campo:
"S.E. se mantiene sin novedad en su importante salud, no obstante algunas desazones que le causan el grande interés que toma por el servicio de S.M. y las críticas y parcialidades de
algunos sujetos, que abusando de su bondad y de no proceder a idioma y etiquetas de la Nación, producen algunas conversaciones poco respetuosas, procurando oscurecer el mérito de
78
un general que sólo su nombre hace gloriosas sus empresas".
De todas maneras el más peligroso de todos parecía ser el aragonés Gorostiza. Al menos fue el cabeza de turco que pagó por los demás. Incluso en algunos momentos Crillon, denunciándole a Floridablanca, le señalará como cabeza del complot, quizás por no poder o querer apuntar más
alto, aunque en las acusaciones que formuló contra él salió el nombre de Peñafiel y aun el de alguno más importante todavía. Sospechamos que se
trataba del conde de Aranda.79
Después del destierro de Gorostiza, no conocemos ya más hechos destacados de la cábala Peñafiel, aunque seguía siendo peligrosa o al menos así
se la consideraba y también a su jefe el marqués a pesar de su juventud, o quizás a causa de ella.
En todo caso Crillon, en las recomendaciones de ascenso que hizo de sus generales después de la conquista en la promoción que se dio con motivo
de la victoria, procuró no levantar demasiado revuelo y se limita a dejar en manos del Rey la decisión final respecto a conceder o no, un nuevo ascenso
a Peñafiel, sobre todo porque ya había sido ascendido a brigadier en septiembre anterior, con ocasión de su "hazaña" contra Fornells, donde con escasamente 300 granaderos consiguió rendir una posición defendida por una numerosa guarnición de 25 hombres.
77
78
79
Garullada: en Asturias agrupación desordenada de gente.
Avilés a Aurizena. Ciudadela 11 de septiembre de 1781. A.H.N. Estado, legajo nº 4205-1.
Arnaud a Bernardo del Campo 8/12/81 A.H.N. Estado, legajo nº 4230.
Crillon a Floridablanca, Mahón 10 de octubre de 1781 (reservada). Carta nº 28.
En la recomendación específica sobre Peñafiel Crillon dice:
"Ha servido con valor. Ha sido ascendido en esta campaña pero por sus circunstancias se le debe dar alguna nota de satisfacción del agrado de Su Majestad.
Pero en carta reservada aparte, que acompañaba a la relación de recomendados, Crillon expresaba a Floridablanca sus más íntimos sentimientos
respecto al marqués y su cábala a la que temía.
¿Qué temía Crillon? ¿Que Peñafiel se fuera de la lengua sobre el último paso dado con Murray en febrero de 1782, quizás? (vid. más adelante) No
sabemos. El caso es que esta vez se atendió la petición del duque. Floridablanca debía considerar verdaderamente peligroso a Peñafiel. Por esa razón y
tras la partida del ejército expedicionario de la isla rumbo a Gibraltar, se ordenó quedar de guarnición en Menorca al Regimiento suizo de Ehrler y al
Regimiento de América, advirtiendo a su coronel que permaneciera en la isla al mando de su unidad. Fue algo así como un destierro encubierto. Además no ascendió a mariscal de campo en la promoción de febrero como pretendía.
Pero el inquieto Peñafiel, como fuera, consiguió partir para Madrid con licencia en mayo de 1782. El conde del Asalto comunicó a Floridablanca
su llegada a Barcelona el día 1 de ese mes.
¿A qué iba Peñafiel a Madrid? Al menos: ¿qué excusa había puesto para ir a la Corte? El mismo Capitán General de Cataluña en carta posterior de
22 de junio nos lo explica. Peñafiel había regresado de Madrid y embarcó en el puerto de Barcelona rumbo a Mahón en la fragata de guerra de la Orden de Malta Nª Sª del Pilar, llevando consigo a su esposa la duquesa de Benavente, noticia que nos confirma la alusión de Montobbio80.
La cábala Montenegro.
Otra cábala no menos dañina se formaría contra Crillon, que en esta expedición no ganó para disgustos. Ésta, era menos política y estribaba más en
intereses de tipo económico y la denominaremos la cábala Montenegro, porque el principal protagonista de las intrigas fue el Intendente General de la
expedición, Pedro de Montenegro.
Este intendente era hermano del comisario Antonio de Montenegro (que también participó en la expedición) al que recordamos en 1780 efectuando
un canje de prisioneros en Mahón y entrevistándose con el general Murray no se sabe para qué (vid, pag. 109).
80
Como no cita fuente, suponemos que Montobbio invoca la tradición oral mencionando la llegada a Menorca de la duquesa, diciendo que permaneció en la isla desde julio de 1782 a enero del
siguiente y que incluso perdió un hijo durante su estancia.
Vid. MONTOBBIO JOVER, José Ignacio. "Menorca española bajo la dominación británica." R.M. 1983 pp. 177-233.
XXXVII
Los hermanos Montenegro habían estado muy vinculados a la Capitanía General de Barcelona y el intendente salió mal parado de allí debido, entre
otras cosas, a su carácter despótico. De él dice en una nota Bernardo del Campo que:
81
"este intendente es el que no pudo sufrir Asalto de Comisario Ordenador"
Al principio Montenegro trató de ganarse a Crillon y lo consiguió. El intendente y Charles Lemaur, el ingeniero cuartel-maestre general de la expedición, ejercieron gran influencia sobre el duque durante la etapa gaditana, en que se esperaba zarpar camino de Menorca, granjeándose la confianza
del duque y muchas veces mangoneándole. Arnaud se dio cuenta de estos manejos y no dejó de comunicárselos a Campo:
"Dije a V.S. en una de mis antecedentes, el poder que tenía el influxo de Don Pedro de Montenegro, intendente y el de D. Carlos Lemaur para con S.E. en los asuntos en que necesita
valerse de toda la fuerza del idioma y del conocimiento de la nación, el uno por las grandes recomendaciones que ha tenido para S.E. y su mucha franqueza y el otro por ser de la misma nación.
(...)
82
Estos citados sujetos continúan con sus consejos queriendo intervenir en todos los asuntos con un despotismo y tono como si ellos fueran el jefe absoluto."
Grandes recomendaciones. ¿De quién? Muchas debió tener nuestro intendente cuando consiguió, por ejemplo, arrancar la concesión del abastecimiento de las tropas expedicionarias de pan, cebada, utensilio y paja a los todopoderosos Cinco Gremios Mayores de Madrid, que tenían el privilegio
del suministro (llamado entonces asiento) al Ejército y que en esta ocasión se vieron privados del gran negocio que suponía una expedición como
aquella83. En efecto: Montenegro obtuvo el asiento para un protegido suyo, el mallorquín Jerónimo Ribera.
Parece que el intendente tenía intereses y conexiones en Mallorca, que aunque no están del todo claras, trataremos de desvelar a la par que se desarrollen los acontecimientos.
No está de más recordar otra vez, que los intendentes gozaban de gran influencia y poder en la España de entonces. Casi todos habían sido primero
asentistas y negociantes poderosos, que habían hecho carrera en la Administración como Comisarios Ordenadores de Guerra, donde además de seguir
haciendo pingües negocios, acumulaban también enorme poder político.
Además de Montenegro nos suena ya algún intendente más, como Francisco Antonio Domezaín, al que ya hemos relacionado anteriormente con
Francisco Seguí y Juan Olivar. Recordemos también al impertinente Bañuelos, que estuvo a punto de acabar con Solleric y a quien, al final, no se le
dio más castigo que trasladarle de la Intendencia de Mallorca a la de la Coruña.
81
82
83
Campo a Floridablanca. Nota al margen de algunos resúmenes de cartas de Crillon. Estado, legajo nº 4230.
Arnaud a Campo, Cádiz, 20/7/81. A.H.N. Estado, legajo nº 4205-1.
Vid. CAPELLA, Manuel y MATILLA, Antonio. Los cinco gremios mayores de Madrid. Estudio crítico-histórico. Madrid, 1957.
Estos son dos de ellos, pero la lista sería desde luego interminable.
Como vimos más arriba, Crillon, que al principio se encontraba un poco desamparado entre tanto oficial español y no dominando bien un idioma,
el castellano, que estamos seguros que se negaba a aprender por chauvinismo, se dejó llevar por el astuto intendente, quien, halagándolo, consiguió
tener gran influencia sobre él, hasta el punto de obtener por su mediación en la promoción restringida del desembarco, nada menos que el ingreso en la
Orden de Carlos III.
En fin, todo iba bien para los planes del intendente, hasta que comenzó el inventario de los ricos almacenes de toda clase de géneros que se encontraron en Mahón, procedentes de las presas corsarias, que según la legislación y divididos en seis partes, correspondían cinco al Rey y una a los oficiales del Ejército que lo hubiera capturado.
Montenegro como intendente de la expedición se hizo cargo del recuento y valoración de las mercancías y por razones que desconocemos, sea por
codicia de mangonear o por soberbia, una y otra vez se negó a darle cuenta a Crillon de los resultados, pretextando siempre que no lo había concluido.
Esto originó un conflicto, debido a que por un lado Floridablanca deseaba saber su cuantía para hacer una apreciación y por el otro los oficiales y
generales de la expedición estaban impacientes por saber cuanto les tocaría en parte.
Precisamente esta impaciencia motivó entre otras cosas un amenazante pasquín contra el duque, en el que le acusaba de ocultar las ganancias para
apropiárselas.
Estos hechos acaecieron el 14 de septiembre de 1781. Ese día por la mañana, entraban en Mahón el sargento mayor del Regimiento de Burgos,
Domingo Fernández Cueto, acompañado del teniente ayudante José Gutiérrez, cuando unos mahoneses les avisaron que en la primera casa de la izquierda había dos extraños pasquines pegados a la pared. El primero decía:
"General todos a campar
o todos a cuartelar
o partir las presas
o se nos alborotan las cabezas
Penzar (sic) con tiento
porque el exército está descontento."
Y el segundo:
"Al exército enfadado se quexa
en aqueste día de que tú con picardía
con todo te hayas quedado
XXXIX
si quieres que estos vasallos
te sigan todos leales
reparte aquesos caudales
84
como allá lo hizo Zevallos."
El furioso autor se refería, en primer lugar, al descontento existente entre las tropas que acampaban desde las alturas de cala Figuera hasta Trepucó,
que era donde estaba situado el campamento principal del Ejército, del favoritismo concedido al Regimiento de América, que permanecía acuartelado
en el cuartel de la Explanada de Mahón desde su llegada, sin haber turnado jamás con las otras unidades (¿por miedo a desairar a Peñafiel quizás?).
El segundo pasquín daba cuenta del malestar citado sobre el asunto del reparto de las presas. Se acusaba a Crillon (sin fundamento) de haberse
quedado con todo. La mención última corresponde a la expedición del general Pedro Ceballos a Buenos Aires en 1762.
Los oficiales enviaron los papeles sediciosos al mayor general Roca, que los remitió a su vez a Crillon, con una carta que aclara algunas cosas y
demuestra, por ejemplo, que Roca no tenía ninguna animosidad contra el duque:
" (...) no hallo en su contenido asunto que pueda merecer la debida reflexión de V.E. en lo que trata maliciosamente, pues me consta las providencias de V.E. para que por el ramo de
Hacienda y sus comisarios de Guerra se proceda a inventariar todos los efectos de víveres y demás enseres, que se han encontrado por la fuga de los enemigos en los almacenes de este
muelle y su arsenal, de que ya supongo a V.E. enterado, respecto de que ha mandado repetidas veces repartir a la tropa gratuitamente carne, vino y demás víveres.
Es cierto que según la disposición de V.E. se hallan acuartelados en esta ciudad los dos batallones del regimiento de América, pues vinieron cubriendo la retaguardia al día siguiente
de nuestra posesión de esta isla y
en el mismo cuartel se hallan las compañías de granaderos y cazadores. En virtud de lo qual, si V.E. lo juzga conveniente, se mudarán los referidos batallones de América con otros de
los que V.E. destine de este exercito acampado, donde lo reemplazará en su terreno el referido regimiento de America, con cuya providencia todos lograrán el descanso del quartel a
85
que se reduce mi objeto de ponerlo en consideración de V.E."
Nos preguntamos: ¿quién fue el autor de los pasquines? Hay dos cuestiones aquí que plantear. En primer lugar se trataba de simular que era la
tropa quien se quejaba del reparto. Roca deja muy claro en su carta que no había motivo para ello, que es tanto como apuntar que los tiros venían por
otra parte. En segundo lugar la alusión al Regimiento de América servía, tanto para reafirmar un descontento que sí era real, como para tapar su verdadero origen.
Crillon tomó inmediatamente dos medidas: mandó el Regimiento de America a campar y se quejó a su jefe. En carta a Floridablanca el duque lo
expresa así:
84
Reproducidos fotográficamente por Danvila en: DANVILA Y COLLADO, Alfonso. Reinado de Carlos III (5 vols.) Madrid, el Progreso Editorial, 1891, vol V, pag. 196 y 197.
Roca a Crillon Mahón 15/9/81. A.H.N. Estado, legajo nº 4230. Según Danvila opus cit. Los pasquines deberían encontrarse en el mismo legajo pero hemos podido comprobar que han desaparecido.
85
"He aquí el pasquín. En cuanto a los dos puntos que forman su esencia y en lo que dice al final sobre le descontento del Ejército, este sentimiento no existe sino en la cabeza trastornada del que lo ha instigado. Por el contrario no es posible ver un Ejército más de acuerdo, más satisfecho y -tengo el gusto de decirlo- más contento de un general que es tan de ellos
como ellos son míos.
Y no hay nada más cierto que lo que dice mi ayudante de campo en el boletín: que no aparezco nunca en el campamento sin ser aclamado por los soldados, así que os ruego que
incluíais dicho boletín en la Gaceta tal cual está redactado, pues si hay algún pequeño partido formado contra mi antes incluso de mi partida de Cádiz, no veo la manera de vencerlo
sino tachando sus nombres y olvidándolo siguiendo el ejemplo de Augusto con el traidor Cinna.
Estoy harto y no voy a insistir. Si este partido (que como os he dicho es pequeño y bien pequeño) existe, me comprometo de aseguraros que (eso dicen mis espías) tengo a todo el
86
Ejército contra él.
Entonces, repetimos: ¿quién fue el autor? No sabemos, pero sí que Montenegro, con su retraso en el recuento, provocó la animosidad de la oficialidad contra Crillon. Ésta, quizás fuera su intención.
Al fin Crillon, cansado de tanto esperar y no consiguiendo evitar el escaqueo del intendente, llamó al comisario de guerra Marcos Gascón y consiguió de él, a espaldas de su jefe, que le diera una primera relación provisional de lo capturado. En realidad la cosa urgía, sobre todo porque muchos de
los géneros eran mercancías perecederas, que se iban a echar a perder si no se les daba pronta expedición y se las vendía.
De Gascón decía el duque a Floridablanca que:
87
"el único que yo propuse y con el que puedo contar"
Esto nos prueba, una vez más que Montenegro y el resto de comisarios le fueron impuestos a Crillon, desde no se sabe que instancias interesadas.
A esas alturas el duque ya estaba completamente desengañado del intendente, además Crillon que podía parecer en algún caso pusilánime y bonachón, en realidad no lo era, pues engañaba a primera vista y era hombre con muchos recursos, capaz de reconocer cuando había cometido un error y
reaccionar, dejando desconcertado al que le había juzgado de forma demasiado superficial. No siempre los extrovertidos son tan simples como pudiera
parecer a primera vista. El comentario que hizo del intendente el duque a su ministro no deja lugar a dudas:
"[Al intendente le] he juzgado equivocadamente, sobre todo después de que tras los primeros días de nuestra llegada aquí, tuve que frenarle en muchas cosas que en principio atribuí
simplemente a distracciones suyas y que después reconocí ser la baza de un carácter duro y dominante.
Previamente había confundido su tono de jactancia y suficiencia como gajes de su oficio y su dureza como espontaneidad. Pero no es así: a la vez que me utilizaba (después de a
vos) para pedirme que le consiguiera la distinción que más deseaba (y que ha obtenido) escribía -me lo han dicho-contra mi a Madrid entre otros a un comisario del despacho de
86
87
Crillon a Floridablanca Mahón 21/9/81. Carta nº 18.
Ibíd.
XLI
Hacienda llamado Dn. Manuel Laveiro, (recientemente muerto de apoplejía) y a otro del mismo despacho llamado Dn. Manuel Ximenez. pero me doy cuenta que por más que me justi88
fique en el fondo soy un bobo que torpemente se ha dejado engañar.
De nada sirvió este cambio de actitud del duque por otra más grave ante el intendente, que siguió haciendo de las suyas. Por otra parte Floridablanca interpretaba que aquello no eran otra cosa que cuestiones personales entre los dos personajes. Además debían pesar las (seguramente) poderosas
influencias de Montenegro.
Pero el intendente cometió un error que no le iban a perdonar. Haciendo caso omiso de la autoridad suprema del general en jefe, recogió los diezmos de ese año y, sin encomedarse a nadie le remitió la parte correspondiente al Obispo de Mallorca, Pedro Rubio y Benedicto, quien haciendo gala de
sibilina inteligencia, ordenó que se devolvieran y que, de su parte, se repartieran entre los pobres de Menorca.
Y decimos sibilina inteligencia, porque estaba aun por aquellas fechas en ciernes el futuro religioso de la Balear Menor. Corrían rumores de que se
iba a desmembrar la diócesis en favor de obispo propio para Menorca y el prelado mallorquín se adelantó tomándose la atribución de regalar la parte
de diezmos correspondientes a su Mesa. Sólo se regala lo que es de uno y quien calla otorga. Muy sutil el obispo, pero a la larga no le sirvió.
Como ya hemos dicho, a Montenegro no le perdonó Floridablanca aquella ligereza y aceptó la propuesta de Crillon cuando éste le recomendó su
destitución y relevo:
"Sangro os hablará también del intendente, el más loco e insolente conmigo y con todo el Ejército de quien se hace detestar. Es el más bobo e incapaz y esto no es precisamente bueno
para el servicio del Rey.
Todo el mundo conoce los motivos que tengo para quejarme de este ingrato caballero de nuestra Orden y si es reemplazado al mismo tiempo que Gorostiza parta, mi autoridad sería
89
mucho más respetada.
Cabe preguntarse el porqué Montenegro se tomó aquellas atribuciones ¿era pura soberbia o hay algo más? desconocemos los detalles, sólo recordemos que Jerónimo Ribera, el asentista mallorquín hechura suya, asistía a una tertulia en casa de Juan Roig, padre de Antonio Roig, el vicario del
obispo. Allí acudían también los oficiales de milicias mallorquinas de la compañía de granaderos provinciales, que acudió al sitio de San Felipe como
tropas auxiliares, al mando de los capitanes marqués de Vivot y Pedro de Veri y los tenientes Ramón Puigdorfila y Mariano Fábregues. Todos ellos
eran, además, enemigos del marqués de Solleric.
La tertulia de los Roig, debía ser, por lógica, un foco de conspiración a favor de los intereses del Obispo de Mallorca a la que Montenegro no debía
ser ajeno. La información sobre esta cábala de mallorquines, su vinculación con Roig y en la que Ribera era partícipe, la hemos obtenido del propio
Solleric que además acusa a éste último:
88
89
Ibíd.
Crillon a Floridablanca 10/10/81. Carta nº 28.
90
"ese ministro de hacienda Ribera y sus dependientes y empleados son de la pandilla de ellos"
Para completar el cuadro solo le faltaba aquello al regalista Floridablanca, autor del Monitorio de Parma; que le insinuaran que aquellos funcionarios poderosos y nada proclives a su parcialidad, tuvieran inclinaciones ultramontanas. La destitución de Montenegro fue fulminante y sustituido por
un hombre del conde y hechura suya: Pedro López de Lerena, que más tarde y tras cumplir su misión en Menorca sería nombrado, primero Intendente
General de Andalucía (a la muerte de Domezaín) y después ministro de Hacienda (a la muerte de Muzquiz). A Crillon le agradó el nombramiento:
"En su carta del 27, V.E. me habla de la destitución del intendente Montenegro, que le tengo que agradecer a Su Majestad, sin menoscabo de su celo ni su probidad. La elección de su
sucesor, el Señor de Lerena, me produce gran satisfacción. Vuestra recomendación por él y el retrato que me habéis hecho, son un completo elogio para mi, además le conocía ya suficientemente para estar dispuesto a creer que nos entenderemos. Le espero con tanta impaciencia que he hecho de intermediario al enviar a Montenegro, con algunas cartas que he re91
cibido para él, la que el Secretario de Guerra me ha enviado a mi comunicándome su destitución. Ya solo falta que reciba la suya de D. Miguel de Muzquiz y obre en consecuencia".
Con Montenegro cayeron también los que formaban con él la cábala: los comisarios José Lamor, Fermín Quiroga, Martín de Enseña, el tesorero
Julián Pastor y el contralor de Artillería92 Luís de Viguri. Se salvaron Roque Carrasco y el ya mencionado Marcos Garzón, así como Antonio de Montenegro, que no había formado causa común con su hermano.
Parece que también Jerónimo Ribera se salvó, al menos parcialmente, porque continuó como asentista de utensilio y paja hasta el final de la campaña. No obstante el asiento de pan y cebada pasó ahora a los Cinco Gremios Mayores de Madrid, que recuperaron así su prerrogativa, menoscabada
en un peligroso precedente, circunstancia de la que no debió estar alejada tampoco la destitución de Montenegro. Con Lerena llegaría un factor de
dichos gremios a hacerse cargo del suministro.
Ribera, como hemos dicho, continuó con el negocio pero le salió caro. Hubo de entregar al factor de los gremios madrileños granos por valor de un
millón de reales y, a juzgar por sus quejas, a la altura de abril de 1782 no había cobrado aun. Ni tampoco otros dos millones más en concepto de utensilio y paja.93
El día 2 de enero de 1782, llegó Pedro López de Lerena a Mahón y al hacerse cargo de las finanzas del Ejército se encontró las arcas vacías por el
descuido de su antecesor, que no previno la circunstancia. Rápidamente hubo que pedir dinero a Mallorca. A la causa contribuyeron también algunos
90
Solleric a Floridablanca Palma de Mallorca a 28/11/81. A.H.N. Estado, legajo nº 4230.
Crillon a Floridablanca, Mahón a 28/11/81. Carta nº 33.
92
El contralor (del francés contróleur) era un cargo económico en la Artillería (y en los hospitales militares) que ejercía las funciones de control, cuenta y razón de los caudales y efectos. Había
sustituido a lo que antes, en la época de los Austrias se denominaba veedor de cuentas.
93
Ribera a Floridablanca Mahón 24/4/82. A.H.N. Estado, legajo nº 4205-1.
91
XLIII
principales mahoneses y el intendente del cuerpo expedicionario francés. Los franceses aportaron 500.000 reales. En Mahón, que sepamos, colaboraron Mateo Mercadal con otros 500.000 y Rafael Febrer y Lliñá con 200.000. Por su parte el marqués de Solleric lo hizo por su cuenta y sin que nadie
se lo pidiera con otros 200.000. A su vez de la Capitanía de Mallorca se consiguieron 2.000.000 más. Así pudo paliarse de momento el déficit e iniciarse el ataque general contra San Felipe el 6 de enero de 1782, que había quedado comprometido por la ineptitud (¿O debemos decir boicot?) de
Montenegro.
La cábala de los marinos.
Además de las cábalas que ya hemos visto formarse desde Cádiz y a lo largo de la campaña, Crillon hubo de soportar también durante toda la expedición una cruz que sobrellevó con paciencia, con la infinita paciencia que le caracterizaba, pero que le sacó de las casillas más de una vez, hasta el
punto de poner su dimisión en manos de su ministro en alguna ocasión.
Procedía este malestar de la actitud de la Marina. Ya sabemos de la oposición de Castejón a Floridablanca, al proyecto de la expedición a Menorca
y a que Crillon fuera el comandante en jefe absoluto de la expedición incluidas las fuerzas navales.
De todas formas conviene señalar que el conflicto en este caso, entre los ministros de Estado y Marina, no era más que un subconflicto de otro más
amplio que enfrentaba a la Armada con el Ejército de Tierra, que era un mal endémico en la época. Hay numerosos ejemplos de ello, por ejemplo el
propio Castejón, ahora Secretario de Marina, no se entendió en absoluto en su día con el teniente general O´Reilly en la expedición contra Argel y ésta
fue una de las causas de la derrota. Lo mismo ocurrió, por ejemplo, en la expedición a Buenos Aires de 1762, entre el marqués de Casa-Tilly y el teniente general Ceballos, como nos cuenta Fernan-Nuñez:
"Estaba Mac Dowel con su escuadra en un puerto no distante de Santa Catalina, en que, según la opinión general, hubiera podido y aun debido atacarle con suceso Tilly, hallándose
con fuerzas superiores a las suyas; pero hubo varias razones de intereses particulares que lo impidieron, siendo una de ellas la mala inteligencia que reinaba entre los dos generales de
Mar y Tierra, lo que desgraciadamente sucede demasiado a menudo entre unos y otros, queriendo cada cual hacer el principal papel y tener la gloria, y siendo muy duro a los marinos,
94
acostumbrados siempre a un mando absoluto, independiente y casi despótico, sujetarse a ser auxiliares de las tropas de tierra, ni a ser mirados por ellos como meros conductores."
El polémico conde de Aranda tampoco apreciaba demasiado a los marinos y con ocasión del bloqueo a Gibraltar, Andrés Muriel le atribuye las
siguientes palabras:
94
FERNAN-NUÑEZ, Opus cit. II-282
"Cuando tengamos buenas escuadras podremos ser dueños del estrecho; éste es el único medio que hay de apoderarnos de Gibraltar; verdad innegable: Pero ¿cuándo tendrá España
95
tantos navíos y sobre todo tan disciplinadas tripulaciones y tan buenos generales de mar como los ingleses?"
Las sátiras de temática gibraltareña también se ocuparon de la Marina con profusión, como ésta:
Mentir tanto la Gaceta
premiar tanto a los marinos
nuestra Armada en sus destinos
Inmoble, quieta que quieta,
hasta los niños de teta
dicen: "¡Oh, esto no se entiende,
96
que aquí hay duende!"
O esta otra, haciendo hablar al almirante Lángara cuando fue derrotado por Rodney en 1780:
Yo salí con diez navíos
a detener el convoy,
los perdí, contento estoy,
pues los buques no eran míos;
yo con dos mil desvaríos,
andando en la mar ligero,
castigué al inglés severo,
pues no hizo más el pobrete
que llebarse seis o siete
97
y hacerme a mí prisionero"
95
MURIEL, Andrés, Historia de Carlos IV, Madrid, Atlas, 1959, 2 vols. II-289.
B.N.M. Ms 10956. Egido cita otra variante de esta sátira en la que en vez de "premiar tanto a lo marinos, / nuestra armada en sus destinos", dice: "premiar tanto militar, / nuestra armada en
Gibraltar".
Vid. EGIDO Sátiras... opus cit, PAG. 285.
97
Ibíd.
96
XLV
A pesar de estos varapalos la Marina seguiría prepotente ¿De donde le venía esta jactancia a los marinos?. Quizás sin duda el saberse protagonistas de la fuerza militar fundamental en la que se basaba el poderío del Imperio Español, en un momento en que las potencias, verdaderas talasocracias,
se medían por la pujanza de su Marina de Guerra. No en vano España contaba entonces con un total de 294 navíos de guerra entre los cuales 76 eran
de gran porte como el San Pascual o el Atlante, fruto de la reforma de Ensenada y de la propia de Carlos III. A costa del Ejército de Tierra, todo hay
que decirlo98.
Esta prepotencia se acabó desde luego en Trafalgar. Ese es, desde nuestro punto de vista, el arranque de la decadencia definitiva de España como
gran potencia.
El conflicto, pues, estaba servido, no obstante en esta ocasión era si cabe más grave. A la emulación entre Marina y Tierra había que añadir la inquina de Castejón contra Floridablanca y su política, sobre todo a la de integración ministerial que intentaba llevar a cabo el conde.
En concreto y refiriéndonos a las relaciones de Crillon con los marinos, el dilema que se le presentaba al duque era doble: por un lado enfrentarse a
la fuerte personalidad de Buenaventura Moreno, el comandante de Marina de la expedición, que no se dejaba doblegar así como así, y a las órdenes
que le daba directamente Castejón al almirante y que provocaban enorme confusión por ser contradictorias respecto a las del duque.
No obstante, el error era político al no haberse podido imponer Floridablanca a Castejón, que apoyado en su prerrogativa para despachar a boca
con el Rey, consiguió introducir cláusulas ambiguas en la orden general de operaciones que se le entregó al duque, limitando su autoridad respecto a la
Marina.
Las ambiguedades relativas a algunas competencias en la cadena de mando no son recomendables en ningún caso y menos para la toma de decisiones en el campo de batalla. Pero, en aquellos tiempos, resultaba difícil eliminar los corporativismos en beneficio del principio de unidad de acción,
aunque los partes de guerra en las Gacetas se encargasen de airear continuamente "la buena disposición y armonía entre la Marina y el Exército".
Pese a todo esto, hay que decir en descargo de Moreno, que parecía ser un hombre honrado y competente. Aparte del hecho de tener que cumplir
las ordenes de su ministro, que perturbaron la acción y su aparente soberbia, en aquello de que "en lo mío no me manda nadie", no parecía tener doblez
alguna. Crillon nunca dejó de reconocer su valía y aunque anduvo con el como el perro y el gato, no le dolieron prendas en alabarle en muchas ocasiones. Como en esta, por ejemplo:
"No esperamos más que la señal de Mr. de Moreno para hacernos a la vela quien me ha prometido hacerlo en el primer momento que el viento y la marea se lo permitan.
Estoy hasta aquí muy contento de este oficial, que es muy activo y a quien todos los marinos están de acuerdo, que es persona de mucho mérito y que me parece amar la gloria y el
servicio del Rey tanto como yo. Así que me consideraría culpable de un amor propio mal entendido si no hablara así de su amor a su profesión, de la cual además entiendo muy poco,
99
por lo que le he comunicado los primeros puntos donde debemos recalar."
98
99
Vid. MURIEL, Andrés Gobierno de Carlos III, Madrid, Atlas, 1959. B.A.E. 115, pg. 296-97.
Crillon a Floridablanca, a bordo del San Pascual a 19/7/81. Carta nº 9.
Crillon se quejaba por entonces del ministro pero no del Comandante de Marina de quien sabía que cumplía ordenes. Ordenes de boicotear la acción se entiende. En efecto: todo lo referido a la Armada iba en Cádiz atrasado, sin que se supiera porqué. Además a Crillon se le hicieron desaires. Por
ejemplo se le trataba con honores de Capitán General en los buques de la escuadra que visitaba, excepto en el navío San Pascual, que iba a ser el buque insignia de la expedición, donde se le rendían, exclusivamente y con toda intención, los de teniente general.
Crillon escribió a Floridablanca acusando a Castejón y que por su influjo, en la Marina todo eran pretextos y excusas para retrasar la salida:
" He escrito a Mr. de Muzquiz, como al ministro de la Guerra y le hablo bien de todo el mundo. No he tenido tiempo de escribir por este correo a Mr. de Gálvez pero V.E. puede
100
asegurarle a él y al Rey que estoy plenamente satisfecho de la actividad e inteligencia de D. Antonio de Gálvez, su hermano.
He mandado también a Mr. de Castejón cuan contento estoy de toda la Marina, pero a vos, Sr. Conde, (a quien apelo desde mis sentimientos, mi querido conde) os revelo que no hay
mas clave del enigma que la que os anuncié.
Os aseguro que prefiero fracasar antes que ser injusto. Aunque no dudo de la buena fe de mi almirante, pudiera ser que las órdenes particulares que tiene pudieran sufrir variación si
101
por azar nos retrasamos por esperar a la gran escuadra aunque se diga sin embargo que estará presta para pasado mañana sábado."
El duque se refiere a las excusas que ponían siempre los marinos para todo. En general los pretextos de Moreno ante Crillon para hacer o dejar de
hacer algo. siempre serán de ordenanza o técnicos, relacionados con las mareas o los vientos que, en su opinión le impedían tal o cual movimiento. En
este sentido el marino se aprovechaba del desconocimiento de las cuestiones de mar del general de Tierra.
No obstante Crillon, que no era tonto en absoluto, ya se había encargado de hacer venir al capitán de navío Eyries que le asesoraba. Es evidente
que la inquina contra los volontaires françaises estaba justificada desde la perpectiva de algunos perjudicados, en este caso Moreno.
Al fin la escuadra partió el 20 de julio de 1781. Al pasar delante del cabo Trafalgar entregó Crillon los pliegos con sus instrucciones a un Moreno
ya muy molesto por estar conduciendo una escuadra a un destino desconocido. Ese fue el momento en que se enteró que navegaba rumbo a Mahón.
Tampoco los apartes que el duque hacía en el puente con los marinos franceses, sobre todo con Eyries, debieron gustar mucho al comandante de
Marina por celos profesionales, aunque no se quejó de ello, pero otros lo hicieron por él.
Debió, desde luego, esta preferencia, añadir leña al fuego en las disensiones entre Moreno y Crillon, que no habían hecho más que empezar y que
irían a más, a mucho más, como iremos viendo paulatinamente. Lo referente a estos tiras y aflojas lo mencionó Floridablanca en una carta y el duque
se defendió aludiendo que:
100
101
Se refiere a Bernardo de Gálvez, futuro marqués de Sonora y a su hermano Antonio, que en aquel momento era presidente de la Casa de Contratación.
Ibid.
XLVII
"De lo que me decís respecto de las pruebas de mi amistad por los franceses e italianos que me rodean, nada es imprescindible en el mundo y la prueba más segura para todos es, que
de todos los ayudantes de campo italianos que se me han concedido, no he elegido a ninguno para ser promovido a un ascenso como todos desean, más bien al contrario los he solicitado todos para los españoles.
Si lo queréis es referiros a mis conversaciones frecuentes con Eyries en el navío (lo cual no puede ser destacado por pequeños celos de los mismos italianos o de algunos otros de
102
mis ayudantes de campo españoles) eran necesarias para discutir sus proyectos y en fin eso ha terminado hoy día y todo el mundo está bien avenido.
Pero no había acabado aquí la cosa como aseguraba el duque. En efecto: al llegar el momento del desembarco en Menorca el brigadier Moreno
puso las objeciones que le permitían las atribuciones que se le habían dado previamente.
Gella Iturriaga que, siguiendo la tradición de las antiguas Gacetas, siempre se mostraba reacio a destacar disensiones entre la Marina y los de Tierra por aquello de la buena armonía, nos dice sin embargo que Moreno envió al ministro de Marina un escrito de contestación en todas sus partes103,
negándose a desembarcar en tanto el tiempo no cambiara.
Al final el duque se impuso diciendo a Moreno:
"Bien señor, frente a las suposiciones propuestas ya he tomado una decisión: desembarquemos y con vuestros navíos y transportes procurad entrar en el primer puerto que podáis
encontrar, preferentemente si os es posible el de Fornells, que nosotros os abriremos paso con la espada en la mano, si los enemigos se quieren oponer a vuestra entrada en este abrigo; dad, pues, la señal de desembarco, que el valor español suplirá las dificultades que ahora nos lo impiden. Yo, al contrario que vuestra merced, veo la expedición asegurada si los
enemigos nos ven desembarcar con decisión, pues pensarán que somos más de los que somos y por otra parte se apercibirán que la mayor parte de nuestros navíos y transportes se encuentran del lado de Alcaufar y que el viento puede calmarse de un momento a otro por lo que se darán cuenta fácilmente que se arriesgarían mucho metiéndose entre dos fuegos, ex104
poniéndose a perder la plaza en un instante".
Y aun añadió más leña al fuego si cabe, cuando afirmaba en el oficio pasado a Moreno para que cumpliera las órdenes de su plan de desembarco,
que su conocimiento de los puertos menorquines procedía de un edecán francés que había asistido a la campaña anterior con Richelieu. Seguramente
se estaba refiriendo al comendador de Rozán.105
102
"Los italianos" son algunos de los edecanes favoritos de Crillon de este origen, como Lorenzo Colonna, coronel agregado al Regimiento del Algarbe, y los tenientes de Guardias de Corps,
Pablo Sangro (príncipe de Castelfranco) y el marqués de Branciforte.
Vid. Crillon a Floridablanca Mahón a 24/9/81. Carta nº 21.
103
Vid. GELLA ITURRIAGA José. "El convoy y el desembarco español de 1781 en Menorca." Revista de Historia Naval, nº 1, 1983 pp. 9 a 30
104
Crillon, Memoires, pag. 273-74. Original en francés. La traducción es nuestra.
105
Crillon a Moreno San Pascual 6/8/81. A.H.N. Estado, legajo nº 4230.
De todas maneras este discurso tan grandilocuente es el típico de todas las memorias de personajes famosos, quienes rodean sus acciones de una
aureola epopéyica y pomposa. Probablemente ni Washington cruzó el Delaware helado, erguido sobre la proa de su embarcación, como lo representa
un pintor romántico; ni Crillon debió pronunciar el solemne discurso, que él mismo se atribuye diez años después de la toma de Menorca.
En cualquier caso Moreno se tragó el sapo y avanzó sobre Mahón con la escuadra, aceptando sin rechistar, salvo el incidente frente a San Felipe,
donde el brigadier se empeñó en disparar un cañonazo a la fortaleza.
Mucho se ha discutido sobre la inconveniencia o no de esta medida, y las argumentaciones siempre han hecho referencia a la sorpresa. No es ahí
sin embargo donde creemos radica su importancia, al fin y al cabo la sorpresa ya no era ya tal a las doce del mediodía del 19 de agosto cuando se realizó el disparo. El incidente más bien debemos situarlo en el pique planteado ya durante la travesía entre el comandante de Marina y el general en jefe.
El duque se opuso a la acción pero Moreno hizo uso de su derecho a réplica (que se le había concedido) diciendo que debía actuar conforme a la
Ordenanza de Marina, por la que el buque insignia de una expedición, debía disparar una salva con bala al pasar frente a una fortaleza enemiga y enarbolar bandera de combate. Al final Crillon cedió.
Nuevos motivos, pues, para las desavenencias entre los dos comandantes, que no hizo sino añadir leña al fuego. Y la culpa no era toda de ninguno
de los dos, sino de las ambiguas instrucciones políticas de la orden general de operaciones.
Crillon nos cuenta el incidente en sus memorias y lo juzga a su manera:
"Debido a la gruesa mar y finalmente a una tempestad, nos vimos forzados a pasar cerca del fuerte, donde Mr. de Moreno dijo a M. de Crillon que estaba obligado a enarbolar el
pabellón español y afirmarlo con un disparo de cañón con bala, según rezaban las ordenanzas de Marina, a lo cual M. de Crillon consintió por respeto a los usos de la Marina Española que el consideraba conculcados si se le impedía efectuarlo.
Cuando se efectuó ese tiro los enemigos no habían disparado aun a pesar de llevar largo tiempo a su vista, por lo que fue una bravata absolutamente inútil, que podía haber costado
cara a la flota.
Pero nos dejaron pasar sin responder con su fuego. Además la acción fue desafortunada. M. de Crillon se enteró después que los enemigos nos habían confundido con una escuadra
106
rusa que esperaban y el disparo les aclaró las cosas."
Crillon se equivoca al asegurar que los ingleses no estaban enterados de la llegada de la flota. Por las cartas del marqués de Solleric, sabemos que
el gobernador Murray lo estaba. Se conocía la salida de Cádiz desde hacía mucho tiempo y sobre todo su llegada a aguas de Baleares. Solleric se lo
dijo en una carta a Floridablanca, fechada dos días después del desembarco, en la que relataba que un patrón condujo emisarios a Menorca para avisar
a los ciudadelanos de la llegada de la escuadra y en su derrota apresó una embarcación con tres hombres, que luego soltó cerca de la costa de Menorca.
106
Crillon, Memoires pp. 267-68. Original en francés. La traducción es nuestra.
XLIX
Alguien del falucón debió comentar algo en voz alta sobre la escuadra de invasión y los marineros mahoneses, una vez liberados lo contaron al gobernador británico:
"Esto se puso en noticia del governador, que mandó en el término de seis días llevasen al fuerte cada uno de los pueblos 70 vacas y 400 cabezas de lanar, de que estava desprovei107
do."
Por tanto, el que Murray confundió la escuadra española con una rusa, no es más que una excusa que el gobernador puso para explicar su inacción
cuando el desembarco, que estuvo a punto de costarle la plaza y la isla ese mismo día. Una inacción y una desidia muy sospechosa; demasiado sospechosa.
Después del desembarco de tropas y material y comenzada la preparación del sitio, a la Marina no le quedaba nada más (y nada menos) que hacer
de correos, transportar equipajes, colaborar en labores de sabotaje marítimo y construir baterías para la defensa y bloqueo del puerto. Aunque la misión
fundamental consistía en interceptar todos los buques que intentaran penetrar en la cala de San Esteban, con la intención de auxiliar el castillo con víveres o tropas de refuerzo y refresco. Eran los denominados cruceros.
Lo cierto es que a la altura de noviembre de 1781 habían conseguido pasar ya cinco navíos de socorro al fuerte, procedentes de Liorna sin que la
Marina Española huera hecho nada por evitarlo.
Efectivamente, Gella Iturriaga constata los cinco, respectivamente el 2 de septiembre, el 30 del mismo mes, el 11, el 15 y el 29 de noviembre y aun
entrará otro el 4 de diciembre108. Por su parte, Micaela Mata registra tres de ellas: la llegada a principios de noviembre del bergantín St. Philip´s Castle
con varios oficiales ingleses y 54 voluntarios partidarios del patriota corso Pascuale Paoli, y entre los que se encontraba su sobrino Miguel, que era un
corsario afincado en Mahón. Posteriormente otra embarcación con cuatro oficiales y por último el capitán Lawson con 583 marineros de la hundida
fragata Minorca.109
También el cónsul español en Liorna, el caballero Bestelet, envíó una carta, fechada el 28 de septiembre, en la que anunciaba la partida para Menorca del corsario Resolution del capitán Pasquale Scarnicchia con 60 voluntarios que iban a reforzar el fuerte y el envío de 100 desertores genoveses
y de los Estados del Papa. Por último el propio Crillon constató la entrada del brick corsario del capitán Tucker.
107
108
109
Solleric a Floridablanca 21/8/81. A.H.N. Estado, legajo nº 4230.
. Vid. GELLA ITURRIAGA, José. "Cronología de la campaña 1781-82" Anuario de Menorca 1982. pp. 96-99
Mata cita también una carta de Murray al almirantazgo en la que asegura el mantenimiento abierto del pasaje marítimo y por tanto que cualquier socorro podía llegar con mínimo riesgo.
Vid. MATA Micaela, "Los generales extranjeros en la campaña de Menorca en 1781-1782" R.M.1983 pg. 147.
Los buques españoles habían permanecido, pues, anclados en Fornells, que era la base naval provisional y ninguno había salido a interceptar al
enemigo. Según Moreno porque no se había podido y según Crillon porque no se había querido. El duque estaba convencido del boicot de la Marina,
no solo a su misión en Menorca sino que, lanzando una mucho más grave acusación, decía que también a todas las operaciones de aquella guerra. Sus
tiros apuntaban directamente al Secretario de Marina.110
¿En la carta en la que Crillon acusa a la marina habla de monstruos políticos ¿a quién se referiría el duque?. Desde luego a Castejón, primer responsable de la Marina y al que el duque acusaba de todos los males que sufría del lado naval. Pero: ¿había alguien más detrás? ¿por qué Castejón se
oponía a Floridablanca? probablemente el ministro de Marina hacía el juego a un poderoso enemigo del conde murciano. Nos referimos a Almérico
Pini, Ayuda de Cámara favorito de Carlos III, de enorme influencia ante el monarca, junto con el duque de Losada y el confesor Eleta, y que había
encumbrado a Castejón, quien había llegado a ministro de Marina en 1776 a la muerte de Arriaga, por intercesión suya, al menos así lo cuenta Vargas
Ponce quien dice al respecto:
111
"Don Pedro Castejón [obtuvo el ministerio] por intrigas y sugestiones del ayuda de cámara Pini, que nunca vio el océano"
La enemistad manifiesta de Floridablanca con Pini es denunciada en la famosa sátira de la confesión, en la que, comparándola con la del confesor
Eleta se afirma:
112
"Operaciones de guerra que mantuve con el difunto confesor, obispo
ferocidad supersticiosa.
113
Con Pini idem".
, a quien me opuse con mis insidiosas artes, dándole mis procedimientos la razón, que jamás tuvo con otros, su
El conde en su respuesta a la sátira, ya reinando Carlos IV, lo niega:
"Discordias con Pini jamás tuvo el conde, como se le imputa y sólo el mismo Pini podrá decir si los auxilios reservados que el difunto rey le dio y los honores y sueldos de su secretario de cámara y consejero de Hacienda, los debió a otro que al conde, a quien se dirigió y pidió su interposición. Si Pini fue seducido para decir otra cosa, examínese y entre tanto el
114
conde no quiere creer que haya sido ingrato a quien le ha hecho tantos beneficios".
110
Crillon a Floridablanca, Mahón a 1/12/81. Carta nº 34.
VARGAS PONCE, José de. Elogio histórico de D. Antonio Escaño, Huelva 1816 Mss. nota 11, Esta obrita panegírica permaneció inédita hasta 1962, año en que la publicó la Editorial
Naval con notas del contralmirante Julio F. Guillén. La referencia citada se encuentra en la pag. 116 de esta edición.
112
Joaquín de Eleta fue nombrado por Clemente XIV arzobispo de Tebas y posteriormente obispo de Osma.
113
FLORIDABLANCA, Obras... pag. 289.
111
LI
Crillon tuvo alguna relación con Pini, que parece ser que intervino de alguna forma en el intento de soborno al general Murray. Lo veremos en su
momento.
Volvamos ahora a nuestro asunto. Lo cierto es que, o provocado desde Madrid o por malevolencia de Moreno picado con Crillon, la Marina hasta
entonces no había cumplido sus cometidos. En una conminante carta a Moreno escrita en 12 de noviembre, Crillon le ordenaba, "en nombre del Rey",
que estableciera un crucero o patrulla permanente de tres buques de guerra frente al puerto de Mahón, para evitar la entrada en San Esteban de buques
enemigos de refuerzo y que se relevaran cada dos meses.115
Moreno le contestó el mismo día. Además de algunas ironías irrespetuosas que indicaban, no sólo su suficiencia y soberbia sino la posición de poder que gozaba a pesar de ser Crillon nominalmente su jefe, el Comandante de Marina respondió con toda clase de ambiguedades, planteando los problemas que le suponían mantener un crucero permanente por una serie de inconvenientes.
1. Falta de buques suficientes para realizarlo.
2. Las averías que la Tramontana había producido en algunos de ellos, cortando el palo mayor en el Lebrel y anegando la Carlota.
3. Que los vientos dominantes en la isla (N. NO. y SO. según el marino) no permitían a los buques de crucero buscar abrigo cuando lo
necesitaban y los separaban de la costa, aprovechando entonces los enemigos para penetrar haciendo bordadas desde la Mola con viento norte. Y como el único abrigo contra la Tramontana era la isla del Aire, muy alejada del lugar donde ese debía hacer el crucero, no podían interceptarlos.
4. Que los jabeques que debían hacer dicho crucero no podían estar dos meses sin fondear porque sólo disponían de un mes de aguada.
Desde luego somos incapaces de valorar a estas alturas las afirmaciones de Moreno, por la falta de conocimiento del arte de navegar a vela, que
dicho sea de paso tampoco tenía Crillon. Moreno manejaba la típica ambigüedad del técnico cuando quiere engañar a un profano, protegiéndose tras la
impunidad de sus expresiones en germanía. Las argumentaciones del marino -al menos esa es la impresión que nos ha dado el tono de sus cartas- tenían el tinte de la excusa; del que, más que no poder, no quería cumplir ciertas órdenes, utilizando, además, el tono altanero del que se sabe poderoso y
seguramente respaldado.
114
FLORIDABLANCA, Obras... pag. 306.
Las cartas de Crillon a Moreno y las respuestas de este se encuentran en una carpeta titulada “Copia de cartas del duque de Crillon a D. Ventura Moreno con sus respuestas”. La letra de este
título es del duque y se las envió a Floridablanca. Como el tema era confidencial, hay una nota al margen también de su puño y letra que dice para Su Excia. sólo. En este caso Crillon las escribió en castellano.
La carpeta se encuentra en A.H.N. Estado, legajo nº 4230.
115
Crillon sin embargo no se arredró y envió nueva respuesta al brigadier en la que hace gala de una energía que contrasta con aquella bonhommíe,
debilidad y superficialidad de carácter a la que nos tenía acostumbrado otras veces. Sus palabras son aquí enérgicas y terminantes. Son las palabras de
un jefe; las de quien considera tener suficientes atribuciones como para dar órdenes tajantes. También es, sin embargo, la manifestación de una intentona desesperada que chocó con la oposición de unos marinos contra los que no pudo el duque hacer nada. Menos mal que al final la empresa pudo
seguir adelante contra viento y marea y demás elementos.
No obstante, como decimos, el duque se manifestó enérgico y se expresaba en estos términos que no admitían excusa:
"...mi intención, la qual conformemente a la del Rey, es que sus navíos hagan todo lo que esté en poder de los hombres para impedir a los enemigos entrar socorros en la plaza y que
se expongan a perecer si es menester para cumplir con ello.
Es para conseguirlo que concluio esta demasiado larga carta, dando a V.S. en nombre del Rey por segunda vez, la orden expresa de disponer en cruzero de los navíos que tiene a su
mando, de modo que haya siempre tres que puedan defender la entrada del puerto de Mahón.
116
Y declaro a V.S. que no admito disculpa ninguna para impedirle de cumplirla."
Pero la carta de Crillon no era sólo el varapalo de un general en jefe sino también una orden por escrito, en la que se le dan a Moreno las instrucciones precisas y racionales de un técnico; donde se le explicaba al marino, punto por punto, lo que debía hacer y lo que se esperaba o no se esperaba
de él. No olvidemos, una vez más que Monsieur Eyries, capitán de Marina de alto bordo, andaba cerca del duque asesorándole.
En la carta anteriormente mencionada, Crillon ordenaba a Moreno que la aguada y provisión de los buque de crucero se hiciera en alta mar por un
buque nodriza. También proponía que uno de los buques se colocara frente al cabo de la Mola para esperar al enemigo cuando intentara penetrar por
allí e interceptarlo en combinación de los otros dos restantes que lo intentarían a cierta distancia para cerrarle el paso a la huida, corriendo bordos
opuestos (vid. figura en la pag. siguiente).
Añadía también a todo ello una acusación. Que en la última entrada al fuerte de un buque de ayuda, el brick corsario del capitán Tucker, ninguno
de los buques de guerra españoles acudió a impedirle el paso.
"V.S. sabe sin duda y todo el exército se lo puede decir, que este Briq se ha quedado desde que rompió el día hasta la una de la tarde corriendo bordos de la plaza a la Mola, para
poder cojer la cala de San Estevan, en este largo intervalo ningún navío del Rey no se ha presentado para oponerse a sus intenciones, aunque el mar estuviese mui hermoso y el viento
mui favorable para ello.
Un oficial de los voluntarios de Cataluña intentó de valde obligar al javeque que estava en Cala Alcofa para que saliera, aunque le ofreció los socorros en cañones y hombres que
quisiera para combatir al enemigo, sino con ventaja a lo menos con algo de igualdad.
Desde nuestro ingreso en esta isla hasta el día diez del corriente [mes de noviembre] han entrado cinco navíos en la cala de San Estevan (...) y ninguno ha sido convatido ni obligado
a retirarse, por lo que V.S. confesará sin duda que no es posible que el tiempo sólo, haya sido causa de estos accidentes."
116
Ibíd.
LIII
Por último, hacía ver que en campaña no valían excusas ni pretextos:
"Aunque no sea yo inteligente en cosas de Marina, indago todos los riesgos que corre un navío en un crucero, quando está precisado a luchar contra los vientos y mantenerse a la
vista de las costas sobre las quales puede temer de hacerse pedazos, pero estos casos son precisamente aquellos en que es menester valerse de todos los arbitrios y recursos de la ma117
niobra."
En fin, reiteramos que nada consiguió el duque, así que planteó a Floridablanca la posibilidad de armar algunos corsarios para hacer el crucero,
después de reiterar la denuncia de la mala disposición de la Marina en términos, no ya de controversia sino absolutos, haciéndola culpable de todos sus
males, con una cierta paranoia que, por otra parte, era uno de los rasgos de su carácter:
la propuesta de armar corsarios del duque consistía en colocar en crucero permanente a fragatas corsarias de hasta 30 cañones y enteramente a sus
órdenes, no a las de la Marina. Para ello pidió al conde del Asalto que le enviara alguno de los corsarios que la Capitanía tenía empleados, y a Mallorca par que le fuera enviado a su vez el del ibicenco Antonio Ferrer. De Mahón pensaba emplear alguno más que se había ofrecido.
Floridablanca le contestó en tono de reprimenda y pidiéndole que se mantuviera en buena armonía con la Marina. Suponemos que no podía con
Castejón y prefería adoptar un tono conciliador, en bien del éxito de la empresa. Por eso le ordenó al duque que los corsarios que pretendía armar
debían quedar a las órdenes del Comandante de Marina para evitar conflictos:
" Esta bien que V.E. haya hecho armar los tres corsarillos; y por acá se procuraran enviar otros de garbo, que serán Ferrer, Bassart y Badía, bien que este último tardará un poco
más.
Sin embargo estos últimos estarán a las órdenes de Moreno, con quien pido a V.E. por Dios que tenga la mejor correspondencia, como también con la Marina a pesar de todos los
chismes que haya. V.E. no hará nada ahí ni en otra parte, si no vive en perfecta armonía con los marinos; y no se le dé nada de lo que llama liga infernal de los terrestres. Toda esa liga
no vale un
pito: pero la desavenencia con el Comandante de Mar frustrará todas las ideas actuales y futuras. Consúltele V.E. y encargue a él y a los suyos algunas operaciones arriesgadas. Yo sé
que Moreno se ha ofrecido a quemar las embarcaciones que hubiere o entraren en la cala de Sn. Estevan. El mismo opinaba por una batería de morteros contra el surgidero de la cala.
No pretendo que V.E. haga todo lo que diga: [Moreno] pero trátelo con toda confianza y no se desahogue V.E. con nadie contra él y su Marina, pues luego van y se lo cuentan todo. En
secreto puede V.E. hablar con él si los suyos han tenido algún descuido, para el remedio. Porque, con todo, Moreno es tan honrado que hace muchos elogios de V.E. y echa la culpa de
118
qualquier frialdad o desahogo a algunos malintencionados".
117
118
Ibíd.
Floridablanca a Crillon (reservada) Madrid, 19/11/81. A.H.N. Estado, legajo nº 4230.
Crillon no aceptó estas argumentaciones y contestó al conde una carta, la cual es todo un alegato contra la Marina y sus procedimientos y enredos
cabalísticos, que por su interés, pero también por su extensión, hemos reproducido íntegra en apéndice.119
Nuevamente agua de borrajas. No pudo Crillon hacer nada y hubo de doblegarse y hacer las paces con Moreno. En todo caso desde entonces las
cosas fueron mejor entre los dos comandantes. Probablemente al tener que domeñar su orgullo, que el duque tenía y mucho, descubrió a un Moreno
que no debía ser tan malo (ya lo dice Floridablanca) aunque sí, como mínimo, tan orgulloso como él. Probablemente aquellos incidentes tuvieran como causa, tal vez, en parte, el encuentro de dos voluntades fuertes y muy similares, y en parte también, la paranoia extranjera del duque. Lo cierto repetimos- es que la relación mejoró desde entonces. Y es que entre sus virtudes hemos descubierto en Crillon la capacidad de reconocer la valía de las
personas y de rectificar después de un período de empecinamiento. En efecto: en sus memorias hizo grandes elogios de Moreno y le califica de:
120
"aussi habile officier de marine qu´il etait brave de la personne"
Bien es cierto, que en las recomendaciones finales para recompensa que el duque envió a la Corte después de la victoria no le propuso para ascenso
(aunque desde luego ya había sido ascendido de brigadier a jefe de escuadra cuando el desembarco). Es curioso la ausencia de su nombre cuando sin
embargo recomendó a otros que también habían sido ascendidos antes y para los que pidió alguna gracia adicional.
A lo mejor se trataba de una petitte vengeance.
La relación entre Crillon y el conde de Floridablanca.
La toma de Menorca fue un hecho histórico que estuvo condicionado por más de una variable. Afirmar lo contrario sería simplificar el acontecimiento y mucho más si únicamente se atribuyera la responsabilidad del mismo a los principales personajes que la proyectaron o llevaron a cabo. No
obstante, tampoco podemos negar la enorme mediación en el precipitado de los acontecimientos, que tuvieron Floridablanca y Crillon.
Analicemos pues, lel trato oficial y oficioso entre ambos personajes durante la campaña, para tratar de averiguar que lugar de importancia ocuparon
en el conjunto de elementos que concurrieron al suceso.
La relación entre Floridablanca y Crillon la podemos definir, ya de antemano, como difícil y complementaria.
119
120
Vid. Crillon a Floridablanca. Madrid, 28/11/1781. Carta nº 33.
CRILLON, Memoires, pag. 273.
LV
Lo primero, por el carácter tan dispar de ambos personajes. El conde, flemático, de pocas palabras, introvertido y duro; el duque, extrovertido, fanfarrón e impulsivo, pero también flexible pragmático, activo y voluntarioso.
Pero, a pesar de sus diferencias, ambos se complementaban y llevaron a buen fin la empresa que les había sido encomendada en equipo, a pesar de
los escollos -enormes escollos- de todo tipo que se les presentaron.
Vamos seguidamente a profundizar sobre las facetas más importantes de su trato durante la campaña, para ilustrar lo que acabamos de referir.
Los primeros incidentes en Madrid.
A primeros de junio de 1781, Crillon y Floridablanca estaban claramente enfrentados en una prueba de fuerza. El duque, que llevaba ya algún
tiempo como general en jefe electo de la expedición a Menorca y haciendo uso y abuso de la fanfarronería e insolencia que le caracterizaba, había empezado a exigir y exigir, provocando las iras del ministro hasta el punto que le tenía prohibido verle. El duque no sabía como salir del aprieto. Al fin, el
4 de dicho mes, Crillon tragó saliva y le escribió una carta. La misiva es un claro ejemplo de lo que nos va a acostumbrar Crillon en adelante: una suerte de altanería y humildad al mismo tiempo.
"Sr. Conde:
No queráis que vaya a veros y os obedezco, pero os aseguro que tanto misterio me cansa, porque estar con V.E. es para mi el mayor placer.
Me habéis insinuado que os escriba y lo hice ayer, no por ninguna falta de confianza en vuestra amistad (cuyo título es para mi el más agradable y de todos es el que más me lisonjeo
de ser deudor) sino para daros testimonio de la mía en caso de que no creyerais encontrarlos."
Después de esta entrada suave, el tono de la carta cambia a otro de exigencia: quería que se le rindieran honores de Capitán General a su llegada a
Cádiz.
"Mr. de Muzquiz me ha descrito ayer el tratamiento que tienen el señor de O'Reilly y el señor de Alvarez121 y me ha dicho que cuando os vea os dirá que juzga conveniente que yo
reciba el mismo que ellos, pero que sería necesario que esto se tratara por V.E. enteramente con el Amo, porque (como dice Muzquiz) Su Majestad trata con V.E. en Roi y con él solo lo
hace en financier. Así se ha expresado conmigo y entre nosotros, y creo que tiene razón"122.
121
Se refiere, obviamente al conde de O´Reilly, a la sazón Capitán General de Andalucía y al teniente general Martín Alvarez de Sotomayor, comandante en jefe de las tropas que efectuaban el
bloqueo de Gibraltar.
122
La carta original de Crillon está escrita en francés. En la traducción hemos respetado estas dos palabras porque no hemos podido encontrar un equivalente castellano, que fuera tan expresivo
como en su idioma original. Este párrafo nos indica una vez más, como todo el mundo -incluido Crillon- era consciente de la preeminencia y valimiento de Floridablanca ante Carlos III.
Luego justificaba sus exigencias haciendo alusión a la paparruchada de su ascendencia española:
"Esta son, pues, sus razones. He aquí las mías:
1ª El señor de Muzquiz no habla de los tratamientos dados al marqués de Sarriá y al conde de Aranda, que le relevó en el mando de la campaña de Portugal. Uno y otro eran entonces
tenientes generales como yo, y yo tenía una ventaja sobre el último, la ventaja de ser el más antiguo del ejército, mientras que él tenía varios por delante. Se que en circunstancias de
nacimiento y otras, los tres somos de la misma clase y si tengo alguna desventaja sobre ellos ,de haber perdido por una laguna de varios siglos el título de español auténtico, no sería
justo acusarme de esta desgracia, tratándome por una vez sin motivo como extranjero, es decir, haciéndome los honores de la casa en menor proporción que a otros.
Después el tono se torna suplicante y muestra sus debilidades. Craso error, que Floridablanca aprovechará en el futuro con profusión.
"Creo que mis razones son justas. Aun más: todos estos señores tienen su casa montada y situada aquí, independientemente de los recursos de su familia; por el contrario yo estoy
aquí apartado, sin posibilidad de procurarme los más mínimos medios, sin un cubierto ni una servilleta ni nada en el mundo de lo que es necesario a un general, que tiene el honor de
representar al más grande de los monarcas, para hacer frente a los gastos más indispensables.
Por otra parte tengo, como no os lo he ocultado, que pagar algunas deudas muy escandalosas que me atormentan el corazón y el espíritu y os juro de verdad que deseo ofrecer mi
entera capacidad al mejor servicio del Rey, sin que esas pequeñas miserias de mi manutención me lo impidan o estorben."
Este párrafo de la carta del duque es esclarecedor respecto a su continua ansiedad y desmedida ambición por la prebenda y la sinecura, que condicionó muchas de sus decisiones en el futuro. Crillon era pobre. Entendámonos: pobre en comparación a los de su clase y condición y en relación al
mundo en el que, como oficial general y como duque, debía obligatoriamente alternar. Recordemos que su ducado era de concesión papal y sus finanzas no debían ser muy boyantes. Quizás por ello realizó un matrimonio morganático con una española indiana, que le debió suponer algún provecho
aunque no parece tampoco que excesivo, porque estaba -según asegura- cargado de deudas.
En algún punto de la sátira dedicada a Crillon ya citada, parece insinuarse algo de esto:
No siendo capón
se desposó con...
y andando en simón
logró provisión
a una pensión
allá en un rincón
cerca del Marañón123
123
Sátira que se arrojó al público..., opus cit.
LVII
La sátira parece aludir a un matrimonio interesado. No olvidemos que la segunda esposa del duque, Anastasia Espinosa, era peruana y que el Marañón es un río de Perú y rama madre del Amazonas.
A continuación y tras haber suplicado, volvía el duque a ponerse altanero y después de asegurar que ahorraría dinero al Real Erario, excusa que
siempre utilizaba para conseguir lo que se proponía de la Corte, hacía resaltar los servicios de su apellido a la dinastía Borbon, por los que creía tener
derecho a lo que solicitaba. Con ello introduce aquí una velada alusión a la famosa dette de la Maison de Bourbon avec ma famille, de la que ya
hablamos en su momento al biografiarle.
"Añado a esto que vos mismo Sr. conde, lo podéis comprobar a través de los ministros de la Guerra a los que he remitido algunos proyectos al servicio del Rey, en los que destaca
sobre todo mi afán por ahorrar dinero al Real Erario en la medida de lo posible y puedo asegurar que la condescendencia del Rey a la consideración que le pido, sería una pura bagatela que se verá compensada cien veces por las mil ocasiones que encontraré de procurarle un ahorro cotidiano evitando las operaciones inútiles que los generales nunca relatan después, pero que cuestan muchos millones al final de una campaña.
En todos los casos yo serviré con seguridad al Rey en Crillon y es justo que el me trate en Roi, y rey de la augusta sangre de Borbon, al servicio de la cual siempre ha estado la
mía."124
Crillon tenía estas cosas: pasaba de golpe de la insolencia más absoluta a la autohumillación y viceversa. Su carácter, en parte un tanto ñoño, superficial y voluble, le inclinaban a ello, ëste temperamento era característico de muchos individuos en aquella sociedad nobiliaria y decadente en fase terminal.
Pensamos, sin embargo, que esta volubilidad le permitía una cierta flexibilidad, que le resultó muy útil al tener que batallar con el espinoso problema de gobernar y templar todas las furias que salieron de aquella Caja de Pandora, abierta nada más conocer sus enemigos y los de Floridablanca su
nombramiento como general en jefe de la expedición a Menorca.
Creemos que esta ductilidad fue una de las claves de su triunfo. El duque, por ejemplo, no se arredraba ante los obstáculos, aunque a veces se pusiera un poco lacrimógeno e hiperbólico; sabía ponerse a la altura de las circunstancias y buscaba afanosamente la salida al conflicto hasta que lo conseguía, haciendo alarde de imaginación y sobre todo de capacidad de trabajo, pues a pesar de su edad tenía mucha. La energía que desprendía era contagiosa y fue proverbial entre los que le conocieron, que siempre destacan este rasgo de su carácter.
En ese sentido, era bastante más espontáneo que el retorcido y flemático Floridablanca, lo cual no quería decir que el conde fuera por ello menos
eficaz. Eran dos formas de pensar y hacer, absolutamente distintas y aunque hubo siempre tensión en sus relaciones y un cierto medirse las fuerzas no
exento de acritud, se vio, al final, que su labor en equipo en la expedición resultó complementaria y beneficiosa para el éxito de la misma. Cada cual
aportó al esfuerzo lo mejor (y también lo peor) de su personalidad.
124
Carta de Crillon a Floridablanca. Aranjuez a 4/6/81. Carta nº 5.
Al fin y al cabo, polos opuestos se atraen.
La carta de Crillon hizo su efecto y la situación se desbloqueó de momento, pero a los pocos días surgieron las dificultades para conciliar el Ejército de Tierra con la Marina (vid, pag. 208), entonces el duque presentó una memoria exigiendo el mando absoluto de la expedición sin concesiones a la
Armada. En ese momento Crillon pensó que era el árbitro de la situación y, sintiéndose fuerte, pasó de nuevo a una actitud prepotente. De todas formas debemos decir en su favor que tal reacción resultaba lógica ante tanto politiqueo. Al fin y al cabo era él, el que iba a cargar sobre sus hombros la
responsabilidad militar última de la empresa.
Pero claro, tal actitud soberbia debió producir cierta contrariedad en Floridablanca, que quería mandar más que nadie y detestaba emulaciones. De
hecho, estas exigencias de Crillon, solicitadas demasiado espontáneamente y cargadas en parte de razón por lo que suponían de simplificación de las
cosas, le granjearon una cierta inquina del ministro, que luego le valdría más de una reprimenda y muchas humillaciones, cuando el conde, viéndole en
apuros se cebaba con él y adoptaba una actitud, como diciendo: "aquí te quería yo ver".125
De todas formas Crillon, que era también muy enfático, se debió poner pesado. Harto de las exigencias del duque y cuando al fin este partió para
Cádiz, Floridablanca, en una carta a Campo, exclamó:
"Observe Vm. lo último de Crillon, es de golpe y porrazo. Mucho me alegro que se vaya."126
Quizás Bernardo del Campo fuera, precisamente, quien templara un poco las relaciones entre el general y el ministro, puesto que Crillon se llevaba
con él muy bien. Ya hemos referido en alguna ocasión, que posiblemente a través de él y de su común amigo Marco, entrara el duque en relación con
Moñino. Desde luego los melífluos billetitos —ñoñería pura— que Crillon escribía a Campo, no dejan lugar a dudas sobre su relación con el Primer
Oficial de la Secretaría de Estado:
"Monsieur et cher ami: J´ai reçu le charmant billet que vous m´avez ecrit, par lequel vous m´assurez de vôtre amitié. Conservez la moi, je vour prie, et sourtout faitez en sorte que
nôtre cher ministre, vôtre respectable chef, que j´aime auttant que moi-même, conserve sa santé. Dites lui. Suivent je vous prie que je suis, et serai toujours, son milleur amí et joyez toujours le mien. Je vous embasse te tout mon coeur. B.B. de Crillon.127
En este caso se trataba, una vez más, de utilizar la mediación de su amigo para hacerse perdonar por Floridablanca sus destemplanzas.
125
Conviene decir aquí, que resulta difícil señalar fuente concreta con la que justificar estas argumentaciones respecto a la personalidad de Crillon y Floridablanca. Se trata de la impresión
general que hemos sacado de la lectura de decenas de cartas de uno y otro.
126
Floridablanca a Campo Madrid 19/6/81. A.H.N. Estado, legajo nº 4230.
127
Crillon a Campo. Cádiz 20/07/81. A.H.N. Estado, legajo nº 4205-1. En este caso hemos preferido, una vez más, dejar sin traducción la carta, en aras de su expresividad.
LIX
Miguel Arnaud de Courville.
A lo largo del mes escaso que Crillon permaneció en Cádiz, hasta su partida hacia Menorca el 20 de julio, Floridablanca estuvo siempre bien informado de lo que allí ocurría, por la puntual noticia que el duque le transmitía de todo. Pero ésta no fue la única vía de información del conde. En
efecto: al lado de Crillon se situó un personaje extraño y misterioso con el que a partir de ahora habremos de contar y que será un intermediario clave
en lo que se refiere a los aspectos más políticos de la expedición. Nos referimos a Miguel Arnaud de Courville.
¿Quién era Arnaud? Lo primero que sabemos de él es que tenía los apellidos franceses y sin embargo no sabía francés. Desconocemos su origen,
pero parecía ser hechura de Bernardo del Campo, a quien llamaba "mi amado padre y protector" y se le colocó -mejor, impuso- a Crillon como secretario, aunque el duque ya tenía a su servicio desde hacía treinta años uno propio, llamado Monsieur Payen, que sin embargo también estuvo a su lado
durante la campaña.
Miguel Arnaud era el enlace, el corre-ve-y-dile del ministerio, el espía de Floridablanca en la expedición y quien mantenía al corriente al conde de
los entresijos que se cocían en el entorno del duque.
No obstante hay que decir en su favor, que aun en su papel de confidente del ministerio, consiguió ganarse de tal manera la confianza de Crillon,
que éste le utilizó para las más delicadas misiones. Con sabiduría, Arnaud se convirtió de confidente en enlace y jugó un papel importante en templar
las tensas relaciones entre Crillon y Floridablanca, lo cual redundó, también, en beneficio del buen éxito de la expedición.
En efecto: Crillon llegó a confiar en Arnaud tanto como en su propio secretario de muchos años y a quien también hizo partícipe de muchos secretos de la misma como al anterior. De Arnaud dice el duque en una ocasión a Floridablanca:
"Señor conde: faltaría a la justicia que debo a Don Miguel Arnaud, mi primer secretario, si olvidara deciros que esta carta de confianza que he hecho escribir por otra mano, no es
sino la suya (como posiblemente os hayáis dado cuenta) y quien la única preocupación que me da es ver la fatiga que le supone tener que descifrar a cada palabra mi borrador y la que
además le supone a el mismo escribir en francés.
Tengo en él toda la confianza que merece y he creído en esta ocasión en el deber de dictarle yo mismo esta carta y quiero aprovechar con placer esta ocasión de decir a V.E. que no
puedo sentirme más contento de lo que estoy con su conducta a todos los efectos, también de su inteligencia y de la adhesión personal que me testimonia."128
128
Crillon a Floridablanca Mahón 1/12/81, A.H.N. Estado, legajo nº 4230. Carta nº 34.
En todo caso muchas de las cosas (casi siempre desagradables) que le ocurrieron a Crillon en Cádiz —nos referimos principalmente a encontronazos con la Marina— y que darán origen de muchos de sus problemas posteriores, las conocemos por la correspondencia secreta entre Arnaud y Campo.
Precisamente casi al final de la campaña, Crillon enviará a su secretario a Madrid con las propuestas definitivas para la conquista de San Felipe
entre las que se contaba, como ya veremos, un nuevo intento de soborno del general Murray (vid. capítulo 10).
Les petites fanfarronades
de monsieur de Crillon.
Entre sus defectos Crillon tenía el de ser fanfarrón. El mismo lo reconocía en alguna ocasión. En las cartas a su ministro, un tanto puerilmente,
alardeaba siempre de lo que el llamaba "ma bonheur et ma bonne fortune qui ne mais jamais m´a abandoné a la guèrre".
Algo así como si llevara consigo una aureola que le hiciera inmune a las balas.
Hubo varias ocasiones en las que hizo gala de esta mala cualidad, demostrando que algunas veces podía pasar de la madurez reflexiva a la más
absoluta irresponsabilidad, circunstancia que pudo costarle muy cara tanto a él como a la misión que le estaba encomendada. Estas cosas a Floridablanca le ponían frenético.
Nos referimos aquí, a dos ocasiones en las que estuvo a punto de morir como consecuencia de sus baladronadas.
La primera fue al poco de llegar a Mahón, concretamente el 29 de agosto de 1781, cuando el general, acompañado de su estado mayor, fue a reconocer las alturas de la Mola. Él mismo cuenta el incidente con todo detalle en sus memorias:
"M. de Crillon, al tiempo de reconocer la plaza a la mañana siguiente desde todos los puntos, y viendo que la bandera inglesa ondeaba aun en la torre de las señales donde habíamos
colocado una compañía de granaderos, decidió arriarla el mismo y sustituirla por el pabellón español, lo cual (en su opinión) era inútil hacerlo de día y un poco imprudente para un
general en jefe, porque estábamos a tiro del cañón del fuerte129, pero M. de Crillon pensó que un general, sobretodo siendo extranjero y poco conocido aun en la nación, debía alguna
vez permitirse alguna petitte fanfarronade, que es el mínimo placer del soldado, pero estuvo a punto de pagar cara esta ligereza, pues en el corto espacio de tiempo que empleó en esta
129
Esta afirmación nos permite comprobar que el alcance de los cañones del fuerte era como mínimo de casi dos kilómetros, si tenemos en cuenta que desde San Felipe a la torre de las señales
hay 1750 metros en línea recta. (Medición realizada sobre el plano de Menorca escala 1:25000 del Servicio Geográfico del Ejército).
LXI
operación, los asediados le dispararon varios tiros de cañón. Unos cayeron en la torre muy cerca de ellos mientras permanecían en lo alto; otros al descender a corta distancia de su
cabeza, uno de los cuales hizo saltar una esquirla de piedra que le dio en el sombrero y le produjo una dolorosa herida que sin embargo apenas sangró. A pesar de estar herido se empeñó en montar su caballo y continuar su recorrido hasta el hospital de los griegos. El cañón de la plaza no dejó de perseguirnos aunque no nos produjo el menor daño y no habiendo
nada más que examinar (a fuerza de ruegos de todo el Ejército) M. de Crillon se dejó curar aunque no sentía ningún dolor, sino el auténtico placer de haber sido el primer oficial y el
primer soldado herido por el cañón de la plaza."130
Generalmente, todas las memorias de personajes y personajillos, suelen ser justificativas y este es el caso. Crillon lo pudo contar y por eso justifica
su acción como una debilidad humana, que, sin embargo, con un poco más de cordura y responsabilidad se hubiera evitado. El incidente fue más grave
de lo que el propio duque quiere dar a entender, si tenemos en cuenta que hubiera podido costar la vida al comandante en jefe de la expedición, insustituible en aquel momento, máxime conociendo la poca preparación y experiencia del resto de generales.
El conde de Floridablanca, consciente de la gravedad del suceso, le echó una filípica al respecto:
"No regaño a V.E. porque haya ido personalmente al reconocimiento de la plaza por los parajes correspondientes, pero no dejaré de decir que habiéndose hecho en pleno día, con
tanta inmediación y con tanto acompañamiento de gentes de a pie y a caballo, precisamente habían de presentar objeto para que los enemigos tirasen. En fin, demos gracias a Dios de
que la cosa no ha sido más que una contusión ligera"131
Otra imprudencia que cometió el duque fue en noviembre de 1781. En efecto: el 30 de dicho mes al atardecer, no se le ocurrió otra cosa a Crillon
que reconocer las cercanías del fuerte de Marlborough, acompañado exclusivamente de un oficial francés, Mr. La Tour d´Auvergne-Corret, y la escasísima escolta de cuatro soldados del Regimiento de Cataluña. De repente, en un cruce de caminos, se encontraron a bocajarro con una patrulla inglesa
al mando de un subteniente. De súbito, el duque se vio envuelto en una refriega, en la que las balas zumbaban a diestro y siniestro a su alrededor.
Fue un milagro que no le mataran en tan imprudente acción. El duque, o no se dio cuenta de la gravedad o disimula puerilmente cuando, contándoselo a Floridablanca (del que recibió otra reprimenda) le aseguraba que estaba satisfecho de la acción:
"Estoy entretanto muy contento de mi reconocimiento del 30, al que he añadido a su objeto principal, el placer de ser el único oficial del Ejército al que se le ha hecho un disparo de
fusil a 10 pasos después de nuestra llegada; de haber hecho el primer prisionero en una salida y, sobre todo, haber salvado la vida de varios hombres de una y otra parte
Nuevamente la baladronada como justificación, la tontería de la primacía como en el caso de la Mola. Respecto al prisionero, se trataba del oficial
británico al mando de la patrulla. Crillon cuenta el incidente en sus memorias, en las que dice que el tiroteo acabó con un muerto por parte inglesa y el
oficial enemigo herido, quien, atontado por el impacto de la bala en el pecho y abandonando su fusil, se dirigió tambaleándose hacia los españoles
130
131
CRILLON, Memoires, pp. 299-300.
Floridablanca a Crillon (reservada) Madrid 8//9/81. A.H.N. Estado, legajo nº 4230.
mientras sus compañeros huían. El subteniente se apoyó en el hombro de Crillon y al ver que le llenaba la casaca de sangre exclamó ¡pardón!. El prisionero murió de sus heridas en el hospital de Alayor 15 días después, habiendo sido visitado por el duque en diversas ocasiones132.
Noblesse oblige.
El incidente con el Príncipe de Asturias.
Desde luego cuando Crillon se ponía impaciente, ansioso y perdía los nervios llevado por su ambición, era capaz de todo. Nos referimos aquí a
que, atolondrado por el cúmulo de circunstancias y problemas tras su desembarco, el duque comenzó febrilmente una correspondencia con todo el
mundo, enviando cartas y planes de ataque a diestro y siniestro. Unos iban dirigidos directamente al Rey; otros a Floridablanca; otros a Muzquiz y
alguno al Príncipe de Asturias. ¡Al Príncipe nada menos! siendo como era enemigo de Floridablanca por los consejeros del "Partido Español" y el
"Aragonés" que le rodeaban en camarilla.
Probablemente Crillon lo hizo para congraciarse con Peñafiel y demás oficiales críticos, que abrazaban aquella causa. Evidentemente este coqueteo
a espaldas de Moñino agrió la relación del ministro con el duque y desde entonces debió fiarse aquel muy poco de Crillon a pesar de la aparente cordialidad que le manifestó, necesaria por otra parte, para llevar a buen término la misión encomendada.
La reprimenda del ministro no se hizo esperar y además de esconder una velada amenaza, representaba la cólera contenida del que se sabe traicionado y, por otra parte, que al final tiene que contar con el otro.
"Señor Exmo: no nos atropellemos ni demos idea de una novedad cada día de navegación. La proposición actual de V.E. después de dos o tres días de desembarco con presencia de
todo y de lo que tocase hubiera sido mejor. Soy amigo de V.E. y como tal me tomo esta confianza de hablarle con claridad. El crédito y la opinión es más necesario en el gabinete que
en el Exército y se puede perder o disminuir fácilmente sino se guarda mucha consecuencia y se usa de gran sagacidad para qualquiera innovación.
Perdone V.E. estos avisos: le amo y el tiempo se lo hará conocer.133
Pero no cejó Crillon de tratar de explotar esta vía y con ocasión de las presas hechas al enemigo, se permitió enviar un presente al futuro Carlos IV
y se lo dijo a Floridablanca, tratando de asegurarle que no tenía intención política alguna.
132
133
CRILLON, Memoires, pg. 323.
Floridablanca a Crillon (confidencial) Madrid a 20/9/81. A.H.N. Estado, legajo nº 4230.
LXIII
"Quiero apostillaros a fin de que conozcáis una pequeña galantería que me he tomado la libertad de hacer al infante de una presa hecha a los enemigos y de la que quedaréis asegurado por el tono de mi carta que esta decisión no significa nada.
En este caso desconocemos la respuesta del ministro pero no creemos que le hiciera mucha gracia. El regalo iba dirigido a uno de los hijos del
Príncipe de Asturias que acababa de nacer.134
Sobre las prebendas
Siempre se ha acusado a Crillon, tanto por sus contemporáneos como por algún erudito posterior, de advenedizo ambicioso y deseoso de honores y
riquezas.
La sátira le acusaba de ello:
"hablando gascón
entró en la región
de la Inquisición
pues desde Aragón
se vino a Alcorcón
buscando el doblón
para tener Don.135
Carlos III fue desde luego pródigo con él, y no sólo después de la toma de Menorca sino también mucho antes. Como ya referimos en su biografía
(vid. capítulo 5), se le regalaron cuatro millas de terreno en Puerto Rico, se le había nombrado para la comandancia del Campo de Gibraltar y otorgado
la Orden de Carlos III. Luego vendrían muchas otras prebendas que a nadie o a casi nadie concedió el Rey, ni siquiera a su fiel Floridablanca, que se
quedó en conde y no más.
134
135
Crillon a Floridablanca 29/08/81. Carta nº 12.
Sátira que se arrojó al público con motivo de haber elegido la Magestad del Señor Don Carlos III, el duque de Crillon... Opus cit..
En efecto: Crillon siguió pidiendo y pidiendo, tanto al encargársele la toma de Menorca como después. El duque procuraba hacerlo en los momentos en que Floridablanca se encontraba contra la espada y la pared y él parecía el árbitro de la situación. El conde no se lo perdonó nunca y acabaría
vengándose, como ya veremos.
¿Pero cuáles eran los argumentos de Crillon al pedir, y cuáles los de sus superiores al concedérselos? Empecemos por el duque de quien ya sabemos que (es un decir) era pobre. Luego estaba también lo de la dette historique de la que ya hemos hablado anteriormente.
Veamos ahora cronológicamente como se desarrollaron los hechos, nos referimos a los concernientes a la concesión de las sucesivas prebendas que
el duque obtuvo en relación con la toma de Menorca.
A Crillon no le quedaba más remedio que negociar sus peticiones a través del entonces todopoderoso Floridablanca y ello se convirtió, por tanto,
en objeto de negociación a cambio de servicios prestados, un yo te doy tu me das, no exento de tensiones entre el conde y el duque.
En principio parece que el pacto tácito inicial consistía en que Crillon obtendría el rango de Capitán General si desembarcaba con éxito en Mahón
y la Grandeza a posteriori, en caso de que consiguiera rendir San Felipe. Pero luego hubo retroceso y el duque se llevó el desengaño de ver como en la
promoción restringida de septiembre, poco después de desembarcar, no obtuvo el ascenso sino sólo una pensión anual de 30.000 reales para uno de sus
hijos.
Este regateo en lo que respecta a sus peticiones le mantuvo ansioso (como quería Floridablanca) y quizás por ello puso más empeño en llevar a
cabo su misión. Lo cierto es que al volver triunfante no le concedieron más que la Capitanía y hubo de esperar unos meses a la Grandeza, lo que le
soliviantó más si cabe, aunque luego se resarciría, cuando en 1783 con ocasión de la paz, se le concedió el Toisón a pesar de haber fracasado ante Gibraltar. 136
Pero Crillon no sólo pidió para sí, sino que trató de colocar también a su familia, sobre todo a sus hijos más inermes, los nacidos de su segundo y
morganático matrimonio. Nos referimos a Louis-Antoine y Virginia Crillon (vid. árbol genealógico en la pag. 137).
En efecto: con ocasión de habérsele favorecido con la antedicha pensión al hijo de los suyos que eligiera, pensó inmediatamente en los dos últimos
pues según aseguraba, los dos mayores, Louis-Alexandre y François-Felix (marqués y conde de Crillon, respectivamente), fruto de su enlace con su
primera esposa, eran ricos por los matrimonios favorables que habían hecho y además heredarían los bienes de su casa antes de que éstos pudieran
corresponderles a los dos últimos.
Crillon en su petición se centró pues, en Louis-Antoine, (que a la sazón contaba seis años de edad) al que consideró más idóneo para recibir la pensión, porque por su condición de segundón sólo le quedaba - en palabras de su padre- "su nombre y espada para adquirir fortuna". Así se lo hizo ver a
136
Esta noticia de los retrasos la hemos obtenido por una nota sin fecha de Arnaud a Campo. A.H.N. Estado, legajo nº 4205-1.
LXV
Floridablanca aunque luego tratará de añadir otros argumentos para colocar también a su hija Virginia de 10 años que se encontraba aun menos amparada que su hermano.
En efecto: el duque, aunque aceptó la prebenda para su hijo menor, añadió que podría concedérsele también una encomienda de Malta (que suponía una crecida renta) y que la pensión original, aunque fuera otorgada también a nombre de Louis-Antoine, pasara a en forma hereditaria a Virginia.
Floridablanca, molesto por tanta imposición de alguien que se cree imprescindible y abusa de su condición, contestó desabrido:
"La pensión para el hijo de V.E. está acordada y se formalizará; pero el paso a la señorita deberá reservarse para otro tiempo porque estos
ejemplares son de consecuencia. He dicho a V.E. en alguna ocasión que se hacen todas las cosas difíciles y se sube a las mayores y más altas
asperezas. Perdone V.E. mi lenguage claro español porque no se otro que no sea el de la sinceridad.137
Aquí, en relación con estas prebendas y todas las demás que el duque solicite, comenzará un tira y afloja con Floridablanca que duró toda la campaña y que el conde utilizó para mantener a raya al duque, cediendo poco a poco, con cuentagotas, según los resultados que se iban produciendo. A
finales de enero de 1782, por ejemplo, todavía andaba en trámites la famosa pensión de Louis-Antoine:
"Sobre formalizar la pensión del hijo de V.E. tengo pasada la correspondiente orden al sr. de Muzquiz y también me he puesto de acuerdo con él en punto a que se habilite a V.E. sus sueldo
desde su primer nombramiento siendo estos todos los asuntos que V.E. me recomendaba y que celebro haber evacuado a su satisfacción.138.
Para entonces Crillon estaba muy nervioso y escribía una y otra vez al conde pidiendo sus adelantos, es decir la Grandeza y la Capitanía General
para sí: Estos apremios daban a entender a Floridablanca que le tenía en sus manos y no desaprovechaba la ocasión para zaherirle, recomendándole
paciencia con sibilina ironía. En una carta le decía:
"[tenga paciencia, Señor Excelentísimo, porque] raro es el hombre que sabiendo vencer a sus enemigos, no sepa vencerse a sí y a sus pasiones"139.
También pidió Crillon para su esposa, pues por su condición plebeya no había sido reconocida por el Consejo de Castilla como duquesa de Crillon,
ni tampoco naturalizados como españoles los hijos de este segundo matrimonio. Únicamente el duque había recibido la autorización para contraer el
matrimonio, que en su día se celebró en París en 1770140.
137
138
139
140
Floridablanca a Crillon (confidencial) Madrid 30/10/81. A.H.N. Estado, legajo nº 4230.
Floridablanca a Crillon San Ildefonso a 30/1/82. A.H.N. Estado, legajo nº 4230.
Floridablanca a Crillon Madrid a 18/2/82. A.H.N. Estado, legajo nº 4230.
Vid. A.G.M.S. Crillon duque de, expediente matrimonial nº 654-20
Crillon lo había intentado ya en 1775 cuando solicitó el ingreso de su esposa en el montepío militar y le fue denegado141. Por eso y posiblemente
aconsejada por su marido, la duquesa escribió al conde de Floridablanca en julio de 1781 (desde el palacio del Luxemburgo en París donde vivía no
sabemos porqué), con el pretexto de rogarle que le enviaran unos pliegos a su marido por ignorar su paradero. Si la carta hubiera sido respondida oficialmente, hubiera supuesto un reconocimiento de Anastasia como duquesa de Crillon y con ello las consecuencias legales subsiguientes, que el duque
se hubiera encargado de aprovechar.
Pero la jugada les salió mal al matrimonio Crillon. Floridablanca no tenía un pelo de tonto. Al pie de la carta de la duquesa hay una nota de Campo
que dice:
"Se tomó el partido de no responder, porque no se sabe que en España haya estado reconocida por mujer correspondiente al duque y seria perjudicial hacer el exemplar de tratarla con la
excelencia."142
No obstante, al final debieron aceptarla. Tenemos noticias que vivía con su marido en Valencia cuando Crillon fue nombrado Capitán General de
esta provincia.143
Pero quizás la más importante de todas las prebendas concedidas al duque, fue la de que su hijo mayor, el marqués de Crillon, heredara el Toisón,
cuando esta condecoración era por principio exclusivamente vitalicia. La sátira se encargó de criticar esta concesión:
"Crillon siempre loco, a quien se ha permitido ceder el Toisón a su hijo, que es lo único que el hijo no desprecia de España."144.
La encerrona de Gibraltar.
Finalizada la conquista de Menorca con la toma de San Felipe, Floridablanca llamó a Crillon a Madrid. El conde le tenía preparada una nueva misión al triunfador de Mahón. Se le iba a conceder el mando del asedio de Gibraltar, un bocado muy duro, que a Crillon se le iba a atragantar.
141
142
143
144
Ibíd.
Duquesa de Crillon a Floridablanca. París 16/781. A.H.N. Estado, legajo nº 4230.
Vid. GARCÍA MERCADAL, Viajeros... Opus cit. Testimonio de José Townsend, pag.1639.
FLORIDABLANCA Obras... pag. 288.
LXVII
El duque lo sabía y no creemos que le hiciera mucha gracia la empresa. En todo caso, nada más poner pie en Madrid fue convocado al gabinete del
ministro, no sin antes ser recibido en audiencia por el Rey quien le comunicó directamente la noticia de que le había hecho duque de Mahón y Grande
de España. Previamente en la Gaceta de Madrid había salido ascendido a Capitán General.
Con las mieles del triunfo todavía en la boca, Crillon se reunió con el conde. Para su sorpresa en la reunión había alguien más: se trataba de un
viejo conocido, que él mismo había recomendado y que había sido reservado para la acción de Gibraltar: el ingeniero Jean Le Michaud d´Arçon, que
había venido a España con Eyries y los demás pero que no se había estrenado aun.
Allí el ingeniero francés presentó al duque el proyecto de las famosas baterías flotantes, que no era más que el sueño racionalista de un arbitrista
dieciochesco, con mucho de cartesiano y poquísima aceptación de que la realidad, a veces, es muy tozuda y repugna a la razón.
Sobre todo si ésta es a priori.
Ya sabemos por los hechos, que las baterías no sólo fueron un fracaso sino que, incendiadas por la bala roja enemiga, se fueron a pique arrastrando
a centenares de desgraciados, en el peor reves que en aquella guerra sufrieron las armas españolas.145
Crillon, que a pesar de sus muchos defectos no era tonto, vio en todo aquello el característico embolado. En principio aceptó todas las explicaciones del ingeniero sin rechistar y cuando se quedó solo con Floridablanca se negó a hacerse cargo de la misión en aquellas condiciones, por considerar
que todos los principios del arte militar eran contrarios al proyecto. Floridablanca le contestó que éste estaba ya aprobado por todo el mundo, incluidos
los reyes de Francia y España, que el gasto estaba hecho y las embarcaciones construidas, por lo que no quedaba más remedio que seguir adelante.
Ante una nueva negativa del duque, Floridablanca añadió: "además el Rey le ha hecho duque y Capitán General", como diciendo "aquí hay que estar a
las duras y a las maduras"146. Ahí quería ver a Crillon Floridablanca, en una situación como aquella, de nuevo a su merced, entre la espada y la pared.
Lo que no entendemos es como un hombre inteligente como el conde permitió la consecución de tal desatino. Debió haber poderosas fuerzas que
lo propiciaran y que aun no se han podido descubrir. El espinoso asunto de las baterías flotantes sigue siendo hoy día origen de controversia para los
historiadores.
145
Dichas baterías flotantes iban comandadas por personajes que habían intervenido en la toma de Menorca. Por ejemplo el propio Buenaventura Moreno, a quien se le dio el mando general de
las mismas, Federico Gravina y José de Goicoechea.
146
Esta reunión, la cuentan en sus memorias, tanto Crillon como D´Arçon, cada uno a su manera. Para un debate sobre este tema vid.
CRILLON, Memoires, pags 335-37.
ANÓNIMO, Histoire du siège de Gibraltar, fait pendant l´Eté de 1782, sous les ordres du Duc de Crillon, Cádiz, 1783.
DRINKWATER John. A history of the late siege of Gibraltar, London, 1846.
RUSSELL, Jack, Gibraltar besieged, London, Heinemann, 1965.
Al final a Crillon, pues, no le quedó otro remedio que aceptar la misión, obligado por las circunstancias y también por su agradecimiento. Para
convencerle, el conde le dijo que si tenía éxito se llevaría la gloria y si fracasaba él (Floridablanca) se encargaría personalmente de divulgar que Crillon no había estado de acuerdo con el proyecto y que había actuado por obediencia debida.
Pero a esas alturas el duque no se fiaba para nada del ministro y acudió a su amigo Marco, en manos de cuya esposa, María Josefa Valmont, puso
una carta que debía hacerse pública en caso de fracasar la empresa y en la que se oponía al proyecto aunque de manera sibilina. La citada carta, fechada el 12 de junio de 1782, decía:
"Me voy a Gibraltar por obediencia al rey Carlos III, con el encargo de poner en práctica y de cooperar a un plan que ha sido proyectado por el ingeniero Michaud D´Arçon. Más, declaro que
si las "baterías flotantes" en cuestión tuvieron éxito y Gibraltar fuese tomado, la gloria correspondería íntegramente a la persona mencionada"147
En fin, que a consecuencia del embolado, la bonheur et la bonne fortune de monsieur de Crillon dejaron de favorecerle. Suponemos que no se lo
debió perdonar nunca a Floridablanca.
Los intentos de soborno del general Murray.
Vamos a tratar aquí, lo que podríamos denominar sin ambages, el lado oscuro de la expedición a Menorca de 1781. Nos referimos a todas las intrigas localizadas en la isla, con conexiones en Mallorca y con centro en Madrid, en las que cada participante trató de llevar el ascua a su sardina y que
rodearon a los diversos intentos de sobornar al gobernador británico.
Queremos decir con esto, que el hecho histórico transcurrió por derroteros de la peor especie, en los que hubo toda clase de intromisiones abyectas
de una ambigüedad irritante para el historiador por la falta de noticias claras, que le obligan a moverse en el inseguro plano de la conjetura. Y es que
las intrigas políticas nunca se informan de oficio.
Todos estos hechos de los que hemos tirado del hilo en la medida de lo posible, tienen su centro en los cuatro intentos de soborno del general Murray, gobernador y comandante militar de Menorca en 1781. Y decimos cuatro, porque hasta ahora sólo conocíamos uno de ellos, el que se hizo evidente tras dar al publico el general inglés, una carta en la que rechazaba el que le propuso el duque de Crillon en octubre de 1781.
147
Citada por MARTÍNEZ DE CAMPOS, Carlos. opus cit, pp. 202-3.
LXIX
Pero hubo más. Lo veremos enseguida. Ello nos permitirá también aclarar algunos pormenores de los aspectos más políticos de todo el asunto y
sus implicaciones.
Primer asalto: El complot de junio.
A la altura de abril de 1781, Floridablanca había comunicado al marqués de Solleric que interrumpiera toda comunicación con Menorca, porque
comenzaba la operación secreta que culminaría con la invasión de la isla.
Entre tanto se daban estas circunstancias y viendo transcurrir los días sin noticias, los conjurados de Ciudadela y aun Solleric desde Mallorca, se
hallaban inquietos. Se les había ordenado que esperaran acontecimientos y pasaba el tiempo sin que vieran nada positivo, tanto en lo que se refiere al
comienzo de la acción como a sus perspectivas propias de obtener prebendas. En esta espera desesperada, debió entrarles a todos una cierta comezón y
decidieron acometer alguna acción positiva, para llamar la atención y ponerse en primer plano otra vez, no fuera que se les olvidara.
Por esta razón Gabino Martorell, que en junio de 1781 no había conseguido reunir aun los 10.000 hombres que había prometido sublevar en caso
de desembarco español, por otra parte operación del todo imposible sin evitar que alguien se fuera de la lengua, máxime conociendo la adhesión de
muchos mahoneses al gobierno británico y que más parecía una baladronada, fruto del énfasis del que quiere merecer un premio, en el fondo no tiene
demasiados medios para obtenerlo y los busca afanosamente.
Estos parecían ser sus ansiosos sentimientos cuando Gabino urdió un plan complementario al desembarco, que consistía en que alguien de confianza de los ingleses entrara en el fuerte antes de que los españoles llegaran a Mahón, con el fin de volar las minas a posteriori, ya en pleno asedio, y facilitar así el asalto final.
Con el fin de explicar detalladamente este plan al marqués de Solleric y enviado por Gabino, Miguel Quadrado y Sans pasó a Mallorca y desde allí
se iniciaron contactos con Floridablanca para
obtener su aprobación. El conde respondió afirmativamente, dando vía libre al plan.148
Pero antes de seguir con el desarrollo de los acontecimientos detengámonos un momento a analizarlo. En las cartas que se cruzaron entre Quadrado
(que en este caso hablaba por Gabino) Solleric y Floridablanca no se cuenta todo. Es evidente que este plan no era tan simple como parecía a primera
vista. Tras las palabras discretas de las misivas, flotan conversaciones más extensas y explicativas que debieron realizarse a boca, (¿y sino para que
pasó a Mallorca Quadrado?). Probablemente falte también alguna carta reservada de Solleric a Floridablanca que éste guardó para sí, sin entregarla a
148
Cartas: Quadrado a Solleric 30/5/1781, de Solleric a Floridablanca 31/5/1781 y de Floridablanca a Solleric de 12/6/1781. A.H.N. Estado, legajo nº 4205-1.
Campo para que la guardara en el archivo de la Secretaría, que es donde se encuentran las demás; las menos comprometidas. Hay cosas que mejor no
se sepan. ¡Tantas habrá en la historia que se nos hayan ocultado!
¿A qué nos referimos? Desde luego entramos una vez más en el terreno de la conjetura, pero ello no nos detiene para formular algunas hipótesis,
que si bien no son del todo verificables, al menos pueden arrojar alguna luz sobre el asunto y permitan casar las circunstancias en el futuro, por el fortuito hallazgo de alguna pieza que complete el rompecabezas.
Lo que tratamos de decir es, que las cartas que se cruzaron entre todos ellos tienen un halo de misterio, con palabras de doble sentido, que producen la sensación de que hay algo más; ese algo más que una y otra vez aparece siempre en los acontecimientos históricos, que se nos escapa y que
forma parte de los conciliábulos secretos de políticos y demás protagonistas (y manipuladores) de la Historia y que en última instancia -no nos cansaremos de decirlo- dan sentido profundo a los hechos. Para muestra basta un botón. Obsérvese el tono de esta carta que escribió Quadrado a Solleric:
"Molt sr. tinch rebuda la paresiada de V.S. a ont quedo persuadit del seu bon afecte y an resposta del qual deb dirli que no es posible asplicarma llargament sobre el fet perque al
subjecte ep qui tinch de parlar de lu asumpto as la distant de Ciutadela 28 milles y quom no aia bastant temps pur resoldra este negosi sera ep altra ocasió.
Sobra lo altra fet am demana de tenir un plant V.S. pot quedar persuadit que no menqueré an fer totas las diligensias possibles pur obtenivó an tot secret así com V.S. au desitja de la
que am diu que li parese que al portador no travalla amb gust jo també lue trobat pero as nesesari fer lu content pur por de mejor mal:
Sobra lu onor q'én fa de dirma que sería convenient al verme, pot pansar V.S. questu lu desitje sumement.
Avent parlat ab lus sres. amics del negosi, som tots unanimus y no trobant altre medi para estar segurs nosaltres y poder jo pasar a parlar ab V.S. ab tote seguritat que es fer lo que
149
Dn. Gabinu li proposa.
Aquí se plantea lo que vamos a denominar conspiración de junio, tramada por Gabino Martorell y que es lo que Quadrado denomina en su carta el
negosi. Creemos que el simple intento de volar las minas no era más que el primer paso de algo más grave. Para empezar, el tono de las cartas proponiendo la acción y la de Floridablanca aceptando, resulta demasiado vehemente para un simple acto terrorista de incierto resultado. Esta idea nos la
sugiere, por un lado, el énfasis de la respuesta de Floridablanca dando vía libre al proyecto, escrita al marqués de Solleric el 12 de junio:
"La cosa sería de grande consecuencia y el servicio mui importante, en cuyo supuesto el Rey deja enteramente al puro arbitrio de V.S. y a su juicioso discernimiento hacer qualquiera
oferta en su Rl. nombre, no sólo al sujeto principal que propone la operación de la mina y facilitar la entrada al fuerte sino a los demás que contribuyan a ello. Se entiende que los premios han de ser para después de verificado el servicio en los favorables términos que lo proponen.
El secreto y el disimulo son el alma de unos negocios de esta magnitud y así no dudo que V.S. con el celo que hasta aquí ha demostrado, no omitirá cuantas diligencias y precauciones
150
puedan conducir a su buen éxito."
En vista de esta aprobación ministerial Solleric se puso a trabajar:
149
150
Quadrado a Solleric. 9/6/1781. A.H.N. Estado, legajo nº 4205-1. Hemos respetado la ortografía del texto que contiene numerosos giros dialectales de carácter local y personal.
Floridablanca a Solleric 12/6/1781. A.H.N. Estado, legajo nº 4205-1.
LXXI
"He pedido el plano de las obras interiores y subterráneas y me han remitido el adjunto por ahora. Dicen estos señores, que no hay que pensar sino en lo principal y que es muy esen151
cial sea con anticipación a la rendición de Gibraltar y que se les suministren 500 pesos por si tienen que huir".
¿Qué significa esto de lo principal, ¿es que lo de la mina no lo era? ¿Qué es pues, en definitiva, eso tan principal? Pero sigamos el hilo de los acontecimientos a ver si se nos aclara un tanto el panorama, aunque no debemos hacernos tampoco demasiadas ilusiones.
En fin, que aceptada por todos; responsables y ejecutores, la idea del atentado, se encomendó la misión a la persona que debía llevarla a la práctica.
Se trataba de un vecino de Mahón, el patrón Juan Llabrés.
El plan concreto consistía en que el tal Juan Llabrés, en el que los ingleses consideraban afecto a su causa y de confianza, debía introducirse en el
fuerte en caso de irrupción de los españoles y posteriormente hacer estallar las minas. Hasta aquí muy bien, pero, sigamos el hilo porque hay más.
Veamos primero una extraña carta, fechada en 4 de julio, y firmada por Gabino Martorell, dirigida no se sabe a quien y que dice lo siguiente (la
transcribimos íntegra y literal):
" 4: julio 1781:
Aunque haya sido muy caloroso [sic] el tiempo, he quedado algunos días dispuesto, para vizitarle, junto con algunos amigos; antes de aher [sic, por ayer] solamente havemos desistido del propósito, y yo me admirava mucho, no haver visto hasta ahora cavalcadura suya, sabiendo quan difficil es el tener una buena, no obstante esto, ya tenia una a mi servicio.
Huviera querido mucho, que mi interés particular en el negocio se huviera mantenido secreto, pero devo dezirle que es quasi público; y por consiguiente es muy contingente que
algún mal intencionado me impida a mi y a la compañía, no solamente toda ganancia que podamos esperar, pero aunque [sic, por sino] de algun mal sonrojo, de donde puede inferir
quanto anhelo el vernos promptamente.
152
&&&."
¿A quién iba dirigida esta carta? ¿Al general Murray, quizás, lo que daría un giro a la cuestión? Creemos que sí. Desde luego a alguien en Menorca
que hablaba castellano, porque tanto Quadrado como Gabino solían escribir en dialecto menorquín ¿No sería el asunto de la mina un eufemismo? ¿No
era, en el fondo, el primero de una serie de intentos de comprar al gobernador británico? Pensamos que también. Da la sensación de que Gabino se
había dejado seducir por la letra del punto sexto de las actas de la junta de Secretarios de Estado de marzo de 1780 en la que se decía que se premiaría
al que se apoderara del fuerte de San Felipe, admitiendo además la posibilidad de seducir para ello. Veremos como la propuesta no caerá en saco roto.
Era como un cheque en blanco para autorizar el soborno al general Murray.
151
152
Solleric a Floridablanca. 12/6/1781. A.H.N. Estado, legajo nº 4205-1.
Se encuentra en A.H.N. Estado, legajo nº 4205-1 y está escrita con la letra original de Gabino que firma con su seudónimo "&&&". Probablemente Solleric envió el original a Floridablanca.
Queremos con esto decir que, desde nuestro punto de vista, el llamado proyecto de las minas debió consistir, quizás, en poner en conocimiento del
mismo al general Murray y que colaborara a cambio de un sustanciosa cantidad de dinero. Explotadas las minas y desprovisto de sus principales defensas el castillo de San Felipe, podría rendirse sin que el gobernador pareciese un traidor.
Sin embargo el proyecto no prosperó. Apenas cuatro días después de haberse aprobado por Floridablanca, se vino abajo. En efecto Solleric comunica al ministro de Estado el 16 de junio que:
"El negocio está en el mayor peligro e igualmente yo, por tomar con celo y eficacia las órdenes de S.M. que Vm. me ha comunicado y en particular la de tomar las providencias ima153
ginables para que nada transpire."
Qué había ocurrido? En primer lugar se cometió un fallo inicial. Floridablanca debió decirle a Solleric que el dinero para la operación, es decir
para (presuntamente) sobornar al gobernador británico, procurara obtenerlo en Mallorca por la dificultad que supondría pasarlo por mar, exponiéndose
a perderse. Esta afirmación indica, desde luego, que la cantidad no debía ser despreciable.
Ni corto ni perezoso el marqués se lo pidió nada menos que al revoltoso intendente Bañuelos, que como ya vimos estaba celoso del noble mallorquín, por no haber conseguido él la misión.
Naturalmente el intendente se negó a colaborar. Antes decíamos que Floridablanca debió decírselo al marqués, y utilizamos el condicional porque
no ha quedado constancia directa del hecho. Sólo una insinuación de una carta de Solleric al conde murciano, quejándose de la negativa de Bañuelos,
nos ha puesto sobre la pista:
"Crea Vm. que el negocio no ha sido descubierto porque Dios no ha querido, pues por solicitud no ha quedado para que yo saliese mal, aunque se sacrifiquen las gentes y el servicio
del Rey. El oficio adjunto me lo pasó el día que estuve peor para ver si con mi mal me acabava de sofocar. Yo ya no le habría pedido, pero aquí no hay giro ni recurso para librar como
154
Vm. me dijo , y el pasar el dinero por mar se exponía a perderse. "
¿A que "mal" se refiere Solleric en su carta? Por aquellas fechas y de manera un tanto significativa el marqués había sufrido un atentado por parte
de Antonio Gual alias Ganxo el contrabandista que había hecho de correo en los viajes secretos a Menorca de Eymar y que desde abril había sido apartado de la empresa por traidor.
Ganxo había desaparecido desde entonces de la escena no sabemos como, suponemos que ocultándose, hasta que surgió de nuevo a primeros de
agosto atentando contra el marqués. ¿Casualidad que Gual atentara contra Solleric precisamente en este momento? ¿Quién o quiénes lo instigaron?
Sólo conocemos lo que el propio Solleric nos cuenta. Dice que el atentado fue instigado "por Muntaner y otros" sin que sepamos quien era éste, el
153
154
Solleric a Floridablanca 16/6/1781. Mismo archivo y legajo que la nota anterior.
Solleric a Floridablanca 2/8/1781. A.H.N. Estado, legajo nº 4230.
LXXIII
caso es que el marqués como consecuencia del mismo hubo de permanecer en cama 25 días. Lo que está claro es que debían tener correspondencia
con alguien que no quería que el castillo se rindiera pronto, porque los suministros al ejército sitiador se hicieron desde Mallorca y cuanto más durara
el asedio mejor para algunos. No estaría de más recordar aquí las intrigas del intendente Montenegro y del asentista mallorquín Jerónimo Ribera.
Pero no sólo salió mal la misión en Mallorca. Parece que entretanto conseguía el dinero, Solleric había enviado al propio Juan Llabrés con un laúd
a Mahón. Él sólo dice que "para una correspondencia clandestina", nosotros creemos que a entrevistarse con Murray y ponerle en conocimiento de
todo el plan.
Fundamentamos esta argumentación basándonos en lo que ocurrió después. Llabrés y los marineros del laúd fueron hechos prisioneros. Luego dice Solleric- lograron escapar "ayudados por unos labradores ricos del término de Mahón, amigos y confidentes de Antonio Roig".155 ¿Diego y Juan
Vidal de Rafalet, quizás? En todo caso LLabrés se quedó y es que el general Murray -que no debió aceptar aquella primera propuesta de soborno- le
intentó convencer para que, actuando de espía doble, regresara a Mallorca a obtener noticias sobre la escuadra de invasión de la que ya se sospechaba
llegaría en breve. En efecto: Juan Llabrés regresó a Mallorca, pero en vez de hacerle el juego al gobernador británico fue a contárselo todo a Solleric.
Cuando el marqués se lo dijo a su vez a Floridablanca hizo alusión a algo que parece confirmar nuestras sospechas de que hubo negociación:
"Se precisó a un sujeto que viniese a tomar noticias de el estado y voces que corriesen en esta isla.
Éste que es el mismo que despachamos por lo de las minas quando vino Quadrado, lo admitió, pero se ha venido en derechura a casa y me ha manifestado todo, y dice que conocien156
do al general Murray y viendo su inacción, están persuadidos, todos los que saben el secreto, que hay inteligencia con él."
En fin: primer intento fallido. Solleric maltrecho, física y espiritualmente, escribió a Floridablanca en el tono grandilocuente y declamatorio que le
caracterizaba:
"Amigo y señor: sobre mi convalesensia, debilidad de cabeza y persecusión de enemigos, he quedado tan a obscuras que me parese que quanto hago es un desasierto, por verme ultrajado hasta por la gente más soez de esta isla. Pediría a Vm. muchas cosas, pero me parece que aun ni aliento tengo para respirar. Mi honor vulnerado, mi persona ajada, y todo quanto
157
ay que perder, perdido."
¿Que se había perdido? ¿la rendición de Menorca sin disparar un solo tiro quizás? ¿Que quería dar a entender Floridablanca cuando, contestando
esta carta, le dijo:
155
156
157
Solleric a Floridablanca 31/7/1781. A.H.N. Estado, legajo nº 4205-1.
Solleric a Floridablanca, 21/8/1781. A.H.N. Estado, legajo nº 4205-1.
Solleric a Floridablanca 2/8/1781. A.H.N. Estado, legajo nº 4230.
158
"consuélese y duerma porque ya se está en el momento de coger el fruto de las tareas"
No obstante tampoco conviene olvidar que estas inacciones de las que habla Solleric resultaron bastante sospechosas. No olvidemos que el marqués escribía esta carta el 21 de agosto, cuando ya hacía dos días que habían desembarcado en cala Mezquida las tropas españolas y se observó mucha
desidia y retardo en la retirada de los ingleses a San Felipe. Además ese día, al parecer, el gobernador se encontraba en la Isla del Rey o del hospital,
lugar del que sólo se puede regresar en barca y no es, precisamente, el más idóneo para, desde él, tener que acudir con urgencia a repeler una invasión,
cuya inminencia desde luego conocía.
Pero: ¿quién podía tener interés en que las negociaciones fracasaran, además de los antedichos negociantes mallorquines? Nuestras sospechas recaen en un personaje que nos confirmará más adelante que boicoteó cuanto pudo y con éxito, cualquier intento de protagonismo de los ciudadelanos y
de su valedor en Mallorca ante la Corte (Solleric). Nos referimos a Antonio Roig, de cuyas actuaciones ya hablaremos cuando el tandem GabinoSolleric lo intenten de nuevo. Baste decir ahora que hemos podido comprobar que estaba al tanto de muchas cosas. En una carta del marqués mallorquín a Floridablanca de julio de 1781, éste le comunicaba que Roig había asegurado que colaboraría159. El que colabora sabe. El vicario había comenzado ya su doble (o triple) juego.
Por último, ya hemos visto como Bañuelos volvió a la carga. Todo parece indicar que la inquina era personal y su oposición al marqués una cuestión de celos, pero no descartamos una trama más amplia, aunque nada podamos aducir al respecto.
Solleric en una de sus cartas, la del 11 de agosto, alude al final muy indirectamente a que Bañuelos no tenía precisamente las manos muy limpias.
¿Qué negocios poco edificantes podía tener, en los que también andaría su compinche Cirer, Superintendente de la Renta de Tabaco y notario y también enemigo del marqués. ¿Contrabando de tabaco del Brasil? Mendoza Pacheco, el Capitán General, pidió en 1782 que la Renta del Tabaco pasara a
su jurisdicción quitándosela a la Intendencia insinuando levemente irregularidades, sin atreverse a hacer afirmaciones rotundas160. Eso era lo malo: que
nadie se mojaba.
La impresión general que nos queda de estos primeros acontecimientos previos a la invasión de Menorca, es que los intentos de soborno del general inglés, comenzaron mucho antes de lo que generalmente se conocía, circularon por insospechados cauces y tuvieron más consecuencias de lo que
parece. Trataremos poco a poco de desentrañar la madeja, porque la cosa no quedó aquí. Y todo ello aun a riesgo de patinar por la escasez de noticias
claras. Riesgo que aceptamos en aras del intento de esclarecimiento de los hechos y a pesar de las posibles protestas de los puristas, partidarios del
denominado rigor científico.
158
159
160
Floridablanca a Solleric 13/8/1781. A.H.N. Estado, legajo nº 4230.
Solleric a Floridablanca 31/7/1781. A.H.N. Estado, legajo nº 4205-1.
Mendoza a Floridablanca. 12/3/1782. A.H.N. Estado, legajo nº 4230.
LXXV
Segundo Asalto: Solleric y
Gabino lo intentan de nuevo.
El 19 de agosto de 1781, el duque de Crillon desembarcó con sus tropas en cala Mezquida. Días después, el 24, escribió una carta a Floridablanca
en la que aseguraba al conde que ninguno de los conjurados ciudadelanos se había presentado ante él, transcurridos cinco días después de su desembarco.
"de todos los principales de Ciudadela de los que V.E. me dio los nombres, y que se me anunció que se unirían a mi llegada no ha aparecido ninguno todavía . Por tanto de aliados
menorquines sólo cuento con Eymar, Quadrado y un habitante del Arrabal Nuevo llamado Fábregues que son, con un médico que encontré aquí, los que me orientan y con los que pue161
do contar."
En efecto: ni Gabino ni sus compañeros de conjuración aparecieron por parte alguna. Tampoco parece que se entrevistaran con el duque durante
toda la campaña, pues Crillon, en la abundantísima correspondencia con Floridablanca, en la que se explica con la exhaustividad que le caracterizaba
(hasta el punto de que el conde murciano denominaba procesos a sus cartas) no los menciona nunca.
Sabemos -eso sí- que Gabino siguió carteándose con Solleric al que hizo nuevas propuestas como veremos más adelante, pero, insistimos, no parece que se dignara dejarse caer por Mahón, donde sabía ya por el escarmiento anterior, que tenía poderosos enemigos y donde, además, las fuerzas vivas ya se habían encargado de atraerse al duque. Lo curioso, incluso, es que cuando Crillon fue de visita a Ciudadela el 10 de octubre de 1781, tampoco parece haberse entrevistado con Gabino. Al menos sigue sin mencionarlo en la carta al conde murciano que escribió desde la ciudad más occidental de la isla y donde hablaba de todo menos de ello.
Hay algo de misterioso en todo esto. Crillon parece no enterarse de lo que ocurre con los conjurados ciudadelanos, y sin embargo Quadrado que
permaneció a su lado debió decirle algo. ¿Por qué este silencio del duque? es una de las incógnitas que no hemos podido despejar, aunque insistiremos
sobre el asunto.
161
Vid. Crillon a Floridablanca Mahón 24/8/1781. A.H.N. Estado, legajo nº 4230. Carta nº 11.
Eymar y Quadrado ya los conocemos. Fábregues es Antonio Fábregues y Portella, que colaboró con Crillon y luego fue nombrado comisario de guerra. Del médico no sabemos más que
ofreció su caballo al duque al desembarcar.
La anécdota del médico en: CRILLON, Memoires pag. 274.
Así parece ser: Gabino Martorell, para evitar encontronazos con las fuerzas vivas de Mahón, debió preferir mantenerse en la sombra y seguir intrigando a través de Solleric. Suponemos que Quadrado sería su confidente ante el duque. No obstante el noble ciudadelano estaba preparando una nueva
intentona respecto a Murray y así se lo debió escribir al marqués que inmediatamente se lo comunicó a Floridablanca.
Gabino (que ahora ya firmaba con su nombre), en una carta a Solleric de fecha 27 de agosto de 1781, le pedía que viajara a Ciudadela para ultimar
un nuevo plan, que neutralizaría las maniobras de los mahoneses en favor de los intereses ciudadelanos:
"Ha llegado al fin la hora en que nos vemos sujetos a un mismo Amo: Dios prospere sus armas y les conceda aquí, el fin que se intenta, más completo que el principio. La Real escuadra vino con tanta dicha, que no fue descubierta quando este punto se crehia el más difficil, pero un viento recio inesperado y una mar alborotada en medio del verano, le impidieron
lograr el fruto de su bien concertado designio. Los ingleses se encerraron en la fortificación con tanta prisa que abandonaron quasi todos sus bagages y es de creher por esta razón
que se hallarán mui incomodados.
Tendría yo la más grande satisfacción de ver en esta isla a V.S. y como conjeturo que concurrirá al reglamento de esta isla para lo futuro, estoy con las mayores ansias que no se
avansen algunos pasos antes de su venida: lo digo porque ya tengo noticia que algunos mahoneses intrigan mucho para introducirse en la buena gracia del duque y para desacreditar
162
cierta persona que está y siempre ha estado en nuestro favor.
El punto de la utilidad pública de este pueblo, restituyéndole a la antigua possesión de ser capital de la Isla, es el que más me interessa porque vea que han venido los españoles para
su augmento y no para su ruina: para lograr este beneficio quisiera saber si podemos estar seguros de la venida de V.S. y en caso que sea, no es necesario repetirle mis ofrecimientos,
pues podrá venir con el seguro de disponer de mi casa y persona a su albedrío al interim que quedo con la más sincera disposición de servirle.
Su mas humilde y affmo. servidor:
163
Gabino Martorell"
El plan se lo debió comunicar Gabino a Solleric en carta aparte que fue enviada a Madrid, pero que no hemos encontrado. La del marqués enviándole al conde la del noble ciudadelano es escasamente explícita pero deja entrever algunos matices sospechosos:
"y me ha costado violencia el resolver remitir esta carta a Vm. por el particular favor y aprecio con que me honra, pero considerando que podía disgustarles en desentenderme de lo
que me dice, lo executo para que Vm. disponga lo más conveniente, sobre el seguro de que mi voluntad es la del Rey, hasta donde alcancen mis fuerzas, que gracias a Dios voy recobrando.
Por el espíritu de la carta entenderá Vm. que no es lerdo.
164
Apreciaría de Vm. en caso de que S.M. determine mandarme pasar allí sea de modo que se evite en quanto se pueda los encuentros a que soi sumamente opuesto.
162
El personaje que aquí se cita bien pudiera ser un tal Juan Rosselló de Mahón, de quien Eymar dice que recibió en Ciudadela como confidente. Vid. Nota de los menorquines afectos. Está
escrita en francés y con la letra de Eymar, y se encuentra en A.H.N. Estado, leg. 4205-1.
163
Gabino Martorell a Solleric, Ciudadela 27/8/1781. A.H.N. Estado, legajo nº 4230. Ahora Gabino ha dejado ya de firmar con el seudónimo de "&&&" y utiliza su propio nombre.
164
Solleric a Floridablanca, Palma, 1/9/1781. A.H.N. Estado, legajo nº 4205-1.
LXXVII
¿A encuentros con quién se refiere Solleric que tanto le repugnan? ¿con Murray quizás? ¿Por qué suponía Solleric que le iba a molestar tanto la
carta a Floridablanca, hasta el punto que dudaba enviársela? Creemos tener aquí un nuevo intento de soborno al general británico.
Por lo que sea Floridablanca contestó prohibiendo al marqués que fuera a Menorca. De eso se quejará Solleric en una carta de fecha muy tardía
(1786). En esta carta, lamentándose de que el ministro le hubiera prohibido antaño embarcarse para la Balear Menor, añadía:
"¡ojalá hubiera podido ir! pero con facultad [después] de manifestar al Rey todo, en cuio caso esté Vm. seguro que el castillo se habría tomado sin costar un tiro y muchos de los que
165
están mui premiados en su carrera e intereses no lo estarían."
Por todo lo que hemos podido entresacar de las cartas cruzadas entre el marqués mallorquín y Floridablanca, creemos que las cosas se desarrollaron de la siguiente manera: Floridablanca ordenó a Solleric que no se trasladara a Menorca "para no dar que hablar" y debió encargársele la misión a
Jean Eymar, el enlace de Solleric con Crillon, que se encontraba a su lado en Mahón como edecán. Eymar tenía contactos en Liorna por su calidad de
comerciante. Normalmente recibía noticias de allí desde Menorca y allí tratarían de ponerse en contacto con la mujer del general inglés (que vivía en la
ciudad italiana desde su huída de Mahón la misma noche del desembarco), y a través de ella tratar de sobornarlo.
Todo ello, desde luego, con el conocimiento de Crillon y sin intervención directa de Gabino Martorell, al que sin embargo pertenecía el plan en
origen, para evitar que las fuerzas vivas de Mahón recelaran y vieran peligrar sus intereses, en favor de los ciudadelanos. Así estaban las cosas, cuando
comenzó una melíflua correspondencia entre el duque y el gobernador inglés, que al margen de las formalidades corrientes y las ñoñerías propias de
aquellos caballeros y de su época, tenían la secreta intención de atraer a Murray a una secreta negociación. Veamos a continuación como se desarrollaron los acontecimientos.
Tercer asalto: El soborno de octubre.
La ventaja que tienen los sucesos que vamos a narrar a continuación es su mayor constancia documental, por el hecho de que, no sólo porque vieron la luz pública en muchas crónicas de la época y también se hicieron eco de ellos historiadores posteriores, tanto británicos como españoles166 sino
165
166
Solleric a Floridablanca 4/12/1786. A.H.N. Estado, legajo nº 4205-1. Apéndice documental, documento nº 7.
Ejemplos de ello: William Coxe, Ferrer del Río, Danvila, Riudavets, Hernández Sanz, Oleo y Lafuente.
porque hemos podido tener acceso a la correspondencia secreta sobre los mismos entre Crillon y Floridablanca. Además el duque, que era de los de "al
pan, pan y al vino, vino", no se mordía la lengua como sin embargo hacía el marqués de Solleric, más medroso y pusilánime.
En concordancia con lo que hemos referido con anterioridad, Crillon inició, en septiembre de 1781, una serie de cortesías versallescas con Murray,
a base de compartir frutas frescas, una yegua de Egipto y auxiliar a unas cuantas damas inglesas, mujeres de oficiales, que fueron repatriadas desde
Mahón, siendo agasajadas a su paso por Avignon por la hermana del duque, la condesa de Brancas.
La internacional nobiliaria funcionaba bien en aquellos tiempos.
Este acercamiento no tenía más objeto que el de poner al general enemigo en situación propicia para negociar secretamente con él. El historiador
británico Coxe asegura, en época no lejana al hecho (1813), que fue iniciativa de la Corte de Madrid:
167
"con la esperanza de abreviar las dificultades de un sitio penoso, dio la corte de Madrid órdenes a Crillon para que sondease la fidelidad del general Murray"
Esta negociación para atraer a Murray comenzó en septiembre, después que, supuestamente, Eymar le hablara a Crillon de los planes de Gabino y
Solleric. Por el tono de las cartas que el duque envió a Madrid, informando de la marcha de esta negociación, da la sensación de que quería dar a entender que ésta había sido iniciativa suya, pero en el fondo lo cierto es que se la apropió. Solleric le acusa de ello cuando afirma:
168
"Diga Eymar el último paso dado con Murray y, para apropiárselo, Crillon lo echó a perder todo.."
En efecto: Eymar debió contactar con sus allegados en Liorna para que pulsaran la opinión de la mujer de Murray, se lo contó al duque y éste se
interpuso e inició por su cuenta un acercamiento directo con el general para ganar tiempo, estableciendo también el mismo contacto con la esposa del
inglés a través de un personaje allegado suyo y dejando al margen de la misma, tanto a los mallorquines como a los ciudadelanos. Cuando el duque
comunicó a la Corte sus intenciones, recibió carta blanca y desde ese momento los otros quedaron desplazados y olvidados, como ya veremos. Crillon,
pues, fue desde ese momento el responsable absoluto de la negociación que, al menos entonces, fue un estrepitoso fracaso, que incluso se hizo pública
con gran escándalo, dejando en entredicho al duque, a Floridablanca e incluso a Carlos III.
Todo empezó con el envío por parte de Crillon a Murray de unas frutas frescas, que Murray correspondió regalándole una yegua.
167
168
Vid. COXE, opus cit., IV-327.
Solleric a Floridablanca 16/2/82.A.H.N. Estado, legajo nº 4205-1.
LXXIX
El duque pidió permiso al Rey para aceptar el presente y éste, de forma un tanto extraña, le comunicó su consentimiento, no por segunda sino por
tercera persona, por Bernardo del Campo el primer oficial de Estado y verdadero alter ego de Floridablanca que le mandó al duque una nota muy significativa:
169
"Comunico a V.E. de orden de S.E., que el Rei le permite aceptar el caballo que le ha regalado el gobernador Murray
Bernardo Contestí, tesorero del Real Colegio de Abogados de Palma, en una carta privada a Jacobo Espinosa, vocal de la Audiencia de Barcelona,
le contó la anécdota, asegurando que Crillon había escrito a Murray quejándose de la desatención que había supuesto el disparo que le hicieron cuando
fue de reconocimiento a la Mola (vid, pag. 239) y que éste le había enviado "una famosa yegua de Egipto" como desagravio. Contestí no sabía que el
presente era, en realidad, una señal170
Probablemente los presentes intercambiados, eran algo más que galanterías versallescas propias de la guerra limpia (e hipócrita) de entonces, se
trataba de una clave por la que el general británico aceptaba algún tipo de secreta negociación. Además parece ser que el envío de frutas frescas debía
entenderlo todo el mundo en la época con doble sentido. De hecho Crillon lo volvió a intentar con el general Eliott, cuando a posteriori se le encargó
el asedio de Gibraltar y le envió lo mismo, a lo que el gobernador, a pesar de aceptar el regalo le por aquella vez, le rogó que no insistiera en tales
delicadezas171
Por eso, porque era una clave, se le envió a Crillon por tercera persona el consentimiento de aceptar la yegua para no comprometer al Rey. Sin embargo la responsabilidad última, obviamente, era del Monarca
Retrotraigamos ahora un poco los hechos. Para plantear la negociación, Crillon se había basado en los informes que sobre la personalidad de Murray debió pasarle Eymar, a quien había informado Solleric, quien contaba a su vez con el plan de Gabino. Este plan consistía, como ya es sabido, en
sobornar primero a la mujer del gobernador. ¿Cuál era la razón de este rodeo? En primer lugar por el hecho primordial de que resultaba difícil contactar con un Murray encerrado en San Felipe y, en segundo, porque en Mallorca, debían conocer bien a Anne Witham, su esposa, porque era la hija del
cónsul británico en Mallorca, y debió alternar en sociedad antes de que, en 1779, con ocasión de la ruptura de hostilidades entre España e Inglaterra,
hubiera de abandonar la isla rumbo a Menorca, donde llegó el 27 de septiembre de dicho año, según nos refiere el diari Roca:
172
"Es arribat el patró Bennassar, mallorquí, ab los consols inglesos de Mallorca e Ibissa, i tots los menorquins, frares y capellans que an tret de Mallorca"
169
170
171
172
Campo a Crillon. San Ildefonso 18/9/1781. A.H.N. Estado, legajo nº 4230.
Contestí a Espinosa Palma de Mallorca 9/9/1781 A.H.N. Estado, legajo nº 4230.
Vid. DRINKWATER, John. Opus cit., pag. 259.
Diari Roca, 27 de septiembre de 1779.
.
La hija del cónsul era una joven, que a juzgar por los informes que se conocían no debía ser fea y de la que se enamoró inmediatamente el general
Murray, que era viudo, y con quien no tardó en casarse, como nos cuenta Micaela Mata173.
Sobre Anne y según las noticias que le debieron llegar de Mallorca, Crillon aseguraba que trataba de una mujer ambiciosa; tan ambiciosa como su
enamorado marido, lo que introducía una clara posibilidad de soborno:
"He percibido al llegar aquí y claramente por los hechos, que Murray ama el dinero y que lo ha cogido aquí de todo el mundo. Por tanto, olvidando el prestigio que pudiera obtener
yo apresando por las armas el fuerte y ocupándome sólo del Rey, que es en última instancia el que aquí cuenta, y obtener cuanto antes esta conquista para poder realizar la siguiente,
he concebido en el acto la idea de entrar en negociación con él, sin perder un instante o de ver los medios de tomarlo, sea por sorpresa; sea mediante formal sitio (que es el camino
más recto y seguro) y para el cual me preparo sin descanso.
He aquí entonces los medios de que me he servido para mi negociación: el general Murray, como ya os he dicho, ama el dinero y más todavía a una joven con la que está casado y
con la que está obligado. la cual tampoco lo desprecia [el dinero] y lo prefiere al prestigio. Todo ello sin contar la pesadumbre que le debe haber producido el tener que separarse de
174
ella a nuestra llegada y tener que enviarla a Liorna.
James Murray era hijo del IV conde de Elibank y debía ser un segundón sin fortuna (ostentaba solamente el título de Honorable o simple caballero
no de Sir, como aparece citado algunas veces), que deseaba conseguirla a toda costa aunque, como señala también Micaela Mata, no le fue mal en su
carrera militar y política. Había combatido en Flandes, Bretaña y las Indias Orientales; formado parte del estado mayor inglés en la toma de Montreal
durante la Guerra de los Siete Años. Luego fue nombrado gobernador de Quebec y ascendido a general. Llegó incluso a ser gobernador del Canadá175.
Parece ser, no obstante, que tuvo numerosos enemigos, y en Menorca no era siquiera el gobernador propietario, ejerciendo un interinaje, que era
moneda corriente en aquellos tiempos en Inglaterra.
Por último, señalar, que Murray además de teniente general, tenía en propiedad la coronelía del Regimiento 13 de Infantería de Línea.
Con estos precedentes el duque, llevado también por su propia ansiedad ambiciosa de acabar cuanto antes y que le perdió, se lanzó a una frenética
carrera de ganarse al gobernador. Decidió, en primer lugar, despreciar la negociación que pudiera hacerse por mediación de Eymar y enviar su propio
hombre a Liorna a entrar en contacto con Anne Witham. Se trataba de un genovés misterioso, del que no se menciona ni el nombre pero que Crillon
asegura ser de toda confianza.
Hasta aquí muy bien. Un genovés de confianza que debía ir a Liorna a entrevistarse con Madame Murray. Pero lo importante aquí es quien recomendó a este personaje. Parece ser que la recomendación le vino de una dama francesa desconocida para nosotros que se llamaba Madame la Cressé
de Balliancourt, que era amiga de Pini. He aquí cierta clave misteriosa: Una dama francesa (recalcamos lo de francesa) que tiene relaciones con Almérico Pini, el Ayuda de Cámara favorito de Carlos III y uno de sus mayores confidentes junto con el duque de Losada y que estaba al tanto de la
173
174
175
MATA, Micaela. Conquestes i reconquestes de Menorca, Barcelona, Edicións 62, 1974, pag.209.
Crillon a Floridablanca 23/9/1781. A.H.N. Estado, leg. 4230. Carta nº 20.
MATA, Micaela. Conquestes... pag. 209.
LXXXI
negociación secreta con Murray y a través de quien debió consultar Crillon directamente al Rey sin pasar por Floridablanca, lo cual debió irritarle aunque se contuvo, porque temía a Pini con el que parece que no se llevaba demasiado bien..
En cualquier caso en la carta donde le comunicaba el duque al conde el principio de su negociación lo planteaba desde una postura de hechos consumados:
176
"Todo está convenido y arreglado y lo he preparado todo sin consultaros, estando seguro de que no desaprobaréis mis métodos, que creo supondrán un buen negocio para el Rey."
Es la segunda vez y no será la postrera, en que Crillon llevado por su ansiosa ambición pasa por alto al conde. Al final lo pagará como ya veremos.
La venganza de Moñino será la del que ríe el último. Ante esta situación Floridablanca fue pragmático y se planteó el que no hay mal que por bien no
venga. Por tanto no dijo ni pío, aunque proclamó su escepticismo. Debió pensar que Crillon pagaría su traición al conde con el fracaso. En una nota a
Campo Floridablanca dice al respecto:
177
"en punto a las tentativas de ganar al gobernador, aunque no creo surta efecto, no ahi mal en probarlo."
Sigamos ahora nuestro relato. El famoso genovés se encontraba en Mahón a fines de septiembre y a la espera que el temporal cesara con el fin de
trasladarse a Liorna. Las instrucciones que llevaba las cuenta el duque a Floridablanca en carta del 23 de septiembre y eran las siguientes:
"hemos convenido que pasará a Génova donde citará al banquero de Madame Murray y que encontrará el medio de hacerle pasar una carta, que llevará a Liorna, donde negociará
178
con ella ofreciéndole un millón de libras, es decir cuatro millones de reales, para su marido y 100.000 para ella de propina , es decir 400.000 reales y una pensión [para su negociador] de 4.000 reales anuales de por vida.
Además una suma de dinero introducida en muebles que yo le regalaré al entregarme la plaza, con el fin de así dejar a cubierto su honor y su cabeza.
Así, en el caso de que nos entendamos podríamos simular que he tomado la plaza por sorpresa y en fin, representar una comedia de guerra que nos haga ganar tiempo y nos permita
ahorrar dinero y vidas humanas.
También hemos especulado como haremos entrar a nuestro hombre en la plaza con la carta de la gobernadora sin que ello levante sospechas a la guarnición. Haremos que simule ser
un espía de ellos en vez de serlo nuestro que ha conseguido burlar nuestras líneas para introducirse en el fuerte.
(...)
176
Crillon a Floridablanca 23/09/1781. A.H.N. Estado, leg. nº 4230. Carta nº 20
Floridablanca a Campo s/f. A.H.N. Estado, legajo nº 4230. El conde escribía esas notas de puño y letra en pequeños billetes cuando le enviaba a su secretario la correspondencia para archivar.
178
Crillon dice, irónicamente cent mille livres pour ses epingles, es decir "para sus alfileres" hemos preferido traducir por "propina".
177
En consecuencia le he dado a este hombre una carta para el cónsul de España en Génova por la cual le prevengo que os haga pasar por correos o por la vía más rápida y segura,
todas las cartas que mi hombre le entregue para vos, a fin de que después de que yo os escriba podáis darle directamente vuestras órdenes y asegurar los medios y hacerme saber rápi179
damente los que pudieran hacer falta que yo disponga de mi parte.
Otra cuestión, ¿qué significaba la frase "hemos convenido que el genovés pase a Liorna" ¿hemos convenido? ¿quiénes? ¿Pini, Carlos III y Crillon
quizás? ¿Quiénes sino tales altas instancias hubieran podido convenir las crecidas sumas del soborno y responder de ellas. Quizás veremos más claro
cuando fracase el intento, todo sean lamentos y rueden cabezas.
En fin, aquí está todo. Aunque se ha especulado mucho sobre la compra de Murray, hasta ahora solo eran conjeturas basadas fundamentalmente en
la tradición oral del suceso que fue público, pero aun no se había encontrado constatación documental clara y fidedigna del mismo. Por ejemplo el
historiador Coxe, que es el que, en 1813, cita por primera vez el hecho y de quien la tomarán Riudavets y otros180, habla de un soborno de 500.000
duros (4 millones de reales) y la promesa de una colocación importante en el ejército español o francés. La referencia de Coxe es incompleta e inexacta, como hemos podido ver.
Volvamos al relato de los hechos. El mal tiempo persistía y Crillon se impacientaba ansiosamente por el retraso. Quiso la fortuna entonces, que
viniera en comisión de San Felipe un parlamentario inglés al campo español, para arreglar el canje de prisioneros y otros asuntos de trámite. Se trataba
de un personaje con apellido francés, Charles de la Rivière, que era civil y secretario personal de Murray.
Cuando Crillon se enteró que este hombre era de toda confianza del gobernador, le invitó a comer con él y acabó haciéndole las mismas proposiciones que el genovés llevaba en la cartera para Anne Witham, con el fin de que se las trasladara a su superior. La Rivière le dijo que el gobernador
rechazaría la propuesta, no obstante no se ofendió ni dijo que no se las iba a pasar, con lo cual el duque se sintió esperanzado.
En vista de ello, Crillon ordenó a su hombre que no saliera para Liorna en espera de la contestación de Murray ya que, a través del secretario, el
duque le había dicho que podía optar por la negociación directa o a través de su mujer y que en caso de aceptar la segunda forma, debía enviarle una
carta de propio a su esposa apoyando las propuestas que le haría en su caso el genovés. Este es el momento en que Crillon, llevado por su ansiedad de
acabar cuanto antes, y no confiando en el éxito de un asedio formal, comete el inmenso error de implicarse directamente en una negociación abyecta,
que normalmente se realizaba por personas interpuestas, como incluso había sido proyectado en aquel caso y que descargaba de responsabilidad a los
principales implicados si esta llegaba a hacerse pública.
Esto ocurría el 22 de septiembre, Crillon pensaba que el general inglés contestaría de inmediato, pero el viejo zorro que era Murray dejó pasar el
tiempo para impacientar a su enemigo. Como así ocurrió:
179
180
Crillon a Floridablanca 23/9/1781. A.H.N. Estado, leg. 4230. Carta nº 20.
Vid. COXE, opus cit. pag. 327 y RIUDAVETS, Pedro. Historia de la isla de Menorca, Mahón, imprenta de B. Fábreges 1885-88, pag. 1497.
LXXXIII
"no he tenido noticias del gobernador, mi vecino, como vos le llamáis y ello me da mala espina sobre mi primera negociación entablada, pero me reservo, sin embargo, iniciar una
181
nueva si puedo llevarla a cabo antes de hacer partir a mi hombre para ir al paraíso terrestre de Florencia a intentar a ver si su Madame Eva le hace morder la manzana.
Al fin, el 15 de octubre, impaciente, Crillon envió a su hijo el conde como parlamentario, con el pretexto de canjear dos oficiales y un cadete españoles que se encontraban prisioneros en el fuerte por tres oficiales británicos que se encontraban presos a su vez en Barcelona. El conde entró en el
fuerte y fue conducido ante George Don, capitán del regimiento 51. Este oficial británico era, no sólo ayudante del gobernador sino también su pariente. Parece que algo más que de canje debieron hablar el conde de Crillon y el capitán Don, porque Murray envió con el hijo del duque una carta para su
padre en la que parecía insinuar el deseo de entablar algún tipo de negociación particular. El tono insinuante de ciertas frases así parece indicarlo. Lo
que no sabía el incauto duque es que el general británico le estaba preparando una trampa.
Murray decía en su carta cosas como esta:
"Si debemos rendir la plaza por hambre, la paciencia del Rey de España se verá bien recompensada, porque habrá sido a expensas de nuestro soberano, pero estoy seguro que esta
manera languideciente de hacer la guerra, va poco a vuestro genio ni tampoco al mío. Vuestros abuelos también se hubieran impacientado como vos y yo lo estamos.
Os recordaré que la más feliz circunstancia de mi vida es tener el honor de acabar mis largos servicios defendiendo esta plaza atacada por un comandante tan ilustre como es el
duque de Crillon y la idea de que un bloqueo cuya persistencia depende de mi honor dure más que las finanzas de las naciones beligerantes, que les impida así sostener la guerra, me
causa una mortificación indecible, pues en el caso que eso ocurra no habrá honor que requerir, ni por un lado ni por el otro.
Mr. Don, mi pariente, valora la buena opinión que vos tenéis de él. se congratula de tener la ocasión de cultivar el trato que ha iniciado con el conde de Crillon. Por eso me compla182
ce enviarle para ejecutar las órdenes que podáis tener para él. "
Murray parece argumentar, en síntesis, que podría ser más barato para ambos contendientes una negociación económica para la rendición, que un
largo asedio y que enviaba a su pariente para que el duque hiciera una oferta.
En efecto: el duque recibió de inmediato el anuncio de que el capitán Don pedía permiso para pasar al campo español, so pretexto de realizar los
trámites definitivos para el canje de prisioneros.
Crillon explica en una carta a Floridablanca como le recibió en su despacho del gobierno militar183 y nos describe la entrevista con todo detalle,
que nos permite, trasladando su estilo indirecto a directo, reconstruir la misma:
En primer lugar Crillon preguntó a Don con toda intención por La Rivière:
181
182
183
Crillon a Floridablanca 27/9/1781. A.H.N. Estado, legajo nº 4230. Carta nº 27.
Murray a Crillon 15/10/1781. A.H.N. Estado, legajo nº 4230. Original en francés. La traducción es nuestra.
Crillon a Floridablanca, 16/10/1781. A.H.N. Estado, legajo nº 4230. Carta nº 30.
CRILLON: ¿Conocéis a monsieur La Rivière?
CAP. DON: Por supuesto, es mi secretario ordinario y algunas veces el de mi general.
Crillon esperaba que Don le inquiriera por qué le había preguntado por La Rivière, pero éste guardó silencio que el duque interpretó como connivencia.
CRILLON: ¿Tenéis noticia si monsieur de la Rivière ha comunicado a monsieur Murray algunos puntos de los que yo le había hablado en nuestra
entrevista de hace unos días?
Antes de que Don contestara, Crillon dice que ambos personajes se miraron a los ojos, los cuales, según creía el duque (o quería creer) "hablaron
por si solos". Luego el capitán respondió.
CAP. DON:
No se nada de eso, pero si Vuestra Excelencia quiere darme alguna comisión para mi general, me ofrezco voluntario para transmitírsela.
Crillon entonces le hizo de nuevo las proposiciones que antes había hecho a la Rivière, y a las que, por el contexto, debió añadir la propuesta de
admitir a Murray en el ejército español o francés como dice Coxe (vid. supra). Don le escuchó con aire natural y sin sorprenderse y al final inquirió:
CAP. DON: ¿Puede darme Vuestra Excelencia garantías de que las proposiciones que me hace están garantizadas por vuestra Corte?
CRILLON: Así es, estoy autorizado por mi Corte para hacerle al general Murray todas las proposiciones que le pudieran convenir y ofrecerle el
mejor trato para salvar a un hombre como él de la siniestra cábala que se que le persigue en Inglaterra, ayudándole a pasar el resto de
su vida de la forma más agradable y tranquila, ofreciendo la adhesión a un Amo tan bueno como poderoso, como yo he hecho.
Lo dicho no deja lugar a dudas de la responsabilidad de la Corte en el asunto, incluso creemos que al margen de Floridablanca que, como sabemos,
se enteró del asunto por el propio Crillon.
Micaela Mata hace referencia a un documento en el que el capitán Don cuenta su versión de esta conversación, que es casi similar a la que Crillon
le explica a su ministro, con la única diferencia que el inglés dice que se mostró indignado ante las proposiciones y esa era la razón por la que el duque
LXXXV
insistió que tenía garantías de su Corte.184 El hecho de que éste asegure que esperaba respuesta, indica que Don miente. Dicho sea de paso, sabemos
que el capitán fue el principal testigo a favor de la causa de Murray en el juicio que se celebró después de la derrota en el Horseguards de Londres.185
La contestación del zorro de Murray no se hizo esperar, rechazando de plano las insinuaciones, acusando desde luego al Rey de España y encima
retándole al duque a un duelo para lavar la ofensa:
"Fuerte de San Felipe 16 de Octubre de 1781.
Señor: cuando el soberano de vuestro valeroso antepasado le sugirió el proyecto de asesinar al duque de Guisa, éste contestó como V.E. debería haberlo hecho, cuando el Rey de
España os ordenó asesinar el buen nombre de un hombre cuyo nacimiento es tan ilustre como el vuestro o como el del duque de Guisa.
Mi único contacto en el futuro con V.E. deberá ser en el campo del honor, y si os queda todavía algo de humanidad, enviad los equipajes para vuestros pobres hombres, que están
prisioneros en mi poder, porque pienso desentenderme de ellos, ya que en el futuro no pienso establecer ningún contacto más con quien se muestra empedernidamente hostil hasta el último grado.
Soy, Señor, vuestro más humilde y obediente servidor.
186
J. Murray."
Crillon escribió de inmediato dos respuestas al general inglés; una corta, inmediata, que envió seguidamente y otra más larga que antes de remitirla
sometió a la consideración de su ministro. La primera, que era una simple nota en la que, entre otras cosas aceptaba el duelo al que le retaba Murray187
y le decía:
"Vuestra carta devuelve a cada uno a su lugar. Ella me confirma en la estima que siempre he tenido por vos.
Acepto con placer vuestra última proposición.
Soy, señor, de V.E. el más humilde y obediente servidor.
B.B. duque de Crillon.
La otra, la segunda, es una claudicación de un Crillon absolutamente avergonzado y compungido, de un hombre que se da cuenta a última hora del
error cometido por la ceguera que produce la ambición. Por ello, en su carta trata de pedir perdón a Murray aduciendo lo que suelen alegar siempre en
184
Vid. MATA, Micaela. "Los generales extranjeros en la campaña de Menorca en 1781-1782". R.M. 1983, pag. 146. El documento citado se encuentra en el Public Record Office de Londres
(C.O. 174/14)
185
Vid. RAMIS P. [traductor]"Consejo de guerra celebrado en el Cuartel de la Guardia Montada para juzgar al Honorable Teniente General Jaime Murray, Gobernador que fue de Menorca de
1774 a 1782." RM 1934 pp 261-300 y 325-375.
186
Murray a Crillon, 16/10/1781. A.H.N. Estado, legajo nº 4230.El original en inglés.
187
Supuestamente, como era costumbre en aquella época, debería celebrarse éste al terminar la guerra.
estos casos los tibios de corazón, que no aceptan su responsabilidad. Es decir: la obediencia debida. Algo así como "vos y yo somos víctimas de la
obediencia al Amo:
" Señor:
He recibido vuestra carta del 16 de octubre con la más grande atención. Al final de la misma hay una frase que parece una amenaza; vos no habréis creído sin duda que ésta me
intimida y no me he detenido ni un instante en este pensamiento.
Hay sin embargo uno (os lo aseguro señor) que me atormenta: la idea de haber afligido y herido a un hombre de honor me resulta insoportable. Creed, señor, que no tengo necesidad de buscar en la historia de mi casa los ejemplos que vos me recordáis para darme cuenta lo que corresponde hacer a un militar leal. Estos principios están escritos en mi corazón
desde el mismo momento de mi nacimiento y seguirán grabados en él hasta el día de mi muerte.
Os aseguro, señor, que en vuestro lugar yo habría hecho lo mismo que vos habéis hecho, pero también me inclino a creer que si vos hubieseis estado en el mío no habríais podido
evitar obedecer y os habríais conducido como yo.
Tenéis mi estima, señor, y pretendo tener la vuestra. Si cuando nuestros soberanos nos devuelvan a nosotros mismos, vos queréis aun ser mi enemigo, me encontrarais digno de vos;
si por el contrario preferís ser mi amigo, seré el vuestro de por vida y hasta la muerte.
Tengo el honor de ser, Señor, vuestro más humilde y obediente servidor
188
B.B. Duque de Crillon.
Cuando el duque envió este proyecto de respuesta (que es pura hipocresía si la juzgamos desde los términos en los que el duque se expresaba antes
de que fracasara todo) a Floridablanca le argumentaba, que puesto que el asunto iba a ser público y que de todas maneras el Rey iba a quedar en entredicho, que se le permitiera al menos descargar parte de su responsabilidad, compartiéndola con el Monarca, alegando obediencia debida. Una de cal y
otra de arena, vamos.
Ni que decir tiene que su propuesta fue denegada. El conde de Floridablanca le insinuó lo que iba a ser el zanjado definitivo del asunto:
"EXCMO. SR.
Amigo y Sr: En una de las cartas de 16 de este mes, me da cuenta V.E. de lo ocurrido ahí últimamente con el general Murray y de las cartas que se habían escrito con motivo de
darse él por muy resentido de la insinuación que se le hizo por medio de un pariente suyo: de cuyas resultas pensaba V.E. escribirle de nuevo quando se presentase ocasión en los términos que manifestaba la copia o minuta que V.E. me envía a consulta.
Es sensible que haya tenido este fin aquel manejo aunque a decir verdad a mi siempre me causó recelo el que V.E. por si mismo y boca a boca haya hecho la proposición, pues semejantes tentativas se hacen mejor y con menos consecuencias por terceras y cuartas personas; pero quando lo supe ya era cosa hecha.
No puedo aprobar la nueva carta que V.E. proyecta escribirle en dichos términos porque sería lo mismo que confesar V.E. la seducción. Un general en mando es como un ministro
que no tiene acción propia alguna: todas deben ser del Rei y de la Patria a quien sirve. Me parece que sería respuesta más noble en caso de ver al general Murray o a algún confidente
o oficial suyo decirle con emphasis y desembarazo las palabras siguientes o otras semejantes: No me arrepiento de haber tenido un desahogo que ha hecho ver todo el heroísmo de la
188
Crillon a Murray. 16/10/1781. Esta carta no fue enviada. Una copia se encuentra en A.H.N. Estado, legajo nº 4230. Original en francés. La traducción es nuestra.
LXXXVII
virtud de Murray para que yo le admire y aumente el aprecio de su persona y valor. Debe agradecerme haberlo puesto en la necesidad de explicarse de modo que se conozca la malignidad de sus enemigos."
O sea: lo que Floridablanca insinuaba es que si Crillon pedía perdón, reconocería haber intentado el soborno y con él el hecho de haber recibido
órdenes del Rey, del que dependía para cualquier iniciativa, por lo que el Monarca quedaría así "oficialmente" comprometido.
Nadie se lo iba a creer por supuesto, pero al menos así, haciendo mutis, el hecho quedaba desmentido por la Corte.
Naturalmente y con toda intención, Murray consiguió hacer pública esta respuesta en la primera ocasión que tuvo, de forma que originó un gran
escándalo internacional en el que Carlos III, su gobierno y Crillon quedaron en entredicho.
Y claro, debían rodar cabezas. La de Crillon era imposible por el compromiso que debía cumplir de rendir San Felipe. ¿Quién iba a ser la cabeza o
los cabezas de turco? Pensemos un poco: ¿Quién planeó la tentativa y dio informes precisos sobre la venalidad de Murray y su mujer? ¿quién llevaba
tiempo intentándolo de una forma o de otra para conseguir prebendas? Estaba claro: Gabino Martorell y por extensión Solleric y Jean Eymar.
En efecto: desde ese momento quedaron bastante postergados el marqués mallorquín y sus amigos ciudadelanos. Tampoco se salvó de este alejamiento Eymar, aunque quedara cerca del duque como edecán. Sólo Quadrado parece que mantuvo cierto trato de favor. Al fin y al cabo fue el único
que se presentó de los conjurados cuando el duque desembarcó en Mahón.
Naturalmente después de que Crillon se apropiara de la idea y su realización, todo se le vino abajo a los instigadores directos e indirectos quedaron
en entredicho y perdieron con ello el favor Real, haciéndoseles responsables últimos del patinazo, aunque la culpa próxima la hubiera tenido el duque.
Y como todo el mundo acaba enterándose de las cosas, los enemigos de Solleric y sus aliados mahoneses arremetieron contra ellos haciendo público en Mahón la iniciativa deshonrosa, para socavar su prestigio.
¿Quiénes eran estos enemigos? Ya hemos hablado algo de ellos cuando nos referíamos a la tertulia de milicianos mallorquines en casa de Juan
Roig, padre del vicario general del obispo de Mallorca, Antonio Roig.
El hermano de Gabino, Pedro Martorell escribió a Solleric comunicándole estos pormenores:
"He recibido ciertas cartas de Mahón en donde me dicen que se publican allí algunas voces muy contrarias a mi honor, al de mi hermano, algunos parientes y amigos. Lo peor es que
189
la tropa española es quien los vocea, al tiempo que se me insinúa su origen en al tertulia de los milicianos mallorquines en casa del vicario general Roig."
En ese momento Solleric, muy nervioso le escribió a Crillon denunciando la conspiración y, tomándose atribuciones que no tenía ya, porque había
sido postergado de alguna forma cuando Floridablanca le dijo que "los negocios correrían ya por su conducto natural", conminando al duque a que
envíe a Mallorca a los Roig.
189
Pedro Martorell a Solleric 17/11/1781. A.H.N. Estado, legajo nº 4230.
190
"porque conviene a su Real Servicio separarlos de esa isla para evitar la fermentación que su espíritu puede acarrear con irreparable daño de los fieles vasallos de Su Majestad"
Añadía el marqués, que los de Ciudadela estaban callados y quietos mientras veían empleados a enemigos de la nación, y añadía que:
"la borrasca alcanza también a mi sobrino, alférez de una de las compañías de granaderos"
En efecto: el sobrino de Solleric acudió de voluntario al sitio para hacer méritos, lo que no sabemos es a que borrasca se refiere su tío. ¿Acaso estuvo relacionado también con el asunto del soborno o fue simple calumnia de los enemigos de su familiar? Este personaje, que era caballero de Calatrava
y que en 1781 tenía 44 años, se llamaba Pedro Juan Morell y Vallés y era hijo de una hermana de Solleric, Mónica. Sucedió en el marquesado a su tío
cuando éste, que murió sin hijos, le nombró su heredero universal. Actualmente el título se encuentra vacante191.
Pero nada consiguió el marqués, Roig era poderoso y sibilino. y aunque fue acusado también de anglófilo, de todo se libró. En efecto: en enero de
1782 fue denunciado de probritánico por el Vicario General Castrense del ejército de Crillon, el capellán del regimiento de Burgos, Dionisio Muñoz
Nadales, basándose en aquella antigua amistad que profesaba al gobernador Murray.
Nadales, encargado por el duque de averiguar las conductas de los eclesiásticos locales, entró en contacto con los ciudadelanos y éstos le atrajeron
a su causa. El vicario castrense, que quería ser obispo, se puso a favor de aquellos y también en connivencia con Solleric, arremetió contra Roig. Este
escribió una diplomática carta a Crillon, en la que, con palabras sutiles de hombre inteligente, describe con precisión y a la vez ambigüedad de equilibrista, lo que él verdaderamente se consideraba:
192
"un súbdito leal al Soberano y atento a los demás Superiores"
Después de aquello, Solleric y sus amigos quedaron definitivamente postergados. De nada le sirvió al marqués poner -según propias palabras- a
disposición su vajilla de plata y entregar de su bolsillo 200.000 reales (de vellón, eso sí) al intendente Lerena cuando el Ejército se quedó sin caudales
en enero de 1782, tras la desastrosa gestión económica de su antecesor Montenegro.193
190
Solleric a Crillon, 28/11/1781. A.H.N. Estado, legajo nº 4230.
Por esa razón el palacio del Marqués de Solleric, construido en 1763 y situado en la ciudad de Palma, es llamado Can Morell. Noticias tomadas de:
expedientel nº 1721.
192
Roig a Crillon, Mahón 14/1/82. A.H.N. Estado, legajo nº 4205-2.
193
Solleric a Lerena 22/01/82. A.H.N. Estado, legajo nº 4205-2.
191
A,H.N. Ordenes Militares, Calatrava
LXXXIX
En efecto: Llegó la victoria el 4 de febrero de 1782, hubo premios por doquier y todo el mundo salió beneficiado. Las Gacetas del momento publican largas listas de ascensos y prebendas, que alcanzaron a todas las jerarquías castrenses, en una promoción sin precedentes que sólo se verá superada por la de 1795, cuando Godoy, tras el estrepitoso fracaso en al Guerra contra la Convención trató de acallar las protestas de sus generales, que le
atribuían la responsabilidad del fracaso.
Bueno, todos menos Solleric, Gabino y los suyos. Que no recibieron la menor prebenda. Al menos en el tiempo inmediato a la victoria, a pesar de
que Crillon recomendó tanto a él como a su sobrino y a Jean Eymar:
" Sr. conde:
El señor Eymar os presentará esta carta. No puedo hablaros más que bien de él. Vos sabéis mejor que nadie cuan útil nos ha sido y debo añadiros que siempre le he encontrado el
mismo celo por el servicio del Rey y la misma inteligencia. He sin embargo consentido dejarle ir a Madrid, primero: porque en este momento aquí su ausencia no puede perjudicar en
nada sobre los asuntos actuales en la isla y segundo porque he pensado que podría serle útil para asegurarle algún empleo que podría ser a su conveniencia en la isla de Mallorca que
es donde dice que quiere irse.
194
Atendiendo que le he pagado cuatro meses de atrasos sobre el pie de dos piezas de cuatro pistolas por mes desde septiembre a diciembre por medio de los fondos reservados.
Independientemente de todos los motivos que me han determinado a consentir el viaje del señor Eymar me he sentido obligado con el marqués de Solleric haciendo que aquel acompañe a Madrid a su sobrino donde jamás ha estado para solicitar una plaza a su conveniencia y para la cual cuenta con vuestras bondades cerca del Rey. Este sobrino es un buen suje195
to del que he estado contento en todo el tiempo que ha estado aquí . Su tío le quiere mucho y vos conocéis mejor que yo los servicios que este tío ha rendido al Rey al efecto de esta isla antes de nuestra llegada, siendo conocido por mi que después de nuestra llegada ha testimoniado la misma adhesión para todas las cosas en las cuales me he dirigido a él para el
servicio del Rey.
Tengo el honor de ser, con tanta adhesión como respeto, señor conde de V.E. el más humilde y obediente servidor.
B.B. duque de Crillon.
Postdata: No dejaré pasar nunca la ocasión de asegurar de mi mano a V.E. de mi inviolable y respetuosa adhesión y aprovecho con placer para recomendaros al valiente Eymar y al
196
sobrino del marqués de Solleric, siendo necesario para el servicio del Rey animar a todos los sujetos que sirven al Rey tan realmente como lo ha hecho el marqués de Solleric."
De poco sirvió todo esto. Pobres fueron los resultados. Al menos los esperados. Eymar consiguió escasamente un despacho de teniente de infantería y cien doblones de oro y el marqués, que hubo de esperar a la paz de 1783, lo cual ya era de por si un agravio, hubo de contentarse con una Grandeza Honoraria. En efecto: en contra de lo que hasta ahora se había dicho, a Solleric no se le concedió la Grandeza sino el honor y tratamiento de
194
195
196
Pistole: Moneda de oro equivalente a 10 libras tornesas francesas y un escudo de oro español.
Solleric pedía para su sobrino una canonjía en la catedral de Palma que no se le concedió.
Crillon a Floridablanca 8/2/82. A.H.N. Estado, legajo nº 4230. Carta nº 40.
Grande de España para sí, sus hijos y sucesores de su Casa. Así reza el expediente de concesión197. Las Grandezas honorarias no implicaban ceremonia de cubrimiento ante el Rey ni conllevaban el título de duque. Eras eso: honorarias198.
Suponemos que esta minoración de lo que esperaba obtener debió suponer para él una gran frustración. ¡Y Gabino no digamos que no consiguió el
marquesado de Albranca hasta 1789!
Y eso que Floridablanca en su memorial a Carlos III reconoció los servicios del marqués:
"De orden de Vuestra Majestad trataba yo, como llevo dicho, de los naturales de la isla, y lo conseguí tan completamente, que Vuestra Majestad tuvo en sus manos los documentos y
pruebas más fuertes e importantes de quebrantar, de fidelidad y adhesión al servicio y obediencia de Vuestra Majestad. Con este principio, que se debió en mucha parte al crédito, acti199
vidad y prudencia del Marqués de Sollerichi [sic] de quien me valí, pudo Vuestra Majestad emprender la sorpresa de Menorca (...).
Floridablanca dice aquí "me valí" de Solleric, pero mejor hubiera dicho utilizé, porque eso fue lo que hizo. Luego, cuando ya no le servía se desentendió de él. Todo ello al margen, por supuesto, de los errores cometidos por el marqués respecto al feo asunto del soborno de Murray.
Y es que al infortunado noble mallorquín no debieron irle las cosas demasiado bien desde 1782, pues parece que se arruinó, como consecuencia de
la quiebra de alguien llamado Juan Cardona con el que tenía negocios, amén de las malas cosechas de aceitunas, pues la fabricación de aceite era el
principal sostén de su hacienda.
Además y para más inri, a la altura de 1786, tras un silencio administrativo que duraba ya cuatro años, todavía no había cobrado del Real Erario las
cantidades que había invertido en la operación de Mahón y que según sus cálculos cifraba entre 25 y 30.000 pesos.
Así se lo hizo ver a Floridablanca en una carta que le escribió el 4 de diciembre de 1786 y que al margen del carácter lacrimógeno y reivindicativo
que ésta tiene, resulta muy interesante por ciertas misteriosas alusiones que el marqués hace, que si bien no resultan esclarecedoras, levantan sospechas
sobre la existencia de oscuros intereses en Madrid sobre Menorca y todo el proceso de recuperación de la Balear Menor, que Solleric conocía y sobre
los que incluso amenaza veladamente con destapar si no se le da satisfacción por lo que le consideraba injusta postergación y aun olvido. Veamos a
continuación a qué nos estamos refiriendo.
Sintiéndose desatendido y agobiado por sus problemas económicos, viendo además que muchos de los que se le habían opuesto habían obtenido
prebendas, el marqués decía lleno de rencor:
Crea Vm. amigo, que quien sabe todo esto intrínsecamente y verme desatendido y olvidado en lo expendido no engendra buena sangre y más recordándomelo la falta de mis caudales.
197
Decreto de 28 de Marzo de 1783. A.H.N. Consejos, legajo nº 11758 exp. nº 10.
Las Grandezas honorarias fueron suprimidas por Real Decreto de 10 de octubre de 1864, declarándose a los Grandes que tenían este carácter, Grandes en propiedad. Vid. a este respecto,
MORALES MOYA, opus cit. pag. 695.
199
Floridablanca Obras... Memorial... pag. 314.
198
XCI
Quando estuve con Vm. todos en el Sitio y en Madrid me suponían pensión o equivalente de 12.000 piezas de a 8 a lo menos y vea Vm. si le hablé de intereses, ni si le pedí la ca200
nongía vacante para mi sobrino que la pretendía y se dio a Quadrado , que quando nombra nuestro Soberano aun dise vuestro Rey. Vm. me habló de intereses en la calle de Alcalá,
y io saqué un papel en que tenía unos apuntes por si se me pedía, Vm. me lo tomó, lo leió y se quedó con él.
Amigo mío io no tengo con que pasar el año 87 si vivo, por faltarme enteramente la cosecha de aseite que es el nervio de la subsistencia de Casa, no puedo persuadirme (y me
causa rubor el desirlo) que quando no se considere mérito o justicia, si llega a oidos del Rey, a lo menos por vía de la limosna no me socorra, para cuio caso acompaño memorial y si
se ofrese pondré otro para Su Alteza para que me patrosine si a Vm. le parese, pero io creo que si quiere nada ai que haser, bien pudiera aver sido más solísito, hasiéndolo llegar a oidos del Rey, pero io nada quiero sino por mano de Vm. soi su amigo, le amo en extremo, soi honrrado y hombre de bien, y primero moriría que haser cosa contra Vm. así me han criado
y lo conservaré, en fin otra ves me dejo enteramente en manos de Vm. esperansado no desatenderá a este su amigo de corazón y fiel servidor.
Palma 4 diciembre de 1786.
201
Sollerhic."
¡Cuántas cosas sabía nuestro marqués! ¿A qué intereses en la calle de Alcalá se refería? ¿Qué diría el papel que entregó al ministro ¿Qué influencias tenía Quadrado, un oscuro comerciante ciudadelano, en Madrid como para que se premiara a su hermano con una canonjía como se le premió?
¿De quién era partidario éste último para acusarlo Solleric de infidelidad al Monarca? Y, por último, ¿Cuándo y a qué fue Solleric a Madrid?
Además estaba esa velada amenaza de contárselo todo al Príncipe de Asturias si no viera satisfechas sus aspiraciones.
En fin, otra vez lo mismo. No hay más. Conformémonos en perfilar simplemente lo que venimos diciendo de continuo: la toma de Menorca estuvo
envuelta en oscuros intereses, que de vez en cuando afloran débilmente, como mínimo para probarnos su existencia, que no es poco.
No parece de todas formas que Solleric consiguiera nada. En todo caso el último vestigio de su intentona fue su memorial al Rey donde hacía gala,
una vez más, de aquella barroca, ampulosidad que le caracterizaba:
"Señor:
El marqués de Solleric, del reyno de Mallorca, llega cubierto de rubor a los pies del Trono para implorar de Vuestra Magestad algún auxilio en sus atrasos originados de el desinterés, celo y amor con que sirvió la comisión en que la confianza de Vuestra Magestad se sirvió honrarle.
Es cierto que las Reales Órdenes le autorizaban a reintegrarse y reembolsarse las crecidas sumas que gastó de propio, pero ni el sacrificio de su persona y haberes le parecía aun
suficientes para manifestar su gratitud y reconocimiento, pues después de apurados todos sus caudales y descargándose de los del Real Herario de cuyos sobrantes Vuestra Magestad
dispuso, le pidió el duque de Crillon carnes que le costaron 4.000 piezas de a ocho y D. Pedro López de Lerena 200.000 reales de vellón, que encontrándose extenuado no pudo hacerlo
sin crecidos menoscabos y muchos gastos, aunque recibió [Lerena] dichas cantidades.
Todo esto, las malas cosechas y los precisos gastos para mantener el lustre de las dignidades a que Vuestra Magestad se ha servido elevarle, le han puesto en suma estrechez, por
esto:
200
Nos preguntamos como un lego podía obtener una canonjía. Quizás
tuviera algo que ver su pertenencia a la Orden Militar de Calatrava.
201
Solleric a Floridablanca, Palma, 4/12/1786. A.H.N. Estado, leg. 4205-1.
202
Suplica a Vuestra Magestad que sea de su agrado socorrerle con lo que le parezca gracia.
El marqués de Sollerhic.
Cuarto y último asalto. ¿El definitivo?
Después del descalabro de octubre y habiendo quedado en entredicho todo el mundo desde el Rey, pasando por el ministro y terminando por Crillon, parece que todo quedo visto para sentencia. Nos referimos a lo que las crónicas han aireado siempre: que la conquista del fuerte de San Felipe,
obtenida el 4 de febrero de 82, se realizó manu militari.
¿Hasta que punto fue así? Lo preguntamos porque tenemos indicios de un cuarto intento de soborno del general Murray, aunque los datos volverán
a ser escasos y a rozar de nuevo la conjetura.
Era natural que después del ridículo histórico de octubre, las cosas se llevaran mucho más en secreto y no se confiaron a las cartas. Si hubo soborno definitivo todo se realizó a boca, tanto en lo que se refiere a la maquinación interna como a los posibles diálogos con el gobernador británico. Lo
cual no quiere decir, que leyendo entre líneas ciertos documentos no pueda entresacarse algo que conduzca a formular algunas hipótesis.
De todas formas, vayamos en primer lugar a la tradición oral, que siendo fuente de ínfima mano para el análisis histórico, no debe nunca descartarse. Nos referimos a una alusión de Riudavets en su Historia de Menorca, quien, después de relatar la rendición de San Felipe, afirma que:
203
"Corrió muy válida la voz por Mahón, de que el general inglés se había vendido a los españoles por una fuerte suma de dinero"
El cronista mahonés fundamenta estas habladurías en tres cuestiones:
1. La visita del conde de Crillon al castillo del 15 de octubre que luego motivó la contravisita del capitán Don. Y supuso los sucesos de octubre.
2. Que al rendirse San Felipe los ingleses disponían aun de muchas provisiones de boca y guerra.
3. Que el segundo de Murray, Drapper, le acusó de traidor después de la rendición y se negó a sentarse a la misma mesa con su superior cuando
Crillon les invitó a comer a ambos.
202
203
Solleric a Carlos III, Palma a 2/12/1786.A.H.N. Estado, legajo nº 4205-1
RIUDAVETS, Historia de Menorca pag. 1497.
XCIII
Analicemos estas afirmaciones del erudito menorquín. En primer lugar hay que decir que Riudavets no era un historiador profesional sino un dilettante y por tanto carecía del rigor científico necesario para abordar estos temas, derivando a veces a la fabulación o a la excesiva exageración y subjetivismo de sus opiniones, mezclando fuentes y tratando de forzar la situación a lo que en definitiva trataba de demostrar. Un ejemplo extremo de esta
actitud corresponde a cuando, refiriéndose a Solleric afirmaba aquello de que:
204
"dudamos que tal personaje, por su carácter de mallorquín, pudiera influir en los menorquines poco o mucho
Todavía insistirá en este prejuicio más adelante cuando en un artículo escrito en la Revista de Menorca, contestando a algunas críticas que le hace
Clapes se reitera afirmando que:
"En cuanto al marqués de Solleric, si dijimos que era mallorquín, era para denotar que sería enemigo de los menorquines, como lo eran sus paisanos de quienes se conservaba, como
205
conservan nuestros isleños, recuerdos de la dura hegemonía que a menudo ejerció Mallorca sobre su hermana (...)
Pero también hay que decir que Riudavets era un hombre culto y de vasta experiencia, que además poseía o tuvo acceso a numerosos documentos
de la época, por lo que su aportación a la Historia de Menorca no es en absoluto de despreciar, después de expurgada de lo que denominaremos, "su
particularísimo sentido común".
Para empezar, lo que cuenta Riudavets sobre la visita del conde de Crillon es cierta. Ya vimos documentado como el hijo del duque se presentó en
San Felipe el 15 de octubre. Entonces Riudavets lo enlaza con las voces que pregonaron en Mahón la compra de Murray tras la rendición. Y es que
este autor no se da cuenta que lo que despertó las sospechas no fue esta visita sino la segunda que el mismo conde efectuó el 4 de febrero, cuando rechazadas las primeras capitulaciones entró con el coronel Ventura Caro a devolver los pliegos de la rendición, volviendo a salir acompañado por el
capitán Don206. Está claro que el conde de Crillon debió intervenir en las negociaciones de octubre en nombre de su padre, entonces, decía Murray en
carta a Crillon del mismo día, que parecía que Crillon-hijo se entendió bien con el capitán Don ¿no volvió ahora a lo mismo?
En segundo lugar Riudavets nuevamente acierta, cuando cita el sobrante de provisiones de boca y guerra que había en San Felipe al efectuarse la
rendición. Hay varios testimonios que lo corroboran. Lo veremos en su momento.
204
205
206
RIUDAVETS, Historia de Menorca, pag. 1445
RIUDAVETS TUDURÍ "disquisiciones sobre algunos temas de la historia de Menorca, referentes a la reconquista por las armas católicas en 1782 RM, 1888, Pag. 92
Contesta a algunas críticas que J. Clapes le había formulado en otro artículo en la misma revista titulado "¿Qué hay de histórico en el argumento de Doña Juanita? RM, 1888, pp.70-78
Noticias de Menorca. Carpeta de Bernardo del Campo con resúmenes. A.H.N. Estado, legajo nº 4230.
El propio Riudavets cita este hecho en la pag. 1475.
Por último, el historiador mahonés se refiere a las acusaciones de traidor que profirió el segundo Drapper contra Murray. El primero que se refirió
a ellas fue Fernan-Nuñez que las debió tomar de la tradición oral, aunque no explica el porqué las profirió ni cita para nada el soborno. Se limita a reproducir una frase, atribuida a Murray, que le dijo a Crillon:
207
"Apuesto que éste, que hace diez días que me está matando para que rinda la plaza, diciéndome era inútil toda resistencia, será el que más grite contra mi en Inglaterra."
O sea: la acusación de traidor era por haber rendido el fuerte demasiado pronto y no más. Hemos leído todo el proceso contra Murray en Inglaterra,
al menos la parte que se publicó en Revista de Menorca208 y no hemos encontrado una sola alusión a sobornos. Allí se trata de acusaciones, unas de
orden táctico, otras se refieren a prevaricaciones presuntamente cometidas por Murray durante su mandato y las terceras sobre conflictos de competencias con el segundo Drapper. Únicamente hay, en todo el proceso -al menos la parte que se conoce- dos leves alusiones a una rendición incorrecta.
Como por ejemplo en el artículo cuarto de los cargos que se presentaron contra él en el que se le acusaba de haber rendido la fortaleza y guarnición en
un momento en que el enemigo se hallaba aun a la distancia de 225 metros en sus aproches al camino cubierto; con las baterías instaladas a 450 y sin
haber asaltado puesto alguno, volado las minas o abierto brecha en las cortinas del fuerte.
A su vez, en el artículo quinto, se le acusaba también de haber exagerado el número de enfermos y dado la orden a los oficiales de que en la parada
militar que se hizo el día de la rendición, formaran con un mínimo de hombres de cada cuerpo para dar la impresión de que quedaban pocos defensores
hábiles, justificando con ello la rendición anticipada.
De ambos artículos fue absuelto sin más.
En fin; volviendo a Riudavets. De todo lo que nos informa, nos quedamos con la tradición oral, que procede de Mahón sobre la sospecha del soborno final de Murray, el hecho significativo de la visita al fuerte del conde de Crillon y la presencia de víveres para varios meses.
Pero vayamos a otros testimonios ofrecidos por Deseado Mercadal en un jugoso artículo que publicó en el Anuario de Menorca en 1982209
Mercadal, en primer lugar, cita a Riudavets en lo relacionado con las voces que corrieron en Mahón sobre el asunto y añade, recogiendo un comentario también de la tradición oral, que Murray recibió a última hora por rendirse una fuerte suma de dinero camuflado dentro de los barrotes de una
cama. Mercadal cita a este respecto un diario inédito de lo que él denomina "un caballero mahonés del pasado siglo" en el que se dice taxativamente:
207
FERNAN-NUÑEZ, opus cit. I-373-74
Vid. ANÓNIMO. "Consejo de Guerra celebrado en el cuartel de la Guardia Montada para juzgar al Honorable Teniente General Jaime Murray, gobernador que fue de Menorca". R.M.
1934, pp 261-375. [Traducción de Pedro Ramis y Ramis].
209
Vid. MERCADAL, Deseado. "La toma de Menorca. Historia y leyenda." Anuario de Menorca 1982, pp. 100-102.
208
XCV
" Cuant día 5 de febrer de 1782 los inglesos entregaren la isla de Menorca per capitulació a las tropas españolas comandadas per D. Luis Bertón de losa Balbs, Duque de Crillon, se
cregué generalment a la isla de Menorca que el general inglés Sir James Murray había venud la isla de Menorca al citat senyor Duque de Crillon per una gran cantidad de monedas de
or, anomanadas unzas de or o cuadratelas de or españolas, colocadas dins las barras cuxeras y pilars de un gran llit de mogueni que el citad señor Duque de Crillon regalá al general
inglés Murray en premi de la seua traició."
No está demás recordar que Crillon prometió en octubre a Murray, como consta en la carta que envió a Floridablanca informando del asunto, además de los 4000.000 de reales para él y los 400.000 para su mujer, otra suma introducida en muebles que iba a regalarle para que no se sospechara
de él. Por lo tanto, al menos como promesa, la oferta existió.
Nuestro punto de vista respecto a todo este asunto es que probablemente Murray, el 4 de febrero, estaba dispuesto a rendirse de todos modos por
las condiciones en las que se encontraba su guarnición debido al escorbuto y, porque no decirlo, a los ocho meses de forzado encierro y uno de intenso
cañoneo. Por esa razón enarboló bandera blanca y envió un pliego de condiciones para aceptar la rendición entre las que no se incluía el que la guarnición se declarara prisionera de guerra, a lo que Crillon no podía consentir por orden expresa de la Corte.
Ante esta negativa a considerarse su prisionero y no pudiendo contener ya más su impaciencia el duque debió enviar a su hijo para que prometiera
a Murray alguna ventaja si consentía la rendición. El general inglés que debía estar dispuesto de todas maneras a rendirse aunque trataba de obtener
ventajas en la capitulación, aceptó las segundas proposiciones y de paso -suponemos- un regalo, en forma de onzas de oro, metido entre los barrotes de
una cama.
Todo esto no pasa de conjetura, cuyo único fundamento es la coincidencia de que tanto el diario inédito mencionado por Mercadal como la carta de
Crillon coinciden respecto a lo de la cama. Pero ¿en que quedaron las negociaciones con Anne Witham, la esposa de Murray? ¿se intentó de nuevo
conectar con ella tras el fracaso de la negociación directa con su marido? ¿Recibieron Murray y su esposa los 4000.000 de reales prometidos al principio además de la suma de la cama? No decimos ni que no ni que sí. Esta duda la fundamentamos en que algún movimiento hubo al respecto, en los
meses siguientes a octubre.
Parece que sí hubo nuevos intentos de soborno de Murray a través de su mujer. Lo que ocurre es, que desde el fracaso de octubre, Crillon será mucho más cauto y menos dicharachero, no confiando a las cartas el asunto y prefiriendo enviar a su secretario Arnaud a Madrid para discutirlo a boca
con Floridablanca. En efecto: la víspera de Navidad de 1781, partía éste a entrevistarse con el conde.
Y es que Crillon a la altura de diciembre de 1781 barajaba, además del asalto clásico a la fortaleza, al menos otras dos posibilidades. Una era lo que
denominaremos proyecto francés de agua, del que hablaremos en la segunda parte de este trabajo; la otra volvía de nuevo a plantear el asunto del soborno de Madame Murray.
En efecto: en la carta que envió Crillon a Floridablanca comunicándole la partida de Arnaud hacia Madrid a entrevistarse con él de parte suya, introducía una postdata en la que había una lista de los temas que su secretario debía hablar con el ministro. Los temas están numerados con letras. La
letra "P" dice literal y misteriosamente:
210
"P. etablissement a Livourne et projet.
¿Qué quiere decir esto? Añadamos que Arnaud llevaba un memorandum de puño y letra, que debió dejarse luego olvidado en la Secretaría de Estado (ya que en este archivo lo hemos encontrado) en el que, tras un encabezamiento que dice "Puntos interesantes que debo tratar con el sr. conde"
añade, entre otros y en segundo lugar:
211
"2. Proyecto para Liorna.
O sea: parece que se siguió intentando que Madam Eva fit que son marit mordit la pomme, como había dicho Crillon en alguna ocasión. Pero:
¿quién condujo en este caso la negociación si es que ésta se llevó a cabo? También hay algunas pistas al respecto. Recordemos aquí a uno de los confidentes del marqués de Solleric, que junto a Jean Eymar pasó a Menorca a contactar con los principales ciudadelanos y de quien no se había vuelto a
hablar, símplemente porque después de su gestión en Menorca junto al comerciante francés su figura desaparece de la documentación. Nos referimos a
Tomás Corbalán, guarda mayor de la Administración de la Renta de Tabaco de Palma de Mallorca.
Volvemos a encontrar a Corbalán al final de la acción cuando todo el mundo pedía prebendas en relación con sus méritos, y este sujeto hizo lo
propio. En su relación de méritos para conseguir algo en el reparto de sinecuras Corbalán relata sus peripecias. Así nos enteramos por el mismo, que se
puso enfermo y por ello no pudo acompañar a Eymar como edecán de Crillon. Luego, que precisamente durante su convalecencia, sirvió en lo que el
denomina: "el asunto reservado de la isla de Menorca" pasando a Mahón y añade:
"Por alguna mala conducta supongo de algún sujeto y no se quien, ha trascendido algo del asunto tan delicado, entre los ingleses, y cierto es que sospechan algo de mi persona y de
212
otros, pero gracias a Dios que estoy bajo la dominación de nuestro monarca y me pongo bajo el amparo de Vª Excª"
Que fue este asunto tan delicado. Podía ser cualquier cosa, pero Bernardo del Campo escribió una nota al pie de la carpeta donde está el memorial
de Corbalán que dice:
"Francisco Corbalán menorquín, que acompañó a Mr. Eyries"
210
211
212
Crillon a Floridablanca 24/12/1781. A.H.N. Estado, legajo nº 4230. Carta nº 37.
Mismo archivo y legajo que la nota anterior.
Corbalán a Floridablanca 12/2/82. A.H.N. Estado, legajo nº 4205-1.
XCVII
Que acompañó a M. Eyries, sí, ¿pero a dónde? Quien sabe sino a Liorna. El marino francés Eyries del que ya nos ocupamos cuando hablamos de
los volontaires, hizo numerosos viajes para Crillon al continente, era además su confidente más cercano y parece que le confiaba todos sus secretos
hasta el punto de producir celos entre los generales españoles como ya vimos.
En todo caso a Corbalán se le premió mucho más que a Eymar, se le concedió el empleo de comisario de guerra en tanto que al comerciante francés sólo el de teniente de infantería, y además en fecha muy tardía: octubre de 1782, sin práctimente honores ni mención en la Gaceta como al resto.213
¿Cuál fue la razón de esta desproporción si, aparentemente, Eymar colaboró mucho más estrechamente al lado de Crillon y éste le había recomendado? Ya sabemos los motivos por los que fue postergado Eymar, lo que no sabemos a ciencia cierta porqué premiaron a Corbalán si nadie, (Crillon o
Solleric) le citan en sus recomendaciones.
No lo sabemos, pero lo sospechamos.
Por último, ofrezcamos una postrera pista por escasa que ésta sea, que en estos casos cualquier indicio es bueno. ¿No suena irónico el título que dio
Calvet de Rolland a su obra de teatro conmemorativa de la toma de Menorca, a la que denominó: La prise du fort saint philippe ou le triomphe de
l´honour et de la vertu?
Por si fuera poco la obra se definía como comédie héroique.
213
Vid. carta del gobernador de Menorca conde de Cifuentes a Floridablanca 20/10/82. A.H.N. Estado, legajo nº 4205-1. En ella le comunica haber recibido el despacho de teniente para Eymar
que en aquel momento se encontraba en Mahón a su servicio.
Epistolario
1
DUQUE DE CRILLON
SIGNOS CONVENCIONALES
Frase en cursiva y negrita:
Frase en subrayado:
Asterisco (*):
[Palabras entre corchetes]:
Énfasis nuestro.
Énfasis de Crillon.
Personaje citado en el apéndice biográfico.
Añadido aclaratorio del traductor que no figura en el texto original.
1. Memoria presentada por el duque de Crillon al conde de Floridablanca para ser aprobada por el Rey, sobre sus planes para la campaña de Menorca. [Sin fecha].1
Capítulo 1.
Señor: en respuesta a vuestra orden de que os hable con sinceridad y sin contemplaciones sobre el proyecto, voy a complacerás.
Si mi predisposición a ser útil al servicio del Rey para mayor gloria suya y, de manera particular, corresponder a la confianza que V.E. me ha otorgado, significa que debo ser
sincero, seré consecuente con ello. Mi afán por la gloria y mi amor propio, se han visto halagados, os lo aseguro, por la bondad con que me ha honrado el Rey de encargarme la ejecución [del proyecto].
El Rey es dueño de mi vida, pero el honor es algo que sólo a mi concierne. Por ello suplicaría a Su Majestad que me permitiera rehusar cualquier comisión en la cual pudiera
pensarse que quedara comprometido el honor de sus armas y mi reputación. Sin embargo no es éste el caso; por tanto aceptaré el proyecto porque respondo de su éxito en todas los
supuestos, empleando aproximadamente entre seis u ocho mil hombres.
Y digo en todas los supuestos, porque en el caso de que no obtuviéramos ningún apoyo de los habitantes [de Menorca]2 y por tanto de sus fuerzas, sería suficiente este número de
tropas para imponernos, con la sola diferencia en la ejecución de que el desembarco en la isla deberá hacerse en un lugar lo suficientemente alejado de la plaza. Efectuándolo así, no
creo que el gobernador arriesgue una sola vida para acudir a defender la costa.
Esta irrupción, debe realizarse de la manera más simple, ser la más práctica y la menos cara. Se puede decir que será algo así como si las tropas efectuaran un traslado de guarnición, la cual estará siempre abastecida por la isla de Mallorca, mientras que el enemigo quedará incomunicado, salvo que alguna embarcación burle el bloqueo naval que se lleve a
cabo, lo cual es algo que siempre hay que esperar aunque se pueda prever y remediar.
He asegurado al Rey, que hay que hacerse a la idea de que aquel es un país que hoy en día está en contra de los ingleses y que por tanto ofrecerá ayuda desde el primer momento,
sin ahorrar esfuerzos para la subsistencia y buen estado de sus tropas, [las del Rey] que no tendrán que realizar otro servicio que el de una plaza ordinaria, a la par que la guarnición
enemiga será contenida por medio de algunos reductos que le impidan cualquier salida. La tropa de estos reductos se relevará como en los puestos ordinarios cada veinticuatro horas
y estará acompañada por un pequeño campo atrincherado de dos mil hombres, que no harán otra cosa que ejercer de centinelas y dormir tranquilamente. El resto de las tropas se distribuirá entre las villas y pueblos de esta pequeña isla, con las prevenciones necesarias para acudir al toque de asamblea de inmediato cuando se las requiera. El campo atrincherado
servirá para relevar la tropa de guardia de los reductos cada diez días.
Aunque los buques enemigos que intenten llegar al fuerte, traten de ampararse en el mismo, al dominar la fortaleza la entrada del puerto, creo que podré frustrar cualquier entrada
o salida de éstos y por lo tanto inutilizar una ensenada que para ellos es muy útil y refugio continuo de bandidos, que no paran de asolar nuestro comercio en el Mediterráneo.3
Con este plan que propongo, se puede así asegurar la quieta posesión de gran parte de la isla sin demasiado estipendio. Y según los víveres que los enemigos dispongan al momento en que nosotros tomemos posiciones, a lo mejor conseguimos conquistarla, compensar con otra plaza la entrega de ésta o, en fin, procurarnos las condiciones más favorables
para restituirla.
1
Archivo Histórico Nacional, España (desde ahora A.H.N.) Estado, legajo nº 4230. Original en francés, de puño y letra, sin fecha ni firma. Se reconoce de Crillon por su letra personalísima
e inconfundible.
Este documento viene citado en Memoires pg. 262-64.
2
Crillon se refiere aquí al complot que Gabino Martorell, noble ciudadelano, había urdido con el marqués de Solleric, por el cual los menorquines adictos coadyuvarían al desembarco. De
hecho, parte del plan que se relata a continuación en este informe provenía de los que el tal Gabino envió a la Corte a través del marqués mallorquín y que fueron entregados a Crillon para su
estudio.
3
Se refiere aquí a los corsarios mahoneses.
DUQUE DE CRILLON
Este proyecto es, pues, tan político como militar4 en todos los casos en que lo he analizado y ninguna fuerza en el mundo tiene que ser capaz de impedir la ejecución a España de
un bloqueo en el que el éxito es tan seguro, como lo es el que el sitio es impracticable. Así mismo el plan supondrá un ahorro de dinero y de sangre, al contrario de lo que sucede en
Gibraltar. 5
Y poco más, salvo ofrecerás mi experiencia en Francia y en Italia como medio para pagar vuestras atenciones conmigo, y someterrme a vuestras órdenes voluntariamente,6 de
la misma manera que me pongo a los pies de Su Majestad cuya gloria deseo contribuir en la medida de mis fuerzas.
Volviendo al proyecto, quiero reiterar la facilidad y la ventaja del bloqueo del fuerte, suponiendo que lleguemos a algún pacto con los naturales. Parto del supuesto que encontraré amigos a mi llegada y que con su ayuda, quizás fuera posible apoderarnos de unos trescientos hombres de la guarnición y aun del propio gobernador.7
Además, en cualquiera de los casos, por poco que se ofrezca la ocasión, sería absurdo no aprovecharla, utilizando astucia, prudencia, capacidad de acción y todos los medios que
sobre la marcha nos puedan conducir al éxito de la operación. Incluso voy más lejos: puede que este desembarco por sorpresa nos permitiera hacernos dueños de toda la plaza, porque
siempre hay que aprovechar lo que la fortuna nos presenta.
Con lo que desde luego no se debe contar, es con la certeza de conseguir sorprender a los ingleses, ya que por más bien intencionado que fuera el acuerdo con los naturales y
suponiendo tener, incluso, contactos dentro de la guarnición, hay que contar con numerosos azares y contratiempos, el menor de los cuales puede dar al traste con los mejores planes.
En esta ocasión, cuento más con la suerte y la buena fortuna que nunca me han abandonado en la guerra8, que con todas las mejores combinaciones teóricas o reales.
Señor conde: a V.E. no se le escapa que basta un mal guía que conduzca por caminos equivocados a una de las dos columnas que deben llegar a la vez a un punto designado para
impedir al enemigo la posibilidad de entrar en el fuerte, para desbaratar la ventaja de la sorpresa9. O también un soldado [inglés] que haya obtenido con cualquier pretexto el permiso
para trabajar en su oficio en un pueblo vecino, o un oficial convaleciente que aparezca de repente. En fin, mil cosas imprevistas que el azar puede introducir de un momento a otro.
(...)10
Permitidme ahora examinar los pros y los contras de la operación: Ir a Menorca supone una travesía de ciento ochenta leguas desde España y doscientas treinta desde Francia.
Con viento favorable y navegando en convoy, se puede alcanzar una velocidad de una legua por hora, lo que supondría diez días y medio de travesía, durante los cuales el viento
puede cambiar o ser descubierta la flota por el enemigo con tiempo suficiente para pasar aviso a Mahón, donde el gobernador pondría centinelas en todos los puntos de la costa, frustrando así la sorpresa proyectada.
Pero también pude ocurrir que los accidentes anteriormente citados no se produzcan, bien porque la marcha de nuestra pequeña escuadra sea más rápida de lo esperado, bien por
que podamos pasar inadvertidos al enemigo. Pienso, por tanto, que la empresa debe ser llevada a cabo:
4
Por lo que ha referido Crillon hasta aquí, se nota que se encuentra al corriente de lo que consistía la guerra de entonces: una contienda militar subordinada a la diplomacia, que comenzaba a
mover sus hilos desde el mismo comienzo del conflicto.
5
Ahorro de dinero y sangre. Ejemplo de la tendencia a la denominada Guerra limpia tan característica de la época. Téngase en cuenta, además, que en este momento Crillon no se planteaba
en absoluto un asedio formal para la conquista de Menorca. Sólo sugiere un bloqueo de la fortaleza para evitar que se abastezca a Gibraltar, igualmente bloqueado entonces por las tropas españolas del genaral Alvarez de Sotomayor.
6
Je me soummetrai bien volontier. Ha aquí una de las claves de la elección de Crillon: Su sometimiento explícito al poder político civil, frente a la actitud de la mayoría de los generalesaristócratas españoles de la época (con el conde de Aranda a la cabeza), que veían con malos ojos el irresistible ascenso de los golillas (es decir: juristas) partidarios de la supremacía del Poder
Civil en aquella (todavía) Monarquía Militar.
7
Se supone que antes de que estos pudieran refugiarse en el fuerte.
8
La bonheur et la bonne fortune qui ne m´a jamais abandonée a la Guerre. Esta frase es uno de los tópicos reiteradamente empleados por Crillon y una de sus baladronadas. La pretendida
suerte que siempre le acompañó y que le hacía incluso inmune a las balas. Recordemos los episodios de la Mola y de la escaramuza con la patrulla inglesa en sus memorias.
9
Aquí comprobamos, una vez más, que Crillon ya había consultado el plan de Gabino Martorell, que consistía en cortar la retiirada de los ingleses al fuerte de San Felipe, con dos columnas:
una que desembarcaría en cala Mezquida y marcharía contra Mahón y la segunda en Alcaufar cortaría el camino de los ingleses, si pretendían refugiarse en San Felipe, a la altura de es Castell.
10
En este párrafo Crillon, para demostrar su sapiencia en el Arte de la Guerra, se explaya en disquisiciones sobre la toma de Cremona (Italia) por Eugenio de Saboya, que hemos querido ahorrar
al lector.
1º
Porque la empresa no consiste más que en llevar a cabo un bloqueo practicable, y hacer ver a Europa que poseemos medios y las tropas para ejecutar con éxito lo que
cualquier otro pudiera hacer.
2º
Porque se elevaría mucho el prestigio de las armas del Rey, aunque no consiguiéramos más que capturar al gobernador y los mil quinientos hombres de la guarnición
dentro de Mahón.
3º
Porque sería dar —gracias a la sorpresa— un gran golpe moral [a los ingleses] consiguiendo, al menos, encerrar a la guarnición en el fuerte y continuar la acción posteriormente mediante el bloqueo.
Visto esto, ahora se trata de plantearse los medios de ejecución del desembarco en la isla. Los dividiré en cuatro partes<.
—1ª
—2ª
—3ª
—4ª
Lo que atañe a la Marina.
Lo que concierne a los naturales en el caso de poder contar con ellos.
Lo que atañe a los útiles que es necesario llevar en abundancia.
La composición del destacamento, de la Marina, de los naturales, de los útiles.
Comprenda V.E. cuan necesaria es, en un trayecto tan largo, disponer de algunos navíos de guerra de escolta, en la proporción que se pueda, para evitar cualquier reacción imprevista de los ingleses. Además, si pudiéramos disponer de fragatas de guerra para transporte de las tropas, municiones y utensilio que indicaré al final, mejor que mejor. De todas
formas para una sorpresa no voy a llevarme demasiadas cosas, ni víveres, ni artillería, ni almacenes de ninguna especie11. Pero sí que me gustaría disponer de algunas lanchas cañoneras para utilizar en el desembarco, aunque como no soy marino y no se nada de mar, los detalles se los dejaré al comandante de Marina, aunque pienso que, mientras dure, esta preparación debe hacerse en secreto y sin contar con la Marina, para lo que se haga y apronte en Cádiz y en otros pequeños puertos, que deben estar necesariamente todo lo más lejos
posible de los ingleses.12
Respecto a las lanchas cañoneras, se debe hacer creer a todo el mundo que me van a servir para tratar de demoler las lunetas y el glacis de Gibraltar y no para otra empresa distinta, como es la de dirigirse contra San Felipe como propuso Don Gabino*13.
Como no es posible indicar tampoco a los naturales la noche y menos aun la hora en que haremos nuestro desembarco, será necesario convenir antes con ellos el lugar en los
alrededores de Ciudadela mismo. Será suficiente que este lugar esté situado entre media legua y dos de la plaza, suponiendo que el enemigo no esté avisado, pues si nuestros amigos
de la isla percibieran algunos movimientos por parte de los ingleses, que les hicieran creer que se preparaban a recibirnos, sería bueno entonces que nuestro desembarco se realizara
en la costa de Santa Catalina o de Fornells.
Por todo ello, sería de desear que estuvieran alerta y convenir con ellos una serie de señales nocturnas para avisarles de nuestra llegada a la par que, otras de ellos, pudieran darnos razón si el desembarco por sorpresa es posible o por el contrario hay que efectuarlo lejos de la plaza.
11
Estamos convencidos, por todo lo que dijo después el duque e incluso por lo que aconteció, que Crillon tenía previsto desde el principio realizar un sitio formal, sobre todo para llevarse la
gloria del éxito. Sin embargo de momento no lo planteó para evitar una negativa.
12
Esta propuesta de dejar a la Marina al margen, le costaría cara al duque, que tuvo que soportar la oposición radical del brigadier Moreno, comandante naval de la expedición, quien, molesto
por su exclusión inicial, no dejó de incordiar. Debemos señalar, sin embargo, que el motivo de excluir a los marinos no era sólo personal, estaba circunscrito a un problema más generalizado
que, en aquellos tiempos, enfrentaba a militares de Tierra y marinos y, políticamente, a éstos últimos con el conde de Floridablanca, en la persona del Secretario de Marina, almirante marqués
de Castejón.
13
Esta alusión prueba que el duque estaba ya al tanto del plan de Gabino Martorell. Esto nos permite fechar esta memoria en mayo de 1781, si tenemos en cuenta que el informe del noble
ciudadelano se envió en abril de ese año.
DUQUE DE CRILLON
Si el enemigo está preparado para recibirnos, puede tratar de impedir que ganemos la costa. No creo sin embargo que le sea posible, teniendo escasamente unos tres mil hombres
y aun suponiendo que los naturales se armaran contra nosotros a su lado, podríamos efectuar el desembarco igualmente, protegidos por los cañones de los navíos y las fragatas.
Sin embargo, como ya he dicho bien alto, la vida de un hombre aunque sea un enemigo debe preservarse igualmente y los medios para alcanzar la victoria deben ahorrarlas
en la medida de lo posible14 (porque ya he visto derramar demasiada sangre de tropa muy valiente), previniendo los accidentes tales como el pánico, que es algo que puede surgir en
el momento más inesperado15. Por eso, es necesario siempre tomar las medidas preventivas más prudentes y evitar toda improvisación para que esto no ocurra, pues el enemigo aprovechará cualquier circunstancia, por pequeña que sea, para intentar la defensa de la costa, lo que, por otra parte no intentará, si el desembarco se hace lejos de la plaza, por el riesgo
que supone de perderla.
Algo que se debe tener en cuenta también, relativo a la sorpresa (es decir: el desembarco cercano a la plaza) una vez recibida la señal de los naturales, es que la acción se lleve a
cabo entre las diez y las once de la noche. Si después de pasado ese tiempo no hay señales, deberá interpretarse que el enemigo está advertido y se desembarcará más tarde al romper
el día.
En los dos casos previstos, si la distancia no es más que de media legua, convendría disponer, al menos, de tres guías fieles e informados que dispusieran de caballos o mulas para
ofrecerlos a disposición de los oficiales principales del destacamento (poco acostumbrados a caminar a marchas forzadas) mientras ellos les acompañarían a pie.
Si la distancia por el contrario es de dos leguas, será necesario disponer de más de tres monturas, y si aun es mayor no será necesario, porque el enemigo tendrá tiempo de prepararnos un recibimiento y habrá que marchar en orden de combate para obligarlo a retirarse dentro de la plaza.
Habría, también, si es posible, que reunir una veintena de percherones, mulas de tiro y algunos bueyes, en caso de encontrar malos caminos, para conducir la artillería, municiones, pólvora y otros pertrechos de guerra Pero como parece muy difícil reunirlas sin que los ingleses se enteren, sería conveniente, en el momento del desembarco (en el supuesto de
la sorpresa), que se encontraran alojados fuera del pueblo a no menos de un cuarto de legua y tener marcadas las bestias y los edificios de donde se fueran a tomar para reunirlos
rápidamente llegado el momento.
Sería bueno, también, que algunos de los principales naturales de los que están a la cabeza del proyecto, se encontrasen en el lugar de nuestro desembarco. En principio en señal
de adhesión, pero también para servir de rehenes en caso de traición por parte de los suyos o de los guías.
Será de desear que, al momento de la última señal convenida que nosotros haríamos en el mismo momento antes del desembarco, los naturales que ya estarían avisados de nuestra presencia desde la primera, efectuada al aproximarnos, arrestaran a los centinelas y a las patrullas que pudieran encontrase a lo largo de la costa.
COSAS NECESARIAS O DE PREVENCIÓN PREVIA.
1ª. Doscientos uniformes rojos y si es posible acompañados de morriones de granadero ingleses.
2ª. Gran número de picos y palas.
3ª. Gran número de sacos grandes y pequeños.
4ª. Escalas de cuerda de las más largas posibles, divididas en tres o cuatro partes y para ser ensambladas.
5ª. Cuatro escalas de madera, también de las más largas que se puedan encontrar y asimismo divididas en tres o cuatro partes.
6ª. Muchas cuerdas de toda especie.
14
Nueva alusión al tópico de la Guerra Limpia. Es una forma que tiene el duque de reafirmar y recalcar su adscripción a esta opción, toda vez que en la prensa de entonces se alzaban voces
pidiendo más vigor, en las acciones bélicas. El eterno debate entre halcones y palomas.
15
Aparte que evitar la mortandad, era doctrina común en la estrategia militar de las guerras del siglo XVIII, aquí late también el recuerdo del baño de sangre de españoles en las playas de
Argel, cuando, en 1775, el ejército expedicionario del general O´Reilly fue masacrado por un tropel de camelleros argelinos.
7ª. Un capitán de minadores elegido, con otros tres oficiales de su cuerpo bien instruidos y veinticinco soldados del mismo oficio, también elegidos, acompañados de todos los
artilugios que crean necesarios para poder ejecutar al llegar, todo lo que pudiera ser conveniente según las circunstancias que el lugar, el azar, y el golpe de ojo del general, permitan.
Por ejemplo: explosivos para volar una puerta, un hornillo etc., etc. No puedo menos que considerar como esencial, disponer de un jefe de minadores competente y capaz de sacar la
mejor partida del terreno, para emplear su destreza en ejecutar, en todo o en parte, las misiones que puedan presentársele al que manda una expedición, que necesita un oficial de
minadores muy experimentado.16
8ª. Muchas fajinas, gabiones y salchichones, para formar si es necesario una trinchera, una batería, etc., etc.
9ª. Muchas planchas para almadraba.
10ª. Piquetes grandes y pequeños. para construir un destacamento.
11ª El número de tropas suficientes para poder prender a los mil quinientos hombres y al general y en todo caso para apoderarse de toda la isla sin comprometerse. Estas no
deben ser de un numero inferior a seis mil hombres y sería de desear que, incluso, se pudiera contar con ocho mil, no solamente por el conocido axioma de la guerra que dice que
para evitar la efusión de sangre lo mejor es que el porcentaje del ejercito atacante sea de tres a uno ( o mejor cuatro)17 sino también para reducir a los naturales en caso de traición
y por último, para contar con dos mil hombres más de reserva, para poder hacer frente a cualquier acontecimiento imprevisto, que la prudencia aconseja prever.
En cuanto a la elección de la tropa, pienso que Su Majestad debería dejar carta blanca al general que honrare con el mando de esta expedición, (aunque se reserve la elección de
los que pensara necesarios), así como la de los oficiales generales que [el general] considere más propios y mejores. Aquí y en Francia.18
A su vez pido a Su Majestad, también, elegir algunos oficiales militares y algunos ayudantes de campo sobre los que tengo mucho interés y que no han sido incluidos, pero que
allí serán necesarios al proyecto, aunque la pronta ejecución no permita hacerlos venir a tiempo. Por ello, sería conveniente que se me permita avisarlos sin perder un instante, ya que
es necesario reunirlos cuanto antes.
Además de este informe, remitiré una memoria particular donde plantearé los medios que me parezcan más propios para aclarar los motivos de la agregación de este grupo y su
papel, y adjuntaré alguna reflexión relativa a la situación actual en la que nos encontramos.
2. Al conde de Floridablanca, escrita desde Madrid a 5 de mayo de 1781.19
Señor conde:
He recibido esta mañana vuestras órdenes. Respeto la flema española porque sois vos quien la representa, y la vivacidad francesa cederá ante ella en tanto que yo pueda y viva.20
No iré hasta la semana que viene a Aranjuez y más que para hacer la Corte, lo haré para acompañar a un amigo mío al que le encanta la fiesta de los toros y que tiene entre manos
un asunto en el cual quiere que yo le recomiende; éste me tiene que dar fecha para ir y espero y deseo vivamente que sea a principios de semana.
Puesto que lo que os dije —que no se podía confiar al papel— apremia y puede tener consecuencias militares y políticas, si las ideas que me he formado sobre diferentes propósitos son exactas, os ruego, si os place, que me enviéis la dirección que figuraba en la primera de las cartas que os pasé del oficial que viene del Senegal, porque no tomé nota a su
16
Este punto es importante, referido a las tácticas del momento. Los asedios de fortalezas eran esencialmente técnicos y requerían profesionales bien adiestrados, tanto en el campo de las
minas, como en el de proyectar el propio sitio según las circunstancias. El general en jefe (generalmente poco instruido en las teóricas) debía contar, pues, si quería obtener el éxito, con un buen
estado mayor de ingenieros militares.
17
Característica típica de la táctica Vauban aplicada entonces al asedio de las plazas fuertes.
18
Crillon procuró elegir oficiales afines y simpatizantes suyos en España y, como veremos, se trajo a la flor y nata de los ingenieros militares franceses, para asegurarse el triunfo.
19
A.H.N. Estado, leg. nº 4230. Original en francés, de puño y letra.
20
Le flegme espagnol. En efecto: Floridablanca tenía fama de flemático, aunque no se puede decir que este sea un rasgo muy generalizado en nuestro país.
DUQUE DE CRILLON
tiempo, y por tanto no le he podido responderla y creo que es conveniente que lo haga antes de que le den cualquier otro destino.21
Me interesaría recibir estas señas mañana, es decir el lunes a primera hora, para poder escribirle y enviar la carta con el correo de Francia que parte el mismo día. Y si así lo estimáis, podríais indicarme en la misma carta la hora y el lugar que mejor os convenga para vernos cuando yo esté en Aranjuez, así como el tiempo que pensáis debo quedarme.
Creo que eso sería lo mejor, primero: para procurarme allí los medios para entrar en vuestra casa, calculando mejor el tiempo de antemano, sin tener que disimular y sin que se
note tanto trasiego al tener que ir a pediros audiencia y, segundo, que no tuviese necesidad de variar el programa que me propongo seguir con mi compañero de viaje, el amigo del
que os he hablado. Y, sobre todo, evitaré que los conocidos que me encuentre necesariamente al llegar a Aranjuez, me pregunten si vengo a arreglar algo mío además de complacer a
mi amigo y buscarle alojamiento.
Tengo el honor de ser con tanta adhesión como respeto, señor conde, vuestro más humilde, más obediente y más inviolable servidor y amigo.
B.B. duque de Crillon.
Postdata: Pienso que para evitaros la carga de responder a mis dos cartas podéis encargárselo a vuestro secretario mi amigo D. Juan Manuel de Alcocer.22
21
Este oficial era el capitán de navío francés Jean Eyries, quien representará un importante papel como edecán de Crillon en el sitio de San Felipe. Eyries procedía del Senegal, donde nada
bueno debía hacer, si tenemos en cuenta que los franceses tenían allí un establecimiento (el puerto de Saint Louis) que era un importante mercado de esclavos.
La carta resulta demasiado enfática para tratarse sólo de apremiar a Floridablanca con el fin de que Eyries pueda ser empleado como edecán del duque. Cuando se habla de los franceses que
acudieron al sitio recomendados por el duque, siempre flota una atmósfera de misterio y de intriga. Obsérvese aquí como además de las consecuencias militares de las que habla el duque (referidas a la valía técnica de Eyries) habla también de consecuencias políticas. ¿Que quería decir? No lo sabemos de momento.
22
Crillon tenía numerosas amistades en la Corte, por medio de las cuales consiguió introducirse en las más altas instancias del Poder. De hecho, los oficiales de Secretaría, ayudantes y secretarios particulares eran un vehículo certero. Desconocemos detalles sobre la personalidad de este Alcocer al que sin embargo el duque llama mon ami.
3. Al rey Carlos III, escrita en Aranjuez a 10 de mayo de 1781.23
MEMORIA
El duque de Crillon tiene el honor de representar a Su Majestad, en relación con el viaje de los siete oficiales que él ha propuesto, y a los cuales ya ha escrito para que se apresten
a partir enseguida, en cuanto obtengan el permiso de su Corte.
Estos señores no desean otra cosa que servir al Rey con utilidad desde el gran talento y experiencia consumada en la Guerra que poseen, y ponerse a los pies de Su Majestad para
hacer una o dos campañas24, con el único título de voluntarios para no provocar celos de ningún tipo a los oficiales de ningún cuerpo.
Por esa razón, piden hacer la campaña a sus expensas y que únicamente se les paguen los gastos del viaje y de su mantenimiento, durante el tiempo que Su Majestad crea tener
necesidad de sus servicios.
Atendiendo a la dignidad del Rey, y a la de los propios oficiales que son todos graduados y de distinción, sería impropio pedir directamente una gratificación para ellos, así que
hemos convenido con el ministro de Su Majestad, que me encargue yo mismo del asunto y les envíe inmediatamente lo que estime más conveniente, es decir, las gratificaciones que
me parezcan indispensables para su viaje desde su lugar de residencia actual en Francia hasta Madrid, si Su Majestad lo juzga adecuado así, o en derechura hasta Cádiz (que para mí
sería lo mejor aunque no entro en el asunto).25
Sé mejor que nadie lo que cuestan los viajes y conozco sus medios y su categoría y en consecuencia he regulado sus gratificaciones, las cuales me parece que, una vez obtenida
autorización para ser libradas, debería parecer que han sido satisfechas de mi mano, para no herir la dignidad del Monarca al que tenemos la dicha de servir.
-Para el señor Eyries* caballero de la orden de San Luís, capitán de navío que acaba de llegar del Senegal, oficial imaginativo valiente y prudente, de los mejores: 12.000 reales
Para tres oficiales que el trae consigo a razón de seis mil reales por cada uno: ..........................................18.000 reales
-Para el señor de Babelon* caballero de la orden de San Luis, teniente coronel de artillería, discípulo y amigo del señor de Valliere* que le trajo consigo para visitar Gibraltar y muy
instruido en relación con las minas en particular: .........................................................................................8.000 reales.
-Para el señor comendador de Rozan* oficial de artillería, también muy imaginativo y al mismo tiempo de astucia. Muy estimado también por el señor de Valliere. 8.000 reales
-El señor D´Arçon* teniente coronel ingeniero de la más alta reputación. Conocido también por sus obras sobre el ataque y defensa de las plazas,26 y particularmente sobre las minas..
..........................................................................................................................................................................8.000 reales
23
A.H.N. Estado, leg. nº 4230. Original en francés.
O sea: Menorca y Gibraltar.
25
Aquí vemos uno de los rasgos de aquella época de transición a los tiempos modernos. Nos referimos a la hipocresía que la nobleza —ya en declive— debía utilizar para no morirse de hambre o, al menos, mantener su estatus. Había que fingir que se hacían las cosas deportivamente, de forma desinteresada sin percibir salario —para la nobleza cosa de plebeyos— y después aceptarlo en forma de concesión graciosa, como si de un regalo se tratara sin ninguna vinculación con su trabajo.
26
He aquí una novedad: a Jean Baptista le Michaud d´Arçon, el famoso autor de las baterías flotantes que fracasaron estrepitosamente (y sangrientamente) ante Gibraltar lo recomendó Crillon. La obra a la que se refiere el duque publicada por d´Arçon es: Defense d´un systeme de guerre national ou analyse raissonée d´un ouvage intitulé refutation complete du systeme de M.
Michaud d´Arçon, Amsterdam, 1779. Esta obra de d´Arçon es una contracrítica a la refutación que hizo el famoso Guibert (que es el autor de la obra citada en el título de la de d´Arçon) a sus
teorías militares. Esta polémica corresponde a la rivalidad que en la época enfrentaba a distintos estrategas militares. En concreto el sistema de Valliere (del que como ya se ha dicho d´Arçon
había sido discípulo; el de Guibert y el de Gribeauval, este último fue adoptado por el ministerio francés en el contexto de las reformas de Choisseul, desestimando el de Valliere, cuyos partidarios quedaron postergados. Muchos de ellos pasaron a España a buscar nueva fortuna. Entre otros, como hemos visto, Babelon, Rozan y aun el propio Crillon que también había sido discípulo
suyo.
24
DUQUE DE CRILLON
La gratificación global de todos ellos, importa la cantidad de 54.000 reales, que yo declararé haber recibido del tesorero general por orden que me será dada en consecuencia por
el ministro, para hacer distribuir así esta suma.
Hecho en Aranjuez a 10 de mayo de 1781.
B.B. duque de Crillon
MEMORIA PARA EL SR. CONDE DE FLORIDABLANCA
Pido enseguida a S.E. dos cartas para el conde de Aranda* o cualquier otro agente cerca de la Corte de Francia, pero de las que no se hará uso alguno, si estos oficiales obtienen
el permiso que piden a su Corte por ellos mismos.
La primera carta es para recomendar al señor Eyries, capitán de navío al servicio de Francia, y debe decir que "acaba de llegar del Senegal; que sus talentos, valor y actividad son
conocidos; que desea hacer una o dos campañas como voluntario al servicio del Rey, y que se propone venir con los otros tres oficiales de su satisfacción: S.M. creyendo que este
oficial pude ser muy útil, ha aceptado este ofrecimiento y me encarga que os autorice a que hagáis cerca de la corte de Francia todas las gestiones necesarias para que estos oficiales
obtengan el permiso de venir a España lo más pronto posible.”
La segunda carta es para el señor D´Arçon,27 ingeniero teniente coronel al servicio de Francia, conocido tanto por sus obras impresas como por sus méritos personales y desea
servir una o dos campañas como voluntario en España.
S.M. creyendo que este oficial le puede ser útil y habiendo aceptado su oferta...etc, etc. idem.
4. Al conde de Floridablanca escrita en Madrid a 14 de mayo de 1781.28
Sr. Conde:
Pienso como V.E., que es mejor que los oficiales a los que he mandado las dos cartas para el conde de Aranda, no hagan uso de ellas si no es estrictamente necesario. Lo propuse
en ese sentido y les escribiré advirtiéndoles en el mismo tono cuando se las envíe, pues la discreción suele ser a menudo útil en estos asuntos aunque sea a la vez perjudicial porque
los retrasa o porque impide obtener los medios para llevarlos a buen término29.
No es sólo es con el cañón y la tropa con lo que se toman las plazas o se ganan las batallas. De esos los tenemos aquí, a Dios gracias,30 de la una y la otra especie suficientemente,
y seguramente no se les puede encontrar mejores en ninguna otra nación. Pero son además necesarios algunos hombres experimentados y de talento (que una paz de treinta y cuatro
27
28
Señor de ´Arsson en el original. Parece como si el duque estuviere recomendando a alguien a quien no conoce. Sospecho que la recomendación es indirecta procedente de otra persona.
A.H.N. Estado, legajo nº 4230. Original en francés, de puño y letra.
Está claro que Floridablanca no deseaba que el conde de Aranda, el embajador español en París, se enterara de la venida de estos voluntarios. No sabemos si era simplemente una cuestión
genérica, conociendo la enemistad a muerte de los dos condes, o había alguna razón de peso más.
30
Dieu merci en el original.
29
años no ha podido producir aquí), en un arte, como el de la guerra, que cada año produce nuevos descubrimientos. Como no disponemos de ellos, ganaremos cien veces más si los
empleamos, y debemos dejarnos de contemplaciones que puedan retardar su llegada.31
Sobre el resto, os aseguro que no utilizarán las cartas más que en caso estrictamente necesario. En cuanto a la gratificación, es imprescindible para su viaje porque, según sospecho, por haberlo experimentado yo mismo a menudo durante mi vida, los más distinguidos oficiales franceses se encuentran algunas veces sin dinero y embarazados para encontrarlo
en el momento de una partida, y es conveniente prever este incidente por medio de una cantidad razonable.
Como consecuencia de ello y buscando el momento adecuado, utilizaré los dos medios que V.E. me ha propuesto: el de enviar el dinero a un banquero de París por medio de una
letra de cambio y pasar el recado por vuestra parte al señor Llovera, tesorero real, para que le pague.
Algunos pensamos que será más provechoso para el servicio del Rey que mi nombre, el de mis amigos32, e incluso el de estos oficiales, no se mencione en presencia del tesorero,
a quien le parecerá lo más natural la orden de pagar esa cantidad a un banquero como el que os indicaré, el cual es uno de los más famosos de París, y con su hermano tiene además
una de las mejores casas comerciales de Amsterdam. En consecuencia el señor Llovera (si se da el caso de que sienta curiosidad) no sospechará en absoluto el destino final de la
operación, porque tiene el aspecto de las que normalmente se hacen entre nuestra Corte y las de Holanda y Francia.
Este banquero se llama el señor Grand y reside en París en la Rue de Montmartre al lado de la Iglesia de San José. Es amigo personal mío y respondo ante V.E. de su adhesión
hacia mi, así como de su discreción y de que guardará el secreto, y si gustáis enviarme esta orden o letra de cambio (pagable al señor Grand a la vista) por el señor Llovera, firmada
por V.E. o por el señor de Muzquiz*, al enviarla al señor Grand le daré instrucciones de manera que respondo ante V.E. que mi nombre no aparecerá por ninguna parte, y que el
dinero se les dará a los oficiales cuando se presenten ante el banquero (lo cual también respondo que será antes de que partan).33
Será necesario, pues, que la letra de cambio o un simple billete en favor del señor Grand, sea solamente de cuarenta y seis mil reales y se me envíe otro billete de ocho mil, pagable por el encargado de negocios español en Lyon a la orden del señor Tabareau director general de correos de Lyon. Este Tabareau, también amigo mío, se entenderá sólo conmigo
para pagar este billete, pues lo presentará sin que mi nombre figure, al banquero o agente al que se lo librará en Lyon y sin que ello traiga la menor consecuencia ni recelo, porque este
director de correos, teniendo correspondencia con varios países y particularmente con el director de correo de Roma y otros varios de Italia, es natural que efectúe el pago de algunas
comisiones.34
Será necesario que V.E. tenga la bondad de pasarme esos dos billetes uno de cuarenta y seis mil para París y otro de ocho mil para Lyon. En total cincuenta y cuatro mil reales,
para que los pueda enviar por el correo de Francia que partirá el jueves debiendo, por tanto, haberlo recibido antes de ese día.
Respecto a los sacos, pienso igual que V.E. que el modelo que me habéis pedido será más seguro y yo mismo los proporcionaré ya confeccionados, es decir, de cada clase, a fines
de esta semana sin que ello parezca anormal a fin de que V.E. mismo podáis ver el efecto. Los pequeños pueden ir en mi bolsillo no causándome gran embarazo el llevarlos conmigo.
Si por el contrario preferís que los envíe a otra persona ya me diréis a quien y como.
Tengo el honor de ser, tanto en adhesión como en respeto, Señor, vuestro más humilde y más obediente servidor.
31
Con un lenguaje diplomático para no herir susceptibilidades, Crillon hace aquí un análisis bastante pesimista de la calidad del Ejército Español, sobre todo en lo que a medios técnicos y
oficiales preparados se refiere. Sobre todo en una época en que las guerras se ganaban más con artificios racionales y no tanto desde el arrojo personal. Esa es la razón, en principio, por la que
solicita la venida de oficiales franceses con una considerable preparación técnica.
32
¿A qué amigos se refiere aquí el duque? Pensamos que se trata del banquero Manuel Marco Zemborain, un navarro afincado en Madrid y que fue quien presentó a los franceses en la Corte.
¿Qué motivos tenía Marco para entrometerse en esta operación? Nos gustaría saberlo. Sobre la intervención de Marco vid. varias cartas de Manuel Marco Zemborain a Bernardo del Campo en
A.H.N,, Estado, legajo nº 4205/2.
33
Todo este secretismo sobre las gratificaciones a los oficiales franceses, que debían acudir al sitio de San Felipe, se plantea para evitar los celos de los oficiales españoles y las críticas del
llamado Partido Español, que entre otras, se caracterizaba por su galofobia . Así, la venida de estos oficiales (que aunque no figure en los documentos, llevaran el peso de la asesoría técnica en
el sitio de San Felipe) se disfrazará con la consideración de edecanes voluntarios, figura muy de la época y que servía para que algunos prebendados consiguieran curriculum sin excesivo riesgo, bajo el amparo de las seguras paredes del cuartel general.
34
Estos párrafos son muy interesantes. Muestran como se realizaban operaciones financieras con fondos reservados fuera de los conductos oficiales, en los que ciertos banqueros servían de
intermediarios (lucrándose de paso con ello en forma de comisiones). Veremos más adelante como el intento de soborno al general Murray se tratará de canalizar por cauces parecidos a estos
DUQUE DE CRILLON
B.B. Duque de Crillon
Postdata: Permítame V.E. recomendarle aun la carta que tuve el honor de escribiros ayer, sobre el asunto de conceder el grado de brigadier al señor de Lemaur* a su llegada después
de la ejecución, lo que parecerá natural como premio a un trabajo que él seguro que hará bien, lo que le dará mucho crédito y consideración ante los oficiales con los cuales deberá
tratar y os puedo asegurar que nada me agradaría más.35
5. Al conde de Floridablanca. Escrita en Aranjuez a 4 de junio de 1781.36
Sr. Conde:
No queráis que vaya a veros y os obedezco, pero os aseguro que tanto misterio me cansa, porque estar con V.E. es para mi el mayor placer.
Me habéis insinuado que os escriba y lo hice ayer, no por ninguna falta de confianza en vuestra amistad (cuyo título es para mi el más agradable y de todos es el que más me
lisonjeo de ser deudor) sino para daros testimonio de la mía en caso de que no creyerais encontrarlos.
El señor de Muzquiz me ha descrito ayer el tratamiento que tienen el señor O'Reilly* y el señor Alvarez* [de Sotomayor] y me ha dicho que cuando os vea os dirá que juzga
conveniente que yo reciba el mismo que ellos, pero que sería necesario que esto se tratara por V.E. enteramente con el Amo, porque el Rey trata con V.E. de alta política y con él
[Muzquiz] sólo de finanzas37. Así se ha expresado conmigo y entre nosotros, creo que tiene sus razones.38
He aquí las mías:
1ª El señor de Muzquiz no habla de los tratamientos dados al marqués de Sarriá* y al conde de Aranda que le relevó en el mando de la campaña de Portugal. Uno y otro eran
entonces tenientes generales como yo y yo tenía una ventaja sobre el último: la ventaja de ser el más antiguo del Ejército, mientras que él tenía varios por delante. Sé que en circunstancias de nacimiento y otras, los tres somos de la misma clase y si tengo alguna desventaja sobre ellos, es la de haber perdido por una laguna de varios siglos el título de español
auténtico y no sería justo acusarme de esta desgracia, tratándome por una vez sin motivo como extranjero, es decir, haciéndome los honores de la casa en menor proporción que a
otros.
Creo que mis razones son justas. Aun más: todos estos señores tienen su casa montada y situada aquí, independientemente de los recursos de su familia, mientras que yo, por el
contrario, estoy apartado sin posibilidad de procurarme los más mínimos medios, sin un cubierto ni una servilleta, ni nada en el mundo de lo que es necesario a un general que tiene el
honor de representar al más grande de los monarcas, para hacer frente a los gastos más indispensables.
Por otra parte tengo, como no os lo he ocultado, que pagar algunas deudas llamativas39 que me atormentan el corazón y el espíritu y os juro de verdad que deseo ofrecer mi entera
capacidad al mejor servicio del Rey, sin que esas pequeñas miserias de mi manutención me lo impidan o estorben.40
35
Carlos Lemaur, ingeniero militar, iba a ser el jefe de estado mayor, digamos, oficial. Aquí trata Crillon de halagarlo para evitar que sintiera celos de los franceses, sobre quienes en el fondo
se iba a apoyar.
36
A.H.N. Estado, leg. nº 4230. Original en francés, de puño y letra.
37
Parce qu´il traiteroit avec vous en Roi, et avec lui seulement en financier. Esta frase tiene connotaciones ideológicas. Crillon le viene a decir a Floridablanca, que una cosa es el trato entre
nobles (el monarca y el conde) y otra muy distinta (y de inferior rango y confianza) el dado a un burgués ennoblecido ( pero burgués al fin y al cabo) al que no hay más remedio que admitir
como un mal necesario, porque la Monarquía, al fin y al cabo, subsistía gracias a los banqueros.
38
Crillon destaca aquí lo que era vox populi en la época: la preponderancia y valimiento personal que tenía Floridablanca con el Rey sobre los demás Secretarios de Estado.
Añado a esto que vos mismo, Sr. conde, podéis comprobar a través de los ministros de la Guerra a los que he remitido algunos proyectos al servicio del Rey, en los que destaca
sobre todo mi afán por ahorrar dinero al Real Erario en la medida de lo posible y, puedo asegurar, que la condescendencia del Rey a la consideración que le pido, sería una pura bagatela que se verá compensada cien veces por las mil ocasiones que encontraré de procurarle un ahorro cotidiano, evitando las operaciones inútiles que los generales nunca relatan luego, pero que cuestan muchos millones al final de una campaña.
En todos los casos yo serviré con seguridad al Rey en Crillon y es justo que el me trate en Rey, y rey de la Augusta Sangre de Borbón, al servicio de la cual siempre ha estado
la mía.41
6. Al conde de Floridablanca. Escrita desde Aranjuez el 10 de junio de 178142
Segunda memoria.:
[Señor conde: ] Haciendo referencia a la instrucción en la que me habéis ordenado presentaros mis ideas, me conformaré con lo que se me diga, tanto si ello proviene de las superiores luces de su Majestad o de sus ministros que consultase a este respecto, aunque no sean conformes al buen resultado de la acción, a la gloria de las armas del Rey y al honor de
quien Su Majestad confiará su ejecución. Aunque como las circunstancias pueden cambiar de un momento a otro, un golpe de ojo instantáneo puede también hacerlas favorables.
No puedo menos que creer, que Su Majestad tendrá a bien darme exclusivamente instrucciones generales sobre sus intenciones, que yo procuraré cumplir a su satisfacción y a la
de mi honor que son las que me importan.43
1º Que debo desembarcar en la isla y se me debe dar carta blanca sobre la forma de realizar dicho desembarco, el cual debe ajustarse a las circunstancias del momento.44
2º Que debo procurar dar un golpe de mano contra la guarnición que se encuentre fuera del fuerte llamado de San Felipe, según me lo ha ordenado S.M., empleando la prudencia
(aquí incluyo la villa de Mahón)
3º Que debo procurar sorprender todos los destacamentos en las diferentes partes de la isla o al menos bloquearlos para evitar su retirada a la plaza.
4º Que debo empezar por asegurarme todos los pequeños puertos y radas que se encuentran en la isla.
5º Que debo esforzarme, por medio de los buques de escolta, para capturar todos los buques enemigos, mercantes, de guerra o corsarios que puedan encontrarse.
6º Que bloquearé rápidamente todos los que estén en el puerto impidiéndoles que salgan.
7º Que se me ordenará servirme de todos los medios para quemarlos si no puedo capturarlos, sobre cuya acción este artículo me da plenos poderes, como también para tratar
con el gobernador45 de la plaza y con los habitantes de la villa.
39
Deptes criardes, en el original.
Esta solía ser la típica situación de un noble sin un gran patrimonio personal: debía alternar en las altas esferas y ello le acarreaba enormes deudas. Uno de los motivos por los que Crillon
trataba de promocionarse en España, además de la gloria, y el prestigio que ello podría suponerle, era para obtener un estatus que no poseía.
41
Esta es la frase clave que nos confirma que Crillon procedía de algún bastardo de la casa de Borbon de los tiempos de Enrique IV. El duque reclama honores y prebendas, reivindicando lo
que en algún lugar denomina “la dette historique de la Maison de Bourbon avec ma famille”, es decir el reconocimiento explícito de su consanguinidad.”
42
A.H.N. Estado, leg. nº 4230. Original en francés, de puño y letra.
43
Aquí el duque exige que se le de carta blanca, salvo en lo más genérico y aunque menciona al Rey como fuente de las órdenes, en el fondo su exigencia va dirigida a Floridablanca que era
el verdadero fautor de las mismas.
44
En este punto Crillon trata de evitar cualquier intromisión en sus órdenes del comandante de Marina, habida cuenta, que siendo el duque extranjero y para evitar problemas con los oficiales
españoles, no se le dio explícitamente el mando supremo conjunto de la expedición.
45
He aquí el primer testimonio de las intenciones de Crillon, que desde el primer momento planteaba ya la posibilidad de sobornar al general Murray, gobernador de a plaza.
40
DUQUE DE CRILLON
8º Que formaré el bloqueo de la plaza inmediatamente para reducir todas las tropas inglesas al único recinto del fuerte de San Felipe, dándome entera libertad de bombardearlo o
reservar el fuego de la artillería para subsiguientes operaciones más reflexivas o meditadas.
9º Que me ocuparé de inmediato en inutilizar el puerto para los enemigos del Rey empleando en la entrada toda suerte de artilugios mecánicos que se juzguen a propósito emplear.
10º Que concederé patentes a los habitantes de la isla afectos a nuestra causa que se presenten voluntarios para hacer el corso.
Y 11ª En fin, que puesto que seré dueño de la isla a excepción del fuerte de San Felipe propondré a S.M. todas mis ideas sobre lo que pueda hacerse más glorioso y más útil para
sus armas, estando seguro de su éxito y actuando con la mayor prudencia.
Aranjuez 10 de junio de 1781.
B.B. El duque de Crillon46
7. Al conde de Floridablanca. Escrita en Cádiz a 21 de Junio de 1781.47
Sr. Conde:
He llegado aquí a buen puerto y me he puesto a trabajar esta mañana y parte de la tarde con el señor O´Reilly48 del que estoy muy contento respecto a lo que concierne a la parte
que le corresponde.
Sin embargo a lo que atañe a la Marina no puedo decir lo mismo. Sobre todo respecto a la de transporte. No puedo daros ninguna noticia positiva sobre esta materia.
Y respecto a la parte correspondiente a la Marina de Guerra, tampoco estoy nada satisfecho que digamos del señor Moreno*. He quedado con él mañana por la mañana a las
once, en una reunión a la que acudirá también el señor de Gálvez, presidente de la Casa de Contratación49 y mi intendente con el fin de ponerlo todo en regla cuanto antes.
Está claro que mi presencia era muy necesaria aquí, para que todo marche como es debido. Espero que por este medio podamos todos trabajar en concordia, pero si surge algún
inconveniente os enviaré un correo.
Tengo el honor de ser, con tanta adhesión como respeto, Sr. conde, vuestro más humilde y obediente servidor:
B.B. duque de Crillon.
8. Al conde de Floridablanca. Escrita a bordo del navío San Pascual a 19 de Julio de 1781 a las 10 de la noche.[1]50
46
Aquí, en esta carta se muestra uno de los rasgos de carácter de Crillon, que era un hombre franco y directo, frente al retorcimiento oblicuo de Floridablanca, que tenía una personalidad más
típicamente política. El duque plantea aquí las cosas claras, para que luego no hubiera lugar a ambigüedades.
47
A.H.N. Estado, legajo nº 4230. Original en francés, de puño y letra.
48
En ese momento el teniente general Alejandro O´Reilly era Capitán General de Andalucía.
49
Antonio de Gálvez.
50
A.H.N. Estado, leg. nº 4230. Original en francés, de puño y letra.
Tengo, Sr. Conde, el honor de enviaros la carta adjunta para que podáis hacer el uso que en vuestro aprecio por mi creáis conveniente cerca de S.M. Quiero creer que le gustará y
no contiene más que hechos.
He escrito al señor de Muzquiz, como al ministro de la Guerra y le hablo bien de todo el mundo. No he tenido tiempo de escribir por este correo al señor de Gálvez*51 pero V.E.
puede asegurarle a él y al Rey que estoy plenamente satisfecho de la actividad e inteligencia de su hermano Don Antonio.
He comunicado también al señor de Castejón* cuan contento estoy de toda la Marina, y a vos, señor Conde, (a quien apelo desde mis sentimientos, mi querido conde) os escribo
que no hay mas clave del enigma que la que os anuncié.52
Os aseguro que prefiero fracasar antes que ser injusto. Aunque no dudo de la buena fe de mi almirante53, pudiera ser que las órdenes particulares que tiene sufrieran variación si
por azar nos retrasamos para esperar a la gran escuadra aunque se diga que estará presta para pasado mañana sábado.54 El gasto de un correo [más] no supone apenas nada, si por el
contrario hemos partido.
Mi parecer sería que S.M. ordenara expresamente y de forma terminante, tanto al señor Moreno como a su ministro, que se haga a la vela en cuanto pueda sin ningún retraso y
que me dé parte de la orden que se le envíe al respecto. Buenas noches sr. conde.
Sabéis bien que nadie en el mundo esta tan tiernamente unido a vos ni os ama y respeta mas que yo.
B.B. de C.
Postdata: Nunca me quejaré respecto a los honores militares en sentido puramente formal porque creo que estos proceden de la gloria y no de los títulos, pero debo haceros una observación: (a causa de las consecuencias que esto puede traer) Don Luis de Cordova* me rinde honores de Capitán General a bordo de su barco, en su casa de la isla y en el propio
Cádiz, pero no lo hace a bordo del navío del señor Moreno donde me trata como Teniente General.
Creí que todo ello no tenía más importancia que el descuido, pero un oficial que le sustituía en el mando del navío cuando se ausentaba, le dijo a uno de mis edecanes, hablando
en confidencia amistosa, que lo hacía así porque no había recibido orden en contrario, y que no era descuido del señor Moreno sino orden de su ministro.55
Estas pequeñas cosas que caracterizan a los militares pero de las que, os juro, estoy yo bien alejado, no contribuyen precisamente a dejar bien puesta la subordinación y pienso
que no estaría de más que el Rey hiciera ver al señor de Castejón que su Ordenanza deja bien claro este aspecto y le añadiera que todo teniente general con mando en un cuerpo de
tropas, tiene los honores de Capitán General durante su mandato, aunque no estén embarcados ninguno de sus soldados en sus navíos, lo cual, [el que las tropas no estén aun embarcadas] dicho sea de paso, está motivado por haber dado la orden de impedirlo el señor de Castejón.
51
José de Gálvez, marqués de Sonora y Secretario de Indias. Hermano de Antonio de Gálvez.
Aquí se refiere el duque a lo que el denominaba continuamente “la conspiración de los marinos”. El duque creyó siempre que la Marina intrigaba ( por orden del marqués de Castejón) para
hacer fracasar la expedición.
53
Mon amiral.
54
Aquí el duque se refiere a las órdenes que había de esperar a la escuadra del almirante Guichen, que junto a varios navíos españoles al mando del almirante Córdova, iba a partir para el
Canal de la Mancha. Se trataba de engañar a los ingleses o sus espías, haciendo ver que la flota que iba a transportar al ejercito expedicionario de Menorca, formaba parte de la otra y se dirigía
así mismo al Canal. De hecho partieron juntas y ya en alta mar, cada cual se dirigió a su destino. Precisamente la misión de la escuadra combinada de Córdova y Guichen era bloquear a la
Armada Británica para evitar el socorro de Menorca y aun de Gibraltar.
55
Esto que parece un quítame allá esas pajas de protocolo, es en realidad un asunto grave. Si el comandante de Marina Buenaventura Moreno no hacía a Crillon los honores de Capitán General en el buque insignia y por tanto no lo reconocía como tal, el duque no tenía el mando absoluto sobre la expedición sino sólo sobre las tropas de Tierra. Emn este sentido los problemas posteriores que el duque tuvo con Moreno y con toda la Marina al llegar a Mahón derivaron de que Floridablanca que debía temer como a un nublado al marqués de Castejón (quien tenía amigos
poderosos como el ayuda de Cámara de Carlos III, Almérico Pini) dejó siempre en la ambigüedad el nombramiento y durante toda la expedición no quedó muy claro si el duque comandaba la
misma como Capitán General aunque así fuera de hecho.
52
DUQUE DE CRILLON
En cualquier caso, lo que está claro es que no debo ser tratado como un simple teniente general, porque estoy al mando de la expedición y, sobre el resto, como quiero evitaros
cualquier embarazo, haced lo que creáis conveniente. Al fin y al cabo el afecto de mis tropas me compensa los desprecios del señor de Castejón.
9. Al conde de Floridablanca. Escrita a bordo del navío San Pascual a 19 de Julio de 1781 a las 10 de la noche.[2] 56
Sr. Conde:
El recelo de sentirme aun estafado tan cruelmente como lo he sido desde mi partida [de Madrid] con promesas y buenas palabras, me ha impedido enviaros el correo que os despacho por fin en este instante, para deciros que todo está listo y mis tropas embarcadas. No esperamos más que la señal del señor Moreno para hacernos a la vela, quien me ha prometido hacerlo en el primer momento que el viento y la marea se lo permitan.
Estoy hasta aquí muy contento de este oficial [Moreno] que es muy activo y a quien todos los marinos aprecian como persona de mucho mérito y tan celoso de la gloria y el
servicio del Rey tanto como yo, así que me consideraría culpable de un amor propio mal entendido si no hablara así de su amor a la profesión, de la cual además entiendo muy poco,
por lo que le he revelado los primeros puntos donde debemos recalar.57
Cuento con enviaros otro correo (mañana mismo si podemos partir) que no montará a caballo hasta que haya visto nuestra partida, a fin de no comunicar una novedad que depende a menudo en el mar de una calma o un viento que pueda sobrevenir de un momento a otro. Y es por la misma incertidumbre de los vientos, que nos podrían retener aquí, por lo
que pienso que no debo ahorrar este correo para no dejar más tiempo a S.M. en la incertidumbre sobre nuestra suerte, sobre el estado de la expedición y sobre todos los obstáculos
que pudieran sobrevenir.
Parto con algunos centenas de hombres menos, que el completo de los ocho mil que pedí como verá V.E. por el estado efectivo que enviaré. Estas tropas serán suficientes para la
empresa si tenemos en cuenta la valentía de los españoles y la confianza y adhesión que me muestran. Pero no olvidemos que la opinión dirige el mundo58 y ésta se vuelve más
favorable en una campaña por el número de tropas que se cita que por el proclamar su calidad.59 Por esa razón he formado mi orden de batalla considerando a cada regimiento de dos
batallones como una brigada, aunque esta normalmente está compuesta por cuatro.60 Esta distribución, aunque engañosa, producirá mejor efecto para las Gacetas en Europa sin que
haya por qué detallar nada en la nuestra. Así parecerá que España cuenta con mayor número de fuerzas y hará desistir a los ingleses cualquier envío de refuerzos. Y no es que les
tema en absoluto, pero el amor a la gloria no me ha hecho perder de vista la conservación de un solo hombre cuando se le puede conservar, obteniendo los mismos resultados ventajosos.
Así que conociendo la bondad de S.M., estoy seguro que aprobará lo que he hecho a este efecto y que responde al plan que tuve el honor de proponerle en borrador antes de mi
partida, por medio del señor Muzquiz que me dijo que S.M. le había aprobado.
Tengo aquí una copia en limpio, parecida a aquella que envié por el mismo correo a Don Miguel de Muzquiz como Ministro de la Guerra a quien me habéis ordenado V.E., de
parte del Rey, rendir cuentas.
No recuerdo si he comentado a V.E. que el señor Eymar*61 hace algunos días que está aquí. Pasa por un comerciante ocupado únicamente de sus cuentas en su cuarto, del que no
sale más que a las diez de la noche, bajo pretexto de tomar el aire y se viene a conversar conmigo.
56
A.H.N. Estado, leg. nº 4230. Original en francés, de puño y letra.
Aquí el duque hace gala de otro rasgo típico de su carácter: sabía reconocer la valía de los hombres donde esta se diera y todo ello al margen de las diferencias que tuvo con Moreno.
58
L´opinión est la maîtresse du monde. Aquí vemos en el duque un rasgo característico de los políticos de la época: tener en cuenta la opinión pública como elemento importante del éxito de
sus empresas, esta actitud condujo al florecimiento de la prensa escrita.
59
Este comentario venía a colación como consecuencia de la táctica dominante de entonces (la prusiana) por la que se confiaba más en el número de tropas que en su bravura, toda vez que
primaba la coordinación de movimientos —y por tanto la disciplina ciega— sobre la iniciativa individual, basada en la bravura consciente.
60
El regimiento era en aquella época una pequeña unidad para tiempo de paz. En campaña se formaban grandes unidades tácticas de combate, las brigadas, tomando como base los batallones
de varios regimientos. Esta unidad superior solía tomar el nombre del regimiento más antiguo de los que la componían.
61
Jean Eymar, comerciante francés residente en Menorca , agente del marqués de Solleric y, en este caso, enlace del mismo en la expedición.
57
DUQUE DE CRILLON
Estoy muy contento y, en fin señor conde, para finalizar esta larga carta que no acabaría nunca si me dejara llevar por el placer de charlar con vos, estoy persuadido (cada vez
más y podéis decírselo en mi nombre a S.M. después de ponerme a sus pies) que tendremos el más feliz de los éxitos. Yo lo seré doblemente si puedo, en lo que de mi dependa, probar a este buen amo mi amor y mi respeto.
No dudéis jamás, os lo pido señor conde, de los sentimientos particulares que os profeso y de la adhesión inviolable, desde la cual tengo el honor de ser de V.E., señor, el más
humilde y obediente servidor.
B.B duque de Crillon.
Postdata: No debo olvidar deciros, que uno de los que S.M. ha aprobado que yo hiciera venir de Francia, como ayudante de campo, el comendador de Rozan, viejo amigo del señor
de Valliere, que ha sido durante algún tiempo comandante de la Artillería en Tolon y que estaba retirado del servicio en Avignon por no ser muy amigo del nuevo sistema,62 ha venido por Barcelona y ha dejado su carroza y sus criados en camino, tomando una posta a caballo para llegar más rápido.
A su llegada aquí [a Cádiz] se ha entrevistado con el famoso señor Borda*, capitán de navío en la escuadra de señor * y uno de los cuarenta miembros de la Academia de Ciencias de París. Ambos son amigos y pasaron algunos días en el campo de San Roque y en Algeciras para que pudieran examinar la plaza desde todos los costados y así supieran lo
mismo que yo.63
Pero esto no es lo más importante que os quiero decir respecto al comendador de Rozan, sino que tomó parte en el sitio de Mahón de 1756 con la artillería, cosa que yo ignoraba y que me he enterado por casualidad a su llegada. Esto me ha dado mucha alegría y le he dicho que no se lo cuente a nadie porque todo el mundo en Cádiz está persuadido de
que lo que vamos a dar es un golpe en Gibraltar, para que los ingleses no pongan los ojos en la costa del Mediterráneo. Como veis, este oficial nos será de gran utilidad64,.
El señor Eyries llegó aquí algunos días después [de Rozan] con tres de sus oficiales y ya ha comenzado a trabajar con el comandante de la artillería el modelo de una máquina
infernal que ha inventado para Gibraltar (donde el cree que se dirige la empresa actual) que nos será muy útil para el fuerte de San Felipe y que se hará a pie de costa los siguientes
quince días después de nuestra llegada.65
Ni el uno ni el otro, pues, saben nada del objeto de la expedición.
10. A Bernardo del Campo*, primer oficial de la Secretaría de Estado. Escrita en Cádiz a 20 de Julio de 1781.66
Señor y querido amigo:
62
Se refiere aquí el duque a la oposición que hicieron algunos artilleros e ingenieros militares franceses discípulos de Valliere, a la sustitución del sistema de su maestro por el de Grübeauval,
realizado por el ministro Chousseul en el contexto de sus reformas militares, lo que provocó dimisiones y ceses. Crillon, que había sido también discípulo de Valliere y que tampoco hacía buenas migas con Choisseul, estaba alineado con estos personajes que formanban parte de su círculo.
63
No olvidemos que Crillon pasó varios años de comandante del Campo de Gibraltar.
64
El comendador Louis Ize de Rozan, viejo y experimentado artillero que asistió a las campañas de Italia y también al sitio de Mahón por lar tropas francesas del mariscal Richelieu, actuará
secretamente como consejero militar de Crillon en el sitio de San Felipe y será elemento providencial en el desarrollo de las tácticas empleadas, aunque toda la gloria se la llevara el comandante
español de la Artillería, Bernardo de Tortosa, al que Crillon supo halagar para que no se encelara con Rozan.
65
Machine infernale. No sabemos a que se refiere Crillon, estas cosas correspondían al espíritu arbitrista de aquella época, en la que todo el mundo hacía planes (algunos bastante peregrinos)
para atacar Gibraltar. La papelera de la secretaría de Estado se llenó con muchos de ellos.
66
A.H.N. Estado, leg. nº 4205 1. Original en francés, de puño y letra.
He recibido el encantador billete que me habéis escrito, en el que me aseguráis vuestra amistad.
Conservad la mía, os lo ruego, y sobre todo procurad que nuestro querido ministro, vuestro respetable jefe67, a quien amo tanto como a mi mismo, conserve su salud. Decídselo os lo
ruego y, al mismo tiempo, que soy y seré siempre su mejor amigo y me encantaría que siempre fuera el mío. Os hago este encargo de todo corazón.
B.B. de Crillon.
Hacedme el placer de entregar la carta para el señor de Montmorin* y sobre todo si es posible la otra para mi amigo Marco*68.
11. Al conde de Floridablanca. Escrita en Mahón a 24 de Agosto de 1781.69
Sr. conde:
Me acusareis de no haberos informado inmediatamente de que la isla de Menorca está bajo dominio del Rey desde el 19, pero encontrareis que esto no es más que un rasgo de
astucia y precaución por mi parte, para no dar al Rey una mala noticia después de haberos dado a V.E. una buena, o para apenaros inútilmente como yo lo estoy, dandoos parte de la
situación en que me encuentro aquí, y a la cual no es posible que V.E. ponga algún remedio, que llegaría de todas las maneras tarde. Por mi parte soy incapaz, de propio, para resolverla.
En fin, señor, la cuestión es que después de ayer tarde en que me erigí como poseedor de la isla, al recibir la carta del marqués de Avilés* que os envié en original y que no había
podido recibir antes debido a los malos tiempos que le habían impedido desembarcar, no solamente en el punto indicado en mi orden a un cuarto de legua de Ciudadela, sino conmigo en la Mezquita, de forma que dos días después lo envié a pie para atravesar diez leguas con su destacamento reducido de trescientos cincuenta a doscientos hombres y que no
podía aumentar, como comprenderéis seguidamente en detalle, debido a que no me convenía quedar desguarnecido, porque de todos los principales de Ciudadela de los cuales V.E.
me dio los nombres y que se me anunció que se unirían a mi llegada, todavía no ha aparecido ninguno.70
Por tanto de aliados menorquines solo cuento con Eymar, Quadrado* y un habitante del Arrabal Nuevo llamado Fabres que son, con un médico que encontré aquí, los únicos que
me orientan y con los que puedo contar. 71
67
Votre respectable chef. Bernardo del Campo llamaba a Floridablanca el jefe. Así aparece en las innumerables notas de traslado de escritos que el primer oficial de la Secretaría de Estado
escribía y que se conservan en los archivos.
68
De Manuel Marco Zemboraín ya hemos hablado en la introducción. El conde de Montmorin era, en aquellos momentos, el embajador francés en la Corte de Madrid. Esta es la típica carta
de cumplido, en la que queda de manifiesto la ñoñería nobiliaria de aquella época. Decir también que Bernardo del Campo fue quien introdujo a Crillon ante Floridablanca.
69
A.H.N. Estado, leg. nº 4230. Original en francés, de puño y letra.
70
Es decir: Gabino Martorell, y sus primos los hermanos Squella, que misteriosamente no se presentaron y que después no jugaron papel alguno en el desarrollo de los hechos a pesar de ser
los jefes de la supuesta conjuración a favor de los españoles que tanto había `ponderado el marques de Solleric a Floridablanca. Lo cierto es que no hemos obtenido constancia en carta alguna de
Crillon, que se entrevistara jamás con Gabino, quien siempre actuó en la sombra y con tiento, probablemente preocupado por la oposición que se le hacía desde Mahón.
71
El primero es Miguel Quadrado y Sans, comerciante de Ciudadela, que fue el único de los gabinistas que se presentó al duque, tras haber detenido en Mahón a los hermanos griegos
Alexianos, considerados peligrosos agentes ingleses. Respecto a “Fabres” se esta refiriendo a Bernardo Fabreges, habitante de Es Castell, que luego se encargaría de las reparaciones de la villa
tras su desmantelamiento durante el sitio y sería más tarde nombrado Comisario de Guerra. El médico, probablemente fuera Pedro Ramis.
DUQUE DE CRILLON
Me encuentro, pues, en la isla, teniendo delante un enemigo tan desconcertado en el primer momento como organizado ahora que conocen nuestra fuerza real, la cual nos es
imposible ocultar a sus ojos, porque debo emplear todas las tropas a su vista para establecer el cerco que los mantenga dentro del recinto de las murallas.
No os puedo ocultar mi preocupación en el estado en que me encuentro y después de haber hecho recuento de mis efectivos, cuyo estado veréis por la relación que ayer hizo el
mayor general. Todo proviene del recelo que tengo de que se puedan sublevar algunas gentes del país. En efecto: antes de nuestro desembarco fui advertido que para la noche de
mi llegada había un complot entre los judíos, los griegos y algunos moros que residen aquí y que son numerosos, para degollar a todos los generales que se encontraran en la
villa y después marchar hacia nuestro campamento que a la vez sería atacado por gran parte de la guarnición inglesa con el gobernador a la cabeza.
Se me ha asegurado (y es verdad) que entre los judíos, los griegos, los mercaderes ingleses y otros desocupados de la plaza, podrían juntar más de dos mil hombres y nuestros
mismos amigos que os he nombrado, me aseguran que si se decidieran a hacerlo se les unirían inmediatamente cuatro mil marineros del país, que tomarían las armas junto a ellos, con
lo que se formaría a nuestra retaguardia un cuerpo enemigo lo suficientemente fuerte como para, en un país todo vallado, dejarme, cuando menos, bloqueado en nuestro campamento
sin víveres. A mi llegada solo contaba con una reserva para dos días y me encontraba sin artillería, porque la mala mar no nos permitió hasta ayer desembarcar más que la tropa, los
fusiles y bayonetas, y las únicas municiones que cada soldado puede llevar en la cartuchera..
Decidí desembarcar (audazmente creo, pero sin temeridad) porque, primero, los vientos se calmaron y supuse que eso nos permitiría desembarcarlo todo a la mañana siguiente y,
segundo, porque yo no contaba con tener que defenderme del país al que no dudaba encontrar a nuestro favor y, con ello, todos los recursos necesarios (lo que se ha hecho efectivo
tras la sumisión aparente y que creo sincera de la mayor parte de los habitantes), pues nuestros amigos no os han engañado en nada y es lo que me determinó a desembarcar rápidamente en el momento en que vi que, contra todo pronóstico (después incluso del enorme retraso que habíamos sufrido en nuestra marcha después de pasado el Estrecho), al gobernador le sorprendió nuestra llegada, lo que no le permitió ponerse de acuerdo con nadie para el complot.
Por eso desembarqué, marché hacia Mahón y allí me encontré las calles llenas de gente que me aclamaba con gran júbilo. Luego, las patrullas que destaqué en Mahón para mantener el orden antes de proseguir hacia San Felipe en persecución de los ingleses, sólo me contaron, que en sus rondas y durante toda la noche, habían encontrado muchos paisanos
armados72 con espadas y pistolas, que aseguraron ser su única intención defender sus casas contra un posible pillaje de los soldados o para ayudarnos contra los ingleses si hubiera
sido necesario contar con ellos y dijeron a los oficiales de dichas patrullas que yo, al pasar por la villa, les había dado la orden de defender a todos los habitantes sin distinción, a los
que consideraba como nuestros mejores aliados, en caso de que algunos de nuestros soldados trataran de propasarse con alguien al amparo de la noche.
En vista de ello, las patrullas no los arrestaron y yo me he guardado bien de desautorizarlos o de desaprobar la acción de unos o de otros, para no inquietar a nuestras tropas por
una parte y, por la otra, tratar de controlar la situación sin necesidad de emplear la fuerza.
Esta noticia referente a los paisanos armados, la recibí a las seis de la mañana del 20 y he comprobado que se contuvieron por la intimidación de nuestras patrullas, que tuve la
precaución de dejar en la villa a mi paso por Mahón, ordenando el acantonamiento de una compañía de granaderos y treinta hombres más por cuerpo, cuando cada unidad fuera entrando en Mahón y antes de seguir hacia San Felipe.
También les contuvo la vista de la enorme cantidad de buques de transporte que observaron cerca de la cala de Alcaufar, que supusieron llenos de tropas a punto de desembarcar
de inmediato por aquella parte. Pero sobre todo lo que más los ha detenido, ha sido la confusión con que los ingleses se retiraron al fuerte y el número de prisioneros que la oscuridad
de la noche parecía multiplicar y, en fin, los tiros de fusil que disparamos hacia el glacis como consecuencia de la feliz confusión de la que ya os hablé en una de mis cartas y que
supuso una prueba bien segura de que nadie de la guarnición se había quedado fuera de la plaza para apoyar el complot73. Como consecuencia de ello, los conjurados habían preferido mejor pasarse a nuestro bando en vez de concertarse con el gobernador y dejarlo para la noche siguiente.
Aunque recibí el aviso de este nuevo intento, no dije nada a nadie y la única medida que tomé fue reforzar los puestos de centinela para descubrirlos en caso de que vinieran. Esta
medida y la luz del día siguiente, me ha dado la seguridad de no tener nada que temer de un tropel de gentes que sólo hubieran podido actuar a través de una coordinación perfecta
con el gobernador, quien no se arriesgará a venir a atacarnos de día, sin conocer nuestras fuerzas reales, que pudiera juzgar tres veces más numerosas, al observar el número de buques de transporte aprestados a desembarcar rápidamente para completar el cerco y cogerlos entre dos fuegos.
72
73
Beaucoup de bourgeois armés.
Se refiere a la acción del capitán Urrutia
Así que, en vista de las circunstancias, me contuve y dejé correr el tiempo sin forzar la situación a la par que, sin mostrar el menor recelo, iba tomando decisiones tendentes a la
sumisión efectiva de la población. En efecto: envié a buscar al Magnífico (así es como aquí se denomina al baile)74, que era quien me había salido al encuentro a mi llegada y entregado las llaves de la ciudad, que yo cogí con una mano y le devolví con la otra de parte del Rey mi amo, tranquilizándole a él y a los diferentes cuerpos que me presentó, a los que
traté con un justo equilibrio entre firmeza, dignidad y suavidad.75
Una vez en mi presencia, le dije, que de mi parte y acompañado por uno de mis ayudantes de campo, fuera a casa del rector eclesiástico,76 para que concertara con él una convocatoria general de todos los cuerpos a mediodía en la iglesia parroquial para asistir a un Te Deum en acción de gracias por la conquista que acabábamos de hacer de la isla, de rezar a
Dios por la salud del gran y buen Monarca que les había restituido a su legítimo y natural soberano y a continuación brindar a su salud y hacerme el honor de acompañarme a comer a
mi casa donde yo les conduciría al salir de la iglesia en la que les cité a las doce en punto.
Todos las corporaciones de la ciudad, con el Magnífico a la cabeza, se reunieron a las once y media en mi casa,77 para acompañarme a la iglesia parroquial, en cuya puerta se
encontraban todos los clérigos para ofrecerme el agua bendita. Luego me condujeron al reclinatorio que yo señalé y comenzó la ceremonia, que oficiaron con mucha dignidad y decoro.
Durante el almuerzo que siguió en mi casa, les dije, que como los consideraba a todos los efectos como buenos y fieles súbditos del Rey, desearía tomarles lo más pronto posible
su juramento de fidelidad y a este efecto, aunque me aseguraron también ser su deseo, objetaron que la ceremonia no podría celebrarse hasta el día siguiente por lo lejos que se encontraba lo que ellos denominaban el paisanaje, que creo es lo mismo que nosotros en francés denominamos así78.
Después de haber hecho con ellos la cuenta del tiempo necesario para reunirlos, concluí que les recibiría más tarde, uno a uno, a la hora que les resultara más cómoda a partir de
las ocho de esa misma tarde y hasta las once.79Después, les hice la observación de cuantos testimonios de adhesión había recibido la noche anterior a mi llegada a Mahón con las
calles llenas de gente de toda especie, cuya alegría sin duda se fundaba en el reencuentro con sus antiguos compatriotas, lo cual no podía menos que agradecerles, pero, que como era
necesario establecer un toque de queda, algo preceptivo en toda ciudad donde se encuentran acantonadas un número considerable de tropas, que todo el mundo se retirara a sus casas
todo lo más a las once de la noche, a fin de evitar los perjuicios que pudieran causarle los soldados, difíciles de controlar por la noche y que por ello harían bien de hacerme el placer
de comunicar esta orden, tanto a sus conciudadanos como a todos los extranjeros que pudieran encontrarse en la villa.
Por otra parte y referente a sus juramentos, les comuniqué que los recibiría antes de las diez de esa misma noche.
Esa misma velada, tomé algunas medidas preventivas. En ese momento la brigada de Saboya no había podido aun desembarcar, por lo tanto me encontraba escaso de tropas para
tener guarnecido el campamento principal, por si atacaban los ingleses, el cual sólo estaba en ese momento formado por mis brigadas de vanguardia: la de granaderos y la de cazadores, no obstante podía desguarnecerlo sin que nadie se diera cuenta, sobre todo por la noche. Así que, independiente de que la brigada de América permanecía acuartelada en Mahón
desde que al pasar por la villa le di esa orden, hice avanzar a las tropas acantonadas en el campamento hasta doscientos pasos de la entrada de Mahón y coloqué patrullas por todo el
contorno, de forma que, enlazadas unas con otras, pudieran dar señal al grueso de la tropa en caso de algún ataque por parte de los paisanos. A su vez, hice dormir esa noche a la
brigada de América vestida y sobre las armas.
Todas estas medidas fueron tomadas con el fin de disuadir a cualquiera que intentara alguna acción en contra nuestra, darles la sensación de que estaban vigilados continuamente
y que dichas previsiones podían repetirse noche tras noche, aunque algunas veces pudiera alternarlas para no fatigar excesivamente a la tropa.80
74
Le magnifique c´est ainsi que l´on nomé icí le bayle.
Ese año el baile de Mahón era Narciso Panedas, un rico comerciante muy afecto a los ingleses.
76
El rector de Mahón era, en aquel momento, Antonio Seguí.
77
Se refiere a la casa de la viuda Poly, donde se alojó el duque a su llegada
78
Aquí las autoridades se referían a los cultivadores de los alrededores de Mahón.
79
Crillon no se conformó con un juramento colectivo de las autoridades. Quiso verles la cara uno a uno y estudiar sus reacciones.
80
Creemos que Crillon actuó aquí con suficiente firmeza y sabiduría y ello salvó la situación, que desde luego parecía comprometida tras el fracaso de la conspiración de Gabino Martorell.
En efecto: aquello era un pulso en el que las circunstancias se inclinarían a uno u otro bando según las posiciones tomadas por el general en jefe que —reiteramos— actuó con firmeza y desde
75
DUQUE DE CRILLON
He aquí, pues, en detalle, lo ocurrido las dos primeras noches de nuestra estancia en Mahón. Luego, las noches siguientes, las del 21 y 22, fueron ya más tranquilas, esperando el
desembarco total de la brigada de Saboya. Pero todavía permanecía yo inquieto, porque según la lista elaborada por el mayor general aun me faltaba para completar mis tropas mil
cuatrocientos hombres, todavía encerrados en los buques de transporte, y de los que no sabía siquiera si habían tenido algún percance en la mar, ni tenía noticia alguna, al menos hasta
esta noche.
Por otra parte, no podía servirme de los ciento sesenta cañones que he encontrado aquí por falta de artilleros, que están ocupados en desembarcar el material, a medida que el
tiempo permite atracar a los buques.
En fin, hoy todo va bien, el tiempo permite a mis buques de transporte desembarcar las tropas que me faltaban y el mismo viento permite que Don Ventura Moreno me desembarque las tiendas, los útiles de los trabajadores, los cartuchos y los cañones de campaña.
En otra carta que debía enviar y que ahora no encuentro porque no tuve tiempo de sacar copia, os decía que todo el grueso del bagaje, referido a artillería de sitio —y en esto
todos estamos de acuerdo— desembarcará en la parte de Ciudadela y Fornells. Así podré traer a Mahón casi todo el destacamento que se encuentra en Fornells a las órdenes del Marqués de Peñafiel*.
De esta forma, siendo dueño de los dos puertos, podré tener asegurados los víveres y el Rey podrá mantener el control sobre la isla y sobre el fuerte sin un excesivo consumo de
hombres y dinero, con tal que su Majestad me envíe todos los recursos que le he pedido.
Si Su Majestad decide mantener como está lo que hemos ejecutado hasta ahora, es decir, limitarse al bloqueo del puerto, sería —desde mi punto de vista— un gran mal para la
gloria de sus armas y el honor de la nación. En fin: cualquier partido que él tome no hay un momento que perder. En cualquier caso tanto si se me ordena que opere contra el castillo
como si no, necesitaré alrededor de doce mil hombres para sentirme seguro y hacerme fuerte en un campamento bien elegido desde el que inspirar el más profundo respeto al paisanaje, tanto amigo como enemigo; fuera y dentro de la plaza. En consecuencia, los amigos que desean demostrar que lo son, me están tratando de conseguir (como os lo prometí y como
nos lo habíamos imaginado) un segundo ejército que nos ahorrará lo principal de las fatigas de todo género, al conservar las tropas del Rey sin sobrecargarlas de trabajo y de vigilias81.
Os quiero justificar también la medida que tomé ayer 23. Creo que conviene acometer alguna acción, que por una parte nos de seguridad en el presente y nos permita, por otra,
imponerla. En consecuencia, después de haber acantonado las tropas en el campamento, hice publicar un bando por el cual ordenaba a los judíos y a los griegos, so pena de muerte,
llevar a un almacén que les indicaba todas las armas que tuvieran en el plazo de cuatro horas.
Parece que casi nadie ha hecho caso, pues pocas personas las han dejado en manos del mayor general, que es quien estaba encargado de la recogida. Yo he hecho como que no
me enteraba y que estaba convencido que no había más armas, ni haré ninguna averiguación a este efecto. No obstante, he aquí mi plan: en primer lugar, haré partir mañana mis prisioneros hacia Ciudadela, a fin de repartirlos por los navíos que les enviarán a Barcelona, desde donde se les pasará a Francia o a donde S.M. le parezca más conveniente, lo cual me
evitará entretener una guardia de más. Luego haré venir de Fornells a los cuatrocientos hombres del marqués de Peñafiel, menos una guardia de cincuenta, que quedará allí y que es
suficiente para guardar aquel puerto. Contaré también con las demás tropas que me faltan, que habrán desembarcado todo lo más pasado mañana.
En ese momento, haré publicar un bando a toque de trompeta y colocarlo en las paredes acostumbradas con una declaración en nombre del Rey, de la que os envío el original,
que además he hecho traducir en idioma menorquín, en el cual se dice que S.M. no me permite mantenerlos en su estado y que deben considerarse desde este momento prisioneros en
sus casas y a la vista de un centinela, con orden de proceder a su registro en presencia del intendente como comisario real, del auditor de guerra, de un oficial en nombre de la tropa y
de un menorquín que pude ser Eymar o Quadrado mismo, y reconocer las cosas y separar las que les pertenezcan a los ingleses y las reconocidas como presas por nosotros y nuestros
aliados.
luego con gran prudencia. Téngase en cuenta la gran cantidad de elementos activos a favor de los ingleses que había entonces en Mahón, entre toda clase de extranjeros y algunos mahoneses,
que habían amasado grandes fortunas con el comercio y el corso propiciado por los británicos.
81
Se está refiriendo a las gestiones que hizo el hijo del Duque, el conde de Crillon, en París para conseguir la venida a Menorca de las tropas auxiliares francesas, que desembarcarían en
octubre de ese año al mando del barón de Falkenhayn.
Después de esta gestión, que durará pocos días por el número de oficiales empleados al efecto como comisarios de guerra, les haré conducir a todos a Barcelona embarcados en
los mismos buques de transporte que enviaré para recoger los recursos que espero. Desde allí, se les podrá hacer pasar a Burdeos o al condado de Avignon donde tradicionalmente
son admitidos.
A la mañana siguiente haré lo mismo con todos los ingleses y sus partidarios con la misma facilidad, porque esta es una regla ya establecida en todos los puertos españoles de no
dejar ninguno allí confinado y, por mejor decir, porque así me quitaré la preocupación de pedir mil hombres de más para imponerme.
De manera que de aquí a cuatro o cinco días, espero no tener que ocuparme más que del éxito más completo que el Señor nos ha enviado y como después de todo, os repito, soy
deudor de los buenos consejos que me habéis dado, en medio de todas las preocupaciones que he tenido no por ellas he descuidado la principal: atender a la gloria de las armas del
Rey.
Hoy el señor Tavern, comandante del puerto, seguido de uno de mis ayudantes de campo franceses voluntarios, viendo que las corrientes acercaban una excelente fragata abandonada y que los ingleses bombardeaban para hundirla, consiguieron remolcarla hasta nosotros sin que nadie resultara herido. El acontecimiento resultó todo un espectáculo y una
decepción para los ingleses. Mañana por la noche trataré de capturar otras tres o cuatro fragatas que se encuentran también abandonadas a la mitad de distancia entre una ribera y otra
del puerto. Esta escaramuza82 sólo puede producirnos ventajas y sirve para probar el valor y destreza de los voluntarios sin que produzca una sola baja y de entretenimiento en tanto
llegan recursos.
Sin embargo, no he perdido el tiempo en estas bagatelas y desde el primer día trabajamos seriamente en el arsenal, con los preparativos necesarios para nuestro primer objeto de
bloquear el puerto, hecho sobre el que los enemigos han colaborado ellos mismos al echar a pique varias fragatas, que forman una barrera entre ellos y nosotros. Eyries cree que esto
nos es favorable, pero yo no estoy tan seguro y por tanto mañana iré a reconocer esta parte y os daré mi opinión en el primer correo.
Durante este tiempo, Lemaur ha descubierto un plan firmado por el ingeniero en jefe de Mahón83 y encontrado en su casa, donde los enemigos lo habían dejado, que muestra todas las galerías de las minas por lo que les resultarán inútiles si, como parece, el plano es auténtico. Tenemos también el estado de sus fuerzas que no pasan de dos mil hombres.
Tengo una correspondencia de lo más cumplida con el general Murray*84 y no perderé nunca ocasión de entretenerlo. Ya os enviaré copia de nuestra correspondencia.
Por otro correo os mando la lista de las gracias que pido insistentemente al Rey para el bien de su servicio y fomentar la emulación.85 Espero que vos juzgareis mejor que yo lo
útil que será para sujetar el ánimo de los bellos discursos de la Puerta del Sol,86 dar a esta primera acción el valor que merece, porque en fin es muy cierto que:
Primero: que el apresamiento de la parte que corresponde a las riquezas que los enemigos poseen en esta isla es la más importante que se ha hecho en esta guerra. Segundo: que
el Rey es hoy dueño de tomar el fuerte de San Felipe cuando quiera y, tercero, que independientemente de las riquezas enemigas que hemos pasado a nuestro lado, hemos liberado a
nuestro comercio y al de nuestros aliados de unos vecinos muy incómodos y al mismo tiempo hemos obtenido una provincia y dos buenos puertos: el de Mahón y el de Fornells.
Debo añadiros, también, que el honor y la gloria son mi primera recompensa y creo que la disposición de mi ataque fue realizado de forma que ha producido la estima de los
militares verdaderamente militares y no puedo tampoco dudar que merecerá la aprobación de S.M. en todos sus puntos. En este sentido, si le he dado un día glorioso para sus armas y
agradable para él, me siento suficientemente pagado.
Solo me queda cumplimentaros a vos también, porque lo debo, como la primera obligación de la que soy deudor, a la persona del mundo a la que más quiero, estimo y respeto de
todo corazón.
B.B. de Crillon
82
Petite guerre.
El ingeniero inglés era el coronel Brewse.
84
Je suis dans le comerce le plus galante avec le gouverneur Murray. Aquí Crillon utiliza la ironía.
85
Emulation.
86
Pour relever le courage des beaux discours de la Puerta del Sol. Creemos que Crillon se refiere aquí a los corrillos que se formaban en la Puerta del Sol, en los que, con toda probabilidad
se criticaba al gobierno.
83
DUQUE DE CRILLON
12. Al conde de Floridablanca. Escrita en Mahón a 29 de Agosto de 1781.87
Sr. conde:
Vuestra excelencia me pondrá a los pies de nuestro buen Amo y de su Augusta Familia al notificarle que S.M. es enteramente dueño de toda la isla de Menorca desde el 19 de
este mes. Lo cual para vos no ha de representar una novedad, porque sin pensar que digo ninguna tontería, debo confesar con la mayor sinceridad, que este éxito que nos pudiera
permitir a posteriori la toma del fuerte de San Felipe, ha sido posible, más por el efecto de la información secreta que me habíais dado sobre la situación en la que encontraría al enemigo y las instrucciones consiguientes, que por las acciones que he acometido para cumplirlas o por mi habitual fortuna en la guerra que yo reconozco y que no me ha abandonado
a pesar de los veinte años que han pasado desde la última.88
Esta fortuna hubiera sido completa, sin duda, si, en primer lugar, los vientos no hubieran impedido efectuar nuestro desembarco antes de romper el alba (así lo había yo dispuesto
y esperado con el comandante de Marina pero no pude ejecutarlo hasta las tres de la tarde siguiente) y en segundo, si se hubiera logrado efectuar también el desembarco de mi ala
derecha, que estaba previsto se hiciera las cuatro de la mañana y que, , debido al mal tiempo, tampoco pudo lograrse nada menos que hasta treinta y seis horas después de que yo
tuviera cercado el fuerte de San Felipe.
Pero Dios, que dispone de todo, no ha querido permitir que toda nuestra tarea se perdiera, pues es cierto que S.M. no se ha visto decepcionado en nada, respecto a los encargos
que me habíais comunicado de su parte y que la sorpresa ha sido completa por parte del gobernador y de la guarnición, pues a nuestra llegada permanecía aun un batallón inglés en el
Arrabal Nuevo y otro en Mahón.
Por su parte, el gobernador, su mujer y su hijo pequeño —al que quería preservar de la epidemia de viruela que se había declarado en Mahón— se encontraban en una isla del
puerto donde hay un soberbio edificio que sirve de hospital.89 Esta circunstancia nos proporcionaba una gran ventaja, porque su posición no le permitía al gobernador hacerse cargo
inmediatamente de la situación y dar las órdenes precisas a tiempo. Por ello, la guarnición no supo que hacer, si quedarse en su puesto o encerrarse en el fuerte. Con todo, no fue
posible apoderarse de estos dos batallones, (que formaban la mayor parte de la guarnición y nos hubiera permitido rendir la plaza a las armas del Rey en el acto), debido, primero: a
no contar sino con las tropas de mi desembarco en la Mezquita, lo que únicamente me permitió hacer algunos prisioneros (sobre unos doscientos, aunque aun no conozco su número
exacto, que puede llegar a ser considerable, pues siguen trayéndome más) y, segundo, porque a unos los sorprendí ya a medio tiro de cañón del fuerte y a los que capturé en el Arrabal, por falta de carros y caballos, hube de conducirlos a nuestro campamento a pie escoltados por los granaderos. Todo esto nos hizo perder mucho tiempo.
El cerco de la plaza estuvo completado a las nueve de la noche, y después de haber comprobado que el desembarco de nuestras tropas había finalizado y que todas habían llegado
al que sería nuestro campamento, volví a mi cuartel general en Mahón donde dos oficiales ingleses me dieron la lista de prisioneros.
Por otra parte, nos hemos apoderado de todos sus almacenes, que son cuantiosos y aun recibo cada instante nuevas llaves de los que vamos encontrando en el interior de Mahón,
además de los que ya nos habíamos apoderado antes en la ribera derecha del puerto.90Mahón es una villa muy grande pero me aseguraré de que nada se me escape. El resto lo dará el
azar.
87
88
89
90
A.H.N. Estado, leg. nº 4230. Original en francés, de puño y letra.
Una vez más la famosa buena estrella que el duque esgrimía de vez en cuando. La guerra a la que se refiere es la los Siete Años entre 1756 y 1763.
La isleta del Rey.
Se refiere aquí el duque a los almacenes de comerciantes ingleses, a los cuales, como súbditos de una potencia enemiga, se les confiscaban todas su propiedades.
Desde esta mañana se ha comenzado el inventario del gran almacén situado en el arsenal del puerto, del que el cuartel-maestre general del ejército, mi amigo Don Carlos Lemaur
se apoderó con algunos granaderos en el momento en que yo llegaba con el marqués de Casa-Cagigal* y al oír los disparos de esta pequeña vanguardia con la cual Lemaur había ido
a reconocer nuestro camino, fuimos testigos con gran alegría de ver como el cuartel-maestre con cinco o seis granaderos había rechazado al enemigo hasta las barcas donde trataba de
salvar algunos efectos.91
Quiero destacar, además de esta pequeña acción de la que fui testigo, otra ocurrida durante la noche, en la que he podido comprobar que pocas tropas en el mundo son capaces de
aguantar el fuego enemigo como las españolas, durante dos horas en medio del espanto de la oscuridad, cuando emplacé dos compañías de granaderos lo más cerca posible de la
plaza para asegurar la tranquilidad de las restantes tropas que la acordonaban.92
Se trataba de algunos soldados del regimiento de Murcia, a los cuales había ordenado que recogieran dos cañones que el enemigo había abandonado en su huida y que se encontraban al alcance del tiro de fusil del fuerte. De todas formas di esa orden cuando me aseguré que en los alrededores no había nadie. Pero después que avanzaron, se oyeron una serie
de disparos y creí que esta tropa había sido capturada. En vista de ello acudí con algunos granaderos y oficiales a los que me adelanté porque disponía de un caballo y no quería fatigar a los que me seguían. En ese momento me encontré a esta tropa muy cerca del camino cubierto y al alcance del tiro de fusil del mismo y me dirigí al galope para hacerla retroceder. Cual no fue mi sorpresa al encontrarla perfectamente afianzada cerca de lo alto del glacis a donde Requesens la había conducido y ver que habían tomado dos partes del extremo
del camino cubierto y resistido a las descargas del enemigo sin perder un palmo de terreno ni un solo hombre.
Inmediatamente que llegué, les hice retroceder hasta ciento cincuenta pasos lejos del camino cubierto, y allí les amonesté por su temeridad, a la par que les felicitaba por su firmeza. No puedo dejar de alabar la sangre fría y el valor de Requesens y no le he olvidado en la memoria de las gracias que creo estar autorizado para pedir para el ejército que S.M.
me ha querido confiar. Se entiende que no pido ahora una promoción general, que sería mas funesta que útil y beneficiaría sino a los enemigos del Rey. De eso ya habrá tiempo. A lo
que me refiero ahora es a una serie de recompensas particulares, que fomentarán la emulación y harán que la gente se esfuerce para obtener un grado conseguido más con esfuerzo,
que por la simple gracia de una promoción general en la que no se premia el mérito sino la antigüedad93.
Adjunto aquí la memoria que he remitido al señor de Muzquiz y al señor de Castejón en favor de José del mismo nombre, oficial de Marina que Don Buenaventura Moreno me
ha propuesto en nombre de la Armada.94
Os pediría que apoyarais esta petición ante S.M. en el sentido que me granjeará la amistad tanto de la tropa de Mar como de Tierra y por la necesidad de hacerme perdonar ante la
nación el no ser merecedor de la confianza y las bondades con las que el Rey me ha honrado.95
Creo deber incluir aquí el plan que he hecho elaborar a mis ingenieros con las notas de los diferentes puntos donde los navíos han sido emplazados por el señor Moreno a quien
no puedo menos que deshacerme en elogios de todo género.
Siguen vigentes las órdenes dadas a todos mis oficiales generales, que hubieran ejecutado perfectamente si el tiempo lo hubiera permitido. En cualquier caso el plan ha variado
poco, puesto que con mi único desembarco se ha conseguido el efecto principal: la posesión de la isla y el cerco de la plaza.
91
92
En esta acción el médico inglés resultó muerto (N. del A.).
En todo este relato se observa el énfasis de la personalidad un tanto melodramática del duque.
En aquellos tiempos, en el Ejército la movilidad en el empleo no estaba regulada y quedaba sujeta arbitrariamente a la gracia Real, lo que provocaba el descontento de algunos desheredados
de la fortuna, que comprobaban como un favorito llegaba a brigadier con apenas veinte años (caso del conde de Fernan-Núñez por ejemplo), mientras ellos podían quedar en el empleo de capitán (“barranco del que difícilmente se sale”, decía alguno) para toda su vida. Para paliar la situación de los descontentos, la Monarquía utilizaba el mecanismo de las llamadas promociones, en
las que se ascendía a muchos oficiales un grado (sin empleo ni sueldo). La excusa solía ser la subida al trono de un monarca, su boda, el nacimiento de un infante o, como en este caso, una
campaña, fuera victoriosa o no. En cuanto a la alusión que hace Crillon a la antigüedad o los méritos, correspondía a un debate de la época en el que se discutía si un oficial debía ascender por
riguroso orden de antigüedad (caso de las promociones) o debía serlo en relación a sus méritos en la ciencia militar, que en aquellos momentos las recientes Ordenanzas de 1767 consideraban
preferentes a la cuna.
94
José de Castejón hijo del ministro y al que se propone para un ascenso con el fin evidente de adularle.
95
Una vez más la paranoia que siempre acompañó al duque de sentirse advenedizo. Por otra parte no sin fundamento, por la galofobia reinante entre la oficialidad española de entonces.
93
DUQUE DE CRILLON
No haría justicia que debo rendir a todos mis demás ayudantes de campo si al hablar a S.M. de el señor Requesens, dejara de mencionar que todos ellos han testimoniado el mismo coraje y voluntad que él, no dándome nunca otras preocupaciones que la de contenérsela.
El tiempo fue tan malo que el desembarco del destacamento del marqués de Avilés en Ciudadela no pudo ser ejecutado al mismo tiempo que el mío en la Mezquita, por lo que le
tuve que enviar por tierra a tomar dicho puesto, que está a dos leguas de aquí y que hube además de retrasar dicha operación veinticuatro horas para no quedarme desguarnecido,
debido a la falta de las tropas de mi ala derecha, que no pudieron desembarcar a tiempo en Alcaufar y encontrarme con tres batallones de menos, además de tener que enviar primero
al marqués de Peñafiel a Fornells.
No debo dejar de deciros que este mismo inconveniente del viento ha provocado enorme sufrimiento a la tropa que está aun sin tiendas de campaña y los oficiales incómodos sin
su equipaje, no habiendo podido desembarcar nada, salvo nuestras personas.96
Este viento no puede durar y en tanto que podamos desembarcar nuestros acomodamientos y la artillería, hemos procurado aliviar la situación de la tropa, que dicho sea de paso
es muy sufrida y se mantiene contenta.
En cuanto a la artillería que hemos capturado aquí a los enemigos en el puerto para nuestra defensa hay más de la que pudiéramos necesitar.97
Pero no es justo que os escriba una tan larga carta contenidos nuestras fatigas sin que diga una palabra de los sentimientos de respeto e inviolable adhesión con los que tengo el
honor de ser, señor conde, vuestro más humilde y obediente servidor.
B.B. duque de Crillon.
P.D. Debo repetiros, haciendo honor a la mayor verdad, que en mi ejército reina la mayor armonía no menor que el mérito de todos los individuos que lo componen y concretamente
en la parte que corresponde a nuestro intendente.98
B.B. de C.
[Nueva postdata] Habiendo tenido demasiadas ocupaciones hasta ahora, para haber podido contaros los planes de nuestra situación frente al enemigo, os diré que la parte dominada
por nosotros del puerto se extiende hasta el hospital donde se alojaba el gobernador y donde hicimos treinta prisioneros, independientemente de los enfermos ingleses, a quienes dejamos allí y a los que se ha hecho administrar recursos ordinariamente, sin establecer, sin embargo, un puesto fijo permanentemente atendido, que los ingleses aprovecharían haciendo
fuego de cañón antes de que me apoderase de todo el puerto.
En cuanto el intendente finalice todo el inventario de los almacenes, os lo enviaré a fin de que S.M. pueda dar sus órdenes en consecuencia sobre el destino que quiera disponer.
Creo que el valor de lo que S.M. acaba de conquistar igualará, al menos en especie, la presa que ha hecho el almirante Rodney* a los holandeses. En el caso que S.M. quiera dar este
provecho a la tropa de Tierra, que es la que a tenido el protagonismo principal en este éxito, también es cierto que se ha debido a la prontitud en el desembarco que se ejecutó con el
mayor arrojo y orden por Don Ventura Moreno, que nos ha cruzado frente al puerto a medio alcance del cañón de la plaza, a la que nosotros hemos saludado con una andanada y
96
Obsérvese la naturalidad con la que la nobleza de entonces reconocía sus privilegios. Cuando Crillon se queja por igual de la falta de tiendas de la tropa —que durmió al raso ocho idas—
comparándolo con la falta de los equipajes de los oficiales que ya estaban cómodamente instalados en casas particulares. Es algo parecido a aquella alusión del teniente inglés Francis Dickson,
que hizo un diario del sitio de San Felipe, en el que se lamentaba de que ya no quedaba vino, ni para los oficiales.
97
Debe hacerse la salvedad aquí que la artillería capturada sin embargo, no era artillería pesada de sitio, que hubo de traerse de Barcelona con enorme costo.
98
Es decir, Pedro de Montenegro, que no permanecería mucho tiempo tranquilo como veremos.
enarbolando nuestro pabellón. Por ello, será conveniente que se reparta entre los de Tierra y la Marina, si S.M. así lo decide. Sus órdenes se ejecutarán con tanta sumisión como
exactitud.
V.E. perdonará las tachaduras y las inconsecuencias, si se da cuenta que le escribo medio dormido pues estoy muerto de sueño y de fatiga.
2ª postdata: En el momento de cerrar esta carta entra en mi aposento el ingeniero Lemaur con el plan de San Felipe en el cual están señaladas todas las minas, que nos será muy
útil. Está firmado por el ingeniero en jefe de la plaza y por el general Murray y ha sido encontrado por Don Carlos Lemaur. Tenemos la victoria asegurada.
Hemos apresado ciento sesenta piezas de artillería, sin contar las que se han pescado junto a otros efectos y de lo que yo ya hablé en el primer correo que despaché con D. Ignacio garnica pero que no envié por no estar satisfecho de no poder contar más cosas interesantes. Este que os envío con D. Francisco Auricena tiene más detalles de la toma de los
fuertes, del puerto y de la villa de Ciudadela, la más bonita de la isla, y tomada por el marqués de Avilés así como la de los fuertes y el puerto de Fornells —punto muy interesante—
por el marqués de Peñafiel, que os llegará al mismo tiempo por D. Bernardo Rivera, otro de mis ayudantes de campo, ambos están comprendidos en la memoria de gracias que he
pedido. Para uno se pide el ascenso a teniente coronel y para el otro a capitán.99
No hay nada de nuevo después de la partida del señor Castejón y Garnica. Una de las dos fragatas que se han tomado bajo el fuego de cañón de los enemigos a sido levada y
conducida a nuestro lado. A su vez, he ordenado salir a buscar las dos que quedan y espero que esta noche se consiga capturarlas felizmente.
Hasta ahora todas las operaciones se han efectuado con las precauciones necesarias, hasta el punto que no hemos tenido ni un solo muerto ni herido, salvo yo, cuando esta mañana me han disparado y me han producido una ligera contusión.100 De todas maneras, el reconocimiento lo realicé más por necesidad que por complacencia y aunque mis ayudas de
campo que estaban conmigo pensaran que fui imprudente, era necesario para reconocer el fuerte de San Felipe como se debe reconocer una plaza y puedo responder al presente ante
vos, de conocerla perfectamente porque la he reconocido tanto por la derecha como por la izquierda. La plaza será nuestra pronto cuando el Rey quiera enviarme los recursos que le
he pedido.
Me dicen que por mi herida y por mi cabeza debo dejar de escribir, pero pienso que debo hacerlo para no desperdiciar ni un minuto, que es precioso al estado de nuestro Augusto
Amo a quien quiero y respeto de todo corazón.
B.B. de C.
3ª postdata: Estoy obligado a decir a V.E. que he ejecutado todo lo que os anuncié en mi última carta, enviando los prisioneros a Ciudadela para pasar con los navíos de guerra a
Barcelona. En cuanto a los judíos se encuentran todos presos en sus casas, y os envío una carta sellada para el señor de Ballancourt que os atenderá si juzgáis enviársela.
Quiero apostillaros a fin de que conozcáis una pequeña galantería que me he tomado la libertad de hacer al Infante de una presa hecha a los enemigos y de la que quedareis asegurado por el tono de mi carta, que esta decisión no significa nada.101
13. Al conde de Floridablanca, escrita desde Mahón a 1 de Septiembre de 1781102
99
Era costumbre que los emisarios con buenas noticias fueran ascendidos. Por eso se enviaba a quien se deseaba premiar. Este hábito estaba relacionado, una vez más, con los mecanismos
compensatorios de las promociones.
100
Se refiere aquí al incidente de la Mola. Vid. Memoires... pag.
101
Se refiere al infante Carlos Eusebio, hijo del Príncipe de Asturias (futuro Carlos IV) y de su esposa María Luisa de Parma, que había nacido el año anterior, en 1780, y moriría en 1783. En
1781 este Infante era el primogénito del Príncipe y por tanto, de momento, heredero al Trono. A su muerte y tras una pareja de gemelos, Carlos y Felipe, que murieron casi al nacer, la Princesa
de Asturias alumbraría en 1784 el infante Fernando, que sería luego el futuro Fernando VII, definitivo heredero de la Corona. Este gesto de Crillon (que se apuntaba a todas), disgustaría profundamente a Floridablanca que tenía a sus más acérrimos enemigos conspirando, precisamente, en el cuarto del Príncipe.
102
A.H.N. Estado, leg. nº 4230. Original en francés, de puño y letra.
DUQUE DE CRILLON
Sr. conde:
Ayer os anuncié una carta de una palabra, esta palabra se convirtió en un volumen y hoy os envío el segundo tomo.
Tengo el honor de deciros que me he tranquilizado después de que los vientos me han permitido reunir a todas nuestras tropas. Sin embargo, anteayer por la tarde un soldado del
regimiento de Cataluña que salía del cuartel general —solo y sin armas— adonde había venido a buscar unas legumbres se encontró a dos hombres que le amenazaron con dos pistolas y le hicieron entrar en una especie de cavernas de las varias que se encuentran en este camino y le preguntaron cual era el número de tropas que habían desembarcado, si teníamos
artillería y cuánta. El soldado que es como un niño y realmente bastante imbécil, respondió sin embargo como un hombre que trata de parecer listo y dijo que mil hombres y que de la
artillería no sabía nada. Durante el interrogatorio, que duró tres horas, fue apaleado y después le soltaron.
Al encontrarlo, fue conducido a la tienda del general de día que era el conde de Cifuentes*, quien me lo envió a la mañana siguiente con un oficial del mismo regimiento y dos
otros soldados que dijeron haber visto la vigilia pasada a un judío durmiendo en su portal que llevaba marcado en la frente una especie de triángulo y que coincidía con la descripción
que había hecho el joven soldado. Entonces le pregunté si reconocerían a estas gentes si volvieran a encontrárselas y me aseguró que sí.
En efecto [el que había sido hecho prisionero e interrogado] mencionó a uno del que dijo llevaba unos grandes pantalones y una marca muy visible en la frente con varias caras y
que el otro iba vestido de verde y era alto y delgado.
Entonces disfracé al soldado joven con un uniforme gris y le puse un saco de arena bajo el brazo; al oficial con uno de los de mis ayudas de cámara y, al soldado que había encontrado al judío durmiendo en su portal con una figura triangular en la frente, le hice ponerse una librea.
Comenzamos los registros por la casa del judío y en efecto fue reconocido por el joven soldado. En ese momento aquel se arrodilló y fue arrestado y conducido a mi presencia
donde lo negó todo. Entonces le amenacé hacerle ahorcar si no me revelaba sus cómplices e instigadores y que por el contrario si así lo hacía, ofreciéndome culpables para ser colgados en su lugar, quizás pudiera perdonarle la vida.
Pareció que consideraba mi proposición y se arrojó a mis pies aterrorizado pero no habló. Ahora está en manos del auditor de guerra en cuyo despacho se le ha remitido para
asustarlo a ver si así denuncia a sus cómplices. Pero si no me ofrece la ocasión de ahorcar a alguien en su lugar y es declarado culpable será colgado para dar un escarmiento
que resulta necesario para mi y para el país.103
En relación con los espías, arrestamos a todos los ingleses altos, delgados y vestidos de verde siguiendo la descripción del joven soldado, quien después de efectuar con ellos un
careo negó que alguno de ellos fuera el que le detuvo. Esta es una prueba bien clara de que el soldado no se lo había inventado.
Por otra parte y al margen de este incidente, ayer por la noche le dispararon un tiro de fusil a uno de nuestros centinelas del arsenal. La bala, que le rozó la oreja, venía del lado de
Mahón y yo mismo oí el disparo desde mi casa. El centinela no abandonó su puesto como era su deber, así que no pudo detenerse al culpable.
Todos estos acontecimientos me han hecho tomar la determinación de desterrar de esta isla a todos los judíos, griegos e ingleses de nacimiento que estén establecidos aquí, así
como algunas personas que nuestros amigos me han indicado y que son también ingleses, al menos de corazón, más que menorquines y que han dado suficientes pruebas de su
adhesión a nuestros enemigos como para tratarlos de tales.
Sobre estos últimos, he tomado la determinación de enviarlos solamente a Barcelona porque al estar ahora bajo el dominio del Rey, no me ha parecido tener facultad para desterrarlos de sus estados.104
En cuanto a los judíos y a los ingleses, los envío todos al condado de Avignon y en este sentido a los primeros les satisface porque hay juderías en las ciudades de Avignon de
Carpentrás de L´isle de Gavaillón etc, que les recibirán, al menos momentáneamente, en tanto pasan a otra parte y los segundos porque a los ingleses siempre les ha gustado esa zona
y hay allí varias familias británicas establecidas.105
103
No sabemos si Crillon cumplió su amenaza, pero esta actitud desmiente cualquier tendencia a la pusilanimidad que siempre se le atribuyó.
Los enviados a Barcelona fueron: el griego Nicola Alexiano, el corso Nicola Georgi, y los mahoneses Pedro Sintes, fiscal del Real Patrimonio, el negociante Juan Mus y el fraile carmelita
Bartolomé Deyá. Vid. Crillon a Filomarine, delegado pontificio en Avignon. Mahón a 10/09/1781. A.H.N. Estado, leg. nº 4205/1
105
Aquí Crillon tomó una decisión precipitada, achacable, por una parte, a la paranoia que le entró a su llegada a Menorca y, por otra al interés por beneficiar a su patria, Avignon, donde no se
hacía asco ni a los judíos ni a sus capitales que rápidamente invertirían en el país.
104
El trayecto de aquí a Barcelona es poco más o menos el mismo que de aquí a Marsella. La travesía es pues igual de fácil. Escribiré al comandante de esta frontera francesa, que es
amigo mío, para que les deje pasar inmediatamente a los estados del Papa que están a dieciséis leguas de Marsella por tierra, lo que producirá beneficios al país durante este trayecto106.
Al mismo tiempo, escribiré por Marsella al conde de Vergennes*, ministro de Francia para avisarle de que esta decisión que he tomado, habiendo como hay cada día más razones
particulares y evidentes de librarme de esta gentuza, purgando de ella los estados respectivos de la casa de Borbón sin perder un instante, pues sería peligroso demorarlo.
A los griegos los enviaré a Marsella donde escribiré al marqués de Piles, mi amigo y gobernador de esta plaza, que les permita fletar allí algún barco a sus expensas para que les
conduzca a donde les plazca.
He fijado la partida de los judíos para el miércoles próximo y les he hecho conducir bajo escolta militar (tanto a hombres como mujeres) al puerto de Fornells, a cuatro leguas y
media de aquí, de donde partirán hacia Marsella, también escoltados por soldados y por un buque de guerra.
Los griegos partirán al día siguiente por el mismo puerto y al otro los ingleses de nacimiento, algunos refugiados franceses (tan ingleses como los otros) y al lado de los menorquines, declarados enemigos nuestros (que no son muchos) excepto los líderes que les haré pasar a Barcelona a medida que tenga ocasión de enviarlos, y que son cuatro o cinco
Butiflers.107
Tengo motivos para pensar, señor, que mi decisión será aprobada por S.M. aunque no tengo tiempo de consultarle (lo cual no obstante siempre hago y haré por respeto la nación
que tengo el honor aquí de representar).108
Respecto a las capturas de las fragatas enemigas de las que tengo el honor de haberos rendido cuenta y que les hemos arrebatado bajo el fuego de su cañón, ayer os añadía que la
única que quedaba ayer en poder de los enemigos ha sido ya capturada junto a las otras.
El hecho ha sucedido cuando D. José Carbonell, ayudante mayor de los Voluntarios de Cataluña, celoso de los marinos españoles y de mis ayudantes de campo de la marina
francesa que habían sido los que habían capturado las anteriores fragatas, atracadas mucho más cerca del enemigo que de nosotros con audaces y bien dirigidas operaciones, me propuso intentar capturar la que quedaba y que se encontraba muy cerca de la plaza, justo al pie del glacis, con una tropa escogida de su regimiento, pues yo había decidido abandonarla
al enemigo, después de haberlo intentado todo, incluso prenderla fuego.109
Pero Carbonell me insistió tanto y le vi tan capaz que después de asegurarme que tendrían la posibilidad de regresar no pude rehusar darle el permiso que antes había negado a
nuestros marinos, aunque a condición de que le acompañara un oficial de Marina español y otro de los voluntarios franceses para evitar que estos últimos se molestaran por haber
propuesto antes la misma empresa y haberla yo rechazado.
Carbonell lo consiguió a pesar del fuego enemigo sin perder un solo hombre y ahora tengo el placer de ver el último de los navíos que les quedaba a los ingleses debajo de mis
ventanas. Creo haberos ya dicho que su valor debe alcanzar lo menos las cien mil piastras110.
He formado ya el pequeño estado de las nuevas gracias que pediré como consecuencia de estas acciones, para todos los oficiales que han conducido todas estas maniobras con
tanta intrepidez como astucia y a estas adjunto hoy el nombre de Dn. José Carbonell, ayudante mayor de voluntarios de Cataluña y el de D. José Ortega, cadete del mismo regimiento.
Aunque he enviado una de estas memorias respectivamente al señor Muzquiz y al de Castejón os recomiendo a vos su expedición cerca de S.M., pues es la manera de conseguir
mejor estas gracias que serán de mucho agrado para ellos y que revertirán en utilidad para el servicio del Soberano que las concede.
Los voluntarios franceses de la Marina que son el señor Eyries y los otros que nombré con él no quieren ni pretenden nada más que el elogio, la estima y la amistad con los oficiales que trabajan y por los que son perfectamente aceptados, aunque a pesar de este desinterés de su parte considero un deber deciros que estaría bien que vos, señor conde, o Don
Miguel de Muzquiz me escribierais o me enviarais una carta de oficio para ellos en la que les trasladarais de parte del Rey la satisfacción que S.M. tiene del valor e inteligencia que
han demostrado en el apresamiento que la Marina Real ha hecho de seis fragatas al enemigo y que, tras el informe que yo he hecho al Rey éste se ha servido comunicar al Rey [de
106
107
108
109
110
No está de más recordar que en 1781 Avignon era un estado pontificio. Francia se lo apropiará en 1791.
Curioso calificativo. ¿quiere decir Crillon que en Mahón habría aun partidarios del archiduque Carlos de Austria?
Un rasgo que caracterizó siempre a Crillon era su capacidad para tomar decisiones por su cuenta sin consultar, en un a época en que un general en jefe no tenía atribuciones tan amplias.
En esta acción tomó parte un teniente de navío de la Marina Española, Santiago Liniers, que años más tarde llegaría a ser Virrey del Río de la Plata.
Piastra: moneda francesa que equivalía a un peso fuerte o real de a ocho de plata, moneda de Castilla.
DUQUE DE CRILLON
Francia] su sobrino, las nuevas hazañas de los señores Eyries y Varages y que S.M. me encarga que los señores de Charmontel y de Sismondes se dignen aceptar alguna gratificación
en dinero, cuya cantidad yo juzgue más conveniente (la cual, entre nosotros, podría ser de cuatro monedas de cuatro pistolas111 para cada uno de estos dos señores, con lo que quedarán muy contentos).
Me parece que esto es muy conveniente para ellos y más noble para el Rey.
Los señores Eyries y Varages no recibirán nada de dinero y no piden en este momento más que un simple elogio para ellos, enviado a su Corte al margen de la recomendación
que esperan merecer al final de la campaña.
El señor de Varages, que es el segundo de Eyries, es el único de mis ayudantes de campo voluntarios franceses que he permitido acompañar en esta última expedición a Don José
Carbonell a Don José Ortega y a Don Santiago Liniers.*
Todos estos pequeños triunfos no me impiden, sin embargo, ocuparme con mis marinos de los medios con los que cerrar el puerto, para lo que trabajamos en consecuencia. Don
Buenaventura Moreno y yo nos ocupamos de ello en concierto con estos señores.
Esto hace que tenga necesidad de que no me lo quiten para las operaciones subsiguientes y que os ruego de su parte y de la mía que le digáis a S.M. que se lo ordene al señor de
Castejón al que he escrito por mi parte a este objeto.
Sin embargo, como la obra de cegar el puerto es una cosa bastante larga y primero: requiere emplear más de un medio y, segundo, podemos ser sorprendidos de súbito por los
ingleses si llegan de un momento a otro y debemos tener la posibilidad de obstaculizar inmediatamente sus intentos de entrar.
Esta mañana a las cuatro de la mañana he llevado a Don Carlos Lemaur y a Don Bernardo Tortosa*, es decir los jefes de Ingenieros y Artillería, a ver unos emplazamientos que
he reconocido para instalar a la entrada del puerto dos baterías de cañón y dos de morteros que se crucen. Tanto el uno como el otro, han aplaudido esta elección y mañana empezaremos los preparativos, aunque sin artillería, pues la nuestra todavía no ha llegado a causa de los caminos que es necesario abrir y que serán terminados en pocos días.
Emplazaré en esta parte las balas rojas del señor Gervasi y dudo que los navíos puedan aproximarse impunemente.112
Los enemigos nos han hecho toda esta noche un fuego muy vivo de bombas, de granadas y de cañón113 aunque no han herido a un solo hombre ni hemos tenido la menor alarma
en el campo.
Hemos trabajado ayer para construir unos caminos de comunicación para nuestros puestos avanzados. Los ingleses lo han visto o han sido avisados por algunos amigos que aun
tienen aquí, lo que les ha hecho gastar inútilmente mucha pólvora creyendo sin duda que trabajábamos para avanzar sobre ellos.
He establecido un intercambio de lo más galante con el general Murray que manda la plaza y os envío las muestras de este trueque literario, que tengo con él para que animéis
vuestra tertulia si así lo deseáis y para que le consultéis a S.M. si puedo aceptar la yegua que me ha enviado y que he montado esta mañana, petición a la que yo añado además la
de tener el permiso de S.M. de presentársela para sus cuadras de Aranjuez al mismo tiempo que las llaves del fuerte de San Felipe del que espero ser el cerrajero.114
Soy y seré siempre, con tanto respeto como adhesión, señor conde, vuestro más humilde y obediente servidor.
B.B. de Crillon
Postdata: Puesto que, después del examen que he hecho de la plaza, es más que cierto que esta caerá en poder de S.M. si me envía cinco mil hombres más,] no quiero hablar de ello
111
Pistola: moneda francesa que equivalía a un escudo de oro y por tanto 20 reales de plata, moneda de Castilla
Este artificio consistía en calentar al rojo vivo las balas, desde la superficie hasta la mitad de su diámetro y tras colocarlas con unas tenazas en el ánima del cañón, eran lanzadas incandescentes sobre los buques o sobre las fajinas enemigas incendiándolas. Restos de los hornillos para la bala roja, pueden verse aun cerca de la costa, en las inmediaciones de San Felipe.
113
Los cañones disparaban balas macizas, los morteros bombas, que eran proyectiles esféricos explosivos con carga y espoleta. Las granadas eran bombas pequeñas que podían arrojarse a
mano por los granaderos o en pollada, es decir, en racimo, con los antedichos morteros.
114
Esta es una de las claves de la negociación con Murray, cuando luego se le intentó comprar: el intercambio de regalos entre sitiador y sitiado. las frutas frescas enviadas previamente por
Crillon y la yegua regalada por el gobernador británico como contrapartida eran, más que una cortesía versallesca de entonces, signo de que los dos estaban dispuestos a negociar lo que fuera.
La consulta al Rey del duque sobre si puede o no aceptar la montura, es una velada petición de vía libre. El Rey, mal aconsejado en este caso, contestó afirmativamente autorizando la aceptación del regalo y se vio envuelto y comprometido en el embrollo, cuando Murray lo hizo público.
112
todavía hasta que adjunte a mi petición un plan detallado de la plaza y un proyecto de ataque firmado por el jefe de Ingenieros y el de la Artillería, pero ello me haría perder un tiempo
precioso y como en todos los casos es necesario artillería pesada y en abundancia contra la entrada del puerto, pido a vuelta de correo al comandante general de Mallorca115 veinticuatro piezas de cañón de veinticuatro pulgadas, que me ha asegurado estar dispuesto a enviarme. Y, desde luego, para hacer un buen trabajo y para asegurar el que ya está hecho, es
preciso aumentar el ejército a doce mil hombres.
Al menos ruego que se me envíe a sesenta y cuatro soldados españoles para reemplazar un numero equivalente de soldados ingleses del regimiento de Ultonia,116 que son los que
se han capturado en la Península y que desertaron durante el convoy y volverán a hacerlo a la primera ocasión que se les presente. Otros cinco de este mismo regimiento ya han sido
ahorcados por desertores habiendo sido seguidos y apresados por nuestros valientes catalanes cerca de la estacada. Ya han desertado tres que han entrado en la plaza y el sargento
mayor de este regimiento no duda que los demás harán lo mismo si les deja y me ha dado la lista de todos los desertaron durante el convoy, que han sido capturados y a punto de ser
embarcados para traerlos.
Ruego a V.E. me perdone los tachones de mis cartas en favor de mis sentimientos y del tiempo que me falta para hacer copia.
El mismo 1 de septiembre:
Creo que no os he dicho que al despachar a los judíos les he exigido que depositaran en el tesoro del ejército sesenta mil piastras de fianza por las libras que hayan escondido de
los ingleses (de lo que hay razonable sospecha) pero que no se han podido descubrir.
Como estas gentes tienen mala fe, he elegido a los diez más ricos para que avalen a toda su nación, pero dicen que no tienen nada y se obstinan en no ofrecer más que veinticinco
mil escudos,117 por lo que me veré obligado a detener a estos diez en prisión para que rindan cuentas de mejor fe y si así lo hacen sean luego rescatados por los suyos.
De todas maneras, el haberlos encerrado por esta razón, ha sido simplemente un pretexto legal para hacerlo, porque éstos parecen ser los jefes. Sin embargo, pienso ponerlos en
libertad aunque me entreguen sólo los veinticinco mil escudos en cuanto sus conciudadanos lleguen a Fornells, pues, en fin, son personas y puesto que son tratados como enemigos
es mejor perdonarlos que perseguirlos.118
14. Al conde de Floridablanca, escrita desde Mahón a 2 de Septiembre de 1781.119
Señor conde:
La larga carta que os he escrito podría ser suficiente cerca de S.M. para que determine enviarme el número de tropas que he solicitado. Sólo con leer mi apostilla y darse cuenta
cuan fácil es, sin ningún inconveniente, tomar por la costa desde Barcelona hasta Cartagena los cinco mil hombres que me faltan para llegar a doce mil, con los que, os juro lo, no
harán falta más.
Sin embargo, éstos si son necesarios y vos no os podéis dar cuenta, señor conde, la diferencia que supone este número para organizar mejor o peor la defensa y vencer las dificultades.
Si este envío se me hace inmediatamente y por los correos extraordinarios, despachados uno por la vía de Alicante y otro por la de Barcelona, haré partir mis navíos a buscar
115
116
117
118
119
En aquel momento el teniente general Joaquín de Mendoza Pacheco
Aquí el duque utiliza la ironía. Los regimientos irlandeses al servicio de España estaban formados por lo peor de cada casa y gozaban de muy mala fama.
Escudo: Moneda de oro que valía 20 reales de plata, moneda de Castilla.
Un nuevo síntoma de la filantropía reinante en la época y de la que el duque siempre hizo gala.
A.H.N. Estado, leg. nº 4230. Original en francés, de puño y letra.
DUQUE DE CRILLON
estas tropas.
No creo sin embargo, que se me solucionen las cosas sólo por la forma como vos me habéis prescrito, aunque de momento me contente con hacer venir de Mallorca y de Barcelona la artillería que necesite, pidiéndoselo al señor Muzquiz, agotando así la vía que hasta ahora me ha sido fijada.
Adjunto aquí una copia de la carta que le he escrito [a Muzquiz]. Teniendo en cuenta que los expertos no me dan dictamen porque —incapaces de abandonar sus rutinas— aseguran que no pueden empezar a trabajar en tanto que no desembarquen sus equipajes y no tengan sus instrumentos para levantar los planos y presentarlos a la Corte, no puedo evitar
repetiros que el tiempo que perdemos es precioso y si el Rey me honra de verdad con su estima, S.M. podría bien creer en mi palabra y tengo el honor de asegurarle que los comandantes de Ingenieros y Artillería están de acuerdo conmigo y también entre ellos, que el sitio debe hacerse y que el éxito es seguro con el solo aumento de fuerzas que he pedido, lo
cual lo afirmo bajo palabra de honor que ellos certifican.
Por otro lado, por poca teoría que yo conozca de mi oficio, la experiencia de veintidós sitios a los que he asistido, es, me parece, de algún valor para saber los trabajos que
deben realizarse para un asedio, respecto a los cuales os confieso que es muy humillante para un general ver condicionado su dictamen, pues no puedo ocultaros que aunque los
ingenieros que hay en Madrid, empezando por mi compañero el señor Abarca,*120 son de gran mérito, las circunstancias de una paz de treinta y cinco años les han mantenido inactivos e imposibilitados por tanto de aprender lo que sólo la experiencia puede dar o un talento natural del que ellos probaron no poseer en el sitio de Almeida121 donde yo llegué al final
aunque a tiempo de comprobar que cada medida que tomaban era una nueva burrada.122
Señor conde, perdonadme esta pequeña digresión. Sobre el resto me conformaré con la forma de realizarlo que se me impone porque así lo deseáis y sin que ello me contraríe,
primero: porque yo no estaré nunca en contra de nada que venga de vos.123 Segundo: porque mi principio es siempre seguir el camino recto en beneficio del éxito del proyecto, al
que no se puede llegar más que empleando los medios que a él conducen. Tercero: en fin, porque creo, que a pesar de lo que pienso de los ingenieros, en esta ocasión dispongo aquí
del mejor y único al que se le puede llamar tal,124 y también el mejor oficial de Artillería al servicio del Rey, Don Bernardo Tortosa, puesto que fui yo quien le reputé así le elegí para
esta ocasión.
Todo lo dicho, me mueve a poner esta proposición ante los ojos de S.M., quien verdaderamente tiene ese talento natural para la guerra del que yo hablaba y que Dios le ha dado y
del que el mismo ha dado pruebas en muchas ocasiones (como yo os lo he oído decir a vos varias veces y a todos los que le están próximos) por el tacto para resolver los asuntos y un
certero juicio. Por ello, con un golpe de vista, S.M. puede decidir todo lo que en verdad importa para el bien de la acción.
Debo interrumpir esta carta, para abrir las que me ha traído un correo de Barcelona, que además ha pasado por Mallorca.. Los comandantes generales de ambas provincias me
han enviado un aviso de peste que comunicaré, no solo en todos los puertos y radas de esta isla, sino también al gobernador inglés, por si se diera el caso de que algunos navíos de
ayuda consiguieran burlar el bloqueo por los temporales, lo cual sería fatal para él, sobre todo porque somos dueños absolutos de su lazareto y de su pequeño fuerte llamado Felipet
en el cual tengo una guardia permanente durante las veinticuatro horas y que no se puede relevar más que por la noche al estar este fuerte a tiro de fusil de San Felipe.
Os dejo ya, para dar órdenes precisas en consecuencia y remitiré con otro correo lo que me queda informaros, aunque sin retrasar el placer que encuentro siempre en aseguraros
todos los sentimientos de estima y de respeto y ( si me permitís la palabra) de amistad que me comprometen con V.E. de por vida.
B.B. de Crillon.
120
Silvestre Abarca, era el Inspector General de Ingenieros
En la campaña de Portugal, el sitio de Almeida, presidido por el conde de Aranda y dirigido por Abarca como Cuartel-Maestre, fue un rotundo fracaso. En este sitio estuvo Crillon formando parte de la brigada francesa.
122
Asnerie en el original. Crillon tenía complejo ante los teóricos de la Táctica, por eso no podía ver a los ingenieros, de los que sin embargo tenía que servirse como un mal necesario. Respecto a lo que dice sobre los treinta y cinco años de inacción parece tener razón. La Historia nos ha mostrado numerosos ejemplos.
123
Vemos como Crillon se subordina al poder civil representado por Floridablanca. esta actitud fue una de las claves de su elección. Los halcones de la milicia española de entonces no eran
tan sumisos con los políticos salidos de las filas de los golillas. Véase el conde de Aranda como botón de muestra.
124
Se refiere a Carlos Lemaur. No obstante en quien confiará de verdad será en sus amigos franceses que se llevará con él al sitio. Es decir: el teniente coronel de minadores Hubert de Babelon
y el artillero Louis Ize de Rozan.
121
Postdata: Independientemente de los motivos de humanidad y verdaderamente de precaución por la salud de nuestro lado, con el aviso dado al gobernador británico he encontrado un
medio de evitar que se abastezca de víveres de los navíos que traten de llevárselos, al no permitirles la entrada por miedo a la peste.125
15. Al conde de Floridablanca, escrita en Mahón a 11 de Septiembre de 1781126
Señor conde:
Acabo de recibir en este mismo momento vuestra carta del 2 de este mes y para aprovechar (si es posible) el mismo navío de guerra que ayer ordené partiera para Barcelona con
los volúmenes que os dirigí y como contestación a ella me limitaré a asegurar a V.E. mi ternura y reconocimiento que no cesará sino con mi vida.127
En vista de ello, he enviado inmediatamente un dragón para que alcance al correo que puede que no se haya hecho aun a la vela. En todo caso partirá con el convoy que he enviado para buscar la artillería y al que he añadido los navíos necesarios para los recursos en hombres que me ha anunciado el Secretario de Guerra por el Capitán General de Cataluña128 consistentes en un batallón suizo que supongo completo.
Supuesto el pie completo......................................................................400 hombres
Otra compañía del mismo regimiento....................................................52 hombres
2 compañías de dragones......................................................................100 hombres
Total......................................................................................................852 hombres
Teniendo en cuenta las dos compañías de granaderos que se me han anunciado del Regimiento de Milán, que vienen de Pamplona y la que me han prometido de Mallorca, ello
supone todo un aumento de dos mil hombres, más los que se me prometen de Cartagena, es decir: una compañía de granaderos del regimiento de Nápoles de cincuenta y dos hombres
y tres escuadrones y una compañía de dragones. Todos juntos hacen un pie de trescientos cincuenta hombres y un total general de dos mil cuatrocientos dos, por lo que todavía me
faltarán dos mil novecientos cuarenta y ocho para completar los cinco mil trescientos cincuenta que he pedido y sin los cuales no puedo empezar nada, pues es necesario que todo esté
coordinado para no fatigar a la tropa en exceso.129
Al margen pues, de estos dos mil cuatrocientos dos que se me han concedido —y al margen de los cuatro mil franceses que he pedido— necesitaría también para completar el
cupo que me he propuesto los siguientes hombres:
125
Aquí, en esta postdata Crillon peca de puerilidad. Viene a decir: “por si no te habías dado cuenta de lo listo que soy”. Tras ello late algo que siempre deben tener en cuenta los mitificadores: la condición humana está llena de debilidades y defectos al lado de las virtudes. Los supuestos hombres superiores todo lo tienen grande.
126
A.H.N. Estado, leg. nº 4230. Original en francés, de puño y letra. No lleva firma.
127
Aquí el duque pasa por alto un soberano rapapolvo que el conde le envió. Vid. Floridablanca a Crillon (reservada) Madrid, 02/09/1781. A.H.N. Estado, leg. nº 4230.
128
José González y Bassecourt, Conde del Asalto
129
Parece que Crillon pide aquí tropas en exceso para asegurarse una victoria fácil, si tenemos en cuenta que en San Felipe sólo había unos dos mil ingleses. En efecto es así, pero tengamos en
cuenta que las tácticas de sitio en el siglo XVIII se basaban precisamente en la desproporción a favor del sitiador. Se trataba de evitar a toda costa la efusión de sangre, rasgo filantrópico típico
de la guerra limpia. Al soldado se le pedía sudor en vez de sangre.
DUQUE DE CRILLON
-De los batallones de guardias130 que están a la mano en Barcelona........................................................... 1000 h.
-Dos batallones del regimiento de Buck, uno en Alicante y otro en Cartagena.......................................... 1000 h.
-El batallón de Nápoles de donde se me envían los granaderos y que está en Cartagena500 h.
-400 dragones a pie del regimiento de Almansa que están en Alicante o en Valencia400 h.
Total .................................................................................................................................................. 2900 h.
Me contentaré con cualquier apresto que se haga con motivo de mi carta. El tiempo apremia para conseguir el éxito y he creído tener que reafirmarme en mi postura, el único
camino posible a seguir.
Los comandantes de provincia quieren siempre tener muchas tropas a su alrededor para montarse una Corte al margen de los cálculos de los señores del gabinete de la Guerra.
El punto esencial respecto al servicio del Rey ya está explicado ahora paso a lo mío. V.E. está contento de mi conducta; el Rey también. Esta es la principal recompensa que
obtengo a mis desvelos y la más cara a mi corazón. También S.M. me ha aceptado las gracias que le he pedido por el bien de su servicio, fomentando la emulación a los que componen su ejército y la consideración a quien lo manda.
También mi alma se ha sensibilizado respecto a que S.M. —cambiando la costumbre de dar sólo el grado por estas novedades— ha tenido el honor de conceder una pensión a
uno de mis hijos y me decís que os indique a cual de ellos elegiré para la concesión131.
V.E. conocéis bien mi situación, mis sentimientos y mi equidad como para no dudar que se trata del más pequeño de mis hijos, Don Antonio132. Primero: porque los otros son
muy ricos por los matrimonios que han hecho, independientemente de que heredarán todos los bienes de mi casa antes que estos puedan llegar a él [a Antonio]. Segundo: porque la
sucesión está muy alejada y hace que no tenga más recursos para mis segundones que su nombre, su espada, el mérito que pudieran tener un ida por medio de una buena educación y
las bondades del Rey. Tercero: en fin, esta gracia parecerá de lo más natural en Francia y en todas partes que este niño, como los otros nacidos de mi último tálamo y que no han sido
naturalizados por el Consejo de Castilla y todos los otros consejos del reino para gozar en España de todos los beneficios eclesiásticos, honores, derechos y privilegios y por tanto
reputado como verdadero español, como consecuencia de que es fruto de un matrimonio hecho en París con el consentimiento formal de S.M., que quedó insertado en el contrato
matrimonial, y que firmó en su nombre el conde de Fuentes, embajador del Rey, así como todos los españoles que estaban entonces en París como los duques de Villahermosa, de
Berwick, el marqués de Santiago y otros.133
Si S.M. quisiera rendir la gracia que me fuera más agradable, sugiero que se le diera un titulo a mi hijo, que es hoy caballero de Malta, sea una comendaduría de esta orden; sea
alguna pensión eclesiástica que pudiera concedérsele por el hecho de la simple tonsura de caballero que ya posee, sin que ello le impida llevar un fusil en la guerra; sea, en fin, cualquier otro medio de la misma cantidad que la pensión, que aunque fuera establecida sobre su cabeza pasaría así a la de su hermana, llamada Virginia de Crillon para que la disfrutara
de por vida, como si le fuera propia, desde el momento en que el tesoro Real de S.M. le pareciera y que no es fácil que la pierda porque mi hija es cuatro años mayor que su hermano.
En cuanto a lo que vos me dejáis entrever personalmente, la única cosa que pudiese verdaderamente adular mi amor propio sería haber dado a mi casa una dignidad honrada por
la Corte de Francia y por toda la Europa y que es (entre vos y yo solamente como amigo para perdonarme este rasgo de vanidad) la casa francesa que más servicios importantes ha
dado por medio de mis ancestros que se conozca en la Historia en cuatrocientos años que llevamos a su servicio, y en la que entramos por primera vez teniendo el honor de emparentarnos por la sangre.134
130
El Capitán General de Cataluña tenía para su seguridad y por privilegio especial, dos batallones de Guardias Españolas de la Guardia Real.
Dar el grado. Se refiere aquí el duque a un fenómeno del que ya hemos hablado: las promociones. En efecto: en aquellas campañas era costumbre ascender una graduación sin empleo a los
favoritos. Quiere esto decir que el ascendido, ni cobraba por su nuevo grado ni lo ejercía hasta que fuera empleado, concediéndole algún destino efectivo en alguno de los regimientos. Esto
quiere decir, que por la Corte rondaban legiones de graduados sin empleo en espera de favor.
132
Se refiere a Louis-Antoine-Francisco de Paula Berton de los Balbo de Quiers Espinosa, hijo de su segunda esposa morganática, Anastasia Espinosa. En aquel momento tenía seis años.
133
La no concesión tenía que ver con el carácter morganático del segundo matrimonio del duque.
134
“Comme ayant l´honnour de lui être allié per la sang”. He aquí la confesión del duque de pertenecer a una línea bastarda de la casa de Borbon y también el porqué sus peticiones siempre
fueron atendidas con largueza por Carlos III.
131
Confieso que sería el colmo de mi alegría que me daríais por ella veinte años de vida de más, si Carlos III se hubiera reservado pagar en mi las deudas que su familia tiene con la
mía. Y a través vuestro (mi querido conde, porque esta palabra mía de querido se me escapa espontáneamente al margen del respeto que debo a V.E.) resarcirme también de una serie
de injustos y tibios amigos que hubieran podido procurarme más de una vez el rango de Duque en Francia135 ante un Rey [Luis XVI] que me amará (me atrevo a asegurarlo) hasta la
muerte y que me lo habría concedido si no le hubieran pedido hacer conmigo lo que no hubiera hecho por voluntad propia. [es decir: negarle el título de Par].136
Os envío la copia de mi respuesta al señor Muzquiz en la que veréis por mi apostilla, mi punto de vista, pero os ruego que os hagáis cargo, conociendo mi alma, ser cierto que es
de la clase de las que se animan menos por la esperanza de merecer recompensas que por el honor y el deber de justificar las que le han sido concedidas.
16. Al conde de Floridablanca (reservada) (s/f). Escrita en Mahón con fecha inmediatamente posterior al 15 de Septiembre de 1781.137
Reservada para el Excmo. Sr. Conde de Floridablanca
Señor conde: Después del pasquín que os he enviado os daréis cuenta fácilmente, independientemente de los justos motivos que el Ejercito alega, cuanto ha quedado en entredicho mi honor (en alguna forma) y os pido un margen de confianza para mí en nombre de vuestra amistad..138
17. Al conde de Floridablanca escrita en Mahón a 19 de Septiembre de 1781.139
Sr. conde:
Tengo el honor de rendiros cuenta de mi posición hasta el día por el boletín del ejército, desde la última carta que tuve el honor de escribir a V.E.
Vos diréis que sin haber recibido aun nuevas tropas, las que el Rey me ha hecho el honor de confiarme, no han tenido el trato que merecen nuestros valientes españoles, pero
después de la partida de la gentuza de la que me he librado, ha disminuido el número de guardias hasta el punto que el ejército, que estaba un poco fatigado al principio, hoy día se
encuentra mucho más descansado. Como ellos mismos dicen, tienen menos servicios que los que normalmente harían en la guarnición más tranquila.
Vos habréis visto por el boletín, que fui ayer tarde a reconocer el lugar donde se produjo el pequeño combate de la otra noche, pero este boletín, que va redactado en su totalidad
para ser insertado en la Gaceta tal cual,140 no debía contener el último objeto de este paseo.
Se me informó ayer a las tres de la tarde, que los enemigos se habían reagrupado y continuaban trabajando, cubiertos por el fuego de la plaza, en el mismo barranco donde habían
135
Es decir. Par de Francia.
He aquí el talón de Aquiles de Crillon: ser Par de Francia (recordemos que su ducado era papal) para ello pedirá (y se le concederá) el ducado de Mahón con Grandeza de Primera Clase.
Tengamos en cuenta que por aquellas fechas y por el Pacto de Familia, los Grandes de España de Primera eran equiparables a los Pares de Francia.
137
A.H.N. Estado, leg. nº 4230. Original en francés, de puño y letra. No lleva firma.
138
Se refiere al pasquín citado en la introducción. Vid. pag.
139
A.H.N. Estado, leg. nº 4230. Original en francés, de puño y letra.
140
Hay que hacer notar, que teniendo en cuenta la importancia que los políticos de entonces comenzaban a dar a la opininón pública, se insertaba en cada número de la Gaceta de Madrid una
copia del diario de operaciones, convenientemente manipulado.
136
DUQUE DE CRILLON
sido rechazados durante la noche anterior. Aproveché el pretexto inmediatamente para proponer a Don. Agustín Lancaster que, para contarle al conde del Asalto*141 como era la
fortaleza, lo mejor era verla de más cerca, llevándole a nuestros puestos avanzados y, en consecuencia, montamos a caballo con mucha gente entre los cuales iban: Colonna mi ayudante de servicio, el mayor general142 y Lemaur, al que yo había avisado aparte, también vino el mismo Carbonell,143por quien había recibido el aviso.
El sol hacía poco que se había puesto, cuando llegamos a nuestro puesto más avanzado. Yo dejé atrás a la que llamamos la milicia áurea144 y avanzando con Lemaur y guiado
por Carbonell hasta ponernos a tiro de pistola del paraje donde éste los había rechazado la noche anterior, les oímos hablar y trabajar acarreando piedras.
No es posible adivinar aun con exactitud cual podía ser su intención, que he juzgado sin embargo de tres maneras diferentes: la primera ( y más simple) que están construyendo
algún caballero145 en el fuerte o alguna otra obra para la que necesitan piedras. La segunda, que por esta parte del barranco, desde el cual se puede acceder al fuerte de Marlborough,
está necesariamente menos guardado y están colocando alguna estacada y la tercera, en fin, (la menos verosímil, pero tal como me la relataron después nuestros amigos menorquines146) porque quieren minar esta parte más de lo que está.
Sea lo que sea, mi decisión está tomada: sin arriesgarme nunca, quiero provocar por esta parte, de tiempo en tiempo, pequeñas escaramuzas147 para tenerlos en vilo y al mismo
tiempo para establecer una maniobra de diversión respecto al verdadero plan de ataque (que no tiene nada que ver con esto) para que parezca que me ocupo mucho de esta parte.
Envío aquí el inventario que me ha remitido el comisario llamado Gascón. El intendente al que se lo he pedido varias veces siempre me responde que tardará un tiempo infinito
para acabar la obra. Por eso me serví de este comisario que fue el único que yo propuse y con él que puedo contar. Os lo envío sin haber tenido siquiera tiempo de leerlo, porque
imagino que tendréis curiosidad de informaros de que consiste nuestro primer ensayo de conquistadores y puede que para alegrar un rato al Rey.148
En este caso os ruego, sin embargo, que le pidáis a S.M. que lo mantenga en secreto porque no quiero dejar en evidencia al intendente sobre su negligencia respecto a Don Miguel de Muzquiz y ante mi, y aun menos a Gascón ante el intendente que le perseguiría aun más.
También podríais notificarlo al ministro de Guerra y Hacienda así como al de Marina, que encontrará en esta memoria pertrechos muy interesantes para la Armada.149Os pido les
recomendéis el mismo secreto para no perder al dicho señor Gascón, porque es un hombre honesto y sería pecar de ingratitud perjudicarle de mi parte. Por el contrario y para beneficiarle me gustaría que obtuviera para su hijo la subtenencia que pretende en el regimiento donde sirve de cadete. Este Gascón es hermano del teniente coronel de [el Regimiento de
Caballería de] la Corona.
Este inventario no es (como veréis) más que una parte de las presas que se han hecho aquí, puesto que no se han incluido ni los cañones, ni el número de buques de toda especie
de los que ya os hablé en extenso en mis cartas precedentes, ni el estado de una cantidad considerable de almacenes donde (puede ser) se encuentren las presas reconocidas de los
corsarios ingleses, ni de las cosas que deben ser repartidas entre los habitantes del país que S.M. quiere y debe tratar como súbditos, ni del dinero en efectivo o el vino, los aguardientes o la carne salada y otros efectos que se perderán o deteriorarán si se retrasa su venta, que contribuiría a la ruina de algunos particulares honrados del país que, habiendo invertido
toda su fortuna en común con los ingleses y a los cuales (como súbditos del Rey hoy día) estaría bien darles la parte que les corresponde.
Todo ello, hace necesario que los inventarios terminen de confeccionarse y, a este efecto, sería bueno que S.M. decida y se sirva decirme inmediatamente respecto a las ordenanzas establecidas por el Rey tocante a presas, si el Ejército y la Marina deben repartirse los beneficios en partes iguales, teniendo en cuenta que todo ha sido apresado únicamente por
141
Capitán General de Cataluña
El mayor General de la expedición era el mariscal de campo Juan Roca
143
Capitán del Primer Regimiento de Voluntarios de Cataluña de Infantería Ligera, que se distinguió en el sitio por su arrojo. José Carbonell era el jefe de las patrullas que hostigaban a los
ingleses para evitar que efectuaran alguna salida. También participó activamente en operaciones de comando y en el rescate de los buques anclados cerca de San Felipe
144
Troupe doreè.
145
Caballero: Obra de fortificación defensiva, interior y bastante elevada sobre las otras de una plaza, para mejor protegerla con sus fuegos o mejor dominarlas si las ocupase el enemigo.
146
Nos amis du pais. Esta claro que Crillon tenía asesores locales. En este caso no sabemos a quien se refiere. Pudieran ser los hermanos Diego y Juan Vidal de Rafalet, que conocían bien la
zona de que se trata.
147
Une petite guerre.
148
Se refiere aquí el duque a lo requisado en los almacenes de los comerciantes ingleses de Mahón y en el Arsenal.
149
Se refiere a todo el material naval encontrado en el Arsenal.
142
las tropas de Tierra, y que la Marina el único mérito que ha contraído ha sido transportarnos. Ya he tenido el honor de escribiros, que mi opinión es que repartieran por igual a fin de
reafirmar una colaboración que ya he conseguido iniciar.
Los dos cuerpos se apoyan y están contentos; y en consecuencia para ahorrar fatigas a nuestros artilleros de tierra cuyo número será escaso, aun contando con los refuerzos que
esperamos de Barcelona y para probar aun más al Ejército la utilidad y la buena voluntad de la Marina, he aceptado el ofrecimiento que me ha hecho su comandante Don Buenaventura Moreno (después de una levísima insinuación mía) de construir —por sus artilleros y mantenida totalmente por ellos— dos baterías de sus cañones de veinticuatro libras.
El emplazamiento de las mismas, que hemos reconocido juntos, pretende la defensa de la entrada del puerto y el sostenimiento de la cadena que queremos poner, para desbaratar
todos los esfuerzos que los ingleses no ahorrarán en hacer para tratar de destruirla.
En el presente, se trabaja en estas dos baterías que estarán a tiro de fusil de la plaza, al lado del fuerte Felipet y a medio tiro de cañón de la entrada, por donde ellos deberán forzosamente pasar si lo intentan, para traer recursos a la plaza, suponiendo que nuestra cadena no fuera lo suficiente para impedirlo. En el otro lado he hecho construir por la Artillería de
Tierra otras dos baterías que permitirán un fuego cruzado con las dos de la Marina en esta parte de la entrada del puerto.
Al mismo tiempo, construiré una batería más en la costa de la cala San Esteban al lado del mar, para sostener el otro extremo de nuestra cadena (impidiendo por nuestro fuego
que se haga una salida para destruirla) que fulminará a medio tiro de cañón a todos los navíos que se presentaran para entrar suponiendo (como ya he dejado dicho) que nuestra cadena no fuera suficiente.
Lo que tienen de bueno los dos emplazamientos para las baterías de Marina y de la última que he hablado cercana al fuerte de Marlborough, es que se construirán fuera de la
vista del enemigo y casi al abrigo de los cañones de la plaza ya que ni siquiera las delatará su fuego, reservado solamente contra los buques enemigos.
Ya he dicho que sería bueno que S.M. me hiciera saber pronto su decisión respecto al reparto de las presas, y así los cuerpos respectivos de Tierra y Marina, nombrarán sus oficiales interventores para lo que ya está inventariado y para lo que falta.
Estos deberían haber asistido ya con los comisarios del Rey para reconocer los efectos pertenecientes a cada cual, todo a la vista y todo a la satisfacción del Ejército y de los particulares, que no tendrán la sensación de un embargo general sin su conocimiento.
Que quede bien entendido que yo no me he querido mezclar en nada, ni de cerca ni de lejos, sobre este asunto que he dejado totalmente en manos del intendente, con la sola
excepción de ordenarle que nada salga del arsenal sin extender un recibo al oficial de Marina que he puesto de comandante del mismo de acuerdo con el señor Moreno, lo que no he
podido hacer en los otros almacenes de los que no tengo ningún conocimiento y que se encuentran dispersos por la ciudad y los cuales el intendente tiene bajo llave.150
Tengo el honor de ser con tanta adhesión como respeto, señor conde, de V.E. el más humilde y obediente servidor.
B.B. de Crillon.
18. Al conde de Floridablanca, escrita en Mahón a 21 de Septiembre de 1781.151
Sr. conde:
150
Como sabemos, el intendente Pedro de Montenegro era un hombre de carácter soberbio y formó cábala contra Crillon. El poder delos intendentes en aquella época solía ser inmenso y desafiaban el de cualquiera, fuera político o militar de alta graduación. Pero Montenegro calibró mal aquí sus posibilidades y ello le costó el cargo.
151
A.H.N. Estado, leg. nº 4230. Original en francés, de puño y letra.
DUQUE DE CRILLON
Tengo el honor de adjuntaros el pasquín que ha sido dirigido contra mi y cuya redacción me ha producido más risa que seria preocupación.
Sin embargo, como la mujer del Cesar, que no quería ser sólo honrada sino parecerlo, veréis cuán esencial para mi es dar publicidad a los inventarios que ya están hechos y puede
también que de los que están por hacer, ordenando S.M. la intervención de algunos oficiales de Marina y de Tierra elegidos por su propios cuerpos.
Yo lo ordenaría por mi mismo si de una vez S.M. decidiera cual es su voluntad sobre el reparto entre Tierra y Marina aunque, a decir verdad, preferiría que esta orden de intervención viniera de parte de S.M. a fin de no armar contra mi toda la ralea intendente y pretendiente.152
De esta forma vos podríais insinuárselo al ministro de la Guerra para no acabar de pelearme del todo con el intendente, a quien he juzgado equivocadamente, sobre todo después
de que tras los primeros días de nuestra llegada aquí tuve que frenarle en muchas cosas que en principio atribuí simplemente a distracciones suyas y que después reconocí ser la baza
de un carácter duro y dominante.153
Previamente, había confundido su tono de jactancia y suficiencia como gajes de su oficio y su dureza como espontaneidad. Pero no es así: a la vez que me utilizaba (después de a
vos) para pedirme que le consiguiera la distinción que más deseaba (y que ha obtenido) escribía contra mi a Madrid —me lo han dicho—154 entre otros a un comisario del despacho
de Hacienda llamado Dn. Manuel Laveiro, (recientemente muerto de apoplejía) y a otro del mismo despacho llamado Dn. Manuel Ximenez. pero me doy cuenta que por más que me
justifique en el fondo soy un bobo que torpemente se ha dejado engañar. Dios me perdone señor conde, y vos también aunque esta no será la única necedad que me tendréis que
perdonar porque soy humano, 155 pero al menos estoy bien seguro que nunca tendréis nada que reprocharme con respecto al tierno reconocimiento que os tender toda la vida y los
sentimientos de adhesión respetuosa con la cual tengo el honor de ser, señor conde, vuestro más humilde y obediente servidor.
B.B. de Crillon.
Postdata: La partida de los judíos, griegos e ingleses me ha librado de una carga y es eso y no el pasquín, lo que me ha decidido a sacar el regimiento de América de la ciudad y ahora
está acampado como todo el mundo.156 He dejado conmigo la brigada de granaderos, cazadores y dragones157, que es más que suficiente y no puede causar ningún tipo de celos a
ningún cuerpo porque está compuesta de todos ellos en igual proporción.
He aquí el pasquín en cuanto a los dos puntos que forman su esencia y en lo que dice al final sobre le descontento del Ejército, este sentimiento no existe sino en la cabeza trastornada del que lo ha instigado. Y por el contrario no es posible ver un ejército más de acuerdo, más satisfecho y —tengo el gusto de decirlo— más contento de un general que es tan
de ellos como ellos son de mi.
Y no hay nada más cierto que lo que dice mi ayudante de campo en el boletín: que no aparezco nunca en el campamento sin ser aclamado por los soldados, así que os ruego que
incluyáis dicho boletín en la Gaceta tal cual está redactado, pues si hay algún pequeño partido formado contra mi antes incluso de mi partida de Cádiz, no veo la manera de vencerlo
sino tachando sus nombres y olvidándolo, siguiendo el ejemplo de Augusto con el traidor Cinna.
Estoy harto de todo esto y no creo que sea necesario insistir más. Si este partido (que como os he dicho es pequeño y bien pequeño) existe, os aseguro que (eso dicen mis espías)
tengo a todo el ejército contra él.158
152
Toutte la race intendante et pretendante. Aquí el duque se refiere, en primer lugar a la cábala formada contra él en torno al intendente y, por primera vez, alude también a otra en la cual
estaban implicados distinguidos partidarios del conde de Aranda al que denomina el pretendiente, por las pretensiones que tenía de sustituir a Floridablanca y también las que manifestó de
mandar la expedición a Menorca.
153
Según el testimonio del secretario de Crillon, Miguel Arnaud de Courville, al principio en Cádiz el duque se llevaba muy bien con el intendente. Vid. Arnaud a Bernardo del Campo, Cádiz
10/07/1781. A.H.N. Estado, leg. nº 4205/1
154
Crillon era un poco paranoico y además proclive a hacer caso de chismes.
155
Uno de los rasgos positivos del carácter del duque: espontáneamente era capaz de reconocer sus errores.
156
Recordar que esta era una de las peticiones del pasquín.
157
En Mahón.
158
Aquí se refiere a la cábala Peñafiel.
He sido bastante sincero porque así he creído cumplir un deber que reafirme mi amistad con vos.
B.B. de C.
19. Al conde de Floridablanca, escrita desde Mahón a 22 de Septiembre de 1781159
Sr. conde:
El suceso más venturoso que me ha acaecido en los primeros momentos de mi desembarco, ocurrió a la mañana siguiente del mismo, cuando me apercibí que en manos de algunos habitantes de esta ciudad podrían encontrarse depósitos de mercancías valiosas, apresadas en buques neutrales y que no hubieran sido aun declaradas como buenas por el tribunal
británico.160 Pero aunque estos géneros se encontraran dispersos entre varios individuos de todas las naciones —sobre todo ingleses— pensé enseguida que el Rey obtendría algún
prestigio —y de paso un poco también yo mismo— si veláramos por los intereses de las potencias neutrales de Europa entera, asegurándolas la devolución de sus bienes y remediando, en la medida de lo posible, los perjuicios que esta isla ha causado hasta hoy al comercio general y, en fin, hacer ver a dichas potencias que la restitución de una parte de sus bienes
se ha producido gracias al triunfo de las Armas Españolas.
En consecuencia, encargué a Don José Rinquel, uno de mis ayudantes de campo, que me propuso en Cádiz el señor de Gálvez y de quien había ya captado su gran inteligencia y
actividad, de encargarse inmediatamente de este negocio y de tratar de encontrar los diferentes depósitos, así como todo lo que se pudiera descubrir de las otras presas correspondientes al Real Erario para asegurar su deposito.161
Mi Auditor de Guerra162 se encontraba retenido en un buque que los vientos habían impedido desembarcar durante varios días, y a destreza y actividad del señor Rinquel me
sirvieron tan bien que en menos de ocho días ya conocía muchos detalles, no solamente del número de presas existentes, sino de los procesos pendientes en la corte de Londres [sobre
adjudicación de las mismas], así como los géneros provenientes de éstas, que estuvieran ya vendidos y cuyo valor asciende a doscientas cuarenta y seis mil doscientas ochenta piastras, y cuyos depositarios o agentes están aun aquí y que hay ya ciento cincuenta mil piastras aseguradas cautelarmente en virtud de que he ordenado que estos fondos fuesen depositados en la Tesorería del Ejército donde al día han entrado ya cincuenta mil en depósito y habiendo hecho remitir este negocio al Auditor, este completará la recogida de todos los
fondos que corresponden a este concepto.
V.E. juzgará por la carta adjunta que me escribió a este objeto el auditor y que os envío.
No puedo evitar hablaros en esta ocasión del talento y de la voluntad que ha mostrado este ayudante de campo, Don José Renquel, tanto en esta circunstancia como en todas las
que le he empleado y pienso que merece que S.M. le diera una pensión sobre alguna comendaduría de la orden de Santiago de la que es caballero, gracia que pide, así como el grado
de capitán, (en la actualidad es teniente de granaderos). Quedaría muy reconocido con vos si me hicierais la bondad de solicitarlo a S.M.
Tengo el honor de ser, con tanto de adhesión como de respeto, señor conde, de V.E. el más humilde y obediente servidor.
B.B. de Crillon
159
A.H.N. Estado, leg. nº 4230. Original en francés, de puño y letra.
Es decir: el Tribunal del Almirantazgo, encargado en Menorca del reconocimiento de presas. El reglamento sobre presas, cuando en tiempo de guerra se autorizaba el corso, contemplaba la
revisión de las mismas por dicho tribunal, que las reconocía como válidas o ilegales en cuyo caso debían ser devueltas a su legítimo dueño. Esto ocurría cuando la presa se hacía sobre un buque
de algún país neutral.
161
Es decir la parte correspondiente de las presas que habían pasado al gobierno británico en forma de impuesto, según también figuraba en todos los reglamentos sobre presas.
162
José de San Martín y Nabaz
160
DUQUE DE CRILLON
20. Al conde de Floridablanca, escrita desde Mahón a 23 de Septiembre de 1781.163
Sr. Conde:
Estamos incomunicados por culpa del temporal y a merced de los vientos y del equinoccio, sin poder intentar nada en este momento contra la plaza.
Todo lo que puedo hacer es recordaros, primero: las tropas que se me han prometido, segundo: la artillería que nos es absolutamente necesaria y tercero: [el asunto de] mis dos
hijos. Como veréis por la carta de uno de ellos, el conde de Crillon, —que es la que os anuncié, que por torpeza traspapelé, y que por tanto no la he podido mandar hasta dos día después de haberla recibido— en la que se menciona la llegada de los franceses. También aquí no se habla otra cosa en cartas venidas de Mallorca y de Tolon, pero yo de momento he
dicho que son habladurías.
[Por cierto] hace un siglo que no tengo noticias de vos y esto no es precisamente una ventaja.
En este momento sale de mi despacho el señor Moreno que ha venido a decirme que ningún barco puede entrar o salir [del puerto]. Por otra parte, de momento no nos falta de
nada. En punto a víveres podemos valernos de momento con nuestras propias fuerzas en un campamento que las fuerzas de la naturaleza ha vencido como si fuera la mejor fortaleza.
164
Sin embargo no todo es malo y este [mal] tiempo nos permite trabajar en la cadena y las baterías contiguas a la misma, que nos aseguren la defensa de la entrada del puerto y prevenir que los buques ingleses nos hagan una visita, a menos que vos los interceptéis por el camino.
El camino que nuestro amigo Don Carlos Lemaur nos ha levantado y del que ya he hablado en mi boletín, que va desde la [cala de la] Mezquita hasta el puerto [de Mahón], será
muy hermoso y parece un milagro, pues ha sido proyectado, dirigido y abierto en ocho días.
Como habéis podido ver también en el boletín, he reanudado mi correspondencia con el general Murray, gobernador del fuerte de San Felipe y adjunto aquí la copia de nuestras
cartas. Debe quedar únicamente entre nosotros que estoy llevando a cabo con él un intercambio de confianza y amistad.165
He percibido al llegar aquí y los hechos me lo han mostrado claramente, que [a Murray] le encanta el dinero y que se lo ha apropiado aquí de todo el mundo, por tanto, olvidando
el prestigio que pudiera obtener yo apresando por las armas el fuerte y ocupándome sólo del Rey —que es en última instancia el que aquí cuenta— y obtener cuanto antes esta conquista para poder realizar la siguiente,166 he concebido la idea de entrar en negociación con él167 sin perder de vista, por otra parte, los medios de tomar el fuerte, sea por sorpresa o
mediante un sitio formal168 (que es el camino más recto y seguro) y para el cual me preparo sin descanso.
Veamos ahora los medios de que me he servido para mi negociación: al general Murray, como ya os he dicho, le encanta el dinero y aun más si cabe a una joven con la que está
163
A.H.N. Estado, leg. nº 4230. Original en francés, de puño y letra.
Aquel otoño y en lo que a meteorología se refiere, fue particularmente violento en Menorca, con fuertes vendavales de Tramontana, hasta el punto que uno de ellos arrasó el campamento
español. Este —el mal tiempo— fue una de las causas que retrasaron la toma de San Felipe.
165
En este momento, Crillon estaba ya pensando en comprar al gobernador.
166
Es decir, Gibraltar.
167
Aquí el duque deja de lado cualquier consideración de tipo moral-nobiliaria, (como el tan cacareado honor, etc.) y entra en el trapicheo burgués. Esto por otra parte no constituía una excepción y tiene el valor de mostrarnos las cosas como eran, contradiciendo a los historiadores idealistas y mitificadores más cercanos al cantar de gesta, que a las ruindades e hipocresías que
nos muestra la Historia real. Había incluso en la época, hasta reglas galantes para disimular esta dejación de principios, como el ofrecer por parte del sitiador al sitiado frutas frescas en señal de
cortesía. El general asediado sabía que si aceptaba el refrigerio era una señal de anuencia; de conformidad con el soborno. Murray, por ejemplo se quedó con el presente y negoció. Pero no
ocurrió otro tanto con el general Elliot, gobernador de Gibraltar, a quien Crillon, que comandó el sitio del Peñón tras el éxito de Menorca, le ofreció lo mismo con ocasión de un canje de prisioneros, que era la excusa para tentar al enemigo. Elliot las rechazó de plano. Esto tenía un claro significado para los iniciados.
168
Une siège en regle. Es decir, un sitio formal según los cánones de entonces.
164
casado, que tampoco podemos decir que lo desprecia y lo prefiere al prestigio169 y de la que [Murray] se ha visto obligado a separarse con gran pesadumbre a nuestra llegada, al tener
que enviarla a Liorna.170
Aprovechando esta circunstancia [la de la estancia de la mujer de Murray en Liorna] y como quiera que aquí tengo a un genovés, del que ya os hablé, y que me fue recomendado
por Mme. la Cressé de Balliancourt y por su amigo el señor Pini*171, le voy a enviar para ponerme en contacto con ella.
De esta forma y con el pretexto de enviarle a buscar ganado a la Provenza, le he hecho embarcar en Fornells para ir a Marsella con los últimos ingleses enfermos que aun no
habían partido. Pero hemos convenido que pasará a Génova donde se entrevistará con el banquero de Mme. Murray y a través del que encontrará el medio de hacerle pasar una carta
que llevará a Liorna en la que se le propondrá la negociación, ofreciéndole un millón de libras, es decir cuatro millones de reales para su marido y cien mil para ella, cien mil
libras, para que se compre alfileres 172, es decir: cuatrocientos mil reales y una pensión (para su negociador) de cuatro mil reales anuales de por vida.
Además, una suma de dinero introducida en muebles que yo le regalaré al entregarme la plaza, con el fin de así dejar a cubierto su honor y su cabeza.173
Así, en el caso de que nos entendamos, podríamos simular que he tomado la plaza por sorpresa y en fin, representar una comedia de guerra que nos haga ganar tiempo y nos
permita ahorrar dinero y vidas humanas.
También hemos especulado como haremos entrar a nuestro hombre en la plaza con la carta de la gobernadora sin que ello levante sospechas a la guarnición. Haremos que simule
ser un espía de ellos en vez de serlo nuestro, que ha conseguido burlar nuestras líneas para introducirse en el fuerte.
Todo está convenido y arreglado y lo he preparado todo sin consultaros, estando seguro de que no desaprobaréis mis métodos que creo supondrán un buen negocio para el Rey.
En consecuencia le he dado a este hombre una carta para el cónsul de España en Génova por la cual le prevengo que os haga pasar por Correos o por la vía más rápida y segura,
todas las cartas que mi hombre le entregue para vos, a fin de que después de que yo os escriba podáis darle directamente vuestras órdenes para asegurar los medios y hacerme saber
rápidamente los que pudieran hacer falta que yo disponga de mi parte.
En fin, mi hombre estaba esperando en su barco en Fornells a que se produjera un viento favorable para zarpar [a Liorna], en el justo momento en el que el gobernador de la
plaza me ha enviado a su secretario en comisión,174 como vos veréis por su carta de la que os he enviado copia. He hecho como que aceptaba esta comisión, en tanto que dicho secretario me ha asegurado ser de toda confianza del gobernador. Así pues, le he invitado a comer y le he hecho las mismas proposiciones que he mencionado más arriba, para que se las
transmita al gobernador, de quien me ha asegurado que serían rechazadas aunque no me ha dicho que no se las transmitiría ni entreveo que se haya ofendido con mi proposición.
En vista de todo esto y de que aun el viento había impedido a nuestro hombre hacerse a la vela en Fornells, le envié a buscar inmediatamente y le haré esperar algunos días aun, a
ver como se desarrollan los acontecimientos, a fin de no entablar dos negociaciones a la vez [con Murray y su mujer al mismo tiempo] y para dar tiempo a que me llegue la carta que
el gobernador me pueda enviar para su mujer (abierta como creo, tal como todas las demás que me pasa) y de la que a su vez os remitiré copia. Si esta carta me convence para seguir
mi primera negociación se la remitiré directamente [a Madame Murray] por mi hombre que se encargará de traer la respuesta en propia mano si ella quiere encargarse de la mediación.
Os enviaré por el primer correo (que seguirá a éste) el estado de la negociación, puesto que después de comenzada esta carta, escrita en dos veces, el viento me anuncia que es
posible que nuestro hombre pueda mañana hacerse a la vela y como es necesario que llegue a tiempo, la acabo, temiendo impacientaros si la alargo más y pensando que ya habéis
recibido cuatro de este mismo tamaño.
Tengo el honor de ser, con tanto de adhesión como de respeto. señor conde, vuestro más humilde y obediente servidor.
169
Anne Witham, hija del antiguo cónsul británico en Mallorca, bien conocida en los ambientes mallorquines como mujer ambiciosa y aficionada a las riquezas y el lujo.
La misma noche del desembarco, partió de San Felipe una nave llevando a la mujer y el hijo de Murray a Liorna.
171
Almérico Pini, ayuda de cámara favorito de Carlos III y su hombre de confianza, que dormía en la pieza inmediata a la suya. parece que debio ser a través de él que se implicó al Rey que al fin dio
su consentimiento.
172
Cent mille livres pour ses epingles.
173
Une summe d´argent pour se mettre en meubles. Aquí se confirma el rumor del que se hace eco Deseado Mercadal cuando asegura que se entregó dinero a Murray escondido en las patas de
una cama de caoba. Vid. MERCADAL, Deseado. “La toma de Menorca. Historia y leyenda” Anuario Menorca 1982. pp. 100-102.
174
Un francés llamado Señor de La Riviere.
170
DUQUE DE CRILLON
B.B. de Crillon.
Postdata: Aun a riesgo de impacientaros señor conde, no puedo dejar partir mis cartas sin deciros una palabra sobre el conde de Cifuentes. No tengo palabras para referiros la satisfacción que experimento de tenerlo en el ejército donde es adorado y admirado por el buen ejemplo que da; por su voluntad, valor y exactitud en la disciplina militar.
Cifuentes cumple con su deber, pero yo faltaría al mío si no os encomendara dar al Rey este testimonio de la verdad y justicia, aunque también esté contento de los otros.
Debo también deciros una palabra de Don Miguel Knaresbrought, mayor del regimiento de Ultonia, que nos ha procurado aquí muy buenos informes del fuerte. Sobre él he
escrito por este correo al señor de Muzquiz y tengo el honor de recomendároslo a vos también.
21. Al conde de Floridablanca. Escrita desde Mahón a 24 de Septiembre de 1781175
Señor conde:
De todas las cartas que vengo escribiendo a V.E. esta es la más importante, puesto que puede y debe acelerar la toma del fuerte y ahorrarnos tropas.
La principal defensa de Mahón,176 por no decir la única, que puede hacer comprender esta plaza en el número de las que se denominan de primer orden, son las contraminas que
la rodean.
Habiendo consultado al señor de Babelon para servirme útilmente de su talento en esta ocasión, me ha presentado la memoria que os adjunto y ésta me ha sugerido la idea de
incorporarle inmediatamente a nuestro servicio, formando una compañía de minadores, que sería completamente independiente de la Artillería e incorporada a los Ingenieros tal como he visto alguna vez en Francia.
Esta compañía, bien utilizada, podría ser de una gran utilidad durante la guerra y durante la paz para los caminos, pero no es ésta la cuestión a debatir ahora; se trata de emplear a
nuestro servicio a uno de los hombres más expertos de Europa en su oficio, por tanto si después S.M. juzgara inútil esta compañía en tiempo de paz podría reformarla y dejar las
cosas como estaban antes.
En consecuencia de la memoria del señor de Babelon le he dicho (y es verdad) que no puedo emplearlo más que en calidad de voluntario por no dar celos a los oficiales de Artillería, pero que si quería encargarse de nuestro servicio propondría a S.M. el crearle una compañía de minadores que sería (como lo he visto hacer en Francia) agregada al Cuerpo de
Ingenieros y que podría servir muy útilmente en tiempos de guerra. El ha aceptado mi proposición con las condiciones siguientes: entender que sería admitido al servicio del Rey
como coronel vivo177 con sueldo y gratificaciones de este grado y el título de comandante de los minadores de Ingenieros y siempre agregado a este cuerpo.
Por ese medio no se provocarán ningunos celos a la Artillería y por el contrario se producirá mucha emulación entre los dos cuerpos que rivalizarán en eficacia.
Algunos oficiales principales, a los que he confiado esta idea como si partiera del señor de Babelon, están de acuerdo y os aseguro que todo el Ejército lo aplaudirá en tanto que
los veinte minadores que me ha enviado el conde del Asalto, que son realmente buenos, solo ofrecerán utilidad empleados de esta forma, por el poco caso que me ha parecido que les
ha hecho el cuerpo de Artillería y por el poco gusto de servir en este cuerpo que les he visto a ellos.
175
176
177
A.H.N. Estado, leg. nº 4230. Original en francés, de puño y letra.
Quiere decir de San Felipe.
Coronel vivo: coronel con mando en Unidad., por tanto con empleo y sueldo. Recordemos que en la época no bastaba con tener el grado correspondiente. Los no empleados no cobraban.
Además, por medio de soldados voluntarios que tomaría de los regimientos, formaría inmediatamente una compañía, a cuya cabeza pondría a los minadores y estando más acostumbrados que algunos de los nuestros de Artillería a trabajar la tierra, el señor de Babelon, en escasos ocho días, se encargaría de instruirlos a emplear tan bien como cualquiera la
pólvora.178
Si esta decisión conviene a S.M., aventuro que podré hacerlo por mi sola autoridad durante el sitio otorgándoles el título de minadores voluntarios agregados a Ingenieros. aunque al comandante de la Artillería podría parecerle que no me fiaba de su talento (sobre lo que, y entre nosotros, no se engaña respecto a lo concerniente a las minas), pues el arte de
las minas a pesar de que exige mucha teoría, pide aun más mucha práctica, sobre todo delante de un enemigo al que se le debe suponer siempre instruido y cualquier justicia que yo
haga al mérito de nuestros mejores oficiales de Artillería, no hay ninguno hoy día que haya participado en un ataque a una plaza minada como esta y después de que he comprobado
la poca experiencia de nuestros minadores de Artillería, en ejercicios de campo, que no han practicado en sus escuelas durante la paz, y de todas las conversaciones que hemos tenido
Lemaur y yo con Tortosa, que es el comandante de Artillería aquí y a quien yo elegí como el oficial de mayor reputación de su cuerpo en el arte de las minas, no nos ha quedado más
remedio que reconocer que aun siendo un buen y hábil oficial de Artillería, tiene el defecto de estar imbuido de principios anticuados y sobre todo estando como está creído que sabe
mucho al respecto (y esto es lo peor). Os confieso que vería con pena como se estrella si se encargara el solo de este trabajo, en operaciones que se deben hacer con celeridad y que no
producen pérdida de vidas humanas si están bien conducidas o que, por el contrario, si no lo están, nos costarán, por lo menos, gran pérdida de tiempo y muchas bajas.179
Sin embargo, no hay duda de que si esta decisión de crear este cuerpo la tomo yo, ello me indispondrá con todo el cuerpo de Artillería, persuadido (como lo están todos los cuerpos técnicos en todas las naciones) de que lo saben todo. Ciertamente ello iría en perjuicio de la unidad y repercutiría negativamente en servicio del Rey, creando una predisposición
contra mí en el Ejército, donde cada cual tiene sus afines,180a menos que el Rey, quisiera crear una compañía de minadores agregada a Ingenieros para servir bajo las órdenes de los
ingenieros en guerra o en paz para todas las obras públicas en las cuales hay a cada instante que excavar y emplear la pólvora para hacer volar las rocas.
Nada pues, parecerá mas simple a todo el mundo y aunque el señor de Babelon no sea tan brillante en la conversación corriente como es hábil en el oficio de la guerra, el tiene la
elocuencia del arte y la modestia del verdadero talento, de manera que todos los que lo han tratado después de venir aquí, han comprobado su mérito y en su favor me congratulo
responder a S.M. por él en que será visto y recibido agradablemente en todo el Ejército, del cual aumentará mucho la confianza por lo que atañe a las minas y al mismo tiempo producirá emulación a la Artillería que trabajará igual a su lado, con la diferencia que el amor propio de los oficiales y del comandante de la Artillería se verá menos afectado, viendo y
siguiendo el método y el ejemplo de los otros, que si les obligo yo a seguirlos.
Si este encargo conviene a S.M. sería necesario que, correo por correo, el Rey sin citarme como autor del proyecto, me escribiera por medio del Ministro de la Guerra la carta
siguiente:
"Don Huberto de Babelon habiendo pedido a S.M. ser agregado a todos los efectos a su servicio S.M., estando conforme con admitirlo después de haber recibido diversas referencias de su ciencia y experiencia en el arte de las minas y en el conocimiento de las obras que él ha escrito a este efecto, este oficial habiendo sido discípulo del marqués de Vallière* hasta su muerte, de quien el Rey conserva aun cara memoria,181 y consecuentemente S.M. estando resuelto a agregar a los Ingenieros una compañía de minadores independiente
de la Artillería para ser empleada a las órdenes del mismo cuerpo en tiempos de paz, como en el de guerra, S.M. quiere desde este momento, hacer uso de los talentos de este oficial y
os encarga de formar inmediatamente una compañía de minadores agregada a los Ingenieros con los veinte minadores de Marina que S.M. ha enviado de Barcelona por el conde de
178
Todo esta maniobra del duque para crear un cuerpo de minadores comandado por el experto Babelon, corresponde a la importancia táctica de dicho cuerpo en la época, relativa a las últimas
fases de un sitio formal. En efecto: cuando después de inutilizada la línea de circunvalación de los sitiados (en San Felipe los reductos exteriores de la Reina, la luneta Kane y la del Sudoeste)
los sitiadores alcanzaban con sus aproches el primer camino cubierto, entraban en juego los minadores que trataban de inutilizar las contraminas del enemigo, ya que esta era la principal defensa
de las fortalezas Vauban, en el sentido que, mediante la explosión de las mismas se podía volar todo el glacis sepultando a los sitiadores en el momento de coronarlo.
179
Este informe demuestra que Crillon conocía bien los entresijos de los últimos avances en la táctica de sitios o al menos que estaba bien asesorado. Probablemente por Babelon, Rozan y
Lemaur.
180
Ou chaque individu à ses creatures
181
Vallière estuvo al servicio de Carlos III, como ya sabemos.
DUQUE DE CRILLON
Asalto, pudiendo formar con ellos la cabeza de la misma y tomando los otros que se ofrecieran voluntarios de los diferentes regimientos del Ejército menos el cuerpo de Artillería al
cual S.M. no quiere hacer ningún cambio.
La intención de S.M. es que este nuevo cuerpo este compuesto, a saber:
-De Don. Huberto de Babelon como comandante con el rango, la paga de coronel vivo y empleado y con las mismas gratificaciones que los ingenieros.
-De dos tenientes el primero de los cuales hará de capitán con el tratamiento de tal y el segundo la comisión de su grado.
-Dos subtenientes entre los cuales el primero será el hijo del señor de Babelon182 y tendrá la comisión también de teniente y el tratamiento de su grado y el segundo la comisión
de subteniente con el tratamiento de su grado.
S.M. os encarga de elegir los dos primeros tenientes de esta compañía y el segundo subtenientes entre los oficiales de Infantería Española que se presenten voluntarios y enviaréis
la relación de sus elegidos a S.M. que expedirá las patentes de estos tres sujetos, como las del señor de Babelon padre e hijo y os autoriza a hacerle cumplir el servicio y reconocerles
sus calidades inmediatamente y dejándoos a vuestro arbitrio el número de soldados y su paga, según los que juzgarais conveniente para el bien del servicio en esta compañía, entendiendo que S.M. confirmará o cambiará lo que vos estableceréis a este respecto.
En cuanto a lo que respecta al comendador el caballero de Rozan, antiguo teniente coronel al servicio de Francia y amigo del señor de Babelon y que este desea como segundo
jefe, para reemplazarle en las operaciones de las minas durante esta campaña, en caso de que su salud no le permita visitarlas él mismo todos los días, puesto que este oficial no quiere
servir más que como voluntario, S.M. tiene a bien permitírselo sin perjuicio de que le hagáis reconocer por los oficiales subalternos y soldados de esta compañía, como segundo comandante, durante esta campaña solamente, a fin de que todas la veces que vos o el señor de Babelon queráis hacer uso de él para llevar órdenes y darlas por si mismo en dicha compañía, sea obedecido como si tuviera en realidad este grado al servicio del Rey.”
Tengo el honor de ser con tanto de adhesión como respeto, señor conde, vuestro más humilde y obediente servidor.
B.B. duque de Crillon.
22. Al conde de Floridablanca. Escrita desde Mahón a 24 de Septiembre de 1781 (misma fecha que la anterior)183
Señor conde:
Los vientos, que nos han hecho perder un mes en el mar, me persiguen después de yo haber desembarcado y con su fuerza me impiden salir de la isla. En el momento que se
calmen el correo podrá hacerse a la vela y partir y lo aprovecharé para enviar este paquete de cartas a bordo.
Os diré que la misma mañana que envié mis primeras cuatro cartas, he recibido también al mismo tiempo cinco de V.E. a saber: una del 4 de este mes de septiembre, dos del 8 y
otras dos del 11.
V.E. me habla en la primera de la muy militar y justa reflexión de S.M. en relación con las cisternas y pozos del fuerte. Me ocuparé de obtener un exacto conocimiento de su
posición pues no hay ninguna duda de que es muy esencial aplicar una batería de morteros a este principal objeto. También me voy a informar de la situación exacta de los almacenes
182
183
Se trataba de Luis de Babelon, que se quedaría luego en Menorca y llegaría a gobernador en 1808.
A.H.N. Estado, leg. nº 4230. Original en francés, de puño y letra
de víveres y municiones de guerra que están en la plaza. Os doy mi palabra de honor que me ocuparé de ello expresamente enseguida, así que podréis juzgar el placer que supone
para mi recibirlo de nuestro Augusto y buen Soberano como una orden. No solamente habrá una batería de morteros destinada únicamente para los pozos y las cisternas una vez
conozcamos su posición (que averiguaré pronto) sino que de todas las baterías de morteros que serán colocadas en los diferentes puntos de nuestro ataque, sea contra la entrada del
puerto, sea contra las obras de la plaza, en cada descarga tendrán siempre reservada una bomba dirigida alternativamente sobre los pozos y las cisternas y otra para incendiar sus almacenes de madera que ellos han tenido el cuidado de dividir en tres partes, pero sin embargo ya conozco su emplazamiento por los desertores y otros amigos, del lugar en que se
encuentran.184
A propósito de desertores, ya me han llegado seis y estoy obligado a deciros que ha costado al Rey seis piezas de cuatro pistolas185 porque, teniendo conocimiento por todas las
leyes de la guerra que está permitido tratar de sobornar a los soldados enemigos, declaré públicamente a la mañana siguiente a mi llegada aquí (para que los espías de los ingleses
llevaran la noticia a la plaza) que daría una pieza de cuatro pistolas, es decir, dieciséis escudos fuertes de plata, a todo desertor que se pasara a nuestras líneas desde la plaza, con
libertad para enrolarse en España en los regimientos de Infantería Valona o Irlandesa si eran católicos o irse a Barcelona o a donde quisieran.
Sea porque mis puestos hayan estado bien emplazados desde los primeros días, el caso es que nadie ha podido penetrar en el fuerte, lo que me parece extraño a pesar de todo.
El caso es que después de algunos días, habiendo visto llegar a mi cámara a las nueve de la noche a un desertor, que había atravesado a nado el puerto hasta Felipet, y después de
haberle vestido con un buen traje y entregado los dieciséis escudos, le pregunté si vino porque sabía que yo había prometido dicha suma a todo el que desertara. Dijo que no y que
nadie había hablado de ello en la guarnición; que el había desertado porque detestaba al gobernador que había querido ahorcarle186.
Se ofreció a llevar por la noche una serie de pasquines para colocarlos en la estacada del camino cubierto si yo quería. Acepté la propuesta y se ejecutó en presencia de mi Carbonell y de dos voluntarios de Cataluña, que le vieron colocar los pasquines. Sin embargo, como yo pensara que los pasquines pudieran caer en manos de los oficiales, que los ocultarían a la guarnición, le propuse ir a Felipet, desde donde con una bocina gritaría a las diez de la noche a la guardia del fuerte que era fulano de tal y quería decir adiós a sus camaradas,
avisándoles de que aquí se recibía muy bien a los desertores y que con la libertad de hacer lo que quisiera había recibido dieciséis escudos fuertes, lo mismo que recibirían todos los
que quisieran desertar.
Esta medida surtió efecto y días después se me presentaron cuatro desertores a los que pregunté nuevamente si conocían mi proposición y me dijeron que sí; que toda la guarnición la conocía y que el gobernador también, y que éste les había reunido y dicho que como sólo quería a su lado a personas que estuvieran de buen grado que iba a abrir las puertas
para todo el que se quisiera marchar, pero que no obstante había tomado a la vez llamativas precauciones contra la deserción y ésta era muy difícil de intentarse aunque las tres cuartas partes de la guarnición la hubieran realizado en caso de haber podido.
El segundo punto de vuestra carta del 4, señor conde, es una especie de reproche que me hacéis amigablemente sobre lo que creéis que me he confiado en algunos puntos de
vuestras instrucciones secretas que en el día son públicas.
El desarrollo de los hechos ha probado suficientemente mi discreción a este efecto, pero no me sorprende que algunos objetos de nuestras instrucciones hayan aparecido en diferentes cartas a causa de instrucciones propias que me he visto obligado a dar a los navíos y a sus comandantes antes de la ejecución, por si la escuadra se dispersaba, las órdenes que
debían ejecutar en el desembarco. Del resto os puedo garantizar que no tenéis motivo para reprocharme nada a este respecto y que V.E. debe estar bien convencido de la adhesión
inviolable y del respeto con el cual tengo el honor de ser, señor conde, vuestro más humilde y obediente servidor.
B.B. duque de Crillon
Postdata: Respondo aparte de los dos artículos que V.E. me ha prevenido que no salgan de entre nosotros.
184
Hay que leer este párrafo en clave de ironía toda vez que Floridablanca se metió en el terreno militar y Crillon se sintió celoso. En efecto: el conde con su habitual excusa “el Rey lo quiere.” aconsejó al duque tirar sobre los pozos, como si se tratara de un descubrimiento, siendo este una medida táctica de manual.
185
Es decir: Veinticuatro escudos de oro moneda de Castilla.
186
Se trataba de un soldado del regimiento 51 que desertó el 21. Vid. DICKSON, John. Diario. Revista de Menorca 1888 pg. 376
DUQUE DE CRILLON
En cuanto al primero, de lo que el ministro de Francia os haya querido dar a entender, no puedo menos que agradecer la manera como le habéis respondido, aunque creo que es
mi deber defenderme para evitar que podáis tener dudas sobre mi conducta.
Lo dicho es una impertinencia e insolencia por su parte y sólo puede venir, o al menos haber sido dictada, de algún pequeño segundón del Ministerio de la Guerra o algún otro
pequeño ministrillo, que en su vida no ha oído hablar de ella, pues estos señores no recuerdan que he mandado más de una vez destacamentos grandes en los que nunca he sido derrotado, y que por el contrario dos veces he salvado al Ejército Francés de ser sorprendido en sus acantonamientos y destruido enteramente durante la última guerra. La primera vez,
dos días antes de la desgraciada jornada de Rosback en Weissenfeld, donde yo contuve durante doce horas al rey de Prusia a la cabeza de su Ejército, atravesando, entre las llamas y
en su presencia, el puente que no pudo nunca impedirme que quemara y dando tiempo así con esta acción al Ejército a reagruparse.
La segunda vez fue en la campaña de 1758, la víspera de la batalla de Lüttenberg, que ganamos nosotros y que hubiéramos perdido si no hubiera yo obtenido a fuerza de hostigar
al enemigo (de lo que fue testigo el mariscal de Broglie) con un destacamento de seis mil hombres, haciéndole retroceder y evitar que tomaran la ciudad de Kassel, que era donde
teníamos nuestra Artillería y todos nuestros víveres.
He aquí otra respuesta añadida que podéis darles.
De lo que me decís respecto de las pruebas de mi amistad por los franceses e italianos que me rodean, nadie es imprescindible en el mundo y la prueba más segura para todos es
que de todos los ayudantes de campo italianos que se me han concedido no he elegido a ninguno para ser promovido a un ascenso como todos desean, más bien al contrario los he
solicitado todos para los españoles.
Si queréis referiros a mis conversaciones frecuentes con Eyries en el navío (a lo que se ha aludido por pequeños celos de los mismos italianos o de algunos otros de mis ayudantes de campo españoles) eran necesarias para discutir sus proyectos y, en fin, eso ha terminado hoy día y todo el mundo está bien avenido.
En cuanto a la excesiva confianza por mi parte con Lemaur, independientemente de mi amistad con él de mucho tiempo, en todos los ejércitos el comandante en jefe y el marechal des logís, el que ustedes llaman cuartel maestre,187deben conferenciar todos los días para discutir juntos las operaciones.
Debéis creer de buena fe, señor conde, que soy primero de todo, un verdadero y buen español188, y os aseguro, a vos y a todo el Ejército, que es así a pesar de todo lo que pueda
decir un pequeño partido, tan pequeño tan pequeño, que se disolverá con sólo no hacerle ni caso.189
23. Al conde de Floridablanca. Escrita desde Mahón a 24 de Septiembre de 1781 (misma fecha que la anterior)190
Señor conde:
Para responder a la carta con la que V.E. me ha honrado, fechada el día 8, y en la que me habla del poco trabajo que queda a los mahoneses por la inutilización en la que se encuentran hoy sus puertos, donde no pueden entrar ni salir, tengo el honor de comunicaros que hace ya largo tiempo que me he ocupado de ello, recomendando a Don Ventura Moreno
proponer a los menorquines para que se empleen como marineros a nuestro servicio, cosa ya ha hecho hace varios días aquí, en Fornells y en Ciudadela, pero me ha asegurado que,
estando acostumbrados como están. a ganar el doble de lo que el Rey da a los nuestros, no se ha presentado ninguno ni se presentarán en el futuro.
187
188
189
190
En castellano en el original. Cuartel-Maestre General. Jefe de Estado Mayor.
Je suis bon et vraiment espagnol. Otra vez la famosa afirmación española de Crillon.
Alusión a la cábala Peñafiel.
A.H.N. Estado, leg. nº 4230. Original en francés, de puño y letra
No he dejado de darles trabajo, para aliviar el de nuestros soldados y para darles ocupación y todo va bien hasta este momento, en cuanto a que el pueblo está satisfecho. Aunque
a pesar de todo se le ve más partidario del gobierno de Inglaterra porque, en efecto, por una parte los empleados en la Marina Inglesa estaban mejor pagados y, por la otra, los
mahoneses, de naturaleza voraz y dada el pillaje, se resienten que no les dejemos dedicarse a sus correrías, que les han enriquecido y cuyo lucro compartían los ingleses.191
Tengo el honor de ser con tanta adhesión como respeto, señor conde, vuestro más humilde y obediente servidor.
B.B. duque de Crillon
24. Al conde de Floridablanca. Escrita desde Mahón a 25 de Septiembre de 1781192
Señor conde:
Veo por vuestra segunda carta del 8 de septiembre, la confirmación de la bondad de S.M. a mi consideración, dejándome decidir lo mejor para su servicio.193 En efecto: mi conducta se rige sólo por mi celo, mi voluntad y mis luces y empleo todos los medios a la vez, sin contradicción entre unos y otros y no puedo expresaros cuanto me congratula que mis
ideas coincidan con las vuestras, como habréis visto por la carta que os he escrito anteayer en la que os rindo cuenta de mis gestiones respecto al gobernador Murray del que espero
novedades mañana.
He cumplido también vuestras demandas en cuanto a poner los medios para bloquear la entrada del puerto y colocar las baterías como refiero en mis cartas precedentes. Todo lo
que se ha hecho se ha llevado a cabo con un ritmo desigual, como por ejemplo los caminos, cuya construcción ha retrasado el mal tiempo. Por otra parte, nuestros buques de transporte y los cañones no han llegado ni de Barcelona ni de Mallorca y estamos aquí aun con las municiones y las tropas que teníamos cuando partimos de Cádiz.
En fin: que todo está dispuesto pero nada seguro, si el enemigo aparece con su escuadra delante del puerto.
Acabo de enterarme que acaban de llegar doscientos hombres del regimiento de Ehrler procedentes de Barcelona y al mismo tiempo ocho piezas de cañón de veinticuatro pulgadas] a Ciudadela, donde se han encontrado la orden de partir para Fornells, que es el puerto que hemos destinado para el desembarco de la artillería pesada.
Tengo el honor de ser, con tanta adhesión como respeto de V.E., señor conde, vuestro más humilde y obediente servidor.
B.B. de Crillon.
Postdata: En medio de tantos cartas que he recibido y enviado, no recuerdo si he tenido el honor de deciros en respuesta a una del 4, que he hecho hacer unas copias de la carta al
cónsul de Italia para que fueran distribuidas a los corsarios porque algunos no se han presentado aquí voluntariamente.
191
Evidentemente se trata de una parte de los mahoneses. En concreto marineros, capitanes mercantes, corsarios y beneficiarios de las compañías corsarias y de comercio, formadas sobre todo
por negociantes aprovechados, lo que generaría una clase de nuevos ricos, con todas las connotaciones negativas para la calidad de vida que este fenómeno aporta.
192
A.H.N. Estado, leg. nº 4230. Original en francés, de puño y letra
193
Se refiere a una carta de Floridablanca en la que aprueba la expulsión de los judíos después de decirle algo así como: “por esta vez vale pero que no se repita” Floridablanca a Crillon,
Madrid a 18/09/1781. A.H.N. Estado legajo nº 4230.
DUQUE DE CRILLON
25. Al conde de Floridablanca. Escrita desde Mahón a 26 de Septiembre de 1781194
Sr. conde:
Continua haciendo el mismo tiempo y sigue todo igual. Veo por vuestra carta del 11 y también por las otras, cuanto es preciso concluir la tarea que hemos comenzado aquí. Me
persuado que hacéis justicia a mis sentimientos, por el honor a las armas del Rey y por el amor que tengo personalmente al prestigio, como para no dudar de que mi impaciencia en
este sentido se iguala con la vuestra..
El conocimiento que vos tenéis de mi carácter os debe convencer aun más, pero se me haría injusticia si creyerais que todo lo que se me puede decir a este efecto (a menos de una
orden expresa del Rey de exponerme a perderlo todo por salirme de las reglas de la guerra) puede hacerme dar un paso más allá o más acá de estas mismas reglas. Mis máximas, mi
experiencia y mi deseo por el bien de la empresa me inspirarán según las circunstancias y el golpe de vista del momento. En este sentido yo soy quien en realidad está capacitado
para evaluar la situación y no aquellos que, creyéndose militares, hablan de las guerras desde lejos y como se dice en la jerga que utiliza la tropa: sobre la nariz del niño.
Todo irá bien, yo respondo, pero pido: una entera confianza en mi o el relevo, pues no se dirá jamás de mi que consienta comprometer el honor de las armas del Rey o el mío.
Perdonadme, señor conde, este desahogo. Me apercibo muy tarde que es un despropósito pues vuestras cartas, al contrario que ésta, no están más que llenas de manifestaciones
de bondad y de confianza de S.M., pero ésta [Su Majestad] me viene a decir ahora que tome el fuerte de San Felipe con uñas y dientes, y el humor que se me pone esta mañana comprobando que se mantiene el mismo mal tiempo, acordándome de los retrasos que hemos experimentado hasta aquí (sin que sea culpa de nadie salvo de la naturaleza del país) y las
que experimentaremos aun necesariamente, pues os lo confieso, estoy furioso y desesperado cuando pienso que después de más de un mes que estamos aquí no hemos podido todavía
construir nuestras baterías.195
Me consuela pensar que los franceses tardaron más tiempo aun que nosotros en preparar el sitio y que no habían avanzado más de lo que lo estamos nosotros al cabo de seis
semanas, después de haber llegado a la isla con la falta de medios, sobre los que no tenemos mas que promesas y en una estación bien diferente a esta.196
Estoy de acuerdo (por mi deseo ardiente de servir al Rey y justificar su confianza en mi persona) que debemos concluir cuanto antes esta empresa, conquistando el fuerte y así
poder acometer otras conquistas que no pierdo jamás de vista, 197 pero que es necesario sin embargo dejar dormir algunos meses para acabar primero de forma ésta tarea tan bien
proyectada.
Si no hubiésemos perdido más de un mes después de mi llegada a Cádiz por las maniobras lentas; si los vientos no nos hubieran sido contrarios teniéndonos un mes en camino en
vez de una navegación ordinaria que se puede calcular en diez días; si, en fin, esos dos primeros inconvenientes no nos hubiera hecho perder más de dos meses de buen tiempo y
ponernos en el caso de retrasarnos aun un tercero por el malo que tenemos ahora y que previsiblemente se mantendrá lo menos hasta mediados de octubre, os aseguro que hoy seríamos dueños del fuerte y podríamos disponernos a conseguir otras victorias, pero es necesario olvidar lo pasado y ocuparse únicamente del porvenir.
V.E. me hace en esta carta muchas preguntas cuyas respuestas encontraréis, creo, en las mías precedentes, sin embargo voy a resumirlas aquí a fin de que podáis llevarlas a los
pies de S.M. ordenadas por preguntas y respuestas.
Pregunta: ¿Se cierra o no el puerto?
194
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A.H.N. Estado, leg. nº 4230. Original en francés, de puño y letra
Aquí se ve como Crillon se vio sometido a una gran presión política.
Se refiere al asedio de 1756 efectuado por el mariscal de Richelieu.
Se refiere a Gibraltar, cuyo sitio se le encargó al duque en el verano de 1782.
Respuesta: Creo que la máquina en la que trabajamos con la mayor viveza cerrará enteramente la entrada del puerto y una vez colocada y bien amarrada por todas partes, teniendo los dos extremos de la cadena, amarrada por su derecha junto al fuerte Felipet y con dos baterías a medio tiro de la entrada que la defenderán. Otras dos, situadas en la parte de la
cala de San Esteban y el fuerte de Marlborough, impedirán al mismo tiempo, que desde la plaza intenten una salida para intentar destruirla.
El extremo de la izquierda de dicha cadena, será amarrada detrás de una formidable batería de bombas y otra de cañones con bala, colocada también a medio tiro de la entrada.
Este puesto será batido además, a medio tiro de cañón, por una séptima batería situada entre el viejo y el nuevo Arrabal. Creo que, primero: esta máquina no podrá ser nunca destruida
por el enemigo una vez colocada y, segundo, que aunque la cadena no se instalase, jamás el enemigo podría aproximar sus navíos en medio de un fuego rasante que le opondríamos
con el arma secreta de Gervasi: la bala roja. Estas diferentes baterías estarán compuestas (contra el mar la mayor parte, pero algunas servirán también muy útilmente contra el fuerte)
de treinta cañones de veinticuatro libras de bala, de los cuales la Marina nos proporcionará veinte de hierro.
Tendremos, junto a estas baterías, otras dos de morteros de cuatro piezas cada una, lo que hará un total de treinta y ocho para batir o defender, lo que las hace doblemente útiles.
Sin embargo, como creo también que no hay nada que el valor no pueda remontar en un caso de necesidad absoluta, a pesar de la dificultad enorme que encontraría el enemigo
para entrar bajo un fuego cruzado tan bien emplazado, la cadena es la máquina que verdaderamente les impedirá la entrada. Así lo veo y también piensan lo mismo Don Carlos Lemaur y Don Ventura Moreno.
Estamos trabajando a marchas forzadas en su construcción como ya os he dicho, y con mayor razón, porque esta obra (que será de las mas hermosas que se hayan imaginado
jamás sobre el mar) no costará casi nada, salvo los jornales de los obreros, debido a todo el material que hemos encontrado en el arsenal del enemigo y en sus propios buques.
Pregunta: ¿Tienen mucha guarnición y víveres o poca?
Respuesta: La guarnición del fuerte de San Felipe no pasa en tropas regladas, sea de ingleses o hannoverianos, de mil setecientos hombres,198 los cuales, unidos a quinientos o
seiscientos marineros que se encontraban en los buques que echaron a pique y han sido reclutados para defender el fuerte, hacen un total de dos mil trescientos hombres de los cuales
no pueden contar para el trabajo mas que con mil setecientos. Con este número todo lo más que se puede temer es alguna salida y algún trabajo de defensa en las obras exteriores no
correspondientes a la parte de las minas, teniendo en cuenta el temor bien fundado que tiene el gobernador a la deserción.
Este es el auténtico estado de sus fuerzas, que como se ve resulta escaso para la defensa del fuerte. Los ingleses tienen, además, falta de vino y carne o al menos disponen poco de
estos dos artículos, que son muy sensibles en la dieta de esta nación, pero a pesar de ello no se rendirán porque tienen suficientes víveres para subsistir.
Pregunta: ¿Son auténticos los planos encontrados o no?
Respuesta: Hemos comprobado los planos que hemos encontrado aquí y son de primera mano, los hemos encontrado en las casas de los ingenieros principales que los habían
hecho para el gobernador y el Rey de la Gran Bretaña y todos los proyectos que hemos hecho en consecuencia para el ataque, así como todos nuestros cálculos a este efecto son ajustados y muy precisos.
Pregunta: ¿Qué baterías y puestos tenemos establecidas y con que objeto?
Respuesta: El ingeniero en jefe, el comandante de la Artillería y yo, hemos proyectado el emplazamiento de todas nuestras baterías como las verá S.M. en el plano que me propongo enviarle inmediatamente, en el que se detalla la función de cada una de ellas, pero aun nos falta proyectar algunas por no tener en el campo más que cuatro cañones de veinticuatro que me traje de Cádiz y otros cuatro que he cogido de las gabarras o chalupas cañoneras que han venido con nosotros y me guardaré bien de colocar un cañón en batería frente
al puerto (que es en este momento lo más urgente) antes de situarlo al mismo tiempo en el conjunto de planes para el ataque, a fin de evitar exponerme a ver reunido el fuego concentrado de varias baterías enemigas sobre ellas al descubrirlas antes de que esté instalada toda la paralela, error inmenso que he visto cometer a menudo en los sitios y cuya consecuencia ha sido siempre la derrota.
Sólo las construiré, pues, cuando pueda responder con un fuego combinado de todas partes al del enemigo. Creedme, este es el único medio de ganar tiempo y evitar pérdidas
humanas.
Tengo el honor de ser con tanto de adhesión como de respeto, señor conde, vuestro más humilde y obediente servidor.
198
Estos eran los regimientos británicos de Infantería de Línea 51 y 61 y los hannoverianos Prinz Ernst y Goldacker, a razón de un batallón por regimiento.
DUQUE DE CRILLON
B.B. duque de Crillon
Postdata: La máquina de la que he hablado ha sido también inventada por el señor Eyries y conducida por el señor de Varages su segundo, que es tan inteligente como el mismo.
Todos los oficiales de la Marina del Rey, que han sido empleados en la captura de los buques levados bajo el fuego del cañón de la plaza, la aprueban y están de acuerdo con el proyecto..
26. A Bernardo del Campo. Escrita desde Mahón a 2 de Septiembre de 1781.199
Amigo y señor mío:
Respondo a su carta de V.S. del 11 del corriente por la cual me avisa V.S. de parte de nuestro conde, de la venida a esta isla del Conde de Crillon,* mi hijo200, que viene adelantado con un comisario de Guerra para anticipar las providencias relativas a víveres y demás auxilios para las tropas francesas que deben juntarse con nosotros. Ya he prevenido en
consecuencia de esta carta de V.S. a nuestro intendente y espero que todo marchará bien.
Por lo que me dice V.S. de la buena armonía en las dos naciones, todo el Ejército está muy contento de la venida de los franceses y aunque yo estoy bastante enfadado contra
muchos de los que los gobiernan, no puedo dejar querer esta nación pues es la mía, y aunque no sería en el día sino solo bueno español como lo soy de corazón, estoy tan persuadido que de la íntima unión de las dos coronas depende la gloria para todos, que pensaría ser un traidor a la España si pensaba de otro modo y no animaba las dos naciones
a esta unión.
Amigo, he visto en una Gaceta de las que me ha enviado el conde desde Madrid (en que me hará V.S. el favor de continuar cada correo) que habíamos hecho ya nuestras baterías
y verdaderamente esto me ha sido muy sensible, pues (quien sabe) si no podrían algunos decir y creer que he mentido al Ministro, diciéndole cosas que no son y no podían ser, con
que suplico que vayan las noticias de la Gaceta a nuestro artículo tal que van los boletines hechos por mi ayudante de campo, pues los vuelvo a ver antes que marchan y puede V.S.
ser cierto que dirán siempre la verdad así que le sigo asegurando a V.S. que soy y seré siempre su fiel amigo y más seguro servidor201.
B.B. duque de Crillon
199
200
201
A.H.N. Estado, leg. nº 4230. Original en castellano, de puño y letra. Hemos dejado tal cual la sintaxis pero corregido la ortografía.
El conde de Crillon era en aquel momento coronel del regimiento de Bretaña.
Crillon cuidaba mucho esta amistad, porque parece ser que Bernardo del Campo fue quien le introdujo en la Corte.
27. Al conde de Floridablanca. Escrita desde Mahón a 27 de septiembre de 1781202
Nada en el mundo, señor conde, me complacería en este momento como la aprobación de lo que en esta carta se pide, la cual os suplico pongáis a los pies del Rey, como la cosa
más necesaria para llevar a cabo nuestra empresa.
Don Carlos Lemaur, piensa enteramente como yo en este sentido: necesitamos sin falta nuestra excelente Artillería [de sitio] para esta operación, sin la que no podemos ponernos
en situación de atacar las contraminas.203
Pero estoy bien seguro que si estáis pendiente de que la carta que el ministro de la guerra debe escribirme no sufra ningún cambio y que sea copiada en el despacho con una orden precisa y palabra por palabra, conseguiremos una cosa necesaria, en el momento presente en el que no podemos perder un instante.[Hasta aquí la letra de Lemaur].
No he querido insistir acerca del cuadro que os describí en una de mis precedentes, al respecto de los meses que el retraso en Cádiz y el tiempo que los vientos contrarios nos ha
hecho perder (en el caso de que echarais una ojeada a dicha carta) a fin de respetar los motivos que han impedido al Amo decidirse antes.
Y sobre los recursos que vos me habéis reprochado haber pedido antes de llegar a esta isla, donde después de cinco semanas nos encontramos sin tener una pieza de artillería de
sobra, os diré que el gasto hubiera sido menor si se me los hubiera enviado nada más llegar.
Sobre el resto, repararemos el tiempo perdido, pero reflexionad sobre lo que os dije sobre la creación de una unidad de minadores, que costará poco al Rey, porque (como lo he
dicho ya al comienzo de esta carta) si S.M. lo quiere será natural reformar la compañía en la paz.
Reflexionad un poco más sobre lo que os digo, mi muy respetable ( y si me permitís la palabra) mi muy querido conde.
Brindo a vuestra salud, que nos importa a todos —y a mi más que a nadie— como vuestro más inviolable y verdadero amigo y servidor que soy.
B.B. duque de Crillon
Postdata: no he tenido noticias del gobernador, mi vecino, como vos le llamáis y ello me da mala espina sobre mi primera negociación entablada, pero me reservo, sin embargo, entablar una nueva si puedo llevarla a cabo antes de hacer partir a mi hombre para ir al paraíso terrestre de Florencia a intentar a ver si su Madame Eva204 le hace morder la manzana.
Debo pediros perdón de escribiros con dos tipos de letra diferentes en esta carta pero Lemaur, que se encuentra en mi casa y como me faltara fuerza para escribir en propia mano,
me ha ofrecido la suya hasta el momento en que he creído conveniente debía seguir yo.
28. Al conde de Floridablanca. Escrita desde Ciudadela a 10 de Octubre de 1781205
Señor conde:
202
A.H.N. Estado, leg. nº 4230. Original en francés, El primer párrafo con letra de Carlos Lemaur; el resto de puño y letra del duque.
Aquí quiere decir, que sin la artillería pesada de sitio era imposible realizar los aproches a pie de glacis para iniciar el trabajo de zapa con el que neutralizar las contraminas enemigas. Dicha
artillería de sitio, formada pro cañones de veinticuatro pulgadas, se caracterizaba por su largo alcance y potencia de fuego.
204
Sa Madame Eve veut mordre à la pome
205
A.H.N. Estado, leg. nº 4230. Original en francés, de puño y letra.
203
DUQUE DE CRILLON
Voy a escribiros una larga carta, que podéis leer al Rey, en relación con nuestra cadena que es verdaderamente una maravilla de trabajo. Os envío también un largo y abultado
boletín que es parecido al que envié al señor de Muzquiz, menos en los dos artículos que he puesto reservado206 y que están sólo en el vuestro, de forma que el suyo no llega más que
hasta el 6 de octubre.
Esta carta no dice todo lo que tiene que decir, porque Don Pablo Sangro,* que os la presentará, está instruido de todos los detalles que ella pudiera contener y os informará sobre
la especie de partido que hay en este ejército el cual es tan pequeño, tan pequeño, que apenas me preocupa, sin embargo, puesto que la ocasión se presenta entre vos y yo para hablar
de ello, no es cuestión de desperdiciarla.207
Don Pedro Gorostiza, que está a la cabeza del mismo, ha recibido una carta de aviso, por la cual el Ministro de la Guerra le previene que S.M. le ha nombrado coronel del regimiento del Príncipe, que está en la Habana y le ha dado la elección de aceptar este empleo para irse inmediatamente o quedarse aquí en calidad de teniente coronel del regimiento del
Marqués de Peñafiel otro contra mi, aunque se deshaga en manifestaciones de amistad y de cumplimiento.208
Después de remitirle la carta del ministro [a Gorostiza], éste me ha devuelto su respuesta en la que le dice que acepta el regimiento, pero me ruega, que para que la gracia sea
completa, le pida al Rey que le permita acabar esta campaña, dada la utilidad que puede dar como ayudante de campo mío.
Yo creía que estando como está empleado como teniente de Rey en Mahón, nombramiento que efectué aun sabiéndole cabalista contra mi, porque tiene espíritu y sentido común
y acostumbrado como estoy a medirme con mis enemigos más que a temerlos, esperaba, digo, de una parte, que a fuerza de cambiar mal por bien le hiciera rectificar una conducta
que, por ambición, le ha llevados a tomar un partido contra mi. y, de otra, ponerlo en evidencia ante todo el Ejército para que nadie ignore su forma de pensar y de la que estoy plenamente informado, ya que había sido advertido antes de salir de Cádiz del complot a cuya cabeza se encontraba.209De esta forma estoy seguro de hacer ver a todo el mundo, que a
pesar de su ingratitud le había nombrado para darle a entender que no le guardaba rencor.
Ha aquí los hechos: este partido debe ser destruido para bien del servicio de Rey, como para el de vuestro amigo (hablo de mi) a quien estas gentes pudieran perjudicar. Pienso,
por tanto, y os ruego, que aprovechéis esta ocasión (sin agraviarles, pues no quiero hacerles ver que los considero mis enemigos particulares) para rehusar su petición que va contra
los principios del Rey, que quiere que un jefe de cuerpo no se ausente nunca de su unidad.
Hay que tener en cuenta también que como este hombre es muy hábil, podría formar una cábala [contra mi] en Madrid, más peligrosa aun que la que ha querido formar en el
Ejército. Por eso pienso que sería conveniente que la respuesta del Rey podía ser algo así como lo siguiente: “habiendo preferido ser coronel del regimiento del Príncipe que está
igualmente sirviendo contra el enemigo en la Habana, la intención de S.M. es que parta inmediatamente para Cádiz vía Barcelona o Cartagena según el barco que encuentre antes
pero sin pasar por Madrid,” y ello para que lo tome como un aviso de que su conducta ha sido desaprobada, o para no darle tiempo de preparar (o al menos que tratar de preparar)
en Madrid el terreno para futuras aspiraciones de su jefe, el más astuto y peligroso granuja del Universo.210
Tengo el honor de reiteraros que Don Pablo Sangro —de quien, o mucho me equivoco o es un joven muy honorable— está al tanto de todo y me ha parecido el más propio
para instruiros y para conducirse en la corte como vos le prescribiréis y creo que no podía haber elegido como amigo y embajador (después de vos) a nadie mejor; a persona más
capaz, que os explicará en detalle todos los puntos que queráis saber, tanto sobre los ataques proyectados durante el sitio como sobre la manera de emplear la cadena y sobre la fuerza
que debe necesitar oponer a los navíos.
El reparo que tengo de entreteneros en vuestro importante tiempo y el necesario viaje que debo hacer de ida y vuelta a Fornells, me hacen terminar de momento, asegurándoos,
una vez más, mi adhesión y reconocimiento que no acabará sino con mi vida.
206
En castellano en el original
Pablo Sangro, Príncipe de Castelfranco, uno de los hombres de confianza de Crillon. Por las fechas iba a hablar de algo más que de la cábala. Sospechamos que tenía que ver con el soborno
de Murray.
208
Aunque aquí le cita en segundo orden, era el principal instigador. Gorostiza solo fue la cabeza de turco.
209
Aquí tenemos una mezcla de paranoia por sentirse blanco de xenofilia, precaución ante Peñafiel y un tanto de puerilidad, pensando que con “devolver bien por mal” se arreglan las cosas.
En el fondo late la gran influencia negativa que ejercida sobre Crillon la intriga de un Grande y del Partido Español.
210
Creemos que aquí se refiere a Aranda.
207
B.B. de Crillon
Postdata: No puedo menos que reiteraros cuan digno es el señor Sangro y susceptible de todas las gracias del Rey, por su gran voluntad. Os aseguro que se le puede emplear muy
útilmente al servicio de S.M.
Sangro os hablará también del Intendente,211 el personaje más loco e insolente conmigo y con todo el Ejército, de quien se hace detestar. Es tonto e inepto y esto no es precisamente bueno para el servicio del Rey. Todo el mundo conoce los motivos que tengo para quejarme de este ingrato caballero de nuestra Orden212 y si es reemplazado al mismo tiempo
que Gorostiza parta, mi autoridad quedaría mucho menos menoscabada.
Respecto a los cañones, los que hasta hoy me ha proporcionado la Marina y que son útiles para las baterías de costa, cada pieza necesita dieciséis mulas para ser arrastrada. Por lo
tanto para que el transporte de toda la artillería desde Fornells se realice ininterrumpidamente hasta su emplazamiento definitivo, se necesitarán como mínimo cien mulas. Espero
conseguirlas sin salir de esta isla, a pesar de lo que se me había dicho. Este es uno de los motivos que me ha decidido hacer el viaje a Ciudadela.
Por otra parte, estoy recibiendo suficientes novedades gratas como para no terminar esta carta sin haceros compartir mi buen humor. Son las cinco de la mañana y entra en este
momento en mi cámara Gravina*213 (retenido aquí largo tiempo por los vientos contrarios) para advertirme que podrá partir en breve para ir a Cartagena y desde allí escoltar el convoy que estoy esperando y añade que el mismo viento podrá permitir la llegada de los recursos que también espero de Mallorca , que como consecuencia del mal tiempo han permanecido allí largo tiempo.
Por su parte [el marqués de] Avilés,* el comandante de aquí, ha recibido aviso de que el mar está repleto de buques de transporte que me traen artillería y tropas. Estad pues
tranquilo y asegurad a Su Majestad que desde el instante de que todas nuestras flautas estén templadas, empezará el concierto y no dejaremos de mostrar ejemplos de nuestra impaciencia por probar el celo a servirle y nuestro amor a la gloria.
Os adjunto aquí el boletín (del cual entre paréntesis hay dos artículos reservados que no deben ir a la Gaceta). Veréis que mi escasez en cañones y la imposibilidad de tener ya
construidas todas las baterías, me ha impedido dar una lección a los enemigos que trabajaban para demoler Felipet. 214
Estuve, en efecto, tentado de usar dos piezas de artillería con las que hubiera podido alcanzarles, pero cuando acudí personalmente a sus emplazamientos para ordenar que dispararan, caí en la cuenta que por el rebufo de los cañones podían ser localizadas desde San Felipe y destruidas, sin que yo pudiera hacer nada para batir la plaza, por no disponer aún de
las baterías a tal efecto. Además, si hubiera usado las que ya están en servicio, hubiera perdido la ventaja que tengo en su construcción en tanto que aun no nos han molestado en
absoluto y nos han dejado trabajar tranquilamente.215
Por todo ello, les dejé trabajar sin molestarles y pensaba ir a desalojarlos por la noche, pero acabaron antes de lo esperado y nada pude hacer, porque en caso de haber enviado
mis tropas a rechazarlos de día éstas hubieran tenido que atravesar una zona desenfilada de cincuenta pasos antes de alcanzar el fortín, que estaba a tiro de fusil y de cañón de la plaza,
por lo que el fuego de mosquetería y las bombas de metralla hubieran hecho estragos entre los nuestros.
211
Pedro de Montenegro
A Pedro de Montenegro se le temía y para adularlo se le dio la Cruz de Caballero de la Orden de Carlos III ( a la que también pertenecía Floridablanca y Crillon) nada más desembarcar las
tropas en Mahón, en la primera promoción restringida, donde se hizo también Alcalde de Casa y Corte al auditor San Martín y brigadier a Carlos Lemaur.
213
Federico Gravina, el futuro héroe de Trafalgar. En Mahón mandaba el jabeque Lebrel, como teniente de navío
214
Se refiere a la salida que hicieron los ingleses contra Felipet el. 28 de septiembre, por la cual destruyeron los trabajos. Estas acciones formaban parte del ritual táctico de los asedios: estorbar en todo lo posible con salidas de este tipo los trabajos de construcción del enemigo, para retrasar la finalización de las baterías y dar tiempo a ser auxiliados por tropas propias.
215
También resultaba necesario que estos trabajos se hicieran a cubierto de las vistas del enemigo para evitar que sus fuegos fueran certeros y desmontaran a cañonazos las obras. Una de las
cosas que más denunciaba el emplazamiento de una batería tras algún espaldón, era el rebufo de los disparos. Esa era la razón de que antes de construidas completamente las baterías de sitio, el
atacante se guardaba muy bien de utilizar la artillería contra el fuerte para no denunciarse, puesto que al no haber completado el plan de fuegos cruzados, no podía replicar convenientemente a
los de la fortaleza y estaba en desventaja.
212
DUQUE DE CRILLON
Por ello les permití regresar al fuerte, pero a partir de ahora he colocado un cabo y cuatro soldados permanentemente de patrulla, para que avisen a los puestos avanzados si alguien sale o entra en la plaza para evitar estas sorpresas.216
Esta salida ha tenido de positivo para nosotros que nos he permitido descubrir un punto esencial donde colocar dos baterías contra el fuerte. Pienso que esta creencia fue el motivo que llevó al gobernador a ordenar la salida: para evitar que colocáramos una batería al abrigo del fortín. Pero el señor Murray debía haberme hecho el honor de creer que no soy
tan ignorante e imprudente como para colocar al alcance del fusil y del cañón del fuerte una batería que ellos hubieran destruido con toda su artillería antes de que hubiera podido
acabar su construcción. Sin embargo ahora que Felipet está destruido y los enemigos han dejado en el lugar grandes piedras como resultado de su demolición, éstas me servirán de
parapeto para su construcción efectiva.
Tengo el honor de ser con tanta adhesión como respeto, señor conde, vuestro más humilde y obediente servidor.
B.B. Duque de Crillon
29. A Bernardo del Campo, escrita en Ciudadela a 10 de octubre de 1781.217
Mi amigo y dueño: no puedo más demostrar a V.S. cuanto aprecio su recomendación en favor de P[ablo]. Sangro, sino enviándole por una comisión, la más delicada, para instruir al amo de todos los detalles del plan de ataque de la plaza y del modo de barrar [sic por cerrar] el puerto.
Debo decir también, que con el gran mérito de mis ojos, que tiene Sangro de ser amigo de Vmd. tiene mil prendas recomendables, siendo hombre de bien y capaz en el oficio
militar, y lleno de voluntad para instruirse y dar pruebas de su valor personal y amor para el Real Servicio, todo lo que me ha determinado a escogerle de preferencia a todos, deseando que me lo devuelven ustedes cuanto antes, pues le quiero mucho y más siendo el amigo de mi amigo a quien doy mil abrazos de corazón.
B.B. Duque de Crillon
30. Al conde de Floridablanca. Escrita desde Mahón a 16 de Octubre de 1781.218
Señor conde:
Tengo el honor de enviaros la carta original que acabo de recibir del gobernador de Mahón y la copia de la que le he respondido. Por ambas V.E. juzgará que no hay que esperar
nada de él en punto a negociación.219
216
Diga lo que diga el duque y ponga las excusas que ponga, una salida con éxito de los sitiados siempre suponía un fracaso (al menos parcial) de la táctica del sitiador. Floridablanca le echó
un buen rapapolvo por esta incursión.
217
A.H.N. Estado, leg. nº 4230. Original en castellano, de puño y letra. Hemos dejado tal cual la sintaxis pero corregido la ortografía.
218
A.H.N. Estado, leg. nº 4230. Original en francés, de puño y letra.
219
La carta de Murray reproducida en la introducción, pag.
También adjunto la que me había escrito él la víspera en términos lisonjeros para venir de un enemigo y que estoy bien seguro que la confianza que vuestra amistad me ofrece me
permitirá someterla a vuestra consideración como a la del Rey, si os parece,220 haciendo ver a Su Majestad que ésta me fue escrita cuatro días después del accidente del día 11.221
No puedo expresaros, señor conde, la sensibilidad de mi alma a la opinión que tiene de mi este gobernador y os aseguro que todo mi ser y mil vidas si las tuviera y pudiera ofrecerlas, están al servicio del Rey.
No puede haber mayor sacrificio para mi que el de haber ofendido a un hombre honesto, sin poder darle razón, al menos por una justificación que pueda excusar el insulto que he
hecho a su honor, hasta que la paz me permita lavarlo con la espada.222
Os he ofrecido el sacrificio de esperar vuestro permiso a este objeto y os ruego me lo concedáis como una gracia que (me parece) que, si bien no suele dar el Rey para evitar la
sangre de sus súbditos y siguiendo las reglas de prudencia política, que los soberanos aconsejan a sus ministros, aunque éstas no coincidan con las de la antigua caballería a las se
remite el señor Murray como lo hago yo.223
Entablé la negociación con él por la vía del señor Don, su pariente y secretario, de quien se sabía aquí que por él pasan todos los negocios del señor Murray.
Como no había podido valerme directamente de ninguno de los dos [es decir: de Don y Murray], lo hice a través de un tal de la Riviere, secretario a su vez del señor Don y también del propio Murray y del que todo el mundo me ha asegurado que, junto al gobernador y su pariente, son tres cabezas en un mismo sombrero.224
220
Crillon envió copia de esta carta la cual decía:
Fuerte de San Felipe a 15 de octubre de 1781.
Señor:
Me ha congratulado vuestra carta y más aun el honor que vuestro amable hijo, el señor conde, me ha hecho; si debo tener el gusto de recibir de nuevo otra visita de su parte, él no tendrá un camino
tan desagradable. Los pasajes subterráneos para entrar en el castillo son muy singulares y creo que no le desagradará verlos.
Me he dado cuenta de que tiene un ojo penetrante estoy seguro que es el vivo retrato de su padre, y consecuentemente debe ser un buen militar, no obstante tendrá el camino abierto y así verá que
nos hemos descuidado en fortificarnos en caso de ser atacados.
Si debemos rendir la plaza por hambre, la paciencia del Rey de España se verá bien recompensada porque habrá sido a expensas de nuestro soberano pero estoy seguro que esta manera languideciente de hacer la guerra, va poco a vuestro genio ni tampoco al mío. Vuestros abuelos también se hubieran impacientado como vos y yo lo estamos.
Os recordaré como la más feliz circunstancia de mi vida es tener el honor de acabar mis largos servicios defendiendo esta plaza atacada por un comandante tan ilustre como es el duque de Crillon
y la idea de que un bloqueo cuya persistencia depende de mi honor dure más que las finanzas de las naciones beligerantes que les impida así sostener la guerra me causa una mortificación indecible,
pues en el caso que eso ocurra no habrá honor que requerir ni por un lado ni por el otro.
SeñorDon, mi pariente, valora la buena opinión que vos tenéis de él. está feliz de tener la ocasión de cultivar el trato que ha iniciado con el conde de Crillon.
Por eso me complace enviarle para ejecutar las órdenes que podáis tener para él.
Os aseguro que me produce sonrojo la ignorancia de los que han enviado cartas lacradas. Os ruego hacerlas abrir y leer y si por si hay algo impropio de ser divulgado. Hecho esto SeñorDon podrá
entonces darles curso, si tenéis la bondad de darle esa satisfacción.
Tengo el honor de ser con la más perfectas consideración, señor, de V.E. el más humilde y obediente servidor.
Ja: Murray.
221
Se refiere aquí el duque a la salida que los ingleses efectuaron sobre la Mola el 11 de octubre de 1781 y en la que destruyeron las baterías e hicieron prisioneros a ochenta y un soldados y
nueve oficiales.
222
Como ya hemos visto, Murray le había escrito rechazando la propuesta de negociación y retándole a un duelo para después de la guerra para lavar la ofensa recibida, al nobiliario modo.
223
El duque está pidiendo permiso para aceptar el desafío, toda vez que las leyes españolas, prohibían específicamente los duelos entre militares. Vid. “Prohibición de duelos y desafíos y
penas de los que los hagan, admitan o intervengan en ellos. Novísima Recopilación, XII,19,2
224
Trois testes dans un bonet.
DUQUE DE CRILLON
Primero me abrí al señor de la Riviere, sin referirle más que generalidades, que me prometió transmitir al señor Murray. Transcurrió bastante tiempo sin que tuviera noticias
suyas, hasta que el general inglés me envió al señor Don (escribiéndome que era su pariente y ayudante general) para tratar el canje de prisioneros, trayéndome a dos de nuestros
oficiales y al cadete225.
Con ocasión de esta entrevista y con toda intención, pregunté al señor Don: "¿quien es el señor de la Riviere?" y el me contestó simplemente "es mi secretario ordinario y algunas
veces el de mi general" Pasé entonces a otro tema y viendo que él no me preguntaba el porqué yo había inquirido por el señor de la Riviere, volví al asunto tratando de averiguar si
éste [de la Riviere] había comunicado al señor Murray algunos puntos de los que yo le había hablado grosso modo. Después de una especie de silencio, durante el cual nuestros
ojos hablaron por si solos, el señor Don me respondió que no sabía nada, pero que si quería darle alguna comisión para el gobernador, él se ofrecía voluntario para transmitírsela.226
Creo (si no me engaño) que quería que yo hablara primero. Así que le hice todas mis proposiciones. Él las escuchó con la mayor atención y me dijo que se lo contaría a su general sin dejar entrever si éste se avendría o no a razones.
Confieso que el aire natural con el cual me escuchaba y me habló al irse ayer, me dejó persuadido de que la negociación iba por buen camino. Me exigió que le diera garantías de
que yo estaba autorizado por mi Corte para hacerle todas las proposiciones que le pudieran convenir y ofrecerle el mejor tratamiento para salvar a un hombre como él de la cábala
siniestra que sabía que le perseguía en Inglaterra y asegurarle que podría pasar el resto de su vida agradable y tranquilamente, adhiriéndose, como yo, a un Amo tan bueno como
poderoso.227
Pero como lo que manifiestan las miradas en política no es lo que luego se escribe, mi iniciativa se hará pública si el gobernador decide divulgarla, mientras que vuestra
participación quedará a cubierto. Por ello me inclino a darle una respuesta a su desafío que deje públicamente a salvo mi honor sin, por otra parte, comprometer el del Amo.228
Así pues, señor conde, de todas las gracias que os he pedido hasta aquí, la que me importa más es el permiso del Rey para enviar al gobernador del fuerte de San Felipe la segunda respuesta que adjunto aquí, por tardía que pueda parecer.
Tengo el honor de ser, con tanta adhesión como respeto, señor conde, de V.E. el más humilde y obediente servidor.
B.B. duque de Crillon.
Copia de mi respuesta hecha de inmediato [al recibir la negativa del gobernador].
"Vuestra carta devuelve a cada uno a su lugar. Ella me confirma en la estima que siempre he tenido por vos.
Acepto con placer vuestra última proposición229.
Soy, señor, de V.E. el más humilde y obediente servidor.
Postdata: Vuestro tambor ha sido injusto al molestarse con los soldados de mis puestos avanzados, yo castigaré a los que han intentado corromperle.
Envío los equipajes de los prisioneros españoles.
225
226
227
228
229
Se refiere a los prisioneros de la Mola
Obsérvese lo delicado de la entrevista donde los dos personajes se jugaban mucho.
Aquí se le ofrecía a Murray un cargo en el Ejército Español o Francés, a su elección.
Aquí queda clara la maniobra de Floridablanca que se decantó, canalizando la propuesta hacia Carlos III a través de Bernardo del Campo, Pini y Sangro.
Es decir: el desafío a un duelo.
Proyecto de mi segunda respuesta230
Señor:
He recibido vuestra carta del 16 de octubre con la máxima atención. Al final de la misma, hay una frase que parece una amenaza; vos no habréis creído, sin duda, que ésta me
haya intimidado ni un instante.
Hay sin embargo algo (os lo aseguro señor), que me atormenta: la idea insoportable de haber afligido y herido a un hombre de honor. Creed, señor, que no tengo necesidad de
buscar en la historia de mi casa, los ejemplos que vos me recordáis, para darme cuenta lo que corresponde hacer a un militar leal. Estos principios están escritos en mi corazón desde
el mismo momento de mi nacimiento y seguirán grabados en él hasta el día de mi muerte.
Os aseguro, señor, que en vuestro lugar yo habría hecho lo mismo que vos habéis hecho, pero también me inclino a creer que si vos hubieseis estado en el mío no habríais podido
evitar OBEDECER231 y os habríais conducido como yo.
Tenéis mi estima, señor, y pretendo tener la vuestra.
Si cuando nuestros soberanos nos devuelvan a nosotros mismos, vos queréis aun ser mi enemigo, me encontrarais digno de vos; si por el contrario preferís ser mi amigo, seré el
vuestro de por vida y hasta la muerte.
Tengo el honor de ser etc.etc.
31. Al conde de Floridablanca. Escrita desde Mahón a 24 de octubre de 1781232
Señor conde:
La persecución inicua de los malos tiempos que retardan todas mis operaciones, me servirá en esta ocasión felizmente para poder remitiros esta carta. En efecto: enviaré un dragón a Ciudadela para que alcance al correo ordinario, que supongo aun no se ha hecho a la vela y a su vez escribo también al conde del Asalto para que os despache un extraordinario
y así compensar el retraso de nuestras novedades y notificar a Su Majestad la llegada de cuatro mil franceses.
El boletín que os he enviado y en el que he juntado dos días, me ha parecido un diario poco interesante; con un tono estrictamente militar, en medio del cual imagino que habéis
encontrado el borrador de la carta que he enviado al embajador de Francia y que es idéntica al original.
Esta misma copia, bien traducida al español, me parece que podría insertarse en la Gaceta de Madrid mejor que el boletín y poniendo por título "carta del duque de Crillon a uno
de sus amigos en Madrid" omitiendo al embajador. Así la cábala formada contra mi no podrá decir que someto a la tropa a un exceso de fatigas.
Estoy obligado a deciros (en tanto que me habéis ordenado rendiros cuenta de parte de Su Majestad) que he dado del fondo para gastos secretos cuatro doblones de a ocho a
cada uno de los dos oficiales voluntarios franceses de Marina por sus servicios y ellos lo han reconocido como una prueba de la bondad del Rey. Era algo de lo que tenían verdadera
necesidad.233
230
Es decir: la que pensaba enviar Crillon a Murray si la Corte se la autorizaba (que no fue así, por lo que esta carta nunca se envió)
Subrayado y en minúsculas en el original. El énfasis es nuestro. Aquí vemos como Crillon después de todo el triunfalismo previo y de toda la maquinación que llevó a cabo sin ningún
escrúpulo, ahora, hipócritamente, no sólo queda como corrido, sino que esgrime la famosa coletilla de la obediencia debida.
232
A.H.N. Estado, leg. nº 4230. Original en francés, de puño y letra
233
Nunca insistiremos lo suficiente en los problemas de liquidez de cierto miembros de la nobleza que no habían heredado un saneado patrimonio.
231
DUQUE DE CRILLON
Estos sueldos que pagaré a cada uno de los oficiales que han venido con el señor Eyries, según su grado en Francia, resultará más cómodo tanto para ellos como para mi, que si
deben costearse el sustento a sus expensas (esto es todo lo que ellos piden y que vos habéis permitido que yo gradúe a mi elección).
Os aseguro que sirven bien al Rey por este dinero y que estos son oficiales de mérito234 y de una modestia que les hace dignos de ser aquí apreciados por todo el mundo y estar
del mejor acuerdo con la Marina.
He embarcado a Don Pedro Sintes fiscal de la isla de Menorca, llegado de Londres, a uno de nuestros buques de guerra que debe escoltar a los seis últimos de transporte que
envío a Barcelona para buscar el resto de las municiones que espero. A este prisionero le acompañarán algunos otros que es esencial hacer salir de la isla y tenerlos alejados, al menos
hasta que se conquiste el fuerte de San Felipe.
Tengo el honor de ser, señor conde, con tanta adhesión como respeto vuestro más humilde y obediente servidor.
B.B. duque de Crillon
32. Al conde de Floridablanca. Escrita desde Mahón a 24 de octubre de 1781235
Señor Conde:
El boletín os instruirá de nuestra situación hasta hoy y veréis, que si nuestros trabajos no están tan avanzados como yo querría, no es por falta de cuidado por mi parte a este respecto.
Por otra parte, se puede juzgar fácilmente cuan bien ha sido elegido el punto de emplazamiento de nuestras baterías por los esfuerzos que hacen los enemigos para destruirlas.
Espero tener tomadas todas las medidas para que éstos resulten inútiles y lo que deseo (y también todo el ejército) es que lo intenten más seriamente y avancen más, hacia las emboscadas que les he preparado.
A este efecto, pues, si el señor Murray llega a arriesgarse a una salida con la mitad o más de su guarnición (lo cual va contra todas las reglas [de la táctica], pero de lo que le creo
capaz) serían cogidos en la trampa y hechos prisioneros, lo que probablemente provocaría de inmediato la toma del fuerte. Soy optimista y espero este acontecimiento, pero soy
consciente que no debo contar con él y no cuento.236
Sin embargo debo prevenir bien esta posible salida que puede realizarse por cualquiera de las cuatro partes siguientes: La Mola, Felipet, el Arraval, por nuestra izquierda y por
nuestra derecha por la parte de la cala de San Esteban. Ello hace necesario que en cada uno de estos puestos multiplique las guardias, lo que supone una sobrecarga para la tropa, que
además debe atender a la construcción de las baterías. Además, de este servicio se exceptúan los enfermos y los destacamentos de Ciudadela y Fornells.
Quiere esto decir, que a pesar de todos los socorros que me habéis enviado, disponemos sólo de nueve mil hombres sobre las armas237, de modo que aumentando nuestros efectivos hasta tener más de nueve mil hombres sobre las armas, tal como V.E. podrá ver por el estado actual de mis fuerzas —que enviaré posiblemente mañana— que no hace sino cinco
o seis días que nos ha llegado todo y que los vientos nos han tenido más de un mes sin poder recibir ningún recurso, ni en hombres ni en ningún tipo de municiones de guerra.
234
Oficial de mérito. Término acuñado en la España de entonces, para definir el oficial militar ideal, que según las tendencias de la época debía ser “a la vez especulativo y experimentado y
basar su promoción más en sus méritos efectivos que en la antigüedad”. Este es el modelo de oficial que se pretende fomentar desde las Ordenanzas de 1767, sobre todo en su título II.
235
A.H.N. Estado, leg. nº 4230. Original en francés, de puño y letra
236
Este comentario corresponde a esa vena pueril que, junto a otros defectos y algunas virtudes, el duque tenía.
237
Para una mentalidad actual, nueve mil hombres contra los escasos mil seiscientos del fuerte, puede parecer una desproporción excesiva y excesivas también las peticiones del duque, pero,
como ya hemos referido la táctica de los sitios de fortalezas por el sistema Vauban se basaba precisamente en al desproporción del sitiados sobre el sitiado para evitar la efusión de sangre y que
la toma de la fortaleza fuera solamente o mayormente cuestión de sudor.
La llegada de los franceses nos ha aliviado mucho, pero muchos han venido enfermos y el pie238de sus regimientos aun está incompleto, pues su comandante me ha dicho que de
los veintiún buques de transporte de tropas que salieron, echa aun en falta nueve. Por tanto, contantes son tres mil de momento y sumados a la tropa española ,hacen los doce mil
pedidos y que me eran de absoluta necesidad.
Tengo el honor de ser, señor conde, con tanta adhesión como respeto, vuestro más humilde y obediente servidor.
B.B. duque de Crillon.
Postdata: Estoy obligado a deciros que he escrito por este correo ordinario al Ministro de la Guerra para pedirle la recompensa de un escudo de ventaja239 para los once soldados
catalanes que quedan de los doce que detuvieron la salida de los enemigos y los echaron con pérdidas por su parte. Estos contuvieron a más de doscientos hombres sin ceder en ningún momento un palmo de terreno. Esta memorable acción hace honor a la nación española y es indispensable no dejarla sin recompensa.
El cabo segundo que me ha presentado un memorial para pedirme este reconocimiento de honor, utilizada en casos parecidos, ha sido ascendido inmediatamente a cabo primero
y os pido que solicitéis a Su Majestad estas gracias si es necesario, como una de las cosas que más me pueden llegar al corazón. Además puede servir para fomentar la emulación.
Tampoco debo olvidarme de hablaros de un teniente de Infantería francés que procede de un hijo natural de un hermano del gran Turenne*240 y que ha venido recomendado por
el duque de Bouillon, por el que es reconocido y por quien lleva el nombre De La Tour D´Auvergne.241 No he querido tomarle como ayudante de campo por no aumentar el número
de edecanes y además para no echarme encima a toda la nobleza francesa que me perseguiría.
Este oficial ha aprovechado una licencia de seis meses por asuntos propios para venir y lo único que quiere es aprender el oficio y demostrar que es digno de llevar su nombre.
Me ha caído bien en todos los aspectos y se le nota portador del carácter de la vieja caballería. Me ha pedido como una gracia que le coloque en el lugar de mayor peligro y le he
confiado a Carbonell, el oficial de voluntarios que está siempre a la cabeza de las empresas más arriesgadas y después de ocho días de su estancia aquí, ha pasado ya tres noches a
disparar a los centinelas enemigos en el camino cubierto.
Todo lo que pide es ver su nombre en la Gaceta, así que os ruego recomendar este artículo tal como va en el boletín. 242
33. Al conde de Floridablanca. Escrita desde Mahón a 28 de noviembre de 1781.243
Campo de Mahón bajo el fuerte de San Felipe.
Señor Conde:
238
Pie. Dotación reglamentaria en hombres de un Regimiento.
En castellano en el original. La ventaja era un aumento de la gratificación de recluta por méritos.
240
Henri de la Tour d´Auvergne, vizconde de Turenne, mariscal de Francia y gran estratega en la Guerra de los Treinta Años.
241
El teniente la Tour tuvo una actuación destacada después en el sitio de Gibraltar, en el que participó a bordo de una de las baterías flotantes, donde salvó la vida de milagro al incendiarse el
ingenio. Vid. Histoire du siege de Gibraltar, fait pendant l´ eté de 1782, sous les ordres du Capitaine General Duc de Crillon, chevalier de la Toison d´Or, Grand d´Espagne de la premiere
classe, Grand Croix de l´Ordre Royal de Charles III, Lieutenant General des Armées de France, chevalier de l´Ordre Royal et Militaire de St. Louis. Par un officier de l´Armée Française.
Cádiz, 1783, pag.
242
Vemos aquí la típica bastardía, tan corriente entre la nobleza. La promoción militar del bastardo era la forma de canalizar las contradicciónes de una sociedad nobiliaria, cerrada y restrictiva, en la que premiaba la política de matrimonios de conveniencia.
243
A.H.N. Estado, leg. nº 4230. Original en francés, de puño y letra. No lleva fecha; ésta se deduce por el contexto.
239
DUQUE DE CRILLON
Tengo el honor de responder, con esta carta, a las dos últimas que V.E. me ha hecho el honor de escribirme; una de fecha 19 y la otra de 27 de noviembre.
V.E. me promete en la primera algunos corsarios, pero me apunta que deben estar bajo las órdenes de Moreno. Permítame decirle pues, que si se accede a esta pretensión se perderá gran parte de las ventajas que me propuse obtener con la petición y os ruego que me permitáis explicarme en detalle.
Primero: Con ello V.E. desanimará a los corsarios al quitarles la posibilidad de elegir la forma y manera de combatir al enemigo, que es muy peculiar un buque de este tipo en el
que, en tanto que es libre, la gloria y el provecho de una acción son todas para él. Sin embargo si están bajo las órdenes de la Marina, ésta tenderá a apropiárselas y se producirá el
conflicto. Por el contrario, si están a mi mando pienso (creo que con razón) que no recelarán de un militar de Tierra que ni entiende ni pretende la gloria de las operaciones marítimas;
que permitirá que la mayor parte del mérito recaiga sobre los propios corsarios y que no interferirá en sus acciones, salvo para informarles de la posición del enemigo y darles órdenes
de carácter general, dejándoles absolutamente a su albedrío elegir el modo de cumplirlas según las reglas de su oficio.
A este corsario, cuando me dijera que iba a cruzar244 delante del puerto a impedir la entrada de un enemigo, no necesitaría decirle de que puerto se trataba y cuando le dijera que
en caso de mal tiempo buscara los abrigos le daría la capacidad de elegir entre los que existen en la misma isla y no le obligaría a entrar en uno del que luego difícilmente pueda salir
ni el corsario me preguntaría a que isla me refería. Y es precisamente de estos mismos corsarios de los que he aprendido que, para guardar el puerto, es necesario mantenerse siempre
en el mar en vez de esperar al enemigo desde el abrigo y alcanzar la costa sólo en caso de peligro de tormenta.
Segundo: Dejar a los corsarios bajo el mando particular de la Marina Real, es autorizar el orgullo y la tiranía de este cuerpo sobre aquellos a quienes, por su origen, han tratado
siempre con desprecio, de lo que he sido más de una vez testigo; ¿Cómo se puede esperar que un comandante que no ha hecho nada ni nada tiene intención de hacer. ¿Cómo el mismo que me ha dicho haber escrito al Rey diciéndole que no es posible impedir la entrada de buques enemigos en el puerto, tendrá valor para ordenar y permitir a los corsarios que
ejecuten lo que el juzga como imposible?
Por otra parte, la medida fomentará entre los dos cuerpos la rivalidad, fuente de conflictos, que siempre da al traste con las acciones de guerra más brillantes. No cabe duda que
los corsarios, encontrándose en un puerto o en la mar al momento de combatir al enemigo y marchando junto a un buque de guerra deben ponerse a sus órdenes, pero el corsario
(tanto si está pagado por el Rey como si está fletado a su servicio), por la propia naturaleza de su oficio, acostumbrado a decidir por su cuenta, debe ser libre para salir del puerto en el
momento que él elija para buscar y combatir al enemigo como mejor le plazca, sin que eso no sea óbice para que luego su Majestad se reserve recompensar o castigar su conducta
según el uso —o abuso— que haga de la libertad que el mismo Rey le ha concedido.
Este sistema ha sido el empleado desde tiempo inmemorial por los ingleses, que siempre han tenido muy en cuenta a su marina corsaria. Aunque se tiende al mismo objeto, esto
no ha sido posible adoptarlo ni en España ni en Francia. Los franceses han tenido desde siempre los mismos prejuicios que los españoles sobre que la Marina Real es intocable, y esa
es la causa del deplorable estado en que se encuentran sus corsarios, como se ha visto en la presente guerra. Puedo asegurar a V.E. que solo se conseguirán acciones brillantes y
heroicas con un cambio de sistema y la emulación.245
Esto es, pues, lo que os escribí acerca de la Marina anteriormente, en cartas que me parece no ha recibido V.E. aun, por lo que me dice en las últimas, en las cuales me añade que
la empresa está viciada de tanto dar vueltas a las cosas y que es necesario llevarla a buen fin contra viento y marea; y que en vez de tanto protestar ofrezca soluciones, porque V.E.
está excesivamente ocupado en demasiadas cosas importantes como para atender a mis quejas.
No puedo, sin embargo, abstenerme (para responder a un párrafo de vuestra carta) de decirle que es verdad que el sr. Moreno me ha ofrecido públicamente quemar los buques
enemigos situados en la cala de San Esteban; que yo lo he aceptado y ello es del dominio público. Pero lo que no ha hecho aun la más mínima tentativa de realizarlo, aunque, para
aprovechar una ocasión que se me presentó de hacerle cumplir su palabra, lo emplacé por medio de una carta en la que le ordenaba quemar una embarcación que se aprestaba a salir y
para estimularle le dije que por atención a él y para procurar a la Marina alguna acción brillante, había contenido los ímpetus de Carbonell y mis voluntarios, que estaban ansiosamen244
El crucero era la forma habitual de interceptación marítima de cualquier convoy de revituallamiento de una plaza sitiada, y consistía en mantener algunos buques de guerra veinticuatro
horas en la boca de los puertos, colocados adecuadamente para aprovechar el viento en caso de persecución y captura del enemigo. En el caso de Menorca, y aun de Gibraltar, los cruceros no
sirvieron de casi nada. Ambas plazas fueron reavitualladas varias veces por la experiencia y destreza de los corsarios mahoneses la primera y de los marinos británicos la segunda.
245
Aquí Crillon se muestra inteligente y juicioso respecto a este tema y sus argumentos resultan convincentes de forma objetiva. Contrasta con algunas puerilidades anteriores y resulta, pues,
paradójico. No descartamos que en cuestiones marítimas de las que no tenía porqué entender, pudiera aconsejarse por el capitán Eyries.
te dispuestos a realizar la empresa y que le apremiaba [a Moreno] a ejecutarla o en caso contrario permitir que otros la llevaran a cabo. Moreno me respondió con una carta de la
que os envío copia, en la que me decía que podía enviar a Carbonell y que ello no suponía que en absoluto que él por su cuenta no realizara alguna operación en aquella cala.
En consecuencia hicimos lo que pudimos para quemar el buque, pero hasta hoy no hemos podido ver ninguna acción paralela del sr. Moreno al respecto.
Moreno se jacta, además, de haberme propuesto una batería contra la entrada de la cala San Esteban. Ésta ha sido proyectada y ejecutada entre el comandante de la Artillería, el
jefe de Ingenieros246 y yo, y siempre la habíamos tenido en cuenta sin que ello sea un mérito de nuestra parte ni menoscabo para la proposición de Moreno, porque hasta un niño se
apercibido de su necesidad y él debería haber prevenido que todo el mundo iba a reírse de una propuesta tan obvia.
En justa correspondencia de los elogios que él ha hecho de mi persona, y a pesar de los reproches que le he hecho yo a él, le considero de buena fe, y es la viva imagen del valor
y la rectitud de carácter, cualidad que siempre me ha cautivado en los hombres: y por retornar a lo que el dice de mi, que cuando le reprocho la negligencia de la Marina es como
consecuencia de malos consejos, contestaré que creo firmemente (como ya le dije) que la Marina ni hace ni deja hacer, porque ha recibido órdenes superiores de su Ministro. Con
todo, no puedo menos también que creer, como hoy día lo creen los demás, que la Marina es un cuerpo que parece sacado de las filas jesuitas, por la cohesión interna que entre
ellos existe; por no mirar más que por su propio interés particular y sobre todo por su negativa a obedecer a cualquiera que no sea su jefe, al que cada uno se cree en el derecho
a representar despóticamente en cuanto se le concede el más pequeño mando.247
Sobre el resto, señor Conde, os aseguro que proclamaría vehementemente a todo el Universo que tengo la conciencia tranquila de haber cumplido con mi deber, tanto en la parte
militar como respecto al tono utilizado con todos para hacer cumplir el servicio del Rey, porque (aun reconociendo en mi todas las faltas corrientes en un general, más que en ningún
otro), he tenido la suerte de que hasta ahora nadie ha tenido nada que reprocharme desde mi llegada aquí, sino un exceso de amabilidad, que sin embargo no hay que confundir os
lo juro, con debilidad, aunque puede haber sido un error que no repetiré aunque algunas veces me salga porque corresponde a mi carácter.248
Después de estas reflexiones, sr. conde, persisto en la firme idea de que solamente con la Marina y su artillería no conseguiremos cerrar la entrada del puerto y que es absolutamente necesario tender una cadena en la parte exterior de la boca. Conozco la dificultad para colocarla, pero ésta desaparecerá por poco que tenga algunos corsarios a mi disposición.
En consecuencia: ¿Cómo se puede dejar una empresa tan considerable y sobre la cual Europa tiene puestos los ojos, al azar de un cañón mal dirigido por su artillero o un buque mal
conducido por su capitán y todo por ahorrar algunos cabos de vela al Rey? ¿No es mejor reducir al enemigo a la imposibilidad física de entrar y salir de la cala de San Esteban?
Por todo ello le remito a V.E. la carta que recibí de nuestro cónsul en Marsella y mi respuesta, que seguramente encontraréis bastante viva, pero que creo justificada, después de
lo que me dice en la suya, de haber interrumpido una operación de esta importancia sólo por su falta de crédito.249
No os puedo ocultar en esta ocasión la honorabilidad de Señor Eyries, que al darme parte de la imposibilidad de conseguir fondos, me ha ofrecido sus bienes y fortuna personales
para obtener crédito. Y estoy seguro que si hubiera tenido dinero contante, lo hubiera también ofrecido con gusto. El señor de Varages, su compañero, que está aquí conmigo como
ya os dije, me ha escrito desde Fornells y me dice: "Señor , no soy rico, pero mi compromiso con V.E. y con la causa común me obliga a no vacilar en ofreceros todo el fruto de
mis viajes marítimos y que corresponde a toda mi fortuna, que asciende a ochenta mil reales de vellón en plata contante,250 en manos de un banquero de Marsella y si V.E. me
aceptara una letra de cambio, yo tendría el placer de extendersela si V.E. considera útil mi pequeña oferta.
246
Tortosa y Lemaur.
La Marina de Guerra Española en la segunda mitad del siglo XVIII sostenía una profunda rivalidad militar con el Ejército de Tierra y su ministro, el marqués de Castejón particularmente
con Floridablanca como ya se ha mencionado. La Marina, pues, era entonces un cuerpo de élite (los países medían su poder sobre todo por el de sus fuerzas navales), técnica e intelectualmente
superior (recordemos, por ejemplo, a Vargas Ponce, Jorge Juan o Federico Gravina, que intervino en Mahón al mando del jabeque Lebrel)) aunque muy mediatizado por la soberbia de algunos
oficiales y por la escasa calidad de la marinería, reclutada entre lo peor de cada casa por medio de levas forzosas.
248
La afabilidad y bonhomie de Crillon era proverbial y de ella se hicieron eco muchos contemporáneos, pero ésta a veces no debe ocultarnos cierta firmeza de carácter que le permitía imponerse cuando las circunstancias lo requerían.
249
De la Rosa, que debía ser hechura del conde de Aranda, puso toda clase de impedimentos a las tareas que se le encomendaron.
250
Es decir, cuarenta mil reales de plata, moneda de Castilla. No nos extrañaría nada que estos viajes marítimos del señor de Varages tuvieran que ver con la trata de negros del Senegal.
247
DUQUE DE CRILLON
He recibido esta oferta en nombre del Rey y en el mío como fiador y le he dicho que aguarde, al mismo tiempo que ofrezco también el dinero de mi bolsillo para un objeto tan
importante, que lo es en verdad, aunque V.E. crea que la flota de Cádiz sea suficiente para impedir el socorro, que, como casi todo el mundo sabe, por si solos pueden frustrar la toma
de una plaza251.
V.E. no puede llegar a darse toda la cuenta, sr. conde, de la cantidad de posibilidades de resistencia que se permite al enemigo, cada vez que se le deja la menor puerta abierta
para la más ligera embarcación, que le aporta insensiblemente lo necesario para subsistir y recuperar el ánimo de defenderse, que es muy poco para mantener fresca a una guarnición
tan pequeña y que sin embargo a nosotros nos hace perder tiempo, hombres y ciertamente más dinero que el que nos costará esta cadena que pude decidir la toma de la plaza un mes
antes, lo que supondría, a lo menos, el ahorro de un millón de libras252 con el gasto de veinte mil.
Recuerde también, sr conde, que el mismo cálculo debe aplicarse al objeto del que voy a tratar en París, si ellos lo juzgan posible (que yo así lo creo por su aspecto, aun sin conocerlo del todo) y con los que después lo voy a negociar con vuestras propuestas.
Resumiendo: primero: he enviado a Marsella la letra de cambio de veinte mil libras que el señor de Varages me ha remitido con un convoy francés, que se hace a la vela ahora
mismo. Con ella va también la carta para nuestro cónsul, otra para el señor Eyries y otra más para el señor Payen, al que había enviado a París, pero vientos contrarios lo han retenido
varios días en ese maldito puerto y del que parece no salir nunca. En esta última carta mando al señor Payen que se reúna con el cónsul y al señor Eyries y que pierda veinticuatro
horas para tratar sobre la cadena, empleando su actividad, su elocuencia y todo mi crédito en Marsella.
En su carta del 27, V.E. me habla de la destitución del intendente Montenegro, que le tengo que agradecer a Su Majestad, sin menoscabo de su celo ni su probidad. La elección
de su sucesor el Señor de Lerena* me produce gran satisfacción. Vuestra recomendación por él y el retrato que me habéis hecho, son un completo elogio para mi. Además le conocía
ya suficientemente para estar dispuesto a creer que nos entenderemos. Le espero con tanta impaciencia que he hecho de intermediario al enviar a Montenegro, con algunas cartas que
he recibido para él, la que el Secretario de Guerra me ha enviado a mi comunicándome su destitución. Ya solo falta que reciba la suya de Don Miguel de Muzquiz y obre en consecuencia.
Tengo el honor de ser, con tanta adhesión como respeto, señor Conde, vuestro más humilde y obediente servidor.
B.B. el duque de Crillon
Postdata: Me remitiré a vuestros consejos que son siempre órdenes para mi, sobre todo en lo relativo a mis relaciones con la Marina (aunque no pueda enmendar mi opinión basada
en una creencia bien fundada) y estoy convencido de la sabiduría de vuestras máximas, en las que reconozco de vuestra parte una amistad, que me llega al fondo del alma y sobre la
que siento el mas tierno reconocimiento. Obedezco pues, sin menoscabo de la admiración y adhesión que os profeso desde largo tiempo.
B.B. de C.
34. Al conde de Floridablanca. Escrita desde Mahón a 1 de Diciembre de 1781.253
251
Crillon se refiere aquí a la escuadra de Córdova y Gichen, que había partido de Cádiz hacia el canal de la Mancha al mismo tiempo que la expedición a Menorca, para impedir el socorro de
la flota británica a Mahón y Gibraltar.
252
Un millón de libras tornesas, es decir cien mil escudos de oro o dos millones de reales de plata, moneda de Castilla.
253
A.H.N. Estado, leg. nº 4230. Original en francés, de puño y letra. de su secretario.
Señor conde:
No os extrañéis de ver esta carta escrita por otra mano que no es la mía (aunque contenga especies que no deben salir de entre nosotros) pero he tomado el partido de hacerla
copiar de mi borrador y a la vista por un secretario, en la seguridad de su adhesión a mi persona que carece de toda duda después de treinta años a mi servicio y que está copiando en
mi despacho ante mi.
No me es posible haceros una bella estampa de mi situación, teniendo el disgusto de ver entrar cada día un buque enemigo diferente en el fuerte, sin que uno de los nuestros
aparezca jamás para interceptarlo. Y lo que me disgusta más aun, es ver que no se trata más que de pequeños convoys de víveres poco capaces de aprovisionar la guarnición si ésta no
lo hubiese hecho antes de nuestra invasión y sus recursos en hombres se reducen a algunos centenares de marineros que enrolan de los buques, dejándolos sólo con los absolutamente
necesarios para regresar.
Tienen también un refuerzo de cuarenta y cinco corsos o griegos enrolados en Liorna,254 así y todo esto no afecta a lo principal y prueba por el contrario que Su Majestad, no
habiendo enviado aquí un ejército para dar simplemente un paseo, no le ha quedado otro remedio que realizar un sitio para hacerse dueño del fuerte de San Felipe, porque el bloqueo
parecía imposible de ejecutar con la especie de Marina Real que aquí tenemos y la manera como ella se comporta desde el día de nuestra llegada.
Y al ida os diré que ya después de la salida de Cádiz, por mil sospechas que me he formado durante un mes de travesía (y que desechaba al mismo tiempo por parecerme de mala
conciencia y por mi ignorancia de la Marina) pero que se reafirmaron a medida que pasaba tiempo, que estoy convencido que nuestro viaje de un mes e incluso nuestro desembarco,
no habiendo podido hacerse conjunto, pudiera haber acabado mal, si no hubiera tomado la disposición de un desembarco en dos partes opuestas, y la rapidez de mi marcha sobre el
enemigo, no hubiesen confundido al general Murray hasta el punto de aturdirle y hacerse encerrar en el fuerte.
Sí, señor conde, yo ya os lo he dado a entender (y me descargo) solamente entre vos y yo; si los intereses del Rey no están vendidos a los ingleses (como lo cree toda Europa
por las maniobras de nuestra Marina, desde el mismo momento de la declaración de la guerra) al menos el escaso celo produce los mismos efectos, al querer hacer fracasar
cualquier proyecto combinado cuyo éxito horroriza a la infame y negra ambición de los monstruos políticos, que lejos de ver que la gloria del Rey, el honor de nuestras armas y
el de la nación están por encima de sus estrechas miras y del interés particular, que tienen o presumen tener, de perturbar el éxito, para disminuir, o al menos no aumentar la
confianza del Rey en los que son sus fautores o responsables.
He aquí, señor conde, vuestra posición en la Corte y la mía en la guerra. Los Amos como los nuestros no deberían consentir tales monstruosidades, pero las historias antiguas o
modernas están llenas de estos ejemplos, que se han dado en todos los tiempos y que se darán mientras haya hombres malvados, porque, desgraciadamente, ello concierne a la condición humana.
En todo caso, si nosotros podemos devolver bien por mal (si me lo permitís os hago partícipe), poniendo nuestra confianza en Dios (único dispensador de los acontecimientos) y
nuestras únicas luces para servir bien al Rey, siguiendo nuestra caza con botas de cuero por entre las zarzas y las espinas sin ser heridos y sin ocuparnos de estas pequeñas ingratitudes, salvo para aplicar un emplasto, yo os garantizo aquí la parte que me toca si vos avaláis la mía en la Corte.
Como ya os he dicho ( y os repito ahora), los refuerzos que los enemigos reciben y pueden recibir no nos impedirán tomar el fuerte de San Felipe, no hay duda de que si reciben
un refuerzo de mil cuatrocientos o mil quinientos hombres (como lo anuncia la Gaceta de Londres) ello me producirá algún embarazo y fatiga si vos no me aumentáis los medios en
proporción, así que no dudo (como lo que he pensado siempre desde el primer momento), que lo esencial es impedir la introducción de recursos cerrando el puerto. A este efecto es
necesario reunir tres medios; helos aquí por orden: Primero: Fuerzas marítimas superiores que crucen sin descanso la entrada del puerto, lo cual es inútil pensarlo hasta que haya
formado una Marina de corsarios embarcados en fragatas u otros buques en estado de sostenerse en el mar en todo tiempo y armados de veintidós, veinticuatro y hasta treinta cañones
de doce pulgadas y enteramente a mis órdenes. Segundo: todas mis baterías en disposición de tiro y tercero la cadena exterior.
1er punto:
254
Los corsos eran algunos partidarios de Pascuale Paoli, el rebelde que luchaba en Córcega a favor de los ingleses. Un hermano suyo, era capitán corsario en Mahón y estaba casado con Ana
Chiesa, la hija del pintor.
DUQUE DE CRILLON
He escrito sobre este asunto a Barcelona donde me han dicho que hay dos o tres de esta especie y con excelentes capitanes. En este sentido me he puesto en contacto con el conde
del Asalto. También he escrito al comandante general de Mallorca, donde se me ha dicho que también hay uno; en fin cuento además con uno mahonés de esta especie que está en
Niza a donde he enviado a buscarlo y otro en Marsella de donde espero hacerle venir armado y seguramente conducido bajo mi nombre, sin que Francia pueda verlo mal, siendo los
corsarios libres de hacer lo que les plazca con tal que sea contra los enemigos.
Este artículo supone un aumento en los gastos, pero bien lejos de superar el que se ha hecho hasta aquí de más de ochenta buques fletados en Cádiz a un precio exorbitante por
tonelada, el término de su contrato ha expirado y no necesitamos más de doce en el momento presente, a los que he reducido a un flete ordinario y en compensación de los cinco o
seis corsarios grandes que trato de procurarme, estando totalmente armados y tripulados por buenos marineros y soldados. Cada uno no supondrá más que un precio mayor que el que
Su Majestad paga por cada buque de transporte, de manera que un buque armado de veintidós a veinticuatro cañones de doce pulgadas y una dotación a proporción, no costará nada
al Rey y por el precio por que S.M. paga un buque de transporte de trescientas toneladas, yo tendré seis corsarios y el Rey se ahorrará una cantidad de dinero importante cada mes.255
El segundo punto es la Artillería. la construcción de mis baterías avanza y creo poder tenerlas en situación de tiro lo más pronto posible. Puedo asegurar que en esta diligencia he
encontrado un medio de economía para el Rey, colmando de alegría al soldado, que gana tiempo en un trabajo que hace voluntariamente y cantando.256
El tercer punto es el más esencial de todos, y los dos primeros son necesarios para apoyarlo. Se trata de cerrar el puerto desde fuera y eliminar toda posibilidad para que los asediados reciban cualquier tipo de recursos; de desesperarlos viéndose aislados del resto del Universo y reducidos a sus propias fuerzas. Este artículo pide un gran debate y puedo deciros al respecto que no solo la Marina Real no nos ha servido en nada y para nada aquí por si sola, sino que por el contrario es ella únicamente la que me ha impedido cualquier
acción por sus perniciosos consejos dados bajo la máscara de la buena voluntad, por las memorias capciosas y, en fin, por las maniobras sordas ante los obreros 1º apoderándose
de la construcción de la obra que les he ofrecido por complacerles, no dejando a los autores de la cadena dirigir su construcción,257 en tanto que querían colocarla fuera del puerto
para asegurarse de que tuviera el efecto completo que querían darle, es decir, para cerrar herméticamente y de manera segura la entrada del mismo. 2º maquinando y haciendo perder
a los obreros dos meses para construirla, 3º habiendo escamoteado más de la mitad de la longitud necesaria para cerrar el puerto fuera, 4º en fin, cuando les puse entre la espada y la
pared y les dije que quería que se aumentara su largura, me dijeron que era imposible de emplazar y que desde luego ello no se harían cargo de ello, después de haberme dicho primero que la cosa era de lo más fácil.
En fin, como consecuencia de todo ello, al menos decidí intentar servirme de la cadena tal y como había sido hecha, primero: para, al menos, cerrar el puerto entre él y la derecha
de mi ejército, que nosotros debíamos asegurar contra los navíos enemigos más grandes que quisiesen entrar. Esta operación se ha hecho y aunque los enemigos han intentado por
todos los medios romperla a tiro de cañón y aunque es imperfecta, no lo han conseguido, prueba fehaciente de que su cañón aun causaría mucho menos efecto sobre ella fuera del
puerto, tal como debíamos —y queríamos— haberla puesto.
No obstante, al fin la pondremos con algunos valientes corsarios españoles, guiados por los autores mismos del proyecto que son los señores Eyries y Varages y como consecuencia de ello no entrará ni un gato en la plaza.
Es pues necesario hacer esta nueva cadena, pero es imposible construirla aquí por las mismas razones que ya he referido y como me jacto de ser tan buen español como vos mismo, no debo ocultaros que así como nuestra nación tiene grandes ventajas para la guerra sobre todas las demás, debemos convenir, por otra parte, que el espíritu patriótico y nacional
está muy debilitado en lo que se denomina cuerpo facultativo en todos nuestros arsenales. La envidia, los celos bajos y el interés personal nos siguen a todas partes y veo en todos los
puertos un espíritu de despilfarro, de latrocinio y de negligencia que he temido tanto por el gasto como por el retraso258.
255
La situación era grave: tener que utilizar corsarios por la inoperancia de la Marina Real que además presuntamente boicoteaba las operaciones por órdenes del ministro Castejón.
Todas las crónicas de la época, tanto las que se refieren a la toma de Menorca como las del sitio de Gibraltar y también muchas cartas particulares coinciden en señalar la capacidad de
Crillon de levantar la moral de la tropa con su presencia y energía. Y ello a la provecta edad (para la época) de sesenta y cuatro años.
257
la cadena la proyectó el señor Eyries.
258
Cuando dice “construirla” quiere decir “construirla en España.” Por lo que luego argumenta, Crillon pretendía mandar hacer esta cadena (que debía cerrar el puerto desde Cala Rafalet hasta
la Mola) en Francia como veremos en sucesivas cartas.
256
Añado a estos motivos, el temor bien fundado de la falta de los materiales necesarios en nuestros arsenales de Barcelona, Cartagena independientemente de que en otra parte los
podemos encontrar más baratos.
He decidido por tanto, pedir la construcción de esta cadena en Marsella o en Génova, puesto que es necesaria de todo punto, sin que nadie, salvo los que la trabajen, pueda dudar
de su objeto. Y en consecuencia me he servido del señor Eyries, que es el inventor, en unión de su compañero el señor de Varages, que he reservado para las ocasiones como esta,
pues es un sujeto del primer mérito en todos los géneros. He dado a Eyries una carta de crédito hasta la suma de veinticuatro mil piastras259 para Don Juan de la Rosa, nuestro cónsul
en Marsella y una pequeña parte para Don Juan Cornejo, nuestro ministro en Génova, recomendándoles a los dos elegir un hombre de toda confianza, inteligencia y discreción para
pagar en su presencia los materiales y los obreros como si fuera por propia cuenta de Eyries, aunque no sea más que el director.
He escrito a estos dos señores a la vez, que os informen inmediatamente, de manera que V.E. verosimilmente no recibirá más que una carta: la del que sea encargado, bien en
Marsella o en Génova, o puede que dos, por diferentes partes, si como he previsto para ir más rápido no se encuentren más que la mitad de los materiales en cada uno de los dos
grandes puertos de comercio, sobre los que intentará gestionar la cuestión el señor Eyries, según su economía y su honestidad. El tiene la esperanza de encontrar en estos dos puertos
partes de cadena ya hecha, como la queremos y a los cuales se les puede añadir lo que falta y así ahorrar tiempo y dinero, sobre el monto total que sube a veinticuatro mil piastras,
suponiendo que sea la más fuerte. No pide más que veintiún días para construirla y es verdad que no puede calcular con el mar el tiempo de su viaje, pero ello no me impedirá seguir
con mis otras operaciones.
Se sabe que el trayecto de aquí a Barcelona o a Marsella es de veinticuatro horas de diferencia, y que de Marsella a Génova es de dos a tres días, por lo que pienso que esta operación, que tanto importa a nuestros aliados como a toda Europa, es necesaria en todos los casos para cumplir nuestra misión asegurada y sin remedio a los ojos de todos.
Desde el instante que la cadena sea remitida y que hará honor a nuestra sabiduría y a la nación al conseguir la toma del fuerte por los medios de fuerza que parecían no servir
más que con la condición de seguir las reglas del oficio sin comprometernos. En consecuencia, creyendo esta acción de necesidad, sin esperar vuestra respuesta la he puesto en ejecución, habiendo hecho partir al señor Eyries hace ya algunos días.
He aquí, pues, un gasto extraordinario de veinticuatro mil piastras fuertes al cual Su Majestad debe atender en provecho del Real Erario (a pesar del gasto que supondrán mis seis
corsarios) comparándolo al ahorro de la cantidad de buques que he licenciado y que el Rey había dejado conservar, o no, a mi discreción.
Me queda hablaros de otro gasto de treinta mil piastras, pero reservo este punto decisivo para otra carta, tanto más larga que esta, porque tengo impaciencia de que llegue el momento de aseguraros la tierna, respetuosa e inviolable adhesión, con la cual tengo el honor de ser, señor conde, vuestro más humilde y obediente servidor.
B.B. duque de Crillon.
Postdata: Señor Conde: faltaría a la justicia que debo a Don Miguel Arnaud, mi primer secretario, si olvidara deciros en una carta de confianza que he hecho escribir por otra mano
que no es la suya (como posiblemente os hayáis dado cuenta), cuya única preocupación que me da es ver la fatiga que le supone tener que descifrar a cada palabra mi borrador y la
que además le supone a el mismo escribir en francés.
Tengo en él toda la confianza que merece y he creído en esta ocasión en el deber de leerle yo mismo esta carta y quiero aprovechar con placer esta ocasión de decir a V.E. que no
puedo sentirme más contento de lo que estoy con su conducta a todos los efectos, también de su inteligencia y de su adhesión personal que me testimonia.
B.B. duque de Crillon.
259
Veinticuatro mil pesos o ciento noventa y dos mil reales de plata, moneda de Castilla.
DUQUE DE CRILLON
35. Al conde de Floridablanca. Escrita desde Mahón s/f (Probablemente el 2/12/1781)260
Señor conde:
En mi carta anterior, anuncié a V.E. un nuevo gasto de diez mil piastras fuertes para algo decisivo, que no obstante es conveniente mantener en secreto.
Tengo tantos recelos a mi alrededor, que me veo obligado a hablarle aun a V.E. con reserva de un asunto que requiere un discurso demasiado largo para enviarlo cifrado y que
sin embargo tampoco puedo explicárselo con claridad en una carta normal, ni confiárselo a alguien capaz de ser enviado a Madrid con este propósito, porque cualquier indiscreción
podría desvelar el secreto al enemigo, que así podría utilizarlo para desbaratar un medio que me permitiría ser dueño de la plaza y de la guarnición en veinticuatro horas, ahorrando
sangre humana por ambos bandos.
Tengo en París un número de amigos que me son adictos en varios campos y profesiones; y algunos reconocidos como de primer orden en las suyas. En cuanto se enteraron de
mi venida aquí y preocupados por mi prestigio, comenzaron a entretener sus ocios especulando sobre Mahón y, aprovechando la vía que les ha ofrecido la llegada de las tropas francesas, varios me han enviado algunos proyectos por Marsella, sobre la base de la idea que se tiene en Francia del fuerte de San Felipe: al que se considera inexpugnable por los medios ordinarios.
Por esta razón, estos amigos han buscado medios inéditos hasta hoy, y entre ellos algunas ideas que me han propuesto y que he rechazado. Unas porque hay medios más seguros
y menos crueles que esas;261 otras porque, tras examinarlas, las he juzgado imposibles de realizar, aunque no creo que deba emplearse nunca la palabra imposible en la Guerra.
Sin embargo, uno de estos amigos me ha hecho llegar una idea suya adaptada a esta plaza, con el deseo de servirme y el cual, en efecto, me parece que se le puede sacar partido a
medida que lo voy examinando, pero para el que, no obstante, me guardaré bien de entregar las treinta mil piastras fuertes que exige, sin antes un detenido examen, aunque este amigo
que aun siendo él mismo ingeniero y experto, pero no fiándose de sus propias luces, ha consultado a dos compañeros suyos que me ha citado. Uno de ellos es uno de los primeros de
Europa en su oficio y el otro uno de los más honestos y cuya adhesión a mi persona está garantizada.
El autor del proyecto me ha propuesto partir de inmediato para venir aquí a la primera palabra que le diga, pero como creo que no adelantaremos nada con que venga, le he comunicado lo que debería hacer necesariamente: Primero: partir inmediatamente a París, después de haberme convencido de su utilidad. segundo: que su venida aquí produciría sospechas que es necesario evitar por lo menos hasta el momento de la ejecución, y, tercero que, en fin, de esta manera perderíamos un mes precioso; y que no quiero suspender el curso de
las operaciones de un sitio empezado delante de los ojos de toda Europa (lo que no haría por ningún proyecto del mundo) y en el cual el éxito es seguro en más o menos tiempo,
como reconocen las reglas referidas al ataque y defensa de las plazas. Me sentiría culpable a los ojos de Dios si hiciera perder la vida a un sólo hombre como consecuencia del más
pequeño retraso.
El que ha sido testigo de esta conversación entre el autor del proyecto y el más importante personaje en este género de cosas que le ha consultado, de quien por otra parte ya os he
hablado, me ha hecho saber que éste quedó encantado y propuso inmediatamente dar cuenta del mismo a nuestro embajador; y si este lo quería, hacerle una demostración a la que
asistiría en persona delante de todo el ministerio de Francia y todos los ingenieros que quisieran verlo. El que me ha escrito puede ser menos emprendedor, pero es más prudente y les
ha propuesto de hacerme a mi primero la proposición antes de ir más lejos y que lo pueda examinar por mi mismo y luego tomar una decisión.
He recogido esta proposición y he instruido como si fuera a mi mismo a un individuo llamado Payen, que es el que está a cargo de todos mis asuntos en Avignon y que he hecho
venir aquí para ponerse al frente de mi casa ( en la que, entre paréntesis, soy y he sido robado vilmente), para que me represente. Le he hecho partir inmediatamente, so pretexto de ir
a Avignon para solucionar un asunto que, finjo suponer que me ha venido de golpe; pero en realidad irá él solo directamente a París, cogiendo el camino más corto en una diligencia
para evitar ser seguido.
260
A.H.N. Estado, leg. nº 4230. Original en francés, de puño y letra.
En aquella época se debatía, y la prensa se hacía eco de ello, dos opciones relativas a la táctica a emplear en las operaciones de sitio. Una la de Vauban, basada en el ahorro de sangre a
cambio de sudor; otra la de Coethorn (estratega holandés) que propiciaba una táctica en la que se empleara, como se decía en términos de la época más vigor, es decir el ataque sangriento y
temerario que obtenía el éxito —si lo lograba— a costa de una carnicería (lgo así como lo que ocurrió en la toma de San Felipe en 1756 con el Mariscal de Richelieu). Precisamente Crillon fue
criticado desde varios medios por blando,
261
Puedo garantizar que este sr. Payen sabe guardar un secreto. No es ingeniero militar pero es un hombre de carácter que conoce y digiere todo en todos los géneros y que posee
una actividad superior a la que se me pudiera a mi atribuir; un hombre perfectamente honorable y ciertamente el más capaz de ejecutar la comisión más delicada y más secreta. La
orden que le he dado es (al margen de que el deberá interpretar la cosa por el mismo) encontrarse con la persona a la que V.E. haya dado su confianza, que debe ser cualquiera menos el conde de Aranda o cualquier otro de su secta.262 No me fío de su orgullo ni de su carácter envidioso, que, después de haber examinado los pros y los contras de un plan, le
impide considerar nada bueno de él excepto aquello que provenga de su propia cosecha.
Entonces, el señor Payen hará lo que V.E. le indique respecto al proyecto, en el caso de que V.E. juzgue a esta persona como bastante segura para el secreto del mismo y suficiente hábil para merecer ser consultado. En el primer caso, daréis a esta persona facultad para aceptar o rechazar la ejecución del proyecto, que aparentemente no correrá a cargo (en
cuanto al gasto) del Real Erario. Si por el contrario, Su Majestad no quiere hacerse cargo en relación con lo ya confeccionado o respecto a las indagaciones del señor Payen antes de
que este se comprometa, las propuestas de V.E. servirán exclusivamente para dirigir los diferentes gastos que se harán en su presencia, los cuales tendrá orden de pagar a discreción
sin más y sin que se sienta objeto de representación.
He sacrificado (sin consultar a nadie excepto a mi bolsa) veinte mil reales para el viaje de mi enviado y los gastos que pueda tener en París y como he tomado esta decisión por
mi cuenta, no pretendo ninguna restitución por parte de Su Majestad en ningún caso, pero no os puedo ocultar que aunque él Rey rechazara vuestra propuesta sobre el proyecto, estoy
persuadido de su bondad y de su seguridad después de las diligencias que haga mi hombre antes de que sea ejecutado y al que he dado orden (si su propio examen confirma lo que
hemos podido comprobar aquí) de que en este caso haga lo imposible para encontrar por mi cuenta en París el dinero o el crédito necesario para esta operación, la cual me costará
cara más por los altos intereses que me supondrán el no disponer de dinero contante.
Como digo, esta empresa me arruinará si no resulta, porque me he propuesto no pedir un solo real a Su Majestad, pero si por el contrario obtenemos (gracias a esta nueva invención que asombrará seguramente a todo el Universo) un éxito brillante, pienso que Su Majestad se avendrá a pagar mis deudas.
Tengo el honor de escribiros esta carta por duplicado para asegurarme que os llegue mejor y he enviado una por Barcelona y la otra por Marsella, donde el mismo señor Payen la
echará al correo al embarcar. La otra la envío por medio de un oficial que lleva a Barcelona el correo ordinario y es portador, además de esta, de otras cartas que os envío.
Me siento obligado a deciros aquí que el objeto del reconocimiento que hice anteayer no tuvo nada que ver con el asentamiento de una nueva batería tal como he descrito en el
parte y dicho a todo el Ejército, a quien es esencial mantener en la creencia y probar que efectivamente se va a instalar una batería en las alturas del barranco donde yo me encontraba.
Pero en realidad el objeto de mi reconocimiento no era otro que el de explorarlo bien (a la luz de la luna) y tocar con el dedo, por así decirlo, un punto que está contenido en el proyecto en cuestión que he tenido tiempo de examinar bien, antes de que el accidente inesperado de la pequeña salida de los enemigos, me obligara a rechazar su vanguardia con mi
pequeña escolta; Este reconocimiento que hice yo mismo fue el que me decidió a hacer partir a mi hombre a París.263
Debo preveniros que nadie en el ejército, que el Rey me ha hecho el honor de mandar, ni aún el propio señor Lemaur, aunque jefe de ingenieros y amigo mío, conoce una palabra
de todo esto. Lemaur es muy inteligente, me lo demuestra a menudo y yo le consulto siempre con agrado, pero a él le gusta imponer su criterio y debo sufrir algunas veces su carácter
dominante y su amor propio. Por eso creo necesario ocultarle la operación hasta el mismo momento de su ejecución, y cuya clave es mantenerla en secreto por ahora, para que no se
oponga ningún partido, poniendo trabas por mala voluntad o prejuicio.
Es necesario pues, que sin perder un instante al recibo de esta, V.E. envíe a mi mujer una carta en la cual le diréis que habiendo sido informado por mi de que mi administrador el
señor Payen ha ido a París para volver rápidamente, le rogáis que pase a casa de la persona que V.E. le indicará, con el pretexto de recoger un paquete para mi que debe entregarme a
su vuelta, o si V.E. lo prefiere, podéis escribir a vuestro hombre, para que busque inmediatamente a Madame la duquesa de Crillon, y decirle que cuando llegue el señor Payen vaya a
verle a su dirección. La de mi mujer en París puede encontrarla en el palacio de Luxemburgo.
262
Le comte de Aranda et tout autre de sa secte ¿A que se refiere Crillon con eso de sa secte. ¿A la Masonería quizás?, grupo con el que siempre se vinculó a Aranda, aunque no haya pruebas
fehacientes.
263
Todo esto es muy misterioso y si el proyecto existió, quedó en agua de borrajas. ¿No sería un nuevo intento de obtener dinero con excusas para comprar a Murray?
DUQUE DE CRILLON
Estoy entretanto muy contento de mi reconocimiento del 30, al que he añadido a su objeto principal el placer de ser el único oficial del Ejército al que se le ha hecho un disparo
de fusil a diez pasos después de nuestra llegada; de haber hecho el primer prisionero en una salida y, sobre todo, haber salvado la vida de varios hombres de una y otra parte,264 en una
acción para la que estamos perfectamente preparados a recibir, pero que según mi parecer deseo que no se repita, porque la pérdida de algunos hombres de una parte o de otra, aunque
suponga ventaja por nuestra parte por la diferencia numérica con el enemigo, no afecta al objeto principal y es por tanto inútil y es esencial que nuestros trabajos se vean lo menos
molestados posibles.
Tengo el honor de ser con tanta adhesión como respeto a V.E., sr. Conde, vuestro más humilde y obediente servidor.
B.B. duque de Crillon
Posdata: He reflexionado que ante la posibilidad que alguien abra las cartas en correos, y enviando por duplicado éstas y una de ellas por la vía de Francia, el posible espía no conocerá la respuesta que deberíais serviros enviar a París por un correo extraordinario, para evitar que sea interceptada.
Una de las principales razones que me han movido a enviar a París al señor Payen es porque estoy seguro que impedirá a los autores del proyecto que consulten a embajadores,
ministros o a cualquier otro antes de la ejecución del mismo.
36. A Juan de la Rosa, cónsul español en Marsella escrita en Fornells a 6 de diciembre de 1781.265
He recibido, señor, una carta del señor Eyries por la que con gran sorpresa y pesar por mi parte, observo que me negáis vuestro crédito, o por mejor decir, el del Rey nuestro amo
para un asunto tan importante y que no sube de seiscientos mil reales, correspondientes a treinta mil piastras fuertes, aun habiendo yo pedido autorización al Ministerio para daros la
orden de suministrar esta suma.
Si después de los gastos considerables que el Rey ha hecho para la expedición, que el considera como la más importante para decidir la paz y una forma gloriosa para el honor de
sus armas (si vos fueseis el mejor amigo y aliado de los ingleses no podríais haberos conducido mejor), pienso que quizás no hayáis entendido bien la carta que os ha entregado el
señor Eyries de mi parte, en cuyo caso la culpa es mía por haberme explicado mal, pero si vos no cumplís en el acto lo que en ella se os dice, os declararé responsable de todas las
desgracias que pudiesen resultar para el Estado y para el honor de las Armas del Rey nuestro amo y de la nación.266
No sería extraño que fueseis acusado de lesa majestad en el más alto grado, si me negáis el socorro que se os pide, bajo pretexto que no habéis tenido más órdenes que las mías,
puesto que os lo ordena un general que ha tomado esta iniciativa, en tanto que el Rey ha tenido el honor de confiarle el mando de su Ejército y la suerte de sus tropas, y que os lo pide
en su nombre y en el de Su Majestad.
B.B. duque de Crillon.
Postdata: He escrito de nuevo para que seáis autorizado y como no quiero comprometer vuestra reputación ante el conde de Floridablanca y de Su Majestad, que consideran esta
expedición como lo más importante del mundo, les he ocultado las dificultades que me habéis puesto y el rechazo que me habéis hecho; pero no debo ocultaros que si en respuesta a
esta carta que os será entregada por el señor Eyries, mi ayudante de campo, y por el señor Payen, mi hombre de negocios y de toda mi confianza, no vacilaré en haceros perder todas
264
265
266
Una vez más la sarta de puerilidades a las que ya nos tiene acostumbrados el duque
A.H.N. Estado, leg. nº 4230. Original en francés, de puño y letra
Aquí se ve como, en aquella época, un general podía permitirse reprender a un diplomático
las influencias que pudierais tener para vuestra defensa en la Corte y os probaré que soy un peligroso enemigo para los sujetos que sirven a Su Majestad con tibieza, a quienes he
declarado la guerra, como por el contrario que soy el mejor amigo de los que le sirven bien, no deseando nada tanto en el mundo como concederos a vos ese título.
Segunda postdata: No creo necesario haceros reflexión de que lo que os digo en esta carta, (que os permito enviar a la Corte si queréis) no os dispensa (a menos de exponeros a los
más grandes reproches) de ofrecer toda vuestra fortuna (para la que seguramente treinta mil piastras es bien poco) y (es un consejo que os recomiendo más como amigo que como
enemigo) no deseando más que el bien del servicio del Rey y el honor de la nación, el cual represento.
Debo haceros aun una reflexión más; recomendaros mantener la cosa en el más absoluto secreto y que —os lo reitero— será lo mejor para vos.267
Si hicieseis saber a algunos ricos negociantes de Marsella y si es necesario a la Cámara de Comercio, que el éxito de la toma de Mahón está vinculado a esta operación y que yo
respondo de las sumas en nombre del Rey de España, esto aliviará las dificultades.
Os invito a vos, señor, a que hagáis vuestras estas reflexiones a las que os someto y a las que no tengo nada más que añadir.
B.B. duque de Crillon.
37. Al conde de Floridablanca. Escrita desde Mahón a 24 de diciembre de 1781.268
Señor conde:
Para presentar el plan de mi ataque en extenso y detallado que el señor de Muzquiz me ha pedido para Su Majestad y la descripción de los puntos de defensa que he situado contra las tentativas del enemigo, he decidido enviaros al señor Arnaud que es el secretario de confianza que me habéis dado y del cual no puedo haceros más que elogios que he tardado en hacerle, pero que el mismo silencio es una prueba suficiente de mi satisfacción con su persona, en la cual encuentro reunidas todas las calidades que adornan un excelente sujeto, discreto, desinteresado y honrado desde cualquier punto de vista, así como trabajador y con gran sentido común.
Después de este retrato, no pudiendo hacer nada mejor que enviároslo para explicaros en varias conversaciones y en detalle el cuadro de la posición del ejército y la mía, tanto
desde el punto de vista militar como político, a fin de que os responda de mi parte a las preguntas que le hagáis sobre todos los puntos de los diferentes fines sobre los cuales Su
Majestad desea ser instruido en punto a la expedición.
Arnaud me ha inspirado la mayor confianza por su conducta ecuánime y regular y le he contado lo mismo que os he contado a V.E. y que no he podido confiar al papel, independientemente del tiempo enorme que os haría perder para leer los voluminosos papeles que vos llamáis procesos269 y a mi para escribirlos, en tanto que debemos dedicar nuestro
tiempo mejor a servir a los reyes y al Estado y yo al reconocimiento de justificar las bondades de Su Majestad y vuestra amistad por mi.
Adjunto aquí los puntos principales sobre los cuales podréis preguntarle y todo lo que pueda añadir aquí sería inútil. No me reservo hoy pues más que el placer de repetiros la
seguridad de la inviolable y respetuosa adhesión con el cual tengo el honor de ser, de V.E. el más humilde y obediente servidor.
B.B. duque de Crillon.
267
268
269
Secreto respecto a Aranda. Obsérvese la viveza de las expresiones, cuando el duque se veía respaldado.
A.H.N. Estado, leg. nº 4230. Original en francés, de puño y letra
En una de sus cartas, Floridablanca reprochaba a Crillon lo dilatado de las suyas llamándolas irónicamente procesos
DUQUE DE CRILLON
Postdata: No recuerdo si he dicho a V.E. el estado horroroso en que se ha encontrado el Ejército durante largo tiempo hasta que llegó el convoy de Barcelona antes de ayer por la
tarde. Sin pólvora, sin dinero y sin víveres en la isla por la mala administración. Los dos primeros asuntos están ya solucionados y los demás lo serán en pocos días cuando llegue
(Dios sabe cuando) el convoy de Cartagena.
Con este convoy espero arribe también el nuevo intendente (del cual se me han hecho los mas grandes elogios por todas partes) que traerá el remedio al último asunto. A propósito del dinero, Arnaud os instruirá de todo lo que ha pasado en este sentido y la manera honesta como el intendente francés, a la primera palabra que me ha oído pronunciar respecto al
embarazo en que me encontraba por culpa de medio millón de reales de vellón, me los ha ofrecido inmediatamente, con la complacencia de su general el barón de Falkenhayn*, que
vino tres días después por la mañana a ofrecerme este socorro, que ha sido aceptado por nuestro intendente. Esta pequeña suma será devuelta hoy como una deuda de honor y porque
es necesario tener crédito abierto para nuestras necesidades más urgentes por si acaso270 pues, señor conde, imaginaréis que para el entretenimiento del Ejército, el pago de las deudas
y las cosas que pueden venir de un momento a otro, después de más de dos meses, nuestro convoy nos ha traído dos millones trescientos mil reales de vellón, de los cuales se debe al
Ejército y a los franceses un millón y medio .
He entrado en este detalle sin querer, mi intención al hablaros de dinero no ha sido para deciros que estaría bien que me escribieseis una palabra de parte del Rey que pueda leer a
los franceses para agradecerles su buen proceder como buenos parientes y aliados.
Estoy obligado a deciros, que reina la mayor armonía entre las dos naciones; que sus opiniones sobre la posibilidad del sitio han cambiado completamente y el barón de Falkenhayn no ha podido evitar decirme que ha escrito al Ministro de la Guerra francés diciéndole que le habían engañado y que se encuentra tierra por todas partes.271
Os prevengo que la llegada del señor Arnaud debe ser un secreto entre vos y yo, al menos hasta que él haya tenido una entrevista con vos, después de la cual el no verá más que a
los que vos decidáis.
Temas a tratar por el señor Arnaud
-Dinero para el Ejército
-Víveres y carne
-Antiguo intendente
-Marina
-Cábalas y cabalistas
-Cuartel-Maestre
-Gracias para la Artillería
-Cadena hecha y por hacer
-Proyecto
-Situación en Liorna y proyecto.272
270
En castellano en el original
Esto guarda relación con un informe que se envió al ministerio de Francia, en el que se decía que los alrededores de San Felipe eran de pura roca y el sitio era imposible por no poder excavarse trinchera alguna.
272
Etablissement à Livourne et projet. ¿Acaso aun se negociaba con Anne Witham, la esposa de Murray?
271
38. Al conde de Floridablanca. Escrita desde Mahón a 2 de enero de 1782273
Señor conde:
Escribo a V.E. esta carta sobre papel grande y sin embargo contiene cosas pequeñas, no habiendo nada que añadir a las que mi secretario os haya contado de mi parte.
Vuestros consejos son y serán siempre órdenes para mi. Don Ventura Moreno ha vuelto y ha cenado en mi casa al tercer día de su llegada. No me ha dicho una sola palabra de las
irregularidades de su conducta conmigo y de las que mi secretario os habrá rendido cuenta, ni de todos los pasaportes que dejó firmados en blanco y yo tampoco le he mencionado
nada de ello y la conversación no ha girado sobre otra cosa que sobre el servicio del Rey y en el futuro me conduciré con él siempre de forma que no tenga queja de mi, aunque no
pueda estar de buen humor viendo salir del puerto, es decir de la cala de San Esteban, dos pequeños buques que han permanecido allí largo tiempo y que hasta ahora no habían osado
salir gracias a mis corsarios y que la otra noche han salido ante sus barbas y a pesar del fuego de nuestras baterías.
A pesar de ello, como ya he dicho, le he rogado que viniera a cenar y no le hecho ningún reproche en este sentido. Sería inútil y además vos no queréis que se lo haga.274
He aquí mi regla a la cual mi corazón obedecerá siempre con placer. Dejémoslo y todo irá bien. Por lo demás estoy contento de él, respecto a que me ha prometido ayudarnos con
sus cañoneras, porque es necesario echar mano de todo, con la poca gente que tenemos.
He visto llegar con el mayor placer a Don Pedro López de Lerena,275 nuestro nuevo intendente. Es un sujeto enteramente a mi gusto, desde todos los puntos de vista y creo que
nos vamos a llevar bien siempre, porque coincidimos en los mismos objetivos, que corresponden al buen servicio del Rey.
Veréis por el boletín de hoy, que las salidas de los ingleses no tienen éxito y observaréis, por el siguiente que sigue a este, que hemos logrado un tono de superioridad sobre ellos
que conviene a las armas del Rey.
Tengo el honor de ser, con tanta adhesión como respeto, señor conde, vuestro más humilde y obediente servidor.
B.B. duque de Crillon.
Postdata: En el momento que iba a enviar este correo he recibido otro de España en el que la fecha más reciente es de 24 de diciembre y he vuelto a abrir esta carta, no para responder
a las vuestras, que no son más que de oficio sobre diferentes detalles a los que me conformo exactamente, sino para deciros solamente que habiendo recibido con el paquete un aviso
del conde del Asalto por el cual me dice que en sus costas hay un corsario inglés llamado Parker, armado con veintidós cañones y que no pudo entrar en el puerto de San Felipe sea
por vientos contrarios o porque estaba informado del crucero que hacían los míos.
El mismo conde del Asalto me dice que en consecuencia sería necesario que le enviara algunos buques de guerra, para escoltar un pequeño resto de mi convoy que no ha podido
venir con los demás y al mismo tiempo para traer dinero.
273
A.H.N. Estado, leg. nº 4230. Original en francés, de puño y letra
Como vemos, y por razones políticas dictadas por Floridablanca, Crillon se plegó ante Moreno y no se habló más de la mala actuación de la Marina, que sin embargo y como el mismo
duque asegura, continuó produciéndose.
275
Pedro López de Lerena, luego conde de Lerena, era un protegido de Floridablanca y en 1785, a la muerte de Muzquiz le sustituirá en el Ministerio de Hacienda
274
DUQUE DE CRILLON
Nuestro nuevo intendente está horrorizado con razón, del estado en que ha encontrado a nuestro Ejército desde el punto de vista de las finanzas y de las necesidades, tanto para
los de Tierra como para la Marina que está hambrienta. Así que (para complacer al señor Moreno) hemos decidido, de acuerdo con Don Pedro López de Lerena, tomar para nosotros
lo más necesario y darle un anticipo a la Marina a costa de nuestras fuerzas.
El mismo recelo que me ha producido la noticia del conde del Asalto, me ha determinado en consecuencia a retirar la valija del correo ordinario para meterla en uno de los buques de guerra que el señor Moreno me ha prometido que saldrá mañana, prefiriendo el riesgo de que se retrase veinticuatro horas al de ser apresado por el enemigo.
Por este motivo, guardo aquí este correo de más, para hacerle partir cuanto antes con la novedad de nuestra salva a San Felipe con toda la artillería. que es la más formidable (y
debo añadirlo) la mejor emplazada que disparará toda a la vez sin permitir ser reconocida previamente.
He imaginado varias cosas para obtener más rendimiento de este golpe de efecto, cuyo éxito debe ser decisivo para llevar el terror a la plaza.
Primero: Llevar la víspera con apariencia de misterio escalas a la trinchera en el caso de que los enemigos pongan espías que les den el aviso ( lo cual es casi imposible de evitar
por más que haya tomado todas las precauciones) porque, si están advertidos, colocarán más gente que de costumbre y puede que toda la guarnición salga al descubierto en vez de
permanecer en sus casamatas donde viven ordinariamente, a la hora en punto en que comencemos nuestro fuego.
Segundo: Para engañarles aun más y excitar su curiosidad de subirse a las murallas como a veces lo hacen para echar un vistazo, dado que no les disparamos, he preparado un
espectáculo de diversión. He hecho anunciar públicamente desde hace unos días de que he recibido órdenes del Rey de poner al ejército en armas para celebrar con tres descargas de
mosquetería el nacimiento del Delfín de Francia, que es uso que se practica en los ejércitos aliados combinados y que será un acontecimiento agradable276.
Esta salva comenzará un cuarto de hora antes de la salida del sol y la primera descarga se realizará en el campamento principal; la segunda cerca del mar por nuestra derecha a la
altura de Binisaida.
Los ingleses, sin duda, creerán que es simplemente una celebración que pueden ver impunemente, porque se dispara con fogueo y se subirán a las murallas. Entonces se realizará
la tercera descarga desde la ribera de enfrente del puerto por la izquierda de los franceses, que coincidirá con la salida del sol. Ésta será la señal de fuego de toda nuestra artillería.
Esta fiesta militar servirá al mismo tiempo para celebrar la de los Reyes277 y estoy seguro que no ha habido nunca en el Universo dos sujetos con tanta adhesión como vos y yo
sobre el que tenemos la suerte de servir.
No puedo expresaros adecuadamente los esfuerzos que nuestros trabajadores han hecho para poner a punto las obras. Los franceses la consideran un milagro del que solo la
nación española es capaz.
Su Majestad, tiene entre otros, tres sujetos que no podrá evitar recompensar inmediatamente si (como no lo creo) ellos en los tres días siguientes a éste no desdicen la conducta
que han tenido hasta hoy y al servicio peligroso que han estado siempre expuestos.
Uno es Tortosa, el comandante de la Artillería, que actúa con un coraje y una distinción singular, igual que su hermano y todo el cuerpo de artillería; el otro es Don Ventura Caro*, que está encargado del puesto de nuestra izquierda, el más expuesto y el mejor guardado de todo el Ejército. Con ello rinde justicia a su talento militar y es verdaderamente un
gran oficial que el Rey tiene a su servicio; el tercero es Don Pablo Sangro, que añade a un juicio sano, mucha sangre fría y el valor más brillante y que junto a la tropa que he puesto
bajo sus órdenes, compuesta por los voluntarios de mi nombre y de los granaderos, está siempre en los lugares de mayor peligro. Hace tres días cayó un granadero muerto a su lado
sin que se inmutara.
Sería conveniente que a las gracias que se concedan por petición mía, después de que rinda cuenta de este primer acto que debe decidir naturalmente la suerte del sitio, debería
enviarse una carta ministerial en la que se diga que el Rey hará una promoción especial más numerosa, lo que producirá una emulación y una confianza general que servirá a las mil
maravillas a todos los efectos.
Es necesario, señor conde, admitir que ha sido una muy larga apostilla para un ministro tan seriamente ocupado como vos pero os ruego que me la aceptéis en favor del placer
que encuentro en charlar con vos y de la libertad que tenéis de no contestarme.
276
El Delfín había nacido en octubre de 1781. El conde de Aranda comunicó el acontecimiento a la Corte de Madrid el 22 de dicho mes. Vid. Aranda a Floridablanca París, 22/09/1781, A.H.N.
Estado, leg. nº 6629.
277
Es decir, el 6 de enero.
B.B. de C.
Segunda postdata: El marqués de Crillon, mi hijo mayor, me pide aun escribiros una apostilla más para él.
Él había pedido conmigo al señor conde de Manrepas ser empleado en el ejército que tengo el honor de mandar en grado de brigadier como lo está su hermano. Este ministro ha
muerto sin haber podido respondernos y mi hijo sabe por uno de sus amigos de la Corte que a menos que el Rey no tenga la bondad de reclamarlo, no obtendrá la gracia que pide.
Es, convendréis conmigo señor conde, bien extraordinario que mi hijo sea el único del ejército a mis órdenes (puesto que los franceses lo están igualmente) que no está empleado
según su grado. Estaré agradecido si no encontráis inconveniente en conseguirlo, que me parece que no hay ninguno.
Espero que Su Majestad y vos mismo señor conde, me perdonaréis haber tomado la palabra del Amo al respecto de hacer una cortesía al Rey su sobrino y a la nación francesa. Y
como en todo caso es bueno que no transcienda que yo me he inventado esta orden, os ruego que me escribáis al respecto o hagáis escribir al Rey una carta al respecto y que tenga
fecha del 15 de diciembre último.278
39. Al conde de Floridablanca. (Reservada) Escrita desde Mahón a 4 de febrero de 1782279
Señor conde:
Os hago mi cumplimiento porque es mil veces más a vos a quien debe el Rey la conquista que estamos en el momento de asegurarle. He querido llevar el honor de sus armas, de
la nación y el de mi nombre, hasta el punto en que debe estar, al rechazar las condiciones que me indican, siempre que en pocos días las conseguiremos como yo crea conveniente, si
no es hoy, en cuanto tenga ocasión de convencer al gobernador Murray.
Vos sabéis que hablo de una plaza y de otras cosas y que la capitulación propuesta indica seguro una pronta rendición, pero lo que no sabréis nunca bastante es el alcance de
adhesión por vos.
B.B. de Crillon.
Postdata: Pienso señor conde, que conviene para el adelanto de mi hijo, como para mi mismo, porque mando las dos naciones en este momento, que tuvieseis a bien hacer pasar sin
retraso (a dos ministros de Francia a quien escribo por duplicado la carta que adjunto aquí).
Pienso como vos no dudo del gran placer que la toma de esta plaza va a ocasionar a esta Corte.
40. Al conde de Floridablanca. Escrita desde Mahón a 8 de febrero de 1782280
278
279
280
Se refiere a la iniciativa sobre la salva que Crillon ordenó disparar para celebrar el nacimiento del delfín de Francia.
A.H.N. Estado, leg. nº 4230. Original en francés, de puño y letra
A.H.N. Estado, leg. nº 4230. Original en francés, de puño y letra
DUQUE DE CRILLON
Sr. conde:
El señor Eymar os presentará esta carta. No puedo hablaros más que bien de él. Vos sabéis mejor que nadie cuan útil nos ha sido y debo añadiros que siempre le he encontrado
el mismo celo por el servicio del Rey y la misma inteligencia. He consentido, sin embargo, dejarle ir a Madrid, primero: porque en este momento aquí su ausencia no puede perjudicar
en nada sobre los asuntos actuales en la isla y, segundo, porque he pensado que le podría ser útil para asegurarle algún empleo que podría ser a su conveniencia en la isla de Mallorca
que es donde dice que quiere irse.
Debe saber V.E. que le he pagado cuatro meses de atrasos sobre el pie de dos piezas de cuatro pistolas por mes desde septiembre a diciembre por medio de los fondos para gastos secretos.281
Independientemente de todos los motivos que me han determinado a consentir el viaje del señor Eymar, me he sentido obligado con el marqués de Solleric*, haciendo que aquel
acompañe a Madrid a su sobrino282 donde jamás ha estado, para solicitar una plaza a su conveniencia y para la cual cuenta con vuestras bondades cerca del Rey. Este sobrino es un
buen sujeto del que he estado contento en todo el tiempo que ha estado aquí. Su tío le quiere mucho y vos conocéis mejor que yo los servicios que este tío ha rendido al Rey al efecto
de esta isla antes de nuestra llegada. Habiendo constatado también que después de nuestra llegada ha testimoniado la misma adhesión para todas las cosas en las cuales me he
dirigido a él para el servicio del Rey.
Tengo el honor de ser, con tanta adhesión como respeto, señor conde de V.E. el más humilde y obediente servidor.
B.B. duque de Crillon.
Postdata: No dejaré pasar nunca la ocasión de asegurar de mi mano a V.E. de mi inviolable y respetuosa adhesión y aprovecho con placer para recomendaros al valiente Eymar y al
sobrino de Solleric, siendo necesario para el servicio del Rey animar a todos los sujetos que sirven al Rey tan lealmente como lo ha hecho el marqués.
41. Al conde de Floridablanca. Escrita desde Mahón a 12 de febrero de 1782283
Señor conde:
Envío, con las banderas,284 el estado de las gracias que suplico con instancia a Su Majestad de conceder al ejército del que me ha confiado el mando, añado aquí la copia de este
estado que he enviado al ministro de la guerra a fin de que V.E. pueda (al confiárselo a Su Majestad) que este ministro no quite ni añada nada, como ya ha hecho respecto a las gra-
281
El papel de Jean Eymar, comerciante francés afincado en Menorca y agente de Solleric, siempre fue muy oscuro en todo este proceso.
Este, el sobrino de Solleric, se llamaba Pedro Juan Morell de Pastorix de Vallés-Rius y heredó el título de su tío por muerte sin hijos del mismo.
283
A.H.N. Estado, leg. nº 4230. Original en francés, de puño y letra.
284
Sobre el paradero de estas banderas vid. TERRÓN PONCE, José Luis. Sobre el paradero de las banderas británicas capturadas en Menorca por el duque de Crillon (1782), Mahón, Museo
Militar de Menorca, 1997.
282
cias que se han concedido hasta ahora. En ello va comprometido mi honor y el bien del servicio del Rey (si Su Majestad quiere servirse de él en cualquier otra ocasión) que mi ejército debe ser tan bien tratado como los otros que lo han sido en ocasiones menos brillantes y menos útiles al Estado y al honor de las armas del Rey.
Reclamo a este efecto, todas vuestras bondades para mi, es decir en favor de los valientes que han trabajado bien.
El Rey podrá ver (al examinar con atención las notas que he escrito en conciencia sobre los oficiales principales) mi forma de pensar sobre algunos, y como creo que Su Majestad
las debe juzgar y servirse de ellas, esta nota (en cuanto a los principales) no está en el estado que he enviado al señor de Muzquiz, puesto que solo quiero que la vea Su Majestad y
vos.
No he querido perjudicar a nadie, excepto al cuartel-maestre285 porque es una justicia que debo al clamor del ejército, a vos y a mi mismo, estando absolutamente engañado sobre
su eficacia por la idea que tenía de él después de haberlo conocido como un buen subalterno en los sitios de Flandes el año de 45. No ha sido capaz de desempeñar el cometido que le
había confiado y pienso que él ha sido bastante recompensado si lo comparamos con la utilidad que ha dado y por la opinión que se ha formado sobre él.
Sin embargo, este oficial es hábil geómetra, buen proyectista y buen ingeniero de caminos y no dudo, que instruyendo al respecto a Su Majestad, puede emplearle muy útilmente,
pero sólo en proyectos de obras de ejecución en el interior y siempre como jefe, porque su amor propio y su carácter le hacen incompatible con todo superior. Del lado del interés le creo incapaz de malversar.
No he querido quitar el grado a los que lo han merecido por su conducta en mi opinión, tales como Borghese*, Casas*, el marqués de Peñafiel, Requesens, Ovando* y Crespo*,
porque sería deshonrarlos y no lo merecen, no teniendo que hacerles más agravio que el de cabalistas contra el general que Su Majestad les había dado y que, al margen de ello, han
cumplido con su deber como todo el mundo. Pero pienso que, en bien del servicio del Rey, que Su Majestad les debería dar a conocer su disgusto con dulzura y bondad, sin que les
imponga castigo alguno, pero, de una manera que no deje lugar a dudas. Yo indicaré los medios dulces y fáciles para ello. Así que por el bien del servicio del Rey y la decencia, es
esencial que no sea concedido ninguna licencia a quien sea (y bajo los pretextos que sean) que yo haya pedido y además por escrito o cuando podamos hablar juntos..
Por ejemplo, no dudo que el señor de Peñafiel habrá enviado un correo para pedir una, [licencia] y en consecuencia no hay un momento que perder para evitar su expedición en el Ministerio de la Guerra puesto que, de todo el mundo, es precisamente el hombre que más conviene alejar de Madrid en este momento.
No es menos esencial, que Su Majestad me ordene inmediatamente ir a ponerme a sus pies y me encargue antes de partir (sin que el Ministro de la Guerra se mezcle en nada)
decidir y nombrar la calidad de las tropas que deben quedar de guarnición en la isla dejando a mi disposición la elección de los regimientos y de los oficiales generales y el estado
mayor que deben quedarse.
Este punto es importante. Ya os explicaré los motivos que tengo de insistir a este efecto por el bien del servicio del Rey.
El conde de Cifuentes insiste para que le pida a Su Majestad dejarle de comandante de esta isla. Es muy capaz de desempeñarlo porque tiene la dulzura de la representación
y está verdaderamente comprometido al servicio del Rey y particularmente a su Augusta Persona y estoy persuadido que lo desempeñará perfectamente, dejando con él algunos
oficiales generales de los que (espero) serán nombrados, porque es necesario para distribuir en la isla y establecer los principios de un gobierno nuevo, ahorrando sin embargo el
número de tropas que pueden servir más útilmente en otra parte.
No ceso, después desde la rendición de la plaza, de ocuparme de los medios de poner todo en regla en la isla, de manera que sea enteramente libre de los ingleses en pocos días y
que el fuerte esté en estado de recibir la guarnición que hasta aquí hago relevar cada veinticuatro horas como si fuera una guardia ordinaria, para no causar enfermedades a nuestros
soldados y no hacerles dormir allí antes de que todo sea bien limpiado.
He nombrado como gobernador interino al valiente Don Ventura Caro, como el más capaz de desempeñarlo por su firmeza, su inteligencia y el buen orden en el de más alto
grado de todo el Ejército, pero le he prometido al nombrarlo, que Su Majestad no le dejará allí porque no conviene ni a él ni al servicio del Rey, al cual este oficial puede ser más útil
en otra parte.
Os envío conjuntamente a vos y al señor de Muzquiz, como Ministro de la Guerra, el estado levantado y firmado por el comandante de Artillería, de las piezas de este género que
hemos capturado en el fuerte y del que no tengo tiempo de haceros una copia, para no retardar la partida del conde de Tendilla, encargado de llevar los artículos de la capitulación
285
Carlos Lemaur con el que Crillon se enemistó durante el sitio, por diferencias de criterio de carácter técnico peor que encerraban diferencias personales.
DUQUE DE CRILLON
y el duque de Montellano, encargado de las banderas, a fin de aprovechar el viento favorable. Pero el total de la artillería encontrada en el castillo sube a trescientos seis cañones,
(de los cuales el fuego de los nuestros ha dejado ciento cuatro inútiles) y cuarenta y tres morteros de los que mis baterías han dejado veintitrés fuera de servicio.
El número de los prisioneros, comprendiendo los criados y las mujeres, suben a dos mil cuatrocientos, como me ha dicho el gobernador por el estado nominativo que me ha dado
y que será comprobado. Como se puede contar por este número, hay mil ochocientos hombres de armas comprendidos los corsos, los griegos, los marineros y los heridos o enfermos
en número de unos ochocientos, que es más o menos la cuenta que siempre habíamos hecho de esta guarnición comprendiendo los corsos y los marineros que habían entrado después
de nuestro desembarco. Ha habido unos mil muertos por enfermedad o heridas.
Veréis el estado de nuestras perdidas, que no es tan fuerte como el de ellos, porque la pérdida de un solo de nuestros soldados me es más sensible de la de mil de los otros, pero
esta tabla comparativa con la de los ingleses no tiene parangón y parecerá increíble a los ojos de todo militar, después del fuego continuado y los trabajos que nuestras valientes tropas
han sufrido.
Los enemigos tenían en la plaza en el momento en que comenzamos nuestros aproches veinte mil quintales de pólvora y no les quedaban al rendirse más que tres mil ochocientos. No debo ocultar a Su Majestad, que en los primeros momentos de nuestra toma de posesión del fuerte, hubo algunos desórdenes por parte de nuestros soldados, que veían con
dolor a los ingleses y a los hannoverianos llevarse (según la capitulación) sus equipajes y muebles que ellos pensaban obtener como recompensa a su valor. El general Murray se me
quejó de parte de su guarnición y, encontrando justificada su queja, pensé que sería poco conveniente a nuestro honor dejarla sin respuesta en tanto que faltaríamos a las leyes de la
caballería y de la humanidad y nos veríamos en el caso, ante las gentes de toda Europa, de ver todos los artículos de la capitulación anulados por la falta de cumplimiento por nuestra
parte en uno de los principales. En consecuencia, escribí en el acto (conociendo la generosidad del alma de nuestro buen y Augusto Soberano) al señor Murray, la carta de la que os
adjunto copia con la de su respuesta de este general inglés, que os ruego sometáis a la consideración de Su Majestad, atendiendo que este general quiere hacerla pública, como un
testimonio de su reconocimiento hacia nosotros, he pensado que Su Majestad la conozca en nombre de que, señor conde, os ruego asegurar a S.M. que este pequeño pillaje no ha sido
considerable y ha sido arreglado inmediatamente por los oficiales, de los cuales he arrestado a algunos por no haber tomado las precauciones necesarias en semejante caso para prevenir el mal.
He resistido veinticuatro horas a los ruegos que me ha hecho el señor Murray de levantarles el arresto. He accedido hoy y por este medio todo está en paz.
Tengo el honor de ser, con tanta adhesión como respeto, señor conde, vuestro más humilde y obediente servidor.
B.B. duque de Crillon.
Memorias
1
Conquista de la isla de Menorca
El Rey, convencido de que el bloqueo de Gibraltar, que ya duraba tres años, no parecía ya dar utilidad, propuso a M. de Crillon la ejecución del
tercer proyecto de su memoria, es decir, apoderarse de la Isla de Menorca y de sus puertos y establecer un bloqueo frente al fuerte de San Felipe.
El ministro le ofreció seis mil hombres para esta expedición, con la esperanza de tomar el fuerte al primer golpe, si el desembarco se ejecutara a
las once de la noche, por medio de la ayuda que nos iban a facilitar los habitantes de la isla. Avisados de antemano, estos, ofrecían suministrarnos diez
mil hombres armados a la misma hora para impedir que una parte de la guarnición acantonada en Mahón y otra en el Arrabal, pudiera refugiarse en el
fuerte de San Felipe, o al menos para darnos tiempo de llegar y reunirnos con ellos.
Este ministro le dijo [a M. de Crillon] si estaría dispuesto a desempeñar esta comisión y que en caso afirmativo le daría tiempo para hacer, a este
objeto, una memoria razonada que él presentaría al Rey.
M. de Crillon le pidió dos días para responderle, pero le advirtió ya desde ese momento que si se encargara del proyecto del bloqueo, debería ser
con algo más de tropas, tal como había expresado ya anteriormente en la memoria detallada sin que ahora recordara el número, sobre la cual le pedía
quince días para ponerla en limpio y que el proyecto de invasión se llevara a cabo con el más absoluto secreto, por lo cual y debido a no querer confiarlo ni siquiera a su secretario (por otra parte hombre de toda su confianza) al Rey no le quedaría más remedio que descifrar su horrible escritura. Por
la misma razón exigía (antes de encargarse de la ejecución), que sólo conocieran el objeto de los preparativos para llevarla a cabo, el Rey, el Príncipe
de Asturias, (hoy día en el Trono), el mismo conde de Floridablanca y M. de Crillon, sin exceptuar del secreto a los ministros de Guerra y Marina,
hasta el momento de que la expedición estuviera en altamar, no fuera que por descuido se diera lugar a sospechas que pudieran dar al traste con el
proyecto.
M. de Floridablanca aprobó esta precaución y dio su palabra que no sabrían de la empresa más que cuatro, y que al descuido de la horrible letra de
M. de Crillon el Rey, el príncipe y el mismo, ya estaban acostumbrados a descifrarla, pues no le había remitido M. de Crillon ninguna memoria que no
se la hubiese enseñado a las Personas Reales. Le previno asimismo, que si la expedición se llevaba a cabo, tuviera cuidado con las cartas que escribía
pues se las iba a enseñar todas al Rey y añadió: quince días a lo más tardar que ya hemos perdido mucho tiempo, hombres y dinero en el bloqueo de
Gibraltar (en contra de vuestra opinión) y estoy persuadido que Su Majestad os encargará el asedio de Gibraltar de acuerdo con el plan que nos habéis
remitido, si rehusáis el primero de los dos que el Rey piensa confiaros.
La Corte hacía la jornada de El Pardo a dos leguas de Madrid, y M. de Floridablanca se sorprendió de ver llegar, tres día después, a M. de Crillon a
la hora de comer. Aquel le llevó aparte y le dijo "Vos haríais mejor de ocuparos en preparar la memoria que en venir aquí" M. de Crillon respondió:
2
"Creo, sin embargo, que no he hecho ningún mal trayéndoos la tarea terminada a la que espero no habrá que cambiar ni una palabra y os garantizo
el éxito de al menos una de las tres proposiciones, que yo hice incluso antes de la declaración de guerra; pero necesito como mínimo ocho mil hombres en vez de seis. Veréis vos, al leer los detalles, que este número me es absolutamente indispensable para llevar a buen fin la conquista de una isla
de cuarenta leguas de perímetro, en la cual han de ocuparse tres puertos, separados por una distancia de doce leguas, cinco mil bravos ingleses,
correspondientes a excelentes tropas regladas (que deben ser combatidas y tener reducidas), y treinta mil habitantes entre los que se comprenden los
judíos y los griegos que defenderán su fortuna y su religión, de forma que encontraremos los dos tercios armados contra nosotros, descontando el
tercio que vos aseguráis está a nuestro favor. Después de este cálculo, pienso que no debo dejar de tomar en consideración ninguna de estas cuestiones respecto a una u otra parte de los habitantes de la isla."
Esta memoria contenía diez y ocho artículos que M. de Crillon presentó al mediodía al ministro, quien se los enseñó a Su Majestad, que los aprobó
en todas sus partes, la principal de las cuales era que en vez de hacer partir la expedición de Cartagena se hiciera desde Cádiz, a fin de hacer creer a la
opinión que se aprontaba para Buenos Aires donde se creía se preparaba una revuelta.
M. de Crillon había pedido que se aprovisionara a la expedición de víveres como si se tratara de un viaje largo, partiendo además de un punto cercano a Gibraltar para desviar también la opinión hacia un posible ataque al Peñón por mar, convenido con el General del bloqueo. De hecho, esto fue
lo último que creyeron de los preparativos, los ingleses y la mayoría de Europa, pues todo el mundo conocía la opinión de Crillon, de sorprender la
Roca por mar, sostenida desde hacía quince años.
Los diez y siete otros artículos, se referían a la petición de sacos de lana, artillería de campaña, víveres etc., y sobre la forma como él contaba hacer
su invasión, sometiéndola a algunas circunstancias, a las variaciones sobre un elemento sobre el cual los vientos son las primeras guías. Demostraba
(que al dejar la puerta abierta, por la sola disposición de sus ataques, a todos los acontecimientos felices que pudieran hacerle llegar al momento del
desembarco durante la noche), que aun llegando de día ejecutaría el desembarco de forma que no diera tiempo a los enemigos a transportar los víveres
y lo almacenado al fuerte ni que tuvieran tiempo de encerrarse en él.
Sobrevino una calma, que nos retuvo a la altura de Cartagena durante un mes. Luego se levantó un viento fresco que, según el cálculo de Mr. de
Moreno, comandante de la escuadra, debería hacernos llegar a las once de la noche al punto que M. de Crillon le había indicado para el desembarco,
denominado la Mezquita, a dos leguas solamente del fuerte de San Felipe. Pero el viento aumentó a partir de las ocho de la tarde e impidió la maniobra, haciéndonos llegar a destino a las diez de la mañana del día siguiente
Debido a la gruesa mar y finalmente a una tempestad, nos vimos forzados a pasar cerca del fuerte, donde Mr. de Moreno dijo a M. de Crillon que
estaba obligado a enarbolar el pabellón español y afirmarlo con un disparo de cañón con bala, según rezaban las ordenanzas de Marina, a lo cual M.
de Crillon consintió por respeto a los usos de la Marina Española que el consideraba conculcados si se le impedía efectuarlo.
Cuando se efectuó ese tiro los enemigos no habían disparado aun a pesar de llevar largo tiempo a su vista, por lo que fue una bravata absolutamente inútil, que podía haber costado cara a la flota. Pero nos dejaron pasar sin responder con su fuego.
Que la acción fue desafortunada. M. de Crillon se enteró después, cuando supo que los enemigos nos habían confundido con una escuadra rusa
que esperaban y el disparo les aclaró las cosas. Si su error hubiera durado dos horas más, que eran las que nos faltaban para llegar al punto elegido
3
para nuestro desembarco, nos hubiera dado tiempo a cortar la retirada a una parte de la guarnición que se encontraba alojada en Mahón y en el Arrabal. Aun a pesar del aviso que les dimos prematuramente, M. de Crillon tomó contacto con su retaguardia justo en el camino cubierto, lo que hubiera,
quizás permitido llegar más lejos. Pero puede ser también, que esa misma intuición que jamás abandonó a M. de Crillon en la guerra le aconsejó permitir que se acogieran al asilo del fuerte, pues al ver que éste podía ser tomado por nuestras tropas y reunidas las suyas en aquel momento muy superiores en número, hubieran podido derrotarnos. Esta apreciación la confirmó M. de Crillon de boca de M. de Murray, comandante de la Isla de Menorca, que luego fue prisionero y amigo suyo. Este general le dijo después, que había estado tentado de atacarle, pero que se apercibió que las tres
cuartas partes de la flota se apostaban en la costa opuesta para desembarcar y que habría puesto a sus tropas entre dos fuegos y obligadas a rendirse,
dejando desguarnecido el fuerte, por lo que decidió ordenar el repliegue. En efecto, este general juzgó muy bien el proyecto por la disposición del
desembarco, y felizmente (para nosotros) no dedujo que la tempestad había dispersado un gran número de transportes, destinados a desembarcar en la
parte del ataque de M. de Crillon y que los mismos vientos que nos habían acercado a la isla, ahora impedían el desembarco de las tropas.
M. de Crillon había tomado para el desembarco la mayor parte de las tropas con el fin de reducir a los enemigos que se encontraban fuera del fuerte, pero, para engañarlos, había contado en el plan de su desembarco colocar en la costa opuesta muchos transportes que no llevaban tropas es decir
todos los de artillería, municiones de guerra, hospitales, víveres, etc. de manera que esta parte de la flota ofreciera a los ojos del enemigo un desembarco tres veces más considerable que el que realmente se estaba efectuando.
Independientemente de los diez mil habitantes en nuestro favor, que se nos había asegurado, si les dábamos las señales convenidas y en consecuencia de esta suposición que estaba dentro del orden de cosas posibles, M. de Crillon había mandado confeccionar para los primeros granaderos de
su vanguardia ciento cincuenta uniformes de uno de los regimientos ingleses que sabíamos acantonados en la villa de Mahón.
Su primera disposición había sido avanzar con cinco mil hombres mandados por M. de Crillon y M. de las Casas de la brigada de Saboya y doscientos voluntarios de Cataluña y algunas compañías de granaderos, tomados de los otros cuerpos del ejército. El resto de las tropas de la expedición
estaban mandadas por el marqués de Avilés, que debía alcanzar la costa a una legua de Ciudadela para desembarcar, de manera que las tropas seguidamente atacaran por tierra, mientras que los transportes, que les hubieran desembarcado continuaran su ruta para presentarse a la entrada del puerto.
Esta ciudad es la capital de la isla de Menorca y fue en este puerto donde M. de Richelieu hizo su primer desembarco con todo su ejército (está situada
a 12 leguas del fuerte de San Felipe).
El plan de desembarco tal como debía efectuarse fue dado al público en su día con todo detalle, y los militares que lo son de verdad, que lo han
visto, lo han aprobado. En efecto, se demostró que a pesar de la dificultad de su ejecución, como consecuencia de una tempestad, el éxito del desembarco fue completo y parecía asegurado por la sola disposición de los transportes, de forma que el general inglés no podía juzgar que no se hubiera
efectuado de otra manera que la que parecía desde su posición.
M. de Moreno, oficial de Marina tan valiente como diestro en su oficio,1 informó a M. de Crillon que en tanto el viento se mantuviera en aquellas
condiciones imposibles de prever, el desembarco fracasaría, pues los buques destinados a cala Alcaufar no podrían desembarcar, por lo que M. de
1
Aussi habile officier de marine qu'il etait brave de la personne.
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Crillon se arriesgaría a poner el pie en la isla con poca seguridad, si desembarcaba sólo en la Mezquita con tres mil seiscientos hombres frente a los
tres o cuatro mil de la guarnición, que se juzgaba estaría compuesta (M. de Moreno añadió que no podía asegurar cuanto tardaría en cambiar la situación a nuestro favor). M. de Crillon le preguntó cual era el remedio y M. de Moreno respondió que en la posición en que se encontraban no podía desembarcar sino en la Mezquita (uno de los lugares donde había dado orden M. de Crillon de dirigirse) y que luchando contra viento para mantener el
convoy reunido, corríamos el peligro de acabar contra las rocas donde pereceríamos sin remedio, y que aun en el caso de que nos librásemos de esto
no respondía a donde pudiera conducirnos el viento dando al traste con la expedición. M. de Crillon le respondió: Bien señor, frente a vuestras proposiciones ya he tomado una decisión: desembarquemos y con vuestros navíos y transportes procurad entrar en el primer puerto que podáis encontrar,
preferentemente si os es posible el de Fornells, que nosotros os abriremos camino con la espada en la mano si los enemigos se quieren oponer a
vuestra entrada en este abrigo: dad la señal de desembarco que el valor español suplirá las dificultades que ahora nos lo impiden. Yo, al contrario
que vmd,. veo la expedición asegurada si los enemigos nos ven desembarcar con decisión, pensarán que somos más de los que somos y, por otra parte, se apercibirán que la mayor parte de nuestros navíos y transportes se encuentran del lado de Alcaufar y que el viento puede calmarse de un momento a otro, por lo que se darán cuenta fácilmente que se arriesgarían mucho metiéndose entre dos fuegos, exponiéndose a perder la plaza en un
instante.
M. de Crillon, pues, se hizo transportar a tierra con algunos granaderos y sus edecanes en la chalupa del navío San Pascual, tras un promontorio
que cubría un terreno capaz de hacer desembarcar medio batallón y conducirlo a Mahón por un angosto camino de dos leguas y media que allí existía.
Hizo reconocer la vanguardia a derecha e izquierda y no encontró más que a un médico rural que le ofreció su caballo y M. de Crillon lo aceptó. Luego plantó una bandera que sirviera, por una parte, de aviso a las otras chalupas y, por la otra, para señales que hicieran creer al enemigo que la columna que arrancaba por el camino de Mahón era de aproximadamente diez mil hombres.
En cuanto fueron desembarcadas dos compañías de granaderos M. de Crillon las metió en el camino de Mahón, advirtiéndoles que marcharan lentamente, haciendo altos de vez en cuando, hasta que la última división se apercibiera que había ciento cincuenta pasos entre ella y la columna y con
orden de mantener esta disposición. En cuanto tuvo reunidos ciento cincuenta hombres detrás del promontorio, M. de Crillon les hizo marchar en formación según la antigüedad de su regimiento, a fin de que los oficiales mayores y los edecanes pudieran tomar sus primeras decisiones en medio de
los pelotones, que vestían el mismo uniforme. A estas alturas y en el trayecto de una media legua había ya cerca de mil hombres formados en columna como cabeza de batallón, manteniendo las distancias de manera que cada soldado que llegara pudiera colocarse inmediatamente en su lugar. M. de
Crillon juzgó que marchando todos según el mismo método, tres o cuatro mil hombres llegarían perfectamente descansados y formados en línea, empleando cuatro horas en recorrer las dos leguas que les separaban del posible lugar de encuentro con aquel.
Este general (después de haber tomado todas sus precauciones para que todo esto fuera totalmente observado, había dejado dos oficiales mayores
expertos en la cabeza de la desembocadura para dirigir la maniobra que debían ejecutar los últimos cuarenta soldados, de mandar durante una hora las
señales que engañaran al enemigo sobre el número de nuestras tropas) se colocó al galope a la cabeza de las tropas, cuya vanguardia había confiado a
las órdenes del marqués de Casa-Cagigal, mariscal de campo y después de haber marchado unida durante dos horas, llegó a las 4 de la tarde a la isleta
del Rey, que era el arsenal de la marina o aduana del puerto.
5
Allí encontramos una pequeña guardia, la mitad de cuyos miembros se echaron a correr camino de Mahón, después de hacernos una descarga que
no hirió a nadie y la otra mitad se embarcó en chalupas que se dirigieron al fuerte de San Felipe por el puerto, con algunos efectos. Al pasar delante de
nosotros dispararon matando un granadero e hiriendo a dos. Nuestro fuego fue más nutrido y seguramente sus pérdidas mayores. En el arsenal, encontramos una admirable casa de madera construida en Londres en fragmentos numerados para ser transportados, capaz de alojar a cuatro batallones o
de servir como un gran almacén.
A M. de Crillon se le acercó un gentilhombre del país, que le dijo que era de nuestros aliados y que le venía a ofrecer sus servicios; dijo que venía
de Mahón, donde a las tres de la tarde todo estaba en calma, con la sola novedad que se había corrido la voz de que había aparecido una flota rusa;
aunque un momento después se supo que habían desembarcado veinte mil españoles en cala Mezquita y que se veían una gran cantidad de velas preparadas para desembarcar en cala Alcaufar, que no había percibido ningún clamor en la ciudad y que en el momento en que había salido de la misma,
que era a las tres y media de la tarde, habían tocado generala.
M. de Crillon le preguntó cuantas tropas inglesas había fuera del fuerte, a lo que respondió que contando las que se encontraban en el Arrabal nuevo en el camino de San Felipe y las de Mahón, había cuatro batallones con un total de tres mil hombres, que hubiéramos cogido prisioneros si hubiéramos podido desembarcar de noche, pues él y varios amigos le esperaban. Interrogado si el creía que todavía había tiempo de interceptarlos antes de
que se refugiaran en el fuerte, dijo que no lo creía, pues se habían retirado al fuerte a toda prisa nada más tocar la generala, pero podía ocurrir que el
gobernador Murray, no deseando dejar abandonados los ricos almacenes de Mahón en nuestras manos, pudiera haber retrasado la huida al ver que por
vientos contrarios no se pudo desembarcar en Alcaufar y retrasando la entrada al fuerte al menos hasta la madrugada, dar tiempo a llevarse los géneros, hacer frente con los tres mil hombres de la guarnición, más otros mil que pudiera sacar del fuerte a nuestros veinte mil y detenerlos lo suficiente
en la estrecha garganta que forma el final del puerto y por donde forzosamente debían pasar nuestras tropas para entrar en Mahón.
Este aviso no cambió para nada los planes de M. de Crillon, al contrario le estimuló a intentar con audacia apresar al gobernador antes de darle
tiempo a que se diera cuenta del error de apreciación de sus fuerzas, pues en caso de que las tropas que debían desembarcar en Alcaufar no lo pudieran efectuar durante la noche siguiente por perdurar los vientos contrarios y por tanto no pudiera forzarse a retirarse al fuerte a los ingleses, a M. de
Crillon no le hubiera quedado más remedio que defender a tiro de fusil y bayoneta en mano, un paso cercano a la mar que asegurase el avance hacia el
puerto de Fornells donde esperaba encontrar a M. de Moreno y todo el convoy al que había de facilitar el desembarco. Él calculaba que en caso de que
M. de Moreno no hubiera podido entrar la víspera y el gobernador tratara de defender esa plaza, M. de Crillon podría adelantársele y conquistar espada en mano el castillo que defendía la entrada.
M. de Crillon había sido informado por el gentilhombre menorquín que aquel castillo no tenía más que cincuenta hombres de guarnición y que
podría ser escalado en caso necesario, él recalcó la importancia de este sitio porque al ocuparlo se obtenía una posición casi igual que la del enemigo
en la isla, pues rindiéndolo nos haría dueños de la mayor parte del terreno, a la par que el puerto de Fornells era tan bueno como el de Mahón para
recibir y emplazar todos los navíos de guerra, al margen de ello, dispondría también de la villa de Ciudadela, su capital, en la cual M. de Moreno le
había asegurado que M. de Avilés debía poder entrar el mismo día por el viento favorable. Como consecuencia de la toma de estos dos puertos M. de
Crillon podría reunir sus fuerzas y encontrar en la isla otras que le permitirían atenderlos en todos los supuestos. Pero no todo salió según lo previsto.
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M. de Crillon al continuar su marcha hacia Mahón, se detuvo un momento al ver la gran claridad que surgía de la ciudad y extrañado que los enemigos no hubieran hecho fuego antes de refugiarse en el fuerte con el fin de impedir que nos apoderáramos de los víveres y riquezas que en Mahón
estaban almacenadas producto de las presas. Luego reconoció al avanzar que la claridad correspondía a que la ciudad estaba iluminada. Encontró a la
entrada al alcalde mayor a la cabeza de sus magistrados quien le presentó las llaves de la ciudad y se arrodilló. El alcalde hizo el gesto a la par que
tiraba de la brida del caballo del cirujano y hubiera dado en tierra con M. de Crillon si este no le hubiera rogado que la soltara.2
M. de Crillon cogió las llaves y después de hacer una arenga en lengua española, marchó a perseguir a los enemigos sin perder un instante. Antes,
respondiendo a su discurso, aceptando el homenaje de los mahoneses en nombre del Rey de España y su juramento de fidelidad a su Majestad Católica y previniéndoles que al día siguiente debían hacerlo todos los cuerpos en firme, les devolvió las llaves y les dijo que la elección que habían hecho le
demostraba su probidad y su honor y que no podían quedar en mejores manos para encargarles que mantuvieran el orden, del que les hacía responsables, asegurándoles que les trataría como amigos y fieles súbditos del Rey , si lo acreditaban con su conducta, pero que les haría prender al día siguiente si la autoridad del Rey, su antiguo y legítimo soberano, no era respetada enteramente, y que les ordenaba, desde ese mismo momento, que
cada habitante se retirara a su casa y cerrara la puerta, porque si se enteraba que alguno de los géneros de los almacenes ingleses fuera trasladado a
alguna casa particular, los receptores serían tratados como ladrones de la propiedad real y ahorcados.
Habiendo tenido noticia de que la última guardia de los ingleses permanecía aun en Mahón a las ocho de la tarde y siendo las nueve, no desesperaba M. de Crillon de alcanzarla. Dejó pues un batallón en la ciudad para mantener el orden, encargó al intendente del ejército que pusiera centinelas en
todos los almacenes que debía indicarle el alcalde mayor y de prepararle una posada para las 4 de la mañana.
Después de tomadas estas medidas, M. de Crillon no vio inconveniente marchar rápidamente a la zaga de los ingleses, para que entraran en el fuerte, sí, pero al menos acompañados por el silbido de nuestras balas, ya que no podía buscárselas mejor destino en la oscuridad de la noche, pues sin
duda en el trayecto de dos leguas que había desde Mahón al fuerte quedarían siempre algunos rezagados y cabía la posibilidad de hacer una centena de
prisioneros. Sin embargo no encontramos sino una docena de soldados y un sargento en el Arrabal nuevo, ocupados en arrastrar dos piezas de cañón
hacia el fuerte, se condujo a estos hacia Mahón y continuamos la marcha hasta la primera empalizada del primer camino cubierto, sin otro incidente
que una descarga de fusilería que nos hicieron y que les devolvimos pero que no hirió a nadie ni por un bando ni por el otro.
Juzgando por el silencio que reinaba por todas partes en el fuerte, que todos los puestos estaban guarnecidos y todas las puertas bien cerradas, M.
de Crillon comprendió que debía renunciar a toda esperanza de entrar en la plaza esa noche y que debía aprovecharla para formar un bloqueo y asegurar un espacio lo más extenso posible para defender las dos costas que jalonan el istmo de San Felipe, y sobre todo sacar rápidamente las tropas fuera
del alcance del cañón de la plaza antes de que amaneciera y evitar que dispararan sobre las columnas que venían por la calzada, hacia donde naturalmente debían apuntar.
En efecto, hacía ya algún tiempo en que nos habíamos ido retirando en el mismo orden cuando nos dispararon un tiro de cañón. La bala pasó silbando sobre nuestras cabezas y fue a estrellarse delante de nuestra columna. M. de Crillon juzgó que por la trayectoria había sido disparado con toda
2
Este personaje era Narciso Panedas, baile de Mahón.
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la potencia, por lo que pudo deducir el alcance máximo de la artillería del fuerte y asegurar la posición del campo una legua más allá de donde había
caído el proyectil.
Por ello ordenó: que se marque de mano en mano recto desde donde cayó el proyectil y que la cabeza de la columna se detenga a su altura ya que
debido a la obscuridad en que nos encontramos esta nos servirá de protección.
M. de Crillon había encargado a los oficiales mayores de los flancos y éstos le habían informado que no se podía marchar en orden de combate por
los bordes de la carretera, por ello ordenó que avanzaran en filas de tres a cada lado, para ofrecer menos blanco al cañón de la plaza, pero esta precaución, por otra parte necesaria, no hizo mas que retrasar un poco más nuestra marcha y además los enemigos nos tiraron una sola bala que fue encontrada a cincuenta pasos a la derecha de la carretera.
Al llegar a Mahón, se decidió el emplazamiento de nuestro campamento, que M. de Crillon situó desde la costa hacia el interior, colocando centinelas a lo largo de ciertas pequeñas alturas desde las que se dominaba el fuerte, y para esta primera disposición, tomada en la oscuridad, se disponía
sólo de unos tres mil hombres aunque y a pesar de grandes claros, pudo alcanzar la costa opuesta para impedir el paso de los enemigos al fuerte Marlborough, lo que se hizo con doscientos hombres con orden de disparar, para hacerles ver que estaban cercados también por allí, y desde donde nos
lanzaron una salva bien nutrida pero que no nos costó un solo soldado.
M. de Crillon después de haber emplazado algunos puestos más para cerrar enteramente los accesos al fuerte, volvió a su campamento y lo encontró asentado como había indicado antes de su partida. Este terreno ofrecía a nuestro frente un campo de batalla propio para combatir con ventaja a un
ejército tres veces más numeroso que el nuestro.
M. de Crillon había acertado, hasta el punto de que en tres meses que lo ocupamos no hizo falta cambiarlo, ni nunca fue herido un soldado por una
bala perdida, ni por milagro.
En fin, habiendo abordado la isla por el sur, M. de Crillon se encontraba dueño de ella a las tres de la mañana. El bloqueo era perfecto, nos habíamos apoderado de tres puertos tomando sus guarniciones y de todos los almacenes de Mahón, donde se encontraban todas las presas hechas por los
corsarios sobre los barcos mercantes españoles y franceses, tras el comienzo de la guerra, independientemente de gran cantidad de víveres: carne salada, vino, aguardiente, arroz etc. que fue muy útil a M. de Crillon durante el asedio para gratificar a los soldados, cuyo esfuerzo sobrehumano fue
ejemplar.
Estas gratificaciones al soldado son medios que es necesario no descuidar y el efecto es siempre favorable sobre el ánimo aguerrido de los soldados españoles, inclinados de forma natural al agradecimiento. Recibían éstos cada distribución con gritos de júbilo y para destacar su sensibilidad a
estas atenciones no dejaban nunca de cantar al hacer los servicios más fatigosos y peligrosos. No es posible menos que hacer justicia a esta valiente e
infatigable nación, igual de capaz que la francesa, cuando se la dirige bien, a pesar de las diferencias de su carácter nacional.
Era ya de día, cuando M. de Crillon entró de nuevo en Mahón y observó con placer la llegada en buen orden de un regimiento entero, que había
echado de menos hasta entonces, por no haberse podido reunir antes3, y que ahora venía perfectamente a propósito puesto que había algunas reuniones de griegos, judíos y de mahoneses recorriendo las calles y que se habían insolentado con los oficiales de nuestro ejército, en tanto que
3
El regimiento de América al mando del Marqués de Peñafiel.
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ninguno de los diez mil hombres prometidos aparecían por parte alguna, a la par que el fuerte viento continuaba y no nos permitía desembarcar
en Alcaufar el grueso de las tropas.
M. de Crillon detuvo a este regimiento, compuesto por dos batallones, que estaba en columna a lo largo de la calle principal y les mantuvo en la
plaza sobre las armas para evitar cualquier percance.
En vista de estas alarmantes noticias, M. de Crillon inmediatamente hizo publicar otro bando afín de que cada habitante de cualquier nación se
restituyese a su casa y que no saliera hasta que se efectuara el solemne juramento de fidelidad al Rey de España por todos los cuerpos a las once de la
mañana, advirtiendo que las patrullas se habían doblado desde ese momento para arrestar a todos los que se encontraran fuera de sus casas y que serían castigados severamente, como así mismo que tras prestar juramento, nadie de cualquier clase o condición podría salir a las calles con ninguna especie de armas sin un permiso especial suyo. Luego estableció al teniente coronel de este regimiento como teniente de Rey de la plaza, para la policía
y buen orden y envió al coronel marqués de Peñafiel con trescientos hombres a tomar el castillo y puerto de Fornells, lo que ejecutó con gran actividad
e inteligencia y le valió el grado de brigadier.
M. de Crillon, ya más tranquilo, se entretuvo en elucubrar un medio para realizar algunas incursiones cara al enemigo, y acordándose que al pasar
por la isleta del Rey y en el gran almacén de madera que se ha citado antes, había visto uniformes para equipar a un regimiento inglés completo, decidió elegir cinco hombres por compañía en el campamento, con teniente subteniente y capitán, mas un tambor por cada pelotón de treinta, que escondieran sus armas para no ser descubiertos desde las lunetas del fuerte y que siguieran a un guía conocedor del camino que les conduciría en un pontón
al otro lado del puerto, fuera de la vista de Mahón, al almacén del arsenal donde los oficiales y los soldados cambiarían sus uniformes por los ingleses
a los que arrancarían todos los alamares ( lo cual se haría en un abrir y cerrar de ojos por el soldado, que se da mucha maña en todo lo que se refiere a
destruir). Luego, los oficiales les mandarían salir en columna y marchar a Mahón, donde entrarían a tambor batiente, simulando ser un nuevo regimiento desembarcado y dirigiéndose hasta las alturas que dominan el fuerte de San Felipe para mostrar a la vista del enemigo un uniforme rojo que
ellos no habían podido ver al efectuarse el primer desembarco y hacerles creer que eran tropas añadidas, desembarcadas durante la noche.
M. de Crillon encontró después este regimiento tan bien conjuntado que lo mantuvo en su estado a posteriori y le denominó Regimiento de Voluntarios de Crillon y para el que nombró teniente coronel a D. Pablo Sangro,4 Todo esto fue aceptado por el Rey de España y este cuerpo sirvió con gran
distinción en el asedio de San Felipe y posteriormente en el de Gibraltar.
M. de Crillon pasó esa mañana a ocuparse de la policía de la isla y de la ciudad y a recibir los juramentos de fidelidad de los mahoneses y de las
otras villas de Menorca. Los últimos diputados en llegar fueron los de Ciudadela a la una del mediodía y habían partido la víspera a las siete de la tarde, poco después de que M. de Avilés se hubiera hecho dueño de la villa, recorriendo las doce leguas que separan aquella de Mahón.5
Obtenida pues, la pacífica posesión de toda la isla de Menorca, no le quedaba otra cosa que hacer a M. de Crillon que poner en conocimiento de
los hechos al Rey, esto es: que había desembarcado completamente; que había tomado Fornells y Ciudadela y dando las primeras noticias directas del
Fuerte de San Felipe —que previamente conocía sólo por los planos— de sus irreductibles fortificaciones6, de las que sabíamos que habían aumenta4
5
6
Nombrado hoy día principe de Castel-Franco y coronel de guardias walonas (N. del A.)
M. de Avilés fue ascendido a brigadier por la conquista de esta plaza (N. del A.)
Este plano se encuentra depositado en París en el Hotel de los Inválidos (N. del A.)
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do por la cantidad de dinero que Inglaterra había invertido en su mejora, después que la isla fuera restituida a los ingleses [en 1763] y de la cual M. de
Crillon no había podido opinar mas que por noticia de oficiales franceses que habían estado en el anterior sitio y posteriormente de guarnición. Todos
le habían asegurado que la plaza era inexpugnable, opinión que había sido confirmada más de una vez por el mariscal de Richelieu, que no desperdiciaba la ocasión de referirlo cuando hablaba de Mahón, asegurando que solo la había conquistado por azar7.
Acabada pues la ceremonia [de juramento] M. de Crillon no tenía otra cosa que hacer que aprovechar con su Estado Mayor para ir a reconocer el
campo. Comenzó su visita por la izquierda, que tocando al mar tenía una cadena de centinelas que impedía toda comunicación entre el fuerte y la villa
de Mahón. Los puestos habían sido tan bien elegidos que no necesitó corregir ninguno, salvo fortificar una casa que se encontraba a cubierto del mar
por una roca y cerca de un pequeño camino cubierto que conducía a la plaza, por el cual se podría ir y venir a la misma desde Mahón sin ser apercibido. Esta casa estaba rodeada por un pequeño jardín defendido por dos paredes formando una pequeña fortaleza para proteger nuestra izquierda
M. de Crillon luego visitó nuestro campo por la derecha que encontró igualmente en regla, en medio de los puestos que había emplazado durante
la noche entre la mar, la cala San Esteban y el fuerte de Marlborough, no vio nada que hubiera de cambiarse, solo añadir un batallón de voluntarios de
Cataluña y doscientos dragones desmontados para sostener esta parte del bloqueo.
Después de disfrutar del espectáculo del primer reparto de vino, aguardiente y carne salada que había prometido a la tropa, M. de Crillon regresó a
su casa ya siendo noche cerrada. Poco después el viento contrario se calmó. Todo su pequeño ejército se encontraba reunido en la isla y sólo en este
momento sintió que la podía considerar en pacífica posesión.
M. de Crillon envió al Rey a Garnica, capitán de caballería y uno de sus edecanes. El Rey le ascendió a teniente coronel por haberle traído la noticia del éxito inicial y fue también en esta ocasión cuando S.M. quiso dar a M. de Crillon la primera muestra de su satisfacción, con la que él nunca
había siquiera soñado; el Rey le comunicó por mediación del conde de Floridablanca que le había concedido una pensión de treinta mil reales para su
hijo o su hija a elección. M. de Crillon, agradeciéndoselo y respondiendo al Rey le dijo que lo aceptaba para su hija, pues su hijo tenía un nombre y
una espada para asegurar su subsistencia. Anunció también a S.M. que a continuación despacharía otro oficial para rendirle cuenta y someter a su
consideración sus planes respecto al fuerte de San Felipe, sobre lo cual prevenía al conde de Floridablanca, por una carta particular que, a la vista del
país, había cambiado de idea y que tras visitar de cerca el fuerte por la parte de Marlborough y reconocido perfectamente la cala de San Esteban, no
pensaba que el sitio fuera imposible como previamente le había argumentado., pero que le rogaba que no dijera nada al Rey hasta la llegada del segundo correo, para no comprometer la acción antes de que se pudiera más explicar más extensamente, tras realizar una visita más exhaustiva si ello
era posible, sobre todo el recinto de la plaza y particularmente por la parte del fuerte Felipet, (separado por un pequeño brazo de mar), el hospital de
los griegos y la torre de las señales. Exploración que se reservaba hacer a la mañana siguiente para enviar luego y sin demora un croquis de su plan a
S.M. con el parecer de los principales oficiales del ejército, a fin de saber si debíamos continuar el bloqueo o iniciar el sitio.
En efecto, M. de Crillon, al tiempo de reconocer la plaza a la mañana siguiente desde todos los puntos, y viendo que la bandera inglesa ondeaba
aun en la torre de las señales donde habíamos colocado una compañía de granaderos, decidió arriarla el mismo y sustituirla por el pabellón español, lo
cual (en su opinión) era inútil hacerlo de día y un poco imprudente para un general en jefe, porque estábamos a tiro del cañón del fuerte, pero M. de
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Richelieu vivía aun tenía 87 años en 1781 y moriría en 1788.
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Crillon pensó que un general, sobretodo siendo extranjero y poco conocido aun en la nación, debía alguna vez permitirse alguna pequeña fanfarronada, que es el mínimo placer con que cuenta el soldado. Sin embargo estuvo a punto de pagar cara esta ligereza, pues en el corto espacio de tiempo que
empleó en esta operación, los asediados le dispararon varios tiros de cañón. De éstos varios cayeron en la torre muy cerca de ellos mientras permanecían en lo alto y al descender otros a corta distancia de su cabeza, uno de los cuales hizo saltar una esquirla de piedra que le dio en el sombrero y le
produjo una dolorosa herida, que sin embargo apenas sangró. A pesar de estar herido, se empeñó en montar su caballo y continuar su recorrido hasta
el hospital de los griegos. El cañón de la plaza no dejó de perseguirnos aunque no nos produjo el menor daño y no habiendo nada más que examinar (a
fuerza de ruegos de todo el ejército) M de Crillon se dejó curar aunque no sentía ningún dolor, sino el auténtico placer de haber sido el primer oficial y
el primer soldado herido por el cañón de la plaza.
A la mañana siguiente, reunió a los principales oficiales hasta el grado de coronel inclusive y les dijo:
"Aprovechando las bondades del Rey y su confianza, fundada en la experiencia adquirida en veintidós asedios, ante las más fuertes plazas de
Europa y bajo el mando de los más grandes maestros del arte8, y habiéndole dado S.M. carta blanca para contentarse en hacer el bloqueo del fuerte
como el de Gibraltar que dura ya más de tres años, o para hacer un sitio formal no dudaba que S.M. aceptaría enteramente su opinión, pero que
teniendo el honor de mandarles por primera vez y rindiendo justicia a su amor por la gloria de las armas del Rey, quería someter a la consideración
de la mayoría el asunto y les pedía que dieran su opinión y la firmaran en un papel que encontrarían sobre la mesa de su despacho, a la cabeza del
cual podrían leer sus razones para la acción, sus ventajas y la posibilidad de emprender el sitio, en comparación con las del bloqueo y habiendo reflexionado, colocarán sus opiniones sobre el mismo papel que contiene dos columnas: 1. "Opiniones sobre el sitio de San Felipe; 2. Opiniones en
favor del bloqueo."9
M. de Crillon anunció que tenía un correo a punto de partir para llevar las conclusiones y que no había tiempo que perder. Que se iba a proceder
por orden de antigüedad, por ello entró el primero en el despacho, y firmó en favor del asedio, al salir dijo: "que el no iba a decir en la columna que
había estampado su firma y que exigía que diesen en alta voz su palabra de honor de guardar el mismo silencio sobre su opinión particular hasta que
todos hubieran firmado y se confrontaran". El conde de Cifuentes, mariscal de campo, cuyos conocimientos, el valor y el más sano juicio correspondían al amor que tiene por la gloria del Rey y la nación, era el más antiguo. Pasó a continuación y tras un maduro examen de los pros y los contras
firmó al mismo lado. Los otros oficiales generales y particulares, animados del mismo celo y devoción por el Rey, firmaron por turno en el mismo
sentido, y todos votaron en favor del sitio. M. de Crillon tuvo la satisfacción de despachar un correo a S.M. el mismo día, adjuntando este escrito unánime respecto al informe que él había hecho y añadiendo que, en su nombre, se responsabilizaba ante el Rey de rendir la plaza en el término de tres
meses de trinchera, con una pequeña perdida de vidas humanas y muy poca dispensa del Real Erario. Que, en todo caso, la expedición debía tomarse
como una inversión que revertiría sobre el propio país.
M. de Crillon hizo a sus expensas una memoria razonada por la que demandaba que se le enviara al campo todo el tren de artillería desde Barcelona que detallaba en la misma, así como las municiones necesarias con un batallón de artillería y solamente cuatro mil hombres de infantería más y
8
MM. los mariscales de Villars, de Saxe, de Lowendal y mr. de Vallieres (N. del A.)
Este documento se encuentra en A.H.N. Estado, leg. nº 4205/1. En él están las firmas de todos los generales y lleva un informe previo de los comandantes de Artillería, Bernardo de Tortosa y de Ingenieros Carlos Lemaur.
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nunca pidió ninguno más que ese número y todo lo efectuó con el total de doce mil que se ele enviaron, creyendo que la guarnición contaba cerca de
siete mil, correspondiendo todo a las reglas que prescriben esta proporción entre sitiados y sitiadores. Sin embargo M. de Crillon había reconocido la
calidad de esta plaza aun antes de haberla visto, y, por los planos, había juzgado lo mismo que los que la reputaban como la más fuerte de Europa,
tanto por sus fortificaciones como por sus minas y había concebido su plan teniendo en cuenta el ahorro de vidas humanas, dejando su vanguardia
fuera del tiro del cañón.
El plan se refería a un sitio formal, puesto que teniendo que guardar la ciudad, los almacenes y el puerto de Mahón; la villa y el puerto de Ciudadela, capital de la isla, a doce leguas de distancia, el puerto y la fortaleza de Fornells que estaba a cuatro, previó que debía evitar un asalto. Y que con
ello daría por cumplido su deber con el Rey. Crillon fundaba esta decisión en:
1º. La plaza tenía el defecto mayor que le era achacable: un recinto estrecho.
2º. El haber permitido el gobernador inglés a los habitantes de la isla construir muros bastante elevados para defender sus posesiones a tiro de fusil
del fuerte y que no les dio tiempo a destruir por nuestro rápido desembarco nos ahorraba tener que hacer una trinchera en regla.
3º. Ello permitía y facilitaba el emplazamiento de baterías capaces de batir a todas las de la plaza.
Su Majestad Católica aprobó el plan. El sitio se llevó a cabo y todas las gacetas de Europa han hablado suficiente sobre el tema como para que sea
caso de repetirlo aquí. Los españoles y los franceses unidos ambos a sus órdenes, fueron testigos del arte con que él ha dirigido este sitio, así como la
colaboración estrecha que se ha producido durante su duración; y M. de Crillon no puede menos que creer que ellos sentirán pena y sorpresa que un
cierto autor francés anónimo haya osado proclamar (hablando de este sitio) que M. de Crillon no había rendido el fuerte de San Felipe según las reglas
del oficio, porque no había empleado más que la artillería. y, sin duda, porque no había perdido más que trescientos cincuenta hombres, en lugar de
un gran número de ellos que él hubiera podido sacrificar colocando sus trincheras junto a las minas, o atacando espada en mano las fortificaciones que
no hubiera conquistado sino tras un gran baño de sangre, en cuanto que el aseguraba (de haber arengado a sus bravos soldados) reducir estas mismas
fortificaciones y forzar a rendirse a los enemigos como prisioneros de guerra, por no esperar el momento en que hubieran pedido la capitulación. Este
hecho ha sido reconocido generalmente por el ejército lo aliado de España y de Francia que ha sido testigo de la toma de esta plaza, al estado en que
quedaba reducida, estando enteramente abierta a dos costas, sin ninguna comunicación ni exterior ni interior y sin una pieza en batería. El plan de
ataque de M. de Crillon a sido después aplaudido por el consejo de guerra inglés, que ha aprobado la defensa y la capitulación de lord Murray; y en
este juicio se elogió completamente la conducta de M. de Crillon en este sitio.
M. de Crillon ha recibido a lo largo del tiempo muchas cartas de felicitación a este objeto, por parte de diferentes generales cuya ciencia militar y
valor son conocidos en Europa. El no hace otra cosa que exponer a los ojos del público (como la más honrosa) la carta que le remitió M. de Kaunitz,
embajador de Austria en Madrid, de su emperador José, con permiso de este monarca de insertarla en las gacetas como así fue hecho en su tiempo.10
10
Las cartas de servicio expedidas por el Rey de Francia a todos los oficiales superiores que mandaban sus tropas, al intendente y a sus empleados decían: "para servir bajo las órdenes de M. de Crillon, uno de los tenientes generales de mis ejércitos lo que debe hacer obrar en consecuencia" y recordando la carta de M. el duque de Choisseul ratifica lo dicho en la cual Su Majestad Cristianísima
decía positivamente: "que permitía a M. de Crillon agregarse al servicio del Rey su primo, y le conservaba su rango de antigüedad entre sus tenientes generales." (N. del A.)
12
Carta del Emperador
"Como yo no os he visto, mi general, más que luchando y combatiendo las dificultades que uno encuentra ordinariamente en todo género de empresas y en todos los países, cuando lo hace bien y se eleva por encima de la masa y de las oposiciones que la imprudencia forma siempre contra los
rasgos que caracterizan el genio y el valor, me permito, desde mi punto de vista, daros mi voto a vos y a los dos soberanos que tenéis el honor de servir ( y que amo tiernamente como amigo y aliado) reconociendo vuestros talentos y diciendo con energía la palabra me doy cuenta.11
En el presente que acabáis de finalizar gloriosamente vuestra empresa y que por vuestros buenos oficios el fuerte de San Felipe y toda la isla de
Menorca están en manos del Rey de España, que la guarnición es prisionera de guerra, que habéis tenido la paciencia de conteneros consiguiendo
vencer a la par que evitar la efusión de sangre, siempre de un precio inestimable, que os había sido confiada, no puedo menos mi querido duque que
recordaros al conde de Falkenstein aquel que tuvisteis la bondad de enseñarle una pequeña parte de España y de ser un buen compañero tanto a caballo como en calesa.12 Entonces no tuve duda de vuestra voluntad y valor para emprender y ejecutar los proyectos donde otros no hubieran encontrado
más que dificultades. En fin: recibid mis felicitaciones sinceras y verdaderas; tomasteis el fuerte de San Felipe sin sorpresa, como vuestro antecesor.
Quiero deciros también, mi general, dos palabras más. No ahorraré cumplidos porque os los merecéis, pero a la estima de un extranjero que está a
más de cuatrocientas leguas de vos y que se precia de valorar el honor, el valor y el patriotismo, no podéis serle indiferente, y os pide, en el recuerdo
de vos, me creáis verdaderamente, mi general, vuestro mayor allegado. Viena 5 de marzo de 1782."
Semejante aprobación le parecía suficiente a M. de Crillon para resarcirle ampliamente de la crítica del autor anónimo, sin que valiera siquiera la
pena responderle que sería faltar a la caridad utilizar un sistema tan sanguinario como cruel al que se refiere dicho personaje, que hará bien por amor
propio guardar siempre l'incognito13.
Observaciones sobre el sitio de Mahón
11
El emperador había hecho el honor de decir a M. de Crillon que no comprendía como Luis XV le había dejado vivir en un país extranjero y M. de Crillon le respondió: “el Rey siempre tuvo bondades para mi pero no escuchaba más que a sus ministros y nunca había sido capaz de decir "me doy cuenta". Pro eso el emperador le dedica su elogio con esa frase.
12
Especie de carruaje que se usa en España para los viajes y en el cual, en efecto M. de Crillon condujo al emperador conde de Falkenstein a Fuenterrabía, San Sebastian, puerto de Pasajes y haciendo
maniobrar delante de S.M. algunas tropas españolas. (N. del A.)
13
En italiano en el original.
13
M. de Crillon ya dijo, como todos los militares de verdad, que no hay reglas generales para la guerra de campaña, y osa aun mantener aquí esa
especie de axioma, referido al ataque y a la defensa de las plazas. La ciencia y el arte de la guerra están a menudo subordinadas a los medios y a las
circunstancias.
Nadie quiere y respeta más que M. de Crillon el cuerpo de Ingenieros. El cree a los señores ingenieros absolutamente necesarios para un comandante de ejército que debe consultarles frecuentemente, seguir a menudo sus consejos y aun alguna vez limitarse a las reglas precisas de su compás.
M. de Crillon les cree tan útiles que les querría ver siempre empleados tanto en las pequeñas misiones como en las más grandes, pero cree también
que es necesario que en algunas ocasiones, hay que apartarse de sus preceptos, en la medida que la responsabilidad última es del general. Esto es lo
que M. de Crillon experimentó en Mahón.
Como se ha visto ya, después de haber guarnecido en la isla de Menorca tres diferentes puertos, la capital de la isla a doce leguas de distancia de
Mahón con sus almacenes inmensos y diferentes pequeños puertos en la costa, y no teniendo nunca más de doce mil hombres en la isla, incluyendo
los cuatro mil franceses, su pequeño ejército se encontraba reducido a ocho mil para sitiar a seis mil14 y por consecuencia siguiendo las reglas prescritas por el arte y la costumbre, le hacían falta a M. de Crillon diez mil para atacar una valiente guarnición que se disponía a defender la plaza más fortificada de Europa.
El decidió, por tanto, para remediar la falta de hombres, formar un nuevo método que es el que en definitiva llevó a la práctica. Ante todo buscó y
encontró caminos desenfilados para que la tropa pudiera acceder a las trincheras, emplazando simplemente algunas señales en las alturas más alejadas
unas de otras. Por este medio, y no mucho más, M. de Crillon de una parte evitaba el peligro y la fatiga de construir una larga trinchera bajo fuego
enemigo y por otra parte, se procuraba la ventaja inmensa en caso de salida de los enemigos de poder marchar hacia ellos en columna de batallón o en
orden de combate si fuese necesario, sin recibir un solo tiro de cañón, desde el centro de su campo hasta la distancia donde se trazó la última paralela,
la más cercana a la plaza sitiada. En efecto: M. de Crillon, además se encontró éste prácticamente hecho debido a las paredes de las tancas que se
encontraban paralelas a los muros de la plaza y de las que M. de Crillon se aprovechó para protección de los primeros trabajos de fortificación, no
teniéndolas que reforzar más que con sacos de tierra, a los cuales el muro servía de punto de apoyo, lo cual supuso desde la primera noche de nuestros
trabajos, tener la más segura trinchera tras la cual el soldado no tenía que temer más que el escaso peligro (por otra parte inevitable en todo asedio) de
las grandes y pequeñas bombas de los cañones pedreros.
M. de Crillon estaba preocupado al mismo tiempo por el éxito de la operación y por el ahorro de vidas humanas y dinero al Real Erario, pero creía
necesario salirse de las reglas ordinariamente observadas en los asedios. Este fue el primer objeto de discusión entre el y su ingeniero jefe, su amigo
hasta entonces y su cuartel maestre general15. Este oficial se resistió a obedecer esta primera orden, aunque era un hombre con mucho espíritu, muy
hábil en su arte y capaz por sus conocimientos de ser un excelente profesor de matemáticas. Pero había hecho poco la guerra y estaba muy alejado de
unir a sus luces adquiridas el talento natural.
14
15
Aquí el duque miente. Los sitiados eran unos 1800.
El ingeniero Carlos Lemaur
14
Sin embargo, M. de Crillon, después de haber hecho ejecutar sus órdenes, quiso hacer entrar en razón su amigo, reconveniendole de los motivos
que le habían determinado a salirse de los principios del arte de la guerra, teniendo en cuenta las conveniencias locales. Trató incluso de apelar a sus
sentimientos, pero nada fue lo mismo entre los dos tras los días de espera durante los cuales el jefe de ingenieros se resistió y se opuso a los reductos
que M. de Crillon había juzgado construir en el campo.16
M. de Crillon no teniendo más que una paralela sobre donde la mayor parte de su artillería debía ser emplazada, creyó que era necesario procurarle
defensas tanto en el frente como en los flancos, por diferentes reductos casi cerrados por la garganta a la derecha y a la izquierda de cada batería; que
cada una formara su propio reducto de manera que en caso de salida, todos los trabajadores no tenía que soltar sus palas y picos para tomar sus armas
colocadas en pabellón en la batería para poder entrar en el fortín.
Para este acomodamiento toda la paralela formaba una línea de reductos que se apoyaban entre ellos por un fuego cruzado y que, ocupando menos
espacio que el necesario ordinariamente para defender todo el frente de una trinchera regular, ofrecía sin embargo una cobertura más que suficiente
por el gran número de brazos necesarios para la construcción y el servicio de las baterías. Con esta obra M. de Crillon evitó al soldado la doble fatiga
de establecer un turno de guardia y otro de trabajo.
Esta línea de reductos estaba sostenida a su centro, a su derecha y a su izquierda por tres columnas compuestas de tropas de élite situadas a cada
una a tiro de pistola, detrás de las paredes que les mantenían al abrigo del cañón, con la orden de trasladarse rápidamente a los lugares de su zona que
pudieran ser atacados y reunirse las tres donde el enemigo dirigiera todas sus fuerzas.
M. de Crillon había elegido a este efecto tres jefes de columna fijos, los cuales debían dar la orden (en caso de ataque solamente) a las tropas que
se encontraran en los reductos y baterías de la parte que les tocaba defender y en el caso de que las columnas se vieran obligadas a reunirse, el jefe de
la columna, en el punto donde esta se reuniera con las demás, sería sin contar la antigüedad, el comandante general de las tres, como mejor conocedor
de la parte que le había sido encargada, hasta que el oficial general de día, que tenía una barraca de donde permanecía en turno de veinticuatro horas.
M. de Crillon estaba seguro que por este medio se encontraría allí en persona para dar el mismo las órdenes.
La columna de la derecha estaba mandada por el marqués de Avilés17; la del centro por D. Pablo Sangro18 y la de la derecha por D. Ventura Ca19
ro.
Estos tres oficiales sirvieron durante el sitio con igual valor e inteligencia y los dos últimos fueron empleados después de la misma manera por el
mismo general, perfectamente satisfecho de su conducta.
M. de Crillon tiene establecido un principio del que nadie puede disuadirlo, y es que es absolutamente necesario en un asedio que se mantenga
siempre el mismo oficial al que se encarga de comandante de la parte que le toca defender a fin de que la conozca en todas sus partes y para que el
16
Este ingeniero apoyaba con fundamento su oposición sobre que los reductos colaterales serían enfilados por el cañón de la plaza pero este motivo era descartable porque estos no debían ser ocupados más que en caso de salida, momento en el cual el cañón de la plaza se guardaría muy bien de tirar, algo que M. de Crillon no consiguió jamás hacerle entender. Este ingeniero se encabezonó tanto y
mostró tanta deshonestidad que M. de Crillon se vio obligado a enviarle arrestado a la villa de Alayor, a cuatro leguas de Mahón (N. del A.)
17
Ascendió a Mariscal de Campo. Ya ha muerto. (N. del A.)
18
Oficial de Guardias de Corps entonces, ahora príncipe de Castel-Franco y teniente general y coronel de Guardias Valonas. (N. del A.)
19
Caballero de Malta, coronel de dragones entonces, hoy día teniente general y capitán general de Galicia. (N. del A.)
15
soldado que este a sus ordenes se acostumbre a su modo de dirigirlas, a verle todos los días, lo que no ocurriría con un general por bueno que fuera
que cambiara cada veinticuatro horas aunque fuera más diestro que el anterior. Además, permaneciendo siempre el mismo conocería al dedillo su misión que cambia de forma así como progresan los trabajos de sitio, lo que le permitiría tomar partido de mejor manera en caso de suceso azaroso. Y un
general no debe comprometer su honor y lo que es más, la gloria de las armas del Rey y el Estado, por una obcecación o complacencia con la moda o
porque es un uso o una especie de regla, pues no es razonable dejar su honor a la discreción del primer llegado. ¿ No sería criminal abandonar a él, el
del Soberano que nos lo ha confiado?
M. de Crillon tuvo más de una ocasión durante el asedio de felicitarse sobre sus elecciones y particularmente de los señores Urrutia y Gil, dos capitanes de infantería graduados de teniente coronel y después mariscales de campo, de darles un puesto fijo también en el mando subalterno de las
columnas de Sangro y Caro para que estuvieran siempre a la cabeza de las mismas con un jefe conocido y habituado a conducirlas.
M. de Crillon le había confiado a M de Sangro el mando de los catalanes y voluntarios de su nombre, que formaban una cadena de centinelas de
noche sobre el glacis de la plaza. Esta disposición y sobre todo la actividad e inteligencia de los que las ejecutaron abortaron las salidas de los enemigos. Con estos pequeños medios y otras pequeñas alertas que M. de Crillon daba a los sitiados desde todas las partes de la plaza a la vez, enviando
partidas con oficiales voluntarios a hostigar al enemigo20, disparando tiros de fusil sobre las empalizadas del camino cubierto, desazonando a la guarnición por las alertas perpetuas a fin de asegurar que no seríamos interrumpidos en nuestros trabajos ni un solo instante. Las mas pequeñas salidas (y a
menudo el solo grito de ¡salida!) hacía perder el trabajo de toda una noche por lo que era necesario evitarlas porque el más pequeño retardo ocasiona
la ruina de las más grandes operaciones
La única salida importante que hicieron los ingleses, mejor dicho, que quisieron hacer, fue usando un camino cruzado que conducía a la puerta del
fuerte de Marlborough. Este camino llegaba, permitiendo un frente de cuatro hombres, hasta la centinela de una guardia avanzada, que los enemigos
se jactaban de mantener. Ellos se proponían desembocar a la altura de nuestro centro para destruir las baterías de esta parte y luego girar hacia la derecha y atacar este flanco con la misma rapidez (si les hubiéramos dejado), las baterías más cercanas de la parte derecha de nuestra izquierda y las de la
parte izquierda de nuestra izquierda, flanqueadas por un reducto hecho a manera de fuerte y accesible por una escalera.21 Los ingleses después de destruirlo al pasar, regresarían a la plaza por el extremo de su derecha.
Esta intención se la contó a M. de Crillon un oficial inglés de Estado Mayor, después de la toma del fuerte, que había sido comisionado para esta
misión por el gobernador, pero este oficial había comido en casa de Crillon y puede que hubiera inventado todos estos detalles para pagar su almuerzo
y halagar el amor propio de su huésped por la importancia que este oficial daba a un acontecimiento tan extraordinario, que sin embargo M. de Crillon
recuerda como un incidente sin importancia. El hecho incontestable es que M. de Crillon teniendo con el solo dos voluntarios de Cataluña, dos soldados del regimiento de su nombre y M. de la Tour-d'Auvergne-Corret, detuvo una pequeña columna inglesa salida del fuerte de Marlborough, que marchaba contra nosotros con una pequeña vanguardia de cuatro hombres mandada por un oficial subalterno, por un camino cruzado. El azar hizo que M.
de Crillon hiciese un reconocimiento por ese paraje al atardecer. Lo cierto es que no nos apercibimos los unos de los otros hasta que estuvimos a quin20
M. de Carbonell oficial de voluntarios de Cataluña fue el más destacado en estas escaramuzas.
M. el caballero de Caro comandante de esta derecha había pedido a M. de Crillon (que se lo había consentido) el permiso de hacer construir este reducto a su voluntad sin que los ingenieros se mezclaran y le denominó fuerte de Caro. (N. del A.)
21
16
ce pasos en un recodo del camino. Inmediatamente empezó el tiroteo y nosotros fuimos más afortunados. Oímos silbar las balas enemigas a nuestro
alrededor sin una baja, mientras que los nuestros mataron a uno de los suyos e hirieron bravamente al oficial subalterno que marchaba a su cabeza, que
perdiendo sin duda el juicio por la violencia del golpe que recibió, lejos de retirarse con los suyos como hicieron sus compañeros, su primer movimiento fue venir sobre nosotros abandonando su fusil y apoyándose en el brazo de M. de Crillon al que manchó con su sangre, después exclamó
¡pardón! y se declaró su prisionero.
M. de Crillon no hizo demasiado caso de una pequeña partida que parecía exclusivamente de reconocimiento.
M. de Crillon al ayudar a su prisionero a caminar, volvió al puesto que tenía en el cruce. El motivo de la patrulla enemiga para andar por aquella
zona era reconocer si la entrada del desfiladero estaba guarnecida para poder hacer una salida en serio. En vista del incidente con nuestras tropas desistió de ejecutarla.22
M. de Crillon se cree obligado aquí a rendir cuenta del objeto de este reconocimiento que realizó en persona y con tan escaso séquito, para acallar
las críticas. Se había siempre insistido en atacar sobre todo por su derecha y el centro según el sistema que había presentado su ingeniero en jefe, pero
M. de Crillon sabía muy bien por los planos secretos con el mayor detalle que había encontrado en original en la casa del comandante de ingenieros
inglés, que el centro y sobre todo la derecha de su ataque eran impracticables si se quería evitar una gran efusión de sangre. Sin embargo el estaba
decidido a seguir este plan aparentemente hasta donde lo permitiera la marcha de sus trabajos en esta parte sin comprometerse. M. de Crillon había
siempre intentado aparentar querer penetrar al cuerpo de la plaza por esa zona, haciéndoselo creer así a los ingleses. M. de Crillon consideraba necesario mantener esta creencia tanto para los sitiadores como para los sitiados. El general, quería aparentar trabajos en un flanco para desconcertar al enemigo pero trabajando al mismo tiempo con todas las suposiciones y posibilidades. En efecto: había decidido comenzar a destruir todas las baterías del
enemigo, de modo que todos los fuegos hasta los más alejados se encadenaran unos a otros, porque M. de Crillon tenía la esperanza casi cierta (como
se vio después) que forzar la plaza a capitular por el solo efecto de la artillería después de una pequeña resistencia. Por eso, todas las fortificaciones,
las murallas y las comunicaciones serían batidas a la vez y todas sus baterías destruidas batiéndolas masivamente.
M. de Crillon pensó que para reducir la plaza de esta manera en pocos días, sería conveniente apresar el fuerte de Marlborough, una puerta de entrada fácil dada en un solo golpe de mano, evitando todas las minas que eran la fuerza principal del fuerte de San Felipe, y que estaban preparadas
para la víspera de la rendición.
Tras el sitio, y con la táctica seguida, M. de Crillon juzgó que el estado de la plaza era el que suponía, lo que le determinó a no querer jamas aceptar otra proposición de los enemigos que la de rendirse como prisioneros de guerra.
M. de Crillon debe decir, sin embargo, que no quedó todo lo contento que hubiera deseado. Esperaba de la parte del cuartel maestre que había elegido el mismo, que hiciera más justicia a todo el cuerpo de ingenieros al mando de este jefe, pues este cuerpo mostró tanto valor como instrucción en
22
M. de Crillon habiendo preguntado al prisionero donde se encontraba la columna que le seguía, este le contestó que Vm. es dueño de mi vida pero no de hacer de mi un espía. M. de Crillon le tomó
gran afecto y sintió auténtica pena de verle morir en el hospital quince días después.
17
su arte y de forma notable los propios hijos del jefe, que sirvieron siempre con distinción y que han heredado su talento sin depender de sus máximas.
M. de Crillon sería culpable ante el Rey y su propia conciencia si no hiciera el elogio más completo de M. de Tortosa, comandante de su artillería, así
como de todo el cuerpo ilustre de oficiales que sirvieron bajo las órdenes de este diestro jefe. Todos y cada uno destacaron por su actividad, su valor y
su inteligencia; y M. de Crillon admirará siempre el buen orden y la serenidad que reinaron en sus baterías prueba evidente de verdadero coraje y de
intrepidez que inspiraron a sus valientes soldados.
* * *
18
Notas biográficas
Fuentes consultadas para la elaboración de las biografías.
-Documentación inédita.
Archivo Histórico Nacional
Sección Consejos.
Sección Estado.
Sección Ordenes Militares. Expedientes personales de Santiago, Calatrava, Alcántara, Montesa y Orden de Carlos III.
Archivo General Militar de Segovia. Expedientes personales.
-Prensa y anuarios.
Gaceta de Madrid. Números correspondientes al reinado de Carlos III
El Mercurio Histórico y Político. Id. Id.
El Correo de los Ciegos de Madrid. Id. Id.
Calendario Manual y Guía de forasterosde Madrid y Estado Militar de España. Id. id.
-Diccionarios y enciclopedias
Diccionario Enciclopédico Espasa
Enciclopedia Británica
Grand Dictionnaire Universel du XIX siècle par Pierre Larousse. (1881)
Diccionario de Historia de España (Alianza)
Índice nobiliario español.
-Biografías y ensayos.
Vid. Bibliografía general.
ABARCA DE BOLEA, Pedro Pablo. Conde de Aranda.
(18/12/1719-9/01/1798) [Siétamo (Aragón)-Épila (Aragón)]
El conde de Aranda fue entre otras cosas, político, militar (Capitán General) y diplomático. Ocupó la presidencia del Consejo de Castilla de 1766 a
1772, año en el que fue nombrado embajador de España en París (antes lo había sido de Portugal y Polonia). Posteriormente, en el reinado de Carlos
IV, fue Secretario de Estado.
En su faceta militar, ocupó los cargos de director general de Artillería e Ingenieros durante el reinado de Fernando VI en 1756. Luego el de
Capitán General de Valencia y Murcia en 1765 y de Madrid en 1766. Participó en las campañas de Italia (1736-1747) y en la de Portugal en 1762.
AGUIRRE Y LANDÁZURI, Manuel Mariano de.
(9/04/1747-1800) [Munguía-?]
Sentó plaza de cadete en el Regimiento de Caballería de Borbón en 1761 (el mismo de Cadalso*, de quien fue amigo íntimo). En 1781 era
ayudante mayor y capitán graduado. Con este rango, participó en la campaña de Menorca como ayudante del mariscal de campo Horacio Borghese*.
Ascendió a teniente coronel en la promoción de la victoria.
Durante los años 1783 a 1788, escribió ensayos políticos y literarios de un cierto tinte progresista-roussoniano, en el periódico el Correo de los
Ciegos de Madrid, , con el pseudónimo de el Militar Ingenuo. Luego, el estallido de la Revolución Francesa provocó una reacción conservadora en
España que acabó con la cierta libertad que la prensa española había gozado por aquellos años.
Con ésta desaparece también Aguirre como escritor.
En 1788, a los 41 años, había casado con una hija de los marqueses de las Cuevas del Becerro de Écija.
Posteriormente y ya con el grado de brigadier, participó en la Guerra de la Convención y fue herido en la batalla de Pontos, tras cargar contra el
enemigo con 50 húsares. En la promoción de Godoy de 1795 fue ascendido a mariscal de campo. Debió morir poco después porque en el escalafón
de la Guía de Forasteros de 1801 ya no aparece su nombre.
ALBRANCA, Marqués de. Vid. Martorell y Gomila, Gabino.
ÁLVAREZ DE SOTOMAYOR, Martín Conde de Colomera.
(1723-1819) [Lucena (Córdoba)-Madrid]
3
Fue comandante del campo de San Roque y asistió al bloqueo de Gibraltar entre 1779 y 1782. Después desempeñó el cargo de capitán
general de Navarra en 1794 y fue individuo del consejo de estado en 1808 prestando juramento a José Bonaparte; en 1814 se retiró de la vida
pública definitivamente.
ARANDA, Conde de. Vid. Abarca de Bolea, Pedro Pablo.
ASALTO, conde del. Vid. González y Bassecourt, José.
AVILÉS, José de. II Marqués de Avilés
(1730-1791)
Pertenecía a una familia catalana de negociantes encumbrados originaria de Vich. Sabemos que era hermano de Miguel de Avilés, I marqués de
Avilés desde 1761 e Intendente de Zaragoza, cuya casa fue quemada en 1766 por los sublevados con ocasión del Motín de Esquilache en la capital
aragonesa y a quien Carlos III compensó nombrándole cossejero del Supremo Consejo de Guerra.
En 1775, Avilés era coronel graduado de dragones y teniente coronel vivo del regimiento de Dragones del Rey. En 1780 heredó el título de
marqués por la muerte de su hermano.
En la toma de Menorca ocupó Ciudadela y mandó la línea del centro de la paralela durante el sitio de San Felipe. Ascendió a Brigadier en la
campaña y se le concedió una encomienda de la Orden Militar de Montesa.
Su hijo, Gabriel de Avilés y del Fierro (?-1810), que heredó el marquesado, fue virrey del Perú en 1801.
BABELON, Hubert de.
Teniente coronel de minadores francés. Actuó en Mahón como voluntario al frente de una compañía de su ramo. Se encargó después de la
voladura de San Felipe. Su hijo Louis de Babelon quedó en Menorca y llegó a ser gobernador interino de la isla en 1809.
BAILÉN, Duque de. Vid. Castaños y Aragoni, Francisco Javier.
BAÑUELOS, Miguel.
(1716-?)
108
Era el intendente de Mallorca en 1781. Llevaba entonces 46 años de servicio, de los que 37 fueron en el Ministerio de Hacienda y 15 de
intendente.
Bañuelos empezó su carrera en 1734 en Nápoles. El padre fue oficial de Dragones de Lusitania en la guerra de Cerdeña y Sicilia en los años de
1717 y 1718. Un hermano mayor murió en el sitio de Mesina.
Tenía tres hijos: el mayor, Francisco de Paula era alférez de Guardias Españolas y había asistido como cadete en la expedición a Argel; el
segundo, de quien desconocemos el nombre, estaba, en expresión de su padre, sin acomodar y era aspirante a comisario de guerra; el tercero, Pedro,
estaba agregado a la contaduría de Barcelona.
Como consecuencia de sus desavenencias con el marqués de Solleric* Bañuelos fue destituído y enviado a Barcelona. Posteriormente se le
concedió la Intendencia de Galicia.
BERTON DE LOS BALBO DE QUIERS FABRI DE MONCAULT ZAPORTA Y AUBERDEE, Louis. II duque de Crillon. I duque de Mahón.
(22/02/1717-9/04/1796) [Avignon-Madrid]
Hijo de François-Félix Berton, I duque de Crillon (título papal concedido en 1725) y María Teresa Fabri de Moncault. Su abuela materna,
Francisca Zaporta, era aragonesa de Zaragoza. Su hermana era la condesa de Brancas.
Había casado en primeras nupcias con Françoise-Isabelle Convay el 2 de enero de 1742, de la que tuvo dos hijos: Louis-Alexandre* y FrançoisFélix*, marqués y conde de Crillon, respectivamente. Habiendo enviudado de su primera esposa, contrajo matrimonio morganático en segundas
nupcias con la peruana Anastasia Espinosa en 1770, de la que a su vez tuvo otros dos hijos: Louis-Antoine* y Virginia.
En 1731 ingresó en el Ejército Francés como cadete en la Compañía Gris de la Guardia Real. En 1733 ascendió a teniente y pasó al ejército de
Italia a las órdenes del mariscal de Villars. Hizo todas las campañas de Italia, siendo discípulo de Saxe, Vallières, y Lowendal. En 1742 se le concedió
la coronelía del regimiento de Bretagne.
Tras las guerras de Italia ascendió a teniente general y se le dio el gobierno de las provincias de Picardía, Artois y Boulonnais. En esta circunstancia y en 1758, propuso a la Corte la invasión de Inglaterra por medio de un sistema de chalupas de su invención, que no fue aceptado, provocando sus
iras contra el ministerio. Luego como consecuencia de las reformas militares del ministerio Choisseul* se vio postergado. Entre unas cosas y otras
pidió participar en la campaña de Portugal en el ejército expedicionario francés que se preparó a tal evento y desde entonces quedó al servicio de
España a petición propia.
En 1765 fue nombrado comandante del campo de Gibraltar, cargo del que fue destituído como consecuencia de su propuesta de invadir el Peñón
sin previa declaración de guerra, con ocasión de una tormenta que derribó la cortina del puerto en la Roca.
En 1780 se le concedió la Orden de Carlos III y en 1781 fue comisionado para comandar la expedición a Menorca, que culminó con éxito,
concediéndole Carlos III el rango de Capitán, General, el ducado de Mahón con Grandeza de España de Primera Clase y el Toisón.
Con posterioridad fue nombrado Capitán General de Valencia y Murcia, cargo que ejerció hasta su muerte.
109
BERTON DE LOS BALBO DE QUIERS FABRI DE MONCAULT ZAPORTA Y AUBERDEE, Louis Athanase de.
(1726-1792)
Llamado también l´Abbe Crillon. Hermano del anterior. Fue teólogo y Agente General del Clericato en Francia. Escribió: Memoires
philosophiques du baron de Holbach (París, 1777) En las que combate el materialismo del famoso escritor enciclopedista.
BERTON DE LOS BALBO DE QUIERS CONVAY, Louis-Alexandre-Pierre Nolasque-Félix. III duque de Crillon.
(1742-1806) [París-?]
Hijo mayor del duque de Crillon*. Tomó parte en la Guerra de los Siete Años y en la toma de Menorca con su padre. Durante la Revolución
Francesa fue diputado en los Estados Generales por la nobleza de Troyes.
BERTON DE LOS BALBOS DE QUIERS CONVAY, François-Félix-Dorotee. Conde de Crillon. IV duque de Crillon, y I duque de Bouflers y
Par de Francia.
(1748-1820) [París-?]
Segundo hijo del duque de Crillon. Sucedió en el título a su hermano, muerto sin descendencia en 1806. Se distinguió en las campañas de Mahón
y Gibraltar y fue diputado por la nobleza en los Estados Generales de 1789. Luego abrazó la causa de la Revolución, siendo uno de los fundadores de
la Sociedad de los Amigos de la Constitución, que fue después el Club de los Jacobinos. Aun cuando no vaciló en aceptar los nuevos principios, fue
siempre un acérrimo defensor de la Monarquía. En 1792 ascendió a teniente general y durante el Terror estuvo preso.
Por último, en 1815 y tras la Restauración Borbónica, le fue conferido el título de Par de Francia, con el título de duque de Bouflers.
BERTON DE LOS BALBO DE QUIERS ESPINOSA, Louis-Antoine-Francisco de Paula. II duque de Mahón.
(1775-1832) [París-Avignon]
Tercer hijo del duque de Crillon*. Participó en la Guerra de la Convención al servicio de España con el grado de coronel y fue hecho prisionero
por los franceses, pero por instancias de su padre fue puesto en libertad poco después. En 1796 asciende a brigadier y por decisión paterna hereda el
ducado de Mahón.
Caído en desgracia junto con Jovellanos, permaneció algún tiempo alejado de la Corte, pero en 1801, durante la campaña de Portugal, recibió el
mando de una división.
En 1803 fue nombrado gobernador militar de la ciudad de Tortosa y en 1808 se le dio la Capitanía General de las Provincias Vascongadas.
Tras la invasión napoleónica entró al servicio de José Bonaparte, quien le ascendió a teniente general y le nombró virrey de Navarra.
110
A la vuelta de Fernando VII fue desterrado por afrancesado y pasó a Francia donde, tras la Restauración, se le nombró teniente general honorario
del Ejército Francés.
BERTON DE LOS BALBOS DE QUIERS, RODRÍGUEZ, Gerard-Maríe-Luis-Félix-Dorotee. V y último duque de Crillon, y II de Bouflers.
(1782-1870) [París-París].
Nieto del duque de Crillon* e hijo de François-Félix*. Sirvió con Napoleón como ayudante de campo del general Dessole. Durante la
Restauración sirvió en los Mosqueteros del Rey y vino a España en 1823 con la expedición de los Cien Mil hijos de San Luis para restaurar el
absolutismo en la persona de Fernando, por cuya campaña fue ascendido a mariscal de campo y al año siguiente a teniente general.
En la época Orleanista figuró en el Partido Moderado, retirándose de la política en 1848.
BORDA, Jean Charles.
(1753-1799)
Matemático francés, miembro de la Academia de Ciencias de París. Realizó varios viajes por mar, a fin de verificar observaciones
astronómicas y geográficas. Coincidió con Crillon en Cádiz antes de partir este a Menorca y era amigo de Louis Ize de Rozan, uno de los
edecanes franceses del duque, como éste menciona en una de sus cartas.
Borda hizo construir el círculo de reflexión, ideado ya por el astrónomo inglés Tobías Mayer, y para las observaciones terrestres hizo
construir sobre los mismos principios los círculos repetidores. Cuando la Asamblea constituyente acordó la formación de un nuevo sistema de
pesos y medidas, fue uno de los encargados de determinar el arco del meridiano que debía servir de unidad fundamental, siendo él quien dirigió
los principales experimentos de aquella empresa, e inventó la mayor parte de los instrumentos. Las obras más notables que escribió son: Viaje
por Europa y América; Descripción y uso del círculo de reflexión; Tablas trigonométricas decimales.
BORGHESE Y COLONNA, Horacio.
(24/09/1736-?) [Roma-?]
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Era hijo segundo de Camilo Borghese, príncipe de Borghese y Sulmona, Grande de España de 1ª clase (desde 1708) y de Inés Colonna. Su abuelo
materno, Felipe Colonna, también era Grande y además caballero del Toisón. Su hermano mayor, Juan Bautista, además de heredar el principado de
Borghese y Sulmona lo fue también de Paleato y ostentaba el título de condestable del Reino de Nápoles.
En 1764 Horacio Borghese era coronel vivo del regimiento de Dragones de Montesa. En 1769 caballero de Santiago y encomienda de Aguilarejo.
Fue ascendido a Brigadier en 1770.
En 1779 era ya mariscal de campo y participó con este grado en la campaña de Menorca donde ascendió a teniente general. Más adelante fue
nombrado embajador de Prusia. Dejó escrita una obra con noticias de la corte prusiana. Destacó como arandista en el partido aragonés.
BORNOS Conde de. Vid. Ramírez de Haro y Córdova, Onofre.
BRACHO, Gaspar.
Brigadier. Comandante de la brigada de Burgos en el sitio de Mahón en 1781. Ascendió a mariscal de campo en la promoción de la victoria.
Mostró adhesión a Crillon, frente a las cábalas.
BUCH, Félix, Jerónimo.
Buch era suizo. Era mariscal de campo en 1775 y asistió a la expedición de Argel en el estado mayor de O´Reilly. En la promoción de 1776
ascendió a teniente general. En la expedición a Menorca fue comandante de las tropas suizas. Participó en el sitio de San Felipe sin pena ni gloria.
Como no poseía bienes patrimoniales (era pobre, en palabras de Crillon) se le concedió una encomienda al final de la campaña.
CAMPO, Bernardo del.
(?-24/04/1800) [Belorado (Burgos)-Madrid].
Covachuelista y diplomático. En 1754 era funcionario de la embajada en Londres. Pasó luego a Madrid como primer oficial de la Secretaría de
Estado en 1775 durante el ministerio Grimaldi y luego con su sucesor Floridablanca* (1776), hasta que en 1782 fue enviado a Londres a negociar
algunos aspectos de la paz de Versalles.
Desde 1783 y una vez firmada ésta. Quedó de embajador de España ante la Corte de Saint James. En 1795 fue el encargado de negocios en París
ante el Directorio. Volvió a España en 1800, año en que murió.
Campo fue gran colaborador y amigo de Floridablanca y de Crillon e intervino activamente en los aspectos más políticos de la toma de Menorca.
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CARO Y MAZA DE LEZAMA, Ventura.
(1742-1809) [Valencia-Ibidem]
Hijo tercero de José Caro y Roza, Marqués de la Romana (desde 1739). Participó en la expedición de O´Reilly* contra Argel en 1775 donde
resultó herido. Allí murió su hermano mayor, Pedro, que era mariscal de campo, heredando el título el segundo que era alférez de fragata y que
participó en la toma de Menorca como ayudante de Buenaventura Moreno*.
En 1776 Caro ascendió a coronel y fue agregado al Regimiento de Dragones de Pavía. Ese mismo año y con el fin de promocionarse, envió un
proyecto de modificaciones de la táctica prusiana al Príncipe de Asturias.
El 18 de septiembre de 1781 se embarcó en Alicante al mando de tres escuadrones de dragones desmontados del Regimiento de Almansa, para
reforzar el sitio de Mahón, después de haber pedido reiteradamente a Floridablanca, del que era protegido, que le incluyera en la expedición.
Durante el sitio de San Felipe, mandó con distinción la izquierda de la paralela y actuó como parlamentario el día de la rendición junto al conde de
Crillon*. Posteriormente quedó algún tiempo de guarnición en la isla a la partida de las tropas
En 1782 ascendió a brigadier y se le distinguió con la encomienda de Piedrabuena de Calatrava.
Al año siguiente, en la promoción de la paz de Versalles, fue ascendido a mariscal de campo y a teniente general en 1789, en la de la exaltación al
trono de Carlos IV. Con posterioridad fue nombrado Capitán General de Galicia.
En 1793-95 participó como jefe del ejército de Navarra en la Guerra de la Convención, cargo del que dimitió por no estar de acuerdo con las
órdenes de Madrid. De él dice Godoy en una carta: ¿Cuando Caro hizo su honrosa dejación? ¡gran general por cierto! Sirve al Rey de España,
monarca el más benigno de la tierra; pues si se hubiese hallado con otro rey, tal vez su cabeza no existiría.(Citada por Muriel, I-22).
En 1800 y a la muerte de Luis de las Casas* le sustituyó como Capitán General de Valencia y Murcia y en la promoción de la paz de Amiens en
1802 fue ascendido a capitán general efectivo.
En 1808 y detentando aun la Capitanía de Valencia cargo obligó a la retirada a las tropas napoleónicas del mariscal Moncey. En la capital
valenciana existe actualmente una calle que lleva su nombre: la Avenida de Caro.
CARVAJAL Y LANCASTER, Nicolás de. Marqués de Sarriá.
Hermano de José de Carvajal, el famoso ministro de Fernando VI. Comandante de las tropas españolas en la Guerra de Portugal (1762-1763). Su
ineptud obligó al ministerio a relevarle ene l mando que fue concediod al conde de Aranda. Su hijo, Ramón Carvajal y Lancaster, participó como
teniente en el sitio de Mahón.
CASA-CAGIGAL Marqués de.
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Mariscal de campo, participó en la toma de Menorca formando parte del estado mayor de Crillon. Ascendió a teniente general en la promoción de
la victoria.
CASAS LA QUADRA, ARAGORRI Y OLAVIDE, Luis de las.
(1745-1800) [Sopuerta (Vizcaya)-Puerto de Santa María]
En 1764 era capitán del Regimiento de Voluntarios de Aragón de Infantería Ligera.
A las órdenes de O'Reilly, tomó parte en la expedición de Argel. En la toma de Menorca era brigadier comandante de la brigada de Saboya y
coronel del mismo regimiento y en el bloqueo de Gibraltar fue ascendido a mariscal de campo. Luego fue comandante general de Orán y
gobernador general en Cuba. Su gestión en Cuba fue la típica de un ilustrado, con libertad de comercio: censo de 1791, creación de cátedras
científicas en la Universidad, colonización interior, etc. Regresó a España en 1796 para ocupar el cargo de capitán general de Valencia
(precisamente a la muerte de Crillon).
Estaba muy vinculado a la familia Osuna y fue cabalista contra Crillon.
CÓRDOVA Y RAMOS, José de
( 1706-1796) [Sevilla-Isla de León].
Almirante español.Fue jefe de la escuadra combinada hispano-francesa que paricipó en el sitio de Gibraltar el verano de 1782 (siendo Crillon
capitán general del mismo) y luego se enfrentó a la escuadra de Howe en octubre del mismo año frente al cabo Espartel. En 1783 fue ascendido a
capitán general.
MONTMORIN SAINT-HEREM, Armand, conde de.
(?-1792)
Embajador francés en Madrid en 1781. Fue ministro de exteriores en 1789. Cayó al mismo tiempo que Necker, cuyas opiniones había
adoptado. Los jacobinos le expulsaron de su club en 1791, y encargado interinamente del ministerio del Interior, fue acusado de malversación
por la Asamblea Legislativa, y ejecutado el 10 de agosto de 1792.
CASTAÑOS Y ARAGONI Francisco Javier. I Duque de Bailén.
(22/4/1758-24/9/1852 [Madrid-Madrid].
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Era cuñado del conde de O´Reilly*. Estudió en el Seminario de Nobles de Madrid.
En 1764 estaba mandando la compañía de granaderos del Regimiento de Infantería de Saboya y acompañó a su cuñado O'Reilly a la Guerra de los
Siete Años en Alemania.
En 1768 fue ascendido a capitán de Infantería efectivo.
Luego se distinguió en Mahón y fue comisionado a Londres a llevar los prisioneros de san Felipe. De donde regresó participando el en asedio de
Gibraltar. Ascendió a teniente coronel en la promoción de la victoria.
Después participó en la defensa de Orán y Ceuta desde donde mantenía una activa correspondencia con el mahonés Jorge Seguí, en cuya casa
había permanecido alojado durante el sitio. Ascendió a coronel en 1791 y se le concedió el mando del Regimiento de Africa.
Combatió en la Guerra de la Convención a las órdenes de Caro, ascendió a Brigadier durante la campaña. En la defensa del monte San Marcial fue
herido grave en la cabeza. La bala le entró por debajo del pabellón derecho de la oreja y le salió por encima de la izquierda. En la promoción de
Godoy de 1795 ascendió a mariscal de campo y se le concedió la Comandancia del campo de Gibraltar.
Concurrente a la tertulia de la condesa de Benavente-Osuna y contrario a Godoy, éste le desterró a Badajoz en 1799, sin embargo ascendió a
teniente general en la promoción de Amiens en 1802.
En 1808 venció al general napoleónico Dupont en la batalla de Bailén, acción por la que fue ascendido a Capitán General y se le otorgó el título de
duque de Bailén.
Murió muy anciano a la edad de 94 años y fue tutor de Isabel II.
CASTEJÓN, Marqués de. Vid. González de Castejón, Pedro
CASTELFRANCO, Príncipe de. Vid. Sangro, Pablo.
CIFUENTES, Conde de. Vid. Silva Meneses y Pacheco, Juan de.
CIRER Y CERDÁ, Antonio.
Administrador general de la subdelegación de la renta de tabaco de Palma y opositor a Solleric.
CONTESTÍ, Bernardo.
Tesorero del colegio de abogados de Palma de Mallorca.
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CORBALÁN Y ARGUIMBAU, Tomás.
(1721-?) [Palma de Mallorca-?]
Era hijo de Francisco Corbalán y Pardo, de origen aragonés y de Ana Arguimbau, dueña de la possesio de Son Mestre en Ciudadela. Además era
sobrino de Tomás y Gabriel Corbalán y Pardo, uno contador y veedor de Menorca y el otro sargento mayor del regimiento de milicias mallorquinas
del coronel Gregorio Gual, que en 1708 hubieron de salir de Menorca con el gobernador Dávila.
El citado Tomás era guardia mayor de la administración principal de la renta de tabaco del reino de Mallorca desde 1755.
Desempeñó varias misiones poco claras al servicio de Floridablanca en la toma de Menorca. Como premio le dieron el cargo de Comisario de
Guerra.
CRILLON-MAHÓN, Duque de. Vid. Berton de los Balbo de Quiers, Zaporta y Auberdee, Louis.
CHOISSEUL-AMBOISE, Etienne-François. Duque de Choisseul. (1719-1785) [Lorena-París]
Embajador francés en Roma y Viena y posteriormente ministro de Estado. Era favorito de la Pompadour como el mariscal Richelieu*. Fue el
fautor del Tercer Pacto de Familia con España en 1761 y se caracterizó por su política antijesuítica y de reformas militares: reducción de efectivos,
racionalización de los ascensos. eliminación de la responsión particular a los capitanes de compañía etc. Crillon se enemistó con él y fue éste uno de
los motivos de su venida a España.
Choisseul cayó en 1770 y le sucedió un triunvirato con sus enemigos el Comandante de Bretagne D´Aiguillon, Maupeau y el abate Terray.
En 1774, a la muerte de Luis XV y el advenimiento al trono de Luis XVI, fue nombrado ministro de Estado el conde de Vergennes*, hechura
suya.
D´ARÇON. Vid. Le Michaud D´Arçon, Jean-Claude-Eleónore.
DICKSON, Francis.
Teniente de artillería durante el sitio de San Felipe. Mandaba las lunetas del Oeste y la Carolina. Escribió un diario del sitio. Ramis (que le llama
Juan) asegura que llegó a coronel y que murió a los 85 años.
DON, George.
Capitán del Regimiento de Infantería de Línea nº 51 del Ejército Británico.
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Edecán de Murray* y pariente suyo. Participó activamente en todas las negociaciones, tanto públicas como privadas entre su comandante y
Crillon. Posteriormente fue pieza fundamental en la defensa de su pariente en el consejo de guerra de los Horseguards.
DRAPPER, Sir William. (1721-1787) [Bristol-Londres]
Caballero del Baño y de la Banda Azul, era coronel en 1760. Participó en 1761 en la toma de Belle-Isle (Canadá) por cuya acción ascendió a
brigadier. En 1763 comandó la expedición que salió de Madrás (India) contra Manila. Habiéndose refugiado los 800 soldados españoles y algunos
indígenas en la ciudadela. Drapper tomó la ciudad con 2300 hombres. Al fin el virrey-arzobispo Manuel Antonio Rojo, rindió la plaza.
En 1780 era teniente general y fue nombrado teniente gobernador de Menorca, donde tomó posesión de su cargo en febrero de dicho año. Según
testimonios del comisario Montenegro, tuvo en Menorca cierta fama de graciable "El segundo gobernador, que vino con el convoy últimamente, es
hombre al parecer sexagenario, marcial y que por su dulzura y afabilidad merece algún concepto entre las gentes."
Al regreso a Inglaterra después de la caída de San Felipe hizo varias acusaciones contra el gobernador Murray en el consejo de guerra que se
celebró por la pérdida de Menorca. Después su figura se desdibuja. Se retiró a sus posesiones ou termina ses jours dans l´obscurité, como dice un
biógrafo francés desconocido.
DOMEZAÍN, Francisco Antonio.
(?-1782). [Añorbe (Valle del Baztán, Navarra)-Sevilla]
Influyente personaje del denominado grupo navarro. En 1766 era Comisario General de la Cruzada en Zaragoza, donde los amotinados por el
Motín de Esquilache quemaron su casa junto con la del intendente Marqués de Avilés*. Luego fue nombrado Intendente General de Andalucía y
Superintendente de Rentas Reales. A su muerte fue sustituido por Pedro López de Lerena*.
Tuvo relaciones con Francisco Seguí* y Juan Olivar*, cuya naturaleza desconocemos.
ESPINOSA Y CANTABRANA, Jacobo María
Asesor de la Audiencia de Barcelona y Vocal de la Junta de Gobierno del Principado de Cataluña. Su padre, Santiago Ignacio Espinosa era
miembro del Consejo de Castilla.
EYMAR, Claude.
[Arvieux, (Delfinado, Francia)]
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Comerciante francés afincado en Mahón. Padre de Juana Eymar Capella, que, supuestamente, casó morganáticamente con el conde de Cifuentes*
y luego a su muerte, con el doctor Bartolomé Ramis y Ramis.
EYMAR, Jean.
(?-1787) [Arvieux, (Delfinado, Francia)-Palma de Mallorca]
Probablemente hermano del anterior y con otra hija llamada Juana Eymar Rosselló. Destacó en las negociaciones secretas llevadas a cabo por el
marqués de Solleric* con los conspiradores menorquines. Actuó como edecán de Crillon durante el sitio de San Felipe y quedó después de asesor de
Cifuentes*. Fue promovido al empleo de teniente de Infantería.
EYRIES Jean.
Capitán de navío francés, que después de participar en la expedición francesa al Senegal en 1780, fue de voluntario al sitio de Mahón donde tuvo
una actuación relevante como asesor naval de Crillon y al que el duque le encomendó diversas misiones delicadas.
Su hijo Jean-Baptiste-Benoit Eyries, (1767-1846) fue un famoso viajero y geógrafo. Se adhirió a la Revolución y en 1794 hubo de trasladarse a
París a liberar a su padre detenido por sospechoso.
FERNÁNDEZ MIRANDA, José. Duque de Losada.
(?-1783) [Gijón-El Escorial]
Grande de España, confidente de Carlos III, acompañó al monarca a Nápoles y regresó con él en 1759. Fue sumiller de corps y teniente general.
Era pariente de Jovellanos al que protegió. En los círculos de la Corte le llamaban el asturiano.
Ferrer del Río dice de él que era "de condición suave, pulcro en las obras, mudo en el secreto, muy noble de alcurnia y más todavía de alma, se le
designaba como dechado de caballeros. Para las cosas políticas solía ser el duque cerca de Carlos III como el eco de la voz de Tanucci." Y
Fernán-Núñez: "Este favorito era digno de un tal Rey, que, si no le hubiera tenido a su lado hasta que murió en el Escorial, en el cuarto inmediato al
suyo, que siempre ocupaba, el año 1783. Honrado, noble, franco, incapaz de intrigas, de hacer mal ni de hablar mal de nadie, y solícito en alabar y
en hacer bien a cuantos podía; tal fue, y debía ser necesariamente, el carácter personal del digno y dichoso favorito."
FLORIDABLANCA, Conde de. Vid. Moñino Redondo, José Antonio Nolasco.
GÁLVEZ, José de. Marqués de la Sonora.
(1720-1787) [Macharavialla (Málaga)-Aranjuez]
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Ministro de Indias en 1781, cargo que ocupaba desde 1775 por influjo de Muzquiz* de quien era echura.
GAUSA, Conde de. Vid. Muzquiz y Goyeneche, Miguel de.
GONZÁLEZ BASSECOURT, Francisco. I Conde del Asalto, marqués de González, de Grigny, de Borghetto y de Ceballos.
(?-1789)
Su familia era oriunda de Nápoles y de origen flamenco. Se le concedió el título de conde del Asalto en memoria de su hermano, Vicente
González de Bassecourt, uno de los oficiales de Marina que murió heroicamente en la defensa de la Habana en 1762.
Con el grado de mariscal de campo, Asalto participó en la expedición a Argel en 1775, formando parte del estado mayor de O´Reilly*. Llevaba
entonces como ayudante a Manuel de Quevedo*. Por esta acción fue ascendido a teniente general y sargento mayor de Guardias Españolas.
En 1772, siendo gobernador militar de Barcelona, sustituyó al conde de Ricla como Capitán General de Cataluña, cuando éste fue nombrado
Secretario de Guerra.
En ejercicio de este cargo en 1781, y en relación con la campaña de Menorca, se ocupó de suministrar la infraestructura para el sitio de San Felipe
y en general apoyó activamente todas las acciones relativas, tanto a la preparación como a la realización del proyecto.
En premio a sus servicios fue ascendido a teniente coronel de Guardias Españolas en la promoción de la victoria.
Era muy cercano a Floridablanca y su apoyo principal en la capital barcelonesa. En la famosa sátira de la confesión de Floridablanca, sus
enemigos ponían en boca de Moñino la siguiente opinión sobre Asalto: "Al conde del Asalto, que siempre ha sido calabaza, le protejo porque además
de ser cuñado de la Chomba, se me ha rendido desde que vine de Roma, me ha hospedado en Barcelona y ha hospedado a mi hermano, sobrinos y
recomendados."
GONZÁLEZ DE CASTEJÓN, Pedro. Marqués de Castejón.
(1720-1783) [?-Madrid]
Castejón hizo sus primeras armas como marino en 1744, siendo herido en la batalla del cabo Siclé. Posteriormente en 1762 y siendo capitán de
navío participó en el sitio de la Habana al mando de una batería. En 1767 se le nombró comandante del Departamento Naval de Cartagena. En 1775
mandó la escuadra que transportó a Argel a la expedición O´Reilly.
Teniente general de Marina en 1776, sucedió a Arriaga en la Secretaría de Marina, gracias al valimiento de Almérico Pini*. Fue el primer ministro
de Marina procedente de la Academia Naval. Carlos III le concedió el marquesado de su apellido en el mismo año de 1776.
GRAVINA, Federico Carlos. Caballero de Santiago.
(1756-1806 [Palermo-Cádiz].
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Ingresó en la Armada española en 1775 como guardiamarina. Mandó el jabeque San Luis como capitán de fragata, tanto en el bloqueo de Gibraltar
como en la toma de Menorca. Fue ascendido en la promoción de Mahón a capitán de navío y también a brigadier en 1783.
Tomó parte en el ataque a Gibraltar de las baterías flotantes al mando de la denominada Nuestra Señora del Rosario y en el bombardeo de Argel
en 1787. Luego, ascendido a jefe de escuadra, luchó en la Guerra contra la Convención interviniendo en el sitio de Tolon en 1793, al mando de cuatro
navíos.
Tras esta campaña, en 1795 fue nombrado teniente general en jefe de la Armada a la muerte de Lángara y Gentilhombre de Cámara. Juan Chiesa
le dedicó en este momento un dibujo a la tinta sobre la rendición de San Felipe.
En 1804 fue nombrado embajador en París, pero al estallar de nuevo la guerra con Inglaterra pasó de nuevo a Cádiz al mando de la escuadra.
Participó en la batalla de cabo Finisterre y poco después en la de Trafalgar (1805) donde mandando el navío Príncipe de Asturias fue herido en un
brazo. Después de la batalla fue trasladado a Cádiz donde murió en marzo del año siguiente.
GÜEMES PACHECO DE PADILLA, Juan Vicente. II Conde de Revillagigedo. Grande de España de 2ª clase.
(1738-1799) [La Habana-Madrid].
Amigo y confidente de Manuel de Quevedo* y opuesto a la política de Floridablanca y por supuesto a Crillon a quien llama despectivamente en
una carta el Héroe Luisiano.
Fue teniente general y Virrey de Nueva España desde 1789 a 1794, gobierno en el que se distinguió notablemente.
GUTIÉRREZ Y GONZÁLEZ VARONA, Antonio Miguel. (8/05/1729-?) [Aranda de Duero-?]
De padre militar. Era sargento mayor del Regimiento de Infantería de Mallorca y teniente coronel graduado en 1769, cuando ese año participó en
la campaña de las Malvinas.
Luego fue empleado como teniente coronel vivo del Inmemorial del Rey y era coronel del Regimiento de Africa cuando intervino en la toma de
Menorca.
En la promoción de Mahón ascendió a brigadier y al ser nombrado Cifuentes* gobernador de Menorca y posteriormente Capitán General de
Mallorca, Gutiérrez quedó de comandante de las armas y ocupó el cargo de gobernador interino en los períodos de ausencia del conde hasta que en
1791, tras haber ascendido el año anterior a mariscal de campo, es nombrado Comandante General de Canarias. Después, en 1793 asciende a teniente
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general. Se distinguió en la defensa de Santa Cruz de Tenerife atacada por Nelson el 25 de julio de 1797, donde el almirante británico perdió un brazo.
Gutiérrez, no solo rechazó el ataque sino que obligó a los ingleses a capitular.
IZE DE ROZAN, Louis. Comendador de la Orden de Malta.
Oficial francés de Artillería y Minadores. Era discípulo como Babelon* del marqués de Vallière* y fue postergado a Avignon al estar en
desacuerdo con la reforma Gribeauval. Fue durante algún tiempo comandante de la Artillería de Tolon y participó en el sitio de Mahón de 1756.
Luego, como voluntario, acudió al de 1781. Fue Edecán y asesor de Crillon. Participó como segundo comandante de la compañía de minadores de
Babelon.
LEMAUR, Charles.
(?-1786)
Ingeniero militar de origen francés. Participó en las campañas de Italia en los años cuarenta del XVIII, donde le conoció Crillon.
Fue traído a España durante el reinado de Fernando VI por el marqués de la Ensenada, en su política de atracción de técnicos y científicos
extranjeros y se estableció en Barcelona, donde fue nombrado profesor de la Academia Militar de Matemáticas. Allí casó con una catalana, así mismo
de origen francés, Juana de la Murere, de la que tuvo cuatro hijos varones que siguieron todos la carrera de su padre, llegando dos de ellos, Charles y
François, a ingenieros con el grado de mariscales de campo.
Durante el mismo reinado y siendo inspector general de Ingenieros el conde de Aranda, se funda en Madrid la Real Sociedad Militar de Matemáticas y es encomendada la dirección al ingeniero Pedro de Lucuce, hasta entonces director de la Academia Militar de Matemáticas de Barcelona, quien
se traslada a la Corte llevándose a Lemaur que estaba en ese momento de profesor en la misma.
Fracasada la sociedad de matemáticas, Lemaur fue enviado a Galicia a acometer importantes obras de ingeniería civil y militar como director del
camino real de Galicia. Allí, según cuenta en una carta al conde de Campomanes (del que era protegido, como así mismo de Floridablanca), tuvo
graves problemas con el Capitán General Marqués de Croix que incluso le denunció, aunque resultó absuelto.
Posteriormente, comisionado por Floridablanca, se ocupó de la construcción de los caminos reales de Guadarrama y del paso de Despeñaperros en
Sierra Morena.
En el plano militar participó en la campaña de Portugal (1762) como cuartel-maestre general y comandante de una brigada en el sitio de Almeida.
Luego asistió también como cuartel-maestre a la toma de Menorca (a donde acudieron también sus hijos mayores Charles y Emmanuel, como
ayudantes suyos) durante el cual tuvo importantes desavenencias con Crillon, hasta el punto de ser relevado.
Por su categoría profesional, su nombre ha merecido un lugar en el friso de la estatua erigida a Carlos III en 1994 en la Puerta del Sol de Madrid,
donde, dicho sea de paso, también figura el duque de Crillon.
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Escribió: Discurso sobre la Astronomía e introducción al conocimiento de los fenómenos astronómicos, (Madrid, imprenta de Fco. Javier García,
1762) y Elementos de Matemáticas puras. Aritmética universal, geometría elemental y trigonometría (Madrid, Ibarra, 1778).
LE MICHAUD D´ARÇON, Jean-Claude-Eleónore.
(1733-1800) [Pentarlier (Francia)-?].
Ingeniero francés. Después de haber sido recomendado por Crillon, Floridablanca reservó su actuación para la campaña de Gibraltar donde se
probaron sus baterías flotantes que fracasaron, trágica y estrepitosamente.
D´Arçon regresó a Francia donde escribió unas memorias justificativas tituladas: Memoires pour servir a l´histoire du siège de Gibraltar (Cádiz
1783). En 1789 se sumó a la Revolución y en 1793 fue asesor como ingeniero militar del temible Comité de Salud Pública y posteriormente desde
1795 del Directorio.
LERENA, conde de. Vid. López de Lerena, Pedro.
LINIERS Y BREMOND, Santiago.
(1753-26/08/1810) [Niort (Francia)-Monte de los Papagayos (Argentina)].
De origen francés. Sirvió primero en el Ejército de su país y en 1774 se retiró con el grado de subteniente, pasando a España, donde en 1776 era ya
alférez de fragata. Se distinguió en el Brasil en la toma de Santa Catalina con el marqués de Casa-Tilly en 1776. Participó luego en la toma de
Menorca donde destacó en la captura de unos buques ingleses en el puerto de Mahón. por la `promoción de la victoria ascendió a capitán de navío.
En 1788 fue enviado de nuevo a América donde alcanzó a ser virrey del Río de la Plata. Murió fusilado por los independentistas criollos el 26 de
agosto de 1810 en el llamado Monte de los Papagayos, cerca de Córdoba (Argentina).
LÓPEZ DE LERENA, Pedro. Conde de Lerena.
(1735-1792) [?-Madrid].
Era de extracción humilde y amanuense de Floridablanca que le encumbró. Fue, sucesivamente, Comisario de Guerra, Intendente y Secretario de
Estado de Hacienda.
Participó en la expedición de Menorca sustituyendo como intendente a Pedro de Montenegro, después de su destitución. Posteriormente y antes de
ser nombrado Intendente general de Andalucía a la muerte de Domezaín en 1782, colaboró en la formación de la Junta de Gobierno de
Menorca,presidida por el conde de Cifuentes, de la que fue el vocal de Hacienda.
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LOSADA, Duque de. Vid. Fernández Miranda, José.
MARCO ZEMBORAÍN, Manuel.
(31/12/1736-?) [Sangüesa (Navarra)-?]
Era comerciante, capitán de Milicias de Nueva España y caballero de Santiago (1766). Pertenecía a una familia hidalga de Navarra. Sus padres
eran Francisco Antonio Marco, natural de Javier y Gabriela de Zemboraín, natural de Sanguesa. Su abuelo paterno era Juan Marco del lugar de
Moriones, casado con María de Azcoiti natural de Mélida. Su abuelo materno era Baltasar de Zemboraín, natural de Javier y casado con María de
Ugarte, natural de Sanguesa.
Su familia era arrendadora del estado de la villa de Javier por comisión de la marquesa de San Miguel de Aguayo, tutora y curadora de la
marquesa de Cortes, condesa de Javier.
Marco emigró de joven a Méjico donde se dedicó al comercio al por mayor. Allí se casó con María Josefa Antonia Brígida Valmont de Taboada y
de la Vega, la hija de un socio suyo, Juan Valmont de Taboada, que fue alcalde ordinario de la ciudad en segundo voto en 1761 y al que sucedió el
propio Marco en 1763.
MARTORELL Y GOMILA, Gabino-Joaquín-Ignacio-Cleofás-Magin. I Marqués de Albranca.
(26/09/1734-?) [Ciudadela-Ciudadela]
Hijo de Gabriel Martorell y Águeda Gomila, estaba casado con su prima hermana Juana Olives y Martorell. Debió morir entre 1797, año en que
fue elegido por última vez Baile General y 1803 AÑO en el que su hijo, José Martorell y Olives, ocupó el cargo de jurado militar ya con el título
heredado de marqués de Albranca.
Gabino era miembro de la nobleza ciudadelana de mayor rango social, los cavallers, que decían remontar sus apellidos a la época de la conquista
de Alfonso III. Poseía numerosas tierras en el término de Ciudadela, en régimen señorial de cavallería o enfitéutico. Entre ellas, la possesió de
Albranca, de donde tomó el título de marqués, al que pretendió y consiguió en 1789, como premio, aunque tardío, a su colaboración un tanto
accidentada en la recuperación de Menorca, confabulado con el marqués de Solleric*.
Gabino había estudiado en Francia como muchos de sus contemporáneos y coterráneos de familias acomodadas de Menorca.
En Ciudadela ocupó cargos públicos en diversas ocasiones, siendo nombrado Jurado Militar en 1760, 1770 y 1783; Consejero Militar en 1790,
1793 y 1796 y Baile General en 1797.
MENDOZA Y PACHECO, Joaquín.
123
(1712-26/06/1782) [?-Palma de Mallorca].
Era Capitán General de Mallorca durante la toma de Menorca. Sirvió en caballería durante 56 años. Estuvo primero destinado en Ceuta. Luego fue
coronel del Regimiento de Caballería de Alcántara y brigadier durante la guerra de Portugal (1762). En 1768 fue promovido a mariscal de Campo y se
le nombró comandante del campo de Gibraltar. En 1771 se le concedió la encomienda de Oreja de la orden de Santiago y en junio de 1779 se le
ascendió a teniente general, año en el que se le concedió la Capitanía General de Mallorca.
Falleció Mendoza de un ataque epiléptico, como consecuencia de los disgustos que le provocó su enfrentamiento con el regente de la Audiencia
José de Crevenzán.
MONTENEGRO, Pedro de.
Intendente de la expedición a Menorca. Fue relevado del mando como consecuencia de desavenencias graves con Crillon. Fue sustituido por
Pedro López de Lerena*.
En la promoción de septiembre se le había concedido la Orden de Carlos III.
MOÑINO REDONDO, José Antonio Nolasco. Conde de Floridablanca.
(21/10/1728-30/12/1808) [Murcia-Sevilla]
Era de extracción relativamente humilde; de una familia de hidalgos empobrecidos. Hijo de José Moñino Gómez, oficial mayor de visita del
Obispado de Murcia y de Francisca Redondo Bermejo.
Floridablanca no contrajo matrimonio. No obstante sus detractores le achacan que si lo hizo; señalan que cuando era estudiante universitario se
casó con la hija de un tahonero "para tener pan, libros y casa, enlace que después oculta como si fuese muy desigual". Tenía fama de colérico y
severo pero debía tener lo que denominaríamos maneras suaves. Por eso le llamaban en algunas ocasiones el melífluo Bernardo o en otras Merengue.
Estudió leyes en la Universidad de Salamanca. Carlos III le nombró fiscal del Consejo de Castilla, cargo que compartió con Campomanes. Luego
fue embajador en Roma.
En 1777 sucedió a Grimaldi en la Secretaría de Estado. En este cargo dirigió toda la política exterior e indirectamente las operaciones de guerra
durante la campaña de Menorca y, en fin, durante toda la guerra contra Inglaterra entre 1780 y 1783.
Fue un ministro ilustrado y partidario de ideas avanzadas pero, estallada la Revolución Francesa, se pronunció contra ella con abierta hostilidad.
En 1792 fue exonerado de todos sus cargos por las maquinaciones de Aranda* y Godoy y encerrado en la ciudadela de Pamplona. Fue absuelto
124
posteriormente de todos las acusaciones que se habían presentado contra él y se retiró de la vida pública muchos años hasta que en 1808, ya octogenario, con ocasión de la invasión napoleónica fue nombrado presidente de la Junta Suprema Central.
Ante el avance francés la Junta se trasladó de Madrid a Sevilla donde el conde falleció.
MORELL DE PASTORIX DE VALLES-REUS, Pedro Juan. II marqués de Solleric. (1737-?) [Palma de Mallorca-?] Caballero de Calatrava.
Sobrino de Solleric* y sucesor en el marquesado por la muerte sin descendencia de su tío. Era hijo del capitán de Infantería Gerónimo Morell de
Pastorix y de la hermana del marqués, Mónica Vallés-Reus.
Esta es la razón de que el magnífico palacio de Solleric, construido en 1763 y que aun se conserva, sea denominado c´an Morell.
En la actualidad el marquesado se encuentra vacante.
MORENO, Buenaventura.
(1736-1784)
Moreno sentó plaza de guardiamarina en Cádiz en mayo de 1752. En 1773 era teniente de navío, al año siguiente capitán de fragata y en 1778
capitán de navío. Ascendiendo a brigadier en 1781.
Fue el Comandante de Marina en la expedición a Menorca y posteriormente el de las baterías flotantes en el asedio de Gibraltar.
En la promoción de septiembre fue ascendido a mayor general y posteriormente en la de la victoria a jefe de escuadra.
Moreno era hombre de temperamento un tanto agitado. En 1784 se encontraba en Madrid y andando por la calle, trabó disputa por no ceder la
acera, con un caballero de Salamanca, que quiso sostener su derecha. La cosa terminó estúpidamente en duelo y Moreno murió como consecuencia de
una estocada que le propinó su oponente. Dicen que Carlos III al enterarse de la noticia dijo: "Moreno tenía condiciones de general, pero ha muerto
como un guardiamarina".
MURILLO, Conde de. Vid. Ramirez de Arellano, Fulgencio.
MURRAY, James. (21/01/1721-18/06/1794). [Ballencrieff (East Lothian, Escocia)-Battle (Sussex, Inglaterra)].
Era hijo del IV conde de Elibank. Habiendo enviudado, casó en 1779 con Anne Witham, hija del cónsul británico en Mallorca.
Murray ingresó en el Ejército Británico en 1740 y sirvió primero en América. Desde 1757 participó en la campaña del Canadá durante la Guerra
de los Siete Años, como teniente coronel. En 1758 mandaba una brigada durante el sitio de Louisbourg, bajo el mando de Lord Amherst. El fue
también uno de los tres brigadieres que acompañaron al general Wolfe en la toma de Quebec en 1759, ciudad de la que luego fue gobernador militar
entre 1760 y 1768.
125
Durante su mandato en el Canadá se opuso contra las medidas represivas contra los franco-canadienses y fue acusado de parcialidad y aunque
exonerado de toda culpa se le destituyó. Posteriormente en 1774 fue nombrado gobernador interino de Menorca.
Después de la rendición de San Felipe y tras ser absuelto por la corte marcial del cuartel de los Horseguards fue ascendido a General, que en el
Ejército Británico era el equivalente a Capitán General.
MUZQUIZ Y GOYENECHE, Miguel de. Conde de Gausa, y marqués de Villar de Ladrón.
(1719-1785) [Elvetea (Valle del Baztán-Navarra)-Madrid
Era discípulo de Ensenada y muy cercano a los círculos de Isabel Farnesio, la reina madre de Carlos III. Se distinguió como economista. Ocupó 19
años la cartera de Hacienda y a la muerte del conde de Ricla también la de Guerra donde, ya sexagenario y achacoso, se dejó llevar por Floridablanca,
sobre todo en lo referente a las operaciones militares de la guerra contra Inglaterra entre 1779 y 1783.
En este sentido y en una sátira de 1776, después del desastre de Argel, en la que se pedía la dimisión del ministro Grimaldi y el secretario de
Guerra conde de Ricla, se simula una conversación entre Grimaldi, el abate Pico de la Mirándola, Sumiller de Cortina de Carlos III y un napolitano,
exento de la compañía italiana de Guardias de Corps, Vicente Spinelli, en la que se hace una pintura de él que resultaría profética:
Pico: Para salir triunfante de este paso, esa bolsa de Guerra habéis de darla sólo a aquel de los otros secretarios que ni tenga intereses ni inteligencia, ni cuide de que salga negro o
blanco. Su fin sólo ha de ser de obedeceros, concurriendo por la orden de antemano de tal modo que sea en todo cuanto un verdadera authomato animado.
Grimaldi: ¿Y donde hallaremos este mueble?
Spinelli: ¿No buscáis uno fácil e inclinado a prestarse por otro en tales lances, de instinto maquinal y tan de theatro que sólo diga y haga lo que quiera el que le apunta o el que le ha
ensayado?
Grimaldi: Ese buscamos ambos ciertamente.
Spinelli: Pues ese es Muzquiz que para esos casos es sin igual como aseguran Roda y otros, y de esas mismas prendas adornado.
Grimaldi: Es mi amigo sin duda, y me convengo se fíe lo de Guerra a su cuidado"
(BNM Ms 17514-1 pag. 159)
OQUENDO, Joaquín de.
(30/11/1749-?) [Albarracín-?).
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Era descendiente del famoso almirante Oquendo del siglo XVII. En 1771 era caballero de Santiago y capitán del Regimiento Inmemorial del Rey.
Después fue ayudante de Aranda, con el que trabó amistad y fue favorito y miembro destacado del partido aragonés. Siendo capitán del Regimiento
Inmemorial participó en la expedición de Argel (1775) como edecán de O´Reilly, en la que resultó herido. Ascendió a teniente coronel en 1776 y se le
dio el mando del segundo batallón del regimiento de América, cuyo coronel era Peñafiel y con el que participó en la campaña de Menorca, siendo con
su jefe, otro cabalista contra Crillon.
Ascendió a coronel en la promoción de 1782 y acudió al sitio de Gibraltar. En 1789 se le dio la coronelía del Regimiento de Córdoba y en 1791
ascendió a brigadier. Participó ese año en la campaña de Orán y luego en la Guerra de la Convención, siendo ascendido a mariscal de Campo en la
promoción de 1795 y nombrándole inspector de la Infantería.
En 1800 recibió la Encomienda de Portezuela de la orden de Alcántara.
O´REILLY, Alejandro. Conde de O´Reilly.
(1725-13/05/1794) [Dublín-Bonete (Albacete)].
De origen irlandés. Participó en las campañas de Italia como cadete del Regimiento de Infantería de Hibernia, donde recibió una herida que le dejó
cojo. En 1759 pasó al Ejército Francés al mando del mariscal de Broglie. Volvió a España en 1762, protegido por otro irlandés, el ministro de la
Guerra Ricardo Wall y participó en la campaña de Portugal (1762). El mismo año pasó a América como jefe segundo de la expedición a la Habana
del conde de Ricla. Después fue nombrado gobernador de Louisiana donde reprimió la sublevación de los colonos. Fue comandante militar de Madrid
en 1766 y posteriormente Inspector de Infantería y teniente general desde 1767.
En 1771 Carlos III le otorgó el título de conde de su apellido y en 1775 comandó la desastrosa expedición a Argel, cuyo fracaso se le achacó.
Carlos III, que le apreciaba, le alejó de la Corte y le nombró Capitán General de Andalucía, cargo que detentaba cuando se aprestó la expedición a
Menorca en Cádiz.
Fomentó la enseñanza militar, creando primero la Academia Militar para oficiales de Ávila y luego otra de parecidas características en el Puerto de
Santa María.
Profesaba ideas ilustradas y por esta razón tuvo algunos problemas con la Inquisición, a cuyo tribunal fue acusado en relación con el proceso de
Olavide.
Murió en 1794, justo cuando se le había destinado para el mando de la campaña del Rosellón.
PACHECO SOUSA SILVA Y ALMEIDA, Francisco Javier.
127
Coronel graduado de brigadier del regimiento de Infantería de Sevilla y comandante de la brigada de Granaderos y Cazadores que se formó tras el
desembarco de cala Mezquita. Fue ascendido a mariscal de Campo en la promoción de Mahón y posteriormente a teniente general y Capitán General
de Galicia.
PEÑAFIEL, Marqués de. Vid. Tellez-Giron y Pacheco, Pedro de Alcántara.
PIGNATELI, Juan.
(1757-?)
Segundo hijo del conde de Fuentes y sobrino del canónigo Ramón Pignateli, que construyó el canal imperial de Aragón. Juan, que había estudiado
en el Seminario de Nobles de Madrid con Cadalso*, era exento de Guardias de Corps. Participó en la expedición de Menorca como edecán de Crillon
con su hermano Diego, coronel agregado al regimiento de Caballería Farnesio.
Era un cabalista cercano a Peñafiel (fue por instigación de la condesa de Benavente su mujer, por lo que fue incluido en la expedición). Aseguraba
el conde de Montmorin, embajador francés en la corte de Madrid, que Pignateli era uno de los favoritos en el cuarto del Príncipe de Asturias.
PINI, Almérico.
Napolitano. Ayuda de Cámara de Carlos III. Tuvo gran influencia sobre el Rey y poder para encumbrar a ministros como Castejón o Valdés. Fue
enemigo de Floridablanca, Tuvo también alguna relación con Crillon y parece que fue el que medió con Carlos III para el soborno de Murray.
QUADRADO Y ENRICH, Pedro.
(1/11/1739-30/07/1816) [Ciudadela-Ciudadela]
Hijo de Francisco Quadrado y Vila (médico) y Francisca Enrich y Andreu. En 1762 pasó a Mallorca donde benefició una subtenencia en el
regimiento de Dragones de Almansa. En 1770 ascendió a teniente, grado que detentaba cuando participó en la campaña de Menorca con parte de su
regimiento del que era Ayudante Mayor y en la que resultó herido.
En la promoción de la victoria ascendió a capitán graduado con sueldo de vivo. Pasó luego a Gibraltar.
Participó también en la Guerra de la Convención. En 1795 ascendió a teniente coronel. En 1802 hizo la campaña de Portugal. En 1807 fue
nombrado coronel vivo del Regimiento de Húsares de la Reina María Luisa. En 1808, tras la invasión napoleónica, fue ascendido a brigadier en julio
y en septiembre a mariscal de campo. Participó en las campañas de Extremadura y Cataluña.
En 1811 se le envió a Mahón de guarnición, habiendo ejercido la comandancia de la isla interinamente algunos meses en 1812.
128
QUADRADO Y SANS, Miguel.
Comerciante de Ciudadela y aliado con Gabino Martorell* a favor de la causa española. Colaboró activamente con Crillon como asesor durante el
sitio de San Felipe. Sin que sepamos el motivo, tenía muchas influencias en Madrid al lado de Floridablanca y consiguió una canonjía en Mallorca
para su hermano.
QUEVEDO Y FERNÁNDEZ DE VELASCO, Manuel Fernando de.
(31/05/1727-?) [Reinosa (Santander)-?]
Siendo primer teniente de Guardias Españolas, participó como ayudante del conde del Asalto* en la expedición a Argel.
En 1778 le fue concedido el habito de Santiago y en 1780 era coronel de Infantería y capitán de Guardias Españolas. Estaba destinado en
Barcelona al mando del destacamento de este regimiento de la Guardia Real en la Ciudad Condal.
Quevedo realizó ese año una casi desconocida y enigmática misión secreta de exploración a Menorca en 1780. Era amigo y confidente del conde
de Murillo* y parecía desaprobar la política de Floridablanca*.
RAMIREZ DE ARELLANO, Manuel Fulgencio. IV Conde de Murillo y de Peña-Rubia.
Era navarro de origen. El título es de 1692. En 1739 Felipe V hizo Grande a su padre José Carlos Ramirez de Arellano y Burgos.
Era mayor general de la Armada. Amigo y confidente en Madrid de Manuel Quevedo. Parece que también tenía amistad con el duque de Losada.
RAMIREZ DE HARO Y CÓRDOVA, Onofre. VII Conde de Bornos.
En 1780 se le concedió la Grandeza de España. Un hijo suyo, Raimundo de Carvajal (que debía ser natural, porque no lleva su apellido) participó
en la campaña de Menorca como capitán del regimiento de Murcia.
REVILLAGIGEDO Conde de. Vid. Güemes y Horcasitas, Francisco.s
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RICHELIEU Jean François-Armand de Vignerod du Plessis de. Duque de Richelieu, Par de Francia.
(1696-1788)
Teniente general francés. Favorito de Madame Pompadour y de la Du Barry. Conquistó Menorca en 1756.
RODNEY, George Brydges. Primer barón de .
(1719-1792)
Almirante británico que durante la Guerra de 1779-1783, tuvo un destacado papel, apresando cinco barcos españoles frente a Finisterre y derrotó a
nuestra escuadra en el cabo San Vicente en 1780. Luego en 1782, en abril, inflingió una aplastante derrota a la escuadra francesa del conde de Grasse
en aguas americanas.
ROIG Y REIXART, Antonio.
(7/09/1750-6/03/1808) [Mahón-Palma de Mallorca].
Sacerdote. Hijo de Juan Roig y Cardona y Catalina Reixart. Fue fámulo del obispo Despuig y luego pasó a Francia donde se doctoró en Teología.
Conocía perfectamente varios idiomas, entre ellos inglés, francés, italiano y latín.
Párroco de Ferrerías (1774) y Vicario general del Obispo de Mallorca (1777).
En 1782 pasó a Mallorca al servicio de su obispo y ocupó la rectorado de Felanitx. En 1807 se le nombró canónigo magistral de la catedral de
Palma.
Dejó varias obras escritas: De sacris apud Minorem Balearem antístibus Severo potissimum, deque istius epistola exercitatio et in eadem
epistolam animadversiones. (De los cultos en la Balear Menor sobre los obispos, principalmente sobre Severo y ensayo de su epístola, e investigaciones sobre la misma.) Palmae Balearium 1787. Sermón que con motivo de la traslación del S.S. y de la imagen de Na Sra del Carmen a la nueva
iglesia de los carmelitas de Palma dixo el dr. D.───────, cura párroco de la de Felanig, 5 julio del año de 1802, P.M. Tomás Amorós impresor del
Santo Oficio. Sermó de la beata Catalina Tomás que el dia 13 d agost de 1793 predicá en la parroquial de Valldeosa el dr.,rector de la de Felanitx.
Mallorca, Impr. Real. Panegirico de San Francisco de Paula que en la fiesta celebrada por la comunidad de Mínimos de Palma el dia 14 de abril del
año de 1806 dixo el dr. ───────, párroco et., Mallorca, Salvador Savall, 1806. Sermón de San Vicente de Paul fundador de la congregación de la
Misión y de las hijas de la Caridad que en su iglesia de Palma y el dia de su fiesta predicó el dr. D. ───────,cura párroco de Felanitx Mallorca,
Imprenta Real, 1797.
SANGRO DE MERODE, Pablo. Príncipe de Castelfranco.
(1748-1815) [Nápoles-Madrid]
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Después de abandonar los estudios eclesiásticos en su patria, entró al servicio de España como Guardia de Corps en 1772. En 1781, cuando se
incorporó a la expedición de Menorca como edecán de Crillon era segundo teniente (equivalente a coronel en el Ejército). Mandó con provecho la
línea de la izquierda de la paralela y el regimiento de voluntarios de Crillon.
Ascendió a brigadier en la promoción de la victoria y después de participar en el asedio de Gibraltar, consiguió el bastón de mariscal de campo en
la promoción de Versalles en 1783. A la muerte de Ricardos en 1788 fue nombrado Inspector General de Caballería y al año siguiente ascendido a
teniente general en la promoción de la exaltación al trono de Carlos IV.
Se distinguió en la Guerra de la Convención, durante la cual era Capitán General de Navarra, cargo del que dimitió en 1794 en la misma acción de
protesta contra la política militar del momento de su compañero Ventura Caro. A pesar de todo fue ascendido a Capitán General efectivo en la
promoción de Godoy de 1795.
En 1802 fue nombrado embajador en Viena, donde casó con la princesa Stockelberg, viuda del duque de Berwick. Sangro regresó a España en
1808 y tomó un empleo en la Corte de José I Bonaparte y a la vuelta de Fernando VII en 1814, no vaciló tampoco en ofrecerle sus servicios y fue
rehabilitado de su afrancesamiento.
SARRIÁ, Marqués de. Vid. Carvajal y lancaster, Nicolás de.
SEGUÍ Y SINTES, Francisco.
(?-13/07/1793) [Mahón-Mahón]
Hijo de Juan Seguí y Sancho, fiscal del Real Patrimonio. Personaje de gran influencia, dentro y fuera de Menorca. En 1764 se doctoró en ambos
derechos en la universidad francesa de Orange. Ocupó varios cargos durante las dominaciones francesa e inglesa. El más importante el de asesor de
Gobernación, cargo para el que fue nombrado en 1771 y confirmado a la llegada de los españoles. Colaboró activamente a la reorganización del
gobierno local durante el gobierno Cifuentes.
Lo mismo que Olivar* tuvo relaciones con Domezaín y algunas fuentes sin confirmar lo vinculan a la Masonería.
SEGUÍ VALLS, Francisco.
(1741-?) [Mahón-París]
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Hijo del anterior. Negociante y aventurero cosmopolita. En 1776 vivía en Roma, desde allí se trasladó a Londres donde trabó amistad con la duque
de Gloucester. Luego, en 1780, pasa a España donde actua de negociante diplomático entre España y Marruecos. En 1781 lo encontramos en París
donde actua de mensajero del conde de Aranda. Ese mismo año es encarcelado en Córboba acusado de una série de desfalcos. En 1784 y tras recobrar
su libertad, pasará al servicio de Portugal. Posteriormente pasará de nuevo a Francia donde participará en la Revolución, acabando por ser agente del
Directorio en España para las negociaciones de paz entre Francia y Portugal en las que nuestro país actuaba de mediador. Desde 1802 será embajador
de España en Túnez. Partidario de José I durante la Guerra de la Independencia, hubo de exiliarse a París a la vuelta al trono de Fernanado VII. Murió
en esa ciudad años después.
SILVA MENESES Y PACHECO, Juan de. XIV Conde de Cifuentes. Grande de España de 1ª clase.
(29/06/1737-2/3/1792) [Viena-Madrid]
Hijo del XIII conde de Cifuentes, Fernando de Silva y Masibradi, antiguo partidario del Archiduque Carlos de Austria. Enviudó de su primera
mujer y, supuestamente. casó en matrimonio morganático con la mahonesa Juana Eymar Capella.
Cifuentes ingresa en el Ejército Español y en 1770 ascendió a brigadier, y en 1779 a mariscal de campo, rango con el que participó en la campaña
de Menorca, donde destacó en sus funciones de general de día, siendo mencionado repetidas veces por Crillon en sus cartas a Floridablanca.
Cifuentes siempre apoyó a su jefe frente a las intrigas de las cábalas. Según Olaechea y Benimeli Cifuentes sentía una inquina personal por el
Partido Aragonés.
En 1782 ascendió a teniente general por la promoción de la victoria y quedó de gobernador de Menorca. A la muerte del Capitán General de
Mallorca, Joaquín de Mendoza, le sucedió en el cargo, aunque permaneció residiendo en Mahón.
En 1789 fue nombrado embajador en Portugal y en 1791 presidente del Consejo de Castilla en sustitución de Campomanes.
SOLLERIC, Marqués de. Vid. Valles-Reus y Berga-Canales Orlandis, Miguel.
TELLEZ-GIRON Y PACHECO, Pedro de Alcántara. Marqués de Peñafiel, conde de Benavente y VI duque de Osuna. (1755-1807)
Hijo segundo del V duque de Osuna Pedro-Zoilo Tellez-Girón. Heredó el título de marqués de Peñafiel a la muerte de su hermano mayor en 1771,
que fue el año que se casó con María Josefa de la Soledad Alonso Pimentel, hija de los condes de Benavente y prima suya. Era favorito del Príncipe
de Asturias
Ingresó en el Ejército como cadete de Guardias Españolas y fue nombrado coronel del Regimiento de América. Hizo sus primeras armas en
Menorca, donde formó una cábala contra Crillon. Ascendió a Brigadier por la promoción de Mahón. y quedó un tiempo en la isla de guarnición con su
regimiento.
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Participó también en la guerra de la Convención en la cual ya era teniente general. Godoy le alabó, por el contrario Jovellanos en sus diarios le
llama lindo mueble.
En relación con actividades civiles Peñafiel fue protector de la economía y fundó la Sociedad Económica de Amigos del País de Madrid, de la que
fue director.
TORTOSA, Bernardo de.
Coronel jefe de la Artillería en el sitio de San Felipe. Por la promoción de la victoria ascendió a brigadier.
En 1792, a la muerte del conde de Cifuentes, le sucedió como Capitán General de Baleares.
URRUTIA Y MONTOYA, Carlos de.
Ejemplo del oficial de mérito típico del reinado de Carlos III. Ingresó en el Ejército como cadete en 1750. En 1765 estudió en la academia de
Barcelona y en 1774 en Avila. Sabía perfectamente alemán.
En 1781 asistió al sitio de Menorca como capitán del Regimiento de América y fue nombrado gobernador de Fornells. Posteriormente fue edecán
de Crillon en la campaña de Gibraltar y ascendió a teniente coronel.
Pasó posteriormente a Francia en 1783 con el propio duque para concluir y arreglar los planos y papeles relativos a ambas campañas.
En 1784 pasa a las órdenes directas de Floridablanca. Y al año siguiente realiza un viaje informativo por Francia, Alemania y Prusia que duró dos
años. Volvió del mismo, redactando un voluminoso informe sobre las constituciones militares de aquellos países.
En 1789 con el grado de coronel, agregado pasó a América al Regimiento de Milicias Provinciales de Méjico, donde le perdemos la pista.
VALLES-REUS Y BERGA-CANALES ORLANDIS, Miguel.
I Marqués de Solleric.
Hijo de Marcos Antonio Vallés-Reus, natural de Palma, regidor perpetuo de la ciudad y teniente de alguacil mayor de la Real Audiencia de
Mallorca y de Clara Orlandis natural de Palma.
Por razones que desconocemos, consiguió el marquesado en 31 julio de 1770. El centro del marquesado era la possesió de Solleric en el límite
entre el municipio de Alaró y el de Sóller del que era originario su abuelo paterno.
Solleric obtuvo por decreto de 28 marzo de 1783 la mención de habérsele concedido el honor y tratamiento de Grande de España para sí, sus
hijos y sucesores en su Casa. Como premio a su actividad en pro de la recuperación de Menorca en 1781.
VALLES-REUS Y BERGA-CANALES ORLANDIS, Pedro-Juan. Vid. Morell de Pastorix y Vallés-Reus, Pedro Juan.
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VALLIÈRE Jean Florence.
(1667-1759) [París-París]
Ingeniero militar francés. Cadete de artillería en 1685, hizo todas las campañas de la segunda mitad del reinado de Luis XIV. En 1713 mandó la
artillería en el sitio de Guesnay, siendo ascendido a brigadier por su comportamiento y recibiendo, además, la misión de reorganizar la artillería, a la
que dio gran desarrollo. (Reforma de 1732; clasificación de los cañones en 4, 9, 12, 16 y 24 libras; campaña, costa y sitio). Mariscal de Campo en
1719 y teniente general en 1733, dirigió en 1744 las operaciones del sitio de Friburgo.
VALLIÈRE Joseph Florence. Marqués de Vallière.
(1717-1776)
Hijo del anterior. Fue nombrado comisario extraordinario de la Artillería en 1734. Renovó el cuerpo de Artillería dando preferencia a la artillería
pesada.
Participó en la Guerra de Sucesión al Trono de Austria y en 1747 reemplazó a su padre como director general de la Artillería y fue nombrado
inspector general del Regimiento Real de Artillería y director de manufacturas del Ejército. Ese mismo año ascendió a Mariscal de Campo.
Destacó en Berg-on-Zoom en 1748 (en cuyo sitio le conoció Crillon y fue discípulo suyo) y fue ascendido a teniente general.
En 1761 fue nombrado miembro de número de la Academia Francesa de Ciencias.
En 1763, tras la firma del Pacto de Familia con Francia, Carlos III de España le hizo venir a Madrid a reorganizar técnicamente los cuerpos de
Artillería e Ingenieros, según el sistema inventado por su padre. En premio a sus se le concedió el marquesado de su apellido. Parece que en este viaje
se trajo a Hubert de Babelon, discípulo suyo. Pasó luego a Nápoles donde realizó el mismo cometido que en España.
VAUBAN, Sébastien le Prestre de.
(1633-1707) [Saint-Leger de Fouchers (Francia)-?].
Mariscal de Francia. Ingeniero militar. Autor del denominado Sistema Vauban. de asedio y defensa de las plazas fuertes. Entre sus realizaciones se
encuentra la construcción y reconstrucción de 333 plazas fuertes y la dirección con fortuna de 53 sitios.
Escribió: Essai sur les fortifications (1739) y Traité des sièges (1747).
134
VAUBAN Joseph.
Sobrino-nieto del anterior. Vauban fue teniente general y experto artillero. Partidario de Vallière, se opuso a la política de reforma de la Artillería
preconizado por Griveaubal.
VERGENNES, Charles Gravier. Conde de Vergennes.
(1717-1787) [Dijon-París].
Embajador francés en Turquía en 1763 y posteriormente en Roma donde conoció a Floridablanca. Ministro de Estado con Luis XVI que le
encumbró en 1774. Era todavía ministro de exteriores cuando la toma de Menorca y en 1783 firmó el tratado de paz de Versalles por parte de Francia.
Posteriormente en 1786 firmó con el ministro británico Pitt un tratado comercial muy beneficioso para Inglaterra y Francia.
VILA Y CAMPS, Antonio. Obispo de Menorca.
1747-30-10-1809. [Ciudadela-Albarracín]
Vila era hijo de un notario. Durante la segunda dominación británica su padre fue nombrado para un cargo en el Real Patrimonio y se trasladó a
Mahón, donde el joven Vila estudió leyes y teología en una escuela fundada por Juan Ramis y Ramis. Luego marchó a París a doctorarse. Concluidos
estos estudios Vila se ordenó sacerdote y regresó a Mahón en 1771.
Ya en Menorca de nuevo, parece que se lanzó a un fogoso proselitismo a causa del cual hubo de huir a Mallorca.
Desde Palma decidió embarcarse para la Corte. Llegado a Madrid en 1772, consiguió colocarse como preceptor del primogénito del conde de
Villapaterna, según nos cuenta Ramis. En ese momento, además de cumplir con su magisterio, Antonio Vila se lanzó a una febril labor intelectual,
escribiendo diversas obras de carácter religioso. Como la biografía de San Juan Nepomuceno o una Enciclopedia Sagrada en 20 tomos inédita que, al
parecer (Ramis dixit), se encuentra en la biblioteca episcopal de Albarracín.
Pero en lo que más destacó la labor intelectual de nuestro obispo fue en el ensayo político-social, hasta el punto de llamar la atención del profesor
Antonio Elorza, que lo incluye entre los escritores dieciochescos más conservadores. Nos estamos refiriendo a sus obras: "El noble bien educado.
Instrucción político-moral para la perfecta educación de un caballero" y "El vasallo instruido en las principales obligaciones que debe a su legítimo
Monarca", publicadas en Madrid en la imprenta de Sancha en 1776 y 1792, respectivamente, donde Vila hace un canto a las tradiciones más recias del
Ancien Regìme en un momento en que éste se encontraba ya en sus postrimerías como sistema social.
En 1782, Vila solicitó la plaza de Paborde de Menorca que se encontraba vacante, pero ya por entonces el gobierno español ya había decidido
iniciar el proceso de erección de obispado y éste no consiguió su propósito.
Tras la promulgación de la bula Ineffabilis Dei, Antonio Vila fue proclamado Obispo de Menorca, de cuya diócesis tomó posesión el 2 de agosto
de 1798. Justo dos meses antes de la invasión británica.
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Vila tuvo bastantes dificultades con el gobernador Fox durante la tercera dominación británica. En 1802, tras la paz de Amiens, fue trasladado a la
sede episcopal de Albarracin, de la que fue nombrado titular.
VILLALBA DE ATECA, Galcerán de.
Brigadier comandante de la brigada de Murcia durante el asedio de San Felipe y coronel del regimiento del mismo nombre.
En la promoción de la victoria ascendió a mariscal de campo.
Posteriormente en octubre de 1782, cuando Cifuentes fue nombrado Capitán General de Baleares, Villalba lo fue a su vez de comandante de las
armas de Mallorca en sustitución del conde de Ayamans, que lo desempeñaba interinamente desde la muerte de Mendoza.
Posteriormente en 1786, fue sustituido por el coronel Antonio Pinedo de Anuncivay (que a su vez sería nombrado gobernador de Menorca dos
años después), porque fue nombrado gobernador militar de Ciudad Rodrigo (Salamanca). Poco después sería a su vez ascendido a teniente general y
nombrado Capitán General de Galicia.
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