Ojitos verdes (Parte 01)

Transcripción

Ojitos verdes (Parte 01)
Ojitos verdes (Parte 01)
https://relatosdpa.com/ojitos-verdes-parte-01/
Anónimo
El padre de Karina accedió a los caprichosos gustos de la niña, que cumplía 14 años. “Ojitos verdes”,
la llamaba su padrino, un vecino cincuentón del campo aledaño, al de la familia de la jovencita. Papá
Rodrigo, acompañado de Alejandro el vecino y compadre, iban a viajar esa mañana, hasta al lugar
donde encontrarían lo que seguramente iba a satisfacer los antojadísimos requerimientos de la
chiquilina.
Ojitos Verdes, es una muñeca que camina, habla, canta, grita, llora y para peor siempre obtiene lo
que quiere, y ahora pedía un loro parlanchín y un papagayo de hermosos colores.
om
Ojitos Verdes, es delgadita de cara, su cuerpito bien formado, sendos botoncitos de los senos
queriendo llamar la atención ya demasiados pronunciados, caderas dispuesta a soportar muchas
cosas, piernas bien formadas con nalgas blancas y gruesas por sus prácticas deportivas en el colegio
de monjas donde asiste durante la semana bastante distante de la casa.
PA
.c
Ojitos Verdes, tiene boquita grande y carnosa. De mente ágil, y rápida de pensamientos que nada
tienen que ver con su edad. Cabellos negros, lacios y largos hasta la cintura que con sus ojitos
verdes, su sempiterna sonrisa y el gran murallón de sus grandes dientes blancos, hacían de la niña
hermosa, un bello retrato de lo que es ser una agraciada personita que todo lo logra con sus
lagrimitas y cariñosos abrazos y besos.
SD
Era sábado, Insistió en querer ir ella también hasta la Estancia donde iban a comprar el obsequio
requerido. Ya estaban los dos hombres en el asiento de la 4 x 4, cuando la mamá le pidió a Rodrigo
que la llevaran mientras ella hacía los preparativos de la fiestita, a realizarse al día siguiente,
domingo por la tarde. De un salto, Karina se encontró sentada a caballito, sobre las piernas del papá,
abrazada a su cuello, con sus faldas que no le cubrían las rodillas, mientras Alejandro, el padrino, se
divertía riéndose con muchas ganas, ante los mohines de la única hija del joven matrimonio de
Rodrigo y Laura, que no aceptó viajar en los asientos traseros. Quería ir adelante para observar el
camino.
at
o
Alejandro, puso en marcha el vehículo, se disponía a partir, cuando la mamá le alcanzó una toalla
para cubrir las piernas de Ojitos Verdes, para que no tomara la resolana de esa calurosa tarde de la
postrimería del verano…
R
el
Como todos los caminos de la enorme campaña de la comarca, por el que iban, éste, el tomado, era
un desastre por los pozos y profundas huellas de carros a caballos, tractores y demás transportes
habitué en la zona. Los pesados camiones lecheros eran los que mas dañaban esas rutas vecinales,
así que el movimiento de los pasajeros de la 4 x 4, eran como estar dentro de una mezcladora de
materiales para la construcción, cosa que causaba mucha gracia a la niña, que reía y se divertía
saltando sobres las piernas del papá, al igual que Alejandro en el volante. No así Rodrigo. Él no reía.
Estaba realmente preocupado ya que soportaba estoicamente el peso de la hija sobre sus piernas y
que en cada frenada o salto de huella, la niña le apretaba los genitales.
En una frenada, la pequeña vio un gesto del papá y que ahogaba un gemido de dolor y entonces lo
miró con cierta picardía y le dijo al oído:
– ¡papi… abrí las piernas, y viajo apoyada sobre tu rodilla derecha y no te aprieto!…
Al decir esto, Ojitos verdes dejó libre la pierna izquierda de Rodrigo que sintió un enorme alivio,
quedando su rodilla derecha en la entrepiernas de la nena, que se friccionaba con ella en cada
momento en que el vehículo saltaba por efectos del camino. De pronto en una pronunciada bajada,
Karina se puso tensa con los pies apoyados en el piso de la camioneta, y las dos manos sobre la
consola del vehículo arrastrando en el movimiento los genitales del padre que no podía hacer nada
Relatos Eróticos SDPA
https://relatosdpa.com
Jul 24, 2015
Ojitos verdes (Parte 01)
https://relatosdpa.com/ojitos-verdes-parte-01/
Anónimo
para sacarlo de entre la pierna de ella y su nalga y que con el movimiento y la alocada alegría y
saltos de la niña, fue tomando forma y endureciéndose todo lo largo que era. Intentó evitarlo, pero la
chiquilina jugaba con el padrino, cuando veía acercarse a un pozo y apretaba sus piernas con más
fuerza, para no golpearse:
– ¡Ojitos Verdes…. – gritaba Alejandro…
– ¡Síiii, padrino…. me agarro fuerte!….
– ¡¡ ahí viene!!… ¡Cuidado!… – y la pick-up saltaba como un canguro, logrando arrancar fuertes
carcajadas de la garganta de la niña que iba feliz en el viaje, mientras Rodrigo, no soportaba ese
vaivén que le imponía el juego infantil, sobre su pene, que estaba a punto de explotar:
om
– Papito… ¿qué te pasa?… – preguntó la niña inocentemente, ante un gemido retenido y un gesto del
padre:
PA
.c
– ¡Nada!… – respondió Rodrigo, cerrando los ojos con fuerza para evitar acabar ya, en los pantalones
con fuertes chorros de líquido.- … ¡ vos seguís… no te preocupes por mí… ¡¡seguí… por favor….
– ¡Pero papi… si te hago mal, decímelo… – y bajando su manito la niña intentó separar su pierna de
la del padre y se encontró con la enorme y dura cosa de papá. Lo miró. Sonrió con picardía. Su
mente de chiquilina avispada, le hizo apretar con fuerza aquella barra ardiente, mientras ella
apoyaba su rajita en la punta de la rodilla de aquel padre que ya no supo dominar la situación,
mientras Alejandro, le preguntaba:
SD
– Rodrigo, ¿se siente mal? ¿Quiere que nos detengamos?
R
el
at
o
– No, hombre, siga cuanto más rápido mejor… – lo dijo casi gritándole, mientras apoyaba su cabeza
en las espalditas de Ojitos Verdes, apretándola casi con desesperación contra él, mientras la niña
con suaves caricias de sube y baja por sobre la liviana tela del pantalón beige, fue masturbándolo,
como jugando. Rodrigo se retorcía atormentado en el asiento. No aguantaba más. Sabía que iba a
acabar en las manitos de su hija, la que alocadamente reía con cada pozo que volvía a tomar el
padrino y frotaba casi con desesperación sus entrepiernas sobre la punta mas pronunciada de la
rodilla de papá. Alejandro los observó detenidamente y sintió un enorme sacudón al oír un gemido
placentero de su compadre, sintió la sangre subir a sus sienes y su pene endurecerse al máximo
cuando Ojitos Verdes totalmente excitada, apreció los fuertes golpes del semen de papá contra la
tela fina del pantalón. Sintió su mano mojada, pegajosa. La sacó del lugar y se la llevó a la boca.
La emanación del clásico aroma de una eyaculación, le hicieron girar nuevamente la cabeza al
Padrino y observó el estado de Rodrigo, y la niña que seguía cabalgando sobre la rodilla de este,
dando de pronto, enorme alarido por un tremendo orgasmo, la convulsión de la púber enardeció al
hombre, sacándolo de sus cabales. La Cabina, con los vidrios bajos, permitía mantenerse dentro de
ella el hedor al sexo.
Alejandro, frenó el vehículo, se miró con Rodrigo y éste le suplicó silencio. Que no se comentara
nada ni una palabra de lo que allí había ocurrido. El padrino comprendió. Miró su propio falo, casi
veinticinco centímetros endurecidos y apretándolo con fuerza, libidinosamente le habló por lo bajo:
– ¡Está bien, Rodrigo… pero ahora el resto del camino hasta la estancia, conducí vos!… – y lo tuteó,
por primera vez, lo tuteó, mientras dejaba el volante y daba la vuelta para ocupar el lugar del padre
de la niña. Rodrigo, se dio cuenta, entendió el costo del silencio. No podía hacer nada y mordiéndose
los labios, la puso de pié a la niña, se cruzó al volante, mientras Alejandro tomaba su lugar. La
pequeña y perversa Karina, con mirada de querer saber qué pasa, puso sus ojos en los de papá,
Relatos Eróticos SDPA
https://relatosdpa.com
Jul 24, 2015
Ojitos verdes (Parte 01)
https://relatosdpa.com/ojitos-verdes-parte-01/
Anónimo
angustiada y con lujuria y este le indicó que sí, que se sentara sobre la rodilla del padrino, siempre
lo había hecho, y que siguiera divirtiéndose como hasta ahora. Se pusieron nuevamente en marcha,
acercó su boca al oído de la niña, le beso la mejilla y le suplicó:
– ¿qué pasa si le cuento a mamá lo que me has hecho?…
– ¡No, papito… por favor, nunca se lo digas…
– Bueno, está bien, vos tampoco… es un secreto entre los tres…
– ¿Los tres?…- inquirió Ojitos Verdes:
om
– ¡Si! Alejandro vio todo lo que me hiciste…
R
el
at
o
SD
PA
.c
[divider]Continuará[/divider]
Relatos Eróticos SDPA
https://relatosdpa.com
Jul 24, 2015

Documentos relacionados