Manuel Pizarro: Un día en las Ventas

Transcripción

Manuel Pizarro: Un día en las Ventas
Perfíl
Acompañamos a uno de los veterinarios que controlan caballos, toros y
novillos antes y después de cada corrida
Manuel Pizarro:
Un día en las Ventas
En esta edición de nuestra publicación
hemos querido acercaros una de las labores
más tradicionales de los veterinarios de nuestro
país: el control de los animales en los espectáculos taurinos. Manuel Pizarro Díaz es uno de
los 15 veterinarios que ejercen en la madrileña
plaza de Las Ventas y es la persona a la que
hemos acompañado un domingo a la plaza
mientas realizaba sus funciones.
Lo primero es preguntarse qué tiene
que hacer un veterinario para trabajar en
Las Ventas: En principio a los veterinarios
los nombra la Comunidad Autónoma de
Madrid a propuesta del Colegio Oficial de
Veterinarios de Madrid. Hay una lista en
el Colegio donde te apuntas y tienes que ir
haciendo puntos. En Madrid hay 25 zonas
donde inspeccionar plazas y Las Ventas es
una de ellas, pero la más demandada. Para
que te escojan has de tener buena puntuación y para ello tienes que tener experiencia en otras zonas. Yo llevo ya más de
cinco años en Las Ventas, pero antes de
llegar he tenido que hacer muchos toros
por los pueblos, primero por la zona de
Villarejo de Salvanés, Carabaña,... y luego
por la de Las Rozas, Majadahonda.” Pero
este nombramiento es de carácter anual,
por lo que cada año tienen que competir
por el puesto.
Los caballos que acompañarán a la terna
también tienen que ser inspeccionados.
Manuel Pizarro: Un día en las Ventas
Como hemos indicado, en Las Ventas
actúan un total de 15 veterinarios, que se
van alternando en grupos de tres cada cuatro
domingos aproximadamente.
La labor del veterinario comienza
con anterioridad al día de la corrida, el
día del desembarque de los animales, en
el que se hace un primer reconocimiento
a los morlacos, se pesan, se comprueba
que traen toda la documentación en regla: guías de sanidad, la guía de los camiones de transporte, el DIB (Documento
para Identificación de Bovinos).
El día de la corrida, generalmente por
la mañana, se vuelve a hacer una nueva inspección y comprobación, tanto de los toros
como de los caballos que participarán en la
Lidia. Tras ésta, los toros se enlotan, se sortean lo lotes y se enchiqueran cada uno en
su toril. “En esta inspección se seleccionan
los toros que van a torearse, normalmente
Durante la revisión ocular de los animales, estos
van pasando de uno en uno a un corral donde
cada esquina está asignada a las autoridades y
veterinarios, a los representantes de los toreros,
a los visitantes,... Tras la revisión, se reunen
representantes, autoridad y veterinarios y escogen
entre los animales presentados, rechazando, si
procede, algún toro.
M
anuel Pizarro está felizmente casado con Coro,
su mujer, con la que tiene tres hijos, de 10, 14 y 16 años,
Javier, Pepe y Manuel. Y si lleva
más de cinco años ejerciendo de
veterinario de Las Ventas, lleva
más de 26 años en la profesión.
Es profesor titular de Anatomía
Patológica del Departamento de
Cirugía Animal de la Universidad
Complutense de Madrid. Aunque
su curricúlum es bastante extenso,
podemos destacar que pertenece
al Colegio Europeo de Patólogos
Veterinarios, a la Asociación Americana de Patólogos Aviares y, además, es miembro de la Asociación
Madrileña de Veterinarios de Toros
de Lidia.
Perfil
nº 9
Perfíl
Manuel nos muestra los sombreros donde se realizan los sorteos de los toros. Los sombreros cuelgan de una bolsa en el
corral de las inspecciones, forman parte de la tradición que rodea a esta plaza.
El “papeleo” es parte importante de la labor del veterinario en las Ventas. Guías, DIBs y actas por triplicado son revisadas, rellenadas, entregadas, comprobadas y certificadas para que todo esté en regla. En la imagen inferior vemos sentados
y rellenando datos a Manuel Pizarro, Javier Fernández y Federico Moreno (de izquierda a derecha) y de pie a Manuel
Carpintero, coordinador de veterinarios.
las ganaderías traen reses de más, por si se
rechaza algún animal, por lo que generalmente más que descartar toros, lo que se
hace es escoger”. En esta ocasión en la que
hemos acompañado a Manuel en su labor en
la plaza, los seleccionados son novillos, pues
ese día el espectáculo era una novillada. Uno
de los criterios a tener en cuenta para estos
animales es el peso, no más de 540 kilos y
alguno casí que los supera (531 kilos). “La
semana pasada tuvimos que rechazar a uno
porque se pasaba. A parte del peso y comprobar que la documentación esté correcta,
hay que observar que el animal esté sano,
que no esté afeitado (salvo en las corridas
de rejones, que es en la única ocasión en
la que se permite esta práctica), que tenga
casta y conformación morfológica adecuada, sobre todo, para una plaza de esta categoría”. En realidad, el veterinario no puede
rechazar un toro. Hoy día, el veterinario es un
simple asesor del presidente, no tiene potestad ni autoridad, la tuvo hasta el año 1992,
pero no ahora. De hecho, no aquí, pero si
en plazas menores, el veterinario aconseja la
anulación de festejos que acaban por realizarse. La figura del presidente recáe, en el
caso de las Ventas, en comisarios de Policía
de la ciudad.
Tras la corrida, llega la segunda parte
de la tarea, el desolle. En una sala que es en
realidad un mini matadero, se ha de inspeccionar como los operarios separan la cabeza,
retiran la piel y evisceran al animal de forma
correcta. También se dispone de todo el instrumental necesario para tomar muestras de
todo tipo por si fuera pertinente enviarlas a
algún laboratorio de referencia.
La remuneración por la labor del veterinario varía según la categoría del evento, oscila entre los 100 y los 300 euros. Lo cual hace
e este trabajo, más una cuestión de afición
que económica.
La facultad
Manuel Pizarro es profesor de Anatomía
Patológica del Departamento de Medicina y
Cirugia Animal de la Facultad de Veterinaria
de la Universidad Complutense de Madrid. Por
lo que aprovecha si se encuentra algún caso
clínico interesante entre los animales que llegan a las Ventas. Pero también hemos querido preguntarle si ve continuidad en su afición
entre sus alumnos: “Los alumnos de hoy día,
en general, no son muy aficionados a los toros. Hay diferencias con mis tiempos de estudiante. Entonces teníamos una visión más
cercana a la producción. Ahora vienen con
una postura más ecológica y más cercana al
bienestar animal. Eso hace que de primeras
En el desolladero se lleva a
cabo la última parte de la
jornada. El veterinario ha de
inspeccionar la labor de este
mini matadero, identificar
cada parte del animal y llevar a cabo la toma de muestras si fuese necesario.
no hable con ellos sobre mis aficiones, los toros y la caza. También
ahora vienen con una gran formación, gracias a la nota tan alta que
se pide para poder ingresar. En la actualidad pueden estar entrando
aproximadamente unos ciento cincuenta alumnos por año, cuando en
mi época casi llegábamos a los mil”.
Precisamente, una de las conclusiones que hemos sacado de
nuestra breve incursión a los previos de un festejo taurino en Las Ventas ha sido la escasa proporción de jóvenes, tanto entre las personas
implicadas en la organización como entre los visitantes que se acercan
a conocer la Plaza. No sucedió lo mismo con el público asistente al
festejo en sí, que era de lo más variopinto. Otra sensación que nos
hemos llevado ha sido el carácter de tradición que envuelve todo y
que convierte cada acto cotidiano casi en un rito, incluida la acción
de los veterinarios.

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