José Carlos Chamorro Galán José Carlos Chamorro Galán José
Transcripción
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MOUSQUITO El chico está deseoso de salir a correr con su compañera: cabeza testaruda. Cuando está abriendo la puerta, echa la mirada atrás, ve las pesas verdes, que se atan a los tobillos, de Amelia. Decide tomarlas y echa a correr. A la media hora vuelve, deja las pesas sobre la planta de las escaleras. << ¡Bua! Esto es increíble, parece que mis piernas fluyeran solas a través del impávido aire que ahora no se atreve a entorpecer mi paso >>. Se dirige dando saltitos de cabra montesa hacia la ducha común. Se percata de que el bote de champú está en el suelo, se agacha, pero su peso cede ate él y se deja los dientes sobre la mampara. << Espero que cuando alguien entre, no se arañe las planta con mi muela del juicio >>. Consigue levantarse. El agua fría fluye por los poros de su piel desnuda, acariciándolo con ternura. Un alivio refrescante para los tejidos de su cuerpo. El champú recorre su cabellera delicadamente, acompañado por el movimiento de sus manos, actuando cual serrucho contra tronco de árbol. Olisquea. << Vaya peste a lejía segrega esto. Parece que los fabricantes de champú se dedican a echar condimentos tóxicos a sus mezclas químicas >>. Tiene un sabor rancio aromatizado con caramelo de menta de árbol neerlandés. Se percata que el hedor proviene de la mampara, que ha sido limpiada con lejía esta mañana por la propia Amelia. << ¡Qué cabeza la mía! De todas las maneras, le pediré a Ana si puede raparme. Seguro que detrás de esto hay un ofuscado calvo demente riéndose de pobres de nosotros >>. Sus cuerdas vocales entonaban el “Ai se eu te pego”, cual melodía celestial. El mango de ducha, su micrófono bañado en oro. Se aclara. De su hombro derecho sale disparado un ser diminuto con destino al suelo. - ¡Eh!- grita. ¿Qué eres? ¿Un ser similar a un moco pegado debajo de una mesa?- parecía-. Nanai, nanai- repetía- ¡¿Qué soy?! Mejor dicho: ¿Quién soy?- Responde enfadado-. Soy Mousquito-. ¿Mosquito? No, MoUsquito- frunce el ceño cual animal en celo-. Así mejor. Tres golpes sordos, perturban la calma de la que la puerta disfrutaba. - ¡Tomás, date prisa! Ya están los picoletos llegando-. Mama Bosede era una mujer africana espectacular, a pesar de sus sesenta años, pero todo el mundo la adoraba en plenitud por la forma en que nos trataba. Sale de la ducha a tropezones, se calza sus zapatillas de diseño, diseño a botella de cola cortada por la mitad, con tira de goma. Se asoma ligeramente, agazapado desde una condición privilegiada. Ve pasar dos hombres con capa negra y el típico sombrero José Carlos Chamorro Galán José Carlos Chamorro Galán José Carlos Chamorro Galán de la policía británica. Sale corriendo en paños menores hacia la habitación. Entra, cerrando la puerta. Cuatro chicas están sentadas sobre las literas haciendo manitas, cuando gritan exaltadas. - ¡Shh! Afuera están los picoletos-. Se viste y sale de la habitación. Por el pasillo se encuentra con la rectora del orfanato. - Tomás, esos hombres han traído mensajería para ti- comunica la rectora moviendo su prominente verruga de la nariz con fábula. Tomás sostiene la carta que dice: “Tus padres están vivos” José Carlos Chamorro Galán José Carlos Chamorro Galán José Carlos Chamorro Galán