No. 6 - Zona de Carga/Loading Zone

Transcripción

No. 6 - Zona de Carga/Loading Zone
zona
loading zone
zoneé éuma
umarevista
revistaliterária
literária
publicada
zona de
de carga
carga // loading
publicada
anualmente.
Nela
publica-se
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em
prosa,
prosa
poética
e
poemas
anualmente. Nela publica-se fição em prosa, prosa poética e poemas em em
inglês,
português ou
ou qualquer
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combinação
desses
idiomas.
inglês, espanhol,
espanhol, português
desses
idiomas.
OO nosso
principal
interesse
está
na
possibilidade
de
avaliar
trabalhos
nosso principal interesse está na possibilidade de avaliar trabalhos
que
revigorema atradição
tradição
cultural
Hispanoquepesquisem,
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questionem eerevigorem
cultural
de de
HispanoAmérica,
Espanha,
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países
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língua
portuguesa
e
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Caribe,
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América, Espanha, os países de língua portuguesa e do Caribe, e das das
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diásporas.
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literary
journal
published
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journal
published
annually.
It It
publishes
fiction,
poetic
prose
and
poetry
in
English,
Spanish,
Portuguese
publishes fiction, poetic prose and poetry in English, Spanish, Portuguese
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explore,
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and
invigorate
the
cultural
tradition
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Spanish
works that explore, question and invigorate the cultural tradition of Spanish
America,
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and
Caribbean,
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Spain, Portuguese-speaking
Portuguese-speaking countries
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zona de carga
zona de carga / loading zone es una revista literaria publicada anualzona de
carga
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es una
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literaria
anualmente.
Publica
ficción,
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poética
y poesía
inglés,publicada
español, portugués
mente. Publica ficción, prosa poética y poesía en inglés, español, portugués
o cualquier combinación de estos idiomas. Estamos especialmente intereo cualquier combinación de estos idiomas. Estamos especialmente interesados en obras que exploren, cuestionen y vigoricen la tradición cultural
sados en obras que exploren, cuestionen y vigoricen la tradición cultural
de Hispanoamérica, España, los países de habla portuguesa y el Caribe, así
de Hispanoamérica, España, los países de habla portuguesa y el Caribe, así
como de sus diásporas.
como de sus diásporas.
zona de
de carga
carga
loading
zone
loading zone
Pertenencia
Belonging//Pertença
Pertença
Pertenencia // Belonging
NO.6
AGOSTO / AUGUST 2014
University of Wisconsin-Madison
University of Wisconsin-Madison
Kaleidoscope 2014 Conference of the graduate students
Kaleidoscope 2014 Conference of the graduate students
of the Department of Spanish and Portuguese
of the Department of Spanish and Portuguese
Latin American, Caribbean and Iberian Studies Program (LACIS)
Latin American, Caribbean
and Iberian
Studies and
Program
(LACIS)
Department
of Spanish
Portuguese
Department of Spanish and Portuguese
no.
no.66
agosto / august 2014
agosto / august 2014
zona de carga / loading zone
Pertenencia / Belonging / Pertença
no. 6
agosto / august 2014
zona de carga / loading zone
Pertenencia / Belonging / Pertença
Editores / Editors
Carolina Balvín Arévalo
Edith Beltrán Mínehan
Evelyn Galindo-Doucette
Vicente Marcos López Abad
Jara M. Ríos
Alec Schumacher
Madison, Wisconsin 2014
Pertenecer es también la dirección de la
mirada*
zona de carga / loading zone
Pertenencia / Belonging / Pertença
no. 6, agosto / august 2014
Madison, Wisconsin
La impresión de este voThis volume is published A realização desta publilumen fue posible gracias thanks to the support of: cação foi possível graças ao
al apoyo de:
apoio de:
Kaleidoscope - Conference of the graduate students of the Department of Spanish
and Portuguese
Latin American, Caribbean and Iberian Studies Program (LACIS) at the
University of Wisconsin-Madison
Department of Spanish and Portuguese, University of Wisconsin-Madison
www.zonadecarga.com
[email protected]
Editores / Editors:
Carolina Balvín Arévalo
Edith Beltrán Mínehan
Evelyn Galindo-Doucette
Vicente Marcos López Abad
Jara M. Ríos
Alec Schumacher
Imagen de la portada / Cover image / Imagem da capa
Blanca Catalina Garcia Varela
Diseño editorial / Book design / Design do livro
Carolina Balvín Arévalo, Vicente Marcos López Abad, Óscar A. Pérez
ISSN 2330-2356 (PRINT)
ISSN 2330-2364 (ONLINE)
Los derechos de los textos
incluidos en este volumen
pertenecen a cada autor.
The rights of the texts
included in this volume
belong to each author.
Os direitos dos textos
incluídos neste volume
pertencem a cada um dos
autores.
Cuando pensé en el tema de belonging, de pertenecer, no pude
evitar evocar la experiencia que tuve en La Habana. En un mundo como el cubano, donde se supone que no se pueden decir
muchas cosas que se sienten, tienen arte que está ahí diciéndolo,
hay arte en todas partes, en cada rincón, y también es una ciudad que se está cayendo a pedazos. Esta pieza [la imagen de la
portada] está inspirada en las fotografías que tomé en Cuba y en
otros artistas cubanos que he estudiado.
Lo que yo vi ahí fue que el pasado, eso es lo que representa la viejita, es un pasado que está mirando hacia una historia
que ya nunca va a existir, como todo pasado. Ella está totalmente
desconectada de la realidad actual. Aunque ésa es la generación
que peleó por la revolución, es una generación completamente
desencantada con el presente y obsesionada con lo que fue Cuba
en un momento. Y es justa ésa su identidad. A ella la envuelven
el sueño de la ciudad, aunque ese pasado también es una farsa, y
las representaciones de los dioses y espíritus yoruba que son una
parte tan esencial de la identidad Cubana, pero esa generación,
hasta cierto punto, la ignoró y le tuvo prejuicios. Pero ella, es
más gris, no acepta lo que realmente es Cuba.
La mujer del otro lado del cuadro es la mujer cubana de
ahora, y es una generación que ignora plenamente y no le da
ninguna importancia a la Cuba del pasado como el que idealiza la viejita. Ella no vivió eso, ella ha vivido todo lo que pasó
después de la revolución, las necesidades, el cambio cultural.
Lo que yo vi de esa generación es que son personas que están
también desarraigadas de Cuba, están apenas sobreviviendo.
Ellos viven una existencia desilusionada. Su polera tiene algún
5
símbolo de alguna corporación o compañía, porque a mi parecer, son personas que miran hacia el exterior, a tener cosas, al
dinero, a las oportunidades, al comercio, aunque de una manera
explotativa. No tienen ese sentido de pertenecer a Cuba, como
el de la generación de la viejita.
Y en el centro está el niño. El niño está recibiendo algo
que tiene luz, de un personaje que para mí es Belkis Ayón, pues
pienso que tanto su vida como su arte simbolizan lo que pasó
esa generación, su arte habla de la representación religiosa y de
lo que es sentirse cubano, sentirse ser parte de esa isla, y ella,
para mí, es precisamente el espíritu de pertenecer a algo. Ella le
está dando la oportunidad a esa nueva generación, cuyo futuro
no conocemos, de reapropiarse de Cuba, y de tal vez, en ese futuro integrar las cosas bellas de su país además de incluir lo que
es ser latinoamericano, ser caribeño, lo que es ser una persona
que tiene una historia como todos nosotros de multiculturalismo, de explotación, de colonialismo, y ella se lo está regalando
a ese niño y vamos a ver qué hace ese niño. Porque ese niño lo
está recibiendo abiertamente, con inocencia, sin saber lo que
está aceptando, tal como si fuera una fruta.
*
El pertenecer es un proceso en construcción, es un ser y un estar
a través del tiempo y realidades, de presencias y ausencias. Los
textos de este número se acercan a la incertidumbre de lo que
somos y de lo que no somos, de historias que revolotean a nuestro alrededor sabiendo y sin saber de dónde vienen y a dónde
van y de lo que hacemos con ellas.
* Le pedimos a Blanca Catalina García que hiciera la portada de la revista y que nos
hablara un poco sobre su interpretación. Este texto es un extracto de la entrevista a
Blanca sobre Herencia.
6
Belonging is also the direction of the gaze*
When I thought about the theme of belonging, I could not
help but evoke the experience I had in Havana. In a world like
Cuba, where it is assumed that you cannot say many things that
are felt, they have art that is right there saying it. There is art
everywhere, in every corner, and it’s also a city that’s falling
apart. This piece is inspired by the photographs I took in Cuba
and other Cuban artists whom I have studied.
What I saw there was that the past, that’s what the old
woman represents, is a past that is looking back to a time that will
never exist again, as all past is. She is completely disconnected
from current reality. Although that is the generation that fought
for the Revolution, it is a generation completely disenchanted
with the present and obsessed with what Cuba was at that time.
And that is precisely their identity. She is wrapped in the dream
of that city, although that past is also a farce, and in representations of Yoruba gods and spirits that are such an essential
part of Cuban identity; but that generation, to some extent, has
disregarded it and had prejudices about it. But she is grayer and
does not accept what Cuba really is.
The woman on the other side of the painting is a
Cuban woman from now, and that is a generation that fully
ignores and does not give any importance to the Cuba of the past
that the old woman idealizes. She did not live that, she has lived
all that has happened after the Revolution, the needs, the cultural
change. What I saw of this generation is that they are people
who are also uprooted from Cuba, they are barely surviving.
They live a disillusioned life. Her t-shirt has a symbol of some
corporation or company, because, I think, these are people who
look outwards, they want to have things, money, opportunities,
7
commerce, although it is exploitation. They do not have that
sense of belonging to Cuba, like the generation of the old woman had.
And in the center is The Child. The child is getting
something that has light, from a character that for me represents
Belkis Ayon, because I think that both her life and her art symbolize what that generation lived. Her art speaks about religious
representation and what it feels to be Cuban, what it feels to be
part of that island, and she, according to me, is precisely the
spirit of belonging, of knowing oneself to be part of something.
She is giving the chance to the new generation, whose future
we do not know, to take back Cuba, and perhaps in the future
integrate beautiful things, to include what it means to be Latin
American, to be Caribbean, which is to be a person who has a
history that we all share, of multiculturalism, of exploitation, of
colonialism. Belkis Ayon is giving that to the child. And let’s see
what the child does with it. Because that child receives openly,
innocently, not knowing what the child is agreeing to, like
accepting a fruit.
*
Belonging is a work in progress, it is being through time and
realities. It is presences and absences. The texts of this number
try to approach the uncertainty of who we are and what we
are not. They approach these histories that hover around us,
knowing and not knowing where they come from and where
they go and what we do with them.
*Blanca Catalina García created the cover of this journal and we asked her to tell
us a little about its interpretation. Original in Spanish. Translated by Edith Beltrán
Mínehan and David Korfhagen.
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Pertencer é também o sentido do olhar*
Quando pensei no tema belonging, pertencer, eu não consegui
fugir de acordar aquelas experiências que eu tive na Havana.
Num mundo como o mundo cubano, onde se supõe que muitas
coisas sentidas não possam ser ditas, existe arte que diz muita
coisa. Há arte por todo lado, em todos os cantos; além disso, a
Havana é uma cidade que está se destruindo. Isto que eu fiz está
inspirado nas fotografias que eu tirei em Cuba e também na arte
doutros artistas cubanos que eu estudei.
As coisas que eu vejo aí tem a ver com o passado, representado pela velhinha, que olha para uma história que não
existe mais, como tudo o que é passado. Ela já não tem nenhuma conexão com a realidade atual. Essa geração lutou pela
revolução, no entanto ficou completamente desiludida com o
presente, o resultado dela, e está obcecada com a lembrança e
a nostalgia do que Cuba foi no passado. Ela está envolvida pelo
sonho da cidade, embora esse sonho seja uma ilusão. As representações dos deuses e dos espíritos ioruba, que são uma parte
muito representativa e até esencial da identidade cubana, foram
ignoradas e rejeitadas pela geração da velhinha. No entanto, ela
é mais cinza, ela não aceita a realidade de Cuba.
A mulher do outro lado é a mulher cubana de agora.
Essa geração ignora completamente e nem dá importância ao
que foi Cuba no passado que é idealizado pela velhinha. Essa
mulher nunca viveu o passado, só aquilo que aconteceu após a
revolução, as carências e a mudança cultural. O que eu experimentei dessa geração é que também estão desligados de Cuba
e que estão apenas sobrevivendo. Eles vivem e experimentam
uma existência desiludida. A sua camiseta tem também um
símbolo de alguma corporação estrangeira, porque eu acredito
9
que são pessoas que olham para o exterior e que só querem ter
coisas, dinheiro, oportunidades, comêrcio embora seja duma
maneira exploradora. Eles carecem desse sentido de pertença a
Cuba, como aquele que a velhinha tem.
No centro de tudo está o menino. Esse menino está recebendo alguma coisa que tem luz, de uma personagem que
para mim é Belkis Ayón. Eu acho que a sua vida e a sua arte são
representativos do que aconteceu com essa geração, sua arte usa
a representação religiosa para falar daquilo que é sentir-se cubano, sentir-se parte da ilha e, ela, para mim, representa o espírito
de pertença. Ela lhe está oferecendo a oportunidade a essa nova
geração, cujo futuro desconhecemos, para se reapropriar de
Cuba e, talvez, nesse futuro, integrar as coisas belas do seu país
além de incluir aquilo que é ser latinoamericano, caribenho, ser
uma pessoa que tem história, como todos nós, de multiculturalismo, de exploração, de colonialismo. Ela está oferecendo esse
presente para o menino e queremos ver o que esse menino vai
fazer com ele. Porque essa criança está aceitando inocentemente
esse presente, sem saber o que é.
*
Pertencer é um processo em construção, é um ser e um estar
através do tempo, das realidades, das presenças e das ausências. Os textos deste número se aproximan da incerteza do que
somos e do que não somos, das histórias que borboleteiam ao
nosso redor sabendo e não sabendo de onde vêm para onde vão
nem o que fazemos delas.
*Pedimos para Blanca Catalina García que nos fizesse a capa da revista e que nos
falasse um bocado da sua interpretação. Original em espanhol. Traduzido por Jara
M. Ríos.
10
Axel Presas
Aquí donde el blanco agrede
A Pablo Armando Sánchez
Muchas veces los paisajes no son lo que aparentan
esto lo sabemos de los hombres, no de los lugares
aquí bruscamente cambian los contornos, como estos
[esquizoides que te miran y te dicen:
«que dicha tenerte compañero»
y se complacen masticando vidrios para escupirte después toda
[esa masa ensalivada
por eso yo paso los días ocupado, escribiendo cien veces
[en mi brazo
«alcoholízate a tu imagen y semejanza»
apurado, evadiendo a no sé cuantos alelados, tropezándose
[unos con otros, quién sabe por qué soñolientos…
El lápiz apenas lastima mi carne cuando escribe,
llegan los mensajes, las llamadas,
correos de voz que apenas escucho
«mijo llamé pa’ saludarte…» «¡¿qué tal broder, cómo está el [frío?!»
Un cielo se llena de cuervos que agasajan a otros imaginarios [cuervos
la albina nieve abre su vientre sonriendo
camino hablando sinrazones
el sol enfría la calle donde defeca un perro
y escribo entonces cien veces en mi brazo
aunque ya no queda carne
11
Axel Presas
aunque no perdura imagen
aunque apenas existen semejanzas
llego a un sitio que hace dos horas no era el mismo
muchas veces los paisajes no son lo que aparentan
y es ahora que respondo: este frío es cosa seria mis [hermanos…
Axel Presas
Hambre de mar
Dicen que hay una mujer pariendo una isla
que atrayente su gesta
no renuncia a concebirla sin el azufrado contorno de sus deltas,
con sus estuarios de aguasal
terco enajenamiento por los márgenes de la tierra.
Una mujer que pare toda una isla con sus bahías sin fondo ni
[luz
como infranqueables lágrimas de sal en el ojo avizor de los [itinerantes.
¿Una isla, un escollo quizás?
frívola acumulación del polvo que restringe el abrazo de un
[hombre
arrecife, peñón y canícula, masa de sargazo asimilable
malignidad en el pliego de los ancestros
con sus rostros blanquísimos de muerte
virtud efímera de quién reside aferrada a la mano del laborioso
[pescador
acarreando el salvador pez para la hambrienta tarde y sus
[numerosos estómagos.
Hay aquí tanta abundancia de nada,
que una mujer da a luz a una isla completa, desahogándose en
[su miseria
mujer bruja que acepta arrastrarse en la resbaladiza arenisca
[del chivo sacrificado
para probar la sangre de un celador a las doce en punto del
[mediodía.
12
13
Axel Presas
Diligente mujer que dividió en viciados retazos el vivo magma
[de la abundancia
sierpe que concibe una delgada isla (tan sierpe como ella
[misma)
mujer con hambre de mar pariendo una tierra flaca para que el
mar las devore a ambas
ávidas por el oleaje, embestidas por el piélago
submarina cosquilla que las une en lasciva comunión de matrona con su predio
de coágulos con la arenisca
de ombligo cortado cuando irrumpe el primer peñasco
arrecife acusador del esfuerzo de una vagina prodigiosa.
Dicen que hay una mujer pariendo toda una isla
porque quiere que el mar la enamore, que la toque
escandalosa ella
ávida ella
tumbada en su parto con hambre de hembra
accesible a enseñar un ápice de su tierra
majestuosidad abierta, pelambre de albor, cascada de légamo
una mujer que no se atreve a parir todo un continente porque
conoce sus límites
porque su voracidad por el mar la hace prudente.
Axel Presas
Reincidencia del lodo
Pasabas la tarde pensando
en la atribulada vida de los estibadores
esos que hablan muchas lenguas y ninguna
cargando envíos de Ceilán, cajas de Vladivostok, fardos de la [Cochinchina
peones quebrando el misterio de Babel
estropeado por la maligna envidia de un dios ególatra.
Mirabas esas descomunales manos unidas a esos inapreciables [cuerpos
manos que decían tanto
iban cargando sus propios ataúdes
cantando Bríkamo, gesticulando a muerte
pintando su isla de sucios amarillos
ya para entonces la isla era una mueca
o eras la mueca en una isla deformada
sin hacer nada frente a la tez de la vergüenza
considerando escurrirte
evadiendo espacios en la eficacia perversa del desánimo
insistencia ordinaria de tanto fuego, tanto fango, tanto lodo, [tanto polvo
gesticulando en la vana luz de una tarde recogida
retardada invención de quién parte un pez y el susodicho pan
sin saber que éstos no alcanzan para alimentar a todo un pueblo.
Contemplabas la silueta acostumbrada de los derrumbes
escombros de dura intermitencia en la memoria
polvo y lodo con las lluvias, viento y celaje de un otoño [permanente
comprendías el sudor opíparo de las madres
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15
Axel Presas
esas madres que lo son todo pero que muchas veces apestan a [delirio
madres del tornero que se magulla con el hierro
madres del pescador que se pierde en un temporal
franca ceniza en llanto de mujeres
madres que ya no saben cómo vestirse para conquistar el miedo
el remiendo, los itinerantes chacales, el escupitajo que más pesa,
madres de la penúltima estrella que dio aviso
a una inmunda noche.
¿Qué tristes polvos trajeron estos lodos?
Preguntándote, llevabas semanas ocultando tu mirada solaz
esa que te permitía evadir la malograda sombra del paquidermo
extraviada por la inconstancia.
Tenías la barba rala, el goce siempre a mano
un atropello de gestos intentaba desenredar todo el desánimo
azufre de la tristeza
esa misma tristeza que te hizo más humano entre tanta feria
mirando como otros perecían borrachos
cayéndose uno a uno en el alumbrado pozo de un demonio
¡ahí están los beodos y su cita con la muerte!
borracho tú entre tanta mierda, tanto lodo, tanta ceniza, tanto [polvo
y sin embargo tan sobrio de estaciones
tan sobrio de cuaresmas con olor a sal de bahía y a girasol
[cortado para iglesia.
Quizá fue el coñac amargo de Lisandra
fue en ese mismo coñac que advertiste el principio del mundo
16
Axel Presas
y así viste engendrar un minotauro, vomitaba héroes,
[ungiéndolos con simulada tinta sangre.
Un viejo bien te dijo que ese no era el futuro
borracho como un hígado de cátedra posó sus ojos en los tuyos
[y te dijo
que ese no era el futuro
acaso era un abandonado vaso
que aún vacío acumulaba la esperanza de nosotros los sedientos.
Bebiendo entonces del afelpado vaso de Lisandra, el que nunca [pretendía vaciarse,
también un poco te ahuecaste
y por contraparte el mundo entonces quedó lleno
como en una fábula que nadie nunca recuerda
habitando la grieta dejaste caer tus ropas y el cansancio
Lisandra era una diosa extendida en la arena
el sol la vestía de un ocre embustero en sus prudencias
húmedo nido que te atrapa
yacía en la arena hasta incinerarse como papel que queman los [niños un domingo.
Y así también un poco te quemaste
regresaste al puerto, ya para entonces los peones eran espectros
sus manos de fantasma modelaban un añejo lodo de futuros
quisiste salir al mar navegando en penitente féretro
y te fuiste hacia otras partes, invadiendo no sé cuántas otras [latitudes
guareciéndote aún en esa tu solaz mirada
y así también un poco te quedaste
esperando no sé que otros polvos con sus respectivos lodos.
17
Axel Presas
Enigma del hombresaurio
Enigma del hombresaurio
Pancho es un viejo con manos de cocodrilo. Un día me dijo que
se percató desde pequeño que su destino era tocar un quinto, sacarle ritmo a las tumbas con esas elongadas manos que tiene con
uñas de cuchillo. «Ná, cuando era niño corría de la escuela pa’
mi casa a tocar, a palmear y a arañar cuanta silla, mesa, estante
o cazuela me sirviera pa’l ritmo, acompasándolo todo muy bien
pa’l asombro del barrio. —¡Ese niño tiene el diablo en el cuerpo!
Bien me acuerdo que decía Tomasa mi abuela riéndose orgullosa, porque hay diablos que son buenos pero eso sí no lo sabemos». Las manos de Pancho meten miedo. Al verlas uno brinca
y sabe que el viejo le saca un susto a cualquiera. Son apéndices
de entelequia ajena, salvajismo de saurio en las manos de un
hombre de sonrisa franca salpicada por la línea de veinticuatro
quilates de sus dientes. Pancho asusta con sus manos porque habla con ellas, las oscila al compás de su discurso y te apunta con
sus dedos, pero asimismo te agasaja con esas navajas suyas para
darte el afecto que piensas que no posee. Cuando toca es otra
cosa, cuando toca con esas cocodrílicas dagas le saca ritmo a
cualquier cajón y a sus tambores; blan, blan blan, chichí, chichí,
blan, blan, bakún, bakún, bembé.
«¡Tócamelas qué suaves! El secreto es orinárselas cuando estás empezando para que no te salgan callos.» Se ríe y noto
mi asombro en sus dientes de oro. Toco esas felpas carnudas,
mansas y horríficas y no pienso en el orine; percibo el cocodrilo incrustado que Pancho tiene en sus extremidades. Así me
distraigo y pienso en la acostumbrada trampa de una naturaleza que compone, mediante lo inusitado, la destreza del musical hombresaurio. Toco sus manos y no pienso en los litros
de meado que con el tiempo regaron estas falanges dinosaurias que raspan, rayan, repican, retumban, manosean y suenan el cuero de las tumbadoras como si fuera a llover fuego
18
sin apariencias de apóstol. Sentí envidia y la oculté mientras vi
la sonrisa orgullosa de Pancho al notar mi incertidumbre. «¡Ja!
Ya ves, así es mijito», dijo el viejo socarronamente y se marchó
contoneándose en un baile andante por el medio de la calle
mientras de manera extraña creí obtener ese secreto, aunque me
percaté enseguida que jamás podría, que de ningún modo iba
a poseer la imprescindible fortuna del hombresaurio. Pancho
giró y me saludó alzando sus cinco navajas reincidentes, cerró
el puño con un gesto de denotado afecto y como un relámpago
llegó hasta mí la ondulante andanada de un blan, blan, blan,
chichí, chichí, blan, blan, bakún, bakún, bembé.
19
Carlos Lopezosa
Límite menos infinito
Esto no es un poema para peces,
ni renglones lanzados al azar para que me caces,
ni naturalezas muertas girando en el tocadiscos,
ni manicomios de artistas sobrevalorados.
Esto es cuanto menos un experimento de palancas y laberintos,
arte de garajes húmedos y parques en llamas,
engranajes de grasas Trans lanzadas por la ventana,
enfermedades cardiovasculares al interactuar con el texto.
Esto no es una canción de amor para que bailemos por las [calles sin salida,
ni la vida de un vagabundo que duerme entre cartones,
ni un burofax enviado desde una nueva constelación,
ni grúas de cemento componiendo nuevas esperanzas.
Esto es ni más ni menos un chasquido de enredaderas de [plástico,
un meteorito a punto de confirmar el punto final,
la ausencia podrida de todo lo que te he querido susurrar,
un mareo teledirigido hacia mi encuesta de satisfacción.
Esto no es la cuenta atrás a la que perteneces,
ni la marcha fúnebre a la que pertenezco,
esto es…
21
Carlos Lopezosa
…la concreción de que giramos en torno a un eje torcido al [que no tenemos acceso,
el desguace de los elefantes metálicos moviéndose a menos [infinito.
Carlos Lopezosa
Mirada blanda del tiempo
Contraponer palabras que formen nuevos mundos
no parece posible ahora que se han desplegado los operativos [más violentos.
Es lo justo,
el tiempo siempre es blando ante mis-tus conexiones laterales.
Las calculadoras como algoritmos de sentido único,
los números y comas de pesadillas elevadas al cubo.
¿Vendrás a mi encuentro?
Hoy no será el día en que atomicemos nuestro pulso.
Cuando recoja el testigo mudo de este sentimiento
verás como todo se demora,
la intranquilidad mientras duermes abrazado a la mujer [deconstruida.
Los calefactores están rotos este invierno gamba,
los pasajeros de la estación no se han dado cuenta,
ya no inventan jirafas de mirada estándar,
solo caminan tontamente por las manecillas.
En la selva metálica las luciérnagas parecen aburridos
[semáforos en ámbar,
ya no dirigen las campañas publicitarias de los vivos:
las desleales, las divertidas, las que tienen alto contenido erótico.
22
23
Carlos Lopezosa
Contraponer palabras:
(1 hora
15 minutos
40 segundos
30 frames)
Tic-tac: una hormiga se ha caído.
Carlos Lopezosa
Del lado del átomo
Se deriva de S,
y sus propiedades se recombinan en belleza
con su bloque básico sonando
desde su entropía
con su exceso de fuerzas
con su atracción
y transición de notas al pie de página.
Y con su mueca electromagnética
se cerrará el ciclo,
inevitable
del asombro del poeta:
Mañana
Pasado
Al otro.
Con su visión básica
ligada a todos los mundos y no mundos:
A la masa y su parte equitativa,
al silencio del lector de carretera.
Quedará demostrado que del lado girado,
neutro,
anhelado,
lo más pequeño y mínimo
será el mayor de los enclaves literarios entre la musa y el artista:
La radiación de un abrazo metaemocionado
mientras lloramos,
haciendo el amor desde la forma circular más pura;
tú, yo, de lo atómico.
24
25
Carlos Lopezosa
Criptografía cuántica
Protocolo de 1982:
“Aparece la catarsis en forma de criptografía cuántica;
se han cifrado los mensajes de la conciencia amniótica,
la propiedad de incertidumbre en la base de los rascacielos [públicos.”
“La seguridad como la absoluta confidencialidad del poeta [neonato,
elevándose desde las masas hasta sus fibras fantasma,
conduce por la ruta celestial de los 66 desposeídos.”
Carlos Lopezosa
“Cercano al deseo trato de preservar la ilusión intacta de estos [y otros versos,
gritando entre las infinitas puertas la proclama que me conjure [contra el fragmento,
ladrón de lo que nunca se expresa.”
Mayo de 1982:
“Nazco”
Museo del eavesdropping 1982:
“Parecen entender la esencia que anhelo construir desde arriba,
desde el primer ladrillo hasta la última idea grabada en el [cemento,
con su función matemática perturbando el sistema de
[telegramas proféticos.”
“Se ha posado un mosquito autómata en mi universo Heisenberg,
aletea sus alas a contraluz de mis consecuencias dactilares,
gira bajo la complejidad demostrada de su belleza intransferible.”
Laberinto de 1982:
“Regreso convencido de no haber demostrado el destino que [nos merecemos,
quizá el esbozo de la musa señalando lo primero o lo último,
con su clave de seguridad tatuada en su pecho.”
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Carlos Lopezosa
Entre bosques y símbolos: Suspiro cuántico
(…)
Caer en un punto
en todos sus posibles
en ninguno.
Carlos Lopezosa
Mírame de todos los lados
¿Qué ves?
.
Pareces abatida
Señalada por la sonrisa ready-made del átomo
triángulo multiplicado en tu espejo torácico.
(…
Mientras,
quizá,
quizá no,
fórmulas matemáticas de iconos translúcidos.
Y aquí,
y allí
y en ningún lugar
el multiverso da una nueva perspectiva a nuestros paréntesis de
panorámica acelerada.
…
Te he atrapado en mi dinámica de campo,
en mi suspiro cuántico:
Que es para ti,
para él,
para nadie en concreto.
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Changming Yuan
Yellow Meditation
Gold, lemon, butter, rapeseed flowers:
Pre-positioned, you function to lead
A whole column of evils as in the yellow
Peril, bastards, bellies, dogs, fish, guts
Journalism, heels, even men and pups
After words, you will become as noble
As imperial, as royal, or as Chinese
Yellow. That makes all the difference
Between a noun and an adjective
Between Chinese and English
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Changming Yuan
Desirée Jung
Y, Y
You are literarily haunted by this letter
Yes, since it contains all the secrets of
Your selfhood: your name begins with it
You carry y-chromosome; you wear
Y-pants; both your skin and heart are
Yellowish; your best poem is titled
Y; you seldom seek the balance between
Yin and yang; you never want to be a
Yankee, but you yearn to remain as
Young as your poet son; in particular
You love the way it is pronounced, so
Youthfully, as a word rather than a letter to
Yell out the human reasons; above all
Your soul is a seed blown from afar, always
Y-shaped when breaking the earth to greet spring
Welcome
The plane aterriza
in soft grass. O verde se mistura
com a mirage of the asphalt.
Granito, granite.
Ela tenta controlar the destiny
in this foreign place.
The red purse weights
and the couro is soft.
It’s what she’s left
crossing borders, her papers,
precisão de nomes.
But not her future.
Welcome.
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Desirée Jung
Desirée Jung
Between a Man e uma Mulher
Entre um Homem and a Woman
De repente, a garrafa traz um líquido escuro
Latejante, que une seus dedos, à imagem do seu homem.
In dismay, he believes that she is ahead of his time
And wonders if their relationship has a future.
Suddenly, the bottle carries a dark liquid,
Throbbing, which unites her fingers, to the image of her man.
Abismado, ele acredita que ela está a frente do seu tempo
E pondera se a relação tem futuro.
It is a nice park, with foundational trees, deep roots
Archived into the ground. Her tears are displaced.
Ele estava com a sensação de que algo lhe faltava
Depois da noite de ontem. Era um assunto pessoal, que lhe [pertencia.
É um parque agradável, com árvores fundamentais, raízes [profundas
Arquivadas no solo. Suas lágrimas estão fora de lugar.
He has the sensation that he missed something
After last night. It was something personal, that belonged to [him.
Desde a separação, o vazio era nublado,
E as chuvas pareciam ecos do seu interior.
What must she be doing on a Saturday morning,
By herself? It is hard to end a relationship in the end.
After seven years, there are many wrinkles and
Many possibilities of skin, in between two hands together.
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Ever since the separation, emptiness was cloudy,
And the rains seemed to echo his interior.
O que ela deve estar fazendo numa manhã de sábado,
Sozinha? É difícil terminar um relacionamento no fim.
Depois de sete anos, há muitas rugas e
Muitas possibilidades na pele, entre duas mãos juntas.
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Desirée Jung
Desirée Jung
Engenho do Desejo
Engine of Desire
Pensava que alguém viria salvá-la
(save her) from the engine, machine
do desejo, o erótico cruzar de olhares.
I thought someone would save her
(salvá-la) do engenho, máquina
of desire, the erotic exchange of gazes.
Entre a guerra e as palavras,
she balances her blond hair,
e prende-me na pupila da sua imagem.
Between war and words,
ela balança seus cabelos loiros,
and holds me in her pupil’s image.
Eu queria aguar meu jardim
Com as suas lágrimas.
I want to water my garden
with her tears.
Rosas, roses, romantic.
A cor está na pétala.
Lhe entrego as flores,
mas o perdão não vem.
Roses, rosas, romântica.
The color is in the petal.
I give her flowers,
but forgiveness doesn’t come.
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Desirée Jung
Evelyn Galindo-Doucette
Seja Bem-Vinda
O avião lands na grama fofa,
green mixed with miragem
do asfalto.
Granite, granito.
Ela tenta controlar o destino
do lugar estrangeiro.
A bolsa vermelha pesa
e o leather é macio.
É o que lhe resta
ao cruzar fronteiras, seus papéis
precision of names.
Mas não seu futuro.
Seja bem-vinda.
El relato del pintor
Seiscientas y pico de personas desplazadas de Dios sabe dónde
llegaron a un sitio que se llama Soyatenepeque. La gente había
dejado enterradas hasta las máquinas de coser y se vinieron con
nada más que sus bueyes y su prole. Contaban que en el camino
les abrían las yugulares a los bueyes y les sacaban la sangre en
una vasija. De eso les dieron de comer a sus hijos en la huida
de catorce días y para que no se desangraran los animales les
tapaban el chorro con un elote.
Soyatenepeque queda allá por Ateos pegado a un río que se llama ‘El río sucio’ donde la gente se baña en aguas que son azules
un día, verdes el siguiente, y rojas otro día porque la mina ahí
lanza sus colores. Muy cerca hay una empresa donde hacen carnes y destazan pollos y las tripas las tiran al sol. Llegué a Soyatenepeque con un grupo de sacerdotes que venían a trabajar con
la comunidad de desplazados. De lejos se veían los árboles llenos de zopes y se sentía el mal olor durante los dos kilómetros
que recorríamos ese sitio por camioneta.
Lo que quería la gente era una ermita a la Virgen de Rosario que
les cuidara sus efectos personales hasta que pudieran regresar a
desenterrarlos. Le encargué el molde de la Virgen a un hombre
que hacía esculturas en un cementerio y que nos la prometió
por un buen precio. Cuando estaba hecha, el Padre Montes fue
por ella en su camioneta vieja y la trajo a la comunidad donde
terminamos de pintar y de darle vida al molde.
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Evelyn Galindo-Doucette
El día de la inauguración, como no habían invitado al Coronel
del sector, los militares estallaron unas bombas amarillas que
nos picaron los ojos. A pesar del bonche celebramos con los
tamalitos y el cafecito que las mujeres de la comunidad habían
madrugado preparando.
No había pasado la semana cuando una mañana la comunidad
encontró la ermita partida en tres pedazos. Unos decían que
habían visto al mismo D’Aubuisson y otros decían que no, que
eran unos militares desconocidos. Yo me desesperé al ver que
en un zas habían llegado a destruir el trabajo de semanas. Le
pregunté a uno de los padres jesuitas, “¿Y ahora qué hacemos?”
Ignacio Ellacuría me respondió: “¿Qué hacemos? Otra”. Y Nacho Martín Baró asintió, “Otra imagen. No hay problema. Vamos a hacer otra”. Y así fue.
Fern G. Z. Carr
Perdido
Mi hijo está lleno de remordimientos,
da pena verlo así –
deprimido y sin dinero,
solo y perdido en el mundo.
Está siempre al borde,
yo le he consolado pero no me hizo caso
Su tristeza es un puñal por el corazón –
tenga compasión por su melancolía.
Soyatenepeque es una ciudad ficticia inspirada en una anécdota
del pintor Roberto Huezo el julio de 2013.
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Fern G. Z. Carr
Fern G. Z. Carr
Yo Soy
Los gatos de Puerto Vallarta
Soy las estrellas,
el viento, un cristal,
una brizna de hierba,
una pluma.
Soy entropía –
una mezcla hecha al azar
de oxígeno, carbono,
hidrógeno, nitrógeno
y oligoelementos
en un cuerpo
que existe en este momento,
su individualidad
interconectada orgánicamente
al universal;
soy un cuerpo que poseo
cognición limitada –
una partícula integrante
pero insignificante
del infinito.
Soy parte del universo.
Soy el universo.
Existo. Yo soy.
Tourists disembark along gangways
and flock toward flea markets
boasting the brilliant blues, reds, yellows
and greens of embroidered cotton clothing;
curtains of trinkets are suspended
in vertical garlands from canopies of tents
festooned with papier maché decorations,
sombreros, sarapes and piñatas.
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Vendors and artisans eager to sell
to those eager to buy, proffer ceramics,
leather goods, trays of silver jewelry
and replicas of pre-Columbian crafts;
souvenirs from Puerto Vallarta –
a tourist haven and a haunt
for one hundred thousand
abandoned, lost, feral and stray cats.
Bony bodies riddled with parasites
forage for sustenance in dumpsters
where scrawny kittens are tossed;
they hunger for nurture.
Restrained by quarantine laws,
cruise ship travelers long to abscond
with their feline stowaways.
Instead they impotently crouch
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Fern G. Z. Carr
close to the ground coaxing and purring,
Ven gatita, ven... Here kitty, kitty...
attempting to share their partially-eaten
Señor Frog’s and Shrimp Factory meals –
a temporary fix for the tabbies, the calicos,
the spotted and the brindled
relegated to alleyways and dependent
upon the compassion of strangers.
Fern G. Z. Carr
Without So Much As a Warning Sign
Footsteps racing down the halls,
blood splattered on the walls,
a blind stampede to survive,
to escape, to stay alive.
Pop! Pop! Another shot!
Cowering from the unthinkable violence
some keep a deathly silence
beside a textbook under a desk
witnesses to the horribly grotesque
“Peek-a-boo! You’re dead!”
in a typical suburban school
where well-being was the rule,
not where children die on the floor –
the casualties of a maniacal war.
Pop! Pop! Another shot!
Victims plead for mercy as their lifeblood drains
into sanguine pools squirting from their veins –
beseeching eyes beg to be spared,
perverse gunmen taunt the scared:
“Peek-a-boo! You’re dead!”
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Fern G. Z. Carr
Fern G. Z. Carr
Trust and security were violated
as these madmen annihilated
future dreams with their blood-letting
amidst the screams in this surreal setting.
A House Divided
“Remember us? Guess who!”
not by conflict, but a wooden planter
with women seated on one side and men on the other
Plagued by the rejection of their peers
two boys realized our darkest fears
when they snapped and crossed the line
without so much as a warning sign.
The Chevra Mishnayes, an orthodox synagogue
where God’s Chosen People worship in a house divided –
creating a temple literally split in two like the harlot’s baby
nearly cleft by King Solomon’s sword.
Men have the honor of being called to the Bima
where they open the Ark of the Covenant,
read from the Torah and march with holy scrolls;
yet females, considered to be unclean,
despite their designer clothes and the purest of intentions,
are relegated to the women’s section –
segregation by anachronism: a “women-are-women,
men-are-men, ‘and-never-the-twain-shall-meet’ philosophy”
contrary to a lesson from the New Testament – namely:
“If a house be divided against itself, that house cannot stand.”
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Fern G. Z. Carr
Luis Felipe Lomelí
Transatlantic Passage
Huddled in steerage
shoulder to shoulder,
westbound emigrants
sardined
into family bunks
with straw mattresses
dream of prosperous
tomorrows
while their ships navigate
the same petulant waters
as eastbound liners –
their decks flaunting
mink stoles, cigarros cubanos
and glasses of brandy in hand.
Monterrey, Colombia
Para Mariana
SIMÓN, ÉSE, BIEN TRISTE QUE ESTUVO. Y aunque uno sea
machín, ¿verdad?, pues tampoco halla de a cómo contener los
lagrimones y ahí van saliendo, espesos, dolidos, negros como
el que tengo tatuado aquí ¿sí lo wachas? Pero peor las rucas,
ellas sí que tiran el lloradero como huracán, como el Gilberto
¿te acuerdas? Como si quisieran destruirlo todo. Ahí estaban
su jefa y las huercas, sus carnalillas, también la morra con la
que iba a acantonarse, todas como si dijeran “nel, esto es de a
mentiras”, pero igual “no, pues sí es cierto” y sus pinches ojotes
crecidos, retehinchados, y a su morrilla le temblaban las manoplas como si anduviera en el bajón, bien ojete: dolía nomás de
ver que les dolía.
Luces. El chorro amarillo de un arbotante contra el verde de un ficus enano, contra la negrura de un cielo sin estrellas.
Chorro desparramado sobre hormigas nocturnas que salen de
una hendidura en el concreto, que marchan por la banqueta y
suben a masacrar con paciencia al ficus. Chorro reluciente sobre la savia desangrada en las mandíbulas.
Pero lo más culero, carnal, lo que más apretaba acá, de
neta, era que el Fede y el Pato y el Yon y el Fresa estuvieron
tocando todo el puto rato. Bueno, el pinche Fede ya después
no pudo y yo hice el relevo en la guacharaca: complicado de a
madres que es tocar ancanona. Yo por eso disculpo al Fede, ese
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Luis Felipe Lomelí
vato es resensible y sí estaba cabrón seguir. El pinche Yon dijo
que le faltaron huevos, pero nel, ése: el Chema era camarada y
una cosa son los huevos y otra, lo que uno trae aquí adentro. Y
pues qué, ¿tú qué pedo? Si uno no es un risco, ¿verdad? Ahí
está, a ver si ahorita que venga el Yon también le dices: para que
le baje de yemas. Aunque, chingá, te va a decir que eres un pinche fresita, que mejor te calles o te revienta.
Luces. El hilo verde emanado por el Faro del Comercio
surca Monterrey. Se enreda entre los cables de electricidad, ilumina el humo de las chimeneas. Fotones acoplados por encima
de las casas. Láser que se refleja en las costras de los muros, en
el descarapelado sostén de los edificios centenarios.
Pura colombia, ése. Puro paseo triste. El Pato rifándosela en el acordeón, haciéndolo llorar como a todos. Pinche
Pato. Pura cumbia lagrimera allí a ladito del pozo; a cercén, ése,
con todas las tumbas dándonos vueltas. Tocándole al pinche
Chema para que se alivianara y, de pasón, a los demás muertos.
¿A ti no te gustaría que hubiera música cuando colgaras los calcos? ¿Verdad? Pues a huevo, cuantimás porque el Chema era
colombia. No de esos vatos que sólo le pegan al Kalimán y traen
guangos los tramos y el flequillo bien peinado, sino colombia
de ley, desde huerco. Nosotros nectábamos rock y esas ondas
en inglés aunque no supiéramos ni qué vergas decían. Bueno, el Lora es otro toque porque él canta en español y además
—wacha, maestrín— ése carnal dice las netas al tiro, derecho.
¿Si te has clavado? A ése camarada no se le hace de tortuga para
decirles rateros al gobierno: ahí está la de “Carretera de cuota”.
¿Si la has oído?
Luces. Hervidero de luciérnagas por avenida Garza
Sada, por Constitución, por el asfalto y la mente de Alfonso
50
Monterrey, Colombia
Reyes. Luciérnagas a noventa kilómetros por hora. Zumbándoles de sesgo a las bardas que delimitan la Revolución Proletaria,
que demarcan las colonias, que prohiben a las luciérnagas adentrarse en las terracerías del cerro.
Nosotros oíamos de esas rolas. A veces acá una de los
Tigres o de los Cadetes, pero casi nel porque eso es para rucos o
para la raza fresilla que sí tiene para mercarse su sombrero y sus
botucas. Bueno, también para la banda chera. Pues, simón: les
hablan de caballitos y madres de ésas que hay en los ranchos y
pues les ha de cuadrar que les canten de lo que viven. Pero aquí,
¿cuáles vacas, verdad? A la mera y a los rucos por allí es porque
les gusta, porque les llegan los recuerdos, ¿verdad? Ei, mis jefes
se descolgaron para acá del ejido, por allá del sur, por Mier y
Noriega. ¿Sí conoces? ¿Verdad que está bien culero? Ei, ni agua
hay. Y con eso: pues ésta ya pifó, píchate otra helódia, ¿no?
Luces. Combustión danzante de butano que calca las
protuberancias del rostro antes de encender la hierba seca. Luego sólo queda el punto rojo trazando constelaciones en el vacío,
en la recámara alfombrada, en la calle de tierra. Cada línea llega
a su sol al dar la bocanada.
¡Ah, sabroso, chingá! Pero ya me puse a divagar, verga.
Te decía que nosotros nectábamos de esas ondas y un día que
estábamos aquí en la esquina pisteando llegó el pinche Chema,
que en paz descanse, con una cinta: era el mismísimo Celso
Piña, ése. Y nel, al inicio todos acá con nuestras jetas de qué
pedo. Como que rifaba, pero calladitos porque luego lo agarran
a uno de rebane. El Chema nos preguntó si estaba chingona:
todos nos hicimos patos. ¡Ea, qué bueno que no anda este camarada por aquí porque luego se agüita!: le pusimos así porque
siempre se hace wey. ¿Tú no conoces vatos así? Ahí está. Sólo
51
Luis Felipe Lomelí
cuando ya está muy prendido o bien pasto, entonces sí se aplica. ¡Cómo hay raza, verdad? Oye, pues sácate los tabacos para
acompañar la guama, ¿no? ¡No se haga pato, ése!
Luces. Semillas de vacío rociadas sobre la capital neoleonesa. Hacia el occidente, distantes y el camino al cielo de
Chipinque. Al centro el puño empuñado de estrellas. Y sobre
las lomas, ramerío de cables ilegales coronados de bombillas.
Y pues ya después de un ratón aceptamos que estaban
con madre las rolas. Y para qué te hago el cuento largo, ése: nos
hicimos colombias. Así como me ves. Nos pusimos a talonearle
para sacar la lana de los instrumentos. Porque el pinche Chema, que Dios lo tenga en su gloria, nos convenció de que había
que formar un grupillo: pues ésta era música de raza, el Celso
es de la Indepen’ y Chema también nos dijo que ya había otros
morros tocando acá: sobre lo que nos pasa. Y allí anduvimos
hasta la Del Valle, lavándole sus carrotes a la banda burguesa.
Como huercos nos pusimos a vender chicles acá en Garza Sada.
El pinche Yon, que le da por dárselas de machín, se puso de
tragafuego y, como era el que sacaba más feria, pues los demás
también... No mames, ése, cómo que por qué no nos pusimos
a jalar: pues porque no nos dan jale, carnal, si lo ven a uno acá
con dibujos: le hacen el fuchi. Sí jalamos un rato en la obra,
pero es una chinga y se saca menos lana.
Luces. Azules y rojas. Atacando en círculos. Cercando
al prófugo desde la torreta. Amagándole salidas. Tatuándole
las faltas. Luces pesadillas. Luces el error de ser quien eres. Luces agazapadas tras el interruptor de corriente. Luces al acecho
dentro del vehículo. Dentro el monstruo que propiciará la fuga
y acorralará entre luces. Luces.
52
Monterrey, Colombia
Ya con el acordeón de segunda, lo demás fue panal conseguir. Todos, a huevo, queríamos darle a las teclas pero ninguno sabía ni qué vergas: el Pato fue el que la movió. Yo le calé en
todos los instrumentos, nomás que soy rebestia, ése: hasta con
la guacha pierdo el ritmo. No se ría, vato, que luego lo pongo a
usted a que le juegue: ¿a ver qué tranza? ¿Eh? Bueno. Después
de un putero ya por fin nos aprendimos unas rolas y pues nos
lanzamos a los camiones, ahí por el Tec y en el centro. Y luego
acá en las fiestecillas de las rucas y hasta hemos tocado dos veces
en un salón Star. ¿Qué yo qué? Nel, vato, yo sólo le hacía de
coros al Chema. Ese wey le rugía con harto sentimiento. Neta,
se ponía uno chinito de las de acá, bien reata. Lo hubieras oído.
¿A ti te late la colombia, o qué? Ándale, morro, es que eres fresilla, ¿verdad? Simón. Pero para que veas que soy raza, te voy a
lendear unas cintas para que te claves. Van a ser en empréstamo,
¿eh?: luego las retachas.
Luces. Instantáneas cual relámpago o disparo. Relámpagos sin lluvia ni corriente eléctrica. Hirientes desde su estallido, desde su trueno que retumba en los cristales, desde su
aroma incendiario. Luces sepulcro. Relámpagos que crearán
algunos ríos por donde la sangre irá fluyendo. Y se acercarán
las moscas con tiento, sacudirán sus patas, y se pondrán a beber
con luces o sin luces.
Nel, ése, tampoco creas que es la historia acá de película
del grupo machín que iba a ser retefamoso y se lo cargó la chingada: Nel, somos maletones; con ganas, pero maleteros. El coto
es porque le estuvimos tocando al Chema en su entierro, ¿verdad? El Yon le pegó a la cantada. Aúlla reculero el vato pero a
quién le iba importar: éramos sus compas. Allí sobre el pinche
terregal del panteón, sin creer que ahí mero estaba el Chema,
carajo. Como una bola de jotetes a la chille y chille. Pero es que
53
Luis Felipe Lomelí
uno se pone bien niña, carnal. Así como en las pinches películas de ésas que les gustan a las morrillas: donde todo es harto
sentimiento por cualquier pendejada y luego las huercas se enamoran del güero de la pantalla. Así mero. Hasta imaginarme
al Chema a ladito del pozo, en cuclillas, cajueleando una vacha.
Y bien sonriente el puto, burlándose de lo culero que tocamos.
De que hubiéramos arrojado las limas encima del ataúd. Neta,
a uno le da por pensar mamadas. ¿A ti se te ha muerto algún
compa? ¿Simón? Pues entonces también te ha tocado, ¿no?:
que te imaginas que llega y lo saludas de nuez como cualquier
otro día.
Monterrey, Colombia
era por varo. También los choferes. Y ahí estuvimos tocando
de camión en camión, de terminal a terminal todo el puto día
tratando de contener los lagrimones que de cuando en cuando
salían desparramados. Hasta que el último camión nos tiró anca
San Nicolás y nos regresamos a la Revu caminando.
Luces. Luce el amanecer después del velorio. Luz de
combustión atómica, solar, que cual cientos de niños corre entre los árboles, entre las lápidas. Luz que juega sobre un acordeón que llora. Luz que acompaña a la tierra cuando va a tapar
el pozo y se queda ahí, quieta, como si quisiera colarse en la
madera.
De regreso del panteón ni el pinche Pato ni el pinche
Yoni quisieron dejar de cantar. El jefe del Chema nos ofreció
tirada en su taxi: que sí cabíamos, bien apretadillos pero cabíamos. Le dijimos que nel, que mejor se llevara nomás a las rucas
y a las huercas: también a la morra del Chema. Nos queríamos
quedar allí a la puerta cantando pero el puto tumbero, o como
se llame el pendejo ése del cementerio, quién sabe qué vergas
hociconeó que ya el Fede había sacado la punta para rebanarle su pinche barriga cervecera. Lo detuvimos, pues ¿para qué
chingados? A los pinches imbéciles hay que tirarlos a lión. Le
caminamos hasta la parada del 127. Y nos trepamos. Y estuvimos tocando toda la ruta. Hasta que nos bajaron. En la terminal. Y nos trepamos a otro camión. Y volvimos a cantar sin
pedir un pinche peso. Y la raza agarraba la onda de que no
54
55
Luis Felipe Lomelí
Okigbo vs. la historia oficial1
Por O. Richardson ‘NDajeé, S. Van Dyke SechenhayeE, C. T. A. Bally GutiérrezT y L. F. LomelíW
Cuando Lincoln se fue, Okigbo se sumió en las telenovelas.
Terminaron las vacaciones. Y consta en su diario que daba sus
clases con desgano —Mística y literatura, de Santa Teresa a W.
Burroughs y Hermenéutica del instante: Bachelard sobre Saussure— y que al terminar sus obligaciones salía de la universidad
y se iba directo a su casa para prender el televisor. No lo quería
aceptar, confiesa en una entrada de fecha posterior, pero ya se
veía venir y, por lo mismo, Okigbo se negaba a admitir que le
dolía lo obvio: a Lincoln, en plena búsqueda de muchachitas, no
le agradaba que lo vieran en compañía de su tío homosexual.
Por eso las telenovelas. Estaba sensible.2 Y las veía a
pesar de que le molestaba el cargado machismo de las producciones, sus estereotipos para presentar a los pocos personajes
no-heterosexuales que aparecían en los programas: el típico vecino gay que hace unos pasteles deliciosos y sale los domingos
a lavar el auto en hotpans rosas. Pero el Dr. Okigbo Richardson
‘Ndajeé trataba, a según narra en su diario, de paliar el malestar
imaginando historias alternativas: uno de los personajes de la
teleserie ésa del Capitolio, por ejemplo, era amante del presidente y, para ocultarlo, habían inventado el escándalo de la becaria
gordita y las pastillas de menta. Cosas así.
Entonces una noche, mientras imaginaba una relación
gay en la serie de Friends entre el personaje de cara de camello y
el actor de teatro, Okigbo tuvo una epifanía. Se levantó del sofá
y corrió al escritorio. Escribió:
“Apuntes para una construcción social de la historia
humana”
56
Okigbo vs. la historia oficial
Luego se le habrá quedado viendo al papel y tacharía
aquello de “construcción social” porque, seguramente, al ser
historia humana, le pareció estúpido y redundante decir que
se construía socialmente. Después habrá mirado sus libros de
Toynbee, de Santayana, de Howard Zinn y, por un momento,
habrá tenido en su mente la imagen de toda la historia de la historiografía: desde los cantos épicos, la historia siempre escrita
por los vencedores, las pretensiones cientificistas de los archivos
y el marxismo, la mal llamada “historia de los vencidos” que
desde el título se autoexcluye y reafirma los sesgos dominantes
—eurocéntrica, machista, militar—, los intentos de estudios coloniales, la crítica feminista y, al final, las fallidas historias populares o people’s histories. Lo habrá visto todo en conjunto, como
en un huequito de una escalera argentina, y se daría cuenta de
que a todas les faltaba algo.
Todos los personajes de la historia siempre parecían sobrenaturales: ángeles de libertad o demonios represores. Y luego, en la versión de “los vencidos”, los otrora ángeles se convertían en demonios y viceversa, pero siempre seguían pareciendo
seres del “más allá”. Faltaba algo, y no sólo entre los personajes
de la historia que están por fuera de la historia —Foucault dixit— sino en todos. Y ése algo era, precisamente, lo que le sobraba a las telenovelas.
Okigbo escribió:
“Las relaciones amorosas son los eventos más importantes —fuera del nacimiento y la muerte— de todo individuo.
Pero las relaciones amorosas, a diferencia de lo que afirmaban
los fascistas de la sociobiología, no pueden predecirse ni están
determinadas. Uno se enamora cuando menos se lo espera y de
quien menos se lo espera —de un repartidor de pizzas, de un
ponente en un congreso, de una persona que se conocía hacía
diez años y de repente, sin saber por qué, un día la vemos hermosa, etcétera—. Y si el amor no está determinado y el amor
57
Luis Felipe Lomelí
es lo más importante en la vida de toda persona, de albañiles y
generales, de amas de casa y ministras, entonces, dado que las
personas hacen la historia, la historia no está determinada ni es
predecible”.
A Okigbo le gustó su conclusión-premisa, habrá sonreído, y se fue a dormir pensando en todo lo que haría el día siguiente. Por supuesto, sabía que no podía “comprobar” su teoría
pero, a fin de cuentas, la historia no “comprueba” nada salvo
uno que otro hecho específico —qué piloto iba en el avión que
arrojó la bomba sobre la aldea de pastores kurdos, y cosas por el
estilo— pero, en general, sólo da versiones. Así que los siguientes meses Okigbo se dio a la tarea de documentar sus versiones
de varios sucesos de la historia.
Entre los archivos que nos ha dejado el Dr. Richardson
3
‘Ndajeé se encuentran versiones documentadas —con fotografías, cartas, grabaciones, etcétera— que arrojan una nueva luz
sobre varios hechos de la historia mundial anteriormente concebidos bajo la lupa de alguna ideología dominante –racismo,
capitalismo, marxismo, machismo, etcétera. Es el resultado de
un trabajo de investigación minucioso y un, no menos sorprendente, catálogo de fichas psicológicas sobre los personajes. Entre
ellas está, por ejemplo, una nueva interpretación sobre la muerte del Ché.
“Es de todos conocida la homosexualidad de Ernesto:
¿quién más se va a la romántica pampa abrazado de su pareja en
una moto, con sus labios sobre el cuello del amado? La historiografía machista ha tratado de ocultarlo, pero las evidencias son
claras: las fotografías, los testimonios que narran el posterior
encuentro de Ernesto y Fidel en una cantina4 a la que acudían
otros ilustres homosexuales mexicanos como Salvador Novo,
Xavier Villaurrutia, Carlos Pellicer y un jovencito apellidado
Monsiváis. Fidel no era comunista, pero qué fácil es cambiar de
ideología por el ser amado. Y las penurias en Sierra
58
Okigbo vs. la historia oficial
Maestra, que sólo pueden sobrellevarse con el cariño…”
A Okigbo le brota su vena poética por las siguientes páginas, donde agrega como argumento la invisibilidad de las “esposas” de ambos —sobre todo la de Fidel— y extrae citas de la
correspondencia que sostenían los dos revolucionarios. Al final
concluye que Fidel no pudo soportar la independencia de Ernesto —sus absurdas ganas de llevar la Revolución a cualquier
sitio, como Angola—. Fidel quería que estuvieran los dos ahí,
en la isla, felices entre los cañaverales a lado del mar. Y cuando
Ernesto volvió de África, Fidel lo recibió, no como un héroe,
sino como Penélope recibió a Ulises. Sin embargo el idilio duró
poco y el Dr. Richardson ‘Ndajeé explica el distanciamiento por
escenas de celos. “Me voy a Bolivia”, fue la gota que derramó el
vaso. Y lo abandonó. Fidel no quiso saber más de él. Después sabría que lo iban a matar, pero no hay nada peor que un hombre
despechado.5
Consta en el diario de Okigbo, y en los registros del sistema postal de los EE.UU., que el Dr. Richardson ‘Ndajeé envió a un amigo suyo —que fuera su compañero de cuarto en
la universidad— los escritos para que éste los publicara en su
editorial de San Francisco, California. Ahí habla, aparte de Fidel
y Ernesto, de cómo Atila cabalgó toda la estepa asiática en busca
de su amado, de cómo Elcano asesinó a Magallanes después de
descubrirlo con un marinero, de cómo Juana de Arco arremetió
contra Orleáns porque ahí los ingleses tenían cautiva a su amada, etcétera.6 Cabe aclarar, en honor al riguroso trabajo del Dr.
Richarson ‘Ndajeé, que no todas las historias de amor son homosexuales. A pesar de que son mayoría, también narra cómo
Sandino se enamoró de la hija de un almirante de la armada de
los EE.UU. y que, cuando éste les impidió el matrimonio, aquél
decidió levantarse en armas, o del amor de Lumumba por la
esposa de un comerciante belga que desembocó en la independencia del Congo.
59
Luis Felipe Lomelí
Sin duda son versiones provocadoras, pero vitales para
la comprensión polifónica y pluricultural de nuestro presente.
Hoy día, disminuidas las ideologías totalizadoras, cabe
preguntarse si realmente aquellas ideologías fueron el llamado
“motor de la historia”. Para Okigbo la respuesta es clara: no.
Más bien son constructos a posteriori para justificar los
hechos de una cuadrilla dominante, constructos que cambian
de una época a otra —de ahí que Juana de Arco pasara de “iluminada” a “esquizoide”, por ejemplo. En cambio, en la teoría del
Dr. Richardson ‘Ndajeé, el amor siempre será algo por lo que los
seres humanos seremos capaces de realizar actos sorprendentes.
Ésta es la Trascendencia de las pequeñas cosas, la que está presente más allá del instinto sanguinario en las primeras épicas, de
La Iliada a El cantar de ‘Antar, la que cambia la vida y, por tanto,
la historia de la humanidad.7
60
Okigbo vs. la historia oficial
Notas
El presente texto forma parte de una compilación diseñada para dar difusión a la obra del célebre pensador estadounidense Okigbo Richardson ‘Ndajeé, quien lamentablemente desapareciera en condiciones por demás extrañas el 22 de marzo
de 2009 luego de dar una conferencia en la Universidad de Iowa
sobre el proyecto M.A.P.S. (proyecto que sigue avante gracias a
la UNESCO). Nota del Webmaster.
2
Suponemos, también, que el intenso interrogatorio que
sufrió el Dr. Richardson ‘Ndajeé por parte de los agentes federales en días anteriores habrá influído en su estado de ánimo. N.
del Editor.
3
El plural es sólo una cuestión de estilo: los archivos y
la copia de los escritos me los confió a mí un día antes de su última conferencia en la U. de Iowa, tal vez ya presentía algo y no
confiaba ni en el resguardo que pudiera darles Lincoln, ni en su
amiguito el editor (que a mí, personalmente, siempre me cayó
mal). N. del E.
4
En español en el original. N. del Traductor.
5
Mucho se ha rumorado sobre la muerte del Ché en Bolivia: si estaba involucrada la CIA —como sugirió Richard Gott
en su nota del 11 de octubre de 1967 publicada en Guardian—,
si el propio Fidel fue quien lo traicionó... El Dr. Richardson
‘Ndajeé no toma partido, pero sí señala dos hechos constatables:
1) que Fidel fue quien pidió al Dr. Arguedas, médico boliviano
que realizó la autopsia y después terminó pidiendo asilo político
en México, que le enviara tanto el Diario como las manos de
Ernesto y que 2) desde la primera publicación del diario en La
Habana (Diario del Ché en Bolivia, Ediciones de la Revolución,
La Habana, 1968), llama la atención la ausencia de alusiones a
Fidel —mismas que podemos imaginar harto emotivas en el
original—, así como muchas entradas del diario que se antojan
1
61
Luis Felipe Lomelí
inconclusas o donde el estilo cambia ostensiblemente. A partir
de estos dos hechos, Okigbo se limita a imaginar a Fidel leyendo por primera vez el diario de su amado, ¿le habrían temblado
los dedos al abrirlo?, ¿habrá buscado algo en particular?; y al
momento en que Fidel recibió las manos: “¿brillarían sus ojos
como los cometas, empapados de lágrimas, mientras abría la
caja?¿habría hablado con ellas, entre el barullo de los insectos
sobre los cocotales, como si hablara con Ernesto?” N. del E.
6
En todas éstas desmonta o deconstruye las versiones
fuertemente ideologizadas de sus predecesores: Atila no era un
bárbaro sanguinario como trata de mostrarlo la historiografía
racista eurocéntrica, Elcano falsificó los documentos que dicen
que a Magallanes lo mataron los nativos de Filipinas y, por supuesto, Juana de Arco no “oía voces celestiales” ni era “esquizofrénica”. N. del E.
7
A la fecha de esta publicación, no tenemos certeza de
por qué su amigo editor —de quien omitimos su nombre por
obvias razones— no quiso publicar los trabajos. Incluso hay
dudas de que efectivamente tuviera una editorial. Cuando hablé con él hace unos meses, porque el Dr. Van Dyke se negó
rotundamente a hacerlo, el supuesto editor me dijo: “de Okie
no quiero hablar, no quiero volver a saber nada de ese señor”.
N. del T.
Miguel De La Cruz
Cubículo
Para La raza cósmica
“Entonces, en la persecución,
alcanza su autenticidad, su verdadero ser,
su desnudez suprema, de paria,
de hombre que no pertenece a parte alguna.”
El pachuco y otros extremos, Octavio Paz
¡Feliz cumpleaños! El mensaje en vivos colores adornaba la tarjeta de cartón que esperaba sobre su escritorio. La tomó sintiendo la textura de la diamantina adhiriéndosele a los dedos. Antes
de sentarse levantó un poco la cabeza para ver sobre el cubículo,
quería cerciorarse a que alguien estuviera atento para descifrar
al autor. Era la más ruin de las bromas, pero no tenía ánimos
de encontrar al comediante, el fin de semana fue abrumador.
Mientras guardaba la tarjeta en el sobre, se le vino la imagen de
La generala con su mirada penetrante.
Recuerda como en su infancia, dos pares de ojos chocaban incesantemente sobre el comedor. Él siempre confundido y ella retadora. Sus comportamientos, sus mañas, sus acentos, todo les
molestaba. Una combinación de cejas y labios fruncidos eran
la cuota de desapruebo cada vez que Damiana comenzaba el
ritual de despedida. Su tía trataba de besarlo, Lalo se le acercaba
sin tocarla con los labios, solamente dejaba que sus mejillas se
rozaran.
62
63
Miguel De La Cruz
Por Damiana sentía vergüenza, siempre con el mismo suéter,
mal abotonado, con agujeros en los hombros. Su madre la llevaba al supermercado, no por su compañía, sino porque tras su
llegada el número de trastes se hacía más pequeño. Ese sábado
Lalo se encontró con Jane y para el lunes todos murmuraban de
la Granma loca.
Miroslava Arely Rosales Vásquez
En la escuela no le comprendían por su acento era como estar doblemente mal, como si nadie estuviera de acuerdo con su
fusión, la hibridez de Lalo causaba desagrado. Sus nuevas costumbres, no habían sido seleccionadas cuidadosamente para
quedarse con lo mejor, sino que se fueron encimando en una
bisutería de tradiciones mal acomodadas.
Yo del país decapitado
Cuando Lalo le hablaba mal de su país, a La generala la poseía
una entidad patriótica y unos perros ladraban por su boca. Él
no extrañaba a la abuela que se quedó en el pueblo, ni a esos
paisajes cálidos del sur, o a los verdaderos ingredientes que se
utilizan para hacer las comidas, ni sabía la fecha de independencia de ese país bicicletero. Su casa era acá, con acento, con
gueto, con raids, con gangas.
Sabe que no es homogéneo, sabe que cambia de color para sobrevivir. Es un hombre lagarto, respira bajo el agua. Lo encapsulan varias pieles. El gris es su tono preferido, parecido al que
abunda en la ciudad. A Lalo le parece increíble cómo sus compañeros de trabajo se tomaron la molestia de haber conseguido
una tarjeta de felicitaciones en español. Hubiera sido un gran
detalle si no se estuviesen burlando de la muerte de Damiana.
64
El país
País mío
país nuestro
todo es el cúmulo de tus heridas y el pus
tantos siglos
bajo el signo de la necrosis
que ya no reconoces la sinfonía de la ternura más elaborada
Sé que somos los desterrados de la belleza
y solo reconozco las heridas de mis sueños
en tus sueños
en tus sueños
País mío
las ratas y millones de cucarachas salpican tu morgue (a punto [del colapso)
y las cabezas de mujeres te pueblan los ríos como cangrejos
solo lobos custodian tus fronteras de aluminio y electricidad
¿Cuándo
país mío
volverás a ser hierba acariciada por la lluvia más generosa
a darte al sol
como niño a su joven madre
como el cometa al cielo sin lágrimas
a ser abrigo de begonias para los insectos
los que no saben de la partitura
vivaz como un paisaje del trópico
65
Miroslava Arely Rosales Vásquez
País mío no existes
es la verdad
la terrible verdad de tu epitafio
nadie habla más de ti
para el vuelo de los caballos
solo tu sangre es digna de titular
vos mi enemigo de primer fila
por tu ponzoña
por tus golpes en cada una de las notas de mi delirio
¿cuándo
país mío
serás un patio de claridad y viento con un tamarindo al centro?
¿cuándo los girasoles se multiplicarán para los niños con pega
[en sus estómagos? Solo
conocen la crueldad en forma de picahielo
solo conocen la crueldad en forma de político
¿cuándo tendrás la vivacidad hipnótica de las heliconias
y las gaviotas de un mar muy limpio y en paz
y el sabor del melón
y podrás dar caricias a nosotros los más desvalidos como un [padre comprensivo?
¿cuándo el sosiego de mi raíz?
¿cuándo el recuerdo sin más llanto como mazo?
¿cuándo la brisa en vez de alacranes para mi cabellera?
¿cuándo serás la casa para mis espinas
el bálsamo la miel el aroma a lavanda para este dolor acumulado?
País mío
¿por qué tantas murallas y cercos eléctricos para tus ojos?
66
Miroslava Arely Rosales Vásquez
¿por qué tu maquinaria del odio sigue funcionando en este [olvido?
¿por qué las alabanzas no te resucitan?
¿por qué te vuelves hueso roído en la mugre?
País mío
te pareces al sauce talado que ha sido dejado a la orilla de la [carretera
al sicario sangrando en el hacinamiento de una cárcel del [Pacífico
al buey destazado
Te inhalo
como la cocaína más barata de un tugurio
a veces eres una luz que entra a una de las grutas de mi corazón
y te posas allí como corderito
y te miro caer al fango desde siempre
desde siempre
País mío
solo destacas por ser el criminal de la noche más extensa
la noche cúpula de víboras
por el filo de tus cuchillos contra la risa
por los disparos de tus noches sin bondad y colmadas de [murciélagos
por tus chupaderos y autohoteles en donde la esperanza siempre
[se oxida muy temprano
en ti el licor es una hemorragia sin cura
y tus calles
y tus discotecas
y tus prostíbulos y tu psiquiátrico me recuerdan a los intestinos
[necróticos que he visto en los hospitales del excremento
67
Miroslava Arely Rosales Vásquez
País mío
país nuestro que estás en el cielo
¿por qué tus hijos te decapitaron con este machete?
Miroslava Arely Rosales Vásquez
Su cuerpo
Su cuerpo nadie lo levanta
Su cuerpo nadie lo levanta
y es
servido como un pobre banquete sobre el Paseo General Escalón
como degustación en un inmenso festival de cuervos y
[gusanos
Nadie llora su cuerpo en esta ciudad dado de ofrenda a las cámaras de las televisoras locales que como buenas aves de presa
lo tomarán entre sus garras hasta desaparecerlo Ellas saben el
precio de la noticia de un cuerpo al borde del silencio definitivo
No habrá plegaria alguna para sus sueños más escondidos ni
una corona de ciprés ni un réquiem en una iglesia con azucenas
y un coro de ángeles de aluminio y jade cuyas voces parezcan
manantiales descendiendo del alba y la miel ni una caja de fina
madera y terciopelo para sus huesos
¿Por qué se extienden los tentáculos del horror
en vez de la dulzura de las manzanas y los nísperos
de la belleza de mis montañas como refugios de leche?
¿Por qué implacable la condena de sangre
y no la risa de los niños con estrellas en sus capas de aluminio?
¿Por qué no reconozco mi voz en este centro de murciélagos?
¿Por qué esta diminuta ciudad
tan diminuta como un gorrión es tan fértil en decapitaciones?
68
69
Miroslava Arely Rosales Vásquez
Miroslava Arely Rosales Vásquez
¿Por qué un criadero de escorpiones para los ojos de los niños,
y no un bosque de jacarandas
o hectáreas de girasoles para sus corazones?
Esta mañana desayunó tan solo un café Más tarde pensó vendrán las pupusas como acostumbraba: había que estar a las siete
en el almacén
Ya no veré a mi hija nunca más
y solo
este sol es testigo de mi sangre
del hundimiento de mi corazón en el pavimento
Mi ropa no será perfumada por una mujer
ni mi hija sabrá más de mis palpitaciones
Ella pequeña tan pequeña
y tan lejos de mí
Sabemos del culpable: un funcionario de una embajada
Pero las cámaras solo nos muestran el carro de la diplomacia
estacionado muy cerca del obrero que jamás imaginó que ayer
sería su último partido de fútbol su última bebida de luna para
después estar al borde del silencio definitivo
Su cuerpo nadie lo levanta
Y yo
y mi voz
entraron brevemente a las historias de las tormentas del trópico
y yo
el hijo del vinagre y los cuchillos
ya no daré más lágrimas al mundo
Nada de mí levantará edificios luminosos
y música
Nada
de
mí
Nadie sabe su nombre No importa: es un atropellado más un
producto más de la carnicería que afila todos los días sus cuchillos contra el más pequeño contra el olvidado de las migajas de
la belleza
70
71
Miroslava Arely Rosales Vásquez
Mitchell Hall
La madre
¿Dónde estarás hija de la canela y la azucena
que mi radar no te detecta desde hace un año?
¿dónde tus lágrimas y tu lucha de sol?
¿tu risa será un árbol amarillo en medio de mi patio [nuevamente
un árbol de refugio en las tardes?
¿Podré algún día dar con el sosiego
si esto me taladra los sentidos
si soy un féretro desvencijado desde tu desaparición?
Desde ese miércoles
mi boca se cerró para la cantata de abejas y los grillos
y ahora solo digo oraciones por todo el pueblo
y te busco
y la noche se agria en mi garganta
¿Tus captores sabrán de tus manantiales de inocencia
de tus ojos con la dulzura del níspero
del bosque tropical en tu corazón hoy en naufragio?
Miro tus fotos de deportista
envuelta con la claridad de los violines y las trompetas
y sé que ya no soy de aquí
effort
Plugged out, plotted up
like a Rimbaud
truth.
Doing all I know
to feel right.
Spirits of Delta,
the force of Rimbaud downhill
in a blueberry sled.
Nobody noticed but me,
letting the words speak to me now.
Grinding out Bukowski for Hackford
in b and w.
Sitting on the grand shitter of the stars
and wondering if the truth
is a deal
worth discovering.
Red-rimmed wafers
can slice a boy of three
in half.
Silent lamps unlit,
a gutted house and dead clouds.
72
73
Mitchell Hall
Creatives meeting under brick houses
to feel ignited
and all of your friends out to stop you.
This,
is a real mans
life.
Mitchell Hall
unexpected attack
Bombarded by
everyone,
I made a few tips
today.
A few crispy green ones
with Miles Davis on my shoulder
like a knife.
We got them in before the reviews
could slay us
and the moms of
Beverly Hills sat down
upon the step
stools to whine and earn a free
meal.
Not a Christian way to go about things.
74
75
Mitchell Hall
Mitchell Hall
86’ rocket
calling me martyr for my initiatives.
They flooded like ants
in the room,
You all make me
debilitated sometimes,
putting so much peace
under your bed
to collect dust and mice drool
while all the fumes take up an equation
to bring me under the bed
with you.
scared Carlos shitless
and the critic of the dispatch
was an Orioles
fan.
Good for him because
when you aspire
and they don’t follow through
you whimper of nothing
worth speaking of.
The mind drops the sound
and the sound goes out
and your friends pillage like beavers
in Spain
and you have all these frauds
that wear button-ups to
button-up
your
happiness upon a
butter wheel.
I poured a half beer
and wore a red button-up of my own
to show
my rebellious side,
76
I’m not sure where the words
came from,
but when you build up a pain
so great
it can burst like an
86’ rocket.
I have a tip jar overflowing
and a red converse for the
twenty something
that finds herself in the law line.
We’re criminals
of everything,
all the time
and wondering why it went that way.
77
Mitchell Hall
Orlando Guillén
Henry Miller eating raisins
on a rooftop, toweling himself
with a dryer sheet.
Nothing makes sense
in Saint Louis.
Unamuno y «El Viejo del Amor»
Siempre he sabido o pensado o al revés que el pensamiento siente lo que el sentimiento piensa o al revés. Es la inseparable habilidad de las constantes mutuas: el alma y la razón del cuerpo;
la vida y la muerte; la forma y el contenido de la poesía o el
arte. Pero pienso mi brazo y no es su concepto lo que siento
bajar hombro a mi mano para escribir coyuntura. La sutileza es
el sueño de los pensamientos vivos, su aire delicado o grave, su
peso que no pesa. En este aire la música pesa sin peso: la poesía
se desdobla simultánea por pensamiento y por sentimiento, facultad espiritual de la carne en los lenguajes de ser creador.
Esta idea es, pues, vieja en mí como en el mundo es verdad.
Pero no me la había planteado de frente porque no había habido
necesidad de ello hasta que hablando en la Introducción a mi
libro de libros monumental y de vida “Doce poetas catalanes del
siglo XX” de ciertas complejidades yacentes y adyacentes en y
de la naturaleza traductoral de poesía entre otras cosas dije esto
que sigue:
•
Los poemas son estructuras verbales vivas por las alianzas y
abrrupturas discontinuas de la psique y la razón; por el beso a
gatas de la emoción a la intención, y por la pureza (virginal y
por lo mismo impura, tal el oro en las montañas de Díaz Mirón) del sentimiento, del pensamiento, ¡y de la razón!, como
la poesía en la edad renegada de este poeta como yo jarocho.
78
79
Orlando Guillén
Instrumento de conocimiento y de huelleo alógico y arracional
pero hijo igual y al servicio de la inteligencia y la sensibilidad
humanas, el lenguaje de la poesía no se reduce a ser la expresión
sentimental (¿el sentimiento piensa?) de lo bello y lo terrible y
lo verdadero: es al mismo tiempo amor que nada puede contra
la muerte, y amor que triunfa de ella (en el sentido de trascenderla, ‘poder’ equívoco de la poesía), y aún polvo enamorado.
Pasta humana.
Respuesta de espíritu a la muerte.
Pero el poeta se despliega con todos sus ‘poderes’ intelectuales
y paralelos, y utiliza la palabra, que ya viene parida de la frente
poeta del clan, y se expresa y nos expresa.
El lenguaje de la poesía es bifrente y bicierto: animal de dos espaldas vivencial y videncial. A esta maragalliana ‘virtud desconocida’ otros la llaman ambigüedad. Espriu: “quizá toda poesía
es, además de ambigua y dialéctica, circunstancial”.
Así pues traducir poesía es traducir vida, imagen. Aliento, símbolo, pausa, tono, sensación, expresión, sintaxis como concepción de mundo y de pensamiento, impresión, acecho, curva de
flor de psique, ritmo, sentido, secuencia, humedad y luz. Tiempo, espacio, globo de sol y cielo, aire, fuego, sombra, amor y música frente a la muerte...
•
Estas palabras ciegas, qué digo, esta pregunta sorda dentro de
un momento de estas palabras a la sombra ciega, abrió una meditación que daría para un libro a los ojos de una dama alemana,
pintora y amiga mía. Dejó ella los peces de ese anzuelo poético
en las redes sociales y llegaron a mi brazo de mar como la barca.
Yo que entonces escribía de sol a sol los versos desolados (iba
a decir “desollados”, pero aliterar me venía impuesto por mis
diosas secretas) de «El Viejo del Amor», recogí el fruto de los
bosques de mar ajeno y escribí esto mismo:
80
Orlando Guillén
En el gran cantarote
De las aguas
Los cedros
Del pensamiento
En esqueje. Veámoslos
Volar como cientoenmano
Apetitosos cientoenboca.
Helos. Halos
Arrancados apenitas
Y andan ya borrachos de olores
Y olores y más olores
A motor de viento
Sentimentales.
«El pensamiento
Siente. Cómo
Que no. El sentimiento
Piensa. Cómo
Que no.
Regándolos chiquititos» dijo
El Viejo
A la sonrisa de
Stela
Hagemann
Que le había traído
La cosa a
Cuento. Si no
No hubiera dicho nada
A nadie
De esto
81
Orlando Guillén
Porque la horca
Te saca la lengua.
«Separarlos
Es dividir
Despegar
Lo Uno
Y Lo Demás. Querer
La savia
Menos el
Bosque
De enaguas
Verde
Y el signo de
Por». Y ya
No dijo ni a ella
Ni a quién
Más que eso.
Orlando Guillén
Dijo inesperado el cuerpo de
La Vena
Inspirado
En ese momento
Aéreo que expande el cuero
Cabelludo de los sentimientos
Y los espulga de las ideas.
Y esto es lo que el cuerpo
Intruso siguió
Diciendo
Y cualquiera
Sabe que lo decía
Cantando
Porque el número primo
De la ecuación
Es verbo
En el principio
Sintiendo sin pensar
«Ah ¿sí? Pues
Oídme y os enterareis.
Y un segundo más viejo
Es canto
Lo que yo oigo
En el horror
Patacircuito
Y digo
Pensando
Sin sentir:
Por dentro
Me patea
Para comenzar monótono
La mata de las ideas»
82
Que
Sangren verde
Clavija
Esos violines
De cuesta para abajo
83
Orlando Guillén
La cumbre de
La Vena
Que me designa.
Que cuelguen de la percha
De la carne
Por dentro
Y para arriba
Lo secreto a la pared.
Que lo cargue
Ella
En carne viva como
Que lo sabe
Y calla
Despacio
Escupiendo
De muerto
En muerto
Y tomando respiración
A pecho
Pez espalda de
Las calaveras. Palo de
La marimba al
Que le suena
Y pone a bailar
Torneándolo el trompo
Por dentro
84
Orlando Guillén
Lo bailado
Sin embargo
Muerto.
Ya rubí como el destino
Es piedra.
Eso dijo. Balín
De plomo
De acero monel
Aquel
Momento.
La bola de hule del mundo
Pasó zumbando
De la mano del viento a la mano
Del Negrito Poeta.
Plop.
•
Pero ya antes o después y sin ninguna referencia a la amistad
gentil en el mismo lugar había escrito:
•
Los pasos
Se van de lado
Bestias brutas
Sobrecargadas
De poesía. Séase pues que
Ser no es mero estar
Y permanecer
Ocioso
85
Orlando Guillén
O al acecho
Enamorado. Concedido. Voy
A la velocidad
De mi pensamiento
La misma que mi sentimiento
Y respiro igual que cuando
Escribo
Pienso con el sentimiento
O al revés
Simultáneo
Y con lo que me cuelga
Entre las patas
Camino lento
Rayo
De sol de sombra torcido abajo
Pero no le hace. Llego
Al mismo tiempo
Que la daga a la sombra
Que el dulce a la amargura y
Que el rayo de sombra
De sol torcido
Cobra el brillo pulido
De la berenjena. No había
Nacido en mí quien me inventó
La desconfianza
O le puso rueditas
A la alfombra voladora del miedo.
Yo abrí la vena de la sangre
Tuya y parimos
Sangre mutua y azarosa
86
Orlando Guillén
Tierna. Pétalos
De rayo aromados de
Güeledenoche
Verde» casi casi
Susurró
De tan real que lo pensó
El Viejo
Retorcido
Y tan
Tan por dentro
Del
Amor
Que hasta lo sintió
De la verdadera naturaleza
Del amor verdadero. Esa
Que yo me sé y
Vete
Tú a saber
En la rebotica. Pero
Como
Mago y
Bestia
Son pero no son
1
Por dentro y se equivocan
Poco
Lo dijo
Talvez dentro
Del globito con punta
Del cómic
Cuyo cómico trágico
Al decirlo
Se muerde el
87
Orlando Guillén
Parlamento
Y se le inflama. No es
De extrañar tragicómico
Con punta
Ni menos que reviente.
Allí
Se mata a destajo
Con las armas
En la mano
De los filósofos
Del asesinato
De las masas selectas
A veces una por una
Y el amor que muere flota
De tanto en tanto en
2 individuado.
Hay complicados
Veredictos
De ausencia
De cuerpo presente. Es porque
La ausencia y la presencia
Son lo mismo
Si quieren
Si pueden
Y si no también.
Otra cosa es la figura
El renacimiento
La edad media.
88
Orlando Guillén
Mujeres de maíz.
El elote.
La panocha.
La falda de la milpa
Que sacude el viento y a la larga
Rasga el tiempo
Y abre con pico de pájaro.
Las raicillas
Doradas
La sutil envoltura. Las
Cabecitas de beso que piensa.
•
Y no sé si después lo que sabía de antes:
•
«Belleza de opio
De formas
Severo revés
La del pelo de la mata
De las ideas
De la monja portuguesa
Porque siente
Lo que piensa
Si besa de memoria
Y come ansia
Y si lo escribe
89
Orlando Guillén
Porque el pensamiento
Siente
Después
Del sentimiento
Arrebatado
Y como ella sueña»
Dijo El Viejo
Con los dedos manchados
Valga la redundancia
De tinta verde sincronizada
Y amores que no caducan
Desorejado de un
Lóbulo
Nomás
Por 9 de las musas
Mirando para abajo
Destinatario
La sabiduría de las viejas
Pelonas que ni la tacañería
De los años difuntas escarmienta
Y sobre todo mirando
De reojo
A Abelardo
Yo diría que como mira a un
Intruso el capellán
De cuadrivios
90
Orlando Guillén
O
Celestina
Al sastre
Remendón
O Tamino a
Pamina
En una de esas
O
El
Espíritu al
Ser o el
Ser al
Tiempo
O el
Tiempo a la
Muerte
O la
Muerte al
Amor. Monta caballo
Bayo. Quién iba a pensar
Quién iba a pensar
Que por una meada
Lo iban a matar. «Porque
Y eso lo sabe hasta la leche
Frita de las niñas
91
Orlando Guillén
La sangre
Ya viene en pantalón
De vena
La nube
En ojo
La vena en nervio
El nervio
En pantalón de cuero
Y que el sol nunca se ponga
Ni se quite la misma
Camisa
Ni la Triste Figura».
•
Y de pronto, nada tiene qué hacer en ella pero aparece la densitud de charco de Miguel de Unamuno en una antología de poesía y leo de él estotro:
•
CREDO POÉTICO
Piensa el sentimiento, siente el pensamiento;
que tus cantos tengan nidos en la tierra,
y que cuando en vuelo a los cielos suban
tras las nubes no se pierdan.
Pero necesitan, en las alas peso,
la columna de humo se disipa entera,
92
Orlando Guillén
algo que no es música es la poesía,
la pesada sólo queda.
Lo pensado es, no lo dudes, lo sentido.
¿Sentimiento puro? Quien en ello crea
de la fuente del sentir nunca ha llegado
a la viva y honda vena.
No te cuides en exceso del ropaje,
de escultor, no de sastre, es tu tarea,
no te olvides que nunca más hermosa
que desnuda está la idea.
No el que un alma encarna en carne, ten presente,
no el que forma da a la idea es el poeta,
sino que es el que alma encuentra tras la carne,
tras la forma encuentra idea.
De las fórmulas la broza es lo que hace
que nos vele la verdad, torpe, la ciencia;
la desnudas con tus manos y tus ojos
gozarán de su belleza.
Busca líneas de desnudo, que aunque trates
de envolvernos en lo vago de la niebla,
aún la niebla tiene líneas y se esculpe;
ten, pues, ojo, no las pierdas.
Que tus cantos sean cantos esculpidos,
ancla en tierra mientras tanto que se elevan,
el lenguaje es ante todo pensamiento,
y es pesada su belleza.
93
Orlando Guillén
Sujetemos en verdades del espíritu
las entrañas de las formas pasajeras,
que la Idea reine en todo soberana;
esculpamos, pues, la niebla.
•
Mucho olvido ha llovido ya y más que se merece lloverá sobre
este texto, porque es de 1907. Si este áspero por no decir hirsuto
autor pensante fuera poeta, estos versos serían arte poética; es
decir: teoría de la poesía; o sea: aquello que se demuestra por
la obra pero lo canta la intención. Sin embargo no parece ser
ni querer ser hijo o padre de su aserto, por cuanto reduce su
materia a credo, que es cuestión de fe y en su propio enunciado
se agota. Cierto: el pensamiento siente; el sentimiento piensa.
Cierto: alado el pie en tierra, algo que no es música es la poesía,
pero música tiene la virtud del cuerpo y se eleva en canto y en
el aire ágil de la idea danza; y no, no es que la pesada quede o
no sino que no hay poesía pesada… Cierto: lo pensado es lo
sentido. “¿Sentimiento puro? Quien en ello crea de la fuente del
sentir nunca ha llegado a la viva y honda vena”. Otro tanto aunque lo calle deliberado el escondido mañoso silogismo sucede
con la idea pura… Y si nunca más hermosa que desnuda está
la idea, ¿para qué esculpirla?… “No el que un alma encarna en
carne, no el que forma da a la idea es el poeta sino que es el que
alma encuentra tras la carne, tras la forma encuentra idea”. Este
si no galimatías por los pelos es pensamiento de escultor, pero
se refiere si lo aplicamos en abstracto de pensamiento a la masa
o materia de la que su trabajo revelará la forma en que se expresa el alma de lo aparente inmóvil; y la carne, animal inseparable
de alma viva, forma es ya; en tanto, la idea es concepto y percepción. Ni alma ni forma ni idea son la misma cosa, pero ven tú
y destázalas sin destazar la vida de la carne. No estoy del todo
cierto que sea cierto, pero lo doy por concedido: aún la niebla
94
Orlando Guillén
tiene líneas y se esculpe y si ese es tu designio o tu talacha “que
tus cantos sean cantos esculpidos, ancla en tierra mientras tanto
que se elevan”; pero no: el lenguaje no es ante todo pensamiento…, y desnudo es la belleza el sentimiento. «Mejor no», dijeron
los poetas a los siglos viendo pasar el primero a la cochera, «no
sujetemos en verdades del espíritu las entrañas de las formas
pasajeras ni esculpamos, pues, la niebla; está visto que eso es
para que la Idea reine en todo soberana y al güelfo se incline el
gibelino… O al revés. Un siglo más/ un siglo menos que pasa y
ya sabemos que es de Dante no de Shakespeare la oscura cualidad que Amor nos da».
95
Óscar A. Pérez
Duermevela
A las cuatro y media de cada mañana, Ángel Cuautle abre los
ojos, mira el reloj que nunca se quita y abandona de un brinco el
colchón erizado de su cama de tablas. Lo esperan unos zapatos
sin agujetas, un pan endurecido del día anterior y un café que
le prepara su abuela, quien le acomoda el cabello con la mano
izquierda ensalivada. Cuando la taza queda vacía, Ángel atraviesa una sala sin muebles, se persigna frente al crucifijo colgado
sobre el marco de la puerta, sale a un patio resguardado por
ladrillos expuestos y varillas erguidas como protegiendo un castillo, abre un portón verde y se enfila rumbo a la plaza central de
Santiago Xalitzintla.
Camina sobre una calle de concreto blancuzco, la única
de este tipo en el pueblo. ¡El estado óptimo de esta ruta de evacuación es una prioridad para mi gobierno!, ha dicho más de un
presidente municipal cada vez que las cámaras de televisión pasan por ahí. A la izquierda, un poste de luz dibuja en el suelo el
contorno de una camioneta desvencijada, detrás, dos montones
de grava y arena ocupan la acera frente a una estructura de paredes enmohecidas en la primera planta y de flamantes tabiques
y mezcla todavía húmeda en la segunda. Ángel se detiene por
un instante, en la sombra de estos montículos ve con claridad
a los dos volcanes, recuerda sus cumbres nevadas y su leyenda,
enseguida vuelve en sí y un tenue sentido de urgencia parece
adueñarse de su paso. Más adelante, distingue un centelleo por
debajo de la cortina metálica de la panadería, cuyo aroma levanta algunas quejas del estómago semivacío del joven. A la derecha, la barda de la escuela tapizada de propaganda política: «Por
97
Óscar A. Pérez
el progreso» «Te va ir mejor» «Juntos podemos», demasiados
compromisos, piensa Ángel al terminar de leer una vez más en
la penumbra los carteles en el muro. El que mucho abarca… le
dice siempre su abuela. Por eso yo sólo hice uno, para poder
cumplirlo.
Cuando los padres de Ángel se fueron, como se van casi
todos los padres del pueblo, su abuela lo llevó a donde el padre
Telésforo para volverlo un hombre de bien. Al principio Ángel
extrañaba sus tardes y fines de semana libres, y muy a regañadientes abandonaba a medio patio su camión miniatura favorito
si el deber, en la voz dura de su abuela, le era recordado. El padre
Telésforo dudó muchas veces de la vocación de servicio de su
pupilo, quien mostraba poco interés en los asuntos de la fe. En
las tardes, Ángel estaba como ido, aletargado; los fines de semana llegaba tarde, y todavía amodorrado, a la misa de seis. Las
noches de Ángel le daban refugio a desvelos habituales, imaginándose cómo sería la vida con sus padres. Su abuela constantemente batallaba para levantarlo de la cama y no lograba ponerlo
camino a la escuela o a la iglesia, según fuera el caso, sin regaños
de por medio. Casi todos los intentos del clérigo por eliminar la
apatía de su discípulo resultaron infructuosos, casi todos menos
uno.
Más cerca de la resignación que del enojo, una tarde Telésforo persiguió la mirada hipnotizada de Ángel hasta toparse
con las campanas oxidadas de la torre. El niño parecía ser transportado a otra realidad, mucho más amena a juzgar por su rostro extasiado. El sacerdote pudo en ese momento vislumbrar el
fin de sus pesares y, en voz alta y con un tono muy grave, hizo un
recuento de las numerosas cualidades demandadas en el afortunado feligrés encargado de hacer repicar las campanas. Animado por la perspectiva de alguna vez poder ser él el depositario
de tal responsabilidad, Ángel abandonó su lasitud característica
y se propuso satisfacer la lista de requerimientos descrita por
98
Duermevela
su mentor a como diera lugar. La misión de Ángel no fue de
ninguna manera sencilla. A cada orden de Telésforo le seguía
una queja silenciosa de Ángel, reprimida por los bríos recién
estimulados del muchacho. Se forzó a sí mismo a estar en la
cama a más tardar a las nueve de la noche y por fin se acabaron
las rencillas matutinas entre él y su abuela.
Con el tiempo, Ángel fue ganándose la confianza del párroco, a quien obedecía en cada detalle y, apenas cumplidos los
dieciséis años, su diligencia fue recompensada con un reloj de
pulsera sin manecillas y el oficio de campanero. A partir de entonces, su abuela no perdía la oportunidad de recordarle que él
ya no podía irse nunca de ahí, como se van los demás, que él era
el guardián de Santiago Xalitzintla, porque si un día las campanas no sonaran, uno de los gigantes despertaría y destruiría el
poblado por completo. Y es que los volcanes son tan malhumorados como los niños cuando tienen sueño y no pueden dormir,
le decía la anciana. Por ello, Ángel decidió consagrar su vida a
esta labor y evitar cuantas distracciones se le pusieran enfrente,
incluyendo juegos de video, amistades perniciosas y cualquier
tipo de amoríos, pues bien se conocen los efectos del amor en el
deber.
Orgulloso de su juicio y buena cabeza, Ángel continúa
su recorrido diario, pasa junto a la plazuela con su quiosco de
techo oxidado y sus árboles de pájaros tempraneros, empuja la
reja bajo uno de los arcos menores, cruza el atrio, deja atrás la
fachada cuadriculada de la parroquia y el jinete labrado en el
pórtico, usa una entrada lateral, sube por unos peldaños encajonados y a las cinco en punto las campanas de la iglesia de
Santiago Xalitzintla tocan una canción de cuna que Ángel no
recuerda cómo o cuándo apareció en su memoria por primera
vez. Él imagina a su abuela cantándosela en un pasado remoto:
Makochi pitentsin, manokoxteka pitelontsin. Con esta melodía
tranquiliza al inquieto volcán por quince minutos y asegura la
99
Óscar A. Pérez
sobrevivencia del pueblo por un día más. Que duerma mi niño,
que no despierte mi pequeñito, repite en voz baja. ¿Quién ha
tenido jamás una responsabilidad tan grande como arrullar el
sueño de un volcán?, se pregunta. Al terminar, se queda en el
campanario, guarda silencio y observa cómo las ventanas del
caserío se llenan de luz una por una. De seguro la abuela no tarda en salir de casa; a ella le gusta llegar temprano, confesarse y
tener tiempo de sobra para no perder su lugar en la primera fila.
En ocasiones, Ángel todavía intenta recordar a sus padres, reconstruir sus gestos a partir de voces desfiguradas por la
bocina del teléfono, concebir cómo sería su vida juntos: la abuela, ellos y él; terminarían los cuartos de arriba y habría lugar
para todos en la casa, comerían los tamales de elote de la abuela, quizá hasta comprarían una mesa grande y varias sillas para
el comedor. Sin embargo, cada mañana este ejercicio requería
un mayor esfuerzo. Las llamadas diarias iniciales pronto se volvieron semanales, luego mensuales y desde hace algunos años,
cuando el llanto de sus nuevos hermanos empezó a colarse del
otro lado de la línea, el teléfono ha dejado de sonar. Poco a poco
el recuerdo de sus padres se ha ido dispersando como fumarola
y últimamente no son sino una fotografía llenándose de polvo
en la pared de la sala.
Son diez para las seis y Ángel vuelve a tocar las campanas, esta vez el repicar va dirigido a sus vecinos. Antes de las primeras lluvias de ceniza, casi nadie advertía su llamado. Pero entonces los árboles se empezaron a teñir de gris y la religiosidad
creció entre la gente. Ahora no falta quien escuche el sermón de
pie, pues los asientos con poca frecuencia alcanzan para todos.
A Ángel, como a los antiguos guerreros, se le infla el pecho con
la imagen de las tropas respondiendo a su convocatoria y desde
las alturas sigue con cuidado la marcha de éstas. Logro de ninguna manera menor en un pueblo dominado por la ausencia de
los que se van... o a quienes se llevan.
100
Duermevela
A los padres de Ángel, como a la mayoría en ese entonces, se los llevó el rumor de una tierra al norte en donde, según
decían, el sacrificio encontraba remuneración generosa, donde
las horas bajo el sol llenaban carteras allá y añadían cuartos a las
casas de aquí. El padre de Ángel se fue primero. Alimentó con
una vaca, herencia de sus padres, el apetito de un coyote. Llegó
primero a El Paso, y de ahí se fue yendo más adentro, perdiéndose en lugares con nombres impronunciables. Un año después,
lo siguió su madre. Como ya no había vacas para vender, su madre le pidió prestado a don Camilo, a quien le dejó las escrituras
de unas parcelas como garantía. La madre de Ángel no tenía
ninguna intención en recuperarlas, algo que don Camilo sabía
y no tuvo inconveniente en aceptar, al ser el valor de las tierras
cinco o seis veces superior a la cantidad proporcionada. Aun así,
sabedor de su negocio y para no perturbar la esperanza de sus
clientes, don Camilo le dio un recibo a la madre de Ángel y con
insistencia le pidió que no olvidara traerlo cuando regresara
a saldar su deuda. No soy muy bueno para estas cosas de los
números, además la edad me está afectando la cabeza y más de
un vivo se ha querido aprovechar de mí, le dijo y le deseó buen
viaje.
Como los padres de Ángel, muchos partieron solos y a
otros se los llevaron en camionetas con placas del otro lado manejadas por algún primo, amigo o vecino. En tiempos recientes, las camionetas siguen llegando a Santiago Xalitzintla, ya sin
placas, ya con placas de sitios familiares, para seguir llevándose
a la gente, no al otro lado, sino a alguna sierra, a donde aparentemente se ha mudado la abundancia. No hace falta vender las
vacas o tratar con don Camilo para irse con ellos, sólo se necesitan ganas y un pulso firme, según dicen, para seguir llenando
las carteras allá y añadiendo cuartos a las casas de aquí. A Ángel
lo habían invitado en más de una ocasión, y una por una había
rechazado las promesas, más o menos generosas, más o menos
101
Óscar A. Pérez
gentiles, de un futuro próspero. Se lo agradezco, pero yo tengo
un deber en este pueblo y no lo puedo abandonar, decía. Las negativas del campanero no siempre eran tomadas de buen agrado, pero su determinación y su físico poco intimidante, nada
apto para las misiones requeridas, habían resultado hasta el momento pretextos suficientes para hacer prevalecer su voluntad.
A las seis, con el sol a punto de despertar, Ángel deja
la torre, entra en la nave y busca un lugar detrás de las últimas
bancas para de inmediato unir su voz al eco de arrepentimiento
y súplica de la multitud. Por mi culpa, por mi culpa, por mi gran
culpa... Esta rutina le da sentido a la vida de Ángel, le ha enseñado las maravillas de un mundo imperturbable y le ha dado la
seguridad de quien conoce su destino y se muestra conforme
con éste.
Sin embargo, hoy la rutina no ha tenido tiempo de instalarse en la vida de Ángel ni en la de ningún habitante de la
región. Antes de la misa de seis, trabajadores de Protección Civil han llenado la plaza con camiones y microbuses para llevar
a cabo una evacuación preventiva voluntaria. Han hablado de
un semáforo amarillo, del incremento en la actividad sísmica,
del flujo de material incandescente y de otras cosas que nadie
ha entendido. En misa, el padre Telésforo, como cada día, le ha
pedido a la congregación tener fe en los designios del Señor. No
obstante, el mayordomo, sabedor de que a veces es necesario sugerirle al Señor la dirección más conveniente de estos designios,
ha dado indicaciones específicas a los feligreses para que, en lugar de abandonar al pueblo a su suerte como los uniformados
reclaman, alistaran una ofrenda que sería llevada por un comité
de notables a las cercanías del cráter. Esta medida, se ha dicho,
apaciguaría la ira del volcán. Se prepararían tortillas de comal,
mole de guajolote con arroz, algunos litros de pulque, botellas de
aguardiente y cigarros para contentarlo. El proyecto requeriría
la cooperación, en trabajo y especie, de cada poblador de Santiago Xalitzintla. Ángel Cuautle ha sido incluido en el cortejo.
102
Duermevela
El grupo se reunirá mañana, frente a la iglesia, de ahí partirá
justo al terminar las campanadas de las cinco para encontrarse
con un gigante aún somnoliento. A los habitantes que no formaran parte de la comitiva se les pedía su asistencia puntual para
despedir a los seleccionados con cantos, rezos y flores.
Ángel ha recordado la historia de un hombre, un huerto
y una noche en vilo, y le parece un ejemplo natural a seguir en
esta situación. Regresa a casa y prepara un bulto con la ayuda
de su abuela, quien ha logrado calmar su propia mortificación
pensando en la gran responsabilidad de su nieto. Pan, café, una
cobija… sólo lo indispensable. Ángel y su abuela se despiden al
llegar el ocaso y el primero sale con un lugar alto y solitario en
mente. Camina casi una hora hasta encontrar un encino que lo
deja satisfecho. Deja caer el bulto en el suelo y, ya sentado, la
espalda en el tronco del árbol. No queda ningún rastro de luz,
salvo el resplandor rojizo, desde hace días omnipresente, en la
punta del volcán. El frío de la montaña intenta minar la determinación del campanero, pero ésta no cede, como no han cedido tantas y tantas determinaciones que han marcado el rumbo
de la humanidad. Poco antes de las tres, cierra los ojos por descuido. Un instante, unos segundos. El colchón desvencijado, el
café preparado por su abuela, la foto en la pared, las calles desiertas, el paisaje del pueblo, el amanecer. De repente la angustia
del deber incumplido lo invade. Una mirada llena de terror: el
reloj en la muñeca marca cinco minutos después de las seis. Un
estruendo, sirenas, rugidos, las entrañas del gigante escurriéndose por sus laderas. Ángel, consciente de su gran error, tiene la
impresión de caer de rodillas y pedir perdón a un Dios que no
lo escucha. Entonces quiere morir arrullado por la canción de
cuna de su abuela, mas no puede recordarla, el chillar de las sirenas de emergencia la enmudece. Santiago Xalitzintla se ahoga
bajo la sangre del volcán y Ángel permanece inmóvil, con brazos y piernas que no obedecen, como si el lazo entre su cuerpo
y alma se hubiera roto para siempre.
103
Ruth Goring
Extranjera
Of my heart The shacks
kilómetro tras kilómetro
the mules, the scattering children
y qué trabajo You sweat
the war twists your bones
so many en la tierra
I came back to taste you
ajo y comino mercados
mounds of yuca and potatoes
smelling of roots and earth
Medellín, Cali
salsa en la plaza
(el verde tuyo)
My stranger, I put
dedo a tu mejilla the coarse
morning of dust
under my finger Aquí
in this again rain
en el mar de petróleo tantos
en las bananeras
105
Ruth Goring
or in the city hanging
on the ledge of a mountain
en cada esquina
your acrobatic boys
Ay mi amor how we estrange
each other pobres de paciencia
I am trying to read what
you write on me: necesidad
The war forks our tongues
ay mi amor it ruins
all our plantings
Come close
smell my wrists, my neck
centímetro tras centímetro
de mis olores tus colores
Find something true
Wayúu women claiming
their land by the sea
piedras de memoria
Ruth Goring
Las horas del corazón
Quibdó, Colombia
Midnight, and under the mosquito net
your mattress, the familiar lumps.
The air presses its hot blanket
over you, but thunder
has growled an end to the dance music
across the ravine, and now the rain, un aguacero,
starts to tap a rapid beat.
¿Qué horas son? The hours
of the heart, the dark hours,
grasping the cords
of memory—river baths,
the long boats carrying plátanos,
strangers smoking in the plaza,
your brother’s blood that wrote
rivers on the floor—
las horas que no se van because
they grip you and will not stop speaking.
Plant something in me
algunas hierbas passionfruit
a book of songs
Voy contigo, amor cansado
digamos, digamos algo nuevo
(I am not leaving)
106
107
Ruth Goring
Ruth Goring
Canción de cuna
Lullaby
en memoria, P.M.
in memory of P.M.
Porque una vez aquí estuvimos
y me contaste de tu madre,
el servicio que prestaba a muchos hombres
y tú hambrienta, oscura.
Porque una sed inmensa
quedó en ti, como el mar
no de las doradas playas
sanadresinas con turistas
y lustrosos caracoles — más bien
de Buenaventura, puerto sucio,
hediendo a pescado y sangre.
Mujer negra, lengua salada,
arraigada en tu Colombia coja,
de noche tus carcajadas
de rebeldía nos arrullan.
Because we were here together once
and you told me about your mother,
her services to many men
and you in the dark, starving.
Because a vast thirst
stayed with you, like the sea,
not the gilded beaches
of San Andrés Island with tourists
and gleaming shells, but sea
of Buenaventura, that grimy port
with its stench of fish and blood.
Black woman, tongue-salty,
lashed to your rickety Colombia,
at night your whoops
of rebel laughter bring us peace.
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109
Severino João Albuquerque
azul real lavável
poeta, e teimoso,
remexo em meu saco de palavras
e inutilmente me assusto:
encontro as leis que o Rei esqueceu de revogar,
simbolizo o grito que aprendi a digerir,
sublimo o cargo que encontrei preenchido e
transformo em linguagem figurada as canetas-tinteiro
que não mais encontro:
minha super-8 filma em flashback três crônicas de Fernão Lopes
enquanto acaricio o mapa desenhado sobre teu resoluto occiptal:
o lado escuro da lua.
111
Severino João Albuquerque
eu me sinto falta neste vertical pacífico,
afoguei,
afogarias,
a felicidade é múltipla
e nem sempre haverá leitores de Pessoa.
nem sempre (não me assusto) haverá dedos e mecanismos,
nem sendo inverno serei único.
(não serias pleno a discutir malogros)
estas línguas como pentecostes me escorregam
e não me deixam escapar dos dicionários e das
quintas-feiras:
afinal se estas quintas-feiras me socorrem
é por terem sede de uma outra
véspera coletiva,
é por serem o transitório veículo
para meu abrigo,
algum lugar.
112
Severino João Albuquerque
neste nunca romper de grãos
eu me retenho em cada emblema.
(sufocar teimosos advérbios é como
experimentar a certeza em montana:
em ambos o emblema da semente,
em ambos o sempre e a retirada)
para cada dúvida o chão e a palavra,
para cada reta o papel e a imensidão.
esta coragem de horizontes me retém
como gentil fiação.
113
Susana Chávez-Silverman
Heart Hold On Crónica
Claramonte, Califas
4 october, 2013
Para Esmeralda, mi avatar, in memoriam
I am inconsolable. Lost in my own cat-less casa. Hasta enferma, in terrible pain (la Vet, muy sympathetic, me dijo que los
gatos y los conejos chatter their teeth—as Esmeralda had been
doing, durante meses—when in excruciating pain), she’d totter
upstairs, maneuvering como small, determined bumper car, tanteando el terreno con paws y whiskers, desde que perdió la vista,
with no warning and no explanation (no physical explanation,
anygüey), en el 2005. Cada mañana venía, clambering gingerly
up her little muñeca staircase to my high bed, pa’ asegurar que
yo estuviera despierta. A las 7 de la mañana llegaba, on the dot.
En sus días ensalada, if I didn’t comply immediately, la Esme
hacía incredibly badgering travesuras, perfectly designed pa’
obligarme a investigar. Trepaba, oh mini-tejón, al vintage 60’s
bureau, caminando fastidiosamente entre el enjambre de perfumes, swiping deliberately at one or two. Or, she’d become a
cuerda floja daredevil. Esto hace ya años, en el 2001, when we
came back from living in Buenos Aires and I turned the loft into
the master bedroom. Effectively anunciando al mundo—en la
semiótica del espacio doméstico—que el Dorian and I were a
loveless (y sobre todo basically sexless) pareja.
115
Susana Chávez-Silverman
Esto, OB-vio, was totally unconscious, en el momento. Pero mi
therapist observó, hace poco, que irónicamente un loft es el espacio más open, más public de la casa. Esa anagnórisis would
only come years later. A couple of years ago, after I’d kicked
him out and reclaimed my rightful recámara. The large, private,
serene oasis at the back of the house, arriba, rodeada de eucaliptos, pinos, y con vista de los swaying, frondosos jacarandaes
que adoro. En el 2001, I’d transformed that private recinto into
my study, alegando demasiado noise del teenaged Juvenil, y bla
bla. Pero luego lo abandoné como study en el 2008, al volver del
Retrete. Digo, de mis dos meses en el Montalvo Arts Center, de
writer-in-residence.
After those transformative two months away—lejos de mi
casa (y de Dorian) por primera vez en 15 años—de repente
something about being on the same floor as Dorian me ponía
los pelos de punta, although the conscious knowledge of that
(de ese horror vacui) would only begin to dawn on me later.
Desde el 2008, ese master bedroom-cum-study languidecía,
Sleeping Beauty bajo brambles, mientras yo escribía downstairs,
en el dining table. Dizque por el mucho calor upstairs. Pero aunque OB-vio, eso es sólo en verano, I never moved back upstairs
to write. Como en “Casa tomada” de Julio, ahora me doy cuenta,
¡le cedí todo el floor de arriba al Dorian! Even as he also colonised my new downstairs writing spot, con su repentino y ávido
interés en tocar el piano (siempre bastante mal, conste, pero yo
después de sus embistes dizque musicales, ya casi nunca lo tocaba…). También estaba su obsesión con el “gourmet cooking.”
Pero anygüey, a lo que iba. Entre el 2001 y el 2005, cuando la
Esme lost her sight, solía trepar de un single muscular leap a la
cama y luego, fearlessly, directamente al ledge behind the bed,
116
Heart Hold On Crónica
una half-wall that overlooks el living, down below en la primera planta. There she’d prance, right on that edge, meowing bien
“look-at-me,” green eyes flashing imperiously, plumed tail aloft,
hasta que aterrada, exasperada, me levantaba para rescatarla.
Una de sus peores hazañas en años más recientes, post-ceguera,
era su manía de volcar los trash cans. To foil her, I’d buy evermore-impervious tachos de basura. Con lids, or real heavy ones.
Pero nothing stopped her. Si sus bed-leaping antics no surtían
efecto, bajaba las doll steps y caminaba hacia el baño. Volcaba el trashcan, pawing off the lid skillfully y allí mero se metía,
searching out los little pieces of plastic o de celofán que eran su
greatest delicacy. Ese jodido rustling siempre acababa por hundirme. Irrevocablemente despierta, I’d race to snatch up her formerly plump y lately cada vez más endeble black-furred body,
terrified de que se hubiera tragado algún cosmetically-induced
veneno. Y ella me sonreía, te lo juro, triunfante.
I know Esmeralda was ready to go, even as Joanna, mi adorada astróloga y amiga, was released from pain this year. El 1 de
mayo. Nine months to the day after Montenegro and I were together, en Pretoria. As Joanna had foreseen. So, I summoned
the strength to let Esme go el 3 de octubre, on Joanna’s Libra
birthday.
El Juvenil llamó and semi-berated me while I was at the Vet, in
the little private death chamber. With the beloved pet I’d gotten
for him, cuando él tenía 10 años, lying in my lap, her life ebbing
away. Me increpaba, as if her death were my fault. Pero fortificada con el knowledge que me trajo este horrible verano, “el
miedo masquerades as anger,” I coached myself, “anger masks
fear,” me dije, though my heart was breaking.
117
Susana Chávez-Silverman
It’s his illness talking, I reminded myself. “Be a mirror, not a
sponge.” Las mantras de NAMI. —I’m sorry you feel that way,
honey, le dije. And then I just waited. Miraculously, he changed
his tune. —Take pictures of her, Mom, he commanded (only)
semi-gruffly. And so I did.
Y hablando del corazón: like my own (I am, after all, her human
avatar en esta tierra), Esme’s heart refused to give out! Refused
to give up, to let go.
Después de una lethal injection, dijo la Vet, it normally takes 5
minutes. 15 at the outside. Tres veces entró la Vet pa’ checar. —I
can still feel her purring, insistí. —Impossible, dijo la Vet, pero
escuchó con el stethoscope. —Her heart is still beating, admitió,
puzzled. —Strong heart! Three times she did this, repitió este
procedure, before gently murmuring, —she’s on the other side
now.
Almost 40 minutes I held you, Esmeralda. Whispering to you,
acurrucándote, brushing you con un small slicker brush que me
prestaron. No habrías querido entrar al heaven sin que tu fur se
viera just-so, ¿que no?
And so adiós, my little Lioness-hearted black beauty. For now.
Sólo por ahora. Ahí te wacho, on the other side.
118
Nina/Nahla Chrismy Crónica
Nina/Nahla Chrismy Crónica
9-XII-13
Claramonte, Califas
Para Nina Longinovic
Y para Ksenija “la Yugo” Bilbija, in love & remembrance
Creo q mi primera imagen de ti es de esa Chrismy, 1994 tiene
que haber sido, when your whole family came to stay for, like,
two weeks! ¿Te acuerdas? How old were you anygüey? Well, el
Juvenil must’ve been 7, la Una was 5-6, so you were, maybe 3?
Hazarding a guess.
Yo estaba con el Dorian (aka P), OB-vio, y ya totalmente desenamorada (not that I’d ever been in love, pero… esa es otra). We
all had to go to the MLA (en San Diego). Tengo dim recuerdos
of you being ill (some kind of infección?), y del Gran Vampiro
(aka Toma, your dad) driving all the kidz to Disneyland in my
gold Mercury Sable station wagon—solo. ¿Puede haber sido?
¿Fue la Yugo, too? No me acuerdo, la neta. All I know is, I sure
as hell didn’t. Detehto Disneyland. Sólo he ido como 3 veces en
la vida, and one of them was in utero.
I do know we all went to the Beverly Center on Chrismy Eve
y fue un total desastre (para mí), pues me sacan de onda los
crowds y OB-vio, había un chingo de tráfico, both ways (y eso
que fue hace OMG, 19 años, imagine the traffic now!), y hasta me comenzó a dar un fucking migraine, allí mismo, bajo las
fluorescent lights en ese enjambre Mall.
119
Susana Chávez-Silverman
Pero creo que la Yugo estaba embelesada con la noción de ir
a un Mall en L.A. And as you know, I’m sure, la Yugo (con su
Marte en la Casa 1) puede ser bahtante testaruda cuando algo se
le antoja. Huelga decir: she got her way.
También fuimos todos, that same night, a cenar a un pretty
cheesy pero wildly popular restó mexicano, “El Coyote,” no lejos del Bev Center. Uf, Chrismy Eve en un bad Mexican restó.
¿Puede imaginarse algo más weird, más quintessentially L.A.?
Well, esa cena fue divertida, at least.
Para New Year’s Eve (nunca una de mis fiestas predilectas, uf,
far from it, la neta, even at the best of times) fuimos a Rosarito
Beach, para quedarnos unos días en el slightly famous y slightly
cutre (pero no del todo exento de un certain retro charm) “Hotel Rosarito Beach.”
Lo que me ha quedado grabado para siempre es:
1. me emborraché perdidamente (y no de una forma agradable,
not even slightly; el Dorian had to keep rubbing on my
back, harder and harder, so I wouldn’t puke my guts out)
porque las margaritas allí eran way stronger than what I
was expecting, es decir: they were THE REAL THING.
2. escogimos un New Year’s Eve dinner pésimo del buffet, de all
white things. Can you imagine? ¿En México? Te lo juro:
gross, incongruous gringoesque dizque foods, como
rubbery white fish, dry, mealy white rice, a putrid,
liquidy, sosísimo white flan, cheap champán.
3. la Yugo y el Gran Vampie estaban peleados a muerte, por
oscuros motivos invisibles a ojos de otros humanos
(digo: non-Yugo eyes). Refunfuñaban entre dientes
y sotto voce, en serbio. OB-vio, yo no captaba ni mus,
120
Nina/Nahla Chrismy Crónica
pero la icy expression en la cara de mi deep friend, la
Yugo, said it all. Como dije: it’s never been my holiday.
And anygüey, como que NO me latía tampoco, tener
que retirarme, after dinner, a la habitación con el
Dorian. Uf, ugh.
So I just sat there at the dinner, cada vez más abstraída, escuchando los sonidos de ese harsh, beautiful language, lengua que
me había punzado el corazón cuando vi el film “Montenegro” de
Makavejev en 1982 con Howard, con mi Montenegro (ah, pero
esa es otra). Pero this time, twelve years later y en circunstancias
decididamente menos épicas, aquellos melifluos yugo-sounds
were being deployed like torpedoes, hurled para mantener la
distancia, hissed para abrir una brecha. No para seducir. Balde de agua fría. Disconcerting. Raro. Pero, ay, what an egger I
am! Of course, it was just…their language. La lengua natal de la
Yugo y del Gran Vampiro. Tu lengua, too.
Ay Nina, coño. Como que me he alejado del “tema.” ¿Cuál era
el tema?
Oh yeah: LA PRIMERA VEZ QUE TE CONOCÍ. OK, patrás en
la montura…
Anygüey, on Christmas morning 1994, con una vocecita ronca,
casi casi de mujer, how can I describe it, a verrr, eras una blonde,
round-cheeked Yugo-baby con la voz de una Elizabeth Taylor
serbia. No, mejor, de una Lauren Bacall. Sí, eso es.
El rubro jugueteril ese año era “The Lion King.” Que Simba por
acá, Nahla por allá. We’d gone to Blanco and bought all three
of you kidz Rey León figures up the wazoo. Several minutes of
peaceful playing ensued pero entonces de repente en una, you
121
Susana Chávez-Silverman
growled in that adult, cocktail party, Eastern Euro-inflected
whine, “Joey’s NOT sherring wif me! He’s got my Naaah-la,” you
lamented apocalyptically.
Ahora mismito en este almost Chrismy, 19 years later, me parto
de risa, conjuring up that baby Nina-voz. Ahora estás casi casi
a punto de empollarte de la U. de Tejonlandia (aka Wisconsin),
y hasta you are about to lance yourself al graduate school! En
español, no less—el mero mero gremio de la Yugo. Y el mío.
Incredible.
Never, pero never, en todo este tiempo (y aunque hace años que
sustituíste un broad, nasal Midwestern twang por ese hoarse
Serbian purr, traded esas chubby cheeks por los cut-glass, heartbreaker chiselled pómulos de tu Yugo mami), nunca se me ha
olvidado esa SoCal Yugo Chrismy morning.
Timothy B. Dodd
Émigré
I may have once visited a forgotten country---a land whose somewhere map smelled
of campesino sweat, soil
glorious and gifted,
born of obsidian seed and nameless sierra.
And there my big-nosed brother was perhaps a tapir,
mother a pregnant capybara, lovingly
appeared the sloth with my eyes.
Last I recall, before I took the donkey
and the ship and the underground
passageway away, my old and distant
father said: “Don’t stay long
in that poor place. Just long enough to learn
Spanish. It will make you more marketable.”
But when I looked back at him,
his golden lips had burned,
his words a fizzled prayer of pulled weeds.
I am not sure if, later, his postage stamps
even made it to that forgotten country.
Why learn to spell its name correctly?
Forgetting is a type of dismissal.
And I don’t remember all they brushed aside.
Or the countries they disregarded.
Maybe I was born in one of them.
122
123
Timothy B. Dodd
Or maybe I just visited and stayed.
Made it more than my memory.
Found a fresh step in forgotten fields
was the land I had longed for.
124
Timothy B. Dodd
Plaza de Armas
She puts the taxi out of business. Her
creased hands cultivate the cabbage; her
back bears the rest. Sometimes
I fall to trance, watching her
cross at the corner of obsolete
knowledge, my other eye
a foggy nightfall, the shivering mist
storing more than salaries and home
improvement. She hangs
on to the mystery that even speeding
cars obey, the grinding up
of lost coins her foreboding. The
premonitions accompany her
half hour walk through town
and the dried up altars peek at her old skirt
as she guides the ghosts. 125
Timothy B. Dodd
William Conelly
Precious Metals
Cajamarca. Guanajuato. Iquique.
You write this poem yourselves,
flying to my tongue from the zigzags
of your roofs and breezy nights,
a tongue that dreams our daughters could have such lovely [names,
a tongue that dreams we could have your knowledge of forever,
or the grace of your old age,
a beauty that survives the blows of hammers and kings.
But should copper, silver, and gold gain all credit?
Why not the ghosts of quiet women
who smiled and cried over the skins of potatoes and red pep
[per seeds?
Why not the brown hands of a man who put secrets in the [ground
and placed stone upon stone?
We accept that shiny wins the glory,
that wealth fashions the sword and constructs might,
but the names that speak of beauty
shimmer our souls like first-born children,
and fall from lips wandering rainy streets in disguise.
For hundreds of years, power and riches tell us which names to [speak,
but that is not the same as the eternal words
of magic that moisten our lips through sacrifice.
126
THREE POEMS
Odd Seed
Leaving the room
nine times in ten
you may assume
return, leave pen
and pad, saucer
and cup, push back,
stand up and go.
The tenth’s another
matter altogether
though. Your arc extends
a few steps further.
Your walk around ends
out of town, somewhere
broadly different, and
oddly you root down.
127
William Conelly
William Conelly
The Ford Birthday Ode
The Loss
My sister lets me drive the Galaxy.
It’s twelve years old, seats four across,
and drips coal pitch. Planets and moons
collide; I’m nearing loss of speech.
I slide behind the wheel on waxy
yellow plastic, seize a two hand grip,
and off we barge. The universe
beyond our farm heaves into reach
on weak elastic, slow and large.
I’ve low gear forward, no reverse,
a fast foot pump to make a brake,
So nothin’s this fantastic, Sis!
The boy picks at a limestone jut.
He swings his white legs
lightly to and fro beyond
Above a wake of licorice smoke,
in impish bliss, we dip and slough
a long ellipse around the neighbor’s
poultry truck. The low gear howls.
Hens peer from wooden crates and cluck.
Should I attempt a crossing of
the four-lane Interstate? Horse sense
drags hard against the reins of luck.
I could care less. I’ve turned eleven
and Sis, this Galaxy is heaven!
its edge, minding the beach
and sapphire pool the river’s
cut below, judging the depths
by darker blue, reckoning
his window to leap through
to clear a jagged sunken ledge.
Again this June it seems too far.
Instead he arcs a shard of stone
for the shallows where his friend
is wading. They’ve just finished
military school, the two of them,
and will not ever school again
together. Throw my knife,
the other calls him. The boy does.
But its ribbed handle spins end
over flat steel end off right.
It points the water neatly and winks
like starlight into steep blue night.
128
129
Autores / Authors
131
Axel Presas
existe exiliado en el mundo, sin país, ni espacios propios ni apropiados, suertudo poseedor de un claro origen que lo distingue.
Blanca Catalina García
nació en Chile y vivió y creció tanto en Estados Unidos como en
Chile. She likes everything artistic: fashion, photography, culture. You can find her at http://web.stagram.com/n/blancacata.
Carlos Lopezosa (Valencia, 26 de mayo de 1982)
es licenciado en Ciencias de la Información y posgraduado en literatura, digital writing, textualidad y cultura cyberpunk. Como
periodista ha trabajado en medios como El Mundo y Adn.es,
entre otros. Como escritor ha publicado la obra poética Animal
Omega (Editorial Cocó 2012) y el cuento “El acto de escribir y
otros cuentos” publicado en la antología Lab 2.0 (Editorial Cocó
2013).
Changming Yuan
6-time Pushcart nominee and author of Chansons of a Chinaman (2009) and Landscaping (2013), grew up in rural China but currently tutors in Vancouver, where he co-publishes
Poetry Pacific with Allen Qing Yuan and operates PP Press.
With a PhD in English, Yuan has recently been interviewed by
[PANK], and had poetry appearing in Best Canadian Poetry,
BestNewPoemsOnline, Exquisite Corpse, London Magazine,
Threepenny Review and 749 other literary journals/anthologies
across 28 countries.
Desirée Jung
is a Canadian-Brazilian writer and translator. Her background
is in creative writing, literary translation, film and comparative
literature. She has received her M. F. A in Creative Writing and
133
her Ph.D. in Comparative Literature from the University of
British Columbia, in Vancouver, Canada. She has published
translations and poetry in Exile, The Dirty Goat, Modern Poetry
in Translation, The Antagonish Review, The Haro, The Literary Yard, Black Bottom Review, Gravel Magazine, Tree House,
Bricolage, Hamilton Stone Review, Ijagun Poetry Journal,
Scapegoat Review, Storyacious, among others. She lives in
Vancouver, Canada.
Evelyn Galindo-Doucette
is a Salvadoran “Hermana lejana” and PhD student at UW
Madison. She writes a column for San Salvador based
contrACultura.com.sv and blogs at postwarelsalvador.
blogspot.com. Her research interests include memory, human rights, and “postwar” writing in the Central American Isthmus and especially in El Salvador. She is also interested in the dynamics of political transition and its
representation in Central American cultural production.
Fern G. Z. Carr
is a lawyer, teacher and past president of the local branch of
the BC Society for the Prevention of Cruelty to Animals. She
is a member of The League of Canadian Poets and former
Poet-in-Residence who composes and translates poetry in five
languages. A 2013 Pushcart Prize nominee and contributor to the
Prakalpana literary movement in India, Carr has been published
extensively world-wide from Finland to the Seychelles. Some of
Carr’s poetry has been assigned reading for the West Virginia
University’s College of Law course entitled “Lawyers, Poets,
and Poetry”. Canadian honours include being featured online in
Canada’s national newspaper, The Globe and Mail, having her
poetry set to music by a Juno-nominated musician and having
some of her poetry recognized by the Canadian Parliamentary
134
Poet Laureate. One of Carr’s haiku is even included on a DVD
sent to Mars on NASA’s MAVEN spacecraft. www.ferngzcarr.com
Luis Felipe Lomelí (Etzatlán, 1975)
estudió Física pero se decantó por la todología no especializada:
una maestría en ecología por acá, un doctorado en filosofía por
allá, un poquito de tianguero y otro de valet parking. Ha publicado los libros de cuentos Todos santos de California y Ella
sigue de viaje, la novela Cuaderno de flores, el ensayo “El ambientalismo” y el libro de texto Naturaleza y sociedad. Es Premio
Nacional de Bellas Artes y miembro del Sistema Nacional de
Creadores de Arte. Se le considera el autor del cuento más corto
en lengua hispana y, este año, se publicaron la noveleta El alivio
de los ahogados y la novela Indio borrado.
Miguel De La Cruz (El Paso, Texas, 1984)
es un chicano-fronterizo al que le interesa la literatura y la política. Es Ingeniero en Sistemas Computacionales con especialidad
en Matemáticas. Licenciado en Español y en Estudios Chicanos
egresado de la Universidad Estatal de Nuevo México. Reside en
Las Cruces, NM. Actualmente estudia la Maestría de Literatura
Hispanoamericana en la Universidad Estatal de Nuevo México.
En el 2013 publicó su primer antología de Micro-ficción Memorias de un Camaleón, también publicado en diferentes revistas literarias. Miembro del Taller Literario Pizca a las 6:30. (Las
Cruces, Nuevo México)
Miroslava Arely Rosales Vásquez (El Salvador, 1985)
nació en San Salvador el 14 de diciembre de 1985. Profesora de
la Universidad de El Salvador. Forma parte de la Dirección Nacional de Investigaciones en Cultura y Arte y del comité editorial de la revista ARS. Perteneció al extinto taller literario El
Perro Muerto. Su trabajo aparece en la antología Nuevas voces
135
femeninas de El Salvador (2009), del escritor Manlio Argueta,
publicada por la Editorial de la Universidad de El Salvador; en
Una madrugada del siglo XXI (2010), selección, prólogo y notas por Vladimir Amaya; en Las perlas de la mañana siguiente
(2012), antología del taller literario El Perro Muerto; en Ventanas de libertad (Secretaría de Cultura, 2014); en Teatro bajo
mi piel (The Theatre under my Skin, A Bilingual of Salvadoran
Poetry). Comité editorial: Alexandra Lytton Regalado, Tania
Pleitez Vela y Lucía de Sola (Kalina Editorial, 2014); y en revistas de España, Canadá, México, Colombia, Perú, Argentina y
Centroamérica.
Mitchell Hall
is an American writer of poetry and prose and is the author of
Talks with the Moon King. His first novel, Slush, will be released
Summer 2014. He lives in Saint Louis.
Óscar A. Pérez
es originario de México. Llegó a Wisconsin hace algunos años.
Ahí redescubrió algunas de las cosas que le traen más placer a su
vida: leer, comer y escribir. También descubrió el frío.
Orlando Guillén Tapia (Acayucan, 1945)
es un poeta mexicano, traductor, profesor visitante Tinker en la
Universidad de Wisconsin-Madison en la primavera de 2014.
Ha escrito numerosos libros, incluyendo su más reciente Tururúctuc y próximamente saldrá su traducción, Doce poetas
catalanes del siglo XX.
Ruth Goring
published her poetry collection Yellow Doors with WordFarm
(2004); her poems have also appeared in CALYX, Pilgrimage,
Comstock Review, RHINO, New Madrid, Naugatuck River
136
Review, Reunion, Chicago Quarterly Review, and
elsewhere. Active in Chicago’s poetry scene, she has led workshops at the Rhino Poetry Forum and the Poetry Center of Chicago. Much of her recent work is rooted in Colombia, where she
grew up; over the years she has been involved in advocacy and
accompaniment there, and currently she serves on the board of
Colombia Vive Chicago. She is a senior manuscript editor at the
University of Chicago Press and teaches advanced manuscript
editing in the University of Chicago’s Graham School of
Continuing Liberal and Professional Studies.
Severino J. Albuquerque
é professor titular de literatura brasileira na Universidade de
Wisconsin-Madison.
Susana Chavez Silverman
grew up bilingually and biculturally, in Los Angeles and Santa
Cruz, California, with extended stays in Madrid, Spain and
Guadalajara, México. In the 80’s, at the height of apartheid, she
lived for several years in Pretoria, South Africa. She teaches
courses on U.S. Latin@ and Latin American literature and
culture at Pomona College in Claremont, California. Co-editor,
with Frances R. Aparicio, of Tropicalizations: Transcultural
Representations of Latinidad (UPNE/Dartmouth 1997) and,
with Librada Hernández, of Reading and Writing the Ambiente:
Queer Sexualities in Latino, Latin American and Spanish
Culture (Wisconsin 2000), she has also published numerous
essays on Argentine poet Alejandra Pizarnik, as well as on other
contemporary Argentine and Chican@ authors. Her book,
Killer Crónicas: Bilingual Memories, was published by the
University of Wisconsin Press in 2004 (paper and Amazon
Kindle 2011). Her crónicas are anchored in an unequivocal
at-homeness in both Spanish and English and the space(s)
137
in-between; her work is at home in U.S. Chican@/Latin@ literature,
but navigates other transcultural terrains as well, notably Spain,
Mexico, Australia, Argentina and South Africa, all geographies
which are at once “heimlich” and ineluctably foreign to her.
She travels widely, throughout the U.S. and abroad, giving
performed readings from her work. Her second book, Scenes
from la Cuenca de Los Angeles y otros Natural Disasters was
published in April 2010, also by the University of Wisconsin
Press. Her crónicas have been widely reprinted online and in
print journals and anthologies, such as the inaugural Norton
Anthology of Latino Literature (2010) and in Ambientes: New
Queer Latino Writing (2011). Susana is currently working
on a third bilingual creative nonfiction book, Our Ubuntu,
Montenegro: del Balboa Café al Apartheid and Back.
Timothy B. Dodd
is from Mink Shoals, WV. His writing has appeared in
Yemassee, The Owen Wister Review, Main Street Rag, The
William & Mary Review, and elsewhere. He is currently an
MFA candidate at the University of Texas El Paso.
William Conelly
has brought a hundred or so poems to print in the US, UK and
Japan, in the 45 years since leaving grad school at UC, Santa Barbara. The Able Muse Press will publish a representative
selection of this work as Uncontested Grounds in 2014. His
novel of a nine-year old boy’s extraordinary summer in Maine,
titled Tether’s End, is available now in print and e-read versions
from Amazon. Mostly retired these days, William writes, edits
and tutors freelance, maintaining a permanent residence with
his wife in Warwick, England.
138
Índice / Contents
Axel Presas
Aquí donde el blanco agrede
11
Hambre de mar13
Reincidencia del lodo15
Enigma del hombresaurio18
Carlos Lopezosa
Límite menos infinito21
Mirada blanda del tiempo23
Del lado del átomo25
Criptografía cuántica26
Entre bosques y símbolos: Suspiro cuántico
28
Changming Yuan
Yellow Meditation31
Y, Y32
Desirée Jung
Welcome33
Between a Man e uma Mulher
34
Entre um Homem and a Woman
35
Engenho do Desejo36
Engine of Desire37
Seja Bem-Vinda38
Evelyn Galindo-Doucette
El relato del pintor39
Fern G. Z. Carr
Perdido41
Yo Soy42
Los gatos de Puerto Vallarta
43
Without So Much As a Warning Sign
45
A House Divided47
Transatlantic Passage48
Luis Felipe Lomelí
Monterrey, Colombia49
Okigbo vs. la historia oficial
56
Miguel De La Cruz
Cubículo63
Miroslava Arely Rosales Vásquez
El país65
Su cuerpo69
La madre72
Mitchell Hall
effort73
unexpected attack75
86’ rocket76
Orlando Guillén
Unamuno y «El Viejo del Amor»
79
Óscar A. Pérez
Duermevela97
Ruth Goring
Extranjera
105
Las horas del corazón
Canción de cuna
Lullaby
Severino João Albuquerque
azul real lavável
Susana Chávez-Silverman
Heart Hold On Crónica
107
108
109
111
Nina/Nahla Chrismy Crónica
115
119
Plaza de Armas
Precious Metals
123
125
126
Timothy B. Dodd
Émigré
William Conelly
Three Poems
127
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