El Papa Francisco nos volvió a hacer un gran re
Transcripción
El Papa Francisco nos volvió a hacer un gran re
El Papa Francisco nos volvió a hacer un gran re- galo al publicar a inicios de este Adviento la exhortación postsinodal Evangelii gaudium, que recoge de una forma muy personal las proposiciones del Sínodo de los Obispos que trató el tema La nueva evangelización para la transmisión de la fe cristiana, del 7 al 28 de octubre de 2012. En esta obra se reconoce la raíz de la incidencia tan honda que la labor de este Papa tiene en todo el mundo. La revista Time lo reconoce recientemente como hombre del año. En pocos meses ha convulsionado la vida de la Iglesia y el mundo queda atónito ante la fuerza moral de su persona, expresada en sus gestos, en sus palabras, y en su propuesta de refoma de la Iglesia. Con un lenguaje muy directo y vivo anima a acoger la alegría del Evangelio, porque “hay cristianos cuya opción parece ser la de una Cuaresma sin Pascua” (n. 6). Esa alegría brota del encuentro con Jesucristo, que llena el corazón y la vida de los que se encuentran con El. “Con Jesucristo siempre nace y renace la alegría” (n-1). Es la alegría que brota de la salvación con la que somos liberados del pecado, de la tristeza, del vacío interior, del aislamiento. De ella nos hablan los profetas y los evangelios. El saludo del ángel a María es “alégrate”. Cuando María visita a Isabel Juan salta en el seno de su madre. Y en el Magnificat la Virgen canta: “Mi espíritu se alegra en Dios mi salvador” (Lc 1,47). No ignora El Papa que la alegría no se vive de la misma manera en todas las etapas de la vida. Pero se va abriendo camino como una luz que nace de la seguridad personal de saberse amado de modo infinito, más allá de toda circunstancia dolorosa. La alegría del encuentro con Jesús nos mueve al deseo de comunicarlo a otros. La alegría de evangelizar suscita una actitud primordialmente misionera en la Iglesia. “La vida se acrecienta dándola, y se debilita en el aislamiento y en la comodidad”, recordaba el Documento de Aparecida, fruto de la Conferencia General del Episcopado Latinoamericano de 2007, otra de las fuentes del pesamiento del Papa, y del cual él fue redactor principal. Este anuncio evangelizador nace de la eterna novedad de Cristo que “es el mismo ayer hoy y siempre” (Hb 13,8). Jesús renueva así nuestra vida y nuestra comunidad, y su propuesta nunca envejece, aunque atraviese épocas oscuras y debilidades eclesiales. Y de esta forma puede romper los esquemas aburridos en los cuales pretendemos encerrarlo, abriéndonos a la sorpresa de su constante creatividad divina (n.11). Saboreemos la lectura de este texto que alivia en medio de la queja y la amargura en la que el mundo, y muchos cristianos, viven. Desde este prólogo, apenas desbrozado del libro, se abre un horizonte que da consistencia y sentido a nuestra vida en medio de este mundo. Porque El nos amó primero podemos embarcarnos en esta aventura de la fe con la alegría de saber que El nos lo da todo en Jesús. ¡Cómo podemos contemplar el rostro del Niño como signo del amor inmenso de Dios Padre en estos días! Y arrebujarnos en torno al portal, al calor de la familia de Nazaret, con el aliento de animales sencillos que glorifican a Dios en la pobreza. La vida cotidiana se hará más llevadera, porque el Dios-con-nosotros se ha metido en ella. (Blas Gordo) (3)