Plantilla Gaceta.qxd - Ayuntamiento de Lorca
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3 GLorca Por Antonio Díaz Fotos: Paco Alonso/Juan Caballero Con un bastidor, un dedal, tijeras, agujas, hebras de seda y una paciencia infinita se pueden hacer obras maestras. El bordado artístico lorquino, de depuradísima técnica, atraviesa en la actualidad su segunda edad de oro, con una excelente generación de bordadoras que mantienen vivo el reducto de un oficio milenario y condenado a desaparecer, pero sin el cual la Semana Santa en Lorca tendría un sentido distinto Dicen los expertos que el origen del arte del bordado se remonta a la milenaria cultura China, donde se dibujaban con hilos superpuestos soles, lunas y dragones en las vestimentas de los dignatarios de la corte. El oficio artesano se difundió por Europa en la Edad Media, cuando el comercio con Oriente permitió importar tejidos nuevos de llamativos efectos. España, bajo los potentes reinados de Carlos I y Felipe II, no escapó a esta influencia textil que afectaba al viejo continente. bordadores o "brosladores", todos ellos foráneos, que comenzaron a instalar sus talleres en las inmediaciones de las iglesias más céntricas de ciudades como Lorca. Fue precisamente a mediados de este siglo cuando llegó a la ciudad el bordador Alonso Cerezo, nacido en Baeza, que fue el precursor del bordado local tal y como hoy lo conocemos, al introducir en su incipiente gremio técnicas del bordado andaluz del renacimiento más sofisticadas de las que, por aquel entonces, se gastaban por estos lares. Bordado tradicional chino En el siglo XVI se generalizó el bordado de hilos contados para adornar los altares y la vestimenta de santos, clérigos y nobles y en 1550 la Región de Murcia comenzó a recibir a los primeros Imagen de un bordador de la Edad Media 4 GLorca Mapa de la Ruta de la Seda El origen del arte del bordado se encuentra en la milenaria cultura China. El oficio artesano se difundió por Europa en la Edad Media, cuando el comercio con Oriente permitió importar tejidos nuevos de llamativos efectos. Una de las rutas comerciales principales por la que se importaron, desde Asia, al continente europeo tejidos preciosos y nuevas técnicas para trabajarlos, fue precisamente la conocida como Ruta de la Seda En ese momento la cultura gremial pasaba de padres a hijos, pero el broslador Cerezo no dejó sucesores en Lorca y su muerte benefició a los bordadores radicados en Murcia que asumieron los encargos de éste, sobre todo para vestir imágenes sacras y bordar casullas. Aún así parece que el oficio también perduró en Lorca en el siglo XVII y en el XVIII, íntimamente ligado a Iglesia, las cofradías y hermandades, y vinculado -sostienen algunos historiadores- a la masonería y a sus intrigantes simbolismos. La tradición del bordado realizado por hombres, que enseñaban el oficio artesano a sus hijos varones, terminó por romperse en 1779 cuando una Real Orden de Carlos III disponía el empleo de las mujeres para esta labor, con lo que los artesanos de la aguja perdieron parte de la influencia social que pudieron tener en el pasado y la técnica del ornato textil salió del umbral de la iglesia para llegar al ámbito doméstico, en muchas ocasiones solo como una afición con la que llenar las horas de ocio. El impulso definitivo del bordado lorquino en su sentido contemporáneo no llegó hasta el siglo XIX. Los expertos lo atribuyen a los efectos que tuvo en una ciudad como Lorca, de rico patrimonio eclesiástico, la desamortización de los bienes de la iglesia ordenada por Mendizábal entre 1834 y1855, que diezmó a muchas órdenes conventuales de imágenes religiosas y con ellas a las cofradías de la Semana Santa. Esta situación llevó a proponer con afán didáctico y aleccionador la representación de la pasión, vida y muerte de Cristo en la calle, con lorquinos de la época, que necesitaban trajes para recrear los pasajes evangélicos. Grupo Triunfo del Cristianismo. El nacimiento de los desfiles bíblico-pasionales y el hecho de que la población se volcara con este fenómeno, que trascendía lo religioso y se acercaba a lo social, fomentó la aparición de nuevos talleres y permitió la experimentación de técnicas nuevas y la especialización suma, intentando buscar un virtuosismo hasta entones inédito en el uso de el aguja. El resto de la historia ya es de sobra conocido. Con la mujer al frente de los bastidores y, en la mayoría de los casos, con hombres en la parte del diseño, el bordado lorquino evolucionó al mismo ritmo que los hicieron las procesiones o a la inversa, pero componiendo, en cualquiera de los casos, un binomio perfecto. Bordado que representa a Poseidón en el Truinfo del Cristianismo. El impulso definitivo del bordado lorquino en su sentido contemporáneo no llegó hasta el siglo XIX (...). Los efectos de la desamortización de Mendizábal motivaron la representación en la calle de la pasión, vida y muerte de Cristo, con los lorquinos de la época, que necesitaban trajes para recrear los pasajes evangélicos GLorca 5 Bordado que representa a Judá de las tribus de Israel Edad de oro del arte del bordado La edad de oro del arte del bordado ha sido cifrada por algunos historiadores y expertos entre los últimos años del siglo XIX y 1936, cuando la guerra civil ralentizó cualquier proceso creativo. Es esta la "belle epoque" del bordado artístico lorquino, en la que se introducen al proceso algunos de los elementos que le son propios como el hilo de oro y en la que se avanza en la creación de nuevas técnicas para matizar las sedas de colores y conseguir los efectos pictóricos que se aprecian en mantos y estandartes. De ese momento son algunas de las piezas que hoy se consideran clásicas y que salieron de los talleres del Paso Blanco y del Paso Azul, con los que se inició una época de auténtico magisterio e innovación y con los que arrancó una bulliciosa rivalidad entre talleres y bordadoras en busca la obra maestra. Representación de los dos eunucos conspirando contra la vida del rey Asuero manual que requiere gran destreza por parte de las bordadoras. A este espíritu creativo pertenecen piezas como el magnífico estandarte de "La oración en el huerto o paño de las flores" o el manto de la Virgen de la Amargura, el de mayor superficie bordada del mundo. Aunque los ejemplos más legendarios del bordado lorquino han sido exhibidos, entre otros foros, en exposiciones universales como la de Sevilla 1992, fue a finales de 2001 cuando una exposición antológica de la fundación Santander Central Hispano reunió en el paseo de La Castellana, en Madrid, cincuenta de las mejores piezas de este arte en forma de banderas, túnicas de mayordomo, capotes de paseo, mantos del cortejo bíblico y estandartes que causaron la estupefacción de miles de visitantes. La muestra supuso el espaldarazo definitivo al reconocimiento masivo de una técnica artesana que es clave en las historia costumbrista de la Lorca contemporánea. Es la época de Cayuela y Felices. Los dos maestros del bordado lorquino. El primero, Francisco Cayuela (1874-1933) fue pintor, profesor de dibujo, decorador y director artístico del Paso Azul, para el que ideó originales diseños, cercanos, como su pintura al puntillismo, en los que jugó con efectos ópticos que engañan al ojo humano como el trampantojo. A él se deben piezas memorables como "El ángel velado", los estandartes de María Magdalena y San Juan, "El reflejo" o el manto Bordadora restaurando un estandarte del Paso Azul en seda azul de la Virgen de los Dolores, que fue estrenado hace 102 años y cuya elaboración le hizo perder la razón, según la leyenda. Emilio Felices, delineante de profesión y extraordinario dibujante, fue el director artístico del Paso Blanco entre 1915 y 1927 y a él se debe la creación del punto corto o "punto español felices", una complejísima técnica que patentó bajo este nombre y que se realiza con modificaciones sobre el punto de tapicería La edad de oro del bordado lorquino se sitúa en el siglo XIX cuando se introducen nuevos elementos como el hilo de oro, y se avanzan nuevas técnicas para matizar las sedas de colores y conseguir los efectos pictóricos que se aprecian en mantos y estandartes GLorca 6 algunas calles de esta villa llevan nombres de bordadoras como Ángela Morales y Apolonia Ros. En la actualidad son 36 las mujeres que trabajan de modo profesional para las cofradías de la Semana Santa de Lorca, cuya situación laboral como artesanas acaba de ser regularizada con la mediación del consistorio, tras años en la vergonzante economía sumergida. Este reconocimiento a su venerable oficio se verá incrementado en breve con la creación de una escuela oficial de bordado artístico -una iniciativa que funcionó entre 1796 y 1800 a través de la Real Sociedad Económica de Murcia- que aspira a poner en marcha la Fundación Santo Domingo del Paso Blanco ante el temor, justificado, de que las reinas de las agujas cierren sus costureros para siempre haciendo desaparecer con ellas una maravillosa manifestación estética. Museo de bordados del Paso Azul Museos de Bordados El interés que despiertan los bordados y la difusión de estos es fácilmente constatable viendo las estadísticas de los museos de las cofradías lorquinas. El Museo del Bordado del Paso Blanco (Mubbla) tiene una colección permanente compuesta por 200 obras, sobre un catálogo general de 1.500, y fue visitado en 2005 por casi 40.000 personas, lo que le convierte en el museo privado más visitado de la Región de Murcia. A la derecha estandarte de la Virgen de los Dolores Bienes de Interés Cultural Otra muestra del interés y la admiración general que producen las piezas del bordado artístico lorquino se encuentra en la aprobación, Museo de bordados del Paso Blanco (Mubbla) en octubre de 2005, de cuatro decretos del Gobierno de Murcia para declarar Bienes de Interés Cultural dos conjuntos de bordados y dos estandartes pertenecientes a los pasos Azul y Blanco de la Semana Santa. El Ejecutivo murciano justificaba su decisión normativa en "su importancia cultural, tanto en el plano histórico como antropológico" y dotaba de total protección a los conjuntos de bordados que conforman los tronos originales de la Virgen de los Dolores, los del palio del trono de la Virgen de la Amargura, el estandarte de la Virgen de los Dolores del Paso Azul conocido como estandarte Guión y "El paño de las flores" de los blancos. Nadie olvida en esta tierra que cientos de mujeres lorquinas han dejado sus córneas sobre un bastidor de bordar. A ellas, a las bordadoras, también ha rendido homenajes la ciudad de Lorca por su aportación al patrimonio común. Una escultura sedente de la artista María Dolores Fernández Arcas inmortaliza en bronce el oficio que convirtió en icono el famoso cuadro de Vermeer y Bordadora del Paso Blanco El interés que despiertan los bordados y la difusión de éstos es fácilmente constatable viendo las estadísticas de los museos de las cofradías lorquinas Actualmente trabajan 36 mujeres de modo profesional para las cofradías de Semana Santa. Su situación como artesanas acaba de ser regularizada con la mediación del Ayuntamiento de Lorca