Contenido - Universidad Iberoamericana Torreón
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Contenido Acequias No. 32 verano (junio) 2005, revista trimestral publicada y distribuida por el Centro de Difusión Editorial, dependiente de la Vicerrectoría Educativa de la Universidad Iberoamericana Torreón. Su distribución es gratuita para los alumnos, empleados y profesores del plantel. Toda colaboración o correspondencia deberá dirigirse al Centro de Difusión Editorial, Universidad Ibero-americana Torreón, Calzada Iberoamericana 2255, 27010 Torreón, Coah. Teléfono (871) 705 10 10 ext. 11 35 o en la dirección electrónica [email protected] Tiraje 1500 ejemplares. Impreso en Gráfica Impreza, SA de CV, Río Yaqui 1283, Col. Las Magdalenas, 27010 Torreón, Coah. Número de reserva al Título en Derechos de Autor: 04–1999–020116360000–102. Número de Certificado de Licitud de Título: 10825 y Número de Certificado de Licitud de Contenido: 8708 otorgados por la Secretaría de Gobernación. Las opiniones vertidas en los artículos de esta revista no representan en ningún modo la postura institucional de la Universidad. Son juicios de la estricta responsabilidad de los autores. 2 Cultura universidad y evangelización PETER–HÄNS KOLVENBACH, SJ 5 Ante la elección del nuevo papa, recuperemos la credibilidad de la Iglesia DOCUMENTO COLECTIVO 12 ¿Qué significa ser líder? Liderazgo en tiempos frágiles: visión para un futuro compartido JUAN JOSÉ ESQUIVIAS LÓPEZ, SJ 18 La cultura como pretexto de agresión SERGIO ANTONIO CORONA PÁEZ 20 Nietzsche, punto de inflexión: de la lógica funcional al post–fundamento SANTIAGO RODRÍGUEZ SOLÓRZANO 24 ¿Podemos ser nosotros? De la comunidad individualista al individuo comunitario RODRIGO GONZÁLEZ MORALES 29 ¿Cómo lograr la calidad dentro de una institución educativa? La evaluación es la respuesta LYDIA CÁRDENAS RODRÍGUEZ 33 ¿Por qué hacer una investigación sociocrítica literaria? NUBIA AMPARO ORTIZ GUERRERO 36 Ortografía poética ARACELI TÉLLEZ 38 Esther en alguna parte ELISEO ALBERTO 41 El centro–norte mexicano en su narrativa actual: algunos nombres, algunas direcciones JAIME MUÑOZ VARGAS 48 Rendez Vous ALBERTO DE LA FUENTE 50 Las manos de la mujer china JUAN MAYA 56 Atocha, a un año FERNANDO TODD 59 Sesión pública en una universidad privada ALEJANDRO CÁRDENAS LÓPEZ 64 Hacia una posible despenalización de la eutanasia: declaración del Instituto Borja de Bioética (Universitat Ramon Llul) 1 2 Acequias de ensayos. Educación compilación general: Cristina Solórzano, Mariana Ramírez y Jaime Muñoz 2004, Torreón, Coahuila, UIA Torreón, 209 pp. Doce cartas sobre Dios David Fernández Dávalos, SJ 2004, Puebla, Pue. , UIA Torreón/ UIA Puebla/ UIA León/ ITESO, 94 pp. Tientos y mediciones Breve paseo por la reseña bibliográfica Jaime Muñoz Vargas 2004,Torreón, Coahuila, UIA Torreón, 181 pp. Persona y Realidad Notas sobre la antropología de Zubiri Fernando Fernández Font, SJ 2004, Puebla, Pue., Sistema Universitario Jesuita, 50 pp. La Universidad Iberoamericana Torreón para celebrar el octavo aniversario de la revista convocan al séptimo certamen internacional Agustín de Espinoza, sj* con las siguientes bases: 1. Presentar un ensayo inédito con el tema: Desigualdad y políticas públicas. La reflexión planteada desde este tema deberá centrar su atención en profundizar acerca del impacto de las políticas públicas que pro-ponen, al menos en teoría, atender y superar los problemas causados por la desigualdad económica. 2. Podrán participar todos los interesados en el tema. 3. Los trabajos deberán tener una extensión mínima de cinco y máxima de ocho cuartillas a doble espacio (28–30 renglones de 60–65 carac-teres en 14 puntos). 4. Los trabajos deberán enviarse (original y disquete) firmados y con seudónimo a: Universidad Iberoamericana Torreón Centro de Difusión Editorial Calzada Iberoamericana 2255, 27010 Torreón, Coah. Los trabajos enviados por correo serán aceptados siempre y cuando la fecha del matasellos coincida con la fecha límite de entrega. 5. Los datos del participante: nombre, dirección, teléfono, fax, correo electrónico y explicación breve de su relación con la Universidad, deberán presentarse en sobre aparte y cerrado con el seudónimo inscrito al frente. 6. El plazo de entrega de los trabajos vence el 14 de octubre de 2005. 7. El jurado calificador estará integrado por especialistas con amplio reconocimiento público, y sus nombres serán dados a conocer junto con el fallo que emitan. 8. El fallo del Jurado se dará a conocer durante el mes de diciembre y en el número 34 de la revista Acequias. 9. Los ensayos ganadores serán publicados en la revista Acequias. Otros trabajos podrán ser seleccionados y propuestos para su publicación por el jurado para lo cual se pedirá su autorización a los autores 10. Los premios constan de diploma y: Primer lugar $ 8,000.00 Segundo lugar $ 5,000.00 Tercer lugar $ 3,000.00 En el caso de ganar alguno de estos premios una persona que radique fuera de la Comarca Lagunera, tanto su premio como el diploma le serán enviados a su lugar de residencia. 11. Los trabajos ganadores serán propiedad exclusiva de la revista Acequias durante doce meses, la cual decidirá los caminos para la publicación y difusión de los mismos. No se devolverán los originales ni las copias de los trabajos. 12. Cualquier caso no previsto en la presente Convocatoria será resuelto por el Jurado. Para cualquier duda referente a la presente Convocatoria favor de llamar al teléfono (871) 7 05 10 10 ext. 1135 o escribir a [email protected] * Primer jesuita en llegar a La Laguna en el año de 1598 3 Editorial “Cultura, universidad y evangelización” es el título de la propuesta que Peter–Häns Kolvenbach, SJ, superior de la Compañía de Jesús, dirigió a los rectores del Sistema de Universidades Jesuitas en abril de 2005. Acequias lo reproduce en este número y aquí quiere enfatizar, por su profundidad y su sencillez, esta afirmación: “Sabemos que la vida humana y la complejidad de las sociedades no se pueden reducir a una dimensión de ella, como es la económica. Pero en nuestro mundo la economía va hegemonizando todo, tanto el poder político como la cultura”. La observación del padre Kolvenbach nos alerta sobre el peligro economicista no porque la economía sea ajena a la vida del hombre, sino por su imposición como única vara para medir todos los haceres de la civilización. El fenómeno viene de lejos y se ha agudizado en virtud de la globalización, y como fenómeno ubicuo ha logrado permear los muros universitarios a tal grado que muchas escuelas de educación superior son, más abierta que solapadamente, formadoras de cuadros acríticos para el engranaje de la economía mundial, creadoras de universitarios que, tras dominar una técnica, olvidan por completo que la vida humana no termina en las fronteras de la materialidad y la ganancia. Al contrario, el sentido humanista que toda educación tiene que plantear debe llevarnos al conocimiento, a la justicia y a la tolerancia, no al horror que el progreso por el progreso en sí ha diseminado hoy en todo el mundo. Nunca como ahora tantos pensadores como Kolvenbach señalan a la vuelta de cada párrafo su escepticismo respecto del avance tecnológico como garante de la felicidad humana, y para demostrarlo, traen a la mesa del debate muchas cifras que no mienten, porcentajes de población abrumadoramente pobre frente a porcentajes mínimos de población abrumadoramente satisfecha, todo en un mundo que presume su poderío material, científico y económico. Si la ciencia no va acompañada de justicia, si el progreso no se aúna a todas las formas posibles de democracia, de nada servirá suponer, como bien observa el padre Kolvenbach, que la actual es una universidad humanista. Seamos francos, pues: no puede haber humanismo sin equidad, no puede haber progreso sin justicia para todos. JAIME MUÑOZ VARGAS 4 Cultura, universidad y evangelización Peter–Häns Kolvenbach, SJ ○ ○ ○ ○ fe a las nuevas generaciones; la otra, al discernimiento del “economicismo” reinante en nuestra cultura. ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ Rectores magníficos de las instituciones del Sistema Jesuita de Universidades, estimados profesores, queridos alumnos y colaboradores del Sistema Jesuita de Universidades, comunidades universitarias en general. En vísperas del tercer milenio un autor conocido, Samuel Huntington, caracterizaba nuestro mundo como “choque de civilizaciones” y consideraba que el factor decisivo en el seno de toda civilización es de naturaleza religiosa, pues la religión es el rasgo diferencial más hondo entre los pueblos. No pretendemos discutir ahora lo acertado o no de estas tesis. Pero sí es importante constatar el cambio de clima producido por la caída de las ideologías. Actualmente se considera al elemento cultural y religioso como uno de los protagonistas de la historia del tercer milenio, cosa inconcebible apenas hace pocos años. Por esta razón el tema del diálogo fe–cultura propuesto por ustedes tiene una gran vigencia. Ante un tema tan amplio y complejo, en esta intervención sólo quiero señalar a la Universidad dos metas en el diálogo fe– cultura, que constituye una de las tareas más imperantes de la Compañía de Jesús: la primera se refiere a la transmisión de la ○ ○ ○ Discurso inagural con motivo de la apertura de la Cátedra Eusebio F. Kino del Sistema de Universidades Jesuitas ○ ○ ○ Prepósito General de la Compañía de Jesús La transmisión de la fe a las nuevas generaciones El apóstol Pedro era un ferviente seguidor de Jesús, dispuesto a anunciar el Evangelio y a dar la vida por él. Su cultura era la de un judío religioso de su época. El Espíritu, como nos ilustran los capítulos 10 y 11 de los Hechos de los Apóstoles, tendrá una ardua tarea en él y en todos los judeocristianos: hacerles entender que la salvación de Jesucristo pertenece también a los no judíos. Hacerse cristiano no significa hacerse judío e incorporar todas las expresiones de esta cultura. ¿Tenemos hoy situaciones análogas? Desde luego que sí; las hay en relación con las culturas de muchos pueblos de Asia, Oceanía y África, para quienes la fe cristiana es algo extraño y tiene delante el reto de la inculturación en esas sociedades. Pero va siendo también una realidad en las sociedades latinoamericanas, sobre todo en la juventud y en las universidades, en las que la antigua identificación de cultura popular y cultura católica está dejando de ser una realidad. Como le sucedió al apóstol Pedro, nuestro primer impulso es trasmitir el mensaje 5 6 ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ dad formadora y de divulgación, no sólo para ayudar en la actualización de su fe a las nuevas generaciones, sino para justificarla y hacerla creíble a los estratos cultos de la sociedad. En este momento en que los estudios filosóficos y teológicos de la Compañía se trasladan a la Universidad en México dicha tarea adquiere una particular importancia. ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ cristiano con todo lo que ha ido acumulando a lo largo de casi dos milenios en culturas rurales y economías de subsistencia. Pero no nos damos cuenta de que hay algunos elementos de sus contenidos filosófico–intelectuales, sus símbolos, sus ritos y prácticas, que ya no le dicen mucho a las nuevas generaciones e incluso les dificultan acceder al mensaje del Evangelio trasmitido por la Iglesia. Si esto es verdad hoy en nuestras culturas tan cambiantes, lo es de manera más aguda y radical en la Universidad. El reto consiste en liberar al Evangelio de aquello cultural que para nosotros va unido estrechamente al buen sentido cristiano, pero que, sin pertenecer a lo esencial de la fe, puede ser obstáculo para los jóvenes de otra cultura. Esto nos exige vivir y reflexionar la fe con más hondura y trascendencia, para que con ella podamos discernir las culturas, incluyendo la que hemos heredado como propia. Pero además hay otro elemento clave que hace el discernimiento más complejo y necesario: la fe cristiana no existe sin expresiones culturales. Por eso hay peligro de que al despojarla con cierto purismo de todo símbolo heredado (de gestos, prácticas y tradiciones), no quede nada de vida, sino meramente una idea muerta. En este discernimiento se requiere también la sensibilidad para acertar con las nuevas (¡o antiguas!) y dicentes formas culturales que la fe requiere en este tiempo para expresarse. En una Universidad que ofrece carreras de teología y estudios religiosos no podemos únicamente preocuparnos por la promoción de la justicia que la fe exige. En nuestras sociedades se va cuestionando cada vez más la validez misma del mensaje de la fe cristiana y es misión de la Compañía esforzarse para que en la cultura de hoy mantenga la credibilidad que le permita ser fermento en la sociedad. Esta tarea no se puede llevar a cabo sin una seria preparación y estudio, sin activi- Discernimiento de la cultura economicista Sabemos que la vida humana y la complejidad de las sociedades no se pueden reducir a una dimensión de ella, como es la económica. Pero en nuestro mundo la economía va hegemonizando todo, tanto el poder político como la cultura. En las sociedades económicamente exitosas se produce una liberación del hombre de sus necesidades económicas primarias, pero al mismo tiempo se instaura una dura subordinación a una “cultura economicista” que condiciona los valores, la forma de pensar y hasta la religión, o su reclusión por el secularismo. Mientras tanto en sociedades duales como las latinoamericanas, se vive al mismo tiempo la búsqueda de la liberación de las necesidades económicas, y el avance de nuevas esclavitudes economicistas, que convierten en dioses ciertos “valores” económicos, y oscurecen elementos tan centrales a la fe como la gratuidad y la solidaridad. Todo esto dentro del escándalo de la abundancia y el despilfarro conviviendo en una misma sociedad con la miseria y la marginación humana. Dejadas a su inercia, las universidades —incluso las nuestras— tienden a convertirse en seminarios y templos donde se cultivan y forman los jóvenes servidores y oficiantes de esta nueva religión secular sin trascendencia. Es la razón por la que la Iglesia y la Compañía de Jesús asumen la misión universitaria con capacidad de formación para el discernimiento y la libertad de hijos de Dios. Para el discernimien- ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ de una microcultura en la Universidad, que permita a un número significativo de estudiantes, profesores y trabajadores, “sentir y gustar internamente” valores que son escasos o ausentes en la cultura economicista dominante. Se trata de una cultura universitaria en la que la máxima exigencia intelectual se combine con dimensiones esenciales de la persona humana, como solidaridad, honestidad, diálogo, sentido auténtico de la pareja humana y sexualidad, expresión religiosa, defensa y cuidado de la naturaleza. Así la espiritualidad ocupará el lugar que le corresponde en la persona humana y en la universidad, y la gente podrá aprender “virtud y letras”, conocer la verdad y hacer el bien con la verdad conocida, al tiempo que se conoce la verdad que surge del bien realizado. No es fácil lograr este “microclima”, se requiere un amplio movimiento entre profesores y alumnos en pro de esta microcultura universitaria. Esta tarea no puede ser dejada a la sola responsabilidad de los directores de pastoral, sino que deben asumirla como responsabilidad central las autoridades universitarias. Incluso es necesario un intercambio de experiencias y materiales entre las diversas universidades jesuitas y de inspiración cristiana. En este nuevo clima sí se podrá apreciar hasta qué punto la cultura, para ser más humana, requiere ser discernida y evangelizada. Se podrá descubrir que una cierta religiosidad socialmente heredada debe actualizarse para asumir nuevas formas de valorar la plena significación humana de Jesucristo hoy. Animo al Sistema Jesuita de Universidades a embarcarse en esta tarea y poder así evangelizar la cultura y darle cuerpo cultural al Evangelio. Que la inauguración de esta cátedra en el Programa de Fe y Cultura sea un primer paso decidido en este caminar. A ○ ○ ○ to del designio de Dios que se traduce en acción escribió Ignacio la guía de los Ejercicios Espirituales, y para colaborar a hacerlo presente en la historia formó la Compañía de Jesús. En el discernimiento de la cultura economicista no basta un rechazo maniqueo, ponernos al margen de ella, y solamente denunciarla. La “opción por los pobres” no se puede interpretar como abandono de lo intelectual y de la formación de los profesionales que actúan decisivamente en la dinámica productiva, cultural y política. Pues si es verdad que esta dinámica produce pobres, también lo es que tiene la llave para contribuir a su liberación. Este discernimiento debe conocer y desentrañar la cultura economicista dominante, y formar y producir universitariamente conocimiento, para desde dentro, discernirla, distinguir los elementos humanos de los antihumanos en el uso actual de las posibilidades tecnológicas, económicas y organizativas de la sociedad. La meta es lograr sujetos sociales —competentes y compasivos al mismo tiempo— para impulsar los cambios hacia una sociedad cada vez más humana. Esto sólo es posible si en nuestras universidades se combina la excelencia académica con la opción vivencial por los pobres y por la vida. Por ello es tan importante que todos los estudiantes, adecuadamente acompañados por los profesores, tengan oportunidades de experiencia social con los pobres. Esta experiencia debe ser reflexionada y producir nuevos conocimientos sobre el modo más humano de aplicar la ciencia y la tecnología. Como expresé en Santa Clara a todas las universidades jesuitas de Estados Unidos: “lo que los estudiantes necesitan ahora es un compromiso cercano con el pobre y el marginado, para aprender de la realidad y llegar a ser un día adultos en solidaridad”. En resumen: el reto de las universidades de inspiración cristiana es la creación 13 de abril de 2005 7 Ante la elección del nuevo papa Recuperemos la credibilidad de la Iglesia Documento colectivo 8 ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ La muerte del papa Juan Pablo II se presenta ante el mundo, y en especial ante la Iglesia, como un hecho de primera magnitud, que invita a reflexionar acercar del significado y misión de la Iglesia católica. Juan Pablo II hizo del planeta tierra su casa y proyectó sobre él su afán misionero de unir a la humanidad en el respeto, el diálogo y la colaboración, así como en una lucha no violenta contra la pobreza y la injusticia, y a favor de la paz. Se empeñó con indomable energía en esta tarea hasta el último aliento. Es, sin duda, la imagen ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ El contenido del presente documento fue elaborado en su mayor parte por Benjamín Forcano, con aportaciones de diferentes instituciones y personas, las cuales lo suscriben: colectivos: Centre d’Estudis Cristianismo i Justicia, Centro Evangelio y Liberación, Colectivo Vera Paz, Comisión de Asuntos Religiosos COGAM, Comités de Solidaridad Oscar Romero, Comunidades Cristianas Populares, Corriente Somos Iglesia, Cristianos por el Socialismo, Iglesia de Base de Madrid, MOCEOP, Mujeres y Teología, Mulleres Cristias Galegas, Fundación Pueblo Indio, Comunidades Cristianas CEMI, Red de Grupos Cristianos GLTB, Colectivo de Religiosas de Barrios Pobres y Entre Marginados, Comunidad Cristiana Popular “San José” (Cádiz), Comunidad “Cristo de la Victoria” de Vigo, Irimia. Revistas: Eclesalia Informativo, Editorial El Almendro, Encrucillada, Éxodo, Iglesia Viva, Periódico Alandar, Reflexión y Liberación, Saó, Tiempo de Hablar, Utopía. Pastores, teólogos y escritores: Pedro Casaldáliga (obispo), Amadeu Bonet i Boldú (presidente del Consejo Diocesano de Movimientos de Acción Católica de LLeida, Julio Luis, Benjamín Forcano, Giulio Girardi, Evaristo Villar, Rufino Velasco (de la Asociación Juan XXIII), Juán Masiá, Fernando del Valle, Jaime Escobar Martínez, José Luis Barbero, José María García Mauriño y José Argüello, entre otros. que más ha calado y que, a la hora de su muerte, ha hecho concentrar la atención universal en Roma: el papa, símbolo de valores universales como la justicia, la fraternidad y la paz. Este papa, que como pocos en la historia dispuso del poder y la gloria, mantuvo siempre abierta la conciencia de su finitud y acabamiento terreno, de una esperanza inquebrantable en la resurrección, que no se vio eclipsada ni siquiera por la cruz de su progresiva invalidez. Este ejemplo, clavado en las pantallas de todo el ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ mundo, ha sido un revulsivo contra el ateísmo, contra esa tendencia que anega al mundo en un humus materialista o ciega las conciencias a las preguntas últimas de la vida. ¿Un hombre así, tan entero y universal, se va a la nada o entra en el esplendor de una vida interminable? Muchos se habrán preguntado si el cimiento y meta últimos de la vida no rebasan el horizonte de este mundo. Por un largo e intensísimo instante histórico los medios de comunicación dejaron de ser el escaparte de lo unidimensional para abrir los corazones a la honda, inmensa, nunca satisfecha polifonía de las preguntas radicales. Pensamos, no obstante, que la mejor fidelidad no consiste en una alabanza acrítica y panegírica del pontificado. Desde luego, no consiste en eso la mejor fidelidad evangélica. Ésta pide más bien sinceridad y autenticidad, agradecer la vida y seguir el ejemplo, no para copiar de manera acrítica, sino para avanzar en aquello que la vida de la Iglesia vaya descubriendo como la mejor manera de encarnar la llamada evangélica para el mundo de hoy. El hecho público y espectacular de la figura del papa contrasta con otro más interno, propio de su Iglesia: su pontificado ha provocado tensiones en amplios sectores de la cristiandad, precisamente por haber adoptado posiciones alejadas del espíritu y planteamientos del Vaticano II. Este Concilio suscitó una primavera de luz y esperanza en la Iglesia, y supuso para no pocos una verdadera conmoción al ver cómo se modificaba la imagen de una Iglesia heredada del pasado: eurocéntrica, altamente centralizada, jerárquica, clerical y antimoderna. Apenas habían pasado 10 años y la curia romana comenzó a marcar rumbos distintos a los del Concilio. La minoría perdedora, se decía, comenzaba a sacar cabeza y programaba pasos y estrategias para reconquistar el espacio perdido. La inicial y eufórica ilusión ante la elección de Wojtyla comenzó a desvanecerse en cuestión de meses. Juan Pablo venía de una formación tradicionalista, de un contexto sociopolítico profundamente anticomunista y con una visión negativa de la modernidad: la Iglesia había perdido prestigio y hegemonía en la sociedad, la religión se veía reducida al ámbito de lo privado, al mismo tiempo que avanzaba el ateismo, el laicismo y el materialismo. La opción fue restaurar, es decir, reconducir todo al pasado. Los males presentes se querían remediar reintroduciendo la imagen de una Iglesia preconciliar: imperialista, centralizada, androcéntrica, clerical, compacta, bien unificada y obediente, antimoderna. Tal imagen chocaba con el modelo de Iglesia aprobado por el Concilio: Iglesia “pueblo de Dios”, igualitaria y fraterna, solidaria con la humanidad, en diálogo con las ciencias y cultura moderna, comprometida con los pobres, participativa, libre y pluralista. Pasado el primer año del pontificado, la restauración era manifiesta pero se reforzaba con el nombramiento del cardenal Ratzinger, teólogo, y a partir de entonces, guardián doctrinal de la restauración. Fue en 1985 cuando el cardenal, ya sin equívocos, afirmó que “los veinte años del posconcilio habían sido decididamente desfavorables para la Iglesia”. La restauración alcanzó a la Iglesia universal en todos los niveles y estamentos: sínodos, conferencias episcopales, reuniones del episcopado latinoamericano, congregaciones religiosas, la CLAR (Confederación de Religiosos y Religiosas Latinoamericanos), obispos, teólogos, profesores, publicaciones, revistas, etcétera. Para llevarla a cabo era necesario volver a los instrumentos de poder y contar con movimientos fuertes e incondicionales. Tales fueron, principalmente, el Opus Dei, Comunión y Liberación, Neocatecumenales y Legionarios de Cristo. Si la Iglesia llevaba algún siglo 9 10 ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ de atraso en su actualización crítica respecto de la explosión cultural de la modernidad, esta política supuso un fuerte estancamiento. Tapar los problemas parece traer calma; pero en realidad, retrasa la solución y agrava las consecuencias. Este breve recuento de lo ocurrido al interior de la Iglesia nos hace ver la situación vivida —“larga noche invernal”, la llamó K. Rhaner— que en muchos sembró cansancio, y en otros desencanto y alejamiento. El análisis, compartido por no pocos, llevaba a constatar que, de hecho, con la perspectiva de sus más de veintiséis años de pontificado, la persona fue superior a la obra, sus gestos más creíbles que su teología, y acaso por ello, un déficit grave acompaña a su gestión: la pérdida de credibilidad en la Iglesia. Condiciones demasiado negativas impedían encontrar en ella estructuras de acogida que invitaran a la confianza, el respeto y el diálogo. Un clima que provocó que, a pesar de las grandes multitudes aplaudiendo al papa en estadios y plazas, las iglesias se quedaran cada vez más vacías. La restauración puede constituir una fase de la Iglesia, pero nunca parte de su modo ser. Mirando al futuro, nos atrevemos a señalar algunos de los trazos que debiera asumir en los comienzos del tercer milenio: 1. Una vuelta a Jesús. El rasgo más esencial que debiera ser fundamento y meta de todos los demás, lo enmarcaríamos con palabras del mismo Juan Pablo II: “No tengáis miedo, abrid las puertas a Cristo”. En la Iglesia no hay reforma posible si no es volviendo a Jesús. No hay más futuro para la Iglesia que el que viene de Jesús. La Iglesia sólo fue grande cuando ensayó humildemente el seguimiento de Jesús. Para discernir lo que es abuso, desviación o infidelidad no tenemos más criba que el Evangelio, no la tradición, pero sí muchas de sus tradiciones pueden llevar a la Iglesia a un verdadero cautiverio. ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ La Iglesia no tiene más centralidad que la persona de Jesús, el hombre por excelencia. Y si ella pretende seguir a Jesús, debe seguir contando al mundo lo que ocurrió con Él, proclamar su enseñanza y su vida. Jesús no fue un soberano de este mundo, no fue rico, sino que vivió como un aldeano pobre, y por su programa —anuncio del Reino de Dios: dignidad, igualdad y emancipación de los más pobres— fueron los grandes de este mundo (imperio y sinagoga) quienes lo persiguieron y eliminaron. Su condena a morir en la cruz, arrojado de la ciudad como a un estercolero, es la muestra suprema de su incompatibilidad con los señores de este mundo. Destrozado por el poder, es el siervo sufriente, imagen de otros innumerables siervos, derrotados por los que gobiernan y se hacen llamar señores, pero acreditado y resucitado por Dios mismo. A esta orientación básica se opone una manera ostentosa y ritualista de presentar la fe evangélica, escasamente comprometida con los problemas de la vida, y que trata de defenderse sin rodeos frente al ateísmo marxista, pero que no lo hace con la misma contundencia frente al capitalismo vestido con piel de oveja cristiana, al no apoyar y haber condenado las distintas formas de la teología moderna, y en especial, de la teología de la liberación. 2. Una Iglesia servicial. Lo que Dios desea para el mundo, en perspectiva cristiana, lo ha manifestado a través de Jesús. Y la Iglesia, si algún encargo tiene, es el de promover lo hecho por Jesús. Nunca la Iglesia es meta de sí misma, porque la salvación viene de Jesús, no de ella, porque nunca tuvo otro Señor. La vocación de la Iglesia, a semejanza de Jesús, es servir, no dominar: “Sirvienta de la humanidad”, decía el papa Pablo VI. Este servicio lo hace viviendo en el mundo, sintiéndose parte de él y en solidaridad con él, pues “el mundo es el úni- co tema por el que Dios se interesa”. Y ahí, con humilde acompañamiento, ayudar a hacer inteligible y digna la vida, haciendo de ella una comunidad de iguales, sin castas ni clases, sin ricos ni mendigos, sin imposiciones ni anatemas y sin recetarios de moral sexual. Su objetivo primero es cuidar de lo penúltimo (hambre, vivienda, ropa, calzado, salud, educación...) para cuidarse de lo último, aquellos problemas que no nos dejan dormir después de haber trabajado (finitud, soledad ante la muerte, sentido de la vida, dolor y mal...) A esta tarea la Iglesia debe llegar equipada por la fe y espíritu de servicio a la humanidad. Demasiadas veces da la impresión de que le sobran certezas y le faltan duda, libertad, disenso y diálogo. Nunca más, pues, excomuniones del mundo o soluciones a sus problemas con vuelta al oscurantismo, sino al mensaje de Jesús. 3. Democratización de la Iglesia. Se trata de un asunto vital para que adquiera credibilidad en la sociedad actual. Pero esa democratización no es posible sin lograr una previa y justa desclericalización. Sólo una Iglesia desclericalizada es de verdad una comunidad de hermanos e iguales. Y este objetivo no se logra ciertamente por las sendas de un sacerdocio presbiteral superior, privilegiado y excluyente, tal como aparece hoy configurado, con concentración absoluta del poder en el vértice y delegado en los demás grados de la jerarquía. Para emprender este camino hay que partir de la vida de Jesús, quien siendo laico, “produjo un cambio de sacerdocio” (Hb 7, 12), “fue sacerdote por la fuerza de una vida indestructible” (Hb 7, 16). La constitución del sacerdocio de Jesús está en que “se asemeja a sus hermanos, es compasivo, prueba el sufrimiento, ofrece en su vida mortal oraciones a gritos y lágrimas, es decir, se identifica con su pueblo, sin avergonzarse de llamarlos herma11 12 ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ nos”. La vida entera de Jesús fue una vida sacerdotal, en el sentido de que se hizo hombre, fue un pobre, luchó por la justicia, fustigó los vicios del poder, se identificó con los más oprimidos, los defendió, acogió y trató sin discriminación a las mujeres, entró en conflicto con los que tenían otra imagen de Dios y de la religión y tuvo que aceptar por fidelidad ser perseguido y morir crucificado fuera de la ciudad. Este original sacerdocio de Jesús es el que hay que proseguir en la historia. Consecuentemente, es esto lo que enseña el Vaticano II: “Todos los bautizados son consagrados al sacerdocio santo” (LG, 10). Como enseña el apóstol Pablo, hay en la Iglesia diversidad de funciones, pero ninguna de ellas se traduce en rango, superioridad o dominio. Todos son hermanos y hermanas, y por lo tanto, iguales. Ésta es una tarea inmensa de cara a las mujeres, doblemente discriminadas en la Iglesia (como laicas y mujeres). La responsabilidad es de todos, dentro de un modelo comunitario, con diversidad de carismas, derramados por el Espíritu para el servicio de la comunidad. Una Iglesia comunitaria y pluralista. El Vaticano II no pone el fundamento radical de la Iglesia en el esquema bipolar “clérigos–laicos”, que reste protagonismo, participación y responsabilidad a la asamblea cristiana. Todo cristiano y toda cristiana participa, en la triple función de Cristo: enseñar, santificar y gobernar. La Iglesia entera, pueblo de Dios, prosigue el sacerdocio de Cristo, sin perder la laicidad, en el ámbito de lo profano e inmundo, de los echados fuera. Este sacerdocio es lo primero y sustancial; el otro, el presbiteral, es un ministerio y como ordenado al común es posterior, secundario y de servicio. El presbítero es, antes que nada, “ministro de la Palabra”, que debe comunicar a todos, sin que se vea ceñido casi exclusivamente al altar y a la administración de los sacramentos. ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ En este sentido, repitiendo las palabras del obispo Pedro Casaldáliga, “no creemos en el Vaticano como Estado, como poderío, como burocracia, pues embaraza el paso de la Iglesia de Jesús y deseamos que se acabe. Ni aceptamos las nunciaturas como ministerio eclesial, porque las sentimos, por lo menos, anacrónicamente desplazadas y descubrimos en ellas interferencias de la diplomacia en desfavor del Evangelio”. Igualmente creemos que tanto el papa, como los demás obispos, debieran seguir la norma —tan sabia y elemental— del retiro a los 75 años, e incluso de limitar temporalmente los cargos como la única manera de mantener el gobierno de la Iglesia al ritmo de una historia acelerada. No existen razones de fondo que lo impidan. ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ Revisión del ministerio petrino del papa Es necesario remodelar la visión centralista y omnipotente del ministerio petrino —primado papal— y de la curia romana en todos sus dicasterios. La figura organizativa de nuestra Iglesia se asemeja más a la de una monarquía absoluta del pasado que a una Iglesia “pueblo de Dios”, democrática, profundamente igualitaria, fraterna y participativa. Disculpas como las de que la Iglesia no es una democracia (de ordinario sin añadir que tampoco es una monarquía) ya no pueden engañar en una cultura crítica, educada en valores democráticos. A pesar de la práctica contraria de siglos, este punto es de gran importancia: no es posible la renovación sin democracia y una Iglesia no democrática, en un mundo cada vez más convencido de los valores democráticos, seguirá haciendo increíble el Evangelio y ocultando el rostro de Dios a las nuevas generaciones. Esta democratización se hace real respetando la autonomía de los grandes sujetos serviciales de la Iglesia: sínodos, conferencias episcopales, congregaciones religiosas y otras instituciones y carismas, en orden a asegurar un ejercicio más comunitario y corresponsable de la autoridad. En nuestros días no es posible mantener un gobierno estrictamente piramidal mediante justificaciones de una teología fundamentalista. Los cargos deben ser designados democráticamente, por elección y no vitalicios, y las consultas deben ser deliberativas por costumbre. La doctrina conciliar no cuadra con el modelo vigente, que va además contra la recomendación evangélica: vuestro gobierno no sea como el de los tiranos y poderosos que avasallan (cf. Mc 10, 42–45; Mt 20, 25–28; Lc 22, 25–27). ○ ○ ○ 4. Otras consecuencias obligadas. Las exigencias a sacar de esta primigenia visión y modelo de Iglesia son mera consecuencia. Reconocimiento de los derechos humanos El Vaticano II proclama que los cristianos deben promover y reconocer los derechos humanos, que éstos son universales e inviolables, santos, que nadie dentro de la Iglesia puede ser privado de ellos y que el Evangelio es la máxima garantía de su cumplimiento. Este reconocimiento exige: •Puesta en práctica de la reforma del Derecho Canónico, según la demanda el Evangelio, el Vaticano II y los signos de los tiempos. •Igualdad de las mujeres dentro de la Iglesia a todos los efectos. •Clara distinción entre los tres poderes (legislativo, judicial y ejecutivo) propios de todo Estado de derecho. •Reconocimiento práctico de la libertad de investigación bíblica y teológica, de pensamiento, enseñanza y expresión pública. •Diálogo epistemológico con las diversas ciencias y cultura de nuestro tiempo, sin negarles autonomía y libertad. •Ecumenismo y diálogo interreligioso que admita la pluralidad de caminos para 13 14 ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ sión de frustración y sufrimiento para muchos fieles. Por esto, planteamos que la aclamación de santo pretende canonizar un modelo de Iglesia, más acorde con intereses de grupos particulares que con los de la Iglesia universal, y contribuiría a glorificar más que las virtudes personales de Juan Pablo II, la parcialidad y la exclusión. Denunciamos este sospechoso intento y exigimos que no se haga creer demanda del pueblo de Dios lo que es demanda interesada de grupos neoconservadores. El nuevo papa, junto con su Iglesia, tiene frente a sí grandes retos. El mejor tributo a Juan Pablo II está en prolongar su intención y hacer fructificar sus mejores semillas. Lo expresamos con fe y con la esperanza de una Iglesia más evangélica y una humanidad más humana. A ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ Santo ya Finalmente, queremos referirnos a la consigna de que Juan Pablo II sea proclamado santo. Pensamos que la iniciativa no ha sido espontánea, sino inducida por sectores de la Iglesia sobradamente conocidos por su talante conservador, y coreada acríticamente por los medios. Si la santidad cristiana tiene como medida el seguimiento de Jesús, creemos que el pontificado de Juan Pablo II ofrece, en aspectos importantes, defectos y contradicciones en este sentido, ya que fue oca- ○ ○ ○ la salvación, sin autoreservarse el monopolio de Dios y de la verdad. Juan Pablo II hizo gestos simbólicos frente a las iglesias evangélicas y ortodoxas, con los judíos y los mulsumanes, con los budistas e hindúes y las religiones ancestrales de África. Éstos y otros hechos constituyen una llamada a revisar el ejercicio del primado, a no prohibir la intercomunión entre cristianos y a evitar la cerrazón mostrada por la “Dominus Jesus” con relación al problema general de las religiones. •La correspondiente autonomía de la moral y su carácter histórico exigen repensar los valores fundamentales en nuevos contextos, sin acudir a la imposición por la vía autoritaria, sino por la fundamentación en razones científico–morales (sería el caso de poner al día las posturas intransigentes respecto de los homosexuales y lesbianas, curas casados, divorciados, etcétera). Una moral no resulta hoy convincente pretendiendo poseer de antemano todas las respuestas, sino buscando, en diálogo con las demás instancias culturales, nuevas soluciones para los problemas actuales. La experiencia demuestra que las posiciones rígidas y dogmáticas en este campo, lejos de contribuir a una justa moralización de la sociedad, desacreditan el anuncio religioso y dejan sin orientación a las partes más desamparadas y sensibles de la sociedad. El documento fue presentado en el Colegio Mayor Chaminade, en Madrid, el pasado 13 de abril. ¿Qué significa ser líder? Liderazgo en tiempos frágiles: visión para un futuro compartido ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ I. Contexto: desde el modelo educativo ignaciano La posible respuesta que busco dar a la pregunta ¿qué significa ser líder hoy?, se encuentra enmarcada en el horizonte de la filosofía humanista de la Universidad Iberoamericana, de las instituciones educativas de la Compañía de Jesús, es decir, en una inspiración cristiano–ignaciana. Con un arraigo educativo de 450 años de experiencia en la formación de hombres y mujeres para los demás, y a manera de constatación del impacto de la formación ignaciana, podemos recordar algunos líderes educados en la misma línea filosófica actual (Francisco Javier en la India, Mateo Ricci en China, Teihard de Chardin en Francia, Alberto Hurtado en Chile, Ignacio Ellacuría en El Salvador, Eusebio Kino en las Californias, Miguel Pro en México), pero el reto que aparece frente a nosotros está en aprender el modo de estos líderes desde el contexto socio–cultural de nuestro tiempo, desde la realidad que circunda nuestras vidas y nuestro entorno. ○ JUAN JOSÉ ESQUIVIAS LÓPEZ, SJ Licenciado en Filosofía y Ciencias Sociales por el Instituto Libre de Filosofía y licenciado en Teología por la UIA ciudad de México. Ha sido promotor vocacional, coordinador del Voluntariado Jesuita, y superior y párroco en Chihuahua. En la UIA Torreón se ha desempeñado como coordinador de Servicio y Promoción Social y actualmente es vicerrector educativo. [email protected] ○ Juan José Esquivias López, SJ El liderazgo es una competencia que se contempla en los planes de educación de la Universidad como una de las principales tareas del quehacer educativo. Como lo señala el padre general en uno de sus discursos, “Educando hombres y mujeres que lleguen a ser buenos ciudadanos y buenos dirigentes, preocupados por el bien común, y capaces de poner su educación al servicio de la fe y la promoción de la justicia”.1 Este liderazgo posee notas específicas que lo distinguen de otros: de manera particular, se delínea por el horizonte de las mayorías empobrecidas, una dimensión esencial de nuestra misión como jesuitas, según lo señala el mismo padre Kolvenbach en un discurso sobre educación y valores en la Universidad Iberoamericana ciudad de México: “Nuestra opción es mucho más englobante y exigente, porque nos pide educarlos a todos —ricos, clase media y pobres— pero desde una perspectiva de justicia y desde las necesidades y esperanzas de los pobres”,2 nos pone ante una realidad compleja a la que tenemos que saber responder, pero 15 16 ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ profesionales, preparadas para el servicio a los demás; una comprometida investigación de la realidad y un vínculo solidario con la sociedad”.4 Y de manera más explícita, lo enuncia la Visión: “Incidir universitariamente en la cultura y en la transformación social, prioritariamente en la región lagunera y en los campos de educación y pobreza”.5 Pero esta Misión y Visión de la Iberoamericana Torreón se pueden quedar en panfletos si no se transforman en una verdadera vivencia cotidiana dentro de nuestro quehacer universitario, y preferentemente, desde la formación de los alumnos, que serán los líderes del mañana. ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ sobre todo, deja en claro el horizonte que debe guiar nuestro liderazgo. Por eso creo que la Universidad debe proporcionar a los estudiantes el conocimiento y las destrezas necesarias para sobresalir en cualquier terreno que elijan, con un gran potencial de desarrollo humano; es lo que creemos cuando decimos que pretendemos formar hombres y mujeres profesionalmente competentes, socialmente pertinentes y humanamente responsables. Este liderazgo se desarrollará en medio de un contexto globalizado, pluricultural, complejo en sus dimensiones estructurales, sometido a una lógica de mercado que responde a los grandes intereses de los países del primer mundo (Fondo Monetario Internacional, Banco Interamericano de Desarrollo, Comunidad Europea, etc.), es decir, de los grandes capitales. Este mundo globalizado a la vez se compone de realidades nacionales con fragilidad económica, cultural y medioambiental que evidencian la pobreza de millones de habitantes. Esta realidad bipolar nos plantea —como Universidad— frente al desarrollo y sus consecuencias, el siguiente cuestionamiento como educadores: “¿Desafiamos a los líderes del mañana a que reflexionen críticamente sobre la forma como deberán asumir el ‘progreso’ y sus consecuencias?”3 Se trata no sólo de un liderazgo con horizonte socialmente definido, con valores éticos asumidos, sino también, de un aprendizaje de habilidades y destrezas que permitan un manejo científico, técnico y disciplinar que hagan factibles los proyectos alternativos de desarrollo. La Misión y la Visión que recientemente hemos elaborado en la Universidad, nos dan el marco situacional que contextualiza la formación de hombres y mujeres para los demás; rasgos que apuntalan el perfil de los líderes que nuestra sociedad requiere. Así la señala nuestra Misión: “La formación de personas, íntegras y II. Liderazgo moderno: clarificar el concepto de líder–liderazgo El lugar del líder en la sociedad será siempre una oportunidad de poder y servicio, es decir, un poder para servir o servir para el poder, son las disyuntivas reales que se le plantean a cualquier líder en nuestra sociedad, “lo que haga con ese poder dependerá de los valores y propósitos de vida del dirigente y determinará el reconocimiento de su autoridad por parte de sus colaboradores.”6 Los líderes no son ajenos a ideologías, intereses y estructuras, por eso “lo que necesitamos de nuestros líderes es visión, humildad y decisión para lograr un futuro promisorio, con los pies en la tierra y buscando con determinación.”7 Vale la pena señalar aquí el aporte de uno de los mayores líderes que han existido en el mundo, particularmente en la India, Gandhi, “Hay una diferencia entre obstinación y constancia. Tratar de imponer a otros la propia visión es obstinación; la constancia consiste en imponernos algo a nosotros mismos y, como consecuencia, convencer a otros de que adopten libre y voluntariamente nuestra visión.”8 La determinación del líder no está en la imposición de sus ideales, por muy buenos y JEFE 1. Administra recursos 2. Recompensa la fidelidad y la disciplina 3. Establece estructuras funcionales 4. Privilegia la continuidad y estabilidad 5. Se enfoca hacia la tarea y los recursos 6. Hace las cosas correctamente LÍDER 1. Desarrolla talentos 2. Recompensa la productividad y logro de la misión 3. Crea ambientes flexibles 4. Impulsa la mejora y la innovación 5. Se enfoca hacia las personas y las relaciones 6. Hace las cosas correctas El mismo liderazgo contemporáneo apuntala el papel del líder como un promotor del desarrollo de capacidades humanas, buscando el coraje y la fuerza que brota de los deseos y aspiraciones de la persona. Podemos afirmar que más que desarrollar la pura adquisición de conocimientos y habilidades técnicas, un líder promueve a la persona y sus capacidades frente a la misión que se ha planteado. ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ nobles que sean, sino en hacer realidad los sueños y anhelos de los otros. En este esfuerzo de clarificación del concepto de líder en nuestros días, nos puede ayudar las siguientes afirmaciones comparativas entre jefe y líder, expresadas en la obra Liderazgo contemporáneo:9 III. LIDERAZGO IGNACIANO: AL ESTILO DE 450 AÑOS El aporte de Ignacio de Loyola frente a un grupo tan diverso y complejo de líderes como lo fueron sus primeros compañeros, consistió —y sigue imperante— en la vivencia de su espiritualidad, en poner todo su esfuerzo para extraer lo mejor de la persona, ayudándolos a descubrir por sí mismos sus deseos más hondos. Igna- LOS JESUITAS DURANTE 17 18 ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ Base del liderazgo ignaciano: conocimiento de sí mismo11 •Apreciarse a sí mismo como persona de talento, entendiendo sus fortalezas, debilidades, valores y visión de mundo. •Reconocer debilidades y apegos. •Expresar metas y aspiraciones, vivir de acuerdo con el propio sentido de magis. Se fortalecen a sí mismos y fortalecen a los demás con aspiraciones heroicas. •Determinar qué represento, qué influencia quiero tener. •Desarrollar una visión general que guíe el trato con los demás. •Adquirir el hábito de actualizarse con regularidad, en efecto diariamente, en todo lo anterior. ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ Herencia del liderazgo ignaciano12 •Están siempre enseñando y aprendiendo. •Forman hombres y mujeres brillantes y eminentes. •Se vigorizan con la misma ambición de sus metas heroicas. •Son innovadores y atacan los problemas de maneras que los antepasados no imaginaron jamás. •Se dedican a la excelencia. •Permanecen abiertos a las ideas nuevas aun en la vejez. •Influyen a los demás con el ejemplo. ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ Fundamentos del liderazgo ignaciano:10 •Conocimiento de sí mismo: “ordenar la propia vida”, los líderes prosperan al entender quiénes son y qué valoran, al observar malsanos puntos de debilidad que los descalibran y al cultivar el hábito de una continua reflexión y aprendizaje. •Ingenio: “Todo el mundo será nuestro hogar”, se adaptan y hacen adaptarse a los demás en un mundo cambiante. Exploran nuevas ideas, métodos y culturas en vez de mantenerse a la defensiva ante lo que pueda esperarles a la vuelta de la esquina. •Amor: “Con más amor que temor”, se enfrentan al mundo llenos de confianza, con un sentido claro de su propio valer como individuos dotados de talento, dignidad y potencial para dirigir. Crean ambientes rodeados y activados por la lealtad, el afecto y el apoyo mutuo. •Heroísmo: “Despertar grandes deseos”, imaginan un futuro inspirador y se esfuerzan por darle forma, en vez de permanecer pasivos a la espera de lo que traiga el futuro. Los héroes sacan oro de lo que tienen en la mano en lugar de es- perar a tener en la mano oportunidades de oro. ○ ○ ○ cio tenía el firme convencimiento de que el liderazgo que requería para una gran obra sólo podía surgir de hombres cuyos deseos apostólicos y energía fueran a su vez fuentes de animación para otros. El liderazgo al estilo de los jesuitas considera la importancia de los deseos en la persona, porque los deseos suscitan pasiones: he ahí su fuerza. El liderazgo ignaciano depende de la capacidad humana de la persona y del arraigo de sus deseos frente a los deseos de Dios, como lo señala el mismo Ignacio, “hacer todo como si dependiera de nosotros sabiendo que todo depende de Dios”; de esta experiencia brota la fuerza interior de su liderazgo, del convencimiento de la acción de Dios y del discernimiento de nuestra acción humana que secunda el actuar de Dios. ¿Cómo se desempeña el papel de liderazgo ignaciano?13 ¿Cómo ser un líder que deje en el mundo un impacto teniendo el ejemplo del que provocó san Ignacio de Loyola? •Apreciando su dignidad y rico potencial. •Reconociendo debilidades y apegos. •Expresando los valores que sostiene. •Fijando metas personales. •Fijando un punto de vista sobre el mundo. ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ IV. Liderazgo de inspiración cristiana: desde la experiencia de Dios en la historia La experiencia espiritual de Ignacio de Loyola es una vivencia de la Trinidad encarnada en el mundo, como el deseo de la Divinidad de habitar en medio de los hombres y mujeres para llevarlos a la redención, ganada por la vida, muerte y resurrección del Señor Jesús. Ignacio ve —con ○ ○ ○ Liderazgo ignaciano desde abajo.14 En un mundo de liderazgo desde abajo los líderes: •Se lideran a sí mismos, inspiran a los demás por el ejemplo y crean ambientes más de amor que de temor. •Encuentran optimismo y lo desarrollan. •Ayudan a los demás a encontrar sus deseos internos, generadores de rendimiento motivado. •Sostienen a los demás y confían en ellos. Las características del liderazgo ignaciano, el perfil que deseamos y buscamos para todos los líderes formados en nuestras instituciones educativas, está fundado en este proceso que hemos caracterizado, pero de manera nuclear tiene su base en la experiencia de Dios que se construye, en la firme voluntad de colaboración frente al reinado de Dios, en la nobleza de los propios deseos y en el constante discernimiento de todo este ejercicio. Para Ignacio, como para los que participamos de este modelo educativo, el liderazgo no tiene un sentido en sí mismo, ni únicamente sirve para el provecho personal, sino desde el convencimiento de humildes colaboradores, desde la locura del Evangelio que nos lanza a los hermanos, a buscar y construir la verdad, a fomentar la solidaridad, el amor, la justicia, a ser líderes que se conciban como hombres y mujeres para los demás. ○ ○ ○ xión diaria. ○ ○ •Adquiriendo el hábito de la refle- los ojos de la fe y del corazón— esta presencia divina en medio de la complejidad de su vida y de la diversidad del mundo, por eso para él la invitación a ser compañero de Jesús no puede realizarse de otra manera que no sea encarnándose en el momento, tomando en cuenta a las personas, tiempos y lugares específicos. Puedo afirmar que toda espiritualidad cristiana es, como lo es también la ignaciana, una espiritualidad de la encarnación, ésta ha sido la experiencia de Ignacio de Loyola y de muchos hombres y mujeres anteriores y posteriores a su existencia, así lo señala —por ejemplo— monseñor Romero en una de sus homilías: “Este es el compromiso cristiano: seguir a Cristo en su encarnación y si Cristo es Dios majestuoso que se hace hombre humilde hasta la muerte de los esclavos en una cruz y vive con los pobres, así debe ser nuestra fe cristiana”.15 Este es un testimonio no sólo de palabra, sino de alguien que entregó su vida en martirio; él mismo decía: “la persecución es algo necesario a la Iglesia ¿saben por qué? Porque la verdad es perseguida. Siempre que se predica la verdad contra las injusticias, contra los abusos, contra los atropellos, la verdad tiene que doler”.16 Esta es la experiencia viva de un líder cristiano de quien podemos aprender de dónde proviene nuestra fuerza. El mismo monseñor Romero lo expresa: “Somos el pequeño David, tal vez frente a Goliat, que confía en sus armas, en sus poderes, en su dinero. Nosotros confiamos en el nombre del Señor, nuestra pequeñez será grande y poderosa en la medida que sea humilde, amorosa y se afiance en el nombre del Señor”.17 Nuestro liderazgo de inspiración cristiano–ignaciana tiene como modelo a la persona de Jesucristo, liderazgo que nace frente a la búsqueda del sentido de su vida y de la voluntad de Dios, su Padre, como consecuencia de una actitud de oración 19 ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ A ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ 20 ○ V. Conclusión El liderazgo en el cual queremos formarlos, y que la sociedad espera de ustedes y de nosotros, sólo tiene sentido desde la búsqueda de la realización plena de las personas, del deseo cierto de mayores y mejores condiciones para una vida digna, co- mo impulso a la lucha de la justicia que brota desde la fe. Un liderazgo de solidaridad y compasión que busca la construcción de cada persona y de la comunidad misma como sujetos de su historia. Este es nuestro mundo globalizado, nuestra sociedad compleja y desarticulada: habitamos en medio de hombres y mujeres ensimismados frente a una realidad por todos lados agresiva; convivimos con viejos y nacientes valores humanos: historia–presente, solidaridad–mercado, persona–narcisismo, razón–sentimientos, deber–experiencia, religión–trascendencia, institución–pertenencia… por eso puedo decir que nuestro liderazgo es un liderazgo en tiempos frágiles: visión para un futuro compartido. Quiero terminar este esfuerzo por descifrar el liderazgo ignaciano con una doble pregunta que nos lleva a concluir y a pensar nuevamente: ¿líderes para quiénes?, ¿líderes para qué? Kolvenbach Peter–Häns, La Universidad de la Compañía de Jesús a la luz del carisma ignaciano, México, UIA ciudad de México: 2001, p. 16. 2 Idem, p. 118. 3 Idem, p. 116. 4 Misión y Visión, Torreón, Torreón, Coah., UIA Torreón: 2004, p. 3. 5 Idem, p. 15. 6 Kolvenbach, op. cit., p. 116. 7 Rodríguez Combeller Carlos, Liderazgo contemporaneo, México: ITESO/ Universidad de Colima, 2004, p. 45. 8 Idem, p. 32. 9 Idem, pp. 60–75. 10 Lowney Chris, El liderazgo al estilo de los jesuitas, Bogotá, Colombia: Norma, 2004, p. 12. 11 Idem, p. 110. 12 Idem, pp. 105–106. 13 Idem, p. 352. 14 Idem, p. 346. 15 Moroso Della Rocca Roberto, Óscar Romero, un obispo entre guerra fría y revolución, España: San Pablo, 2003, p. 118. 16 Idem, p. 106. 17 Idem. 1 ○ constante frente al misterio de la vida, de la práctica del servicio a los marginados y excluidos de su tiempo (leprosos, viudas, huérfanos, prostitutas, enfermos…), frente a la esperanza de comunicar un Dios que es Padre, que nos muestra su cariño y su predilección, un Dios cercano que vive la realidad de las personas, que expresa que su mayor deseo es que todos tengamos vida y la tengamos en abundancia. El liderazgo de Jesús se desarrolla frente a la denuncia contra las estructuras y actitudes que mantienen paralizadas a las personas, que denigran su humanidad y les niegan la dignidad de una vida otorgada por Dios. En síntesis, podemos decir que el liderazgo de Jesús, raíz del cristiano, es un liderazgo preñado de deseos, de fragilidad, de rupturas, de enfrentamientos, pero sobre todo, de esperanza. Un llamado y una lucha constante a la conversión del corazón y al cambio de estructuras que violentan a los hombres y mujeres. El liderazgo del que estoy hablando, el que se desprende de una formación educativa de inspiración cristiana e ignaciana, está íntimamente relacionado con el de Jesús: está centrado en los valores, actitudes, deseos, y particularmente, en el horizonte del reinado de Dios plasmado en el Evangelio. De manera especial puedo afirmar que este liderazgo tiene que desprenderse del encuentro personal con el Señor de la Historia que se manifiesta en lo profundo del corazón y en lo complejo de los acontecimientos, fruto de un constante diálogo multidireccional que abarca la trascendencia y lo inmanente, como somos las personas. La cultura como pretexto de agresión ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ¿Quién de nosotros no ha escuchado a viejecitos medio sordos que gustan de platicar acaloradamente, que gritan, gesticulan y alborotan durante largo tiempo y que finalmente se separan con una gran sonrisa, profundamente complacidos? Más aún, ¿no es verdad que en muchas ocasiones nos damos cuenta de que hablaban de temas totalmente diferentes? Pero ellos terminan muy satisfechos por el “diálogo” tan “sabroso” que acaban de sostener. De manera semejante, hablar de “cultura” es arriesgarse a caer en un diálogo de sordos, ya que este término posee infinidad de interpretaciones correspondientes al mismo número de consensos. Para muchos, ser culto equivale a ser una base de datos ambulante. Es decir, se trata de saber de todo, y mientras más, mejor. En España a una persona así la llamarían en el mejor de los casos, un “burro cargado de libros”. Para otros, ser culto consiste en “cargarse de libros”, pero no de cualquiera clase, sino de libros “selectos” (calificados así por quién, me pregunto). Y desde luego, en ambos casos el así llamado “bagaje cultural” funciona como un mero instrumento de agresión. Si una persona de éstas se pasa la vida adquiriendo habilidades, leyendo textos y memori- ○ SERGIO ANTONIO CORONA PÁEZ Doctor en Historia por la UIA ciudad de México. Coordinador del Archivo Histórico Juan Agustín de Espinoza, SJ, de la UIA Torreón y cronista del municipio de Torreón. Autor de San Juan Bautista de los González, Ríos de gozo púrpura y La vitivinicultura en el pueblo de Santa María de las Parras. Producción de vinos, vinagres y aguardientes bajo el paradigma andaluz (siglos XVII y XVIII) y coautor en Acequias de ensayos. Educación. Coordinador de la colección Lobo Rampante y editor del boletín electrónico Mensajero del Archivo Histórico. Becario de CONACYT. [email protected] ○ Sergio Antonio Corona Páez zando citas, es para imponerse a los demás: “Yo sé más que tú; cállate, porque no sabes”. Otros piensan que trabajar en el “giro de la cultura” es una buena opción que “viste” socialmente. Para algunos —los menos— la cultura consiste en el acervo de producción artística, científica, tecnológica e incluso folclórica, producto del trabajo y del ingenio de incontables generaciones, y que debiera estar a disposición de todos como un patrimonio común y no solamente para las elites económicas. Para otros —cosmopolitas de inclinación humanista—, ser culto consiste en ejercer una actitud de respeto y de servicio al otro. El saber o el acopio de un patrimonio cultural no constituyen para ellos fines en sí mismos, sino que aspiran a convertirlos en instrumentos de servicio. Desean ser muy instruidos, cultos y educados para servir, no para ser servidos, ni mucho menos para presumir. Si nos remitimos al sentido antropológico del término “cultura”, nuestro diálogo de sordos se pone mucho más interesante. Porque, en resumidas cuentas, para los antropólogos la cultura es aquello que debemos ser o hacer para que nuestro grupo social nos acepte.* Y en este 21 22 * Dice Ward Goodenough: “La cultura de una sociedad consiste en lo que uno debe conocer o creer a fin de obrar de una manera aceptable para sus miembros”. Clifford Geertz,“Descripción densa: hacia una teoría interpretativa de la cultura”, en Chinchilla Pawling Perla (compiladora), Historia e interdisciplinariedad. México: UIA ciudad de México. 1994. ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ do los trabajadores y sus familias están empeñados en un proceso cada vez más arduo de lucha por la subsistencia? Pareciera que no hemos cobrado conciencia de que se requieren buenos ingresos, tiempo libre y una amorosa atención al grueso de la población para que adquiera, poco a poco, esa afición por la “alta cultura”. Se trata de una cuestión de educación del gusto. Pero si usamos la cultura como instrumento para restregarles a los menos afortunados su “ignorancia”, no solamente no somos verdaderamente cultos, sino que somos pésimos seres humanos, o si se nos permite expresarlo así, somos pésimos cristianos. Los talentos los hemos recibido para servir, no para servirnos de ellos como látigos de desprecio contra nuestros semejantes. He aquí un epílogo bíblico para nuestro diálogo de sordos: la “cultura”, en el sentido elitista, es címbalo que retiñe (puro ruido) cuando no va acompañada de un genuino deseo de servir ni de mejorar las condiciones de vida del otro. A ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ punto, encontramos que no hay “Cultura”, sino múltiples culturas, todas con el mismo derecho a existir en cuanto expresiones de identidad social o grupal. Diferentes clases sociales generan culturas distintas. Todos podemos reconocer a simple vista cuando una persona pertenece a cierta clase social. ¿Sobre qué base o criterio podría decirse que una cultura es superior a otra? ¿Cómo podría un estrato de la población alegar superioridad respecto de otro? No hay punto de comparación. Se trata de culturas diferentes que corresponden a identidades, valores, circunstancias y mentalidades diversas. Entonces, si nos atenemos a esta realidad, ¿cómo podría una de esas clases sociales aspirar a convertirse en modelo de vida y costumbres para las demás? Lo que resulta innegable es que hay clases sociales que poseen una calidad de vida superior. Por lo general esto es consecuencia de una cierta forma de distribución de la riqueza. En este punto, el deseo de las clases altas por “quitarles lo naco” a las menos favorecidas debe comenzar con un genuino interés por elevar los niveles de calidad de vida de estas últimas, o sea, por lograr una mejor distribución de la riqueza. El neoliberalismo entendido y aplicado de manera salvaje contribuye en gran medida a esta situación de extremos cuantitativos y cualitativos. Un Estado que se limita a “dejar hacer y dejar pasar” sin velar por el interés general de la sociedad, es un Estado injusto. La consecuencia es clara: la riqueza de toda una nación estará en manos de unos cuantos y producirá beneficios extraordinariamente significativos sólo para ellos, relativamente hablando. La gran mayoría de la población seguirá en un proceso vicioso de continuo deterioro económico que requiere de mayor tiempo y esfuerzo laboral para mantener —o al menos para tratar de hacerlo— su calidad de vida. ¿Cómo pensar en un incremento de los niveles de educación y de participación en la “alta cultura” cuan- La revista Acequias felicita cordialmente a su colaborador, doctor Sergio Antonio Corona Páez, con motivo de su reciente nombramiento como cronista del municipio de Torreón. La propuesta fue presentada por la Comisión de Cultura y recibió la aprobación unánime de los integrantes del cabildo en su sesión del 8 de abril de 2005. Nietzsche, punto de inflexión: de la lógica fundacional al post–fundamento ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ los problemas que implican las propuestas platónicas. Estos dos conceptos sientan las bases de un principio post o a– fundacional para el conocimiento. Pero para lanzar esta hipótesis será necesario analizar los cuestionamientos que sobre el pensamiento de Nietzsche hace Eugen Fink y así concluir si esto invalida o no la proposición inicial. ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ Existe un cambio considerablemente violento en la forma de entender el mundo a partir de las reflexiones nietzscheanas. Sus indagaciones apisonaron el terreno para una nueva lógica en la teoría del conocimiento, con importantes repercusiones para el pensamiento político. Las entrañas del platonismo caen en un grave cuestionamiento y junto con esto, todo lo que en el presente trabajo llamaremos modelo fundacional del conocimiento. El primer paso consiste en averiguar qué es exactamente con lo que rompen los conceptos nietzscheanos, sobre todo en lo que respecta a cómo se conoce. Para esto revisaremos el modelo representacional de Platón a partir de algunas reflexiones acerca de su “Alegoría de la Caverna”. Otros autores como Descartes y Barthes comparten la idea de que es posible lograr certezas absolutas, sin embargo, con Platón por sí sólo es posible consolidar la idea de una concepción fundacional del conocimiento. Posteriormente se aterrizará en lo que Nietzsche nos propone a partir de los conceptos ontología negativa y voluntad de poder y desde ellos se podrán ver ○ SANTIAGO RODRÍGUEZ SOLÓRZANO Estudiante de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la Universidad Nacional Autónoma de México. Ex alumno de la Escuela Preparatoria Carlos Pereyra. [email protected] ○ Santiago Rodríguez Solórzano Platón A partir de las metáforas planteadas en la “Alegoría de la Caverna” se pueden formular importantes conclusiones acerca del conocimiento en la filosofía de Platón. La Alegoría, nos dice “es una imagen de la condición humana”.1 El propio filósofo clásico se encarga de interpretar su texto. A partir de éste se puede concluir que la condición humana va a desenvolverse dentro de los límites de una gran dicotomía: la vida en la caverna y la vida fuera de ésta. La vida dentro de la caverna, un mundo donde lo único inteligible son sombras, representa el mundo de la doxa, en el cual lo que se conoce son meras apariencias u opiniones que no 23 24 La lógica del fundamento (Gründ) designa una tradición de pensamiento que surgió primeramente con el modelo topográfico de la verdad (esencia/ apariencia) expuesto por Platón, y fue posteriormente retomado y desarrollado como búsqueda de certezas absolutas por el iluminismo a partir de Descartes. Su premisa central se sintetiza en el Principio de Tales, según el cual siempre existe un orden subyacente detrás de la aparente diversidad empírica del mundo.5 Nietzsche Como sabemos, Nietzsche es uno de los grandes críticos del platonismo. Ataca la raíz de su pensamiento, su postulado básico y sus derivados. Además, propone otra gran premisa, diferente sí, pero de semejantes proporciones. Lo central en este apartado es ver cómo Nietzsche inicia el camino para la articulación de una lógica post o a–fundamento, aunque sería polémico determinar si se inserta en ésta o no, como veremos más adelante con algunas precisiones de Eugne Fink. Para empezar el debate en aras de un derrocamiento platónico, el filósofo alemán da su idea del mundo: ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ el conocimiento es un espejo de la naturaleza que reproduce o representa la esencia de cada cosa. Lo fundamental de este modelo está en la idea de que la re–presentación no afecta a aquello que está siendo presentado, es decir, el conocimiento de las cosas puede lograr una perfecta adecuación con el objeto sin distorsionarlo. La teoría del conocimiento se deriva de la filosofía platónica, como representación con la cual se instaura la llamada lógica del fundamento: ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ van más allá del sentido común. La vida fuera representa, en palabras del autor, una ascensión hacia lo alto, una contemplación del mundo desde arriba, es a la vez el camino del alma hacia el conocimiento verdadero. Platón nos dice también que lo último que el alma aprende a ver “con esfuerzo” es la idea del bien. Pero una vez que aprende a verla, hay que llegar necesariamente a la conclusión de que esta idea es la causa de todo cuanto existe en el mundo de justo y de bello.2 Hay un tercer elemento de la metáfora que sirve de mediador entre la dicotomía doxa y episteme (saber): el prisionero que escapa. Éste, después de un gran esfuerzo por acostumbrar sus ojos a la cegadora luz, podrá ver las imágenes de los hombres y de las cosas, teniendo clara la causa de todo lo que él y los otros prisioneros habían contemplado siempre, aunque sólo como sombras.3 Este personaje va a tomar la investidura del filósofo, por ser quien descubrió el mundo de la luz; por lo tanto conoce el bien y hará consistente su obligación moral para con sus antiguos compañeros. Es posible esbozar algunas conclusiones a partir de esto: por un lado, la Alegoría implica que detrás de las apariencias que percibimos existen esencias, las cuales podemos conocer. Esto además tiene repercusiones morales, porque incluye la existencia de un bien objetivo en realidad, que puede ser conocido mediante la investigación racional o lógica, más que por intuición, adivinación o suerte. El bien es objetivamente real.4 Además, este bien es causa y motor subyacente, constituye el Ser al cual asciende el alma. Para Platón la virtud es conocimiento y conocer es descubrir las esencias detrás de las apariencias, ascender sobre el mundo de tinieblas y salir a la luz. Estos elementos dan contenido a la idea del conocimiento como representación o modelo representacional, el cual argumenta que ¿Qué es para mí el mundo?...Un monstruo de energía, sin principio ni fin, que no se hace más pequeño, que no se consume, sino que se transforma; sin gastos ni pérdi- Los fenómenos empíricos con que se enfrenta la percepción son inconexos sólo en apariencia; detrás del caos siempre habrá un orden subyacente... El mundo posee una esencia unitaria, posiblemente oculta, pero ciertamente cognoscible... [el conocimiento] debe establecer una relación de mimesis con lo real, representar o reproducir la estructura profunda y unitaria del mundo. ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ cia de imponer una práctica. Ésta sería su función negativa. La idea de Nietzsche sobre el mundo invalida el modelo representacional propuesto por Platón. El alemán no piensa el ser como ser del ente, sino como devenir. El ente no existe, porque en última instancia, no hay individualización o significación objetiva9, el ser es comparable con una gran masa caótica, siempre en movimiento. Esta inexistencia de cosas, sustancias o entes se nombra ontología negativa de la cosa. Y si no existen las cosas, ¿cómo pueden ser reflejadas? La respuesta es que simplemente la representación es inexistente. De acuerdo con el argumento de Arditi10 hay tres premisas fundamentales que dan contenido a la lógica del fundamento: ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ Las consecuencias importantes de este texto se dan en el momento en que nos cuestionamos acerca de los resultados de vivir en un mundo en el que todo está sometido al movimiento. Siguiendo el texto de Fink, un mundo donde “no hay en verdad cosas ni sustancias; no existe un ‘ente’. Existe sólo el agitado oleaje de la vida, sólo la corriente del devenir... no hay nada duradero; permanente, estable.”7 La primera conclusión, siempre de acuerdo con Fink, es que un mundo así no es vivible ni conocible, no podemos vivir en el agitado mar cósmico del devenir puro; por lo tanto, es necesario falsificar la realidad. La falsificación es un imperativo sicológico de seguridad, de esta manera hemos creado conceptos y categorías, que tornan asequibles el inaprensible devenir, que lo detienen, que introducen por debajo del acontecer un sostén,8 una especie de falsa sustancia. Conocer, en este sentido es anti–natura, ya que busca detener el flujo natural del mundo. La voluntad de poder es, entonces, un anhelo de manejar al mundo, de domesticar su movimiento, de configurarlo o sistematizarlo. En este punto tiene una función positiva, ya que crea estabilidad. Sin embargo, la domesticación del movimiento, atendiendo a las leyes newtonianas, implica fuerza, y si dicho movimiento es razón de ser del mundo, este proceso representaría un acto de gran violencia, pues dominar al mundo responde realmente a la tenden- ○ ○ ○ das;... uno y múltiple;... un flujo perpetuo de formas; que de lo más tranquilo, frío y rígido, pasa a lo que es más ardiente, salvaje, contradictorio; que del juego de las contradicciones torna al gusto de la armonía... Este mundo mío dionisiaco, mundo misterioso de la doble voluptuosidad; este mi más allá del bien y del mal, ¿quieren ustedes nombre para este mundo?... Este nombre es voluntad de poder, ¡y nada más!6 El pensamiento nietzschano, en apariencia, corre en sentido contrario a cada uno de estos argumentos. Su idea del mundo y la ontología negativa de las cosas, nos permite inferir que para el autor de Así habló Zaratustra, detrás del caos sólo hay más caos (mar cósmico del devenir), el mundo no posee una esencia unitaria, sino que es “uno y múltiple” y “misterioso” más que cognoscible, un mundo en el que la apariencia es la realidad. Hasta aquí es posible decir que estas aportaciones nietzscheanas marcan el punto de inflexión en la forma en que se 25 pensará el conocimiento, preparando el terreno para que otros autores se inscriban en la lógica del post o a–fundamento. Sin embargo, es posible realizar fuertes críticas al pensamiento de Nietzsche, la cuales quizá nos llevarían a repensar la aparente coherencia de sus postulados y con esto, la oportunidad de este ensayo. Fink nos dice que en el argumento de Nietzsche no encontramos una investigación ontológica directa que demuestre que la voluntad de poder constituye la esencia de lo que existe. El filósofo renuncia a señalar un camino de demostración para sus “verdades” fundamentales de la voluntad de poder y del eterno retorno.11 Es, en apariencia, un punto ciego, es decir, si todo es un agitado oleaje, puro devenir y movimiento, ¿cómo nos es posible conocer la voluntad de poder? Nietzsche queda atrapado en su propio método y los puntos nodales de su filosofía no dejan de ser más que meras hipótesis o intuiciones. Como resultado de este punto ciego metodológico, es válido preguntar sí el estatus ontológico de la voluntad de poder es equiparable con el del “Ser” platónico, o sea, si la voluntad de poder es manejada por Nietzsche como la esencia de todo lo que vive y existe. Tal vez, a su pesar, es válido decir que sí. Para Nietzsche la vida ES voluntad de poder,12 de modo que la voluntad de poder es originaria; pero no sólo, sino que parece también que es originante:13 se engendra a sí misma: “El mundo puede ser considerado una obra de arte que se engendra a sí misma.”14 A partir de esta aseveración se entra en un argumento circular que es inaprensible lógicamente. Conclusiones Nietzsche propone una novedosa metafísica de proporciones semejantes y tan trascendental como la platónica. Sin embargo, esto no invalida o subordina su pensamiento. Sería un error garrafal equiparar 26 “la voluntad de poder” al “bien” de Platón. La gran distancia entre ambos conceptos está dada en el hecho de que Nietzsche no piensa el ser como ser del ente, sino como devenir, como la realidad dionisiaca del juego cósmico de construcción y destrucción.15 Los llamados filósofos de la lógica del post–fundamento se apropian de esta forma de pensar al ser y a partir de ella entienden el conocimiento, que dentro de este paradigma no será, pues, estático, sino que responderá a un tiempo y espacio determinados. De este prototipo del conocimiento se pueden obtener tres derivaciones: todo conocimiento tendrá en carácter polémico; toda objetividad será estrictamente contingente y por lo tanto, disputable; todo orden conocido y toda objetividad posee naturaleza política. A Platón, La República, libro VII, México: Editores Mexicanos Unidos, 2001, p. 262. 2 Idem. 3 Idem, p. 261. 4 Sabine George H., Historia de la Teoría Política, México: Fondo de Cultura Económica, 1988, p. 42. 5 Arditi Benjamín, Conceptos. Ensayos sobre teoría política, democracia y filosofía, Asunción: CDE–RP Ediciones, 1991, p. 105 . 6 Nietzsche Friedrich, The will to power, , Nueva York: Random House1967, pp. 549 y 550. 7 Fink Eugen, La filosofía de Nietzsche, Madrid: Alianza Editorial, 1976, p. 194. 8 Idem, p. 195. 9 Ibid, p. 196. 10 Arditi, op. cit., p. 106. 11 Fink, op. cit., p. 191. 12 Ver la cita acerca del mundo. 13 Manzano Jorge, “Voluntad de poder y los grandes temas de Nietzsche”, en Xipe totoek, vol. XI, n. 3, n. 43, 2002, Guadalajara, México, p. 220. 14 Nietzsche, op. cit. 15 Fink, op. cit., p. 196. 1 ¿Podemos ser nosotros? De la comunidad individualista al individuo comunitario Rodrigo González Morales “La experiencia humana primordial es la de ser comunidad. Aun antes de que el bebé tenga conciencia de ser autónomo, tiene conciencia de ser en otro.” ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ¿De qué estamos hablando cuando decimos comunidad? En muy diversos ámbitos de nuestra realidad esta es una palabra recurrente, que de tanto repetirla, se da por sentado su concepto y significado. Hablamos de “la comunidad lagunera”, del “servicio a la comunidad”, de “la comunidad de tal parroquia”, de una “comunidad rural”, se habla incluso de “comunidades virtuales” y en nuestro entorno directo, mucho se habla de la “comunidad universitaria”; pero, ¿qué es ser comunidad? ¿Es sólo un agregado de personas que comparten un espacio? Y si es más que esto, ¿es posible construir comunidad donde no la hay? A través de una revisión plural más que exhaustiva, de ideas y concepciones de comunidad, intentaremos responder a estas preguntas a la luz de la cotidiana práctica de vivir y convivir con otros. En distintos espacios y de diferentes formas ha venido emergiendo y dejándo- ○ DAVID FERNÁNDEZ DÁVALOS ○ RODRIGO GONZÁLEZ MORALES Torreón, Coah., 1981. Licenciado en Sociología por la Universidad de Guadalajara. Colaborador en los centros de Reflexión y Análisis Social y de Servicio y Promoción Social de la UIA Torreon. [email protected] se escuchar la idea de que el problema crucial de las sociedades contemporáneas se encuentra en la vinculación entre los individuos, y simultáneamente, entre éstos y el sistema social. Lo afirma Touraine al acuñar el concepto de desmodernización que da cuenta de la ruptura que se produce con el debilitamiento del Estado, que en el proyecto moderno fungía de puente entre el individuo y el mundo económico. También lo dice Castells al hablar de la emergencia de identidades colectivas ajenas a procesos globales (2004: 106); y así podríamos alargar la lista de referencias respecto del papel de la vinculación social en nuestro mundo. Pero más allá del ámbito puramente analítico, en la búsqueda e imaginación de alternativas de solución a los problemas fundamentales de nuestro tiempo, esta emergencia de identidades colectivas y esta orfandad de pertenencia del individuo, han traído de nuevo a la mesa el tema 27 28 ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ de la comunidad como factor determinante en las sociedades contemporáneas, en las que el individualismo propietario, heredero de la ilustración, ha ido lenta pero ininterrumpidamente mostrando evidencias de sus muchas limitaciones para plenificar la vida humana. Max Weber, padre de la sociología comprensiva, define comunidad como “una relación social cuando y en la medida en que (...) se inspira en el sentimiento subjetivo (afectivo o tradicional) de los participantes de construir un todo” (citado en Villoro: 1997, 359). El proyecto ilustrado de modernidad fue reactivo hacia las llamadas comunidades orgánicas, considerando que en este “formar parte de un todo”, se pasaba por encima del individuo, propiciando el autoritarismo. De este modo la civilización occidental emerge sobre las ruinas de la comunidad orgánica, para reivindicar y enaltecer los derechos del individuo. El mundo contemporáneo se formó sobre estos supuestos, proclamó al individuo como único poseedor de derechos, de modo que —teóricamente—, se protegiera así su libertad, dando por sentado que “no existe un bien común superior al que cada individuo decida perseguir” (Villoro, 1997: 310). Así los marcos normativos y jurídicos de la civilización moderna construyen una antropología en la cual “el ser humano como individuo es tanto más humano cuanto más individualista es su comprensión” (Díaz Gómez, 2001: b). El correr de la historia social nos ha ido de a poco cobrando las facturas. Al tiempo que las instituciones modernas partieron de estos principios, las estructuras más abarcantes, o si se prefiere en términos de Bourdieu, los campos más influyentes de nuestro mundo, dan primacía al individuo, de modo que las relaciones sociales están siempre mediadas para proteger las libertades individuales. Siguiendo a Pietro Barcellona, este modelo toma su forma más acabada en las relaciones dinerarias, que conllevan a una indiferencia recíproca, donde la necesidad del otro se ve reducida a bienes y servicios que le son retribuidos, y esa retribución es la última instancia de relación con el otro. Esta individualidad bajo la protección de las instituciones modernas pierde sentido al no contar con la posibilidad de un reconocimiento personal recíproco, como “reconocimiento mutuo de la individualidad concreta, compuesta de palabras, pasiones, necesidades, memoria, etc.”, quedando las relaciones reducidas a la indiferencia recíproca (Cfr. Barcellona, 1992: 112). Ante este panorama se habla del retorno a la vinculación social, no como nostalgia de la comunidad orgánica premoderna, ni como impulso de un estatismo homogeneizante que neutralice las diferencias, y por lo tanto, la individualidad. Se ve en la comunidad la posibilidad de evitar convertirnos en “analfabetos sociales”, partiendo de que sólo en la reciprocidad de relaciones no mediadas por los fines individuales “se produce el verdadero reconocimiento de la diferencia y de la particularidad” (Idem, 125). En el ámbito de proyectos concretos de organización social encontramos dos formas distinguibles de entender la realización de la comunidad en el mundo contemporáneo, que aunque no son las únicas, nos pueden dar una visión más amplia del papel que puede jugar la comunidad en nuestro mundo: el comunitarismo y la comunalidad. Si bien en la definición de la comunidad que ambas posturas formulan no existen notables diferencias, ni se alejan mucho del concepto weberiano ya citado, las implicaciones prácticas de sus supuestos nos traen planteamientos distintos. El comunitarismo se ha desarrollado como una propuesta política a gran escala, cuyo pun- ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ to último es la alternativa de la llamada Tercera Vía. Amitai Etzioni, su principal teórico, concibe la comunidad como entidad que “proporciona lazos de afecto que transforman grupos de gente en entidades sociales similares a una familia (…) así como transmiten (y reformulan) una cultura moral compartida” (2001: 24). Etzioni hace referencia a una serie de investigaciones que comprueban la relación positiva que guarda la pertenencia a una comunidad, con aspectos como la salud (física y mental), la longevidad y algunos otros indicadores no económicos de calidad de vida. Centra su análisis básicamente en comunidades de barrios urbanos, dando ejemplos exitosos del papel comunitario en la solución de problemas que históricamente han sido delegados totalmente al Estado. En este sentido, destaca que estas acciones comunes son más “personalizadamente diseñadas que los programas públicos” (Idem, 29). Siguiendo a Etzioni, las organizaciones barriales o gremiales pueden proveer servicios tales como guarderías, mejoramiento en la educación (al involucrarse en las escuelas) y asistencia a la tercera edad, entre otras, reduciendo así los costos del gasto público. Esto resulta particularmente evidente en poblaciones rurales donde la satisfacción de la mayoría de las necesidades que en el sector urbano dependen de la adquisición de servicios o del sector público, son sustituidos por la comunidad, desde la partera, el cuidado compartido de los niños y ancianos, los intercambios en especie. Un apunte interesante acerca del comunitarismo es que privilegia las acciones mutualistas a las voluntarias, es decir, que busca favorecer la reciprocidad en contraposición al altruismo, que no forma comunidad sino dependencia. Como vemos, esta postura destaca los aportes comunitarios para una vida más plena, pero en su propuesta política da un corte utilitarista al sentido comunita29 30 ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ rio, al concebir a la comunidad como una oportunidad de ahorro para el Estado. Sin que la finalidad de este escrito sea ahondar en la dimensión política de esta postura, sí podemos apuntar que en ciertos postulados pareciera que se habla de construir comunidad para conseguir objetivos individuales o gubernamentales, de modo que se revierten los vicios heredados de la concepción individualista y estatista de la Ilustración. Con el comunitarismo se alinean algunos otros conceptos sobre la necesidad de vinculación social que llaman la atención como el capital social o la construcción comunitaria. Estas concepciones muy promovidas a últimas fechas por los organismos financieros internacionales, destacan también la influencia de la pertenencia y las relaciones sociales directas en los niveles de calidad de vida y las oportunidades de progreso económico, pero presentan una serie de contradicciones. El capital social, como su nombre lo indica, se pretende como un activo acumulable, que trae beneficios a una persona o comunidad; tiene que ver con los “contactos” de cada quien, lo cual da ventajas competitivas, en el mismo sentido que la acumulación monetaria. En última instancia, lo que nos muestra el comunitarismo, aún en sus contradicciones, es que el trabajo en conjunto y las relaciones de mutualidad son rentables incluso en términos utilitarios. La comunalidad en cambio, parte de supuestos bien distintos: no nace de una necesidad individual, sino de una pertenencia colectiva. Para el jurista mixe Floriberto Díaz “la relación primera es la de la Tierra con la gente, a través del trabajo” (2001: a). En este sentido se entiende a la comunidad como experiencia primigenia del ser humano, en referencia a un todo no sólo social, sino natural. Cinco son las características básicas de la comunalidad: la tierra, como madre y como territorio; el consenso en asamblea para la toma de decisiones; el servicio gratuito como ejercicio de autoridad; el trabajo colectivo como un acto de recreación, y los ritos y ceremonias como expresión del don comunal (Idem). El antópologo zapoteco Jaime Martínez completa esta noción de comunalidad al definirla como un “comportamiento, resultado de la dinámica de las instancias reproductoras de nuestra organización (…) que descansa en el trabajo, nunca en el discurso”, a su vez que la comunalidad no se concibe como un orden estático al apuntar que la comunidad no es símbolo de armonía, sino espacio de conflicto y construcción permanente de sentido (1993: 160 y 162). Esta noción comunitaria resulta muy clara y convincente, pero si hemos sido formados y hemos vivido siempre con una conciencia individual por encima de la colectiva, ¿se puede ser comunidad en nuestro entorno, sin serlo únicamente por conveniencia individual? A mi juicio es riesgoso tomar acríticamente la noción comunitaria indígena, pues al no respaldarse en la vivencia directamente ligada a la cultura, puede estancarse en ideología incongruente con la práctica. Pero entonces, ¿no se podrá construir comunidad a pesar de una formación cultural eminentemente individual? Aterricemos ahora en terrenos concretos. Tanto Pietro Barcellona como los teóricos comunitaristas o los movimientos indígenas impulsores de la comunalidad, nos dan suficientes bases para entender lo crucial de la vivencia comunitaria para fomentar un mundo más amable. Pero de momento, dejemos al mundo por su lado y centremos la atención en nuestras familias, nuestros empleos, nuestras colonias, nuestras universidades, que es el sitio donde la comunidad necesita cobrar vida. De la comunalidad retomo la idea de que la comunidad no se forma en el dis- Bibliografía Barcellona Pietro, Posmodernidad y comunidad. El regreso de la vinculación social, Trotta, Madrid: 1992. , El individualismo propietario, Trotta, Madrid: 1996. Castells Manuel, “¿Es sostenible la globalización en América latina?,” en Maria Eugenia Sánchez Díaz de Rivera (coordinadora), Las universidades de América Latina en la construcción de una globalización alternativa, UIA Puebla/ UIA León/ ITESO, Puebla: 2004. Díaz Gómez Floriberto, “Comunidad y comunalidad”, en La Jornada Semanal, México: 11 de marzo del 2001. , “Derechos humanos y derechos fundamentales de los pueblos indígenas”, en La Jornada Semanal, México: 11 de marzo del 2001. 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A ○ curso, sino en la práctica; entonces, la comunidad sólo se puede ir construyendo en el trabajo grupal con objetivos comunes. Sobre la base de la vivencia cotidiana del diálogo y el consenso nuestra racionalidad individual puede ir abriendo espacio al otro como un fin en sí mismo y no como un medio. Incluso, algunos de los valores más nobles de nuestra formación judeo–cristiana, como la caridad, pueden resultar un obstáculo para construir comunidad, pues esto no significa ayudar al otro (cosificado), sino hacer junto con el otro. Existen distintas experiencias de construcción comunitaria. Muchas de ellas han derivado de urgencias comunes, tales como desastres naturales y problemas de tenencia de la tierra, en fin, esto nos muestra que lo central para formar comunidad es tener objetivos comunes, y no individuales compartidos por varios; debe tratarse de una meta única que se trabaja comunitariamente (ver González Morales, s/f). En este sentido no basta, o incluso, no sirve que todos aprendan las mismas consignas y los mismos objetivos, sino ir gradualmente planteándose y trabajando en estos objetivos. Pudiera parecer que lo aquí expuesto no es más que una bonita utopía, fácilmente dogmatizable, y por lo tanto, difícil de llevarla a la vida. Me parece determinante para construir comunidades en el mundo cotidiano contemporáneo, en colonias, empresas, ejidos, iglesias, universidades o cualquier tipo de colectividad, partir del individuo, es indudable que nuestro actuar diario está impregnado de cuatrocientos años de modernidad, y por lo mismo, no podemos negar el yo, y de la nada inventarnos un nosotros. La comunidad debe partir de una voluntad individual de ser en otros y con otros, la cual sólo puede surgir del espíritu, no en el sentido religioso, sino entendiéndola como motor que nos impulsa. Si este espíritu es una ambición u objeti- 31 ¿Cómo lograr la calidad dentro de una institución educativa?... La evaluación es la respuesta 32 ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ En cualquier institución educativa resulta fundamental reflexionar para encontrar la vía que conduzca a una educación de calidad en la que se encuentre presente la evaluación educativa en todo momento. Con esta aseveración no se quiere decir que no existen caminos a seguir para llevar a cabo una evaluación adecuada, sin embargo, es importante contar con una idea clara de cómo evaluar: ¿Cómo institución educativa, que puedo hacer para mejorar, para trascender? ¿Qué será más conveniente, centrarse en los resultados o en los procesos? ¿Qué indicadores debo tomar en cuenta para realizar una buena evaluación? ¿Cómo puedo tener un control en la evaluación? En fin, las incógnitas al respecto pueden ser muchas más. Para iniciar es conveniente definir el concepto de evaluación: consiste en un proceso para identificar, obtener y proporcionar información acerca de un programa valorado en sus metas, planificación, realización e impacto, con el propósito de guiar la toma de decisiones, proporcionar información y contribuir a su comprensión, y con el criterio de su valor (como respuesta a las necesidades), y su mérito (la calidad con la que se consigue).1 ○ Lydia Cárdenas Rodíguez A partir de lo anterior considero que la evaluación es un proceso y un resultado: implica determinar los criterios de lo que se pretende evaluar, los cuales permitan comprobar la realización. Haciendo dicha comparación entre los indicadores y la práctica, se obtienen los resultados, y con la valoración de lo conseguido, lo deseable y lo posible, podemos concluir en un juicio valorativo. La evaluación aporta datos objetivos y valoraciones que deben contribuir a la toma de decisiones en cuanto cambios y mejoras de lo evaluado. La evaluación sistemática es la recopilación de la información, desde el estudio de las necesidades en los contextos, los programas elaborados para resolverlas, los planes y las estrategias de acción para conseguir las metas propuestas, y los efectos logrados. Lo que distingue a la evaluación es la emisión de juicios valorativos fundamentados que orienten la toma de decisiones para la realización de acciones que permitan cambios positivos en cualquier ámbito dentro de una institución educativa; es el “motor” que impulsa el cambio, de este modo se convierte en una herramienta para la mejora continua de los planes, proyectos, programas y activida- LYDIA CÁRDENAS RODRÍGUEZ Alumna de sexto semestre de la licenciatura en Educación de la UIA Torreón. [email protected] ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ des, posibilitando el logro de la calidad en todos los ámbitos. Ya que tenemos un concepto de evaluación más claro, es importante considerar que para que una institución educativa cumpla con sus objetivos y metas más profundas, es necesaria una evaluación que vaya de la mano con el desarrollo de todo el fenómeno educativo. Una evaluación continua y bien fundamentada permitirá que todos los recursos (materiales y humanos) de la institución hagan su trabajo de la mejor manera posible y en las más óptimas condiciones, procurando siempre que exista entre ellos una relación armoniosa, directa y coherente. El movimiento de mejora de las escuelas promueve el aprovechamiento del impulso de las reformas educativas para acrecentar lo calidad de la practica educativa, por lo que una institución de calidad será aquélla en la que los alumnos progresan al máximo de sus posibilidades y en las mejores condiciones posibles.2 Un centro educativo “viaja” en una dirección guiada por los objetivos, los procedimientos y una visión que refleja su filosofía educativa y el conjunto de valores que la rigen. Ahora bien, para lograr la calidad educativa es imprescindible que todos los miembros de dicho centro estén familiarizados con las políticas que lo rigen y que también estén dispuestos a permitir transformaciones en beneficio de los estudiantes. Un proyecto innovador de mejora tendrá más éxito si se apoya en un proceso simultáneo de fortalecimiento de las condiciones de gestión institucional, pues la evolución debe darse en general para que todos obtengan “frutos” positivos. Para lograrlo es muy importante priorizar las necesidades de cambio de gestión del centro mediante un liderazgo educativo que permita un consenso entre los miembros de la institución para jerarquizar las necesidades fundamentales. La pregunta es ¿cómo seleccionar aquellas necesidades bá- sicas o fundamentales? Considero que algunas acciones clave parten de las siguientes preguntas: •¿Dónde estamos ahora? Analizar las condiciones internas del centro educativo y fomentar la participación en el análisis de las condiciones actuales. •¿Dónde quisiéramos estar? Dialogar acerca del tipo de escuela que se quiere (comprobar si la visión, misión y filosofía educativa en realidad se están llevando a la práctica como se planteó en un principio e identificar las prioridades de mejora). •¿Cómo llegaremos? Distiguir las necesidades para realizar los proyectos (de formación, capacitación, recursos materiales o humanos, instalaciones, eficacia en la calidad de enseñanza, etc.) y planificar los proyectos (concreción de las estrategias, descripción de los recursos necesarios, determinación de los criterios de valoración de la realización y su calidad). •¿Qué debemos hacer para conseguirlo? Dialogar sobre los procesos, avances y dificultades, y revisar constantemente el proceso real, en contraste con el proyecto planeado. •¿A dónde iremos después? Creación de nuevos proyectos de mejora en coherencia con la información aportada desde el proyecto, su realización y sus logros, y consolidar los procesos de mejora (diseño, planificación, realización y revisión). Para lograr todo esto es fundamental involucrar e implicar a todos los miembros en la “construcción de los cambios”. Es importante que todos y cada uno de ellos lleve a cabo una autoevaluación de su trabajo y de la relación que guarda con ideales y objetivos de la institución en sí. Ahora bien, aquí es necesaria señalar que los profesores, más que cualquier otro miembro de un centro educativo, son los responsables directos de conseguir que la enseñanza y el aprendizaje de los alumnos mejore mediante la ayuda de una evaluación de calidad. 33 34 ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ Por eso, se puede decir con justa razón, que la actividad de evaluación es ante todo compleja, pues en ella al profesor se le debe considerar el protagonista y responsable principal: la evaluación exige al docente analizar su práctica y enfrentarse a una serie de asuntos y problemas de carácter psicopedagógico, técnico–práctico y administrativo–institucional, difíciles de abordar. Al desempeñar sus funciones en alguna institución educativa, cualquier docente debe tener una noción del modo en que se aprende y se enseña, así como una concepción sobre cómo, cuándo, por qué y para qué evaluar, con el fin de asegurarse que las experiencias educativas que proponga en el acto de enseñanza produzcan resultados positivos en los alumnos. Además, el profesor debe poseer un cierto conocimiento teórico y práctico que incluya instrumentos y técnicas para evaluar los aprendizajes de los estudiantes en el momento pertinente. La evaluación aporta al maestro un mecanismo de autocontrol que le posibilita conocer las causas de los problemas u obstáculos presentes a lo largo de su trabajo, y a su vez, le da a conocer de qué forma los aciertos han contribuido a mejorar la calidad de la enseñanza. Sin la evaluación un docente difícilmente podría asegurarse de que ocurra algún tipo de aprendizaje, o le constaría mucho saber qué tan eficaz está siendo su práctica docente. Hay que preguntarse, pues, si sería conveniente que un profesor evaluara en su práctica para lograr los objetivos que se propone, los cuales se encuentran directamente relacionados con las metas primordiales de la institución educativa a la que pertenece. Podemos partir de la siguiente incógnita: ¿qué conocimientos deben tener los profesores y qué deben hacer?: •Conocer cuál es el concepto que la institución tiene sobre la “educación”, qué tipo de hombre pretende formar y cómo lo quiere formar. Es importante que esta se realice para que el docente “mida” terreno y cuente con una idea clara a la hora de crear sus objetivos y metas personales (coherentes con las del centro al que brinda sus servicios). •Conocer la materia que van a impartir. •Conocerse y cuestionarse a fondo. Esto sería provechoso para que el docente tenga un conocimiento propio de sus alcances y de sus límites como persona. Reflexionar acerca de su capacidad técnica y teórica; así como de su capacidad práctica. •Hacer una crítica fundamentada de la enseñanza habitual que hasta ese momento se ha utilizado, incluyendo actividades, técnicas, procedimientos y estilos. Esto permitirá que el docente perciba qué conocimientos, valores, aptitudes, actitudes, destrezas, etcétera, le hacen falta para ser un maestro “integral”. Es fundamental que se busque una actualización continua mediante la investigación. •Dentro del aula, el docente debe saber cómo dirigir al grupo: preocuparse por conocer la dinámica de grupo que se maneja con el propósito de utilizar aquellos métodos que sean más adecuados para establecer un ambiente óptimo que propicie el aprendizaje. El maestro tendrá que enseñar, también, mediante el ejemplo. A través de un proceso de reflexión sobre el contexto y las características de su clase, debe decidir lo que es conveniente hacer, considerando siempre las características, carencias y conocimientos previos de sus alumnos, la tarea de aprendizaje a realizar, los contenidos y materiales de estudio, las intencionalidades u objetivos perseguidos, la infraestructura y facilidades existentes, el sentido de la actividad educativa y su valor en la formación del alumno.3 Como podemos notar, todos los puntos que responden a la pregunta antes citada, llevan implícita la evaluación, ya que ésta permitirá al docente obtener un control sobre lo que hace con la finali- ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ Planificar Bibliografía Gento Palacios Samuel, Instituciones educativas para la calidad total, Muralla. www.uned.es/investigacion/ doctorado/ cursos_virtualizados.htm www.comie.org.mx/revista/Pdfs/Carpeta5/ 5resena3.pdfcsociales.uchile.cl/publicaciones/enfoques/01/edu14.htm www.uv.mx/gestion/ponencias/ MarEDa%20Cristina%20S%E1nchez%20Romero.pdf 1 www.uned.es/investigacion/ doctorado/ cursos_virtualizados.htm 2 Gento Palacios Samuel, Instituciones educativas para la calidad total, Muralla, p. 55. 3 www.comie.org.mx/revista/Pdfs/Carpeta5/ 5resena3.pdf ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ tribuido al logro de sus resultados y productos esperados. •Eficiencia, si los recursos y procesos que emplea la institución son utilizados apropiadamente y cumplen su función. •Congruencia, al corrobar si dentro de una institución existe correspondencia entre los insumos humanos y físicos, y los procesos y los resultados propuestos. En otras palabras, deberá existir concordancia entre las características de los estudiantes que ingresan, el modelo de profesor que se requiere para cumplir con las políticas del centro educativo, los recursos físicos con que se cuenta o que se adquieren, y los propósitos y objetivos propuestos. Para finalizar, quisiera dar respuesta a la primera pregunta que se planteó al principio del presente trabajo: ¿Cómo institución educativa, qué puedo hacer para mejorar, para trascender? Después de un análisis profundo y reflexivo, la solución se centra en contar con una evaluación continua e integral, que tienda a la mejora permanente y al logro de la calidad total en la institución educativa donde se aplique. A ○ Con esto quiero decir que la evaluación es el primer paso para lograr que existan cambios dentro de cada práctica docente, que culminarán en transformaciones a nivel de institución educativa. Así pues, presento una evaluación cuyo propósito es conseguir la relevancia, eficacia, efectividad, congruencia y eficiencia de un determinado centro educativo: •Relevancia, al establecer una relación coherente y directa entre los propósitos institucionales y los requerimientos sociales, ya sea para la solución de problemas prácticos o conocimiento científico–tecnológico. ¿Puedo alcanzar los objetivos? y ¿estos objetivos para quién son? •Eficacia, al comprobar si los propósitos y objetivos propuestos por la institución se han alcanzado: ¿en realidad la institución ha logrado que sus estudiantes aprendan lo que deben aprender? Entonces, una institución será de buena calidad si sus estudiantes y egresados demuestran los niveles de aprendizaje de contenidos, habilidades, destrezas, actitudes y valores establecidos. •Efectividad o validez educativa, si los procesos educativos en el aula han con- ○ ○ ○ ○ ○ Ejecutar ○ ○ ○ ○ ○ ○ Evaluar ○ ○ ○ ○ ○ Sistematizar de calidad docente ○ ○ Mejora del nivel ○ ○ ○ ○ ○ dad de que mejore sus debilidades y afiance sus fortalezas, y además, pueda establecer de manera permanente un proceso de mejora continua, como se muestra enseguida: 35 ¿Por qué hacer una investigación sociocrítica literaria? 36 ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ las formas de aprehensión y representación de la realidad, y las distintas esferas de aplicación del saber. Pero la literatura, que no es propiamente un saber, sino una práctica especifica en la ideología, situada al nivel de lo vivido, sentido y percibido, no participa de la misma manera que las distintas disciplinas científicas de la creciente división social del trabajo intelectual... ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ Sin duda, el desarrollo material de la sociedad se acompaña necesariamente de una creciente división y especialización del trabajo material e intelectual, que reediten ○ ○ ○ John Beverley nos dice que las “ideologías no están hechas de ideas sino de prácticas”, planteando que la literatura constituye una práctica ideológica especifica, con algunas sugerencias finales acerca de las tareas de la crítica literaria, particularmente en el contexto latinoamericano. El trabajo ideológico consiste en producir y articular sujetos con identidades coherentes de género, clase, etnia y nacionalidad, apropiadas a su lugar y dentro de un orden social concreto. Podemos afirmar que en toda sociedad el lenguaje es el sistema simbólico principal a través del cual los seres humanos que la componen representan su relación con las normas y los proyectos de la colectividad social. Esto nos lleva a asegurar que el terreno de la interpretación ideológica es esencial, aunque no exclusivamente, el discurso. La literatura, como una práctica discursiva especial, es, entonces, en esas sociedades donde se ha desarrollado, una práctica ideológica por excelencia. Francoise Perus, propone al respecto: ○ Nubia Amparo Ortiz Guerrero Lo que Jean Franco ha escrito respecto del Macondo de Gabriel García Marquez —“ficción”, como se sabe, que funciona como una condensación simbólica de la historia y la sociedad latinoamericana— quizá pueda ayudar a aclarar o por lo menos concretizar el uso del concepto de un imaginario social literario. Ella señala que en García Márquez, tanto como en la novela del boom en general, se duplica el concepto cultural del autor. Esto equivale a decir que la narrativa de García Márquez no es la representación de la realidad histórica y social de América Latina (es o ha sido algo que constitiría el objeto de estudio de las ciencias sociales, por ejemplo), sino más bien la representación de la realidad de esas identificaciones imaginarias a través de las cuales se ha “percibido”, “vivido” y “sentido” NUBIA AMPARO ORTIZ GUERRERO Investigadora y crítica literaria. Licenciada en Literatura y Lengua Española, especialista en Docencia de Problemas Latinoamericanos, magíster en Estudios sobre Problemas Políticos Latinoamericanos por la Universidad de Cauca y doctora en Letras Mexicanas por la UNAM. [email protected] ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ esa realidad. Un libro como Cien años de soledad no sólo es una representación dentro de la ideología —un imaginario social— que presenta una manera de “percibir” y “sentir” el pasado histórico y el potencial de América Latina en su etapa de liberación nacional. En su momento histórico de origen, los textos que componen el canon literario (tanto como el canon en sí en su carácter de institución cultural) tienen una pertenencia de clase, y consciente o inconscientemente, cumplen la función de asegurar las condiciones de dominación social. Parte de la tarea de la sociocrítica ha sido demostrar precisamente esa “determinación social de la forma literaria” negada como posibilidad por el formalismo. Pero, ¿por qué?, ¿con qué visión estratégica de la relación entre literatura, crítica literaria y política de masas? Volvamos al problema de la distinción entre arte e ideología. Si como sugerimos, esta distinción carece de rigor, es cierto que puede tener un valor coyuntural en ciertas circunstancias: precisamente, como ideología. Estamos conscientes de la validez de la observación de Walter Benjamin acerca de que todo documento de la civilización es también un documento de la barbarie. La literatura es, al menos en la forma en que se presenta como institución social ante nosotros, un fenómeno determinado por la lucha ideológica burguesa contra la cultura feudal o precapitalista. Su generalización como forma cultural en el mundo moderno depende, entre otras cosas, de su utilidad ideológica como sucedáneo secular de las formas discursivas de la religión o la narración oral épico– mítica, la teología de la imprenta y el advenimiento. Aunque sea parte de la ideología de lo literario concebir a la literatura como un modo de expresión “universal”, aquello que la literatura interpela no es él “genero humano” o la “nación” o el “pueblo”, sino más bien al “público lector”: es de- cir, en toda sociedad de clases, las llamadas “clases educadas”. Como se sabe, en muchos países éstas son, a su vez, una fracción muy pequeña de la población, dados los problemas de analfabetismo o alfabetización parcial, y a veces, la falta de desarrollo o institucionalización de la misma literatura nacional. Sin embargo esto no quiere decir que carecen de importancia. Las “clases educadas” presentan una gama de posiciones socioculturales contradictorias que pueden ser movilizadas a favor o en contra de un proyecto político concreto. Para Gramsci, uno de los terrenos de la constitución de lo nacional–popular como forma de hegemonía es, precisamente, la literatura. Como se sabe, en muchos países de América Latina, para estudiantes, profesores, profesionales y técnicos de todo tipo, así como para sectores de la burguesía nacional, no siempre existe una identidad de intereses con el Estado oligárquico dependiente, representado en su forma más característica, aunque no única, por la dictadura militar, dado entre otras cosas, por la incapacidad de dicho Estado para llevar adelante un proyecto de desarrollo nacional propiamente burgués. En este contexto, la articulación diferencial de un interés nacional– popular antioligárquico puede tomar la forma de una creencia en que el bloque de poder dominante no permite, o es incapaz de adelantar el desarrollo pleno de la cultura —tanto las formas elitistas (bellas artes, poesía, literatura, educación universitaria) como las populares (lenguas y culturas indígenas o minoritarias, fiestas y otras tradiciones populares)—. La máxima eficacia política se consigue precisamente con la caracterización de la misma oligarquía como filistea. Lo “estético” en sí, a diferencia de su carácter generalmente afirmativo dentro de una situación de normalidad burguesa, puede en este caso agudizar un sentimiento de 37 38 ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ desacuerdo con el estatus quo nacional, y servir como estímulo y contexto a la vez para una concientización personal y política. De allí la función de la poesía o de la canción en el desarrollo del compromiso revolucionario en varios movimientos latinoamericanos, recientemente, por ejemplo, en el sandinismo y las organizaciones populares salvadoreñas. Es el caso de poetas como Roque Dalton y Ernesto Cardenal; no se trata simplemente de averiguar la presencia de una “conciencia social” en su poesía, como si fuera otro elemento —positivo o negativo— de su eficacia estética. El problema, al contrario, es entender cómo condiciona el éxito o fracaso estético de su poesía su eficacia política para organizar y alentar el movimiento revolucionario en sus países: en otras palabras, cómo se comprometen en la producción de una “literatura de partido”, para acudir a un concepto de Lenin (con la salvedad de que tanto el partido como la literatura van a ser distintos de aquellos tradicionalmente asociados con el leninismo). Insistir de la importancia en las prácticas artísticas y críticas dentro de un proceso de movilización política no quiere decir que todas o cualquiera de ellas sean iguales, ya que la literatura como conjunto de ideas o institución ha tenido un valor ideológico especial en América Latina: por ejemplo la función del barroco literario como signo de una autoridad metropolitana en la Colonia (donde el dominio de la escritura misma era algo que distinguía al colonizador de las masas indígenas colonizadas), pero también como un modo de expresión para una naciente conciencia criolla; el papel del escritor liberal–romántico durante la guerra de independencia como una especie de “conductor de pueblos”, capaz de “informar” a través de su retórica acerca de los procesos de liberación y formación nacional; el cultivo del esteticismo y de la poesía en particular por los intelectuales orgánicos de la oligarquía terrateniente desplazada por el imperialismo a fines del siglo XIX (fenómeno que ha estudiado Francoise Perus en su libro Literatura y sociedad en América Latina: el modernismo); o la idea del escritor genial como foco simbólico de la voluntad nacional y por lo tanto, posible candidato presidencial (Sarmiento, Gallegos, Neruda y la siempre discutida y postergada candidatura presidencial de García Márquez en Colombia, entre otros). En sociedades en las que, a causa de un desarrollo cultural y pedagógico desigual el analfabetismo está muy extendido, la poesía y la retórica política tienen la virtud de presentarse en la transmisión oral. Al mismo tiempo, incluso ante la población analfabeta o frente a aquellos que tienen un limitado acceso a la literatura culta, se le atribuye al escritor y a la literatura un aura de autoridad y carisma. Sergio Ramírez, novelista y ex presidente del gobierno sandinista en Nicaragua, observa por ejemplo que la figura de Darío “siempre estuvo en el alma popular nicaragüense, como un gran orgullo intuido e incomprendido, un genio de hazañas ignoradas, que venía de lejos, vencedor de la muerte y triunfaba sobre cualquier otro genio, como señor de los ingenios, versificador infinito y fabricador de rimas imposibles, porque la poesía como tal, y la inspiración, son valores frente a los que rinde su admiración sin límites este pueblo”. En un sentido más directamente político, el letrado como líder revolucionario es parte de una larga e importante tradición en América Latina, que va desde Tupac Amaru y el padre Hidalgo, hasta Fidel Castro. Su figura y su obra constituyen un significante ideológico donde la “iletrada” voz del pueblo puede convertirse o encontrarse a sí misma reflejada en un discurso de poder equivalente a la cultura oficial de las clases dominantes, y por lo tanto, ser capaz de desplazarla. He ahí la importancia de hacer una investigación sociocrítica literaria. A Ortografía poética (fragmento) Araceli Téllez ARACELI TÉLLEZ Directora de Difusión Cultural en la UIA ciudad de México. Ha publicado, entre otros, los poemarios Bocas extrañas, Amormínimos, Desnuda y la serie Ortografía poética (dos volúmenes), el libro de cuentos Historias al margen y en prensa el de narrativa infantil La guerra de las vocales. [email protected] Afirmación Sí, es el gran amor de mi vida. Antónimo Un amor tan claro como la noche. Coma La pausa de su aliento entre un beso y otro. 39 Gerundio Por ti ando viendo sintiendo y viviendo. Indeterminado No sé si quiero vivir contigo o contigo vivir. Pronombre posesivo Sin lugar a dudas: soy tuya. Plural De vez en cuando una orgía. Singular No’más contigo. Ortografía poética, fue publicado por El Consejo Nacional para la Cultura y las Artes y el Instituto Nacional de Bellas Artes, a través del Centro Nacional de Información y Promoción de la Literatura y la Editorial Praxis, y presentado el 19 de mayo de 2005, en el Museo Mural Diego Rivera, en la ciudad de México. 40 Esther en alguna parte ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ “YO SABÍA que tanta belleza me iba a costar caro”, dijo Larry y abrió los brazos en cruz, crucificado en el aire. A Lino le sorprendió el fervor de la última frase. En verdad, no salía de su asombro. De alguna manera le irritaba haber simpatizado tan fácil con ese hazmerreír presuntuoso, auténtico mamarracho de alpargatas y tirantes que en otras circunstancias él habría rechazado sin vuelta de hoja, pues su natural retraimiento carecía de escudo ante las bufonadas de los viejos verdes. Sin embargo, las horas que pasaron juntos se fueron en un santiamén. Si él no siguió conversando con Larry fue porque a Totó le sonaron las tripas. —Tengo hambre— dijo el bobo. Cuando esa noche Lino hizo el recuento de lo sucedido, a la luz de la picuala y al aroma de la luna, las escenas del encuentro editaron en su mente un carrusel carnavalero —sin duda, muy cubano—. Tenía la tersa y a la vez ambigua impresión de haber conocido a muchas personas en una sola. Un conjunto de voces diferentes retumbaba en las paredes de su cuarto y el eco de las resonancias le provocaba una grata confusión, tan grata, incluso, que supo que volvería a visitar a Larry, de nada valía negarse esa oportunidad, por- ○ ELISEO ALBERTO Cuba (Arroyo de Naranjo, 1951). Su nombre completo es Eliseo Alberto de Diego García y Marruz, hijo del poeta Eliseo Diego y sobrino de los escritores Cintio Vitier y Fina García–Marruz. Ha publicado en el exilio: La eternidad por fin comienza un lunes (Alfaguara, 1992), Informe contra mí mismo (Alfaguara, 1997), Caracol Beach (Premio Alfaguara 1998) y La fábula de José (Alfaguara, 2000). ○ Eliseo Alberto que con independencia de su terca desconfianza, aquel hombre también llamado Elizabeth sería, lo iba siendo o ya lo era, ese amigo que él había estado buscando durante su árida viudez. ¿Cómo pueden establecerse puentes de afinidades sobre el endeble pedestal del azoro? A ver, ¿y por qué no? ¿Cómo evitar que algo así suceda, y en el momento menos esperado, además? ¿Bastan tres o cuatro horas para admirar a un perfecto desconocido? Y para quererlo, ¿cuántas? ¿Mil más? ¿Quién ha tallado en piedra de obligada ley la tabla de mandamientos que regula los aldabazos del corazón? ¿Dónde están escritos los plazos o las normativas de cada deslumbramiento humano? Sin saberlo, Larry aclaró sus dudas con una sentencia crepuscular: “¿Acaso no existe la amistad a primera vista? La amistad también es un romance”. —Ven. ¡Parapán pan pan!... Desde la fila ante el puesto de periódicos, el tal Larry Po o Arístides Antúnez o Lucas Vasallo o Benito O’Donnel o Pierre Mérimée o Eduardo Sanpedro o Abdul Simbel o Plácido Gutiérrez o Elizabeth Bruhl, uno de ellos, quién sabe cuál, lo había embrujado con una orden tan simple que Lino no supo 41 42 ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ desobedecer, como un peregrino del Camino de Santiago que sigue ciegamente la aclamación de una campana: —Ven. Lino contó veintidós escalones hasta el primer descanso, donde nacía un pasillo lateral que, de seguro, llevaba a los otros departamentos del edificio. Una puerta de barrotes cerraba o abría el paso hacia “el palomar” de Larry, dieciocho escalones más arriba. La rampa conducía directamente a la esquina sureste de la sala, amplia y refulgente, de alto puntal. Tres columnas de granito rosado daban a la estancia una apariencia de señorial solidez. En la fachada principal, dos puertas de madera se abrían hacia el balcón exterior, con barandal de piedra calada. La casa olía a creolina. ¡Parapán pan pan!... ¡Parapán! Durante el ascenso por la escalera, Lino se reprochaba la locura de haber aceptado que Larry le regalase un tambor a Totó. Debió rechazar la propuesta con cualquier pretexto, pero la referencia a “Marujita la cantante de filin, qué lindo cantaba tu mujer, tenía una voz privilegiada, lástima que fumara como una chimenea” había sido una carnada irresistible. Aunque se negara a aceptarlo, Lino iba tras ese anzuelo peldaño a peldaño. Le dolía reconocer que llevaba muchos años sin pensar en su difunta esposa. Aquel amor ya comenzaba a desdibujarse como estampas lejanísimas de su mayor frustración cuando volvieron a sangrar las cicatrices que más hondo calan en la piel: las de una incertidumbre. El olvido fue la única solución que Lino Catalá había encontrado para no odiar a esa Maruja Sánchez secreta y esquiva que fumaba y cantaba y se emborrachaba y se cortaba las venas sin tener siquiera la gentileza de hacerlo sentir culpable. ¡Cómo ella pudo esperar hasta el primer minuto de su muerte para decirle que él nunca sabría con quién diablos había dormido durante veinticinco años y una noche de silencios y cansancios! Para colmo, se estaba orinando. El texto aquí presentado es un capítulo de la última novela de Eliseo Alberto, recientemente editada con el mismo título por la editorial Espasa Calpe (Madrid, abril 2005, 200 pp.) y publicado en Acequias con la aprobación del autor. ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ cias de cada día. Por despedida, abanicó la mano y se apoltronó en uno de los bancos de la pequeña plaza. Apenas demoró doce segundos en quedarse profundamente dormido —el rostro oculto bajo la gorrita de pelotero, el calcañal de un pie sobre el arco del otro, las manos al cinto y los dedos prendidos en las trabillas del aparatoso pantalón. Los transeúntes se veían obligados a saltar los remos de sus piernas y algún que otro distraído no pudo impedir el tropezón —tampoco el disgusto: “alza la talanquera, campeón, que la acera no es tuya”. Desde la esquina, Lino le echó un último vistazo a su amigo: el actor se golpeaba el pecho con el puño, como si tocara a una puerta. Entonces se acostó sobre el banco en posición fetal. Talón contra talón se descalzó las alpargatas para rascarse los empeines. El bobo jaló a su abuelo por la manga. Fontanero de sus grifos corporales, Lino agradeció el remolque porque sabía que ese picapica en el bajo vientre era el aviso de que, al menor descuido (un estornudo, una tos, un carraspeo), el embalse de su vejiga se desbordaría de orines —en vista de lo cual trancó sus muslos y echó a andar paticruzado, con las rodillas amarradas por el miedo, sin atreverse a soplar el cornetín que Totó acababa de confiarle, de propia mano—. —Toca, toca, anda, toca— dijo Totó. A ○ —Permíteme pasar al baño— dijo Lino. —Dale. Estás en tu casa. Desde la taza del inodoro, lo escuchó declamar el relato de sus múltiples biografías: “Yo soy en verdad Arístides Antúnez, un actor sin suerte, extra de la televisión, Don Juan de pura sangre, viejo verde y cursi. Nací y crecí en el pueblo de Arroyo Naranjo, allá en las afueras de La Habana, donde mi padre cocinaba ladrillos en un tejar del XIX”. Al filo del mediodía, Lino ya había relegado a un segundo plano la celosa referencia a Maruja. Más tranquilo, sereno, sosegado, se dedicó a escuchar el monólogo de Larry, a ratos sin prestarle la atención que fingía, porque le fascinaba contemplar la decoración de aquella casa donde era fácil sentirse amparado. Identificó la firma al pie de los cuadros, René Portocarrero, José María Mijares, Víctor Manuel, tres de sus pintores preferidos, y en el librero que limitaba frontera entre la sala y el comedor, reconoció algunas ediciones de la imprenta Úcar y García en las que él había trabajado como linotipista en su juventud: Por los extraños pueblos de Eliseo Diego, Las miradas perdidas de Fina García–Marruz, entre otros. Desde el óvalo de un pequeño marco, lo observaba el rostro de águila de Virgilio Piñera, en un retrato recortado de alguna revista. ¡Parapán pan pan!... Totó tocaba el tambor en el balcón, barajando la voz de Larry Po entre redobles rimbombantes. “Me considero afortunado: la gente que me mira no me ve”. Larry los acompañó hasta el parque sin decir palabra. Bajó las escaleras silbando una canción de Frank Sinatra pero, ya en la calle, le cayeron los años encima y suspiró un par de quejidos dóciles. Por alguna razón, se le había acabado la cuerda del entusiasmo. Se frotó el ojo para disimular un súbito pestañeo. “¿Te cayó una basurita?”, dijo Lino y Larry asintió al tiempo que exponía su párpado inferior a los soplos de su amigo. “No veo nada. ¿Mejor?”. Paso a paso, el comediante se entregaba a su quehacer rutinario, a las queren- 43 El centro-norte mexicano en su narrativa actual: algunos nombres, algunas direcciones 44 ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ De lo particular a lo general Para nadie es un secreto, y esta décima convocatoria de la Universidad de Texas en El Paso es la mejor prueba de mi siguiente afirmación, que la literatura mexicana goza hoy de una salud extraordinaria. Innumerables autores y una significativa suma de editoriales y lectores evidencian a vistazo simple que la realidad literaria de nuestro país vive una movilidad efervescente. Pese a ello, da la impresión de que los acercamientos críticos sólo se han encaminado a examinar lo que acontece en zonas como el Distrito Federal, Monterrey, Guadalajara, Veracruz, Puebla y Tijuana, entre otras pocas. La explicación es lógica: el afán crítico detiene su atención en aquellos productos que le son próximos, en la obra local, más si esa obra ha sido gestada en epicentros culturales como Monterrey o el Distrito Federal. De esa forma, los autores regiomontanos o deefeños, por ejemplo, han generado su propia tradición crítica sobre lo antiguo y sobre lo contemporáneo, y así en el periodismo como en la acade- ○ Jaime Muñoz Vargas mia los críticos han seguido de cerca, muy ceñidamente, lo que ocurre en su propio radio de acción. Muy al margen de aquellos centros, con empresas de edición y distribución limitadas al ámbito regional, y con autores que en la mayoría de los casos jamás han trabajado fuera de sus localidades, la literatura periférica no deja sin embargo de representar a una buena parte del país o, en el peor de los casos, a estados o regiones con una producción literaria ya estimable, como la del centro–norte de la República. ¿Y a quién si no a nosotros mismos, los que vivimos dicha realidad, nos debe interesar lo que se publica en esos rumbos? Para darle desahogo a tal preocupación he comenzado por lo particular y, paulatinamente, he enfilado mis intereses hacia ámbitos más amplios. Primero atravesé la influencia que Saúl Rosales Carrillo —narrador, poeta, crítico, maestro torreonense— ha tenido sobre las letras de la Comarca Lagunera en los últimos veinte años.1 Unos meses después, en una sesión ad hoc de la Feria del Libro JAIME MUÑOZ VARGAS Licenciado en Ciencias de la Información y candidato a maestro en Historia. Investigador en el Archivo Histórico Juan Agustín de Espinoza, SJ, y coordinador del Taller Literario de la UIA Torreón. Ha publicado entre otros, El augurio de la lumbre, Pálpito de la sierra Tarahumara, El principio del terror, Juegos de amor y malquerencia, y recientemente Tientos y mediciones. Breve paseo por la reseña bibliográfica (UIA Torreón/ ICOCULT). ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ y, principalmente, Torreón. Este triángulo está alejado mil kilómetros de la capital de la República y es más o menos equidistante de otros dos importantes centros difusores de literatura: Guadalajara y Monterrey. Por su condición de capitales políticas y de ciudades con una historia que se remonta a la Colonia, Durango y Saltillo pueden presumir de una tradición literaria vinculada sobre todo a la poesía y al ensayo histórico; La Laguna, con la apenas centenaria ciudad de Torreón a la cabeza, vive en estos momentos su mejor etapa como zona productora de escritores, aunque desde hace décadas se ha destacado como región con economía sobresaliente en los ramos agrícola, comercial e industrial. En este triángulo, insisto, se ha gestado en los años recientes una literatura estimable, digna al menos de mención. ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ Dos vistazos generales al norte Dos jóvenes críticos mexicanos han escrito hace poco sendas aproximaciones a la narrativa del norte mexicano. Eduardo Antonio Parra (León, 1965, pero radicado mucho tiempo en Monterrey y hoy en el DF) publicó su panorámica en mayo de 2001, y en ella visualizó por primera vez, de manera sinóptica, los nombres que en los años cercanos han descollado en la narrativa mexicana del norte. Para efectos de lo que aquí abordo, me parece importante citar el primer razonamiento de Parra: ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ El triángulo centro–norte Lo primero que debo hacer es ubicar las coordenadas en el mapa, dejar claro qué lugar físico ocupa esta literatura en la geografía nacional. Cuando hablo del “centro–norte mexicano” me quiero referir exactamente a la zona formada por un triángulo equilátero que en sus ángulos tiene a dos ciudades y a una región: en las puntas inferiores aparece, a la derecha, Durango, capital del Estado del mismo nombre, y, a la izquierda, Saltillo, capital de Coahuila; en la punta superior se ubica La Laguna, comarca en la que se apiñan quince municipios entre los que destacan Gómez Palacio, Ciudad Lerdo ○ ○ ○ de Guadalajara, emprendí un primer acercamiento general a la literatura contemporánea de La Laguna.2 Aquellos dos vistazos no han concluido, pues en marcha tengo un amplio examen de la vida y obra de Rosales Carrillo, además de una investigación más amplia acerca de la literatura lagunera.3 Eso no ha impedido, empero, que ahora pretenda abarcar un territorio de mayor latitud, razón por la cual en los meses recientes he extendido mis afanes a las dos ciudades más próximas a la Comarca Lagunera: Saltillo y Durango. El propósito, ya se podrá advertir, es abrir aros concéntricos y desde Torreón llegar, por qué no, a tener un mapa detallado de la literatura que se está gestando en el norte de México, de manera que algún día podamos distinguir sus peculiaridades, si las hay. En este ensayo me propongo, en suma, armar un censo de los escritores contemporáneos que, a mi parecer, tienen ya un trabajo constante, destacado y/o influyente al menos en Durango, La Laguna y Saltillo. Por cuestiones de espacio me he limitado a los narradores. Salvo en algunos contados casos, no ahondo en los contenidos de los libros, pues el carácter descriptivo de este primer acercamiento no me lo permite. Hace años, intentar hacer un panorama de la narrativa del norte de México no era tarea fácil. La mayoría de los narradores de esta región publicaba en editoriales locales; de vida efímera, en caso de ser independientes; sujetas a la voluntad de quienes presidían las instituciones, si se trataba de imprentas oficiales. Los resultados prácticos eran similares en cualquiera de las dos situaciones: la distribución de no- 45 46 ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ Como se puede notar, y anticipo con esto una conclusión, la circulación limitada de los libros concebidos en el norte debería ser el dinamo de una crítica endógena. Junto con las miradas panorámicas que también son necesarias — como la de Parra en este caso—, se impone la tarea, primero, de ordenar la masa documental, de tener a disposición un listado de los autores y las obras más representativos de cada localidad, para luego emprender los análisis pertinentes que nos lleven a responder las preguntas que inteligentemente nos formula Parra: “Pero ¿de qué escriben los norteños? ¿Existe realmente una narrativa del norte de México? ¿Cuenta con un lenguaje particular? ¿Sus temas son reflejo de un determinado imaginario colectivo o de experiencias específicas de esa región?”.5 Otra valoración panorámica y reveladora del auge que actualmente vive la narrativa del norte es “Breve mapa novelístico del norte de México (1970– 2003)”.6 Como Parra, Prado Galán observa la realidad de los estados que ocupan toda la franja fronteriza de México con EUA, desde Baja California a Tamaulipas, pero a diferencia de Parra, el ensayista torreonense sobrevuela a escritores de promociones menos cercanas en el tiempo, como Campbell, Gardea, Aguilar Melanzón, Montemayor, Castañeda, Sada y Ramírez Heredia, entre otros, y a algunos de impulso más reciente como Rivera Garza, Eduardo Antonio Parra, Crosthwaite, Toscana y algunos más. También Prado Galán plantea algunas preguntas que a mi juicio son muy útiles para acercarnos a la producción narrativa del norte: ○ ○ velas y relatos distaba de ser eficiente y, por lo mismo, llegaban a muy pocos interesados fuera de su lugar de origen, la respuesta crítica era casi nula, escasos los registros que los incluían.4 ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ Parto pues de esa afirmación para, de lo particular a lo general, armar el puzzle de la narrativa norteña. Creo que así, con piezas pequeñas (primero lentamente, luego con mayor velocidad), iremos viendo poco a poco el rostro genuino de lo que ahora apenas vislumbramos.9 ○ ○ ○ Todo recuento, como toda antología, es sólo un esbozo de un libro mayor que pondere, con una mano más justa y temperada, la obra de numerosos novelistas nacidos en el norte de México y que, por desgracia, no han vertido su expresión en recipientes editoriales de probado prestigio. Que el tiempo me contradiga y refute. Que esta sea una nómina incompleta. Que en el norte de México surjan otras voces que trasciendan la linde geográfica local y nacional.8 ○ ○ ○ Es difícil saberlo, pues no se han estudiado con minuciosidad las características de esta narrativa ni existe siquiera un censo acabado de los autores más representativos, aunque ya comenzaron a ordenarse, con los aportes de Parra y Prado Galán, las primeras tentativas para lograr ambos propósitos. ¿Y por qué no se han podido definir los rasgos de esta narrativa, si es que hay afinidades o si es que hay marcadas diferencias? La respuesta la da, otra vez, Prado Galán: ○ ○ ○ ¿es novelística del norte de México la producida por autores nacidos en cualesquiera de los estados que conforman este azogado espectro geográfico, o sólo aquella producida por esos mismos autores y cuyas historias fueron ubicadas en el norte? Ambos componentes de la pregunta merecen revisión y desembocan en otra interrogante: ¿existe una forma de narrar, al margen de la naturaleza del asunto y del lugar donde ocurren las historias, que evidencie el origen geográfico del autor?7 Durango: un reciente boom local Para los laguneros, para los saltillenses, para el mundo entero da la impresión de que la ciudad de Durango no existe o vive siempre rezagada de noticias. La tierra de José Revueltas no parece alentar una literatura viva, con propuestas creativas novedosas e impulso editorial. Da esa impresión, pero al mirar más de cerca creo que esa opinión puede cambiar, pues Durango cuenta ahora con un pequeño boom narrativo. Cierto que la mayoría de sus autores han publicado sólo en prensas locales vinculadas a centros oficiales de promoción cultural, como el Instituto Municipal de Arte y Cultura (IMAC). Allí ha publicado Jesús Alvarado, acaso el narrador más promisorio de la ciudad. Autor del volumen de cuentos Teresa contra la lumbre y de las novelas Y el abismo es fuego, Bajo el disfraz y Los cantares prohibidos (obra ganadora del Premio Binacional de Novela Joven 2002 Frontera de Palabras/ Border of Words). Alvarado plantea una ruptura visible con la narrativa rural a la que estaba habituado el ambiente literario duranguense. Nacido en 1969, aborda temas urbanos con humor y gran malicia formal, con herramientas de escritor maduro y permanentemente abierto a las innovaciones, como en su oportunidad lo ha notado la crítica María Rosa Fiscal.10 Poco conocido fuera de Durango, Enrique Mijares cuenta con una obra amplia y de respetable calidad. Su proyecto más ambicioso es una tetralogía novelística cuyas historias, escenarios y personajes se ubican en el estado de Durango. De esta saga Mijares ha publicado tres títulos: Los cabos sueltos, Convidado de piedra y Falsos testimonios, obras de gran intensidad poética y conocimiento rico de la historia regional. Luis Ángel Martínez Diez es autor de tres novelas con marcado tinte político: Yo también maté a Franco y me alegra (finalista del Premio Nadal de Novela, en España), La jaula de los grillos (primer lugar de 47 48 ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ Comarca Lagunera: obras pendientes Al menos en número es quizá la Comarca Lagunera la que muestra mayor productividad en narrativa. El contingente es nutrido, y algunos de sus integrantes han logrado publicar en editoriales —públicas y privadas— que les han dado circulación nacional. Tal vez el nombre más conocido sea el de Francisco José Amparán. Nacido en Torreón, Coahuila, en 1957, su obra comenzó a circular con varios libros de cuentos: La luna y otros testigos, Los once y sereno, Las noches de Walpurgis (y otras ondas), Cantos de acción a distancia (Premio Nacional de Cuento de San Luis Potosí), Es otra la felicidad y Tríptico gótico; también ha escrito novelas cortas como Algunos crímenes norteños y Cómo gané la guerra, además de la novela Otras caras del paraíso. La obra de Amparán se caracteriza por su intención lúdica, su permanente búsqueda de flecos tragicómicos en la realidad y el retrato de una pequeña burguesía frívola y trepadora. La influencia de Saúl Rosales Carrillo en La Laguna ha sido principalmente marcada por su labor como maestro, pero no es menor la huella que ha dejado como cuentista. Autor de tres libros que tuvieron abundante circulación local, Rosales Carrillo es un narrador con marcada vocación por lo sociopolítico, y en ○ ○ ○ Novela Testimonial en Chihuahua) y El pretexto. Junto a ellos tres, los más productivos, avanza un pelotón de narradores con menor cantidad de obra, como Iván Delhumeau con La desolación del minotauro, Manuel Salas Quiñones con la experimental Gotas de clepsidra, Jesús Marín con Las otras muertes de Fermín y Rafael Ortiz Erzeños con Los sueños vienen del norte. Como se puede ver, no es mucho, pero es más de lo que uno puede imaginar si no tiene contacto frontal con esa literatura que promete seguir dando muchos relatos qué leer. sus historias no dejan de campear los asuntos vinculados al empleo/ desempleo, a la alienación, a la marginación, al cinismo de los poderosos, a la fracturación de los lazos familiares como consecuencia de las limitaciones económicas. Ha publicado Vuelo imprevisto, Autorretrato con Rulfo (su libro más conocido) y Memoria del plomo, los tres cuentarios. Saúl Rosales, vale insistir, ha sido el principal promotor de la poesía, la ensayística y la narrativa laguneras, como queda de manifiesto en las diversas compilaciones que ha hecho (Cuentos de La Laguna, Condominio de poetas y Sueños de La Laguna) A la par de estos dos autores, un grupo importante de escritores con obra todavía escasa, pero ya digna de aprecio, ha comenzado a ver la luz pese a que los canales de edición son terriblemente pobres: Fernando Martínez Sánchez (Los pájaros del atardecer fue su primer libro de cuentos); Miguel Báez Durán (ha publicado numerosos relatos en revistas, en libros colectivos y tiene inéditos dos cuentarios y una novela de cuño paródico); Fernando Fabio Sánchez (Los arcanos de la sangre, publicado por el FETA, es un libro de cuentos enigmáticos, donde la violencia psicológica seduce y perturba); Vicente Rodríguez Aguirre (Naufragio en tierra firme es su primer y brillante volumen de cuentos); Yolanda Natera (con relatos de provincia, conmovedores y francos como Corazón sin dueño, Desasosiegos y la novela Otro amanecer); Magda Madero (también con una mirada que no desdeña el toque familiar en la novela Una taza sobre la mesa y el cuentario Desafío de sombras) y, por último, Carlos Velázquez (autor de una libro de cuentos bukowskianos, insolentes y divertidos, cuyo estridente título es Cuco Sánchez blues). Por mi contacto cotidiano sé que hay mucho material rezagado, inédito, como ocurre con tres libros de Báez Durán, dos de Rosales Carrillo, no sé cuántos de Am- ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ dignos de señalamiento, como en los relatos histórico–literarios Historias de la historia y Yo siempre estoy esperando que los muertos se levanten, risueña noveleta ubicada en los villistas tiempos de la revolución. Segura también sé ha interesado, como autor y como crítico, por la narrativa policial, y el mejor testimonio de esa práctica lo podemos encontrar en la novela Nadie sueña y el relato incluido en la selección de Cuentos policíacos compilada por Paco Ignacio Taibo II y Víctor Ronquillo. Con obra narrativa escasa, y más bien conocidos como poetas, están Alfredo García y Julián Herbert. El primero publicó hace dos años, en la vertiente de la prosa poética, La viga en el ojo, volumen donde laten estampas con atrayente brillo de microrrelatos. Por su parte, Herbert acaba de publicar en Planeta México Un mundo infiel, novela en la que a partir de una relación de pareja avanzamos hacia la configuranción de un universo familiar permeado por el onirismo y la fragmentariedad. Saltillo, quiero insistir, es tierra de buenos poetas y de buenos historiadores, así que las herramientas de la historia (De León edita la gaceta de un archivo histórico, Segura es lector asiduo de historia) y de la poesía (García Valdés y Herbert son esencialmente poetas) han sido empleadas en la narrativa con buenos resultados, aunque todavía escasos. ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ Saltillo: de la poesía a la historia y de ella a la narrativa No sé si exagero, pero Saltillo se ha destacado, desde que tengo uso de fuentes bibliográficas, por su gran cantidad de poetas y de historiadores. Salvo al miniaturista Torri, no recuerdo más allá de los ochenta a otro importante narrador de esa ciudad, pero le cabe el honor de haber sido el origen de Manuel Acuña, Carlos Pereyra, Vito Alesio Robles y Artemio de Valle Arizpe. No es sino hasta fechas más recientes cuando la narrativa saltillense empieza a ofrecer nombres que vale considerar en un sumario como el que voy elaborando. Creo que al menos son cuatro los narradores que puedo mencionar sin temor a incurrir en injusticias. El primero, por tener la producción más abundante, es Jesús De León Montalvo. Periodista, maestro y editor, De León ha publicado tres libros de cuentos (Afuera hay un mundo de gatos, Un infierno más íntimo y Los pavorreales y otros cuentos gay para llevar, y la novela Semidesiertos). Nacido en Saltillo hacia 1953, De León es dueño de una mirada satírica que siempre incide en la mojigata vida provinciana. La realidad de la patria chica es entonces su principal motivo de escarnio, como se puede advertir en Semidesiertos, hasta hoy el mayor proyecto narrativo del autor. Narrador al que le atrae el juego paródico con datos de la historia es Gerardo Segura. Su obra narrativa no es muy amplia, pero ofrece gestos muy interesantes, ○ ○ ○ parán, dos de Fernando Fabio Sánchez, uno de Rodríguez Aguirre e ignoro cuántos y de quiénes más. La Laguna seguirá entonces como enclave de la narrativa en el centro–norte mexicano, aunque es importante que ahora sea diseñada alguna estrategia de publicación si no se desea que las obras mencionadas corran el albur de quedarse para siempre en el anonimato editorial. Un breve resumen Este censo, como todos, da una idea general, apenas aproximada, de la narrativa que se ha producido en los años recientes, de los ochenta a la fecha, en el centro–norte mexicano. Con esos nombres (nos parezcan buenos, regulares o malos) es con los que por lo pronto hay que comenzar el trabajo de investigación que nos marque, como dije párrafos antes, las líneas comunes y las diferencias evidentes entre los autores y entre las localidades ubicadas en las puntas del triángulo. 49 ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ “Saul Rosales. Una obra germinal en La Laguna”, Fronteras n. 11, Invierno de 1998, pp. 77–79. 2 “La Laguna literaria. Sol y polvo en las palabras”, Acequias, n. 19, Primavera de 2002, pp. 53–57. 3 Ambos son proyectos de investigación en progreso y auspiciados por la Universidad Iberoamericana Torreón. 4 “Notas sobre la nueva narrativa del norte”, en La Jornada Semanal 326, 27 de mayo de 2001. www.jornada.unam.mx/2001/may01/010527/ semparra.htm. Este artículo fue republicado en www.uweb.ucsb.edu/~sbenne00/ notassobrelanuevanarrativadelnorte.html. 5 Ibid. 6 Ínsula 685–686, Madrid: febrero de 2004. Ade1 ○ ○ Texto leído el 5 de marzo de 2005 en el marco del Décimo Congreso de Literatura Mexicana Contemporánea celebrado en el Tomás Rivera Conference Center y organizado por la Universidad de Texas en El Paso. ○ ○ ○ Comarca Lagunera, 22, febrero y 2005 ○ ○ Todo lo anteriormente expuesto lo puedo resumir en tres incisos conclusivos: a) Tanto Eduardo Antonio Parra como Gilberto Prado Galán coinciden en que es pobre la circulación de las obras no publicadas en el Distrito Federal, y en que esa pobreza de circulación provoca vacíos críticos.11 b) Por su valor sintético, son muy valiosas las exploraciones panorámicas, pero resultan igualmente pertinentes los acercamientos parciales por ciudad o por región. c) Luego de ordenar la masa documental regionalizada es posible proceder al análisis de contenidos e intentar una respuesta a las preguntas de Parra y Prado Galán, más otras que podamos formular. Lo fundamental, por último, es afirmar que pese a la aridez de nuestra geografía este páramo también ha producido —además de polvo, coyotes, pan de pulque, alacranes, equipos de futbol, sarapes, arzobispos primados y cactáceas— una buena cuota de narradores, tantos que ya es posible inscribirlos, por cantidad y calidad, en el mapa de la literatura norteña mexicana. A 50 más en http://www.revistabrecha.com.mx/ tolva_ensayo2.htm 7 Ibid. 8 Ibid. 9 No incluiré en esta lista a los autores que por el año o el lugar en los que publicaron o por el sitio en donde radican no puedan ser ubicados como autores de Durango (Revueltas), La Laguna (Magdalena Mondragón, Salvador Castañeda) o Saltillo. 10 “Jesús Alvarado y la narrativa urbana en Durango”, en Tiempo de hablar, Durango: IMAC, 2001, pp. 151–153. 11 De hecho, la circulación limitada de los autores publicados en provincia ocasiona que la crítica nacional o foránea enfoque su atencion principalmente a los autores canonizados por la edición capitalina. Este X Congreso de Literatuira Mexicana Contemporánea es un buen ejemplo de lo que quiero subrayar: de las 82 ponencias programadas (es decir, el 75%), 57 abordan a escritores nacidos o publicados en el Distrito Federal; los 25 restantes se refieren a escritores de (y sólo publicados en) provincia, o a tópicos generales como “La nueva poesía mexicana”, “El cuento mexicano”, etcétera. El desequilibrio crítico también se puede percibir en términos cuantitativos, de suerte que corremos el albur de que este encuentro se convierta en el Congreso de Literatura Mexicana Contemporánea Publicada en el Distrito Federal. Rendez Vous ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ Apenas caminé unos metros y ya me encontraba en la estación Marx Dormoy. Hubiera resultado más práctico haber caminado hasta La Chapelle, en ese momento estaba obligado a pasar por otras siete paradas y transbordar. La realidad es que siempre me he sentido más seguro en los metros que caminando por las calles, además, mi magnífico desconocimiento de París así me lo exigía. No sabía exactamente en dónde lo encontraría, aunque había escuchado que reposaba en Père Lachaise, apenas armado con un mapa y un par de libros, de esos llenos de nostalgia, estaba decidido a dar con él. Me había preparado para esta visita, había comprado unos gouluises en la Gare du Nord, rompí el empaque y su olor detonaba lo que venía pensando desde hacía mucho tiempo: instalarme un tiempo en París, vagabundear por las calles del Barrio Latino, caminar por los Champs Élysées, visitar la Place de la Concorde, descansar en el Champ de Mars, disfrutar el misticismo de una ciudad cargada de historia. No podía negar que se trataba de un fetiche, pero de cualquier forma se trataba de mi fetiche y de mi tiempo. La estación Menilmontant me avisó que pronto llegaría al cementerio. Muchos de ○ ○ ○ JULIO CORTÁZAR ○ ○ ...casualidad, palabrita sospechosa... ○ ALBERTO DE LA FUENTE Ex alumno de Ingeniería Industrial y miembro del Taller Literario de la UIA Torreón. ○ Alberto de la Fuente los que viajaban junto a mí bajaron en esa estación, que era fría y además se encontraba en remodelación, así que la gente debía caminar con mayor lentitud que de costumbre. Al salir del metro pude ver una gran pared de piedra gris, estaba frente al cementerio. Sólo tuve que cruzar una calle para encontrarme en la entrada. Un tipo alto y corpulento daba la bienvenida en la parte oeste, vendía mapas para encontrar las tumbas de los más célebres. Le pregunté, en mi pobre francés, por Cortázar, a lo que él respondió con otra pregunta: Do you speak english?, evidenciando que mi francés era terrible, y sacre blue, caduco. —Disculpe, ¿aquí se encuentra Julio Cortázar? —Ah, Julio, no, él no está aquí. Mi buen amigo Julio está en el cementerio de Montparnasse. —También es un buen amigo mío—, respondí. —No, en verdad, él era mi amigo. Trabajamos juntos en la UNESCO. Era muy divertido. La última vez que nos encontramos fue en un circo húngaro que se instaló en Montmartre, aplaudía y se carcajeaba con tal intensidad, que contagiaba de una risa loca; meses después supe lo de su partida. Hacía años que me había vuelto un escéptico total. Todo lo que la gente me contaba debía pasarlo por un filtro de razón y por muchas trabas de incredulidad, 51 52 ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ para después tomarlo como verdad o desecharlo simplemente como un comentario sin peso. En ese momento me di cuenta de que realmente quería creerle a ese hombre que me hablaba de Cortázar con la misma familiaridad que yo le tenía gracias a sus libros y entrevistas. Una extraña emoción se me acumuló de golpe en la cabeza, pensé, como diría Cortázar, que los encuentros casuales eran los menos casuales. No contesté. Pagué un euro por el mapa y me interné en el país de los muertos. El cementerio llamaba fuertemente mi antención por su atmósfera sombría. Pude visitar a Balzac, Proust, Apollinaire, Chopin… era un desfile de muertos geniales, aunque localizar sus tumbas dentro de un cementerio de cuarenta y tres hectáreas es una labor que implica varias horas, y cualquier muerto se vuelve perdedizo. El lugar era realmente lúgubre: los cuervos decoraban los árboles, las callejuelas del hogar de los muertos eran estrechas y tristes, las tumbas tenían más de doscientos años; arriba, el cielo de París seguía gris; abajo, yo seguía emocionado. Un poco apresurado deje Père Lachaise, estaba resuelto a volver en cualquier oportunidad, pero ese día mi compromiso cronopial estaba de por medio. Volví a inyectarme por las venas del metro de París, durante el nuevo trayecto recordaba las historias de Cortázar y Carol Dunlop en su libro del viaje París–Marsella. También traje a la memoria algunos cuentos que leía frecuentemente cuando vivía en México. Mi viaje estaba resultando un poco atemporal. Por fin el vagón se detuvo en la estación Edgar Quintet, ahora tenía que caminar por el bulevar del mismo nombre para llegar a la puerta principal del cementerio de Montparnasse. Allí también ofrecían mapas del lugar, a diferencia del Père Lachaise, aquí eran gratis. No tuve problemas para encontrar la zona donde debía reposar Cortázar. Cuando creí estar cerca encontré un turista francés que cargaba una cámara fotográfica muy grande; me preguntó si sabía dónde estaba Charles Baudelaire, sentí que trataba de comenzar algún diálogo, yo no tenía humor de contestarle, por lo que lacónicamente dije: No. Insistí en encontrar la tumba, que era el principal propósito del viaje. Después de unos minutos, por fin la pude hallar. Me incliné a saludar la tumba para dos, compartida por Corázar y Carol Dunlop, su esposa. Pude ver muchos papelitos y recados, no quise tocarlos. Estuve contemplándola junto al silencio de Montparnasse. Luego de un rato, me levanté y me despedí. Eso fue todo. Un par de días después vagaba por la pequeña plaza de Saint Michael, perdía el tiempo mirando las palomas que bajaban para arrebatarle migajas a las aceras. Una pareja de turistas alemanes comenzaron a gritar eufóricos llamando la atención de la gente, de pronto las aves comenzaron a volar en dirección al Sena, luego se perdieron en el gris del cielo, al irse pude ver que un periódico pisoteado se descubrió en la esquina derecha de la plaza. Inmediatamente el papel captó mi atención, me acerqué lo suficiente para mirarlo y en una de las hojas descubiertas pude leer Montparnasse. Descubrí con asombro una foto que me pareció familiar. Levanté el periódico para ver con más detalle, apreté la mirada y me di cuenta de que en la fotografía aparecía yo visitando la tumba de Cortázar. Entendí que la imagen había sido captada por el francés que había tratado de conversar conmigo en el cementerio. Ahora lo comprendía, la casualidad era un motor que se encendía con facilidad. El artículo que acompañaba a la fotografía estaba pisoteado y no podía leerse, pero el pie de foto se encontraba intacto. Decía: Cortázar: Un des écrivains hispanoamericains les plus apprécié. Ses lecteurs se retroucent encore devant sa tombe à Montparnassé (Cortázar: Uno de los escritores hispanoamericanos más apreciados. Sus lectores siguen acudiendo al cementerio para visitarlo). A Las manos de la mujer china ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ Aquella era una tarde de viernes. Ni siquiera me di cuenta de cuándo el niño Cándido entró gritando que venía el circo con sus múltiples carros de colores por el camino real. Di permiso a mis trabajadores para que se unieran al sinnúmero de personas de toda la ciudad que corrían vociferando de alegría porque el circo llegaba. Yo preferí quedarme en el taller a terminar algunos detalles en los muebles que antes del fin de semana teníamos que entregar. Aunque claro, la llegada del circo me habría excusado en caso de no querer seguir ese viernes en el taller. Hasta pude visitarlo junto con la muchedumbre, pero me ganó el asco de unirme a un acto tan vulgar como es el entusiasmo popular. Así que estuve trabajando el resto de la tarde. Cuando me empeñaba en cerrar el portón del taller, pude ver a la gente que volvía del circo con una gesto de turbación producida por quién sabe qué cosa. Mis trabajadores apresuraron el paso cuando caminaban frente a mí, junto a ellos iban sus esposas y sus hijos, sin decir palabra alguna. El único que no escapó a mi interrogatorio fue el niño Cándido, que ensimismado, pasó frente al taller; lo atrapé del brazo. Lo que me contó fue suficiente para encaminarme al supuesto circo sin importarme la hora. Creo más ○ JUAN MAYA Colaborador en el suplemento de libros Hoja por Hoja del diario Reforma en el DF y en Palabra de Saltillo. Egresado de la Universidad Autónoma Metropolitana, Unidad Xochimilco. Ha publicado en revistas como El Burak, El Centavo, Casa del Tiempo y El Universo del Búho, así como en el suplemento dominical del desaparecido diario México Hoy. ○ Juan Maya correcto relatar primero lo que el niño Cándido me platicó, y después dar mis propios testimonios. El circo, según el niño Cándido, no presentaba un espectáculo, por así decirlo, ordinario. No había magos, ni payasos ni malabaristas ni acróbatas, mucho menos animales de la selva; todos se tuvieron que aguantar las ganas de oír el rugido de un verdadero león. En cambio, lo que adentro de aquella singular carpa se exhibía era una colección de objetos autómatas entre los que se contaba más de una figura humana que espantó a los inocentes visitantes. Pero uno de esos objetos, en particular, haría que todos ellos salieran refunfuñando sin comprender qué era esa exposición. El niño Cándido apenas pudo con la emoción al relatarme lo que atestiguó, y si acaso le entendí algo, ese algo sólo instigó más mis dudas. Me habló de una cabeza de mujer unida a un enramado de alambres y motores; lo único humano, además de la dicha testa, eran las manos, que tenían un fulgor increíble. Ya casi al anochecer de ese viernes me dirigí a la carpa. Encontré, como lo esperaba, el circo cerrado. Nadie hallé que me diera informes de los horarios o pudiera referirme cualquier otro dato. No averigüé más y me fui. Aquella noche no 53 54 ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ pude dormir tranquilo. Acostado en mi cama, a oscuras, me afanaba en conciliar una imagen que respondiera a lo que el niño Cándido me relató aquella tarde. Al amanecer aproveché el insomnio para arreglarme antes de lo debido y salí a la calle, adelantándome a cualquiera que pensara en volver al circo de los autómatas. Crucé el parque del ayuntamiento, la avenida principal y la plaza mayor, repleta de las palomas que comían granos de maíz que algunos niños les arrojaban. Pasé rápido y espanté a muchas de ellas que revolotearon a los lados, me acomodé el abrigo y no quise mirar a los niños que seguramente me vieron con resentimiento. Cuando por fin llegué al circo encontré todo abierto, muy bien arreglado. En la entrada un cobrador que no gritaba y un guardia despistado. Pagué mi boleto. En el interior me hallé sin guía ni vigilante alguno; las piezas expuestas sin protecciones de vidrio ni alarmas. Uno podía jugar con los objetos sin reprimenda alguna. La mayoría eran arlequines florentinos o animales disecados. Había visto ya una exposición así en una ciudad extranjera. A punto de finalizar mi recorrido caí en la cuenta de que me faltaba aquella pieza que tanto trastornó al niño Cándido. La busqué entre todas las demás y descubrí otra entrada que conducía a una pequeña carpa independiente al enorme cerco de la principal. Entré con cautela y vi la monstruosa figura de la mujer china, entonces entendí el horror popular. No la miré mucho. Salí de la carpa con una consternación igual a la del niño Cándido. En una turbulenta huida me dirigí a mi casa. Al llegar cerré con un miedo casi infantil las puertas principales y subí las escaleras a saltos hasta llegar a mi cuarto. Me senté en mi escritorio, dispuse papel, mojé mi pluma en el tintero y le escribí un urgente mensaje a mi amigo Eliseo Moro, conocedor de piezas extrañas y colecciones insólitas. Solamente él podría darme noticias sobre la mujer china. Salí de nueva cuenta, pero esta vez al correo. Mandé la carta y esperé. El trabajo en el taller no era mucho y por ello mis horas de turbación fueron más constantes. No podía conversar con mis trabajadores ni con el niño Cándido porque estaban renuentes a hablar más del circo y ninguno se atrevía a confesar que tal vez regresó a escondidas, creyendo que nadie lo miraba, para poder contemplar en soledad a la mujer china. Todos, sin embargo, sabían lo que el otro había hecho, varios de ellos hasta se toparon cuando salían apresuradamente del circo; mas nadie lo dijo. Y ese pacto mediante el cual guardaron silencio, a mí me atormentó, porque no tenía con quién compartir mis propios deseos; nadie me vio entrar al circo y ni siquiera se imaginaban que yo también me había obsesionado con ese objeto. La espera fue larga, pero una tarde, cuando ya en casa descansaba en mi sillón, una carta se deslizó por debajo de mi puerta. Era la respuesta de Eliseo Moro. En su misiva hablaba de un sabio chino que en el siglo dieciocho había experimentado con algunas posibilidades de la robótica que en occidente no se abordaron hasta mucho tiempo después; y al paso de los años, en los que supo muy bien conjugar una labor de contemplación mística con el implacable trabajo científico, determinó experimentar con su hija más pequeña que era a su juicio la más bella de toda su progenie. En el transcurso de un año operó sobre su hija tal y como creyó conveniente para la ciencia, instruido por una veintena libros de cirugía y mecánica, el Manual de las mutilaciones y ciertos novenarios para teólogos contemplativos: concluyó con su obra, que era una autómata viva. Había logrado crear un cuerpo artificial para su hija y en ese tabernáculo de fierros acomodó la cabeza de la niña sin que ella muriera. También decidió dejarle las manos, más por un ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ acto de vanidad, que por utilidad cierta, ya que las manos, al ser cortadas, adquirieron un delicado color marfileo, y embalsamadas con maestría, parecían seguir vivas; con minucia de relojero, el sabio chino logró con cables y motores darles una gracia que la niña, antes de la operación, seguramente no habría conseguido. Asimismo, le otorgó aptitudes dancísticas al cuerpo artificial, y no ocurriéndosele mejor utilidad para su invento, determinó que su hija sería una bailarina robotizada. Pero al gozar de tantas horas libres, la niña se instruyó en todas las artes y ciencias para servir también, en la ilusión de su perverso pero santo padre, como una especie de oráculo para los solitarios. La niña por sí misma sólo podía hablar y mover las manos a su antojo; el resto de su cuerpo estaba adaptado a una caja musical que al accionarse lo hacía funcionar en un monótono baile. La pieza musical que el viejo sabio escogió era una barroca melodía de Häendel instrumentada sólo con clavicordios; así aseguró una música igual de ondulante que el cuerpo semilento de su hija al danzar, y las manos que se movían como un revolotear de las pequeñas aves nocturnas sobre la ciénaga. La obra del sabio chino era tan perfecta, que la accionó una vez y se aburrió de ella. Luego la abandonó dentro de una cabaña mientras duró uno de esos largos viajes místicos a los que él regularmente se sometía. Cuando la travesía terminó, se la echó en la espalda como si cargara un armario viejo y la llevó al pueblo donde la vendió a un coleccionista francés célebre por sus excentricidades. La historia que Eliseo Moro siguió narrando era tan inverosímil, que estuvo plagada de selvas peligrosas, piratas caníbales, asaltos, dunas en el desierto empapadas por sangre noble y el continuo e inevitable rapto de la mujer china, que sólo pudo encontrar una humillante tranquilidad en el circo, al que por últimas venturas había sido ven55 56 ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ dida por su más reciente propietario, un judío proxeneta que la consiguió en un mercado de Jerusalén donde la cambió por diversas chácharas. El judío, después de mucho solazarse con su nuevo artefacto, también terminó por aburrirse y venderlo al circo. La mujer china, entonces, se reconoció a sí misma como un simple objeto lúdico, puesto que sólo hay dos caminos a Dios: el exceso o la mesura de espíritu; y tanto el sabio como el lujurioso habían prescindido de ella. Ni era objeto de inspiración ni era objeto de escarnio, sólo un juguete. Asumiéndose por fin, la mujer china encontró cierta paz que desde su niñez no conocía y empezó a tratar gentilmente a quienes la visitaba con cierto asco en el circo. El resto de la carta eran descripciones de los materiales con que se había construido la autómata y algunas fechas de premios otorgados. Cuando terminé de leer, me sobrevino una excitación apaciguada, justo la cantidad necesaria para acudir al circo por la tarde. Pagué de nuevo mi entrada. Me pareció que dentro de las carpas no había alguien más. Entré sin prestar atención a los otros objetos y me encaminé directo donde la mujer china. Esta vez la miré bien: su rostro regordete parecía estirarse tanto como sus ojos, que estaban entrecerrados; el cabello era muy oscuro y sin embargo reflejaba la luz como un espejo; y sólo los labios estaban pintados de rojo mineral que parecía, inevitablemente, sangre. Nunca había conocido a un oriental y me asombré de la diferencia de facciones. Era obligado recaer en su rasgada mirada que mucho tenía de secreta. Las manos colgaban a los costados y en verdad eran muy blancas, como marfiles. Le pregunté cómo podía hacerla funcionar. Ella me indicó la manivela de la caja musical y le di vuelta. Para mi satisfacción reconocí a Händel y algunos pasajes de su Judas Macabeus interpretados por un solitario clavicordio. El cuerpo de la mujer chi- na comenzó a serpentear y en el momento imaginé una cortesana oriental de piel pálida y pechos pequeños, pero con pezones aflorados. Cuando la danza se hizo más voluptuosa descubrí que las manos eran aún más bellas que el rostro, porque sus movimientos tenían algo de pecado: los dedos prometían caricias que no se negaban; las uñas se alargban como garras de pichón. Extendí mi mano para rozar sus uñas y en un rápido, y a la vez ligero movimiento, las hizo huir de mí sin que se pudiera advertir huida alguna. La música terminó, bajé los brazos. Aquella tarde conversé con la mujer china de todos los temas acerca de los que nunca podré hablar con mis vecinos. Estoy seguro de que le agradé; a mí me sorprendió con su gran elocuencia, recordé que era instruida en todas las disciplinas del arte y la ciencia. A la mayoría de mis cuestionamientos respondió, pero también callaba cuando debía. Después de un largo rato, el vigilante de la entrada fue por mí hasta la pequeña carpa y me indicó que el circo había cerrado. Al día siguiente volví con una sorpresa para la mujer china: entré al circo con un ajedrez bajo el brazo, unas sillas y una mesa portátiles. Estuvimos jugando mucho tiempo. Han sido los juegos más marciales e inteligentes que con una mujer haya tenido. Debo reconocer que los jaques fueron casi siempre míos. De nuevo nos interrumpió el vigilante y ella se quedó apretando a la reina negra en su mano derecha. Todas las tardes las consumí con mi mujer china. El taller de madera lo dejé encargado a uno de los trabajadores y solamente me ocupé de visitarla. Pero nada permanece. Desde la primera vez en que había accionado a la mujer china, nunca más lo hice, hasta que —¡maldita sea la costumbre que nos enloquece con su liviano transcurrir!— me aburrí de los juegos y las pláticas, y una tarde di vuelta a la manivela para verla bailar. Sin reclamarme nada se hundió ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ en un silencio para reprocharme el que la utilizara así cuando ella me consideraba ya, si no un amigo, sí su compañero de entretenimientos. No quise considerar su mutismo y seguí haciéndola danzar una y otra vez, y me atreví a tocar sus manos; ella me miró con resentimiento y yo lamí sus dedos. Sé que pudo haber gritado, pero sólo me miró con sus pequeños ojos felinos. Entonces la dejé, tomé mis cosas y salí más pronto de lo normal del circo. La noche era fría y de vuelta a mi casa me pareció infinita. A la mañana siguiente resolví nunca más visitar a la mujer china. Ella había despertado en mí deseos añejos que con su vértigo no pude soportar. Pero las noches transcurrieron sin que el insomnio cediera terreno a mi desesperación de viejo. Ya ni siquiera me paraba por el taller. Una tarde el niño Cándido tocó a mi puerta para avisarme que el circo partía a la mañana siguiente. Fue lo único que me dijo, después me miró como si fuera su cómplice en el deseo, en una dulce tregua de dos que van a perder el mismo objeto que, sin haberlo confesado, ambos aman. Cándido se fue rendido, con la cabeza gacha y los ojos hinchados de lágrimas. Pero yo no estaba dispuesto a resignarme. Pasaron dos horas en las que urdí raptar a la mujer china y dar seguimiento a su ya larga cadena de mudanzas. Me abrigué y salí rumbo al circo. Las luces estaban apagadas. Tuve la impresión de que todos dormían. Me avergoncé por un momento, pero después me decidí y entré a la pequeña carpa. La mujer china roncaba. Encendí una vela que llevaba en el bolsillo de mi abrigo e iluminé su rostro, que abrió lentamente sus ojos a un despertar obligado. No parecía enfadada, pero tampoco dijo algo. Tomé sus manos y le dije que iba por ella; tampoco entonces me respondió. Me quité el abrigo, lo acomodé en su espalda y me dispuse a cargarla. Me han dicho que el misticismo termina proveyendo de una particular fuer- za al que lo practica. Sólo una cosa así podría explicar cómo el anciano chino, en el siglo dieciocho, pudo cargar con el pesado fardo de metal en que había convertido a su hija. Yo no pude ni siquiera moverla de su lecho. Entonces entendí por qué la mujer china me miraba tan tranquila. Ella supo que no podría llevármela ni a las afueras de la carpa sin que amaneciera y mi ardid fuera descubierto. El doctor Eliseo Moro me pareció más fantástico que nunca. No pude esconder mi enojo y ella aparentemente sonrió; no afirmo que lo hiciera porque sé que la turbación provee de unos ojos con imaginación propia y porque resultaría una justificación cobarde a lo que terminé haciendo. Me sentí invadido por un deseo mayor que se mezcló con el inminente fracaso. Empecé a dar vueltas por toda la carpa mientras miraba a la mujer china vestida con la bata de seda púrpura destinada para sus horas de sueño. Me acerqué a ella. Pensé en quitarle la bata para desnudarla, y lo hice. Ella agachó la cabeza hasta el pecho y con sus finos dedos blancos recorrió su tronco entreverado de alambres y fierros como si apenas se descubriera. No pudo evitar un llanto lánguido, digno de su estirpe. A pesar de mi turbación, mi deseo aumentó. Quise cargarla de nuevo pero accioné accidentalmente la música del Judas Macabeus de Händel. La mujer china trató de defenderse y yo de someterla. Giramos sobre la base de su cuerpo metálico. Estuve a punto de trastabillar, me aferré a su mano izquierda con fuerza, provocando que se zafara del brazo metálico. ¡Tenía su mano muerta en mi propia mano! Me di cuenta de que iba a gritar y me le fui encima tratando de tapar su boca. Con la mano que me quedaba libre le arranqué la otra. Ahora puedo afirmar, no sin que se me tache de vulgar arrepentido, que en esos momentos, Yo no era yo. Guardé las manos de la mujer china en los bolsillos de mi abrigo y con los brazos libres, traté 57 58 ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ de arrancar la cabeza de aquella pobre dama que estaba ronca de tanto gritar, y sus gritos despertaron al guardia, al cobrador, al secreto dueño del circo y hasta hicieron funcionar a algunos autómatas de la carpa contigua. Dejé la cabeza en su sitio y me escabullí por entre las holandas de la carpa. Cuando llegué a mi casa me tumbé exhausto en la cama. De los bolsillos de mi abrigo saqué las manos de la mujer china y chupé los dedos inanimados. Entonces me pareció que la blancura dejaba su inmaculado color y se entreveían ahora canaletas de corrientes oscuras. En resumidas cuentas, las manos empezaron a amoratarse. Invadido por una nostalgia anticipada las llevé a mi rostro pretendiendo darles calor. Las lamí desde las muñecas hasta la frontera de los dedos. Acaricié mi cuello con esas manos y me pareció que cobraban vida cuando sentí que los botones de mi camisa reventaban y una fina falange se abría paso entre la tela, rasguñando la carne del pecho. Pronto me sobrevino la desnudez obscena que hacía mucho tiempo, desde que mi mujer falleciera, no recordaba. Acomodé las manos de la mujer china en un cóncavo perfecto para que mis testículos se apachurraran, y al llegar a mi glande apreté tanto que los dedos de una de las manos se azularon y todo mi miembro se hinchó de gruesas venas. Entre los dedos de su mano izquierda dejé chorrear mi semen que también era muy blanco, y me acaricié el cuerpo dejándome todo el vientre lleno de mis humedades. En ese momento escuché un tumulto en la calle. Era el dueño del circo y su caravana completa. Tardaron mucho tiempo en subir a mi habitación. Cuando los vi entrar supe por qué. Montada en dos carretillas de grueso hierro, llevaban a la mujer china, quien primero me miró a los ojos antes que dirigir la vista a sus manos, que pecaban descansando en mi bajo vientre; habían ya perdido su marfileo color y los moretones les daban la apa- riencia, entonces sí, de ser las manos de una muerta. Fueron suficientes dos hombres para someter mi viejo cuerpo; pero ni entre todos pudieron arrebatarme las manos. Sólo a ella se las entregué y fue una manera de arrepentirme, sabiéndome ante su presencia por última vez. La justicia pretende, pero nunca de los nuncas llegará a ser justa. Sin poder imaginar un castigo para mi falta, la asamblea de la ciudad emitió su veredicto: me cortaron una mano y un pie, como a los antiguos mártires de mi religión. Las puertas de la ciudad se abrieron y me arrojaron al crepúsculo del desierto, obligándome a arrastrarme en la arena. Me dieron, para entretenerme en mi proceso de muerte, un fajo de hojas y un saco con tizas de carbón. La fábula que pude haber contado quise malgastarla con mis recuerdos. No deseo que si alguien encuentra estas hojas las utilice en un sentido opuesto a mi moral, que mi escarmiento ha hecho más sólida. Puedo en estos momentos distinguir las carrozas del circo que toman el camino hacia otra ciudad, levantando pequeñas nubes de polvo... A ○ ○ ○ ○ año de distancia en tiempo, pero con Madrid en el corazón. ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ Hace un año la vida o el destino me dieron la oportunidad de vivir muy de cerca un atentado terrorista. 11 de marzo de 2004, Madrid, España. Del 11–M se ha escrito mucho, se han publicado en diferentes medios opiniones acerca de las motivaciones políticas, militares o económicas que originaron el atentado y las consecuencias de éste. Las líneas siguientes no tratan de descifrar los entuertos que se tejen en las cúpulas donde se manejan nuestras vidas. No. Estas letras no son más que un ejercicio personal intentado durante las horas siguientes al 11–M. En esos momentos sólo escribí por la necesidad de vaciar en papel y quitarme de encima el miedo, la impotencia, el coraje, la tristeza. Pero hacerlo también me sirvió de herramienta para identificar de entre las ruinas el otro lado de la tragedia, ese lado que encontré en la gente simple, en la gente que no decide de guerras ni de petróleo, en la gente que camina en la calle. El lado que me mostró la fuerza de la dignidad, de la solidaridad humana. El lado que me enseñó la intensidad de un sueño que levantó el espíritu colectivo. Tómenlo entonces como lo que es, una página arrancada de un diario, a un ○ ○ GABRIEL GARCÍA MÁRQUEZ ○ “La vida no es la que uno vivió, sino la que uno recuerda y como la recuerda para contarla.” ○ FERNANDO TODD Licenciado en Derecho egresado de la UIA Torreón. Máster en Derecho de la Unión Europea por la Universidad Complutense de Madrid. Actualmente trabaja en la firma de Abogados Thompson & Knight, en Monterrey. Colaborador invitado en algunas revistas y periódicos. [email protected] Fernando Todd ○ Atocha, a un año 11 de marzo de 2004 A las 7:50 de la mañana me despierta el molesto ruido de las sirenas. Invasoras, ensordecedoramente audibles, muertas vivas, anunciando a gritos la desgracia como las campanas de iglesia que anuncian en la misa de doce que Jesús vuelve a morir. —Un incendio cerca de casa, duerme. No hay humo cerca—, pensé apenas dormido, con esa comodidad sádica que viste el dolor ajeno y nos hace inmunes. Entonces decidí dormir. A las 8:30 el ruido no paraba, las sirenas gritaban y estremecían sabanas ingenuas como la mía. —Enciende la televisión, algo pasa. O tal vez, a esa hora y con ese desparpajo modorro sería como: —¿Pasa algo? Y el televisor activo, genera y trasmite imágenes confusas aún. —Veo dos muertos— fueron las primeras palabras que narraba la reportera del canal oficial, no sé si aún dormida por el mal despertar o por la somnolencia oficialista. —Bueno, que me dice un policía que pasa a mi lado que hay más— intenta corregir. —Vale, hay más— ¿pero qué tanto más puede ascender una cifra que inicia en dos? Me di cuenta entonces de que mi día iba a empezar temprano, más temprano de lo normal, así que calienté agua para preparar un café y me senté en la sala a ver 59 60 ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ras que reventaron a padres llorados por hijos, a hijos llorados por padres, a niños que no querían ir hoy al cole, al emigrante que resignado iba a cargar ladrillos como cargaba la cruz que la vida le impuso y que jamás quiso morir lejos de su gente en América, África o el Este de Europa. Al madrilista que iba contento al trabajo porque el Real seguía en la Champions, al abuelo que venía a pasar el fin de semana con sus nietos, a la novia que se casaba y que sólo pudo identificarse con su cabeza extraviada. Cuatro trenes que reventaron los sueños de España y el mundo. Aprendo entonces, y de un único golpe, a ver la cara del miedo. Tiene un rostro seco. No te hace temblar. No respiras agitado. Te deja inmóvil y te obliga a sentirlo. Lo primero que deseaba era llamar a México. Mi familia seguramente estaría viendo esto en el noticiero de la mañana. Procuré adivinar la hora antes de que alguien encienda la televisión y se preocupe. Para entonces es la una de la tarde en España, seis de la mañana en México. Apenas al salir a la calle para llamar a casa encontré gente herida, caminando con la cara deformada por los golpes, con los brazos lastimados, con el ánimo extraviado. Logré comunicarme. —Hola. Estoy bien, hubo un pequeño atentado (¿cómo se lo dices suavemente a tu padre al despertarlo?), dicen que fue la puta ETA (aquí casi se me quiebra la voz), quería avisarles para que no se preocupen. —Hola ma Quería avisarles antes de que vieran en la televisión que... Al correr la mañana empecé a recibir llamadas de México. —¿Estas bien?, vi lo del atentado. —¡No, qué va!, ¡estoy muerto, pero hay roaming en el cielo! Mexicano al fin, riéndome de la desgracia y de la muerte. ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ Conocí historias de las bombas que explotaron en cuatro trenes. Trenes que unen a los pequeños pueblos madrileños con la capital, que transportan a las personas al trabajo o a la escuela. Bombas. Escritas así como fueron puestas, con la frialdad de la muerte en ausencia de remordimientos. Bombas certe- ○ ○ ○ FEDERICO GARCÍA LORCA ○ “El llanto es un perro inmenso, el llanto es un ángel inmenso, el llanto es un violín inmenso, las lágrimas amordazan al viento y no se oye otra cosa que el llanto.” ○ ○ las noticias. Quería tratar de contestar preguntas, averiguar de qué iba esto y las magnitudes del caso. De alguna manera sabía que en Madrid se está expuesto a vivir atentados. Me habían explicado que por ahí de navidades ETA intenta alguno que otro golpe, nada grave. Cosa de asustar y mantener el nivel de miedo. Ya habían pasado las fechas, y la guardia civil había logrado desactivar a tiempo algunas bombas sin que pasara a mayores. La ETA, se dijo entonces, está más débil que nunca. Está por desaparecer. Se le ha golpeado con firmeza. No tiene capacidad logística o económica. Está acabada. Pero esto no era igual. Poco a poco la información fue cayendo. Fue golpeando. Fue aturdiendo. Supe, por ejemplo, que las explosiones habían sido cerca de la estación de Atocha, a una distancia no mayor de dos estaciones de metro de mi casa. Que no eran dos los muertos anunciados. Que tronaron dos, tres, cuatro trenes. Que era el atentado terrorista más grande en la historia de España. Que los cadáveres se contaban en decenas. Que había hombres mutilados, mujeres quemadas, niños muertos. Supe de manera directa y fiel que las sirenas seguían llorando en las calles de Madrid. “En eso harás lo que debes, Sancho —dijo Don Quijote—; por que para entrar en batallas semejantes no se requiere ser armado caballero” MIGUEL DE CERVANTES ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ La vida sigue y Dios sabe por qué (después de oler la muerte concentrada escribo más dioses, jesuses y aves marías que nunca en mi vida). Dios sabe por qué. Decido ir a la escuela: a tratar de que la vida continúe. Tomé el metro, lidiando con el miedo. Hoy no sé por qué lo hice, pero una amiga me dijo que no podíamos dejar que el miedo ganara. Si ganaba el miedo, ganaba el terrorismo. Y el terrorismo con el nombre que se ponga no puede vencer como vencería si dejáramos de creer, de vivir y de esperar. La Línea Uno, azul cielo, que me lleva de Puente de Vallecas a Cuatro Caminos, pasando por Atocha. A las tres de la tarde, cuando el metro debería ir a punto de reventar, viajábamos tres almas solas en el vagón. Callados, cabizbajos, tristes. Asustados. Se sentía la claridad de la paranoia colectiva. Respirando cada vez que el metro reiniciaba su viaje, pensando en no pensar dentro de los túneles, leyendo Vivir para contarla de García Márquez. Fueron pasando minutos y horas. Estar con amigos ayudó a digerir poco a poco el escenario. La clase estuvo seria, sólo los celulares distraían. El profesor nos permitió no apagarlos ese día. Ese día estuvimos grises, fríos y ausentes. Al día siguiente se convocó a una manifestación. Había que estar ahí. La lluvia también iba a estar. La cita fue programada a las 19 horas del 12 de marzo. Sabía que no iba a permanecer tranquilo viendo la manifestación por televisión. De alguna manera había que gritar que estaba en contra en lo individual, y que estaba en contra en lo colectivo. Mi inconsciente buscaba la forma de manifestarse, así que en cuanto supe la fecha y hora de la manifestación, también supe que ahí estaría. Madrid cuenta con una población de poco más de cuatro millones de habitantes. El día de la manifestación más de dos punto tres millones de personas salieron a las calles de la ciudad sin importarles el diluvio que caía. El contingente no avanzaba simplemente porque no podía avanzar. Desde el punto de partida, la Plaza Colón, hasta la estación de Atocha, un río humano había abrazado los pasos. Desde lo alto se veía solamente un mosaico de paraguas. La lluvia no paró en ningún momento, y más que molestar, fue invitada poética de los cantos: “No está lloviendo/ Madrid está llorando...” “Bajemos los paraguas/ que se nos vea....” Esa manifestación fue sin duda una intensa comunión. Ya es normal que Europa prescinda de pasaportes, pero esto era un calidoscopio de razas, religiones y pensamientos. Las barras del Atlético o del Real brincanba unidas; los sudamericanos o africanos ilegales y la guardia civil marchaban hombro a hombro; estudiantes de la Complutense y de la Carlos III; hasta el príncipe bajó a caminar con su pueblo, todos unidos al mismo grito. Un desahogo interno a todo pulmón: “¡Hijos de puta...!” La solidaridad aportada por el colectivo regresó la paz a los madrileños. Sabíamos que después de Atocha ya nada era igual (“no estamos todos/ faltan doscientos”), pero también supimos que ya éramos viables para reiniciar nuestras vidas con una mayor fuerza social, un espíritu engrandecido y la dignidad intacta. Hoy no concibo Atocha sin manifestación. Acción y reacción en sentido contrario. Es obvio que la reacción ante la acción en este caso no vuelve estrictamente las cosas a su estado original. Murió mucha gente. Pero la agresión sufrida por la sociedad española fue espiritualmente sanada por las voces de los dos punto tres millones de personas que salimos a la calle a gritar en contra de la violencia, a favor de la paz. Y ese grito silencioso de paz nos permitió volver a las cosas simples sin miedo. Pudimos, por ejemplo, tomar el metro confiando nuevamente en quien va a nuestro lado, porque también caminó a nuestro lado durante la marcha. Nos reconciliamos con el prójimo y con nosotros. Y entendimos que la tolerancia, la solidaridad, la dignidad y la paz señalan el camino. A 61 Sesión pública en una universidad privada La forma en que los políticos toman las decisiones debe exhibirse para saber qué clase de dirigentes nos gobiernan Alejandro Cárdenas López ○ “Revelar u ocultar pensamientos o información se usa para hacer selecciones y, por tanto, reducir la complejidad (…) la decisión es un proceso de selección que elimina posibilidades” ○ ○ ○ ○ MIGUEL ÁNGEL VITE PÉREZ, (Doctor en Sociología), Etcétera, n. 278, 1998. ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ 62 ○ Sin mayor discreción, las decisiones políticas se toman en restaurantes (generalmente muy lujosos), cafés y cantinas, más que en oficinas públicas. ¿Cuántas veces hemos visto sesiones de presidentes municipales, gobernadores o secretarios de estado en las que detallen presupuestos, contrataciones o licitaciones? Si un tejido es demasiado fino, no es fácil saber cómo fue hilvanado. Así en la toma de decisiones de los gobernantes, es complicado entender qué interés o agenda lleva a los políticos a inclinarse por ciertas determinaciones. Pero es muy fácil resentirlo: cuando suben los costos de los servicios básicos, pagamos el impuesto de automóviles, aumenta el desempleo, nos traen de oficina en oficina y de ven- tanilla en ventanilla. Ejemplos de dudosas decisiones de los gobernantes sobran. Es difícil entender que hoy las personas tenemos derecho a ser informadas de cómo, cuándo y por qué deciden los administradores del Estado. Este mito puede perder vigencia con la Ley de Acceso a la Información Pública de Coahuila, que por naturaleza es incluyente en los actos cotidianos de las personas. La institución autónoma que se encarga de hacer que todos los servidores públicos del Estado cumplan la ley es el Instituto Coahuilense de Acceso a la Información Pública (ICAI). A principios de marzo el ICAI realizó la quinta sesión pública de Consejo General fuera de sus instalaciones en Ramos Arizpe, trasladándose al Archivo Históri- ALEJANDRO CÁRDENAS LÓPEZ Director del Instituto Coahuilense de Acceso a la Información Pública. ○ ○ ○ ○ ○ ○ miles de casas provocando la muerte de decenas de personas? ¿A dónde destinaron esos recursos y su personal? ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ Tacos de sesiones públicas Los gobernantes no sesionan en público porque temen exhibir su poca capacidad de discurso, mostrar la pobre justificación de sus decisiones, o poner a la vista viejas rencillas entre partidos e intereses personales. El menos favorecido es el ciudadano. En la experiencia de solicitudes de información al Instituto Federal de Acceso a la Información y al ICAI en Coahuila, a los ciudadanos les importa principalmente conocer funciones, estructura y distribución de los recursos de las instancias de gobierno. Es decir, acceder a una información básica. La mayoría de las personas no solicitan información acerca del ejército o documentos de inteligencia, quieren saber simplemente quién es ése que cobra sus impuestos. Parece vergonzoso, pero no tenemos claro quién nos gobierna, vemos nombres y campañas de colores en los medios, y poco conocemos respecto de sus ideas, decisiones y razonamientos. Tal vez una forma de medir este tipo de decisiones es en grados de cinismo. Por ejemplo, imaginando cómo se tomaron decisiones históricas en la que se ha fraguado la ignominia: 1. ¿Cómo decidieron Díaz Ordaz y Echeverría la matanza de los estudiantes en 1968? En qué oficina, con qué otros políticos, quiénes estuvieron en desacuerdo y cuáles fueron sus argumentos. 2. ¿Cómo negocian las organizaciones criminales y los gobernantes? Dónde acuerdan el moche, cómo determinan sobre la vida o muerte de sus aliados o enemigos, cómo preparan los asesinatos. 3. ¿Por qué no se informó rápidamente a las poblaciones aledañas sobre la desbandada de agua en Villa de Fuentes, Piedras Negras y el río Escondido arrasó con ○ ○ ○ co Juan Agustín de Espinoza de la Universidad Iberoamericana Torreón. Fue un ensayo para entender cómo se toman las decisiones. ¿Se molestan los políticos? Ambros Bierce en el Diccionario del diablo afirma que la política es el manejo de los intereses públicos a favor del privado, y un conflicto de intereses disfrazado de lucha de principios. Como dice Bierce, una sesión pública ayuda a conocer a las personas que nos gobiernan fuera del ámbito de la propaganda, y a saber de qué forma manejan sus intereses, cómo reaccionan, cómo se molestan o cómo disienten. Ya no bastan los actos proselitistas con discursos prefabricados y sonrisas en la boca. Si sabemos cómo y por qué deciden, podemos interpretar sus argumentos o la falta de ellos. ¿Cuáles decisiones son las más importantes? ¿Cuáles se omitieron? ¿Qué temas no se tocan? Para ello se requiere un poco más de análisis. Lo aburrido y falso de la mayoría de los sermones políticos obliga a estar doblemente atentos, porque la población no lo está, y en la mayoría de los casos, por su carencia económica, no puede estarlo. Son pocos los que atienden, escuchan y vigilan, pero cómo detectar el truco. Es decir, aún en una sesión pública y aunque todas las decisiones se tomen abiertamente, hay intereses. En la sesión del ICAI en el Archivo Agustín Espinoza los asistentes observaron cómo se tomaron, entre otras, tres decisiones importantes: 1. Definir mecanismos necesarios para dar seguimiento a las solicitudes de información y a la Información Pública Mínima actualizada en internet por las instancias de gobierno. 2. Propuesta de que la Unión de Organismos Empresariales de Saltillo sea un conducto para facilitar al ciudadano la posibilidad de presentar solicitudes de información pública a las entidades de gobierno. 63 64 ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ O Juan Agustín de Espinoza, sj ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ A R C H I V O H I S T Ó R I CO ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ Todo sistema político se relaciona con organizaciones y grupos de influencia que comúnmente se encargan de informar a los medios de comunicación para promoverse o mandar mensajes a otros grupos de poder. Pero también existe el ○ ○ ○ Redes imaginarias locales Una decisión se toma después de un juicio de valor, un análisis y una determinación. Las decisiones públicas las toman personas que forman parte de estructuras donde interactúan varios poderes (ocultos o visibles), los cuales se entrecruzan en las relaciones de gobernantes y ciudadanos. La compleja forma en la que se decide incluye tres aspectos: 1. Organizaciones especializadas en influir a grupos políticos, partidos y ciudadanía. 2. Estas organizaciones acoplan, crean y controlan por medio de estructuras de inteligencia o ilegalidad. 3. Actúan a través de roles específicos, ya sea agentes especiales, secretos, aviadores o “asesores”. ○ ○ ○ Estas medidas, y algunas más, facilitan el acceso a la información, y por lo tanto, un mayor conocimiento de más gobernantes, permitiendo contar con más elementos en la toma de decisiones, como votar, protestar o reconocer su labor. En general, intervenir en la vida pública y buscar soluciones a los problemas sociales. Pero no basta con sesiones públicas, una decisión nunca es personal: influyen muchos aspectos mentales y políticos. Además, en política hay agentes especializados en inclinar las decisiones a su favor, la mayoría de ellos muy lejos de controles legales. ○ ○ ○ 3. Clarificar las reglas para que el ciudadano pueda realizar un requerimiento sencillo y eficaz al ICAI, en caso de no estar de acuerdo con la información recibida por la entidad pública. El Archivo Histórico JAE de la Universidad Iberoamericana Torreón está incluido en el listado oficial de la Organización para la Educación, la Ciencia y la Cultura de las Naciones Unidas —UNESCO— debido al interés de sus fondos y por la calidad de los servicios virtuales que ofrece a los investigadores del mundo entero. El Archivo cuenta con una página web http://www.lag.uia.mx/archivo que le gustará visitar. Sin necesidad de registros ni claves de acceso, ofrece gratis varios servicios en línea, como su revista virtual El Mensajero, con su propio sitio en los recursos virtuales de la UNESCO, los siete tomos de la colección Lobo Rampante, 70 mil fichas de catálogo de sus diversos fondos documentales, y una galería virtual. ¡Visítelo! ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ Puestos políticos y toma de decisiones Al decidir surgen los poderes ocultos e informales de los sistemas democráticos. Ellos regulan los flujos de información, de autocrítica y de disidencia de la sociedad. Luhmann dice que entre más grande es el espacio y la complejidad de la decisión, más se hacen sentir los efectos de este poder informal. Por ejemplo, las instancias públicas están cargadas de puestos y los organigramas parecen árboles genealógicos: secretarios particulares por doquier, secretaria primera, secretaria segunda, asesores y consultores. Es el tema de la contratación de puestos con poder de decisión. El aspecto problemático en cada cambio de gobierno o dirección es elegir los que pueden preparar las decisiones importantes: selección de personal, creación de proyectos o definición de funciones de ○ ○ ○ valor de la comunicación oral, en la que no queda registro de por medio. En sociedades muy represivas la comunicación oral representa la forma más libre para expresar ideas: es el susurro alejado de inspecciones internas de las organizaciones políticas y empresariales. Pero también gobiernos y empresas negocian de viva voz y sin límite de pudor. Salen de su oficina, su espacio público en el que nadie escucha: a los parques, cafés, cantinas o restaurantes. Por ello, cuando uno ve a los políticos vaticinando por los medios de comunicación hay que parar las antenas y preguntase ¿cuál es la agenda? Según el abogado y sociólogo alemán Niklas Luhmann estos vientos de información “exigen capacidad de leer entre líneas”. Javier Torres Nafarrete, investigador experto en el pensamiento del germano, afirma en el libro titulado Luhmann: la política como sistema que las personas que toman las decisiones que afectan a otros tienen poder, y lo hacen porque dominan al público afectado. Con un panorama así de claro (o sucio), el dribleo es más complejo. los puestos. Es ahí donde las reglas son menos claras, donde se muestra la falta de autonomía real de las instituciones públicas. De esa forma, en caso de conflicto, siempre intervendrá el que esté más relacionado con el alto poder, no lo justo o lo razonable. Por ello las reuniones públicas y la producción de una cultura de transparencia inhiben esos vicios de preparación de la decisión sin responsabilidades. Por decirlo de algún modo, el político necesita fingir más para informar a su pueblo. Debe tener más cuidado en que sus discursos exhiban la contradicción de la escasa relación con sus votantes, generalmente basada en informes administrativos y promoción en medios de comunicación. Por eso él pega en el clavo: el problema es el control jurídico a las órdenes dadas. Entonces, el derecho y la ley se aplican sólo en caso de conflicto o de riesgo político para el sistema dominante. Esta mínima relación del gobierno con el pueblo fundamenta sus aparatos de control en el costo–beneficio. Los ciudadanos (la mayoría de las veces los más pobres y necesitados) actúan conforme a la ganancia tangible y a corto plazo, no en cuanto a la posibilidad de ejercer sus derechos civiles a largo plazo. Esto puede entenderse en cinco pasos: 1. Si el Estado realiza cada vez más programas (obras, servicios, eventos, apoyos económicos) hay un bienestar para el pueblo. 2. Para cumplir esos programas necesita pedir al público que coopere, y para lograrlo, debe negociar con ellos. 3. Esta cooperación no es una obligación jurídica, porque rebasa los alcances normales de la administración pública. 4. Al interactuar lo público y lo privado, se crean posibilidades de acción que son oportunidades alternativas de poder. 5. En este tipo de negociaciones no es suficiente con hacer valer la ley, por lo que se maquinan conforme al viejo estilo de componendas y negociaciones. 65 66 ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ democrático más importante de las sociedades contemporáneas. Por ello la Ley de Acceso a la Información Pública creará diferentes mecanismos para tomar las decisiones en un nuevo entorno. Pero los antiguos grupos de poder, ese segundo orden generalmente desapegado al derecho, adquieren otras máscaras, adaptándose a las nuevas reglas para sobrevivir e integrarse. Sólo una gran capacidad de gestión entre la sociedad y las instituciones públicas podrá dar a los ciudadanos un espacio para que “los que toman las decisiones” incluyan varios puntos de vista en sus resoluciones, y generen confianza para cumplir con las leyes. No olvidemos las raídas décadas de represión, no tan directa como la Guerra Sucia de los setenta, sí estructural y basada en compensaciones sociales. El tejido social dañado por años de represión, falta de educación y cultura, debe sanar con pequeñas muestras de legalidad y apertura gubernamental, como dice Luhmann. Para reactivar a la sociedad civil en Coahuila no basta con realizar solicitudes de información, aunque sí ayuda a detectar que en dónde más se niegan se encuentran las estructuras más cerradas. La participación ciudadana y política serán claves para vigilar las pequeñas muestras de legalidad que permitan aminorar o disolver la crisis de identidad social en nuestro Estado. Debe existir una diversidad de grupos que puedan expresar libremente sus ideologías sin tendencias partidistas regionalizadas. La apertura de los gobernantes, la confianza y credibilidad del público en instituciones ciudadanas como el ICAI y las asociaciones civiles, serán clave para garantizar la transparencia y estabilidad de las nuevas formas de ramificar la información pública. A ○ ○ ○ ○ ○ ○ Esta necesidad de “hacer como que nos gobiernan” y de interactuar con su público no siempre es para crear bienestar, sino para fortalecer una línea partidista o apoyar el golpeteo político. Entonces el gobernado es reducido a un ciudadano de baja intensidad y segmentado por grupos de influencia. Esto explica parte de la preocupante apatía de la sociedad civil en México y Coahuila, así como la carencia de grupos organizados y sin tendencias partidistas. En estados del centro y sur del país como Oaxaca, Guerrero o el Distrito Federal los grupos de participación ciudadana son un poder fuera de los órganos establecidos dentro del sistema político. Según Luhmann, para entender el fenómeno debemos empezar por desmitificar la clásica idea de democracia que reza: todo poder ha de venir del pueblo. El pueblo ya no es una unidad en masa organizada, constituye sólo una fuente de poder que se derrama hacia los elegidos, quienes la manipulan y la construyen. Ahora son las varias unidades (grupos pequeños que poco se conocen entre sí) que a su vez ordenan a sus súbditos. Hablamos de sindicatos, agrupaciones agrícolas y profesionistas (por ejemplo, los maestros), etcétera. Entonces Luhmann distingue una paradoja: el pueblo es soberano, y a la vez, súbdito. A pesar de que el ciudadano tenga libre derecho a votar, únicamente lo puede ejercer un día cada tres o seis años. Por ello el pavor de los gobernantes a promover la participación ciudadana es por perder el control de sus redes. Por consiguiente, las marchas y protestas sociales (en algunos casos violentas, o incursiones de grupos armados) parecen ser también la única alternativa. Recientemente también lo es el derecho de acceso a la información. Entonces, solicitar información es participar activamente, porque hay una relación directa y legal ante una necesidad del ciudadano. Este nuevo derecho ha sido calificado por académicos como el avance Las ideas expresadas en este texto son a título personal del autor y no reflejan la opinión institucional del ICAI. Hacia una posible despenalización de la eutanasia: declaración del Instituto Borja de Bioética ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ es probable que aún se dieran situaciones extremas y conflictivas en que se solicitara. ¿Qué debería hacerse ante estos casos? En la última parte del documento el Instituto Borja de Bioética da una respuesta a esta cuestión. ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ Conscientes de que el debate en torno a la eutanasia ocupa un lugar preeminente en la bioética clínica, no sólo porque se trata de una cuestión fundamental que afecta a la vida humana y a su dignidad, sino también porque ha adquirido un gran eco social, mediático y político, el Instituto Borja de Bioética quiere ofrecer, a través de este documento, las conclusiones a las que ha llegado su Grupo de Trabajo sobre la Eutanasia, tras un largo periodo de reflexión y discusión entre sus integrantes. En el documento se define, en primer lugar, el concepto de eutanasia y se especifican las condiciones que se requieren para hablar de ella, con el fin de evitar confusiones. En segundo lugar, se realiza una defensa del valor de la vida y de la ayuda al bien morir, y en este punto, se piden los medios necesarios para que la asistencia socio–sanitaria al final de la vida sea de calidad, es decir, que se proporcione una atención global al enfermo, en sus aspectos físicos, psíquicos, sociales, emocionales y espirituales. Aunque una atención de calidad podría reducir las peticiones de eutanasia, ○ (Universitat Ramon Llul) 1. Definición de eutanasia Consideramos que toda definición tiene ventajas e inconvenientes, y es siempre discutible y revisable. Aún así, queremos comenzar este texto dando la definición de eutanasia, a fin de determinar de qué referente conceptual partimos y dejando a un lado otras conductas erróneamente denominadas sólo eutanasia y que se prestan a confusión. Así pues, entendemos que eutanasia es toda conducta de un médico, u otro profesional sanitario bajo su dirección, que causa de forma directa la muerte de una persona que padece una enfermedad o lesión incurable con los conocimientos médicos actuales que, por su naturaleza, le provoca un padecimiento insoportable y le causará la muerte en poco tiempo. Esta conducta responde a una petición expresada de forma libre y reiterada, y se 67 68 ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ terminado y un adecuado proceso de información y decisión con el enfermo y la familia, y en ningún caso las calificaremos de eutanasia. Rechazamos por lo tanto toda terminología que adjetive el término eutanasia —pasiva, indirecta, etcétera—, y que sólo lleva a confusión. ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ lleva a cabo con la intención de liberarle de este padecimiento, procurándole un bien y respetando su voluntad. Partiendo de este concepto, se consideran requisitos indispensables la petición expresa del enfermo, la existencia de un padecimiento físico o psíquico insoportable para el paciente y una situación clínica irreversible que conducirá próximamente a la muerte. Estos requerimientos nos distancian del paternalismo médico llevado hasta el momento de la muerte. A lo largo de los siglos, incluyendo el XX, se prescindía con frecuencia de la voluntad del paciente y el médico responsable determinaba, junto con la familia, lo más conveniente para él, incluso en el proceso de morir. Entendemos que hoy esta conducta, por buena que fuera la intención del profesional y de la familia, es reprobable ética y jurídicamente, y atenta contra los derechos básicos de la persona. Con esta definición excluimos el suicidio asistido, concepto que es necesario diferenciar del de eutanasia: en ese caso el paciente solicita también la muerte al médico, pero la intervención de éste último se limita a facilitarle los medios para que consiga su objetivo. Desde el punto de vista legal, la diferencia es muy relevante, por lo que esta colaboración o ayuda al suicidio estaría penalizada de otra forma. Sin embargo, en este documento queremos dejar al margen ese concepto y centrarnos sólo en la eutanasia. También quedarían al margen las situaciones de enfermedad que, a pesar de su carácter irreversible, no llevan asociada la proximidad de la muerte.Y finalmente, se excluirían aquellas conductas que pretenden evitar el encarnizamiento terapéutico y que implican no iniciar o retirar al paciente un tratamiento que es desproporcionado y/o fútil. Estas actuaciones deben ser consideradas como una correcta práctica médica cuando hay un diagnóstico bien de- 2. Apuesta por la vida y por la ayuda al bien morir Cualquier reflexión sobre la eutanasia de-be enmarcarse en una clara apuesta por la vida de toda persona, y por una vida humana de calidad. Esta apuesta pasa no sólo por una adecuada atención sanitaria, sino también por la exigencia de las necesarias atenciones sociales, económicas, culturales y espirituales que hacen posible una vida humana de calidad. La apuesta por la vida no ignora ni excluye la exigencia de saber asumir y afrontar sus acontecimientos más difíciles de modo responsable. Creemos que la vida es un don que recibe la persona para vivirla responsablemente. De ahí que no la podamos concebir como un hecho que nos limita, sino como un potencial del que disponemos para ponerlo al servicio de un proyecto verdaderamente humano y humanizador. Esta premisa nos permite reflexionar a propósito de aquellas situaciones en las que la vida ya no se percibe como un don, sino como una pesada carga. Entre éstas tiene una especial relevancia esa en que la vida se convierte en una dolorosa y agónica espera de la muerte. En el marco de la apuesta por la vida, la reflexión sobre la eutanasia se adentra en el inexorable proceso del morir de la persona, un proceso que puede culminar en el último acto humano en la medida que se sabe afrontar con lucidez y responsabilidad. Esta lucidez y responsabilidad pueden significar una firme decisión de anticipar la muer- ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ te ante su irremediable proximidad, y la pérdida extrema y significativa de la calidad de vida. En estas circunstancias se debe plantear la posibilidad de prestar ayuda sanitaria para el bien morir, especialmente si ello significa apoyar una actitud madura que concierne, en definitiva, al sentido global de la vida y de la muerte. Consideramos que la defensa de la vida es un valor ético, y debe ser jurídicamente protegido. Sin embargo, se podría admitir una excepción en el caso de la eutanasia tal y como ha sido descrita. Por tanto, se debería plantear cómo tipificar estos casos desde la perspectiva médica y/o sanitaria, y también cómo recogerlos en una norma jurídica. 3. La asistencia socio–sanitaria al final de la vida: algunas premisas Antes de entrar en el tratamiento de estas dos grandes cuestiones, es decir, la ayuda sanitaria al bien morir y la creación de unas normas jurídicas sobre la eutanasia, es necesario establecer algunas premisas que consideramos indispensables. Situaríamos en un primer nivel la necesidad de analizar, por parte de una sociedad que pretende poseer la madurez suficiente para reflexionar y dar respuesta desde la ética y la ley a las demandas de eutanasia, los siguientes aspectos: La realidad de la asistencia sanitaria que se presta a los ciudadanos que se encuentran en el tramo final de su vida. Es una verdad palpable que en el Estado español es aún muy minoritaria la asistencia a los enfermos en fase terminal con un adecuado tratamiento del dolor y del sufrimiento (unidades de cuidados paliativos), con el apoyo técnico domiciliario que permita a la persona morir en casa, en un contexto de confort familiar y afectivo (Programas de Atención Domiciliaria y Equipos de Apoyo, PADES en Cataluña), y por tanto, son pocos los 69 70 4. Situaciones extremas y conflictivas Pese a todas las premisas apuntadas, seguirán existiendo situaciones y casos concretos en que se producirán demandas de eutanasia y será preciso darles una respuesta dentro del marco de la legalidad. ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ nal. El papel de este entorno afectivo es, pues, fundamental para ayudar a la persona a afrontar dignamente su muerte, acompañándola en la estima y el respeto de sus decisiones. La ayuda al bien morir no podrá prescindir de este entorno afectivo del paciente, por tanto, su carencia requerirá establecer, en la medida de lo posible, el entorno más adecuado para que el paciente pueda tomar una decisión responsable. El apoyo sanitario. También este aspecto juega tiene un papel relevante en el acto humano de morir, ya sea por las aportaciones técnicas, ya sea por la presencia y el acompañamiento afectuoso del enfermo por parte del equipo terapéutico. Será necesario velar para que este apoyo sea eficaz, especialmente en lo concerniente a la información diagnóstica, las posibilidades terapéuticas reales y los medios que pueden ayudar a bien morir, incluyendo el apoyo afectivo mencionado. ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ que pueden beneficiarse de ella. Una gran mayoría de pacientes mueren en condiciones precarias, con un sufrimiento innecesario y carentes de un entorno adecuado. En consecuencia, sería necesaria una acción firme en política sanitaria, con más inversiones en personal e infraestructuras especializadas para mejorar y ampliar este tipo de asistencia. Las condiciones sociales y económicas que con frecuencia acompañan las demandas de eutanasia. En el Estado español también es una realidad que las personas mayores, enfermas, a veces solas, no disponen de los mínimos necesarios para considerar que su calidad de vida es aceptable y que vale la pena continuar viviendo. Pensiones muy bajas, condiciones precarias de vivienda, soledad y falta de entorno afectivo, son elementos que muchas veces acompañan a un estado grave de salud y que llevan a manifestar deseos de morir. Sería fundamental un planteamiento en el ámbito de políticas sociales que resolvieran esta situación, elevando el nivel de vida de todas estas personas. Consideramos que es una responsabilidad de todo estado social y democrático emprender este tipo de políticas sanitarias y sociales con carácter prioritario o paralelamente a la propuesta de una despenalización de la eutanasia. En este sentido los ejemplos de otros países del entorno europeo que han dado el paso de despenalizar la eutanasia no se pueden tomar como paradigma, ya que sus realidades sanitarias, sociales y culturales son diferentes de la nuestra. En un segundo nivel hay otras premisas que también debemos contemplar ante una demanda de eutanasia: El apoyo afectivo. En el acto humano de morir es particularmente crucial el entorno afectivo del moribundo. Lo es a lo largo del transcurso de la vida humana, desde el mismo nacimiento, y especialmente en sus momentos más intensos y delicados, pero sobre todo, en su fi- 5. Para una despenalización de la eutanasia en situaciones extremas y conflictivas. Negativa a la legalización de la eutanasia Nuestra reflexión sobre la eutanasia no nos lleva a pedir su legalización indiscriminadamente, sino a proponer una posible despenalización en determinados supuestos que representen una inevitable tensión conflictiva entre valores equiparables a la vida misma y que pongan en evidencia la posibilidad o la necesidad de no prolongarla innecesariamente. —Despenalización. Una vez llegada su concreción en la norma jurídica, la des- ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ penalización debería exigir la concurrencia de unos requisitos imprescindibles, sin los cuales sería una acción que en una u otra medida estaría sujeta a penalización. A nuestro entender, tales requisitos serían: a) Enfermedad que conducirá próximamente a la muerte. Un primer parámetro que permite plantear la posibilidad de la eutanasia es la existencia de la enfermedad que conducirá próximamente a la muerte. Se trata de aquellas situaciones patológicas irreversibles de las que podemos prever un desenlace fatal en un plazo razonablemente corto. Ciertamente la ciencia médica tendrá siempre mucho que decir para precisar este concepto y es por ello que los profesionales de la medicina se constituirán preferentemente en interlocutores válidos y necesarios de cualquier revisión de las condiciones legales que permitan despenalizar la eutanasia. b) Sufrimiento insoportable. Un segundo parámetro es el sufrimiento insoportable. Somos conscientes de que la medida del sufrimiento tiene siempre una connotación subjetiva, a pesar de que creemos que hay elementos objetivos (por ejemplo, el fracaso de los cuidados paliativos o su inaccesibilidad), que pueden ayudar a evaluar cuándo un sufrimiento supera lo que el enfermo es capaz de soportar. c) Consentimiento explícito del enfermo. Un tercer parámetro sería la manifestación expresa de la voluntad del enfermo que acepta la eutanasia como única opción digna para liberarse del sufrimiento. Se trata de garantizar que se actúa siempre conforme a la voluntad del enfermo, también cuando ya no puede expresar explícitamente esta voluntad, si lo ha hecho con anterioridad mediante una previsión o manifestación anticipada depositada en manos de quién pueda dar razón, sea el propio centro o el profesional, familiares, personas próximas o registro legal de voluntades anticipadas. La exigencia de este requisito excluye las situaciones en que el enfermo, eventual sujeto de eutanasia, no pueda expresar explícita ni implícitamente su voluntad, ni lo haya hecho con anterioridad. Destacaríamos, entre otras, las difíciles situaciones de pacientes con graves alteraciones del nivel de conciencia y de niños o recién nacidos con patologías muy graves incompatibles con una mínima calidad de vida. Las decisiones sobre su tratamiento y asistencia recaerán sobre aquellos que tienen la responsabilidad o tutela legal, quienes con el asesoramiento médico y legal adecuados, procurarán velar siempre por su máximo bienestar y garantizar una praxis conforme al espíritu y a las supuestas intenciones del enfermo. Sin embargo, en ninguno de estos casos se podrá aplicar una eutanasia en los términos que hemos descrito, ya que faltaría el elemento de la voluntariedad. En todos ellos, la decisión de poner fin a la vida del paciente requeriría un debate más amplio, ya que pueden converger factores de muy diversa naturaleza, y sería necesario buscar soluciones que deberían pasar por una formulación legal que permitiera el planteamiento del caso concreto, para valorar y decidir en consenso con la familia, el equipo terapéutico y la autoridad judicial. d) Intervención médica en la práctica de la eutanasia. Entendemos que debe ser siempre un médico u otro profesional sanitario bajo su dirección quien que lleve a cabo la práctica eutanásica, discerniendo los mecanismos adecuados a fin de garantizar la ausencia de dolor y sufrimiento en el enfermo. El asesoramiento sanitario, en sentido amplio e interdisciplinario, será un requisito previo a la decisión. La composición de los equipos interdisciplinarios deberá asegurar la presencia de sanitarios de todos los colectivos (médico, enfermero, psicólogo clínico, trabajador social), así como la ayuda espiritual pertinente, si así lo manifiesta el interesado. 71 72 ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ Glosario Acto humano: es aquel acto deliberadamente voluntario, fruto de una decisión libre y responsable que expresa la escala de valores de la persona que lo realiza. Calidad de vida: se refiere al conjunto de condiciones necesarias, tanto desde el punto de vista biofisiológico como social, que dan lugar a una vida autónoma y humana, es decir, capaz de ejercer las funciones propias del ser humano. En la valoración de la calidad de vida de una persona influyen tanto factores internos como externos. La ausencia de este elemento debe ser un estímulo para que el sistema y las instituciones den respuesta a estas necesidades. Encarnizamiento terapéutico: es una expresión coloquial —popularizada por los medios de comunicación en las lenguas románicas— que traduce de manera parcial, aunque expresiva, el termino más académico de distanasia, palabra de origen griego que significa “muerte difícil o angustiada”. En el vocabulario ético se utiliza el término distanasia para indicar la utilización de tratamientos que no tienen más sentido que la prolongación de la vida biológica del paciente. Encarnizamiento no corresponde a la realidad, ni hace justicia a los médicos ni tampoco se ○ ○ ○ e) Revisión ética y notificación legal. Toda práctica eutanásica deberá contar por anticipado con el visto bueno de un Comité de Ética Asistencial, y con posterioridad a su realización, habrá de ser notificada a la autoridad pertinente a fin de que sea posible comprobar el cumplimiento de los requisitos exigidos y ejercer las acciones oportunas en caso contrario. Desearíamos que este documento contribuyera a profundizar en la reflexión sobre la eutanasia, reflexión que se hace presente reiteradamente en el debate público y que requiere de un enfoque multidisciplinar desde el rigor y la debida atención a todos los agentes implicados. ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ adapta a todos los casos de prolongación del proceso de morir, en los que el médico está implicado. Por todo esto, creemos que la expresión más adecuada es obstinación terapéutica. Despenalizar: dar a una determinada conducta, hasta aquel momento castigada por el código penal, la categoría de acto permitido por la ley bajo determinados condicionantes y requisitos que de incumplirse, ameritará igualmente ser castigado. Ordinariamente la despenalización no incluye el reconocimiento de un derecho exigible por parte del ciudadano, aunque sí ejercitable, y tampoco corresponde a una conducta normalizada socialmente, sino excepcional. Dolor y sufrimiento: el dolor es una experiencia corporal y mental subjetiva; a diferencia del sufrimiento, se manifiesta como una experiencia extraña a uno mismo, adventicia e inasimilable, que a veces debemos soportar. El sufrimiento es un sentimiento que puede resultar provechoso y bueno. Lleva una connotación de contención y elaboración del dolor. Lo que el paciente explica ha pasado por su cedazo intelectual, cultural, afectivo e imaginativo, y llega al profesional más o menos próximo a la realidad experimentada. Legalizar: dar a una determinada conducta, hasta aquel momento castigada por el código penal, la categoría de acto permitido por la ley, quedando fuera de la norma sancionadora a todos los efectos, sin condicionantes ni requisitos. La legalización requiere el reconocimiento de un derecho exigible por parte del ciudadano, incluso ante los tribunales, y corresponde a una conducta normalizada socialmente. Limitación terapéutica: toda actuación o decisión del médico o equipo terapéutico de limitar, retirar o no iniciar una determinada medida de apoyo vital, entendiendo por tales aquellas que pretenden atrasar el momento de la muerte, esté o no dirigida a la patología de base o al proce- so biológico causal (reanimación cardiopulmonar, ventilación mecánica, técnicas de circulación asistida, diálisis, marcapasos, oxigenación extracorpórea, tratamiento farmacológico con drogas vasoactivas, antibióticos, diuréticos, cistostáticos, derivados sanguíneos, nutrición enteral y parenteral e hidratación). Enfermedad terminal: presencia de una afección incurable, progresiva y avanzada, en situación de imposibilidad razonable de respuesta del paciente a un tratamiento específico, con presencia de numerosos problemas o síntomas intensos, múltiples, multifactoriales y cambiantes, con gran impacto emocional por parte del enfermo, la familia y el equipo terapéutico, y con un pronóstico vital inferior a seis meses. Medios proporcionados y desproporcionados: para formar un juicio correcto acerca del carácter proporcionado o desproporcionado de un medio en un caso determinado, es preciso atender a diversos factores y evaluarlos conjuntamente. El juicio conclusivo depende: 1) la razonable confianza en el éxito, 2) el nivel de calidad humana en la vida conservada (sobre todo de la conciencia y del marco de libertad eficaz), 3) el tiempo previsto de supervivencia 4) las molestias (del paciente, los familiares, etc.) que acompañarán el tratamiento y 5) el coste de la intervención o terapia en una perspectiva individual, familiar o social. Morir dignamente: esta expresión es ambigua, ya que depende de los deseos de cada persona e incluye, por tanto, un importante grado de subjetividad. Sin duda, hay un conjunto de elementos médicos, psicológicos, sociales y espirituales que permiten objetivar este concepto. Morir dignamente es morir sin dolor físico ni sufrimiento psíquico innecesario, conociendo los datos relevantes sobre la propia situación clínica, con facultades para tomar decisiones o que se respeten las voluntades expresadas previamente, arropa73 74 ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ Este documento ha sido trabajado y redactado por el Instituto Borja de Bioética de la Universitat Ramon Llull (Espulgues de Lobregat, enero de 2005), en una comisión integrada por: Dr. Francesc Abel Fabre, presidente del IBB, académico numerario de la Reial Academia de Medicina de Catalunya; Profra. Ester Busquets Alibés, colaboradora y responsable de Enfermería del IBB, profesora asociada de Bioética de la Universitat de Vic; Dr. Juan A. Camacho Diaz, jefe de sección de Nefrología Infantil y miembro del CEIC del Hospital Sant Joan de Déu (Esplugues), colaborador del IBB; Dr. Fco. José Cambra Lasaosa, médico adjunto de cuidados intensivos pediátricos del Hospital Sant Joan de Déu (Esplugues), colaborador del IBB; ○ ○ ○ ○ do por un entorno acogedor y con la posibilidad de estar acompañado espiritualmente, si se desea. Por tanto, este concepto no puede asociarse exclusivamente a eutanasia; se puede morir dignamente sin que se haya practicado la eutanasia, y al contrario, se puede solicitar esta práctica y no morir dignamente. Padecimiento: palabra que engloba dolor y sufrimiento, y que sirve para designar toda clase de sensaciones anímicas y corporales, emotivas y afectivas, provocadas por la conciencia de alguna afección. Suicidio asistido: conducta o actuación en la que la persona misma pone fin a su vida con la ayuda de otra que coopera con acciones que no son la causa directa de la muerte. Tratamiento fútil: aquel tratamiento o acto médico cuya aplicación está desaconsejada ya que es clínicamente ineficaz, no mejora el pronóstico, los síntomas, ni las enfermedades intercurrentes del paciente; o bien, se clasifica como tal porque de manera previsible producirá perjuicios personales, familiares, económicos o sociales desproporcionados respecto del beneficio que se espera. A Profr. Xavier Cardona Igualen, profesor de la Escola Universitària d’Infermeria, Fisioteràpia i Nutrició Blanquerna (URL); Dra. Victòria Cusí Sánchez, médico adjunto del Servicio de Anatomía Patológica del Hospital Sant Joan de Déu (Esplugues), colaboradora del IBB; Dr. Antoni Nello Figa, catedrático de Antropología de la Escola Universitària d’Infermeria, Fisioteràpia i Nutrició Blanquerna (URL); Dr. Ignasi Salvat Ferrer, profesor emérito de Teología Moral de la Facultad de Teología de Catalunya; Profra. Núria Terribas i Sala, jurista, directora del IBB y de la revista Bioètica & Debat; Dr. Francesc Torralba Roselló, profesor titular de la Facultat de Filosofía de la Universitat Ramon Llull, jefe Académico de la Cátedra Ramon Llull de la Fundació Blanquerna (URL), colaborador del IBB. Invitación a colaborar Acequias es una revista interdisciplinaria que aparece cuatro veces al año, paralela a las estaciones: en primavera (marzo), verano (junio), otoño (septiembre) e invierno (diciembre); editada por la Vicerrectoría Educativa y dirigida, sobre todo, a la comunidad que integra la UIA Torreón. Se llama Acequias porque es una palabra con la cual se identifica la atmósfera agrícola de La Laguna, porque remite a la feracidad del agua vertida en el desierto y, además, porque este vocablo sugiere, entre sus grafías interiores, las siglas de la UIA: acequias. Su distribución es gratuita para los alumnos, empleados y profesores de la Universidad. Si eres alumno o ex alumno de cualquier programa académico, personal académico de tiempo o asignatura, personal administrativo o de servicio, miembro de asociaciones vinculadas con la Universidad o amigo de la UIA, Acequias te invita a colaborar con ensayos, artículos, entrevistas, crónicas, reseñas de libros, textos de creación literaria, dibujos, historietas o caricaturas. Tomando en cuenta la diversidad de lectores a la que está dirigida la revista, habrás de evitar el lenguaje muy especializado, así como la excesiva acumulación de datos o referencias eruditos. Los textos deberán estar escritos de manera clara, sencilla y bien estructurada. Te sugerimos considerar la fecha de salida del siguiente número al elegir tu tema. La extensión de las colaboraciones es de dos a cuatro cuartillas a doble espacio: se recomienda que el tamaño de la letra fluctúe entre 12 y 14 puntos. Los colaboradores deberán entregar el original impreso y su versión en disquete (que será devuelto luego de copiar el archivo correspondiente). Los textos deberán ir acompañados, en hoja por separado, de la siguiente información: • Nombre del autor • Dirección y teléfono • Área de trabajo, estudio o relación con la UIA • Brevísimas referencias curriculares • Autorización para agregar dirección electrónica en la ficha de autor El Comité Editorial, sin conocer el nombre y procedencia del autor, determinará la inclusión de los materiales recibidos según criterios de calidad, oportunidad, extensión y cupo. Los artículos que así lo requieran, recibirán corrección de estilo. Debido a la gran cantidad de textos candidatos a publicarse el Comité Editorial no asume la tarea de dar a conocer sus dictámenes a los autores. Los materiales propuestos para su publicación deberán ser entregados o enviados al Centro de Difusión Editorial de la UIA Torreón. También pueden entregarse directamente al editor o enviarse a la dirección electrónica [email protected] La fecha de cierre del número 33 de Acequias será el 10 de agosto de 2005 75