Di mi nombre (El affaire Stark 1) (Spanish Edition)

Transcripción

Di mi nombre (El affaire Stark 1) (Spanish Edition)
J.KENNER
Diminombre
Traducciónde
RosaPérezPérez
SÍGUENOSEN
@Ebooks
@megustaleer
@megustaleer
1
Elrítmicozumbidodelasaspasdelhelicóptero,tump-tump,tump-tump,
sehainstaladoenmicabeza,ymesusurraunmensajeenclavequenome
cuestadescifrar:«Élno,ahorano.Élno,ahorano».
Perosédesobraquemisúplicaesinútil,quemispalabrassonenvano.
No puedo salir corriendo. No puedo esconderme. Solo puedo continuar
como estoy, precipitándome a más de ciento cincuenta kilómetros por
horahaciaundestinoquecreíhabereludidohacecincoaños.Yhaciael
hombrequeyaformabapartedemipasado.
Medigoqueyanodeseoaesehombre.Sinembargo,nopuedonegar
queaúnlonecesitocomoelairequerespiro.
Estrujo la revistaArchitecturalDigestque tengo en el regazo. No me
hacefaltabajarlavistaparaveralhombredelaportada.Suimagenestá
tannítidaenmimemoriacomosilohubieravistoayer.Tieneelcabello
negroybrillante,conreflejoscobrizoscuandoledaelsol.Ysusojosson
tanazulesyprofundosquepodríaahogarmeenellos.
Enlarevistaestásentadoconairedespreocupadoenlaesquinadeuna
mesa,conlarayadelospantalones,decolorgrisoscuro,perfectamente
marcada. Su camisa blanca se ve planchada con esmero; los gemelos
resplandecen.Detrásdeél,lasiluetadeManhattansealzaenmarcadapor
una pared acristalada. Transmite arrojo y seguridad, pero, en mi
imaginación,yoveomás.
Veosensualidadypecado.Poderyseducción.Veoaunhombreconel
cuellodelacamisadesabotonadoylacorbatafloja.Aunhombrequese
sientecompletamenteagustoensupiel,queseadueñadeunahabitación
consoloentrarenella.
Veoalhombrequemedeseó.
Veoalhombrequemeaterrorizó.
¡JacksonSteele!
Recuerdo el roce de su piel con la mía. Incluso recuerdo su olor, a
madera,almizcleyuntenuetoqueahumo.
Sobre todo recuerdo cómo me seducían sus palabras. Cómo me hacía
sentir. Y ahora, mientras sobrevuelo el Pacífico, no puedo negar la
excitación que electriza mi cuerpo solo por saber que voy a verlo de
nuevo.
Porsupuesto,esoesloquemeasusta.
Como si me hubiera leído el pensamiento, el helicóptero se ladea con
brusquedad y el estómago me da un vuelco. Pongo una mano en la
ventanilla para sujetarme mientras contemplo el intenso color azul del
océanoycomprueboqueelescabrosolitoraldeLosÁngelescadavezestá
máslejos.
—Estamosllegando,señoritaBrooks—diceelpilotopocodespués.Su
voz me llega con nitidez a través de los auriculares—. Faltan solo unos
minutos.
—Gracias,Clark.
No me gusta volar; menos aún, en helicóptero. Quizá tenga una
imaginación desbordada, pero soy incapaz de dejar de pensar en que el
movimientocontinuodeestasmáquinasaflojaconsuvibraciónmontones
detuercasycablesquesonimprescindibles.
Heacabadoporasumirquedeboviajarenaviónoenhelicópterodevez
en cuando. Soy asistente ejecutiva de uno de los hombres más ricos y
poderosos del mundo, así que volar forma parte de mi trabajo. Pero,
aunquemeheresignadoaesarealidadeinclusoheconseguidotomármela
conciertaactitudzen,sigoponiéndomemuynerviosaduranteeldespegue
y el aterrizaje. Que la tierra se acerque mientras, al mismo tiempo, el
helicópteroseinclinahaciaellameresultatanantinaturalquemeasusta.
Aunquelociertoesqueantemisojosnohaytierraporningunaparte.
Queyovea,seguimossobrevolandoelagua,yestoyapuntodemencionar
alpilotoesedetallesinimportanciacuandountrozodeislaaparecetras
miventanilla.¡Miisla!Sonríosolodeverla,einspirounavezyotrahasta
sentirmemáscalmadaybastanterecuperada.
Laislanoesmíadeverdad,claro.Esdemijefe,DamienStark.Bueno,
paraserexacta,perteneceaStarkVacationProperties,queformapartede
Stark Real State Development, que, a su vez, forma parte de Stark
Holdings, una corporación empresarial de las más rentables del mundo
cuyopropietarioesunodeloshombresmáspoderososdelmundo.
Noobstante,enmiimaginaciónlaislaSantaCortezesmía.Ynosolola
isla;tambiénelproyectoytodoloquepromete.
Santa Cortez es una de las islas más pequeñas del archipiélago del
Norte,próximoalacostadeCalifornia.Seencuentrapocomásalládela
isla Catalina y se utilizó durante muchos años como instalación naval,
junto con la isla San Clemente. A diferencia de esta última, que sigue en
manosdelejércitoyenlaquehayunabasemilitar,asícomobarraconesy
otrossignosdecivilización,SantaCorteznoestáurbanizada;seutilizaba
paraelcombatecuerpoacuerpoyelentrenamientoconarmas.Almenos
esofueloquemecontaron.Elejércitonosedistingueprecisamentepor
hablarconclaridaddesusactividades.
Hace unos meses leí un artículo de Los Angeles Times acerca de la
presencia militar en California. En él se citaban las dos islas, y se hacía
mención de que el ejército ya no llevaba a cabo operaciones en Santa
Cortez.Nohabíamásdatosalrespectodelaisla.Aunasí,selomostréa
Stark.
—A lo mejor está en venta y, en tal caso, he pensado que deberíamos
actuarconrapidez—ledijealavezqueleofrecíaelperiódico.
Acababadeinformarledesuagendadeldíaeíbamosabuenpasoporel
pasillo camino de una sala de reuniones donde nada menos que doce
banqueros de tres países distintos esperaban con Charles Maynard, el
abogado de Stark, a que comenzara una reunión sobre estrategias de
inversióneimpuestosprogramadadesdehacíatiempo.
—SéqueestábuscandounaisladelasBahamasparaconstruirunresort
paramatrimonios—continué—,pero,comoaúnnohemosencontradola
adecuada,hepensadoquemientrastantouncentrovacacionaldelujopara
familias con un acceso cómodo desde Estados Unidos podría tener
muchasposibilidadescomomodelodenegocio.
Stark cogió el periódico y leyó el artículo sin detenerse hasta que
estuvimos delante de las puertas acristaladas de la sala de reuniones. Ya
llevo alrededor de cinco años trabajando para él y he aprendido a
interpretarsusexpresiones,peroenaquelmomentonotuvelamenoridea
deloquepensaba.
Medevolvióelperiódico,levantóundedoparaindicarmequeesperara,
entróenlasalaysedirigióalosbanqueros:
—Caballeros, les pido disculpas, pero me ha surgido un imprevisto.
Charles,¿seríastanamabledeencargartetúdelareunión?
Ysaliódenuevoalpasillo,sinmolestarseenaguardarlarespuestade
Maynardnielconsentimientodelosbanqueros,totalmentesegurodeque
todoiríabienyjustocomoélquería.
—Llama a Nigel Galway del Pentágono —me dijo en el pasillo
mientrasnosdirigíamosasudespacho—.Loencontrarásenmiscontactos
privados.Dilequemeinteresacomprarlaisla.LuegolocalizaaAiden.Ha
idoalaobradeCenturyCityparaayudaraTrentconunproblemaqueha
surgidodurantelaconstrucción.Pregúntalesipuedeausentarseeltiempo
suficienteparacomerconnosotrosenTheIvy.
—Oh—exclaméintentandonocaermeredonda—.¿Nosotros?
Contar con Aiden tenía sentido. Aiden Ward era el vicepresidente de
StarkRealEstateDevelopmentyenesemomentoestabasupervisandola
construcción de Stark Plaza, tres edificios de oficinas próximos a Santa
MonicaBoulevardenCenturyCity.Loquenoentendíaeraporquéquería
el señor Stark que yo los acompañara, cuando solía limitarse a
informarmetrassusreunionessolodeaquellosdetallesquedeseabaque
supervisaraoinvestigara.
—Si vas a dirigir este proyecto, es lógico que estés presente desde la
primerareunión.
—¿Dirigir?
Juroquelacabezaempezóadarmevueltas.
—Siteinteresalapromocióninmobiliaria,enparticularparaproyectos
comercialesnopodríastenermejormentorqueAiden—respondió—.Por
supuesto, tu horario laboral se alargará ya que seguiré necesitándote
comoasistente.Detodosmodospuedesdelegartareas,siemprequenote
excedas. Además, creo que a Rachel le gustaría trabajar más horas —
añadiórefiriéndoseasuasistentedelosfinesdesemana,RachelPeters—.
BásateenelplandenegocioqueTrentpresentóparalapropuestadelas
Bahamas y redacta tu propio borrador con un calendario. —Consultó la
hora en su reloj—. No lo tendrás listo antes de la comida, seguro. Pero
puedes plantearnos algunos temas de discusión. —Me miró a los ojos y
percibí un brillo de humor en los suyos—. ¿O estoy suponiendo
demasiado? Pensaba que el sector inmobiliario era uno de tus intereses
personales,perosinoquierescambiaraunpuestodirectivo…
—¡No!—exclamécasisinpensaraltiempoquemeerguía—.No…Es
decir,sí.Sí,señorStark,quierotrabajarenesteproyecto.
Dehecho,loquequeríaeranohiperventilar,aunquenoteníaclaroque
fueraaconseguirlo.
—Bien—dijo.Habíamosllegadoamimesa,situadaantelapuertadesu
despacho—. Llama a Nigel. Organiza la comida. Veremos adónde nos
llevaesto.
«Esto»mehallevadoenunalíneamásomenosrectaaestemomento.
OficialmentesoyladirectoradeproyectodelresortdeCortez,propiedad
deStarkVacation.Almenos,losoyadíadehoy.
Con suerte, aún lo seré mañana. Porque de eso se trata, ¿no? De si la
noticiaquemehandadohacedoshorasecharáportierraelproyectode
SantaCortezodesipodrésalvarlojuntoconmiincipientecarreraenel
sectorinmobiliario.
EsunalástimaquenecesiteaJacksonSteeleparalograrlo.
El estómago me da un vuelco y me digo que no debo preocuparme.
Jacksonmeayudará.Tienequehacerlo;todoloqueanhelodependedeél.
Teniendoencuentamisnervioscrispados,agradezcoespecialmenteque
elaterrizajeseasuave.Metolarevistaenmibolsodepiel,medesabrocho
el cinturón de seguridad y espero a que Clark abra la portezuela. En
cuantolohaceaspirolafrescafraganciadelocéanoyalzolacabezapara
notar la brisa en la cara. De inmediato me siento mejor, como si ni mis
preocupaciones ni mi mareo pudieran competir con la belleza de este
lugar.
Ynocabelamenordudadequeesbello.Belloyvirgen,conpradosy
árboles,dunasyplayassembradasdeconchas.
Loquequieraquelosmilitareshayanhechoenestaislanohadañadoel
hábitat natural. De hecho, los únicos signos de civilización están justo
donde hemos aterrizado. Aquí hay un helipuerto con cabida para dos
helicópteros,unmuelle,unacasetametálicautilizadacomoalmacényotra
casetacondosváteresquímicos.Tambiénhayunacarretillaelevadora,un
generadoryvariasmáquinasmásquehantraídoparaempezaradespejar
el terreno. Por no mencionar las dos cámaras de vigilancia que han
instalado para contentar tanto al departamento de Seguridad de Stark
Internationalcomoalacompañíadeseguros.
Hay un segundo helicóptero y, detrás de él, un caminito que parte de
estadesvencijadaáreadetrabajoymellevaráalinterioraúnvirgendela
isla. Y supongo que también hasta Damien, su mujer, Nikki, y Wyatt
Royce,elfotógrafoqueDamienhacontratadopararetratarasuesposaen
laplayayhacerunreportajedelaislaantesdequelaurbanicemos.
Mientras Clark se queda con el helicóptero sigo el camino. Casi de
inmediatomearrepientodenohabermecambiadolafaldayloszapatosde
tacónporalgomáscómodoantesdeemprenderestaexcursión.Elterreno
es pedregoso y desigual, y voy a acabar con los zapatos rozados y
estropeados.Queríaponermevaquerosybotasdesenderismo,perotenía
prisa.Enfin,siconsigovolveraencauzaresteproyectoconsideraréque
misstilettosazulesfavoritosseránunpequeñosacrificio.
Elterrenoasciendeensuavependientey,cuandoculminounalomabaja
medescubromirandounapequeñacaladearenaalabrigodeunasrocas.
Las olas azotan las piedras y las gotitas de agua que salen despedidas
relucen como diamantes. En la arena, veo que Damien rodea a su mujer
por la cintura y que ella apoya la cabeza en su hombro mientras ambos
contemplanelinmensomarazul.
Nikki y yo nos hemos hecho buenas amigas, de modo que no es la
primera vez que los veo juntos. Con todo, este momento me parece tan
dulce e íntimo que siento que debería dar media vuelta y dejarlos solos.
Pero no tengo tiempo que perder, de manera que carraspeo y sigo
adelante.
Porsupuesto,séquenomeoirán.Elruidodelmaralchocarcontrala
orillahabastadoparaahogarelzumbidodelhelicópteroquemehatraído
aquí;sinduda,podráahogarmispisadas.
Comosiquisieradarmelarazón,DamienbesaaNikkienlasien.Meda
unvuelcoelcorazón.Piensoenlarevistademibolsoyenelhombredela
portada.Élmebesódelamismaformay,alrecordarlasuavecariciade
suslabiosenmipiel,meescuecenlosojos.Medigoqueeselvientoyla
espumasalada,pero,porsupuesto,noescierto.
Eslapenaylanostalgia.Y,sí,eselmiedo.
Elmiedodeestarapuntodeabrirlapuertaaalgoquedeseocontodas
misfuerzasyque,aunasí,séquenopuedocontrolar.
Elmiedodehabermetidolapatahastaelfondohacetantosaños.
Ylaamargacertezadeque,sinomeandoconmuchísimocuidado,el
muro que he erigido alrededor de mí para protegerme se derrumbará y
mishorriblessecretosquedaránalavistadelmundoentero.
—¿Sylvia?
Doy un pequeño respingo, sobresaltada, y caigo en la cuenta de que
llevounratoaquíparada,conlamiradaausenteylacabezaenotraparte.
—SeñorStark.Disculpe,yo…
—¿Estás bien? —Es Nikki quien lo pregunta mientras se acerca con
caradepreocupación—.Parecesunpoconerviosa.
Yaestájuntoamíymecogedelbrazo.
—No, estoy bien —miento—. Solo un poco mareada a causa del
traqueteodelhelicóptero.¿DóndeestáWyatt?
—Enlaotraplaya—respondeStark—.Hemospensadoqueeramejor
queseadelantarayempezaraconlasfotografíasparaelcatálogo.
Hagounamuecadedisculpa.Meheretrasadomásdeunahora.Miidea
era pasar la mañana en Los Ángeles mientras Nikki, Damien y Wyatt
llegabantempranoalaisla.Yovendríacuandoyahubieranterminadosu
sesión privada de retratos, y pasaría el resto de la mañana con Wyatt
tomandounascuantasfotografíasparapromocionarconellaselresort.
DamienregresaríaalaciudadensuhelicópteroyWyatt,Nikkiyyolo
haríamos más tarde con Clark. Nikki y yo descubrimos hace poco que
ambassomosaficionadasalafotografía,yWyattseofrecióadarnosunas
nocionesbásicascuandotermineeltrabajo.
—No has traído la cámara —observa Nikki con la frente arrugada—.
¿Ocurrealgo?
—No —respondo. Pero enseguida añado—: Vale, sí. Puede. —Miro a
Starkalosojos—.Tengoquehablarconusted.
—VoyavercómolevaaWyatt—seexcusaNikki.
—No,quédate.Esdecir,sialseñorStark,siaDamiennoleimporta.
Aún me cuesta llamarlo por su nombre de pila en horas de trabajo.
Pero,comoélhaseñaladomásdeunavez,mehepasadobastanteshoras
yatomandocóctelesconsumujerenlapiscinadesucasa,asíque,después
detantoscosmopolitans,laformalidadcuandoestamosasolasempiezaa
resultarforzada.
—Claroquenomeimporta—responde—.¿Quéhaocurrido?
Respirohondoylesdoylanoticiaqueheestadoguardándome.
—MartinGlauhadejadoelproyectoestamañana.
VeoqueDamiencambiadecaraalinstante.Suexpresióndesorpresada
paso al enfado, que enseguida es sustituido por una determinación
inflexible.Asulado,Nikkireaccionaconmuchamenosmoderación.
—¿Glau? Pero ¡si estaba entusiasmadísimo…! ¿Por qué diablos iba a
quererdejarlo?
—Quererno—aclaro—.Lohadejado.Sehaido.
PorunmomentoDamienselimitaamirarmefijamente.
—¿Sehaido?
—Porlovisto,sehamarchadoalTíbet.
ADamienseleagrandanlosojosdeformacasiimperceptible.
—¿Lodicesenserio?
—Havendidosuspropiedades,hacerradosuempresayhadichoasu
abogadoquecomuniqueasusclientesquehadecididopasarelrestodesu
vidameditandoyrezando.
—Qué hijo de puta —masculla Damien con la ira contenida que rara
vez le veo mostrar en sus tratos de negocios, aunque la prensa haya
magnificadosumalgenioconelpasodelosaños—.¿Dequécoñova?
Comprendo su enfado. De hecho, lo comparto. Este es mi proyecto y
Glau ha conseguido jodernos a todos. Aunque el resort de Cortez sea
propiedaddeStarkVacation,esonosignificaqueDamienosusempresas
lo financien en su totalidad. No, hemos sudado tinta estos tres últimos
meses para captar a los mejores inversores, y todos y cada uno de ellos
mencionarondosrazonesporlasquesecomprometíanconelproyecto:la
reputación de Glau como arquitecto y la reputación de Damien como
empresario.
Damiensepasalosdedosporelpelo.
—Bueno, pues hay que ponerse manos a la obra. Si su abogado se lo
estánotificandohoyasusclientes,laprensaseenteraráenseguidaytodo
irámuyrápido.
Hagounamueca.Meentraunsudorfríosolodepensarlo,porqueeste
proyectoesmío.Yoloheconcebido,lohedefendidoymehedejadola
piel para ponerlo en marcha. Para mí, es más que un resort; es el
trampolínhaciamifuturo.
Tengoquemantenervivoesteproyecto.Yloharé,malditasea.Aunque
paraellotengaquereanudarelcontactoconelúnicohombreaquienjuré
quenovolveríaaverjamás.
—Necesitamos desarrollar un plan —digo—. Un plan de acción
definitivoparapresentarloalosinversores.
Pese a la situación, percibo un atisbo de diversión en los ojos de
Damien.
—Yyatienesunapropuesta.Bien.Oigámosla.
Asientoyagarroelbolsoconmásfuerza.
—AlosinversoreslescausóbuenaimpresiónlareputacióndeGlauy
su trayectoria profesional —comienzo—. Pero es imposible que
encontremosotroarquitectoigual.
Glauhasidoelimpulsordealgunosdelosedificiosmásimponentese
innovadoresdelahistoriadelaarquitecturacontemporánea;nosoloesun
arquitecto célebre, sino también reputado, y todo ello aseguraba el éxito
delproyecto.
—Asíquesugieroproponeralúnicohombreque,adecirdetodos,está
listoparaigualarosuperarlavalíaprofesionaldeGlau.
Metolamanoenelbolso,sacolarevistayseladoyaDamien.
—JacksonSteele.
—Tieneexperiencia,estiloybuennombre.Noesmeramenteunjoven
valor.Dehecho,ahoraqueGlaunoestá,creoqueesjustodecirqueSteele
eselmejor.Yesonoestodo.Porque,inclusomásqueGlau,tienelaclase
de fama que puede beneficiar a este proyecto. Me refiero a la clase de
potencialpublicitarioquenosoloentusiasmaráalosinversoressinoque
nosvendrádeperlascuandopromocionemoselproyecto.
—¿Esparatanto?—preguntaStarkenuntonoextrañamenteapagado.
Se vuelve hacia Nikki, y no puedo evitar preguntarme por la rápida
miradaquesedirigen.
—Lee el artículo —lo animo, decidida a demostrarle que tengo razón
—.Correelrumordequevanaadaptaralcinelahistoriaquerodeaauno
de sus proyectos. Pero es que, además, ya han realizado un documental
sobreélyelmuseoquehizoenAmsterdamelañopasado.
—Losé—declaraDamien—.SeestrenaestanocheenelteatroChino.
—Sí—digoconentusiasmo—.¿Vasair?Podríashablarconélallí.
Damientuercelabocaenloqueinterpretocomoungestoirónico.
—Porextrañoqueparezca,nomehaninvitado.SololoséporqueWyatt
lohacomentado.Lohancontratadoparahacerelreportajefotográficode
laalfombrarojaydelosinvitados.
—¿Loves?—insisto—.Hanpuestolaalfombraroja.¡Esehombreestá
enauge!Lonecesitamosennuestroequipo.Yenelartículotambiénsedice
que tiene previsto abrir otro despacho en Los Ángeles, lo que parece
indicarqueintentahacerseunhuecoenelmercadodelacostaOeste.
—JacksonSteelenoeselúnicocandidato—arguyeDamien.
—No —asiento—. Pero, en este momento, es el único que está en el
candelero.Másqueeso,yaheinvestigadoalosotrospocosquepodrían
atraeralosinversoresyningunoestálibreahoramismo.Steelesí.Nolo
propusecomoarquitectodesdebuencomienzoporquehabíaaceptadoun
proyectoenDubaiquelellevaríaseismeses.
Entonces agradecí que Jackson estuviera ocupado porque no quería
vermejustoenestasituación.Noobstante,ahoralascosashancambiado.
—LodeDubaihaquedadoennada—continúo—.Problemaspolíticosy
económicos, imagino. El artículo lo explica todo. He hecho algunas
indagacionesycreoqueSteelenotieneningúnotroproyectoentremanos,
pero no va a pasarse mucho tiempo así. Jackson Steele puede salvar el
resort de Cortez. Por favor, Damien, créeme cuando te digo que no lo
propondríasinoestuvieratotalmenteconvencida.
¿Ynoesesalapuraverdad?
—Yotambiénloestoy—respondeDamien—.Ycompartotuvaloración
delasituación.SinofichamosaJacksonSteeledeinmediatoperderemosa
nuestros inversores. La otra única forma de seguir adelante con el
proyecto es que lo financie todo yo, con activos de mis empresas o con
mispropiosfondos.—Inspirahondo—.Sylvia—diceconsuavidad—,esa
noesmimaneradehacernegocios.
—Lo sé. Claro que lo sé. Por eso te propongo que hablemos con
Jackson… con Steele —rectifico, y reprimo una mueca por el desliz de
habermereferidoaéldeunamaneratanfamiliar—.Esteesunproyecto
muy llamativo, justo la clase de proyecto en que él se está centrando
últimamente.Aceptará.Esjustoloquebusca.
UnavezmásDamienyNikkisemiranymeinvadelapreocupación.
—Perdonad—digo—,pero¿hayalgoqueignoro?
—JacksonSteelenoestáinteresadoentrabajarparaStarkInternational
—aclaraNikkitrasvacilaruninstante.
—¿Qué?—Tardounmomentoenasimilaresaspalabras—.¿Cómolo
sabes?
—Lo conocimos cuando estuvimos en las Bahamas —explica—.
Damien le ofreció incorporarse al proyecto de las Bahamas desde el
principio,antesinclusodequeStarkInternationalcompraralosterrenos.
Le ofreció pleno acceso a todos los detalles del proyecto. Pero él dejó
bienclaroquenoquieretrabajarparaDamienniparaningunaotradesus
empresas.DicequeDamienpuedehacerlesombrayquenotieneganasde
queloeclipse.
—En otras palabras, no vamos a conseguir que Steele se una al
proyecto—apostillaDamien.MirasurelojyluegoaNikki—.Tengoque
irme —anuncia. Se vuelve hacia mí—. Llama a los inversores
personalmente.Estanoeslaclasedenoticiaquepuedocallarme.Losiento
deveras,Syl—añade,yeselapelativofamiliarloquemeinduceacobrar
concienciadelorealqueesesto.
Elproyectosehaidoalgarete.«Mi»proyectosehaidoalgarete.
Me digo que debería estar aliviada por no tener que arriesgarme a
recordar.Quehesidounatontaalpensarquetengolafortalezaderetara
mispesadillas.Quedeberíarenunciaralproyectosinmásenvezdevolver
acaerentododeloqueunavezhui.
¡No!
No. Me he esforzado mucho y este proyecto significa demasiado para
mí.Nopuedodejarlopasar.Noasí.Nosinluchar.
Y, sí, es posible que, en parte, tenga ganas de volver a ver a Jackson
Steele.Dedemostrarmequepuedohaceresto.Quepuedoverlo,hablarle,
trabajarconélenlamásestrechaintimidady,dealgúnmodo,conseguir
queelpesodetodoellonomedestroce.
—Por favor —suplico a Damien. Cierro los puños, y me digo que el
corazón acelerado y el sudor frío se deben a mi miedo de perder el
proyecto y no a la posibilidad de ver de nuevo a Jackson Steele—. Deja
quehableconél.Almenos,tenemosqueintentarlo.
—Habrámásproyectos,señoritaBrooks.—Suvozesdulce,perofirme
—.Estanoestuúltimaocasión.
—Tecreo—digo—.Peronuncatehevistorenunciaraunnegocioque
zozobrasihabíaalgunaposibilidaddesalvarlo.
—BasándomeenloquesédelseñorSteele,nohayningunaposibilidad.
—Yocreoquelahay.Porfavor,dejaquelointente.Solotepidounfin
de semana —me apresuro a añadir—. Únicamente el tiempo suficiente
para reunirme con el señor Steele y convencerlo de que se una al
proyecto.
Damiennodicenada.Luegoasiente.
—Nopuedoocultarestoalosinversores—arguyeporfin—.Pero…sí
podemos aprovechar la circunstancia de que es viernes. Llámalos. Diles
que tenemos que ponerlos al día del proyecto y programa una
videoconferenciaparaellunesporlamañana.
Asiento mostrando una actitud muy profesional. Sin embargo, en mi
fuerointernoestoydandosaltosdealegría.
—Eso te deja el fin de semana —continúa Damien—. El lunes por la
mañana anunciaremos que hemos fichado a Jackson Steele o que el
proyectotieneproblemas.
—Lo habremos fichado —afirmo con una seguridad que surge de la
esperanzamásquedelarealidad.
Damienladealacabezahacialaizquierdadeformacasiimperceptible,
comosireflexionarasobreloquehedicho.
—¿Quétehacepensareso?
Mepasolalenguaporloslabios.
—Lo… lo conozco. Nos conocimos hace cinco años en Atlanta. De
hecho,fuejustoantesdequeempezaraatrabajarparati.Nosésiaceptará,
perocreoquemeescuchará.
Almenosesocreíaantesdesaberqueyahabíarechazadounproyecto
deStark.
Ahora las reglas han cambiado. Antes pensaba que iba a servirle un
proyectodeputamadreenbandejadeplata.Quelehacíaunfavor.Queyo
estabaalmando.
Ahoraesjustoalrevés.
Puede desentenderse. Puede decir que no. Puede enseñarme el dedo
corazónymandarmeafreírespárragos.
Mevienealamentelaconversaciónquetuvimos,unaconversaciónque
mehizopedazos.
«Necesitoquehagasunacosapormí»,ledije.
«Loquesea.»
«Sinpreguntasniobjeciones.Esimportante.»
«Sealoquesea,nena,teloprometo.Solotienesquepedírmelo.»
Élmantuvosupalabra.Hizoloquelepedí,aunquecasinosdestruyóa
losdos.
Ahorahayotracosaquenecesitodeél.
Y deseo con todas mis fuerzas que, una vez más, baste con que se la
pida.
2
Hoy,cuandoélpueda—digoconelmóvilpegadoalaorejaizquierday
tapándomelaotraconlamanoporqueelruidodelhelicópteroalapagar
los motores casi me impide oír a la secretaria de Jackson Steele de su
despachodeNuevaYork.
—Lo siento, señorita Brooks. Esta tarde se estrena en Los Ángeles el
documentaldelseñorSteele,asíquelolamentoperoestáocupadísimo.
MeencuentroenlaazoteadelaStarkTowery,pesealasensaciónde
estarenlacimadelmundo,nocreoquetengalasituaciónbajocontroly
nomesientotranquila.Quieroabrirlapuertaparaentrarenlacasetadel
ascensor, pero sé por experiencia que corro el riesgo de quedarme sin
cobertura,ymedalaimpresióndeque,sipermitoqueestamujercuelgue
elteléfono,yanopodrévolverahablarconella.
Demodoquemequedoquieta,azotadaporelviento,conelsolcayendo
aplomosobremíyrodeadadeasfalto,conlaclarasensacióndequeno
soloestoyamerceddeloselementossinodeJacksonSteele,susecretaria
einclusolacondenadacompañíadetelefoníamóvil.
—¿Y mañana? —pregunto—. Sé que es sábado, pero, si no regresa
directamenteaNuevaYork…
—ElseñorSteelevaaquedarseenLosÁngelesalmenosunasemana.
—Genial—digo,yelaliviomeaflojaelcuerpo—.¿Cuándolevendría
bien?
—Espereunmomento,porfavor.Verésipuedolocalizarlollamándolo
almóvil.
Me quedo esperando, sintiéndome un poco ridícula, mientras suena la
musiquita. Cuando oigo el clic que indica que la secretaria ya vuelve a
estarenlíneameyergocomosimepusierafirmey,almomento,pongo
losojosenblancopormiabsurdaconducta.
—Losiento,peronolevienebienaningunahora,señoritaBrooks.
—Oh,no,enserio.Notengoproblemaenvermeconélalahoraque
sea.Y,siloprefiere,iréasuhotel,oélpuedeveniramioficina.Loque
másleconvenga.
Oigounsuspiro,largoyhondo,ymemuerdoellabioinferiorcuando
dice:
—No, señorita Brooks, no me ha entendido. El señor Steele me ha
pedidoquerehúsesupeticióndereunirseconél.Y,porsupuesto,quele
digaquelolamenta.
—¿Quelolamenta?
—Hadichoqueustedloentendería.Queestoyalohabíanhablado.En
Atlanta.
—¿Qué?
—Lo siento mucho, señorita Brooks. Pero puedo asegurarle que la
negativadelseñorSteeleesdefinitiva.
La boca se me ha quedado completamente seca. De todos modos no
importa, pues, aunque habría querido seguir insistiendo, es demasiado
tarde.Lasecretariahacolgado.
Mequedomirandoelmóviluninstante,sinterminardecreermeloque
acabodeoír.
Jacksonhadichoqueno.
—Mierda.
MepasolosdedosporelpeloymiroaClark,quevienehaciamítras
dejaraseguradoelhelicóptero.
—¿Problemas? —pregunta al tiempo que me observa con la frente
fruncida.
—Nosipuedoimpedirlo—respondo.
YesquenotengolamenorintencióndellamaraDamienparadecirle
quehemetidotantolapataquenitansiquieraheconseguidoqueJackson
Steele acceda a reunirse conmigo. Lo cual significa que necesito con
urgencia un plan B. Otro superarquitecto. O una poción mágica… o un
malditomilagro.
Me dispongo a entrar con Clark en la caseta del ascensor, pero me
detengoensecoalrecordarunacosa.
—Quetengasunbuenfindesemana—digo—.Hedehacerunaúltima
llamada.
Luego reviso mis contactos hasta dar con el número de Wyatt y lo
llamoparaversiélpuedeobrarelmilagro.
—Esto es una pasada, lo sabes, ¿no? —exclama Cass al subir a la
limusinaysentarseenfrentedemí.
Está espectacular, como de costumbre, enfundada en un vestido negro
con una raja que le llega tan arriba que me cuesta creer que no haya
escandalizadoalvecindario.Elvestidoselesujetaconunsencillolazoen
elhombroizquierdo,yellalollenaconlaclasedecurvasconlasqueyo
solopuedosoñar.Estasemanallevaelpeloteñidoderojoyrecogidoen
unpeinadoaltoquerealzaelefectodelvestido.Apartedeldiamantitodela
nariz,nosehapuestojoyas,loquehacequeeltatuajedeunaveexótica
queluceenelhombro,cuyacolalebajaporelbrazoenunaexplosiónde
color,resulteinclusomásimpresionante.
EncuantoCassseacomodaEdwardcierralapuertayvuelveaponerse
al volante. No lo vemos porque estamos sentadas detrás de la mampara,
pero noto que nos ponemos en marcha y que la limusina se aparta del
bordillodelantedelaminúsculacasadeCassenVeniceBeach.
—Enserio,Syl,tutrabajoesunchollo.
—Desdeluegoquesí—convengomientrasledoyunacopadevino.
La limusina es uno de los vehículos del parque móvil de Stark
InternationalyDamienmehaprestadoaEdward,suchóferpersonal,para
esta noche. Si hay suerte, conseguiré que las horas extra de Edward le
salganacuentaamijefe.
—Creo que las dos necesitamos un momento de meditación profunda
—proponeCass—.Túparaapreciarlasenormesventajasdetupuesto.Y
yo para agradecer que seas tan poco sociable que no hayas conseguido
paraestanocheotroacompañante.
—Mala pécora —digo, pero me río cuando cierra los ojos y echa la
cabezahaciaatrás.
—Ommm—murmura,comosiestuvieraenunaclasedeyogaynoen
lapartetraseradeunalimusinacaminodeunafiestaenHollywood.
Dudaba si traerla o no, pero al final he decidido que no solo se lo
pasaráengrandeasistiendoaunestrenodelosdealfombrarojasinoque
tambiénmevendrámuybientenerlacercasinecesitoapoyo.
Cassesmimejoramigadesdequeentréconairedecididoenelsalónde
tatuajes de su padre a la avanzada edad de quince años. Él me mandó a
freír monas y me dejó muy claro que no tenía ninguna intención de
jugarse la licencia para que una chica malcriada de Brentwood pudiera
cabrearasuspapaítoshaciéndoseuntatuaje.
Nolloréentonces,nolohagodesdequeteníacatorceaños,peronoté
que la cara me ardía de lo enfadada y frustrada que me sentía. Lo llamé
capullo,ylegritéquenosabíanadademispadresyaúnmenosdemí.No
recuerdohaberlollamadogilipollasdemierda,peroCassaseguraquesí
lohice.
Loquesírecuerdoesquesalídeestampidadeallí,hechaunafuria,y
corríhastalaplaya.Alcruzarelcarrilparabicicletascasitiréalsueloa
unniñopequeñoantesdecaermedebrucesenlaarena.Mequedétumbada
como una idiota, con la frente apoyada en el brazo y los ojos bien
cerradosporquequeríallorar,juroquequeríaliberarmislágrimas,pero
nolloré.Nopude.
Nosécuántotiempoestuveasí,bocaabajo,respirandolojustoparaque
nomeentraraarenaenlanariz.LoúnicoqueséesqueCassestabajuntoa
mícuandoalcélavista,patilargaybronceada,conelpelonegrodepunta
y engominado. Se puso en cuclillas, con los codos apoyados en las
rodillas y la barbilla en una mano, y me miró fijamente mientras
balanceabaapenaselcuerpo,adelanteyatrás.
—Vete—dije.
—Noesculpasuya.Mimadresepiróytienequeocuparse de mí, así
que él no tiene la culpa. O sea, que si le quitan la licencia le cerrarán el
negocio,sequedaránconlacasayacabaremosviviendoensuBuick,yyo
tendréqueprostituirmeenHollywoodsoloparaquepodamosdesayunar.
Lo que dijo me encogió el estómago y, por un instante, creí que
vomitaría.
—Nodigaseso—solté—.Nitansiquieratienegracia.
Meobservóconlosojosentrecerradosysepusodepie,tandesgarbada
como un potrillo, y me tendió la mano para ayudarme a levantarme del
suelo.
—Élnopuedehacerlo,peroyosí.
—¿Elqué?
—Siquieresuntatuaje,telopuedohaceryo.
Se encogió de hombros, como si tatuar a alguien fuera algo que
cualquierchicaadolescentesupierahacer.
—¡Nodigaschorradas!
—Túmisma.
Echóaandar.
Mepusederodillasenlaarenaylamirémientrassealejaba,sinvolver
lacabezaniunavezparaversiyohabíacambiadodeopinión.
Yohabíacambiadodeopinión.
—¡Espera!
Sedetuvo.Pasóunmomento.Yotro.Luegosediolavuelta.Secruzóde
brazosyesperó.
—¿Cuántosañostienes?
—Dieciséis.¿Ytú?
—Acabodecumplirquince.¿Deverdadpuedeshacerlo?
Seacercóamí,estiróunapiernaymefueimposiblenoverlarosaroja
quellevabatatuadaeneltobillo.
—Puedo.
—¿Medolerá?
Resopló.
—¡Puesclaro!Peronomásdeloquetedoleríasitetatuaraél.
Supongoqueenesoteníarazón,aunquenuncalosabréacienciacierta.
PorqueCasseslaúnicapersonaquemehatatuado,yllevovariostatuajes
suyos.Aquelprimerdíaesperamosenlaplayahastaquesupadrecerróel
salón. Luego entramos a hurtadillas y ella me adornó la piel del hueso
púbicoconunbonitocandadodorado,cerradoyatadoconcadenas.
Me preguntó por qué quería aquel diseño y yo no se lo dije. No
entonces.Einclusomásadelantenoseloexpliquétodo.Sololohicepor
encima,sinprofundizar.Yaunqueesmimejoramiga,creoquenoloharé
jamás.
Aquel tatuaje y los que lo siguieron son para mí sola. Son secretos y
triunfos,fortalezasydebilidades.Sonunmapa,ysonrecuerdos.
Porencimadetodo,sonmíos.
—¿Quiénvaairalafiesta?—preguntaCassalcabodeunrato—.Han
puestolaalfombraroja,¿verdad?
—Esoheoído.Peronoteemocionesmucho.Esundocumental,noun
exitazo de peli. Imagino que habrá unos cuantos peces gordos del
mundillo,algunosagentesypuedequehastaalgunosactoresdecuartafila.
—Eso no cambia el hecho de que vamos a desfilar por una alfombra
roja, joder. Supongo que puedo tacharlo de mi lista de las cosas que
quierohacerantesdeestirarlapata.
—Supongoquesí.Elvestidoesunapasada,porcierto.¿Dóndelohas
comprado?
—EnelGoodwillqueestácercadeBeverlyHills.Esmipreferido.
EnlaactualidadCasseslapropietariadeTotallyTatooyseganabienla
vida,peronosiemprefueasíycreoquejamáslahevistocomprarropa
enboutiques.
—Normalmente solo me quedo con algún par de vaqueros de diez
dólaresdelamarca7ForAllMankindyunascamisetaschulas—continúa
—. Pero el otro día había un perchero entero con prendas elegantes de
segundamano.Tejuroquenoentiendoaesasmujeres.Seponenlaropa
una vez y luego la donan. —Se encoge de hombros con resignación—.
Bueno, a mí qué. No tengo ningún problema en aprovecharme de su
imbecilidadeconómica.
—¡Nideteneresapintatandespampanantegastandotanpoco!
—Yatedigo.Tútambiénestásgenial—añade.
—Es lo mínimo. Me he tirado dos horas entre que me repasaban las
puntasymemaquillaban.
Llevo el pelo corto desde que tenía quince años, que fue cuando dije
adiós a mi larga melena ondulada en favor de un peinado con un estilo
peculiarentrealogarçonyaloduendecillo.Poraquelentoncesloúnico
quequeríaerauncambio,ycuantomásradicalmejor.Comoraparmeal
ceroerademasiadoextremoinclusoparamiestadodeánimo,nollegué
tanlejos.
No obstante, actualmente el corte me encanta. Según Kelly, mi
peluquera,lesientabienamirostroovaladoymerealzalospómulos.En
fin,esometraesincuidado.Loúnicoquemeimportaesquemegustalo
queveoenelespejo.
—Sobretodomemolanlaspuntaspelirrojas—diceCass.
—Sí,¿verdad?¿Aquequedadivertido?
Tengoelpelocastañooscuroconreflejosdoradosnaturales.Paraser
sincera,megustatalcomoes,demodoquejamáshetenidolatentaciónde
seguir los pasos de Cass y teñírmelo de rosa, morado o incluso de rojo
corriente.
Aunasí,estanochehequeridoalegrarmeunpocolacarayhepedidoa
Kellyquemehicieraunoscuantosreflejosdecolor.Ellahaidounpaso
más allá y me ha teñido las puntas de unos pocos mechones para que el
efectonosoloseadivertidosinotambiénelegante.
—Tequedagenial,sí,peromereferíaaqueelcolortecombinaconel
vestido.Queesfabuloso,porcierto.
—Yapuedeserfabuloso,ya…Mehacostadoundineral.
Nomepasolavidarebuscandoropaentiendasdesegundamanocomo
Cass, pero tampoco hasta la fecha me había gastado tanto dinero en un
vestidocomomehegastadoeneste.Esrojoencendidoy,aunquemehe
decidido por uno tipo cóctel, hasta la rodilla, creo que es tan elegante y
sexycomoelmodelazolargohastalospiesdeCass.Y,sí,cuandohedado
unavueltaenteradelantedelespejodemivestidorheintentadovermecon
los ojos de Jackson Steele. No porque quiera estar despampanante —no
deltodo,almenos—,sinoporquequieroserlavivaimagendeléxito.De
laprofesionalidad.
Delpoder.
—¿Da el pego? —pregunto a Cass—. ¿No parezco una fresca? O
peor…¿demasiadoseria?
—Es perfecto. Pareces una mujer de negocios segura y competente. Y
estáclaroquehasseguidomiconsejoyhasinvertidoenunsujetadorcon
rellenoyrealce,porquehastatienescanalillo.
—Malapécora—digo,perocontodoelcariñodelmundo.
Soydeconstituciónatlética,delgadayfibrosa.Loqueesestupendopara
encontrarropa,aunquenoloestantocuandointentollenarunvestido.
EsperoqueCassmelanceunaréplicasarcástica,peronodicenada.
—¿Qué?—preguntocuandoyanoaguantomás.
—¿Estásseguradequequiereshaceresto?
Es la dulzura de su voz lo que me llega al alma. Cass es gritona y
escandalosa, y estoy habituada a eso. Viniendo de ella, la dulzura puede
derribarmisdefensas.
Asiento.
—Mehedejadolapielenesteproyecto.Novoyapermitirquesevaya
algaretesipuedosalvarlo.
—¿Aunquesalvarlotehagasufrir?
Meobligoanohacerunamueca.
—Nomeharásufrir.
—Malditasea,Syl,yalohahecho.¿Creesquenomedoycuenta?Nadie
teconocemejorqueyoy,porsisetehaolvidado,soyyolaquetetatuóla
espaldacuandovolvistedeAtlanta.Sélohechapolvoqueestabasyjuro
por Dios que, si trabajar para Stark no te hubiera subido la moral, te
habríasdesmoronadoporcompleto.
—Cass,no…
—¿Noqué?¿Quenomepreocupeporti?
—Esofuehacecincoaños.Lohedejadoatrás.
—Yahoravuelvesatenerlodelante.
—No —protesto, y me interrumpo porque tiene razón—. Vale, puede
que sí. Sí. Me has pillado. Me estoy metiendo en la boca del lobo.
Encendiendo una cerilla en una gasolinera. Saltando al vacío. Elige la
metáforaquequieras,porquemedaigual.Tengoquehacerlo.
—¿Porqué?
—¿Melopreguntasenserio?
Dejacaerloshombros.
—No.Teentiendo.Hevistocómotecurrabasesteproyecto.Sécuánto
significa para ti. Es como yo y el salón. Me encantaba trabajar para mi
padre,peroesmejorahoraqueelnegocioestodomío.Mesiento,nosé,
adulta.Completa.
—Sí.Mepasaigual.
—Es solo que él ya ha dicho que no, ¿no es así? Se lo dijo a Stark y
ahorasehanegadoinclusoareunirsecontigo.Asíque,¿deverdadcrees
quepuedeshacerlecambiardeopinión?
—Tengoquecreerlo—respondo—.Ahoramismoeloptimismopuroy
duroesloúnicoquetengoamifavor.
—Oh,tía.Nodigaseso.
Meinclinohaciadelanteparacogerlelamano.
—Puedo hacerlo. Y no me pasará nada. En serio. Ya no soy tan frágil
comoantes.Puedohacerlo—repito,paraconvencermetambiénamí.
—Sí,joder—dice,aunquesudébilsonrisacontradicesuspalabras.
—¡Vamos!—meanimo—.¿Cómovoyafracasarconlodespampanante
queestoy?
Esolahacereír.
—Tienesrazón—reconoce—.Osea,queestásparacomerte.Y,coño,
meacuerdodecuandoibastanzarrapastrosaquenitansiquieraunperro
querríadarteunlametón.
—Sí,¿verdad?
Pasé mis últimos años de instituto esforzándome en ser invisible. Fue
Cass quien me hizo entrar en razón el verano antes de que me fuera a
estudiaralaUniversidaddeCaliforniaenLosÁngeles.
Es un día que recuerdo como si fuera ayer. Era martes y habíamos
decididovisitarelcampusqueprontoseconvertiríaenmihogar.Unpar
de estudiantes veteranos nos dieron un buen repaso y mi reacción
inmediatafueencorvarlaespaldaycruzarmedebrazos.
—¿Eresimbéciloqué?—mepreguntóconesadelicadezatansuya.
—¿Perdona?
—Oh,vamos,Syl.Tienesquedejardehacereso.Estásbuenísima,ylo
disimulasponiéndoteesassudaderastanhorriblesyesosvaquerosanchos.
Yelpelo…
—¡Nopiensodejármelolargo!
—¿Tehasplanteado,nosé,peinártelo?
Metílasmanosenlosbolsillosdemisvaquerosanchosyclavélosojos
enlaacera.
—Oye—dijo,conmásdulzura—.Loentiendo.Deveras.Pontecómoda
enmidivándeloqueraytecontaréexactamentequépasaporesacabecita
tuya.
—Alfinalnoteexpliquéloqueocurrióparaquepuedasanalizarme—
espeté.
—¿Sabesqué?Medaigual.Porqueeresmimejoramigaytequiero,y
estásentregandoelpoderaesecabrónenunaputabandejadeplata.
—Noleestoyentregandonada—argüí—.Élyanoestá.Haceyamucho
quesefue.GraciasaDios.
—Yunamierda.Éleslarazóndequevayasporahícomosiquisieras
que te vieran como la típica gordita. Puede que no hayas visto a ese
capullodesdequeteníasquinceaños,peroélestácontigotodoslosdías,
joder.
Cerrélospuños,enfadada.
—Niseteocurraseguirporahí—dije.
Levantélacabezaydiunpasohaciaella.
—Demasiadotarde.
Cassidysolomellevaunossietecentímetrosdeestatura,perosiempre
hatenidounapresenciaimponenteysusombrameapabulló.Yesosolo
me enfureció todavía más. Estaba sufriendo. Estaba perdida. Y ni tan
siquieramimejoramigamerespaldaba.
—Nolohagas,joder.
—¿Que no haga qué? —preguntó—. ¿Que no te diga la verdad? ¿Que
nointentemeterteenesecocotanhuecoquetienesloabsurdoqueesesto?
¿Unfotógrafopervertidoseaprovechódetiporqueerasjovenyguapa,y
túsigueshaciendotodoloposibleparaquenadiesefijeenti?Alamierda
coneso.Teníascatorceaños,¡catorce!Elcabrónfueél.
Negué con la cabeza despacio; los ojos me escocían, pero no lloré.
Quería echar a correr, pero Cass era a quien siempre acudía, lo que
significabaqueesaveznoteníaadóndeir.
—Nodeberíahabértelocontado.
Insistoenquenoselohabíaexplicadotodo,nimuchomenos.Perosílo
suficiente.
—Maldita sea, Syl —dijo con lágrimas rodándole por las mejillas—.
¿No lo entiendes? Ese capullo te quitó la virginidad. Tuvo relaciones
contigo. Pero no te hizo suya. Tú eres inteligente y eres guapa, y él no
puede quitarte eso. Tienes que reconocerlo. Porque cada vez que te
escondesbajomierdascomoesta—añadió,ytiródemifeasudaderagris
— estás dejándole ganar. Quieres recuperar tu vida, ¡pues recupérala! Y
hazlosacandopartidoaesecuerpoquetienes.
Ahora, sentada en la parte trasera de la limusina con mi sexy vestido
rojo, aún puedo sentir cómo se me retorció el estómago cuando Cass
habló de lo que Bob me hizo durante aquellos meses cuando yo tenía
catorceaños.Noobstante,másqueeso,recuerdoloreconfortadaysegura
que me sentí por el mero hecho de saber que tenía una amiga que me
queríadeverdad.
—Gracias—digoenvozbaja.
Cassladealacabezayesobvioquenosabeaquémerefiero.
—¿Porqué?
—Por esto —respondo, y me toco el vestido—. Si no me hubieras
echadolabroncahaceaños,esprobablequeestanochehubieravenidoen
chándal.
—Nosiveníasconmigo—replica,ylasdosnosreímos.
—Oye, Syl —dice un momento después—. Solo quiero que no te me
vuelvasadesquiciar.Dehecho,nuncameexplicastequépasóconSteele,
pero te conozco lo suficiente para saber que con los hombres y las
relacionesterayasbastante.
—Esunaformasuavededecirlo—convengo.
Nonecesitounpsiquiatraparasaberqueaúntengoproblemas.
—¿TehasacostadoconalguiendespuésdeAtlanta?
Mepongotensa.
—Heestadovolcadaeneltrabajo—arguyo,conmáscrispacióndela
quemegustaría—.Mitrabajonosehaceprecisamenteenhorasdeoficina.
Alzalamanoparaindicarmequeserinde.
—Oye, que lo entiendo, sí. Tampoco te estoy diciendo que deberías
volveralodeantes.
Hagounamueca,porquelociertoesquemefolléamuchostíosenla
universidad. No porque me atrajeran o ni tan siquiera porque quisiera
echarunpolvo.No,lohacíacomoterapiasexual,parademostrarmeunay
otra vez que, pese a todo lo que sabía de mí misma, podía guardar mis
sentimientos,reaccionesyemocionesbajollaveenunabonitacajita.Que
podía ser más fuerte que los recuerdos, la lucha y las pesadillas. Que
podíaserdueñademivida.
Casssabemásquenadiedeesaépocademivida.Ytambiénsabequeno
esunaépocadelaquequierahablar.
—Nohagasesto,Cass.Nomecomaseltarroestanoche.Porfavor.
—Losiento.Peroaesovoy,aestanoche.Aúnestásvulnerable.
Muevolacabezadeformaautomática,queriendonegarloapesardeque
séquetienerazón.
—NotengopesadillasdesdequevolvíaLosÁngeles.
—Yesoesestupendo.Poresolodigo.Ynodeseoqueahoratehagan
daño…otravez.Yahassufridodemasiado.
—No me lo harán —afirmo, aunque es una promesa hueca—. Te
quiero,yalosabes.
Adviertounbrillodemaliciaensusojosverdes.Esbozaunasonrisay
mesuelta:
—Sí,pero¿tevendrásalacamaconmigo?
—¿Despuésdeltiempoquehetardadoenvestirme?—bromeo.
Sitengoencuentalomalquellevolasrelacionessentimentalesconlos
tíos, a veces pienso que ojalá pudiera cambiar de bando. Pero eso no va
conmigo.Y,aunquehemostenidonuestrosmomentosembarazosos,ensu
mayor parte, el enamoramiento que Cass nunca se ha molestado en
disimularsoloesuningredientemásdenuestraamistad.
Seríeconpicardíaymirasureloj.
—Aún nos quedan unos minutos antes de llegar al teatro. Podríamos
bajarlamampara.MontarunnumeritoparaEdward.
Ponemorritosymenealastetas.
Meríoacarcajadas.
—Esoestámalenmuchossentidos.
—Sinceramente, ¿para qué ir a una juerga en Hollywood si no va a
habersexoyalcohol?
—Tenemosalcohol—lerecuerdo,ylerellenolacopa—.Encuantoal
sexo,estoyseguradequehabrámuchasposibilidades.
—Conactoresdecuartafila—merecuerda.
Piensounmomento.
—Dehecho,nomesorprenderíaqueaparecieraGrahamElliott—dejo
caer.ElliotteslamegaestrellamásrecientedeHollywood—.Porlovisto,
quiereinterpretaraSteeleenunlargometrajequeestánpreparando,yéles
deprimerísimafila.
—Noesmitipo.Peroesosignificaqueesprobablequetambiénvenga
KirstieEllenTodd,¿no?
—Lodudo.Eninternetheleídoquehanroto.
Casshaceunamuecaysuspira.
—Bueno,almenosvuelvoatenerunaoportunidadconella.
—En primer lugar, estoy bastante segura de que es hetero. Y en
segundo,estáelpequeñoproblemadequenolaconocerásnienunmillón
deaños.
—Bah,inconvenientessinimportancia.
Niegoconlacabeza,divertida.
—Paraseguratú,Cass.
—Exacto.Oh,caray,miraeso.—Apuralacopaylautilizaparaseñalar
—.Reflectores.
Tiene razón. Como es habitual en estas ocasiones, los rayos de dos
reflectoresinmensosseestánentrecruzandoenelcielodelantedelteatro
ChinodeGrauman,queahoraeselteatroChinoTCL.Enmiinfancia,era
elteatroChinodeMann,demodoque,engeneral,solopiensoenélcomo
enelteatroChinodeHollywood,conlashuellasdelasmanosylospies
deunmontóndeestrellasdelcineylatelevisión.
Edwardsesumaalafiladecochesylalimusinaavanzadespaciohasta
que nuestra puerta está delante de la alfombra roja. Edward detiene el
vehículo,nosabrelapuertay,alapearnos,losreporterossealborotany
nos acribillan a fotografías. Aflojan el ritmo en cuanto se dan cuenta de
que no somos famosas, aunque creo que las piernas de infarto de Cass
puedenhaberlostenidodisparandofotosmástiempodelonormal.
Delantedenosotrosunoscordonesdeterciopelorojoseparanelteatro
ysuantesaladelosespectadoresquesehancongregadoenestetramode
HollywoodBoulevard.
Cassmeaprietalamanocuandoempezamosadesfilarporlaalfombra
rojahacialaemblemáticaentradaconformadepagodadelfamosoteatro.
—Estoesunapasada.
Desde luego no se lo voy a discutir y, conforme avanzamos por la
alfombra roja, me siento un poco como una celebrity. Esa fantasía solo
hace que acentuarse cuando me fijo en los hombres con esmoquin y las
mujeresbienpeinadasquealternanenestazonaalairelibre,hablanconla
prensa y brindan a los turistas y los mirones la oportunidad de sacar
montonesdefotografías.
Wyatt aguarda al final y, cuando Cass y yo nos acercamos, sonríe.
Espero pasar de largo y sumarme al resto de los invitados, pero él nos
conducehastauncarteldelestudioquehafinanciadoeldocumentalypasa
ainmortalizarnuestromomentodefama.
—Graciasporconseguirmeentradas—digo—.Tedebouna.
—Tranquila—respondeWyattmientrasenfocaaCassconlacámara—.
Soloesotramanifestacióndemipersonalidadartísticasubversiva.Soyun
excéntrico—añade,yesomehacereír.
Cassyyoentrelazamoslosbrazosyseguimosaloselegantesinvitados.
PrimeronosdirigimosalsalóndebaileGraumandelmulticinecontiguo,
dondeofrecenunarecepciónantesdelaproyecciónenelteatrooriginal.
MeinclinohaciaCass.
—Unapasadatotal—digo,repitiendosuspalabras.
Y hablo en serio. En este momento me siento llena de entusiasmo,
seguraylistaparaconquistarelmundo.O,almenos,aJacksonSteele.
Camareros de uniforme aguardan junto a la puerta para ofrecernos
copasdechampáncuandoentramosenelsalóndebaile.
—Caray—exclamaCass,otraopiniónquetambiéncomparto.
Elsalónesimpresionante.Enorme,peronoapabullante.Laluzdorada
que lo baña se ve interrumpida por un dibujo de imágenes azules
proyectadasenelsueloyeltecho.Haylucesrojasenalgunosrinconesde
lagalería,loqueconfierealsalónunfestivoambientediscotequero.Dos
columnasinmensasparecenmontarguardiasobreelrecintoy,entreellas,
lagentesecongregaalrededordeunabarracircularcuyascopasdevino
apiladas centellean como estrellas de colores gracias a la ingeniosa
iluminación.
Detrás de la barra hay una pantalla en la que se proyecta un montaje
fotográfico: rascacielos altísimos, angulosos edificios de oficinas,
innovadores complejos de viviendas. Los reconozco todos como
proyectos de Jackson Steele, y esas imágenes se intercalan con bocetos,
anteproyectosyfotografíasdelaconstruccióndelmuseodeAmsterdam,
queestanprimordialparaeldocumentalcomoelpropioJacksonSteele.
Cassapurasucopadechampányvaderechaalabarra.
—Yonecesitootrotragoytútienesquebebermásparareunirvalor—
dice.
—Noesverdad—miento,pero,detodasformas,Casspideunacopade
cabernetparacadauna.
Cojo la mía e ignoro a esa vocecita sabia que oigo en mi cabeza
susurrándomequeconJacksonSteelenitansiquieradeberíaestarunpoco
achispada. Que, para conseguir lo que me propongo, necesito tener el
cocodespejadoyserprofesionalyfría,muyfría.Sonpalabrassensatas,
pero las mando a paseo cuando me llevo la copa a los labios y doy un
tragolargoypausado.
—¡Porlavictoria!—diceCassalalzarsucopa.
Brindoconellaytomounsorbopequeño.¿Quéhadicho?¿Quehede
beber más para reunir valor? Sí. Después de todo, puede que sea buena
idea.
Miro alrededor, tanteando el terreno y escrutando las caras. El salón,
que es tan elegante como acogedor, tiene mesas vestidas con manteles
entremezcladas con lujosos sofás y sillas de diseño. Casi todas están
vacíasporquelosinvitados están de pie charlando entre sí. Reconozco a
unoscuantos.Unaestrelladeunrealityenunrincón,unagentequeconocí
en una fiesta… Pero no veo a Jackson y estoy empezando a ponerme
nerviosa.Debedeestarporaquí,ymedamiedoque,sinoloencuentro
antesdelaproyección,selolleventraselpaseantesdequetengaocasión
dehablarconél.
—¿Cómoes?
—¿Nolosabes?
Cassseencogedehombros.
—Hasta hoy no me habías dicho que tu ligue de Atlanta se había
convertido en un arquitecto famoso buenísimo. Es buenísimo y está
buenísimo,¿no?
—Sí,esoloresumebien.
Por un momento dudo porque ¿cómo se describe la perfección? Y
luego no sigo porque lo tengo justo delante. No a él, sino su imagen,
proyectadaenlapantallaquehaydetrásdelabarraparaquetodoslavean.
—Caray —dice Cass al mirarla—. Joder, hostia. ¿En serio? Ese tío es
espectacular.
Asiento, con los ojos pegados a la pantalla y un nudo en la garganta.
Pensabaquelaportadadelarevistalehacíajusticia,peromeequivocaba.
En la portada está impecable, con su rudeza suavizada por la magia de
Photoshop. Pero esta imagen, esta imagen está sin retocar y tiene
definición.Esgenuina,asombrosayapabullante.
Es Jackson, de pie sobre dos vigas de hierro paralelas, al menos a
treintapisosporencimadelsuelo,enunaciudadquenoreconozco.Lleva
vaqueros, una camiseta blanca de manga larga y un casco blanco. Está
agarradoaungigantescoganchoquependedelantedeélyparecenoser
consciente de la cámara que, imagino, lo está enfocando con un
teleobjetivodesdeunadistanciaprudencial.
Lasombradesubarbaincipienteestaninconfundiblecomoelintenso
azul de sus ojos, que parecen arder en llamas bajo la blanca luz del sol.
Conlaotramanoselosprotegemientrascontemplalaconstrucciónque
lorodea.Pordetrásypordebajodeélseextiendelaciudad,peroJackson
es el foco de atención. Y, con esta sola imagen, no cabe duda de que
Jackson es un hombre con poder para hacer del planeta lo que le dé la
gana.Y,ahoramismo,loúnicoquemecabeesperaresqueloquepuedo
ofrecerleseaalgoquequieraposeer.
Me rodeo el cuerpo con los brazos y doy un paso atrás cuando la
imagensefundeanegroyessustituidaporotraobradeconstrucción.Me
doylavueltayveoaCassmirándomedehitoenhito.Suspirayniegacon
lacabezadespacio.
—Joder,Syl…Teloveoenlacara.
Lerehúyolamirada,peromecogedelbrazo.
—Ese proyecto no lo merece. Va a destrozarte otra vez. Ya casi lo ha
hecho.
—¡No! —Respiro hondo—. No, no me destrozará… No me ha
destrozado.Y,además,nomedestrozóél.Eldañomelohiceyosola.Lo
únicoqueélhizofue…
—¿Irse?
—Loúnicoquehizofueloqueyolepedí.
«Y,sihaysuerte,volveráaactuarasí.»
—Deacuerdo.Vale.Pero¿estásseguradequenoquieresteneralladoa
alguien que te cubra las espaldas? Al menos, puedo quedarme contigo
hastaqueloencuentres.
—No,estoybien.Vearelacionarte.Quiénsabe.Alomejorhavenido
KirstieEllenTodd.
Vacilaantesdeasentir.
—Lasaludarédetuparte.
Me da un abrazo rápido y regresa a la barra para pedir otra copa de
vino.Yohagolocontrarioydejolamíamediollenaenlabandejadeun
camarero que pasa junto a mí. Decididamente, mejor tener la cabeza
despejada.
Quinceminutosdespuésyaestoyarrepintiéndomedemisobriedad.Me
hedadodosvueltascompletasporelsalónyhevistomontonesdeactores
casifamososymásdeuncentenardecarasquenomesuenandenada.He
vistoaCassintentandoligarconcasitodoelmundo,aunacamareraque
reconozcodemirestaurantepreferidoquemehadichoqueestáganándose
undineroextra,ytambiénaWyattyendodeacáparaalláconsucámaray
suflash.
PeronohevistoaJackson.
Noobstante,debedeestarporaquí,demodoquedecidoquelamejor
estrategiaessubiralprimerpiso,asomarmealagaleríaeinspeccionara
losinvitadosdesdearriba.Echoaandarenesadirección,conlacabezaun
poco agachada porque estoy aprovechando para mirar en el móvil el
correoelectrónicodelaoficinaymismensajesdetexto,cuandocaptouna
siluetafamiliarconelrabillodelojo.
Alzolavista,sinhacercasoalpesoque,derepente,notoenelpecho,y
miroalrededor,buscandosurostro.PeroJacksonnoestáyelpechoseme
encogetodavíamás,estavezporladesilusióndenoverlo.
Doyotropasomientrasguardoelmóvilenmiminúsculobolsorojo.
Yesentoncescuandoloveo.
Está bajando por la escalera, con la atención puesta en el hombre de
portedistinguidoqueloacompaña.Vaperfectamenteafeitadoyllevauna
elegantechaquetasincuelloyunjerseydealgodón.Esperabaquefuerade
esmoquin,peronopuedonegarqueestaropalesientamuchomejor.Le
daunaire oscuro… entre sexy e imprevisible. Diría más: tiene pinta de
hombreimportante.Delaclasequepuedemandarlosconvencionalismos
alamierdayconseguirquetodosloimiten.
Este es el hombre que habita en mi recuerdo. Esos ojos azules y
cristalinos. Esa boca grande y sensual. Esas cejas pobladas y esas
faccionescinceladas.
Baja otros dos peldaños y vuelve un poco la cabeza hacia mí. Es
entonces cuando veo que no está exactamente como lo recuerdo. Ahora
tiene una cicatriz que le cruza la ceja izquierda y le traza un arco en la
frentehastaperderseenelnacimientodelpelo.NolateníaenAtlanta,pero
estábiencuradaydebedeserdehacevariosaños.
Pero esa cicatriz no enturbia la sensualidad de este hombre cuya
presencia transmite una autoridad tan innegable. Por el contrario, esa
únicaimperfecciónacrecientasumisterioyleconfiereunairepeligroso
yenigmático.Aunasí,séquetraselladebedehaberdolor,ymemuero
portocarla,porreseguirlaconlosdedos.Porabrazarlo,tranquilizarloy
consolarlo frente al ser malvado que se atrevió a dejar esa marca en un
rostrotanincreíble.
Sinembargoheperdidoesederecho,ycobroplenaconcienciadeello
cuandomiroalrededoryveoquetodaslasmujerespróximasamíloestán
mirando igual que yo. Cierro el puño en un arranque de posesividad,
aunqueyanomepertenece.Renunciéaél.Losacrifiquéparasalvarme.
Meembargalamelancolíaymedigo:«Basta,basta,¡basta!».
Hice lo correcto, de eso estoy segura. Y, además, da lo mismo. El
pasadoespasado,malditasea.Nomequedamásremedioqueaguantarme
yseguiradelante,comollevohaciendotodamidesastrosavida.
Respirohondo,unavezyotramás,ymeobligoarehacerme.Soyuna
mujerdenegocios,conunajugosapropuesta.Nosoyunachicasoñadora
que se echa a temblar en presencia del irresistible protagonista de esta
noche.
Puedo hacerlo. Puedo acercarme a él, saludarlo, decirle que no voy a
tolerar que me mande a paseo. Que han pasado cinco años, que ambos
somospersonasadultasyquevaatenerqueescucharme.
Clara.Directa.Algrano.
Bien.Puedoconseguirlo.Nohayproblema.
Doyunpasohaciaél,seguidodeotro.
Mepongoerguidayesbozoenmirostrolasonrisaprofesionalquehe
perfeccionado en los cinco años largos que llevo trabajando para el
directorgeneraldeStarkInternational.
Caminodelaescalera,nodespegolosojosdeJacksonporquetengola
intencióndeabordarloencuantopiseelsalóndebaile.
Élnomeve;estátotalmenteconcentradoensuacompañante.Nooigo
suconversación,peroJacksonvaagitandolasmanosyséquehablande
arquitectura.Sonríoconafectoalrecordarcómodibujabaunrascacielos
imaginario y cómo movía los dedos mientras pensaba en fachadas y
planos,funcionalidadydiseño.
SuacompañantehaceuncomentarioyJacksonseríe.Labocagrandey
sensualselecurvaenunasonrisaqueselequedacongeladacuandomira
alrededor…ymeve.
Veo fuego en sus ojos, pero se apaga con tanta rapidez que casi creo
haberlo imaginado. Ahora, cuando los miro de nuevo, solo veo
indiferencia.Noobstante,Jacksonsigueproyectandociertaintensidad,una
ilusióndemovimientoaunquesehaquedadopetrificadoenlaescalera.
Nodespegalosojosdelosmíosyyotambiénmequedoquieta,incapaz
demoverme.Casiincapazderespirar.
—Jackson—digo,peronosésihehabladoenvozaltaosisunombre
mehallenadopordentro,tannecesariocomoeloxígeno.
Nos quedamos así mientras el tiempo pasa, con el mundo paralizado
alrededor de nosotros. Ninguno se mueve, pero tengo la sensación de
estargirandosobremímismaenelespacio,precipitándomehaciaél.La
ilusión me aterroriza porque ahora mismo sé dos cosas: estoy deseando
volver a encontrarme entre sus brazos y estoy muerta de miedo por
enfrentarmeaél.
Y entonces, de repente, el mundo se pone en movimiento otra vez.
Jacksonmemiraunmomentomásy,enlosbrevessegundosantesdeque
apartelosojos,perciboiraydureza.Perotambiénveootrosentimiento.
Tristezabajoelhielo,quizá.
Tomoconcienciadenuevodemisextremidadesydoyunpasohaciaél,
sabiendo que esta es mi oportunidad. Para el proyecto, y para algo más
profundo en lo que no quiero pensar porque abrir esa puerta me asusta
demasiado.
Perodaigual.Nimimiedonielproyectoimportan.
PorqueJacksonnovuelveamirarme.
Porelcontrario,pasadelargo,sinladearlacabezaniunasolavez,sin
tan siquiera aflojar el paso. Y yo me quedo viéndolo pasar, tan anónima
comoelrestodelasmujeresquesuspiranporél.
3
Enquédemoniosestabapensando?»
Jacksonharehusadoreunirseconmigo,esevidente.¿Deveraspensaba
queencuantomevieratodocambiaría?¿Quecorreríaamiencuentro,me
cogeríalasmanosymepreguntaríaenquépodíaayudarme?
Nolopensaba,no.Pero,tontademí,abrigabaesaesperanza.
En teoría, me parecía de lo más sencillo. Fácil no, tenía claro que
volver a ver a Jackson no sería nada fácil, pero sí mecánico. Podía
hacerlo,sobretodoporqueteníaquehacerlo.
Peromehequedadosinpalabras.
Envezdeadoptarlaestrategiadirectadeabordarloyhablarconél,me
he quedado petrificada. En vez de interceptarlo, he dejado que pasara de
largo.
¡Mierda!
Hejuzgadomallasituacióny,siteníaalgunaconfianzaenmímisma,la
heperdidoporcompleto.
VeoaCassalotroladodelsalón,riéndoseconunamujerquellevaun
vestidocortoceñidoytieneelpeloaclaradoporelsol.Memiradereojo
yveoqueenarcaunpocolascejasconaireinquisitivo.«¿Menecesitas?»
Niego con la cabeza y sonrío. Cass rompió con su novia de muchos
años hace cinco meses y, desde entonces, ha estado bastante fuera de
circulación. Si está haciendo migas con esa mujer, no tengo ninguna
intencióndecortarleelrollo.
Además,eshoradequehagadetripascorazón.Hevenidoadefenderun
proyectoynidecoñamemarchodeaquísinintentarlo.
Espoleadapormispalabrasdeánimo,medispongoairtrasél,perome
detengo cuando anuncian que el documental se proyectará dentro de
quinceminutosyquelosinvitadosdeberíamosempezaradirigirnoshacia
elteatro.
Elanuncioacabaprácticamentecontodasmisposibilidadesdeabordar
aJacksonasolas.Enprimerlugar,estoyseguradequetendráquedecir
unaspalabrasantesdequecomienceeldocumental.Ensegundolugar,la
gente se ha apiñado tanto que no tengo más remedio que avanzar con la
multitud.
Medejollevarporlamareahumanaymeresignoaaceptarquetendré
que acercarme a Jackson justo después de la proyección o, si no,
conseguir que me cuelen en la fiesta posterior, un privilegio que mi
entradanoincluye.
Acomodadoresvestidosdenegroqueprobablementesonestudiantesde
cine de la Universidad del Sur de California nos conminan a salir del
multicine y dirigirnos al teatro Chino original. Es uno de mis lugares
favoritos de Los Ángeles. Cuando era adolescente solía venir aquí para
escapar a otra realidad oculta en este entorno tan exótico. Lo han
reformado hace poco, pero, a diferencia de la esplendorosa modernidad
delsalóndebailedelqueacabamosdesalir,elvestíbulodelteatroChino
conservaciertapátinaantigua,consusestatuastraídasdePekínyShangai,
los ornamentados azulejos y apliques del techo, los biombos plegables
que decoran las paredes, muchas de las cuales son rojas, como las
innumerablesalfombras.
Noobstante,dentrodelteatro,imperalatecnología.LapantallaIMAX
esinmensayultramoderna,ynopuedonegarquemeemocionasaberque
estoy a punto de ver tanto a Jackson como su obra proyectados en este
formatotanimpresionante.
Mesientojuntoalpasilloenunabutacadelaúltimafilaporquecalculo
quetendrémásprobabilidadesdeeludirelgentíosipuedosalirenbusca
de Jackson en cuanto termine el documental. El teatro no está lleno del
todo y, cuando atenúan la iluminación, hay unas cuatro o cinco butacas
entre la siguiente persona y yo. Mejor así. Estoy crispada y nerviosa,
bombardeada por recuerdos que amenazan con desquiciarme. Estoy
cansadadelucharcontraellos.Despuésdeldocumentalpodrévolveraser
fuerte.Perodurantelossiguientessetentaminutosquierozambullirmeen
el pasado, embeberme de Jackson y de las impresionantes imágenes del
mundoquehacreado.
Los invitados aplauden cuando un hombre que reconozco como el
acompañante de Jackson en la escalera sube al escenario y se presenta
comoMichaelPrado,eldirectordeldocumental.
—Como muchos de ustedes sabrán, soy miembro del consejo del
Proyecto de Protección Histórica y Arquitectónica Nacional y, como tal,
he tenido el privilegio de observar la evolución de muchos jóvenes
arquitectoscontalento.Algunostienenexcelentesaptitudes.Otros,unbuen
sentidoparalosnegocios.Yloshayqueposeenunacapacidadinnatapara
fusionarformayfunción,ubicaciónyfinalidad.Noobstante,solounavez
he visto todos esos atributos encarnados en un único hombre. Y ese
hombreestáaquíestanoche.Damasycaballeros,seantanamablesdedar
labienvenidaaJacksonSteele.
Se oyen bastantes más aplausos cuando Jackson sube los escalones de
dosendosysaludaalosasistentesantesdeestrecharlamanoaPrado.
—Graciasatodosporestacalurosabienvenida—diceencuantocogeel
micrófono—.Ygracias,Michael,portusincreíbleselogios.Comoquizá
observarán —continúa, y se vuelve de tal forma que mira al público sin
dar la espalda al director—, un documental como el que Michael ha
dirigido es una bestia tremendamente invasiva. Y lo digo con el mayor
respetoycariño—añademientrastodosseechanareír.
—Intentadecirqueleestorbé—bromeaMichael.
—O que yo le estorbé a él —apostilla Jackson, manejándose con la
concurrencia con innegable habilidad—. Pero, hablando en serio, tengo
unagrandeudaconestehombre.Mepropusoeldocumentalinclusoantes
de que el consejo de la Coalición para las Artes y las Ciencias
Contemporáneaseligieramiproyectoparasumuseo.Y,aunquenopuedo
decir que estuviera preparado para que mi proceso fuera sometido a un
examentanminucioso,síreconozcoquelaexperienciahasidoinstructiva
ygratificante.Hetenidoellujodevermiobraconotrosojos.Esoesun
regalo excepcional que no debería caer en saco roto. Me ha enseñado a
respetarmivisión,perotambiénaabrirlosojos.
Lomirofascinada,tandesenvuelto,tancómododelantedelpúblico.
Seadelantaenelescenarioydalaimpresióndeestarmirandoatodosy
cadaunodelosasistentes.
—Y ahora me complace anunciarles el estreno en Estados Unidos de
Piedrayaceroyofrecerlesunamuestradeotraclasedelaborconjunta.La
interpretación de Michael Prado de los padecimientos, tribulaciones y
éxitos que rodearon a la financiación, construcción, consagración e
inauguracióndelfamoso,otristementefamoso,segúnalgunos,Museode
lasArtesylasCienciasdeAmsterdam.
Guarda silencio mientras los espectadores vuelven a aplaudir, y me
sorprende cuánto me recuerda a Damien Stark. No solo en su aspecto
físico—ambossonmorenosyvaroniles—,sinoenlobienquesemaneja
con la fama y en su don de gentes. Si terminara con un discurso para
vender un producto, estoy segurísima de que se haría millonario esta
noche.
Perohoynosevendenada.Estaveladaesunacelebracióny,despuésde
unaspocaspalabrasmássobrelahistoriadelproyecto,Jacksoninvitaal
públicoaponersecómodoydisfrutardelaproyección.
Cuandolaslucesseapaganyseabreeltelónmerecuestoenlabutaca
mientras sube el volumen de la música y la pantalla se llena de luz y
movimiento. La cámara se eleva en una magnífica toma que parte del
suelo y asciende cada vez más deprisa hasta alcanzar la emblemática
cornisaromadelmuseoyabrirfinalmenteelplanoparaabarcarelcielo
azulyelsol.
Lapantallasevuelvedeunblancocegadorquedapasoaloscréditos
iniciales y un primer plano de Jackson Steele, inclinado sobre una mesa
conmontonesdeanteproyectos,conelpeloazotadoporelvientoyunos
vaquerosqueseleciñenalosmusculososmuslos.Estáenfrascadoenuna
conversaciónconotrohombre,perosuspalabrasquedanahogadasporla
vozclaraypausadadelnarrador.
Mirolapantalla,hipnotizadaporelhombrequelallena.Porlapasióny
laprecisióndesusmovimientos.Estáabsortoensutrabajo,consagradoa
él.Hayautoridadenloquehace.Solemnidad,inclusomagia.
Ylahondaemociónqueperciboensurostromeenciendelapielyme
desbocaelcorazón.
Hevistoesemismofuego,esamismadeterminación.Lohevistofelizy
extasiado. Lo he tenido entre mis brazos y he sentido su pasión, y la
intensidaddeesehombremehaquemado.
Elpechosemeencogeylasmanosempiezanadolerme.Reparoenque
estoyaferradaalosbrazosdelabutacaconfuerza.Másaún,hedejadode
respirar.
«Aire», pienso, y me dispongo a levantarme. Solo necesito salir al
vestíbulo.Irtalvezalaseodeseñoraspararefrescarmelacara.
Pero cuando empiezo a levantarme alguien se sienta en la butaca
contigua.
¡Jackson!
No lo he visto, ni tan siquiera he vuelto aún la cabeza, pero no tengo
ninguna duda. ¿Cómo iba a tenerla cuando la piel me cosquillea por su
mera proximidad? ¿Cuando la fragancia de su colonia me envuelve,
especiada,almizclada,conesetoqueahumo?
Cierro los ojos y me quedo sentada al borde de la butaca porque, de
golpe,noestoyseguradeadóndemedirigíaniporqué.
—Quédate.
Unamerapalabra,peromehacemella.Inspiro,asientoymerecuesto
otra vez en la butaca tapizada. Cuando me vuelvo hacia él lo encuentro
mirándome.Lassombrasdanzanensurostro,yjuroquepodríaperderme
enelintensoazuldesusojos.
Medispongoahablar,aunquenoséquévoyadecir.Enesemomentose
inclina hacia mí y me pone la mano en la pierna, con la palma sobre la
fina tela de mi vestido, pero rozándome la piel desnuda con los dedos.
Todas mis terminaciones nerviosas parecen apiñarse y chisporrotear en
esapartedemicuerpo.
Soy agudamente consciente de su mano en mi pierna y tengo que
combatir el impulso de inspirar y ponerme tiesa cuando el pulso se me
aceleraynotounfuegoquemándomepordentro.Noquieroreaccionara
él; no quiero que mi cuerpo me delate. Y no puedo permitir de ninguna
maneraqueestosemevayadelasmanos.
Pero Jackson se acerca todavía más, y noto más presión en el muslo
cuandosuslabioscasimerozanlaoreja.
—¿Quécoñotecreesquehaces?
Pienso en hacerme la loca, pero con eso no sacaría nada. Además, no
tengo nada claro que lo consiguiera ahora que me está tocando y me ha
alteradotanto.
—Tengoquehablarcontigo—melimitoadecir.
—¿Ah,sí?—Suvozestandulceytentadoracomoelchocolate—.Estoy
bastantesegurodequenotehedadounacita.
Mepasaundedoporlapiel,despacio,dearribaabajo,conunairetan
distraídoquepodríaestarhaciéndolosindarsecuenta.Peroséquenoes
así.Jacksonsabeexactamenteloquehace.
—¿Necesitoquemedesunacitaparacharlarcontigoenunafiesta?
—¿Es eso lo que estamos haciendo? —pregunta sin dejar de
acariciarmeyprovocarmeconeldedo—.¿Charlar?
Semeencogeelpechoyempiezoasentirpánico.
—Porfavor,Jackson.
—¿Porfavorqué?
—Vamos afuera. —Espero que no perciba el temblor de mi voz—.
¿Podemossaliralvestíbulounmomentoparahablar?
Impide que me levante ejerciendo una presión suave pero firme sobre
mi pierna. Con ello consigue subirme la falda. Solo enseño unos
centímetros más de piel, pero es suficiente para que me sienta más
expuestayvulnerabletodavía.
Paraquerecuerdeeltactodesusmanoscuandometocabasinenfadoni
pretextos.
Tragosalivaporquemeinvadenlapenaylanostalgia.
—Jackson…
—Siestástandecididaahablar,hazloaquí.
Suvoznohaperdidosutonoaterciopelado,peroahorapercibodureza
enella.
—Molestaremosalagente—susurro,decididaarecuperarelcontrol.
Enarcalascejasyadviertoquelasituaciónleresultadivertidaporque
selecurvalacomisuradelaboca.
—¿Ah,sí?—Subemáslamanoymelevantalafalda—.Nopensabaque
nuestra…conversaciónfueratanruidosa.
—Para.
Cierrolamanosobrelasuyaparaimpedirqueasciendaunmilímetro
más.
—¿Porqué?
—Porquelodigoyo,joder.
—Me refería a por qué necesitas hablar conmigo —aclara—. Pero la
preguntatambiénesválidaparaeso.—Sumanosigueavanzandodespacio
ycontinúalevantándomelafalda,centímetroacentímetro,dolorosamente
—.Explícameporquédicesquedeberíaparar.¿Porquenoquieresquete
toque?¿Porquenoquieresquesigasubiendolamano?¿Porquenoquieres
queterocelasbragasconlosdedosylasencuentrehúmedasycalientes?
Tengo la boca seca y el cuerpo ardiendo. Y, maldita sea, tiene razón.
Estoyempapada,conlosmuslosenllamasyelsexopalpitante.
—¿Oalomejoresporquequieresquecontinúe?¿Porqueimaginas…o
recuerdas la sensación de mis dedos dentro de ti, excitándote,
acariciándoteelclítoris?¿Estásmojada,princesa?—preguntaconunavoz
tandelicadaahoracomoesayemaqueacariciamimuslo.
—¿Estáscachondayexcitada,suplicándomecalladamentequetetoque,
quetepaseeldedoporelsexo…resbaladizo,chorreante?¿Esesoloque
tegustaría?Vamos,cariño,dímelo.¿Noquieresquetellevealacumbre?
¿Cadavezmásaltohastaquenotelosespasmosenmimanocuandotengas
unorgasmo?Porqueyocreoquesíquieres.Creoquelodeseastantoque
casitequema.
Cierrolosojos,decididaanopermitirquenoteenmicaracuántarazón
tiene.
—Para—repito—.Nopuedes…
—Y un cuerno. —La tierna sensualidad de su voz ha desaparecido,
sustituidaporundurotonoacusatorio—.¿Creesquenoteheobservado
esta noche? ¿Crees que no he visto cómo me mirabas? Ambos sabemos
que aún me deseas y ambos sabemos que eso te cabrea. Así que dímelo,
Sylvia.Quierooírlo.Diloenvozalta.
Pero yo no pienso admitirlo por nada del mundo. Porque, aunque sea
cierto(porDios,claroquelodeseo,yclaroqueesomecabrea),loqueno
deseoesloquevienedespués.Elpánicoyelrecelo.Latensiónyelmiedo.
Laespantosasensacióndequetodoloquemerodeagirasincontrolyde
que,pormuchoquemeesfuerceenmantenermefuerte,esinevitableque
estomedesgarre.
—Dímelo—repite.Suvozestáahoracargadadeldolorylairaqueha
acumulado en estos cinco años—. Y luego escucharé lo que tengas que
contarme.
Hagounamuecacuandomeinvadeunsentimientosemejantealaculpa.
Peroloalejoalmismotiempoqueleapartolamanoparalevantarme.
—Que te den —le espeto, sin hacer caso del «chissssss» que me
susurrandesdenuestrafila.
Recorroelpasillocentraldandotraspiés,casimelanzocontralapuerta
ysolorespirocuandosalgoalvestíbulo.
Meapoyoenlaparedymeobligoaserenarme.Estoyenello,perola
puerta se abre y veo a Jackson dirigiéndose derecho hacia mí. Creo que
debodeestremecerme,porqueaprietalosdientesysedetiene.
—No son precisamente esas las palabras tiernas que me esperaba —
arguyeconironía—.Peromevalen.
—Déjameenpaz—digo.
—Puedo hacer eso… —Ha adoptado un tono profesional—. O bien
puedesexplicarmeporquéquiereshablarconmigo.
Parpadeo,unpocodesconcertadaporsuinesperadocambiodetono.
—Esporuntrabajo—consigodecirmientrasrelajoelcuerpoaliviada
y,aunqueodioreconocerlo,unpocodesilusionada.
Mequitoesoúltimodelacabeza.EntreJacksonyyonopuedehaberen
esta estancia nada aparte de negocios, y el mero hecho de imaginar que
podríahabermásesunaformaseguradesufrir.
Sindespegarlosojosdemí,asienteconrapidez.
—Deacuerdo.Teescucho.
Me pongo erguida, adopto una actitud profesional y disfruto con la
sensacióndehaberrecobradoelcontrol.
—EsparaStarkInternational—anuncio—.Y,antesdequemedigasque
ya has rechazado el resort de las Bahamas, querría que siguieras
escuchando.
Interpretosusilenciocomounsíypasoadescribirleelproyectodesde
su concepción hasta la horrible noticia de que Glau no solo se ha
desanimadosinoqueseharetiradoporcompleto.
—¿Han puesto verde a Miss Estados Unidos en Facebook y ahora la
coronaesparasudamadehonor?
—No —respondo con firmeza—. La idea no es contratar un sustituto,
sinoconstruirelmejorresortposible.
—¿De veras? —Me recorre con una mirada tan sensual como una
caricia lenta—. No recuerdo que nadie me llamara cuando iniciasteis el
proyecto.
—EstabasocupadoconlodeDubai.
—¿Ah, sí? —dice, como si ese proyecto solo fuera producto de mi
imaginación—.Entonces¿estonotienenadaqueverconelhechodeque
tupreciadoresorttienemásproblemasdelosquedasaentender?
—Nosédequémehablas.
—Problemas con la Administración Federal de Aviación, Sylvia.
Permisodeuso.Gruposdedefensamedioambiental.¿Quieresquesiga?
—Yanosestamosocupandodetodoeso—arguyo.
Y, en teoría, es cierto. Al parecer, hay que superar muchas barreras
burocráticasinclusoparaconstruirunapequeñapistadeaterrizajeenuna
isla diminuta. En cuanto a los grupos de defensa medioambiental,
reconozcoquetienerazóntambién.Resultaquelaislaeselhábitatdeuna
especie poco común de grillos cavernícolas, y franquear ese campo de
minasfuetanpeligrosocomodesactivarunabombanuclear.
Pero, en verdad, lo que me preocupa es cómo se ha enterado de esos
problemas.Porqueloshemosmantenidotodosenestrictosecreto.
Combato el impulso de pasarme los dedos por el pelo de lo frustrada
quemesientoymedigoqueestenoesmomentoparapreocuparmepor
eso.
—Malditasea,Jackson,loimportanteesqueesunagranoportunidad.
—Yonodigoquenolosea.—Metiendelamano—.Venconmigo.
Lemirolamano,peronoselacojo.Unmomentodespuéslabajayse
leensombrecetantolamiradaquecasimevengoabajo.
Nodicenadamás,sinoquedamediavueltayechaaandar.Losigoen
silencio cuando entra en el salón de baile y, luego, en una sala que no
conozco.
—¿Noteecharándemenos?
—Esto es Hollywood. Tienen recursos para todo. —Se ríe y las
comisurasdelosojosselearrugandeunmodoquemeresultairresistible
ytremendamentesensual—.Además,lafiestaesaquí.Tardeotemprano,
quienmenecesitemeencontrará.
Asientoyaprovecholaocasiónparaecharunvistazoamialrededor.La
salaesespaciosa,conlasparedesblancasyeltechobajo.Tieneelsuelode
hormigón sin pulir y varias columnas cuadradas geométricamente
distribuidasatodololargo.
Montones de fotografías en blanco y negro adornan las paredes, y
pasamos por delante de Humphrey Bogart, Audrey Hepburn, Harrison
Ford, Marlon Brando e incontables estrellas más de algunas de mis
películasfavoritas.
PeronosonestosretratosloqueJacksonquierequevea.Mellevaala
primera columna para enseñarme la fotografía a todo color que hay
colgada. Es del edificio Winn de Manhattan, un rascacielos de vidrio y
acero que se alza con poderío sobre la urbe, con tanta superficie para
comercios,oficinasyviviendasqueescasiunaciudadindependiente.
Jacksonnodicenadamientrasmiramoslafotoycalculoquetranscurre
un minuto completo antes de que vayamos a la siguiente columna y
contemplemoslafotografíadelanuevaÓperadeSalzburgo,cuyafachada
curvaparecefluircomolamúsicaenperfectaarmoníaconlasmontañas
quelaenmarcan.
Laúltimaimagennoplasmaunproyectocomercialsinounacasaenlas
montañas próximas a Santa Fe, Nuevo México. Su impecable exterior se
confundeconlaspiedrasylasrocasy,aunqueesobvioqueesaresidencia
deunaplantaesnuevayultramoderna,seintegraenelpaisajeconlaclase
deaudazconfianzaquepareceindicarquehasurgidodelasmontañasque
larodean.
—¿Quésabesdetodoesto?
Le respondo dándole la información que ya conoce: que la segunda
residenciaqueproyectóenSantaFeparaunfamosofilántropoporfinle
valió el reconocimiento que merecía y marcó los inicios de su carrera
como arquitecto. Que la Ópera fue su puerta de acceso al sector de la
construccióncuandopasódededicarseúnicamenteadiseñaryproyectara
abarcartodoelespectrodelapromocióninmobiliaria.Yqueeledificio
Winn fue una gran victoria para Steele Development, porque marcó su
incursión en el rentable mercado neoyorquino y propició su primer
proyectoconparticipaciónsobrelapropiedad.
Nomencionoelasesinatoyelsuicidioquetuvieronlugarenlacasade
SantaFenomuchodespuésdequeseterminara.Nocreoqueesovengaal
caso y, sinceramente, temo que esa clase de chisme pueda arruinar los
avancesquepodamosestarhaciendo.
Tampoco menciono que los ingresos por alquiler del edificio Winn
debendehaberalmenoscuadruplicadoelpatrimonionetodeJacksonde
lanochealamañana.Perolosdossabemosqueconozcoesainformación.
EsimposibletrabajarparaunhombrecomoDamienStarkdurantetantos
añossinadquirirciertoconocimientodelpotencialeconómicodelaclase
deproyectosqueJacksonrealizaenlaactualidad.
Enotraspalabras:JacksonnonecesitalosingresosdelresortdeCortez.
Y,teniendoencuentasurápidoascensoalestrellatoconeldocumentalyla
posibilidad de que se ruede un largometraje, ni tan siquiera necesita la
publicidad.
Loúnicoquepuedoofrecerleeseldesafío.Yconfíoenqueesolebaste.
Mevuelvohaciaélymequedodeespaldasalacolumna.
—Ybien,¿quétallohehecho?
—Nohaestadomal.Hasseguidomicarreraprofesional.
—No—digo,ynomecuestamentir—.Perosoybuenaenmitrabajo.Y
esohadedarteaentenderqueséaquiéncontrato.
—«Contrato»—repite,ydaunpasohaciamí.
—Sí —Lo digo con firmeza y estoy orgullosa de lo confiada que me
siento.
Seacercamásyreduceladistanciaquenosseparaameroscentímetros.
Echolacabezahaciaatrás.Aunquellevozapatosdetacón,mesacamásde
unpalmoynopuedoevitarsentirmeempequeñecida.Vulnerable.
Noobstante,combatoesasensaciónylomiroalosojos,esperandoque
losmíosletransmitanfrialdadydeterminación.
—¿TeacuerdasdeAtlanta?
Sus palabras son como una bofetada y, pese a toda mi determinación,
retrocedo,aunquelacolumnaapenasmelopermite.
—Por…porsupuesto.—Mepasolalenguaporloslabios—.Jackson,
lamentoloquepasó.Peroestonoes…
—No —me interrumpe, y alza un dedo para hacerme callar—. ¿Te
acuerdasdeantes?¿Antesdequetúdestrozaraslonuestro?¿Teacuerdas
deloquesentíascuandotetocaba?
La boca se me ha secado por completo y noto perlas de sudor en la
nuca.
—Jackson,nosigas.
Seacercamás,sinhacermecaso.
—Dime,Sylvia.Ysésincera,porquejuroquesimienteslosabré.—Su
vozesgrave,seductoraytambiénautoritaria—.¿Teacuerdas?
Niegoconlacabeza,peronoescierto.Claroquemeacuerdo.Recuerdo
todas las risas, todas las caricias, todos los suspiros y jadeos. Recuerdo
todas las palabras de todas las conversaciones, el sabor de todas las
comidas.Recuerdolaincomparablesensacióndesusmanosenmicuerpo
ysupolladentrodemí.
Pero también me acuerdo de cuando el pánico se apoderó de mí.
Cuando empecé a ahogarme y, por mucho que me esforzaba en
mantenermeaflote,lasturbulentasaguasdelmiedoylosmalosrecuerdos
siempremearrastrabanalfondo.
Pusefinalarelaciónporqueteníaquehacerlo.Porquemiúnicaforma
de sobrevivir era destruyéndolo todo. Porque mi única forma de seguir
respirandoeraapartándolodemí.
Dehecho,ahoramismoempiezoanotarquemefaltaelaire.
Jacksonmeponeundedobajolabarbillaymelevantalacabezapara
quelomirealosojos.
—¿Teacuerdas?—repite.
Nodigonada.
—Yalfinal…—insiste—¿recuerdasquémepedisteenAtlanta?
Mepasolalenguaporloslabiosresecosyasiento.
—Dímelo.
Lorecuerdo,sí…«Sealoquesea,nena,teloprometo.Solotienesque
pedírmelo»,medijo.Yestafuemirespuestaentonces:«Jackson,necesito
que…quemedejes.Necesitoquetevayasynomiresnuncaatrás».
Eserecuerdopalpitaenmimentecomolucesrojasdeneón.
—Dímelo—repite.
—Tepedíquetefueras—contestosinrodeos,comosicadasílabano
mehicierapedazos.
—¿Y me fui? —Sigue sin alterar la voz, pero no logra disimular la
tensiónqueencierracadaunadesuspalabras—.¿Nohicejustoloqueme
pediste?¿Nomefuiaunquehacerlocasiacabóconmigo?
«También acabó conmigo.» Quiero gritárselo, pero me contengo. No
puedohacerlo,porqueesosololeacarrearíamássufrimientoy,después
detodoeldañoquelehehecho,nodebotorturarloasí.Demodoquesolo
asiento.
—Sí.—Mivozmeparecelejana.Hueca—.Tefuiste.
Seacercamásamíyapoyaunamanoenlacolumna.Estádecostadoy
tiene la cara tan cerca de la mía que percibo que el aliento le huele
ligeramenteawhisky.
—Entonces¿quéquieresdemíahora?
Bajalaotramanopormibrazohastaalcanzarmelamano.Entrelazalos
dedosconlosmíosymeatraehaciaélconbrusquedad.
Semeescapaungritoahogadoeintentosepararme,peronopuedo.La
manoquehabíaapoyadoenlacolumnaestáahoraenlapartebajademi
espalda.Metieneaferradacontantafuerzaquemehequedadosinaliento,
absorta en sentir su cuerpo y, sí, en la erótica sensación de su erección,
inconfundiblecontramivientre.
—Jackson…
—¿Estás ofreciéndome un trabajo? —continúa, sin hacer caso de mi
protesta—.¿Estásofreciéndomerevivirtodoloquedestruistecuandome
apartastedeti?
Mesueltalamano.
—¿O me estás ofreciendo esto? —pregunta mientras me pasa el dedo
porellabioinferior,contantadelicadezaysuavidadquetengoquehacer
unesfuerzoparanogemirdeplacer—.¿Oquizáesto?—añadealtiempo
quebajalamanoymerozaelpechoconlapalma.
Elpezónsemeendureceynotounardientecosquilleoenlapiel.Tengo
queconcentrarmeenrespirar,ennopermitirquemefallenlaspiernas.
Jackson no se apiada de mí y me dibuja círculos en el pecho,
excitándomeyatormentándomemientrascontinúahablándome.
—Te acuerdas de cómo era, ¿no? —insiste—. Estar entre mis brazos.
Correrte.Tucaradeéxtasis.Elabandonoqueyosentíaentucuerpo.
—Para.—Esaúnicapalabraesungrito.Unasúplica.
—¿Que pare? —Baja la mano y vuelve a entrelazar los dedos con los
míos—.Nopuedo.Asíquedímelo,Sylvia.Porquenecesitosaberlo:¿qué
meofrecesexactamente?
Me escuecen los ojos y los cierro con fuerza. Desearía desahogarme
llorando,peronoderramoniunasolalágrima.
—Solo el trabajo —respondo por fin. Respiro hondo y abro los ojos
paraenfrentarmeaél—.Nadahacambiado,Jackson.Nopodemos…
Niegoconlacabeza,sinterminarlafrase.
Mesostienelamirada.Elcalorqueseestáacumulandoentrenuestros
cuerposestanintensoquejuroqueveocómogiranlasmoléculas.
Despacio,mesueltalamano.Daunpasoatrásysientofríocuandodeja
desujetarmeporlaespalda.
—Tienesrazón—conviene—.Nopodemos.
Yesoestodo.Dosmeraspalabras,antesdequeseapartedemíyechea
andar.Losigoconlamirada,respirandodeformaentrecortada,hastaque
sepierdeentrelassombras.
Nomiraatrásniunasolavez.
4
EncuantopierdodevistaaJacksonmefallanlaspiernas.Medejocaer
hasta sentarme en el suelo, con la falda sobre las rodillas, que tengo
pegadascontraelpecho.Melasabrazoporqueestoytemblando.Nolloro,
pesealomuchoquelointento.
Cuando Cass me encuentra continúo aquí con la cabeza entre las
rodillas,lamentevacía,tratandodeabstraermedemisrecuerdos,deesta
noche,detodo,malditasea.
—SantoDios,Syl.¿Quéhapasado?
Alzolacabezaylaveoacuclilladadelantedemí.Laacompañalarubia
de antes, que se ha quedado a unos pasos de nosotras y parece
sinceramentepreocupada.
—¿Cómohasentrado?
—Zee tiene invitaciones para la fiesta. Alguien te ha visto salir con
Jackson y, al no encontrarte, hemos pensado que debías de haber venido
aquíconél.
—Asíes—confirmo,yalargolamanoparaquemeayudealevantarme
—.¿Zee?
—Zelda —aclara la rubia—. A mis padres les encanta F. Scott
Fitzgerald.¿Teencuentrasbien?
Meencojodehombros.
—Noeslamejornochedemivida.
—Losiento—dice.MiraaCassdesoslayo—.Paramísí.
Oírlo me levanta bastante el ánimo y dirijo una rápida sonrisa a mi
amiga,que,algoextrañoenella,seharuborizado.
—Deduzcoquehadichoqueno—aventuraCass.
—Hadichomuchascosas—reconozco—.«No»hasidounadeellas.
—Unasuntodenegocios—aclaraCassaZee—.Sehaidoalgarete.
—Vayamierda.¿Quieresacompañarnos?
Estoy tentada de hacerlo. Ahora mismo olvidarme de todo bebiendo y
bailandomepareceunaideaestupenda.Peronomeapeteceirdecarabina.
Es más, necesito resolver esto. Necesito pensar. Necesito encontrar la
forma de dar marcha atrás, volver a empezar y, aunque no sé cómo,
conseguirqueJacksonacepte.
—Gracias, pero no. —Me paso los dedos por el pelo—. Solo estoy
chafada.Perovolveréalafiestaconvosotras,chicas.
—¿Tequedas?
—Sí…Creo.Noestoysegura.TengoquevolverahablarconJackson.
Estaveznohemosempezadocondemasiadobuenpie.
Cassentrecierralosojos.
—Estoybien—miento—.Ytodoirábien.
Sé que no la dejo convencida, pero me conoce lo suficiente para no
llevarmelacontraria.Cuandoentramosenelsalóndebailemeseparode
ellasymedirijoalabarraparapedirunacopadevino.Estavezdoyun
buentragoporquemantenermesobrianomehaservidodemuchohasta
ahora.Notouncalorinternocuandoelvinomehaceefectoymebeboel
resto de la copa más despacio, tomando pequeños sorbos mientras me
paseoporelsalón.
La fiesta está incluso más concurrida que la recepción previa a la
proyección,loquesupongoqueeslógicoporque,sinduda,muchagente
ha llegado justo cuando se apagaban las luces, con la idea de ver el
documental y pasar directamente a la fiesta. Por desgracia para mí, eso
hace que me resulte más difícil moverme por el salón, y empiezo a
sentirmeunpocoatrapada,conunaangustiamuyclaustrofóbica.
Pienso en mandar un mensaje de texto a Cass para decirle que me
reuniréconelladondequieraqueesté,peromereprendoseveramentepor
habérmeloplanteadosiquiera.EsevidentequeZeeestáinteresadaenella,
ynopiensofastidiarleelplansoloporquenecesitecalmarme.Encambio,
redoblo mis esfuerzos por encontrar a Jackson. En definitiva, por eso
estoyaquí.Asíquedecidoquenomeiréhastaquesehayaserenadoyyo
tengalaoportunidaddehablarconélcomoesdebido.
Medirijoaunadelascolumnasbañadasdeluzymequedodeespaldas
aella,utilizándolacomobasedesdelaqueinspeccionarlascarasqueme
rodean.NoveoaJackson,perosíencuentrounrostroconocidoysonrío
deorejaaorejacuandoEvelynDodgemeveyseacerca.
—¡Mírate!—Abrelosbrazosymeenvuelveenunsofocanteabrazo—.
¿Deverdadtehadadounanochelibremibuendictadorfavorito?
—Soloundescansito—respondo,siguiéndoleeljuego—.Sinovuelvo
alaoficinaantesdemedianochemeconvertiréencalabaza.
—Notearriesgues,cariño.Elnaranjalesentaríafatalatupiel.Amí,en
cambio… —Me señala el estridente vestido que lleva, el cual, pese a su
coloranaranjadoradiactivo,lequedasensacional—.Sabíaquehabíauna
razón para que me cayeras bien —añade cuando le digo que está
espectacular.
Evelyn fue la primera persona que conocí cuando empecé a trabajar
paraDamienStark.UndíairrumpióenrecepcióneinformóaDamiende
quemeinvitabaacomerporque,segúnella,«paraganarseaunejecutivo
hayqueempezarporsuasistente».
Aunque, bien pensado, no le hacía ninguna falta ganarse a Damien.
Evelyn Dodge ha ejercido casi todos los oficios que se pueden
desempeñarenHollywood—empezandoporeldeactriz—yvariosmás
que estoy segura que se ha inventado ella. Aunque estaba casi jubilada,
desdehacepocovuelveaejercerderepresentante.
ConoceaDamiendesdequemijefeeraunastrodeltenis.Entonceslo
representóencontratosdepatrociniopublicitarioyunoscuantoschollos
másdeesosquetraeconsigoserundeportistaguapoyatractivo.Ymás
aúncuandoseconvirtióenundeportistaguapo,atractivoypolémico.
Por supuesto, en esa época yo no conocía a ninguno de los dos, pero
ahoranosoloséqueEvelynestanfielaDamienStarkcomounamamá
osa a su osezno, sino que es la mujer más divertida, descarada y
cautivadora que he conocido jamás. Y es un gran alivio que haya
aparecidojustodelantedemíenestemomento.
—Nosabíaquevenías—digo—.¿Representasaalguiendelafiesta?
—Aún no, pero la noche es joven. —Me coge del brazo y me lleva
hacia un camarero con una bandeja llena de bocaditos de hojaldre
cubiertosdecremaagriaycaviar—.No,hevenidoporMichael.
—¿El director? —Cojo la servilleta con el pastelito que me ofrece y
tratodedecidircómomelovoyacomerporquesigoconlacopadevino
enlaotramano—.¿Loconocesbien?
—Notanbiencomocreía.—Mequitalacopayapuraelcabernetantes
dedárselaauncamareroquepasa—.Estuvimoscasados.
—Oh.
Pienso en Blaine, el extravagante joven pintor con quien Evelyn
mantiene actualmente una relación. Es casi todo lo contrario de Michael
Prado.Y,pesealosañosquesellevan,debodecirquenomeimaginoa
EvelynenbrazosdenadiequenoseaBlaine.
—¿DóndeestáBlaine?—pregunto,ymeruborizocuandoEvelynseríe
porqueestoyseguradequemehaleídoelpensamiento.
—Trabajandoensuestudio.—Meguiñaelojo—.PiensaqueMichaeles
unimbécil.
Meechoareírtambién.
—¿Loes?
—Unpoco,perodelosinofensivos.Yesmuybuendirector,ademásde
unexcelenterecaudadordefondosymiembrodelconsejo.Susdefectosse
concentran más en el ámbito doméstico. —Se encoge de hombros con
naturalidad—.Aunque,bienmirado,puedequelosdefectosfueranmíos.
—O puede que no sea culpa de nadie. Puede que, simplemente, no
conectarais.
—Me gusta tu forma de pensar —observa, pero apenas le estoy
prestandoatención.
Sin darme cuenta he hecho una reflexión que podría referirse a mí.
PorqueJacksonyyoconectamos,profundamente.Ysiahoranoestamos
juntos,espormiculpa.
—No me has explicado aún por qué estás aquí —dice—. ¿Motivos
personalesoprofesionales?
—SabesqueestoytrabajandoenelproyectodeSantaCortez,¿verdad?
—Porsupuesto.
—Sí,bueno,hemostenidounpequeñocontratiempo.
LehablodeGlauydequeesperoconvenceraJacksonSteeleparaque
se una al equipo. No le hablo de nuestro pasado. Aunque Evelyn esté de
humorparahacerconfidencias,yonomesientotancomunicativa.
—Has venido a trabajar —sentencia—. Una venerable tradición. Yo
estoy haciendo más o menos lo mismo desde que he llegado. —Mira
alrededor y me señala unos cuantos actores y actrices de los que está
pendiente—.Anda,heahíalguienaquiennoesperabaver.
Al seguir su mirada veo a Jeremiah Stark, el padre de Damien. Me
vuelvohaciaellaconelentrecejofruncido.
—Menos mal que Damien no está —digo y, de inmediato, lamento el
comentarioporquetemohabermeexcedido.
No es ningún secreto que Damien no se lleva bien con su padre, pero
soy su asistente y no debería hacer comentarios sobre ese tema. Ni tan
siquieraaunaamigacomún.
Evelynnoseinmuta.
—Últimamente lo he visto en muchas proyecciones; está decidido a
meterlacabezaenHollywood.Peromesorprendequehayavenidodesde
SanDiegoparaundocumental.
—Alomejorlegustalaarquitectura.
Adecirverdad,metraesincuidado.Damienmecaebien.Jeremiahno.
Ynoquieroperdermástiempopensandoenél.
—Creo que tienes razón. Está en el consejo con Michael. Lo había
olvidado. —Le quita importancia con un gesto de la mano—. Pero,
hablandodearquitectura,¿dóndeestáelprotagonistadelanoche?
—Noloveodesdequehaterminadoeldocumental.
—¿Loconocespersonalmente?
—Unpoco—respondo—.¿Ytú?
—Soloporsureputación—dice.
—¿Quéreputación?
LasonrisadeEvelynrayaenlapicardía.
—Laquetiene.YhablandodelreydeRoma…
Señala el rincón más alejado del salón, donde veo a Jackson de pie,
iluminadoporlaluzrojadelagalería.Estasemezclaconlaluzdoraday
azul,loqueconfiereaesapartedelsalónunacualidadinclusomásirreal.
Muy oportuno, pienso, teniendo en cuenta que la noche entera parece
bastanteirreal.
Evelynentrelazaelbrazoconelmío.
—Anda,chiquilla.Vamosapescarteunarquitecto.
Jackson está solo cuando echamos a andar, con un vaso de tubo en la
mano del que bebe sin prisa mientras mira alrededor, como si estuviera
contemplandosuimperio.Susojossevuelvenhaciamíyseponeunpoco
mástieso.Porunmomentocreoquemehavisto.
Peronoesasí.
Llamaaalguienconlamano,ydescubroqueseacercaaélunaelegante
pelirrojacuyamelenapareceenllamasbajolaluzdorada.Lobesaenla
mejilla con suavidad y tengo dos impulsos igual de fuertes. El primero,
salircorriendo.Elsegundo,darleunabofetadaparaborrarledelacarael
placerquenosemolestaendisimular.
—¿Sabes quién es? —pregunto a Evelyn al tiempo que la obligo a
detenerse.
—Niidea,loquesignificaqueprobablementenoestáenelmundodel
espectáculo.O,siloestá,esunaprincipiante.
—Deberíamosesperar—digo.
—Deberíamosacercarnos—replica—.Quiereshablardenegocioscon
él,¿no?
Asiento.
—¿Ymehascontadoquesehanegadoareunirsecontigo?
Vuelvoaasentir.
—EntoncesaceptaunconsejodelatíaEvelynyhablaconélmientras
está acompañado. Tendrá que acceder si no quiere arriesgarse a quedar
comoungilipollasdelantedesuadorableamiguita.
Dado que tiene razón, echamos de nuevo a andar, pero volvemos a
detenernoscuandodejandecharlarparaponerseadiscutir.
—¿Quieres conocer la única excepción a mi regla? —dice Evelyn
cuandonosdetenemosaunosmetrosdeellos—.Noentresenuncampo
deminas.
Lo reconozco: tengo tanta curiosidad que eso es justo lo que haría.
Quierosaberquiénesesamujer,porquélohabesadoyporquédiscuten.
Me estoy imaginando una pelea de pareja y la idea no me hace ninguna
gracia.Noporquemepreocupelapeleaensí,sinoporqueesehombreme
interesa.
Wyattmedistraealacercarse.
—Unafotoestupenda—dice—.Sonrían,señoras.
Evelyn me pasa un brazo por los hombros y ambas sonreímos a la
cámara.
—¿Quieres hacer la ronda conmigo? —me pregunta—. ¿Qué tal si
sacasalgunasfotos?Puedodartealgúnconsejo.
Elofrecimientoestentador,pero,muyamipesar,niegoconlacabeza.
—Aúnnohecumplidomimisión—arguyo,yleseñaloaJacksoncon
eldedopulgar.
Esbozaunasonrisa.
—Yaintuíayoquetuideanoeravenirtedefiestaconmigocuandome
haspedidolasentradas.
—Muygracioso.
Seríeentredientes.
—Pues te deseo suerte. —Se vuelve hacia Evelyn—. ¿Y tú? ¿Quieres
compañía?
—¿Latuya?Siempre.Sobretodosimehacesunafotoconesamujer.—
Señalaaunadespampananterubiaqueestácoqueteandoconelbarman—.
Esachicapromete,ylarepresentaJakeOsprey,queesuncompetidormío
muycabrón.Sepondrácomounafuriasimevenegociandoconsuguapa
yjovenclienta.
—Quéretorcidaeres—bromeo.
—Por eso soy tan buena en mi trabajo. Anda, ve —dice señalando el
rincónenelqueJacksonestabahaceunmomento—.Nopuedehaberido
muylejos.
Meabrazaatodaprisa.Wyattmedaunapretónenelhombroyambos
se mezclan con el resto de los invitados. Me quedo un momento más
dondeestoy,denuevomirandolascarasdequienespasanpordelantede
mí, y me pongo a buscar a Jackson entre la multitud mientras ensayo
mentalmenteloquevoyadecirle.Tienequeverlasventajasdeunirseal
proyecto,yvoyarazonarconélhaciendohincapiéensusmuchosprosy
suspoquísimoscontras.
Y, sí, ya sé que para él trabajar conmigo es claramente un contra. Sin
embargo, reconozcámoslo, Jackson no habría llegado tan alto en el
mundodelosnegociossinotuvieralacapacidaddedejaraunladosus
emocionescuandotoca.
Podemosentendernos,yestoydecididaaconvencerlodequeesposible.
SeabreunhuecoentreelgentíoyvuelvoaveraJackson.Lapelirroja
yanoestáconél,perolahasustituidounaesbeltamorenaquemeresulta
vagamentefamiliar.CuandomeacercoatodaprisaJacksonalzalavistay
le sonrío, segura de que me ha visto. No obstante, en vez de saludarme,
rodea por la cintura a la morena. A ella se le ilumina la cara y su
expresióndaaentenderque,sielgestoeraunainvitación,susonrisaesun
sí.
Contengo mi irritación, y continúo avanzando mientras me recuerdo
quenoesasuntomíoaquiéntengaJacksoncogidaporlacintura.
—Jackson—digoencuantolostengodelante—,sientolainterrupción,
perotengoquehablarcontigo.
—¿Acercadelresort?
Tienelosojosclavadosenmí,perolosdedosenroscadosenlosrizos
delamorena.
—Sí,porsupuesto.
Centrasuatenciónenlachica.
—Entoncesnotenemosnadadequéhablar.
—Jackson,vamos.Sabes…
—Séqueyanoeshoradehablardenegocios,Sylvia.
Pasa el dedo por el labio inferior de la zorra morena y noto un
cosquilleodedeseoenelmío.
—Medoycuenta.
Estoysupercalmada.Soylacalmapersonificada.Nomenotoenfadada
niexasperada.Paracalmada,yo.
Mepintomisonrisaderecepcionista.
—Essoloqueestamosbastanteapurados,coneltemadelosplazos.
—¿Ah,sí?
Me parece percibir curiosidad en su voz y, como es mejor eso que el
desinterés,mepermitoabrigarunabriznadeesperanza.
—Sí,antestehedichoque…
—Lorecuerdo.
Procuronoalterarme.
—Vale.Ybien,¿podemoshablar?
Poruninstantenodicenada.Luegosellevalamanodelamorenaalos
labiosyledauntiernobesoenlosdedos.
—Necesitounmomento.
Ellaseponetiesa,peronoprotesta.Aunasímefulminaconlamirada.
Luegogirasobresustalonesysealejacaminodelbar.
—Tienesdiezminutosparaconvencerme.—Jacksonechaunvistazoa
sureloj—.Tesugieroqueempiecesya.
—¿Qué?—digocomounatonta—.¿Aquí?¿Ahora?
Por la expresión de su cara, creo que habla muy en serio, pero
enseguidaniegaconlacabeza.
—No, creo que esta conversación es mejor tenerla en privado. —Me
señalaelfondodelsalónconlacabeza—.Pasadalabarrahayunapuerta
porlaquesesubeaunasoficinas.Hayquemarcarunaclaveparaentrar.
Esseis-uno-tres-uno.Laúltimaesunapequeñasaladereuniones.Michael
ha estado utilizándola esta semana para prepararse para hoy. Podemos
hablarahí.Llegaencincominutosonotemolestesenvenir.
Dichoestosedalavueltayendoszancadassepierdeentrelamultitud
mientras me quedo intentando recordar la clave y determinando adónde
exactamentesesuponequetengoqueir.
¿Cincominutos?
¡Mierda!
Puestendréqueaprovecharbieneltiempo.Así,mientrasmeabropaso
entre el gentío camino de la puerta del fondo mantengo la cabeza
agachada y los ojos clavados en mi iPhone para seleccionar algunas
fotografías.Porque,malditasea,notengoproyector,ymuchomenosuna
presentación en PowerPoint. Está claro que habré de improvisar de
principioafin.
Irrumpo en la sala de reuniones del final del pasillo con cuarenta
segundosdeantelación,aunquecasisinresuelloybastantenerviosa.
AúnmepongomáscuandoveoaJackson.Yaestáenlasala,sentadoal
otroextremodeunamesademaderadecaobalustrosísima.Serecuestaen
lasillaymeobservaensilencio.
Seguroqueyoestoyhechaunasco,ademásdesofocada,peroJackson,
encambio,aparentatodolocontrario.Irradiafuerzayautoridad.
Porencimadetodo,esevidentequecontrolalasituaciónporcompleto.
Desdelasalaquehaelegidohastaellugarenelquesehasentado.Coño,
si hasta ha sido pura estrategia su decisión de no levantarse cuando he
entrado.
EsunaestratagemaquehevistoutilizaraDamienmontonesdeveces.El
propósitoesintimidar.Hacerseconelcontroldelasalayasegurarsede
quetodaslaspersonasqueentransabenquiénestáalmando.Enconjunto,
debo reconocer que Jackson está aplicando ese recurso con bastante
acierto.Porqueahoramismomequedamuyclaroquelaquesuplicasoy
yo.Y,malditasea,tambiénmesientobastanteintimidada.
«Sí, bueno, a hacer puñetas», me digo. ¿No soy yo quien brinda la
oportunidad?¿Nosoyyoquienpuedeofrecerleelproyectodesuvida?
¡Exacto, joder! Así que doy un paso hacia delante, decidida a
demostrarleque,aunqueestareuniónmelahaconcedidoél,ahorasoyyo
quienllevalabatuta.
—Hadichodiezminutos,señorSteele.Puedoconvencerleencinco.
Suexpresiónescasidivertida.
—Soytodooídos.
—No me extraña que en un principio rechazaras la proposición.
Entiendoquenuestropasadonosinfluyayquevermetehayasorprendido.
Perohasidounareaccióninstintiva.Estonoespersonal.Sonnegocios.Y
estásapuntodedescubrirqueesunaoportunidadexcelente.
—¿Quenoespersonal,dices?Entretúyyotodoespersonal,Sylvia,y
túlosabesperfectamente.
—Porquetúquieresquelosea.¿Deseasestarcabreado?Puesadelante.
Peroamídéjamefuera.
—Túnoereselúnicopero,teloaseguro.
—Eso he oído. El genial y prometedor arquitecto Jackson Steele no
quiere que Damien Stark le haga sombra —digo. Y antes de que tenga
ocasióndeabrirlabocaañado—:Damienesunempresariobrillante.Es
unamalditamáquinaenlapistadetenis.Ysielúltimoactobenéficodonde
lo vi con su mujer sirve como prueba, doy fe de que también es un
bailarínalucinante.Peroélnopuedehaceresto.
Lelanzomimóvilporlarelucientemesaparaquevealafotografíadel
edificioWinnqueeslaprimeradeunapresentacióndesusedificios.
—Túsí—continúomientrassesucedenlasimágenes—.Tusedificios.
Tu talento. Lo que tú haces con la forma, con la estructura me deja sin
habla.—Guardosilencioeltiemposuficienteparasubrayarmiargumento
—.EstenoessolounproyectodeStark.Esteesmiproyecto.Ycontigoen
elequipotambiénseráunproyectodeJacksonSteele.
Séquehecaptadosuatenciónydoyunpasohaciaél.
—Damien Stark no es el único que puede hacer sombra, señor Steele.
¿Cuántos hombres tienen documentales sobre su vida y obra? ¿Cuántos
hombrestienensupropiapelícula?
Entrecierralosojos.
—Lapelículanosehará.Siyopuedoimpedirlo.
—Oh. —Vacilo un poco, sorprendida por la vehemencia de su voz—.
Enfin,esonoimporta.Loqueimportanoestureputacióncomohombre
oarquitecto,sinoloquecreas.Loquecrearás.Tusedificioshancaptado
laatenciónyavivadolaimaginacióndelmundo,perojamáshastrabajado
enunproyectocomoeste.Unaislaentera,sinurbanizar.Esunapáginaen
blanco,ytelaestoyofreciendoati.
Percibo en sus ojos lo que espero que sea una chispa de interés y me
apresuroacontinuar.
—¿NoquieresqueesteseaunproyectodeStarkcomootrocualquiera?
No lo será. No podría serlo. Porque tú y yo sabemos que el resort que
proyectesbrillaráconluzpropia.Quierolomejor,señorSteele.Lequiero
austed.Y,amenosqueseaimbécil,ustedtambiéndeberíaquererlo.
Respirohondoyluego,paraindicarqueheterminado,apartounasilla
delamesaymesiento.
Durante un momento Jackson no dice nada. Ni tan siquiera se mueve.
Despuésselevantaysedirigealaventana.Tieneloscristalestintados,de
modo que veo su reflejo superpuesto sobre la vista. Una azotea. El lado
delmulticine.UnpocodetráficoenHollywoodBoulevard.Nadadelotro
mundo. Aunque eso es irrelevante. Ni tan siquiera una vista tan
impresionantecomoelmonteCervinohabríaapartadomiatencióndeeste
hombre.
—Quierosaberunacosa—dicealcabo.
—Porsupuesto.
Espero que me pregunte por el presupuesto. O los plazos. O las
constructorasconquesolemostrabajar.Cualquiercosasalvolaspalabras
quesalendesuboca.
—Quierosaberporquépusistefinalonuestro.
Noto una punzada en el pecho y tengo que hacer un esfuerzo para no
abrazarme el cuerpo. Aun ahora la angustia amenaza con apoderarse de
mí, junto con las pesadillas y los malos recuerdos que pugnan por
abandonar la noche para colarse en mis días. Niego con la cabeza,
decididaamantenertodoesobajollave,muylejosdemí.
—Daigual.
Sevuelvehaciamíconunaexpresiónferozquecombinalairaconel
dolor.
—Nodaigual,joder.
—Tengomisrazones,Jackson.
Percibo pánico en mi voz y temo que él también lo note. Respiro
despacio y de forma regular. Quiero tranquilizarme. Y, joder, quiero
calmarlo.
Deseoaliviareldolorquelecausé,peroesoesimposible…porqueno
puedoresponderle.
—¿Por qué? —vuelve a preguntar, solo que ahora lo hace con una
dulzuraquemedesconcierta.
Me pongo tensa, una reacción instintiva de defensa, porque temo
derretirmeantelamenormuestradeternuradeestehombre.
—Noqueríasquelodejáramos—continúaJackson—.Inclusoahora,no
loquieres.
—No tienes ni idea de lo que quiero —arguyo con aspereza, aunque
tambiénesoesmentira.
—¿No? —Percibo ira en su voz. También dolor—. Sé que quieres el
resort.
Dejodemirarlamesayalzolavista.
—Sí. —No añado más. Puede que esta sencilla palabra sea la primera
verdadcompletaquelehedichodesdeAtlanta—.¿Vasahacerlo?Túyyo
sabemos que es la oportunidad de tu vida. ¿De veras permitirás que el
pasadoseinterpongaenloquepuedeserungranlogro?
Veocómoseleinflaelpechoalrespirar.Despuéssevuelvedenuevo
hacialaventana.
—Quieroelproyecto,Sylvia.
Me invade un alivio inmenso y tengo que agarrarme a la mesa para
resistirelimpulsodelevantarmeyabrazarlo.
—Perotambiéntequieroati.
Sevuelvehaciamíy,cuandolotengodefrente,esimposiblenegarla
verdad,oeldeseo,quebrillaensusojos.
Trago saliva. Tengo la sensación de que una multitud de mariposas
eléctricasmeacaricianlapiel,meerizanelvelloymehacenconscientede
todo,desdelasolidezdelsueloquepisohastaelairequesaleporlarejilla
deventilacióndelapareddelfondo.
Me obligo a seguir sentada. Porque, mal que me pese, mi impulso es
lanzarmeasusbrazos.
—No…noloentiendo.
Mi mentira se queda suspendida en el aire y me enorgullece haber
conseguidoquenometiemblelavoz.
—Puespermítemequeteloaclare.
Salva la distancia que nos separa y, con el dedo índice, me levanta la
barbilla para poder mirarme a los ojos. Me aparto, no solo por la
descarga eléctrica que me atraviesa por el mero roce de su dedo, sino
porque temo que si me mira fijamente descubrirá la verdad que trato de
ocultarle.
—No—dice—.Mírame,Sylvia.Porquenovoyarepetirlo.Unavezte
dije que soy un hombre que persigue lo que quiere… Y te quiero en mi
cama.Quierosentirteexcitadaydesnudadebajodemí.Quierooírtegritar
cuandotecorrasyquierosaberquesoyelhombrequetehallevadoala
cumbre.
Meescuecenlosojosyniegoconlacabeza,comosi,consolodesearlo,
pudieraborrarloquehadicho.
—Tedeseo,Sylvia.Yteharémía.
—Jackson,porfavor…
—Y tú me deseas, Sylvia. Puedes negarlo, pero los dos sabemos que
mentirías.
—Te deseo, sí —reconozco, y me aferro a esta pizca de verdad,
intentando utilizarla en mi favor—. Pero está el hombre y está el
arquitecto. No… no puedo estar con el hombre. Sin embargo, necesito
desesperadamentealarquitecto.
—O todo o nada, princesa —arguye, y el apelativo cariñoso me hace
estremecer—.Túmequieresenelproyectoyyotequieroenmicama.
—Maldita sea, Jackson. —La angustia me invade y sus frías garras
apagan el fuego. Por una vez no lucho contra ella porque, en este
momento,puedesermeútil—.Nodigastonterías.Osea,¿quiénhacealgo
así?
—Yo,porlovisto.
Está sereno y tranquilo, y su actitud prepotente me cabrea. Se lo
agradezco:prefieroestarcabreadaqueangustiada.O,peor,excitada.
—¿Esporvenganza?—exijosaber—.Porqueloparece.
Curvaloslabioscomosireflexionarasobreello.
—Puede—responde,ylaconfesiónsemeclavatanlimpiamentecomo
lafríahojadeunacuchillaafilada—.Pero,siloes,lavenganzajamásme
habíasabidotandulce.
—Queteden,Jackson—leespeto,tanenfadadacomodesconcertada—.
Queosdenati,aturesentimientoyatumalditoultimátum.
Cojo el móvil de la mesa y corro a la puerta mientras el mundo gira
alrededordemíenunremolinorojoygris.
Meagarroalmarco,deespaldasaél,yrespirohondoparaserenarme.
—Jamáspretendíhacertedaño—digo,tanbajoquenoestoysegurade
quemehayaoído.
—Puedequeno—acepta,tambiénenunsusurro—.Peromelohiciste.
Yahora,simequieresenesteproyecto,vasatenerquepagarelprecio.
5
Cabrón!
Es un maldito cabrón y que me caiga muerta ahora mismo si permito
quemeutilicedeesemodo.
Bajo la escalera a toda prisa, con el pecho encogido y la garganta
reseca.Cuandorespiroelfrescoairedeoctubreséqueestoyalbordede
unataquedepánico.
Quierocorrer;coño,¡quierovolar!Quieroperdermeentrelaslucesy
elbulliciodeHollywoodBoulevard.Quierolanzarmecalleabajo,noen
direcciónanada,sinolejosdetodo.DeJackson.Delpasado.
Ydeestahorriblesensacióndeestardesgarradapordentro.
Quierohacerlo,peronopuedo.Porque,silointento,seguroquedaré
untraspiéconestosmalditostaconesdeagujayterminarérompiéndome
lanarizdelantedelteatrocontralahuelladelamanodeClarkGable.
¡Malditasea,malditasea,malditasea!
Así pues, ando en vez de correr, deseando que hubiera una forma de
detenermispensamientos,deignorarmisemociones.
«Túmequieresenelproyectoyyotequieroenmicama.»
Esaspalabrasmehangolpeadoconlafuerzadeuntrenytodosemeha
idodelasmanos.Misplanesparaelresort,misesperanzasdedarunsalto
enmicarrera.
Loteníatodopensado,cadaetapadelcaminoplaneadaalaperfección.
PerohallegadoJacksonylafantasíadequepodíacontrolarlasituación
sehaesfumado.
¿Cómohepodidosertantonta?Porque¿nometrastornóJacksondesde
elmomentoquelovi?
Cinco años, pienso. Han pasado casi cinco años desde el día que lo
conocí.Cincoañosydosdíasdesdeelmomentoquelepedíquesealejara
demí.
No,dosdíasno.Dosvidas.Doseternidades.Porquemeseríatotalmente
imposiblecondensartodoloquesentíaporél,todoloquetodavíasiento
porél,enunperíodotanbreve.
Perolohice.Lohicimos.
Todocomenzó,recuerdo,conlospandas.
Mi día estaba siendo una verdadera porquería. Acababan de despedirme.
Más o menos. Mi jefe, un inversor inmobiliario de Atlanta llamado
ReggieGale,habíadecididojubilarseyeligiódarmeelnoticiónmientras
íbamos en coche a una recepción privada que organizaba el Brighton
Consortium, un grupo integrado por diversos profesionales del sector
inmobiliariodelqueGaleeramiembro.
TeniendoencuentaquemehabíamudadodeLosÁngelesaAtlantanada
másterminarlosestudiosconelúnicopropósitodetrabajarparaGale,y
teniendoencuentaqueme encantaban tanto el sector inmobiliario como
miempleo,aquelnoestabasiendounodemismejoresdías.Teníaveintiún
años,llevabamenosdeseissemanastrabajando para Gale, aún no había
compradocortinasparamipiso.Ynomehacíaningunagraciatenerque
ponermeotravezabuscartrabajo.
El consorcio ofrecía la recepción en la zona de los pandas del
zoológico de Atlanta, y su propósito era crear un ambiente festivo y
amenoparaatraermásinversores.
Huelgadecirqueyonoestabadehumorparafiestas.
—Dejaqueloadivine.Vistounpanda,vistostodos.
Esa voz grave, baja, acariciadora y solo ligeramente risueña pareció
envolvermeymeobligóadesviarlaatencióndeaquellosanimalitospara
centrarlaenelhombrequeestabaamilado.
—Esto…¿qué?
Una respuesta nada coherente la mía, pero me había cogido
desprevenida. Estaba en el mirador con vistas al hábitat de los pandas.
Había ido allí para no tener que relacionarme con los invitados y poder
centrarmetantoenmispensamientoscomoenmipreocupación.Dehecho,
aunqueesinnegablequelospandassonadorables,enesemomentonolos
teníapresentes.
Encuantolomirétodasmispreocupacioneslaboralessedesvanecieron.
Solo una cosa ocupó mi mente. Él. Su espalda ancha. Su mandíbula
cincelada. Sus facciones marcadas, suavizadas por el minúsculo hoyuelo
delmentón.
Aparentaba unos veintiocho años y se comportaba con una seguridad
que,sibienpodríaparecerarroganteenalgunoshombres,enélresultaba
sensual.
Su cara era una combinación de ángulos y sombras, la cara de un
guerrero,tanexquisitaquepodríaemocionaralosdioses.Losojos,por
suparte,lebrillabanconladurezadelzafirotallado.Perolechispeaban
cuandosonreía,yelmodoenquelascomisurasselearrugabanalhacerlo
humanizabaaquellasfaccionestanperfectas.Comotodoslosasistentesa
aquella recepción al aire libre vestía ropa informal. No obstante, en su
caso aquel sencillo conjunto de unos vaqueros y una camisa blanca
almidonadaconelbotóndelcuellodesabrochadoresultabairresistible.
Mirándolo,tuvelasensacióndequeelsueloseinclinabaunpocobajo
mis pies. Jamás había reaccionado así ante un hombre y me agarré a la
barandillaconunamano,sintenerclarosiaquellasensaciónmegustaba.
—Oalomejortehasquedadoextasiadaconellos—continuóaltiempo
queseñalabadosrollizospandasqueestabansentadoscomiendobambú—.
Esperoqueseaeso,porque,delocontrario,heriríasmiamorpropio.
—¿Cómo iba nadie a herir tu amor propio? —dije sin pensar y, al
instante,notécalorenlasmejillas—.Losiento.Suena…
Peronoacabédedisculparme,porquemispalabrasquedaronahogadas
porsusrisasyelrocedesusdedosenmibrazodesnudo.
—Gracias —respondió—. Amor propio salvado. —Me dirigió una
sonrisatorcida—.Nosoportoquelospandasmehagansombra.
Yotambiénlesonreí.
—Sí,aunquesonunamonada.
Mevolvíhacialospandascomosiquisieraconfirmarlo.«Porsupuesto,
nohaycolor»,medije.
Sequedóunmomentocalladoy,derepente,temíquemehubieraleído
elpensamiento.Rompíelsilencioaclarándomelagarganta.
—¿Estásaquíporlarecepción?
Una pregunta tonta, dado que, en aquel momento, el zoológico estaba
cerrado al público y las únicas personas que había en el recinto éramos
lostrabajadoresylosinvitadosdelBrightonConsortium.
—Sí—respondió—.Perotúno.
Meerguí.
—Claroquesí.
—Quierodecirque,enrealidad,noestásaquí.Tieneslacabezaenotra
parte.
—Oh. —Dado que no podía discutírselo, no lo hice. En cambio, me
volvíotravezhacialospandas,conlasmanosapoyadasenlabarandilla
—.Sí,bueno…Hasidoundíabastantehorrible.
—Lolamento.
Sesituóamiladoytambiénseapoyóenlabarandilla.Alhacerlome
rozó los dedos y sentí que había química entre los dos. Una sensualidad
quenohabíaexperimentadohastaentoncesyquecreíaquesoloexistíaen
laliteratura.
Mevolvíhaciaéldeformareflejayelpechosemeencogiócuandolo
sorprendí mirándome sin disimulo, con tanto ardor en los ojos que creí
queibaaderretirme.
Apartélamirada.
—No.—Mecogiólabarbillaconunamanoymevolviódelicadamente
la cabeza hacia él—. No —repitió, y esa vez percibí una súplica bajo su
tonoautoritario.
Empecé a protestar, pero me pasó un dedo de esa misma mano por el
labio,confirmezaysensualidad,ytuveganasdechuparloysaborearlo.
Me sentía mareada, embriagada por la proximidad de aquel hombre
enigmáticoquemehabíahechizadocontantafacilidad.
Nomegustaba.Y,noobstante,cómomegustaba,porDios.
—No me discutas —dijo—. No protestes ni me des excusas. —Me
tendiólamano—.Tútevienesconmigo.
—Nilosueñes.
Me puse un poco más erguida cuando el suelo dejó de moverse bajo
mispies.Noeralaclasedemujerquepasabaporelarosoloporqueun
hombre se lo ordenara. De hecho, era justo lo contrario. Estaba
acostumbradaaserlaquemandaba.Autilizaraunhombreantesdequeél
pudierautilizarmeamí.
Enarcóligeramenteunacejaysupequenoeralaclasedehombreque
estabaacostumbradoaquelodesafiaran.
Curvóloslabiosenunasensualmediasonrisa.
—Seríaunhonorparamíquepasearasconmigo.
El mundo, que ya se había quedado quieto, empezó de nuevo a
inclinarse,esavezmuchomásporquenomeesperabaaquellareacción.
Mesorprendídandounpasohaciaélymeobliguéadetenermecuando
el pánico comenzó a atenazarme, aunque atenuado por una inusitada
corrientedeexcitación.
—No—dijedespacio—.Nocreoqueseabuenaidea.
—¿No?¿Porqué?
«Porque no debería tomar decisiones cuando estoy ebria», quería
responderle. Pero esa noche no había bebido nada y, de no ser por su
proximidad,estaríacompletamentesobria.
—Porquenitansiquierateconozco—respondí,encambio.
—¿Ah,no?
Me pareció que su sonrisa escondía un millar de secretos y quise
conocerlostodos.
—SoyJacksonSteele.Yteconozco.
—¿Ah,sí?
Noimaginabacómo.Desdeluego,yonolohabíavistonunca,porque
me acordaría. Y no era ninguno de los clientes o contactos de Reggie,
porquesuapellidoeranuevoparamí.Debíadeserelinvitadodealguien,
pero,comoyosoloeraunahumildeasistente,nohabíamotivoparaque
él, ni ningún otro de los presentes, supieran quién era. Como si quisiera
recalcar ese hecho, cuando Reggie y yo habíamos llegado, uno de los
jefazosdelgrupodeBrightonhabíapedidoalacamareraunvasodeagua
congaspara«lachicadeReggie».
Yohabíaconseguidoforzarunasonrisaycontenermeparanoponerlos
ojosenblanco.Siempreseagradecequeaunalavaloren.
—Claro que te conozco. Eres Sylvia Brooks —afirmó Jackson, y mi
nombresonócomoambrosíaensuslabios—.Y,aunqueestanochenohe
venidoporti,símehequedadoporti.
Aquellomedejóaturdida.Unmomentodespués,dije:
—Oh.
Tampocoesefueuncomentariomuyocurrente.
Noobstante,miestupideznopareciómolestaraJackson,porquevolvió
atendermelamanoymedirigiósumatadorasonrisa.
—Venapasearconmigo,Sylvia.Teprometoquenomuerdo.
Ese frívolo comentario, dicho con tanta seriedad, me hizo reír y
despejólaspocasdudasquemequedaban.Bienmirado,¿quémalmeharía
pasear?Siemprepodíadarmediavueltayregresaralafiesta.
—De acuerdo, Jackson Steele —convine, y acepté su mano—. Tú
primero.
Esperaba que se alejara del mirador para ir al pabellón donde estaban
las mesas con los postres y las otras barras, pero, en cambio, rodeó el
hábitatdelospandasysealejódeélporuncaminoqueseinternabaenel
zoológico.Paseamospordebajodeotraestructuracubiertadondealgunos
empleadosdelzoológicoindicabanalosrezagadosdóndeeralafiesta.
Fruncíelentrecejo.
—Nopuedoirmesinmás—argüí—.Mijefeestáahí.
Nomemolestéenaclararlequeyanoeramijefeyqueactuabaasísolo
poreducación.
—No nos vamos —dijo Jackson mientras me llevaba por el ancho
caminohastaunabifurcación;unramalconducíaalasalidayelotrose
adentrabatodavíamásenelzoológico.
Esteúltimoestabacerradoporuncordónrojodeterciopeloatadoados
postes dorados que me llegaban a la altura de la cintura. Jackson pasó
entre uno de ellos y un seto de flores y tiró de mi mano para indicarme
quedebíaseguirlo.Vaciléconunacejaenarcada.
Se encogió de hombros y puso una cara tan divertida que tuve que
reírme.
—Tengounpequeñoproblemaconlaautoridad—meconfesócuando
meuníaélenelladoprohibido.
—¿Ah,sí?
—Soloendeterminadascircunstancias.
—¿Porejemplo?
Hablábamosenvozbajamientrasavanzábamosporelcaminoasfaltado
queconducíaalazonadelosgorilas.
—Sinosoyelquemanda,tengounproblema.
Traguésaliva,porquesabíaqueyanoestábamoshablandodetraspasar
cordones de terciopelo. Pensé que me entraría pánico, seguido de unas
ganas imperiosas de echar a correr y, cuando no fue así, no supe qué
pensar. Y luego, cuando hizo que me detuviera, dejé por completo de
pensar.
—Sylvia…
Meacariciólafrenteymeapartóunosmechonesdepelo.Memordíel
labioinferior,conlarespiraciónentrecortada.Larisafácilquehabíamos
compartido hacía tan solo un momento se había apagado, sustituida por
algointensoypalpable.Algopeligroso.
Peligroso,sí.Perotambiénfascinante.
Estábamos justo debajo del rústico portón de troncos que señalaba la
entradaalastierrasinexploradasdelÁfricamásrecóndita.Muyoportuno,
pensé,considerandolosalvajequemesentía.
Me cogió la cara entre las manos, inclinó la cabeza y me besó en la
boca.
Elbesofuedelicado,tiernoydemasiadorápidoy,cuandoseapartó,vi
fuegoeinterrogaciónensusojos.
Nopensé.Novacilé.Solomeacerquéaélymepusedepuntillaspara
arrimarmetodavíamás.Paraposeerlo.Y,sí,paraentregarmeaél.
Noesperóaquemislabiosrozaranlossuyos.Vielcambioensusojos;
elmomentoenqueladulzurafuedesbancadaporlalujuria,eldeseoyel
vorazapetitoquesepalpabaentrelosdos.Mecogióporlanucaconuna
manoymerodeóporlacinturaconlaotra.
Me arrimó a él para besarme, con las caderas pegadas a mí. Noté su
erecciónbajolosvaquerosymicuerporeaccionó;sentíunhormigueoen
lapielyelsexoexcitado,palpitanteydesesperadopornotarlo.Meagarró
porelculoparaapretujarmecontraélmientrassubocaluchabaconlamía
ysulenguamebuscabaymesaboreaba,impetuosayreclamante.Tomaba
todoloqueyopodíadarle,ymás.
Me habían besado, pero nunca así. Nunca de una forma tan ardiente e
intensaquemeparecióestarhaciendoelamor.Quemesacódemipiely
consiguió que olvidara mi pasado y que el futuro dejara de importarme.
Quesolodesearaaquelmomentoyaaquelhombre.
Que deseara poder derramar lágrimas, porque, cuando por fin se
separódemí,nohabíanadaquedesearamásqueecharmeallorar.
Estaba fuera de mi elemento, perdida en una nebulosa de sensualidad.
Enlugardecerrarme,mehabíaabierto.Enlugardemarcharme,mehabía
arrojadoasusbrazos.
Esasnoeranmisreaccioneshabituales,nimuchomenos,peronopodía
negarquequeríamás.Queloqueríaaél.
Deberíaestaraterrorizada,perosolomesentíatentada.Yelsolohecho
deserconscientedeelloyamedesconcertabaenlomáshondo.
—Dime…—Pasólosdedospormipelocorto—.Dimeporquépareces
unconejilloapuntodeecharacorrer.
Vacilé,perolerespondíconfranqueza.
—Medasmiedo.
Negóconlacabeza.
—Nocreo.Creoqueesporquenotedoymiedo.—Entrecerrólosojos
—.Eresunenigma,SylviaBrooks.Creoqueporesotedeseo.Tehevisto
encuantotehasseparadodelagenteyhasidoalmirador.Hepreguntado
cómo te llamabas. De hecho, llevo toda la tarde observándote. Educada,
pero distante. Nunca eres grosera, pero es como si tuvieras una línea
dibujadaalrededordetiquenodejascruzaranadie.
Lo miré boquiabierta, porque tenía toda la razón. Lo queme asustaba
era que le hubiera resultado tan fácil verlo que yo me enorgullecía de
escondertanbien.
—Ahoraestoydentrodeesecírculo—continuó—.Ynoesporquetedé
miedo.
Mepasélalenguaporloslabios.
—¿No?Entonces¿porquées?
En mi fuero interno sentí que la esperanza se mezclaba con el deseo,
porquerealmentequeríaoírloqueibaadecir.Noentendíaloquesentía
porél.Aquelfuertepuñetazomehabíadesconcertadoymehabíadejado
mareadayaturdiday,milagrosamente,ávidademás.
—Esporquetampocoloentiendes.
Combatíelimpulsoderodearmeelcuerpoconlosbrazoscuandoseme
erizóelvello.
—¿Qué es lo que no entiendo? —pregunté, aunque ya sabía a qué se
refería.
—Esto—respondió,ynosseñalóalosdos—.Noloentiendes,perolo
sientesdeunaformatanpalpablecomoyo.Poresomehasdejadoentrar.
—Se acercó más y percibí su olor, a humo y madera, como un bosque
después de una tormenta—. A lo mejor no lo entiendes. Pero, cariño,
tienesquecreerenello.
Yoqueríacreer.Juroque,enesemomento,loqueríamásquenadaenel
mundo.Aunasí…
Alcélacabezaparamirarloalosojos.
—¿Ysinopuedo?
—Entonces,tendréqueconvencerte.
Meabrazóyvolvióabesarme,esavezdespacioycondulzura,perola
cabeza me dio vueltas de todas formas. Y juro que deseaba más. Mucho
más.
Cuando se apartó de mí sentí que mi cuerpo se movía con él, poco
dispuestoaquenosseparáramos.
—Ahoravoyallevarteacasa.
Suspalabrasfueronunaorden,expresadaconlaclasedeseguridadque
porlogeneralmeinstaríaasalircorriendooaprotestar.Nohiceninguna
delasdoscosas,sinoquemeaferréaloúnicodeloqueestabasegura:si
rechazabasuofrecimiento,élmedejaríamarchar.Puedequenoquisiera
hacerlo,pero,siyoselopedía,mepermitiríadarmediavueltayregresar
alafiesta.
Yonodeseabaesoymeconsolépensandoque,enelfondo,ladecisión
eramía.Yenaquelmomentomebastó.Asentí.
—Sí—dije—.Llévameacasa.
Conducíadeprisa,loquenomesorprendió.Nitampocomesorprendió
elcoche,unelegantePorschedecolornegroquesemovíaentreeltráfico
deAtlantaconlasuavidaddeunapluma.
—Bonitotrasto.
—Sí —asintió—. Es un clásico. Se lo compré a un coleccionista para
hacermeunregalocuandomesaquélalicenciahaceunosaños.
—¿Paraejercercomoagenteinmobiliario?—pregunté,suponiendoque
trabajaba con uno de los jefazos de Brighton o que era un posible
inversor.
—Paraejercercomoarquitecto.
Mepuseunpocomásderechaenelasiento.
—Ah.
Dejó de prestar atención a la carretera el tiempo suficiente para
mirarme.
—Parecessorprendida.
—Noloestoy—respondí—.Tepega.
—¿Esocrees?¿Enquésentido?
Dudéuninstante,peroledijelaverdad.
—Porqueeresunpocoarrogante.
—¿Enserio?Yyoquemeesperabaunhalago.
—Lo es. Es igual que tu manera de conducir este coche. Segura y
enérgica,cambiandocontinuamentedecarril.—Meencogídehombros—.
Asíimaginoalosarquitectos,supongo.Seremontaalaspirámides,¿no?
Es decir, un arquitecto egipcio tuvo el atrevimiento de decir que su
proyecto se alzaría hasta el cielo y él encontraría la forma de hacerlo
realidad.Escomoconstruirunrascacielosquetocalasnubesotenderun
puentesobreundesfiladero.
MirélasiluetadeAtlantaporlaventanilla.
—Medejasinhabla,¿sabes?Crearalgoasírequieremuchocontroly
precisión.Es…Nosé…
—Creoquesílosabes—dijoenvozbaja.
Mevolvíhaciaélypercibíinterésycomprensiónensumirada.
Meencogídehombros.
—Quizá.Essoloque…estábien,avecesmesaltabalasclasesymeiba
al centro en autobús. Vivía en Los Ángeles —añadí—. Mis padres no
teníanniidea,perohabíadíasquenomeveíacapazdesoportarmiasco
devida.Mequedabadepie,conlacabezaechadahaciaatrás,viendocómo
laciudadsealzabaamialrededor.Yesomereconfortaba.Entoncesnolo
entendía;loúnicoqueséesquemedabaesperanzas.
—¿Loentiendesahora?
—Sí—respondíenvozbaja—.Ahorasí.
—Yotambiénloentiendo.
—¿Deveras?
—Estabasenlociertoconlaesperanza—dijo—.Peronoerasmásque
una cría, así que no captabas la esencia. Solo lo supiste más adelante,
cuando comprendiste que las líneas definidas y dinámicas de un edificio
de oficinas son un testimonio. Recuerdan que las circunstancias y el
mundopuedencontrolarse,pormuyperdidoseinútilesquenossintamos
enalgunosmomentos.
SemehizounnudoenlagargantaporqueJacksonlosabía.Loentendía
deverdad.Yenesemomentoagradecínosercapazdellorar,porqueno
queríaderramarlágrimasdelantedeél.
—Sí.Exacto.
—¿Porquénotededicaste?Comoprofesión,quierodecir.
—Lohabríahecho—reconocí—.Peronotengonilashabilidadesnila
visiónnecesaria.Veounedificioycomprendosugrandeza,peromimente
noestáhechaparaconcebirlo.Asípues,supongoque,enmicaso,esmás
bienunaaficiónyelmotivoporelquetrabajoenelsectorinmobiliario.Y
megustapasearporlasciudadesymirarlosedificios.Leerlibros.Hacer
fotografías.Hagomuchasfotografías—añadí.
No le pregunté por qué se había hecho arquitecto. No me hizo falta.
Solo con mirarlo me quedaba claro que tenía un talento innato para la
profesión. Incluso algo tan simple como su manera precisa y segura de
conducir el Porsche me demostraba que encarnaba todo lo que yo
admiraba.Eraunhombrequenoseescondíadelmundosinoquesemovía
porélconlacabezabienalta,tancapazcomodeseosoderemodelarloa
suantojo.
¿Había percibido yo aquella cualidad suya desde el primer momento?
Debíadehaberlohecho,porque¿cómosinounasolamiradasuyahabía
bastadoparadoblegarme?
Aún me lo preguntaba cuando subimos por la escalera a mi piso de
Buckhead,situadoenlasegundaplanta.
Rompíelsilenciocuandollegamosamipuerta.
—Yonohagoesto…normalmente.
—¿Iracasa?
Era una broma, por supuesto, pero continué seria y, con la mano, nos
señaléalosdos.
—Esto —aclaré—. No salgo con hombres. No mucho. No… no está
entremisprioridades.
—Bien. No quiero que salgas con hombres. Pero, Sylvia, ahora estás
entremisprioridades.Ymeparecegenial.
Meruboricémientrashurgabaenelbolsobuscandolasllaves.
—Encasasolotengovino.¿Tegustaeltinto?
—Sí.Peronovoyaentrar.
—Novas…Pero…
Me interrumpí porque temía parecer tan perpleja como me sentía. Me
había preguntado si quería más, de manera que lo esperaba todo. Lo
deseaba.Inclusoloansiaba.
Mequedéenlapuertaconfundidaydesconcertada,sinestarsegurade
quéhabíaidomal.
—No voy a entrar esta noche —aclaró mientras me pasaba los dedos
por la mejilla—. No te equivoques, Sylvia. Esto no ha terminado. Ni tan
siquierahaempezado.
—Yonoquieroquetermine—reconocí.
—¿Y qué quieres? —preguntó—. Porque debes saber que, cuando yo
quieroalgo,oaalguien,lopersigosindescanso y no me detengo hasta
poseerlo por completo. ¿Quieres palabras bonitas y bombones? Los
tendrás.¿Quieresquenoscojamosdelamanoynosbesemosconternura?
Meparecebien.Peroyoquieromuchomás,Sylvia,ytienesquesaberque
voyaacostarmecontigo.
La boca se me había quedado completamente seca. El resto de mi
cuerpo estaba caliente y húmedo, y tuve que agarrarme al quicio de la
puertaparanoderretirmeenelsuelo.
Esperé que la oscuridad se apoderara de mí, que mis miedos me
atenazaran y que las frías garras de mis recuerdos me apresaran y me
apartarandeaquelhombreysuspalabras,tanseductorascomoexigentes.
Pero no sentí ningún frío y la única oscuridad provino del cielo
nocturno, que estaba cuajado de estrellas. El cosquilleo que noté no era
miedo,sinoexcitación.Ycuandolomiréalosojosestuveseguradeque
élvioenlosmíoselmilagroqueeraparamí.
—Joder, me tientas. Me muero de ganas de hacerte mía ahora mismo.
Dequitartelaropaymirarte,desnuda,ardienteymojada,soloparamí.Y
lo haré. Voy a tocarte. Voy a acariciar todos los poros de tu piel. Voy a
penetrarte.Yvoyamemorizartucaracuandotecorrasentremisbrazos.
Harétodoeso—dijomientraselcuerposemeaflojabaymeardíabajola
fuerzadesuspalabras—.Perotodavíano.Estanocheno.
Fue a acariciarme la cara, pero cuando tenía los dedos a solo unos
milímetrosdemipielsedetuvo.Inspiréunabocanadadeaire,plenamente
consciente de nuestra atracción, con un deseo incontenible de que me
tocara,dequemerozarasiquiera.
Entonces apartó la mano y me miró a los ojos. Los suyos eran
inescrutables. Los míos, no me cabe duda, estaban enfebrecidos,
suplicantes y un poco desconcertados. Porque con Jackson todo había
cambiado.Envezdeasumirelmando,habíarenunciadoaél.Yyonoera
así.
Noentendíalarazóny,aunqueesomeasustaba,loquemeasustabamás
eraeltemoraquesemarchara.
—Tútambiénmedeseas.
Eraunaafirmación,nounapregunta,perorespondídetodasformas.
—Sí.
La palabra me pareció demasiado pequeña para contener un deseo tan
grande.
—Perfecto.—Apenassonrió,peroviqueelplacerleiluminabalacara
—.Pasaréarecogertemañana.Alasdiezymedia.
—Oh. —Parpadeé ante aquel cambio inesperado de la seducción al
misterio—.Deacuerdo.
Repasé mentalmente mi agenda y agradecí no tener nada a esa hora.
Aunquedabaigual.Mehabríaescaqueadodecualquier compromiso que
mehubieraimpedidopasarlamañanaconJackson.
Losojosselearrugaronenlascomisuras,comosimehubieraleídoel
pensamiento.
—Mañanaerestodamía—dijomientrasreseguíaconundedomilabio
inferior.
Luegosevolvióysemarchó.
Entré en casa, tan feliz e ilusionada que hasta di una vuelta sobre mí
misma.Yyonosoydeesaclasedechicas.
Medesvestíycadarocedelaropacontramipielexcitadalonotécomo
unasensualcaricia.Memetíenlacamadesnuda,sinquerernadaapartede
lasábanaentremisrecuerdosdeJacksonyyo.
Cerrélosojos,memetílamanoentrelaspiernasymequedépensando
en aquel hombre impresionante, sexy y enigmático hasta conciliar el
sueño.
6
Me despertaron unos golpes bruscos en la puerta y me desperecé en la
cama, gozando de los recuerdos que aún me quedaban de unos sueños
increíbles.
¡Sueños!Nopesadillas.
Mi sonrisa se hizo todavía más grande al pensarlo. Hasta aquel
momento Jackson Steele estaba demostrando ser la encarnación del
hombre ideal. Encantador, divertido, guapísimo. Y, pese a su actitud
dominante,nomehabíaprovocadoniunasolapesadilla.
Tanalegreestabaquecanturreémientrasmeponíaunabata.Nomedi
prisa;noerannilasochodelamañanadeunsábado.Quienmerequiriera
ibaatenerqueesperar.Detodosmodos,grité:«¡Unmomento!»,mientras
meatabaelcinturóndelabataeibaaabrir.
Eché un vistazo por la mirilla, pero no vi a nadie. Picada por la
curiosidad,abrílapuertaparamirarhacialacalle,perosoloencontréuna
cajaenelfelpudoenvueltaenunbonitopapelderegalo.Alcogerlaviuna
tarjetitasujetabajoellazo.«Llévame.»
Me reí y me sentí un poco como Alicia a su llegada al País de las
Maravillas, a pesar de que no me cabía duda de que el paquete era de
Jackson.Cuandoentréyloabrímissospechasseconfirmaron.
Dentrohabíaunvestidoenvueltoenpapeldeseda.Eraamarillointenso,
unaverdaderapreciosidad,conuncorpiñoajustado,unafaldavaporosay
grandes botones blancos desde el escote hasta el dobladillo. Venía con
unas sandalias de tacón bajo a juego. Me las probé; eran justo de mi
número.Perofuelaúltimapartedelregalolaquemehizoestremecerde
lacabezaalospies.Ocultosdebajodeunfinoplieguedelpapeldeseda
descubrí unas finas medias de seda, un liguero y un diminuto tanga de
encaje negros. También había un sujetador, igual de minúsculo, cuyas
reducidascopasestabanpensadassindudaparaquelospechosrebosaran
por arriba, lo que aumentaba su turgencia al tiempo que dejaba los
pezonesalavista.
Mepasélalenguaporloslabiosymepuselaropainterior,procurando
nohacerningunacarreraenlasmediasal desenrollarlas en cada pierna.
Luego me coloqué delante de mi espejo de cuerpo entero y me observé
desdetodoslosángulos.
Estabamatadora.
Loqueeramásimportante,asíeracomomesentía.Cachonda.Salvaje.
Atrevida.
Ynopodíanegarelcosquilleoquenotabaentrelaspiernasalimaginar
a Jackson comprando aquellas prendas. Viéndome vestida con ellas. Y,
después,viendocómomelasquitaba.
Sin pensar, metí la mano por debajo del tanga y apenas me rocé el
clítoris con el dedo antes de encontrar la vulva. «Oh, cielos, estoy
mojada.» Y cuando aquel conocido cosquilleo empezó a extenderse por
mi cuerpo saqué la mano de golpe, sintiéndome tan culpable como una
adolescente.
Noporquenoquisieracorrerme,sinoporquequeríaquefueraJackson
quienmellevaraalclímax.
Excitadaytambiénnerviosa,mepuseelvestidoymealegróverqueme
quedaba como un guante. Luego me di tanta prisa en peinarme y
maquillarmequeestabaarregladamuchoantesdelasdiezymedia,lahora
alaqueJacksonvendría.Estabatanimpacientequemepaséeltiempoque
quedabasintiéndomeigualquecuandoteníatreceañosyestabaesperando
aqueBillyTyson,elprimerchicoquemehabíainvitadoasalir,pasaraa
buscarmeparairalcineyacomerunahamburguesaencompañíadesus
padres. Eso fue cuando mi vida rebosaba ilusión y asombro. Cuando
confiaba en que mis padres me protegerían y velarían por mí. Cuando
vivíaenunaburbujaque,neciademí,creíaqueeraimpenetrable.
Esofueantesdequemihermanosepusieraenfermo.
Esofueantesdeél.
¡Basta!
Cerrélospuñosyapartédemimenteesosrecuerdos.Estabaapuntode
salirconunhombre,todounacontecimientoparamí.Y,malditasea,me
gustaba la sensación. Quería aferrarme a ella. Más que eso, merecía
aferrarmeaella.
Me mantuve ocupada preparando café, pero no quise bebérmelo por
temoraquemeolieraelaliento.CuandoJacksonllamóenérgicamentea
lapuertaalasdiezymediaenpuntocasimelancéaella.
—Holadijesinalientoalabrirla,yaúnmecostómásrespirarcuando
lo vi, alto y delgado, con el pelo oscuro revuelto por el viento lo justo
paratenerunairesexyyperturbador.Encuantoentrósupenetranteolora
hombremeenvolvió.Tierra,maderaylluvia,enunacombinaciónqueera
exclusivadeél.
—Notemuevas—mepidióalentrarenelrecibidor—.Quieromirarte.
—Megustaelvestido—dije—.Gracias.
—De nada —respondió mientras me miraba con tal intensidad que no
mecupodudadequeestabaviendoelvestidoyloquehabíadebajo.
—También me gusta la ropa interior —añadí con descaro, y me vi
recompensada por el fuego de sus ojos y su forma de apretar la
mandíbula,comosilecostaradominarse.
—¿Ah,sí?
Esasdossimplespalabrasparecíanencerrarinfinidaddepreguntas.
Levantéunpocolabarbillaylecontestéenunsusurro:
—Sí.¿Quieresquetelaenseñe?
—Loestoydeseando.Peronohastaestanoche.Mientrastanto,pensaré
encómotelavoyadejaralavista.
—Jackson…
Meresultóimposibledisimulareldeseodemivoz.
Negóconlacabeza,conlamiradateñidadepasiónypromesas.
—Esoseráestanoche.Ahoramismo,teinvitoacomer.
Mecontuveparanoacribillarloapreguntas—¿adóndeíbamos?, ¿qué
comeríamos?,¿cuándoregresaríamos?—,ymeobliguéadejarmellevar.
ApermitirquefueraJacksonquientomaralasdecisiones.Curiosamente,
nomeresultódifícil.Aunqueraravezcedíaelmando,conaquelhombre
me parecía natural hacerlo. Como si en mi fuero interno supiera que,
pasaraloquepasase,éljamásmepresionaría.
Aunque, en realidad, no sabía si aquella impresión era acertada o si
sencillamentequeríahacermeilusiones.
YaenelPorsche,Jacksonmaniobróconsolturaentreeltráficodeaquel
sábadoporlamañana.TerminamosenelparqueOlímpicodelCentenario.
ÚnicamentellevabaunassemanasenAtlanta,peroconocíabieneseparque
porque el despacho de Reggie estaba en Marietta Street, a solo unas
manzanasdeallí,yhabíaidounpardevecesalaplazadurantemihora
del almuerzo. Es grande, con zonas verdes, un estanque reflectante y la
famosafuentedelosAnillos.
—¿Un picnic? —pregunté nada más bajar del coche—. No llevamos
cesta.
Casiesperabaqueabrieraelmaleteroysacarauna,perosolomecogió
delamano.
—Hamburguesas —respondió, y me eché a reír—. ¿Te parece mala
idea?
Neguéconlacabeza,todavíariéndome.
—La primera vez que salí con un chico fuimos a comer una
hamburguesa.Ymehesentidocasiigualdenerviosamientrasteesperaba.
Supongoquelacoincidenciamehaparecidograciosa.¿Qué?—añadíal
repararenlaintensidaddesumirada.
—Es que me sorprendes. Hay cosas que no me dices… No, no te
preocupes, no voy a insistirte… pero hay veces en que tu franqueza me
desarma.
—Nosueloserasí—reconocí.
Noledijequemesentíacómodaconél.Demasiadocómoda,quizá.
Noselodije,peroestabaseguradequeéllosabía.
—Sabesqueestamosenunparque,¿verdad?—comentéentonoalegre,
esperandopodercambiardetema—.Amenosquetengaspensadohacertú
las hamburguesas, en sitios como este no es usual que haya
hamburgueserías.
—Creíaqueyatehabíasdadocuentadequenosoy…usual.
Entrecerré los ojos, pero, en lugar de darme explicaciones, Jackson
echóaandarporlaplaza,dondelafuentedelosAnillosarrojabaaguaal
cielomientrasunmontóndeniñosmiraban,corríanychapoteabanenlos
chorrosdelossurtidores.
—¿Teapetece?—preguntó.
—Estentador—reconocí—.Peroestevestidomegustademasiadopara
estropearlo.Además,memuerodehambre.
—Enesecasovayamosadartedecomer.
Dimoslavueltayrecorrimoslaplazabordeadadeárboleshastallegar
a la zona verde, el centro de información turística y la curiosa
hamburguesería.
—Googie Burger —explicó Jackson, señalando el anguloso edificio
quemerecordabatantoalaviejaserieanimadadeLosSupersónicoscomo
alasatraccionesfuturistasdeDisneylandia—.Abrióhacepoco.
—¿Se llama así de verdad? —pregunté mientras inspeccionaba la
hamburgueseríarodeadademesas.
Jacksonsepusoenlacola.
—Sí.¿Sabesporqué?
Ladeélacabeza.
—¿Meestásexaminando?
Serio.
—Mehaspillado.
—Difícilmente puedo haberme criado en Los Ángeles, adorar la
arquitecturaynosaberquésignificaGoogie—respondí—.Esunestilode
diseño futurista. Muy a lo era atómica. Explosiones de color y tejados
ascendentes. Y muchas formas de boomerang. El edificio del aeropuerto
internacional de Los Ángeles, el emblemático cartel romboidal de Las
Vegas,tropecientostrenesdelavado.Estáportodaspartes.¿Aprobada?
—Connota.
—Pero la pregunta verdaderamente importante es, ¿qué tal son las
hamburguesas?
—Tanespectacularescomoeledificio—measeguró.
Yteníarazón.Panecillostiernos,carneensupunto,lechugaytomates
frescosypatatasfritasdevicio.Charlamosmientrascomíamos,detodoy
nada,ycuandoalarguélamanoparalimpiarleunpocodemostazadela
comisuradelabocamesorprendiódarmecuentadeque,pesealopoco
queloconocía,estarconéleratanfácilqueparecíaquelleváramostoda
lavidajuntos.
Noobstante,lafamiliaridadquesehabíacreadoentrelosdosnohabía
disminuidonuestraatraccióny,cuandomecogióeldedoyselometióen
laboca,semeescapóungemido,tantoporlasorpresacomoporlasúbita
explosión de chispas que se originó en la yema de mi dedoy se me
concentró,irrefrenableyapremiante,entrelosmuslos.
Luego, sin despegar los ojos de los míos, tan despacio que tuve la
sensacióndequeibaaderretirme,meacaricióeldedoconlalenguaantes
demordisqueármelo.
—Estanoche—dijo—.Estanochevoyasaborearteentera.
Separé los labios como si fuera a responder, pero no fui capaz de
articularpalabra.
Sonrió, un poco engreído y muy sexy. Acto seguido se levantó y me
tendiólamano,queaceptéencantada.
—¿Adóndevamos?
—Habíapensadoenseñartealgunosdemislugaresfavoritos.Hasdicho
quetecriasteenLosÁngeles,¿verdad?¿CuántollevasenAtlanta?
—Nomucho.Vinejustodespuésdegraduarme,enagosto.Conocíami
jefe en Los Ángeles. Estaba negociando un trato para Damien Stark, así
quesabíaqueReggieeralegal.ReggieGale—aclaré—.Elnecesitabauna
asistente, yo quería adquirir experiencia en el sector inmobiliario, y nos
pusimosdeacuerdo.
—Stark—dijoJacksonentonoinexpresivo.
—Sabesquiénes,¿no?Seretiródeltenisprofesionalnohacemuchoe
irrumpió en el mundo de los negocios. Ganó un pastón con algunas
inversionesinmobiliariasantesdedejarlasraquetas,yapostópormontar
unaempresadealtatecnologíaymontonesdeempresasmás.
—Séquiénes.Noestoymuysegurodequépensardeél.Nidesuéxito.
—¿En serio? —Me encogí de hombros. Por lo que había visto, Stark
tenía talento—. De hecho, había solicitado trabajo como asistente en su
empresa,perocuandoReggiemeofrecióestepuestoloacepté.Eramásde
misector.
—YGaletetrajoaAtlanta.
—Eso.Asíquesolollevoaquíunassemanas.Yhetenidotantotrabajo
conelproyectodelBrightonConsortiumqueapenasmehadadotiempoa
conocerlaciudad.Portanto,sí—añadí—.Estoesperfecto.
Nomencionéquesobretodoeraperfectoporquesabíaquemiestancia
enAtlantapodíaserbreve.Nadamásdespedirme,Reggieenvióuncorreo
electrónicoaldepartamentodeRecursosHumanosdeStarkInternational
pidiéndoles que fueran tan amables de tener en cuenta mi solicitud si el
puestodeasistenteseguíavacante.Aunquenomecontrataran,sabíaquelo
más probable era que regresara a Los Ángeles. Allí tenía amigos y
contactos.Y,endefinitiva,miprioridaderaencontrartrabajo.
No obstante, en ese momento no quería angustiarme por mis
perspectivaslaborales.SoloqueríadisfrutardeldíaconJackson.
Terminó siendo un día incluso más maravilloso de lo que imaginaba
porquemellevóportodalaciudadparaenseñarmesusedificiosfavoritos
yexplicarmeporquélegustaban.
EmpezamostomandounacopaenelhotelMarriottMarquis,cuyoatrio
de techos altísimos parecía sacado de la película Alien. A continuación
fuimos al Acuario de Georgia, que tenía el mismo aire futurista que
GoogieBurger.Entramos,nosencaminamosalapeceramásgrandeynos
sentamos en la oscuridad. No sabría decir qué criaturas vivían en aquel
hábitat inmenso. En ese momento solo era consciente de Jackson. De su
fuego,suolor,supresencia.Apenaseracapazdepensaryaúnmenosde
concentrarme,ycuandomebesóenlasieninclusoaquelrocetandulcee
inocentebastóparaquemeretorcieradetantoquelodeseaba.
Del mundo submarino del acuario me llevó a una estación de metro
subterránea.
—Estaesmifavorita.
Extendió los brazos para abarcar la estación Peachtree Marta,
construidaamásdetreintaycincometrosbajotierra.Eltechoyelsuelo
estaban pulimentados, pero los lados del túnel eran de tosca roca
dinamitada.
—Aquíesdondeelhombremodelóelmundocomocreyóoportuno—
dijo, y sus palabras fueron una confirmación de mis pensamientos—.
Parecealgosencillo,peroahoramilesdepersonaspuedendesplazarsea
través de un lecho de roca, y el diseño, con la piedra a la vista, subraya
eso.
Terminó nuestro recorrido en el impresionante Museo de Arte High,
proyectado por un arquitecto galardonado con el premio Pritzker y
ampliadomásadelanteporungranarquitectoitaliano.Paseamosporsus
galeríasyloexploramosafondo,peronosdedicamos,sobretodo,aver
la exposición temporal sobre Cézanne y las obras de la muestra
fotográficapermanente.NuestrodíadelaArquitecturaporfinterminóen
Table1280,elrestaurantedecocinademercadodelmuseo.
—Hay más —dijo Jackson mientras me daba de comer una fresa—.
Pero cuanto más tiempo paso contigo, menos interesado estoy en la
arquitecturaymásendesnudarte.
Casimeatragantéconlafresa.
—Noeresmuysutil,¿verdad?
—Séloquequiero—arguyó—.Loséyvoytrasello.Telodijeanoche.
Y,Sylvia,pensabaqueteníasclaroquetequeríaati.
—¿Loquetúquieres?Pareceunpocounilateral.
—Noloes—measeguró—.Tambiénséloquetúquieres.—Suforma
desonreírmehizopensarenlaqueellobolededicaaCaperucitaRoja.
«Paracomertemejor.»—.¿Noesasí?
«Oh,santoDios,sí.»
No hice caso a mi corazón desbocado y aparté el plato sin haber
probadolatartadequeso.Noentendíalaintensidaddemireacciónhacia
aquel hombre. Lo único que sabía era que Jackson había provocado un
cambiodentrodemí.Yerainnegablequelasensaciónmegustaba.
ElbrevepaseohastasuPorschesemehizoeternoyeltrayectoencoche
casimeresultódoloroso.Notabalavibracióndelmotorentodoelcuerpo
y, cada vez que Jackson cambiaba de marcha, lo sentía entre las piernas.
Teníalospezonesdurosytansensiblesque,concadamovimiento,elroce
delencajedelsujetadoreraunatortura.
Estaba de los nervios, tan alterada que pensaba que pronto perdería el
control. Yo no era una mujer fácil de encandilar. De hecho, era justo lo
contrario.Porlogeneralmeretraíaomequedabafríasiunhombreme
perseguía con tanta intensidad como Jackson. Cierto que él no me había
presionadonimehabíapuestoentrelaespadaylapared.Joder,hastase
habíaechadoatrásnadamásconocernoscuandomehabíadichoquediera
unpaseoconél.
Pero aquello no cambiaba el hecho de que la imagen que proyectaba
fuera de control y poder. Justo lo que a mí solía crisparme y
descolocarme.
Entonces¿porquémesentíaasíenaquelmomento?
Ni idea. Fuera como fuese en aquel preciso instante estaba histérica.
Pero en otro sentido. Más agradable. Con la piel hormigueándome y el
sexopalpitante.Todomicuerpoansiabasuscaricias.Unascariciasqueyo
quería.Quequizáhastanecesitaba.
—Adelante—dijoenvozbajaperoconunsutiltonoautoritario.
Mevolvíparamirarlo,sincomprender.
—Tócate.
Esa vez su orden fue innegable. Como también lo fue la reacción
inmediatayvisceraldemicuerpo.Laebullicióninstantáneademisangre.
Lasúbitaansiaentrelosmuslos.Laturgenciademissenos.
Tragué saliva y me obligué a no cerrar los puños cuando el pánico
empezóacrecerenmisentrañas,aúnpeorrecibidoporquecreíahaberlo
superadoconJackson.
—Creoqueno.
Mis palabras fueron firmes y me sentí orgullosa de haber sabido
disimularmipreocupación.
—Quiereshacerlo—dijosinmás.
—No,yo…
—No ignores tus deseos, Sylvia. ¿Crees que no siento yo también tu
calor?¿Deverascreesquenosédesobraque,sitemetieraeldedopor
debajodeltanga,teencontraríacalienteymojada?
Fruncíloslabios,excitadayfrustradaporlafacilidadconqueveíalo
queyonoqueríaenseñarle.
—Penséentianoche—continuó—.Mesentéenmisalónconunvaso
debourbonypenséenti.
Cambié un poco de postura para ponerme de cara a él, pero no dije
nada.
—Te imaginé en tu piso, en tu cama. Te imaginé desnuda, Sylvia.
Abierta de piernas, con una mano en un pecho y bajando la otra hasta
tocarte el clítoris, tan caliente… tan sensible. ¿Te diste placer, nena?
¿Jugastecontuclítorisydespuéstemetistelosdedos?¿Estabascachonda
y mojada? ¿Te follaste anoche, Sylvia? ¿Te metiste los dedos hasta el
fondo? ¿Imaginaste que era mi polla lo que tenías dentro? Dime, nena,
quierosaberlo.
—Sí—murmuré,porqueeraciertoyporquequeríaquelosupiera.
—Entonceshazloahora.¿Porquénegarteunplacerqueestanevidente
quedeseas?
—Yo…Jackson,no.
Me mordí el labio inferior. Esperaba que se me viniera encima una
avalancha de recuerdos tan angustiosos y paralizantes que acabaría
retrayéndome y permitiendo que el mundo se volviera gris solo para
encontrarunespaciodentrodemídondepoderrespirar.
Perono hubo avalancha. Por el contrario, poco a poco, el pánico fue
desapareciendo,eclipsadoporlafuerzademideseo.
—Cierralosojos—dijo—.Nadamás.Solocierralosojos.
Comoesoerafácil,lohice.
—Eres preciosa. —Me acarició la mejilla y luego me pasó los dedos
porelpelo—.Tremendamentehermosa.Yaúnmásconelsoldándoteen
la piel. ¿Lo notas, ya bajo, a través de la ventanilla? ¿Acariciándote?
¿Despertándotelossentidos?¿Aflojándote,ablandándote,calentándote?
—Sí.
Lodijesusurrando,ynitansiquieramehabíadadocuentadecuántome
habíarelajadoenelpocotiempoquellevabahablándome,seduciéndome
contantaprecisiónyhabilidadcomoesosdedosqueyosabíaqueluego
metocarían.
—Pontelasmanosenlasrodillas,Sylvia.
Obedecíeinspiréparaserenarme.Menotabalapieldemasiadotirantey
elcuerpodemasiadocaliente.Noteníaotrapalabraparadescribirloque
sentíaapartede«necesidad».
YloquenecesitabaeraaJackson.
—Desabróchate el vestido, Sylvia —me ordenó—. Pero no abras los
ojos.
Traguésalivaantesdebajarlamanoyencontrarelúltimobotón.Nome
costósacarlodelojal.Elsiguienteestabaunosdiezcentímetrosmásarriba
ytambiénlodesabroché.Seguíhastallegaralaentrepierna.
—Jacks…
—No.—Mepusoundedoenloslabiosconsuavidad—.Nohables.No
pienses.Solohazysiente.Asientesiloentiendes.
Asentí.
—Ahoraacabadedesabrocharteelvestido.
Obedecíylasmanosmetemblaronunpococuandolleguéalacinturay
paséadesabrocharmelosbotonesdelcorpiñohastalospechos.
—Ahoraseparalaspiernasy,almismotiempo,ábreteelvestido.
Paraentoncesestabarespirandodeformaentrecortada,imaginandolo
que él veía. La tela amarilla apartada de golpe y yo en ropa interior de
encaje y medias negras, con los pechos rebosándome por encima del
minúsculosujetador.Conlosojoscerrados,estabasumidaenunanubede
sensualidad, en sintonía con el movimiento del coche y el sonido de su
voz, pero no me esperaba el roce de su dedo en mi pezón y no pude
contener un grito de placer cuando la caricia me provocó un
estremecimientoentreelpechoyelsexo.
Arqueélaespaldaydejéqueaquellasensacióngloriosamerecorriera
elcuerpo.NitansiquieradisimulélasonrisacuandoJacksonmurmuró:
—Esoes,nena…Tuformaderesponderesincreíble,joder.
¡Increíble!
Me contuve para no suspirar. Si ser increíble significaba que podía
sentirmeasí,pormíperfecto.
—Abate el asiento —dijo—. Solo un poco. Así está bien. ¿Sigues
alcanzándotelasrodillas?Nollegasdeltodo,peronopasanada.Quiero
quetepongasunamanoenelmuslo.Perfecto.Ahorasubelaotrahaciael
pecho. No —corrigió—, así no. Hazlo sin dejar de tocarte —instruyó, y
colocósumanoderechasobrelamíayempezóasubírmelaporelmuslo,
lentaysuavemente.
La sensación era indescriptible y, mientras nuestros dedos seguían
ascendiendo por mis caderas y mi vientre, eché la cabeza hacia atrás,
extasiada por aquel ataque apasionado y erótico a mis sentidos. Jackson
me detuvo la mano justo debajo del pecho izquierdo para que pudiera
notar el delicado encaje del sujetador y, cuando me subió el dedo índice
despacio, me mordisqueé el labio inferior para, poco después,
mordérmeloconfuerzacuandopalpémipezón,duroyerectoporencima
delacopadelsujetador.
—Eso es, nena —dijo—. Juega con él. Tócatelo. La sientes, lo sé. La
dureza de tu pezón. Quieres pellizcártelo. Notarlo duro entre los dedos.
Hazlo, nena —me urgió, y oí su quedo gemido cuando hice lo que me
pedíayarqueélaespalda,sorprendidaporlaplacenteradescargaeléctrica
quemellegóhastaelmismosexo—.Oh,sí…—Hablabaconunavoztan
bajayroncaquesupequeestabacasitanexcitadocomoyo—.Empiezaa
subirlamanoderecha—ordenó.
Measombrólopocoquetardéenobedecerle.Mepasélosdedosporla
carainternadelosmusloshastatocarelbordedemitangayaempapado.
—Muybien,nena.Separamáslaspiernasyapartaeltanga.Quieroverte
el coño. Quiero ver lo mojada que estás. Quiero ver cómo te metes el
dedo.Yquierovercómotucuerposeestremececuandoestésapuntode
correrte.Perosoloapunto.Novasacorrertehastaqueyoestédentrode
ti. Voy a follarte bien, nena. Voy a metértela tan adentro que gritarás mi
nombrecuandotecorrasyvasagritármeloenlaboca.
Laspalabrasmesorprendieron.Noporquefueranvulgares,descaradas
e inesperadas, sino porque, en vez de sentirme utilizada por lo que me
proponía,mesentíespecial.Envezdesentirmesucia,mesentípoderosa.
Como si, de algún modo, fuera yo la que estaba al mando y no aquel
hombrequemeexigíatantosometimientoysumisión.
—Por Dios, cómo me pones —exclamó mientras yo me acariciaba el
sexoempapadoconlosdedos.
Temblabaygemía.Estabacerca,muycerca,yloúnicoqueanhelabaera
explotarentresusbrazos.Queríamás,quería sexo, ¡sexo apasionado! Y,
siguiendo sus órdenes, hice lo que pedía: me toqué el clítoris, me metí
bien el dedo y reprimí el impulso de suplicarle que parara el coche e
hicieraelfavordefollarmeya.
—Jackson —gemí cuando comencé a notar un cosquilleo en la cara
internadelosmuslos;elanunciodelaexplosiónquetantoansiaba.
—Todavíano,nena—ordenó.Cerrólamanosobrelamía,yelmero
roce de su piel casi bastó para que me corriera de todas formas—. No
hastaqueyolodiga.
—Por favor —musité, más salvaje, más excitada de lo que me había
sentidonunca.
—¿Porfavorqué?
—Porfavor,fóllame.
—Oh,nena.Créeme,loestoydeseando.Pero,ahoramismo,creoquees
lahora.
—La…hora¿dequé?
—Deentrar—respondió—.Ydemuchasmáscosas.
Abrílosojosymiréalrededor,sorprendidadeverqueestábamosenel
aparcamiento de mi edificio. No tenía la menor idea de que habíamos
salidodelaautopistayaúnmenosdequehabíamosaparcado.
Sin decir nada más Jackson se inclinó hacia mí y, muy despacio, me
abotonó el vestido. Bajó del coche, pero yo me quedé sentada, con la
respiración entrecortada e intentando regresar a la realidad. Mi sentido
comúnmedictabaquedeberíacorreralapuertayencerrarmeenmipiso
paraprotegermedeJacksonydelmundo.
Sinembargo,elsentidocomúnnoparecíaregirmisactos.Actuabapor
puroinstintoy,porprimeravezenmuchotiempo,confiabaenél.Ansiaba
soltarmeydejarmellevar,permitirquecadainstantemecondujeraauna
cimatanasombrosacomodesconocida,quetodavíanohabíaalcanzado.
—Tu expresión… —dijo Jackson cuando me abrió la puerta y me
tendiólamanoparaayudarmeabajardelcoche—.¿Enquépiensas?
—Nopienso—respondí,ysonreíalreparareneltonoalocadodemi
voz—.¿Noesmaravilloso?Nopiensoennada.
—Entonces¿quéhaces?—preguntómientrasmeabrazaba.
Mecolguédesucuello.
—Siento —respondí—. Por favor, Jackson. Hazme sentir más. Hazme
sentirlotodo.
—Cariño…Loquetúdigas.
Mereí,extasiadaysorprendida,cuandomecogióenbrazosymellevó
hastamipuerta.Meagarrébienaél,conlacabezaapoyadaensuhombro,
mientrasintentabaentenderquédiablosmehabíasucedido.
Amí,queerasiempretancauta.Unamujerquenuncasesoltabayjamás
permitíaqueunhombrelellegaraalcorazón.
Por algún motivo Jackson era distinto, pensé. Jackson podía
protegerme. Y, si mis demonios se debocaban, bueno, quizá fuera el
hombrecapazdeacabarconellos.
—Quédate aquí —dijo al dejarme en el suelo delante de mi mesa de
centro. Miró alrededor y la apartó con el pie para que no hubiera nada
entreelsofáyyo—.Bien—añadió—.Ahoraespera.
—Queespere…¿qué?
Selimitóanegarconlacabezaaltiempoquesellevabaelíndicealos
labios.
—Mehaspedidoquetehagasentir,Sylvia.Yteprometoqueloharé.
Estuveapuntoderesponder,perolociertoeraquenosabíaquédecir.
Además,élyahabíaentradoenlacocina.
Me quedé en mi salón, cambiando el peso de un pie a otro,
preguntándome qué haría Jackson si me sentaba, pero con miedo de
probarlo por temor a que se marchara. Y, la verdad, no quería que se
marchara.
Cuandoregresóllevabaenlasmanosdoscopasdevino.Dejóunaenla
mesadecentroysesentóenelsofáconlaotra.
Miré el vino de la mesa con el rabillo del ojo y enarqué una ceja. Él
tomóunsorbodelsuyoantesderespondermeconunaúnicapalabra.
—Después.
—¿Despuésdequé?
—Despuésdequetedesnudes.
Suvozhabíacambiado.Eragrave.Autoritaria.Ymuy,muysexy.
Inspiré y esperé que las frías garras de mis pesadillas me arañaran la
espalda.Peronosentífrío,sinoúnicamentecalor,deseoylaintensidadde
sus ojos, tan penetrantes que tuve la sensación de que no necesitaba
quitarmelaropaporqueyameestabaviendodesnuda.
—No…noestoysegura—dije.
Pero, incluso antes de terminar la frase, supe que solo lo había dicho
por quedar bien. No estaba tensa; por el contrario, me notaba suelta.
Caliente.Inclusoansiosa.
El miedo que esperaba sentir estaba muy lejos y, en su lugar, notaba
impaciencia. Porque deseaba la sensación de sus manos tocándome y el
privilegiodequeestuvieramirándome.
—¿Noestássegura?
Selevantódelsofáconlacopaenlamano.Seacercóamíeintrodujo
undedoenelvinoantesdeacariciarmeconélellabioinferior.
—Yocreoquesíloestás,Sylvia.
Bajó el dedo por mi cuello y me lo pasó por la clavícula con tanta
sensualidadqueesadelicadacariciameestremeció.
—Teheobservadoenelcoche,¿recuerdas?Tanatrevida.Tansalvaje.
Te he dicho lo que quería y te has excitado. Te he dicho lo que debías
hacerytehaspuestomojada.
Apretéloslabiosparanogemir.
—Quieres entregarte a mí, Sylvia. Quieres cederme el poder de darte
placer.
Suspalabrasmeasustaron.Nosoloporqueeranciertas,sinoporqueno
entendía por qué deseaba tanto lo que él me exigía. En los últimos años
había mantenido muy pocas relaciones. Y cuando salía, cuando la
imperiosa necesidad de desahogarme y evadirme me acuciaba tanto que
me empujaba a la acción, era yo quien esgrimía el poder. Era yo quien
poníalascondicionesyllevabalavozcantante,noellos.
Y en esas escasas ocasiones jamás sentía nada aparte del desahogo
físicodelorgasmoyelintensosofocoquesigueatodabuenasesiónde
ejerciciocardiovascular.
Másimportanteaún,erayoquienmelargabadespués.
Aquellaeramiformadeactuar,miformadeprotegerme.
Peroallíestaba,abiertayvulnerable.
Y,malditasea,tremendamenteexcitada.
—Quieres esto tanto como yo —dijo mientras me rodeaba. Se detuvo
justodetrásdemíyseinclinóparasusurrarmealoído—:Loveoencómo
me miras. En cómo respondes a mí. ¿Qué es lo que dijiste en el coche
sobremiprofesión?¿Queespoderycontrol?Teníasrazón.Peroesono
soloesloquehago.Esquiensoy.
Mecogióporlacinturaymeatrajohaciaélhastaquetuvelaespalda
pegada a su cuerpo. Noté su erección y sentí una descarga entre los
muslos. Y en ese momento lamenté no haber hecho ya lo que me había
pedido,porquenohabíanadaquedesearamásqueestardesnudaconsus
manosenmipiel.
Lassubióparacogermelospechos.
—Meexcitasaberquecontrolotuplacer.Quepuedollevartealclímax
onohacerlo.Quesoydueñodetuconfianzaytupasión.
Mesoltóyapenasfuicapazdecontenerungemido.
—Asíquedime,Sylvia—continuómientrasvolvíaasentarseenelsofá
—,¿quéquieres?¿Quieresentregarte?¿Oquieresquememarche?
En vez de responder con palabras, alcé las manos despacio y volví a
desabrocharmeelvestido.
No obstante, esa vez no me lo abrí. Dejé que resbalara por mi cuerpo
hastacaeralsueloparaquedarmeanteélúnicamenteconmiropainterior
reciénestrenadaylassandalias.
Lo siguiente que hice fue descalzarme, aunque perdí más de cinco
centímetrosdeestaturaymesentíinclusomásvulnerable.
A continuación tenía que quitarme las medias y empecé a agacharme
parahacerlo.Peroalcélacabezayelfuegoqueviensusojosmeespoleó
laimaginación.Didospasoshaciaél.Luegolevantéunapiernayapoyéel
pie en el borde del sofá, justo entre sus muslos. Y, sin prisas, empecé a
enrollarlamediapantorrillaabajo.Cuandolleguéalpiemelaquitépoco
apoco.Melevantédespacio,conlamediaenlamano,ydejéquelafina
sedalerozaralaentrepierna.
—Quétraviesa…
Supeporsusonrisaqueestabaencantado.
Yotambiénloestaba.
Repetíelprocesoconlaotramedia,peroesavezestirélapiernapara
poner el pie sobre el cojín y rozarle la polla, que casi le reventaba los
vaqueros.Además,sabíaque,altenerunapiernalevantada,elminúsculo
tanga poco ocultaba lo mojada que estaba y en aquel momento Jackson
teníaunasientodeprimerafilaconunasvistasincreíbles.
Después, para que tuviera cuanto quería, me recorrí la pierna con un
dedohastallegaralsexo.Gemícuandomelometíentero,sindespegarlos
ojos de él porque no deseaba perderme ni una sola de las chispas de
pasiónqueleencendieronelrostro.
—¿A qué sabes? —preguntó, y yo me introduje el dedo en la boca
despacioylodejémirarmientrasmelochupaba—.Sabedulce—respondí
porfin—.¿Tegustanlosdulces?
—Oh,sí—respondió;meagarróporlascaderasysearrodillódelante
demí—.Solounpoquito.
Se inclinó y me besó el sexo. Luego me lo lamió y chupó con tanta
intensidad que creo que me habría desplomado si no me hubiera estado
sujetando.
—Delicioso—murmurócuandoseapartóyyogemíapenada.
—Porfavor…—Confíaenmí.
Bajólasmanos,encontrólacinturillademiligueroymelobajópor
laspiernashastaquepudesacarlospies.
Selevantóehizounmovimientocircularconeldedo.
—Datelavuelta.
Obedecí y, al momento, suspiré cuando me desabrochó el sujetador y
meloquitó.Loarrojóalaalfombra,ymequedécompletamentedesnuda
yexcitadadeespaldasaél.
—Esto—dijo—.Estomegustamucho.
Me cogió los pechos desde atrás y empezó a besarme. Repasó el
contorno de mis tatuajes, pero sin preguntarme por ellos. Despacio, me
besócadavértebraynotéelsuaverocedesuslabiosenloshoyuelosdel
finaldelaespalda.Luegosearrodillóymepasólalenguaporelsensible
plieguedecarneentrelanalgayelmuslo.
Había convertido todo mi cuerpo en una zona erógena y yo estaba
temblando, tan inestable que levanté las manos y las coloqué sobre las
suyas,comosiagarrarmeamispropiospechosfuera,dealgúnmodo,a
mantenermeenequilibrio.
Cuando me pidió que volviera a darme la vuelta, lo hice sin vacilar.
Teníalabocaalaalturademisexo,ylevisonreírconpicardíaaltiempo
queechabalacabezahaciaatrásparamirarmealosojos.
—Erespreciosa—repitió.
Despacio,mepasóundedoporlospechos,lostatuajes,elombligo.
—Una cinta —continuó cuando llegó a la cinta roja que tenía tatuada
entre el muslo y el torso—. Y un candado —añadió al tocar el primer
tatuajequeCassmehizosobreelhuesopúbicohacetantotiempo—.¿Por
qué?¿Quéhayescritoenlacinta?
—Nada—mentí—.Megustaroncuandolosvienelcatálogo,soloeso.
Me sostuvo un momento la mirada como si me estuviera desafiando,
pero yo seguí muda. ¿Cómo iba a revelarle la verdad? ¿Cómo iba a
explicarleque,encontradeloquelehabíadicho,aquellostatuajesnosolo
noerannadasinoqueloerantodo?Marcastantodevergüenzacomode
poder.Untestimoniodelapersonaquefuiyjamásvolveríaaser.
—Algúndíamecontaráslaverdad—dijomientrasmepasabaeldedo
pulgar por el sexo—. Pero ahora mismo lo único que quiero es
saborearte.
Y,sinmásavisoqueaquel,mebesóelsexoymepasólalenguaporel
clítoris con tanta delicadeza que el mundo se oscureció y se llenó de
estrellasantemisojos.
—Noseráasítodoeltiempo—explicó.
—¿Cómo?
—Delicado.Solounpoquito,cariño,yluegovoyahacertegritar.
Cumplió lo prometido, y me excitó con la lengua mientras me
acariciabaconlasmanosymesujetabalojustoparaquenomecayeraal
suelo.Peronotéelcambiocuandomeagarróporlasnalgasymeexigió
que separara las piernas. Me lamió con largos lengüetazos antes de
meterme la lengua, probarme y provocarme. Me retorcía contra él,
deseandoquemetomaraconmásímpetu,quemellevaramáslejos.
Estaba totalmente desinhibida, con aquel hombre arrodillado ante mí,
atormentándomeconlabocadeunaformatanviolenta.Yqueríamás.Lo
queríatodo.
—Por favor —supliqué, cuando estuve segura de que ya no podía
soportarlo—.Porfavor,Jackson.
—Dime qué deseas —susurró, separando la boca de mi sexo solo el
tiemposuficienteparamurmurarlaspalabrascontramipiel.
—Ati.Oh…Diosmío,porfavor.Tedeseoati.
—Loquetúdigas.
Selevantódelsueloymellevóalsofá.Concalma,sequitólacamisay
losvaqueros;despuéslellegóelturnoalosslips,bajoloscualespugnaba
su voluminosa erección. Inspiré hondo, impresionada por la perfección
del cuerpo de aquel hombre. Un hombre que los dioses sin duda
esculpieronenunmomentodeespecialinspiración.Sehabíasacadouna
caja de preservativos del bolsillo y lo observé, hipnotizada, mientras se
poníauno.
Luegosesentóenelsofáymetendiólamano.Meacerquéalinstante,
mepuseahorcajadassobreélynotésucalorysutentadoradurezaenmi
sexo.
—Quierovertelacaracuandotecorras—dijo—.Yquieroquetedesel
placerquenecesites.
Me pasé la lengua por los labios al comprender que me estaba
indicando que yo llevara la iniciativa. Que me moviera sobre él. Que lo
cabalgara.Quenoscondujeraalosdosalclímax.
Y,oh,santoDios,yotambiénlodeseaba.
Era terreno conocido, ser quien estaba al mando. Salvo que, con
Jackson,sabíadesobraqueenrealidadnomelohabíacedido.
Aunasí,mientrasestuvieraentresusbrazos,nomeimportabanada.
—Eso es, nena —dijo mientras yo me movía sobre él, frotándome
contrasuglandeyexcitándonosalosdos.
Entoncesmebesóconardorypasión.Mebajéparaquemepenetrara,
tan mojada que me resultó fácil acogerlo por completo y subir otra vez
para luego volver a bajar. Con una lentitud exasperante. Dejando que el
placerylaexpectaciónaumentaran.
Lomiréalosojosyvicomprensión.
—Tegustacalentarme.
—No—repliqué—.Soloquieroquedure.
Peroningunodelosdospudoaguantar,yJacksonnotardóensujetarme
porlascaderasyguiarmismovimientos.
—Pensabaquemandabayo—argüíjadeando.
—Olvídalo…Quierosentirteestallar.
Nuestros movimientos fueron cada vez más bruscos e impetuosos.
Seguí cabalgándolo, tomándolo todo, deseándolo todo. Sus caricias, su
pasión,laexplosióndeplacerqueestabaapuntodellegar.
Ycuandollegó,cuandotodomicuerposetensóalrededordesupollay
elmundoenterogirócuajadodeluzycolor,gritésunombre,talcomoél
habíadichoqueharía.
—Creo que no voy a moverme más —susurré cuando me desplomé
sobreélabrazadaasucuello.
—Loharás.
Seincorporóymellevóenbrazosaldormitorio.Yteníarazón.Cuando
se colocó encima de mí, cuando me besó y acarició, cuando me hizo el
amorconternuraysuavidad,volvíamovermesinningúnproblema.
Después me acurruqué contra él y pensé que quizá, solo quizá, había
ganadolabatalla.
Peronoeracierto.
Nohabíaganado.
Ycuandolasgarrasdelhorrormevisitaronensueñoscomprendípor
vez primera cuánto había perdido verdaderamente y el alto precio que
habíapagadopormipasado.
7
Miroeledificiodeestucogrisconlapuertadeaceroymeencojocuando
setornarojoypalpitante.
Mevuelvoenelcocheparamiraramipadre,seguradequetambiénlo
ha visto. Segura de que no me obligará a entrar otra vez ahí. Porque es
peligroso,comoenunapelículadeterror.Yyonoquieroserlachicadela
películaqueentraconfiadaeneselugartanespeluznante.
—Papá…
—Ve,Elle—dice—.Vasallegartarde.
—AhoramellamoSylvia.
—SoyEleanorSylviaBrooks,aunquesiemprehabíasidoElle.Hastaque
Bob empezó a llamarme así. Ahora, con catorce años, odio mi nombre.
AhoramellamoSylvia.
—Lo sé —dice mi padre—. Sé todo lo que pasa ahí dentro. Al fin y al
cabo,loheorganizadoyo.
—¿Losabes?—Arrugolafrente—.¿Deverdadlosabes?
—Éltedijoeso,¿no?
Pienso en lo que Bob me dijo la semana anterior cuando me metió los
dedos por debajo de las bragas. Dijo que había acordado esto con mi
padre.Queíbamosaganarmuchodinero.Muchomásdeloquevaleuna
fotografía tonta, sobre todo cuando ni tan siquiera vende todas las
fotografíasquehace.
—Eresguapa,Elle,pero¿enseriocreesquedemayorvasasermodelo?
Niegoconlacabeza.
—Entonces,pregúntateparaquéestoypagandoatupadre.
—Él no haría eso —replico, pero quizá sí… porque necesitamos el
dinero.
Derepentemihermano,Ethan,vaenelasientotrasero.
—Estábien,porquemequieres.Ysidejasdehacerloymemuero,será
culpatuya.
Mimadreapareceasulado.
—¿Qué adolescente no estaría encantada de ser modelo? Tienes
muchísimasuerte.¡Yyahassalidoenunanuncio!
Me enseña el anuncio de un comercio local sobre la vuelta al colegio.
Por un momento me quedo desconcertada porque todavía no lo hemos
hecho, pero entonces recuerdo que esto es un sueño. De inmediato, mi
madreymihermanodesaparecen.
—Eshoradeentrar—dicemipadre.
Ahoraestoydentrodeledificio,apoyadaenunapared.Alotroladodela
habitaciónmeveoamímisma.
Miotrayoposaapoyadaenunacolumnaromanafalsa.Bobestádelante
demí.Esunfotógrafoquevendesusfotografíasapublicistas,diseñadores
gráficosygenteasí.SeapellidaCabot,perosesuponequedebollamarlo
Bob.
Noséquéedadtiene,aunquenoleechomásdetreintaycincoaños.Va
bienafeitado,ytieneunasedosamelenaoscuraquelellegaaloshombros
yqueavecesserecogeconunacintadepielcuandotrabaja.Cuandolo
conocímeparecióqueeramono.Ahoramedannáuseasnadamásverlo.
Miro alrededor para ver si hay alguien más en el estudio. Bob tiene
estudiantesenprácticasyunoscuantosayudantes.Inclusounamujerque
aportaelvestuario.Perohoynohaynadie.
Yyoséporqué.
—Estupendo,Elle—dice—.Asíestábien…Aunquefaltaalgo.
Secolocadelantedemíyconectaelventilador.Mipelo,aúnlargo,aún
ondulado,empiezaamoverse.
—Oh,sí.Esfantástico.Perfectoparaestatoma.
Semeencogeelestómago.
—Peroelvestido…
Seacercaamíy,aunqueestoyocultaentrelassombrasalotroladodel
estudio,notoelrocedesusdedosmientrasarreglaelvestidoamiotrayo.
Esazulclaroycorto,conbotonespordelanteyceñidoenlacintura.La
telaeslobastantefinaparaquelabrisaartificialmepeguelafaldaalas
piernas.
—Asíestámejor—dicedespuésdedesabrocharmelosprimerosbotones
—.Perotucara…Vamos,Elle,necesitoquetengasunairetierno,sensual.
¿Loharásparamí?
Observoconloslabiosapretados.Nodigonada.
—Subelosbrazos—meindica—.Cógetealacolumna.
Lohago.
—Muybien.Unacomposiciónbonitayelegante.
Bajaeldedopormibrazohastaelmontedemipecho.Sedetieneahíy
meloaprieta.Miromientrasmiotrayocierralosojos.
—De hecho —dice—, no está mal. La joven púber apoyada en una
columnaromana.Escasiuntemamitológico.CasicomosifuerasAfrodita.
Empiezaadesabrocharmeelvestido.
—¡No!—exclamodesdelassombras.
—No—dicemiyodelacolumna.
—¿Quién manda? —me pregunta Bob—. ¿Para qué pago? Mientras
estás aquí eres mía, ¿recuerdas? Tienes que confiar en mí. Mi trabajo es
quequedesguapa,¿no?
Me abre el vestido y me descubre los pechos, aprisionados en un
sujetadorquemequedapequeño.
Meveoapretarmáslosojos.
—Lafotonovaasalirbiensinoterelajas.Peronotepreocupes,Elle.
Formapartedemicometido.Asegurarmedequequedasfavorecidaenla
fotografía.Asegurarmedequeterelajasporcompleto.
Mientras habla me desabrocha los botones que quedan. Lo veo
acariciarme y tocarme. Recuerdo todo lo que ha hecho, todo lo que hace
ahora.Dóndeestánsusmanos.Dóndeestásuboca.
Nolomiroaél;nopuedo.Elmundoquemerodeaseestávolviendogris
ysoloquierohuirdeestosrecuerdos,pero¿cómovoyamarcharmecuando
esa otra yo seguiría atrapada aquí, enfadada, asustada y muerta de
vergüenza?
Oigo las palabras de Bob, roncas y urgentes, y aprieto los dientes. No
despegolosojosdelrostrodemiotrayo.Ellasiguedepie,conlosbrazos
levantados.YBobestáderodillasdelantedemí.Yanohabla.
Gritoamiotrayoqueloapartedeunempujón.Queleabralacabeza
deungolpe.Queledéunrodillazoylerompalamandíbula.
Peroellanolohace.Dehecho,hacetodolocontrario,conformepierde
pocoapocoelcontrol.
Relajalamandíbula.Separaloslabios.Lapielseleenrojece.Veocómo
seretuerce.Oigosusquedosjadeos.
Yentoncesnotaunatensiónquevacreciendo.Sientequeseavecinaun
estallido. Está apoderándose de ella, de mí, de las dos. Y, oh, joder, es
agradable. Cada vez es mayor ybajo la vista, pero no es Bob quien está
tocándonos.Utilizándonos.
EsJackson.
Yesentoncescuandoocurre.Unviolentoorgasmomehacetemblaryme
doycuentadequenohayotrayo,sinosoloElle.SoloSylvia.
Solo vergüenza. Y confusión. Y el miedo frío y profundo de que si
continúorompiéndomeasí,jamásconseguirérehacerme.
Migritomearrancatantodemipesadillacomodelrecuerdo.
Miro alrededor porque temo que la gente me haya oído. Pero solo he
gritadomentalmente.
Me quedo inmóvil y respiro despacio, intentando olvidarme de la
pesadilla de la cabeza mientras me recupero. Estoy en Los Ángeles, en
HollywoodBoulevard,depieenlaacerajuntoalaentradadelaestación
demetroHollywood/Vine.Yestoyagarradaaunposteindicador.
Atlantayanoestá.
Elpasadoyanoestá.
Pero el sueño sigue aquí. Y Jackson, el hombre al que podría haber
amado,elhombrealquedejédeunaformatancruel,tambiénsigueaquí.
Mepasolosdedosporelpelo.Heestadotanabsortaenmisrecuerdos,
tanconcentradaenJackson,quenoheprestadoatenciónanada.Heandado
varias manzanas, una caminata de más de quince minutos, sin siquiera
darmecuentadeloquehacía.
—¡Mierda!
Suelto la palabrota a media voz, más asustada que enfadada, porque
hacía tiempo que no me abstraía tanto. Me digo que no pasa nada. Solo
estoyalteradayalgomareada.Pero,mientrasluchocontralosrecuerdos,
elmiedoylasganasdevomitar,séquetengoqueserenarme.
Vuelvoamiraralrededor,sibienestavezlohagoparadisimularmás
que para orientarme. Sé dónde estoy. Más que eso, sé lo que quiero. Lo
quenecesito.
Estoy casi vibrando de la energía que he acumulado y necesito
desahogarme.Necesitohacermeconelcontrol,serlaquemanda.
Yséexactamentecómoconseguirlo.
Dejo Hollywood Boulevard y giro por Vine Street. Delante de mí, el
edificio cilíndrico de Capitol Records se alza en la noche como un faro
que me alumbra el camino. Sin embargo, no voy tan lejos. Me dirijo a
Avalon, un emblemático club de Hollywood que ha pasado por varias
fasesdesdeladécadade1920.Enlaactualidadesunadiscotecademoda
conexcelentes DJ y música tecno bastante buena los viernes. Lo que es
másimportante,tieneunapistadebaileimpresionanteysiempresellena.
Lo sé porque aquí es a donde solía venir para desmelenarme antes de
conoceraJackson.
Aún vengo a bailar o a desconectar cuando tengo un mal día. A veces
sola,otrasconamigos.Peroesoestodo.Melimitoadejarmellevarporla
música.
Hoynovengoaeso.
Estanocheestoyrota.Ydispuestaarepararmedelaúnicamaneraque
sé.
Como de costumbre hay cola, pero avanza con rapidez. Así que no
tardoenentrarysustituirelruidodeltráficoylaslucesdeHollywoodpor
laatronadoramúsicatecnoyelviolentoparpadeodelosfocosmorados,
blancosyazulesquealumbranlapistadebaile,yarepletadecuerposque
secontorsionan.Ahí,medigo,yempiezoaabrirmepasoentrelamultitud.
Miro las caras al pasar, buscando la correcta. Porque hoy no vengo a
bailar. Vengo a quitarme este puto día de encima. Vengo a borrar mis
recuerdosymispesadillas.
Sobretodo,vengoademostrarmequeyanosoyunaniñitadébilquese
dejaintimidaryasustar.
Peronoessoloeso,ylosédesobra.EstoesporJackson.Porcómome
ha rechazado. Por cómo me ha tocado. Y por el maldito pacto con el
diabloquehaintentadoobligarmeahacer.
Unpactoquenopuedoaceptar.¿Acasonohuiyadeélunavez?
Estoyenlapista,conlosbrazoslevantadosymoviendolascaderasal
son de la música, cuando lo veo. No a Jackson; de hecho, este tío ni tan
siquieraseleparece.Peroesaltoymorenoyahoramismomebasta.Está
depiejuntoalapista;nopuededecirsequebaile,peroestámoviéndose.
Tieneunvasodetuboenlamanodeloqueparecewhiskyaguadoy,cada
poco, da un sorbo. Me dirijo a él bailando y tonteo con algunos otros
candidatosantesdedetenermedelantedelqueheelegido.
—Lohacestodomal—digo.
Seponelamanolibreahuecadatraslaoreja.
—¿Qué?
Meacercohastacasirozarlelasienconloslabios.
—Hedichoquelohacestodomal.
—¿Aquéterefieres?
Lequitoelvasoylodejosobreunaltavozquehaycerca.
—Abailar—respondo,ylotomodelasmuñecas—.Teenseñarécómo
sehace.
Lollevoalapistasindarlelaoportunidaddeprotestar.Encontramosun
hueco entre el resto de las parejas sudorosas que vibran, se tocan,
coquetean, se acercan peligrosamente y se separan. Esa es la danza de
apareamiento de los jóvenes sin pareja, y este hombre y yo estamos
echandotodalacarneenelasador.Cadavezmásatrevidos,cogiéndonos
delasmanos,juntandolascaderas.Ycuandolemirolacarayveoqueme
deseaséqueeshoradepasaralasiguientefase.
Jadeando,meacercoaélymecuelgodesucuello.
—¿Cómotellamas?
—LouisDale.¿Ytú?
Niegoconlacabeza.
—No,estejuegonoesasí,Louis.
—¿Quéjuego?
Melimitoasonreírleyaagarrarleunamano.
—¿Tienesuncochecerca?
—Esto…sí.Sí,claro.
Dejo que me saque de la discoteca y me lleve a un aparcamiento de
pagoqueestácruzandolacalle.SedetienedelantedeundeportivoLexus
decolorgris.
—Bonitamáquina—digo,yloempujocondelicadezacontraelcoche.
Tengolaspalmasdelasmanosapoyadasensupecho—.¿Quémástienes
paramíqueseabonito?
Me arrimo a él y me encanta sentirlo duro. No lo deseo a él; lo que
deseoesesto.Elcontrol.Elpoder.Saberquecuantotomeodéestanoche
seráporqueyoasíloquiera.Hacíaañosquenonecesitabacontantaansia
tenerestasensación,pero¡alaporracontodo!,hoymeurge.
—Meparecequenoshacefaltaunhotel,Louis,¿nocrees?
—Joder,sí—responde.
Me aparta de un empujón y me da la vuelta para apoyarme contra el
coche y se apretuja contra mí. Está jadeando, bajando la cabeza para
besarme,peroyovuelvolacara.
—Todavíano—digo,porqueestanochemandoyo.
Peroalmomentogritocuandoalguienloseparademíconbrusquedad
y él, con una expresión de asombro casi cómica, da varios pasos hacia
atráshastacaeralsuelodeculoamásdedosmetrosdelcoche.
—¿Todavíano?—gruñeJackson—.Nilointentes.
Meagarralamanoytirademícontantoímpetuquemeestampocontra
él.Merodeaporlacinturadeinmediatoy,peseamisorpresayenfado,
pese a la vergüenza que siento, no puedo evitar el torrente de alivio y
deseoquemeinunda.
Peronoquierosentirmealiviada,demodoquelohagoaunladoconun
manotazoyentierromihondomalestarbajolafuerzademispalabras.
—¿Quécoño…?¿Quécoñotecreesquehaces?
Meignora.SeñalaaLouisconundedo.
—Tú.Lárgatecagandoleches.
Louis mira de reojo; al coche, más que a mí. Luego se arrastra hacia
atráscomosifuerauncangrejoantesdelevantarseyalzarlasmanoscon
airesuplicante.
—Oye,tío,ella…
—Quetelargues—repiteJackson.
Louisobedeceysealejacorriendo.
En cuanto se pierde entre las sombras, Jackson me agarra por los
brazos.Tirademíymearrimatantoaélquenuestrosalientossefunden
enuno.Estátemblandodeiray,poruninstante,nosésiquierebesarmeo
pegarme.
Nohaceningunadelasdoscosas.
Veosuluchainternareflejadaensurostro.Luegomeempujacontrael
cochedeLouis.
—¿Qué hostias haces? —exige saber—. ¿Te gusta el peligro? Prueba
conmigo,Sylvia,porquenotienesniideadelopeligrosoquepuedoser.
—Meaprietalosbrazos—.¿Oalomejorquieressexoanónimo?También
tevalgo,porquesicreesquemeconoces,princesa,teprometoquenoes
así.
—Jackson…
—¡No!
Mesueltaunbrazoparapasarselosdedosporelpeloy,almomento,se
apartademíconbrusquedad,conloquerompeporcompletoelcontacto.
Pego las manos al lado del coche para obligarme a no moverme, a
quedarmedondeestoy.PorquejuroporDiosqueahoramismonosésime
apetecedarleunbofetónoquemeabrace.
—¿Deverascreesquepuedesvolverdespuésdetantotiempo,hacerme
ojitosyesperarquepierdaelculoporayudarte?
—Noeseso.Yo…
—¿Yparaél,paraelputoDamienStark?Hemosterminado,princesa—
dice, y apunta hacia mi cara con un dedo—. Me pediste que me fuera,
cariño.Yalcabodecincoañospretendesentrarenmividadenuevo.A
bomboyplatillo,además.
Mepasolalenguaporloslabios.
—Sonsolonegocios.
—Yunamierda.
Percibosucortantetonodecrispación,tanpeligrosocomouncuchillo
afilado.Laluchatambiénsereflejaensurostro,ymeapretujocontrael
coche,deseandopoderfundirmeconelmetal.Jacksonesfuegoyfuria,y
notengolamenorideadequévaahacer.Loúnicoqueséesquetodasu
pasiónvadirigidaamíyque,paseloquepase,nosaldréindemnedeeste
aparcamiento.
Loveoprimeroensusojos,undestellodeferocidadantesdeestampar
lamanocontraelLexus.Luegomeabrazay,sindarmetiempoapensar,
mebesa.
Elbesoesviolento.Exigente,desesperado.Ycuandoabrolabocapara
respirar aprovecha para meterme la lengua. Me sujeta la cabeza con una
mano y me coge un pecho con la otra. Me besa con más pasión,
poseyéndome con tanta intensidad que sé que no seguiría en pie si él no
meestuvierasujetando.
Lafinatelademivestidoapenasconsigueentibiarelcalordesumano
ymenosaúnmiexcitación.Menotoelpechoturgentey,cadavezqueme
pasa el dedo pulgar por el pezón, tan erecto que me duele, quiero
suplicarlequemebajeeldichosovestidoparasentirelrocedesupielen
lamía.
Mepellizcaelpezónmientrasmemuerdeellabioinferior.Gritoensu
boca, de dolor y deseo. Luego baja la mano por mi cuerpo y cuando la
posa en mi sexo se me escapa un gemido. Entonces deja de besarme el
tiempo suficiente para mirarme a los ojos, y veo deseo y dureza en los
suyos.
Pero vuelve a besarme y, maldita sea, ni tan siquiera protesto para
quedar bien. Lo acepto, lo acojo. Paladeo su sabor cuando me sube la
falda.Cuandoencuentramisexocaliente,mojadoypalpitante.
Estonoesromántico.Nitierno.Meapartalasbraguitasdeencajecon
brusquedad para dejar vía libre a sus dedos. Me los mete en la vagina y
gimo mientras me tensó toda yo alrededor de su mano porque quiero
sentirloadentro,muyadentro,yquieromás.Porquequieroperdermeen
estemomentoyaferrarmeconfuerzaatodoestoqueestoysintiendoysé
quenopuedotener.
Susdedosestánhúmedoscuandomeacariciaelclítoris,juegaconély
casi hace que me corra. Mi cuerpo vibra, los labios me tiemblan y los
pezones se me están poniendo tan duros y erectos que casi me duelen.
Quieroquemetoque,quieroquemepenetre.
Sencillamente,lodeseo.
—Ahora—gruñe,yconsiguequemeolvidedelmiedoytambiéndela
realidad—.Malditasea,Sylvia.Córreteparamí.
Obedezco.Ycuandomedeshagoentresusbrazos,cuandoechoavolar
y estallo en la noche cuajada de luz, no puedo sino desear que ojalá
pudiera quedarme así, colmada de placer con este hombre. Pero sé
demasiadobienquenohayquecreerenlosdeseosy,encuantoregresoa
larealidad,meinclinohaciaatrásparaapoyarmeotravezenelcocheen
lugardehacerloenJackson.
Memiraunmomentomás,peronoséinterpretarsuexpresión.Después
daunpasoatrás.
—Malditaseas,Sylvia—susurra,ylevantalasmanoscomosiestuviera
sorprendido—.Malditamilveces…
Mepongoatemblar,perdida,mareadayconfundida.
—Pensaba…pensabaquehabíasdichoquehabíamosterminado.
—Puedequehayamosterminado,peroestonosehaacabado.Estámuy
lejosdeacabarse,joder.
Sutonoaúnesáspero,peropercibounatisbodeotraemoción.¿Pena?
¿Resignación?
Nolosé,pero,sealoquesea,medesgarraelcorazón.
Sepasalosdedosporelpeloysueltatodoelairedelospulmones.Me
mira de arriba abajo. No dice nada sobre loque acaba de ocurrir. Nada
sobrenuestropasado.Nadasobreelpresente.Suexpresiónessevera,dura
einescrutable.
Perosusojos…
Sus ojos no mienten y la ternura que veo en ellos casi me destroza.
PorquelaternuradeJacksonmedesarma.
—Vamos—dice,ymesorprendecuandomecogedelbrazo.
—¿Adónde?
—A menos que quieras que el pobre Louis vuelva a casa andando,
probablemente deberíamos alejarnos de su coche. Imagino que debe de
estarescondidoporaquí.
—Sí.Claro.
Respirohondoymeobligoaordenarmispensamientos.Loquecuenta
nosoyyo.NitampocoJackson.Ninosotros,porquenohayunnosotros.
Loquecuentaeselresort,ynodeberíaolvidarlo.
—Tiene que haber una cafetería abierta en el boulevard —digo—.
Vayamosatomaruncaféyuntrozodetarta…Yquizápodríamoshablar
delproyecto.
—Yatehepuestomiscondiciones,princesa.
Nomemolestoenresponder.Nomelohetomadocomounultimátum.
Es un hombre de negocios demasiado competente y este proyecto es
demasiadobueno.Asíqueencuantoselepaseelenfadopodremoshablar
enserio.
Noobstante,porlaexpresióndesucarameparecequeelresortesla
menor de sus preocupaciones. De todas formas echa a andar hacia
HollywoodBoulevard,ysientoqueesunapequeñavictoria.
Pero no llegamos tan lejos, porque cambia de dirección en cuanto
pasamosladiscotecaymellevaalapuertadelRedburyHotel,unhotelito
delujoqueCassmehapuestoporlasnubesenvariasocasiones.
—Ni hablar —le suelto. Sin embargo, recuerdo la sensación de sus
dedosdentrodemíhaceunmomento,ytengoqueobligarmeaquedarme
clavadaalsuelodelantedelhotel—.Nidecoña.
Se vuelve hacia mí y espero percibir frustración o irritación en su
rostro.Encambio,veoqueseablandaunpoco.
—No—dicesinmás,casicondulzura.
Entonces baja la cabeza y me besa, esta vez con tanta ternura y
delicadezaquetemoderretirme.
—Nosoyelhombrequecreesquesoy.
—Síqueloeres—replico.«Yahíradicaelproblema»,mecallo.
Vacilasolouninstanteantesdeentrar.Metientacontinuarprotestando,
pero estoy tan confusa y agotada que no me quedan fuerzas para luchar.
Seguiréasulado,decido,paraveradóndenosllevaesto.
—Jackson Steele —dice al recepcionista—. ¿Trabaja esta noche
Jennifer?
—Porsupuesto,señorSteele.Unmomento.
Pocodespuésunamujerdespampananteconunaajustadafaldadetubo
se reúne con nosotros en el vestíbulo. Lleva una tarjeta con su nombre
prendidaenlasolapadelachaqueta:JenniferTrane,gerentedenoche.
—Jackson —exclama, y le estrecha la mano de un modo que, estoy
segura,habríasidounbesoapasionadosiestafuerasunochelibre—.No
sabíaqueestabasenelhotel.
—Noestoyhospedadoaquí.Alfinalhicelomássensatoymecompré
un apartamento. Pero mi amiga necesita un sitio donde dormir. ¿Podrías
buscarle una habitación? Sylvia Brooks —añade—. Pero yo correré con
losgastos.
—Yuncuerno—protesto.
—Le buscaremos una habitación —dice la gerente de noche Jennifer
Trane,comosiyonohubieraabiertolaboca.
Si me tiene celos, los disimula muy bien. De todas formas, no puedo
evitarpreguntarmedequéseconocen.Y,nadamáshacerlo,quierodarme
una patada en el culo. Porque no tengo ninguna necesidad de ir por este
camino.
—Todo listo —nos informa el recepcionista, y entrega a Jennifer un
sobrecitoconmillaveelectrónica.
—Poraquí,señoritaBrooks—diceJennifer,ylasigo.
Poruninstantesemepasaporlacabezacorrerhastalacalleycogerun
taxi. Pero de repente me parece que mi piso de Santa Mónica está muy
lejosytenerunacamamullidacercametientademasiado.
Mevuelvo,esperandoveraJacksondetrásdemí,perosehaquedadoen
elvestíbulo.
—Adiós,Sylvia.
Porsegundavezestanoche,JacksonSteeleseva.
8
Sylvia…»
«Sylvia…»
«¡Sylvia!»
Me incorporo como impulsada por un resorte, respirando de forma
entrecortada. Estoy a oscuras en una habitación que me resulta
desconocida, y oigo un zumbido insistente que mi mente atormentada
interpretacomoelsonidodeminombrerepetidosincesar.
Peronoesminombre.Eseltimbredemimóvil.Ymientraslobuscoa
tientasregresoalarealidad.
Estoyenlahabitacióndeunhotel.Sola.
YJacksonsemantienefirmeensuultimátumsobreelresort.
Quesevayaalamierda.
Encuantoalodemás,losrecuerdos,miensimismamiento,suformade
tocarme,noquieropensarenello.
Pero,pormuchoquelointento,nopuedoevitarsentirmedecepcionada
cuando por fin miro mi móvil ya mudo y veo que la llamada no es de
Jackson.
¡Malditasea!
Medesperezomientrasescuchoelmensajedevoz.EsdeCass.
—Hola,guapa.Ayertebusquéyalguienmedijoquetehabíavistosalir
conJacksonpisándotelostalones.Asíqueesperoquetehayadichoquesí
alresortyqueestésencasadurmiendoparacelebrarlavictoria.Oquete
hayadichoquenoyestésencasadurmiendoparaolvidarladerrota.En
cualquiercaso,confíoenquenohayashechoningunatontería.Zeeyyo
vamosadormirunashoras,pero,sioyesestoenseguida,llámame.Son,
ummmm,casilasocho.Ysinotengonoticiastuyasantesdelasdiez,voy
acabrearmehorrores.Nohayexcusa,Syl.Llámame.
Elteléfonoenmudeceotravez.
Deacuerdo,medigo.Lallamaré.
Peronotengoclaroquemeapetezcahablar.Contodo,merecuerdoque
es Cass y que me quiere, y, aunque no lo ha dicho abiertamente, sé que
ademásestápreocupada.Asípues,hagodetripascorazónylallamo.
—Mala pécora —me suelta ya de entrada—. Ni tan siquiera me
mandasteunmensajedetexto.¿Dóndetemetiste?¿EstuvisteconJackson?
—Lo siento, no se me ocurrió. Y no… Es decir, sí. O sea, después.
EstuveconJacksondespués.
—¿Yahoraestásencasa?
Miroamialrededoryfrunzoelceño.
—EstoyenelRedbury.
Hay un silencio tan largo que me separo el móvil de la oreja para
asegurarmedequelallamadanosehacortado.
—¿Habéisfollado?
—¡No! —Mi tono es de dignidad ofendida, lo que, teniendo en cuenta
queJacksonmemetiólosdedospordebajodelasbraguitas,esunpoco
hipócrita—.Nitansiquieraestuveconéllamayorpartedeltiempo.Fui…
Oh,mierda,Cass,fuiaAvalon.
—Nomejodas.Syl.¿Enserio?
Ahoralapreocupaciónestápatenteensuvozymequedaclaroqueha
entendidoquenofuisoloparabailar.
Meapresuroatranquilizarla.
—Nopasanada.Estoybien.
—¿Tendréquehacerteotrotatuaje?
Hablaconcontrol,despacio.Noestáenfadada,creo.Estáasustada.
—No—respondo,agradecidadequeJacksonaparecieracuandolohizo
—.Casi—reconozco—.Perono.
—Voyparaahí.
—No, Cass, en serio. Estoy bien. Me arreglaré un poco y me iré a la
oficina. A ver si puedo encontrar otro arquitecto que contente a los
inversores—digoentonoalegre,aunqueséqueserámisiónimposible.
—¿Estássegura?Notienescoche,yyonoestoymuylejos.
—Estoysegura,sí—respondo—.YtúnoquerrásdejaraZee,yellano
querrápasarselamañanaconmigo.Cass,todovabien,deverdad.
—Vale.Oye,ZeeviveenSilverLakeyaquílacoberturaesunasco,así
que,simellamasynolocojo,déjameunmensajeytetelefonearédesde
sufijo.
—Notellamaré.Estoybien.Bastayadehacermedemami.
—Estoypreocupadaporti.
—Noloestés—digocondulzura—.Todovabien.
Casiveosuexpresióninsatisfecha.
—Deacuerdo.Puesnosvemosporlatarde.Tengounclientealauna
quedeberíallevarmeunpardehoras,perodespuésestoylibre.¿Tepasas
porlatiendaalastres?
Y como las dos necesitamos quedarnos tranquilas sabiendo que estoy
bien,ledigoquesí.
Podemoscomerjuntas…aunqueseaunpocotarde.
—Nadadecomer,Syl.Amívaaapetecermebeberjuntas…aunquesea
unpocotemprano.
Meríoycolgamos.
Porunmomentomeplanteosideberíaquedarmedurmiendounashoras
másocogeruntaxiylargarmedeaquíya.Noobstante,despuésdeiral
baño opto por una solución intermedia: darme una ducha. Porque este
cuarto de baño es espectacular. Con las paredes de azulejos negros,
accesoriosultramodernosyunacabinaconefectolluvia.
Giro el mando del agua y, mientras espero a que la temperatura se
regule,mequedodesnudadelantedelespejo.
«¿Tendréquehacerteotrotatuaje?»
Esas palabras de Cass parecen resonar en el cuarto de baño y bajo la
manohastatocarmeelcandadoquemiamigametatuójustoporencima
delvellopúbico.Elprimerodemuchos.Elespejonoesdecuerpoentero,
pero si me alejo lo suficiente me veo casi completa. Sea como sea, lo
ciertoesquenonecesitoverme.Sédóndeestántodos.Cadatrofeo.Cada
marca.Cadatormentoycadarecuerdo.
Vuelvolapiernahaciafueraymemirolasinuosacintarojaquetengo
tatuada en la delicada piel cerca de la ingle del muslo izquierdo, una
espiral roja que discurre entre mi pubis y mi cadera. Y las barrocas
iniciales que lleva escritas, «TS», «KC», «DW». Pequeñas e intrincadas,
comoeltextodeunmanuscritomedieval,detalmodoquecasiparecenun
dibujoalazar.Naturalmente,soncualquiercosamenoseso.
Recuerdo aquella noche con Jackson, una sola noche que concentró
todalafuerzaylaemocióndeunavida.Pasóundedoporlacintayme
preguntó qué significaba. Le respondí que nada, pero era mentira. Las
iniciales lo significan todo. Son una marca de vergüenza y poder. Me
recuerdanalapersonaquefuiyyanovolveréaserjamás.
RepresentanahombrescomoLouis.Hombresalosqueperseguíantes
deconoceraJackson.Hombresconlosquedecidíacostarmeparausarlos,
ynoalrevés.
Metocoellabioinferiory,sinpalabras,doylasgraciasaJacksonpor
detenerme anoche. Por impedirme atravesar la línea que me habría
obligadoaañadir«LD»,lasinicialesdeLouisDale,amicolección.
Nohabíahechoeso,nohabíapuestoaunhombreenmipuntodemira
nilohabíaacorraladodeesaforma,desdeantesdeAtlanta.Peroanoche
ansiabaesedesahogo,esecontrol.Estamañanasololohabríalamentado.
Me pongo de costado y observo mi espalda. En esta postura solo
alcanzoaverquetengoalgotatuadoenrojoentrelosdoshoyuelossobre
misnalgas.Perodalomismo.Conozcoeltatuaje.Aunquesolohayavisto
esa imagen reflejada en un espejo, conozco la recta y las curvas. Una
decorativa«J»entrelazadaconuna«S»formandounbonitomonograma.
SonlasinicialesdeJackson,yestoymarcadaconellas.
Suspiro y me llevo el brazo a la espalda para poner la mano sobre el
tatuaje.AcudíaCasseldíaqueregresédeAtlanta.Nolediexplicaciones,
nodijeunapalabra.Transcurrióalmenosunmesantesdequelehablara
deJacksonyyo.Peronecesitéeltatuajenadamásllegar.Necesitéeldolor
que teñía el recuerdo. Y necesité que un pedazo de él estuviera siempre
conmigo.
Tengomástatuajes.Enlospechos,entrelosomóplatos,enlascaderas.
Un sendero mudo que serpentea por el sufrimiento de mi vida. Todos
discretos, para que ninguna falda ni ninguna blusa revele nunca mis
secretos.Peroestánahícuandolosnecesito.
Ahora mismo, me digo, no los necesito. Me va bien. Tengo una
profesión en la que estoy haciendo progresos, buenos amigos, un jefe
estupendo.Estoyavanzandoenlavida;yanotengoqueponermedesnuda
delante del espejo y reseguir el camino de mis triunfos y tragedias para
haceracopiodefuerzas.
Yduranteañosmehesentidofuerte,capazyalmando.
Ahora, sin embargo, el mundo está volviéndose otra vez gris y el
control al que siempre me he aferrado con uñas y dientes se me está
escapandodelasmanoscomosituvieralosdedosuntadosdemantequilla.
Elpánicoabregrietasenmicorazadenuevo,ysélarazón.Porque,en
vezdeconquistarmismiedos,meescondídeellos.HuideJacksonlomás
rápidoquepudeydespuésmehiceunovilloparavivirajenaacuantome
rodeaba.
Pero ahora ha regresado y tengo todo el cuerpo electrizado, como
cuando se te duerme una extremidad y empieza a hormiguearte, y
sinceramentenosésipuedosoportarlo.
No, eso no es cierto. Sé qué no puedo soportarlo. Lo sé, porque la
primeraveznopude.
Nosécómo,perotengoquequitarmeaJacksonSteeledelacabeza.
Pero,Diosmío,lodeseo.
Yaestá,lohedicho,aunquesoloseamentalmente.¡Lodeseo!
Eltiempoyladistancianohandisminuidoeldeseomásdeloquehan
hechoeldolorylaira.
Deseosuscaricias.Deseosusmanos.Deseotodoloquepuededarme.
Perojuroquenoquierovolveraperderelcontrol.Noquieroestartan
abrumadaquemelopuedanarrebatar.Noquieroquemipropiareacción
measuste.
No soporto la sensación de estar perdida fuera de mí, como si la que
siente,laquehace,fueraotrapersona.
Y, desde luego, no puedo soportar las pesadillas que la acompañan.
Pesadillasqueyacasihabíaolvidadoymeniegoavolveratener.Niahora
ninunca.
Másaun,noquieroquemeutilicen.
Noquieroserpropiedaddenadie.
Solodepensarlomeentrapánicoytengoquecerrarlosojos,rodearme
conlosbrazosyrespirarlentamente.
Joder,alomejordeberíaestaragradecidaaJacksonporelultimátum.
Porquefuiunaidiotaalpensarquepodríatrabajarconél,auncuandoese
fueraelúnicomododesalvarelresort.
¡No!Nopuedodarmeporvencida.Nohastaquelohayaintentadotodo.
Loquesignificaquevoyatenerquehurgarenelvoluminosoarchivo
quelaempresatienesobretodoslosproyectosinmobiliariosdelmundo.
Y aunque ya sé que todos los posibles sustitutos tienen trabajo para
variosaños,tambiénséquehedeintentarlo.
HayunaestacióndelalínearojademetroenlaesquinadeHollywood
con Vine y, como esa línea me deja a una manzana de la Stark Tower,
decidoquelomásprácticoesirdirectamentealaoficinaconmivestido
defiesta,ponermelamudaderopaqueguardoenlataquilladelgimnasio
yempezaratrabajar.
Alfinalmesaltoladucha,mevistoatodaprisaycorroalaestación.
Porfueracasitodaesdemetalgris,peropordentroestábañadaporlaluz
amarilla procedente de las baldosas doradas de vidrio que cubren las
paredesyproporcionaniluminaciónalvestíbuloylaescaleraquebajaala
estaciónpropiamentedicha.
Nollevoelbonodetransporte,perosíunatarjetadecrédito,demodo
quecomprounbilleteyaceleroelpasoparacogereltrenqueentraenla
estación.Estoyrodeadadeturistasymedejollevarporlamareahumana.
Tengoqueviajardepie,perocuandollegamosalaparadadeWesternse
apea un hombre trajeado. Agradecida, ocupo el asiento que ha dejado
vacío.Entoncesveounrostroconocidoentrelamultitud.
¿Jackson?
Parpadeoy,cuandovuelvoamirar,yanoestá.
Sé que debe de haber sido una ilusión. Alguien con sus ojos, su pelo.
Perodaigual.Aúnmesientotristeybastanteperdida.
«Estoescomounduelo»,pienso.Yescierto.Estoyllorandolapérdida
demicarreraprofesionalydelresort,queyanopodráconstruirse.Pero,
sobre todo, estoy llorando la pérdida de Jackson hace cinco años. De la
felicidad que me negué de una forma tan rotunda y dolorosa cuando le
pedíquesefuera.
Medespertéenvueltaenunsudorfrío,conlassábanasempapadas,aún
conlaimagendelacaradeJacksonconfundiéndoseconladeBob.
Amilado,Jacksondormía.Bajédelacamaymequedéagachadaenel
suelo,combatiendolasnáuseas,concentradaenrespirar,hastaqueestuve
seguradequenovomitaría.
Nodioresultado.Metapélaboca,corríalbañoylleguéjustoatiempo.
Luegoabríelaguadeladucha,esperéaquesalieracasihirviendoyme
metíenlabañera.
No me puse de pie. Me senté con las rodillas pegadas al pecho y la
cabezagachamientraselaguacaíasobremí.Y,aunqueestabaenvueltaen
unanubedevapor,todayotemblaba.
Aquello era un error. Aquel hombre había dominado tanto mi voluntad
quenisiquierahabíapensadoencómomeafectaría.Habíaignoradolas
señalesdeadvertencia.Losatisbosdepánicoytemor.
Creíaquehabíamantenidociertocontrol.Peronoeraverdad.
Me había entregado a él por completo. En cuerpo y alma. Había
respondidoacadacariciasuya,cedidoacadaunodesuscaprichos.
Habíamos sentido placer, por Dios, era innegable, pero estaba
mancilladoporsusexigencias.Y,másaún,pormiformaderesponderaél.
Porelhechodequeelcontrolqueyocreíahaberconservadohabíasidoun
simpleespejismo,porqueloúnicoqueJacksonhabíatenidoquehacerera
pedirmequemeabrieradepiernasyyohabíaobedecidodeinmediato.Sin
ningúnpudor.
Yosolomeexigíaunacosa,yaquelhombrepeligrosolohabíadestruido
todo.
Jackson había irrumpido en mi vida como una tormenta, veloz,
irrefrenableeimprevisible,ysufuerzaeintensidadmehabíansobrecogido
detalmodoquenosemeocurriópensarquemeharíadaño.Llevabaaños
esforzándomepornoperderelcontroljamás.Pormantenerarayaatodos
los demonios que Bob me había metido en el cuerpo. Y lo había
conseguido. Había hallado la manera. Quizá no fuera perfecta, pero me
dabaresultado.Olohabíahechohastaesanoche.
Porque esa noche Jackson había arrasado con todo. Y yo me había
quedadodestrozada.
Nosabíaquéhacer.Solosabíaquequeríaecharacorrer,perotemíaque
Jacksonmesiguiera.
Elcorazónsemeencogiósolodepensarlo,quizápormiedo,quizápor
deseo. Decidí que tenía que romper con él cuanto antes. Mientras fuera
reciente.Mientrasfuerafácil.
Salvoquenoseríafácil.
Porelcontrario,seríalomásduroqueharíaenmivida.
Peromásduroaúnseríaquedarmeconél.
Y, aunque una parte de mí me suplicaba que no lo hiciera, todas las
demássabíanqueyonoeratanfuerteyque,siqueríasobrevivir,teníaque
romperconél.
Aunquerompernoshicierapedazosalosdos.
CuandoeltrensedetieneenlaestacióndeCivicCenterparpadeopara
ahuyentar los recuerdos, salgo a la calle junto con el resto de los
pasajerosyandoporlaacerahastalaStarkTower.Joeestáenelpuestode
seguridadyenarcalascejasalverme.
—¿Seencuentrabien,señoritaBrooks?—preguntamientrasselevanta,
ymedoycuentadeque,conmiarrugadovestidodefiestayelmaquillaje
corrido, debe de parecer que he pasado la noche con alguien. En fin,
supongoque,enciertomodo,esasí.
Alzounamanoparaindicarlequenodebepreocuparse.
—Estoy estupendamente, de verdad. He tenido una mala noche. Pero
todovabien.Solotengoqueiramitaquilla.
Noparecemuyconvencido.Aunasí,moviendolosdedosmeindicaque
paseparacogerelascensor.
—Ábramelapuertadelgimnasio,porfavor—lepido,refiriéndomeal
gimnasio privado de la planta veinte—. Tengo una tarjeta de acceso de
recambioenmitaquilla,asíqueluegopodrésalir.
El gimnasio rara vez está lleno los sábados porque si los empleados
vienenduranteelfindesemanasuelenhacerloparatrabajar,noparahacer
ejercicio,loquemepermitellegaralvestuariodemujeressinquenadie
mevea.ComotodoloquellevaelsellodeStarkInternational,elgimnasio
esimpresionanteycompiteconloscentrosdefitnessmáslujososdeLos
Ángeles.Medoyunaducha,mepongolafaldaylablusaqueguardoenla
taquilla para emergencias como esta, junto con unos zapatos de tacón a
juego,ydedicounratoamaquillarme.DudoqueDamienestéenlatorre
ya que últimamente suele trabajar desde su casa de Malibú los fines de
semana, pero si por casualidad acabo viendo a mi jefe quiero darle una
imagendeprofesionalidadyseguridad.
Si nada se tuerce mi investigación solo me llevará unas horas. Luego
puedollamarleasucasaparareunirmeallíconélestatardeo,enelpeor
deloscasos,programarunareuniónenlaoficinaparaprimerahoradela
mañana.
Paseloquepaseeltiemposeagota,yrezoparaquelasuerteestédemi
parte.
Cojo el ascensor hasta el ático, donde está el despacho de Damien y
tambiénsuapartamentoenlaciudad.
Elascensorseabreporelladodeldespacho.VeoaRachelsentadaami
mesa,conlacabezabaja,escuchandolavozdeDamienporelinterfono.
—Llámalaacasa.
—Ya lo he hecho —dice Rachel—. También me ha saltado el
contestadordevoz.Supongoqueestáfuerayquesehaquedadosinbatería
enelmóvil,peroestoyseguradequemirarásitienemensajesencuanto
sedécuenta…¡Oh!¡Estáaquí!—Rachelalzalavistayrelajaloshombros,
visiblementealiviada—.Lahagopasarahoramismo.
Desconectaelinterfonoencuantomeacercoymepasaunaseccióndel
periódico.
—Léelodespués—dice—.Peroquesepasqueestásespectacular.
—¿Quépasa?
—EstáeneldespachoconAiden.¡Ve!
—¿ConAiden?
AideneselvicepresidentedeStarkRealStateDevelopment,asípues,mi
supervisor inmediato en este proyecto. Enterarme de que está aquí con
Damienydequeambosmebuscanmemosquea.
—Pero¿quéhaocurrido?—insisto.
Estoy segura de que Rachel lo sabe. Trabajar detrás de esta mesa
significaestaralcorrientedecasitodo.
—Aidenharecibidounallamadadeunodelosinversoresdelaisla.
—¿Ah,sí?¿Dequién?¿Cuándo?
—No lo sé. Ha llamado a Damien y han quedado en verse en su
despacho.DamienllevamediahoraaquíyAidenhallegadopocodespués
queél.
—Mierda.—Miromimóvil.Enefecto,sehaquedadosinbatería.Selo
pasoaRachel—.Cárgalo,porfavor.
—Hecho—dice.Actoseguidovuelveaseñalarmelapuerta—.¡Ve!—
insiste.
Voy.
—¡Porfin!—exclamaDamienencuantocruzolapuerta.
Estádepiejuntoalaparedacristalada,contemplandolaciudad.Aiden
ocupaelsofáymesaludainclinandolacabeza.NacióenLondres,perose
marchódeInglaterraconsufamiliacuandoeraadolescente.Confiesoque
me encanta su forma de hablar, muy de la costa Este con un ligerísimo
acentobritánico.
Pese a los años que lleva en Estados Unidos, aún tiene el aire de un
gentleman.Porte,clase,todo.Alguienmedijounavezqueocupaelpuesto
cientoyalgoenlalíneadesucesiónaltrono.Mirándolo,locreo,aunque
dudoquesehagailusiones.
Ahoramellenaunvasodeaguaylodejaenlamesaenfrentedeél.Me
sientoenlasillamáspróximaalaguaytomounsorbo,agradecida.
—Rachelmehaexplicadolobásico—digo—.¿Quéhapasado?
—DallasSykesmehallamadoacasa—explicaAiden,refiriéndoseal
director general de una de las cadenas de grandes almacenes más
importantedelpaís—.Estababastante…anonadado.
Enarco una ceja por la palabra que ha elegido. Dallas Sykes es un
habitualenlaprensadelcorazón,unatractivochicomaloqueheredósu
buena vida y se la pasa yendo de los brazos de una mujer a los de otra
mujer. Por alguna razón, «anonadado» no me parece un término
apropiado para él. Además, no me imagino qué ha podido suceder para
dejarlo tan perturbado. Sin embargo, no digo nada. Estoy segura de que
AidenoDamienmeloexplicarán.
Y confirmo que estoy en lo cierto cuando mi jefe se da la vuelta para
mirarnos.
—Por lo visto, un periodista ha llamado a Dallas esta mañana justo
despuésdequeamaneciera.Correelrumordequeelproyectosehaidoal
garete.
—¿Qué?
Damienmemiraalosojos,peronodejadehablar.
—El periodista sabía que Glau se había marchado, lo que quizá haya
filtradoalaprensaelpropioequipodeGlau.Sinembargo,tambiénestaba
enterado de que nuestra primera posible alternativa ha mandado a la
mierdaaStarkInternational.
Notounapunzadaenelpecho,comosialguienmehubieraclavadoun
cuchillo.
—Esoes…—Ibaadecir«absurdo»,pero,dehecho,noloes.Jackson
hadichomásomenoseso.Ymehaofrecidounaúnicavíaparaaceptar,
uncaminoquenotengoningunaintencióndeseguir.
—Nosédedóndepuedehabersacadoelperiodistaesainformación—
afirmo, en cambio—. Steele no me ha dicho que sí, pero tampoco lo
contrario.—Meremuevoenlasilla,conelperiódicoenelregazo—.Ysi
losdemásinversoresseenterandeesto…
Melevantoylanzosobrelamesadecentroelperiódico,quecaeabierto
justo para mostrar una fotografía tomada en la gala en la que aparezco
cercadeJacksonyaquellamorenadespampanante,alaquetienerodeada
por la cintura. Verlos me retuerce las entrañas y me contengo para no
soltaruntacodelosgordos.
—Malditasea,lohemanejadotodomal—digo—.Nosolonoconseguí
ficharaSteeleanochesinoque,dealgúnmodo,melashearregladopara
quelanoticiasefiltre.—Losmiro—.Losiento.
Lociertoesquenoséenquémeheequivocado,peroesteproyectoes
responsabilidadmíay,sialgosetuerce,yosoyquiendebecargarconlas
culpas.
—¿DijisteaalguienqueSteeleeranuestraprimeraalternativaaGlau?
—mepreguntaStark.
—ACassyaWyatt—respondo—.Peroellosnotienenningúninterés
personalenesto.
—¿YaSteele?—preguntaAiden.
—Claro.Pero,teniendoencuentaquefuiyolaquemepuseencontacto
conél,esohabríasidoobviodetodasformas.
Aidenenarcaunacejadeunmodoqueconsideromuybritánicoymira
aDamien.
—Nomesorprenderíanada—dice.
Losobservo.
—Unmomento,¿estáisinsinuandoqueJacksonSteelehafiltradoestoa
unperiodista?¿Porquédiablosharíaalgoasí?
—Investigué un poco después de que se negara a participar en el
proyecto de las Bahamas de una forma tan rotunda —explica Damien—.
Resulta que, mientras que varios proyectos míos han prosperado, varios
de los suyos han sido un fiasco. —Me mira a los ojos—. Sabía que las
posibilidades de que se subiera al carro eran escasas. No se me había
ocurridoqueharíacorrerelrumor.
—No me lo puedo creer —exclamo, aunque no tengo claro si estoy
enfadadaoestupefacta.
VoyadecirlesqueestoyconvencidadequeJacksonesincapazdehacer
algoasí,peroentoncesrecuerdoloquemedijosobrevengarse.Siquiere
ensañarseconmigo,puedequevayaaportodas.
—Túhashechotodoloqueestabaatualcance—añadeAidenmientras
empiezo a enfadarme—. Y tu trabajo ha sido impecable. Consigue que
Damien te eche y te daré un despacho en la planta veintisiete cuando
quieras.
Meobligoasonreír.StarkRealEstateDevelopmentocupatodalaplanta
27,contreintaytresfilialesenelmundoentero.Peroloimportantenoes
mipuesto,sinoelproyecto.
UnproyectoqueJacksonSteelemehaquitadodelasmanos.
¡Mierda!
MiroaDamienalosojos.
—Esteeselfin,¿verdad?
—A menos que, por puro milagro, Steele acepte, sí, eso me temo. —
Centra su atención en Aiden—. Ya tenemos programada la
videoconferencia para el lunes, así que pediré al departamento de
Relaciones Públicas que, hasta entonces, responda con un «sin
comentarios». Después de la conferencia haremos pública una
declaración.Syl—medice—,tráemeelborradormañanaporlamañana.
—Mepongoconesodeinmediato—respondo,agradecidadetenerun
motivoparamarcharmeporqueahoramismoloúnicoquequieroessalir
deestedespacho.
Medespidoymedispongoamarcharmecuandosuenaelinterfonode
Damien. Como la puerta está entreabierta, oigo la voz de Rachel en
estéreo.
—SeñorStark,JacksonSteelehavenidoaverle.
Me quedo petrificada delante de la puerta, con el brazo estirado. Un
momento después, él está al otro lado, con la mano en el picaporte, a
punto de terminar de abrirla, de modo que tengo que moverme si no
quieroacabarenelsuelo.
Consigoserenarmeyretrocedocomomejorpuedo.
—SeñoritaBrooks…
Jackson me coge la mano, aunque no sé si lo hace para saludarme o
paraimpedirquemecaiga.AlinstantemesueltayseacercaaDamiencon
pasoseguro.
—Señor Stark —dice, y le estrecha la mano—. Es un placer volver a
verle.Sientopresentarmesinavisar,peroqueríadecirlepersonalmentelo
ilusionadoqueestoydeparticiparenelproyectodelresortdeCortez.
9
Estoy tan furiosa que apenas me entero del resto de la reunión, pero
consigocontenermehastaqueJacksonyyosalimosdeldespachoparaque
Damien y Aiden puedan llamar personalmente a Sykes y al resto de los
inversoresconeldoblepropósitodeacabarconlosrumoresyanunciarla
participacióndeJackson.
Consigo mantener la boca cerrada hasta haber llevado a Jackson a la
únicasaladereunionesquehayenestaplanta.
—¿Dequévas?—leespetoencuantolapuertasecierra—.¿Quécoño
acabasdehacer?
Pasorápidamenteporsuladocaminodelmuebledondeestáelmando
de las persianas electrónicas y pulso el interruptor que las baja. Voy a
ponermeachillaryadespotricardeunmomentoaotro,y,desdeluego,
noquierotenerpúblicocuandolohaga.
Jackson,malquemepese,estádelomáscalmado.
—Solo estoy asegurándome de que todo el mundo tiene toda la
informaciónnecesaria.
—¿Quéquieresdecirconeso?
Sedirigehacialaventanaysequedajuntoaella,conlaciudaddeLos
Ángeles extendida detrás de él. Me viene a la memoria la fotografía del
estrenodeldocumental:Jacksondepiesobrelasdosvigasenvaquerosy
concasco,irradiandopoderycontrol,fuerzaymovimiento.
Hoyllevaunelegantetrajeconfeccionadoamedidayestáimpecable.
Ocasi.
Porque es imposible no fijarse en la herida de su mejilla. Lleva una
suturaadhesiva,peroelcorteylamagulladuranoestáncubiertosdeltodo.
Lemirolasmanos,yveoquetambiéntienelosnudillosencarneviva.
Anochenoteníaesaslesionesy,mientraslomiro,tengolacertezade
queyosoylacausa.
Nosémuybiencómomehacesentireso.
Puedequeestéherido,perodesdeluegonopareceunavíctima.
Porelcontrario,esunhombrehabituadoaconseguirloquequiere,ysé
queahoramismoestáhaciendoprecisamenteeso.
—Starkesunhombrepoderoso—declara,ysevuelvehaciamí—.No
quieroquetengaunamalaopinióndemíporquepiensequeherechazado
suproyecto.
—Notelocreesnitú—replico—.RechazasteelresortdelasBahamas
sintansiquierapestañear.
Seencogedehombros.
—Puede que estuviera hasta el cuello de trabajo. Puede que las
condicionesfueraninaceptables.
—O puede que dijeras a Stark que no te interesaba participar en un
proyecto de International Stark. Que hace mucha sombra con sus
influencias.
—Cierto—reconoce—.Pero¿noteparecerazonablequeahoraquiera
demostrar al señor Stark que me precipité? Porque la verdad es que yo
tambiénsoymuyinfluyente,ysihagoestoalalargaseconocerácomoun
proyecto de Jackson Steele. —Me mira a los ojos, sin emoción, pero
tuercelabocalosuficienteparadejarclaroqueestádivirtiéndose—.¿No
estásdeacuerdoconmigo?
Tal y como me ha restregado mis palabras por la cara, difícilmente
puedodiscrepar.
—Estoylistoparaponermeatrabajardeinmediato—continúa—.Stark
tenía que saberlo. La única duda es si los términos del acuerdo me
convienen, y tengo entendido que eso es lo que Stark te pidió que
resolvierasconmigo.
Es cierto. En un principio Damien dejó en mis manos decidir las
cláusulasdelcontratoconGlauyahorasesuponequetengoquehacerlo
mismoconSteele.
Quécuriosoqueyasepacuálvaasernuestropuntodefricción.¡Yo!
Susonrisaestanradiantecomopresuntuosa.
—Si al final no conseguimos ponernos de acuerdo, puedes
comunicárselo.PeroalmenosmeirédeaquísabiendoqueDamienStark
noignoraqueestuvedispuesto,poruntiempoalmenos,atrabajarensu
resort.Inclusoilusionado—añade,ymemiradearribaabajo.
De repente siento un placer sensual que juro que no deseo sentir. No
quierocaerensusredes.Loquequieroesecharacorrer.
Me obligo a erguirme en toda mi estatura. A hablar con claridad y
sequedadapesardelosnervios.Y,sí,apesardemiodiosodeseo.
—¿Porquélohaces?
—Ya lo sabes —responde, y viene hacia mí a grandes zancadas. Me
quedodondeestoy,combatiendoelimpulsoderetrocederyagarrarmeal
mueblequetengodetrás—.Porquetedeseo,Sylvia.
Alargalamanoymepasaeldedoporlaclavículamientrasmeesfuerzo
pornoestremecermeconsucaricia.
—Te quiero desnuda —susurra con una voz tremendamente seductora
—.Tequieroexpuesta.Tequieroabiertaamí.Ycreo—añadeenuntono
quenoadmitediscusión—quetútambiénmedeseas.
Exhalodespacioymeobligoamirarlo.
—Malditosseas,JacksonSteele.
—Unaveztedijequesoyunhombrequepersigueloquequiereyeso
continúa siendo cierto. Pero tengo una pregunta para ti, Sylvia. ¿Eres tú
una mujer que hace lo mismo? Afirmas que quieres este proyecto, el
resort. Demuéstralo. Que sea tuyo está en tus manos. Ahora mismo el
únicoobstáculoerestú.
Nodigonadaporquesihablotengomiedodeloquepuedodecir.
Susojos,cualfuegoazul,seclavanenlosmíos.
—Estanoche.Alasocho.Tequierolistaparamí.
En cuanto abro la puerta de Totally Tattoo los colores chillones y la
músicaestridenteagredenmissentidos.
—¡Sylvia!
Joymechocaesoscincocuandomeacercoalavitrinaacristaladaque
sirvetantodemostradorparalacajaregistradoracomodeexpositorpara
losdiversosarosybarrasdelsalón.Cassnoponepiercings,perocontrató
aJoyhacepocomenosdeunañoyambasestáncontentasconelarreglo.
—¿Cuándo vas a ponerte un piercing en la lengua, colega? —me
preguntacomohacesiemprequeentro.
—Másbiennunca—respondo…comohagosiemprequevengo.
Enteoríanotengonadacontralospiercingsenlalengua.Enlapráctica
soydemasiadocagada.
—Llegasprontísimo,pero¡yacasiheterminado!—gritaCassdesdeel
fondo.
Joysevuelvehaciamí.
—Casscasihaterminado.Dicequepuedespasar.
—¡Puedespasar!—repiteCassdesdeelfondodelsalón.
IntercambiounasonrisaconJoyyvoyasumesa.
Casssehalevantadoyestáquitándoselosguantesdelátexmientrassu
cliente,unhombrealtoycalvoconunosbrazosqueparecenpantorrillas,
estádepieconeltorsodesnudo,admirandoelenormedragóndecolores
quemiamigalehatatuadoenlaespalda.
—Estágenial—digo.
—Esunapasada—asienteelhombre.
—Está genial de momento —rectifica Cass—. Ven dentro de dos
semanas,Gar,yveráscómocobravida.
—Tienes razón, Cass —reconoce el cliente, antes de ponerse una
camisetaconunlogoquenomesuenadenada,aunquesupongoqueesde
unabandadeheavymetalodealgunamarcademotocicletas.
—Esunamor—diceCassencuantoeltalGarsehaido—.Quieretener
el tatuaje terminado antes de casarse, en enero. Supongo que se van de
lunaamielaCozumelyleapetececausarsensaciónsivaaestarcasitodo
eltiemposincamiseta.
Mientrashablalimpiasucabina,yyo,sinquitarleojo,mesientoenla
mesaymepongocómoda.
—Dame diez minutos para recogerlo todo y podremos salir. Hoy no
tengomásclientes,yTamraestáaquíporsientraalgunodelacalle.
MiroalrededorbuscandoalaesquivaTamra.
—¿Estáescondidadebajodeunadelasmesas?—pregunto,locualno
estotalmentedescabelladoyaqueTamraeslamujermásmenudaquehe
vistonunca,bajitaydelgada,aunquemuybienproporcionada.
—Qué graciosa. No, está en la trastienda. En fin —continúa Cass
alzando la voz para darme a entender que me perdona por mi absurda
interrupciónperoquequizánoserátanmagnánimasivuelvoahacerlo—,
meapetececomerconalcoholydespuéscomprarsininhibiciones.
—¿Yelalcoholeslaúnicamaneradequeaflojeslamosca?
—Desde luego. Y tengo que ir de compras porque necesito un disfraz
paraHalloween.
—¿Enserio?
Desdequelaconozco,Cassllevatodoslosañoselmismodisfraz.Una
falda de flores estampada, una camiseta lisa de color rosa y zapatos de
tacóndeagujadecasiochocentímetros.Sudisfrazdechicahetero.
—Zeedaunafiesta—dice—.Tengoquellevaralgonuevo.
Ladeolacabeza.
—¿Enamorándotedealguienquenotienetusentidodelhumor?
—Solo soy precavida —arguye, un poco avergonzada—. Me gusta,
¿vale?
Asiento.LopocoquehevistodeZeetambiénmehagustado.PeroCass
es un pelín alocada, un tanto excéntrica y nada convencional. Le da lo
mismovestirseconropafemenina,grunge,dedeporteoelegante,ytiene
casitantasreglasasociadasasusexualidadcomogerminadodetrigotiene
ensucocina.Queesnadaenabsoluto.
SiledamiedoqueaZeenolegustesudisfrazdechicahetero,esome
preocupa.
—Tranqui,mamá—dice—.Soloquierocambiar.Novianueva.Disfraz
nuevo.Nosehundiráelmundoporeso.
—Pues estupendo —convengo—. Y, en ese caso, ojalá encuentres un
disfrazalucinante.
—Tecayóbien,¿verdad?
Una vez más la miro de reojo, porque Cass no es la clase de persona
que necesita la opinión de nadie para estar con alguien. Así que, una de
dos,oestálocaporesachicaonolotienenadaclaro.
Comonolastengotodasconmigo,decidonodarmásvueltasalasunto
yapoyarlacomohacenlasbuenasamigas.
—Mecayómuybien—respondo,ynomecuestanadadecirloporque
esloquepienso—.¿Aquésededica,porcierto?
—Es copropietaria de un restaurante. Mola, ¿eh? O sea, me encanta
comer.
Echounvistazoasucabina,dondesueletenerdosbotescon chuches.
En uno hay gominolas y en el otro barritas de chocolate. Sus gustos en
cuestióndecomida—ladeverdad—nosonmuydistintos.
—¿Estás diciendo que en su restaurante sirven bollos congelados y
cerealescrujientesCap’nCrunch?
Me mira con el ceño fruncido mientras lo revisa todo por si se ha
olvidadodeguardarolimpiaralgúnutensilio.
—Loscerealessonuncomponentefundamentaldeunodelosgruposde
alimentosbásicos.
—Por supuesto —convengo—. Igual que el vino puede incluirse en el
grupodelasfrutas.
—Sí.Exacto.
—Pues si tiene un restaurante, deberías preguntarle por el tema de la
franquicia.
CassquiereexpandirTotallyTattoportodaCaliforniayquizátambién
porotrosestados.Seestáplanteandocrearunafranquiciayledijequele
conseguiría una reunión con uno de los abogados de Bender, Twain &
McGuire, el principal bufete de Stark, para que analicen juntos sus
opciones.
Cassalzalavistadelamesaqueestálimpiando.
—Muy buena idea. Aunque no creo que su restaurante sea una
franquicia.
—No pierdes nada preguntando —arguyo—. La información siempre
va bien. Además, si hablas de eso con ella en su restaurante, a lo mejor
comesgratis.
Meríoparaqueveaqueesbroma.Ensumayorparte.
—Mierda.Vayahambremeestáentrando.¡Démonosprisa!
—Sí,porcierto…
MeinterrumpoconunamuecayCasssedetieneenseco,conlasmanos
enlascaderas.
—Venga,suéltalo.
—Elcasoesquenecesitoquemehagasuntatuaje.
—Malapécora.Medijistequenotehabíasacostadoconél.
—Ynolohehecho.Telojuro.Estonoesporsexo.Espor…—Inspiro
hondo—.Vale,estoesloquehapasado.
Lehagounresumenyveocómolosojosseleagrandancadavezmás.
—Elmuycapullo…
—Ya le he llamado eso —reconozco—. Además de otras sutilezas
parecidas. —Subo los pies a la mesa y me rodeo las rodillas con los
brazos—. Me ha tendido una trampa y me está utilizando, Cass. Me está
utilizando,yquierotatuarmeunaputacadenaporqueestoydejandoquelo
haga, y eso es algo que juré que jamás volvería a permitir. Pero aquí
estoy,cediendo…Esquenopuedorenunciaralresort.
Cierro los ojos con fuerza, obligándome a llorar. Deseando llorar. Y
sinpoderderramarunaputalágrima.
«Nitansiquierapuedoeso»,pienso.Nitansiquierasoycapazdealgo
taninsignificantecomodesahogarmellorando.
—Me tiene bien pillada —digo, y abro los ojos para mirarla—. Una
cadena.Quierounacadena.
—¡No!—LaexpresióndeCassestanferozcomosuvoz—.No,nisete
ocurra enfocarlo así. Podrías renunciar. Pero el resort significa mucho
para ti. Así que eres tú quien lo está utilizando. Tú —repite, y me da un
toque en el hombro con el dedo—. Tú lo estás utilizando a él. Lo estás
utilizandoparaconseguirloquequieres.
—Elresort—digo—.Quieroelresort.Yestoytrabajándomelo.
—Sí, joder. De igual forma que al principio le propusiste la idea a
Stark. Estás haciendo todo lo necesario para que el proyecto se lleve a
cabo.Tuproyecto.
—Sí —declaro, porque me gusta cómo piensa—. Pero, con mi
proyecto, Jackson y yo casi vamos a ser inseparables. Esta noche nos
vemos—añado—.Ymañanatambién.
Enarcalascejas.
—Esperasnodormirentodalanoche,¿eh?
Mepasolalenguaporloslabios.
—TeniendoencuentalascondicionesdeJackson,¿nocreesqueseríalo
lógico?
Haceunamueca.
—Perdona.
—Tranquila.Además,nomereferíaaeso.—Mecallounmomentopara
queelefectoseamayor—.NikkiyDamiennoshaninvitadoatomarunos
cóctelesmañanaporlatarde.Ensucasa.EnMalibú.
—¿Enserio?
—Nikkimehallamadocuandoveníahaciaaquí.Yahabíapreguntadoa
Jackson. Solo será un picoteo con copas, ha dicho. Para celebrar que el
proyectosigueadelante.Yyadeberíahabérmeloimaginado,porqueeste
trabajo es así. Soy la directora del proyecto y vamos justos de tiempo.
Tendremosquetrabajarbastanteestrechamente.
Respiro hondo, porque lo cierto es que, si pienso en el ultimátum de
Jackson,novaahabermuchosmomentosdesdeahorahastalaconclusión
delproyectoenlosquenoestemosjuntos.
—Inseparables—repito—.Asíquequieroquemetatúesunacadena,en
serio.
—Nihablar,Syl.
—¡Malditasea,Cass!
Meconoce.Sabequelonecesito.
Pero,antesdequepuedaecharleunabronca,alzaunamano.
—Tienes que creértelo. Como he dicho, tú eres quien lo utiliza. Tu
resort.Tuproyecto.Asíquenotetatuaréunacadena.Tetatuaréunallama.
—¿Unallama?
Sonríeconunapizcadepicardía
—Huirdelfuego,nena.
Merío.Nopuedoevitarlo.
—¿Paracaerenlasbrasas?
—Sí,joder.
Inspiroyasiento.
—Sí—acepto—.Creoqueesopuedosoportarlo.
10
A lfinalCassyyonovamosnidecopasnidecompras.Hayunlímiteen
la cantidad de alcohol que debo ingerir si quiero seguir sintiéndome
seguraconJackson.Y,aunquepodríaocultarmebajoundisfraz,creoque
en este momento siempre puedo confiar en la minúscula pero brillante
llamaquellevotatuadaenelladodemipechoizquierdo.
Asípues,cuandoZeehallamadoaCassparainvitarlaapasarlatarde
viendolateleenelsofá,nomehaimportadosepararmedeella.
Ahoranitansiquierasonlasseisyyaestoyencasa.Ymientrassuboen
ascensoramipisodelaterceraplantamealegrodetenermástiempodel
que esperaba. Jackson ha dicho que pasaría a recogerme a las ocho. De
manera que tengo dos horas para relajarme. Y espero que para
reconciliarmeconmidecisión.
Introduzco mi clave en el panel, oigo el conocido chirrido de las
cerradurasyabrolapuerta.Pesealasmontañasdecajasdeembalajeque
estropeanelpaisajedemisalón,miestadodeánimoenseguidamejora.El
pisoesminúsculo,peroestodomío.Bueno,míoydelbanco.
Damien me dio una prima al nombrarme directora del proyecto y me
lancédecabezaalmaravillosoeimprevisiblemundodelospropietarios
deunavivienda.Ahorasoydueñayseñoradeunpisodesesentaycinco
metros cuadrados situado sobre un centro comercial en Third Street
PromenadedeSantaMónica.Yaunqueelaccesoalastiendasessinduda
unaventaja,lomejorsonlasvistas.
Todalapareddelfondofuncionacomolapuertadeungaraje.Bajada,
esunmosaicodepanelesdecristalmuychulo.Subida,proporcionamás
espaciohabitablealabrirseaunbalcóndesdeelquesevenlascallesyel
martrasellas.Y,porsupuesto,permitelaentradadeunacorrientedeaire
muyagradable.
Pulso el botón instalado junto a la puerta del apartamento, y me río
comounatontacuandoelmecanismoseponeenmovimientoylapared
delfondocomienzaasubir.
Perodespuésmequedoahíparada,sinsaberquéhacer.
¡Jackson!
Va a venir dentro de solo dos horas. Y, sí, puede que esté resuelta a
utilizarlo antes de que él pueda utilizarme a mí, a tratarlo únicamente
como a uno de los hombres cuyas iniciales llevo tatuadas en mi cuerpo,
peroesonocambiaelhechodeque,alfinal,seránsusmanoslasqueme
acariciarán.Serásubocalaquemebesará.
Y,oh,Diosmío,serásupollalaquemepenetrará.
¿Ylaretorcidaverdad?
Aunquemehaapretadolasclavijasyhautilizadosusmalasartespara
meterseenmicama,nopuedonegarqueloquieroahí.Ymeodiounpoco
poreso.
Mimóvilseponeasonaryagradezcoladistracción.Aúnloagradezco
máscuandoveoenlapantallaquelallamadaesdeJamie.
—Hola,¿quétal?
—Te llamo para avisarte de que te he mandado una invitación por
correoelectrónico—dice.
—¿Me llamas para decirme que me has mandado un correo
electrónico?
Nocabedudadequeesraro,peronomesorprende.ConocíaJamiea
travésdeNikkiymecayóbiendeinmediato.Diceloquepiensaynotiene
pelos en la lengua y, como amiga, no hay nadie más fiel que ella. Y,
además,cuandobebeseponemuychistosa.
—Quieroasegurarmedequenotehallegadocomocorreonodeseado.
EsunainvitaciónamifiestadeHalloween.Faltantressemanas—explica
—.Asíquetienesunmontóndetiempoparaencontrareldisfrazideal.
—Parecedivertido—digo,ylopienso.
—Puesclaro.Serálaprimerafiestaquedaréenmiapartamento.Bueno,
desde que he regresado —se corrige. Jamie alquiló su piso cuando
regresó a Texas para vivir un tiempo con sus padres. Pero ya está de
vuelta,intentandotrabajarcomoactrizysaliendoconRyanHunter,eljefe
deseguridaddeStarkInternational.
—¿Asíqueyaestásotravezinstalada?
—Oh, sí. Alquilé el apartamento amueblado, con la cocina equipada y
todalaropadecasa.Asíquecuandoelinquilinosehaidoyhevueltoyo,
hasidocomosimehubieraidodevacaciones.Coserycantar.
Miro mi montón de cajas de mudanza mal etiquetadas y hago una
mueca.
—Creoqueahoramismoteodio.
—¿Necesitasayuda?
—No—respondo—.Loharéyo.
—Bien,porquehoynopiensohacernadaapartedequedarmedesnuda
enlacamavagueandoymandandoinvitaciones.
—¿EstáRyancontigo?—pregunto.
—Asíes.
—Entonces,apuestoaquenosoloestáis…vagueando.
—¿Ves?, por eso trabajas para un tío como Damien. Eres un genio. A
propósito,hevistotusfotosdelestreno.Molancantidad.
—¿Lasdelperiódico?
—Elvestidoesunapasada—dice—.Yquéastucialatuya.
—¿Astucia?
—Nikki me ha contado la putada que os ha hecho el arquitecto. Y que
acabaste yendo al estreno para verte con Jackson Steele. Y lo
convenciste…
Hadichoestoúltimoenuntonomuyinsinuante.
—¿EsotehacontadoNikki?—pregunto,másavergonzadaaúnporlo
muchoquesehaacercadoalaverdad.
—Solo que lo convenciste —responde—. El tono glamuroso lo he
puestoyo.Ledajugo.
Pongolosojosenblanco.
—En fin, creo que ese tal Jackson es mucha mejor alternativa que
MartinGlau.
Meechoareír.
—Jamie,notienesniideadearquitectura.
—Cierto. Pero sé que Glau debe de tener unos sesenta tacos, está tan
redondocomoHitchcockytienepapada.¡Papada!YSteelesaleportodo
internet esta mañana y está cañón. Pero supongo que Irena Kent no
intimaríaconunadefesio.
—¿Quién?
—JacksonSteele.
—No,lamujer.¿HasdichoIrenaKent?¿Laactriz?
—Sí.
Frunzo el entrecejo. Por eso me resultaba tan familiar la morena
colgadadelbrazodeJackson.Recuerdoquéaspectoteníananocheyque,
cuandohevistosufotografíaenelperiódico,hesentidoalgoparecidoa
unapuñalada.
Me digo que no voy a preguntarle por eso, pero, por supuesto, hago
justolocontrario.
—¿Aquéterefieresconintimar?
—Serumoreaquesalenjuntos—respondeJamiey,teniendoencuenta
quefrecuentaelcírculodeHollywood,debedeestarinformada.
—¿Salenenserio?
Mearrepientoencuantolosuelto.NoestoyconJackson,dejandoaparte
nuestroabsurdopacto,ynotengoningunaintencióndeestarconél.Así
quenoesasuntomíoconquiénfolla.
—Nocreo—respondeJamie,ysientounalivioquemeincomodapero
esinnegable—.Sitesoysincera,creoquelegustalaprotagonistadeesa
película que están haciendo sobre la casa que construyó en Santa Fe. Ya
sabes,laquesaliótantoenlaprensadelcorazóndespuésdequelafamilia
seinstalara.Sexo,asesinatoysuicido.
—Conozco la historia —digo—. Y estaba enterada de que en
Hollywood se hablaba de rodar una película centrada en Jackson. Pero
ignorabaqueerasobreesacasa.—Confranqueza,noestabaseguradepor
qué habría de serlo. El asesinato y el suicidio sucedieron cuando la casa
estaba terminada y Jackson ya se había ido para conquistar su siguiente
montedepiedrayacero—.¿Porquédiablosnomeheenterado?
—¿Por qué ibas a enterarte? —replica, lo que es una buena pregunta
teniendo en cuenta que no sabe que en estoscinco años he leído todo lo
quesehaescritosobreJackson—.Creoquenoesdeldominiopúblico—
continúa—.Conozcoauntíoqueconocealtíoquereescribióelguión.Lo
están llevando bastante en secreto, según parece. Supongo que a Jackson
nolehaceningunagracia.Miamigomehacontadoquelamujersepuso
comolocaporsuculpa.
—¿Lamujer?
Estoycompletamentedesconcertada.
—La de la historia. La mujer que asesinó a su hermana y luego se
suicidó.FueporJackson.Almenos,enelguión.Enlavidarealnoestoy
segura.
Medoycuentadequeestoyagarrandoelmóvilcontantafuerzaquela
manomeduele.
—Oh, Dios mío —digo, porque no se me ocurre nada más—. ¿Es
cierto?Esdecir,¿quésignificaesode«porJackson»?
—Ni idea. Pero corre otro rumor de que molió a palos al primer
guionista.Tambiénsinconfirmar—señalaJamie.
NopuedoevitarpensarenelgenioquetieneJackson.Enelcortedesu
mejillaylodespellejadosqueteníalosnudillosestamañana.
—Pero lo que sí puedo confirmar —continúa— es que no quiere de
ninguna manera que la película se ruede. Sé que eso es así porque lo
representaunodeloscolegasdeOllie.
OllieeselabogadoqueesperopoderponerencontactoconCasspara
que despeje sus dudas sobre crear una franquicia. También es amigo de
Jamie.NoséquiéneselabogadodeJackson,peronoveomotivoalguno
para cuestionar la información de Jamie. En lo que a chismes respecta,
Jamietienemaderadedetective.
—Vaya desastre —opino, porque de momento es la única conclusión
quepuedosacar.
—¡Unputolíodelosgordos!—diceJamieentonoalegre—.Enfin,ya
hecumplidoconmiobligacióndedartetudosisdiariadechismes.Ahora
tengo que mandar otro millón de invitaciones y hacer otro millón de
llamadas. No tengo ni idea de cómo vamos a meter a tanta gente en mi
apartamento,pero¡loconseguiré!Teapuntas,¿no?
—Nomeloperderíapornadadelmundo.
—Estupendo.Ciao!Ygracias.
No estoy segura de cuánto tiempo me quedo de pie en el salón, sin
poderquitarmeaJacksondelacabeza,confusaporlaextrañamezclade
deseo, incertidumbre, angustia y expectación que siento. Pero no estoy
dispuestaaobsesionarmeduranteotrahora;dehecho,niunsolominuto
más.Demaneraquecojouncuchillodelacocinaycortolacintaadhesiva
deunadelascajasquetengoenlamesadecentro.
Como me mudé con prisas, no me molesté en etiquetar nada que no
fueranartículosdeprimeranecesidadcomolaropaolacomida.Porese
motivovaciarlascajasestanfrustrantecomoexcitante,porquenuncasé
cuándopuedoestarapuntodeabriruncofredeltesoro.
Enestacajaencuentromisfotografías.
Montones de fotografías de todos los tamaños, de grana pequeño
formato.Sacounascuantasymeestremezcoporlacoincidencia,porque
sonfotosdeledificioWinndeNuevaYork.Elimponentetestimonioque
JacksonconstruyóenManhattanyyofuiavisitarelveranopasado.
ViajabaportrabajoconDamienparareunirnoscondiversosejecutivos
delacostaEste.AúnnohabíavistoeledificioWinn,aunquehabíaleído
todoloquehabíapodidoencontrarsobreél.UnatardedijeaDamienque
meibademuseos.Noestoyseguradeporquélementí,laverdad,yaque
lociertoesquemefuialdistritofinanciero.Mequedéenlaotraaceradel
Winn,conlacabezalevantada,ysimplementemedejéllevarporelplacer
decontemplarsuslíneaspurasyperfectastocandouncielotanazulcomo
losojosqueyorecordabatanbien.
Y,sí,dealgúnmodoestarallí,alasombradeloqueJacksonconstruía,
fueunpococomoestarjuntoalhombredecarneyhueso.
Saqué montones de fotografías, pero cuando ahora las miro me doy
cuenta de que ninguna refleja ni por asomo lo que sigue tan vivo en mi
recuerdo.
Hablandodefotos…¡TengoquecambiarlahorademiclaseconWyatt
yNikki!
Pero antes de que pueda llamar a Wyatt suena el interfono. Ni tan
siquiera he empezado a arreglarme y me sobresalto un poco, pero me
relajoaliviadacuandounavozmasculinaanuncia:
—¡TraigounpaqueteparaSylviaBrooks!
Abro la puerta del edificio y cuando acto seguido abro la de casa un
mensajeroquellevaunosvaqueros,unasudaderaenormeyunagorrade
béisbolpuestademedioladoconellogotipodeunaempresadereparto
sale a toda prisa del ascensor y me entrega una caja envuelta en papel
blancocorrienteconunllamativolazorojoenlapartedearriba.
Debajodellazohayunatarjetaenlaqueleo:«Llévame».
Muyamipesar,sonrío.Perolasonrisasemeborraencuantoabrola
cajaylevantoelpapeldeseda.Unvestido.Mivestido…Esteesrojo,pero
es idéntico al amarillo con botones blancos que Jackson me regaló en
Atlanta.Mellevolamanoalabocaysemeescapaungemidoalnotarque
laspiernasmefallan.
Estoy junto a la mesa de la cocina y me sujeto en el respaldo de una
silla,porquenomecabeningunadudadequeestomeharápedazos.
YcomprendoqueesoesprecisamenteloqueJacksonintentahacer.En
definitiva,estoesunavenganza.Jacksonquierevengarsedemíporloque
sucedióenAtlanta.
Inspiro y espiro varias veces para intentar serenarme. ¿Quiere jugar
sucio?Puesqueleden.
Siquierejugar,deacuerdo.Jugaremos.
Voy al dormitorio. Tardo un rato, pero encuentro la caja con mis
prendasdelencería.Notengomucharopainteriorfashion,perosítengo
unconjunto.Unsujetadornegromuysexy,untangaminúsculo,unliguero
yunaselegantesmediasdeseda.
EselconjuntoqueJacksonmeregalóenAtlanta,ymealiviaencontrar
lasuavebolsarosaquecompréparaguardarlo.
Estuveapuntodetirarlosalabasura,tantoelvestidocomolasprendas
de lencería. Pero no lo hice. De hecho, el vestido amarillo está doblado
debajodelabolsarosa.
Piensoenponermeesteenvezdelrojo,perono.Yatengounplan,yes
mássutil.
No sé por qué no ha incluido lencería con el vestido rojo… Quizá
significaquenoesperanadaatrevido.«Metemoquesehaolvidado»,me
digo, y, en vez de enfadarme, esa posibilidad me entristece. Porque cada
momentoquehepasadoconJacksonestágrabadoafuegoenmimemoria.
Llevo cinco años aferrándome a esos recuerdos, rememorándolos para
serenarmecuandomesientosolayperdida.
Lonuestronoduró.¿Cómoibaahacerlocuandosoyuncasoperdido?
Pero al menos conservo esos recuerdos y sé que viví un amor perfecto
que,aunquebreve,fuedulceymaravilloso.
DuranteañosheestadoagradecidaaJacksonporhabermedejadoesos
recuerdos. He volcado el tiempo que pasamos juntos en fantasías
nocturnasysueñosdiurnos.Yloheconvertidoenunhéroe.
Un caballero, un protector. Un hombre dispuesto a sacrificarse para
protegerme.Melodemostrómarchándosecuandoselopedí.
EseJacksonjamástrataríadevengarseniintentaríadestrozarme.Eraun
hombredignodemisfantasías.
Ynoeselhombrequellamaráamipuertaestatarde.
«Tengo que recordar eso», pienso. Necesito tener muy claro que el
Jackson de ahora está jugando conmigo. Y, si quiero tener alguna
posibilidaddesobreviviraestecombate,tambiéntengoquejugarconél.
Másqueeso:tengoquevencerle.
11
Estoy en el corto pasillo que conduce a mi dormitorio cuando el
interfonosuenaalasochoenpunto.
Llevounratoaquí,mirándomeenelespejoconelvestidosinabotonar
ypuestaligeramentedeladoparaquelasprendasdelenceríasemevean
bien.Mepasolosdedosporlostatuajes,almenosporlosquevanadarme
fuerzaestanoche.
LallamaqueCassmehatatuadoenelpecho,unpocoresbaladizaporla
pomadaanalgésicaquehaaplicadoparacalmareldoloryprotegerla.
Elcandadoquequedaocultobajoelminúsculotanga.
Ylacintaconlasinicialesdeloshombresqueheposeído.
Porquetodosellosmerecuerdanqueséhaceresto.
Todos ellos son un símbolo de que puedo mantener la situación bajo
control.DequepuedodemostrarnosaJacksonyamíqueyosoyquienlo
utilizaaélparaconseguirloquequiero,ynoalrevés.
Empiezoaabotonarmeelvestido,esperandoqueelinterfonosueneotra
vez. Que Jackson vuelva a llamar enfadado porque ¿cómo me atrevo a
hacerleesperar?
Pero lo que oigo no es el interfono, sino un enérgico golpeteo en la
puerta, y me tenso porque esa pequeña desviación del plan es suficiente
paraponermelosnerviosdepunta.
«Serénate,Syl.Manténlaputacalma.»
—¡Unmomento!—gritoy,despacio,sigoabrochándomeelvestido.
No es que quiera hacerle esperar —bueno, eso sería un beneficio
añadido—,sinoporquelasmanosmetiemblantantoquetardomásdelo
habitual.
Respirohondovariasveces.Ymedirijohacialapuerta.
Antes de abrirla me pongo erguida. Quiero aparentar seguridad.
Indiferencia.Darlaimpresióndequeestosoloesunacitamásenundía
cualquiera. Pero todas mis buenas intenciones se van a hacer puñetas en
cuantoloveo.
Está apoyado como si tal cosa en el quicio de la puerta, y lleva un
pantalón caqui y una camisa vaquera descolorida. Se ha peinado hacia
atrásconfijadorytienelosojosocultostrasunasgafasdesolqueletapan
parcialmente el corte de la mejilla. No se ha afeitado, y tengo que
contenerme para no acariciarle esa barba incipiente que le confiere un
aspectoinclusomásvaronilyapetecible.
Sin decir una palabra se quita las gafas, y detecto tal picardía en su
miradaquecobroconcienciadelopocoquellevobajoelvestido.
Noeslareacciónquedeseo;estavezesélquiendeberíaderretirsepor
mí y no al revés. Así pues, ladeo la cabeza y adopto una expresión
impasible,esacaradepóquerquemehaayudadoasobrellevarmuchasde
lasreunionesdenegociosdeDamienenlasquedebolimitarmeatomar
notassinreaccionaralamarchadelasnegociaciones.
—¿Quiéntehaabierto?
—Soyunhombrederecursos—responde.
Pasajuntoamíparaentrarenelrecibidor.Nuestrasmanosserozany,
aunquenoquierosentirnada,nopuedonegarlaschispasqueestehombre
generaenmí.Medigoquenopasanada.Puedoutilizarlo.Puedodejarque
miatracciónporélmeespolee.
Ypuedodejarquesuatracciónpormíseasuruina.
—El vestido te queda precioso —dice mientras me examina con una
mirada tan incendiaria que es un milagro que la sangre no me hierva—.
Peroyalosabía.Terecuerdocomosifueraayer,vestidadeamarillocon
eseairetaninocente.Claroquetúnoteníasnadadeinocente,¿verdad?
Mi recibidor es minúsculo y me apoyo en la pared junto a la puerta,
sintiéndomeunpocoatrapadaconJacksonjustodelantedemí,tancerca
queinvademiespaciopersonal.Tancercaquepercibosuolor.
Tancercaquemeesimposiblenorecordar.
—Nomedigasquelohasolvidado.
Suspalabrassonuninquietantereflejodemispensamientos,ycuando
alargalamanoinspiroconfuerzaporquenoestoypreparadaparaqueme
toque. Pero no lo hace; solo quiere cerrar la puerta. Al reparar en ello
suelto el aire de forma entrecortada y me maldigo por sentirme tan
decepcionada.
—Pues yo no —continúa, nada preocupado, según parece, de que yo
todavíanohayaabiertolaboca—.Túdeamarillo,tanluminosacomoel
solqueentrabaporlaventanilladelcoche.Túdesabrochándoteelvestido
ymostrándoteamí.Tocándote,acariciándote.Ymeimaginabasamí,¿a
que sí, princesa? Yo ocupaba tu pensamiento. Yo te ponía cachonda. Me
necesitabas a mí. Abre los ojos —exige, y yo obedezco, sorprendida
porquenitansiquieramehabíadadocuentadequeloshabíacerrado.
Estátanpegadoamíquesientosucalor.Tancercaquemebastaríacon
inclinarmeunpocohaciadelanteparanotarlocalienteydurocontramí.
Hagojustolocontrario:meinclinohaciaatrásyapoyolaspalmasde
lasmanosenlapared,deseandocontodasmisfuerzaspoderhundirmeen
eltabiquedeyesoydesaparecer.
—Dimequelorecuerdas,princesa.Dimequerecuerdasloquesentiste.
Quiero seguir callada, demostrarle que, aunque crea que se ha hecho
conelcontrolnadamásentrar,noesasí.
Salvoque,porsupuesto,loes.Apesardequeconfiabaensercapazde
mantener el control, debería haber sabido que eso no iba a ocurrir. Lo
conozco,¿no?Ytambiénmeconozcoamí.
—Dímelo—repite.
Alzolacabeza.Lomiroalosojos.Yledoylarespuestaqueespera.
—Sí,lorecuerdo.Yrecuerdoquetútambiénmedeseabas.
—Sí.Y sigo deseándote. —Esboza una sonrisa astuta y algo pícara—.
Parecequeestoyapuntodetenerloquequiero.
Conlasuavidaddeunsoplodebrisadeverano,merozaelpechoconla
yemadeldedo.
Inspiro, resuelta a luchar contra el calor que me provoca incluso una
cariciatanleve.
—Creoquetútambiénvasatenerloquequieres,princesa.
—Yoquieroelresort,Jackson.—Lomiroalosojosymeasegurode
que los míos no transmitan nada que no sea frialdad calculada—. ¡El
resort! Y, al igual que tú, estoy dispuesta a hacer todo lo necesario para
conseguirloquequiero.
Peromispalabrasnolodesconciertanenabsoluto.Entodocaso,parece
divertido.
—Y por eso es rojo tu vestido nuevo. Has perdido tu inocencia,
princesa.
—Dejadellamarmeasí.
Ladealacabeza,comosireflexionara.
—Misreglas—dice—.¿Oyalohasolvidado?
—Malditasea,Jackson.
Noséporquémemolestaelapelativocariñosocuandosuscariciasno
lo hacen. En definitiva, «princesa» no es más que una palabra. Pero sus
caricias,ymireacciónaellas,lodicentodo.
Aun así, no me gusta que me llame así. Y me molesta tanto que me
separo de la pared y lo aparto para salir del rincón en el que me tiene
atrapada,dondemirostroymicuerpomedelatandemasiado.
Cruzo mi pequeño salón en dos zancadas y me detengo delante de la
puerta acristalada que da al exterior. Apoyo la mano en uno de los
cristalesymiroafuera.Ahíesdondequieroestar,noatrapadaaquídentro
con mi pasado y un hombre que aún deseo y ya no puedo tener. Un
hombre cuya mera presencia me vuelve loca cuando lo que necesito es
mantenermefríayracional.
Nooigosuspasos,peroveosureflejoynomesorprendocuandome
pone la mano en el hombro. De todas formas cierro los ojos para
defendermedelinesperadosentimientodenostalgiaqueseabatesobremí
cuandobajalacabezaymebesaenlanuca.
—Para—susurro.
—¿Quepare?Creoquelascondicionesdemiofertahansidoclaras.—
Da un paso atrás y se saca el móvil del bolsillo. Mira a mi reflejo a los
ojos—.Asíquedime,¿hemosllegadoaunacuerdo?¿Odeberíallamara
Damienparadecirleque,finalmente,nosoytuhombre?
—Malditasea,Jackson.¿Porquéhacesesto?
—Túyalosabes.
Niegoconlacabeza,aunqueesmentira.Porque,enefecto,losé.Espor
venganza.Esparacastigarme.
Mesalvédeuninfiernoúnicamenteparalanzarmedecabezaaotro.
—¿No? Pues entonces permíteme que te lo diga: hago esto porque
quieroquerecuerdes.
Vuelvearozarmeelcuelloconloslabiosyvasubiendohastabesarme
ellóbulodelaorejacontantasensualidadquetiemblodedeseo.
—Hagoestoporquequieroquesepasaloquerenunciaste.
Meacaricialoshombrosybajalasmanosporlasmangascortasdemi
vestido hasta tocarme la piel de los brazos. Continúa y, cuando por fin
alcanzamismanos,entrelazasusdedosconlosmíos.
—Quieroqueconozcaselfuturoquearrojasteporlaborda,princesa—
afirmamientrasmelevantalasmanosymelascolocasobrelospechos.
Tenso el cuerpo, presa de una vorágine de emociones y sensaciones.
Quiero desquitarme con él, mandarlo bien lejos porque sé de sobra a lo
querenuncié.Losé…igualqueséquetuvequehacerlo.
Pero,almismotiempo,quierofundirmeconél.Dejarquesuscaricias
me transporten a todos los lugares que he imaginado en estos últimos
cinco años. Permitir que me posea tan plena y completamente que acabe
consumida y ya no haya espacio para el miedo, las pesadillas ni los
recuerdos.
Esoesimposible,ylosé.
Aunasí,loquemásansíoahoraesenvolvermeensusbrazosybesarlo.
QuieroalJacksonqueunaveztuve,noalqueestáaquíhoy.Elquesolove
alamujerquelohizosufrirynoalaquepodríahaberseenamoradodeél.
Asípues,nohagonada.Mequedoquieta,esforzándomeporignorarla
sensaciónquemeproducensusmanosenelcuerpo,susmanossobrelas
mías.Intentandorespirar.Intentandocentrarme.
Poniendotodomiempeñoenrecordarquemiintenciónerallevarlas
riendasdelasituaciónypreguntándomecómoesposiblequetodosehaya
torcidotanto.
Porfinbajolasmanoshaciendofuerzaymeobligoadarmelavuelta
aunqueJacksonnoseaparta.Estátancercaquenuestroscuerposserozan
ytengoquealzarlacabezaparaverlelacara.
—Enrealidadsetratadeeso,¿no?Soloquierescastigarme.
—Joder,sí—responde—.Ycreoquetútambiénloquieres.
—¿Perdona?
—A lo mejor te sientes culpable por haber roto como lo hiciste. A lo
mejorporesohasaceptadomiscondiciones.
—Yonoheaceptadonada.Túmehaspuestoentrelaespadaylapared.
Por un momento me parece percibir compasión en sus ojos, pero
enseguidavuelvenaenfriársele.Bien.Quieroqueseanhielo.Quieroque
medejenhelada.Noquieroderretirmeporestehombre.Noquierosentir
este fuego. No quiero sucumbir a la culpa acerca de la que tanta razón
tiene.
—Te leo el pensamiento, princesa —dice por fin—. Y puedes jugar
conmigotodoloqueteapetezca,perolosdossabemosqueestáspeleando.
Pues ¿sabes una cosa? Yo también estoy peleando. Y no estoy
acostumbradoaperder.
Alarga la mano y, muy despacio, me desabrocha el primer botón del
vestido.
—¿Quéhaces?
—Loquetúmeestásdejandohacer.
—Yo…
—Entusmanosestáquemedetenga,princesa.Bastaconquelodigas.
Me paso la lengua por los labios, pero no me muevo ni protesto. Me
digoquenopuedoecharmeatrás;nopuedorenunciaralresort.
Peroesanoestodalaverdadylosétanbiencomoél.
Lociertoesqueyotambiénquieroesto.Y,comonoselopuedodarsin
sentirmemal,consentiréendejarquelotome.
—Buenachica.
Medesabrochaelsegundobotónyluegoelterceroparadescubrirmi
sujetador negro de media copa, la curva de mis pechos y mis pezones,
tremendamenteerectosysensibles.
—Lo que yo decía —murmura. Se inclina para apresarme el pezón
entre los labios. Me mordisquea la sensible carne y una explosión de
deseorecorremicuerpohastapalpitarmeviolentamenteentrelaspiernas
—.Ansíasestotantocomoyo.
—Eresuncabrón—digo,yélsoloseríe.
—Princesa,niteloimaginas.
Vuelveabesarmeelpechoymepasaloslabiosporelcanalillocamino
demiotropezón.
—¿Por qué no terminas de desabrocharte el vestido? —masculla sin
despegarloslabiosdemipiel.
—¿Qué?
No termino de asimilar lo que acaba de decir, al menos hasta que me
cogelamanoymelacolocasobreelcuartobotón.Luegonotosusdedos
subiéndomeporelcuerpoyacariciándomeelpezónquehaabandonado,
fríoyerecto,yaúnimpregnadodesusaliva.
¡Oh,Diosmío!
Mientrasmelomordisqueaotravezarqueolaespaldaycomprendoque
nosolopretendeexcitarmesinoposeerme.
Y,malquemepese,obedezcoymedesabrochoelvestidosinprisapero
sinpausa.Sigoconlaespaldapegadaalapuertaacristaladaporqueloque
estáhaciéndoleamispechosmeestávolviendolocaymedamiedoque,
sinesteapoyo,laspiernasmefallen.
Cuando casi he terminado de desabrocharme el vestido se aparta y, al
separarlabocademipecho,tengoquecontenermeparanogemirenseñal
deprotesta.
—Noteresistas,princesa—dice—.Loveoentucara,enelrubordetu
piel.Inclusoentusojos,veoqueintentasmostrartefríaydura.¿Esqueno
sabesqueveoloquequieres?¿Quesientoloquenecesitas?
Micuerpotraicionerosuspiraporrecibirsuscaricias,peromequedo
petrificada,incapazdeseguirleeljuegoynadadispuestaahacerlo.
—Adelante—continúacomosideverdadmeleyeraelpensamiento—.
Tócate.Enséñamecómotegusta.Enséñamecómoquieresqueteacaricie.
Niegoconlacabeza.
—Jackson.No.
—Misreglas,princesa,¿recuerdas?
Me quita el vestido despacio. Luego lo arroja hacia atrás y cae en el
sofá.Mequedoinmóvil,vestidaúnicamenteconmiconjuntodelencería
sexyymissugerenteszapatosrojosdetacón.
—Joder,erespreciosa…
Percibounaexcitacióntansinceraensuvozquenopuedoevitarsentir
queestoyalohevividoantes.Noeslaprimeravezqueestoyasí.Vestida
deestaformao,mejordicho,desvestidadeestaforma.Caliente,mojaday
anhelante,conlosojosdeJacksonfijosenmí,tanrebosantesdedeseoque
podríaahogarmeenellos.
Pero esa noche yo lo quería todo de él y no tenía miedo. Todavía. El
miedomeasaltódespués.
Estanoche,Diosmío,tambiénloquiero.Peroestoymuertademiedo.
—Adelante,princesa—repite.Mecogeunamanoymelaapoyaenel
vientre—.Quierovercómotederrites.
Lomiroalosojos,dondeesperoverfuego.Perosoloveolamáscara
deunhombrequeestácontrolandosusemociones.
Queleden.Simeobligaajugar,jugaréaganar.
—¿Esestoloquequieres?—pregunto.
Subolamanoyencuentroelpezónqueacabadeabandonar.Mecojoel
pechoymeloestrujo.Luego,tandespacioquecasimeexaspera,mepaso
eldedoporladuraareola.
—¿O quizá quieres esto? —continúo, y me aprieto el pezón entre los
dedosíndiceypulgar.
Respiroporlaboca,másexcitadapormiactuacióndeloquepretendía,
peroveoelbrillodeldeseoensusojos.
¡Objetivoconseguido!
—¿Tegustamirar,Jackson?
Bajo la otra mano por mi vientre hasta la cinturilla elástica del
minúsculo tanga y el triángulo de encaje que apenas me tapa el sexo. La
bajomásaún.
—¿O quieres más? ¿Es eso, Jackson? ¿Quieres tocarme? ¿Quieres
follarme?
Aprietalamandíbula.Veocómoselemuevelanuezaltragarsaliva.Y
saboreoelplacerdemitriunfo.
—¿Sabeslomojadaqueestoy?¿Lobienquemesiento?
No estoy mintiendo. Pese a la situación (quizá por ella, joder), mi
cuerpo me traiciona excitándose y, mientras me acaricio el clítoris, no
puedonegarqueaúnestoymásexcitadaporqueséqueestámirándome.
Me digo que no pasa nada. Mi único objetivo es no permitir que me
arrebate el control. Si de paso tengo un orgasmo, me limitaré a
considerarlounbeneficioadicional.
No aparto los ojos de él. Observo su cara y me complace ver que
mantienelamandíbulaapretada,unreflejodesusesfuerzospornoperder
elcontrol.
«Bien —pienso mientras me acaricio el sexo sin ningún pudor—. Lo
quieroapuntodecorrerse.Loquierofueradesí.»
Cierro los ojos y me insto a dejarme llevar. A desafiar los límites. A
desafiarloaél.
Peroentoncesmeagarraporlamuñeca.Y,cuandoabrolosojos,está
justodelantedemí.
—No—diceconvozautoritaria—.Esteorgasmomepertenece,nena.
Y,asísinmás,hadadolavueltaalatortilla.
¡Deacuerdo!Puesyovolveréadársela.
—¿Ah,sí?—digo.Alargolamanoylecojolapolla—.Entonces…esta
meperteneceamí.
Seríeydaunpasoatrásparasepararse.
—¿Creesquelaquemandaerestú?Piénsalobien,princesa.
Cuandolomiroalosojosmedoycuentadequesabedesdeelprincipio
loqueyosoloacabodecomprender.Quenotengoelcontrol.Quenunca
lohetenido.Yque,mientrasjuguemosaesto,élesquienponelasreglas.
—Prohibido tocarte —dice—. A menos que te toque yo. Pero no te
preocupes—añadealtiempoquemepasaundedoporelvientredesnudo
ylacurvademipecho—.Tengointencióndetocartemucho.
Susmanoselectrizanmipielsensibley,muyamipesar,echolacabeza
haciaatrásycierrolosojosanteestaexplosióndeplacer.
—Eres preciosa, maldita sea —masculla mientras me toca, acaricia y
excita—.Mepregunto…—Meponelamanoenelsexo—.Mepreguntosi
aúnsabestanbiencomoguapaeres.
Se arrodilla, agarrándome por las caderas, y con mucha suavidad me
besalaingle.Gimoyesperosentirsubocaenmisexo,perometortura
metiendoundedopordebajodeltangaymeencuentracaliente,húmeday
muydispuesta.
—Oh,sí—exclama—.Creoqueestotegusta.
Meatormentaconeldedo;melopasaporlasensiblecarney,cuando
melointroduceconbrusquedad,elcuerposemecontraealrededordeél
porquequieremuchomásqueestameraperomaravillosacaricia.
Cuando lo saca se pone de pie y me pasa el dedo con el que me ha
penetradoporloslabios.
—Chúpalo —exige, y yo lo hago con avidez, saboreando mi propia
excitaciónyviendoelreflejodelasuyaensusojos.
Un momento después retira el dedo y me coge la mano. Me lleva al
sofá, pero se detiene junto a la mesa de centro. Al principio me quedo
desconcertada, pero luego me doy cuenta de que ha visto las fotografías
quehayesparcidassobreella.
Hago una mueca, porque son un secreto que no estoy lista para
compartir.
Mesueltalamanoyseacercaalamesa.Miralaseriedefotografíasque
mehedejadoahíycogeunascuantas.
—¿Quiénlahasacado?—pregunta,ymeenseñaunafotodeledificio
delUnionBankdeLasVegas.
Semepasaporlacabezamentir,peroesafotoesimportanteparamíy
noquierorenegardeella.
—Yo.
Lomiroalosojosenactituddesafiante.
—¿Cuándo?
Nomemolestoenresponder;lafotografíalodicetodo.
—¿Fuistealainauguración?
—EstabaenLasVegasportrabajo.
Falso.EstabaenLasVegasporlainauguración.
Me mira durante tanto tiempo que creo que se ha dado cuenta de que
miento.LuegomeenseñalafotodeledificioWinn.
—¿Yesta?
—VoyaNuevaYorkconDamienconstantemente.Ysoyaficionadaala
fotografía.CreoquetelocomentéenAtlanta.¿Olohasolvidado?
—No he olvidado nada de Atlanta. —Habla en voz baja y firme, y no
despegalosojosdemí—.Niunsoloinstante.
Nodigonada,peromesorprendenotarmelabocaseca.
—¿Porqué?—pregunta—.Debedehabermásdeunadocenadefotos
deedificiosmíosenestamesa.Quierosaberporqué.
—YatelodijeenAtlanta:megustalaarquitectura.
—Quierolaverdad,Sylvia.
Mi nombre suena tan dulce en sus labios que flaqueo un poco en mi
actituddesafiante.
—Puede que no fuera del todo sincera cuando te dije que no había
seguidotucarrera.
Ladealacabeza.
—¿Túhicistetodasestasfotos?¿Demontonesdemisedificios?
—Megustalaarquitectura—repito.
Regresaalamesaysacaunpuñadodelasfotografíasquecontienela
caja abierta. Las primeras siguen siendo de edificios suyos. Pero debajo
encuentramisfotosdecasas.
Sacauna,dos,ocho,unadocena.Despuésdeesparcirlassobrelamesa
sevuelvehaciamí.
—Séquetegustalaarquitectura—diceconlavozteñidadeironía—.
Peronuncameparecióquefuerasaficionadaalasviviendas.
—Megustamirarcasas—arguyo,ymeencojodehombrosporque,en
realidad,esoestodo.
—¿Porqué?
—¿Acasoimporta?
Me acerco a la mesa y recojo las fotos: chalés modestos, grandes
mansiones, cabañas de madera, casas de adobe. Algunas situadas en
barrios elegantes, otras en arrabales. Algunas de lugares como
Brentwood,dondecrecí.
—Vuelvoameterlasenlacaja.
—¿Porqué?—vuelveapreguntar,estavezconmásdulzura.
—Nolosé.
Soloesmentiraamedias.Llevoañoshaciendoesto.Inclusocuandoera
pequeñarecorríaelbarrioconunacámaradesechable,ypuedopasarme
horas mirando una casa, inventando historias sobre las personas que la
habitan.Enlauniversidadestudiéfotografíaydediquébuenapartedemi
tiempo a inmortalizar casas. Ahora es tanto una obsesión como una
pasión.
No obstante, no explico nada de esto a Jackson y sigo sin darle una
respuesta.Lociertoesquedesconozcoporquélohago.Noestoysegura
deloqueesperoencontrarcuandomiroporelobjetivo.Soloséquenolo
heencontradotodavía.
Por un momento Jackson no dice nada y se limita a mirarme. Luego
recogemivestidodelsofáymeloda.
—Póntelo.
—Pero…
Mesientoconfusa.
—Son las ocho pasadas —dice, aunque su voz parece tan cansada que
bienpodríasermásdemedianoche—.Creoqueeshoradequetellevea
cenar.
12
Jacksonmehadesabrochadolafaldaytienelamanoenmimuslocuando
una camarera corre la mampara de papel para entrar en el íntimo
reservado.
Cuando lo hace Jackson se inclina hacia mí y me besa en la oreja
mientrasmesusurra:
—Silencio.
Al principio no entiendo a qué se refiere, pero, al momento, sube la
mano hasta tocarme el tanga. Me quedo inmóvil porque me aterra que
vayaahacerjustoloqueestoyseguradequehará.Y,aunquememuero
porcorrermealcojíncontiguo,unaminúsculaytraicionerapartedemí
quiereloquemeofrece.Unacariciaprohibida.Unplacersecreto.
«Diossanto,¿enquéestoypensando?»
Empiezoasepararmeenseñaldeprotesta,peroJacksonmemiraalos
ojos y niega con la cabeza de forma casi imperceptible mientras la
camera,vestidaconunquimono,haceunainclinaciónysearrodillacon
delicadezaalotroladodelamesa.Cuandodepositaunabonitabandejade
sushiysashimidelantedenosotrosJacksonmetelosdedospordebajodel
tangaparaexcitarmeyjugarconmigo.
Estamos sentados en un banco bajo y sin respaldo repleto de cojines,
conlospiesenelhuecoquehaydebajodelamesaarasdesuelo,eneste
lujosorestaurantedecomidajaponesadeBeverlyHills.
Es el tipo de restaurante al que los ejecutivos vienen a negociar
acuerdosmillonarios.Noeseltipoderestaurantequeescondelalujuriay
lapasiónenrinconesoscurosmientraselrestodelmundomirahaciaotra
parte.
Y,noobstante,aquíestáJackson,acariciándomeelclítorisconsuavidad
mientraslacamareranossirveotrovasodesake.
Y aquí estoy yo, mordiéndome el labio inferior, sin duda con las
mejillasalrojo,intentandoquedarmecompletamentequietamientrastodo
micuerpotiembladeplacer.
Deba o no estarlo, no puedo negar que estoy mojada, muy mojada. Y
que,ahoramismo,quieromás.
Jacksonnomedecepcionaycontengoungemidodesorpresayplacer
cuandomemeteeldedoantesdeagarrarmealcantodelamesaconambas
manos.
La camarera no deja de sonreír en ningún momento mientras recoge
nuestros cuencos de sopa vacíos, se levanta y se marcha sin decir nada
despuésdevolverainclinarseenlapuerta.
—Jackson…—susurrosunombreenuntonoquerayaenelpánico.
—Sigue contándome —dice—. ¿Cómo reaccionó Galway cuando le
comunicastequeStarkqueríacomprarlaisla?
Cuando hemos llegado al restaurante no sabía qué esperar. Jackson
habíacambiadodehumorenmipisoparapasardemostrarseexigentey
sexual a comportarse con ensayada educación, como si fuéramos una
parejaennuestraprimeracita,unpococohibidosentrenosotros.
Tambiénmehasorprendidoelrestaurantequehaelegido.EnAtlantano
fuimos a comer sushi, pero recuerdo que mencioné en una ocasión que
eramicomidafavorita.Hepensadoenpreguntarlesihaelegidoestesitio
a propósito, pero lo cierto es que prefiero creer que ha sido así a
enterarmedequesolohasidounameracoincidencia.
Hainsistidoenquenossentáramosjuntos,demodoquecadaunoloha
hecho en un cojín de colores en el lado de la mesa opuesto a la puerta
corredera.Desdeelprincipioesperabaquemetocara,peroélnolohacía.
En cambio, se comportaba con ensayada educación, preguntándome
adónde he viajado con la empresa, en qué consiste mi trabajo como
asistente de Stark, incluso cómo he acabado siendo la directora del
proyectodelresortdeCortez.
Y eso estaba desquiciándome un poco. Jackson no me tocaba. Se
mostraba conmigo como un perfecto caballero. Esta era, a todos los
efectos,unacitamaravillosa.
Eraloqueyomehabíadichoquequería:conseguirqueJacksonseeche
atrás en su absurdo juego. Poder trabajar juntos sin que manipule mis
emociones.
Ynoobstante…
Ynoobstante,ahíestabayo,apuntodecaramelo,desfalleciendocada
vez que se movía o me rozaba con la mano como por casualidad,
preguntándomesiporfinibaatocarme.
Tampoco me ayudaba estar segura de que Jackson me atormentaba a
propósito. Y, sin embargo, no tenía ninguna prueba de ello. Su
conversacióneraamenaysusmodaleserancorteses.
Aunasí,Jacksonestabavolviéndomelocadeformalentaymetódica.
—Entonces ¿tuviste la idea del resort solo por leer un artículo en el
periódico?—mehapreguntado.
Norecuerdohaberlerespondido,perodebodehaberlohechoporquede
loquesímeacuerdo,ymuybien,esdequemehapuestolamanoenel
musloyhaempezadoadesabrocharmeelvestidomientrasyoleexplicaba
cómo pasó Damien de su reunión sobre estrategias de inversión e
impuestos.
Me he quedado inmóvil, farfullando palabras. He tenido el absurdo
impulsodelargarme,pero,malquemepese,¿noeraestoloquedeseaba,
apesardemisensatezybuenjuicio?
Asípues,mehequedadoyhehablado,yseguíahaciéndolocuandoha
entrado la camarera y he comprendido que Jackson había planeado esto
desdeelprincipio.Nosololascaricias,sinolascariciasprohibidas.
Nosoloeldeseo,sinolanecesidaddecontenerlo.Denomostrarlo.
Y, mal que me pese, no puedo negar que, con este placer secreto, la
sensación de su dedo jugando conmigo, penetrándome, ha sido incluso
másincreíble.
—Galway —me insiste ahora mientras traza pequeños círculos con el
dedo alrededor de mi clítoris, una caricia que me impide pensar con
claridad.
—Jackson…
—Cuéntamelo—repite.
Y lo hago. Le hablo de la llamada telefónica, de cómo se rio Galway
cuandopensóqueDamienestabadebromaydesuconsiguientesorpresa
cuandocomprendióquesuintencióndecomprarlaislaerafirme.
—Starkpareceunhombrequeconsigueloquequiere—diceJackson.
—Loes.
—Yotambiénlosoy—susurraaltiempoquemeintroducetresdedos
parafollarmeconlamano,yyo,aunamipesar,empiezoaretorcerme,
deseando que me los meta más aún, intentando sentir el roce de su piel
contraelclítoris,mientraslacabezasiguedándomevueltasyconellamis
pensamientos.
—¿Quéesloquequieres?—preguntoconlavozentrecortadacuando
tengolasensacióndequemeenvuelveunavoráginedeplacer.
—A ti —responde—. A mi merced. —Y con esas sencillas palabras
retiralamanoymeniegaelplacer—.Creo—añade,comosinada—que
eshoradecenar.
Me paso la cena frustrada, nerviosa y cabreadísima. Me ha llevado al
bordedelabismoymehadejadoahíy,cuantomáslopienso,máscuenta
me doy de que la comida, aunque tenga todos mis rollitos y sashimi
favoritos,apenasmeatrae.
Encambio,hayotracosaquedeseomuchísimomás,demodoquedejo
los palillos y meto la mano izquierda debajo de la mesa para ponerla
sobresumuslo.Jacksonmemiraconelrabillodelojo,peronoprotesta.
Nitansiquieracuandosubolamanodespacio,cadavezmásarriba,hasta
encontrarsupolla,turgenteydurabajoelpantalón.
Sonrío, sintiéndome otra vez poderosa y al mando mientras se la
acariciodespacio.Luegosubolosdedosenbuscadelacremallera.
—Para.
Hablaenvozbaja,sinmirarme.
Encuentroelarodelacremallerayempiezoabajársela.
—¿Ysinoquieroparar?
—Pues no pares. —Se vuelve y me mira a los ojos. Su expresión es
fogosa,ytambiéndivertida—.Ellibrealbedríoeseso.
—Exacto—digo,contentadehabervueltoporfinlatortilla.
—Perositúnoparas,loharéyo.
Cejoenmiintentodebajarlelacremallera.
—¿Quéquieresdecir?
—Quetúdecides.¿Quieresquetetoque?¿Queteacaricie?¿Quetelleve
alorgasmo?
Norespondo,perohedejadodemoverme.
—¿Quieres que te dé placer, Sylvia? ¿O prefieres la satisfacción más
insulsadepensarquehasconseguidovencermecuandolosdossabemos
que,alfinal,tetendrédesnudayentregadaamí,saciadaysinfuerzas?Y
cuantomástecorrasenmisbrazos,másdulceserámivictoria.
Trago saliva porque no sé si ahora mismo sería capaz de articular
palabra,aunquetuvieraquehacerlo.
—Ríndete, princesa, y tendrás el orgasmo que antes te he negado. No
pares,yyoseréelúnicoquesecorreráenmuchísimotiempo.
Lecreo.Y,apesardequemegustaríatenerlafortalezadeterminarlo
queheempezadoyllevarloalorgasmo,desacrificarmipropioplaceren
arasdelavictoria,sencillamentesoyincapaz.
Retirolamano.
—Buena decisión —dice en un tono triunfal que deja patente su
excitación—.Teprometo,cariño,quenololamentarás.
Me señala la mesa con la cabeza y reparo en que hemos acabado de
comer.
—¿Postre?
Niegoconlacabeza.
—¿No? Yo sí quiero postre. Pero aquí no. —Me pasa el dedo por el
labioinferior—.Unmomento…
Sedirigehacialapuerta,laabreypidelacuenta.
Cuando regresa a la mesa la sintonía de la Guerra de las Galaxias
empiezaaatronarenmibolso.
Hagounamueca.Jacksonsehaechadoareír.
—¿EsYoda?
Pongolosojosenblancomientrasbuscoelmóvil.
—Mihermano.
Mirolapantallaypalidezcoalleerelmensajedetexto.
Hola,hermanita!
AdivinaquiénvuelveporfinasuqueridoEstadosUnidos.
Llegodentrodetressemanas,justoatiempoparaHalloween.
Merecogesenelaeropuerto?LuegovayamosdirectosaIrvine.
Mamáestácomounamotopreparándonosunacomilona.
Ypapádicequetambiéntevedemasiadopoco.
Tequiero,hermanamayor.
Teechodemenos.
Hastapronto.
—¿Pasaalgo?
Acabo de caer en la cuenta de que he estado mirando el móvil mucho
mástiempodelquesetardaenleerunmensajedetexto.
—Esto…no.Nada.Solodameunmomento.
Consigo sonreír mientras escribo la respuesta, pero me exaspera ver
quelasmanosmetiemblan.
Quéalucinequevengas!Estoyreunida,asíqueluegotedigomás.
Mandadatosdelvuelo;iréconglobos!
NoestoyseguradepoderiraIrvine.Hastaelcuellodetrabajo.
Besos.
MeobligoamiraraJackson,sonríodeorejaaorejayconsigodecir:
—¿Yahaspagado?
Dudauninstanteantesdeasentir.
—Podemosirnos.
Continúo sonriendo, haciendo todo lo posible por aparentar
normalidad,ysalgodelrestaurantedetrásdeél.
Origami es uno de los nuevos locales de moda de Rodeo Drive en
Beverly Hills y está a solo unas puertas del hotel Beverly Wilshire. A
nuestrallegada,Jacksonhaaparcadoelcocheenelhotelyyopensabaque
cenaríamosenunodesusincreíblesrestaurantes.Peromehasorprendido
cuandohemoscruzadoelvestíbuloparasaliralacalle.
Ahora estamos regresando al hotel y el mensaje de Ethan sigue
agobiándome,juntocontodaslastensionesylostemoresquemesuscita
lameraideadeveramispadres.
—¿Quiereshablardeello?
MevuelvohaciaJackson,sorprendida.
—Nopensabaqueconversarfuerapartedelprogramadeestanoche.
Selohesoltadoenuntonomásásperodelquepretendíaylolamento
deinmediato.Peseatodo,hepercibidopreocupaciónsinceraensuvozy,
aunque su objetivo de esta noche es castigarme, mi intención no era ser
desagradable.
—Perdona —digo—. Y no. Preferiría no hablar de ello. En serio —
añadoporquesé,porsuexpresión,quemelovaadiscutir.
Asiente a regañadientes y continuamos andando en silencio. Pero lo
extrañoesquemesientounpocomejor.Esunanochefrescaydespejada,
y corre una fragante brisa. Estoy en una de las calles más bonitas del
mundo,conescaparatesiluminadosquerebosanencantoyglamour.
Ypesealomuchoquelehehechosufrir,elhombrequemeacompaña
sepreocupapormí.Unpoco,almenos.
Eso me basta para disipar mi enfado y mis miedos. Tres semanas son
una eternidad, y esta noche no es momento para abrir la puerta a más
recuerdos.Además,francamente,yatengosuficientespreocupacionescon
Jackson.Nonecesitopensartambiénenmifamilia.
Frunzo el ceño cuando dejamos atrás la caseta del servicio de
aparcacoches.
—¿NovasacogerelPorsche?
—Todavíano—respondejustocuandounporterodelibreanossaluda.
Jackson me empuja con suavidad por la cintura y entramos en el
impresionante vestíbulo. La luz dorada que lo baña hace que el suelo de
mármol pulido brille de un modo que realza el emblemático dibujo
circularparecidoalsímbolodeunadiana.Enelcentrodelmismohayuna
mesa gigantesca con varios ramos de flores impresionantes que relucen
bajounadelasarañasdeluzmásornamentadasquehevistojamás.
—Meencantaestehotel—declaro—.Escomoretrocedereneltiempo
consumezcladeestilosclásicoyartdéco.
—Me alegro de que te guste —dice Jackson—. He pensado que
podemostomarunacopaaquí.
—¿Enserio?
Miroalrededorbuscandoelbar.
—No,enelbarno.
Seencaminaalarecepciónylosigoconciertacuriosidad,casisegura
dequeséadóndeva.
—Jackson Steele —dice a la recepcionista—. He reservado una
habitaciónestatarde.
—Por supuesto, señor Steele. —Le entrega una llave—. ¿Necesita
algunacosamás?
—Antestambiénhehabladoconelsumiller.Querríaquenossubierana
la habitación una botella de Petrus Pomerol de 1998. Con dos copas. Y
caviar,porfavor.
Alarecepcionistaselehanagrandadounpocolosojosysélarazón.
La Navidad pasada encargué quinientas botellas de esa misma cosecha
para que Damien las mandara como obsequio a algunos de sus clientes
másimportantes.InclusotratandoconlosmayoristasqueDamienconoce,
cadaunacostómásdemildólares.
—Desde luego, señor Steele —dice, como si acabara de acordarse—.
Haréqueselolleventodoarribaahoramismo.
«Arriba»resultaserelático,ydeboreconocerque,inclusodespuésde
todoloquehevistoviajandoconDamien,jamáshabíaestadoenunhotel
tanlujoso.Séquedeberíafingirindiferencia,peroconfiesoquelosojos
empiezanasalírsemedelasórbitas.Tanto,dehecho,quesigocercadela
ornamentada puerta de doble hoja cuando el camarero del servicio de
habitacionesllamaconlosnudillos.Meapartoparadejarleentrarconuna
mesita de ruedas en la que lleva el vino, dos copas y un espectacular
surtido de caviar. Jackson permite que el camarero descorche el vino,
perodeclinasuofrecimientodeservirlo.Y,encuantoelhombresehaido,
mellamaconundedo.
—Venaquí—dice,ynopuedoevitarpensarentodaslasposibilidades
queencierraesasimplefrase.
—Tienesunaideadevenganzamuyextraña.Micenafavorita.Unasuite
enelático.Caviar.Yunabotelladeunodelosvinosquemáspastacuestan
delmundo.
—Nosabíaqueeratancaro.
Melimitoaponercaradequetengomisdudas.
—Como he dicho, princesa, quiero que recuerdes todo a lo que
renunciaste.
—Malditasea,Jackson…—meinterrumpo.
—No. No quiero oírte decir que tenías que hacerlo. No quiero oírte
decirquelosientes.
—¿No? —Percibo exasperación en mi voz—. Entonces ¿qué diablos
quieres?
—Pensabaqueestabaclaro—respondemientrasllenaunacopadevino
yvienehaciamí.
Sedetieneasolounoscentímetrosymelaofrece.Tomounsorbo,sin
apenas paladear su increíble sabor. Estoy demasiado concentrada en
observaraJacksonparaprestaratenciónaalgotaninsignificantecomoel
vino.
Me está mirando de arriba abajo con la clase de intensidad que logra
queunamujersederritay,porsuexpresión,tengoclaroque,sibientiene
hambre,noesdecaviar.
—Quierollevarteallímiteymásallá—dice.Empiezaadesabrocharme
el vestido y, mientras me desnuda, me quedo inmóvil—. Quiero verte
perderelcontrol—continúa.Medesabrochaelsujetadorymeloquitasin
prisa—.Quierohacerquetecorras.—Mequitaloszapatosymebajalas
medias,medesabrochaelligueroydejaquecaigaalsuelo—.Y,princesa
—concluye a la vez que mete el dedo por debajo de la cinturilla de mi
tangaylaestiratantoquelagomaserompeyyomeestremezco,aunque
sigosinmoverme—,quierohacertegritar.
Agachalacabezaymebesa,condulzuraysuavidad,comounhombre
quebuscarefugio,enmarcadocontrasteconlabrutalidaddesuspalabras
ysuformadequitarmelaúltimaprendaderopa.
—Peroloprimeroesloprimero.
Sigoquieta,conlabocaardiéndomeporelbeso,sinestarmuysegura
de lo que acaba de suceder. Hace un momento Jackson estaba
seduciéndome con caviar y vino y ahora estoy desnuda, caliente y más
excitadadeloquequerríaporlarudezadesuspalabras.
—Venconmigo—dice.
Mellevaalpreciosodormitorio,quecombinatonosbeigeymarrones
conunapizcadecrema,yqueparecetancómodocomoelegante.
Meseñalalacamaconlacabezaymesientoenelborde.Memiraun
momento,comosireflexionaray,aunquetratodeleerleelpensamiento,
nosédescifrarsuexpresión.
Seacercaalaventanayapoyaunamanoenelcristal.Veosusojosenel
reflejoyséqueestáobservándome.
—Necesitoquemedigasunacosa.
Suspalabrasmealivianporqueahoraquizátendréunapistadeloque
estápasándoleporlacabeza.
—Claro—respondo—.Loquesea.
—¿Telosiguesfollando?
Habíaempezadoalevantarmedelpiedelacama,ayudándomeconlos
brazos, pero me flaquean las fuerzas y vuelvo a caer sobre el colchón.
Estoymásdesconcertadaqueenfadada,ymirespuesta,«¿Aquién?»,suena
confusaydébilinclusoamisoídos.
Seponedeespaldasalaventanayclavasuspenetrantesojosazulesen
mí.
—AhoraStarkestácasado—respondecomosiestuviéramoshablando
deltiempo—.Asíquequierosabersitelosiguesfollando.
Elenfadomeimpulsaaponermedepie.
—¿ADamien?¿Estásloco?Yojamás…
—Medejaste.
Sutonoysuexpresióncalmadoshandesaparecido.Ahoraestáfuerade
sícuandosalvalacortadistanciaquenosseparaparaencararseconmigo.
Noobstante,mienfadoesaúnmayor,ylairadelosdosseadueñadela
habitación y electriza el ambiente. Nos bastaría con encender una cerilla
paraquetodoardiera.
—HacecincoañosmedejasteparapoderfollarteaDamienStark.
Sinpensarledoyunabofetadaenlamejillaizquierda,justoenelcorte
aúnabierto.Esperoqueleduela.Esperoqueelputobofetónlopostrede
rodillas.
Me agarra por los brazos, con la fuerza suficiente para dejarme
moretones,ymeatraehaciaélconbrusquedad.Veosuferocidad,sientola
tormentaqueestágestándoseentrelosdos.Porunmomentonosésivaa
pegarme o a besarme, y más vale que no haga ninguna de las dos cosas
porqueestoytancercadeperderlosestriboscomoél.
Pero no hago nada; sé que no debo azuzar a un animal herido. Un
momentodespuésJacksonmeapartadeunempujón.
—¡Joder!
Mealejo,respirandodeformaentrecortada.Meapoyoenlacamaylo
observo mientras anda de un lado a otro. Recorre de lado a lado la
habitación,unavez,dos,hastaquevuelveadetenerseenlaventana.Hasta
que vuelve a apoyar la mano en el cristal, con tanta brusquedad que las
imágenes del cristal tiemblan como si la furia de este hombre hubiera
trastocadoelequilibriodelmundo.
Despacio,muydespacio,meacerco.Medetengodetrásdeél,tancerca
quemebastaríaconalargarlamanoparatocarlo,aunquenolohago.
—Yatelodije:mefuiporquetuvequehacerlo.
—TefuistedeAtlanta.Tefuisteatrabajarparaél.
—Sí. Porque, después de que Reggie me despidiera, escribí al
departamento de Recursos Humanos de Stark International para pedirles
que volvieran a tenerme en cuenta. Ya te dije que había mandado una
solicitudparatrabajarensuempresa.Ymedieronelpuesto.Alaantigua:
portenerunbuencurrículum.NotedejéporStark,yjuropormividaque
jamásmeheacostadoconél.
Meabraza,yelgestomesorprendetantoquesemeescapaungrito.En
cuantoabrolabocamebesa.Elbesoesviolento,casidoloroso.Nuestros
dientesseentrechocan,laslenguasnosqueman.Esposesión,nounbeso.
Una batalla, no seducción. Y cuando se aparta estoy jadeando, un poco
excitadaymuydesconcertada.
Y Jackson vuelve a ser el de siempre. Sereno y controlado como si
estosúltimosmomentosnohubieransucedido.
—Asíescomovaaserdeahoraenadelante.Túeresmía.Íntegramente.
Estaráslistaparamícuandoyodiga.Comoyodiga.¿Loentiendes?
—¿Tengoalternativa?
Nitansiquierasemolestaenresponder.Losdossabemoscuálseríala
respuesta.
—Túmbatesobrelacama—dicey,poruninstante,nomemuevo.
«Se acabó», pienso. Puedo marcharme ahora mismo y ahorrarme el
dolordemisrecuerdos.Elsufrimientodeestarconunhombrequesolo
quierecastigarmepornuestropasado.
Puedo irme… y puedo perder el resort, que es lo único que
verdaderamentemeimportadesdehaceaños.
Lo miro, porque no se me escapa la ironía. Porque hace cinco años
Jackson me importaba. Él doblegó el tiempo que pasamos juntos al
concentrar lo que a mí me pareció una eternidad de emoción en unos
brevesdías.
Pero eso es el pasado, y el resort es mi presente. Y no puedo
arriesgarmeaperderlositengolaoportunidaddesalvarlo.
Demodoquehagoloquemepide.Endefinitiva,esteeselacuerdoal
que hemos llegado. Y, sí, no puedo negar que, pese a los recuerdos que
temoquevolveránainvadirmissueños,quieroloquemehaprometido.
Quieroalcanzarelclímax.Y,Diosmío,quierovolverahacermepedazos
contraestehombreaunquenosearealyaunqueséque,alfinal,sufriré.
—Buena chica —dice en cuanto tengo la cabeza apoyada en las
almohadas—.Ahoraponlosbrazosencruz.
Obedezco,aunquenoestoyseguradequépiensahacer.Sinembargo,no
tardoendescubrirlo,porqueentraenelbañoysaleconlosdoscinturones
blancosdealgodóndelosalbornocesdelhotel.
Niegoconlacabeza,albordedesentirpánico.
—No.
Pero Jackson no se detiene. Me coge una muñeca y me la ata con un
extremodelcinturón.Ataelotroextremoalalámparadeparedquehay
juntoalcabecerodelacama.
—Jackson…
Miprotestapareceresonarenlahabitación.Sinembargo,éllaignora.
Rodealacamayrepiteelprocesoconmiotramuñeca.
Mepasolalenguaporloslabiosporquenomegustaestasensaciónde
vulnerabilidad.Juntolaspiernasygimoteocuandoélniegaconlacabeza.
—No—dice—.Sepáralasbien.Quieroverlomojadaqueestás.Quiero
vercuántomedeseas.
Tragosaliva,perosigocallada,porque¿quépuedodecir?Noobstante,
cuandomepasaeldedoporlapiernaylacarainternadelmusloelcuerpo
semetensa,ávidodemás.Jacksonesbozaunasonrisa.Yséquehavistolo
excitada que estoy. Que sabe cómo me pone. Que ha ganado de sobra
porque, por mucho que quiera controlarme, mi cuerpo reacciona por sí
soloyestoytremendamenteexcitada.
Me toca sin piedad, pasando los dedos por todos los recovecos de mi
cuerpo hasta que tengo la sensación de que la piel me arde, más aún
porquenopuedomoverme.Solopuedosometermeaestepalpitantedeseo.
Ycuandovaalsalónyregresaconunacopadevinoy un platito con
caviar no puedo evitar preguntarme qué nuevo tormento me tiene
reservado.
Porque,sí,esuntormento.
Despacio,meechaunasgotitasdelvinodemildólaresenelombligoy
lo prueba con la punta de la lengua. Me acerca la copa a la boca para
darme un sorbito y el cosquilleo de su intenso sabor en mi boca parece
corresponderseconelardordemicuerpoconsumidodedeseoporél.Y
cuando me pone una cucharadita de caviar en cada pecho y lo lame no
puedo evitar arquear la espalda por la arrolladora sensación de puro
erotismoquemeprovoca.
Luegobajaunpocomásymebesaelvientrehastallegaralsexo.Me
mira,sincompasión,antesdebesarme,oh,enmispartesíntimas.
—Paraserunhombrequequierecastigarme—musitocasisinaliento
—,loestáshaciendofatal.
—Telohedicho—masculla—.Quieroquerecuerdes.Quieroquesepas
lo que es el placer. Y quiero que pienses en todo lo que arrojaste por la
borda.
—Jackson…
Pero no me está prestando atención, y cuando su lengua vuelve a
arremetercontramiclítorisnitansiquierameimporta.Mellevaallímite,
obrandomagiaenmissentidosconlalengua,convirtiendomicuerpoen
mera sensualidad, en una masa de energía erótica que solo espera a
explotar.
Espera…ysigueesperando.
Y cuando Jackson aparta la boca, cuando se incorpora para mirarme,
estoyconvencidadequegritaré.
—Dimequéquieres,Sylvia.
Estantalatensiónqueperciboensuvozquenomecabedudadeque
quiere lo mismo que yo. Y yo lo deseo tanto que no me da vergüenza
decirloenvozalta.
—Fóllame.Porfavor,Jackson.Fóllame,ahora.
Bajadelacamaysequedadepiejuntoamí.Duranteuninstantecreo
quevaanegarnoselplaceralosdos.
—Porfavor,dimequetienesuncondón.
Porunmomentonoresponde.Luegosesacaalgodelbolsilloylopone
en la mesilla antes de quitarse la ropa. Vuelvo lacabeza y alcanzo a ver
quehadejadounacajadepreservativos.Perojuntoaellahayotracosa,
queeslaqueahoracoge.
Tardo unos segundos en darme cuenta de que es una venda para los
ojos.
—Oh,no—digo—.Nihablar.
—Oh,sí—replica—.Misreglas,¿recuerdas?Yahoramismoeresmía
—añade en tono sensual mientras me pasa los dedos por la piel—. Eres
míaparadarteplacer.Paraposeerte.Parafollarte.Yenestemomentono
quiero que experimentes nada sino la sensación de cómo te toco —
continúa cuando me tenso de deseo en respuesta a esa nueva táctica de
seducción—.Detenermedentro.Eresmía,recuérdalo,yestanochequiero
quelosepas.Deltodo,íntegramente.
Suspalabrasparecengolpearmeyresonarenmimemoria.
«Mientrasestásaquí,eresmía.»
«Eresmía,eresmía,eresmía…»
Unas palabras conocidas que me daban náuseas, pero ahora no puedo
negarqueestoymojada.Queardodedeseo.
Niquelamalditallamaquellevotatuadaenelpechonoesunsímbolo
dequemandoyo…sinodeque,sinotengocuidado,Jacksonmereducirá
acenizas.
Noprotestocuandoseinclinasobremíymevendalosojos.Elmundo
sequedaaoscurasy,comobienhadicho,solosoyconscientedeél.Desu
respiración.Desusmanostocándome.Desualientoenmipiel.
Meacariciaelcuerpoconlosdedosyloslabios,unadulceseducción
quenocesacuandovuelveasubirsealacamayelcolchóncedebajosu
peso.Luegoempiezaaacariciarmeelsexoconsuavidad,explorándomey
provocándome, excitándome aún más de lo que ya estoy. Abriéndome.
Preparándome.
Sinavisarmelevantalaspiernas,ymeestirocuandomelasponesobre
sus hombros. Se me escapa un grito al sentir su polla embistiéndome,
buscandolaentrada,ymerelajo,acogiéndolo.Deseándolo.
Ycuandomeagarradelculoymepenetrainesperadamentegritocomo
élqueríaquehiciera,extasiadaporlaincreíblesensacióndesentiraeste
hombredentrodemí.
Latieneenorme,peroestoytanhúmedaqueapenasmeduele.Empiezaa
moverse a un ritmo sensual mientras me sujeta por las caderas con una
mano para compenetrar mis movimientos con los suyos. De forma
simultánea me acaricia el clítoris con la otra mano, y me inunda la
arrolladorasensacióndesentirlodentroytenerelcuerpoenllamas.
Estoy rebosante de placer, loca de deseo. Y no ver nada no hace sino
aumentarlainmensidaddeloquesiento,talcomohadichoJackson.
—Córreteparamí—diceaumentandolafuerzaylaprofundidaddesus
embates—.Joder,Sylvia,quieroquetecorrasparamíahora.
Gritodesorpresacuandosientosuorgasmoyluegodeplacercuando
todo el fuego de mi cuerpo parece concentrarse en mi sexo y estalla en
chispasquemehacenperderelmundodevista.Arqueolaespalda,conla
sensacióndequepodríavolar,antesdecaersobrelacama,sindesearotra
cosaquenoseateneraJackonamilado.
Por un momento temo que no se acerque, que me castigue dejándome
solayatadaaestacama.Peronolohace,sinoquemedesatalosbrazosy
mequitalavenda.Yentonces,paramigratasorpresa,mebesaconternura
enloslabiosantesdeacostarseamilado.
—Ahoraduerme—dice.
Mequedorespirandodeformaentrecortada,conlaespaldapegadaasu
pecho,sientoelcuerpoexhaustoylamentesatisfecha.Ymesumerjoenel
calor de su abrazo y me duermo, en absoluto preparada para las frías
garrasdelosrecuerdosquemeinvadenyseapoderandemissueños.
MeveoconelvestidorojomientrasBobdavueltasalrededordemiotra
yo,queestádepie,bañadaporlatenueiluminación.
—Preciosa —me dice al tiempo que me hace fotografías—. Perfecta.
Ahoraañadamosunpocodesensualidadaestasfotos.
Miotrayoniegaconlacabeza.
—Nocreo…
—Chis… —Se acerca más—. Necesito que estas fotos llamen la
atención,¿ycómonoibanahacerlosisalestú?Inocenciamezcladacon
pasión.Ysihayexcitación…Oh,Elle,estafotocausarásensación.
Rozaelpezónconlamanoamiotrayoylaveoahogarungrito.Perono
losiento.Desdetanlejos,nosientonada.
Bobsonríelentamente.
—Ahílotienes.¿Loves?Eserubortanbonito.Lacámaraloadora.Yte
diréunsecreto,Elle:yotambién.Nohaymuchasniñasdecatorceañostan
maduras como tú. Con una sensualidad tan natural. Desabróchate otro
botónparamí.Paralacámara.
—Nolohagas—digoamiyodelvestidorojo.
Peroellasemuerdeellabioysellevalamanoalvestido.Yyoempiezoa
respiraraceleradamenteporqueconozcoesto.Lohevisto.
Recuerdoquésucede.CómoBobacabadedesabrocharleelvestido.Las
cosasquelediceparaquenoparezcanadamalocuandoloes.Loqueella
siente cuando él le pone las manos encima, cuando la toca. Cuando la
penetra.
Ylavergüenzayelodioquesientedespués.
Lorecuerdo,demodoquegritoporella.Chilloparaqueseresista.Para
quelodetenga.
Peronomeoigo.SoloBoblohace.Ycuandosevuelveconunasonrisa
triunfaleselrostrodeJacksonloqueveo.
Me incorporo en la cama. Me cuesta respirar y me sobresalto cuando
Jacksonmeacariciaelmuslo.
—¿Syl?—Suvozessoñolienta;sutono,preocupado.
Pero,envezderesponder,corroalsalónymepongoelvestidoatoda
prisa,ignorandomitangarotoysinmolestarmeenponermeelsujetador.
Me quedo quieta un instante, insegura; luego vuelvo a entrar en el
dormitorio de puntillas y hurgo en el bolsillo de su pantalón caqui,
buscandosucartera.Encuentroelbilletedelserviciodeaparcacochesylo
cojo,respirandoaúndeformaentrecortada.
—¿Syl?¿Quépasa?
Al alzar la vista lo veo parpadear después de encender la lámpara de
noche.
Elmiedoseapoderademíyapenaspuedorespirar.
Doy un respingo, y salgo corriendo del dormitorio y de la suite.
Aporreo el botón del ascensor y le ordeno mentalmente que me baje al
vestíbuloya.
Eljovendelserviciodeaparcacochesnomehacepreguntascuandome
traeelPorscheymealegrahabermeacordadodecogerelbolsoporque
asípuedodarlepropina.
Mesientoalvolante,pongolossegurosysalgodelaparcamientocomo
unabala.
Notengolamenorideadeadóndevoy.Soloséquequierohuir.
Pero,comoesmipropiapiellaquedeseodejaratrás,esovaaserme
imposible.Ysolopuedoesperarque,dealgúnmodo,consigaconducirtan
deprisaquelogredejaratrásmispesadillas.
13
A sciendo por el cañón de Coldwater tomando las curvas a toda
velocidad.Antemisojos,laluzdelosfarosconviertelacarreteradetres
carrilesenunsenderodecuentodehadasplagadodesombrasoscurasy
dedosdebrujasqueintentanatraparme.
Peronohuyodelassombras.NitansiquierahuyodeJackson.Nodel
todo.
HuyodeJacksonydemí,ydeestasituacióndesquiciante.
Porque,malditasea,loúnicoqueJacksonquiereescastigarme.Esolo
sé,¡losé!Y,noobstante,solotienequellamarmeconeldedoparahacer
quemederrita.
IgualquehizoBobtantosañosatrás.
¡Joder!
Estohasidounerror.Unerrorgarrafal.Nodeberíahabermeacostado
con Jackson jamás y, si la consecuencia era renunciar al resort, debería
haberme ido sin más. Porque no puedo ser esta mujer. No puedo ser la
chicaqueseentrega.Quecede.Tengoquemantenerelcontrol,porquees
laúnicaprotecciónquetengo.
Esotambiénloodio.
Así pues, sigo conduciendo, tomando las curvas a lo loco,
esforzándome por perderme en la emoción del peligro, enterrando mi
miedobajoestacorrientedepuraadrenalinayunaconcentraciónabsoluta.
Pero no me da resultado. Tengo demasiadas cosas en la cabeza, mis
pensamientos son demasiado incontrolables y, con un volantazo, me
desvíoaunapartaderoyfrenoenseco.ElPorschesedetienetancercadel
precipicio que, por un momento, me pregunto cómo habría sido salir
volandoparaluegocaeralvacío.
Apartoesaideademimente.Esonovaconmigo;yonosoyasí.Nohe
sidoasínunca.
Inclusocuandoeraadolescente,cuandodeseabaqueaquelloterminara
con toda mi alma, jamás quise acabar con mi vida. Preferí retraerme,
encontrarunlugarseguroyaferrarmeatalismanesquemeprotegierande
mispesadillas.
Durante toda mi vida he conseguido tener la situación bajo control
siempre…condosúnicasexcepciones:Atlantayestemomento.
YahoraJacksonSteeleestáenelcentrodelhuracán,haciéndomegirar
comosiyofueseuntrocitodecorchoflotandoenaguasagitadas.
Bajodelcoche,meacercoalbordedelprecipicioymirolaslucesdel
mundo.Lascasasdondepersonasfelicesduermenapiernasuelta.
Medoycuentadequeestoycelosa.Ysola.
Cierro los ojos porque, de repente, añoro a Jackson. Deseo que me
abraceymetranquilice.
«Erestonta—pienso—.Tontaderemate.»
El ronroneo de un motor me arranca de mis pensamientos y, al
volverme,veounsedánnegroentrandoenelapartadero.
Frunzoelceño.Nobuscocompañíaynosoyidiota.Soyunamujerque
estásolaenlaoscuridadjuntoauncochecarísimo.Loquesignificaque
eshoradeirme.
VuelvoasubiralPorsche,pongolossegurosydoymarchaatrás.
El sedán sigue en el apartadero, con el motor apagado y el interior a
oscuras.
Pero cuando giro el volante para salir a la carretera mis faros lo
alumbranuninstanteyveoalconductor.
¡EsJackson!
Mehaseguido.
Agarroelvolanteconmásfuerza.Temoquevoyacabrearme.
Pero, en vez de eso, me siento un poco menos perdida. Un poco más
protegida.
Y,poresemotivo,tambiénunpocoasustada.
Noregresoalhotel,sinoquevoyacasa.
Me parece que estoy sonámbula cuando me detengo en el recibidor y
pulsoelbotónqueabrelapuertadelpatio.Cuandoempiezaasubir,echo
andaralcompásdelmovimiento.
Ahoramismonotengolamenorideadeloquequiero.
No,esonoescierto.Losédesdeelmomentoenquelohevistoenel
coche.
QuieroaJackson.
Loquieroaquíamilado.Quieroquemeabraceymetranquilice.Pero
no puedo tener lo que quiero, no solo por este absurdo juego en el que
estamosatrapados,sinoporquelonuestronotienefuturo.Alfinal,élse
vengaráyseirá.Oyoloalejaré,miúnicadefensafrenteamismiedose
inseguridades, frente a esos espantosos demonios con los que no puedo
vivirycontralosquenosécómoluchar.
Enamboscasos,estarésola.
Yporesoestoyaquíenelpatio,arrebujadaenmimanta,conlosojos
cerradosporquetengolaesperanzadepoderconciliarelsueño.
«Sylvia.»
Sonríoydejoqueelsonidodeminombreensuslabiossecueleenmis
sueños. Noto el peso de una mano en el hombro, delicada pero firme, y
respirohondo.Estasnosonlasfríasgarrasdeunapesadilla;soneltacto
cálidoytranquilizadordelcaballeroquetanamenudoimagino.Cambio
deposturaymesubolamantahastalabarbillaporquequierosumergirme
enestelugarseguroquetanraravezencuentrocuandoduermo.
«Sylvia.Nena,despierta.»
Me despierto, confundida, y, al abrir los ojos, veo los ojos azules de
Jacksonmirándome,cargadosdepreocupación.
—Estásaquí—susurracondulzura.
—Yo… —Como no tengo la menor idea de lo que quería decir, me
interrumpo. Pero me obligo a incorporarme para mirarlo bien y
convencermedequenoesfrutodemiimaginación—.Mehasseguido.—
Enelcoche.Porlacarretera.
—Puesclaro.
Suvozessuavecomolabrisa.
—¿Cómo?
Esbozaunasonrisa.
—¿HasoídohablaralgunavezdeOnStar?
—Hasrastreadotucoche.
—TambiéntengounLexus—explica—.Hashuidodemíconuncoche
yyoteheseguidoconotro.
—¿Para asegurarte de que tu Porsche no corría peligro? —pregunto,
incapazdedisimularmitonodesafiante.
—No. —Me acaricia la mejilla con el dedo—. No estaba preocupado
porelPorsche.
—Peronohasbajado.Tehasquedadodentrodelcoche.
—Hesupuestoquequeríasestarsola.
—Ahoraestásaquí—arguyo.
—Hepensadoqueyallevabassolasuficientetiempo.
Le sonrío. Y hacerlo me resulta muy agradable. Luego me incorporo
máshastaestarsentadaenvezderecostada.
—¿Cómohasentrado?
—Has dejado la puerta del apartamento abierta de par en par —
responde—.Menosmalqueesteedificiotieneunsistemadeseguridady
nadiepuedeatravesarlaentradaexterior.
—¿Siguessinquererdecirmecómoloconsiguestú?
—Unmagonuncarevelasussecretos.—Estabaarrodilladoamilado,
pero ahora se levanta—. ¿Te encuentras mejor? —pregunta y, cuando
asiento,entraencasa.
Cambio de postura en la tumbona para ver adónde va. Empiezo a
asustarme porque temo que se vaya, pero me relajo en cuanto descubro
queestáfrentealanevera,cogiendoalgo.
—¿Un sacacorchos? —pregunta. Y de inmediato se responde—: Lo
tengo.Notepreocupes.
Unmomentodespuésregresacondoscopasdevinoblanco.Medauna
y, con la otra mano, acerca la silla metálica plegable que Cass sacó al
patiolaúltimavezqueestuvoencasa.
—Hemosterminado,Sylvia.
Pongolaespaldarecta.
—¿Qué?¡No!SelohasdichoaDamienyyo…yoheaccedidoa…ya
sabes.Malditasea,Jackson,¡nopuedesirteasí!Nopuedes…
Hago ademán de levantarme, pero me sujeta del brazo para
impedírmelo.
—No hablaba del resort —dice con calma—. Proyectaré un resort
magníficoparati.Mereferíaa…esto—añade,ynosseñalaalosdos.
Niegoconlacabeza,sincomprender.Porque,despuésdetodoloqueha
sucedido,novaacederentodassusexigenciasyultimátums,¿no?
¿Osí?
Cogesucopa,selevantaysedirigealabarandilla.Sedetieneahíysu
siluetaserecortacontraelcieloyagris.
—Mejodistebien,Sylvia,estanbásicocomoeso.Tedijequeestoera
porvenganza,yloes.Queríacastigartepordejarme.Pordejarmeporél,
porDamien,pensaba…YsabeDioscuántodeseabacastigarte.
—Peronolohice.Nodeesaforma.Yateloheexplicado.
—Ytecreo.Perohabíamás.Porqueseguíaqueriendoquepagaraspor
hacerme sufrir. Coño, por hacernos sufrir alos dos —dice, y no puedo
evitarhacerunamueca,porqueescierto—.Peronosoloqueríacastigarte.
—Tomaunsorbodevinoydejalacopa—.¿Necesitasquetelodigasin
tapujos? Pues lo haré. Te deseo, Sylvia. Con la misma intensidad que te
deseéenAtlanta.Yencuantotevienelteatrosupequeestabadispuestoa
hacerloquefueranecesarioparatenertecerca.
Suspalabrasquedansubrayadasporcadapasoquedahaciamí.
—¿Quería tu sumisión? ¿Te quería desnuda y dispuesta debajo de mí?
¡Joder, sí! Aún lo quiero. Pero eso no es todo. Quiero hacerte sentir.
Hacertereír.Quieroveresefuegoqueardeentuinterior.Quieroqueme
mirescomohicistehacecincoaños.¿Ysabésqué,Sylvia?Quieroquete
quedes.
Tengoelpechoencogidoymecuestarespirar.
—Peronoquieronadadeesosielprecioesquesufras.
Bajalamanoymecogelabarbillaconunaexpresióntantiernaqueel
corazónmedaunvuelco.
—Asíquenohabráningúntrato.Ningúnjuego.Ningunacondiciónpara
queyotrabajeenelresort.Seguiréhaciendotodoloposibleporseducirte
—añadeconunatiernasonrisa—.Peronopuedoserelqueteinflijamás
dolor.
Abro la boca para hablar, pero soy incapaz. Solo puedo mover la
cabezaconlaintencióndenegarloqueestanobvioquehavisto.
Mecogelamanoy,aunquenuestrosdedossonloúnicoquesetocan,
tengolasensacióndequemetransmitesufuerza.
—Me he fijado en el candado, el tatuaje, e imagino qué significa.
DeberíahaberlosupuestoenAtlanta.
Apartolosojos,incapazdesostenerlelamirada.
—Nodeberíastenerquesoportaresacarga.Ysiyotelahehechomás
pesada,losientomuchísimo.
Lomiroconunnudoenlagargantaylosojosescociéndome.
—No lo has hecho —arguyo—. No en realidad. Oh, Dios mío… —
Inspiro, me llevo la mano a la boca y me muerdo la blanda carne de la
base del dedo pulgar—. Quiero llorar… me muero de ganas de llorar
ahora mismo. Estoy llena de lágrimas —añado, casi con la sensación de
quemeestoyahogandoenmisemociones.
—Puesdéjateir—dice.
Sesientaamiladoymeabraza.
Consigoesbozarunasonrisaymeapretujocontraél.
—Nopuedo.Nollorodesdequeteníacatorceaños.
Meapartadelafrenteunmechóndepeloy,muydespacio,mepasael
dedoporelhombroylobajapormiespalda.
—«Esunaliviollorar»—cita—.Ovidio.
Inspiro de forma entrecortada mientras recreo en mi mente el tatuaje.
Las delicadas lágrimas azules. Los trazos precisos de la letra en la que
CassmetatuóesafraseenelomóplatoqueJacksonmeestátocando.
—Seríaunalivio—digoconunasonrisairónica—sipudierallorar.
—Tambiénesunaliviohablardeello.—Meacariciaelpeloy,pesea
todo,mesientoprotegida—.¿Mepuedesdecirquiénfue?
Cierrolosojosporquenoquieropensarenello.
Peroesabsurdo.Siempreestoypensandoenellodeunmodouotro.
—¿Fuetuhermano?
—¡No! —Mi respuesta es tan rápida como cierta—. No, Ethan ni tan
siquiera lo sabe. —Percibo pánico en mi voz—. Oh, Dios mío, si Ethan
llegaraaconocerlaverdad…
Me estremezco, tan decidida como siempre a proteger a mi hermano
menor.
—Hevistocómotehaspuestotrasrecibirsumensajedetextocuando
estábamoscenando.
—Viene dentro de unas semanas. Quiere que vayamos a visitar a
nuestrospadres.VivenenIrvine.SemudaronallícuandoEthanterminóel
institutoenBrentwood.
—¿Yesoesmalo?
Respiro hondo y me recuerdo que no solo estoy despierta sino que
Jacksonmehadevueltoelcontroldemímismaenbandejadeplata.Puedo
hablardeestoynomesucederánada.
—Irvineno;amíyamevabienqueestélejos.Yestoydeseandovera
mi hermano pequeño. Estuvo muy enfermo cuando era un crío. Éramos
uñaycarne.Se…sepusomejor.
Inspiro,decididaanopensarenelpreciodesurecuperación.
—Se curó por completo —continúo, y me apresuro a seguir
explicándole—.ViveenLondresdesdehacemásdeunaño.
—Perotuspadresno.
Bajolavistayreparoenquemeheretorcidotantolasmanosquelos
dedosmeduelen.
—Elhombrequemevioló…—Respirohondoaldarmecuentadeque
nohabíadichoesapalabradesdequeseloexpliquéaCass—.Eraamigo
de mis padres. Yo lo llamaba Bob. —El mero hecho de pronunciar su
nombremehacetemblar—.Ymesalióuntrabajoconélcuandoestabaen
segundo de secundaria. Fue a través de mi padre. Así que esto de las
relacionesdefamilianosemedanmuybien.Digamosquemeencerréen
mímisma,¿sabes?
Asiente.
—¿Dicesqueteníascatorceaños?
—Sí. —Hablo con naturalidad. La única manera de superar esto es
decirlosinmás.Comosiestuvieraresumiendodocumentosdeempresa—.
Empezóentonces.
Veoqueseestremecealoírlapalabra«empezar».Leagradezcoqueno
mepreguntecuántoduró.
—¿Ytuspadres?
—Noselohecontadoanadie—digo,loque,enrealidad,noresponde
asupregunta—.Bueno,soloamiamigaCass,peroanadiemás.
—¿Aningúnprofesional?¿Nohashechoterapia?
—No estoy interesada en explicar mis problemas a desconocidos. Me
niegoaponeralgotaníntimoenmanosdeunapersonaquenitansiquiera
conozco.
—Necesitasayuda.
—Tengomipropiaterapia.Estarébien.
—No, no lo estás —dice, con toda la razón, y por la expresión de su
rostroséqueestápreocupado.
Aparto la mirada. Está en lo cierto, por supuesto, pero no pienso
reconocerlo.
—Muybien.Sinovaaayudarteunprofesional,teayudaréyo.
—Jackson…
—¿Qué?¿Soyyoelproblema?No.Yosoyelhombreque…
Semeencogeelpechoporqueoigounapalabraquenohadicho.
—¿Qué?
Selopiensauninstante.
—Yo soy el hombre que luchará contra tus demonios —concluye al
cabo.
Ynopuedoevitarsonreírporque,enmiimaginación,eseeselhombre
quesiemprehasido.Noobstante,enlarealidad…
—Te lo agradezco, Jackson, pero ya estoy luchando yo contra esos
demonios.
—¿Ah,sí?Pues,vistolovisto,nolosestásvenciendo.
—Por favor… —Me tiembla la voz—. ¿Podemos dejarlo? ¿Al menos
porahora?
Suexpresiónestantristeahoraquecasimedesgarra.
—Yo te lo he puesto mucho más difícil todavía —se lamenta. Se
arrodillaamiladoymecogelacara—.Perdona.
—No.Noesverdad.Solotengoquequitármelodelacabezaduranteun
rato.
—Necesitas descansar. Vamos. Voy a llevarte a la cama. Nadie debería
estarlevantadotantempranoundomingo.
Empiezaalevantarse,peroleaprietoelmusloconlamano.
—Espera.
Notoelmúsculodesupiernatensobajomisdedos,comounresortea
punto de saltar. El cuerpo entero parece temblarle del esfuerzo que hace
paracontenerse.Memiraalosojos,yséqueacabadecaerenlacuentade
loquedeseo.
—No—diceconvozfirme—.Estonoesloquequieres.Ahorano.
—Porfavor…—insisto.Enestemomentolonecesitoaél—.Ayúdame
a luchar contra mis demonios. Méteme en la cama y arrópame como si
fuera una niña, y será como si él hubiera ganado. Como si me hubiera
arrebatadoalgo.
Ladealacabezayclavaenmísusojosazules,tanpenetrantesqueson
comorayosláser.Lesostengolamiradaporquenosoloquieroquevealo
quenecesitosinotambiénloquedeseo.
—Porfavor—repitounmomentodespués—.¿Esquenoloentiendes?
Anoche te deseaba con locura, pero no de esa forma. No cuando me
parecía una venganza, cuando pensaba que querías follarme para
borrarmedetumenteoalgoporestilo.
—Oh,nena.—Mecogelamejillaconlapalmadelamano—.Noquería
borrartedemimente.Todolocontrario.Tedeseabademasiado,joder.
—Pues quédate conmigo. —No tengo palabras para decirle cuánto
necesitoesto.Cuántolonecesitoaél.Ysolopuedoesperarqueloperciba
enmivoz—.Tenecesito.Y,oh,Diosmío,nosabescómoteheechadode
menos.
—Sylvia.—Diceminombretanquedoqueapenasesunsoplodeaire
saliendodesuslabios.Luegomecogelacabezaconambasmanosyme
arrima a él—. Voy a hacerte el amor, Syl. Y si no quieres que lo haga,
dímeloahoramismo.
Nolohago;melimitoaecharlacabezahaciaatrásyseparoloslabios.
Ycuandobajalacabezaparaacercarlaalamíayrozamibocaconla
suya como si probara esta nueva realidad, se me escapa un gemido de
consentimientoyplacer.
Meabrazoasucuelloyloestrechocontramí.Séelpeligroquecorro:
hacesolounashoraslaspesadillasmehanimpulsadoahuircomoalma
quellevaraeldiablo.
Pero ahora es de día y no tengo ninguna intención de dormir hasta
dentrodemuchorato.
Y cuando las pesadillas me visiten como hacen siempre… Bueno,
supongoquehabrámerecidolapena.
14
Jackson me besa con suavidad, aunque con labios apremiantes. Pero
ahoramismoelapremioestádemás,ymeentregosincondiciones.Abro
labocaparaacogerlo.Permitoquemellene,mepruebe,mecolme.
Estáapoyadoenlatumbona,conunamanoenelrespaldoylaotraenel
cojín cerca de mi cintura. Solo nuestros labios se tocan, pero todos los
poros de mi piel están expectantes, como si no hubiera ni un solo
recovecodemicuerpoqueélnohayaexploradoyhechovibrarconlos
dedos,loslabios,lalengua.
Dejadebesarmey,cuandosesientaamilado,semeescapaunjadeo
mientrasintentorecordarquiénsoyydóndeestoy.
—Voyallevarteadentro—dice,yhaceademándecogermeenbrazos.
—No—lesuplicoaltiempoqueselosaparto—.No,quieroquedarme
aquí.
—Tienesvecinos…
Enrealidad,nolostengo.Mibalcónestácerradoporlosdosladosy,
aunqueenteoríaalguienpodríaestarenlaazoteadeunodelosedificios
comerciales de enfrente, mirando hacia aquí con unos prismáticos a las
cuatrodelamadrugada,lodudomucho.
Nodigonada;sololecojolamanoytirodeélhaciamí.
—¿Esestoloquequieres?
—Sí.
Enarcaunaceja.
—Supongoqueesjusto.Ennuestroacuerdooriginal,túmepertenecías.
Asíqueahorasoytodotuyo.
Mepasolalenguaporloslabios.
—¿Todo?
Consiguedirigirmeunasonrisaqueestanprovocadoracomosensual.
—Dimequéquieres,Sylvia.Quéquieresexactamente.
Lomiroalosojos.
—Desnúdame—exijo.
Sonríeconlosojosbrillantes.
—Comodesees—dice,yempiezaadesabotonarmeelvestido.
Se da prisa en hacer justo lo que le he pedido y, como he salido del
hotel a toda prisa sin ponerme nada más, ahora estoy completamente
desnuda.
Pero sus movimientos no han sido ni sensuales ni seductores. No ha
aprovechadoparaacariciarme.Y,aunquealprincipiomesientofrustrada,
enseguidacomprendoquéhace.Peseasupromesa,JacksonSteelesigue
jugando.
—Acaríciame —digo—. Pásame los dedos por el vientre y ve
bajándolos hacia mi sexo. Pero sin llegar. Quiero que me atormentes.
Quieroquemellevesallímite.
—¿Ah,sí?—Enarcaunacejamientrasreflexionasobreloqueacabode
pedirle—.Bueno,creoquepodrécomplacerte.
Sonrío, echo la cabeza hacia atrás y cierro los ojos, concentrada en
sentirlo cuando me acaricia delicadamente con los dedos, una sensación
tentadoraycuajadadepromesas.Metrazapequeñoscírculosenelvientre
yluegobajahacia el pubis, dibujándome espirales en la piel. Resigue el
triángulodevellorecortado,ycuandomepasaeldedoporlainglesiento
unascosquillastansensualesquesemeescapaungritodeplacer.
Hace un poco de trampa cuando se inclina sobre mí y me sopla en el
clítoris,perolasensaciónesdemasiadoincreíbleparaqueprotesteporsu
transgresión y solo arqueo la espalda, pidiéndole más, un mensaje que,
porfortuna,capta.
El aire fresco en mi clítoris caliente es una bendición, y separo las
piernasporqueahoradeseosuboca,sulengua.
—No—susurra—.Quierooírtelodecir.
—Chúpame—lesuplico—.Chúpame,porfavor,Jackson.Dios mío…
Porfavor.
Por suerte no vacila y me besa el sexo con los labios y la lengua. Me
llevacadavezmásaltolamiéndomeelclítorisconsuavidad.Metiéndome
la lengua con tanta fuerza, tanto vigor, que no estoy segura de poder
soportarlo. Pero no es su lengua lo que deseo. Lo que ansío en este
momentoestenerlodentro,entero.
—Jackson…—Loagarroporelpeloylelevantolacabezaparapoder
mirarloalosojos—.Bésame—exijo—.Fóllame.
Su sonrisa pausada prende fuego a mi piel cuando se levanta de la
tumbonaysequedadepieamilado.Despacio,sequitalacamisa,luegoel
pantalón y por último los calzoncillos. Se queda inmóvil, desnudo y
erecto, con una expresión tan anhelante que no sé cómo ninguno de los
dos sobrevivirá a esta noche, porque estoy segura de que, cuando nos
corramosjuntos,laexplosiónnosdestruiráalosdos.
—Notengocondón—dice.
Alargolamanohaciaél.
—Medaigual.Tedeseo.Ysimedicesquenohayproblema,tecreo.
—Nohayproblema—declara,ysecolocaencimademí.
Empieza por abajo, besándome la cadera; va subiendo hasta detenerse
en mi pecho para lamerlo, mordisquearlo y excitarlo tanto que la
sensaciónmerecorreelcuerpohastallegarmealmismoclítoris,ytengo
quehacerlepararportemoracorrermeya.
Notosupolladuraentrelaspiernas.Separolosmuslosporquequiero
que encuentre mi vagina y, cuando lo hace, echo la cabeza hacia atrás y
gritoenvozbaja.Justoentoncesmebesaenlabocaymepenetra.
Mi cuerpo lo apresa, lo succiona y, mientras me besa con ardor, me
embiste con la polla, más y más fuerte, como si cada embate encerrara
cadainstantedeestosúltimoscincoaños.
No es como antes. No es sexo por venganza. No es sexo para
reconciliarnos.
Es necesidad, apremio, lujuria y pasión. Somos nosotros. Y, por fin,
sientoqueestábien.
Su piel —nuestra conexión— me lleva al límite antes de lo que yo
quería,pero,alavez,notengoganasdecontenerme.Deseolaexplosión.
Lodeseoaél.Quierotodoloquehemoscompartidoycompartiremos.
Loquierotodoy,conJackson,nocreoqueseamuchopedir.
Y, pensando en eso, me rompo en mil pedazos, como si fuera meros
fragmentosdevidriodecolores,mientrasélsedeslizasobremicuerpo,
colmándome,hastaelfondo,yluego,oh,sí,corriéndoseenmiinterior.
Se queda un momento tumbado sobre mí mientras una colorida lluvia
de estrellas parece caer alrededor de nosotros. Tiene los brazos tensos
paranodescargartodosupesosobremí.Memira,conunaexpresióntan
tierna que vuelvo a pensar que ojalá pudiera llorar, porque no creo que
hayaotraformadeexpresartodalasemocionesquesiento.
—Sylvia.
Esloúnicoquedice.Solominombre.Perolosignificatodoparamí.Y
cuandosebajaysequedaamiladoyomeacurrucojuntoaél,suspiroy
séque,almenosenestemomento,estoysatisfecha.
Nosécuántotiemponosquedamosasí,desnudosenlatumbona.Yono
he dormido, sino que solo he sentido a Jackson junto a mí mientras
contemplaba la luna reflejada en las olas del océano Pacífico, donde el
cielogrisoscurotocaelaguaenelhorizonte.
—Quierounacasa—digo,aunquenoséquémehainducidoapensarlo
—.Quierounaterrazaenlaazoteayquieroqueestéenlamontaña.Enun
sitioconmuchoterreno,perodesdeelqueseveaelmar.
—¿Yatehascansadodetupisonuevoynitansiquierahasvaciadolas
cajas?
Cojo la manta y nos tapo con ella para protegernos del frío. No
obstante, apenas hace falta. Jackson es como un horno y su calor me
abriga mientras estoy acurrucada contra él, con la mejilla pegada a su
pecho,tancercaqueoigosuslatidosylareverberacióndesuvozcuando
habla.
—Me encanta este piso —digo al fin—. Pero quiero ver las estrellas.
Quierouncielocomoelterciopelonegro.Yquierooírelsonidodelas
olasalrompercontralaorilla.
IbaaañadirquelacasadeMalibúenlaquevivenDamienyNikkiesmi
modeloideal,perodecidoquequizánoseamomentodesacaramijefea
colación.
—Tienesunaestrella—observa.Levantaelpieparapasarmelosdedos
poreltobilloyelpequeñotatuajequellevoenéldesdequeibaalinstituto
—.Yunabonitamedialuna.
—LaAcademiaFemeninaStarlight—aclaro.
—Heoídohablardeella.BeverlyHills,¿verdad?
—Conseguí que me becaran —explico—. Allí estudié casi toda la
secundaria.
—Uninternado—dice,ysé,porsutonodevoz,quemeentiende.
LaAcademiaFemeninaStarlightesunadelasescuelaspreuniversitarias
privadas más prestigiosas del sur de California y, en cuanto supe que
concedíanbecasparacostearlaestanciaylascomidas,hinquéloscodosy
bordé los exámenes de ingreso. Mi tutor de estudios se quedó tan
asombradoquemellamaronparaentrevistarme.Losestudiossiemprese
mehabíandadobien,pero,comoenprimerodesecundariahabíaperdido
elinterés,solohabíaestudiadolonecesarioparasalirdelpasoynohabía
trabadoverdaderasamistades.Aunasíestabamuymotivada,ydurantela
entrevistaestuveocurrente,animadaysociable.
Meaceptaron,ymepuselaspilasparamantenerminotamediayseguir
enlaacademia.
—Nopodíacontinuarviviendoconmispadres—reconozcodespuésde
contárselo—. Así que el tatuaje fue como una celebración. Mi forma de
señalarlatransición.PerolociertoesquetampocoencajabaenStarlight.
Llevábamos uniforme en horario escolar, aunque teníamos bastante
libertadlosfinesdesemanayenvacaciones.Laropayloschicoseranlo
más,yamínomeinteresabaningunadelasdoscosas.Porelcontrario,
me escondía poniéndome ropa fea, no salía nunca con chicos y solía
mentir diciendo que tenía una enfermedad en la piel para no tener que
maquillarme.
—¿Ytuspadres?¿Nosedieroncuentadeloquepasaba?
—Ya tenían suficiente con mi hermano —respondo—. Creo que les
alivió un poco que me fuera de casa. Mi hermano por fin se estaba
recuperando y no tuvieron que sentirse culpables por dedicarle toda su
atención.
Noesexactamentelaverdad,peroseleacercabastante.
—¿Ylaviolación?¿Yahabíaacabadotodo?¿Oterminócuandotefuiste
aestudiarfuera?
Percibosusesfuerzospordominarlavoz,tantirantequeescomouna
gomaestiradaapuntoderomperse.
—Unveranoantes—respondo—.
Cesóentonces.NoledigolarazónyJacksonnomelapregunta.Pero
mearrebujomásenlamantay,cuandomefijoensucara,veoquemeestá
mirandoconintensidad.
—¿Qué?
—Tienesfrío.
—Estoybien.
Sesientaenlatumbonaparaponersedepie.Enarcaunaceja.
—¿Másvino?
—No.
Se agacha, me pasa un brazo por debajo de las piernas y me pone el
otroenlaespalda.Semeescapaungritoahogadocuandomelevantayme
aprietacontrasupecho.
—Jackson,estoybien.Megustaestaraquíafuera.
—Teencontraréuncastillodesdeelqueseveanlasestrellas—dice—.
Peroahoramismotienesfrío.
—Noesverdad—replico—.Tengounamanta.Tetengoati.Tengo…
tengo… —Me interrumpo, porque lo estoy mirando y la extraña mezcla
derabiaeimpotenciaqueadviertoensurostromeencogeelcorazón—.
¿Jackson?
—Porfavor—dice—.Dejaquecuidedeti.
Pienso en todo lo que he soportado, en todo lo que he superado. He
tenidotodalavidaparahabituarmeaello,perosiguedesconcertándome.
Sencillamenteseloendoséaél,ynitansiquieratodo.Aunhombreque,a
pesar de ello, me quiere. Y que, a pesar de que yo le haya asegurado lo
contrario,temehabérmelopuestoinclusomásdifícil.
—Sí—respondo.Cierrolosojosypegolamejillaasupecho—.Tengo
unpocodefrío.
Entra en el piso conmigo en brazos y me lleva al dormitorio, donde,
conmuchadelicadeza,medejasobrelacama.
—Tápate—meindicadespuésdelevantarlamanta.
Lo miro. Desnudo, semierecto. Y en este momento solo puedo pensar
queeslavivaimagendelaperfección.
Niegoconlacabeza.
—No. Querías que entrara en calor. Creo que lo justo es que me
calientestúenvezdeencomendarlelamisiónaunamanta.
Seríeentredientes.
—¿Ah,sí?Puesresultaquemeencantaserjusto.
Sindejardemirarmesubealacama,seponeahorcajadassobremíy
mebesaconpasión.
—Creoquemegustahacerteentrarencalor—dicealincorporarse.
Sequedaderodillasalaalturademicinturadetalformaquelapollale
reposatentadoramentesobremivientre.
Bajolavistayenarcounacejaconaireinterrogativo.
—¿Quieres?
—¿Elqué?
Estoyseguradequesabequéleofrezco.Soloesperaoírmelodecir.
—¿Quieresquetechupelapolla?
Alzaunacejaasuvez,comosilesorprendieramidescaro.
—Lo estoy deseando —responde mientras me acaricia sin prisas—.
Peroahoramismoloqueansíoesestardentrodeti.
—Oh…
Ymepenetraconinfinitadulzura.Semeescapaungritodesorpresay
placer, y empiezo a acompasar mis movimientos con los suyos. Son
cadenciosos, sensuales, pero mi reacción es cualquier cosa menos
calmada.Estoyelevándome,impulsadaporunareddechispasdanzantesy
coloresentremezclados.Meestállevandoallímite,alacumbre.Ycuando
micuerposetensaalrededordesupolla,succionándola,suplicándoleen
silencioquemellevealotrolado,vuelvoacorrermeenlosbrazosdeeste
hombreaquiensiemprehedeseadoytantoheechadodemenos.
Cuandomesientocapazdevolveramoverme,medoylavueltaenla
camaymiroelreloj.Soncasilascinco.
—Nohemospegadoojoentodalanoche.
—¿Esunaqueja?
Me besa en los labios con suavidad, y después se incorpora y se
despereza.
—No.
Yo también cambio de postura, pero, en vez de incorporarme, levanto
losbrazosymedoyelgustodeestirarmedesdelaspuntasdelasmanos
hastalasdelospies.
—Noloolvides—dicemientrasmeacaricialapiernaconundedo—.
Nohehechosinoempezar.
—¿Empezar?
Ahoraresigueconlayemaeltatuajedelacintayrodeaelcandado.Y
luego, cuando sube por mi torso y tenso los músculos del abdomen, se
inclinaparabesarmelanuevallamaquemealumbraelpecho.
—No puedo evitar pensar que sigo un camino. Estos. La luna de tu
tobillo.Todoslosdemás.
Porsupuestoestáenlocierto,peronodigonada.
—¿Esestoloquehaces?—pregunta—.¿Tupropiaterapia?
—¿Qué?
—Esoesloquemehasrespondidohaceunashoras—merecuerda—.
Yotehedichoquenecesitabasayuda,ytúqueteníastupropiaterapia.¿La
tengoantemisojos?
Mepasolalenguaporloslabios.Losabe,yesobvioqueloentiende.
Entonces¿porquésigotanreticenteareconocérselo?
—¿Quétehacepensareso?—Bajolaspiernasdelacamaymelevanto.
Mialbornozsigueenelsueloymeagachopararecogerlo.Melopongoa
todaprisaymelociñoconfuerzaalacintura.
—Estoyfamiliarizadoconlaautomedicación—responde.
Me vuelvo cuando se levanta de la cama y se acerca a mí, totalmente
desnudoynadacohibido.
—¿Cómo? —pregunto y, al momento, me doy cuenta de que ya sé la
respuesta.
Con suavidad, le paso el dedo por los nudillos cuando me coge el
cinturóndelalbornoz.
—Jackson…
—Sí—dice,peronosésiserefierealapreguntaquenoheexpresadoo
adesatarmeelcinturón.
Alza las manos y me quita el albornoz, que cae al suelo. Y vuelvo a
estardesnudaanteél.
Despacio, casi con reverencia, me mira por delante. Resigue con el
dedolosdostatuajesquetengoenelpechoderecho.Lallamanuevayun
símbolofemeninoentrelazadoconunarosaqueesantiguo.Luegomelo
pasaporlacintarojaqueyateníatatuadaenAtlanta.
—Medijistequenosignificabanada—continúa—.Ahoracuéntamela
verdad.
¡Laverdad!
Me estremezco solo de pensarlo. Sé que todavía no estoy preparada
paradaresepaso.Nodeltodo.Peronoquierohuirdelapreguntanide
Jackson.Porelcontrario,quieroacercarmemás.Quierosentirsusbrazos
envolviéndome,protegiéndome,yquieroperdermeenélyensucalor.
Demodoqueselocuento.Lofundamental,almenos.
—Son triunfos —respondo—. En cualquier caso, me ayudan a no
olvidar.
—Entiendo. —Se acerca más y me pasa la mano por la cintura hasta
apoyarlapalmasobrela«J»yla«S»entrelazadasquetengotatuadasal
finaldelaespalda—.¿Yeste?¿Tambiénseñalauntriunfo?
—No.—Mitonoesbruscoporquehetenidoqueatravesarunmurode
emociones—.No—repito—,eseesunrecuerdo.—Inspiroparaarmarme
devalorylomiroalosojos—.Eslaúnicapartedetiquepudellevarmey
noqueríaestarnuncasinella.
Porunmomentosolomemira.Luegomeabrazaymebesaconardor.
Mecogeenbrazosyvuelveallevarmealacama,dondemearrimaaél.
—Teencontréenelbaño,hechaunovillo,ynomedejasteayudarte.
—Perdona.
Selohedichoconunhilillodevoz,yodiohaberlehechoeso.Porque
tienerazón.Estabamuertademiedoysoloqueríasalirdeallí.
—No me diste ninguna explicación. Solo dijiste que tenía que hacer
algoporti.Queeraimportante.
Tragosaliva.
—Loera.
Parpadeo,deseandocontodasmisfuerzaspoderllorar.
—Tenía que pedirte que te fueras. No podía ser yo quien lo hiciera
porquemehabríasseguido.
Tienelamandíbulatensa.
—Joder,Sylvia…Hemosperdidomuchotiempo.
—No—digo,ycaptosuexpresióndesorpresa—.Teníaqueconseguir
que te alejaras de mí. Aquello me superaba. —Inspiro de forma
entrecortada,intentandohaceracopiodevalor—.Estoyasustada,Jackson.
Esto—añado,ynosseñaloalosdos—.¿Ysiestoesunerror?
—Noloes.
—No lo sabes. No —digo cuando advierto que está a punto de
interrumpirme—.Medejéircontigounavezyluegololamenté.Perdíel
control cuando no debería haberlo hecho. La situación me superaba.
Había…haytalintensidadentrenosotros,yerademasiadoporqueseme
mezclócontodolodemás.
Hablodeprisa,sinpensar,ynoestoyseguradequeJacksonmeentienda
yaquenoestoyseguradeentendermeyo.
—Me sentí perdida, y después me sentí imbécil porque sabía que no
deberíahaberabiertoesapuerta.Jamástendríaquehaberdejadodemirar
alospandas.Ydespuésfuecreciendocadavezmáshastaqueempezaron
laspesadillas.Losmiedos.Todoslosdichososrecuerdosy…
Me interrumpo. Me muerdo el labio inferior con fuerza y aparto la
mirada porque no sé cómo expresar esto. No sé cómo decir que este
momentotanincreíblequehemoscompartidopuedeestarmal.Hacernos
daño.Serunerrorquesolovolveráadestrozarnos.
—Aquello me sobrepasaba —insisto—. Y me da miedo que vuelva a
hacerloahora.
—¿Quélamentaste?
Su voz es suave y dulce, en marcado contraste con mi agudo tono de
histeria.
Niegoconlacabeza.
—Noséaquéterefieres.
—Acabasdedecirquetedejasteirconmigoyqueluegololamentaste.
¿Lolamentasteporlaspesadillas?¿Oporirte?
—Yo…
Semeentrecortalarespiraciónyapartolamirada.
—No—mepidecondulzura—.Sincérateconmigo,Syl.Delocontrario
nopodréayudarte.
—Noteestoypidiendoayuda.
—Losé.Peroteladarédetodasformas.
Cierrolosojos,lecojolamanoyentrelazolosdedosconlossuyos.
—Porirme—respondoalfin.Respiro,abrolosojosylomiro—.He
lamentadohabermeidotodoslosdíasdemivida.Y,almismotiempo,no
lohehecho…porquequedarmemehabríadestruido.
—Oh,nena.—Meestrechacontrasíymebesaenlacoronilla—.Nosé
quéseescondeentuspesadillas,peroteayudaréalucharcontraellas.
—Pensabaqueerasarquitecto,nopsiquiatra.
—Séunpardecosassobrelascicatricesdelainfancia—arguye—.La
míanopuedecompararseconlatuya.Pero,aunasí,fueunamierda.
Lomiro,miroaestehombrequesiempremehaparecidotanfuerte,y
lavulnerabilidadqueveomeencogeelcorazón.
—¿Quierescontármelo?
—Soy un bastardo. —Se encoge de hombros—. Eso lo resume más o
menostodo.Ylodigoenelsentidooriginaldelapalabra.Mimadretuvo
unaaventuraconunhombrecasado.Sequedóembarazada.Metuvoamí.
—¿Y no conociste a tu padre? Por más que muchas veces me habría
gustadonohaberconocidoamipadre,detodasformas,noledesearíaeso
aningúnniño.
—Oh, no. Lo conocí, sí. Conocí a mi padre. Lo sabía todo de su otra
familia.Teníadosañoscuandonaciómihermanastroylosabíatodode
él,malditasea,ynomepermitíandecirunasolapalabra.
—Diosmío.—Intentoimaginarmelasituación,peronoloconsigo—.
Diosmío—repito.
—Sí,esoestodo,másomenos.Podríadecirsequeesomecabreaba,en
especial cuando veía tan claro cuánta atención prestaba mi padre a mi
hermanastro y qué poco tiempo me dedicaba a mí. Eso me enfadaba.
Mucho.Teníaarrebatosdeira.Arrebatospeligrosos.
Nopuedoevitarmirarleelcortedelamejilla.
Sedacuentaymesonríecontristeza.
—Desahogabamienfadopeleándome.
—Jackson…
Mecogelamanoymebesalapalma.
—Yvolcabaelcontrolenelsexo.
Enarcounaceja.
—¿Ah,sí?Nomehabíapercatado.
—Supongo que tendré que esforzarme por ser más obvio. —Me
acaricialamanoconsuavidad—.Loquequierodeciresque,cuandofui
consciente de que no podía luchar con toda la mierda que hubo en mi
pasado,decidíaceptarla.Tútienesquehacerlomismo.
—Noséquéquieresdecir.
—Yo creo que sí. Defiéndete. ¿Tienes pesadillas? No huyas de ellas.
Luchacontraellas.Eresfuerte,Sylvia.Losuficienteparaquenotevenza
tupropiamente.
—Noesmimente.—Ypuntualizo—:Esmihistoria.
—¿Y qué es la historia sino un recuerdo, casi siempre falso, además?
¿Cómoeseldicho…?¿Lahistorialaescribenlosvencedores?Escribetu
propiahistoria,Sylvia.Y,cuandolohagas,pontecomolaheroína.
Norespondoporquenoestoyseguradequererhablardeesoymenos
aúndedarlevueltas.
Así pues, le doy carpetazo pasándole el dedo por la cicatriz que tiene
entrelacejayelnacimientodelpelo.Selavienelestrenoyaúnnolehe
preguntadoporella.Ahoraquehamencionadosuspeleas,nopuedoevitar
preguntarmequéarrebatodeirafueelresponsabledeestaherida.
—¿Cuándo?
Nodigonadamás.Séqueentenderálapregunta.
—Unasdocehorasdespuésdequemepidierasquemefuera.
Me limito a asentir, sin atreverme a hablar, y bajo los dedos hasta
tocarlelamejilla.
—Estaesnueva.
—Después de conocer a tu amigo Louis —explica, confirmando mis
sospechas.
—¿Haquedadopeorparadoelotrotío?
—Teloaseguro.
Lomiroalosojos.
—Quizá tú también necesites ayuda. No puedes ir dando palizas a la
gente.
Lacomisuradelabocaselecurvaenunasonrisa.
—Te prometo que no me lío a golpes con el primer turista que me
encuentroporlacalle.Voyaungimnasio…No,nomerefieroaunode
esosquetienenunbardezumosybatidosyunmontóndecintasdecorrer
enlínea.Enelmíohayunclubdeboxeo,consacosqueaporrear,pesasy
todolodemás.
Meacaricialamejilla.
—Estoybien.
Meimaginounodeesosgimnasiossórdidosyasquerososqueaparecen
en muchas películas, donde hay hombres destrozándose la cara a
puñetazos.Noesunaimagenquemeguste.Levantolamanoparaponerla
sobrelasuyaynotoelcalordesupielenmicara.
—Noquieroquetehagandaño.
—Oh,nena…Nopuedenhacermedaño.¿Nosabesquetúereslaúnica
personadeestemundoquehaconseguidohacermepedazos?
15
Me
despierto sobresaltada, con el corazón palpitándome para
defendermedelmiedoqueaúnpersiste.
Alargo la mano y toco a Jackson en la oscuridad. Al instante
comprendoquenosonlasfríasgarrasdeunapesadillaloquemeatenaza,
sinoeltemoraqueélsehayamarchado.
—¡Quéregaloparalavista!—exclamay,paramisorpresa,oírsuvoz
meproduceunhondoalivio.
«Nosehamarchado,ynohetenidopesadillas.GraciasaDios,gracias
aDios,graciasaDios…»
Me doy cuenta de que estoy atravesada en la cama con el muslo y la
cadera destapados. Me incorporo y el pudor me induce a cubrirme los
pechos con la sábana, lo que es absurdo dado que ha explorado cada
centímetrodemicuerpo.Merecuestoenelcabeceroysuspirodeplacer
mientrasloveoacercarse,descalzoyconeltorsodesnudo.Solollevalos
vaqueros,conelprimerbotóndesabrochado,loquemepermiteentrever
esevelloqueindicaelcaminohastaunaprotuberanciamuytentadora.
Megustatantoloqueestoymirandoquetardounmomentoenreparar
enlatazadecaféquemeofrece.Lacojoagradecida,ysonríocuandoveo
queyalehapuestounanubedecremadeleche.
—Tehasacordado.
—Meacuerdodemuchascosas.—Meindicaquemehagaaunladoyse
sientajuntoamí—.Porlopronto,meacuerdodequetenemosqueestar
encasadetujefedentrodedoshoras.Setardamediahoraenllegar,sino
haytráfico.Aunquecomosiemprelohay,setardaunahora.
—Nohemosdormidomucho.
—Pero yo me siento rebosante de energía —dice, y me pasa la mano
porelpelo.
Suspiro y me apoyo en él, asombrada de la rapidez con que ha
cambiado nuestra relación. Ahora estamos como en Atlanta. Siento que
noscompenetramos.Y,aunquesigoasustada,estaveznoquierohuir,sino
aferrarmemásaél.
—¿Puedohacerteunapregunta?
—Laquesea…
—Anoche me seguiste. Me refiero a cuando fui a Mullholland. Pero
¿porquénolohicisteenAtlanta?
—Esofuedistinto.Mepedistequememarchara,nosalistecorriendo.E
hicistequeteloprometiera.
—Sí—digo—.Escierto.
—¿Queríasquefaltaraamipalabra?
—No…Nohabríapodidosoportarlo.
—¿Pero…?
Niegoconlacabeza,asombradaytambiénunpocoirritadaporlobien
quemeconoce.
—¿Pero te habría gustado que lo hiciera de todas formas, solo para
saberquemeimportabas?
Sus palabras, dichas en voz baja, se quedan frágilmente suspendidas
entrelosdos.
—Esabsurdo,losé.
Sinembargo,nopuedonegarqueescierto.
—Lo habría hecho —reconoce, y se separa de mí para levantarse. Se
dirige a la pared del fondo y se queda delante de la ventana, por la que
ahoraentralaluzmatutina.
—Lo cierto es que, en esa época, habría mandado la promesa a la
mierda y habría ido detrás de ti. —Se vuelve hacia mí—. Pero tú te ibas
conél.
—Maldita sea, Jackson. Te repito que nunca he estado con Damien de
esaforma.Sinomecrees…
—Tecreo.Melohasdichoantesytecreo.Deveras.Peroentoncesno
pensabaasí.
Reflexionosobreloquedice,bajodelacamaymeacercoaéldesnuda.
—¿Por eso no aceptaste ocuparte del complejo turístico de las
Bahamas?¿CreíasqueeralaamantedeDamienoalgoporelestilo?
—Enparte,peronofueelúnicomotivo.
—Lacompradelosterrenos,¿fueporeso?
Ladealacabeza.
—Solo digamos que, dejando aparte el resort de Cortez, Stark y yo
tenemosinteresesmuydistintos.
—Noloentiendo.
—¿Sabesqué?Noimporta.—Merecorreconlamiradadespacioysu
fogosa inspección acaricia todo mi cuerpo, me activa cada molécula y
consiguequeolvidedequépuñetasestábamoshablando—.Estoyapunto
de invitarte a ducharte conmigo. Así que lo que menos me apetece es
hablardeDamienStark.
—Oh…—Meechoasusbrazos—.Tienestodalarazón.
Haabiertoelgrifodeladuchaantesdeprepararelcafé,ycuandoentro
enelbañoyaestácaldeadoyenvueltoenunaacogedoranubedevapor,tal
comoamímegusta.
Jacksonsequitalosvaquerosyentrodetrásdeél.Cuandomeabrazame
apretujocontrasupechoypermitoqueelchorrodeaguameempapeel
pelo y me corra por la cara y el cuerpo. Imagino que está llevándose el
pasado,dejandoabiertoelcaminoparatenerunfuturoconestehombre.
Echo la cabeza hacia atrás y cierro los ojos; es entonces cuando noto
suslabiosenlosmíos.
—Notenemostiempo,¿teacuerdas?
—Seré rápido —dice, y me besa en la boca mientras baja una mano
paraacariciarmeelsexo.
Estoymojadaylista,ysolosoycapazdearticularunaúnicapalabra:
—Sí.
Mecogelospechosconambasmanosymehaceretrocederhastaque
tengo la espalda contra las baldosas. Luego me levanta una pierna para
apoyarmelapantorrillaensucaderayabrirmeaél.Alargolamanoy,al
acariciarle la erección, me satisface ver que tensa las facciones como si
estuvieraalbordedealgoespectacular.Porqueloestá,yporqueyosoyla
quevaallevarloahí.
—Ahora—digo.
Quiero que se pegue más a mí y me penetre, y grito de sorpresa y
placercuandohallamivaginaymeembiste.
—Másrápido,Jackson.Másfuerte.
Estoyenloquecidadedeseo,ycuandomecogeporelculoparapoder
penetrarme hasta el fondo subo la otra pierna y me pongo a gritar
mientras,concadaembate,meempujacontralascaldeadasbaldosasdela
pared.
Hasta que, por fin, siento que el cuerpo se le tensa y estalla dentro de
mí,yesminombreloqueoigosalirporsuslabios.
—Vamos—digoencuantoadviertoqueyanotienelosojosvidriosos
—.Debemosdarnosprisa.
—Todavía no. —Coge el teléfono de la ducha y regula el chorro—.
Creoquetúnoestáslistaaún.
—Jackson…
Estoy más que lista, demasiado sensible, y no sé si seré capaz de
soportar lo que pretende. Pero esta mañana no hay cabida para la
clemencia y, cuando Jackson sale de mí y vuelvo a poner un pie en la
alfombrilla, me sujeta la otra pierna en alto y dirige el chorro de agua
haciamiclítoris.
—Oh,Diosmío…Joder,oh,Jackson.
Meagarroasushombrosmientrasmeestremezcodeplacer,unplacer
cadavezmayorquecasinologrosoportar.
—Sihayprisa,puedoparar.—Tieneloslabiospegadosamiorejayme
pasa la lengua por el lóbulo después de hablar, lo que me enloquece
todavíamás—.¿Esesoloquequieres?
—Noteatrevas—digo—.Jackson,porfavor…Estoyapunto,¡joder!
—Entoncesveamosquépuedohacer.
Deja el teléfono de la ducha y se arrodilla. Pone una de mis piernas
sobresuhombroymebesaenmispartesíntimas.Yeslacombinaciónde
sulengua,suslabiosyelrocedesupielloquemellevaaléxtasis.Estallo
cuandounadescargadeunmillóndevoltiosmehaceelcuerpopedazos
hastatalpuntoquemetransformoenátomosquegiranenelespacio.No
soynadaapartedecalorydeseoenlosbrazosdeestehombre.
—Vaya…Nomeimportallegartarde.
—Estupendo—dice—.Porqueamímepasaigual.Detodasformas,se
tratadetujefe.Probablementedeberíamoshacerunesfuerzo.
Asiento y me envuelvo en una toalla cuando él cierra el grifo. Me la
quitoyafueradelamamparaparaponermeelalbornoz.Estoyapuntode
anudarmeelcinturóncuandobajolavistayveoeltatuajedelacintaroja.
Jacksonestáaunospalmosdemí,conunatoallaenrolladaalrededorde
lascaderas,peinándose.
—Venaquí—digo.
Sevuelve,peromelimitoallamarloconeldedo.
—Lo que ordenes —responde con una sonrisita, pero percibo
curiosidadensurostro.
Lecojolamanoyleguíoelíndiceporlacintaroja.
—Theo Stiles. Kevin Carter. Dan Weiss. —Pronuncio los nombres
conformelepasoeldedoporcadainicial—.Antesnoteherespondido.
—¿Novios?—pregunta,aunque,porsutono,medoycuentadequesabe
quenoloson.
—Armas—respondo—.Mazos.
—Cuéntamelo.
Mearrebujoenelalbornozparaprotegermedelfrío,yesoqueelvapor
siguecaldeandoelbaño.NecesitoaJacksony,cuandomeestrechacontra
sí,recibosuabrazoencantada.
—Yateheexplicadocómomeescondíaalprincipio—digo—.Después
dequeterminara.Llevandoropasosaynomaquillándome.
Tengo la mejilla pegada a su pecho y hablo en voz baja. Pero, por su
formadetensarelcuerpo,séquemeoyeperfectamente.
—Noqueríasquetevieran.
—Me habría vuelto invisible de haber podido. —Inspiro—. Mi amiga
Casseslaqueporfinmehizoentrarenrazón.Medijoquecuantomásme
escondiera,másganabaél.
—Creoquetuamigamecaebien.
Lomiroysonríoalpercibirelafectoquereflejansusojos.
—Es estupenda. Y fuerte. Porque consiguió sacarme de un infierno.
Perohabíaveces…
Me interrumpo porque acabo de darme cuenta de cuánto me cuesta
hablar de esto. Me separo de Jackson, me apoyo en las baldosas con las
manosylafrente,ymelimitoarespirar.
—Tranquila—dice,ymeponelasmanosenloshombros—.Notienes
quecontarmenadamás.Creoqueloentiendo.
Niegoconlacabeza.
—Noloentiendes.Esimposiblequelohagas.
—Teibamejorduranteuntiempo—explica—.Tedemostrabasqueno
necesitabasesconderte.Peronoduraba.Alomejorunhombreteinvitaba
a salir. A lo mejor se te acercaba demasiado. A lo mejor ni tan siquiera
guardaba relación con el sexo, pero te pasaba algo en el trabajo o en la
universidad. Sentías que perdías el control. Que ya no eras dueña de tu
vida.
Cierrolosojosconfuerza.
—¿Cómo puedes saber eso? —pregunto, y me vuelvo en sus brazos
paramirarloalacara—.¿Cómodiablospuedes…?
—Lo he visto, ¿recuerdas? Con Louis. Te puse contra las cuerdas —
dice,contantoodiohacíasímismoquenopuedosinocogerlelamanoy
apretársela—.Temandéderechaasusbrazos.Derechaaunasituaciónque
teresultaracomprensible.Quepudierascontrolar.
—Ytambiénmedetuviste.
Bajalavistayséqueestámirandolacintaroja.
—¿Tehabríasacostadoconél,Syl?
Pienso en lo perdida que me sentía. En lo excitada que estaba por su
formadetocarmeybesarme.Yencómomeenfadécuandomepropuso
semejantetrato.
—Nolosé—susurro.Hagoacopiodevalorylomirodirectamentea
losojos—.Meconfundes,Jackson.Nadiemehaconfundidonuncacomo
meconfundestú.
—Nena…Conozcoesasensación.
Con ternura, me arrima a él y me estrecha contra sí. Está excitado y
notosuerección,peroestemomentonoessexual,sinotierno,ymequedo
abrazadaaél,sintiéndomequeridaporprimeravezenmuchotiempo.
¿Cincoaños?¿Desdesiempre?,mepregunto.
Comprendoque,paramí,nohaydiferencia.
—Quiero hacerte el amor ahora mismo —dice—. Quiero abrazarte,
estar dentro de ti y compensar estos largos cincos años sin ti, cuando
deberías haber estado conmigo —continúa, y la suave caricia de sus
palabras hace que todo mi cuerpo arda y tiemble de deseo—. Quiero
tocarte y complacerte. Quiero abrazarte y acariciarte, y conseguir que te
corras,terías,quetengasesperanzasysueñes.Quierovertusojoscuando
noscorremosjuntos.Y,luego,quieroabrazartemientrasduermesyserel
guardián que te proteja de tus pesadillas. No puedo cambiar tu pasado,
peroapartirdeahoraestaréatuladoparalibrartusbatallas.
—Gracias—susurro.
Sinembargo,lerehúyolamirada.
Melevantalabarbillaparaobligarmeamirarloalosojos.
—¿Qué?
Inspiro de forma entrecortada. Ya debería saber que a él no puedo
ocultarlenada.
—Nomegustaserdébil.
—Ereslapersonamásfuertequeconozco,Sylvia.Teapartastedemíy
hassobrevivido,¿no?
Sé que lo ha dicho en broma para levantarme el ánimo, pero también
tienepartederazónynopuedoevitarpensarque,despuésdesobreviviral
pasado,estepresenteesmipremio.
—Y ahora tenemos que vestirnos porque hay un sitio que te quiero
enseñar de camino y, si no nos damos prisa, vamos a llegar tarde de
verdad.
Sepasaelpeineporelcabellounavezmásymecedeelbañoparaque
puedapeinarmeymaquillarme.
Me doy prisa, pero, aun así, tardo diez minutos. Aunque lleve el pelo
corto, necesito varios tipos de espuma para dejármelo como a mí me
gusta y, después, laca para fijarlo. En cuanto al maquillaje, nunca me
pongo mucho, pero incluso eso me lleva tiempo. Por último, tengo que
ver qué me pongo, una decisión que, por lo general, habría tomado
anocheteniendoencuentaquecasitodalaropaqueyahecolgadosigue
arrugadaporlamudanzamientrasqueelrestoaúnestádobladaencajas
sinetiquetar.
Estoymirandoelarmario,sindecidirme,cuandoderepentecaigoenla
cuentadequetengoelconjuntoideal.Meacercoalacajadelaquesaqué
lasprendasdelenceríaanoche,respirohondoycojoelvestidoamarillo.
Me esmeré mucho en doblarlo y, como la tela es fina, apenas se ha
arrugado.
Buscoropainteriorlimpiaydecidonoponermemedias.Memiroenel
espejodecuerpoenteroquetengoapoyadoenlaparedjuntoalapuerta
delarmarioynopuedonegarqueelvestidomefavorece.Peronolollevo
por eso. El día que Jacksonme lo regaló fue uno de los mejores de mi
vida.Élcolmócadainstantedepasiónyasombroy,aunqueséqueahora
entiendeporquémealejé,quieroquecomprendacuántosignificóAtlanta
paramí.Que,peseatodo,heconservadoaquellosrecuerdosytodoslos
objetosdeltiempoquepasamosjuntos.
Cuandoporfinestoyvestidayarregladaentroenelsalónyveoqueya
sehapuestolaropaquellevabaanoche.Huelealimpio,ajabón,champúy
virilidad. Y está guapísimo, tan alto, delgado y sexy, contemplando el
mediodíasoleadoyfrescoporlapuertaacristalada.
—¿Cómo lo hacéis los hombres? —pregunto cuando se vuelve y me
mira—.Cincocochinossegundosenelbañoyestásparacomerte.
—¿Ytieneshambre?
—Mucha.
—Enesecaso,graciasporelcumplido.Y,aunquetúhayastardadomás
decincominutos,debodecirquecadasegundohamerecidolapena.Estás
increíble.Sobretodomegustaelvestido—añadejustocuandocreíaque
noibaamencionarlo.
Seacercaymebesacondulzura.
—Aúnlotienes.
—¿Tesorprende?
—Elviernesmehabríasorprendido.Hoyno.
Ledirijounasonrisaradianteymecuelgodesucuello.
—Bésameahora—digo—yllévamealacamamástarde.
Seechaareír.
—¿Cómovoyaresistirmeaeso?—preguntajustoantesdebesarmeen
laboca.
16
He recorrido este tramo de la carretera de la costa del Pacífico entre
Santa Mónica y Malibú más veces de las que puedo contar, pero en el
PorschedeJacksonmesientocomosifueralaprimeravez.
—Es como volar —digo con la cabeza apoyada en el respaldo y los
ojoscerrados—.Escomoserlibre.—Abrolosojoseltiemposuficiente
parasonreírle—.Oalmenosloestuformadeconducir.
—Bruja—replica,ymehacereír.
—¿Quéqueríasenseñarmedecamino?—pregunto.
—Vasatenerqueesperaraquelleguemos.
—Vale. —Vuelvo a apoyar la cabeza en el respaldo. Respiro hondo, y
me doy cuenta de que, por primera vez en mucho tiempo, me siento
completamentesatisfecha—.Sabesquetenemosquehablardelresort.
—Antesquieroverlaisla.Luegopuedesexplicarmetuconceptobásico.
—YlosbosquejosdeGlau.
—Nomeinteresan—dice.
Contengounasonrisa.Meesperabaesarespuesta.
—Aun así, tienes que verlos —arguyo—. Es posible que Aiden o
Damienquieranconocertuopinión.
Creíaqueprotestaríadenuevo,pero,paramisorpresa,asiente.
—De todos modos, antes he de ver la isla. No quiero tener en mente
ideas preconcebidas por otros cuando inspeccione los terrenos. Menos
aún,deStark.
Lelanzounamiradairacunda.
—¿Quéesloquetemolestatantodeél?
—Porlopronto,esarrogante.
—Tútambiénloeres.
Esinnegablequemispalabrassonciertas,peroJacksonsolosonríe.
—Es posible. Pero también soy un hombre que no olvida ni perdona
confacilidad.Sobretodocuandoalguiensesaltalaleyparaconseguirlo
quequiere.
Debodeponercaradedesconcierto,porqueJacksoncontinúa.
—Atlanta,Sylvia.Seplantóallí,compróterrenosaescondidasdetodos
ynosolomejodióamí.
Frunzoelentrecejo.
—Aunque así fuera, no creo que lo hiciera bajo mano. Vale, no deja
pasarningunaoportunidad,pero¿saltarselaley?
—Puedequetrabajesparaél,peronoloconoces.
Enarcolascejas.
—¿Túsí?
—Lo suficiente. —Se pasa los dedos por el cabello—. Y, perdona, no
eramiintencióncriticaratujefe.Essoloquenoquieroquesusideasme
condicionencuandovealaislaporprimeravez.
—Deacuerdo.—Esoloentiendo—.Muybien.¿Porquénovamosesta
tarde?Tendremosunascuantashorasdeluzdespuésdelafiesta.Llamaréa
RachelparaqueaviseaseguridaddequeiremosalaislaymandeaClark
conelhelicópteroalacasadeMalibúhacialastres.
—Dile solo que iremos a la isla —declara Jackson—. Pero, Syl, el
helicópterononoshacefalta.
—¿Ah,no?¿Porqué?
—¿Cómo que por qué? ¿Acaso crees que no puedo ocuparme del
transporte?
Entrecierrolosojos.
—A menos que seas James Bond de incógnito, dudo mucho que este
cochesetransformeenunalanchamotora.O,yapuestos,enunavión.
—¿Confíasenmí?
Ha lanzado la pregunta como si tal cosa, casi en broma, pero mi
intuiciónmedicequenosetrataúnicamentedeeso,quehemospasadodel
temadeltransporteaunterrenomuchomásserio.
—Sí—respondo,conscientedequehabloenserio.
Noobstante,laconfianzaesunconceptoelásticoynoestoysegurade
hastadóndellegalamía.
Meparecequevaaseguirhablando,pero,antesdequetengaocasiónde
hacerlo,mimóvilcomienzaasonar.Cojoelbolsodelsuelo,rebuscoen
élycontestolallamada.
—¿Tepilloenbuenmomento?—preguntaCass.
—Estamos a punto de ir a picar algo a casa de Damien y Nikki —
respondo.
—«Estamos»apunto—repite—.¿Cómofue?
—Estáyendobien.
MirodereojoaJackson,queparecetancuriosocomodivertido.
—¿Bien?¿Enserio?
Semeescapalarisa.
—Sí,enserio.Quiénlohabríadicho,¿eh?
—Quéinteresante—diceCassentonocantarín.
—Vale,cambiemosdetema.¿Quénecesitas,Cass?
—HerecibidouncorreoelectrónicodeOllie.Quierequenosveamosel
martesparahablarsobrelafranquicia.
—Esoesfabuloso.
—Estoymuertademiedo.Noséquépreguntarle.Nitansiquieraestoy
seguradequererseguirconesto.¿Ysilacago?Mipadresepasótodala
vidapagandoelestudioaplazos.¿Ysilajodoalintentarexpandirme?No
puedo…
—Eh, respira hondo. El martes no va a pasar nada. Es una reunión
informal,¿no?Olliehablarácontigodecuálestuideaytúleharástodas
laspreguntasqueseteocurran.
—Me he quedado en blanco —dice—. No me acuerdo ni de cómo me
llamo…¿Cómosesuponequesemevanaocurrirpreguntasinteligentes?
Considerando que Cass tiene más inteligencia para los negocios en el
dedo meñique de la que la mayoría de la gente tiene en todo el cuerpo,
estonomepreocupademasiado.Noobstante,mequedaclaroqueaellasí.
TotallyTatooestodasuvida,yeltemoraperderloeslarazónporlaque
siguecomprandoentiendasdesegundamanoyhaahorradohastaelpunto
detenerelcapitalparapoderplantearseexpandirse.
—¿Cuándoosveis?
—Alascinco.Oh,Diosmío,Syl…¿Puedesvenir?
—Veré qué puedo hacer —respondo mientras repaso mentalmente mi
agenda—.Peronosésimispreguntasseránmásconcretasquelastuyas.
—Apoyomoral—arguye—.¡Gracias!Tequiero.
—Yotambiéntequiero.
—Y,Syl,mealegrodequetevayabien.
Cuelgaantesdequepuedaresponderleyvuelvoadejarelmóvilenel
bolso.
—¿Preguntasinteligentes?
—Cass quiere franquiciar su salón de tatuajes y tiene una reunión con
unabogadoelpróximomartes.Estánerviosísima,loquemeharíagracia
si esto no fuera tan importante para ella. Cass es de las personas más
serenasqueconozco.
—Eresunabuenaamiga.
—LapuseencontactoconelabogadodeDamienyélselohapasadoa
unodesuscolegas.Hasalidobien,porqueCassyalohavistounparde
veces.OrlandoMcKee.EsamigodeNikki.
—Mereferíaairconella.
—Cassharíalomismopormí.Peronoestoyseguradequevayaaserle
demuchaayuda.Nuncahepuestoenmarchaunnegocioylosasuntosde
Damienenlosquehetrabajadosonaunaescalamuchomayor.
—¿Ysivoycontigo?
Cambiodeposturaenelasientoparapodermirarlocasidefrente.
—Nuncahecreadounafranquicia,Sylvia,perohepuestoenmarchaun
negocio.Nopuedoprometerquevayaaserosdeayuda,perocreoqueme
laspuedoingeniarparahaceralmenosunpardepreguntasinteligentes.
Lomirouninstante.
—¿Esunproblema?
—Meencantaríabesarteahoramismo.
—Bueno,esonoesningúnproblema—arguyecuandomeinclinohacia
élylobesoenlamejilla—.¿YtampocoseráunproblemaparaCass?
—¿Aquéterefieres?
—Estumejoramiga.Yacabadetatuarteesapreciosallamaenelpecho.
—Deja la palanca de cambios y me aprieta la mano—. No sé qué le has
contado,peromeloimagino.Ydudoquemetengaenmuchaestima.
—Cierto —reconozco—. Supongo que tendrás que llevarme en
palmitasparaganartesurespetoyadmiración.
Es una broma, pero cuando me mira a los ojos no veo humor en los
suyos.
—Esopretendo.
—Vale. —Me paso la lengua por los labios porque acabo de notar un
agradable calorcillo en todo el cuerpo—. De acuerdo. —Me quedo un
momentocallada,viendoelmundopasar,conelPacíficoamiizquierday
lascolinasalzándoseamiderecha—.Lociertoesquelosdoslacagamos.
—Yahoraestamosintentandoarreglarlo.
—Añosperdidos—digo,repitiendosuspalabrasdeanoche.
Meacariciaelpeloconternura.
—Puede que solo nos conociéramos demasiado pronto. Puede que
ahoraestemospreparados.
—¿Locrees?
—Anochemedejasteentrar,¿no?EsonolohicisteenAtlanta.
—En Atlanta no tuvimos mucho tiempo que digamos. Dos días,
acuérdate
—Tonterías.
—¿Perdona?
—Enunreloj,quizá.Peroeltiempoquepasamosjuntosnotuvonada
de breve. Yo te conocí, Syl, y tú me conociste a mí. Y en esos dos días
conectamosmásíntimamentedeloquejamásheconectadoconnadie.
Nodigonada,perosuspalabrassonunreflejodeloquepienso.
—Por eso nos dolió. Por eso huiste, y por eso me has cabreado tanto
cuando has vuelto a entrar en mi vida… Creía que deseabas lo que sé
hacerynoamí.
—Nuncahedejadodedesearte.
Lohesusurrado,peroséquemehaoído.
—Losé.Loentiendo.
—Me refiero a que es más que eso. No he estado con ningún tío.
DespuésdeAtlanta.
—Losé—dice.
—¿Ah,sí?¿Cómo?
Memira,yveoinfinitacomprensiónensusojos.
—Eltatuajedelacinta.Nohayningunainicialnueva.
—Oh.—Sonrío,solounpoco—.Tienesrazón.
—¿Puedesdecirmeporqué?
Encojounhombro.
—Antes lo necesitaba. Me salía algo mal, en la universidad o en una
entrevista de trabajo, y me sentía tan perdida y tan impotente que tenía
que…
—QueteníasqueponeraunLouisentuvida—bromea.
Pongolosojosenblanco,peronopuedonegarlo.
—Sí, bueno, eso también me sorprendió a mí. Porque pensaba que lo
habíasuperado.Esdecir,despuésdeAtlanta,cadavezquemesentíaasí…
Oh,¡joder!
Meinterrumpoalcomprenderqueestoyentrandoenunterrenoqueno
estoy segura de querer pisar, que voy a revelar secretos que no sé si
quierodesvelar.
—Cuéntamelo. —Su voz es dulce—. Cuéntamelo, Syl, y veamos si
podemosolvidarestosúltimoscincoaños.
Mefrotolacaraconlasmanosporquederepentesientovergüenza.
—Es solo que cuando me sentía así, perdida, después de Atlanta,
bueno…Diosmío,québobada…Teseguía.
—¿Meseguías?
—Noati,sinoatusedificios.Tutrayectoriaprofesional.Todo—añado
alpensarenloschismessobrelasmujeresdesuvidaqueheleídodurante
losúltimoscincoaños.
—¿Porqué?
Es una pregunta para la que no estoy segura de tener una respuesta.
Según mi opinión, una docena de psiquiatras daría una docena de
explicaciones.
—Reconozcoquenolosé.Quizámesintieraculpable,comohasdicho
tú. Pero creo que la verdadera razón era que necesitaba recordarme que
soyfuerte.Sitehabíadejadoylohabíasuperado,¿cómonoibaasuperar
cualquier otra dificultad que me pusiera la vida? Y luego, cuando
comprendíquemehacíasfaltaparaelresort,yo…
Noterminolafrase.Niegoconlacabezaycojounabocanadadeaire
antesdecontinuar.
—Fue como si los dioses se estuvieran riendo de mí, ¿sabes? Porque
habíasuperadomontonesdecosas,peroloúnicoquenohabíasidocapaz
desuperarerastú.
—Yyovoyytelopongoaúnpeor.Perdona.
—No.Puede…Unpoco,sí.—Meencojodehombros—.Laverdades
quelosdosnoslohemospuestopeor.—Lecojolamano—.Yahoranos
loestamosponiendomejor.
—Sí.Asíes.
—Cass vino conmigo al estreno, por cierto. —Hablo en tono alegre,
esperando borrar parte de la tristeza con la que he ensombrecido el
trayecto—.Dicequeestáscañón.
—Mesientohalagado.
—Deberías.Noeresprecisamentesutipo.
—¿No le gusta un hombre moreno, con los ojos azules como yo?
¿Cabrónyarrogante?
—Nolevanlostíos.
—¿Ah…?
Pongolosojosenblancoantesuentonacióninterrogativa.
—Soloesmimejoramiga—digo—.Noestamos…liadas.
Suspira.
—Bueno,aúnpuedofantasearconmontarnosuntrío.
Me río, pero no puedo negar que sus palabras me han retorcido las
tripas.
Debe de percatarse de mi cambio de humor porque me mira con el
entrecejofruncido.
—Sabesqueeraunabroma,¿verdad?
—¿LodemontarnosuntríoconCass?Sí.Además,ellateretorceríalas
pelotassipropusierasalgoasí.Mesobreprotege.
—Conozco la sensación. Lo que no sé en qué estás pensando ahora
mismo.
—Puesentiytusfantasíasconmujeres.Y,¿sabes?,sobretodoentiy
lasmujeres.Borralodelasfantasías.
Tamborileaconlosdedosenelvolante.
—Creoquenopodríassermenosconcretaaunquetelopropusieras.
—Hassalidoconmuchasmujeres,Jackson.—Yaestá.Lohesoltado—.
Irena Kent, por ejemplo. Incluso estabas con ella el día del estreno. La
prensanoparadedecirquesalesconella.
No le cuento que yo misma lo confirmé con una búsqueda en internet
despuésdequeJamiemeexplicaraloquesabía.
—¿Salirconella?No.Peromeacostabaconella.Yano.
—Entiendo.
—No,nocreoqueloentiendas.Hefolladoconmuchasmujeres,Sylvia.
AntesydespuésdeAtlanta.
—Yahorateacuestasconmigo.
Percibodolorycelosenmitono.Ymecabrea.
—No.—Suvozesdura.Firme—.Ningunadeellaspuedecompararsea
ti.
—¿Porquéno?
Mecogelamano,selaacercaaloslabiosymelabesaconternura.
—Porquetúmeimportas.Yaellasnoteníaquedemostrarlesnada.
Suspalabrasmehacenbien,aunquenoterminodeentenderlas.
—¿Quétienesquedemostrarmeamí?
Medirigeunasonrisaradiante.
—Supongoquelosabráscuandotelodemuestre.
Niegoconlacabeza,divertida.
—¿Cuántofaltaparallegaralsitioquequieresenseñarme?
—Nomucho.
—¿Ynomedaráspistas?
—Niuna—responde.
—Vale. En ese caso, ¿puedo seguir atormentándote con tus antiguas
novias?
—Nosabeslailusiónquemehace.
Sonríodeorejaaoreja.
—En realidad, me interesa más la película, pero hablar de Irena Kent
me la ha recordado. Mi amiga Jamie dice que espera tener un papel
protagonistayqueporesotedoralapíldora.
—No me sorprendería —afirma con voz tensa—. Pero, teniendo en
cuenta que no quiero que la película se haga, su plan está abocado al
fracaso.
—¿Esciertoquelepegastealguionista?
Veoqueagarraelvolanteconmásfuerza.
—Porfavor,dimequenololeísteenlaprensarosa.
—No,melocontóJamieenplansecreto.Seenteróporunbuenamigo.
—Bien.Paguémuchodineroparaquenosalieraalaluz.
—Entonces,esverdadquelepegaste.—Sientounaextrañafascinación
—.Pensabaquelotuyoeranlosclubesdeboxeo,noliarteagolpescon
genteinocente.
—Créeme—diceentonoenigmático—.Esecapullonoerainocente.
Decido no insistir en ese punto, pero no puedo dejar de pensar en la
película.
—¿Qué? —pregunta después de pasarnos más de ocho kilómetros en
silencio.
—Yonohedichonada.
—Perotuspensamientosmeestándejandosordo.
—Esquenoloentiendo—reconozco—.Lacasaesespectacularyeslo
quetedioaconocercomoarquitecto.Séquehubounatragediaallí,pero
fue mucho después de que estuviera terminada y tú ya estabas en Las
Vegas, trabajando en el edificio del Union Bank. Así pues, ¿por qué te
molestatantolaideadequesehagaunapelícula?
—Porquesonintimidades.
—Percibo la crispación de su voz y hago una mueca. Se da cuenta y
relajaloshombros.
—Perdona.Perotodoelproyectoestárodeadodetragedia,yelmaldito
productor interesado en rodar la película se está metiendo donde no lo
llaman.Espersonal.Esíntimo.Yhaygentedecarneyhuesoconvidasde
verdadquevaasufrirsiestosigueadelante.
Continúosinentenderlo,peronolopresionarémás.Mequedabastante
claro que no me lo ha contado todo. Pero, teniendo en cuenta que yo
tambiéntengomissecretos,nosoylamásindicadaparasulfurarme.
Alargolamanoyleacaricioelhombro.
—Puedequenoentiendaelmotivo,perocomprendoqueesimportante
parati.Ytambiénesperoqueconsigasdetenerelproyecto.
Medirigeunasonrisadegratitudyreconocimiento.
—Hablando de películas, el viernes por la noche Michael organiza en
su casa un acto para recaudar fondos. Para el Proyecto de Protección
Histórica y Arquitectónica Nacional. Es una buena causa y es un buen
hombre.¿Vendrásconmigo?
—Porsupuesto.
Me remuevo un poco en el asiento. Teniendo en cuenta todo lo que
hemospasadojuntos,probablementeesunatontería.Peronopuedonegar
quelaperspectivadesalirconJacksoncomoesdebidomehacefeliz.
Solo entonces soy consciente de que ha reducido la velocidad para
maniobrarhacialaderecha.Miroalrededorantesdeinterrogarloconlos
ojos.
—¿LosPalisades?
—Yaverás.
Girayprestoatencióncuandoasciendeporlacarreteradeldesfiladero
ydobladenuevohaciaelmarhastaqueelcaminotrazaunacerradacurva
a la derecha. Seguimos por él, básicamente circulando paralelos a la
carreteracostera,sibienmuyporencimadeella,entrelascolinas.
Conozco este vecindario. He recorrido estas colinas a menudo para
inspeccionar las fachadas de estas hermosas casas en busca de ese
elementodesconocidoquesigueeludiéndome.
Aquí las construcciones están muy espaciadas y las parcelas tienen
alrededordeunahectárea,lamayorpartedelcualloconstituyeeljardín
trasero. Se respira un agradable ambiente de barrio, pero como en una
urbanización típica. Las casas son caras y ofrecen intimidad, lo que
confiere a la zona un ambiente tranquilo y exclusivo. Y como todas las
parcelas del lado oeste de la carretera están orientadas al mar, las
viviendastienenunasvistasdeinfarto.
—Dejaqueloadivine—digo—.Vamosairdecasaencasacomolos
niñosenHalloween.
—No—responde—.Pero,sitequieresdisfrazar,yoencantado.
Enarcounaceja.
—Iguallohago.Perosolosimedicesquétetraesentremanos.
—Yacasiestamos.
La carretera traza ahora una curva muy cerrada. Jackson gira a la
izquierdaparaentrarenunaparcelavacíaydetieneelPorsche.
Miroalrededor,desconcertada,yestoyapuntodepreguntaraJackson,
peroyaestábajandodelcoche.Meapeoamivezylosigocuandoechaa
andar por el terreno, donde me alegra ver que, pese a estar sin edificar,
algúnpromotorinmobiliariohaescalonadolaladeraparaqueseaposible
descender a lo que será, básicamente, el jardín de la casa que acabe
construyéndoseenlaparceladearriba.
—Estoesincreíble—digocuandomevuelvoymedoycuentadeque,
desde aquí, no se ve ninguna de las casas de arriba. Por otro lado, la
carreteracosteraquedacamufladaensumayorparteporlosárbolesyla
maleza que tapizan la ladera, lo que significa que las vistas son casi
exclusivamente de la arena y el mar—. No me puedo creer que esta
parcelanotengadueño.
—Lo tiene —declara—. La compré yo hace cinco años. Solo unos
mesesdespuésdequetútemarcharasdeAtlanta.
—Tú… —Me doy la vuelta, sin acabar la frase—. Pero si vivías en
Georgia.
—Temporalmente. Siempre he vivido en California. Y me marché no
muchodespuésquetú.LascosasconelBrightonConsortiumsetorcieron
enseguida.
Sé,apartirdebiografíasoficiales,queJacksonsecrióenlasafuerasde
San Diego. No sabía que hubiera vivido o se hubiera planteado vivir en
Los Ángeles. Y ahora descubro que vino aquí, que incluso compró esta
parcela…Noséquépensar,yselodigo.
—Te aseguro que no miento. Y mi única intención al traerte aquí ha
sido enseñarte este sitio porque me parece especial. Pensé en él anoche
cuandomehablastedequequeríasoírelmaryverlasestrellas.
Miroelrelucientecieloazulyelsolcegador.
—Hoyno.
—No—diceentrerisas—.Hoyno.—Metiendeunamanoyselacojo
—.¿Tepuedopreguntarunacosa?
—Claro —respondo, aunque mi tono es demasiado alegre porque me
asustaelcarizquehatomadonuestraconversación—.Almenos,intentaré
responderte.
—Anoche, cuando tuviste la pesadilla y huiste de mí, ¿por qué pusiste
rumboalascolinas?¿PorquénobajastesimplementeaSantaMónicao
Sunsetparacorrerunpococonelcoche?¿Porquénocogistelacarretera
de la costa del Pacífico y pisaste a fondo el acelerador? A esas horas
podríashaberllegadoaldesiertosincruzarteconunsolovehículo.Dime,
¿porquétedirijistealamontaña?
—Nolosé—respondoconfranqueza—.Porlogeneral,cuandoestoy
disgustadaonecesitopensarvoyalGettyCenter.Probablementemepasé
mediavidaallícuandoibaalinstituto.
—Peroanochenofuiste.
—No.—Frunzoelentrecejoporquenitansiquierameloplanteé.Solo
mepareciónaturaldirigirmealascolinas.Correrconelcoche—.Estaba
asustada.Huyendo.Nopensaba.
—Pero huiste a Mulholland, donde hay curvas en cuesta sin
quitamiedos.Parecebastanteaterrador.
—Otravezestáhablandoelpsicólogoquellevasdentro—digo.
Seechaareír.
—Quizá.Ypuedequetengarazón.Puedequeestuvierascombatiendoel
miedoconmiedo.
—No lo sé. Puede. —Me rodeo el cuerpo con los brazos porque no
estoydehumorparaquemepsicoanalice—.¿Porquéesimportante?
—Porquecreoqueestássiendointeligente.—Ladeaelrostroypercibo
cierta malicia en sus ojos azules—. Porque vamos a presionarte, Syl. A
combatirelmiedoconmiedo.Atenerelcontrolrenunciandoaél.
Niegoconlacabeza.
—Nosédequémehablas.
—Puesdejaqueteloenseñe.—Seapartaymemiradearribaabajo—.
Quítatelaropa.
Soy consciente de su mirada fogosa y de su tono autoritario; no
bromea.Sientounexcitantehormigueoentodoelcuerpo,peroniegootra
vezconlacabeza.
—Creoqueno.
—¿No?Estonovaasí,Sylvia.Yotedigoquetedesnudesytúlohaces.
Yotedigoquemechupeslapollaytúteponesderodillas.
Suvozesfirme,autoritaria,ydoyunpasoatrás.Muevolacabezatanto
para negar sus palabras como para defenderme de cómo responde mi
cuerpo.
—¿Aquéjuegas,Jackson?
—Alúnicojuegoqueconozco.Elmío.—Mellamaconundedo—.Ven
aquí,nena.Quieroenseñarteunacosa.
Dudouninstanteyseríe.
—Vamos—meinsiste—.Teprometoquenomuerdo.
Oigo el eco de nuestro pasado, las mismas palabras de su broma de
Atlanta,ymeacercoaél.
—Buenachica.
Cuando me tiene delante, me da la vuelta y me pasa un brazo por la
cinturaparapegarmecontrasupechoypodercontemplarjuntoselmar.
—Precioso—continúa,alavezqueempiezaasubirmelafaldaconla
otramano.
—¿Quéhaces?
—Espera.
Mebesalaorejayunacorrientedeplacermeelectrizaelcuerpo.
Notosusdedosenmibraga.Metelamanopordebajoyencuantollega
amisexogruñealdarsecuentadelomojadaqueestoy.
Me mete los dedos hasta el fondo y gimo de placer, sin apenas poder
mantenermeenpie.
Bajalacabezaparasusurrarmealoído:
—Yesto,preciosa,demuestraquetengorazón.
—¿Qué?
Medoylavueltaentresusbrazos.Notengolamenorideadeaquése
refiere.
—Tegustasentirteutilizada,Sylvia—respondey,deinmediato,niego
conlacabeza.
—¡Yuncuerno!No…
Meponeundedoenloslabiosparahacermecallar.
—Tehedichoquetedesnudaras.Tehedichoque,siyoquiero,puedo
ordenarte que me la chupes. Y, nena, no solo estás mojada… Estás tan
excitadaqueseguroqueteduele.
Nodigonada;sehaacercadodemasiadoalaverdad.
—Te excita someterte. Ponerte en manos de un hombre. Pero te
acuerdasdeloqueaquelcapullotehizo,decómotedominóyteobligóa
hacer cosas en contra de tu voluntad. Por eso te avergüenzas cuando te
excitasyporesotienespesadillas.
Meabrazoelcuerpoconfuerzaporquesuspalabrasnomegustanyno
entiendocómocoñopuedesertanperspicaz.Demomento,sinembargo,
nohadichonadaquepuedarebatirle.
—Peroconmigonoeslomismo,nena.Bobtearrebatóelcontrol.Yo
no.Lollamo«serutilizada»porqueasíescomotúloves,apesardeque
en realidad eso no es cierto. Es entregarte porque confías en mí. Él se
aprovechódeti,nena.Túnoledistenada.Perocuandotesometesamíme
lodastodo.
No me muevo. No hablo. Solo me quedo quieta mientras Jackson va
despojándomedelascapasdemivida,esperandoquedeverdadentienda
loqueve.
—Así que vamos a hacer justo lo que te dije ayer. Eres mía, Sylvia.
Todamía.Estaráslistaparamícuandoyoquieraycomoyoquiera.Eres
míaparadarmeplacer.Paraposeerte.Parafollarte.¿Meentiendes?
—Dijistequerompíamoseseacuerdo.
—Yasíes.Laprimeraveznotepedípermiso.Estavezquieroqueme
cedaselcontrol.Congusto,cariño.Joder,hastaconentusiasmo.Porquete
prometoqueharéquevalgalapena.
Me paso la lengua por los labios. Es innegable que estoy excitada; en
esohaacertado.Perotambiénestoyasustada.
—¿Quéharás?
—Detodo,nena.Porque,cuantomástedes,menosasustadaestarás.
—¿Hablasde…morbo?¿Bondage?¿Juguetes?
—De todo eso, sí. Pero iremos despacio. —Me pasa el dedo por los
labios—.¿Espánicoloqueveoentusojos,oexcitación?
—Unpocodecada—reconozco.
—Huiste de mí en Atlanta porque no sabía contra qué luchabas. Pero
ahoraloséyvamosacombatirlojuntos.Y,cariño,creoqueestaesuna
batallaquelosdosdisfrutaremos.
Me cuesta respirar y me noto el cuerpo tenso, a la expectativa. ¿Es
posible que tenga razón? ¿De veras puedo combatir mis miedos
sucumbiendoasusdeseos?¿Sucumbiendo,joder,alosmíos?
—¿Medejarásayudarte?—Suvozesfirme.Sincera—.¿Teentregarása
míymedejaráslibrarestabatallaporti?
Inspiro,viéndoloahoracomoelcaballerodemisfantasías.
—Sí.Oh,Diosmío,Jackson…Sí.
—Bien.—Mesonríedespacioyconpicardía—.Ahoraquítatelaropa.
Quiero protestar diciendo que estamos al aire libre, en una parcela
vacía,peronoconsigoarticularpalabra.Acabodeconvenirensometerme
aély,malquemepese,noquieroecharmeatrás.
Seacomosea,nopuedonegarquelaideadeestardesnudaenloaltode
estacolinaconJacksonmeresultaexcitante.
Medespojodelaropayladejosobrelachaquetaquesehaquitado.Se
coloca detrás de mí en cuanto me ve desnuda, posa las manos en mis
pechosyactoseguidolasbajarecorriendomicuerpo.
—Ahoraeresmía—afirma—.Estastetas,estecuerpo.Estecoño.
En cuanto ha empezado a tocarme he echado la cabeza hacia atrás,
llevadaporsusexcitantescaricias.
—Prohibido rozarte siquiera a menos que te dé permiso, cariño. Si
descubroquetehascorrido,habráconsecuencias.¿Loentiendes?
Asiento.
—Asíescomotequierosiempre—añademientrasmeacariciaelsexo
y me excita hasta llevarme casi al límite—. Mojada, cachonda y bien
abierta.Tanapuntoquemebastepasarteundedoporlapalmadelamano
paraqueestalles.Tequierodispuesta.Enloquecidadedeseo.Noporqueyo
teloexija,sinoporquetúlodeseas.Noporqueyoteposea,sinoporquetú
teentregas.
Ha estado acariciándome al compás de sus palabras, tocándome el
clítorisconmovimientoscircularesquemeexcitancadavezmáshastaque
estoy segura de que voy a tener un orgasmo tan fuerte que podría volar
hastaelmismoocéanoPacífico.
—Dimequequiereseso—exige.
—Sí…
Medalavueltaentresusbrazosymearrancaungemidoalbesarmeen
la boca. El beso es apasionado y deliciosamente íntimo, tanto que he de
aferrarmeaélporquetemodesplomarme.
Se separa de mí y gimoteo, porque estaba a punto de derretirme entre
susbrazos.
—Porfavor—suplico.
Sinembargo,Jacksonniegaconlacabezaymeordenaquemevista.
—Pero…
—Noquerrásllegartarde,¿verdad,Syl?
Hago una mueca porque me había olvidado por completo de que
deberíamosestarenMalibú.
Me pongo el vestido y me agacho para recoger las braguitas, pero
Jacksonsemeadelantayselasguardaenunbolsillo.
—Nolasnecesitas.
—¿Estásloco?
—Puede—responde—.Peroesonosignificaquetelasvayaadar.
17
SeñorSteele—diceNikkialpiedelaescalera,conlamanotendidahacia
Jackson—. Es un verdadero placer volver a verle. Y, Syl, me encanta tu
vestido.
—Gracias.Túestásincreíble,comosiempre.
Nikki tiene la suerte de ser tan guapa como para ganar concursos de
belleza,perotambiéntansencillacomoparaquelosmerosmortalesnola
odiemos. Hoy lleva un vaporoso vestido azul que resulta elegante e
informalalavez.Lamelena,rubia,hastaloshombros,leenmarcalacara.
Hoypareceresplandecerdefelicidad.
—Permitan que les traiga algo de beber —continúa, y se coloca entre
Jacksonyyoparacogernosdelbrazoyllevarnosalaimponenteescalera
que sube al salón del segundo piso—. Me puse muy contenta cuando
Damien me dijo que había accedido a construir el resort, señor Steele.
Creoqueaportaraalgomuyespecialalproyecto.
—Mealegrodeformarpartedelequipo—declaraJackson,ynopuedo
evitarpreguntarmesiNikkisehafijadoencómomehamiradodereojo
—.Sientoelretraso.
—Había muchísimo tráfico en la carretera de la costa del Pacífico —
añado,esperandoqueNikkinosehayadadocuentadequemeardenlas
mejillas.
Porquelociertoesquenomeapeteceenabsolutoestaraquí.Noeneste
momento. Cuando no llevo nada debajo de este vestido y lo único que
quieroesqueJacksonmetoque.
—Nohayproblema—nosdisculpaNikkientonorelajado,yagradezco
que no pueda leerme el pensamiento—. Como he dicho, queremos que
esto sea una reunión informal. —Nos detenemos al pie de la escalera—.
Permítanmerepasarquiénhavenidoparaquelosepan.Lalistaescorta.
Ustedes dos, Damien y yo, por supuesto, y además estánTrent y Aiden,
quetrabajaneneldepartamentoInmobiliario—explicaaJackson.
—Conozco a Aiden —observa él—. Estaba en el despacho de Damien
cuandoaccedíaparticiparenelproyecto.
—Ah,bien—diceNikki.
—Tengolasensacióndequedeberíadisculparmeporhaberrechazado
elproyectodelasBahamas.Esperoquenopensaranquesoyungrosero.
Nikkiseechaareír.
—Groserono,solosincero.Yloentiendoperfectamente.Damienseha
ofrecido a ayudarme con mi propia empresa montones de veces y yo
siempre le digo que no. Puede que, cuando esté más establecida, me
plantee asociarme con alguna de sus filiales, pero, ahora mismo, quiero
demostrarquepuedohacerlosola.Noobstante,adiferenciademí,usted
yalohademostradoconcreces.
—Esoes verdad —convengo, tan orgullosa de los logros de Jackson
comosisusedificiosloshubieraproyectadoyo.
—Agradezco el cumplido —dice él cuando empezamos a subir la
escalera—.¿Aquésededicausted?
—Al software —responde Nikki—. Principalmente, para dispositivos
portátiles, aunque también creo aplicaciones para internet. Muy pronto
sacaréunaalaqueDamientieneechadoelojo.Leestávolviendolocoque
meresistaadarlelaconcesión—añade,ymedirigeunasonrisa.
—Es cierto —digo, porque Damien me ha hablado del software de
Nikkienmásdeunaocasiónpararecalcarcuántopodríafacilitarelflujo
detrabajoenlaoficina.
Aunasí,cadavezqueNikkiseloniegalaaplaudoensilencio.Porque,
en toda mi experiencia como asistente de Damien, creo que Nikki es la
únicapersonadelmundoquehaconseguidodarunnoaDamienStark.
EllayJackson,rectifico,alpensarenlasBahamas.
—…Porqueproyectóestacasa—estádiciendoNikki.
—Perdonad,mehedespistado.¿HavenidoNathanDean?
—Sí. He pensado que a Jackson podría gustarle hablar con otro
arquitecto. Y Evelyn completa la lista de invitados. —Se encoge de
hombros—.Esoestodo.Solounreducidogrupodegenterelacionadacon
el resort, con Stark Real Estate Development o personalmente con
Damien.Noqueríaquefueraagobiante.
—Nathanesunpococallado,peroesmajo—explicoaJackson.
Sédeloquehablo.Pasémuchotiempoalteléfonoyenreunionescon
DamienyNathandurantelaproyecciónyconstruccióndelacasa.
—Y tiene mucho talento —añade Jackson—. Al menos, esta casa es
pruebadeello.Esincreíble—diceaNikki.
Sé que por fuera la ha encontrado impresionante, porque me lo ha
comentadoenelcoche.Lehagustadoelmodoenquepareceformarparte
delascolinasyrealza,envezdeeclipsar,lasvistasdelmaralolejos.La
entradaesigualdeformidable.Porellaseaccedeaunsalóndiáfanocon
unaparedacristaladaalfondoquepermiteverlapiscinadesbordantedel
jardín. Y la ancha escalera es un segundo foco de atención y dirige a
quienesestándentrodelacasaalasegundaplanta,queesdondeserecibe
alosinvitados.
—Gracias—respondeNikki—.Estabacasiterminadacuandoconocía
Damien.Meadjudicoelméritodelosmueblesydealgunosdeloscolores
delasparedes.Peroesoestodo,másomenos.
—Loscoloressonimpresionantes—opinaJackson,yhacequeNikkise
ríayqueyosonría.
ApreciomuchoaNikki.Demomento,creoqueJacksonlecaebien.
Llegamosalrellanodelsegundopisoynosdetenemos.Adecirverdad,
es imposible subir esta escalera sin pararse al final, porque lo que se ve
aquí es tan increíble que te deja sin respiración. El espacio es enorme y
estápensadoparacelebrarfiestasy,desdenuestraposición,vemostantoel
patio (ahora las puertas acristaladas están abiertas y hay unas vistas
alucinantes del mar) como la chimenea de piedra, en ángulo con la
escalera y orientada asimismo hacia el mar, que es sin duda la pieza
centraldelsalón.Sobreellahayuncuadrodeunamujerdesnudapintadaa
tamañonatural,conelrostrovueltoparaocultarsuidentidad.Noobstante,
gracias a filtraciones a la prensa, casi todo el mundo sabe ya que es un
retratodeNikki.
No conozco los detalles, pero sí sé que Damien le pagó un millón de
dólaresparaqueaccedieraaposardesnuda.Tengolasospechadequesu
acuerdoincluyómáscondiciones,probablementealgunasmuysensuales,
pero,amenosqueselopregunteaNikki,nuncalosabréacienciacierta.
Aun así, no puedo evitar encontrar paralelismos entre su relación con
DamienylamíaconJackson.Dehecho,medaesperanza.Porque,pesea
todoloquehantenidoquepasar,sonlaparejamássólidaqueconozco.
—Es precioso —dice Jackson sin despegar los ojos del retrato—.
Deberíaestarmuyorgullosadeél.
—Lo estoy —confirma Nikki—. Siempre lo he estado. Pero eso no
significaquenomecabrearacuandolaprensadioaconocermissecretos.
—Sé exactamente a qué se refiere. —Jackson piensa en la película,
seguro—.Meencantaríaconoceralpintor.
—EsBlaine.—MiroaNikki—.¿HavenidoconEvelyn?
—No.EstáenVancouverexponiendosuobra.Peroestoyconvencidade
queleencantaríahablarconustedcuandovuelva.Ah,Wyattsíhavenido.
Antessemehaolvidadomencionarlo.
—Esnuestrofotógrafo—explicoaJackson—.Tengoqueenseñartelas
fotosquehasacadodelaisla.Quieroincluirlasenunfolletopublicitario,
yhepensadoquetambiénquedaránpreciosasenlaszonaspúblicasyquizá
enlashabitaciones.Todavíanoheescogidointeriorista.Peromegustaría
que me dieras tu opinión sobre eso. Quiero asegurarme de que
contratamosaunapersonaqueseaafínatuproyectoyquenocolisione
conél.
Memiraalosojos.
—Desdeluego.
Asiento satisfecha y me doy cuenta de que estoy feliz. Porque no solo
estamos juntos en el plano personal sino también en el profesional. Y la
perspectivadecolaborarconunapersonaconeltalentodeJacksonSteele
meentusiasmaaúnmásquetrabajarparaalguiencomoDamien.Noesque
noadoremiprofesiónnipiensequeDamiennoesbrillante,peroloque
Jackson hace, proyectar edificios, cambiar la fisonomía del mundo,
siemprehasidomipasión.Ypodercompartirahoraesapartetanesencial
suya,bueno,lopiensoyyamedavértigo.
Se le ensancha la sonrisa y no me cabe ninguna duda de que sabe qué
estoypensado.
—Venga—digoconunasonrisadesatisfacción—.Vayamosasaludara
Damien.
—Dehecho,mehapedidoquelodisculpéis—intervieneNikki—.Hay
unproblemaenunadesusfábricasdeMalasiayhatenidoqueatenderla
llamada. Entretanto, dejad que os traiga algo de beber y que haga las
presentaciones. ¿Vino o algo más fuerte? —pregunta a Jackson mientras
nos conduce a la cocina, que está al otro lado del salón, detrás de una
pareddepiedra.
Dadoeltamañodeestacasadeensueño,demásdenovecientosmetros
cuadrados, es una cocina pequeña, exclusiva para fiestas. Sin embargo,
dejaenridículoalamayoríadelascocinas.Detodosmodoshayotra,la
principal,enlaplantabaja,queestáequipadaconmáselectrodomésticos
quemuchosrestaurantesdecincotenedores.
Lo que más me impresiona no es la distribución ni el lujo, sino que
Nikki y Damien no hayan contratado camareros para la fiesta. Ni tan
siquiera veo a Gregory, el asistente personal de Damien, que hace las
veces de mayordomo. Porque, pese a los miles de millones que tiene
Damienyelhelipuertodelpatiotrasero,enelfondotantomijefecomosu
mujersonpersonasbastantesencillas.
SéqueJacksontieneproblemasconDamien,perodesconozcocuáles.Y
esperoquepuedanresolverse,porqueaprecioyrespetoamijefeyvaloro
sinceramentelaamistadqueheforjadoconNikki.
Una vez que Jackson y yo nos hemos aprovisionado de un whisky
escocésensucasoyunacopadevinoenelmío,regresamosalsalónpara
relacionarnos. Estoy un poco nerviosa por nuestro nuevo acuerdo, y
durante los primeros diez minutos más o menos me noto inquieta y
crispadaporquetemo—y,sí,esperotambién—quemelleveaunrincón
parametermelamanopordebajodelafalda.
No lo hace, y no me queda claro si estoy defraudada porque no haya
forzado los límites aquí o complacida de que haya adoptado una actitud
tanprofesional.
Desde luego, eso último es innegable. Se muestra tranquilo y seguro
contodoslosinvitados.SaludaaAidenconentusiasmoy,unavezmás,le
da las gracias por la oportunidad de trabajar en un proyecto tan
vanguardista.Halagamicapacidadcomodirectoradelmismoyconsigue
queAidenmeelogieefusivamente,unbeneficiodeteneraJacksondemi
partequenomeesperaba.
—Encajaalaperfecciónenelequipodelaplantaveintisiete.Esperamos
poderrobárselaaDamienparasiempre,¿verdad,Trent?
AidenlanzaunamiradaaTrentLeiter,quienasienteconvehemencia.
—¡Claroquesí!—conviene.
—¿Y cuál es su función? —pregunta Jackson a Trent—. ¿Desarrollo
internacional?EstáacargodelproyectodelasBahamas,¿noesasí?
—Dehecho,supervisolazonadelsurdeCalifornia.Eseproyectofue
una especie de trabajo aislado para mí. Ahora mismo estoy pendiente,
sobretodo,deuncentroparaoficinasylocalescomercialesqueestamos
construyendoenCenturyCity.
JacksonnosmiraaTrentyamí.
—Entonces ¿mi cadena de mando es Sylvia, usted, Aiden y el señor
Stark?
—Conunpocodesuerte,notendrásquepasarnuncaporencimademí.
Me río en cuanto lo he dicho, esperando quitar hierro a la situación.
Jacksonnotieneformadesaberlo,peroaTrentnolehizoningunagracia
que Damien me nombrara directora del proyecto del resort de Cortez
saltándoseloaél.
—Y nos tomamos las cosas con mucha calma cuando es necesario —
añadeAiden—.Puedeacudiramísiemprequequiera.OaDamien,claro
está.
—¿Paraquétienequeacudiramí?—preguntaDamien,queseacercaa
nosotrospordetrás.
TiendelamanoaJackson,quienseleestrechaconcordialidadydisipa
mitemordequesudesdénpormijefefueraarezumarleporlosporosy
mancharelsuelodemaderaencerada.
—Soloparadecirlecuántovoyadisfrutarconestetrabajo—responde
Jackson.
Medirigeunasonrisafugazquemedespiertaunahondagratitud.Nosé
sihapercibidolaenvidia,eldesdénoloqueseaqueamargaaTrent,pero
agradezcoelcambiodetema.
—Me alegra mucho oír eso —afirma Damien—. Fue una decepción
paratodoscuandorechazóelproyectodelasBahamas.Noselopregunté
elsábado,perotengocuriosidad.¿Quélehizocambiardeopinión?
Jacksonsemuevesololosuficienteparamirarme.
—Como expliqué, la señorita Brooks es muy persuasiva. Y puede que
estavezlosastrosesténmejoralineados.
Damienmemiracomosiestuvierareflexionando.
—EsperoquetrabajarconStarkInternationalleresultetanbeneficioso
como lo es para nosotros. Me lo pienso mucho antes de contratar a mis
colaboradores. Su talento dice mucho de usted. Y el entusiasmo de la
señoritaBrookstambiénhatenidoungranpeso.
—En ese caso, parece que tengo bastantes cosas que agradecer a la
señorita Brooks. —La sonrisa de Jackson es únicamente para mí—. El
resortdeCortezsoloesunadetantas.
Nikki se une al grupo y nos pregunta quién necesita otra copa. Me
ofrezcoaocuparme.Paraquepuedarelacionarseconsusinvitados,pero
también, sobre todo, para alejarme antes de que el cuerpo me estalle del
calorquemehanprovocadolasinsinuacionesdeJackson.
EstoyenlacocinaabriendootrabotelladewhiskyescocéscuandoTrent
entraparaponersemáshieloenelvaso.
—Me alegro de que lo hayas fichado para sustituir a Glau. Fue una
putadaqueselargaraalaIndiasinavisar.
—AlTíbet—puntualizo.
—Paraelcaso…Mepreguntoquéesconde.
—¿Glau?Sitesoysincera,estoytanmolestaconélquenisiquierame
importa.
—Yotengocuriosidad—reconoceTrent—.PeronomereferíaaGlau,
sinoaSteele.
—¿Cómoquequéesconde?
Heperdidoelhilodelaconversación.
—Es que me parece muy raro que se negara rotundamente a trabajar
para Stark en las Bahamas y que ahora, de repente, ¿esté
entusiasmadísimo?
—Créeme,nohasidofácilconvencerlo.
—Yesotambiénesraro—apuntaTrent—,dadoqueleteníaechadoel
ojoalproyectodeCortezdesdeelprincipio.
Dejolabotelladewhisky.
—¿Quéquieresdecir?
—La semana pasada fui a sacar varios permisos para Century City y
habléconunademisamigasdeldespachodelsecretariodelcondado.Me
comentó que este había autorizado algunos estudios topográficos de la
isla.
—¿PorquédemonioshablasteisdeCortez?
Seencogedehombros.
—Supusoqueelproyectoeramío.
—Lasemanapasadanitansiquieralehabíamosofrecidoeltrabajo.
—Puesporeso—exclamaTrent—.CreoqueelseñorSteeleseestaba
haciendoderogar.Loquenoséesporqué.
Comoignoroquérespondernodigonaday,cuandoTrentcogesuvaso
ysemarcha,metomounmomentopararespirarhondo.Loquehadicho
notienesentido.Asíque¿aquécoñojugabaJackson?
Regreso al salón y Aiden se ha ido, y Damien y Jackson están
conversando solos, con mucha cortesía aún. Me doy cuenta de que sigo
esperandopercibirtensiónentreambos,peronolahay.Encambio,veoa
doshombresquetienenmásencomúndeloqueprobablementecreen.Si
Damienesarrogante,tambiénloesJackson,porqueambossonresueltos
ytienenlascosasclaras.
Tambiénseparecenfísicamente.Sonmorenos,tienenfaccionesclásicas
yparecengalanesdeHollywood.
Ambos son la clase de hombre que puede postrar a una mujer de
rodillas.HedereconocerqueconmigoJacksonhahechojustoeso.
—Escomoestarmirandolaportadadeunadichosarevistadehombres,
¿no?—diceEvelynmientrascogeunodelosvasosdewhiskyquellevoen
lamanoyloapuradeunsolotrago—.Anteshehabladocontuarquitecto.
Creoqueserábuenoparaelproyecto.Ymealegrodequehayáissuperado
eseobstáculoqueteníaisquevencer.
—Yyo.
Me arden las mejillas cuando pienso en el entusiasmo con que hemos
superadoeseobstáculoenparticular.
Evelynseríeyyomesonrojotodavíamás.
—Notepreocupes—dice—.Tusecretoestáasalvoconmigo.Peroten
cuidado,¿eh?
—¿Cuidado?
—JacksonSteelenotienefamadeserhombredeunasolamujer,ytú
nuncamehasparecidolaclasedechicaqueaguantaríaaundonjuán.
—No,élnoes…
Pero me interrumpo. Lo cierto es que tiene razón. Y, aunque he
preguntado a Jackson al respecto de esas mujeres, no tengo forma de
saberloquerealmentepasóconellas.
—Túsoloándateconcuidado—repiteEvelyn.
Estavezloúnicoquehagoesasentir.
Voy a la cocina para reponer el vaso de whisky que Evelyn acaba de
llevarsey,amiregreso,NathanDeansehaunidoalosdoshombres.
—¡Sylvia!—exclama,ymebesaenlasmejillassinsiquierarozármelas
—. Me alegro mucho de volver a verte. Ahora que Damien ya no me
necesita,echodemenosrepasarlalistadetareascontigo.
—Siempreesbuenmomento—bromeo,yhagoreíralostreshombres
—.¿Enquétrabajasahora?
—PuesenunaresidenciadeBrentwood.ParaTrentLeiter.
—Nolosabía—digo—.Esoesestupendo.
—Aiden le habló de mí —explica Nathan—. Que es como, de hecho,
entréencontactoconDamien.ConozcoaAidendesdehaceañosy,desde
luego,suamistadmehasalidomuchísimoacuenta.
—Aquí has hecho un trabajo asombroso, nadie lo niega —interviene
Jackson—.Estacasaesimpresionante.
—Gracias—diceNathan—.PerocomoDamienesunhombrequesabe
casidetodo,bastantescosasdelproyectofueronideasuya.
—Está diciendo que trabajar conmigo es una pesadilla —apostilla
Damien.
—Noesverdad.Agradezcolasopinionesdelosdemás.Esteesunode
mismejoresproyectos.
—Estaplantaesextraordinaria—continúaJackson—.Unhombredetu
posicióndebededarmuchasfiestas.
—Puesmiintenciónnoeraesa.Hastahacepococasinuncadabafiestas
encasa,ytampocopuedoafirmarquemeentusiasmarasalir.
—Peroapuestoaqueseráagradablecuandovienelafamilia.
Frunzo el entrecejo, sin tener muy claro si Jackson está haciéndole
preguntasconunpropósitoosolodándoleconversación.
—Sitesoysincero,nimimujerniyotenemosmuchafamilia.Yonome
llevo demasiado bien con mi padre; si lees la prensa del corazón, no te
vendrá de nuevo. En cuanto a Nikki, bueno, su madre vive en Texas.
Podríamosdecirque,enloquerespectaalafamilia,estamosempezando
decero.
SeinstauraunincómodosilencioantesdequeJacksonhable.
—Losiento.Noqueríatocaruntemaespinoso.
—Notepreocupes—diceDamien—.Mipadreseráloquesea,perono
mequitaelsueño.
En lo que imagino que es un intento de cambiar de tema, Jackson se
dirigedenuevoaNathan.
—Imaginoquetededicasexclusivamenteaproyectarcasas.
—Fundamentalmente,peronodeformaexclusiva.—LavozdeNathan
esunpocomásagudadelohabitual,comositambiénestuvieraintentando
disipar las malas vibraciones—. He estado haciendo contactos, intentado
tenermáspresenciaenelsectorcomercial,pero,desdeluego,misavances
no tienen nada que ver con los suyos. Tiene usted mucha experiencia,
señorSteele.
—Llámame Jackson, por favor. Y, aunque comprendo tus ganas de
diversificarte,insistoenquedestacasenloquehaces.Loquehedichode
estacasalodecíaenserio.Esunajoya.
—Viniendo de ti, es un gran elogio. ¿Te importa si te pido la opinión
sobreunascuantascuestiones?
—Enabsoluto.
—Creoquevanahablardetrabajo—mediceDamien—.¿Teimportasi
teacaparounmomentoparalomismo?
—Claroqueno.
Mientras Jackson y Nathan se dirigen al balcón para hablar sobre
cimientos,arcosocualquierotrodetallearquitectónicosigoaDamienala
cocina,dondemeponerápidamentealdíadesuprogramasemanal.
—Hay una función de Broadway que Nikki quiere ver, y tengo que
reunirme con Isabel por el lanzamiento de los nuevos productos. He
pensadoenmatardospájarosdeuntiroyllegaraManhattanelmartespor
lanoche.
—Pareceunbuenplan.¿ViajaréisaBruselasdesdeNuevaYork?
NikkiasisteauncongresodigitalyDamientambiénirá.Teníanpensado
salirdeLosÁngeleselviernes.
—¿Aún quieres que Grayson os lleve? ¿O prefieres un vuelo
comercial?
—AsegúratedequeelcambiodefechanojodeaGraysonningúnplan
quetenga.Siestálibre,reservatambiénunasuiteparaél.Puedepasarunos
díasderelaxenNuevaYorkantesdequehagamoselviaje.
Sonrío.
—Leencantará.
—Se pasará la vida en el aeropuerto mirando los aviones de otros
pilotos—anticipaDamien.
—Seacomosea,leencantará.
—PonaRachelaldíayasegúratedequesabecuantohayquesaberpara
organizarmeelviaje.Cuantomenosestésenrecepción,máspendientede
todotendráqueestar.
—Porsupuesto,Damien.
—Y,Sylvia…
—Dime.
—Tambiénestáshaciéndologenialentodolodemás.
Elelogiomeiluminalacara.
—Gracias.¿Algunacosamás?
—Solopásatelobienhoy.
—Enesoestoy.
Empiezoaalejarme,peromedetengo.
—¿Puedohacerteunapregunta?
—Desdeluego.
Vacilo,sinsabermuybiencómoexpresarlo.Dadoquenoparecehaber
unaformadelicada,lodigosinrodeos.
—MepreguntabaquépasóenAtlanta.ConelBrightonConsortium.
—Ah,eso…
Nodicenadamás,ymemiratanfijamentequecasimeintimida.
—Esquecomentastealgoelsábado.AntesdequeJacksonaccedieraa
formarpartedelproyecto,merefiero.
—¿Queunoscuantascomprasdeterrenosmíasleperjudicaron?
—Sí.
—¿TehapreguntadoJacksonalrespecto?
Pienso en nuestra conversación del coche. Lo hemos hablado, pero
Jacksonnomehapreguntadonada.
—No—respondoconseguridad.
Damienseapoyaenlaisladelacocinaconlasmanosenlosbolsillos.
—Es complicado —arguye—, pero, resumiendo mucho, lo que pasó
fue que el consorcio estaba mal gestionado y eso me brindó la
oportunidaddeofrecermeaadquirirunosterrenosdeprimera.Untratode
negocios,lisayllanamente,almenosenloqueamíconcernía.
—¿Enloqueaticoncernía?
—Sielacuerdohubieraseguidoadelante,túymuchasotraspersonasos
habríaisvistoimplicadasenunenredomonumentalsoloporquehabríais
trabajado demasiado estrechamente con uno de los principales
participantes.
—Reggie.
Damienasiente.
—Vale—digodespaciomientrasreflexionosobreelasunto—.¿Enqué
sentidoestabamalgestionado?¿Quéclasedeenredo?¿Habríaafectadoa
Jackson?
—Síaloúltimo.LootroopinoquesonpreguntasparaReggie.¿Seguís
encontacto?
—Un poco —respondo—. Se fue a vivir a Houston, pero ha venido a
LosÁngelesdosvecesenestosúltimoscincoaños.Hemoscomidojuntos.
—Si aún tienes curiosidad, la próxima vez que comáis juntos
pregúntale. Si no, déjalo correr, Sylvia. Déjalo correr y considérate
afortunada.
—¿Por…?
—Si Reggie no hubiera decidido desmontar el tenderete, puede que
siguieras trabajando para él. No tendrías Cortez. Y yo jamás habría
contratadoaunaasistentetanincreíblecomotú.
—Oh,vaya.Gracias.
—Aveceslascosaschungaspasanporunarazón.
—Supongoquesí—convengo—.Graciasporexplicármelo.
—Haymás,peronoesasuntomío.LlamaaReggiesitienescuriosidad.
En cualquier caso, eso pasó hace mucho tiempo. Mi consejo es que lo
olvides.
—Loharé.
NotengoclarosimerefieroallamaraReggieoaolvidarlotodo.
Cuandoregresamosalsalóndescubrimosquetodoshansalidoalpatio.
HaceunatardemagníficayelocéanoPacíficoseextiendealolejoscomo
unmantoazul.
—¡Aquí estás! —Wyatt me coge de la mano para que me una a su
conversación con Nikki y Jackson—. Acabo de comentar a Nikki que
tenemos que cambiar la clase. ¿Cómo te va el martes? Podemos
fotografiarlapuestadesolenSantaMónica.Siatinoteimportavenira
SantaMónica—diceaNikki.
—Por mí bien —responde ella—. Luego podemos tomar algo, ¿te
parecebien,Syl?
LanzounamiradaaDamienporqueséqueNikkihabrásalidodeviaje
muchoantesdeesahora.Peroélasientedeformacasiimperceptibleyle
sigo la corriente. En definitiva, el viaje es una sorpresa y siempre
podemosvolveracambiarlaclasemásadelante.
—Meparecebien.
—Y me gustaría que encontraras tiempo para venir a la isla —dice
Jackson—. Puedo hacer unas cuantas fotos por mi cuenta, pero, según
cómo sea el terreno, es posible que quiera tener un repertorio más
completoparaelproyecto.
—Cuandoquieras.Laislameencanta.Estoydeseandovolver.
—Damienhaidoestamañana—explicaNikki.
—¿Túno?—pregunto.
—Hellevadoauninversor—aclaraDamien—.DallasSykes.Meestoy
planteandoadquirirpartedesuoperación.Yqueríatranquilizarlodespués
dequeseenteraradelodeGlau.
—DamienhallevadoaSykesyasuúltimoligue—sueltaNikkienun
tonoquedejaclaroquehemospasadoalterrenodeloschismes.
La conversación continúa en esa línea, pasando de los chismes a la
familia y los amigos, hasta que Jackson anuncia que él y yo también
tenemos intención de inspeccionar la isla y que deberíamos ponernos en
marcha.
Nos despedimos, y veo que Jackson y Damien se estrechan la mano
comosifuerandoshombresquenotienenelmenorproblemaentreellos.
Sueltoelairedespacioycaigodeprontoenlacuentadelopreocupada
queestaba,inclusomientraslosestabamirando.
Pero ahora parece que todo marcha sobre ruedas y que cualquier mal
rolloqueJacksonpudieratenerconDamienoseharesueltooestápoco
menosqueolvidado.
Ysiesoesasí,esestupendo.
18
¿
Unbarco?
EstoyenunmuellecercadelpueblodepescadoresdeMarinadelRey,
mirandounbarcoincreíbledecolorcremaypreguntándomequénarices
hacemosaquí.
—Ya estaríamos en la isla si hubiéramos pedido a Clark o a Grayson
quenosllevaranenelhelicóptero—echoencaraaJackson,perosolose
encogedehombrosycontinúaconloquequieraqueestáhaciendoconsu
móvil—.HemostardadomásenvenirhastaaquíencochedesdeMalibúde
quelohabríamostardadoenplantarnosenSantaCortezvolando.
Esperounarespuesta,peroJacksonsiguesindecirnada.
—¿Meescuchassiquiera?
Alzalavista.
—Estoycomprobandoquetodoestáenorden.—Memuestraelmóvil
—.Yhemandadounmensajealequipodeseguridadparaquesepanque
vamosenbarco.
Mecruzodebrazosymeloquedomirando.Tratodedecidirsiestome
irritaomedivierte.Medecantoporlosegundo.
—¿Sepuedesaberporquévamosalaislaenunbarco?
—Noesunbarco—arguye—.Esmibarco.Además,queríaenseñártelo.
—¿Tienesunbarco?
—Sí.Esedeahí
Señalaelbarcojuntoalqueestamos.—Eresunacajadesorpresas.—
Lociertoesqueestoyencantada.Haceunaeternidadquenovoyenbarco
yestoseestápareciendocadavezmásaunaaventura—.¿Vamuyrápido?
¿CuántotardaremosenllegaraSantaCortez?
—Unasdoshoras.
Miroelcielo.Sonlascuatroyelsolyahaempezadoadescender.
—Estamosenoctubre.Cuandolleguemosapenasnosquedaráunahora
deluz.
—Es una suerte que mi habitación esté a bordo. Podemos empezar
mañana.
Sonríe, y se parece tanto a un niño entusiasmado que no puedo evitar
imitarlo.
—De acuerdo, tú ganas. Háblame del barco. —Me interrumpo—. Un
momento…¿Hasdicho«habitación»?¿Acasovivesaquí?
—Mepareciósensato.Ymásbaratoqueseguiryendodehotelenhotel
siempre que venía a la ciudad. Por supuesto, pensé montar una tienda de
campañaenmiparcela,peroelbarcotieneváter.
—Tomasteunabuenadecisión—digomuyseria.
—¿A que sí? Lo cierto es que me he reunido con varios clientes en
Santa Bárbara. De esta forma puedo ir con mi oficina. —Señala lo que
parece ser el segundo nivel del barco, un espacio cerrado con muchas
ventanas—.Hayunazonainmensadetrásdelacubiertasuperiorpensada
para fiestas. La he convertido en una especie de estudio. Hay mucha luz
natural. Está la brisa marina… Además, los barcos siempre me han
encantado.
—Nolosabía.
—Comotedije,mipadrenoveníaavermeamenudo;sinembargo,me
enseñóamanejarunvelero.
Recorroestebarcoenormeconlamirada.
—Estonoesunvelero.
—Mírate.Noteníaniideadequesupierastantodeembarcaciones.
Sonríoconsuficienciayandoporelmuellehastallegaralextremodel
barco.Quepuedeonoserlaproa.AdiferenciadeJackson,laverdades
quenosénadadeembarcaciones.Noobstante,séquelesponennombres.
EstasellamaVerónica.
—¿Quiénes?
—Mibarco—responde.
—Muygracioso.Merefieroaquiénsellamaasí.
—¿Quién dice que le he puesto el nombre de alguien? —Me tiende la
mano—.Vamos.Dejaqueteloenseñeylevemosanclas.Estoydeseando
vernuestraisla.
Le cojo la mano y subo a bordo con él. No insisto en el asunto del
nombre,sobretodoporqueestáclaroquenoquierequelohaga.Peromi
curiosidadestaninevitablecomomidesagradableataquedecelos.
No obstante, se me pasa en cuanto embarcamos. Es difícil seguir
teniendocelosdeunnombrecuandounhombreestátocándoteportodas
partesybesándotedeformaapasionada.
—¿Tienesideadeloquemehacostadonollevartealbañoencasade
Starkparafollartehastanopodermás?—preguntaaltiempoqueyasube
lasmanospordebajodemivestido.
—¿Tienesideadelomuchoqueyolodeseaba?
Haceunaeternidadquenovoysinropainteriory,desdeluego,jamáslo
había hecho porque un hombre me lo había exigido. Un hombre cuyas
manos ansío desde hace horas. De manera que, aunque he conseguido
apartarlo de mi mente y comportarme como una empleada responsable,
pensarqueJacksonllevabamisbragasenelbolsillomehavueltounpoco
loca.
—Dehecho,sí—respondedespuésdeacariciarmisexoyencontrarme
húmedaydispuesta.Memordisqueaellabioinferior—.Hasidounplacer
torturarte.
—Capullo.
Seríeentredientescuandomemeteeldedoymehacegritar.
—Meperdonaráscuandotecompense.
—Puedevernosalguien.
Mi protesta es poco convincente porque ahora me está excitando sin
prisa,introduciéndomeeldedoyrozándomeelclítorisalsacarlo,ytanta
sensualidadmeestáderritiendo.
—Aquínohaynadie.
—Jackson…
—No.Calla.Soloquierooírtecuandotecorras.¿Meentiendes?
Nodigonadayasiento,talcomosesuponequedebohacer.Luegoecho
lacabezahaciaatrásparamirarloalosojosylosdescubrocargadosde
lujuriaydeseo.Cambiodeposturaapropósitoparafacilitarleelaccesoy
lo observo cuando la prueba de mi claudicación se refleja en su rostro,
comounatormentaapuntodedesatarse.
Gime de placer y me rodea por la cintura con el otro brazo para
sujetarme mientras me acaricia con los dedos. Luego me besa para
excitarme también con la lengua. Estoy totalmente a su merced, y me da
igualquepuedanvernosporquesoloquieromásdeloqueestádándome.
Esteintercambioenfebrecido,esteplacerdevértigo.
Llevo todo el día excitada y, por mucho que quiera paladear la dulce
sensación de sus caricias, no puedo contenerme y, antes de estar
preparada,lafuerzademiorgasmonossorprendealosdos.Jacksondeja
debesarmey,almomento,vuelveaabrazarme.
—¿Sabes cuánto me satisface tenerte entre mis brazos y sentir que me
respondesdeestaforma?
Consigosonreírconpicardía.
—Créeme,elplaceresmío.
Se ríe, me coge en brazos y echa a andar por cubierta mientras, entre
risas,lepidoquemedejeenelsuelo.
—Pordesgracia,voyatenerquecomplacerte.—Medejaencubiertay
señala la escalera de mano con la cabeza—. Probablemente es mejor no
arriesgarnosabajarlajuntos.
—Probablemente—convengo.
Miroelmuelleconelentrecejounpocofruncido.
—¿Teloestásrepensando?
Misonrisaesradianteymuysincera.
—Solo por la ropa. —Le señalo el vestido—. No puedo ir a la isla
vestidaasí.
—Por mucho que me gustaría proponerte que corretearas por ahí
desnudaydescalza,meparecequetienesrazón.
—¿Mellevasamipiso?
Pienso en el tráfico que habrá entre Marina del Rey y Santa Mónica y
hagounamueca.Vamosatardarsiglos.
—Tengounaideamejor.Venconmigo.
Baja por la escalera y lo sigo a la espaciosa zona que ahora es su
estudio.Sinembargo,notengotiempodeecharleunvistazoporquebaja
otronivel,dondeveodospuertasalfinaldeunestrechopasillo.Ladela
derecha está abierta; es el dormitorio de Jackson, lo sé. Teniendo en
cuenta que esto es un barco, tiene un tamaño decente y todo está muy
ordenado. Empiezo a mirar alrededor para hacerme una idea mejor de
dóndeestoy,peroderepentelafotografíacolgadadelaparedcercadela
puertacaptatodamiatención.
Esdeunamujerpelirrojaconunaniñadepelooscuroenbrazos.Están
enunparque,ylashanfotografiadosinqueellassedencuentamientras
sonríenyríen.
Reconozcoalamujer:eslapelirrojadelaproyeccióndeldocumental.
MiroaJackson,deprontoinsegura.
—Ellateimporta—digo,incapazdedisimularmitonoacusador.
Frunceelceño.
—¿Qué?
—En el coche has dicho que ninguna de las mujeres con las que te
habíasacostadoteimportaba.Peroellateimporta.
Detestoloscelosqueenturbianmivoz,peronopuedoevitarlo.
Seacercaysequedaamilado.Luegodescuelgalafotografía.
—NuncamefolléaMegan—dice—.Nocomomefolléalasdemás.
Mevuelvohaciaél,picadaporlacuriosidady,sí,celosaporlaternura
queperciboensuvoz.
—Meacostéconella,perofueunmomentodedebilidadparalosdos.
—¿Quiénes?
—Unaamiga—respondey,aunqueesperoqueseamásexplícito,noes
así—.Fueunerror.¿Puedesentenderlo?
PiensoenLouisytodosloserroresquehecometido.
—No es asunto mío con quién te has acostado en estos últimos cinco
años.
—Noloes—conviene—.Pero,detodasformas,paramíesimportante
quelosepas.
Asiento,conciertaculpaporguardarlesecretos.Enelcochelehedicho
quenomehabíaacostadoconningúnhombredespuésdeél.Yescierto,
enteoría.PeromeacostéconCass.Unavezquecometimoslaestupidezde
emborracharnos después de que yo regresara, y las dos supimos de
inmediato que había sido un error. Y, aunque creo que debería
explicárselo, no quiero que haya mal rollo entre mi mejor amiga y mi
novio, porque, pase lo que pase, en este momento, son las dos personas
másimportantesdemivida.
Asíquesoloasiento.
—Tranquilo—digo—.Séloqueescometererrores.
—Aúnesamigamía—continúa—.EllayRonniesignificanmuchopara
mí.
—¿Ronnie?
Pasaeldedoporlaimagendelaniña.
—Suhija.
—Esunamonada.
—Esunacríaestupenda.
Vuelve la cabeza y me mira, pero lo hace durante tanto rato que
empiezoasentirmeincómoda.
—¿Qué?
—Nada.Soloestoycontentodetenerteaquí.—Meabrazaymebesa—.
Quiero que las conozcas, algún día —añade mientras vuelve a colgar la
fotografía—. En todo caso, tienes más o menos la talla de Megan. Creo
queenelotrocamarotehayropaquepuedesponerteparalaisla.
Mellevaalcamarotecerrado.Essimilaralsuyo,peromáspequeño.
—¿Essucamarote?
—Es el cuarto de invitados —responde con firmeza—. Ella viene a
menudocomoinvitada.
—Vale.Perdona.Aúnestoyunpococelosa.
Seríe.
—Creoquemegustaqueestéscelosa.Dentrodeunorden.
—Bien—digocuandoabreuncajónysacaunpardemallasdeyogay
unacamiseta.
—Tambiénhayvaqueros,siloprefieres.
Mirolatalladelasmallasymelaspegoalaspiernas.
—No,creoqueestasmeservirán.¿Ycalzado?
Eso tampoco resulta ser un problema porque Megan ha dejado unas
chancletas y unas zapatillas de lona en el armario. Me quedan un poco
grandes,peronotantocomoparaqueseaunproblema.
—Supongoqueyalotengotodo—digo.
—Estupendo.Porqueloúnicoquequierohacerahoramismoessacarel
barcodelpuerto,ponerelpilotoautomáticoyhacerteelamorencubierta.
—Bueno—replicoencantada—,esonolopongoenduda.
Losigoacubiertayveo,conciertasensacióndeinutilidad,cómodesata
lasamarrasysaledelpuertomaniobrandoconcuidado.
Cuandoestamosenmarabiertomeofrecesentarmealtimón.
—¿Enserio?
—Escomoconduciruncoche—explicay,aunquenoesexactamentelo
mismo,separecebastante.
Dehecho,esunpocomásfácilporquesolotengoqueirhaciadelante,
sinpreocuparmedesalirmedelcarril.
Se queda de pie detrás de mí con las manos en mis hombros,
rozándome el pelo con los labios, mientras gobierno el yate e intento
concentrarmeenloquehago.
—Sabesqueestásdistrayéndome,¿verdad?
—Peronomepreocupaquechoquemos.
—¿Puedohacerteunapregunta?
—Porsupuesto.
—¿PorquéestabaenfadadaMeganeldíadelaproyección?
Tensalasmanos.
—Porqueyohabíahechounaestupidez.
Vuelvolacabezaparamirarlo.
—¿Ylohasresuelto?
—Sí—responde—.Creoquesí.
Nomedamásexplicacionesynoleinsisto.Encambio,dejoqueponga
elpilotoautomáticoymellevealotroladodelacubiertasuperior,donde
hayunacolchonetaenormeymesasbajasparatomaraperitivos.
—Prontoatardecerá—dice—.Voyabuscarvino.
Loveobajarmientraselsolcaeaplomosobremí.Hacefresco,pero
estebarcoestáconstruidodetalformaquelacubiertasuperiorquedaun
pocohundidaymeprotegedelvientomientraselyateavanza.
Aun así, Jackson está bien preparado, porque encuentro mantas y
almohadasenunpequeñoarcóndemadera.Lassacoylasdispongosobre
lacolchonetaparaquelosdospodamosacurrucarnosentreellas.
Luego, como me siento juguetona y quiero que lo sepa, me quito el
vestidoymemetobajounadelasmantas.
—Vaya…Quéinteresante.—Haregresadoconelvinoymemiracon
tanto deseo que me alegra haberme quitado la molesta ropa. Echa un
vistazoalasillasobrecuyorespaldohedejadoelvestidoantesdevolver
a mirar hacia donde estoy recostada en unas almohadas, con la manta
subidaparacubrirmelospechos—.Peroquemuyinteresante,sí.
Seinclinasobremíypulsauninterruptordelacajagrisdeltamañode
unbaúlqueestáaunospalmosdenosotros.
—Calefacción —explica, en respuesta a mi mirada interrogante—.
Piensodestaparteynosoportaríaqueteenfriaras.
Sonrío.
—Qué detalle por tu parte. ¿Y qué piensas hacer cuando me quites la
manta?
—Muchascosas.
Dudounmomento,peroenseguidaintentoparecerseguracuandodigo:
—¿Laclasedecosasdelasquehablabasenelcoche?
Memiradesoslayomientrassetumbaamilado.
—¿Es lo que quieres? —Pasa un dedo por el borde superior de la
manta.Apenasmeroza,peroestalladescargaquecasimevuelvoloca—.
¿Sexosalvaje?¿Unpocodemorbo?
Ha bajado la voz, pero su tono se ha vuelto más autoritario. Es una
combinaciónintensa,ynotoquemisexorespondeyaasuspalabras.
—¿Deseas someterte por completo, confías en que te daré lo que
necesitas?¿Enquetellevaréadondelosdossabemosquequieresir?
Asiento, sin estar segura de poder articular palabra. Su sonrisa es
pausada,sexyytriunfal.Seinclinasobremíymebesaenloslabioscon
suavidad.
—Bien.Yotambiénquieroeso.
Meteeldedopordebajodelamantay,despacio,mevadestapando.Los
pechos,lacintura,lascaderas,elsexo.Oigosuquedogemidoypaladeoel
placerquemeprovocasaberquemedesea.Luegomeestremezcocuando
terminadebajarlamantaymedestapalaspiernas,lospies,losdedos.
—Preciosa.
Su tono es de asombro, como si acabara de descubrir un tesoro, y
tiemblodeplacersabiendoquesoyyoquienacaparasuscincosentidos.
Seagacha,semetemidedogordodelpieenlabocaymelochupacon
suavidad. Arqueo la espalda ante la inesperada sensación, la sensual
corrientedeplacerquemesubeporlacarainternadelosmusloshastael
sexo,yapalpitante.
—Oh,Diosmío…
—¿Tegusta?—preguntamientrasseacuestaamilado,aúnvestido.
—Quéva—respondo.
—Haycastigospormentir.
—¿Ah, sí? —Me muerdo el labio inferior—. Esa información es muy
interesante.
Nuncamehanazotado;noeralaclasedeactividadqueencajabaconmi
anterior forma de entender el sexo. Pero en este momento, con este
hombre,estoydeseandoexplorartodaslasposibilidades.
Seríeymebesa.
—Alguientieneganasdeportarsemal.
—Debedeserlabrisamarina.
—Sí.
Mepasaundedoporelpechoy,aunquesucariciaesdulce,mireacción
essalvaje.
—Sigosinconocerlashistoriasqueencierrantodosestos.
—¿Porquénopruebasaadivinarlas?
Sesientayllenadoscopasdevino.
—¿Quémedassiacierto?
—Unbeso.
—¿Cómovoyarechazaresedesafío?—Trazauncírculoenelairecon
eldedo—.Datelavuelta.
Obedezco y en cuanto estoy boca abajo noto sus dedos en mi piel,
acariciándome, repasando los tatuajes. Luego los sube por mi columna
vertebralhastallegaralpequeñosímboloquetengotatuadojustoentrelos
omóplatos.
—Este.
—Esees…difícil—digo.
—Es lo bastante fácil para ver qué es. Las flechas para rebobinar,
avanzarrápidoyponerenmarchaunaparato.Elcuadradoparapararyel
cuadradopartidoparalapausa.Sonlasteclasdeunagrabadoradigital.
—Quélisto.Perolodifícilesacertarquésignifica.
—Notengoniidea—reconoce—.Sinembargo,lacuriosidadmepica
losuficienteparasacrificarunbeso.
—Me corté el pelo —explico—. Solía llegarme justo ahí. Y cuando…
—Respiro hondo y vuelvo a empezar—. A Bob le gustaba mi pelo.
Siempredecíamaravillasdeél.Asíque,cuandotodoterminó,melocorté.
YCassmehizoesetatuaje.
—Control—reflexionaenvozalta—.Túlocontrolas.Locortoolargo
quelollevas.Elcolor.
Medoylavueltaymeapoyosobreuncodoparadarleunbeso,largoy
apasionado,y,cuandomeaparto,lemordisqueoellabioinferior.
—Setedamuybienestejuego.
—Me apetece seguir jugando —declara, y me colma el deseo que
perciboensuvoz.
Medispongoaponermeotravezbocaabajo,peromeloimpide.
—No.Esteahora.
Señalaelsímbolofemeninoentrelazadoconunarosaquetengotatuado
enelpecho.
Hedecontenermeparanomoverme,porqueeseltatuajesobreCassy
noestoyseguradequererhablarledeeso.Perolaquehaempezadoeste
juego soy yo y no creo que pueda escaquearme sin más. Lo cierto, por
otraparte,esqueyaleheocultadosuficientessecretos.Nonecesitoseguir
guardandoeste.
—Vale —digo—. Pero no lo adivinarás. Es una lástima, porque tenía
muchasganasdedartetupremio.
—Tienesmuypocafe.
—Porelcontrario,estoymuysegura.
—Dameunmomento.
Seponeahorcajadassobremí.Siguevestidoysusvaquerosmerozan
lapieldesnudadeunmodoquenodeberíaserprovocativo,peroloes.Me
ponelasmanosenlacinturaylassubehastamispechos.Meacariciael
derechoyjugueteaconelpezónmientras,conlaotramano,meresigueel
tatuaje.
—Estáshaciendotiempo—arguyoentrejadeos.
No solo tengo la respiración entrecortada por la magia que está
obrandoenmipecho,sinoporqueestásentadosobremisexoy,aunqueno
soporto todo su peso, noto su calor y el roce de sus vaqueros. Y,
sinceramente,meestoyponiendocomoloca.
—Puede que un poco —reconoce—. Pensaba que el retraso podía
gustarte.
Reconozcoparamíqueenesohaacertado.
Me obligo a ignorar cómo mi cuerpo ansía más que este contacto tan
sutilyempiezoatararearlasintoníadelconcursodetelevisiónJeopardy!
Seechaareír.
—Ya lo tengo. —Me mira a los ojos—. Este te lo tatuaste después de
acostarteconCass.
Estoyseguradequemiexpresiónreflejapuroasombro.
—¿Cómolohassabidoapartirdeuntatuaje?
—Nodeuntatuaje.Deestetatuaje.Ylohesabidoporqueteconozco.Y
cuandomedijistequeeralesbiana,atécabos.
Mehadejadoboquiabierta.Tambiénmesientounpocoaliviada.Simi
mejor amiga fuera un tío, esa pregunta surgiría de forma natural. «¿Os
habéisacostado?»,yluegohablaríamosdeello.Pero,aunquedeberíaser
igual,unhombrejamáspreguntaasunoviasisehaacostadoconsumejor
amiga.Y,aunquemesientoextrañamenteincómodaporalgodeloqueno
me avergüenzo en absoluto, me alegra que Jackson lo sepa. No quiero
tenersecretosconlaspersonasalasqueestoymásunida.
Suspiro,porqueacabodedarmecuentadecuántomeimportaJacksony
delarapidezconquehallenadomivida.
Aunque, si lo pienso, teniendo en cuenta el tiempo que hemos
desperdiciado,enrealidadnohasidonadarápido.
Jacksonmeestámirandofijamente.
—¿Temolestaquetelohayapreguntado?
—No.Dehecho,estabapensandoqueesunalivio.
—Entonces¿salisteisjuntas?
—No…no,solofueunavez,ylasdosestábamosunpocoachispadas.
Ellametirólostejosysupongoquepodríadecirsequeyoloscogí.—Me
encojodehombros—.Noslopasamosbien.Fueagradable.Esdecir,me
gustó, ¿sabes? Pero no soy lesbiana, aunque supongo que quizá quería
serlo. Con lo mal que me pongo, quizá pensaba que me resultaría todo
másfácil.Encualquiercaso,Cassnoesperabanadaydespuésnisiquiera
nos sentimos incómodas. —Vuelvo a encogerme de hombros—. Es mi
mejoramigaylaquiero,perosolosomosamigas,enserio.
Sigueobservándomeconmuchointerés.
—Confíasenella.
—Porsupuesto.
—Poresoestuvobien.
Seapartayaprovechoparacubrirmeconlamantaporque,derepente,
mesientoextrañamenteexpuesta.
—Ellamandaba,Syl.Eralaqueteníaelpoder.Perotútesentistebien.Y
notuvistepesadillas.Ytegustó.
Asientodespacio.Jamásmelohabíaplanteadoasí.
Mecogelamanoyselaacercaaloslabios.
—Tambiénpuedesconfiarenmí.
—Yalosé—digo.
Noobstante,veolaverdadensusojos.Noestamoshablandodeforma
genérica.Hablademipasado.Demissecretos.
HabladeBob.
Consigosonreírycojomicopadevino.
—Confíoenti—afirmosindudarlo—.Aunquenosémuybienporqué.
Afindecuentas,nocumplestuspromesas.
—¿No?
—Antesmehasprometidoquehabríamorbo—explico—.¿Noeraese
elplanquemehasdescritoenelcochecuandoíbamosacasadeDamien?
Envezdeeso,loúnicoquehemoshechoeshablaryhablar.
Dejocaerlacabezaenlaalmohadacomosiestuvieraaburrida.
—Tienes razón —reconoce—. Lo que pasa es que estamos navegando
conelpilotoautomáticoyesposiblequeloquequierohacertenoestéen
la lista de actividades permitidas por la guardia costera. Pero en cuanto
echemosamarras…
Sinterminarlafrase,seinclinasobremíymerozaelvientreconlos
labios.
—Hasta entonces, avísame si te da la impresión de que vamos a
impactarcontraunaballenaoaempotrarnoscontraunaisla.
Suslabiosdejanunaesteladebesostancandenteenmivientrequelos
músculos me tiemblan y el cuerpo me arde. Cuando llega al pubis se
coloca entre mis piernas y me besa el sexo; me excita con la lengua
mientras me sujeta por las caderas para que no pueda eludir este placer
salvajequeestácreciendotandeprisaporquellevotodoeldíaexcitada.
Pero no deseo hacerlo todavía. He decidido lo que voy a contarle
después. No todo. Pero sí la mayor parte. Porque confío en él. Y quiero
quemeentienda.
Asíquemecontendré.Serámipremioporcompartirunsecreto.
—Jackson…—digocuandometieneallímite—.Para.
Hundolosdedosensupeloylelevantolacabeza.
Me mira con una expresión interrogante en los ojos rebosantes de
pasión.
—Quiero quedarme así, al borde. Me gusta. No quiero correrme
todavía.
—¿Ah,no?Lorecordaré.
Tragosalivamientrasmepreguntoquépuertasensualacabodeabrir.
—Elcasoes—continúo—queaúnnotehedadoelbesoporelsegundo
tatuaje.Ycomonocreoqueestécapacitadaparaestarpendientedelrumbo
delbarco,tendríasqueirasentartealtimón.
—¿Ah,sí?
Melimitoasonreírconaireinocente.
Se ríe, pero obedece y, un momento después, voy tras él a la cubierta
superior. La silla del capitán está tapizada y me recuerda los asientos de
los todoterrenos de lujo, con brazos que suben y bajan. Es giratoria y
ahora mismo está orientada hacia delante. Jackson tiene la mano en el
timón. Hemos dejado atrás las luces de Catalina y veo Santa Cortez a lo
lejos,cadavezmásgrande.
—¿Cuántofalta?
—Unamediahora—responde.
—Bien—digo,yhagogirarlasilla.
Mearrodilloypongolamanoensuentrepierna,mirándoloalosojos.
Quierodecirlequeasuladomesientosegura.Queconfíoenél.Perosoy
incapazdearticularpalabra.
Esperoqueloentiendapormisactos.
Bajo la mirada y me concentro en sus vaqueros. Despacio, le bajo la
cremalleraylesacolapolla.Latienedurayenorme.Quierohaceresto.
Quiero saborearlo. Quiero sentir cómo se excita. Necesito darle esto, a
estehombrequeyamehadadotanto.
Necesitodarleesteplacerantesdeenfrentarloalacrudarealidaddemis
secretos.
Loexcitoconlapuntadelalengua.Dejounamanoensumulso,perole
cojolapollaconlaotraynotoqueseletensalamusculatura.Cambiade
postura para exigirme más sin palabras. La siento y me gusta. Esta
sensacióndepoder.Desaberqueloestoyllevandoaunlugarsublime.
Nopuedocomérselaentera,losé.Peromelametoenlabocayutilizo
lalenguaylamanoparaacariciarlamientrasselachupoconloslabios
apretados, intentando llevarlo al límite y excitándome cada vez más con
cada gemido que se le escapa. Cuando siento que crispa los dedos
enredadosenmipelo.Alnotarquelapollaseleendureceenmibocayse
contraecuandoestácasiapunto.
—Para—meordenaenvozbajamientrasmelevantacondelicadeza.
Separolabocaaregañadientes,peromepongodepieylobesoconla
lenguaparaqueconozcaelsabordesupropioplacer.
—¿Estásseguro?
—Yotambiénquieroestaralborde.
—¿Enserio?
—Tengoplanesparati—responde.
—Quéinteresante.
—Venaquí—dice,ymesientaensuregazo.
La silla tiene el brazo bajado y estoy acurrucada entre sus brazos.
Tengounpocodefrío,porelviento,perocomonoquieromovermepara
iracogerlamantameapretujocontraél.Suspirocuandopulsaelbotón
deltablerodeinstrumentosqueponeenmarchaloscalefactoresdirigidos
alasilladelcapitán.
Me siento abrigada, segura y protegida, y empiezo a hablar como si
explicarleestofueralacosamásnaturaldelmundo.
—Haymás,¿sabes?SobreBob,quierodecir.
Notocómosetensaycuandohablalohaceconlaspalabrasprecisas.
—¿Quierescontármelo?
—Nosésiquiero,peromeparecequelonecesito.
Alzo la vista solo el tiempo suficiente para que su forma de mirarme
me dé fuerzas. Luego me apretujo contra su pecho, porque es más fácil
hablarasí,envueltaensusbrazos.
—Fue violación, lo que hizo. Eso lo sé. Pero creo que antes no te he
dadolaimpresióncorrectacuandoteloheexplicado.No…nomeforzó.
—Te sedujo —dice con la voz cargada de odio—. Si así es como
llamanaesaclasedeconductaconunaniñadecatorceaños.
Asiento,sintiéndomecomosivolvieraateneresaedad.
—Metocabacuandomearreglabauntraje.Medecíaqueeraguapa.Que
quería tocarme el pelo. Que solo quería que luciera. —Me noto la boca
como si la tuviera llena de algodón, pero me obligo a seguir hablando
porque quiero explicárselo todo. Por alguna razón, en este momento
contárselo me parece la cosa más importante del mundo—. Halagos,
palabrasbonitas.Yrazonesparajustificarlaausenciadesusempleados.Y
luegome…
Inspirohondoytragosaliva.
—En mis pesadillas nunca es como pasó en realidad. Por lo general
estoydesdoblada.Unademisyoesestámirandoylaotraestáconél.Casi
siempremeata.Omeobligaaestardepieenunadeterminadapostura.O
se muestra más duro y me mete las manos por debajo de la camisa. Me
amenaza.Meatrapa,dealgúnmodo.—Mepasolalenguaporloslabios
—.Pero,enrealidad,nofueasí.Esdecir,sé…sabíaqueloqueBobhacía
estabamaly,sinembargo,todoeramásomenospuro.
Levantolacabezaparamirarlelacarayporsuexpresióndeduzcoque
querría no haber oído esa palabra. Pero no sé cómo describirlo de otra
forma.Porqueesoespartedeloqueodiotanto.
—Esoloempeora—digo—.Porqueelcasoes…Elcasoes…
—Quetúrespondías.Quellegabasalclímax.
Vuelvoapegarelrostrocontrasupechoyasiento.
—Odiaba lo que Bob me hacía, ¡lo odiaba!, pero la sensación me
gustaba. Era incapaz de controlarla. Era intensa. Incontenible. Y por
muchoquemeesforzaraenaguantar,nopodía.Noquería,yaunasí…
—Tearrebatóelcontrol.—Suspalabras,firmesperomesuradas,están
tancargadasdeiraquetemoqueunasolapalabraequivocadamíalohaga
estallar—. Pervirtió tu placer. Ese hijo de puta te ha dejado una cicatriz
igualdehondaquesitehubieraclavadouncuchillo,Sylvia.
Me levanta la cabeza con delicadeza para que lo mire a los ojos. Y,
cuandohabla,suvozestandulcecomounbeso.
—Tú no hiciste nada malo, nena, mientras que él era un monstruo. Y
juroporDiosquesialgunavezencuentroaesehijodeputalomataré.
19
Y a está anocheciendo cuando Jackson amarra en el puerto. Yo había
pensadobajaraSantaCortezestanoche,perosolohaylucesenelmuelle
y en la zona que rodea el helipuerto, y ponernos a recorrer la isla
alumbrándonosconlinternaspareceabsurdo.
Además,ahoramismomeinteresamásestarenbrazosdeJacksonque
enmiisla.Además,esdomingo;unachicatienederechoadisfrutardesu
findesemana.
EstoyenelcamarotedeJackson,arrebujadaensualbornoz,mientrasse
me pasa todo esto por la cabeza. A decir verdad, lo único que quiero en
estemomentoesaJackson.
Comosiungeniomehubieraconcedidomideseo,loveoenlapuerta.
Tiene la sonrisa ladeada y un destello de picardía en la mirada, y solo
puedo pensar en lo feliz que soy de que por fin hayamos llegado, y el
barco esté amarrado y no tengamos que preocuparnos de que el piloto
automáticonoscruceenladireccióndeuntransatlántico.
Enotraspalabras,eshoradedivertirse.
—Megustaverteconmialbornoz.—Seapoyaenelquiciodelapuerta
—.Megustamucho.
—Puedequetegusteinclusomáscuandonolollevo.
—Puede. —El camarote es pequeño, con lo que está a mi lado en tres
zancadas—.¿Porquénoteloquitasytemetesenlacama?
—Bienpensado—convengo.
Empiezo a desatarme el cinturón, pero sus palabras me inducen a
detenerme.
—Deberíamosdormirunpoco.
Vuelvoaceñirmeelcinturónylomiro.
—¿Dormir?
Meplantaunbesoenloslabiostansuavecomounaleteodemariposa.
—Despuésdetodoloquemehasexplicado…
Lecojolamano.
—Después de todo lo que te he explicado, necesito esto. Por favor,
Jackson, no hagas que me duerma con esos recuerdos en la cabeza. Te
deseo.Quieroloquemehasprometido.
Me observa un momento con expresión inescrutable. Luego señala la
cama.
—Quítateelalbornoz.
—Jackson…
—No. —Me hace callar con el dedo—. No me discutas. No protestes.
¿Estáclaro?
Sí.Muyclaro.Ytengoquecontenermeparanosonreírconairetriunfal.
En cambio, lo miro con el semblante impasible mientras me quito el
albornozydejoquecaigaalsuelo.Nomemuevo,alaesperadequeme
digaquéquierequehaga.
Peronodicenada.Sequedaquieto,amilado,yelcalorqueirradiaes
tanintensoquetemoquenosquemealosdos.Medevoraconlamiraday
veoelbultodesuerecciónbajolosvaqueros.
—Eres guapísima, joder. Podría pasarme toda la vida mirándote y
nuncamehartaríadehacerlo.
Seacercamásymepasaeldedoporellabioantesdeordenarmequese
lo chupe. Obedezco y, con cada chupada, el calor que noto entre las
piernasnohacesinocrecer.
—Así,nena.
Con la otra mano, me coge una de las mías y me la mete entre las
piernas. Me guía para que me toque. Mis dedos resbalan sobre mi sexo
mojado; eso ya sería erótico en sí mismo, pero la combinación de su
mano,lamíaysudedoenmibocameexcitacadavezmáshastallevarme
tan al límite que lo único que quiero hacer es meterme nuestras manos
juntasycorrerme.
Sinembargo,justocuandoestoyapuntodehacereso,Jacksonmesaca
eldedodelabocaymequitalamanodelsexocondelicadeza.Mequedo
ansiosa y jadeando, pero no protesto. Sé muy bien que iría contra las
reglas.
—Échatesobrelacama.Separalaspiernas.
Le hago caso, aunque me siento un tanto tímida. No obstante me veo
recompensada con una mirada de pura pasión y eso me da valor. Me
muerdoellabioinferiorylasseparotodavíamás.Ydespués,sindespegar
los ojos de los suyos, bajo la mano, me meto los dedos en el sexo y
arqueolaespaldaporquenomeesperabaunasensacióntanintensa,más
potenteaúnporquemeestámirando.
—Buena chica —dice—. Tócate. Acaríciate. Necesito un momento y,
cuandovuelva,tequierocachondaylistaparamí,asíquenopares.Pero
notecorras.Silohaces,habremosterminadoporestanoche,cariño.
¡Juegoseróticos!Peromegustanyhagoloquemepide.Meacaricioy
dejoquemiexcitaciónaumente.Luego,comoestoydecididaaponerlotan
cachondocomoélmehapuestoamí,subolaotramanoyjugueteocon
mi pecho, tocándome el pezón, sabiendo que no puedo dejarme llevar
demasiadoporqueJacksonesunhombredepalabraynoquieroqueesta
nocheterminesintenerlodentrodemí.
No me ha dicho que guarde silencio, de modo que lo llamo. Se ha
sentadoenelsuelo,delantedelarmarioabiertodelcamarote.Estásacando
cosasdeunbaúl,peronoveoquéson.Hastaqueselevantaydescubroque
sujetaunacuerdayunatelanegraysedosa.Vacilaysueltalacuerda.
No me hace falta preguntarle para saber la razón. Salí corriendo la
primeranocheenelhotel.Jacksonmeatóymevendólosojos,yahora
temequeesacombinaciónseaexcesiva.
Sin embargo, no lo es. Estoy segura de ello. Aunque tenga pesadillas,
nuncavolveréaecharacorrer.Amenosquecorraasuencuentro.
—¿Medirásquéhayenelbaúl?
Sonríecuandoseacercaconlavendadesedanegra.
—Haréalgomejor.Teloenseñaré.Peronoestanoche.Estanocheno
pienso dejarte ver nada. —Me indica con un gesto que me siente—.
Arrodíllate —ordena—, pero mantén las rodillas separadas y las manos
detrásdeti.
—Estás siendo demasiado blando conmigo —digo mientras me venda
losojos,procurandodisimularciertotonoacusador.
—¿Que soy blando? —replica—. Estoy empezando despacio… para
darnosmargen.Perositienesquejas,nodudesenexpresarlas.
Mientras hablaba me ha introducido el dedo, y arqueo la espalda en
reacciónaesteplacerinesperado.
No me había tocado hasta ahora y la penetración me sorprende, me
pone a cien y me aguza los sentidos. Es como si fuera un resorte a la
esperadesaltary,cuandosacaeldedo,gimoparaprotestarporqueahora
quenometocaestoyamerceddemideseoymiexpectación.
Esunestadoquedesconozcoymesientomásexcitadaquenunca.Así
que,decididamente,nomequejo.
—Erespreciosa—insiste—.Tuspechos—susurramientrasmetocalos
labios—. Tu coño —murmura al pellizcarme el pezón—. Tus labios —
añadecuandomeacariciaelclítoris.
Ningunacariciasecorrespondeconsuspalabras,ymemuerdoellabio
inferior para intentar controlar la sensual sinfonía que está tocando en
todomicuerpo.
—Así es como te quiero. Abierta a mí. Confiada. Tan excitada y
hermosa.Encajamos,Sylvia.Noscompenetramos.Cadavezquetetocoes
unregalo.Cadavezquetebesomeencuentrounpocomásamímismo.
—Jackson…
Suspalabrasmeestánderritiendo,estrujándomeelcorazón.
—Inclínatehaciadelante—ordena—.Apóyateenlosantebrazos.
Obedezco y noto que la cama se mueve cuando se coloca a mi lado.
Intentodeterminardóndemetocaráporelmovimientodelcolchón,pero
esinútil.Sientosuslabiosenlanuca,bajándomeporlaespalda.Luegome
cogeeltraseroconambasmanos.
—Tienes un culo perfecto —dice, y me besa las nalgas como si les
rindierahomenajeantesdeinstarmeasepararlaspiernas.
Vacilo, pero no porque no quiera hacer lo que me pide. Al contrario,
measombracuántodeseohacerlo.HastaquépuntomehacaladoJackson.
Elcontrolquearrebatabaaloshombresquehacíamíosenlugarescomo
Avalon solo era una ilusión. Una venda para tapar el dolor y los
recuerdos. Pero esto… esto es lo que quiero. Lo que me hace sentir. Y
confíolosuficienteenJacksonparaabandonarme.
—Ahora.
Hagoloquememanda,ymeestremezcocuandomeacariciaelsexoy
subelamanoporelperineo,elculo,elcentrodelaespalda,acercandosu
cuerpo más al mío conforme se inclina sobre mí. La sensación es
estremecedora,comosimeestuvierapasandouncableporelcuerpoyme
encendieraaltirardeél.
Nosécuándo,perosehaquitadolaropa.Notarsupieldesnudacontra
lamíahacequemepongaalrojovivo.
—Debería alargar esto —dice—. Debería atormentarte hasta que
estuvierasapuntoderomperte.Pero,malditasea,Sylvia,llevotodoeldía
deseándote. Te he imaginado en esa dichosa fiesta esperándome con el
coñomojadoycaliente.Telohelamido.Tehetenidodesnudaentremis
brazos en cubierta. Me he imaginado follándote tantas veces hoy que no
puedoesperarmás.
—Puesnolohagas…
Doblolosbrazosparaofrecermeaél.Paraqueveacuánmojadaestoy.
—Oh,joder,Syl.Acabarásconmigo.
Lonotomoverse.Notosusmanosenmiscaderas.Y,después,ladulce
presión de sus dedos acariciándome, abriéndome y dilatándome antes de
meterme la polla. La tiene dura, pero estoy más que lista y, cuando me
penetra,alprincipiodespacioydespuéscadavezconmásímpetu,gritode
placerymeabandono.
Estoydobladamientrasélmeembiste,unaposiciónquemelimita,con
lo que me hallo a su merced, dejando que me sujete para moverme a su
ritmo,permitiendoquemeacaricieelclítorisconlosdedosalcompásde
susembates.Nuncamehabíanfolladoasíymegusta.Hacequemesienta
abiertaydesinhibida.Hacequemesientasuya.
Y cuando estalla dentro de mí, cuando continúa acariciándome el
clítorisymeanima,diciendo«Déjateir,nena,túsolodéjateir»,también
alcanzo el clímax y estallo de una forma tan violenta que me quedo sin
fuerzas y me desplomo sobre la cama, aún con los ojos vendados,
completamentesaciada.
Notoquelasaca,yablanda,ymelimpiaconunpañuelodepapelantes
de abrazarme por detrás. Me quita la venda con delicadeza y me doy la
vueltahaciaél.Empiezoahablar,peromeacallaconunbesoqueestan
apasionadoeintensoquemellenatantocomoantesmehallenadosupolla
yesalmenosigualdesensual.
—Bueno —susurra cuando termina de besarme—, ahora sí que tienes
quetaparteytratardedormir.
—Solositúmeacompañas.
—Cariño,nopodríasecharmedeaquíaunquequisieras.
Abrelacama,peroestoytanagotadaquetienequeayudarmeaponerme
bajo las sábanas. Cuando se acuesta a mi lado nos acurrucamos con las
piernasentrelazadasymequedodormidaentresusbrazos.
Horasdespuésmedespiertaunagradableoloracaféycanela.
—Podríaacostumbrarmeaesto—digoalrecostarmeenlasalmohadas
ycogerlabandejaconcafé,cremadelecheyunbollodecanelacaliente.
—Yotambién—declaraantesdebesarmecondulzura.
Tomo un sorbo de café y lo disfruto, pero disfruto más mirando a
Jacksonmientrasseponeunpantalóncaquiyunainformalcamisadelino.
—¿Medoyprisa?
—Tómatetutiempo.Tengocosasquehacerconelordenadorylaisla
novaairseaningunaparte.
Me aprieta la mano y sale del camarote. Vuelvo a recostarme en las
almohadas y paladeo la sensación de sentirme como en casa. De formar
partedeesteespacio.Suespacio.
Después de desayunar me ducho y me pongo las mallas de yoga y la
camiseta de Megan. Luego subo a la cubierta superior y entro en su
estudio.Tienetresmonitoresdeordenadorinmensos;enunohayabierto
unprogramadediseñoydibujo,enotrounmapatopográficodelaisla,y
eneltercerounprocesadordetexto.
MiroelmapaycaigoenlacuentadequeesunodelosqueNigelnos
enviócuandoadquirimoslaSantaCortez.
—¿Cómolohasconseguido?
—PorAiden—responde—.Lehellamadomientrasestabasduchándote
ymelohaenviado.Tambiénhadichoqueestaríaentuáreaprivadadel
directoriodeStark,peroqueyoentenderíaquenopuededarmeaccesoa
tusarchivos.
—Eresmuyeficiente.
Me siento a su lado para acceder a la página web de la empresa y,
después, a mi área privada. Tengo mis archivos abiertos en menos de
cinco minutos y transfiero todos los mapas, estudios topográficos y
fotografíasdelaislaaunacarpetadelordenadordeJackson.
—Ahorayatieneslamismainformaciónqueyo.
—Es excelente —observa conforme abre los archivos y teclea para
imprimirlos—. Deja que organice todo esto y podremos ponernos en
movimiento.Yahepuestoenlamochilaalgoparapicar,perosicogesun
pardebotellasdeagua,seríagenial.
Meparecebuenaidea,asíquelohago.Meplanteollevarunabotellade
vino frío, pero decido no hacerlo. Esta puede ser una isla romántica y
apartada, pero también es trabajo. Y probablemente es mejor que no
mezclemoslounoconlootro.
Bajamos a tierra y echamos a andar por el muelle en dirección al
helipuertoylaparteedificadadelaisla.
SeñaloelmismocaminoqueseguíparareunirmeconNikkiyDamien
hacesolounosdías.
—Supongoquepodemosirporahíyrodearlaisla.Noesenorme,pero
tampocominúscula.Setardanunastreshorasenverlaentera,mássinos
paramosatomarnotasohacerfotos.
Ojalá hubiera traído mi cámara, pienso. De todos modos, Jackson ha
traído una de bolsillo que tiene un zoom decente, así que al menos
podremosdocumentarzonasparacompletarsusanotaciones.
Estoypensandoeneso,ypreguntándomesideberíaregresaralbarcoa
todaprisaparacogerotrocuaderno,cuandoJacksonmecogedelamano,
tira de mí y me da un beso largo e intenso. Casi me derrito. Hunde los
dedosdeunamanoenmipeloylaotralaintroducedebajodemismallas.
Meaprietaelculosindejardebesarme,yséqueyaestoyempapada.
Meseparo,respirandodeformaentrecortada.
—Estonoesmuyprofesionalquedigamos,señorSteele.
—Ynovolveráarepetirse,señoritaBrooks.Peromehaparecidoque
necesitábamosunbuenbesoparapasarbienlajornada.Despuésdetodo,
sinovamosaacabarcomoenDeaquíalaeternidadenelfríoPacífico,
yoalmenosquierounbesobajoelsol.
Nopuedoevitarreírme.Lehedichoquetenemosquecentrarnosenel
trabajo, sobre todo porque mañana debemos volver a la oficina. Según
parece,sehatomadomiadvertenciaalpiedelaletra.
—Pensándolo bien, no sé si nos merece la pena procurar ser
profesionales—arguyo—.Señalolacámaradevigilanciaqueseguroque
hagrabadonuestromomentodepasión.
—Notemas,tureputaciónestáasalvoconmigo.
Seacercaalposte,daconelmandoquebajalacámara,abrelacarcasa
impermeableysacaundiscodememoria.
—¡Jackson!
—¿Algúnproblema?
Memiraconaireinocenteyhagotodoloposiblepormostrarmeseria.
—¿Te das cuenta de que esto solo es una copia de seguridad? La
filmaciónllegaentiemporealalpuestodeseguridaddelaStarkTower.
Se limita a encogerse de hombros, sonríe y se mete el disco en el
bolsillo.
—Un recuerdo —dice—. Creo que sacaré un fotograma para ponerlo
comosalvapantallas.
Merío,peroseñaloelpostedelacámara.
—Debistedesermuytraviesodepequeño.
—Niteloimaginas—responde—.Espera.
Y echa a correr hacia el barco mientras me quedo aquí plantada
preguntándomequépuñetashace.
Estátardandoenregresarypiensoenseguirlo,perodecidoaprovechar
eltiempoparaecharunvistazoalmaterialalmacenadoaquí.Estoyapunto
de abrir el cobertizo cuando vuelve. Me cruzo de brazos y golpeteo el
sueloconunpie.
—Solosigotusinstrucciones—arguye,yvuelveametereldiscoenla
cámaraantesderecolocarlaenlaposiciónoriginal.
—Déjameadivinarlo:tienesunsalvapantallasnuevo.
Metocalapuntadelanariz.
—Eresunamujermuyinteligente.
—Ytúunhombremuyjuguetón.
—¿Cómoibaaserdeotraforma?Hetenidounanocheincreíble.Mehe
despertadoalladodeunapreciosidad.Yahoramehandadoestelienzotan
extraordinario.—Mueveelbrazoparaabarcarlaisla—.Gracias—añade,
y las piernas me flaquean un poco al percibir genuina sinceridad en su
voz.
—Siempre te quise a ti —confieso—. Glau solo era un sustituto, y no
muybueno.
—No,noloera,joder—dice,ynosechamosareír.
Recogelamochila,quehabíadejadojuntoalacámaradevigilancia,y
señalaelcaminoconlacabeza.
—Enséñamenuestraisla.
«Nuestraisla.»
Megustacómosuena.
Resulta que tenía razón cuando afirmaba que nos llevaría más de tres
horasrodearla.Dehecho,nosllevaseis.Pasamoselratohablandosobre
misideasparaelresort.Lapartedelaislapensadaparalosmatrimonios,
la zona destinada a las familias. Cómo se combinarán y sucederán las
diversas actividades recreativas. El número y el tipo de restaurantes que
tengoenmente.
—Este resort estará orientado a las familias, pero, de todas formas,
debería tener algunas zonas independientes. No quiero que ningún
matrimonioqueestédelunademielocelebrandosuaniversariodebodas
tengalasensacióndequeestenoessusitio.
Ya casi hemos terminado de rodear la isla. Nos encontramos en una
playadearenaaunospocoscentenaresdemetrosdelmuelle.
—Quizá una zona exclusiva con bungalows de lujo y playas privadas.
Dondelaensenadaseríaideal—dice—.Dejaqueteloenseñe.
Saca un cuaderno y se sienta en la arena, sin que le preocupe que las
olas que le acarician los pies le estén humedeciendo el pantalón. Vamos
descalzosporquenoshemosquitadoloszapatosarribajuntoalasdunas.
Mirosurostroytambiénelbosquejoqueestácobrandovidasobreel
papel.Estácompletamenteconcentrado,absortoenestemundonuevoque,
demomento,soloexisteensuimaginación.
Su intensidad es fascinante y me siento junto a él para ver, extasiada,
cómovuelcasusideasenelpapel.Aunquesolo sea un bosquejo, refleja
todoloquelehedichoquequiero,perolovuelvemásaudaz,mejor.
Cuando para y alza la vista tiene la mirada perdida, como si hubiera
olvidado dónde está. No obstante, me mira, y sus pupilas se vuelven
transparentes.
Enarcaunacejaconaireinquisitivo.
—Perfecto—digo.
Ledoyunbesoenlamejillayesperoqueentiendaquenomerefiero
únicamentealresort.
20
CreocomprenderquébuscabaGlaualconcentrartodaslasinstalaciones
recreativas en una sola zona —me dice Jackson cuando las puertas del
ascensorseabrenyentramosenelvestíbulodeldespachodelático.
Hemos pasado la mañana en la planta veintiséis, en el espacio antes
vacío que Stark International ha puesto a disposición de Jackson y su
equipomientrasdureelproyecto.
Ahora estamos a punto de reunirnos con Damien, pero Jackson aún
tieneenlacabezalosbocetosquehapegadoalaparedysehapuestoa
corregirdeinmediatoconlápizazuldetrazogrueso.
—No solo es un uso espantoso del espacio natural, sino que también
limitalaflexibilidaddelresortensuconjunto.—Alzalavista,veaRachel
indicándonosquenosacerquemosylasaludasinmuchoénfasismientras
pasa más páginas del cuaderno que lleva en la mano—. También quiero
hablar de la cuadrilla de operarios. A menos que estés obligada por
contrato,mesientomáscómodoconlamía.
—Si nos surge alguna dificultad, recurriremos a Aiden, pero eso
podemosresolverlosolos.¿EstálibreelseñorStark?—preguntoaRachel
cuandollegamosasumesa.
Bajolavistayveo,porlaluzdelteléfono,quenoloestá.Miromireloj
yfrunzoelentrecejo.Damienesextremadamentepuntual.yMepregunto
porquésiguealteléfonocuandoestamoscitadosconélahoramismo.
Medigoquenoesproblemamío.
Sin embargo, me cuesta convencerme de ello. He pasado tanto tiempo
traslamesaqueocupaRachelquemeresultaextrañonoestarsentadaaquí
entresemana,aunquelarazónseaquemehanascendido.
—¿Quétalteva?—preguntoaRachel,picadaporlacuriosidad.
—Voy más liada que los fines de semana —responde—. Gracias por
darmeellunesyhoy.
—No me des las gracias. Yo también estoy encantada. Así tengo más
tiempoparadedicarmealresort.
—Hablandodeeso,¿sabesconquiénmefuidecopasanoche?
—¿ConAiden?
Rachel es guapa y divertida, y siempre he pensado que Aiden y ella
haríanbuenapareja.Peroniegaconlacabezayresponde:
—No,conTrent.
Susonrisameindicaquenoloconsideraplatodesegundamesa.
Y, aunque a mí no me entusiasmaría salir con él, debo reconocer que
Trent es tan agradable como competente, aunque bastante aburrido. Me
abstengodemencionarestoúltimo.
—¿Y…?—digo—.Detalles,porfavor.
—Nohaymuchoquecontar—responde.Sinembargo,elrubordesus
mejillasdaaentenderlocontrario—.Vinoanoche.Yoestabaaquíporsi
Damien, que mantenía desde su casa una de sus videoconferencias
internacionales,menecesitabaparaconsultararchivosoesetipodecosas.
—¿Por qué vino Trent? ¿La videoconferencia era por el proyecto de
Century City o por el de las Bahamas? —pregunto; aunque no sean mis
proyectos,esperoestaroficialmenteenesedepartamentoprontoy,sialgo
pasa,quieroestarenterada.
—Oh,no.Nodijoporquéhabíavenido,pero,comomeinvitóasalir,
creo que la verdadera razón de que se plantara aquí fui yo. Se quedó
durante toda la videoconferencia. Hasta me sustituyó cuando tuve que ir
pitandoalpisodeDamienparacogerunascarpetasquesehabíadejadoen
la cocina —añade, refiriéndose a la vivienda que ocupa la otra mitad de
estaplanta—.Despuésdeeso,nostomamosunabotellaenteradevinoen
Baltminore’s. Y creo que, si no hubiéramos tenido que madrugar,
seguiríamosjuntos.
Lededicounasonrisasincera.
—Mealegroporti.
—Sí,¿verdad?Haceunsigloquenolohagoconnadie.
LanzaunamiradaaJackson,comosinonombrarlofueraaimpedirle
captardequéhablamos.
Estoy a punto de preguntarle qué sucedió con el último hombre con
quiensaliócuandosuenaelinterfono.
—¿Hanllegado?
Frunzoelceño.Damienraraveztienelavoztantensa,ymepregunto
quécrisishatenidoqueresolverconRachelenrecepciónenvezdemí.
—Ibaahacerlespasar—respondeella.
Mientras Jackson se levanta del sofá hago un rápido gesto afirmativo
conlacabezaaRachelyellapulsaelbotónqueabrelapuerta.
Damienestájuntoalventanalcuandoentramos.Encuantolapuertase
cierra pulsa el botón del mando a distancia que tiene en la mano. De
inmediatolaspersianasautomáticassebajanydejaneldespachosumido
enlaoscuridad.
La pantalla de proyección desciende y en ella aparece un titular
sensacionalista.
«¡SexoyadulterioenunaplayadeStark!»
—¿Podría alguno de los dos explicarme qué coño es esto? —Damien
tienelavoztantensaquepareceapuntodequebrársele.
Miro a Jackson, que, en vez de prestarme atención, está con los ojos
clavados en la pantalla, donde ahora aparece un artículo bajo el titular,
junto con los hipervínculos de otros artículos de la página web LA
Scandal.
Damien Stark, cuyo lugar en el firmamento de los escándalos quedó asegurado con su
recientejuicioporasesinato(enelquesedesestimaronloscargos,¡noesquefueraabsuelto!)
yconelacuerdotanconvenientecomosexualprovechosoalquellegóconsuactualesposa,
NikkiFairchild[másinformaciónaquí],¡puedehabervueltoalasandadas!
¿Ha ofrecido a sus inversores su polémico resort aún en proyecto de la isla de Santa
Cortezreciénadquiridaparaqueloutilicencomosuparquederecreoparticular?¿Comoun
escondrijosecretoparaaventurasilícitas?Echenunvistazoaestefotogramadelimándelos
escándalos Dallas Sykes y su amiguita Melissa Baronne y saquen sus propias conclusiones.
¡PodemosimaginarnosquéestarápensandoelmaridodelaseñoraBaronne!
—Oh, santo Dios —exclamo al ver en la pantalla una fotografía de
Sykes abrazando y besando a una veinteañera despampanante—.
¿Cómo…?
—Muy buena pregunta —apunta Damien, y en sus ojos de colores
distintos percibo sus esfuerzos por dominarse. Los tiene clavados en
Jackson—. Ni tan siquiera tenemos planos suyos aún, señor Steele, y ya
hemos dado que hablar. Esto no solo perjudica al ambiente familiar que
busco para el resort, sino que ahora esta empresa ha colaborado en
difundir rumores sobre uno de nuestros inversores clave. Y no digamos
yaunhombreconquienactualmentemantengootrasnegociaciones.
—¿Esunaacusación,Stark?—preguntaJackson.
—EldomingohabíapocosinvitadosenmicasacuandoNikkihablóde
Sykesysunovia.
—A menos que esas cámaras sean una antigualla, las imágenes se
envían digitalmente a su departamento de Seguridad. Y es probable que
tambiénsecopiendeformasimultáneaensuservidoryenunservidorde
seguridad.
El tono de Jackson ha sido tan cortante y preciso como un escalpelo.
Yo,pormiparte,tengobastantesganasdevomitar.
—Ustedestienenundepartamentoquesupervisatodaslasgrabaciones,
¿no?—continúa—.Yapostaríaaquerevisarlasgrabacionesdelaislaes
responsabilidad de al menos un guarda de seguridad. Si no pensaran
supervisarlaactividadquegrabaunequipotancaro,¿paraquéinstalarlo?
Miraalrededorcomosibuscaraalgunacosa.
—Nofuielúnicoinvitadodesufiesta,señorStark.Yesaimagenlahan
visto muchos ojos —declara—. Pero ¿soy el único que recibe un
rapapolvo?
—Simeenterodequealgunodeellosestádescontentoporunantiguo
arreglo de negocios, no dudaré en hacerle venir —arguye Damien
mientrasdirigeelmandohacialapantallaparaseguirpasandoelartículo.
Continúoleyendoymeentraninclusomásganasdevomitar.
LosconflictosconelafamadoarquitectoJacksonSteelequizáesténcreandotensionesen
StarkInternational.NuestrosinformadoressostienenqueSteeleeslaúltimaincorporaciónal
equipodelresortdeSantaCortez,peroquenoesungranadmiradordeDamienStark.Hace
solounosmesesanuncióquenoleinteresabatrabajarenunproyectodeStarkInternational.
Asípues¿quépodríahaberablandadoelcorazóndeestehombredeacero?¡Nosolemosun
escándalo!
—¿Leimportaríaexplicarse?
—Esoyaselodijeasuesposahaceunosmeses—arguyeJacksonen
tono afable—. Y se lo repetí a usted. No puedo controlar lo que alguien
quenosoyerapublicaoexplicaaunperiodista.
—¿EstádescontentoporloquepasóenAtlanta,señorSteele?
—¿Qué?—exclamaJacksony,deinmediato,melanzaunamirada.
—ConelBrightonConsortium—continúaDamiensinalterarlavoz—.
Meheenteradodeque,sielproyectohubieraprosperado,elcontratopara
proyectar y construir el complejo en las más de ciento sesenta hectáreas
habríasidosuyo.
Los miro. No era consciente de cuánto perdió Jackson cuando las
negociacionesfracasaron.
—Yonofuielúnicoperjudicadocuandoustedseentrometió,Stark.El
consorcioteníainversores,peroustedmanejóloshilosparahacersecon
tantos de aquellos terrenos que me resultó imposible construir el
complejo en su totalidad. Todos los participantes salieron perdiendo.
Todos…salvousted.
—Soyunempresario,señorSteele,nounaONG.
—Yaveo.Debierondeconfundirmelasalusionesaextorsiónyfraude
quesehicieronensudía.
TengounamanoapoyadaenlamesadeDamienparasostenerme.Quizá
no conozca los detalles de lo que sucedió en Atlanta, pero sé que la
inquinaqueserespiraenestedespachoesmásquetóxica.
—Así pues, deduzco que lleva cinco años resentido conmigo por su
versión distorsionada de los hechos y que, cuando le ha surgido la
oportunidad de arrojarme unos cuantos dardos envenenados, no la ha
dejado escapar y, de paso, ha perjudicado a la señorita Brooks y al
departamentoInmobiliario.
—¿De veras está insinuando que perjudicaría un proyecto que ahora
llevaminombresoloparavengarmedeusted?
DamiendaunsolopasohaciaJackson.
—Meconozco.Tengomipropiocódigoysécuántovaloromitrabajo
y lo que he construido en estos años. En cambio, sé muy poco de usted,
señor Steele. Por ahora le concederé el beneficio de la duda. Pero si
descubroqueestádetrásdeesto,leprometoqueacabaréconusted.
—Entendido—diceJackson.
Se da la vuelta para salir del despacho y me dispongo a seguirlo.
Quierosaberquélerondalacabeza.
—Quédate—diceDamien.
Jackson me mira, asiente y sale con la actitud serena y calmada de un
hombrequeeslibrecomoelviento.
—¿Qué has observado? —me pregunta Damien en cuanto la puerta se
cierra.
Meobligoaponermeerguidaynodejarquemedomineelpánico.
—Quenolohanegado.
—No—constatacuandosesientaasumesa—.Nolohahecho.
—¿Quésignificaeso?—pregunto,aunquetemosaberloya.
Damienmesorprendenegandoligeramenteconlacabeza.
—Puedequenosignifiquenada.—Memiraalosojos—.Siyohubiera
estado en su situación, tampoco habría reconocido ni negado nada. ¿Por
quédarleesasatisfacciónalcabrónqueteponecontralascuerdas?
Respirohondoymerelajounpoco,aliviada.
—Entiendo.
No obstante, el alivio se me pasa por completo cuando recuerdo que
hayalgoqueDamiennosabe:Jacksonextrajodelacámaradelaislael
discodememoria.Piensoenello,ysientoquelairayelsentimientode
traiciónmebullenenlasentrañas.
—Perolosvigilaréaélyalproyecto.Estáenunaposiciónúnicapara
hacerverdaderodaño.Tútambiéndeberíasvigilar—añade,yporsutono
devozintuyoqueeldañodelquehablanoserefierealaempresasinoa
mí.
Fuerzounasonrisa.
—Loharé.Claro.
Doy medio paso hacia la puerta, impaciente por marcharme, pero las
palabrasdeDamienmedisuaden.
—Tienesqueverotracosa.
Sutonodevozmeinfundepavorymevuelvohaciaéldespacio.
—¿Quépasa?
Me señala la pantalla con la cabeza. El artículo de LA Scandal
desaparece,sustituidoporunasolafotografía.
Trago saliva y las mejillas me arden de vergüenza. Es una imagen de
Jackson y yo abrazados. Y no nos estamos dando el dulce beso con que
terminan muchas películas. No, la fotografía es de cuando Jackson me
arrimó a él de un tirón y me devoró la boca, casi me la folló con la
lengua.Tieneunamanohundidaenmipeloyestáapuntodemetermela
otrabajolasmallasdeyogaparatocarmeelculo.
Meestremezcodesolomirarlafotografía,porquemeavergüenza,sí,
perotambiénporquemerefrescalamemoria.
—Damien… —Me aclaro la garganta; la voz me ha temblado
demasiado—.Yo…
Medoyporvencidaporquenosésideboempezardisculpándomepor
nohabertenidocuidadoopornoserprofesional.Yporquetampocoestoy
seguradecómoexpresarlo.
—Siéntate.
Obedezco.Tomoasientoconlaspiernasjuntas,lasmanosenelregazo
ylamiradabaja.
—Mírame.
Inspiro y alzo la cabeza, preparada para recibir un rapapolvo. Pero,
aunqueesperovercensuraensurostro,soloveopreocupación.
—Noestásenunlío,Syl—dicecondulzura—.Peromepreocupas.
Sientoquemerelajodeinmediato.
—Nopenséenlascámarasdevigilancia.Ydespués,cuandomeacordé,
bueno,nopenséquetú…quenadielovería.
Noesdeltodocierto.Sabíaquelosguardasloharían,peroningunode
elloshabríamandadolafotografíaaDamiensinavisarme.
—Dudo que me hubiera enterado de no ser por el artículo de LA
Scandal.Soyelúnicoquehavistolacinta.
—Entonces¿noesdeldominiopúblico?
Solo cuando lo he dicho he sido consciente de que me preocupaba un
pocoqueestopudieradarpieaotroartículoenLAScandal.
—Que yo sepa, no lo ha visto nadie aparte de Nikki y yo. Lo he
descubiertoencasa.Ellaestabaconmigo.Losiento.
—No,tranquilo.—Mepasolosdedosporelpelo,sinsabermuybien
cómo me siento aparte de profundamente avergonzada y muy poco
profesional—.Deberíassaberque…
Una vez más me interrumpo. Estaba a punto de negarlo, pero ¿negar
qué?¿QueJacksonyyoestamosliados?Loestamos.¿Quelonuestrono
tienenadaqueverconelresort?Lotiene.
Porfinmedecidoporrespondercongeneralidades.
—Deberías saber que, aunque estoy tremendamente avergonzada
porque lo hayas visto, esto no perjudica al resort. Ni influye en mi
dedicaciónalproyectooaJackson.
—Solo voy a decirlo una vez: te creo. Pero si sale mal, te quitaré el
proyectoyselodaréaTrenttanrápidoqueniteenterarás.
Meretuerzolosdedos.
—Loentiendo.
—Noobstante,esanoesmimayorpreocupación.
—Nohayunanormativaqueprohíbasalirconcolegas,y…
—Malditasea,Sylvia.
Mequedopetrificada.
—Damien…
—Estonoesporlanormativa.Esporti.
Espero,sinsabermuybienadóndequierellegar.
—Eres una buena empleada, pero también eres una buena amiga.
ConozcoaloshombrescomoSteeleynoquierovercómotehacesufrir.
—Yo…Oh.
Inspiro.
—Nomefíodeél.Leheconcedidoelbeneficiodeladudaconlafoto
deSykes,peroaquílapalabraclavees«duda».
—Loentiendo.Detodosmodos,yolecreo.
Esoúltimonoesdeltodocierto.Porqueahoramismonoestoysegura.
QuierocreerqueJacksonnoharíanadasemejante,quenoaprovecharíael
tiempoquehemospasadoenlaislaparacargarseelproyecto.AStark.
Quiero creerlo. Aun así, no puedo quitarme de la cabeza el dichoso
discodememoria.
Noobstante,Damiennonecesitasaberlo.Además,tengocadavezmás
ganas de vomitar. Porque noto que mi enfado y mi preocupación crecen
pormomentosyporquenomegustaocultarcosasamijefe.
Damienmesonríesinconvicción.
—Séqueconfíasenél.Yporesomepreocupas.
Lequitaimportanciaconungestodelamano.
—De momento olvidemos el tema. Pero, Syl, estaré pendiente. Y
acabaréconélsicreoqueteutilizaparacargarseelproyectooconsidero
que te hace sufrir. Protejo a mis empleados, señorita Brooks. Y también
velopormisamigos.
Asiento,conmovidaporsuspalabras,aunquemeasustelapreocupación
quelashasuscitado.Porque,entresaberloquehaocurridoconeldisco
dememoriayladudaqueDamienhasembradoenmí,tengolacabezaa
puntodeestallar.Melevanto,dispuestaasaliryordenarmisideas.
—Una cosa más antes de que te vayas. Es posible que mi padre esté
involucradoenesto.
—¿Tupadre?
—Noeslaprimeravezqueseentrometeenmisnegocios,informaala
prensasensacionalistaomanipulaloshechosparabeneficiarse.
Asiento.SédesobraqueloqueDamiendiceescierto.
—Yeslaclasedehombrequesembraríacizaña.
—¿Creesquealguiendelosnuestrosleestápasandoinformación?
Frunzo el entrecejo al recordar que Jeremiah Stark asistió a la
proyección del documental. Evelyn me dijo que estaba en el consejo del
ProyectodeProtecciónHistóricayArquitectónicaNacional,aligualque
Michael Prado. ¿Significa eso que conoce a Jackson? Y, aunque así sea,
¿qué?
MedispongoamencionaresevínculoaDamien,perocambiodeidea.
Lo cierto es que no hay ningún vínculo; solo es mi mente imaginando
conspiraciones. Y hasta que no se lo pregunte a Jackson no hay motivo
paraquediganada,aunqueestasmalditasdudasmíasmeesténzumbando
enlacabezacomomosquitos.
—Creoqueesposible—responde—,peronoledesdemasiadasvueltas.
Céntrateeneltrabajo,noenloschismes.Solosonruido,Sylvia.
Asiento. Desde su perspectiva, tiene razón. Desde la mía, necesito
preguntaraJacksonporelrumoryporeldichosodiscodememoria.E
inclusoporelmalditoJeremiahStark.
—Salgoenunashoras.Nomegustairmedeviajecuandoalguienestá
puteandoamiempresa.
—Sé cómo ponerme en contacto contigo si pasa algo —digo—. O si
nosenteramosdealgoconcreto.
Consigomantenermecalmadayconunaactitudprofesionalduranteel
resto de la reunión mientras repasamos los planes de viaje de Damien y
losasuntosdelosquedeboocuparmepersonalmenteopasaraRachel.
No obstante, cuando me marcho he acumulado tanta preocupación y
tantomiedoqueestoyapuntodeestallar.
—¿Qué pasa? —pregunta Rachel, pero le indico con un gesto de la
manoqueestenoesunbuenmomento.
Aunque tengo que ponerle al día de muchas cosas, tendrá que esperar.
AhoramismonecesitohablarconJackson.
Loencuentroenlaplantaveintiséis,eneldespachoesquineroqueesla
únicasalatotalmenteterminadadeestaplanta.Elrestoseequiparáenlas
semanas siguientes para albergar a los delineantes y otros técnicos que
Jacksonnecesiteincorporaralproyecto.
También hay una mesa justo delante del despacho para la
sobreprotectora secretaria de Jackson. Aún está en Nueva York, pero
Jacksonmedijoquequizáselatraeríaycerraríasuestudioneoyorquino
duranteuntiempomientrasestuvieraenlacostaOeste.
Recuerdoquemediolargascuandointentéreunirmeconél.Estavezno
hayningunabrujamontandoguardia,demodoqueabrolapuertadegolpe
eirrumpoensudespacho.
Jacksonestájuntoaunamesadedelineaciónymemira,sorprendido,
cuandoentrocomounaexhalación.
El despacho está hecho un desastre. Papeles diseminados por doquier,
cajasvolcadas,ynosésiestecaossedebealamudanzaolohacreado
Jackson.
Sospecholosegundo,yesosoloreavivamienfadoymistemorescon
respectoaldiscodememoria.
—Debería haberlo sabido. —Mi tono es áspero pero mesurado.
Demasiado mesurado—. Me lo dijiste tú. Me dijiste que esto era una
venganza.Pensabaquetereferíasamí.Perodesdeelprincipiointentabas
vengartedeDamien,¿eseso?
Levantaundedoymeseñala,conlasfaccionestancrispadasqueséque
estáesforzándosepornoestallar.Adecirverdad,conozcolasensación.
—Nomevengasconesas—mesuelta—.Noentresaquíhechaunafuria
paradecirmequecreesloqueafirmaesehijodeperra.
—Maldita sea, he confiado en ti. Muchísimo. En lo más íntimo. No
puedesjoderesaconfianzaasí,Jackson.Nopuedes.
Por un momento me parece ver dolor en su mirada. Luego solo
adviertofríocálculo.
—¿Quécreessaberexactamente?
—Lo del disco de memoria y esa chorrada tuya sobre el
salvapantallas… ¡Me has utilizado! —Me escuecen los ojos, pero, por
primera vez en la vida, agradezco no ser capaz de llorar—. Me has
utilizado,joder.¿Yporqué?¿ParadejaraDamienenmallugar?
—No sabes lo que dices —declara Jackson muy despacio—. Y en
cuantoalaconfianza,tampocoveoquetúmetengasmucha.
Respirohondoparaserenarme.
—Está bien. De acuerdo. —Me paso los dedos por el pelo e intento
calmarme—.¿ConocesaJeremiahStark?
—¿ElpadredeStark?
—Damiencreequesupadrepuedeestarsaboteandolaempresa.
Tratodeinterpretarsuexpresión,desabersiestáalcaso,peronome
transmitenadaapartededesconcierto.Esomealivia.
—¿Porqué?
—Noseríalaprimeravez.Nopuedodartedetalles,peronomechupo
el dedo y he visto a ese hombre hacer cosas bastante censurables, y el
hecho de que Damien sea su hijo solo lo empeora. Es decir, los padres
deberíanprotegerasushijos,noutilizarlos.
Jackson da un paso hacia mí, pero ahora mismo no quiero su
compasión. He permitido que mis problemas personales se cuelen en la
conversaciónynopiensoseguirporahí.
Alzolacabeza,hagoacopiodevalorylepreguntoabocajarro:
—¿TrabajasconJeremiahStark?
Separaenseco,ylaamabilidadquehepercibidohaceunmomentoen
éldesaparece.
—Joder,¿metomaselpelo?
—Jeremiah Stark estuvo en la proyección de tu documental —arguyo
—.Lovi.Yahoraquierounarespuesta.¿Loconoces?¿Trabajasconél?
—PorsupuestoquenotrabajoconJeremiahStark—reponde,ylecreo.
Noobstante,sigosinsaberquépensar.Séloquehevistoconeldisco
dememoria.RecuerdoloqueTrentmedijosobreelestudiotopográfico
queJacksonhabíarealizadodelaislaantesinclusodequeleofreciéramos
elproyecto.
Piensoentodoelloynoséquésignifica.
—¿Quépasaaquí?—preguntaJackson—.¿Tujefemehadespedido?
Niegoconlacabeza.
—No. No hay pruebas. —Lo miro a los ojos—. Damien no sabe que
cogisteeldiscodememoria.
—Cogíeldiscoporquequeríatenerunafotodelosdos.Yatelodije.
—Sí —reconozco—. Eso alegaste… Y también dijiste que querías
vengarte. —Inspiro—. Lo cierto es que no sé qué pasa, Jackson. Pero lo
importanteesquenopermitiréquemejodaselresortparaquetevengues
deDamienporunacompradeterrenosqueocurrióhacecincoaños.
—Yalotienesclaro,¿eh?—diceconfrialdad.
—Lo que tengo claro es que debo andarme con cuidado —replico—.
Quehedeserinteligente.
Me da miedo, mucho miedo, haberme sincerado demasiado con este
hombre. Haber confiado en él cuando no debería haberlo hecho. Y estar
pagandoahoralasconsecuencias.
—Entonces ¡sé inteligente! —exclama—. Porque si piensas con la
cabezasabrásquenuncapondríaesteproyectoenpeligro.Mireputación
significa demasiado para mí. Tú significas demasiado para mí. Todo lo
quemehascontado…Todaslaspartesdetiquemehasentregado…¿De
verascreesqueviolaríaesaconfianza?
—No lo sé —reconozco, y me siento como si el corazón se me
estuvierapartiendo—.Sencillamente,nolosé.
—¿No?Puesdeberíassaberlo.
—Jackson…
—Vete—dice.
—Jackson,malditasea,tenemosque…
«Ahoramismo,Sylvia,necesitoquetevayas.»
21
A horamismo,Sylvia,necesitoquetevayas.»
Esaspalabrasmehierenenlomáshondo.Sonmispalabras,lasqueyo
ledijehacetantosaños.Ydurantemásdeunahoranomelaspuedoquitar
delacabezamientrasmeduchoymeretocoelmaquillajeenelvestuario
demujeres.
Cuandoyanopuedoseguirescudándomeenesoparaesconderme,subo
alaplantaveintisiete,mesientoamimesaeintentoavanzarunpococon
el resort, esperando que mantenerme ocupada y concentrada me impida
pensarenJackson.
Sinembargo,teniendoencuentaquemiproyectodehoyeslidiarconla
AdministraciónFederaldeAviaciónporelpequeñohelipuerto,miestado
deánimonohamejoradomuchocuandodejodetrabajarybajoapieal
bufete de Bender, Twain & McGuire, donde Cass ha quedado con Ollie
parahablarsobresufranquicia.
HevenidoaestebufetemontonesdevecesconDamien,demodoqueno
me sorprende cuando Cyndee, la recepcionista, me hace pasar
directamentealapequeñasaladereuniones.Laspersianasestánbajadas,y
mesientoculpableencuantoreparoenquehellegadoconcincominutos
deretrasoylareuniónhacomenzadosinmí.
Llamo a la puerta, entro y me quedo sin habla cuando veo a Jackson
sentadojuntoaCass.
Ollie,alotroladodelamesa,alzalavista.
—Sylvia,acabamosdeempezar.Cogeunagalleta.
Meseñalalafamiliarbandejadegalletasdanesas.Esloquemásgusta
de las reuniones a las que asisto en este bufete. El picoteo aquí es una
pasada.
CojounadeavenaconpasasymesientoalladodeCassparatenerlade
parapetoentreJacksonyyo.Séqueélmeestáobservando,peronovuelvo
lacabeza.Nopuedoestarseguradenodesmoronarmesilomiro.YCass
se juega mucho para que yo permita que mis problemas personales me
confundanolefastidienlareunión.
Peseasusnerviosymiedos,laspreguntasqueCassplanteaaOllieson
inteligentes.Ollietambiénmedejaimpresionada.Nuncahetrabajadocodo
con codo con él, pero sé que pasó un tiempo en el departamento de
Litigios y temía que no estuviera al día de los pormenores de crear una
franquicia.Noobstante,esunexpertoynosolodescribeaCasstodaslas
gestionesquetienequerealizarparaponerseenmarchasinoquetambién
estremendamentepacienteconsuspreguntasynorecurrealajergalegal.
Jackson tampoco está aquí de adorno e interviene varias veces para
aclarar lo que Ollie ha dicho o pedirle más explicaciones. Es de tanta
ayudaque,apesardequesigoconlosnervioscrispados,agradezcoque
hayavenido.
—Tehedadomuchoenquepensar—diceOlliealfinaldelareunión—.
Tus deberes son reflexionar acerca de cómo captar inversores. Eso
disminuirádemanerasustancialturiesgo,perotambiéntuparticipación.
Todo se reduce a riesgo y rentabilidad. Y control —añade—. Ahora
mismotúereslaúnicacaradeTotallyTattoyyallevastiemposiéndolo.
Plantéatesiestásdispuestaarenunciaraeso.
—Loharé—prometeCass.
Nos despedimos y nos dirigimos al vestíbulo mientras Ollie echa a
andarenelsentidocontrario,caminodesudespacho.
—Muchísimas gracias por venir, chicos —dice Cass mientras me
abraza.SevuelvehaciaJacksonyledaotroabrazo—.Erestanincreíble
comoafirmaSyl.
—¿Ah,sí?—declaraélmirándomeporencimadesucabeza.
Memuerdoellabioaldarmecuentadequeestaeslaprimeravezquese
ven.YtambiéndequenohetenidotiempodeinformaraCassdenuestro
últimodrama.
—AZeelehasabidofatalquenopudiéramosvernosjustodespuésdel
trabajo, así que voy a intentar alcanzarla para ir a tomar algo. ¿Queréis
venir?
Niegoconlacabeza.
—Tengo una clase de fotografía con Wyatt. Y antes necesito ir
corriendoacasaparacambiarmederopaycogerlacámara.
HepensadoenanularlaclasecuandoNikkimehadejadounmensajede
vozmuyilusionadaporqueDamienyalehadichoqueselallevaaNueva
Yorkestanoche.Perolociertoesqueúltimamentenohepasadosuficiente
tiempodetrásdelacámara.Yahoramismolahecagadotantoquelaidea
de olvidarme de todo y concentrarme solo en la forma, la luz y la
composiciónmeresultamuyatractiva.
—Pásatelobien—medeseaCass.Señalaelascensor—.¿Bajáis?
Medispongoadecirquesí,peroJacksonmetocaelcodo.
—Bajatú—responde—.QuierohablarconSylviaunmomento.
Casssonríe.
—Pues claro. —Señala la recepción con la cabeza, donde Cyndee está
atendiendounallamada—.Peroseddiscretos.
Nosguiñaelojoysealejacaminodelosascensores.
—Gracias —digo cuando Cass ya no está—. Ha sido un detalle que
vinieras.
—Tedijequeloharía.
—Sí. —Cambio el peso al otro pie porque detesto sentirme tan
incómodaconél—.Pensabaquenovendrías.
—Deberíastenermásfeenmí—arguye,yséquenoserefiereaCass.
Quizátengarazón.Quizádeberíahacerlo.Peronodigonadadeesoen
vozalta.Solomeencojodehombrosymerepito.
—Enfin,mealegraquehayasvenido.Significamuchoparaella.
—Yparati.
—Sí.Yparamí.
Memiraunmomento,tanfijamentequeparecequeestémemorizando
mirostro.
—Túyalosabes,Sylvia.Notecuestiones.
Lerehúyolamirada.Nomegustacómomehierensuspalabras,cómo
despiertantodosmismiedos.
Pero,antetodo,temohaberlacagado.Yhabervueltoaperderlo.
Elmiércolesvuelvoaestarenrecepción,yeldíaestanfrenéticoentrela
ausencia de Damien y los diversos fuegos que tengo que apagar que
apenasmedatiempoapensarenJackson.
Agradezcoestapequeñabendición.
Agradezcoinclusomásnoverloentodoeldía.Noobstante,cuandose
hacen las siete y el edificio empieza a vaciarse me descubro pensando
cadavezmásenél.Esabsurdo,porquenoestoypreparadaparavolvera
verlo.Noséquéquierodecirlenidequémanera.
Pero eso no cambia el hecho de que ansío verlo, y saber que no ha
subidoaverme,quenoansíavermetambién,mefastidiamásdeloqueme
gustareconocer.
Asípues,aunquevuelvoasentirmecomosifueraunacolegiala,llamo
aseguridadypreguntoaJoesiJacksonestáeneledificio.
—No,señora…señoritaBrooks.Hoynohavenido.
Cuando cuelgo el teléfono me siento tonta. Porque la verdad es que
podría haberme ido a casa hace una hora y, en vez de eso, he estado
haciendotiempoconlaesperanzadeveraJackson,yélnitansiquieraha
venido.
Estoyhechaunlíoylosé.CaminodecasaenelcochellamoaCass,que
parecetanagobiadacomoyo.
—¿Quépasa?
Patético, quizá, pero me alegra descubrir que no soy la única que ha
tenidounamierdadedía.
—Nada.Soloestoymuertademiedoporelasuntodelafranquicia.Zee
creequeesunerror.
—¿Porqué?
—No lo sé. —Cass parece agotada y exasperada—. Dice que es una
obligación demasiado grande. Que me ocupará demasiado tiempo. Dice
queyaloestáhaciendo,porquemehepasadocasitodoeldíaleyendotoda
la información que Ollie me dio, y hasta más. Encima, está cabreada
porqueayerapenasnosvimos.
Frunzoelentrecejo.
—Quiereestarcontigo—arguyo,esperandotenerrazón—.Acabáisde
empezar, así que está celosa de todas las personas que te roban tiempo.
Esoincluyetutrabajo.
—Supongo. Oye, tengo un dolor de cabeza mortal, y hoy cerramos
tarde y no tengo un minuto libre. Voy a tomarme un ibuprofeno y
prepararmeparamipróximocliente.Eh—añade,depasada—,¿porqué
mehasllamado?¿Estásbien?
—Genial—miento,ydejoquecuelgue.
Me digo que debería creerme mis palabras y, al entrar en el piso, las
repitocomounmantra.«Soygenial.Soyincreíble.Mevadeperlas.»
Elmantranomehacedemasiadoefecto,demodoquedecidoseguirel
ejemplodeCassyautomedicarme.
No obstante, mi droga favorita no es el ibuprofeno, sino una buena
ración de helado de vainilla con Kahlúa y tantos capítulos de Friends
comoseacapazdesoportar.
Sé que me he quedado dormida cuando Ross sale de la pantalla y se
convierteenBob.
—Noeresreal—digo—.Yano.Noeresmásqueunsueño.
—Soydelomásreal,ylosdoslosabemos.—Daunpasohaciamíconla
cámara,enfocándomelacara—.¿Quécreías?¿Queéltesalvaría?Teha
puteadoigualquehiceyo.
Niegoconlacabeza.
—No.
—Él no puede ayudarte. Pero yo puedo darte lo que quieres. Los dos
sabemosquetegustaba.
—No.
Alarga la mano y noto sus dedos fríos cuando me los pasa por la piel.
Intenta agarrarme por la muñeca, pero me suelto y echo a correr por
pasillos oscuros, entre rascacielos en construcción y por largas vigas de
acerosuspendidasenelcielo.
—Élnopuedesalvarte.Nitansiquieratúpuedessalvarte.
Se está acercando, pero no debo dejar que me atrape. Miro alrededor,
histérica, sin saber qué busco pero consciente de que tengo que
encontrarlo.
Yentoncesloveo.
¡Jackson!
Estáenelsuelo,almenostreintapisosmásabajo.
Extiendelosbrazos.
—¡Salta,Sylvia!¡Saltayyotecogeré!
AlvolvermeveoqueBobestámáscerca.
—Nadiepuedecogerte—dice—.Vasaestrellartecontraelsueloyarder
enllamas.
—¡Malditasea,Sylvia,confíaenmí!
OigolavozdeJacksonconmuchaclaridadpesealadistanciaquenos
separa.
Y, aunque me da miedo saltar, aunque estoy a punto de lanzarme al
abismo sin contar con nada más que sus brazos para salvarme, salto al
vacío y me precipito por el tormentoso cielo azul hacia el hombre que
aguardaenelsueloparasalvarme.
22
HepedidoaRachelquemesustituyaestejuevesporlatardeporqueno
aguantaba más en la oficina. Porque necesitaba decirle a Jackson que lo
sientoyporquesabíaexactamentecómoibaahacerlo.
Peroahoraqueestoyenelpuertodeportivoloúnicoquehehechoen
estos últimos veinte minutos es quedarme en el muelle mirando el
Verónica.
Jackson está dentro, no me cabe ninguna duda. Al llegar he visto su
sombracruzandoelestudio.Pero,aunquehevenidoporél,noacabode
atrevermeasubirabordo.Medamiedoquemeeche;nocreoquepudiera
soportarlo.
«No.Nolohará.Estucaballero.Esquienvaasalvarte.»
Asiento, envalentonada por mis pensamientos. Agarro con más fuerza
elbolsoquellevoalhombroysuboabordo.
Nadaestácerradoconllave.Nilaportezueladeaccesoniningunaotra.
No es muy prudente que digamos, pero no puedo negar que me lo ha
puestofácil.
Primerovoyasuestudio,perocomonoestábajoalcamarote.
Oigoelaguadeladuchayvacilodelantedelapuertadelbaño,tentada
deacompañarlo.Despuésmirolacamaydecidoquetengounplanmejor.
Almenos,loessinomeecha.Perocorroeseriesgoenamboscasos,
asíquelomejoresquenomepreocupedeeso.
Dejoelbolsoenelsueloysacoloquehetraído.Decaminoaquímehe
detenidounmomentoparahacerunascompras.Colocotodoslosartículos
sobrelacama,peroalinstantememuerdoellabioporquetemohaberme
pasadounpoco.
Aunque,silopienso,¿cómoeseldicho?¿Sinovasasudarlacamiseta
notelapongas?Enloqueamíconcierne,esaspalabrassonley.
Dejo de oír el agua de la ducha y sé que no tardará en salir del baño.
Dudounossegundos,peroalfinalmedecidoenelúltimomomento.Me
quito la falda, la blusa, el sujetador y las bragas. No obstante, me dejo
puestos los zapatos negros de tacón de aguja. Y cojo una camisa blanca
almidonadadesuarmario,melapongoymeabrochotodoslosbotones
salvolostresdearriba.
Mellegaamediomusloy,ajuzgarporlaimagenquemedevuelveel
espejitocolgadosobrelacómodaempotrada,creoqueestoymonaysexy,
yesperoquedeseableydignadeperdóntambién.
De cualquier modo, ya es demasiado tarde, porque Jackson está
abriendolapuerta,einspirohondocuandoentraenelcamaroteyloveo,
delgado,bronceadoyperfecto,sinnadaapartedeunatoallitaalrededorde
lascaderas.
—Sylvia.
Noséinterpretarsureacciónporsutono.Carraspeoyconsigoesbozar
unasonrisa.
—Deberías echar la llave si vas a meterte en la ducha. Nunca se sabe
quiénpuedeentrar.
—No suelo ducharme por la tarde. Por alguna razón, he estado
distraído.
Me mira de arriba abajo y, aunque su tono aún es apagado, la toalla
apenas disimula lo excitado que está. Soy consciente de que eso no
significa forzosamente que vaya a perdonarme, pero estoy más que
dispuestaaseroptimistaeinterpretarlocomounabuenaseñal.
Cuandoestoyapuntodedisculparme,Jacksonsemeadelanta.
—¿Qué es todo esto? —pregunta después de señalar la cama con la
cabeza.
Estaveznomecabedudadelardordesuvoz.
Vuelvo a aclararme la garganta cuando veo que coge una bobina de
cuerdadenailon.
—Yo… Es que… me he detenido en Come Again —respondo,
refiriéndome a una tienda de juguetes sexuales de la zona—. Intentaba
decidir cómo pedirte perdón por haber dudado de ti. Por no haber
confiadoenti.
Dejalacuerdaycogeelvibrador.Ladealacabezacuandomemiray,
aunque las mejillas me arden tanto que temo prender fuego al barco,
agradezcoquenosoloparezcadivertidosinointrigado.
—¿Yahoraconfías?
—Sí.
Unabrevepalabra,tansimplecomocierta.
Cogelapaletadecueroysepegasuavementeconellaenlapalmadela
mano antes de mirarme con un deseo tan salvaje y peligroso que estoy
tentadadesaltarmeladisculpaysuplicarlequemefolle.
—¿Quétehahechocambiardeopinión?
Mepasolalenguaporloslabios.
—No he cambiado de opinión. Me he dado cuenta de que siempre he
confiadoenti.Peromedejéllevarporlosrumoresylasdudas.Esalgo
horrible. Se cuela por los poros. Puede ser muy destructivo. —Inspiro
hondo—.Jackson,losientomucho.
Enlugarderespondermiralaseleccióndejuguetessexuales.
—¿Yasíescomopiensasdemostrármelo?
—Mehaparecidobuenaideacuandoloshecomprado.
Su expresión es inescrutable y estoy tan nerviosa como frustrada.
Quieroquemeperdone.Quieroquemetoque.
Lodeseo,lisayllanamente.
Yahoramismonotengolamenorideadecómosobrevivirésimedice
quemelargue.
—Nonecesitastodoesto.
—¿Estásinsinuandoquequieresquemevaya?
Porunmomentomeparecepercibirensusemblantequeestádolido.
—Claroqueno.
—Entoncesestoesloquenecesito,Jackson.Túmismolodijiste.
—Sylvia…
—Malditasea.Nosoyfrágil.Necesitoquesepashastaquépuntoconfío
en ti. Esto es lo que quiero. —Cojo la paleta—. La he cagado, Jackson.
¿Novasaazotarme?
Salvoladistanciaquenosseparayrespirosuolor,ajabónychampú,
mientrasveocómolellameanlosojos.Mecogelapaletaylaarrojaala
cama;luegomeagarraporlamuñecaymearrimaaél.
—¿Noloentiendes?EnAtlantatepresionéysalistehuyendo.
—HablamosdeestocaminodeMalibú.Deporquéhui.Deporquéhui
deti.Túlodijiste…Bondage.Morbo.Juguetes.Esloquemeprometiste.
Yteníasrazón.
—Esofueantes…
—¿Antesdequeteloexplicaratodo?
Veolaafirmaciónensusojos.
—Noquieropresionartedemasiado—dice.
—Pero yo quiero que me presiones —respondo—. Quiero que me
presionesmásymellevesmáslejos.Quieroquemellevestanlejoscomo
desees, tan lejos como necesites. Te contienes porque crees que yo lo
necesito. Estás reprimiendo lo que ansías. Quién eres. Control y poder,
¿recuerdas?Medijistequeereseso.
Sigueensilencio,demodoquemeapresuroaseguir.
—Dijiste que podías darme seguridad. Que me pone que me utilicen,
pero solo si lo hace alguien en quien confío. Que a ti te gusta mucho el
control. Que te pone cachondo y duro. —Respiro e intento hablar más
despacio—.Medijistequequeríasquemesometieraati.¿Aúnloquieres?
—Más que nada en el mundo. —Parece que le hayan arrancado las
palabras—. Pero te repetiré lo que ya te he dicho: no si el precio es
romperte.
—Nomedestruirás.Nopuedes.—Loabrazoporlacinturaylevantola
cabeza para poder mirar a este hombre que tiene la fortaleza de saber
contenerseparanohacermedaño—.Túeresmipegamento,Jackson.Mi
pegamento,micaballero,mihéroe.
—Esoesmucharesponsabilidad.
Entrecierro los ojos y me río, porque por fin he percibido
consentimientoensuvoz.
—¿Podrásconella?
—Conunpocodeesfuerzo,creoquesí.
—Entoncesempezaremosdespacio—digo—.Perollegaremoslejos.
Daunpasoatrásparapodermirarmedearribaabajo,desdeloszapatos
detacónhastalosojos.
—¿Quéllevasdebajodemicamisa?
—Nada.
Lapasiónqueenturbiasumiradaencierratalpromesaquenotoelsexo
entensión,anticipándose.Merodeadespacioy,aunquenomemuevo,sé
quetienelosojosclavadosenmí.Sientouncosquilleoencadaporodemi
piel.
Seacercaalacamaycogelapaletaquehalanzadohaceunmomento.
—Tehasportadomal.Peronoquieroesto.
Mesorprende la decepción que me invade. No estoy segura de cómo
puedo echar de menos algo que jamás he experimentado, pero estoy
segura de que lo deseo. Como si de un tatuaje se tratara, quiero que
Jackson me deje una marca, y estoy a punto de confesárselo cuando se
colocadetrásdemíymeacercaloslabiosalaoreja.
—Cuandoteazote,cariño,seráconlapalmademimano.Noconcuero.
Niconuninstrumento.Nohabránadaentretúyyo.¿Loentiendes?
—Sí,señor.
—¿Tehasportadomal?
—Sí.
—¿Quéhashecho?
—Deberíahaberconfiadoenusted.
—¿Confíasenmíahora?
Mevuelvo;porquenecesitoverlo.
—Totalmente.
Mi respuesta parece despertar algo en su fuero interno, porque me
agarraporloshombrosymearrimaaélcomosifueraabesarme.Pero
nolohace,ylaexpectaciónmeentrecortalarespiración.Cuandoseretira
andando hacia atrás para sentarse en el baúl que hay al pie de la cama
gimo,sorprendidaantelafuerzademicrecientedeseo.
—Venaquí—dice—.Pontesobremisrodillas.
Obedezco y me echo en su regazo de forma que tengo el trasero en
pompa.Ymiinterésseavivacuandonotosuerecciónbajolatoallayme
doycuentadequeestáexcitadísimo,tantoomásqueyo.
Con delicadeza, me levanta la camisa para dejarme el culo al aire.
Mantieneunamanoenmiespalda,peroconlaotrameacaricialacurva
deltraseroyesemeromovimientohacequemeretuerza.
—Estatequieta—dice,ymedetengodeinmediato.
Olointento,porquesuscariciashancambiado.Sonmáspausadas.Más
sensuales.Ycuandobajaeldedoparaverlomojadaqueestoynopuedo
evitarretorcermedeplacerotravez.
—Tegusta—añade—.Veamossiconsigoquetegusteaúnmás.
Levanta la mano y me azota con la palma. En un primer momento el
dolorseconcentraenunpunto.Después,sinembargo,pareceextenderse
comounmillóndeminúsculaschispasquealprincipiomequemanpero
enseguida dan paso a una agradable sensación. Lo repite, y esta vez me
arrancaungemidodepuroplacer.
—Eso es, nena —dice mientras con un dedo me explora el sexo,
empapadoycaliente—.Oh,sí,estáclaroquetegusta.
Me da otro azote, seguido de otro más. Luego me calma el dolor
acariciándomeelculoconsuavidad,ytengolasensacióndeencenderme
pordentroyarderenlasllamasdeundeseoirrefrenable.
Unavezmásbajalamano,pero,enestaocasión,envezdelimitarsea
acariciarmeelsexo,memeteeldedoenteroaltiempoquemepongode
puntillasparalevantarelculoyfacilitarleelacceso,porqueahoramismo
lo único que quiero es esto. Esta sensación de perder el mundo de vista
mientrasJacksonmecolmadeplacer.Desaberquepuedollegartanlejos
comoélpuedallevarme,peroquemetraerádevueltaporqueconfíoenél.
Mefollaconeldedo,metiéndoloysacándoloaunritmoqueaumenta
miplacer,ymientrassupollapalpitabajomicuerpoloimaginoencima
de mí, embistiéndome, y gimo porque el goce es ya tanto que casi me
resultainsoportable.
—¿Losientes?
—Sí.
—Soy yo, nena. Mi polla. Mi mano. Mi piel. Has traído un vibrador y
meparecebien.Teprometoqueundíaharébuenusodeélcontigo,pero
noahora.Hoynadaquenoseayotedaráplacer.¿Loentiendes?
—Sí —respondo con los músculos tensos alrededor de sus dedos
porquequieroquemelosmetaaúnmás.
Estoy al límite y empapada, la cabeza me da vueltas y lo único que
quiero es que Jackson me posea, que me folle sin piedad, deprisa y a
conciencia.
Peroentonces,comoestoesuncastigo,retiralosdedos.
Cuandogimoteosureacciónesreírseentredientes.
—Paciencia,cariño.—Medaunazotequeescasiunacaricia,pero,aun
así, todo mi cuerpo arde—. A la cama —dice, y sé que voy a tener que
esperarunpocomásparaexperimentareldulceplacerdelclímax.
Peroyaestoyenllamas,bailandoalfilodeunprecipicio,conelcuerpo
listoparaecharavolar.Y,oh,Diossanto,quierosaberquémeharásentir
ahora.
Suboalacamatalcomomehaordenadoylomiromientrasselevanta,
sin preocuparse por la toalla, que cae al suelo. Tiene la polla
completamente erecta, el esbelto cuerpo tenso, la cara tan cargada de
pasión que parece la personificación del deseo. Más que eso, parece un
dios. Me quedo pasmada al pensar que alguien como Jackson, tan
brillante, fuerte y sexy, pueda mirarme con un deseo tan puro. Pero lo
hace,ysufuerzamedebilita.
Meenseñalacuerdaymellamaconeldedo.
Gateo por la cama y me quedo delante de él. Soy consciente de cada
partedemicuerpo.Delaligeracorrientedeairequesecuelaporlarejilla
deltecho.
—Date la vuelta —dice, y hago lo que me pide—. Pon las manos a la
espalda,conloscodosdoblados.Cógetelosconlasmanosparaformarun
cuadrado.
Una vez más obedezco, y él me ata los brazos y las muñecas para
inmovilizarme. Me resulta extraño sentirme atrapada y vulnerable y, no
obstante, también me parece excitante. Pero solo porque estoy con
Jackson;ansíosuscariciasyconfíoenquecuidarádemí.
—Ahora arrodíllate y túmbate de lado sin separar la pantorrilla del
muslo.
Esunaposturapocohabitual,peroconsigoponermecomoordena,yél
utilizaunanavajadelamesilladenocheparacortaruntrozodecuerday
atarmeelmusloizquierdoalapantorrillaizquierda.
—Teheinmovilizadolosbrazos—dice—.Yahorateestoyatandolas
piernasenlaposturadelarana.
Lo creo. Y contengo las ganas de preguntarle cómo sabe todo esto.
Aunque,silopienso,sédesobraqueJacksonnohasidounmonje.Todo
locontrario.Medigoqueesoesbueno.Quemeestoybeneficiandodesu
experiencia.Ymeesfuerzomuchísimopornosucumbiraloscelos.
Teniendoencuentalaatenciónquemeestáprestando,enrealidadnome
resulta difícil. Con cada vuelta de cuerda, con cada nuevo nudo, me
acaricia.Haestadoconcentradoenatarme,primeroelcostadoizquierdoy
despuéselderecho,yentretantomehatocadodeunaformatansutilque
solo ahora soy consciente de lo excitada que estoy. Completamente
entregadaaélyaloquemehagaahora,sealoquesea.
Cuando termina tengo las piernas atadas de tal modo que me veo
obligada a estar de rodillas con los brazos a la espalda, casi como una
penitente.
—Estás increíble. —Su mirada es un reflejo de sus palabras, al igual
que su erección—. La próxima vez haremos más. Te ataré un cordón
alrededor de los pechos para que los notes más sensibles. O entre las
piernas para que todos losmovimientos te repercutan en el clítoris. Hay
muchasposibilidades.
Me paso la lengua por los labios, ya intrigada y a punto de correrme
solo por estar en esta postura, con las piernas separadas y el sexo a la
vista.
—¿Sabesporquéquieroatarte?
Niegoconlacabeza,conelúnicodeseodeoírsurespuesta.
—Porque quiero que sientas plenamente todo lo que te doy. Que no
luchescontralassensaciones.Quenoteretiresporqueelplacerseatanto
que casi raye en dolor. Atada, no tienes más alternativa que aceptarlo.
Atada,notienesmásalternativaquesentir.
Me pone la mano entre las piernas y me acaricia despacio. Tiemblo,
llevadaporlaarrolladorasensacióndenotarcadarocedesupiel.
—¿Ysabesporquéestaposturaestangenial?
Unavezmásmelimitoanegarconlacabeza.
—Porque estás completamente abierta. Puedo penetrarte por todas
partes. El coño. El culo. La boca. —Me pasa eldedo por el cuerpo con
cada palabra y me estremezco solo de pensarlo—. También lo haré, un
día. Te deseo toda, Sylvia. Pero ahora mismo quiero sentirte sobre mí.
Quierosujetarteycontrolarcadamovimiento.Ytequieromuycercapara
vertelosojosybesartecuandotecorras.
—Sí —susurro, tan empapada que me noto los muslos mojados—. Sí,
porfavor.
Meseparalaspiernas,searrodillaentreellas,mecogeporlascaderas
y utiliza una mano para tumbarme boca arriba sobre la cama antes de
penetrarme con una embestida fuerte y rápida. Estoy mojada, tan
tremendamentemojadaquenonecesitairdespacio,ygritodeldelicioso
placerdesentirlotandentrodemí.
Estoy de cara a él, y la sensación de arquear la espalda mientras me
folla es maravillosa. Me noto la piel tirante y sensible, y hasta un leve
soplodeairemeexcitalospechos.
PeroJacksonenseguidabajalasmanosymecogeporlaespaldapara
levantarmeyponermeahorcajadassobreél.
Nopuedoutilizarlasmanosniimpulsarmeconlaspiernas,demanera
que,aunqueestoyencimadeél,Jacksonesquienhacetodoeltrabajo.Me
sujetaporlacinturaparasubirmeybajarme,llenándomeyexcitándoseal
sentirmetanprieta.
Es erótica hasta un punto desquiciante, esta sensación de follar y ser
follada de forma simultánea, y hago lo único que puedo hacer, que es
tensarlosmúsculosalrededordesupollaconcadaembateyapretarpara
que tenga un intenso orgasmo cuanto antes, aunque no quiero que esta
sensacióntanintensaacabe.
—Sí—diceanimándome—.Esoes,nena.
Concadapalabramemueveconmásfuerza.Conmásrapidez.Ysiento
latensióncreciendodentrodeél,laexplosióninminente.
Tambiénlamía,porqueenestaposturamepenetratanhondoque,con
cadaembate,mellevamáslejosmientraselmovimientooscilantecontra
miclítorismehacerozarelcielo,rozarelorgasmo.
—Porfavor—gimocuandoestamosapunto.
Jacksonempiezaamovermeconurgenciahastaque,porfin,meagarra
por la espalda para pegarme a él. Lo miro a los ojos y sé que ambos
estamosapuntodeexperimentaresaexplosión.
Y, cuando llega, es casi nuclear y lo único que me mantiene sujeta al
suelo es la boca de Jackson, besándome con ardor, buscándome con la
lengua, como si este beso escondiera un secreto que solo nosotros
podemossaber.
Nos quedamos así hasta que dejamos de temblar y, después, Jackson
abrazamicuerpoexhausto.
Meacaricia,ynotarsusmanosenmipielmereconforta.
Despacio,medesataymefrotaconsuavidadlasmarcasquelacuerda
mehadejadoenlosbrazos.
—¿Cómotesientes?
Lesonrío,cansada,agotadaycolmada.
—Increíble—respondocasisinfuerzas.Luegomurmuro—:¿Podemos
repetir?
Notosurisavibrándomeenelcuerpocuandovuelveaabrazarme.
—Creoquepuedoencargarmedeeso.Ahoraduerme,cariño.
Suspalabrasparecenflotarporencimademí,ycuandosoyconsciente
de que estoy rindiéndome al sueño el mundo se queda a oscuras y me
acurrucoentresusbrazosprotectores.
Resulta que Jackson es uno de esos solteros al uso que no tienen en la
neveranadasalvountrozodequesoniotracosaquebeberapartedevino,
whiskyescocésycerveza.
Comonomeapetecedescongelarbolleríaniesperarunahoraaquenos
traigan algo de comer, optamos por picar unas palomitas mientras
asistimosaunasesióncaseradecine.
AhoraestoytumbadaenelsofádelestudiodeJackson,conlospiesen
suregazoymiordenadorapoyadoenlabarriga.Eneltelevisordelfondo
delestudioestándandoElsueñoeterno,unaviejapelículadeHumphrey
BogartqueJacksonhadichoqueteníamosquever,despuésdeencontrarla
mientras hacía eso tan molesto que los hombres hacen con el mando a
distancia.
ComoBogartmegustaycualquiercosaesmejorquemirardeportes,
meparecebien.
Sesuponequeestoytrabajando,porqueaúnestempranoyestatardeno
he terminado nada de lo previsto. Así pues, tengo el ordenador portátil
abierto y estoy revisando las notas de Aiden sobre mi proyecto
promocional y presupuesto revisados. Alterno esta tarea con archivar y
responderdiversoscorreostantodemicuentacomodeladeDamien.
Enotraspalabras,soyunaauténticamujermultitareas.Vivolavidade
unaagenteinmobiliaria.Lavidadeunaasistente.
¡Ymedoylagranvida!,pienso,cuandomiroaJacksonysonrío.
Me he puesto unos pantalones cortos y una camiseta sin mangas de
Megan,yJacksonnohacemásquealzarlavistadelcuadernodebocetos
que tiene apoyado en el brazo del sofá para sonreírme con expresión
lasciva.
—Nosabesdisimular—digo.
—¿Ah, no? A lo mejor eres extremadamente intuitiva. Pongamos a
pruebaesateoría.¿Enquépienso?
—Ensexo.
—Has acertado —dice con una sonrisa—. ¿En sexo tranquilo y
pausado?¿Oensexoardienteymorboso?
Enarcounaceja.
—Nosabesdisimularnadaenabsoluto—insisto,ydoblolapiernapara
poder pasarle el pie por los vaqueros hasta ponerlo en su entrepierna—.
Sexo—añadomientraslomuevohaciadelanteyhaciaatrás—ardientey
morboso.
—Tienes toda la razón. —Me sujeta el pie de tal forma que tengo el
empeineapretadocontrasuereccióncadavezmayor—.Más—dice,yde
pronto esta indolente tarde de otoño se convierte en un caluroso día de
tórridoverano.
Y entonces, por supuesto, me suena el teléfono, que he dejado en la
mesadecentro.
—No contestes —me dice, pero ambos hemos visto el nombre que
aparece en la pantalla: «Cass»—. Vale, contesta. Pero infórmale de que
estolerestaunoscuantospuntos.
Meríoyleprometoqueluegolecompensaré.EncuantorespondoCass
desahogatodosuagobioconmigo.
—Es que es todo —concluye—. Lo de la franquicia, Zee… Sé que
estamos en la fase de ser inseparables, pero estoy empezando a
agobiarme.
—Tienesquetranquilizarte—leaconsejo—.¿Quieresquenosveamos
paratomaralgo?
SonríoaJacksonparadisculparme.
—Estaríagenial,laverdad.¿AJacksonnoleimportará?
—Espera.
Cuando le explico la situación, Jackson me dice que por él bien, pero
proponequelainviteaveniralyate.
—¿Enserio?
—Estumejoramiga.Podéisbebersinconducir.Yyotendréocasiónde
conocerla un poco mejor, aunque prometo que me iré al estudio para
dejarossolas.Yquesequedeadormir,siquiere.Esmás,invítalaalacto
benéfico de mañana por la noche. Podemos recogerla en la limusina de
camino.
Me quedo mirándolo hasta que se remueve un poco en el sofá,
incómodoconmiinspección.
—¿Qué?
—Eresincreíble.
—Acuérdatedeesolapróximavezquediscutamos.
Sonrío.
—Tomarénota.
CojoelmóvilyrefierolaconversaciónaCass,quienaplaudecuandola
invitoalafiesta.
—Enserio,Syl,Jacksonesuntesoro.
—Novoyallevartelacontraria.Asíqueven…echandoleches.
Por desgracia, Cass no vive lo bastante lejos para que Jackson y yo
podamosllevaracabonuestroplanoriginaldepracticarsexoardientey
morboso.
—Mañana por la noche —dice él, y me besa antes de que baje a
asegurarme de que hay sábanas en la cama del camarote de invitados—.
Despuésdelafiesta,estatepreparada.
—Yosiempreestoypreparadaparati.
Susonrisameindicaquesabeperfectamentequenoexageroenlomás
mínimo.
CuandoCassllegaJacksonleenseñaelyateysesientaatomarunacopa
con nosotras en la cubierta superior. El ambiente es muy distendido, y
agradezco que Jackson pregunte a mi amiga por la franquicia e incluso
respondasuspreguntas.
—Solonecesitohablarloafondo,¿sabes?—arguyeella—.AZeenole
apetecenioírhablardeltema.
—Cuandoquieras—diceJackson,ymeencantavercuántoanimaami
mejoramigaesteofrecimientosindudasincero.
Hablamosunpocosobreelresort,peroJacksonutilizalaconversación
comopretextoparamarcharse.
—Debería ponerme a trabajar en el resort —arguye, y me mira—. La
mujerquemehacontratadoesunatirana.
—Creoque«jefadespiadada»ladefinemejor.
—¡Eh!—protesto—.Aúnnolosoy.
—Pero vas por buen camino —replica Cass mientras me acaricia la
manoenactitudmaternal.
Jackson se ríe de nuestras tonterías, me besa con pasión y baja a
sentarsedelantedesuspantallasdeordenador.
—Mecaebien—diceCassencuantoestamossolas.
Sonrío.
—Sí.Amítambién.—Respirohondo,subolospiesalsofáycontemplo
elpuertodeportivo—.Selohecontado,Cass.Lehecontadoloquepasó
conBob.
—Mealegromucho,Syl.
Semeencogeunpocoelestómago.
—Selohecontadotodo.Esdecir,lehecontadoinclusomásqueati.
Frunceelentrecejoy,poruninstante,creoqueestáenfadada.Ynome
extraña,porquemesientoculpable.
—Oh,tía,¿creesquenolosabía?
Parpadeo,desconcertada.
—Unmomento.¿Quésabías?
—Quenomelohabíascontadotodo.Eraobvio.
—¿Losabías?
—Claro.YmealegrodequelehayascontadoelrestoaJackson.
Mereclinoenelsofá,satisfechayconfusaapartesiguales.
—Noesunconcurso,Syl.Loquelecuentasaél.Loquemecuentasa
mí.Simenecesitas,puedescontarconmigoahoraysiempre.
Cierrolosojosymeabrazolasrodillas.
—Gracias.
—No tienes que darme las gracias por eso, pero, aun así, de nada. En
serio, Syl. Tanto si hablas conmigo como si no, te quiero y nada va a
cambiareso.Ylodigocontodalaropapuestaenunsentidomásomenos
platónico.
Sueltounacarcajada.
—Vale.Gracias.—Tragosaliva.Luegoinspiroyleconfiesoloqueaún
no he sido capaz de reconocer ni siquiera a mí misma—. Creo que me
estoyenamorandodeél.
Chasquealalengua.
—Yono.
—¿Enserio?
Nosésisentirmeofendida,sorprendidaodefraudada.
—¿Qué te estás enamorando, dices? Venga ya, nena. Creo que estás
perdidamente enamorada de él desde Atlanta. —Me aprieta la mano—.
Enhorabuenaporhabertedadocuentaporfin.
Mimejoramigaesunamujermuyinteligente.
—Yotambiéntequiero,losabes,¿no?
—Joder,sí,claro.Soyunamor.
Pasamos el resto de la noche hablando de todo y nada, pero es
agradableestarenelbarcoconelchapoteodelaguacomotelóndefondo
yunabotelladescorchada—odos—devinodelantedenosotras.
Cuando veo que Cass bosteza y reparo en que la luz del estudio de
Jacksonestáapagadadoylaveladaporterminadayambasbajamosalos
camarotes.
La abrazo delante del suyo y le digo que puede dormir hasta cuando
quiera,peroqueyomelevantarétempranísimoparairalaoficinayque
le mandaré un mensaje de texto con la hora a la que pasaremos a
recogerlaenlalimusina.
Luego, sin hacer ruido, abro la puerta del otro camarote para ver al
hombrequeamo.
Estáenlacamadormido,conelportátilabiertoasulado.Seloquitoy
me acuesto a su lado. Jackson me abraza sin despertarse y me acurruco
contra él, tan emocionada por este sencillo gesto inconsciente como por
cualquierotradelascosasquemehahechoodicho.
Estoycontenta,loreconozco.
Contenta.Feliz.Y,sí,enamorada.
23
Me complace mucho que hayáis podido venir los tres —nos dice
MichaelPradoaJackson,Cassyamícuandonosrecibeenelvestíbulode
suasombrosacasadeBeverlyHills.
—Anosotrosnoscomplacehabervenido—respondeJacksonaltiempo
que estrecha la mano a su amigo—. Me gustaría presentarte a mi novia,
SylviaBrooks,yasuamiga,CassidyCunningham.
¡Novia!
Es la primera vez que Jackson me llama así, y me quedo tan
sorprendidaquecasinomedoycuentadequeMichaelmehatendidola
mano.
—No pongas esa cara de sorpresa —me susurra Jackson cuando las
presentacioneshanconcluidoyestamosyaconelrestodelosinvitadosen
elsalóndebaile—.Eslaverdad,¿no?
—Sí. —La palabra burbujea en mí como si fuera champán y miro a
Cass—.Sí,loes.
—No es fácil sorprenderla —dice mi amiga a Jackson—. Creo que tu
únicamaneradevolveraconseguirloesdesnudándola.
Élseríeentredientesylepasaunbrazoporloshombros.
—Buenatentativa,peronovoyacomplacertusfantasíaslascivas.
—Teníaqueintentarlo.
Pongo los ojos en blanco, pero es una pose. No solo sigo flotando
porque Jackson me ha llamado «novia», sino también porque mi mejor
amigaymichicohancruzadoesalíneainvisiblequeseparaalosmeros
conocidosdeloscolegas.
Bienmirado,lavidamolabastante.
MeapoyoenJacksonyechounvistazoamialrededor.Yahevistoqué
sepuedecomprarconunacantidaddedineroescandalosa,perohastayo
tengo que obligarme a no quedarme mirándolo todo. Hay vestigios
arquitectónicosquerepresentandiferentesperíodoshistóricosdistribuidos
portodoelsalónconmuchogusto,entremezcladosconalgunosobjetos
deinterésdeHollywood.Póstersdepelículas,fotografíasdefamososque
no están posando, páginas de guiones e incluso tres estatuillas de los
Oscaradornanlasparedesoestánexpuestosenvitrinas.
—Escomounmuseo—digo,ymeruborizocuandomedoycuentade
queMichaelsehaunidoanuestrotrío.
—Esaeslaidea—confirma—.Aquíguardomisrecuerdos.Mepareció
másfácilqueirhaciendounálbumderecortes,yconfiereaestesalónun
atractivo sin igual para actos como el de hoy. Como Jackson sabe, el
ProyectodeProtecciónHistóricayArquitectónicaNacionalesunademis
causaspredilectasy,cuandomepidieronqueorganizaraunafiestayuna
subastasilenciosaaquíestuveencantadodehacerlo.
—Esunacausamaravillosa—digo,ysoysincera—.YPiedrayacero
meparecióbrillante—añado,aunquelociertoesquetodavíanohevisto
másqueelprincipio.
—Sí que lo es —interviene Cass, que esta noche lleva el pelo rubio y
estátanelegantequepareceunomásdelostesorosdePrado.
—Soislasdosmuyamables—respondePrado,yguiñaelojoaJackson
—. Por supuesto, tuve un material excelente. Pero lo primero es lo
primero. Antes de que echéis un vistazo a la subasta silenciosa, tenemos
queconseguirosunacopa.Heorganizadosuficientesactoscomoestepara
saberquelacantidaddealcoholqueingiereunapersonaesdirectamente
proporcionalalacantidaddedineroqueofreceenlapuja.Yquieroque
esteactoseaunéxito.
—Bueno, si beber alcohol ayuda —dice Cass—, estaré encantada de
complacerle.
Pradollamaauncamareroquellevaunabandejaconbebidasyescoge
unArtesyCienciasdeAmsterdamparamí,unÓperadeSydneyparaCass
yunGuggenheimparaJackson.
—Un cosmopolitan, un old fashioned y un martini vodka con una
rodajadelimón—nosexplica—.Peroteníamosqueceñirnosaltema.
Señalalazonaquequedabajolaenormeescaleracurvadelfondodel
salón.
—Los objetos subastados se exponen en mesas apoyadas contra esa
pared. Desde aquí no se ve, pero siguen por debajo de la escalera y
tenemos algunas maravillas. He invitado a un montón de gente con más
dinero que tiempo, lo que quiere decir que no solo preveo una buena
cantidad de pujas, sino que también hay algunos premios increíbles. Tú
has donado treinta horas para proyectar una casa unifamiliar, ¿verdad,
Jackson?
—¿Ah,sí?—pregunto.
—Mepillóconlaguardiabaja—arguyeélriendo.
—Mecaebien—digoaJacksoncuandoPradosemarchaparaatendera
otrosinvitados.
—A mí también. Ha sido mi única experiencia decente en Hollywood
hastalafecha.
—Decente,nosésiserá—intervieneCass—,perohayotraexperiencia
deHollywoodqueintentallamartelaatención.
Conlacabezaseñalalaescalera,porlaqueIrenaKentestábajandocon
unhombrecalvodeunoscuarentaytantosquellevaperillaylaclasede
gafas de montura oscura que la gente se pone cuando quiere dárselas de
moderna y artista. Me resulta vagamente familiar, pero no lo ubico. No
obstante, Irena Kent capta toda mi atención. Va cogida del brazo del
hombrecalvoy,conlaotramano,estásaludandoaJackson.
—Oh,mierda—selamentaél.
—Podríashacercomoquenolaves.
LecreocuandodicequeyanohaynadaentreIrenaKentyél,peroeso
no significa que quiera invitarla a unirse a nuestro pequeño círculo. Y
comosoyasíderuin,siguehiriéndomequesehayaacostadoconella.
—Podría,sí.PeroestáconRobertReed.
Cassyyonosencogemosdehombros.
—Elproductorcabrón.
—¿ElquequierehacerlapelículasobrelacasadeSantaFe?
—Elmismo—respondeJackson—.Y,poresemotivo,voyairahablar
conellos.
—¿Por qué? —pregunta Cass—. Es decir, si no quieres que hagan la
película.
—Por dos razones. En primer lugar, creo firmemente en ganarse a la
genteconamabilidadcuandoesconveniente.Misabogadospuedenserlos
chicos malos. Yo seré educado, encantador y, si hace falta, sembraré
cizañasinquesedencuenta.
—Megustasuformadepensar—mediceCass.
—Y en segundo lugar —continúa Jackson—, quiero información. Si
siguenadelanteconelproyecto,hedesaberlo.Alomejormeenterode
algoquepuedeserlesdeutilidadamisabogados.
—Tu novio es un retorcido —bromea Cass—. Yo me andaría con
cuidado.
—Venidconmigosiosapetece.¿Syl?
—Adelántate.CreoqueCassyyovamosaversisubastanalgúnobjeto
porelquepodamospermitirnospujar.
Memiraalosojosantesdebesarmeymeparecepercibircomprensión
ensumirada.Cassnoestanintuitiva.
—¿Porquénovasconél?Esamujeryélsalíanjuntos.
—Precisamente —digo—. Irena Kent es alta, escultural y glamurosa.
Yo,delomáscorrienteencomparación.
—Quéva.Eresfabulosaylosabes.YJacksonteadora.
—Y si estuviera junto a ella, podría perder todo mi atractivo
poniéndome celosa. Además —añado—, necesitamos estar solas. ¿Qué
pasaconZee?
—Noestoysegura.LemolestóqueJacksonytúosreunieraisconOllie
yconmigo.
—¿Enserio?¿Porqué?
—Nolotengoclaro.Ledijequetambiénmehabríaencantadoconocer
su opinión. Pero no estaba enfadada porque quería estar en la reunión.
Simplemente,noqueríaqueestuvieraisvosotros.
—¿Lehascontadolodeestanoche?
Cassarrugalanariz.
—No.
—Cass…
—Oye, acabamos de empezar. Aún no tenemos que ir juntas a todas
partes.
Tienerazón.SemeolvidalodeprisaquehanidolascosasconJackson.
Enespecialporquemeparecequeestoyconéldesdesiempre.Oalmenos
desdehacecincoaños.
Miramos todos los objetos de la subasta silenciosa e incluso yo pujo
porunfindesemanarománticoenunhotelconencantodeLagunaBeach.
Si gano, sorprenderé a Jackson. Y si no gano, puede que lo sorprenda
igualmente.
—PensabaqueEvelynvendría.
Hemosterminadodeverlosobjetosyestamoscercadeunavitrinade
cristalconvariaspáginasdelguióntécnicodeElmagodeOz.Miroentre
losinvitados,peronolaveo.Esmás,tampocoveoaJackson.Perosíveo
aIrenaKentymecomplaceverquenoestáconminovio.
—¿Noesesadeahí?—preguntaCassmientrasmeseñalaelfondodel
salón, donde Robert Reed está charlando con Evelyn y varias personas
másquenoconozco.
—Buenavista—digo—.Vamosasaludarla.
Cuandoechoaandarhaciaellosvuelveaasaltarmelasensacióndeque
conozcoaReed.Peronomeobsesionoconeso.EsdifícilcrecerenLos
Ángelessintropezarseconfamososdevezencuando,sobretodoahora
quetrabajoparaStark.
Pero,conformenosacercamos,empiezoaoírsuconversación.Suvoz
tambiénmeresultafamiliarymeaprietolassienesparaintentarsituarlo.
Entoncestiendelamanoaunadelasguapasmujeresjóvenes.
—Encantado de conocerte. Soy Robert Cabot Reed. Pero puedes
llamarmeBob.
Mequedopetrificada.
—¿Syl?
—Esél,Cass.
Me noto la lengua hinchada y no estoy enteramente segura de haber
habladoenvozalta.
—¿Él?No…
—TengoqueencontraraJackson.
—Pero…
—¡Jackson!
—Hostia.—PercibocomprensiónypánicoenlavozdeCass—.Hostia
puta.
Pero no le estoy prestando atención. Estoy cruzando el salón dando
traspiés,conlospuñoscerradosaloscostadosporque…¡no,no,novoya
perderelcontrol!
Consigo dominarme hasta llegar al vestíbulo, donde Prado sigue
recibiendoalosrezagados.
—¿HavistoaJackson?
AloíreltonoapremiantedeCass,comprendoloasustadaquedeberde
estar.
—Hola,Cassidy.Puessí.Hadichoquesalíaparaatenderunallamada.
—Pradonospregunta—:¿Estáisbien?
No sé qué le responde Cass. Lo único que sé es que soy puro
movimiento.Que,dealgúnmodo,heatravesadolaspuertas,hesalidode
lacasayvoydeunladoaotrocomountorbellinobuscándolo.Juntoala
casetadelaparcacoches.Entrelassombrasdelacalle.Bajoelsemáforo.
¡Ahí!
Corrohaciaél,peromedetengoensecocuandoveoquenoestásolo.
—Malditasea—recriminaasuacompañante—.¿Quécoñohacesaquí?
Tedijequenoteacercarasamí.
Nopuedooírlarespuestadelotrohombre,perolaréplicadeJackson
estáclarísima.
—Tonterías—alega—.¿Noerestúelquesiempredicequenopueden
vernosjuntos?Malditoseas,Jeremiah.
—¡Syl!
LaangustiadavozdeCassatraviesalanoche,ycuandolosdoshombres
sevuelvenhaciamíladébilluzdoradadelafarolalesalumbralascaras.
JacksonSteele.
YJeremiahStark.
Semeescapaungemido.
—¡Sylvia!
PercibourgenciaenlavozdeJackson,yadviertosorpresayculpaensu
rostro.
Medoylavuelta…yechoacorrer.
—¡Sylvia,espera!
Pero sigo corriendo, al menos hasta que tropiezo y grito al sentir un
doloragudoenlarodilla.
Semeharotountacónyhetopadoconelbordillo.
Veo que un aparcacoches vestido de rojo echa a correr hacia mí. Me
doy la vuelta. Jackson también viene a mi encuentro a toda prisa en la
oscuridad.
Mepongoderodillas,porquenopuedohablarconél.Ahorano.Quizá
nunca.
Mehamentido.Oh,santoDios,mehamentido.
—¡Sylvia!—grita,ymelevantodelsueloconlamanotendidahaciael
aparcacoches.
—Malditasea,Sylvia,¡espera!
—¡Déjala en paz! —grita Cass y, al volver la cabeza, veo que ha
retenidoaJacksoncogiéndoloporlamanga—.Malditasea,Jackson,deja
quesevaya.
Cojolamanodelaparcacoches.
—Porfavor,necesitountaxi.
—Porsupuesto.—Elchicoaparentaunosdiecisieteañosyestámuerto
demiedo—.¿Seencuentrabien?¿Necesitaayuda?
—Solountaxi.Porfavor,dateprisa.
Yahayunovacíoesperandoyelaparcacochesseapresuraenayudarme
asubir.Mehundoenelasientotraseroagradecida,ycuandoelcochesale
del aparcamiento para incorporarse a la circulación lo último que veo
antesdedoblarmeporlacinturaesaJacksondepiejuntoaCass,conel
cuerpoladeadocomosiestuvieraenmovimiento,retenidosolamentepor
lafuerzaconlaqueCassloagarraporelbrazo.
Vuelvo a recostarme en el asiento e intento decidir dónde ir. A casa no.
Jacksoniríaabuscarmeallí.
Alaoficinatampoco,porquemeencontraría.
Alfinalvoyaunmotel.Unmotelinsulsoquecobrademasiadoporsus
insulsashabitacionesdiminutas.
Peronomeimportannieldineroniladecoración.Nitansiquierame
importalacama,porquenotengointencióndedormir.
Nopuedo,estanocheno.Porqueestanocheserálapeor.
Esta noche volveré a tener pesadillas; volveré a soñar con pérfidos
dragonesdeafiladosdientesygarrasdefuego.
TendrépesadillasyveréaBobensueños,¡aCabotReed!,yélmetocará
yseducirá,yyomecorreréparaélymeodiaréporello.
LuegolomiraréalosojosyveréaJackson,ymeodiarémuchomás.
Estaréindefensa.
Perdidaysola,sinnadiequematealdragón.
En un arrebato de cólera, cojo la cubitera del aparador y la arrojo
contralapared.Haceunruidosordomuypocosatisfactorioalestrellarse
contraelfinotabiquedeyesoylabaratapintura.
—¡Malditoseas,JacksonSteele!—grito—.Malditoseas,joder.
Me ha mentido, por omisión si no de forma flagrante. Fingió que no
conocía a Jeremiah Stark cuando le pregunté por él después del artículo
queLAScandalpublicóonline.Yquizápodríacreerqueestanochesolo
sehanconocidofortuitamentesinohubieravistosucaranihubieraoído
laconversación.Perolohehecho,ycomoheaprendidoainterpretarlas
expresionesdeJacksonestoyseguradequeseconocendesdehacemucho
tiempo.Yesevidentequesonmásquemerosconocidos.
Diossanto,¿cómohepodidosertantonta?Hedepositadomiconfianza,
¡todamiconfianza!,enesehombre.
Yjuroquecreíaestarenamorándomedeél.
¡No!Malditasea.Meheenamoradodeél,yporesomedueletanto.
Loamo,oalmenosamabaalhombrequecreíaconocer.
Y ahora, de algún modo, tengo que volver a perderlo y conseguir
superarlo. Porque sé que el hombre de quien me he enamorado no es la
personaqueesenrealidad.
¡Mierda!
LapalabrameparecehuecaycojoelmóvilparahablarconCass,pero
cuelgoantesdeoíreltonodellamada.Noessucompañíaloqueansío,
sinotatuarme.
Pero ¿qué me tatuaría? Lo que siento es demasiado fuerte, demasiado
personal.Esdemasiadosinmás.Y,amenosquepuedaabrirmeencanaly
tatuarmeelcorazón,nocreoqueningúnotrotatuajemeayudaraamitigar
eldolorquesiento.
¡Joder,joder,joder!
Mearrojosobrelacama,aprietolospárpadosconfuerzaymeobligoa
llorar.Peromisojossiguensecos.
Nitansiquierapuedoteneresepequeñodesahogoparaaliviarmidolor.
En vez de eso, me meto en la cama y veo la televisión, aletargada y
embotada,mientrasluchocontraelsueñoqueestádecididoadominarme.
Publirreportajes. Comedias de situación. Dibujos animados de mala
calidad.
Horatrashorahastaque,alotroladodelasuciaventana,laoscuridad
dapasoalaluz.
Salgo de la habitación dando tumbos, con la piel tirante y los ojos
rasposos,ymedirijoalaentradaparatomareldesayunoincluidoenel
precioabasedebollosfríosycafétibio.
Mesientoalamesadeplásticobaratoysorbocafédurantemásdeuna
hora.Hayunperiódicoenfrentedemí,peronololeo.Hayuntelevisoren
el que dan un ridículo programa matutino, pero no lo miro. Solo me
quedo mirando al vacío, retraída y ensimismada como no había estado
desdequeJacksonmehizosupropuestaeldíadelestreno.
Desdeentoncesnohabíaqueridodesaparecer.
Ahoranosemeocurrenadaquedeseemás.
AmenosquesearecuperaralJacksonquecreíaconocer.
Diosmío,meestoyponiendosentimental.
Asqueadaconmigomisma,melevanto.Sivoyaestardeprimida,ycreo
quetengoderechoaestarlo,iréaunlugarmásagradablequeelfeosalón
comúndeestemotel.
Suboaducharmealahabitaciónymepongounpantalóndechándaly
unacamisetadelapelículaCityofAngelsquehecompradoenrecepción.
Novoyalaúltimamoda,peropasomásdesapercibidaqueconmivestido
defiesta.
Pidoalrecepcionistaquellameauntaxiy,unavezmás,evitoiracasa.
En cambio, le digo al conductor que me lleve al único lugar al que
siempreheidocuandolascosassemetuercenenestaciudad.Ellugaral
queibaapasearoleerlosfinesdesemanadespuésdemis«sesiones»con
Bobyalquehuíaparaeludirlasburlasdemiscompañerasdeinstituto.Al
que a veces iba sencillamente porque quería ver algo bonito. El Getty
Center.
El taxi me deja al pie de la cuesta y me monto en el tranvía con una
avalanchadeturistas.Agradezcoqueseasábado.Quieroperdermeentrela
multitud y camuflarme entre las camisetas, los vaqueros y las gorras de
béisbolquedistinguenalosvisitantesquenosondeaquí.
Todo el Getty es asombroso, desde el museo o el centro de
investigación hasta el tranvía que transporta a los visitantes por el
complejo. Probablemente he pisado cada centímetro cuadrado de este
lugarenalgúnmomentodemivida.
Hoy elijo la plaza y me siento junto a la fuente situada enfrente del
edificiocircularabovedado.
No pienso demasiado en la razón, pero, en parte, sé que lo he hecho
porquelaperfecciónylafluidezdeesteincreíbleedificiomerecuerdana
Jackson.Elcentroesunaobramaestradebellezaarquitectónica,unaobra
de arte en toda regla, y no acabo de saber si he venido a disfrutar o a
atormentarme.
No tengo la menor idea de cuánto tiempo me quedo sentada, con la
conocida sensación de entumecimiento adherida a los huesos. Lo único
queséesquemehedesconectadodelmundo.Asípues,cuandolooigoes
atravésdeuntúnelydesdemuylejos.
—¿Sylvia?—Merozaelhombroconlosdedos—.Cariño,estoyaquí.
¡Jackson!
Suvoz,supiel,suolor.
Cambio de postura y lo miro. Tiene la cara desencajada y está más
desaliñadoqueyo.Almenos,yomehedadounaducha.Jacksonsiguecon
el traje que llevaba anoche, aunque ahora tiene el cuello de la camisa
desabrochadoysehametidolacorbatarojaenunbolsillo,delqueasoma
unpoco.
—Notequieroaquí.
Esmentira.Eslapeordelasmentiras,porquesíloquiero.Peronoasí.
Conlosjuegos,elengañoytodoloquemehaocultado.
—Loquecreesquesabes—dice—nolosabes.
—Eres un puto mentiroso —replico en voz baja y sosegada—.
Necesitabaalgorealaloqueaferrarmeytúhassidounailusióndesdeel
principio.
—Sylvia…
—¿HashechoestoporDamien?¿PorStarkInternational?
Niegaconlacabeza.
—PorDamienrechacéelproyectodelasBahamas.Portiheaceptado
SantaCortez.
Nodigonada.Porque¿quécoñopuedodecir?
—Cuandoestoempezó—continúa—queríahacertedaño.Medejaste.Y,
paracolmo,pensabaquetehabíasidoconDamien.Asíqueconfiesoque
buscaba vengarme. Quería debilitarte. Desquiciarte. ¿La primera noche?
Mi plan era conseguir que me necesitaras tanto como el puto aire que
respiras.Sertannecesarioparatiqueperdermetedestruiría.
Aprietolosdientes,meabrazoelcuerpoymeobligoanodecirleque
suéxitohasidorotundo.
—Y luego, cuando lo fuera todo para ti, iba a dejarte. A vengarme
sabiendoquelairaylapérdidateestabanconsumiendo.
Alzolacabezaparamirarloalosojos.Esperovertriunfoenellos,pero
veo arrepentimiento. Y también ternura. Por eso me quedo, pese al
impulsocasiarrolladordelevantarmeyecharacorrer.
—Pero todo eso cambió, Sylvia. Preferiría morir antes que hacerte
daño. Pensaba que era fuerte; no lo soy. Pensaba que era valiente; no lo
soy.Porque,cuandosetratadeti,notengofuerzasparairmeeinclusola
meraideadeperdertemehacepedazos.
—Creo que vas a tener que acostumbrarte —replico—. Porque ya me
hasperdido.
—Cariño…
Mecogeporlamuñecaymeapartoconbrusquedad.
—¡Mehasmentido!Despuésdetodoloquetehecontado.Despuésde
cómomeheentregadoati.Mehasmentido,joder.
—Noesverdad.
Mepongodepie.
—Oh,vengaya,Jackson.
—Escúchame.No—dice,ymeagarralamanocuandoechoaandar—.
¡Escúchame!
Medoylavuelta,peronomesiento,sinoquemequedodepieconlos
brazoscruzadosylamandíbulatensa.
Jacksontambiénselevantaysemetelasmanosenlosbolsillos.
—Teheocultadocosas,sí.Quizámásdelasquedebiera.
—Caramba. ¿Tú crees? ¿Como, por ejemplo, que quizá tendrías que
habermecomentadoqueestabasconspirandoconJeremiahStark?
—Noloestaba.Perosíloconozco.Loconozcodesdehacemucho.—
Inspiraysepasalosdedosporelpelo—.Malditasea,Syl.JeremiahStark
esmipadre.
Metambaleo.Dehecho,doyunpasoatráscomosiJacksonmehubiera
empujadoconlapalmadelamano.
—¿Qué? —digo por fin, aunque no me cabe ninguna duda de que he
oídobien.
—Damienesmihermanastro.
Hablasinemoción,ymequedamuyclaroquenosienteungranaprecio
porsuárbolgenealógico.
No estoy segura de cómo asimilar la noticia, de modo que vuelvo a
sentarme al borde de la fuente. Un momento después Jackson me
acompaña.
—¿LosabeDamien?—pregunto.
—No.Tedijelaverdadsobremipadre.Mifamilia.Soloquenotedije
quiénera.
—Deberías haberlo hecho. —Estoy intentando ordenar mis
pensamientos, pero esta noticia es demasiado inesperada—. Todas las
vecesquetehepreguntadoquéproblemateníasconDamien,ytúnohas
soltadoprenda.
—Losiento.Quizádebierahaberlohecho.Nosé…—Perciboangustia
en su rostro, pero no intento consolarlo. Estoy demasiado herida.
Demasiado anestesiada—. ¿No lo entiendes? Es un secreto que guardo
desdequenací.Noesnadaquepuedaproclamaragritos.
—No—digoconvoztensa—.¿Quésabréyodesecretoscomplicados?
—¿Setratadeeso?¿Ojoporojo?¿TúmecontastelodeBobymeestás
castigandoporqueyonohehecholomismoconmistraumasdeinfancia?
—¿Bob? —repito—. ¿Es todo lo que tienes que decir? ¿Te limitas a
mencionarloyteponesotravezahablardetusproblemascontupapi?
Suspalabrassemehanclavadoenelcorazóncomounestilete,porque,
maldita sea, Bob es quien ha desencadenado esto. Robert Cabot Reed, el
productor cabrón que quiere realizar una película sobre la casa que
JacksonconstruyóenSantaFe.Bob,quenostieneatrapadosalosdos.¿Y
Jacksonsoloescapazdepensarqueestoycabreadaporquenomereveló
laidentidaddeDamiendeinmediato?
No digo nada de esto, a pesar de que mis emociones son tan intensas
que me impulsan a ponerme de nuevo en pie para soltárselo todo con
durezaysequedad.
Peromeestámirandoconundesconciertotansinceroquememuerdo
lalengua.
Y es entonces cuando caigo en la cuenta: Jackson no sabe nada de
RobertCabotReed.Solosabequesalíabuscarlo.Notienelamenoridea
deporquélohice.Nidequemiestadodeánimo,mismiedos,micrisisno
sedebenenteramenteasuinsignificantecomplotconJeremiahStark.
Derepentemenotomuycansada.
—Necesitoiracasa.
Ahoramismomehacefaltamipiso.Mipatio.Necesitoacurrucarmeen
mi tumbona y dormirme. Y, con un poco de suerte, con lo agotada que
estoy,notendrépesadillas.
—Vuelve al barco conmigo. Por favor, Syl. Tenemos que hablar más.
Noquieroqueestosealoquenossepare.Mipadreyamehaarrebatado
demasiadascosas.
—Nohasidoélquienquemehaocultadosecretos—susurro—.Sinotú.
Veo que se estremece al oír mis palabras y casi las retiro. Pero son
ciertas,demodoquesoloniegoconlacabeza.
—Lo siento —digo—. Es posible que necesitemos hablar. Pero, ahora
mismo,loqueyonecesitoesestarsola.
Noledoytiempoaresponder.Echoaandar,aunquehacerlomedejeun
huecoenelcorazón.
24
Estoy tan agotada que me paso durmiendo el resto del sábado y buena
parte del domingo por la mañana. El sol ya cae a plomo cuando por fin
medespiertoenlatumbonadelpatio,ovilladabajolamantaconlaqueme
hetapado.
Recuerdo que he tenido pesadillas, pero no recuerdo sobre qué. Solo
me acuerdo de una y en ella corría. Cada vez más rápido, cada vez más
lejos.Perojamásescapabadeloquemeperseguía.
Nitansiquierasédequéhuía.Solopuedosuponerqueeradetodo.
Meenvuelvoenlamantayentroenelsalóndandotumbos.Medueleel
cuerpo entero y me siento vieja, como si ninguna parte de mí quisiera
seguirfuncionando.
Ynomeapeteceestarsola.
Medoyunaduchacalienteyesomealiviaalgunosdolores,peronoel
quellevodentro.
LociertoesquequieroestarconJackson,peronoestoypreparadapara
hacerlo.
Demodoquellamoalaotraúnicapersonaalaquepuedoacudir.
—¿Medejasquemequedecontigo?—preguntoencuantoCasscogeel
teléfono.
—Dios santo, Syl… Debería ir ahí y estrangularte. ¿Sabes lo
preocupadaquemehastenido?¿Porquécoñonomecogíaselteléfono?
—Losiento.Loteníaensilencio.Solonecesitabatiempo.
Laoigosuspirar.
—Perdona.Losé.Loentiendo.¡Mierda!Oye,¿estásbien?
—Sí,sobreviviré.Peronoquieroestarsola.
—Estaréahíenuncuartodehora.
—Puedoconducir.
—¿Tieneslosnerviosdestrozados?
Meechoareír,ymehacebien.
—Obvio.
—Entoncesnoesbuenoqueconduzcas.Quédateahí.Voyahoramismo
abuscarte.
Fielasupalabra,Cassestáenmipuertajustocuandoterminodemeter
unascuantasprendasderopaenunabolsadeviaje.
—¿Ycuántasnormasdetráficohasviolado?—preguntoalabrirle.
Enlugarderesponder,Cassmeestrechaentresusbrazos.
—Vamos.Yocuidarédeti.
—¿Seguroquetevabien?—preguntocuandobajamosalacalle—.¿A
Zeenoleimporta?
Cassagitaunamano.
—Oh,porfavor.Claroqueno.
Peroveoqueseleensombrecelacarayesomepreocupa.
No obstante, no tengo ocasión de preguntarle nada porque hemos
llegadoalaparcamientoyCasssehadetenidojuntoasumotocicleta.
Lamiropestañeando.
—¿Enserio?
—¿Qué?Losdomingosaestahoraeltráficoesuncoñazo,yteníaque
venirrápido.Además,solollevasunabolsa.
Esbozounasonrisaylaabrazo.
—Tequiero.
—Pues claro. —Se ríe—. Soy un amor. —Desabrocha la correa del
cascoquemehatraídoymeloda—.Sube.
MemontoenlapartedeatrásdesuDucatidediezaños,mepongoel
cascoymeagarroasucintura.
—Deberíasiraverlo—declaraalarrancarlamotocicleta,peroluego
seincorporaaltráfico.
Ignorosiaúnsiguehablándome.Nolaoigo.Tengolacarapegadaasu
espalda,ymequedoabsortapensandoenloquehaacabadedecirme.
Dieciséisminutosdespuésnosdetenemosdelantedesucasa.
—Porqueestábastantehechopolvo—dicecomosilaconversaciónno
sehubieravistointerrumpidaenningúnmomento.
—Yoestoyhechapolvo—lacorrijo—.¿Y,además,cómolosabes?
—Hehabladoconél—respondealquitarseelcasco.
Mequedopetrificadaenlaacera.
—¿Cuándo?
—Ayer. Se pasó por el estudio después de que te marcharas del Getty
Center.
—¿Ah,sí?
—Queríamiayuda.
—¿Paraencontrarme?
Memiradesoslayo.
—Parasaberquéhacer.
—Y…¿Enserio?
Abrelapuertayentramos.Supisoespequeño,solotieneunossesenta
metroscuadradosdesuperficie,peroesbonito.Cassodiaeldesorden,de
modoquesuapartamentoestátanordenadocomolascabinasdeTotally
Tattoo.Dadoqueconozcosusmanías,dejolabolsaenelpequeñoarmario
delosabrigosantesdedirigirmealsofácama,ahoraplegado,ysentarme
enél.
—¿Por qué te sorprendes? —pregunta Cass desde la cocina contigua,
dondeestádescorchandounabotelladevino.
Latraejuntocondoscopas.
—Nolosé—respondoconsinceridad—.Supongoqueporqueesmuy
autosuficiente.
Cassalzaunhombro.
—Peronoloestanto—dice—.Diríaquetenecesita,esmiopinión.
Elcorazónsemeencogeunpoco,yaúnlohacemáscuandoCassme
aprietaunamano.
—Teama,¿sabes?
—¿Telohadichoél?
—No.Perotengoojos.
Lo cierto es que también los tengo yo. Y, antes de que ocurriera esto,
tambiénhabríadichoquemeama.
Ahora,sabiendoloquemehaocultado,noséquépensar.
—EselhermanastrodeDamien—digodesopetón,ymispalabrasme
sorprenden.
—Lo sé —afirma Cass, lo que me sorprende todavía más—. Me lo
explicó.
Medaunacopadevino.
—La ha cagado, Syl, eso no te lo discuto. Con todo lo que ha pasado
entre vosotros, debería haberte hablado de su padre cuando tú le
preguntastesiloconocía.
—Veoquetelohacontadotodo.
—Sí,bueno.Comohedicho,estácoladoporti.—Sehundeenelsofá
—. Y como resulta que sé que el sentimiento es mutuo, he pensado que
deberíaserunabuenaintermediaria.
«Mutuo.»
Porsupuesto,tienerazón.Loes.
—Mehahechodaño—digo—.Tendríaquehabérmelocontado,haber
confiadoenmí.
Peromientrashablopiensoentodoloqueaúnmequedaporcontarley
séquenoestoysiendojusta.Nomehapreguntadoabocajarro,escierto,
peroesosoloesmiabsurdajustificación.
Elsecretoerasuyo,yeramuygrande.Yquéarroganteespormiparte
pensar que, solo porque le pregunte, tiene que cambiar por completo y
contármelotodo.
—Necesitoverlo—susurro—.Necesitohablarconél.—MiroaCass—.
Mehahechodañoymehacabreado,perotienesrazón.Loamo.Yquiero
arreglarlascosas.
Aldecirlo,séquehaycosasquequizánopodamosarreglar.Estenoes
unsecretoqueyopuedaguardary,porsupuesto,Jacksontambiénmelo
había ocultado por esa razón. Porque su secreto incumbe a mi jefe y es
posiblequesupadreestésaboteandoaStarkInternational.
Damientienequesaberlaverdad,ycuandolaconozcanoestoysegura
dequeJacksonsigaenelproyecto.
Dehecho,cuandopiensoenelgenioquetieneDamientampocoestoy
seguradequesigayo.
Peropuedosuperarlo.MientrasestéconJackson,podemosresolverlo
demásjuntos.
—¿Estáenelbarco?¿Telodijo?
PorunmomentoCassponeunaexpresiónextraña.
—Esto,oye…Antestendríaquecontarteunacosa.
Me quedo callada, pero se me encoge el estómago. Porque Cass está
nerviosayesonoespropiodeella.
Seaclaralagarganta.
—Vale.Pues,cuandohablamos,comprendíquenolehabíascontadolo
de Robert Cabot Reed. Y me pareció que necesitaba entender por qué te
alterastetanto.Osea,quenoeraelmejormomentoparaenterartedeun
secreto.
—Entonces ¿lo sabe? —Estoy empezando a enfadarme y quiero
asegurarmedequeestavezmequedatodoclaro—.¿Sabequeestuvecara
acaraconelhombrequemeviolórepetidamentedurantemásdeunaño
pero no ha venido a verme? ¿No me ha llamado? ¿No ha hecho nada
apartedelamerselasheridasporquemelarguédelGettyCenter?
HevistodesconciertoenlacaradeCasscuandohealzadolavoz.Pero
ahoradesaparece,sustituidoporotracosaquesolopuedodescribircomo
inquietud.
—¿Qué?—exijosaber—.¿Quécoñopasa?
Cogeelperiódicodelamesadecentroy,encuantoledalavuelta,veo
unafotografíadeJackson,esposadojuntoaunagentedepolicía.
—JacksonlehadadounapalizaaReed—diceCass—.Lohandetenido
poragresión.
Estoy en mi piso, andando de un lado a otro, del patio a la puerta y de
nuevoalpatio,esperandoqueaparezcaJackson,queCharlesllameoque
ocurraalgoquemepermitasaberquésucede.
He telefoneado a la comisaría en cuanto Cass me ha informado de la
detención,pero,comoesdomingo,mehandichoquesalirbajofianzaera
imposible.
LlevotrabajandoparaDamienStarkeltiemposuficienteparasaberque
hayvecesque«imposible»significa«imposiblesindineronipoder»,de
modoquehellamadoaCharlesMaynardylehesuplicadoquemeayude.
Porsuerte,estabaencasa.
Tambiénporsuerte,despuésdetantosaños,nosconocemoslobastante
paraqueestédispuestoasacrificarunashorasdeunfestivo.
Charles me ha dicho que me fuera a casa y que, si conseguía que
soltaranhoyaJacksonbajofianza,lotraeríaamiapartamentoenlugarde
llevarloalbarco.
Demomento,nohaynoticiasdeJackson.
Descuelgoelteléfono,buscoelnúmerodeCharlesy,porenésimavez
enloquellevodedía,meobligoanomarcarlo.Mellamarácuandotenga
noticias.Eseesminuevomantra.
Detestominuevomantra.
Recorroelpisootrastresvecesyestoyapuntodedecir«¡Alamierda!»
y plantarme personalmente en la comisaría cuando oigo que llaman a la
puerta.
Casi me caigo al correr a abrir y, cuando lo hago y veo a Jackson,
despeinadoybarbudo,conlacaraamoratadaymagullada,estoysegurade
quejamáshabíavistonadatanhermoso.
Casi tiro de él para meterlo en el piso; luego lo abrazo y ambos nos
escurrimosalsuelo.
—Sylvia…Oh,Diossanto,Sylvia.—Repiteminombresincesar,yme
quedo absorta oyendo cómo lo pronuncia, abrazándolo con fuerza,
acunándolo—.Losientomuchísimo.Deberíahabertedichoquiénsoy.
—No.—Leacaricioelpelo—.Hesidoruinyegoísta.Notengoderecho
aconocertussecretos,Jackson.Ehicemásquesentirmedolida.Tuveuna
pataleta,ymesabefatal.
Alzalacabezaymebesa.
—Elquelosientesoyyo.Estabasconfundidaysufriendo,ynomedi
cuenta. Tuvo que explicármelo Cass… Y, desde el principio, ese hijo de
perraeselhombrequetambiénmehaestadodandoporelculoamí.
—Nodeberíashaberteensañadoconél—susurro—.Pero,Jackson,me
alegromuchodequelohicieras.
Memiraalosojosyperciboalivioenlossuyos.
—¿Creíasquemeenfadaría?
—No es una forma de resolver los problemas muy civilizada que
digamos—arguyeriéndose.
—No.Paranada.¿Porquélohashecho?
—Yasabesporqué.
—Dímelotú.
—Porloquetehizoesecabrón.Porqueteloarrebatótodo.Porquete
utilizóytehizodaño.Yporquesiempreteprotegeré.
Parpadeoparaaclararmelavistayhagounamagodesonrisa.
—Poresonoestoyenfadada.
Mepasaeldedopulgarporlamejilla.
—Creíaquenollorabas.
—¿Qué? —Estoy convencida de no haber oído bien, pero cuando me
toco la mejilla la noto mojada. Se me entrecorta la respiración y las
lágrimas se me agolpan en la garganta. Hace tanto tiempo que apenas
recuerdoestasensación—.Supongo…supongoquetúmeimportas.
Yesoestodoloquepuedodecirantesdeponermealloraralágrima
vivatanfuertequeelcuerpoenterometiembla.
Jacksonmellevaalsofáenbrazos,dondemerodeaconellosmientras
lloroporelpasado,porél,porelfuturoalque,derepente,tengomiedo.
Pero,sobretodo,sonlágrimasdealivioyalegría,porqueJacksonvuelve
aestarjuntoamíyvamosaresolvertodolodemás,delmodoquesea.
Cuandoporfinmecalmodespuésdegastarunacajaenteradepañuelos
depapel,meacurrucocontraél,agotadaperofeliz.
Feliz,perotambiénasustada.
—Noestoy enfadada —afirmo con voz ronca—. Hasta me atrevería a
decir que estoy contenta. Pero no deberías haberlo hecho. Presentará
cargos.Esesaclasedepersona.
—Protegerétusecreto,nena.Notienesdequépreocuparte.
—Nolohago.Nisiquierahepensadoeneso—reconozco,yescierto.
TengolacertezaabsolutadequeJacksonsellevarámisecretoalatumba
siyoselopido,ysaberlomeconforta—.Pensabaenti.
Vuelvelacabezaymemiradehitoenhito.
—Lapelícula.
Asiento.
—Sinadiesabequeexisto,lagentesupondráquelehasagredidoporla
película y empezará a hurgar. Y será más difícil seguir ocultando todos
esos secretos. He visto cómo acosan los buitres de la prensa a Nikki y
Damien.Hastaahorasolohastenidobuenaprensa.Lamalaprensapuede
hacermuchodaño.
Mepasalosdedosporelpeloycomprendoqueesolepreocupa.
—Haréloquetengaquehacer—dice—.Pero,paselopase,noromperé
mipromesa.
—Lo sé. De veras. —Inspiro, porque hay más. Y, aunque detesto dar
malas noticias, tengo que hacerlo, solo por si todavía no ha pensado en
ello—. Esto también puede fastidiarnos el proyecto del resort. Cuando
Damienvuelva,teaseguroquenoleharáningunagraciaquesuarquitecto
salgaenlaprensasensacionalista.Especialmentecuandonosabesifiarse
deti.
Nodicenada,demodoquedecidocontinuar.
—Y también tienes que explicarle el resto. O se lo explicaré yo. Y es
posiblequetampocolehagamuchagraciaquenoledijerasquiéneresde
entrada.Losiento—añado—.Peronopuedoocultarleesto.Nosiquiero
conservarmipuesto.O,sivamosalcaso,elresort.
—Jamás te pediría que mintieras por mí, Sylvia —dice—. Y conozco
losriesgos.Peroteharéunapromesa:cuesteloquecueste,noperderemos
elresort.Siesnecesario,meenfrentaréconDamiencaraacara.
Dalaimpresióndequeesolegustaría.
—¿Loentiendes?
Asiento, aunque no termino de tenerlo claro. Porque, en un
enfrentamientoentreJacksonyDamienporsiconservoonomitrabajo,
noimaginocómopodríaDamiennotenerlaúltimapalabra.Endefinitiva,
mijefeesél.
SemeocurrelaideabastantedesagradabledequepuestoqueJacksones
hijo de Jeremiah Stark, estoy bastante segura de que este sabe muchas
cosas que Damien querría mantener en secreto. Lo que significa que es
posiblequeJacksontambiénlassepa.
Pero la idea de que Jackson haga chantaje a Damien por mí es tan
repulsiva que me la quito de la cabeza. No ha dicho eso y solo estoy
rizando el rizo. Y lo cierto es que Jackson no conoce a Damien en
absoluto.
—Tuhermanonoestanmalapersona,¿sabes?
—Puede que sí o puede que no. Ahora mismo no me importan ni
Damiennielresort.Loúnicoquemeimportaerestú.Loúnicoquedeseo
erestú.Dimequenolahecagado.Dimequenoteheperdido.
—¿Cómoibasaperdermecuandoacabamosdevolveraencontrarnos?
Me sostiene la mirada un instante, antes de abrazarme y besarme con
dulzura.
—Ahoravoyahacerteelamor—dice,ymecogeenbrazosymelleva
aldormitorio.
Empiezaadesvestirme,dándomemimosycariciasconcadaprendaque
mequita,hastaqueestoydesnudayenllamas,deseandotansolotenera
estehombresobremíydentrodemí.
Él no espera y hacemos el amor despacio y con dulzura, pero no con
menospasiónquecuandomehaposeídodeformasalvaje.Hayternuraen
sus movimientos. Control en su forma de penetrarme. Y no despega los
ojosdelosmíosniunsoloinstante.
Cuando veo cómo se gesta la tormenta en el azul tan intenso de sus
pupilas arqueo la espalda para sentir más su cuerpo porque quiero
alcanzar el clímax con él, perderme en el tiempo y el espacio con este
hombrequehalogradoquemesientadespierta,viva,yomisma.Ycuando
llegalaexplosiónmehagopedazosconélytodosnuestrosfragmentosse
juntan formando una unión perfecta antes de que empecemos a bajar y
gritemossorprendidosalregresaralarealidad.
—Sylvia—murmura,yensuslabiosminombreestandulcecomola
mielytanintensocomohacerelamor.
Lobesoymedesperezo,satisfechaydichosacuandomeaferraaély
apoyolacabezaensupecho.
Mesientoasalvoentresuscálidosbrazos.Y,aunqueJacksonnuncame
lohadichoenpalabras,mesientoamada.
Alzo la barbilla para poder mirar el rostro de este hombre que me
colma el corazón y la mente. Que se alza como un guerrero para
protegermedelosdemoniosdemipasado.
Veo tanta ternura en sus ojos que temo volver a llorar y, cuando se
inclinasobremíymebesaenlafrenteunapequeñalágrimadefelicidad
meruedaporlamejilla.
Sonrío.
Puedequenoconozcatodossussecretos.Ynopuedoconocerelfuturo.
Perosíveoelpresente.
Y,paramí,paraJackson,estemomentoessuficiente…
Epílogo
Jacksonsequedódepiejuntoalacamaylamiró.Miróalamujerquele
acelerabaelcorazónyhacíaqueleardieralasangre.
Ellalocalmaba.Locentraba.Colmabasucorazónysumundo.
Lohacíamejorpersona,éllosabía.Locreía.Joder,loquería.
Y, cielo santo, también la quería a ella. Había estado muerto durante
aquelloscincoañossinellaynosehabíadadocuenta.Perovolvíaaestar
vivo,yeragraciasaella.
Procurando no despertarla, se metió en la cama. El corazón le dio un
vuelcocuandoellalobuscódormidayseacurrucócontraél,pielconpiel.
Joder,cómoloponía.
Lepasólamanoporelpeloy,después,losdedosporelhombro.Como
ella se había destapado mientras dormía, podía ver los tatuajes que le
marcaban los pechos, solo algunos de los muchos que tenía. Eran
cicatricesdeundoloryapasadoyélhabíasidoelcausantedealgunos.La
idea le retorció las entrañas, siniestra y desagradable, y, no por primera
vez,deseópoderllevarsuscargas.
Ellahabíadepositadosuconfianzaenél,lehabíareveladosussecretos
másíntimos.Ysabíaqueélteníaquehacerlomismo.Peroelcorazónsele
desgarrabadesolopensarlo.
Quería seguir así para siempre, perdido en la oscuridad, entre el
crepúsculoyelalba,dondelarealidadparecíaunsueñoyélpodíacreer
quetodoeraposibleytodaslashistoriasteníanunfinalfeliz.
Perohabíacosasqueteníaquehacer.Lugaressombríosquenecesitaba
visitar.Batallasquedebíalibrar.
Secretosqueteníaqueproteger.
Suspiró, la estrechó contra sí y sucumbió al dulce consuelo del sueño.
Nohabíanadamásquehacer.Noenrealidad.Noentonces.
Encambio,loúnicoquepodíahacereraabrazarlayesperarque,ensu
luchaporserelhombrequedebíaser,noperdieraalaúnicapersonaque
porfinlehabíahechosentirsecompleto.
Agradecimientos
Paramifamilia.Porhaberseacostumbradoaquemamáandesiemprecon
lacabezaensushistorias.
Erotismosinlímites,amorapasionadoyunasgotasdemisteriose
mezclanenestecocktailirresistibleyadictivo,escritoporunadelas
maestrasindiscutiblesdelromanceerótico.
SylviaBrooksesunamujeremprendedorayenaparienciamuysegura
de sí misma que trabaja a las órdenes del magnate Damien Stark.
Acostumbrada a moverse en un mundo de hombres poderosos, Sylvia
recibe de su jefe un encargo que puede suponer su consagración
profesionaldefinitiva:laurbanizacióndeunaislaparadisíacadelCaribe
llamadaaconvertirseenuncomplejovacacionalincomparable.
Ella es consciente de que el éxito radicará en encontrar al arquitecto
adecuadoydequenohayotromejorqueelvirileindependienteJackson
Steele, el apuesto hombre con quien mantuvo una tensa relación en el
pasado.
Pero ha llegado el momento del reencuentro. Y Sylvia teme tanto una
negativa airada de Jackson como dejarse arrastrar hacia un abismo de
placeresinconfesablesquetrastornesuvidaparasiempre.
Di mi nombre, la primera novela de la excitante trilogía «El affaire
Stark», es el inicio perfecto para una historia inolvidable, elegante y
tremendamente sensual. Sylvia y Jackson sin duda serán los personajes
mássexis,atractivosyvulnerablesdelatemporada.
«Lasfansdelosromancesturbulentos,intensosyardientesadorarán
estanovela.»
RomanticTimesBookReviews
J. Kenner es una célebre autora de literatura romántica. Nacida en
California y abogada de profesión, sus dos trilogías anteriores, «Stark»
(compuesta por Desátame, Poséeme y Ámame) y «Deseo» (formada por
Deseado, Seducido y Al rojo vivo), además de las e-nouvelles Tómame,
ComplácemeySiguemijuego,hanobtenidounéxitodestacadoconmásde
dos millones de ejemplares vendidos en todo el mundo y se han
posicionadodurantesemanasenlaslistasdebestsellersdeTheNewYork
Times,USAToday,PublishersWeeklyyTheWallStreetJournal.
Di mi nombre es la primera novela de su nueva trilogía, «El affaire
Stark»,alaquesiguenEnmisbrazosyBajomipiel,enlaquerecuperael
halodelasnovelasqueladieronaconocer.
Títulooriginal:SayMyName
Ediciónenformatodigital:juniode2016
©2015,JulieKenner
Publicado por acuerdo con Bantam Books, un sello de Random House, una división de Penguin
RandomHouseLLC.
©2016,PenguinRandomHouseGrupoEditorial,S.A.U.
TravesseradeGràcia,47-49.08021Barcelona
©2016,RosaPérezPérez,porlatraducción
Diseñodeportada:PenguinRandomHouseGrupoEditorial
Ilustracióndeportada:©dws4.me
PenguinRandomHouseGrupoEditorialapoyalaproteccióndelcopyright.Elcopyrightestimulala
creatividad, defiende la diversidad en el ámbito de las ideas y el conocimiento, promueve la libre
expresiónyfavoreceunaculturaviva.Graciasporcomprarunaediciónautorizadadeestelibroypor
respetarlasleyesdelcopyrightalnoreproducirnidistribuirningunapartedeestaobraporningún
medio sin permiso. Al hacerlo está respaldando a los autores y permitiendo que PRHGE continúe
publicando libros para todos los lectores. Diríjase a CEDRO (Centro Español de Derechos
Reprográficos,http://www.cedro.org)sinecesitareproduciralgúnfragmentodeestaobra.
ISBN:978-84-253-5464-9
Composicióndigital:M.I.Maquetación,S.L.
www.megustaleer.com
Índice
Diminombre
Capítulo1
Capítulo2
Capítulo3
Capítulo4
Capítulo5
Capítulo6
Capítulo7
Capítulo8
Capítulo9
Capítulo10
Capítulo11
Capítulo12
Capítulo13
Capítulo14
Capítulo15
Capítulo16
Capítulo17
Capítulo18
Capítulo19
Capítulo20
Capítulo21
Capítulo22
Capítulo23
Capítulo24
Epílogo
Agradecimientos
TrilogíaElaffaireStark
Sobreestelibro
SobreJ.Kenner
Créditos

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