EL runnin`CAMBIÓ MI VIDA

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EL runnin`CAMBIÓ MI VIDA
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EL runnin' CAMBIÓ MI VIDA
Así sea con mi pasito tuntún,
correr me hace feliz
Jorge Hernán Díaz
Noviembre de 2012. Abro el sobre que me entregó con displicencia la empleada del laboratorio
donde me hicieron unos análisis sanguíneos. Veo algunos -varios- asteriscos en los renglones
correspondientes a colesterol, triglicéridos y azúcar. Marcación rápida al galeno, concertar cita para
confirmar lo que ya sabía: sobrepeso (llegando a los 100 kilos) y para escuchar el consiguiente
discurso sobre los peligros de llevar una vida dedicada a la práctica del deporte de consola de
videojuego.
Pero tomé conciencia. Como estoy en lo que quizás más viejos) de puro cuero. Un kilómetro
puede llamarse una segunda adultez (ahora los y doce minutos después, estaba sentado en las
50 son los nuevos 30), padre de una parejita (el gradas de un parque de la vecindad, clamando
niño de 54 meses y la niña de 21… años) y como por un tanque de oxígeno y con ganas de vomitar.
mi edad mental no corresponde a la biológica Pero persistí y seguí saliendo hasta que logré los
(creo que tengo 25, mis rodillas creen que como primeros 10 kilómetros (continuos), me tomó
60), decidí desempacar la elíptica y dedicarme 1:28.30.
a sudar. Empecé, al filo de las madrugadas, con Por esa época compartía esas experiencias en el
veinte minutos y al cabo de unos cuantos meses, chat familiar y Daniel, mi primo, me habló de su
con algo más de una hora. Luego, no me acuerdo grupo 21Korredores y me invitó a unirme. Acepté.
con qué motivo, tal vez por que sí, mi mujer me Al principio fue intimidante pues veía a todos
regaló un monitor cardíaco. Por todo eso decidí rapidísimos, y además mi otro acompañante,
medírmele a las calles -me sentía ligero como el Juan Pablo (otro primo) es conocido como
algodón, resistente como un roble, rápido como “Velociraptor”.
un guepardo.
A partir de ahí sucedieron varias cosas. Los
Ya estábamos como en marzo de este año, y un niveles desfasados de mi química sanguínea
día cualquiera salí. No había acabado de aclarar llegaron a sus cotas normales, producto del
y yo estaba enfundado en una vieja sudadera ejercicio y de adoptar un régimen alimenticio
y calzando unos tenis Nike Air modelo 2003 (o más o menos sano, sobre todo por una reducción
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drástica del azúcar. Recuperé muchas piezas de
mi guardarropa –algunas incluso ya me quedan
muy holgadas. Y por un rasgo compulsivo
de mi personalidad, empecé a gastar plata a
montones: análisis de pisada, tenis adecuados
- ya tengo 5 pares-, pantalonetas, camisetas del
equipo, viseras, medias de comprensión y un
largo etcétera.
El resultado de esta fiebre, que ya tengo la
certeza es permanente, además de aquellos
obvios que ayudan a llenar los estantes de
mi egoteca, como la participación en estos
siete meses en seis carreras, y la colección de
medallas y fotografías, es que en cada zancada,
en cada metro que avanzo, derroto sin compasión
a mi enemigo más poderoso: mi mente. Cuando
me susurra que no más, que no puedo, que esto
no es lo mío, saco fuerzas y sigo. Sigo siempre
parafraseando el lema de 21Korredores: “hasta
la meta, hasta una nueva meta”.
Además, están las experiencias que alimentan
el alma como la posibilidad de conocer y
compartir vivencias con personas maravillosas,
sin dejar de lado mi fase competitiva. Ya estoy
a punto de rebajar de la hora en los 10K (incluso
en el ascenso a Patios), y hasta me esfuerzo por
no dejarme alcanzar de mi amiga Jennifer –y las
otras viejas del equipo que me hacen morder el
polvo.
Puede que me demore un tiempo más en bajar
de la hora en esa distancia o que no lo logre;
quizá finalmente Jennifer también me pase
rauda cuando también haga parte de la liga de
las gacelas. Sin importar lo que pase seguiré
corriendo, porque así sea con mi pasito tuntún,
correr me hace feliz.
runnincolombia
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