TESIS-La Psicología de los Selves y su articulación al Arquetipo
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TESIS-La Psicología de los Selves y su articulación al Arquetipo
UNIVERSIDAD DE BELGRANO FACULTAD DE HUMANIDADES LIC. PSICOLOGÍA TRABAJO FINAL DE CARRERA TEMA: “La Psicología de los Selves y su articulación al arquetipo Sombra” Profesor tutor: Beatriz Gómez Marina I. Borja Carrera: 402 Matrícula Nº 17318 Firma: 1 AGRADECIMIENTOS A mi madre (quien hizo mi educación posible y es uno de mis modelos más fuertes), mi abuela (que siempre cuida de mí y me ayuda desde donde esté) y mi padre (quien jamás deja de creer ciegamente en mí). Agradezco especialmente a mi amiga Julieta, una colega brillante, una verdadera compañera de vida, hermana por elección y alma gemela a mis emociones. Por su apoyo y ayuda infinitos estaré siempre agradecida. A Aaron, por su constante aliento e interés, y porque nuestro amor me sostiene cada vez que siento que tambaleo. A Diego, por leerla, amarla y estimularme a escribir más. A Robert Stamboliev y Gerhard Fasser por ser increíbles maestros y por sus sabios consejos. Finalmente agradezco a mi tutora y a Adriana Segreto por su guía y orientación. Dedico este trabajo a Hal y a Sidra porque sus enseñanzas cambiaron mi pensamiento de la mejor manera posible. 2 ÍNDICE INTRODUCCIÓN 4 Marco Teórico 5 Justificación y Relevancia del Tema 9 PARTE I – La Psicología de los Selves y su Modelo de Consciencia 12 La Naturaleza de la Consciencia 15 Los Selves Renegados 17 PARTE II – Los Selves o Voces 22 El Protector/Controlador 22 Los “Pesos Pesados” o Selves Poderosos 25 El Pusher 25 El Crítico 28 Los Agentes de Poder (Power Brokers) 31 Otros “pesos pesados” 31 Los Selves Renegados y la Vulnerabilidad 32 Las Energías Instintivas Renegadas 33 Los Selves Vulnerables 34 PARTE III – El Arquetipo Sombra 35 La Estructura de la Personalidad de Jung 36 El Inconsciente Colectivo y el Concepto de Arquetipo 37 La sombra 39 INTEGRACIÓN 45 CONCLUSIONES 49 CITADO Y REFERENCIADO 52 3 INTRODUCCIÓN Con influencias que abarcan desde el análisis jungiano y el conductismo operante hasta la literatura de Herman Hesse y Nikos Kazantzakis, los Doctores en Psicología Hal Stone y Sidra Winkelman desarrollaron un método de trabajo psicoterapeútico denominado Diálogo de Voz, y una teoría que lo contextualiza llamada la Psicología de los Selves. Ambos tomaron un contacto profesional el uno con el otro a principios de la década de los setenta, y en ese marco surgió entre ellos no sólo una relación que devino en matrimonio algunos años más tarde, sino también una creativa alianza de trabajo, cuyos frutos son el mencionado método y teoría. Los doctores Stone postulan que todos estamos formados por un grupo de selves primarios que definen nuestra personalidad. Lo que creemos que somos es en realidad un grupo de selves con los que nos hemos identificado y que nos representan y presentan ante el mundo. Sin embargo, siempre que nos identificamos con un self primario, encontramos en el lado contrario a su igual y opuesto. Éste es llamado self renegado o desoído. En el método de diálogo de voz se trabaja con estos opuestos, aprendiendo a separarse de los selves primarios e incorporando más a los renegados. Denominaron Proceso de Ego Conciente a la instancia subyacente a todos los selves y Ego Operante a la combinación de selves que comanda nuestra vida. Si bien el Ego Operante existe de por vida, otorga poder al Proceso de Ego Conciente a medida que la persona se separa más de los selves primarios e integra más a los renegados (Stone, H. y Stone, S., 2007). Por otro lado, la concepción de la personalidad de Carl Jung, “[…] como un sistema de (sub)sistemas autónomos, regulados por el principio de complementariedad […]” (Feixas, G., Miro, M. T., 1993, p. 109) con su distinción de diversos pares bipolares (como por ejemplo el animus-anima), parece albergar notables similitudes con algunos de los núcleos teóricos centrales de la Psicología de los Selves. En este trabajo me propongo hacer una presentación de la Psicología de los Selves introduciéndola como un modelo psico-terapéutico perteneciente a la rama de la psicología humanística. Para ello, esbozaré brevemente el nacimiento de este enfoque y la formación teórica de sus creadores, y describiré el modelo de consciencia y los principales elementos y núcleos teóricos por él sustentados. Asimismo, expondré resumidamente en el último capítulo el concepto de arquetipo de la Psicología Analítica de Jung en general, y su definición del arquetipo sombra en particular. Finalmente, haré una breve articulación donde expondré los puntos en común entre la definición de los selves de la Psicología de los Selves y la noción jungiana de la sombra. Antes de comenzar considero importante aclarar que, ninguno de los textos de referencia que utilizaré al hablar de la Psicología de los Selves o de Hal y Sidra Stone ha sido traducido al 4 español, por lo que todas las citas (textuales y no textuales) son producto de mi propia traducción personal de los mismos. Marco Teórico La “Psicología de los Selves” es una línea de pensamiento desarrollada por Hal y Sidra Stone, que se nutrió fuertemente de las muy disímiles formaciones en Psicología que ambos poseían. Aquellos profesionales de la Psicología que, sin conocimientos previos específicos sobre esta escuela de pensamiento, realizan una aproximación inicial al método de Diálogo de Voz (ya sea presenciando una sesión o leyendo una descripción de la técnica), suelen pensar prácticamente de inmediato en la escuela de la Guestalt o en el Psicodrama. Respecto de la primera, la asociación mental generalmente se produce en relación a algunas de las más conocidas técnicas guestálticas como el “autopsicodrama imaginario” o “Técnica de la Silla Vacía”, o el soliloquio a modo de ejercicio. En cuanto al psicodrama, la profunda inmersión en cada voz interna que la persona realiza durante la sesión de Diálogo de Voz, tratando de transfigurar de lleno su habitual personalidad para sólo concentrarse y hablar desde uno de sus “personajes internos”, es uno de los rasgos que fácilmente puede confundirse con los ejercicios psicodramáticos. Sin embargo, tanto el Doctor como la Doctora Stone no reconocen particularmente a ninguna de ambas escuelas como influencias teóricas de su método y teoría. De hecho, en uno de sus más recientes manuscritos relatan que: [...] el verdadero trabajo de Hal en la Guestalt comenzó sólo después de que el Diálogo de Voz estuviese definitivamente establecido [...] y a pesar de que Sidra tenía algún contacto con el trabajo de una Guestalt muy temprana, su experiencia de ello era extremadamente limitada. [...]. Tampoco estábamos particularmente influenciados por el psicodrama [...], teniendo sólo un pasajero conocimiento de éstos dos a través de la prensa popular. (Stone, H. y Stone, S., 2007, p. 2.) No obstante, sí las piensan como aproximaciones que poseen alguna relación al Diálogo de Voz, debido a que pertenecían a la cultura psicológica general de principios de la década de los setenta, años en los que paralelamente ellos comenzaban a desarrollar esta técnica. El principal entrenamiento y base teórica de Hal Stone podría decirse que proviene del análisis jungiano. De hecho, en 1968 se convirtió en el presidente de la Society for Analytical Psychology [Sociedad para la Psicología Analítica] en Los Ángeles, la cual dejó tras dos años. Fue este modelo psicoterapéutico la piedra fundamental en su formación en sueños, mitos, cuentos y psicología profunda (2007). 5 Por su parte, durante sus primeros años de formación universitaria, Sidra Stone era una comprometida conductista, llegando incluso a autodenominarse “fan de Skinner”. Fascinada por el condicionamiento operante, se interesaba asimismo por investigar el terreno común entre éste y el psicoanálisis freudiano de la época. Actualmente dice aún reconocer aquella temprana influencia Skinneriana en la manera en la que observa el desarrollo de los selves primarios; específicamente en la forma, cuando menos parcial, en la que emergen como resultado del condicionamiento operante (2007). Además de esta rama del conductismo, gran parte del legado teórico que la doctora Stone traía consigo provenía de la literatura. Más concretamente, de los escritores Herman Hesse y Nikos Kazantzakis. Respecto del escritor griego, rescata la importancia que éste da al honramiento de los antiguos dioses y diosas en conexión a la manera de honrar y al peso que poseen los selves primarios, y menciona a su libro La Odisea, una secuela moderna como una de sus grandes fuentes de referencia. Por otro lado, atribuye a “El lobo estepario” de Hesse su primera introducción al “mundo” de los selves al punto de que, en uno de sus más recientes escritos sobre el origen del Diálogo de Voz, incluye una cita del mencionado libro, que según dice resume esta poderosa influencia que tuvo sobre su pensamiento. La siguiente es una síntesis de dicha cita: Harry consiste en cientos o en miles de selves, no en dos. Su vida no oscila [...] meramente entre dos polos, como el cuerpo y el espíritu, el santo y el pecador, sino entre miles [...]. Como cuerpo todos son individuales, como alma, jamás (Herman Hesse citado en Stone, H. y Stone, S., 2007, p. 7). De todas maneras, más allá de las líneas psicoteóricas, escuelas de pensamiento e influencias literarias que los doctores Stone reconocen como contexto teórico a su teoría, ambos otorgan un lugar primordial a su vida y experiencias personales en la creación tanto de la teoría de los Selves como de la técnica de Diálogo de Voz. A lo largo de su carrera, los doctores Stone (2007) se han nutrido de conocimientos de las más diversas fuentes para dar forma a su pensamiento profesional. Pero, en cuanto al desarrollo del método y de la teoría de la Psicología de los Selves deben ser llamados pioneros. Como el nacimiento de esta específica línea de pensamiento, ambos señalan al encuentro entre ellos en 1972. En los comienzos de ese año, la Dra. Sidra Stone (Sidra Winkelman en aquel entonces) leyó un artículo sobre Imágenes Guiadas del médico italiano Roberto Assagioli, y quiso saber más sobre la técnica. Fue así como contactó al Dr. Hal Stone para unas sesiones de entrenamiento quien, gracias a su formación, estaba muy familiarizado con aquel material. Sin embargo, el vínculo inicial de mentor-estudiante pronto devino en una relación de pares y exploración conjunta de sus sueños y procesos oníricos. En una ocasión, mientras 6 conversaban sobre el estado de vulnerabilidad que aquella labor les conllevaba, Hal Stone “[...] sugirió que Sidra se cambiara de lugar y se convirtiera en la vulnerabilidad, en lugar de solo hablar de ella. [...] En este momento, [...] el proceso de nacimiento del método de Diálogo de Voz había comenzado” (p. 9). Fue de esta manera y en el contexto de estas sesiones que comenzaron a trabajar con la técnica de hablar a los selves, que el Dr. Stone había investigado brevemente un par de años antes. El término Diálogo de Voz aún no existía, sino que vino más tarde. Esta primera voz de Sidra Stone era la voz de una niña pre-verbal que se sentaba en el suelo. Cuando la doctora Stone regresaba a su asiento inicial en el sofá, volvía a lo que más tarde ambos denominaron Ego Conciente. El mismo proceso ocurrió con Hal Stone y una de sus voces. Para éstos autores el trabajo comenzó con lo que llamaron la voz del Niño Interior. Durante los siguientes años, sólo se dedicaron a esta exploración. En aquella etapa todavía no había teoría ni Ego Conciente, simplemente el proceso de diálogo de voz en un estadio fenoménico y experimental (Stone, H. y Stone, S., 2007). Los primeros trabajos e investigación formales sobre la Psicología de los Selves deben atribuírseles a los Doctores Stone. Sin duda alguna, la metodología y técnica del diálogo de voz tratada en este trabajo es la desarrollada desde principios de los años setenta por los mismos. No obstante, existen algunos antecedentes que los Stone remiten en su teoría. Uno de ellos es el término “Disowned self” (Self renegado o desoído). Dicen: Nathaniel Branden había acuñado el término primero [...]. Sin embargo, cuando él hablaba del self renegado, se refería al self renegado como las emociones que son renegadas por las personas que se identifican con la mente y que tienen, básicamente, un acercamiento racional a la vida. Hablamos con Nathaniel sobre todo esto y él estuvo cómodo con que usáramos este término (2007, p.12). A diferencia de Branden, para los doctores Stone, el concepto es utilizado para designar al opuesto equivalente al self primario de la identificación. En aquellos primeros años del método, los Stone postulaban como self primario y principal a la voz por ellos denominada Protector/Controlador, la subpersonalidad que establece las reglas básicas y es el guardián de las puertas de entrada a nuestro mundo interior. Pero, con el paso del tiempo, se dieron cuenta de que éste era un término genérico y que cada self primario vive bajo su propio conjunto de reglas y es un protector y un controlador a su manera (Stone, H. y Stone, S., 2007). Éste fue el comienzo de un importante cambio de dirección en la teoría de la Psicología de los Selves. En los inicios, ambos se habían concentrado en un trabajo individual con cada self; de esta manera, dedicaban gran cantidad de tiempo a investigar al Niño Interior, al Crítico Interior, 7 al Protector/Controlador, de a uno por vez. Gradualmente, el énfasis de su exploración fue virando hacia el trabajo con los opuestos. Dicen: [...] comenzamos a percibir que el objetivo real del trabajo era trabajar directamente con los opuestos [...] aprender a cómo separarse de los selves primarios, hablar con los selves renegados, y luego aprender a pararse entre los opuestos [...] sintiendo claramente ambos al mismo tiempo. (Stone, H. y Stone, S., 2007, p. 13) Fue entonces cuando surgió la necesidad de un nombre para describir ese espacio central que se creaba al separarse de un self primario. El nuevo concepto para designar a ese lugar fue el de Ego Conciente. Quedaron así determinados tres niveles para el proceso de conciencia: el nivel de Conciencia (un estado de puro atestiguamiento que no actúa), la experiencia de los selves en sí y el Ego Conciente o Proceso de Ego Conciente. Todo este cambio de orientación de la teoría fue tan significativo que los doctores Stone incluso se plantearon cambiar el nombre de “Psicología de los Selves” a “Psicología del Ego Conciente”, dado que el centro del trabajo no es hablar a los selves sino desarrollar un Proceso de Ego Conciente. Esto constituye la clave para lograr cambios duraderos, ya que apunta a la separación y des-identificación de los selves primarios. El proceso de ego conciente evoluciona entre cualquier par de opuestos, y sin él los selves primarios recobran el control de la personalidad de manera automática. Éste énfasis modifica dramáticamente la naturaleza del Diálogo de Voz. Sin embargo, Stone, H. y Stone, S. finalmente decidieron no cambiar oficialmente el nombre del trabajo: “Diálogo de Voz, Relaciones y la Psicología de los Selves han alcanzado un reconocimiento nominal tan fuerte que decidimos dejarlo así” (2007, p. 21). Desde la década de los ochenta hasta la fecha presente, los doctores Stone han viajado y enseñado el Diálogo de Voz en los Estados Unidos, Europa, Israel y Australia, y han continuado con sus propias exploraciones sobre el método. Los cambios que se han presentado en este segmento constituyen los de mayor repercusión en la técnica y la teoría hasta hoy en día. Por otro lado, el sistema psicológico conocido como “Psicología Analítica” (también denominado “psicología de los complejos” y “psicología profunda”) tiene como autor al médico suizo Carl G. Jung. Ya antes de conocerse con Freud en 1907, Jung contaba con gran aclamación internacional por su técnica de asociación de palabras. Pese a su trabajo colaborativo de casi una década con Freud, sería incorrecto considerarlo su discípulo (Feixas, G., Miró, M. T., 1993). Su teoría de la personalidad posee absoluta originalidad y su uso de términos como “inconsciente” o “libido” dista enormemente de la definición freudiana de dichos conceptos. 8 Uno de los puntos de partida de Jung postula que todo en el inconsciente busca manifestarse y que la personalidad aspira a auto-experimentarse como una totalidad, por medio de la evolución de sus condiciones inconscientes (Jung, C., 1965, en Robertson, R., 1998). Su definición de lo inconsciente es la de aquella psique “[…] que va desde la claridad diurna de una conciencia espiritual y moral hasta ese sistema nervioso denominado simpático desde mucho tiempo atrás” (Jung, C., 2008, p. 29); sistema que, a diferencia del sistema cerebroespinal, no se vale de órganos sensoriales y vivencia todo como interior. Mientras el sistema cerebro-espinal se despliega sobre el espacio exterior y capta superficialidades y exterioridades, el simpático informa sobre la naturaleza íntima de otra vida, una vida interna, sobre la cual también provoca un efecto. Jung explica: Lo inconsciente es visto comúnmente como una especie de intimidad personal encapsulada, que la Biblia designa como “corazón” y considera, entre otras cosas, punto de origen de todos los malos pensamientos. En las cámaras del corazón habitan los malos espíritus de la sangre, la ira pronta y las debilidades de los sentidos. Así aparece lo inconsciente mirado desde la conciencia. Pero la conciencia parece ser algo dependiente del cerebro, que todo lo separa y todo lo ve aislado, y al ver de ese modo lo inconsciente lo presenta como si no fuera más que mi inconsciente (2008, p. 29). Es por ello que para este autor existe un inconsciente colectivo, además del inconsciente personal, sobre el cual “[…] la individualidad flota como una pequeña burbuja en las aguas del mar” (Feixas, G., Miró, M. T., 1993, p. 109). Justificación y Relevancia del Tema La realización de este trabajo encuentra varios fundamentos. En primer lugar, la Psicología de los Selves y el Diálogo de Voz han conseguido un importante reconocimiento internacional que los ha introducido a cientos de profesionales de diversos continentes. El libro central en el que se expone esta teoría, Embracing Ourselves. The Voice Dialogue Manual [Aceptando nuestros Selves. El manual de Diálogo de Voz], es un best-seller en los Estados Unidos que ya va por su segunda edición. El método ha probado ser de gran eficacia clínica en los diversos países en los que ha sido introducido. En los Estados Unidos es enseñado por diversos facilitadores en Houston, Chicago, Nueva York, San Francisco, Sun Valley, Little Rock, Minneapolis y muy especialmente en Los Ángeles donde cuenta con el apoyo del Center for the Healing Arts. Asimismo, es enseñado por varios profesionales en Inglaterra, Francia, Italia, Alemania, Austria, Australia, Israel y muy especialmente en Holanda donde ha sido retomado por el psicólogo Robert Stamboliev, autor de un libro sobre Diálogo de Voz. 9 En segundo lugar, en América Latina y en general en la comunidad mundial de habla hispana el conocimiento de este trabajo es prácticamente nulo, posiblemente en parte debido a que los libros no han sido traducidos al español. En Argentina no se cuenta con información sobre este método que cada vez incorpora más adeptos en otros países. Es por ello que un trabajo introductorio como éste resulta útil y novedoso. En tercer lugar, la teoría de los Selves y el método de Diálogo de Voz no se presentan como substituto de ninguna terapia, sino como una herramienta de comunicación y un método que puede integrarse a cualquier aproximación teórica o forma de trabajo que lidie con los temas relativos al crecimiento personal. Finalmente, si bien la influencia de la Psicología Analítica, producto de la formación jungiana de Hal Stone puede verse claramente a lo largo de toda la teoría de los selves, aún no existen trabajos que den cuenta de ello. Debido a la corta edad de este enfoque psicológico, aún no se han publicado tantos estudios sobre él que no sean los de los mismos doctores Stone; y de los trabajos que sí hay publicados, no encontré ninguno donde se asociara a la Psicología de los Selves a cualquiera de las grandes tradiciones en psicología del siglo XX. Dicho esto, de más está aclarar que la importancia del aporte jungiano a la psicología ha sido vital y es merecedora de un amplio reconocimiento mundial. Este trabajo ordenará la información en torno a los aspectos por mí considerados centrales de la teoría de los selves, priorizando ciertos conceptos por sobre otros y permitiendo así una lectura clara y efectiva. Ya en el tercer capítulo, se hará una apropiada presentación sintética de la estructura de la psique para la psicología jungiana con particular énfasis en la definiciones de inconsciente colectivo y arquetipo, y un breve pero didáctico desarrollo de la noción del arquetipo sombra. Todo esto se generará a los fines de poder realizar una breve pero original articulación de ambas teorías con el objetivo de despertar la curiosidad y el interés del lector por conocer más acerca de estos enfoques de pensamiento. La psicología de los Selves conforma una teoría que cualquier profesional de la salud mental puede integrar a su conocimiento para enriquecer sus recursos terapéuticos, dado que no se opone ni se contradice con ningún marco referencial en psicología. De hecho, su método terapéutico suele usarse en contextos muy disímiles y con clientes muy diferentes. Psiquiatras, psicólogos, terapeutas alternativos y consultores organizacionales, entre otros, han incorporado esta metodología en sus respectivas áreas de trabajo, en diversos países del mundo. La Psicología de los Selves se aplica en institutos y prácticas privadas en veinticinco países del mundo, de los cuales catorce se hallan en Europa. Tan sólo dentro de los Estados Unidos se desarrolla en veintiún estados, y en total existen ciento cincuenta facilitadores certificados que integran la red mundial (Stamboliev, comunicación personal, 11/12/07). 10 Creo que ambas teorías conforman un terreno sumamente fértil para futuras investigaciones. De hecho, ya existen especialistas que se están dedicando al trabajo con los selves involucrados en adicciones y, en el campo de la medicina occidental, numerosos investigadores están comenzando a explorar los aspectos neurobiológicos de la conciencia y los selves. Por último quisiera agregar que ver la clara influencia jungiana en nuevas corrientes de pensamiento en psicología me resulta apasionante y conmovedor, ya que me considero una gran admiradora de sus ideas y su obra, y sostengo que su pensamiento puede ser sumamente inspirador para cualquier ser humano y debería formar parte de la educación de todo psicólogo. 11 PARTE I – La Psicología de los Selves y su Modelo de Consciencia Los doctores Hal y Sidra Stone comenzaron a delinear las bases teóricas y metodológicas del Diálogo de Voz en la década de los setenta, en el marco del movimiento humanístico en psicología. Robert Stamboliev, discípulo del Dr. Hal Stone en la Universidad William Lyon en San Diego y M. A. en Psicología Transformacional, explica resumidamente las bases del precedente movimiento de la siguiente manera: En los años sesenta, la llamada “Tercera Fuerza” en psicología emergió paralela al psicoanálisis clásico y al conductismo. Principalmente a través del trabajo de Abraham Maslow, esta Tercera Fuerza se hizo conocida como la Psicología Humanística. […] la consciencia [consciousness], tras haber sido un tabú por años, se volvió un sujeto de estudio en el cual el re-establecimiento de la unidad mente-cuerpo era el énfasis más importante (1992, p. 19). Esto resultó en la aparición de diversos enfoques terapéuticos que apuntaban a la obtención de un grounding (“enraizamiento”) para poder experimentar las energías corporales y así lograr centrarse en la experiencia, asimilando que vivimos en la tierra y sus energías están dentro nuestro. De acuerdo con Stamboliev, la idea de la consciencia como energía se desarrolló bajo la influencia de tradiciones orientales, como el Sufismo, el Budismo y el Yoga. Inspirada en esto y bajo la dirección de Maslow, entre otros, nació en los años setenta la escuela de pensamiento de Psicología Transpersonal; ésta entendía a la consciencia como un sistema energético dinámico, compuesto por diferentes capas o niveles de experimentación. Fue así como los sueños, la hipnosis y los estados alterados de consciencia (basados especialmente en la visualización, la meditación y la experiencia psicodélica) cobraron un notorio relieve. Asimismo, se desarrolló la teoría de la división cerebral en los hemisferios izquierdo y derecho, donde el primero comanda al tiempo y al pensamiento lineal mientras que el segundo está a cargo de la imaginación y la intuición (1992). Como un intento de sintetizar las corrientes previas, nace en la década del ochenta una nueva perspectiva denominada Psicología Transformacional. Tanto Hal Stone como Sidra Winkelman Stone fueron claros exponentes de este enfoque, habiendo estado hasta aquel entonces ya involucrados en el progreso de las mencionadas terapias de crecimiento y “grounding” de los años setenta. Exponentes de éstas eran la terapia guestáltica y el trabajo neo-Reichiano, así como los trabajos con la energía y la curación, en los cuales el amor incondicional era la clave (Stamboliev, R., 1992). 12 Hal y Sidra se desprendieron de estos enfoques individuales en pos de lograr una síntesis. Así fue como fundaron Delos “[…] una corporación psicológica, en Los Ángeles, donde Stone dirigía los entrenamientos y Winkelman dirigía la clínica” (Stamboliev, R, 1992, p. 20). Tras mudarse a Albion, California, en 1986, se dedicaron a escribir y a enseñar en diversos centros de entrenamiento del mundo que se habían inspirado con su trabajo. En la actualidad continúan enseñando el modelo de conciencia y el método que ambos desarrollaron, denominado Diálogo de Voz (Voice Dialogue), el cual fue desarrollado por ellos de manera orgánica y en el seno de su relación, “[...] como un medio para comunicarse uno con el otro en diferentes niveles.” (Stamboliev, R., 1992, p. 26). Stone, H. y Stone, S. (1989, p. ix) sostienen que “El Diálogo de Voz como terapia no existe”, y, a su efecto, explican que la comprensión del mismo viene de la mano de una multitud de aproximaciones a la comprensión de la evolución de la conciencia, tales como el trabajo con el sueño (Dream Work), la visualización simbólica, el conocimiento de la energía (Energetics) o la instrucción en sistemas interpersonales. La riqueza en diversidad en el entrenamiento de un facilitador garantiza una mejor calidad de sesión terapéutica. Y en este postulado es donde encontramos el motivo debido al cual afirman que la perspectiva del Diálogo de Voz pueda integrarse a cualquier acercamiento teórico o compromiso con asuntos del crecimiento personal. La Psicología de los Selves rompe con la noción de que estamos constituidos por un solo self y de que nuestra personalidad es indivisible. [...] todos somos criados en culturas y familias donde somos entrenados para pensar, sentir y ver, de maneras específicas y predeterminadas. Dado que nuestras percepciones aprendidas son todo lo que conocemos, asumimos naturalmente que el mundo a nuestro alrededor, en efecto, existe como lo percibimos, y el self que conocemos es el único que hay. (Stone, H. y Stone, S., 1989, p. 3) Básicamente, los doctores Stone postulan que existe en nosotros “otra” naturaleza, aunque oculta, silenciada, enterrada bajo la primera naturaleza que es producto de nuestra crianza y educación principalmente intrafamiliares, y que son “[...] estas partes “perdidas” de nosotros a las que [...] el método de Diálogo de Voz pretende restaurar.” (1989, p. 3). Su tesis principal aduce que estamos integrados por muchos selves. Esta estructuración de la conciencia explicaría nuestra naturaleza muy a menudo contradictoria y conflictuada. Y así, considerando a la personalidad como “fragmentada” ya de por sí en estas diferentes subpersonalidades o selves, señalan como objetivo para cada uno de nosotros el “[...] 13 volvernos conciente de esta fragmentación o multiplicidad de selves, para poder hacer elecciones válidas en nuestras vidas” (1989, p. 13) Remontándose al origen de estas subpersonalidades y su manera de desarrollarse, los doctores Stone explican: Un recién nacido es un ser humano único que viene al mundo con su propia estructura genética que determina su fisiología (y parte de su comportamiento) y con una cualidad específica de “ser”, única para el infante. Llamamos a esta cualidad única de ser, la “huella digital psíquica” del infante. (1989, p. 13). Como muchas escuelas en psicología, los doctores Stone repiten que el neonato viene al mundo en un estado de total indefensión y vulnerabilidad, hecho que lo vuelve absolutamente dependiente de un adulto para su supervivencia. Sin embargo, junto a esta huella digital psíquica única y básica, la criatura también posee el potencial de desarrollar un infinito repertorio de selves o patrones energéticos. La personalidad individual resulta de la suma de todos ellos. Sería de esta manera, y a partir de aquí, como se iniciaría el proceso de desarrollo de la personalidad que iría de la mano del blindaje y acorazamiento de la vulnerabilidad esencial. Para evitar angustias, el infante pronto aprende que debe establecer algún tipo de control sobre su medio ambiente. El desenvolvimiento de la personalidad es el desenvolvimiento de este control, desarrollándola así como una forma de lidiar con la vulnerabilidad. La obtención de poder que proviene de este desarrollo del control aleja al niño cada vez más de su ser esencial. A mayor peso de la incipiente personalidad, menor contacto con la vulnerabilidad. Este avance en la obtención de mayor poder sobre el ambiente es resultado de la interacción con él; por ejemplo, el bebé aprende que su sonrisa produce felicidad en su madre, así su propio disfrute de este acto queda invalidado por la noción de que su ejercicio conlleva aquel determinado efecto. De la misma manera, con los actos de orina y defecación, la docilidad o la agresión, se establecen sistemas de recompensa o castigo. Para un niño el control sobre su ambiente puede proveer de su retracción y refugio en la fantasía, mientras que para otro puede ser el éxito escolar o la complacencia (1989). Debido a que nuestro proceso de desarrollo está signado por el mencionado sistema de recompensas y castigos a nuestros comportamientos, “[...] algunos selves son fortalecidos y otros son debilitados.” (Stone, H. y Stone, S., 1989, p. 14). Los selves podrían entenderse de esta manera como producto derivado de la respuesta repetida del medio a ciertos sets de conductas y comportamientos auto-generados. El resultado de este fenómeno de aprendizaje de lecciones es el desarrollo de “personalidades”, por lo que hablar de personalidad es en realidad hablar de un sistema de 14 subpersonalidades o selves que nos trae poder y control sobre el mundo, con la consecuente lenta erradicación de nuestra huella digital psíquica. Si bien el propósito de la aparición de estos diferentes selves (también denominados patrones energéticos) es facilitar nuestra existencia en el mundo (y proveernos de un mayor éxito social), los doctores Stone señalan que la gradual pérdida de contacto con nuestra huella digital psíquica se convierte en un serio problema, ya que nuestro self más profundo, real, sensible y vulnerable deja de ser el que está involucrado en las relaciones para ser sustituido por un grupo de selves que decretan nuestros sentimientos y nuestra conducta (Stone, H. y Stone, S., 1989). El resultado final es la permanente convivencia con “[…] el vago temor a que si la otra persona realmente supiese como somos, él o ella nos abandonaría (a pesar de que nosotros mismos no sabemos cómo es verdaderamente esta misteriosa persona “real”)” (Stone, H. y Stone, S., 1989, p. 15). El condicionamiento familiar y social que vivimos es tan eficiente que “[…] para cuando alcanzamos la adultez, y usualmente mucho antes, hemos perdido toda conexión a nuestra huella digital psíquica, a nuestro verdadero ser. [...] ya no sabemos quiénes somos o qué sentimos” (1989, p. 15). Cuando entramos en una relación, ésta consiste en dos personas pero no en dos personalidades indivisibles interactuantes. La relación en realidad se produce entre dos grupos de selves que están en constante comunicación. Si ignoramos esto es muy factible que nos sintamos confundidos, lastimados, traicionados o enojados con la otra persona, cuestionándonos su repentina falta de consistencia o su autenticidad. Al aprender sobre los selves descubrimos que el otro no cambia en lo esencial sino que lo que cambian son sus selves a cargo (Stone, H. y Stone, S., 2000). La naturaleza de la consciencia Antes de comenzar con la exposición del modelo de consciencia de los doctores Stone, deseo hacer un par de aclaraciones de traducción respecto de dos términos que aparecerán con frecuencia. De acuerdo con el diccionario Inglés-Español KEL (1991), la traducción española de los vocablos anglosajones “Awareness” y “Consciousness” es la misma: conciencia. Sin embargo, su sentido en el lenguaje inglés es mucho más amplio, motivo por el cual los doctores Stone los utilizan en maneras muy diferentes. El diccionario Longman de inglés-inglés (1995) conceptualiza el término “Aware” como el darse cuenta, ser conciente de la existencia o realidad de una situación o un estado de cosas; y da dos definiciones para la palabra “Awareness”: el conocimiento o entendimiento de una situación o tema particulares y la 15 habilidad de notar algo usando los sentidos. Ambas conforman el sentido que se debe tener presente para esta palabra a lo largo de la lectura, si bien el vocablo español que utilizaré para ambos términos será el mismo. Respecto de la locución “Consciousness”, las definiciones que se dan en Longman (1995) refieren a: la mente, los pensamientos, ideas y opiniones, la condición de estar despierto y con la capacidad de comprender lo que ocurre alrededor, y el estado de poder discernir la realidad. A fin de evitar confusiones, aclararé entre corchetes cuando los doctores Stone se refieran a uno u otro. El acercamiento a la exploración de los selves de Stone, H. y Stone, S., (1989) descansa sobre la estructura conceptual que dan a la consciencia (Consciousness). Como punto de partida consideran a la consciencia como un proceso en lugar de una entidad, aduciendo que no es un estado que las personas se esfuercen por conseguir y que aparezca de un momento a otro, sino un proceso evolutivo que debe vivirse y que permanece en constante cambio. Ésta evolución se produce en tres niveles claramente distintos unos de otros: en primer lugar la consciencia (Awareness), luego la experiencia de los selves y, en un tercer nivel, el ego consciente (Aware Ego). El primer nivel permite vivenciar la existencia en todos sus aspectos sin controlar ningún resultado o evaluar que subpersonalidad se percibe. Llamada el “testigo silencioso”, es una posición de no-apego, ni racional, ni emocional, que suele equipararse al concepto de puro insight de ciertos sistemas psicológicos tradicionales. El segundo nivel es aquel de la experiencia de las subpersonalidades o selves. Todas nuestras percepciones vitales corresponden a patrones energéticos relacionados a algún estado interno particular (físico, emocional, mental o espiritual), y pueden oscilar entre una vaga, apenas discernible, sensación hasta una subpersonalidad totalmente desarrollada. Por último, la definición tradicional de ego a la que Stone, H. y Stone, S. adscriben es aquella que lo define como el tomador de decisiones o función ejecutiva de la psique, agregando que recibe su información de los dos niveles ya mencionados. A mayor evolución de nuestra consciencia (Consciousness), más consciente se vuelve este ego y más nos permite elegir (1989). Sin embargo, lo más común es que el ego sucumba a una determinada combinación de subpersonalidades que toman el mando de su función ejecutiva. Los autores (1989, p. 19) añaden: [...] nuestro ego se ha identificado con estos particulares patrones. La mayoría de la gente cree que tiene voluntad propia porque ellos eligen hacer algo en particular [...]. A menos que despertemos al proceso de consciencia (consciousness), la vasta mayoría de 16 nosotros es comandada por los patrones energéticos con los que nos hemos identificado o por aquellos de los que hemos renegado. Para comprender nuestro vínculo o, mejor dicho, la relación de los selves con los que nos hemos identificado (llamados primarios) con los selves que nos desagradan o que rechazamos (llamados renegados), los doctores Stone hablan de una “mentalidad quirúrgica” (1989). A través de ella, cortamos, extirpamos y removemos múltiples sentimientos, pensamientos, tendencias e instintos que percibimos como inadecuados o peligrosos por aquello que imaginamos como sus consecuencias. Nos esforzamos en deshacernos de aspectos que constituyen una lista infinita: nuestro temperamento, nuestra ira, los celos, la timidez, los sentimientos de incompetencia, mezquindad, vulnerabilidad, sexualidad, etcétera. Lamentablemente, como dicen Stone, H. y Stone, S., (1989) “En un intento por erradicar estos selves rechazados, los fortalecemos enormemente al conducirlos al inconsciente donde son libre de operar fuera de nuestro control.” (p. 23). La evolución de la consciencia (consciousness) será posible si aparece una concientización (awareness) de los opuestos, y si el ego consciente logra honrar a ambos patrones, tolerando la tensión que existe entre ellos. Este circuito es consecuencia de una separación del self con el que uno se ha identificado, y un reconocimiento del self que se ha reprimido. Es por ello que, como premisa y afirmación subyacente a todo este trabajo, se postula el honramiento de todos nuestros selves, ya que aquellos a los que no se les rinda honor crecerán internamente en maneras inconscientes, ganando poder y autoridad. Los selves primarios cumplen un papel esencial en el desarrollo de la personalidad. En palabras de los autores (1989, p. 26), son “[...] el grupo de selves que ha evolucionado para proteger nuestra inicial vulnerabilidad y que ha oscurecido gradualmente la huella digital psíquica presente en nuestro nacimiento.” Los Selves Renegados Para Hal y Sidra (1989, p. 27) los selves renegados, también aludidos como nuestra herencia perdida, son “[...] patrones energéticos que han sido parcial o totalmente excluidos de nuestras vidas. Pueden abarcar desde ser angelicalmente espirituales, creativos y místicos, hasta ser lujuriosos, egoístas, e incluso demoníacos.” El tipo de características que posean dependerá de cada uno de nosotros y de los aspectos y rasgos de personalidad que nos hayamos visto compelidos a reprimir durante nuestra infancia. 17 Cuando nos adentramos en el universo de los selves renegados, existen ciertos procesos y un mecanismo defensivo por excelencia, que cobran un importante relieve. El mecanismo defensivo de la proyección, así como las actitudes, juicios y prejuicios que tenemos respecto de los demás y, de hecho, los vínculos y relaciones que entablamos con nuestro entorno, parecen estar marcadamente influenciados por el tipo de selves que hemos sometido a una renegación y/o enterrado en nuestro inconsciente, y por la intensidad personal de ese mecanismo renegativo. El desarrollo del sistema de selves primarios, que condena a la vulnerabilidad esencial en la que nacemos a un categórico destierro psíquico (de nuestra conciencia) en pos de un intento de protegerla o salvaguardarla, se entrama en nuestros primeros años de vida. Y es aquel proceso al que los doctores Stone denominan como el desarrollo de nuestra personalidad. Hal Stone (1985, p. 16) explica al respecto: Nacemos en este mundo como niños vulnerables. Debemos ser cuidados por un otro, como cualquier otro miembro del reino animal. Al igual que cualquier otro miembro del reino animal, debemos aprender a ser capaces de cuidar de nosotros mismos. Debemos volvernos capaces, debemos poder [We must become empowered]. Este proceso de “empoderamiento” [empowerment] es el proceso que denominamos el desarrollo de la personalidad. Para sobrevivir en el planeta tierra y no vivir como víctimas, nos volvemos “fuertes” mediante el desenvolvimiento de una personalidad que no es más que una defensa contra nuestra vulnerabilidad de base. Lamentablemente, este sistema defensivo nos priva de una experiencia sumamente rica que se apoya en o sobre una base de vulnerabilidad. Stone, H. (1985) la llama la experiencia del “ser en el nivel-esencia” [essence-level being], y agrega que “[…] es esa manera de ser/existir en el mundo que es sin armadura […], sin la necesidad de deformar las maneras espontáneas del vivir.” (p. 16). Esta experiencia es un estado natural de ser del niño que, tras el desarrollo de la personalidad, se sepulta. Hal Stone aclara que todo este proceso de desarrollo, cual producto de lo que en un punto es una represión-renegación de nuestra naturaleza esencial vulnerable, y que ocurre en todos los seres humanos, no es en sí un fenómeno negativo o despreciable, sino una necesidad y un requerimiento para la supervivencia. Los selves renegados viven relegados al inconsciente, donde por lo general, suelen pulsar a la espera de cualquier oportunidad para emerger. Stone, H. y Winkelman-Stone, S. (1989b) sostienen que estos selves son habitualmente proyectados en otras personas o incluso en objetos. Representaciones de nuestros selves renegados pueden observarse tanto en los 18 rechazos, odios o exagerados desprecios que podemos sentir hacia otras personas así como, inversamente, en las extremas idealizaciones y fanatismos, o en las personas a las que sobrevaluamos emocionalmente. De cualquiera de las dos formas, las personas que acarrean alguna representación de alguno de nuestros selves renegados siempre suelen generar que nos sintamos profunda e inexplicablemente atraídos hacia ellos. Dado que la energía que es renegada tiende a crecer en intensidad con el tiempo, cuanto más poderosa sea la reacción afectiva que nos genera la otra persona, más fuerte será el poder del self renegado que se ve en ella representado (Stone, H. y Winkelman, S., 1989b). Los selves renegados son la contracara de los primarios. Se reniega de ellos desde una edad muy temprana como consecuencia de condicionamientos externos que van desde la sutil desaprobación hasta los castigos violentos ante su emergencia (Stone, H. y Stone, S., 1989). Las energías principales que suelen renegarse están vinculadas a la agresividad y a la sexualidad. El temperamento infantil suele sufrir un duro modelado familiar para lograr una “normal” adaptación a las convenciones y normas sociales, y buena parte de este proceso implica el pensamiento previo a la acción, el recato y la prudencia, enseñanzas que inevitablemente conllevan una pérdida de espontaneidad y una cierta anulación de la expresión voluntaria y natural. Es así como los mencionados autores (1989, p. 31) utilizan la metáfora de la represa, al decir: “Un self renegado acumula energía tanto como el agua se acumulará lentamente tras un dique –y hemos construido un dique diferente para cada self renegado.” Una de las salidas que tienen estos selves es el proceso de sueño. En los sueños estas energías instintivas aparecen persiguiendo o perturbando al soñante, en la forma de animales salvajes, invasiones o personajes siniestros como ladrones, asesinos o acosadores sexuales. La multitud de relaciones en nuestra vida en donde se reflejan nuestros selves desoídos nos conduce a una de dos alternativas: posicionarnos como víctimas indefensas o aceptar el desafío de aprendizaje que ofrecen. Adoptar la última postura representa un profundo cambio de consciencia, ya que una enorme parte de la tensión y el estrés que sufrimos en nuestra vida diaria es consecuencia de esta tendencia de atracción al reflejo de nuestros selves renegados (Stone, H. y Stone, S., 1989). Partiendo de la premisa de que “La energía no puede ser destruida” (1989, p. 32), los autores explican el círculo de potenciación y la eventual transformación que sufren estos patrones al ser reprimidos, diciendo que la permanente represión de las energías sexuales y agresivas conduce a que sufran un importante cambio. El hecho de operar inconscientemente las torna más poderosas y les suma energía adicional. Lamentablemente, sus cualidades naturales se 19 deforman tornándose hacia la destrucción y aquí es donde se les da un nuevo nombre: energías o selves demoníacos. Así, continúan explicando que “[...] la agresión natural a menudo es transformada en ira asesina, los celos se vuelven pasión incontrolable, y los impulsos sexuales naturales se vuelven experiencias terribles” (1989, p. 33). El uso del término “demoníaco” se debe a la diferencia entre una vida instintiva natural y una vida instintiva renegada que se ha vuelto distorsionada. Las energías demoníacas en su esencia existen para respaldarnos y ayudarnos, por ello es importante honrarlas, restituirlas a su estado natural y evitar que se distorsionen (Stone, H. y Stone, S., 1989) El proceso de renegación tiene un costado claramente cultural. Es decir, algunos patrones energéticos suelen ser renegados culturalmente como, por ejemplo, en el caso de los siete pecados capitales de la civilización occidental. Los autores (1989, p. 33) dicen: Desde el Siglo de las Luces la humanidad ha renegado de todas las energías más “oscuras” –las pasionales, las irracionales, las místicas, las poco claras, y las paradójicas- y ha admirado, casi idolatrado, la racionalidad, el desapego, la objetividad científica, y la claridad. De esta manera, hemos negado mucha de la información disponible para nosotros como seres humanos. También hemos negado nuestra ira, irritabilidad, inseguridades y confusiones, en favor del balance, buen humor, certeza y auto-confianza. [...] Gran parte de la razón por la cual se reprime tan intensamente a estos patrones energéticos es por miedo, asociado a la idea de que si son liberados el caos prevalecerá. El método de Diálogo de Voz provee un modo seguro de experimentar la existencia y gradual salida de estos selves, sin que ellos se vuelvan dominantes de todo el proceso. Así, se apunta a honrarlos sin que sea necesario “vivirlos”. De otra manera, su entierro inconsciente nos consume tales cantidades de energía que, entre otras consecuencias, nos puede conducir al agotamiento y la enfermedad física. Hal y Sidra sostienen que aceptar nuestras voces “demoníacas” es permitir que se expresen de una forma equilibrada, no vivir de acuerdo a sus dictados. Consentimos su expresión balanceada cuando los reconocemos concientemente operando en nuestras vidas y en nuestros sueños, y esto de hecho nos da mayor control sobre ellos para evitar que se disparen de maneras caóticas (1989). Su cualidad de rezagados se remonta a una edad insuficientemente madura como para que pudiésemos entender qué era lo que estaba ocurriendo, razón por la cual su identificación se nos dificulta notoriamente. Por ello, deberíamos prestar atención a aquellas características con las que estamos sobre-identificados (las que nos hacen sentirnos orgullosos), y comenzar a reconocer en qué manera nos limitan. Por ejemplo, una persona excesivamente prolija, trabajadora, compulsivamente amable y considerada, que jamás se enoja y está siempre en lo 20 correcto puede volverse intolerante, inflexible, incapaz de relajarse o aceptar su propia complejidad y la de los demás. El desesperado afán de llevar una vida perfecta puede anular el intento de probar cosas nuevas por miedo a equivocarse. Es por ello que es positivo recordar que los selves renegados suelen ser portadores de nuevas ideas e inspiraciones, soluciones creativas a problemas insolubles hasta ese momento (Stone, H. y Stone, S., 1989). Por último, los autores sostienen que hay que estar atento a que cuando un self renegado se abre paso en la terapia de diálogo de voz, y comienza a expresarse, otros selves (de tipo primario) pueden querer tratar de volverlo a su lugar desoído. Por esto, es necesario hablar, no sólo con las subpersonalidades renegadas recién descubiertas sino también, con las subpersonalidades que desean mantenerlas reprimidas (1989). 21 PARTE II – Los Selves o Voces Dentro de cada uno de nosotros existe un amplio surtido de subpersonalidades o patrones energéticos: las voces. A lo largo de sus años de experiencia en el trabajo con el método de Diálogo de Voz con diferentes grupos y en diversos países, los doctores Stone han presenciado múltiples voces con ciertas características de corte bastante universal, y han escrito sobre las más comunes. Su énfasis en la cualidad muy real de existencia de las mismas, proviene de su vasta escucha de cada una de ellas, de sus demandas, quejas, y deseos. Es importante que el siguiente “listado” no sea tomado como una categorización rígida y excluyente. Las voces o selves se describen por separado pero en nuestro interior están en constante interacción unas con otras. También es necesario enfatizar el contraste entre los selves primarios y los renegados. En la cultura americana, el protector/controlador y los denominados “Pesos pesados” suelen ser los selves primarios, por ser aquellos con los que el ego está identificado. Pero, para cada self primario, existe una contracara equivalente, opuesta y menos desarrollada, denominada self renegado. Los autores sostienen que se debe pensar en la psique en términos del balance dinámico entre estos dos sistemas (1989). El Protector/Controlador Describir esta voz implica necesariamente remontarse al desarrollo de la personalidad y al estado de extrema vulnerabilidad bajo el cual venimos al mundo. Al nacer carecemos de personalidad y aún no tenemos armadura ni defensas. Sin embargo, todos poseemos una distintiva huella digital psíquica, que durante un corto período nos permite vivir sin culpas, sin la necesidad de amurallarnos para protegernos del mundo. Desafortunadamente, este estado de cosas pronto cambia ante el descubrimiento de que la garantía de nuestra existencia conlleva ciertas reglas de conducta. Aprendemos que ciertos comportamientos complacen y otros disgustan a nuestro medio y así desarrollamos una consciencia (Consciousness) particular que se ocupa de atender a estas señales. Esta consciencia es el self protector/controlador y coincide con el nacimiento de la personalidad. Su función consiste en observar y determinar cuáles de nuestras conductas marchan mejor y agradan más a nuestro ambiente (Stone, H. y Stone, S., 1989). Este patrón energético surge en la vida increíblemente temprano y a través del armado de este código de conductas socialmente aceptables nos guía y orienta. Su rol consiste en proteger a nuestro niño vulnerable (Stone, H. y Winkelman, S., 1989b). Bajo su dirección, incluso las conductas más simples como las sonrisas y los gorjeos, pronto pierden su espontaneidad y se vuelven reacciones automáticas a nuestro 22 contexto. Nos volvemos “menos naturales” porque nuestro protector/controlador está ahora monitoreando y evaluando todos los “peligros” que encontramos. (Stone, H. y Stone, S., 1989, p. 87). A medida que crecemos, el protector/controlador trabaja en forma de red y, para lograr sus objetivos, utiliza y se apoya en otros selves, que se constituyen en nuestro núcleo de selves primarios. Estos selves determinan quiénes somos y qué hacemos, y son quien creemos que somos (Stone, S., 2000). Para nuestra supervivencia, tanto física como psicológica, nos hemos identificado con ellos al punto de confundirlos con nuestro yo. El sistema de selves primarios establecidos en determinado momento puede modificarse a lo largo del tiempo, ya que todo lo que describe es aquello que es primario para la personalidad en una etapa particular. Descubrir y comprender cuál es el sistema de selves primarios es esencial en el Diálogo de Voz, por lo cual se explora cómo se desarrollaron, cómo protegen la vulnerabilidad del sujeto, y qué temen que le ocurrirá a la persona si ellos no están en control. Socialmente, la vulnerabilidad no suele ser apreciada, sino más bien temida y evitada. En cambio, el poder y la fuerza, generalmente, son bien vistos y muy recompensados. De esta manera, nuestro sistema de selves primarios evoluciona en búsqueda de mayor poder y fortaleza para proteger nuestra vulnerabilidad. En pos de esto nos educamos, aprendemos a complacer y básicamente a cómo ser exitosos en el planeta. Nos movemos de la indefensión y la vulnerabilidad hacia el poder, pero perdemos conexión con nuestra esencia (Stone, H. y Stone, S., 1989). El protector/controlador es el primero de los selves protectores que se desarrolla. Primordialmente racional, nos da el marco de referencia con el que percibiremos nuestro contexto mediante la explicación del mundo y de nosotros mismos que fija. A menudo termina quedando completamente a cargo de nuestras vidas y no da entrada a nada que pueda cuestionar sus creencias o alterar el status quo (Stone, H. y Winkelman, S., 1989b). Los doctores Stone (1989) comparan, en una cierta medida, al self Protector/Controlador con el “Superyó” freudiano o la figura del “padre” del análisis transaccional. Es quien nos convierte en seres capaces de enfrentar al mundo y está profundamente influido familiar y culturalmente; es de esta influencia de donde se desprende su set de principios básicos e inviolables. Una de sus acciones más características es el mantenimiento de la cualidad de renegación-represión de los selves desoídos. La resurrección de los selves renegados es uno de los grandes objetivos de la Psicología de los Selves, y por lo general, los selves que han sido reprimidos a merced del desarrollo de la personalidad suelen ser aquellos de índole más sensible. Descubrir cuáles selves están a cargo de la personalidad es esencial a este fin. Es por ello que trabajar con el 23 protector/controlador es de crucial importancia en el Diálogo de Voz, porque es el self básico detrás de la protección de todo ser humano. No obstante, característicamente, este self suele temer el trabajo psicológico debido a sus tendencias conservadoras. Es esta propensión tradicionalista la que lo vuelve desconfiado y escéptico ante nuevas ideas. Descubrir sus anhelos y deseos comienza a abrir su puerta de entrada, convirtiéndose en uno de los primeros pasos obligados en el método Diálogo de Voz. En este trabajo terapéutico el establecimiento de la confianza entre el facilitador (la persona que conduce la sesión) y los selves que aparecen durante el trabajo es crucial. Para ello, un self tan principal como el protector/controlador debe sentir que en cierto punto tiene derecho a controlar la labor, hacer que vaya más despacio o incluso detenerla si se torna muy amenazante (Stone, H. y Stone, S., 1989). Esto evita consecuencias iatrogénicas en el trabajo. Los protectores/controladores pueden variar significativamente de un país a otro, e incluso de una ciudad a otra. Sin embargo, sea cual fuere su origen, albergan ciertas cualidades esencialmente similares. Por sobre cualquier otro aspecto, los autores (1989) dicen que todos suelen ser esencialmente racionales, todos aspiran al mantenimiento del decoro y la apariencia de una conducta adecuada y correcta, todos quieren ejercer su control sobre las interacciones interpersonales y, por sobre todo, proteger al individuo. Esta última es la función central e intentan llevarla a cabo a cualquier precio. En un nivel microsocial, comentan que “Muchas familias dividen y separan los atributos de personalidad, y estimulan a los diversos protectores/controladores a desarrollarse a lo largo de líneas específicas que le otorgan al individuo un rol particular en la familia” (p. 93). De esta manera, el papel que cumple cada miembro de la familia suele caracterizarse por portar una cualidad particular que ha sido alentada parentalmente. En las familias con más de un hijo este fenómeno se puede ver en forma muy clara cuando, por ejemplo, uno de los hermanos cumple el rol de inteligente y estudioso, y el otro se convierte en popular y exitoso socialmente. Por lo general, estos papeles suelen estar en sintonía con el deseo de cada uno de los progenitores, lo que condiciona las respectivas preferencias y complicidades. A un nivel macro, Stone, H. y Stone, S., (1989, p. 95) dicen que los protectores/controladores “[...] tienden a apoyar el estereotipo nacional o regional. Generalmente, están deseosos de mantener a la gente tan cercana a la norma local o popular como sea posible, para prevenir las dificultades que puedan surgir de comportarse de manera demasiado individualista.” Respecto de la naturaleza dual de los patrones energéticos en los seres humanos y la específica de este self, ambos sostienen que a la igual que en la política, nuestras subpersonalidades pueden dividirse entre “conservadoras” y “liberales”. La primera tendencia tiene arraigo en los valores tradicionales, evitando el cambio y la posibilidad de mayores libertades, mientras que la segunda nos alienta a tomar riesgos y desafíos, romper con la 24 tradición, salir de nuestra zona de confort. Obviamente, el protector/controlador representa nuestra naturaleza conservadora interna y siempre apunta a la cautela. Si logramos honrar y darle espacio a ambas energías, nuestras decisiones adquirirán mayor balance y equilibrio. Es para ello que el respeto de los antecedentes culturales del protector/controlador del sujeto, por parte del facilitador, es central para la formación de una buena alianza de trabajo con él (1989). Percibir los cambios, a veces sutiles, en el individuo durante el trabajo es otra importante medida de seguridad para evitar consecuencias no deseadas. El facilitador debe sensibilizarse a las más ligeras reacciones de la persona con la que está trabajando; percibir una retracción en el sujeto a veces significa que el protector/controlador no está respondiendo positivamente al trabajo. De esta forma puede darse que, mientras se trabaja con una voz renegada, el protector/controlador irrumpa y sea necesario interrumpir el dialogo previo para entablar comunicación con él, y obtener su consentimiento para proseguir el trabajo. La dirección que tome la sesión será igualmente valiosa porque permitirá al sujeto ser testigo del conflicto de opuestos, y es específicamente este hecho el que permitirá un incremento en su nivel de consciencia. El propósito del proceso es escuchar las advertencias y consejos de distintos selves o subpersonalidades para, con toda la información, tomar decisiones y hacer elecciones con mayor consciencia (Stone, H. y Stone, S., 1989). Los “Pesos Pesados” o Selves Poderosos El Exigente (Pusher), el Crítico (Critic), el Perfeccionista (Perfectionist), los Agentes de Poder (Power Brokers) y el Complaciente (Pleaser) son el grupo de subpersonalidades o patrones energéticos que integran el conjunto de selves poderosos. Cualquiera de ellos, o cualquier combinación entre ellos, puede ser parte del patrón protector/controlador general de cada persona. Sin embargo, también puede ocurrir que operen independientemente. En América del Norte, estos selves suelen representar los selves primarios, es decir, aquellos selves que el protector/controlador elige para asegurar nuestro éxito y protección, y con los cuales el ego se identifica (Stone, H. y Stone, S., 1989). El Pusher Antes de describir este self es preciso hacer una aclaración respecto del término y de su traducción. Según el Diccionario Inglés-Español KEL (1991), el término Pusher se traduce como camello de drogas. Sin embargo, a mi entender, la elección de esta palabra realizada por Stone, H. y Stone, S., tiene que ver con el sentido tanto de la forma sustantivada como del formato verbal de la palabra “Push”. Cual sustantivo, “Push” se traduce como empujón o empuje, y en su forma verbal algunos de los significados, que yo encuentro relacionados al 25 sentido que en esta teoría se le adjudica, son: empujar, instar, presionar, apremiar, promover, promocionar o fomentar. Por último, la traducción de la construcción fija “to push oneself too far” es “exigirse demasiado”. Mi elección personal para su traducción sería “el Exigente”, “el Demandante” o “el Empujador”, con preferencia hacia la primera. Pero, habiendo hecho esta aclaración, opto por utilizarlo a lo largo del texto en su formato inglés, y dejar su traducción a criterio del lector. La obtención de grandes triunfos y éxitos en la vida, con certeza, puede ser rastreada hasta un Pusher sólido y fuerte. No obstante, también a esta voz pueden adjudicarse las migrañas, los dolores de espalda o los ataques cardíacos (Stone, H. y Stone, S., 1989). Uno de los mayores aliados del protector/controlador, el Pusher es un self constantemente alerta a las tareas que se deben cumplir en todo momento. Nos hace listas permanentemente, nos insta a llevar adelante y completar nuestras ocupaciones, manteniéndonos ocupados y productivos todo el tiempo. Uno de sus objetivos con este accionar, es lograr que la gente nos admire para que nuestro niño vulnerable se sienta bien consigo mismo. Sin embargo, entorpece cualquier intento de relajarse o disfrutar (Stone, H. y Winkelman, S., 1989b). Las listas de asuntos pendientes que crea para nosotros son infinitas, desde banalidades como hacer la cama, ejercitarnos o arreglar algo de la casa, hasta nuestros trabajos más importantes. Para este self nuestras horas de trabajo nunca son suficientes, y cada vez que tachamos un ítem de la lista el Pusher agrega otro más. Esta subpersonalidad no opera únicamente en los ejecutivos de primer nivel; a veces se encuentran los peores Pushers y los más exigentes en aquellas amas de casa que se la pasan en pijama el día entero dejando que los platos y la ropa se acumulen. Ello se debe a que las demandas de sus Pushers son tan imposibles de conseguir y tan interminables, que las conducen a desistir. Así suelen caer en subpersonalidades depresivas que consideran inútil intentar hacer nada (Stone, H. y Stone, S., 1989). En un caso como el antedicho, ocurre que la ausencia absoluta de gratificación y reconocimiento por las metas conseguidas y los objetivos logrados, sumadas al gradiente de actividades que permanece constante e invariable, generan un desasosiego y falta de resuello que pueden conducir a un estado de bloqueo e inactividad, y en los peores casos de desesperación. Como self primario, el Pusher suele desarrollarse tempranamente en la vida, gracias a las demandas fomentadas por el ambiente, en particular, por los padres. Más tarde, su estímulo pasa a cargo de maestros, profesores y, finalmente, empleadores. En familias muy ambiciosas, por ejemplo, el sobredesarrollo de este self puede llegar a causar el eclipsamiento del resto de los selves. El éxito de esta subpersonalidad en la civilización Occidental no nos es ajeno, ya 26 que los buenos pushers suelen ser muy recompensados por la sociedad. La hiperactividad, la adicción al trabajo, la ocupación constante, suelen ser atributos muy valorados, en especial en el mundo laboral (Stone, H. y Stone, S., 1989). Cuando una subpersonalidad o self toma el control de nuestro ego o yo, es decir, de aquello que identificamos como nosotros mismos, ocurren múltiples cambios en nuestro comportamiento verbal y no verbal. Gran parte de ellos son muy sutiles, casi imperceptibles, pero existen otros que no pasan desapercibidos (para un terapeuta entrenado). Según los autores (1989), los cambios físicos vinculados a la toma de control por el Pusher se relacionan a una sensación general de tensión en el cuerpo. Eventualmente esto puede desembocar en mandíbulas trabadas, dientes apretados, tensión en los músculos del cuello y la espalda, e incluso podemos sentirnos con dolor de estómago, producto de la angustia. En las personas donde el Pusher es un self primario demasiado dominante, sin contrabalance, suele existir mucha angustia y ansiedad, resultadas de las sensaciones de falta de tiempo, y responsabilidades excesivas e inabarcables. Es posible conjeturar que el agobio y extenuación a los que puede conducir este self, cuando no existe un ego consciente que opere sobre él regulándolo, se acumulen de tal manera de que resulten en un estado depresivo o de angustia generalizada. No obstante, hacen falta investigaciones específicas sobre la base de éstas y de las otras tantas hipótesis que pueden formularse, en poblaciones que hayan recibido estos diagnósticos. Sin embargo, respecto del valor relativo o absoluto de los selves, los autores hacen una aclaración: [...] no consideramos al Pusher como una energía negativa. Todo es relativo a nuestra consciencia (awareness) y a nuestra habilidad para dirigir energía a través de un ego consciente, para que podamos tomar verdaderas decisiones sobre lo que hacemos. Cuando el pusher está a cargo, somos conducidos por la autopista de la vida a alta velocidad. [...] A menudo nuestro cuerpo físico paga el precio de sostener a un pusher sobredotado (1989, p. 103). El costo de esta última acción puede resultar mortal, como en el caso de un ataque cardíaco. En última instancia, el pusher también termina interfiriendo en nuestras relaciones interpersonales, ya que si no estamos en una relación puede sostener un control más absoluto sobre nuestras vidas sin nadie que lo cuestione. Así nos transforma en personas prodigiosamente productivas y admiradas, pero incapaces de establecer un verdadero contacto con alguien más (Stone, H. y Winkelman, S., 1989b). 27 La contracara o “Némesis” del Pusher suele ser el self “Hace-Nada” (Do-Nothing). Esta subpersonalidad, que adquiere la cualidad de desoída o renegada cuando el Pusher es primario, puede adoptar las características de un holgazán, un vagabundo de playa, un hippie, un perezoso o una princesa malcriada. Como opuesta al Pusher, suele ser depositaria de propuestas auto-indulgentes y relajantes. Al permitirnos e incluso animarnos a no hacer nada suele ser un contra-self muy equilibrador, que nos deja ir más despacio, ocuparnos de nosotros mismos y disfrutar de la vida. Debido a que, interpersonalmente, nuestros selves dominantes y renegados siempre conforman un patrón con los selves respectivos de los demás, cuando no incorporamos esta última energía en nuestras vidas, solemos atraerlo en la persona de alguien de nuestro entorno más cercano (como un hijo, un jefe o una pareja) (Stone, H. y Stone, S., 1989). Los selves primarios son el apoyo y el sostén de la personalidad que desarrollamos como defensa frente a nuestra vulnerabilidad. En la cultura norteamericana al menos, el Pusher suele ser una de las piedras angulares de esa personalidad. La adquisición de mayor consciencia (consciousness) acaba con el gobierno absoluto de nuestra existencia por parte de ese grupo de subpersonalidades dominantes; la misma no apunta a juzgar o erradicar nada, sino a poner nuestra vida en nuestras manos, separándose del sistema de ideas, actitudes y sentimientos que hasta el momento había dominado nuestra manera de ser en el mundo. Tan sólo nos permite ser conscientes de nuestra experiencia, tener mayor poder de elección y decisión sobre ella, y sobrellevar y balancear la tensión entre los opuestos evitando que nos volvamos esclavos de un pequeño grupo de los muchos selves que nos integran (1989). Caer en el error de pensar que este tipo de voces siempre hablan “con la verdad” es la consecuencia inevitable del profundo arraigo que poseen no sólo en las personas sino también en la estructura social. Los autores (1989, p. 113) añaden que “Ellas siempre suenan como si desearan mejorarnos, como si en el fondo albergasen nuestros mayores intereses. Por ello, es importante escuchar atentamente [...] y, desde la posición estratégica de un ego consciente, averiguar la validez de sus comentarios.” El Crítico Una de nuestras tendencias humanas es la de juzgar a los demás. Stone, H. y Stone, S. (2000) sostienen que existen dos tipos de juicios: los que ejercemos hacia los demás y los que dirigimos hacia nosotros mismos. El Crítico Interior se encarga de estos últimos. Como un espejo cuya imagen distorsiona aquello que refleja, el Crítico Interior es una voz que nos desvaloriza y critica. Dado que sus constantes juicios acerca nuestro y su manera permanente de comentarnos existe desde nuestra temprana infancia, hemos perdido 28 consciencia de que se trata únicamente de uno de los selves que nos integra, y solemos vivenciarlo como una parte natural de nuestra identidad. Incorporando las opiniones y expectativas de nuestro medio ambiente familiar y nuestro contexto social, se desarrolla en nuestros primeros años de vida. (Stone, H. y Stone, S., 1993). Habiendo dictado clases sobre la Psicología de los Selves y probado el método de Diálogo de Voz en cuatro continentes y en diversas culturas los doctores Stone postulan una asombrosa universalidad para el Crítico Interior. No obstante, aclaran que el contenido de sus críticas es diferente según el sistema de valores de cada cultura particular. De su experiencia desprenden que los Críticos de los norteamericanos suelen apuntar a que la persona sobresalga por encima de los demás y sea especial, incluso superior a otros, tratando de evitar que uno se pierda en la multitud. Mientras que en Australia, Holanda y otros países del norte de Europa, los Críticos Interiores suelen mantener la postura opuesta y son muy prejuiciosos con las personas que se destacan demasiado (1993). En mi opinión personal, a pesar de la falta de investigaciones específicas respecto a esto, creo que la visión de los Críticos en Argentina se correspondería con la de los europeos y australianos. De todos modos, y a pesar de sus diferencias, el gran punto en común que tienen los Críticos Interiores de todos los países es su capacidad de paralizar a la gente y volverla sumamente infeliz e inefectiva. Una de las razones para esto es que, sin importar cuánto uno escuche e intente cambiar en la dirección que ellos desean, es imposible complacer al Crítico o deshacerse de él. Parte de la importancia central que los doctores Stone (1993) atribuyen a esta subpersonalidad, y que probablemente los motivó a dedicar un libro entero a este self, tiene que ver con su consideración del mismo como una voz capaz de detener por completo o atrofiar severamente el crecimiento personal. Como el resto de los selves que suelen operar como primarios, el Crítico nace de manera temprana. Nuestras figuras parentales suelen educarnos de manera de que luzcamos y nos comportemos de un modo que nos permita salir bien en el mundo. Además, lograr que nos convirtamos en personas “correctas” (sea cual sea el significado que atribuyan a esto) les otorga un gran sentimiento de bienestar, ya que por debajo de sus expectativas yacen sus propias inseguridades y su miedo a fracasar como padres. Múltiples comportamientos infantiles suelen incomodar y avergonzar a los adultos, especialmente a los padres: las interrupciones, los enojos, la curiosidad sexual, la desobediencia o hacer ruido son algunos ejemplos de conductas que los contrarían. Sea por la razón que sea, el mensaje permanente que recibimos de nuestros progenitores es que algo está mal en nuestro interior, con la premisa implícita de que si uno se mejorara a sí mismo todo estaría bien (Stone, H. y Stone, S., 1993). 29 Para poder auto-protegernos del sufrimiento y la vergüenza de resultar siempre menos de lo que deberíamos ser, dentro nuestro se desarrolla una voz que hace eco de los intereses de nuestros padres [...] o de otra gente importante para nosotros en nuestros primeros años (Stone, H. y Stone, S., 1993, p. 7). Y es de esta manera que este self nace para criticarnos antes de que nadie más pueda hacerlo. Ambos autores postulan que el objetivo del Crítico interior es evitar que nos lastimen o nos avergüencen. Para ello, espera con ansiedad, a veces con desesperación nuestros triunfos y éxitos en la vida, con la idea de que conllevarán la aceptación de los otros. Señalando todos nuestros errores e inadecuaciones, junto con lo que “deberíamos” y “no deberíamos” hacer, suele hacernos sentir que equivocarnos es inaceptable. Las palabras son una herramienta que utiliza en formas muy poderosas y profundas, y su uso del lenguaje es muy particular. Por ejemplo, se refiere a un poco de sobrepeso, a un dolor de cabeza, a comer de más como “síntomas”. Tomar mucho café, o estar muy apegado a alguien se vuelven “comportamientos adictivos”. La necesidad universal de otras personas la llama “codependencia”, y así es con todo. Estos términos, bien utilizados en el contexto correspondiente y por las personas correspondientes, son de gran ayuda, pero en boca del Crítico son armas contra nuestro crecimiento (1993). Sin embargo, los doctores Stone agregan que al trabajar con este self conviene recordar que el mismo, como todas las subpersonalidades que ocupan el rol de primarios, desea nuestro bien. Desea para nosotros éxitos profesionales y financieros, así como el éxito familiar, amoroso y la consecuente aceptación por parte de los demás. Nació como subpersonalidad para salvaguardar nuestra vulnerabilidad adaptándonos a nuestro mundo circundante mediante la satisfacción de sus requisitos. Pero, para lograr que encajáramos socialmente y que fuésemos aceptados y amados por los demás, y para evitarnos dolores y vergüenzas, toma control de nuestras naturales inclinaciones, corrigiéndolas antes de que nadie más pueda hacerlo y rechazarnos (1993). El problema con esta subpersonalidad suele ser que sus propósitos originales se desvanecen debido a que no sabe cuándo detenerse y cuándo sus comentarios han sido más que suficientes. Por lo general, crece incesablemente hasta que pierde el control y comienza a socavarnos generándonos un daño real. Cuando ha llegado a este punto los doctores Stone hacen uso de la metáfora de un agente de la CIA renegado, ya que este self ha aprendido a cómo infiltrarse en todas las áreas de nuestra vida, y a rastrear con excesiva minuciosidad y detalle cualquier imperfección o flaqueza en nuestro comportamiento. Y así, habiendo cruzado todo límite, opera de manera independiente, secreta y bajo su propio mando, fuera de cualquier regulación. Esto conlleva un peligro que puede llegar a ser extremo porque la 30 información que en su origen se destinaba a la promoción de nuestro bienestar general y defensa integral es ahora usada en nuestra contra (Stone, H. y Stone, S., 1993). Las consecuencias pueden ser varias de acuerdo a la intensidad de su poder anárquico. Desde bloquear o anular nuestra creatividad, y ser fuente de un sentimiento de culpa u humillación, hasta el minado de nuestra autoestima y auto-confianza a niveles de un trastorno depresivo. El miedo al fracaso y a equivocarnos al que inevitablemente nos conduce, junto a sus penetrantes y constantes observaciones, pueden llegar a paralizar toda nuestra vida (Stone, H. y Stone, S., 1989). Trágicamente, el debilitamiento físico y psíquico extremo que puede alcanzar una depresión es capaz de derivar en el suicidio. Los Agentes de Poder (Power Brokers) El poder no es sólo una realidad, sino también un hecho de la vida psíquica. Cual corredores de bolsa, los agentes de poder son un grupo de patrones energéticos o subpersonalidades que incluyen una variedad de voces como el poder, el dinero, el egoísmo y/o la ambición. El pusher a veces se incluye aquí y en ciertas ocasiones, cuando que el terapeuta o facilitador desea hablar con el protector/controlador, responden en su lugar este grupo de voces. Esto se debe a que a menudo los intereses de éste coinciden con aquellos de los agentes de poder. Los líderes tras muchas operaciones, a este grupo se deben fenómenos como la compulsiva acumulación de riqueza o la necesidad de controlar a otros; ambos intentos de apaciguar las ansiedades y miedos del niño vulnerable, la voz renegada por excelencia (Stone, H. y Stone, S., 1989). Otros “pesos pesados” Si bien las próximas dos voces, y las ya “etiquetadas”, suelen ser las que más habitualmente se encuentran operando en las civilizaciones occidentales –y a mi parecer, en los países o ciudades de tipo más bien capitalista-, es importante recordar que su manera de presentarse y de encarnar en cada ser humano es tan única e irrepetible como la persona en sí. Asimismo, los patrones aquí mencionados no lo abarcan todo, y a mi entender la constelación de selves en general y en particular, que esta teoría postula, es mucho más amplia, asemejando los enormes sistemas teológicos de religiones politeístas de la historia (como la griega, la romana, la egipcia), en donde cada dios personificaba una determinada cualidad o valor del espíritu humano. La voz del Perfeccionista (The Perfectionist) suele fijar metas de perfección en todas las áreas de nuestra vida: lucir perfectos, ser perfectos, tener una relación de pareja perfecta, hijos perfectos y trabajar impecablemente. Una vez más, si logra esto y evita que seamos criticados externamente, nuestro niño vulnerable estará a salvo. Este self carece de tolerancia alguna 31 ante la flaqueza humana. Pero, dado que, como he dicho previamente, ningún patrón energético es inherentemente bueno o malo, los requerimientos que impone el Perfeccionista pueden ser usados creativamente o pueden convertirse en una carga insoportable. Muchos profesionales, como el cirujano o el ingeniero que lleva a cabo la construcción de un puente, necesitan decididamente los estándares que impone esta voz a la hora de hacer su trabajo, pero en nuestras relaciones personales sus efectos suelen ser dañinos (Stone, H. y Winkelman, S., 1989b). Cuando el Perfeccionista, el Pusher y el Crítico se juntan, como muy a menudo ocurre, suelen formar una tríada insalubre. El resultado suelen ser personalidades rígidas con temperamentos bastante inflexibles, exigentes, implacables, demandantes y controladores, consigo mismo y con los demás. Hal y Sidra postulan que estos elaborados sistemas se generan y existen para intentar fortalecer a la persona frente a su propia vulnerabilidad. Pero, lamentablemente, a mayor intensidad de ellos, mayor y más profunda la angustia del niño interior al que recubren. Esta angustia suele traducirse en una enorme cantidad de síntomas: depresión, ansiedad, problemas físicos, relaciones familiares perturbadas y disfuncionales (1989). Por último, la voz del Complaciente (Pleaser), si bien es de un talante notablemente diferente a las anteriores, suele incluirse aquí porque aunque a muchos les de la impresión de debilidad, maneja un enorme poder (1989). Su objetivo es complacer: agradar, contentar a la gente a su alrededor, hacer felices a los demás. De increíble sensibilidad para sintonizar con los deseos ajenos, aprende a reconocer qué quieren las personas que rodean al sujeto para poder actuar en consecuencia. A menudo, para que esta voz exista y cobre importancia en la constitución psíquica de selves, es necesario renegar por completo de la furia, la ira, el egoísmo y de toda la naturaleza “demoníaca” afín. Los Selves Renegados y la Vulnerabilidad Como mencioné anteriormente, a cada self primario corresponde un self renegado que actúa como su complemento, “[...] igual y opuesto en contenido y poder.” (Stone, H. y Winkelman, S., 1989b, p. 9). Según los doctores Stone, existen dos grandes grupos de selves renegados: las energías instintuales y los selves vulnerables. Las energías instintivas renegadas 32 Como expliqué previamente, al ser renegadas activamente durante enormes períodos de tiempo, las energías suelen aumentar su intensidad al punto de volverse en contra nuestro o canalizarse a través de nosotros de maneras extremadamente destructivas. Cuando esto ocurre, se las denomina demoníacas. Por lo tanto, por definición, sólo se vuelven “demoníacas” cuando reprimidas o renegadas. El agotamiento físico y psíquico a menudo puede provenir de la energía que invertimos en contener a estas energías. De hecho, la fatiga extrema suele ser producto de la retención y renegación de fuertes instintos animales. El costo de la represión de este “rugir” interno varía. Desde una depresión y pérdida de entusiasmo hasta conductas que ponen en riesgo todas las áreas vitales (la profesión, el matrimonio, la familia). En el peor de los casos puede conducir a un quiebre físico de resultados irreversibles (Stone, H. y Stone, S., 1989). Este tipo de energías suele sufrir un proceso de tipo círculo vicioso que los autores metaforizan con la alegoría del “animal enjaulado”: Si un animal es encerrado en una jaula por muchos años, se volverá salvaje. Si inadvertidamente la puerta queda abierta, el animal sale furioso y violento. De esto, su cuidador concluye acertadamente que el animal es inherentemente peligroso. Pero esto no es necesariamente así. El peligro es, al menos en parte, resultado del largo encarcelamiento. Lo mismo ocurre con nuestra vida instintiva –aquellos selves que temen el instinto ayudan a confinar a nuestras energías instintivas a una jaula, en donde eventualmente se tornan demoníacas. Periódicamente, estas energías erupcionan de maneras violentas. El “carcelero de los instintos” dentro de nosotros nos dice que esta violencia es prueba de que los animales adentro nuestro son malos (1989, p. 138). Así, advierten ambos autores, si escuchamos a este “guardián” de los instintos, mantenemos nuestra naturaleza instintiva enjaulada y reprimida; y, dado que la voz de estas energías suele decir cosas inaceptables a la moral y los valores tradicionales, permitir su discurso requiere de gran coraje. Asimismo, porque el potencial destructivo que poseen es enorme, podría decirse que los miedos del protector/controlador son, en un punto, muy legítimos. Pero estas voces no necesitan tomar control de nuestra personalidad, tan sólo demandan ser honradas y para ello oídas, piden que se les permita tener una voz. El poder y la sensualidad suelen representar los núcleos básicos de su identidad (1989). Los selves vulnerables Estos selves suelen agruparse en torno a la representación de tres aspectos de nuestro niño interior: el niño vulnerable, el niño juguetón y el niño mágico. 33 Respecto del primero, explican que encarna la sensibilidad y los miedos del sujeto. Suele vivir en el temor a ser abandonado, sus sentimientos son heridos con enorme facilidad y por lo general teme a una multitud de cosas que el protector/controlador y los pesos pesados ignoran. El desarrollo y evolución del protector/controlador, de hecho, ocurre para proteger a este niño vulnerable, con el precio de que en este proceso lo sepulta para evitar que salga lastimado. El niño juguetón o travieso es una especie de Peter Pan interno, sabe jugar y divertirse como un niño. Según Stone, H. y Stone, S. (1989) es más accesible que el niño vulnerable dado que “(…) es más factible que el protector/controlador permita diversión a lágrimas y dolor.” (p. 150). Y, por último, el niño mágico es el niño de la imaginación, la creatividad, la intuición y la fantasía. Los autores recalcan que el niño interior nunca crece y es el que sabe “ser”, mientras todos los selves restantes saben “hacer” y “actuar” (1989). 34 PARTE III: El arquetipo Sombra Como estudiante avanzada de psicología, considero que el pensamiento del médico suizo Carl Gustav Jung (1875-1961) revolucionó el mundo de la psicología. Como dice John Freeman (1977), amigo personal de Jung, en la introducción al libro “El hombre y sus símbolos”, muchos conceptos muy conocidos y utilizados como “extravertido”, “introvertido”, o “arquetipo” se deben a Jung. Gracias a una excelente formación en literatura, mitología, filosofía y antropología, su visión de la psicología se genera, a mi entender, desde un lugar tanto científico como artístico. Robin Robertson (1998), psicólogo junguiano, dice que Jung “Estaba convencido de que una descripción exacta de la realidad necesitaba tanto de precisión científica como de comprensión poética” (p. 169). El interés y curiosidad de Jung por las supersticiones, y por fenómenos plausibles de ser llamados “paranormales”, “sobrenaturales” u “ocultos”, fenómenos que eran enfáticamente rechazados por sus colegas, fue tanto su boleto a grandes descubrimientos como el estigma que hizo que sus ideas fueran a menudo evitadas, rechazadas y hasta burladas. Pero Jung, “Nunca pudo ignorar la experiencia simplemente porque no encajaba con su visión de la realidad” (Robertson, R., 1998, p. 170). De los episodios biográficos más famosos de Jung, su íntima amistad con Sigmund Freud y posterior ruptura de la misma, por desavenencias tanto personales como intelectuales, probablemente sea uno de los capítulos más renombrados y polémicos en la historia de las grandes incompatibilidades teóricas en psicología. Jung se inició en una correspondencia regular, que luego derivara en una profunda amistad, con Freud en 1906, tras leer su escrito La interpretación de los sueños poco después de su publicación. La admiración que ambos se profesaban repercutió en que Freud resolviera que Jung era el destinado a sucederlo. Razón por la cual, en 1910, Jung se convirtió en el primer presidente de la Asociación Psicoanalítica Internacional, luego de su fundación. Sin embargo, en 1914 la ruptura entre ambos se dio por completada con la renuncia de Jung y su desafiliación de la Asociación (Hall, C. y Lindzey, G., 1975). Aunque las causas de la ruptura de tan íntima relación fueron complejas (…), entre las más importantes se contó el rechazo, por parte de Jung, del pansexualismo freudiano. (…) Jung procedió entonces a forjar su propio método psicoterapéutico y su propia teoría psicoanalítica conocida por el nombre de psicología analítica, cuyos lineamientos básicos habían sido trazados antes de su encuentro con Freud (…)(1975, p. 83). 35 Siguiendo a estos autores, entre los antecedentes de estudio de Jung se encuentran el haber asistido y colaborado con Eugene Bleuler, haber estudiado con Pierre Janet y haber sido alumno y sucesor de Charcot. Fue objeto de múltiples títulos honoríficos de las universidades de Harvard y Oxford, y es en Estados Unidos especialmente donde cuenta con numerosos admiradores y continuadores. Respecto de su teoría de la personalidad, explican: Tal vez el rasgo más importante, y particularmente distintivo de la concepción jungiana del hombre, es la combinación de lo teleológico con lo causal: la conducta del ser humano está condicionada no sólo por su historia individual y racial (causalidad) sino también por sus objetivos y aspiraciones (teleología); el pasado como realidad y el futuro como potencialidad orientan la conducta presente del individuo. El enfoque de Jung de la personalidad es prospectivo (…) mira hacia (…) la línea futura de la evolución del individuo y retrospectivo en el sentido de que toma en cuenta el pasado (p. 84). Una de las características de su concepción que más lo alejan de Freud, es su énfasis en el rol del destino o la finalidad del desarrollo humano. En tanto para Freud en el ser humano se trataría solamente de una repetición continua de los temas instintivos, para Jung, en cambio, existe un constante desarrollo creador, junto con un anhelo de renacer y una búsqueda de totalidad y de plenitud. Esta diferencia va de la mano del origen racial que Jung postula para la personalidad, en contraposición al infantil de Freud. Para Jung la personalidad resulta de un ciclo de retroalimentación entre las fuerzas internas y externas al individuo, es decir que “(…) existe una personalidad racial preformada y colectiva que alcanza selectivamente el mundo de la experiencia y que es modificada y elaborada por las experiencias que ella misma vive” (Hall, C. y Lindzey, G., 1975, p. 84). Es a este gran respeto por el pasado racial y su influencia sobre el ser humano, denotado en la concepción psicológica junguiana, al que los autores (1975) atribuyen el mérito de que Jung sea reconocido como uno de los psicólogos de mayor erudición hasta nuestros días; y continúan justificando esta afirmación citando la profundización de las investigaciones de Jung que incluían el estudio de mitología, religión, símbolos y ritos ancestrales, costumbres y creencias de pueblos primitivos, sueños y visiones, así como los síntomas de los neuróticos y las alucinaciones y delirios de los psicóticos. La estructura de la personalidad de Jung A manera introductoria, y para mayor comprensión de los siguientes conceptos, explicaré brevemente los tres sistemas que integran la personalidad total o psique (como la denominaba Jung) en esta teoría. 36 Separados aunque interactuantes, el Yo, el Inconsciente Personal (con sus complejos), y el Inconsciente Colectivo (con sus arquetipos), son los tres sistemas más importantes de la teoría analítica de la personalidad. Si bien no serán desarrollados aquí, existen, además de estos sistemas interdependientes, las funciones del pensamiento, el sentimiento, la sensación y la intuición, y las actitudes de extraversión e introversión, para completar la teoría. Finalmente, lo que Jung llama el Self, y que en sus traducciones se conoce como el Sí Mismo, constituye, en palabras de Hall, C. y Lindzey, G. (1975, p. 86), “(…) la personalidad plenamente desarrollada y unificada.” Los autores explican que el yo es la mente consciente, el centro de la conciencia, y está integrado por las percepciones, los recuerdos, los sentimientos de identidad y continuidad del individuo, y los pensamientos y sentimientos conscientes. El inconsciente personal, región contigua al yo, se compone de experiencias que “(…) conscientes en algún momento, luego fueron reprimidas, suprimidas, olvidadas o ignoradas y por aquellas otras que desde el primer instante fueron demasiado débiles para producir una impresión consciente en el individuo” (p. 86). Accesibles a la conciencia, sus contenidos pueden compararse a los del preconsciente freudiano, sosteniéndose así un gran intercambio bidireccional entre esta zona y el yo. En este inconsciente habitan los complejos, constelaciones o grupos organizados de sentimientos, pensamientos, percepciones y recuerdos, poseedores de un núcleo que atrae o “consteliza” diversas experiencias como si fuese un imán. Según Jung, los complejos pueden actuar como personalidades autónomas, con vidas mentales y móviles propias, controlando la personalidad y usando la psique para sus fines. Asimismo, si bien este núcleo y sus asociaciones suelen ser inconscientes, ambos pueden volverse conscientes. Por último, el inconsciente colectivo o transpersonal es el más poderoso e influyente de los tres, pudiendo adquirir, en una psicopatología, completo control del yo y del inconsciente personal. Dado que en él habitan los arquetipos, lo explicaré más extensamente en el siguiente apartado (1975). El inconsciente colectivo y el concepto de arquetipo Dado que la sombra constituye uno de los principales arquetipos junguianos (junto con el anima, el animus y la persona), para comenzar a comprender lo que significa en esta teoría, me resulta necesario introducir de manera más profunda el concepto de inconsciente colectivo. Aludido como el “residuo psíquico del desarrollo evolutivo del hombre” por Hall, C. y Lindzey, G. (1975, p. 86), el inconsciente colectivo es el depositario de las huellas mnésicas de toda la herencia ancestral del ser humano. Este pasado abarca no sólo la historia de la especie humana de manera diferenciada, sino también el legado prehumano o animal. En su libro “Arquetipos e Inconsciente Colectivo” (2008), Jung abre el primer capítulo diciendo: “La hipótesis de un inconsciente colectivo es uno de esos conceptos que chocan en un 37 comienzo al público pero que pronto se convierten en ideas de uso corriente;” (p. 9). No se equivocaba. Así comienza a desarrollar la explicación del significado de este concepto, remontándose primero a la noción de inconsciente sólo, diciendo: (…) la idea filosófica de lo inconsciente, (…) como se encuentra principalmente en C. G. Carus y E. von Hartmann (…) en primer término fue una designación para el estado de los contenidos mentales olvidados o reprimidos. En Freud, lo inconsciente, aunque aparece ya –al menos metafóricamente- como sujeto actuante, no es sino el lugar de reunión de esos contenidos olvidados y reprimidos, y sólo a causa de éstos tiene una significación práctica. De acuerdo con este enfoque, es (…) de naturaleza exclusivamente personal aunque el mismo Freud había visto ya el carácter arcaicomitológico de lo inconsciente. Un estrato en cierta medida superficial de lo inconsciente es, sin duda, personal. (…) Pero ese estrato descansa sobre otro más profundo que no se origina en la experiencia y la adquisición personal, sino que es innato: (…) (el) inconsciente colectivo. (…) este inconsciente no es de naturaleza individual sino universal, es decir, (…) tiene contenidos y modos de comportamiento que son, cum grano salis, los mismos en todas partes y en todos los individuos. (…) es idéntico a sí mismo en todos los hombres y constituye así un fundamento anímico de naturaleza suprapersonal ( p. 9). Fundamento racial y heredado de toda la estructura de la personalidad, sobre el inconsciente colectivo se erigen el yo, el inconsciente personal y las demás adquisiciones individuales. La atribución de universalidad que Jung otorga a este inconsciente es por él justificada en la similitud de la estructura cerebral de todas las razas humanas, hecho que sugiere una evolución común. No son los recuerdos ni las representaciones raciales como tales lo que se hereda, sino la potencialidad de poder revivir las experiencias de las generaciones anteriores, repetidamente acumuladas en este sustrato psíquico a lo largo de la historia. Según esta teoría, estas representaciones raciales innatas nos predisponen a pensar, sentir y percibir de acuerdo con patrones y contenidos definidos, actualizándolos en cada experiencia individual. Por ejemplo, dado que nuestros antepasados primitivos han hallado múltiples peligros en la oscuridad o en ciertos reptiles como las serpientes, es considerable asumir que el hombre está predispuesto a temer a cualquiera de éstos. Estas predisposiciones marcan tendencias que aumentan la susceptibilidad de las personas a ciertos temores, ideas, sentimientos o pensamientos (Hall, C. y Lindzey, G., 1975). Al respecto los autores añaden: Ciertas ideas, como la de un ser supremo, son concebidas con facilidad porque la disposición ha sido firmemente impresa en el cerebro y requiere tan sólo un mínimo refuerzo de la experiencia individual para aparecer en la conciencia e influir sobre la 38 conducta; tales recuerdos latentes o potenciales dependen de estructuras intrínsecas y de sendas grabadas en el cerebro como resultado de las experiencias acumuladas de la humanidad: negar la condición hereditaria de dichos recuerdos ancestrales es negar la evolución y la herencia del cerebro (p. 87). La manera más famosa de referirse a estos contenidos del inconsciente colectivo es mediante la palabra “Arquetipo”. Pero, de hecho, más aún que contenidos, los arquetipos son los componentes estructurales de éste inconsciente. A la manera de la expresión de Lévy-Bruhl, “representaciones colectivas”, por él usada para nombrar las figuras simbólicas de la cosmovisión primitiva, estos contenidos son tipos arcaicos, más aún, primitivos. Así como el mito y la leyenda son expresiones arquetípicas, en las doctrinas tribales primitivas suelen transmitirse como fórmulas ya conscientes, a la manera de doctrinas secretas, voz usada para la transmisión de contenidos colectivos de procedencia originalmente inconsciente (Jung, C., 2008). Llamados también dominantes, imágenes primordiales, imagos, imágenes mitológicas y patrones de conducta, los arquetipos son el fruto de experiencias raciales respecto del mundo, y pueden definirse como depósitos mentales permanentes de experiencias que han sido constantemente reiteradas a lo largo de múltiples generaciones. Sin embargo, no debe conferírseles una cualidad estática o inoperante; dado que están altamente cargados de energía y funcionan como centros autónomos, generación tras generación, tienden a producir la repetición y la elaboración de las mismas experiencias. Asimismo, pueden penetrar en la conciencia: “Los mitos, los sueños, las visiones, los ritos, los síntomas neuróticos y psicóticos, las obras de arte, contienen gran proporción de material arquetípico (…)” (Hall, C. y Lindzey, G., 1975, p. 88). La sombra Jung sostenía que el encuentro con uno mismo “(…) significa en primer término el encuentro con la propia sombra” (2008, p. 31). Firme creyente en que no podía ser esquivada ni rechazada sin consecuencias, la describe como “(…) un angosto paso, una puerta estrecha, cuya penosa estrechez nadie que descienda a la fuente profunda puede evitar” (2008, p. 31). De la misma manera, en “Sobre la Psicología del Inconsciente” (1917), se refería a la sombra personal como “(…) el otro en nosotros; la personalidad inconsciente de nuestro mismo sexo; lo inferior y censurable; ese otro que nos llena de (…) vergüenza” (Jung, C., citado en Zweig, C. y Abrams, J., 2001, p. 34). Similar a la noción freudiana de “lo reprimido”, la sombra es, sin embargo, una especie de subpersonalidad con sus propias ideas, imágenes, pensamientos, juicios de valor, es decir, con contenidos autónomos. Asimismo, y a diferencia de Freud para quien resulta inmoral e incompatible con la personalidad consciente, la sombra es negativa 39 únicamente desde la perspectiva de la conciencia. De hecho, posee un extraordinario potencial creativo y artístico. Definida más adelante por Jung (1945, citado en Zweig, C. y Abrams, J., 2001) como lo que una persona no desea ser, personifica una “(…) instancia psicológica negada que mantenemos aislada en el inconsciente donde termina configurando una especie de personalidad disidente. Desde este punto de vista (…) es (…) una especie de compensación a la identificación unilateral de nuestra mente consciente con aquello que le resulta aceptable” (p. 35). Constituida en gran parte por los instintos animales heredados en el hombre en el curso de su evolución desde las formas inferiores de vida (Jung, 1948, citado en Hall, C. y Lindzey, G., 1975), tipifica el aspecto animal de la naturaleza humana. Al hablar de la sombra, muchos analistas junguianos suelen apelar a la mundialmente conocida novela de Robert Louis Stevenson, El Extraño Caso del Dr. Jekyll y Mr. Hyde. Según C. Zweig (escritora y editora californiana) y J. Abrams (terapeuta junguiano y escritor, también de California) (2001), el famoso argumento fue inspirado por un sueño que el propio Stevenson tuvo, en el que un hombre, tras ser perseguido por un crimen, toma una pócima que le genera un cambio drástico de personalidad, dejándolo irreconocible. “De esta manera, el Dr. Jekyll, un amable y esforzado científico, termina transformándose en el violento y despiadado Mr. Hyde, un personaje cuya maldad iba en aumento a medida que se desarrollaba el sueño” (p. 14) ¿Cómo se relaciona esto al arquetipo de la sombra de Jung? En palabras de ambos: Cada uno de nosotros lleva consigo un Dr. Jekyll y un Mr. Hyde, una persona afable en la vida cotidiana, y otra entidad oculta y tenebrosa que permanece amordazada la mayor parte del tiempo. Bajo la máscara de nuestro Yo (Self) consciente descansan ocultas todo tipo de emociones y conductas negativas –la rabia, los celos, la vergüenza, la mentira, el resentimiento, la lujuria, el orgullo, y las tendencias asesinas y suicidas (…). Este territorio arisco e inexplorado para la mayoría (…) es conocido en psicología como sombra personal (2001, p. 15). Los autores explican que este lugar de la psique denominado sombra personal, se despliega naturalmente en todo ser humano en la infancia, producto de un proceso de identificaciones y desidentificaciones. De esta manera dicen: Cuando nos identificamos con determinados rasgos ideales de nuestra personalidad – como la buena educación y la generosidad (…) cualidades que, por otra parte, son reforzadas sistemáticamente por el entorno que nos rodea (…), al mismo tiempo, vamos desterrando también a la sombra aquellas otras cualidades que no se adecuan a nuestra 40 imagen ideal –como la grosería y el egoísmo (…). De esta manera, el ego y la sombra se van edificando simultáneamente, alimentándose (…) de la misma experiencia vital. (p. 15). La demarcación de lo que corresponde al ego y lo que recae en la sombra es diferente para cada familia, e incluso para cada cultura. Por ejemplo, si bien las expresiones de ira y agresividad suele reprenderse, en algunas familias son permitidas. La misma suerte corren la sexualidad, la vulnerabilidad, las emociones intensas, la ambición de dinero, las expresiones artísticas o la intelectualidad (2001). (…) todos los sentimientos y capacidades rechazados por el ego y desterrados a la sombra alimentan el poder oculto del lado oscuro de la naturaleza humana. No todos ellos, sin embargo, son rasgos negativos. Según la analista jungiana Liliane Frey-Rohn, este misterioso tesoro encierra tanto facetas infantiles, apegos emocionales y síntomas neuróticos como aptitudes y talentos que no hemos llegado a desarrollar. (Zweig, C. y Abrams, J., 2001, p. 17). Respecto a la etapa previa al desarrollo de este costado de la psique, Bly, R., un conocido y galardonado ensayista y traductor de E.E.U.U. dice: “A los dos o tres años de edad todo nuestro psiquismo irradia energía y disponemos de lo que bien podríamos denominar una personalidad de 360º” (Bly, R., 1988, p. 39). Sin embargo, comenzamos a escuchar los comentarios de nuestros padres para descubrir que ciertos aspectos de nuestra personalidad son irritantes o simplemente molestos para ellos y es entonces cuando recurrimos al mecanismo que desemboca en la consolidación de la sombra; “(…) para seguir siendo merecedores de su amor comenzamos a arrojar todas aquellas facetas de nuestra personalidad que les desagradan en un saco invisible que todos llevamos con nosotros” (Bly, R., 1988, p. 40). Es importante recordar, no obstante, que la sombra no necesariamente representa el mal, sino simplemente lo opuesto al ego, conteniendo un noventa por ciento de oro puro en palabras de Jung. “Lo que se ha reprimido encierra una tremenda cantidad de energía y contiene, consecuentemente, un gran potencial positivo. Así pues, por más perturbadora que pueda parecer, la sombra no es intrínsecamente mala” (Miller, D. P., 1990, p. 54). Dueña de todo lo que rechazamos por no ajustarse a lo que consideramos el ego ideal, la sombra sólo se torna dañina cuando el ego proyecta sobre ella su propio mal. En su estado natural, la sombra de hecho se halla mucho más cerca del impulso creativo (Miller, D. P., 1990). 41 Stevens, A., (1982), psiquiatra y psicoterapeuta inglés, repite cómo la idea de la sombra ha estado presente en la humanidad desde sus comienzos, transmitida en los miedos a “ser poseídos” por el lado oscuro, los cuentos de vampiros, hombres lobo o pactos con el diablo, entre muchos otros; y menciona el clásico de la literatura, de Oscar Wilde, El Retrato de Dorian Gray, diciendo, “(…) como Dorian Gray, optamos por mantener ocultas nuestras cualidades negativas –en la esperanza de que nadie descubrirá su existencia- mientras mostramos un rostro inocente al mundo (…); creemos que es posible vencer a la sombra, despojarnos de la ambigüedad moral” (p. 65). La sombra alberga toda la energía reprimida inconsciente y Sanford, J. A. (1981, p. 70), analista junguiano, retoma este concepto, una vez más a la luz de la historia de R. L. Stevenson: Jekyll demuestra tener cierto grado de comprensión psicológica. Cuando se da cuenta de la dualidad de su propia naturaleza declara que “el hombre no es verdaderamente uno, sino dos” e incluso aventura la hipótesis –confirmada por los recientes descubrimientos de la psicología profunda- de que el ser humano es un conglomerado de personalidades diversas. Marie-Louise von Franz (1964), una de las más destacadas discípulas de Jung, nos recuerda que la sombra no integra la totalidad de la personalidad inconsciente. La sombra representa aspectos desconocidos del ego, que pertenecen tanto a la esfera personal como, en algunos casos, a la esfera colectiva, al mundo que rodea a la persona. Impulsos que solemos negar en nosotros -como el egoísmo, la pereza, la crueldad, las fantasías, la cobardía, la ambición exagerada de dinero y posesiones terrenales-, pero que claramente vemos y juzgamos en otros, pertenecen al territorio de nuestra sombra. Miller, W., A, (1989), un analista junguiano de E.E.U.U., postula que existen cinco áreas donde podemos identificar la sombra en nuestra vida cotidiana: en la manera en la que nos ven los demás, en nuestras proyecciones, en nuestros “lapsus”, en nuestro sentido del humor e identificaciones y, finalmente, en nuestros sueños y fantasías. Las personas que tenemos más cerca y que nos conocen bien suelen encontrarse en una posición idónea para ayudarnos a ver nuestro costado más oscuro y nuestras facetas ocultas. Asimismo, las situaciones o individuos que disparan reacciones exageradas en nosotros, o posturas inflexibles del tipo “a favor” o “en contra”, suelen estar marcándonos que nos encontramos en el territorio de la sombra. Cuando acontecen procesos como éste, bien podemos reconocer que el mecanismo inconsciente de la proyección está operando, dispositivo que se pone en marcha “(…) cuando se activa un rasgo o una característica de nuestra personalidad que permanece desvinculada de nuestra conciencia” (Miller, W. A., 1989, p. 88). 42 La percepción de este rasgo en el comportamiento ajeno, y las consecuentes reacciones que esto desencadene, son el producto de este mecanismo proyectivo, lo que conduce al autor a decir que “Así vemos en ellos algo que forma parte de nosotros mismos pero que no reconocemos como propio” (p. 88). Si bien las proyecciones pueden ser positivas, en su mayoría lo que vemos en los demás suelen ser atributos propios que nos desagradan. Examinar y reflexionar sobre las actitudes ajenas que nos perturban nos acerca a una mayor comprensión de los elementos que integran nuestra sombra. Por otro lado, en las equivocaciones involuntarias, tales como los lapsus, obtenemos también una posición de privilegio para ver a nuestra sombra, dado que ella “(…) es en parte todo aquello que queremos ser –pero que no nos atrevemos a ser- (…)” (Miller, W. A., 1989, p. 90). Al igual que la sombra, los lapsus parecen ser conductas que resultan totalmente ajenas a su autor y que sorprenden a todos incluyendo a la persona que los comete. El humor suele ser una representación bastante directa de la sombra, razón por la que las personas que reprimen fuertemente su sombra suelen carecer de sentido del humor. Si bien tenemos en claro que es de mal gusto disfrutar con el dolor o infortunio de los demás, no podemos evitar reírnos ante un resbalón o una caída, o con el comediante que nos con ironía nos cuenta sus infortunios. “En todas estas situaciones el humor evoca risa como expresión de nuestro sadismo reprimido” (Miller, W., A., 1989, p. 92). De manera similar, en las competencias y en el ámbito deportivo (por ejemplo en el boxeo) apreciamos también la intensidad de la sombra, dado que allí se alientan conductas que serían censurables en otro contexto. M. L. Von Franz (1964) retoma esto al decir que “(…) la sombra se contagia colectivamente con más facilidad que la personalidad consciente”, y agrega: “Cuando un hombre está solo, por ejemplo, se siente relativamente bien pero tan pronto como “los demás” hacen cosas incomprensibles o primitivas comenzamos a temer que si no nos unimos a ellos nos considerarán tontos.” (p. 79). Finalmente, tenemos los sueños y las fantasías como sitio de encuentro directo con nuestra sombra; y dado que la sombra de las personas del sexo opuesto nos suele resultar mucho menos irritante, razón que nos hace más predispuestos a perdonarla, en los sueños la sombra suele tomar la forma de una persona de igual sexo al soñante (Von Franz, M., L., 1964). Esta figura, en el sueño, nos suele producir reacciones de miedo, desagrado o disgusto. También solemos experimentar que nos persigue y que huimos de ella. Básicamente, evitar la sombra parece ser nuestra tendencia habitual, tanto en la vida consciente como en la onírica (Miller, W. A., 1989). Relatando de manera autobiográfica el encuentro con su propia sombra, Zweig, C., (2001, p. 12) dice: 43 La madeja de la historia de mi vida comenzó a desenredarse y todo aquello que hasta ese momento había descuidado y menospreciado brotó de mi interior como si se tratara de otra vida –aunque también mía-, mi imagen especular, mi invisible gemelo. Entonces pude comprender por qué hay gente que enloquece; por qué hay personas que se lanzan a vivir apasionadas aventuras amorosas a pesar de disfrutar de una relación matrimonial estable; por qué hay quienes gozando de una sólida seguridad económica se dedican a robar, atesorar o malgastar el dinero; entonces comprendí, en fin, por qué Goethe dijo que jamás había escuchado hablar de un crimen que él no fuera también capaz de cometer. La sombra encarna dimensiones interesantes e inexploradas de nuestra persona, que tienen el potencial de volverse conscientes. Por este motivo constituye un yacimiento que puede enriquecer nuestro autoconocimiento en gran medida, y negar su existencia es desaprovechar esta oportunidad (Miller, W., A., 1989). Pero, aceptar e incluir la sombra en nuestra vida constituye un largo y arduo trabajo. Al respecto Sanford, J., A., (1989, p. 74) advierte: “Sostener la tensión de los opuestos, estar a mitad de camino entre ellos, es un acto difícil de soportar que puede equipararse a la crucifixión (…)”; y continúa diciendo “El problema de los opuestos no admite una solución racional y jamás podrá resolverse en el nivel del ego pero cuando tomamos conciencia de ello, el Yo (…) puede favorecer el logro de una síntesis irracional de la personalidad” (p. 74). Por decirlo de otro modo, cuando soportamos conscientemente la carga de nuestros opuestos, todos los procesos secretos, irracionales y curativos inconscientes coadyuvan en la labor de integración de nuestra personalidad. Este proceso de curación irracional, que supera obstáculos aparentemente infranqueables, tiene una cualidad inconfundiblemente femenina. La mente racional, lógica y masculina es la que declara que opuestos como el ego y la sombra, la luz y la oscuridad jamás podrán integrarse. Sin embargo, el espíritu femenino es capaz de alcanzar una síntesis más allá de la lógica (Sanford, J., A., 1981, p. 75). Respecto de este proceso, para la psicología jungiana, “(…) la psicoterapia constituye un ritual de renovación que nos permite acercar e integrar en la conciencia la personalidad de la sombra, reducir su potencial inhibidor o destructor y liberar la energía positiva de la vida que se halla atrapada en ella” (Zweig, C. y Abrams, J., 2001, p. 35). 44 INTEGRACIÓN La concepción de la naturaleza del ser humano como dual e integrada por pares opuestos complementarios es transcultural y transtemporal. A lo largo de la historia todas las razas han cifrado este hecho simbólicamente y ha motivado incontables argumentos de la literatura, de mitos y leyendas y, ya en el siglo XX, de la industria cinematográfica. Aún en culturas que se sienten muy ajenas y distantes a la nuestra, como en la oriental, pueden encontrarse símbolos que dan cuenta de esto; el Yin y el Yang, sin ir más lejos, representa diversos conjuntos de fuerzas iguales, paralelas y de sentido contrario, que unidas proveen un balance y un equilibrio. El Yang (la parte blanca del círculo) encarna el sol, la luz, el calor, el día, lo masculino, lo activo, el “yo exterior”, y el Yin (la parte negra del círculo) simboliza la luna, la oscuridad, el frío, la noche, lo femenino, lo pasivo, el “yo interior”. Jung cifró a esta contracara opuesta e idéntica a nuestro yo cotidiano como la sombra; y Hal y Sidra Stone la conocen como los selves renegados. Ambos sostienen que el horror de pensar a esta segunda naturaleza recíproca como propia, nos conduce generalmente a la imposibilidad de reconocerla en nosotros mismos, llevándonos así a exteriorizarla proyectivamente en el mundo y en los demás. Justamente, respecto de esta tendencia de la captura de algo del orden del inconsciente por medio de su proyección, Jung dice: Todos los procesos naturales convertidos en mitos, como el verano y el invierno, las fases lunares, la época de las lluvias, etc., no son sino alegorías de esas experiencias objetivas, o más bien expresiones simbólicas del íntimo e inconsciente drama del alma, cuya aprehensión se hace posible al proyectarlo, es decir, cuando aparece reflejada en los sucesos naturales (Jung, C., 2008, p. 12). Y refuerza esta postura al decir que el conocimiento de la naturaleza del hombre primitivo no es más que “[…] lenguaje y revestimiento exterior del proceso psíquico inconsciente” (Jung, C., 2008, p. 13). Esta afirmación es de alguna manera sustentada por Hal y Sidra Stone en toda su teoría si consideramos que, según ellos, la mayoría de nosotros percibe la realidad según el self o grupo de selves que nos comanda en cierto momento e interacción con un otro; según el self que “nos esté hablando” en una determinada situación, y sobre todo según el opuesto renegado a dicho self, es como interpretaremos los sucesos que nos acontezcan. Este proceso suele resultar en incorporar y rechazar del afuera aquello sustentado por el self primario y por el renegado, respectivamente. 45 En la teoría jungiana, el arquetipo de la sombra produce el mismo fenómeno. La sombra que todos poseemos, el costado oscuro y desconocido de nuestros instintos, es rechazado en los objetos o construcciones mentales sobre los que se lo proyecta. Así, en la cultura popular, los demonios y ángeles negros, el diablo, los vampiros, los hombres lobos, no han sido más que representaciones del arquetipo sombra. Y tal como nuestra sombra, tal como nuestros selves renegados, nos generan un contradictorio rechazo simultáneo a una inextricable atracción y fascinación. Para ambas teorías, cuanta mayor es nuestra represión y desprecio de esta naturaleza análoga personal, mayor es la energía que cobra en nuestro interior, y mayor es su capacidad de hacernos actuarla. Cuanto más negada, más la proyectamos y por lo tanto más la encontramos en el afuera. No sólo nos persigue insistentemente en nuestra vida consciente, sino también en la inconsciente. Los doctores Stone consideran a los sueños, especialmente aquellos que se presentan bajo la forma de pesadillas de acoso y persecución, como uno de los sitios de aparición, presentación y reclamo de reconocimiento de los selves renegados por excelencia. De la misma manera, la teoría jungiana considera territorio de la sombra a sueños de este tipo, especificando no obstante, que la sombra es del mismo sexo que el soñante y así se presenta en los sueños. De la psicología de los selves, las subpersonalidades que mayor semejanza albergan con el arquetipo sombra a primera vista son las energías instintivas renegadas; básicamente, todos los impulsos, instintos y actitudes asociados a la agresividad, la sexualidad, y la expresión de ambas. No obstante, cuando se describe a la sombra se suele referenciar su costado infantil; la capacidad de fantasear, el humor inapropiado, las groserías, el egoísmo, incluso en ocasiones el apego emocional y la vulnerabilidad, todas facetas que el ego suele reservar a la sombra. Y es aquí donde se vislumbra su conexión a otros selves descritos por los doctores Stone como lo son los tres aspectos del niño interior: vulnerabilidad, juego y magia. Asimismo, los agentes de poder y sus ambiciones terrenales, a menudo desmedidas y socialmente mal vistas, poseen ese terreno en común con la sombra. Los conocidos siete pecados capitales (ira, lujuria, envidia, pereza, soberbia, avaricia y gula) proporcionan una gran imagen para representar los contenidos que se relegan tanto a la sombra como a los selves renegados; contenidos inaceptables y temidos por la “civilización”. En el capítulo II, dedico una extensa explicación al protector/controlador y otros selves como el pusher o el crítico. Estos selves son esenciales a la hora de comprender más profundamente la hipótesis que presenta la psicología de los selves, ya que son ellos quienes suelen predominar en nuestra cultura e integrar el núcleo de selves primarios. La tesis de que estamos integrados por una familia de diversos selves que confundimos con un ego unitario se vuelve muy patente al leer más sobre ellos, ya que no conozco a nadie que no se sienta 46 identificado en al menos parte de sus descripciones. Lo que llamamos la “sociedad” y la “civilización” pueden describirse como la exteriorización de los códigos de conducta y las funciones de los selves primarios. En nuestra cultura, la racionalidad, el control sobre la conducta propia y ajena, la ocupación constante, la hiperactividad y la auto-crítica son fenómenos sociales claramente visibles y vivenciables a nivel individual a través de selves como el protector/controlador o los “pesos pesados”. Pero, paralela a la clara identificación que solemos sentir con estos comportamientos se erige todo un segundo mundo opuesto al decoro y al “deber ser”, constituido en las aguas de la irracionalidad, las emociones y los instintos. Informe, ambiguo, creativo, caótico, sensorial y lleno de fantasía es un territorio más salvaje y crudo; y tal vez sea por su falta de definición y de dimensiones concretas que se hace necesario apartarlo tajantemente de la conciencia. No casualmente, tanto para Jung como para los doctores Stone este territorio termina conformando la sombra o los selves renegados. La asociación de toda esta energía a la vida primitiva, el desorden, el caos, la ausencia de límites, parece volverla sumamente temible para la conciencia. Tanto el ego jungiano como los selves primarios identificados con el ego en los Stone, parecen vivenciar al mundo de manera dual e inconciliable, reduciéndolo a menudo a una lucha maniqueísta entre el bien y el mal donde solo uno prevalecerá, y tornando así a los selves renegados como a la sombra en depositarios de todo mal, y por lo tanto en preocupantes amenazas. Pero, es importante recordar que en ambas teorías se marca el hecho de que esta “otra” naturaleza, equivalente y antagónica, es negativa solamente desde el punto de vista de la conciencia en Jung y de los selves primarios en los Stone. Debido a la alta probabilidad que augura de recibir el reproche y repudio social al manifestarse, es reprimida en aras de defender al individuo de la vergüenza y el rechazo de su entorno. Sin embargo, ambas líneas teóricas coinciden en que tanto los selves renegados como la sombra alojan un increíble potencial energético íntimamente vinculado a la creatividad y al arte. Los selves renegados no evocan el mal, sino tan sólo la otra cara de los selves primarios. Lo mismo ocurre con la sombra y su relación al yo o ego. Ambas naturalezas censuradas se alimentan de gran cantidad de energía reprimida inconsciente, fenómeno que puede desembocar en un deterioro físico extremo de la persona. El sólo hecho de su represión en sí ya consume un enorme insumo energético. En Jung como en los Stone, el origen de esta división psíquica y del silenciamiento de una parte integral de nuestra vida anímica, como es la encarnada por la sombra y los selves renegados, se da de manera temprana y como producto de la socialización. Las identificaciones con los ideales parentales, que se refuerzan sistemáticamente por medio de 47 recompensas y castigos (en ocasiones sutiles y en otras hasta de maneras violentas), van amainando esa personalidad que Bly describe como de 360º. A la hora de nuestra supervivencia humana, el control del medio interno y externo parece ser lo único importante. Para ello, el aporte de las energías renegadas o de la energía de la sombra se vuelve racionalmente un estorbo, ya que a este espacio se han desterrado y en él viven confinadas todas las cualidades inaceptables, inmensurables e inmoderadas de nuestra esencia humana. Pero este destierro no significa su desaparición. Su prohibición y, peor aún, negación, tan sólo las transforma en sintomáticas y peligrosas, cuando en su origen no lo eran. Así, las enfermedades psicosomáticas, las depresiones, las adicciones y las acciones más oscuras son consecuencias del bloqueo y el aprisionamiento de todas estas energías que también integran la vida y la naturaleza del hombre. Recuperar la riqueza de la sombra y de nuestros selves renegados, rescatar ese “otro” que habita en nosotros e integrarlo a nuestra vida consciente deshace su cualidad malévola o demoníaca y expande nuestra identidad, reconectándonos con nuestro inconsciente cuyas profundidades nos proveen de un infinito potencial creador para crecer y realizarnos. La psicología jungiana se propone integrar la sombra a la conciencia, y Hal y Sidra Stone apuntan a lo mismo con la instancia del proceso de ego conciente. Para ello utilizan el término inglés “embrace” que significa abrazar, aceptar, adoptar, abarcar, incluir. Volvernos concientes de nuestros opuestos, honrar y darle un lugar a todas las energías que nos habitan, acaba con la polaridad antinómica. El equilibrio y el balance provienen de la completud. El poder no existe sin la vulnerabilidad, la razón no existe sin la emoción, y la luz no es sin la oscuridad. 48 CONCLUSIONES He escuchado decir que la temática que uno elige para su tesina siempre posee una razón de ser de índole personal. Ya sea que se le presente de manera latente o manifiesta, la motivación que propulsa a su autor a escoger de una determinada manera suele tener profundas raíces en su personalidad y su particular vida psíquica. Las respectivas suposiciones contienen cierta lógica, ya que si consideramos el hecho de que este trabajo final suele ser una ardua y extensa tarea para quien la realiza, además de funcionar como corolario de una carrera profesional, alberga cierto sentido inferir que el tema elegido será de un interés de notable importancia en la vida de su elector. Más allá de estos hipotéticos pensamientos, puedo afirmar que esta tesina tuvo múltiples motivos de origen personal para su realización. Para mayor comprensión de la previa lectura, y un mayor entendimiento sobre mi firme convicción en los beneficios de una terapia como la que deriva de las teorías expuestas, me propongo aquí la breve ilustración de las razones principales que propiciaron la decisión de este tema. En primer lugar, la experiencia de multiplicidad interna, por llamarla de alguna manera, ha sido un fenómeno que me ha acompañado vívidamente desde mi infancia. Desde una etapa muy temprana en mi vida, siempre tuve la sensación de ser habitada por muchas voces muy distintas que formaban, lo que a mí se me hacía como una especie de comunidad. Estos selves jamás llegaron a poseer la claridad sonora, táctil o visual de una alucinación, pero sí poseían una “voz” como conjunto de cualidades distintivas, y una energía y un discurso particulares. Sin ir más lejos, creo que todos hemos experimentado al menos en alguna ocasión el hablar solos en voz alta o, posiblemente con más frecuencia, el dialogar con nosotros mismos en silencio. Es por esto que, en mi pensamiento, concebir la personalidad como un todo indivisible y unificado, carente de conflictos o contradicciones, es una idea más cercana a la utopía que a la verdadera experiencia humana. Mi primer contacto con el material sobre la Psicología de los Selves se dio gracias a mi curiosidad y mi hábito de husmear en las bibliotecas ajenas. Así, hace muchos años en la biblioteca de mi madre, me encontré con todos los libros en inglés de los doctores Stone. Sin embargo, no fue sino hasta diciembre del año 2007, cuando me decidí a usarlo como tema para este trabajo. En aquel momento, vino a la Argentina Robert Stamboliev, M. A. en psicología, el principal representante de Voice Dialogue en Holanda y el señalado en la comunidad de ITP (International Transformational Psychology - Voice Dialogue) como uno de los principales discípulos a suceder a los doctores Stone. En la serie de entrevistas, 49 conferencias y clases que dictó durante su visita, tuve la oportunidad de ser su intérprete y traducirlo en casi todas las ocasiones. Fue entonces cuando tomé un contacto más real y serio con este método, y pude, de alguna manera, presenciar su manera de operar en vivo y en directo. Sumado a esto, y aún sin un conocimiento teórico concreto sobre la técnica, yo misma me sometí, como sujeto de la clínica, para experimentar algunas sesiones con el método terapéutico del Diálogo de Voz, que proviene de la Psicología de los Selves. Mis resultados personales fueron ampliamente satisfactorios y superaron mis expectativas. El alivio a tensiones que experimentaba por situaciones de conflicto interno fue inmediato. Y, además, los resultados se trasladaron en forma pragmática a mi vida con asombrosa rapidez, derivando en decisiones asertivas y acciones que me trajeron un gran beneficio personal. Si aún no estaba convencida de la plausibilidad clínica y la efectividad terapéutica de este método, mi propia experiencia con él, acabó por disipar toda duda. Asimismo, estas sesiones fueron contemporáneas al tratamiento terapéutico de corte psicoanalítico al que atendía desde hacía ya cuatro años. Ello me demostró que ambos procesos no tienen por qué ser incompatibles, antagónicos, ni mutuamente excluyentes. Si bien este trabajo me trajo grandes satisfacciones y disfruté haciéndolo, me topé con importantes obstáculos durante su realización. Puedo agrupar estas dificultades en dos núcleos principales. Por un lado, embarcarme en la empresa de trabajar tan extensamente con fuentes bibliográficas extranjeras, de las cuales aún no existen traducciones al castellano, constituyó un gran riesgo y una verdadera audacia. A pesar de que los textos están escritos en un lenguaje claro y altamente preciso, y aunque mi manejo del idioma inglés es bueno y fluido, traducir siempre conlleva la difícil tarea de intentar traspolar conceptos e ideas estructurados dentro de la gramática y la manera de hablar y pensar en una lengua, hacia otra completamente diferente. Las múltiples aclaraciones que hago en el cuerpo de texto sobre los términos idiomáticos, su interpretación y traducción, dan cuenta de esta dificultad. En segundo lugar, la ausencia absoluta de material sobre la Psicología de los Selves aquí en Argentina, así como la consecuente inexistencia de profesionales con conocimientos sobre esta teoría y práctica clínicas, forzaron gran parte de la definición de este trabajo final como descriptivo e introductorio en cuanto a la teoría de los doctores Stone se refiere. Por esta razón, considero a los capítulos de la psicología de los selves como una buena presentación de una teoría de considerable éxito y aclamación en el extranjero así como de absoluta novedad local. Y dado que presentarla de esta manera constituía mi idea y meta 50 originales para este trabajo, decidí dedicarle un estimado del setenta por ciento de todo el escrito. Fue del consejo de mi tutora de donde surgió la necesidad de darle un giro a mi trabajo original y vincularlo a algún concepto o noción que no perteneciera a la teoría de los doctores Stone. A mi entender, esto provino de la idea de darle mayor consistencia y validez al trabajo, y de alejarlo de un formato que de otra manera se circunscribía a la presentación de una única teoría en psicología. Y, si bien la teoría psicológica de los doctores Stone posee actualmente un notorio alcance mundial, ha cobrado su relieve en una época medianamente reciente, a partir de la década del noventa, y aún no cuenta con un caudal relevante de bibliografía, que no sea la escrita por los mismos Hal y Sidra Stone. El hecho de que sus libros aún no se hayan traducido a muchos idiomas provee una plausible explicación para esto. Cuanto más me adentré en la investigación, más interrogantes e ideas se me generaron acerca de las potenciales aplicaciones que el método terapéutico del Diálogo de Voz, al cual la psicología de los selves aloja teóricamente, pueden ofrecer en el tratamiento de diferentes trastornos, y su adaptación y uso en diferentes campos profesionales. De haber existido mayor familiarización local con esta corriente de pensamiento, me habría interesado hacer otro tipo de investigación. Por ejemplo, estudios comparados sobre algunos de los conceptos troncales de esta teoría (como el self protector/controlador, el crítico interior o el pusher) y nociones con algunas similitudes provenientes de líneas teóricas completamente diferentes (como podría ser el superyó del psicoanálisis). Por otro lado, también me habría gustado investigar la eficacia clínica y los resultados terapeúticos del método de Diálogo de Voz concreto en el tratamiento de ciertos cuadros psicopatológicos, como el TID (Trastorno de Identidad Disociada), los trastornos del estado del ánimo en general y el trastorno bipolar en particular, la anorexia y los trastornos de angustia, entre otros. En mi opinión, casi cualquier trastorno de la psicopatología puede tratarse con la técnica de Diálogo de Voz y resultar, o bien beneficiado, o bien estable y sin cambios significativos, pero no con resultados iatrogénicos, por su aplicación. 51 CITADO Y REFERENCIADO: Bly, R. (1988). El gran saco que todos arrastramos. En C. Zweig y J. Abrams (Eds.). Encuentro con la Sombra (7ª. Ed.). Barcelona: Kairós. Diccionario Inglés Español KEL (1991). Hertfordshire: Harrap Books Ltd. Feixas, G. y Miró Ma. T. (1993). Aproximaciones a la psicoterapia. Barcelona: Paidós. Hall, C. S. y Lindzey, G. (1975). Las grandes teorías de la personalidad. Libro 3: La Teoría Analítica de la Personalidad Jung. Buenos Aires: Paidós. Jung, C. G. (1977). El hombre y sus símbolos. Barcelona: Biblioteca Universal Caralt. Jung, C. G. (2008). Arquetipos e inconsciente colectivo (2ª ed. 2ª reimp.). Buenos Aires: Paidós Psicología Profunda. Longman Dictionary Of Contemporary English. 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