El actor enmascarado. Un espejo y una máscara de oro

Transcripción

El actor enmascarado. Un espejo y una máscara de oro
Un espejo y una máscara de oro
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Todos hemos llevado alguna vez una máscara y conocemos el
sentimiento de “no se me ve”, que nos hace participar en un doble
juego un tanto peligroso. La máscara oculta la esencia del individuo,
pero también la deja al descubierto y, creyéndonos protegidos,
dejamos paso, consciente o inconscientemente, a la expresión de los
sentimientos más ocultos e íntimos.
1.
¿Recuerdas cómo se llamaba a la máscara en el teatro griego
cuando conocíamos el origen de la tragedia griega? Busca más
palabras que formen su familia léxica. ¿Podrías relacionar el
significado actual de esa palabra con su origen relacionado con el
teatro?
LA MÁSCARA
A lo largo de la historia del teatro ha habido múltiples y variadas máscaras. Sin embargo, todas están
destinadas a lo mismo, mostrar una imagen de algo que uno no es y otorgar el poder fascinante de cambiar lo
aparente en verdadero. Echemos, pues, una miradita a este fascinante tema.
2.
Escucha atentamente lo que nos dice el actor que aparece en este vídeo para contestar después, a las
siguientes preguntas:
https://www.youtube.com/watch?v=qpeEvkjo6AY
Aula Visual y el actor español Jordi Dauder te invitan a seguir aprendiendo sobre el complejo arte del teatro. En
este video, el actor Toni Albá nos enseña las diversas caracterizaciones que un actor puede lograr gracias al recurso
de la máscara.
-
Define qué es una máscara y de qué materiales suelen estar hechas. Ya sabes qué es la etimología, ¿Cuál será
el origen de esta palabra? Añade más palabras a su familia léxica y busca sinónimos de la misma.
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3. ¿Cuál es el emblema mundial del teatro? Estas máscaras que representan el teatro tienen nombre y son Talia y
Melpómenes. Busca información sobre ellas: de dónde proceden, cuál es su historia y qué representan. Como nos
han acompañado durante mucho tiempo, su forma se ha ido adaptando a cada época. Mira a ver cómo lo han hecho.
Haz algún dibujo de ellas.
- En el vídeo se habla de un tipo de máscara en concreto: la máscara neutra. ¿Qué nos dicen de ella?
- Se nombra varios tipos de máscaras: ¿Cuáles?
- ¿Qué es importante en una máscara?
- ¿Qué es la “contra-máscara”? y ¿qué relación podrá haber entre la máscara y el maquillaje?
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TIPOS DE MÁSCARAS
A través del vídeo Aula Visual, ya hemos tenido un primer contacto con la máscara y su relación con el actor, así
como sus diferentes tipos. Ahora vamos a conocer mejor cada tipo y su utilización para expresar emociones ante un
público. Para ello, añade más información sobre cada una de ellas con dibujo incluido.
Nos ayudará el vídeo “El actor y la máscara” Demostración pedagógica Ana Vázquez de Castro y Donato
Sartori https://www.youtube.com/watch?v=dDVOicIHfmU (35´47´´-57´50’’). De paso, extrae la información que
se te pide de cada tipo.
a) La máscara neutra, “la máscara de todas las máscaras”. ¿Por
qué surge la máscara neutra? ¿Qué transmite y que trabaja el actor
con este tipo de máscara?
b) Medias máscaras: “escuchemos al actor”: ¿Qué es muy
importante en la media máscara?
c) Máscaras expresivas, “las máscaras mudas” ¿Por qué se les
llama así? Especifica los tres tipos que hay, haciendo una detallada
descripción de cada una. No olvides unos buenos dibujos o
ilustración.
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d) ¿Cómo deber ser una buena máscara?
e) La máscara siempre es doble. Mucho es lo que ella quiere mostrar, hacer visible, desde un defecto a una virtud,
desde un demonio hasta un dios, para que todos lo reconozcan. Pero no menos es lo que quiere ocultar para que
nadie se entere. ¿Qué relación hay entre una máscara y su “contra-máscara”?
f) Por último, ¿qué tipo de máscara te ha gustado más y por qué?
HISTORIA DE LA MÁSCARA EN EL TEATRO
El origen de la máscara se remonta en el tiempo y se pierde en la más remota antigüedad. Se supone que su
invención se debió a fines religiosos y culturales. Por ejemplo, algunos hallazgos arqueológicos demostraron que
eran muy usadas en Egipto para perpetuar con ellas los rostros de los muertos. Se hacían tratando de imitar de la
forma más fielmente posible, el rostro del difunto, y se colocaba junto con el ataúd, pintándose de la misma manera
que éste. Se elaboraban con un cartón realizado con lienzo o papiro, revestido con estuco, que, con el paso del tiempo,
se endurecía y presentaba total consistencia. Según la clase social a la que perteneciera el muerto, podría llegar a
revestirse con una lámina de oro. No se le horadaban los ojos ni la boca, y se los representaban con incrustaciones o
pinturas. Estudios arqueológicos llevados a cabo en tumbas fenicias, también han demostrado que tenían la misma la
costumbre que los egipcios de utilizar máscaras funerarias. Y rastros de máscaras también fueron hallados en antiguas
pinturas rupestres. Pronto en Roma los cortejos fúnebres llevaban máscaras para que se reconociera y recordara el
rostro del difunto.
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A partir de este empleo, la máscara rápidamente fue utilizada para otros fines. Se las comenzó a usar con
carácter festivo, dando origen a lo que hoy es nuestro carnaval. Después, los actores de teatro vieron en ella un gran
potencial, ya que podían representar fielmente en sus obras los rostros de los personajes históricos que estaban
interpretando. Y así, de los poderes invisibles, dioses, espíritus, demonios, que se manifiestan a través de las máscaras,
en las que el danzante prestaba su cuerpo y su voz al espíritu representado por su máscara; llegamos al TEATRO, en
el que la máscara permite al actor ir más allá de sí mismo y convertirse en un personaje mítico, despojándose
completamente de su propia personalidad.
Las máscaras que representan el teatro ya las conoces “Talia y Melpómenes”, la comedia y la tragedia, una
máscara con una expresión de chispeante alegría, y la otra, por el contrario, hundida por la tristeza. Nos solemos
referir a ellas como "las máscaras del teatro griego", "la máscara de la tragedia y la comedia", o simplemente como las
máscaras felices y tristes.
Veamos ahora, como estas máscaras, adoptando formas y materiales distintos, estarán siempre presentes en el
teatro de todos los tiempos y de todas las culturas, acompañando al actor en su a veces, difícil papel de transmitir
emociones. Nos remontaremos al momento en el que nace el teatro, que como ya sabéiss, fue en Grecia y Roma.
La máscara en Grecia y Roma
El gozo y la pena fueron son dos aspectos de la condición humana que fueron celebrados en el teatro
clásico griego. Atenas fue la capital cultural, política, social y económica durante la edad dorada del teatro griego,
entre el 500 y el 300 a.C., período en el cual algunas de las primeras obras teatrales fueron representadas en
celebraciones en honor de Dionisio, el dios del vino y las festividades, como ya sabéis. Las máscaras del teatro griego
nos muestran las dos caras de la embriagarse del vino, el disfrute y la fiesta, pero también la desesperación y la
depresión: la alegría y la tristeza.
1. Busca más información sobre las máscaras en Grecia y Roma. ¿De qué estaban hechas? ¿Cómo eran y qué
utilidad le daban al actor?
La Edad Media y la media máscara: la “comedia del arte”
Durante el medioevo el teatro se desarrollaba casi como hoy lo vemos, el actor ya tenía una técnica para actuar y no
necesitaba la máscara, pero por motivos diversos, volverá a aparecer.
1. Busca información sobre las máscaras de la comedia del arte. “Actores enmascarados y enharinados”.
¿quiénes son Arlequín, Polichinela, el doctor, el capitán y Colombina? ¿Cómo van vestidos y cuáles son sus
máscaras?
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Con el tiempo, Arlequín pasó después a Francia en el siglo XVIII. Conservó el traje tradicional: la mascarilla
negra, el sombrero gris, el traje de retales multicolores y la vara, que más tarde fue sustituida por una estaca
larga formada por dos palos que al golpear hacían un fuerte ruido.
Además de ser común en las celebraciones cristianas
medievales así como en su teatro, la máscara tuvo otro uso en
la Edad Media, como también lo tuvo en Grecia y Roma.
Cuando las llevaban de metal, los caballeros medievales para
protegerse en sus luchas, y en algunos casos se les agregaban
muecas faciales para demostrar el carácter de quien las
portaba.
1. ¿Sabes en qué otros contextos de lucha tiene esta función la
máscara?
A partir del siglo XIX, la máscara se usará en contadas ocasiones y dependiendo del director de la obra y ya no
a un uso común y generalizado. Sin embargo, algunos teatros de determinadas culturas seguirán manteniendo el
uso de la máscara como pieza fundamental de su razón de ser, como lo hará el teatro oriental. Así la ópera
china, el teatro Kabuki o el Noh la usarán hasta hoy en día. Sus máscaras son verdaderas obras de arte.
El teatro Noh japonés y sus máscaras:
Conocidas en japonés como Nohmen (máscaras de Noh) u Omote, término empleado por los profesionales del
Noh, las máscaras usadas en el teatro japonés son únicas en su género, marcando la diferencia entre éste y el
Kabuki que utiliza el maquillaje como si fuera una máscara. Existen diferentes tipos de clasificaciones en las
máscaras del Teatro Noh. Una de ellas tiene que ver por ejemplo, con los diferentes tipos de personajes.
Las máscaras Noh poseen la capacidad de representar distintas emociones de acuerdo a la postura de la
cabeza y a la iluminación, pudiendo tener una gran variedad de sutiles expresiones.
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1. Especifica cómo son y cómo están hechas.
BIAN LIAN
El rostro cambiante, o "bian lian" en chino, es un aspecto
importante de la ópera China de Sichuan. Los artistas con solo
agitar los brazos o girar la cabeza, cambian sus máscaras en una
fracción de segundo. ¿Cómo lo hacen? Es un auténtico secreto.
Este fantástico arte, hay que verlo para poderlo apreciaren toda
su magnitud, por tanto aquí están algunos videos muy
interesantes: https://www.youtube.com/watch?v=ucGRmsr-
WE8
https://www.youtube.com/watch?v=_zkH-Pi-pX4
https://www.youtube.com/watch?v=KwfGdJIzYZs#t=97
Sobre este tipo de espectáculo, se realizó una película, El rey de
las máscaras (1999) ambientada en la China de principios del siglo
pasado, en la que se cuenta la historia de un anciano artista que se gana
la vida representando su espectáculo callejero de máscaras. El hombre,
quien fue abandonado por su esposa hace muchos atrás y sufrió la muerte
de su hijo varón, desea encontrar un heredero de género masculino a
quién transmitirle el secreto de su arte y legar sus máscaras, tal y como
lo exige la tradición. Por esa razón, busca en un mercado de niños. En tal
lugar, compra un pequeño, que también traía consigo un secreto.
https://www.youtube.com/watch?v=OjXVfF4GQO0
1. Busca información sobre estos actores y sus máscaras y ¡A ver si averiguas cómo lo hacen!
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La “misteriosa” máscara Anma del Bugaku (“música para danzar”).
El Bugaku es un género escénico japonés muy antiguo, fechado en torno al siglo VII d. C.
El recinto en el que se solían escenificar las piezas de Bugaku eran las inmediaciones de los templos o de los
palacios, aunque el escenario que se ha mantenido ha sido el sencillo entarimado cuadrangular elevado medio
metro, aproximadamente, del suelo, sin más adorno que una sencilla barandilla y una, en ocasiones dos, escalerilla
de acceso. Como todo espectáculo aristócrata que se precie, la indumentaria y los accesorios de los danzantes son
muy lujosos, y colores como el dorado, el rojo o el violeta (símbolos de la realeza) están muy presentes en el
Bugaku. https://www.youtube.com/watch?v=N-6XXM_Becw
Casi la totalidad de los roles del Bugaku son caracterizados empleando
máscara. Hasta el momento se han catalogado alrededor de ciento
cincuenta. En las danzas grupales, sin embargo, los bailarines suelen
aparecer con el rostro destapado.
A todas luces la máscara Anma es un elemento misterioso, parte de un
espectáculo que perdió su esplendor en el siglo XII de nuestra era y que
ha luchado por mantener su identidad y su lugar en el mundo de las
artes escénicas niponas.
1. Busca información sobre cómo es, de qué materiales está
hecha y qué simboliza o representa.
Para una visión general de esta historia de la máscara en el teatro, consulta tu agenda escolar: semana 1
diciembre “el actor enmascarado”
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LA MÁSCARA EN EL TEATRO
CONTEMPORÁNEO
Máscaras y silencios para hablar con todo
el mundo
Muchas son las obras que en la actualidad utilizan las máscaras como elemento de transmisión de emociones, en
lo que se ha llamado el teatro de máscaras contemporáneo.
En la actualidad, la actividad de este tipo de teatro está más vinculada al teatro infantil y juvenil, sin embargo,
existe una interesante corriente de teatro de máscaras para adultos, en estado puro o mezclado con otros tipos, como es el
teatro del silencio, que van emergiendo y creándose un lugar importante dentro del sector dramático.
https://www.youtube.com/watch?v=3mxheYvfv3c
El estado físico y el dominio de la expresión corporal forman parte muy activa en este tipo de teatro. Compañías
como La Familie Flöz (grupo internacional de creadores teatrales: actores, músicos, bailarines, directores, fabricantes
de máscaras, diseñadores de luces y de vestuario, escenógrafos, dramaturgos y otros profesionales provenientes de diez
países diferentes) o la compañía Kulunka Teatro ( jóvenes pero experimentados artistas de extensa trayectoria teatral);
experimentan con diferentes lenguajes escénicos, apostando por un espacio dramático, que sea un punto de encuentro
entre las distintas disciplinas artísticas. Todo ello con la idea de hacer un teatro vital, actual, comprometido y conectado
con la realidad. Un teatro de máscaras que siendo, en su mayoría sin voz, llevan al espectador a un mundo de
sentimientos sin fin.
La paradoja original de las máscaras, el cubrir un rostro con una forma rígida para lograr así personajes vivos,
es justamente el objetivo y el desafío para el actor. De repente una máscara hace una mueca, se enoja, se asombra o
incluso enrojece de vergüenza. Solo con el cuerpo se disuelve la rigidez de la máscara para transformarse en una enorme
fuerza vital. Las máscaras actúan como transmisores del alma humana. En un momento hacen llorar de risa y en el
próximo parecen lograr detener el tiempo.
La compañía Kulunka Teatro, nos presenta
en su obra los estragos del Alzhéimer en un
matrimonio mayor, una muestra del impacto de la
enfermedad en sus vidas, de una forma tan real,
que todo el mundo se sentirá identificado.
Pero sobre todo la historia de André y Dorine
es una historia de amor, que muestra cómo una
pareja de ancianos superados por la monotonía de
su convivencia, reencuentran el amor y las
vivencias del pasado a partir de la enfermedad de
Dorine.
https://www.youtube.com/watch?v=a8vqZYVH0gU
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Nada está dejado al azar, todos los gestos, las pausas, las
acciones, esta estudiado y nada sobra ni falta. Cada fase de la
enfermedad esta sintetizado en un instante, tan cargado de
emoción y sentimiento que no necesita más para expresarse y
llegar al público como una sacudida. Hay algo muy especial en
estas máscaras en las que no es posible ver los ojos de los
actores, pero que a pesar de ser tan rígidas, parece que se
mueven y cambian de expresión, y eso es la fuerza de los
sentimientos.
Actividad: Imagina una breve historia o situación
en la que expreses sentimientos o emociones a
través del movimiento, el espacio y tu cuerpo, ya
que llevarías una máscara neutra.
BAJO LA MÁSCARA….
… LOS HÉROES
DESENMASCARADOS
Los héroes enmascarados nunca lo han tenido fácil. Con pocos amigos, con una doble vida y con malévolos antagonistas
dispuestos a poner fin a su existencia un día sí y otro también. Además, no es nada fácil ser un superhéroe y llevar una vida
normal. Aun así, por una razón u otra, siempre hay alguien que decide hacerse un traje, cubrirse el rostro con una máscara y
salir a las calles a poner un poco de orden. Estos son los superhéroes de Marvel a los que ya conoces: Spiderman, Batman,
Capitán América o Iron man. Ya sabes que la máscara permite un doble juego, el de ocultar una identidad, pero también nos
lleva consciente o inconscientemente, a mostrar lo que realmente somos. Por eso, vamos a buscar la siguiente información
sobre estos superhéroes:
1. Analiza estos personajes desde el momento en que se ponen su máscara y se convierten en superhéroes. ¿Qué hacen,
cómo se muestran, qué cualidades presentan? Mira no sólo sus superpoderes, sino también como son ante los demás.
2. Después, desenmascara al superhéroe e investiga cómo es cuando no lleva la máscara, a qué se dedica y cómo
es su vida. No olvides poner su verdadero nombre.
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Y ahora, dibuja tu propia máscara de héroe o heroína.
LA MÁSCARA EN LA LITERATURA
El héroe se convierte en un modelo y en una clave, pero también en un interrogante, un misterio, como ocurre con algunos
personajes literarios. Busca información sobre el autor, la historia y el personaje determinado.
https://www.youtube.com/watch?v=yAEQafvL6nQ
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LA MÁSCARA COMO PROTAGONISTA
Ahora vamos a leer dos relatos en los que la máscara y su misterio son los auténticos protagonistas: “La máscara de la
muerte roja” de Allan Poe y “El rey de la máscara de oro” de Marcel Sachworb. Los relatos no están completos. Los
terminarás de escribir tú. Después si quieres saber cómo terminan estos cuentos, los leeremos completos.
“La máscara de la muerte roja” es un cuento del escritor estadounidense Edgar
Allan Poe, publicado por primera vez en 1842. Pertenece al género narrativo
denominado “cuento gótico” o de terror y como tal, presenta elementos propios de
este tipo de historias: castillos marcados por maldiciones, espectros que se pasean por
las noches y manchas de sangre en la pared…
La "Muerte Roja" había devastado el país durante largo tiempo. Jamás una peste había sido
tan fatal y tan espantosa. La sangre era encarnación y su sello: el rojo y el horror de la sangre.
Comenzaba con agudos dolores, un vértigo repentino, y luego los poros sangraban y
sobrevenía la muerte. Las manchas escarlata en el cuerpo y la cara de la víctima eran el bando
de la peste, que la aislaba de toda ayuda y de toda simpatía, y la invasión, progreso y fin de la
enfermedad se cumplían en media hora.
Pero el príncipe Próspero era feliz, intrépido y sagaz. Cuando sus dominios quedaron
semidespoblados llamó a su lado a mil caballeros y damas de su corte, y se retiró con ellos al
seguro encierro de una de sus abadías fortificadas. Era ésta de amplia y magnífica
construcción, y había sido creada por el excéntrico aunque majestuoso gusto del príncipe.
Una sólida y altísima muralla la circundaba. Las puertas de la muralla eran de hierro. Una vez adentro, los cortesanos
trajeron fraguas y pesados martillos y soldaron los cerrojos. Habían resuelto no dejar ninguna vía de ingreso o de salida a los
súbitos impulsos de la desesperación o del frenesí. La abadía estaba ampliamente aprovisionada. Con precauciones semejantes,
los cortesanos podían desafiar el contagio. Que el mundo exterior se las arreglara por su cuenta; entretanto era una locura
afligirse. El príncipe había reunido todo lo necesario para los placeres. Había bufones, improvisadores, bailarines y músicos;
había hermosura y vino. Todo eso y la seguridad estaban del lado de adentro. Afuera estaba la Muerte Roja.
Al cumplirse el quinto o sexto mes de su reclusión, y cuando la peste hacía los más terribles estragos, el príncipe Próspero
ofreció a sus mil amigos un baile de máscaras de la más insólita magnificencia.
Aquella mascarada era un cuadro voluptuoso, pero permitan que antes les describa los salones donde se celebraba. Eran siete
-una serie imperial de estancias-. En la mayoría de los palacios, la sucesión de salones forma una larga galería en línea recta,
pues las dobles puertas se abren hasta adosarse a las paredes, permitiendo que la vista alcance la totalidad de la galería. Pero
aquí se trataba de algo muy distinto, como cabía esperar del amor del príncipe por lo extraño. Las estancias se hallaban
dispuestas con tal irregularidad que la visión no podía abarcar más de una a la vez. Cada veinte o treinta metros había un brusco
recodo, y en cada uno nacía un nuevo efecto. A derecha e izquierda, en mitad de la pared, una alta y estrecha ventana gótica daba
a un corredor cerrado que seguía el contorno de la serie de salones. Las ventanas tenían vitrales cuya coloración variaba con el
tono dominante de la decoración del aposento. Si, por ejemplo, la cámara de la extremidad oriental tenía tapicerías azules,
vívidamente azules eran sus ventanas. La segunda estancia ostentaba tapicerías y ornamentos purpúreos, y aquí los vitrales eran
púrpura.
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La tercera era enteramente verde, y lo mismo los cristales. La cuarta había sido decorada e iluminada con tono naranja; la
quinta, con blanco; la sexta, con violeta. El séptimo aposento aparecía completamente cubierto de colgaduras de terciopelo negro,
que abarcaban el techo y las paredes, cayendo en pliegues sobre una alfombra del mismo material y tonalidad. Pero en esta
cámara el color de las ventanas no correspondía a la decoración. Los cristales eran escarlata, tenían un color de sangre.
A pesar de la profusión de ornamentos de oro que aparecían aquí y allá o colgaban de los techos, en aquellas siete estancias
no había lámparas ni candelabros. Las cámaras no estaban iluminadas con bujías o arañas. Pero en los corredores paralelos a la
galería, y opuestos a cada ventana, se alzaban pesados trípodes que sostenían un ígneo brasero cuyos rayos se proyectaban a
través de los cristales teñidos e iluminaban brillantemente cada estancia. Producían en esa forma multitud de resplandores tan
vivos como fantásticos.
Pero en la cámara del poniente, la cámara negra, el fuego que a través de los cristales de color de sangre se derramaba sobre
las sombrías colgaduras, producía un efecto terriblemente siniestro, y daba una coloración tan extraña a los rostros de quienes
penetraban en ella, que pocos eran lo bastante audaces para poner allí los pies. En este aposento, contra la pared del poniente, se
apoyaba un gigantesco reloj de ébano. Su péndulo se balanceaba con un resonar sordo, pesado, monótono; y cuando el minutero
había completado su circuito y la hora iba a sonar, de las entrañas de bronce del mecanismo nacía un tañido claro y resonante,
lleno de música; mas su tono y su énfasis eran tales que, a cada hora, los músicos de la orquesta se veían obligados a interrumpir
momentáneamente su ejecución para escuchar el sonido, y las parejas danzantes cesaban por fuerza sus evoluciones; durante un
momento, en aquella alegre sociedad reinaba el desconcierto; y, mientras aún resonaban los tañidos del reloj, era posible
observar que los más atolondrados palidecían y los de más edad y reflexión se pasaban la mano por la frente, como si se
entregaran a una confusa meditación o a un ensueño.
Pero apenas los ecos cesaban del todo, livianas risas nacían en la asamblea; los músicos se miraban entre sí, como sonriendo
de su insensata nerviosidad, mientras se prometían en voz baja que el siguiente tañido del reloj no provocaría en ellos una
emoción semejante. Mas, al cabo de sesenta y tres mil seiscientos segundos del Tiempo que huye, el reloj daba otra vez la hora, y
otra vez nacían el desconcierto, el temblor y la meditación.
Pese a ello, la fiesta era alegre y magnífica. El príncipe tenía gustos singulares. Sus ojos se mostraban especialmente
sensibles a los colores y sus efectos. Desdeñaba los caprichos de la mera moda. Sus planes eran audaces y ardientes, sus
concepciones brillaban con bárbaro esplendor. Algunos podrían haber creído que estaba loco. Sus cortesanos sentían que no era
así. Era necesario oírlo, verlo y tocarlo para tener la seguridad de que no lo estaba. El príncipe se había ocupado personalmente
de gran parte de la decoración de los muebles, y su gusto personal había dirigido el estilo de los disfraces. No hay duda de que
eran concepciones grotescas. Era deslumbrador, brillante. Había cosas chocantes y cosas fantásticas, mucho de lo que después se
ha visto en “Hernani”. Había figuras arabescas, con miembros y aditamentos inapropiados.
Delirantes fantasías, atavíos como de loco. Había mucho de lo bello, mucho de lo licencioso, mucho de lo bizarre, algo de lo
terrible y no poco de lo que podría haber producido repugnancia. De un lado a otro de las siete salas pavoneábase una
muchedumbre de pesadilla. Y esa multitud —la pesadilla— contorsionábase en todos sentidos, tiñéndose del color de los salones,
haciendo que la música pareciera el eco de sus propios pasos.
De pronto, repica de nuevo el reloj de ébano que se encuentra en el salón de terciopelo. Por un instante queda entonces todo
parado; todo guarda silencio, excepto la voz del reloj. Las figuras de pesadilla quédanse yertas, paradas. Pero los ecos de la
campana se van desvaneciendo. No han durado sino un instante, y, apenas han desaparecido, una risa leve mal reprimida se
cierne por todos lados. Y una vez más, la música suena, vive en los ensueños. De un lado a otro, retuércense más alegremente que
nunca, reflejando el color de las ventanas distintamente teñidas y a través de las cuales fluyen los rayos de los trípodes. Pero en el
salón más occidental de los siete no hay ahora máscara ninguna que se atreva a entrar, porque la noche va transcurriendo. Allí se
derrama una luz más roja a través de los cristales color de sangre, y la oscuridad de las cortinas teñidas de negro es aterradora. Y
a los que pisan la negra alfombra llégales del cercano reloj de ébano un más pesado repique, más solemnemente acentuado que el
que hiere los oídos de las máscaras que se divierten en las salas más apartadas.
Pero en estas otras salas había una densa muchedumbre. En ellas latía febrilmente el corazón de la vida. La fiesta llegaba a
su pleno arrebato cuando, por último, sonaron los tañidos de medianoche en el reloj. Y, entonces, la música cesó, como ya he
dicho, y apaciguáronse las evoluciones de los danzarines. Y, como antes, se produjo una angustiosa inmovilidad en todas las
cosas. Pero el tañido del reloj había de reunir esta vez doce campanadas. Por esto ocurrió tal vez, que, con el mayor tiempo, se
insinuó en las meditaciones de los pensativos que se encontraban entre los que se divertían mayor cantidad de pensamientos. Y,
quizá por lo mismo, varias personas entre aquella muchedumbre, antes que se hubiesen ahogado en el silencio los postreros ecos
de la última campanada, habían tenido tiempo para darse cuenta de la presencia de una figura enmascarada que hasta entonces
no había llamado la atención de nadie….
ACTIVIDADES:
1. Describe cómo es la enfermedad a la que tanto temen y cómo se le llamaba a ésta.
2. El príncipe Próspero decide recluirse en una gran mansión para evitar así esta terrible presencia. Para acabar
realmente con ella ¿Qué crees que podría haber hecho? ¿Por qué se llamará, precisamente, “Próspero”?
3. Analiza la descripción de la mansión en la que están recluidos y sus salones. Comprueba si se sigue un orden
determinado y cómo se señala este orden para que nosotros, los lectores, no nos perdamos en la descripción y
veamos exactamente cómo es el espacio descrito.
4. ¿Por qué la presencia constante de un reloj dando las campanadas? ¿Qué crees que puede representar? Fíjate a
qué hora exacta se presenta esa extraña y misteriosa figura. ¿Por qué a esa hora?
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Ahora sigue tú la historia….
Aquí tienes el relato completo de Allan Poe. https://yocomunicador.files.wordpress.com/2008/12/edgar-alan-poe-cuentos.pdf
Un vídeo en el que se relata la historia: https://www.youtube.com/watch?v=sjkLsTRO2FY
“El rey de la máscara de oro”, relato del escritor francés, Marcel Sachworb, narra la historia de
un mendigo que llega a un reino donde todos llevan máscaras, y donde cada máscara sitúa al
individuo en un lugar en la sociedad. El rostro desnudo del extraño es considerado un prodigio y
así es presentado al rey, ante el que denuncia ese reino de caretas. La máscara oculta el
verdadero rostro anterior, incluso la máscara más rígida tiene tras de sí otra y quizás, otra más.
Y ¿qué se ocultará tras la máscara de oro?
El rey enmascarado de oro se alzó del negro trono en el que estaba sentado desde hacía horas y
preguntó la causa del tumulto. Los guardias de las puertas habían cruzado las picas y se oía entrechocar
el hierro. Alrededor del brasero de bronce también se alzaron los cincuenta sacerdotes situados a la
derecha y los cincuenta bufones situados a la izquierda, y las mujeres agitaban las manos en semicírculo
ante el rey.
La llama rosa y púrpura que relumbraba en la alambrera de bronce del brasero hacía brillar las máscaras de los rostros.
Imitando al descarnado rey, mujeres, bufones y sacerdotes llevaban inmutables caras de plata, cobre, madera y tela. Las máscaras
de los bufones se abrían de risa mientras que las máscaras de los sacerdotes se obscurecían de preocupación. Cincuenta rostros
sonrientes florecían a la izquierda y cincuenta rostros tristes fruncían al ceño a la derecha. No obstante, los claros tejidos que
cubrían la cara de las mujeres imitaban rostros eternamente graciosos y animados por una sonrisa artificial. Pero la máscara de
oro del rey era majestuosa, noble y verdaderamente real. Ahora bien, el rey se mantenía silencioso y a causa de ese silencio se
parecía a la raza de reyes de la cual era el último. En otro tiempo la ciudad estuvo gobernada por príncipes que llevaban la faz
descubierta, pero largo tiempo atrás había surgido una amplia horda de reyes enmascarados. Ningún hombre había visto la cara de
los reyes e incluso los sacerdotes ignoraban la razón. Pero en tiempos remotos se dio la orden de cubrir los rostros de todos los que
acudían a la residencia real y aquella familia de reyes sólo conocía las máscaras de los hombres. Mientras se estremecían los
hierros de los guardias de la puerta y retumbaban sus sonoras armas, el rey preguntó con voz grave:
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-¿Quién osa turbarme a la hora en la que me siento entre mis sacerdotes, mis bufones y mis mujeres?
Los guardias respondieron temblorosos: -Muy absoluto rey, máscara de oro, es un hombre miserable vestido de larga túnica; parece
uno de esos piadosos mendigos que vagan por la comarca y lleva la cara descubierta.
-Dejadle entrar, dijo el rey.
Entonces el sacerdote que llevaba la máscara más grave se volvió hacia el trono y se inclinó: ¡Oh, rey!-dijo. Los oráculos han
predicho que no es bueno para tu raza ver los rostros de los hombres.
El bufón cuya máscara estaba hendida por la risa más amplia volvió la espalda al trono y se inclinó: -¡Oh, mendigo, dijo a quien no
he visto aún! No hay duda de que eres más rey que el rey de la máscara de oro, puesto que a él le está prohibido mirarte.
La mujer cuya falsa cara tenía el vello más sedoso unió sus manos, las separó y las curvó como para asir los vasos de los sacrificios.
El rey, dirigiendo los ojos a ella, temió la revelación de una faz desconocida. Después, un mal deseo subió hasta su corazón. Dejad
entrar a ese mendigo dijo el rey de la máscara de oro. A través del agitado bosque de picas entre las que brotaban espadas como
hojas de resplandeciente acero salpicadas de oro verde y de oro rojo, un anciano de blanca barba erizada avanzó hasta el pie del
trono y alzó hacia el rey una cara desnuda en la que vacilaban unos ojos inciertos.
-Habla-dijo el rey.
El mendigo replicó con voz fuerte: -Si el que me dirige la palabra es el hombre enmascarado de oro, desde luego responderé; y creo
que es él. ¿Quién se atrevería a levantar la voz en su presencia? Pero no puedo asegurarme por medio de la vista porque soy ciego.
No obstante sé que en esta sala hay mujeres por el suave roce de sus manos en los hombros, hay bufones porque oigo risas, y hay
sacerdotes porque cuchichean gravemente. Ahora bien, los hombres de este país me han dicho que estabais enmascarados; y tú, rey
de la máscara de oro, último de tu estirpe, no has contemplado nunca rostros de carne. Escucha: eres rey y no conoces al pueblo.
Los de mi izquierda son los bufones, pues los oigo reír; los de mi derecha son los sacerdotes, pues los oigo llorar; y noto que los
músculos de las caras de estas mujeres hacen muecas.
El rey se volvió hacia aquellos que el mendigo llamaba bufones y su mirada encontró las máscaras sombrías de preocupación de los
sacerdotes; se volvió hacia los que el mendigo llamaba sacerdotes y su mirada encontró las máscaras florecidas de risa de los
bufones; bajó los ojos hacia la media luna de sus mujeres sentadas y sus rostros le parecieron bellos.
-Mientes, extranjero-dijo el rey. Tú eres el sonriente, el lloroso y el gesticulador, pues tu horrible cara, incapaz de fijeza, se ha
hecho móvil para disimular. Los que has señalado como bufones son mis sacerdotes y los que has señalado como sacerdotes son mis
bufones. ¿Cómo podrías juzgar la belleza inmutable de mis mujeres si tu rostro se pliega con cada palabra?
-Ni la de ellas ni la tuya-dijo el mendigo en voz baja, porque no puedo saber nada, ya que soy ciego, pero tú mismo no sabes nada de
los demás ni de tu propia persona. Yo soy superior a ti en esto: sé que no sé nada. Y puedo hacer conjeturas. Quizá los que te
parecen bufones lloran bajo la máscara y es posible que los que te parecen sacerdotes tengan su verdadera cara retorcida por la
alegría de poderte engañar; ignoras si las mejillas de tus mujeres son de color ceniza bajo la seda. Tú mismo, rey enmascarado de
oro, ¿quién sabe si no eres horrible a pesar de tus adornos?
Entonces el bufón que tenía la boca más profundamente hendida de alegría lanzó una risotada que parecía un sollozo, el
sacerdote que tenía la frente más sombría dijo una súplica parecida a una risa nerviosa y todas las máscaras de las mujeres se
estremecieron. El rey con cara de oro hizo un signo. Los guardias agarraron por los brazos al viejo de cara desnuda y lo arrojaron
por la gran puerta de la sala. Pasó la noche y el rey tuvo el sueño inquieto. Durante la mañana vagó por su palacio porque un nuevo
deseo había subido hasta su corazón. Pero ni en los dormitorios ni en la alta sala embaldosada de los festines ni en los salones
pintados y dorados para las fiestas encontró lo que buscaba. En toda la vasta residencia reí no había ni un solo espejo. Así lo había
establecido la orden de los oráculos y la ordenanza delos sacerdotes desde hacía largos años. El rey, en su trono negro, no se
divirtió con los bufones, no escuchó a los sacerdotes y no miró a sus mujeres. Pensaba en su cara….
Sigue tú….
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¿Qué tienen en común las dos historias?
Investiga cuándo se considera que un mal se convierte en una peste o, como se le dice actualmente, en una
“pandemia”; cuáles han afectado a la humanidad a lo largo de la historia y qué cuidados se llevan a cabo
actualmente para controlar las enfermedades de contagio.
Busca la etimología de las palabras “epidemia” y “pandemia”
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