Cádiz, tierra de castillos
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Cádiz, tierra de castillos
ANDALUCÍA EN LA HISTORIA La especial posición geográfica de la provincia de Cádiz, gozne entre el mar Mediterráneo y el océano Atlántico y a la vez estribo de Europa en África, ha propiciado su validación a lo largo del tiempo como espacio de elevado interés geoestratégico. Su basculación, en una u otra dirección, según soplaran los vientos de la Historia, explica que hoy día estas tierras se nos presenten como un muestrario variado y complejo de las distintas formas del arte de fortificar. Cádiz, tierra de castillos Fortificaciones entre dos mares y dos continentes ROSARIO FRESNADILLO GARCÍA UNIVERSIDAD DE CÁDIZ P ese a reconocerse del todo artificiales, criterios administrativos vienen a reunir bajo un epígrafe común territorios físicamente diversos que, por serlo, respondieron de manera diferente al problema de su seguridad, arbitrando soluciones distintas en forma y aún distantes en el tiempo porque así lo fueron las circunstancias que provocaron su construcción. De hecho, podemos decir que el arco cronológico que afecta a las defensas gaditanas se abre cómodamente desde el siglo X hasta el siglo XX, aunque en esta ocasión nos centremos en los efectivos medievales extendiendo sus ecos hasta el siglo XVI. Una distribución espacial del territorio disponible permite agrupar las fortalezas provinciales en castillos de la Sierra, de la Campiña y de la Costa destinados respectivamente a defender los pasos en altura hacia Sevilla y Málaga, el discurrir de la cuenca baja del Guadalquivir y a prevenir los peligros llegados por el mar. Sin embargo, esta división, que es la clásica en los castillos gaditanos, carece de lógica cuando intentamos adaptarle una cronología que explique cada dispositivo en su contexto militar. La historia de la guerra muestra entonces un recorrido, no siempre predecible, que avanza y retrocede, recuperando estructuras obsoletas o yuxtaponiendo obras, sustituyendo defensas anteriores o, simplemente, prescindiendo de todas... Por esta razón, dada la obligada brevedad de estas líneas, he- máticos como Zahara de la Sierra y Espera también reconocen su origen, aunque experimentarán remodelaciones definitivas posteriores. En resumen, más de 400 años de impronta cuya huella material no resulta fácil de valorar, ni tan llamativa, ni tan numerosa como en otras zonas de al-Andalus, al haberse diluido por necesidades bélicas posteriores o, sencillamente, por el paulatino acomodo al caserío en tiempos de paz. Fueron pues decisivas las obras inherenmos huido por una vez de extendernos en tes a la castellanización impulsadas a partir los datos para intentar una presentación pa- de que Femando III el Santo ganara Sevilla, norámica, conscientes de que, de haber des- aunque el proyecto no culminara hasta que pertado el interés, las ausencias se podrán su hijo Alfonso X asomara al Atlántico por Cádiz en 1264. El apelativo de la frontera que cubrir con la bibliografía adjunta. acompaña a un número considerable de los UN PASADO DILUIDO. La provincia de Cá- pueblos gaditanos es el recuerdo permanendiz asomada al Estrecho por el Peñón de Gi- te del costoso encuentro en su suelo de crisbraltar fue la primera en la Península que co- tianos y musulmanes, como también lo es noció la presencia del Islam. Desde el mismo el perfil de los recintos urbanos más signifi711 hasta la segunda mitad del siglo XII, no cados como el de Jerez, El Puerto de Santa se cerrará el periodo de preponderancia islá- María o el desaparecido de Cádiz. mica en estas latitudes, dejando un legado Todo este patrimonio era ya para el siglo monumental que arranca con el castillo de XV, desde el punto de vista monumental, Guzmán el Bueno en Tarifa, de datación cali- una realidad ecléctica configurada en lo que fal fechada por inscripción en el 960, y se se conocería como mudejarismo, mitad tracontinúa en otros tantos ejemplares como dición formal y mitad necesidad, dada la en la mezquita almohade, posteriormente formación musulmana de la mano de obra reconvertida en el castillo cristiano de San empleada: cristianos. Marcos en el Puerto de Santa María, el recinSus características se podrían resumir to primitivo de Jerez o el deslucido ribat de en: murallas de manipostería con torreones San Romualdo en la Isla de León. Jimena, Ci- cuadrangulares que se refuerzan con un casbraltar y Vejer, o castillos serranos emble- tillo o alcázar en su extremo más acomoda- LA PROVINCIA DE CÁDIZ, ASOMADA AL ESTRECHO DE CIBRALTAR, FUE LA PRIMERA EN LA PENÍNSULA EN CONOCER LA PRESENCIA DEL ISLAM I - • • - • ' • ! El castillo deGuzmánel Bueno de Tarifa es el más antiguo de la provincia gaditana, ya que su datación inicial hay que situarla en el 960. do, diferentes alturas en adarves rematados con merlatura albardillada, alguna tronera de cruz y orbe asomando a los lienzos en un esfuerzo de tomar el avance de la artillería de pólvora, adoso de cubos circulares para facilitar el flanqueo... Una fusión que a veces confunde por el mimetismo de los elementos , como ocurre con los arcos de herradura del castillo cristiano asidonense de Torrestrella o en la más grosera alteración del siglo XVII hecha en los Arcos de la Rosa y de los Blancos en el recinto de Cádiz. No sólo en lo material, sino también en la iconografía antigua cristalizó el modelo, según se puede rastrear desde las mismas cantigas alfonsíes hasta en los dibujos modernos y románticos , tan valiosos ahora en calidad de fuentes para ensayar hipótesis de restitución. CASTILLOS Y PALACIOS. Destacan, por su entidad edilicia, los rastros del repunte de señorialización auspiciado por los últimos Trastámara pues vendría a enriquecer el elenco castellológico provincial con la reconstrucción o el levantamiento ex novo de algunos de sus mejores castillos. La disputa por el control de estos territorios entre las principales casas nobiliares de la baja Andalucía tardomedieval, a saber Medina Sidonia y Ponce de León, fructificaría, arquitectónicamente hablando, en edificaciones de EL APELATIVO DE LA FRONTERA ES EL RECUERDO PERMANENTE DEL COSTOSO ENCUENTRO EN SU SUELO DE CRISTIANOS Y MUSULMANES doble naturaleza militar y palaciega como la torre de Don Rodrigo (III conde de Arcos y I marqués de Cádiz) en el recinto de Jerez, el castillo de Luna en Rota o la fortaleza matriz de Arcos de la Frontera. Por su parte, en el bando contrincante hay que citar la torre conileña de Guzmán, el ejemplar de Zahara de los Atunes (para control de la actividad pesquera) y, desde luego, la fortaleza de Santiago en Sanlúcar de Barrameda, obra de Don Alonso Pérez de Guzmán, II duque de Medina Sidonia, la más notable representación de esta modalidad de castillos-palacio en la provincia, que apuesta por la modernidad poliorcética sin renunciar a la estética del Renacimiento, como se ve en su puerta de la Sirena, en la decoración del aula-maior, en los adarves flordelisados... etc. Menor presencia tuvieron otros linajes de relevancia como el de los Ribera, constructores del casti- Recinto del castillo de Castellar de la Frontera, cuyafisonomíaoriginal ha quedado muy alterada por su rehabilitación historicista. llo jerezano de Cigonza y del palacio urbano de Bornos. Superadas las luchas nobiliares, el interior cederá protagonismo militar a la banda litoral por donde vendrían los nuevos enemigos imponiéndose el abaluartamiento en murallas y fuertes, como en la ciudadela de la capital, en tanto las costas se jalonan de torres de almenara. En el interior o en el litoral periférico quedaban las viejas formas de hacer la guerra abandonadas o reabsorbidas como esqueletos dentro de las nuevas tramas urbanas. Un recorrido por las calles de Rota, Arcos de la Frontera, Medina Sidonia o Setenil de las Bodegas ilustrará didácticamente este proceso. Paradójicamente, otros conjuntos, que pueden observarse exentos, se han distorsionado con recreaciones historicistas, como el recinto de Castellar de la Frontera o el de Vejer, donde las estructuras antiguas embebidas por las casas se han reconectado con dudoso fundamento. OTRAS GUERRAS. Conflictos posteriores, como la Guerra de Sucesión o los enfrentamientos carlistas, obligaron a revisar algunos enclaves importantes. Aunque sobre estos procesos se dispone de mucha información sobre el papel sin trasunto material, Mas información Antón Solé, P. y Orozco Acuaviva, A. Historia Medieval de Cádiz a través de sus castillos. Ed. Dip. Provincial de Cádiz, 1976. Fernández Cano, Víctor las defensas de Cádiz en la Edad Moderna. Escuela de Estudios Hipanoamericanos. Sevilla, 1973. Fresnadillo García, Rosario Castillos de España. Provincia de Cádiz vol. I. Ed. Everest. León, 1997. pues no se pasó del proyecto en la mayoría de los casos. Más perturbador fue el terremoto de 1755 que dañó las fortificaciones de Arcos de la Frontera, Olvera y Santiago en Sanlúcar de Barrameda. La ocupación francesa también se dejó notar en aquellas fortalezas que coincidieron con los intereses de los planes imperiales, sobre todo a efectos de alojamiento de las tropas. Frente a ellas, otras que resultaron en manos españolas remozaron al tiempo su potencial; tal fue el caso de Tarifa o Jimena de la Frontera. Un tercer grupo corrió peor suerte y fue víctima de algún desmonte e incluso de las voladuras efectuadas por los franceses en su retirada como ocurrió con los castillos de Medina Sidonia o el de Alcalá de los Gazules, destino compartido, por cierto, con parte considerable del patrimonio castral implicado en la Guerra de la Independencia, más allá de los límites provinciales. D