Restaurando el páramo y sembrando paz

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Restaurando el páramo y sembrando paz
[ notas. CIENCIAS BIOLÓGICAS ]
Restaurando el páramo
y sembrando paz
El páramo de Sumapaz es un páramo extenso y silencioso, cuya
neblina oculta muchos misterios y biodiversidad por descubrir.
Este páramo, el más grande del mundo, es también, en términos biológicos, el menos conocido. Años de conflicto armado lo
volvieron inaccesible a la mayoría de las personas y a la ciencia.
Sin embargo, hoy se respiran vientos de cambio, y la prueba más
evidente de ello es que los militares, que por años lo patrullaron
y defendieron de los diversos frentes de las FARC, comienzan a
imaginarse un futuro diferente con ellos como guardaparques,
protectores de la biodiversidad, e incluso restauradores.
Hace aproximadamente un mes recibí la llamada del teniente coronel Edgar Riveira, comandante del batallón de alta
montaña n.º 1, y después del susto inicial normal en alguien que nunca ha recibido una llamada telefónica del ejército,
quedé muy entusiasmada cuando me hablaron del interés que tenían en que mi grupo de investigación los apoyara en
un proyecto de restauración de páramos que querían realizar. El coronel Riveira, el sargento Urrea y el sargento Segura
Figura 1. Vivero de Espeletia grandiflora del batallón de alta montaña Antonio Arredondo (Bamar).
Foto por Eloisa Lasso.
12 Hipótesis, Apuntes científicos uniandinos, núm. 20, 2016
Eloisa Lasso
Ph. D. Profesora asociada
del Departamento de
Ciencias Biológicas de la
Universidad de los Andes
[email protected]
nos visitaron en el laboratorio y nos expusieron con una pasión contagiosa
su visión de lo que querían que en el posconflicto sucediera con el sitio
que ha sido su casa por años: que las instalaciones del batallón funcionen
en el futuro como una especie de estación científica, un sitio donde la
academia vaya a explorar y ayudar en la recuperación de este ecosistema
tan frágil e inevitablemente afectado por años de combate.
Sin conocer el batallón y sus instalaciones era difícil imaginar el potencial de lo que estaban proponiendo. Por ello nos invitaron, a mí y a mis
estudiantes, a visitarlo para explorar la situación y evaluar de qué forma
podríamos ayudar. A las cuatro de la madrugada nos recogieron en la
Universidad, y luego de salir por la vía Usme, de pasar la laguna Chisacá
y de recorrer varios kilómetros por caminos destapados y carretera en
medio de frailejones, pajonales, y a veces campos de papas, llegamos
al batallón de alta montaña n.º 1. Después de un abundante desayuno
fuimos a conocer las instalaciones y el vivero en el que han estado
trabajando para reproducir y multiplicar frailejones para restaurar el
páramo. Para nuestra gran sorpresa, nos encontramos con más de siete mil plantas juveniles de frailejón, perfectamente sanas y listas para
ser trasplantadas (figura 1). El problema, nos contaba el cabo segundo
Alfredo Vargas, tecnólogo en control y gestión ambiental y apasionado
por las plantas, quien ha sido el responsable de sembrar y cuidar esos
pequeños frailejones, es que estas plántulas vienen de otras poblaciones, han sido extraídas del páramo, y su intención es propagar desde
Figura 2. Exploración en mulas en el páramo de Sumapaz para colectar semillas de Espeletia para pruebas de germinación.
Foto por Alejandra Ayarza.
Universidad de los Andes, Facultad de Ciencias 13
Figura 3. Espeletia killipii de dos meses de edad (izquierda), mostrando sus primeras hojas, que ya tienen tricomas (pelos), nacida en el Laboratorio de Ecología y Fisiología Vegetal en la Universidad
de los Andes. A un ritmo de crecimiento de 1 a 2,5 cm por año, a este bebé de frailejón le tomaría más de 50 años alcanzar el tamaño del ejemplar que aparece en la foto del adulto.
Foto izquierda por Eloisa Lasso, foto derecha por Santiago Madriñán.
la semilla los próximos frailejones. Y es allí donde entraríamos nosotros,
a ayudarles a lograr dar ese paso. En ese camino, el primer paso sería
ayudarlos a reconocer dónde está la semilla en la inflorescencia seca
del frailejón, y determinar cuándo está lista para ser colectada. Empezamos ese mismo día a trabajar, recorriendo en mulas las poblaciones
de frailejón en flor para comenzar la colecta de semillas de Espeletia
killipii y E. Grandiflora (figura 2).
De ese primer viaje nos llevamos unas semillas para empezar experimentos de germinación en las cámaras climáticas del laboratorio, para
14 Hipótesis, Apuntes científicos uniandinos, núm. 20, 2016
determinar las condiciones óptimas de germinación. También acordamos recibir al cabo Vargas en nuestro laboratorio por dos semanas para
capacitarlo en todo el proceso de sembrar y hacer seguimiento a las
semillas. Parte de esta capacitación incluía la visita a páramos cercanos
a la Universidad, para enseñarle a reconocer las semillas de otras plantas de páramo, pues una restauración más completa, dependiendo del
caso, requeriría también de la siembra de otras especies, además de
frailejón [1]. De esta visita resultó un par de pequeños frailejones bebés
(figura 3) y un cabo lleno de energía y ganas de empezar su propio
experimento de germinación en el batallón. Unos días después, el cabo
Figura 4. Capacitación del cabo Vargas en colectan de semillas de otras especies de páramo
y en la siembra y trasplante con el grupo de investigación de Ecología y Fisiología Vegetal de la
Universidad de los Andes.
Vargas ya tenía sembradas mil semillas en platos Petri y algodón, y
estaba esperando ansiosamente que nacieran sus primeros frailejones.
Este acercamiento entre el batallón de alta montaña y la Universidad
de los Andes abre, potencialmente, oportunidades para muchos proyectos en el posconflicto. Un convenio entre ambas instituciones podría
garantizar una continuidad y seguridad en este tipo de acuerdos. Y en
un mundo ideal, podríamos soñar con ayudar a consolidar esa paz en
nacimiento, favoreciendo trabajos conjuntos con todos los actores, militares, exguerrilleros, campesinos, con apoyo de la academia en proyectos de recuperación ambiental y de exploración científica para que
terminemos de conocer el inexplorado páramo más grande del mundo,
y para protegerlo, pues de él depende buena parte del agua de Bogotá
y de los departamentos del Meta, Huila y Cundinamarca, ya que es uno
de los reservorios más importantes de diversidad biológica, ecológica y
genética de los Andes [2]. •
Figura 5. La academia y los militares sumando fuerzas para restaurar Sumapaz.
REFERENCIAS
[1] Sarmiento L, Llambí LD. Regeneración del páramo después
de un disturbio agrícola: síntesis de dos décadas de investigaciones en sistemas con descansos largos de la cordillera de
Mérida. En: Herrera F, Herrera I, eds. La restauración ecológica
en Venezuela: fundamentos y experiencias. Caracas: Instituto
Venezolano de Investigación Científica; 2011.
[2] Parque Nacional Natural Sumapaz, http://www.parquesnacionales.gov.co/portal/es/parques-nacionales/parque-nacionalnatural-sumapaz/.
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