hagan lo que él les diga - Vicaría Esperanza Joven
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hagan lo que él les diga - Vicaría Esperanza Joven
“HAGAN LO QUE ÉL LES DIGA” (JUAN 2,5) MATERIAL DE REFLEXIÓN Y FORMACIÓN PARA ASESORES DE PASTORAL JUVENIL1 Queridos Asesores(as) de la Pastoral Juvenil: Queremos invitarlos a que puedan leer, compartir y aplicar en su acción como agentes evangelizadores los contenidos de formación que aparecen en este documento. Recordando que queremos construir una Tierra de Hermanos donde podamos acoger con alegría y amor a todos en la mesa del hogar y en la mesa eucarística, preocupándonos especialmente por aquellas personas que por alguna situación han sido excluidas de esta mesa para todos. Que podamos en este año de las celebraciones del Bicentenario de nuestra patria, imitar a la Virgen María en nuestra labor como agentes evangelizadores, siendo compañeros(as) de camino para los y las jóvenes, iluminando y orientando sus pasos, impulsándolos(as) al encuentro con Jesús que está Vivo en medio nuestro. El material que se entrega a continuación es una profundización de los contenidos desarrollados en el Encuentro de Oración de Asesores que se realizó en mayo de este año. Esperamos que este documento pueda servirles para reflexionar sobre su misión como servidores, formadores, orientadores que educan mediante el acompañamiento, favoreciendo las condiciones para que los y las jóvenes descubran en sí sus potencialidades, actitudes, conductas y recursos para llevar adelante su vida. CON CARIÑO ÁREA DE DESARROLLO PASTORAL 1 Adaptación de los contenidos del Encuentro de Oración de Asesores 2010. MEDIADORES DEL REINO A IMAGEN DE MARÍA En la vida de todo agente pastoral se hace muy necesario hacer una pausa en lo cotidiano, y detener un momento la marcha para estar con el Señor de la Vida. ¿Por qué? Porque Él ES el Señor de nuestra vida. De alguna manera misteriosa y maravillosa Dios ha conquistado nuestro corazón, silenciosamente nos ha enamorado y nos ha pedido que nos quedemos con Él. Y en algún momento dijimos “Sí”. Así comenzó y ha ido avanzando nuestra relación con el Señor, entre buenos y malos momentos, compromisos, deberes, caídas y puestas en pie. Por eso nos detenemos, porque esta relación de amor con Dios necesita ser nutrida, alimentada por la oración, por la comunión con Él, sobre todo en momentos en que la vida de todos se estremece. Este año celebramos el Bicentenario de la Independencia. Nos habíamos preparado para una gran fiesta, pero contradictoriamente la naturaleza nos ha recordado en más de una ocasión lo vulnerables que somos, intensificando en muchos el natural cuestionamiento por el sentido de la vida. Frente a esta realidad, la nuestra, el anuncio del Reino hecho por Jesucristo nos interpela con mayor fuerza para ofrecernos un sentido pleno de vida a través de una re-vinculación con Dios, en la persona de Jesús. Es Él quien renueva y actualiza constantemente la alianza de amor que ha sellado con su sacrificio en la cruz. En la comunión con Dios está la felicidad del ser humano, pues en Él se descubre y reconoce como hijo amado, y puede vivir la verdadera fraternidad con sus hermanos. María, desde su sencillez y sensibilidad de mujer, en su propio tiempo y contexto, logra darse cuenta de esto y acepta la propuesta que Dios le hace para ser la Madre de Jesús, asumiendo un rol esencial en la llegada del Reino de Dios. Siendo una joven vulnerable en todos los aspectos, acoge la confianza que Dios pone en ella y se pone a disposición de la Voluntad del Padre, entrando en la dinámica del Reino y desencadenándolo al encarnarse Jesús en su vientre. A través de su Sí, Dios puede llegar a reinar en el mundo, y es el mismo Señor el que la hace mediadora entre el Padre y todos sus hijos, desde su singularidad y concreción. María se hace entonces compañera de camino para todos en el seguimiento de Jesucristo, en la construcción del Reino. Como vemos en el relato de las Bodas de Caná, ella tiene los pies bien puestos en la tierra, y su mirada está atenta a las necesidades de quienes están a su alrededor, pero su corazón permanece en Dios. Estando en comunión con su Hijo ella puede poner estas necesidades en Sus manos, para que sea Él quien actúe en la vida de las personas y las transforme. Como Ella un asesor es un compañero de camino para los jóvenes, alguien que está junto a ellos para iluminar y orientar sus pasos, impulsándolos al encuentro con Dios. Desde su rol, el asesor está constantemente conectado tanto con la realidad como con la invitación que Jesús nos hace a participar de este Reino que es Banquete, Mesa para todos, y que nos muestra el camino de la fraternidad y solidaridad como un modo concreto de conversión, de cambio en el modo de ser y actuar en el mundo, “ayudando a fortalecer los vínculos familiares y fraternos, y a construir una Patria donde tengan su lugar aquellas personas marginadas que están excluidas de la mesa de todos.2 Ser asesor de la Pastoral Juvenil implica poner en contacto el mundo de los jóvenes de hoy con la Buena Nueva del Reino de Dios, ser provocadores del encuentro entre ellos y el Señor de la Vida. Es un rol de acompañamiento, de cercanía, de vínculo entre los hombres y con Dios, como el de María con la Iglesia. María mediadora del Reino: “con lazos de amor los atraía” (Os. 11,4) En la dinámica del Reino de Dios, María es el lazo que nos acerca al banquete, es el puente que, con su ternura y delicadeza de Madre, une nuestra vida y nuestra historia con el proyecto que Dios tiene para cada uno de nosotros. Y lo hace no por ser ella la primera mediadora, sino porque se ha configurado con Cristo, verdadero mediador entre el Padre y la humanidad. María nos entrega a su Hijo, y Él es la Buena Noticia que nos da a conocer el plan de Dios de reinar en el mundo. Jesucristo pasó su vida anunciando, especialmente a los más pobres y marginados, el reinado de Dios. Todos aquellos que pudieron conocer personalmente a Jesús se encontraron con un hombre apasionado, que se atrevía a anunciar el deseo profundo que Dios tiene de dar a todos una vida más digna y plena. Quiere “ayudarles a intuir cómo es y cómo actúa Dios, y cómo va a ser el mundo y la vida si todos actúan como él”. Y el anuncio que hace es categórico: “El Reino de Dios ya ha llegado”. En su tiempo esta seguridad tuvo que causar verdadero impacto. Su actitud era demasiado audaz: ¿no seguía Israel dominado por los romanos? ¿No seguían los campesinos oprimidos por las clases poderosas? ¿No estaba el mundo lleno de corrupción e injusticia? Jesús, sin embargo, habla y actúa movido por una convicción sorprendente: Dios está ya aquí, actuando de manera nueva. Porque Dios no viene como juez, sino como Padre de amor desbordante. Si Dios viene a “reinar”, no es para manifestar su poderío por encima de todos, sino para manifestar su bondad y hacerla efectiva. 2 Vicaria General de Pastoral, Acentuaciones pastorales 2010, “Chile, una mesa para todos” Pág. 4 Dios viene a invertir nuestra escala de valores y a ponerla al servicio del amor. Por eso su Reino es para los pobres. Son ellos los que necesitan escuchar antes que nadie la noticia del reino. Jesús los declara dichosos, incluso en medio de esa situación injusta que padecen, porque Dios está ya viniendo para suprimir la miseria, terminar con el hambre y hacer aflorar la sonrisa en sus labios. No les invita a la resignación, sino a la esperanza. No quiere que se hagan falsas ilusiones, sino que recuperen su dignidad. El reinado de Dios no es una intervención puntual, sino una acción continuada del Padre que pide una acogida responsable, pero que no se detendrá, a pesar de todas las resistencias, hasta alcanzar su plena realización. Está “germinando” ya un mundo nuevo, pero solo en el futuro alcanzará su plena realización. La Virgen María es discípula y misionera ejemplar, se pone al servicio de este reinado de amor en el que ella misma ha cooperado al aceptar ser la Madre de Jesús. El anuncio de su Hijo es el suyo también, y su actitud de vida es la de estar siempre atenta a las necesidades de los otros: una existencia en humildad, en silencio, diciendo la palabra justa para impulsar los signos del Reino, poniendo toda su confianza en el Dios conoce y ama y con quien, desde sus entrañas, vive en profunda comunión. Así mismo, María, la Madre, nos reúne en torno a la mesa, nos acerca al banquete y procura para todos lo necesario: su Hijo Jesucristo. El Reino, entonces, nos convoca en torno a la Mesa Eucarística y la Mesa del Hogar, pues para reconstruir Chile física, social, y espiritualmente necesitamos cultivar la confianza y hacer de la patria una verdadera Tierra de Hermanos, generando espacios de diálogo, creando señales y signos concretos que permitan encarnar una nueva mirada de nuestro pasado y futuro como Iglesia y Nación. Que esta conmemoración de la Independencia de la Patria sea ocasión de reencuentro entre los chilenos y su pueblo con el Alma de Chile. Que se convierta en un acontecimiento que proyecte la mirada de nuestra nación hacia el futuro con la voluntad de soñar el Chile que queremos, a partir de la fecundidad de nuestros valores esenciales.3 Una mesa para todos, donde se viva la alegría del Reino de Dios que ya está en nosotros y en el mundo, y la esperanza de su plenitud al final de los tiempos. En sintonía con el Dios de la Vida La profunda comunión de María con Dios es lo que le permite ser mediadora. Ella experimenta la alegría de haberse encontrado con Aquel que es la fuente de la vida, y por ese encuentro es capaz de comunicar su gozo: “Mi alma glorifica al Señor, y mi espíritu se alegra en Dios, mi Salvador, porque ha mirado la humildad de su sierva” (Lc. 1, 47-48). Así mismo, el/la asesor/a de la Pastoral 3 Comisión Bicentenario de la Arquidiócesis de Santiago, Misión y Visión. (página Web) Juvenil está llamado a compartir con los jóvenes la alegría de su propio encuentro con Jesucristo, y a acompañar sus pasos para que cada joven pueda entrar en un diálogo de amor con Dios que quiere reinar en su vida, y que lo invita a vivir plenamente en la comunión con sus hermanos. Porque el banquete al que nos invita Jesucristo es para todos, y esta convicción nos mueve especialmente desde la asesoría a ser acogedores, alegres, inclusivos y ecuménicos, a poner nuestra mirada precisamente en los que dejamos fuera de esta mesa, sobre todo en los jóvenes en situación de mayor vulnerabilidad. En este sentido, María es escuela para los/as asesores/as de la Pastoral Juvenil, pues Ella es quien les conduce hacia una mayor cercanía con Dios, los llama a entrar como ella en la dinámica del Reino, tanto en la Eucaristía como en la mesa fraterna, para que su rol se sustente en su alianza personal con el Dios de la Vida. De esta manera Dios nos hace también mediadores del Reino, para promover en los jóvenes la confianza plena en el Señor, y el anhelo de ser constructores del gran sueño y pasión de Jesucristo: que Dios pueda reinar en la tierra y el corazón de cada joven. En María se verifican, entonces, las características que debe tener un asesor en su rol de mediador, de acompañante de la pastoral juvenil “que favorece la iniciativa de los jóvenes, despierta su creatividad, orienta sus búsquedas y los acompaña a crecer” 4 4 VEJ. Proyecto Pastoral Esperanza Joven, Pagina 67.