presentación

Transcripción

presentación
presentación
Escondida, a veces, bajo un velo de tópicos, Castilla y León atesora una rica
realidad repleta de pasado, de futuro y, sobre todo, de historias que necesitan ser contadas. Con esta idea nace el segundo número de Nueve Magazine: convertirse en un medio que permita presentar una Comunidad con muchos matices, sentimientos, iniciativas y llena de emprendedores con ideas,
con proyectos y con la fuerza que da el ‘sentido común’ de esta tierra.
Así Nueve Magazine, la publicación anual de la Agencia de Noticias de Castilla
y León, Ical, se hace eco de los esfuerzos de la Comunidad para mirar al futuro
en sectores como el enológico que se vertebra en torno al Duero y que ha
generado una peculiar cultura del vino desde Soria hasta Oporto; que no desdeña su rica historia, puesta de manifiesto en reportajes como el que recoge
su vinculación con Cristóbal Colón; que asiste expectante a los cambios en los
modos de vida y producción, como la modernización del sector minero; que
muestra orgullosa su indiscutible bagaje cultural en el 50 aniversario de la
Seminci y que presume de joyas medioambientales, como El Bosque de Béjar,
y culturales, como la Villa del Libro de Urueña o la restauración de los frescos
de San Miguel de Gormaz.
Nueve Magazine quiere también mostrar una Comunidad que vive el presente, con una mirada abierta al mundo. Capaz de valorar el genio de creadores
como Antonio Quintana; de acoger a quienes desde cualquier lugar del Globo
han llegado, quieren quedarse y aportar al proyecto común, y de explorar nuevos modos de expresión, como el comic. En definitiva, una región que quiere
estar en la vanguardia, con investigaciones como las de José María Eirós, el
profesor de la Universidad de Valladolid, que pasa por ser uno de los mayores
especialistas españoles en microbiología.
Por último, esta publicación pretende recoger siquiera unas gotas de la reflexión pausada de nuestros intelectuales: del humanismo de Jiménez Lozano,
a la visión crítica de José Sánchez Carralero, pasando por el ilusionado Jesús
López Cobos o del siempre vitalista Ángel Nieto.
Es, sin duda, un recorrido por una Castilla y León alejada de los trazos gruesos
con que nos pintan y que se hace a sí misma con el esfuerzo de toda la sociedad. De ella es el mérito y a ella es a la que hay que agradecer las gracias por
su empuje que nos ha permitido también a quienes formamos Ical cumplir, un
año más, con nuestro compromiso de contar lo que pasa desde la verdad. A
todos, muchas gracias.
Edita:
Grupo de Comunicación ICAL S.L. c/ Los Astros s/n, Edf Promecal, 47009 Valladolid
Tnos: 983 325 000, 983 325 051/02/03 fax: 983 325 050
www.icalnews.com, www.agenciaical.com
Director: Rafael Monje Alonso
Coordinador y editor gráfico: Eduardo Margareto
Edición textos: Luis Miguel Torres
Diseño y maquetación: Alter bi
Imprime: Gráficas Varona, S.A.
Depósito Legal:
sumario
2
20 24 26 42 46 50 52 Ellos también son Castilla y León
La esencia de Rusia en Salamanca
Juan Bautista Pérez del Blanco
Baco nació en el Duero
José Luis Solaguren
Carlos Domínguez Cidón
Juan Manuel González Serna
El negro final de 167 años de historia
bajo tierra
62 Pilar Silvela
64 Alcaldes para todo
68 Aresa: tecnología de altos vuelos
en Boecillo
80 José María Eirós
86 Zangarrón: Mascaradas en Tierra del Vino
93 Emigrantes: Cuando el corazón se queda a
este lado del Atlántico
99 El último pescador del Duero
104 Pasiegos burgaleses, nómadas invisibles
112 Ángel Nieto
120 Cristóbal Colón: navegante en
la meseta castellana
138 José Sánchez Carralero
144 Villa de Urueña: un paraíso cultural
anclado en el Medievo
152 Viñetas: una región de creatividad
159 Se vende moda para cruzar fronteras
172 Juan Antonio Quintana
178 Seminci, medio siglo de cine
192 José Corbacho
195 Elvira Mínguez
198 Un sueño sólo para virtuosos
202 Jesús López Cobos
206 San Miguel de Gormaz redescubre sus
pinturas románicas
216 Miguel Delibes de Castro
220 Una vida junto al oso
228 El bosque, un paraíso terrenal en Béjar
236 José Jiménez Lozano
Vinieron para encontrar un futuro mejor... y lo encontraron. Aunque, en muchos
casos, inmigración es sinónimo de marginalidad, de exclusión, de desarraigo, un
puñado de pioneros demuestran, con su experiencia vital, que lo puede ser también de riqueza cultural, de integración y de ver cumplido un sueño. Para unos,
es el de la prosperidad; para otros, simplemente, la tranquilidad o la seguridad.
A todos, algo importante les empujó a dejar atrás una familia, unas raíces, un
país y, sobre todo, una vida, que han tenido que volver a organizar no ya desde
cero, sino desde la carga que supone el mayor de los desgarros: abandonar
todo lo que has sido y volver a crecer. Ellos también son Castilla y León; sus
nueve historias –algunas contadas en primera persona– son breves relatos de
una vida que no ha sido fácil, pero que han llevado a un buen puerto en el centro
de la Península y en la que –como cualquier otra– los problemas y las alegrías
se dan paso. Otros muchos se han quedado en el camino o, a lo peor, luchan
contra la incomprensión –cuando no la explotación– de quienes ven en ellos una
amenaza más que un grupo de personas que buscan ganarse la vida donde hay
la mínima posibilidad de hacerlo. Ángel Alberto Paz, Mazhar Iqbal, Ilidio Suáres
y Juliana Almeida, Jovana Andrea Álvarez, Wilfredo Casañas, Witold Uszyñski,
Valentín y Aldina Vais, Chin-Su, Salami Badreddine. Ellos son también Castilla y
León y, con su esfuerzo y su bienhacer, han reportado a la Comunidad que les
acogió lo mejor de sí mismos: su rica personalidad y su contribución, desde la
convivencia, al futuro de todos.
Nueve historias de
inmigrantes que
buscaron una vida
mejor en la
Comunidad...
y la encontraron
Ángel Alberto Paz:
Del corralito argentino al éxito
en el negocio inmobiliario
Texto: Patricia García. Fotografía: Ricardo Muñoz
Ellos también son
Castilla y León
ÁVILA. Ángel Alberto Paz llegó a Ávila en el
año 2001, con las ideas claras para iniciar
la expansión de su negocio inmobiliario, Paz
Propiedades, ya próspero en su tierra natal, Argentina, pero amenazado por la crisis
económica y social del famoso ‘corralito’.
Paz y su familia buscaban un “marco más
tranquilo” para continuar su exitosa carrera profesional, sin tener que pensar “en
que mañana no lo vas a tener porque te secuestraron, te mataron un hijo o todas las
cosas horribles que nos tocó pasar”.
Este empresario de éxito tanto en su tierra
natal como en Castilla y León nació en Argentina en 1960. Está casado, tiene tres
hijos y acaba de trasladarse hace apenas
dos meses a la capital abulense, puesto que
desde 2001 ha residido con su familia en El
Barraco, un municipio situado a poco más
de 20 kilómetros de Ávila y 2.100 habitantes, en el Valle del Alberche. Ángel Paz asegura que a su familia “le gusta mucho” este
pueblo, al que define como “un sitio excelente”. Allí regresan los fines de semana, donde
sus hijos y el matrimonio tienen la mayoría
de sus amigos.
En Argentina, en el año 2000, la situación
económica y social dio un vuelco. El año
2001 culminó con la incautación de los
ahorros de los argentinos a través de la
instauración de lo que popularmente fue
bautizado como ‘corralito’. El caos económico y social generado por la retención
de los fondos depositados en cuentas de
ahorro y corrientes y la prohibición de hacer transferencias al exterior movilizaron
a la ciudadanía, y provocaron reacciones
adversas como el aumento de secuestros
y extorsiones. Sin embargo, Ángel Paz y su
familia abandonaron Argentina “no por un
tema económico, sino de seguridad”. “Esta-
Q Ángel Alberto Paz en el negocio inmobiliario que regenta en Ávila.
ba cansado de asaltos, secuestros y robos.
Un día estaba en la comisaría porque me robaron de este lado, otro día estaba en otra,
y en otra”, recuerda el empresario.
Ángel Paz fundó Paz Propiedades en Argentina en el año 1991. La experiencia de
la empresa le permitió sortear la tempestad económica derivada del ‘corralito’, pero
“hubo un punto en Argentina donde no había
forma de hacer una operación inmobiliaria”.
“Los bancos se quedaron con el dinero, el
famoso ‘corralito’, y el notario que firmaba
la escritura tenía la obligatoriedad de contar
el dinero de las ventas, dando fe de que ese
dinero existió, pero ¿cómo vas a traer el dinero si te lo tienen en el banco?”, lamenta.
“Fueron unos seis meses de caos total”, recuerda Ángel. Por suerte, Paz Inmobiliaria
poseía una cartera grande de clientes y un
negocio de alquileres que le permitieron solventar la situación. “Allá teníamos un marco
social un tanto peligroso, y en mis caso particular opté por diversificar el riesgo e insta-
(...) Nos
fuimos de
Argentina no por un
tema económico,
sino de seguridad.
Estaba cansado de
asaltos, secuestros,
robos (...)
larme en un lugar donde ganara igual o más
dinero, donde hubiera reglas claras”, alega.
Tomada esta decisión, Paz dejó al cargo de
sus negocios en Argentina a uno de sus jefes de oficina. Gracias a la informática, uno
de los “fuertes” de su negocio, permanecen
continuamente conectados.
Antes de abandonar Argentina, Paz trabajó
durante seis meses en un estudio de mercado para determinar la zona más adecuada para implantar la empresa y trasladarse
con su familia. “En Ávila estaba la mejor
oportunidad de mercado de la zona centro
y el norte del país”, sostiene el empresario.
Desde el primer momento se trasladó con
su familia a España, tras un breve paso por
Australia, donde cursó un máster. Así, pusieron rumbo a España, a una provincia de la
zona centro que, en su conjunto, no llega siquiera al ocho por ciento de la población del
área metropolitana de la capital argentina,
donde residen diez millones de personas.
La diferencia de tamaño de la ciudad y la
oferta de servicios fue evidente, sin embargo, Ángel Paz destaca que el cambio de
clima fue “abismal”, ya que Buenos Aires
tiene unas temperaturas similares a las de
Sevilla y se fue a vivir a una zona de largos y
fríos inviernos.
“Muchas veces pasa que viene primero el
hombre, hace sus primeros pinitos, extraña
la familia, extraña el lugar, su casa. En mi
caso, no, porque por suerte la empresa es
bastante reconocida y no vendimos absolutamente nada”, asegura. “Por eso, cuando
nos vamos de viaje allá, hacemos de cuenta
que nunca nos fuimos; pero sí hemos ganado la tranquilidad de estar en un lugar en el
que se trabaja, en el que no estás pensando
en mañana, qué ganas o qué pierdes”.
Paz habla con orgullo de su negocio inmobiliario, una empresa que ha crecido exponencialmente desde su implantación en Ávila
en el año 2001, con franquicias en varias
provincias. A mediados de marzo, Paz Inmobiliarias abrió su primera oficina en Segovia,
que se une a las ya abiertas en Salamanca,
donde la empresa se ubicó hace tres años
y medio, y El Barraco (Ávila), inaugurada a finales de 2005. Para el verano, prevén abrir
dos nuevas oficinas en Alicante y Madrid.
“La gran diferencia que hay con el negocio
que hacíamos en Argentina está en que en
España nos encontramos con un mercado
poco preparado y dormido”, advierte Paz.
Con ojo experto, señala que en muchos
países del mundo la actividad inmobiliaria
es una “profesión más, pasada por la universidad”. Por ello, ha ‘importado’ personal
argentino cualificado para su oficina de Ávila, donde todos los empleados, menos los
del departamento de Administración, son
argentinos.
“Esa falta de legislación sobre esta profesión es un punto oscuro que hay en España,
y sería bueno solventarlo”, dice. Por eso,
aboga porque las universidades intervengan en la profesionalización de esta actividad, tomando los programas de estos países. “Acá tienes que saber de materia legal,
de economía, de financiación, conocer los
materiales, de obra, tasación”. “Hay todo un
bagaje de información que no lo hacés en
dos días, y eso acá a veces se está haciendo
a la buena de Dios”, señala.
Para Paz, los clientes “cuanto más extranjeros, mejores pagadores”. A su juicio, “la gente que deja su país, su casa, su familia, no
quiere buscarse más problemas; se meten
en un piso porque están pagando un alquiler
y, por el mismo precio, pueden meterse en
una letra”.
Q El empresario paquistaní Mazhar Iqbal posa para
Nueve Magazine en el Teatro Principal de Burgos.
Mazhar Iqbal:
El empresario del kebab
Texto: Mari Luz Martínez. Fotografía: Félix Ordóñez
BURGOS. En menos de tres años ha
montado cuatro negocios propios, tres en
la capital burgalesa y uno en Pamplona (Navarra). Además, se ha comprado un céntrico piso y una furgoneta para desempeñar
su intenso trabajo. Mazhar Iqbal es todo
un empresario. Este ciudadano paquistaní
nació en 1976 en Gujrat, al Suroeste de
Paquistán, y fue en 1999 cuando decidió
emigrar a España “para pasar a una mejor
vida”, reconoce.
Tras un periodo como ‘currito’ en diferentes ciudades del Norte del país, como Logroño, San Sebastián, Vitoria o Bilbao, llegó
a Burgos en 2003 dispuesto a convertirse
en un verdadero dirigente empresarial y a
integrarse en la sociedad burgalesa como
uno más. Tres años después, puede decir
que lo ha conseguido y no sólo eso sino que
ha conseguido el respaldo de su propia comunidad, que le ha elegido presidente de la
asociación de paquistaníes de Burgos, que
cuenta ya con 350 miembros.
Sin embargo, Mazhar no está solo. Le
acompañan sus dos hermanos Chaudry
Azhar Iqbal y Zafar Iqbal que, en la actualidad, trabajan para él. No hace tanto, en
octubre del año pasado, su mujer, Tahira
Mazhar (1969) pisó suelo burgalés con su
futura hija en el vientre que el 31 de octubre
vio la luz de la Ciudad del Cid en el Hospital
General Yagüe. Esha Mazhar Chaudry nació
el mismo día que la hija de los Príncipes de
Asturias y más que probable futura reina de
España, Doña Leonor de Borbón.
La primera aventura de Mazhar fue un restaurante ‘étnico’ de comida india y paquistaní
en la plaza Vega de la capital burgalesa aunque, más tarde, decidió convertirlo en un establecimiento de comida rápida de kebabs o
pinchos de carne adobada de origen árabe.
Se trata de carne de cordero, pollo o ternera
que se asa en un horno giratorio vertical y,
una vez cortada en finas lonchas, se sirve en
un pan especial -pan pita-, acompañado de
cebolla, tomate y otros vegetales además de
las típicas salsas de ajo, picante o yogurt.
(...) su
familia y él se
han adaptado “estupendamente” a las
costumbres de la ciudad y región a la que
califica de “respetuosa” con su religión y
hábitos (...)
Y es que la cocina internacional está de
moda. En España, cada vez son más conocidos los kebabs. En Turquía se los llama ‘Doner Kebaps’, en los países árabes se les conoce como ‘shawarma’ y, en Grecia, se les
denomina Gyros. Constituyen una nueva forma de comida rápida. Fue en junio de 2005
cuando decidió embarcarse en otros dos
locales de kebabs, uno en la calle Santiago,
ubicada en el barrio de Gamonal, y el otro
en Arco del Pilar. Además, abrió un cuarto
en Pamplona. “De momento con cuatro ya
vale”, sonríe.
Q Noemi, la nieta de los caboverdianos Ilidio Suáres y Juliana Almeida (al fondo a la izquierda) imita al fotógrafo
cuando retrataba a la familia en su domicilio de la localidad leonesa de Villablino.
“Vivo bien”, afirma. “No soy muy rico pero
vivo bien”, reitera, aunque se muestra “muy
agradecido” a los burgaleses y españoles y,
en especial, a sus amigos Carlos, Marisa,
Ori y Paco que “me han ayudado mucho
desde que llegué a Burgos”, dice. “Son como
hermanos para mí”, relata. Además, señala
que su familia y él se han adaptado “estupendamente” a las costumbres de la ciudad
y región a la que califica de “respetuosa”
con su religión y hábitos.
El azar hizo que Mazhar llegara a esta ciudad de Castilla y León en la que la dureza del
clima no ha logrado que sus ideas y espíritu
emprendedor se queden frías. Es un ejemplo de integración en una sociedad en la que
la imagen del inmigrante se asocia con un
nivel de vida más bien bajo que alto. La lucha
por los ideales y creencias, así como por
una fuerte apuesta por pasar a una “mejor
vida” son algunos de los ingredientes que
hicieron posible que Mazhar tuviera éxito en
los negocios. En tan sólo tres años ha conseguido algo que muchos ‘nacionales’ no alcanzan en mucho más tiempo, si lo logran.
Ilidio Suáres y Juliana Almeida:
Pioneros africanos en Laciana
Texto: Elena Fernández. Fotografía: Peio García
LEÓN. En 1975 dos jóvenes caboverdianos
salieron de su localidad natal, Sao Nicolau
(Ribeira Brava), rumbo a Holanda. Allí esperaban encontrar un trabajo y la calidad de
vida que su país no podía ofrecerles. Pero el
destino tenía otro plan para ellos, el de convertirse en los primeros mineros del Valle
de Laciana (León) llegados de África.
Ilidio Suares Monteiro tiene 51 años, está
prejubilado de la mina y recuerda, siempre
con una sonrisa en su rostro, cómo ha
transcurrido su vida desde que hace 31
años abandonó Cabo Verde en compañía de
su hermano y un amigo. El viaje que iniciaron
en tren en Orense, con Holanda como destino, quedó interrumpido en Hendaya, donde la frontera se convirtió en una barrera
inquebrantable. Tuvieron que regresar a Galicia, sin dinero y con la incertidumbre de no
saber cómo iba a terminar su aventura. Allí
fueron ayudados por el padre de una chica
que les dio, a cambio de nada, “300 pesetas, que de aquella eran mucho”, reconoce
Ilidio. Con ese dinero pudieron mantenerse
y cuando tuvieron conocimiento de que
“buscaban gente para trabajar en la mina”,
fueron hasta Ponferrada y desde la capital
del Bierzo, ya contratados, a la residencia de
Caboalles de Abajo (municipio de Villablino).
Ilidio comenzó una nueva vida, la de trabajador de la Minero Siderúrgica de Ponferrada
(MSP), donde ejerció como picador durante
23 años. Pero en Cabo Verde había dejado
a una jovencísima Juliana Almeida Da Cruz
que a sus 16 años era su novia desde hacía
dos. Ambos estaban dispuestos a consolidar su relación y, dado que las circunstancias no permitieron otra ceremonia, el 14
de enero de 1978 se casaron por poderes.
En casa de Juliana se celebró el acontecimiento con una comida, pero Idilio no lo festejó hasta tres meses después cuando fue
a buscar a su esposa a Lisboa . Mientras
él recalca que se adaptó perfectamente a
la comarca lacianiega, a su paisaje y a su
paisanaje, ella reconoce que lloró mucho y
que quería regresar a Cabo Verde. El frío
y la nieve resultaban difíciles de soportar
para ella.
Ambos coinciden, sin embargo, en que su
integración en Caboalles de Abajo, donde
residieron durante 17 años y posteriormente en Villablino, fue total y absoluta, como la
de cientos de caboverdianos y portugueses
que eligieron esta comarca leonesa para
echar raíces. “Me adapté bien, respeté y
me respetaron, aquí no hubo racismo ni
nada de eso”, afirma Ilidio. A pesar de la
dureza del trabajo en la mina, él considera
que es “el mejor de los que he tenido”. “Tuve
suerte y nunca me pasó nada grave”, explica mientras recuerda que, como todos los
del oficio, ha perdido a más de un amigo en
algún trágico accidente.
Se reconocen afortunados y, con buena
parte de su vida por delante, están más que
felices de poder compartir todo su tiempo.
Tras 28 años de matrimonio, tienen muy
claro que quieren pasar el resto de sus días
juntos y en Laciana, en contra de la tenden-
Q Los caboverdianos Ilidio Suáres y Juliana Almeida observan el paisaje nevado, al que tanto les ha costado acostumbrarse, desde su domicilio en la localidad leonesa de Villablino.
cia de los últimos años, ya que son muchas
las familias que abandonan la zona, en busca de descanso para quienes han concluido
su vida laboral o de futuro para los más jóvenes . Algo parecido ocurre con sus hijos,
ya que de los cuatro que han tenido, dos
varones –Fernando Jorge y Antonio- y dos
mujeres –Luscinda y Neusa-, sólo una chica
permanece actualmente en Villablino. Los
otros viven en León y en Ponferrada, donde
estudian o trabajan. “No están aquí porque
no tienen dónde estar, no hay trabajo y ahora ellos tienen que emigrar como lo hicimos
nosotros. Es una pena”, lamenta Juliana.
“Son emigrantes en su propio país”, matiza
él. Luscinda, de 26 años, es madre de una
niña de seis, Noemí, y de un bebé de ocho
meses, Javier, que lleva el nombre de su
padre, un minero jubilado por enfermedad
que integra uno de los muchos matrimonios
mixtos que existen en la zona y que hacen
de ella un evidente ejemplo de convivencia y
enriquecimiento mutuo.
Lleva 7 de sus 29 años en Palencia “feliz y
adaptada” a una ciudad que califica de “pequeña y acogedora” a la que llegó tras un
efímero paso de un año en Madrid. Al poco
tiempo conoció a un palentino con el que hoy
convive como pareja de hecho. “Vine atraída
por un amigo de la infancia que residía en la
capital de España compartiendo un piso y
para afrontar un nuevo reto personal, más
que laboral”, sostiene.
En Cali (Colombia) -muy a su pesar al no
poder sacarla del país por ser menor- dejó
a una hija que tuvo de soltera. Hoy ya vive
con ella en Palencia desde hace año y medio
pero una decisión judicial, tras serle favorable inicialmente, ahora podría arrebatarle
a la niña de siete años y medio pese a la
opinión contraria de ésta a regresar con
su padre. La Abogacía del Estado Español,
a instancias de los tribunales colombianos,
obliga a la restitución internacional de la
menor. Aún le queda la esperanza de poder
aplicar el Convenio Internacional de la Haya
Jovana Andrea Álvarez:
Desde Colombia sin billete de vuelta
Texto: José Benito Iglesias Pérez. Fotografía: Óscar Navarro
PALENCIA. A la colombiana Jovana Andrea Álvarez Motato, la palabra integración
no le es ajena. Llegar a un país con raíces
culturales similares y un mismo idioma “han
ayudado”, precisa, pero más el hecho de
querer y saber adaptarse “poniendo todo
de mi parte”. España le brindaba la expectativa de una vida distinta “a la que llevabas
antes” y el poder aprovechar su juventud y
los planes de futuro “que quieres desarrollar junto a los tuyos”.
sobre protección de los derechos de los
menores y apela a los informes médicos y
psicosociales que demostraron que hace
más de un año su hija no recibía un trato
adecuado por parte de su progenitor. Sobre
él Andrea asegura que no tiene empleo ni
medios económicos para cuidar a la niña
tras llegar ésta a España de vacaciones con
serios problemas de salud.
En Colombia, Andrea dejó tras su marcha
un buen empleo consolidado desde los 17
años en una entidad financiera de asistente
administrativo, además de tres cursos de
ingeniería industrial cuyos estudios compaginaba con el trabajo “como alguno de mis
cinco hermanos, hoy uno de ellos periodista
deportivo en Radio Caracol y otro abogado”,
apunta.
Las dificultades iniciales en Madrid, “que
era totalmente diferente a lo que me habían dicho”, reconoce, pesaron a la hora de
trasladarse a Palencia “no por un rechazo
al ser inmigrante si no porque con currículum pero sin papeles no eras nadie”. Joven,
vivaz y “con buena actitud para adaptarme”,
Andrea afirma con vehemencia que trató
de “ser partícipe” de su entorno y valorar
lo que tenía en Colombia y lo que podía obtener aquí, “a pesar de tenar que limpiar,
cuidar niños y personas mayores” en sus
primeros trabajos.
“Mucha gente está convencida de que proceder de Sudamérica es sinónimo de carecer de cultura y que si vienes de Colombia
(...) Mucha
gente está
convencida de que
proceder de
Sudamérica es
sinónimo de carecer
de cultura y piensa que
si vienes de Colombia
sólo puedes ser
narcotraficante, en el
caso de los hombres,
o prostituta, si eres
mujer (...)
Q La colombiana Jovana Andrea Álvarez y su hija posan en un parque del centro de Palencia.
sólo puedes ser narcotraficante, en el caso
de los hombres, o prostituta, si eres mujer”,
explica. Igualmente señala rotunda que salió
“airosa de ese tipo de insinuaciones” y que
pudo comprobar en sus primeros contactos
con jóvenes de su edad en Madrid -21 años
entonces- “la escasa inquietud cultural” de
buena parte de ellos, “ya que no tenían interés” en ir la Universidad tras terminar el
Bachillerato.
Su llegada a Palencia se produjo cuando el
amigo colombiano -hoy militar profesionalcon el que compartía piso se trasladó. “Pensé que, al ser una ciudad pequeña, conseguir papeles era más fácil”. Un anuncio en un
periódico, ganas de obtener calidad de vida,
junto a una “familia modélica” palentina que
le dio trabajo un año y cobijo -para cuidar a
una mujer mayor a cambio de consolidar su
estancia legal con contrato- “me abrieron
las puertas a una consolidación en una ciudad que me encantó nada más llegar”.
Una carnicería de la Plaza de Abastos durante dos años, “donde aprendí un oficio”, un
breve trabajo de lavandería industrial y otro
más en un bar “me forjaron laboralmente”
hasta que ingresó hace un año en el supermercado de la cadena Mercadona, “donde
tengo turnos de mañana o tarde que me
permiten compaginar la vida laboral y familiar”, dice. “Mi progresión ha ido de menos
a más, aunque soy consciente de que trabajar en un banco como hacía en Colombia
era imposible, al encontrarme en el Instituto
Nacional de Empleo (Inem) con respuestas
como que ese tipo de puesto era antes para
un español que para un inmigrante”, se lamenta pero sin echar la vista atrás.
(...) Si
los palentinos lo
tienen difícil para salir
adelante yo soy una
más; y varias de mis
compañeras de
trabajo también están
en un supermercado a
falta de otras
oportunidades
laborales (...)
Su inacabada carrera de ingeniería industrial le preocupa, pero la falta de recursos
económicos y una escasa homologación de
estudios “suponen un obstáculo”, al que se
añade el hecho de que en la Universidad
Nacional de Educación a Distancia (UNED)
“no me concedían una beca al no tener la
doble nacionalidad, cuyos trámites acabo
de iniciar”.
La relación que mantiene con el entorno
donde trabaja y vive “es perfecta” y señala
que su aún marcado acento colombiano no
es motivo “de comentarios despectivos”.
Sus mejores amigos no están entre los
compatriotas que residen también en Palencia, “a los que ni siquiera conozco”, si no
gente “de aquí, que entiende tus proyectos
e inquietudes” y que considera como si fuera su familia colombiana, con la que se comunica casi a diario “por internet, mediante
videoconferencia o correo electrónico”,
concreta.
La joven colombiana cree que no hay barreras para la integración que no puedan llegar a superarse. “Si los palentinos lo tienen
difícil para salir adelante yo soy una más y
varias de mis compañeras de trabajo, con
sus estudios universitarios e hijos, también
están en un supermercado a falta de otras
oportunidades laborales”, indica con convencimiento. Ella es ya totalmente palentina
y la llegada de su hija “que se ha integrado
mucho mejor de la esperado”, según manifiesta, ha colmado sus deseos pendientes.
Como cualquier otra familia trabajadora
de la ciudad que lo precisa, agradece que
“tengamos ayudas para el comedor y los
libros”.
Concluye con un ruego no exento de cierta
tristeza reflejada en su bello rostro: “Sólo le
pido a Dios que pueda permanecer muchos
años en Palencia junto a mi hija y que, pese
a seguir visitando a su padre en Colombia,
la Justicia acepte que ahora quiere estar
aquí conmigo porque su bienestar, educación y futuro serán mejores”.
10
Wilfredo Casañas:
Un viaje tocado por la magia de la televisión
Texto: Eva Vicente Sutil. Fotografía: David Arranz
SALAMANCA. Su historia no es la un
inmigrante convencional. Salió de Cuba en
una balsa construida con el motor de un
coche, pasó tres meses en Guantánamo
y, tras ser reclamado por unos familiares
salmantinos, abandonó la base militar junto a su hijo y su hermano rumbo a España,
donde retomó su carrera como médico rehabilitador y desde hace nueve años regenta una clínica en la capital charra. Su viaje
culminó gracias a la magia de la televisión,
ya que fue el programa ‘Lo que necesitas es
amor’ el que le permitió que el resto de su
familia llegase hasta la ‘madre patria’. Once
años después, Wilfredo Casañas no puede
reprimir las lágrimas al recordar su peculiar ‘travesía’.
Según asegura, la situación en Cuba “está
crispada desde hace años”, concretamente
desde que la población comprobó que “las
promesas de Fidel Castro no eran tales” ni
se correspondían con lo que habían defendido varias generaciones de cubanos. Ante
esta situación, “no quedaba más remedio
que irse del país o enfrentarse al régimen
desde la disidencia organizada”.
El médico cubano reconoce que es posible
que recurrir al éxodo fuera “una solución un
poco cobarde”, sin embargo, hoy asume que
si hubiera elegido el otro camino “le hubieran
molido los huesos en las cárceles cubanas”.
Desde su punto de vista, el pueblo que se ha
enfrentado al régimen castrista o ha terminado decapitado, o está preso o ha recu-
rrido al exilio. Sin embargo, “la gente ya se
cansa de engrosar la lista de héroes de la
patria”, de hecho, en su caso, sostiene que
prefiere “ser un hombre libre y demócrata”
antes que acabar en esa lista porque no se
considera “tan patriota”.
El proyecto de inmigración de Wilfredo Casañas, inicialmente a Miami (Estados Unidos), se vio precipitado por un “desliz” de
su hijo Alejandro. El médico recuerda que
tuvo un “problema político” por “expresarse contra el régimen en un exabrupto juvenil y decir las cuatro verdades que pensaba
toda la gente”.
Fue detenido por la policía política y permaneció dos meses incomunicado en las celdas de seguridad del Estado acusado de un
delito político y de divulgar propaganda enemiga. Tras celebrarse el juicio, le condenaron a seis meses que debería haber pasado
en una granja de trabajo agrícola. Sin embargo, durante el tiempo de espera hasta
el traslado a su nuevo destino, padre e hijo
aprovecharon el creciente éxodo de balseros cubanos para escaparse de la isla.
Más que en una balsa, salieron de Cuba en
un proyecto de barco construido con el motor de un coche en el que compartían ‘pasaje’ con otras 46 personas, entre ellos diez
niños. Navegaron durante tres días, hasta
que la carencia de combustible les obligó
a parar en unos callos. Llegados a este
punto, los viajeros sabían que si se evadían
del rescate norteamericano irían a parar a
Q Wifredo Casañas junto a su famila en la Plaza Mayor de Salamanca.
Guantánamo, por eso algunos optaron por
lanzarse al agua.
Tras el rescate, Casañas y su hijo fueron
trasladados a la base naval donde, tras las
limitaciones de Clinton a la entrada de más
población inmigrante cubana, coincidieron
con unos 35.000 compatriotas. Allí permanecieron durante tres meses, un periodo de
tiempo en el que el cubano colaboró trabajando como médico en la base, donde llegó
a disponer de una carpa con aire acondicionado como consulta.
Allí “hubo una atención esmeradísima y la
gente engordó como puercos”, recuerda
Casañas. Según asegura el trato del ejercito norteamericano fue bueno, de hecho,
reconoce que muchos de sus efectivos “salvaron a numerosos cubanos de morir en el
estrecho de La Florida”.
Durante su estancia en la base militar, Casañas pudo optar entre esperar a que fuesen seleccionados para poder asentarse en
Estados Unidos un proceso que le hubiese
llevado entre seis u ocho meses, o ser reclamado por familiares suyos en un país
extranjero. La suerte le llegó de la mano de
su abuelo materno, un salmantino que reclamó a su familia cubana.
Pese a recibir ayuda en su acogida a España
–respaldo económico para pagar un piso,
alimentación durante un año, homologación
de títulos profesionales y trámites para facilitar la reagrupación familiar– el inicio de
su nueva vida en la capital charra no fue
fácil. Al no tener sus títulos homologados,
algo que se demoró durante once meses
en el caso del título de médico general y
más de un año en la especialidad, comenzó
a trabajar en “plan clandestino” dando masajes en gimnasios y centros de belleza. Su
misión era reunir el máximo dinero posible
para poder traer a España cuanto antes a
su mujer, su nuera y su nieta. Sin embargo,
la Administración cubana se afanaba en entorpecer el proceso y siempre alegaba que
faltaba algún ‘papel’.
Paralelamente a su trabajo, la familia española de Wilfredo Casañas se puso en contacto con el programa ‘Lo que necesitas es
amor’ cuyo presentador, entonces Jesús
Puente, le sorprendió en el plató. Aunque
supuestamente formaban parte del público
que asistía a la grabación del espacio televisivo, el presentador primero le invitó a que
enviase un mensaje de amor a su esposa,
más tarde a conversar tranquilamente en
el famoso ‘sofá’ del programa, después
simuló una llamada a Cuba y una conversación con la familia y finalmente irrumpió
en el programa su mujer, Niurka. “Aquello
fue emocionante, la puerta, la música... fue
precioso, cuando sonó la música y se abrió
la puerta, mi mujer apareció paralizada, no
podía caminar”, recuerda emocionado Casañas.
Tras once años en España, el inmigrante
de origen cubano sostiene que el resultado
“ha sido positivo”, aunque extraña su Cuba
11
natal, donde no ha podido volver, reconoce
que en España lleva una vida “bastante organizada”. Sin embargo, no pierde de vista
su país al que ve “más estancado, carente
de libertades fundamentales y de derechos
civiles que nunca”.
Así, sigue luchando por “aclarar la cabeza a
la gente”. Forma parte de la Asociación de
Cubanos residentes en España y es la cabeza visible del Foro Anticastrista en Salamanca, un foro que se hizo notar especialmente
durante la XV Cumbre Iberoamericana de
Jefes de Estado y Gobierno del pasado mes
de octubre, donde se encargo de denunciar
que la dictadura de Fidel Castro, que “lleva
47 años machacando al pueblo cubano”, no
podía pasar inadvertida. Desde su punto de
vista, fue “una pena” que durante la Cumbre
“no se sancionase el régimen, los abusos y
violaciones que todavía se siguen cometiendo en Cuba”.
12
Witold Uszyñski:
Del automóvil a la cocina
Texto: Florentino Descalzo. Fotografía: Fernando Peñalosa
SEGOVIA. Salió de su país con 28 años de
edad y con la intención de mejorar su forma
de vida ya que la crisis económica en que se
sumía su país, Polonia, a finales de los 80,
representa un problema de subsistencia.
A Witold Uszyñski se le conoce ya en Segovia por ‘Víctor’ y según la pronunciación
diferencia inmediatamente si quien le llama
es español o un compatriota suyo.
Su formación como comercial y experto en
Q El polaco Witold Uszyñski, ‘Víctor’ como es conocido
en Segovia, cocina en el restaurante La Codorniz de la
capital segoviana.
vehículos no le garantizaba un futuro en su
tierra natal como tampoco los más de ocho
años que estudio fuera de casa. “En mi país
no había perspectivas de futuro. Eran años
de cambio, las cosas cambiaban a peor y
todo empezaba a ser incierto. No se podía
decir si iba a mejor o peor. Era una incertidumbre”, relata.
De esta forma decidió aprovechar su juventud y ganas de prosperar para emigrar al
extranjero. “Decidí dar el paso por una aventura pues quería ver cómo se vive en occidente”. “Vine a España por casualidades de
la vida, porque yo me había propuesto viajar
a Australia, pero al no haber vuelos desde
mi país hasta allí tuve que ir primero a Alemania y desde allí intenté salir. Pero llegué a
la embajada y se me presentó la posibilidad
de venir a España con otros compatriotas”.
En total Witold Uszyñski permaneció un
año trabajando en Alemania y en mayo de
1989 llegó a España sin olvidar su intención
de desplazarse a Australia, una zona donde
tenía la impresión por las películas y documentales vistos en su país, que podría ser
un país por explorar.
En esos años, Segovia se convirtió en la
provincia española con mayor volumen de
inmigrantes polacos. Aún siguen siendo
una de las principales procedencias de los
extranjeros afincados en la provincia, sólo
superados por marroquíes y búlgaros.
“Dentro de unos días cumpliré 17 años en
Segovia, pues vivo aquí desde el 10 de mayo
del 89, por lo que considero que ya he pa-
Q El polaco Witold Uszyñski junto a su mujer Anna Zaorska y sus hijas de 15 y 5 años posan en su domicilio segoviano.
(...) Hago
la cocina típica segoviana, que está
muy rica y no quiero
hacer experimentos
con platos polacos (...)
sado casi la mitad de mi vida aquí”, resume
este cocinero.
Dentro de su vida española la otra mitad
la comparte con su esposa, Anna Zaorska.
“Vino después y nos casamos aquí, en la
iglesia de la Santísima Trinidad”. El matrimonio tiene dos hijas, de 15 y 5 años de edad.
“Están completamente integradas aquí,
donde han nacido, tienen sus amigas y sus
estudios”, asegura mirando al alto y con la
mente puesta en ellas.
“Creo que el futuro mío y de nuestras hijas
está aquí. Ellas han nacido aquí y de aquí
se consideran”, afirma con rotundidad. Su
sueldo de cocinero les permite que su esposa no tenga que buscar un trabajo como
hacen otros matrimonios procedentes del
extranjero. Además confía en la alta demanda que tiene esta profesión en una ciudad
en la que el turismo y la gastronomía están
garantizados.
“Yo nunca había trabajado de cocinero en mi
país, pero cuando estuve estudiando fuera
de casa tuve que aprender para prepararme mis comidas y ahora lo hago de forma
más profesional y con eso me gano la vida”.
“Estoy contento”, añade desde las puertas
del restaurante La Codorniz, uno de los
más populares de Segovia. Aquí comenzó y
aquí sigue. Y asegura que no añora el estilo
culinario de su país. “Hago la cocina típica
segoviana, que está muy rica y no quiero hacer experimentos con platos polacos”.
Frente al establecimiento donde trabaja se
encuentra la iglesia románica de San Millán,
una de las más visitadas de la ciudad. Ante
ella pasan cientos de turistas procedentes
de Japón, Estados Unidos, Francia, Holanda.
Pero también es lugar de encuentro y desayuno de los funcionarios y otros empleados
segovianos de cuello blanco que trabajan en
la cercana Avenida de Fernández Ladreda,
donde se encuentra la mayoría de entidades bancarias. Estudiantes y agricultores
que cada jueves acuden a Segovia al mercado de ganados y cereales también son
habituales en la clientela de este restaurante cuya carta se encarga de preparar este
ciudadano polaco que Witold Uszyñski sólo
una vez pensó ir a Segovia.
13
SORIA. Abandonaron una Rumanía natal
en plena recuperación tras la caída del duro
régimen dictatorial por una esperanzadora
España, donde tras una breve estancia en
Madrid se ubicaron en un remoto pueblo
de la provincia de Soria que supuso el inicio
de un proyecto familiar nuevo. 15 años después de que Valentín y Aldina Vasii abandonaran Bucarest con dos hijos menores, han
logrado la nacionalidad española y han visto
como sus esperanzas y deseos de mejorar
su futuro se han visto cumplidos.
Corría el año 1991 cuando el matrimonio
formado por Valentín y Aldina se dio cuenta
de que “nuestras perspectivas de futuro no
parecían las esperadas en Rumanía y decidimos intentar plantear nuestra vida en otro
lugar”. Después de desestimar destinos
como Estados Unidos o Canadá pensaron
que España podría ser una buena elección
debido a que no era un país excesivamente
lejano y su cultura tenía cierta semejanza
con Rumanía. Así, en la primavera de 1991
Valentín dejó su empleo de ingeniero industrial en una gran empresa de Bucarest y
emprendió viaje a España “para ver sobre el
terreno cuáles eran realmente las posibilidades de encontrar trabajo y legalizar nuestra estancia”. El varón del matrimonio Vasii
aterrizó en Madrid con parte de los ahorros
familiares y un libro para aprender castellano. El entonces joven extranjero se acomodó en la capital española y, a través de
unos compatriotas, encontró trabajo en la
construcción. Olvidó su formación en ingeniería y comenzó a iniciarse en el oficio de la
albañilería al tiempo que aprendía español y
las costumbres de su nuevo país y valoraba
las posibilidades que podrían tener el resto
de los miembros de su familia. “Cuando vio
que existían ciertas posibilidades de trabajo
legal nos avisó y yo, igual que hizo él, hice
14
Valentín y Aldina Vasii:
De la dictadura de Chauchescu a la tranquilidad
Texto: J. Ramón Rodríguez. Fotografía: A. Castaño
Q Los rumanos Valentín y Aldina Vasii pasean por el centro de Soria.
un alto en mi trabajo de ingeniero y junto
con los niños, que entonces tenían 5 y 8
años, llegamos a Madrid en septiembre de
1991”, recuerda Aldina con una sonrisa en
su rostro.
Madrid sólo fue una ciudad temporal en la
acogida española. Aldina comenzó a intimar
con una holandesa, con la que dialogaba
en inglés, que trabajaba de asistente social en Cruz Roja, quien le informó de que
un pequeño pueblo de la provincia de Soria
que luchaba por mantener la escuela rural
abierta ofrecía casa y trabajo a una familia con niños. “Nos trasladamos al pueblo y
tras pensarlo detenidamente decidimos dejar atrás las oportunidades de trabajo que
podíamos encontrar en Madrid a cambio de
una mejor integración, sobre todo de nuestros hijos, y nos fuimos a vivir a un pequeño
pueblo de 60 habitantes llamado Arenillas”,
relata Aldina, quien destaca que “el pueblo
nos acogió con cariño y expectación ya que
así se plasmaba un deseo de todos de ayudar al resurgir del pueblo”. Arenillas fue el
municipio pionero en la provincia de Soria
en ofrecer casa y trabajo a familias foráneas con niños con el fin de mantener la
escuela rural abierta.
El cambio no fue fácil a pesar de la ayuda de
los vecinos, confiesa esta ingeniera ante la
atenta mirada de su marido quien apunta
que “la amistad nos permitió superar los
difíciles momentos del comienzo de nuestra
vida en esta tierra”. La valentía del matrimonio rumano y de los vecinos de la localidad
posibilitó una estancia que se alargó casi
tres años, tiempo en el que los niños, Alicia
y Alejandro, aprendieron a integrarse, Valentín y Aldina asimilaron el castellano como
un nuevo idioma que añadieron al inglés y
el francés y todos experimentaron con una
vida en un pueblo. “Guardamos buenos
recuerdos de aquellos años y ahora cada
vez que visitamos el pueblo rememoramos
ciertos acontecimientos que se quedaron
en nuestra memoria”, asegura la pareja
que valora aquel paso valiente que dio toda
la gente con ellos cuando parecía una iniciativa arriesgada y que se consolidó como una
experiencia positiva.
Fue en 1994 cuando los Vasii se trasladan
desde la acogedora Arenillas a Almazán, un
(...) En
mi país no había
perspectivas de futuro.
Eran años de cambio,
las cosas iban a peor
y todo empezaba a ser
incierto (...)
municipio con una población de unos 5.000
habitantes a orillas del río Duero. “Desde el
principio nos gustó la ‘villa del mueble’ en la
que los niños empezaron a estudiar en el
Colegio Calasancio y en la que la gente, entonces poco acostumbrada a tratar con ciudadanos extranjeros, nos trató bien, lo que
unido a que nuestra integración fue rápida
explica que sigamos viviendo aquí”, cuenta
Aldina con el entusiasmo de una madre de
familia. En poco tiempo, ambos comenzaron
a trabajar en Soria. Valentín en una fábrica
de máquinas de limpieza con vapor y Aldina
en Soria Natural, empresa dedicada a la fabricación de productos de Fitoterapia que,
al aumentar las divisiones del grupo, creó
un laboratorio farmacéutico de Homeopatía. Años después, Valentín se integró en la
plantilla de la mercantil fabricante de productos de Medicina Natural como responsable del departamento de Preparación de
Medicamentos y Aldina pasó a coordinar el
laboratorio de la división farmacéutica de la
empresa ubicada en la localidad de Garray.
Durante estos años, los niños han ido creciendo y en la actualidad ambos estudian en
la Universidad de Alcalá de Henares. Alicia
cursa segundo de Farmacia y Alejandro se
encuentra en cuarto de ingeniería informática. Hace cuatro años, al cumplir los diez
exigidos por la ley, solicitaron la nacionalidad española que les fue reconocida hace
un año, aunque aún no tienen los documentos. “Rememorando ahora nuestra historia,
creo que no nos equivocamos cuando elegimos esta bonita y tranquila zona para vivir”.
Q La pareja posa ante una panorámica de la capital soriana.
15
Chin-Su:
Una carrera hacia el mañana
Texto: Paco Alcántara. Fotografía: Miriam Chacón
VALLADOLID. La primera palabra que
aprendió Chin-Su en España fue “mañana”.
Era la respuesta que recibía de sus proveedores cuando no incluían en el pedido el producto que les había solicitado para ese día.
Este chino de Taiwán ya se ha acostumbrado a la tradicional impuntualidad hispana,
sonríe cuando recuerda estas anécdotas
que al principio le enojaban enormemente y
acepta complaciente que, en estos años, ha
asumido como propias muchas costumbres
locales: es un apasionado del fútbol, con
simpatías hacia el Real Madrid, juega a las
quinielas con una peña de amigos, veranea
entre la costa cántabra y la gallega, compró
una casa de campo en un pueblo cercano
a Valladolid, y desbarata todos los tópicos
sobre la sempiterna laboriosidad oriental,
cuando, entre risas, anuncia, “soy ya muy
español, cierro el restaurante durante mes
y medio porque marchamos de vacaciones
para visitar a la familia en nuestro país”.
Chin-Su lleva la mitad de su vida en España,
recaló en 1978 en Madrid, recién cumplidos los treinta años con un contrato como
cocinero en un restaurante chino. A los seis
meses llegó su mujer, “no sabía ni papa de
español”, rememora ella soltando una carcajada. “Me enseñó las primeras palabras
la cajera del establecimiento donde me
contrataron, con un libro de lectura para
niños y, como no se aprendía mi nombre,
Chu-Lan, me bautizó con el de Rosa”,dice. Y,
como Rosa la conocen sus muchos vecinos
y amigos del entorno de Felipe Neri, junto a
16
la céntrica plaza vallisoletana de El Salvador,
donde esta familia abrió el Restaurante Formosa, hace 25 años. Fueron pioneros, “nos
recibieron muy bien, teníamos el establecimiento siempre lleno, no dábamos abasto y,
durante los tres primeros años, todo lo que
ganamos lo reinvertimos en el negocio”. Antes, residieron otros dos años en Salamanca como empleados de otro restaurante
oriental y dedicaron todo el tiempo libre en
recorrer ciudades cercanas buscando un
local donde abrir su negocio. Lo encontraron junto al Pisuerga y no se arrepienten de
la elección.
De hecho, lo repiten constantemente, se
consideran una familia con suerte, “es verdad que nosotros nos adaptamos muy bien
y sabemos vivir con poco”, pero no es menos cierto que, “nos sentimos muy felices
en Valladolid, porque es una ciudad que, ni
es grande, ni es pequeña, y se respira mucha tranquilidad”. Lo asevera Rosa con otra
carcajada de alegría, mientras apostilla alguna de las muchas diferencias culturales
y sociales que le separan de la idiosincrasia
española, “nosotros cuando llega alguna
desgracia, “en lugar de quejarnos, decimos:
me ha tocado, mala suerte”.
En este cuarto de siglo, a pesar del aumento de la competencia, su negocio hostelero
ha aguanto el envite, porque su clientela se
ha mantenido fiel a los largo de este tiempo.
La primera, fue una señora mayor que ahora viene con sus nietos”, además, “podemos
presumir de preparar muy bien nuestros
platos, mantener la carta actualizada y de
haber conseguido desterrar la idea de que
los restaurantes chinos son solo un lugar
donde comer rollitos de primavera”, señala.
Años de mucho esfuerzo y de continuas
sorpresas. Nos llamaba la atención que
la gente se besara en plena calle, eso en
nuestro país es impensable. Como buenos
etnógrafos también han advertido los enormes cambios sociales que se han producido
a lo largo de este cuarto de siglo. Antes se
hacía la vida en la calle, la gente era mucho
más abierta y alegre, asegura. Su hijo Juan
tercia en la conversación y afina el comentario: “yo no digo que exista racismo, pero,
desde luego, sí que han aumentado los prejuicios hacia los extranjeros y se nota en el
trabajo, porque prefieren coger a uno de
aquí”. Tampoco entiende el miedo que en el
mundo occidental impone el gran gigante
que es China y los temores a que sus productos puedan hundir el mercado nacional,
“hay mucha manipulación, no comprendo
como la gente está encantada en que un
vino de Ribera del Duero se pueda vender
en China y, sin embargo, critiquen y se opongan a que los productos que se fabrican allí
puedan comercializarse en esta parte del
mundo. Es el libre mercado”, sentencia este
joven empresario.
Juan, Chia Hsiung es su nombre, viajó desde Taiwán junto a su hermana, cuando él
(...) Nos
llamaba la
atención que la gente
se besara en plena
calle, eso en nuestro
país es impensable (...)
tenía ocho años y ella uno menos. Ambos
se matricularon en escuelas de Valladolid,
el chaval en el afamado Colegio San José y
aún recuerda con nitidez que las primeras
letras de español se las enseñó el Hermano Pariente. En ningún momento sintió el
rechazo de sus compañeros y la curiosidad
de ser el primer oriental en un colegio de
frailes, pronto desapareció.
En torno a una taza de té, la conversación
fluye espontáneamente, se entrelazan las
anécdotas, las historias divertidas y el recuerdo a los muchos amigos. También cuando Rosa fue noticia en los medios de comunicación. A la salida de un banco fue atracada
a punta de navaja por tres individuos, “pasé
mucho miedo, pero solo se llevaron el dinero”. Este incidente también lo asume con
“resignación cristiana”, y, aunque mantiene
su religión taoista “me gusta mucho entrar
en la iglesia de El Salvador y sentarme, porque Dios está en todas partes”.
Q El taiwanés Chin-Su, junto a su esposa Rosa, su
hijo Juan y la novia de éste, Celín, posan a la entrada
del restaurante Formosa de Valladolid que esta
familia abrió hace 25 años.
(...) No
digo que exista
racismo pero, desde
luego, sí que han aumentado los prejuicios
hacia los extranjeros y
se nota en el trabajo,
porque prefieren coger
a uno de aquí (...)
Juan también tiene aún fresca en la memoria sus primeras navidades españolas, “claro que las festejamos”, pero no los Reyes
Magos, “fue una decepción porque yo pensé
que iba a tener el doble de regalos que mis
compañeros de clase; unos, cuando se entregan según la costumbre China, y otros,
el seis de Enero, pero no fue así”. Hoy, con
33 años, Juan dirige un pequeño negocio
de plásticos en un polígono industrial de Valladolid. Su hermana, Eva, “es la más castellana de la familia, incluso, se ha echado un
novio de Valladolid y trabaja en Madrid”.
La novia de este joven emprendedor, Celín,
llegó a España hace tres años e imparte clases de chino. Como buena lectora de periódicos no comprende el por qué prima más
la opinión que la información, “de cada noticia, se hace un foro y opina todo el mundo.
Al final, no se sabe qué se quiso contar”.
17
Salami Badreddine:
En el Líbano no perdonan al fracasado
Texto: Juanma de Saa. Fotografía: José Luis Leal
ZAMORA. Mohammad Salami Badreddine nació en Beirut, la capital del Líbano, el
9 de julio de 1952 y vino a España con 19
años para abrirse camino y perseguir su
sueño de convertirse en médico. Estudió la
carrera en Valladolid; la especialidad, en Salamanca, y en la actualidad desarrolla parte
de su trabajo como cirujano traumatólogo
en el Hospital Virgen de la Concha de Zamora, además de dirigir el Centro de Rehabilitación Alfonso Peña. Su carácter afable y su
habilidad como cirujano le han convertido
en una persona muy conocida y respetada
de la capital zamorana, ciudad a la que asegura deber una gran parte de su felicidad.
¿Cómo era su vida en su país de origen?
Era de una familia humilde y era muy difícil
pensar en hacer una carrera como medicina, que era lo que yo soñaba. Allí me dedicaba a estudiar lo que podía y a hacer
pequeños trabajos, desde vender ropa de
segunda mano hasta libros. Como no teníamos poder adquisitivo para que yo estudiase medicina, al final lo único que pude
hacer fue estudiar algo de economía que, al
menos, me sirvió para dar clases, sobrevivir
y ahorrar algo.
¿Por qué esa obsesión con la medicina?
Porque para mi familia no había ningún médico. El concepto de la familia es totalmente
diferente al que hay en España porque entre padres, hermanos, primos y demás parientes, una familia puede tener entre 50 y
150 personas. En el Líbano no tenemos una
sanidad como en España. Todo es privado y
18
muy caro. De hecho, acabo de enviar dinero
para que mi madre pudiese operarse allí. En
España no sabemos la suerte que tenemos
con la sanidad y la educación gratuita y para
todo el mundo, que es lo que más preocupa
a toda la humanidad.
¿Cómo tomó la decisión de venir a España?
Un alumno de familia acomodada al que le
estaba dando clase me dijo que iba a es-
(...) Prefiero
el cristianismo español porque
es mucho menos extremista. En el Líbano, los
cristianos son ricos y
la mayoría de los musulmanes, pobres (...)
tudiar Medicina en España y me explicó lo
que hacía falta para venir. Para nosotros,
los árabes, España es parte de nuestra historia. No quería ir ni a Estados Unidos ni a
Inglaterra ni a Francia, por ejemplo, por motivos políticos y porque siendo estudiante vi
que los males de Oriente Medio procedían
en parte de las grandes potencias. Le dije a
mi padre que quería ver cómo era aquello y,
nada más acabar los exámenes de segundo
de Económicas, me vine para aquí.
¿Tenía algún contacto aquí?
Ninguno. Hacía mucho frío y yo venía poco
preparado. Hablaba con la gente y nadie me
entendía, así que tuve que aprender rápido
el castellano y, en tres meses, más o menos, me defendía.
¿Había empezado ya el conflicto bélico en
el Líbano?
No. Todavía había paz. La guerra empezó
tres años después de que yo me fuese. Lo
pasé muy mal porque era una guerra de
hermanos contra hermanos y, además, provocada por los países árabes. Líbano es un
país formado por muchas etnias y muchas
religiones y, de hecho, el actual presidente
es cristiano, que es una fórmula francesa
que ha quedado en la historia de Líbano. En
cualquier caso, prefiero el cristianismo español porque es mucho menos extremista.
En el Líbano, los cristianos son ricos y la mayoría de los musulmanes, pobres.
¿Dónde estudió Medicina?
En Valladolid. Intenté integrarme lo mejor
posible en el país y con los compañeros
españoles. No me quedaba más salida que
triunfar, entre otras razones, porque en el
Líbano no se permite el fracaso, no perdonan al fracasado, especialmente en familias
como la mía, en la que tenía muchos hermanos detrás. Al final tuve suerte pero, de
todas formas, la lotería toca una vez, pero
sólo si vas por ella. Para entrar en la facultad de Medicina me examiné junto a compañeros que llevaban tres años aprendiendo y
fui yo el que pasó las pruebas, escribiendo
(...) No
quería ir a
Estados Unidos ni a
Inglaterra ni a Francia,
por ejemplo, por motivos políticos y porque
siendo estudiante
vi que los males de
Oriente Medio procedían en parte de las
grandes potencias. (...)
todo lo que sabía de las células. Empecé a
escribir en francés, pensando en que tenía
que acabar las palabras de otras forma. Mi
letra es cojonudamente mala pero hice muchos dibujos y esquemas y conseguí transmitir lo que sabía con éxito.
Q El médico libanés Mohammad Salami Badreddine
posa en uno de los puentes sobre el río Duero de la
capital zamorana.
¿Cómo vivía sus progresos su familia desde el Líbano?
Mi familia seguía con gran interés lo que
estaba haciendo en España. Mi padre dijo
que vendería lo que fuera necesario para
ayudarme y yo no podía defraudarle. En el
tercer año conocí a María de Carmen González, que estudiaba Filosofía y que sería
mi mujer. Fue mi gran apoyo. Hice mi especialidad en Salamanca y como ella era de
Zamora, terminamos afincándonos aquí y
creo que tomamos la mejor decisión posible
porque hemos sido muy felices. Tenemos un
hijo de 24 años que se llama también Salami y una hija de 21 que se llama Olalla.
Con su nombre de pila hay una anécdota
especial.
Es verdad. Salami no es realmente mi nombre sino el de mi padre, que fue mi gran
apoyo y el motor de mi vida al empujarme
hacia delante. Él creyó siempre en mí y estuvo convencido de que iba a lograr hacer
realidad mis sueños. Al terminar Medicina
en Valladolid fui a hablar con el rector y le
expliqué que tenía una gran deuda con mi
padre y que quería que su nombre figurase
en mi expediente. Me dijeron que era imposible y yo aduje que iba a coger mi título y
volverme al Líbano, tal vez para no volver
nunca más. Al final, conseguí que pusieran
mi nombre, Muhammad, seguido del de mi
padre y el apellido Baddredine.
¿Qué dijo su padre sobre eso?
Cuando tuve ocasión de volver al Líbano, era
el año 1978, cogí a mi padre por sorpresa,
un hombre muy alto y fuerte que para mí
siempre fue un gigante y se sentó, llorando.
Le enseñé el título donde ponía su nombre
y le dije “ya eres médico”. Me dio un abrazo
inolvidable, inolvidable.
¿Qué transmite en España sobre su país
de origen?
Que es un país maravilloso, con una historia muy densa, que lo ha pasado muy mal
y que, hoy día, tiene cierta crisis de identificación. Después de la salida de Siria
parece que no sabemos si somos un país
libre o dependiente. Hay muchos intereses
internacionales y de la zona sobre el Líbano
porque es la puerta de entrada a Oriente
Medio. Muchas personas han ido conmigo
al Líbano. Entre ellos, mi gran amigo, el jefe
de Traumatología de Salamanca, artistas
y empresarios de Castilla y León, y se han
quedado prendados de mi país. En España
hay cosas maravillosas pero en el Líbano,
también, y yo quería compartirlas.
19
ciera Caja Duero, el centro ha iniciado su
andadura hace ya más de tres años y crece
con la ilusión de formar en sus aulas a algún
heredero del legado artístico de la danza de
Anna Pavlova o Maya Plisétskaya y con la
esperanza de encontrar entre sus jóvenes
valores a los futuros Karpov y Kasparov sin
necesidad de ir a buscarlos a la tierra de
los zares.
La escuela de ballet, y sus instalaciones, son
una especie de joya de la Corona para el director del centro, Boris Mayorskiy, quien
explica que las clases se basan en la enseñanza tradicional del ballet clásico ruso,
partiendo de cero y culminando en torno a
los 14 años, cuando los jóvenes tienen que
elegir si continúan o no como profesionales
de la danza.
Las clases se
basan en la
enseñanza tradicional
del ballet clásico
ruso, partiendo de
cero y culminando
en torno a los
14 años (...)
(...)
Q La rusa Katia Shevzhenko dirije las clases de enseñanza tradicional de ballet clásico ruso en el centro Lermontov
de Salamanca.
Q Dos niñas durante las clases de ballet que dirije la rusa Katia Shevzhenko en el centro Lermontov de Salamanca.
[Texto: Eva Vicente Sutil. Fotografías: David Arranz]
El alma de Rusia
en el corazón de Salamanca
20
A más de 4.000 kilómetros de distancia, el alma de la cultura rusa ha llegado
a Salamanca para quedarse en el centro
Lermontov. Se trata de una iniciativa en la
que el material escolar tradicional se sustituye por tutús, zapatillas de punta y fichas
de ajedrez, para aprender de la mano de
profesores nativos los pilares de la cultura
rusa: el idioma, el ajedrez, el ballet clásico...
Nacido de la colaboración entre la Fundación Pushkin de Madrid y la entidad finan-
La formación corre a cargo de Katia Shevzhenko, una bailarina profesional rusa formada en la prestigiosa escuela de Vaganova
(San Petersburgo) y cuya labor se centra en
intentar que los chicos no sólo aprendan los
movimientos característicos de este tipo
de danza, sino también a amar este arte
y sobre todo “a disfrutarlo por el camino”,
afirma la maestra.
Su premisa fundamental es “dar calidad de
enseñanza”. Sin embargo, reconoce que lo
más complicado de sus clases es la “disciplina y la concentración” que exige el apren-
dizaje del ballet clásico. Desde su punto de
vista, es un arte que “pide trabajo diario”, ya
que “el cuerpo es su instrumento” y “la perfección sólo se consigue practicando toda
la vida”. Según asegura, tras culminar su
carrera como bailarina profesional, fue “el
destino” quien la trajo a Salamanca, donde
completa su faceta como docente con los
alumnos del centro Lermontov.
Tras tres años de experiencia, Shevzhenko
sostiene que su mayor ilusión es que alguno
de sus jóvenes bailarines llegue algún día a
ser profesional. Así, cree que en sus alum-
nos salmantinos ha encontrado futuros
bailarines “muy bien dotados” que le han demostrado que “llevan el ballet en la sangre”
y que son “sensibles para el arte”.
A diferencia de las escuelas de baile convencionales, en las que el ballet clásico se
imparte como mucho dos veces por semana y se combina con salsa, flamenco, tango,
etcétera; en el centro Lermontov las clases
son de una hora y media diaria.
Según Shevzhenko, en las primeras se consigue que los alumnos conozcan un poco
de teoría pero muy poca práctica en esta
21
disciplina. Sin embargo en el Lermontov los
alumnos finalizan con una “sabiduría de ballet de calidad”.
Aunque es consciente de que no todos llegarán a ser profesionales, entre otros motivos porque muchos no pueden dedicarle a
la danza el tiempo y la disciplina que exige,
la bailarina sostiene que se conforma con
que salgan de sus clases con “un nivel y una
sabiduría del ballet de calidad”.
Para el director del centro, Boris Mayorskiy,
uno de los mayores privilegios con los que
cuenta el Lermontov son sus instalaciones.
En este sentido, destaca la “fantástica sala
de ballet” con la que cuentan los alumnos, un
espacio profesional, con suelo especial antideslizamiento, rodeado de espejos, equipado
con barras para que los estudiantes puedan
iniciarse en la práctica de los ejercicios y, habitualmente, con “música en vivo”. Si la formación en ballet corre a cargo de una bailarina profesional, el ajedrez depende de “un
maestro internacional”, el catedrático en la
Universidad de Deportes de Moscú en esta
disciplina, Boris Zlotnik, que se desplaza to-
Salamanca se ha
mostrado igual de
abierta y receptiva
hacia la cultura rusa
que lo ha sido a las
enseñanzas de científicos, eruditos y
sabios (...)
(...)
dos los viernes desde Madrid para enseñar
a los alumnos las bases de este arte al que
Rusia ha aportado grandes maestros.
El centro cuenta con medio centenar de
alumnos de todas las edades distribuidos
22
Q El aprendizaje y perfeccionamiento del juego de ajedrez es
una constante en en el centro Lermontov de Salamanca.
en tres grupos. Dos niveles de iniciación:
uno para aquellos con “conocimiento cero”,
que como mucho saben el nombre de las
fichas y algunos movimientos, y otro para
los que cuentan con cierta experiencia. El
tercero es el grupo de perfeccionamiento,
del que forman parte jugadores que “quieren incrementar su nivel de maestría”.
Las enseñanzas de ajedrez se completan cada año con la celebración de varios
torneos, tanto para infantiles como para
adultos. Se trata de competiciones “absolutamente democráticas”, tanto en edad
como por sexos, y abiertos a gente de fuera
del centro interesada en competir. Hasta
ahora el nivel de participación es bastante
elevado, así, en los torneos para adultos
suelen jugar entre 80 y 100 personas y en
los infantiles unos 70.
El tercer pilar de la cultura rusa es su propio idioma, que ha encontrado en Lermotov
un importante centro de difusión, como
pone de manifiesto el medio centenar de
alumnos que se acercan a estos cursos y
que, después de pasar por cinco niveles de
enseñanza, salen con la posibilidad de leer
libros en la lengua de los zares.
A diferencia de las universidades, donde la
enseñanza de esta lengua “es muy rígida”,
en el centro Lermontov se apuesta por
hacer las “clases muy vivas” y, más que en
las reglas gramaticales, se pone acento en
dotar a los alumnos de “habilidades para hablar y componer frases” en un idioma, que
resulta “muy difícil” para los españoles dada
su gran diferencia con los idiomas latinos.
Han sido tres años de duro trabajo, dice
Mayorskiy, “pero ha merecido la pena” porque Salamanca se ha mostrado igual de
abierta y receptiva hacia la cultura rusa que
lo ha sido a las enseñanzas de científicos,
eruditos y sabios que han conformado a lo
largo de los siglos el alma de la docta Salamanca. La historia, es testigo y un futuro de
conocimientos, un nuevo reto.
23
[Texto: S. Calleja. Fotografías: Leticia Pérez]
Pérez del Blanco
“Castilla y León le ha quitado mercado vitícola a
otras regiones por el trabajo que desarrolla”
Este leonés, con más
de medio siglo de vida
en México, es uno de
los más destacados
embajadores de los
vinos de la Comunidad
en el país azteca.
Juan Bautista Pérez del Blanco (1937) es
uno de los muchos castellanos y leoneses
que un día emigró a México, aunque, como
él dice, su corazón siempre se mantuvo en
la Comunidad, en concreto, en la localidad
de Barniedo de la Reina (León). De allí partió
hace ahora 51 años, el 24 de octubre de
1954, para conquistar la antigua Tenochitlan, la urbe fundada por los aztecas hace
casi 700 años y en la que hoy conviven más
de 20 millones de mestizos y emigrantes
que han encontrado en la “ciudad de los
palacios” su lugar de residencia. Tras varios años dedicado a la industria del metal
y practicando de “mal novillero”, hoy es uno
de los grandes embajadores de los vinos de
Castilla y León en México, además de miembro de la activa Agrupación Leonesa Castilla
y León e incluso “un ejemplo” de lo que toda-
24
Q Juan Bautista Pérez del Blanco en posa en una
calle de México D.F.
vía queda “de la patria chica” en este lugar
de Hispanoamérica.
¿Cómo llegó a México? ¿Su aterrizaje fue
un fenómeno más de la inmigración que
sufrió España en los años 50?
En cierto modo sí. En el pueblo, en Barniedo
de la Reina, había necesidades que ahora yo
creo que han aumentado, porque el pueblo
se ha ido acabando, ya que no hay turismo,
no hay agricultura... Vine, realmente, por necesidad. La historia, sí, es muy larga. Estuve
estudiando y, tras trabajar con mis padres
en la labranza, me di cuenta de que no era
lo mío. Entonces, me reclamaron unos tíos
míos que vivían acá y me vine a México.
En su experiencia profesional ha tocado
los más diversos sectores de la economía,
el acero, la venta de vinos... hasta intentó
ser novillero...
Yo trabajé con mis tíos durante bastantes años en un negocio de ultramarinos,
que aquí se llaman navarrotes, bodegas.
Con ellos trabajé en una fábrica de acero.
cuando me independicé tuve también una
fábrica chiquitita, que creció, pero la llegada de la modernidad a México me obligó a
cambiar de ramo y me dediqué a la compraventa. También, durante una época fui novillero, un mal novillero al que ayudó Miguel
Báez ‘El Litri’ y recorrí algunas plazas chicas
aquí en México, pero cuando vi que no era
lo mío me dediqué al portafolio. Me dije: “En
lugar de la muleta, el portafolio y a trabajar”.
Pero cuando mis hijos tomaran las riendas
del negocio del acero, conocí en Aranda de
Duero (Burgos) los vinos de la Ribera y comencé a vender.
¿Cómo reciben los mexicanos los productos españoles, especialmente el vino?
La verdad es que, en México, el vino tuvo
un momento donde el más aceptado era el
francés. Pero hoy, por la lucha que hacen los
españoles, un magnífico trabajo de introducción, yo creo que el número uno en aceptación es el vino de España. En México no se
consume mucho vino porque hay más costumbre de cervezas y de bebidas nacionales,
pero año con año se ve un gran aumento.
¿Con ello quiere decir que el mercado
mexicano es un potencial para los vinos
españoles?
Sí, yo he mantenido contactos con Excal y
con las Cámaras de Comercio de la región
y son conscientes de este aumento. Lo particular de esta región es que manda embajadas todos los días y que sus habitantes son
personas trabajadoras no sólo con vinos sino
también con otros productos agroalimentarios, industrias... Castilla y León hoy, en general, tiene una gran acogida y, en el campo de
los vinos, ya no sólo se demandan elaboraciones de la Ribera del Duero. Los vinos de Toro
cada vez son más conocidos y los blancos
de Rueda son muy queridos en México. Hoy,
Castilla y León le ha quitado mercado a otras
regiones de España, precisamente por el trabajo tan impresionante que ha hecho.
Castilla y León está haciendo un importante esfuerzo por tener presencia institucional, empresarial y social en México...
Es muy importante, porque en México los
empresarios más fuertes son castellanos y
leoneses. Es una oportunidad muy significativa para que haya más unión y más elementos de trabajo.
Usted es miembro de la Agrupación Leonesa Castilla y León, ¿Qué carencias y
querencias tiene este colectivo?
Se trata de una agrupación que pretende
conservar las tradiciones. Por ejemplo, en
el caso del grupo de baile infantil, los niños
han viajado en dos ocasiones a España para
acercarse a sus raíces. Las querencias son
todas, y las vamos solventando poco a poco.
Las carencias, pues pedimos una mayor
ayuda económica para seguir desarrollando
actividades y acciones porque los cuartos
de los socios no llegan para todo. Queremos fundar un club, construir un pequeño
edificio... Pero, necesitamos ayuda tanto del
Gobierno español como del de México. Si
bien, lo que queremos es, sobre todo, que
vengan a vernos.
En concreto, las actividades, además de
centrarse en la consolidación de costumbres y tradiciones, ¿en qué consisten?
La más importante, sin duda, es el Hospital
Español –conocido también como el Sanatorio Español- donde prestamos asistencia
a 400 ancianos que son españoles o están
casados con españoles. Esto data del siglo
anterior, del antepasado, cuando la colonia
española lo fundó. Hoy es el único que tiene
jardines, es el que más habitaciones y mejores servicios presta en México. Es todo
un orgullo para los españoles. Es una de las
cosas de lo que más nos jactamos.
Q Juan Bautista Pérez del Blanco a las puertas de la Agrupación Leonesa Castilla y León de México D.F.
25
[Textos: María Martín, Sonia Calleja, Eva Vicente Sutil,
Juanma de Saa y José Ramón Rodríguez
Fotografías: Miriam Chacón y David Arranz]
Baco nació
en el Duero
A lo largo de casi 900
kilómetros de longitud,
el río Duero vertebra la
Comunidad de Castilla y
León dejando a su paso
una tierra fértil para el
cultivo de la vid
mas, con una superficie de 97.000 kilómetros cuadrados.
La cuenca del Duero concede a las tierras
que engloba una condición privilegiada para
el cultivo de la viña, cuyo origen se remonta a muchos siglos atrás, pero fueron los
romanos, durante su ocupación de la Península, los que implantaron la vid de forma
estable. Con su forma de vida trajeron también su culto a Baco, el dios del vino, como
demuestra la villa romana de Santa Cruz,
situada en el municipio burgalés de Baños
de Valdearados, que data de los siglos IV al
VI y cuya joya es el mosaico del salón, de una
superficie de 66 metros cuadrados, centrada en la figura del dios del vino.
Q Un agricultor arregla el terreno de las viñas en las
Q Mosaico romano del Dios Baco en el municipio
inmediaciones de la localidad portuguesa de Freixo de
burgalés de Baños de Valdearados.
Una Virgen
entre vides
Espada à Cinta.
Ha sido inspiración para poetas como
Antonio Machado y Gerardo Diego, espejo
para puentes romanos, frontera para los
cristianos y musulmanes, asentamiento
militar en centenares de batallas, fuente de
vida y de riqueza, generador de una tierra
fértil en trigo y pan y el lugar donde la uva
nace y muere convertida en néctar.
Es el río Duero, columna vertebral de Castilla y León, que le ve nacer en los sorianos
Picos de Urbión y abandonar España por el
municipio salmantino de La Fregeneda. De
sus casi 900 kilómetros de longitud, el 80
por ciento discurre por la región, pero su
área de influencia abarca mucho más, llegando a otras siete comunidades autóno-
Debieron pasar todavía unos siglos para
que la influencia de las órdenes monásticas
francesas en la zona se extendiera y, con
ella, su afición por la viticultura. A principios
del siglo XII, una vez que los musulmanes se
retiraron al sur del río Duero, el emperador
Alfonso VII cedió una finca de recreo llamada ‘El lugar de la vid’ a un grupo de religiosos,
27
para su primer asentamiento. Así, en 1152,
se fundó en la ribera del Duero burgalesa,
casi en la frontera con Soria, el Monasterio
de Santa María de la Vid.
Fue el propio emperador quien decretó
que la advocación del Monasterio sería la de
Santa María de la Vid ya que, según cuenta
la leyenda, Alfonso VII encontró la grandiosa
imagen que hoy preside el retablo de la iglesia oculta “bajo una frondosa cepa”, explica
el padre Serafín de la Hoz, responsable de
guiar a los turistas por las dependencias
monásticas. Esta escultura, que data de finales del siglo XIII, mide 1,80 metros y en su
mano derecha porta un ramo de vides.
La infuencia
monástica
Al llegar a España, la primera fundación de
los premonstratenses fue la Abadía de Santa María de Retuerta, ubicada también en
plena ribera, en Sardón de Duero (Valladolid) y hoy convertida en bodega. Y es que los
religiosos de esta Orden mantuvieron desde sus orígenes la tradición vitivinícola, de
hecho, utilizaban un ramo de vid como adorno, plantaban y cultivaban cepas, construían
bodegas y elaboraban buenos caldos.
Este interés pronto se amplió a las poblaciones cercanas, que asumieron como
propio el cultivo de la vid, algo que hoy en
día constituye el modo de vida de muchos
de los habitantes ribereños. En torno a la
uva y su elaboración se celebran también
hermosas tradiciones relacionadas con el
culto al vino, como la que se produce cada
15 de agosto. “Los vecinos escogen el racimo de uvas más hermoso y lo colocan junto
a la Virgen de la Asunción antes de salir en
Q Motivo con un racimo de uvas en una de las misericordias del coro del Monasterio de la Vid.
procesión, para pedirle que el vino de ese
año salga bueno”. Este agustino admite que
“el culto al vino es algo que la gente de esta
zona lleva dentro”.
Arquitectura
Sin duda alguna, el rasgo característico
de la arquitectura que jalona el Duero está
protagonizado por las bodegas. Algunas
conservan el mismo aspecto que hace siglos, mientras otras se adaptan a los nuevos tiempos, ampliando el negocio del vino
hacia la hostelería y la restauración. Y el futuro parece ir aún más allá, a la vista de una
iniciativa privada que pretende instalar en
Aldeayuso, una pedanía de Peñafiel, un centro de turismo rural con servicios de ‘wine
Q Turistas visitando el Monasterio de la Vid de Burgos.
spa’, de forma que se convertiría en el tercero de España en ofrecer tratamientos de
belleza y salud con la llamada vinoterapia.
Mientras algunos empresarios buscan la
forma de darle una vuelta más de tuerca
al enoturismo, otros explotan lo antiguo, lo
auténtico, lo viejo. Es el caso de las bodegas
subterráneas que forman auténticos laberintos en el subsuelo de muchos municipios
de tradición vinícola. Son espectaculares
por su extensión las que subyacen en el centro histórico de Aranda de Duero (Burgos)
y que en su momento “estuvieron todas
comunicadas entre sí, ya que se utilizaban
como vía de escape o de protección”, explica
Javier Alonso, encargado del restaurante El
Lagar de Isilla, bajo el que se encuentra una
bodega del siglo XV recuperada y conservada aún hoy para su función inicial, a 15 metros bajo tierra. En Aranda, según calcula
Javier, actualmente puede haber entre 25 y
30 bodegas subterráneas abiertas, que se
enseñan a turistas y curiosos.
El subsuelo
La presencia de estas bodegas subterráneas se adivina en el paisaje influido por el
Duero por las numerosas construcciones
de piedra, habitualmente redondeadas, que
sirven como elemento de ventilación. En la
zona de Aranda se denominan zarceras y,
en la de Peñafiel, luceras. Estos respiraderos parten del techo de una de las naves
principales de la bodega y llegan a la superficie, lo que permite mantener una temperatura constante durante todo el año.
En la zona ribereña de Soria también se
está trabajando actualmente para obtener
la declaración de dos conjuntos de bodegas
ubicadas en Atauta y Recuerda como Bienes de Interés Cultural (BIC) en la categoría
de conjunto etnográfico.
Como ejemplo de la arquitectura tradicional de la zona, el Ayuntamiento de Peñafiel puso en marcha hace ya seis años un
peculiar museo denominado la Casa de la
Ribera, instalado en una vivienda del siglo
XVI pero acondicionada tal y como se vivía
a principios del XX.
Una alternativa
para el agricultor
En esa época solo existía en la ribera del
Duero una bodega preparada para elaborar
vinos de calidad, más allá del que obtenían
los viticultores de la zona con sus escasos
y rústicos medios. Vega Sicilia, fundada en
la segunda mitad del XIX a partir de cepas
28
La presencia de
estas bodegas
subterráneas se
adivina en el paisaje
influido por el Duero
por las numerosas
construcciones de
piedra, habitualmente
redondeadas, que
sirven como
elemento de
ventilación (...)
(...)
internacionales, como cavernet sauvignon o
merlot, logró elaborar unos vinos excepcionales. Sin embargo, durante un siglo, esta
marca estuvo aislada en las orillas del río,
sufrió la terrible filoxera de 1898 que asoló
las viñas, y volvió a recuperar su prestigio
de la mano del bodeguero vasco Txomin
Garramiola.
Gracias a Vega Sicilia y al buen hacer de
otro amante del vino, Alejandro Fernández,
que fundó su bodega en Pesquera de Duero en los años 70, los caldos de Ribera del
Duero recibieron el impulso necesario, atrayendo a la zona a viticultores, enólogos y bodegueros, que lograron, en 1982, crear la
Denominación de Origen para estos tintos.
Así las cosas, con el auge de la Ribera del
Duero y el declive de otros cultivos, el negocio del vino en la Comunidad está animando
a algunos agricultores, sobre todo los más
jóvenes, a dedicarse a plantar vides en lugar
de remolacha, patata o cereal. “El ‘boom’ de
la Ribera no lo puedes desaprovechar”, explica José Manuel de las Heras, natural de
29
Q Bodega subterránea de El Lagar de Isilla en Aranda de Duero (Burgos).
Fuentecén (Burgos), ligado a la tierra toda
su vida y a la uva desde hace pocos años. De
hecho, en el año 2003 vio nacer su primer
vino, bajo la marca Hemar.
Mirando orgulloso a sus viñedos, José Manuel recuerda otros tiempos para el campo,
cuando el 80 por ciento de la población estaba en el medio rural. “Igual que en Bolivia
mascan la coca para poder aguantar todo
el día, aquí se bebía vino para soportar el
trabajo diario”. De este modo demuestra
el arraigo de la cultura vinícola en la Ribera
del Duero, que para José Manuel constituye
“su pasión”.
Inversiones
La reestructuración de los viñedos, que
ha posibilitado la gran evolución del sector
en los últimos años, llegó en 1994 a la lo-
30
calidad soriana de Castillejo de Robledo, de
180 habitantes, que fue la primera en recibir apoyo de la Junta para recuperar 204
hectáreas de viñedos. De esta forma, se
cambió el modo de trabajo en las cepas y,
aprovechando el microclima que el Consejo
Regulador de la Ribera del Duero reconoce
en la zona, se creó una bodega de denominación de origen.
En la DO Cigales, la última inversión la ha
protagonizado el grupo navarro-riojano Barón de Ley, que ha instalado en este territorio la Finca Museum, donde elaboran exclusivamente crianzas y reservas. “Queríamos
salir de La Rioja y buscamos en Castilla y
León. Vinimos a Ribera del Duero, pasamos
por Toro y por el camino nos encontramos
con Cigales, que no conocíamos y que fue lo
que nos gustó, porque es la denominación
de España que más viñas viejas tiene, de
50, 80 e incluso 100 años”, indica Tomás
Jurío, gerente de la bodega, que añadió el
“proyecto emergente” que supone Cigales,
sobre todo en cuanto a vinos tintos.
En cuanto a Rueda, es la denominación
más antigua de Castilla y León y está integrada por 72 términos municipales de Valladolid, Segovia y Ávila, aglutinando un total
Igual que en
Bolivia mascan la
coca para poder
aguantar todo el día,
aquí se bebía vino
para soportar el
trabajo diario (...)
(...)
31
Q El agricultor José Manuel de las Heras junto a sus
viñedos de Fuentecén (Burgos).
Q Una de las hermanas octogenarias de Las Heras
que continúa trabajando en sus viñedos de Fuentecén
(Burgos).
Q Un compañero de las hermanas octogenarias de
Las Heras que colabora con ellas trabajando en sus
viñedos de Fuentecén (Burgos)
Q Imagen de las viñas dispuestas en terrazas
o bancales que cubren la ladera de la montaña
aprovechando el terreno.
concesión de privilegios reales en lugares
donde estaba prohibida la venta de vino.
De forma paralela a otras importantes
zonas vitivinícolas, los vinos de Toro consiguieron desplegar su prestigio dentro y
fuera de España, sobre todo gracias al trabajo desarrollado por el Consejo Regulador
de la Denominación de Origen Toro, creado
en 1987.
Q Castillo de Peñafiel en el que se encuentra ubicado
el Museo del Vino. Junto a él, las luceras de las
bodegas.
de 32 bodegas. El vino antiguo de Rueda fue
el primero que se cotizó más caro cuanto
más viejo, puesto que la mayor parte de
los vinos peninsulares se vendían jóvenes.
Más tarde, se hicieron habituales las prácticas del envejecimiento. Aunque continúa
primando en su elaboración el vino blanco,
desde el año 2001 también existen los Rueda tintos.
“Es extraordinario que en un espacio
geográfico tan pequeño haya tal variedad
de vinos tintos, blancos y rosados”, señala
Águeda del Val, directora técnico del Consejo Regulador de la DO Cigales, para añadir
que “algo así en Europa habría que buscarlo
en una distancia entre Burdeos y Jerez”.
32
Toro o la explosión
de los vinos
históricos
La historia de la cultura del vino de Toro
hunde sus raíces en épocas prerromanas y
no ha parado de añadir capítulos, en especial durante la última década, cuando estos
caldos recibieron el empuje definitivo para
traspasar fronteras regionales y nacionales. Desde tiempo antes de que los romanos iniciasen sus asentamientos, los vinos
procedentes de Toro ya gozaban de una
fama que se acentuaría durante la época
medieval. De hecho, los caldos toresanos
pudieron distribuirse entonces merced a la
Clima más
extremo
La zona de producción de los vinos que se
encuentran bajo la Denominación de Origen
Toro tiene una extensión total de 62.000
hectáreas, de las cuales, 8.000 se dedican
al viñedo (5.500 registradas en el Consejo
Regulador), con más de 1.200 agricultores
inscritos. Estos terrenos, formados por sedimentos de areniscas y arcillas, y situados
estratégicamente entre Rueda y Los Arribes, abarcan el sudeste de la provincia de
Zamora, que afecta a las comarcas de Toro,
Tierra del Vino, La Guareña y parte de las
tierras de Pan y Campos. Los términos zamoranos son Argujillo, Villabuena del Puen-
te, La Bóveda de Toro, Venialbo, Valdefinjas,
El Piñero, San Miguel de la Ribera, Peleagonzalo, Sanzoles y Toro, además de los vallisoletanos de San Román de Hornija, Villafranca
de Duero, Villaester y Pedrosa del Rey.
Por lo que se refiere al clima, el hecho de
ofrecer unas condiciones más extremas
que las que presentan otros puntos de la
Comunidad Autónoma repercute en la zona
de influencia de Toro en una maduración
más rápida de la uva y un resultado final
recio y potente. “Hemos alcanzado un gran
prestigio a nivel nacional e internacional y
trabajamos para seguir distinguiéndonos
por la calidad más que por la cantidad”, señala Moyano.
Materia prima
excepcional
Tanto los especialistas como los aficionados aseguran que la materia prima empleada en la DO es “excepcional, comparándola con cualquier lugar de España, aunque
también hay que saberla trabajar”, según
destaca Carlos Gallego, director técnico del
Consejo Regulador, si bien su labor se conoce más como la de ‘veedor’. “Estamos en
un momento dorado por ese motivo pero
también porque los bodegueros viene con
buenos cimientos en la cultura enológica. La
tinta de Toro hay que pulirla y trabajarla y
para ello hay que acentuar la conciencia de
la gente, como todos esos exportadores de
Toro que creen en el producto y lo comunican”, apostilla. Por añadidura, si se establece una comparación con vinos de renombre
mundial, como Burdeos, Borgoña o Chianti,
“la relación calidad precio es superior en los
de Toro”.
Algunos especialistas hablan de vinos potentes, con color rotundo y gran personali-
dad aunque con una elegancia ligeramente
inferior a los de la Ribera del Duero pero “el
potencial, el alma del vino en cuanto a componentes nos permite decir que son los mejores porque tienen muchos compuestos en
una gran medida”. De hecho, según Carlos
Gallego, “desde parámetros estrictamente
analíticos, los vinos de Toro dan mucho de
sí en todos sus campos por lo que podemos
decir que la competencia real viene de vinos
blandos y más fáciles de beber”.
Las Arribes, la
apuesta por lo
autóctono
El clima, el ph ácido del suelo, las variedades autóctonas de la uva y la avanzada edad
de las cepas, la mayoría entre 65 y 70 años,
han consolidado la zona de Las Arribes de
Q Bodega Abadengo (Pereña, Salamanca).
34
35
Zamora y Salamanca como un espacio óptimo para la producción vinícola, un legado
que remonta sus orígenes a la colonización
romana, que actualmente centra su producción en la apuesta por la calidad y los
valores autóctonos y que espera alcanzar
la recompensa a una labor de siglos en la
consecución de la ansiada Denominación
de Origen.
Santiago Castro, director técnico gerente
de la asociación Vino de la Tierra Arribes
del Duero afirma que, aunque los caldos
de la zona actualmente están amparados
por la mención Vinos de Calidad de Arribes,
lo cierto es que “cumplen con las mismas
características que una denominación de
origen” y sobre todo, con “los mismos controles” desde que la uva está en el viñedo
hasta que sale embotellada. Según asegura, “se ha cumplido con todo para ser denominación de origen” por lo que este año la
asociación vitivinícola espera conseguirla.
La asociación, de la que forman parte diez
bodegas con una producción de 3,3 millones de kilos de uvas, unos 2,2 millones de
litros de vino al año, ‘juega’ con cuatro ‘ases’
que hacen del vino de Las Arribes del Duero un caldo de características únicas. Así,
Castro recuerda que en la zona confluye el
clima continental no extremo, por la proximidad del Atlántico, y el clima mediterráneo
en zonas bajas del Duero. Además, el ph ácido del suelo, cargado de pizarra y granito,
fundamental para dar toques minerales y
telúricos al vino y básicos para retener la
humedad durante los periodos de sequía,
hacen que esta tierra sea única.
A estas virtudes, los enólogos de la zona
añaden que la edad media del viñedo es de
65-70 años, lo que garantiza producciones
muy pequeñas pero la calidad muy alta, y el
trabajo exclusivo con variedades autóctonas como la Juan García, Rufete o Bruñal
36
Q Las bodegas de Fermoselle, un autentico laberinto de tuneles excavados bajo las casas que se comunican entre sí.
Q Pachi, un biólogo que se ha retirado a Fornillos de
Q Julio Gallo enólogo chileno encargado de la bodega Abadengo en Pereña (Salamanca).
Sayago, donde se dedica a hacer queso y una
pequeña producción de vino, todo sin abonos
Biodinámica
Pachi Martínez regenta la bodega La Setera, en Fornillos de Fermoselle (Zamora),
una pequeña producción que ha conseguido dar el salto internacional e importar sus
caldos hasta Inglaterra, un país donde este
año ha conseguido ‘colocar’ el 25% de su
producción anual, unas 12.000 botellas.
El secreto de su producción está en la técnica utilizada por este biólogo inspirada en
la denominada biodinámica. De acuerdo a
sus principios, el ciclo vinícola está íntimamente relacionado con el movimiento de
la luna y de los planetas. Así, el mejor momento para la poda es la luna menguante,
el embotellado debe hacerse con luna ascendente, trasegar en luna descendente,
mientras que los días que coincidan con los
nodos lunares, lo mejor es dedicarse a “quitar las malas hierbas”, ya que durante esas
jornadas “todo es perdido”.
Bodegas
excavadas
De la tradición vinícola en la zona de Las
Arribes del Duero deja buena constancia el
‘laberinto’ excavado en las rocas de granito
y pizarra que caracterizan el subsuelo de
Fermoselle (Zamora), unas construcciones
de cuya existencia ya se tuvo conocimiento
desde el siglo XII, si bien la mayoría datan de
entre los siglos XVI y XVII. Por sus características especiales, no se descarta recuperarlas desde el punto de vista turístico, ya
minerales y de una manera naturista. En la foto nos
muestra uno de sus más preciados tesoros: una
Desde Uruguay
botella de su vino “La setera”
sería posible volver comunicar todo el municipio de forma subterránea a través de sus
bodegas, explica Francisco Delgado.
Delgado regenta actualmente la sede de
la peña ‘El Pulijón’, un espacio dedicado al
ocio cuyo subsuelo esconde una auténtica
bodega-museo que en sus orígenes formó
parte de las instalaciones del denominado
Castillo de Doña Urraca (s. XII), donde hacía
las veces de mazmorra y puesto de guardia.
Para Delgado, “la ruina” del pueblo llegó con
“las partijas”, las porciones de tierra heredadas por varios hermanos que comenzaban a dividirse entre los sucesivos herederos hasta quedar reducidas a porciones
tan pequeñas e incapaces de sostener la
economía familiar que terminaban por ser
abandonadas.
El uruguayo Julio Gallo es el enólogo encargado de Abadengo, una bodega que muy
pronto sacará a la luz el primer reserva
con 19 meses de barrica y con cepas de
más de 100 años con el nombre de ‘Gran
Abadengo’. Esta producción se sumará a la
de Bruñal, una variedad de uva que está en
extinción de la que han elaborado las primeras 1.500 botellas en una primera cosecha
del año 2003, con 13 meses de barrica, y la
de Juan García, cuya producción ronda las
90.000 botellas anuales.
Gallo recuerda que el proyecto de Abadengo nació en el 97 como “un vino que se
pensaba hacer para los amigos”. Sin embargo, se está consolidando como un “proyecto claro con el objetivo de trabajar con
variedades autóctonas”. Desde su punto de
vista, los más característico de su apuesta
es que se trata de “un producto distinto a
los demás”, tan diferente, que le ha llevado
a abandonar su Uruguay natal por trabajar
junto a los caldos de Las Arribes del Duero.
De la tradición
vinícola en la zona de
Las Arribes del
Duero deja buena
constancia el
‘laberinto’ excavado
en las rocas de
granito y pizarra que
caracterizan el
subsuelo de
Fermoselle (...)
(...)
37
El macrojardín
del Douro
“La teoría de la biodinámica expuesta por
Rudolf Steiner en una serie de conferencias
dadas en 1924 relata que los lugares más
indicados para el cultivo se delatan visualmente. Si esta teoría es correcta, entonces,
los vinos del Alto Douro en Portugal tienen
que ser estupendos porque el paisaje es
inolvidablemente bello”. Esta sentencia de
Harold Heckle se cumple en Portugal.
Aquí, el Duero ya no es Duero, es Douro;
las uvas, castas y las bodegas, adegas. La
cuenca por la que discurre encajonado el río
se convierte en la bacía, y el caudal manso
que se deja ver por Tordesillas (Valladolid) y
por Toro (Zamora) es bravo y crece.
Aquí, la viña se alterna con el cultivo del
naranjo, el olivo y el almendro que van perdiendo protagonismo a medida que el río
avanza y entra en las zonas productoras de
vino de calidad. No obstante, los lugareños
siguen yendo a cuidar la viña cada mañana
–en carro o tractor-, porque también venderán sus uvas para elaborar el ‘vinho do
Porto’ que es licoroso y nada tiene que ver
con los vinos tranquilos propios de las denominaciones de origen de Castilla y León.
Elemento de
desarrollo
Ha sido precisamente el Oporto o el Porto, según se prefiera la terminología portuguesa o española, el que ha permitido que
los 111 kilómetros de frontera que marca
el Duero no hayan sucumbido a la despoblación, al igual que todo el eje que marca el río
hasta que muere en el Atlántico.
38
Q Naranjos en el valle de Lagoaça desde donde se divisa la localidad de Aldeadávila en Salamanca.
Q El Duero alimenta a su paso a las viñas en las inmediaciones de Pinhao.
“Para esta zona la viticultura es la actividad, no una de las actividades porque la
región depende mayoritariamente de ella”,
explica Jorge Díes, uno de los técnicos del
Instituto do Vinho do Porto, que define la
zona como el resultado de la “labor de viticultores que trabajaron el terreno y han
provocado este macrojardín de autores
anónimos”. No sólo se refiere a los de los
años 50 y a los de principios de siglo, habla
también de los pobladores romanos e incluso sus antecesores que, como en Castilla y
León, introdujeron el cultivo de la vid.
Entrar en el Duero portugués es también
hacerlo en diversas comarcas vitivinícolas y
denominaciones. Las más importantes de
la ‘bacía’ portuguesa del Douro son la Denominación de Origen Controlada (DOC) Vinho
Verde y la DOC Oporto, que da la casualidad que fue, a su vez, la primera demarca-
ción vitivinícola del mundo y data de 1757.
A estas dos, se unen la DOC Douro, la de
Távora-Varosa y Beira Interior, junto a otras
comarcas de menor tamaño.
Turismo,
fuente de riqueza
Los alardes del turismo, hasta cierto punto precario, se dejan ver a lo largo de todo el
trayecto pero se irán perfeccionando a medida que el Duero se adentra. Las barquitas
del lado portugués junto a una choza deshabitada que mira a Aldeadávila se convierten
en uno de los primeros ejemplos. Son como
David y Goliat si las comparamos con las
de Barca d’Alva, en la Fregeneda, donde los
navíos que llegan al mar y las embarcacio-
nes convertidas en restaurantes muestran
que el turismo es otra de las fuentes de
generación de recursos hacia donde mira
el Duero
Lo bueno es que también, en todo el recorrido, hay una nota de dejadez y abandono que tiene su encanto, como la estación
abandonada de Barca d´Alva que da cierto
romanticismo al río, sobre todo si se divisa
desde la mole del puente del hierro, porque
en zona lusa los puentes son de hierro. La
envergadura del río impidió los puentes romanos que cosen con sus ojos al Duero por
ejemplo en Peñafiel.
Según avanza el río, las pequeñas explotaciones dan paso a grandes quintas de los
39
Q En las inmediaciones del barrio de pescadores de
Foz Belha en Oporto, las mujeres continúan haciendo
la colada a mano para secarla después con la brisa
del Duero.
Q Tres puentes de distintas etapas atraviesan al
Duero en Peso da Régua.
En territorio portugués la arquitectura popular también
se mide en puentes
de hierro. (...)
(...)
Q El río Duero atraviesa el puente de hierro en restauración de Luiz X en Oporto
peldaños perfectos que son síntoma de la
profesionalización del sector. Aquí, la agricultura de subsistencia desaparece poco a
poco y deja ver, entre grandes letreros de
quintas y adegas, rayas de majuelos perfectos donde el riego tecnificado es otra prueba de ello.
Esta afirmación la corroboran los grandes letreros de la familia Ferreira que, en
las inmediaciones de Pinhao, dan cuenta de
la extensión de viñedo con que elaborarán
sus vinos. Es también, en Pinhao donde algunos barcos rabelos, los que transportaban las pintas de Oporto hasta Vila Nova de
Gaia, se mecen en las aguas del Duero a la
espera de algún turista que quiera montar.
Aquí, de nuevo, otro gran puente de hierro
desvela la magnitud del cauce del río que
nos lleva a Oporto. En territorio portugués
la arquitectura popular también se mide en
puentes de hierro.
Puentes de
hierro
Oporto es, sobre el Duero, otro enjambre
de puentes. El de Freixo, Sao Joao y el de
María Pía que ya no se utiliza y lleva el sello
de Eiffel. Es curioso, pero el francés vuelve a
ser otro nexo entre las dos orillas del río. Ya
antes, en las comarcas de Sayago y Aliste,
en el puente de Requejo, aparece otra obra
de ingeniería del mismo estilo, en la que un
arquitecto español miró las construcciones
del francés. Mientras tanto, el “largo regazo
abierto hacia el río, que sólo desde el río se
ve”, en palabras de José Saramago, en el
barrio de la Ribera besa las casas amarillas,
ocres, de los colores tierra a excepción de
algún azul y blanco oxidado que miran a Vila
Nova de Gaia.
Allí, no bajo las entrañas de la tierra, sino
al mismo nivel duermen los oportos en las
bodegas que han visto en el turismo un
recurso añadido a la comercialización. Los
Calm, Sademan, Kopkey Ferreira son “vinos
y turismo”, en palabras de Jorge Díes, para
quien no se puede olvidar el valor añadido
de la producción del Oporto.
Por ello, todavía los barcos rabelos flotan
en el río con sus pintas de madera, mezclados con otros que son restaurantes y
cafés.
En este punto del trayecto, el Duero mira
ya al Atlántico. Es un río maduro que ha tejido y teje dos regiones, donde el vino ha sido
gran culpable del asentamiento de población, en especial en la zona de Portugal y ha
servido para unir dos culturas durante mucho tiempo separadas y ahora con el punto
de mira puesto en el gran eje socioculural y
económico del gran río. El pequeño Duero
soriano de los Picos de Urbión; el manso
Duero de Burgos y Valladolid que empieza a
dar la cara en Zamora; el Douro encajonado
y de terrazas llega al mar. Es entonces cuando deja de rugir y permite escuchar la lengua portuguesa que es, como decía Miguel
de Unamuno, igual que la castellana pero
sin hueso, más dulce y silabeada.
41
[Texto: David Rodríguez. Fotografías: Juan Lázaro]
José Luis Solaguren
“Por el bien de la humanidad, es
importante que se conozcan las
buenas cualidades que tiene
el buen vino”
Q José Luis Solaguren en su restaurante
de la capital madrileña.
José Luis Solaguren, 65 años de
experiencia en el mundo de la hostelería le han convertido en un referente nacional e internacional de
todo lo referido con la buena mesa.
Bodeguero de éxito, atesora en sus
instalaciones de Rueda una pinacoteca que sería la envidia de muchos
museos y coleccionistas porque,
para él, la cultura y el vino están
unidas de forma indisoluble. Preocupado por el futuro de un sector
cada vez más competitivo llama a
las empresas a abrir nuevos mercados y al mundo de la enología a
preocuparse porque los jóvenes hagan el aprendizaje que les permita
exigir los mejores caldos.
42
El Duero, un río de vino... ¿Empezamos a
creernoslo?
En la península tenemos unos vinos fantásticos y debemos hacer que se conozcan en el
exterior, ya que no hemos sabido promocionarlos muy bien. El río Duero es inmenso en
su riqueza, pero hasta ahora no se había tomado en serio en su conjunto. Esta es la idea
básica de la que ha surgido el proyecto de
‘Vinus Durii’, la promoción conjunta por parte
de España y Portugal, de los vinos en torno
a este río. Ya es hora de hacer entre todos
una unión y lanzarnos a la promoción. Que el
mundo entero conozca la gran riqueza que
tenemos en torno a los 900 kilómetros del
río Duero es muy importante.
Junto al vino, la cultura es el otro elemento de unión que persigue este certamen
Es que hablamos de una zona culturalmente muy importante en España y Portugal. A
través del mundo del vino se van a desarrollar unos conceptos culturales muy amplios
e interesantes.
¿El vino es riqueza?
(Sonríe) El vino conlleva un movimiento muy
grande. Las fábricas de vidrio, el corcho, las
imprentas, y un mundo que vive alrededor
de las cepas y de la uva. El vino lleva muchos
colaboradores en su proceso, y por eso es
muy importante que se mueva. Por eso estoy muy feliz de que surja esta idea.
¿Y goza de buena salud?
El mundo del vino está pasando por un momento delicado, porque cada día hay más
cantidad en el mercado y se consume menos. Ahora se producen caldos buenos en
continentes que nunca se pensó que estarían ligados al sector. A esto se une que los
consumidores beben menos, aunque se ha
producido una selección hacia la calidad. Están saliendo vinos muy buenos en todas las
regiones, porque la tecnología ha avanzado
muchísimo. Aún así, es necesario mejorar
y cuidar más los vinos. Cada día hay más
competencia, que no va a parar, sino que va
a crecer.
43
La clave entonces está en la comercialización.
Debemos dar el salto al exterior, porque
aquí el mercado está llegando a la saturación. Antes de que se sature, debemos
tener bien avanzados los contactos fuera.
Eso nos afianzará, porque ya se conocerá la
calidad de nuestros caldos.
¿Se hace lo suficiente?
No. Hay que gastar en promoción y debemos acostumbrarnos a pensar en conjunto. Tradicionalmente cada uno ha pensado
sólo en su casa, algo lógico, pero hay que
tener sentido común y aunar las fuerzas
para salir fuera.
¿Qué mercados son los que presentan
mayores perspectivas de futuro?
China se hará con el consumo del vino, será
uno de los mercados más grandes y esperanzadores. Más próximo, debemos seguir
luchando en Europa porque tenemos cabida
y calidad para conquistar esos mercados.
También tenemos América, toda la parte
latina nos respeta y nos quiere. Ahí hay que
intentar introducirlo.
Hablábamos antes de cultura, ¿qué hay de
la cultura del vino?
Se ha producido un receso. Es necesario
preparar a los jóvenes. Cuando uno empieza, bebe un vino normal, pero cuando
vas aprendiendo ya vas exigiendo y te vas
metiendo en un mundo que es una cultura. Vas disfrutando cada vez más. Es un
aprendizaje como otro cualquiera, pero
noble y justo. Debemos seguir extendiendo
la cultura del vino como el producto estupendo y sano que es.
¿Cómo lograr eso?
Todas las bodegas nacionales y algunas internacionales deberían unirse para hacer
una defensa de lo que significa el vino en
todo el mundo. El vino es buenísimo para el
organismo tomado con medida. Eso lo deberían decir los científicos, que lo saben. Eso
44
(...) En
la Península
tenemos unos vinos
fantásticos y
debemos hacer
que se conozcan
en el exterior. Hasta
ahora, no hemos
sabido promocionarlos muy bien (...)
Q José Luis Solaguren es el propietario de Bodegas Antaño en Rueda
(Valladolid).
habría que promoverlo. Creo que por el bien
de la humanidad, sería importante que se
conociesen las buenas cualidades que tiene
el buen vino, independientemente de que
nos ayudaría a vender más.
¿Los precios pueden ser un condicionante?
Todo tiene sus costes. Es cierto que los reservas son caros, pero no hay que empezar
por ahí. Hay que empezar por vinos normales, que son asequibles. Pero para llegar a
los reservas, hay que tener un tipo cultural,
de paladar, gastronómico y económico. Tampoco con 18 años uno tiene dinero, también
debe ganárselo.
¿Cómo está la restauración en España?
Su estado es bueno, porque hay mucha
competencia, y siempre que hay competencia se agudiza el ingenio. Nadie puede
dormirse, porque es un sector muy competitivo. Ahora en el mundo gastronómico
se defienden varias culturas y todas están
bien y tienen su sitio. Está la cocina de la
abuela, que no se podrá quitar nunca, y luego la de autor y creativa, que tiene una vida
paralela. Si el autor es bueno, pues la obra
será buena.
Carlos Domínguez Cidón (Astorga, 1959),
compagina su labor al frente del restaurante Vivaldi de la capital leonesa –único
de la provincia con una estrella en la Guía
Michelín- con una intensa tarea editorial,
didáctica e investigadora. Su cocina, moderna y elaborada, es reconocida en los foros
gastronómicos más relevantes y los platos
que salen de sus fogones reflejan el empeño
por combinar modernidad y sensatez. Prepara la apertura del restaurante del Museo
de Arte Contemporáneo, Musac, de León,
colabora con la Universidad en el estudio de
la transformación física de los alimentos y
trabaja en una enciclopedia sobre setas. En
Alimentaria 2006 los Príncipes recordaron
su forma de cocinar los garbanzos, uno de
sus ingredientes favoritos.
Q Carlos Domínguez Cidón a la entrada de su restaurante en León ‘Vivaldi’ reconocido con una estrella Michelín.
[Texto: Elena Fernández. Fotografías: Peio García]
Carlos Domínguez
Cidón, cocinero
46
(...) Aporto
una dosis
de sensatez a
la cocina moderna (...)
¿Cómo empezó en esto de la cocina?
La afición viene desde pequeño por parte
del abuelo materno. Empecé como aprendiz
cerca de mi pueblo y luego inicié un seguimiento de las cocinas españolas, que me
interesan mucho, sobre todo la vasca, con
Pedro Subijana y Juan Mari Arzak. Me dediqué a conocer lo que hacían Ferrán Adriá y
otros. Fue una de las mejores experiencias
de mi vida. Gracias sobre todo a Subijana
me interesa mucho la cocina moderna,
puesta al día. Es un seguimiento que vengo
haciendo hasta hoy.
La cocina moderna está de plena actualidad. ¿Supone eso un aliciente o frena la
creatividad de sus autores?
El cocinero ha salido de los fogones y está
en los medios de comunicación. Eso es importante porque se da a conocer un mundo
que es muy apasionante para los que vivimos dentro, pero sí tenemos esa precaución de sentir que en cualquier momento
todo esto se puede derrumbar. Nos están
obligando, sobre todo a algunas personas
más en boga que yo, a sacar al mercado
platos nuevos, platos modernos que no son
coherentes con lo que ellos mismos hacen,
quizá por la presión mediática. Es como que
todo tiene que ser nuevo, que no vale nada
de lo anterior.
¿Es compatible la cocina actual con la tradicional?
La cocina tradicional de Castilla y León es
la que me ha dado los platos creativos más
importantes. Partiendo de esa base, de una
cocina tradicional bien elaborada, edifico
una cocina con modernidad. Ya no tenemos
que comer como los abuelos pero tampoco
evitar ser alimentados de otra manera sin
perder nuestro criterio y responsabilidad.
La mía pasa por entender que nuestra cocina tradicional sigue enriqueciendo la cocina
moderna. Yo mantengo el pulso de edificar
sobre lo que está hecho, nunca destruir.
Dicen que está usted muy comprometido
con la materia prima...
Una buena cocina en cualquier ámbito, sea
nacional o mundial, tiene que tener una base
en el producto. La mitad de mi cocina se la
debo al producto, un producto de calidad
que genera condiciones óptimas para trabajar con él y sin él es muy difícil que sintamos que hay una buena cocina. En mi caso
todos los platos pasan por reconocerse con
productos de Castilla y León. Es un criterio
en el que me he sentido cómodo y la gastronomía de mi tierra es la que me permite valorar estas posibilidades que son nuestras y
que tenemos que dar a conocer nosotros,
no que vengan de fuera a hacerlo.
Q Carlos Domínguez Cidón en los fogones del ‘Vivaldi’.
47
¿Por qué tienen tantos apellidos los platos?
Cuando escribes el nombre de un plato quieres identificar todo lo que haces. Si incluyes
una dosis de poesía y jugar a saber escribir
el enunciado de la receta, encuentras una
tendencia a poner demasiados apelativos.
Pero es importante, sobre todo en Castilla
y León, reconocer que los productos tienen
nombre y apellido. Es un guión que no quiero
saltarme. Tampoco son excesivos, aparecen
las texturas, las condiciones que tú marcas.
En la cocina moderna cada plato lleva varias
cocciones. Si no explicas eso al comensal,
realmente no le dices lo que está comiendo.
¿Considera que la cocina es un arte?
Partiendo de que nos alimentamos tres veces al día, donde podemos permitirnos este
lujo, la cocina se convierte en arte, en una
manera de sensaciones, de sentirse delante de un plato, de una mesa, con emociones
y sentimientos y eso es lo que persigue la
cocina evolucionada, que la gente que se
siente a comer no se siente a alimentarse
sino a degustar, a disfrutar. Es la diferencia
entre comer y disfrutar del placer de poder
hacerlo. Es de lo poco que podemos disfrutar solos, aunque mejor acompañados.
¿Cuál es su aportación a este mundo?
Aporto una dosis de sensatez. Me gusta
trabajar en la cocina moderna pero con los
pies en el suelo. Los triples saltos mortales
hay otra gente que se los puede permitir,
y lo hacen, pero en mi caso lo importante
es lo que podemos elaborar con un criterio
sensato. Sentarte a comer unos garbanzos
modernos, muy diseñados, pero que sean
garbanzos. Esa es la cocina que me gusta
elaborar.
Precisamente disertó sobre esa legumbre
en el encuentro mundial Madrid Fusión...
Trabajo con la Universidad de León en un
proyecto sobre el uso de la reología -estudio
de los principios físicos que regulan el movimiento de los fluidos- en los alimentos. Sería
48
la transformación físico-química del producto crudo, en qué se convierte una vez
cocinado. Consigues saber cómo podemos
cocinar unos simples garbanzos de manera
absolutamente perfecta, sin equivocarte en
temperatura, cantidad de agua o de caldos.
¿Qué lugar ocupa la cocina española en el
escalafón mundial?
La gente envidia la cocina española. La cocina mundial viene a reflejarse en la cocina
española de vanguardia, la que hacen cuatro genios. El resto hacemos una cocina
moderna, intentando estar a la altura de las
circunstancias. Madrid Fusión es el evento
gastronómico más importante del mundo y
por allí pasean los mejores chef. Que este
año por primera vez haya habido un jefe de
cocina de Castilla y León me parece un pri(...) Yo
mantengo el
pulso de edificar sobre
lo que está hecho,
nunca destruir. (...)
vilegio, cuando es la cuarta edición y cada
año pasan solo 30 cocineros. Nos dejan
hablar, decir qué tenemos. Apareces con
un producto como el garbanzo, trasladas
sensaciones y se paran a pensar en ello. Un
americano, un japonés, entienden que has
ido a la Universidad para saber cocerlos
perfectamente.
Actualmente prepara una enciclopedia sobre setas...
Ese mundo me apasiona, descubres que
de la disección de una seta vienen dados
muchos componentes y ves cómo se comportan. Sirve para poder decir que con un
producto puedes elaborar sensaciones que
quiero trasladar al público. Lo publicará la
editorial Everest e incluirá un centenar de
setas comestibles valoradas gustativamente y reológicamente y con componentes de
diferentes preparaciones. No vamos a enseñar a coger setas, sino a que cada una
tenga un criterio gastronómico.
¿Qué supone para ‘Vivaldi’ contar con una
estrella en la Guía Michelín, como otros
cinco establecimientos en Castilla y León?
La estrella Michelín es la Biblia para los cocineros. A los que no la tienen a lo mejor
les parece que no es el no va más. Los que
la tenemos disfrutamos de una experiencia
única en el mundo gastronómico. Reconocen tu trabajo. Aunque haya sido muy arduo
y bonito antes, hasta entonces muy poca
gente se acuerda de que existes. En Castilla
y León hay un bagaje de cocineros importante. No sólo las seis estrellas de la Comunidad sino gente joven que hace cosas interesantes y creo que no tardaremos en tener
más estrellas. El movimiento que apareció
en el 94 vía Euro-toques supuso un revulsivo. Apoyados por Subijana y Arzak se inició
un hervidero de personas que hacemos que
esta región se mueva y otras comunidades
quieran hacer lo que nosotros.
¿Qué papel juegan las instituciones en la
promoción de la cocina actual?
La Dirección General de Turismo ha tomado
las riendas y tiene muy claro que tenemos
algo en el mercado que podemos vender con
mucha calidad y honestidad y que somos el
turismo gastronómico que también se necesita para comercializar los monumentos
que tenemos en Castilla y León. El apoyo
institucional es razonablemente suficiente,
nunca del todo. Se tendría que potenciar
más para vender una imagen turística moderna. Habría que apostar más porque ese
turismo funciona en muchos países y aquí
está empezando de forma muy coherente.
¿Alguna vez se ha sentido incomprendido
en su forma de hacer cocina?
La incomprensión viene dada por las as-
(...) Me
queda un
pequeño pesar, que
mi pueblo, la gente
de León, tenga claro
que aquí se hace
una cocina
dedicada a dar
calidad en la mesa y
cariño especial a la
tierra (...)
fixias económicas. A veces el intentar que
la gente te entienda como tú quieres no es
fácil cuando no eres una persona pudiente.
Económicamente me he sentido incomprendido porque los principios fueron durísimos,
tuve deudas ingentes de dinero pero apostamos, mi hermano y otras personas de mi
entorno que querían y creían en esto y que
también sufrieron las inclemencias de la cabezonería de Carlos Domínguez Cidón.
Le han definido como ‘gurú’ de la restauración, renovador, brillante y creativo, ¿prefiere ser reconocido o conocido?
Me gusta un reconocimiento de la cocina
más que de la persona porque a mi alrededor hay gente que hace tanta labor como
yo y no se les conoce. Prefiero el reconocimiento porque es parte de ellos también.
Me queda un pequeño pesar, que mi pueblo,
la gente de León, tenga claro que aquí se
hace una cocina dedicada a dar calidad en
la mesa y cariño especial a la tierra. No
quiero ser profeta en mi tierra sino que lo
que hago guste también a la gente de mi
tierra. El Ayuntamiento de León tiene en un
rincón olvidado lo que hace Carlos Domín-
guez Cidón en su tierra, cuando ‘Vivaldi’ es
referente a nivel nacional.
Habrá tenido ocasión de vivir diversas situaciones anecdóticas e imprevistos. ¿Alguna especialmente relevante?
Fui a Nueva York a hacer unas jornadas
gastronómicas y queríamos poner vinos
de nuestra región así que los llevamos. Los
controles son muy rígidos y pensamos que
nos los quitarían. Según presento el pasaporte me dicen ¿De Astorga? Yo también.
Era un chico de una familia de mi barrio.
Nos dejó pasar el vino. También tuve una experiencia interesante en Londres. Era una
comida para 1.800 personas y casi no llegó
a tiempo el camión que traía ingredientes
desde España. Tuvimos que aventurar unos
hornos imprudentes, no con hogueras pero
casi, para acabar justo a tiempo y que pudieran comer lechazo.
¿Tiene alguna costumbre o ritual en la
cocina?
Ponerme muy nervioso antes de que empiece el servicio de sala, de que comiencen a
sacar los platos. Es un estado emocional,
te sientes con tensión a la hora de salir al
público con tus platos. Es como salir a un escenario un actor, que siempre está nervioso
antes de la función. Eso me hace sentir vivo
dentro de la cocina, porque la presión que
creo en ese momento es para que después
la gente pueda disfrutar de ella.
¿Qué retos y planes tiene a corto plazo?
La puesta en marcha del restaurante del
Museo de Arte Contemporáneo, Musac. Es
el reto que me he propuesto, intentar que
salga adelante una cocina muy de vanguardia, más que la que hacemos en el Vivaldi.
No hemos marcado plazo, estamos en el
principio y quiero llegar al final muy bien, no
con mediocridad. Aspirar a una segunda
estrella de la Guía Michelín, tampoco pasa
nada, creer que mis compromisos van a
ir unidos a la capacidad de creación de la
gente que trabaja conmigo y poder dar alegrías al cuerpo a quien se quiera permitir
el lujo de disfrutar de una cocina que tiene
el gancho de coincidir con una gastronomía
regional pero muy moderna.
Llega una visita inesperada a casa y queremos preparar unos aperitivos. ¿Alguna
sugerencia?
Tan sencillo como coger un trozo de queso
de Ambasmestas, de cabra, calientas una
sartén, tuestas por ambos lados y lo presentas sobre una loncha de tomate a la
que le pones una película de miel. Seguro
que hay una lata de sardinillas. Trituras un
par de ellas con un punto de aceite de oliva
emulsionado, queda como mayonesa ligera
y lo metes en panecillos tostados, pero calientes. Si tienes un espárrago verde puedes
ponerle una loncha fina de un queso como
un Arzúa-Ulloa. Lo envuelves en una loncha
de jamón y le das un golpe de calor en el
microondas. Podemos ponerle un vino Don
Suero, que le ha dado elegancia al Prieto Picudo y es muy interesante para aperitivos o
platos sabrosos con potencial gustativo en
la boca.
49
[Texto: Paco Alcántara. Fotografía: Eduardo Margareto]
Juan Manuel González Serna
Presidente del Grupo Siro
Juan Manuel González Serna deja durante la conversación frases parecidas a los
“haikus”, ese minimalismo literario que idearon los poetas japoneses para explicar con
precisión una idea en un centímetro cuadrado. Habla en plural para referirse a los éxitos y llama a los trabajadores de su grupo
empresarial “colaboradores”. El Presidente
del Grupo Siro ha iniciado el 2006 “abrumado” por la concesión de dos importantes
galardones, el Premio Empresa y Sociedad
a la Mejor Acción Social de Integración Laboral, que recibió de manos de los Príncipes
de Asturias, y el que le entregó quince días
después el Presidente del Gobierno, que reconoce al Grupo Siro como Mejor Empresa
con Corazón.
Usted hace bueno el dicho “es de bien nacidos, ser agradecidos”. Su querencia a
Venta de Baños es evidente.
En esta localidad palentina se encuentran
los orígenes del Grupo Siro. En el año 91
tuve la fortuna de comprarle a Danone la
planta de galletas Siro y aquí empieza nuestra andadura. Hablo en plural, por mi mujer,
y por quienes forman la empresa que hoy
son más de mil personas. Hace 15 años comenzamos con 85 colaboradores.
Pero, además, Venta de Baños es un lugar
estratégico, es mi sitio, es mi tierra, es de
donde soy hijo adoptivo y uno invierte en el
50
sitio donde es querido y donde agradece
con su presencia los apoyos, el ánimo y el
trato recibido.
Imagino que no todo son parabienes,
¿dónde hay que incidir para mejorar esta
zona?
Para poder hacer negocios hay que estar
bien comunicados. Sin duda, la estación
del AVE, deberá construirse lo más cerca
posible. Me da igual que sea en Magaz de
Pisuerga, que en Venta de Baños, y, por
supuesto, un aeropuerto bien comunicado.
Hay que mejorar el de Valladolid, tiene que
estar abierto por las noches y dotado de
aparatos para que no cierre por las nieblas.
No es lógico salir de casa a las 4 de la mañana, para coger un avión en Madrid cuatro
horas después.
Pero convendrá que, además de buenas
comunicaciones, es necesario contar también con empresarios que tengan interés
por invertir aquí.
Eso es importante, cómo se obtienen vocaciones de empresarios en Castilla y León.
Ahí es determinante el trabajo de las familias, universidades y colegios. Hay iniciativas
como la Empresa Familiar de Castilla y León
y otras que animan con sus Cátedras en las
Universidades a convertirse en empresario
familiar y ser emprendedor. Yo creo que
esas son las acciones que en Castilla y León
nos hacen falta.
Tenemos buenos ejemplos a seguir, como
Pascual o Campofrío, modestamente nosotros, o algunos de nuestros competidores.
Castilla y León empieza a tener un liderazgo
en empresas agroalimentarias que fijan en
el territorio empleo y población.
Precisamente, fue en Venta de Baños
donde comenzó también ese interés por
integrar a personas con discapacidad en
la plantilla. Actualmente, alcanza el 20%,
en torno a unas 220 personas.
Surgió hace más de ocho años. Contábamos entonces con una plantilla de 400
personas y teníamos la obligación legal de
contratar un 2% de personal con discapacidad. Por tanto, debíamos de admitir a 8.
Le pedí consejo a un amigo, miembro de la
Fundación Once. Cuando vino a visitarnos a
la fábrica de Venta de Baños, él se mueve
en una silla de ruedas, no pudo entrar en la
planta. De ahí surgió la idea de hacer una
factoría adaptada a este colectivo. Idea-
Hay que investigar,
desarrollar, pero
tienen que ser ideas
innovadoras y
diferentes (...)
(...)
mos construir una pequeñísima planta de
patatas o de “snacks” para dar ocupación
a 25 discapacitados. Recibimos 1.242 solicitudes. Aquello nos impactó y procuramos
enterarnos un poco más. Conocimos que el
8% de la población española tiene alguna
discapacidad. Son 3.200.000 de ciudadanos, de los que el 70% están en paro. Pensamos que teníamos que hacer algo más
y ahí estamos, produciendo en este Centro
Especial de Empleo más 10.000 toneladas
Q Juan Manuel González Serna, presidente del Grupo Siro, en su factoría de Venta de Baños (Palencia).
anuales de patatas y “snacks” y siendo el
primer productor de patatas del país.
¿Ese compromiso de integración social ha
calado entre sus trabajadores?
En muchos estamentos se habla de Responsabilidad Social Corporativa, nosotros lo definimos como Compromiso Social Rentable.
Hay que integrar estos conceptos dentro
de la cultura de la compañía. Convertirlo
en un activo para impedir que sea caridad.
Porque si es así, alguien podrá cuestionarlo
en algún momento. Mientras que si es rentable, se convierte en un proyecto más de
la compañía.
La otra gran apuesta de su grupo agroalimentario es la innovación.
Habitualmente se habla de I + D (investigación más desarrollo). Nosotros vamos un
poco más lejos y apostamos por el I+D+I+D,
las otras dos letras se refieren a la innovación, y la diferenciación. Hay que investigar,
desarrollar, pero tienen que ser ideas innovadoras y diferentes.
¿Cuáles son esas últimas innovaciones del
Grupo Siro?
Por ejemplo, con “snacks” saludables, freímos rodajas de manzana, de cebolla y tomate. Intente freír en casa una rodaja de
tomate y verá la dificultad que eso conlleva.
Inventamos envases de tetrabrik para nuestras galletas saladas que hasta hace cuatro
días eran privativos de la leche, les abrimos
una ventana para que se vea su contenido,
es una novedad mundial, y le colocamos un
dispositivo para que vuelva a cerrarse una
vez abierto. Hemos presentado no hace
mucho unas galletas de fruta, bajo la marca
Río, que son de manzana y te verde, van en
envases individuales y, por supuesto, están
fantásticas. Hacemos mil y una innovaciones cada día en nuestras marcas y en las
que fabricamos para otros.
51
[Texto: José Benito Iglesias. Fotografías: Eduardo Margareto]
El negro final
de 167 años de historia bajo tierra...
No es un día cualquiera. Son las ocho de la
mañana de un sábado 30 de julio de 2005.
Un turno exiguo de mineros sale de la bocamina en un tren-vagoneta. Será la última vez
de una extirpe laboral cincelada a base de
polvo, sudor y muerte bajo tierra en la cuen(...) A
sus espaldas, en
las entrañas de la
tierra, dejan reservas
de mineral para ocho
años más, que nunca
serán explotadas (...)
ca de Orbó y Santullán. Pertenecen al grupo
‘Peragido’, con sede en Barruelo (Palencia)
y alejado en 115 kilómetros de la capital. En
sus caras -negras como el carbón que han
extraído durante décadas- subyace la nostalgia. A sus espaldas, en las entrañas de la
tierra, dejan reservas de mineral para ocho
años más, que nunca serán explotadas a razón de unas 270 toneladas diarias de hulla
de gran pureza.
Atrás, todavía muy presentes, en la comarca de mayor riqueza minera de la proQ Entra el último turno que trabajará en el pozo Peragido de Barruelo de Santullán (Palencia).
52
vincia, quedan 167 años de historia que
entrañan varias generaciones de trabajadores aguerridos, enfermos de silicosis y el
fantasma del gas grisú a modo de guadaña
mortal pendiendo sobre muchos de los que
bajaron a la mina a ganar un jornal y no volvieron a subir vivos. Extraer el carbón de las
capas fue siempre sinónimo de tragedia y
centenares de familias lo padecieron más
de siglo y medio.
Los únicos 40 mineros de Unión Minera del
Norte (Uminsa) en Barruelo no se prejubilan
aún. Lo harán en el único pozo de interior palentino en Velilla del Río Carrión cerrando un
capítulo que atisba un futuro incierto y negro
para una amplia comarca. “Nuestro ciclo
de trabajo en los pozos desde 1838 en Barruelo termina aquí y ahora dependemos del
nuevo Plan del Carbón. Hay que reagruparse
en las minas rentables con los pocos que
quedamos en la cuenca palentina para sacar
adelante la producción”, señala no exento de
incertidumbre Fernando Gómez de Cos, director facultativo del grupo ‘Peragido’.
Pleno de recuerdos, apunta que el hoy
propietario de la explotación, el empresario
leonés Victorino Alonso, trabajó varios años
en la cuenca de Barruelo como picador antes de ser ingeniero de minas y convertirse
en poco tiempo en el dueño de la mayor parte de las explotaciones mineras privadas de
España, con tentáculos en Palencia, León y
Asturias y 5.500 mineros en nómina.
Orgullo minero
Gómez de Cos, 22 de sus 47 años en la
mina e hijo y nieto de mineros, narra con orgullo sus orígenes como ayudante de picador y vigilante auxiliar hasta trabajar como
ingeniero. De muy niño, conoció Barruelo en
la década de los 60 con una cifra cercana
a los 9.000 habitantes. Era la localidad más
poblada de la provincia. Corría el dinero y la
dureza del trabajo en el interior de la mina
se tornaba ya en el exterior en el jolgorio
que podía sentirse en decenas de bares,
dos teatros, cines y salas de baile.
Hoy quedan pocos lugares de ocio, muchos prejubilados de la mina y apenas
1.600 habitantes. En Barruelo de Santullán
se acabó el ‘oro negro’. La pujanza económica deja una estela de decenas de pozos cerrados junto a escombreras de carbón que
impactan visualmente en un paisaje plagado
de robledales plenos de vida, que lamentablemente contrastan con la lenta y agónica
muerte del sector del carbón.
Bajar al interior de una mina impone mucho respeto. Ser el último medio periodísti-
53
en los pozos e irradia una bonhomía poco
dada en un responsable de una explotación,
que combina con la firmeza inherente a los
hombres que se juegan la vida si cometen el
más mínimo error.
“Hemos demostrado, sin que seamos mejores ni peores que los de Guardo, que los
para el que la trabaja debe pensar Juan
Carlos Abad, ‘Vitines’, un picador de raza
como su padre, quien maneja con soltura
una rozadora de carbón cuyo ruido ensordece el ambiente. Lleva 20 de sus 39 años
en la mina “y espero prejubilarme a los 42 o
cuando me toque”, enfatiza, quitando hierro
15 y 17 compañeros fallecidos, el último de
ellos en diciembre, de los que aún recuerdo
nombres y apellidos”.
a la ardua tarea en el tajo, que apenas da
respiros.
Miguel Ángel Llorente, vigilante de plantilla, “un ‘crack galáctico’ de la minería que
fichamos cuando cerró la última mina de
Guardo hace un año”, tal y como lo define su
jefe de explotación, se encarga de repartir
la tarea en los tajos y supervisar el trabajo
de la rozadora de carbón que envía el mineral a las tolvas para su salida al exterior en
vagonetas. “He visto morir a muchas gen-
(...) 150
Q Entra el último turno que trabajará en el pozo Peragido de Barruelo de Santullán (Palencia).
co en acceder a una explotación que cierra
definitivamente sus puertas tras 167 años
de minería de interior supone un privilegio y
hasta una osadía. La escena, tétrica para
los que bajan por primera vez con disfraz de
minero, se produce en un taller de 150 metros de profundidad, 52 grados de pendiente y sólo un metro de altura, que en alguna
zonas se reduce a medio.
El pronunciado descenso literalmente
tumbado no es un asunto baladí. La oscuridad y el sentirse atrapado –condiciones
muy malas para el menor síntoma claus-
54
trofóbico– y los pocos puntos de apoyo de
pies y manos suponen un auténtico infierno
y sacan a relucir muchas carencias físicas,
al tiempo que agudizan hasta el más recóndito de los instintos de supervivencia.
Dureza y
seguridad
“Aquí hay personas que, pese a la dureza
del oficio, nunca han faltado al trabajo salvo
que la nieve invernal se lo impidiese. Doce
metros de
profundidad, 52 grados
de pendiente y sólo un
metro de altura, que en
alguna zonas se reduce
a medio (...)
la mayor parte de los hombres que tiene a
su cargo, intrínsecamente unidas al sector
carbonífero. “En esta plantilla todavía hay
muchos mineros en activo cuyos abuelos,
padres y hermanos bajaron a estos pozos
e incluso alguno murió”, explica, al tiempo
que lamenta el pesado lastre de ver ente
de ellos se trasladan a diario desde Prioro
(León), cerca de Velilla, donde ahora iremos todos”, precisa el director facultativo
de Uminsa en Barruelo. La comunión con
su plantilla -“alguno es como un hijo” asevera- es total. Fernando cuida con mimo
cualquier aspecto relativo a la seguridad
Q El director facultativo del pozo Peragido, Fernando
Gómez, a la entrada del mismo.
mineros de Barruelo tenemos denominación de origen”, sostiene con vehemencia,
además de recordar como en los años 70,
tras el cierre de los primeras explotaciones
en los valles de Orbó y Santullán, muchos picadores de la comarca -hoy ya prejubilados
en su pueblo natal- se marcharon a pozos
franceses “y nunca les faltó trabajo”.
De picador a director facultativo, repasa
-no sin cierta crudeza y a modo de hemeroteca viviente- sus profundas raíces y las de
Tierra y trabajo
La tragedia en la mina sigue latente sin
que por ello se detenga la extracción de
mineral pata obtener un sustento. La tierra
55
(...) Ya
no es como antes
y hemos perdido
mucho poder adquisitivo. Lo que ganamos hoy
no paga el riesgo que
asumimos (...)
te y este oficio es más que duro”, relata, al
tiempo que recuerda sus orígenes leoneses
y el hecho de que “ya he visto cerrar muchos grupos mineros”.
Hijo de vigilante minero, Llorente cuenta
con cierto resquemor que su padre jubilado hace varios años “acabó con silicosis y
hoy vive gracias al oxígeno”. Sus veinte años
en la mina le llevan a asegurar con certeza
que “ya no es como antes y hemos perdido
mucho poder adquisitivo. Lo que ganamos
hoy, no paga el riesgo que asumimos, ya que
aunque se considere un buen sueldo el dinero te sale de las costillas”.
“Falta voluntad política y gente que sea de
aquí y conozca la realidad de la Montaña
Palentina. El turismo, como nos han querido
vender durante años, no es una panacea.
Es fácil traer industrias de reciclaje de pilas y tubos fluorescente o residuos porque
en otros sitios nadie las quiere, pero faltan
proyectos serios con fondos europeos que
reactiven la pérdida sucesiva de empleos
en la minería”, sostiene con vehemencia
Gómez de Cos.
Los mineros del Valle de Santullán –unos
3.000 incluyendo las contratas en los cuatro pozos de interior, dos planos y 25 pequeñas minas y chamizos de montaña en
los años 60- son tan sólo hoy 40. La falta
de rentabilidad de la explotación ‘Peragido’
les expulsa de forma inexorable de su interior con un obligado traslado a una hora de
56
camino de sus monos, botas, cascos, linternas, baterías, martillos y máquinas rozadoras de carbón.
Los pozos planos de ‘Mina Luisa’, ‘Mina
Cocoto’ y ‘Mina Peragido’, situados en cotas de montaña que oscilan entre los 900
y 1.200 metros de altitud, dejan de funcionar por el reagrupamiento de todos los
mineros de la cuenca palentina en el grupo
‘El Abuelo’, en Velilla del Río Carrión, para
seguir extrayendo carbón en el denominado túnel de ‘Las Cuevas’.
Ida sin retorno
En un mes, tras las vacaciones de agosto
y la recogida del material útil en su explotación minera durante varios años, los últimos
mineros barruelanos tendrán un nuevo des-
tino laboral. La mina donde han trabajado
no ha parado de tener actividad las 24 horas del día desde noviembre de 1980, fecha
en la que sus pozos fueron reabiertos por
la empresa Hullas de Barruelo –luego fusionada con Uminsa- tras haberse cerrado en
1971 después de varias décadas de intensa
extracción de mineral.
En Velilla les espera la mina más moderna de Europa, posteada con hierro en lugar
de la tradicional madera de eucalipto y un
acceso en vehículos todo terreno hasta el
mismo tajo para picar carbón. Los últimos
mineros barruelanos compartirán la explotación con otros 180 reagrupados tras el
progresivo cierre de las minas de Guardo,
Cervera de Pisuerga, Santibáñez de la Peña,
La Pernía y San Cebrián de Mudá.
En Guardo, situado a tres kilómetros
de Velilla y cabecera de la cuenca minera
Q Dos mineros controlan el corte de la rozadora y la calidad del carbón en un taller del pozo Peragido.
palentina, sus 8.200 habitantes –más de
10.000 hace poco más de una década- vieron como cerraba la última mina de interior
hace un año. Hoy, la empresa Unión Minera
del Norte (Uminsa) tan sólo mantiene allí
una explotación a cielo abierto y otra pendiente de concesión.
El último turno de minería de interior deja
caras de profunda tristeza en Barruelo. Los
rostros curtidos por la dureza del trabajo y
la mirada perdida hacen que sobren las palabras. “A más de uno se nos han humedecido
los ojos al irnos de esta explotación, a la que
se acaba queriendo como si fuera tu hijo”,
sentencia Carmelo Rodríguez, ‘Melo’, encargado de las tareas de mantenimiento en el
exterior de la mina ‘Peragido’, cuyo cierre es,
si cabe, una puntilla más en el corazón de la
despoblada Montaña de Palentina.
del pozo denominado ‘Las Cuevas’.
El progresivo reagrupamiento de los trabajadores después del cierre de los yacimientos de Guardo, Cervera de Pisuerga,
Santibáñez de la Peña, La Pernía, San Cebrián de Mudá y Barruelo ha dejado en Velilla del Río Carrión “una explotación única en
su género donde se ha hecho una apuesta
de futuro hace años impensable”, sostiene
con Gómez de Cos.
El rostro curtido de Fernando Gómez de
Cos y el semblante triste por el cierre definitivo de la cuenca barruelana ha cambiado
meses después. “Los mineros de Barruelo
y Guardo se están integrando en el trabajo
sin problemas. Son estilos distintos, pero
al fin y al cabo conocen un oficio que aún
puede mantenerse vivo varios años en una
explotación que combina modernidad y seguridad, controlada por varias videocámaras”, asevera.
La primera visita de un medio de comunicación al pozo plano ‘Las Cuevas’ en Velilla
se produce entre algunos copos de nieve
y con dos grados de temperatura exterior,
La dureza laboral
persiste
que contrastan con una media de 17 grados en el interior, descendiendo al interior
de la tierra a través de una pendiente de
algo más de un 14 por ciento.
La entrada se sitúa en un túnel similar al
de una autopista que fue perforado después
Q Con tristeza abandonan los últimos mineros el pozo Peragido.
... De un futuro
incierto a la mina
más moderna de
Europa
Cuatro meses después, la escena es a
la inversa. Un turno de mineros accede a
la explotación ‘El Abuelo’, en la localidad de
Velilla, a seis kilómetros de Guardo, y en el
único pozo plano de interior de la provincia
con amplias reservas de antracita. Esta
mina, propiedad del empresario leonés Victorino Alonso, se ha convertido en la última
esperanza laboral con garantías de supervivencia en la cuenca palentina. Una inversión
de 18 millones de euros ha permitido que
desde hace poco más de un año funcione “la
mina más moderna de Europa”, en palabras
de Fernando Gómez de Cos, responsable
58
59

Documentos relacionados