el exorcista

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Sección D
EL NORTE
Domingo 11 de Marzo
del 2001
Editor: Carlos A. Martínez
Coeditor: Francisco Betancourt
Coeditoras Asociadas: Ana Cristina Enríquez
y Claudia Guerra
Coeditor Gráfico: Édgar García
Tel: 8318-8179 Fax: 8345-0264
E-mail: [email protected]
ESPECIAL
Se divide el ambiente en CART
Página 2
Arte, Salud, Educación y Religión
EL
H I S TO R I A S
El reestreno de la célebre
E X O R C I S TA
película revive esta figura
del ministerio pastoral
mitificada en el cine
y que en Monterrey tiene
a su propio protagonista:
A
Por MARÍA LUISA MEDELLÍN
Fotos: JUAN ANTONIO SOSA
na se acercó al templo, tenía días intentándolo, pero
una sensación de asfixia la hacía retroceder. Esta vez
no se permitió volver atrás, cruzó el umbral titubeante y confundida.
El padre Rodolfo Villarreal caminaba en el interior del
recinto cuando vio a esta muchacha de semblante angustiado que no atinaba a decir palabra. Pasaron segundos hasta que el silencio se rompió.
Para ponerlo sobre aviso, Ana recogió su cabello y se descubrió la nuca. Giró un poco la cabeza y le mostró atrás de
su oreja. En ambas partes tenía marcado a fuego y sangre
el cabalístico 666. De la oreja de esta chica pendía un arete con la cabeza del diablo.
Dejó al descubierto sus rodillas, donde el sacerdote, atónito, pudo leer una leyenda a navaja: “Satanás”.
Villarreal sacó una cruz del bolsillo del pantalón, le pidió que
hiciera una buena confesión y siguiera el camino de Cristo.
Cuando puso la reliquia en la nuca de la mujer, cayó desmayada, comenzó a revolcarse y con una voz que no correspondía
al desamparo de su semblante, gritaba: ‘Me estás quemando’.
Todo hacía suponer la necesidad de un exorcismo. Pero
dictaminar posesión diabólica no es tan simple, el caso debía pasar antes por el tamiz de la iglesia y la ciencia médica.
DE
el Padre Rodolfo Villarreal,
quien ha hecho tres exorcismos
ficado, a petición del famoso exorcista Candido Amantini.
Quizá el contacto más cercano de los regios con el mundo de las tinieblas sea la escena de “El Exorcista” con el sacerdote listo para enfrentar a Satanás, bajo un haz de luz
frente a la casa de Regan, la niña endemoniada.
La ficción cede paso a la realidad. El padre Rodolfo es el
hombre que fortalecido espiritualmente comienza el rito en
nombre de Jesucristo, invoca al Espíritu Santo, lee la sagrada Pasión y eleva cánticos y salmos.
Frente a él está Ana; sus demonios sueltan alaridos y maldicen. Ella se revuelca y las dos mujeres deben sujetarla.
Ana se duerme, es una estrategia de los entes para que
se detenga el exorcismo; por eso hay que obligarla a reaccionar y hacer que los espíritus no soporten más y se vayan.
Para comunicarse con ellos, el manual establece ciertas
preguntas: ¿cómo te llamas?, ¿por qué entraste?, ¿cuánto
tiempo piensas permanecer ahí?, ¿por qué arte entraste?,
si son varios, ¿cuántos son?, fuera de esto, al sacerdote le
está prohibido hablar con la posesa.
El demonio es tan astuto que puede atemorizarlo si entra en diálogo, el exorcista sólo debe ordenar: “En nombre
de Jesús yo te lo mando, cállate y obedece”.
El exorcismo tiene como punto de partida la fe de la Iglesia,
según la cual existen Satanás y otros espíritus malignos que
tratan de alejar a los hombres del camino de la salvación.
En este marco encuentran su puesto los exorcismos, expresión importante, pero no la única de la lucha contra el
mal, explica el padre Garza Puente.
“Si en la historia se buscan revelaciones divinas, se verá
que han sido más escasas. En este Siglo 21, no sólo en la pantalla y en la ficción, sino en el mundo, el diablo quiere desempeñar el papel protagónico para perdición del hombre”.
La Sagrada Escritura, una cruz, reliquias de algunos santos, agua y aceite bendito son herramientas esenciales en
la cruzada, que en el caso de Ana se prolongó por una semana.
Las sesiones, cuenta el padre Rodolfo, se suspendían después de horas –cuando ella o él estaban exhaustos– y reanudaban al día siguiente.
No había golpes ni gritos como alguna gente influenciada por la cinematografía pudiera pensar. El exorcista puede mandar en voz baja y mantener autoridad, eso no implica que la batalla sea fácil.
Ana vivía aterrorizada desde que se inició en un grupo
de adoración a Lucifer. Como los novios se entregan anillos
de compromiso, los miembros se obsequiaron aretes con la
cabeza de un diablo. Hicieron un rito mágico invocando a
Satanás, se consagraron a él en cuerpo y alma grabando a
navaja sus símbolos en distintas partes del cuerpo, a cambio de riquezas y felicidad, pero su única “recompensa” fue
perder la paz.
Pero, ¿cómo se prepara un sacerdote, a fin de cuentas hombre
con limitaciones terrenas, para enfrentar el poder del maligno?
“Poniéndose en manos de Dios”, responde resuelto el padre Rodolfo, hombre robusto y moreno de 1.80 metros de estatura y 50 años de edad.
En la sala de su casa en la colonia Paseo Residencial, de cuyas blancas paredes cuelgan crucifijos e imágenes religiosas, dice que la del exorcista es una labor ingrata y agotadora. Hay que
vencer el miedo y la astucia del demonio –que no es poca cosa–.
La lucha parecería desigual, pero desde la perspectiva religiosa, si el sacerdote es instrumento de Dios, sólo hay que asegurarse de que el elegido esté a la altura de las circunstancias.
El diablo mandará en sus terrenos, pero el derecho canónico consigna que se debe contar con la autorización del
Obispo para actuar, con ella en mano, el Viacrucis del exorcista comienza.
Conforme al rito antiguo, antes del Concilio Vaticano II se
instituía como exorcista a todo sacerdote, era algo así como una orden menor. Ahora, sólo se designa a alguien para casos específicos. Al padre Rodolfo le tocó ser el exorcista de la diócesis de Monterrey por autorización de los arzobispos Alfonso Espino y Silva y José de Jesús Tirado.
Desde la llegada del Cardenal Adolfo Suárez Rivera, los
presbíteros acreditados para abordar el tema son, además
del padre Rodolfo, David García, Felipe Flores o Pedro Garza Puente, aún sin experiencia práctica.
“En Marcos capítulo 16, versículo 16, el Señor nos da poder de echar demonios. Todos lo pueden hacer, no es don
especial de algún sacerdote en
Opin@
particular”, insiste Villarreal.
Y para efectuarlo hay que se¿Crees en el exorcismo?
guir el manual en latín aprobado
elnorte.com
por el Papa Pablo V, en 1614. Son
monterrey
21 normas para liberar a alguien
de la posesión diabólica.
Es un conjunto de ritos, oraciones y gestos –como la imposición de manos sobre la cabeza del poseído– introducidos
por la fórmula Te exorcizo, que se recita repetidamente.
En los últimos años, una comisión internacional de teólogos, liturgistas y exorcistas ha trabajado en la reforma de
este manual, adaptándolo al espíritu del Concilio Vaticano II.
No hay un cambio sustancial, ni una ruptura con el texto anterior. Las adecuaciones se refieren al lenguaje, más
sobrio, con menos adjetivos. Se da más libertad al sacerdote acerca de las oraciones a usar y se incluyen alusiones marianas, que no existían.
La actualización normativa es una necesidad, debido al
incremento de cultos satánicos y otros ritos asociados al
mal, explica el padre Villarreal.
También, a que situaciones consideradas como posesión
diabólica pueden ser factibles con disciplina, como caminar
sobre el fuego y levitar –porque incluso aquí está la escuela
de Maharish Maheich con cursos para dar saltos volativos–.
Ana tenía la voluntad de seguir cualquier camino por tortuoso que fuera, no sería peor que esos dolores que no la
dejaban dormir, ese sentir que alguien dentro de ella obraba en su contra, ese ahogarse cuando trataba de entrar a la
iglesia a pedir a Dios por su alma.
Los males humanos –tras una valoración física, psicológica y psiquiátrica– fueron descartados; los elementos de posesión se confirmaron. Era clara su aberración por los símbolos
religiosos y tenía una fuerza superior a la humana; quedaba
la puerta abierta para atisbar en el campo sobrenatural.
Antes de expulsar los demonios, el padre Rodolfo fortaleció
su espíritu. Siete días de preparación intensa: aislamiento, ayuno y oración continua. La naturaleza del encuentro lo exigía.
El pacto estaba sellado. La chica iría al templo todos los días
a una hora específica. Sus familiares la llevarían y traerían, no
podían permanecer en las sesiones, sólo el sacerdote, ella y dos
mujeres fuertes – autorizadas por el Obispo– para sostenerla si
la agresividad de los entes en su cuerpo se desbordaba.
Contando éste, el padre Rodolfo acumula en su curriculum
tres casos de exorcismo, aunque algunas personas se le acercan de cuando en cuando diciendo estar poseídas.
“Hay que ser cautos. A menudo la gente confunde problemas somáticos con el influjo demoniaco.”
Por su experiencia, Gabriele Amorth, exorcista de la diócesis de Roma, considera que los auténticos “endemoniados” en el mundo no superan los 5 ó 6 por mil del total de
personas que se confían a los exorcistas.
Pedro Garza Puente, Rector del Instituto Fuego Nuevo,
insiste en que el exorcista es una figura esencial del ministerio pastoral que ha sido descuidada. No se trata de un servicio macabro, mitificado por el cine, sino de dejar actuar
la fuerza del Espíritu de Dios.
Una actividad recurrente de Jesús fue la de exorcista, lo
recordó el Papa Juan Pablo II en una de sus audiencias en
la Plaza de San Pedro.
“Fue tan claramente percibida esa labor, que la gente
gritaba admirada: ‘Manda incluso a los espíritus inmundos
y le obedecen’”.
Desde hace décadas, comenta el padre Garza Puente, en
muchos seminarios se ha dejado de estudiar aquella parte
de la teología que, al hablar de Dios Creador, habla de los
ángeles, de su prueba y de la rebelión de los demonios.
“La disminución de exorcistas está llevando a muchas
personas a dirigirse a magos, sectas satánicas y gente sin
escrúpulos ”.
Pero la sola mención del tema causa cierto rechazo entre los sacerdotes, casi nadie se atreve a hablar.
Según la agencia católica Zenit, Juan Pablo II realizó un exorcismo hace unos meses a una muchacha de 19 años que gritaba y lanzaba injurias entre la audiencia de la Plaza San Pedro.
El Pontífice ya había efectuado otros dos, uno a finales de
marzo de 1982, a Francesca F., una mujer de Spoleto que después volvió a darle las gracias. Otro a principios de su ponti-
La ouija y otras artes adivinatorias pueden ser la entrada
a otras artes oscuras donde las personas queden atrapadas.
“Yo estoy convencido de que existe el demonio, que tiene tres maneras de poseer a una persona, una es la tentación, la obsesión y luego la posesión.
En sus misas, Villarreal hace liberaciones del alma y del
cuerpo, que consisten en orar para quitar los obstáculos que
tienen las personas para estar en paz.
Ana fue liberada, expulsó a los demonios. El sacerdote no
sabe qué pasó con el resto del grupo adorador de Lucifer.
“Mi carácter es como el del toro que se crece cuando le
colocan las banderillas, pero yo terminaba cansado, asustado, como si hubiera recibido el impacto de un choque…
hasta que pudimos liberar a la mujer”.
Ana volvía a gozar de paz. Aún tenía las rodillas marcadas con el nombre de Satanás, pero podía hincarse y dar
gloria a Dios.
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Fotoarte: EL NORTE/ Karla García/ Diseño: Marisol Pérez
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