Los intereses como Motivación Intrínseca en la
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Los intereses como Motivación Intrínseca en la
Los Intereses como Motivación Intrínseca en la Sala de Clases Gabriel Cirino Gerena, Ph.D. Al maestro o maestra de la sala de clases se le asigna la responsabilidad de enseñar a los estudiantes, pero la verdad es que cuando alguien no quiere aprender, no hay forma de obligarlo. No hay duda que todos los que hemos tenido la responsabilidad de enseñar hemos encontrado estudiantes que aparentemente no quieren estudiar, pero desean una buena nota. ¿Qué hacemos entonces? Si le preguntamos al director de escuela probablemente nos dirá que debemos motivar a esos estudiantes. Motivar a los estudiantes usualmente significa utilizar los principios aprendidos de la psicología conductista. Esto es, que debemos reforzar la conducta que nos interesa que el estudiante repita con más frecuencia y castigar, o por lo menos no reforzar, la que nos interesa que reduzca o elimine. Esto implica proveer incentivos y premios si el estudiante realiza las tareas que le asignamos. También castigar si no las realiza. Esta forma de “motivar” a los estudiantes es la prevaleciente en nuestras escuelas y organizaciones de trabajo. Varios estudiosos de la motivación organizacional y de la cultura de las escuelas plantean que esta forma de manejar las relaciones con los empleados y estudiantes no es la mejor. Uno de los problemas, es que coloca la responsabilidad exclusivamente en el maestro. Si el estudiante no aprende, debe ser porque el maestro no lo ha sabido motivar. No se dice nada sobre el estudiante. Se presume que el estudiante es un ente apático que solo responde a los refuerzos del medio ambiente. Este tipo de motivación, en el que el control de la conducta del estudiante se coloca en las manos del maestro, se conoce como “motivación extrínseca”. La implicación es que la conducta del estudiante depende esencialmente de las manipulaciones del sistema escolar, particularmente del maestro. Pero hay otro tipo de motivación que no depende de lo que haga el maestro. Es la motivación que emerge del propio individuo, de lo que ella o él desea hacer. A esta automotivación la denominan los expertos motivación intrínseca. La persona se siente motivada intrínsecamente cuando trata de satisfacer un conjunto de necesidades psicológicas como son la necesidad de sentirse competente, aceptada, autónoma, de realizar las tareas que le gustan y las que satisfacen su curiosidad. Según Deci y Ryan (2000) estas necesidades son universales e innatas en todo ser humano. Estos teóricos sostienen además, que cuando se motiva extrínsecamente a una persona que estaba motivada intrínsecamente, la motivación intrínseca tiende a disminuir. Por ejemplo cuando una persona realiza voluntariamente una actividad (limpiar la mesa luego de la comida) y luego se le paga por hacerlo, tenderá a no realizar la actividad a menos que se le pague. En su Teoría de Autodeterminación (Self-Determination Theory) estos teóricos indican que para estar automotivado el individuo debe sentir que tiene control de sus actos y que puede elegir entre opciones. Una teoría similar, aplicada a la sala de clases, es la Teoría de Opciones (Choice Theory) de William Glasser. Este teorista indica que el maestro quiere ser feliz y lograr sus metas en la clase. Sin embargo, como no puede cambiar a los demás, la persona que debe cambiar es ella o él mismo. Debe echar a un lado las manipulaciones acostumbradas y dejar que el estudiante decida qué hacer. El maestro necesita establecer una relación afectuosa con el estudiante para poderlo ayudar a aprender. El control externo (motivación extrínseca en palabras de Deci y Ryan), destruye esa relación. Indica Glasser que hay 7 malos hábitos que destruyen la relación afectuosa. Estos son: criticar, culpar, quejarse, cantaletear (nag), amenazar, castigar y premiar a las personas para controlarlas. En su lugar debe cultivar 7 buenos hábitos: interesarse (en inglés “care”), escuchar, apoyar, contribuir, fomentar, confiar y ser amigable. Glasser entiende que el estudiante debe poder sentirse apreciado, satisfacer su necesidad de pertenencia, que tiene poder y libertad para tomar decisiones, además, divertirse y tener logros. Si aceptamos las sugerencias de estos teóricos, el maestro debe reducir su dependencia en la motivación extrínseca y crear las condiciones de relación, afecto, confianza y libertad, para que el estudiante pueda llenar sus necesidades intrínsecas de competencia, autonomía, aceptación y de realizar las tareas que le gusta. Al utilizar la Teoría de opciones el maestro necesita evaluar cuales son las necesidades del estudiantes y proveerle a este opciones de cómo satisfacerlas. Toda vez que los intereses son necesidades intrínsecas de las que el estudiante no está consciente, con mucha frecuencia el estudiante no sabe lo que le agrada. La verdad es que muchos estudiantes terminan sus estudios sin lograr conocer cuáles son sus intereses, ni qué cosas le agradan. En los últimos años hemos desarrollado una familia inventarios de intereses que se aplican desde la escuela elemental hasta la adultez. Estos permiten ir conociendo los intereses de nuestros estudiantes a medida que estos intereses van emergiendo como resultados del desarrollo cognitivo y afectivo del estudiante. Como los intereses son necesidades intrínsecas el realizar actividades relacionadas con los intereses que uno tiene, no solo motiva, sino que satisface. El estudiante se siente feliz cuando realiza tareas que le agradan. Esto significa que si el maestro descubre cuáles son los intereses de sus estudiantes y revisa sus ofrecimientos académicos para darle opciones de satisfacerlos, los estudiantes estarán automotivados. ¿Cómo podría hacerse? Tomemos un ejemplo específico. Supongamos que un maestro de Estudios Sociales de cuarto grado descubre que en su salón de clases hay un grupo de estudiantes con intereses científicos, otro con intereses manuales y otro con intereses artísticos (para mencionar tres). Supongamos el maestro está tratando de lograr el siguiente estándar o expectativa: “El estudiante es capaz de distinguir elementos básicos de la historia y de la cultura relacionados con la comunicación, transportación, lenguaje y expresiones artísticas, entre otros.” En este caso el maestro podrá hacer las siguientes asignaciones: Grupo de intereses artísticos - Buscar ejemplos de cómo se hacían los objetos artísticos en el tiempo de sus abuelos y cómo se hacen ahora. Pueden ser ejemplos de pintura, teatro, escultura, dibujo etc. Grupo de intereses manuales - Buscar qué equipos, herramientas o vehículos se usaban y cómo han cambiado en el presente. Grupo de intereses científicos- Buscar qué equipo e ideas científicas se usaban antes y compararlas con las de ahora A todos los grupos se le pedirá que redacten un breve informe donde indiquen las lecturas consultadas y se preparen para hacer una presentación frente a la clase. La presunción es que si los estudiantes buscan información sobre algo que les interesa, harán los esfuerzos que sean necesarios para conseguirla, leerán el material con avidez (aún teniendo que consultar el diccionario) y persistirán hasta que lo entiendan. De la misma manera se esforzarán para redactar su informe y practicarán su presentación. Todo esto se hará de buen agrado, disfrutando cada paso que se logra realizar y sintiéndose satisfecha o satisfecho de su trabajo.