1 a 44 - Jockey Club

Transcripción

1 a 44 - Jockey Club
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Premios Carlos Pellegrini | Golf: Alister Mackenzie | Polo: Alejandro Moy
Snooker: Carlos Ibarra | 125° Aniversario del Club | Estancias: El Boquerón
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comisión di r e ct i va
PRESIDENTE
Bruno Quintana
SECRETARIO GENERAL
Alfredo Francisco Cantilo
TESORERO
Juan de Ganay
COMISIóN DE CARRERAS
COMISIóN DEL INTERIOR
PRESIDENTE
Emilio Raúl Dumais
PRESIDENTE
Diego Norberto Quirno
SECRETARIO
Edgardo A. Garat
SECRETARIO
J. Esteban Cornejo Murúa
VOCALES
Guillermo M. Alvarez Fourcade
Juan Carlos Bagó
Horacio Walter Bauer
Carlos H. Blaquier
Hernán Ceriani Cernadas
Juan Carlos Echeverz
Bartolomé Luis Mitre
VOCALES
Daniel C. L. Funes de Rioja
Tomás González Álzaga
Diego M. Ibarbia
Iván Didimo Posse Molina
Marcos F. Roca
Julio Sánchez Sorondo
Patricio Edmundo Weiss
VOCALES SUPLENTES
Carlos María del Carril
Miguel Enrique Crotto
Roberto Enrique Hornos
Alfredo E. Mihura
Guillermo Strada
carta del
presidente
M
uchas veces nos hemos dirigido a los socios para referirnos al Club, a su filosofía y al
espíritu que lo orienta. En esta oportunidad quisiéramos comunicar algunos datos sobre
la actividad hípica en particular.
Desde diciembre de 2006 estamos llegando a los E.E.U.U. con nuestras carreras por señal televisiva, que
se distribuye en más de cien hipódromos y 700 agencias, como así también en dos canales dedicados a las
apuestas por televisión, con 18 millones de abonados. En Europa se han trasmitido algunas de las carreras
más importantes a Inglaterra, Alemania y Austria. Logramos de esta forma convertirnos en el primer hipód romo argentino que envía sus imágenes al exterior, posicionando con fuerza nuestro turf en el mundo.
En el ámbito nacional y con el objeto de mejorar las recaudaciones hemos instalado máquinas
“venta-pago” en cien agencias de lotería de la provincia de Buenos Aires, esto constituye la primera
etapa de un proceso dirigido a alcanzar un total de trescientas agencias receptoras de apuestas, que
se sumarán a las noventa y cuatro agencias hípicas distribuidas en todo el país.
Mediante el apoyo de la Ley Provincial 13.253, hemos podido mantener un adecuado nivel de premios y
aplicar recursos en el mejoramiento de la infraestructura de nuestro hipódromo de San Isidro y del Campo
de Entrenamiento. También es motivo de permanente análisis la obtención de rentas por la explotación
de áreas improductivas, concepto a partir del cual estamos cerrando acuerdos dirigidos en ese sentido.
En el hipódromo de San Isidro optimizamos el sistema de iluminación de las pistas, y mediante la
adquisición de un nuevo grupo electrógeno logramos ahora atender parcialmente la demanda de
energía eléctrica de las instalaciones, iniciativa que concluirá a fines del año en curso cuando el
ingreso de un nuevo equipo nos permita alcanzar el autoabastecimiento. Esto es crucial en épocas de
crisis energéticas como la que atraviesa actualmente el país.
También en el Campo II se volcaron esfuerzos en la reparación de la pista n* 3, la pavimentación de
los caminos internos, el reemplazo del sistema eléctrico y la construcción de nuevos guaneros, entre
otras importantes mejoras.
Una de nuestras principales preocupaciones fue la capacitación de quienes, por vocación, desean
ingresar al mundo de la hípica. Con este objetivo reactivamos la escuela de jockey aprendices y
p o s t e r i o rmente la escuela de cuidadores. Ambas obtuvieron gran convocatoria y funcionan exitosamente.
Pero no nos detuvimos allí: estamos organizando cursos de formación para el personal de caballeri z a s ,
apuntando a brindarles los conocimientos que re q u i e ren las diversas profesiones que componen la
actividad, así como una educación integral para mejorar su calidad de vida y sus posibilidades laborales.
Creemos estar en el camino correcto al impulsar la actividad turfística en todos sus aspectos, desde
el crecimiento y formación de quienes trabajan en ella, hasta el aporte tecnológico que nos perm i t e
trascender nuestras fronteras y el permanente mejoramiento de nuestras instalaciones, para poder
así mantener el prestigio más que centenario de nuestro Jockey Club.
Bruno Quintana
Presidente
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Jockey Club
Revista
del
para
Socios
Jockey Club
Staff
índice
Director
12 Carrera de
Alejandro Ramos Mejía
colaboran en
las Estrellas
16 Golf: Gran Premio
este numero:
Xavier Prieto Astigarraga
Gaston Saiz
Roberto D. Muller
Pedro R. Cossio
Fernando Castro Nevares
Jockey Club
34 Esgrima:
Copa Internacional
Jockey Club
Peter Laurence
Arte
36 Snooker:
Consignas Diseño
Carlos Ibarra
Fotografia
40 Patrimonio
Víctor Alvarez
50 Biblioteca
Marcelo Sarachi
Archivo Jockey Club
56 Reciprocidad
58 Agenda
FOTO DE TAPA
El Golf de San Isidro el día que nevó
(09/07/07)
Revista del Jockey Club
es una producción de
ARM Ediciones.
estilos
Suipacha 1230 9º B
1011 - Buenos Aires
Tel. (011) 4322-5082
[email protected]
Impreso en FP
Compañia Impresora
60 Estancias
Argentinas
sumario
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Carreras
PREMIOS CARLOS PELLEGRINI 2006
La temporada del 2006 destacó las grandes figuras de Invasor y Storm Mayor, nombres que brillaron en la entrega anual de distinciones en el hipódromo de San Isidro. Homenaje a Hernán Ceriani Cernadas tras su muerte
en enero último.
Polo
UN RENOMBRADO ARTISTA DEL
POLO: ALEJANDRO MOY
Socio del club, arquitecto y golfista aficionado, cuenta su historia, su vocación y sus jugadores favoritos. Reconocido en todo el planeta, su obra
recorre el mundo y sus diseños llegaron a estampillas para el Correo Argentino.
Institucionales
El 125º ANIVERSARIO DE LA
FUNDACION DEL CLUB
El 15 de abril se cumplieron 125 años de la fundación del Jockey Club.
Autoridades y funcionarios homenajearon a Don Carlos Pellegrini en el
monumento que lo recuerda frente al club. Por la tarde se realizó una cálida ceremonia en el Salón Dorado que culminó con un brindis de honor.
Sede Social
Una fiesta de cultura
En el año de su 125 aniversario, múltiples han sido los actos culturales
que el club ha programado para ofrecer a sus socios e invitados en el
ámbito del Salón Anasagasti. Conciertos y conferencias deleitan a todos
y confirman la calidad y el nivel de la programación.
carreras
Entrega de los Premios Carlos Pellegrini.
Noche de cielo
estrellado
La temporada del 2006 arrojó las grandes
figuras de Invasor y Storm Mayor, nombres que
brillaron en la entrega anual de distinciones en
el hipódromo de San Isidro. Junto a ellos se
destacó el de otro grande: Hernán R. Ceriani
Cernadas, homenajeado tras su muerte,
sucedida en enero último.
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al vez nunca haya habido
una entrega de los premios
Carlos Pellegrini como la
que tuvo lugar este año. Tal
vez nunca vaya a haberla nuevamente.
¿Cuándo volverá a pasar eso de distinguir, en una misma reunión, al mejor caballo ya no de Argentina sino del mundo
y también a un doble campeón del Gran
P remio Pellegrini? ¿Y ambas cosas junto
a un homenaje al recientemente fallecido emblema de la hípica contemporánea
local? El encuentro de los premios Pellegrini 2007 constituyó, sin dudas, algo histórico para el turf nacional.
Es algo histórico el contar con el mejor sangre pura de carrera del planeta
–Invasor–, más allá de que actúe en las
pistas del exterior donde las recompensas son inigualables. El zaino, con sus
éxitos en Estados Unidos, sobre todo el
de la renombrada Breeders’s Cup (Copa
de Criadores) en noviembre, cuando en
Kentucky se apropió de los 2.700.000 dólares para el vencedor, se coronó como el
número uno indiscutido del orbe en el
2006, y tal mérito es suficiente para reclamar el mayor de estos reconocimientos anuales. O sea, el Pellegrini del Año,
que Bruno Quintana, presidente del Jockey Club, otorgó a Sandro Miserocchi,
e m p resario italiano que crió a Invasor en
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el entonces haras Clausán –actualmente,
Santa Inés–, de Capitán Sarmiento.
Fue ése el momento cúlmine de la noche del 29 de mayo último, cuando la institución, como en cada temporada, celebró y laureó los puntos altos del ejercicio
hípico concluido meses antes. El salón
del tercer piso de la Tribuna Oficial del
hipódromo prestó sus instalaciones para
c o n g regar al ambiente que durante el
2006 turfístico se vio sacudido por una figura que había irrumpido doce meses antes: Storm Mayor. Tres estatuillas se adju-
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1. izq. a der.: Ricardo Soler, Carlos Mantalén,
Gerardo Serra y Juan C. Bagó
2. izq. a der: Juan C. Bagó, César Valle, Enrique Delger
3. izq. a der.: Juan Ithuralde y Natalio Mezzotero, de la
Asociación Gremial de Profesionales del Turf
dicaron al zaino que, bajo las instru c c i ones de Juan Esteban Bianchi, se registró
en los libros como el tercer ejemplar que
ganó en dos ocasiones el Gran Premio Int e rnacional Carlos Pellegrini. Otro premio Pellegrini, el del Año, seguramente
habría sido para ese otro zaino, en caso
de no existir aquél compatriota que ma-
4. der: Eduardo Kehoe Wilson, Presidente de la Asociación
Propietarios de Caballos de Carrera, entrega el premio al
“mejor 3 años macho” por Dancing for Me
5. izq. a der.: Hernán Ceriani Cernadas, Marcelo Durán de
ESPN, Bruno Quintana, Presidente del Jockey Club, Gus tavo Posse, Intendente de San Isidro, y Franco Laporta,
Interventor en el Instituto Provincial de Lotería y Casinos
de la Prov. de Buenos Aires
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Los galardonados
Pellegrini del año: Invasor
Caballo del año: Storm Mayor
Yegua del año: Emotion Parade
Mejor caballo adulto: Storm Mayor
Mejor yegua adulta: Miss Atorranta
Mejor tres años macho: Dancing for me
Mejor tres años hembra: Emotion Parade
Mejor dos años macho: Husson
Mejor dos años hembra: Batallosa
Mejor fondista: Storm Mayor
Mejor millero: Storm Military
Mejor velocista: Hollín
Padrillo del año: Bernstein
Madre del año: Maya Toss
Jockey del año: Pablo G. Falero
Entrenador del año: Roberto Pellegatta
Criador del año: Haras Hirmamento
Caballeriza del año: Firmamento
Mención especial: “Campana de largada”, programa de Osvaldo Martínez
Homenaje: Hernán R. Ceriani Cernadas
ravilla fronteras afuera. Y que, con otro
memorable triunfo, el de la millonaria
Dubai World Cup en el 2007, ya se anota
para volver a echar mano a una estatuilla.
Otras quedaron en poder de un habi t u é, el jockey Pablo Falero, y el no menos
p restigioso entrenador Roberto Pellegatta. Firmamento, en tanto, fue distinguido
como haras y como caballeriza, en mérito a sus respectivas conquistas en las es-
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6. Gustavo Posse entrega el premio al “Caballo del Año” por Storm Mayor. 7. Izq. a der.: Gerardo Caresano, Interventor
en el hipódromo de La Plata, Sra. Ma. Inés de Ceriani Cernadas e hijo Hernán, reciben el premio Homenaje.
tadísticas, en ambos casos, apenas un
puesto por encima de La Quebrada.
Triunfador en varios años anteriores, esta vez el establecimiento de General Rodríguez no alcanzó el galardón que habría sido el último para su hombre - s í mbolo: Hernán Rodolfo Ceriani Cernadas.
El renombrado criador, propietario y dirigente no estaba esa noche en San Isidro
y su ausencia tenía tanta entidad como
una presencia o más.
Tal era su falta que él, de todos modos, asistió en cierta forma. No sólo vicariamente a través de su familia, sino también mediante un logrado video que rec o rdó la trayectoria del hombre de turf
argentino más trascendente de las últimas cuatro décadas. Nutridos aplausos y
afectuosas re f e rencias de algunos premiados, como Juan Carlos Bagó (dueño
de Firmamento), constituyeron justos re-
conocimientos al ex directivo de la Fundación Equina Argentina. Pero el mayor
fue el de Quintana al resolver nombrar
“ H e rnán Ceriani Cernadas” a la avenida
de la entrada del hipódromo, honor que
agradó a los deudos del entrepreneur fallecido en enero último.
No se esperó a los Pellegrini correspondientes a la temporada 2007 para homenajear a Don Hernán, al fin y al cabo
recordado en la ceremonia de premiación del 2006. Su memoria, ésa a la que la
historia ubica en una fila de ilustres t u rf men encabezada por don Carlos Pellegrini, debía ser enaltecida cuanto antes. ¿Y
qué mejor que en una entrega histórica
de los premios que, a su vez, honran al
fundador del Jockey Club? Allí queda su
n o m b re, junto a los de Invasor y Storm
Mayor. Dos cracks de su estatura.
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Xavier Prieto Astigarr a g a
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carreras
Cómo apostar
El Hipódromo del Jockey Club de San Isidro, ofrece tres diferentes tipos de apuestas: directas, múltiples o combinadas. En
todos los sectores del hipódromo se encuentran ventanillas habilitadas para adquirir las apuestas y para el eventual cobro
de boletos. Para jugar a las carreras, los apostadores deben determinar el monto a apostar, el tipo de apuesta y el número
de el o los caballos elegidos.
APUESTAS DIRECTAS
Ganador
Se apuesta sobre un caballo que debe llegar primero en una
determinada carrera. Los poseedores de apuestas a ganador
cobrarán solo si el caballo elegido gana.
Segundo
Se apuesta sobre un caballo que debe llegar en segundo lugar o mejor. Una apuesta a segundo gana si el caballo elegido termina ya sea como ganador o como segundo. Lo que
otorga al apostador dos chances de cobrar.
Tercero
Se apuesta sobre un caballo que debe llegar en tercer lugar
o mejor. Una apuesta a tercero gana si el caballo elegido termina ganador, segundo o tercero, lo que otorga al apostador
tres chances de cobrar
APUESTAS MÚLTIPLES
Doble
Se deben seleccionar dos caballos en dos carreras consecutivas que deberán llegar en primer lugar.
APUESTAS COMBINADAS
Exacta
Se deben seleccionar dos caballos en una misma carrera que
deberán llegar primero y segundo en orden exacto.
Imperfecta
Se deben seleccionar dos caballos en una misma carrera que
deberán llegar primero y segundo en cualquier orden.
Trifecta
Se deben seleccionar tres caballos en una misma carrera que
deberán llegar primero, segundo y tercero en orden exacto.
Cuatrifecta
Se deben seleccionar cuatro caballos en una misma carrera
que deberán llegar primero, segundo, tercero y cuarto en orden exacto.
Consiste en acertar los ganadores de tres carreras previamente determinadas en el programa oficial.
Por ser una apuesta abierta, el vale ganador del 1er pase se
deberá canjear durante la venta del 2do pase. Y nuevamente, el vale ganador del 2do pase, se deberá canjear durante
la venta del 3er pase.
Opcionalmente se podrá ingresar en esta apuesta en el 2do
y/ó 3er pase adquiriendo el respectivo "vale de enganche".
Triplo
Se deben seleccionar tres caballos que deberán llegar primero en tres carreras señaladas en el programa oficial.
Cuaterna
Se deben seleccionar cuatro caballos que deberán llegar primero en cuatro carreras consecutivas señaladas en el programa oficial.
Triple con canje, enganche y placé
Cadena
Se deben seleccionar seis caballos que deberán llegar primeros en seis carreras señaladas en el programa oficial. En el
caso de retirarse un competidor, pasa al favorito de la apuesta a ganador.
EL MARCADOR
BANDERA ROJA: Indica la orden para largar y permanece en alto hasta que el marcador pasa a ser definitivo.
BANDERA VERDE: Indica que, a simple vista, el juez
de raya no pudo determinar cuál de dos o más competidores resultó ganador de alguno de los puestos.
BANDERA AMARILLA: Indica un reclamo de uno o
varios jockeys contra uno o varios de sus compañeros
por molestias.
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Distanciamiento
Empate
Ventaja
mínima
Hocico
Media
cabeza
Cabeza
Medio
pescuezo
Pescuezo
Medio
cuerpo
Tres cuartos
cuerpo
Un
cuerpo
Un cuerpo
y medio
Dos
cuerpos
Dos cuerpos y medio
Tres
cuerpos
Tres cuerpos y medio
Cuatro
cuerpos
Cuatro cuerpos y medio
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carreras
Carreras de las Estrellas
Una brillante
tarde de figuras
Seis grandes premios y un clásico con premios
totales por un millón de pesos constituyeron el
festival de la Fundación Equina Argentina en
San Isidro. Fairy Magic fue el vencedor del
Classic, la principal competencia de esta suerte
de Breeder´s Cup argentina.
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o hace falta que el factor
convocante sea la re unión de cada diciembre
con su inigualable Gran
P remio Carlos Pellegrini, y sus h e rm a n o s
menores Joaquín S. de Anchorena y Félix
de Álzaga Unzué, para que el hipódromo
de San Isidro reciba una multitud atraída
por varias pruebas de Grupo I en una
misma jornada. Así, de fiesta y con mucho público, aparece cuando la serie Carreras de las Estrellas toma por sede al
escenario del Jockey Club, cosa que ocurre cada vez con más interés y más éxito.
No por nada hubo en ese último día de
junio turfmen de Estados Unidos, Irlanda, Brasil, Uruguay, Chile y hasta de Corea del Sur en las explanadas contiguas a
la pista, en todos los casos con expresiones elogiosas para con la creación de la
Fundación Equina Argentina (F. E. Ar.).
Fue ésta una iniciativa que ya cumplió
16 años. Por eso, resultó la decimoséptima la versión que en esa fría tarde del recién llegado invierno entusiasmó hasta
obtener más de 3.000.000 de pesos en recaudación por apuestas. Y fue la primera
sin su mentor principal, don Hernán, ese
hombre al que, al nombrarlo en el ambiente, no es necesario agregar el apellido para saber de quién se habla. Sólo por
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si usted, señor lector, no es habitué de esta actividad, se le aclara que se trata de
Hernán Rodolfo Ceriani Cernadas, fallecido en el último enero después de marcar huellas profundas en el turf argentino
de los cuatro decenios más recientes. No
sólo huellas; también delineó rumbos el
propietario, directivo y criador que supo
de críticas, palabras de desaliento y barreras cuando propuso para su país el
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1. El gran festejo junto al jockey
2. Fairy Magic
g rupo de competencias a la usanza de la
Breeders’ Cup estadounidense.
A f o rtunadamente, entre sus virtudes
se hallaba el tesón, y con eso y un equipo
de pujantes directivos llevó a la práctica
su idea. En una nación harto voluble en
lo económico, el conjunto Carreras de las
E s t rellas pasó por bonanzas y dificultades
varias, y de una forma u otra se consolidó, se sostiene en un sólido presente y
con la esperanza de un sugerente futuro.
Juan Carlos Bagó, Carlos H. Blaquier,
Raúl Lottero (h.), Luis Villamil, Ricardo
Soler y Hernán (h.) conducen hoy la F. E.
Ar., entidad que en un justo homenaje
instituyó la copa Escribano Hernán Ceriani Cernadas para el principal de los
seis grandes premios de la serie, que se
completa con un clásico para ejemplares
que actúan solamente en hipódromos oficiales del interior. Esa prueba central es
E s t rellas Classic, la que sobre 2000 metros reúne a los mejores fondistas –y milleros dotados de agallas– de más de dos
años. Latency, zaino de excelente campaña (triunfos en los grandes premios Jockey Club y Latinoamericano, entre otros),
se paso entre rivales, pero logró emerger
a mediados del rectilíneo final y aceleró
entre Latency y Honey Nov, al que impactó al buscar su lugar para avanzar. El brasileño Jorge Ricardo, jockey de este último, reclamó no por el golpe sino por un
supuesto fustazo de Juan Carlos Noriega,
piloto de Fairy Magic, a la cara de Honey
Nov, pero el jinete cordobés lo negó y –lo
4
4. St. Marcopolo
5. Méndez sobre Riomar, vencedor del clásico Provincias
Argentinas
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era uno de los mayores candidatos en las
boleterías y el favorito emocional, batiendo, casi a los seis años, el récord de part icipaciones en la competencia –tres– que
ya había ganado en el 2005. El caballo
adulto del corazón en la frente dio todo, y
estuvo cerca. Pero un alazán tostado aún
potrillo, Fairy Magic, sorprendió a propios y extraños. Transitó entre los tres últimos el opuesto y el codo; le costó abrir-
ro d o x a s, no invitaba a jugarle muchos
boletos. Al menos en una carrera grande.
P e ro, ¡vaya si será bueno! que terminó
llevándose el trofeo Ceriani Cernadas,
elaborado por el afamado orf e b re Juan
Carlos Pallarols.
Otra copa que hace honor a un e n t re preneur de la serie es la que lleva el nomb re de Raúl Félix Lottero, lauro metálico
de Estrellas Juvenile, la prueba de 1600
m e t ros para potrillos de dos años, en la
que el éxito fue para Mach Glory. Y un
tercer trofeo in memoriam es el Dr. Pedro
C. Blaquier, recompensa de la carrera
gemela, pero re s e rvada para hembras de
la misma edad. En ella, Inca Noble consiguió una enorme victoria; primero,
3. C. Wells
más importante– lo desestimó también la
comisión de carreras.
Entonces, los 300.000 pesos destinados al ganador quedaron para los hermanos Fernando y José Santamarina, propietarios de la caballeriza Las Hormigas
y de un campeón que por su aspecto, el
de sus extremidades bicolor y algo hete -
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p o rque su re g i s t ro, de 1’32”98/100, fue
mejor que el de la competencia de los
machos (1’33”43/100), y segundo, porque se impuso por siete cuerpos, la diferencia más holgada de la tarde.
R u b ro, el de la ventaja triunfal, en el
que empató con Riomar, el ganador de
acento provinciano. También por siete
l a rgos venció el potrillo venido de Tu c umán, pero en la única carrera del grupo
que no fue gran premio: el clásico Estrellas Provincias Argentinas, de 1200 met ros, que recordó, mediante la copa Lito
Bestani, a otro emprendedor de la iniciativa. Riomar fue montado por José Ricardo Méndez, que con ese resultado cerró
un doblete jerárquico empezado en la
primera de las competencias jerárquicas
del día, Estrellas Junior Sprint. Méndez
tuvo el mérito de hacer esperar a su diri-
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carreras
gido, Greco Tom, aun tratándose de una
carrera de un kilómetro (para potrillos
de dos años), y atropellar con él en el desenlace, para superar por apenas el hocico a la puntera Qué Felicidad.
Y hablando de dobletes, hay que señalar el que alcanzó Jorge Ricardo, que
hizo cruzar el disco en el primer lugar a
Storm Marcopolo al cabo de los 1000 met ros de Estrellas Sprint, la otra prueba de
velocidad, pero para caballos de tres o
más años. De haber prosperado su protesta en el Classic, el jockey brasileño habría conquistado un triplete en la serie.
Tan cierto como que pudo tener un solo
festejo, pues también el desempeño en la
pista de Storm Marcopolo, gran figura de
la recta –lleva siete victorias seguidas en
la distancia–, fue objetado, sin éxito, por
7
8
6. Inca Noble
7. Greco Tom
8. Mach Glory
6
un adversario (Francisco Arreguy, que
estuvo sobre el lomo de Knock).
R i c a rdo estuvo cerca de un tercer
triunfo también cuando corrió sobre la
t o rdilla Teamgeist, favorita que terminó
al pescuezo de la ganadora en Estrellas
Distaff, la competencia para yeguas fondistas de tres o más
años, por la copa Hotel Pre s idente. ¿Y quién venció? Cac h o rra Wells, que impuso un
ritmo demoledor en el inicio
–hasta ocho cuerpos de ventaja– y retuvo la vanguardia con
más orgullo que energía remanente en la definición.
La jornada, cuyos resultados completos figuran en www.hipodromosanisidro.com, dejó otros datos interesantes, como
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los cuatro éxitos, sobre seis grandes premios, de los hermanos Juan Carlos (h.),
Carlos Daniel y Juan Javier Etchechoury.
Con sus dos conquistas (Cachorra Wells
e Inca Noble), el primero y mayor de los
t res, Carly, llegó a 12 en la historia de
C a rreras de las Estrellas. Otro que
suma copiosamente es Juan
Carlos Noriega, que a bordo de
Fairy Magic –lo montó por primera vez– consiguió su novena victoria. Vale subrayar
también los dos triunfos que
obtuvo esa tarde en la serie el
haras La Biznaga, vía Greco Tom
y Storm Marcopolo.
Claro que lo más destacado fue lo de
Fairy Magic, que a su modo resultó otro
homenaje a Don Hernán, ya que es cría
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de La Quebrada, el haras de los Ceriani
Cernadas, porque es hijo de Southern Halo, el jefe de raza al que el escribano trajo a la Argentina, y hoy es propiedad de
Fernando Santamarina, gran amigo del
principal creador de este acontecimiento.
Pero Hernán Rodolfo Ceriani Cernadas no fue un egoísta de la actividad. Ha
de estar alegre por la que en algún sentido fue también su victoria en el Classic,
pero tal vez más porque el año próximo el
conjunto de estas competencias otorgará
en recompensas, según lo anunciaron Bagó y los demás directivos, 2.000.000 de pesos, el doble que en el 2007. Todo un signo de crecimiento. Motivo suficiente para
que Don Hernán esboce una amplia sonrisa. Por supuesto, en el cielo. Más preciXPA.
samente, desde una estrella.
golf
LA COPA JOCKEY CLUB
Los 54 pasos
hacia una ilusión
Manuel Vidal Aleman triunfó entre los scratch
del torneo oficial medal play. Diego Riera, Iñaki
Zavalía Gahan, Matías Ramos Oromi y José
Achával se impusieron en las restantes categorías
1
l Maestro Roberto De Vicenzo tiene una máxima: “En el
golf, para ganar hay que jugar bien 72 hoyos y para
perder sólo hace falta uno”. La misma
frase puede aplicarse a la Copa Jockey
Club, que si bien se disputa a 54 hoyos,
también es capaz de traer un dolor de
cabeza similar en los tramos finales de
cualquiera de sus categorías. Claro que,
entre los scratch de este certamen, la
marcha de Manuel Vidal Aleman resultó tan sólida que su victoria casi no peligró. Y el domingo 27 de mayo terminó
superando por 17 golpes a Julio Sánchez Sorondo (h.).
El telón se levantó el viernes 25 y la
Cancha Azul cobijó el juego de la primera vuelta bajo el tradicional formato
medal play. Es sabido que este trayecto
suele presentarse bastante más accesible que el de la Colorada, sobre todo si
el viento escasea, como sucedió aquel
día. Sin embargo, Vidal Aleman fue uno
de los pocos que en la primera jornada
sacó real provecho de la situación:
aquel score de 69 significó un paso
enorme hacia el título. “Más allá de que
había facilidades en el campo y que hice una buena tarjeta, la verdad es que
no jugué bien el primer día. Es cierto,
no cometí bogeys y bajé los pares 5, pero metí para zafar con la ayuda del put ter”, contó el ganador, de 30 años.
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1. Manolo Vidal Aleman confirmó su gran momento.
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En tanto, Sánchez Sorondo se sintió
en carrera aún persiguiendo a Manuel
siempre desde atrás. Completó los 18
hoyos de la Azul con 74 y al día siguiente repitió esa tarjeta en la Colorada.
“Me sentí bien los dos primeros días.
Eso sí: no me gustó que haya terminado
con un triple bogey. Declaré la pelota
injugable después de una salida a los
árboles de la derecha en el hoyo 18.
Hasta allí venía bastante parejo, haciendo approach y putt”.
El envión de Vidal Aleman se confirmó
en el segundo recorrido, ya en el escenario de la Colorada. Pese a que las dificultades se multiplicaron, logró bajar un golpe respecto del primer día y firmó 68. “¿La
v e rdad? Quedé chocho con esa vuelta,
porque las ubicaciones de bandera estaban difíciles y empezó a soplar más viento. No erré drives y jugué bien el putt”. Así,
tras los primeros 36 hoyos sumaba 137 y
aventajaba por once al escolta, Sánchez
Sorondo. Sin embargo, pese a la abultada
diferencia, Julio se tenía fe: “Hasta el final
de la segunda vuelta mantenía las esperanzas. Tenía la opción del milagro, la posibilidad de que él jugara muy mal y yo
muy bien. No estaba rendido”.
Los sueños del escolta fueron diluyéndose con un rendimiento que no
estuvo acorde con sus expectativas: cerró el campeonato con 81, siete golpes
más que sus vueltas anteriores, para
totalizar 229. “Tengo mis días –nos explica. Por momentos no me logro concentrar y vienen las complicaciones,
aunque técnicamente estoy tranquilo.
En este caso me vi obligado a arr i e s g a r
bastante para descontar la difere n c i a ,
aunque fue el día más difícil por las
condiciones climáticas”.
3
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2. Diego Riera. 3. Iñaki Zavalía Gahan.
4. Matias Ramos Oromí. 5. Jose María Achaval
La irregularidad de Sánchez Sorondo (h.) le facilitó las cosas a Manuel,
que reconoció que en los últimos 18 hoyos aflojó. “Estaba al tanto de la diferencia a favor que llevaba y por dentro
me dije ‘ya está´. Me desgané un poco
ya en el hoyo 3, aunque después me tocó el orgullo deportivo y busqué cerrar
el torneo de la mejor forma”.
De esta manera, Vidal Aleman totalizó 212 golpes y sumó otro título a su
trayectoria; ostenta cuatro campeona-
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tos del Club (1997, 1999, 2000 y 2004) y
tres Copas Juárez Celman, entre otros
logros. Además, se desquitó de la edición de la categoría scratch de 2005,
cuando Sánchez Sorondo (h.) lo superó
por cuatro golpes tras anotar 218.
Al margen de su consagración en la
Copa Jockey Club, el ganador reconoció
que se siente más cómodo con el formato match play: “Creo que me potencio
más en el uno contra uno, me veo más
competitivo y la adrenalina es otra”.
En la categoría de 10 a 12 se impuso
Diego Riera, que con 218 golpes aventajó
por tres a Fernando Zavalía Paunero. Se
trató de un trabajoso triunfo para Riera,
de 64 años: “La Cancha Colorada castiga
duramente a la gente de edad, porque te
hace caer en lugares muy compro m e t idos, como varias lomas con ro u g h, y desde allí te obliga a pegar maderas y hierros larguísimos. Encima, con el frío y el
viento del Sur que hubo el último día, todo se hizo más complicado”.
A Riera le tomó por sorpresa la victoria, pero a poco de concluir el hoyo 54 le
dieron la gran noticia: “Pensé que con el
score que había hecho no ganaría; me
ayudó que muchos fueron derrumbándose y logré ganar por tres golpes”. Diego, que ahora tiene 11 de handicap, pero
que se mantuvo en una cifra durante 30
años, consideró que para coronarse mucho tuvo que ver su nuevo d r i v e r,que había estrenado sólo una semana antes de
la Copa Jockey Club: “La sensación de
ganar es cada vez más lejana a esta edad,
p e ro por suerte pude lograrlo por primera vez en este certamen”. Para Riera, que
entre 1963 y 1970 fue corredor en Turismo Nacional, la alegría fue doble, ya que
también se consagró entre los veteranos.
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golf
Resultados
Categoría scratch
Ganadores:
Ultimos 18 hoyos
Categoría 0 a 9
Ganadores:
Ganador veteranos
Ultimos 18 hoyos
Categoría 10 a 12
Ganadores
Ganador veteranos
Ultimos 18 hoyos
Categoría 13 a 17
Ganadores:
Ganador veteranos
Ultimos 18 hoyos
Categoría 18 a 24
Ganadores
Ganador veteranos
Ultimos 18 hoyos
Categoría 25 a 36
Ganadores
Ganador veteranos
Ultimos 18 hoyos
1 Vidal Aleman Manuel M
2 Sanchez Sorondo Julio (h)
Vidal Aleman Manuel M
69+ 68+ 75= 212
74+ 74+ 81=229
=75
1 Vidal Aleman Manuel M (+1)
2 Paz Sebastian (8)
Sojo Aquiles Ernesto (9)
Paz Sebastian (8)
Peralta Ramos Nicolas (7)
70+ 69+76= 215
75+ 69+72=216
71+70+ 82=223
=72
=72
1 Riera Diego Luis (11)
2 Zavalia Paunero Fernando (11)
Riera Diego Luis (11)
Zavalia Paunero Fernando (11)
69+71+78=218
72+75+74=221
69+71+78=218
=74
1 Zavalia Gahan Iñaki (14)
2 Dianda Miguel Raimundo (14)
Dianda Miguel Raimundo (14)
Dianda Miguel Raimundo (14)
66+72+71=209
79+67+68=214
79+67+68=214
=68=
1 Ramos Oromi Matias (19)
2 Roca Carlos Alejandro (23)
Lagos Marmol Alejandro (19)
Ramos Oromi Matias (19)
66+71+73=210
61+72+78=211
69+74+74=217
=73=
1 Achaval Jose M (31)
2 Dibar Juan M (30)
Achaval Jose M (31)
Alvarez Bayon Lucas (28)
70+62+75=207
67+72+78=217
70+62+75=207
=69
Iñaki Zavalía Gahan festejó en la categoría de 13 a 17, con cinco golpes de
ventaja sobre Miguel Dianda y Esteban
Mazzinghi. Lo curioso de su triunfo es
que un día antes de comenzar la primera vuelta se cortó un dedo de la mano
derecha con un vidrio jugando al ping
pong. “Después de eso, me dije: no juego. Pero finalmente me puse una venda
y el primer día concreté la mejor vuelta
de mi vida en la Colorada. Ya en la últi-
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ma jornada no tenía necesidad de utilizar la venda porque estaba curado, pero me la dejé por cábala y me dio resultado”, comentó con una sonrisa Iñaki, de
17 años. Aquella vuelta inolvidable tuvo
su sostén en el juego corto: “El approach
y putt funcionó bárbaro y metí más
greens que nunca”, contó.
Antes de comenzar la última vuelta,
Zavalía Gahan le llevaba tres golpes de
ventaja a Mazzinghi, que logró empa-
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rejar el score total en el hoyo 7. Después, el perseguidor tropezó con algunos erro res y le allanó el camino a Iñaki, feliz por su primera gran conquista:
“Jugué al golf desde los 8 a los 12 años
y después lo abandoné por cuatro
años, aunque luego retomé. Este año,
mi objetivo es bajar el handicap a una
cifra. Gracias a esta victoria ya estoy
en 11”, señaló.
En la categoría de 18 a 24, el título
fue para Matías Ramos Oromi, con apenas un impacto de ventaja sobre Carlos
Roca. También Matías, de 20 años, recurrió a la fórmula de las cábalas para
atrapar el trofeo: “Los tres días jugué
con la misma ropa: una remera violeta
y un pantalón clarito. Sin dudas fue mi
logro más importante, pero recién me
enteré que había ganado a la semana
siguiente del torneo, cuando se publicaron los resultados en la página de Internet. En realidad, no quise averiguar por
teléfono ni enterarme antes”.
Entusiasmado con este éxito, cimentado con muchas horas de práctica
hasta en el mismísimo jardín de su casa, Ramos Oromi busca bajar a 15 de
handicap antes de fin de año: “Ahora no
quiero parar más, tengo la influencia
golfística de mi papá, Eduardo, y de mi
abuelo, Manuel, que me guiaron y mejoraron mi juego”.
En la última categoría, la de 25 a 36,
el triunfo se inclinó para José Achával,
que a lo largo de su trayectoria había
ganado un fourball pero jamás un certamen de estas características. “Sinceramente, estuve más tranquilo que
nunca e hice un gran score para mis expectativas, todo un misterio… Disfruté
de esta coronación porque me divertí
mucho jugando en compañía de Juan
Dibar y Héctor Novaro, dos muy buenas
personas”, comentó Achával, que le sacó diez golpes a Dibar.
Gastón Saiz
golf
Alister MacKenzie
en el Río de la Plata
En el verano de 1930, por vía marítima y
desde Panamá, llegó a Buenos Aires el
Dr. Alister MacKenzie, destacado arquitecto
diseñador de canchas de golf.
El hoyo 16 de la Colorada, protegido
por 3 lomas y sin bunkers. Un ensayo
del famoso hoyo 8 de Augusta National.
n parte, su viaje fue motivado por la crisis económica que afectaba a Estados
Unidos, donde, por esa
causa, se habían dejado de construir y remodelar canchas, y en parte también porque los directivos del
Jockey Club de Buenos Aires, con
un gran espíritu visionario, le encomendaron el diseño de sus dos canchas de golf en los terrenos que habían sido adquiridos en San Isidro.
MacKenzie estudió la situación y
realizó en el terreno una serie de niveles y desagües ¡que perduraron por 60
años!, logrando que dichas canchas
tuvieran una muy rápida recuperación y drenaje luego de las lluvias.
En persona supervisó los movimientos de tierra y la ubicación de
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greens y bunkers. El diseño original
le tomó 21 días, según se desprende
de las referencias bibliográficas, y
para ir delineando las dos canchas
utilizó cintas azules y coloradas,
inspirándose para esa elección en
los colores del escudo del club. De
ahí que, hasta ahora, las canchas se
denominen precisamente así: la
Azul y la Colorada.
En aquel entonces, el capitán
del club le preguntó al Dr. MacKenzie qué pensaba hacer con los bunkers, y de inmediato recibió esta
respuesta: “Las ondulaciones han
creado una variedad interesante y
un placentero desafío para el golf,
por lo tanto, no requeriríamos de
ningún bunker. De todos modos, en
función de la apariencia y con el
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propósito de crear más emociones
espectaculares, colocaremos algunos pocos bunkers”. (Datos extraídos del libro The Life and Work of
Dr. Alister MacKenzie, de Tom
Doak, que se conserva en la Biblioteca del Jockey Club).
Todo el material excavado para
los drenajes fue utilizado para formar los greens abombados (moun ded gre e n s) que distinguen cada hoyo. Existen g re e n s escalonados y
aterrazados “M a c K e n z i e”, como el
10 de la Colorada. También creó lomas dentro de ellos, de diferentes t amaños y formas (buried elephants);
la más grande es la que divide al 9 del
18 de la Azul (único green doble que
se conoce en sus diseños). Hay greens
con formas especiales (panhandles)
como el 3 o el 17 de la Colorada, o el 6 y
el 16 de la Azul, dejando un angosto
blanco entre barrancas o bunkers a sus
lados. Y finalmente está el famoso 16 de
la Colorada, cuyo g re e n está cuidado por
tres montículos de ocho pies de altura
(shallow punch bowl), presagiando al
hoyo 8 de Augusta National. Estas características hacen que este green sea mucho más difícil para el re c o v e ry, aun más
que si estuviese defendido por bunkers.
Fue tanto el gusto que a MacKenzie le
p rodujo este green que, en un trabajo suyo de 1933, publicado en Masters of the
L i n k s, obra editada por Geoff Schakelford que también se encuentra en nuestra Biblioteca, re p rodujo en las páginas
riosidad, el experto periodista de golf
de Estados Unidos, Thomas Dunne,
quien recientemente visitó el club, calificó al hoyo 14 de la azul como un típico hoyo “Redan” (*), siempre que su
tee de salida fuera desplazado varios
m e t ros hacia la dere c h a .
El efecto que producen las dos canchas es parecido al de un tapiz ondulado
de una mesa de pool, y quizás el exceso
de detallismo en la terminación de los
gre e n s, que le da un ligero aspecto artificial, se debió a que ambas canchas fueron terminadas por su ayudante, el Ing.
Luther Koontz, que era muy perf e c c i onista. De todos modos, sería ésta la única
o b s e rvación que se le puede hacer a un
Alister MacKenzie
nal de su arquitecto y están en magnífico
estado de conservación.
También en 1930, MacKenzie rediseñó la cancha de Punta Carreta en
Montevideo, tomando la base de los 9
hoyos ya existentes y extendiéndola a
18, logrando desde allí una vista estupenda del Río de la Plata. Asimismo, diseñó en las cercanías de Mar del Plata
la bonita cancha del Boquerón, por especial encargo de su dueño, don Enrique Anchorena.
Los socios del Jockey debemos estar
orgullosos de nuestros antecesores por
haber confiado en MacKenzie el diseño y
c o n s t rucción de estas magníficas canchas, y en el presente tenemos la obligación de transmitir estos hechos a las próximas generaciones, para que no desap a rezca en el olvido toda esta historia.
Arriba: El 10 de la Colorada, un típico green aterrazado
“MacKenzie”
Abajo: El hoyo 17 de la Colorada deja una angosta
entrada entre lomas y profundos bunkers
108 y 109 las fotografías que lo mostraban durante su construcción y su aspecto una vez terminado. Es ésta otra demostración del placer que MacKenzie
sentía al exaltar la defensa de los greens
con lomas y no sólo con b u n k e r s. Los
greens con esta forma tienen la característica de aprovechar y acumular mucho
mejor el agua que les llueve.
También el hoyo 7 de la Azul, par
tres, tiene muchas de las características del 12 de Augusta, siendo el primero predecesor del segundo. Como cu-
Pedro R. Cossio
(*) Así se llama el hoyo 15 de North Borwik West Links (Escocia), con un green colocado en una angosta cresta a aproximadamente 45° de la línea de juego, con una gran barranca posterior y lateral, defendido en el flanco frontal por un profundo
bunker, pudiendo tener otro posterior. Este hoyo, por lo bonito,
fue luego reproducido en diversos diseños por los mejores arquitectos de golf del mundo. El nombre “Redan” se cree que
proviene del de una fortaleza de la guerra de Crimea.
gran diseño. Ambas canchas, especialmente la Colorada, salvo alguna modificación de los t e e s, efectuada para mantenerlas actualizadas, conservan afortunadamente todo el espíritu del diseño origi-
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Bibliografía: The life and work of Dr Alister MacKenzie, por
Tom Doak et al. (Chelsea, 2001); Masters of the Links, e d i t ado por Geoff Schackelford (Chelsea, 1997); Golf Architecture,
por Alister MacKenzie (Pownal, 1987); The Spirit of St. An drews, por Alister MacKenzie (Chelsea, 1995). Todos estos libros se conservan en la Biblioteca del Jockey Club.
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Polo
Entrevista a Alejandro Moy
El señor de las pinturas
Alejandro Moy (h.), el más renombrado artista
de este deporte y dueño de un estilo singular,
esparce por el planeta su reconocida obra, que
llegó a estampillas de correo y hasta a una
tarjeta de crédito. Socio del club, arquitecto y
golfista aficionado, cuenta su historia, su
vocación y sus jugadores favoritos. Y define al
Jockey como parte de sí mismo.
U
sted, señor socio, puede toparse con él cada fin de semana en la azul. Golfista
aficionado, Alejandro Moy
(h.) es, a la vez, uno de esos miembros sobresalientes del Jockey Club. Pero esta
nota no pertenece a la sección “golf”; sí
podría figurar en “socios”, el espacio donde aparecen integrantes notables de la
entidad, y sin embargo no es el caso. Es
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que Moy está tan identificado con un deporte en particular que sería difícil extraerlo de ese ámbito: el polo. Puntualmente, su vínculo es la pintura. Y tan reconocido por eso es, que le cuesta imaginarse en otra cosa.
–Supongamos que no existiera el
polo. ¿Qué sería de Alejandro Moy?
–Es difícil. Es muy difícil... Algo habría
pintado. Algo en movimiento. Supongo
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que el caballo en otra manifestación. Pero pintor habría sido siempre. ¡Y habría
hecho algo para inventar el polo! [ríe]
Así de ferv o roso por los tacos y las
bochas, pero sobre todo por los équidos,
es este porteño de 53 años. Que es re c onocido en todo el mundo del polo y en
varios lugares del planeta. Su obra tiene
e j e m p l a res en Italia, Holanda, Francia,
España, Inglaterra, Alemania, Suiza, Polonia, Estados Unidos, Canadá, México,
Japón, Australia, Filipinas, Malasia,
B runei, Jaipur, Emiratos Árabes Unidos,
India, Sudáfrica, Barbados, Perú, Ve n ezuela, Brasil y Chile. Por supuesto, también en Argentina, donde se destaca un
mural de 9 metros por 2 en el Campo
A rgentino de Polo. Algunos de sus diseños llegaron a estampillas del Correo
A rgentino en el año 1998. Al siguiente,
otra creación suya fue obsequiada por el
p residente Carlos Menem al príncipe
Carlos, de Gales, en su visita al país. Y
en el plano internacional, un podero s o
banco extranjero eligió uno de sus tra-
bajos para incluirlo en una importante
tarjeta de crédito.
Moy es uno de esos autores que uno,
si ya ha contemplado algún cuadro de él,
reconoce sin ver la firma. Resulta casi el
pintor de polo por antonomasia. Esos trazos no del todo contundentes; esas sugerencias desde la tela, el papel o la superficie que sea; esas escenas de dinamismo
y fuerza sobre corceles le son bien propias, todo un sello de su obra.
Su historia empezó a los cinco años,
cuando su padre, también pintor de polo,
volvía a casa y evaluaba los dibujos que
sus tres hijos mayores (Cecilia, Delia y
Alejandro; Silvina llegaría años más tarde) ya debían tener listos, como aprendizaje. El papá los examinaba y, si alguno le
gustaba mucho, lo colgaba en la habitación de los chicos como un cuadro de honor. Y el niño ya andaba bastante bien...
Al polo lo mamó desde pequeño,
tor, estudió arquitectura, y se recibió en
Universidad de Buenos Aires (su padre
no concluyó la carrera, pero poseía una
agencia de publicidad). Ejerció durante
un tiempo, incluso en estudios relevan-
práctica más que necesaria para pintar
polo. Si no hubiera hecho sobre un caballo todos los tiros, si no los hubiera entendido desde dentro de la cancha ni visto las
posiciones de los demás jugadores, me
tes, y aún hoy hace “algunas cositas, con
gran placer”. Hasta encuentra espacios
de contacto entre su profesión y su arte.
“Hay muchos puntos de vista de la arquitectura que sirven para la pintura y viceversa. Rescato formas de diagramar, de
rearmar, equilibrios...”, enuncia. Pero a
los 35 años su vocación de pintor empezó
a eclipsar al resto de sus actividades. Fue
entonces cuando empezó a trabajar junto
a la Asociación Argentina de Polo y puso
en marcha su derro t e ro de decenas de
exposiciones en el país y en el extranjero.
“Haber jugado ha sido, para mí, una
habría sido muy difícil plasmarlo en la tela. Yo no podría pintar béisbol, porque jamás agarré un bate. En un partido tomo
bocetos y apuntes y cuando pinto siento
que yo hago la jugada, que yo estoy dent ro de la cancha. Uno mismo se traslada
al papel, uno mismo está dentro de la tela. Me siento yo arriba del caballo. De hecho, cuando estoy pintando me doy cuenta de que me perfilo y me muevo, hago
una mímica. Una foto dice algo pero es
muy limitado. Esto no se trata de un plano; es un volumen, hay espacio entre un
caballo y otro”, explica, apasionado.
Arriba der.: Hay pinturas que asombran por la acción en
movimiento. Abajo: Detalles en el taller
cuando jugaba con amigos y parientes en
estancias de Capitán Sarmiento y General
Madariaga. Le gustaba ser número 2,
porque lo suyo era “subir y bajar, buscar
bochas”, aunque se reconoce como “malo”. “Me habría gustado jugar mejor”, lamenta Alejandro, que nunca tuvo handicap y se mantuvo en un plano muy amateur. “Pero me divertí muchísimo”, aclara
contento, en un encuentro con Revista del
Jockey Club en su estudio de San Isidro,
donde pasa buena parte de su existencia.
El polo no fue todo en la juventud de
Moy. Siguiendo los pasos de su progeni-
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Polo
Oleos, pinceles, carbonillas. Imágenes de la pasión pues ta en los caballos y en el Polo.
–¿En qué consiste tu estilo?
–Yo pinté mucho tiempo con modelo
vivo, que pasaba de una pose a otra cada
tres minutos, después cada dos y al final
cada uno. Yo pintaba y en seguida se
cambiaba de posición; a las piernas no
llegaba nunca. Eso me enseñó a ver, no
copiar. A percibir ciertos puntos que definen lo fundamental, a ver de un pantallazo lo esencial. Después uno se ocupa
de los detalles, lo secundario. Y en el caso del polista y el caballo, me sirvió para
ver los rasgos que definen el movimiento. Pintar una línea, una arruga donde
no tiene que estar no define el movimiento, la ubicación de un músculo contra el otro. Yo busco un trazo que define
un volumen respecto a otro.
–¿Cómo definirías ese estilo?
–Diría que es expresionista. Es un tipo de dibujo muy simple, muy expre s ivo, de muchos contrastes de colores, de
líneas definidas. Hace muchos años hacía con más detalles las cosas, term i n aba más las líneas, definía más los objetos. Ahora trato de sugerir y de que la
mente del que observa complete la obra.
Está esa cuestión de hasta dónde dejar
sugerido algo y desde dónde termina el
p roceso la otra persona. Es fascinante. A
veces me pregunto cuándo termino un
c u a d ro, por qué termino ahí y no sigo un
rato más. ¿Quién me lo impide? Nadie.
Ése es un momento, para mí, mágico.
–¿Siempre quedás a gusto con lo
que sale?
–Nunca me quedo conforme con lo
que hago. Sigo probando técnicas, y todavía tengo mucho por conocer e investigar.
El día en que diga “estoy conforme con
esto”, voy a empezar a caer, perderé motivación. En cada partido, en cada caballo
en acción veo posibilidades nuevas. Y voy
a seguir toda la vida en esto; moriré con
los pinceles. Y con los caballos, por supuesto. Y con el polo, desde luego. Es el
deporte que más movimiento tiene. Lo
que más me fascina es eso: el movimiento. Ya el caballo, quieto, es extraordinario;
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moviéndose es superior. Lograr todo lo
que transmite el caballo es una tarea infinita. Creo que mi tiempo de vida no será
suficiente para eso.
Su producción está llena de “monst ruos”, pues así considera a “estas maravillas de jugadores que tenemos” en el alto handicap. Sus preferidos a la hora del
pincel son Bautista Heguy (“extraordinario, fantástico”), su primo Ignacio (“Nachi
es muy interesante, por la actitud que tie-
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ne, por aguerrido”), Adolfo Cambiaso
(“desde luego”), el recordado Gonzalo
Heguy y Facundo Pieres. Este último es
también uno de sus favoritos pero ya como espectador, porque Alejandro Moy
(h.) es simultáneamente un gran aficionado. “Me gusta mucho el equipo ese”,
reconoce, acerca de Ellerstina, el de Fa c u; pero también disfruta a “El Ruso
[Eduardo Heguy], con otro tipo de juego”,
y a Milo Fernández Araujo. Claro que no
pueden faltar en el recuento sus predilectos: los equinos. Entre ellos surgen Luna
(famosa yegua de Gonzalo Pieres), Marsellesa (Horacio S. Heguy), Silvi Caro La
Capital (Sebastián Merlos) y Aiken Cura
(“pobre, ya no está; era un caballazo”, dice del que fue padrillo de Cambiaso). Y si
se le pide un gol, menciona el que todo
polero recuerda: el histórico de Marcos
Heguy para Indios Chapaleufú contra La
Espadaña en la final de Palermo ’86, a
Polo
Vaya pintura: 500 kilos, 24 metros cuadrados,
sobre cemento y para Dubai.
El patrón polístico de Adolfo Cambiaso le pidió un mural para el estupendo Museo del Caballo, y Moy elaboró en seis meses su trabajo más grande.
El polo, como deporte de gente adinerada que es en muchos casos, permite conocer
personajes, historias y excentricidades interesantes. Ali Albwardy, patrón de Adolfo
Cambiaso en Inglaterra, es un prominente empresario oriundo de Emiratos Árabes
Unidos. “De muy buen trato, exigente y gustador de las cosas hechas con calidad”, lo
describe Alejandro Moy (h.), que fue invitado por él a Dubai, capital de uno de los siete emiratos. Y ahí, más precisamente en el formidable Museo Del Caballo, recibió un
peculiar pedido...
“Ali me mostró una pared enorme, de 12 metros de anchura, y me preguntó qué me sugería y si podía hacer algo ahí. Me quedé tres días sentado frente a la pared, proyectando imágenes, con bocetos. La gente pasaba por ahí y diría “¿qué hace este hombre sentado solo, mirando una pared vacía...?”. Volví a Buenos Aires, alquilé un astillero en el
bajo de San Isidro y pinté sobre placas de cemento. Fue un proceso fantástico, una experiencia increíble. Todo pesaba unos 500 kilos, fue en avión y llegó muy bien. Cuando
arribé vi a unas 80 personas con andamios y grúas para instalar eso a cuatro o cinco metros de altura. Una vez colocado, me subí al andamio y trabajé unos diez días más, retocando cosas”, narra el autor.
–¿Cómo es pintar de cerca para que se vea bien de lejos, sin perder las proporciones y teniendo en cuenta los detalles pero a la vez el conjunto?
–Más que pinceles, he gastado zapatos, por ir y volver, ir y volver. Lo que se ve de cerca
nada tiene que ver con cómo se debe ver de lejos. Hay que mirar desde la distancia adecuada y pensar qué hay que hacer de cerca para lograr lo que se pretende. Uno tiene en
la cabeza qué efecto causa a la distancia una pincelada, pero hay que ir a verla desde
lejos, para verificar si concuerda con el objetivo. Es muy trabajoso.
Unos seis meses le demandó el mural de 9,6 metros de largo por 2,5 de ancho. O sea, 24
metros cuadrados. “Es mi obra más original y rara. Hubo un proceso muy largo, que incluyó hasta estudios de pinturas en laboratorios. Es lo más grande que he hecho”, sostiene Moy.
Alejandro junto al mural de 9,6 mts. de largo por 2,5 mts. de ancho
Programa de la Exposición en Chantilly- Francia
bordo de Marsellesa. “¡Una locura, una
locura! Yo no podía creer lo que hacía”,
comenta sobre la arriesgada jugada que
empezó en el arco que defendía Marcos,
el del tablero, y terminó en el de Libert ador luego de re c o rrer toda la cancha La
Victoria. Paradójicamente, Alejandro lo
boceteó, pero nunca lo pintó.
Se produce una pausa... “Ahora estoy
muy fanático del golf”, admite.
–¿Mejor arquitecto o golfista?
[ríe] –Mejor arquitecto.
–¿Cuánto usás el club?
–Lo uso mucho, todos los fines de
semana. Y lo he usado muchísimo. He
pasado mi infancia ahí, cuando todavía
no estaba hecha la pileta e íbamos a jugar delante del golf. Mi padre era fanático, y lo jugaba bien. Y, cuando ya la
hubo, me llevaba a la pileta todos los fines de semana. El club fue y es parte de
mí, de mi vida, de mi crecimiento con
amigos. Es como una casa.
–¿Alguna vez te pusiste la camiseta
para representar al Jockey?
–No me la puse. Pero siempre se está
a tiempo, ¿no?
–De algún modo, la tenés puesta.
–Es como si la tuviera pintada...
Xavier Prieto Astigarraga
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campo de deportes
Fútbol
Copa 125º Aniversario
del Jockey Club Argentino
Nos visitó una vez más el equipo del Jockey
Club de Rosario, jerarquizando el encuentro de
esa jornada con su habitual calidez en el trato y
la ya conocida destreza de sus jugadores, en el
marco de la amistad que une a ambos clubes
desde hace ya varios años.
l frío, que anunciaba la histórica nevada que cayó sobre
Buenos Aires dos días después, se rindió el pasado sábado 7 de julio ante el calor de la celebración que el fútbol desplegó en el año
del 125° aniversario del Jockey Club.
Los festejos consistieron en la disputa
de cinco partidos a lo largo del día por
equipos seleccionados de cuatro categorías de cada club, poniéndose en juego la Copa 125° Aniversario del Jockey
Club Argentino. Ésta se entregó junto
con otros premios en el tercer tiempo,
que se llevó a cabo en el “Rincón de
Fútbol”, bar temático que se inauguró
en la ocasión, donde se exhiben las copas y trofeos obtenidos por el club en
este deporte, junto a fotografías y recuerdos de seleccionados, equipos y jugadores destacados.
El acontecimiento marcó el debut
del seleccionado de una nueva categoría (14-15 años), que se sumó a otras
que ya han representado con éxito al
club en otras oportunidades. Si bien el
triunfo no acompañó a los chicos en los
dos partidos que jugaron con sus pares
rosarinos, fue notorio su entusiasmo y
empeño en el juego, lo que permite augurar que en el futuro cercano alcanza-
E
Arriba: Seleccionado de una nueva categoría (14-15 años)
Abajo: Ambos equipos Super-Veteranos (+ de 50 años)
3 0
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rán importantes victorias, vistiendo la
camiseta de la selección del club.
Mientras tanto, en la cancha “Carlos Casal” se enfre n t a ron sucesivamente las restantes categorías. Los
mayores de 50 años de nuestro club,
luego de un comienzo de partido parejo, lograron doblegar la resistencia rosarina con buen juego en todas sus lí-
neas, imponiéndose por 5 a 2. En ese
partido, contamos con jugadores históricos como Alberto Malaver, Federico
Amuchástegui, Vi rgilio Gregorini y
Guillermo Ancizar, entre otros. Con los
visitantes jugó Manuel Tasada, una leyenda de 76 años que le ha dado el
nombre a la cancha principal de fútbol
del Jockey Club de Rosario.
A su turno, los mayores de 40 años
re a f i rmaron su calidad de campeones,
ya que con un juego exquisito y contundente se alzaron con una clara victoria por 6 goles a 0 de sus rivales rosarinos.
Con los puntos igualados se llegó
al último partido, cuyos protagonistas
supo aguantar la carga rosarina, que
con rigor físico buscó sin éxito el empate dando lugar a excelentes ataja-
fueron los seleccionados de la categoría Libre de ambos clubes, que definiría la serie y al equipo ganador de la
copa 125° Aniversario. Nuestro equipo, que ya había dado muestras de su
calidad el año pasado, en el torn e o
que se disputó en Fisherton, tuvo un
desempeño que superó todas las expectativas, afrontando con garra, concentración y buen juego a su par ro s arino, que lo superaba en potencia física. En un partido apasionante, luego
de ponerse en ventaja en el primer
tiempo con un gol de Ignacio Houssay,
La categoría Libre, que definió la serie.
Manuel Tasada (76) del JCR y Alberto Malaver
das de nuestro arquero Iván Bunge
y a un destacado desempeño de
la defensa. El juego se definió
por 2 a 0 con un golazo de
Miguel de Ezeiza al pro m ediar el segundo tiempo.
Como cierre de otra jornada
para el recuerdo, se inauguró el
“Rincón de Fútbol”, que colmado de
concurrentes para el tradicional tercer
tiempo, fue testigo de la camaradería y
amistad existente entre ambas institu-
nos Seniors hasta la Escuelita de
Fútbol, definiéndose ya los distintos torneos a la vez que los
equipos se preparan para los
campeonatos
Primavera.
También han re c o m e n z a d o
los partidos nocturnos que se
organizan entre semana para Juveniles, Mayores y Veteranos, además
de programarse algunos encuentro s
de fútbol femenino.
Eduardo Mac Roullion, del Jockey Club de Rosario, entre ga la copa 125° aniversario a Alberto Malaver en el nue vo bar temático “Rincón de Fútbol”.
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ciones. Ese encuentro coronó la entrega de la Copa 125° Aniversario, que hoy
luce en sus vitrinas.
A fines de agosto, dos nuevos seleccionados re p resentarán al club en el
torneo General San Martín 2007 que
o rganiza el Jockey Club de Rosario en
su campo de deportes. En la próxima
edición de la revista nos re f e r i remos a
ese encuentro .
Por otra parte, terminado el re c e s o
impuesto al fútbol por las vacaciones
invernales -pausa que ha servido para
la resiembra y mantenimiento de los
campos de juego-, se ha reiniciado
con renovado entusiasmo la actividad
en todas sus categorías, desde Vetera-
Peter Laurence
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sede social
esgrima
1
Ajustados asaltos y
una gran emoción
En el Tattersall de San Isidro se realizó
con éxito el Torneo Internacional
“Copa Jockey Club Argentino”.
1. Asalto final entre Jiri Beran y Guojie Li
2. Marcos Roca y el veedor Julio C. Gonzalez Tirador
(CUBA), entregan los premios
3. En el podio, Jiri Beran (1°), Guojie Li (2°),
Francesco Martinelli (3°) y Lois Hainard (3°)
dar que Méndez, de 21 años, se había coronado Campeón Nacional de mayores
en 2006 y participó en los últimos Juegos
Panamericanos de Río de Janeiro.
El domingo se efectuaron los choques del cuadro de eliminación directa
a 15 toques, y allí se ratificó la gran paridad del día anterior sobre las pedanas, con asaltos emocionantes que se
resolvieron por la diferencia de un golpe. Un ejemplo fue la derrota por mínimo margen del argentino José Félix
Domínguez –mejor clasificado ganador
de la Copa Horacio Roca- ante el chino
Lei Wang, campeón del mundo en 2006.
En las semifinales, el chino Guojie
Li superó ajustadamente al italiano
Francesco Martinelli, mientras que el
checo Jiri Beran aventajó con comodidad al suizo Lois Hainard.
En la definición, Beran fue desnivelando a Li mediante rápidas salidas de
ataque en tiempo y contragolpes veloces, estrategia que lo condujo a la victoria final por 15 a 10. Todo un alivio para el checo, que en los tres asaltos anteriores sólo había triunfado por la estrecha diferencia de un golpe.
Gastón Saiz
P
or duodécima ocasión consecutiva, el Club organizó el
Torneo Internacional “Copa
Jockey Club Argentino”, avalado por la FIE (Federación Internacional de Esgrima) y que tuvo como escenario el Tattersall del hipódromo de San
I s i d ro. El certamen, de Clase A y exclusivamente de espada masculina, se re alizó entre el sábado 23 y el domingo 24
de junio y contó con 88 esgrimistas de 20
países. Un movimiento de unas 1000
personas en las tribunas certificó el éxito de la tradicional competencia. “En el
año previo de cada Juego Olímpico esta
copa adquiere mayor magnitud, porque
además otorga puntos clasificatorios para la máxima cita del deporte. En 2003,
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también en el Tattersall, ya habíamos vivido una verdadera fiesta con más de
100 esgrimistas”, apuntó Rodolfo González Moreno, delegado de la Sala de Armas del Jockey Club y Presidente del Comité Organizador del torneo, el más importante de Sudamérica.
En la primera jornada se disputaron
las poules eliminatorias para darles el
pasaje a la siguiente rueda a 57 tiradores;
en esa instancia inicial quedaron al margen dos de los re p resentantes del Jockey
Club, Matías Figueroa Trongé y Honorio
Leguizamón Pondal. En tanto, Marcelo
Méndez se impuso en un asalto en el
c u a d ro de 64 y fue eliminado en el de 32
por el inglés Jonathan Willis, en un re ñ ido duelo que finalizó 14-13. Cabe recor-
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sede social
snooker
Instantes de máxima concentración.
Fantasías
sobre el paño
Carlos Ibarra es uno de los referentes más
destacados de este juego que reúne a más de
cien aficionados en el Jockey Club
on las 3 de la tarde y la sala de
snooker del Jockey Club cobra
vida propia. La escenografía es
la típica para la ocasión: luz tenue, miradas fijas sobre los cinco paños y
el impacto de los tacos que retumba en el
ambiente. De pronto ingresa Carlos Ibarra con la humildad de un apasionado
más de este juego, pero no pasa inadvertido en el recinto. Algunos socios dejan
de taquear y se le acercan con un saludo
afectuoso. Otros le sueltan una broma de
esas que abundan cuando se comparte
con frecuencia una actividad entre amigos. Entonces allí, rodeado por compinches de innumerables boladas, Carlitos
comienza a desgranar los secretos del
snooker, un deporte del que es genuino
referente en el Club por su trayectoria y
actualidad.
–Este juego es tan complejo como el
ajedrez. La clave es saber proyectar tres
o cuatro jugadas adelante para seguir
S
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una secuencia. En otras palabras, encontrar lo que yo llamo la key-ball, la bola
llave que te abrirá la posibilidad de seguir un camino a la búsqueda de enhebrar una bolada –nos asegura.
Ibarra tiene hoy 50 años, pero su
fascinación por el snooker empezó de
quinceañero, cuando con sus padres
iba al campo de unos amigos y se refugiaba en la sala de billar para contrarrestar el calor agobiante de la tarde.
Como un testigo de privilegio, quedaba
atrapado bajo el magnetismo de esa bola que se desplazaba suavemente sobre
la mesa. Sin embargo, por aquellos
tiempos de adolescente terminó inclinándose por la potencia y precisión del
golf, disciplina en la que se destacó. Y
fue recién a los 25 cuando volvió a acercarse a una mesa de paño verde. “En
1982 me asocié al Jockey y descubrí en
el cuarto piso la sala de snooker. Entonces volvieron a mi mente aquellos años
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de chico tratando de que la bola me hiciera caso. Empecé en la mesa Nº 5 para principiantes, con un taco que era
más o menos derecho y de marca ‘pirulo’. Fueron muchos años de práctica
hasta que alcancé la mesa Nº 1, en donde se disputan los torneos de primera
categoría”, cuenta.
Claro que en Ibarra afloraba un talento innato para el snooker, pero para convertirse en un jugador más completo acumuló horas de práctica, de estudio y de
o b s e rvación de los grandes exponentes.
“Si bien tenía juego, me faltaba mucho
por aprender. Cuando apenas sabía agarrar el taco me acercaba a la mesa Nº 1 y
contemplaba las maravillas que hacían
mis maestros, intentando dilucidar el
porqué y el cómo de su juego tan efectivo.
Se aprende mucho mirando y consultando a quienes poseen experiencia”.
Al compás de ese aprendizaje, atravesó por las distintas categorías y se salteó
la de Intermedia porque la comisión de
handicap lo catapultó directamente a la
Primera. Hoy, con -35 de handicap –el reg i s t ro histórico más bajo del Club– y un
aguerrido estilo de juego, Ibarra no se olvida de quienes fueron sus mentores: Alf redo Correas y los doctores Faustino
Arámbulo y Alfredo Labougle. A estos
nombres, Carlos le suma el de Hernán
Videla, con quien se enfrentó en varios
p a rtidos decisivos a sala llena: “Videla es
uno de los mejores jugadores que he visto; creo que cumplí un gran objetivo al
haber podido superarlo en dos finales. Él
tenía un gran manejo de la bola blanca;
cosas por incorporar, como distintos
efectos y la ubicación exacta de la bola
blanca. El que dice que ya no hay nada
por aprender, miente”. Para el corto
plazo, augura el advenimiento de la
nueva generación: “Hay muchos chicos
buen jugador y otro que no escapa de
la medianía?
–Como en otros deportes, la acumulación de años de experiencia, que te dan
el suficiente aplomo para afrontar diferentes situaciones. Recuerdo que cuando
La sala del Jockey puede considerarse la mejor de
Sudamérica. Un escenario único para el snooker.
es decir, la posicionaba siempre en el lugar más conveniente de la mesa”.
Pero más allá de grandes adversarios, su máxima satisfacción fue haber
recorrido esa senda desde la mesa Nº 5
hasta el escenario principal de la sala,
allí donde se muestran y se lucen los
mejores. “Es como llegar a jugar en el
Lawn Tennis”, grafica. Y agrega: “Otra
de las metas importantes que conseguí
fue haber mantenido el nivel de juego a
través de los años, aunque siempre hay
que están entrando a la sala de snooker
y que nos pondrán un pie encima. Vienen creciendo bastante rápido y yo ya
cumplí los 50 años. Evidentemente, mi
vista ya no es igual a la que tenía a los
20 años, aunque afortunadamente no
tengo problemas con el pulso”, afirma
Ibarra, médico clínico y que se impuso
en el último torneo Individual con handicap al derrotar en la final a Horacio
González Álzaga.
–¿Cuál es la diferencia entre un muy
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me tocó jugar los primeros torneos estaba tan nervioso que mi taco tenía movimiento propio. Pero insisto: para pro g resar es determinante mirar a quienes juegan bien, leer a los maestros ingleses,
que son los mejores del mundo, ver videos y practicar mucho para lograr un taqueo armonioso, sin sobresaltos y con
una postura adecuada para la ejecución
del tiro –recomienda Carlos, con un estilo didáctico y ameno.
Seguramente, Ibarra no habría alcanzado su condición de notable jugador amateur si no se hubiese formado
en el Jockey.”Las mesas de nuestro
Club son óptimas para desarrollar el
verdadero snooker como se lo conoce
en Inglaterra, que es la cuna a nivel
mundial. Por suerte, aquí tenemos todos los materiales y de máxima caliG.S.
dad”, afirma con orgullo.
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sede social
Celebración del
125º Aniversario de la
Fundación del Club
1
l 15 de abril próximo pasado
se cumplieron 125 años de
aquél día memorable en el
que Carlos Pellegrini y un
grupo de caballeros de su amistad dieron por fundado el Jockey Club de Buenos Aires y eligieron su primera Comisión Directiva. Por tratarse de un domingo, los actos conmemorativos de este significativo siglo y cuarto se pospusieron para el lunes 16, comenzando
por la mañana, cuando las autoridades
y los funcionarios del club colocaron
una ofrenda floral ante el monumento
que recuerda al eminente estadista y
creador de nuestra entidad.
Por la tarde se realizó la ceremonia
central de la celebración en el Salón
Dorado de la sede social, que contó con
la presencia de numerosos socios
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2
1. Autoridades y socios depositan una ofrenda floral
en el monumento a Carlos Pellegrini
2. El presidente Bruno Quintana junto a Carlos María
Gelly y Obes y Alfredo F. Cantilo en el Salón Dorado.
acompañados por sus familiares, otorgándole al acontecimiento una atmósfera de cálida confraternidad. La confraternidad fue, precisamente, uno de
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los conceptos que rescató nuestro presidente, Bruno Quintana, al dirigirse a
la concurrencia para evocar aquella
arrojada empresa de los fundadores.
Esa confraternidad, ese espíritu de
amistad que iluminó los comienzos del
club y que continúa vigente y vigoroso
en el presente. Ese espíritu, en suma,
que fue el que permitió superar épocas
oscuras, y que lo pudo hacer porque estuvo y está respaldado por los valores
que Pellegrini y sus amigos supieron
llevar adelante con denuedo, y que son
los que hoy siguen impulsando las sucesivas comisiones directivas y los que
rigen las relaciones entre lo socios: civilización, honor, cultura, camaradería
y respeto por las mejores tradiciones
argentinas.
Después de tan emotivas palabras,
se proyectó un documental que, en sobria síntesis, fue mostrando la evolución del Jockey Club, desde sus humildes inicios hasta los fastos de la gran
sede de la calle Florida; desde aquel
sencillo Hipódromo Argentino de madera hasta el muy elegante que el club
hizo construir en 1909. Y por supuesto
se pudieron apreciar también los cambios operados en las tierras adquiridas
en San Isidro, desde el páramo original
hasta las modernas instalaciones deportivas de hoy, sus magníficas canchas
de golf y las de polo, y su insuperable
circo hípico, escenario de los clásicos
más sobresalientes del turf argentino.
Asimismo, se pasó revista a los distintos
aspectos de la residencia que actualmente es la sede social, se recorrieron a
través de imágenes sus salones, se contemplaron las obras de arte que la engalanan y su sorprendente biblioteca.
En pocos minutos, por lo tanto, se reflejaron 125 años de la historia de nuestro
club; un club que es un lujo del país y
como hay pocos en el mundo.
El acto culminó con un brindis de
honor y se prolongó en una amable tertulia en la que se trajeron al presente
muchos recuerdos y se trataron numerosos planes y proyectos para ir realizando en los 125 años por venir.
Patrimonio
Algunos trofeos
de antaño
Una serie de piezas artísticas que se conservan
en nuestra sede social muestran cómo se
recompensaba en el pasado a los ganadores de
los grandes premios de la hípica argentina.
a finalidad primordial del
Jockey Club, establecida desde un comienzo en su Estatuto, fue la de fomentar el mejoramiento de la raza caballar existente
en el país. Al respecto, las carreras fueron el vehículo ideal para lograrlo, ya
que por medio de los premios se incentivaba a los criadores para que realizaran
inversiones en sus establecimientos y los
modernizaran, incorporando las técnicas y los adelantos requeridos para ponerlos a la altura de los mejores del
mundo. Por supuesto, a esos premios en
metálico se les adjuntaba un trofeo –generalmente una copa o una plaqueta–,
en el cual, por medio de una inscripción,
se dejaba para el futuro el testimonio del
triunfo alcanzado en cada ocasión.
Con el tiempo, las autoridades del
Jockey se pre o c u p a ron por agregarles a
esos tradicionales obsequios una especial distinción, sobre todo a aquellos que
debían entregarse a los ganadores de los
grandes premios. Así, por ejemplo, en junio de 1890, durante la última sesión de
la Comisión Directiva presidida por Carlos Pellegrini, antes de que asumiera la
P residencia de la Nación después de la
renuncia de Juárez Celman, se lo autorizó para hacer colocar sobre un pedestal
adecuado un grupo de tres caballos de
plata que habían sido comprados en Europa el año anterior, agregándole al con-
L
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junto la inscripción correspondiente para ser destinado al ganador del Gran Premio de Honor, clásico instituido en 1887.
Hoy, ese trofeo se conserva en el Salón
Florida de la sede social, pero hasta el
momento no hemos logrado obtener no-
Gran Premio de Honor de 1890
ticias ciertas acerca de cómo volvió a manos del club. Se trata de un cuerpo cilíndrico de madera laqueada adornado con
cartelas de plata, que apoya sobre un elaborado pie del mismo metal finamente
tallado y culmina en una moldura con si-
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milar diseño, sobre la cual se alza el citado grupo escultórico. En el frente, en una
placa, se lee: “Jockey Club / Premio de
Honor / Ganado Por / «Avril» / hijo de Dollar y de Printanière. / Propiedad del Sr.
Salvador Benedit / Setiembre 28 – 1890”.
En la parte posterior, un relieve de gran
dinamismo muestra una carrera entablada entre tres caballos guiados por sus
respectivos jinetes, que lucen los típicos
atavíos de los jockeys.
La misma intención de embellecer
los premios tradicionales se puso de
manifiesto en otras oportunidades, así
por ejemplo, cuando en 1903 se le encargó al escultor Louis-Ernest Barrias
una reproducción en marfil de La Reno mée, la conocida figura, originalmente
realizada en bronce, que corona al poeta en el monumento a Victor Hugo
(1902), para podérsela ofrecer a Day, el
ganador del Gran Premio de Honor de
aquel año. Otro tanto sucedió cuando,
en 1905, y con un fin similar, Pellegrini
le solicitó el boceto de “un caballo corriendo en libertad, acompañado por la
Victoria” al célebre escultor animalista
Georges Gardet, obra que, según su
opinión –así se lo expresó a Miguel Cané en una carta dirigida desde Paris–,
era elegante y muy apropiada, y cuya
ejecución –le aseguraba– “sería perfecta”. Si bien ya desde tiempos lejanos el
club se preocupó por recuperar este tipo de obras, para así componer una colección histórica de trofeos, es de lamentar que la escultura de Barrias no
pudiera recobrarse, cosa que sí ocurrió
en cambio con la de Gardet, que se adquirió en 1933, adornó por un tiempo el
Salón Imperio de Florida, pero no sobrevivió al incendio de 1953.
Lejos de olvidarse, la costumbre de
encargar objetos de arte para ofrecerlos
a los criadores se fue acrecentando con
el correr de los años. Como testimonio
queda lo expresado en el acta de la sesión de la Comisión Directiva del 11 de
abril de 1924, en la cual se dispuso que,
a p rovechando la partida para Francia de
don Federico de Alvear –que el año anterior se había desempeñado como vocal
de la Comisión de Carreras–, se le autorizaba para adquirir “copas u objetos de
arte para el Gran Premio Nacional por un
valor de 84.000 francos”. Rápido en sus
decisiones, Alvear se dirigió al taller de
Paul Troubetzcoy, que por entonces estaba en el cenit de su carrera como escultor. Hijo de un príncipe ruso y de una
cantante lírica estadounidense, Tro ubetzcoy había nacido en Italia en 1866.
Su origen, que podríamos calificar como
internacional, se reflejó asimismo en su
labor artística como retratista, que también lo condujo a un trasiego cosmopolita. Si bien llegó a ser un pintor de mérito
y muy buen dibujante, sus obras más significativas fueron sus “estatuillas-retrato” vaciadas en bronce, que le consiguieron una fama perdurable en el gran
mundo de los viajeros distinguidos que
visitaban Europa y también en Estados
Unidos. La amistad que lo unió con Joaquín Sorolla –nacida durante la Exposición Internacional de París de 1900, en la
que ambos artistas lograron premios sob resalientes– le facilitó el contacto con
las familias y personalidades de mayor
relieve de España e Hispanoamérica, y
fue asimismo bien conocido por los argentinos, que pudieron apreciar su arte
en la exposición que se llevó a cabo en
Buenos Aires para festejar el Centenario
de 1810 –ocasión en la que dos de sus trabajos figuraron en la sección italiana–, y
que prolongaron su admiración posando
ante él para inmortalizar sus rasgos en
los retratos que modelaba sabiamente,
con un estilo muy personal, pero también deudor en parte de las renovadoras
tendencias impuestas por Rodin y Med a rdo Rosso. El propio Federico de Alvear se hizo retratar dos veces por Tro u-
betzkoy, precisamente en 1924, y también le encargó los retratos de su esposa,
doña Felisa Ortiz Basualdo, y de su joven
hija Felisa, siguiendo así una tradición a
la que en 1913 se había adherido Victoria
Ocampo, de quien el príncipe escultor
hizo dos dibujos y una estatuilla de bro nce, en la que Victoria figura ataviada con
un modelo de Madeleine Chéruit.
El 22 de mayo, la Comisión Directiva
se anotició de que Troubetzcoy estaba
ejecutando una escultura para galard onar al triunfador del Nacional. Según los
Modelo en barro para “La Victoria”, de P. Troubetzkoy
“La Victoria” en su estado actual
detalles recibidos, sus características parecían emparentarla con aquella pieza
que Pellegrini le había encargado a Gardet, puesto que se trataba también de
una figura de la Victoria, pero en este
nuevo caso no conducía sólo un caballo
sino una cuadriga, tema por cierto inusual para el artista, el primero de los suyos, según dijo, que en todo re c o rdaba lo
antiguo1. Los comentarios de Alvear y
sus alabanzas predispusieron sin duda a
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las autoridades, como también debe de
haberlas motivado el éxito que obtuvo la
pieza en el Salon du Printemps de aquel
año. Por eso, cuando la obra llegó a Buenos Aires despertó una merecida admiración, y el tesore ro del club, don Luis
María de Urquiza, propuso de inmediato
que quedara en poder de la institución
“para adornar sus salones”. Así se hizo, y
allí quedó hasta que el fuego dio cuenta
de parte de ella. Las llamas se llevaron a
su alegórica conductora que, triunfante,
p a recía guiar a los desbocados caballos
hacia una meta lejana, y sus formas se
a b l a n d a ron y deform a ron. Esto hizo que
se alterara su aspecto original –conocido
a través de una antigua fotografía del
modelo en barro, que aquí se re p ro d uce–, adoptando la apariencia con la que
hoy se la puede apreciar en el recinto de
la Biblioteca. En la base –en parte dañada– luce aún la firma del artista y el año
de su realización (1924), y también el sello de la destacada fundición Valsuani,
que tenía su taller en el 74 de la Rue des
Plantes, París. Así, aunque incompleta,
se la mostró en la exposición que sobre
Troubetzkoy se llevó a cabo en el Museo
de Arte Moderno de Buenos Aires entre
el 1 y el 26 de noviembre de 1978, figurando con el nº 15 del catálogo, en el que
la acompañaban otras piezas del maest ro pertenecientes a colecciones privadas argentinas.
Continuando por la misma senda, en
diciembre de 1926 los integrantes de la
Comisión Directiva del club recibieron
una nota del Dr. Ángel Gallardo, ministro
de Relaciones Exteriores, en la que les
daba cuenta de una carta que le había sido cursada por nuestro representante en
Francia, Federico Álvarez de Toledo inf o rmándole acerca del éxito obtenido por
el escultor argentino José Fioravanti en
la exhibición que había realizado chez
Barbazanges, a la vez que aconsejaba
que el club adquiriera alguna de sus
obras. Por aquel entonces, Fioravanti, nacido en 1896, estaba re c o rriendo por primera vez Europa con el apoyo del presidente Marcelo T. de Alvear, y había logrado una excelente acogida en España –allí
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Patrimonio
le compraron una obra para el Museo de
Arte Moderno de Madrid– y en Francia
–donde se hizo otro tanto con una cabeza
de bronce destinada al Musée du Jeu de
Paume–. Todavía no había llegado el momento en que se erigiría en nuestro más
eximio estatuario, como lo demostró, ent re otros casos, con los monumentos a
Avellaneda y Roque Sáenz Peña, cuya
realización encaró en su taller de la ru e
Vercingetorix durante su segunda etapa
parisina, a partir de 1929, mostrando los
resultados de su labor en el Jeu de Pomme, en 1934, y al año siguiente en Buenos
Aires, en el Museo Nacional de Bellas Artes, en ambos casos con una repercusión
extraordinaria. Si bien no había alcanzado aún esa instancia consagratoria, hacia
1924-1926 ya estaba gestando el lenguaje
de su madurez, gracias al aprendizaje directo experimentado sobre las obras
ejemplares del arte egipcio y griego, al
que supo sumar la influencia de los grandes maestros franceses como Rodin,
Bourdelle y Maillol.
La propuesta hecha al club prendió
en el ánimo de sus directivos, y fue así
que el 8 de julio de 1927, cuando Fioravanti ya estaba de re g reso en Buenos Aires, se votaron los fondos requeridos para adquirir una obra suya y así poder
ofrecerla al propietario de Quemao, de la
caballeriza La Celina, que había ganado
el Gran Premio Nacional de 1926. Muy
p ronto, por razones de tiempo, esta propuesta original se alteró, solicitándosele
un bajorrelieve en mármol para premiar
al triunfador de 1927. Pasó así la placa
color arena a poder de Justo C. Saavedra, el propietario de Bermejo, que fue el
ganador de aquel Nacional, y después
quedó en manos de sus descendientes,
hasta que transcurridos 64 años, en
1991, el Jockey pudo adquirir el relieve,
que re g resó así a la institución que había
sido su comitente, gracias a la re c o m e ndación del Sr. José F. de Apellániz y según lo resuelto en las sesiones de la Comisión Directiva del 4 de junio y del 11
de julio de aquel año.
La obra, de 58 x 66 cm., manifiesta
un despojado refinamiento y una pureza
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sorprendentes: un caballo y junto a él, de
pie y desensillándolo, su jinete. Hacia la
d e recha, una dama vestida con elegante
sencillez aplaude. Debajo, una sobria leyenda: “Gran Premio Nacional MCMXXVII – Ganador: Bermejo”. Más abajo, hacia la derecha y en letras de menor tamaño: “J. Fioravanti”. En cuanto a la técnica, más que de un bajorrelieve se trata de lo que suele denominarse relieve
en cre u x o encajonado, donde se cavan
los contornos de las figuras, determinando las formas en parte rebajadas dentro
de ese perímetro para tallar en ellas los
detalles que las definen como figuras.
Fue éste un método muy usado por los
antiguos egipcios, y precisamente es a
El relieve en mármol de Fioravanti
los relieves egipcios a los que remite el
espíritu de este trabajo de Fioravanti,
que ya se había acercado al estilo y a los
p rocedimientos escultóricos de los art esanos del Nilo en las alegorías para el
monumento a José Martínez de Hoz, que
se eleva en el predio de la Rural, re a l i z adas en París en 19262. Al contemplar estas obras, al apreciar su exquisita síntesis formal y su bella simplicidad, de inmediato se despiertan en el espectador
los re c u e rdos de otras imágenes: las desc u b i e rtas en las subterráneas mastabas
de Sakkara y Gizeh, o en los secretos hipogeos del Valle de los Reyes. En todas
ellas, el relieve ahuecado –que Fioravanti también utilizó para las figuras del
monumento a Beethoven (1928-1929) de
Plaza Lavalle3– crea cambiantes y sugestivos efectos de luz y sombra, ya sea que
se las observe frontalmente o se despla-
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ce la vista caminando frente a ellas. Ése
es, también, el efecto que hoy podemos
d i s f rutar ante la placa en honor de Ber mejo que, ubicada como está en un lugar
de tránsito constante, pero en un muro
que concita todas las miradas, llama necesariamente la atención de los socios
que concurren a diario a la sede de la Av.
Alvear. Y es bueno que así lo haga, porque se trata de una verdadera joya art í stica de nuestro patrimonio.
Mucho se podría seguir diciendo
acerca de la colección de antiguos trofeos que se ha logrado reunir en el club.
Podríamos, por ejemplo, referirnos a la
hermosa copa de oro con que se premió
a Pulgarín en el Nacional de 1921, pero
nos parece prudente concluir aquí esta
reseña, dejando el estudio de esa soberbia pieza para una próxima oportunidad. Sin embargo, antes de finalizar se
impone una suerte de reflexión acerca
del curioso destino de los objetos sobre
los que hemos tratado. Su origen fue
idéntico: se los encargó para galardonar a los propietarios de los caballos ganadores en premios clásicos del turf argentino. Uno de ellos, el de Barrias, siguió su vida al margen del club. Otros
dos quedaron en la antigua residencia
de la calle Florida y sufrieron los avatares de la historia. Los restantes tuvieron
que aguardar largos años para volver a
poder de la institución y engalanar su
sede social. Aquí conviven. El de Fioravanti en la planta baja, próximo a la
puerta por la que se ingresa al bar. Muy
cerca –en el Salón Florida– se luce el
que ostenta los tres caballos de plata
adquiridos en 1889, en tanto que los indómitos équidos del príncipe escultor
se encuentran en el segundo piso, rodeados por los innumerables libros de
la Biblioteca. Los tres están en su casa.
Roberto D. Müller
John S. Grioni, “Una amistad singular: el escultor prínci pe Paul Troubetzkoy y Joaquín Sorolla y Bastida”, en Goya,
nº 280 (2001), pp. 15-20.
2
Félix M. Pelayo, José Fioravanti, Buenos Aires, 1944, lá mina 12.
3
Ibíd., lám. 14.
1
sede social
cultura
Salón Anasagasti
Escenario Cultural
E
n el año de su 125 aniversario, múltiples han sido los actos culturales que el club ha
p rogramado para ofrecer a
sus socios e invitados en el apropiado
ámbito del Salón Anasagasti. Así, por
ejemplo, entre los últimos realizados,
cabe destacar que el 15 de junio se ofreció un singular concierto organizado por
la asociación Ars Nobilis, a cargo del barítono Víctor To rres y el laudista Igor
Herzog, quienes ejecutaron un atractivo
conjunto de canciones isabelinas.
El 5 de julio, se cedió el salón para
un acto especial que contó con el auspicio de la Fundación Vasco Argentina
“Juan de Garay”, durante el cual se escucharon las autorizadas palabras del
Dr. Julio María Sanguinetti -ex presidente de la República Oriental del Uruguay- y del académico de la Historia Dr.
Isidoro J. Ruiz Moreno, quienes se refirieron al bicentenario de la Defensa de
Buenos Aires.
Un nuevo acontecimiento musical
se llevó a cabo el 19 de julio, oportunidad en la cual, con el apoyo de la Asociación Argentino Austriaca, se pudo
disfrutar de un excelente concierto a
cargo del Trío Luminar, que ejecutó un
programa en el que figuraron obras de
Johann Sebastian Bach, Astor Piazzolla,
Manuel Moreno Buendía, Jacques Ibert
y Claude Debussy.
Finalmente, un numeroso público
pudo tener otra visión de una acontecimiento fundamental de nuestra historia
como fue la Defensa de Buenos Aires, a
través de la conferencia que don Marcos de Estrada pronunció el 9 de agosto, titulada: “Segunda invasión inglesa
al Río de la Plata, de la Banda Oriental
a Buenos Aires: la Defensa”.
1, 2 y 11. El barítono Victor Torres y el laudista
Igor Herzog interptretando canciones Isabelinas
1
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4, 8 y 9. El trío Luminar interpretando obras de
Johann Sebastian Bach, Astor Piazzolla, Manuel Moreno
Buendía, Jacques Ibert y Claude Debussy
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3, 6 y 7. El Dr. Marcos de Estrada
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sede social
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5, 10 y 12. El Dr. Horacio Zorreguieta, el Dr. Julio María
Sanguinetti y el académico de la Historia Dr. Isidoro J.
Ruiz Moreno durante la disertación auspiciada por la
Fundación Vasco Argentina “Juan de Garay”
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biblioteca
Sobre viajes y viajeros:
Los libros del
Perito Moreno
En 1920, el Club adquirió un conjunto de libros
que habían pertenecido a Francisco P. Moreno,
iniciando así la importante colección de viajeros
que actualmente prestigia a nuestra Biblioteca.
Por Roberto D. Müller
E
n 1918, debido a que el caudal
de libros atesorados en el club
ya había superado en mucho
la capacidad de las instalaciones dispuestas para su conservación, la
Comisión Directiva decidió autorizar la
inversión de hasta $ 27.000 m/n para
ampliar la Biblioteca en el sitio que hasta entonces había ocupado el vestuario
de los maestros de esgrima. Sin embargo, esos trabajos apenas lograron paliar
p rovisoriamente las dificultades, y era
evidente que, ante el constante cre c imiento de los fondos bibliográficos, muy
p ronto deberían tomarse otras medidas
de mayor alcance.
A pesar de esos problemas, las autoridades no cejaron en su afán por enriquecer el patrimonio de la Biblioteca.
Fue así que en 1919 se adquirieron 72
obras de lujo ofrecidas en venta por el
Sr. Emilio Goldaracena, a la vez que se
incorporaba una colección de notable
mérito, especializada en temas art í s t icos, que había pertenecido a don Miguel
Berro Madero. Con esas compras, el problema espacial se agudizó, al mismo
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tiempo que el ingreso de cerca de 800
nuevos socios aconsejaba llevar a cabo
urgentes re f o rmas y ampliar la sede social, para así poder ofrecerles las comodidades debidas. A la Biblioteca se la tuvo muy en cuenta en el momento de planearse esos trabajos, ya que para albergarla se proyectó un gran local en una
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casa anexa, que había sido adquirida en
1908 sin que desde entonces se le diera
un destino preciso. Allí, en un grandioso
recinto de la planta baja, en todo acorde
con el volumen y la calidad alcanzada, la
Biblioteca del club iniciaría una nueva
etapa de su historia, que se extendería
hasta el 15 de abril de 1953.
Mientras se realizaban las obras de
adaptación de ese nuevo local, que recién concluirían en 1921, se resolvió
suspender la adquisición de libro s ,
puesto que en esas circunstancias era
imposible encontrarles una ubicación
adecuada. Ésa fue la razón por la cual
no se pudo comprar en su totalidad la
biblioteca que había pertenecido al perito Francisco P. Moreno, que antes de
ser puesta en venta fue ofrecida al club
por su hermano, Eduardo G. More n o .
De todos modos, en agosto de 1920, llegada la instancia del remate judicial de
esos libros, dispuesto por el Juez Dr. J.
C. Lagos y organizado por la firma J. C.
Naón & Cía., el club se hizo presente a
través de sus re p resentantes en el salón
de ventas ubicado en Bartolomé Mitre
530, logrando adquirir 249 volúmenes
cuidadosamente seleccionados entre los
1.273 lotes que incluía el catálogo, abonándose por ellos $ 4.005,97 m/n. Las
obras elegidas, que hoy forman parte de
la sección de libros re s e rvados de nuestra Biblioteca y son justamente valoradas, tratan fundamentalmente sobre
viajes, descubrimientos geográficos y
expediciones científicas realizadas des-
Francisco P. Moreno en su juventud.
de el siglo XVII hasta los últimos años
del XIX, presentándose como un vívido
testimonio de aquellos tiempos en los
que “el horizonte geográfico era aún
pródigo en incógnitas e invitaba a una
p e rmanente aventura”, como tuve oportunidad de expresar en el prólogo al catálogo de la exposición Los viajeros y sus
v i a j e s,que se presentó en los salones de
la Biblioteca entre noviembre de 1995 y
e n e ro de 1996, muestra en la que figuraron varias de las obras que habían pertenecido a Moreno.
La pieza más antigua del conjunto
adquirido en 1920 es An account of a vo yage from Spain to Paraquaria, traducción reducida del holandés del diario de
viaje de los padres jesuitas Anton Sepp
y Anton Behme, que fue impresa en Nurenberg en 1697. Como ocurre con todos los libros de la colección, lleva este
volumen la firma de Moreno en la portada, o, más precisamente, habría que
decir que se trata de una de sus firmas,
ya que a pesar de la semejanza existente entre todas las registradas, se nota en
ellas el paso del tiempo y ciertos cambios evidentes en algunos de sus rasgos, como se puede advertir al comparar las que figuran en las ilustraciones
que acompañan a este texto.
Si bien se hace imposible reseñar la
totalidad de las obras incorporadas en
aquella ocasión, conviene destacar que
una parte importante de ellas pro v i e n e
del siglo XVIII. Así, por ejemplo, la His t o i re de la découverte et de la conqueste
du Pero u, de Agustín de Zárate, en traducción de Samuel de Citry (Amsterdam, 1719). Este ejemplar muestra la
f i rma de un antiguo propietario (Roch f o rd) y la de Moreno, que en este caso
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apuntó también la fecha en la que el lib ro pasó a su poder: el 30 de abril de
1874. Es asimismo una obra de muy digna sustancia A voyage round the world,
in His Majesty’s ship The Dolphin, com manded by de Honourable Commodore
B y ro n. En esta segunda edición londinense de 1767 –que en su portada luce la firma de Moreno y la fecha “31
de enero de 1893”– se indica que el
relato del viaje fue escrito por an
O fficer on Board the said Ship, anónimo autor que a veces ha sido
identificado con Charles Clerke, un
g u a rdiamarina del Dolphin.
De 1756 data el ejemplar de la
obra de Richard Rolt A new and accura te history of South-America, que a sus
interesantes características editoriales
aúna las huellas que fueron dejando
sus sucesivos dueños por medio de sus
firmas: la de Rufino Varela (en la vista);
otra, raspada y prácticamente ininteligible, en la parte superior de la portada;
la de M. Bollaert al comienzo del primer capítulo y, por supuesto, la del perito, su último poseedor antes de que
pasara a formar parte del patrimonio de
nuestra Biblioteca.
Otros títulos que no pueden soslayarse son: An account of the European
settlements in America, de Edmund Burke (London, 1757); Travels of the jesuits
into various parts of the world (London,
1767); Histoire des navigations aux te rres australes, de Charles de Brosses
(Paris, 1756); la primera edición del Vo yage que Louis-Antoine de Bougainville
realizó autour du monde, comandando
la frégate du Roi La Boudeuse, et la flû te L’Etoile (Paris, 1771); la Historia del
Nuevo Mundo, de Juan Bautista Muñoz,
impresa en Madrid, por la viuda de Ibarra, en 1793, y la Relation du voyage a
la recherche de La Pérouse, de JacquesJulien de Labillardière, obra en dos volúmenes acompañados por un Atlas infolio editada en Paris, por H. J. Cansen,
en el An VIII de la République Françoise
(1799-1800).
Adentrándonos en el grupo de obras
dadas a luz en el siglo XIX, y ubicándo-
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biblioteca
Portada del libro más antiguo de la colección Moreno, en
la que se advierte la firma primitiva del perito con las ini ciales de los nombres separadas del apellido. Puede com parársela con las posteriores que figuran en las portadas
reproducidas en las páginas 50, 51 y 54.
nos de lleno en nuestro continente, descubrimos el Voyage to South America,
performed by order of the American Go vernment, de Henry M. Brackenridge
(Baltimore, 1819), Travels in the interior
of Brazil, de John Mawe (London,
1821), Travels in South America during
the years 1819-20-21, de Alexander
Caldcleugh (London, 1825), y South
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America and the Pacific, de P. Campbell
Scarlett (London, 1838). Y en cuanto a
obras dedicadas más específicamente a
describir nuestra geografía, nuestras
costumbres y recursos económicos, podemos admirar, entre otras, las siguientes: Rough notes taken during some ra pid journeys across the Pampas and
among the Andes, de Francis Head
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(1826), Twenty-four years in the Argenti ne Republic, de John A. King (1846),
Two thousand miles’ ride through the
Argentine provinces, de William Mac
Cann (1853), A two years’ cruise off Tie rra del Fuego, the Falkland Islands, Pa tagonia, and in the River Plate, de William Parker Snow (1857), Pioneering in
the Pampas, de Richard Seymour
(1870), y Argentina and the Argentines,
de Thomas Turner (1892). Varios de estos títulos se incluyeron en una segunda exhibición sobre viajeros que se
efectuó en la Biblioteca entre julio y
septiembre de 1997, titulada La Argenti na contada en inglés.
Moreno había comenzado a reunir
este tipo de libros en su juventud, despertando la admiración de Mitre, quien
en una carta que en 1875 le dirigió a
Diego Barros Arana, elogió al “joven
naturalista que es nuestra esperanza”,
destacando que no sólo era inteligente,
instruido y apasionado por los viajes y
la exploración de regiones desconocidas, sino que también poseía “una vasta biblioteca americana”1. Para entonces, Moreno tenía apenas 23 años, y hacía ya dos que había dado comienzo a
su vida de apasionado explorador recorriendo las costas de los ríos Negro y
Colorado. ¿Cómo logró hacerse de una
colección de libros tan sobresaliente en
un medio intelectual pobrísimo, como
era el nuestro de aquellos años, donde
lejos estaban de circular con asiduidad
y, por supuesto, no eran los que solían
ofrecer las librerías de Buenos Aires?
Tal vez algún título aislado –como aquél
que perteneció a Varela– le haya sido
obsequiado, pero es más que probable
que al respecto recibiera el consejo y
apoyo de German Burmeister, organizador del Museo de Ciencias Naturales
biblioteca
porteño, quien reconoció de inmediato
las dotes excepcionales del joven y se
transformó en su protector. Quizás haya sido él quien le acercó los catálogos
de las librerías o de los anticuarios europeos y lo guió en la elección de los títulos, y es de imaginar con cuánta ansiedad habrá aguardado, una vez hechos los pedidos correspondientes, que
los todavía lentos paquetes de antaño le
trajeran a vuelta de correo esos codiciados objetos de su deseo. Con el correr
del tiempo, ese tipo de contactos se habrán hecho corrientes, y dada la fama
internacional que por sus trabajos fue
obteniendo Moreno, las librerías o casas editoras extranjeras siempre deben
de haber respondido con presteza a sus
pedidos. Como dato curioso, podemos
rescatar que muchos de los libros relacionados con nuestro país que integraron su biblioteca fueron publicados por
las editoriales londinenses de John Murray y de Longmans, Green, and Co., y
sería por demás interesante averiguar
si aún se conservan archivos de dichas
firmas, que pudieran echar luz sobre la
posible existencia de cartas dirigidas a
ellas por el perito. Queda así planteada
esta inquietud como sugerencia para
una posible y futura investigación.
En su enjundioso ensayo titulado
Contribución al estudio histórico del de sarrollo de los servicios bibliotecarios de
la Argentina en el siglo XIX (Resistencia,
1974-1975) advirtió María Ángeles Sabor Riera que los libros con los que Moreno inició su colección los donó más
tarde a la Biblioteca Pública de La Plata, de la que –como del Museo de Histo-
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ria Natural de esa ciudad– fue su fundador y primer director. Según la misma
fuente, con el tiempo habría logrado
hacerse de otro rico conjunto de libros
y mapas, formando una segunda biblioteca, que sería la que se dispersó al ser
vendida en subasta pública en 1920 (II,
p. 75 y pp. 142-143). Sin embargo, estos
datos son contradictorios, ya que tanto
la Biblioteca como el Museo de La Plata fueron fundados en 1884, pero muchos de los libros que hoy se conservan
en el Jockey Club muestran –como ya lo
hemos advertido– las fechas en las que
fueron adquiridos o pasaron a manos
de Moreno, y una notoria cantidad de
ellas corresponde a los años setenta del
siglo XIX. De ahí que no puedan provenir de una “segunda” biblioteca sino de
un fondo antiguo que, lejos de haber sido obsequiado, permaneció en su poder
y se fue incrementando con el correr de
los años. Por lo tanto, la donación a la
Biblioteca Pública no debió involucrar
la totalidad de los libros que el sabio naturalista poseía hacia 1884.
Fue con los libros de Francisco Pascasio Moreno con los que se establecieron
las bases de la importante colección de
viajeros que todavía hoy es uno de nuest ros mayores orgullos. Esa importancia
ha quedado ratificada en la muy completa Bibliografía de viajeros a la Argentina
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de Susana Santos Gómez (Buenos Aires,
1983), ya que en muchas de sus entradas
figura la sigla BJC, que testimonia la presencia, en la Biblioteca del Jockey Club,
de buena parte de los libros por ella reseñados, algunos considerados como verdaderas rarezas bibliográficas.
A través de las páginas de esos vetustos e inapreciables volúmenes podemos ingresar en el fascinante mundo de
las exploraciones, ese mundo al que
Moreno le dedicó una sección especial
en el Museo, con la intención de que los
estudiosos aprendieran a conocer el territorio argentino, preocupándose por
su poder económico y su integridad2.
Leyéndolos y admirando sus imágenes,
transitaremos por mares tempestuosos
o engañosamente calmos; por tierras
vírgenes, ferales, a veces envueltas en
una atmósfera de misterio y veladas por
un silencio absoluto, como tal vez sea el
de la eternidad. Conoceremos cómo
vieron y apreciaron aquellos modernos
y atrevidos argonautas los nuevos horizontes que iban descubriendo; cómo se
fueron abriendo paso luchando contra
la naturaleza hostil o contra los indómitos aborígenes; cómo apreciaron las posibilidades productivas de esos escenarios inéditos y las ventajas que ofrecían
para abrir perspectivas y rutas originales para la industria y el comercio. Por
fin –tal como lo advirtió Carlos J. Cordero en su estudio sobre los extranjeros
que recorrieron el país después de la
Revolución de Mayo (1916)–, cuando algunos de esos libros nos muestren el
perfil más cercano de nuestra propia
patria, se presentará ante nosotros la
realidad de un lejano ayer tal como fue
vista por los ojos y los intereses foráneos, devolviéndonos la imagen de
nuestras cosas en forma peculiar, como
reflejadas “en un cristal extraño”, en
una suerte de espejo fascinante en el
que los viajeros nos han dejado impreso el asombrado relato de sus viajes.
Enrique de Gandía, Mitre bibliófilo, Buenos Aires, 1939, p. 137.
Roberto Hosne, Francisco Moreno: una herencia patagóni ca desperdiciada, Buenos Aires, 2005, p. 19.
1
2
Novedades
Invitación
A través del Travellers Club de Lond res, hemos recibido una especial invitación dirigida a los socios del Jockey
Club que tengan pensado visitar Euro p a
e n t re el 28 de septiembre y el 25 de octubre del corriente año. Durante ese período se llevará a cabo la exposición
inaugural de The Association of Pall
Mall Libraries, en la cual se expondrán
l i b ros raros y valiosos pertenecientes a
d i f e rentes clubes londinenses. La muestra, denominada “Treasures from the Libraries and Collections of Gentlemen’s
Clubs and Learned Societies in London”,
tendrá lugar en The Royal Society of Medicine Library – 1 Wimpole Street – London WIG 0AE – www.rsm.ac.uk.
Carlos Pellegrini en perspectiva
Se encuentra en etapa de impresión,
y próximamente estará en venta, el lib ro Carlos Pellegrini en Perspectiva,
cuarto título de la colección “Biblioteca
Jockey Club”. En él se han recopilado
las conferencias pronunciadas en el
club acerca de su fundador y primer
presidente, desde la inaugural de 1921
hasta la conmemorativa del centenario
de su fallecimiento, dictada en julio de
2006. La obra, que se edita con el doble
motivo de homenajear al eminente estadista, y también como celebración de
Dvd documental
100 años de Pellegrini / 125 años del
Jockey Club
El club ha producido un DVD en el
que se han editado en forma conjunta
dos documentales: 1) el que sobre el Dr.
Carlos Pellegrini se presentó el año pasado en el Salón Anasagasti de la sede
social, en ocasión de la exposición conmemorativa del centenario de su fallecimiento, y 2) el que se exhibió el 16 de
abril de este año en el Salón Dorado, al
celebrarse los 125 de la fundación del
Jockey, en el que se expone una síntesis
en imágenes de la historia de nuestro
club. Los socios que así lo deseen, pueden adquirirlo en la Intendencia a un
costo de diez pesos.
los 125 años de la fundación del club,
que se cumplen en este año 2007, reúne los textos de las disertaciones de: Ricardo Rojas, Álvaro Vargas Villemette,
Matías Sánchez Sorondo, Atilio Dell’Oro
Maini, Horacio Zorraquín Becú, José
Arce, Marcos de Estrada, Carlos María
Gelly y Obes, Héctor Lanfranco, Arturo
Frondizi, Pedro Real, Luis Santiago
Sanz, Natalio Botana, Roberto Cortés
Conde y Ezequiel L. Gallo, y, como
apéndice, el de un ensayo de Álvaro
Melián Lafinur.
Espacio Publicitario
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reciprocidad
EL GUN CLUB
a preservación de los ideales
de la caballerosidad alentó a
un grupo de amigos en Bogotá a la creación del Gun Club
en 1882. Los fundadores, que acostumbraban divertirse con un juego de cartas
denominado “tresillo”, tomaron el nomb re de Gun Club de la novela de Julio
Verne “De la tierra a la luna”, recién publicada, en la que veteranos de la guerra
civil norteamericana se dedicaban a fabricar un gigantesco cañón con el cual
disparar a la luna.
Sin embargo se trató de un nombre
de fantasía, porque el propósito de la entidad colombiana nunca estuvo tan emp a rentado con estrechar un vínculo con
las armas, sino más bien con forjar el carácter pacífico y amistoso de sus socios.
El 1º de abril de 1882, dice la crónica, se
L
1
Un refugio
de la amistad
Actividades recreativas y el placer de la reunión
entre amigos se conjugan en el decano de los
clubes de Bogotá; fundado en 1882, posee una
rica colección de los más renombrados pintores
colombianos.
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realizó la reunión inicial en una habitación alquilada en el tercer piso de las Galerías de Arrubla, un edificio ya por entonces viejo que ocupaba el costado occidental de la plaza de Bolívar, en la capital colombiana. Muebles usados y un piano alquilado por unos pesos conformaron las primeras facilidades.
El reglamento original se redactó en
1894, cuando el club se constituyó como un lugar para encuentro y conversación entre amigos, además del billar,
el tresillo, la música y la lectura, actividades recreativas principales. El primer punto de sus normas rezaba: “Su
objeto es el establecimiento de un lugar
de reunión y sociabilidad”.
Así describe al Gun Club Bernardo
Grau Azuero, socio desde 1952: “El espíri-
tu del Gun es algo muy importante, no es
un club para millonarios, pero sí de tradición; los apellidos importan pero no son
definitivos porque valoramos la sencillez.
No se recibe a la gente por plata sino por
calidad de persona, la vinculación de hijos
y parientes y la forma como se traspasa el
derecho hereditario, por línea masculina,
al hijo, al hermano, al nieto y al yerno”.
Entre el patrimonio artístico y cultural, esparcidos por los salones y los recodos de la sede resaltan una interesante colección de objetos, piezas de
valor histórico y recuerdos de muchas
épocas que provocan admiración. Allí,
priman los clásicos maestros de la pintura sabanera y sobresalen los grandes
pintores colombianos.
1. La entrada principal en la actualidad
2. Detalle del edificio de la Calle 16
3, 4, 5 y 6. Todas las comodidades nos ofrece
el Gun Club para pasarla bien en nuestra
estadía en Colombia
3
4
5
6
Vista la necesidad de ampliar las instalaciones al compás de la expansión de la
lista de socios y del crecimiento demográfico de la ciudad, el Gun Club fue mudando a distintas sedes con el transcurso del siglo XX, destacándose la de la Calle 16, desde 1946 hasta 1982. Finalmente, la entidad
fijó su base hasta estos días en la Avenida
82, en el norte de Bogotá, una vía circundada de jardines que enlaza los mejores sectores residenciales con los comerciales.
El edificio, con su discreta y sólida fachada de ladrillo, posee un gran comedor, dos bares, dos salas de billar, el salón
de recepciones, la biblioteca y nueve reservados denominados La Cacería, Polo,
Santafereño, Hípico, Centenario, Living,
Senado, Altillo 1 y Altillo 2, todos adornados con motivos alusivos a su nombre.
Conviene detenerse en una arm a d ura de caballero adquirida a Santiago
Guarín, que ocupa un lugar de preferencia entre los tesoros ornamentales de interés histórico, y que fue de los primeros
elementos decorativos del recinto, allá
sobre el final del siglo XIX.
También, se rescatan como piezas
significativas un elegante estuche con
un par de pistolas de duelo, un diminuto revólver español forjado en acero toledano, que perteneció al presidente
Carlos E. Restrepo, y “la mama”, una
escopeta inglesa de grandes dimensiones fabricada en 1862. Otros objetos
–de neto corte masculino- son la colección de grabados y litografías sobre cacería, hípica y polo, y las cabezas de
ciervos, antílopes y alces que recuerdan
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a las mansiones campestres de la Inglaterra victoriana.
Entre el mobiliario, es notable un Luis
XV con sus finas sillas doradas, que junto
con las grandes consolas con tapa de mármol y los magníficos espejos compañeros,
evidencian el gusto de los bogotanos por el
arte decorativo francés. Otro elemento de
gran aprecio es el viejo piano Pleyel instalado en el comedor principal, en donde
también luce un precioso roast-beef trolley
de plata hecho en Inglaterra en el siglo
XIX. Esta enumeración de algunos objetos
preserva la memoria de épocas lejanas y
costumbres casi desaparecidas, como testimonio de la larga vida del Gun Club, decano de los clubes bogotanos.
Cada sector del edificio adquiere una
fuerte identidad, con tradiciones consolidadas a lo largo del tiempo. Los más caracterizados son el baño turco, el salón
de juego –con sus torneos de gin ru m m yy la sala de billar, en donde al caer la tarde llegan los aficionados al deporte para
jugar unos partidos amistosos.
Esta entidad nunca ha tenido una sede campestre o deportiva; es un lugar para encontrarse durante la semana, no
a b re los domingos ni feriados. Y como
consecuencia de su trayectoria, de la distinción de sus socios, de su jerarquía, el
Club ha mantenido relaciones amistosas
y tiene establecido el vínculo de re c i p rocidad con un grupo selecto de entidades
extranjeras, entre ellas el Jockey Club.
Gastón Saiz
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agenda
Sede Social
Conmutador:
Gerencia de Interior:
Correo electrónico:
Página en Internet:
Hipódromo de San Isidro
Conmutador:
4743-4011/19
Correo electrónico:
[email protected]
Internet:
www.hipodromosanisidro.com.ar
agenda
sede social
Ciclo Cultural
11/9 Conferencia del Dr. Adolfo César Díz. Tema:
Evolución del sistema monetario internacional”
20/9 Conferencia del Dr. Rodolfo Argañaraz Alcorta. Tema: “Mariquita Sanchez – secretos y verdades en la historia argentina” con lecturas y documentos a cargo de la Sra Lili Sielecki, la Sra. Beatriz Haedo de LLambi y el Sr. Juan José Saavedra.
4/10 Conferencia del Sr. Fernando de Estrada. Tema: “Tres caudillos de la Reconquista Española: Pelayo, Fernán Gómez y el Cid”. Presentada por la
Asociación de Mujeres Hispanistas y la Sociedad
San Fernando Rey.
10/10 Concierto Lírico a cargo del tenor Iván Gancedo (h) y la Profesora Rozita Zozulia.
18/10 Conferencia del Sr. Juan José Llach. Tema:
“Desafíos económicos y sociales de la próxima presidencia”.
Noviembre. Conferencia del Sr. José Claudio Escribano (a confirmar).
Biblioteca
Se recuerda a los señores socios que se encuentra a
su disposición, en versión electrónica, el Boletín de la
Biblioteca nº 17-18, que informa sobre todas las
obras ingresadas por compra o donación durante el
año 2006. Se puede solicitar a la dirección [email protected]. Quienes así lo deseen, pueden
consultar su contenido en las copias sobre papel que
se encuentran encarpetadas en la sala de lectura.
Continúa la exhibición de “Clubes de Argentina y
del Mundo”, muestra monográfica en la que se pasa revista a una serie de libros descriptivos sobre
centros sociales y deportivos de nuestro país y sobre algunos extranjeros que mantienen correspondencia con el Jockey Club.
Se tiene previsto inaugurar una nueva exposición
en el mes de septiembre, destinada a difundir la bibliografía más sobresaliente que se conserva en
nuestra Biblioteca sobre la pintura francesa de los
siglos XVII y XVIII.
Esgrima
20/9 – Copa Quesada Challenger espada individual
a 1 golpe.
18/10 – Copa Intercubes espada por equipos de 3
tiradores con invitación de otros clubes.
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48l5-056l/0022
4815-7081
[email protected]
www.jockeyclub.com.ar
31/10 – Campeonato de la Sala espada individual a
5 golpes.
08/11 – Copa Edward Gardère Florete por equipos
con invitación.
05/12 – Entrega anual de Premios.
golf
Se reseñan a continuación, los principales torneos
a disputarse en los próximos meses
8/9 – Copa Santiago Luro – MP – Clasif. 16 mejores 10 a 13 y 25 a 36
9/9 – Clasif. 16 mejores 14 a 17 y 18 a 24
15/9 – Copa Carlos Pellegrini (Campeonato del
Club) – MP – Clasif. Cat. Scratch a 36 hoyos
15/9 – Copa Santiago Luro – Clasif.16 mejores 0 a 9
16/9 – Ultimos 18 hoyos
22/9 – 1º Rueda a 18 hoyos de todas las categorías.
23/9 – 2º Rueda a 18 hoyos de todas las categorías.
29/9 – Semif. a 18 hoyos de todas las categorías
30/9 – Copa Carlos Pellegrini – Final a 36 hoyos.
30/9 – Copa Santiago Luro – Finales a 18 hoyos
6/10 – Copa Primavera –18 h. MP – Categorías
Scratch, 0 a 16 y 17 a 36.
7/10 – Copa Agosto – 18 h. FBA – Categorías 0 a
16 y 17 a 36. Copa Dos Generaciones – 18 h. FBA –
Categorías 0 a 36. Copa Arquitecto Guillermo Madero – 18 h. FBA –Cat. 0 a 36
10/10 al 14/10 – 100° Torneo Interclubes de
1º división de caballeros (AAG).
13/10 – Copa Miguel A. Martinez de Hoz – 18 h.
Lag. – Categorías 0 a 36
14/10 – C. Miguel Saenz – 18 h. Lag. – Categ. 0 a 36
15/10 – Copa Centenario Interclubes –18 h. MP – Categorías: Scratch, 0 a 9, 10 a 16, 17 a 24 y 25 a 36.
20/10 – Copa Capitan – FBC – Clasif.16 mejores 13
a 18 y 8 mejores 19 a 27
21/10 – Ultimos 18 hoyos de la Clasificación.
27/10 – Clasif. mejores 16 tarjetas 0 a 8 y 9 a 12
28/10 – Ultimos 18 hoyos de la clasificación.
3/11 – 1º Rueda a 18 hoyos de todas las categorías.
4/11 – 2º Rueda a 18 hoyos las todas las categorías.
10/11 – Semif. a 18 h. de 0 a 8, 9 a 12 y 13 a 18: Final a 18 h. de 19 a 27.
11/11 – Final a 18 h. de 0 a 8, 9 a 12 y 13 a 18.
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12/11 al 16/11 – Torneo Sudamericano Veteranos de Golf
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17/11 – Gran Premio Miguel A. Juarez Celman – 54
hoyos MP – Clasif. Cat. a determinar. Primeros 18
hoyos de la clasificacion.
18/11 – Ultimos 18 hoyos de la clasificación.
23/11 – 54 hoyos MP – Clasif. Cat. a determinar.
Primeros 18 hoyos de la clasificación.
24/11 – Ultimos 18 hoyos de la clasificación.
25/11 – Ultimos 18 hoyos para los clasificados en
todas las categorías.
Servicios
Alquiler de carritos: Se ha implementado para
los señores socios con impedimentos físicos, el servicio de alquiler de carritos para la práctica de golf.
Cajero automático: Se encuentra habilitado un cajero automático para el uso de los señores socios.
Tarjeta de crédito: En el comedor del club se
acepta este medio de pago.
Salones de recepciones: Los salones del Club House pueden ser utilizados para ofrecer recepciones.
campo de deportes
Tenis: 8/8 – Copa Carlos Pellegrini, Copa Primavera
20/9 – Copa Amistad B.
Enseñanza de tenis: Los sábados y domingos se
imparte en el sector Cadetes, clases de tenis dirigidas a menores de 5 a 18 años.
Hockey: Las clases dirigidas a niñas de 6 a 14
años, se imparten los sábados de 14 a 17. A
través del correo electrónico [email protected] puede obtenerse mayor información sobre la actividad.
Salones para fiestas: El Campo de Deportes
cuenta con salones aptos para reuniones sociales.
La disponibilidad de fechas y aranceles pueden
consultarse en la Administración.
Traslado al Campo de Deportes: Este servicio se
brinda los sábados y domingos, con salidas desde
la Sede Social a las 10 y 12 hs. y regresos a las
16,30 y 18,30
Hipódromo de San Isidro
Las alternativas de las pruebas que se disputan en
el Hipódromo de San Isidro pueden seguirse a través de Internet. Se accede a través de la página
institucional del Club (www.jockeyclub.com.ar) y
posteriormente en el ícono del Hipódromo de San
Isidro, deberá pulsarse CARRERAS DEL DIA.
estilos
Estancias argentinas
El Boquerón
Bien de familia
Cercana a Mar del Plata, la estancia de los
Anchorena creció de la mano de Enrique, su
primer dueño, y hoy es punto de reunión de
amigos y descendientes. Cuenta con un parque
de 300 hectáreas y la firma de Alejandro Bustillo
en sus dos construcciones principales.
E
l Boquerón”. Vaya si suena
campestre ese nombre .
Guarda un toque rústico,
tradicional y bien criollo.
Así podría llamarse cualquiera de las
propiedades rurales que abundan en
una Argentina nacida y forjada a caballo por ingentes extensiones. Una Argentina que, tiempo después, encontraría también en el campo un acervo de
esteticismo y lujo, con sello autóctono,
muy propio. Un país de gauchos céle-
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bres y emprendedores que hicieron patria; de hombres lúcidos e ilustrados
que condujeron pueblos para crear patria; de cultivos y ganados que alimentaron a patriotas y fuereños; y de grandes estancias que fueron orgullo del
país en épocas de aroma a riqueza cultural y liderazgo regional.
Mar del Plata: Chapadmalal, La Armonía y El Boquerón. Ésta se ubica a unos
23 kilómetros de la ciudad, junto a la
ruta que lleva a Necochea, donde hallan su límite las sierras de Tandil y Balcarce, antes de Sierra de Los Padres. La
estancia se sitúa a unos 100 metros sobre el nivel del mar, en un parque de
300 hectáreas (en una propiedad que
tiene un total de 4.300) entre cuyas pendientes se distribuye su poblada flora.
El Boquerón está indisolublemente
identificada con la familia Anchorena,
que tuvo su primera raíz en tierra criolla
con la llegada de Juan Esteban en el año
1765, proveniente de Pamplona. Muy trabajador, el pionero de las ramas argentinas estableció un fluido intercambio de
bienes con el interior, sobre todo con Tucumán y Salta, y también exportó a Europa, lo cual lo convirtió en un potentado
c o m e rciante hacia el 1800. La fortuna de
Anchorena fue creciendo y llegó cuantiosa a uno de sus descendientes, Mariano
Nicolás, que se casaría con Mercedes
Castellanos, hija de Aarón Castellanos,
un precursor del desarrollo de Santa Fe.
El matrimonio fructificó con diez hijos,
pero Mercedes quedaría viuda siendo toVista aérea de la casa principal y chalet anexo
El origen.
Tres son las grandes propiedades de
este tipo de las cuales puede ufanarse
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Agradecimiento especial a Ricardo Frers
de “Estancias Argentinas”
estilos
Estancias argentinas
El personaje de la familia: Aarón de Anchorena
Uno de los miembros del clan Anchorena que frecuentaban El Boquerón era Aarón, hijo de
Mercedes Castellanos y hermano de Enrique Anchorena. Se trataba de una mezcla de aventurero, deportista, viajero y bon vivant, tan capaz de crear el primer parque nacional de
América del Sur (en la isla Victoria, próxima al deshabitado Bariloche) como de trasladarse
al Chaco para dialogar con un cacique y así evitar un malón, cosa que no consiguió, aunque
fue el último de su tipo en el país.
En una de sus atrapantes ocurrencias, trajo de Francia un globo aerostático y un técnico para efectuar el primer vuelo sobre el Río de la Plata. Cuando estaba casi todo listo para la
partida en la Sociedad Sportiva Argentina (hoy, Campo Argentino de Polo), frente a muchos
amigos en la nublada mañana del 25 de diciembre del año 1907, el técnico le hizo saber que
el gas con el que iban a intentar la hazaña no poseía la suficiente densidad como para lograrla, y se rehusó a volar. Ante su gente, Aarón no se echó atrás y preguntó al público si
alguien quería acompañarlo. Un ingeniero electricista de 32 años que jamás había tenido
experiencias aéreas aceptó la propuesta. El aeróstato ascendió nomás, y Aarón y su improvisado compañero salieron hacia Uruguay. Venía todo bien hasta que Pampero –el globo–
empezó a perder altura. Mala noticia: el técnico francés tenía razón. Los tripulantes debieron arrojar toda su carga al río para no caer antes de tiempo, el agua estaba cada vez más
cerca... pero, apenas con lo justo, piloto y copiloto arribaron a la costa oriental. El susto ya
no importó: Aarón estaba feliz por la llegada, por ser protagonista del primer cruce aéreo
del río, tanto que decidió comprar unas tierras cerca de ahí. Su madre, Mercedes, se las obsequió a cambio de la promesa de que nunca más volaría, y el hijo, un espíritu inquieto pero cumplidor, no volvió a viajar por el aire.
Aarón hizo construir ahí, en Conchillas, a poca distancia de Colonia del Sacramento, una estancia, La Barra de San Juan, que la gente llamaría “Estancia Anchorena”. Mandó hacer
también una elevación de 75 metros (“Torre Anchorena”) al estilo de un faro marítimo. Y allí
pasó a gusto el resto de sus días, hasta que murió en 1965. Su cuerpo descansa al pie de
su torre. Se había casado de grande y había legado su propiedad, de 1370 hectáreas, al Estado uruguayo, que aún hoy dispone de ella como residencia de descanso del presidente.
¿Qué fue de su acompañante en el globo? Al parecer, la excitante vivencia le gustó y bastante:
el fulano era un tal “Jorge Newbery”, el padre de la aviación argentina, para más datos.
La cancha.
Enrique Anchorena era un fervoroso adepto al golf y, con semejante terreno a disposición, decidió tener a mano
un campo de juego. Para ello convocó
al doctor Alister MacKenzie, que pocos
años después agregaría a su obra en la
Argentina el diseño de las dos canchas
del Jockey Club (Azul y Colorada).
El diseñador escocés proyectó nueve
hoyos dobles con tees alternados, pero fi-
Aaron de Anchorena junto a Jorge Newbery
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davía joven, con 300.000 hectáreas y una
enorme riqueza por administrar. Señora
prudente y muy creyente, sus pomposos
títulos de “condesa pontificia” y “dama de
la rosa de oro” no le quitaron los pies de
la tierra. No se preocupaba por la moda;
era una mujer de campo entregada a su
familia que supo no sólo no dilapidar el
patrimonio, sino más bien incrementarlo.
Era dueña del hoy llamado Palacio San
M a rtín (sede de la Cancillería), donde vivió con su descendencia, y mandó const ruir la iglesia del Santísimo Sacramento,
en cuya cripta descansan sus restos.
De tan sobresaliente persona nació
Enrique Anchorena, que solía veranear
a principios del siglo XX en un chalet de
Mar del Plata y no tardaría mucho en
ser el destinatario del monte que en las
afueras poseía doña Mercedes (propietaria de varios otros campos) desde que
lo había comprado a un tal Zubiaurre a
fines del XIX. Enrique, no tan prolijo
con los números como su madre, aficionado al buen vivir y conocedor del buen
gusto merced a los períodos en que los
Anchorena vivieron en Europa, acudió
a algunos de los más prominentes profesionales para hacer de El Boquerón
(el predio heredó su nombre de un
puesto que había en el lugar) una suerte de paraíso terrenal. En una época de
esplendor de las grandes estancias –las
primeras décadas del siglo XX–, quiso
lo mejor para la suya: encomendó las
viviendas al joven aunque renombrado
arquitecto Alejandro Bustillo, encargó
el parque al alemán Hermann Böttrich
y dejó en manos del escocés Alister
MacKenzie la cancha de golf.
C L U B
Abajo. Jaime Zuberbühler, actual propietario, a la
derecha la casa original y uno de los carruajes
nalmente fueron construidos nueve hoyos simples, en un trabajo supervisado
por el argentino Juan Dentone y llevado
a cabo en el año 1928. El 4 de marzo del
1930 el propio MacKenzie rubricó el libro
de visitas, que durante los años 30 y 40 se
poblaría con firmas prestigiosas, por la
calidad de su juego, de los mejores profesionales y amateurs tanto del ámbito
nacional como del extranjero. Entre
ellas, la más fulgurante es la de Henry
Cotton, que refrendó esas hojas también
en el ’30, antes de vencer en el Abierto
Británico en tres ocasiones (’34,’37 y ’48).
Las residencias.
Alejandro Bustillo se recibió de arquitecto en el año en que comenzó la
primera guerra mundial: 1914. En el
’27, cuando le pidieron que proyectara
las construcciones de la estancia, ya era
un profesional de marcado prestigio,
aunque sus obras cumbres llegarían
más tarde: el hotel Provincial y el Casino de Mar del Plata, el centro cívico y la
catedral de Bariloche, el hotel LlaoLlao y el edificio central del Banco de la
Nación Argentina. Y para la misma época de El Boquerón efectuó los planos
del propio Mar del Plata Golf Club.
Tres viviendas diseñó Bustillo para la
p ropiedad de los Anchorena. Una fue la
casa de los peones, levantada en lo alto
de una pendiente como una suerte de
f o rtaleza de mampostería y piedra. Consta de una plaza central en forma de herradura alrededor de la cual se hallan un
comedor con una galería y, a los costados, dos grandes arcos laterales de acceso y varias dependencias de servicio; en
el piso superior, encima del comedor, se
localizan las habitaciones, dispuestas de
tal modo que el sol de la mañana entrara
de lleno por sus ventanas. ¿Para qué? Para que no remoloneara el personal de
servicio de la estancia. Muy cerca de ella
está La Ferme (“La Granja”), que fue
ideada como casa del mayordomo y que
consta de una única planta cubierta por
un gran techo dotado del sello de Bustillo. El tercer proyecto, el de la residencia
principal, un caserón de estilo morisco,
nunca pasó de los papeles. La economía
adversa de los años treinta y la comodidad que se le había otorgado a la casa de
los peones fru s t r a ron la que sería la más
i m p o rtante construcción del conjunto.
Otra obra existente en el predio es la
capilla, levantada a fines de los treinta
por iniciativa de Amalia Anchorena en
recuerdo a su padre, Enrique. En ella
se casaría Mariano Demaría Anchorena, nieto del primer propietario. Cuando éste falleció, sus cuatro hijos vivos
(Nicolás, Enrique, Alberto y Amalia; Ercilia murió joven) y Mariano heredaron
la estancia, quedando la casa mayor y
La Ferme para Amalia, ya casada con
Ricardo Zuberbühler.
El heredero.
Luego de las sucesiones, las dos viviendas mencionadas –mas no los canales y lagos– están actualmente en las 53
hectáreas que quedaron en manos de
Jaime Zuberbühler Anchorena, hijo de
Amalia, marido de Rosita Casares y generador de siete vástagos y 17 nietos.
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Estancias argentinas
Izquierda. El patio interior con su imponente arcada
Abajo. Distintas perspectivas de la casa y el parque
Para los 26 miembros de esa rama, El
Boquerón es hoy punto de encuentro.
Claro que para Jaime, por los años de
vivencias que lleva allí, es más especial.
“Creo que El Boquerón ha sido más
mi casa que los sucesivos domicilios de
Buenos Aires en los que he residido en
mi vida. Mis recuerdos son fantásticos”,
e x p resa el nieto de Enrique Anchorena.
Y enumera aquellas cabalgatas de 20
personas, los intentos de fumar a escondidas (“comprábamos unos cigarrillos
h o rribles, ‘Laponia’, que eran mentola-
dos, e íbamos a ver lo que era fumar. Para mí debe de haber sido magnífico el
sistema porque nunca más fumé”), la
pesca de tiburones más allá del faro, los
paseos por las playas y alre d e d o res a bordo del pequeño avión biplaza de su pad re, lo agreste y despoblado –salvo por
lobos marinos y jabalíes– que se veía
desde arriba a Pinamar y sus adyacencias en los años cuarenta.
Una de esas remembranzas, tal vez
la más marcada, es de una tarde del ’51,
cuando Enrique lo invitó a jugar al golf
en la cancha familiar. Jaime tenía 11
años y ya disfrutaba y aprendía ese deporte. Fue el último recorrido de Anchorena: un día y medio después, cuando se alistaba para asistir a una misa en
la capilla del parque, falleció repentinamente. Jaime se quedaba sin abuelo y
padrino; El Boquerón, sin su hacedor. A
esa altura, Enrique Anchorena ya estaba inscripto desde hacía rato en las
magníficas páginas de la historia de las
estancias argentinas.
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Xavier Prieto Astigarraga

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