1169313065_Hija de tigre nace rayada

Transcripción

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Hija de tigre nace rayada
Revista No. 33
Esta morena, tan guapa que ven aquí, es Petrona Palacios Tercero. De 23 años y cuatro hijos. Música,
compositora, cantante, chilera y maga.
Sabe tocar bandoneón, maraca quijada de cabello, guitarra y marimba. Pero no se hagan ilusiones…
Dice estar tan enamorada “como se amarra la cutacha el sapo. Su marido es curandero, de
enfermedades de cuerpo y espíritu. El padre de Petrona, que en paz descanse, era don Félix Palacios,
músico y compositor caraceño. Nada menos que hermano, del famoso marimbero, don Elías Palacios.
Pero mucho abuso… Dejémosle su guitarra. “Me vine mocosa de carazo a San Carlos. No conocí a la
familia de mi papá, pero sé que él era hermano, del famoso marimbero, don Elías Palacios, músico y
compositor y artesanos de marimbas hermosísimas. Si Dios me da vida, algún día voy a lograr verlo
así, de cerquita, en familia. Pero hablando de mi papá, cuando yo tenía siete años, me acuerdo como
gozaba, viéndome luchar por aprender en aquel bandoneón tan grande, que me daba vueltas junto con
él. Me dolían las manos, pero las estiraba duro, así aprendí. El nunca tuvo diferencia con sus hijos. Que
porque era mujer, que si muy chiquita que si sólo los varones. Cuando me miraba ensayar me decía
riendo: “Son babosadas, hija de tigre nace rayada. Era ejemplar, bueno alegre. Un día estaba en la casa
tranquilo… de repente se aparece un loco, ¡y pum lo mató! Así, sin más ni más. ¡Dios, que dolor
cuando oigo sus canciones por la radio “La Voz del Trópico Húmedo” de aquí de San Carlos. Nos
enseño tanto de la vida como de arte.
Junto con mi familia, a los 14 años me fui para Costa Rica. Huyendo de la guerra, teníamos miedo.
Allá, trabajamos en familia, mis tres hermanos, mi papá y yo. El grupo se llamaba “Dulce Amor”
Tuvimos mucho éxito, nos presentábamos en los parques. En Guanacaste, Tilarán, Puntarenas, San
Isidro del General y en Librería. Los ticos se emocionaban con las canciones, se reían con los chistes y
se asustaban con la magia. Presentaba números peligrosos, “La mujer escupe fuego”, “El Quemado
vivo”, “Manos de Fuego y “El Cuerpo en Llamas”. El más peligroso era “El quemado en vivo”. Me
metía como diez segundos, debajo del agua de un barril. Y otro le echaba la viva gasolina y le pegaba
fuego. Eran gritos los de aquella gente. Después salía casi ahogándome. Y sí todavía habían llamas, las
apagaba con la misma agua del barril. Gracias a Dios nunca me quemé. Otro acto de calle que
hacíamos era pedir dos voluntarios del público. Los poníamos a que agarran una chancleta y les
decíamos que no la soltarán. Mi hermano y yo hacíamos el papel de extranjeros: él era nica y yo tica,
nos saludábamos, como que nos encontrábamos en la calle de pura casualidad y este era el diálogo:
El tico: Vea machilla, ¿es cierto que Nicaragua hay guerra?
La nica: Eso es puro chisme, uno anda tranquilo jodiendo, ahí no pasa nada.
El tico: De verdad machila.
La nica: Si no crées, vamos va que te convenzas.
“La nica se lleva a pasear al tico en Nicaragua. Van a parques, mercados… y al regreso para Costa
Rica. Le dice la nica: ¡Te fijaste todo estaba tranquilo!
El tico: Ni tanto, fijese que yo vi algo que usted machilla, no vio.
La nica: ¿Qué cosa, ni que estuviera siega?
El tico: ¡vas a decirme ahora que no viste, aquel par de pendejos en el parque, peleándose una
chancleta!
La gente se moría de risa. Y los dos ticos, que todavía estaban con la chancleta bien agarrada, se ponían
rojos de la arrechura. Gozábamos, para qué. Menos mal que mi marido es tranquilo. No me cela y me
deja participar. A él le gusta el arte, he tratado de enseñarle, pero es rudo para aprender. ¡De un signo
no pasa! Cuando se aburre de ensayar me dice: Parece que sólo voy a aprender a tocar, pero mujeres.
Le quedo viendo y le retuerzo los ojos. Pero en carrerita me dice… ¡Pero a vos, amorcito!

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