1 - Biblioteca Virtual del Principado de Asturias

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1 - Biblioteca Virtual del Principado de Asturias
PRINCIPADO
DE
ASTURIAS
REAL INSTITUTO DE ESTUDIOS ASTURIANOS
(C.E.C.E.L.)
BOLETIN DEL
REAL INSTITUTO DE
ESTUDIOS ASTURIANOS
N.° 150
A Ñ O LI
O V IE D O
Julio
Diciembre
1997
CONSEJO DE REDACCIÓN
D irector:
Jo sé L uis P ér ez d e C astro
S ubdirecto r:
J u a n Ig n a c io R uiz de la P e ñ a
D irector del Boletín de L etras:
M a n u e l F e r n á n d e z R. A vello
P residente de la Com isión 1‘ (L ingüística, L iteratu ra y Tradiciones):
Jo sé M a M ar tín ez C achero
Presidente de la Comisión 2“ (H istoria, G eografía, Antropología,
Folklore y Etnografía):
M a Jo sefa S a n z F u e n t e s
Presidente de la Comisión 3“ (A rtes, A rquitectura y Urbanismo):
I n m a c u l a d a Q u in t a n a l S á n ch ez
Presidente de la Comisión 4“ (Derecho, Ciencias Sociales y Económicas):
R afael A nes A lvarez
D irector del Boletín de Ciencias y Presidente de la Comisión 5“
(Ciencias de la N aturaleza y Tecnología):
E n r iq u e J u n c e d a A vello
C onservador de la Biblioteca:
R a ú l A ria s del V alle
Secretaria G eneral:
B l a n c a S u á r e z V alle
Esta revista no es responsable de las opiniones expuestas por sus colaboradores.
No se mantendrá correspondencia sobre trabajos no aceptados para su publicación.
PRINCIPADO
DE
ASTURIAS
REAL INSTITUTO DE ESTUDIOS ASTURIANOS
(C O N FED ER A C IÓ N ESPA Ñ O LA DE CENTROS DE ESTU D IO S LOC ALES)
BOLETIN DEL
REAL INSTITUTO DE
ESTUDIOS ASTURIANOS
N° 150
A Ñ O LI
O V IED O
Julio
Diciembre
1997
I.S.S.N. 0020-384X
Depósito Legal: As. 43-1958
Imprime: I. Gofer. Oviedo
SUMARIO
Págs.
La reforma de provisión de Cátedras en la Universidad de O viedo (1769-1778). Santos
C oronas G o n zá le z..............................................................................................................................
7
Bibliografía del articulado de Armando Palacio Valdés. José Luis C am pal F e rn á n d ez.....
37
San M iguel de L illo. Campaña de excavaciones arqueológicas 1991: II A nálisis de m a­
teriales. C é sa r G arcía de C astro V aldés.....................................................................................
47
Excavaciones arqueológicas en la calle de Cimadevilla (1992). Contribución al estudio de
las redes de sum inistro de agua potable de época m edieval y moderna en la ciudad
de O viedo. Sergio R íos G o n z á le z .................................................................................................
75
Lectura de “N o som os án geles”, de Rosario Neira Piñero. Jovita B obes N a v e s....................
101
Una aproxim ación a la arquitectura penitenciaria decim onónica: la cárcel de partido de
Gijón. N ata lia Tielve G a r c ía ..........................................................................................................
131
Los criados en la Asturias del Antiguo Régim en. Florentino L ópez I g le s ia s .........................
151
La industria experimental en la crisis del Antiguo Régimen. La Fábrica Nacional de Fontameña (Parres), 1804-1823. A lfonso M enéndez G o n z á le z ..................................................
173
Solvay & Cié.: historia y arquitectura de una empresa belga en Asturias. C ovadon ga Alvarez Q u in tana .....................................................................................................................................
187
Carlos Marín de Bernardo, ilustre militar, injustamente olvidado en Asturias. E. Junceda
A v e llo ......................................................................................................................................................
233
DO CUM EN TA
La donación otorgada por A lfonso III a San Salvador de O viedo en el año 908. José A n ­
tonio Valdés G a lle g o .........................................................................................................................
243
IN M EM O RIAM
Francisco Carantoña Dubert. Isidoro Cortina F r a d e .....................................................................
261
BOLETIN DEL REAL INSTITUTO
DE ESTUDIOS ASTURIANOS
AÑO LI
JULIO-DICIEMBRE
NÚM . 150
LA REFORMA DEL MÉTODO DE PROVISIÓN DE
CÁTEDRAS EN LA UNIVERSIDAD DE OVIEDO
(1769-1778)
SANTOS M. CORONAS GONZÁLEZ
1.- El proceso de reforma
La expulsión de los jesuitas de todos los dominios del rey de España el 2
de abril de 1767 abrió un largo proceso de intervención regia en las
Universidades del reino que se manifestó tanto en el régimen de enseñanzas
como en el control gubernativo de la institución1. La Real Provisión de Carlos
III de 23 de mayo de 1767 prohibiendo enseñar en las Universidades y otros
centros de estudio, ni aun con título de probabilidad, la doctrina del regicidio
y tiranicidio2, considerada propia de la escuela jesuítica3, marcó el nuevo cli­
ma regalista en el que habría de desarrollarse la reforma de los planes de estu­
M. Y J.L. Peset, El reformismo de Carlos III y la Universidad de Salamanca, (Salamanca, 1969); de los
mismos autores, La Universidad española (Siglos XVIII-XIX). Despotismo ilustrado y revolución libe­
ral. Madrid, 1974; A. Alvarez Morales, La Ilustración y la reforma de la Universidad en la España del
siglo XVIII, Madrid, 1971; L.M. Enciso, La reforma de la Universidad española en la época de Carlos
III en / Borbone di Napoli e i Borbone de Spagna, II, Nápoles, 1985, pp. 191-239. Sobre las raíces ide­
ológicas de esta reforma, P. Rodríguez Campomanes, Discurso crítico político sobre el estado de la li­
teratura de España y medios de m ejorar las Universidades y Estudios del reyno. Ed de J.E. García
Melero, Madrid, 1974; asimismo, J.L. Peset, Gregorio Mayans y la reforma universitaria. Idea del
nuevo método que se puede practicar en la Enseñanza de las Universidades de España. Valencia, 1975.
2 Novísima recopilación de las Leyes de España (=Nov.Recop.) 8,4,3.
3 Real Resolución a consulta del Consejo de 1 de julio de 1768 y 1 de julio de 1769 y Cédulas del
Consejo de 1 de julio y 12 de agosto de 1768, 29 de julio de 1769 y 4 de diciembre de 1771, en Nov.
Rec.op. 8,4,4. Sobre el trasfondo doctrinal de esta legislación cf. P. Rodríguez Campomanes, Dictamen
fisca l de expulsión de los jesuitas de España (1766-1767) Ed. introducción y notas de J. Cejudo y T.
Egido. Madrid, 1977.
1
8
SANTOS M. CORONAS GONZÁLEZ
dio de las Universidades literarias de entonces. Iniciada esta reforma a partir
del audaz ensayo renovador de Olavide en la Universidad de Sevilla de 17694,
fue secundada con cierta reticencia por las Universidades m ayores de
Salamanca, Valladolid y Alcalá de Henares en 17715, y por las menores de
Santiago (1772)6, Oviedo (1774)7, Granada (1776)8. El nuevo control regio,
canalizado por la vía gubernativa del Consejo de Castilla, reino a modificar el
régimen de consulta de cátedras, nombrando además para cada Universidad
un ministro suyo como Director9.
En el primer caso, para facilitar el acierto en las consultas de cátedras, se
mandó que en adelante se expresara en ellas el número de votos que hubiera a
favor de cualquier opositor, y que los informes de oposición, debidamente for­
malizado el expediente respectivo por la escribanía de Cámara, pasaran al fis­
cal para que, a su vista, expusiera lo que se le ofreciese, dando cuenta de ello
al Consejo quien acordaría el señalamiento del día para la votación, repartién­
dose, previamente los ejemplares de los informes a los ministros del Consejo
a fin de instruirse del mérito de los opositores con suficiente plazo.
En aplicación de su cometido y en relación con el segundo punto del au­
to acordado, los fiscales del Consejo, Campomanes y Moñino, formaron una
Instrucción particular de los Directores de las Universidades, expuesta el 7 de
febrero al Consejo pleno, y sancionada finalmente por Real Cédula de 14 de
marzo de 1769.
4
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6
7
8
9
P. de Olavide, Plan de Estudios. Ed. De F. Aguilar Piñal, Madrid, 1969; cf. F. Aguilar Piñal, La
Universidad de Sevilla en el siglo XVIII. Estudio sobre la primera reforma universitaria moderna. Sevilla,
1969; M. Defourneaux, Pablo de Olavide au l'afrancesado (1725- 1803), París, 1959, pp. 109-128.
El Plan general de estudios dirigido a la Universidad de Salamanca p o r el Real y Supremo Consejo de
Castilla en 1771, en M. Y J.L. Peset, El reformismo de Carlos III, cit (n .l). cf. G.M. Addy, The refor­
mes o f 1771: first steps in the Salamanca Enlightenment en The Hispanic American H istorical Review,
4, 1961, pp. 338-366; y del mismo autor, The Enlightenment in the University o f Salamanca, Durham,
1966. M. Fernández A lvarez (dir.) La Universidad de Salamanca, 3 vols. Salamanca, 1989, (esp.
Vol.I.: M. y J.L. Peset, Las reformas ilustradas, siglo XVIII (pp. 145-184); de los mismos autores, Las
Facultades de Leyes y Cánones, vol. II (Salamanca, 1980) pp. 9-61. Sobre la Universidad de Valladolid,
vid Historia de la Universidad de Valladolid, 2 vols. Valladolid, 1989, (en esp. Vol.I., pp. 75 y ss: La
Universidad en la Edad Moderna, coordinada por T. Egido).
E. Fernández V illam il, Historia de la Universidad de Santiago de Compostela. Pontevedra, 19451947, 3 vols.
F. C an e lla, Historia de la Universidad de Oviedo y noticia de los establecimientos de enseñanza de su
distrito. Oviedo, 1903 (reimp. 1985). Sobre la reforma del Plan de Estudios de 1774, S.M. Coronas, El
marco jurídico e institucional de la Ilustración en Asturias y la Ilustración. Oviedo, 1996, pp.67-105.
F. M o n tells y N adal, Historia del origen y fundación de la Universidad de Granada de las que exis­
tieron en su distrito y de los Colegios. Cátedras y Escuelas que de ella dependían. Granada, 1870 [El
Plan de estudios de 1776 en las pp. 729-789]; D. S e v illa Merino, La Universidad de Granada duran­
te el reinado de Carlos III, en Educación e Ilustración en España. Universidad de Barcelona, 1984, pp.
316-322.
Auto del Consejo de 20 de diciembre de 1768 y Real Cédula de 14 de marzo de 1769 en Nov. Recop. 8,
9, 28 y 8, 5, 1. El texto íntegro de la Real Cédula se recoge en El Libro de las Leyes del siglo XVIII. Ed.
a cargo de S.M. Coronas González, Madrid, 1996, tomo III, pp. 1616-1621.
LA REFORMA DEL MÉTODO DE PROVISIÓN DE CÁTEDRAS
9
La Instrucción, dividida en 40 capítulos, contenía un proyecto completo
de regeneración de la vida universitaria, dinamizada por la nueva actividad de
su director. En principio, éste debía aclarar el régimen legal de la Universidad
a su cargo, recopilando sus estatutos, capítulos de visita o reforma, decretos
generales y cédulas reales, encargando la formación de un índice, cronológico
y sistemático, de los papeles de su archivo (I-IV). Igualmente, se le encomen­
daba arreglar el régimen y ejercicio efectivo de la jurisdicción académica, for­
mando un índice similar de los procesos ventilados en sus tribunales por cla­
ses y orden de tiempo (V-VI). Finalmente se fijaba el nuevo régimen guberna­
tivo de la institución, con remisión mensual por parte de los rectores de los
acuerdos del claustro y tenencia de un libro de registro de documentos y pa­
peles recibidos por el director (VII-XI).
Ordenadas estas tres funciones básicas, se encargaba al director enterarse
del estado de la Universidad a su cargo, indagando sobre el origen y causa de
su decadencia; arreglando, por si fuera una de las causas, la mutación anual y
la elección del rector, que debería recaer en profesor de edad provecta, acredi­
tado por su talento, prudencia y doctrina, disipando el espíritu de facción o
partido (XIII-XIX).
Otros preceptos de esta detallada Instrucción, típica manifestación del reglamentismo ilustrado, encargaban al director la averiguación de las rentas de
la Universidad y el arreglo de su economía (XX-XXI); la dotación de su bi­
blioteca (XXII), y un largo elenco de cuestiones de régimen interior (relación
de cátedras, vigilancia del cumplimiento docente con prohibición expresa a
los catedráticos de ir a la Corte o salir de su residencia bajo ningún pretexto,
control del alumnado, restableciendo los repasos públicos y explicaciones ex­
traordinarias en detrimento de las pasantías particulares que convendría supri­
mir al igual que los estudios privados; conocimiento de los ejercicios litera­
rios de la Universidad, etc.)10.
Inserta en esta política de reformas, una Real Provisión de 27 de noviem­
bre de 1769 hacía saber al Rector y Claustro de la Universidad de Oviedo el
nuevo método acordado por el Consejo de Castilla para la provisión de cáte­
dras vacantes en la Universidad de Salamanca (Auto de 28 de octubre de ese
mismo año, extendido después a las Universidades de Valladolid y Santiago),
mandando acomodar el método tradicional de concurso y provisión de cáte­
dras del estudio general de Oviedo que, ajuicio de la norma se había fundado
a imitación de Salamanca y cuyas circunstancias eran las mismas que las de
Santiago, al nuevo seguido en estas Universidades". Este nuevo método se ci­
10 S.M. Coronas, Ilustración y Derecho. Los fiscales del Consejo de Castilla en el siglo XVIII. Madrid,
1992, pp. 190 y ss.
11 Archivo Histórico Nacional (=A.H.N.), Consejos, leg. 5450, n° 7.
10
SANTOS M. CORONAS GONZÁLEZ
fraba básicamente en el mayor rigor de los argumentos y en el nombramiento
de jueces académicos, elegidos ahora de entre las respectivas Facultades o de
las a ellas próximas12.
El antecedente próximo de esta medida uniformadora se hallaba en el
Real Decreto de 22 de diciembre de 1766 que, al mandar cesar los turnos o al­
ternativas y división de escuelas en la provisión de cátedras, ordenaba al
Consejo de Castilla que consultase los medios más convenientes para que las
oposiciones a cátedras se ejecutasen con los más formales y rigurosos ejer­
cicios, seguidos de la censura en juicio comparativo de los jueces nombrados
al efecto. En su virtud, el Consejo acordó que las Universidades informasen
de los ejercicios que se hacían y de los que, en su lugar, estimasen necesarios
para las oposiciones, precisando el tiempo de duración de los ejercicios, la
forma de argüir a cada opositor para evitar colusiones e inteligencias, y los
jueces que debían presidir estos ejercicios para calificar el verdadero mérito
comparativo de los opositores; todo ello con entera libertad, atentos única­
mente al fin de “restablecer el lustre de la Universidad y asegurar el acierto en
la elección de los maestros públicos de la nación... y al bien de la patria que
jamás podrá promoverse mientras las Universidades se mantengan en el ac­
tual estado de deserción y decadencia"13.
El Consejo de Castilla que desde 1623 había empezado a proveer cáte­
dras (cátedras que consulta el Consejo; Universidades de provisión del
Consejo)14, terminando con la antigua elección estudiantil, encaraba finalmen­
te, al calor de la reforma universitaria en curso, el problema de la provisión de
cátedras, fijando unas condiciones objetivas mínimas con carácter general que
debían reflejarse en el informe final del claustro: ante todo, que el concurso
fuera abierto, admitiendo opositores de las demás Universidades del reino;
12 Provisión de 28 de octubre de 1769 en Nov. Recop. 8, 9, 9. Sobre el carácter ejem plar de la Universidad
salmantina en este período de reformas que llega hasta el plan Caballero de 1807 que por vez primera
uniformó el plan de estudios vigente en todas las Universidades españolas, vid. J.L. y M. Peset, Las re­
form as ilustradas, ob.cit. (n.5), pp. 181-184. Se reconoce expresamente este papel ancillar en la Real
Orden de 18 de noviembre de 1785 y Cédula del Consejo de 22 de enero de 1786, en Nov. Recop.
8,7,13, al mandar observar en todas las Universidades del reino lo dispuesto y establecido sobre varios
puntos para la de Salamanca. Vid a este propósito el útil Resumen alfabético de las Reales Cédulas.
Provisiones y Cartas órdenes expedidas para el mejor gobierno y enseñanza pública de la Universidad
de Salamanca, incluido en El Libro de las leyes del siglo XVIII [cit. N.9.] vol. IV, pp. 2216-2262. Sobre
las raíces de esta valoración académica salmantina en el siglo de la centralización política, ver Ma Paz
A lonso Romero, “A l modo de Salamanca”: Initium, 1, 1996, pp. 149-167. En general, M. Peset, La
organización de las Universidades españolas en la Edad Moderna, en I poteri politici e el mondo uni­
versitario (XIII-XX secolo) cura di A. Romano e J. Verger, Rubbettino, 1994, pp. 67-116.
13 Cf Nov. Recop. 8, 9, 7.
14 Resolución a consulta del Consejo de 19 de mayo de 1623, Nov. Recop. 8, 9, 5; L. E. Rodríguez-San
Pedro, La Universidad salmantina del Barroco, período 1598-1623, 3 tomos, Salamanca, 1986, señala
el año 1641 como el del comienzo efectivo de la provisión de cátedras por el Consejo de Castilla, arre­
batándosela al voto de los estudiantes matriculados, conforme al sistema tradicional (t.ll, pp. 42 y ss).
LA REFORMA DEL MÉTODO DE PROVISIÓN DE CÁTEDRAS
11
que las oposiciones se celebraran en sitios y horas que no impidieran la ense­
ñanza, y que se diera publicidad al acto de la oposición, “examinando desde
quando han cesado los argumentos en las oposiciones como la época de la re­
laxación". El Auto del Consejo pleno de 20 de diciembre de 1768, ya citado,
vino a dar forma administrativa a las muchas exigencias académicas que, en
realidad, enlazaban con una línea de reforma iniciada a principios de siglo por
Felipe V. Así, la Real Resolución de 12 de mayo de 1714, inspirada sin duda
por el fervoroso regalista Melchor de Macanaz, promotor desde su cargo de
fiscal general de la Monarquía del estudio del Derecho patrio, pretendía co­
rregir la tendencia abusiva a dar las cátedras universitarias a colegiados mayo­
res en perjuicio de los doctores manteistas, encargando al Consejo velar asi­
mismo por la provisión de cátedras de práctica, “desterrando todo lo que no
sea útil y necesario a la práctica y mejor inteligencia de las leyes del reyno"15.
En la misma línea, la Resolución de 1 de agosto de 1716 y el Decreto de 20 de
octubre de 1721 ordenaban al Consejo que en las Universidades de su provi­
sión propusieran para cada cátedra tres sujetos y que no se atendiera al turno
sino al mérito de los opositores16.
2. Su recepción en la Universidad de Oviedo
Toda esta legislación reformista, decantada en la Real Provisión de 27 de
noviembre de 1769, vino a modificar el método tradicional de provisión de
cátedras en la Universidad de Oviedo. Apenas un mes más tarde, el 20 de di­
ciembre, el rector de la Universidad, Ramón de Miranda y Sierra, acusaba re­
cibo de su envío, notificando que la haría presente al claustro. Celebrado éste
el 7 de febrero de 1770, acordó su cumplimiento y, al tiempo, conforme a la
antigua fórmula, elevar o representar las dudas que suscitaba la aplicación del
nuevo método a tenor de la observancia de la Real Resolución y Orden de 29
de enero de 1661 que durante un siglo había regulado la provisión de las cáte­
15 Sobre Macanaz y su proposición fiscal sobre la enseñanza universitaria del Derecho del reino, S.M.
Coronas, Ilustración y Derecho, pp. 113 y ss. En general, vid. R. Riaza, El Derecho romano y el
Derecho nacional en Castilla durante el siglo XVIII en Revista de Ciencias ju rídicas y sociales, 12,
1929, pp. 104-124; M. Peset, Derecho romano y Derecho real en las Universidades del siglo XVIII en
AHDE 45, 1975, pp. 273-339; J.L. Bermejo, La enseñanza del Derecho español en el siglo XVIII en
Derecho y Administración pública en la España del Antiguo Régimen, Madrid, 1985, pp. 143-187
16 “Son repetidos los decretos en que tengo ordenado, que para la provisión de las cátedras no se atienda
al tumo sino al mérito de los opositores: pero así porque estas órdenes no han tenido el más exacto cum­
plimiento, com o porque nada hay mas perjudicial a la causa pública que la observancia del tumo en per­
juicio de méritos; he resuelto, que en adelante se voten todas las cátedras en secreto por el Consejo, co­
mo antes se hacía; y que sin embargo de este resolución se me consulten, proponiendo para ellas el
Consejo en términos de rigurosa justicia, como repetidamente se le ha mandado, y debe hacerlo por la
causa pública, y por el grande interés de los opositores; y en inteligencia de que no le doy facultad para
la gracia, ni para estimar el tumo ni antigüedad, sino es en igualdad de ciencia, virtud y juicio, para be­
neficio de las Escuelas, y seguridad de la administración de justicia en los Tribunales”. N.Recop. 1,7,
auto 29; Nov. Recop, 8, 9, 6.
12
SANTOS M. CORONAS GONZÁLEZ
dras vacantes en la Universidad de Oviedo17 . Conforme a esta tradición, in­
formaban para la provisión de las cátedras el rector y los doctores de todas las
Facultades, así como el obispo y el gobernador del Principado, proponiendo
cada uno tres opositores en pliego reservado a la atención del Consejo, quie­
nes “por la experiencia y conocimiento del mérito de los opositores son regu­
larmente los más acrehedores a la cathedra vacante".
En la representación citada del claustro se exponían tres posibles vías de
aplicación: mantener la antigua práctica de informar todos los doctores de la
Universidad; aceptar sin más la nueva que se pretendía instaurar de proponer
sólo el rector y los tres jueces del concurso; o llegar a una solución intermedia
de permitir la intervención junto a estos últimos de los 4 ó 6 doctores más an­
tiguos elegidos por el claustro, conservando además su privilegio de proponer
al obispo y gobernador del Principado.
A favor del mantenimiento de la antigua práctica, o de la nueva reforma­
da, abogaba la pobre dotación de cátedras de la Universidad de Oviedo que,
en caso de vacante, dejaba a sus Facultades de Teología, Cánones y Leyes sin
jueces de concurso, y ello a pesar de que en virtud de los Estatutos de la
Universidad, las de Cánones y Leyes se estimaban por una misma Facultad,
optando indistintamente a las cátedras de leyes los canonistas y a las de cáno­
nes los legistas.
Planteadas estas dudas en la sala de gobierno del Consejo de Castilla a
principios de marzo de 1770, se acordó que pasase la representación aludida a
informe del fiscal, Pedro Rodríguez Campomanes, quien, como asturiano de
pro, venía desarrollando una magna labor de valimiento en favor de la propia
Universidad y de otras instituciones y particulares18 de su región. En su infor­
me, fechado el 13 de ese mes, Campomanes destacaba lo preciso que era que
tanto el juicio y censura de los opositores como la proposición de los tres más
idóneos para cada cátedra se formase y remitiese por el Rector y los tres jue­
ces del concurso nombrados en cada oposición, “cesando en esta parte la
práctica de votar todos los doctores de todas las Facultades". Sin embargo,
sentada esta premisa legal deducida de la Real Provisión de 1769, y a fin de
17 A.H.N. Consejos, Leg. 5450, n.7. Antes de esta fecha y conforme al tenor de los Estatutos viejos de
1609, las cátedras, de duración cuatrienal, eran proveidas por votación de los estudiantes matriculados
en ellas, siempre que hubiera “más número de cinquenta de la profesión en que vacare la tal cátedra”, y,
en su defecto, por el claustro de la Universidad. Expresamente se declaraba en los Estatutos “por una
Facultad para votar los estudiantes de Cánones y Leyes”. El texto de los Estatutos en C an e lla, Historia
de la Universidad de Oviedo, pp. 618-640. esp. P. 624 y 630.
18 S.M. C oron as, El marco ju ríd ico e institucional de la Ilustración en A sturias, en A stu rias y la
Ilustración (ed. De J.M. Caso González) Oviedo, 1996, pp.67-105; esp. pp. 79-83. Sobre otros aspectos
menos conocidos de este valimiento, ver Expediente instruido p o r el Consejo de Castilla sobre la ile­
galidad de ciertos contratos consuetudinarios de Asturias, ed. y estudio preliminar de S.M. Coronas,
en Revista Jurídica de Asturias, 16,1993, pp. 193-207.
LA REFORMA DEL MÉTODO DE PROVISIÓN DE CÁTEDRAS
13
conciliar posturas, no veía inconveniente en que el obispo y el gobernador de
la provincia, (el regente de la Audiencia en la nueva organización político-ju­
risdiccional del Principado desde 1717), continuaran en la práctica de propo­
ner cada uno separadamente la terna que consideraran más a propósito (“antes
bien podrá contribuir esto para que el Rector y Jueces de concurso procedan
con la debida justificación y para que el Consejo quede más enterado del mé­
rito y circunstancias de los opositores y pueda consultar las cátedras con ente­
ro conocimiento")19.
M ayor problem a encontraba en proporcionar jueces de concurso para
las oposiciones a cátedra por la escasez de catedráticos del Estudio oveten­
se, en total 17 cátedras de provisión real (5 de Teología20; 4 de cánones; 4
de Leyes; 1 de M atem áticas y 3 de Artes). Esta dificultad se agudizaba en
las Facultades de Cánones y Leyes porque “reputándose por una m ism a
aquellas dos Facultades en aquella Universidad por expreso estatuto de
ellas”, optaban indistintam ente los catedráticos de una Facultad a las cáte­
dras de la otra, de forma que en las vacantes de las cátedras más altas, de
Prima o Vísperas, por promoción desde las más bajas (Instituía), apenas
había catedrático que no fuera opositor, dejando a la mism a Facultad sin
jueces de concurso.
Para obviar esta dificultad proponía que, en adelante, se estimasen “por
tan distintas y separadas como lo son en sí”, las Facultades de Cánones y
Leyes, aboliendo la antigua opción estatutaria a una y otra cátedra “de modo
que jamás pasen los cathedráticos de Leies a cathedras de cánones ni al con­
trario”, tal y como se practicaba en la Universidad de Salamanca, y como, por
lo demás, parecía convenir a la enseñanza pública a la que, a su juicio, no re­
sultaban útiles estos doctores “am phivios”21. Una vez separadas ambas
Facultades, sería más fácil nombrar a los jueces del concurso con catedráticos
legistas o canonistas no opositores, completando en su caso la terna con los de
la otra Facultad. Para ello era necesario igualar la renta de las cátedras, de mo­
do que la de Prima de Leyes valiera tanto como la de Prima de Cánones, y así
sucesivamente con las restantes de cada Facultad, a fin de no perjudicar a los
catedráticos opositores de una Facultad por no poder optar a la de otra. Esta
19 El texto del informe en A.H.N. Consejos, leg. 4540, n° 7.
20 V. B e ltrán de Heredia, La Facultad de Teología en la Universidad de Oviedo, en La Ciencia Tomista,
Salamanca, 1936, 55, pp. 213-259. Vid. a otro respecto, J. G a rc ía Sánchez, La m edicina en la
Universidad de Oviedo (siglo XVIII) Oviedo, 1996.
21 Por Resolución del Consejo, comunicada en Orden de 30 de septiembre de 1772, se declaró por punto
general que la providencia de aprovechar para los grados de Leyes los cursos ganados en las cátedras de
Cánones se entendiese limitada a los ganados hasta entonces, porque en adelante solo servirían para los
grados de la Facultad que se expresase en la certificación de cursos y asistencia de cátedras. Nov.
Recop. 8,8, n. 3.
14
SANTOS M. CORONAS GONZÁLEZ
medida no quitaba, sin embargo, a los graduados la posibilidad para oponerse
indistintamente a las cátedras de una y otra Facultad.
Finalm ente, el fiscal pedía al Consejo en su informe que encargara al
claustro de la Universidad de Oviedo que arreglara las asignaturas de sus
cátedras de modo que estimara más útil para el aprovechamiento de la en­
señanza pública, esto es, procurando que en cada Facultad se com pletara
curso, hasta tanto se tomara providencia general sobre el método de ense­
ñanza y rem itiendo copia del arreglo que se form ara para inteligencia del
Consejo.
A la vista de este informe, el Consejo de Castilla, en sala de gobierno, de­
claró el modo de actuar en la provisión de cátedras de la Universidad de
Oviedo, conformándose básicamente con las propuestas de su fiscal, por auto
de 28 de marzo de 1770. En adelante, debían entregar cerrada su censura so­
bre los ejercicios de los opositores el rector y tres jueces de concurso, “acom­
pañándose por todo el claustro de doctores de las Facultades”, fórmula conci­
liatoria con la antigua práctica, reafirmada con la continuidad de la propuesta
de las ternas del Regente y del obispo, cuyos informes contribuirían “para que
el Rector y el Claustro procedan con la mayor imparcialidad en asunto de que
depende el acierto en la elección de ministros públicos”.
En relación con las Facultades de Cánones y Leyes, se prohibía, al estilo
de la de Salamanca y a pesar de lo dispuesto en los viejos Estatutos ovetenses,
la comunicación entre sus cátedras, de modo que los catedráticos de Leyes no
pudieran optar ni pasar a las cátedras de Cánones, ni al contrario. En su con­
secuencia, faltando jueces del cuerpo respectivo para el concurso se tomarían
de los catedráticos y, en su defecto, de los doctores no opositores de las
Facultades próximas (Cánones y Leyes; Teología y Cánones).
Esta medida no impedía a los graduados en Leyes y Cánones oponerse
indistintamente a las cátedras de ambas Facultades, ni alteraba la práctica de
argüirse recíprocamente en los actos; pero, en todo caso, forzaba el arreglo
por la Universidad de los salarios de las cátedras de Leyes y Cánones para evi­
tar perjuicios con la separación de ambas Facultades22. Finalmente, atendien­
do la escasa dotación de cátedras de la Universidad de Oviedo, se mandaba
arreglar las asignaturas de sus cátedras del modo que se estimara más útil pa­
ra el aprovechamiento y enseñanza pública hasta tanto se adoptara una provi­
dencia general sobre este asunto, remitiendo copia del arreglo que se formase
para conocimiento del Consejo.
22 Completando esta tendencia a la más neta separación de las Facultades de Cánones y Leyes, el Consejo
por Orden de 16 de enero de 1 773, exigió para los que en adelante quisieran ejercer la abogacía, el gra­
do de bachiller en Leyes, sin perjuicio de que lo pudieran recibir en ambos Derechos con distintos exá­
menes. Nov. Recop 8, 8, 14.
LA REFORMA DEL MÉTODO DE PROVISIÓN DE CÁTEDRAS
15
3. Los expedientes de reforma en algunas cátedras de Leyes de la
Universidad
En aplicación de la reforma descrita se proveyeron en los años siguientes
diversas cátedras vacantes en la Universidad de Oviedo. Sus expedientes mues­
tran la virtualidad de la reforma en curso, el contenido de las oposiciones, y aún
el perfil profesional de los opositores con sus circunstancias académicas. Por ra­
zón de espacio limitaremos esta muestra a algunas cátedras de Leyes en el perí­
odo de tránsito que va de la vieja Cátedra de Instituía a la nueva de Instituciones
civiles sancionada por el Plan de Estudios de 177423. Aunque en ambos casos la
base de la enseñanza para los que se matriculaban para oyr Derechos era la
Instituía Justinianea, en la nueva Cátedra de Instituciones civiles24 se debía ex­
plicar la materia (los 4 libros de la Instituía más dos títulos del Digesto, De verborum significatione que antes se explicaba en la cátedra de Vísperas o de
Digestum novum) por las notas de Heinneccius, uno de los juristas más aprecia­
dos del siglo25, y por los comentarios de Amold Vinnius26, superando el antiguo
sistema de lectio o lectura por el más moderno de libros de texto27. Pero ade­
23 Por Real Cédula de 17 de enero de 177 1 (=Nov Recop 8,9, n 13 y texto íntegro en Libro de las Leyes,
vol. 111, pp. 1786-1787) se mandó que todas las cátedras de Universidad se dieran en adelante por re­
gencia y ninguna en propiedad, sin perjuicio de las que por entonces se poseyeran en propiedad, hasta
tanto vacaren por muerte o ascenso de su titular, en cuyo caso quedarían de regencia com o las demás.
Para ello se tuvo presente una vieja petición de las Cortes del Reino (Cortes de Valladolid de 1528, pet.
49; Cortes de Valladolid de 1548, pet. 120) sobre que las cátedras fueran temporales y no perpetuas
“porque de ser perpetuas se siguen muchos inconvenientes e daños, especialmente que después que han
habido sus cátedras no tienen cuidado de estudiar, ni aprovechar a los estudiantes”.
Comunicada por el Consejo a las Universidades esta Real Cédula, suscitó una larga y fundada repre­
sentación de sus inconvenientes y de los perjuicios que se podrían derivar de su aplicación, así como de
la diversa aplicación actual y gobierno de los catedráticos “al que tenían en el tiempo que se celebraran
las Cortes”, motivo por el cual, a consulta del Consejo de 17 de febrero de 1774, el rey, por vía de de­
claración, otorgó una nueva Real Cédula el 18 de octubre de ese mismo año, mandando que se volvie­
ran a proveer con la misma calidad de perpetuas o temporales que respectivamente se observaba en ca­
da una de dichas cátedras y Universidades, hasta que con más examen y conocimiento se determinaran
las que debían ser temporales o perpetuas, según sus materias y asignaturas y conforme al método de
enseñanza que se estableciera en cada una de las Universidades (Nov. Recop. 8,9,26; texto íntegro en
Libro de las Leyes, vol. 111, pp. 1998-1999).
24 El régimen legal de esta cátedra, su dotación y curso en el Plan de Estudios de la Universidad de Oviedo
de 1774, ( C a n e l l a , Historia de la Universidad de Oviedo, pp. 650 y 652).
25 Remito al juicio crítico de Meléndez Valdés (1778), recogido en mi estudio sobre Jovellanos, ju rista
ilustrado en AHDE, 66,1996, pp. 561-613, esp. 579-580. La base del aprecio intelectual de Joann
Gottlieb Heinneccius (1681 - 1741) eran obras de distinto alcance, referidas unas al nuevo Derecho na­
tural racionalista Elementa philosophiae rationalis et moralis, quibus praem issa est historia philosophica y Elementa iuris naturae et gentium (editadas por entonces en Utrecht, 1772), y otras al Derecho
histórico, Historia iuris civilis Romani ac Germanici (editada asimismo por entonces, Utrech, 1772).
Sobre otras ediciones de su obra, J.P. C l e m e n t , Las lecturas de Jovellanos, Oviedo, 1980, p.68.
26 A rn old Vinnen (=Amold Vinio), In quatuor libros Institutiorum Imperalium commentarius. Lugduni,
1747, 2 vols. cf J.M. Scholz, Penser les Institutes hispano-romaines en Quaderni Fiorentini p e r la
Storia del Pensiero Giurídico Moderno, 8, 1979, pp. 157-178.
27 M. T o r r e m o c h a , La form ación de los letrados en el Antiguo Régimen en Arqueología do Estado. /
Jornadas sobre form as de organizagao e exercicio dos poderes na Europa do Sul (s. XIII-XVIII)
Lisboa, 1988, pp. 509-536. Para Oviedo, C a n e l l a , Historia de la Universidad de Oviedo, pp. 88-89.
16
SANTOS M. CORONAS GONZÁLEZ
más y recogiendo la vocación regalista de la época por el estudio del Derecho
Patrio, se ordenaba a los catedráticos advertir de viva voz la variación de las
leyes reales sobre las respectivas materias y textos que se explicaran “para
que de este modo se vayan instruyendo desde el principio en las diferencias
del Derecho Real y del Civil de los romanos'™.
Creadas por Real Cédula de 17 de enero de 1771 las regencias o cátedras
temporales en todas las Universidades del reino, fue usual denominar desde
entonces a la vieja cátedra de Instituía como Regencia de Instituía o simple­
mente Regencia de Leyes.
Vacante esta Cátedra en la Universidad de Oviedo por haber cumplido su
trienio el Dr. Ramón Antonio Hevia Miranda se proveyó por el Rector, como
juez escolásíico, un auto el 25 de octubre de 1773 declarando la referida va­
cante y mandando fijar edictos a dicha cátedra por espacio de treinta días co­
mo prescribían los Estatutos, comunicándolo al tiem po a las demás
Universidades del reino conforme a las nuevas Ordenes. Dentro de este térmi­
no se presentaron como opositores, tres doctores, un licenciado y dieciseis ba­
chilleres, siendo diputados por el Claustro como jueces del concurso, los doc­
tores Felipe Villaverde y Valdés, Ramón Hevia M iranda y Felipe Canga
Argüelles que formaron trincas y oyeron los ejercicios literarios de cada uno
de los opositores por espacio de una hora y dos argumentos de media hora29.
Entre los opositores más recomendados por sus grados, mériíos y desem­
peño en las censuras de los jueces del concurso y en el dictamen separado de
los m iembros del claustro, figuraban los doctores Bernardo Estrada
Valvidares (con 28 años de estudios mayores en Filosofía, Leyes y Cánones,
era licenciado y doctor en Leyes desde 1763, y opositor repetidas veces (8) a
las cátedras de su Facultad en las que había sustituido por indisposición de sus
propietarios. Aparte de presidir actos mayores y menores en las Facultades de
Leyes y Cánones, había desempeñado diferentes cargos en la Academia de
Leyes de la Universidad de Oviedo30. Entre sus méritos contaba ser regidor de
la ciudad, abogado del Ayuntamiento y exam inador nom brado por la
Audiencia para los que pretendían ser recibidos de abogados; asimismo era
28 Sobre el método comparado de estudio de ambos Derechos, el romano y el real o patrio, llamado ahora
con cierta propiedad, español, y su crítica por parte de los juristas ilustrados que aspiraban a desterrar
de las aulas el estudio del Derecho romano “un pozo inagotable de pleitos, opiniones y confusión”, en
expresión del Consejero Pablo de Mora y Caraba, remito a mi estudio sobre Jovellanos ante el Plan de
Estudios ovetense de 1774, en II Congreso Internacional sobre Universidades Hispánicas, Valencia,
1995 (en prensa).
29 A.H.N. Consejos. Leg. 5450. N° 19.
30 J.L. P é r ez de C a str o , Las Academias teórico prácticas de Derecho Legislación y Jurisprudencia en
Oviedo en Revista Jurídica de Asturias, 5,1981, pp. 9-74; J.G arc ía S á n c h ez , La Academ ia de “ambos
Derechos ” de la Universidad de O viedo. A propósito de un incidente ocurrido en 1783 en la elección
de oficios dentro de la A cadem ia de Cánones, ibid. 8, 1985. En general, vid. J.L. B e r m e jo , La
Academ ia de Derecho civil y canónico en el siglo XVIII en AHDE, 52, 1982, PP. 649-671.
LA REFORMA DEL MÉTODO DE PROVISIÓN DE CÁTEDRAS
17
fiscal del Tribunal de Cruzada y, con anterioridad, había sido juez noble de la
ciudad y alcalde mayor de sus jurisdicciones); el doctor Andrés Argüelles
Meres (con 18 años de estudios mayores en Artes, Leyes y Cánones, era ba­
chiller en ambos Derechos y licenciado y doctor en Cánones desde 1765; opo­
sitor a las cátedras de su Facultad había sido nombrado por el rector y claustro
para sustituir en la de Prima de Leyes, la misma que desempeñaba al tiempo
de la oposición. Actuante ordinario y extraordinario de su Facultad, era indi­
viduo de la Academia de Leyes y Cánones y abogado de la Real Audiencia de
Oviedo. En su casa había enseñado por los cuatro libros de la Instituía); el
doctor Manuel Bances Quirós (con 10 años de estudios mayores había recibi­
do los grados de bachiller en Cánones y Leyes y, posteriormente, los de licen­
ciado y doctor en la Facultad de Leyes en 1773. Opositor a las cátedras de su
Facultad que sustituyó varias veces, actuante pro universitate y gimnesiarca
de la Academia de Leyes, era además abogado de la Real Audiencia y, por en­
tonces, juez ordinario de la ciudad; asimismo había enseñado en su casa por
los libros de la Instituía). Finalmente, el licenciado Joaquín de lnclán Arango
que pese a su reciente licenciatura en Leyes (1773) había leído como bachiller
en Cánones y Leyes varias oposiciones a Cátedra, de una de las cuales, la de
Vísperas de Leyes, era por entonces sustituto; asistente habitual a los ejer­
cicios de su Facultad en la Academia de Leyes y Cánones, que entonces presi­
día, enseñaba asimismo en su casa por los libros de la Instituía.
Este reciente opositor era el que traía, sin embargo, el primer lugar en la
censura de la mayor parte de los jueces y aun también de los graduados de la
Universidad de Oviedo, tal y como destacaba en su informe el fiscal del
Consejo, Pedro Rodríguez Campomanes, a quien se había pasado el testimonio
oficial de la censura e informe de los opositores a dicha cátedra, remitido por el
secretario de la Universidad de Oviedo al Consejo de Castilla. Así, recogiendo
el sentir de algunos, sobre ser “notorias las ventajas que lleva a los demás opo­
sitores en la teórica de la Jurisprudencia, cuia expresión junta con la particula­
ridad de haber substituido esta cáthedra vacante”, el fiscal le hacía acreedor al
primer lugar en la propuesta que se hiciera al rey, colocando en el segundo y
tercer lugar respectivamente a los doctores Estrada y Argüelles que seguían a
lnclán en la censura de los jueces del concurso y dictamen de los graduados.
Este era, en efecto, el criterio mayoritario de los jueces del concurso y del
Rector, el doctor Blas José de Faes, y aún de la mayoría de los graduados in­
formantes de la Universidad de Oviedo, acabando por triunfar el viejo dilema
entre ciencia y experiencia la primera, tal y como se recomendaba por la le­
gislación vigente31.
31 J. M a. G a rc ía M a r ín , El dilema ciencia-experiencia en la selección del oficial público en la España de
los Austrias, en Revista de Administración Pública, 103, enero-abril, 1984.
18
SANTOS M. CORONAS GONZÁLEZ
“Todos los opositores a la cáthedra de Regencia de Instituta de esta
Universidad -d irá el fiscal Campomanes- han cumplido con sus ejercicios li­
terarios, pero el que contemplo más acrehedor y más acreditado en la especia­
lidad es el de D. Joaquín de Inclán, quien saca muchas ventajas en la theórica
a todos sus coopossitores, pero en la práctica y antigüedad le sacan muchas
más los Doctores D. Bernardo de Estrada y D. Andrés de Argüelles que son
los únicos sujetos que se pueden ofrecer a la atención de V.A. para probeher
dicha cáthedra”.
Reunido en pleno el Consejo de Castilla el 18 de junio de 1776 para votar
la cátedra, acordó ese mismo día conformarse con su propuesta elevándola en
consulta al rey, de la que resultó como rexente el licenciado Joaquín Inclán.
Dos años más tarde y por dejación de esta cátedra trienal llamada ahora,
conforme al nuevo Plan de Estudios de 1774, de Instituciones Civiles, salió de
nuevo a concurso público, siendo nombrado en su lugar Antonio Ramón
Alvarez Baragaña (Resolución a consulta del Consejo de 29 de octubre de
1778)32.
Asimismo habiendo dejado Blas José de Faes su cátedra de Instituciones
Civiles en propiedad (por haber sido provisto en uno de los canonicatos de la
Catedral) se convocó la vacante de dicha cátedra en 1777 (28, febrero) y, cele­
brado el concurso general de opositores conforme a la legislación vigente, (al
que se presentaron diez opositores), resultó nombrado catedrático Andrés
Argüelles Meres por Real Resolución a consulta del Consejo Pleno de 16 de
octubre de 1777. En este caso, con sus 22 años de Estudios mayores y sus gra­
dos de licenciado y doctor en Cánones desde 1765, resultaba premiada la ex­
periencia de un viejo opositor a cátedras de la Universidad de Oviedo, que
además era abogado de la Audiencia, uno de los fundadores de su Colegio, y
protector del Gymnasio de Leyes y Cánones de la Universidad. Esta circuns­
tancia era destacada en el informe de los jueces, Nicolás Vélez de Cosío,
Felipe Canga Argüelles y Pedro Antonio García San Pedro quienes abando­
nando el estilo de propuesta lacónica de otros informes, se elevaban a otras
consideraciones. Así, el primero aludía a que “sobre su antigüedad y mérito
siempre ha dado pruebas de genio escolástico y propenso a la enseñanza, aun­
que padece el infortunio de la explicación que no es de las más oportunas”, en
tanto que Felipe Canga resaltaba que Argüelles, siendo el más antiguo de to­
dos, “les excede en la aplicación al trabajo de el magisterio y en el esmero por
el adelantamiento de los discípulos. No les es mui inferior en la instrucción,
32 A.H.N. Consejos, 5450, n.33. En ocasión anterior, habiéndose presentado Alvarez Baragaña a la misma
cátedra de Instituciones civiles, sin éxito, uno de los jueces, Felipe Canga Argüelles, había dicho de él:
“Se explica con confusión, proligidad y torpeza. Su instrucción es tanta como la de qualquiera de sus
coopositores, sino les excede. Pero su aplicación a la enseñanza es poca, como lo manifestó en la susti­
tución de una cátedra que le encargó el claustro”. Ibid. N°. 29.
LA REFORMA DEL MÉTODO DE PROVISIÓN DE CÁTEDRAS
19
pero tiene poco feliz explicación y la ocurrencia de las especies que posee, le
es tarda y no muy feliz a las veces”33.
El fiscal del Consejo una vez vistas las censuras de los ejercicios de oposi­
ción a la cátedra, distinguía como más sobresalientes en el concepto de los jueces
y graduados que informaban, los nombres de Andrés Argüelles, Ramón Alvarez
Baragaña, Francisco García-Hevia Noriega, Bernardo Caso y Cobos y Francisco
García Busto, a los que consideraba “de los más sobresalientes juristas que ac­
tualmente sirvan la Universidad"34. Sin embargo, “como el desempeño de este
cargo no estriba sólo en la idoneidad o instrucción sino en la claridad, orden y
método de producirse y hacerse entender, con otras circunstancias oportunas pa­
ra la enseñanza", consideraba muy caro que para hacer la propuesta de los más
dignos opositores a esta cátedra, tuviera el Consejo presente lo que respectiva­
mente decían los jueces del concurso acerca de las cualidades personales de los
mismos. El nombramiento de Argüelles para esta cátedra no impidió que, un año
más tarde, alcanzara la segunda de Instituciones civiles el citado Alvarez
Baragaña, otro de los sobresalientes juristas del círculo universitario ovetense.
APÉNDICE DOCUMENTAL
SEÑOR.
TITULOS,GRADOS,Y
EXERCICIOS LITERARIOS DE
los opositores a la sobstitucion de la Catedra
de Prima de Leyes vacante en esta
Universidad de Oviedo (1772)
(AHN. Consejos, Leg. 5450, n° 14)
El Doctor D. Ramón de Hevia Miranda tiene 20 años de Estudios ma­
yores en esta Universidad por la que recivió los Grados de Bachiller en Artes,
33 En el mismo sentido se expresaba García San Pedro “El Dr.D. Andrés Argüelles es por sus méritos y
conducta a propósito para la enseñanza en esta Cátedra y aunque no es superior en la instrucción y se le
nota de confuso y tardo en las especies mismas que posee, su asistencia diaria, mucho deseo de adelan­
tamiento de los oyentes, el ahínco al estudio y explicación (bien que obscura según dicen) que se le ha
visto en la sobstitucion de esta vacante, me persuaden suplirán aquel defecto”.
Este mismo juez, valorando los méritos de Francisco Busto, decía: “le contemplo igual en la aptitud y
aún más expedito en la explicación y especies, pero no sé de su amor a la enseñanza y tal vez el meter­
se en negocios de abogacía, que principia ahora a exercer, le distraerán del mejor cumplimiento al que
considero contrarios aquellos; verdad es la tengo por puntuoso en sus obligaciones”. En tercer lugar, si­
tuaba a García-Hevia y Noriega de quien destacaba estar dotado de buenos alcances, explicación pron­
ta y lucimiento en todos los exercicios escolásticos, más el ser aun de corta edad, y el no haberse dedi­
cado con intención al estudio de las materias tocantes a la asignatura de esta Cátedra, me persuaden a no
le igualar con los de arriba”. A.H.N. Consejos, 5450, n°.29.
34 Ver en Apéndice documental las relaciones de méritos de algunos opositores a Cátedras de Leyes de la
Universidad de Oviedo en el período comprendido entre 1772 y 1778. Su regulación legal en Nov.:
Recop. 9,8, n. 15 (Dec. del Consejo de 19 mayo 1773).
20
SANTOS M. CORONAS GONZÁLEZ
Leyes y Cánones, y de Licenciado y Doctor en Cánones a 28 de Febrero y 8
de Noviembre de 1764. Haviendo precedido al Grado de Licenciado la
Lección y examen de Capilla acostumbrado a que fue admitido y aprobado
nemine discrepante.
Leyó con la presente 9 veces de Oposición a las Catedras de su facultad
de esta Universidad.
Fue Individuo del Ginasio de Leyes de ella en el que hizo de actuante 2
años y ascendió a Clásico, leyendo según constituciones del mismo Ginasio
de que ha sido Secretario 1 año, y en el espacio de 3 presidió las Conclusiones
que por Tumo le cupieron.
Ha sido por incorporación de este, de la Academ ia de Teólogos del
Angélico Doctor Sto. Tomás, oy existente en esta Universidad.
Actuó 3 actos mayores en las 3 referidas facultades, y diferentes menores
en la de Filosofía y Leyes, y presidió los menores que como a Bachiller de
Leyes le tocaron, en alternativa con la Cátedra de Regencia.
Ha substituido varias veces la Cátedra de Instituía de Propiedad, y 2
Cursillos enteros por ausencia de su Catedrático, y algunas veces la de Prima
de Leyes, y la de Decreto por la que presidió el acto mayor de asignatura en el
año de 1764. Y en el mismo presidió otro menor que le cupo en la referida al­
ternativa con la cátedra de Regencia.
Presidió asimismo, como sobstituto de la Cátedra de Prima de Cánones,
por indisposición de su propietario, el acto mayor de Asignatura en el Curso
de el año de 1767.
Ha sido nom brado por V.M. Catedrático de la referida C átedra de
Regencia que obtiene desde 20 de Octubre de 1770 y por ella presidió los 2
actos mayores de asignatura, y los menores que le cupieron.
Ha sido de los Individuos de la Academia de Pasante, de Cánones, y
Práctica fundada en el Estudio del Doctor D. Luis Armiñan, y uno de los de su
fundación, y el primer Secretario de éstas en la que exerció los empleos de
Juez y Abogado, y presidió las Conclusiones Canónicas que por turno le cu­
pieron, enseñando en su Casa a diferentes estudiantes por los 4 Libros de la
Instituta.
Ha concurrido en la Ciudad de Valladolid por espacio de 9 meses, al
Estudio del Lic.D. Pedro M aceda Estrada, Abogado de aquella Real
Chancillería y de su Colegio de Abogados en calidad de Pasante.
Reciviose de Abogado por esta Real Academia en 27 de Junio del año
1768 de que se le despachó título que presentó incorporó en el vuestro
Consejo en 27 de Setiembre del mismo año, cuyo oficio se halla exerciendo
en ambos Tribunales, Secular, y Eclesiástico de esta Ciudad y Obispado.
Fue nombrado por la Justicia y Regimiendo de esta Ciudad, Juez primero
por el Estado Noble, en el año de 1769, y como tal, Alcalde de Quartel: Y ha­
LA REFORMA DEL MÉTODO DE PROVISIÓN DE CÁTEDRAS
21
biéndose suscitado pleyto solare dicha vara de Juez primero se le confirió la
Depositaría en ella, por la Real Audiencia de esta Ciudad, desde el día 12 de
Enero del siguiente año hasta el día primero del siguiente: Y al presente es
también Juez Noble por igual nombramiento de dicha Justicia y Regimiento
con la enexidad de Alcalde de Quartel.
Fue uno de los Comisarios Celadores, nombrados por el Ayuntamiento de
esta ciudad, para los Estudios de Gramática y Escuelas de ella; Enseñanza,
asistencia y modo de cumplir por sus Maestros en el año próximo pasado.
Es continuo arguyente y asistente a todos los actos y exercicios de esta
Universidad.
- El D. D. Andrés Argüelles Meres tiene 16 años de Estudios mayores.
Recivió por esta Universidad los Grados de Bachiller en Leyes y Cánones.
Repitió de Quolibeto en esta Universidad en 27 de junio de 1765, para ob­
tener el Grado de Licenciado que revivió en dicha facultad de Cánones en 21
de Julio del mismo año, y el de Doctor y Maestro en 14 de Agosto siguiente.
Leyó con la presente 6 veces de Oposición a las Cátedras de la facultad;
sobstituyó las de Regencia y Vísperas por indisposición de sus propietarios, y
como tal Sobstituto presidió por la referida de Vísperas, el Acto mayor de
asignatura.
Es Sobstituto con aprobación del Claustro de la presente de Prima de
Leyes por la que presidió el acto mayor de asignatura.
Actuó en dicha facultad 2 actos menores y defendió 6 que le tocaron en
alternativa con la Cátedra de Regencia.
Ha sido presidente de la Academia de práctica que ha dejado fundada di­
cho Doctor D. Luis Armiñan habiendo exercido en ella los demás oficios, y
sustentando las Questiones que por tabla le cupieron.
Es Abogado de esta Real Audiencia y continuo arguyente a los actos y
exercicios de su facultad en esta Universidad, y ha enseñado en su Casa por
los 4 libros de la Instituía.
- El Doctor D. Felipe Canga Argüelles tiene 16 años de estudios mayores
en esta Universidad.
Recivió por ella los Grados de Bachiller en Filosofía, Leyes y Cánones y de
Licenciado y Doctor en Cánones en 16 y 22 de Diciembre de 1766. Haviendo
precedido al de Licenciado su examen y aprobación nemine discrepante.
Leyó con la presente 7 veces de Oposición a las Cátedras de su facultad.
Presidió 2 actos menores en Filosofía y sustentó 4 menores.
Sustentó 3 actos mayores en Cánones y 6 menores en Leyes.
Sustentó varias veces las Cátedras de esta Universidad por indisposición
de sus propietarios, y con aprobación del Claustro las de Vísperas de Cánones
y Regencia de Leyes, presidiendo en cada una de ellas el acto mayor de asig­
natura y los menores que le cupieron.
22
SANTOS M. CORONAS GONZÁLEZ
Es actual sustituto, con aprobación del Claustro, de la presente Cátedra
de Prima de Cánones vacante, por la que presidió el acto mayor de asignatura.
Es Abogado de esta Real Audiencia y lo ha sido de Pobres por nombra­
miento del Real Acuerdo.
Enseña en su Casa a varios Pasantes por los 4 libros de la Instituta y 5 de
las Decretales, y es continuo asistente a todos los actos y exercicios
Escolásticos de su facultad y como individuo de la citada Academia ha exercido los em pleos de Juez, Abogado y Relator presidiendo las Questiones
Canónicas que le cupieron.
- El Doctor D. Pedro García S. Pedro tiene 19 años de Estudios mayores.
Recivió por esta Universidad los Grados de Bachiller en Leyes y Cánones
y de Licenciado y Doctor en Cánones en 30 de Octubre y 8 de Noviembre de
1770, haviendo precedido al de Licenciado la lección y examen de Capilla
acostumbrado a que fue admitido y aprobado nemine discrepante.
Leyó con la presente 4 veces de Oposición a las Cátedras de su facultad
en esta Universidad.
Presidió 2 actos mayores de extraordinario, otro en Cánones y otro en
Leyes, y este con 2 horas pon mañana y otras 2 por tarde.
Presidió 5 menores en dicha facultad de Leyes 3 sobstituyendo la Cátedra
de Regencia, y los dos en su alternativa.
Actuó 4 actos, uno mayor, siendo Cursante en Filosofía, otro en Cánones
y los 2 restantes menores en dicha facultad de Leyes.
En calidad de Académico leyó 2 veces de Oposición una en Leyes, y otra
en Cánones y en ambas facultades defendió las Questiones Teóricas que le cu­
pieron, y por espacio de 5 años ha enseñado y enseña a varios Discípulos por
los 4 Libros de la Instituía y 5 de las Decretales.
Hizo Oposición a la Prebenda Doctoral de esla Sania Iglesia Caledral, la
de Palencia y Santiago cuyos exercicios ha desempañado con el mayor luci­
miento, y le han sido aprobados nemine discrepante.
TAMBIÉN LEYERON A ESTA CATEDRA LOS BACHILLERES
SIGUIENTES
5. D. Joaquín de Inclán Arango
6. Don Josef de Roxas
7. Don Juan Ynfanzón
8. Don Eugenio Manuel Cavallero
9. Don Felipe Rodríguez
10. Don Manuel Díaz Miranda
Estos son, Señor, los méritos que hicieron conslar los Opositores a la preseníe Cáledra a cuya vacanle por Jubilación del Doctor Don Francisco de
LA REFORMA DEL MÉTODO DE PROVISIÓN DE CÁTEDRAS
23
Granda Valdés, se fixaron Edictos y comunicaron a las demás Universidades
conforme a lo resuelto por V.M., y en el término de ellos se presentaron
Opositores los que van expresados, se nombraron por Jueces de Concurso a
los Doctores D. Pedro Ruiz Villar; Don Felipe Villaverde y Valdés y Don Josef
García Hevia y Noriega, que formaron trincas y cada uno leyó en el día que se
le señaló, por espacio de una hora, y dos argumentos de media hora cada uno,
sin dispensación alguna.
N.S.G.L.C.R.P. de V.M. muchos años, para bien de la Monarquía. De es­
te Claustro de la Universidad de Oviedo, y Agosto 3 de 1772.
S E Ñ O R ,
(Siguen las firmas del Rector Lope Joseph Valdés y de los jueces del concurso)
Por Acuerdo de la Universidad de Oviedo
Francisco Javier Mere
Secretario (rubricado)
TITULOS,GRADOS,Y
EXERCICIOS LITERARIOS DE
los Opositores a la substitución de la Cátedra
de Vísperas de Leyes, vacante en esta
UNIVERSIDAD DE OVIEDO (1773)
(AHN. Consejos, leg. 5450, n° 16)
- El Doctor D. Andrés Argüelles Meres, tiene 17 años de Estudios mayores.
Recibió por esta Universidad los Grados de Bachiller en Leyes y
Cánones.
Repitió de Quodlibeto en esta Universidad en 27 de Junio de 1765 para
obtener el Grado de Licenciado, que recibió en dicha facultad de Cánones en
21 de Julio del mismo año y el de Doctor y Maestro en 14 de Agosto siguiente.
Leyó con la presente 7 veces la oposición a las Cáthedras de su facultad.
Substituyó las de Regencia y Vísperas por indisposición de sus propieta­
rios y como tal sobstituto presidió por la referida de Vísperas el acto mayor de
asignatura.
Es Sobstituto, con aprobación del Claustro, de la Cáthedra de Prima de
Leyes, desde su vacante, y por ella presidió un acto y mayor de Asignatura.
Actuó en dicha facultad dos actos menores, y defendió seis que le tocaron
en alternativa con la Cáthedra de Regencia.
Ha sido Presidente de la Academia de Práctica, que ha dexado estableci­
da el Doctor D. Luis Armiñan, haviendo exercido en ella los demás Oficios y
sustentado las Questiones que por tabla le cupieron.
24
SANTOS M. CORONAS GONZÁLEZ
Es Abogado de esta Real Academia, y continuo arguyente a los actos y
exercicios de su facultad en esta Universidad, y actualmente Examinador en la
latinidad en ella, y ha enseñado en su casa por los quatro Libros de la Instituía.
- El Doctor D. Pedro García San Pedro, tiene 12 años de estudios mayo­
res, con el que corre y los 2 en Artes y los restantes en Leyes y Cánones en es­
ta Universidad.
Recibió por ella los Grados de Bachiller en Leyes a 17 de Mayo de 1766
y en Sagrados Cánones, en 13 de Noviembre del siguiente de 1767 y de
Licenciado, y Doctor en 30 de Octubre y 5 de Noviembre de 1770, haviendo
precedido al de Licenciado, Lección de Quodlibeto y examen riguroso de
Capilla a que fue admitido y a provado nemine discrepante.
Leyó con la presente 5 veces de oposición a las Cáthedras de su facultad
de esta Universidad. Presidió 3 actos mayores, los 2 de estrahordinario, uno
en Cánones y otro en Leyes, y este con 2 horas por mañana y otras dos por la
tarde, el otro restante de asignatura por la presente Cáthedra de Vísperas que
está substituyendo con aprovación del Claustro desde su vacante.
Presidió 5 m enores en dicha facultad de Leyes, 3 substituyendo la
Cáthedra de Regencia, y los dos en su alternatiba.
Actuó 4 actos, uno mayor siendo Cursante en Philosophía, otro en
Cánones, y los 2 restantes menores en dicha facultad de Leyes.
Es uno de los Fundadores de la Academia de Práctica que ha establecido
el Doctor D. Phelipe Canga, y en ella leyó 2 veces de Oposición, una en Leyes
y otra en Cánones, y en ambas facultades defendió las Questiones Theóricas
que le cupieron y exerció los Oficios de Juez, Abogado y Relator y de
Presidente, cuyo Oficio está exerciendo tercera vez por unánime reelección de
la Academia.
Ha enseñando y enseña a varios discípulos los 4 Libros de la Instituía y
los 5 de las Decreíales, y es conlinuo asisíeníe a iodos los actos y exercicios
escholásticos de esta Universidad, y actual examinador en la Latinidad en
ella.
Hizo Oposición a la Prevenda Doctoral de la Santa Iglesia Cathedral de
Palencia, cuyos exercicios le han sido aprobados nemine discrepante.
Igual Oposición hizo a la misma Prebenda Doctoral de esta Santa Iglesia
Catedral, y de la de Santiago, cuyos exercicios en una y otra ha desempeñado
con el mayor lucimiento, y le fueron aprovados nemine discrepante.
- El Licenciado Don Joaquín Josef lnclán Arango, tiene 16 años de estu­
dios mayores con el que corre.
Recibió por esta Universidad los Grados de Bachiller en Leyes en 26 de
Mayo de 1762 y en Sagrados Cánones en 23 de Diciembre de 1763.
Repitió de Quodlibeto para el Grado de Licenciado que recibió en esta
Universidad en dicha facultad de Leyes en 11 de Febrero de este presente año
LA REFORMA DEL MÉTODO DE PROVISIÓN DE CÁTEDRAS
25
precedido el riguroso examen de Capilla a que fue admitido y aprovado nemine discrepante.
Leyó con la presente 6 veces de Oposición a las Cáthedras de su facultad
de esta Universidad que substituyó varias veces por indisposición de sus pro­
pietarios y por ellas presidió 3 actos mayores con 2 horas por Mañana y otras
2 por la Tarde.
Presidió otros 5 actos menores que por alternativa le cupieron con la
Cáthedra de Regencia.
Es pasante Clásico de la Pasantía de Leyes y Cánones y como tal presidió
5 Questiones en esta facultad, y 2 en la de Leyes, y en ella hizo de Juez,
Abogado y Relator, en las ocasiones que le cupo.
Pasa en su quarto de Estudio a varios discípulos los 4 libros de la
Instituía, y Leyes de Toro, y es puntual asistente y arguyente a todos los actos
y exercicios escolásticos de su facultad, asi en esta Universidad como en su
Academia.
TAMBIEN LEYERON A ESTA CATEDRA LOS BACHILLERES SIGUIENTES
Don Manuel López Villaderrey
Don Eugenio Manuel Alvarez Cavallero
Don Juan Antonio Infanzón
Don Manuel Antonio Vanees
Don Phelipe Rodríguez Cañedo
Don Francisco Lanza Trelles
Don Manuel Díaz Miranda
Don Antonio Ramón Varagaña
Don Ramón Menéndez Marqués
Don Francisco Fernández Laguna
Don Nicolás Cosío
Don Domingo Diéz Santillana
Don Juan Pérez Villamil
Don Francisco Paula García Busto, y los dichos
Don Ramón Menéndez Marqués, y
Don Nicolás Cosío, sólo por acto Positivo.
Estos son, Señor, los méritos que hicieren constar los Opositores a la pre­
sente Cáthedra, a cuya vacante por Jubilación del Doctor D. Josef Benito
Villaverde, se fixaron Edictos y comunicaron a las demás Universidades con­
form e a lo resuelto por V.M. y en el térm ino de ellos se presentaron
Opositores los que van expresados, se nombraron por Jueces de Concurso a
los Doctores Don Phelipe Villaverde Valdés, Don Blas Josef de Faes, y Don
26
SANTOS M. CORONAS GONZÁLEZ
Josef García Hevia y Noriega, que formaron trincas y cada uno leyó en el día
que se le señaló por espacio de una hora, y dos argumentos de media hora ca­
da uno, sin dispensación alguna.
N.S.G.L.C.R.P. de V.M. muchos años, para bien de la Monarquía. De es­
te Claustro de la Universidad de Oviedo y Marzo 31 de 1773. (Siguen las fir­
mas del Rector, Dr.D. Pedro Francos Bustillo, y de los jueces del concurso)
Por acuerdo de la Universidad, Francisco Javier Mere, Secretario (rubricado).
TITULOS,GRADOS,Y
EXERCICIOS LITERARIOS DE
los Opositores a la Cátedra de Regencia de
Leyes, vacante en esta Universidad
de Oviedo (1774)
(AHN. Consejos, Leg. 5450, n° 19)
- El Doctor D. Bernardo Estrada Valvidades tiene 28 años de estudios
mayores en Filosofía, Leyes y Cánones.
Recibió por esta Universidad los Grados de Bachiller en una y otra facul­
tad, y de Licenciado y Doctor en Leyes en el año de 1763, habiendo sido ad­
mitido y aprovado nemine discrepante.
Leyó con la presente 8 veces de Oposición a las Cátedras de su facultad,
que substituyó varias veces por indisposición de sus propietarios y las de
Prima, Vísperas y Sexto con aprobación del Claustro y con la misma substitu­
ye la referida de Prima de Cánones en su actual vacante.
Presidió 25 actos menores y 7 mayores los 2 de estos en Artes y los res­
tantes en dichas facultades de Leyes y Cánones.
Obtubo los empleos de Ginasiarca, Fiscal y Secretario de la Academia de
leyes de esta Universidad en la que actuó y defendió las Questiones que le cu­
pieron.
Es Rexidor de esta Ciudad, Abogado salariado de su Ayuntamiento y exa­
m inador nom brado por esta Real Audiencia para los que se reciben de
Abogados. Es Fiscal del Santo Tribunal de Cruzada. Fue Juez Noble de esta
Ciudad, y Alcalde mayor de sus Jurisdiciones y es continuo asistente a todas
las funciones y exercicios scholásticos de esta Universidad.
- El Doctor Don Andrés Argüelles Meres tiene 28 años de Estudios ma­
yores en Artes, Leyes y Cánones.
Recibió por esta Universidad los Grados de Bachiller en una y otra facul­
tad y de Licenciado y Doctor en Cánones en el año de 1765.
Leyó con la presente 8 veces de Oposición a las Cáthedras de su facultad,
sobstituyó varias veces por indisposición de sus propietarios, y por nombra­
LA REFORMA DEL MÉTODO DE PROVISIÓN DE CÁTEDRAS
27
miento del Rector y Claustro sostituyó la de Prima de Leyes, y con el mismo
se halla substituyendo la presente.
Presidió 4 actos mayores, los 3 de Asignatura por las Cátedras que ha
substituido y el restante de extraordinario.
Actuó en dicha facultad 2 actos menores y defendió 6 que le tocaron en
alternativa con la referida Cátedra de Regencia,
Ha exercido y substentado las Questiones que le cupieron como
Individuo de la citada academia de Leyes y Cánones de la que fue Presidente
y exerció los demás oficios de ella.
Es Abogado de esta Real Audiencia y continuo asistente a los actos y
exercicios literarios de esta Universidad y ha enseñado en su Casa por los 4
Libros de la Instituía.
- El Doctor D. Manuel Vanees Quirós tiene 10 años de Estudios mayores.
Recibió por esta Universidad los Grados de Bachiller en Leyes y Cánones
y de Licenciado y Doctor en dicha facultad de Leyes en 3 de Agosto de el año
próximo de 1773 a que fue admitido y aprobado nemine discrepante.
Leyó con la presente 3 veces de Oposición a las Cátedras de su facultad
que substituyó varias veces por indisposición de sus propietarios.
Presidió 5 actos menores en alternativa con la presente Catedra de
Regencia, y uno mayor de Asignatura por la de Instituía.
Es acíual Ginasiarca de la cilada Academia de Leyes en la que presidió y
defendió las Quesíiones que le cupieron y eximió los demás oficios de ella.
Es Abogado de esía Real Audiencia y acíualmeníe Juez ordinario de esla
Ciudad y coníinuo asislenle a los acíos y exercicios de la faculíad de esía
Universidad y ha enseñado en su casa los 4 Libros de la Insíiíuía.
- El Licenciado D. Joaquín de Ynclán Arango, íiene 17 años de estudios
mayores.
Recivió por esta Universidad los Grados de Bachiller en Artes, Leyes y
Cánones.
Repitió de Quodlibeío para el Grado de Licenciado que recivió en esla
Universidad, en dicha faculíad de Leyes, en 11 de febrero del año próximo de
1773, precedido el riguroso examen de Capilla a que fue admiíido y aprobado
nemine discrepante.
Leyó con la preseníe 7 veces de Oposición a las Cáíhedras de su faculíad,
que sobsliluyó varias veces: Y acíualmeníe con aprovación del Clausíro la de
Vísperas de Leyes por las que presidió 5 acíos mayores con dos horas por la
mañana y oirás dos por la larde.
Presidió 8 actos menores que le cupieron en alternativa con la presente
Cátedra de Regencia.
Es presidente de la ciíada Academia de Leyes y Cánones y en ella ha de­
fendido lodas las Quesíiones que le cupieron y exercido los demás empleos de
28
SANTOS M. CORONAS GONZÁLEZ
ella: Y es continuo asistente a todos los ejercicios scolásticos de su facultad en
dicha Academia y esta Universidad: Y enseña en su Casa los 4 Libros de la
Instituía.
TAMBIEN LEYERON A ESTA CATEDRA LOS BACHILLERES SIGUIENTES
D. Manuel López Villaderey
D. Manuel Alvarez Cavallero
D. Felipe Rodríguez Cañedo
D. Francisco Lanza Trelles
D. Manuel Díaz Miranda
D. Antonio Ramón Varagaña
D. Ramón Menéndez Marqués
D. Francisco Laguna
D.
D.
D.
D.
D.
D.
D.
D.
Nicolás Vélez Costo
Domingo Diez Santillana
Francisco Paula García Busto
Bernaldo Caso Cobos
Francisco Maujo Argüelles
Francisco Hevia y Noriega
Manuel Vicente de Torres
Manuel Méndez Vigo
Estos son, Señor, los méritos que hicieren constar los Opositores a la pre­
sente Cátedra a cuya vacante se fixaron edictos que se comunicaron a las de­
más Universidades confome a lo resuelto por U.M. y en el Término de ellos se
presentaron opositores los que van expresados, se nombraron por Jueces de
Concurso a los D.D. D. Felipe Villaverde y Valdés, D. Ramón Hevia M iranda
y D. Felipe Canga, y por indisposición que sobrebino a este se nombró en su
lugar al Doctor D. Pedro Ruiz Villar, que formaron trincas y cada uno de los
Opositores leyó en el día que se le señaló por espacio de una hora y dos argu­
mentos de media hola sin despensación alguna.
N.S.G.L.C.R.P. de V.M. muchos años, para bien de la Monarquía, de este
Claustro de la Universidad de Oviedo y Marzo 15 de 1774.
SEÑOR
(Siguen las firmas del Rector, Dr.D. Blas Joseph de Faes y de los jueces del
concurso)
Por Acuerdo de la Universidad de Oviedo
Francisco Javier Mere, Secretario (rubricado)
TITULOS, GRADOS Y EXERCICIOS
LITERARIOS DE LOS OPOSITORES
a la Cátedra de Instituciones Civiles de propiedad
vacante en esta Universidad de Oviedo, por dexación
del Doctor Don Blas Josef de Faes (1777)
(AHN. Consejos, Leg. 5450, n° 29)
LA REFORMA DEL MÉTODO DE PROVISIÓN DE CÁTEDRAS
29
- El Doctor Don Andrés Argüelles Meres, tiene 22 años de Estudios ma­
yores en Artes, Leyes y Cánones.
Recibió por esta Universidad los grados de Bachiller en ambos derechos
y de Licenciado y Doctor en Cánones en el año de 1765.
Leyó con la presente 10 veces de Oposición a las Cátedras de esta
Universidad.
Sobstituyó con aprobación del Claustro, la de Prima de Leyes desde 18 de
Octubre de 1771 hasta 20 de Diciembre de 1773 en el que, posesionado su pro­
pietario, entró dicho Don Andrés, sobstituyendo la de Regencia y lo es actual­
mente de la presente Cátedra y, como tal substituto, presidió 7 actos mayores de
Asignatura, otro también mayor de Extraordinario y los menores que le cupieron.
Ha sido examinador en los Grados de Bachiller en ambos derechos y en
la latinidad y es Protector del Gymnasio de Leyes y Cánones de esta
Universidad, en el que ha substentado y defendido las Questiones que le cu­
pieron como individuo y Presidente del Gymnasio.
Es Abogado de la Real Audiencia y uno de los Fundadores del su Colegio
y puntual asistente a los exercicios de su facultad.
- El Doctor Don Manuel de Bances Quirós, tiene 15 años de Estudios
mayores en Artes, Leyes y Cánones.
Recibió por esta Universidad los Grados de Bachiller en ambos derechos
y de Licenciado y Doc. en Leyes en el año de 1773 y en unos y otros fue ad­
mitido y aprobado nemine discrepante.
Leyó con la presente cinco veces de Oposición a las Cátedras de esta
Universidad que substituyó varias veces por indisposición de sus propietarios
y lo fue de la presente con aprobación del Claustro por espacio de dos años,
presidiendo los dos actos mayores de Asignatura y los menores que le cupie­
ron en alternativa con la Cátedra de Regencia.
Ha sido Examinador en la Latinidad y en los Grados de Bachiller de am­
bos derechos.
En el año de 1774 fue Gymnasiarca del citado Gymnasio de Leyes y
Cánones de esta Universidad, defendiendo las cuestiones que le cupieron y
exerció los em pleos de Juez, Abogado, Tesorero, Fiscal de la mism a
Academia, y así en ella como en esta Universidad es puntual asistente a los
exercicios de su facultad.
Es Abogado de esta Real Audiencia y uno de su Colegio y ha enseñado en
su Casa los 4 Libros de la Instituía.
- El Doctor Don Antonio Ramón Alvarez Baragaña, tiene 13 años de
Estudios mayores en Artes, Leyes y Cánones.
Recibió por esta Universidad los Grados de Bachiller en ambos derechos
y de Licenciado y Doctor en Cánones en el año de 1774 y en unos y otros fue
admitido y aprobado nemine discrepante.
30
SANTOS M. CORONAS GONZÁLEZ
Leyó con la presente 4 veces de Oposición a las Cáthedras de esta
Universidad, que substituyó varias veces por indisposición de sus Propietarios
y con aprobación del Claustro, la de Vísperas de Leyes y la de Regencia de la
mism a facultad, actualm ente vacante. Presidió 4 actos m ayores, uno de
Extraordinario en Leyes, otro por la dicha Cátedra de Vísperas, otro por la de
Decreto, y el último por la referida de Regencia y los menores que en su alter­
nativa le cupieron
Desde el año de 1768 es Académico del citado Gymnasio de Leyes y
Cánones, en el que obtuvo los empleos de Tesorero, Secretario, Fiscal y
Presidente y en el año de 1775, fue electo Gymnasiarca. En el de 1776 fue relecto y la está actualm ente exerciendo, presidiendo y defendiendo las
Cuestiones que le cupieron y así en dicho Gym nasio como en esta
Universidad es puntual asistente a los actos y exercicios de su facultad.
Dicho año de 1775 hizo Oposición a la Prebenda Doctoral de la Santa
Yglesia Catedral de Salamanca, cuyos ejercicios ha desempañado con el ma­
yor lucimiento y le fueron aprobados.
Es Abogado de la Real Audiencia y de su Colegio, incorporado con el de
Madrid.
- El Doctor Don Bernardo de Caso Cobos tiene 13 años de Estudios m a­
yores en Artes, Leyes y Cánones.
Recibió por esta Universidad los Grados de Bachiller en ambos derechos
y de Licenciado y Doctor en Cánones dicho año de 1774 a que fue admitido y
aprobado nemine discrepante.
Leyó con la presente 3 veces de Oposición a las Cátedras de esta facultad.
Presidió 3 actos mayores, 1 en Leyes y los 2 en Cánones, y los menores
que le cupieron, y como pasante del citado Gymnasio leyó y presidió las questiones que le cupieron del que fue Gymnasiarca y exerció los oficios de Juez y
Abogado en las causas que le tocaron, y es puntual asistente a los exercicios
escolásticos de su facultad, así en esta Universidad como en dicho Gymnasio.
Es Fiscal General del Tribunal Eclesiástico de este Obispado y Abogado
de esta Real Audiencia y de su Colegio.
- El Doctor Don Francisco García Hevia y Noriega tiene 10 años de
Estudios mayores.
Recibió por esta Universidad los Grados de Bachiller en ambos derechos
y de Licenciado y Doctor en Cánones en el año de 1775 a que fue admitido y
aprobado nemine discrepante.
Leyó a la presente Cátedra y como substituto de la Prima de Cánones
desde su vacante con aprobación del Claustro, presidió el acto mayor de
Asignatura por mañana y tarde.
Substituyó por indisposición de sus propietarios las de Sexto y Vísperas,
por la que presidió los dos actos mayores de Asignatura y otro también mayor
en la facultad de Leyes y los menores que le cupieron.
LA REFORMA DEL MÉTODO DE PROVISIÓN DE CÁTEDRAS
31
Como clásico de dicho Gymnasio, leyó y presidió las questiones que le
tocaron y exerció el oficio de Secretario y es Gymnasiarca.
Ha sido Examinador en los Grados de Bachiller en ambas facultades y es
Abogado de la Real Audiencia y de su Colegio, y puntual asistente a los exercicios escolásticos de su facultad.
- El Doctor Don Manuel Méndez Vigo tiene 22 años de Estudios mayores.
Recibió por esta Universidad los Grados de Bachiller en ambos derechos,
y de Licenciado y Doctor en Cánones el año de 1776 a que fue admitido y
aprobado nemine discrepante.
Leyó con la presente dos veces de Oposición a las Cátedras de esta
Universidad que subsituyó por indisposición de sus propietarios y como tal
substituto presidió los dos actos mayores de Asignatura por las de Prima de
Leyes e Instituciones Canónicas, y otro también mayor en el próximo curso y
los m enores que le cupieron, y ha sido Exam inador en los Grados de
Bachiller de ambos derechos y propuesto Gymnasiarca de la citada Academia
en la que leyó, presidió y defendió las questiones que le cupieron y exerció los
oficios de Juez, Abogado, Relator y Fiscal, y así en ella como en esta
Universidad puntual asistente a los exercicios de su facultad.
Hizo Oposición a la Prebenda Doctoral de la Catedral de Santander, cu­
yos exercicios ha desempeñado con el mayor lucimiento y le fueron aproba­
dos nemine discrepante y en su oposición entró en votos.
- El Doctor Don Francisco García Busto tiene 10 años de Estudios ma­
yores.
Recibió por esta Universidad los Grados de Bachiller en ambos derechos
y de Licenciado y Doctor en Leyes en 12 de Diciembre del año próximo de
1776 y 17 de enero del presente a que fue admitido y aprobado nemine dis­
crepante.
Leyó con la presente 3 veces de Oposición a las Cátedras de esta
Universidad que substituyó varias veces, por indisposición de sus propieta­
rios.
Presidió un acto mayor en Leyes y los menores que le cupieron y como
pasante de la citada Academia leyó y presidió en ella las questiones que le to­
caron y exerció los oficios de Juez, Abogado, Fiscal y Secretario de la misma
Academia y en ella y esta Universidad puntual asistente a los exercicios de su
facultad.
Es Abogado de los Reales Consejos y de los de su Colegio, cuyo título in­
corporó en esta Real Audiencia y en los de su Colegio, y de su nombramiento
es Abogado de Pobres en las causas Criminales.
Dicho año de 1775 fue admitido en la Junta que, vajo el Patrocinio y
Advocación Ntra.Sra. del Carmen existe en la Villa de Madrid, precedido el
examen de toda ella, de que salió aprobado nemine discrepante y exerció los
32
SANTOS M. CORONAS GONZÁLEZ
oficios de Juez, Abogado y Relator y ha sido electo Juez Secular y Maestro de
Ceremonias de aquella Junta.
El Bachiller Don Felipe Rodríguez Cañedo leyó a esta Cátedra
El Bachiller Don Francisco Lanza Trelles, leyó a esta Cátedra
El Bachiller Don Francisco Laguna, leyó a esta Cátedra.
Estos son, Señor, los méritos que hicieren constar los Opositores en tér­
mino de 30 días, que se comunicaron a las demás Universidades del Reyno,
conform e a lo resuelto por V.M.; en el térm ino de ellos se presentaron
Opositores los que van expresados, se nombraron por Jueces de Concurso a
los Doctores Don Felipe Canga, D. Pedro García San Pedro y Don Nicolás
Cosío, que formaron trincas y cada uno leyó por espacio de una hora y dos ar­
gumentos de media hora en el día que se les señaló.
N.S.G.L.C.R.P. de V.M. muchos años, para bien de la Monarquía de este
Claustro de la Universidad de Oviedo y Agosto 26 de 1777.
SEÑOR
(Siguen las firmas del Rector, Dr. Domingo Enrique de Puertos,
y de los jueces de concurso)
Por Acuerdo de la Universidad de Oviedo.
Francisco Javier Mere, Secretario (rubricado)
TITULOS, GRADOS Y
EXERCICIOS LITERARIOS DE LOS OPOSITORES
a la Cátedra de Instituciones Civiles, antes nombrada de Regencia,
vacante en la Universidad de Oviedo, por dejación del Licenciado
D. Joaquín de Inclán. (1778)
(AHN. Consejos, Leg. 5450, n° 33)
El Doctor Don Manuel de Bances Quirós tiene 16 años de Estudios
Mayores en Artes, Leyes y Cánones.
Recibió por esta Universidad los Grados de Bachiller en ambos Derechos
y de Licenciado y Doctor en Leyes en el año de 1773 y en unos y otros fue
aprobado nemine discrepante.
Leyó con la presente 7 veces de Oposición a las Cátedras de esta
Universidad, que substituyó varias veces por indisposición de sus propieta­
rios, y con aprobación del Claustro, la de Instituciones Civiles de propiedad
por espacio de dos años, presidiendo por ella los dos Actos m ayores de
Asignatura y los menores que le cupieron en su alternativa y otros dos mayo­
res en dicha facultad de Leyes.
LA REFORMA DEL MÉTODO DE PROVISIÓN DE CÁTEDRAS
33
Ha sido Examinador en Latinidad y en los Grados de Bachiller en ambos
Derechos.
En el año de 1774 fue Gymnasiarca del Gymnasio de Leyes y Cánones de
esta Universidad y en él defendió las questiones que le cupieron y egerció los
empleos de Juez, Abogado, Tesorero y Fiscal de la misma Academia, y así en
ella como en esta Universidad, puntual asistente a los Exercicios de su facultad.
Es Abogado de la Real Audiencia y uno de los de su Colegio, Asesor in­
terino de la Marina del Departamento de Aviles y ha enseñado en su Casa los
4 Libros de la Instituía.
- El Doctor Don Antonio Ramón Alvarez Baragaña, tiene 14 años de
Estudios mayores en Artes, Leyes y Cánones.
Recibió por esta Universidad los Grados de Bachiller en ambos Derechos
y de Licenciado y Doctor de Cánones en el año de 1774 y en unos y otros fue
aprobado nemine discrepante.
Leyó con la presente 5 veces de Oposición a las Cátedras de esta
Universidad, que substituyó varias veces por indisposición de sus propietarios
y, con aprobación del Claustro, las de Vísperas de Leyes, Instituía y la presen­
te de Regencia que subsliluye con igual aprovación desde su vacanle.
Presidió 5 Aclos mayores, uno de Exlraordinario en Leyes, otro por la di­
cha Cátedra de Vísperas, otro por la de Decreto, y los dos últimos por la refe­
rida de Regencia y 6 menores que le cupieron.
Desde el año de 1768 es Académico del citado Gymnasio de Leyes y
Cánones en el que octuvo los empleos de Tesorero, Fiscal, Secretario y
Presidente, y en el de 1775 fue electo Gymnasiarca y reelecto en los dos años
subcesivos, en cuyo empleo sigue actualmente, y en ella leyó 11 veces con
arreglo a sus constituciones y defendió 12 Questiones Canónicas y Civiles y
un acto mayor en Leyes, y así en dicho Gymnasio, como en esta Universidad,
es puntual asistente a los Exercicios de su facultad.
Dicho año de 1775 hizo Oposición a la Prebenda Doctoral de la Santa
Iglesia Catedral de Salamanca, cuyos egercicios ha desempeñado con el ma­
yor lucimiento y le fueron aprobados nemine discrepante.
Es Abogado de esta Real Audiencia y de su Colegio, incorporado con el
de Madrid, por su nombramiento, actual Examinador.
- El Doctor Don Bernardo de Caso Cobos, tiene 14 años de Estudios ma­
yores en Artes, Leyes y Cánones.
Recibió por esta Universidad los Grados de Bachiller en ambos Derechos
y de Licenciado y Doctor en Cánones en el año de 1774 y en unos y otros fue
admitido y aprobado nemine discrepante.
Leyó cinco veces de Oposición a las Cátedras de esta Universidad.
Presidió 4 actos mayores en ambas facultades y, como pasante del citado
Gymnasio, leyó y presidió las cuestiones que le cupieron, exerció los oficios
34
SANTOS M. CORONAS GONZÁLEZ
de Juez, Abogado y Gymnasiarca, y así en dicha Academia, como en esta
Universidad, es puntual asistente a los exercicios de su facultad.
Es Fiscal General Eclesiástico de este Obispado, Abogado de esta Real
Audiencia y de su Colegio.
- El Doctor Don Manuel Méndez Vigo tiene 13 años de Estudios mayores.
Recibió por esta Universidad los grados de Bachiller en ambos Derechos
y de Licenciado y Doc. en Cánones en el año de 1776 a que fue admitido y
aprobado nemine discrepante.
Leyó con la presente 4 veces de Oposición a las Cátedras de esta
Universidad que substituyó por indisposición de sus propietarios y como tal
substituto presidió dos actos mayores de Asignatura por las de Prima de Leyes
y Instituciones Canónicas, otros tres también mayores y los menores que le
cupieron, y ha sido Exam inador en los Grados de Bachiller en ambos
Derechos.
Es actual Gymanasiarca de la citada Academia, en la que leyó, presidió y
defendió las questiones que le cupieron, y como tal Gymnasiarca presidió el
Acto mayor que previenen sus constituciones y exerció los oficios de Juez,
Abogado, Relator y Secretario, y así en ella como en esta Universidad, pun­
tual asistente a los exercicios de su facultad.
Hizo Oposición a la Prevenda Doctoral de Santander, cuyos exercicios le
fueron aprobados nemine discrepante y en su provisión entró en votos.
- El Doctor Don Francisco García Busto, tiene 13 años de Estudios ma­
yores.
Recibió por esta Universidad los Grados de Bachiller en ambos Derechos
y de Licenciado y Doctor en Leyes en el año d e l 7 7 6 y l 7 d e Enero de 1777 y
fue admitido y aprobado nemine discrepante.
Leyó con la presente cinco veces de Oposición a las Cátedras de esta
Universidad que substituyó varias veces por indisposición de sus propietarios.
Presidió 2 actos mayores en Leyes, y los menores que le cupieron y como
pasante de la citada Academia, leyó y presidió en ella las questiones que le cu­
pieron y egerció los oficios de Juez, Abogado, Fiscal y Secretario de la misma
Academia y en ella y en esta Universidad es puntual asistente a los exercicios
de su facultad.
Es Abogado de los Reales Consejos de los de su Colegio, cuyo título in­
corporó en esta Real Audiencia y su Colegio y de su nom bram iento es
Abogado de Pobres en las causas criminales.
En el año de 1775 fue admitido a la Junta que vajo el Patrocinio y
Advocación de Ntra. Sra. Del Carmen existe en la Villa de Madrid, precedido
el examen de toda ella de que salió aprobado nemine discrepante, y egerció
los oficios de Juez, Abogado y Relator y ha sido electo Juez Secular, Maestro
de Ceremonias de aquella Junta.
LA REFORMA DEL MÉTODO DE PROVISIÓN DE CÁTEDRAS
35
El D octor Don M anuel Díaz M iranda Presbítero, tiene 15 años de
Estudios mayores en Artes, Leyes y Cánones.
Recivió por esta Universidad los Grados de Bachiller en Leyes en 22 de
Diciembre de 1768 y en Sagrados Cánones en 15 de Enero de 1771 y de
Licenciado y Doctor en Cánones en este presente año a que fue admitido y
aprobado nemine discrepante.
Leyó con la presente seis veces de Oposición a las Cátedras de ambos
Derechos de esta Universidad.
Actuó quando cursante en Filosolía un Acto Mayor y otro menor.
Presidió en Leyes 2 actos menores y actuó tres también en menores en al­
ternativo con la Cátedra de Regencia.
Actuó otros 2 actos mayores de Asignatura por la Cátedra de Vísperas de
Leyes.
Es individuo de la Academia y Gymnasio de Leyes y las questiones
Civiles y Canónicas que por turno le cupieron, y así en ella como en esta
Universidad es puntual asistente a los exercicios de su facultad.
En primera Oposición al Concurso General de los Beneficios de este
Obispado, fue provisto en el Curato de San Pedro de los Arcos, Concejo de es­
ta Ciudad, que actualmente obtiene.
TAMBIÉN LEYERON A ESTA CATEDRA LOS BACHILLERES SIGUIENTES
Don Felipe Rodríguez Cañedo
Don Francisco Lanza Trelles
Don Antonio Canella
Estos son, Señor, los méritos que hicieron constar los Opositores a la pre­
sente Cátedra a cuya vacante se fijaron Edictos con término de 30 días que se
comunicaron a las demás Universidades del Reyno, conforme a lo resuelto
por V.M., se mostraron Opositores los que van expresados, se nombraron por
Jueces de Concurso a los Doctores Don Andrés Argüelles, Don Felipe Canga
Argüelles y Don Pedro García San Pedro, que formaron trincas y cada uno le­
yó por espacio de una hora y dos Argumentos de media hora en el día que se
les señaló, sin dispensación alguna.
N.S.G.L.C R.P. de V.M. muchos años, para bien de la Monarquía. De es­
te Claustro de la Universidad de Oviedo y Agosto 31 de 1778.
SEÑOR
(Siguen las firmas del Rector, Dr. Domingo Enrique de Puertos
y de los jueces de concurso)
Por Acuerdo de la Universidad de Oviedo
Francisco Javier Mere, Secretario (rubricado)
BIBLIOGRAFÍA DEL ARTICULADO DE
ARMANDO PALACIO VALDÉS
JOSÉ LUIS CAMPAL FERNÁNDEZ
No descolló precisamente Armando Palacio Valdés, al contrario que su
íntimo amigo Clarín, por frecuentar las páginas de las publicaciones periódi­
cas de su época para exponer o rebatir tales o cuales opiniones e ideas. Sin
embargo, la no reducida nómina de sus colaboraciones de prensa, a pesar de
estar muy espaciadas en el tiempo algunas de ellas y presentar un carácter al­
go trivial algunas otras, no aconseja la consideración minusvalorativa de “cir­
cunstancial” para el conjunto de sus trabajos periodísticos. No hemos de olvi­
dar que cuando no era ni siquiera un novelista en germen, el escritor asturiano
emprendió su carrera literaria desde las letras de molde de los diarios. Aunque
el grado de frecuentación de las columnas de los rotativos disminuyó durante
su más florida etapa novelística, puede afirmarse, sin temor a yerro, que don
Armando jam ás renunció a su estatus de colaborador atemporal. No en balde,
el propio autor agruparía después en distintos libros parte de su producción
articulística1.
Ofrezco a continuación, con ánimo de alcanzar la mayor completez dese­
able, un repertorio bibliográfico general de los más de 130 artículos localiza­
dos de Armando Palacio Valdés.
1) Primer artículo (con la forma epistolar de una “Carta al director” y firmado
sucintamente con las iniciales L. E.), en: El Eco de Avilés, Avilés, 22 de ju ­
lio de 1869.
2) “Notas extranjeras”, en: El Cronista, Madrid, septiembre-diciembre de 1874.
3) “Ensayo sobre El problema religioso. Doctrinas religiosas del racionalis­
mo contemporáneo, de Francisco de Paula Canalejas”, en: Revista Euro­
pea, Madrid, 23 de mayo de 1875.
1 En la presente bibliografía no se han incluido los artículos que, en defensa de Francia, Palacio Valdés
escribiera para El Imparcial durante la I Guerra Mundial y que recogería en su obra: La guerra injusta.
Cartas de un español (Barcelona-París, Bloud & Gay Editores, lmp. Artistique Lux, 1917, 197 pp.)
38
JOSÉ LUIS CAMPAL FERNÁNDEZ
4) “Los oradores del Ateneo. Don José Moreno N ieto”, en: La Política,
Madrid, 15 de junio de 1875.
5) “Cartas de todas partes”, en: El Solfeo (Bromazo diario para músicos y
danzantes), Madrid, 11 de julio de 1875.
6) “Apuntes críticos”, en: Revista Europea, Madrid, n° 141, año III, 5 de no­
viembre de 1876, pp. 601-603.
7) “El discurso del Sr. Moreno Nieto sobre los sistemas filosóficos moder­
nos”, en: Revista Europea, Madrid, un n° de diciembre de 1876, año III,
pp. 633-635.
8) “Apuntes críticos”, en: Revista Europea, Madrid, n° 153, año IV, 28 de
enero de 1877, pp. 115-117.
9) “Apuntes críticos. O locura o santidad, drama en tres actos de don José
Echegaray”, en: Revista Europea, Madrid, n° 154, año IV, 4 de febrero de
1877, pp. 150-153.
10) “Los oradores del Ateneo. Don Miguel Sánchez”, en: Revista Europea,
Madrid, n° 157, año IV, 25 de febrero de 1877, pp. 248-250.
11) “Los oradores del Ateneo. Don Segismundo Moret y Prendergast”, en:
Revista Europea, Madrid, n° 158, año IV, 4 de marzo de 1877, pp. 281 283.
12) “Los oradores del Ateneo. Don Carlos M aría Perier”, en: Revista
Europea, Madrid, n° 159, año IV, 11 de marzo de 1877, pp. 304-305.
13) “Los oradores del Ateneo. Don Laureano Figuerola”, en: Revista
Europea, Madrid, n° 162, año IV, 1 de abril de 1877, pp. 408-410.
14) “Los oradores del Ateneo. Don Juan Valera”, en: Revista Europea,
Madrid, n° 164, año IV, 15 de abril de 1877, pp. 470-472.
15) “Apuntes críticos”, en: Revista Europea, Madrid, n° 165, año IV, 22 de
abril de 1877, pp. 506-508.
16) “Los oradores del Ateneo. Don José Moreno Nieto”, en: Revista Europea,
Madrid, n° 168, año IV, 13 de mayo de 1877, pp. 601-602.
17) “Los oradores del Ateneo. Don José Carvajal”, en: Revista Europea,
Madrid, n° 169, año IV, 20 de mayo de 1877, pp. 169-170.
18) “Los oradores del Ateneo. Don Luis Vidart”, en: Revista Europea,
Madrid, n° 171, año IV, 3 de junio de 1877, pp. 702-704.
BIBLIOGRAFÍA DEL ARTICULADO DE ARMANDO PALACIO VALDÉS
39
19) “Los oradores del Ateneo. Don Gumersindo de Azcárate”, en: Revista
Europea, Madrid, n° 173, año IV, 17 de junio de 1877, pp. 765-767.
20) “Los oradores del Ateneo. Don Manuel Pedregal”, en: Revista Europea,
Madrid, n° 174, año IV, 24 de junio de 1877, pp. 792-794.
21) “Los oradores del Ateneo. Don Francisco de Paula Canalejas”, en: Revista
Europea, Madrid, n° 197, año IV, 2 de diciembre de 1877, pp. 725-727.
22) “Los oradores del Ateneo. Don Manuel de la Revilla” , en: Revista
Europea, Madrid, n° 198, año IV, 9 de diciembre de 1877, pp. 766-768.
23) “Los oradores del Ateneo. Don Francisco Javier Galvete”, en: Revista
Europea, Madrid, n° 199, año IV, 16 de diciembre de 1877, pp. 796-798.
24) “Correspondencia de Madrid”, en: Ecos del Nalón, Oviedo, n° 8, año II, 8
de enero de 1878, pp. 57-58.
25) “Correo de M adrid”, en: Revista de Asturias, Oviedo, n° 14, año II, 15 de
marzo de 1878, pp. 122-123.
26) “Correo de M adrid”, en: Revista de Asturias, Oviedo, n° 15, año II, 25 de
marzo de 1878, pp. 139-140.
27) “Correo de M adrid”, en: Revista de Asturias, Oviedo, n° 17, año II, 15 de
abril de 1878, pp. 167-170.
28) “Correspondencia de Madrid”, en: Revista de Asturias, Oviedo, n° 19, año
II, 5 de mayo de 1878, pp. 202-203.
29) “Correo de M adrid”, en: Revista de Asturias, Oviedo, n° 21, año II, 25 de
mayo de 1878, pp. 237-238.
30) “Los oradores del Ateneo. Don Emilio Castelar”, en: Revista Europea,
Madrid, 1878, pp. 12-25 y 154-158.
31) “Los oradores del Ateneo. Don Gabriel Rodríguez”, en: Revista Europea,
Madrid, un n° de 1878, pp. 20-22.
32) “Los novelistas españoles. Fernán Caballero”, en: Revista Europea,
Madrid, un n° de 1878, pp. 241-246.
33) “La economía política cristiana”, en: Revista Europea, Madrid, un n° de
1878, pp. 293-298.
34) “Los novelistas españoles. Don Benito Pérez G aldós” , en: Revista
Europea, Madrid, 1878, pp. 335-339 y 400-405.
40
JOSÉ LUIS CAMPAL FERNÁNDEZ
35) “La moda. Apuntes económicos”, en: Revista Europea, Madrid, un n° de
1878, pp. 418-421.
36) “Los novelistas españoles. Don Pedro Antonio de Alarcón”, en: Revista
Europea, Madrid, 1878, pp. 465-469.
37) “Los novelistas españoles. Don Juan Valera”, en: Revista Europea,
Madrid, 1878, pp. 519-523 y 593-597.
38) “Los novelistas españoles. Don M anuel Fernández y G onzález”, en:
Revista Europea, Madrid, 1878, pp. 659-663. Posteriormente, en: Revista
de Asturias, Oviedo, n° 3, año III, 25 de enero de 1879, pp. 38-42.
39) “Los novelistas españoles. Don Francisco Navarro V illoslada” , en:
Revista Europea, Madrid, 1878, pp. 712-714.
40) “Los novelistas españoles. Don Enrique Pérez Escrich”, en: Revista
Europea, Madrid, 1878, pp. 453-458.
41) “Los novelistas españoles. Don José de Castro y Serrano”, en: Revista
Europea, Madrid, 1878, pp. 629-633.
42) “Los novelistas españoles. Don José Selgás”, en: Revista Europea,
Madrid, 1878, pp. 657-662.
43) “El tema del teatro”, en: El Imparcial, Madrid, 2 de junio de 1879.
44) “Don José Echegaray”, en: Revista Europea, Madrid, un n° de 1879, pp.
20-25.
45) “Don José Zorrilla”, en: Revista Europea, Madrid, un n° de 1879, pp. 206211.
46) “Don Ramón de Campoamor”, en: Revista Europea, Madrid, 1879, pp.
465-468 y 568-572.
47) “Don Antonio F. Grilo”, en: Revista Europea, Madrid, un n° de 1879, pp.
760-764.
48) Un artículo, en: El Liberal, Madrid, 11 de febrero de 1880.
49) “Castelar en la Academia”, en: La Ilustración Española y Americana
(Revista de política, ciencias, arte y literatura), Madrid, n° 24, año XVI,
30 de abril de 1880, pp. 275-278.
50) “Cualidades de la crítica”, en: Revista de Asturias, Oviedo, n° 5, año IV,
15 de septiembre de 1880, pp. 266-268. Posteriormente, en: Sagitario,
Madrid, un n° de 1907.
BIBLIOGRAFÍA DEL ARTICULADO DE ARMANDO PALACIO VALDÉS
41
51) “La muerte en los labios, drama original de D. José Echegaray”, en: El
Día, Madrid, 11 de diciembre de 1880.
52) “El grano de arena (Drama original de D. Antonio García Gutiérrez)”, en:
El Día, Madrid, 17 de diciembre de 1880.
53) “Hard times”, en: El Día, Madrid, 24 de diciembre de 1880.
54) “Puntos de vista, colección de artículos por D. Miguel M oya”, en: El Día,
Madrid, 31 de diciembre de 1880.
55) “Poesías líricas, de D. Ventura Ruiz Aguilera”, en: El Día, Madrid, 9 de
enero de 1881.
56) “El espejo, de D. Mariano Pina Domínguez”, en: El Día, Madrid, 12 de
enero de 1881.
57) “Los teatros menudos”, en: El Día, Madrid, 21 de enero de 1881.
58) “El código del honor, de D. Leopoldo Cueto”, en: El Día, Madrid, 26 de
enero de 1881.
59) “El sainete”, en: El Día, Madrid, 13 de marzo de 1881.
60) “El frío del teatro español”, en: El Día, Madrid, 16 de marzo de 1881.
61) “Discursos académicos”, en: El Día, Madrid, 22 de marzo de 1881.
62) “El gran galeoto, de D. José Echegaray”, en: El Día, Madrid, 26 de mar­
zo de 1881.
63) “Los buenos y los sabios (Poema)”, en: El Día, Madrid, 27 de marzo de
1881.
64) “El sainete. Al Sr. D. Ricardo de la Vega”, en: El Día, Madrid, 6 de abril
de 1881.
65) “Poesías leídas en el Ateneo científico, literario y artístico de Madrid, por
D. Francisco Abarzuza”, en: El Día, Madrid, 16 de abril de 1881.
66) “Esbozos y rasguños, por D. José Pereda”, en: El Día, Madrid, 24 de abril
de 1881.
67) “El teatro francés en España”, en: El Día, Madrid, 30 de abril de 1881.
68) “El lenguaje académico”, en: La Ilustración Gallega y Asturiana, n° 27,
28 de septiembre de 1881, pp. 320-321.
69) “Señales del buen tiempo”, en: Almanaque Asturiano de El Carbayón p a ­
ra 1882, Oviedo, diciembre de 1881, pp. 51-53.
42
JOSÉ LUIS CAMPAL FERNÁNDEZ
70) “Los mosquitos líricos”, en: La Ilustración Ibérica (Semanario literario,
científico y artístico), Barcelona, n° 3, año I, 20 de enero de 1883, p. 7.
71) “Los m osquitos líricos (Continuación)”, en: La Ilustración Ibérica
(Semanario literario, científico y artístico), Barcelona, n° 4, año I, 27 de
enero de 1883, pp. 6-7.
72) “Los m osquitos líricos (Continuación)”, en: La Ilustración Ibérica
(Semanario literario, científico y artístico), Barcelona, n° 5, año I, 3 de fe­
brero de 1883, pp. 6-7.
73) “Los m osquitos líricos (Conclusión)”, en: La Ilustración Ibérica
(Semanario literario, científico y artístico), Barcelona, n° 6, año I, 10 de
febrero de 1883, p. 6.
74) “Un estudiante de Canarias”, en: Arte y Letras (Revista ilustrada),
Barcelona, n° 13, octubre de 1883, pp. 97-98.
75) “Acerca de Las vengadoras”, en: La Época, Madrid, 7 de abril de 1884.
76) “Alcalá Galiano”, en: Revista de Asturias, Oviedo, 15 de enero de 1887.
77) “Ñiñerías”, en: La España Moderna, Madrid, n° 9, septiembre de 1889,
pp. 57-67.
78) “Estética del carácter”, en: La España M oderna, Madrid, n° 21, septiem­
bre de 1890, pp. 123-145.
79) “Oradores políticos”, en: La España Moderna, Madrid, n° 18, junio de
1890, pp. 55-61.
80) “Discurso leído en el homenaje de los indianos de Ribadedeva y
Peñamellera”, en: El Oriente de Asturias, Llanes, 18 de agosto de 1895.
81) “Riña a bordo”, en: La Crítica, Madrid, n° 1, 9 de diciembre de 1903.
82) “Autobiografía”, en: Álbum de Blanco y Negro, Madrid, mayo de 1904, p.
26.
83) “La novela en Am érica”, en: Revista de la Unión Ibero-Am ericana,
Madrid, n° 20, 1 de marzo de 1906, pp. 26-27.
84) “¿Cuál es mi obra predilecta?”, en: Por Esos Mundos (Suplemento de
Nuevo Mundo), Madrid, octubre de 1906.
85) “Respuesta a la pregunta de cómo ganó su prim era peseta”, en: Hoy,
Madrid, 20 de noviembre de 1913.
BIBLIOGRAFÌA DEL ARTICULADO DE ARMANDO PALACIO VALDÉS
43
86) “La leyenda del rey Alberto”, en: King Albert's Book, edited by Hall
Caine, London, Hodder and Stoughton, 1914, p. 179.
87) “Después de la paz” , en: España (Semanario de la vida nacional),
Madrid, n° 6, 5 de marzo de 1915.
88) “Covadonga. Tres etapas”, en: La Esfera, Madrid, n° 239, 27 de julio de
1918.
89) “Una opinión (Para el Ateneo Obrero de Gijón)”, en: Palacio Valdés, de
Luis Antón del Olmet y José de Torres Bemal. Madrid, Imprenta de Juan
Pueyo, 1919, pp. 285-292.
90) “Unas cuartillas de don Armando”, en: El Bollo (álbum de fiestas),
Avilés, 1921.
91) “The decadence of modem literature”, en: The Book o f Literature. New
York, The Grolier Society, 1922, pp. 13-38.
92) “Un premio de carrera (Más recuerdos de Avilés)”, en: El Bollo (álbum
de fiestas), Avilés, 1923.
93) “Blasco Ibáñez”, en: ABC, Madrid, 29 de enero de 1928.
94) “¿Cómo debería organizarse el futuro régimen?”, en: A B C , Madrid, 9 de
febrero de 1928.
95) “El cine”, en: La Gaceta Literaria, Madrid, n° 27, año II, un ejemplar de
1928.
96) “La importancia artística del cinematógrafo”, en: ABC, Madrid, 16 de
enero de 1929, p. 10.
97) “Autocrítica” (sobre la versión teatral de su novela El cuarto poder), en:
ABC, Madrid, 11 de febrero de 1932.
98) “Intelectuales y obreros (I)”, en: ABC, Madrid, 2 de abril de 1932.
99) “Intelectuales y obreros (II)”, en: ABC, Madrid, 3 de abril de 1932.
100) “El santo comunismo”, en: ABC, Madrid, 28 de abril de 1932, p. 3.
101) “La catedral y la fábrica”, en: Blanco y Negro, Madrid, 15 de mayo de
1932.
102) “El despido”, en: ABC, Madrid, 28 de mayo de 1932, p. 3. Reproducido
posteriormente en: Norte, Madrid, n° 51, año VI, 1935.
44
JOSÉ LUIS CAMPAL FERNÁNDEZ
103) “El estatuto de Villagata”, en: ABC, Madrid, 29 de junio de 1932, p. 3.
104) “La ola negra”, en: ABC, Madrid, 6 de agosto de 1932, p. 3.
105) “Iconoclastas”, en: El Debate, Madrid, 15 de octubre de 1932.
106) “Antes y ahora”, en: ABC, Madrid, 11 de mayo de 1933.
107) “Añoranzas”, en: Portfolio de las Fiestas de Nuestra Señora del Otero,
Pola de Laviana, agosto de 1933.
108) “Pereda”, en: Boletín de la Biblioteca Menéndez Pelayo, Santander, n°
15, 1933, pp. 5-7.
109) “Profesión de fe del vicario vascongado”, en: ABC, Madrid, 14 de julio
de 1934.
110) “Tiempos borrascosos”, en: ABC, Madrid, 24 de noviembre de 1934.
111) “El valor del socialismo”, en: ABC, Madrid, 13 de diciembre de 1934.
Reproducido posteriormente en: Norte, Madrid, n° 49, año VI, 1935.
112) “Extremismos”, en: ABC, Madrid, 19 de enero de 1935.
113) “El problema económico”, en: ABC, Madrid, 19 de marzo de 1935.
114) “Hada m aléfica”, en: ABC, M adrid, 28 de abril de 1935, p. 3.
Reproducido posteriormente en: Norte, Madrid, n° 52, año VI, 1935.
115) “Los salvadores”, en: ABC, Madrid, 11 de mayo de 1935.
116) “El romanticismo”, en: ABC, Madrid, 15 de junio de 1935.
117) “La vejez”, en: ABC, Madrid, 24 de octubre de 1935.
118) “El siglo XVIII”, en: ABC, Madrid, 7 de diciembre de 1935.
119) “Opiniones femeninas. El estudio de la historia”, en: ABC, Madrid, 14
de diciembre de 1935.
120) “La oración de Pachín”, en: ABC, Madrid, 19 de febrero de 1936.
121) “Grilletes”, en: ABC, Madrid, 14 de marzo de 1936.
122) “El milagro”, en: ABC, Madrid, 28 de marzo de 1936.
123) “Opiniones femeninas. La belleza”, en: ABC, Madrid, 10 de abril de
1936, p. 3.
124) “Perspectivas”, en: ABC, Madrid, 6 de mayo de 1936.
BIBLIOGRAFÍA DEL ARTICULADO DE ARMANDO PALACIO VALDÉS
45
125) “Morfina”, en: ABC, Madrid, 23 de mayo de 1936.
126) “La iluminación”, en: ABC, Madrid, 6 de junio de 1936.
127) “Los libros”, en: ABC, Madrid, 28 de junio de 1936.
128) “Sensualidad”, en: ABC, Madrid, 12 de julio de 1936.
129) “Carta-artículo a la Comisión Organizadora del homenaje de Oviedo de
1906”, recogido en: “Los hom enajes”, de Luis Fernández Castañón
(Boletín del Instituto de Estudios Asturianos, Oviedo, n° 19, año VII,
1953, pp. 366-371).
130) “Discurso leído en el homenaje de Avilés de 1818”, recogido en: “Los
hom enajes” , de Luis Fernández Castañón (Boletín del Instituto de
Estudios Asturianos, Oviedo, n° 19, año VII, 1953, pp. 374-376).
131) “Valencia”(Discurso ¿leído? en el homenaje de Valencia), recogido en:
“Los homenajes”, de Luis Fernández Castañón (Boletín del Instituto de
Estudios Asturianos, Oviedo, n° 19, año VII, 1953, pp. 379-383).
132) “D iscurso leído en el homenaje de Avilés de 1920”, recogido en:
Homenajes a Palacio Valdés en Asturias, de Jesús-Andrés Solís. Candás,
1976, pp. 53-57.
133) “Discurso leído en el homenaje de Oviedo de 1926”, recogido en:
Homenajes a Palacio Valdés en Asturias, de Jesús-Andrés Solís. Candás,
1976, pp. 72-76.
134) “Raquel M eller”, en: Raquel Meller. M adrid, Sociedad Española de
Librería, s.f., pp. 14-15.
SAN MIGUEL DE LILLO. CAMPAÑA DE EXCAVACIONES
ARQUEOLÓGICAS 1991. II. ANÁLISIS DE MATERIALES.
CÉSAR GARCÍA DE CASTRO VALDÉS
Introducción
En 1995 se publicó en el Boletín del Real Instituto de Estudios
Asturianos (n° 145, pp. 111-158) la primera parte de la memoria de la campa­
ña de excavación dirigida por el autor en el templo de San Miguel de Lillo
(Oviedo). Comprendía esta primera entrega la descripción del desarollo de la
excavación y el análisis de la estratigrafía y de las estructuras aparecidas. En
esta segunda entrega se procede a la publicación de los materiales recupera­
dos. Las piezas de escultura arquitectónica han sido dadas a conocer en la
obra Arqueología cristiana de la Alta Edad Media en Asturias, publicada
igualmente por este Real Instituto de Estudios Asturianos en 1995. En lo re­
ferente a la numeración y ubicación de los cortes, coordenadas, planimetría
etc., remito a las indicaciones contenidas en la primera entrega.
1. Materiales constructivos (ladrillo y tégula)
Se recogieron en tomo a los 600 fragmentos, de los cuales, unos 400 apa­
recieron en los rellenos y cornisas de las bóvedas, y el resto en los cortes, en
especial en los cortes 4, 7 y 8, y en las tumbas 3 y 4. De lo apuntado en el mo­
mento de su descripción se deduce que predominaron tres tipos o módulos:
- Ladrillos cuadrados, en torno a 30 centímetros de lado, centímetro más
o menos. Coinciden sus medidas con los empleados en los arcos de descarga
de la iglesia de San Julián de los Prados y el arco del testero de San Tirso de
Oviedo.
- Ladrillos cuadrados, en torno a 40-45 centímetros de lado. Coinciden
con las dimensiones de los arcos de San Miguel de Lillo: 40 centímetros de la­
do en el pórtico Oeste, 45 en los arcos de las naves laterales.
- Ladrillos rectangulares de cabecera semicircular, con unas dimensiones
entre 15-21 centímetros de anchura y en tomo a 30 centímetros de longitud. Pres­
entan la particularidad de poseer una de las caras alisada, en tanto la posterior es­
tá completamente en bruto. Cabe considerar tres hipótesis sobre su función:
48
CÉSAR GARCÍA DE CASTRO VALDÉS
1. Se trata de una versión local de la antefija grecorromana. Le falta para
ello la pestaña horizontal que se somete bajo el imbrex, aun cuando siempre es
posible suponer un sistema de adherencia con mortero, situándose la pieza en
vertica sobre el bloque del alero o comisa.
2. Se trata de piezas destinadas a la superposición o seriación, de forma
que las cabeceras redondeadas, en sucesión paralela, vayan configurando una
moldura tipo toro o bocel. Si la sucesión se realizase en vertical el resultado
conseguido sería el de una semicolumna adosada, destinada probablemente a
ser enlucida de forma que quedase enmascarada la verdadera naturaleza del
elemento arquitectónico
3. Se trata de piezas reaprovechables de otras construcciones. He locali­
zado una pieza semejante en los almacenes del M useo Arqueológico de
Asturias, procedente de Murías de Beloño (dimensiones: ancho: 15’5; grosor:
3’5 centímetros). Quizás estuviese empleada en los pilares del hipocausto. En
todo caso, Jordá Cerdá, en la publicación de la memoria de excavaciones
(1957), no hace referencia a ella.
Si ambas caras estuviesen destinadas a la ocultación por una disposición
de las piezas en sucesión se hace inútil la labor de alisado que presentan todos
los casos en la cara anterior, lo cual me inclina a aceptar la primera de las hi­
pótesis. De confirmarse como cierta, la morfología externa de las cubiertas de
San Miguel de Lillo ofrecería un aspecto notoriamente diferente al actual.
Por lo que hace a los ladrillos cuadrangulares (30 x 30 centímetros), ofre­
cen en su mayoría ambas caras en bruto, con un grosor máximo en los cantos
y mínimo en el centro, lo que confirma la identificación con dovelas de arco.
De este modo, el objetivo de la apariencia exterior queda cubierto, ahorrándo­
se una considerable cantidad de material, que en la fábrica se sustituye por
mortero. En aquellos casos en los que la cara anterior está alisada, hay que
pensar por el contrario se trata de piezas en principio destinadas a ser vistas,
tal vez en un pavimento o revestimiento de pared, lo que no quita que, en su
utilización en San Miguel de Lillo, se haya prescindido de este destino inicial.
De las tégulas recogidas sólo ha podido reconstruirse una pieza, proce­
dente del relleno del pórtico central, cuyas dimensiones (53’5 x 34 x 2 ’6 cen­
tímetros de grosor) no coinciden con los módulos establecidos para las piezas
de adscripción romana, si bien los tratadistas reconocen en este asunto la im­
posibilidad de extraer conclusiones cronológicas a partir del material cons­
tructivo, pues los datos no son extrapolables fuera del lugar donde se reco­
gen1. Destaca como norma general la mayor delgadez de las tégulas respecto
1 A d a m . J.P. La construction romaine. Paris, 1989, pp. 160, 230; D e ic h m a n n , F.W. “Westliche
Bautechnik im römischen und rhomäischen Osten”. Gesammelte Studien, Wiesbaden, Franz Steiner,
1982, pp .757-761.
S. MIGUEL DE LILLO. CAMPAÑA DE EXCAVACIONES ARQUEOLÓGICAS 1991
49
a los ladrillos (2-3 centímetros por término medio, frente a 3-4’5 para los se­
gundos). Indudablemente, el empleo de tégula como material constructivo reaprovechado está bien extendido en el mundo mediterráneo, y halla su confir­
mación en Lillo, al documentarse numerosos ejemplos de tegulae con la pes­
taña arrasada, a fin de utilizar la pieza como ladrillo o relleno.
Del estudio de los perfiles se deduce que mayoritariamente son abruptos,
de ángulos cercanos al recto y cantos bien marcados adoptando formas trape­
ciales o cuadrangulares en la mayor parte de los casos, sin que falten, no obs­
tante, perfiles más suaves, en pendiente curva o con los cantos redondeados
(figs. 1 y 2).
Este tipo de material arqueológico ha gozado de poca atención entre los
arqueólogos hasta fechas recientes, por lo que es difícil adscribir las piezas a
tipologías-cronologías seguras. En la Península Ibérica contamos, para la eta­
pa hispanovisigoda, con los casos de Casa Herrera (M érida) y el Germo
(Espiel, Córdoba) basílicas excavadas por Thilo Ulbert y Luis Caballero2 en el
primer caso, y por Thilo Ulbert3 en el segundo.Los perfiles de tégulas que
ofrecen carecen, en general, de parecido con las de San Miguel de Lillo. En
ambos casos predominan los cantos curvos, con ausencia de aristas y ángulos
vivos. La pestaña tiene una altura inferior o igual al grosor de la tégula en
Casa Herrera, y notablemente superior, incluso doble, en el Germo. Las for­
mas son notoriamente diferentes en ésta última, salvo los ejemplares 23 n-q,
los más cercanos a los tipos qe estudiamos en Lillo. Dadas las fechas de am­
bas basílicas (h. 500 para Casa Herrera; h. 600 para el Germo, con utilización
a lo largo del siglo VII)4, parece sostenible rechazar la idea de tradición visi­
goda (y mucho más romana)5 para el material de Lillo, ateniéndonos a la atri­
U l b e r t , T h .; C a b a l l e r o Z o r e d a , L. La basílica paleocristiana de Casa Herrera en las cercanías de
Mérida (Badajoz). Excavaciones Arqueológicas en España 89. Madrid, Ministerio de Educación y
Ciencia, 1975, p. 65, fig. 6.
3 U l b e r t , Th. “El Germo. Kirche und Profanbau aus dem frühen 7. Jahrhundert”. Madrider Mitteilungen,
9(1968), Abb. 18.
4 U l b e r t - C a b a l l e r o , ob. cit. p. 235. U lbert, ob. cit. p. 375.
5 Para Asturias contamos con los materiales procedentes de la villa de las Murías de Beloño: Jordá
Cerdá, F. Las Murías de Beloño. Una villa romana en Asturias. Oviedo, Diputación Provincial, 1957,
p. 26, donde los ladrillos recogidos en la boca del fornax del edificio C, termal, medían 40 x 60 x 5 cen­
tímetros, y los procedentes de las zapatas de las suspensurae del hypocaustum del tepidarium, 2 1 x 1 9
x 8 centímetros o bien 44 x 9 x 4,5. En el Museo Arqueológico de Asturias se han recogido materiales
de procedencia desconocida y atribución romana: E sc o r tell Ponsoda, M. Catálogo de las salas de
cultura romana del Museo Arqueológico, Oviedo, Diputación Provincial, 1975, p. 81, donde se cita un
ladrillo de 29 x 29,5 x 10 centímetros (Lám. XCIX), una tégula de 47 x 37 x 3 y otros dos ladrillos de
52,5 x 52,5 x 2,5 y 59 x 56 x 6,5 centímetros respectivamente (Láms. C, CI, CU, CIII). Recientemente
ha tenido lugar la publicación de la memoria de excavaciones de la fábrica de salazones del la Plaza del
Marqués (Gijón), fechada entre los siglos III-IV: Fernández Ochoa, C. Una industria de salazones de
época romana en la Plaza del Marqués, Gijón, Ayuntamiento de Gijón, 1994, p. 80. Las tejas seleccio­
nadas en la publicación miden 48 x 18 x 2’6 centímetros. Los perfiles recogidos (fig. 46, p. 128) pre­
sentan tanto cantos angulosos semejantes a los de Lillo, como curvos, en relación con los de Casa
2
50
CÉSAR GARCÍA DE CASTRO VALDÉS
bución altomedieval, única para la que contamos con datos valorables, si bien
procedentes de fuentes escritas, verificables a través del caso ligeramente posHerrera. Por último, ha sido estudiado el material latericio de las termas romanas del Campo Valdés, en
Gijón: F e r n á n d e z O c h o a , C. y Z a r z a l e j o s P r i e t o , M.: “Técnicas constructivas en las termas romanas
de Campo Valdés (Gijón): el material latericio” Archivo Español de Arqueología, 69 (1996), pp. 109118. El completo muestrario de piezas allí exhumadas incluye casi todas las modalidades canónicas:
bessalis (19’7 x 19'7 centímetros), pedalis o tetradoron (29’6 x 29’6), bipedalis (59’2 x 59’2), lydion
(29’6 x 44’4), tegulae (46/49 x 37; 46 x 18), imbrices (51 x 24; 36 x 17), con una cronología de fines del
I y principios del II. De estos tipos son asimilables a los de Lillo los pedales, empleados en Gijón en los
pilares de soporte de la sudatio circular y en los arcos del hypocaustum y muretes del praefurnium de la
sudatio rectangular (p.l 15), aunque el grosor de las piezas del Campo Valdés es superior por término
medio al de las de Lillo. La única teja reconstruíble en Lillo difiere de estos precedentes gijoneses.
Para la Hispania Romana contamos, entre otros, con los siguientes puntos de comparación:
- T ierm es (S o ria): A r t e n t e O liv e r , J. L; D e l a C a s a , C .; D ía z y D ía z , A .; I z q u ie r d o B é r tiz , J. M .;
Jim e n o M a r tín e z , A .; R e v i l l a A n d ía , M . L. T ierm es I. Excavaciones Arqueológicas en España, 111,
M ad rid , 1980, p. 148, fig. 36, con p erfiles en cu rv a co nvexa y g ro so res d ife re n te s de los de L illo, con
u n a c ro n o lo g ía e n tre seg u n d a m itad del sig lo I y p rim er c u arto o m ita d del sig lo II (p. 184)
- Torre Llauder (Mataró, Barcelona): R i b a s B e r t r á n , M. La villa romana de la Torre Llauder de
Matará. Excavaciones Arqueológicas en España 47, Madrid, 1966, pp. 28-29, donde documenta bipedales (60 x 60 x 6 centímetros), pedales (40 x 40 x 5) y bessales (20 x 20 x 5) en un yacimiento cuya
vida abarca los siglos I al IV.
- Caulers (Gerona): Ríu y Ríu, M. Excavaciones en el poblado medieval de Caulers, municipio de
Caldes de Malavella, Provincia de Gerona. Excavaciones Arqueológicas en España, 88, Madrid, 1975.
El autor exhumó tégulas y ladrillos romanos reaprovechados en el poblado de Caulers, en la iglesia de
San Esteban, construida en la primera mitad del siglo IX (p. 20). Los materiales recogidos (fig. 3, p. 23)
parecen provenir de una construcción romana situada hacia el Suroeste de la iglesia. Los perfiles de las
tégulas presentan la curva convexa romana, si bien hay ejemplos con cantos mas o menos angulosos,
más parecidos a los descritos en San Miguel de Lillo.
Por ello es discutible la afirmación de De Boüard, Manual de arqueología medieval, Barcelona, Teide,
1977, p. 63, referente al fin de la producción de ladrillo y teja plana en Europa Occidental desde finales
de la Antigüedad, y su recuperación desde el siglo XII. Para la Península Ibérica, el caso asturiano y su
extensión a Santiago de Compostela, donde las tégulas procedentes déla basílica de Alfonso III (visibles
en las salas del Museo Catedralicio) son idénticas a las de San Miguel de Lillo, puede ser un buen jalón
para demostrar la continuidad con el modo romano de techar, sin necesidad de recurrir al concepto de ex­
polio y reutilización de materiales procedentes de yacimientos varios siglos anteriores, con lo que de rui­
na implica, cuya existencia, en muchos casos, habría, cuando menos, que probar arqueológicamente.
En lo que respecta a las medidas concretas de los ladrillos y su adecuación o no a las dimensiones de las me­
didas romanas (pies), el pie altomedieval, pues de la Alta Edad Media hablamos, distante unos trescientos
años desde el final de la civilización romana, es por circunstancias históricas fluctuante, y carece de toda
nomalización, apuntándose diversos valores, casi siempre procedentes de cálculos sobre edificios a los que
se aplica esa modulación como hipótesis, oscilantes entre 29’5 y 34 centímetros, al menos en el ámbito carolingio, para el que se cuenta con alguna investigación de base. Cf. el coloquio que tuvo lugar en la
Settimana del Centro Italiano di Sttudi sull'Alto Medievo (Spoleto), correspondiente al año 1981, con moti­
vo de la ponencia de Carol Heitz, “Le symbolisme des nombres et l’architecture du Haut Moyen Age”; o
también el trabajo de W. Hom y E. Bom, “On the selective use of sacred numbers and the creation of a new
aesthetic in Carolingian Architecture”, Viator. Medieval and Renaissance Studies (1975), pp.357-390. Para
las pinturas murales del templo de Santullano (Oviedo), L. Arias Páramo ha establecido estadísticamente un
valor para el pie de 0’30 metros (“Recursos geométricos de dibujo, composición y proporción en la pintura
mural de la iglesia prerrománica de San Julián de los Prados (Oviedo)” Archivo Español de Arqueología, 65
(1992), p. 198, siendo el mismo valor el obtenido en la arquitectura del edificio (“Geometría y proporción
en la arquitectura prerrománica asturiana: la iglesia de San Julián de los Prados” XXXIX Corso di cultura
sull’arte ravennate e bizantina, Ravenna, 1992, pp. 19-20). Para Santa María de Naranco, el valor estadís­
tico obtenido es de 0’333 metros (“Geometría y proporción en la arquitectura prerrománica asturiana: el pa­
lacio de Santa María de Naranco” Madrider Mitteilungen, 34 (1993), pp. 292-294).
S. MIGUEL DE LILLO. CAMPAÑA DE EXCAVACIONES ARQUEOLÓGICAS 1991
51
terior de Valdediós, donde según referencia de Joaquín Manzanares Rodríguez6,
en 1979 se pudieron documentar abundantes tégulas en la cubierta de San
Salvador, cubierta desmontada y destruida por la Arquitecto-Restauradora
María del Mar Benito Pallarés, en la fecha indicada, sin vigilancia arqueológica.
De todos modos, la conclusión inmediata que se desprende del análisis de
estos restos es la heterogeneidad de su procedencia. Dando por supuesto que
se trate de reempleo de piezas del propio derrumbe del edificio, cabe pensar
que ya en la fase fundacional del mismo tuvo lugar la utlización de materiales
constructivos procedentes de otras edificaciones más o menos coetáneas o an­
teriores. Así parece desprenderse del análisis y comparación de las cocciones,
de las pastas, de los grosores y de los perfiles de las tégulas recogidas, entre
las que no se encuentran dos iguales, lo cual sólo puede explicarse bien como
resultado del reaprovechamiento de materiales, bien como producto de la la­
bor de talleres artesanos carentes de toda normalización en los métodos de tra­
bajo, lo que parece poco verosímil, por razones de pura lógica económica, pe­
ro no imposible7.
Dado que no contamos con referencias cronológicas seguras sobre el fi­
nal de la utilización de la teja plana romana y sustitución por la árabe, cabe
asegurar al menos que la tadición romana en lo referente al Reino de Asturias
perm anecía en uso a finales del siglo IX (Valdediós, 893; Santiago de
Compostela, 899) y su empleo no fue en modo alguno un caso aislado, como
lo demuestra el caso de Lillo. Hay que situar por tanto en este contexto altomedieval buena parte de las noticias que, sobre hallazgos de tégula y ladrillo
aislados, inmediatamente aludían a yacimientos romanos, sin mayores preci­
siones ni argumentación. Los hallazgos de tégulas en las proximidades de edi­
ficios prerrománicos, que en alguna ocasión colaboraron a la elaboración de
hipótesis sobre asentamientos romanos preexistentes8, han de ser por consi­
guiente reinterpretados a la luz de estos testimonio de Lillo y Valdediós, y
adscritos al horizonte altomedieval, si no hay datos fechaciente en su contra.
Así, entre los fondos del Museo Arqueológico de Asturias de Oviedo se
encuentran restos procedentes de Lugo de Llanera, Bañugues, Puelles y Vega
6
M a n z a n a r e s R o d r íg u e z - M i r , J. “En defensa del Prerrománico y del patrimonio monumental de
Asturias”, Cota Cero, 3 (Febrero 1986), p. 15. Cito por la separata: Oviedo, Tabularium Artis
Asturiensis, 1986.
7 Véase por ejemplo Cerrillo M a r t í n d e C á c e r e s , E. (et al.) “Excavaciones en la villa romana de
Monroy (Cáceres) 1981-1985)” Extremadura Arqueológica I (1988), p. 185, donde describe ladrillos de
tamaños variados con lado entre 21 y 47 centímetros. Ni siquiera cada pilar del hypocaustum estaba
construido con piezas idénticas entre sí.
8 Tales hallazgos fueron argumento para las atribuciones a fases romanas de yacimientos en las inmedia­
ciones de los monumentos “prerrománicos”, desarrolladas por el benemérito investigador y prospector
de la arqueología asturiana José Manuel G o n z á le z y F e r n á n d e z - V a ll e s . Veáse Miscelánea Histórica
Asturiana, Oviedo, 1976, pp. 259-274.
52
CÉSAR GARCÍA DE CASTRO VALDÉS
del Ciego. Los perfiles de estas piezas son rectangulares y perpendiculares a
la superficie plana, o bien presentan la superficie decorada con círculos con­
céntricos y aspas. Ninguno de estos perfiles rectangulares ha sido recogido en
Lillo, e igualmente faltan los motivos decorativos que caracterizan la produc­
ción romana. Sólo en el caso de Bañugues hay piezas con perfiles similares a
los de Lillo, si bien su contexto, como en el caso de Puelles, no ha sido docu­
mentado, pues no constan en el Museo Arqueológico de Asturias las condi­
ciones del hallazgo.
Ello no obstaría para que, en el caso de documentar en contextos romanos
perfiles iguales a los de Lillo, hubiésemos forzosamente de atribuirlos a fecha
altomedieval, razonando del mismo modo que venimos criticando. La vida de
las formas y los tipos, en soluciones técnicas que se adaptan perfectamente a
la función, admitiendo pocas variantes, tiende a prolongarse sin mutaciones a
lo largo del tiempo. Es perfectamente posible que la arqueología romana en
Asturias llegue a documentar los mismos tipos que hoy conocemos de Lillo y
Santiago de Compostela. Habríamos encontrado el precedente, pero ello en
modo alguno nos obligaría a antedatar como romanos los aparecidos en con­
texto altomedieval.
2. Restos arquitectónicos y decorativos
A lo largo de la descripción de bóvedas y cortes se ha ido haciendo men­
ción y, en casos, estudio de las piezas más significativas recuperadas.
Procedemos ahora a su inventario y análisis.
Equipamentos litúrgicos
Se han recogido y reconstruido tres fragmentos de tableros de cancel de
extrema delgadez (2-2’5 centímetros) tallados en cuarcita-arenisca de contex­
tura cristalina y exfoliación laminar. Las dimensiones no pueden ser recons­
truidas en ningún caso, pues no contamos con ninguna pieza que contenga da­
tos para ello, ni en la talla ni en la iconografía.
Los aparecidos en el relleno del flanco Norte de la bóveda del ábside es­
tán decorados en con motivo arborescente, apreciándose la doble raíz del tallo
y dos volutas a cada lado, de las que nacen ramificaciones hacia arriba .
El recogido en la tumba número 1 está decorado con un doble vástago ve­
getal oblicuo, con sendas ramificaciones. Sobre la más inferior se encuentra
un trifolio, con el lóbulo central más desarrollado, en posición invertida, a
modo de remate de una ramificación superior, cuyo arranque y desarrollo no
cabe sino intuir.
El motivo arborescente es análogo a los que figuran en el reverso del ta­
blero de cancel denominado “del Grifo”, procedente de San Miguel de Lillo y
S. MIGUEL DE LILLO. CAMPAÑA DE EXCAVACIONES ARQUEOLÓGICAS 1991
53
conservado en el Museo Arqueológico de Asturias9. En esta placa y en su ge­
mela se observan las mismas volutas del diseño vegetal. No sería de extrañar,
por tanto, que se trate de restos de piezas similares, tanto en tamaño como en
decoración. Para el motivo con trifolio lobulado el paralelo exacto es una barrotera de cancel procedente de Lillo custodiada en el mismo lugar10.
Del fragmento de barrotera de cancel, tallado en caliza blanca y recogida
en el corte 4 (junto al muro de cierre de la finca de la iglesia) hay que apuntar
su rareza: tanto por material, como por dimensiones y diseño es pieza excep­
cional dentro de las barroteras o soportes de tableros de cancel. El grosor má­
ximo es de T 5 centímetros, insólito. Por otro lado, la parte posterior no tiene
cajeado, y tiene preparada su superficie, sin acabado final, pues toda la pieza
conserva huellas de picado y labra, sin pulido. La identificación como barro­
tera de cancel es por todo ello simple hipótesis, a falta de mayor seguridad.
Han sido mencionados en los cortes 6 y 10, así como en las tumbas 1 y 5,
cinco fragmentos de piedra silícea del tipo de la cuarcita-arenisca, de contex­
tura idéntica al material en el que se tallaron los tableros de cancel decorados
(exfoliación en planos horizontales, cristalización...). Sus grosores son 3, 3’4,
4 ’5, 5 y 6 ’5 centímetros. Dos de ellos tienen el borde exterior tallado en semi­
círculo, sin rematar. Cabe deducir de estos datos que se trata de piezas prepa­
radas para la talla de tableros de cancel, que por diversas razones no fueron fi­
nalizados, o bien desechados antes de ser labrados. En la campaña de 1990 el
equipo del Instituto Arqueológico Alemán recogió dos grandes pedazos de la
misma piedra, de 4 centímetros de grosor, restos indudables del trabajo de ta­
lla de cancel, y prueba evidente de la talla in situ de la decoración de la igle­
sia.
Elementos arquitectónicos
- Cimacio en caliza blanca recogido en el corte 7. En su momento ya se
ha aludido a su posible función en un parteluz de ventana geminada. Su altura
máxima es de 4 centímetros. Presenta un perfil muy agudo. La superficie su­
perior no ha sido rematada, al contrario de los flancos, muy bien pulidos. No
hay modo de calcular sus dimensiones totales, si bien no creo que supere los
20 centímetros en cuadro.
- Fragmento de columna-parteluz, entrega, tallada en caliza blanca, ex­
traída de la comisa Norte del pórtico central. Se trata de una semicolumnilla
9
E s c o r t e l l P o n s o d a , M. ob. cit., p. 15-16, láms. XIII-XIV. Para un paralelo visigodo, véase Ulbert, Th.
“Die westgotenzeitliche Kirche von Valdecebadar bei Olivenza (prov. Badajoz)”. Madrider Mitteilungen
14 (1973), p. 208, n°4, Taf. 38a, con medidas 22,5 x 23 x 4,6/5 centímetros, donde atribuye a esta iglesia
la fecha de principios del siglo VII, y adscribe la placa de cancel a esta fase constructiva, asimilándolas a
las placas-nicho emeritenses (arco sobre dos columnas, con motivo arborescente en el interior).
10 E s c o r t e l l P o n s o d a , M. ob. cit., p. 16, lá m . XIX. E l g r o s o r t o t a l d e e s ta b a r r o t e r a e s d e 9 c e n t í m e t r o s .
54
CÉSAR GARCÍA DE CASTRO VALDÉS
adosada de 7 centímetros de diámetro, con basa troncocónica de 5’5 centíme­
tros de altura y toro sogueado de 2’7 centímetros de altura. Conservamos el
fragmento basal del bloque, sin poder aventurar sobre su altura. Su anchura es
de 12’5 y su grosor de 19 centímetros. El fuste está tallado retranqueado 5
centímetros respecto al borde exterior.
Probablemente, como ya quedó dicho, se trata de una pieza de ventana,
de una de las tres ventanas-celosías de la fachada Oeste, de las que sólo se ha
conservado la del cuerpo Sur de dicha fachada, siendo las otras dos obra del
siglo XIX, hacia 1868 aproximadamente".
- Fragmento de ventana u óculo, curvo, tallado en piedra arenisca. Es el
remate curvo de una ventana igual a las de la fachada Oeste del que se conser­
van el cordón sogueado de 3 centímetros de grosor y dos arquillos con la en­
juta intermedia, tangentes, al modo de los del rosetón de la nave central o las
mencionadas ventanas de la fachada Oeste.
- Fragmento de dovela de arco, con arranque de celosía en el trasdós. Fue
recogida como parte del pavimento perimetral de la iglesia, en el corte 8.
Presenta dos acanaladuras-estrías, en todo similares a las de los contrafuertes
de Naranco y Lillo, separadas por un resalte intermedio. El paralelo más cer­
cano está en los miradores Este y Oeste del edificio de Naranco, tanto en sus
fachadas exteriores como interiores, donde las tres arcadas del frente están
formadas por dovelas talladas con las mismas acanaladuras. En estas dovelas
de Naranco, el clípeo situado en la enjuta es una pieza independiente, y su
contorno exterior, sogueado, es tangente al trasdós de la dovela. En la pieza de
Lillo, por el contrario, el mismo bloque parece haber englobado a la dovela y
a la pieza tangente, pues se ha tallado un cordón sogueado de 2 centímetros de
grosor y se aprecian los arranques de dos arquillos tangentes. El diseño es el
mismo que el de las ventanas-celosías de la fachada Oeste, a las que hacía­
mos referencia líneas arriba al describir el fragmento de rosetón o ventana,
que indudablemente formó parte de esta misma pieza, como se puede apreciar
al comprobar que el fragmento de óculo presenta un saliente en la parte dere­
cha (visto desde el frente) que encaja en el rebaje que al dovela presenta en el
extremo inferior del cordón sogueado. Ambas piezas formaron parte de un
conjunto arquería-rosetón, de indudable relieve, cuya colocación despierta
numerosos interrogantes. Por las dimensiones de la dovela ( 3 1 x 1 1 x 1 6 cen­
tímetros) y el diámetro de la curva de su trasdós (70 centímetros) la arquería
resultante se asemeja a las de los miradores de Naranco, arquerías Norte y
11 Así se desprende de un documento conservado en el Museo Arqueológico de Asturias, fondo de la
C P M , leg. Naranco 7B, por el que se adjudica el 2 de Mayo de 1868 a Antonio Menéndez la obra, bajo
la dirección del arquitecto Venancio del Valle. C f . G a r c í a d e C a s t r o V a l d é s , C . Arqueología cristiana
de la Alta Edad Media en Asturias, Oviedo, 1995, p. 416.
S. MIGUEL DE LILLO. CAMPAÑA DE EXCAVACIONES ARQUEOLÓGICAS 1991
55
Sur, con lo que concuerda también al tratarse de piedra arenisca. El motivo del
rosetón es, sin embargo, hasta ahora, privativo de Lillo. Por otro lado, al ha­
llarse ambas piezas en el pavimento perimetral, construido hacia 1850, cabe
pensar en la posibilidad de un traslado de materiales de uno a otro monumen­
to, lo que dificultaría la averiguación del origen. En los almacenes del Museo
Arqueológico de Asturias se conservan diversas dovelas de similares dimen­
siones e idénticas acanaladuras, así como fragmentos de arquillos semejantes
a estos que comentamos. Están depositados en el Museo desde la intervención
de la Comisión Provincial de Monumentos, que tuvo lugar en 1850-51, y su
procedencia es genéricamente “del Naranco”. Es cuestión que requiere un es­
tudio más detenido que el que pueda permitir el espacio de esta memoria.
Fragmento de estela, en piedra caliza, extraída de la comisa Sur del áb­
side. Se trataba, como quedó dicho, del segundo sillar, a contar desde el
Oeste, de la citada cornisa, con unas dimensiones 44 x 32 x 10 centímetros de
grosor. Pasamos a describirla brevemente. La parte inferior está ocupada por
dos curvas tangentes, formadas por dos acanaladuras paralelas, con un filete
interm edio (al modo de los contrafuertes y arquerías de los edificios del
Naranco), sobre las que se ha dispuesto en la enjuta un círculo formado por 5
circunferencias concéntricas, la última y más exterior de las cuales es común
con ambas curvas. El sector superior de este círculo ha sido rebanado al tallar
el borde superior de la pieza de cornisa. A ambos lados de este círculo se dis­
ponen dos figuras zoomorfas, un ave a la derecha, de la que se aprecian la ca­
beza con pico grueso, cuello, cuerpo incompleto y dos patas con tres garras
cada una, y los restos de otra figura a la izquierda, de la que solo se han con­
servado las patas, con dos garras o dedos en cada una, y la línea inferior del
vientre. Ambas figuras apoyan sobre un filete horizontal que surge de la últi­
ma y más exterior de las circunferencias y se integra en el reborde exterior del
círculo central, dejando en el medio un triángulo casi rectángulo de hipotenu­
sa cóncava. La talla es en dos planos, semejante a la de las jam bas de ingreso
Oeste de San Miguel de Lillo.
No se conoce en el conjunto de la escultura altomedieval asturiana una
pieza semejante ni por su función ni por su iconografía. Al hallarse fracturada
por ambos costados, sólo por aproximación puede reconstruirse su anchura.
Si suponemos que los dos segmentos de círculo corresponden a dos circunfe­
rencias completas, o, al menos, a dos semicircunferencias, se puede calcular
el radio de ambas, que aproximadamente es de 27 centímetros. Nos encontra­
mos entonces ante dos circunferencias intersectadas de 54 centímetros de diá­
metro cada una, lo cual presupone una anchura mínima para la pieza entre 1 y
Í ’IO metros, teniendo en cuenta que el anillo exterior de cada circunferencia
puede ser compartido por ambas en la zona intersectada, lo que implicaría que
el contacto se realizaría entre la penúltima de las circunferencias. Con todo,
56
CÉSAR GARCÍA DE CASTRO VALDÉS
no se puede desechar que se trate de parte de un friso, de longitud no determinable. En lo que respecta a la altura, si damos las dos circunferencias por
completas, resultaría un total mínimo de 66 centímetros (54 centímetros de
diámetro + 12 centímetros desde el ápice de la circunferencia al borde actual),
sin que podamos suponer nada sobre el remate inferior de la pieza. En el caso
de que ambas circunferencias no fuesen tales sino simples semicírculos de re­
mate de campos inferiores rectangulares, no podemos calcular el tamaño de
éstos, ni por consiguiente, la altura total de la pieza12.
Sobre su ubicación y función no podemos pasar de simples hipótesis. No
parece tratarse de un tablero de cancel, no tanto por su grosor (10 centímetros)
-pues se conocen piezas de mayor medida, procedentes de Santa M aría de
Bendones13- , como por la circunstancia de hallarse el reverso completamente
en bruto, sin labra ni alisado, lo que indica que la pieza se dispuso adosada o
empotrada en un paramento. Podemos proponer dos hipótesis:
1. Jamba de puerta: de ser ello aceptado tendríamos que suponer otra en­
trada en el templo, o quizás suponer que el pórtico Oeste hubiese estado de­
corado con jambas esculpidas tanto en el ingreso actual como en el originario,
al fondo del pórtico, donde la excavación del Instituto Arqueológico Alemán,
en 1990, documentó la existencia de cimientos para unas jam bas bajo el pavi­
mento actual14.
2. Pilastra decorativa: dispuesta en los laterales del arco de triunfo
existente ante al capilla central, al modo de las existentes en Santullano15.
Sobre la iconografía poco se puede decir. Los motivos de animales afron­
tados en tomo a un eje o motivo central son de antiquísima tradición mesopotámica, transmitida por el helenismo y su heredero el mundo siriobizantino al
orbe mediterráneo. Los zoomorfos, sobre todo las garras de la figura de la iz­
quierda, tienen su paralelo en dos capiteles custodiados en el M useo
Arqueológico de Asturias, procedentes de Villabona (Llanera)16. Las estrías y
acanaladuras son, como ya quedó apuntado idénticas a las de las abundantes
dovelas conservadas en el Museo Arqueológico de Asturias17, o las existentes
in situ en las arquerías del edificio de Santa María de Naranco.
12 Agradezco a José Luis Seoane, delineante del Departamento de Geografía de la Universidad de Oviedo
su ayuda en el estudio de esta pieza.
13 G a r c í a d e C a s t r o V a ld é s , C. ob. cit., pp. 224-225.
14 Sobre las jambas interiores en el pórtico occidental de San Miguel de Lillo: N o a c k - H a l e y , S. y A .
A r b e i t e r Asturische Königsbauten des 9. Jahrhunderts, 2 vols. Mainz, Philipp von Zabem, 1994, pp.
9 1 -9 2 (texto de Th. Hauschild).
15 G a r c í a d e C a s t r o V a l d é s , C . ob. cit., pp. 340-341.
16 E s c o r t e l l P o n s o d a , M. ob. cit., p. 25, láms. LXXVII-LXXX. G a r c í a d e C a s t r o V a l d é s , C . ob. cit.,
p. 281.
17 E s c o r t e l l P o n s o d a , M. ob. cit., pp. 2 6-27, láms. L X X X I X - X C I I .
S. MIGUEL DE LILLO. CAMPAÑA DE EXCAVACIONES ARQUEOLÓGICAS 1991
57
3 fragmentos de celosía, recogidos como lajas en la tumba 1. Por el gro­
sor parecen tratarse de piezas distintas, en diferente grado de conservación.
Dos de ellas, las de menor tamaño, están talladas en arenisca deleznable, fá­
cilmente erosionable con el simple roce del tacto manual. La otra está tallada
en la misma arenisca, si bien compacta, con un pulido superficial del que ca­
recen las otras dos. Para su descripción procedemos de menor a mayor:
1. Dim ensiones máximas: 13,2 x 11,2 x 2 centím etros de grosor.
Representa el cuerpo de un cuadrúpedo, al que le faltan la cabeza y extremi­
dades, habiendo conservado el cuello y el arranque de las patas. El animal, po­
siblemente un félido, mira hacia la derecha. Una banda oblicua descendente
de derecha a izquierda atraviesa el tronco a la altura del vientre. Sobre el lomo
se aprecian restos de lazos, de difícil reconstrucción en el estado en que se ha­
llan. El tronco del animal estuvo contorneado en el interior por una fina línea
incisa de la que han quedado algunos restos en la superficie, especialmente
perceptibles en el cuello y arranques de las extremidades traseras. El reverso
está alisado y carece de decoración.
2. Dimensiones máximas: 18’5 x 14’1 x 2’5 centímetros de grosor en el
extremo exterior, y 1’8 en el interior. Se trata del remate en esquina de una
pieza cuadrangular. Incluye una cenefa de 4 ’4 centímetros de ancho formada
por entrelazo de cuatro cabos en el tramo superior y de tres en el lateral.
Ligado al remate superior se ha conservado un resto de talla en el que parece
reconocerse un ala de ave con indicación de plumaje mediante bandas obli­
cuas paralelas, bajo las cuales aparece un vástago del que solo se ha conserva­
do el inicio.
3. Dimensiones máximas: 26’5 x 18’1 x 3’4 centímetros de grosor en el
exterior y 2 en el interior (foto 1). Es la pieza, sin duda alguna, de mayor im­
portancia de la campaña, y de singular relieve dentro del repertorio altomedieval hispánico. Comprende un fragmento de pieza rectangular, con borde la­
teral vertical e inferior horizontal decorado con una cenefa de 4 y 4 ’4 centí­
metros de ancho respectivamente, cenefa decorada con entrelazo de tres cabos
en todo semejante al de la pieza 2. En el entronque, cuadrifolia con agujero
central. Del ángulo inferior no se han conservado sino los arranques de dos
vástagos divergentes. En ángulo superior está ocupado por una figura de cua­
drúpedo, del que falta la cabeza, que mira hacia la izquierda, y una de las pa­
tas delanteras. Una banda oblicua descendente de derecha a izquierda atravie­
sa el tronco desde el lomo al vientre, prolongándose sobre el lomo en un bucle
y bajo el vientre en un vástago que remata en bucle sobre el nivel horizontal,
uniéndose a la extremidad trasera. La cola describe una curva en dirección al
lomo, y se entrecorta con un lazo curvo del que sólo se ha conservado el re­
mate inferior. Todo el contorno del probable felino, en todo idéntico y simé­
trico al descrito en la pieza 1, está recorrido en el interior por una fina línea in­
58
CÉSAR GARCÍA DE CASTRO VALDÉS
cisa, que dibuja dos campos cerrados, uno a la altura de la paletilla de una pa­
ta delantera y otro sobre el muslo de una pata trasera. Ambos campos, el pri­
mero de contorno ovalado, el segundo triangular curvo, son frecuentes en los
diseños zoomorfos de la miniatura altomedieval europea18. Para el caso astu­
riano contam os con un relieve custodiado en el M useo Arqueológico de
Asturias, decorado con un león pasante a la derecha, de procedencia local, que
presenta el contorno interior rebajado, y un círculo sobre el muslo de la pata
trasera, relieve al que Gómez Moreno asignó cronología y estilo m ozárabes19.
Ahora bien, la pieza, sin lugar a dudas, más parecida a ésta dentro del corpus
altomedieval hispánico es un tablero de cancel calado procedente de la basíli­
ca de La Alcudia de Elche (Alicante) datado en el siglo VII, donde el cuadrú­
pedo representado posee el contorno interior inciso20.
Cabe preguntarse por la función y ubicación de la pieza. Su delgadez y
delicadeza de talla impiden pensar que se trate de una celosía de ventana, ex­
puesta a la intemperie. Ha de buscársele localización interior. Sus dimensio­
nes máximas, hipotéticas, pudieron alcanzar 55 centímetros de longitud por
otros 55 de anchura, (calculando 20 x 20 centímetros para el cuadro conserva­
do, 5 centímetros para las cenefas centrales y laterales y contando con 4 espa­
cios decorados), lo que ofrece un formato semejante al de los tableros de can­
cel del Museo Arqueológico de Asturias (en tomo a 60 x 40)21, o a las celosías
de Santa Cristina de Lena (40 x 34; 50 x 32’4; 50 x 48’6; 43 x 29; 39 x 32’5
46 x 48)22, cuyos grosores oscilan oscilan entre 2 y 5 centímetros. Es una pie­
za, por tanto, a la que se puede adscribir una ubicación en un espacio delimi­
tador. Dado su calado no parece verosímil, por la delicadeza, que se haya si­
tuado al alcance de posibles golpes o erosiones, por lo que rechazamos en
principio que se trate de un tablero de cancel. A título exclusivamente hipoté­
tico cabría proponer la ubicación en un cancel elevado, semejante al arco
triunfal existente en Santa Cristina de Lena, donde se da la circunstancia de la
presencia de celosías en los paños o tímpanos de las arcadas. Con ello se abre
la posibilidad de que la iglesia de San Miguel de Lillo haya dispuesto de una
estructura similar, a la que cuadra bien el carácter suntuoso de la pieza, desti­
18
19
20
21
22
M. ob. cit., p.32, lám. C X X V I . G a r c í a d e C a s t r o V a l d é s , C . ob. cit., pp. 334335. Sobre miniatura vid.: W i l l i a m s , J. Miniatura española en la Alta Edad Media. Madrid, Francisco
Casariego, 1987, il. 9b; il. 18; il. 32.
G ó m e z M o r e n o , M. Iglesias mozárabes. Madrid, Centro de Estudios Históricos,
1919 (2a ed.:
Granada, Patronato de la Alhambra, 1975).
R a m o s F o l q u é s , A. “Un cancel visigodo en la Alcudia de Elche”. Pyrenae 8 (1972), pp. 167-171, láms.
II, III, IV.
E s c o r t e l l P o n s o d a , M. ob. cit., p. 16, láms. XII-XVII; para la celosía de Lena conservada en el Museo
Arqueológico de Asturias, id. ob. cit., p. 28, lám. XCIX.
A r i a s P á r a m o , L. “Trazados gemétricos previos en la decoración del prerrománico asturiano: las celo­
sías de la iglesia de Santa Cristina de Lena”. Archivo Español de Arqueología 63 (1990), pp. 221-214.
E s c o r te ll P on so da ,
S. MIGUEL DE LILLO. CAMPAÑA DE EXCAVACIONES ARQUEOLÓGICAS 1991
59
nada, sin duda alguna, a ocupar un lugar preferente dentro de la topografía in­
terior del edificio.
Describimos a continuación los fragmentos de imposta y frisos recogi­
dos en diversos rellenos de bóvedas y en la excavación.
1. Pieza de imposta en caliza blanca, recupareada en el relleno de la bóveda
del pórtico lateral Norte, junto al muro Norte del pórtico central. El bloque
ha sido seccionado, conservándose la parte derecha. Dimensiones: 33 x 15
x 20 centímetros de grueso. Como múltiples fragmentos depositados en el
Museo Arqueológico de Asturias23, su diseño incluye talla central de billeteado, enmarcado por dos sogueados. Bajo el sogueado inferior se aprecia
una moldura de nacela. Esta moldura la asemeja a las impostas que se ha­
llan in situ en la cámara situada sobre la bóveda de la tribuna de San Miguel
de Lillo. Por lo demás, su grosor es el habitual en estas piezas, entre 18 y 20
centímetros.
2. Pieza de imposta en caliza blanca, recogida en el corte 5, a una cota +0,20
en las inmediaciones del muro Norte del ábside (X= 17,20; Y=13,18). Sus
dimensiones son 43’5 x 28’5 x 10 centímetros de grueso. El frente dibuja
un doble sogueado. Hay paralelos claros en los frisos-imposta del edificio
(impostas bajo la bóveda del pórtico, impostas de las bóvedas sobre las ca­
jas de escalera y habitaciones laterales de la tribuna) así como en el Museo
Arqueológico de Asturias24.
3. Fragmento de imposta en dos pedazos y abandonado antes de finalizar su
talla, recogido como cobertera de la tumba 4. Las dimensiones totales son
58 x 31 x 10 centímetros de grueso. El frente dibuja una banda central de
billeatado enmarcada por sogueados. Semejante a la pieza 1, salvo en la ca­
rencia de moldura de nacela, y a diversos restos conservados en el Museo
Arqueológico de Asturias25. Constituye una prueba más de la actividad del
taller in situ. Estas impostas talladas en caliza blanca parecen haber forma­
do parte de las líneas originarias de cornisa. Apoyan esta hipótesis los siguentes argumentos:
* La presencia de grandes bloques del mismo material todavía con restos
de talla, en las cornisas (rehechas, pero con probable uso de materiales
ya presentes), del tramo de la nave lateral Norte que se ha conservado
en pie, y del muro Norte de la nave central.
* El hecho de que las imposta conservadas en el interior sean piezas con
doble sogueado, talladas en arenisca o caliza. El billeteado aparece
23 E s c o r t e l l P o n s o d a , M. ob. cit. pp. 28-29, láms. C, CI.
24 Id. id. p. 29, lám. CV, en arenisca y de dimensiones algo superiores: 14 centímetros de grosor frente a
los 10 de la pieza que estudiamos.
25 Vid. nota 12.
60
CÉSAR GARCÍA DE CASTRO VALDÉS
cuando se trata de capiteles-imposta, tallados por tres frentes, como
piezas aisladas.
* El hecho de que estas piezas no ofrezcan un acabado perfecto, salvo en
el frente destinado a se visto, conservando irregularidad en sus dimen­
siones
Hay que buscar una explicación al hecho, poco lógico, de la utilización
en el exterior de un material tan deleznable, empleando piedra más dura para
las impostas interiores. Cabe sin embargo aducir que es más que probable que
los paramentos exteriores, hoy visibles en su poco noble aparejo, hayan esta­
do enfoscados, enlucidos y pintados, lo que deshace cualquier objeción pues­
ta en nombre del interés por la conservación de los exteriores frente a la agre­
sión atmosférica. Quienes se ocupan de enfoscar y pintar paredes exteriores,
poco parecen preocuparse por la calidad degradable de la piedra utilizada pa­
ra las cornisas.
4. Fragm ento de imposta. Apareció en dos fragm entos en el corte 4.
Coordenadas:
1) X=20; Y=15’33; Z=+0’07
2) X=20’10;Y=16; Z=+0’29
Dimensiones totales: 13’7 x 11 ’2 x 4 ’5 centímetros. Probablemente es
parte de una pieza con sogueados y billeteado interior, semejante a la descrita
con ocasión de la pieza número 1.
5. Fragmento de piedra caliza, con talla de sogueado, incompleta, en uno de
los bordes exteriores. Apareció empotrada entre la masa del dovelaje de la
bóveda absidal, faldón Sur (cordenadas: X =16’45; Y =7’90; Z =+5’22).
Dimensiones: 19*7 x 14 x 4 ’5 centímetros de grosor.
6. Fragm ento de piedra caliza procedente del faldón Norte del ábside
(X=20’44; Y=12’30; Z=+4’98). Presenta talla incompleta de cuatro franjas
sogueadas, cada una de 2’5 centímetros de grosor. Dimensiones: 14’5 x
12’5 x 5 centímetros de grosor. No conocemos piezas semejantes a ésta.
Los sogueados pareados son frecuentes en la decoración escultórica astu­
riana, pero siempre como marco de un motivo intermedio o como banda
exterior. La asociación de cuatro cordones yuxtapuestos es una novedad
iconográfica, de importancia no despreciable, pese a la modestia de su apa­
rición en esta pieza.
Sillares y fragmentos de paramento: del numeroso material de derribo
extraído se desecharon las lajas y mampuestos que no ofrecieran talla visible.
Ser recogieron dos pequeños sillares de caliza blanca (13 centímetros de an­
cho x 8 de grosor; 16’5 centímetros de ancho x 8 de grosor), con pulido cui­
dadoso de los laterales y labra más descuidada sin pulido, en las superficies
superor e inferior; el ya citado fragmento de contrafuerte recogido en el pavi­
mento del corte 1, donde figuraba reutilizado como parte del mismo, tallado
S. MIGUEL DE LILLO. CAMPAÑA DE EXCAVACIONES ARQUEOLÓGICAS 1991
61
en caliza amarilla, con tres acanaladuras separadas por filetes; y el fragmento
de sillar extraído en el corte 9, de caliza amarilla, bien tallado y alisado en las
caras laterales, sin rematar en la inferior y superior, con huellas del puntero
(altura: 12’5 centímetros).
Fragm ento de fuste en granito, recogido en el corte 4 (X =19’ 15;
Y=14’50; Z=+0’38), de 26 centímetros de diámetro y unas dimensiones 14 x
6 x 5’5 centímetros. Probablemente formó parte de la arquería ciega que or­
naba la capilla central del templo. En el Museo Arqueológico de Asturias se
conservan cinco fustes, uno de ellos de granito, cuyos diámetros oscilan en
torno a 0 ’25 metros, sin duda reaprovechados, que pudieron integrar parte de
esta arquería26 Es extraña la presencia de granito en Lillo. Se ha documentado
también en la zapata del primer contrafuerte desde el Oeste, de la fachada Sur.
Se trata de un ejemplo más, de los muchos que se encuentran en la arquitectu­
ra altomedieval asturiana y española en general, de reutilización de expolios
provenientes de edificios anteriores.
Restos de revestimientos murales decorados con pinturas.
El conjunto más significativo por su número y calidad fue recogido en el
corte 5, a una profundidad entre +0’20 y +0’00 metros aproximadamente.
Descansaban los fragmentos en su mayor parte en posición invertida y sobre
el coluvión geológico, lo que hace pensar que proceden de la pared del tramo
conservado de la nave lateral Norte, habiéndose desprendido de ella a lo largo
del proceso de ruina y erosión.
La pequeñez de los fragmentos hace imposible reconstruir algún motivo
iconográfico. Los colores dominantes son azul, rojo oscuro y ocre amarillen­
to, sobre el fondo blanquecino.
La aplicación se realizó en una sola capa, de espesor muy variable (0’75 ’00 centímetros) de cal mezclada con gravilla silícea de granulometría grue­
sa. Sobre esta preparación alisada se dispuso la capa de color. Es llamativa la
falta de selección y criba de la arena, así como la ausencia de las tres capas de
soporte que los teóricos de la pintura distinguen como usuales en la pintura
romana. El taller de Lillo parece haber trabajado mucho más deprisa y sin
grandes preocupaciones por la preparación previa de la pared. La variedad en
el grosor parece deberse precisamente a la adecuación a estas rugosidades del
soporte, lo que nos confirma en las tesis expuesta arriba, de la existencia de
una sola capa. En Santullano, Berenguer27 distinguió dos capas, una de prepa­
ración, con grano grueso, y otra de aplicación, muy cribada, de unos 3 milí­
26 E s c o r t e l l P o n s o d a , M. ob. cit., p. 22-23, láms. LVI-LXII, en especial lám. LX.
27 S c h lu n k , H. y B e r e n g u e r , M. La pintura mural asturiana en los siglos IX y X. Oviedo, 1957 (2a ed.
1991), pp. 168-172. El capítulo referente a técnica es obra de M. Berenguer.
62
CÉSAR GARCÍA DE CASTRO VALDÉS
metros de espesor, así como la existencia de tazados previos grabados a buril.
No se han documentado estos trazados en la pintura del interior de Lillo, y
tampoco en estos fragmentos. Los colores, sin embargo, están en la tradición
de los empleados en Santullano (blanco, ocre, rojo oscuro, negro y sus combi­
naciones).
La pintura sobre una sola capa de revoco parietal, que en sólo en raras
ocasiones se compone de estuco, ha sido documentada por Abad en diversos
yacimientos de Hispania romana28. Lillo no es por lo tanto novedad. Sí se
aparta, a lo que parece, de la manera de hacer en Asturias, pues tanto en
Beloño (siglo III) como en Santullano (siglo IX) se diferenciaron dos capas,
una previa de grano grueso, y otra bien cribada, de aplicación29.
El revestimiento sin pintura, a base de un enfoscado de cal y gravilla silí­
cea o arena de grano grueso apareció recubriendo el arco diafragma conserva­
do de la nave lateral Sur. Este revestimiento tiene las mismas características
que el soporte de las pinturas de que estamos tratando.
Por el grado de conservación de los colores, la gradación es la siguiente:
en primer lugar el ocre, seguido del rojo, y en último lugar, el azul, muy des­
vaído y difuminado, habiendo perdido los contornos. De todos los fragmentos
recogidos (alrededor de 200, entre 1 y 14 centímetros de longitud), apenas
tres o cuatro ofrecen motivos descriptibles. Sólo se diferencian límites entre
campos, apreciándose la línea de contacto entre un color y otro. En un frag­
mento se vislumbra una forma puntiaguda en rojo, con dos líneas paralelas
ocres, que salen de una mancha del mismo color. Para el resto de los fragmen­
tos no se puede definir motivo alguno. Las superficies pintadas dibujan man­
chas uniformes de color, con abundantes desconchados.
Aparte de los fragmentos recogidos en el corte 5 aprarecieron igualmen­
te restos de revestimiento mural de idénticas características en el corte 8, a
una cota ligeramente superior (+0’34) (coord. X=18-19; Y=15-18’50), y en el
corte 4, es especial sobre la tumba número 2. Particularidad de éstos últimos
es la presencia de colores rosa y anaranjado en dos fragmentos, lo que peculiariza la “paleta” de Lillo, enriqueciéndola. Estimo, sin embargo, que los
fragmentos recogidos en los cortes 9 y 11, en la capa superficial, proceden de
arrastre y remoción de terrenos. No son, en modo alguno, significativos ni por
cantidad ni por calidad. Aparecieron mezclados con restos de revoco moder­
no, a base de mortero arenoso amarillento, lo que los invalida estratigráficamente.
Queda, por tanto, el grupo procedente del corte 5, que considero recogido
tras su deposición in situ. Proceden, como ya ha sido dicho, de la pared Este
28 A bad C a sa l , L. La pintura romana en España, I, Alicante-Sevilla, 1982, pp. 279-285.
29 J o rd á C e r d á , F. ob. cit., p. 37. B e r en g u er , M. ob. cit. p. 168.
S. MIGUEL DE LILLO. CAMPAÑA DE EXCAVACIONES ARQUEOLÓGICAS 1991
63
del tramo transversal de la nave lateral Norte. Dada la rugosidad del paramen­
to exterior se explican las diferencias del grosor de los distintos fragmentos.
Quizás la condición exterior de este revestimiento haya condicionado su eje­
cución, menos cuidada que si se hubiese destinado al interior del templo.
3. Laja de pizarra decorada con incisiones (foto 2)
Fue recogida en el corte 6, extremidad inferior de la tumba 1, donde ha­
cía función de laja lateral. Se trata de una laja de pizarra fragmentada, de la
que se conserva la esquina superior izquierda. El borde lateral izquierdo ha si­
do tallado ex profeso, y se observan restos de la misma talla, vertical, en el
borde superior. Los bordes inferior y lateral derecho están fracturados. Las di­
mensiones máximas son 21 ’5 centímetros de longitud, 19’6 centímetros de
anchura y 2’2 centímetros de gorsor. El reverso está sin preparar. El interés ra­
dica en el anverso, que se halla recubierto en toda su superficie por estrías ver­
ticales talladas en la pizarra, con la particularidad de que los bordes laterales
de cada estría están retocados,al menos en las de mayor anchura y profundad
(máxima: 4 milímetros). En el borde inferior hay restos de dos taladros de 1’8
centímetros de diámetro, que indican la posiblidad de que la pieza haya esta­
do fijada con clavos a un panel.
Ninguna de las estrías alcanza el borde superior y sólo una afecta al bor­
de lateral izquierdo. Todas, sin embargo, llegan al borde inferior y muchas es­
tán afectadas por la rotura del borde lateral derecho. Si bien todas las estrías
de largo recorrido son verticales o con una ligera oblicuidad izquierda-derecha, se aprecian multitud de trazos cortos oblicuos, mayoritariamente de iz­
quierda a derecha, concentrados sobre todo en la esquina superior izquierda y
en el cuadrante superior derecho. Hay que señalar también que la esquina su­
perior izquierda está desprovista de estrías, perfilando los remates de éstas un
área curva de contacto entre al superficie afectada por las estrías y la libre de
éstas.
El proceso de talla parece haber comportado dos fases:
a) esgrafiado con punzón;
b) retoque con cincel muy fino, semejante a los utilizados, por ejem­
plo, para la talla de camafeos.
En principio no tengo explicación sobre al presencia y significado de es­
ta pieza en San Miguel de Lillo. Se trata del único fragmento de pizarra pre­
sente en el yacimiento. En el momento de la inhumación fue utilizada como
laja lateral, paralela al fragmento de celosía ya descrito. Cabe suponer por ello
que ambas piezas estaban fuera de uso en el momento, formando parte del es­
combro disponible en las inmediaciones. Dada la ausencia de pizarra en el en­
torno local, no parece se haya tratado de una pieza de la fábrica del edificio
64
CÉSAR GARCÍA DE CASTRO VALDÉS
primitivo. El esfuerzo que implica el retoque de las estrías nos indica que for­
mó parte de un obejeto de alto valor añadido.
No conozco paralelos ni en la cultura castreña del Occidente asturiano,
donde la materia prima constructiva es la pizarra, ni entre el corpus de piza­
rras inscritas procedentes fundamentalmente de las provincias de Salamanca
y Avila, estudiadas por Manuel Gómez Moreno y Manuel Cecilio Díaz y
Díaz, y más recientemente por Isabel Velázquez Soriano30. El ejemplar proce­
dente de Carrio, Villayón, fechado en el siglo VIII, es un caso más de inscrip­
ción sobre pizarra, sin que tenga nada en común con este de Lillo, salvo la
materia prima. Cabe citar el ara de altar de Santa María de Cartavio, losa de
pizarra de 1’37 metros de longitud, con inscripción muy erosionada y prácti­
camente ilegible, o la inscripción de San Juan de Sangoñéu en Tineo31 como
ejemplos de aprovechamiento en Asturias de la pizarra como material epigrá­
fico. Ninguno de estos tres casos asturianos tiene nada que ver con este ejem ­
plar de Lillo, por lo que me reafirmo en la ausencia de explicación.
4. Cerámica
Queda fuera de estudio la cerámica contemporánea y loza recogida en la
capa superficial. Nos centraremos en los hallazgos que pueden, con mayor o
menor precisión, ser atribuidos a época medieval.
Dada la escasez de fragmentos de piezas reconocibles, y, con la intención
de evitar generalizaciones que lleven a equívocos, prefiero describir las mor­
fologías más frecuentes (fig. 3):
1. Bordes: se han recuperado 4, todos ellos rectos o ligeramente exvasados hacia el exterior, de remate redondeado.
2. Asas: de sección rectangular, con perfil cóncavo en algún caso. Una de
ellas con incisiones oblicuas.
3. Decoraciones:
- Peinados verticales: líneas incisas finas paralelas, con separación diver­
sa entre ellas.
- Peinados horizontales: líneas incisas finas paralelas.
- Retículas: cruce de peinados verticales y horizontales; alternancia de
peinados verticales y horizontales, dispuestos ambos en bandas paralelas ho­
rizontales.
30 G óm ez M o r e n o , M. Documentación goda en pizarra. Madrid, Real Academia de la Historia, 1966.
Díaz y Díaz, M.C. “Los documentos visigóticos sobre pizarra” Studi Medievali 7,1 (1966), pp. 75-107.
Id. “Un document wisigothique sur ardoise” Studi Medievali 1 (1960), pp.52-71. V e lá zq u ez S o r ia n o ,
I. Las pizarras visigodas. Edición crítica y estudio. Antigüedad y Cristianismo VI. Murcia, Universidad
de Murcia, 1989.
31 Sobre las inscripciones de Cartavio véase G arcía de C astro V a l d és , C. ob. cit., pp. 63, 161, 167.
Sobre la de Sangoñéu, ibidem, pp. 143-144.
S. MIGUEL DE LILLO. CAMPAÑA DE EXCAVACIONES ARQUEOLÓGICAS 1991
65
- Meandros: líneas verticales con meandros horizontales, con vértices
afrontados. La distancia ente éstos es de 2’5 centímetros aproximadamente.
- Ondulaciones cóncavas de pequeño diámetro superpuestas a peinados
verticales.
- Estriado: estrías gruesas, verticales y horizontales, de 2 mm. de grosor.
Han aprarecido en el relleno de la bóveda absidal, faldón Norte, junto a retí­
culas por superposición.
3.
Bases: se han recogido dos bases de tiesto o maceta, con agujero cen­
tral, y 3 fragmentos muy desgastados, de fondo plano.
Hay piezas hechas a mano, a torno lento y a torno rápido. Las pastas va­
rían mucho en su calidad: finas y decantadas, o con gruesa granulometría y
desgrasantes.
Las cocciones son oxidantes en su totalidad. Los grosores varían entre
0 ’6 y 0 ’8 centímetros mayoritariamente, con presencia significativa de pastas
más finas, 0 ’4-0’5 centímetros.
Se trata por norma general de producciones comunes, caseras, eminente­
mente funcionales, y con larga perduración. Son adscribibles al horizonte de
cerámicas peinadas que caracteriza el medievo de la Cornisa Norte peninsu­
lar, horizonte definido en 1969 por García Guinea32 a partir de ejemplos cán­
tabros, y que ha ido encontrando confirmación geográfica en al investigación
posterior33. Donde ya no existe uniformidad es en la atribución cronológica,
pues parecen apreciarse desfases regionales, debidos tal vez tanto a diferen­
cias en el ritmo y calidad de la investigación como a la propia evolución his­
tórica de los territorios contemplados. Para el caso asturiano, la incertidumbre
cronológica está agravada por el hecho de la falta de estratigrafías publicadas
en yacimientos medievales. Los intentos sistematizadores, hasta el presente,
se han limitado a elaborar descripciones decorativas y formales (tipologías)
carentes de contexto estratigráfico, a partir de materiales producto de excava­
ciones clandestinas o poco sistemáticas. La situación es aún más confusa por
la ya aludida permanencia de técnicas y formas en la alfarería popular de la
que aún existen testimonio en funcionamiento con tipologías que despistan al
investigador por su claro paralelismo, y en casos identidad, con los materiales
medievales o procedentes de yacimientos conceptuados como tales.
La cerámica recogida en San Miguel de Lillo aúna a estos inconvenientes
generales la circunstancia de provenir de niveles de relleno y revuelto, con
asociación a cascote y material moderno en algunos casos. Las piezas con la
32 G a r c ía G u in e a , M.A. “Sobre las cerámicas altomedievales de la Meseta Norte y Cantabria” IX
Congreso Nacional deArqueología, Zaragoza, 1966, pp.415-418.
33 Cf. como resumen y estado de la cuestión: G u tiérrez G o n z á le z , J.A. y B o h ig a s R o l d á n , R. (coord. y
ed.) La cerámica medieval en el Norte y Noroeste de la Península Ibérica. Aproximación a su estudio.
León, Universidad de León, 1989.
66
CÉSAR GARCÍA DE CASTRO VALDÉS
relación estratigráfica más fiable son las del relleno de la bóveda del ábside,
que se pueden fechar como coetáneas a la reedificación del mismo, que, co­
mo ya fue publicado en diversas ocasiones, remonta a los últimos años del XI
o primera década del XII. Su interés como jalón cronológico, en una época en
la que las cronologías fluctúan notablemente, por la pervivencia de tipos y
modos de hacer, habrá de ser valorado por la investigación interesada. Se tra­
ta de fragmentos con peinados verticales y en retícula34.
La mayor densidad de hallazgos corresponde al corte 5 y al corte 4 e in­
mediaciones. Ambas zonas coinciden con terreno alterado y removido en su
totalidad con motivo de la excavación de las tumbas 2, 3, 4 y 5, de la excava­
ción para los cimientos del ábside, y de remociones de los paquetes de derri­
bo. No hay discriminación ni técnica ni tipológico-decorativa entre cerámicas
procedentes de sectores diferentes; la mayor coherencia corresponde al grupo
proveniente del ábside: estrías profundas, pastas grisáceo-negruzcas, con
gruesos desgrasantes, modelado a torno bajo con huellas de urdido. No obs­
tante, estrías gruesas han aparecido igualmente en el corte 5, asociadas a
ejemplares lisos, en retícula, peinados horizontales y verticales, y pastas de
diversa textura.
Ejemplares con meandros amplios provienen exclusivamente del corte 4,
en paquete de revuelto. Las pastas están más decantadas que en las cerámicas
estriadas. Se conservan sin embargo las huellas de urdido.
Dentro de la tumba 4 se recogieron tres esquirlas de latericio y un frag­
mento de asa de pasta decantada, engobe anaranjado y perfil cóncavo, pieza
con paralelos recogidos en los cortes 6 y 7, en las inmediaciones de la tumba,
por lo que se puede suponer formaron parte de la misma pieza. Dado que es­
tos fragmentos vecinos fueron recogidos sobre la tumba, cabe suponer que el
fragmento aprarecido en el interior de la misma haya sido introducido en ella
por filtración a tavés de las lajas coberteras. De los bordes se deduce un diá­
metro de boca en torno a 8-12 centímetros. Los fragmentos de panza hacen
imaginar formas globuladas, ovoides, por utilizar una terminología que va ha­
ciéndose poco a poco usual entre los investigadores. El único fragmento recu­
perado de cierta entidad es un pedazo de botijo, moldeado a mano en pasta ro­
jiza con muy gruesos desgrasantes, de fondo plano de 10 centímetros de diá­
metro y un grosor de 0 ’7 centímetros. Tal pieza, por su tosquedad y escasa ca­
pacidad, carece de funcionalidad práctica. Habiéndose recogido cerca de la
superficie, me inclino a pensar se trata de un producto moderno.
Las dos basas recogidas, como ya se ha dicho, formaron parte de dos ties­
tos o macetas modernos, de fondo plano, con las estrías de giro en el torno
34 G a rc ía de C astr o V a l d é s , C. ob. cit., p. 413. “Las bóvedas de la iglesia de San Miguel de Lillo
(Oviedo)” Actas IV Congreso de Arqueología Medieval Española, III, Alicante, 1994, p. 716.
S. MIGUEL DE LILLO. CAMPAÑA DE EXCAVACIONES ARQUEOLÓGICAS 1991
67
claramente observables. Aparte se han recogido dos fragmentos de base, en
pasta anaranjada color ladrillo, y un fragmento de plato de fondo plano y labio
horizontal con dos estrías paralelas.
La búsqueda de paralelos no deja de ser, por todo lo apuntado, un ejer­
cicio de erudición relativamente estéril. Dado el carácter eminentemente local
de las producciones no me detendré en los aspectos técnicos (cocción, pastas,
moldeado) sino sólo en las decoraciones, por hallarme convencido de que la
variación en la cocción y en las pastas no es signo útil de evolución cronoló­
gica, al tratarse de productos ligados a la tradición local y a la disponibilidad
de materia prima in situ.
Para los peinados horzontales: cerámica del jardín de Pachu (Catedral de
Oviedo) excavado por Emilio Olávarri en 1971; muralla de Gijón; castillos de
Tudela de Agüeria y Raíces; con fechas entre siglos IX y XII, por adscripción
a la estratigrafía de la Catedral de Oviedo, inédita hasta la fecha. En general,
los autores reconocen la ascendencia altomedieval de estos tipos35.
Peinados verticales de estrías anchas: Veranes; castillos de Tudela y
Raíces; Valdediós; Faro. Se les atribuyen cronologías plenomedievales, siglos
XI y XIII36.
Retículados: Castillos de Tudela y Raíces; Monasterio de San Pelayo;
Valdediós; Muy difícil atribución cronológica, al tratarse los dos primeros pa­
ralelos de grupos sin procedencia estratigráfica. En Valdediós se atribuyen a
los siglos XI-XII, “sin excluir la posibilidad de una cronología más antigua, es
decir, altomedieval”37.
Meandros: Castillo de Raíces, cuyo investigador, M. Encinas, las asigna a
época altomedieval, con fuerte impronta romana (siglos VIII-X)38.
Fuera de Asturias los peinados horizontales aparecen en Álava (Los
Castros de Lastra y Santa Eufemia), Mendiaka (Vizcaya, siglos XII-XIII),
Camesa y Camargo (Cantabria, siglos XIII-X), Herrera de Pisuerga (Palencia,
siglos VIII-XII)39. Los peinados verticales apenas han sido reflejados en el ba­
lance de 1989 sobre cerámica medieval del Norte y Noroeste de la Península
35 F e r n á n d e z C o n d e , J. “Secuencias de producción de la cerámica en Asturias durante la Edad Media” en
Gutiérrez González, J.A. y Bohigas Roldán, R. ob. cit. pp. 173-210, fig. II 1 y 2; fíg. V; fig. VII a, pp.
179, 190.
36 Id. ob. cit., fig. IV, 1; fig. VII b, 2; fig. X, 1; fig. XIII, 1; pp. 177, 181, 185, 189.
37 Id. ob. cit., fig. V I b, 1 y 2; fig. V III, 3; fig. X, 2; pp. 180, 182-83, 186.
38 Id. ob. cit., fig. Via, p. 180.
39 S á e n z d e U r t u r i R o d ríg u e z , F. “ L a cerám ica m edieval no e sm a lta d a en y a cim ien to s a la v ese s” en:
G u tié rre z G o n z ále z , J.A. y B o h ig a s R o ld á n , R. ob. cit., pp. 53-85, figs. VI, XIII, XVI, pp. 5 3 -5 6 y 5960. G a r c í a C a m in o , I. “ L a c erám ica m edieval no esm a lta d a en la vertien te m a rítim a del P aís V asco: los
te rrrito rio s de B iz k aia y G u ip u z k o a ” , Ib id e m , pp. 87-111, figs. V-VI, pp. 91-9 2 ; B o h ig a s R o ld á n , R.
“L as c erám ica s m ed iev ales no esm a lta d a s en las p ro v in cias de C an tab ria, P a le n c ia y B u rg o s” Ib id em ,
p p .l 13-153; fig. VI, 1, 9; fig. XVI, 4-6; pp. 117-118 y 122-124; fig. IV, p .l 14.
68
CÉSAR GARCÍA DE CASTRO VALDÉS
Ibérica fuera de Asturias40. La retícula incisa es frecuente en León, donde ocu­
pa el 35% de las decoraciones, atribuyéndosele una cronología a partir del si­
glo XI, si bien puede tener origen anterior41. También en Zamora (Villafáfila
y Castropepe a partir del XI y hasta el XIII, como dispersión del tipo leonés42.
Meandros profundos al estilo de los de Lillo han aparecido en León (Puente
Castro, “Castro de la Mota”, datados en el siglo XII)43.
Faltan completamente en Lillo cerámicas pintadas, con digitaciones e im­
presiones, y bruñidas. La decoración es exclusivamente a base de incisiones,
como corresponde en general a la Cornisa Cantábrica en su vertiente Norte44.
5. Morteros
Se extrajeron muestras de morteros de los rellenos de las bóvedas del edi­
ficio y de los cortes donde su acumulación era especialmente significativa.
a) Morteros-argamasas de la capa de relleno de las bóvedas de la parte original
del edificio. Composición esencialmente a base de cal, con pequeños cantos
y restos de cascote viejo. Restos del mismo se recogieron en el corte 7 a unas
cotas +0’13/+0’14, y en el corte 4, en el gran paquete de relleno a base de
cascote. Para su cronología es importante el dato siguiente: en el pórtico late­
ral Norte se recogió justo sobre el trasdós de la bóveda, en la esquina Sureste,
a una cota -0’84 metros bajo el nivel de la cumbrera, es decir, al fondo del pa­
quete de relleno que se había dispuesto sobre la bóveda a fin de alcanzar la
pendiente deseada para la cubierta. Dada la identidad entre los morteros que
configuran estos rellenos de las bóvedas originarias, se puede asegurar que la
operación de relleno, y por consigueinte de modificación de cornisas e insta­
lación de cubiertas fue coetánea pues el mortero recubre los sillares de las
comisas, como ya quedó dicho en los capítulos correspondientes.
b) Mortero producto de obras recientes. Composición esencialmente arenosa,
color ocre. Se recogió en el ábside, bajo las tejas, en las cornisas Norte y
Este, en el corte 4 (nivel superficial, cota +0’81), y en el pórtico lateral
Norte, igualmente bajo teja nueva. Es la prueba de las intervenciones en
época reciente en la cubierta del edificio, afectando esencialmente a los
aleros y caballetes.
40 Ibidem, p. 308 “Peinados verticales, modalidad que parece más específicamente asturiana, aunque se
pueda localizar en otras zonas próximas, como Cantabria y Norte de León, con cronologías del siglo XI
al XIII”.
41 G u tiérr ez G o n z á l e z , J.A.; B en éitez G o n zá lez , C. “La cerámica medieval en León”. En: G utié rr ez
G o n z á l e z , J.A. y B ohigas R o l d á n , R. ob. cit., pp. 2 2 8 -229.
42 L arrén Izquierdo, H. “Notas sobre cerámica medieval de la provincia de Zamora” en: G utiérrez
González, J.A. y Bohigas Roldán, R. ob. cit., pp. 261-284, p. 270.
43 G utié rr ez G o n z á l e z , J.A.; B e n éitez G o n z á le z , C. ob. cit. fig. VI, pp. 2 13-214.
44 Así parece desprenderse del balance final contenido en G utiérrez, J.A. y Bohigas, R. ob. cit., p. 308.
S. MIGUEL DE LILLO. CAMPAÑA DE EXCAVACIONES ARQUEOLÓGICAS 1991
69
c) Enfoscado recogido en el faldón Sur del ábside y en el arco de la nave late­
ral Sur. Se trata de un revoco esencialmente calizo, con granulometría poco
decantada, cuidadosamente alisado en su cara externa, idéntico al que sir­
vió de base a la decoración pintada. Su espesor es bastante uniforme, en
torno a los 2 centímetros. En algún fragmento se conserva en el reverso la
huella de la superficie del ladrillo al que iba adherido. Como ya quedó ex­
presado al hablar de la excavación del ábside, el arco de la nave lateral Sur
consrvaba in situ parte de este revestimiento, muy débilmente adherido, de
tal forma que los fragmentos extraídos lo fueron a causa del desprendi­
miento natural al retirarse el material adosado a ellos.
d) Hormigón procedente del encamisado de la bóveda de la nave central. Con
motivo de la realización de las dos catas exploratorias se conservó uno de
los fragmentos extraídos.
e) Mortero situado sobre los sillares de la comisa Sur del faldón Sur de la bó­
veda de la nave central. Sobre él se dispuso el hormigón d). Se trata de mor­
tero arenoso, rosado, con granulometría diversa poco decantado y muy dé­
bil, reduciéndose a polvo por simple contacto. Es distinto del descrito en a).
Por composición (a simple vista) parece relacionarse con las procedentes de
obras recientes de retejo, b), si bien es de tonalidad más clara que éstos.
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EXCAVACIONES ARQUEOLÓGICAS EN LA CALLE DE
CIMADEVILLA (1992). CONTRIBUCIÓN AL ESTUDIO DE
LAS REDES DE SUMINISTRO DE AGUA POTABLE DE
ÉPOCA MEDIEVAL Y MODERNA EN LA CIUDAD DE
OVIEDO
SERGIO RÍOS GONZÁLEZ
FRANCISCO JAVIER CHAO ARANA:
Planimetría y dibujos
1. INTRODUCCIÓN
En el verano de 1992, el ayuntamiento de Oviedo acometió la primera fase
del Plan de renovación de colectores y pavimentos del casco antiguo de la ciu­
dad. Dado que estas obras afectaban a una zona de especial protección por su in­
terés histórico y patrimonial, su desarrollo fue acompañado del preceptivo segui­
miento arqueológico, financiado igualmente por el consistorio ovetense1.
Entre las actividades llevadas a cabo durante estas labores de control se
incluyó una excavación arqueológica de urgencia en la calle Cimadevilla,
concretamente en la pequeña plaza existente en el entronque con las calles
San Antonio y Rúa, realizada con objeto de documentar una antigua canaliza­
ción de agua potable descubierta al abrir una zanja. A medida que avanzaba
este estudio, el número de estructuras exhumadas de interés se fue incremen­
tando, contabilizándose a su finalización tramos de seis encañados diferen­
tes, además de otros restos constructivos de difícil interpretación. De esta for­
ma se pudo obtener una valiosa información acerca de las técnicas y materia­
les utilizados en las conducciones de agua potable a finales de la Edad Media
y a lo largo de gran parte de la Edad Moderna.
1 Además de los firmantes de este artículo, formaba parte del equipo a cargo del seguimiento arqueológi­
co Rogelio Estrada García; asimismo, colaboraron en los trabajos Francisco Borge Cordovilla y
Enrique Burguet Fuentes. Expresamos a los tres nuestro agradecimiento. El informe del estudio se re­
coge en Ríos González, S.; E stra d a G arcía, R.: Seguimiento Arqueológico de las obras de renova­
ción de la red de saneamiento y pavimentos del Oviedo Antiguo, en las calles y plazas siguientes:
Cimadevilla, San Antonio, Oscura, Mon, Máximo y Fromestano, Santa Ana, Canóniga, Peso, Huevos,
Constitución y Trascorrales. 1992. Memoria mecanografiada depositada en el Servicio de Patrimonio
de la Consejería de Cultura del Principado de Asturias y en el Ayuntamiento de Oviedo.
76
SERGIO RÍOS GONZÁLEZ
En este trabajo se pretende en primer lugar describir pormenorizadamente las estratigrafías y estructuras docum entadas en la excavación.
Seguidamente, se tratará de cotejar la información arqueológica con la recogi­
da en los fondos documentales, con el objeto de precisar al máximo la cro­
nología de los encañados descubiertos y desentrañar diversos aspectos con­
cernientes al funcionamiento de las redes de distribución de agua en el interior
de la ciudad.
2. PLANTEAMIENTOS Y DESARROLLO DE LA EXCAVACIÓN
En primer lugar se procedió a abrir una calicata de 3x4 m. (cuadro 1),
con el eje mayor orientado en sentido NO-SE. Tras completar su excava­
ción, y a la vista de nuevas estructuras que iban apareciendo, el área objeto
de estudio se amplió sucesivamente en tres ocasiones con el añadido de nue­
vos cuadros. El primero (cuadro 2), consistió en una franja de 1 m. de an­
chura y 3 m. de largo, anexa al lateral SE del cuadro anterior. El segundo
(cuadro 3), de 1 m. de ancho y 5 m. de longitud, se situó al NE de los dos
anteriores. Por último, se realizó una tercera ampliación (cuadro 4), asim is­
mo con 1 m. de ancho, que abarcó un total de 5 m. lineales adosados al NE
y NO del cuadro 3.
La superficie objeto de excavación estaba separada de la zanja que puso
al descubierto los restos por medio del conducto que abastece de gas natural a
la calle Cimadevilla y el testigo sedimentario subyacente. A la vista del nú­
mero y estado de conservación de las estructuras exhumadas, los técnicos del
ayuntamiento y de la empresa constructora aceptaron la sugerencia de acor­
tar la trayectoria prevista para el colector, situando su inicio justo antes del
área excavada. De esta forma, los restos de encañados localizados se pudieron
conservar en el mismo estado en que fueron descubiertos.
Con esta solución era preciso acondicionar al SO del testigo que separa­
ba la zanja de la superficie ya excavada un pozo con una arqueta de registro,
por lo que se optó por aprovechar este emplazamiento para realizar un sondeo
(cuadro 5) que completara la información obtenida en los otros cuadros.
3. SECUENCIA ESTRATIGRÁFICA DE LOS CUADROS 1, 2, 3 Y 4
El registro estratigráfico documentado en estos cuadros es el siguiente
(fig. 2):
• NIVEL I: nivel superficial.
- la. Asfalto. Dos capas que totalizaban unos 15 cm. de espesor, salvo en la
zona de intersección de los cortes SO y NO, donde el grosor se reducía con­
siderablemente a causa de la presencia del conducto de gas.
EXCAVACIONES ARQUEOLÓGICAS EN LA CALLE CIMADEVILLA (1992)
77
- I b . Hormigón. Capa que oscilaba entre los 10 y 15 cm. de espesor. En la
unión de los perfiles SO y NO, este nivel se alzaba hasta una cota ligera­
mente superior, debido al volumen ocupado por el relleno de hormigón y
arena rojiza asociado a la conducción de gas natural.
• NIVEL II: estratos vinculados a actuaciones contemporáneas.
- lia. Formado por una capa de hormigón y dos bolsadas de arena, de color
rojizo, relacionadas con el conducto del gas. Aparece registrado en los cor­
tes NO y SO.
- Ilb. Terroso-arcilloso, de color negruzco. Se interpretó como el resultado de
una remoción de los niveles subyacentes, fundamentalmente del lid, causa­
da por la instalación de la red de distribución de gas natural. Aparece repre­
sentado en los mismos frentes que el subnivel anterior.
- IIc. Nivel de arena gris que cubría una instalación eléctrica, consistente en
un cable forrado con ladrillos macizos. Unicamente se pudo señalar en el
perfil NO.
- lid. Relleno de la zanja abierta para instalar tres cables eléctricos, ya inutili­
zados, que atravesaban el área excavada paralelos a los perfiles NE y SO.
Sus características sedimentarias lo asemejaban al nivel 111, difiriendo de es­
te estrato en una compactibilidad algo menor.
- He. Relleno relacionado con una actuación contemporánea de naturaleza in­
determinada. Estaba formado por aportes provenientes de los niveles infe­
riores, junto con elementos coetáneos a dicha intervención: ladrillos, frag­
mentos de hormigón, grava, etc,...
- Ilf. Relleno de una zanja abierta para instalar una instalación eléctrica, ya
inutilizada. Salvo su menor compactibilidad, el resto de su características
estratigráficas eran idénticas a las del nivel III. Representado en los perfiles
SE, NE y NO.
• NIVEL III. Representado en todos los perfiles, este nivel destacaba por su
masiva presencia en toda la zona. Su matriz, terrosa y de color marrón, iba
perdiendo compactibilidad de techo a base. Estaba asociada a cantos roda­
dos, bolsadas arcillosas y arenosas, motas de mortero, piedras calizas y de
arenisca, y abundantes fragmentos óseos. El lote de materiales recuperado
se compone en su mayor parte por un nutrido y heterogéneo lote cerámico,
formado mayoritariamente por producciones tradicionales de los alfares de
Faro y M iranda y, en menor medida, por fragmentos de cronología medie­
val. Merece reseñarse asimismo la presencia de fragmentos de cristales fechables a finales del siglo XIX o principios del XX, y varias monedas, con
cronologías comprendidas entre la segunda mitad del s. XV y finales del s.
XVII.
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• NIVEL IV. Con esta numeración incluimos los estratos de relleno de
las fosas de los encañados documentados en la excavación.
IVa. Negruzco, de matriz arcillosa. Presumiblemente, se trataba del resulta­
do de una alteración del nivel VI causada por la instalación del encañado
n°l. Aparecía reflejado a ambos lados de esta traída, en el perfil SO.
IVb. M atriz terrosa, asociada a una cantidad significativa de piedras cal­
cáreas de tamaño medio (entre 15 y 20 cm.) y a abundantes fragm entos
de huesos. La tonalidad predominante era la negra, aunque en zonas pun­
tuales ésta podía derivar hacia coloraciones rojizas a causa de la abun­
dante presencia de óxidos de hierro. Este estrato configuraba una bolsa­
da representada en la unión de los cortes SO y SE y, presum iblem ente, su
form ación estuvo en relación con la instalación de la traída n°3. Los m a­
teriales recuperados corresponden fundamentalmente a fragm entos cerá­
micos de cronología medieval, aunque en el inventario figuran también
piezas de cronología más moderna, especialmente producciones de los
alfares tradicionales de Faro.
IVc. De características similares al anterior, este nivel se localizó en el es­
pacio comprendido entre la arqueta de la traída n°3 y la estructura indeter­
minada n°l, formada por un aparejo de manipostería y mortero calizo loca­
lizada bajo la unión de los perfiles NE y SE.
lVd. Situado entre las traídas n°3 y 4. Aparecía representado en el perfil SO.
Su matriz era terrosa, muy suelta y de color marrón claro. Englobaba abun­
dantes restos óseos, piedras y escasos materiales cerámicos, muy fragmen­
tados.
IVe. Estrato que cubría y flanqueaba parcialmente la traída n°3. Estaba for­
mado por una acumulación de piedras, con numerosas oquedades entre ellas
que habían sido colmatadas parcialmente por un sedimento terroso, de color
negruzco. No se recuperó ningún material. Estaba representado en el corte
NE.
• NIVEL V . Nivel de matriz terroso arenosa, muy fina, de color marrón claro,
sin presencia de piedras. Estaba adosado a la traída n°5. Entre el sedimento
fue recuperada una moneda de Fernando I de Nápoles (1458-1494).
• NIVEL VI. Arcilloso, medianamente compactado, con una coloración ne­
gra, reflejo de una abundante carga orgánica. Asociado a una abundantísima
presencia de restos óseos. Entre los materiales cerámicos recuperados pre­
dominan claramente las producciones medievales, realizadas a torno lento y
con decoraciones incisas, aunque se señalan asimismo varios hallazgos pro­
ducto de infiltraciones más modernas. De gran interés es el relativamente
abundante inventario de monedas, con varias acuñaciones adscribibles al rei-
EXCAVACIONES ARQUEOLÓGICAS EN LA CALLE CIMADEVILLA (1992)
79
nado de Felipe IV y una concreción formada por la unión de cinco piezas de
cronología medieval.
• NIVEL VII. Difería del anterior en su menor compactibilidad y en una pre­
sencia más significativa de piedras calizas. Al igual que en el Nivel VI, se
pudo reseñar una abundante presencia de restos óseos. Los materiales recu­
perados son de inequívoca adscripción medieval.
• NIVEL VIII. Formaba la base estratigráfica que se pudo documentar en los
cuadros 1, 2, 3 y 4. Se diferenciaba del anterior en una mayor presencia de
piedras calizas, muy alteradas, y en su escasa compactibilidad, la cual per­
mitió la formación de oquedades de importancia. Este estrato apenas pudo
ser excavado, ya que para su correcto estudio hubiese sido preciso desman­
telar las estructuras circundantes. Al igual que en los casos anteriores, se
constató una abundante presencia de fragmentos óseos. Solamente se recu­
peró un fragmento cerámico, de cronología medieval.
4. SECUENCIA ESTRATIGRÁFICA DEL CUADRO 5
Aunque estaba adosado al perímetro SO de la superficie ocupada por los
cuadros 1, 2, 3 y 4, este sector de la excavación estuvo desvinculado del res­
to del área excavada por medio del testigo estratigráfico rematado por la con­
ducción de gas natural.
El reducido espacio abarcado por este sondeo y su incompleta conexión
con el resto de la superficie excavada, junto con el alcance limitado de la ac­
tuación arqueológica llevada a cabo, son los factores que impidieron deter­
minar inequívocamente las correspondencias de los niveles aquí documen­
tados con la estratigrafía obtenida en los cuadros 1, 2, 3 y 4. En consecuencia,
se ha optado por incluir los estratos del cuadro n°5 en una serie independien­
te, poniendo de manifiesto en cada caso las similitudes y conexiones con el re­
gistro recuperado en los cuatro primeros cuadros.
• NIVEL I. De características idénticas y con las mismas subdivisiones que el
estrato superficial reseñado en los cuadros 1, 2, 3 y 4.
• NIVEL II. Arena roja y cemento. Relacionado con la conducción del gas.
Correspondencia con el estrato lia de los cuadros 1, 2, 3 y 4.
• NIVEL III. color marrón, matriz terrosa y una potencia de unos 30 cm.
Aparentemente, sus características son muy similares a las del nivel 111 de la an­
terior secuencia. Se diferenciaba de éste en una mayor abundancia de materia­
les contemporáneos, fundamentalmente escombros: mortero, ladrillos, etc,...
80
SERGIO RÍOS GONZÁLEZ
• NIVEL IV. se encontraba separado de los estratos superiores por medio de
las estructuras de dos encañados. Su matriz era terrosa, de color pardo. Su
base buzaba de forma que el grosor del estrato aumentaba paulatinamente
desde un mínimo de 10 cm. hasta un máximo en torno a los 40 cm. Su ma­
triz, de compactibilidad media, englobaba bolsadas de arena amarillenta y
pellas arcillosas; asimismo, estaba asociada a numerosos fragmentos de hue­
so. Este estrato no presentaba similitud alguna con ninguno de los niveles re­
gistrados en los otros cuadros.
• NIVEL V . Se dividía en dos subniveles.
- Va. Matriz terrosa, semicompacta, de color negruzco. Apoyaba sobre un tos­
co mampuesto de sillarejo y mortero, con numerosas oquedades parcial­
mente colmatadas por percolaciones de sedimento. Su potencia disminuía
paulatinamente en sentido SO-NE. Las señales de antropización observa­
das consistieron en algún fragmento óseo, motas de carbón y, especialmen­
te, de mortero.
- Vb. Se diferenciaba del anterior en su matriz, más arcillosa y menos com ­
pactada, y por una mayor presencia de piedras. Formaba una bolsada que
penetraba parcialmente en la obra de manipostería señalada en el apartado
dedicado al subnivel anterior.
La ausencia de materiales significativos en este último nivel hace difícil
su identificación con alguno de los señalados en la secuencia de los cuatro
primeros cuadros. Por la matriz y la coloración podría ponerse en relación
con los estratos medievales localizados junto al corte NO (VI, VII y VIII),
asimilación sobre la que abunda también su disposición en cotas similares,
aunque en el cuadro n°5 se llegó a una mayor profundidad. Por otro lado, la
obra de manipostería subyacente, tanto a Va como a Vb, estaba en relación
con un encañado cuya instalación debió causar una remoción en el depósito
preexistente, alteración de la que quizá estos subniveles fueran el testimo­
nio. Lo limitado del análisis realizado -dada la reducida superficie del cua­
dro y la profundidad a la que se realizó este estudio- impidieron verificar
adecuadamente esta última hipótesis, aunque la consideramos com o la más
factible.
• NIVEL VI. Arcillas de color anaranjado. Correspondían al nivel de disolu­
ción del substrato litològico calcáreo que ocupa la zona.
Además de estos niveles, en los perfiles que se pudieron obtener de la ex­
cavación tenían una representación destacada distintos elem entos pertene­
cientes a tres encañados que describiremos con detalle en el siguiente aparta­
do. Concretamente, en el perfil NE se pudieron visualizar parte de las seccio­
EXCAVACIONES ARQUEOLÓGICAS EN LA CALLE CIM ADE VILLA (1992)
81
nes de estas tres traídas, mientras que en el NO se representaron el muro y el
mampuesto que flanqueaba estos conductos.
5. CONDUCCIONES CONTEMPORÁNEAS LOCALIZADAS
La excavación arqueológica puso al descubierto la conducción de gas na­
tural que da suministro a la calle, cuya instalación data de 19912. Como ya se
ha señalado, la trayectoria de este conducto discurría sobre el testigo que se­
paraba el cuadro 5 de los restantes cuadros. Su presencia obligó asimismo a
renunciar a la excavación de aproximadamente 1 '5 m2 del cuadro 1.
Fueron localizadas también tres antiguas conducciones eléctricas, todas
ellas inutilizadas. La primera estaba formada por dos cables paralelos, uno fo­
rrado por un tubo de hierro y el otro protegido por una alineación de cajas de
cemento. Según los técnicos de hidroeléctrica a los que pudimos consultar, la
cronología de estas conducciones se situaría aproximadamente en torno a la
segunda década del siglo XX.
La segunda conducción estaba formada por tres cables forrados con go­
ma. Por último, la tercera instalación, que cortaba la estratigrafía medieval en
el lateral derecho del perfil NO, consistía en un cable recubierto por material
plástico y tapado por una hilera de ladrillos macizos. La zanja abierta para
instalar esta traída estaba rellena por arena de color gris (nivel lie).
6. LOS ENCAÑADOS
El hecho más destacable de la excavación de Cimadevilla fue sin duda el
hallazgo de una serie de encañados que permite ampliar el conocimiento de la
red de distribución de agua de Oviedo durante las épocas Medieval y Moderna
(fig. 1, láms 1 y 2). Para su descripción se ha procedido a numerarlos aten­
diendo a su cronología relativa (de menor a mayor antigüedad), obtenida m e­
diante el análisis de las superposiciones evidenciadas durante la excavación.
El encañado n°6 constituye una excepción a este criterio, debido a que las
condiciones en las que fue reconocido impidieron el ponerlo en relación con
el resto de los conductos.
6.1. Encañado n°l
Estaba formada por un conducto principal que recorría la calle
Cimadevilla hasta desembocar en una arqueta de la que arrancaban dos tubos
2
El seguimiento arqueológico que acompañó la instalación de este conducto fue realizado por Enrique
Arnau Basteiro y María Noval Fonseca. Los resultados de esta actuación aparecen recogidos en:
Informe del seguimiento arqueológico de las obras realizadas en las calles Cimadevilla, San Antonio y
Canóniga de la Ciudad de Oviedo. 1992. Memoria inédita depositada en el Servicio de Patrimonio de
la Consejería de Cultura.
82
SERGIO RÍOS GONZÁLEZ
secundarios, uno en dirección a la calle de la Rúa y el otro hacia la calle de
San Antonio.
El conducto principal presentaba un recorrido en clara trayectoria ascen­
dente y su factura era la más compleja de las tres. Consistía ésta en dos mu­
ros de de cuidada manipostería, con un alzado entre 30 y 40 cms, entre los
que discurría un tubo cerámico, del que se pudo recuperar uno de los arcadu­
ces que lo formaban. Elaborado en los talleres mirandinos, m edía éste
110x30 mm, estaba elaborado a torno rápido y cocido en atmósfera reductora.
El espacio sobrante entre los muros iba relleno con una argamasa de cal y are­
na. El conjunto estaba cubierto por losas, de tamaño variable y un espesor mí­
nimo de 10 cms., que apoyaban sobre los dos muros laterales.
La arqueta se levantaba sobre un amontonamiento de piedras y fragmen­
tos de tubo cubiertos por un mortero arenoso. Estaba elaborada en sillería are­
nisca magnificamente escuadrada (lám. 1). Su planta, cuadrangular, medía
39x41 cms. al interior y 63x65 cms. al exterior. De su alzado se conservaban
parcialmente dos hiladas que sumaban un total de 55 cms. y que, probable­
mente y con la excepción de la cubierta desaparecida, debieron de configurar
la altura total. La primera estaba formada por dos sillares labrados en ángulo
que presentaban tres orificios, de unos 60 mm. de diámetro, destinados a per­
mitir la conexión de los tubos. De la segunda se conservaban dos piezas, del
total de cuatro que en origen debieron de configurarla. Su anchura, en tom o a
17 cms., era ligeramente superior a la de la hilada inferior. Cabe señalar que
durante la excavación del cuadro IB se recuperó una pieza labrada que quizá
formara parte de esta línea de sillares.
El interior de esta arqueta estaba colmatado hasta aproximadamente el
borde inferior de los orificios por una mezcla de cantos de río y arenas finas.
Tras llegar a la arqueta, el agua ascendía a través de dos conductos que se
dirigían respectivamente hacia las calles de la Rúa y San Antonio. Del prime­
ro poseemos escasa información, dado su deficiente estado de conservación.
Consistía en un tubo de cocción reductora, elaborado seguramente en los ta­
lleres mirandinos. Su diámetro era de 85 mm. y su grosor de 25 mm. Para su
fijación se utilizaron piedras y fragmentos de ladrillo y teja, rodeándose este
conjunto con una argamasa de cal y arena amarillenta. No pudimos verificar si
dos gruesos sillares situados sobre la trayectoria del tubo correspondían a la
cubierta.
El conducto que se dirigía hacia la antigua Solazogüe se encontraba en
mejor estado. Los arcaduces, de cocción oxidante -o quizá reductora incom­
pleta-, tenían un diámetro que sólo pudo estimarse de manera aproximada al
no ser desmontados; aparentemente, sus medidas eran semejantes a las del tu­
bo principal de la calle Cimadevilla. Esta tubería, flanqueada por sendas hi­
ladas de lajas de piedra, iba sumida en una capa de arena amarilla muy fina.
EXCAVACIONES ARQUEOLÓGICAS EN LA CALLE CIMADEVILLA (1992)
83
Por la parte superior, el tubo se cubría con tejas sujetas con un mortero de cal
sobre las que a su vez iba una hilada de piedras apoyada sobre las losas late­
rales.
En la calle de San Antonio se hallaron restos de un encañado, verosímil­
mente correspondientes a la misma conducción descrita, en los que se pudo
corraborar la utilización del mismo sistema constructivo.
6.2. Encañado n°2
En el testigo estratigráfico que marcaba la separación de los cuadros 1 y
5 y, de forma más deficiente, en el cuadro 1A, se conservaban los restos de un
segundo encañado. Este conducto se situaba por debajo y a la derecha del tu­
bo principal del encañado n°l. Estaba elaborado con arcaduces cocidos en at­
mósfera oxidante, al menos en el proceso de poscocción. Su diámetro era de
85 mm. y el grosor de sus paredes de 15 mm. Antes de cubrirla con argamasa
arenosa, la consistencia de la tubería fue reforzada con un forro de fragmentos
de teja y tubo.
Este conducto se encontraba entre los muretes que protegían el tubo prin­
cipal del encañado n°l. Las razones por las que hemos optado por desvincu­
larlo de esta canalización son las siguientes:
• Aunque sus características eran muy similares, en el perfil NE del cua­
dro 5 quedó reflejada la divisoria entre las argamasas que forraban los
dos tubos.
• La arqueta de distribución del encañado n°l estaba situada sobre la tra­
yectoria que previsiblemente llevaba en origen el encañado n°2, por lo
que su construcción significó la anulación de este conducto.
6.3. Encañado n°3
Esta conducción era la que presentaba el mejor estado de todas las locali­
zadas, dado que su conservación era aceptable a lo largo de toda la calle
Cimadevilla. En el área objeto de excavación arqueológica penetraba desde el
perfil SO, abandonándola por el NE, a la vez que cortaba parcialmente la tra­
yectoria del encañado n°4.
Para la descripción subsiguiente se ha contado con los datos extraídos
tanto de la excavación realizada como de la observación directa del trazado el
encañado a lo largo de la calle Cimadevilla. En esta última zona, la conserva­
ción del conducto era más incompleta, dado que faltaban numerosas losas de
la cubierta y su trayectoria estaba cortada en algunos puntos por la red de ser­
vicios contemporánea.
Lo más característico de este encañado eran los grandes bloques de are­
nisca y caliza en los que iban insertos los tubos cerámicos. Estaban labrados
84
SERGIO RÍOS GONZÁLEZ
en forma de paralelepípedo rectangular y sus dimensiones eran variables. A
lo largo de la calle Cimadevilla se registraron un máximo de 95 cms. y un mí­
nimo de 42 cms, oscilando los alzados entre los 47 y 26 cms. En el área obje­
to de excavación se registraron longitudes superiores a los 60 cms (ninguno de
los bloques pudo descubrirse íntegramente), alzados comprendidos entre los
43 y 40 cms. y anchuras que oscilaban entre 34 y 42 cms.
Estos bloques iban asentados sin ningún tipo de refuerzo lateral y, al me­
nos aparentemente, su instalación tampoco precisó de un acondicionamiento
del terreno previo. Asimismo, tampoco existían engarces entre ellos, con lo
que estas piezas estaban simplemente alineadas, quedando únicamente vincu­
ladas entre ellas mediante el tubo cerámico.
Este conducto iba encajado en un canal con una sección en forma de “U ”,
tallado en la cara superior de los bloques. Su anchura, documentada en los dos
bloques estudiados en el área excavada, se situaba en tomo a unos 18 cms. La
profundidad de esta caja no pudo verificarse, pero presumiblemente no debía de
ser muy superior al diámetro del tubo. Este se componía de arcaduces cuya fac­
tura evidenciaba una clara procedencia mirandina: abundante material micáceo
en la pasta, cocción y postcocción en atmósfera reductora. Su diámetro oscilaba
entre los 110 mm. y los 140 mm. Para asegurar su sujección, el espacio sobran­
te de la caja estaba relleno con un mortero o betún de color rosáceo de una du­
reza extraordinaria. La cubierta de esta traída estaba formada por grandes losas
y bloques fijados con un mortero arenoso, igualmente muy resistente.
Asociado a este encañado fue localizada una arqueta en el área excavada
(lám 2). Sus paredes estaban formadas por una tosca obra de mampostería
apoyada sobre la cubierta de la conducción. Su planta era cuadrangular, m i­
diendo 110x90 cms. al exterior y 47x47 cms. al interior. Su alzado era de 25
cms. y la cubierta corría a cargo de una losa de 60x55x12 cms. Al interior, su
base, situada en una cota ligeramente superior a la de los tubos cerámicos,
constaba de una pieza monolítica de arenisca muy bien labrada. En su centro
presentaba un orificio de 15 cms. de diámetro obturado por un tapón, elabora­
do también en arenisca. Dado que no fue retirado este cierre, no podemos des­
cribir el sistema hidráulico al que daba acceso.
6.4. Encañado n°4
Los restos de esta traída se conservaban junto al flanco izquierdo de la
conducción descrita en el apartado anterior. En este caso, el conducto cerámi­
co, formado por arcaduces de procedencia mirandina cuya sección se situaba
en torno a los 150 mm., estaba flanqueado por sendos muretes de 25 cms. de
alzado y 35 cms. de espesor, levantados con una obra de mampostería a base
de pequeños bloques de piedra y trozos de tubo unidos con una argamasa de
EXCAVACIONES ARQUEOLÓGICAS EN LA CALLE CIMADEVILLA (1992)
85
cal y arena anaranjada. El tubo estaba rodeado por trozos de arcaduces, cu­
briéndose con una arena muy fina, también de color naranja. Remataba el
conjunto una alineación de losas con un grosor superior a los doce centíme­
tros, de las cuales dos de las piezas estaban pisadas por una de las paredes que
formaban la arqueta perteneciente al encañado n°3.
6.5. Encañado n°5
Este conjunto difería completamente de los demás, ya que estaba realiza­
do enteramente en piedra. De su trazado pudieron exhumarse durante la exca­
vación tres de los bloques que lo componían, uno de ellos parcialmente, ya
que se sumía bajo el perfil NE. Se trata de tres paralelepípedos rectangulares,
labrados sobre una piedra arenisca muy blanda. Sus dimensiones, bastante va­
riables, eran las siguientes:
• 1. Largo (incompleto): 50 cms; ancho: 34 cms; alto: 22 cms.
• 2. Largo: 61 cms.; ancho: 38 cms; alto: 30 cms.
• 3. Largo: 75 cms; ancho: 38 cms, alto: 38 cms.
Estos bloques estaban unidos mediante un machihembrado realizado en
las caras menores. Las características del engarce se pudieron verificar a tra­
vés de la fractura producida en el segundo caño por la instalación del tendido
eléctrico protegido por cajas de hormigón que describimos en el apartado 5
(lám. 3). Tanto el macho como la hembra presentaban un rebaje que evitaba
que el primero se introdujera por completo en el segundo, de forma que los
caños estaban separados por un engarce troncocónico, de unos 6 cms. de lon­
gitud y 20 cms. de diámetro. Las juntas de esta unión estaban selladas con una
pasta blanquecina de la que no podemos precisar sus características, aunque
probablemente contara entre sus componentes con una apreciable proporción
de arcilla.
El conducto horadado a través del eje de los caños era de sección circular,
con un diámetro aproximado de 10 cms. Su inclinación evidenciaba con clari­
dad com o el agua, en su discurrir en sentido SO-NE (de la calle Cimadevilla a
la Rúa), seguía una trayectoria ascendente.
El tramo conservado de esta traída estaba parcialmente sellado al SO por
una obra de manipostería sobre la que abundaremos más adelante. Al NE se
pudo apreciar como la trayectoria de esta conducción había sido cortada por la
traída n°3.
6.6. Encañado 6
Su estudio sólo pudo efectuarse en la exigua superficie ocupada por el
cuadro 5, por lo que no fue posible fijar arqueológicamente con suficiente pre­
cisión su cronología relativa con respecto al resto de las traídas localizadas.
86
SERGIO RÍOS GONZÁLEZ
Solamente se pudo determinar de este modo la mayor antigüedad del encaña­
do n°6 respecto a los números 1 y 2, dado que éstos discurrían justamente por
encima de aquél.
Su componente principal era una hilera de caños de la que se documen­
taron tres ejemplares. Se trataba de piezas de caliza blanca unidas por medio
de un engarce semicircular cuidadosamente labrado. En su cara superior iba
encajada una ancha caja cuadrangular en la que se insertaban los restos, muy
fragmentados, de los arcaduces que formaban el tubo. Su diámetro, similar al
del encañado n°2, era aproximadamente de unos 85 mm.
Los caños de piedra estaban flanqueados por una tosca obra de manipos­
tería con numerosas oquedades. Su cubierta consistía en una hilera de ladri­
llos unidos con argamasa sobre la que descansaba una segunda alineación de
losas. El mortero empleado constaba de una elevada proporción de arena.
7. ESTRUCTURAS DE DIFÍCIL INTERPRETACIÓN
Se recogen en este apartado los restos de estructuras deficientemente do­
cumentadas. Una mala conservación, la ausencia de relaciones estratigráficas,
limitaciones al estudio impuestas por la presencia de los encañados o, final­
mente, una presencia marginal dentro del área afectada por la excavación, son
los factores que justifican su incompleta interpretación.
7.1. Estructura indeterminada 1
En la proximidad de la unión de los perfiles SE y NE se localizaron los
restos de un posible muro, realizado en una tosca obra de mampostería.
Seguía éste una orientación E-O y medía poco más de 1 metro de longitud por
0'70 cms. de anchura media. El alzado exhumado apenas sobrepasaba la par­
te presumiblemente correspondiente a sus cimientos, aunque la presencia de
los encañados 1 y 3 impidió la profundización hasta el nivel de su base.
Estratigráficamente, esta estructura estaba en contacto con tres niveles di­
ferentes. Por el NE tenía adosado el estrato 111, el predominante en toda el área
excavada. Hacia el S y el O por contra adosaba el estrato IVc, interpretado
com o una remoción de la secuencia altomedieval relacionable probablemente
con la instalación del encañado 3. El sellado de la estructura correspondía al
nivel 111 en su tercio más occidental, estando cubierta la superficie restante por
una vieja traída eléctrica y la zanja a ella asociada (N.llf).
7.2. Estructura indeterminada 2
Este resto constructivo se conservaba en el tercio NO de la superficie de
los cuadros 1-4, en un espacio comprendido entre los perfiles NO y SO, el en­
EXCAVACIONES ARQUEOLÓGICAS EN LA CALLE CIMADEVILLA (1992)
87
cañado n°5 y el conducto principal y la arqueta del encañado n°l. Su contextualización arqueológica permite fijar con bastante precisión su cronología re­
lativa. Por contra, su arrasamiento imposibilita una interpretación funcional.
Se trataba de una obra de manipostería, formada predominantemente por
un mortero calizo de gran dureza asociado a piedras de pequeño tamaño. La
superficie ocupada, de contornos indefinidos, era relativamente importante.
La potencia documentada superó los 30 cms., no habiéndose localizado la ba­
se de los cimientos.
Esta obra se encontraba en claro contacto con los niveles VI, VII y VIII,
de cronología medieval. En ningún momento se pudo verificar que estos es­
tratos sellaran los restos constructivos, por lo que cabría considerar que la cro­
nología de aquellos es anterior. De hecho, gran parte de la estructura se situa­
ba a la misma cota que la reflejada por los niveles VII y VIII en el perfil NO.
Igualmente, esta estructura estaba en conexión con el encañado n°5, ya
que cubría en parte a esta conducción.
El encuadre cronológico de esta obra se completa con la relación con el
encañado n °l, el más moderno de los localizados. El firme que servía de so­
porte a la arqueta de esta traída rompía esta obra de manipostería. Como se ha
señalado, esta cimentación estaba compuesta por un nivel de cantos y frag­
mentos de tubo cubierto por una capa de mortero con una abundante cantidad
de arena amarillenta.
8. INTERPRETACIÓN ESTRATIGRÁFICA
La característica más destacada del depósito estratigráfico documentado
en la calle C im adevilla era el predominio de los niveles de revuelto.
Prescindiendo de los estratos I y II, cuyo interés arqueológico era irrelevante,
la secuencia se iniciaba con el estrato III, el de mayor importancia cuantitati­
va de toda la excavación. Se trataba de un depósito resultado de diversas re­
mociones, en el que la presencia abundante material de escombro: restos de
mortero, arena, fragmentos de tejas, arcaduces, bloques de piedra de diversos
tamaños, etc.., denotaba un carácter predominante de estrato de relleno. Entre
los materiales recuperados se pudo advertir un cierto predominio de los fe­
chados en los siglos XVII y principios del XVIII. Aparecían también restos
medievales, del siglo XVI y de época contemporánea.
Los niveles precedidos por el número IV correspondían en cambio a re­
mociones que se pueden poner en relación con los distintos encañados locali­
zados (salvo el estrato IVc, cuya formación podría vincularse a la construc­
ción del encañado n°3 o -menos probablemente- de la estructura indetermina­
da n°l). La información aportada fue poco relevante, al recuperarse lotes de
materiales escasos y poco representativos. A un predominio de piezas m edie­
88
SERGIO RÍOS GONZÁLEZ
vales, procedentes de la alteración del depósito subyacente, se sumó un esca­
so número de fragmentos cerámicos de Epoca Moderna.
El nivel V era el único estrato vinculado a una estructura (encañado n°5)
cuya formación no era el resultado de una alteración de depósitos preexis­
tentes. Entre las arenas que lo componían se pudo recoger una moneda de
Fernando I de Nápoles (1458-1494). Como se expondrá más adelante, la cro­
nología marcada por este hallazgo numismático es coincidente en gran medi­
da con los datos suministrados por las fuentes documentales.
Los estratos VI, VII y VIII, la base de la secuencia de los cuadros 1 al 4, co­
rresponderían a una fase sedimentaria caracterizada por una abundantísima car­
ga orgánica, manifestada especialmente por un elevado número de restos óseos,
entre los que parecen predominar los correspondientes a jabalí y cerdo. El lote
cerámico asociado, escaso y muy fragmentado, es de clara filiación medieval.
La misma cronología posee el lote de cinco monedas de vellón, concrecionadas
debido a su fuerte alteración. Esta unión invita a pensar que estas piezas fueron
incorporadas juntas al depósito dentro de algún envase formado por un material
perecedero3 (¿una bolsa de tela o, más probablemente, de cuero?).
La abundante carga orgánica del sedimento, los numerosos restos óseos
recuperados y la inequivóca cronología medieval de la mayoría de los mate­
riales nos lleva a relacionar a los estratos VI, VII y VIII con el mercado de la
carne que ocupó la plazuela de Cimadevilla hasta 1498, momento en el que la
construcción de una fuente en este emplazamiento motivó su trasladado a la
plaza de Trascorrales4. La presencia de algunas piezas de cronología más tar­
3
D ad o su p ésim o e sta d o d e c o n serv ació n , no se p u d o in c lu ir u na cla sifica c ió n p re c isa de e sta s p ie z as en
la m e m o ria d el seg u im ien to arq u eo ló g ico , lim itán d o n o s a su g erir en a q u ella o c asió n la p o sib ilid a d de
un o rig en c atalá n p a ra las m ism as, a la vez que h acíam o s c o n sta r la e x isten c ia de c ie rto p a ra le lism o
co n e m isio n es co n d ales de R am ó n B eren g u e r IV (1 1 3 1 -1 1 6 2 ) (R ío s G o n z á l e z , S.; E str a d a G a r c ía ,
R.: Ob. cit., p.83). E n la actu alid ad , estam o s en c o n d ic io n es de afirm ar que se tra ta de a cu ñ a c io n e s del
S eñ o río d e M o n tp eller, co n cretam e n te d in eres u ó b o lo s, que fu ero n e m itid o s d u ra n te el d o m in io de Pere
1 (1 2 0 4 -1 2 1 3 ), Jau m e I (1 2 1 3 -1 2 7 6 ) y los p rim ero s tiem pos de la c asa real m a llo rq u ín a (1 2 7 6 -1 3 4 9 ). Al
re sp ec to , vid. las sig u ie n tes o b ras de M . C r u s a f o n t y S a b a te r : Numismática de la corona catalanoaragonesa. Medieval (785-1516), M ad rid , 1982, p .204 y 205, n°l 16 y n°l 17. Acuñaciones de la corona
catalano-aragonesa y de los reinos de Aragón y Navarra. Medioevo y tránsito a la Edad Moderna,
4
M ad rid , 1992, n°163 y n°164. E sta c lasificació n ha sido re a liz ad a p o r E n riq u e B u rg u e t F u e n te s, a qu ien ,
u n a vez m ás, e x p re sa m o s n u estro ag rad ecim ien to .
E ste tra sla d o tu v o su o rig en en el d errib o de u n a c asa del n o ble local E steb an de A rg ü elles. El re g i­
m ie n to d e la c iu d a d d e cid ió u n ir el so lar del e d ificio al del viejo m e rc a d o p a ra h a b ilita r un nuevo e sp a ­
cio p ú b lic o , fo rm ad o p o r u n a p laza con esp acio central y ed ificio s p o rtica d o s ab ie rto s a e lla q ue a c o g í­
an tie n d a s en los b a jo s y viv ien d as en los pisos. R esp ecto al m ercad o y la p la z a de C im a d ev illa vid.
C uartas R iv er o , M .: Oviedo y el Principado de Asturias a fines de la Edad Media. O v ied o , I.D .E .A .,
1983, p p .2 8 8 , 291; G a rc ía C u e to s , M a.P. Arquitectura en Asturias, 1500-1580. La dinastía de los
Cerecedo. O v ied o , R .I.D .E .A ., 1996, pp. 101-102.; G arcía C u eto s , M a.P. “C asas y palacio s. El tejido
u rb a n o del O v ie d o del sig lo X V I. O rd en an za p ara edificar, tip o lo g ías, té c n ica s c o n stru ctiv as y o rg a n i­
z ac ió n d el tra b a jo de can tero s y c arp in te ro s” , Urbanism in Medieval Europe. Papers ofthe "Medieval
Europe Brugge 1991”, Z e llik , 1997, vol 1, pp. 227-236.
EXCAVACIONES ARQUEOLÓGICAS EN LA CALLE CIMADEVILLA (1992)
89
día, com o algunos resellos de Felipe IV, creemos que es factible interpretarlas
como infiltraciones atribuibles a las numerosas remociones que afectaron la
zona. De hecho estos materiales sólo se reseñan en el nivel VI, por contra, los
estratos Vil y Vlll, de características muy similares, se ven libres de ellos.
Igualmente, estos estratos testimonian de manera elocuente las condicio­
nes insalubres que debían caracterizar estos mercados, en donde los desper­
dicios eran vertidos a un suelo carente de pavimento alguno5.
2.2. Los encañados
2.2.1. Encañado n°5
Esta conducción, radicalmente diferente al resto de las localizadas, fue la
única sobre la que la estratigrafía suministró una información precisa. Como
se ha señalado anteriormente, en un estrato relacionable con su construcción
(nivel V) fue recuperada una moneda de Fernando I de Nápoles (1458-1494).
La cronología suministrada por este hallazgo nos remite a una época en la que
la red de suministro del llamado viaje de la Granda del Anillo fue objeto de
amplias obras de reparación.
El origen de la traída de la Granda del Anillo se atribuye tradicionalmen­
te a Alfonso 11 a causa de una mención a un acueducto recogida en la dona­
ción, fechada en el año 812, que este monarca realizó en favor de la Catedral
de San Salvador6. En las ordenanzas de la ciudad de 1274 se vuelve a aludir
escuetamente a esta conducción7, no existiendo constancia de una referencia
lo suficientemente expresiva a la misma hasta mediados del s. XIV. Ésta apa­
rece en un documento de la catedral de Oviedo, fechado en 1354, por el cual
el Cabildo de San Salvador acuerda otorgar la llamada rabión del agua a
Martín González y a Pedro Martínez8, quienes a cambio se comprometían a
5
Cuartas Rivero considera que las calles de la ciudad se empedraron por primera vez “después de 1506”,
vid. Ob. cit., p.293. J.J. Arguello por contra sostiene en cambio la existencia de empedrados en las ca­
lles de Oviedo en los siglos XII y XIII, basándose para ello en una referencia a una pedrera so la cerca
de Santo Esidro, fechada en 1268 y otra referencia más tardía de una pedrera que ue pora la Vinna, vid.
“El abastecimiento de agua en la villa de Uviéu durante la Edad Media”, Memorana, n°l (enero-junio
1997) p.38. A la vista de los datos arqueológicos parece que la calle de Cimadevilla careció de pavi­
mento al menos hasta bien entrado el siglo XIII.
6 Id est atrium quod in circuitu domus tue muro septum te auxiliante peregimus, siue omnia intrinsicus,
cum aque ductu domos uel cunc ta hedificia que ibidem intruximos. G arcía L arragueta, S.: Colección
de documentos de la Catedral de Oviedo. Oviedo, I.D.E.A. 1962, p.6
7 Otrossi que nenguno (malato) non sea osado de abrir el canno por que uien la agua para Sansón, et pa­
ra el tuuo. Recogido en las Ordenazas que estableció el concejo de Oviedo para el régimen de sus mo­
radores (1274). Publicado por M iguel V igil, C.: Colección Histórico Diplomática del Ayuntamiento de
Oviedo. Oviedo, Imprenta de Pardo y Gusano, 1889, doc. XXXVII, p.68.
8 A.C.O. publicado por C uesta F ernández , J.; D íaz C aneja, M.: “La venida de Alfonso XI a San
Salvador”, B.I.D.E.A., XXXIII (1958), pp.57-60. Estos autores fechan este documento en la era de 1392
(1354); al repecto, J.J. Argüello afirma que en la actualidad la lectura de la fecha es borrosa. Vid. Ob.
cit., p.44, not.30.
90
SERGIO RÍOS GONZÁLEZ
reparar y mantener en buen estado las conducciones que llevaban el agua a los
caños del claustro de San Salvador y de Sansón.
Según este documento, desde los manantiales hasta la Puerta Nueva de
Cimadevilla los caños debían de ser de piedra, mientras que a partir de este
punto la conducción debía de efectuarse:
continuadam ente p o r caños de piedra e p o r caños de plom o
puestos dientro a los dichos caños de piedra fasta los dichos caños de
la claustra de S. Salvador e de Sansón e de Puerta Rodil, e cobrirlos
de la manera sobredicha en guisa que no apaaezca caño alguno9.
Respecto a la forma de cubrirlos, este mismo documento señala anterior­
mente:
cobriéndolos de suso de bonas piedras, é ellos cubiertos betu­
nando los de cada una costanera de bon rreplo e ellos betuniados co ­
brirlos de tierra e de arena é de cespede en tal manera que sean bien
cobiertos e que no aparezca caño alguno10
El plazo dado para realizar la obra fue fasta día de S. Juan Bautista que
prim o viene11, por lo que verosímilmente es a la nueva conducción a la que se
hace referencia en una mención del año 135412.
Desde esta fecha hasta finales del siglo XV nos encontramos con un va­
cío documental que impide conocer las intervenciones que sin duda se aco­
metieron en esta conducción, dadas las constantes actuaciones que precisaban
estos encañados para garantizar su correcto funcionamiento.
A lo largo de los últimos años del siglo XV y el primer tercio del siglo
XVI la solución del problema del suministro de agua a la ciudad fue uno de
los objetivos prioritarios del regimiento de la ciudad. En 1498 se tomó la de­
cisión de renovar completamente la traída, utilizándose caños de madera
mientras las obras no estuvieran terminadas13. Esta medida debió de ser orde­
nada en diversas ocasiones entre 1502 y 1505, debido a que el agua no llega­
ba a la fuente de Cimadevilla14.
A partir de 1506 la carencia de actas municipales impide conocer de que
modo finalizaron las obras. Existe constancia de nuevas reparaciones en 1529,
mientras que en 1536 se pidió licencia para echar por sisa 2000 ducados para
arreglar problemas derivados del suministro de aguas15. Cuartas Rivero sugie­
C uesta F ernández , J.; D íaz C alleja , M.: Ob. cit., p.59
Ibidem, pp.58-59
Ibidem, p.59
De esta fecha es la siguiente referencia: estando en Oviedo en £ima de Villa, cabo la Puerta Nona, cabo
una losa que y j a z , cabo el cano perubien la agua a la Qibdat de Oviedo. Archivo del Monasterio de San
Pelayo. Fondo San Vicente. Leg LXI n°l 823. Recogida por J orge A rgüello J.: Ob. cit., pp. 40 y 44.
13 C uartas R ivero, M.: Ob. cit. pp.291-292. J orge Argüello, J.: Op cit., pp.40-41.
14 A rgüello, J.J: Ob. cit., pp. 40-4.
15 C uartas R ivero, M.: Ob. cit., p.292.
9
10
11
12
EXCAVACIONES ARQUEOLÓGICAS EN LA CALLE CIMADEVILLA (1992)
91
re que pudieron existir intereses que provocaron un alargamiento innecesario
de las obras, ya que de las mismas se beneficiaron algunos de los notables de
la ciudad16.
La complejidad de este proceso de renovación de la vieja traída de la
Granda y la ausencia de datos respecto al final de las obras impiden conocer
documentalmente los detalles de la solución definitivamente adoptada en el
encañado encargado de distribuir el agua por la ciudad. Al igual que en la ya
aludida renovación del viaje de la Granda acometida en 1354, entre las condi­
ciones que la ciudad dictaminó en 1501 para renovar la conducción que lleva­
ba el agua a Cim adevilla se especificaba que entre la Puerta Nueva y el
Claustro de San Salvador la conducción debía de estar formada por caños de
plomo dentro de caños de piedra17. A tenor de estos datos, parece que la utili­
zación de tuberías de plomo fue la solución mayoritariamente adoptada para
canalizar las aguas del acueducto de la Granda del A nillo por la calle
Cimadevilla al menos durante siglo y medio.
Sin embargo, los caños de piedra estudiados durante la excavación care­
cían de estos tubos en su interior. Esta circunstancia pudo tener su explicación
en el hecho de que este requisito no se cumpliera finalmente, o bien en que el
plomo fue reaprovechado una vez que esta conducción dejó de funcionar, hi­
pótesis esta última que consideramos como la más verosímil.
2.2.2. Encañados n°4. 3 y 1
Las menciones que permiten un mejor estudio de estos conductos se en­
cuentran en documentos del siglo XVIII. En esta centuria com ienza a tratarse
la problemática de las aguas de forma integral y planificada18, lo cual se tradu­
ce en expedientes suficientemente expresivos que permiten conocer con deta­
lle las actuaciones llevadas a efecto en los diferentes tramos en los que se di­
viden los recorridos de las conducciones.
Esta circunstancia no significa que la cronología de estos encañados sea
inequívocamente del siglo XVIII, ya que la técnica y materiales empleados en
esta centuria no diferían sustancialmente de los utilizados en años anteriores.
La dificultad de determinar una cronología exacta se incrementa por el hecho
de que las reparaciones efectuadas para dar solución a las numerosas quiebras
causadas en estas cañerías provocaron el que éstas fueran en muchos casos
una suma de varias actuaciones.
El documento que de forma más clara se puede poner en relación con las
conducciones exhumadas en Cimadevilla aparece en un plan de renovación de
16 Ibidem, p p .2 9 2 -2 9 3 .
17 A r g ü e l l o , J.J.: Ob. cit., p .4 0 .
18 A bril San Juan, G.: Historia del agua de Oviedo. Oviedo, 1 9 8 6 (ejemplar mecanografiado), p.50.
92
SERGIO RÍOS GONZÁLEZ
conducciones fechado en 174419. En lo referente a Cimadevilla, en este texto
se recoge lo siguiente:
Que el tramo y trozo que da a Zima de Villa asta llegar a el arca
de segundo repartimiento (el tramo descrito arranca desde la Plaza
M ayor) se an de sacar todos los caños de piedra que uviere en el tra­
mo de la plaza, y estos se registrarán y los que estuvieren vuenos se
volverán a asentar y hacer los que faltaren, de la mesma piedra. Y és­
tos de vuena cantería y vien varrenados, y que las juntas entren una
en otra, tres dedos la que menos, y que vayan vien m azizos de vetún
p o r dentro y p o r fuera. Y se les avrirán sus avujeros como a los codi­
llos, deform a que se alcance p o r dentro a envetunar las juntas y des­
pués taparlos con sus tacos de piedra. Y sólo se encañará de esta fo r ­
ma desde el arca de la esquina de la plaza asta la salida del arco de
Zima de Villa y p o r la parte que fueren estos caños se echará a el em ­
p edrar la plaza una ylada de losas de dos pies de ancho y m edio p ie
de grueso (...). Asta la arqueta junto a Zima de Villa, se encañará de
caños de varro, del calivre de medio rial, y a de llevar sus codillos de
diez a diez varas, procurando vaya bien nivelado y vien mazizo de cal
y arena. Y si los paderones no pueden servir o no estuvieren con toda
firm eza, se arán de nuevo y en la mesma form a que los dem ás trozos
de cañería. Y se an de cuvrir con sus losas, desde un paderón a otro,
en la form a que todo lo demás ya mencionado. Y la arqueta que está
junto a Zima de villa se ha de quitar y echar otra calada y se an de avrir sus dos tomaderos uno de dos porziones y otro de tres debajo, de
una línea y que sean de buena repartizion y arte. Y dicha arqueta se
cuvrira con su broche aduquinado y con su galapago em plom ado.20
Más adelante se alude a los arcaduces, exigiéndose que sean de Avilés, de
buena calidaz, de varro, y vien cozidos y el grueso correspondiente21.
En estas menciones aparecen recogidos cuatro de elementos que forman
parte de los encañados 4, 3 y 1, aunque ninguno de estos conductos responde
íntegramente a la descripción transcrita. Los “paderones ” son característicos
de los encañados 1 y 4. Su estructura se describe de forma más elocuente en el
siguiente párrafo, referido al tramo de conducto que discurría por la calle
Magdalena:
...y sea de avrir su zanja de modo que descuvra todo el m azizo de
los paderones viejos. Y éstos se reconocerán con todo cuidado si és­
tos están perm anentes y seguros. Y en la parte, que no puedan servir,
uno [...], se an de echar, dándoles un pie de m azizo y el alta que fu e ­
re nezesario respecto del ámbito y el calivre del caño, dejando lugar
19 Plan de Condiciones para reparar la cañería principal de la ciudad y demás ramales, y repartimiento
de la cañería de Fitoria, tanto en lo que corresponde al casco de la ciudad como fuera de ella. A. A.O.
Sala 1, An. 1, leg. 173, doc. 25.
20 Ibidem. Novena condición, fol 3v
21 Ibidem. Decimosegunda condición, fol 4v.
EXCAVACIONES ARQUEOLÓGICAS EN LA CALLE CIMADEVILLA (1992)
93
para la teja y el forro de encima, y el vuelo de la losa. Procurando,
vayan los caños vien forrados p o r debajo y p o r los lados, con vuena
m ezcla de cal y arena, y cuviertos con sus losas de un paderón a otro.
Y estas an de cuvrir, a lo menos, media cuarta a medio p ie22.
Los denominados codillos jalonaban el trazado de los encañados general­
mente cada 10-12 varas, aunque en algunas ocasiones se requiere su instala­
ción cada 8 varas y en otras cada 15. Las descripciones de su estructura trans­
mitidas por la documentación coinciden en gran medida con el mecanismo al­
bergado por la arqueta del encañado n°3. El hecho de no haber localizado más
de estos elementos, pese a haber podido seguir este conducto a lo largo de ca­
si toda la calle Cimadevilla, podría tener su explicación en el deficiente esta­
do en el que se encontraba su cubierta, desprovista en su mayor parte de las
losas que la componían.
Respecto a los codillos requeridos para el encañado que se dirigía a la
Corrada del Obispo se dice que deberán ir asentados con todo cuidado y ta­
pados después con tacos de piedra ajustados y envetunados. Y después cu­
viertos con la tierra, dejarles p o r zima sus señales a el tiempo de empedrar,
poniéndoles una Habana zima de cada uno2i.
Respecto a la cubierta, al aludir a los situados en la Plaza Mayor, se especi­
fica que deberán tener una losa de dos pies en cuadro, y medio pie de grueso24.
La función de los codillos creemos que era el permitir la limpieza de los
arcaduces mediante el zarceo, técnica consistente en introducir ramajes en la
conducción con el objeto de eliminar el sedimento acumulado en ella25.
El origen mirandino de los arcaduces pertenecientes a los encañados que
nos ocupan es indudable, habiéndose podido documentar dos facturas distin­
tas. La primera se caracterizaba por una cocción reductora, con el clásico ahu­
mado posterior a la cocción que confería a las piezas una tonalidad grisácea.
Los tubos así manufacturados presentaban una morfología muy similar a la de
un ejemplar recuperado por Hevia y Fernández Buelta del viaje de la Granda
del A nillo26. La segunda presentaba una cochura reductora incompleta y una
postcocción en atmósfera oxidante. Este tipo fue documentado en el ramal del
encañado n°l que se dirigía hacia la calle San Antonio. Sus características
22 Ibidem. Sexta condición, 2v y 2r. Se recogen descripciones similares en varios documentos, especial­
mente expresiva es la referente al encañado que se dirigía a la Corrada del obispo. Recogida en el
Expediente sobre los caños de la Corrada del Obispo y el Campo de San Francisco (1743-1744).
A.A.O. Sala 1, An. 1, leg. 173, doc. 14. Segunda condición.
23 Ibidem.
24 A.A.O. Plan de Condiciones para reparar la cañería principal de la ciudad y demás ramales... (1744).
Sala 1, an. 1, leg. 173, doc. 25. fol.2v y 2r.
25 A bril S an J uan, G.: Ob. cit., p.54.
26 F ernández B uelta, J.; Hevia G randa, V.: Ruinas del Oviedo primitivo. Historia y secuencias de unas
excavaciones. Oviedo, I.D.E.A., 1984 (reed), p. 63.
94
SERGIO RÍOS GONZÁLEZ
eran semejantes a las de las piezas recuperadas por J.M. Feito en los testares y
hornos de G ervasio y Bocona, en el lugar de Bao27.
En principio, la alusión a una arqueta de reparto en Cimadevilla, recogi­
da en el plan de 1744, nos remite al encañado n°l. Sin embargo, este mismo
expediente desmiente esta identificación, al exigir que tanto el ramal que se
dirigía a la Rúa (la Fortaleza) com o el que lo hacía en dirección a San
Antonio28 tuvieran idéntico calibre de medio real29. Como ya hemos señalado
con anterioridad, las dos conducciones secundarias estudiadas durante la ex­
cavación tenían diferente diámetro.
No hemos recabado mención documental alguna alusiva a una traída en
la calle Cimadevilla que se pudiera poner en relación con los bloques de pie­
dra del encañado n°3. Esta conducción era, al menos aparentemente, la más
sólida de todas las que pudieron ser descritas durante la excavación. A favor
de una cronología moderna tenemos la evidencia arqueológica de una menor
antigüedad que el encañado n°4, dado que la cubierta de este conducto estaba
parcialmente sellada por una de las paredes de la arqueta que daba acceso al
codillo del encañado n°3, tal como ya ha sido señalado. La presencia de este
elemento abunda asimismo en favor de una datación moderna.
2.2.3. Encañados n°2 y 6
Se trata de los dos conductos sobre los cuales se obtuvo menor informa­
ción durante las excavaciones. Ambos tenían asimismo en común el constar
de un tubo de tamaño netamente inferior al resto de los estudiados, con la ex­
cepción del ramal de la calle de la Rúa del encañado n °l, y el haber sido ma­
nufacturados en una atmósfera oxidante, al menos en el proceso de postcoc­
ción, lo que les confería una coloración exterior rojiza.
Creemos que la menor sección de estas conducciones pudo estar en rela­
ción con la existencia simultánea de dos redes de distribución de agua potable
en la ciudad, circunstancia que se puede inferir a través del manejo de la do­
cumentación depositada en el archivo del ayuntamiento ovetense.
Son muchas las reseñas que hacen distinción entre el agua de la Granda
y el agua de Fitoria. La primera alimentaba principalmente a La Capitana -la
fuente situada junto a la Puerta N ueva-, al matadero, al convento de Sto.
Domingo y al caño de Cimadevilla; habiendo estado también conectado a es­
27 F eito, J.M.: “Miranda de Avilés, el más antiguo alfar (documentalmente) de todo el Principado”,
Nárria, n°39-40 (1985), pp.37 y 40; Cerámica tradicional asturiana. Madrid, 1985, pp. 145 y ss.
28 Concretamente este conducto se dirigía a detrás de San Tirso, donde existía otra arqueta desde la que
un ramal se encaminaba a la plaza de la Catedral y el otro a la Corrada del Obispo. A.A.O. Plan de con­
diciones para reparar la cañería principal de la ciudad y demás ramales... (1744). Sala 1, an. 1, leg.
173, doc. 25., onceava condición, fols. 3r-4v.
29 Ibidem. Condiciones décima y décimo primera, fols. 3r y 4v.
EXCAVACIONES ARQUEOLÓGICAS EN LA CALLE CIMADEVILLA (1992)
95
te servicio en determinados momentos históricos, entre otros, el caño de la
Plaza Mayor. Limitándonos solamente a algunas de las menciones, la presen­
cia simultánea de dos redes de conducciones se puede entrever en el varias ve­
ces aludido Plan de reparaciones de la cañería de Fitoria de 1744. Pese a que
en este expediente se repasa minuciosamente todo el recorrido de la cañería
del viaje del Naranco, no se recoge mención alguna de las fuentes de La
Capitana y Cimadevilla.
Más elocuente es aún la siguiente observación, escrita en 1766 por el co­
misario de fuentes Felipe González Valdés: ...pues observando el encañado
que va para el colegio de San Vicente, al pie de dicha fuente de Cimadevilla,
se ve con experiencia que ésta casi siempre está sin agua y aquella en todos
tiempos corrientes30.
Manuel Reguera González, arquitecto y fontanero de la ciudad, afirmaba
ese mismo año que:
se hallaban corrientes todas las fuentes y para m ayor abundan­
cia la más cercana, que se halla en la plaza de la iglesia catedral, es­
tando tam bién corrien te la del caño de la Rúa... que la de
C imadevilla no lleva agua los más de los veranos, especialm ente en
los de mucha seca..., lo que no debe causar novedad alguna pues que
se sabe que... le llaman el Caño Seco...su manantial y origen se ha­
llaba estéril y diminuto y que apenas contribuye tan sólo para abas­
tecer la fuente que llaman de La Capitana, en el barrio de la Puerta
Nueva... siendo escasísim o aporte la que de ella llega al convento de
Santo Domingo... pues la del convento de San Vicente y del caño de
la Noceda se abastecen del manantial de Fitoria, como se vio y reco­
noció en las arcas de su repartimento31.
Más tardío es un presupuesto de José Formells, el ingeniero que en 1803
presentó un proyecto de renovación de la cañería de Fitoria, en el que señala
que los arreglos a realizar, que abarcaban una longitud total de 6175 varas, p o ­
drían excusarse unas quinientas que hay desde la fuente de La Capitana o
Puerta Nueva, hasta Cimadevilla, introduciendo el acueducto de Fitoria con
el de la Granda32.
Retomando el dato referido al menor diámetro de los tubos de los enca­
ñados n°2 y n°6, cabría considerar si este hecho estaba en consonancia con el
menor aforo del manantial de la Granda, al parecer veinte veces menor que el
de Fitoria33. Que José Fornells plantease la posibilidad de encauzar los dos
30 A.A.O. Expediente sobre reparación y encañados (1755-1766). Sala 1, an. 1, leg. 171, doc. 22.
Documento n°2
31 Ibidem.
32 Expediente de reparación del acueducto de Fitoria y recepción de las obras (1803-1808). Cuadernillo
1, fol 2. A.A.O. Sala 1, an. 1, leg. 171, doc. 1.
33 A b r i l S a n J u a n , G.: Ob. cit., p.41.
96
SERGIO RÍOS GONZÁLEZ
viajes ovetenses a través del conducto de La Granda no contradice rotunda­
mente esta hipótesis, ya que este mismo personaje manifiesta sus dudas al
respecto al señalar que antes de llevar esta medida a la práctica precisaba
examinar la resistencia de los caños, dado que no estaba prá ctico en los b a ­
rros de este p a ís34. Además, anteriormente, este mismo técnico había sugeri­
do que al final del viaje desde el Naranco, a la entrada de la ciudad, era pre­
ciso aliviar la presión de la conducción construyendo un aliviadero35. En
cualquier caso, sabemos que el agua procedente del Naranco no llegó a in­
troducirse en el viaje de La Granda, ya que en 1806 Francisco de Pruneda
reparó la cañería de Fitoria en el tramo comprendido entre la Puerta Nueva
y la Plaza Mayor36.
Dado su precario estado de conservación y la escasa información obtenida
en la excavación arqueológica, la datación de los encañados 2 y 6 es difícil de
precisar. Del número 2 sabemos que estaba fuera de uso cuando se instaló el nú­
mero 1, y que sus arcaduces estaban moldeados a tomo rápido y forrados con un
mortero arenoso. Precisando aún más este encuadre cronológico, cabría adscribir
este conducto a una fecha anterior a 1766, año en el que Felipe González Valdés
sugiere que ( “para preserbar de tan continuas quiebras el encañado de dicha
fuente -C im adevilla- tiene por preciso el fontanero que desde la arca de repar­
timiento que se halla en La Capitana asta la fuente de Cima de Villa fabricar es­
te encañado de plom o u otra materia sólida que pueda conservar y conducir sin
disminución alguna..., que el encañado de varro no es suficiente para esto37) ”.
No sabemos si esta medida llegó a llevarse a efecto, pero en 1783 se apro­
bó la reforma del caño de Cimadevilla, decisión que en principio resultaría
inexplicable si en aquel momento no estaba garantizada una mínima afluencia
de caudal38. La conducción de la Granda debió de permanecer algunos años en
buen estado, ya que según Fornells en 1803 sólo precisaba de una limpieza39.
La escasez de datos obtenidos sobre el encañado n°6 impide fijar su cro­
nología con suficiente precisión. Dada la profundidad en la que fue localiza­
do, superior a la del resto de los encañados, cabría presuponer una antigüedad
mayor que la de estas conducciones -con la excepción del encañado n°5, cu­
yas características técnicas y los datos arqueológicos obtenidos han permitido
precisar su datación en torno al final del siglo XV y com ienzos del X V I-. A
modo de hipótesis, podría quizá relacionarse este conducto con el acondicio­
34 Expte. de reparación del acueducto de Fitoria y recepción de las obras ( 1803-1808). C u ad e rn illo 1, fol
2. A .A .O . S ala 1, an. 1, leg. 171, doc. 1.
35 Ibidem, fo ls 1 y 2.
36 Ibidem, fols. 9 8 -1 1 3 .
37 Expte. sobre reparación de caños y encañados, doc. 2. A. A.O. Sala 1, an. 1, leg. 173, doc. 22.
38 Libro de Órdenes. 21 de febrero de 1783. A.A.O. Recogido por Miguel Vigil, C.: Ob. cit. p.420, n°678.
39 Expte. de reparación del acueducto de Fitoria y recepción de las obras. Cuadernillo Io, fols. 1 y 2.
A.A.O., sala 1, an. 1, leg. 173, doc. 1.
EXCAVACIONES ARQUEOLÓGICAS EN LA CALLE CIMADEVILLA (1992)
97
nado con motivo de la reforma del viaje de la Granda promovida en 1612. De
hecho, en el expediente de esta obra se alude a la utilización de arcaduces y
arcas conservados en un edificio antiguo; igualmente, se hace también men­
ción a unos maestros de cantería40. Aunque no puede considerarse como un ar­
gumento irrefutable, la reseña tanto de arcaduces como de arcas podría poner­
nos en relación con este conducto localizado en Cimadevilla.
4. Conclusiones
El viaje de La Granda subsistió hasta bien entrado el S. XIX. La puesta
en funcionamiento del acueducto de los Pilares y la llegada a la ciudad del
agua del monte Naranco a finales del siglo XVI no conllevaron la desapari­
ción de la vieja red de abastecimiento de la ciudad41. Esta presencia de una do­
ble red de distribución de agua potable pudo quizás tener su justificación en la
debilidad de las conducciones. Las continuas quiebras que padecían los ca­
ños, motivadas por su limitada resistencia a la presión y por otros factores,
originaban frecuentes interrupciones en el suministro. El hecho de contar con
dos redes independientes permitiría a la ciudad defenderse mejor de los pro­
blemas de abastecimiento.
La mayor calidad de las aguas de la Granda es otro factor que explica la
perduración de la primigenia red de abastecimiento, ya que al parecer en épo­
ca de lluvias era frecuente que el caudal proveniente del Naranco llegase tur­
bio a la ciudad42.
No parece que con la llegada de la época Moderna mejoraran sustancial­
mente los recursos técnicos disponibles para transportar el agua respecto a los
ya utilizados durante el medioevo y de hecho en el S. XVI aún se utilizaban
los caños de piedra y de madera. Aunque en la ciudad han sido localizados
piezas de presumible cronología alto y pleno medieval43, parece que el uso de
tubos de barro en la red de distribución urbana no se generalizó hasta la llega­
da a la ciudad del agua proveniente de los manantiales del monte Naranco.
40 Expediente sobre la traída a Oviedo de las aguas de la fuente de la Granda del Anillo (1612-1682).
A.A.O. Sala 1, An. 1, leg. 173, doc. 6-1.
41 Recientemente ha sido publicado un estudio dedicado al acueducto de Fitoria en el que no se comparte
esta opinión, afirmándose que el agua del Naranco abastecía los caños de las fuentes de la plaza de la
Constitución, Cimadevilla, Plaza de la iglesia Mayor y Corrada del Obispo. Vid. F e r n á n d e z Á l v a r e z ,
J. M.: La fuente de Fitoria. El problema del abastecimiento de agua a la ciudad de Oviedo (15681613). Oviedo, Universidad de Oviedo, 1997, vid. especialmente las pp. 58, 59 y 123.
42 De hecho, esta es la principal razón que justifica la Real Provisión de Felipe III, otorgada en 1612a ins­
tancias de la ciudad de Oviedo, por la que se autorizó a imponer sisa sobre determinadas mercancías
con objeto de reparar la traída de la Granda. Expediente sobre la traída a Oviedo de las aguas de la
fuente de la Granda del Anillo (1612-1682). A.A.O. Sala 1, an. 1, leg. 173, doc. 6-1.
43 Desgraciadamente la documentación del hallazgo de estas piezas careció de una adecuada contextualización arqueológica, por lo que por el momento no es posible establecer con precisión su cronología. Al
respecto, vid. F ernández B uelta, J.; Hevia G randa, V.: Ob. cit., pp.60-63.
98
SERGIO RÍOS GONZÁLEZ
F ig . 1. P la n ta d e la e x c a v a c ió n .
EXCAVACIONES ARQUEOLÓGICAS EN LA CALLE CIMADEVILLA (1992)
Fig. 2. Perfiles estratigráficos de los cuadros 1, 2, 3 y 4.
99
LECTURA DE “NO SOMOS ÁNGELES”,
DE ROSARIO NEIRA PIÑEIRO
JOVITA B O B E S NAVES
Introducción
Rosario Neira obtuvo el premio de poesía Adonais correspondiente al año
1996 y ha visto publicados sus poemas, como es habitual, en un pequeño libro
de esta colección. El volumen consta de veinticuatro poemas breves, con el tí­
tulo No som os ángeles, justificado especialmente en las tres primeras com po­
siciones. En la primera, el título del libro aparece como un verso más, reitera­
do casi com o estribillo de un poema que analiza el ser de los hombres, voso­
tros o nosotros cuando se incluye el poeta en la reflexión de lo que somos los
hombres, frente a los ángeles, ellos, como los llama en la segunda com posi­
ción. En la tercera los ángeles son protagonistas en un mundo de hombres que
se quedan sin voz cuando aquellos se marchan. Es un hecho que preocupa a la
poetisa y lo presenta hasta de forma dramática cuando interroga al vosotros,
los otros, reducidos a transmitir palabras gastadas: “Me habéis dado palabras”
(V). (Las citas textuales llevarán el n° romano del poema correspondiente a la
obra de R. Neira Piñeiro No somos ángeles. Madrid, Rialp 1997).
La forma adoptada por los poemas es el verso libre que fluye con gran
suavidad ajustado al contenido. El ritmo lo consigue con procedimientos re­
currentes de estructura variada, con combinación de versos cortos o largos, en
los que con frecuencia se pueden percibir intercalados versos tradicionales,
como los endecasílabos:“donde la luna gira en torno al hielo”, “o se interna en
los bosques nunca vistos” y otros versos de la métrica clásica que destacan en
una estructura rítmica libre, muy eficaz en relación con el contenido.
Los temas que trata están inspirados en su entorno y en los sentimientos
del poeta: la ciudad, el campo o el mar que, con frecuencia, son el marco don­
de se reflexiona sobre el tiempo, lo que somos, o la inspiración del poeta y su
afán por dominar las palabras como material poético, etc.
En sus versos hay ecos de la mejor tradición poética española, desde po­
etas medievales o del Siglo de Oro, a poetas románticos intimistas: “y no es
102
JOVITA BOBES NAVES
latido sino batir de alas”(XIV), un Bécquer que también se deja sentir, quizá a
través de otros poetas del siglo XX, y que se manifiesta en nuestra poetisa
cuando cita, como fuente de inspiración, un mundo de ficción habitado por se­
res alados, sobrenaturales, pero que están, en cierto modo, en nuestro mundo,
en contacto con los humanos. En otros casos son poetas de nuestro siglo, es­
pecialmente V. Aleixandre, con una cita expresa que abre la última com posi­
ción, pero del que hay huella en el resto de la obra. O Blas de Otero con su
A ngel fieram en te humano, disociado ahora en dos seres diferentes y casi
opuestos, o recordado en el uso de los adverbios en “-mente” para modalizar
el mundo de los sentimientos. Incluso podríamos añadir ecos de un novelista,
el Clarín de “La Regenta”, recordado al leer “Una pequeña ciudad de lluvia”
(XVII), etc.
Son indicio de una intertextualidad poética que desemboca en una nueva
poesía, original y novedosa, reflejo del mundo actual, consecuencia del pasa­
do y orientado hacia un futuro que la poetisa sospecha desastroso en los poe­
mas ecológicos, donde la naturaleza deteriorada va perdiendo su recuerdo del
contacto con los seres angélicos, y hace meditar en el fin, “en su carrera hacia
la muerte”(XIII).
La obra, como toda creación poética, es un signo literario, ambiguo y po­
livalente, de hecho, cada lector dará su interpretación apoyada en elementos y
aspectos de los poemas que le llamen la atención y que pueden ser distintos
para cada uno de los lectores, según su horizonte de expectativas.
La autora, como es habitual, está presente en la obra, todo es indicio de su
presencia. Lo expresado y su contexto se conforma en su palabra particular,
hecha de ecos y recursos propios.
Señalaré unas coordenadas de tiempo y espacio tal como se manifiestan
en No som os ángeles, y elementos correspondientes a los distintos niveles
presentes en toda obra literaria y que afectan a valores pragmáticos, sintácti­
cos o semánticos y que pueden orientar una primera lectura interpretativa.
Todos esos fenómenos contribuyen, conjuntamente, a dar al mensaje las cua­
lidades correspondientes a la obra poética, y especificamente a la obra de
Rosario Neira.
El tiempo
Todorov afirma que pueden descubrirse indicios sobre el autor mediante
dos recursos fundamentales: las inversiones temporales y las visiones particu­
lares.
En la lírica es difícil encontrar inversiones temporales por su falta de narratividad. El tiempo habitual en este género es el presente, como comproba­
mos en No som os ángeles, sin embargo en la poesía de Rosario puede despla­
LECTURA DE “NO SOMOS ÁNGELES”, DE ROSARIO NEIRA PIÑEIRO
103
zarse al pasado inmediato para recordar la fuente de inspiración: “Los ánge­
les/ se han venido a colgar hoy/ de los espejos del viento./ N os miraban detrás/
de sus cielos de arena/ (...)Nos miraban y quizás no los vim os” (III). O se ha­
ce intemporal y continuo al usar el gerundio: “Deshojándose y despedazándo­
se está el mar”(XIII). La percepción del tiempo que fluye para las cosas y pa­
ra el hombre queda de manifiesto en estos versos, así como el dolorido sentir
reiterado en: “Qué brevedad la de un mundo siempre a punto de/ -quebrarse-,/
donde apenas sí tenemos tiempo para tantear” (XXIV), brevedad manriqueña,
unida a la sensación de deterioro del mundo actual precipitado en el tiempo
que huye. A veces, el desplazamiento va hacia el futuro más inmediato: “En la
mañana me levantaré” (XVI), que tiene sabor a pasado, por la reiteración que
implica.
La percepción temporal, asociada a la sensibilidad de la poetisa, identifi­
ca la hora nocturna com o signo del fin de toda actividad, con una sensación de
acabamiento, de angustia, de momento propicio para analizar lo realizado:
“de lo que queda al fin,/ después de todo” (X). Y por el contrario, identifica el
día, sobre todo la mañana, con el vivir, con una visión optimista: “Amable ma­
ñana,/ sonriente, nueva” (XV).
El correr apresurado del tiempo se refleja de forma sintáctica en la acu­
mulación de verbos que implican dinamismo acelerado impidiendo la propia
identificación, arrastrándonos inexorablemente a nuestro fin: “A veces corres
y suplicas y lloras/ y tiendes manos/ y llamas” (VI).
En otras ocasiones son los adverbios los que marcan el tiempo, y con fre­
cuencia encabezan las clausulas recurrentes de un poema mostrando una
construcción que incide sobre la percepción temporal para destacar un m o­
mento preciso o las acciones realizadas en el instante señalado: “N o los vi­
mos/ cuando corrían alados/ (...)/ No los vim os/ ni siquiera después de que se
fueron” (III), los adverbios subrayados, o locuciones equivalentes, presentan
una reiteración temporal que se agudiza en la parte final del poema: “Sólo
después,/ cuando supimos/ que la voz se había ido,/(...)/ cuando buscamos las
palabras/(...)/ sólo entonces, al final,I comprendimos,/ cuando ya no había voz
con que decirlo”.
Son frecuentes las precisiones por medio de adverbios referidos al espa­
cio, al tiempo o a la percepción de las acciones: “que de repente tiembla”,
“donde la luna gira en torno al hielo”, “hay un triste amargor/ apenas percibido”(IV). Los adverbios pueden referirse a denominaciones temporales inme­
diatas, el hoy, o durativas: “Hoy el aire pasa cortando la piel”, “todavía duer­
men, insensibles al dolor”(VII); muy abundantes en: “Cómo es posible aho­
ra”, “ahora que la luz nos despierta”, “Me he levantado,/ todavía con el dolo­
roso rescoldo/ de los sueños” (XV). Reflejan la experiencia inmediata del yo
poético, unido al ahora y al aquí contiguo al entorno del poeta, y cuando se
104
JOVITA BOBES NAVES
desliza al pasado o al futuro, busca la experiencia de los que le precedieron o
el deseo de llegar a nuevas experiencias, de adivinar lo que vendrá.
Otros poemas utilizan la anáfora de locuciones adverbiales o frases ad­
verbiales que estructuran el poema en cláusulas múltiples con valor acumula­
tivo de ideas sobre los mismos pensamientos: “A veces corres para salir,/ (...)/
A veces corres y suplicas y lloras/ (...)/ A veces corres/ y no te reconoces”
(VI); la misma reiteración se produce con la estructura “A la hora en que...” en
el poema XIX. En otros la significación adverbial unida a la reiteración añade
connotaciones al tema tratado, como al hablar sobre la fugacidad del tiempo y
del vivir humano, puesto de manifiesto por las ideas expresadas pero también
por el uso de “apenas” unido a la palabra tiempo para abrir numerosas clausu­
las que sugieren una sensación añadida de fugacidad: “qué brevedad la de un
mundo siempre a punto de /-quebrarse-,/ donde apenas sí tenemos tiempo pa­
ra tantear, para/-nombrar-/ (...)/ apenas sí nos dejan tiempo (...)/ apenas tiem­
po para pronunciar una palabra” (XXIV). Las formas verbales aportan tam­
bién modulaciones temporales, que sitúan el poema en el presente, el pasado
y con menos frecuencia en el futuro, y especialmente con el gerundio, adver­
bio verbal que aporta su valor durativo y continuo para matizar procesos vita­
les: “Deshojándose y despedazándose está el mar” (XIII); o en: “Mirlo pico­
teando entre la hierba/ picoteando y quebrando el agua gris del bosque”
(XIV). Todo indica que el tiempo es tema recurrente que preocupa a la poeti­
sa, lo observa, lo analiza, lo matiza bajo percepciones de facetas diferentes.
El espacio
Los otros indicios de que habla Todorov para reconocer al autor en su
obra, son las visiones particulares, y estas se ponen de manifiesto al captar
una realidad inmediata que rodea a la poetisa, en la que se mueve o destaca
como fondo de sus sentimientos y de sus vivencias personales, com o la des­
cripción de la ciudad, que es nuestra ciudad, o la nostalgia de una naturaleza
menos manipulada, o en proceso de deterioro, que hace más difícil la cone­
xión del mundo material con el ideal, el mundo de los hombres con el de los
ángeles, o la dificultad del poeta para manejar “la palabra”, indispensable en
su creación de un mundo poético reflejo del mundo habitado por los hombres,
y que, una y otra vez, aparece en el texto como preocupación recurrente. La
poetisa se da cuenta de que, como dice Alvar “la poesía es un mensaje que se
transmite a través de la palabra. La palabra será, pues, lo que nos haga descu­
brir qué es la poesía, esa palpitación inasible, que huye, que se nos escapa, y
que -sin embargo- se manifiesta con palabras” (Alvar, 1975: 11). La poetisa
interroga al vosotros sobre la utilidad de las palabras que ya están gastadas:“De qué me sirven/-decidme-/ si están mudas” (V).
LECTURA DE “NO SOMOS ÁNGELES”, DE ROSARIO NEIRA PIÑEIRO
105
Y
volvem os a citar a Alvar: “El uso de la palabra la ha degradado pero el
poeta se encarga de darle connotaciones nuevas. La palabra es el medio de la
mitificación y el poeta, el creador de esos objetos materiales que sirven para
transmitir el m ito” (Alvar, 1975: 19). A sí lo com probam os en la obra de
Rosario, que, con las palabras gastadas, crea una nueva poesía.
Las palabras o los verbos que indican su uso, su emisión, son citadas a lo
largo de todo el poemario en relación con los hombres, con los ángeles, con
los animales o con las cosas, aunque para estos últimos casos utiliza términos
pertinentes y variados.
Todo habla al poeta con su propia voz y él se encarga de reflejar en el po­
ema el mundo que le rodea, por medio de las palabras que quisiera nuevas, po­
co usadas, para crear o transmitir su visión particular, subjetiva y única del es­
pacio vivido. “La lengua organiza nuestra visión del mundo y, a través de ella,
nos comunicamos; la lengua es una sustancia para que la literatura se realice”
(Alvar, 1975: 12).
La alusión directa a la palabra aparece en: “nosotros que tratamos de
abarcar el océano/ en una torpe palabra” (I); “cuando buscamos las palabras/
y no las encontramos” (III); “Me habéis dado palabras” (V); “en busca de pa­
labras” (XV), etc.. Se suceden los ejemplos donde el término es usado de for­
ma diversa que se llena, en cada caso, de contenido adaptado a la oportunidad.
Las palabras, capaces de designar algo inmenso, presentan la dificultad de
emplear la necesaria en cada caso, y el poeta se queja ante las palabras trans­
mitidas, pero gastadas “si están mudas” (V), o ante su valor inútil en la noche,
“donde se insertan las últimas palabras” (X), con la explicación asociada al
tiempo de uso, en el día las busca, en la noche se agotan. Salen al encuentro
de forma violenta: “en las palabras que golpean” (XVIII). La admiración del
poeta se transmite a las palabras y su capacidad descriptiva se hace inútil ante
la propia naturaleza y reflejan la brevedad de la vida resumida en “apenas
tiempo para pronunciar una palabra” (XXIV).
Los versos aluden a la facultad humana de hablar, de nombrar, o a la po­
sibilidad de que las cosas nos digan con sus sonidos algo que podemos imterpretar en el mismo sentido: “Pasan ajenos/ a los gritos de fealdad que cercan
su camino”, y poco más abajo “como si no fuera el aire de ronca voz” (II). O
se destaca el abandono de la voz de los humanos cuando los ángeles a los que
no se ven y han actuado “siguiendo nuestra voz/ y nuestros labios” se han ido
y “cuando supimos/ que la voz se había ido”, “comprendimos,/ cuando ya no
había voz con que decirlo” (III).
La voz o las palabras pueden ser sustituidas por gestos equivalentes que
manifiestan sentidos: “y llamas/ no con la voz sino tan sólo con una espera/ o
con la leve inclinación amable de los párpados” (VI); o enumeran acciones
lingüísticas de las que parece interesar su contorno melódico “tu lengua la que
106
JOVITA BOBES NAVES
susurra o interroga o afirma” y que a veces no reconocemos como propias “pero
ya no conoces los pasos/ ni la voz/ de esa persona que dice ser tú misma”.
La naturaleza puede expresar con acciones humanas un modo diferente
de manifestarse: “y el agua ha dejado de cantar” (VII), y más abajo al hablar
de la noche muestra su capacidad comunicativa “y sabe tocar el piano/ con de­
dos de azabache/ y hacer sonar la melodía que habla del parque...”. El término
nombre es utilizado, con frecuencia, como sinónimo de palabra: “Me habéis
dado palabras/ (...)/ “Me habéis dado los nombres” (V). La mañana aparece
com o interlocutor capaz de comunicar con el poeta encargado de interpretar
lo que se le comunica: “he visto al despertar tu voz aérea, tu melodía...” (XV),
y poco más abajo busca en la mañana lo que resulta importante para el poeta:
“y he corrido a tus orillas,/ en busca de palabras”, en este ámbito señala ele­
mentos diversos: “y he visto campos,/ sonrisas, tardes,/ manos, voces, espi­
nas,/ gritos, zarzas” (XV), todos son equiparables para la comunicación entre
la naturaleza y el poeta. Asumen voz los objetos cotidianos: “-aún se oirá el
sosegado respirar de los muebles” (XVI), o la misma luz “y crujirá lenta la
luz”, en acciones que se pueden enmarcar en las percepciones producidas por
las palabras, aquellas que por antonomasia utilizan los poetas.
En ocasiones se convierten en agresoras: “tal vez camina partiéndose los
labios/ en las palabras que golpean” (XVII), y más abajo se manifiestan como
gritos, en un oximorón radical: “El mar se ha roto en gritos/ de silencio y de
algas” (XVIII), o insisten en contrastes: “sólo el silencio herido/ donde vue­
lan/ las aves de la espuma”. Otros elementos de la naturaleza afloran en ac­
ciones humanas: “A la hora en que se escucha/ rezar a las espigas/ con su su­
surro apenas musitado,/ A la hora en que cruje el olor a lavanda/ y las zarzas
arañan el silencio/ con la dulzura de las espinas tibias”(XIX). La alusión, en
otros momentos, es a través de la palabra voz o términos que nos permiten
asociar la expresión con cualquier tipo de comunicación o su ausencia entre
las cosas y el poeta: “Sólo después/ cuando supimos/ que la voz se había
ido,/(...)/ cuando el mundo se había quedado mudo,/ cuando buscamos las pa­
labras/ y no las encontramos” (III). La palabra se hace expresión mental en el
recuerdo, y se une a lo exterior: “Y la niñez resucitaba muda/ de las aguas/jun­
tándose a la voz unánime/ del bosque” (XX); elementos naturales o artificiales
muestran su capacidad comunicativa: “tardes sin voz, dobladas”, “Avenidas sin
nombre”, “y verjas como gritos” (XXI). Las palabras o cualquiera de las accio­
nes que se pueden realizar con ellas van unidas al espacio, a las cosas, a un
mundo que habla al poeta y se unen al tiempo para expresar su brevedad y su
fugacidad, como afirma el poema final: “apenas tiempo para pronunciar una
palabra”, “para escribir una carta/ para suplicar un nombre” (XXIV).
El poeta ofrece su visión del mundo mediante un lenguaje y unos proce­
dimientos líricos que deben interpretarse en un sistema sem iótico especial, el
LECTURA DE “NO SOMOS ÁNGELES”, DE ROSARIO NEIRA PIÑEIRO
107
literario. El significado funcional del lenguaje se une a las connotaciones su­
geridas con intencionalidad poética, que pueden cambiar con el tiempo al
cambiar los sistemas semióticos y sus intérpretes, la preocupación por mostrar
un espacio ocupado por seres, objetos, elementos naturales que hablan a la
poetisa se pone en evidencia por la reiteración del uso de voces que son prefe­
ridas por la autora y que están relacionadas con el modo de establecer la co­
municación entre el mundo y el poeta.
“La lengua literaria es el camino para llegar a la esencia de las cosas a tra­
vés de la em oción y sugerencia del poema, inalcanzable en un tratamiento ló­
gico” (Bobes,1975: 57).
Las palabras adquieren en el poema nueva significación, añadiendo a su
valor denotativo, una dimensión contextual dependiente de los términos con
los que se relacionan sintácticamente, y una connotación plena en el conjunto
del poema, por ejemplo: “Mirlo picoteando entre la hierba” (XIV) sugiere una
presencia natural del pájaro, pero se potencia en su valor simbólico al presen­
tarlo: “picoteando dentro de un corazón”, para unirlo en un conjunto de ele­
mentos de la naturaleza exterior con otros interiores al hombre que dan fuerza
simbólica al conjunto: “Pequeños mirlos en el jardín/ en el patio frío del bos­
que/ en la antesala donde los sueños se cruzan” (XIV). Las palabras se encar­
gan de reflejar el mundo del poeta, se amoldan a su propia voz y se llenan de
sentido especial, destacado en cada poema o con connotaciones más amplias
en el total de la obra.
ASPECTOS PRAGMÁTICOS
Los pronombres
En el lenguaje poético, como en el de uso práctico, son pertinentes todos
los niveles: fónico, léxico, sintáctico y semántico, que actúan, o pueden ac­
tuar, a la vez y de los que destacaremos, sin profundizar demasiado, sólo al­
gunos de los recursos empleados.
La manifestación del poeta y su relación con los demás se evidencia con
el uso de los pronombres, o con la forma que adopta el poema (diálogo, im­
precación, reflexión, etc.) al mostrar la conexión pragmática del yo poético
con sus interlocutores.
En la poesía lírica, se habla de un yo ficcional semejante al yo del narra­
dor en el relato, pero es en el género lírico donde quizá se manifiesta más di­
rectamente el yo que habla y que se identifica con el autor y el yo del autor es­
tá tras toda com posición y manifiesta su relación con el entorno, con la cultu­
ra a la que pertenece y con el espacio y el tiempo en que le toca vivir.
La lírica proporciona habitualmente una visión subjetiva, y el yo aparece
textualmente para enfatizarla, aunque no ocurra en la poesía de Rosario don­
108
JOVITA BOBES NAVES
de se manifiesta implícito en las formas verbales: “voy a tender a secar el co­
razón./ Voy a dejar el corazón al frío” (XII). Contrasta, en este poema, con la
tercera persona materializada en la niebla, a la que evoca en sus repercusio­
nes, o con el vosotros de las formas verbales del imperativo al dar normas que
permitan al yo incluido en el nosotros beneficiarse de la niebla.
El p. XX comienza también con la manifestación textual del yo: “He re­
gresado al parque/(...)/ y he descubierto”, para seguir con la exposición del
mundo exterior, recién visto a través de los ojos del poeta identificado con la
naturaleza.
El yo puede estar implícito en la persona del discurso y se dirige a los
otros: “No os obstinéis en buscar la redondez del aire” (I); o en: “Ellos son di­
chosos” (II), donde alguien habla para expresar las palabras que crean el poe­
ma. Otros poemas incorporan la primera persona en sus formas átonas: “Me
habéis dado palabras” (V).
En ocasiones creo ver el yo poético impersonalizado en el tú: “A veces
corres y suplicas y lloras/ y tiendes manos/ y llamas” (VI); o poco más tarde:
“A veces corres/ y no te reconoces/ pues son tus pies/ los que buscan o se pier­
den por ti,/ tu lengua la que susurra o interroga o afirma”, para referirse des­
pués a la manifestación de la duda identificadora de la propia personalidad:
“de esa persona que dice ser tú misma”, para acabar com o la tercera persona
involucrada de tal modo en el tú que puede concluir: “llevándose también/ tu
vida entre sus manos” (VI). Las cosas, los demás, el ellos, contrasta con un tú
que refleja la propia experiencia: “mientras pensabas/ que el corazón se iba a
partir en dos”, “Tan lejos como estás/ y no recuerdas” (XI). También aparece
el tú implicito en la forma verbal precedida por el átono pronominal: “Una
mañana te levantaste” (XXIII), para seguir mostrando la experiencia indivi­
dual frente a lo mostrenco, por eso se pasará del tú al ellos y al nosotros y al
vosotros entre todo lo demás. La experiencia individual se manifiesta a través
de este cruce de sujetos en el que se mueve el hombre en el vivir cotidiano.
En otros poemas, predomina la referencia a la tercera persona, el mar,
visto, sin embargo, a través del tú resultado de la impersonalización del poeta
cuando intercala: “-así lo viste-”, e insiste en la experiencia inmediata: “Lo
viste al pasear” (XIII). El poeta es el testigo indudable del deterioro de la na­
turaleza y se identifica con un tú generalizador de la experiencia.
Con frecuencia el yo está incluido en el nosotros, al unirse a los demás
para sentir con ellos o para aclararles el mundo en que viven. Otras veces dia­
loga con el tú o con el vosotros que pueden identificarse con los ángeles, pero
más frecuentemente con los demás hombres que comparten el diálogo del po­
eta con su entorno.
La oposición total aparece con el “ellos”. El poema II, que recuerda otro
de Guillén, comienza: “Ellos son dichosos,/ ellos,/ cuyo corazón resbala sobre
LECTURA DE “NO SOMOS ÁNGELES”, DE ROSARIO NEIRA PIÑEIRO
109
la hierba,/ ellos que corren descalzos por la ciudad”, a quienes identificamos
claramente con los seres angélicos, alejados y opuestos a los hombres, siem ­
pre risueños y a los que el poeta atribuye cualidades y acciones lejanas de los
mortales.
Pero la tercera persona adopta, como es frecuente, la más proteica re­
ferencia y la usa con todas las variaciones posibles que van de él, al ella, ellos,
ellas, con referentes variados que pueden ser personas, seres angélicos, ani­
males, cosas, y que pueden estar representados por los pronombres: “Ellos
son dichosos” (II), o por el nombre: “Los ángeles/ se han venido a colgar hoy/
en los espejos del viento” (III).
Muchos aspectos de la naturaleza se manifiestan en la tercera persona,
por los pronombres correspondientes o explícitos en los nombres, e incluso en
los verbos: “De qué me sirven/-decidme- si están mudas” (V), se refiere a las
palabras; o en : “Las palomas que beben en la fuente” (VII), son protagonistas
unidas con variedad de cosas y de personas asociadas a la ciudad y donde las
palomas se encargan de abrir y de cerrar el poema como elemento constante y
envolvente: “de los pequeños corazones rotos de las palomas” (VII).
La noche, la mañana, la ciudad, el mar, el parque o la naturaleza son los
referentes de la tercera persona que articulan numerosas com posiciones, en
las que el poeta capta aquello que le rodea y con lo que se identifica o dialoga
en su papel de interlocutor con el entorno.
El yo poético se relaciona subjetivamente con su situación, sin renunciar
a nada ni a nadie, ni siquiera a los más alejados, los seres angélicos de otra di­
mensión, en los que busca u observa lo mejor de la naturaleza y que son due­
ños de la voz o la palabra con que trabaja el poeta, porque cuando se marchan
la llevan y: “sólo entonces, al final,/ comprendimos,/ cuando ya no había voz
con que decirlo”(III).
Los pronombres, o las personas por ellos representados, aparecen en for­
mas que no son habituales en la poesía y le dan originalidad y sentidos nuevos.
Diálogos poéticos
La poesía de Rosario adopta con cierta frecuencia la apariencia de diálo­
go, con amplias variaciones en su forma: a veces se reduce a la manifestación
del sujeto emisor sin intervención del oyente, la segunda persona, singular o
plural, identificada, en ocasiones, con los posibles lectores a quienes la poeti­
sa se dirige.
El poeta pasa de la reflexión interior, evidenciada en su expresión lírica,
al diálogo poético con un posible interlocutor de sus reflexiones y sin esperar,
naturalmente, respuesta, ya que, en cierto modo, coincidiría con lo que piensa
el poeta o con lo que sugiere su exposición sobre el tema tratado. Se busca un
110
JOVITA BOBES NAVES
eco de interpretación en el lector, cuando éste realice su lectura y cuando se­
gún P. Valery acabe la obra poética que se hace completa al ser leída.
Difícilmente hay diálogo en la poesía lírica aunque adopte su forma, por­
que no hay intercambio de roles, siempre el yo es el del poeta o un yo lírico
ficcional, y el tú o el vosotros son interlocutores que hablan a través del poe­
ta, pero nunca alternan en el uso de la primera persona. No hay diálogo por­
que no puede haber respuesta ya que la comunicación lírica es unidireccional,
la voz lírica es autorreflexiva y actúa no como narrador sino como hablante
que busca el tú en el lector. La forma de diálogo es aparente, sin posible res­
puesta, pero en cambio es una postura dialógica en que el autor responde a
una actitud conocida de sus posibles lectores y asume la respuesta, anticipán­
dose a la del tú o del vosotros.
“La obra es el elemento intersubjetivo que pone en relación dialógica (no
dialogal) al emisor y al receptor” ( Bobes, 1992: 78). Lo que aprovecha el po­
eta de forma anticipada incorporando al tú y a los otros dentro de su poema.
No hay verdadero diálogo porque el tú o el vosotros, no están presentes
en el acto de comunicación. El vosotros que aparece en el poema ha de inter­
pretarse no sólo como los lectores sino también como aquellos con los que
convive la poetisa en su ámbito, y con los que habla en numerosas ocasiones.
Están incluidos en el poema, no por su calidad de interlocutores sino por ser
los que le aportan conocimientos sobre los que reflexiona para aceptarlos o
no. Han sido interlocutores previos al poema y sirven de punto de referencia
para el poeta y para que éste elabore su propia interpretación de las cosas, su
experiencia personal.
Se produce un efecto “feed-back” que pone de manifiesto la formación
de la autora y su análisis de lo que se le transmite, de lo que se considera sa­
biduría común, rechazada por ella y a la que opone su propia reflexión lírica.
Una reflexión genérica de un tú con contenido impersonalizador. Lo vemos en
el p. XXIII, donde toma postura ante la interpretación que los demás hacen
del mundo y la rechaza, y establece diálogo aparente para rebatir los lugares
comunes del ser y del vivir.
Pasa del tú impersonal al dijeron (ellos) para después referirse al decís
(vosotros), siempre otros, más lejanos o más próximos pero distintos al poeta,
al yo que piensa por su cuenta y que a veces se encubre en un tú impersonali­
zador. El poeta rechaza el sentir general repetido en frases que no se piensan,
ni se analizan: “Dijeron: /-Ha comenzado el año-/-¿Qué año?” (XXIII). El
enunciado de estas frases atribuidas a los otros proporciona el punto de apoyo
de la replica del yo que las analiza. Este yo filtra lo que quiere analizar y por
eso el diálogo es falso en el sentido de que no es real sino fingido para ofre­
cer al poeta la posibilidad de disentir. “Empecemos de nuevo-/ decís” sugeri­
rá una nueva serie de interrogantes reflexivos que nos hacen pensar. Y la ter­
LECTURA DE “NO SOMOS ÁNGELES”, DE ROSARIO NEIRA PIÑEIRO
111
cera intervención: “-Todo puede cambiar-/ decís” y sigue una nueva serie in­
terrogativa donde el poeta expone su sentir y su pensar.
El poeta reproduce lo que el vosotros dice, es el narrador del poema for­
mulado bajo moldes aparentes de diálogo, y es parte integrante del nosotros
que contesta, para transmitir su propia experiencia. Diálogo simulado, sin la
presencia de los interlocutores, sólo el yo que habla y reproduce las palabras
de los otros para mostrar el enfrentamiento de ideas.
El procedimiento se repite, aunque no tan extensamente, en otros poe­
mas. Se enfrenta el yo y el vosotros o el nosotros donde se incluye el yo con
los otros. El individuo frente a la masa, pero, a veces, adopta la forma de diri­
girse a un tú (normalmente interlocutor) impersonalizador o que encubre al yo
en el que se desdobla la personalidad del poeta al analizar su interior, sus sen­
timientos, que pueden coincidir con los demás.
“El poema lírico es campo para el Yo del poeta, que lo invade todo. Los
recuerdos, las vivencias, las ensoñaciones son las del poeta y las presenta in­
vestidas de su yo ficcional, que puede ser cambiante, y las comunica a un Tú,
que también puede ser cambiante, pero no en sí mismo, pues no accede a la
voz, sino en la visión que de él tenga el poeta” ( Bobes, 1992: 326).
En el poema I: “No os obstinéis en buscar la redondez del aire/ en nues­
tros ojos”, comienza dirigiéndose al vosotros para continuar con la primera
persona del plural en la que se incluye el yo del poeta, el yo que habla pero
que no deja intervenir a los otros. Es un monodiálogo (que diría Unamuno)
sin contestación, que en cierto modo anticipa y rebate lo que dice y enuncia el
yo poético.
Otros poemas, vuelven a reiterar el yo poético al dirigirse al vosotros, in­
terlocutores silenciosos: “Me habéis dado palabras/(...)/ Me habéis dado los
nombres...” (V), y les conmina a contestar con un verbo de lengua en impera­
tivo que tampoco consigue la respuesta: “De qué me sirven/-decidme-/ si es­
tán mudas”. Indican una postura de rebeldía u oposición ante aquellos a los
que se dirige y han contribuido a desgastar las palabras.
Composiciones posteriores se dirigen a un tú que es la impersonalización
del yo al mostrar su experiencia viva, su autoanálisis con desdoblamiento de
la personalidad propia: “A veces corres/ pero ya no conoces los pasos/ ni la
voz/ de esa persona que dice ser tú misma,/ y sin embargo anda por ti” (VI).
Algo parecido ocurre en otros poemas, el XI, o el XIII, donde el yo poético se
desdobla en un tú pudoroso, generalizador de la experiencia individual:
“Rompiéndose y deshojándose va el mar/ que esta mañana estaba/-así lo vis­
te-/ lleno de peces muertos...”, “Lo viste al pasear”; en el XIV se repite el pro­
cedimiento. Parece la manifestación de un monólogo interior del cual el poe­
ta confirma sus propias experiencias y da mayor verosimilitud a su exposición
(B ob es,1992: 178).
112
JOVITA BOBES NAVES
En cambio en otros poemas el tú es realmente ajeno al yo, pues es de na­
turaleza distinta, como puede ser la mañana a la que se dirige el poeta: “he
visto al despertar tu voz aérea”, “Mañana que nos abres los ojos” (XV), la ma­
ñana es el interlocutor del que no se espera respuesta.
El diálogo, la interlocución se hace signo literario que manifiesta el inte­
rés de la poetisa por su entorno, la relación que tiene con los que la rodean, y
su oposición a lo que se transmite como tradicional, com o consabido, pero
que es superficial y no sentido, ni analizado individualmente. Expone su pro­
pia sensibilidad, su originalidad de pensamiento y de sentimiento y no acepta
sin más lo que le dicen, lo transmitido indiscriminadamente por los demás: es
la presentación de una relación dialéctica entre el poeta y sus contemporáne­
os, sus lectores, su entorno.
A veces esta misma relación se muestra con otros recursos, com o vemos
al citar a V. Aleixandre en dos versos que encabezan su último poema, el
XXIV. El diálogo es aquí intertextual y evidencia la identificación con un te­
ma que inquieta reiteradamente a la poetisa y que ha preocupado anterior­
mente a otros poetas: la fugacidad de la vida, la brevedad del vivir.
En otras com posiciones el diálogo intertextual se integra en el propio po­
ema y la autora admite, como propias, frases de otros poetas o frases del vivir
cotidiano que le permiten expresar su aceptación y su identificación con ellos.
“El diálogo es siempre el efecto de una elección por parte del autor: des­
cubrir el porqué de esa elección, desde las relaciones que el diálogo mantiene
con el conjunto de los signos es darle un sentido en concordancia con una lec­
tura total” (Bobes, 1992: 176). La poesía de Rosario muestra formas variadas
de relacionarse con los demás, con las personas, directamente por lo que ha­
blan o indirectamente a través de una intertextualidad del lenguaje común o del
literario por lo que establece comunicación con su entorno social y literario.
Los diálogos líricos son diferentes a los narrativos, cuyos interlocutores
están dentro del mundo de ficción en que se insertan. En los poéticos el tú o el
vosotros a que se dirige el yo poético pueden ser, son narratarios reales que
conviven, leen, o escriben en el mundo del poeta. La autora se dirige a los lec­
tores mostrando connivencia con otros autores que le precedieron y que han
planteado en su obra una manera de ver las cosas con la que se siente identifi­
cada, así que la incorpora a su sentir expresándolo en su poesía, integrándolo
en ella.
ASPECTOS MORFOSINTÁCTICOS
Construcciones sintácticas
Con frecuencia las connotaciones poéticas proceden de recursos de tipo
sintáctico de los que el poeta se sirve para fijar la atención del lector.
LECTURA DE “NO SOMOS ÁNGELES”, DE ROSARIO NEIRA PIÑEIRO
113
Son usuales en la poesía de Rosario construcciones sintácticas especiales
como la acumulación de sustantivos sin nexos, separados sólo por pausas: “y
personas con chaquetas, zapatos, ojos, bolsos”; “tantos abrigos, cabellos, ros­
tros, bolsos,/tanta gente” (VII); en ocasiones hasta las pausas desaparecen:
“Arañando recuerdos flores sílabas/ trozos de felicidad casi marchita” (XIV).
Esta yuxtaposición sintáctica tiene valor acumulativo que muestra una actitud
expresionista para dar forma sintética a descripciones con elementos sucesi­
vos y aislados, esenciales, pinceladas de un cuadro con perfiles puros.
También las formas verbales aparecen en semejante construcción, unien­
do incluso acciones afirmativas y negativas: “Cerrad los ojos, no habléis, no
oigáis” (XIV); o los adjetivos: “no criaturas aéreas, infinitas, talladas” (I); y
en el poema final los epítetos se acumulan alexandrianamente ante el sustan­
tivo: “de nuestro pequeño, triste, dolorosísimo cuerpo” (XXIV). Aparece has­
ta con exclamaciones: “oh tristeza oh llanto como ave sin pupilas” (XIV) o en
el verso siguiente: “piedra de lágrimas no gritos no sollozos”, con una estruc­
tura reiterada y poco habitual de negación más sustantivo, pero manteniendo
la yuxtaposición sin nexos ni pausas, seguida de elementos unidos por coordi­
nación disyuntiva: “no ya más súplicas no más manos o cuellos o sonrisas”.
La estructura se modifica por acumulación polisindética, con verbos: “que
se arrastran penosamente y suplican y besan y se/-odian-” (I); o poco más ade­
lante con adjetivos y verbos: “de noche ciega y desterrada y rota,/ que cae y se
incorpora y prosigue de nuevo” (I); o con nexo disyuntivo: “no de cristal o lu­
na o de hierba o de estrellas” (I), con tres elementos equifuncionales de los
cuales el primero tiene a su vez una relación semejante y diferente a las de los
términos que le siguen, al suprimir en este elemento la preposición que condu­
ce a una interpretación diferente. Cuando se da con verbos proporciona una
sensación dinámica acumulativa: “A veces corres y suplicas y lloras/ y tiendes
manos/ y llamas” (VI), y en el mismo poema, con la disyuntiva o: “A veces co­
rres, o caminas, o simplemente sigues”, que se usa también entre grupos sin­
tagmáticos preposicionales, pero diversos en sus términos adyacentes: “trope­
zando con muros,/ o con plazas de luz redonda,/o con puentes insólitos”, don­
de la disyuntiva se reitera incluso en el interior del grupo sintagmático entre los
términos adyacentes, dando así un énfasis especial a la construcción, que, por
otra parte, se reitera tantas veces en el poema que no pasa desapercibida.
En otros poemas se combina la reiteración de nexos y su ausencia, sin se­
guir las formulas habituales: “Y crujirá lenta la luz,/ y las sillas, las puertas
entreabiertas,/ y los armarios soñolientos,/ y las persianas aún recién desper­
tadas” (XVI); poco más abajo la construcción se hace asindética: “correré a
las puertas de la ciudad,/ a las plazas,/ a las avenidas”; o con estructuras más
complejas: “No reconoceré el color de las cosas,/ la nueva piel, tibia,/ de las
aceras,/ el suave frío de los antiguos/ cascarones de hierro” (XVI).
114
JOVITA BOBES NAVES
Los elementos unidos pueden ser estructuras combinadas, con la formu­
la “de+articulo+sustantivo”, a veces seguida de adjetivos u oraciones trans­
puestas a esta categoría y que cumplen el mismo papel, son equiparadas como
elementos equifuncionales: “y hace sonar la melodía que habla del parque,/ de
la acera,/ de la mujer/ que se corta las uñas de los pies en la plaza,/ de la gen­
te,/ del mendigo que toca el acordeón,/ de las castañas que venden/ en cucuru­
chos de papel de periódico” (VII). Estructura que, a la vez, proporciona ritmo
semejante y diverso, al reiterarse por una parte y al añadirle por otra, variacio­
nes que destacan por la ruptura del sistema y atraen la atención del lector a de­
talles sorprendentes o inesperados.
Por contraste, en otros momentos, se presenta una economía de medios
bajo forma de elipsis: “-calles arriba, abajo-” (VI), o comparaciones abrevia­
das de gran belleza: “de las montañas con valles com o heridas” (XI).
Oposición de recursos que dan variedad a la poesía.
En ocasiones parece alterarse la sintaxis, al concordar aparentemente el
objeto con el verbo, por lo que pasaría a ser sujeto, pero en realidad fuerza a
una interpretación distinta a la habitual, que nos lleva a un sujeto transcen­
dente, no citado, los ángeles, seres de otra dimensión, capaces de acciones im­
posibles para los hombres: “Hoy han llovido pájaros/ sobre nuestras cabezas;/
han llovido y han llorado/ y han vuelto,/ y ha habido luz y risa,/ y noche y
frío” (XI). Donde los sujetos que lloran y vuelven son también capaces de llo­
ver. Composiciones anteriores se encargan de proporcionar las connotaciones
significativas para interpretar adecuadamente el poema. La lengua poética tie­
ne su propia gramática, cuyas normas pueden ser distintas a las del lenguaje
funcional, pero suponen una ambigüedad semántica, un distanciamiento que
enriquece poéticamente el texto.
Las formulas poco habituales, por su ambigüedad, atraen la atención so­
bre el contenido: “Tenía el regreso el color/ de las tardes de lluvia,/ cuando
volvíam os” (IX), donde el orden habitual de S + V + O, se formula com o V +
S + O, con cierta ambigüedad funcional al no llevar el sintagma objeto ningún
signo que lo diferencie del sujeto y es su valor semántico el que determina
claramente su función.
Uso del adjetivo
La adjetivación es una de las facetas de la lengua estudiada en relación
con el mundo poético que se configura de modo diferente en cada autor, capaz
de modificar las formulas habituales, aunque utilice los mismos elementos
lingüísticos. Son los modos de usar esos elementos los que destacan para dar
una visión distinta a la habitual. Algunos adjetivos aparecen en las metáforas
o en las sinestesias, con modificación de sus valores semánticos, pero también
LECTURA DE “NO SOMOS ÁNGELES”, DE ROSARIO NEIRA PIÑEIRO
115
en otros recursos com o las anomalías gramaticales al relacionar los adjetivos
con los sustantivos o el uso de series sin nexos, que aportan connotaciones po­
éticas variadas.
En No som os ángeles los adjetivos son abundantes y usados en forma di­
versa, desde los atributos referidos a los sustantivos a través de los verbos,
preferentemente copulativos, a los que van unidos de forma inmediata a los
sustantivos, en construcción explicativa o especificativa, con frecuencia susti­
tuidos o combinados con términos adyacentes formados por sustantivos con
preposición, o por oraciones degradadas a la función adjetiva. Destaca la
abundancia de adjetivos postverbales que aportan cualidades y sus valores di­
námicos y proporcionan una visión particularizada de las cosas, del paisaje,
que es la visión del poeta y una aguda percepción de su entorno.
Son frecuentes los epítetos, pero no siempre los que podríamos llamar
consabidos sino los ornamentales que buscan transmitir una visión innovado­
ra e individual del mundo habitado por el poeta: “la sonriente claridad de la
música”, “nosotros que matamos con la inocente crueldad de los niños”, “en
una torpe palabra”, “como las altas águilas” (I). Proporcionan una visión sub­
jetiva y personal de las cosas. A veces el adjetivo explicativo se coloca delante
y detrás del sustantivo al que acompaña: “la nueva piel, tibia,/ de las aceras”
(XVI).
Hay desde el primer poema acumulación de series especificativas: “no
criaturas aéreas, infinitas, talladas”, o con nexos reiterados “de noche ciega y
desterrada y rota” que puede aparecer en forma negativa tras una atribución,
formula frecuente a lo largo de estos poemas, “que no somos hermosos, ni sa­
bios”. También con ampliación de algunos adjetivos en su valor conceptual,
por medio de términos adyacentes formados por frases hechas: “-vida peque­
ña y frágil com o junco que se quiebra-” (I).
En ciertas estructuras un adjetivo precede como epíteto al núcleo y otro le
sigue en construcción especificativa lo que proporciona un sintagma nominal
complejo en su forma y en su significado: “de los pequeños corazones rotos
de las palomas” (VI). La estructura se hace más compleja al ser el tercer ele­
mento del sintagma nominal un término adyacente sustantivo con preposi­
ción, seguido, a su vez, de adjetivo, referido al núcleo principal del sintagama:
“en vertiginosa red de araña iluminada” (VII).
Las estructuras oracionales se complican: “Los senderos del día son ca­
lles rotas, amarillos y lentos/ y tortuosos como los sueños sin salida” (VI)
donde el núcleo sustantivo que actúa de sujeto lleva tres adjetivos desplazados
al final de la oración atributiva, y su concordancia establece un enlace lejano
con el sustantivo a que se refieren; los adjetivos van unidos en forma polisindética y el último ampliado con una frase hecha que concreta por compara­
ción su significado.
116
JOVITA BOBES NAVES
A veces los adjetivos sorprenden con usos no habituales: “y la primera
noche/ lame las plantas grises de la ciudad herida” (VII), “primera”, adjetivo
numeral ordinal adquiere aquí un significado poco frecuente, el com ienzo de
la noche y no la primera de una serie, significación fijada por las aportaciones
connotativas que otras frases posteriores en el poema proporcionan acerca de
la evolución de este espacio temporal. En otros momentos de esta misma
com posición destaca el uso de sintagmas constituidos por sustantivos más ad­
jetivos que son expresiones de gran uso: “de las casas vacias”, “El olor a cas­
tañas asadas”, “de los perros vagabundos”, o ligeramente modificadas: “Una
canción ya demasiado vieja”. Con ellos se transmite una ambientación consa­
bida, y posible en otros ámbitos, pero única al introducir rasgos y aspectos
originales y hasta humorísticos: “Una mujer se corta las uñas/ de los pies en la
plaza”, que delatan la visión particular de la poetisa. La com posición se hace
descripción de una ciudad vivida, de un espacio físico habitado. Visión subje­
tiva que ha de sugerir al lector la suya propia, subjetiva también.
Aparecen, en ciertos momentos, los adjetivos epítetos en oposición ad­
versativa: “bajo el sonriente pero ya inútil/ juego de las palabras” (IX), donde
el encabalgamiento completa la estructura sintáctica, dividida al separar en la
estructura nominal, el artículo, morfema del sustantivo, que parece acompa­
ñar a los adjetivos que le siguen, cuando realmente los engloba en el núcleo,
en construcción explicativa. La pausa versal nos obliga a fijarnos en esta cons­
trucción distorsionada.
Destacan por su frecuencia expresiones en las que se anticipa el adjeti­
vo pequeño, o sus variantes morfemáticas, para formalizar una especie de
diminutivo galicista que sustituye al más habitual conseguido por el deriva­
tivo “-ito”, que aparece en otros momentos: “de los pequeños corazones rotos
de las palomas” (VII), “colgado de una pequeña cuerda pálida” (XII), “com o
pequeña tierra rota” (XV), o en el último poema donde “pequeño” es el pri­
mero de una serie: “de nuestro pequeño, triste, dolorosísimo cuerpo” (XXIV)
que parece dilatar su significado por los adjetivos que le siguen.
Los adjetivos van acompañados por adverbios que modifican o precisan
su valor significativo: “una canción ya demasiado vieja” (VII); “del aliento de
muerte casi angélica” (XII), etc.
Contribuyen a una visión original e inesperada los desplazamientos cali­
ficativos : “Redonda luz,/mañana que nos abres los ojos” (XV); “en la maña­
na azul” (XVI) al aportar percepciones sintéticas muy eficaces del tiempo vi­
tal y el tiempo atmosférico. O el uso de adjetivos precedidos de negación: “ya
no azul, ya no dorado” (XIII), estructura con antecedentes en Guillen, que se
reitera con sustantivos: “piedra de lágrimas no gritos no sollozos” (XIV), o
con verbos, aunque esta formula sea más frecuente, porque el adverbio acom­
paña con más frecuencia al verbo que al adjetivo y no digamos al nombre:
“Cerrad los ojos,/ no habléis, no oigáis” (XII).
LECTURA DE “NO SOMOS ÁNGELES”, DE ROSARIO NEIRA PIÑEIRO
117
Los adverbios en “-mente”
En La poesía de Blas de Otero señala Alarcos la importancia que tiene el
uso de adverbios en “-mente”, “estos adverbios tan largos, que parecen llevar
un peso muerto de nula significación en -mente, son, sin embargo, muy ex­
presivos del sentim iento del poeta”( Alarcos, 1966: 86). En la poesía de
Rosario los encontramos quizá como eco del maestro admirado declarada­
mente por ella, o por aprovechar de esta clase de palabras las posibilidades
connotativas que proporcionan a los textos, y en los que destacan por ser pa­
labras especiales y largas. Pueden ser signos en una poesía que presenta la
modalización del sentimiento del poeta en un mundo modalizado a su vez
por el sentimiento. Se da en distintos poemas y con distinta intensidad, desde
los que expresan un sentimiento armónico: “donde la encrucijada de las san­
gres/ armónicamente se desliza” (I), a los que expresan el dolor de vivir y de
mostrar lo que es el hombre: “no sino tierra/ que desesperadamente busca un
trocito de inmortalidad” y poco más adelante: “que se arrastran penosamen­
te”, y nuestro comportamiento es instintivo: “que nos obstinamos ciegam en­
te en anudar el mundo que/-ignoramos-”, pero el sentimiento nos lleva: “tra­
tando desesperadamente/ de trepar a la luz,/ buscando siempre, permanente­
mente buscando” (I), donde ciertas características de los adverbios destaca­
dos se confirman con el uso de otros más simples o de formas verbales que
aportan valor temporal y potencian la temporalidad con recursos de estilo co ­
mo el quiasmo de este último verso e insiste en el valor significativo de ac­
ciones y adverbios.
Cuando enfrenta las cualidades de los ángeles y de los humanos, los ad­
verbios se unen a las cosas y a los seres angélicos con oposición significativa:
“acaso deliberadamente ignoran/ esas húmedas fachadas/ de una ciudad de
provincias,/ esos escaparates que hipócritamente sonríen,/ esos hombres, esas
mujeres/ que penosamente se incorporan,/ que caminan, que esperan, que pa­
san arrastrando tal vez bolsos, libros,/ zapatos, que dolorosamente oprimen”
(II), todo lo relacionado con el hombre es matizado negativamente frente a lo
realizado por los ángeles que se resume en la expresión gozosa: “ellos/ que ju­
bilosamente corren bajo el trueno” (II).
El poema XIII, con tema ecológico muy actual, tras un uso intensivo de
gerundios referidos a acciones realizadas por el mar, con valor durativo, reite­
ra un adverbio modal que nos enfrenta a los sentimientos del poeta ante el de­
terioro ambiental:“el mar roto y enfermo/ vomitando cadáveres,/ incompren­
siblem ente/ ya no azul, ya no dorado./ Incomprensiblemente! deshojándose ya
la luz de sal/ entre tus dedos”. Palabra compleja y larguísima que ocupa sola
un verso cada vez que se repite. Su contenido semántico queda, si cabe, más
destacado y muestra la actitud del poeta ante el desastre ecológico.
118
JOVITA BOBES NAVES
En el poema siguiente, los mirlos actúan como los hombres: “laboriosa­
mente escarban dentro de la garganta/ arañando recuerdos (...)/A sí es/ tan do­
lorosamente”, pero también los elementos del cuerpo: “callan matando deján­
dose morir/ dejándose secretamente abrazar por la niebla” (XIV). Hombres y
animales se identifican en un mundo en deterioro, en decadencia, envuelto en
un misterio que envuelve las cosas, los hombres, los sentimientos.
El júbilo que se aplicaba en los primeros poemas a los seres angélicos se
desplaza a la ciudad: “O acaso jubilosamente mira al cielo” (XVII), el modo de
ver las cosas las hace cambiar y el sentimiento afecta al mundo que nos rodea,
en el que vivimos y estamos, donde un súbito cambio de luz lo cambia todo.
El dolor se hace presente de nuevo al entrever una fuente de inspiración
de un mundo adivinado, lejano y soñado: “-tan lejos, tan dolorosamente-/ par­
ques que no existían,/ jardines/ de papel o de viento,/ adormecidos paraísos”
(XXI).
Las acciones enumeradas como símbolos de vida, la reflexión sobre la
brevedad del vivir llevan a emplear, de nuevo, un adverbio ya usado, resumen
de los sentimientos que expresan el dolor de la vida: “por eso desesperada­
mente abrazamos el aire” (XXIV), lo imposible unido al sentimiento trágico
de la vida, es el reflejo de una meditación existencial, que poco a poco se va
desgranando en todo el poemario y se hace más intensa en el final. Mundo
platónico con nostalgia de un modelo ideal, no desgastado, donde el poeta en­
contraría su fuente de inspiración, y que al chocar con una realidad más dolorosa y sobre todo con la fugacidad del tiempo disponible conduce a un senti­
miento trágico del vivir que se manifiesta totalmente a través del adverbio
“deseperadamente” que casi abre y casi cierra el libro.
Las frases hechas
Rosario incorpora a su lenguaje poético frases hechas para conseguir una
integración en el mundo en que vive, aproximando las sensaciones que ella
capta a las que pueden interpretar los demás. Utiliza no sólo las consagradas
por la tradición sino también otras nuevas que intentan formalizar lo consabi­
do, lo que todos conocemos y experimentamos habitualmente. A veces las re­
pite, lo que proporciona la sensación de ser insustituibles en los contextos en
que aparecen: “-vida pequeña y frágil como junco que se quiebra” (I), reitera­
da en forma abreviada en: “todo lo que un día se romperá com o un junco”
(XXIV). Y otra variante de frase alternativa para el mismo concepto: “que co­
mo una rama se quiebra” (XXIV).
Del mismo tipo comparativo aparece una frase referida a la noche: “y se
tensaba a veces/ como una fina cuerda de violín” (IX). En otras la expresión
es más abreviada: “Hoy el aire pasa cortando la piel/ como una uña” (VII), pe­
LECTURA DE “NO SOMOS ÁNGELES”, DE ROSARIO NEIRA PIÑEIRO
119
ro destaca todo su valor significativo al presentarse como un encabalgamiento
suave. El procedimiento se repite en el mismo poema: “Las palomas se han
clavado en el cielo/ com o alfileres”, y en: “calles inciertas/ bajando com o
ríos” (XXI).
En ocasiones la frase se modifica adaptándose a la intención nueva del
poeta: “tocando con los dedos la luz de las estrellas” (XXII), frase de reso­
nancias telúricas, que recuerda a otras de Aleixandre e interfiere con la expre­
sión popular “tocar el cielo con las manos”.
En otros poemas, quizá la conexión se reduce a introducir una locución
de tipo adverbial, pronominal o sustantiva, de frecuente uso, con elementos
repetidos y unidos con preposiciones: “que atraviesan de parte a parte/ las en­
trañas de la ciudad” (II); “Arrancar uno a uno/ los pétalos y el tallo” (X); “pie­
dra que suena dentro del paladar/ golpe tras golpe” (XIV); o sin reiterar: “ pa­
ra abarcar de un golpe todo el cielo” (XXII) y poco más abajo: “abrir de par
en par las puertas de la vida” y hasta frases con cierta resonancia bíblica: “de­
rramar el corazón/ en los cuatro costados de la tierra”(XXIII).
Ciertas frases expresan hechos consabidos sin que lleguen a ser todavía
frases hechas, pero suenan como algo tradicional: “Una mujer se corta las
uñas/ de los pies en la plaza” (VII) cuyo encabalgamiento pone de relieve la
expresión “las uñas de los pies”, que podría asociarse también a las “uñas de
las manos”, pero que no son comparables en frecuencia, destacando más la
primera que la segunda frase. Lo mismo ocurre poco después con : “El olor a
castañas asadas/ hace llorar” y relacionado con lo mismo la expresión “en
cucuruchos de papel de periódico” nos proporciona una aproximación a lo
que es habitual en la calle y se convierte en vehículo de poetización de senti­
mientos comunes ante espectáculos cotidianos. En el mismo poema otras mu­
chas expresiones se pueden asociar a la experiencia común de los habitantes
de una pequeña ciudad de provincias, descrita en su aspecto externo, y habita­
da por seres vivos observados por la poetisa que parece identificarse con ellos
a través del lenguaje. Una vez más el verso muestra la experiencia cotidiana y
directa de un mundo vivido y compartido.
ASPECTOS FÓNICOS Y SEMÁNTICOS
Recursos poéticos
En No som os ángeles los recursos poéticos aparecen con efectos semán­
ticos y rítmicos para sugerir y mostrar visiones particulares de las cosas, o
apreciaciones sintéticas de sentimientos, así como para crear el ritmo poético.
Jakobson caracteriza el verso como figura fónica recurrente, pero la recu­
rrencia puede aparecer en lo fonético, en lo sintáctico y en lo semántico, es
decir en cualquiera de los niveles del lenguaje, que es el material con que se
120
JOVITA BOBES NAVES
elabora la poesía. En este libro las recurrencias en la forma y en los conteni­
dos proporcionan efectos rítmicos de corte tradicional y generan el versículo
de medidas diversas, cuyo ritmo se mantiene por la repetición de las mismas
palabras, de los mismos esquemas gramaticales, o de palabras y frases distin­
tas con el mismo sentido.
Al ritmo contribuyen las anáforas frecuentes, como la repetición del de­
mostrativo de cercanía esta, o sus variantes morfológicas, seguido de estructu­
ras sintácticas semejantes: “Esta piedra,/ este pedazo de roca dura,/ esta fiebre
de invierno/ (...)/ Esta luna de noche/ (...)/ esta planta mortal” (VIII). O la del
pronombre de tercera persona, con el referente ocasional de los ángeles, que
inicia muchos versos: “Ellos son dichosos/ ellos/ (...)/ ellos que corren descal­
zos por la ciudad,/ (...)/ Ellos no ven,/ (...)/ ellos, dichosos” (II), y creo que
pretende destacar la oposición señalada en el poema I, donde las cualidades
de los hombres se ven muy limitadas frente a las de los ángeles, pero más in­
mediatas y diversas.
En otras com posiciones hay términos poco significativos, preposiciones
seguidas de artículo más sustantivos variados, solos o acompañados de adya­
centes: “de los jardines,/ del bosque dulce,/ del olor de la tierra,/ de las mon­
tañas con valles como heridas” (XI). Se observa también reiteración de con­
junciones: “Y crujirá lenta la luz,/ y las sillas, las puertas entreabiertas,/ y los
armarios soñolientos,/ y las persianas aún recién despertadas”(XVI). Otras
reiteraciones se hacen con frases iguales que actúan com o estribillos al articu­
lar el resto del poema en forma de cláusulas separadas: “A veces corres” (VI),
repetido cinco veces y que fomenta un paralelismo de estructuras diferentes
que reflexionan sobre el ser y su comportamiento; en el poema XXII se repite
“Es preciso” al frente de clausulas desiguales que enumeran acciones en infi­
nitivo que se han de realizar antes de que se acabe todo. Esta estructura pro­
porciona una sensación de urgencia contagiosa que arrastra al lector a unirse a
las ideas del poeta, brevedad de la vida para realizar aquello que nos gusta y
alcanzar lo más difícil.
En otros poemas la reiteración se hace más amplia y adopta la forma tra­
dicional del paralelismo al repetir frases en las que sólo cambian las últimas
palabras: “que nos arrebatara de la noche,/ que nos arrebatara del sueño”
(XV), o se presentan repeticiones de frases iniciales seguidas de paralelismos
de construcción que proporcionan estructuras mentales que llevan a observar
significados iguales u opuestos, eficaces para captar una idea, un sentimiento:
“me he levantado hoy/ y he corrido a tus orillas/ en busca de palabras, de sen­
deros,/ de cielos./(...)/ Me he levantado/ y he visto campos,/ sonrisas, tardes,/
manos, voces, espinas,/ gritos, zarzas” (XV). El recurso se amplía: “A la hora
en que la mar se rompe/ como un espejo acribillado/ (...)/ A la hora en que las
gaviotas inflamadas/ se precipitan como antorchas heridas/ (...)/ A la hora en
LECTURA DE “NO SOMOS ÁNGELES”, DE ROSARIO NEIRA PIÑEIRO
121
que se escucha/ rezar a las espigas/ (...)/ A la hora en que cruje el olor a lavan­
da/ (...)/ A la hora en que el sol se deshoja” (XIX). Estos recursos, con varia­
ciones que evitan la monotonía, proporcionan al poema un soporte rítmico di­
ferente al tradicional, aunque tan eficaz como él.
Son interesantes las variaciones del poema XXIII, donde se usa una es­
tructura de diálogo que distribuye la materia poética entre la narración, los ver­
bos de lengua y las intervenciones aparentes de los interlocutores, reforzadas
por las estructuras de réplicas que se inician con las mismas palabras y siguen
la misma línea de razonamiento: “¿Es que no sigue el sol saliendo,/ (...)/ ¿Es
que creéis que nos es dado/ (...)/ “¿Es que pensáis que es posible negar/ (...)/
¿Acaso es lícito o piadoso/ (...)/ ¿Acaso creéis,/ pensáis sinceramente/ (...)”.
El poema XXIV muestra variaciones del recurso, y va desde la reitera­
ción de sintagmas nominales más o menos amplios en sus términos adyacen­
tes, pero con la misma función: “Qué pequeño y qué frágil es el color de los
cielos,/ el aroma del sueño,/ el pausado sonido del corazón de las montañas,/
el estremecerse de las calles” a reiterar poco más abajo sintagmas preposicio­
nales cuyo núcleo es un infinitivo, el último de los cuales suscita una serie de
oraciones degradadas que renuevan el recurso y se reitera al final con una m o­
dificación de la estructura: “donde apenas sí tenemos tiempo para tantear, pa­
ra/-nombrar-,/ para descubrir que el invierno sucede al verano,/ que el lejano
mar es azul,/ que la nieve es fría,/ que sentimos dolor cuando nos herimos con
una espina/ o con un hierro”(XXIV). Lo mismo se observa poco más adelante
con reiteraciones de palabras, de estructuras semejantes y distintas a la vez
que se engarzan unas en otras y proporcionan ritmo y variedad.
La repetición fónica, no tan frecuente, se deja sentir en aliteraciones:
“con un susurro apenas musitado”(XIX), de reminiscencias clásicas y que
siempre destaca o potencia connotaciones significativas de las palabras o de
las frases.
En el aspecto semántico destacan especialmente figuras como la personi­
ficación que humaniza las cosas o el paisaje, dándoles cualidades, acciones o
aspecto humano: “cómo fluye la ronca sangre de la ciudad” (VII); “caerán al­
gunas estrellas/ cuyo corazón no era bastante limpio” (XII), o poco más aba­
jo: “Callad vuestros párpados y vuestras manos,/ porque viene la niebla a be­
sar a los muertos” (XII).
La ciudad o los objetos adoptan formas, sensaciones o sentimientos hu­
manos: “bajo la lluvia que no hiere sus parpados,/ sino que tiene forma de ca­
ricia/ o ignorada promesa” (II), “esos escaparates que hipócritamente sonríen”(II). En el poema XVI se habla de “la nueva piel, tibia/ de las aceras”, o de
“las carreteras deslizando su cuerpo/ entre calles recién amanecidas”, “y sen­
tiré el dolor/ de los edificios en ruinas”, donde la ambigüedad poética nos
puede hacer pensar en la sensibilidad humana de las cosas.
122
JOVITA BOBES NAVES
Donde más claramente se humaniza la ciudad atribuyéndole sentimientos
y acciones correspondientes a lo hombres es en el poema XVII: “Una ciudad
tendida duerme o sueña./ Una ciudad persigue nubes,/ miente,/ se despereza,
llora,/ escarba en las ranuras de la tierra;/ tal vez camina partiéndose los la­
bios/ en las palabras que golpean/ o acaso jubilosamente mira al cielo”. La
personificación lleva a una interpretación humana del tema, porque las accio­
nes o las cualidades atribuidas a la ciudad, o a sus elementos, son realizadas o
pertenecen a sus habitantes que juntos constituyen la verdadera ciudad.
Parecen fundirse las cosas con los hombres y el resultado es una interpreta­
ción humanizada del ámbito urbano en que se mueve la poetisa.
La naturaleza adquiere cualidades o comportamientos humanos, así ocu­
rre con el mar que realiza acciones, como las insistentes “deshojándose y des­
pedazándose está el mar, o poco más abajo el mar roto y enfermo/ vomitando
cadáveres” (XIII). O acciones afectivas más sutiles com o las realizadas por la
niebla: “dejándose secretamente abrazar por la niebla” (XIV). Y las cosas ad­
quieren cualidades que no les corresponden: “la dolorosa luz/ (...)/ el frío
azul” (IX); “Al fin está el olor/ fantasma sensitivo/ que queda entre los dedos,/
última luz, de pie en la noche sola” (X). La noche se presenta humanizada: “la
noche pasaba rodando por las calles/ con sus ojos de gemas rotas”, y más aba­
jo: “La noche descendía/ y lamía con su aliento los cristales”(IX).
En otras com posiciones es la mañana la que se humaniza: “mañana que
nos abres los ojos” (XV), mañana que ha sido calificada con una serie de ad­
jetivos que unas veces le pueden corresponder por sí misma y otras por apro­
ximación a la relación humana: “Amable mañana,/ sonriente, nueva,/ casi
transparente/ mañana de alas blancas,/ he visto al despertar tu voz aérea,/ tu
melodía escurriendose por el quicio/ de las puertas”. Lo mismo ocurre con el
cielo: “cielos amables/ que sonreían inclinándose,/ acariciando cabellos o m e­
jillas” (XXI). En otros momentos son elementos correspondientes a aspectos
internos del ser humano, o a los sentimientos, sensaciones, etc.: “arrancarnos
de cuajo las entrañas del sueño,/ la luz de la memoria,/ (...)/ y los antiguos rin­
cones de sombra/ que alimentan el llanto?” (XXIII); “el aroma del sueño,/ el
pausado sonido del corazón de las montañas,/ el estremecerse de las calles,/
de la dolorosa piedra que siente el abrazo de la lluvia” (XXIV); o también ob­
jetos cotidianos: “-aún se oirá el sosegado respirar de los muebles-” (XV); “y
verjas como gritos/ que prohibían el camino a la luz” (XXI); hasta las palabras
muestran cualidades propias del ser que las emite, en un paisaje que muestra
objetos humanizados: “y he visto mariposas de oro y muerte/ posadas en los la­
bios de la hierba,/ garras desnudas/ que rezumaban música/ (...)/ Las palabras/inútiles de pronto-/ se admiraban de ver/ la redondez perfecta del otoño” (XX).
El poeta vive en un mundo que presenta a los demás con una configura­
ción personal y propia conseguida a través de una visión imaginativa y hu­
LECTURA DE “NO SOMOS ÁNGELES”, DE ROSARIO NEIRA PIÑEIRO
123
manizada transmitida con la ayuda de sus recursos poéticos y com o veremos
con el del lenguaje metafórico que en esta poetisa es rico, variado y, en mu­
chas ocasiones, sorprendente.
Lenguaje metafórico
En la poesía de Rosario aparecen en abundancia las comparaciones, for­
mas básicas del procedimiento metafórico que pone en evidencia el proceso
de relación entre el término real y el término imaginario, lo que facilita la
comprensión inmediata del lector. Estas comparaciones están, ocasionalmen­
te, relacionadas con otros recursos que potencian las connotaciones semánti­
cas propias del lenguaje poético: “que nos partimos el corazón com o si fuese
una breve/-cascara-,/ una piedrecilla que cualquier ráfaga derriba” (I). El tér­
mino imaginario es doble, diversificándose en relación de yuxtaposición, son
dos objetos caracterizados a su vez por una variación significativa que en el
primero se manifiesta como un adjetivo epíteto y en el segundo por el deriva­
tivo que habitualmente aporta el valor semántico del diminutivo, reforzado a
su vez por un término adyacente complejo que es la oración de relativo que si­
gue. El valor significativo se destaca, de este modo, de manera sustancial. El
mismo procedimiento se da en: “Era la noche como un cerco de ruidos,/ una
cárcel de oscuridad y música” (IX). Algo distinto ocurre en: “cuando supi­
m os/ que la voz se había ido,/ que había volado como un pájaro libre” (III),
donde el término imaginario, “pájaro”, lleva en sí mismo el concepto aporta­
do por el adjetivo que le acompaña en construcción especificativa, “libre”, e
indudablemente refuerza su contenido y atrae la atención del lector sobre su
valor añadido.
La comparación puede influir en la fuerza de captación del paisaje: “o
cruza entre peñascos com o cuchillos” (VI); “de las montañas con valles como
heridas” (XI), con imágenes aportadas por la experiencia general; igual ocurre
al referirse a la noche: “y se tensaba a veces/ como una fina cuerda de violín”
(IX). Las imágenes en estos casos son casi frases hechas, consabidas, pero efi­
caces en su aportación connotativa.
Otros ejemplos semejantes, pero con variaciones son: “y tus cabellos ten­
didos com o zarzas”; “picoteando dentro de un corazón como una cáscara/oh
tristeza oh llanto com o ave sin pupilas” (XIV), reiteración de una imagen se­
ñalada con anterioridad, aunque con pequeñas variantes y cuya prolongación
se hace ambigua en cuanto a su término real, por la carencia de puntuación. A
través de las comparaciones la naturaleza se interfiere con aspectos humanos:
“ahora que la luz nos despierta/ como súbita mano/ que nos arrebata de la no­
che” (XV); o al revés, ciertos elementos del cuerpo humano se comparan con
fenómenos de la naturaleza: “que dejas el corazón desnudo y quieto/ como
124
JOVITA BOBES NAVES
nieve no vista”; o manifiesta un sentimiento íntimo del propio ser: “Me he le­
vantado,/ todavía con el doloroso rescoldo/ de los sueños,/ como pequeña tie­
rra rota/ que estamos a punto de olvidar” (XV); también sensaciones que se
muestran a través de desplazamientos calificativos y de comparaciones sim­
plificadas: “en la mañana azul/ nevada como seda” (XVI). En construcción di­
ferente se presenta: “como dolorosa criatura abre los ojos” (XVII), término
imaginario separado del término real, la ciudad, tema del poema y tratado
desde el principio de la composición, pero que, tras varias clausulas que la
presentan, separadas por puntos y comas, aparece ésta con una comparación
humanizada que le permite continuar atribuyéndole a la ciudad acciones pro­
pias de los hombres.
Los ejemplos son numerosos, con variaciones en la comparación que
pueden afectar a elementos materiales o espirituales: “El mar se ha roto/ como
un lamento azul/ de ángel o de niño”, “Palomas como nieve/ lamen dulces el
aire” (XVIII); o se presentan comparaciones violentas que contagian la des­
cripción de la naturaleza: “A la hora en que las gaviotas inflamadas/ se preci­
pitan como antorchas heridas/ para hundirse en el fondo/ de las aguas ardien­
do” (XIX).
A veces los términos reales de la comparación, que en ocasiones son ima­
ginativos porque presentan ya una metáfora pura, establecen relación con tér­
minos imaginarios concretos, reales a su vez, entrelazando, creo, un mundo de
ficción que se hace sensible a través de las comparaciones realistas: “esferas
de belleza que rodaban/ como canicas verdes” (XX); “calles inciertas/ bajan­
do com o ríos”, “y verjas como gritos” (XXI).
La comparación se realiza, en ocasiones, no con el habitual “com o” sino
con otros términos equivalentes: “semejante al desconsuelo de un bosque de
soles” (XIV), donde el témino imaginario lleva a su vez un adyacente que es
también imaginativo.
Abundan en esta poesía las metáforas atributivas, con variedad de for­
mas: “Los senderos del día son calles rotas,/ amarillos y lentos/ y tortuosos
como los sueños sin salida” (VI), que presenta un verdadero conglomerado
metafórico, desde la metáfora pura del principio “los senderos del día”, la m e­
táfora atributiva “son calles rotas”, seguida de adjetivos dedicados al sujeto
por su concordancia que permite desplazarlos de su posición habitual cerca
del núcleo, y completados por una comparación explícita que intensifica la
ambigüedad connotativa que puede ir referida al núcleo o a los términos ad­
yacentes.
Se mezclan de nuevo comparación y atribución: “Era la noche com o un
cerco de ruidos,/ una cárcel de oscuridad y música” (IX), a la vez que el sin­
tagma atributo es doble, aunque diverso y produce un efecto acumulativo y de
intensificación significativa.
LECTURA DE “NO SOMOS ÁNGELES”, DE ROSARIO NEIRA PIÑEIRO
125
En el poema X volvemos a encontrar una atribución metafórica que se
prolonga con elementos yuxtapuestos metafóricos también que proponen un
concepto complejo e imaginativo referido a la noche de la que destacan aspec­
tos relacionados con su percepción, con el silencio y con el transcurso del
tiempo: “La noche es una flor que se interroga,/ silencio en caracol,/ bajando
los peldaños de las horas”. Es un tema reiterado y observado desde distintos
puntos de vista por la autora que ya antes la presenta en tres facetas diferentes:
“y la primera noche/ lame las plantas grises de la ciudad herida”, donde “pri­
mera” se refiere no a una serie sino al momento en que se presentan los pri­
meros atisbos de la noche, alude poco despues a su progresión: “Mientras cre­
cen los cielos”, y culmina con la intensidad nocturna sugerida por “La noche se
ha puesto de luto”(VII). Progresión del tiempo a base de imágenes intensificadoras poco habituales y se prolongan con rasgos que podríamos llamar perifé­
ricos con valor descriptivo que enriquecen las connotaciones sobre la noche.
En otras el término imaginario de la atribución está constituido por dos
elementos en oposición adversativa: “y no es latido sino batir de alas” (XIV).
Hay metáforas aposicionales: “al fin está el olor,/ fantasma sensitivo/ que
queda entre los dedos” (X); “o devorando acaso odios, zarzas, cristales” (XV).
Son frecuentes las metáforas en que se anticipa el término imaginario al
término real con el que se relaciona, aunque aquel venga a sustituir a otro ele­
mento no presente. La metáfora cobra sentido por el término adyacente en re­
lación al imaginario: “la perfección de un cuerpo/ donde la encrucijada de las
sangres/ armónicamente se desliza”, “en el tronco de las nubes” (I), “de los
cielos de arena” (III); la realidad se presenta anticipadamente modificada, re­
lacionando conceptos pertenecientes a estratos sigificativos diferentes: “desde
el oscuro vientre de las nubes” (VIII); “la nueva piel, tibia,/ de las aceras”
(XVI), y más abajo se muestran dos formas distintas de este tipo de metáfo­
ras: “alia con los humos revestidos de pétalos,/ con los troncos/ de cemento
dulce”, en la primera parte el término real “humos” lleva un término imagina­
rio construido com o adyacente “revestidos de pétalos”, en la segunda estruc­
tura, creo que el término imaginario “troncos” va seguido de un término adya­
cente constituido por el término real “cemento” seguido a su vez de un adjeti­
vo metafórico y sinestésico “dulce”, entramado que nos proyecta a un mundo
imaginativo, que si bien parte del real, parece entrelazar, como en los sueños,
los elementos más dispares.
Las metáforas pueden ser verbales, es decir, referirse a acciones que no
pueden ser realizadas por los sujetos a que se atribuyen: “alia donde el viento
reía” (VIII); “La noche pasaba rodando por las calles” (IX); “ni arena son­
riente/ con que peinar unas mejillas/ o unas manos” (XIII), donde el entrama­
do metafórico se sucede uno tras otro engarzado en construcciones sintácticas
habituales. Pero, aún pudiendo realizar las acciones el sujeto, no pueden reía-
126
JOVITA BOBES NAVES
cionarse con el objeto: “voy a tender a secar el corazón./ Voy a dejar el cora­
zón al frío,/ colgado de una pequeña cuerda pálida”(XII). Otros ejemplos del
primer tipo, muy frecuentes, son los que presentan elementos de la naturaleza
realizando acciones que no les corresponden: “donde la luz florece” (XVIII);
en alguno de los poemas se acumulan especialmente: “A la hora en que la mar
se rompe”, “A la hora en que se escucha/ rezar a las espigas”, “A la hora en
que cruje el olor a lavanda/ y las zarzas arañan el silencio”, “sobre las calles
que recuerdan o sueñan” (XIX), acumulación de sensaciones auditivas origi­
nales de una naturaleza observada como algo que se repite y que habla al po­
eta y ya captada en otras ocasiones, de ahí la reiteración anafórica de las di­
versas clausulas “A la hora en que...”
La metáfora puede combinarse con algunos de los esquemas propuestos,
pero a la vez con otras figuras poéticas que ofrecen intuiciones originales de
las cosas, como en la expresión en que el término imaginario de una metáfora
en construcción adyacente se relaciona metonímicamente con el término real:
“mañana de alas blancas” (XV), o perífrasis metafóricas: “que no recuerdan
ya que tienen alas” (VII) para referirse, según creo, a las palomas dormidas
en la noche. A lgo semejante vemos en: “Me he levantado,/ todavía con el do­
loroso rescoldo/ de los sueños,/ como pequeña tierra rota” (XV), donde el úl­
timo verso se refiere al ser humano bajo la apariencia de una imagen compa­
rativa que es perífrasis del ser.
La metáfora se hace pura cuando el término real desaparece y el lector ha
de dar contenido semántico, siempre sugerido por el poema, a una expresión
sustitutiva de otra, por lo que la ambigüedad poética es más marcada. Son m e­
nos frecuentes en estos poemas que las variedades vistas hasta ahora, sin em ­
bargo, hay algunas: “pero tiene chispas de verbena en los ojos/ y sabe tocar el
piano/ con dedos de azabache” (VII) se refiere a distintos elementos de la no­
che, resaltados también en otro poema: “con sus ojos de gemas rotas,/ de azú­
car, de alcohol y de agua negra” (VIII). La metáfora cobra sentido en una enu­
meración de elementos diversos: “o devorando acaso odios, zarzas, cristales”
(XV), donde los dos últimos elementos materiales debemos interpretarlos en
la misma línea del sentimiento inicial, pues, indudablemente, la referencia re­
al no tendría aquí sentido, si no es considerando sus efectos sensibles. En el
mismo poema aparecen figuras que tienen algo de visionarias: “de nuestra pe­
queña concha de caracol/ donde vivíamos enterrados”, y poco más abajo:
“Redonda luz,/ mañana que nos abres los ojos”,(XV), pues tras ellas está no
sólo un elemento real referido a la mañana sino una visión especial, un mun­
do imaginativo que partiendo de una realidad se hace ficcional. Lo mismo en­
contramos en otras expresiones matizadas por el sentimiento aunque se refie­
ran a cosas materiales: “como fluye la ronca sangre de la ciudad” (VII); “y
los antiguos rincones de sombra/ que alimentan el llanto” (XXIII); “el suave
LECTURA DE “NO SOMOS ÁNGELES”, DE ROSARIO NEIRA PIÑEIRO
127
frío de los antiguos/ cascarones de hierro” (XVI), referido, supongo, a los co­
ches abandonados; y se hace transcendente en “cuando la brevísima luz sobre
nuestros ojos ya no brille” (XXIV) que cierra magníficamente la com posición
con una perífrasis metafórica referida a la muerte.
En ocasiones las metáforas son tan abundantes en un poema que podría­
mos hablar de alegoría: “La noche es una flor que se interroga,/ silencio en ca­
racol,/ bajando los peldaños de las horas”, para continuar más adelante la ale­
goría basada en la metáfora atributiva inicial: “Arrancar uno a uno/ los pétalos
y el tallo;/ luego las hojas,/ con sus nervios de seda dibujada;/ la raíz diminu­
ta,/ incluso el corazón pequeño y amarillo/ donde se insertan las últimas pala­
bras./Al fin está el olor, fantasma sensitivo/ que queda entre los dedos, última
luz, de pie en la noche sola,/ con la clarividencia/ de lo que queda al fin, des­
pués de todo” (X). Se van enumerando uno tras otro los elementos correspon­
dientes al objeto, la flor, término imaginario y que se corresponden a elem en­
tos diversos del término real, la noche, aunque sean dos dimensiones difíciles
de relacionar, la noche y la flor.
Las sinestesias facilitan al poeta la posibilidad de mostrar intuiciones
sensitivas que se combinan con las metáforas o con otras figuras que afectan,
sobre todo, a la semántica del poema y que proporcionan al lector connotacio­
nes interpretativas de gran sensibilidad. En esta obra son frecuentes pero se­
ñalaremos sólo algunas: “la sonriente claridad de la música” (I); “ni arena
sonriente” (III); “del bosque dulce” (XI). A veces las sinestesias se encubren
bajo la forma de acciones verbales y no sólo entre sustantivos y adjetivos co­
mo es más frecuente: “donde pasas las horas y los días/ devorando palabras/
masticando/ pedacitos de gozo o nube tibia” (XIV); “Amable mañana,/ son­
riente, nueva, casi transparente/ mañana de alas blancas” (XV), si los anterio­
res ejemplos son sinestesias puntuales referidas a la relación de dos conceptos
captados por distintos sentidos, en el último se multiplican las sensaciones
captadas y referidas al mismo objeto, combinándose además, las percepciones
sensoriales y las espirituales y humanas. Colorea a la mañana: “en la mañana
azul/ nevada com o seda”, o cambia su color: “En la mañana blanca” (XVI);
atribuye características humanas a las cosas: “mira con risa vegetal el ancho
espacio”; o les proporciona sentimientos: “-de rencorosa lluvia y ojos pálidos” (XVII); “El mar se ha roto/ como un lamento azul/ de ángel o de niño”; con
ello consigue descripciones impresionistas combinando perífrasis, compara­
ciones, sinestesias y enumeraciones breves: “donde la luz florece/ bajo forma
de pájaro./ Palomas com o nieve/ lamen dulces el aire./ Altas plumas de brisa,/
picos suaves,/espumas blancas,/ alas,/olas latiendo,/ viento” (XVIII); en el po­
ema XX: “la redondez perfecta del otoño”, aporta un concepto atribuido al
otoño que se reitera bajo forma gramatical diferente con diversos elementos
de la naturaleza: “Oh tierra, nubes, mares/ redondamente dulces”(XXI).
128
JOVITA BOB ES NAVES
La poetisa mantiene al principio y al final de su obra la misma intuición
calificativa al destacar cualidades proporcionadas por dos adjetivos atribuidas
sorprendentemente al color de los cielos en su último poema y a la vida en la
primera composición: “-vida pequeña y frágil como junco que se quiebra” (I),
y añadiéndoles un rasgo ponderativo : “Qué pequeño y qué frágil es el color
de los cielos” (XXIV).
En el último poema proporciona una serie de relaciones sinestésicas que
nos llevan a meditar en las cosas enunciadas y a fijarnos en las relaciones es­
tablecidas que van seguidas de unas relaciones normales, en las que los recur­
sos poéticos son otros, de tipo recurrente, entre los que de vez en cuando se
intercalan relaciones semánticas inesperadas: “brevísimo resplandor que unas
manos abarcan”, para terminar con una perífrasis metafórica sorprendente y
en consonancia con el tema del poema, la fugacidad del vivir, la brevedad del
tiempo y de las cosas que se ven afectadas a lo largo de la com posición por los
términos “brevedad” y “apenas tiempo” que introducen las expresiones o las
acciones y que comunican al conjunto el mismo efecto, para terminar con
“cuando la brevísima luz sobre nuestros ojos ya no brille”, brevedad del vivir
representado en la luz, que ya hemos visto antes en otros poemas. Su carencia
significa la muerte.
Las metáforas de No somos ángeles son, pues, variadas, desde los símiles
más sencillos a las metáforas verbales o adjetivas, metáforas atributivas, aposicionales, de términos adyacentes, metáforas puras, o unidas a las sinestesias
de resonancias simbolistas, con efectos sémicos sorprendentes y exigen una
interpretación poética intuitiva más que lógica, porque metáforas y sineste­
sias, e incluso otros recursos poéticos como pueden ser los fónicos, suspenden
las normas habituales de relación de las palabras y de su significado y produ­
cen anomalías semánticas plenas de connotaciones poéticas.
CONCLUSIÓN
La lista de los procedimientos destacados en esta obra podría ser intermi­
nable en cuanto a ejemplos y variaciones, pero los aspectos tratados, aunque
en forma somera, permiten hacer una lectura particular de la que destacamos
la voz juvenil y novedosa de una poética, a la vez original y continuadora de
nuestra mejor tradición literaria. Su gramática poética descubre una poesía es­
pontánea, pero elaborada intelectualmente, con temas de ahora y de siempre,
con un uso sorprendente del lenguaje que destaca por la variedad, brillantez y
originalidad de la adjetivación, de las metáforas, de las sinestesias o de la acu­
mulación eficaz de estructuras léxicas, sintácticas y fónicas recurrentes, opor­
tunas para manifestar con gran variedad de formas la visión original y subjeti­
va de una realidad observada com o la de su entorno material y humano.
LECTURA DE “NO SOMOS ÁNGELES”, DE ROSARIO NEIRA PIÑEIRO
129
Realidad exterior que sirve de fondo o es causa de una reflexión poética ínti­
ma y sensible.
El uso especial de los recursos lingüísticos o poéticos que hemos desta­
cado los convierte en verdaderos signos líricos, y ponen de manifiesto la re­
sistencia de la lengua, gastada en sus palabras y en sus estructuras y de las que
la poetisa parte, alaborándolas intensamente para darnos una visión particular
del mundo, única y subjetiva, la suya.
Su voz destaca la superficie de las cosas en cuanto al entorno espacial
preferentemente urbano, aunque con nostalgia de paisajes campestres o mari­
nos, donde la naturaleza es observada en su esplendor o en su deterioro, y p ro ­
fundiza al meditar sobre el ser humano, su condición, la fugacidad del vivir y
la brevedad del tiempo vital. Para ello toma las palabras, y, se rebela al sentir­
las gastadas, y las coloca con originalidad.
La misma poetisa destaca en una cita de la solapa de su libro que ia obra
“es una m ezcla de intimidad y realismo”, y comenta: “Me interesa el mundo
interior, el de los sentimientos, al mismo tiempo que me atrae el mundo exte­
rior, el que incluye las relaciones con el mundo que nos rodea. Por eso escri­
bo indistintamente de incomunicación y palabras, de belleza y sufrimientos”.
BIBLIOGRAFÍA
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A l a r c o s , E ., 1 9 6 6 ,
A lv a r,
UNA APROXIMACIÓN A LA ARQUITECTURA
PENITENCIARIA DECIMONÓNICA:
LA CÁRCEL DE PARTIDO DE GIJÓN
NATALIA TIELVE GARCÍA
La recientemente desaparecida Cárcel de Partido y Depósito Municipal
de la villa de Gijón popularmente conocida con el nombre de Cárcel del Coto,
se debe a las trazas del arquitecto municipal D. Miguel García de la Cruz. El
proyecto es presentado y aceptado por el Ayuntamiento gijonés en el mes de
julio del año 1905, tras una larga y polémica historia de peticiones de refor­
ma del sistema carcelario de la villa y de proyectos rechazados para el diseño
de la nueva prisión. Las obras daban comienzo en abril de 1906 y la inaugura­
ción del nuevo complejo tenía lugar el 9 de agosto de 1909, aunque la recep­
ción definitiva de la obra no se produciría hasta noviembre de 1911.
La prisión del Coto se configuraba, en primer término, com o una cárcel
de partido1, esto es, un centro de reclusión de carácter preventivo en el que el
preso es retenido antes de la celebración del juicio correspondiente. En segun­
do lugar, funcionaba com o depósito municipal, es decir, com o una prisión pa­
ra individuos condenados a faltas gubernativas.
1. ANTECEDENTES
Las iniciativas encaminadas a la construcción de una nueva cárcel de par­
tido arrancan de los años centrales del siglo XIX, en vista de la deplorable si­
tuación en la que se encontraba la existente. Ésta se hallaba localizada en el
barrio de Cimadevilla, oficiando como tal la antigua Casa Consistorial -d e he­
cho, la Torre del Reloj era conocida popularmente como Torre de la Cárcel
Vieja- El edificio no reunía las más imprescindibles condiciones de seguridad
y salubridad y sus dimensiones eran ridiculas para la población penal que aco­
1 A partir de la división provincial implantada por la Regencia Liberal de María Cristina, se producía la
creación de los Partidos Judiciales, como sistema de demarcación territorial de la Península. Uno de es­
tos partidos era el de Gijón, conformado por los Ayuntamientos de Gijón y de Carreño. La cárcel de par­
tido era, por tanto, la prisión del Partido Judicial de Gijón y dependía de manera directa del Ministerio
de la Gobernación, aún cuando fuese financiada por las arcas municipales de Carreño y de Gijón.
132
NATALIA TIELVE GARCÍA
gía, aunque ésta rara vez superaba los treinta o cuarenta individuos.
Calificada com o inmunda mazmorra por sus contemporáneos, en ella los pre­
sos permanecían hacinados de modo caótico e inmoral. Sus destartaladas y
húmedas salas carecían de adecuadas medidas de iluminación y de ventila­
ción; se encontraban plagadas de miasmas y repletas de inmundicias. Eran de­
pendencias antihigiénicas que atentaban no sólo contra la salud del propio
preso, sino también contra el conjunto de la población gijonesa.
Por añadidura, no existían una sistema que permitiera clasificar y sepa­
rar a los reclusos entre sí. La prisión carecía de habitaciones separadas para
los delincuentes de mayor índice de criminalidad, presos comunes y deteni­
dos en depósito municipal por faltas gubernativas. Tampoco estaban aislados
los presos jóvenes de los adultos, con los peligros que ello conllevaba para la
corrupción de los menores. Incluso la separación por sexos eran tan frágil que
la promiscuidad estaba a la orden del día.
Pero no debemos pensar bajo ningún concepto que esta fuese una situa­
ción exclusiva de la cárcel de Gijón. Por el contrario, las malas condiciones
de vida eran compartidas en mayor o menor grado por la totalidad de los es­
tablecimientos carcelarios españoles de la época. La mayor parte de las ciuda­
des contaban con este mismo tipo de prisión municipal, en donde se utilizaba
un sistema análogo de cuadras o dormitorios colectivos. Por lo general, no
existían camas y éstas eran sustituidas por simples petates, habitualmente su­
cios y llenos de parásitos, que de día se colgaban de palos fijos en la pared pa­
ra despejar el suelo. La vida de los presos transcurría la práctica totalidad de
la jornada en el patio, elemento indispensable en estas pequeñas prisiones, en
el cual solía existir una fuente donde los presos bebían y lavaban sus ropas2.
Es comprensible que ante este penoso estado el conjunto de la sociedad
fuese paulatinamente tomando conciencia de reformar el régimen penitencia­
rio. Se abogaba por un nuevo modelo de prisión que favoreciese la reinser­
ción del preso en la sociedad; se consideraba que sólo era cuestión de modifi­
car el ambiente. Las nuevas cárceles, ventiladas, higiénicas, correctamente
iluminadas, con amplios patios y adecuadas medidas para el aislamiento de
2
A pesar de esta inmunda situación de las prisiones decimonónicas, se habían conseguido notables avan­
ces con respecto a los siglos precedentes. Frente a la concepción propia del Antiguo Régimen del delin­
cuente como pecador, que debía purgar su culpa con un sufrimiento corporal o con la muerte, a partir de
la Ilustración se introducen las nuevas ideas de beneficencia, filantropía e higiene públicas. Los reclusos
comienzan a ser tratados con mayor humanidad, aún cuando hubieran cometido el más horrible de los
crímenes. Surge un nuevo concepto de la justicia, en virtud del cual el delincuente debe ser desposeído
del derecho a la libertad hasta que haya cumplido su culpa. Sólo el arrepentimiento y la enmienda pue­
den redimirle. La reeducación y el trabajo asiduos pueden transformar y regenerar a un malhechor, con­
virtiéndole en una persona decente capaz de reintegrarse a la sociedad. La introducción del tiempo como
forma de castigo y de corrección del hombre era la gran conquista que se había alcanzado. La cárcel, en
este sentido, más que un lugar de suplicio habría de ser un correccional y un reformatorio.
UNA APROXIMACIÓN A LA ARQUITECTURA PENITENCIARIA DECIMONÓNICA
133
los presos, harían posible el retorno a la sociedad de honrados ciudadanos. El
nuevo sistema proponía la aplicación del régimen de celdas individuales o,
cuando menos, de pequeños grupos de reclusos, debidamente clasificados se­
gún el grado de gravedad de su delito, sexo y edad. La instrucción de los re­
clusos dentro de la propia cárcel, mediante la construcción de talleres, era un
eficaz instrumento para conseguir estos objetivos. En este sentido, el modelo
de prisión propuesto por el inglés Jeremías Bentham3 se tomaría como el sis­
tema más adecuado para aplicar a los nuevos sistemas carcelarios. Se trataba
del modelo del panóptico, un tipo arquitectónico susceptible de ser aplicado a
todo tipo de edificios de carácter colectivo - prisiones, hospitales, manicomios
y demás establecimientos análogos-. Proponía un sistema científico de casti­
go, de control visual y moral del recluso, un auténtico laboratorio del com ­
portamiento humano. Bentham quería demostrar de este modo que al hombre
no se le dominaba por la fuerza bruta y la esclavitud, sino más bien a través de
la persuasión y de la influencia del ambiente y disposición espacial de su en­
torno4.
2. LAS DIVERSAS SOLUCIONES PARA LA NUEVA PRISIÓN
GIJONESA
Desde que en los años centrales del siglo XIX se promueven las primeras
iniciativas encaminadas a la reforma del sistema penitenciario de la villa, se
sucederán una serie de propuestas para el diseño de la futura prisión, a la par
que se barajan hasta quince posibles emplazamientos para la misma5. En este
3
El filántropo y jurista inglés Jeremías Bentham, con su libro Panoticon or the Inspection Hause, editado
en 1789, contribuyó de manera decisiva a transformar el modelo de prisión en todo el mundo. Proponía
un modelo de edificación celular y con planta centralizada. En su punto central se elevaba una torre de vi­
gilancia desde la cual un único guardián podía ver y controlar a todos los prisioneros en sus celdas. Se
preveía la existencia de una serie de dispositivos tubulares que permitirían al guardián oír a los presos y
amonestarles. Era una especie de ojo omnipresente que gravitaba en todo momento y sin descanso sobre
el penado. En el panóptico se tenían en cuenta las más avanzadas medidas de higiene, iluminación y ven­
tilación. Desde el punto de vista arquitectónico, se planteaba como un edificio moderno en el más estric­
to sentido de la palabra, tanto por su estructura, como por sus diseño y materiales -hierro, cristal y pie­
dra, materiales incombustibles-. Es un esquema arquitectónico funcional e utilitario, muy cercano en sus
planteamientos a modelos utópicos decimonónicos en la línea del Falansterio de Fourier.
4 Este modelo del panóptico fue pronto conocido en España, gracias sobre todo a la difusión que ejerció
el abogado Jacobo Villanova en la década de 1830. Sin embargo, habría que esperar hasta la
Restauración, tras la caída de la Primera República, para que se levantasen cárceles de importancia en
numerosas provincias españolas. En ellas se tomaría como modelo de edificio el que ofrecía la Cárcel
Modelo de Madrid -edificada en 1877- y que seguía en sus planteamientos el esquema del panóptico
con algunas reformas. Este edificio sería tomado como ejemplo en el resto de las prisiones españolas le­
vantadas con posterioridad, incluida nuestra cárcel de partido.
5 Las propuestas engloban hasta catorce posibles emplazamientos ubicados en diversas zonas de la localidad,
en su mayor parte periféricas, tales como terrenos situados en la parroquia de Ceares (1895), en las inme­
diaciones de la Carretera de Oviedo (1895), en el barrio del Natahoyo (1895), en Santa Eulalia (1896), etc.
134
NATALIA TIELVE GARCIA
sentido, de acuerdo con las preocupaciones higienistas que triunfaban en estas
fechas y en atención a criterios de índole económica, el Ayuntamiento acuer­
da finalmente -e n 1898- adquirir unos terrenos en el Coto de San Nicolás,
pertenecientes a la parroquia de Ceares, destinados a la edificación de un con­
junto compuesto por la nueva cárcel, un cuartel y otros servicios6.
2.a. PRIMER PROYECTO: ARQUITECTO LUCAS Ma PALACIOS.
25-111-1879.
El edificio proyectado por Lucas María Palacios7 estaba diseñado para ser
emplazado en un terreno ubicado en el Arenal de San Lorenzo8 y era concebi­
do como un sistema de prisión celular, con arreglo a lo dispuesto en la Real
Orden del 7-VIII-18779. El criterio que predominaba era el de que los internos
debían permanecer separados entre sí, en un aislamiento total. Conviene seña­
lar en este sentido los cuatro esquemas carcelarios que se barajaban en la se­
gunda mitad del siglo XIX, y que son los que siguen:
• Modelo celular absoluto, con permanente reclusión del individuo en su
celda y sin trabajo: Modelo de Pittsburg.
• M odelo celular absoluto, pero con trabajo en la celda: M odelo de
Pensilvania o Filadelfia.
6
7
8
9
Estos terrenos fueron adquiridos a herederos de Victor Morán y constituían una manzana de 38 días de
bueyes. Se localizaban en el Coto de San Nicolás, uno de los sectores que fueron incorporados al núcleo
urbano por medio del mecanismo de las “parcelaciones particulares” entre 1880 y 1910. La Junta de
Cárceles tuvo en cuenta para su adquisición la situación elevada de estos terrenos como garantía de sus
óptimas condiciones higiénicas; la pendiente que se establecía entre los mismos y la zona llana de la po­
blación, hacía que los desagües se efectuasen de manera idónea y sus sistemas de ventilación e insola­
ción fuesen también muy adecuados.
Lucas María de Palacios es un arquitecto nacido en Gijón a mediados del s. XIX. Su principal trabajo
fue el diseño de los planos de las Casas Consistoriales de Gijón y de Infiesto, ambas eregidas bajo su di­
rección. Es también el autor del proyecto de la iglesia de estilo neobizantino de Colunga, comenzada en
1881 y de una Memoria de Restauración para la Colegiata de Covadonga.
El solar estaba emplazado entre la calle Ezcurdia, el Campo de las Monjas y la calle de San Agustín.
Sus dimensiones eran menores que las que poseía el emplazamiento finalmente escogido y no reunía
tan óptimas condiciones de salubridad como aquel.
En 1869 se había redactado una ley de reforma penal que contenía algunas de las bases sobre las que de­
bía fundarse un nuevo sistema penitenciario. En esta ley se ordenaba que las cárceles de partido espa­
ñolas fuesen transformadas en el plazo de tres años ; sin embargo, la norma no fue cumplida en ningu­
no de sus preceptos y las prisiones continuaban idéntico estado durante la década de 1870 e incluso en
la de 1880 en buena parte de España. La desatención a esta ley respondía sobre todo al grave estado de
penuria en que se encontraban el Tesoro Público y los Municipios. El 8-VII-1876 se formula una nueva
ley en virtud de la cual se construye la Cárcel Modelo de Madrid. En atención a ella, el Ministerio de la
Gobernación dictamina que las cárceles de partido deben ser convertidas en celulares, aplicando el cri­
terio de aislamiento absoluto del reo. El R.D. del 4-X-1877 reafirmaba esta tendencia y prescribía las
condiciones que debían ser cumplidas en los futuros diseños carcelarios - número, dimensiones y es­
tructura de las celdas, planeamiento de las áreas de servicio y de administración de la prisión, diseño de
la enfermería y anexos, normas de régimen interno, etc. -.
UNA APROXIMACIÓN A LA ARQUITECTURA PENITENCIARIA DECIMONÓNICA
135
• Modelo de aislamiento absoluto en la celda durante la noche y comuni­
cación durante el día en los talleres, donde los reclusos trabajan:
Modelo de Auburn.
• Modelo irlandés: esquema donde el preso comienza cumpliendo su con­
dena por el sistema celular absoluto; luego la continúa por el mixto de
trabajo colectivo durante el día y aislamiento nocturno ; y finaliza en
una colonia penitenciaria.
Este sistema celular absoluto que ponderaba el proyecto de Palacios re­
sultaba enormemente polémico. Sus defensores argumentaban que el aisla­
miento de los reclusos favorecía la moralidad de las prisiones, evitaba la pro­
miscuidad y el hacinamiento de las viejas cárceles. Sus beneficios se mostra­
ban sobre todo en lo que respecta al estado del preso preventivo, esto es, aquel
que está pendiente de juicio y del que se desconoce su culpabilidad o inocen­
cia -la lentitud de la justicia española provocaba que los juicios tardaran en
producirse entre nueve y dieciocho meses, tiempo en el cual el preso preven­
tivo debía convivir con el resto de los reclusos, favoreciendo su posible co­
rrupción-. Aunque los detractores del sistema estaban de acuerdo con un cier­
to grado de aislamiento de los internos, cara a favorecer las medidas de con­
trol y de seguridad, se mostraban en todo punto reacios a la incomunicación
absoluta de los reclusos, argumentando los graves e irreparables daños psico­
lógicos que la soledad acarrearía al individuo.
El primer diseño para la cárcel de Gijón nos presenta un edificio de plan­
ta rectangular, dispuesto a dos alturas, que constituye la prisión propiamente
dicha, a la que se suma un pabellón de menor tamaño, por el que se accede al
complejo, destinado a los servicios de Administración -Portería, oficina del
Alcaide, Cuerpo de Guardia, Sala de Filiación de presos, e tc .- Un paseo de
ronda circumbala el conjunto y cierra el complejo un muro de ronda en cu­
yos cuatro ángulos se elevan torreones de vigilancia. El complejo habría de
ocupar una superficie de 3.996 metros cuadrados, con patios y ronda, además
de los 347 metros cuadrados que abarcaba el edificio de acceso.
Este proyecto carcelario se inspira en el sistem a del panóptico de
Bentham, de manera que sus distintas partes se estructuran en tom o a un
cuerpo central en el que se emplaza el centro de vigilancia. En este punto apa­
rece también instalado el altar para celebrar la misa, y desde él parten las alas
para presos y los cuartos de vigilantes. A ambos lados del vestíbulo que da ac­
ceso al edificio se sitúan una serie de dependencias que, com o veremos, se
mantendrán en los proyectos posteriores. Se trata de los locutorios, las salas
de consulta de abogados y jueces, los tribunales, etc. Son, junto con el edificio
de Administración, los espacios de carácter público de la prisión, relacionados
con el exterior. A partir de ellos, el grado de privacidad aumenta desde el mo-
136
NATALIA TIELVE GARCÍA
mentó en que atravesamos los dos rastrillos y penetramos en la cárcel propia­
mente dicha. En este piso bajo se disponen buena parte de las celdas, junto a
las cocinas, baños, almacenes, la enfermería y el depósito de cadáveres.
Además, en el cuerpo del fondo, se distribuyen los patios celulares para el pa­
seo controlado de los presos. La planta principal, por su parte, acogía las cel­
das para mujeres -q u e contaban con su propia enfermería- además de las ha­
bitaciones para presos distinguidos, el Salón de Actos, el archivo de la cárcel
y la sacristía.
Las causas que motivaron el rechazo por parte del Ayuntamiento de
este diseño fueron varias. En primer lugar, estaban las derivadas de su ina­
decuado emplazamiento - e l Arenal de San Lorenzo no reunía óptimas con ­
diciones de seguridad y salubridad-. A ello se añade la preferencia por un
sistem a de prisión mixto, contrario al aislamiento absoluto del preso que
proponía Palacios, y que estaba más acorde con las preocupaciones huma­
nitarias que manifestaban inspirar a los miembros de la corporación mu­
nicipal.
2.b. SEGUNDO PROYECTO: ARQUITECTO MARIANO MEDARDE.
9-XII-1898.
Este segundo proyecto para la moderna prisión vuelve curiosamente a
optar por el sistema celular puro -co n aislamiento total y sin trabajo del re­
clu so-. A diferencia del anterior, está ya concebido para su emplazamiento en
los terrenos recién adquiridos por el Ayuntamiento en el Coto de San Nicolás.
Mariano Medarde10 propone un edificio de mayores dimensiones que el pre­
cedente. Se trata de un complejo de planta rectangular y que se desarrolla en
tres alturas. Su extensión es de 4.523 metros cuadrados, de los cuales 512 m e­
tros cuadrados corresponden a la Casa de Administración. Se ingresa al edifi­
cio por medio de una sola puerta situada en este último pabellón, en cuya
planta baja se sitúan dependencias como el Cuerpo de Guardia, la Portería, la
Oficina del Alcaide y salas para espera y filiación de presos. En la planta
principal del cuerpo de Administración se recogen los dormitorios para el
Alcaide y los vigilantes.
En la planta baja del edificio de la prisión propiamente dicha se sitúa, en
primer término, el vestíbulo, a cuyos lados se distribuyen los locutorios y las
salas de consulta y declaraciones. Flanqueando el paso entre rastrillos que da
acceso a la cárcel, aparecen departamentos destinados para cocinas, almace­
nes de víveres, lavaderos y otros servicios. A continuación, la zona central del
10 M. Medarde, arquitecto municipal de Gijón entre 1891 y 1899, es autor de diversas obras en el concejo,
destacando los proyectos para el Mercado de San Lorenzo y el Mercado del Sur.
UNA APROXIMACIÓN A LA ARQUITECTURA PENITENCIARIA DECIMONÓNICA
137
complejo aparece presidida por el centro de vigilancia, con el altar incluido en
su interior. A partir de esta zona se distribuyen las celdas destinadas a hom­
bres, a la izquierda, y a mujeres, a la derecha. Los patios, al fondo, presenta­
ban una análoga distribución por sexos. Las habitaciones carecían de ventanas
y su iluminación y ventilación se efectuaban a través de un cuerpo de vanos
abierto en la parte superior de la galería que separaba las hileras de celdas. En
la planta principal del edificio se situaba otro grupo de celdas destinadas
arrestados, presos distinguidos, presos políticos y menores de edad. Por últi­
mo, en la segunda planta se distribuían otras serie de celdas para hombres y
mujeres convenientemente separadas por secciones.
El proyecto de Medarde contó en principio con el apoyo del pleno muni­
cipal y dieron com ienzo a las obras, actuando com o contratista Calixto
Alvargonzález". Razones de índole económica impidieron la continuación de
las obras, a lo que vendría a añadirse un cambio de criterios entre los miem­
bros de la Corporación Municipal, a propuesta de la com isión de cárceles.
Estos juzgaban que el modelo de prisión de Medarde no llenaba las necesida­
des del servicio que la prisión debía prestar, al tiempo que no se ajustaba a las
disposiciones legales vigentes - e l Real Decreto de 1889 entendía que no po­
día prevalecer el sistema celular puro debido a su carácter irracional y poco
hum anitario-. Por estas razones se acuerda encargar un nuevo proyecto al ar­
quitecto municipal Luis Bellido, acorde con el sistema penitenciario de carác­
ter mixto.
2.c. TERCER PROYECTO: ARQUITECTO LUIS BELLIDO. 30-IX-1903.
El diseño que L. B ellido12 plantea ante la Junta de Cárceles daba pie a la
construcción de un ambicioso complejo arquitectónico con una capacidad pe­
nal de 421 reclusos, desarrollado en tres cuerpos de altura. Se trataba de un
edificio de planta rectangular rodeado por un paseo y por un muro de ronda,
com o venía siendo habitual en proyectos precedentes, y con análoga disposi­
11 El 15-IX-1900 el Ayuntamiento había adjudicado las obras al constructor Calixto Alvargonzález, con un
presupuesto de 368.449 pts. En septiembre de 1902 se le concede la rescisión del contrato, dado que las
obras implicaban un coste superior al inicialmente previsto. En este momento tan sólo se había iniciado
el movimiento de tierras previo a la construcción.
12 Luis Bellido González (1869-1955), diplomado por la Escuela de Arquitectura de Madrid en 1894, de­
sarrollará su carrera profesional en dos etapas bien diferenciadas: la madrileña y la asturiana. Arquitecto
municipal de Gijón hasta 1908, desarrolló una intensa actividad constructiva en Asturias, concerniente
al campo de la arquitectura residencial, civil y religiosa -templo de San Lorenzo en Gijón, iglesia de
San Juan el Real en Oviedo, el edificio del Crédito Industrial Gijonés, etc-. En todos estos diseños se
manifiesta su papel fundamental como puente de enlace generacional entre el Eclecticismo y el
Modernismo. Sus construcciones evidencian su carácter cosmopolita y cultivado, siempre en contacto
con las corrientes arquitectónicas europeas contemporáneas. Por ello se reveló como uno de los princi­
pales introductores de las corrientes internacionales del Modernismo en nuestra región.
138
NATALIA TIELVE GARCÍA
ción a la entrada de un Pabellón de Administración que albergaba los servicio
que relacionan a la prisión con el exterior.
Lo novedoso del planteamiento radica en la concepción del edificio de la
cárcel en sentido estricto. Este adquiere la forma de una estrella de seis radios,
que convergen en un cuerpo central donde radica el centro general de vigilan­
cia. En la planta baja, el primero de estos radios daba cabida al pabellón de
entrada -q u e incluía vestíbulo, locutorios, salas de consulta, rastrillos, e tc .- y
los otros cinco se destinaban al emplazamiento de talleres, distribuidos con
arreglo a cinco categorías distintas de presos: mujeres, menores de edad, sen­
tenciados a arresto menor, sentenciados a arresto mayor y presos preventivos.
La sección femenina se encontraba particularmente aislada del resto, con el
fin de acentuar la incomunicación de este grupo, evitando todo riesgo de pro­
miscuidad y comportamiento inmoral.
La planta principal del edificio acogía las celdas para los prisioneros,
que repetían la misma distribución por secciones que se observaba en el pi­
so bajo. A estas dependencias se añadía un salón de actos y una escuela pa­
ra la instrucción de los menores. El tercer piso contenía un grupo de celdas
para presos distinguidos y de p a g o , habitáculos mucho más espaciosos y
mejor acondicionados que los que recogían al resto de los prisioneros. En
toda la zona central del edificio, a la altura de la planta principal y del últi­
mo piso, se situaba una tribuna celular, desde la cual los reclusos asistían a
la misa que se celebraba en el altar dispuesto en el centro de vigilancia. La
distribución de la tribuna se ajustaba a la misma voluntad de aislamiento en­
tre los distintos grupos de presos que se manifestaba en el ámbito de los ta­
lleres y de las celdas; en este caso un sistema de rejas de celosía facilitaba la
incomunicación.
La filosofía que inspiraba el modelo de Bellido era mucho más avanzada
que la que veíamos en sus predecesores. Abogaba por un régimen penitencia­
rio no ya celular puro, sino de carácter mixto, con arreglo al cual se hacía tra­
bajar a los presos y se fomentaba su corrección en común, reservando la celda
tan sólo para el aislamiento nocturno. A todas luces se trataba de un sistema
que atenuaba los rigores del régimen carcelario y que avanzaba hacia una con­
cepción de las prisiones como casas de corrección y de salud del espíritu, por
oposición a la consideración de establecimientos de castigo que hasta enton­
ces habían tenido.
Pese a los beneficios que el modelo de Bellido aportaba, la Junta de
Cárceles decide rechazar el proyecto por razones de índole fundamentalmen­
te económica : se trataba de un complejo arquitectónico demasiado costoso y
excesivamente amplio para los medios y necesidades del Partido de Gijón. De
ahí que se encomiende la redacción de un cuarto proyecto al entonces arqui­
tecto municipal D. Miguel García de la Cruz.
UNA APROXIMACIÓN A LA ARQUITECTURA PENITENCIARIA DECIMONÓNICA
139
2.d. CUARTO PROYECTO: ARQUITECTO MIGUEL GARCÍA DE LA
C R U Z . 9-VII-1904.
Este cuarto proyecto, aunque se mantenía dentro del esquema filosófico
del modelo de Bellido, acorde con un régimen penitenciario de carácter m ix­
to, resultaba más adecuado a los intereses del Ayuntamiento gijonés. García
de la Cruz13 planteaba un edificio mucho menos ambicioso, pensado para una
población penal de 159 reclusos y, por lo tanto, resultaba más viable desde el
punto de vista económ ico. Optaba por un complejo de planta rectangular dis­
tribuido en dos niveles de altura. El acceso al mismo se efectuaba a través del
tradicional sistema de ubicación de un Pabellón de Administración a la en­
trada. El edificio carcelario adoptaba una disposición de panótico, de manera
que, en torno a una rotonda central que acogía el centro de vigilancia y el al­
tar, se disponían cuatro secciones: una destinada a menores, otra a mujeres,
una tercera a varones adultos condenados a penas de arresto mayor, y la últi­
ma para los que cumplían penas de arresto menor. En la planta baja se dispo­
nían una parte de las celdas, junto a los talleres de trabajo, lavaderos, aseos,
patios y una enfermería separada por sexos.
La planta principal, por su parte, presentaba una distribución del resto de
las celdas de acuerdo con otras categorías de presos: prisioneros políticos,
presos distinguidos y de pago. Se incluían en este piso también los locutorios,
los dormitorios para el personal de la cárcel y una escuela. Como en el dise­
ño de Bellido, existía una tribuna celular en la zona central desde la cual los
prisioneros asistían a las ceremonias litúrgicas, convenientemente separados
entre sí. En el proyecto de Bellido, se planteaba la presencia de un refectorio
para las comidas, elemento al que ahora se renuncia por motivos económ icos.
Se consideraba que, dado lo frugal de la comida de los presos, bastaban el ta­
ller o el propio dormitorio como comedores, de manera que las camas pudie­
sen ser recogidas durante el día dejando espacio para aquel objeto.
La Junta de Reforma de la Cárcel de Partido acuerda no aceptar este pro­
yecto de García de la Cruz por razones de naturaleza económ ica -exced e la
asignación presupuestaria de la que disponen los ayuntamientos interesados,
el de Gijón y el de Carreño-. De ahí que encomienden al mismo arquitecto la
realización de un nuevo proyecto más modesto, acorde con una población pe­
13 Miguel García de la Cruz (1874-1935) fue diplomado por la Escuela Superior de Arquitectura de
Barcelona en 1898, y nombrado arquitecto municipal de Gijón en 1904, tras la renuncia de L. Bellido,
cargo en el que permanece hasta 1932. Gran aficionado a las artes plásticas, fue diseñador de muebles,
esculturas, herrajes, panteones, etc. Junto a la cárcel, es también el tracista de otras construcciones ca­
racterísticas del Gijón del 1900: Casa Paquet, el edificio de la Maternidad, “La Iglesiona”, etc. Son di­
seños que tienden a la preponderancia de la línea recta, al cruce de perpendiculares, convirtiéndose en
caja de resonancia del modernismo de la Escuela de Glasgow, cuyos principios García de la Cruz ade­
cúa a las necesidades y exigencias de la burguesía local.
140
NATALIA TIELVE GARCÍA
nal más reducida, en todo momento c o n d i c i o n a d o
diseño que será el definitivo.
p o r l a s e n c ille z y e c o n o m i-
z a c ió n m á x im o s ,
3. PROPUESTA FINAL: ARQUITECTO MIGUEL GARCÍA DE LA CRUZ.
18-V II-1905.
El proyecto que finalmente se llevará a cabo para la construcción de la
nueva prisión estaba pensado para una población penal de cien reclusos.
Obedece al s i s t e m a p e n i t e n c i a r i o m ix t o de celular y talleres comunes que ha­
bía inspirado las dos propuestas precedentes. Su planteamiento atendía a los
principios enunciados por intelectuales progresistas com o Concepción
Arenal, que abogaban por convertir a las prisiones en centros correccionales y
educadores del espíritu, por oposición a la consideración de establecimientos
de carácter represivo que hasta entonces habían mantenido. Esta filosofía se
preocupaba no sólo de evitar toda evasión y de procurar el aislamiento del
criminal, sino también de que fuesen facilitadas las debidas condiciones de
salubridad y un mejoramiento del individuo en el orden moral. En función de
estos criterios, el arquitecto toma como modelo algunas cárceles europeas
-su izas, irlandesas y alemanas fundamentalmente- en donde se abogaba por
un sistema de enseñanza y educación para los presos, impartidos por personal
ajeno a la cárcel. Este modelo tenía por objeto la regeneración y dignificación
de los reclusos e implicaba una evidente atenuación de los rigores del régimen
penitenciario. A través del trabajo en talleres se fomentaba la corrección de
los reos en común, reservándose la celda tan sólo para el aislamiento nocturno
del penado. De ahí que el arquitecto decida acogerse a los modelos penitencia­
rios que habían sido enunciados en la ley del 26-VII-1849, en la Real Orden
del 6-II-1860 y en Real Decreto del 22-IX-1889, puesto que considera que és­
tos obedecen mejor a las modernas tendencias que los posteriormente publica­
dos en el Real Decreto del 4-10-1877, en arreglo al sistema celular puro.
Las obras de construcción del conjunto fueron iniciadas en abril de 1906,
actuando como contratista Manuel Suárez y García y ejerciendo com o arqui­
tecto del contratista D. Manuel del Busto. El 1-V I-1909 se acuerda la recep­
ción provisional de las obras, produciéndose la recepción definitiva en no­
viembre de 1905, una vez realizadas una serie de obras de mejora y acondi­
cionamiento del edificio. La Junta de Inspección, Vigilancia y Administración
de las Obras, creada en virtud del R.D. del 1-II-1904, aún continuó funcio­
nando hasta el 21-V-1915, fecha en que era abonado el total de los costes de
las obras por parte de los Ayuntamientos interesados -G ijón y Carreño- al
contratista.
El edificio de la cárcel ocupa una superficie total de 6.181 metros cuadra­
dos y adopta en su disposición un esquema radial, el que se juzga com o más
UNA APROXIMACIÓN A LA ARQUITECTURA PENITENCIARIA DECIMONÓNICA
141
adecuado para que la vigilancia pueda ejercerse desde un sólo punto. Se sitúa
en el ángulo sudoeste del terreno del que el Ayuntamiento dispone al efecto en
el Coto de San Nicolás. Su distancia con respecto al límite externo de la po­
blación de Gijón era, en el momento de iniciarse las obras, de unos 800 me­
tros. Consta de una planta en forma de cruz de brazos desiguales, de manera
que en el punto de enlace entre los brazos se sitúa el centro general de vigi­
lancia. El conjunto permanece encerrado dentro de un perímetro rectangular,
rodeado por un paseo de ronda, que tiene una longitud de 400 metros, y cer­
cado por un muro de ronda en cuyos cuatro ángulos se elevan torreones de vi­
gilancia.
El complejo se desarrolla verticalmente en dos alturas, planta baja y prin­
cipal. El ingreso al m ism o se efectúa a través de un P a b e l l ó n d e
A d m i n i s t r a c i ó n , en cuya planta baja se localizan, a derecha e izquierda del
vestíbulo, las siguientes dependencias: salas del jefe de guardia y del cuerpo
de guardia, habitación del portero y portería, aseos, despacho del Alcaide,
oficina y salas de filiación, registro y espera de los presos. En la planta princi­
pal se acogen los dormitorios del Alcaide y de los vigilantes.
Atravesando este primer cuerpo, separado del resto del conjunto por el
paseo de ronda, se accede a la p r i s i ó n p r o p i a m e n t e d i c h a . Por lo que respecta
a la p l a n t a b a j a , a ambos lados de la puerta de entrada y el vestíbulo corres­
pondiente, se disponen dos pabellones que engloban los servicios de la cárcel
relacionados con el exterior. Nos referimos a las salas de espera y de registro,
la portería, los locutorios, las salas de declaraciones y consulta de abogados,
salas de careo y de rueda de presos, un amplio salón de escuela y la sala de
juicios. Los l o c u t o r i o s se encuentran distribuidos en celdas para los visitantes,
que se corresponden con otras para los presos, unas y otras convenientemente
separadas por medio de un pasillo de vigilancia. La legislación vigente dicta­
minaba que el pasillo de vigilancia debía de tener una anchura mínima de un
metro, al tiempo que consideraba que las celdas debían constar de rejas lo su­
ficientemente espesas como para impedir que de unas a otras pudieran pasar­
se objetos , sino por mano de los vigilantes. La ley prescribía además que el
número de locutorios debía oscilar entre el 7.5 % y el 10 % de la población
penal de la prisión.
Al fondo del vestíbulo, flanqueando el paso entre rastrillos, se dispone el
departamento destinado a los p r e s o s d e t r á n s i t o de sexo masculino. Mientras,
la sección que recoge a las presas de tránsito se sitúa dentro del ala femenina
de la prisión, con la intención de unir bajo una misma vigilancia a todas las
mujeres y mantenerlas totalmente independientes de la población masculina.
Próximo al departamento de los presos de tránsito se localizan los habitáculos
para d e t e n i d o s -distribuidos en función del sexo y la edad de los m ism os- que
aparecen provistos de sus respectivas tribunas para escuchar misa. Se sitúan
14 2
NATALIA TIELVE GARCÍA
en esta zona también las cocinas, con sus anejos de despensas, almacenes, la­
vaderos, tendederos, así como un cuarto para la desinfección de ropas sucias,
y que constituyen el á r e a d e s e r v i c i o s de la prisión. Se disponían una cocina
económica, junto a leñeros, carboneras, sumideros para las aguas sucias y fre­
gaderos. El almacén de víveres debía de contener los alimentos necesarios,
cuando menos, para la comida de ocho días, y se ponía el máximo cuidado en
sus condiciones de ventilación. En el fondo de este pabellón se ubica un salón
de actos.
La zona central de este primer piso acoge el c e n t r o d e v i g i l a n c i a , junto al
a l t a r para la liturgia -elem ento que se consideraba imprescindible para la re­
generación moral del recluso-. El altar quedaba cerrado o al menos disimula­
do mientras no se celebraban los oficios y, en sus inmediaciones, se disponían
una sacristía, un confesionario y el comulgatorio. A partir del centro de vigi­
lancia se disponen las tres alas fundamentales del edificio: la que acoge a la
s e c c i ó n d e j ó v e n e s , la sección de c o n d e n a d o s a p e n a s d e a r r e s t o m e n o r , y un
tercer núcleo para los c o n d e n a d o s a p e n a s d e a r r e s t o m a y o r . Los pabellones
para condenados a arresto mayor y menor adoptan una disposición análoga:
un taller en cada caso para 17 reclusos y un refectorio para las comidas, a los
que se suman nueve celdas para los detenidos preventivamente. La sección de
jóvenes aparece compartimentada en un taller para los arrestados, un refecto­
rio, cinco celdas para los detenidos y una escalera de comunicación con el pi­
so principal.
En los r e f e c t o r i o s correspondientes, los presos recibían dos ranchos dia­
rios. El primero, a mediodía, solía consistir en un plato de resistencia: cocido
de garbanzos o de alubias con tocino, o bien un guiso a base de patatas o
arroz. El rancho de la tarde estaba compuesto por un plato de sopa, que podía
ser sustituido por un guiso de patatas con carne, junto con arroz con carne14.
Completan esta planta baja los p a t i o s d e p a s e o para arrestados y celulares
y la e n f e r m e r í a . Esta última adopta una disposición también celular, compar­
timentada en una serie de habitaciones o celdas de carácter individual. En
arreglo a las disposiciones legales vigentes, el número de salas debía ser,
cuando menos, de un 6 % de la capacidad penal de la prisión. En comunica­
ción con la enfermería se situaba la botica, ubicada de manera que ni los olo­
res fuertes ni los ruidos del laboratorio pudieran molestar a los enfermos.
14 Como dato anecdótico, el día de la inauguración del edificio-9-VIII-1909- los reclusos contaron con un
rancho extraordinario, compuesto de un primer plato de paella con pollo, jamón, ternera, pimientos y
marisco; un segundo plato de bonito frito; postre de arroz con leche, junto a media botella de vino, café
y sendas cajetillas de cigarros y cerillas para cada individuo. Este día el traslado de los presos se había
efectuado en la madrugada desde la vieja prisión. Era un total de treinta reclusos, cinco de ellos muje­
res, que al llegar al nuevo edificio fueron sometidos a un riguroso aseo, provistos de nuevas ropas pro­
cedentes del ropero de la cárcel y que habían sido donados por la caridad. Serían luego recibidos por el
primer Alcaide de la institución, D. Valentín E. Alvarez y Herrero
UNA APROXIMACIÓN A LA ARQUITECTURA PENITENCIARIA DECIMONÓNICA
143
La planta principal aparece distribuida en celdas destinados a las distin­
tas categorías de presos: menores, mujeres, condenados a penas de arresto
mayor y condenados a arresto menor. Cada grupo permanece aislado de los
demás e incluido en su pabellón correspondiente. Las celdas tienen unas di­
mensiones de 4.3 metros de largo y 2.3 m. de anchura, junto a una altura de
4m. En la parte alta de las mismas, se abren unas ventanas ( 90 x 65 cm ) que
facilitaban la iluminación y ventilación , dispuestas a un nivel suficiente para
imposibilitar las fugas. Las puertas de acceso a las habitaciones estaban blin­
dadas con chapa de hierro de 4 mm. y recubiertas de tableros de madera de 5
cm. de grosor; presentaban a la altura conveniente una mirilla para la vigilan­
cia y un ventanillo con repisa para servir la comida en el caso que fuera ne­
cesario. El menaje de cada celda incluía, junto a una cama de hierro plega­
ble y fijada a la pared, un retrete inodoro, un lavabo para el aseo diario, así
com o una mesa y una banqueta de pino rojo - la mesa permanecía fijada a la
pared y la banqueta se unía a ésta por medio de una cadena de h ierro Hay que señalar que, en los pabellones para condenados a penas de arres­
to mayor y menor, se disponían además celdas para los prisioneros distingui­
dos y de pago. En este sentido, las medidas legales dictaminaban que en cada
cárcel de partido podían existir un número de celdas para presos de distinción
no superior al 2 % del total de las celdas. Estas habitaciones constaban de una
sala-dormitorio en la cual existía una reja disimulada que comunicaba con
otra pieza que servía de locutorio.
La sección femenina, por su parte, estaba dispuesta sobre el ala que en la
planta inferior correspondía al vestíbulo y dependencias limítrofes. El pabe­
llón de mujeres se componía de un taller para seis arrestadas, una celda de pa­
go, un refectorio para las com idas y los dormitorios para las arrestadas.
Completaban esta sección cuatro celdas para detenidas de carácter preventivo,
la sacristía y un retrete. Uno de los aspectos que más se cuidaron en el diseño
de la prisión estribaba en mantener constantemente la más estricta separación
de este grupo de reclusas de la población masculina , com o medida más opor­
tuna para la buena marcha de la institución penal, evitando todo riesgo de pro­
miscuidad y procurando una conducta moral intachable. Para acentuar estas
consignas, sería incluida con posterioridad en el proyecto una reforma que, en
virtud del la Real Orden del 18-VII-1905, ordenaba dejar una de las escaleras
de acceso a la planta al servicio exclusivo del departamento de mujeres.
A la altura de este piso principal se sitúa en la zona central una tribuna
que rodea el cuerpo que acoge el centro de vigilancia con el altar. Se trata de
una especie de balconcillo de 90 cm de anchura y dotado de un antepecho de
hierro, desde el cual los reclusos podían asistir a las ceremonias litúrgicas. La
tribuna se disponía de manera que los presos de cada sección no pudieran ver
a los demás, por medio de rejas de celosía. Conviene insistir en el papel que
144
NATALIA TIELVE GARCÍA
estas celebraciones tenían en las consideraciones morales del momento: la ca­
pilla funcionaba como dispositivo rehabilitador del centro, com o un lugar
desde el cual el preso podía oir buenos consejos y, gracias a ello, mejorar sus
condiciones morales e higiénicas.
De acuerdo con las preocupaciones higienísticas características de esta
época del cambio de siglo, en el proyecto se establecía la disposición de una
red de alcantarillado para facilitar el desagüe del edificio, junto a un avanza­
do sistem a de agua corriente, distribuida por medio de una red interior de tu­
berías que llegaban a todas las dependencias que precisaban del suministro de
aguas.
Se levanta la mayor parte del edificio en fábrica de manipostería: cim en­
tación, muros de cerramiento y paramentos de contención. Los tabiques divi­
sorios interiores están ejecutados en fábrica de ladrillo y, a continuación revo­
cados con mortero y enlucidos con yeso. Estos tabiques aparecían pintados al
temple liso, con excepción de un zócalo de óleo que aparecía bordeando todos
los lienzos murales, salvo en las celdas y los dormitorios. Los param entos ex­
ternos se encontraban a su vez revocados con mortero común y enlucidos con
una capa de mortero hidráulico, sobre la cual se situaba la pintura.
Los suelos de la planta baja estaban construidos a partir de bóvedas de
ladrillo hueco, sobre las que se disponían tabiques verticales y un doble table­
ro de ladrillo hueco en el remate. Por lo que se refiere a los del piso princi­
pal, estaban formados por dobles bovedillas de ladrillo hueco entre viguetas
de hierro laminado. La pavimentación de las dos plantas se realizaba por m e­
dio de cemento Portland, salvo en el caso del Pabellón de Administración,
donde era aplicado un pavimentado más noble: baldosín para cocinas y retre­
tes y un piso de tablas de madera en el resto de las dependencias.
Presentaba el edificio un sistema de cubrición de carácter mixto a partir
de una armadura de madera de pino rojo, sobre la cual se disponía un sistema
de tejas planas, corrientes, sin molduras ni adornos. Las almenas, que aparecían
como elementos de remate en el muro de ronda, estaban realizadas a partir de
fábrica de ladrillo con enlucido y corrido de molduras de cemento.
El mayor cuidado en el tratamiento estético de la obra recae sobre la fa­
chada principal del conjunto, correspondiente al Pabellón de Administración.
Aparecen en esta fachada elementos correspondientes a los ciclos clásicos,
propios de la arquitectura civil decimonónica -Casas Consistoriales y edifi­
cios análogos-. Entre estos elementos de corte clasicista destacan los guarda­
polvos que sirven para guarnecer los vanos en su tercio superior, los caneci­
llos fuertemente resaltados por debajo de las líneas de cubierta, o las pilastras
almohadilladas que responden a un intento de romper con la monotonía de un
muro liso. Estos motivos clasicistas aparecen conjugados con otros propios
de la arquitectura civil del Medievo. Nos referimos al empleo de almenas re­
UNA APROXIMACIÓN A LA ARQUITECTURA PENITENCIARIA DECIMONÓNICA
145
matando el muro de ronda, a la colocación de torreones en los cuatro ángulos
del complejo, a la presencia de un pseudopináculo y una crestería sobre la
portada que da acceso al edificio y, particularmente, a los propios remates an­
gulares que aparecen dispuestos sobre la fachada principal, a modo de torretas.
El eclecticism o que impera en la realización del conjunto se manifiesta
con claridad en el tratamiento formal del vano de acceso. Este aparece conce­
bido a la manera de un arco muy rebajado y que, en lugar de jambas, se apo­
ya sobre columnas de fuste sumamente reducido, achaparrado, de proporcio­
nes anticlásicas, que recuerdan a arquitecturas del Románico español com o la
cripta del monasterio de Leire. Estos elementos hacen que podamos inscribir
al edificio dentro de un estilo ecléctico que conjuga aspectos clásicos y m e­
dievales, puramente arquitectónicos, interpretados de una manera muy libre y
alejada de los dictados tradicionales.
Prima en la estructura, por encima de todo, una econom ía de recursos,
condicionadas por la necesidad de abaratar los costes de la construcción en la
medida de lo posible. En última instancia, García de la Cruz ha intentado en
este com plejo crear una suerte de “arquitectura parlante”; un diseño que
ofrezca una imagen de inexpugnabilidad; un diseño que recuerde a todos que
sus inquilinos permanecerán inevitablemente encerrados dentro de sus férreos
muros hasta que la justicia disponga lo contrario.
FUENTES Y BIBLIOGRAFIA
1. FUENTES DOCUMENTALES
-A C U E R D O S MUNICIPALES DEL SIGLO XIX. Ayuntamiento de Gijón. Vol. 1. Epígrafe
Cárceles, pp. 127-158. Archivo Municipal de Gijón.
-E X PE D IE N TE S ESPECIALES DEL AYUNTAMIENTO DE GIJÓN, n° 97, 98, 99,100.
Edificio C árcel. Tomo 1, II, III, IV. Archivo Municipal de Gijón.
2. FUENTES HEMEROGRÁFICAS
-B .O .P .O . 28-XII-1894.
-B .O .P .O . 10-X-1877.
- GACETA DE MADRID, 5 -X -1877.
- EL COMERCIO (G ijón), 9-VIII-1909; 10-VIII-1909 ; 1 l-VIII-1909.
3. BIBLIOGRAFÍA
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la panóptica de Oviedo”. Boletín Académ ico Escuela Técnica Superior da Coruña.
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NATALIA TIELVE GARCÍA
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L l o r d e n ,M .: La producción de suelo urbano en Gijón (1860-1975), O v ied o , 1978.
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Q uirós L in a r e s , F.: Las ciudades españolas a mediados del siglo XIX. Ambito, Valladolid,
1991.
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-B
-
GIJÓN ANTIGUO: La Cárcel vieja (antiguo palacio de Munuza).
UNA APROXIMACIÓN A LA ARQUITECTURA PENITENCIARIA DECIMONÓNICA
GIJÓN ANTIGUO: La Torre de la cárcel.
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NATALIA TIELVE GARCÍA
UNA APROXIMACIÓN A LA ARQUITECTURA PENITENCIARIA DECIMONÓNICA
149
LOS CRIADOS EN LA ASTURIAS DEL
ANTIGUO RÉGIMEN
FLORENTINO LÓPEZ IGLESIAS
El doméstico se caracterizaba por su dependencia civil; en el alba del li­
beralismo, el artículo 25.3 de la constitución de 1812 establecía que “el esta­
do de sirviente doméstico” suspendía los derechos de ciudadanía. Leemos en
E c h e v e r z que “a los amos deben servir fielmente los criados y con afecto co­
mo quien sirve al mismo Dios en persona”1. El criado vive bajo la autoridad y
tutela del jefe de la familia que es responsable jurídico de los actos cometidos
por sus domésticos. Las Ordenanzas Judiciales de 17812 señalaban que los po­
saderos cuidarán “de la fidelidad de sus domésticos y personas de quien se
confien” (título IV. 5) y asumían, sin innovaciones, la normativa preexistente
acerca del régimen de tutela y gobierno de los domésticos: “Ninguno ha de
admitir en su casa Criado, o Criada sin que le conste haber cumplido el tiem­
po estipulado con sus Amos, haber él despedido éstos, ó tener justa causa pa­
ra dejarlos” (título IX, 28)3.
Como criados se buscaban personas de confianza y con garantías; de un
extraño se podían esperar pocas cosas buenas. A r b i o l era rotundo en cuanto a
la importancia de la conducta de los domésticos: “los escándalos mas com u­
nes en las familias proceden de los vicios de los domésticos, que con sus ma­
los exemplos se pierden unos con otros”4. La literatura religiosa hacía hinca­
pié en la discreción com o primera condición del doméstico: “¡Oh, y quantos
1 Pláticas doctrinales, Madrid, 1763, pág. 146.
2 Ordenanzas generales del Principado de Asturias. Preparación de Francisco Tuero Bertrand, Ed. de
Bibliófilos Asturianos. Luarca, 1974.
3 El párrafo 31. del mismo título reza: “El Amo que haya despedido criado, ó criada ó á quien se le haya
salido, lo noticiará quanto antes al Diputado de Policía, que cuydará de saber de su paradero”. Una
Instrucción de la Sala de Señores Alcaldes de Casa y Corte de S.M. de 17 de noviembre de 1768 (vid.
A.H.N., Consejos, libro 1484, nro. 85), reiteraba el cumplimiento de la ley II, tit.XX, libro VI de la
Nueva Recopilación acerca de la imposibilidad de cambiar de amo “sin expresa licencia y consenti­
miento del Señor y Amo de quien se despidió”; también la Pragmática sobre lacayos de 25 de noviem­
bre de 1565 que es un primer régimen de la obligaciones del doméstico (vid. Reales Ordenanzas y
Pragmáticas (1527-1567), Ed. Lex Nova, Valladolid, 1987; vid. ley I, tit.XX, libro VI de la Nueva
Recopilación).
4 La familia regulada, Madrid, 1770, pág. 555.
152
FLORENTINO LÓPEZ IGLESIAS
criados hay que con sus cuentos dan motivo a pendencias y discordias. Nada
causa tanta turbación en las familias como la mala lengua de un criado”5.
Doña María Díaz, viuda y vecina de Oviedo, puso una querella criminal con­
tra su criada María González, soltera, “sobre aver falta a la confidenzia de
criada”6. En un mundo de rumores y susurros y de perennes murmuraciones
un criado demasiado hablador de las interioridades de la familia era una ame­
naza para el crédito y la buena fama de la casa; fray J u a n B l á z q u e z senten­
ciaba que los criados faltaban al cuarto mandamiento respecto a sus amos “si
dicen mal de ellos y descubren o publican los defectos de la casa”7 , y el padre
J u a n M a r t í n e z d e l a P a r r a tronaba que los criados
“no han de ser chismosos, cuentistas, ni llevar y traer y alborotar
las casas, que un criado cuentista, una criada chismosa, componiendo
recados y añadiendo palabras, bastan para alborotar todo una
República: Callar todo lo que sucede en casa, esa es vuestra obliga­
ción”8.
Los criados eran, llegado el caso, los ojos de sus amos; doña Micaela
Tineo, esposa de don José María Rato, mayorazgo gijonés que tenía tratos con
Josefa Fernández Barbado “llevaba muy a mal dicho trato tanto que le ponia
espias quando salia de casa para que viesen donde se entraba como lo hizo va­
rias veces a su nombre Francisca Barredo su criada mayor”9.
La convivencia propicia la familiaridad y las ocasiones para los excesos10:
Manuela Ferrado, criada del marqués de Vistalegre condescendió a las solici­
5 Mr. C h evassu , Misionero parroquial, Madrid, 1796, pág. 109. Entre los pecados de los amos para con
sus criados, Fr. A n selm o P e tite consideraba el “dexarles coger malos hábitos de jurar, de murmurar, de
decir palabras deshonestas” (Conducta de confesores, Madrid, 1792, 2a impresión, traducción sobre la
6a edición francesa, pág. 78); los criados pecaban “quando cuentan las cosas que suceden en la casa y
no es conveniente que se sepan”, “quando sin razón se quejan de sus amos o descubren sus defectos o
mal genio” (id. pág. 80).
6 A.H.A., sección protocolos, serie Oviedo, leg. 563, f. 12 (1696).
7 Trompeta evangélica, alfange apostolico y martillo de pecadores, Madrid, 1742, pág. 719.
8 Luz de verdades católicas, Madrid, 1783, pág. 201. Dirá A r b io l : “se ha de zelar mucho en las criadas
que no digan a otras personas lo que oyen en la casa donde sirven” (La familia regulada, pág. 510) y
“que todos los domésticos que componen una familia christiana deben atender y mirar mucho, que por
ellos no pierda su estimación y crédito la honrada casa donde viven” (id. pág. 539).
9 A.H .N ., Consejos, leg. 2033, f. 39 v. (1796).
10 L a lite ra tu ra re lig io sa no cesa b a de in sistir en una cu estió n de p rincipio: e v ita r q ue la co n v iv e n cia c o n ­
d u z ca al p are n te sc o . Para P o u g e t , los am o s no deb ían p e rm itir “e strec h e z alg u n a p a rtic u la r e n tre los de
d ife re n te sexo q u e están a su serv icio ” ( Instrucciones generales en forma de catecismo, M adrid, 1803,
5a im p resió n , p á g . 248). E n A rbiol leem o s que “ si alg ú n criad o d e sa te n to inq u ie ta se a las c ria d a s de c a ­
sa, lu eg o al p u n to v en g a fuera, p o rq u e no conviene to le ra r infam ia sem e ja n te (...) N i es d e ce n te a los
S e ñ o re s la e sc u sa ig n o m in io sa d e d e cir que no sab ían lo que p a sa b a en su c asa ” (La familia regulada,
pág. 505), y re c o m e n d ab a q u e “p o n g an la ley inviolable las señoras a su criad a, q u e a n in g ú n h o m b re de
la casa, sea de la g e ra rq u ía que fuere, le hablen a solas, ni tengan secreto s con é l” (id. pág. 509). El P.
J uan M a rtínez d e la P a rra es d efinitivo: “ Pero, ¡oh, señores, ta n ta fa m ilia rid ad c o m o vem os en m u ­
ch as c asa s e n tre c ria d o s y criad as, tan ta llaneza, tan ta b araja unos, y o tros ju n to s de día, y aun de noche!
LOS CRIADOS EN LA ASTURIAS DEL ANTIGUO RÉGIMEN
153
tudes del también criado del marqués José Díaz “despues de tanta porfía y por
las ocasiones y proporcion que para ello tenia buscándola a todas horas”11.
María García, soltera de 28 años, criada en la casa de doña Gregoria de Hevia
había coincidido en esta casa con Pablo Escalbeti, milanés y pastelero ove­
tense, quien estaba allí de posada; cuando Escalbeti fue procesado por la
Inquisición por asegurar publica y repetidamente “que el fornicar no es peca­
do” y “que en su País solo se castigaba el hurto y homicidio” narró que “en dos
ocasiones estando la testigo en la cama con dicha viuda viniendo de fuera di­
cho reo y entrando en la cocina a tomar luz para irse a la suia al pasar por jun­
to a ella dijo si vmds. me dejan meter en medio me dormiré hai respondiéndo­
le que se fuese que eso era pecado”12. La hija de Magdalena Menéndez era una
niña de 13 años de edad que servía en casa de don Alvaro de Inclán donde tam­
bién lo hacía Juan García “hombre volatero (...) que dio en solicitar a tratos ilicitos a dicha niña asegurandola con error y falsa causa contra la ley divina de
Dios que dichos tratos ilicitos no eran pecado lo que creyó asi dicha niña lleva­
da de la ignorancia de sus cortos años y con efecto resulto embarazada”13;
Ea, que esa no es familia sino burdel, ¿No havra separación? , ¿No habrá distinción? ¿Qué conciencia
tienen? ¿Qué almas, amos, que tal permiten? (Luz de verdades católicas, Madrid, 1783, pág. 200). Fr.
F ra n c isc o M ig u el d e E ch e v e r z recuerda que “por no considerar y zelar bien estas sendas” fquartos”,
puertas] las madres y señoras suelen tropezar en ellas los hijos, hijas, criados y criadas más de lo que
piensan” (Pláticas dominicales, Madrid, 1792, pág.412); E ch e v e r z insistía en la obligación de los
amos de “no permitir alguna familiaridad entre los Criados y las Criadas que están a su servicio”
{Pláticas doctrinales, pág. 157). Por Pragmática de 25-XI-1565 (Novísima, libro XII, tit. XXIX, ley
III), las relaciones entre criados estaban penadas con 100 azotes y destierro de dos años los no hidalgos
y para los hidalgos que “le saquen a la vergüenza” y destierro de cuatro años. F leury recomendaba que
“una Señora debe poner mucho cuidado en no tener a su lado criadas jóvenes, cuya juventud y hermo­
sura puedan atraer a los jóvenes de otro sexo; y en elegir muy detenidamente los lacayos que hayan de
acercarse a sus hijas” (vid. El libro de los amos y criados, pág. 18); Fr. J uan B lá zq u ez apostilla: “No
se dexen las Señoras vestir de criados, ni los Señores vestir de criadas, que todo es peligroso, como lo
es en las Señoras dexarse calzar de los hombres, o que las tomen medida de los pies, u de otras partes
de su cuerpo, de que puede resultar alguna ruina” {Trompeta evangélica, pág.201). J o v ella n o s narra
las tensiones morales de la convivencia doméstica; dice de su hermano Miguel “que despues de haber­
se educado con el mayor cuidado y estudiado con aprovechamiento las Humanidades, siendo de edad
de dieciocho años se apasionó furiosamente de una criada de singular hermosura que había en casa, a
quien llamaban “la encantadora” por los muchos apasionados que tenía. Era Miguel, mozo de virtud y
prudencia y conociendo que sus amores no podrían tener un buen término se apoderó de él una terrible
pasión de ánimo, que al fin le condujo al sepulcro en la flor de los años (vid. B .A .E ., LXXXVII, t. V ,
“Memorias familiares”, Madrid, 1956, pág. 208a).
11 A.H.A., secc. prot., serie Oviedo, leg. 1352, f. 183 (1794). María Morán Lavandera, criada mayor en la
casa de los Fernández Cueto “la dio en tratos D. Alvaro Arias mancebo residente en la misma casa con
particular estimazion y por ultimo despues de repetidas instancias y palabras de matrimonio la venzio a
trato ilicitos de que resulto haver dado a luz un niño que se crio por su cuenta, difiriendo el Don Alvaro
el matrimonio a pretexto de no tener empleo” (id. serie Oviedo, leg. 1299, f. 28, 1791). En el libro de
matrimonios de San Tirso de Oviedo, leemos en la partida de 12 de julio de 1690 que Toribio Suárez,
natural de Laviana, se casó con Francisca Valdés, natural de Morcín, “y se hallaban sirviendo al tiempo
que se casaron en la casa de la Rúa”.
12 A.H.N., Inquisición, leg. 3730, exp. 383.
13 A.H.A., secc. prot., serie Oviedo, leg. 816, f. 278, poder de 7-I1I-1790.
154
FLORENTINO LÓPEZ IGLESIAS
comportamientos que podrían salpicar a los amos: Josefa Morán, moza a
quien se había visto “comunicar con persona particular de lo que resultaría
hacerse embarazada” fue despedida de la casa en que servía pues “los dueños
de ella fueron noticiosos se tomaba la libertad de salir disfrazada de varias no­
ches con la capa de su amo y sombrero por cuyas libertades también parece la
despidió de su casa cierto prebendado de la Santa Y glesia”14. La imputación a
los amos del embarazo de una criada era habitual: a Francisco M ontes
Bernardo, vecino del concejo de Aller, “se le pretende ynputar el preñado” de
Josefa Bayón “tomando por pretesto haverle servido de criada algunos años”
a pesar de “ser publico la estrecha comunicazion que despues de haver salido
de su casa a tenido con el Thorivio Garcia. causando mucha nota rumor y es­
cándalo en dicha parroquia”15. Por todo ello se buscaban criados que fueran
hijos de algún pariente, de algún vecino, de algún colono o huérfanos que re­
miten a la etimología de la voz criado -criado en casa. Se preferían personas
que estuvieran ligadas por vínculos más sólidos y menos efímeros que los
proporcionados por un salario16, personas sobre las que los amos pudieran
ejercer su función protectora más allá de la relación servil. Decía el A b a d
F l e u r y que a los criados “es preciso examinarlos de antemano, prefiriendo a
los aventureros y desconocidos, aquellos cuyo origen se sabe, y de qué modo
han vivido hasta entonces”17. Cuando en la primavera de 1720 don Miguel
García Infanzón y Osorio, Tesorero General de las Reales Rentas de Aduanas,
Salinas y Provinciales tuvo que ausentarse nombró a su sobrino don Domingo
14 A.H.A., secc. prot., serie Oviedo, leg. 1043, f. 64, poder de 6-VIII-1759.
15 y parece ser -según la versión de Francisco Montes- que Toribio García tras darse auto de prisión con­
tra él “se refugio a sagrado y despues se ausento de dicho conzejo a los reinos de Castilla”, en A.H.A.,
secc. prot., serie Oviedo, leg. 1082, f. 91 (1746). La relación entre una criada y su amo es una contin­
gencia habitual entre los tipos de la ilegitimidad, unas ilustraciones: “... dijeron que hallándose sirbiendo la Joaquina [soltera y padre difunto] en calidad de criada al Josef habian tenido tratos ylicitos de re­
sultas de los que la referida se habia echo embarazada y dado a lud un niño que condujeron al ospicio
de esta dicha ciudad” (id. serie Oviedo, leg. 1352, f. 221, 1794). Isabel de Vixil, soltera y embarazada,
en un primer momento acusó a su amo, Ignacio González Bernardo, cerero ovetense, si bien luego en
una escritura de apartamiento reconoce que “sin enbargo de averie servido un año [no tuvo] tratos ylizitos algunos ni comunicazion en publico ni en sequreto” (id. serie Oviedo, leg. 919, f.s.n., 1728, de 9 de
junio). Otro tanto leemos en una escritura de apartamiento de María Valeines, soltera y natural de la malatería de Ardisana (Llanes), quien habiendo “estado sirviendo en el discurso de tres años al Licenciado
Don Antonio posada pariente cura de Sta. Eulalia de ques conzejo de Piloña y a causa de que el susodi­
cho no avia dado satisfacion de la soldada”, “movida de colera y passion” elevó “un memorial para po­
nerle a los pies del Ylmo. Señor Obispo de esta Ciudad y obispado suponiendo en el que el dicho Don
Antonio Posada la avia solicitado para que con el tubiesse tratos ylicitos y que de ellos se avia hecho
preñada” (id. serie Oviedo, leg. 764, f. 38, 1705).
16 El salario al dar una medida de las obligaciones determinaba la corrosión de los vínculos entre amos y
criados; vid. J.A. M aravall , La literatura picaresca desde la historia social, Taurus, Madrid, 1986,
pág. 197 y ss.
17 El libro de los amos y los criados, Biblioteca Católica de la Regeneración, Ed. de José Canga Argüelles,
Madrid, 1856, pág. 17.
LOS CRIADOS EN LA ASTURIAS DEL ANTIGUO RÉGIMEN
155
Antonio Trelles y Osorio como agente de sus negocios y actividades ya que
necesitaba persona de “sufizienzia fidelidad y confianza que las atienda y cui­
de de las misma forma que el otorgante.”18. Don Matías Fernández Cueto, co­
merciante ovetense y natural del Puerto de Vega, tenía en su asistencia a don
Francisco Pillado, su sobrino y también natural del Puerto de Vega de “cuya
avilidad afecto e yntelijenzia tiene el otorgante esperiencia y confianza”19. Los
criados, que a la vez reunían la condición de parientes vivían una situación
mixta de solidaridad mutua y servidumbre; Pedro Fernández Luanco, maestro
carpintero de Carreño, tenía consigo a dos criados menores, a uno le daba 6
ducados y la comida y “al otro por ser sobrino de comer y vestir”. Era una si­
tuación confusa; en la querella criminal que enfrentó a Toribio de Peón, veci­
no del barrio de la Vega de Oviedo, con Andrés de Caso y Gabriel “cuyo ape­
llido no se espresa” por ser éstos “ 111090S reboltosos y que de ordinario andan
mobiendo ruidos y pendencias y en ellas ultrajan y tratan mal a qualquiera
persona que se les antoja”, tres testigos designaron a Gabriel com o “criado de
Jeronimo Suarez y un cuarto como sobrino de Jeronimo Suarez”20.
Las características de la población doméstica asturiana ofrecen contrastes
por áreas. Los libros personales del catastro de Ensenada permiten hacer unas
estim aciones globales para la población asturiana de m ediados del siglo
XVIII21. En 1752, mientras en los concejos campesinos los contingentes heriles suponen del 2 % al 5 % de la población, en las villas estos valores se ven
desbordados: el 7,32 % de la población avilesina, el 13,86 % de la ovetense y
el 13,36 % de la de Villaviciosa está constituida por domésticos22. La tenden­
cia secular del siglo XIX fue expulsar los criados de las casas y contraer su
presencia, si bien la extinción de la figura del doméstico se verificará en la se­
gunda mitad del siglo XX. En el padrón avilesino de 1850 la población heril
se había reducido al 3,75 %; y la ratio familiar había pasado de 0,25 criados
por familia en 1752 a 0,14 criados. En la Asturias de 1752 el porcentaje de fa­
18 A.H.A., secc.prot., serie Oviedo, leg.971-I, f.s.n. (1720).
19 A.H.A., secc.prot. , serie Oviedo, leg.709-11, f.9 (1721).
20 A .H .A ., secc.prot., serie Oviedo, leg.5 16-1, f.s.n. (1675). R. L a n z a G a r c í a refiere una circulación de
familiares pobres {La población y el crecimiento económico de Cantabria en el Antiguo Régimen,
U .A .M ., Madrid, 1991, pág. 352).
21 Se han utilizado los siguientes libros personales del catastro de 1752: Io. Campesinos del área central:
Operaciones de Gijón, Carreño, Proaza, Oviedo, Villaviciosa, Caravia, Cabranes, Amieva, Avilés,
Castrillón, Yemes y Tameza, Tudela y los cotos de Puerto, Castañera, Valdediós, Melendreros, Camás y
Carrandi. 2o. Campesinos del área occidental: Operaciones de San Tirso de Abres, Taramundi, Allande,
Ulano, Pesoz, Salime, Cotos de Villanueva de Oseos y de Degaña y Cerredo, y parroquias de Ayones y
Alienes. 3o. Población urbana: Operaciones de las parroquias urbanas de Oviedo, Avilés, Villaviciosa y
familias de actividades no campesinas de Gijón.
22 La Pontevedra de 1752 posee un 9,9 % ( C . F e r n á n d e z C o r t i z o , “Estructura y composición del grupo
doméstico en un medio urbano: Pontevedra a mediados del siglo XVIII”, Jubilatio. Homenaje a los pro­
fesores Lucas Alvarez y Angel Rodríguez, Santiago, 1987, pág. 305).
156
FLORENTINO LÓPEZ IGLESIAS
milias con algún criado se situaba en el 10,95 % frente al 0,34 % que arroja el
censo de 198123. El perfil estadístico del conjunto de los catastros asturianos
revela una domesticidad superior a la cántabra; en el Santander de 1752 el
porcentaje de hogares con criados era del 13,95 % , en la Marina era del 6,7 %
y en los valles y La Liebana de 8,8 %24.
Tabla I
LOS DO M ESTIC O S EN LA A ST U R IA S DE 1752
Campesinos de
área central
Relación de masculinidad
Criados por hogar
Población heril
Hogares con criados
Campesinos del
área occidental
Ciudades
Población lega
Asturias
Total ponderado
97,87
59,00
47,86
84,40
0,13
0,14
0,38
0,14
3,39
2,95
10,97
3,60
10,17
10,98
21,31
10,95
Fuente: Libros personales del catastro de Ensenada
Las diferencias se extienden a la composición por sexos ya que si en las
villas la servidumbre, de ostentación y dirigida al trabajo doméstico, tiene un
carácter femenino, en las áreas campesinas las relaciones de masculinidad heril se aproximan o desbordan el índice de igualdad25 al orientarse hacia el cui­
dado de la tierra y el ganado ; sin embargo, en las áreas campesinas del occi­
dente, la emigración masculina conducía a una servidumbre en su mayoría fe­
menina. Asturias con una relación de masculinidad regional ponderada de
84,4 constituye un modelo próximo al gallego que ofrecía en 1752 una rela­
ción de masculinidad heril de 75,2. El perfil femenino o masculino de la ser­
vidumbre campesina no es determinante; un gañán se dedicará a las tareas du­
ras e intensivas del trabajo campesino incrementando la potencia y capacidad
del trabajo del cabeza de familia o supliéndole en caso de jefatura femenina,
sin embargo, una criada rural, aun dedicándose a tareas menores, extensivas o
de pastoreo, liberará al cabeza de familia de estas tareas complementarias pro­
23 F l a q u e r y S o l e r , Permanencia y cambio en la familia española, C I S , 1990, pág. 3 1 .
24
R a m ó n L a n z a G a r c ía ,
La población y el crecimiento económico, pág. 351.
25 Entre los labradores granadinos la relación de masculinidad de sus criados es de 441 (vid. de J. C a sey
y B. V in c e n t , “Casa y familia en la Granada del Antiguo Régimen”, en La familia en la España
Mediterránea (siglos XV-XIX), Ed. Crítica, Barcelona, 1987, pág. 184). Las comunidades inglesas y
francesas analizadas por R L a s l e t t ofrecen relaciones de masculinidad superiores a 100
(“Introduction: The history of the family”, en Household and family in past time, Cambridge University
Press, 1972, pág. 82).
157
LOS CRIADOS EN LA ASTURIAS DEL ANTIGUO RÉGIMEN
fundizando e incrementando su capacidad productiva26. El criado se veía co­
mo un componente habitual de los grupos domésticos; en los libros persona­
les a los habituales comentarios de “sin hijos”, “sin familia”, cuando el agen­
te censal en Torrestío llega al hogar de Manuel Díaz, de 40 años, marido de
María Díaz Coco, añade como glosa necesaria “sin hijos, ni criados”. Hasta
tal punto el doméstico se percibía como una figura habitual que su ausencia
requería una explicación. Entre los campesinos existe una relación inversa en­
tre el número de hijos y el número de domésticos; la falta de hijos propicia la
servidumbre y su presencia limita la de los domésticos. En las ciudades, cria­
dos e hijos forman parte de una misma correlación. Entre los campesinos la
relación heril está condicionada por la carencia y la necesidad de una capaci­
dad de trabajo mientras en las ciudades está ligada a la riqueza y a la ostenta­
ción.
Tabla II
NUMERO DE CRIADOS POR HOGAR EN LA ASTURIAS DE 1752
HIJOS
SOLTEROS
Campesinos del
área central
Campesinos del
área occidental
Ciudades
Población lega
Asturias
Total ponderado
0
1
2
3
>3
Total
0,182
0,160
0,127
0,112
0,070
0,135
0,237
0,149
0,133
0,102
0,104
0,144
0,308
0,308
0,382
0,629
0,644
0,383
1,275
2,304
1,304
2,125
2,386
1,918
HOGARES CON CRIADOS EN LA ASTURIAS DE 1752. EN %
HIJOS
SOLTEROS
Campesinos del
área central
Campesinos del
área occidental
Ciudades
Población lega
0
13,9%
13,7%
10,7 %
9,4%
5,2%
10,9 %
18,3 %
12,6%
10,4%
7,6%
6,6%
18,0%
19,1 %
25,1 %
24,1 %
32,0 %
21,3 %
1
2
3
>3
Total
11,0 %
Asturias
Total ponderado
62,0
69,5
56,5
75,0
75,0
68,1
%
%
%
%
%
%
Fuente: Libros personales del catastro de Ensenada
26 Vid más ampliamente D u b e r t , I ., Historia de la familia en Galicia durante la Época Moderna (1550-
1830), Ed. do Castro, 1992, pág. 73 y ss.
158
FLORENTINO LÓPEZ IGLESIAS
La pirámide de edades de la población doméstica revela un alto porcenta­
je de criados con edades inferiores a los dieciocho años, aunque de nuevo se
observan comportamientos diferenciales por sexos; así, en Somiedo el 46 % de
los criados varones son menores de dieciocho años frente a un 23 % de las cria­
das y otro tanto sucederá en la mayoría de los casos disponibles, mostrándose­
nos una población doméstica masculina con un mayor grado de juventud que
la femenina, aspecto complementario a la caída de la relación de masculinidad
por edades y a la emigración masculina que sufre todo el occidente asturiano
durante el siglo XVIII. Si tomamos como ejemplo el caso de Somiedo, la rela­
ción de masculinidad entre los domésticos menores de dieciocho años es de 79
; en cambio, entre los domésticos mayores de dieciocho años es de 28; caída de
la relación de masculinidad que se reproduce para los valores los concejos de
Allande, Pesoz, Illano, San Tirso de Abres, Salime, Degaña. La caída de la re­
lación de masculinidad a partir de los 18 también se reproduce en los casos de
Amieva, Caravia, Castrillón, coto de Puerto, y el vector urbano de Gijón.
Tabla III
LA POBLACION DOMESTICA (*)
Operaciones del
Catastro
Oviedo
Avilés
Villaviciosa
Gijón, vector urbano
Gijón, campesinos
Campiña. Oviedo
Campiña. Villaviciosa
Carreño
Castrillón
Tudela
Coto de Puerto
Coto de Castañera
Coto de Camás
Coto de Valdediós
Cabranes
Caravia
Ribadedeva
Proaza
Yemes y Tameza
Ayones y Alienes
Peñamellera
Amieva
Concejo de Sajambre
Torrestío
Somiedo
Coto de Leitariegos
Número
Criados
276
132
39
79
88
92
302
68
40
11
7
2
0
6
43
13
19
32
19
2
30
62
14
15
34
10
En %
<18
>18
<18
18
27
45
21
52
43
46
35
52
142
39
18
8
5
160
29
22
3
2
47
57
45
73
71
5
27
9
7
11
6
1
16
4
12
21
13
83
63
69
37
34
32
13
29
17
33
43
47
15
18
46
Número
Criadas
541
155
65
234
86
113
319
87
25
6
9
9
4
8
37
13
33
27
13
24
71
54
7
En %
<18
>18
<18
51
47
183
39
22
57
35
9
4
4
2
2
7
24
5
52
16
2
5
3
2
1
13
7
40
36
67
44
50
88
65
42
15
5
10
12
8
14
56
38
42
14
40
26
19
65
23
R.M .
Heril
51
85
60
34
105
81
95
127
160
183
78
33
75
116
100
57
119
146
8
42
115
R.M .
R.M .
<18
>18
55
96
28
116
90
200
200
125
133
138
150
40
71
112
180
100
123
57
73
120
175
162
207
82
79
28
12
89
14
38
71
Población
heril en %
13,8
7,3
13,4
10,7
2,6
4,1
5,1
3,9
3,1
1,7
3,5
5,9
2.4
2,3
3,8
4,8
3,7
3,8
6,1
4,1
3,0
6,8
3,6
5,7
3,8
6,9
159
LOS CRIADOS EN LA ASTURIAS DEL ANTIGUO RÉGIMEN
Operaciones del
Catastro
Degaña y Cerredo
Allande
Ulano
Pesoz
Salime
Villanueva de Oseos
Taramundi
San Tirso de Abres
Número
Criados
2
44
20
7
5
27
35
21
(*) Se incluyen los pajes.
<18
>18
En %
<18
17
10
4
4
11
13
12
27
10
3
1
16
22
9
39
50
57
80
41
37
57
Número
Criadas
15
71
35
19
4
22
25
41
<18
>18
En %
<18
R. M.
Heril
R.M .
<18
R.M .
>18
5
18
11
6
2
12
12
15
10
53
24
13
2
10
13
26
33
25
31
32
50
55
48
37
13
62
57
37
125
123
140
51
94
91
67
200
92
108
80
51
42
23
50
160
169
34
Población
heril en %
1,9
4,9
4.0
3.6
3,0
5,6
2,7
3,8
Fuente: Libros personales del catastro de Ensenada.
La servidumbre tenía sus edades y éstas eran diferentes para hombres y
mujeres. El mundo del doméstico es complejo y no puede imponérsele una vi­
sión unilateral; hallaremos criados que sirvan unas semanas y revolotean de
familia en familia y otros que permanezcan durante generaciones en la misma
casa, no obstante, algunos comportamientos son extrapolables. Los varones
tendían a no prolongar durante demasiado tiempo su convivencia con un amo;
en Proaza, de 32 criados varones, 4 no habían cumplido los quince años, 24
tenían entre quince y veinticuatro y otros 4 tenían veinticinco años o más. Don
Gonzalo Cirueño, regidor y notario apostólico del concejo de Amieva, tenía
consigo a tres gañanes para el cuidado de sus ganados, observemos sus eda­
des: Bernardo González, de 20 años, “para guarda del ganado vacuno”; Juan
del Tejo, de 17 años, “para pastar el ganado cabruno y ovejuno” y Antonia
Priede, de 18 años, “para guarda del ganado de cerda”27. Entre los pajes la si­
tuación no debía variar sustancialmente, de los 42 pajes ovetenses, 13 no han
cumplido los dieciocho años, 10 tienen entre dieciocho y veinticuatro años,
11 figuran com o mayores de dieciocho años y 5 tienen veinticinco años o
más. En el caso de los varones, la edad preferente para el servicio doméstico
iba de los 12 a los 25 años, siendo minoría los domésticos varones que pro­
longaban la situación de dependencia personal más allá de los veinticinco
años; don F r a n c i s c o Á l v a r e z , “natural del Principado de Asturias”, com en­
taba que en las colonias norteamericanas la ley
“previene que en quanto a los criados que se presentan menores de
diez y nueve años, determine el Tribunal su edad, y regularmente se
27 Referencias similares son ocasionales; en Oviedo, sólo el regidor don Antonio Morán Valdés, viudo de
70 años, con dos hijas mayores de 18 años y un criado y una criada, tenía en el lugar de Roces (conce­
jo de Oviedo) a José del Corzo y a Ventura de Valdés, dos criados “para labranza” a los que pagaba la
comida y 150 reales al año; en Taramundi, Domingo Antonio Cenava, escribano de 35 años, casado y
con una hija, tenía consigo a Antonio Fernández de 34, labrador del campo, “a quien alimenta por govemarle sus tierras sin otro ningún salario”.
160
FLORENTINO LÓPEZ IGLESIAS
obligan a servir hasta los veinte y quatro años pero si son de más edad
el servicio no dura más que cinco años”28.
Este perfil de edad confirma el ciclo vital servil de L a s l e t t 29; la pobla­
ción doméstica masculina en 1752 suponía entre los campesinos del occiden­
te el 2,34 % del total masculino, el 3,38 % entre los campesinos centro-orientales y el 8,23 % de la población lega urbana y masculina, situándose la m e­
dia regional ponderada en el 3,34 %. En 1787 el 15,9 % de la población mas­
culina tenía entre 16 y 24 años ; es razonable suponer que entre el 50 % y el
90 % de los domésticos varones tendrían entre los 16 y los 24 años, en cuyo
caso del 10 % al 20 % de la población masculina habría pasado su juventud en
una situación de dependencia doméstica. En los medios campesinos la corre­
lación negativa entre hijos y domésticos había puesto de manifiesto que el
criado no tenía un carácter estructural y permanente sino que tenía un carácter
coyuntural que las observaciones contemporáneas no detectaban:
“En este Principado es aun mucho mas difícil el destino o asignación
de estos hombres [vagos]; si es para la agricultura, no hai labrador
que pueda mantener un criado, hacen mucho en mal mantenerse asi
mismos y su familia no es fácil pintar una imagen de los labradores,
como ella es en si, los ojos lo ven y aun duda el entendimiento; aun­
que huviera labrador que pudiera mantener criado, quien seria el ne­
cio que reciviese un holgazan sin la menor pericia practica?”30
El criado rural asturiano tenía un carácter transitorio en el decurso bioló­
gico de la familia. Esta situación conecta con el carácter de “aprendizaje” que
Ph. A r ie s ha atribuido a la servidumbre, a través de ella el niño y el joven
aprenden las habilidades y normas de conducta de la casa y el trabajo en un
medio humano más disciplinado para el aprendizaje. En una escritura de
aprendizaje de chocolatero el maestro se comprometía a tener “en su casa y
compañia” al aprendiz “enseñándole y disciplinándole en dicho ofizio” y el
padre a “que no pueda benir a casa de dicho su padre ya sea de dia u de no­
che”31. Además, la primera norma de la servidumbre era el celibato. El matri­
monio pone fin a la relación servil. Los amos no querían criados casados, co­
mo explicaba F l e u r y :
“Muchos tienen aversión a los criados casados (...), los que hablan
con más sinceridad, se quejan solamente de que los criados casados,
descuidan el interés de los amos, y estraen de su casa todo lo que pue­
28 Noticia del establecimiento y población de las colonias inglesas en la America septentrional. Religión,
orden de gobierno, leyes y costumbres de sus naturales y habitantes, Madrid, 1778, pág. 162.
29 “Introduction: The history of the family”, pág. 26 y ss.
30 A.H.N., Consejos, leg. 661, f. 77, informe de 31-VII-1774.
31 A.H.A., secc. prot., serie Oviedo, leg. 769-11, f. 51 (1725).
161
LOS CRIADOS EN LA ASTURIAS DEL ANTIGUO RÉGIMEN
den para llevárselo á sus mugeres. De este modo la mayor parte de los
criados de uno y otro sexo no pueden casarse...”32.
Los pocos criados casados que figuran en los libros personales del Catastro
de Ensenada corresponden a varones de empleo cualificado -cochero, cocine­
ro, mozo de silla-, cuyas mujeres residen en un concejo diferente al del empleo
del marido; son los casos ovetenses de Pedro Menéndez, cochero del marqués
de Camposagrado y Juan Cuervo, cochero del Regente, casados ambos, eran ve­
cinos de Pravia, o los casos de José Suárez, cochero del conde de Peñalba y
Diego González, cochero del Obispo, también casados, que lo eran del concejo
de Valdés. Sólo de modo excepcional un criado casado tendrá en su compañía a
su esposa33; tan irregular es esta situación que en algunos contratos de aprendi­
zaje -figura próxima a la del dom éstico- el maestro exigirá del padre del apren­
diz que en caso de matrimonio de éste deberá recibir una indemnización34. Los
criados varones poseen un porcentaje superior de criados menores de dieciocho
años y un perfil menos envejecido que las criadas. Entre las criadas son habi­
tuales las mujeres de edades avanzadas lo que unido a un celibato casi unánime
nos sitúa de nuevo ante las elevadas tasas asturianas de celibato femenino.
Tabla IV
DO M ESTIC O S M ENO RES DE 18 AÑOS. EN % ASTURIAS EN 1752
Población lega urbana
Campesinos. Area central
Campesinos. Area occidental
Total ponderado
CRIADOS
CRIADAS
33,7
54,3
51,7
52,5
20,3
53,4
41,0
48,3
%
%
%
%
%
%
%
%
Fuente: Libros personales del catastro de Ensenada
32 A bad F leury, El libro de los amos y los criados, pág. 62. Para el B arón de O lbach, los criados casa­
dos eran una calamidad que llenaban la sociedad de hijos “a los que pocas veces pueden educar y sos­
tener sin recurrir a medios perjudiciales a su señor (...). Los matrimonios de los criados son evidente­
mente uno de los manantiales y causas de tantas prostitutas, de tantos rateros, jugadores, holgazanes y
malhechores de toda especie que inundan las naciones opulentas” (Moral universal y deberes del hom­
bre fundados en su naturaleza, Madrid, 1821, t.III, pág. 137); ideas que conectan con el rechazo que el
siglo XIX hace de la figura del doméstico (vid. Jacques D onzelot, La policía de las familias, ed.
Pretextos, Valencia, 1979, pág. 19).
33 La excepción es doña Josefa de la Riestra, viuda de don Lázaro Suárez, comerciante al por mayor con
un capital de 400.000 reales que regula anualmente 40.000 reales, es vecina de la Plaza Mayor de
Oviedo, tiene consigo a cinco hijos varones menores de 18 años, a un sobrino de nombre Valentín, tam­
bién menor de 18 años, al mancebo de la tienda, de nombre Francisco, al que paga 1.100 reales al año y
que está casado con María, criada de doña Josefa y que a su vez percibe 77 reales al año.
34 “y por dichos zinco años queda a cargo de dicho Miguel el alimento, cama y ropa limpia de el dicho
Pedro por lo qual y su enseñanza le a de pasar y satisfacer a dicho Miguel el referido José de Crespo
162
FLORENTINO LÓPEZ IGLESIAS
En el medio rural el doméstico está sometido a una doble pulsación: la
del grupo doméstico receptor del criado que en un momento de su decurso
evolutivo atraviesa un déficit de fuerza de trabajo y la del grupo doméstico
emisor que en ese momento puntual posee un exceso; en la ciudad, en cambio,
la relación es más heterogénea reconociéndose una fracción de domésticos
que tiende a prolongarse en el tiempo ya que las necesidades del grupo do­
méstico receptor no están directamente conectadas con un demanda específi­
ca de fuerza de trabajo35.
En los medios urbanos la permanencia durante vidas enteras de algunas
criadas que sirven en una misma casa durante generaciones, da lugar a tipos
domésticos que unen sus destinos a los de sus amos. J o v e l l a n o s a la muerte
de su hermano don Francisco de Paula:
“Han sido despedidas todas las mujeres de la familia y algunos cria­
dos que no debían continuar en ella, quedando sólo la doncella, y el
ama Francisca que seguirán a la Señora; y la Bastiana que dentro o
fuera, correrá siempre a mi cargo”36.
Permanencia que en el caso de don Ignacio Palacio Cabeza llega a repar­
tir la responsabilidad de su enterramiento entre sus esposa y sus criados: “...
mi cuerpo quiero y mando sea sepultado en esta Y glesia de San Esteban de
Morcín o en la de San Francisco de Oviedo a boluntad y elección de mi muger y dom ésticos”37. Antonio López de la Peña Pasaron, criado del marqués de
Camposagrado, dice de éste que “le tengo por Padre y Señor en cuya asisten­
cia y servicio estoy muchos años hace...”38. En el Oviedo de mitad de siglo, don
Francisco Antonio Longoria Miranda al hacer su testamento se refiere así a
35
36
37
38
seiszientos reales vellón en tres terzias el primero de presente, el segundo en el dia que medie en dichos
zinco años y el ultimo fenezido que sean estos y si antes de fenezerse los referidos zinco años dichos
Pedro contraiga matrimonio y sea motibo suficiente para no se le poder compeler a que asista el tiempo
que restase aia dicho Joseph Crespo pagar a su costa oficial practico tanto como lo estuviere dicho
Pedro que asista al referido Miguel sin que se le siga a este Ínteres alguno por todo el tiempo que resta­
se o satisfazer de pronto el importe que pudiere llebar dicho oficial descontando a sueldo en libra lo que
correspondiese a dicha falta de los enunciados seiszientos reales vellón” (en A.H.A. , secc. prot., serie
Oviedo, leg. 787, f.84, de 23 de marzo de 1749).
La imagen del servicio femenino en la Florencia del siglo XV es episódica y volátil como ha mostrado
CH. Kaplisch-Z uber, “Célibat et service féminin dans la Florence du XVe. siècle”, A.D.H., 1981, pág.
300.
Diarios, t.II, pág. 484; es la figura de la “servante fidèle” descrita por P. GUTTON (Domestiques et ser­
viteurs dans la France de VAncien Régime, Paris, Auber, 1981, pág. 83). El testamento de doña Isabel
de Malleza Bemaldo de Quirós, Señora de la Casa de Malleza, recoge una clausula asistencial a una an­
tigua criada: “... Ytem digo que estando sirviéndome Doña Margarita Diaz Sala le sobrevino la demen­
cia que padeze y entonces la consigne cien reales de vellón y seis fanegas de pan en cada un año, es mi
voluntad se le continue esta contribución anual durante la vida de la dicha Margarita”, en A.H.A., secc.
prot., serie Oviedo, leg.730, f. 575.
A.H.A., secc. prot., serie Oviedo, leg. 1177, f. 195, testamento de 2-X-1790.
A.H.A., secc.prot., serie Oviedo, leg. 745-1, f.s.n. (1723). Leemos en el testamento de una criada: “Yten
digo que siendo yo niña de corta edad me rrecojio y amparo en su cada Doña Cathalina Albarez
LOS CRIADOS EN LA ASTURIAS DEL ANTIGUO RÉGIMEN
163
“Cathalina G onzález mi criada que me sirve ha de mas de quarenta
y quatro años mando y es mi voluntad que se la de una cama de ro­
pa (...) por havermelo asi dejado encargado la dicha señora mi ma­
dre y la dicha doña Rosa mi esposa quien por dicho su testamento
dejo a la dicha quatro fanegas de escanda (.••) pero las tres que yo
le mando se entiende en caso de que la persona a quien nombrare
por fator y disponedor de mis vienes no la tenga en su cada dándo­
le lo necesario para su alimento y no quiera ella mantenerse con el
aunque le encargo y ruego no la deseche sino que la mantenga en
su compañia y que si muriese la susodicha la haga su entierro has­
ta cantidad de veinte y quatro ducados que pudiere importar a co s­
ta de mis vienes que asi me lo dejo encargado dicha señora mi ma­
dre y esposa”39.
Este tipo de disposiciones era característicos de la nobleza y las clases ur­
banas acomodadas; el libro personal de legos de Oviedo recoge el caso de do­
ña Josefa María Queipo de Llano, viuda de don José Jacinto de Omaña, quien
tenía consigo a una criada mayor antigua, doña Bernarda, a la que “mantiene
con todo lo nezesario”; y no es un caso único, el canónigo don Toribio
Gerónimo Alonso Faes tenía consigo a María Mayor Sánchez “criada maior
que fue de D. Dom ingo de Faes su tio difunto”, y otro canónigo, don Juan
García Avello, tenía consigo a una criada “antigua” y de avanzada edad a la
que mantenía de limosna. En su testamento doña María Luisa de Mier ordenó
“que a mi criada antigua María Balmori residente en mi casa de Peñamellera
Santullano vezina que fue de esta dicha ziudad y hasta que murió me mantubo y despues me dejo en su
mesma casa y en asistenzia de Don Gregorio de Zelis y Doña Francisca González Colloto hixa y yernos
suios mis amos en cuio servizio permanezi y me hallo haviendo bivido a unos otros ademas de mi crian­
za y educazion que me quisieren, estimaren y atendieren con el afecto de padres y hermanos por lo qual
es mi voluntad y modo que a los susodichos aora ni en ningún tiempo por mi soldada ni por otra rrazon
ni causa no se les pida ni demande cosa alguna...” (id. serie Oviedo, leg. 709-11, f.2, 1724).
39 A.H.A., secc. protocolos, serie Oviedo, leg. 731 , f.685. De modo más directo don Lorenzo
Escarciafico, vecino de la ciudad de Oviedo y su criada Francisca Monato, soltera y natural de Carrandi,
parroquia de Colunga dan forma a un contrato por el que don Lorenzo se obligar a prestar asistencia a
su vieja, enferma y antigua criada: “que por quanto dicha francisca ha servido algunos años a dicho don
Lorenzo y hallarse hoy en dia con la salud quebrantada y no tan robusta para poder servir, en esta con­
sideración contrataron los dos en que dicho don Lorenzo haya de arrendar inmediato a la casa donde vi­
viere un cuartico para vivir la susodicha en defecto de no la tener en su casa, y la dicha ha de dar un de­
sayuno por la mañana, a mediodia y de cenar por la noche, y estando buena lo ha de ir a comer a casa de
dicho don Lorenzo y si estuviere enfermo este se le ha de enviar a su cuarto y tratada como tal”; por su
parte Francisca pone bajo la tutela económica de este pater familias la administración de sus bienes raices, le dona todos sus bienes inmuebles y le exime del pago de las soldadas atrasadas (id. serie Oviedo,
leg. 823 , f.234); otro testador ovetense declarará: “Yten mando a Angela Garda mi criada diez ducados
de vellón y la cama de ropa en que duerme y por quanto la susodicha de mucho tiempo a esta parte tie­
ne otros diez ducados de suyo en mi poder mando que uno y otro se la entregue con lo qual declaro es­
tar satisfecha y no deverla nada rrespecto a que de muchos años a esta parte la he mantenido vestido y
calzado a mi costa y por no poder servir a causa de su abanzada hedad y hachaques me a sido preciso
balerme de otra criada que la escusase en los lavores que devia hacer la susodicha como es bien noto­
rio” (id. serie Oviedo, leg. 1033, f.37, 1751).
164
FLORENTINO LÓPEZ IGLESIAS
se la mantenga en ella hasta que muera”40, y el marqués de Vistalegre dispuso
en su testamento que
“mi criado Pedro de Chavarria hace treinta y cinco años poco mas o
menos me esta sirviendo con toda fidelidad por este respeto y lo que
le estimo es mi voluntad y mando que mis herederos y subcesores en
mis casas, derechos y acciones despues de mis dias le contribuyan
con cinco rreales diarios hasta que fallezca dicho mi criado y a su fin
y muerte que se le haga entierro decente pagandole dicha contribu­
ción el primer dia de cada mes y con uno de anticipación con lo que
le separo de cualesquiera cosa que pudiese haber y repetir”41.
Los legados a los domésticos formaban parte de las cláusulas de la “bue­
na muerte”; P o u g e t al relacionar las “reglas para hacer cristianamente un tes­
tamento” recomendaba “prevenir que se recompense a sus domésticos, y si le
han servido fielmente, que se les gratifique a proporción de sus servicios y
con liberalidad”42. Las amas de cría tenían un lugar entre las disposiciones tes­
tamentarias de las mujeres de la nobleza; dice doña María Luisa de Mier:
“Ytem mando que a cada una de las Amas de lactancia de mis hijos
o hijas que tengo y he tenido y las que al preste., o a mi fallecimiento
vivieren de dichas Amas se las den cien ducados a cada una por una
sola vez (...) y lo mismo a la ama de pecho de mi nieto Don Albaro
Valdés”43.
La tercera parte de los testamentos otorgados por clérigos contiene lega­
dos a favor de criados. El porcentaje de testamentos de la nobleza y la hidal­
40 A.H.A., secc.prot., serie Oviedo, leg. 1299, f.67 (1791), de 22 de julio; la Señora de Malleza también
disponía en su testamento “que angela cuerbo quien a muchos años me sirve y se alia muy faltossa de
salud mando se le tenga en casa toda su vida y que quando falte se la entierre con dezenzia a costa de
mis vienes y si la despidieren de cassa o ella se quisiere retirar la den en cada un año doze anegas de es­
canda para su alimento” (id. serie Oviedo, leg.601-II, f. 124); doña Isabel María de Malleza consignará
a doña Margarita Diaz Sala cien reales de vellón y seis fanegas de pan anuales pues “estando sirviéndo­
me le sobrevino la demenzia que padeze” (id. serie Oviedo, leg. 730, f. 578, 1751, de 22 de agosto); y
su pariente, el chantre de la Catedral, don Sancho de Doriga y Malleza dispondrá: “y a Magdalena que
ha años que esta en mi compañía y de dicho mi hermano mando se le den cien ducados por una vez y le
pido a dicho mi hermano la atienda mucho” (id. serie Oviedo, leg. 544, f. 106, 1700, de 27 de julio).
Don Francisco de la Puerta, cura de San Juan, rogaba que su ama Francisca López, que llevaba consigo
más de 25 años, siguiera viviendo con su sobrina viuda y sus hijos y si no que se sacasen 240 ducados
(id. serie Oviedo, leg. 208, f. 208, 1735). Don Antonio Martínez, capellán de coro de la Catedral, dis­
ponía el respeto que sus albaceas debían tener con la que había sido su criada durante 14 años al encar­
gar “a mis herederos y testamentarios no la agan agravio y se este a lo que ella dijere y no la rrejistren
cosa que tenga en su arca por que asi es mi boluntad” (id. serie Oviedo, leg. 657, f. 14, 1722).
41 A.H.A., secc. prot., serie Oviedo, leg. 1151, f.61 (1794).
42 Instrucciones generales en forma de catecismo, Madrid, 1803, 5a reimpresión, t.III, pág.132.
43 A.H.A., secc.prot., serie Oviedo, leg. 1299, f.68 (1791); doña Isabel María de Malleza y Doriga man­
do a la ama de su hija doña Ana “seis anegas de pan de la renta de Cortina en cada uno de los años que
viviere la dicha Franca.” (id. serie Oviedo, leg.730, f.578); doña Leonor de Miranda Ponce, dejó “a ca­
da una de las dos amas que criaron dichos hijos dos ducados de vellón a cada una” (id. serie Oviedo,
leg. 731, f.705).
LOS CRIADOS EN LA ASTURIAS DEL ANTIGUO RÉGIMEN
165
guía solariega con legados a domésticos se situaba en torno al 40 %; en este
medio social com o entre los religiosos el porcentaje remite a unos hogares en
los que la presencia de criados era obligada. En los testamentos campesinos
son inhabituales los legados a los domésticos44, tanto por la menor importan­
cia del servicio doméstico como por su carácter temporal. Los legados a las
criadas consistían en “una cama de ropa” con su jergón o maderaje, algunas
cantidades de dinero, trastos de casa o ropa usada; para los criados lo más ha­
bitual era alguna cantidad de dinero y la “ropa interior y exterior usada”. En
ambos casos también encontraremos esporádicamente alguna cabeza de vacu­
no o ropa para guardar luto. La mayor parte de los legados estaban atravesa­
dos por un componente condicional, bien atender a los cuidados finales del
testador, bien retribuirlos; dirá don Francisco González Armada, cura de San
Miguel de Lillo: “y todo lo mandado a la dicha Ana María se entienda hallán­
dose esta sirbiendome al tiempo de mi muerte porque no lo estando solo se le
an de dar sus soldadas”45, y dispone don José Antonio de Centi que “paguen y
gratifiquen a la ama y criada que me asisten en esta dilatada enfermedad su
trabajo y ademas de el las gratifiquen como las pareziere en atención al cuida­
do y caridad con que lo hazen”46. Era costumbre que las soldadas se pagasen
en el momento en que finalizaba la relación; si Pachín, el criado de Jovellanos
no cobra las soldadas que se le adeudan es porque late el deseo de no sus­
44 El caso de Juan Fernández, un campesino acomodado del barrio del Fresno de Oviedo, es excepcional
al mandar a su criada Manuela Suárez “atendiendo al total cuidado con que la susodicha la asiste man­
da que sele de una cama de ropa y un quarto en que se pueda albergar por los dias de la susodicha sin
llebarle por el alquileres y esto ha de ser despues de la muerte de la muger del testador” (A.H.A.,
secc.prot., serie Oviedo, leg. 789, f.343, 1754, de 29 de abril).
45 A.H.A. , secc.prot., serie Oviedo, leg. 824, f.69 (1754), de 28 de febrero ; el legado que doña Teresa
Gutiérrez Valdés hace a su criada Isabel de Baso “se entienda si estubiere en mi compañía mientras vi­
vo y ella asistiere con todo cuydado y caridad y tanvien la dejo el lecho, maderaje de dicha cama” (id.
serie Oviedo, leg. 734-11, f. 1047); "... y que se de otra camisa a la persona que me asistiere en mi ultima
enfermedad” (id. serie Oviedo, leg. 731, f.719); “... y digo que la criada que estubiere en mi casa y ser­
vicio al tiempo de mi muerte se le de...” (id. serie Oviedo, leg. 747, f. 148, 1703). Don Santiago de
Hevia, presbítero, dispondrá: “Yten digo que atendiendo al cuydado con que siempre me asestido en mi
enfermedad y mas achaques que estoy padeziendo Maria González biuda de Francisco la Vega desde
luego en remunerazion de dicha asistenzia dejo por mi coeredero de todas las que tengo y tubiere al
tiempo mi muerte en el quarto donde asisto a Manuel de Vega hijo legitimo de la susodicha como son
quadros cama bancos (...) y ansimismo le dejo por mi coeredero del derecho que tengo a los vienes de
Don Francisco de Evia Jove vezino del lugar de la Barzana” (id. serie Oviedo, leg. 564, f.28, 1703).
46 A.H.A., secc. prot., serie Oviedo, leg. 733, f.875 (1754). El tono de gratitud de estos legados está muy
extendido: “... Josepha Moran mi criada dos ducados ademas de su soldada por el mucho cariño con que
me asiste en mi enfermedad” (id. serie Oviedo, leg. 856, f.54, 1751); “... en considerazion a la buena
asistenzia y servicios que le ha hecho Mariana de Obaya y ademas el summo amor y cariño que la tiene
como lo ha experimentado estante su enfermedad se la entreguen y den las ropas siguientes...” (id. serie
Oviedo, leg. 884, f.249, 1754); “... por el mucho afecto y cariño que tengo adriana criada mia que atualmente me esta asistiendo en mis achaques y enfermedades en remuneración de este agasajo y por co­
rresponder el mucho travajo que tiene en dicha asistencia mando (...) se le de luego que fallezca cien re­
ales de vellón...” (id. serie Oviedo, leg. 564, f.30, 1703).
166
FLORENTINO LÓPEZ IGLESIAS
pender la relación:
despídese mi criado Pachín: está malo del pecho; se va
a convalecer a su tierra; se le da algún dinero a cuenta, y deja el resto de sala­
rios devengados, que es corto, porque dice que volverá”47. Cuando el fin de la
relación se produce a causa de la defunción del amo el importe de las soldadas
así com o alguna recompensa complementaria viene recogido en el testamento
del amo: “Se dió a los criados la recompensa indicada por mi difunto herma­
no en su testamento”48. El pago diferido de las soldadas junto a la promesa de
legados profundizaba la dependencia de los domésticos respecto a sus amos:
“Yten mando que se dejen a dichas tres criadas las camas en que
duermen con su ropa y maderaje y declaro que se han de entender es­
tos legados que hago a dichas mis criadas solo en caso de que esten
en mi asistencia al tiempo de mi falleci-miento”49.
El legado postumo, al igual que en otras regiones50, es la fórmula preferida
para saldar los servicios prestados. La liquidación de las soldadas se convertía
en la dote que las criadas llevaban al matrimonio: “me dio de dote mi Señora
Doña Mayor Menendez abuela del marques de Ferrera que hay doszientos du­
cados por el servicio que hize en su casa de doncella”51, a lo que se añadían
mandas específicas para tomar estado, así doña Juana Margarita de Faes y
Cienfuegos manda a una criada “el dote y gastos nezesarios para monja de belo blanco y si elijiere otro estado quinientos ducados de vellón por una vez”52.
47 G. M. de J ovellanos, Diarios, tomo I, pág. 472. Al año siguiente, durante 1795, la relación de
Jovellanos con este criado se irá enturbiando (tomo II, pág. 28), hasta que finalmente Pachín es despe­
dido (tomo II, pág. 136).
48 G. M. de J ovellanos, Diarios, t.II, pág. 484. Vid. un ejemplo eminente de ajuste de salarios en el in­
ventario y liquidación del Regente don Antonio Varela Bermúdez (A.H.A., secc.prot., serie Oviedo, leg.
944- II, f.s.n., 1763); a su criado mayor, don Ventura Torrado, se le entregaron 7.500 reales por su ser­
vicio con don Antonio mientras fue Oydor y en sus dos regencias anteriores a la de Oviedo; a don
Jerónimo Lema se le dieron 1.500 reales, etc.
49 A.H.A. secc. protocolos, serie Oviedo, leg. 728, f. 687, testamento que corresponde al canónigo don
Juan García Avello. Los domésticos quedaban a merced de la opinión de su amo moribundo: “Ytem
mando se pague a María Antonia Pevida toda la soldada que según conzienzia se le deviese siendo mi
ditamen por todo catorze ducados” (id. serie Oviedo, leg. 787, f. 270 / 281, testamento de 25-XI-1750).
50 A ragón M ateos, S., “Amos y criados en la Extremadura dieciochesca”, Actas del congreso interna­
cional sobre Carlos III y la Ilustración, Ministerio de Cultura, Madrid, 1989, t.II, pág. 408.
51 A.H.A. , secc. prot., serie Oviedo, leg. 848, f. 65; también algunos criados: “Iten dejo a mi criado
Perico cinquenta ducados, los quarenta que sean para aprender ofizio o quando se case y los diez para
que se le baya dando algo de vestir mientras lo deprenda” (id. serie Oviedo, leg. 732, f. 881).
52 A.H.A., secc. prot., serie Oviedo, leg. 732, f.926 (1753); y la viuda doña Josefa Ramos Hevia, manda­
rá a su criada Gertrudis, Alvarez Perera “por. lo mucho que la estimo y lo que estubo en mi compañía
quarenta. ducados de vellón por. una vez para ayuda de tomar estado” (id. serie Oviedo, leg. 732, f.928,
1754); y dice doña Petronila Alvarez Caldas: “a María Francisca se le pague asimesmo la soldada sin
echarle enquenta lo que le hubiere dado de vestir y ademas de lo que ymportare se le daran otros doze
ducados para ayuda de su estado” (id. serie Oviedo, leg.601-II, f.s.n., 1699). Este era el sentido de al­
gunos contratos con domésticos del mediterráneo bajomedieval donde el amo no sólo debía contribuir
con un peculio dotal sino que debía dar estado a sus criadas, vid. al respecto J. H eers, Esclaves et do­
mestiques au moyen-age dans le monde méditerraneén, Ed. Fayard, París, 1981, pág. 150-152.
LOS CRIADOS EN LA ASTURIAS DEL ANTIGUO RÉGIMEN
167
La variedad de tipos domésticos se limita a la aristocracia y al alto clero.
La aristocracia gustaba de vivir rodeada de criados53 que se constituían en una
seña de identidad; doña Isabel de Malleza, esposa del brigadier don Juan del
Prado y Malleza Portocarrero, se indignaba contra la justicia ovetense y la
Real Audiencia porque
“an dado en yntroducirse aprender y hazer causas a los criados que la
asisten de calidad que no hallara quien la quiera servir en desdoro y
descaezimiento de su persona casa y calidad de manera que oy se ha­
lla sin persona que la acompañe asi pueda salir a oyr el santo sacrifi­
cio de la Misa en ninguna de las Yglesias de esta dicha Ciudad”54.
Es en los medios de la aristocracia y el alto clero donde hallamos alguna
variedad de tipos de domésticos. Los tipos de criados de la austera nobleza as­
turiana eran escasos y estaban muy lejos de la variedad que ofrecía la aristo­
cracia cortesana, aún así se adivinan las oposiciones básicas entre criados de
puertas adentro y criados de puertas afuera y entre criados de escaleras arriba
y criados de escaleras abajos. El catastro de Ensenada nos relaciona amas de
llaves, doncellas, ayudas de cámara, preceptores, capellanes y asistentas como
figuras más próximas a los amos y mejor consideradas -m ejor remuneradas-;
a continuación hallamos criadas menores, criados de escalera abajo, criadas
de cocina, amas de cría, lacayos, cocineros, cocheros, pajes, mancebos, algu­
na dispensera y algún palafrenero, sotacochero o mozo de muía55. Las retribu­
ciones tienden a corresponderse con esta jerarquía servil pero no de un modo
estricto; una ilustración singular y extrema: el capellán del marqués de
Camposagrado percibía 100 ducados al año y el de doña Francisca Ignacia de
Caso Maldonado, 30 ducados ; en cambio, los capellanes del conde de Nava y
del conde Marcel de Peñalba oficiaban sólo por la comida y el vestido. En ge­
neral, la servidumbre mejor considerada se situaba por encima de los 10 du­
cados anuales además de la comida. Los ayudas de cámara del marqués de
Camposagrado percibían 44 ducados anuales más la comida y el vestido; las
amas de llaves y las criadas asistentas se situaban entre los 10 y los 20 duca­
dos56, las amas de cría en torno a los 12 ducados, entre los lacayos el espectro
53 “Hacemos consistir parte de nuestra felicidad en que nos sirvan convirtiendo en argumento de vanidad el
número y calidad de los criados” (A bad Fleury, El libro de los amos y los criados, pág. 7); sobre la mul­
tiplicación de criados, vid. J.A. M aravall, La literatura picaresca desde la historia social, pág. 215.
54 A.H.A., secc.prot., serie Oviedo, leg. 746, f.s.n. (1731).
55 En el testamento de doña Maria Luisa de Mier figura un tipo de criado algo extraño para Asturias, el
aguador: “... y a todos los demas criados incluso Josef de Granda Aguador de la Casa veinte ducados a
cada uno todo por una vez” (A.H.A., secc. prot., serie Oviedo, leg. 1299, f.67, 1791).
56 Las amas de llaves de Gil de Jaz y del oidor don Manuel Verdeja percibían 16 ducados anuales; Paloma
Noriera, la “criada maior para el gobierno de su casa” de don José Angel de Mier, arcediano de
Villaviciosa, percibía 20 ducados; en cambio la ama de llaves de don José Miguel de Heredia percibía
10 ducados al año.
168
FLORENTINO LÓPEZ IGLESIAS
es mayor: los del conde Marcel de Peñalba percibían 9 ducados anuales y
los del marqués de Camposagrado 33 ducados al año. Como vem os, la retri­
bución de los dom ésticos, de acuerdo con el Catastro de Ensenada, estaba fi­
jada por anualidades. La retribución diaria o por mensualidades era minori­
taria y correspondía a domésticos especializados de familias privilegiadas
que desempeñaban actividades próximas a la de los oficios urbanos, caso de
los cocineros y cocheros. Los cocheros de Gil de Jaz, percibían 4 y 3,5 re­
ales al día; los del marqués de Camposagrado 2,5 reales diarios además de
la comida; pero el resto de los cocheros ovetenses computaban su retribu­
ción de m odo anual: N icolás Mafué, italiano y cochero del regidor don
Pedro Velarde Calderón y Prada, percibía 33 ducados anuales más la com i­
da, y los cocheros del conde Marcel de Peñalba y de don José Angel de
Mier, arcediano de Villaviciosa, percibían 50 ducados al año además de la
comida. La presencia de esclavos es reducida y se constituye en un signo de
distinción social57; las referencias son escasas y se limitan a una referencia
en el catastro gijonés acerca de una “esclava mulata de dieciocho años” , a
una escritura de manumisión otorgada por el capitán y Sargento Mayor de
Mar y Guerra don Tomás de Endoya a favor de su esclavo negro y originario
de Manila, Salvador Pascual de la Cruz, de 25 años, por los “buenos servi­
cios que me a echo el susodicho”58, o a una compra por don Juan de Navia
Osorio, marqués de Santa Cruz de Marcenado, de “un negro llamado Valerio
negro de Angola”59.
La retribución media en las ciudades, para el conjunto de todos los do­
mésticos, se situaba en 6 ducados al año más la comida y el vestido. Las retri­
buciones de los domésticos de las áreas rurales poseen una mayor amplitud
geográfica de retribuciones que varía por áreas aunque tiende a centrarse en
tomo a los 4 y 5 ducados anuales; en el occidente asturiano las retribuciones
medias se sitúan por debajo de las retribuciones medias que se calculan para
el centro y el oriente asturianos. Las variaciones sólo son significativas res­
pecto a los criados especializados o de puertas adentro, en los demás casos las
diferencias se amortiguan si evaluamos la comida y el vestido que los catas­
tros sitúan en 1 ó 2 reales diarios (33 ó 66 ducados anuales), diez veces más
que la retribución media en metálico. Comida y alojamiento constituían la
57 Vid. B. B arreiro, “El dominio de la familia de los Porras”, en Obradoiro de Historia Moderna.
Homenaje al profesor Antonio Eiras Roel, Santiago, 1990, pág. 44. En los medios de la aristocracia as­
turiana no se han hallado rastros de los enanos tan característicos de los palacios barrocos; de ellos ha­
bía dicho A rbiol: “Los enanos acostumbran ser el juguete de las casas grandes y en algunas los crian
tan viciosos que les hacen licenciados de malas condiciones” (La familia regulada, pág. 592).
58 A.H.A., secc. prot., serie Oviedo, leg. 584, f.s.n. (1727).
59 A.H.A., secc. prot., serie Oviedo, leg. 564, f. 19 (1705). El 27 de julio de 1711 se bautiza en la parro­
quia de San Juan de Oviedo un niño al que se puso de nombre Manuel y que era hijo natural de Isabel
de la Cuesta, soltera y vecina de Foncalada y de Manuel de Sosa, negro y criado del Corregidor.
169
LOS CRIADOS EN LA ASTURIAS DEL ANTIGUO RÉGIMEN
motivación inmediata que empujaba a los hijos de los campesinos, inmersos
en una economía de supervivencia, a buscar acomodo en el servicio domésti­
co; de hecho entre un 15 % y un 30 % de los criados, generalmente los más
jóvenes y los muy ancianos, trabajaban sólo por la comida y el vestido.
LOS CRIADOS ASTURIANOS EN 1752
R E T R IB U C IO N ANUAL. DISTRIBU CIO N EN % Y M E D IA .
DISTRIBUCION PORCENTUAL
Oviedo
Avilés
Concejo de Gijón
Conc. de Villaviciosa
Campiña de Oviedo
Castrillón
Cabranes
Coto de Castañera
Coto de Melendreros
Proaza
Amieva
Yernes y Tameza
Somiedo
Ayones y Alienes
Illano
Salime
Degaña
Coto de Leitariegos
Solo com er
y vestir
Hasta
5 ducados
Hasta
9 ducados
M ás de
9 ducados
M edia total.
En ducados
29,0
17,2
10,3
4,7
25,7
11,9
32,4
18,2
15,4
35,1
17,2
21,8
5,8
9,6
23,4
24,9
22,7
35,8
12,9
36,4
7,7
57,9
29,3
6,3
70,6
69,2
38,4
33,3
50,0
69,5
45,3
40,6
51,1
52,5
51,0
34,3
49,4
45,4
7,7
5,3
29,3
37,5
19,8
32,5
15,1
17,8
0,5
17,9
5,2
6,8
6,2
5,9
6,2
3,9
4,9
3,9
3,9
7,6
2,3
5,0
6,0
3,2
2,3
3,7
3,8
3,5
2,3
11,1
23,1
21,2
33,3
18,8
21,7
11,1
3,8
28,8
11,1
25,0
8,7
69,2
1,8
24,1
34,3
7,1
3,8
11,5
22,2
6,2
Fuente: Libros personales del catastro de Ensenada
Las diferencias por sexos son complejas; el porcentaje de criadas retri­
buidas en metálico es superior al de varones retribuidos pues entre los varones
es dominante, com o hemos visto al analizar el perfil de edades, el criado ado­
lescente que no percibe retribución y asiste por la comida y el vestido; pero
también las mejores retribuciones corresponden a domésticos varones, excep­
to en los cotos y concejos pequeños donde las amas de los curas ocupan la
cúspide de la servidumbre.
170
FLORENTINO LÓPEZ IGLESIAS
Tabla VI
LOS CRIADOS ASTURIANOS EN 1752
RETRIBUCION ANUAL POR SEXOS. DISTRIBUCION EN % Y MEDIA
Operaciones del
catastro
Sexo
DISTRIBUCION PORCENTUAL
Solo comer
Hasta
Hasta
Más de
Media total.
y vestir
5 ducados
9 ducados
9 ducados
En ducados
Oviedo. Ciudad
Oviedo. Ciudad
Criados
Criadas
52,9
16,2
2,2
7,8
18,8
59,6
19,9
19,7
7,2
&,6
Oviedo. Campiña
Oviedo. Campiña
Criados
Criadas
20,2
30,3
29,2
17,4
49,4
52,3
1,1
4,1
3,8
Castrillón
Castrillón
Criados
Criadas
14,3
8,0
38,1
32,0
38,1
28,0
9,5
32,0
4,4
5,8
Cabranes
Cabranes
Criados
Criadas
38,6
24,2
11,4
15,1
40,9
60,6
9,1
3,8
4,2
Amieva
Amieva
Criados
Criadas
19,4
14,8
24,2
35,2
37,1
20,4
19,4
29,6
4,9
5,2
Proaza
Proaza
Criados
Criadas
32,2
38,5
61,3
53,8
3,2
7,7
3,2
2,4
2,1
Somiedo
Somiedo
Criados
Criadas
13,9
10,0
52,8
77,8
19,4
7,8
13,9
4,4
4,0
2,9
Illano
Illano
Criados
Criadas
17,6
22,8
35,3
40,0
22,8
50,0
14,3
3,4
4,7
Ayones y Alienes
Ayones y Alienes
Criados
Criadas
50,0
70,8
50,0
25,0
Coto de Leitariegos
Coto de Leitariegos
Criados
Criadas
40,0
7,7
50,0
84,6
10,0
7,7
4,1
4,7
2,2
1,9
2,9
Tabla V
Fuente: Libros personales del catastro de Ensenada
60 “que aya de asistir con toda obediencia a lo que le ordenare como tal criado y deprendiz”, leemos en un
convenio de aprendizaje (A.H.A., secc.prot., serie Oviedo, leg. 769-11, f. 97, 1725).
LOS CRIADOS EN LA ASTURIAS DEL ANTIGUO RÉGIMEN
171
El paje y el aprendiz vivían una situación próxima a la del criado que en
ocasiones se confunde60. El servicio doméstico permitía a jóvenes sin recursos
el acceso a la educación; en el libro personal de legos del Catastro de
Ensenada de Gijón leemos que don Joaquín Alvarez Tejera, tiene un criado
menor de 18 años “a quien alimenta y paga la escuela de primeras letras”; la
Señora de Malleza declaraba y disponía en su testamento:
“Ytem digo que yo crie en mi casa desde muy corta hedad a Joseph
Martinez enseñándole a leer y escribir y puesto a estudiar y porque a
aprobechado y es virtuoso mando se le den por una bez zien ducados
por ser pobre y para que pueda proseguir sus estudios”61.
El paje se pone al servicio de un amo a la espera de que ello le abra las
puertas de entrar en la carrera eclesiástica:
“Yten que mi paje Nicolás Fernandez me sirve que entiendo que no
es por salario sino por el animo de hacerse eclesiástico teniendo pre­
sente su fidelidad y buen servicio y a que es mi ahijado y a la atenzion
que su padre Alonso Fernandez de Vega tuvo de criarme a mi hija na­
tural llamada Josepha ruego y encargo a mi mujer Doña Maria de
Omaña le acomode en el primer curato que vaque y sea de presentar
de mis casas y maioradgos y si fuese corto le promueba a otra mayor
en haviendo ocasion”62
El canónigo don Manuel Fernández Arango Valdés, en su testamento rue­
ga a sus padres y hermano que atiendan “con lo que pareziere justo ayudando
a Perico a que sea sazerdote”63; doña Isabel de Malleza y Doriga mandó que a
“Don Juan Diaz Pedregal mi criado [que] se halla atitulado a una de las cappellanias que tengo en mi capilla de dicha Yglesia Colexiata de la villa de
Salas (...) se le acuda a costa de mis vienes con lo nezesario hasta que se or­
dene Presvitero”64. Pajes asturianos em inentes fueron A gustín Cean
61 A.H.A., secc.prot., serie Oviedo, leg.601-II, f. 125 (1699).
62 A.H.A., secc. prot., serie Oviedo, leg. 866, f.98, testamento de don Francisco Lorenzo Martín de
Maldonado. La figura del paje amparaba otra situaciones; en el testamento de don Sancho de Doriga y
Mallega leemos que Francisco de Llano Valentin, vecino del concejo de Tineo, le hizo donación a él y a
su hermano don Manuel, donación intervivos para que “criásemos un hijo suyo natural llamado Manuel
al qual traximos a nuestra casa en donde esta desde el tiempo de la donazion con pocos meses de dife­
rencia y en ella le procuramos aprehendiese a leer y a escribir y esta al preste, estudiando la gramatica
dando todo lo necessario para su porte y alimento” (id. serie Oviedo, leg. 544, f. 106, 1700, de 27 de ju­
lio), situación que contravenía las Constituciones sinodales de 1553 (Ed. Facsimilar de la Biblioteca
Antigua Asturiana, 1981), que en su libro III, folio XX-B establecían “que los clérigos no crien en sus
casas hijos de personas principales”.
63 A.H.A., secc.prot., serie Oviedo, leg. 769-11, f.l (1728).
64 A.H.A., secc.prot., serie Oviedo, leg.730, f. 577 (1751). El canónigo don Juan Manuel Vela Cabeza de
Vaca mandaba a su criado Nicolás 200 reales vellón “y le encomendaran mis testamentarios a su pa­
riente el Sr. de Olloniego para que prosiga su remedio si aprobecha en el estudio para el amparo de sus
hermanos” (id. serie Oviedo, leg. 732, f.894, 1753).
172
FLORENTINO LÓPEZ IGLESIAS
Bermúdez, que lo fue de Jovellanos; Campillo, quien primero fue paje con el
canónigo Antonio Maldonado y luego con el intendente general de Aduanas
don Francisco de Ocio. Las expectativas de un paje, también descritas por
Townsend durante su visita al obispo Pisador65, serían objeto de agrios co­
mentarios por parte de Jovellanos:
“... y a su hermana, que me consultó sobre Victoriano, que repugna
volver a casa del Obispo, y tiene razón. ¿Qué sacará allí?
¿Educación? No se da. ¿Renta? Es para los parientes. ¿Algún triste
curato ? No quiere ser clérigo. ¿Estudios? Pero ¿qué hará de ellos?
¿Recibirse de abogado? Veremos...”66.
Los pajes del Catastro de Ensenada reciben de sus amos la comida y el
vestido “dezente” y en la mayoría de los casos carecen de una retribución
complementaria; los que perciben retribución, caso de varios pajes del oidor
don Juan Esteban Salaverri y de los regidores don Diego Argüelles Quiñones
y don Pedro Velarde, se sitúan entre los 10 y los 30 ducados además de la co­
mida. Gil de Jaz, tenía consigo tres pajes; uno de ellos, Juan Fermín, como tal
paje percibía la comida y el vestido y como contador del Real Hospicio perci­
bía 250 ducados anuales.
65 “Los pajes sirven la mesa y acompañan al obispo cuando sale; el resto del tiempo lo emplean en el es­
tudio; cuando alcanzan instrucción suficiente son elevados al sacerdocio, y entonces, admitidos a la me­
sa del obispo, se convierten en sus comensales hasta que él los presenta para algún beneficio” (vid.
T olivar , J., El Reverendo Joseph Townsend y su viaje por Asturias, IDEA, 1986, pág. 59); sobre el ré­
gimen y gobierno (oración, comida, estudios, juegos, salidas de palacio, etc.) de los pajes del obispo
Reluz vid. Fr. M an u el M e d r a n o , Patrocinio de Nuestra Señora en España, noticias de su imagen del
Rey Casto y vida del limo. Señor D. Fr. Thomas Reluz, Oviedo, 1719, pág. 140 y ss.
66 G.M. de J o v ella n o s , Diarios, t.II, pág. 173
LA INDUSTRIA EXPERIMENTAL EN LA CRISIS DEL
ANTIGUO RÉGIMEN. LA FÁBRICA NACIONAL DE
FONTAMEÑA (PARRES), 1804-1823
ALFONSO MENÉNDEZ GONZÁLEZ
La atención prestada por los historiadores al proceso de industrialización
registrado durante el siglo XVIII,permite un mejor conocimiento del “modelo
español” de adecuación a la Primera Revolución Industrial. Con todo , existen
aún ciertas lagunas. A la hora de precisar el marco conceptual y las principa­
les realizaciones en el sector de la manufactura textil, contamos con intere­
santes estudios, ya sean de americanos, como Callahan1 y La Forcé2, o de es­
pañoles, com o E nciso R ecio3, G onzález E nciso4, V ázquez de Prada5,
Peregrín6, M eijide7 y Rodríguez López, entre otros8.
1 W. J. C a l la h a n : “Don Juan de Goyeneche: Industrialist of Eighteenth Century Spain” en Bussines
History Review, XLIII (1969) pp. 152-170.
- Id.: Honor, Commerce and Industry in Eighteenth Century ( Spain - Boston Mass. 1.972.
- Id.: “La política económica y las manufacturas de Estado en el si el o XVIII” en Revista de Trabajo 38
(1.972) pp. 5-17.
2 J.C. L a F o r c é : “ R o y as T extil F acto ries in S p ain , 1700-1.800” en The Journal o f Economic History
XXIV (1964) pp 322-343.
-Id.: The Development of the Spanish Textile Industry, 1750-1800.- Berkeley 1965.
- Id.: “La política económica de los Reyes de España y el desarrollo de la industria textil, 1.750-1.800”
en Hispania-102 (1966) pp 268293.
3 L.M. E nciso R e c io : L os establecimientos industriales españoles en el siglo XVIII. La mantelería de La
Coruña.- Madrid-1963 .
- Id.: “La Fábrica de lienzos de San Ildefonso a fines del siglo XVIII” en Homenaje al Prof. Alarcos
García.Valladolid 1965-1967 Vol II pp 644-649.
4 A .G o n zá lez E n c is o : E sta d o e in d u stria en el siglo XVIII. La F á b ric a de G u a d ala ja ra ,-M a d rid , 1,980 ,
- Id.: “La protoindustrmalización en Castilla. Metodología para una primera aproximación” en Actas de
las II Jomadas de Metodología y Didáctica de la Historia. Historia Moderna, Cáceres-1,983 pp. 251 -263.
5 J. V. V áz q u ez de P r a d a : “El fracaso de las empresas estatales en la España del siglo X V III” en Las
Individualidades en la Historia - II Conversaciones Internacionales de Historia. Pamplona 1985
pp.211-223.
6 F. P e reg rín P u g a : “Las fábricas de la Real Hacienda. Un prototipo de empresa pública en la España del
siglo X V III” en E .V e rd e ra y T uells ,Editores: La Empresa pública -Zaragoza. 1.970 pp 1.239-1.288 .
7 A .M eijid e P a r d o : “Aportación a la historia industrial coruñesa. Las fábricas textiles de Sada, 16751762 “en Revista del Instituto José Comide de Estudios Coruñeses I (1965) pp,77-126,
- Id.: “Los ingleses Leeds y su fábrica de tejidos en Pontevedra “ en El Museo de Pontevedra XIX
(1965) pp, 55-86,
8 G. R o d r íg u e z L ó p e z : Manufacturas laneras de Castilla, Siglo XVIII, Segovia-Guadalajara-Béjar-;
Madrid-1948.
174
ALFONSO MENÉNDEZ GONZÁLEZ
No sucede lo mismo en el ámbito de la industria metalúrgica, objeto de
una menor atención si exceptuamos los estudios de Helguera -para las fábri­
cas de San Juan de Alcaraz9 y de El Salobre10, Almunia y León, para la Fábrica
de Ronda11- o de Alcalá Zamora para la siderurgia cántabra y andaluza de los
siglos XVII y XVIII12.
Un ejem plo aún no estudiado es el de la Fabrica de Hojalata de
Fontameña, en Parres (Asturias). El interés que poseen tanto el proyecto como
la realidad de esta empresa, escasamente conocida, justifican estas páginas.
No solo se puede evocar, a través de ellas, la trama de dificultades y obstácu­
los que concurren al llamado “fracaso de la Revolución Industrial en España”;
sirven asimismo para rastrear el papel asumido por la iniciativa pública en
cuanto motor del proceso de incorporación de nuestro país al ciclo industrial
europeo.
La documentación que sirve a nuestro propósito es muy limitada y sólo
permite conocer la problemática general de la fábrica, sin datos de produc­
ción, empleo o comercialización del producto. Se reduce a dos tipos de fuen­
tes de información:
A) Los informes o “Memorias sobre el estado de la fábrica”13 publicados
en 1814 y 1820 por el promotor y director de la empresa, el presbítero José
Vicente Pereda. Es la fuente principal de información pero queda seriamente
limitada por su carácter parcial en cuanto informe exculpativo de las activida­
des del director de la fábrica, que es a la vez el autor de los informes.
B) Docum entos de la Junta y Diputación del Principado de Asturias
(Archivo General del Principado-A.G.P.-Oviedo). Desaparecido el documen­
J. Helguera Quijada: La industria metalúrgica experimental en el siglo XVIII: Las Reales Fábricas de
San Juan de Alcaraz, 1772-1800, - Valladolid-1984.
10 J Helguera Quijada: “Una industria experimental del siglo XVIII: La Fábrica de Hojalata de El
Salobre, 1786-1798” en Cuadernos de Investigación Histórica 4-(1980), pp. 125-15111 J,A lmunia y L eón: “La Real Fábrica de Hojalata de San Miguel de Ronda “ en Revista del Instituto del
Hierro y del Acero Madrid VI-1953, pp. 147-161.
12 J.A l c a lá Z a m o r a y Queypo de L l a n o : H isto ria d e u n a e m p re sa sid e rú rg ic a e sp a ñ o la : L o s A lto s
9
H o rn o s d e L iérg an es y L a C avada, 1622-1834 - S a n ta n d e r - 1974.
- Id.: “Producción de hierro y altos hornos en la España anterior a 1850” en Moneda y Crédito 128
(1974), pp. 117-218,
- Id.: “Progresos tecnológicos y limitaciones productivas en la nueva siderurgia andaluza del siglo
XVIII. ” en Actas del I Congreso de Historia de Andalucía. Andalucía Moderna. Siglo XVIII. Córdoba
1978, Tomo I, pp.13-36.
13 Ambas memorias -la de 1814 y 1820 respectivamente- se publicaron en 1.820 en Oviedo, en la Oficina
de Prieto, formando un solo folleto de 86 páginas, Lleva por titulo: “MEMORIA que demuestra el cua­
dro historial ruinoso de la Fabrica Nacional de hoja de lata, causas que han intervenido, y medios que se
proponen para su restablecimiento y establecer las que se necesitan en la Nación, por su fundador y . di­
rector el presbítero Don José Vicente Pereda, dirigida al Señor Gefe superior Político de la Provincia de
Asturias, Julio 30 de 1820. Al fin de esta se pone otra que compuso el mismo Autor sobre la historia,es­
tado,y adelantamientos de la Fábrica en 1814.” - Un ejemplar de esta Memoria -procedente de la bi­
blioteca de la Casa de Heredia- se halla en la Biblioteca de la Universidad de Oviedo,
LA INDUSTRIA EXPERIMENTAL EN LA CRISIS DEL ANTIGUO RÉGIMEN
175
to principal (la Junta celebrada en 1804 para tratar en exclusiva sobre la fábri­
ca) quedan diversos testimonios en actas de juntas y diputaciones en tom o a
las vicisitudes por las que atraviesa el establecimiento metalúrgico.
1. ANTECEDENTES Y ORÍGENES DE LA FÁBRICA
La Fábrica de Fontameña se sitúa en el tramo final de un proceso de ex­
perimentación metalúrgica que arranca del primer tercio del siglo XVII. Entre
los años de 1.628 y 1.630 se ha llevado a cabo en Liérganes (Cantabria) un en­
sayo frustrado - e l primero en su género- para producir hojalata en fábrica
conforme a un modelo alemán14. Tras el fracaso de este experimento, se para­
liza durante todo un siglo cualquier nueva iniciativa al respecto.
Para asistir al segundo proyecto experimental tenemos que aguardar has­
ta 1.726, año en el que se inicia la construcción de una fábrica en la Serranía
de Ronda (Málaga). Las obras se prolongan durante cuatro años con grandes
inversiones,un equipo de técnicos alemanes (unos treinta) y una plantilla de
personal que alcanza los 190 obreros en la época de prosperidad. La produc­
ción de hojalata se inicia en 1731 pero debido a una escasa demanda, la fábri­
ca se ve obligada a modificar su actividad y línea productiva. Tras pasar por
una larga recesión y crisis, en 1743 queda en manos de la intervención del
Estado con una considerable deuda15.
Las dificultades de la industria experimental sirven para demorar más aún
las escasas iniciativas que surgen. A sí que se opta por dejar proyectos e inno­
vaciones en manos de extranjeros y no surgen nuevas promociones hasta 1788
en el cénit del reformismo ilustrado. En este caso son dos técnicos franceses
los que obtienen permiso y privilegios para establecer una industria de hojala­
ta en El Salobre (Cádiz). Pese a todo -contando con una elevada inversión de
cerca de dos millones de reales- la fábrica no consigue producir más que en
su fase experimental. En 1798 fallecen los promotores y directores franceses,
y cinco años después, en 1803, el gobierno decide trasladar el material a
Asturias, procediendo al cierre de la fábrica16.
La evidencia es manifiesta: la Fábrica Nacional de Hojalata de Asturias
surge en un contexto operativo que parece atender a una doble necesidad:
A) Dar uso y continuidad a la maquinaria y fábrica de El Salobre, propi­
ciando una nueva instalación.
B) Completar, acaso, el proceso de industrialización de Asturias ya ini­
14 J,A lcala Z amora y Queipo de L lano: “Primera noticia sobre la Fábrica de Hojalata de Liérganes, y su
fracaso, 1628-1630” en XV Aniversario del Centro de Estudios Montañeses-Santander 1976, T. I,. pp.
337-352 .
15 Vid. arts. cits A lmunia (nota 11) y J.A lcala-Zamora (“Progresos tecnológicos..., nota 12). pass.
16 Vid. J.Helguera: nota 10. pass.
176
ALFONSO MENÉNDEZ GONZÁLEZ
ciado entre 1794-1797 con el establecimiento de las Fabricas Nacionales de
Oviedo y Trubia y la explotación de las Reales Minas de Langreo17.
Los planes para el establecimiento de la fábrica participan de dos tipos de
iniciativas concurrentes: la pública y la privada. La primera es la que encarna
el Estado y, por delegación, la Junta General del Principado. En cuanto a la se­
gunda, se trata del esfuerzo y disposición del presbítero José Vicente Pereda
verdadero promotor del diseño industrial.
Desde la Corte se mueven los hilos de la trama pública que conducen -e n
un marco de influencias y presiones- a la ubicación definitiva de la fábrica en
Asturias. No cabe duda de que es decisivo el patrocinio y ascendiente que
ejercen dos asturianos, a la sazón en el gobierno. Se trata de Antonio Noriega
y Bada, Tesorero General del Reino y de su sobrino Antonio. N oriega y
Cobian, Secretario de Despacho en Hacienda. Ambos son el centro de un pe­
queño “lobby” asturiano en la Corte, formado con los residuos del largo pa­
tronazgo de Campomanes. Noriega y Bada había sido elegido Procurador
General del Principado por la Junta General de Asturias en 1802 -elección
por poderes- y la propia institución aguardaba una “devolución del favor” y
algún pequeño “detalle” que significara la efectividad del patronazgo recono­
cido, No cabe duda de que tío y sobrino están detrás de la candidatura de
Asturias a la hora de pensar en la ubicación de la fábrica,
En cuanto a José Vicente Pereda cuenta su voluntad de capitán de empre­
sa tanto o más que su “curriculum”. Posee una experiencia profesional aquila­
tada en las Reales Fábricas de Alcaraz y de El Salobre. A llí ha experimentado
en la elaboración de hojalata y los resultados obtenidos son -e n sus propias
palabras- “tan de superior calidad, que en gran parte se aventajaban a las
m ejores (hojalatas) inglesas, según lo convencía la sola inspección de la vis­
ta y declaración jurada de los mejores maestros del gremio de hojalateros de
M a d rid ,|8,
Valorada su experiencia en la materia, Pereda recibe, en 1803, una orden
concluyente: debe buscar en Asturias un lugar adecuado para la instalación de
la fábrica que sustituya a la de El Salobre. El llamado popularmente “cura les
mines” (esto es, Don José Vicente) recorre el Principado y halla -e n su expre­
sió n - “excelentes situaciones”, elaborando un informe que pasa a la Corte.
Pero, en éste trámite, recibe luego una nueva orden en la que se dispone que
examine también el lugar de Iraeta, en Guipúzcoa. Pasa a esta provincia y vi­
sita las ferrerías y fanderias del Duque de Granada. Los planes cambian: aquí
17 S .C o ll M artil: “La minería del carbón en España a finales del Antiguo Régimen, 1770-1835” en La
Economía Española al final del Antiguo Régimen Vol. II. Manufacturas. Ed de Pedro Tedde. Madrid
1982. Vid. en especial pp. 275-294,
18 J. V. Pereda: Memoria que demuestra , op. cit. pp. 60-61.
LA INDUSTRIA EXPERIMENTAL EN LA CRISIS DEL ANTIGUO RÉGIMEN
177
halla una sólida infraestructura que no ha encontrado en Asturias, lo que co­
munica a la Corte junto con su decidido apoyo para que la Fábrica se monte
en Iraeta. En este lugar existe “la más bella y pronta disposición para m ontar
una Fábrica de Hoja de Lata capaz de rendir utilidades en el corto término
de tres m eses"19.
Pero nuestro hombre no cuenta con la rápida reacción del “lobby” corte­
sano y de la Junta General ante estas noticias. Los Noriega y la institución rec­
tora del Principado se mueven para conseguir que la Fábrica se asiente defini­
tivamente en Asturias. Y de hecho lo consiguen: en 1804 Pereda recibe orden
de regresar a Asturias y exponer sus planes para la puesta en marcha de la
Fábrica ante la Junta General del Principado. Esta se reúne “ex profeso” para
oirle el 2 de julio y trata de los pormenores del proyecto y de su financiación20.
2. LOCALIZACIÓN Y FINANCIACIÓN
El paraje elegido resulta ser el de Fontameña, en el concejo de Parres, a
orillas del rio Sella. Según Pereda se trata de un lugar “bastante ameno y deli­
cioso, inmediato a la m ar p o r la ría de Ribadesella, con tan bella proporción
que pueden venir em barcadas en chalanas hasta la Fábrica las prim eras m a­
terias de que necesita, e igualmente desem barcar en Ribadesella los efectos
manufacturados en ella ”21
La opción por el transporte marítimo-fluvial tiene sus razones: se piensa
en importar por mar el hierro vizcaíno que, desembarcado en el puerto de
Ribadesella puede ser fácilmente transportado en chalanas hasta el amarrade­
ro de la Fábrica. Es posible que nuestro hombre tenga en cuenta la experien­
cia del capitán Casado de Torres y sus obras de canalización del rio Nalón22
cuando decide situar la Fábrica cerca del mar. No obstante, parece que no tie­
ne en cuenta el encarecimiento de los costes del producto, derivado de los pre­
cios de los fletes y conductores de chalanas.
Por otra parte, el establecimiento precisa de un constante y abundante su­
ministro de agua con el fin de mover la máquina hidráulica:y esto se consigue
mediante un canal que toma sus aguas directamente de un caudaloso río: el
Sella.
19 IBID, pp. 64..
20 No existe documentación sobre la Junta reñida el 4 de julio de 1804 para discutir sobre el proyecto de la
Fábrica. Al menos no figura entre los volúmenes de Actas de las Juntas que obran en el Archivo General
del Principado (AGP). Pereda hace una corta y sutil referencia a lo tratado en esta Junta en la página 65
de su MEMORIA ,
21 J. V .Pereda: Memoria que demuestra... op. cit. p. 66.
22 S o b re C a s a d o d e T o rres y la c an a liz a c ió n del N a ló n ,v é a se J o v e ll a n o s : O b ra s, Vol III E d. B.A.E.
M a d rid -1 9 5 6 , p p .l 14-116.- IBID. S. C oll M a rtin : “L a m in ería del carb ó n ... art. cit., pp. 2 8 1-287.
178
ALFONSO MENÉNDEZ GONZÁLEZ
El optimismo de Pereda piensa antes en la exportación del producto, la
hojalata, que en los graves problemas de transporte que pueden estrangular a
la Fábrica. No parece muy viable la exportación de hojalata al Nuevo Mundo
o a la industria militar, cuando no existe una salida por camino carretero hacia
la Meseta. Y más aun, cuando el puerto de Ribadesella presenta graves proble­
mas de calado y fondeadero. El “Camino de Castilla”, de Oviedo a León, aún
no se halla terminado y, en cualquier caso, a una excesiva distancia de
Fontameña: más de doce leguas23. La opción alternativa de salida hacia
Castilla es la que atraviesa los puertos de Arcenorio y Ventaniella.Aunque se
han hecho obras en el camino a partir de 1784, esta ruta no está en condicio­
nes de soportar un comercio de entidad y carácter estables,dada la abundancia
de nieves y la escasa atención y mantenimiento de la ruta24.
La financiación de la empresa es el aspecto más controvertido. El Estado
no parece dispuesto a invertir grandes sumas habida cuenta del fracaso de la
Fábrica de El Salobre; y la Junta General ha de hacer frente a la deuda contraí­
da a cuasa del abasto de grandos. Los años de 1802 y 1803 han sido nefastos
para la agricultura y la institución rectora del Principado ha tenido que socorrer
al miserable campesinado comprando y vendiendo granos con un considerable
déficit de caja. Y por si fuera poco, las finanzas y liquidez de la Junta no per­
miten alargarse en este tipo de inversiones. El único recurso que se ofrece es el
de aumentar la carga impositiva sobre la sal, quedando afecto el arbitrio a la
obra de la Fábrica. También se propondrá al gobierno la aplicación de parte de
los fondos del impuesto de “utensilios”, destinado a los gastos de milicias.
Lastrada por la exigua renta del producto de arbitrios25 se inicia la obra de
la Fábrica Nacional en el otoño de 1804. La dirección técnica está a cargo de
José Vicente Pereda; la inspección y supervisión de las obras corre a cuenta de
una com isión de cinco procuradores nombrados por la Junta General del
Principado: el Marqués de Camposagrado, el Conde de Peñalba, el Marqués
de Vistalegre, Joaquín de Velarde y Antonio Carreño. Esta com isión actúa con
plenos poderes, dado que la Junta ha delegado en los cinco prohombres todas
sus competencias en la materia26.
23 A.G.P. Libro 124 .
24 En 1782 la Diputación del Principado solicita un informe sobre el proyecto de carretera de Ribadesella
a Castilla, por el Valle de Burón, procediendo a nombrar comisarios para asistir a Fray Guillermo de
Cossio,autor del proyecto (A.G.P. Libro 114 fs. 27-29 Diputaciones de 5 y 8 de noviembre de 1782). En
1784 se informa a la Junta General que el citado proyecto no es de carretera formal sino de mero “ca­
mino carretil”, a través de los puertos de Arcenorio y Ventaniella, a costa de las sobras de propios de los
concejos afectados y de un arbitrio de uno u dos más, sobre el cuartillo de vino que se consuma en la
Provincia, El acuerdo de la Junta General es que no tenga efecto el arbitrio salvo en los pueblos por los
que transite el camino, (A.G.P. Libro-115, fs. 36, 37 y 163, Junta de 13 de agosto de 1784).
25 A,G,P. Libro -124 f. 81. Diputación de 26-2-1806.Ibid. f. 76.
26 Ibid. Libro-124 f. 255.
LA INDUSTRIA EXPERIMENTAL EN LA CRISIS DEL ANTIGUO RÉGIMEN
179
3. EL PROYECTO Y LA OBRA
Pereda ha proyectado una obra que pretende dar continuidad a la
Fábrica de El Salobre, sin tener en cuenta las dificultades económ icas surgi­
das en el debate presupuestario. Desea un establecim iento que permita su­
perar en breve plazo la fase experimental “con ocho o más pares de cilin ­
dros, m artinetes y dem ás m áquinas respectivas”21. No cuenta con que la es­
casez de fondos y la reticencia de la Comisión acaban por reducir sensible­
mente sus aspiraciones, dejando el proyecto en lo mínimo indispensable pa­
ra el experimento o ensayo. De modo que la instalación queda reducida a lo
siguiente:
1) “Una fragua fo rja grande para calentar el hierro que ha de ser batido
bajo de un gran martillo, llamado comúnmente martinete, de peso de 600 a
700 libras”
2) Dos cilindros ajustados en sus máquinas para tirar las hojas
3) Una máquina para limpieza diaria de las hojas, dejando dispuestas pa­
ra el baño unas cuatro a seis mil unidades
4) Unos “tinacos de m adera forrados de chapa de plano”.
5) Una máquina “especie de troquel, que a un sólo golpe corte las hojas
en las ju sta s dimensiones que tiene la hoja de lata que corre en el com er­
cio ”28. Esta máquina -añade Pereda- “cortará más hojas en un dia que vein­
te hombres con otras tantas tijeras ”.
En cuanto al número y características de los trabajadores no hay muchas
precisiones. El director considera como imprescindibles a los siguientes :
A) Un maestro batidor que atienda a los cilindros, y “sepa form ar y batir
en paquetes de 50 y 100 hojas o planchas a la v e z ”.
B) Un maestro torneador para esmerilar y ajustar los cilindros. Este ma­
estro puede ser sustituido por operarios que sepan “tornear, esmerilar, pu li­
m entar e igualar los cilindros”, operación que se repite “de ocho en ocho d í­
as cuando el trabajo es continuado y de quince cuando no lo es tanto ”.
C) Dos hombres y un muchacho, para atender la máquina de limpieza de
hojas.
D) Un número no precisado de ayudantes no cualificados y chalaneros
que serán contratados una vez que la Fábrica haya tirado las primeras pie­
zas.
Entre las obras iniciales destaca la construcción de una presa y un sistema
de acequias que conducen agua del río hacia un ”corral de am arradero”,don­
de se instala la máquina hidráulica. Esta queda cubierta por un edificio de
27 J.V.Pereda: MEMORIA, op cit. p. 67.
28 IBID. pp. 30-34.
180
ALFONSO MENÉNDEZ GONZÁLEZ
mamposteria, pese a que el proyecto inicial contemplaba una sólida obra de
cantería en el conjunto
Los avatares de la obra son de naturaleza diversa y la Fábrica avanza len­
tamente en su construcción con frecuentes demoras motivadas por retrasos en
la consignación de fondos, Las disputas y querellas de carácter institucional
se proyectan sobre las obras. La Diputación del Principado no ve con buenos
ojos la exclusiva competencia de la Comisión rectora de la Fábrica y desea in­
tervenir para conocer el uso y destino final del fondo de arbitrios que se dedi­
can a Fontameña. A ello responde la Comisión con actitud prepotente negán­
dose a rendir cuentas a los diputados. Como resultado inmediato, una guerra
sorda entre Diputación y Comisión y una creciente hostilidad de los diputados
hacia lo que se hace en las inmediaciones del Sella. Un ejemplo muy claro del
conflicto estalla en 1806 cuando el Procurador General del Principado,
Gregorio de Jove, encabeza la protesta de algunos diputados considerando
que la obra es un auténtico despilfarro y solicitando al Gobierno que retire las
subvenciones concedidas29.
Sobre este agitado mar de fondo se terminan las obras en el mes de febre­
ro de 1808 y se procede a tirar la primera hoja de lata. Pereda estima en nueve
cuartos y medio el coste de la pieza, sensiblemente más barata que la hoja in­
glesa que circula por España30.
Durante la Primavera, la Comisión ordena la construcción de un almacén
en Oviedo con vistas a la venta y distribución del producto, Con tal motivo se
preparan seis cajones con muestras para ser presentados ante el Rey en
Madrid pero esto no llega a suceder: estalla la guerra y se detiene la actividad
de la Fábrica. Esta se queda sin fondos y sin operarios: los primeros aplicados
ahora al impuesto bélico de “utensilios”, y los segundos a las operaciones mi­
litares31.
El destino de la Fábrica Experimental es de lo más aciago. Asturias es in­
vadida por las tropas de Kellerman (en 1809) y Bonet (en 1810) que asestan
un duro golpe al porvenir del establecimiento, devastado por el ejército fran­
cés, "los mismos naturales del país y nuestra tropa insubordinada”, com o in­
forma Pereda. E l desastre es de tal magnitud -añade el desolado Director”que ni clavos dexaron en las paredes ”32.
29 A.G.P. Libro -124 f. 105 v. Diputación de 30-6-1.806. El Procurador General del Principado: “Que no
quedando ya duda de lo gravoso y perjudicial que es al Principado el establecimiento de la Fábrica de
Latas, pues habiendo absorvido sumas muy considerables, no se ve la esperanza de su conclusión, se re­
presente con la mayor energía contra su prosecución”. No obstante,el acuerdo de la Diputación es pos­
tergar el tratamiento del asunto, Diputación de 1,-7-1806 f. 109 v.
30 J. V. Pereda: MEMORIA, op.cit. pp. 19-2031 IBID. p. 68.
32 IBID. p. 69.
LA INDUSTRIA EXPERIMENTAL EN LA CRISIS DEL ANTIGUO RÉGIMEN
181
4. RECONSTRUCCIÓN Y CRISIS FINAL
El fin de la guerra, en 1814, inaugura un período de esperanzas. Pereda
consigue recuperar parte de la maquinaria, reconstruye la instalación primiti­
va y pone al establecimiento en condiciones de producir, pero carece de ayu­
das o apoyos institucionales. La Junta General del Principado ha observado
con circunspección y recelo todas sus actuaciones, La Comisión rectora de la
Fábrica se ha disuelto en el transcurso de la guerra y no hay crédito oficial que
socorra a la empresa: de Fábrica Nacional, Fontameña se ha convertido en es­
tablecim iento privado. Libre ya de la molesta tutela de la Junta General
Pereda opta por la “reconversión”, siguiendo el precedente de la Fábrica de
Ronda. Orienta la producción hacia el sector militar -fabricando ’’excelentes
ollas de campaña
pero atendiendo también al ámbito doméstico: ’’baterías
de cocina de hierro bañado”. La fabricación de hojalata y la de utillaje do­
méstico parecen equilibrarse satisfaciendo así la necesidad de diversificación
del producto con un mayor aprovechamiento. A sí lo manifiesta el entusiasta
Pereda:
”El recorte de la tigera,que sin éste arbitrio o refundición y m artine­
te para rebatirlo, se miraba como un desperdicio, se aprovecha en las
fraguas para hacer los pies, asas y orejas de la misma batería: sirve
igualmente este retazo para fo rja r los mangos de cazos, sartenes,
candiles, cacerolas, etc., finalmente cuando se dispone al baño una
porción de hojas de lata, se baña al mismo tiempo la chapa de hierro
grueso que se destina para batería y de aqu í resulta, que la fábrica,
sin tener el menor descuento, produce todas las utilidades de que es
susceptible en su clase ”33
El fin último que se persigue es la transformación de la Fábrica de ensa­
yo en un gran complejo industrial con manufacturas de tirado de cobre en cha­
pa, fundición, alambrera y elaboración de ácido sulfúrico (aceite de vitriolo)
para el abasto de la industria química34.
Pero la ambición y entusiasmo del director han de hacer frente a las pesi­
mistas noticias que recibe sobre la financiación de la empresa. De la Junta
General del Principado poco o nada cabe esperar : ha sido restaurada en sus
funciones en 1815 y no parece sentir interés alguno por los proyectos de
Pereda. Algunos procuradores desean conocer más a fondo el estado de las
cuentas e instalaciones de la Fábrica y logran que el pleno acuerde la apertura
de una investigación al respecto. La idea de un posible beneficio privado del
Director de la empresa queda patente en el interés por conocer los ’’intereses
en la venta pública que se ha hecho de varias obras y produ ccion es”. Con es­
33 IB ID , p p .7 4 -7 5 .
34 IBID, pp.76-83.
182
ALFONSO MENÉNDEZ GONZÁLEZ
te motivo se constituye una comisión formada por los procuradores García
Sala, Junco, Prieto y Jove; éste último conocido enemigo de la Fábrica,contra
la que ya ha emitido su opinión adversa en 1806, dos años antes de su termi­
nación35.
La batalla legal y financiera que libra Pereda ha de enfrentarse por igual a
la incomprensión de la Junta General y de la comisión formada para investigar
sus cuentas. Una Real Orden -fechada el 4 de Diciembre de 1814 y firmada
por el ministro V illam il- ha privado a la Fábrica del titulo de “Nacional” y de
los priviegios que ello comporta .De modo que Pereda acude ante la Junta de
Comercio y Moneda presentando una ”M em oria sobre el estado de la
F ábrica”. Con pocas esperanzas de hallar subvención en un organismo forma­
do por burócratas e inexpertos - a su entender- Pereda se mueve por la Corte en
busca de patronazgo oficial. Lo va a hallar en la persona del Infante D. Antonio
de Borbón,a quien considera su mejor abogado, Y es por la mediación de éste
com o consigue que por Real Orden de 16 de Julio de 1815 se asigne a la
Fábrica el arbitrio de cuatro reales en fanega de sal de las que se consuman en
Asturias36, lo que venía a suponer unos doscientos mil reales anuales.
Con tan buenas noticias la Fábrica puede funcionar y de hecho ya está en
pleno proceso productivo en los primeros meses de 1816. Gran parte del pro­
ducto se exporta a Madrid donde la hojalata y baterás de Fontameña compiten
en pie de igualdad con la producción inglesa. Según apunta el propio Pereda
la calidad de las piezas es notoria y tal que ”a las cinco de la tarde del día en
que se anunciaba p o r el diario, ya no había una hoja p o r vender ”37.
¿Qué cabe pensar de la animosidad de la Junta General? Se debe a dos ra­
zones principales. Por una parte, la institución no interviene ni saca ya prove­
cho alguno de la Fábrica, a la que considera como una empresa privada. Por
otra - y acaso el aspecto más importante- el gravoso arbitrio que ahora recae
de nuevo sobre la sal, que no está sometido al control de los procuradores y
que lastra impositivamente a todo el Principado. De ahí la sucesión de m ocio­
nes contra la continuidad de la Fábrica: en Agosto de 1815 pidiendo de forma
expresa la retirada de cualquier subvención que corra a expensas del
Principado y sus contribuyentes. A ésta seguirá un informe sobre el carácter
inútil y gravoso del establecimiento que emite la com isión39 y que ratifica la
35 A.G.P. Libro 134, f. 41-42 y 56 v. Junta de 2-6-1816. Véase además nota 25.
36 J. V. Pereda: MEMORIA, op. cit., p. 10.
37 IBID., pp. 11-12: “Díganlo los Maestros del gremio de hojalateros, que apenas llegaban las remesas del Almacén es­
tablecido en aquella capital al cargo de D. Hermenegildo Hernández a las cinco de la tarde del día en que se anuncia­
ba por el Diario ya no había una hoja por vender, llegando a tal punto la concurrencia de las gentes que obligó a S. A.R.
a disponer, para evitar la confusión y el desorden, se diese a los compradores a proporción de su consumo, y del surti­
do, con el fin de que nadie quedase descontento; y ha habido comerciantes que compraban del almacén las latas, lla­
mando con este aliciente a los consumidores, para facilitar la venta de extrangeras que tenía en los suyos”.
38 A.G.P. Libro 135, fs. 7 y 8, Diputación de 7-8-1815.
39 IBID. Libro 135.
LA INDUSTRIA EXPERIMENTAL EN LA CRISIS DEL ANTIGUO RÉGIMEN
183
Junta reunida en Junio de 1818 solicitando que el arbitrio retorne al marco na­
tural de las competencias de la Junta40.
Demasiados enem igos para una empresa que no parece ser capaz de ge­
nerar beneficios suficientes para prescindir de la subvención. El débil hilo que
la mantiene es el alto patrocinio del Infante y éste fallece dejando a Pereda in­
defenso frente a quienes son de uno u otro modo sus enemigos: la Diputación
y Junta General del Principado y la Junta de Comercio y Moneda. A todo ello
se une el ”oro in glés” que -según Pereda- trabaja activamente en la Corte pa­
ra conseguir la ruina de Fontameña.
Necesitado de ayuda institucional -e n el marco del caos financiero e in­
dustrial de la restauración borbónica- Pereda se mueve por la Corte recibien­
do buenas palabras del ministro Garay pero quedando supeditada toda ayuda
al informe preceptivo de la Junta de Comercio, organismo que demora una re­
solución adversa. Esta llega y se hace patente mediante una Real Orden (de 2
de Noviembre de 1819) por la que se retira la subvención concedida sobre el
arbitrio de la sal, cantidad que ya era de por sí insuficiente para poner en mar­
cha el complejo industrial diseñado, cuyos costes había evaluado Pereda en
cuatro o cinco millones de reales.
Pudiera pensarse que nuestro capitán de empresa se da por vencido, pero
no es así. La revolución liberal de 1820 le permite pensar que los nuevos polí­
ticos pueden sentirse atraídos por la industria, pero se equivoca de nuevo. En
la ”M emoria ” que presenta en 1820 al Jefe Político de Asturias todos son cul­
pables del fracaso del establecimiento: el Gobierno por haber accedido a peti­
ciones interesadas (léase los Noriega) dando preferencia a Asturias sobre
Guipúzcoa; la Junta y Diputación de Asturias por ser ’’corporación en quie­
nes no residían conocim ientos”', la Junta de Comercio y Moneda por casi
idénticas razones: ’’corporación de letrados...poco versados en m aterias que
exigen conocim ientos prácticos adquiridos en la escuela dem ostrativa de la
experiencia”', en fin, la pérfida Albión cuyas envidias y sobornos descubre
tras todas las maquinaciones urdidas contra su empresa41.
Todo hace pensar que el fin del establecimiento se produce tras la retira­
da de la subvención, dado que no hay noticias de que la ’’M em oria” tenga
efecto práctico alguno. En 1823 es el Intendente de Oviedo quien confisca y
remite a la Diputación el inventario de piezas de la Fábrica ordenando la ven­
ta en pública subasta42. Con ello se pone fin al primer proyecto de iniciativa
pública regional en la historia industrial de la región .
40 A.G.P. Libro 135. f. 195, Diputación de 3-1-1818; Ibid. f. 210 y 216 Diputación 24-2-1818; Ibid Libro
136 fs,71-72 Junta de 5-6-1,818 ,
41 J. V. Pereda: MEMORIA op. cit. pp. 37-49 passim.
42 A.G.P. Libro-139 fs. 12, 18, 33. Diputación de 14-8-1823.
184
ALFONSO MENÉNDEZ GONZÁLEZ
5. CONCLUSIONES
Podemos finalizar con varias consideraciones en torno al fracaso de la
empresa de Fontameña.
Conviene recordar que la Fabrica se inscribe en un contexto de experien­
cias y proyectos siderúrgicos que terminan por fracasar ya sea a corto o a me­
dio plazo: la Fábrica de Liérganes (1628-1630), la de Ronda( 1730-1743) y la
de El Salobre( 1788-1803), cuyo destino aparece ligado al de Fontameña. Se
trata así de el último capítulo de una historia de experimentación industrial
lastrada por frustraciones y altas inversiones,con escasa rentabilidad cuando
ésta llega a existir.
También hallamos la fase de reconversión productiva como rasgo común
en el corto itinerario de las fábricas: una primera etapa de experimentación
con la hojalata y una segunda de diversificación con el hierro colado y utillaje
de campaña para servicio del ejército, aspectos que comparten las produccio­
nes de Ronda, El Salobre y Fontameña,
El aspecto clave resulta ser la financiación. Dado que la industria experi­
mental supone un alto riesgo y precisa de elevadas inversiones, no es capaz de
atraer a la iniciativa privada; y el Estado afronta las inversiones por la vía del
tributo indirecto. Todo ello conduce a la impopularidad de la empresa y ani­
madversión de la Junta General que no percibe ingreso alguno y, por el con­
trario, ve recortadas sus competencias en materia impositiva,
No cabe olvidar, con todo, la delicada coyuntura económica - y políticaque sirve de marco a la instalación de la Fábrica. La crisis de 1804 es una gra­
ve secuela de la carestía y hambre que se ha extendido por el Principado en
años anteriores: un aumento de impuestos supone agravar aún más la penuria
ambiental. Y la tímida recuperación de los años siguientes se ve frustrada por
la guerra de 1808, lo que supone el desmantelamiento de la Fábrica, corrien­
do el mismo destino que las de Trubia y Oviedo (armas y municiones). De
modo que puede hablarse de una “protoindustrialización asturiana” segada en
flor por la invasión francesa, cuyas consecuencias en el desarrollo de la
“Primera Revolución Industrial” española son ya sobradamente conocidas43.
Y es en ese entorno donde puede verse mejor el devenir industrial de la
Fábrica de Fontameña: muy pocas fábricas estatales pudieron sobrevivir al
duro impacto de la Guerra de la Independencia; y las que consiguieron re­
montar la crisis llevaron tras de sí las pesadas secuelas del olvido oficial hasta
que fueron liquidadas en los primeros años de la “Revolución Liberal”44.
43 J. Nadal Oller : El fracaso de la Revolución Industrial en España, 1814-1913. Barcelona 1975.- J.F ontana L azaro: La quiebra de la monarqiia absoluta, 1814-1820.Barcelona 1971, en especial pp. 322-343.
44 En 1808 la guerra afectó gravemente a la Real Fábrica de Paños de Guadalajara, que cierra y liquida en
1822. Igual sucede con las Reales Feas, de S.Juan de Alcaraz, que se liquidan en 1.823.
LA INDUSTRIA EXPERIMENTAL EN LA CRISIS DEL ANTIGUO RÉGIMEN
185
Como modelos del experimento industrial del Despotismo Ilustrado, las fábri­
cas se hundieron con el derrumbe del Antiguo Régimen. Y corrieron igual
suerte las instituciones con las que forzadamente convivieron: en el caso de
Asturias la Junta General del Principado, virtualmente disuelta tras su reunión
en 1818.
Las deficiencias en la organización y gestión empresarial, los altos costes
del producto elaborado y la discutible competitividad en el mercado abierto
son aspectos particulares de un erróneo planteamiento económ ico común a
estas fábricas. La Forcé y González Enciso reconocen que ,en cualquier caso,
éste siempre quedaba supeditado al prestigio político de las em presas. Para el
caso de Fontameña y aunque carecemos de datos sobre la contabilidad de la
empresa, no es posible aceptar sin más el optimismo de su audaz promotor.
La dualidad empresa pública / empresa privada subyace en el núcleo de la
cuestión. ¿Qué responsabilidad asume la Junta General del Principado en
cuanto a su carácter subsidiario con relación al Gobierno? ¿Es la iniciativa pú­
blica regional un mero fantasma, un artificio?. No cabe duda de que la “élite
de poder” del Principado (que he estudiado en otra parte) carece de “espíritu
capitalista” y desconfía de los experimentos industriales; o al menos de los
que quieran surgir a sus expensas. En vísperas de la Guerra la inversión se ca­
naliza aún hacia la tierra con la que se identifican rentabilidad, honor y bene­
ficio. Se acepta la iniciativa pública pero mediada por el alto patrocinio de los
Noriega y sin que nadie se comprometa en aventuras financieras. Y es la inva­
sión francesa la que sepulta la operación inicial dejando abierta la vía de la di­
solución posterior.
Queda, por últim o, ese frustrado capitán de em presa, José Vicente
Pereda, necesitado de una biografía, al igual que Alejandro Aguado, Marqués
de las Marismas, o el ilustrado Ibáñez, Marqués de Sargadelos45. Un trabajo,
en suma, que inserte su trayectoria en el marco del muy hispánico “arbitrismo
positivo” o “docto arbitrio”46 que hallamos en el siglo XVIII en la obra de eco­
nomistas y proyectistas, de Uztaritz y Campomanes a Bernardo de Ulloa, en­
tre otros. Sus ideas pueden servir aún de marco de referencia en una coyuntu­
ra de prolongado declive industrial en el que resuenan los ecos del liberalismo
manchesteriano. Y, aunque solo fuera por eso, su obra no debiera caer en el ol­
vido.
45 Véase la biografía de J. E. C a sa r ie g o : El Marqués de Sargadelos o los comienzos del industrialismo
capialista en España. Oviedo 1950.
46 J ean V ila r B e r r o g a in : Literatura y Economía. La figura satírica del arbitrista en el Siglo de Oro.
Madrid 1.973. Sobre el “docto arbitrio” pp.29-30.
SOLVAY & CIE. (LIERES). HISTORIA Y ARQUITECTURA
DE UNA EMPRESA BELGA EN ASTURIAS.
EL POBLADO (LA CITÉ OUVRIÈRE) DE CAMPIELLO1
COVADONGA ÁLVAREZ QUINTANA
INTRODUCCIÓN
En esta segunda parte del estudio sobre el patrimonio industrial de la em ­
presa Solvay en Lieres pretendemos documentar e interpretar críticamente el
que consideramos, junto con Bustiello (Mieres, Sociedad Hullera Española),
las joyas de nuestros poblados de empresa. Por colonia o poblado industrial
entendemos una realidad urbana superior a la del mero barrio residencial, que
incluye, además de viviendas para todo el escalafón de la plantilla, edificios
de equipamientos sociales, por entonces con existencias contadas y casi siem ­
pre producto de la iniciativa filantrópica o empresarial, en vez de las distintas
administraciones.
Cierto es que en la geografía de la Asturias industrial, las cuencas mine­
ras y el valle central, se contabilizan otros poblados de empresas históricas,
tales com o el de la Fábrica Nacional de Armas de Trubia, titular del privilegio
de la mayor antigüedad (1794); el de Arnao (Castrillón), vinculado a la Real
Compañía Asturiana; el desaparecido de Fábrica de Mieres o el poblado m i­
nero de Rioseco en Riosa. Entre todos ellos, sólo Bustiello2 y Rioseco3 han si­
do objeto de un tratamiento sinóptico, Cayés y Trubia4 de otros estudios más
1 La parte primera de este estudio, bajo el título de “Solvay & Cié. (Lieres). Historia y arquitectura de una
empresa belga en Asturias. Las Minas” ha sido publicado en el Boletín del Real Instituto de Estudios
Asturianos, n° 149, Oviedo, 1997, pp. 83-126.
2 B en ito d el P o z o , Carmen, “La industrialización asturiana: entre la arqueología y la historia (El pobla­
do minero de Bustiello”, Abaco, n° 1, 2a época, Gijón, 1992, pp. 79-86.
3 D ieg o S á n c h e z , J., “Rioseco: un poblado minero abandonado en la Sierra del Aramo”, Astura, n° 7,
Oviedo, 1989, pp. 82-85.
4 A lvarez Q uintan a , Covadonga, “Nacimiento y evolución de la casa de empresa en la Fábrica Nacional
de Armas de Trubia (1794-1936)”, Liño, n° 10, Area de Historia del Arte, Servicio de Publicaciones
Universidad de Oviedo, 1991, pp. 125-150. "Arquitectura industrial en la Fabrica de Armas de Trubia.
Naves y espacios de trabajo (1794-1936)", Boletín del Real Instituto de Estudios Asturianos, n° 141,
Oviedo, 1993, pp. 3-14.“El pueblo-industria de Trubia (Asturias) y la Fábrica Nacional de Armas.
1794-1936”, Actas VIII Congreso Nacional de Historia del Arte, Cáceres, 1993, pp. 933-938. “Sobre el
modelo puro de poblado industrial y las contaminaciones urbanas. El caso de la colonia fabril de Trubia
188
COVADONGA ÁLVAREZ QUINTANA
detenidos, y ahora el de Solvay en Lieres, de cuyo análisis valoramos los si­
guientes argumentos de interés.
Primero, la cité ouvrière de Campiello, si bien no define una experiencia
microurbana temprana (1905 c.o.-1910 f.o), comparativamente con la de
Trubia, Amao o Fábrica de Mieres, al menos se conserva en perfecta integridad
física, desconociendo, además, las continuas sustituciones de inmuebles que
padeció Trubia o el derribo del conjunto siderúrgico de Mieres a comienzos de
los años ochenta. Segundo, materializa un trasplante de diseñadores, construc­
tores, materiales, tipologías residenciales y formas arquitectónicas procedentes
de Bélgica, con lo que historiar el conjunto es como hacerlo en una cité ouv­
rière del país flamenco. Se trata, pues, de un testimonio material rotundo y
bien conservado de la penetración de capitales y técnicos europeos en nuestra
industrialización histórica, si bien de una forma rezagada en Lieres, pues fue el
segundo tercio del siglo pasado el que concentró la mayor inmigración de em ­
presarios franceses, belgas e ingleses a Asturias. Tercero, la unidad tipológica
y la imagen homogénea del parque residencial, independientemente del puesto
que ocupara el productor en el escalafón de la plantilla, se desconoce en otras
colonias de empresa radicadas en Asturias, funcionando como un testigo del
espíritu pragmático y democrático inspirado por el fundador de la firma indus­
trial, Emest Solvay, figura mixta de filántropo, reformador social y padre de
empresa, a sus industrias repartidas por el continente europeo y americano. Y
cuarto, el atractivo visual de los inmuebles del poblado, de baja densidad de
ocupación y por tanto de fácil integración en la parroquia rural de Lieres
(Siero), se transforma en calidad ambiental por rodearse de un paisaje agrario
apenas contaminado por la presencia aislada y discreta de la mina, lo que no
ocurre con el resto de nuestras colonias industriales, inmersas en un medio al­
tamente degradado. Como el efecto de poblado de ilustración de cuento que
despierta Bustiello debido a su emplazamiento y a la repetición de casitas pa­
readas, en Lieres el ladrillo rojo de las fachadas (hoy oculto bajo una capa de
pintura), la guardamalleta de los aleros, los postigos exteriores y la discreta al­
tura (8,35 m.) del caserío, implantado en un entorno verde de suaves colinas,
genera un cuadro idílico y entrañable, un espacio amable para habitar.
Por último, este trabajo, dividido en dos partes, pretende contribuir una
vez más al estudio del patrimonio arquitectónico industrial de Asturias, inex­
plicablemente abandonado a efectos historiográficos hasta hace apenas diez
entre 1890 y 1936”, Actas VIII Congreso Internacional para la Conservación del Patrimonio Indus­
trial, Madrid, CEHOPU, 1995, pp. 19-24. Sobre el poblado de la fábrica de explosivos de Cayés, véase
Á lvarez G o n z á le z , M. Femando, “Arquitectura del barrio de Tartiere. El poblado de la Fábrica de
Explosivos de Cayés (Llanera), 1895-1972”, Ábaco, n° 8, segunda época, 1996, pp. 71-82. Del mismo
autor, La arquitectura industrial y la colonia obrera de la Fábrica de Explosivos de Lugones, Proyecto
de Investigación del Tercer Ciclo, Departamento de Ha del Arte, Universidad de Oviedo, 1996, inédito.
SOLVAY & CIE. (LIERES). HISTORIA Y ARQUITECTURA DE UNA EMPRESA EN ASTURIAS
189
años. En una región que se situó en el tercer puesto de las más activas indus­
trialmente en la España anterior a la guerra civil, no parece coherente margi­
nar por parte de los historiadores del arte este fragmento de su patrimonio
que, salvadas las distancias, bien podría compararse, en cuanto seña de identi­
dad y vestigio material de un momento histórico pletòrico, con el arte paleolí­
tico o el prerrománico asturiano.
I. ERNEST SOLVAY, UN EMPRESARIO MODELO
La expresión de paternalism o empresarial ha venido siendo utilizada en
los últimos años con profusión y vanalidad, perdiendo su significado preciso,
que aquí retomamos com o punto de partida para el análisis de las prácticas so­
ciales abordadas por la empresa belga Solvay en Lieres.
Según B olle5, el término paternalismo surge con un contenido peyorativo
dentro del vocabulario de la lucha de clases de entreguerras, en alusión a las
medidas sociales introducidas por los empresarios del siglo XIX entre sus
productores. A sí pues, durante la segunda mitad del Ochocientos en que se
inicia la trayectoria industrial de la firma Solvay, este tipo de prácticas podrí­
an interpretarse, al menos, dentro de dos, sino de tres, contextos. De una par­
te el de la beneficencia, actitud tan extendida entre la emergente burguesía co­
mo un m ecanism o más de acercamiento al estamento aristocrático del
Antiguo Régimen. Se trata, no obstante, de una fórmula inveterada, en origen
no específicamente orientada a la clase proletaria, a la que no obstante alcan­
za desde su nacimiento, dada su incorporación al estamento de los deposeídos. En relación con la asociación de valores religiosos y clase trabajadora,
pero dentro de una orientación en principio superadora de la beneficencia, se
constituyó en Bélgica en 1867, casi en paralelo a la fundación de la primera
fábrica de Solvay (Couillet, 1865), la Federación de Obreros Católicos, artífi­
ce entre otros logros, y antes de disolver su identidad en los intereses patrona­
les, del descanso dominical, la reducción de la jornada laboral, o el pago del
salario en especies total o parcialmente, a gusto del trabajador6.
De otra parte, el paternalismo emergente debe conocerse a la luz del so ­
cialism o utópico que despunta en las dos potencias industriales de Europa,
Gran Bretaña y Francia, durante el segundo tercio del siglo pasado.
Concretamente en Bélgica, en cuya capital pese a acoger durante unos años a
Marx, prenderán con fuerza las tesis saintsimonianas y fourieristas entre los
reformadores sociales que, a diferencia de quienes interpretaron la revolución
del 1848 com o un fermento subversivo y peligroso, leyeron en ella un senti­
5
B o l l e , Jacques, Solvay. L'invention, l'homme, lèntreprise industríele 1863-1963. Bruxelles, Solvay,
6
B o l l e , Jacques, Solvay. L'invention,..., p.98, y S ier r a , J., El obrero soñado, pp. 84 y 195.
1963, 2 vols, vol. I, p. 154.
190
COVADONGA ÁLVAREZ QUINTANA
miento unánime de justicia y reforma social. No obstante, el proteccionismo
de los primeros empresarios para con sus trabajadores discrepa del socialismo
pionero en la categoría fundamental, la colectivización de los bienes de pro­
ducción y servicios sociales (habitación, comedores, escuelas) entre cada co ­
munidad obrera. Pero pese a ello, la dotación de viviendas, enseñanza, cultu­
ra y ocio que acompaña a las empresas modelo utópicas constituyeron una
práctica aislada del proyecto global de la que se apropiaron los patronos pa­
ternalistas.
En cualquier caso, el paternalismo empresarial jugó a una doble moral.
Aspiró a presentar sus logros como una actitud desinteresada, propia del fi­
lántropo laico o del benefactor religioso; ocultando, en cambio, tras el bienes­
tar del obrero la tranquilidad del empresario, tanto por efecto de la neutraliza­
ción de las reivindicaciones laborales de sus trabajadores com o por el incre­
mento productivo a que tales medidas protectoras conducían.
Finalmente, una tercera posición ideológica generó conexiones con estas
medidas proteccionistas de empresarios entre las que se insertan las de Ernest
Solvay, principal responsable de la política social seguida en su grupo indus­
trial, y específicamente en las minas de Lieres. Se trata del reformismo social,
actitud moderada respecto al socialismo utópico y las posiciones de izquier­
das radicales, que reivindicaban la abolición de la propiedad privada y del ca­
pitalismo de empresa. Dentro del sistema liberal vigente, los reformadores
proclamaban una mayor distribución de la riqueza y una atención prioritaria a
las clases desposeídas, y en especial al proletariado industrial. Las tesis de
Ernest Solvay, documentadas para la última década del siglo pasado, no pue­
den entenderse sin esta referencia ideológica, que madura justo durante el úl­
timo cuarto del Ochocientos, exactamente el período de despegue de su grupo
industrial.
En la figura de Ernest Solvay convergen cuatro perfiles7. El de inventor
de un nuevo procedimiento de fabricación de la sosa, que lo inserta con justi­
cia en todos los textos de química junto a Leblanc, el descubridor del método
que acabaría desbancando. La fabricación de la sosa Solvay daría pie al em ­
porio industrial de la sociedad comanditaria belga, constituida en 1863 y an­
tes de finalizar el siglo diseminadas sus filiales por Europa y Estados Unidos.
En segundo lugar, el hombre de empresa, asistido por su más firme colabora­
dor, su hermano Alfred, con el que fundó la sociedad Solvay y la primera fá­
brica de sosa en Couillet, Bélgica, en 1865. Igualmente, pasó Ernest Solvay a
la historia como un filántropo de la ciencia. Desde la niñez, este químico au­
todidacta sueña con una explicación del universo que marcará su futura tra­
7
B o l l e , Jac q u e s, Solvay. L’invention,..., p. 105.
SOLVAY & CIE. (LIERES). HISTORIA Y ARQUITECTURA DE UNA EMPRESA EN ASTURIAS
191
yectoria como inventor y prohombre de ciencia, responsable del patrocinio de
los prestigiosos congresos internacionales de física y química, el primero de
ellos celebrado en 1911 y conocedor de la participación de Madame Curie y
Albert Einstein, entre otros.Ya en 1895 había fundado Ernest Solvay dos ins­
titutos de psicología, seis años después de constituir el intituto de sociología y,
en 1903, la escuela de comericio, siempre en Bruselas8.
Finalmente, en la biografía de Ernest Solvay figura el filántropo reforma­
dor social o empresario paternalista, según se interprete su preocupación por
mejorar el nivel de vida de sus productores y en general de la clase trabajado­
ra9. De su ideario se entresacan argumentos a favor del sufragio universal, la
justicia social, la prosperidad de los desposeídos frente a los favorecidos, al
objeto de evitar la “desigualdad que acaba en barbarie”. “Es preciso acercarse
gradualmente (a las clases insolventes), pero sin pausa, porque la ley fatal del
progreso lo quiere así, es la igualdad como punto de partida”. La abolición de
la esclavitud -p en sab a- no había sido completa; la desigualdad de origen es
un “escándalo”, si bien poco a poco se atenuará hasta desaparecer cuando la
humanidad alcance el final de su desarrollo. “La sociedad del futuro está con­
denada a la justicia bajo pena de muerte. Será el medio de defensa contra los
mecanismo destructivos de una eficacia creciente”10.
Aunque no era un hombre de intereses políticos, aceptó el mandato de se­
nador para disponer de una tribuna desde la que exponer “lo que consideraba
un deber”, sus preocupaciones sociales ante el “conformismo de los partidos
políticos”. Asombró a los liberales con sus ideas, y espantó a los conservado­
res con sus tesis sobre la urgencia de extender la seguridad social, o el deber
de los empresarios, en defecto de los poderes públicos, de administrar alimen­
tación, vestido, habitación, protección, enseñanza y ocio a sus trabajadores;
medidas todas de protección, que hermanan la postura de los empresarios his­
tóricos con la actitud de los padres para con sus hijos, lo que explica, en suma,
el término paternalism o. Coherente con ello, y tras un cuarto de siglo de ac­
tuaciones sociales en sus empresas, Ernest Solvay promueve desde 1890 las
cooperativas de consumos, sociedades independientes dirigidas por emplea­
dos y obreros; la empresa pone a disposición de los productores parcelas de
huerto, herramientas de labor y estiércol con el fin de fomentar el ahorro en
alimentación; organiza cursos de corte y confección encaminados al autoabastecimiento del vestido; administra préstamos para el acceso a viviendas,
B o l l e , Jac q u e s, Solvay. L'invention,..., p. 108.
“L o s fu n d ad o res d e la S o c ie d a d S o lv ay ” , La Mina, n° 101, Lieres, septiem bre, 1963; y “¿ Q u ién e s son los
S o lv ay ?” , L a M in a, n° 109, m ay o , 1964, p.4. B a rn ic h , G ., Essai de politique positive basé el sur l ’éner­
gétique sociale de Solvay. B ruseles, O ffice de Publicité L eb èg u e et C ie., 191. G il M a r isc a l , F., Política
positiva según las teorías de Solvay. M adrid, P lu tarco , 1934.
10 B o l l e , Jac q u e s, Solvay. L'invention,..., pp. 99 y 100.
8
9
192
COVADONGA ÁLVAREZ QUINTANA
fórmula que convive y sucede a la construcción de las mismas por parte de la
propia empresa; funda bibliotecas populares, colegios y guarderías, centros de
formación de adultos, escuelas de aprendices; arbitra bolsas de estudio para
alumnos aventajados hijos de productores; zonas verdes y deportivas, teatros,
cines, casinos, etcétera".
Todo ello se ha interpretado como una “concepción renovada del mundo
del trabajo”, “una manera de ver, anticipadamente, los deberes del patrón”.
Proféticamente también, con casi un adelanto de cincuenta años, por entrever
y ejecutar las leyes sociales y las responsabilidades de un Estado moderno y
progresista. Siempre según Bolle, en las empresas Solvay el supuesto patemalismo funcionó por defecto de los gobiernos, desapareciendo en el momento
en que el Estado incorpora tales medidas sociales como propias12.
II. LOS SERVICIOS PRESTADOS POR LA EM PRESA SOLVAY AL
PERSONAL DE LAS MINAS DE LIERES
El 18 de julio de 1957 el gobierno de Franco concedió a la firma Solvay,
propietaria de varias industrias implantadas en España, el titulo de Empresa
Ejemplar. Había sido solicitado por el comité de empresa de Lieres dos años
atrás, y concedido en aquella edición a media docena de sociedades industria­
les. El acta del premio subrayaba como valores de la empresa belga los “es­
fuerzos desarrollados desde hace 50 años en el aspecto de obras sociales”13
(viviendas, escuelas, capillas, servicio médico, colonias escolares, casas de
reposo, economatos, centros recreativos, etcétera). Era el fruto de una labor
proteccionista sostenida durante más de medio siglo, ahora reconocida por un
régimen político especialmente proclive también a las prácticas paternalistas
y populistas. En 1962, nuevamente fue distinguida la firma Solvay por el
Instituto Nacional de Previsión, esta vez como Empresa M odelo en Seguridad
Social.
A lo largo del primer tercio de siglo, en paralelo al desarrollo de las m e­
didas sociales por parte de las empresas más fuertes, Solvay había desem pe­
ñado un papel ejemplar en este sentido. Recién instalada la firma en Lieres,
entre 1903 y 1910, se extiende entre los mineros de la cuenca central asturia­
na su buena fama como patronal, en el sentido del buen trato humano, laboral
y social concedido a su personal, que contaba con viviendas de la empresa,
servicio médico, escuelas y círculo de recreo. En contrapartida, el ingreso en
plantilla resultaba difícil, por la rigurosa selección de conducta y capacidad
11 B olle, Jacques, Solvay. L'invention,..., pp. 155 y 156.
12 B olle, Jacques, Solvay. L'invention,..., pp. 154 y 155.
13 “Plausible sugerencia”, La Mina, julio, 1955; y La Mina, agosto, 1957.
SOLVAY & CIE. (LIERES). HISTORIA Y ARQUITECTURA DE UNA EMPRESA EN ASTURIAS
193
profesional a que se sometía a los aspirantes. Ello no impidió, sin embargo,
que las huelgas de la minería vividas en este período tuvieran un seguimiento
en Lieres, cierto es que menor, debido, de una parte, al relativo aislamiento fí­
sico de estas minas respecto a las dos cuencas, y de otra, a haberse desenvuel­
to las movilizaciones, al parecer, más por un sentimiento de solidaridad con
los mineros en lucha que por reivindicaciones directas ante la firma Solvay14.
En cambio durante la etapa franquista, la empresa fue una balsa de aceite en
este sentido, señal de que la suma de la política proteccionista de la empresa y
la represiva del gobierno dictatorial había dado mejores resultados que el paternalismo patronal aislado ejercido hasta 1936.
Antes de la guerra civil, la iniciativa de las mejoras sociales para el per­
sonal partía de la propia dirección, bien de la de las minas de Lieres, en con­
sonancia con la política general seguida por el grupo Solvay, bien de la propia
dirección general de la empresa. En cambio desde la posguerra, era el comité
de empresa (en el fondo la propia empresa), quien iniciaba el proceso, trazan­
do un proyecto que se enviaba a la delegación en España de Barcelona, donde
se aprobaba o rechazaba, arbitrando en aquel caso los fondos necesarios.
El grueso de los servicios puestos a disposición de los trabajadores se
materializaron en construcción en forma de intervenciones en el poblado de la
empresa, razón por la que, tras este mero enunciado, serán analizadas con ma­
yor detalle en los epígrafes correspondientes a la cité ouvriére de Campiello
(1905-1914) y al barrio de empleados de La Pedrera (1953-1962). La preocu­
pación prioritaria de Solvay tras su asentamiento en Lieres fue la construcción
de viviendas. Empezó fabricando las de obreros, los llamados cuarteles, tres
grupos con un total de 108 viviendas, de las que algunas fueron ocupadas en
un principio por los empleados, hasta que al poco tiempo se inauguraron las
seis casas destinadas expresamente a ellos, y algo más tarde las del cuartel de
la guardia civil. Los servicios escolares y el círculo recreativo se instalaron en
un principio en locales alquilados, trasladándose en torno a 1920 al grupo ter­
cero de cuarteles, donde ocuparon, respectivamente, tres casas, para pasar
más tarde, ya en los años cincuenta, a inmuebles construidos a propósito en el
nuevo barrio de La Pedrera.
Obreros y empleados contaron con parcelas de huerto unifamiliares que
permitían autoabastecerse de una parte de los alimentos y compensar así los
moderados salarios de la época, no mejores en Lieres que en otras minas astu­
rianas. El barrio más antiguo de Campiello contó, desde que se inauguró el
servicio eléctrico, con alumbrado público, y más tarde dom éstico. Varias
fuentes construidas en la zona de los cuarteles ofrecían un servicio cómodo en
14 Testimonio oral antiguos productores.
194
COVADONGA ÁLVAREZ QUINTANA
el abastecimiento de agua, si bien las casas de empleados, lo mismo que el recin­
to industrial, dispusieron desde un principio de agua corriente15 y lavadero parti­
cular, en tanto que las mujeres de los obreros debían lavar su ropa en los arroyos
de la Riega de las Cabras (Campiello, Gato, Mirafonso), hasta que en 1958
Solvay y el Ayuntamiento de Siero construyeron el lavadero público de Gato.
La misma distinción jerárquica de servicios alcanzaba a los aseos. El vér­
tice de la plantilla disponía de un cuarto de baño completo en sus viviendas,
en tanto que los cuarteles, si bien contaban con un retrete por familia, éste se
hallaba localizado fuera de las casas, en unas casetas de ladrillo emplazadas
en el terreno verde que precedía a la calle de acceso y las fachadas de los cuar­
teles. Con todo, esta proporción de aseos por hogares obreros o la fosa séptica
que depuraba los residuos antes de canalizarlos al río Campiello, constituyen
servicios desconocidos en otras empresas de gran tamaño radicadas en
Asturias, donde las garitas de retretes eran compartidas por varios vecinos y el
tratamiento de residuos se limitaba a la existencia de pozos negros16. Una vez
más, medidas higiénicas modernas y progresistas vigentes en Europa llegan a
nuestra región de manos de empresarios extranjeros.
La fundación por parte de Solvay de un par de escuelas para niños y ni­
ñas, dotadas de comedor, se hizo acompañar desde un principio de un parvu­
lario, por entonces prácticamente desconocido en Asturias. Además, desde al
menos los primeros años treinta, entraron en funcionamiento las colonias es­
colares de verano, que se mantendrían hasta la fusión en 1973 de Solvay con
la sociedad limitada González y Diez. En un principio se trató de campamen­
tos instalados en tiendas de campaña diseñadas en la oficina de dibujo de la
mina (tiendas-dormitorio, tiendas-comedor)17, establecidas en fincas rústicas
de Peñamayor (Infiesto, Asturias), Piedrafita y Valverdín (León). A las dos
tandas, de niñas (julio) y niños (agosto), respectivamente, acompañaban, ade­
más de los tutores, algunos obreros de la mina, que transportaban el agua y los
víveres, encendían el fuego, instalaban las tiendas, etcétera18. Por fin, a co­
mienzos de los cincuenta, la empresa adquirió en El Lloreu, Lastres, lo que
parece tratarse de una escuela mixta provista de viviendas de maestros. A llí
15 La traída de aguas a la parroquia de Lieres, incluidos los barrios de Solvay, no entró en funcionamiento
hasta 1965, corriendo con su coste los vecinos y el Ayuntamiento de Siero. La Mina, números corres­
pondientes a 1964 y 1965.
16 Para todo lo referente a la jerarquización de servicios y calidades en materia de viviendas dentro del es­
calafón de la plantilla de las empresas, véase A lvarez Q uintana, Covadonga, “Casa y Carbón. La vi­
vienda minera en el valle del Caudal 1880-1936”, Liño, n° 6, Area de Historia del Arte, Servicio de
Publicaciones de la Universidad de Oviedo, 1987, pp. 83-99.
17 Oficina técnica, Archivo Solvay Lieres (ASL).
18 Una fotografía de estos operarios en su tarea, acompañados por los niños en acampada, se publica en la
revista La Mina, en una sección en la que por iniciativa del consejo de redacción se reproducen foto­
grafías de época aportadas por la empresa y los productores.
SOLVAY & CIE. (LIERES). HISTORIA Y ARQUITECTURA DE UNA EMPRESA EN ASTURIAS
195
acudían los niños a cuya salud beneficiaban los aires de mar, enviándose a
Soto de Reinosa (Picos de Europa, Cantabria) a la colonia infantil de la fábri­
ca de Sosa Solvay de Torrelavega, a aquellos menores que requirieran el clima
seco y soleado de la montaña. En Lastres, con el paso de los años, fueron m e­
jorándose progresivamente los servicios del albergue, hasta contar con capi­
lla, parque (presidido por el mismo busto de Emest Solvay que se conserva en
la plaza de la mina) y piscina. Por su parte, también los productores adultos,
convalecientes o delicados, podían solicitar veinte días de descanso en León,
instalándose en una vivienda de campo propiedad de la empresa, sita en
Mansilla de las Muías, o en la casa de reposo de Pola de Gordón, donde con­
vivían con trabajadores de otras sociedades. Asimismo, tenían acceso al alber­
gue de Cantabria (Soto de Reinosa), propiedad de Solvay Torrelavega. El ma­
pa del ocio y la salud veraniega del personal se completaba con las estancias
en la ciudad sindical de Perlora, en la que correspondían a Solvay, a razón del
volumen de su plantilla, cuatro viviendas19.
Desde un principio, el proyecto educativo de la firma belga en Lieres in­
cluyó también una escuela de formación profesional, radicada en el recinto in­
dustrial, y desde la posguerra una academia donde se preparaba a los hijos de
productores para los exámenes de comercio y bachillerato elemental. A sí mis­
mo, la empresa dotaba a los hijos de productores más brillantes de becas para
proseguir estudios de segunda enseñanza, superior o diplomaturas en carreras
técnicas relacionados con la industria minera20.
El ocio de los trabajadores, piedra angular, junto con la educación escolar
y religiosa, del fomento de conductas pacíficas y acríticas por parte del empresariado histórico, no faltó tampoco en la mina de Solvay en Lieres. El cír­
culo recreativo, integrado por café y cine, ocupó primero un local alquilado,
trasladándose posteriormente al cuartel número tres, y desde 1954 al nuevo
local edificado a propósito en La Pedrera. La instalación de un café de la em ­
presa pretendía evitar que el personal acudiera a las tabernas de los alrede­
dores, y sobre todo controlar su consumo de alcohol, junto con la visita a los
prostíbulos considerados los principales enemigos del empresario, en cuanto
que mermaban la capacidad productiva del obrero. Sin embargo fue el cine,
pronto bautizado con el galicismo de Cinéma Solvay, el que triunfaría en la
programción de tiempo libre de los productores.
19 Noticias varias recogidas en La Mina, 1955-1967.
20 La revista La Mina publica en 1962 varios artículos recomendando a padres e hijos estudios técnicos
con buenas perspectivas laborales: peritaje industrial (Gijón), de minas y metalurgia (Mieres), de tele­
comunicaciones, topografía, etcétera. Tales titulaciones serían las más fácilmente subvencionadas por
la empresa a través de becas, orientándose a la formación de futuros productores del grupo Solvay en
España en un efecto de cantera de técnicos.
196
COVADONGA ÁLVAREZ QUINTANA
Dentro de los servicios religiosos, la empresa nunca contó con capellán,
com o fue usual en otras industrias fuertes radicadas en Asturias (Fábrica de
Armas de Trubia, Fábrica de Mieres, Sociedad Hullera Española), pero acaba­
ría apropiándose de la ermita de Na Sa de la Salud, inicialmente radicada en
las inmediaciones de la mina y el poblado, y tras su destrucción por el fuego
rehecha en suelo de la colonia obrera y construida a expensas de la sociedad.
Con todo, los dos barrios de productores creados por Solvay dependían de la
parroquia de Lieres, y a su templo acudían los trabajadores para cumplir con
los servicios religiosos. No obstante, cuando en 1918 el cementerio parroquial
inmediato a la iglesia saturó su capacidad, en buena medida por el incremen­
to de inhumaciones supuesto por la ampliación de plantilla de las minas, fue
la propia empresa belga la que proyectaría su ampliación y costearía las obras,
consistentes en añadir al camposanto primitivo una superficie más que el do­
ble de la preexistente, incorporando el terreno de un viejo camino que impe­
día su expansión, tras trazar otro nuevo21.
Entre los primeros operarios que ocuparon las viviendas construidas por
Solvay en Lieres dominó un tono pendenciero que asustó a la patronal, obli­
gando a la presencia continuada del destacamento de la Guardia Civil de
Carbayín. Más tarde, la propia empresa lograría su propia dotación de este
cuerpo de seguridad, establecido en todas las zonas industriales del centro de
la región. Construyó para él una casa cuartel conservada, vecina de las vivien­
das de empleados.
También la asistencia médica a los productores se incorporó en Lieres
desde la llegada de la sociedad belga. Para entonces buena parte de las empre­
sas mineras y siderúrgicas de la cuenca central asturiana contaban con este
servicio de botiquín, que más tarde, hacia la segunda década de este siglo, al­
gunas transformarían en hospitalillo de empresa: Sociedad Duro con el
Sanatorio Adaro, Fábrica de Mieres, Sociedad Hullera Española en Bustiello,
o la misma Solvay en el barrio de Campiello, cuyo hospital funcionó com o tal
con cierta antelación respecto a sus homólogos citados.
Como el botiquín y luego hospitalillo, también para el servicio exclusivo
de los obreros, que no de sus familias, Solvay había creado un comedor en la
plaza de la mina, preocupándose también del transporte de los trabajadores,
muy diseminados por las parroquias del contorno de Lieres. Desde los años
veinte, la empresa instó al personal a utilizar la bicicleta en sus desplazamien­
tos laborales, procurándole un primer aparcamiento cubierto, sustituido por
el actualmente conservado, levantado en los años cuarenta como testimonio
del arraigo de este medio de transporte hasta fechas bien recientes. No obs-
21 A M S
SOLVAY & CIE. (LIERES). HISTORIA Y ARQUITECTURA DE UNA EMPRESA EN ASTURIAS
197
tante, desde la posguerra, con la fuerte penetración de los vehículos de motor,
utilizados por Solvay en Lieres desde los años veinte para portes de materia­
les y mercancías, la empresa puso a disposición de los residentes más alejados
de la mina camiones, los cuales, siguiendo dos o tres rutas prefijadas, los acer­
caba al trabajo y a sus casas tras la jornada laboral. El servicio, no obstante,
fue siempre deficitario y gravoso para la sociedad, razón por la que llegó a
suspenderse para posteriormente, a costa de un recorte presupuestario en con­
ceptos sociales considerados menos necesarios, restablecerse22.
Todas estas prestaciones sociales, incluido el economato, que pasaría en
los años sesenta a adoptar el moderno modelo de autoservicio, o la revista de
la empresa que entre 1955 y 1967 se entregaba gratuitamente a los trabajado­
res el día de paga, alcanzaban a la totalidad de la plantilla. Sin embargo, las
más de ellas (vivienda, huertos, enseñanza, locales de ocio) favorecían de for­
ma restrictiva al personal que residía en los poblados de la empresa, donde es­
taban radicados los espacios de servicios indicados. No en vano el acceso a
una vivienda de la sociedad constituía un filtro selectivo, que garantizaba en
primer término el alto rendimiento laboral del productor, y en segundo la paz
social en la mina y los barrios patronales, seria preocupación, desde un prin­
cipio, para las primeras generaciones de industriales. De hecho, en el regla­
mento de Solvay, el primer punto que debía superar el aspirante a una vivien­
da o al cambio de la misma era el de un comportamiento ejemplar en el traba­
jo y en la vida privada. Como esta medida, y la que la precede en iguales tér­
minos a la hora de seleccionar a un trabajador para su ingreso en plantilla,
Solvay contaba con otros recursos para estimular la producción y el compor­
tamiento m odélico entre su personal. Es el caso de la visita anual, que en in­
vierno giraban los directores generales de Solvay a Lieres. El acontecimiento,
que incluía además de un pase de revista a la mina un discurso a los producto­
res instándoles al cumplimiento de su deber como trabajadores, se cerrraba
con la concesion de premios, que actuaban de estímulo para los productores
más jóvenes, a aquellos que cumplieran los veinticinco, treinta, treinta y cin­
co y cuarenta y cinco años de servicio en la empresa23.
III. LA CITÉ OUVRIÉRE DE CAMPIELLO O DE LA RIEGA
LES CABRES (1905-1910)
La toponim ia tradicional de la parroquia de Lieres bautizó com o
Campiello a las contadas construcciones y fincas rústicas radicadas a la orilla
del arroyo de tal nombre, que discurría a los pies de lo que luego sería la cité
22 Noticias en La Mina, año 1966.
23 La Mina, marzo, 1958.
198
COVADONGA ÁLVAREZ QUINTANA
ouvrière de Solvay (fig. 1), y que constituye el tramo inferior del riachuelo
Gato, a los pies de la plaza de la mina, y desde el principio de las explotacio­
nes utilizado para usos industriales. El primer barrio de la empresa figura pues
con este nombre, lo que no ocurre para fijar la localización de la plaza de las
minas de Lieres. Ambos barrios, el obrero y el industrial, también se citan co­
mo situados en el paraje conocido como Riega (de) les Cabres, en alusión al
terreno pendiente de arroyantía, apto para el pasto de ese tipo de ganado, que
forma el hemiciclo integrado por ambas instalaciones. En la base del mismo,
a inferior cota, discurren dibujando también un arco los viales tradicionales
(actual carretera, primitivamente camino, de Lieres a La Cruz) y los construi­
dos por Solvay (ramal del ferrocarril minero a Rianes, carretera desde la ex­
plotación al poblado), además de los arroyos Gato y Campiello, que perfilan
la base del hem iciclo24.
Ambos conjuntos, barrio y mina (fig. 1), apenas distan un kilómetro de la
carretera Oviedo-Santander y del núcleo de la parroquia de Lieres, asentada
en sus inmediaciones. Esta localización, concretamente las inmediaciones del
chalé del ingeniero director, situado en el kilómetro 161,2 de la carretera ge­
neral entonces conocida como de Torrelavega a Oviedo, fue la inicialmente
prevista y negociada por la firma belga para la instalación de su colonia obre­
ra. Pero la negativa de los propietarios del suelo, los Valdés-Cavanilles, due­
ños del palacio vecino conocido como de los Vigil, y que habían vendido las
minas a Solvay en 1903, transfiriéndole igualmente la finca de la casa de di­
rección, lo impidieron. La oposición de la familia terrateniente local nunca se­
ría olvidada en la empresa, lo mismo que los obstáculos que interfirieron en el
trazado del ferrocarril de Solvay por terrenos de la misma titularidad. En los
años del desarrollismo, cuando se siente con mayor apremio la falta de vi­
viendas sociales en Lieres, levantándose un grupo contado de ellas por inicia­
tiva privada en el núcleo de la parroquia, la empresa se quejará de nuevo de
que aquella oposición de los Valdés impidiera que el poblado de Solvay estu­
viera incluido en el núcleo urbano de la parroquia orillado a la carretera, aho­
ra en crecimiento, lo que habría beneficiado a la población de Lieres, otorgán­
dole mayor entidad25.
A sí pues, los únicos edificios vinculados con Solvay de una forma u otra,
radicados fuera de la cité ouvrière más antigua de Campiello y de la moderna
de La Pedrera, fueron la casa del director de la mina, el cementerio parroquial,
a cuya ampliación contribuyó sustancialmente la empresa, y la escuela de La
24 Plano de conjunto de las instalaciones de superficie de la mina y la cité ouvrière. Hacia 1945. ASL.
25 “Fue una verdadera pena, porque de haber sido un poco más perspicaces los propietarios mencionados,
es probable que hoy nuestro pueblo tuviese muy poco que envidiar hasta a la misma capital del conce­
jo. “De nuestro archivo viviente”, La Mina, mayo, 1956, p. 9.
SOLVAY & CIE. (LIERES). HISTORIA Y ARQUITECTURA DE UNA EMPRESA EN ASTURIAS
199
Acebal, levantada en los años del desarrollismo sobre un solar pagado por los
belgas26.
“Como las aspiraciones de Solvay eran de explotar al máximun el mi­
neral del grupo, porque las necesidades de Torrelavega aumentaban
sin cesar y com o la mano de obra escaseaba por no disponer de aloja­
mientos para la gente que deseaba venir a trabajar, fue preciso pensar
en llevar a cabo rápidamente la construcción de viviendas con el fin
de darles albergue y asegurar la permanencia de los mineros”27.
La cité ouvrière, o la cité a secas, como figura en los documentos de la
empresa el poblado de Campiello o de la Riega les Cabres, tomó asiento sobre
una parcela adquirida al marqués de Santa Cruz de Marcenado a un precio de
250 pesetas el día de bueyes (1,2 has.), emplazada a la margen derecha de la
carretera -entonces camino (chemin, como figura en los planos)- que desde la
parroquia de Lieres conduce al pueblo de La Cruz. Aunque el terreno no era
llano, com o el pretendido a orillas de la carretera general Oviedo-Santander,
sino pendiente y de difícil acceso y acondicionamiento urbanístico, y a pesar
del aislamiento en que dejaba a la casa del director, contaba con el interés de
hallarse cercano, exactamamente frente al lugar de las explotaciones mineras
(fig. 1), con las que formaba el hemiciclo antes mencionado. El ideal de pro­
ximidad física entre alojamiento obrero y establecimiento industrial persegui­
do por el empresariado histórico se cumplía al pie de la letra en Solvay, y si
bien se hallaba ausente la morada del director que controlaba real y sim bóli­
camente el conjunto las veinticuatro horas del día, otra vivienda de directivo,
el segundo en categoría o ingeniero de producción, se hallaba radicada en la
cité.
La parcela elegida dibujaba una figura de estrella irregular de tres puntas
(fig. 2), cuyo eje mayor discurría con orientación norte sur, aprovechada a la
hora de construir las viviendas de modo que recibieran por dos fachadas, res­
pectivamente, el sol de naciente y poniente, considerados los más beneficio­
sos a efectos higiénicos. También el eje mayor de la estrella, que vertebraba
los brazos norte y sur, discurría con una pendiente que se repetía en el sentido
inverso, de oeste (cresta de la ladera) a este (base del hemiciclo que formaban
el poblado y la mina, constituido por una vega de labor surcada por los arro­
yos Gato y Campiello).
A sí pues el emplazamiento alto y soleado, dada su orientación meridio­
nal, de la ladera destinada a cité sumaba nuevas ventajas al lugar definitivo de
la misma. Sin embargo, el estado de los terrenos hasta entonces rústicos, ocu­
26 Proyecto de ampliación del cementerio de Lieres. Lieres, 24 de julio de 1918. ASL. Y sobre las escue­
las de La Acebal, véase La Mina, julio, 1967.
27 “De nuestro archivo viviente”, La Mina, mayo, 1956, p. 9.
200
COVADONGA ÁLVAREZ QUINTANA
pados por abertales, castaños y riegas, sin apenas pradera ni labrantío, lo mis­
mo que la pendiente de los mismos, dificultó notablemente las obras de pre­
paración (limpieza y desmontes para las terrazas de asiento de las viviendas y
las cajas de las calles) y construcción de la colonia, ya que no pudieron utili­
zarse dentro del polígono carros para el transporte de materiales de construc­
ción, sino únicamente hombres y caballerías28.
En la proyección de la colonia Solvay, como también se la conoce, se im­
puso la planificación racional invertida en los poblados dirigidos de las em ­
presas europeas históricas, desconocida en Asturias hasta la experiencia del
poblado de Bustiello en Mieres, comenzado por la Sociedad Hullera Española
de los marqueses de Comillas (1890-1925), a imagen fiel de la ciudad indus­
trial de Mulhouse, en la Alsacia francesa, en desarrollo desde los años del II
Imperio francés, cuyo conocimiento llegó a la empresa minera radicada en
Asturias a través de publicaciones sobre la Société Mulhousienne des Cités
Ouvrières de la Exposición Universal de París de 1867. El orden espacial im ­
perante en la cité de Solvay, la rigurosa zonificación de áreas por funciones y
la homogeneidad de los tipos constructivos, cuya flexibilidad permite adap­
tarlos con escasas variantes a unos y otros usos, se ignoran en los más intere­
santes poblados industriales de Asturias, excluido el de Bustiello. Es el caso
del desaparecido de Fábrica de Mieres, del de Trubia, singularmente disperso
en varios barrios, o del de Arnao, otro interesente conjunto de nuestro poblamiento industrial. Sin alcanzar la condición de poblados, por carecer de servi­
cios y equipamientos sociales complementarios, tampoco los barrios menores
de empresa, innumerables en la Asturias central, conocieron este ordenamien­
to escrupuloso que en Solvay, excepcionalmente, se combina con un entorno
rural idílico, sin apenas más degradación industrial que la de la mina vecina,
oculta tras arbolado, deviniendo en un poblado obrero de gran calidad am­
biental, lo contrario de sus homológos citados, y en definitiva en un tesoro de
nuestro patrimonio industrial, como trasplantado desde Bélgica a las minas
de la cuenca central asturiana.
Al primer ingeniero director de Solvay en Lieres, el también belga
Aquiles Paternottre29, atribuimos el diseño de la cité ouvrière (fig. 2). De los
tres brazos de la estrella irregular que dibuja la finca, el sur, por el que tenía
acceso la colonia, fue ideado por el técnico y delegado de la empresa en
Lieres, además de como puerta de la misma, como barrio de empleados. Junto
a las ocho casas de mandos construidas, sólo un edificio de servicios tomó
asiento en este feudo de empleados (employés). Se trata del hospitalillo, cuyo
28 Ibidem.
29 Véase parte primera de este estudio sobre Solvay en Lieres, publicado en Boletín del Real Instituto de
Estudios Asturianos, n°..., Oviedo, 1996.
SOLVAY & CIE. (LIERES). HISTORIA Y ARQUITECTURA DE UNA EMPRESA EN ASTURIAS
201
emplazamiento al borde del área coincide con el tradicional aislamiento de los
servicios sanitarios respecto a los núcleos de población. También en este bra­
zo de la estrella se radicaron, independientes del terreno inmediato de las vi­
viendas, destinado ajardines familiares, los huertos de los empleados, a veces
en número superior a uno por productor30.
En cambio el brazo norte de la estrella constituyó la cité ouvriére propia­
mente dicha (fig. 2), pues en ella tomaron asiento los tres cuarteles destinados
a obreros y sólo transitoria o excepcionalmente asignados a empleados. Los
tres grupos gem elos de viviendas obreras con planta longitudinal y volumen
en tableta, se distribuyeron sobre dos aterrazamientos practicados en la lade­
ra, siguiendo el modelo de asentamiento común a los cuarteles mineros de la
cuenca central asturiana. En la plataforma superior se levantaron dos grupos
de habitaciones (bloques n° 1 y 2), uno a continuación de otro, precedidos de
una calle de acceso y una franja de terreno verde en ligero desnivel, en la que
se edificaron las casetas de retretes, distribuidas con riguroso orden de alinea­
ción, rasante y orientación. Tras ambos grupos, otra calle de servicio se había
comido a la ladera para dar acceso a los tendales y carboneras. El tercer blo­
que (grupo n° 3) se asentó sobre una terraza de inferior nivel, elevada sobre la
carretera Lieres-La Cruz. Contaba con los mismos viales y servicios que los
anteriores cuarteles y se había erigido justo bajo el grupo n° 1, pero carecía de
pareja, dando pie a pensar que a su continuación, donde en los años cuarenta
se levantó la nueva capilla de la Virgen de la Salud, pudo haberse previsto en
un principio levantar un nuevo bloque, finalmente malogrado, que daría si­
metría al conjunto. En 1930, detrás del cuartel n° 2, y en la franja de verde que
se anteponía a éste y al n° 1, se cultivaban ya por entonces algunos huertos fa­
miliares aislados. No obstante, lo mismo que existió un barrio de empleados y
otro de obreros y servicios, pues el grupo n° 3 acogió muchos años los locales
de las escuelas y el cine, la Colonia Solvay contó con un área no edificada ni
urbanizada, destinada expresamente a huertos de los productores residentes
en el poblado. Era el brazo oeste de la estrella, equidistante respecto a los
otros dos (fig. 2).
Una red viaria integrada por cuatro calles daba acceso a los distintos pun­
tos de la cité (fig. 2). Una avenida o arteria principal y más ancha atravesaba
con sentido norte-sur el barrio de empleados, desde el hospital o puerta del
poblado, hasta la calle curva, en arco de medio punto, que unía las vías para­
lelas a los pies de los grupos de cuarteles. La calle inferior de éstos contaba
prácticamente con la misma rasante que la que llegaba de las casas de man­
30 MINES DE LIERES, Installation generale des batiments et zone limitrophe des terrains. Escala
1:1.000, sin firmar, hacia 1930. ASL. En este documento figura la distribución de huertos entre los ve­
cinos de la colonia, escribiéndose subrayados los nombres de los empleados titulares de los mismos.
202
COVADONGA ÁLVAREZ QUINTANA
dos, en tanto que la de los bloques 1 y 2 fue trazada a una cota superior, la
misma de la terraza sobre la que tomó asiento. Estas tres calles con forma de
tenedor de dos dientes recibieron dos bocacalles o vías transversales de infe­
rior recorrido: una curva y ascendente (la que une los dientes del cubierto), y
otra recta, igualmente en pendiente, pero peatonal y escalonada, que comuni­
caba el cuartel del primer piso con la pareja del segundo.
Como en todo plano urbano, el trazado vial del poblado de Solvay pre­
senta manzanas o islas edificables contenidas entre tres o más calles. En el
barrio de empleados, lo mismo que en el de obreros, y a diferencia de lo que
acontecía en la trama urbana de los núcleos de población mayores, cada edi­
ficio formaba una manzana abierta (fig. 2), esto es, integrada por un único
inmueble o más de uno, exentos por sus cuatro fachadas, y rodeados de via­
les y espacios verdes. Esta forma de poblamiento u ocupación del espacio
propia del hábitat rural disperso (el imperante en la Asturias no montaño­
sa), fue prácticamente ignorada por la ciudad decimonónica, y antes por la
ciudad moderna y medieval, donde ya imperaba la edificación adosada y al
borde de la calle, si bien un huerto zaguero mejoraba las condiciones de vi­
da del vecindario urbano. Sólo los barrios residenciales burgueses del
Ochocientos se beneficiaron de la construcción abierta y de la manzana con
jardines familiares, y, en el otro extremo de la escala social, algunas colo­
nias obreras implantadas fuera de los núcleos urbanos, allí donde el terreno
gozaba de un valor inferior. Estos modelos de ocupación, característicos por
sus bajas densidades, se extendieron por toda Europa, incluida España y
nuestra región.
En Lieres, cada cuartel de obreros definía una manzana, y cada bloque un
edificio de planta abierta, lo que de otro modo era común a las viviendas cuar­
teladas de las empresas mineras o siderúrgicas de Asturias. En cambio en el
barrio de empleados, únicamente la casa-cuartel de la Guardia Civil y el hos­
pital, ambos con sus jardines, contaron con la independencia total al constituir
manzanas. En sus inmediaciones, los dos bloques de casas de mandos, res­
pectivamente dos y cuatro viviendas adosadas con jardín y huerto, definían
otra manzana.
Cuando en los años cincuenta y sesenta se clam e desde la revista de
empresa La M ina por viviendas sociales de iniciativa pública que resuelvan
el déficit que vive la parroquia de Lieres, se reivindicará al unísono un pla­
no de población para el núcleo urbano de la carretera general, que guíe el
crecimiento caótico y espontáneo generado por la iniciativa privada. Sin
duda la ejemplar planificación de la cité de Solvay había creado un prece­
dente de sensibilidad hacia los procesos de ocupación del espacio que nin­
guna otra empresa asturiana había sido capaz de generar antes de la guerra
civil.
SOLVAY & CIE. (LIERES). HISTORIA Y ARQUITECTURA DE UNA EMPRESA EN ASTURIAS
203
III. 1 Las viviendas
Pese a los proyectos de Ley, de poco fruto, dictados desde 1876, práctica­
mente la legislación española no contempló incentivos para la promoción pú­
blica de viviendas sociales hasta la ley de Casas Baratas, nacida con grandes
deficiencias en 1911, lo que motivó posteriores rectificaciones hasta su dero­
gación con la llegada del régimen de Franco. Tampoco nuestro corpus legisla­
tivo conoce medidas que obliguen a los empresarios de plantillas numerosas a
construir viviendas para sus productores antes de la fecha de la contienda ci­
vil, que pone fin a nuestra industrialización histórica. Por tanto, dentro del
acuciante problema de alojamiento sentido entre el proletariado, la institución
patronal, pese a su escasa participación y labor interesada en la construcción
de viviendas para los trabajadores de la empresa, supuso el agente más activo
en este terreno, por encima de las iniciativas filantrópicas de las sociedades de
beneficencia, en Asturias desconocidas, o de la promoción privada, práctica­
mente inexistente por el escaso margen de beneficio que dejaban tales cons­
trucciones.
De modo que los empresarios actuaron en este campo voluntariamente,
pero condicionados por determinadas circunstancias que se mencionarán;
también selectivamente, pues consideraron prioritaria la cobertura de aloja­
mientos para todos los empleados, y no así para la masa productora; interesa­
damente, ya que la dotación de viviendas entrañaba beneficios varios para el
patrón, tales com o la fijación, el control de vida y la dependencia o sumisión
del obrero alojado; y , finalmente, sin pérdidas en la inversión efectuada en vi­
viendas, pues éstas, cedidas en régimen de alquiler, se amortizaban no tardan­
do por medio de las rentas seguras que se descontaban al trabajador de su sa­
lario.
Al no existir leyes que impusieran este servicio a los empresarios, no
puede verse la construcción de alojamientos de empresa com o un impuesto
indirecto que algunas sociedades pagaban a una Administración que los mi­
maba desde el punto de vista tributario. No obstante, había circunstancias que
imponían com o obligatoria la dotación de viviendas por parte de una empresa.
Es el caso, com o de Solvay, de las industrias asentadas en el medio rural,
cuando su plantilla superaba los cien empleos y el caserío de las parroquias
del entorno no podía absorber, tras realquilados y subdivisiones de viviendas,
al personal que llegaba de fuera del témimo. El problema se agudizaba cuan­
do la empresa desencadenaba una inmigración masiva de obreros desde pun­
tos alejados de la región o fuera de ella, lo que en Asturias no se conoció en su
verdadera dimensión hasta la creación de ENSIDESA en Avilés.
Los criterios seguidos por Solvay para la concesión de viviendas de la
empresa no debieron variar mucho en un principio de los conocidos, los vi­
204
COVADONGA ÁLVAREZ QUINTANA
gentes para 196131. Si bien a comienzos de la trayectoria de la empresa ex­
tranjera en Lieres se dio prioridad a los obreros procedentes de fuera del tér­
mino muncipal y del vecino de Nava, al objeto de atraer mano de obra exte­
rior, pues la local era insuficiente, también es cierto que ya entonces se pedía
acreditación de buena conducta, primera condición que debía salvar el aspi­
rante de los años de la autarquía y el desarrollismo, seguida de la antigüedad
en la empresa, la situación familiar, la distancia de casa al trabajo o la fecha de
solicitud de habitación. La anteposición del punto alusivo al dom icilio de pro­
cedencia frente al correspondiente a la buena conducta seguido por Solvay
desde que en 1907 se inaugurara el cuartel n° 1 de viviendas, influyó en la
conflictividad vecinal que enturbió en un principio la paz de la cité, y que m o­
tivó la visita constante de guardias civiles de Carbayín, precursora de la fija­
ción en Lieres de un destacamento.
“Poco a poco se fueron inaugurando los restantes grupos de viviendas
y éstas se fueron llenando con gente de fuera, que no parecía sino que
se habían dado cita aquí lo mejor de cada casa, pues hubo una larga
temporada en que por la brutalidad y espíritu levantisco de los recién
llegados, casi todos los días había pendencias, líos, disputas y quere­
llas que frecuentemente terminaban a palos, navajazos y hasta algún
que otro tiro de pistola ... comenzaban a reñir las mujeres, intervení­
an los hombres, salían a relucir las armas y ya venían los descalabramientos.”32
En Solvay, como ocurría en todas las viviendas de empresa, las casas de­
bían de ser abandonadas por los productores en caso de jubilación o falleci­
miento. De tal medida, de evidente dureza, quedaban liberados los empleados,
que además de disponer de vivienda, suministro de agua y luz gratuitos, sus
viudas podían permanecer en las casas hasta que lo estimaran oportuno.
Prueba de estos privilegios del grupo de mandos se detecta en el plano de la
cité datado hacia 1930 (fig. 2), en el que figuran dos huertos adjudicados y ro­
tulados con los nombres subrayados (signo de empleados) de dos mujeres,
Faustina Solís y María Fano33.
Como se indicó también, y según medida común a todas las industrias
que construyeron alojamientos, todos los empleados contaban con derecho a
vivienda, lo que no ocurría con los obreros, que en Solvay Lieres, una vez
traspasado el centenar inicial de plantilla, y especialmente al alcanzar la cifra
de seiscientos productores en la posguerra, apenas una cuarta parte de los m is­
31 Reglamento para la adjudicación y cambio de viviendas en las minas de Solvay en Lieres, redactado por
el Jurado de Empresa con fecha 30 de junio de 1936. ASL.
32 “De nuestro archivo viviente”, La Mina, julio, 1956, p. 9.
33 MINES DE LIERÉS, Installation generale des batiments et zone limitrophe des terrains. Escala
1:1.000, sin firmar, hacia 1930. ASL.
SOLVAY & CIE. (LIERES). HISTORIA Y ARQUITECTURA DE UNA EMPRESA EN ASTURIAS
205
mos fue alojado por la empresa. Este incremento sustancial del personal, uni­
do a la inhibición de la iniciativa pública en la construcción de viviendas so­
ciales, discriminatoria con Lieres, pese a su realidad industrial, respecto a
Pola de Siero, Noreña o El Berrón, obligaría a Solvay a subdividir los cuarte­
les de C am piello y a edificar de nueva planta casas para cuadros en La
Pedrera. La prioridad concedida al alojamiento de empleados testimonia el
mimo de la patronal respecto a este grupo de productores, cuya cualificación,
escaso número y por tanto difícil sustitución imponían un trato especial en
materia de prestaciones sociales respecto a la base de la plantilla.
Dentro del ámbito de las tipologías residenciales utilizadas en el barrio
de Campiello se observa un resultado atípico respecto a las empresas históri­
cas asturianas que dotaron de alojamientos a las distintas categorías del esca­
lafón de la plantilla. Comparando el parque de viviendas de Lieres con las de
Trubia, Fábrica de M ieres, Hullera Española, Hullera de Trurón o Real
Compañía de Arnao, en la parroquia de Siero se observa una reducción del ca­
serío a dos tipos básicos. Uno es la vivienda unifamiliar o chalé rodeado de
jardín, reproducido una sola vez como vivienda del director de la empresa,
emplazada, por motivos que se explicarán, fuera de la cité de la Riega les
Cabres. La otra, es la vivienda unifamiliar de más de una planta, adosada a
otras, formando una casa de viviendas gemelas o pareadas (residencia del mé­
dico y del ingeniero de producción en Solvay), triple (casa cuartel de la
Guardia Civil), cuádruple (residencia de empleados) o de un número mayor
de unidades (caso de los tres grupos de cuarteles, provistos cada uno de una
secuencia de dieciocho casas). La superficies de la planta, la triple altura des­
de el suelo, el piso último abuhardillado, la distribución de los pisos, los ma­
teriales de construcción y el diseño de detalle de las fachadas son muy simila­
res. Ello confiere al conjunto residencial de la Riega les Cabres, indistinta­
mente de la categoría profesional del inquilino, una homogeneidad desconoci­
da en el resto de los poblados de empresa abordados en Asturias durante la in­
dustrialización histórica.
Este resultado puede interpretarse como un espíritu democrático de la
empresa, si no fuera porque otras medidas, ya aludidas, privilegian al grupo
de empleados respecto al de los obreros. Asimismo, la unidad tipológica del
caserío, obliga, dada su condición de vivienda adosada de más de una planta,
a explorar la tradicción europea de la casa unifamiliar entre medianeras, tema
urbano que se rastrea desde el burgo medieval, se consolida en la ciudad m o­
derna (incluso en Asturias) y decae en la trama urbana de los ensanches deci­
monónicos españoles, donde es sustituida por el nuevo inmueble de pisos,
donde la verticalidad de la propiedad y el inquilinato es relevada por vivien­
das que comparten una misma planta. Sin embargo, en países com o Gran
Bretaña y en buena parte de Centro Europa, especialmente en los núcleos de
206
COVADONGA ÁLVAREZ QUINTANA
mediano y pequeño tamaño, se mantiene a lo largo del siglo pasado este mo­
delo de vivienda unifamiliar adosada de menor densidad e inferior intención
especulativa que el supuesto por la casa de vecindad.
IH .la El chalé del director (P. y c.o. 1904-F.o. 1905)
Aquiles (Achille) Paternottre había sido contratado por Solvay en 1903
para dirigir las recién compradas minas de Lieres y actuar como representan­
te de la firma por al menos tres razones: primera, su origen belga; segunda, la
titulación de ingeniero obtenida en aquel país; tercero, el buen dominio del
castellano, consecuencia de los varios años que llevaba ejerciendo en España;
y cuarto, por su experiencia en el mismo sector productivo, pues a Lieres lle­
gará tras presentar baja como director de las minas de Riosa, propiedad de
Inocencio Figaredo34. Tras tomar posesión de su cargo en Solvay, se verá
obligado a vivir con su esposa, una lenense de nombre Joaquina Reguera, e
hijos en pensiones, hasta ocupar la casa de dirección de la empresa, una vez
concluida en 1905 su construcción. La localización de la vivienda a la margen
derecha de la carretera Torrelavega-Oviedo, a la altura del entonces kilómetro
161,2, y su distancia de casi un kilómetro de la cité ouvriére de Campiello y
de las propias minas, parece explicarse por la venta de la parcela formando lo­
te con las concesiones mineras hasta entonces propiedad de los Valdés.
Proyectaban éstos construir en este punto la casa de dirección, lo que trasmi­
tirían a Solvay, que seguiría su ejemplo con la esperanza de adquirir los terre­
nos anexos, propiedad de la misma familia, para edificar en ellos la colonia de
la empresa, lo que finalmente no se llevaría a cabo por la negativa de los titu­
lares, debiendo la firma belga comprar a los marqueses de Santa Cruz la par­
cela de Campiello, frente a las minas.
De la vivienda de Paternottre, la única unifamiliar de toda la empresa, se
conservan dos proyectos. Uno firmado en 1904 por Nicolás Casielles, cuyo
presupuesto ascendía a 30.620 pesetas; y otro supuestamente posterior, atri­
buido al director de las minas de Lieres, muy parecido al de Casilles, pero con
rectificaciones. Hasta septiembre de 1904 Obras Públicas no expidió la auto­
rización para construir la casa, tal y como correspondía a una edificación al
borde de una carretera de primera categoría. Pero ya antes se habían iniciado
los trabajos que debieron desarrollarse con celeridad, hasta su conclusión en
1905, según indica la fecha de los recibos de la verja de la finca y los antepe­
chos de los balcones, extendidos en aquel otoño por la Fábrica La Amistad de
Oviedo. Había decorado la casa durante la primavera Víctor Fernández, res­
ponsable de la animación con “adornos de buen gusto (y) sencillamente” las
34 “De nuestro archivo viviente”, La Mina, abril, 1956, p. 10.
SOLVAY & CIE. (LIERES). HISTORIA Y ARQUITECTURA DE UNA EMPRESA EN ASTURIAS
207
piezas principales de la casa: depacho, comedor, vestíbulo y galerías. El vera­
no anterior, cuando ya las obras estaban en curso, interviene Manuel Cabeza
como responsable de la carpintería de taller y de armar35.
El pliego de condiciones facultativas que acompaña al presupuesto y los
planos de Casielles informan de los materiales empleados en la fábrica, los
cuales aportan otra singularidad a esta vivienda en relación al resto del caserío
de Solvay, al prescindir del ladrillo y recurrir al aparejo tradicional asturiano
de manipostería ordinaria en muros de carga, reforzada con sillares en las es­
quinas. El material pétreo en que se ejecutaron los paramentos de esta obra
concluida en 1905 prueban, de otro modo, que las cuadrillas de tejeros belgas
que Solvay trajo para fabricar el conjunto industrial de Lieres, no se estable­
cerían aquí antes de tal año, lo que por otra parte también confirma la fecha de
1907 en que se concluye el primer cuartel de Campiello.
Según el pliego de condiciones, la sillería caliza debía proceder del
Naranco o de una cantera más próxima, siempre que fuera de calidad análoga.
Para la manipostería se dejaba libertad entre caliza o arenisca, fijando en cam­
bio el tamaño de los mampuestos en 35 cm. a tizón, 25 a soga y 15 de altura.
Finalmente, la cal debía proceder directamente del horno y apagarse a pie de
obra.
La casa, de planta oblonga y cubierta a dos aguas, contaba con el mismo
número de pisos y función encomendada a cada uno propios de la casa autóc­
tona asturiana consumida por las clases mesocráticas desde mediados del si­
glo XIX. El sótano, además de para aislar la vivienda del suelo, funcionó co­
mo planta de servicio, disponiéndose en ésta de Lieres la cuadra y la cochera
del vehículo que llevaba a diario a Paternottre a la mina, además del depósito
de agua y la carbonera. Por su parte el piso terreno contaba con las funciones
públicas de recibo (despacho, salón) y reunión familiar (comedor y cocina),
albergadas en cuatro piezas que ocupaban las esquinas, comunicadas por un
pasillo central precedido del vestíbulo. Más arriba estaba la planta privada y
de noche con los dormitorios y el cuarto de baño, y en la buhardilla, espacio
de desahogo, dormitorio de servidumbre y alcoba auxiliar.
La que fuera residencia de Paternottre hasta que entre 1925 o 1926 se ju ­
bilara, y tras él del resto de los directores de las minas de Solvay (Hipólito
Bonnardeaux, Joaquín Vega de Seoane, etcétera), se conserva hoy muy refor­
mada. La empresa revistió su fachada de plaqueta de ladrillo rojo a cara vista
35 C asielles , Nicolás, Proyecto de casa habitación para el Sr. Ingeniero de las Minas de Lieres. Oviedo,
16 de abril de 1904, escala 1:100, firmado y rubricado, ASL. El autor no firma como arquitecto, supo­
niéndose que se tratara de un maestro de obras. Con el mismo apellido, pero de nombre Eugenio y con
título de aparejador, documentamos en la villa de Nava, a la margen derecha de la carretera a
Santander, un chalé de indiano de gusto montañés fechado hacia 1930. Podría tratarse de un hijo de
quién firma los planos de la casa de Solvay.
208
COVADONGA ÁLVAREZ QUINTANA
para conferirle unidad con el resto del caserío de la misma titularidad, reser­
vando únicamente los marcos y claves de los arcos que coronan los vanos,
confeccionados en caliza. En los años del desarrollismo se retejó en pizarra y
se le añadió por el sur un cuerpo de doble altura. Prácticamente de su imagen
original conserva la volumetría, los perfiles de los vanos, los herrajes de la
verja y balconcillos y el arbolado añoso del jardín, poblado de especies de
adorno foráneas (cedro, abetos, juníperos), que mejoran el porte del conjunto,
si bien el valor arquitectónico de la edificación es escaso, debido a la conta­
minación supuesta por las reformas, la falta de estilo y el diseño anónimo.
I ll.lb Casas de empleados (1908-10)
Aparte de algunas viviendas de los cuarteles obreros cedidas a emplea­
dos, en el poblado de Campiello se edificaron expresamente para mandos un
total de cinco casas, a las que hay que añadir otras tres para casa-cuartel de la
Guardia Civil; todas emplazadas en el área de entrada a la colonia, por la pro­
pia condición profesional del vecindario denominada barrio de empleados.
Por una u otra vía, se han documentado los siguientes cargos en el tramo
superior del escalafón de la plantilla de las minas de Solvay en Lieres con an­
terioridad a la guerra civil: un ingeniero de producción, el segundo en el esca­
lafón después del ingeniero director; hacia 1930 detentaba este puesto un titu­
lado belga, un tal Pablo Charlier, que ocupaba una de las casas pareadas del
barrio indicado (fig. 2)36; el médico de la empresa, cuando tras la contratación
de los servicios aislados de médicos locales, aquélla optó por crear una plaza
fija el primer facultativo titular de la misma fue Mario Escalera, siguiéndole
Adriano Silva37, que ocupaba la vivienda anexa a la del ingeniero de produc­
ción y subdirector de las minas; un secretario, un pagador, un delineante y su
ayudante, administrativos, un maquinista de extracción, un maquinista de la
locomotora del ferrocarril de la empresa, capataces, etcétera. En total el nú­
mero de empleados rondaría la veintena, lo que obligaría a los tramos inferio­
res del escalafón a ocupar las viviendas de los cuarteles obreros, divididas en
dos tipos, reducida y amplia, siendo este último el asignado a los productores
cualificados.
Como las primeras viviendas terminadas fueron las del cuartel n° 1, inau­
gurado en 1907, serían éstas las primeras que ocuparían los empleados de la
empresa, hasta que en los tres años siguientes se concluyó todo el poblado,
trasladándose los cuadros a las definitivas.
36 MINES DE LIERÉS, Installation generale des batiments et zone limitrophe des terrains. Escala
1:1.000, sin firmar, hacia 1930. ASL.
37 Ibidem, y “De nuestro archivo viviente”, La Mina, julio, 1956, p. 9.
SOLVAY & CIE. (LIERES). HISTORIA Y ARQUITECTURA DE UNA EMPRESA EN ASTURIAS
209
El par de casas gemelas y adosadas (pareadas), destinadas al médico y
segundo ingeniero de Solvay tomaron asiento sobre una parcela inmediata por
el norte al hospital de la empresa (fig. 2).< Ambas quedaban contenidas en un
volumen paralepipédico cubierto a cuatro aguas por teja cerámica plana y que
a simple vista parece una vivienda unifamiliar (fig. 3A). Para una mayor inde­
pendencia entre los dos vecinos, y a diferencia de lo que ocurre en el resto de
viviendas de empleados de Campiello, la entrada se efectúa por el costado. En
la puerta, tras el vestíbulo, nace un pasillo que recorre la vivienda de un extre­
mo a otro, situándose en su término la escalera38. La distribución, igual en to­
das las plantas, se resuelve en cuatro piezas en esquina que flanquean este co­
rredor; el mismo esquema espacial que la casa de Paternottre y la vivienda
mesocrática asturiana del momento. Sólo un ala terrera adosada por la facha­
da posterior introduce una nota foránea en esta planta. Se trata de un apéndice
de servicio, muy frecuente en la casa británica y posiblemente también centroeuropea, que aquí aparece destinado a aseo, lavadero y despensa. En suma,
un área de servicio dependiente de la cocina, a la que se adosa, y comunicada,
como en Europa, con la huerta trasera. Las otras cuatro estancias de la planta
de acceso son un gabinete, un comedor y un despacho o sala. A un nivel supe­
rior se instalan los dormitorios familiares, un cuarto de baño y un aseo; y en
los desvanes, provistos de cuerpos abuhardillados de iluminación y ventila­
ción, el servicio. Las casas disponen también de un semisótano de desahogo.
Todas las habitaciones cuentan con chimeneas que recorren a pares los muros
laterales de las dos viviendas, caldeando todas las piezas en altura por efecto
del aire caliente. Un sistema de calefacción tradicional muy usual también en
Gran Bretaña y en el continente extrahispánico.
Agua corriente, lavadero familiar, baño y aseos, calefacción, jardín de­
lantero con palmeras reales, cerrado por una reja de diseño racionalista muy
interesante por lo que tiene de abstracta en contraposición al gusto ornamen­
tal y recargado de la rejería decimonónica; cochera, huerta zaguera, generosa
superficie habitable, zonificación de usos e independencia entre los distintos
miembros de la familia por la distribución de la misma en cuatro plantas, et­
cétera. En suma, una calidad de vida doméstica equiparable a la de las clases
medias, que irá descendiendo en las viviendas de obreros, si bien en Solvay
las elevadas condiciones de éstas apenas son comparables a otras habitaciones
de trabajadores de Asturias, salvada la excepción de las de Bustiello y Arnao.
Frente a las buenas condiciones de habitabilidad y adelantados servicios,
el exterior de esta casa de empleados, lo mismo que el de las restantes, llama la
38 Casa para el ingeniero y el médico. Lieres, sin firmar ni fechar, escala 1:100, ASL No parece tratarse
del proyecto original.
210
COVADONGA ÁLVAREZ QUINTANA
atención por su austeridad y racionalismo (ascendencia del protestantismo?);
algo inusual entre el caserío de la burguesía media asturiana, y de la nacional
en general, propenso al ornato y la retórica. Puede verse aquí un testimonio del
pragmatismo centroeuropeo carente de prejuicios esteticistas de reclamo; una
posición, en definitiva, más progresista que la de la cultura arquitectónica lati­
na del momento. Cierto es que, como no debe olvidarse, se trata de construc­
ciones de empresa, es decir de bienes de equipo que suponen para aquélla un
gasto, si bien conducente a la mejora de la productividad. Incluso en el diseño
de estos alzados, análogos a los de los cuarteles obreros, se adivina un espiritu
de igualdad infundido por la empresa, que homogeneiza -relativamente, como
se vió más arriba- a todos los miembros de la que se decía gran fam ilia Solvay.
En esta edificación, el zócalo de cantería arenisca, los paramentos de la­
drillo prensado rojo a cara vista, los ventanales que eluden el típico balcón
burgués decimonónico, quedándose en un tres cuartos de hueco vertical; el re­
mate de los mismos en arco escarzano con salmeres de cantería caliza, la mis­
ma piedra con que se construyen las impostas; los postigos exteriores a la eu­
ropea o la guardamalleta que pende de los aleros se reproducen en el resto de
las casas de empleados y en los cuarteles obreros, dotando al conjunto de una
unidad inusual en el patrimonio residencial de empresa asturiano, marcado
por la diversidad tipológica y formal del caserío, producto de la diferencia
cronológica de las construcciones y sobre todo de la jerarquía de los produc­
tores a que se destina.
En la parcela inmediata por el norte y en meditada proximidad con el ba­
rrio de los cuarteles de obreros (fig. 2), Solvay levantó un edificio integrado
por un bloque de cuatro casas adosadas (fig. 3B) destinadas a empleados de
inferior categoría profesional. Por ello el ancho de la planta general39 es infe­
rior al del inmueble anterior, y el número de vecinos que comparten edificio
se duplica, en perjuicio de la independencia. El volumen de este inmueble,
por sus proporciones alargadas y cubierta a dos aguas de teja plana, se aseme­
ja más que el anterior al de los cuarteles vecinos (fig. 3C). Cada vivienda dis­
pone de una planta (fig. 4A) de 9,5 por 6 metros construidos, a la que se ado­
sa por la fachada trasera del oeste el mismo ala que veíamos en el edificio an­
terior, aquí con unas dimensiones de 3 por 8 m. exteriores. Comunica igual­
mente la casa con la huerta trasera, contiene el cuarto de baño y en este caso
la cocina, adosándose al exterior el lavadero. Las medidas reducidas de la
planta obligan a una composición en dos crujías, en vez de la triple (estancias,
pasillo, estancias) que veíamos en el chalé del director y en las viviendas pa­
readas de mandos. El acceso principal tiene lugar por la fachada a la vía pú­
39 Maisons d'employes. Lieres, 1939, sin firmar, escala 1:100, ASL. Se trata del levantamiento del plano
previo a la reforma por la que se dotó al ala de servicios, originariamente terrena, de una planta más.
SOLVAY & CIE. (LIERES). HISTORIA Y ARQUITECTURA DE UNA EMPRESA EN ASTURIAS
21 1
blica, a la que sigue un ancho pasillo que incluye la escalera, y bajo ella la co­
municación con el ala de servicios. A una mano del corredor se disponen las
dos únicas piezas contenidas en las esquinas, la más próxima al vestíbulo dedi­
cada a sala o depacho y la posterior a comedor, dada su proximidad a la coci­
na. Un nivel más arriba se encuentran cuatro domitorios, ampliados cuando
posteriormente se dotó al ala de servicios de una planta más. Finalmente, apa­
rece el piso bajocubierta, servido por ventanos practicados a la fachada, en vez
de los cuerpos de buhardillas de las casas del director, subdirector y médico.
Aquí hay espacio para otras tres alcobas, como el resto de las piezas de la casa
caldeadas por chimeneas que recorren en pareja uno de los muros divisorios de
cada vivienda. Materiales, tratamiento de fachadas, jardín, verja y huerto tra­
sero en nada discrepan de los vistos para las casas del médico y subdirector.
La casa-cuartel de la Guardia Civil no debió construirse en la primera
década del siglo, a un tiempo que las casas adosadas de empleados levantadas
frente de ella (fig. 2). Posiblemente fue al final del segundo decenio (tras la re­
apertura de la mina y la construcción en 1916 del pozo n° 1), o más problemente en el siguiente40, cuando la empresa consiguió del M inisterio de la
Gobernación una dotación fija de seguridad que acabara con la dependencia
del destacamento asentado en Carbayín41, en el mismo concejo de Siero. Por
esta razón y por la discrepancia de los perfiles de los vanos de fachada, más
modernos que los del caserío de empleados, llegamos a tal conclusión sobre la
cronología de este inmueble.
No obstante, tipológicamente la casa-cuartel emula las viviendas de man­
dos vecinas. Se trata de un edificio de planta rectangular (20,7 m. exteriores
por 10), tres alturas y cubierta a doble vertiente, en el que se contienen tres ca­
sas con entrada independiente por la fachada a la calle, precedida de un jardín
cerrado con verja, opuesto a una generosa huerta que hace rotonda al entron­
que de la carretera Lieres-La Cruz con la avenida que penetra en el poblado de
Solvay. Según los planos conservados, la distribución de cada casa repite la de
los cuarteles obreros, incluso la disposición de una vivienda terrena (dos en
total, pues una de ellas funcionó como cuartel), bajo otra mayor de dos plan­
tas, primera y buhardilla, destinada a los mandos (otras tres viviendas), que
podía subdividirse por pisos si el número de agentes lo exigía. En las vivien­
das a nivel de suelo, de un solo andar, la compartimentación tripartita (cocinacomedor a la entrada y dos dormitorios traseros) del espacio (70 m2 construi­
dos en las viviendas de los extremos, y 66 en la del medio) es idéntica a la de
los cuarteles, lo mismo que la de los pisos altos. Incluso la fachada primitiva,
según el plano disponible, repite el esquema cuartelario, si bien los vanos, o
40 Gendarmerie. Lieres, 1925, escala 1:50, sin firmar, ASL. Puede tratarse de los planos originales.
41 “De nuestro archivo viviente”, La Mina, julio, 1956, p. 9.
212
COVADONGA ÁLVAREZ QUINTANA
bien fueron modificados durante la ejecución de las obras, o lo hicieron a posteriori, pues sus enmarques actuales apuntan a fechas más recientes.
Solvay dio orden de comenzar las viviendas para las minas de Lieres por
los cuarteles de obreros (fig. 3C). Los trabajos previos y de edificación deben
remontarse a 1905, concluyéndose el grupo n° 1 en 190742, y seguidamente los
dos restantes, que precedieron a las casas de empleados y al hospital. Cada
bloque, de planta alargada (fig. 2), volumen con formato en pastilla y cubier­
ta a dos aguas de teja plana sobre las tres plantas habitables, estaba integrado
por 18 casas adosadas. Cada una, inicialmente, contenía dos viviendas (fig.
4B), una reducida de un sólo andar, situada en la planta baja, y otra mayor dis­
tribuida en dos niveles: el primero y una desahogada buhardilla provista de
ventanas horadadas en la fachada43. En total los tres grupos sumaban 108 vi­
viendas, un buen número para una empresa que en 1905 contaba con una
plantilla poco más que centenaria, si bien de crecimiento rápido, especial­
mente desde que entrara en servicio el pozo n° 1 en 1916.
Las viviendas terrenas, destinadas a obreros, contaban con una superficie
útil de 56,75 m2, la misma que la de cada planta de las viviendas agrupadas en
cuatro para empleados ya analizadas. No obstante, la distribución interior va­
riaba sustancialmente respecto a ellas, pues en los cuarteles dicha superficie
debía repartirse entre la escalera que daba acceso a la vivienda más alta, situa­
da en el extremo anterior de la planta, la cocina comedor por la que se entra­
ba, en ausencia de vestíbulo, y daba paso, también a falta de un pasillo que
consumiera espacio innecesario, a los dos dormitorios que miraban a la facha­
da posterior, uno mayor para los hijos y otro más reducido para el matrimo­
nio. La superficie total disponible coincide e incluso supera la del módulo de
vivienda obrera vigente para la industrialización histórica asturiana. En lo que
difiere es en la distribución tripartita, en vez de en la de cuatro esquinas que
nos es familiar, solución debida a la inclusión dentro de los muros de la casa
de la escalera de subida a la vivienda más alta.
En los cuarteles contemporáneos a éstos de Solvay, extendidos por la
Asturias central44, la avaricia resume los accesos verticales a una escalera úni­
ca, colectiva y exterior, que enlaza con el corredor que recorre de un extremo
a otro las fachadas largas de los pisos altos. Esta galería que ignoramos si
constituye una singularidad de la casa plurifamiliar obrera en Asturias, cuenta
al menos con dos fuentes de procedencia. De una parte los corrales de vecin­
dad urbanos anteriores a la sociedad contemporánea, y de otra los corredores
42 Ibidem.
43 Planos de cuarteles de obreros. Lieres, 1930, escala 1:100, sin firmar, ASL. Se trata de un estado actual
de uno de los grupos, donde se observa la distribución que inicialmente tuvieron los mismos.
44 Véase al respecto A lvarez Quintana, Covadonga, “Casa y carbón...” y “La casa de empresa...”
SOLVAY & CIE. (LIERES). HISTORIA Y ARQUITECTURA DE UNA EMPRESA EN ASTURIAS
213
de madera de la casa popular asturiana. En cualquier caso, una referencia
preindustrial y popular, que integra nuestros cuarteles en el hábitat rural, aun­
que industrializado, en el que tomaron asiento, y que constituye una de las
principales señas de identidad de nuestra vivienda obrera. En cambio en
Lieres, la ausencia de este elemento de fachada infunde a los cuarteles una ai­
re foráneo, pero también una dignidad y una suave impronta urbana, de otro
modo coherente con la denominación de cité ouvrière que le impuso la em­
presa y con la calificiación de núcleo urbano que hoy presenta este poblado
de Campiello dentro de las normas de planeamiento de Siero.
Llama la atención la ausencia de un tercer dormitorio que permitiera la
separación de los hijos por sexos, y con ello la promiscuidad tan temida por el
empresariado decimonónico. Acaso pueda verse aquí una mentalidad más li­
beral de los Solvay, o simplemente un no reparar en este punto, lo que viene a
ser lo mismo. Por lo demás, todas las piezas de la casa cuentan con una gene­
rosa ventana (1,8 m. de flecha por 1,1 de luz), que asegura el principio higié­
nico de las viviendas basado en la aireación y soleamiento generoso de los es­
pacios habitables. La misma altura de los techos, de 3 m., se orienta en este
sentido. Igualmente, la supresión de las habitaciones no estrictamente necesa­
rias (vestíbulo, pasillo, comedor), coincide con el imperativo económico vi­
gente para la vivienda mínima del momento.
Sobre esta habitación terrena y con acceso por una estrecha escalera de
0,9 m., precedida de un portal mínimo de 0,8 por 0,8 m., se disponía otra vi­
vienda más amplia, cuya superficie, sumadas las dos plantas, alcanzaba los
113,5 m2. En el primero se reproducía la distribución tripartita de la vivienda
a nivel de calle, reproduciendo las piezas el mismo programa de uso. Unica­
mente la escuadra que hacía la escalera que conducía a la buhardilla restaba
espacio a la planta, al tiempo que la dividía en dos partes, una anterior con
vistas a la calle, donde estaba la cocina y la entrada a la casa, y otra posterior.
Por el mismo motivo el bajocubierta (1,75 de altura mínima) presentaba la
misma división, aquí aprovechada para dos amplios dormitorios, provistos
cada uno de ventana de inferior altura que las de los pisos bajos. De este mo­
do, estas viviendas mayores sí contaban con tres dormitorios, pudiendo desti­
nar a comedor la tercera pieza mayor vecina de la cocina.
La distribución del espacio asignada a las distintas plantas de los cuarteles, y
en especial la disposición de la escalera arrimada a un muro costero de cada ca­
sa, hace gala, además del racionalismo rector de todas las construcciones del pa­
trimonio industrial histórico, de una flexivilidad que permitía, indistintamente,
destinar las tres plantas de una casa a una sola familia, dividir la construcción en
dos viviendas, como se hizo inicialmente, o en tres, una por nivel, lo que se hará
tras las reformas abordadas en los años de la autarquía, al objeto de aumentar el
número de alojamientos para una plantilla que superaba el medio millar.
214
COVADONGA ÁLVAREZ QUINTANA
Como las casas de empleados, los cuarteles disfrutaron de calefacción
por tubos cerámicos que recorrían uno de los muros de cada vivienda desde
las cocinas hasta las chimeneas de los tejados. En los años veinte se sustituye­
ron los primitivos fogones con campana por las cocinas económicas45. Lo que
no contaron fue con aseos dentro de las viviendas, pero sí con un retrete por
inquilino, situado dentro de unas casetas de ladrillo del huerto anterior, subdivididas en dos o cuatro cuartos, cada cual para una familia. Dentro de éstos,
además del espacio para la letrina, que comunicaba con una fosa séptica46 que
depuraba los residuos antes de vertirlos en el inmediato arroyo de Campiello
(medida higiénica), cada vecino disponía de un espacio de desahogo cinco ve­
ces superior al del retrete, en el que almacenaba las herramientas de trabajo
del huerto, la semilla, etcétera. Cada caseta, de 5 por 8 m. de perímetro, esta­
ba construida, como los cuarteles, con muros de ladrillo a cara vista y cubier­
ta con teja cerámica plana. Fueron levantadas en rigurosa alineación y equi­
distancia ante la franja de suelo verde que precedía la calle de acceso de cada
cuartel (fig. 2), a una distancia de unos 16 m. respecto a la fachada de los blo­
ques de viviendas, cumpliendo con el principio higiénico vigente de alejar las
letrinas de los hogares.
En un principio, la fraja verde en ligera pendiente que seguía a la calle de
cada grupo de viviendas en la que se edificaron sobre una pequeña platafor­
ma escalonada las casetas de letrinas, se destinó a jardines comunales, com ­
plementados con una hilera de árboles que se plantó en el borde de la calle de
cada grupo residencial. Tampoco en este apartado de zonas verdes Solvay qui­
so discriminar a mandos de obreros. Sin embargo, hacia 1930 ya se observan
más de una docena de huertos familiares asentados sobre estas tiras de jardín,
compartimentación y usos rústicos que con el paso del tiempo acabarían por
borrar el espacio de recreo hasta llegar a la situación actual, donde únicamen­
te se observan huertos y casetas convertidas en gallineros tras el traslado de
los aseos al interior de las viviendas. Desde las páginas de la revista de la em­
presa se sigue en 1955 el interés de algunos vecinos por no perder los jardines
en beneficio de los huertos, incluso por encima del interés material que éstos
suponían para los productores frente al recreativo de aquéllos47. Desde los
45 Proyecto de instalación de cocinas tipo económico. Lieres, 19 de septiembre de 1920, ASL.
46 Assinassement des cités. Fosses septiques. Lieres, 1925, ASL. Se trata del proyecto de dotación de fosas
sépticas, con las que en un principio no parecen haber contado las letrinas.
47 “Entre todos los que vivimos en esta localidad hay dos tendencias diametralmente opuestas en cuanto a
jardines se refiere: unos que opinan que deban existir cuantos más mejor y otros que estiman que el te­
rreno destinado a jardín produciría mucho más dedicándolo a patatas o a tomates. Yo no estoy de acuer­
do con estos últimos y por eso salgo en defensa de nuestros jardines y quisiera que los que no opinan de
igual forma se convencieran de que también los jardines son de algún modo necesarios”. F o n se c a ,
Aquilino, “Más jardines, Sr. Director”, La Mina, octubre, 1955, p. 4. Sin duda el autor era un empleado
que no valora la aportación económica del huerto y sí la estética.
SOLVAY & CIE. (LIERES). HISTORIA Y ARQUITECTURA DE UNA EMPRESA EN ASTURIAS
215
años veinte el recinto de la mina contó con espacios ajardinados que se incre­
mentarían más tarde bajo el mandato del ingeniero Bonnardeaux, y después
durante los años de la autarquía. A uno y otro enclave del conjunto de Solvay,
la mina y la cité, llega la filosofía higienista (depuración del aire) y hedonista
(placer visual) del jardín decimonónico, prácticamente desconocido en las
empresas históricas radicadas en Asturias.
III. 2 Edificios públicos
En la cité de Campiello, pese a su planificación rigurosa, no se definió un
centro cívico, integrado por espacios al aire libre y edificios de uso comunitario.
Los equipamientos sociales existentes, el hospital, las escuelas y el círculo-casi­
no, se distribuyeron de la siguiente manera, dispersos entre el área de mandos y
el barrio obrero de los cuarteles: el sanatorio fue el único que ocupó un edificio
independiente, en tanto que los colegios y el centro social fueron habilitados en
casas del cuartel n° 3, donde vivían varios empleados. Incluso se piensa que los
primeros locales en los que se abrieron las escuelas y el casino fueron alquila­
dos por los belgas, trasladándose posteriormente a la cité. Un espacio cívico
propiamente dicho se configurará más tarde, en los años cincuenta y sesenta, en
el vecino barrio de La Pedrera, también promocionado por Solvay.
III. 2a El hospital (1908-1910)
La imagen del hospital de Solvay en Lieres (fig. 3D) se confunde con la
de un chalé burgués rodeado de jardín y cerrado con verja. El arco de medio
punto que corona la puerta principal y la imposta que se quiebra en alfiz sobre
él evocan el primer renacimiento, infundiendo al edificio un acento de estilo
culto del que carece el sobrio racionalismo del resto del caserío de la colonia.
Todo ello, y el hecho de ignorar una de las tipologías vigentes en el mo­
mento para la arquitectura sanitaria, concretamente el edificio de pabellones o
alas intercomunicadas, o la misma situación como puerta de la colonia (fig.
2), nos lleva a sospechar si el proyecto de este inmueble fue inicialmente pen­
sado para casa del director, desestimándose finalmente ante la existencia de la
anteriormente edificada en la carretera general, que si bien impedía la presen­
cia y control constante de la cabeza de la empresa sobre el poblado, compen­
saría tal ausencia trasladando el papel al segundo ingeniero o subdirector, do­
miciliado en las viviendas gemelas de Campiello.
Contamos aquí con un edificio de magnas dimensiones, 20 por 10,5 m. de
perímetro48, el mismo de la casa-cuartel de la Cuardia Civil, si bien las pro­
48 Planos del hospital, fechados en Lieres en 1927, sin firmar, escala 1:50, ASL. ¿Se trata del proyecto ori­
ginal, de la adaptación a hospital, de un levantamiento del estado actual a la fecha?.
216
COVADONGA ÁLVAREZ QUINTANA
porciones alargadas de ésta contrastan con las oblongas de aquél. La compo­
sición de la planta baja se articula en torno a un pasillo central, que desde la
puerta principal recorre la casa en el sentido de su ancho hasta desembocar en
el jardín a través de otro vano. En la retícula de la mitad derecha (mirando a la
fachada) aparecen en planta cuatro piezas idénticas, todas provistas de un ven­
tanal de 1,2 m. de ancho y de calefacción servida por tubos cerámicos dis­
puestos en esquina. La estancia del ángulo sudeste cuenta con una tercera
puerta a la calle, lo que induce a pensar que sería la utilizada por los enfermos
para acceder a esta supuesta sala de espera. Las otras tres pudieron destinarse
a consultorio y anexos (depósito de utensilios y medicinas, sala de curas),
contando el médico con acceso separado a través del pasillo que sigue a la en­
trada principal. En cambio la mitad izquierda es posible que se destinara a co­
cina y servicios de lencería. Sin embargo en la planta primera desaparecía es­
ta función de consultas externas para destinarse a internamiento de enfermos,
alojados en cinco habitaciones, dos colectivas de cuatro camas, otras dos indi­
viduales (para empleados) y una doble. Completaba la planta la escalera, un
cuarto ropero, dos pasillos y una sala de baño. Se ignora el cometido asignado
a la buhardilla, iluminada por ventanos bíforos que, como los que sirven a la
escalera, completan la evocación a la arquitectura puente entre el tardo me­
dievo y el primer renacimiento.
A vueltas con el uso inicial que tuvo este edificio, no parece descabellado
pensar que funcionó en un principio como residencia, habida cuenta de que
inicialmente Solvay dispuso de un mero botiquín, que podría haberse alojado
en la plaza de la mina y al que servía un médico independiente a quien se abo­
naban los servicios cuando eran necesarios. Sólo más tarde la empresa contra­
ta la plaza de un médico, asignada a Mario Escalera49, que pasó a residir en la
colonia, coincidiendo con la creación de un sanatorio, lo que llevaría a adap­
tar este inmueble para tales usos, motivando el plano que se conserva en la
empresa, fechado en 1927.
Pese a todos los modernos servicios con que Solvay dotó al poblado de
Campiello, la empresa no contó con farmacia, si bien destinó un obrero con
cargo de recadero a trasladarse a diario a la Pola en busca de los medicamen­
tos necesarios para el sanatorio y el personal50.
III. 2b Las escuelas
Por lo menos desde 1930 las escuelas de Solvay ya estaban instaladas en
el cuartel n° 3, donde ocupaban tres casas completas hacia el medio del blo­
49 “De nuestro archivo viviente”, La Mina, julio, 1956, p. 9.
50 Ibidem.
SOLVAY & CIE. (LIERES). HISTORIA Y ARQUITECTURA DE UNA EMPRESA EN ASTURIAS
217
que. Parece ser que aquí fueron trasladas tras ocupar un local alquilado por los
belgas. La empresa era consciente de que éste no era el lugar ideal para el co­
legio, pues a pesar de la proximidad del mismo a los hogares de los niños, ca­
recía de independencia y de locales adecuados. Para entonces hacía más de
medio siglo que en Asturias se consumía una arquitectura escolar ad hoc, y en
poblados industriales como el de Arnao, Bustiello u otros barrios de la Hullera
Española y la de Turón, lo mismo que por parte de la Sociedad Duro se esta­
ban construyendo por los años diez y veinte colegios expresamente para tal
fin, con todos los adelantos propios de la arquitectura escolar. En este punto,
pues, Solvay aparece rezagado, y por mucho tiempo, pues hasta 1956 no se
inauguró el grupo escolar de La Pedrera, modélico entre los de su género, de­
jando atrás en modernidad a los mencionados centros de empresa asturianos.
La escuela de niñas (école des filies) funcionaba en la planta baja de dos
casas a las que previamente se les había desprovisto de los tabiques de compartimentación al objeto de obtener un salón generoso de casi 14 m. interiores
por 9,2551. Un par de finas columnas de hormigón armado aseguraban la es­
tructura tras suprimir los tabiques, manteniéndose en el medio el cuerpo de
chimeneas de caldeamiento. El aula contaba en total con ocho huecos de luz
abiertos en las dos fachadas largas opuestas. Inmediata por el norte y separa­
da, ocupando la tercera vivienda, se situaba el comedor (a la calle) de los
alumnos residentes fuera del poblado, y la sala de juegos a cubierto (salle de
recréation), mirando hacia atrás. Al piso primero se subió la escuela de niños
(école des gargons), sobre la de niñas, y a su izquierda el parvulario-guardería
(école gardienne), subdividida en dos salas que ocupaban una planta. En las
buhardillas vivían los maestros.
III. 2c El círculo-cine
Desde muy temprano, las patronales habían establecido la creación de
centros sociales donde controlar el ocio y la ideología de sus productores.
Funcionaban como un instrumento más de adiestramiento y tutela, comple­
mentario de los ejercidos desde las escuelas con los hijos de los trabajadores,
futuros productores. Las sociedades industriales más celosas en la vigilancia
del ocio y actividades extraprofesionales de sus productores, caso en Asturias
de la Hullera Española, presidida por el II marqués de Comillas, un católico
fervoroso que implantó en su empresa un férreo sindicalimo amarillo, tendie­
ron una tupida red de círculos obreros o ateneos, como entonces se llamaban,
encomendando su dirección a personas adiestradas de su confianza. Frente a
51 Écoles. Lieres, 1930, escala 1:100, ASL. ¿Se trata del proyecto de adaptación de estas tres casas a cole­
gios, o de un estado actual?.
218
COVADONGA ÁLVAREZ QUINTANA
los ateneos obreros autónomos, constituidos por los sindicatos y temidos por
los patronos, los de empresa contaban con un referente más, el de emulación
de los casinos burgueses y de mandos, de los que incluso tomaron su nombre
y parte de sus servicios (café, sala de juegos, biblioteca).
En Solvay la directiva no contó con un casino propio como el de los ofi­
ciales en la colonia de la fábrica de Trubia. El reducido número de mandos en
Lieres se conformó con alguna dependencia del círculo obrero. Este se abrió
en tres casas del cuartel n° 3, inmediatas a las escuelas, y adosadas a la vi­
vienda del extermo norte ocupada en las tres plantas por el empleado José
Manuel Urdangaray52. En el nivel de accesos, la crujía del fondo de las tres ca­
sas fue tomada por el teatro, luego convertido en cine, en tanto que las estan­
cias a la calle se repartieron entre la anteescena y el café. Por éste se ascendía
a los salones del círculo, la cocina del conserje y la oficina del comité de di­
rección. Más arriba, en las buhardillas, otras cuatro salas del círculo y la vi­
vienda del conserje.
Los cuadros artísticos instructivos, representados las más de las veces por
los vecinos de la colonia, fueron cediendo paso a las proyecciones cinemato­
gráficas. El círculo y el luego conocido como Cinema Solvay fue establecido
en tiempos del director Hipólito Bonnardeaux (desde 1925/1926 al frente de
las minas). A él se debe la reforma de este cuartel para adaptarlo a edificio so­
cial, tras su traslado desde otro local alquilado (primera época) que ocupó en
tiempos de Paternottre. El aforo del teatro, luego cine, era de 175 personas,
acomodadas en butacas fabricadas por la empresa. El primer proyector, muy
precario y en mal estado, fue comprado de segunda mano, ofreciendo cintas
mudas y de tan mala calidad, que unido a la falta de tradición local del nuevo
medio motivó un fracaso rotundo del espectáculo y un retraimiento de los es­
pectadores. En 1946, tras la adquisición de una máquina de más calidad que
consolidó la afición al cine del vecindario, Bonnardeaux ordenó en 1946 la
compra de un magnífico proyector PHILIPS53.
La tercera etapa del centro social discurre en el nuevo barrio de La
Pedrera, comenzado precisamente en 1953 con la construcción del nuevo ci­
ne, inaugurado un año después.
III. 2d La capilla de Na Sa de la Salud (1942-1943)
“Hallándose en Sevilla el hijo de Lieres, D. José María Piedra, por fa­
vores obtenidos de la Santísima Virgen de la Salud, que se venera por
tierras andaluzas, por exvoto mandó hacer una imagen similar a aqué­
lla y construir en Lieres una ermita, que fue inaugurada en el verano
52 Cercle-salle de spectacle. Lieres, sin firmar, 1925, escala 1: 100, ASL.
53 “Un poco de historia del Cinema Solvay”, La Mina, n° 55, noviembre, 1959.
SOLVAY & CIE. (LIERES). HISTORIA Y ARQUITECTURA DE UNA EMPRESA EN ASTURIAS
219
de 1850. Inspiró tal devoción a los fieles que muy pronto era santua­
rio concurrido y famoso”.54
En 1936 fue destruido el templo por el fuego, desapareciendo la imagen
seis años más tarde. Desde 1940 Solvay, por iniciativa del entonces director
de las minas de Lieres, Hipólito Bonnardeaux, en un gesto de filantropía y de­
voción, de otro modo muy acorde con el joven régimen franquista, tramitó su
reconstrucción, si bien trasladando el lugar original, la vega de Campiello, ba­
jo la carretera Lieres-La Cruz, al barrio de los cuarteles de la empresa (fig. 2).
A tal efecto, una módica cantidad de cada tonelada de carbón vendida por las
minas se destinaría al pago de la nueva ermita. El propio Bonnardeaux debió
ocuparse del diseño, pues en el archivo de Solvay aparecen varios bocetos a
lápiz sin firmar desde el año 1940 a 1943. Entre ellos figuran estudios de si­
tuación, huecos para las vidrieras, detalles de las bóvedas de casetones en hor­
migón, e incluso una portada gótica réplica de la de la iglesia de Saint Adrien,
posiblemente en Bélgica. Algunos de estos trabajos previos, incluido un ante­
proyecto de capilla de 1941, fueron enviados a la central de Bruselas para re­
cibir el visto bueno.
Finalmente, sería un diseño de Federico Somolinos el que llegara e eje­
cutarse, conservándose también en el archivo varias copias de proyectos del
mismo arquitecto levantados para la parroquial de Pola de Lena, parroquial de
Lieres (1939), y rectoral e iglesia de Villalegre en Avilés (1935).
El templo definitivo, provisto de una nave de cabeza curva y giróla, un
pórtico románico al sur y una portada de igual estilo, además de una torre so­
bre el imafronte, recoge el gusto de la empresa por insertar la obra en el historicismo medieval, considerado a mediados del siglo XIX como el orden ar­
quitectónico natural para la edilicia religiosa. Sólo que para estas fechas avan­
zadas de la nueva centuria la tendencia formal había caído en desuso, reto­
mándose aquí no por referencia del gusto del Ochocientos, sino por las etapas
que respectivamente precede y sucede en España a la guerra civil, en las que
dentro del sistema nacional-regionalista que vivió nuetra arquitectura, se asis­
te a una recuperación de los estilos pasados con raigambre entre nosotros, in­
cluido el prerrománico y el románico, éstos especialmente para templos.
La celebración de la efemérides de la Salud, por tradición fijada el primer
domingo de agosto, quedó desde la construcción de la nueva ermita asociada
a la empresa Solvay, quién vivía la fiesta mariana como si se tratara de la de la
colonia. Ante el templo, que ignoramos si recibía celebraciones aparte de este
día y el de Santa Bárbara, patrona de los mineros, en los que se decía misa,
54 Texto aportado por el cura párroco de Lieres y publicado en el portfolio Fiestas de Nuestra Señora de
La Salud. Lieres. 1984, s/p
220
COVADONGA ÁLVAREZ QUINTANA
contaba a sus pies y márgenes con un amplio espacio para la celebración de
los festejos profanos. Posiblemente haya jugado un papel equivalente a las ca­
pillas de los poblados de empresa dispersos por la Asturias central (Trubia,
Fábrica de Mieres, los varios de la muy católica Hullera Española), si bien
aquí el servicio y su fábrica se retrasaron considerablemente en relación a los
primeros, en un posible indicio del laicismo mayor de la socieda belga.
III. 3 Materiales, autores de proyectos, constructores, estilos
Sin duda, al igual que se comprueba en el patrimonio industrial histórico as­
turiano, la responsabilidad del trazado de los edificios de trabajo y equipamien­
tos sociales de las empresas recaía sobre el ingeniero director de las mismas.
Desde mediados del siglo pasado las competencias profesionales de estos técni­
cos superiores crecieron sensiblemente, rebasando la construcción industrial pa­
ra actuar en la arquitectura civil pública y privada. De ahí las movilizaciones de
los arquitectos, y la respuesta, en un prolongado juego de dobles, de los ingenie­
ros. No obstante, la proyectación de los ingeniero dentro del ámbito de la indus­
tria no precipitó ninguna polémica, por considerarse precisamente este campo,
junto con el de las obras públicas, el competente de sus actuaciones.
A Paternottre atribuimos, según esta tesis, las formas de los distintos edi­
ficios que integran la cité de Campiello, excepción hecha de la capilla, corte­
jada como se vio por su sucesor, el ingeniero Bonnardeaux, pero finalmente
trazada por un arquitecto. No en vano esta pieza inauguraría en la empresa la
contratación de servicios de arquitecto, que se impondría de forma irreversi­
ble, como un testimonio de la creciente especialización de los dos cuerpos
profesionales, el de ingenieros y el de arquitectos, desplegada a lo largo del
prim er tercio de siglo y consumada en el siguiente. La participación de
Paternottre en el diseño de la colonia enriquece sus resultados formales, pues
se convierte en un agente de trasplante de formas y tipologías europeas, más
concretamente belgas, a este apartado rincón del norte de España.
Este fenómeno de extranjerización del parque de edificios de Lieres se
fortaleció al traer la empresa de Bélgica a equipos de tejeros y albañiles, que
lo mismo aquí que en el conjunto fabril Solvay de Torrelavega, abordaron des­
de 1905 la construcción del patrimonio social e industrial. En el anterior artí­
culo, parte primera de este estudio sobre Solvay Lieres, se aborda con detalle
la fabricación singular, por procedimiento desconocido en España, de los la­
drillos macizos y las tejas planas con que se construyó el poblado y las naves
de la plaza de la mina55. También allí se da cuenta del proceso, del índice de
55 “Industria de la sosa en España. La fábrica de Solvay y Cía. en Barreda (Torrelavega)”, Revista Minera,
Metalúrgica y de Ingeniería, n° 1.999, Madrid, 8 enero 1905, p. 15, y “De nuestro archivo viviente”, La
Mina, junio, 1956, p. 4. Lo corroboran también testimonios orales de antiguos empleados.
SOLVAY & CIE. (LIERES). HISTORIA Y ARQUITECTURA DE UNA EMPRESA EN ASTURIAS
22 1
productividad de estos obreros belgas que llegan con sus familias, se alojan en
barracones provisionales de madera en la Riega les Cabres y abandonan el lu­
gar una vez finalizadas las obras. Se analiza críticamente esta circuntancia
comparándola con la industria cerámica moderna y tradicional de Asturias, y
se propone el ladrillo rojo a cara vista como el material distintivo de nuestra
industrialización histórica, pues hasta producirse la misma, la región descono­
cía prácticamente el uso de dicho material, a diferencia de lo que ocurrió en la
España no atlántica con el mudéjar y luego neomudéjar.
Si bien en los edificios de la mina los testimonios orales asignan la ejecu­
ción de las obras a albañiles locales, en la cité de Campiello se habla de alba­
ñiles “casi todos” belgas, que pudieron ser los mismos tejeros que fabricaron
ladrillos y tejas u otras cuadrillas, lo mismo que ocurrió en la fábrica Solvay
de Barreda en Torrelavega. También noticias escritas informan de la presencia
de un contratista de lucido francés, “que trajo consigo a obreros catalanes y
luego fue tomando algunos de por aquí; la portería vino de Lantero en Gijón y
la pintura fue contratatada a una prestigiosa casa de Oviedo”56.
Tratado ya el aspecto tipológico de las construcciones, el análisis de esti­
lo se resuelve en similares términos al del las naves de la plaza de la mina. El
más puro racionalismo latericio domina las construcciones, excepción hecha
del hospital, tocado de notas historicistas, al igual que la más moderna ermita.
Una vez más vemos cómo los edificios públicos reciben un tratamiento exte­
rior especial, conducente a la incorporación de los estilos cultos, que según
nuestra interpretación contaminan la pureza y funcionalidad de las formas de
la arquitectura industrial, disolviendo su identidad física, progresista por superadora de los complejos estéticos de contenido simbólico propios del resto
de la arquitectura coetánea. El caserío de Campiello, por el contrario, ignora
toda concesión ornamental y lingüística que no sea la puntilla de guardama­
lleta de madera que pende de los aleros, recurso barato que evoca la arquitec­
tura alpina, y que se incorporó con fuerza en las construcciones del patrimo­
nio ferrioviario europeo (estaciones, garitas de retretes, almacenes) con un
sentido práctico: desviar, a falta de canalones, la caída de las aguas pluviales
hacia la fachada.
En la colonia Solvay se pone de evidencia el principio racionalista de la
sinceridad de los materiales, incluso el de la policromía, en vez de falseada in­
ducida por el concurso de distintos materiales, cada uno adecuado a su lugar y
función: zócalo pétreo visto para mayor solidez y aislamiento del cuerpo del
edificio, muros de ladrillo macizo a cara vista para las fachadas, taraceado de
caliza (resistencia) en alféizares, claves y salmeres de los vanos, madera pin­
tada al aceite en carpintería, postigos y guardamalleta.
56 “De nuestro archivo viviente”, La Mina, junio, 1956, p. 4.
222
COVADONGA ÁLVAREZ QUINTANA
IV. LA GRAVE ESCASEZ DE VIVIENDAS SOCIALES PADECIDA POR
LIERES EN LOS AÑOS DE LA AUTARQUIA Y EL DESARROLLISMO
La primera era de la vivienda social a gran escala en nuestro país coinci­
de con los veinte primeros años de la dictadura de Franco. Ocurrió a partir de
la prom oción pública directa, a través de organism os como Regiones
Devastadas, Obra Sindical del Hogar, Instituto Nacional de la Vivienda; o de
la indirecta, por mediación de leyes que inducían a constructores a la edifica­
ción de viviendas mínimas con grandes facilidades en forma de subvenciones
a fondo perdido y créditos blandos.
Los núcleos industriales del centro de Asturias paliaron así en parte el
histórico déficit de viviendas obreras, y con ello la subdivisión, los realquila­
dos, el hacinamiento, las casas-cuadra y las chabolas en las que habitó hasta
entonces nuestra clase trabajadora. Oviedo, Gijón, Avilés, Mieres, el valle
del Nalón, Nava, Candás, Cudillero, Infiesto, Tapia y hasta Boal conocieron
promociones residenciales acogidas a una u otra fórmula. Y, también en los
concejos de Noreña y Siero, sus dos capitales, además de El Berrón y
Carbayín. No extrañe por ello que Lieres se sintiera marginada, clamándose
desde las páginas de la revista de Solvay, La M ina, por viviendas de promo­
ción pública57.
Tal petición resultaba inédita en una empresa cuya patronal se había ocu­
pado hasta entonces de la dotación de habitaciones, si bien en una única pro­
moción, entre 1905 y 1910, paralizando a continuación esta política. Pero el
incremento de la plantilla hasta casi 600 trabajadores en los años de la autar­
quía, cuando el carbón español pasa por una edad dorada y Solvay perfora en
Lieres el pozo n° 2, acelera la necesidad de viviendas que ya debió empezar a
sentirse desde los años veinte, otro momento espléndido para la hulla, y expansionista para la firma belga que recién había inaugurado el pozo n° 1.
Como decía Bolle58, tras adelantarse casi medio siglo a la legislación pública,
las medidas sociales de la empresa Solvay desaparecieron cuando nació la ac­
ción del Estado, aquí coincidente con el gobierno populista del general
Franco.
Sin embargo, la inhibición de la empresa belga tras la guerra civil espa­
ñola no fue absoluta. Actúo, una vez más con sentido práctico, e invirtió, en
vez de en grupos de nueva planta, en reformar los tres bloques de cuarteles
existentes, para, de una parte, modernizarlos (inclusión del aseo en las vivien­
das), y de otra, subdividirlos en un número mayor de viviendas59. A lo largo de
57 “Viviendas, viviendas, viviendas”, La Mina, julio, 1957, p. 5. Obsérvese el título vehemente del artícu­
lo, proporcional a la gravedad del problema.
58 B olle , Jacques, Solvay. L'invention,..., p. 155.
59 Varios planos sobre reformas en los cuarteles de Solvay, Lieres, años cuarenta y cincuenta, ASL.
SOLVAY & CIE. (LIERES). HISTORIA Y ARQUITECTURA DE UNA EMPRESA EN ASTURIAS
223
los años cuarenta y cincuenta, Solvay multiplicó las 108 viviendas iniciales
distribuidas en los tres cuarteles en 144. En los grupos 1 y 2, dispuestos en la
terraza más alta, se habilitaron, respectivamente, 54 viviendas de tipo reduci­
do. Desaparecía la primitiva distribución de dos familias por casa, una ocu­
pando la planta, y otra el primero y la buhardilla. Ahora cada nivel correspon­
día a una vivienda calificada de tipo reducido, de 56,7 m2, en la que se conte­
nían cinco piezas con gran estrechez (pasillo de entrada, con el que se perdía
espacio, cocina-comedor angosta, dos dormitorios y un aseo), además de re­
ducir su superficie el portalillo y la escalera que daba servicio a las viviendas
más altas.
En cambio el cuartel 3, siempre asociado a funciones superiores (casas de
empleados, escuelas, círculo), pasó a acoger las viviendas de tamaño mayor,
36 en total. Aquí no se ganaron más alojamientos, pero se modificaron los
existentes para hacerlos de un solo andar (una vivienda por planta). La super­
ficie crece hasta los 75 m2, no todos útiles, debido a la presencia del portal y la
escalera, ahora encastrada en el centro anterior de cada vivienda, en vez de en
un extremo como ocurría en los otros bloques. A la primitiva superficie de ca­
da casa se suma a las nuevas viviendas la mitad de la de su inmediata, de for­
ma que de tres hogares se obtenían dos mayores. Por ello, además del pasillo,
la cocina-comedor, el aseo y las dos alcobas de las viviendas reducidas, se dis­
ponía en éstas de dos dormitorios más.
Con toda esta redistribución se amplía el número de familias alojadas, pe­
ro las viviendas pierden el encanto, el sabor extranjero y la diversidad con que
contaban antes de la reforma. Ahora podría decirse que los cuarteles de
Solvay se despersonalizan para asemejarse a las viviendas de promoción pú­
blica del régimen, con su aseo, pasillo y piezas raquíticas, además de con su
distribución en un solo andar.
En paralelo, desde finales de los cincuenta, Solvay aborda en La Pedrera
la construcción de nuevas casas para empleados, a los que quedarían cortas las
viviendas de tipo amplio, pese a adjudicárselas lo mismo que a obreros de fa­
milia numerosa. Este segmento cualificado de la plantilla crecería desde la
guerra civil en proporción a la cifra medio milenaria del personal, siendo am­
bas razones las que motivarían la iniciativa de Solvay. Desde su conclusión en
1962, el barrio de La Pedrera pasaría a denominarse de los empleados y el de
Campiello de obreros.
También desde las páginas de la revista de la empresa Solvay se interve­
nía indirectamente en pro de las viviendas sociales con dos tipos de estrate­
gias. Una era la constante reivindicación de alojamientos de promoción públi­
ca, con los que la firma se ofrecía a colaborar negociando con los dueños y fi­
nanciando en parte los solares, operación que nunca llegaría a consumarse.
224
COVADONGA ÁLVAREZ QUINTANA
Otra era la publicación de proyectos y presupuestos de viviendas económi­
cas60 que la empresa instaba a ejecutar a los mismos productores, a costa de
sus ahorros, subvenciones públicas y de contribuir con su propia mano de
obra. Varios proyectos distintos de estas característica salen a la luz en La
Mina, sirviendo de testimonio de la tercera vía con la que el gobierno de
Franco abocó el problema de la vivienda mínima: la iniciativa del mismo pro­
pietario.
V. LA PEDRERA: UN CENTRO CÍVICO Y UN NUEVO BARRIO DE
EMPLEADOS (1953-1962)61
A primeros de los años cincuenta, con el optimismo de los beneficios in­
dustriales obtenidos por Solvay internacional durante la posguerra europea y
la buena marcha de la mina de Lieres, la ampresa compra, nuevamente a los
marqueses de Santa Cruz de Marcenado, una parcela tangente por el nordeste
con la de Campiello, de nombre La Pedrera. De tamaño inferior a la de la
Riega les Cabres, dibujaba una figura trapecial de lados curvos, uno de ellos
limítrofe con la carretera Lieres-La Cruz. La finca, hasta entonces rústica, es­
taba llamada a ampliar el núcleo urbano de Solvay nacido en Campiello, des­
tinándola desde un principio a centro cívico, algo que nunca tuvo la cité vieja,
y a barrio residencial de empleados.
Parece ser que todos los edificios fueron encargados al estudio de los
Somolinos62, vinculados a la empresa desde que el mayor de los dos arquitec­
tos trazara los planos de la capilla. Sin embargo se ignora si el plano urbano
corrió también por cuenta de aquéllos o por la de la oficina técnica de la
Solvay, entonces dirigida, como la mina, por el primer ingeniero español que
tuvo la misma, Joaquín Vega de Seoane, máximo impulsor del nuevo barrio,
pese a abandonar la empresa en 1956, cuando estaban las obras comenzadas.
El primer edificio en erigirse fue el casino-cine (1953 c.o.-1954 f.o.), un
magnífico inmueble (fig. 5A) que sustituía a los locales acondicionados para
tal fin hasta entonces en el grupo 3 de cuarteles. Situado casi en el centro de la
parcela, haciendo esquina a la avenida principal y a la calle más larga que la
cortaba en T, el proyecto de los Somolinos, llamado a ser el buque insignia del
nuevo barrio, se resolvió sobre una planta muy articulada, ajena al paralelogramo de las naves de la mina y los edificios residenciales de la cité de
Campiello. El ala norte más larga contenía la sala de espectáculos con un es­
pacio a doble altura, provisto únicamente de las puertas de acceso practicadas
60 Sección “Vivienda económica”, La Mina, junio, julio y octubre, 1955.
61 Puede seguirse la evolución del nuevo barrio a través de la revista La Mina, colección completa, 19551967.
62 Testimonio oral antiguos empleados.
SOLVAY & CIE. (LIERES). HISTORIA Y ARQUITECTURA DE UNA EMPRESA EN ASTURIAS
22 5
en la fachada oeste a la avenida. A los pies, en cambio, se jugaba con dos pi­
sos, destinados a casino, donde se hallaba el salón principal y la cámara de
proyecciones, entre otras dependencias. Al exterior el edificio se muestra co­
mo un popurrí de soluciones arquitectónicas regionales, de una parte autócto­
nas (simplista evocación de la panera en el pórtico en esquina del casino, con
su pegollo, sobre él un corredor y la cubierta a cuatro faldones), y de otra ex­
tranjeras (tejado de pizarra del cine, esquinas retraídas hacia el interior en la
base, zócalo pétreo de evocación organicista. Se trata, en suma, de un resulta­
do poco afortunado, aunque con ciertas inquietudes vanguardistas, por inserto
dentro de los parámetros del organicismo, aquí tratado con trivialidad; ade­
más de inclinado hacia las formas del moderno chalé alpino que se entusias­
maron los Somolinos en aquellos años (varias viviendas unifamiliares para in­
dianos en Pola de Allande63). Anexo al casino se levantó una magnífica bolera
de traslúcida cubierta (fig. 5B).
Dos años después fue inaugurado el colegio (fig. 5C), también sobre for­
mas modernas que informan de la apertura del régimen a la arquitectura de
vanguardia internacional, tras años de enclaustramiento en los estilos glorio­
sos del pasado edilicio español. Si bien no se trata, como el casino, de una
obra de interés formal, sí lo fue desde el punto de vista social, pues contaba
por fin con cuatro amplias y bien iluminadas aulas, además de otra para guar­
dería y viviendas para los maestros. Como en el cine, los Somolinos trataron
las fachadas con la combinación de los paramentos pétreos de apariencia rús­
tica, tan queridos del organicismo en boga, con los revocos ásperos pintados
de blanco. Los ventanales, en cambio, se prodigan, adoptando la forma de
hueco oblongo de gran formato, aportado por el funcionalismo de entreguerras y difundido por el Estilo Internacional. La dotación del moderno colegio
se completaba con un gran parque infantil situado a sus pies y un campo de
deportes que formaban una manzana.
En 1960 se inauguró la Academia Solvay, destinada a preparar, por cuen­
ta de la empresa, a los alumnos más despejados en los estudios de comercio y
bachiller elemental. Ocupó el mismo borde norte de la parcela de La Pedrera
en que se dispuso el colegio, si bien separaba ambos edificios el nuevo econo­
mato (1962 f.o.), que sustituía al existente en la plaza de la mina. Al nuevo
abasto se le dio forma de autoservicio, lo que suponía todo un adelanto en la
Asturias rural en la que se insertaba Lieres. Finalmente, en 1961 pasaron a ser
ocupados por los empleados agraciados los 10 chalecitos pareados (20 vi­
viendas) (fig. 5D) de La Pedrera. Se distribuyeron en tres manzanas (una de
63 A lvarez Quintana, Covadonga, “Efectos de la emigración a ultramar sobre la arquitectura y el creci­
miento espacial de Pola de Allande (1850-1984)”, Boletín del Instituto de Estudios Asturianos, n° 115,
Oviedo, 1985, pp. 525-561.
226
COVADONGA ÁLVAREZ QUINTANA
ellas soldada al cine) del cuadrante sudeste del nuevo barrio, destinado a área
residencial. No cuentan con mayor fortuna estética que el casino o el colegio,
con el que se hermanan en los paramentos de enfoscado blanco y fragmentos
de lienzos de piedra rústica, además de en los cierres de sus jardines, análogos
a los de las escuelas, y el pórtico y la terracita en esquina que recuerda la pa­
nera.
Todo el parque residencial de Solvay en los dos poblados de Lieres fue
vendido a los productores antes de abandonar la empresa Asturias en 1987.
ABREVIATURAS
ASL: Archivo Solvay Lieres
P.: proyecto
C.o.: comienzo de obras
F.o.: fin de obras
227
228
COVADONGA ÁLVAREZ QUINTANA
Fig. 2 Plano de la colonia Solvay en Campiello hacia 1930. Archivo Solvay Lieres. Leyenda: 1 Hospital. 2
Dos casas gemelas del médico e ingeniero subdirector. 3 Cuatro casas de empleados. 4 Casa-cuartel de la
Guardia Civil. 5 Casetas para urinarios. 6 Zona verde. 7 Cuartel n° 3. 8 Cuartel n° 2. 9 Cuartel n° 1. 10
Futuro emplazamiento de la capilla de Na Sa de la Salud. 11 Carretera Lieres-La Cruz. 12 Arroyo
Campiello.
Fig. 3. Edificios del poblado de Campiello, estado actual. A, arriba izquierda, viviendas pareadas del médico e ingeniero de producción. B, arriba derecha, hilera de
cuatro casas adosadas para empleados. C, abajo izquierda, cuartel de obreros. D, abajo derecha, hospital..
SOLVAY & CIE. (LIERES). HISTORIA Y ARQUITECTURA DE UNA EMPRESA EN ASTURIAS
229
COVADONGA ALVAREZ QUINTANA
230
Fig. 4. Plantas de viviendas de la colonia de Campiello. A, izquierda, planta baja y primera de una vivienda de empleado. B, derecha, planta baja (una vivienda) y pri­
mera (otra vivienda completada con la buhardilla, que no aparece en la ilustración) de una vivienda tipo de los cuarteles. Archivo Solvay Lieres.
Fig. 5. Edificios del moderno barrio Solvay en La Pedrera. A, arriba izquierda, casino-cine. B, arriba derecha, bolera cubierta. C, abajo izquierda, colegio. D, abajo de­
recha, casas tipo de empleados. Fotografías publicadas en la revista La Mina, Lieres, 1955-67.
SOLVAY & CIE. (LIERES). HISTORIA Y ARQUITECTURA DE UNA EMPRESA EN ASTURIAS
231
“CARLOS MARÍN DE BERNARDO, ILUSTRE MILITAR,
INJUSTAMENTE OLVIDADO EN ASTURIAS”
E. JUNCEDA AVELLO
El excelentísimo señor don Carlos Marín de Bernardo Lasheras (18961992), Teniente General del Ejército, Diplomado de Estado Mayor, si bien na­
ció accidentalmente en Logroño, es a todos los efectos un asturiano verdade­
ro, a parte de sus hondas raíces familiares vinculadas al concejo de Valdés, si­
no también por su matrimonio con su prima Da Angeles Suárez Coronas, na­
tural de Cadavedo (Luarca), como por sus actividades profesionales en la re­
gión y sus reiteradas etapas vacacionales en ella y, ya retirado, venir a vivir al
pueblo de Cadavedo, que tanto amaba,y en donde deseaba ser enterrado.
Aunque no fue asturiano de nacencia, pues “lo nacieron” en La Rioja, un ca­
torce de enero de 1896, sin duda, por estar allí destinado su padre, también
militar, si lo fue por sus hechos y sentimientos.
Fue huérfano de padre y madre cuando aún era un niño, pues no contaba
aún nueve años. De su educación y crianza se encargaron sus tíos asturianos.
Ingresó en la Academia del Arma de Ingenieros Militares de Guadalajara
a los trece años de edad (1 de septiembre de 1909). Posiblemente, refiere su
hija Livia, ésta fuese la mayor hazaña humana que realizó, ya que todo lo de­
mas le pareció ya normal y no se vanaglorió de ello. Alcanzó el grado de 2o
Teniente (Alférez) el 9 de septiembre de 1912 y el de Io Teniente (Teniente) el
24 de junio de 1914. La categoría de Capitán la consigue el 31 de agosto de
1918.
A Don Carlos Marín se le puede considerar, por razón cronológica y de
destino, como un militar africanista, pues salió como voluntario de Cadavedo
en el año 1921, el año del desastre, y participó en la catástrofe de Annual, una
de las mayores desgracias de nuestras guerras coloniales, así como en la de­
fensa de Monte Arruit, con ocasión de la sublevación de Abd-el-Krim y poste­
riormente (1925) en el desembarco de Alhucemas, que representa el principio
del fin en Africa.
Es curioso que Marín, siendo Capitán, conozca a Francisco Franco, cuan­
do era Com andante, en mayo de 1920, paseando por el Campo de San
234
E. JUNCEDA AVELLO
Francisco de Oviedo. Su relación de entonces no fue de amistad y solamente
jerárquica. Con el tiempo habían de despachar profesionalmente múltiples ve­
ces, con ocasión de ser el último Jefe del Estado y Generalísim o de los
Ejércitos.
En el mes de julio de 1931, cuando ya era Comandante (31 de marzo de
1931) contrae nupcias en Madrid, con su prima hermana Da Ángeles Suárez
Coronas, de cuyo matrimonio nacieron tres hijos: Carlos, María Ángeles y
Livia.
Desde fines de 1933 y 1934 figura como Profesor auxiliar de Táctica y
Servicio de Estado Mayor, en la Escuela Superior de Guerra, tomando parte
en la campaña táctica de fin de curso correspondiente a los años primero y se­
gundo de la Escuela.
Hallándose en Cadavedo (Asturias) disfrutando sus vacaciones regla­
mentarias, estalla el movimiento subversivo y revolucionario, separatista y
marxista, que se conoce históricamente como Revolución de Octubre de
1934. Aquí comienza su actividad militar en nuestra provincia, ya que se in­
corpora espontáneam ente en Grado a las fuerzas que, m andadas por el
General López Ochoa se dirigían a Oviedo para dominar el citado movimien­
to ,que en Asturias se inicia el día 5 de octubre
El General López Ochoa nos lo describe1de esta forma: “Poco después de
haber alojado a las fuerzas de la Columna, se me presentó el Comandante de
Ingenieros diplomado señor Marín de Bernardo, Profesor de la Escuela
Superior de Guerra, a quien sorprendieron los acontecimientos hallándose en
uso de licencia en un pueblo cercano a Grado, y, que al saber el paso de la
Columna, me pidió le permitiese incorporarse a ella hasta que pudiera efectuar­
lo a su destino. Accedí de buen grado incorporando a mi Cuartel General a este
brillante Jefe que me había de prestar inapreciables servicios poco más tarde”.
Como no contaba con su uniforme m ilitarse presentó vestido de paisano.
Este alto espíritu de servicio se registra también “en los casos de Juan Vigón,
Alonso Vega y de Marín de Bernardo inesperados y valiosos refuerzos para
las columnas de Solchaga y López Ochoa”2 (Era el primero Teniente Coronel
retirado y el segundo era,en aquella época, Comandante 3.
R i c a r d o d e l a C i e r v a 4 recoge, asimismo, el hecho al afirmar: “Incorpora
a su Columna -la de López O choa- a un valioso refuerzo el Comandante de
1 G e n e r a l L ó p e z O c h o a , “Campaña Militar de Asturias en Octubre de 1934” Ediciones Yunque.
Madrid, 1936, p. 45.
2 D e L a C ierva , R. “Episodios Históricos de España. La Revolución de Octubre. El PSOE contra la
República”. n° 26. ARC Editores. Madrid. 1997, p. 139.
3 D e L a C ierva ,R.“Episodios Históricos de España. Fracaso del Octubre Revolucionario. La
Represión”. n° 27. ARC Editores. Madrid 1997, pp. 23 y 26.
4 D e la C ierva , R.-loc.cit.en 2, p. 164.
CARLOS MARÍN DE BERNARDO, ILUSTRE MILITAR..
Fotografía de Don Carlos Marín de Bernardo, realizada por Duarte, en Oviedo.
235
236
E. JUNCEDA AVELLO
Ingenieros Marín de Bernardo quien tocado con un gorro de oficial y vestido
de mono va a ser elemento decisivo los días siguientes”. López Ochoa5 se ex­
presa concretamente así: “Como el Comandante Bernardo no hubiera traído
consigo su uniforme, se hizo preciso desde aquel momento, y con objeto de
que la tropa pudiera reconocerlo, prestarle un gorro de oficial, que usó desde
entonces hasta que cayó herido en las puertas de Oviedo, cuatro días después,
resultando algo extraño, desusado, el efecto estético que producía verlo fun­
cionar en días sucesivos como Comandante de Ingenieros, al frente de las tro­
pas, y comunicando órdenes, de paisano, revestido con un guardapolvos Kaki,
llevando un estuche con gemelos de campaña y tocado con el gorro militar”.
Con las citadas tropas, y formando parte del Estado Mayor del expresado
General, tomó parte en los encuentros habidos con los revolucionarios en
Piedras Blancas (8 de octubre), Avilés (8 y 9 de octubre) y aún antes de llegar
a esta villa, a seis kilómetros de ella aproximadamente, se encuentra volado
un puente de tres ojos de la carretera general que obliga a detener la Columna
en sus cercanías, teniendo que intervenir nuestro biografiado para con sus co­
nocimientos técnicos resolver el paso de los camiones, hecho que resuelve en
pocas horas “logrando el éxito más completo”6.
En las proximidades de Oviedo y en La Corredoria (11 de octubre), re­
sulta herido gravemente por balas de fusil ametrallador en la intensa lucha que
se desencadena en éste último lugar. “Herido de dos balazos” nos refiere
López Ochoa en su obra7.
Fue hospitalizado sucesivamente en el Cuartel de Pelayo, al que llegó ca­
si desangrado, por la hemorragia, permaneciendo hasta el día catorce, en que
pasa al Hospital Provincial de Oviedo hasta el quince, y luego al Hospital de
Caridad de Gijón hasta el 27 de octubre, fecha en que fue evacuado al
Hospital Militar de Carabanchel, adonde eran evacuados los heridos de los
hospitales de sangre de Asturias. En trenes hospitales y más tarde en ambu­
lancias que los esperaban en la Estación del Norte de Madrid, para llevarlos
finalmente al Hospital Militar de Carabanchel, donde el número de camas fue
insuficiente.
Concluyó el año 1934 con la curación de las heridas recibidas. En
“Cam inos de sangre”8 y en la relación de heridos graves se puede leer:
“Comandante de Ingenieros Don Carlos Marín, que presenta una herida en la
cara anterior pectoral con salida a la altura de la articulación, otra en sedal en
la cara anterior del tórax y otra que interesa piel en el mismo”. Aun conserva
5 L ópez O c h o a , E..-loc.cit. en 1, p. 46.
6 L ó pez O ch o a , E..-loc.cit. en 1, p.78.
7 L ópez O c h o a , E..-Ibidem, p. 103.
8
P r a d a , F., “Caminos de sangre”. Editorial Castro, S.A . .Madrid ,diciembre de 1934, p. 120.
CARLOS MARÍN DE BERNARDO, ILUSTRE MILITAR..
237
su familia la chaqueta de paisano que portaba ese dia, con las huellas de los
agujeros que acribillaron su cuerpo en el momento de caer herido.
La insurrección proletaria de Asturias tiene ya una copiosa historiografía,
pero muy influida por el matiz ideológico de cada autor, por lo que puede con­
siderarse como más ecléctica e imparcial la obra fundamental de Aurelio de
Llano9 y muy someramente recordaremos que al declararse el 5 de octubre la
guerra revolucionaria que estalla en Mieres y ante la gravedad de la misma se
declara el estado de guerra. Haciéndose cargo del mando el Comandante mili­
tar de la plaza, el Coronel del Regimiento de Infanteria n° 3 (Don Alfredo
Navarro), que establece su cuartel general en el Gobierno Civil de Oviedo.
Numerosas acciones heroicas se dan en los defensores de la ciudad, ya que el
dia 6 los revolucionarios dirigen dos columnas sobre la capital, tomándola en
pocas horas, con un total de unos mil ochocientos hombres, bien armados,
pues contaban en su m ayoría con el material procedente del alijo del
“Turquesa”.
Las tropas gubernamentales del General López Ochoa, en larga marcha
desde Lugo (madrugada del día 6), acuden por orden de Franco que era Jefe
de Estado Mayor, en auxilio de la capital asturiana y desde Avilés se trasladan
a Llanera, desde donde se dirigen a Oviedo, ya cercano; pero a la altura de La
Corredoría, y debido a que el Comité de Guerra revolucionario ordenó la con­
centración de fuerzas en este punto, se origina una encarnizada lucha que pa­
raliza el avance de la Columna. López Ochoa trata de forzar la situación colo­
cando en vanguardia a modo de parapeto humano a un grupo de prisioneros
“Un ardid de guerra justificado” diría el General10. Pero frenada la mar­
cha la Columna entra en contacto con la aviación para pedir ayuda urgente. Se
incorporaron las dos compañías dejadas por el General López Ochoa en
Posada de Llanera. Las tropas expedicionarias, ya reforzadas, se estabilizan
en La Corredoria en donde pasan la noche en crítica situación. En la jornada
siguiente, día 11 de octubre, la situación se aclara y aquí la personalidad de
Carlos Marín es pieza clave para López Ochoa que en su diario de operacio­
nes" manifiesta que el ataque enemigo nos produce “sensibles bajas,entre
ellas la de un oficial muerto y la del Comandante de Ingenieros señor Marín,
herido de dos balazos. Enviado este jefe con un grupo de soldados para con­
traatacar, empleando la dinamita, marcha saltando de casa en casa a través de
los patios y corrales siendo alcanzado por una rafaga de fusil ametrallador,
que lo derriba". De la Cierva12 se expresa en los siguientes términos: “En La
de A mpudia ,A.. “Pequeños anales de quince días. La Revolución en Asturias (octubre
1934)”. 2a edición. Instituto de Estudios Asturianos, Oviedo 1977.
10 Vv.Aa. “Historia de Asturias”. Edad Contemporánea l,Tomo 8, Ayalga Ediciones. Salinas, p. 250.
11 López Ochoa, E., loc.cit.en 2, p. 48.
12 D e la C ierva, R., loe. cit.en 2, p. 178.
9 L lano Roza
238
E. JUNCEDA AVELLO
Corredoria, a las seis de la mañana, López Ochoa,ya preparado para el asalto
definitivo, dispersa un ataque enemigo con un grupo de dinamiteros-soldados
al mando del Comandante Marín de Bernardo”. Los cartuchos de dinamita,
así como el fuego de morteros fue fundamental en la lucha cuerpo a cuerpo y
la Columna tardó diez horas en cubrir los dos kilómetros que la separaban del
Cuartel de Pelayo, sito a las puertas de Oviedo. Se disparaba desde el manico­
mio y de los caseríos de los contornos que los enfilaban, como igualmente de
la falda del Naranco.
En veintisiete camiones llevando heridos y muertos y marchando delante los
de la Cruz Roja, la infantería contacta con la guarnición del Cuartel de Pelayo
que inicialmente duda de la identidad de la Columna, disparando contra los que
venían en su ayuda. Eran las cinco y media de la tarde, aproximadamente.
Por los méritos contraídos durante la represión del movimiento revolu­
cionario de octubre y por su heroico comportamiento en la batalla de La
Corredoria fue propuesto por el General Eduardo López Ochoa, para la con­
cesión de la Medalla Militar individual, que se le confirma por orden circular
de 16 de octubre del año siguiente (1935) (Diario Oficial n° 238). Esta con­
decoración le fue regalada por el cuerpo de Ingenieros, con orla de brillantes,
claro reflejo del prestigio y admiración que ya gozaba este ilustre militar.
Inicia el año 1935 en la situación de reemplazo por herido y durante el
periodo de curación de sus heridas continúa desempeñando la clase de Táctica
que le estaba encomendada en la Escuela Superior de Guerra. En los meses de
junio o julio fue dado de alta médica definitiva, quedando en situación de dis­
ponible forzoso en la Ia División.
Por orden circular de 30 de agosto (Diario Oficial n° 199) se le destina en
comisión a la Escuela de Guerra de Italia, en Turín, para seguir los estudios
durante el curso 1935-38. El 16 de septiembre hace su presentación en el 92
regimiento de infantería “Basilicata”, de guarnición en Turín, en el que per­
manece agregado hasta el día 15 de octubre. Al siguiente día se presenta en el
“Istituto Superiore di Guerra”, denominación que la Escuela ha tomado en el
intermedio e iniciando de modo inmediato las clases, formando parte de la 65a
promoción.
Comienza el año 1936 y con el final de los estudios del primer año se le
destina para prestar servicio en arma distinta, al 6o Regim iento de
“Bersaglieri”, de guarnición en Bolonia, a cuya plana Mayor se presenta el 5
de julio. Enterado por la prensa italiana del comienzo de la Guerra Civil espa­
ñola, se traslada a Turín desde donde contactó telefónicamente con el agrega­
do naval a nuestra Embajada, Capitán de Fragata Estrada y una vez informado
envió cartas de adhesión al Movimiento Nacional a los Generales Franco y
Cabanellas. En carta firmada por el Coronel Montaner, en nombre de la Junta
de Burgos, se le indica permanezca en Roma a la espera de nuevas órdenes.
CARLOS MARÍN DE BERNARDO, ILUSTRE MILITAR..
239
Continuó en la capital italiana a las órdenes de los representantes oficio­
sos del Gobierno de Burgos, Don Pedro Sainz Rodríguez y Alm irante
Marqués de Magaz hasta el día 27 de agosto en que, por orden de este último,
se trasladó por vía aérea a Palma de Mallorca.
En Mallorca donde habían desembarcado, en agosto del 36, con la ayuda
de la Escuadra fuerzas de los republicanos procedentes de Barcelona y
Valencia, se quedó como oficial de enlace con Roma y con el personal volun­
tario italiano enviado a la isla. Participa en las operaciones que dieron por re­
sultado la expulsión de las fuerzas republicanas de la isla el 4 de septiembre.
Asi mismo participa en la preparación del desembarco en Ibiza, efectuando un
reconocimiento por mar y desembarcando en el puerto de Ibiza, aún en poder
del gobierno republicano para recoger informes sobre la situación politica y
militar de la isla. El día catorce y a bordo del “Ciudad de Palma” desembarca
con las tropas encargadas de la ocupación de Ibiza, la cual tuvo lugar en la
madrugada del siguiente día. Un día más tarde regresa a Palma, quedando a
las órdenes del nuevo Comandante General de Baleares. El tres de octubre y
por orden de dicha autoridad, se hace cargo de la Jefatura de Estado Mayor de
las fuerzas militares de Baleares.
De esta época es su buena amistad con el heroe del “Plus Ultra”, Ramón
Franco, a la sazón Teniente Coronel de aviación al mando de la Base Aérea de
Mallorca y que falleció el 28 de octubre de 1938 en accidente de aviación,
cuando cumplía un servicio de bombardeo sobre Valencia.
En el mes de noviembre se traslada a Salamanca en avión con el fin de in­
formar al General Franco de la situación militar y política de la isla. A media­
dos del año siguiente de 1937 se vuelve a marchar a Salamanca, Valladolid y
Burgos, al objeto de informar a Franco y otras autoridades de diversos asuntos
del archipiélago.
Por radiograma de su S.E. el Generalísimo de fecha 21 de febrero de
1937, fue habilitado para el empleo de Teniente Coronel.
En 1938 es designado por Franco para asistir a las maniobras del ejército
alemán en la Prusia Oriental, viajando a la Península para recibir instrucciones
del jefe de la misión Coronel Uzquiano. El 16 de septiembre integrando la mi­
sión militar llega en avión a Berlín. Marchando dos días más tarde a Königsberg
y otros puntos. Concluyendo la misión el día 25 y el 27 vuelve a estar en Palma
de Mallorca. El 4 de octubre viaja de nuevo a la Península para informar a
Franco de los resultados de la misión, regresando cinco días más tarde.
A fines de noviem bre es destinado al Estado M ayor del Ejercito de
Levante cuyo Jefe es el General Orgaz, a quien se presenta el día 5, en Burgos.
Siendo nombrado Jefe de la 3a Sección (Operaciones) del Estado Mayor de
dicho ejército. Se encamina seguidamente para Calatayud donde se encontra­
ba en vías de organización el Cuartel General.
240
E. JUNCEDA AVELLO
Por orden circular de 8 de julio (B.O. n° 10) de 1938 fue ascendido
a Teniente Coronel, en propuesta extraordinaria y con antigüedad de dicha
fecha.
Ya en 1939 y para ultimar la preparación de la ofensiva de marzo, se diri­
ge acom pañando al General Orgaz al puesto de mando del Ejército de
Levante, ubicado en Salinas de Medinaceli. Terminada victoriosamente para
las tropas nacionales la Guerra Civil el 1 de abril se muda a Calatayud y
Valencia donde se estableció el Cuartel General del Ejercito de Levante, en el
mes de mayo.
El día 18 de agosto de 1939, por orden verbal del Ministro del Ejército,
confirmada posteriormente en la correspondiente orden de operaciones, fue
nombrado Jefe de Estado Mayor de las fuerzas encargadas de la persecución
de los restos del batido y disuelto ejército rojo, que se dedicaban al bandole­
rismo en Asturias. Esta es su otra actividad profesional, la segunda, en nuestra
región. El día 23 de agosto vuelve oficialmente a Oviedo, presentándose al
General Pablo Martín Alonso, jefe de la que después se llamó Columna de
Operaciones de Asturias.
Por decreto del Jefe del Estado fue destinado al Alto Estado Mayor, con­
tinuando, no obstante, en comisión como Jefe de Estado M ayor de la
Columna de Operaciones de Asturias.
Este papel de represión de los huidos en nuestra provincia fue muy im­
portante y delicado, y su función la llevó a cabo desde el Gobierno Militar en
1940. Por ello vivió en nuestra ciudad, desde ese año, primero en la calle de
Asturias n° 5 y luego en Argüelles n° 8. Recuerdo que a estos sucesivos domi­
cilios acudían con frecuencia, en amistosas visitas, mis padres para acompa­
ñar a la familia, especialmente cuando Don Carlos Marín estaba ausente de
Oviedo por razones oficiales.
En este año de 1940 recibe orden telegráfica, el 28 de julio, para que se
trasladase a Turín para concluir los estudios interrumpidos a causa de la gue­
rra. El 5 de agosto se dirige a Madrid para recibir instrucciones y luego el día
13 emprende el viaje a Roma y Turín,en donde se presenta en el “Istituto
Superiore di Guerra”, donde pasa a formar parte de la 69a promoción.
Le fueron concedidas, por oficio del General Jefe del Ejercito de Levante
con fecha 2 de agosto de 1939, la Medalla de la Campaña y una Cruz del
Mérito Militar, con distintivo rojo. Posteriormente le fue concedida también la
Cruz y Placa de San Hermenegildo. Y en 1958 el Gobierno le concede la Gran
Cruz del Mérito Militar.
Durante la II Guerra Mundial estuvo en Berlín como Agregado Militar a
nuestra Embajada, regresando al final de la misma.
Asciende a Coronel el 31 de agosto de 1943 siendo destinado al
Regimiento de El Pardo, nombrándosele luego Jefe de Transmisiones del
CARLOS MARÍN DE BERNARDO, ILUSTRE MILITAR..
241
Ejército, Gobernador Militar de Córdoba, con ocasión de sucesivos ascensos.
Alcanzando el Generalato de Brigada el 22 de junio de 1951 y en 1956 llega
al grado de General de División, y finalmente en 1961 consigue la gradución
de Teniente General, nombrándosele Capitán General de la VI Región Militar,
en Burgos.
En 1977 se le concede el derecho a utilizar el distintivo de Doctor
Ingeniero sobre el uniforme.
Su afición a los idiomas le llevó al perfecto conocimiento del francés, ita­
liano, alemán e inglés. Hasta el punto de poderse permitir soñar en la lengua
de Goethe; que en Italia le preguntasen que de que región italiana provenía,o
hacerse pasar en la II Guerra Mundial en Suiza como ciudadano de habla fran­
cesa. El ruso, latín y árabe no pasaron de ser un entretenimiento.
Ya pasado al Segundo Grupo participó en los comienzos de las relaciones
comerciales entre España y los países orientales de Europa, realizando viajes
y entrevistándose con autoridades oficiales, como aquí, con Franco, a su re­
greso.
De la fría exposición de sus hechos y actividades militares, sacamos la
definitiva conclusión de que su hoja de servicios es distinguidísima, pues
vivió su vida enteramente entregado a la milicia, en la que brilló con luz pro­
pia por sus cualidades intelectuales, por su carácter austero, su sencillez y
amor al trabajo, a la disciplina y a la responsabilidad.
Falleció, ya retirado, en Cadavedo (Luarca), el 22 de septiembre de 1992;
donde, según sus deseos, está enterrado en el panteón familiar
Digamos, finalmente, que resulta difícil bosquejar la vida militar de nues­
tro biografiado, pues fue hombre no dado a archivar papeles o documentos, si­
no más bien a destruirlos, por eso no dejó tampoco notas o recuerdos escritos.
Era enemigo a contar hechos de su vida, tal vez por considerarlos sin interés.
No obstante, debo dejar constancia de mi profundo agradecimiento para su
prima y hermana política Da Blanca Suárez Coronas que, aun a pesar de sus
91 años, conserva una magnífica memoria y recuerda los datos que en diver­
sas epístolas y conversación mantenida con ella en su casona solariega de
Cadavedo, en el verano de 1997, me permitieron redactar estas páginas reivindicadoras de su figura insigne como militar y como hombre, digno de ser
recordado. Gratitud también a sus hijos por las facilidades y colaboración que
me prestaron a este respecto.
DOCUMENTA
LA DONACIÓN OTORGADA POR ALFONSO IIIA
SAN SALVADOR DE OVIEDO EN EL AÑO 908
JOSÉ ANTONIO VALDÉS GALLEGO
I. INTRODUCCIÓN
Como atestigua el texto que recorre sus brazos1, en el año 908 de nuestra
era2 se elaboraba en el castillo de Gozón la Cruz de la Victoria, consagrada por
los reyes Alfonso III y Jimena a San Salvador de Oviedo. Su entrega debió de
estar rodeada de solemnidad y constituir una buena ocasión para otorgar otras
concesiones a la sede, que serían recogidas en un diploma. De él conservamos
posibles copias3 que no han sido objeto de atención preferente por parte de los
estudiosos, no sólo por ser tardías, sino también por la magnitud de algunas de
las mercedes regias que en él se contienen, pues restan credibilidad al docu­
mento.
En efecto, Barrau-Dihigo en su Étude4 juzgaba dudoso el diploma, aun­
que reconocía carecer de datos suficientes acerca de él. Sánchez Albornoz5
consideró el texto copia de un pseudo-original nacido de la yuxtaposición de
dos escrituras legítimas. Responsabilizó de su confección al célebre obispo
don Pelayo, pero salvo la donación de la ciudad de León, no juzgó monstrao-
1 Hoc opus perfectum et concessum est San<c>to Saluatori Ouetense sedis (...) et operatum es<t> in
castello Gauzon anno regni n<o>s<tr>i XLU°, discurrente era DCCCCXLVI“. C f. F. D ieg o S a n to s ,
Inscripciones medievales de Asturias, Oviedo, 1994, pp. 58-60.
2 Se cumplían justamente cien años desde la confección de la Cruz de los Angeles.
3 Nos centraremos en la más antigua, escrita con letra Carolina en un pergamino de 157 mm de ancho y
630 de largo, cuya signatura es A.C.O. (Archivo Capitular de Oviedo), serie B, carpeta 1, n° 8. Se data
a fines del XII o comienzos del XIII. Menor interés posee otra copia del mismo archivo situada en el si­
glo XIV (A.C.O. Cuadernillos, carp. 2, n° 2, fols. 7v-10v), con tres agujeros en el folio 9 y dos en los
demás. S. A. G a rc ía L arragueta cita otra copia en el manuscrito 13.123 de la Biblioteca Nacional
('Colección de documentos de la Catedral de Oviedo, Oviedo, 1962, p. 73).
4 “Étude sur les actes des rois asturiens (718-910)”, Revue Hispanique 46, 1919, pp. 63-64 y 165.
5 Comentario en “Serie de documentos inéditos del reino de Asturias”, Cuadernos de Historia de España
I II, 1944, pp. 308-316.
244
JOSÉ ANTONIO VALDÉS GALLEGO
sas sus concesiones más discutibles (reparto de derechos sobre regiones re­
cién colonizadas entre Oviedo y León y asignación a la primera de la sede pa­
lentina). Floriano Cumbreño6 manifiesta su “casi absoluta convicción de fal­
sedad”, pero achaca a un prejuicio de los medievalistas la atribución generali­
zada de falsificaciones al obispo don Pelayo. Intenta establecer vínculos entre
el diploma que nos ocupa y otros del archivo ovetense, algo que ya había es­
bozado Barrau-Dihigo7. El prestigio de los autores de estos dictámenes moti­
vó que los interesantes datos proporcionados por el texto fuesen rechazados o
como mínimo aducidos con grandes precauciones.
A lo largo de las páginas siguientes procuraré mostrar que este documen­
to está mucho más próximo a una concesión auténtica que otras donaciones
de Alfonso III a S. Salvador, desde luego calificadas generalmente de falsas, y
que en el original no se donaba la propiedad más rechazable, la ciudad de
León.
II. ESTRUCTURA
1. Dedicatoria a Cristo, titular de S. Salvador de Oviedo, a quien se hace
la concesión (líneas 1-2): pro Saluatori... eclesia.
2. Intitulación, que abarca al rey y a la reina, e incluye fórmulas de hu­
mildad (2-3): ego exiguus seruus... serna tua.
3. Motivación piadosa que fundamenta la ofrenda (3-4): ut nostre mentís
exegit deuocio... procuramus offerre.
4. Tras ella, un largo preámbulo (4-12). La devoción obliga a hacer ofren­
das al Señor, de quien procede en realidad todo lo que se le consagra,
exigido de todos modos por El especialmente con ocasión de sus fies­
tas: licet, Domine Deus... in diebus festis meis.
5. Dispositivo (12-58). Por Pascua el rey ofrece al Salvador gran cantidad
de ajuar y ornamentos, entre los que destaca la Cruz de la Victoria.
También concede los beneficios de unos baños en Zamora y propieda­
des inmuebles: un monasterio e iglesias en diversos lugares de León,
junto con la jurisdicción sobre la mitad de las iglesias comprendidas
entre los confines de Astorga hasta el Carrión y hasta el límite de la se­
de de Zamora. Termina otorgando la diócesis de Palencia y una propie­
dad en Maliayo (Villaviciosa). El dispositivo se cierra con una cláusu­
la que preceptúa la estabilidad de lo donado: ideo in die festis tue...
censemus eclesie Sancti Saluatoris habere.
6
7
Diplomática española del período astur. Estudio de las fuentes documentales del reino de Asturias
(718-910), vol. II, Oviedo, 1951, pp. 369-372. Puede verse también “La antigua librería de la Catedral
de Oviedo”, Archivum, tomo II, 3, 1952, p. 336.
Op. cit., pp. 63-64.
LA DONACIÖN OTORGADA POR ALFONSO III A SAN SALVADOR DE OVIEDO
245
6. Segundo preámbulo (58-63). Señala la necesidad de velar por la pre­
servación del fin de las concesiones: igitur ualde dignum estprecauere... deuocio illesa permaneat.
1. Confirmación de donaciones previas del monarca (63-103): orna­
mentos, vestiduras, ajuar, una colección de libros, y propiedades in­
muebles: la ciudad de Gijón (por error se escribe Legionem), dos vi­
llas en Lena, posesiones en el Naranco y una viña junto al Narcea. La
confirmación finaliza con una cláusula preceptiva de la firmeza de lo
otorgado: ideo quidquid ojferuimus... perpetualiter mansurum.
8. Sanción (103-108): alioquin quisquís ille temerarius... dimersus geenna.
9. Fórmula que estipula la estabilidad de la concesión (107-109): stante
etpermanente... amen.
10. Data (109-110): facía scriptura... era DCCCCVCLVI.
11. Suscripciones de otorgantes, confirmantes y testigos (110-129):
Adefonsus rex... lohannes presbiter testis.
III. LENGUA
En líneas generales, quien confeccionó esta copia adaptó la grafía del tex­
to a la de su época. Por otro lado sufrió dificultades de lectura, evidentes por
ejemplo en la grafía de nombres de lugar (Pistrice, Legionem, Laarancii).
Unidas a su probable impericia lingüística determinaron abundantes errores
en la atribución de morfemas de caso, que quizá estaban abreviados en el mo­
delo. Todo ello determina que el deficiente texto que ha sobrevivido represen­
te a nuestro juicio muy imperfectamente la lengua del original8. A veces llega
a plantear problemas de comprensión y si no, puede verse el caso del frag­
mento del preámbulo licet Domine Deus.... ojfertur (4-6), que por sus errores
desinenciales nos obliga a desentrañarlo por medio de alguna versión conteni­
da en otro diploma. Por otro lado, no debe extrañarnos la presencia de solu­
ciones contradictorias9, fenómeno frecuente en los diplomas medievales.
Sin pretensión de exhaustividad aportamos una panorámica de los princi­
pales fenómenos presentes en el pergamino:
GRAFÍA
Aféresis: Spalitanam (81).
Cambios de timbre: sericiis (25), tapite-s (25, 87), baselice (65), uilos
(71), aquisis (80), Cordouense (82). Por analogía: olosoricas (24).
8
9
De todos modos, algunos detalles se pueden remitir con cierta seguridad al diploma original, como no­
taciones de sordas (set, obtimo, preobtamus, ipsut), problemas con la representación de -h-, versiones
de onomásticos en las suscripciones (Scemena, Hordonius), o formas de sintagmas atestiguadas por la
epigrafía y por originales conservados: Ouetense sedis.
Tesauro / thesaurarius; necessaria / necesaria; diocense / diocese; uilos / uelos; de uestimentis / de uestimenta; Laarancii / Naarancii; etc.
246
JOSÉ ANTONIO VALDÉS GALLEGO
Monoptongación: general de -ae-\ de -au-, clusa (95), agustarum (110).
Resolución de hiatos: dos (25).
Y > I: christallinias (19), Tirsi (66). Refuerzo de semiconsonante: ayeb a t{ 10).
Grafía -k-: kasullas (26).
-V- por -B-: Cordouense (82).
Palatalización: deuocio (3, 58, 62), iusticia (4),pocius (9), sentencie (11),
preciosis (14), senciat (28), malediccione (105-106)..., zelatum (23),
Zicumniola10 (40-41).
Omisión de -H-: pasee (12), ilarie (12), tesauro (81), bibliotecas (81).
Inverso: hodorem (8), christallinias (19). Refuerzo: nichil (65).
Sordas finales: set (8, 107), obtimo (16), preobtamus (29), ipsut (61).
Sonorización: parlados (24). Sorda ultracorrecta: manuprios (23).
Simplificación de grupos: iusta (57, 94); quatuor (17, 20, 68, 69, 71),
apenditur (28-29), necesaria (31), sumum (33), comisso (56), eclesian (passim). Grupos ultracorrectos: diocense (47); iussimus (37).
MORFOLOGÍA Y MORFOSINTAXIS
Formas casuales: ablativo en -e de parisílabos, Asturiense (56); ablativo
en -i de imparisílabos, Saluatori (1 ),pociori (5), largiori (5), iuri (57).
Cambios de flexión: similis (ablativo, 25), terminibus (32, 38-39, 41,
102), adiacentiis (41), mire opere (80), aquisis (ablativo, 80), in fo rm e due
(84), adiacencías (92).
Suplantación de morfemas casuales: in die festis tue (12), apostolorum
tuis (21), lumini (genitivo, 28), huic Sancti Saluatoris (29), pastoralis officium
(30), sumum cacuminis montem (33), adicimus... eclesie... et eclesiam... uel
cuncte eclesie (38-40), paucarum ciuitatum atque uillarum deserte inhabitare... fecim us (45), fortitudinem domui tue (49).
Indeclinación: Ouetense sedis (2), alia medietas concedimus (50), alia
medietas... accipiat (52-53), censemus eclesie... habere (57-58), palla... uiride (73), ojferimus... uinnee (96-97), Lucense sedis (116).
Ultracorrección: a parte orientalem (33), Placinus quem... regit ecle­
siam (55).
Superlativos: magnissimum-os (22, 69), grandissimum (79-80).
Pronombre indefinido por adjetivo: suum aliquid (8).
Flexión verbal: operint (18), populasti (53), ojferuimus (63).
10 Confróntese con Cigoniola, más modernizado, del texto del Líber Testamentorum que se citará más
adelante.
11 He preferido transcribir así la forma abreviada ecla, a fin de poder diferenciarla de la que aparece en
otros diplomas (eccla).
LA DONACIÓN OTORGADA POR ALFONSO III A SAN SALVADOR DE OVIEDO
247
SINTAXIS
Errores en el género: ipso flum inis emanacione (46-47)12, diocese suo
quem (53), instituía cánones (56). Retroceso del neutro: aquemaniles (23,
24), uilos (71), uelos (72), signos ereos (79).
Singular por plural: primordia... que... gignitur... deputetur, íamen ea que
gliscií (4-5). Plural por singular (colectivo): (humanum genus) habení (9).
Aparente acusativo por ablativo: in uestibulum...pendentis (20). Caso
universal: cum dipíiceis sculpíos ebúrneos (15), pro luminaria uel pro... necessaria síipendia (27), nulla... senciaí iacíura (27-28), in locum (35, 40, 9697), in Legionensem ciuiíaíem (36), usque influm ine13 (46), excepío monasterium... (50-51), de uestimenta (74), cum guitas (74), cum suos libros (90), dicitur Salíum Subteriore (97), secus fluuio (97), per infidelitaíe (98)...; incre­
mento del uso de la preposición de: de Toleío adduximus (15-16), íerminos de
diocense (47), guíías de auro (74),fu it de Didaco (97).
lile articuloide: illa alia medietaíe (96); ipse anafórico: ipso balneo (30),
ipsas... superius dicías (89-90), ipso pomare (95), ipso pomario (96).
Infra por iníra: infra íerminos (48), infra murum (88). Preposiciones
complejas: de super aliare (18-19, 73), usque coníra casírum (34), e coníra
Coyanca (38), de super cálice (74).
Fosilización del relativo: qui suní fundaías (88). De omnis: cum omne
sua edificia (92-93), cum omne arbusía (99-100).
Correlación una... altera (19-20).
Participio fosilizado: de eclesia... habens (37), de termino... pretendens (46).
IV. VINCULACIÓN CON OTROS DIPLOMAS DE ALFONSO III
Por su tono solemne14 y amplitud, este documento recuerda a donaciones
de Alfonso III a sedes gallegas, no siempre reconocidas unánimemente como
auténticas: dotación y confirmación de límites de la iglesia de Lugo con dona­
ción de dinero, ajuar y heredades (30-VI-897); dotación de la iglesia de
Santiago con motivo de su consagración (6-V-899); restauración y dotación
de la sede de Orense (VIII-900)15.
Desde el punto de vista de las fórmulas diplomáticas presentes en el tex­
to, destaca la reiteración en donaciones del monarca del inicio del preámbulo
licet primordia... in prem io16. Algunos elementos de la sanción aparecen en
12 Puede tratarse de un error en la concordancia.
13 De un acusativo hipotético ** fluminem.
14 Resulta equivalente en este sentido a la versión de los cuadernillos del testamento de Alfonso II.
15 Al alcance en F loriano, op. cit., II, pp. 226-237, 240-246, 269-277.
16 Diplomas de 30-XI-904, 30-XI-905 (en el mismo volumen de Floriano, pp. 293-295, 326-333) y el ci­
tado de VIII-900.
248
JOSÉ ANTONIO VALDÉS GALLEGO
otros textos17. Consideramos genuina la fórmula de corroboración stante et
permanente... in omni robore et perpetua firm itate18, y sólo parece postizo el
amen que la cierra. También concuerdan con los usos mayoritarios del perío­
do19la expresión de la data (facta scriptura testamenti sub die...) y las suscrip­
ciones de los otorgantes (hunc testamentum a nobis20factum).
Nos parecen más relevantes los paralelos de contenido con otras donacio­
nes del rey a la sede ovetense. La comparación nos permitirá concluir la ma­
yor cercanía entre la copia que estudiamos y el original perdido, frente a otras
redacciones que han obtenido mayor fama: el menor alcance de lo donado y
las noticias acerca de los antiguos dueños de las propiedades consignadas
otorgan mayor fiabilidad al texto de 908 en que nos estamos centrando.
Las versiones principales de los documentos paralelos al de 908 son las
siguientes:
- Dos donaciones, fechadas el 20-I-90521 y 1 l-IV-906, e incluidas en los
códices de D. Gutierre de Toledo, el Libro de la Regla Colorada (R.C.)
y el Libro de los Privilegios22. Incluyen todas las concesiones de 908 y
de paso interpolan muchas más.
- Un diploma único acogido en el Liber Testamentorum (L.T.) y datado el
20-1-905, que abarca los dones de los dos textos citados23. Por ser la copia
más cualificada lingüísticamente será la que sigamos en nuestro cotejo.
En primer lugar, observamos que para estos textos fechados en 905 y 906
ha perdido interés la mención circunstanciada de bienes muebles24, que es su­
plantada por expresiones genéricas: concedimus... ornamenta aurea, argén­
tea, eborea, auro texta pallia et siriga multa; libros etjam diuinae paginae
plurimos.
17 En los de 27-11-877 y 30-XII-899 (op. cit., pp. 119-121 y 260-262).
18 Presente con variantes en otros diplomas, como los de las fechas que citamos a continuación: 10-11-877,
885, 24-1-891, 25-VII-893, 25-1-894, 29-1-895. También en textos de reyes anteriores: 16-XI-812 (ver­
sión de los cuadernillos), 20-IV-857.
19 Puede verse el artículo citado de B arrau -D ihigo (pp. 18-20) o las páginas 170-172 del trabajo de P.
F l o r ia n o L l ó r e n t e , “Los documentos reales del período astur. Su formulario”, Asturiensia
Medievalia 1, 1972, pp. 157-176.
20 En la correspondiente al rey se escribe uobis, probablemente por un error del copista.
21 La primera de ellas cuenta con una versión suelta algo menos interpolada en A.C.O. serie B, carp. 1, n°
7. Puede verse la comparación de las diversas versiones en la tesis de E. E. R o d r íg u e z D ía z , El libro de
la “Regla Colorada” de la Catedral de Oviedo, Oviedo, 1995, pp. 145-149.
22 Los documentos de R.C., editados por R o d r íg u ez D ía z , op. cit., pp. 305-313.
23 Liber Testamentorum, fols. 18v-23r. Acoge hasta 21vA15 las concesiones otorgadas en el texto que fe­
chan los otros códices en 905, y de ahí en adelante las de 906. Una edición del texto en G a r c ía
L a rra g u eta , Colección de documentos de la Catedral de Oviedo, pp. 59-69; el códice completo ha si­
do transcrito por Ma J. S an z F uentes en “Transcripción”, Liber Testamentorum ecclesiae Ovetensis,
Barcelona, 1995, pp. 451-684.
24 Salvo que se trate de realizar una copia fiel de un diploma (lo que no es el caso de las copias fechadas
en 905 y 906), siglos después de la concesión original esos bienes son en algunos casos inidentificables
y ya no resulta tan importante su mención detallada.
LA DONACIÖN OTORGADA POR ALFONSO IIIA SAN SALVADOR DE OVIEDO
249
En cuanto a la donación de propiedades inmuebles, las diferencias son
muy elocuentes25 y demuestran la mayor proximidad a un documento original
de la copia fechada en 908. En ella se otorgan los beneficios de los baños
construidos en Zamora, la iglesia de S. Mamés, el monasterio de S. Pedro jun­
to al Torio, las iglesias de S. M artín de Cuadros y de S. M illán de los
Caballeros (en los códices se donan también los propios baños y se incluyen
las villas de S. Mamés, Cuadros y S. Millán), las de Coyanza (L.T. y R.C. aña­
den por su cuenta otras propiedades anejas), de Sta. Cruz de Zicumniola26, de
Sta. Eulalia de la Valdoncina, la mitad de las iglesias desde la sede de Astorga
hasta el Carrión y hasta la diócesis de Zamora, y la sede palentina.
La versión de 908, aparte de presentar este alcance más modesto, incluye,
según anticipábamos, datos de interés en la época de la concesión, que desapare­
cen de las copias de los códices: ut de squalido adprehendimus (32), de uilla
Froilani filii nostri (33-34), secundum iussimus per fideles determinare (37), ut
jilius noster Gundisaluus obtinuit (39), secundum Basila... eam adprehendit et...
filio nostro Gundisaluo tradidit (42-43). La perspectiva contemporánea transmi­
tida por que uulgus uocat Sanctos Medianos (38), es suplantada en las otras ver­
siones por otra ya histórica: que ab antiquis uocabatur Sanctos Medianos.
908
L.T. desde 21 vB l27 (y R.C. 8v-10v, año 906)
fructus balnei quem construximus in ciuitate Zamora cuius fructus omni luna apenditur argenti solidos XX U, qui in anno faciunt... preobtamus qui... adeptus fuerit pastoralis officium sollicitam curam habere....
p er unumquoque mense solidos XX" exigere
... pro candelis cereis et luminaribus.
intra ciuitatem Zamoram baln ea quae
construximus ibi, quae adquirunt p e r
unumquemque mensem XX' solidos ad opus
luminis Ouetensi aecclesiae.
in suburbio huius ciuitatis Zamore damus
eclesiam Sancii Mammetis ut de squalido
adprehendimus... cuius termini sunt de stra­
ta publica que discurrit ad ciuitatem usque
ad sumum cacuminis montem a parte
orien talem , de sursum quoque de uilla
Froilam filii nostri, usque contra castrum
que dicitur Turris perueniens usque ad lo­
cum ubi nos terminos posuimus.
In suburbio Zamora uillam integram cum
aecclesia Sanctj Mametis, cuius termini
sunt per stratam publicam que discurrit ad
supra dictam ciuitatem usque ad summum
cacumen month, a parte orientali de sur­
sum per Uillam Froilanam usque ad uillam
quae dicitur Turris, et peruenit in circuitu
unde prius diximus ad uiam publicam; et in
uilla quae dicitur Sanctj Pelagii, secus flumen Aratoe nostram portjonem...
25 Incluso dejando a un lado las abundantísimas interpolaciones de los diplomas incluidos en los cartula­
rios.
26 J. R o d r íg u e z F ern á n d e z localiza su emplazamiento en un despoblado, el Cueto de Santa Cruz, a dos
kilómetros de Puente Castro (León). Puede verse su artículo “Monasterio de Santa Cruz de Cigoñuela”,
Archivos Leoneses 93-94, 1993, pp. 311-320.
27 Es la segunda parte del dispositivo de ese documento.
250
JOSÉ ANTONIO VALDÉS GALLEGO
in alio loco monasterium Sancti Petri quid
uocauimus Toronensis in locum...
monasterium Sanctj Petri in loco qui dicitur
Turonensis
eclesiam Sancti Martini in Quadros que sita est VI ab urbe miliaria, cum suis profectionibus secundum iussimus per fideles determinare, id est, de eclesia in omni parti in
quadro usque ad finem termini habens miliarinm «num
uillam quae uocatur Sanctj M artini de
Quadros sicut ei posuimus quotum uno miliario in circuitu per totas partes, extra suas
hereditates quae foris ilium quotum sunt,
terras cultas uel incultas... usque ultra uallem et infra uallem Septimanam et per
illam Lumbam usque in Aquauerzo; in
Uernesga, secus ipsam uillam Sanctj
Martini, aquas aquarum... de ilia Secca us­
que in ora uallis Castri.
adicimus eclesiam que uulgus uocat
Sanctos M edianos que est e contra
Coyanca, cum omnibus suis terminibus ex
integro, ut filius noster Gundisaluus obtinuit.
Territorio Colanka uillam quam dicunt
Sanctj Emiliani, que ab antiquis uocabatux
Sanctos Medianos, ex integro per stios ter­
minos et locos antiquos, p er terminos
Sanctj Uincentji et U illa Mannan et per
Zuares et per Lagunam, et ex alia parte per
flumen Estula, cum sexigas molinarias...
in Coanca ciuitate eclesie Sancti Saluatoris
et eclesiam Sancte Marie uel cuncte eclesie
que in suburbio ciuitatis dinoscuntur esse.
Intus castrum de Colanca aecclesias Sanctj
Saluatoris et Sanctae M ariae, et omnes
aecclesias quae intus uel foris sunt in ipsa
uilla... Inter Colanka et Ueneseruande sernas multas magnas et integras.
eclesiam Sancte Crucis in locum quod uocitatur Zicumniola cum suis omnibus ter­
minibus.
in loco qui nuncupatur Super Ripam, monas­
terium Sanctae Crucis quae dicitur Cigoniola, uallata in giro et quotata; et foris quotum
suas hereditates,... et cum feliglesiis trium uillarum, Uilla Auenti, Golpeliare, Tendadale...
eclesiam Sancte Eulalie que est in ualle de
Onzina secundum Basila in suo iure ex
squalido earn adprehendit et per scripturam
testamenti filio nostro Gundisaluo tradidit.
In fine uallis Oncinae ecclesiam Sanctae
Eulaliae cum sernas et uineas integras us­
que in uiam quae discurrit ad Legionem, te­
rras cultas uel incultas,... et cum feliglesiis
quattuor uillarum : Ripa Sicca, Uilla
Noua, Ferreros, Oncinella.
de termino*** sedis pretendens usque in
flumine que apellatur Carrione ab ipso fluminis emanacione usque infundit in alueum
Pistrice et usque ad terminos de diocense
Zamore medietatem de cunctis eclesiis que
infra terminos sunt concedimus eclesie
Sancti Saluatoris (...) alia uero m edietas
concedimus eclesie Sancte Marie uirginis
Legionensis, excepto monasterium Sancti
Facundi et Primitiui necnon et monaste­
rium Sancti M ichaelis (...) Palentina autem sedes cum omni diocese suo... offerimus eclesie Sancti Saluatoris Ouetensis tue.
De omnibus aecclesiis quae sunt de terminis Astorice usque in flumen Carrione in lo­
co ubi nascitur et usque se iungit in Pisorga
et usque ad Zamora, medietatem concedi­
mus omnium aecclesiarum parroquiarum
Ouetensi aecclesiae, aliam m edietatem
Legionensi aecclesiae. Palentjam etjam
concedimus cum omni sua diocesi.
LA DONACIÖN OTORGADA POR ALFONSO IIIA SAN SALVADOR DE OVIEDO
251
Sólo una propiedad de las que aparecen como donadas en el documento
de 908 se incluye en la primera parte del texto del L.T. (hasta 21vA15) y en el
fechado en 905 de la R.C.28:
908
L.T. (también en R.C. 6r-8v, año 905)
in Asturiense prouincia in com isso
Maleagio senra que uocatur Moquelia que
est iusta Veceenia
*** et sernam in M aliajo quae uocatur
Mouelia iuxta Uezanam
Recordemos que en nuestro diploma se otorgan unas propiedades mue­
bles e inmuebles, y se confirma la concesión previa por el monarca de otras29:
la ciudad de Gijón con iglesias, dos villas con sus iglesias en Lena, la mitad de
una pom ar ]\xnio a S. Vicente en la falda del Naranco, una viña junto al Narcea
y la villa de Liño con un pumario y una serna. También en este caso se obser­
van ampliaciones30 en las otras versiones, que por cierto desdeñan la consig­
nación de los bienes muebles. El texto de 908 sigue haciendo referencias a la
propiedad previa de lo donado, que a nosotros nos parecen contemporáneas a
la fecha de la donación original y son suprimidas casi siempre de los textos de
los códices31. No creemos defendible la hipótesis de una introducción fraudu­
lenta de estas aclaraciones.
908
L.T. (también R.C. 6r-8v, año 905)
inprimis Legionem32 ciuitatem cum eclesias
que ibidem sunt fundatas siue et *** qui
sunt fundatas infra murum totas et turris
ciuitatis; eclesia Sancti *** cum terris, uinnis, pomiferis uel quidquid ad eundem lo­
cum pertinet; omnes ipsas eclesias superius
dictas cum suos libros***
Ciuitatem Gegionem cum aecclesñs quae
intus sunt cum omni integritate sua, et foris
muros aecclesiam Sanctj Iuliani et aecclesiam Sanctj Thome de Uadones cum sua ui11a et ecclesiam Sanctae Mariae de
Coltrozes per suos términos (...) et ipsam
aecclesiam Sanctj Felicis cum ómnibus bonis suis et agros dúos magnos qu<i> sunt
subtus ipsam aecclesiam; pumaregas duas,
unam in Arrogias, aliam in Dillaos.
28 La razón es clara: allí encontraba un contexto geográfico más adecuado (otras propiedades en Maliaio).
29 Línea 63: quidquid ojferuimus huic sánete eelesie ante hunc paschalem diem rememorare procuramus.
30 El L.T. y la R.C. (9 0 5 ) donan la finca entera y encima el propio S. Vicente. A Liño le añaden brañas.
Parece claro que la verdad ha de estar más cerca del documento de 908.
31 Quam nobis donauerunt Amorinus et sui germani per textum scripture (93 -9 4 ); que fuit de Didaco et
caruit illa per infidelitate (9 7 -9 8 ); serui nostri Constancii (101).
32 Es un error de copia claro. Según indicábamos al principio de este trabajo, despistó a S á n c h e z
A l b o r n o z , que con razón consideraba que la concesión de la ciudad de León “sobrepasa todo lo con­
cebible” (“Serie de documentos inéditos del Reino de Asturias”, C.H.E. I-II, 1944, pp. 308-3 1 6 ).
252
JOSÉ ANTONIO VALDÉS GALLEGO
uilla en Lena uocabulo Canao cum eclesia
Sancii Felicis cum omnia edificia, terras,
uinnas, pomares, nuceta... alia uilla quam
dicunt*** cum eclesia Sancte Marie cum
omne sua edificia, terras... quam nobis donauerunt Amorinus et sui germani per textum scripture
super Lenam aecclesias Sanctae Mariae de
Castello et Sanctj Andreae et Sanctj
Saluatoris de Gruero et Sanctj Felicis de
U anao...\ et m onasterium
Sanctae
Eugeniae de Moreta... m onasterium
Sanctae Mariae de Parana... Sub portu
Tilobrica... uillam integram quae dicitur
Uarzena cum aecclesia Sanctae M ariae
cum suis adiacenciis.
offerimus in latere montis Laarancii iusta
eclesiam Sancii Uincencii pom arem cum
sua elusa et torcularem in ipso pomare ex
m edietate quod comparauimus de D solidos et illa alia medietate ex ipso pomario
concedimus ibidem eclesie Sancti Uincencii
Tradimus insuper sub Neranco monte aecclesiam Sanctj Uincentji cum exitus per totum Narancum, cum pumario magno inte­
gro circum uallato undique, empto quingenti solidis argenti purissimi.
in locum quod dicitur Saltum Subteriore
uinnee in medio piano secus fluuio
Nacegia, que fuit de Didaco et caruit ilia
per infidelitate
Secus flumen Naxceia, sub Salto Inferiore,
unam magnam uineam in medio plano
uilla que uocatur L/gnum in latere montis
Naarancii cum palacia et balnea... siue et
pom arium amplissimum, per giro uallo
conclusum, cum oliueta, ficeta et omne arbusta fructuosa et infructuosa, tamen et senra capiente semina modiaXes CCC cuius ter­
minus est a parte occidentis de termino
Araniani usque in termino orientale alteri
serui nostri Constancii, de parte meridie de
ila Ianoale usque in capite montis
Naarancii cum suis omnibus terminibus...
ex alia parte ipsius montis uillam Linio cum
palaciis, baineis, et aecclesiam Sanctj
M icahelis cum pum ario magno circum
uallato cum senra capiente CCC modios
sementae, culus terminus est a parte occi­
dentis per terminum fluminis Ammani', a
parte uero meridiei et orientis per terminum
Constanti et Suego, et per terminum
Ianuale et Auienco usque ad exitum montis
Nerancij ab integro, cum braneas pernom inatas Porciles, Gamoneto, Cugullos,
Obrias.
Desde luego, este documento de 908 (donación de propiedades nuevas y
confirmación de las anteriores del mismo rey a la sede, todas incluidas en los
textos de 905) deja bajo sospecha las demás concesiones de Alfonso III a
Oviedo, salvo un original de 905 y otro de 908. En otro lugar33 hemos formu­
lado una hipótesis acerca de la génesis de los diplomas incluidos en los códi­
ces. Aquí sólo nos interesaba dejar clara la mayor fiabilidad del texto de 908.
33 En nuestra tesis doctoral, El Líber Testamentorum Ouetensis. Estudio lingüístico y edición, defendida
en marzo de 1995.
LA DONACIÖN OTORGADA POR ALFONSO III A SAN SALVADOR DE OVIEDO
253
V. JUICIO CRÍTICO
Hemos intentado m ostrar la mayor modestia y fiabilidad del docum en­
to comentado frente a las versiones paralelas. No se puede excluir la posi­
bilidad de que se hayan interpolado piezas de ajuar u ornam entos34, pero
debe tenerse presente que su consignación minuciosa sólo era interesante
en la época de la donación y no en la de confección de la copia. Sirva como
apoyo de lo que decimos el hecho de que las copias de los códices no in­
cluyen los bienes muebles, suplantados por una simple fórmula. Los bene­
ficios y propiedades que se donan o confirman no son excesivos35 y no re­
sultan descabelladas las concesiones jurisdiccionales de territorios con­
quistados no hacía mucho.
La estructura del texto es coherente y a pesar de introducirse parte del
dispositivo de un documento previo, el fragmento es bien insertado por medio
de un preámbulo propio36. Sí se resiente algo el inicio de la concesión de las
iglesias entre Astorga y Zamora y la sede de Palencia, pero hay que tener pre­
sente que existe una laguna al comienzo (línea 43). No otorgamos una impor­
tancia excesiva a alguna referencia errónea37.
El copista no fue el redactor de la versión del diploma. Aparte de moder­
nizar la grafía, se limitó a seguir un texto previo quizá deteriorado, del que no
superó las dificultades de lectura y de ahí las lagunas38, las confusiones con
los topónimos39 y abundantes errores lingüísticos que muestran una copia me­
cánica y poco reflexiva40. Creemos encontrarnos ante una copia deficiente pe­
ro honrada de un documento anterior, con la duda de posibles anacronismos
en los aderezos y piezas ornamentales.
34 F loriano, op. cit., vol. II, p. 693, siguiendo a Gómez Moreno, afirma que las dalmáticas no se emplea­
ron en el culto occidental antes del s. X, por lo que niega validez a su mención en la línea 77.
35 Pueden contrastarse con las grandes pancartas regias del Líber Testamentorum.
36 Palabras clave como deuocio (3, 6, 58, 61), mente deuota (46), que marcan bien la motivación de la con­
cesión, se reiteran a lo largo de la misma.
37 El predicti regni de la línea 11, que no posee referencia previa en el texto. En todo caso, se encuentra in­
serto en un fragmento con dificultades de interpretación.
38 Alguna, por cierto, sí resuelta en las copias de los códices, que frente al espacio en blanco de la copia de
908 en la línea 46, anotan correctamente Astorice, y soslayan en la línea 35 otra posible laguna (sin es­
pacio en blanco): in alio loco monasterium Sancti Petri quod uocauimus Toronensis in locum <***>,
frente a monasterium Sanctj Petri in loco qui dicitur Turonensis. En otros contextos de 908, locum quod
uocitatur (dicitur)..., líneas 40, 96-97.
Las lagunas no afectan sólo a topónimos: cf. líneas 43 ó 108.
39 El más relevante León por Gijón, mencionado repetidamente. Pero hay más casos, Pistrice o Laarancii.
En otras ocasiones se trata de grafías arcaicas: Zicumniola.
40 Ya habíamos citado el fragmento de líneas 4-6, en que los errores de copia llegan incluso a la suplanta­
ción de un verbo por un sustantivo: expectator por expectatur. Véase también en el apartado dedicado a
la lengua el gran número de errores en la atribución de morfemas de caso. Desde luego no nos encon­
tramos ante un copista con pericia ni en la lectura ni en el conocimiento del latín. Contrasta en gran me­
dida con el redactor de las versiones del Líber Testamentorum.
254
JOSÉ ANTONIO VALDÉS GALLEGO
Las deficiencias de copia no llegan a empañar del todo los detalles de ca­
lidad literaria, como la presencia del sintagma forniceo opere para referirse a
las dependencias de Liño (línea 99), que encontram os en la crónica de
Alfonso III41, y que nos remite a un redactor original de altura.
Frente a lo indicado por Sánchez Albornoz, no parecemos hallarnos
ante una obra atribuible a don Pelayo: las fórmulas mayores no coinciden
en absoluto con el estilo de su posible scriptorium42, y tam poco la m ayoría
de los sintagmas formularios menores43. Por supuesto, las abundantes de­
ficiencias lingüísticas de este texto se encuentran en el polo opuesto de la
corrección pelagiana, pero ya hemos achacado buena parte de ellas al co­
pista44.
Concluimos. El carácter de simple copia de una pieza, sus deficiencias de
redacción o el hecho de que pueda dudarse de alguna de sus concesiones no
deben conducir a que sea invalidada por completo. El diploma comentado po­
see a nuestro juicio un valor histórico, cultural y lingüístico estimable:
- Ofrece datos sobre la propiedad previa de las posesiones donadas, a ve­
ces fundadas ex squalido (32, 39, 42-43, 93-94, 95-96); una referencia
a la repoblación de zonas desiertas o asoladas por los árabes (44-45);
relaciones con la corte cordobesa (82); alusiones a deslealtades (9697); independencia de los monasterios de Sahagún y S. M iguel de
Escalada (50-51) con respecto a la sede de León; obras regias, como los
baños de Zamora (28); pervivencia de las fortificaciones de Gijón (8889)... Constituye una gran enumeración del tesoro y ajuar de la sede
(13-26 y 65-87), en época de la donación o como mínimo en la que fue
copiado el diploma. Destaca por supuesto la Cruz de la Victoria (1314), pero también llaman la atención otras piezas como un díptico de
41 Redacción Rotense 24. 5: multa edificio ex múrice et marmore sirte lignis opere forniceo in latere montis Naurantii... edificauit (J. G il F ernández, J. L. M oralejo, J. I. Ruiz de la Peña, Crónicas asturia­
nas, Oviedo, 1985, p. 144).
42 Hemos estudiado el formulario dependiente de don Pelayo en nuestra tesis, ya citada. Anteriormente lo
había hecho F. J. F ernández C onde en El Libro de los Testamentos de la Catedral de Oviedo, Roma,
1971, pp. 89-101.
43 Cum suis terminibus (32, 38-39) es desconocido en el L.T., donde se emplea habitualmente per con acu­
sativo, y flexionado correctamente; ex integro (39, 54) es escasísimo y sólo aparece por influencia de la
fuente, como en la versión de esta donación. En su lugar se utiliza ab integro o ab omni integritate, for­
mulismo que se muestra en una ocasión en el texto de 908 (93). También está ausente del L.T. cum suis
ómnibus stipendiis (35-36) y sí vemos cum... adiacentiis etprestacionibus (42-43). Aunque la expresión
“de oro (purísimo)” es frecuente en el Liber Testamentorum, se formula en genitivo y no con ex y abla­
tivo (13, 16, 67-68).
44 De todas maneras sí se debe atribuir a la fuente que siguió este copista el léxico, y también en este cam­
po se puede citar algún ejemplo significativo de oposición a los usos del libro de don Pelayo: el nexo
pariter cum aparece una sola vez en todo su códice, y son desconocidas formas de superlativo como
magnissimum (22, 69) o grandissimum (79-80). Excedería de las pretensiones de este artículo incidir
más en esta cuestión.
LA DONACIÖN OTORGADA POR ALFONSO IIIA SAN SALVADOR DE OVIEDO
255
marfil45 (15-16) y otras obras hoy perdidas; es fundamental la lista de li­
bros46 (81-85).
- Posee gran riqueza léxica, aspecto que debe ser tratado en el seno de un
estudio de índole más específica y no en estas páginas, con las que sólo
pretendíamos rescatar del olvido una copia modesta de un diploma intere­
sante.
VI. TRANSCRIPCIÓN47
Pro Saluatori bono Ihesu Christo, Deo ue\ Domino nostro, único Dei Filio,
u n ic o u s cura Patre habens usia et cura homine una persona, P in cuiws nomine
fundata est a progenitoribMs meis in Ouetercse sedis Sancti Saluatoris eclesia.
Ego exiguws seruus tuus Adefonsus P rex, filius serui tui et ancille tue,
pariter cura comuge mea Xemena, serna tua, ut nostre mentis exegit deuocio
adicie«/4do nunc ti bi Deo nostro Saluatori procuramus offerre. Lie et Domine
Deus, pr/mordia bonorum operum te inspirante, qui in am'mo gignitwr iusticia
45 De Toleto adduximus, indica el texto. Hoy se conserva en el Museo de la Iglesia de Oviedo el díptico
consular de Apión, que se ha identificado con el “evangelistario de marfil” donado por Gaufredo, arce­
diano de Ribadeo (1293-1308) residente en Roma, según atestigua Risco (España Sagrada XXXVIII,
p. 219). De aceptarse esta identificación hay que suponer perdido el díptico mencionado por nuestro di­
ploma. Nos tienta pensar que el regalado por Gaufredo fuese en realidad el díptico de la Pasión conser­
vado en el mismo museo, pero P. Paniagua F élix indica que no parece haber servido de evangeliario y
que es comprometido retrotraer su realización a fecha tan temprana como la de la donación del arcedia­
no (“ Díptico de la pasión” , Orígenes. Arte y cultura en Asturias. Siglos VII-XV, Oviedo, 1993, pp. 457458). Sobre el díptico de Apión puede leerse a J. Ma F ernández Pajares (“ El díptico consular bizanti­
no de la Catedral de Oviedo” , Asturiensia Medievalia 4, 1981, pp. 9-59), o a A. Hevia B allina y R.
Platero F ernández-C andaosa (“ Díptico de Apión o díptico consular bizantino” , Orígenes, pp. 234236).
46 Su fiabilidad es comprobable como mínimo parcialmente al rastrear las fuentes de la Crónica de
Alfonso III y las noticias e inventarios posteriores de libros en el tesoro de la Catedral. Véase sobre to­
do la gran obra de M. C. D íaz y D íaz Códices visigóticos en la monarquía leonesa, León, 1983. El au­
tor, aun tomándolos con prudencia, no rechaza los interesantes datos del diploma para determinar los li­
bros disponibles en Oviedo durante la época de Alfonso III (páginas 206-212, 216, 222, 225, etc.). En
el mismo sentido se expresa J. I. Ruiz de la Peña en “Estudio preliminar”, Crónicas asturianas, pp. 3031, y en “La monarquía asturiana (718-910)”, El reino de León en la Alta Edad Media, vol. III, León,
1995, pp. 110-111 y nota 375. Otros autores son aún más cautos, quizá por atenerse a la fama de falso
de nuestro diploma: por ejemplo G. de A ndrés, (pp. 7-8 de “Los códices visigóticos de la Catedral de
Oviedo”, Cuadernos bibliográficos, XXXI, 1974, pp. 5-29) o F. G onzález G onzález en la p. 808 de su
artículo “Aproximación a la historia de las bibliotecas medievales asturianas”, Actas del Primer
Congreso de Bibliografía Asturiana, (Oviedo, 11 al 14 de abril de 1989), vol. II, secc. II, Oviedo, 1992,
pp. 803-813.
47 En cursiva se representan las resoluciones de partes abreviadas. He unificado las grafías -i, -j en -i, y -u,
-v en -u, por ser ornamentales las segundas de cada par de variantes. Al final de la transcripción se ano­
tan las lecturas discrepantes de las otras dos ediciones, ambas muy correctas: de S ánchez A lbornoz en
el artículo citado, pp. 329-334, y de G arcía L arragueta en su Colección de documentos de la
Catedral de Oviedo, pp. 73-79 (F loriano, en Diplomática II, pp. 362-372, indica que reproduce la
transcripción de S. Albornoz, aunque presenta pequeñas diferencias). Ya he expresado que mi notación
de eclesia sin geminación de la oclusiva, discrepante casi siempre de los dos editores, se debe al deseo
de reflejar su ausencia de la forma abreviada del diploma (ecla), frente a la de otros textos (eccla), a la
que le corresponderá con más razón la transcripción ecclesia.
256
JOSÉ ANTONIO VALDÉS GALLEGO
P operibus deputetwr, tamen ea que pociori cumulo gliscit in uoto largiori re­
m uneracene te expectator in premio et qwan/6to plus sepisse offertur, tanto
plus tibi Domine complacetMr; et nunc Domine Deus, ut Saluatoris exegit
deuocio, exigua adicimws eclesie tue P dona quam in domo tua omni tempore
adicere delectabile ti bi decreuisti. Tu ergo Domine Deus dixisti: “muñera
mea, data mea, hostias P meas in hodorem suauitatis”. Unde pater Domine,
quia, nemo suum aliqmd offert ti bi, set quod offerirne tuum est, data tua suni
quia, a te P nobis dantwr, a te enim cuneta que habent humanum percipit genus.
Ideo qwidqwid obtulerimw.s' tibi reddere id pocius quam offerre mons/'°tratur,
unde Dauià rex et propheta cum uota sua dedicasset ayebat: “tua sunt omnia
Domine et quod de manu tua accepimMs dedimws tibi”. Uere /" enim quod sumus et subiectos f donairu/sf predicti regni a tua largitate absqwe merito percepimus. Set tu Domine subiunxisti sentencie P2 tue dicens: “muñera mea offeratis mi hi in diebus festis meis”. Ideo in die festis tue, id est, in die ilarie
pasce resurrectio/l3nis tue offerimus ti¿»i per manum trium presulum tuo rum ac
non paucorwm sacerdotum crucem principalem totam ex purissimo cocto /'4
auro fabrefactam diuersis gemmarum uiridum generibus ornatam, a preciosis
lapillis insutara; idem et altera modica cruce /'5 uetusto opere ubi reconditum
est lignum sánete crucis tue, pariter cum dipticeis sculptos ebúrneos que
utrumque de Toleto addu/l6ximMs, frontalem igitur principali altari tuo purpu­
reo miro opere, ex auro obtimo filo totum contextum, imaginatum: tro/17num
uidelicei cherubim et seraphim, qwatuor euangelistarum et duodecim apostolorum et diuersarum picture per girum, omn/a ex auro / 18 obrizo filo; oralem
imaginatum angelorwm figure, ex aureo filo et argenteo contextum; idem quo­
que frontales qwe operint de P9 super altare glosiricos, argenti filo contextos
duos et tercium album, listratum uellatum unum; coronas christallinias, una P°
altari tuo et altera altari genitñcis tue; necnon et qwatuor uela maiora in uestibulum altaris pendentis; linnos pal/2lleatos, duos altari tuo et due domine
Marie matris tue; et quinqué frontales palíeos pro altaribMS apostolorwm tuis;
et candela/22brum magnissimum arcuatum argenteum exauratum cum decem et
octo ramis qui sustentent candelas atqwe incensare ar/23genteum zelatum ex
auro curiositer fabrefactum; idem et aquemaniles argenteos cum suos manuprios exauratos; igitur et pro /24 utilitate episcoporum ac tui cultorwm aquema­
niles ericalcimos cum suos concos pariados; gagnapes olosoricas opere P5polimario dos cum suis duobws puluillis similis sericiis; tapites antemano dos,
manteles antemano sex; sa/26uanas antemano undecim, kasullas lineas de sa­
cerdotali habitu decem, et albe leuitarum cum suis amictis septem; idem P1et
pro luminaria domui tue uel pro cerotariorum necessaria euangelii stipendia,
ut nulla domui tue in secu/28tiua secwla senciat lumini iactura, fructws balnei
quem construximws’ in ciuitate Zamora, cuius fructws omni luna apen/29ditwr
argenti solidos XXli, qwi in anno faciunt solidos ducentos quadraginta.
LA DONACIÖN OTORGADA POR ALFONSO III A SAN SALVADOR DE OVIEDO
257
Preobtamws qui huic Sancri Saluatoris pretoriensis Pl) nosfre adeptws fuerit
pastoralis officium sollicitam curam de hoc habere: de ipso balneo per
unumqwoqwe mense solidos XX‘731 exigere et mens exinde ceram que necesaria fuerit pro candelis cereis et luminaribws; item in suburbio huiws ciuitatis P2
Zamore dam us ecles/am Sancti Mammetis ut de squalido adprehendimws cum
suis terminibus; tibi Dom/ne tradimws, cuius termini sunt, de stra/33ta publica
que discurrit ad ciuitatem usqwe ad sumum cacuminis montem a parte orienta­
lem, de sursum quoque de uilla P4 Froilani filii nostri usque contra castrum
que dicitwr Turris perueniens usque ad locum ubi nos terminos posuimws;
item in alio P5 loco monasterium Sancti Petri quod uocauimws Toronensis in
locum <***> cum suis uillulis et uicis, molinis cum suis omnibws stipen/36diis;
item in Legionensem ciuitatem concedimws ecles/am Sancti M artini in
Q uadros que sita est VI° ab urbe miliaria, cum su/37is profectionibws
secundum iussimws per fideles determinare, id est, de ecles/a in omni parte in
quadro usque ad finem termini, habens /38 miliarium unum; idem adicimws
ecles/am que uulgus uocat Sanctos Medianos, que est e contra Coyanca, cum
omnibus suis termi/39nibws ex integro, ut filius noster Gundisaluws obtinuit;
item et in Coanca ciuitate eclesie Sancti Saluatoris et ecles/am Sancte /40
Marie uel cuncte eclesie que in suburbio ciuitatis dinoscuntur esse; item eclesiam Sancte Crucis in locum quod uocitatwr Zicum/4lniola cum suis omnibws
terminibws; iierum damws ecles/am Sancte, Eulalie que est in ualle de Onzina,
cum omnibus suis adiacenciis /42 et prestacionibws secundum Basila in suo
<iure> et ex squalido eam adprehendit et per scripturam testamenti filio nos­
tro Gundi/43saluo tradidit. Igitwr *** fecit nos terminos patrum nostvorum
m ancipare et ideo non de nostra set de /44 tua gloriam ur uirtute quod
Ismaelitica bella depopulaueranr, que nunc per tuam sufficienciam de squali­
do renouauimws /45 et non paucarum ciuitatum atqwe uillarum deserte inhabitare te adiuuante fecim us. Idcirco Domine Ihesu offerimws ti bi /46 mente deuota
uidelice? de term ino *** sedis pretendens usqwe in flumine que apellatwr
Carrione, ab ipso /47 fluminis emanacione usqwe infundit in alueum Pistrice et
usqwe ad terminos de diocense Zamore: medieta/48tem de cunctis ecles/is que
infra terminos sunt concedimws eclesie Sancti Saluatoris in perpetuum habe­
re. Quam saluberrimum /49 est ut qwidqwid per crucem huiwsce ecl esie et per
fortitudinem domui tue de sqwalido populauimws medietatem exinde habere P°
iure perenni tsancim w sf; alia uero medietas concedimws ecl esie Sancte
Marie uirginis Legionensis, excepto monasteri/5lum Sanctorum Facundi et
Primitiui necnon et monasterium Sancti Michael/s. Ita ut a nobis concessum
est per testamentum P2 et facto libere permaneat ut episcopus Ouetensis me­
dietatem hab<e>at et regat, et alia medietas Legionensis qwi fue/53rit episcopus
accipiat et curam gerat. Palentina aufem sedes cum omni diocese suo quem tu
Domine populasti famu/54lantes nostri ex integro secwndwm eam ex squalido
258
JOSÉ ANTONIO VALDÉS GALLEGO
mancipauimws offerirne eclesie Sancii Saluatoris Ouetens/s tue, ut /55 episcopus Placinus quera Ouetensem regit ecles/am ue\ certe qui post eura prefuerit,
ipse eam regat et debitas /56 tercias ut instituía cánones adsumat. Idera et in
Asturiense prouincia, in comisso Maleagio, senra que uocatur F Moqwelia
que est iusta Ueceenia. Hec omn/a que taxauimws iuri perpetuo censemos
eclesie Sancii Saluatoris ha/S8bere. Igiíwr ualde dignura est precauere ne pia
deuocio nostra, quaìibet occupetur modo aut forte depereat /59 quod perire non
decet quum scriptum est de his qwi recte offerunt et non recte diuidunt: “recte
offert F qui pro amore celestis patrie uota sua contribuit, set non recte diuidit
dura pro hoc quod pie offerunt F neqwaquara id ipsut sollicita intencione ut
nauiter maneat non elaboret ut deuocio illesa per/62maneat”. Ideo quidqw/d offeruimws huic sánete eclesie ante hunc paschalera diera rememorare procuramus F et in eorum cultoribws sensibws infigi, per hanc nostram rememoracionera studemws, licei iara prenotata sunt F et in arcibis posita, eqwidera
soluramodo quod nos offerimws prenotamus. Tamen quod pro genitoribws
nostris regibws /“ qui ante nos fuerunt huic sánete baselice dederwní, nichil
exinde notamws. Dedinms igitur inprimis cruces argen/66teas tres, processoria,
deaurata et gemmata et olouitrata ad altare Sancti Tirsi, terciam idem ad alta/67re Sancte Leocadie deauratam a lapidibws omatara. Idera coronas argenteas tres et quarta ex puro au/6Xro; cancistale argenteura pro mensa Io, sc<a>las
argenteas qwatuor, cingulura aureura Io et balteura aureura geramatum F cura
sua fibula argentea, candelabros magnissimos argenteos qwatuor, anulos ar­
génteos IIo; ig itur et de uestimen/70tis ecl esie: frontales de auri filo margaritis
insutis IIIIor, id est, cardenum cura aquilas amarellas, aliura album,/71 terciura
auibus depictura et quartum uermiculura, itera et qwatuor frontales palléis de
altaribws, uilos de polegia duo, P2 brositura imaginatura et aliura palliura cum
batercanna cardena, itera uelos anteornatos de palleo XIIIcimF et de super al­
tare pallas palleas Ve, item et ad coperienda muñera palla pallea uiride auro
textile Io et alia palla F de super calice cura guttas de auro Ia et brosica Ia; igitur et de uestim enta episcoporwra, sacerdotura et diaconorwra: casullas
nu/^mero XVcim, id est, peregr/nas de albicione IIas, unam albam et aliara cardenam, piscinias IIa8, capem a Ia, de uitra Ia, F amarella frisisca Ia, marayee Ia,
de fiboria Ia, cardenas IIas, lineas IIIIor, itera tunice albe numero XXXaVI, id
est, F episcopale IIo, leuitarura albe XXXa cum suis amictis, nitre IIIIor, itera
diaconorwra dalmatice glosirice X, id est, P* uermiculas IIas, cardena Ia, eluia
Ia, amarella Ia et qwinqwe albe ***, itera orales auri filo textos III et absqwe P9
auro IIo; itera signos ereos fusiles Ve, id est, unum qui pendet post tribuna in
domura Sancii Saluatoris, grandissi/80mura, rotundura, mire opere factura,
aliura quadrura cura aqwisis et terciura antemanissura in domura Sancte Marie.
In Sancto /8I Tirso IIII,um et in tesauro super corpora sanctorum Vtum. Libros
forme VIIII, id est, Bibliotecas IIas, unara Spalitanara quam /82 Beatus Isidorus
LA DONACIÖN OTORGADA POR ALFONSO IIIA SAN SALVADOR DE OVIEDO
259
manu sua ferunt scripsisse manu quadra, et alia Cordouense quam nobis ne­
f a n d a Aboaldi dir exit, /83 Canonum unum, alios libros eclesiásticos orationis
forme due et tercia solummodo forma de tota Quadrage/84sima, Manuale inte­
grum in forme due, Uirginitate Sancte Marie, Uita Sancii Martini, Sancii
Emilia/85ni et lob in una forma unum. Item et utensilia episcoporum uel om­
nium clerico rum ibidem deseruiencium uel adue/86niencium: gainape pallea
olosirica opere polimario Ia et alia brosita et plumatos olosiricos polima/87tos
tapite Io. Igitur dedimws atqwe c o n c e d im i eclesie tue uillas prenominatas, id
est, inprimis Legionem ciuitatem /88 cum eclesias que ibidem sunt fundatas
siue et *** qwi sunt fundatas infra murum totas et turris /89 ciuitatis; ecìesia
Sancii *** cum terris, uineis, pomiferis uel qwidqwid ad eundem locum pertinet; omnes ipsas eclesias /9(>superiws dictas cum suos libros ***; uilla en Lena
uocabulo Canao cum ecìesia Sancii /9I Felicis cum omnia edificia, terras, uinnas, pomares, nuceta uel alia arbusta fructuosa et infructuosa, /92 per omnes
suos términos et adiacencias. Ig itur alia uilla qwam dicunt *** cum ecìesia
Sancte Marie cum omne /93 sua edificia, terras, uineas, pomares et omnes suos
términos ab omni integritate quam nobis donauerwnt Amori/94nus et sui ger­
mani per textum scripture. Similiter offerirne in latere montis Laarancii iusta
ecleszam Sancii /95 Uincencii pomarem cum sua elusa et torcularem in ipso pomare ex medietate, qwod comparauimMS de D /% solidos, et illa alia medietate
ex ipso pom ario concedim os ibidem ecìesie Sancii Uincencii. Iterum
offerimws in lo/97cum quod dicitwr Saltum Subteriore uinnee in medio plano
secus fluuio Nacegia, qwe fuit de Didaco et caru/98it illa per infidelitate.
Iterum concedimus uilla que uocatur Lignum in latere montis Naarancii cum
p alacia199 et balnea qui ibidem est, forniceo opere constructum siue et pomarium amplissimum, per giro uallo conclusum, cum /'°° oliueta, ficeta et omne
arbusta fructuosa et infructuosa, tarnen et senra capiente semina modiales /'0I
CCC, cui us terminus est a parte occidentis de termino Araniani usque in ter­
mino orientale alteri serui nostri Constancii, / 102 de parte m eridie de illa
Ianoale usqwe in capite montis Naarancii cum suis omnibus terminibws; censemus post /'°3 partem iara sepe diete ecìesie Sancii Saluatoris perpetualiter
mansurum.
Alioqwin qwisqwis ille temerarius fuerit, / 104 spiritu rapacitatis inieetws,
non dans honorem Deo nec reuerens instituía uel precepta maiorum, aliqwid
inde / m uendere, dare aut in alio loco commutare uel quolibet modo abalienare presumpserit, preuenius maledic/106cione diuina secundum nostram defìnicionem et ep/scoporwm quorum adnotata sunt omnia, sit anathema marenata
/ l07 in conspectu Dei patris omnipotentis ut non eum recipiat sancia ecìesia set
a regione uiuorwm auferat ur ei us memo/l08ria et anima illiws in infero rum ba­
ratro cum luda *** dimersus geenna; stante et permanente / l09 huius scripture
[sjtextum in omni robore et perpetua firmitate, amen.
260
JOSÉ ANTONIO VALDÉS GALLEGO
Facta scriptura testamenti sub /"° die IIII iduura agustarum, era
DCCCCaXLVI.
Adefonsus rex hunc testamentum /"' uobis factum.
Scemena regina hunc testamentum a nobis factum. /" 2
Hordonios confirmaos. /" 3 Gundisaluos confirmaos. / 114 Froila confir­
maos. / ll5 Ramiros confirmaos. /" 6 Sub Chvisñ nomine Recaredos Luceose sedis episcopus. /" 7 Sub Chrisri nomine Froareogus Portucaleosis sedis episcopus. /" 8 Aurelios presbiter thesaurarios testis. / I19 Theodegutus archidiaconus
testis. / 12° Attanagildus diáconos. / 12‘
Adefonsos filius Petri testis. /122 Tello filius Adefonsi testis. / I23 Ouieqoo
diáconos filios Ueremudi testis. / 124 Seuerus áiaconus testis. / 125 Sauaricos diá­
conos testis. / 126 Ueremudos diáconos testis. / 127 Petrus diáconos testis. / I28
Iohanoes presbiter testis.
1 chistro Larragueta II 2 ecclesia Albornoz, Larragueta I exigus Albornoz II 3 deuotio Albornoz, Larragueta II 5 glicit Albornoz II 6 deucio Larragueta I ecclesie Albornoz,
Larragueta I tua Albornoz II 7 igitur Albornoz II 8 quare Albornoz II 9 habeant Albornoz
I generus Albornoz II 11 sententie Larragueta II 13 oferrimus Larragueta II 14 fabregactam Larragueta II 15 dipticeos Albornoz I qui Albornoz II 18 qui Albornoz II 19 d e filo
Larragueta I uellarum Albornoz I christi stallinias Albornoz II 22 areuatum Albornoz,
Larragueta I ex auratum Albornoz II 23 aquamaniles Albornoz II 24 aquamaniles Albornoz
II 26 alba Larragueta II 27 tua Larragueta II 28 quam Larragueta II 29 perobtamus
Albornoz I salautoris Larragueta II 31 mense ex inde Albornoz II 32 ecclesiam Albornoz,
Larragueta II 34 qui Albornoz II 35 uocabimus Albornoz, Larragueta II 36 ecclesiam
Albornoz, Larragueta II 37 ecclesia Albornoz, Larragueta II 38 ecclesiam Albornoz,
Larragueta II 39 ecclesie Albornoz, Larragueta I ecclesiam Albornoz, Larragueta II 40 e c ­
c le sie Albornoz, Larragueta I ecclesiam Albornoz, Larragueta II 40-41 Z icum m ola
Albornoz II 41 omnibus suis Larragueta I ecclesiam Albornoz, Larragueta I adiacentiis
Larragueta II 42 esqualido Albornoz II 44 depopulauerunt Larragueta I qui Albornoz I
renouauimos Albornoz II 46 qui Albornoz II 48 cuntís Larragueta I ecclesiis Albornoz,
Larragueta I ecclesie Albornoz, Larragueta II 49 ecclesie Albornoz, Larragueta I ex inde
Albornoz II 50 ecclesie Albornoz, Larragueta II 50-51 monasterii uero Albornoz II 52 habat Albornoz II 53 sedis Albornoz, Larragueta I domini Albornoz II 54 ecclesie Albornoz,
Larragueta II 55 ecclesiam Albornoz, Larragueta II 56 tertias Albornoz I maleagro
Albornoz II 57 ecclesie Larragueta II 59 que Larragueta II 63 ecclesie Albornoz,
Larragueta II 65 ex inde Albornoz II 66 procesoria Albornoz, precesoria Larragueta II 68
se(a)las Larragueta II 69 anulos argentos Larragueta II 70 ecclesie Albornoz, Larragueta
I amerellas Larragueta II 73 pallas pallea Larragueta II 75 albacione Larragueta I alban
Larragueta I pisciniras Albornoz, Larragueta I uittra Albornoz, Larragueta II 80 rotumdum Albornoz II 82 cordobense Albornoz II 83 ecclesiasticos Albornoz, Larragueta II 85
deseruicencium Larragueta II 85-86 aduenientium Albornoz II 87 ecclesie Larragueta II
88 ecclesias Larragueta I quae Albornoz, Larragueta II 89 ecclesia Albornoz, Larragueta
I uineis Albornoz, Larragueta II 90 in Albornoz, Larragueta II 91 uineas Albornoz,
Larragueta II 92 quae Albornoz II 93 uineas Albornoz, Larragueta II 94 laaranci Albornoz
I ecclesiam Albornoz, Larragueta II 96 ecclesie Albornoz, Larragueta I vicencii Larragueta
II 97 narcegia Albornoz II 98 monti Larragueta II 107 ecclesia Larragueta II 111 nobis
Larragueta II 119 theodogutus Albornoz.
IN MEMORIAM
FRANCISCO CARANTOÑA DUBERT
El 8 de Diciembre de 1997, día de la Patrona de España, bajo la luz plena
de un mediodía radiante, terminaba su existencia en nuestro mundo Francisco
Carantoña Dubert, Miembro de Número Permanente del Real Instituto de
Estudios Asturianos y compañero entrañable durante más de tres lustros en el
denso ambiente de vivencia y transformación institucional que perfiló nuestra
Institución actual. Resentida su gran humanidad por una incombatible enfer­
medad, más rauda en su desenlace de lo esperado, sumió en el estupor a todos
los que le conocimos y tratamos y causó un dolor sensacional y un estremeci­
miento en el mundo asturiano y, muy concretamente, en el gijonés en donde
residía y desarrolló su vida profesional.
Periodista, desempeñaba la titularidad del Diario “El Comercio” desde
1954. Fue una larga trayectoria de cuarenta y tres años realizada día a día, con
brillantez, dedicación y sobresaliente empeño de superación, los cuales forja­
ron una fuerte personalidad en la que el estudio de las realidades sociales, de
la problemática de la ciudad, de la Región, de las realidades nacional e inter­
nacional y de los más profundos dilemas del entorno, en un análisis objetivo y
cuidado, dejaron traslucir, a través de su pluma, unos criterios ponderados,
ciertos y admirados. Se creó un halo de responsabilidad modélica. Fue la guía
en la que muchos gijoneses nos orientábamos a primeras horas de la mañana
de cada jom ada, tomando posiciones de realidad ante la circunstacialidad que
la vida nos ofrecía, a través de sus artículos y comentarios periodísticos.
Carantoña ocupa un lugar de primera línea entre los grandes luchadores
de vanguardia de la Asturias de nuestros tiempos. Por derecho propio, por va­
lía, por entrega, por su recia y arrebatadora personalidad, por maestro, perio­
dista, erudito y formador de opinión, por literato, por tratadista artístico y crí­
tico en Pintura y por un largo etcétera, ha conquistado sobresalientemente el
salto a esa elite de escogidos preclaros que todo pueblo, región o nación po­
nen como modelo y ejemplo a los ojos de los demás.
Paco, como fam iliarm ente lo conocíamos los amigos, ingresó en el
I.D.E.A. de entonces, como M iembro hoy denom inado de Núm ero
262
ISIDORO CORTINA FRADE
Permanente, a propuesta de un grupo de académicos gijoneses integrados en
el mism o, en las elecciones que tuvieron lugar el 26 de junio de 1982.
Pronunció un brillante discurso de ingreso el 30 de noviembre del mismo año.
Su trabajo de investigación versó sobre “Las Mascaradas de Evaristo Valle ”,
campo en el que Carantoña había trabajado con intensidad de erudito. Su re­
cepción como Miembro corrió a cargo del entonces Director del Instituto, el
inolvidable D. Jesús Evaristo Casariego, quien con glosa plena de brillantez
realizó un canto hacia la personalidad, la obra y los méritos del nuevo corpo­
rativo.
Nuestro fallecido compañero había nacido en Muros de San Pedro -L a
Coruña- el 4 de abril de 1926. Allí fueron devueltas sus cenizas. Era descen­
diente de la noble estirpe de la Casa de Carantoña, con blasón y solar en
Muros. Estudió el Bachillerato en varias ciudades, entre ellas Gijón; se licen­
ció en Ciencias y fue ayudante en la cátedra de Química Inorgánica de la
Universidad de M adrid durante dos años. En 1951 ingresó en la Escuela
Oficial de Periodismo, finalizando los estudios en 1954. Acto seguido se in­
corporó en Gijón a “El Comercio” en calidad de Director, cargo este que ejer­
ció hasta su jubilación en 1995.
Gallego de nacim iento, fue gijonés de convicción. En la Villa de
Jovellanos pasó la mayor parte de su vida. Gijoneses son su esposa y sus hi­
jos. Definido como “paradigma de lo local y al mismo tiempo cosmopolita
por excelencia”, mereció ser distinguido con el título Hijo Adoptivo de Gijón,
en 1992. Su enraizamiento y su gijonesismo fueron completos. Directivo del
Ateneo de Jovellanos, Presidente - a la hora de su m u erte- del Foro
Jovellanos, como gran estudioso y propagador de la doctrina del Patricio, a
Gijón dedicó sus desvelos, sus iniciativas y lo adornó con su vasta cultura.
Hasta tres columnas de opinión diarias salían de su pluma en el periódico que
dirigía. Muy bien se le podría conocer bajo el apelativo de “conciencia públi­
ca gijonesa”.
No acaba aquí su mérito con su tan amplio quehacer profesional. Es una
simple base de lanzamiento hacia otros horizontes más ambiciosos y de ma­
yor envergadura, tanto por su diversidad como por su altura de miras. .Escritor
fecundo, son muchas sus obras y los matices que trata. Especializado en
Pintura encumbró literariamente las figuras de Evaristo Valle y de Nicanor
Piñole con sendas y documentadas biografías; realizó tratados sobre la perso­
nalidad y las realizaciones artísticas de otros pintores como Joaquín Vaquero,
Antonio y Aurelio Suárez, Fernando M agadaleno, Luis Fernández,
Sanjurjo.... “Semblanza de G ijón”, entre muchas, es otra de sus celebradas
obras.
Carantoña formó un bionomio cultural de primera magnitud con otro ga­
llego de su tierra coruñesa, también enraizado en Gijón, el catedrático de
IN MEMORIAM: FRANCISCO CARANTOÑA DUBERT
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ISIDORO CORTINA FRADE
Lenguas Clásicas Francisco Vizoso, pilar de erudición de brillo deslumbrante
por la profundidad de sus conocimientos, el cual sólo tenía por límite su inna­
ta sencillez, pareja con su grandeza de espíritu y de saber. “Los dos Pacos”,
los llamábamos. Fue Vizoso otra pérdida sufrida por Gijón en el mismo año.
Es imposible aquí, en estas pocas líneas dedicadas a su bosquejo biográ­
fico, el poder condensar con amplitud toda la obra de Francisco Carantoña.
Sus repetidos homenajes postumos, el sinfín de artículos diversos que promo­
vió su fallecimiento en todos los medios oficiales, culturales y de comunica­
ción, pueden encerrarse sintetizados, como muestra, en un solo hecho perdu­
rable: en su “dígnitas”, como la concebían los clásicos de la Antigüedad. Para
nosotros consiste ésta en su gloria, alcanzada y materializada por una serie de
merecimientos: orgullo como persona, integridad, fidelidad, ciencia, saber,
valía como hombre y entrega magistral hacia su lector, el pueblo gijonés y la
tierra en que vivió.
Con la partida de Carantoña se nos fue un amigo y un compañero. Desde
las páginas de este Boletín que él compartió, queremos hacer partícipes de
nuestro pésame a su esposa, hijos y familiares. A todos nosotros nos queda su
obra, la cual no fenece y que supone más que un recuerdo: una admiración y
una presencia. Significa el afecto perdurable que supo ganarse entre los cono­
cidos. Supone un legado de la cultura y bien hacer que queda a la posteridad
como envoltura de todos sus merecimientos.
¡Descansa en Paz!
ISIDORO CORTINA FRADE
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