El poder de las palabras

Transcripción

El poder de las palabras
«Las palabras no las lleva el viento, las palabras dejan huella, tienen poder e influyen positiva o
negativamente».
El poder de las palabras
COMPILACIÓN
"Cuántas veces una palabra fuera de lugar es capaz de arruinar algo por lo que hemos
luchado".
¿Sabías que las palabras tienen un poder de gran alcance? Un regalo con palabras inspiradoras, como
una pulsera con la frase “Vive tu sueño” nos puede cambiar la vida; mientras que ciertas palabras
hirientes nos pueden quedar para siempre en el corazón.
Con frecuencia escuchamos con nuestros amigos, en la televisión, en la radio, en páginas del internet
o incluso leemos en el periódico, juicios negativos hacia personas o instituciones, violando la intimidad
e irrumpiendo de una forma negativa la reputación de la persona. ¿Cuánto mal podemos causar?
¿Cuánto daño podemos hacer?, bastante.
Piensa bien en las palabras que dices, pues estas no se las lleva el viento, dejan huella, tienen poder e
influyen positiva o negativamente y dejarán una marca en tu vida.
Los escritores Andrew Newberg y Mark Robert Waldman apoyan la teoría de que las palabras
producen un efecto entre los seres humanos que “pueden cambiar algo en el cerebro”. Afirman que
“una sola palabra tiene el poder de influir en la expresión de los genes que regulan el estrés físico y
emocional”, más específicamente, indican que las palabras positivas como por ejemplo “paz” y “amor”
pueden generar el fortalecimiento de las áreas en los lóbulos frontales (area que incluye los centros de
idiomas específicos que conectan la corteza motora, responsable de pasar una acción) y promover la
función cognitiva del cerebro: “Ellos impulsan los centros motivacionales del cerebro en acción”, y
construyen resiliencia, que es la capacidad de las personas para sobreponerse a períodos de dolor
emocional y traumas.
Newberg y Waldman aseguran que sostener una palabra positiva y optimista en la mente, estimula la
actividad del lóbulo frontal; por el contrario, el lenguaje hostil puede alterar los genes específicos que
juegan un papel clave en la producción de los neurotransmisores, que nos protegen del estrés. Una
sola palabra negativa puede aumentar la actividad en nuestra amígdala (el centro del cerebro que
representa al miedo). Esto libera docenas de hormonas y neurotransmisores que producen estrés, y
que a su vez interrumpen el funcionamiento de nuestro cerebro. “Las palabras hirientes envían
mensajes de alarma a través del cerebro, y cierran parcialmente los centros de la lógica y del
razonamiento localizados en los lóbulos frontales".
Según indica Psych Central, la investigación ha demostrado que a más tiempo de concentrarse en las
palabras positivas, más se influye positivamente otras áreas del cerebro: “Las funciones en el lóbulo
parietal empiezan a cambiar, y eso influye sobre la percepción de uno mismo y de las personas con las
que interactúa”. Además, advierten que una visión positiva de uno mismo será el puente para ver lo
bueno en los demás, mientras que la auto-imagen negativa llevará hacia la sospecha y la duda.
Las palabras pueden herir lastimar a una persona. Cuida tus pensamientos, porque ellos se convierten
en palabras; cuida tus palabras, porque ellas marcan tu destino y el destino de los demás. Piensa muy
bien antes de hablar, cálmate cuando estés airado o resentido y habla sólo cuando estés en paz.
Las palabras tienen mucha fuerza, con ellas podemos destruir lo que hemos tardado tanto tiempo en
construir. Cuántas veces una palabra fuera de lugar es capaz de arruinar algo por lo que hemos
luchado. Cuántas veces una palabra de aliento tiene el poder de regenerarnos y darnos alegría y paz.
Las palabras insultantes o despectivas nunca han creado algo edificante. Con el uso de expresiones
agresivas, lastimamos a las personas provocando heridas, creando resentimientos y dolor, que en
algún momento volverán a nosotros.
Las palabras son la manifestación de nuestro mundo interior; al cuidar de nuestro lenguaje
purificamos nuestro mundo interior. Toma en cuenta lo siguiente:
Una palabra amable: puede suavizar las cosas.
Una palabra alegre: puede iluminar el día.
Una palabra oportuna: puede aliviar la carga.
Una palabra de amor: puede curar y dar felicidad.
Una palabra irresponsable: puede encender discordias.
Una palabra cruel: puede arruinar una vida.
Una palabra de resentimiento: puede causar odio
Una palabra brutal: puede herir o matar.
¡Las palabras son vivas!, bendicen o maldicen, alientan o abaten, salvan o condenan!
“Si todas nuestras palabras son amables, los ecos que escucharemos también lo serán”.
De ti depende si las usas para bien o para mal, tanto para ti como para los demás.
Cuida tus palabras, recuérdalo siempre, ellas tienen poder. Habla de tal manera que en tu alma y en la
de los demás quede la paz. Si esto se te dificulta, usa una pulsera con una frese inspiradora o pega un
papelito donde te recuerdes siempre la importancia de lo que vas a decir.

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