Variación, ideologías y purismo lingüistico

Transcripción

Variación, ideologías y purismo lingüistico
Variación, ideologías y purismo lingüistico
El caso del mexicano o náhuatl
PUBLICACIONES DE LA CASA CHATA
Variación, ideologías y
purismo lingüístico
El caso del mexicano o náhuatl
José Antonio Flores Farfán
Página legal
Índice
Agradecimientos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
9
Prefación . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
13
Introducción . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
19
I. Variación e ideologías lingüísticas en lenguas mesoamericanas:
ilustraciones nahuas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
25
II. La reconstrucción de las ideologías lingüísticas
en el náhuatl clásico y colonial . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
51
III. Reflexiones en torno a la variabilidad interna
y externa del náhuatl moderno . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
63
IV. Ideologías puristas del náhuatl: entre la sustitución
y la revitalización lingüísticas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
77
V. En torno a la política y la ideología lingüísticas oficiales:
ideologías de la escuela y la escritura en náhuatl . . . . . . . . . . . .
121
Epílogo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
169
Bibliografía . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
171
Abreviaturas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
183
[7]
Agradecimientos
Para la confección final de este trabajo se contó con la opinión de distintos especialistas sobre el mismo y su pertinencia de publicación. Vaya mi
agradecimiento a Jane H. Hill, por sus opiniones favorables para que este
texto fuese publicado; a Klaus Zimmermann, por sus críticas y comentarios, así como a dos lectores anónimos. He retomado sus valiosos puntos
de vista en la medida de mis posibilidades, por lo que desde luego cualquier omisión o error es de mi estricta responsabilidad.
Este libro retoma varios artículos o capítulos publicados en inglés que
son de difícil acceso por haber aparecido en publicaciones en el extranjero, y ésta es una de las motivaciones de ponerlo a disposición del público
hispanohablante. Sin embargo, en la mayoría de los casos no se trata exclusivamente de una traducción, sino de trabajos corregidos y aumentados,
incluso con desarrollos por completo inéditos, que en ocasiones abrevan
en algunos ejemplos de trabajos publicados en español, como detallo enseguida.
El primer capítulo apareció como “Variation and Language Ideologies
in Mesoamerican Languages: The Case of Nahuatl”, en Rudolf Muhr (ed.)
(2005), Standard Variations and Language Ideologies in Different Language Cultures Around the World, Berlín, Peter Lang.
El segundo capítulo retoma partes de los materiales publicados como
“Classical Nahuatl: Outlining its Sociolinguistic Complexity”, en Thomas
Stolz (ed.) (2004), Alte Sprachen, Bochum, Diversitas Linguarum, y “La
[9]
10
José Antonio Flores Farfán
Malinche: portavoz de dos mundos” (2006), aparecido en Estudios de Cultura Náhuatl, núm. 37.
El capítulo III se basa en partes de varias ideas que he venido desarrollando, algunas de ellas incluidas en “Early and Contemporary Nahuatl
Texts in Sociolinguistic Perspective”, publicado en 2007 en Sociolinguistic
Studies, así como en ejemplos de mi libro Sociolingüística del náhuatl.
Conservación y cambio de la lengua mexicana en el Alto Balsas (1992), y
de fragmentos de Huehuetlatolli de Ahuehuepan. La palabra de los sabios
indígenas hoy (2008).
El capítulo IV es una ampliación del capítulo publicado originalmente
como “Nahuatl Purism: Between Language Innovation, Maintenance and
Shift”, en Thomas Stolz (2003), Purism in the Age of Globalization, Bochum, Universitat Dr. N. Brockmeyer. Gracias a Thomas, quien me inspiró
a trabajar por primera vez un tema tan central de las ideologías.
Parte del capítulo V apareció en 2005 con el título “Towards an Intercultural Dialogue in and Around the School in Mexico: Problems, Reflections and New Perspectives”, en Wolfang Herrlitz y Robert Maier (eds.),
Dialogues In and Around Multicultural Schools, Tübingen, Max Niemeyer
Verlag. A éste se le ha sumado el análisis de material más reciente de los
libros de texto para la educación intercultural, además de otros producidos
por niños para quienes el náhuatl es ya prácticamente una segunda lengua
y que participan en un taller de lectura de náhuatl en Actopan, Delegación
Milpa Alta, en la ciudad de México.
Para la primera traducción de los capítulos conté con el valioso apoyo
de Eduardo González, salvo en el caso del capítulo V, que fue íntegramente traducido por Lucrecia Orensanz. Lucrecia también acometió con gran
dedicación el reto de unificar la redacción y la corrección de estilo de todo
el texto.
Como queda dicho, la idea de producir un libro con estos materiales,
corregidos y aumentados, proviene de la necesidad de poner a disposición
del público hispanohablante, sobre todo de los estudiantes, trabajos no
Agradecimientos
11
sólo de difícil acceso, sino también de difícil comprensión para un lector
principiante. La idea es restituir estas reflexiones y compartirlas con los
propios hablantes en aras de una mejor comprensión de las problemáticas
de lenguas y culturas tan profundamente amenazadas, que requieren intervenciones inmediatas y de mayor contundencia. Me parece crucial que
la labor académica constituya un eslabón importante para la toma de decisiones formada e informada sobre temas como el de la escritura de las
lenguas indígenas. De hecho, así lo han sugerido los dictaminadores del
presente volumen.
Por último, y pensando en aquello de que los últimos serán los primeros, agradezco a todos los hablantes que han compartido y comparten
conmigo su sabiduría, sin la cual éste ni ningún otro libro serían posibles,
en particular a Cleofas Ramírez Celestino, sin cuya familia no hubiera sido
posible el desarrollo de mis investigaciones.
Naamechmotlasokamatilia!
Prefacio
En México prácticamente no existen trabajos que aborden las temáticas
que desarrolla este libro, como son la variación y las ideologías lingüísticas,1
mucho menos para las lenguas mesoamericanas.2 La publicación del presente volumen trata de empezar a llenar este vacío para al menos una de
las lenguas que han sido más trabajadas: el mexicano o, como se le conoce más en el medio académico, náhuatl. Si bien es cierto que existen muchos trabajos sobre esta lengua, la mayoría son de corte exclusivamente
1
2
El tema de la variación ha merecido extensos estudios en distintas partes del mundo,
desde el trabajo seminal de Labov (e. g., 1966) de hace ya casi medio siglo. Sin embargo,
en México apenas si se ha comenzado a trabajar el tema, por no hablar de las ideologías
lingüísticas. Una excepción, aun cuando no hable de ideologías lingüísticas, es el texto
de Hamel y Muñoz (1986) y más recientemente Messing (2007), quien analiza las ideologías de los hablantes de mexicano de La Malinche en relación con el desplazamiento
lingüístico. En Estados Unidos, la investigación de las ideologías lingüísticas ha experimentado un boom en la última década. Un buen ejemplo es la colección de trabajos
aparecidos en Schiffelin, Woolard y Kroskity (1998). Cabe aclarar que en el presente
volumen no me ocupo de desarrollar un enfoque ni una discusión teórica de las ideologías ni de la variación, sino que dejo que estas definiciones se perfilen por sí mismas de
manera operacional a la luz de los materiales analizados. En este sentido, la variación y
las ideologías constituyen ejes sobre los que se materializa el poder y en cuyos cruces
se va desarrollando mi acercamiento al tema, como se irá viendo a medida que se avance en la lectura del trabajo.
De los pocos trabajos que investigan las ideologías lingüísticas en México se cuenta con
el de Muñoz Cruz (1981), si bien habla de “actitudes” para el caso del español de la
ciudad de México, y del mismo autor para el caso de los otomíes del Valle del Mezquital
(e. g., Muñoz Cruz, 1987). Otra excepción que aborda un tema prominente de las ideologías, el del purismo, es Hill y Hill (1986).
[13]
14
José Antonio Flores Farfán
descriptivo (Andrews, 1975; Launey, 1979). La ironía es que mientras más
conocemos la estructura de la lengua, más parecemos alejarnos de un entendimiento cabal de las condiciones sociales en las que se utilizan semejantes estructuras.3 Este libro tiene como premisa fundamental que todo
hecho lingüístico es un hecho social, y busca demostrarlo en distintos frentes, desde la construcción de los datos hasta el uso de la lengua en diversas
situaciones de comunicación y géneros discursivos, incluidos los académicos, la conversación espontánea, la elicitación e incluso el discurso ritual.
Se trata de revelar las distintas perspectivas en juego desde el punto de
vista social e interaccional y sus múltiples implicaciones políticas, culturales e ideológicas, por ejemplo en términos de la conceptualización de qué
cuenta (o no) como datos o como hablante (o no) de una lengua. Por el
desarrollo de la literatura sociolingüística reciente4 sabemos que conceptos
tales como bilingüismo, hablante o incluso lengua son relativos y dinámicos, sujetos a un continuo muy rico y variable, más que a definiciones totalmente discretas, dicotómicas y estáticas, lo cual como veremos en muchas ocasiones deriva de planteamientos eurocéntricos.
Para acometer semejantes derroteros se realiza un recorrido por distintas fuentes disponibles del náhuatl, incluyendo textos derivados de mi investigación directa a lo largo de más de dos décadas, fuentes históricas y
contemporáneas escritas acerca de la lengua y ejemplos de los llamados
náhuatl clásico y náhuatl colonial, así como de distintas variedades dialectales habladas en la República Mexicana, sobre todo el náhuatl del Balsas,
Guerrero, donde he desarrollado la mayor parte de mi trabajo de campo.
Con base en este corpus, se abordan aspectos como las relaciones de poder omnipresentes en la variabilidad lingüística y los diversos contextos en
que se expresan, pugnando por retomar sitemáticamente la perspectiva de
3
4
En un artículo seminal, Labov (1972), padre de la sociolingüística variacionista, llama a
esto el principio cumulativo.
Véanse, entre muchos otros, el trabajo reciente de Walters (2005) y el bien conocido de
Romaine (1995).
Prefacio
15
los hablantes, en contraposición, por ejemplo, a las versiones recibidas de
la lingüística. Desde un punto de vista que no deja de recordar la translingüística de Bajtín (1986), se revela así una polifonía de voces en juego, con
posiciones por lo menos heterogéneas, contradictorias y muchas veces
abiertamente conflictivas. En este sentido, el trabajo es una invitación no
sólo a revisar con seriedad nuestros presupuestos en torno a qué representa describir una lengua, sino a documentar y deconstruir las premisas ideológicas y sus efectos en los procesos de investigación, con todas sus implicaciones éticas y políticas. En este sentido, esta obra es una reflexión
sistemática en torno a los preconstruidos que guían el trabajo académico,
que después de todo no escapa al ámbito político, a pesar de las pretensiones academicistas de “neutralidad” u “objetividad” científica de los sectores dominantes generadores de conocimiento.
Es probable que por la complejidad que representa el estudio de la
variación y las ideologías lingüísticas, y por el estado relativamente incipiente de nuestros conocimientos en torno a las lenguas mesoamericanas,
incluso en lenguas tan estudiadas como el náhuatl o el maya yucateco,
conozcamos muy poco sobre la variación mas allá de la reducción a la que
en general se ha visto recluido el tema de la variabilidad, la dialectología.5
Así, por ejemplo, no se dispone de una dialectología social completa ni
siquiera del español,6 por no hablar de alguna lengua mesoamericana. Esto
es también indicativo de las perspectivas en juego en el desarrollo de la
investigación científica, desde distintos puntos de vista y con base en diferentes tradiciones de investigación. Podemos comparar, por ejemplo, el
desarrollo de la lingüística hispánica y la lingüística antropológica, ambas
con paralelismos importantes, como es una concepción de la lengua y la
cultura en ocasiones extremadamente purista, que privilegia los datos que
5
6
Véase, por ejemplo, Canger (1988) para el caso del náhuatl.
Una excepción que comienza a aparecer en el concierto de investigaciones es el trabajo
de Butragueño y asociados (e. g., 2000, 2006).
16
José Antonio Flores Farfán
apuntalan una perspectiva monolingüe de los hechos lingüísticos, así como
un acercamiento “interno”, que margina e incluso descarta las explicaciones “externas” al dar cuenta de fenómenos como la sustitución lingüística
y desde luego cultural. Así, por ejemplo, en el caso de la lingüística hispánica de corte más ortodoxo o tradicional (por ejemplo, Lope Blanch, 1987),
se prefieren las explicaciones “sistemáticas” (sic, léase “sistémicas”), entendidas como aquellas que prefiguran el sistema lingüístico en sí mismo,
presuntamente independiente de las condiciones sociales en las que se
desenvuelve. Por el contrario, son estas condiciones las que en última instancia sobredeterminan la expresión lingüística, como se irá viendo a lo
largo de este volumen.
Históricamente, la omisión de temas como el papel del contacto o el
bilingüismo en el desarrollo de la sustitución lingüística o en la configuración de la variación generacional en las lenguas responde a la necesidad de
desarrollar métodos y técnicas que en su momento permitieron comenzar
a acercarse y hacer conmensurable la estructura de lenguas y culturas poco
o nulamente documentadas y descritas. En el caso del náhuatl, aun cuando
queda mucho por hacer desde todos los puntos de vista posibles, contamos
con un conocimiento bastante profundo y longitudinal que nos coloca en
una posición privilegiada, respecto no sólo de otras lenguas mesoamericanas, sino de la mayoría de las lenguas amenazadas del mundo.
Por otro lado, la visión un tanto reduccionista a la que en general ha
quedado recluida la investigación de estas lenguas tiene, entre otros muchos efectos, la implicación de que existe muy poca o nula variación en las
mismas, lo cual en buena medida puede considerarse derivado de los propios modelos y métodos de investigación, que presuponen de entrada
suficiente homogeneidad para la construcción de su objeto de estudio, en
una serie de operaciones sucesivas de reducción del mismo, al grado de
deshacerse de la perspectiva de los propios hablantes. En este sentido, el
ideal descriptivo, con sus connotaciones implícitas o explícitas de neutralidad científica, es puesto en entredicho, en la medida en que, por ejemplo,
Prefacio
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la selección de un tipo de hablante en detrimento de otro para la presunta
descripción de la “realidad” lingüística privilegia a un individuo “ideal”
—probablemente el mayor y más monolingüe, ¡y del género masculino!—,
lo que trasuda una posición más bien prescriptivista y purista oculta, por
decir lo menos, como ya han indicado algunas investigaciones. Para el
caso del mexicano, notablemente Hill y Hill (1986) han trabajado no sólo
la temática del purismo, sino un enfoque translingüístico bajtiniano (Bajtín,
1982), es decir de polifonía de voces, al igual que Hill (1993) para otras
lenguas indoamericanas, una perspectiva en la que nos interesa ahondar
aquí.
Como también veremos en los capítulos subsiguientes, semejantes
operaciones de selección y descarte permiten concluir que el ideal de la
descripción lingüística —en el sentido de evitar cualquier juicio de valor
o por lo menos alguna inclinación prescriptiva y resultar totalmente inclusivos y por tanto tolerantes respecto de cualquier tipo de expresión lingüística— constituye una utopía que todavía hay que apuntalar sistemáticamente. En otras palabras, separar descripciones de explicaciones
anticipadas no resulta del todo evidente en los trabajos de investigación
lingüística y en realidad es una asignatura pendiente que en este trabajo
buscamos por lo menos comenzar a acometer. Se trata de que las concepciones investigativas en torno al fenómeno lingüístico se distingan nítidamente de los juicios de valor del sentido común que abundan, incluso en
el medio académico, en torno a la naturaleza de las lenguas, sean indígenas o no (Silverstein, 1992).
Introducción
El náhuatl pertenece a la familia yutoazteca, que incluye subfamilias o ramas como la pima (con el pima y pápago),1 la corachol (con el cora y el
huichol) y la llamada azteca,2 subfamilia a la que pertenecen el náhuatl y
el pipil. Los representantes más septentrionales de la familia yutoazteca
son el shoshone y el comanche, en las planicies de Canadá y Estados Unidos, y el hopi, el tohono o’odham y —recientemente, debido a la migración— el yoreme (yaqui) en el sureste de Estados Unidos. Del lado mexicano de la frontera se encuentran el tohono o’odham y el yoreme, junto
1
2
Una muestra de la dominación sociocultural —o por lo menos del contacto, como sugiero más adelante para el caso del náhuatl— es el origen de varios nombres indígenas,
provenientes de diversas fuentes de la etimología original. Aunque no puedo abordar
este tema ahora, por lo menos quiero mencionar que debido al debate político y a las
luchas de liberación indígena en todo el mundo los indígenas mismos han reivindicado
las etimologías de la lengua nativa. Tal es el caso, entre otros, de la preferencia por el
término Tohono O’odham, nombre apenas recientemente difundido, incluso escrito con
mayúsculas como una manifestación política. Es el nombre nativo para la “gente del
desierto”, en lugar de pápago (proveniente del pima, una lengua hermana y que significa “gente frijol”) o pima (que significa “no sé”, respuesta que los pimas daban a los
invasores españoles cuando éstos hacían preguntas en una lengua ininteligible). Su
nombre original es Akimel O’odham, “gente del río”.
El término “azteca” es inexacto y genera confusión puesto que ha sido usado para hacer
referencia a todos los grupos nahuas sin atender a su historia. Esta situación se comprende mejor si se considera que los aztecas en realidad fueron los invasores del altiplano
mexicano casi 300 años antes de la invasión española. La razón por la que el término
“azteca” llegó a designar a los grupos nahuas tiene que ver con la dominación militar y
sociopolítica en tiempos prehispánicos (Lockhart, 1992).
[19]
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José Antonio Flores Farfán
con el mayo y el guarijío. Y más al sur, en el estado de Chihuahua, se encuentra el rarámuri (tarahumara).
El náhuatl es además el representante más sureño de la familia yutoazteca: el amplio territorio que cubre constituye el área más extensa ocupada por una lengua americana, pues desborda los límites de Mesoamérica, su lugar tradicional en los tiempos previos al contacto con los
conquistadores españoles (Suárez, 1983). Hay que recordar que en tiempos prehispánicos el náhuatl era la lengua “imperial” de Mesoamérica, la
lingua franca preferida (para una discusión de Mesoamérica como área
lingüística, véase Stolz y Stolz, 2001).
En el México contemporáneo la población nahua norteña habita en
Durango y San Luis Potosí, y recorre otros estados, como Jalisco, Zacatecas, Michoacán e Hidalgo, hasta llegar a la ciudad de México, Puebla y
Tlaxcala. Probablemente la región conocida como la Huasteca es el área
que concentra la mayor cantidad de población nahua, con casi la tercera
parte de un total de más de millón y medio de pobladores. Se trata, pues,
del grupo indígena más grande en México.3 Asimismo, el náhuatl es una
lengua hablada muy activamente en los estados de Guerrero y Veracruz. En
contraste, en Oaxaca puede ser considerada una lengua aislada.4 Debido
principalmente al proceso de urbanización, el estado de Morelos (colindante con la ciudad de México) ofrece también un ejemplo claro del proceso de sustitución lingüística, en el que el náhuatl está alcanzando el
umbral de la extinción. Hacia el sur del país, atravesando los estados de
Veracruz, Tabasco y Chiapas, las lenguas nahuas rebasan las fronteras na-
3
4
El maya yucateco y el zapoteco, representantes de otras de las familias lingüísticas más
importantes en el país (la maya y la otomangue), siguen respectivamente al náhuatl en
esta lista, aunque es probable que tal como las lenguas otomangues se trate de un número aún no bien determinado de lenguas nahuas.
Oaxaca es el estado con mayor diversidad lingüística del país, si bien la mayoría de las
lenguas (más de una docena) son de origen otomangue. Concentrados en torno a Huichapan de León, los nahuas representan una minoría lingüística altamente amenazada.
Introducción
21
cionales hasta llegar a países centroamericanos como El Salvador, Guatemala y Nicaragua. Más aún, debido a la migración reciente, el náhuatl cubre un área geográfica que abarca desde enclaves en la frontera entre
Canadá y Estados Unidos, hasta Arizona, California y Texas en Estados
Unidos, con enclaves también en los estados mexicanos del norte como
Sonora y Baja California, por lo menos.
En todas estas regiones, el náhuatl presenta diversos grados de inteligibilidad lingüística, sustitución y retención, fenómenos que han sido escasamente investigados. La extensa geografía del náhuatl ha generado una
fuerte parcelación de la lengua en términos de la formación de dialectos
más o menos aislados que incluso llegan a ser considerados como lenguas
distintas. Algunos autores hablan de por lo menos 12 lenguas nahuas (Suárez, 1983). Otros afirman la existencia de más de 20 variedades ininteligibles del náhuatl (váse el sitio de internet del Instituto Lingüístico de Verano: www.sil.org/americas/mexico/nahuatl/familia-nahuatl.htm).
Como se ha sugerido, el náhuatl llegó a ser una lengua imperial en
tiempos prehispánicos, cuando poseía un gran estatus. Este hecho se hace
patente si consideramos las connotaciones de la etimología del náhuatl en
términos de una lengua prístina, transparente, clara, y sólida,5 una de las
evidencias más antiguas del purismo náhuatl (véase capítulo IV). Se trata
de una concepción política impuesta a los hablantes de otras lenguas por
parte de los aztecas, el grupo étnico dominante durante casi 300 años antes
de la invasión española. Así, la etimología del náhuatl es uno de los primeros registros del purismo como una manifestación de poder en el contexto
de la diferenciación interétnica. Desde este punto de vista, los nahuas acuñaron nombres despectivos para designar a los hablantes de otros grupos
étnicos, como popoluca, “lengua ininteligible”, chontal, “extranjero”, y oto-
5
En Karttunen (1983: 157), quien remite a Molina (1977 [1571]), encontramos: “Náhuatl:
algo que produce un sonido agradable, alguien que habla bien” (traducción del autor).
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José Antonio Flores Farfán
mí, “bárbaro”, entre otros, como demostró Brice Heath (1986) hace más de
dos décadas.
Es relativamente bien conocida la riqueza de la literatura náhuatl. En su
forma escrita, es la lengua más documentada de América. Se puede comparar con el griego clásico e incluso lo rebasa en términos del número de
registros disponibles (Karttunen, comunicación personal). Su presencia recorre un periodo considerablemente amplio, que incluye:
1. La literatura colonial náhuatl de inicios del siglo XVI, identificada
como el “náhuatl clásico”,6 que se representa a través de una serie
de fuentes, como el Código Florentino o el Vocabulario de Molina,
que son, respectivamente, la enciclopedia y el diccionario más extensos del náhuatl desde ese siglo. El náhuatl clásico incluye variedades escritas altas y literarias, habladas en y alrededor de MéxicoTenochtitlán, el centro del poder socioeconómico y político en
tiempos prehispánicos.7
2. El “náhuatl colonial”, que se representa en textos pertenecientes
tanto a la fase seminal de contacto con el español como a fases ulteriores (fases 1 y 2 de acuerdo con la periodización de Lockhart,
1992). La enorme riqueza de la documentación nahua, que abarca la
mayor parte de la época colonial, permite rastrear la existencia del
6
7
Para una discusión del significado del náhuatl clásico desde una perspectiva sociolingüística, véase Flores Farfán (2004a, 2007).
Andrews (1975) no distingue el náhuatl clásico del náhuatl colonial e incluye en el rubro
de “clásico” un periodo de tiempo y un conjunto de textos desde los inicios del siglo XVI
hasta muy avanzado el periodo colonial. Aunque Canger (1988) plantea que el náhuatl
clásico representaba una de las estratificaciones más sofisticadas de la vida social en el
valle de México en los albores del siglo XVI, sólo considera al náhuatl clásico como un
dialecto y no como expresión de una relación diglósica, interpretación que se avanza
aquí. Para una consideración sociolingüística del náhuatl que complementa dicha concepción de la variación del náhuatl, véase Flores Farfán (2004a).
Introducción
23
purismo bajo formas políticas e ideológicas (véase capítulo IV). Tal
riqueza se manifiesta en un gran número de fuentes.
3. El “náhuatl moderno” o “contemporáneo”, que contiene un conjunto
de complejas variedades regionales, dialectales y sociales vinculadas
con distintos estadios de cambio y mantenimiento lingüístico, fases
que no constituyen el objeto de estudio ni figuran como parte de la
discusión de Lockhart (1992), y a cuya compresión, crítica y ampliación busca contribuir este libro.
En general, los textos de estos periodos abarcan una amplia gama de
variabilidad en términos de, entre otros, la diferencia sociolingüística fundamental entre discurso escrito y oral, además del amplio espectro de géneros representados, que incluyen tanto textos rituales como seculares. En
este sentido, las diferencias entre el discurso hablado y escrito constituyen
casos de diferenciación sociolingüística relevantes. Por otro lado, si comparamos las conversaciones cotidianas en náhuatl con los materiales elicitados, casi no se hacen distinciones en cuanto a la descripción del origen
de los datos presentados; es decir, en general se carece de anotaciones
(profusas o no), por no hablar de análisis, en torno a los contextos en los
que se producen los datos. Esto nos coloca de lleno en el terreno de la
reflexión respecto de la documentación lingüística y la crítica que implica
para los enfoques descriptivos de las lenguas indígenas, uno de los objetivos de la presente obra.
I. Variación e ideologías lingüísticas en lenguas
mesoamericanas: ilustraciones nahuas
Este capítulo ofrece un panorama de los diversos contextos en los que es
posible plantear preguntas relacionadas con la variabilidad entendida como
expresión de determinadas ideologías lingüísticas. Con el objeto de reconstruir los constreñimientos sistemáticos que guían la producción de discursos concretos y que, a su vez, emanan de distintas matrices ideológicas, se
analizan materiales en náhuatl provenientes tanto de conversaciones espontáneas y ejercicios de elicitación como de textos publicados acerca de
la lengua. Se pone especial énfasis en los prejuicios1 y los métodos que
derivan de distintas tradiciones lingüísticas, muchas veces contrapuestas.
Estas tradiciones constituyen aproximaciones y descripciones de la lengua
que conforman ideologías lingüísticas divergentes, en especial ideologías
puristas. El purismo comienza a figurar en la literatura hasta hace muy
poco como un tema a considerar en la documentación lingüística (Florey,
2004, 2005).2 Espero que esta discusión contribuya a elucidar algunos de
1
2
El prejuicio desde luego se manifiesta de manera más profusa en expresiones de sentido
común acerca de las lenguas entendidas como “dialectos”, “lenguas primitivas”, “carentes de gramáticas”, etc., etc., aunque al mismo tiempo se les llega a mistificar e idealizar
como entidades folclóricas de plácida contemplación museográfica. Para una revisión de
los mitos e ideologías de sentido común vinculados a las lenguas en casos específicos
véanse Bauer y Trudgill (1998) y Ninyoles (1982).
El tema del purismo se ha abordado de manera bastante profusa en el ámbito europeo
desde una perspectiva de planeación lingüística externa o estatal, vinculada a las academias de las lenguas y su intervención sobre todo en el código lingüístico nacional. Existen muchos menos trabajos que traten el tema con lenguas minorizadas, en particular
[25]
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José Antonio Flores Farfán
los temas que suelen dejarse de lado en el tratamiento de la literatura náhuatl en particular y de las lenguas indígenas en general, como son las
diferencias materiales entre las expresiones orales y escritas o la selección
purista de una sola variedad (Klein y Dittmar, 1979), concebida de manera
monolítica o estática para describir la estructura de una lengua (e. g., el
náhuatl). En consecuencia, semejantes posiciones llegan por ejemplo a
soslayar cualquier fenómeno de contacto, así como el amplio espectro de
variabilidad lingüística vinculada con los distintos contextos implícitos en
los textos, que en última instancia guían su producción material. En otras
palabras, no existe texto sin contexto, como veremos a lo largo del libro y
a continuación al hablar de las prescripciones y usos de ciertas formas lingüísticas como la /i/ epentética del náhuatl, los plurales de los sustantivos
o el léxico, todos los cuales se sujetan a distintas valoraciones ideológicas
e indexicalizan distintos posicionamientos en términos de la variación vinculada a relaciones de poder.
1. ENTRE LA VARIABILIDAD ORAL Y ESCRITA:
EJEMPLOS MORFOFONÉMICOS
Desde un punto de vista normativo, el náhuatl es una lengua que desalienta el uso de grupos consonánticos o vocálicos, no sólo los que son idénticos, en la sílaba. Si consideramos, por ejemplo, las gramáticas prescriptivas
del náhuatl, inmediatamente veremos el estatus obligatorio de una /i/
epentética para evitar grupos no permitidos en la formación silábica de la
lengua: es decir, los grupos idénticos o no de dos consonantes cc (Andrews, 1975). Esto se manifiesta, entre otros paradigmas, en los prefijos de
desde el punto de vista de estudios que aborden las “actitudes” o representaciones ideológicas explícitas de los hablantes en uso (véase, por ejemplo, Zimmermann, 2002 y
2006).
I. Variación e ideologías lingüísticas en lenguas mesoamericanas
27
pronombre personales que en el náhuatl se ligan tanto a los sustantivos
como a los verbos. Por ejemplo, compárense los casos (1) y (2) del náhuatl
clásico (ejemplos tomados de Andrews, 1975).
(1) ni-tlacatl
1Sg-hombre, persona
“Soy un hombre, soy una persona”
(2) n-otomitl
1Sg-otomí
“Soy otomí (miembro del grupo étnico hñahñu)”
Así se postula una distribución complementaria: las raíces que comienzan con consonante requieren una /i/ epentética, en contraposición a las
que comienzan con vocal, como queda de manifiesto en los ejemplos (1)
y (2). En el caso del verbo, la epentesis también se aplica para la marcación
morfológica del objeto, obligatoria en el náhuatl, cuya forma canónica es
el prefijo de la tercera persona k-. En consecuencia, los radicales verbales
con una vocal inicial automáticamente tomarán la k- y, como en el caso del
sustantivo descrito en (1), insertarán una /i/ epentética cuando el verbo
empiece con una consonante, una vez más, para evitar grupos cc. Considérese un ejemplo verbal:
(3) ni-cochi
1Sg-dormir
“Yo duermo”
n-atl-i
1Sg-agua-beber
“Yo bebo agua”
Hasta donde puedo ver, en el náhuatl clásico no existen violaciones a esta
regla, y tampoco pueden encontrarse en otras fuentes coloniales, muy
probablemente debido a su naturaleza metarreflexiva “superior”, es decir
“escrita”. Pero si prestamos atención a la evidencia oral contemporánea,
encontraremos una “relajación” de tal estatus de obligatoriedad, tanto en el
28
José Antonio Flores Farfán
paradigma nominal como en el verbal. En ambos casos, el proceso epentético puede ser omitido totalmente, así como incluso el prefijo de objeto
en el caso del verbo. Considérese el siguiente ejemplo derivado de la interacción verbal oral, en la que una madre joven de Ahuehuepan en el contexto de la casa pregunta a su hijo pequeño antes de comer:
(3.1) t-kwaa-s sopa?
2Sg-comer-Fut sopa
“¿Comerás sopa?”
Compárese con la forma prescrita por las gramáticas sobre el náhuatl escrito, cualquiera que ésta sea (e. g., Launey, 1979), que sería:
(3.2) Ti-h-kwaa-s sopa?
2Sg-3Obj-comer-Fut sopa
“¿Comerás sopa?”3
3
Tanto en el paradigma verbal como en el nominal puede postularse un
paralelismo interesante entre una suerte de distribución complementaria
de la aparición y ausencia de la /i/ epentética, relacionadas, respectivamente, con la naturaleza escrita y oral del discurso. Es decir, cuando los
hablantes ejercen un mayor monitoreo consciente de su discurso, como en
los casos extremos de la elicitación o la escritura, se producen las formas
epentéticas y de objeto, en contraposición a instancias de conversaciones
naturales extemporáneas en las que todo el proceso epentético puede llegar a ser omitido. Por ejemplo, compárense los casos (4), (5) y (6):
3
La [h] representa el fonema /k/, ya que no se permiten las secuencias fonológicas cc.
Para una serie de casos del proceso de elisión vinculados a la interacción verbal, véase
Flores Farfán (1992, 2004b).
I. Variación e ideologías lingüísticas en lenguas mesoamericanas
(4) xi-k-ita!4
Imp-3Obj-ver
“¡Fíjate!”
(5) x-k-ita!
Imp-3Obj-ver
“¡Mira!”
29
(6) x-ta5
Imp-ver
“Mira”
,
Los dos primeros ejemplos derivan de situaciones de elicitación obtenidos
por el autor con distintos hablantes, mientras el tercero es mucho más conversacional y puede aparecer en diversas situaciones de habla más informal,6
como la interacción coloquial entre hermanos o amigos. Como veremos
más adelante al analizar someramente la interacción de un Huehue o “pedidor de novia”, la presencia o ausencia de ciertas marcas, como son la /i/
epentética y la marca de negación y el imperativo, x(i)-, que tienen formas
idénticas pero que no hay que confundir, tienen un valor en términos de la
deixis social de las comunidades nahuahablantes del Balsas.
El hecho mismo de que estos ejemplos se presenten por escrito y por
separado, es decir editados, distorsiona su naturaleza oral interactiva, en el
sentido de que se pretende ilustrar un continuo que va de un mayor (4) a
un menor énfasis (5), hasta llegar al uso de una muletilla conversacional
4 5
4
5
6
La ortografía del náhuatl moderno difiere de la ortografía clásica (normalizada) por una
serie de razones, incluida la representación fonética de las diferencias dialectales. Para
la ortografía del náhuatl clásico véase, por ejemplo, Andrews (1975), y para una explicación detallada de la ortografía diseñada para el náhuatl moderno, Flores Farfán (1992,
1999).
Usado principalmente como una muletilla al final de una expresión, como en umpa ka
mota xta: “Ahí está tu padre, mira”.
Si bien es posible y deseable identificar distintos géneros como parte de la competencia
comunicativa cultural de una comunidad, en ocasiones las marcas que los distinguen,
como las aludidas, llegan a presentar traslapes, lo cual nos habla de que no se trata de
unidades totalmente discretas. Por ejemplo, en el trabajo de los Hill (1986), ellos desarrollan una autocrítica a los presupuestos que guiaron su instrumento de investigación,
que consistió en una entrevista. Muestran no sólo cómo en ésta se negocian identidades
y relaciones de poder, sino justamente el hecho de que un habla relativamente formal
como la entrevista tiene elementos de la conversación más espontánea, como es precisamente la elisión de las marcas de /i/ epentéticas. Sin embargo, no aventuran interpretación alguna al respecto.
30
José Antonio Flores Farfán
(6), lo cual desde luego sólo se capta atendiendo a la práctica prosódica y
proxémica y a un contexto mayor de uso de las emisiones lingüísticas convertidas en ilocuciones que a su vez informan enunciaciones y discursos.
Si bien por economía de la publicación no es deseable incluir grandes
cantidades de texto en forma impresa, se reconoce que es importante conocer las condiciones en que los textos son producidos. Por esta razón, la
estrategia que se sigue en este trabajo no es la de la utopía de la documentación lingüística en el sentido del ideal exhaustivo de conocer las condiciones totales en las que se produjeron los datos (Gippert et al., 2005). Más
bien se buscará lo más posible que provea suficiente información sobre los
hablantes, proporcionando comentarios sobre su perfil sociolingüístico en
cada caso para asegurarse que todos y cada uno de los ejemplos tengan
una contextualización sociopragmática.
Desde la perspectiva del uso de la lengua, es decir, la del hablante, los
casos (4), (5) y (6) no están en variación libre ni fuera de la gramática ni
son irregulares o arbitrarios en contraposición a la forma en que serían
juzgados desde un punto de vista externo, como el de la gramática prescriptiva náhuatl, que sólo consagra el ejemplo (4), irónicamente el menos
frecuente o inusual en la práctica conversacional. Por el contrario, tales
formas no son para nada marginales y tampoco son el efecto del contacto
con el español; más bien, indican distintos tipos de interacciones y de usos
interaccionales vinculados, como queda dicho, a la búsqueda de un efecto
enfático o de otro tipo, como veremos más en detalle (véase capítulo III),
y de lo que anticipa el ejemplo (7), proferido por una mujer en sus cuarentas, hablante activa de la lengua de la comunidad de Xalitla. Esto no puede
ser captado por una glosa morfológica o por traducciones como las presentadas en los ejemplos anteriores. El ejemplo (7) es desde un punto de
vista prescriptivo, una vez más, simplemente una forma agramatical, aunque su uso está vigente en la actualidad en Xalitla, comunidad del Balsas
todavía hablante del náhuatl.
I. Variación e ideologías lingüísticas en lenguas mesoamericanas
(7)
31
moostla ti-mits-itaa-s7
mañana 2Sg-2Obj-ver-Fut
“Te veré mañana” (e. g., dicho a un amigo cuando se va)
7
Nótese que el uso del prefijo de la segunda persona del singular en lugar
del prefijo de la primera persona del singular expresa familiaridad e informalidad, con insinuaciones emocionales (encubiertas) hacia el destinatario
(véase capítulo III). La expresión “normal” que corresponde a la primera
persona del singular en las gramáticas prescriptivas basadas en fuentes
escritas y datos orales elicitados es ni-mits-, “yo, a ti”:
(8)
moostla ni-mits-itaa-s8
mañana 1Sg-2Obj-ver-fut
“Te veré mañana”
8
En la práctica, semejantes “violaciones” constituyen un recurso que los
hablantes explotan en función de distintos géneros y posicionamientos
sociales, como ilustramos en lo que sigue al hablar de una de las técnicas favoritas para la colecta de datos en la ciencia lingüística: la elicitación.
7
8
Este uso también se ha podido constatar en el mexicano de Tetelcingo, Morelos (David
Tuggy, comunicación personal).
Emisión obtenida con los hablantes a los que se les aplicó el cuestionario de Swadesh,
en este caso un hombre bilingüe que en su momento, los años ochenta, rondaba los 50
años y que hoy en día se comunica sobre todo en español.
32
José Antonio Flores Farfán
2. LAS TÉCNICAS DE OBTENCIÓN DE LOS DATOS COMO
FUENTE DE VARIABILIDAD E IDEOLOGÍAS LINGÜÍSTICAS.
COMPARACIÓN DE LOS DATOS OBTENIDOS
DE LA INTERACCIÓN CON LOS DE LA ELICITACIÓN
Surgen diferencias igualmente interesantes si comparamos las formas derivadas de la interacción verbal con el léxico que se obtiene por elicitación.
Por ejemplo, debido a que al elicitar el lingüista define quién habla a
quién, cuándo y qué ha de ser dicho, todo ello basado en una segunda
lengua hegemónica (el español), se establecen de entrada restricciones
específicas de poder (Fowler et al., 1983; Briggs, 1986) que detonan la reflexividad sociolingüística en el marco de ideologías lingüísticas específicas, en particular aunque no exclusivamente el purismo (véase capítulo IV).
El hecho mismo de que el hablante acceda a cooperar en la elicitación ya
implica la subordinación del código oral al código escrito concebido, por
lo menos emblemáticamente, como un código de poder (Hill y Hill, 1986).
Incluso como las formas orales obtenidas vía elicitación son escritas, y la
escritura se logra por medio de la lengua dominante, por el lingüista y no
por el hablante, se reproducen, irónicamente, estereotipos comunes como
los que afirman que el náhuatl es un dialecto, que carece de gramática o
forma escrita, que no es una lengua pura, entre otros.
Muchos otros efectos, como la hipercorrección, la producción de discursos formales, los neologismos y la nativización, vinculados con ideologías puristas y otras similares, producen una variedad específica típica de
la elicitación, caracterizada por la artificialidad y las formas descontextualizadas desde el punto de vista del uso cotidiano (Flores Farfán, 2003a).
Así, al igual que sucede con la elicitación, una mirada atenta a los contextos de interacción en los que se negocian los datos revela la expresión
material de variedades específicas del náhuatl, tales como las variedades
puristas (presumiblemente monolingües), que evidencian arreglos específicos de poder.
I. Variación e ideologías lingüísticas en lenguas mesoamericanas
33
Para mencionar sólo un par de ejemplos de las ideologías puristas vinculadas con la lingüística y la práctica antropológica, considérense los siguientes ejemplos. En alguna ocasión estaba con un grupo de hablantes de
náhuatl y un académico representante de la tradición purista y usé la siguiente frase para indicar que iba al baño:
(8.1) n-iaw tla-teen-ko9
1Sg-ir Obj-labio-Loc
“Voy a las afueras” (lit. “la orilla”); i. e., “Voy al baño”10
,
El colega corrigió enseguida mi “errónea” manera de hablar, mencionando
precisamente el sentido literal de tlateenko, tal como aparece en el ejemplo
anterior, aun cuando de hecho ésta es una expresión mucho más lexicalizada para “baño”, al menos en las comunidades donde el náhuatl está más
hispanizado, como es el caso de Xalitla.11
Otro ejemplo de la ideología purista del académico aludido es su propia negativa no sólo a aceptar la influencia del español en la estructura del
náhuatl, sino incluso a concebir las formas del español y el nahua como
posiblemente convergentes:
9 10
(8.2)
9
10
11
tla-kwaa-n (forma general de pluralizar en Xalitla)
Obj-comer-Pl
“Comen”
(En variedades conservadoras encontramos tlakwaa-h, donde -h
representa el saltillo, como en náhuatl clásico.)
Esta emisión fue producida por el propio investigador con base en su competencia del
náhuatl de Xalitla, en donde se utiliza esta expresión para decir que se va al baño.
Hasta hace muy poco tiempo no había baños en las unidades domésticas nahuas, de
manera que la gente orinaba o defecaba al aire libre, precisamente en las orillas de las
poblaciones.
Para una descripción completa de las características (socio)lingüísticas de las comunidades hablantes de un náhuatl hispanizado versus las que presentan un náhuatl más conservador véase, por ejemplo, Flores Farfán (1992, 1999).
34
José Antonio Flores Farfán
Compárese con su equivalente en español:
(8.3)
com-e-n
comer-3P-Pl
Es poco probable que los hablantes del náhuatl, una lengua que ha estado
en contacto intenso con el español durante más de cinco siglos, no hayan
desarrollado estrategias para hacer frente a presiones que en muchas ocasiones amenazan su existencia misma (Flores Farfán, 1992). Por ejemplo,
la explicación más plausible de fenómenos como la aparición de la –n
como una innovación en las formas plurales de la lengua es que se trata
de fuerzas concurrentes y no excluyentes (Flores Farfán, 2004b). Sin embargo, el purismo presente en las concepciones tanto de la antropología
como de la lingüística tiende a tratar el fenómeno del contacto, en el mejor de los casos, como una realidad parentética y, en el peor, llanamente como el origen de las formas “corruptas” de la lengua, que condenan
activamente.
Otros casos de purismo extremo se manifiestan en el discurso de los
líderes intelectuales nahuas, quienes han logrado presentarse como los hablantes auténticos de la lengua, por lo menos aquellos vinculados a los
espacios públicos.12 Pero, paradójicamente, los intelectuales nahuas, al
tiempo que defienden (al menos implícitamente) una unidad inexistente
de la lengua náhuatl, establecen un tipo de lengua escrita que incluye elementos de fuentes divergentes e incluso contradictorias. Dichas fuentes
integran fragmentos de discursos orales y escritos que abarcan variedades
sociales y dialectales a veces muy distantes (e. g., el náhuatl clásico y el de
la Huasteca), con lo que se produce un idiolecto, es decir, una variedad
altamente ininteligible, teñida de artificialidad y, desde luego, poco o nada
12
El tema de éstos y otros intelectuales indígenas constituiría todo un capítulo en sí mismo,
y no intento abordarlo aquí.
I. Variación e ideologías lingüísticas en lenguas mesoamericanas
35
comprensible para el lego, el hombre común.13 Hay abundantes ejemplos
de esto en la traducción al náhuatl de la Constitución Política Mexicana
(Hernández Ramírez y Hernández Hernández, 2001).14 La traducción del
título, analizada en el ejemplo (9), muestra ya las inclinaciones extremadamente idiosincrásicas y puristas que alimentan la creatividad lingüística de
los intelectuales nahuas:
(9)
Tlen in-tech-poui altepe-mej iuan maseual china-ko-mej tlen el-tok
ipan
Rel 3Pl-Loc-contar pueblo-PL Com gente semilla-Loc-PL Rel menteProg-Loc Sr
tlajtol tla-nauati tlen motski-tok mexko euanij tla-nauatil-yan
palabra Obj-ordenar Rel (¿?)-Prog México (?) Obj- orden-Loc
Ésta es, supuestamente, la traducción de Derechos de los Pueblos y Comunidades Indígenas en la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos. Salvo los académicos que nos dedicamos al tema, es muy poco
probable que alguien llegue a leer este texto, ya no digamos que lo entienda. Una vez más, la ininteligibilidad es un efecto de un purismo extremo
asociado con representaciones mistificadas de una pretendida lengua
general,15 auténtica y única. Irónicamente, el náhuatl queda subordinado a
la lengua hegemónica, como en la mayoría de los textos oficiales producidos por el Estado mexicano para la educación indígena (Flores Farfán
1988, 2003b; capítulo V). Esto es más evidente si se considera que el texto
13
14
15
Ejemplos similares para el caso del quichua aparecen en Floyd (s/f) (http://www.ailla.
utexas.org/site/cilla1/Floyd_Quichua_Spanish.pdf).
Los autores son hablantes del género masculino provenientes de la Huasteca, hoy día en
sus cuarentas y cincuentas.
Recientemente tuve la oportunidad de asistir a un taller en el que se discutía la traducción del Bando Solemne, el discurso de asunción del nuevo presidente de la República,
organizado por el INALI a petición de la Cámara de Diputados. Ahí me percaté de que
algunos de los intelectuales nahuas incluso llegan a hablar de “náhuatl genérico”para
referirse a esta variedad escrita.
36
José Antonio Flores Farfán
de donde proviene el ejemplo anterior es una traducción de términos absolutamente extraños para la mayoría de los nahuas, hecho que es aún más
claro por la inclusión de un glosario que “explica” una serie de términos
utilizados a lo largo del texto, como los siguientes:
(10)
tlajtol-tekpan-tli
palabra-mandar-Abs
lit. “mandato sobre la
palabra”, i. e., “glosario”
(11)
asi-ti-listli
llegar-caus-Nom
lit. “acción de hacer llegar”,
i. e., “objetivo, propósito”
Aun cuando hay un préstamo bien establecido y totalmente integrado en
la mayoría de los dialectos o lenguas del náhuatl para designar a un extranjero, kiixtiaano (o kiixtioono) (véase capítulo III, ejemplos 1 y 1.1), en el
texto referido se prefiere la forma del náhuatl clásico, ratificando la tendencia a un purismo extremo:
(12)
chontal tlakatl
Hombre chontal
“extranjero”
Otro intelectual nahua ofrece un ejemplo similar de purismo, ligado al uso
de formas del náhuatl clásico que ya no están en uso en las comunidades;
i. e., que son obsolescencias:
(12.1)
cachopi tlahtoli
español / palabra
“El idioma español” (Hernández, 2002: 141)
Se prefiere el artículo léxico supuestamente náhuatl a la forma castiza más
común en las comunidades, kastia’, derivada de la palabra “castilla”. Es
curioso que este préstamo, totalmente integrado en la mayoría de los dialectos del náhuatl, se opone a “mexicano”, término que, como queda di-
I. Variación e ideologías lingüísticas en lenguas mesoamericanas
37
cho, la mayoría de los hablantes del náhuatl utiliza para designar su lengua
materna.
Como se puede ver, la reflexividad purista se centra sobre todo en el
léxico. Esto lo confirma el ejemplo (12.1), en el que, irónicamente, lo que
se presenta como una forma náhuatl auténtica reproduce, tipológicamente
hablando, una estructura más apegada al español (i. e., más analítica). Dicho sea de paso, es probable que la escritura del español y la reflexividad
vinculada a ella en los actuales traductores, maestros, estudiantes o individuos alfabetizados que por una u otra razón producen textos en náhuatl
favorezcan esta tendencia a pasar de una estructura más polisintética a una
más analítica (Flores Farfán, 2004b), como lo sugiere la tendencia a subordinar la escritura del náhuatl al español, que veremos con más detalle en
su momento (véase ejemplo 12.2 y capítulo V).
En términos más simples, lo que en las variedades conservadoras del
náhuatl (e. g., el náhuatl clásico) sería tomado como una sola palabra, en
el ejemplo (12.1) se presenta como dos palabras. Es más, cachopi sería en
todo caso un doble préstamo, presuntamente derivado de la palabra náhuatl cactzopinia (que significa “patear con los zapatos”, una descripción
del trato que los invasores españoles habrían dado a la población indígena
(Karttunen, 1983), de la cual a su vez deriva quizás el término “gachupín”,
utilizado sólo en el español de México.
La evidencia adicional que apoya la idea de que el purismo está limitado fundamentalmente al léxico se encuentra en la influencia mucho mayor e inconsciente del español en los niveles morfológico y sintáctico, influencia visible incluso en las formas puristas más extremas. Un par de
ejemplos (12.2 y 12.3) bastarán aquí para demostrar este punto (véase también el capítulo IV):
(12.2)
mits ilnamiqui
2Obj recordar
“Te recuerdan” (Hernández, 2002: 50)
38
José Antonio Flores Farfán
Morfológicamente hablando, mits- (“a ti”) no es un morfema independiente, sino ligado. El uso en (12.2) se importa del español “a ti”, de modo que
el objeto se expresa sintácticamente con base en la estructura castellana, y
puede ser pragmáticamente tratado como una forma independiente, como
cuando uno dice “gracias” y le responden “a ti”, o cuando en un juego se
pregunta “¿a quién le toca?”, y le responden “a ti”.
Otra muestra de la influencia del español que el discurso purista no
detecta la ofrece el uso de las formas optativas para expresar construcciones indicativas, tal como la partícula maa, que en (12.3) se toma como una
partícula relativa correspondiente al “que” del español:
(12.3) amo qui-nequi-aya ma mo-chicahua-li-can
Neg 3Obj-querer-Imp Ex Ref-fuerte-Apl-Pl
ma xochi-ohua-can
Ex flor-ver-Pl
“No quería que se fortaleciera, que floreciera”
Si bien se puede objetar que efectivamente el náhuatl conservador (e. g., el
clásico) permite una construcción semejante, también existen formas alternativas relativas del náhuatl que no son utilizadas, como iika (“que”) en
náhuatl clásico, escrito como ica.
Por tanto, al limitarse al léxico, la reflexividad alcanza algunas partículas relacionales como la del ejemplo (13), corroborando la preferencia por
las palabras del náhuatl clásico, que constituye una de las fuentes más comunes del purismo náhuatl:
(13) inik
“Por”
Como he sugerido, si bien existen algunas excepciones, semejante léxico
del náhuatl clásico no está presente en la mayor parte de las variedades
contemporáneas del náhuatl, en las que las preposiciones han sido intensamente importadas del español al grado de que, tipológicamente hablan-
I. Variación e ideologías lingüísticas en lenguas mesoamericanas
39
do, las variedades del náhuatl muy hispanizadas se han acercado más al
español y han convertido el náhuatl en una lengua más preposicional
—analítica— que posposicional —polisintética— (Flores Farfán, 1999 y
2004b).
Por otro lado, en la traducción de la Constitución Mexicana al náhuatl
no aparece ningún caso de nativización, aunque en la práctica la nativización morfofonémica es un recurso sobresaliente en el mantenimiento y la
recreación lingüística en el ámbito comunitario. La nativización y el reanálisis se conciben como una estrategia productiva para la supervivencia de
lenguas amenazadas, tal como se ilustra en el caso de los pares bilingües
en la región del Balsas y en otras partes (véase capítulo IV) y no como un
análisis folk: recuérdese el caso de kiixtiaano (“extranjero”), mencionado
líneas atrás, que se opone a kristiaano (“uno de nosotros, persona”) (Flores Farfán, 2003a). Otro ejemplo que analizaré más adelante es el de la
manera de denominar la lengua:
(13.1)
to-indioma
1PosPl indio/idioma
“Nuestro idioma indígena”
Incluso cuando los intelectuales nahuas puristas probablemente alegarían
hablar una única lengua náhuatl (lo que representa una ideología totalmente opuesta a la del ILV que exacerba la más mínima diferencia), es
irónico que las conceptualizaciones acerca del náhuatl y su naturaleza,
ligadas a dichas autorrepresentaciones idiosincrásicas políticamente motivadas, empañen y ensombrezcan diferencias sutiles de la lengua, incluidos los niveles sociodialectales y las diferencias entre el discurso escrito y
hablado. Este estado de cosas tiende a reproducir un código individual,
como si fuera una lengua “privada” que junto con su expresión escrita
garantizara la inaccesibilidad a la literatura producida, perpetuando de
esta manera un arreglo de poder en el que el intelectual nahua define lo
40
José Antonio Flores Farfán
que cuenta (o no) como náhuatl sobre bases fuertemente subjetivas, previniendo el acceso efectivo a la escritura para un hablante común de náhuatl (y asegurando así su posición dominante). Como he sugerido, en
términos ideológicos, la fuente principal que los hablantes recuperan es
el náhuatl clásico en tanto corpus último y legítimo al cual recurrir para
otorgar “pureza” al código. Irónicamente, el náhuatl clásico es una lengua
extinta.
En consecuencia, tanto el purismo lingüístico como el eclecticismo —la
estrategia, ya descrita, que consiste en combinar elementos de distintas
variedades de la lengua, con el supuesto fin de garantizar su supervivencia— constituyen formas de ejercer control sobre lo que cuenta (o no)
como el léxico de la lengua. Para dar otro ejemplo sugerente, el término
del náhuatl clásico toltecatl, representante en tiempos históricos de la elite
que alimentaba la llamada civilización “azteca” y ya sin uso en las comunidades, fue utilizado en alguna ocasión por uno de los intelectuales aludidos para referirse a un artista en una conversación supuestamente en náhuatl (huasteco) entre hablantes de diferentes variedades. Otro ejemplo
notable de un discurso purista extremo son los relatos y escritos de los
autodenominados “cronistas”, “poetas” u otros “gestores” culturales que en
México y otros países de América Latina forman parte de la elite ilustrada
y retroalimentan las esferas educativas indígenas oficiales.
Como se verá en la siguiente sección, dedicada a los números —prueba favorita de las preocupaciones puristas—, los defensores del purismo
acuden en última instancia a un sistema de conteo vigesimal, que ya no
está prácticamenete en uso. Por orta parte, incluso crean nuevas palabras
para los topónimos, a las que desde luego les atribuyen un origen náhuatl;
por ejemplo, presentan “Atlantis” o “América” como nombres nahuas (Flores Farfán, 2003a).
Aun cuando, de hecho, el purismo es una fuente común de la planeación lingüística en todo el mundo, y específicamente para la estabilización
de una lengua estándar, en el contexto nahua la manipulación oportunista
I. Variación e ideologías lingüísticas en lenguas mesoamericanas
41
de tal capital lingüístico (Bourdieu, 1979) queda en manos de operadores
individuales que se convierten en “caciques culturales”. En general, estos
gestores sirven a los distintos propósitos de la mediación y el control de las
políticas oficiales del Estado mexicano orientadas a la población indígena,
con efectos limitados, si es que acaso hay alguno, sobre la estabilización y
promoción “real” de, por ejemplo, una forma escrita de la lengua. El purismo es de hecho una expresión favorita del poder ligado al supuesto conocimiento de la lengua. En el caso del náhuatl, esto conlleva una serie de
complejas paradojas que, en última instancia, favorecen la sustitución lingüística (Hill y Hill, 1986), como queda de manifiesto en la inteligibilidad
de las variedades escritas o en la parálisis que las actitudes de los puristas
extremos producen en los jóvenes al condenar su habla.
Quiero mostrar otros casos sobresalientes de la ideología purista en el
náhuatl que no han sido examinadas en otras partes (Flores Farfán 2003a).
Para ello, voy a enfocarme en uno de los blancos más comunes de las
ideologías puristas, los números, un tema que merece especial atención
por ser uno de los retos favoritos de los que los puristas hacen especial
alarde.
3. LAS IDEOLOGÍAS LINGÜÍSTICAS MANIFIESTAS
EN LOS NUMERALES
Históricamente, las lenguas mesoamericanas se distinguían de las indoeuropeas, y específicamente del español, de diversas formas, entre ellas por
rasgos tipológicos, sintácticos, semánticos y pragmáticos. Una diferencia
sobresaliente en forma y función se observa en el sistema vigesimal de
numeración, característico de las lenguas mesoamericanas, incluidas las
lenguas de familias distintas al náhuatl, como la maya o la otomangue. Así,
el sistema vigesimal se considera un rasgo distintivamente mesoamericano.
La unidad básica para contar en el sistema vigesimal usado en Mesoaméri-
42
José Antonio Flores Farfán
ca eran los múltiplos de 20, tal como se documenta en el Vocabulario de
la lengua mexicana de Molina (1977 [1571]) para el caso del náhuatl en los
albores de la era colonial. Incluso contamos con una representación pictográfica del 20 (pantli, identificado con un tipo de “bandera”), así como de
otros números en fuentes del siglo XVI.
En teoría, el sistema numérico náhuatl tiene su origen en el maya (o
por lo menos fue adaptado y adoptado de él), el cual tenía el sistema más
desarrollado y sofisticado en Mesoamérica y mucho más allá de sus fronteras. Como telón de fondo para entender el sistema vigesimal, considérese
la forma en la que funcionaba el sistema prehispánico:
(14) Ce
ome
yeyi
nahui
macuilli
“uno”16
chicuace
“seis”
“dos”
“tres”
“cuatro”
“cinco”17
chicome
chicueyi
chicnahui
matlactli
“siete”
“ocho”
“nueve”
“diez”
,
La serie continúa usando la conjunción (i)huan en náhuatl clásico, comúnmente reducida a an (“y”), más la misma serie de números, como en matlactli ihuan ce, 11, etc., con una palabra propia para 15, caxtolli. Así,
16 17
16
17
En términos de la lingüística del contacto del náhuatl, hay que notar que este número
ha sido identificado durante mucho tiempo con el artículo indefinido del español “un”,
como en ce tlacatl (“un hombre”). La numeración náhuatl ce, “uno”, como artículo indefinido, está ya presente en los documentos coloniales del náhuatl. Por ejemplo, al referirse al náhuatl colonial, Lockhart (2002: 213) afirma: “ce, uno. También usado como el
artículo indefinido en inglés...” (traducción del autor). En este mismo tenor, nótese que
los clasificadores otrora utilizados en el náhuatl clásico y colonial para indicar distintos
tipos de objetos, como centetl, fomado de uno más piedra, también han prácticamente
desaparecido o están desapareciendo —en Xalitla no se registran, o sólo podrían proferirse como parte de un alarde purista por parte justamente de hablantes que ya han tenido contacto con la academia y por tanto con el náhuatl clásico o colonial que de hecho y con ello muestran su dominio de un náhuatl “superior”.
De ma (“mano”) y qui-cui (“agarrar”). Véase Molina (1977 [1571]).
I. Variación e ideologías lingüísticas en lenguas mesoamericanas
43
caxtolli an ce 16, etc., hasta llegar al 20, la unidad básica, que se indica con
pohualli, literalmente “cuenta” (relacionado con la palabra del náhuatl clásico qui-pohua, “contar”). Por tanto, cem-pohualli (lit., “uno cuenta”), es
20, cempoalli an ce es 21, etc. Usando los múltiplos de 20, la serie continúa
como se muestra en el siguiente ejemplo:
(15) cem-poalli ihuan matlactli
om-poalli
ompoalli ihuan matlactli
yei-poalli
yei-poalli ihuan matlactli
nah-poalli
nah-poalli ihuan matlactli
macuil-poalli
matlac-poalli
caxtol-poalli
centzontli
centzontli ihuan macuilpoalli
etc.
“treinta”
“cuarenta”
“cincuenta”
“sesenta”
“setenta”
“ochenta”
“noventa”
“cien”
“doscientos”
“trescientos”
“cuatrocientos” (forma separada)
“quinientos”
etc.
Es necesaria una investigación minuciosa para establecer cuándo y dónde
desapareció finalmente el sistema numérico náhuatl —así como otros sistemas— en favor del sistema decimal español. E incluso si su uso prevalece y hasta qué punto en comunidades donde el náhuatl todavía tiene
mucha vitalidad, como en la Huasteca. No obstante, podemos señalar dos
tipos de razones por las cuales se favoreció el abandono del sistema vigesimal.
La primera, y la más poderosa, fue la necesidad y la consecuente presión de los invasores coloniales, y posteriormente de los nacionalistas criollos, para uniformar los calendarios y otros sistemas de medición con fines
administrativos; es decir, para llevar las cuentas y en última instancia explotar a la población indígena.
44
José Antonio Flores Farfán
La segunda razón tiene que ver con la estructura estrictamente lingüística de la numeración. Desde un punto de vista meramente instrumental,
el sistema decimal, comparado con el vigesimal, resulta menos complejo:
apelando al principio de economía lingüística, es cognitivamente más simple. Más aún, aunado a otras evidencias como el valor que el cuerpo humano tenía para la conmesuración, quizás el sistema vigesimal permitía un
rango de variabilidad en los conteos que no se presenta en el decimal. Por
ejemplo, como se explica en el ejemplo (14), la palabra macuilli (“cinco”),
se relaciona con la mano y lo que se alcanza a agarrar con la misma, y es
probable que en las compras hechas en el mercado las diferencias de tamaño de distintas manos dieran lugar a diferencias en las cantidades intercambiadas. Lo mismo pasaría sin duda con otras mediciones.
En cualquier caso, podemos estar seguros de que la desaparición del
sistema vigesimal fue definitiva a comienzos del siglo XIX, cuando la generalización de los mercados capitalistas requirió un sistema estandarizado de
pesos y medidas, vinculados a la emergencia del Estado mexicano (Flores
Farfán, 1983). Es significativo que en el mismo periodo se extinguiera un
gran número de lenguas indígenas (Suárez, 1983).
Desde una perspectiva más amplia, la obsolescencia del sistema vigesimal está vinculada a la distribución e ideologías diglósicas de las lenguas
indígenas en general frente al español. De hecho, el sistema vigesimal es
uno de los subsistemas que ha colapsado en la mayoría de las lenguas indígenas (¿o en todas?), aun cuando sea posible atestiguar casos de reversión diglósica, como en el náhuatl del Balsas (Flores Farfán, 2001b y 2001c).
En otras palabras, incluso en las regiones donde las lenguas y culturas indígenas presentan altos niveles de lealtad y retención lingüística, la necesidad de imponer la dinámica capitalista ha derivado en el desplazamiento
de los sistemas de numeración indígenas y de otros sistemas de medición.
Esto está confirmado por diversas investigaciones, no sólo en el náhuatl,
sino en otras lenguas indígenas (Flores Farfán, 1983). Por ejemplo, en la
traducción del Nuevo Testamento por parte del trabajo misionario del ILV,
I. Variación e ideologías lingüísticas en lenguas mesoamericanas
45
en más de un pasaje es posible encontrar numeración del antiguo sistema
nahua acompañado de una explicación completa, como si se quisiera reintroducir el sistema vigesimal:
(16) “Sempoajli quitosnequi veinte, niman sempoajli huan nahui
quitosnequi veinticuatro” (ILV, 1987: 21, nota 8)
(17) “yepoajli quitosnequi sesenta, niman yepoajli huan nahui
quitosnequi sesenta y cuatro” (ILV, 1987: 858, nota 1)
Otro ejemplo se encuentra en la ya analizada traducción de la Constitución
Política Mexicana, en que la mayoría de los números, aun si en general se
establecen en una dirección purista, presentan formas españolas —excepto los números ordinales, los cuales sin embargo no van más allá del cinco
(e. g., también achtoui, “primero”) (ILV, 1987: 25).
En la página 27 de la traducción de la Constitución encontramos:
(18) ACHTOUI TLANAUATILI 18
OMPA TLANAUATILI
EXPA TLANAUATILI
NAJPA TLANAUATILI
“Primer artículo”
“Segundo artículo”
“Tercer artículo”
“Cuarto artículo”
18
Esto es coherente con la región del Balsas y de otros lugares donde se
habla náhuatl (Hill y Hill, 1986). En el uso cotidiano, las comunidades
cuentan hasta cinco en náhuatl, pero todavía podemos encontrar personas
que pueden contar hasta 10 si se les pregunta y que incluso conocen la
forma independiente para el 15 (kaxtohli). Asimismo, podemos hallar remanentes del sistema indígena en expresiones fijas como amaan chikweyi
(“en ocho días”) o amaan kaxtohli (“en 15 días”), formas usadas para establecer citas:
18
Los traductores son los mismos que se mencionan en la nota 14.
46
José Antonio Flores Farfán
(19) timotaaske amaan chikweyi, tak? 19
“Nos vemos en ocho días, ¿de acuerdo?”
19
Estos remanentes lexicalizados también se registran en vocabulario específico:
(19.1)
20
seempoal-xoochitl 20
veinte flor
“Flor de muertos”
En las comunidades nahuas contemporáneas el conocimiento de la numeración nahua es concebido como prueba de la capacidad para hablar un
tipo de mexicano mítico, auténtico y “real”, y también de la pureza de la
lengua y de la autenticidad del hablante. Estos objetivos de las pruebas
puristas están ligados a identidades altamente mistificadas, muchas veces
manipuladas como diferenciales de poder, en tanto formas ideológicas de
distinguir y clasificar a la gente en la sociedad. Con esto se recrea la figura
del hablante idealizado del lingüista y se niega implícitamente (y desde
luego se condena) la naturaleza dinámica de las lenguas. En la práctica,
este hablante no existe, y recuérdese que de hecho los nahuas del Balsas
dicen que ellos hablan toindioma:
21
(20) to-indioma21
2PosPl-lengua indígena
“Nuestro idioma”
19
20
21
Cleofas Ramírez Celestino es la que produjo este ejemplo. Mujer pintora bilingüe oriunda de Xalitla, Guerrero. En su momento, alrededor de 45 años.
Ejemplo también de Cleofas Ramírez Celestino, de uso general en la comunidad.
Ejemplo proferido en un intercambio entre un hombre en una tienda en Oapan, Guerrero, quien se asombró de que el investigador hablara en mexicano, con lo que expresó
su gusto por hablar en toindioma, expresión de conocimiento general en Oapan.
I. Variación e ideologías lingüísticas en lenguas mesoamericanas
47
Se trata de un juego de palabras bilingüe que constituye una forma general
bien establecida en la práctica conversacional para designar a un hablante
de náhuatl en las comunidades del Balsas. La frase se construye identificando las palabras “indio” e “idioma” (Flores Farfán, 1999).
Con el fin de ilustrar de qué forma los números operan como los artículos léxicos de las pruebas puristas, quiero referirme a una ocasión en
que me presenté en náhuatl en la comunidad de Tulimán, Guerrero. En
sentido estricto, esta comunidad está ligeramente fuera de la región del
Balsas. En cuanto al dialecto, comparte ciertas isoglosas del náhuatl clásico, como el uso de la negación libre amo en lugar de ka (“no”), característica del náhuatl del Balsas. En aquella ocasión, una artesana que fabrica
cerámica para vender en las comunidades vecinas y en los mercados nos
invitó a visitar a un anciano quien, según ella, hablaba náhuatl de verdad.
Después de las cortesías iniciales, el anciano, de aproximadamente 80 años
y casi ciego, retó mi conocimiento de la lengua al preguntarme directamente por la palabra para decir el número 80. Después de contestar nahpohualli (“cuatro veintes”), fui considerado una persona digna de reconocimiento.
No hace mucho, en esa misma comunidad, conocimos a una mujer que
nos presentó a su padre. Ella no habla activamente la lengua, como tampoco la mayoría de los adultos en Tulimán y otras comunidades similares
(sin mencionar a los niños, que son hablantes monolingües del español).22
Al llegar a su casa, y después de romper el hielo con su padre y con otros
miembros de la familia, el padre, un hombre de 80 años que ya no puede
caminar, por lo que básicamente está acostado en su hamaca la mayor
parte del día, nos preguntó si queríamos aprender náhuatl y se ofreció a
22
Hay que considerar, además, que en Tulimán, como en muchas comunidades nahuas, el
mexicano está alcanzando el umbral de la extinción, por lo que hemos iniciado trabajos
para documentar lo que queda de la lengua náhuatl e incluso también para revitalizarla,
tal como lo estamos haciendo con el náhuatl del Balsas y otras comunidades nahuas
(Flores Farfán, 2001, 2006).
48
José Antonio Flores Farfán
enseñarnos a contar. Irónicamente, el anciano23 contaba de la siguiente
forma:
(21) See, ome, yeyi, nawi, makwihli, chikwasee, chikome, chikweyi,
chiknawi, matlaktli
“Uno ... diez”
Después continuó con matlaktli wan see, 11, hasta 14, y posteriormente
evidenció por primera vez la obsolescencia del sistema vigesimal diciendo:
(22) matlaktli waan makwihli
“Diez y cinco”
En otras palabras, me interesa advertir que este hablante, en la demostración espontánea de su conocimiento “real” del sistema numérico, ni siquiera usó la palabra para “quince” (kaxtohli), que en cierta medida aún se usa
en algunas comunidades donde el náhuatl todavía es una lengua hablada.
El mismo hablante siguió hasta el 19. Cuando llegó al 20, dijo:
(23) matlaktli
diez
“Diez
waan
Com
más
matlaktli
diez
diez”; i. e., “veinte”
Esta frase se enunció en lugar de cempohualli, del náhuatl clásico (lit. “una
cuenta”; i. e., “20”). Este hecho puede ser visto como una innovación respecto del antiguo sistema nahua. Aquí también está en juego la simplificación, vinculada al estatus obsolescente de tal uso, así como al sistema decimal. Paradójicamente, esto se presentó como mexicano “real” y “legítimo”.
23
Postrado en su hamaca, se trata de un hablante con más dominio del mexicano que del
español. En su momento, alrededor de mediados de los noventa, se encontraba arriba
de los 80 años.
I. Variación e ideologías lingüísticas en lenguas mesoamericanas
49
En muchas otras ocasiones he encontrado ejemplos de purismo al manifestar mi interés por aprender la lengua náhuatl. Una vez se me ofreció el siguiente ejemplo como una prueba directa del estatus de hablante “real” de
náhuatl:
(24) ome matlaktli waan see
Dos diez com uno
“Dos veces diez más uno”; i.e., “veintiuno”
Esta frase se enunció en lugar de cenpohualli ihuan ce (lit., “un veinte y
uno”, i. e., “veintiuno”), la forma del mexicano clásico.
A pesar de ser recurrente, el uso de los números en náhuatl como una
forma de afirmar una presentación personal asociada a un hablante real y
auténtico es todavía una manifestación de las ideologías puristas del náhuatl que alimentan la sustitución lingüística. Se trata de lo que he llamado
“purismo negativo”, opuesto al “purismo positivo”, una dimensión mucho
más positiva del fenómeno, que desde luego también existe (Flores Farfán,
2003a; capítulo IV). Pero mantenerse fiel a un subsistema obsoleto de la
lengua para probar la propia capacidad en una lengua puede resultar paralizante en términos de la expresabilidad lingüística (tal como con otras
formas de purismo negativo) y llegar a tener un efecto boomerang respecto de la integridad y la viabilidad de la lengua. Ello tiene un fuerte impacto
en la conciencia lingüística de una comunidad, pues produce ideologías
lingüísticas en extremo negativas que fomentan la inseguridad lingüística e
incluso la denigración de la propia lengua, favoreciendo en consecuencia
la sustitución lingüística. Algunos hablantes han estigmatizado la falta de
un sistema numérico nahua, a tal grado que llegan a equipararlo con otros
juicios de valor ideológicos, como que el náhuatl no tiene gramática, que
es un dialecto o que no tiene forma escrita. De este modo, los estigmas
vinculados con los complejos de inferioridad y asociados a ideologías destructoras de la lengua se materializan en pautas numéricas o en otras así
50
José Antonio Flores Farfán
presentadas como pruebas puristas de la capacidad y la autenticidad lingüísticas.
Las conceptualizaciones ideológicas puristas de la lengua náhuatl permiten un entendimiento de los puntos críticos que enfrentan tanto los intelectuales como los hablantes comunes del náhuatl (Flores Farfán, 2003a).
Desde luego, existen diferencias en el uso ideológico de las pautas puristas, y uno puede encontrar una amplia gama de variabilidad vinculada a
distintos temas de corte purista, relacionados no sólo con la numeración.
4. CONCLUSIÓN
Como hemos visto y veremos con más detalle en su oportunidad, el purismo, entendido como una ideología, está fundamentalmente vinculado con
el léxico y en cierta medida también con la fonología de la lengua. Con
todo, la fonología puede estar asociada a otro tipo de reflexividad diglósica (secundaria), que no necesariamente se concibe de manera negativa,
puesto que podría favorecer reversiones lingüísticas por medio de préstamos, nativización, resemantización o acuñación lingüística, entre otros,
ampliando de este modo el repertorio lingüístico de la comunidad. Incluso
ocurre esto con la numeración, que se usa en distintas ocasiones para convenir el precio de determinados productos en la negociación con no hablantes del náhuatl, subrayando el potencial del náhuatl como una lengua
secreta, por lo menos instrumentalmente.
Entre las medidas que tendría que proponer un proyecto que busque
oponerse y modificar las ideologías negativas que favorecen la sustitución
lingüística estaría la de reintroducir el sistema numérico nahua en las escuelas, para demostrar no sólo que sirve para contar, sino que además
puede enfrentar el reto de crear contextos en los que estas formas readquiridas podrían ser usadas productivamente de manera cotidiana (Flores Farfán, 2001a, 2001c y 2006).
II. La reconstrucción de las ideologías lingüísticas
en el náhuatl clásico y colonial
En este capítulo examino la emergencia específica de una multiplicidad de
voces en términos de diversos análisis no sólo del fenómeno del contacto
sino también del léxico y la morfología nahuas. Se presentan una serie de
ilustraciones provenientes de una investigación, aún en marcha, en torno
a las ideologías lingüísticas del náhuatl desde una perspectiva etnohistórica. Para ello recurriré a textos pertenecientes al náhuatl clásico y documentos en náhuatl de la etapa colonial temprana. Dichos análisis incluyen
tanto las interpretaciones lingüísticas recibidas que conciben el léxico
como poseedor de un significado semántico estable, como la interrupción
de dichas interpretaciones por el uso de distintos tipos de hablantes, con
lo cual se expresan posturas políticas e ideológicas regularmente conflictivas. Asimismo, quiero mostrar que la idea de una variación libre en la fonología y la morfología del náhuatl es, sencillamente, una idea reduccionista y poco realista (Labov, 1966), puesto que los hablantes hacen
elecciones mucho más complejas que son creadas y recreadas en la interacción. Más aún, como parte del repertorio abierto de los hablantes en la
dinámica heteroglósica (Bajtín, 1986), tanto en este capítulo como en el
siguiente mostraré que el sistema lingüístico se configura como un terreno
para la disputa política e ideológica, en la medida en que se ponen en
juego interpretaciones antagónicas cuando se comparan, desde las perspectivas histórica y sincrónica, la interpretación sistémica de la lingüística
prescriptiva y el uso concreto de la lengua desde la perspectiva de distintos
tipos de hablantes. En este sentido, la visión normativa y sus ideas en torno
[51]
52
José Antonio Flores Farfán
a las estructuras lingüísticas bien formadas, “gramaticales” y “aceptables”,
colapsa desde el punto de vista, por ejemplo, de la práctica bilingüe de los
hablantes, quienes pueden perfectamente aceptar e interpretar enunciaciones que serían rechazadas por las posturas normativas recibidas.
1. LA INDEXICALIDAD DE LA VARIACIÓN Y EL PODER
EN EL NÁHUATL CLÁSICO
Aun cuando el náhuatl es una de las lenguas indígenas más investigadas
de todo el Continente Americano, en parte debido a la existencia de un
extenso corpus comparable con el de cualquier legado lingüístico clásico
del mundo, las referencias en lo que respecta a su naturaleza heteroglósica
son pocas, por no mencionar la situación de otras lenguas indoamericanas
todavía menos documentadas. Además, la variabilidad del náhuatl no ha
sido un tema investigado sistemáticamente por los estudiosos mesoamericanistas (para algunos acercamientos al tema de la variabilidad en náhuatl,
véase Hill y Hill, 1986; Karttunen y Lockhart, 1976; Flores Farfán, 1999).
Tómense como ejemplo las variaciones en los sufijos de número, ya
sean plurales o singulares, que desde el punto de vista de este trabajo no
constituyen fenómenos arbitrarios o aleatorios, tal como se ha descrito en la
literatura (véase infra). Por el contrario, su variabilidad constituye la firme
evidencia de que efectivamente el uso de la lengua náhuatl se despliega en
una diversidad de contextos (como en cualquier otra lengua), vinculados a
una serie de diferenciales de poder que representan voces en pugna y muchas veces disonantes en extremo. Considérese en el siguiente ejemplo la
visión descriptiva interna de la formación del plural en el náhuatl clásico:
El plural absolutivo es asistemático y no pueden formularse reglas simples
y claras para su formación. Por un lado, los sufijos del plural son [...] variaciones libres unos de los otros. [...] El uso del plural es opcional con algunas
II. La reconstrucción de las ideologías lingüísticas en el náhuatl
53
raíces sustantivas, obligatorio con otras. Frecuentemente, una raíz permite
formaciones alternativas en plural (Andrews, 1975: 145) (las cursivas y la
traducción son del autor).
En un examen más detallado —i. e., a partir de la reconstrucción de la
perspectiva del hablante en torno a la variación de los formadores de numerales— se revela una diversidad de sociolectos y géneros discursivos en
juego. En efecto, sabemos que en el México prehispánico existía una profunda estratificación social en gran medida vinculada a la situación del
náhuatl, de ahí que dicho diferencial social se expresara con toda claridad
en términos nativos: pillatolli (o tecpantlatolli) (“el discurso de la elite”)
versus macehuallatolli (“el discurso de los comunes”).1
Los ejemplos para formadores del singular en el pillatolli, la variedad
alta, incluyen la alternación de las formas absolutivas -tl y -tli, como en:
(1) xochi-tl vs. xochi-tli 2
flor-Sg vs. flor-Sg
“Flor” (Garibay, 2000: passim)
ilhuica-tl vs. ilhuica-tli
cielo-Sg cielo-Sg
“Cielo” (Garibay, 2000: passim)
2
Dicha variación indica un registro elevado, sagrado y poético, controlado
desde luego por los piltin (“la elite”):
(2) xopan in xochi-tli
“Flores de primavera” (Garibay, 2000: 93)
1
2
Pilli, “noble, miembro de la clase dominante”; tecpan, “palacio”; tlatolli, “discurso”; macehualli, “plebeyo”.
Debido a que Garibay (2000) prefiere no señalar la vocal larga distintiva del náhuatl, en
estos ejemplos tampoco lo hago.
54
José Antonio Flores Farfán
in puyuma xochi-tli, in cacahua xochi-tli
“Flores de éxtasis, flores de cacao” (Garibay, 2000: 93)
ilhuica-tli itec
cielo-Sg estómago
“De las entrañas del cielo” (Garibay, 2000: 93)
xochi-tli cuica-tli
flor -Sg canción -Sg
“Flor y canto”; i. e., “poesía” (Garibay, 2000: 99)
Vale la pena subrayar que en el ejemplo (1), xochi-tli aparece junto a la
forma más neutral, no marcada, xochi-tl; lo mismo ocurre con ilhuica-tli e
ihuica-tl. Aun cuando se podría aducir que en el caso de estas alternancias
es predecible que se inserte una glotal como parte de una regla de distribución complementaria entre las raíces que terminan en consonante versus
aquellas que lo hacen en vocal, que respectivamente toman el sufijo -tli o
-tl, como lo describen las gramáticas, esto no invalida el argumento, ni
tampoco parece haber un registro escrito de que esto sea el caso. Por el
contrario, formaría parte del manejo de un mayor repertorio estilístico reservado a la clase dominante. Sea como fuere, estos casos muestran que el
sufijo del absolutivo -tli constituye la forma marcada que, en términos diglósicos, indica un repertorio social y genérico mucho más alto. Nótese
que la /i/ del sufijo absolutivo -tli ya no es epentética, como se describe
para las raíces que comienzan o terminan en vocal en la formación de sustantivos y verbos (véase capitulo I), sino un ejemplo egregio de un recurso
estilístico que marca un registro alto.
Se trata de un capital lingüístico (Bourdieu, 1979) cuyo control pertenecía a la clase gobernante y que estaba representado en el discurso de los
piltin, grupo con el que en última instancia los invasores españoles establecieron mayor contacto y cuyas variedades lingüísticas están consecuentemente representadas en la mayoría de las fuentes, al menos en las pertenecientes al periodo colonial temprano. Por tanto, el hecho de que,
II. La reconstrucción de las ideologías lingüísticas en el náhuatl
55
estilísticamente, xochitli alterne con xochitl confirma nuestra aproximación
sociolectal a la variabilidad en el sentido de una organización diglósica
clásica, en la cual la variedad alta es gramaticalmente más compleja, tal
como se mostró ya desde el trabajo pionero de Ferguson (1959).
Más evidencia de tal organización diglósica, incluyendo su indexicalidad morfológica, se encuentra en el náhuatl colonial descrito por Carochi,
uno de los mejores gramáticos misioneros, cuyo trabajo data del siglo XVII.
Considérese la siguiente cita:
…tlacatl, persona, plural tlacâ, personas: cihuatl, muger, cihuâ, mugeres, que
no es muy pulido decir cihuamê (Carochi, 1979: 4) (las cursivas son mías).3
En estos ejemplos la alternancia de las formas plurales,4 es decir, la oclusión glotal versus la sílaba -mê, como en la anterior cita de Carochi, indica
no una elección arbitraria y aleatoria, sino más bien la diferencia entre una
variedad alta (A) versus una variedad baja (B), respectivamente:
(3)
cihuâ (A) vs. cihua-mê (B)
mujer- Pl vs. mujer- Pl
“Mujeres”
tlacâ (A) vs. tlaca-mê (B)
hombre-Pl vs. persona, hombre-Pl
“Personas, hombres”
Otro ejemplo de la variación sociolectal descrita por Carochi es (3.1), en
el que, una vez más, es evidente que la variedad alta permite un repertorio
más amplio en términos de los formadores del plural (hay que notar la
presencia de -tin, otra forma de plural de la variedad alta), hecho que
3
4
En este caso se respeta la escritura de Carochi, por ser de él de quien provienen estos
ejemplos. Como puede verse, Carochi utiliza el acento circunflejo para marcar el cierre
glotal o saltillo, que es la marca de plural.
Si bien podría aludirse a un aspecto semántico para el uso diferencial de los plurales, en
el que la escala de animicidad juega un papel importante, esta interpretación no se confunde con la vertida aquí en términos de una distribución diglósica.
56
José Antonio Flores Farfán
confirma que el pillatolli es gramaticalmente más complejo, mientras que
la variedad baja cuenta sólo con un sufijo del plural (véase asimismo el
ejemplo 3). Compárese:
(3.1) oquich-tin (A) vs. oquich- mê (B)
hombre -Pl
hombre -Pl
“Hombres”
Es decir, las formas marcadas con -mê permiten una interpretación “baja”
que incluso tiene una connotación peyorativa, tal como ha sugerido Simeón (1981: 113) en su diccionario del náhuatl para el término cihuamê
(“mujeres de vida baja, mujerzuelas”):
ciua o cihuatl s. Mujer, hembra en general ... Pl. ciua o ciuame, esta última
palabra ... se toma en mal sentido.
En suma, es claro que las variaciones entre éstas y otras formas del plural
no son resultado de elecciones caprichosas, arbitrarias o voluntaristas,
mucho menos variaciones libres, sino que más bien tienden a forjar expresiones lingüísticas palpables de la estratificación social en el México prehispánico, como muchas otras palabras en diversos ámbitos de la vida
social y cultural (para otros ejemplos véase Flores Farfán y Elferink, 2007;
Flores Farfán, Elferink y Brocca, 2007).
En lo que sigue analizaré otros fenómenos léxicos interesantes del
náhuatl clásico que reaparecen más tarde en el náhuatl colonial y que
están sujetos también a interpretaciones antagónicas derivadas de perspectivas monolingües en disputa. Para ello, discutiré el origen y significado del nombre Malintzīn, la intérprete y amante de Hernán Cortés (“la
Malinche” en español). El origen de esta palabra, tanto en español como
en náhuatl, aún resulta polémico, lo cual revela diversas perspectivas monolingües y enfoques unilaterales en pugna, precisamente distintas ideologías lingüísticas.
II. La reconstrucción de las ideologías lingüísticas en el náhuatl
57
2. LOS NOMBRES DE “LA MALINCHE”: POR UNA NUEVA
INTERPRETACIÓN
No sabemos con certeza cuál era el nombre original de “la Malinche”. Existe una gran cantidad de versiones monolingües en torno a su etimología
que se presentan sin la menor discusión. La mayoría de los autores da por
hecho que el nombre de la intérprete de Cortés era originalmente náhuatl
(Glantz, 2001; González Hernández, 2002),5 teóricamente su lengua materna. Esta versión derivaría el nombre de Malintzīn (en español no existe el
fonema /¢/, siendo /č/ el sonido más cercano). González Hernández
(2000) aventura otra posibilidad: “Malinche” proviene de Malin-tzīn-é!, la
forma vocativa del náhuatl equivalente a “¡Oh, venerada Marina!” (González Hernández, 2002: 187) (aunque el apócope sería ¡Malintzé!). Aun cuando esto es una posibilidad, el argumento no es convincente. Considérese
una importante objeción vinculada con la forma en la que similares nahuatlismos o mexicanismos (palabras de origen náhuatl) fueron adoptados
y adaptados en el español de México: tlacua-tzīn deriva en “tlacua-che”,
el Prometeo mesoamericano; tepa-tzīn en “tepa-che”, bebida fermentada,
etcétera.
Frente a semejantes versiones monolingües, que derivan de interpretaciones unilineales, una alternativa plausible es la de suponer que los invasores españoles bautizaron a “la Malinche” con el nombre de “Marina”, sin
interesarse en su nombre original. Posteriormente, “Marina” sería reinterpretada en náhuatl como Malina, pues no existe /ř/ en el náhuatl. Cuando
se adjunta -tzīn al sustantivo, la vocal final se elimina, produciendo Malintzīn, un sustantivo con forma reverencial y diminutiva. Éste es plausiblemente el origen del nombre, pues es poco probable que cuando el padre
5
“La Malinche” hablaba al menos dos variedades de dos lenguas distintas y alejadas entre
sí: chontal (maya) y una variedad “no estándar” del náhuatl. Evidentemente, también
hablaba el náhuatl como lingua franca y, posteriormente, el español.
58
José Antonio Flores Farfán
Olmedo bautizó a las 20 mujeres presentadas a Cortés como esclavas, preguntara a cada una por su nombre indígena, ya no digamos que los pronunciara en náhuatl (Karttunen, 1994: 2 y ss.).
La reinterpretación nativa de este nombre es bastante interesante: Malinalli, que literalmente significa “hierba torcida”. Desde la perspectiva indígena, tomando en cuenta el Tonalpohualli, libro calendárico y libro de
los destinos, el significado de Malinalli se asocia con malos presagios, de
hecho fatales, vinculados con la muerte. Esta interpretación concuerda totalmente con la biografía de “la Malinche”, según la cual fue secuestrada y
posteriormente perdió su condición originalmente noble para convertirse
en esclava. Después fue rechazada por sus padres y “vendida” a ciertos
comerciantes, quienes a su vez la ofrecieron a otros extranjeros; además,
fue violada por los invasores españoles siendo adolescente, un hecho que
se asocia con el epíteto de “la chingada” (i. e., “la violada”),6 sin mencionar
6
El verbo “chingar” tiene una multiplicidad de usos en el español de México, que abarca
desde el más insultante “chinga tu madre” hasta el halago “eres un chingón” (o “chingona”). La explicación de Octavio Paz acerca del origen de esta palabra resulta insostenible: “... xinachtli (semilla...) xinaxtli (aguamiel fermentado)”. Paz vincula estos términos
con los efectos devastadores que tiene el alcohol sobre el cuerpo humano y, por extensión, con la agresión física implicada en los usos polívocos del término “chingar” en el
español de México (Paz, 1986). Una explicación más plausible estaría también asociada
al origen náhuatl del término: los usos verbales de -tzin (no el afectivo -tzīn, con una
vocal larga) se refieren a las nalgas, quizás como una alusión a los abusos sexuales de
los invasores españoles a las mujeres indígenas. Una versión recurrente del origen del
verbo “chingar” sugiere que deriva del romaní (“gitano”) zigna(r). En el romaní actual,
zingalo significa “adúltero” y en el español caribeño el infinitivo zingar es una forma
coloquial y vulgar de referirse a las relaciones sexuales. Probablemente el término llegó
a México vía el español y a través del tiempo histórico expandió su significado a los usos
múltiples que tiene en la actualidad, convergiendo con los usos sexuales indígenas del
término -tzin y que los españoles quizás llegaron a transferir, verbalizado y simplificado,
como un equivalente de “fornicar”. De este modo, debido a sus semejanzas fonéticas y
semánticas, para la mente bilingüe incipiente quizás “chingar” se alimentó históricamente de ambos usos, convergentes y complementarios.
II. La reconstrucción de las ideologías lingüísticas en el náhuatl
59
lo que “la Malinche” representó y representa todavía en términos de la
conquista de México.
Malinalli más -tzin, un sufijo afectivo que, como es consabido, tiene un
significado tanto reverencial como diminutivo, produce Malintzīn, que significa o bien “honorable Marina” o bien, simplemente, “Marinita”. Aun
cuando esta última interpretación parece bastante mundana, es probable
que sea el significado del nombre de “la Malinche” en las etapas tempranas
de un incipiente bilingüismo náhuatl-español, pues cuando fue ofrecida a
Cortés ella era apenas una adolescente. A través de su historia y de la creciente expansión potencial del bilingüismo, el nombre adquirió distintas
connotaciones. Así, si al principio el nombre aludía a la muchacha ofrecida
a Cortés como esclava, cuando fueron descubiertas sus habilidades lingüísticas y diplomáticas, adquirió un estatus de creciente importancia que eventualmente le retribuiría a “la Malinche” su condición originalmente noble,
frente a los españoles y a los indígenas por igual. De este modo, el nombre
probablemente adquirió un significado reverencial, tal como lo indica la
posterior traducción al español de su nombre: “doña Marina”, aunque nunca se libró de las ambivalencias valorativas que le imputan en su papel de
traidora, y de donde deriva el uso de la palabra “malinchismo” en México.
De este modo, el nombre de “la Malinche” fue objeto de diversas interpretaciones cambiantes, siempre vinculadas a las múltiples y enigmáticas
identidades que entrañaba su condición, enraizada, además, en su perfil
multilingüe. Una prueba de ello se encuentra, por ejemplo, en Cantares
mexicanos (Bierhorst, 1985):
(4) tonan Malintzin (citado en Lockhart, 1992: 275, 559)
Presumiblemente derivado de “doña Marina”.
Hay que tener en cuenta que el náhuatl no presenta la oposición sordosonoro que el español explota productivamente. Así, “doña” se convierte
en tona (la ñ tampoco existe en el náhuatl). De acuerdo con Lockhart:
60
José Antonio Flores Farfán
Como vemos en este ejemplo, los nombres en español fueron asimilados a
la pronunciación náhuatl, y cuando se consideraba apropiado, se añadían
elementos del náhuatl, en este caso la sílaba reverencial -tzin (Lockhart,
1992: 275) (traducción mía).
Aun cuando Lockhart no explora explícitamente esta posibilidad, la idea
detrás de “considerar apropiada” la adición de un elemento náhuatl sugiere que desde la perspectiva nahua se puede realizar un reanálisis del léxico
y, en consecuencia, someter a la nativización tales elementos en términos
de una reinterpretación completa, como probablemente es el caso de:
(4.1)
to-nan7
1PosPl-madre
“Nuestra madre”
7
Nótese que una diferencia entre tona(n), sin mayor reanálisis, y la forma
nativizada de to-nān, es tanto la presencia de la vocal larga (cambio que
fácilmente podría ser impuesto por un hablante nativo de náhuatl), como
la -n final, que es reinsertada, no eliminada. Se trata de una tendencia común dada la bien conocida inestabilidad de los sonidos nasales en el náhuatl. Así, to-nān Malintzin sería leído como “nuestra venerada madre
Marina”, significado equivalente a “nuestra venerada diosa Marina”. Del
mismo modo, to-nān-tzīn, produce “nuestra madre sagrada”, i. e. “la Virgen María”, la virgen morena, Patrona de México.
De este modo, es probable que desde el punto de vista bilingüe las
siguientes formas no sólo sean posibles, sino que además representen múltiples voces e identidades emergentes y cambiantes:
7
A reserva de que se indique lo contrario, las formas que no indican su procedencia o
bien que son de uso general en las lenguas nahuas o en las comunidades de referencia
en cada caso.
II. La reconstrucción de las ideologías lingüísticas en el náhuatl
61
(5) Marina, Marinita, Malintzin, Malinche, Malinalli, Doña [Tona(n)]
Marina
3. CONCLUSIÓN
Todas estas voces forman parte del repertorio de diversos hablantes, con
una variedad de usos, no pocas veces antagónicos, lo cual no resiste una interpretación unívoca. Por el contrario, clama por hacer justicia a una complejidad de perspectivas que representa no sólo distintos momentos de la
historia de México, sino también la identidad de hablantes con filiaciones
culturales y lingüísticas en ocasiones diametralmente opuestas. Semejante
diversidad no sólo se expresa en textos del náhuatl clásico y del náhuatl
colonial. También podemos constatarla en la época moderna, tal como se
analiza en el siguiente capítulo.
III. Reflexiones en torno a la variabilidad interna
y externa del náhuatl moderno
En el capítulo anterior se vio cómo un mismo hecho lingüístico puede estar
sujeto a interpretaciones divergentes, lo cual devela distintas provenencias
culturales y desde luego lingüísticas, que a su vez materializan una variedad
de ideologías en pugna. En este capítulo se retoma esta perspectiva bajtiniana con ejemplos del náhuatl moderno, para acometer el análisis de algunos usos contemporáneos de variedades de contacto dentro de diversos
contextos, con el fin de contextualizarlos y recontextualizarlos en sus dimensiones sociopragmáticas. Todas estas prácticas verbales pertenecen a
diversos tipos de géneros y variedades lingüísticas que analíticamente han
sido reducidas a un mero esquema gramatical, por lo que se ha prestado
muy poca atención, si acaso alguna, a la propia cultura verbal nahua y su
variabilidad. En este sentido, me enfocaré en la relación entre variabilidad y
poder, entendiendo la variabilidad lingüística como un indicio significativo
de las relaciones (etno)pragmáticas que se establecen en cada sociedad,
principalmente en términos de arreglos específicos de poder, expresados en
el fenómeno de la heteroglosia o emergencia de voces concurrentes (Bajtín,
1986). En consecuencia, aquí quiero señalar las interpretaciones conflictivas
de un mismo fenómeno lingüístico, a saber, la negociación activa del significado de hechos morfológicos, fonológicos y léxicos, a partir de la comparación de las interpretaciones estáticas monolingües de diferentes tradiciones
lingüísticas (e. g., la lingüística antropológica versus la lingüística hispánica)
con las aproximaciones bilingües derivadas del uso concreto del náhuatl, lo
que en resumen podría ser denominado “etnopragmática náhuatl”.
[63]
64
José Antonio Flores Farfán
1. LA NATIVIZACIÓN DE FORMAS CASTELLANAS
AL NÁHUATL
Muchos estudios sobre lenguas en contacto han tratado los efectos del bilingüismo como realidades que están más allá del control de los hablantes,
denominándolos “interferencias” o “transferencias”, por ejemplo en el ámbito fonémico (véase por ejemplo el trabajo clásico de Weinreich, 1968).
Uno de los fenómenos más interesantes es cuando, por el contrario, los
hablantes manipulan conscientemente las posibilidades que ofrece el material bilingüe para proveer de nuevos sentidos a la expresión lingüística.
Es el caso de lo que se ha dado en denominar nativización o, más pomposamente, “etnorreconstrucción” (McClure y McClure, 1977).
Retomemos un ejemplo de nativización originado en el náhuatl colonial y aún en uso en diferentes regiones hablantes de náhuatl, como el
caso del Balsas, ya mencionado en el capítulo I:
(1) kristiano (derivado de “cristiano”, sin nativización fonológica)
“Persona, uno de nosotros, un miembro del grupo nahua de referencia”
Versus:
(1.1) kiix-tiaa-no (plenamente incorporado a la morfofenémica náhuatl)
Salir-Caus-Ag
“El que se lleva (cosas), extranjero, explotador, e. g., un terrateniente”
Como se puede ver, estas formas han sido reanalizadas y reapropiadas por
los hablantes del náhuatl moderno como un par bilingüe cuyos elementos
significan, respectivamente, “gente, uno de nosotros, miembro del grupo”
y “extranjero, explotador”. Otro caso de nativización es xinoola, que deriva
de “señora” y es “la esposa del terrateniente”.
Desde la visión analítica recibida, tales resemantizaciones serían etiquetadas como simples “análisis folk”. No obstante, estas nativizaciones
III. Reflexiones en torno a la variabilidad interna y externa del náhuatl
65
rebasan la concepción folclorizante, que desde mi punto de vista tampoco
resulta el análisis más interesante. Tampoco se trata sólo de la expresión
de distintas etapas lineales en la integración y asimilación de un código
extranjero (la lengua española) en la lengua receptora, el náhuatl (Lockhart, 1992). Desde una perspectiva más interesante, la de por lo menos
algunos hablantes —si no es que de todos, por ser un “préstamo” plenamente integrado—, se trata fundamentalmente de formas heteroglósicas de
resistencia y pugna frente a significados recibidos y voces hegemónicas,
que incluso llegarían a interrumpir semejantes análisis que les imputa una
perspectiva “folk”.
Por otra parte, como ya mencioné en el capítulo I, la epentesis —prescrita tanto en el náhuatl clásico como en el colonial e incluso en las gramáticas modernas para evitar los grupos consonánticos cc(c) teóricamente
prohibidos en náhuatl— puede estar sujeta, desde la perspectiva del actor,
a una serie de interpretaciones mucho más dinámicas y por tanto cambiantes, como se puede atestiguar en la práctica conversacional de distintas
variedades modernas de la lengua. De este modo, la epentesis no se considera (prescriptivamente) obligatoria, ni necesariamente se evitan tales
grupos. En la interacción verbal, la elisión o inclusión de la /i/ epentética
no sólo es posible, sino que además indexicaliza diferentes géneros que
van desde la conversación casual (la elisión) hasta el discurso ritual o ceremonial (la epentesis). Aparte de indicar la más obvia y ya aludida diferencia entre la palabra escrita y hablada, la presencia o ausencia de la /i/
epentética indexicaliza en los discursos modernos la negociación de diferencias profundas en las jerarquías de poder expresadas en términos de
relaciones sociales y afectivas entre los participantes de una interacción
verbal dada, lo cual constituye instancias de indexicalidad de segundo orden (Silverstein, 1992), sensibles no sólo al eje espacio-temporal, sino justamente a las ideologías que orientan la elección de los hablantes de ciertas variantes morfofonológicas que vehiculan un significado social.
66
José Antonio Flores Farfán
Semejante concepción de la marcación o elisión epentética como indicador de relaciones de poder y formas de tratamiento constituye una interpretación no trabajada en la descripción del náhuatl y, en general, en el
análisis de cualquier otra lengua indoamericana (para una excepción que
reivindica un enfoque semejante en el caso del náhuatl, y en la que este
trabajo se inspira, véase Hill y Hill, 1986).
Compárese la presencia de la /i/ epentética en el fragmento del ejemplo (2), proveniente de un Huehuetlatolli —lit. “la palabra de los antiguos”,
i. e., un discurso ritual para la petición de la novia—1 con el fragmento del
ejemplo (3), que muestra una conversación casual y totalmente informal en
donde la /i/ no está presente. El Huehue o pedidor de novia trata de convencer a los padres de la novia de acceder a la boda:
(2) Saan oomitsonmaatilaantikiskeh mokoneetsiin, kaampa kaan
momaatsiin tihkonpixtoya keeitlaa un see xoochitl. Pero nooihki
nikitowa nikwaahki see tlatlakoolaatl. Xi-tlah tliin tsopelik awiaak.
Neg-obj
Ellos sólo han venido a llevarse a su amada hija de sus honorables
manos para llevársela lejos de aquí, donde usted la había estado
cuidando como a una flor. Y al mismo tiempo declaro que he traído el
agua del pecado (bebida ritual). No hay nada tan dulce como esta
perfumada bebida....
En este ejemplo, el uso de la epentesis en el prefijo de negación xi- constituye un rasgo que indexicaliza precisamente que se trata de un discurso
ritual. De aparecer en el discurso más coloquial, estaría asociado con una
cuestión de reflexividad ejercida por el hablante respecto de la producción
de su propio discurso, como en el caso de las situaciones de elicitación, o
bien podría estar vinculado a un cambio generacional. Considérese que
1
Para el texto completo, imposible de reproducir aquí por razones obvias, véase Ramírez
Celestino y Flores Farfán (2008).
III. Reflexiones en torno a la variabilidad interna y externa del náhuatl
67
ésta y otras formas en las que emerge la epentesis, específicamente con el
xi- imperativo, son concebidas por los hablantes mismos como mexicano
de iiksaan, “mexicano antiguo”. En contraste, en el discurso espontáneo
sencillamente se encuentra x-tla (“nada”), como se manifiesta en el siguiente fragmento:
(3) H1: Tlin tneki?2 (vs. tlinoon tikneki?) Xneki motlaxkal? (vs. x-ti-kneki...?)
“¿Qué quieres? ¿No quieres tu tortilla?” (i. e., “comer”)
H2: x-tlah tlaxtlaawi, aamantsiin x-naapismiki3
Neg-obj
“Nada, gracias, ahora no tengo hambre”
,
Las formas que aparecen entre paréntesis en este ejemplo corresponden a
los materiales obtenidos por medio de la elicitación formal (vía cuestionarios) y se comparan con las mismas formas provenientes de la conversación espontánea y natural.
En contraste con las gramáticas prescriptivas basadas en fuentes escritas —o elicitadas, que desde luego están sumamente descontextualizadas—, la elisión de la /i/ epentética y de otros elementos morfológicos es,
como puede verse, de hecho posible. Esto incluye hasta cierto punto los
marcadores de persona, como xneki por x-ti-k-neki- en los ejemplos (4)(11), aunque aquí y en la mayoría de los casos se sabe de quién se está
hablando, dado que el verbo está acompañado de un sustantivo poseído
en segunda persona. Esto ocurre en toda la gama tempo-aspectual del náhuatl. Considérense los siguientes ejemplos provenientes del discurso espontáneo, que no podemos citar in extenso por cuestiones de espacio:
2 3
2
3
Este uso, registrado en los ochenta, corresponde a una anciana mucho más proficiente
en español que en mexicano, que en paz descanse, que en su momento contaba con
unos 80 años.
Ésta es el habla del investigador.
68
José Antonio Flores Farfán
(4)
4
En una plática entre amigos, al estar contando chistes, uno de ellos
dijo, al pensar que podría ofender a alguien:
toa de relajo4 vs. ki-towa de relajo
3Obj-decir
“Lo dice de broma”
(4.1) En el mismo contexto de la plática de amigos se comparan distintos
comportamientos entre la ciudad de México y la región del Balsas,
específicamente besarse al saludar a una amiga:
teeh itoos urbano5 vs. teeh ki-too-s urbano
3Obj- decir-fut
“Dirá que eso es de la ciudad”
,
5
(5)
Al hablar de pasar por amates (una artesanía regional muy popular)
blancos (sin pintar),6 un artesano de Ahuehuepan que le compra a
otro de San Francisco le dijo, como estrategia de compra-venta:
oontilanaato7 vs. oo-ni-k-tilanaa-to
Per-1Sg-3Obj-recoger-Dir
“Quería ir a recogerlos (allá)” [a Xalitla]
,,
6 7 8
(6)
4
5
6
7
8
Una abuela8 le dice a su nieto, quien juega distraído, ante la petición
de la madre de venir a comer:
ootkak? vs. oo-ti-h-kak?
Per-2Sg-3Obj-escuchar
“¿La escuchaste (a tu madre para que vengas a comer)?”
Adultos de unos 35 años oriundos de la comunidad de Ahuehuepan bastante proficientes en ambas lenguas, aunque con mayor dominio del mexicano.
Mismos hablantes de la nota anterior.
Papel obtenido de la corteza de un árbol en el que los nahuas del Balsas representan,
mediante dibujos, su vida cotidiana, ritual y ceremonial. Los nahuas del Balsas han logrado consolidar el amate como la artesanía predilecta en los mercados turísticos, e incluso también como un instrumento para reforzar su sobrevivencia cultural (Amith,
1995).
Hablante masculino de Ahuehuepan, con mayor dominio del mexicano, de unos 35 años
al momento del registro a fines de los ochenta.
Misma hablante de la nota 2.
III. Reflexiones en torno a la variabilidad interna y externa del náhuatl
(9)
69
Ante la escasez del producto, al encontrarlo casualmente de paso por
otro pueblo (Xalitla), un artesano de Ahuehuepan, en la región del
Balsas, le dice a otro de San Francisco Ozomatlán, que inste a un
tercero, también de San Francisco, a que se traslade a Ahuehuepan
con los pescados de madera para comprarle y poder pintar en la
comunidad de origen de este último:
newa hnekia yaas nochaan55 vs. newa ni-k-neki-a yaas nochaan
1Sg-3Obj-querer-Impe
“Yo quería que fuera a mi casa (para comprarle pescados)”
9
Las elisiones también se producen en el modo optativo, en sus formas tanto exhortativas (10) como imperativas (11):
(10) maa nteki 10 vs. maa ni-k-teki
1Sg-3Obj-cortar
“Déjame cortarlo (al ayudar a cortar sandía a un niño)”
10
(11) peewa!11 vs. x-peewa!
Imp-empezar
“¡Empieza!”
(Dirigiéndose a los músicos en una fiesta para que empiecen a tocar.)
11
Concurrentemente con la topicalización o focalización, la presencia o ausencia de la /i/ epentética, también se podrían explotar ocasionalmente la
presencia o ausencia del prefijo de objeto para producir efectos textuales,
como en el énfasis al advertir a un niño que se porte bien:
9
10
11
Mismo hablante de la nota 7.
Misma hablante de la nota 2.
Hablante joven masculino de unos 35 años al momento del registro, mediados de los
ochenta, oriundo del Chilacachapa, al norte del Balsas, que tiene al español como
primera lengua.
70
José Antonio Flores Farfán
(12) uumpa ka mota, xta
“Mira, tu padre está aquí”
uumpa ka mota, xkita!12
“¡Cuidado, tu padre está aquí!”
12
En estas circunstancias, la elisión no sólo de la epentesis sino también de
toda la morfología del objeto, explícitamente prohibida en las descripciones prescriptivas del náhuatl, no ha sido realmente comprendida, en particular desde la postura de una aproximación más conversacional a la gramática del náhuatl (véase, sin embargo, Flores Farfán, 1992).13
Lo que aquí podemos adelantar es que por medio de la elisión (o no)
de la epentesis como un recurso fonotáctico, los hablantes pueden aludir
simultáneamente a la posición social de un receptor y producir un efecto
de familiaridad con él/ella/ellos. Por ejemplo, en el proceso de petición de
la novia al que pertenece el fragmento del Huehuetlatolli14 ilustrado en el
ejemplo (2), al aludir al joven novio con formas que presentan la elisión de
la /i/ epentética y del prefijo específico del objeto k-, el Huehue, el especialista a cargo de desarrollar todo el ritual de petición, indica su posición
social ante los ancianos que acompañan al novio y al mismo tiempo busca
reducir la distancia social entre él mismo y el novio, un recurso ejemplificado en (13):
(13) Ye tpia monaamik aaman saa tliin tikteteemoos?
“Ya tienes a tu pareja, ¿ahora qué buscas?”
12
13
14
Habla de Cleofas Ramírez Celestino.
Otra posibilidad concurrente para explicar la serie de elisiones a las que se puede sujetar
un verbo la constituye la influencia del español sobre el náhuatl, cuestión que no trato
aquí (Flores Farfán, 2008).
Texto grabado a principios de los setenta, momento en el cual el Huehue tendría unos
75 años.
III. Reflexiones en torno a la variabilidad interna y externa del náhuatl
71
En el mismo texto, otro recurso similar para reducir la distancia y producir un tratamiento de familiaridad se observa en el ejemplo (13.1), en el
cual la forma de la segunda persona del singular ti- se usa junto con el
prefijo de segunda persona de objeto mits-, que gramaticalmente corresponde a la misma persona, como quïen dijera “tú a ti”, sin utilizar la forma
canónica para ello, la marca reflexiva no-:
(13.1) Dekeh kitoowaya yewa xkineki, saaihkoon konkaawaaskeh. Hkinekian
saan kwaaltsiin yeektli konyeektlaaliiskian iipan tlatoohle, Señor,
keechkitsiin nooihki tewatsiin timonekiitis. Aaman nooihki señor xkita
xneechmaka motlatooltsiin, nooihki nikmati mogracia Dios nooihki
tewatsiin niknekiiskia xkita xneechmalkochowili iikoneew Dios
niknekiiskia saan kwaaltsiin. Maaka xkito saan ootimitstlaatlatako!
Si él dice que ella no quiere [casarse], del mismo modo ellos no la
molestarían. Ellos sólo querían lograr un acuerdo con respecto a un
acuerdo moral y correcto, Señor, justo con respecto a la cantidad con
la que Usted desea [contribuir para la boda]. Ahora, en este mismo
sentido, Señor, ¡mire! Permítame su honorable palabra, como ahora
conozco la gracia del Señor, del mismo modo que yo querría que
ustedes la observaran de la más bella manera. No sea que diga que
sólo vine para hacerlo enojar (lit., tú-a -ti quemarlo-aquí).
Vale la pena recordar que, hasta donde puedo ver, junto con algunas comunidades en Morelos,15 es casi exclusivamente en el náhuatl del Balsas
en el que se permite el uso simultáneo de ti-mits-2Sg-2Obj. En otras palabras, podemos observar el uso recurrente de una morfología que normalmente establece una relación paradigmática entre la segunda persona (usted) y el objeto de la segunda persona (a usted). Esto aparentemente sería
agramatical, dado que tampoco emerge como una relación reflexiva. No
obstante, en la práctica conversacional dicho uso no sólo se permite o es
15
Teniendo como fuente los trabajos de ILV, en su introducción a su gramática del náhuatl
clásico, Launey (1979) menciona este uso en Morelos.
72
José Antonio Flores Farfán
totalmente aceptable, sino que más bien conlleva un significado en términos de la deixis social. Así, no es un asunto de variación libre entre los
prefijos ni- y ti-, sino que más bien se trata de una estrategia conversacional en la que el Huehue, “el pedidor”, trata de crear simpatía y familiaridad
con el destinatario, lo cual se ajusta perfectamente a la situación aludida.
Hasta aquí hemos ejemplificado hechos de la variabilidad interna del
náhuatl poco o nulamente estudiados en la literatura, y no sólo de esta
lengua. Pasemos ahora a considerar más material relativo a las situaciones
de contacto y su variabilidad, muchas de las cuales también trasudan posiciones reduccionistas, concretamente monolingües, derivadas de distintas
ideologías de investigación que llegan a condenar semejantes variedades,
al menos implícitamente, al denominarlas “empobrecidas”, “corruptas” o
“degeneradas”, concepciones que llegan a recordar posiciones puristas incluso de la época colonial.
2. LA VARIABILIDAD DEL NÁHUATL COMO
FENÓMENO DE CONTACTO
Existen muchos hechos, no sólo morfológicos, que pueden considerarse
innovaciones en el náhuatl debidas, motivadas o por lo menos aceleradas
por el intenso contacto entre el náhuatl y el español, y que suelen ser negados o simplemente ignorados por las visiones recibidas. En el ejemplo
(14), el uso del marcador del plural verbal se puede analizar desde dos
perspectivas diferentes, a mi modo de ver absolutamente complementarias.
En las variedades conservadoras del náhuatl, como el náhuatl clásico o el
discurso náhuatl monolingüe, la forma del plural en tiempo presente se
marca con la oclusión glotal, que cuando se llega a consagrar de forma
escrita, se representa con -h. En variedades más hispanizadas, como la
representada por Xalitla, Guerrero, la -n ha sustituido a la glotal, produciendo formas contrastantes como:
III. Reflexiones en torno a la variabilidad interna y externa del náhuatl
(14)
73
nitotia-h (San Agustín Oapan) vs. nitotia-n (Xalitla)
-Pl -Pl
“Bailan”
Analíticamente, desde la perspectiva de la ideología náhuatl monolingüe
purista,16 característica de la antropología lingüística ortodoxa, el fenómeno
del contacto es rechazado como origen o por lo menos como fuerza coexistente de las innovaciones. En el mejor de los casos, la influencia del
español en el náhuatl se trata como un fenómeno marginal o parentético.
Así, la sustitución de la -n por el saltillo sería considerada como una innovación motivada internamente, posibilidad que de hecho existe (Flores
Farfán, 2008), aunque tampoco es posible limitarse a ella.
Como sucede con muchos otros ejemplos, como el (15), es más factible
que una explicación concurrente se ajuste mejor a la perspectiva de los
hablantes, quienes después de todo son en su mayoría bilingües. En (15)
y los siguientes se ilustra el caso de maaske (o sus variantes maasi, maaski) (“no obstante, sin embargo, pero, a pesar de, sin importar que...”). Se
trata, de hecho, de una forma sincrética derivada del náhuatl clásico maciuhqui (15, 15.1) (no obstante, sin embargo”) y al mismo tiempo identificada con la forma adversativa del español “más que”, sobre todo en la
construcción “por más que”. Y así como el origen de maaske del náhuatl
clásico es claro, el origen latino de “más que” y su relación con “aunque”
está también fuera de toda duda. Aún en nuestros días, en Andalucía es
posible encontrar el uso de manque (“sin embargo, todavía, aunque”) como
en la frase con er Bertis manque pierda (15.2) (“con el Betis —equipo local
de futbol— aunque pierda”).
La distribución complementaria de mas y maaske se confirma en la
estructura típica de ciertas adivinanzas que comienzan con el estribillo o
16
Para los primeros análisis del purismo náhuatl véanse Hill y Hill (1986), Flores Farfán
(2001) y el capítulo siguiente.
74
José Antonio Flores Farfán
fórmula maaske mas... (“por más que...”) en el ejemplo (15.3), así como en
la serie de calcos semánticos del uso de maaske en el español indígena;
e. g., en la regla de cortesía para irse (15.4) y su transferencia directa al
español (15.5):
(15) maaske < maciuhqui + “más que”
“No obstante, sin embargo, pero, a pesar de, sin importar que...”.
(15.1) maciuhqui
“Aunque sea así o tal cual es...” (Molina, 1977 [1571]: 50).
(15.2) manque más + aunque: con er Bertis manque pierda
“Con el Betis aunque pierda”
(15.3) maaske mas titlakwaasneki xwel titlakwaas
“Por mucho que lo intentes, no lo tendrás entre los dientes...”,
i. e., “no lo podrás comer”
(15.4) H1: ye niaw
“Ya me voy”
H2: maaske teeh
(Regla de cortesía. Véase el calco semántico del español
nahua anke pues, lit., “por más que”, i. e., “Adiós”)
(15.5) Esa es chilapeña maaske esté viviendo aquí 17
“Ella es chilapeña aunque esté viviendo aquí.”
17
Recuérdese por último la negación del fenómeno de contacto en el náhuatl
analizado en el ejemplo 8.1 del capítulo I y replicado aquí (16), en que se
alude a la orilla de los pueblos en la región del Balsas, donde la gente va
a defecar, equivalente a “baño” en las variedades más hispanizadas.
17
Mujer oriunda de Oapan, Guerrero, casi monolingüe en mexicano, de unos 40 años en
los ochenta.
III. Reflexiones en torno a la variabilidad interna y externa del náhuatl
75
(16) tla-teen-ko
Obj-labio-Loc
“Lugar en las afueras (del pueblo)”; i. e., “las orillas, el baño”
CONCLUSIÓN
En este capítulo he discutido una serie de ejemplos de usos de la lengua
náhuatl que cuestionan las concepciones recibidas de la variación del náhuatl, recontextualizándolas y ofreciendo nuevas perspectivas en torno a
la dinámica de la lengua, con lo cual se reivindica el punto de vista de los
hablantes en diversos contextos, tanto histórica como sincrónicamente. Los
ejemplos presentados nos permiten defender la idea de que todos y cada
uno de los hechos lingüísticos evidencian posturas políticas y sociales que
alimentan ideologías lingüísticas específicas y viceversa, lo cual a su vez
define lo que cuenta (o no) como una descripción y una interpretación de
la lengua. Con ello, es claro que lo que para un lingüista puede ser explicado a partir de una única aproximación monolingüe, desde la postura del
hablante requiere perspectivas mucho más ricas y dinámicas. Esto nos invita a revisar seriamente los supuestos y puntos de partida de los análisis
lingüísticos, con todas sus implicaciones éticas y políticas.
IV. Ideologías puristas del náhuatl:
entre la sustitución y la revitalización lingüísticas
En este capítulo analizo la naturaleza del purismo náhuatl, es decir, la
manipulación de elementos antiguos y supuestamente auténticos, dentro
de un discurso pragmático contenidos en diversos eventos y géneros discursivos (elicitación, entrevistas, conversaciones espontáneas, discurso
oral y escrito, etc.). Asimismo, identifico las implicaciones, reales y potenciales, positivas y negativas, de dichas expresiones puristas y las discuto
a partir de aspectos metodológicos que incluyen la documentación y la
planeación del idioma, así como otras estrategias orientadas a la retención
y la continuidad del náhuatl. Para ello examino las expresiones puristas
del náhuatl provenientes tanto de fuentes coloniales escritas como de las
variedades modernas habladas principalmente en cuatro regiones: 1) las
comunidades del Balsas, en el estado de Guerrero, 2) la región de La Malinche en Puebla y Tlaxcala, 3) el área de Milpa Alta, al sur de la ciudad
de México y 4) el náhuatl de la Huasteca, representado por las variedades
escritas de la lengua en la que se han producido textos escritos, principalmente traducciones escritas de textos oficiales como la Constitución Mexicana. Estas variedades dialectales aluden a comunidades que, debido a
una serie de factores, manifiestan distintos grados de mantenimiento y
desplazamiento lingüístico y de hispanización. Éstos incluyen, entre otros,
variaciones dialectales debido a motivos “internos” y “externos”, aislamiento geográfico e intensidad del contacto con el idioma español, lo
cual a su vez genera diversos grados de bilingüismo en náhuatl y español.
Como sucede con varias lenguas indígenas mexicanas, el monolingüismo
[77]
78
José Antonio Flores Farfán
está todavía presente en algunas comunidades nahuas y concretamente
en la región del Balsas, hecho que permite investigar el fenómeno del
purismo en una amplia gama de situaciones: en particular, contrastar sus
papeles negativo y positivo en los procesos de retención y sustitución
lingüística.1
1. POR UNA TIPOLOGÍA DEL PURISMO
El purismo, comúnmente entendido como una tendencia negativa que deriva en el desplazamiento paulatino de las lenguas amenazadas y que favorece así la desaparición de las lenguas mesoamericanas, posee una dimensión casi olvidada que puede ser retomada para contribuir a la
estabilización de los idiomas indígenas: el purismo positivo. En lo que sigue examino los diferentes escenarios y facetas en los que se manifiesta el
purismo en el caso del náhuatl, incluyendo su expresión en teorías lingüísticas, métodos de campo, publicaciones y usos cotidianos.
El purismo ha sido definido fundamentalmente en términos negativos
hasta en publicaciones académicas, como diccionarios y enciclopedias.
1
En la tradición lingüística indoeuropea, por ejemplo, el purismo ha sido concebido
como una estrategia de política macrolingüística y en particular de planeación lingüística, para generar neologismos y estabilizar el código, como defensa de una presunta
identidad nacional. Si bien a la distinción entre purismo como actitud y purismo como
política de Estado que postula Zimmermann (2006: 7) no se le escapa el hecho de que
la actitud es también una manifestación política. Sucede que muchas veces lo que aquí
preferimos llamar ideologías lingüísticas y su despliegue en la práctica resultan más
poderosas que la intervención que el Estado puede (o no) llevar a cabo en el caso de
una lengua amenazada, como la mayoría de las lenguas amerindias. Más aún, limitar el
purismo a una estrategia de política lingüística —léase de producción de un corpus en
la forma de neologismos escritos— conllevaría una postura eurocéntrica que ve en la
escritura de las lenguas su salvaguarda, con independencia del uso, la unidad fundamental en todo caso, contrario a lo que muchas veces se ha documentado para lenguas de
raigambre básicamente oral.
IV. Ideologías puristas del náhuatl
79
Considérese, por ejemplo, la definición de purismo que ofrece Denise
Daoust en el Handbook of Sociolinguistics (Florian, 1997), la cual se ajusta
muy bien al caso del náhuatl:
El purismo es bastante afín a la ideología de la asimilación lingüística y genera resultados similares. Puede ser descrito en términos de sentimientos e
inclinaciones hacia una forma ideal de la lengua, usualmente escrita, disociada del uso cotidiano de la misma. Semejante expresión lingüística está
vinculada con valores estéticos específicos, y a veces también morales, que
representan la lengua ideal de la comunidad y constituyen la norma. [...] El
dominio de la lengua asegura el reconocimiento social y es [...] promovido
por las instituciones sociales. [...] Como resultado, las variedades desviadas
tienen connotaciones negativas y se desalienta su uso en espacios públicos
(Daoust, 1997: 443) (traducción y cursivas míos).
En contraste, un diccionario de sociolingüística publicado en Cataluña,
región de España donde la planeación lingüística ha recibido un impulso
mayúsculo, ofrece la siguiente definición de purismo:
Actitud lingüística que consiste en el intento de preservar y liberar un idioma de aquellos elementos considerados extraños o indeseables… es frecuente que el purismo aparezca como una expresión de resistencia a la influencia de una lengua dominante [...] que ha causado un grado considerable
[...] de interferencia lingüística. En estados avanzados de sustitución lingüística, las manifestaciones puristas tienden a aparecer, dado que los hablantes
no toleran ningún tipo de intrusión (Ruiz i San Pascual et al., 2001: 235)
(traducción y cursivas del original).
En el mismo diccionario encontramos lo que se considera el fenómeno
opuesto, el “antipurismo”:
80
José Antonio Flores Farfán
Actitud contraria o resistente en extremo que se opone a la intervención del
código lingüístico. [...] se trata de una ideología lingüística que supone que
la evolución lingüística no requiere ningún tipo de intervención humana o
social (Ruiz i San Pascual et al., 2001: 235) (la traducción es mía y las cursivas del original).
Aun cuando estas definiciones no están planteadas en términos decididamente positivos o negativos, sugieren efectivamente la ambivalencia ideológica implícita en el purismo, que se expresa en términos de juicios de
valor positivos o negativos, ideología que a veces sólo se insinúa y otras se
manifiesta abiertamente en definiciones pretendidamente científicas. Por
un lado, el purismo es concebido como una alternativa fundamental para
rescatar una lengua amenazada. Por otro, el antipurismo se describe como
un gesto ideológico extremo que se opone a cualquier intervención en el
código lingüístico y así casi se convierte en una postura también fundamentalista. Sin importar cuán implícita, la confrontación de ambas definiciones provenientes de la tradición catalana descubre las implicaciones
positivas del lado militante del purismo, pues lo concibe como una faceta
importante de la planeación lingüística, mientras que el antipurismo es
juzgado negativamente como una parálisis que inhibe el mantenimiento
lingüístico y, en última instancia, favorece la sustitución lingüística.
Es interesante señalar que en ambos casos el purismo está directamente vinculado con el contexto específico al que se asocia. En cuanto a estas
definiciones, hay que recordar que la sociolingüística en Cataluña es concebida como una actividad no exclusivamente académica, sino también, y
sobre todo, como una práctica militante orientada a favorecer la retención
lingüística, la enseñanza y el cultivo de la lengua. En contraste con tal conceptualización positiva del purismo, en el contexto mexicano lo que de
hecho ha prevalecido son los rostros negativos de las ideologías puristas,
a pesar de la existencia de una posición militante aparentemente similar,
aunque sostenida sólo por una elite ilustrada de “intelectuales” (nahuas),
IV. Ideologías puristas del náhuatl
81
lo cual resulta bastante significativo. En este sentido hay que notar que,
contrario a la idea que defiendo aquí, la primera definición de purismo que
ofrece el diccionario establece que las manifestaciones puristas disminuyen
cuando una lengua alcanza el umbral de la extinción, históricamente el
caso opuesto en el contexto mesoamericano.
En uno de los artículos más completos que tratan este tema, se discute
una serie de asuntos fundamentales que permiten entender los distintos
problemas planteados por el purismo en el contexto de las lenguas amenazadas, lo que Dorian (1994) llama small languages (“lenguas pequeñas”). La conclusión de Dorian coincide en lo fundamental con la mayoría
de los principales descubrimientos acerca del náhuatl, a saber, que en general el purismo representa un problema, más que un recurso, para la revitalización o el mantenimiento de la lengua indígena, e incluso más para
la revitalización que para la reavivación lingüística:
Las actitudes puristas deberían [...] ser un problema potencial en la revitalización más que en la reavivación lingüística. Esto es así porque la introducción de alteraciones en la manera en que la gente efectivamente habla hace
previsible que se produzcan más resistencias de las que pueden provocar
un conjunto de prescripciones en la forma de hablar una lengua que aún
tienen que ser aprendidas (Dorian, 1994: 481) (traducción mía).
Las contradicciones implícitas en el surgimiento del purismo dentro de las
situaciones que ilustra Dorian se reflejan también en el contexto del náhuatl. Esas contradicciones incluyen en particular la tensión entre la sobreimposición (e. g., en las escuelas) de una supuesta norma lingüística
que los puristas esgrimen como la lengua “auténtica”, y los usos reales y
más familiares que persisten en las comunidades. En este caso, surge el
problema de entender las implicaciones de un continuum que va de una
lengua “enteramente” tradicional hasta variedades mucho más simplificadas de contacto, como las presentadas en el capítulo III. Otro problema
82
José Antonio Flores Farfán
relacionado consiste en establecer cuál variedad debería ser apoyada en el
contexto educativo con el fin de alcanzar de manera realista las metas de
una planeación lingüística, ya sea que estén orientadas a la revitalización o
a la retención.
Como sugiero más adelante, parece que todo ello depende de la situación específica que se tenga enfrente, y esto es algo que debería ser definido en términos de la caracterización de las teorías de las fases lingüísticas
frente a la vitalidad de la lengua en cuestión. En otros términos, no es lo
mismo tratar con una lengua que goza aún de una viabilidad considerable
que con una lengua agonizante. La complejidad de este tema es enorme
puesto que la sustitución lingüística usualmente incluye diferentes fases
convergentes en una sola comunidad o en una región, como es el caso de
las lenguas nahuas (Hill, 1993; Flores Farfán, 2001b).
2. EL PURISMO EN NÁHUATL
Un caso en el que el náhuatl está alcanzando el punto de la extinción se
discute con profundidad en Speaking Mexicano (Hill y Hill, 1986), todavía
hoy el estudio sociolingüístico más completo de una lengua mesoamericana, que contiene también la discusión más extensa sobre el tema del purismo, al menos en México. Debido precisamente a las connotaciones puristas negativas del término “mezcla”, estos autores prefieren referirse al
mexicano (lengua náhuatl)2 como una lengua sincrética y no “mezclada”.
Como lo reportan los autores y como es común en varias comunidades
2
Recordemos que “mexicano” es el término más común que utiliza en la actualidad la
mayoría de los hablantes del náhuatl para hacer referencia a su propia lengua, aunque
a veces se puede escuchar “náhuatl”, término que usa la mayoría de los académicos para
designar esta lengua yutoazteca (para su clasificación genética y para una definición de
Mesoamérica, véase Suárez, 1983). El uso del término “náhuatl” en las comunidades ha
sido introducido precisamente por los académicos o aficionados a la lengua.
IV. Ideologías puristas del náhuatl
83
mesoamericanas, el purismo condena el préstamo de palabras del español
al mexicano. Tal concepción negativa impuesta por el purismo no se limita a los hablantes; la condena purista en una lengua también está presente
en la antropología y la lingüística:
El purismo valora la línea pura en la que la integridad genealógica se define
por la descendencia generacional de sustancias privilegiadas, tales como la
sangre o el parentesco. [...] el purismo es característico... del pensamiento
antropológico (Hill y Hill, 1986: 57) (traducción mía).
Asimismo, continúan los autores, la mezcla es parte de lo que Aarsleff
(1982, citado en Hill y Hill, 1986: 57) llama “modelo adánico en lingüística”. Tal concepción intenta encontrar evidencia etimológica del castigo
lingüístico de Babel inventado en el Jardín del Edén, evento que originó
una larga historia de degeneración de las lenguas madres vernáculas. Como
sugieren éste y otros autores (Klein y Dittmar, 1979), los vestigios de este
modelo sobreviven en la lingüística moderna. Aunque es poco probable
que el modelo recibido considere que una lengua mezclada es una “lengua
degradada”, la idea de lenguas menos perfectas respecto de una capacidad
lingüística ideal como hablante y como oyente por lo menos entraña una
retórica prescriptiva con su respectivo legado purista (Hill y Hill, 1986: 57
y ss). Un ejemplo de ello es el uso del término “interferencia”, con sus
(supuestas) implicaciones despectivas (Flores Farfán, 1998).3
Es muy común que las expresiones puristas se manifiesten en las tradiciones lingüísticas recibidas. Por ejemplo, la lingüística hispánica en México
privilegia el estudio de variedades “altas” y estandarizadas (Brunstad, 2003).
Ello niega e incluso discrimina de manera sutil las variedades “bajas” de la
lengua, incluido el español indígena, por no hablar de las variedades calle3
Para una discusión de la lingüística prescriptiva versus una lingüística descriptiva, véase
Milroy y Milroy (1992); sobre su presencia en las teorías y prácticas lingüísticas contemporáneas, véase Florey (2004).
84
José Antonio Flores Farfán
jeras del español como el argot y las jergas criminales. Otro ejemplo es la
tradición de investigación de la lingüística antropológica, que ha promovido una amplia gama de estudios en torno a las lenguas indígenas mexicanas. La mayoría de estos estudios, así sea implícitamente, consideran el fenómeno del contacto como marginal y secundario. Las versiones extremas
de esta tradición buscan evitar las variedades de la lengua más o menos
“corruptas” o “contaminadas”, como aquellas del náhuatl que presentan un
alto grado de hispanización. Esta postura inconscientemente perpetúa las
concepciones puristas en torno a la lengua y cultura indígenas. La presencia e influencia del español se mantienen en el más bajo perfil y se da
preferencia a las variedades más conservadoras y, desde luego, monolingües. En la práctica, se presenta una sola variedad como representante de
la auténtica y verdadera lengua. De esta manera, los procedimientos de
investigación dentro de las tradiciones lingüísticas recibidas evitan cualquier referencia a las características generales de todos los tipos de variabilidad y soslayan, por ejemplo, las variaciones textuales y sociolectales.4
Como veremos, algunas concepciones igualmente negativas representan formas de purismo desafortunadamente muy difundidas en las mismas
comunidades, lo cual constituye una poderosa fuerza que conduce a la
sustitución lingüística. En la región de La Malinche en Puebla y Tlaxcala,
por ejemplo, las expresiones ticneneloah y ticmorrevolverohua (“mezclamos”, “revolvemos”) son condenas locales del “proyecto sincrético” entendido como las estrategias que desarrollan los propios hablantes por
reconciliar las lenguas en conflicto y garantizar así la continuidad de su
lengua. Sin embargo, esta estrategia es considerada contraria al mexicano
“legítimo”, supuestamente puro, real, auténtico y desde luego mistificado
(Hill y Hill, 1986). Así, el purismo está por lo regular negativamente orien-
4
Para una discusión más detallada de estos problemas, véase Dittmar y Klein (1979); para
más detalles de la situación sociolingüística del náhuatl, véase, por ejemplo, Flores y
López (1989) y Flores Farfán (1999).
IV. Ideologías puristas del náhuatl
85
tado en contra de la lengua y de sus hablantes. Aun cuando tales ideologías pueden ser revertidas —por ejemplo, el mexicano puede ser la lengua
“legítima” frente al español—, las ideologías del “cuatrero” (“mezclador”)
son muy persistentes y se usan para hacer referencia negativa a las variedades de contacto del mexicano y el español, en tanto opuestas al “mexicano de iiksaan” (“el mexicano del pasado”). En el español de México,
“cuatro” implica además un modismo que significa “un problema difícil de
resolver”. “Cuatrero” deriva de “cuatro”, más la forma del agentivo en español “-ero”, traducido aproximadamente como “el que hace cuatros”.
También significa “el que está fuera de la ley”, específicamente “el ladrón
de ganado”. El término “cuaravés”, usado en el mismo sentido, es menos
conocido y deriva de “cuatro” y “al revés”.
Los cuatreros están fuera de control, tanto como las transferencias inconscientes entre el mexicano y el español (Flores Farfán, 1999). Y esto
incluye, por ejemplo, el español altamente influenciado por el náhuatl hablado por nahuas cuasi-monolingües y el español indígena, dos variedades
de contacto que suelen ser altamente estigmatizadas incluso por la academia. Esto se puede corroborar ante el hecho de que casi no existen estudios que traten el tema, por lo menos en México (Flores Farfán, 1998,
1999). No obstante, como he sugerido, las expresiones sincréticas como
toindioma pueden también ser concebidas como reinvenciones etimológicas más positivas (Hill, 1993; Flores Farfán, 2001b). En este sentido, en la
región del Balsas, en San Miguel Tecuiziapan, una comunidad en donde el
mexicano aún se usa considerablemente (aunque también está experimentando un viraje rápido al español), me topé hace poco con la opinión de
que el mexicano es la lengua legítima “real”, “auténtica” y “genuina” en el
sentido de la lengua original y primera. Se trata de una afirmación hecha
en contra del español, considerado una lengua impuesta (lo cual es, de
hecho, históricamente correcto). Una afirmación de ese tipo sustenta la
idea de que el purismo puede promover una serie de propósitos, incluyendo la defensa de las lenguas amenazadas en formas conscientes e in-
86
José Antonio Flores Farfán
conscientes (véase sección 6 de este capítulo), un tema de investigación
poco o nulamente trabajado.
A fin de cuentas, la estigmatización de las variedades mezcladas o de
contacto no es exclusiva de los hablantes de mexicano. En otras comunidades mesoamericanas la distinción entre variedades hispanizadas “puras”
y “corruptas” también es común. Compárese el ejemplo del maya (yucateco): la haach maya (“el maya real, genuino y verdadero”), frente a la
xeek’maya (“el maya mezclado, revuelto”).
La paradoja de tales construcciones míticas es que nadie habla la lengua “pura”, “verdadera”, legítima e “incontaminada”. En la práctica, tales
mistificaciones suelen producir inseguridad lingüística e incluso parálisis,
contribuyendo de esta forma a la desaparición de las lenguas indígenas. En
la mayoría de tales situaciones, los puristas, para retener el poder dentro y
fuera de las comunidades, suelen manipular compulsivamente el purismo.
Esta situación de la lengua náhuatl no es desde luego nueva. El purismo es
omnipresente en las gramáticas coloniales no sólo del náhuatl, sino de
todas las fuentes conocidas de las lenguas indígenas. Por ejemplo, Lockhart observa:
Los antecedentes [del purismo] pueden encontrarse en un ejemplo del siglo
XIX:
Faustino Chimalpopoca. La única señal de sentimiento purista que he
encontrado en textos coloniales en náhuatl producidos por nahuas es algún
posible conservadurismo consciente en el trabajo de finales del siglo XVII
del analista tlaxcalteca Zapata... (Lockhart, 1992: 565) (traducción mía).
Aun cuando el mismo Lockhart advierte que el discurso de Zapata presenta la mayoría de las características de un estado avanzado de influencia del
español,5 afirma que:
5
Lo que el autor llama “etapa tres” del contacto entre el náhuatl y el español. Para una
crítica, véanse Hill (1993) y Flores Farfán (2001).
IV. Ideologías puristas del náhuatl
87
[...] también es posible detectar conservadurismo en la lengua de Zapata. El
concepto de gobernadores y alcaldes “pasados” es importante para él [...]
Zapata usa el forzado término indígena omochiuhque (“el que ha sido hecho”) en lugar de “pasados” [...] utiliza el término coyolin en vez de “campanas” y coyolcalli en vez de “campanario” [...] evita utilizar [...] “puente” y
prefiere quappantli [...] tenemos aquí los inicios de un purismo lingüístico
consciente y de una resistencia culturalmente motivada frente a los préstamos que no era característico de tiempos anteriores [...] (Lockhart, 1992:
565) (traducción mía).
No obstante, otra señal de diferenciación sociolingüística en el náhuatl,
vinculada al purismo, o por lo menos al conservadurismo, son las afirmaciones prescriptivas de Carochi, que datan de 1645 y reflejan la perspectiva
de los hablantes de la época. Por ejemplo: “...en algunas partes, en lugar
de tihui (‘vamos’), dicen, inapropiadamente, tiahui” (Carochi, 1979: 75). O
cuando se refiere a la formación del plural: “...Tlacatl perfona, plural, tlacă
‘personas’, cihuatl, muger, cihuă, mugeres, que no es muy pulido decir
cihuamê” (Carochi, 1979: 4) (el énfasis es mío).6 Al concluir su gramática,
emerge otra afirmación purista, esta vez referida curiosamente a la mezcla
del náhuatl con el español:
y con sólo este Arte, podrá, por sí solo [el lector] en [...] seis meses, aprenderlo con claridad, facilidad [...] y sin las impropiedades, y barbarismos, que
a veces se experimentan; y con que sale una mezcla de castellano y mexicano, que ni uno ni otro, ni en otro idioma se entiende. Ahora solamente
resta, que el que desea [sic] aprender este elegantísimo idioma, se aplique
al estudio de este Arte. ... Con lo cual no dude [...] que saldrá propio, pulido
y expedito mexicano (Carochi, 1979: 202) (las cursivas son mías).
6
En aras de la claridad, en la traducción de estos términos he decidido sustituir la ortografía del español del siglo XVII por la escritura del español moderno.
88
José Antonio Flores Farfán
Estos comentarios constituyen una evidencia, aunque indirecta, de la situación sociolingüística que prevalecía en tiempos prehispánicos, cuando se
materializaba un diferencial diglósico entre la clase gobernante y la gente
común en diversas variedades lingüísticas. Como hemos visto, este diferencial incluso se expresa en designaciones especiales: pillatolli (“la lengua de
la elite”) versus macehuatolli (“la lengua de la gente común”). Evidentemente, en esta división entre una variedad “alta” y una “baja”, el náhuatl clásico
pertenece a la primera. Los efectos sociolingüísticos descritos aquí se remontan a fuentes de por lo menos el siglo XVII e incluso anteriores, como
el Vocabulario de Molina de 1571, en el que encontramos arcaísmos, o por
lo menos formas lingüísticas más conservadoras, que implican cierta reflexividad “purista” consciente.7 Por ejemplo, en el caso del verbo -pia
(“tener”) encontramos pieloni junto a la forma más reciente pialoni, pero
que mantiene un significado más antiguo: “cosa digna de ser guardada”
(Molina, 1977 [1571]: 83).
No obstante, como lo señala Lockhart y como queda de manifiesto en
la cita de Carochi precedente, estas tendencias pueden ser encontradas
naturalmente en fuentes escritas por españoles. La naturaleza escrita de tal
información, que excluye el acceso a los usos orales de la época, dificulta
la estimación del purismo de épocas más tempranas del periodo colonial y
desde luego también de tiempos prehispánicos. Sin embargo, existen evidencias indirectas de “purismo” o por lo menos de actitudes más conservadoras respecto de la variación lingüística. Entre otros, piénsese en los
avisos de las gramáticas o vocabularios del náhuatl, como el de Molina:
7
En el Vocabulario de Molina de 1571 encontramos una serie de neologismos, incluyendo formas para “sombrero”, “rifle”, “pólvora”, etc. Sin embargo, estos términos no necesariamente son el efecto de tendencias puristas, sino que en su momento derivaron
de la necesidad de describir nuevos conceptos y objetos culturales (Lockhart, 1992:
298-299).
IV. Ideologías puristas del náhuatl
89
Para la variedad y diferencia [...] en los vocablos, según diversas provincias,
se tendrá este aviso: sólo [...] se pondrán los que se usan aquí en Tetzcuco
y en México, que es en donde mejor [...] se habla la lengua (Molina, 1977
[1571]: 12) (las cursivas son mías).
De cualquier manera, al parecer el purismo náhuatl expresa un hecho mucho más reciente. Me interesa defender que, a medida que nos acercamos
al periodo contemporáneo, es posible encontrar muchas más expresiones
puristas directas, manifiestas. Por ejemplo, como el náhuatl es una lengua
profundamente amenazada en Santa Ana Tlacotenco, en Milpa Alta, el último enclave del náhuatl en la ciudad de México, hoy en día grupos puristas extremos han iniciado un movimiento de revitalización y de resurrección de la lengua que recupera el náhuatl clásico como parte de una
autoasignación de un pasado mítico al que se suman en tanto sucesores
originales y auténticos. La autenticidad de esos hablantes está vinculada
con la pureza de la lengua, como si se tratara de una cuota de sangre “incontaminada” asociada a la naturaleza inmaculada de la lengua clásica.
Desde esta ideología lingüística, un hablante es más auténtico en la medida
en que su discurso presenta menos transferencias o préstamos, incluso si
contiene vocabulario del español nativizado que, paradójicamente, es presentado como “legítimo” mexicano. Las presentaciones de una autodenominada descendencia original del grandioso pasado nahua recurren a una
identidad altamente estimada que valora la línea pura representada por el
legado escrito del náhuatl clásico. Esto reproduce las viejas ideologías del
significado de la palabra “náhuatl” anteriormente referido y discrimina las
variedades dialectales de la lengua, como el náhuatl de Guerrero (no sólo
del Balsas), y desde luego también las variedades de contacto que prevalecen en su propia comunidad de Santa Ana Tlacotenco y que son habladas, irónicamente, por los viejos: ¡a veces sus propios padres y abuelos!
La autenticidad está teñida también por la ambivalencia. Por un lado,
tal como lo representa el elocuente caso del náhuatl en Santa Ana Tlaco-
90
José Antonio Flores Farfán
tenco, es reivindicada a tal extremo por el purismo de una elite, que sin
duda resulta ser una herramienta estratégica en la materialización de un
diferencial de poder. Por el otro lado, la autenticidad puede también ser
definida en términos de los usos reales que prevalecen en las variedades
vernáculas de las comunidades. En el primer caso, la lengua “auténtica” se
halla anclada en los géneros escritos y tiene como momento cumbre las
fuentes escritas del náhuatl clásico. En contraste, el discurso oral puede ser
también afirmado como la lengua auténtica en tanto “no” represente las
prácticas lingüísticas cotidianas. Desde luego, ahí también emergen las
tendencias puristas; por ejemplo, al apelar a las variedades más conservadoras de la lengua, como el discurso de los ancianos en el caso del náhuatl
de Santa Ana Tlacotenco, aunque irónicamente éste llega a descalificarse
en contraposición al náhuatl clásico, o como ocurre en comunidades con
altos grados de retención lingüística e incluso de monolingüismo, como es
el notable caso de San Agustín Oapan, en la región del Balsas (Flores Farfán, 1999, 2001b).
Como abundaré más adelante en la sección 6 de este capítulo, al referirme al purismo como fuente de innovación y mantenimiento, la defensa
de un entendimiento positivo de las posiciones opuestas, a veces en extremo, en torno a la autenticidad tendría que conducir al desarrollo de un
compromiso con una retroalimentación tolerante e incluso productiva entre
los dos polos del continuum de la autenticidad. Tal actitud garantizaría, o
por lo menos abriría, la posibilidad de superar la fase de supervivencia de
las lenguas amenazadas, como lo ilustra Dorian (1994: 489) para el caso del
cornish.
Resulta interesante que entre más amenazada esté una lengua, como el
náhuatl de Santa Ana Tlacotenco, más tendencias puristas pueden encontrarse, especialmente si además el purismo se halla estimulado por fuerzas
externas, como la ideología del nacionalismo, la política oficial del idioma
o las tendencias académicas puristas. Como ejemplo de ello baste recordar
el artículo de Van Zantwijk (1965: 129-141) acerca del purismo náhuatl.
IV. Ideologías puristas del náhuatl
91
Aunque Van Zantwijk defiende un purismo moderado como estrategia para
preservar la integridad lingüística y cultural, probablemente él mismo indujo, de manera inconsciente, las formas extremas que critica como “exageraciones”, al ofrecer formas como amatla’cuilolitquicatlaxtlawilamatzinti
(“sello”) (Van Zantwijk preferiría seyotsintli, un hibridismo basado en la
palabra “sello” y -tsın-tli [rev-abs]), o tuenanacatlepu’pucaqui’tlcuhuepon
iliztli (“explosión atómica”).
Sospecho esto por mi conocimiento de una de las formas en que Van
Zantwijk se presentaba ante los miembros de la comunidad de Milpa Alta:
“declamando” poesía clásica en voz alta en el mercado. No debe extrañarnos, entonces, que su artículo contenga 121 entradas puristas. No hay que
olvidar que en las comunidades de Milpa Alta el náhuatl está aproximándose a la extinción, hecho quizás vinculado al surgimiento de una elite
nahua ilustrada y estimulado en gran medida por académicos como el mismo Van Zantwijk.8 Irónicamente, incluso si en buena medida el español se
evita conscientemente, sobre todo a nivel léxico, la lengua nacional aún
ejerce una fuerte influencia en la lengua indígena. Considérense los siguientes casos a nivel morfológico.
(1)
Quema in tonanatzin qui nanquili
3Obj- responder
“Entonces la anciana respondió” (Tiburcio, 1985: 16)
Nótese en este ejemplo que el prefijo de la tercera persona qui- se toma
como un clítico, como en español, y en consecuencia se escribe separado.
En el texto del que procede este ejemplo encontramos otros más que revelan una tendencia semejante aplicada a otros prefijos (para más ejemplos
de este tipo, véase capítulo V):
8
Más ejemplos de purismo náhuatl en forma escrita, inducido por académicos, pueden
encontrarse en Estudios de Cultura Náhuatl, vol. 24.
92
José Antonio Flores Farfán
(2)
Huan quema ti huitze mostla
ti nech-ita-qui
2PSg-venir mañana 2PSg-1Obj-ver-Dir
“Y mañana ven a verme” (Tiburcio, 1985: 16)
En este ejemplo el pronombre dependiente de la segunda persona ti- se
toma como un pronombre independiente o enfático, y en consecuencia se
escribe separado del radical, como en la forma del español “tú vienes” o
“tú me vienes a ver”. Hay que notar que el ejemplo (2) también revela la
influencia inconsciente del español en términos de la utilización de un
modo indicativo en lugar de un modo optativo, cuando el náhuatl presenta una clarísima distinción entre ambos temas verbales.
También es el caso de otras fuentes escritas contemporáneas, como los
libros de texto editados por el Estado mexicano para una pretendida educación “bilingüe” para los primeros grados de educación en las escuelas
indígenas (véase capítulo V).9 Éste y otros ejemplos de la influencia del
español en el náhuatl son abundantes en el discurso escrito, hecho del que
evidentemente los puristas no se percatan; en contraste, como he sugerido
y ejemplificaré con detalle más adelante, el vocabulario constituye el principal blanco de ataque de la reflexividad purista.
Considérese un texto contemporáneo, la traducción al náhuatl del artículo 4 de la Constitución Mexicana, que despliega un purismo extremo.
Comparado con otras fuentes escritas, como las citadas en los ejemplos (1)
y (2), este texto se lleva el primer lugar de purismo náhuatl entre todas las
formas escritas. Atravesado por una ideología purista que mantiene un
léxico ininteligible para los hablantes contemporáneos, puesto que proviene de fuentes del náhuatl clásico que datan del siglo XVI, es muy probable
que nadie o casi nadie realmente lo llegue a leer. Aunque se diera el caso,
su comprensión resultaría difícil no sólo por su recurso al náhuatl clásico,
sino también por el hecho de que el náhuatl se ha mantenido como una
9
Para un análisis detallado de este tema, véanse Flores Farfán (1988) y capítulo V.
IV. Ideologías puristas del náhuatl
93
lengua fundamentalmente hablada. Más aún, la combinación de léxico
obsoleto del centro con léxico de Guerrero genera una variedad lingüística
(sólo escrita) altamente artificial:
(3)
Ipan sempouali uan chikueyitonali, metstli atlakualo, nauitsontli
kaxtolpouali ipan nauimpouali matlaktle uan ome xiuitl, on amatlanauatili okixtli uan omoselti ueyi Tlajtoli naui amampouali. Aman
se amamtlapouali, kijtoua ijkon.
In ueyi tlaltikpaktli mexikayotl kipiya miyek ueyi tlaneltokilismej uan
kineke kikajchiua nochipa, nimaye in uaxkayo imaseual kalpamej,
on amapouali ika timopaleuiskej uan ijkon kuali kiyekchiuas
totlajtoluan nijki kineke ixtlamachilistli kenijki yejuame chanti
nochij kalpamej kipiya oksej tlamantli, noijki kipiya kenijki kichiua
iteki on ama tlapouali techiliya kinejke nochtin maseualtlakamej
tinemiskej ipan in tlaltikpaktli itoka mexikayotl maseual kalpamej
ueyi amapoualli.10
10
Si tomamos en cuenta que históricamente el náhuatl es una lengua de verbo inicial, desde la primera oración puede destacarse una transferencia
sintáctica del español al náhuatl, probablemente inconsciente, que sigue el
orden Sujeto Verbo Objeto:
10
Ésta es una traducción del artículo cuarto de la Constitución Política Mexicana, cuyo
principal párrafo dice a la letra: “La nación mexicana tiene una composición pluricultural
sustentada originalmente en sus pueblos indígenas. La ley protegerá y promoverá el
desarrollo de sus lenguas, culturas, usos, costumbres, recursos y formas específicas de
organización social, y garantizará a sus integrantes el efectivo acceso a la jurisdicción del
Estado”. Este párrafo comienza con la siguiente frase: “En el 28avo día del mes del atlacaualo [febrero-marzo], 1992, el artículo 4o. de la Constitución Mexicana dice a la letra...” (traducción mía). Dadas las altas cifras de analfabetismo en México respecto del
idioma oficial (sin mencionar las lenguas indígenas), es difícilmente concebible que alguien distinto a un académico interesado en el tema (como es mi caso) lea este texto y
otros similares. El hablante es un hombre que habla el mexicano de la Huasteca, hoy en
día entre cuarenta y cincuenta años. Es el mismo caso del ejemplo (3.1) y (3.2).
94
José Antonio Flores Farfán
(3.1) In ueyi tlaltikpaktli mexikayotl kipiya miyek ueyi tlaneltokilismej…
S
V
Obj.
Con (3.1), como también hemos visto con los ejemplos morfológicos, se
ratifica que es el léxico sobre el que se ejerce mayor reflexividad purista.
Por otra parte, como señalan otros autores y como también sugiere el
ejemplo anterior en cuanto al uso de los números con base en el sistema
vigesimal, más “puro”, del náhuatl clásico (que incluye formas completamente obsoletas, por lo menos en todas las variedades modernas analizadas para este trabajo, como tsontli, “cuatrocientos”), la resistencia consciente a la influencia externa está marcadamente circunscrita al léxico.
Considérese el uso de la numeración al inicio del ejemplo (3):
(3.2)
Ipan sempouali uan chikueyi-tonali, metstli atlakualo naui-tsontli
Sr veinte
con ocho
día
mes
cuatro cuatrocientos
kaxtol-pouali
quince veinte
ipan nauim-pouali matlaktle uan ome xiuitl
Sr
cuatro-veinte diez
con dos año
“En el vigésimo octavo día del mes atlakualo (del año 1992)”
Éstos y otros usos de la numeración sólo pueden ser encontrados en forma
escrita, a la cual ningún nahua común puede acceder, y si fuera el caso,
comprender. Así, la combinación de formas del náhuatl clásico con rasgos
dialectales modernos, en este caso provenientes de la región de la Huasteca, genera una variedad únicamente escrita del náhuatl que resulta altamente artificial e ininteligible (un idiolecto).
Además de una [m] intrusiva en el ejemplo (3), que quizás aparece
como una hipercorrección, es probable que el vocabulario mismo contenga incluso una reflexividad purista fonológica, como en metstli (“luna”,
“mes”) (que en otras variedades contemporáneas más hispanizadas es
IV. Ideologías puristas del náhuatl
95
mestli), para restablecer el fonema “auténtico” y original del náhuatl clásico, /¢/. Sin embargo —aunque no es el caso en el ejemplo (3), que representa una traducción 100% purificada de un texto originalmente en español—, la autenticidad de la lengua y sus hablantes suele ser afirmada,
paradójicamente, por una serie de préstamos nativizados que se presentan
como las versiones puras del mexicano. Ello desde luego contribuye a borrar la conciencia del origen español de palabras como toomiin, o la menos
común meeliob, que significan “dinero”.11 Veamos más de cerca el purismo
léxico náhuatl en sus diferentes facetas.
3. DIFERENTES FACETAS DEL PURISMO NÁHUATL
MANIFIESTAS EN EL LÉXICO
En la actualidad, los hablantes manifiestan formas puristas a través de neologismos y retos verbales que expresan, en general, diversas ideologías
lingüísticas. Examinemos primero los efectos puristas derivados de los procesos de elicitación utilizados para obtener datos lingüísticos. No en todas
las culturas se acepta un estilo interrogativo como el más adecuado para
proporcionar información: en las comunidades nahuas del Balsas me he
enfrentado varias veces con la resistencia de diversas mujeres (principalmente monolingües, aunque no exclusivamente) a proporcionar su nombre cuando se les pidió directamente en conversaciones casuales e informales. Aunque ello no altera las conversaciones y por tanto no produce un
11
La palabra más frecuente y difundida para “dinero” en las comunidades nahuas y en
otras comunidades indígenas, como las totonacas, es toomiin y sus variantes; esta palabra de hecho es un préstamo del árabe al español. La nativización de toomiin se basa
en un cambio del acento (en general, el náhuatl presenta un acento no fonémico en la
penúltima sílaba) y la imposición del alargamiento de la vocal: [to:’mi:n]. Por su parte,
meelioh deriva de la palabra en español “medio”. El náhuatl no tiene la oposición
sonoro:sordo, por lo que la nativización en este caso opera sustituyendo la oclusiva
sonora por /l/.
96
José Antonio Flores Farfán
choque cultural serio, suele suceder que preguntar directamente por el
nombre de las personas motiva malentendidos culturales, crea sospechas y
desde luego interpretaciones diversas (algunos ejemplos aparecen en Hill
y Hill, 1986; Milroy, 1987), pues preguntar por el nombre se puede interpretar como un cuestionamiento de la “pureza” y autenticidad de la propia
identidad (Hill y Hill, 1986: 134 y ss). En consecuencia, es una tendencia
común la ecuación entre la pureza de la lengua y la autenticidad de la
identidad del hablante como un indígena real.
En contraste con posiciones similares en las que los hablantes se resisten a colaborar en los empeños del investigador, otros hablantes (“informantes”) asumen una actitud tan cooperativa y condescendiente hacia el
investigador, que llega al punto de producir discursos extremadamente
artificiales.12 Estos discursos están repletos de elementos léxicos descontextualizados, así como de formas puristas e hipercorrectas. En este caso, la
tolerancia a los préstamos puede ser prácticamente inexistente. Como veremos a continuación, incluso si se encuentran préstamos de palabras, todos ellos están sujetos a procesos de naturalización e incluso pasan por
una nativización extrema, lo cual se refleja justamente en la artificialidad
que dichas formas suelen asumir.
4. EL PURISMO COMO NEGOCIACIÓN DE LA IDENTIDAD
Y COMO EFECTO DE LOS MÉTODOS DEL TRABAJO
DE CAMPO
Hasta hace poco, las visiones predominantes del trabajo de campo en la
lingüística se basaban frecuentemente en juicios introspectivos e idiolectales, así como en un conocimiento limitado de la lengua por parte del lin12
El caso de la foreign talk (“habla extranjera”), usada por los aborígenes australianos
exclusivamente para complacer a los lingüistas, ilustra bien este punto (Evans, 2001).
IV. Ideologías puristas del náhuatl
97
güista. Los procedimientos de la elicitación (e. g., los cuestionarios) suelen
contener remanentes puristas e inducen ideologías lingüísticas de corte
purista. Las aproximaciones predominantes operan con un corpus muy limitado que no considera los usos lingüísticos reales, lo cual provoca que
sea el lingüista quien postula lo que cuenta como una forma gramatical
apropiada o aceptable. Es muy común encontrar lingüistas que, después
de haber recolectado algunos datos, postulan aquello que puede y no puede ser dicho. Por ejemplo, para el náhuatl del Balsas se asegura que son
posibles formas no gramaticales como *kinemi (en lugar de kinemitia),13
(lit., “le da la vida”),14 mientras que no lo son usos reales como tiaatok (“te
estás yendo”).15 El “argumento” que se esgrime para hacer esta afirmación
es que como el náhuatl tiene una serie de verbos de movimiento, no se
requiere la forma del presente continuo aspectual -tok.
En mi primer año como estudiante de lingüística náhuatl, yo mismo
apliqué tales procedimientos interrogativos. Trabajé con una hablante que
había asistido a otros lingüistas, de manera que estaba bien preparada para
cumplir con mis sueños más delirantes acerca de la lengua. Aplicando el
cuestionario lingüístico para la dialectología del náhuatl diseñado por Lastra y Suárez (1975), se obtienen formas como notlaseewaayooh (“sombrero”), cuando en el habla real se prefiere el préstamo del español, a menos
que se trate de juegos de palabras (véase sección 6 de este capítulo).
13
14
15
Recuérdese que la ortografía que utilizo para transcribir las variedades del náhuatl del
Balsas es fonémica. Esta ortografía es más próxima a la fonética de la lengua, y al mismo
tiempo refleja aspectos fonológicos prominentes del dialecto. Para detalles, véase, por
ejemplo, Flores Farfán (1999: 261-263).
Idiomáticamente, kinemitia significa cosas como “ser capaz de seguir el curso de un
asunto dado” (e .g., un trámite burocrático), “ser capaz de parir”, “empecinamiento”. Esta
palabra deriva del verbo intransitivo nemi (“vivir”), más el prefijo de la tercera persona
-ki y el causativo -tia, elementos que constituyen el repertorio gramatical necesario para
convertir un verbo intransitivo en transitivo.
Es probable que tiaatok sea usado como una forma de saludo cuando uno encuentra a
alguien en el camino.
98
José Antonio Flores Farfán
Otro par de ejemplos (4-7) incluye diferentes palabras elicitadas para
la terminología del parentesco, que en la práctica también usa las formas
en español. Estos ejemplos están formados por circunlocuciones, una estrategia de hecho muy antigua para enfrentar “nuevos” conceptos y artefactos culturales, como se ilustra en Lockhart (1992) para el caso del periodo colonial.
(4) ø-ii-knii-waan de no-tah-ø16
3P-3Pos-hermano-Pl de 1POS-padre-SG
“Los hermanos de mi padre”
16
En lugar de la forma usual, de uso general por lo menos en las comunidades más castellanizadas del Balsas:
(5) ø-no-tios
3P-1Pos- tíos
“Mis tíos”
O bien:
(6) ø-iin-konee-waan de ii-kniiw-teh de no-tah -ø
3P- 3PosPl-niño-Pl de 3Pos-hermano-Pl de 1Pos-padre-Sg
“Los hijos del hermano de mi padre”
En lugar de:
(7) ø-no-primos17
3P-1Pos-primos
“Mis primos”
17
16
17
Este ejemplo proviene del Vocabulario náhuatl de Xalitla, de Ramírez de Alejandro y
Dakin (1979). En su momento Cleofas contaría con unos 25 años.
Tanto (6) como (7) provienen de la misma hablante, Cleofas Ramírez Celestino, en un
caso en una situación de elicitación que induce al purismo, y en el otro de habla espontánea.
IV. Ideologías puristas del náhuatl
99
Otro ejemplo de los efectos del purismo inducidos por la elicitación es
notlakwaatekil (“ahijado, ahijada”). Sólo en la elicitación he encontrado
esta palabra, pues normalmente se usa el préstamo “ahijado/ahijada”, aun
en comunidades donde el náhuatl es muy fuerte, como San Agustín Oapan,
considerada como la comunidad en donde se habla el “mejor” mexicano de
toda la región del Balsas. En contraste con esta comunidad, en Xalitla el
náhuatl casi ha alcanzado el umbral de la extinción, lo cual se manifiesta,
entre otras cosas, en la transferencia intensa y aparentemente ilimitada (Flores Farfán, 1999, 2001b). Del mismo modo, en ciertos registros del náhuatl,
sobre todo provenientes de la esfera pública (e. g., la política), la cantidad
de transferencias es al menos tan grande como el mismo vocabulario náhuatl, y a veces incluso mayor. Por ejemplo, considérese el siguiente fragmento de un discurso producido en la asamblea de una comunidad:
(8) paisanos de aqui tinochimeh. a ve tiwaalaweh de Copalillo sitio de
cabecera municipal neke neechilis oome información e tahameh pan
dia veintitrés veinticuatro de ne otii. ootiinenkeh o puerto de Zihuatanejo
que see compromiso titlaalikeh pa reuniones anteriores de que... lema
nodifundiroska que iipan lugares kampa tipian gente como partido
waan como organización campesina ugose kwakon otiakeh oke waan
dirigentes de más de trescientos comerciantes... nochi see acuerdo de que
timoreuniroskeh pan iipuestos kitlaaliskia mantas solo de que
neextlatlaaliniaya see mapa no... martes mas bien waallase compañeros
Chilpancingo iiwan noche tinmamakaskeh propaganda no sé si naan
naan kipian Consejo para welis mas teechapoyaroske, ya no kitokeh de
que de acuerdo kidifundiroskeh kiteeemachtiskeh iika gringos iika
mexicanos con fines de semana... tan de vacaciones pero gringos después
de vacaciones normales de nikaan México waalloweh hasta en... puerto
como Zihutane. por esa parte meechinformaroa de que no difundiroskia
yehun dee. o problema nikaan nikaan de un dee. ribera de río Balsas.
seke cosas tlen keno nimeechilis paisanos. tahameh nepan tomunicipio
ee kipiakeh dificultades ee normales de de elecciones iipan comunidades...
kimateh xuun katka para... comisarios.
100
José Antonio Flores Farfán
sin embargo ee como por ese lado tahameh ti de kse partidos de oposición
el perrete iiwan eh por otro lado de me seke comisarios del pri kinekia
¿verda? kinekia cas peewaskia iigente iipan iipan puestos de comisarías.18
18
En contraste con variedades altamente hispanizadas, como la que se presenta en el ejemplo anterior, es en discursos escritos donde se pueden
encontrar las manifestaciones más acabadas del purismo náhuatl. En el
18
Aun si descontamos préstamos dobles, como los nombres de lugares (e. g., México y
Zihuatanejo), más de 60% de los términos de este texto deriva del español. Éste y otros
textos producidos principalmente en las esferas públicas que presentan gran cantidad de
préstamos del español no parecen motivar reacciones puristas, y en consecuencia no
impiden la producción de discurso. Este fragmento de discurso político se produjo en el
contexto de un conjunto de asambleas organizadas por el Consejo de Pueblos Nahuas
del Alto Balsas en contra de la construcción de una presa hidroeléctrica en la región a
finales de la década de 1980. La variedad dialectal en la que se produjo (la de Copalillo)
es significativamente distinta del resto de las variedades del Balsas, pero aún se le considera parte de la región. Una traducción aproximada es: “Paisanos de Copalillo, sitio de
cabecera municipal, queremos darles dos informaciones: como lo hicimos en las reuniones anteriores el 23 y 24 [de este mes] en el puerto de Zihuatanejo, nos comprometimos
a difundir propaganda en los lugares donde hay gente de nuestro partido [político] y
gente de la organización campesina UGOSE. En aquella ocasión, los dirigentes de más de
300 comerciantes... acordamos reunirnos y manifestarnos con propaganda en nuestros
puestos. También solicitaron un mapa. El martes van a llegar los compañeros de Chilpancingo y van a distribuir propaganda, no sé si hay un Consejo que nos apoye. Ya
hemos hablado de difundir la propaganda [en contra de la construcción de la presa]
durante las vacaciones entre los mexicanos que están de vacaciones y después con los
gringos que vienen a Zihuatanejo después de las vacaciones normales. Me han informado que se está discutiendo el problema local de construcción de la presa en la ribera del
río Balsas. Como les digo, con respecto a las elecciones tuvimos las dificultades normales en el Municipio. ¿Quién sabe de los comisarios? Sin embargo, por un lado, como
somos parte del partido de oposición [PRD], nosotros los apoyamos. Por otro lado, los
comisarios del PRI quieren imponer a sus seguidores en los puestos de comisarías”. Para
más detalles, véase Flores Farfán (1999: 141 y ss.). El hablante es un líder de Copalillo,
donde se habla un mexicano bastante distinto a las comunidades ribereñas del Balsas,
que en su momento, finales de los ochenta, contaba con unos 40 años con una mayor
proficiencia del español que del mexicano.
IV. Ideologías puristas del náhuatl
101
fragmento de la traducción al náhuatl de la Constitución Política de la República Mexicana analizado en el capítulo I (ejemplos 9 y ss.), los préstamos se evitan sistemáticamente. No obstante, en dichas traducciones
también se presentan rastros de desplazamiento en el uso del sistema de
numeración, que se presenta enteramente en español. Irónicamente, incluso cuando esto no representa un porcentaje significativo de préstamos, el
hecho mismo de que se trate de una traducción reproduce la posición subordinada de la lengua indígena respecto del español. Los efectos puristas
producidos por este procedimiento de traducción incluyen una serie de
neologismos ininteligibles no sólo para el nahua común, sino también para
los académicos nahuas. Hay que notar que el texto aludido proviene del
idiolecto de un par de personas, cuya variedad dialectal puede ubicarse
como de la región de la Huasteca, hecho que de ningún modo se ha explicitado. Sumado al recurso típico al náhuatl clásico, esto produce una variedad altamente incomprensible, casi una lengua “híbrida” y “secreta”. Los
autores de la traducción lo reconocen de manera indirecta, puesto que
ofrecen un glosario de términos que de hecho es una colección de neologismos puristas, como el término mismo utilizado para “glosario”, tlajtoltekpantli, analizado en el ejemplo (10) del capítulo I (Hernández Ramírez y
Hernández Hernández, 2001: 30).
Otros ejemplos tomados de este mismo texto, que como queda dicho
son hablantes ilustrados provenientes de la Huasteca, que son los que han
dominado el ámbito de la traducción de documentos oficiales, incluyen
Altepeko nemini (“político”), Asitilistli (“propósito, objetivo”), Chontal
tlakatl (“extranjero”) (los dos últimos se analizaron, respectivamente, en
los ejemplos 11 y 12 del capítulo I). Analicemos morfológicamente estas
palabras en los ejemplos (9), (10) y (11) para tener una idea de cómo funciona el mecanismo de los neologismos:
102
José Antonio Flores Farfán
(9) altepe-ko nemi-ni
ciudad-Loc vivir-Ag
“El que vive en la ciudad” (entonces más de 20 millones de personas
son políticos en la ciudad de México)
(10) asi-ti-listli
llegar (allí)-Caus-Nom
“Evento o acción de hacer llegar”, i. e., “Objetivo, propósito”
(11) Chontal tlaka-tl
Persona chontal, hombre-Abs
“Hombre chontal”
El ejemplo 11 nos permite señalar que el recurso automático al náhuatl
clásico —aunque chontal aparece como chontalli en el diccionario de Molina 1977 [1571]: 21— como fuente de purismo es tan penetrante, que niega la existencia del término contemporáneo para denotar este concepto:
kiixtiaano (“extranjero”), una palabra que, como hemos visto, es producto
de la nativización y reapropiación, y en la actualidad se usa en varios dialectos del náhuatl (Flores Farfán, 2001a). Paradójicamente, el glosario aludido introduce de manera inconsciente un doble préstamo, pues en el español contemporáneo de México “chontal” se refiere a un grupo indígena
hablante de maya y esto de hecho genera más ininteligibilidad e incluso
confusión.
Los efectos puristas no son, desde luego, exclusivos del discurso político escrito; también pueden ser detectados en textos académicos. Así, por
ejemplo, en el Vocabulario náhuatl de Xalitla de Ramírez y Dakin (1979: 25
y ss.) pueden encontrarse varias expresiones similares a las mencionadas
con anterioridad. No obstante, en este caso optar por la nativización es claramente una estrategia que otorga al vocabulario un “sabor” más mexicano.
De hecho, es una estrategia de “purificación” mucho más positiva y cercana
al habla cotidiana, y se presenta como una forma de recrear la lengua indí-
IV. Ideologías puristas del náhuatl
103
gena, abriendo de este modo la posibilidad de su continuidad (sección 6 en
este capítulo). Los ejemplos de nativización incluyen los siguientes:
(12) acoxa (derivado de “aguja”, usado en San Agustín Oapan pero no
en Xalitla)
(13) achichitzin, “ballena” (¡no hay ballenas en la región del Balsas!)
(14) aman i-ca yeyi tlatohli, “hoy en tres días”
[3PPos-] (en Xalitla los sustantivos relacionales normalmente no
exhiben el pronombre posesivo de la tercera persona como en San
Agustín Oapan y en el náhuatl clásico: véase ejemplo 33)
(15) ayo, “gallo” (borrar un segmento “extranjero” es una estrategia de
nativización)
(16) canowa, “canoa” (fonotácticamente, el náhuatl no permite los
diptongos en las sílabas, de manera que se inserta un desliz)
(17) nocompaltzin, “mi compadre” (los grupos inexistentes sencillamente
se sustituyen por /l/)
(18) cuetlaxtli, “hamaca de mecate” (usado en todo caso en variedades
muy conservadoras, como la de San Agustín Oapan)
(19) frota, “fruta” (el náhuatl no opone /o/ a /u/, como en el español:
[u] es un alófono de /o/)
(20) dorasno, “durazno”
(21) ixtew atl, “ojo de agua”
(22) matlactli, “diez” (número arcaico)
(23) norteh, “norte” (los Estados Unidos)
(24) parientesco, “parentesco” (nótese que una forma hipercorrecta en
español se vuelve una palabra auténtica del náhuatl)
(25) pitzo espín, “puerco espín”
(26) polato “plato” usado en San Agustín Oapan, no en Xalitla (como
hemos visto la epentesis es un mecanismo común para tratar los
grupos consonánticos [o vocálicos] inexistentes o problemáticos)
(27) filecha, “autobús de pasajeros” (nombre de la línea de autobuses)
(28) imapochcopa, “izquierda”
(29) itlatequian, “filo del cuchillo”
(30) tlatekini, “cuchillo” (tlateki en San Agustín Oapan)
(31)
maxtiliztli, “rezo”19
19
19
Los ejemplos del 12 hasta el 31 provienen de Cleofas Ramírez Celestino, cuyo perfil ya ha
sido descrito, hablante bilingüe, en su momento, principios de los setenta, de unos 25 años.
104
José Antonio Flores Farfán
Otro ejemplo de información inducida se refiere al vocabulario en desuso
o a los términos “canónicos” preferidos en los diccionarios. Considérese
por ejemplo que en el náhuatl normalmente las palabras para designar las
partes del cuerpo aparecen sólo en forma alienable. De este modo, no
todos los efectos producidos por la elicitación inducen formas puristas,
sino también conceptos extraños, arcaicos e incluso inexistentes, como las
formas para “canoa” y “ballena” señaladas arriba. Las expresiones estrictamente puristas de esta lista incluyen la palabra para “diez”, que rara vez se
usa debido a que el sistema de numeración del náhuatl ha sido casi totalmente desplazado. También en la lista aparece una serie de formas fonológicamente nativizadas como frota (“fruta”), dorasno (“durazno”), akoxa
(“aguja”) y polato (“plato”). Como veremos, la nativización es también una
fuente común de purismo náhuatl, aunque además posee una dimensión
más positiva (véase sección 6 en este capítulo).
No sólo los cuestionarios producen tales efectos; también lo hacen diversos instrumentos de orientación más sociolingüística. Durante mi investigación en torno a la variabilidad del náhuatl en la región del Balsas (Flores Farfán, 1999), usé como estímulo discursivo una serie de dibujos en
papel amate, en la que se describe la historia de la región desde los tiempos prehispánicos hasta la actualidad, incluyendo el episodio de amenaza
de destrucción de la comunidad nahua por la construcción de una presa
en la región (Amith, 1995). Aunque la utilización del amate fue concebida
como una técnica sociolingüística para mitigar la gran atención que se ejerce sobre el discurso hablado (típica de los cuestionarios), lo mismo que
como una forma de lograr acceso a un discurso mucho más casual, la reflexividad purista se expresa con claridad. Resulta interesante que esto sea
verdad no sólo para la selección léxica de una serie de conceptos obsoletos y arcaicos en variedades fuertemente hispanizadas como la de Xalitla,
sino también a nivel morfológico. En el ejemplo (32), un xaliteco “nahua
hablante de Xalitla”, con formación académica a nivel superior, describe el
dibujo de una iglesia que aparecía en un amate:
IV. Ideologías puristas del náhuatl
105
(32) kaan kihlian curato, kaan kochi teoopixki...
“En el lugar que se llama ‘curato’, donde duerme el cura.”
En muchas comunidades del Balsas, como Xalitla, Maxela, Tulimán, etc., el
náhuatl está alcanzando el umbral de la extinción. Las variedades hispanizadas encontradas en Xalitla presentan un conjunto bien integrado de palabras sin nativización, así como préstamos y cambios temporales de los
equivalentes del náhuatl en todas las clases de palabras (verbos, sustantivos y partículas), además de la convergencia semántica, pragmática y tipológica, sin mencionar el cambio y sobre todo el desplazamiento de códigos. Por ejemplo, en (32) se usan palabras del náhuatl más conservadoras
y “puras”, como teoopixki y aaltepeetl —formas coloniales aún usadas en
pueblos nahuas como San Agustín Oapan—, en lugar de los términos en
español “cura” y “pueblo”, respectivamente, que son más comunes en Xalitla y otros lugares. Así, el préstamo es un proceso muy generalizado en
variedades del náhuatl profundamente hispanizadas y ha tendido a neutralizar el interés por crear nuevas palabras. Con anterioridad era un proceso
muy productivo, típico de la lengua prehispánica y de las variedades actuales más conservadoras, como ya sugirió Whorf hace más de 60 años
(1946) para el caso de Milpa Alta.
De nuevo, la intención de ser visto como un hablante bien educado y
poseedor de un alto estatus se refleja en el uso de formas provenientes del
náhuatl clásico. El recurso de los hablantes a las variedades clásicas es de
hecho una fuente sublime para “autentificar” y “purificar” la lengua. Esto
puede verse muy claramente en el caso de Santa Ana Tlacotenco. Dicho
recurso incluso constituye una actitud general en todas las regiones nahuas, en especial entre los hablantes con formación universitaria y de estatus alto. Por ejemplo, al recurrir al náhuatl clásico, el purismo del hablante referido desarrolla una forma purista extrema sin importar qué tan
familiarizado esté con el investigador o cuán efectivo sea el instrumento
metodológico. Esto tiene mucho que ver con la necesidad de este hablan-
106
José Antonio Flores Farfán
te de presentarse como una persona especial en el sentido de conocer el
náhuatl como ningún otro, aunque en su pueblo de origen, irónicamente,
utilice el español en sus conversaciones cotidianas. Es más, en vez de utilizar una forma de uso general en las variedades hispanizadas, como pan
(“en”), como sería lo esperado, recurre a una forma relacional de nuevo
vinculada al clásico, iika:
(33) ii-ka yeeyi aamatl 20
3Pos-(Sr) tres amate
“En el tercer amate”
20
En este mismo ejemplo utiliza aamatl en el sentido, inusual en la región,
de “papel amate”. Irónicamente, “amate”, una palabra que se toma del español de México y que deriva del náhuatl aamatl, es de hecho un doble
préstamo muy utilizado en las variedades contemporáneas del Balsas para
referirse al amate pintado. En contra de su práctica idiosincrática vale la
pena considerar que los pares bilingües en el náhuatl del Balsas, como
aamatl (“papel”) y amate (“amate pintado”), constituyen una adición al
repertorio lingüístico de las comunidades: el término indígena (aamatl) se
refiere al pedazo de papel, mientras que el doble préstamo (amate) hace
referencia a la artesanía indígena diseñada para su venta en el mercado
turístico.
Nótese en el mismo ejemplo (33) una expresión de purismo, mucho
menos frecuente, en el uso de los sustantivos relacionales: se mantiene el
prefijo posesivo de tercera persona, ii- (“su”), que se ha eliminado en el
habla espontánea, en particular en las variedades de Xalitla; e. g., (ii-)pan
20
Este hablante masculino proviene de Xalitla, y es una persona con educación formal
superior con un buen conocimiento de la lengua clásica, como resulta evidente. El dato
fue recopilado alrededor de mediados de los ochenta, cuando tenía alrededor de 30
años. Para conocer mejor estos perfiles y otros ejemplos similares, véase Flores Farfán
(1995).
IV. Ideologías puristas del náhuatl
107
(“encima”), (ii-)wan (“con”), (ii-)ka (“que”), etc. En este mismo ejercicio
conversacional, otros hablantes similares de Xalitla presentaron este mismo
fenómeno, aunque a partir de la forma más común, es decir, la que no
presenta la morfología del posesivo (de hecho, una innovación inducida
por la influencia española) y que se ha reportado para otras variedades
dialectales nahuas distantes u otras lenguas, como el pipil (Campbell,
1987).
En suma, el purismo de los xalitlecos con formación académica a nivel
superior, en cuanto a los sustantivos relacionales, es equiparable a la manera en que los utilizan cotidianamente los oapanecos (habitantes de San
Agustín Oapan).21 El único material que estos últimos hablantes tendían a
expresar en sentido purista eran los números, pero su reflexividad purista
no puede compararse de ninguna forma con la atención que ponen los
xalitlecos al discurso hablado. De nuevo, esto sugiere que cuanto más
amenazada está una lengua, más emergen la reflexividad y las formas
ideológicas puristas y viceversa (Van Zantwijk, 1965). En estos casos, una
competencia activa en el mexicano es escasa o sencillamente inexistente.
Como lo sugieren tanto las fuentes escritas presentadas como el uso
oral de los ejemplos (32) y (33), una de las expresiones más extremas del
purismo náhuatl es el recurso al náhuatl clásico. Presumiblemente, esta
preferencia por las variedades clásicas ha culminado en la autodesignación
de la elite de puristas de Santa Ana Tlacotenco como descendientes de los
hablantes del náhuatl clásico. Dado su estatus altamente amenazado, esta
comunidad es quizás el lugar donde hoy en día es posible encontrar más
expresiones puristas en todo el mundo nahua.
21
El experimento sociolingüístico aludido fue realizado con una muestra de hablantes de
Xalitla y San Agustín Oapan de edades y géneros similares. Como ya se ha mencionado,
estas comunidades representan, respectivamente, los polos opuestos del continuum
entre variedades más y menos hispanizadas. Para más detalles, véase Flores Farfán
(1999).
108
José Antonio Flores Farfán
5. EL PURISMO NÁHUATL COMO UNA HERRAMIENTA
DE LA DOMINACIÓN Y EL PODER
Hill y Hill (1986) han mostrado que el purismo náhuatl está directamente
relacionado con la lucha por la dominación en las comunidades. Esto no
sólo se manifiesta en las formas puristas inducidas como las que hemos visto en el caso de la interacción entre el investigador y el hablante. Estas formas también emergen en discursos más espontáneos. Aunque la investigación de Hill y Hill proviene de entrevistas, en conversaciones más casuales
“...los puristas pueden [además] elegir qué tan estrictos desean ser dependiendo de si parecen ir ganando o perdiendo en la lucha por la dominación”
(Hill y Hill, 1986: 129) (traducción mía). De este modo, la expresión del estatus suele ser una función del purismo. La negociación de un estatus pretendidamente alto suele surgir en la denominada etimología folk purista.
La reinvención directa de la etimología puede estar también en juego
en la búsqueda purista por la dominación y el estatus. Considérese el siguiente ejemplo: a propósito de una reunión de nahuatlatos (“académicos” nahuas) en Milpa Alta, donde, como ya se ha mencionado, se ha
conformado un grupo de puristas (en parte debido al interés de los forasteros en la lengua y la cultura mexicana), el “Cronista de Tlahuac” (donde
el náhuatl probablemente ya no se habla) ¡afirmó que la palabra “América”
es de origen náhuatl! Su etimología folk es la siguiente:
(34) A-mer-(i)ca22
aa-, de aatl “agua”
mer- forma “corrupta” de mecatl “cuerda” y, por extensión, “linaje”
(i)-ca(n) de -kaan “lugar”
“Lugar de la gente que viene del agua”
22
22
Este ejemplo fue producido por el cronista de Tláhuac, una persona de unos 45 años, en
un Encuentro de Nahuatlatos organizado en Santa Ana Tlacotenco a principios de los
ochenta.
IV. Ideologías puristas del náhuatl
109
Esto tiene un significado muy cercano a Anahuac, nombre del estado confederado de los aztecas, que literalmente significa “en las cercanías del
agua”.
Como hemos visto en el caso de los numerales (véase sección 3 del capítulo I) y como lo reiteran Hill y Hill (1986: passim), en el contexto de las conversaciones, los números constituyen señales predilectas de los puristas en las
comunidades hablantes de mexicano. Históricamente, como un arma de batalla destacada, los números constituyen una de las expresiones más tempranas del purismo náhuatl, como también señalan Karttunen y Lockhart:
[...] durante el periodo colonial, los números españoles eran considerados
una forma extrema de préstamos al mexicano y en consecuencia eran evitados por los escribas hablantes de la lengua (Karttunen y Lockhart, 1976:
135) (traducción mía).
Debido a la necesidad de uniformar un mercado nacional en el siglo XIX y
a la naturaleza inherentemente económica de la imposición del sistema
decimal, hoy en día el sistema vigesimal náhuatl ha sido desplazado casi
por completo. Bajo estas condiciones, los números pueden llegar a ser
objeto de una intensa estigmatización del mexicano y de negociación de
una identidad auténtica, en términos de proveer una imagen asociada a la
fluidez en la lengua y por tanto al estatus de un “verdadero” hablante. A
través de los números, los hablantes pueden cuestionar la autenticidad del
discurso y la “pureza” de sus hablantes. Hay que notar, sin embargo, que
el sistema vigesimal es prácticamente el único subsistema “puro” y “auténtico” de la lengua que realmente remite a los tiempos prehispánicos. Por lo
demás, la mayoría de las señales puristas se originaron en los periodos
coloniales tardíos y derivan fundamentalmente del español. Hace poco fui
sometido a otra prueba de mi competencia en la lengua con base en los
numerales (véase la prueba descrita en el capítulo I en relación con el número 80, nauhpohualli). Esta vez, un maestro bilingüe, supervisor de zona,
110
José Antonio Flores Farfán
me preguntó por la forma para decir “cincuenta”. Contesté, en náhuatl clásico, ompohualli ihuan matlactli, “dos veintes y diez”, lo cual resultó satisfactorio para reconocerme como “hablante”. Después de estos incidentes,
no se me presentaron otros retos puristas, lo cual refuerza la idea de que
los números constituyen la prueba de fuego del manejo de la lengua auténtica y mítica. De este modo, la fluidez en la lengua en general se juzga
a partir del conocimiento de estos indicadores aislados, por lo demás obsoletos, y no tanto por la competencia conversacional, al menos no al
principio.
En suma, una provocación purista típica consiste en pedir a alguien
que cuente en mexicano, como el desafío más sublime posible para considerar a alguien un hablante real de “legítimo” mexicano, lo cual casi siempre equivale a una posesión de estatus alto. Esto se manifiesta claramente
en el discurso actual de la elite nahua. Por ejemplo, la intelligentsia de
Santa Ana Tlacotenco produce expresiones numéricas en los discursos
escritos y orales como ipan caxtolli [an] yei tonal, mani meztli octubre
1995 xihuitl (“en octubre dieciocho de 1995)” (Morales Baranda, 1996: 295).
Aun cuando en este ejemplo se apela al obsoleto sistema de numeración
vigesimal, podemos encontrar una simplificación, evidente si recordamos
la necesidad del sustantivo relacional an [ihuan] (“y”), para contar en náhuatl clásico. Asimismo, vale la pena advertir que en la frase citada, el mes
y el año aparecen en español, lo cual nos ofrece un indicio del avanzado
estado de desplazamiento del sistema numérico y calendárico.
Aún más extraño que el uso de los números —normalmente las formas
nativas en el uso conversacional no van más allá del cinco, makwiihli—
resultan los nombres personales,23 que pueden llegar a ser blanco de las
preocupaciones puristas (Hill y Hill, 1986). Otro caso es la palabra para
“tiempo” (cahuitl), que en el habla cotidiana se ha sustituido por su forma
23
Una excepción son los apellidos en los pueblos de La Malinche, donde es posible encontrar diversos nombres de origen mexicano.
IV. Ideologías puristas del náhuatl
111
en español, junto con la mayor parte del léxico calendárico u otros sistemas de medición. Se corrobora con esto que los desafíos puristas se circunscriben básicamente a cuestiones de vocabulario; ello es menos perceptible en formas convergentes, sobre todo a nivel morfológico, como lo
mostré en el caso del hablante en los ejemplos (32) y (33). Los complejos
semánticos más utilizados por los desafíos puristas son, en suma, los números, los nombres propios y los nombres de artefactos derivados de la
cultura material española, tal como el mexicano de La Malinche tocuatlacecahuiloni (“sombrero”), y tepozquehqueloni (“espuelas”) (Hill y Hill,
1986) (por lo menos el primero se observa en el náhuatl del Balsas).
Otro ejemplo de Morelos es tepozpocatetlahuilānalōni (“tren”) (Dakin
y Rysky, 1979). Los ejemplos del Balsas incluyen tepostoonaltlamachiiwa,
tepostetlawilooni (o tepostewilooni) y notlakwaaseewal, en lugar de los
préstamos “reloj”, “carro” y “sombrero”, respectivamente. En este último
caso, la mayoría de las formas puristas se obtuvieron en situaciones espontáneas de uso de la lengua. Esto es especialmente cierto en las interacciones de juegos lingüísticos, como los trabalenguas, situación que, como
veremos a continuación, sugiere una forma mucho más positiva de concebir y poner en juego el purismo.
6. OTRA VISIÓN ES POSIBLE. EL PURISMO NÁHUATL
COMO FUENTE DE INNOVACIÓN Y MANTENIMIENTO
El entendimiento de un ámbito restringido —digamos, la vitalidad de una
lengua determinada— puede lograrse recuperando una perspectiva pragmática.24 Por ejemplo, la innovación léxica puede ser concebida como una
24
Una de las propuestas más sugerentes de la aproximación pragmática en lingüística es
la de considerar la interacción verbal como la principal fuente de datos para el análisis
lingüístico. Entonces el uso efectivo de la lengua se plantea como la unidad básica en el
entendimiento del sistema lingüístico.
112
José Antonio Flores Farfán
forma de apropiación y, simultáneamente, como una manera de demostrar
y recrear las posibilidades expresivas del náhuatl. De este modo, una persona puede presentarse a sí misma como más mexicana sin necesariamente desafiar la capacidad en la lengua de los hablantes. Asimismo, la nativización es una forma de ocultar los orígenes españoles de una palabra y se
puede producir no únicamente con matices puristas negativos. Un ejemplo
léxico de nativización ofrecido por Hill y Hill (1986) es macna (“máquina”)
para referirse al tren. En la región del Balsas, una forma colonial considerada mexicano de iiksaan (“mexicano del pasado”) es polooko, derivada de
la palabra “borrico”.25
Las formas puristas pueden también encontrarse y evaluarse en usos
más constructivos. Se trata de un purismo positivo. La nativización léxica
abunda en los discursos espontáneos en San Agustín Oapan, tanto con
formas más antiguas (akooxa, derivado de “aguja”; polaan, derivado de
“plátano”, o polaato, derivado de “plato”, etc.), como con formas mucho
más recientes, un hecho que fomenta la retención del mexicano. Por ejemplo, un oapaneco se refirió a chiempooh y “tiempo” como las versiones del
tiempo en mexicano y español, respectivamente. Otros ejemplos de expresiones de contacto ocurren en la producción de adivinanzas:
(35) See tosaasaanil, see tosaasaanil:
Maaske maas tikwaalantok, pero tikpancholwis.
Adivina adivinando:
No importa que te estés enojando
Por ella irás pasando.
La respuesta es tetsakayootl, en lugar de la palabra en español “puerta”.
25
Van Zantwijk (1965) reporta puro para “burro”. Como ya se ha dicho, el náhuatl no hace
uso del contraste fonémico entre segmentos sonoros y sordos, de modo que convierte
los fonemas sonoros del español a su contraparte sorda. Para algunos ejemplos, véanse
Karttunen y Lockhart (1976) y Flores Farfán (1998, 1999).
IV. Ideologías puristas del náhuatl
113
Otros ejemplos de expresiones en el náhuatl del Balsas que expanden el
repertorio léxico nahua son los pares bilingües michiin (“pescado”) y peskaadoh (madera tallada en forma de pescado), maaskaras y xaxaayaakatl
(“máscara ritual”) o el ya mencionado amaatl (“papel”) y amate (papel de
corteza de árbol que se vende como artesanía).
La nativización no se limita a la fonología de la lengua. También aparece en forma fonotáctica. El cambio de acento es una estrategia de nativización particularmente común. La diferencia de acentuación puede ser
considerada suficiente prueba para clasificar las palabras como pertenecientes al mexicano o al español: por ejemplo, Teotihuácan (“lugar de
dioses”), con acento en la penúltima sílaba, que es como en general se
acentúa en náhuatl, frente a Teotihuacán, con acento en la última sílaba,
presenta una acentuación castellana (éste no sería el caso del par Cuernavaca y Cuauhnahuac). En la región de La Malinche, los ejemplos de cambio al patrón acentual incluyen nopápan (“mi padre”) y nomáman (“mi
madre”). En el náhuatl del Balsas, especialmente en las comunidades que
presentan monolingüismo mexicano (e. g., San Agustín Oapan, Analco), el
cambio acentual, más que una excepción, es una norma; aquí es posible
encontrar muchos nombres pronunciados con acento en la penúltima sílaba: Márcial, Míquel, etc., etc., indicio del valor de la nativización como una
forma positiva de producir lo que McClure y McClure (1977) han denominado “etnorreconstrucción”. Históricamente, un ejemplo muy claro que ya
he mencionado y que reitero aquí es la reapropiación de la palabra del
español cristiano (“uno de nosotros”), por parte de los nahuas, en contraposisicón a kiixtiaano (“extranjero”), en el náhuatl del Balsas y otras regiones. Es más, en Tetelcingo, Morelos, la forma kiixtioono significa “explotador”. Otra ilustración proveniente del Balsas es la oposición de la forma
para jefe, que mantiene la fonología náhuatl tecuhtli, que conlleva una
connotación peyorativa, en contra de su nativización al español teuhtli o
teuhtle, manteniendo su significado original de “señor”, en el sentido honorífico del término. En este sentido, hay hablantes que se resisten a las
114
José Antonio Flores Farfán
interpretaciones negativas del purismo y cuestionan la idea de que los
efectos del contacto constituyan degeneraciones de la lengua.
Como he sugerido, la creación de neologismos o la nativización del
español como expresión de la retención del mexicano puede ser observada en discursos espontáneos así como en géneros específicos altamente
estimados en el repertorio lingüístico de la comunidad, como las adivinanzas y los trabalenguas:
(36) tsin-tsiin-kirian-tsin-tsoon-kwaa-kwaah
base-Dim-árbol-base-pelo-R-morder
“Tijera”
(37) tsin-tsiin-kirian-teen-pits-koon-tsiin
nalgas-Dim-árbol-labio-besar-olla-Dim
aatekomatl o botella
“Tecomate” o “Botella”
Vale la pena advertir que la respuesta a este trabalenguas puede ser bilingüe, lo que sugiere que no necesariamente existe un conflicto al elegir
entre el español o el mexicano. Otro excelente ejemplo es el caso de la
forma nahua maaske (“sin embargo, no obstante, pero, que así sea”), explicada en el capítulo III (ejemplos 15 y ss.). Aquí podemos ver una clara
convergencia tipológica, semántica y pragmática con el español (para detalles véase Flores Farfán, 1998, 1999).
Tales juegos de palabras son uno de los flancos favoritos de la reflexividad purista positiva. En todos estos casos el contacto lingüístico es concebido como un enriquecimiento que permite la continuidad de la lengua
y la cultura. Esta conceptualización concibe al purismo como una fuerza
positiva para el mantenimiento lingüístico e incluso para el cultivo de la
lengua. Para el caso de las comunidades de La Malinche, Hill y Hill han
sugerido un punto de vista similar:
IV. Ideologías puristas del náhuatl
115
El purismo [...] es parte de la intensiva atención puesta a las fronteras étnicas
[...] los puristas están muy interesados en la lengua y se lo toman muy seriamente. Si los pueblos pueden encontrar una forma de usar este aspecto del
purismo, ello podría convertirse en una fuerza positiva en el mantenimiento
lingüístico (Hill y Hill, 1986: 140-141) (traducción mía).
De este modo, los puristas favorecen la sustitución lingüística en tanto que
se oponen a todo tipo de innovación o incorporación de un código externo, condenando cualquier otro uso, aun cuando paradójicamente ellos no
son hablantes activos del mexicano. Sin embargo el purismo también puede promover la retención lingüística e incluso el cultivo mismo de la lengua. En este sentido, podría decirse que una comunidad que utiliza espontáneamente formas puristas positivas mantiene su lengua viva y en buenas
condiciones, al tiempo que es tolerante hacia el contacto lingüístico. Los
hablantes neutralizan las concepciones puristas destructivas que alimentan
ideologías lingüísticas aberrantes. Un ejemplo de esto es el hecho de que
a través de la nativización es posible proponer alternativas constructivas
para desarrollar la promoción y el cultivo de la lengua (e. g., del vocabulario), lo cual no sería considerado como purismo desde el punto de vista
del uso real y de hecho podría contribuir a la revitalización lingüística y a
la elaboración de programas para su desarrollo. La nativización tiene la
ventaja de “no” producir vocabularios ininteligibles y por tanto de producir discursos comprensibles. En este sentido, el restablecimiento del uso
real de, por ejemplo, juegos de lenguaje específicos, podría sumarse a los
empeños del purismo positivo para enfrentar los retos de una planeación
lingüística efectiva y exitosa. Es más, las opciones frente al purismo artificial (negativo) sobrepuesto en, por ejemplo, el vocabulario, incluyen no
sólo la recuperación de la nativización espontánea, sino además diversas
extensiones semánticas como las que ya he mencionado e incluso también
la acuñación de neologismos, para lo cual el náhuatl tiene un alto potencial tipológico.
116
José Antonio Flores Farfán
En suma, es claro que el purismo, como cualquier otra ideología de la
lengua, está marcado por la ambivalencia, evidente en los lados positivo y
negativo que se manifiestan en las implicaciones de términos como “revuelto” y “cuatrero”. Al mismo tiempo, el sincretismo lingüístico abre un espacio
para frenar las definiciones estáticas provenientes del código dominante. A
este respecto, considérese de nuevo el caso de toindioma, un ejemplo de
hibridismo o forma sincrética (descrito en el ejemplo 20 del capítulo I):
(38) to-i(n)dioma
1PosPl- indio idioma
“Nuestro idioma indio”
La identificación de indio e idioma en este ejemplo neutraliza el conflicto
lingüístico y trata los materiales bilingües como una fuente creativa, más
que como un estigma o incluso un insulto, tal como sucede con la connotación que “normalmente” tiene el término “indio” en el español de México. En este sentido, este mismo ejemplo sugiere que la pureza de la lengua
no garantiza por sí misma la supervivencia de la lengua amenazada; por el
contrario, como hemos visto, a veces incluso la pone en peligro al favorecer la inseguridad y la parálisis lingüísticas. Siguiendo a Dorian:
un sentido de la diferencia, una identidad separada [...] no necesita descansar en [...] la pureza lingüística. En otras palabras, son condiciones sociolingüísticas, más que estructurales, las que desalientan el uso de las lenguas
minorizadas (Dorian, 1994: 490) (traducción mía).
El ejemplo de la supervivencia del irlandés analizado por Dorian (1994)
confirma esta situación: existe una convergencia con el inglés en todos los
niveles, y también existe la “desviación” desde la perspectiva de la gramática (prescriptiva) irlandesa que se enseña en las escuelas.
IV. Ideologías puristas del náhuatl
117
Lo que cuenta no es por tanto una inmaculada concepción del código
lingüístico, por lo demás inexistente en cualquier lengua, sino el compromiso por darle continuidad a la lengua hablada en la práctica comunicativa
cotidiana, en comunidades que, como las que hemos venido analizando,
son sobre todo de raigambre oral y cuyo código se encuentra altamente
amenazado.
7. CONCLUSIÓN
Como parte de la a veces intensa negociación de una identidad vinculada
al prestigio y al estatus, el purismo entraña una serie de paradojas, entre
otras:
• Las palabras “auténticas” y originales son mayoritariamente derivaciones del español, incluso si se trata de neologismos. Por ejemplo,
Mexihcacopa tlahtolli (“la lengua mexicana”) es una forma identificada como “pura”, aunque en realidad es un neologismo purista
originado en el periodo colonial (Lockhart, 1982, citado en Hill y Hill,
1986: 2).
• La mayoría de los hablantes puristas son quienes menos fluidez tienen o, por lo menos, son los hablantes menos activos de la lengua,
como es el caso de los hablantes de Santa Ana Tlacotenco mencionados anteriormente.
• El purismo promueve el cambio y la sustitución y simultáneamente
permite la retención y el mantenimiento lingüísticos.
También he sugerido que los procedimientos de la investigación de
campo, así como las conceptualizaciones asociadas a ellos, no sólo tienen
efectos lingüísticos en los datos mismos, sino que implican dilemas políticos e incluso éticos. Las ideologías lingüísticas no son exclusivas de los
118
José Antonio Flores Farfán
hablantes de una determinada lengua y de hecho permean los círculos
lingüísticos académicos dominantes (y ortodoxos). La concepción adánica
de la lengua según la cual la “degeneración” es una fuerza en contra del
purismo e incluso en contra de actitudes intolerantes en la lingüística excluye el estudio de ciertas variedades y favorece otras.26
Debido a que el trabajo suele enfocarse en una sola lengua (idealizada), el sistema lingüístico se presenta como una construcción uniforme,
“purificada”, de fenómenos “externos”. El náhuatl no es la excepción. Aunque la lengua es sensible a distintas dinámicas de cambio (principalmente
el contacto cultural y lingüístico originado por diversos factores), los lingüistas casi nunca investigan las condiciones específicas del contexto en
las que se manifiestan (para una excepción, véase Milroy, 2004). E incluso
si se reconocen las diversas determinaciones que implican diferencias importantes en el material disponible para la investigación lingüística (material que asimismo puede ser usado con fines pedagógicos), en la mayoría
de los estudios del náhuatl el tema de la variabilidad suele ser soslayado.
Así, la mayoría de los materiales disponibles de la lengua náhuatl, aunque no son del todo artificiales, son obtenidos fundamentalmente de fuentes limitadas, como los cuestionarios. Además de que estos materiales suelen carecer de una contextualización etnográfica, son obtenidos en el
marco de interacciones específicas (e. g., investigador-informante) que necesariamente generan coacciones cuyos efectos en el material elicitado casi
nunca se toman en cuenta ni se reportan, ni mucho menos se analizan,
sobre todo los provenientes del contexto del propio investigador y de sus
formas de hablar (como las preguntas directas descritas en el capítulo IV).
Como lo he mostrado con diversos ejemplos, el estilo interrogativo de
la elicitación, como un procedimiento característico de la recolección
de datos lingüísticos en el trabajo de campo, tiene efectos puristas y otros
26
Para una crítica interesante de este modus operandi en la lingüística así como sus implicaciones, véase Klein y Dittmar (1979).
IV. Ideologías puristas del náhuatl
119
de carácter sociolingüístico expresados en forma de neologismos, hipercorrección, descontextualización del discurso y complacencia extrema con el
investigador.27
No obstante, también hemos sugerido que existe otra forma de purismo, más inusual y menos analizada (Lüffer, 2003), la cual se refiere a una
expresión mucho más positiva del fenómeno. El material “externo” no sólo
es tolerado, sino que además es visto como una incorporación y apropiación, lo cual podría favorecer la promoción del estudio y la reflexividad en
y de la lengua. La nativización es justo una de esas estrategias más espontáneas para “purificar” positivamente la lengua, y puede verse con claridad
en el discurso de los hablantes de variedades vivas, sobre todo en el discurso monolingüe cotidiano. En otros términos, la incorporación de las
formas del español al discurso mexicano no es vista como un problema o
un conflicto, sino como un enriquecimiento y por tanto como una forma
de mantener viva la lengua. Cuando Hill y Hill presentaron la versión en
español de su libro Speaking Mexicano (1986) en la región donde realizaron la investigación, uno de los presentadores, profesor hablante de mexicano de la región, afirmó que, en contraste con sus concepciones puristas
previas, después de leer el libro comprendió que el sincretismo lingüístico
es una forma de mantener viva su lengua y que una interconexión de los
códigos no es enteramente incompatible con las estrategias de nativización. El reconocimiento de estas ideas permitiría a los hablantes lidiar con
diversos conflictos lingüísticos potenciales o reales e importar formas del
español al mexicano, o viceversa, lo cual a su vez posibilitaría la expansión
del repertorio de los hablantes. Desafortunadamente, el acceso a eventos
como el referido así como a materiales de lectura no es común en las comunidades indígenas mexicanas.
27
Los efectos de otros instrumentos como la entrevista en la obtención de los datos y la configuración del poder y el malentendido cultural, entre otras cuestiones, han sido objeto de
reflexiones muy importantes por parte de autores como Milroy (1987) y Briggs (1986).
120
José Antonio Flores Farfán
Como afirman Hill y Hill (1986: 55), “el purismo lingüístico, como otras
tantas actitudes acerca de la lengua, puede ser usado con una diversidad
de propósitos”. Se podría desarrollar un programa orientado al mantenimiento y revitalización lingüística —e incluso al cultivo de la lengua— reevaluando los aspectos positivos del purismo, aquellos que enaltecen el
mexicano. Al mismo tiempo, la instrucción podría promover una actitud
más tolerante hacia la variabilidad lingüística —en especial la originada por
el contacto— y a su vez fomentar la concepción de los préstamos y de las
variedades hispanizadas como un enriquecimiento más que como un problema, en fin, como una estrategia de supervivencia de una lengua que de
otro modo permanecería amenazada. Ojalá el tiempo muestre que estas
concepciones optimistas en torno al futuro del náhuatl son posibles.
V. En torno a la política y la ideología lingüísticas
oficiales: ideologías de la escuela
y la escritura en náhuatl
En este capítulo se tratarán las principales cuestiones relacionadas con el
desarrollo de la política lingüística multicultural en México. Se revisará la
política lingüística oficial y sus efectos sobre el desplazamiento de las lenguas y culturas indígenas, con lo que se demostrará que desde el punto de
vista de su historia reciente poco ha cambiado a pesar de la modificación
de etiquetas desde la llamada educación “bilingüe-bicultural” en la década de
1970, hasta la actual política autodenominada “intercultural”. Sobre este
trasfondo crítico se delinearán los principales aspectos que han afectado la
asimilación lingüística y cultural en México y luego se discutirán, desde
una perspectiva crítica, los esfuerzos teóricos, metodológicos y políticos
generales emprendidos para desarrollar estrategias de reversión lingüística
y cambio cultural, especialmente, aunque no de manera exclusiva, en el
contexto mexicano. Dentro de este marco se discutirá la función de las
escuelas (oficiales) en el desarrollo de la educación tanto bilingüe-bicultural como intercultural, que en realidad consisten en programas que por lo
general han contribuido a la destrucción de la herencia lingüística y cultural indígena. Sin embargo, este capítulo es más que sólo una crítica, pues
presenta varias alternativas a la política lingüística oficial de México, incluida una propuesta de desarrollo multicultural para influir de manera positiva en el conjunto de la sociedad mexicana mediante el desarrollo de materiales bilingües atractivos tanto para el público en general como para la
población indígena. Estos materiales, basados en una metodología participativa cuyo objetivo es conferir poder a los pueblos indígenas, incluyen
[121]
122
José Antonio Flores Farfán
audiolibros, videos y un sitio web para niños (http://kokone.com.mx), todos los cuales se utilizan en la actualidad en un esfuerzo por fortalecer y
promover las culturas y lenguas nativas tanto dentro como fuera de las
comunidades indígenas.
1. ¿ES LA EDUCACIÓN INTERCULTURAL UN PROYECTO
ALTERNATIVO DE POLÍTICA LINGÜÍSTICA EN MÉXICO?
Antes de emprender un análisis crítico de la educación oficial, en este momento llamada “intercultural”, hay que hacer una caracterización del fenómeno del multilingüismo en México. Como veremos, desde la perspectiva
de la política lingüística, circunscribir la noción “intercultural” sólo a la
escuela indígena es la limitación más importante y obvia de los programas
oficiales, aunque de ningún modo es la única.
No cabe duda de que la diversidad lingüística y étnica se percibe como
un problema complejo para la consolidación del proyecto nacional mexicano y resulta uno de los mayores desafíos educativos a los que se enfrenta el Estado mexicano. Esto queda aún más claro si se toma en cuenta que
más de 10% de la población mexicana es de origen indígena: alrededor de
12 millones de personas, distribuidas en unos 50 grupos étnicos, de una
población total de unos 100 millones de personas. En términos cualitativos
y desde el punto de vista de su diversidad lingüística, México es uno de los
países más complejos del mundo (para más detalles, véase Flores Farfán,
1999). En este escenario, el problema de constituir una “identidad nacional” se ha expresado mediante varios intentos oficiales de poner en marcha
programas educativos específicos, para las poblaciones rurales en general
y para los pueblos indígenas en particular. A pesar de las pretensiones de
reducir el problema educativo a una cuestión “técnico-pedagógica” limitada al falso dilema del método más efectivo para enseñar una lengua, los
terrenos abarcados por los problemas educativos son extremadamente
V. En torno a la política y la ideología lingüísticas oficiales
123
complejos y se extienden más allá de la discusión de una aproximación
lingüística “estructural”. De hecho, están definidos por la dinámica de la
situación sociolingüística, de la cual los métodos sólo constituyen una parte, como han señalado desde hace mucho autores como Rockwell (1980)
y Cifuentes (1980) o, más recientemente, Pellicer et al. (2006).
Por tanto, no es posible limitar el problema educativo indígena a sus
aspectos técnicos o pedagógicos. Sin embargo, analizaré brevemente los
libros de texto para educación indígena, tanto en su vertiente “bilingüebicultural” como en los actuales libros de “educación intercultural”, porque
es importante conceptualizar los aspectos más técnicos de la educación
indígena a la luz de las consideraciones sociolingüísticas.
La instrumentación de “programas” educativos para la población indígena ha sostenido la falsa oposición entre un “método directo” y una “educación bilingüe”, y ha pretendido superarla ahora con el enfoque intercultural, por lo menos declarativamente. Sin embargo, estos términos no
constituyen verdaderas alternativas, por lo menos no en términos de lo que
expresan los libros producidos para su uso en las aulas, lo cual analizaré
con cierto detalle en este capítulo. El objetivo de fondo ha sido simplemente fortalecer la castellanización de la población indígena. Con todo, en
muchas comunidades indígenas de México siguen existiendo grados considerables de monolingüismo y analfabetismo. Esto invita a replantear la
viabilidad del proyecto escolar de castellanización, en contraste con las
diversas condiciones que afectan el mantenimiento y pérdida de las lenguas minoritarias, incluidos problemas como la adquisición incompleta del
español o las tasas de deserción escolar, que son las más altas del país.
En general, todo esto se debe a la lógica de la educación “bilingüe-bicultural” o “intercultural”, que se ajusta a necesidades y concepciones externas, no tanto a las de las comunidades indígenas. La noción inherente de
lo indígena en la educación oficial presupone una concepción similar a la
que apoyó el discurso paternalista y folclorista de las ideologías indigenistas del México posrevolucionario. La cultura nacional hegemónica define lo
124
José Antonio Flores Farfán
indígena, como entidad folclórica, sobre todo a través del sistema educativo oficial. De este modo, en la construcción discursiva de la noción de lo
indígena prevalece una lógica dicotómica del “otro”, que no reconoce la
premisa de las poblaciones indígenas como tales, sino que se basa en la
lógica de un “nosotros” (Villoro, 1979). Esta lógica emerge en los límites
discursivos cuando se diseña lo que puede y debe entenderse como indígena, e impone así una homogeneidad verbal externa sobre las etnicidades
heterogéneas y diversas y, por supuesto, en la lengua dominante.
Por otro lado, si prestamos atención al auge político e ideológico del
discurso bilingüe-bicultural y del más reciente discurso intercultural, vemos
que se postula una idea de rescate y revaloración de las lenguas y culturas
indígenas. Semejante declaración no considera las verdaderas condiciones
en que se desarrollan los conflictos lingüísticos en México (véase, por
ejemplo, Flores y López, 1989; Flores Farfán, 1999) y busca legitimarse
científicamente al administrar, de modo aparentemente neutral, algunos
conceptos proporcionados por la lingüística aplicada y la sociolingüística.
Es el caso, entre otros, del sentido atribuido al bilingüismo como la relación ideal y simétrica entre dos lenguas en contacto (Molla, 1997). Esta
aproximación neutraliza el carácter conflictivo del contacto entre las distintas lenguas minoritarias y el español, que es, en la práctica, la única lengua
nacional y estándar del país.
La naturaleza mistificadora de la educación indígena oficial también se
manifiesta en la declaración que se refiere a la enseñanza del español
como segunda lengua y en el postulado de la alfabetización continua de
los niños indígenas en su lengua nativa. En pocas palabras, los programas
bilingües-biculturales o interculturales se presentan retóricamente como
una opción de política lingüística hacia las minorías, política que supuestamente aboga por un bilingüismo estable; es decir, una situación sociolingüística en la que hay “igualdad” lingüística entre la lengua nacional y los
distintos grupos indígenas que conforman la diversidad lingüística y étnica
de la compleja realidad sociolingüística mexicana. Sin embargo, queda
V. En torno a la política y la ideología lingüísticas oficiales
125
claro que estas declaraciones en los niveles político e ideológico no pasan
de ser una estrategia discursiva que apela nominalmente a la “igualdad”
lingüística (Ninyoles, 1975: 69, 128-129), que las propuestas quedan de
hecho circunscritas a las escuelas y que su nivel de instrumentación dista
mucho de ser efectivo.
Este discurso oficial, que busca naturalizar los postulados oficiales, es
recibido principalmente por los maestros indígenas encargados de poner
en práctica estas ideas. Sin embargo, el discurso bilingüe-bicultural o intercultural de la práctica docente no corresponde con las definiciones puristas
de las condiciones socioculturales idealizadas de las declaraciones oficiales, y resulta más disonante cuando se trata de las variedades habladas, por
supuesto. Además, los pocos libros de texto disponibles en lengua indígena para el primer año de primaria están teñidos con una serie de formas
artificiales (e. g., neologismos) que no son comprensibles para los propios
niños, no se diga para los demás miembros de la comunidad. Estas estructuras culturales hegemónicas son complejas y contradictorias. Un ejemplo
es el grado de penetración del español en la producción oral y escrita de
los maestros del sistema bilingüe, por no hablar de los casos, para nada
esporádicos, en que los maestros de hecho llevan a cabo su práctica docente en español. Esta contradicción está sustentada por distintas motivaciones, entre ellas la presión de los padres de familia y la sociedad en su
conjunto para que se enseñe la lengua nacional y la concepción de que la
escuela es el lugar para acceder a la sociedad nacional, en particular mediante el aprendizaje del español.
Por otro lado, es importante subrayar que escribir con una grafía alfabética no es de ningún modo una práctica familiar en las comunidades
indígenas, sino algo que se ha impuesto por razones históricas y coloniales. En este sentido, darle forma escrita a una lengua indígena mediante la
producción de un alfabeto se ve como la “solución” al estatus amenazado
de las lenguas indígenas. Este tipo de reduccionismo resulta bastante etnocéntrico.
126
José Antonio Flores Farfán
Adicionalmente, examinar las concepciones subyacentes en el desarrollo de los materiales y programas oficiales hace posible verificar, de
hecho, que están en línea, en mayor o menor medida, con los estándares
y funciones para la creación de libros de texto tal y como se establece en
el sistema nacional oficial para las escuelas primarias. Paradójicamente,
estos libros están basados en la estructura del español o, por lo menos,
remite a ésta.
En el nivel de los contenidos, se expresa con claridad el concepto inherente y la naturaleza de la educación bilingüe-bicultural o intercultural. Por
ejemplo, la realidad armoniosa planteada por los libros bilingües-biculturales, casi “celestial” por la ausencia de conflicto, presupone un mundo sin
explotación ni desigualdades sociales (Cifuentes, 1980). Esta mistificación
de la realidad es diametralmente opuesta a la marginalidad y explotación
que siguen siendo la regla en las comunidades indígenas. De este modo,
los postulados de lo bilingüe-bicultural o lo intercultural tienden a crear la
ilusión de un mundo ideal en el que la lengua y la cultura se presentan
como seres inmaculados en esferas de cristal, manifestadas lingüísticamente en distintos tipos de purismo y completamente libres de contactos conflictivos con las estructuras sociales de la cultura nacional real.
A pesar de la retórica bilingüe-bicultural o intercultural, las instituciones encargadas de la educación de los pueblos indígenas median y funcionan como parte del sistema productivo dominante y favorecen la reproducción de una ideología con tintes colonialistas que históricamente ha
atribuido a los pueblos indígenas la condición sumisa de aceptar su posición social como “marginal”.
El estado actual de nuestro conocimiento sobre los problemas de la
alfabetización está lejos de representar una visión completa de los distintos
elementos que afectan este proceso (véase, por ejemplo, Cantoni et al.,
1999). Entre otras cosas, se debe considerar el desarrollo de una investigación básica no sólo de la dialectología social, sino del contacto lingüístico
en situaciones de conflicto lingüístico, incluidas las opiniones subjetivas de
V. En torno a la política y la ideología lingüísticas oficiales
127
los hablantes acerca de estos procesos. También deben tomarse en cuenta
investigaciones relacionadas, como la práctica pedagógica en las escuelas
en que se busca instrumentar el enfoque bilingüe-bicultural o intercultural.
Subrayamos que la alfabetización es un proyecto viable sólo si no se circunscribe al ambiente escolar. Tampoco debe limitarse al desarrollo de una
competencia escrita basada en la gramática prescriptiva, sino, y sobre todo,
debe orientarse hacia la adquisición de una competencia comunicativa
funcional, basada, por ejemplo, en los géneros orales que se ajustan a la
cultura en su conjunto, que no se reduce a un idiolecto ficticio de un grupo
de individuos aislados de sus comunidades. Por el contrario, para que sea
posible un proyecto de escritura, es necesario tener en mente las condiciones sociolingüísticas que prevalecen en la comunidad y sentar las bases
para perfilar los mecanismos que finalmente facilitarán el compromiso social para generar la escritura, tales como los medios económicos para su
desarrollo (en McCarty 1998 aparece un ejemplo excelente para el contexto anglosajón).
El discurso bilingüe-bicultural o intercultural deja de lado las situaciones de dominación de las que forman parte los conflictos lingüísticos entre
el español como lengua nacional dominante y las distintas lenguas indígenas. Los conflictos lingüísticos constituyen un producto de la interacción
continua entre las culturas y lenguas indígenas, por un lado, y, por otro, las
distintas instancias formales e informales de castellanización por parte de
la sociedad y cultura nacionales. En su forma más exasperante, la ocultación de los conflictos lingüísticos típica de los postulados oficiales expresa,
como su último recurso, una “ideología diglósica”, entendida como la tesis
que desarrolla Ninyoles (1972, 1995).
Lo que muchas veces ocurre es que el postulado retórico de vindicar
los valores de las culturas indígenas se está transformando en una exposición purista de la lengua y la cultura (véase el capítulo IV). Estos procesos
subyacentes de las ideologías diglósicas condenan y estigmatizan el uso de
préstamos del español y pretenden hacer caso omiso de la influencia inne-
128
José Antonio Flores Farfán
gable ejercida sobre una serie de niveles distintos de análisis lingüístico
(fonológico, léxico, sintáctico, etc.) y en diferentes grados para cada caso
particular (para un análisis detallado de estos procesos, véase Flores Farfán,
1999). La retórica purista a la que nos estamos refiriendo tiende a postular
y tolerar la creación de neologismos o nuevos sentidos semánticos en la
lengua indígena, lo cual remite, paradójicamente, a las estructuras del español, al inventar en náhuatl, por ejemplo, formas léxicas para traducir las
palabras pertenecientes al inventario descriptivo de la gramática española
(sustantivo, verbo, etc.). Estos intentos de traducir y crear neologismos
“idiolectales”, es decir, palabras nuevas en la lengua indígena, se basan
exclusivamente en la competencia de un solo hablante. Estas creaciones
responden a la necesidad de imponer el contenido curricular del programa
nacional de primaria y obedecen a los modelos de análisis del español,
como mostraremos en su oportunidad.
Históricamente, los grupos indígenas de México no basan la transmisión del conocimiento del arraigo sociocultural en la naturaleza material de
la escritura. El conocimiento se transmite mediante una rica y extendida
tradición oral, formada por una serie de prácticas culturales y semióticas
específicas. En el contexto de la escritura, la educación intercultural constituye el mito más reciente mediante el cual el Estado mexicano busca generalizar la práctica común de considerar el español la lengua nacional. Y
esto trae consigo las contradicciones inherentes al proceso de diversificación lingüística, características de las ideologías diglósicas.
He sugerido que los postulados ideológicos de la educación indígena
oficial pretenden enseñar primero a leer y escribir en la lengua nativa, para
luego pasar al español como segunda lengua. Sin embargo, el uso de técnicas de enseñanza tomadas de los modelos de la lingüística aplicada trata
de recubrir con un velo científico el verdadero carácter ideológico y político de la generalización del español mediante el aparato educativo. Así, el
uso de la lengua indígena está subordinado a la enseñanza del español e
incluso de sus modelos gramaticales; es decir, la lengua indígena se usa
V. En torno a la política y la ideología lingüísticas oficiales
129
como medio de instrucción para el objetivo lingüístico último que es la
castellanización. Aunque no es posible generalizar, el programa bilingüebicultural o intercultural se enfrenta con situaciones ambiguas en la conciencia lingüística de ciertas comunidades, como las que he conocido en la
región de Xalitla, Guerrero. En estas situaciones, la escuela se percibe
como el lugar donde se aprende español, no náhuatl, como ya he sugerido
(Flores Farfán, 1999).
A pesar de lo que postula el discurso oficial, la diversidad lingüística y
étnica que caracteriza el fenómeno plurilingüe en México sí se contradice
con el intento de castellanizar apoyado por el Estado mexicano, lo cual
remite a la confrontación entre la lógica del nosotros y la lógica de los
otros. Aquí podemos notar el enfrentamiento de dos concepciones distintas: el proyecto de castellanización promovido por el Estado, con el objetivo de crear una imagen de sociedad nacional simbolizada por una lengua
común, y la expectativa relacionada con la adquisición del español sin renunciar a las lenguas y culturas propias, basada en la reproducción oral
como forma de organización discursiva específica de las culturas indígenas. Como parte de esta confrontación, los alfabetos y otros materiales
desarrollados para llevar a cabo la educación indígena oficial responden a
la necesidad oficial de generalizar el uso común del español como lengua
nacional. Esto tiene una serie de consecuencias sobre los materiales, como
el calco de estructuras dominantes del español sobre las estructuras lingüísticas y la falta de apego a la realidad sociocultural de estas mismas estructuras. A continuación resumo las causas que en general explican el fracaso
en la producción y utilización de los libros bilingües para primer año.
1. La donación de alfabetos, como una reducción del problema educativo indígena a la dimensión técnico-pedagógica, en la que se proponen soluciones antes de conocer los problemas.
2. La escasez de estudios previos sobre la complejidad dialectal y desde luego sociolingüística, que se relaciona con problemas como la
130
José Antonio Flores Farfán
conciencia lingüística y las prácticas diglósicas que permiten el establecimiento de un alfabeto estandarizado en los casos en que resulta pertinente.
3. La reducción del problema de la educación indígena a la esfera lingüística y estática del fenómeno lingüístico, mediante formulaciones
sobre la estructura de la lengua y/o a partir de datos fragmentarios
parciales (derivados de idiolectos) que no escapan a la influencia de
las estructuras del español como lengua dominante (García de León,
1976).
4. Por último, la caracterización implícita de la realidad sociolingüística
de México como de “igualdad” lingüística, a partir de la manipulación tendenciosa de algunos conceptos, como el de bilingüismo
coordinado o estable. Sin embargo, esto no pasa de ser una simple
apelación retórica al estatus científico de la lingüística aplicada o la
sociolingüística.
Analicemos ahora la materialización específica de la influencia del español en los libros llamados bilingües-biculturales para el primer año de
educación indígena, cuyos fenómenos se repiten en los actuales libros de
educación intercultural en náhuatl e incluso en otros textos producidos
independientemente. Esto muestra que el modelo de referencia para la
producción escrita del náhuatl es el español y corrobora la tendencia a que
los fenómenos de purismo se produzcan sobre todo en el ámbito léxico,
como se vio en el capítulo IV.
2. ANÁLISIS DE LOS MATERIALES UTILIZADOS PARA LA
ALFABETIZACIÓN DE LA POBLACIÓN INDÍGENA NAHUA
Para comenzar esta sección, reiteremos la advertencia de que el problema
de la alfabetización en las comunidades indígenas no se puede reducir a
V. En torno a la política y la ideología lingüísticas oficiales
131
una perspectiva estrictamente técnica; sin embargo, es posible analizar algunos problemas de este tipo. En esta parte del capítulo examinaré algunas
inconsistencias y la innegable presencia del español en varios libros de
texto para el primer año en náhuatl, diseñados bajo los auspicios de la
Secretaría de Educación Pública a través de la Dirección General de Educación Indígena (DGEI). Los libros de texto analizados aquí son los que se
diseñaron para los pueblos de Zongolica, Chicontepec, Acayucan, Huayacocotla (todos estos en Veracruz), Tlapa (Guerrero), Tehuacán, Huauchinango (Puebla) y Ciudad Santos (San Luis Potosí), además de los textos
producidos más recientemente para la Sierra Norte de Puebla. Supuestamente, cada libro se ajusta a la variedad dialectal hablada en el pueblo
correspondiente.
Estos textos van acompañados por una guía en español, al igual que
los de educación intercultural. El simple hecho de que esté escrita en español es un indicio de la primera contradicción significativa que revela la
ilusión de un náhuatl escrito: el español ha sido impuesto como una camisa de fuerza. Por otro lado, el nombre de la lengua indígena que aparece
en la portada de cada libro —con el peso psico-sociolingüístico que esto
conlleva— se sujeta a las reglas de pronunciación y escritura del español.
Considérese como ejemplo el título Amochtli ik ixpouali ika tla’toli nauatl,
ik in te’tepetla niktlanpa kuetlaxkuapa. Libro de literatura en lengua náhuatl de la Sierra Norte de Puebla, que no toma en cuenta que en esta región la lengua local se denomina nawat.1
1
Para no abrumar al lector con excesivos ejemplos, dado que las conclusiones a las que
se llega en este capítulo respecto de los problemas de influencia de la escritura del español en el náhuatl se repiten en mayor o menor medida en este texto, que contiene
textos escritos por los niños, considero que lo dicho se les hace extensivo. Simplemente
considérese que en el caso de los textos que sí analizo no existe página alguna en que
no encontremos cuantiosos casos de influencia del español en la escritura del náhuatl.
No contamos con información directa de los perfiles de los hablantes que produjeron
estos textos, sino sólo con los registros escritos, por lo que no se abunda mayormente
en ello.
132
José Antonio Flores Farfán
En este sentido, está claro cuál es la política de alfabetización autorizada cuando se trata de nombrar las lenguas indígenas: desde que son pequeños, los hablantes deben reconocer el nombre atribuido a su lengua
nativa por la cultura dominante, que apoya el español como lengua nacional legítima, sobre todo en el nivel escrito.
Por otro lado, y aunque se da por hecho que el alfabeto acordado es
fruto de la discusión entre, en el mejor de los casos, los maestros bilingües
de las distintas regiones en las que se utiliza el modelo bilingüe-bicultural o
intercultural, no existe una justificación del alfabeto “naua” y prácticamente
no hay indicios acerca de cuáles son sus reglas de escritura y pronunciación.
Es más, no hay un estudio detallado, capaz de apoyar el desarrollo de materiales, que reconozca los distintos dialectos y sus grados de representación
en cada uno de los ocho textos. Estas omisiones confirman la idea de que
no existen estudios previos para el desarrollo de libros (por ejemplo, sobre
la complejidad dialectal). Si los hubiera, estos estudios serían útiles para las
decisiones que apoyan la estandarización de los alfabetos. Consideremos el
título Noamoch tlen se xiuitl tlamachtilistli (literalmente, “Mi libro que un
año enseñanza”), utilizado en los primeros ocho libros analizados, que de
hecho homogeneiza las diferencias regionales de los dialectos del náhuatl.
Esto implica un primer problema para la escritura de la lengua, dadas las
características de la variante dialectal elegida para el título:
1. Utiliza al menos una palabra (amoxtli, “libro”) en náhuatl clásico
que es obsoleta, i. e., cuyo uso actual es dudoso.
2. No es estrictamente clásica, dado el elemento tlen, que es tlein en la
variedad clásica.
3. Corresponde a alguna variante del centro, en la medida en que usa
-tl como sufijo absolutivo.
4. No declina la vocal del prefijo posesivo de primera persona, no(“mi”), como sería de esperarse —esto se debe al efecto de una hipercorrección acentuada en el registro escrito, debida al gran poder
V. En torno a la política y la ideología lingüísticas oficiales
133
de una variante al interior de la DGEI (la de la Huasteca). Es decir,
noamoch se produce como una forma que ni sigue ni se sujeta a las
prescripciones gramaticales quizás consideradas, como las del náhuatl clásico (Andrews, 1975; Launey, 1979).
La “norma idiolectal” es el producto de una reflexión acentuada acerca del
habla, análoga a la situación que genera la metodología de la elicitación
lingüística (mediante los cuestionarios, por ejemplo) al imponer un uso
lingüístico artificial (véase capítulo IV). Mis observaciones por ahora se han
restringido a los títulos de los libros porque considero que contienen suficientes elementos para demostrar las limitaciones, contradicciones y el
concepto subyacente de la propuesta oficial: una traducción forzada del
español al náhuatl, efectos de la hipercorrección y la ilusión de un alfabeto náhuatl “estándar”, como opuesto a la necesidad de escribir en español
(queda claramente manifiesto en la guía).
En lo que sigue sintetizaré algunas de las principales inconsistencias y
contradicciones presentes en los ocho textos. Para ello tendré presentes los
niveles fonológico y morfológico en relación con el problema de la escritura y, en particular, la persistencia ortográfica del alfabeto español en
náhuatl. El nivel morfológico también señala la falta de definición de criterios léxicos en los textos.
Comenzaré por señalar que, a pesar de la intención de usar caracteres
ortográficos distintos a los del español, éstos se encuentran en el alfabeto
“naua” usado en los textos. Esto se puede ver si prestamos atención a la
escritura de la fricativa glotal sorda /h/, que se escribe con “j”, como en
español: nimaj (“entonces”). Como en el español mexicano actual la letra
“h” no representa ningún sonido, parece normal omitirla en náhuatl; es
decir, queda excluida la posibilidad de usar la “h” con su propio sentido en
náhuatl, de modo que en lugar de ihkinoh (“así”), aparece ykinoj, y kuajkualtsitsin papalome en lugar de kwahkwaaltsitsiin papaaloomeh (“mariposas hermosas”).
134
José Antonio Flores Farfán
Con estos mismos ejemplos podemos seguir notando la influencia decidida del español sobre la representación de otros fonemas aparte de /h/.
Es el caso de la reinterpretación de la oclusiva velar sorda labializada /kw/,
uno de los fonemas característicos del náhuatl que no existe en español.
Este fonema se representa ortográficamente con el dígrafo “ku”, similar a
la lengua clásica, en la que puede ser “qu” o “cu”, como en español. En la
“tabla de fonemas consonánticos” que aparece en la guía no se registran ni
/kw/ ni otros fonemas característicos del náhuatl, como la africada lateral
sonora /λ/. Tampoco se aclara que el sonido representado por el dígrafo
“ch” no es equivalente a dos fonemas. Además, /kw/ y /y/ constituyen
elementos de la estructura fonológica del náhuatl, no casos de labialización
o palatalización, como se describe en la guía. Así, la tabla de “fonemas” es,
en todo caso, una tabla ortográfica, no fonológica; en ella se explican los
sonidos más diferenciales de la lengua a partir de combinaciones de grafemas del español mexicano actual.
La influencia de la escritura del español determina la selección de otros
signos ortográficos, como en el caso de la semiconsonante bilabial sonora
/w/, representada por “u”. Aparte del hecho de que en náhuatl [o] y [u]
tienen un valor fonológico idéntico —es decir, que [u] no es más que un
alófono de /o/—, el uso de “u” ejerce violencia sobre la realidad consonántica de /w/. A causa de la escritura, esto produce por lo menos la impresión
de que existen grupos vocálicos irrelevantes a la realidad del náhuatl, que
no permite sílabas con grupos vocálicos de más de un segmento (i. e., no se
permiten los diptongos). Para corroborarlo, considérese lo siguiente:
(1)
(2)
(3)
(4)
tiueiyas, “crecerás”
xiuitl, “año”
uan, “y”
kouatl, “serpiente”
En el alfabeto “naua”, la ausencia y la variación dialectal de la oclusiva
glotal no está señalada ni explicada. Sin embargo, es probable que esto
V. En torno a la política y la ideología lingüísticas oficiales
135
—junto con la longitud vocálica, que tampoco se menciona— tenga un
valor fonológico en por lo menos algunos dialectos. Es un caso claro de
“subdiferenciación fonémica” (Weinreich, 1968: 18) debida a la influencia
del español sobre el náhuatl. En pocas palabras, la cantidad vocálica en
náhuatl constituye una oposición fonológica específica que no se considera de manera sistemática. En el caso de Acayucan, la cantidad vocálica se
señala de manera esporádica y aparece marcada más adelante en el mismo
libro:
(5) kitooka taka toma, “el hombre siembra tomates”
(6) taka kitoka xikama “el hombre siembra jícamas”
(kitoka sin cantidad vocálica significa “lo sigue”)
Estos ejemplos ilustran, a su vez, el hecho de que las prácticas en el nivel
sintáctico incluidas en los libros tampoco presentan un estándar consistente y desde luego la influencia del español existente, que como en (6) ya
presenta el orden básico de la lengua dominante. Compárense entre sí y
con los anteriores los siguientes ejemplos (tomados del libro de Tlapa):
(7) kitoka ayojtli in tlakatl, “el hombre siembra calabaza”
(8) kikua tsopilotl nakatl, “el zopilote come carne”
Con estos ejemplos, parecería que a fin de cuentas el uso de la partícula
relacional in y el orden sintáctico fueran indistintos, por lo menos en Tlapa, lo cual sin duda también es sospechoso.
Por un lado, la definición del morfema como una unidad mínima de
significado proporciona un criterio para definir dónde empiezan y terminan las palabras. En otro nivel de análisis, un acto de habla también constituye un criterio válido para definir los límites de la palabra. Estos criterios
no se aplican de manera sistemática, por lo menos en la escritura de las
formas exhortativas presentadas en los libros. Para marcar el modo optativo (formas imperativa y exhortativa), el náhuatl usa la partícula maa (“oja-
136
José Antonio Flores Farfán
lá que así sea”), más los mismos sufijos de sujeto del modo indicativo para
la primera y tercera personas, formas usadas para indicar distintos grados de
obligación y el deseo del hablante de comprometer al oyente o a sí mismo
con determinado curso de acción, que son actos de habla incluidos en la
categoría de comisivos y directivos (véase, por ejemplo, Searle 1976: 11).
En los libros de Acayucan, Zongolica, Ciudad Santos, Tehuacán y Tlapa, en general, maa se escribe unido al prefijo del sujeto:
(9) makalaki, “que entre él” (Acayucan)
(10) matikmatikan, “que lo sepamos” (Ciudad Santos)
(11) matikitakan, “que lo veamos” (Tlapa)
Sin embargo, los libros de Huauchinango, Huayacocotla y Chicontepec
escriben maa separado del verbo:
(12) ma tikonikan, “bebamos” (Huauchinango)
(13) amo ma tikinapismitikaj, “que no los matemos de hambre”
(Huayacocotla)
(14) amo ma tikinmakilikaj, “que no los golpeemos” (Chicontepec)
Esto se repite en el libro La educación intercultural bilingüe. Cuaderno de
trabajo para las niñas y los niños de educación primaria indígena, del
quinto y sexto grados de primaria, diseñado para la Sierra Norte de Puebla,
pero sin un criterio uniforme. Maa debería escribirse separado, atendiendo
a la estructura de la lengua, que permite ingresar una negación después de
esta partícula: maa-ka (“que no”), como cuando se le dice a un niño que
no haga algo.
En realidad, los problemas derivados de la influencia del español de
estos ejemplos, provenientes de libros que fueron publicados en los tiempos
en que la educación oficial en México hablaba de educación bilingüe-bicultural, siguen siendo vigentes en mayor o menor medida en las propuestas
más recientes de escritura, que aparecen tanto en la traducción de textos
oficiales como en los libros producidos para la educación intercultural.
V. En torno a la política y la ideología lingüísticas oficiales
137
En el libro La educación intercultural bilingüe se plasma desde el inicio la subordinación del náhuatl al modelo —y no sólo escrito— del español. De hecho, la elaboración de todo el libro en lo que al náhuatl se refiere constituye una traducción del español. Más aún, tanto el título como
las primeras páginas interiores, incluidas la presentación y el índice del libro, están totalmente en español, sin ni siquiera un intento de traducirlos
al náhuatl. Por otro lado, el término “náhuatl” se utiliza indistintamente
para referirse a la lengua y al grupo, incluso de manera errónea —”Somos
nauatl mexicanos” (p. 7)— y haciendo caso omiso de las denominaciones
locales para referirse a la lengua propia (“náhuatl” es una denominación
más propia de la academia). Independientemente de estas cuestiones, las
prácticas de inconsistencia en la escritura se repiten en estos libros, constatando fenómenos idénticos a los que se presentan en los libros ya analizados, realizados hace alrededor de dos décadas para la educación que en
su momento, como hemos visto, se denominaba “bilingüe bicultural”.
Recapitulo algunos de los fenómenos constatados en los textos que
son recurrentes tanto en libros de educación bilingüe bicultural como en
los de la llamada educación intercultural. En general, puede decirse que no
existe un análisis que apoye la escritura del náhuatl desde la estructura de
la lengua misma. Por el contrario, la escrituración de la lengua indígena se
somete a la influencia ineludible e inconfesable del español, tal como lo
muestra el siguiente ejemplo (en adelante, todos los números de página
indicados en los ejemplos corresponden al libro La educación intercultural bilingüe de la Sierra Norte de Puebla):
(15) tlen a’mo mits pak-tia por tlen a’mo mitspak-tia
que neg 2obj alegrar-caus
“Lo que no te alegra” (p. 9)
Nótese que mits- (“a ti”), es un pronombre ligado, que desde luego en
náhuatl no tiene sentido aislado, sino que requiere una raíz para cobrar
138
José Antonio Flores Farfán
sentido pleno, a diferencia del español, en el que efectivamente se puede,
por ejemplo, contestar “gracias a ti”.
En un cálculo estadístico de los fenómenos debidos a la influencia del
español se revela que éstos prevalecen más que aquellas formas que se
apegan a la estructura náhuatl nativa. En la misma página del ejemplo anterior encontramos mits- separado tres veces, en contra de una en la que
se escribe como una sola palabra.
Semejante separación se ejerce, en el caso de las formas indicativas del
verbo, tanto a nivel del sujeto de la acción en los pronombres personales
como en las segundas personas (ejemplo 15.1), o el objeto de la misma
(15, 15.2), incluyendo objetos cuya trayectoria es reflexiva (15.2.1) o no
(15.2.2) y se hace extensiva al imperativo (15.2.3).
(15.1) maski amo ti kilnamiki por maski amo tikilnamiki
aunque neg 2sg recordar
“Aunque no lo recuerdes” (p. 19)
ti tla’toua por titla’toua
2sg hablar
“Hablas” (p. 18, passim)
ti kochi por tikochi
2sg dormir
“Duermes” (p. 18)
ti tlami-s-ki por titlamiski
1pl terminar-fut-pl
“Terminaremos” (p. 22)
(15.2) mo paleui-ya por mopaleuiya
ref ayudar-impe
“Se ayudaba” (p. 19)
ti mu tlakenti-ya por ti mutlakentiya
2sg ref ropa-impe
“Te vestías” (p. 19)
V. En torno a la política y la ideología lingüísticas oficiales
139
Recuérdese que en la escritura del español el objeto, como en este último
caso del reflexivo, se trata como lo que es, un clítico, como en “te vestías”,
en el que también el pronombre ligado se trata como si fuera un pronombre enfático: “tú te (ref) vestías”. Existen formas como esta última que varían “libremente” en cuanto a sus marcadores, como -a / ya del imperfecto,
en una y la misma forma:
(15.2.1) mo tlaken-ti-a
ref vestir-caus-imper
“Se vestía” (p.22)
(15.2.2) kin pak-tia por kinpaktia
3objpl alegrar-caus
“Los alegran” (p. 11)
En no pocas ocasiones, la separación de las palabras recibe un tratamiento
arbitrario, en el que por ejemplo el pronombre ligado y el objeto se escriben separados del verbo, generalizando la “regla” del español:
(15.2.3) ti-k- mati-ya por tikmatiya
2sg-3obj saber-impe
“Lo sabías” (passim)
ti yek ixmati-s por tiyekixmatis
2sg correcto conocer-fut
“Lo conocerás” (passim)
La separación de los constituyentes nahuas con base en la escritura del
español se produce no sólo en el caso del verbo, sino desde luego también
en el del sustantivo, como ilustramos en lo que sigue.
140
José Antonio Flores Farfán
3. LOS POSESIVOS COMO EJEMPLO DE LA INFLUENCIA
DEL ESPAÑOL EN LA ESCRITURA DEL NÁHUATL
Dado que en español los pronombres posesivos se escriben desagregados
del sustantivo, esta práctica se replica en náhuatl:
(16) no chan (p. 10) por nochan (passim)
1possg hogar
“Mi hogar”
(16.1) no altepe-tl (p. 10) por no-altepe-u
1possg pueblo-abs
1pos-pueblo-sg
“Mi pueblo”
mo-altepe-tl (p.151) por mo-altepe-u
2pos-pueblo-abs 2pos-pueblo-sg
“Tu pueblo”
Independientemente de que en (16.1) se utilice una palabra (altepetl, “pueblo”) que probablemente se importa del náhuatl clásico o colonial —una
estrategia purista recurrente— (véase capítulo IV), nótese que la forma que
se produce es por completo agramatical, por lo menos en variedades aún
vitales e incluso en modalidades altamente hispanizadas del náhuatl, como
la de Xalitla, Guerrero (Flores Farfán, 1999).
La única situación en la que se ha registrado la concurrencia de un
marcador posesivo con uno absolutivo es en variedades que están a punto
o muy cerca de extinguirse, en las que el fenómeno constituye la expresión
material del nivel de obsolescencia en el que se encuentra la lengua (Flores
Farfán, 2004b, 2008). En este caso, es posible que dado que el náhuatl de
la Sierra Norte de Puebla en general presenta altos grados de vitalidad, la
aparición del fenómeno pudiera deberse a la artificialidad de la variedad
escrita que utiliza un elemento probablemente ajeno a la cotidianeidad
V. En torno a la política y la ideología lingüísticas oficiales
141
lingüística de las comunidades en cuestión (altepetl, “pueblo”). O bien al
hecho de que efectivamente los redactores/traductores de esta(s) obra(s)
ya son más competentes en la lengua nacional que en su lengua materna,
o a la concurrencia de ambas explicaciones.
Otros ejemplos que utilizan formas provenientes de la lengua clásica o
que constituyen extensiones de significado son:
(16.1.1)
mo amoch
2possg libro
“Tu libro” (p. 32)
mo ama-u
2pos papel-sg
“Tu papel”; i. e., “tu libro” (p. 115)
De cualquier manera, de nuevo el texto está pletórico de formas ligadas
desagregadas, con base en la estructura del español. Entre muchas otras,
considérense las siguientes:
(16.2) to kol-uan por tokolvan
1plpos abuelo-plpos
“Nuestros abuelos” (p. 19)
to tlakayo por totlakayo
1plpos cuerpo
“Nuestro cuerpo” (pp. 122, 123, passim)
to tlakual por totlakual
1plpos comida
“Nuestra comida” (p. 149)
to mexko por tomexko
1plpos mexico
“Nuestro México” (p. 20, passim)
142
José Antonio Flores Farfán
Otros ejemplos de la influencia del español en la escritura del náhuatl incluyen las formas relacionadas con el modo optativo, en las que de nuevo
los pronombres ligados se desagregan, generalizando lo que no se hace ni
siquiera en español:
(17) xi-k chiua por xikchiua
imp-3obj hacer
“¡Házlo!” (p. 32, passim)
(17.1) xi-k te-teki por xikteteki
imp-3obj-red cortar
“¡Córtalo!” (p. 39)
(17.2) xi-k temo por xiktemo
imp-3obj-buscar
“¡Búscalo!” (p. 39)
La tendencia a desagregar se sobregeneraliza arbitrariamente a otras formas que no tienen parangón en español, como lo es la forma más antecedente del paradigma verbal, el perfecto, que en náhuatl constituye el eje
de la organización tempo-aspectual y se marca con o-:
(17.3) o ti-k chichiuj por otikchichiuj
per 2sg-3obj hacer
“Lo hiciste” (p. 176)
(17.4) o ti-k yek ita por otikyekita
per 2sg-3obj bien ver
“Lo viste propiamente” (p. 176)
Es más, la desagregación de la marca del perfecto encuentra una motivación directa en el calco de una forma análoga en forma y función al culminativo “ya” del español, reinterpretado como yo:
V. En torno a la política y la ideología lingüísticas oficiales
143
(17.5) y-o kin pano-k por yokinpanok
cul-per 3objpl-sg
“Ya las pasaron” (las enfermedades) (p. 134)
La desagregación del perfecto puede allegarse al del objeto, como en:
(17.6) o-kin tla tlani por okintlatlani
per3-objpl pedir
“Le pidieron” (p. 140)
Nótese cómo en (17.6), con base en el modelo del español, se separa un
no objeto y se sobregeneraliza tanto, que incluso un tla- que pertenece a
la raíz, homófono del objeto indeterminado tla-, se trata como tal, por lo
menos a nivel escrito.
De cualquier manera, semejante tendencia a la separación, incluso arbitraria, de las palabras, puede inconscientemente estar jugando un papel
en el favorecimiento de la emergencia de estructuras más analíticas que
polisintéticas, un pasaje que ha sido bastante bien documentado como
resultado del contacto del español con el náhuatl y que estos textos pueden estar igualmente reforzando o por lo menos manifestando. Es decir,
aunque esto requeriría un análisis más detallado, es posible que en estos
textos se prefieran estructuras más analíticas que polisintéticas, como de
hecho es el caso en:
(18) Tik neki tikmatis keni ki chichiua Danieltsi…? por …tikmatisneki…
“¿Quieres saber cómo lo hace Danielito?” (p. 39)
(18.1) Tik niki tikin paleuis? por …tikinpaleuisniki…?
[nótese la variación arbitraria e/i (véase 18.2, 18.4)]
“¿Quieres ayudarlos?” (p. 43)
144
José Antonio Flores Farfán
(18.2) Tik neki tik’ikuilos? por Tikkuilosneki…?
[nótese el uso de ‘ para marcar lo que se presume sería un
saltillo, también utilizado arbitrariamente]
“¿Quieres escribirlo?” (p. 51)
(18.3) tik neki tikchiuas por tikchiuasneki
“¿Quieres hacerlo? (p.186)
(18.4) Tik niki timomachtis? por Timomachtisneki?
“¿Quieres aprenderlo? (p. 42)
Irónicamente, junto con los fenómenos aludidos de influencia del español
sobre la escritura del náhuatl, aparece desde luego el fenómeno del purismo, limitado al léxico, lo cual corrobora lo que ya se había constatado al
tratar el tema en el capítulo IV y en otros estudios (véase, para el náhuatl,
Hill y Hill, 1986). Es, de nuevo, en el caso de los pesos y medidas, en particular de los numerales, donde se manifesta con más claridad la tendencia
purista:
(19) makuili tsontli uan kaxtoli poali xiuitl
cinco cuatrocientos con quince veinte año
“Dos mil trescientos” (p. 148)
Paradójicamente, en la página 206 encontramos un préstamo del numeral
cinco del español, escrito con número, cuando en general todavía en la
práctica oral cotidiana es común encontrar la forma nativa, macuilli:
(19.1) kana 5 cm xik yek teki por kana macuilli cm xikyekteki
“Córtalo bien como cinco centímetros” (p. 206)
De nuevo, más allá de que es muy difícil que esté en uso el numeral del
ejemplo (19) —pues se introduce con base en el antiguo sistema vigesimal—, las palabras se tratan de manera analítica y no polisintética; es decir,
V. En torno a la política y la ideología lingüísticas oficiales
145
makuili tsontli bien podría ser makuiltsontli (“2000”), al igual que kaxtoli
poali kaxtolpoali (“300”).
Otros fenómenos léxicos con los que se “purifican” las variedades escritas son, desde luego, neologismos o neosematismos, como “petróleo”
(19.2) o “tractor” (19.3).
(19.2) tlil-yo-kuitlatl
negro-gen-excremento
“El excremento negro” (p. 152)
(19.3) tepos-popokatl
Fierro-humo
“El fierro que humea” (p. 152)
La tendencia a purificar e imponer elementos ajenos a lo que podríamos
considerar la práctica bilingüe de las comunidades en ocasiones da como
resultado una variedad bastante artificial que quizás llega a ser ininteligible
para los niños, por lo menos en parte. Una muestra de esta artificialidad es
el uso de -tl como absolutivo en los libros de la Sierra Norte de Puebla,
cuando en esta región el absolutivo usado es -t: ya desde el título se escribe nauatl y no naua-t.
Los fenómenos aludidos no son privativos de los textos oficiales. El
referente escrito del español es tan poderoso que permea ejercicios escritos en otros ámbitos, incluso independientes, como el taller de lectura y
escritura en lengua náhuatl que se lleva a cabo en Actopan, en la Delegación Milpa Alta de la ciudad de México, donde miembros de la sociedad
civil han iniciado un muy loable movimiento de recuperación de la lengua
y cultura nahuas. A continuación transcribo un cartel que produjeron derivado de uno de los talleres de promoción del náhuatl para los niños de
Actopan y que resume algunos de los fenómenos que ya hemos visto:
146
José Antonio Flores Farfán
(20) Ma inin pahpaquiliztli
to nahuatlahtolli
aic polihuiz
ma coconehtoto in Atocpan
qui toquilican
ma totahtzin to natihu [sic]
qui mo tlanextili
Que esta alegría
de nuestra palabra náhuatl
nunca se pierda
que los niños de Actopan
la continúen
que nuestro padre sol
les de [sic] la luz
Nótese un fenómeno muy recurrente en todas las propuestas de escritura
revisadas para el desarrollo de este análisis. La desagregación del pronombre ligado to- de la primera persona del plural “nuestro”, que replica la
forma y función de un pronombre libre o enfático, como funciona en español, favoreciendo lo que en otros trabajos he llamado “sintagmatización”
(véase, por ejemplo, Flores Farfán, 2004b).
En to nahuatlahtolli también corroboramos el fenómeno de nivelación
o neutralización de paradigmas que ya hemos constatado en los libros de
texto oficiales, en el sentido de que una forma que canónicamente se utiliza en náhuatl sólo para los sustantivos poseídos (to-) se combina con una
forma absolutiva, en el caso que nos ocupa (-li) (para otros ejemplos de
este tipo, véase Flores Farfán, 2004b, 2008) (véase ejemplo 6.1).
(20.1) to nahuatlahtol-li
1pospl-habla náhuatl-abs
“Nuestra lengua náhuatl”
V. En torno a la política y la ideología lingüísticas oficiales
147
Más aún, nótese cómo en este pequeño fragmento el uso de to- como unidad independiente se llega a sobregeneralizar al grado de aplicarse a casos
en que no cumple una función posesiva. Esto puede observarse en el
ejemplo (20) con to natihu (“sol”), un nombre propio (aquí también encontramos un fenómeno de influencia escrita del español en el ámbito
ortográfico náhuatl, o llanamente un error: hu por uh).
El siguiente ejemplo (20.2) es también de suyo elocuente de la influencia de la escritura del español en el náhuatl: qui toquilican. Nuevamente, un
pronombre ligado, en este caso de objeto específico, se trata como un clítico, como en español, tal como también hemos visto en los libros de texto:
(20.2) qui toqui-li-can
3obj-seguir-apl-plr
“Lo sigan”
Dicho sea de paso, como en una relación de espejo, es interesante destacar
que en el español indígena los hablantes de náhuatl (y de otras lenguas
indígenas) marcan la obligatoriedad del objeto replicándolo con el clítico
lo, como en frases del tipo “usted lo come tortilla” (Flores Farfán, 1992,
1999).
En suma, en el ejemplo (20.2) el pronombre qui de tercera persona
objeto específico resulta resonante de su escritura y tratamiento en español, por no hablar de (20.3), en el que se replica igualmente la estructura
escrita del español:
(20.3) qui mo tlanex-tili
3obj-ref-luz-apl
“Les de [sic] la luz” (H)
Nótese que este ejemplo combina un pronombre reflexivo con una forma
aplicativa, la manera más conocida de formar el honorífico en náhuatl clásico, cuya variedad en mayor o menor medida es cercana a la modalidad
148
José Antonio Flores Farfán
de la lengua de la zona de Actopan, donde sólo quedan unos cuantos ancianos que la llegan a hablar.
Estos ejemplos nos invitan a hacer una reflexión final sobre el impacto
que todas estas transferencias de la escritura del español al náhuatl tienen
sobre la propia lengua indígena. En términos generales, se puede decir que
vienen a reforzar la tendencia a la sintagmatización o al pasaje de una estructura más polisintética a una más analítica en términos tipológicos, con
lo que la escritura contribuye, también, al afianzamiento de esta tendencia.
Más aún, el hecho de acercar la escritura del náhuatl a la del español sigue
reproduciendo la idea de la subordinación de la indígena al español.
Todos estos ejemplos dejan claras las inconsistencias presentes en libros
y textos que en realidad leen muy pocas personas, si es que alguna. Incluso
si los juzgamos sólo desde el punto de vista técnico, está claro a partir de los
ejemplos analizados que falta un conocimiento sistemático de la estructura
de la lengua y las herramientas proporcionadas por la lingüística. Sin embargo, escribir una lengua no es sólo un asunto técnico, sin importar qué tan
documentada esté la propuesta. Por el contrario, la función social de la escritura es una necesidad prioritaria si es que la escritura ha de adquirir algún
sentido para las comunidades, más allá del valor simbólico que en efecto
puede llegar a proveer, si se le concibe en el sentido más positivo posible.
Sin embargo, como veremos más adelante, la idea de estandarizar y reducir
la política lingüística a la escritura o la escuela en realidad es un gesto eurocéntrico que muchas veces más que favorecer el mantenimiento de las lenguas indígenas ha contribuido a su desplazamiento.
4. ESBOZO DE ALTERNATIVAS A LA POLÍTICA
LINGÜÍSTICA OFICIAL EN MÉXICO
Ante el panorama prevaleciente en la educación indígena, descrito en las
secciones anteriores, durante la última década un equipo de personas in-
V. En torno a la política y la ideología lingüísticas oficiales
149
dígenas y no indígenas hemos realizado un esfuerzo por transferir poder a
las lenguas y culturas nativas mediante la producción de una serie de materiales y su difusión en las comunidades. Este proyecto piloto, denominado Proyecto de Revitalización, Mantenimiento y Desarrollo Lingüístico y
Cultural (PRMDLC), auspiciado por CONACyT, se basa en la idea de una metodología coparticipativa e intercultural que produce materiales atractivos
al tiempo que capacita a personas indígenas en las distintas esferas de las
artes y las ciencias educativas. El proyecto se basa de manera crucial en
una serie de supuestos que se describen brevemente en lo que sigue y que
se apartan críticamente de las prácticas oficiales descritas antes (para más
detalles, véase Flores Farfán, 2001c y 2006).
Nuestro corpus para planear la intervención se basa, en primer lugar,
en los contenidos étnicos que parecen ser más familiares para las propias
comunidades. Por ejemplo, utiliza de preferencia medios orales y pictográficos, para evitar los sesgos externos, etnocéntricos y sobrepuestos, como
los que guían las prácticas escolares.
Un ejemplo de la preferencia por los recursos pictográficos propios es
el amate (“papel de corteza”), en cuya superficie han desarrollado una tradición pictográfica muy interesante los propios pueblos indígenas, en especial los nahuas del Alto Balsas, en el estado de Guerrero. Basado en una
cultura de innovación y recreación constantes, el amate es un recurso socioeconómico muy importante para las comunidades nahuas y en lugar de
destruir la cultura indígena ha tendido a reforzarla, al tiempo que genera un
ingreso importante que mantiene las comunidades vivas y sanas (para más
detalles, véase Amith, 1995). Nosotros recuperamos esta tradición para
nuestros esfuerzos de planeación educativa, al transferir la iconografía del
amate a distintos medios, incluidos videos tridimensionales, libros con casetes para niños e incluso un sitio de internet (http://www.kokone.com.mx)
(Flores Farfán, 2001c y 2006; http://www.ciesas.edu.mx/jaff/index.html).
Por otro lado, una manera de recuperar la tradición narrativa oral nahua son los videos, que se usan en talleres a los que toda la comunidad
150
José Antonio Flores Farfán
está invitada a participar. La dinámica es la siguiente: convocamos a la comunidad a participar, le mostramos el video y luego preguntamos la opinión de los participantes, principalmente niños, para conocer su reacción
ante los contenidos de cada uno de los videos, que contienen adivinanzas
y la historia de Tlakwatsin (“el tlacuache”) y Aalamatsin (“la sirena”). Esto
permite animar el ambiente y promover la participación de manera relajada y alegre. Una última actividad es contar adivinanzas. Los que las adivinan reciben como regalo libros y/o los casetes que los acompañan. Esta
actividad genera bastante participación. Todo el taller se realiza en náhuatl,
que es la lengua amenazada de muchas de estas comunidades. Esto funciona como una manera de revalorar la lengua indígena lejos del ambiente
escolar, donde, como se mencionó, los padres esperan que sus hijos aprendan español, de modo que la lengua indígena se usa, en el mejor de los
casos, como medio de instrucción.
Una ventaja importante del proyecto PRMDLC es que los materiales son
de la mayor calidad posible, para contrarrestar la práctica (sobre todo oficial) muy común, por lo menos en México, de elaborar materiales educativos de mala calidad, casi la inferior. Como parte de la concepción y planeación cualitativa, partimos de la idea de que escribir la lengua tiene un
valor simbólico importante, al revertir los estigmas asociados con las lenguas indígenas: que no pueden escribirse, que no tienen gramática, que
son “dialectos” y demás. Todos estos sesgos son herencia de una mentalidad colonialista y discriminatoria que, desafortunadamente, sigue siendo
muy común en todo México entre la población en general: sin ir más lejos,
en el español mexicano la palabra “indio” se usa como insulto.
No obstante, también estamos convencidos de que los esfuerzos de
planeación lingüística no se pueden reducir a la producción de un alfabeto
para “escribir” la lengua, como sugerimos en las secciones anteriores. Más
bien, la escritura puede y debe introducirse por otros medios, como hicimos de hecho mediante los videos y audiolibros del proyecto PRMDLC.
V. En torno a la política y la ideología lingüísticas oficiales
151
Es más, los videos tienen versiones bilingües. Se han subtitulado y doblado para usarse con niños urbanos y de otras partes. Esto tiene dos efectos positivos. Al tiempo que proporciona a los pueblos indígenas materiales de calidad que compiten con e incluso superan en calidad los
materiales presentados, por ejemplo, en televisión, también tienen la función de enseñar a los niños que hablan español los valores y estética de las
lenguas y culturas indígenas, con la esperanza de promover un diálogo
intercultural.
La fase de adquisición del corpus es quizás la más difícil de cualquier
esfuerzo de planeación lingüística. Aunque hemos logrado introducir
una cantidad bastante grande de material para el consumo local de las
comunidades, aún tenemos que evaluar su efecto sobre la conciencia
lingüística en términos de las posibilidades planteadas por su utilidad
para revertir un cambio lingüístico y cultural y contraponerse a los distintos estigmas y prácticas discriminatorias que instituciones como el sistema escolar han perpetuado durante mucho tiempo. Dada la capacidad
de los pueblos indígenas para superar una serie de dificultades económicas y políticas para sobrevivir y garantizar la continuidad de su lengua y
cultura ancestrales, como la tradición del amate ya mencionada, también
sería un avance promover la reapropiación del sistema escolar para reforzar la identidad lingüística y cultural. Estamos comenzando a trabajar
sobre este objetivo al crear, junto con los actores locales, pequeños espacios alternativos en la región, basados en la estructura de los talleres
que describí brevemente.
A continuación expando esta perspectiva —que parte de concebir la
escritura o la escuela no como el principal o, por lo menos, no el único
recurso para transferir poder a las lenguas y culturas amenazadas— y desde
una óptica sugerente intento ofrecer elementos constructivos, a partir de la
visión crítica que hemos desarrollado a lo largo de este trabajo.
152
José Antonio Flores Farfán
5. LOS CONTEXTOS MULTILINGÜES: UN RETO
PARA LOS SISTEMAS EDUCATIVOS
LA ESCUELA Y SU INSERCIÓN EN LA SOCIEDAD
De entrada, y como han afirmado distintas investigaciones (e. g., Fishman
1991), no es posible ni deseable circunscribir el tema de la gestión del
multilingüismo al ámbito escolar, por más avanzado que sea el modelo de
escuela de referencia. Idealmente, el multilingüismo debe gestarse en todos los ámbitos y por la sociedad entera, si es que éste ha de mantenerse.
La escuela y por extensión cualquiera de los sistemas educativos deberían
verse entonces en su interacción con la sociedad mayor, una cuestión de
suyo compleja y variable de comunidad a comunidad.
Si bien como sabemos existen excepciones, como el caso catalán, en
que la escuela ha resultado una vía bastante exitosa para la defensa del
mismo, de igual manera el propio caso catalán nos muestra que la acción
desde arriba vertida por ejemplo en la política escolar de uso del catalán
como lengua de instrucción tampoco puede determinar unilateral o totalmente el futuro de una lengua minorizada. Mucho menos enfrentar el reto
del multilingüismo sólo en el aula. Para ello hay que primero reconocer las
condiciones en las que el multilingüismo se ha desarrollado y prevalece
histórica y localmente. Por ejemplo, en Cataluña hoy día se hablan mucho
más de dos lenguas (Hall, 2001). En este sentido, como sabemos por investigaciones recientes, hay que determinar cuál es la valoración que el multilingüismo tiene en una sociedad determinada, considerando entre otras
cuestiones si éste está o no libre de conflictos, o hasta qué punto esto es o
puede ser así. Las predisposiciones para el aprendizaje o por lo menos la
tolerancia hacia otras lenguas y culturas se cuentan entre las primeras tareas que hay que emprender en el conjunto de la sociedad para fomentar
un ethos multilingüe propicio para la intervención educativa, el trabajo en
el aula.
V. En torno a la política y la ideología lingüísticas oficiales
153
Preguntarse si se trata de situaciones de relativa estabilidad o no, o por
el tipo de relaciones de poder que imperan en los usos multilingües circunscritos a grupos sociales invita a realizar investigaciones longitudinales
de distintas realidades vinculadas al multilingüismo y, a partir de ahí, desarrollar políticas bien formadas e informadas para, entre otros, plantear y
aplicar programas escolares acordes con las situaciones sociales de referencia. De ahí el valor de realizar investigación y de vincular sus resultados
a determinados sectores sociales. Más aún, hablar de metodologías emergentes para el desarrollo de nuevas propuestas educativas requiere considerar seriamente la posibilidad de integrar de manera directa a sectores
comunitarios clave en el desarrollo de las investigaciones de referencia, sin
cuyo concurso ninguna acción, por más informada que sea, puede resultar
exitosa. La concertación entre distintos sectores de la sociedad para el desarrollo de propuestas educativas es entonces un imperativo para enfrentar
retos como el del multilingüismo en la escuela. Por ejemplo, desarrollar
investigación “con” y no sobre los hablantes de lenguas amenazadas constituye ya un paso fundamental en esta dirección, que entre otros permitiría
incorporar los recursos con los que los educandos llegan al aula, sobre
todo en situaciones de bi y multilingüismo.
Las maneras de defender el multilingüismo no parecen poder reducirse
a un solo factor, mucho menos si se quiere a sólo una cuestión superestructural como la escuela o la escritura. Si bien efectivamente el factor
económico llega a guardar preeminencia respecto de otros tantos elementos, no es posible ni mucho menos deseable generalizar todas y cada una
de las situaciones, sin caer en una lógica mecanicista. Con todo, es claro
que hay que resolver el aspecto económico para poder desarrollar otras
facetas de la revitalización o desarrollo lingüístico y cultural, con lo cual
efectivamente podríamos hablar de una jerarquía en la pirámide de la revitalización lingüística y cultural, o si se quiere de la celebración del multiculturalismo, a la manera de las pirámides ecológicas, donde es evidente
que hay que contar con condiciones mínimas de bienestar social para estar
154
José Antonio Flores Farfán
en condiciones de desarrollar estrategias de reivindicación del patrimonio
lingüístico y cultural.
LAS POLÍTICAS DESDE ARRIBA ABAJO,
SU EFICACIA Y LIMITACIONES
Sin duda como política de Estado el reconocimiento de la co-oficialidad de
las lenguas minorizadas en el ámbito de los Estados nacionales es un paso
muy importante, si bien no suficiente, para la estabilización del multilingüismo. Los recursos y contextos en los que éste se desarrolla varían enormemente y en general los retos no pueden ser acometidos de manera cabal
porque en la mayoría de los casos no se cuenta con la infraestructura de
todo tipo que pudiera informar modelos educativos de intervención exitosa. En el intento por gestionar el multilingüismo hay que acometer distintas
tareas de una gran envergadura, como la de una revisión general de distintos casos de multilingüismo para perfilar tipologías y topologías de situaciones multilingües que nos permitan entender más y mejor cómo integrar
el multilingüismo en la escuela en tanto un recurso de aprendizaje activo.
En este sentido, se requiere efectivamente por lo menos una base, si no es
que un modelo de investigación-acción amplio, que dé forma a políticas
multilingües pertinentes, en contraposición a las acciones asimilacionistas
coloniales que históricamente no han terminado por someter a las poblaciones minorizadas del planeta, plasmadas en los ejemplos que hoy en día
informan la posibilidad misma de la supervivencia de la diversidad del
hecho lingüístico diferencial. En México, por ejemplo, el reciente intento
por semioficializar las lenguas puede aminorar el riesgo de extinción del
multilingüismo, pero no resuelve la amenaza que se cierne sobre las lenguas amenazadas, como quedó de manifiesto con la instauración de la Ley
General de Derechos Lingüísticos, y con ello el INALI. Así, las lenguas mexicanas gozan de un estatuto legal que las coloca, virtualmente, en la posi-
V. En torno a la política y la ideología lingüísticas oficiales
155
bilidad de desplegarse como lenguas nacionales, que no oficiales, de comunicación amplia en el ámbito o ámbitos públicos. Como con muchas
otras leyes en contextos de democracias incipientes, por ahora en México
la ley de derechos lingüísticos no pasa de ser una declaración de principios
más, aun cuando se estén desarrollando esfuerzos para su implementación.
De manera similar, en el ámbito global e incluso muchas veces local, se
cuenta con más y mejores instrumentos de política lingüística cada día más
interesantes que sin duda representan un avance respecto de la historia de
la política lingüística en el mundo, pero resta hacer efectiva su implementación. Hay que reconocer entonces, a través de un diagnóstico lo más
concertado posible, las limitaciones que los aparatos de Estado presentan
para la implementación de leyes muchas veces aparentemente de avanzada y que o bien se quedan en la letra muerta o resultan de necesidades de
legitimación política del Estado nacional.
Semejantes limitaciones incluyen:
— Diseño de proyectos y programas sin un conocimiento previo de las
necesidades, imperativos y/o condiciones para el desarrollo de políticas lingüísticas con pertinencia y pertenencia.
— Una marcada descoordinación de las instancias encargadas de desarrollar políticas lingüísticas, lo cual muchas veces implica duplicación de esfuerzos.
— Muy poca o nula profesionalización de los sectores a cargo de desarrollar planes y programas en política lingüística.
— Muy poca eficacia en la implementación de planes y programas.
— Un uso político de los recursos vertidos en programas y proyectos
de política lingüística.
— Una marcada contradicción entre los tiempos requeridos para acometer tareas de desarrollo de políticas lingüísticas exitosas y los
tiempos políticos de presentación de resultados.
156
José Antonio Flores Farfán
Para una verdadera y eficaz celebración del multilingüismo como un
recurso y no como un problema (Crees et al., 2008), que permitiera revertir totalmente las ecologías destructivas hacia las lenguas minorizadas y
desarrollar una nueva ecología de las preferencias multilingües, la participación ciudadana en el desarrollo de propuestas educativas y su reconocimiento es un imperativo que los Estados no deberían seguir soslayando.
Un ejemplo son los proyectos alternativos de comunidades chiapanecas
que incluyen los proyectos zapatistas no reconocidos por el Estado mexicano, a los cuales se les ha negado su autonomía, aunque la ejercen de
facto.
LA ESCUELA Y SUS DESAFÍOS
Como queda dicho, situaciones como la gran complejidad lingüística de
países como México o Guatemala permiten concluir que ni desde el Estado
ni desde ningún otro ámbito se cuenta con la infraestructura escolar ni de
ningún tipo para una gestión exitosa de y mucho menos en el sinnúmero
de lenguas que todavía se hablan en sus territorios y que se extinguen rápidamente. Se requiere una inversión masiva de recursos humanos y materiales que no ha sido dimensionada totalmente y que rebasa cualquier
esfuerzo actual o reciente. En ciertos contextos como el latinoamericano,
las acciones más exitosas de retención de las lenguas y culturas amenazadas provienen de experiencias de base, que en realidad constituyen y se
confunden con experiencias de supervivencia y resistencia cultural y lingüística, en ocasiones no exentas de paradojas y contradicciones, por no
hablar de fragilidad.
El reto por conciliar fuerzas en apariencia contradictorias —como la
necesidad de desarrollar una segunda lengua de comunicación con la enseñaza de y sobre todo en la lengua materna— pasa por otros desafíos
mayúsculos, como el desarrollo de un currículo de inmersión total en las
V. En torno a la política y la ideología lingüísticas oficiales
157
lenguas amenazadas, cuestión todavía muy poco desarrollada en países
como México o Colombia, a pesar de contar con instituciones y programas
que por lo menos formalmente o en teoría acometen la defensa del patrimonio inmaterial de la nación y acarician, aun cuando sea incipientemente, propuestas semejantes.
En efecto, parece haber un orden de prelación en los esfuerzos por
intervenir de manera positiva en el mantenimiento de la diversidad lingüística. Se requiere no sólo un trabajo mayor en el desarrollo de pedagogías
diferenciales acordes con la multiplicidad y riqueza de situaciones, sino de
un trabajo preliminar de conocimiento y sensibilización del valor de la diversidad lingüística desde una perspectiva por lo menos inter, sino es que
multicultural. Sin embargo, ambas perspectivas no deben separarse tajantemente, sino buscar su complementariedad.
MÉTODOS
Investigaciones y experiencias recientes nos indican que efectivamente es
indispensable plantear nuevos enfoques para la defensa del patrimonio lingüístico amenazado, los cuales pueden ser integrados en la escuela (Flores
Farfán, 2006). Para ello hay que distinguir distintos ámbitos escolares, lo que
implicaría desarrollar un currículo transversal que abarque, de nuevo idealmente, todos los niveles de educación formal. Hasta la fecha, por lo menos
en México, no existen ciclos completos de formación en lenguas indígenas
ni siquiera más allá de la primaria, y en general éstos funcionan de maneras
muy precarias y con una clara subordinación a la lengua oficial.
Valdría la pena desarrollar modelos informales, o por lo menos alternativos, de intervención educativa, como los del Consejo Nacional de Fomento
Educativo (Conafe), una de las pocas instancias oficiales que toman en cuenta los conocimientos con los que los alumnos llegan al aula, en un sistema
multigrado, basado en la producción de diarios en lengua indígena.
158
José Antonio Flores Farfán
Campos de referencia en el que se han vertido y debatido este tipo de
problemáticas es el de la revitalización lingüística o el de la educación intercultural bilingüe. En el estado actual del arte, en el trabajo de revitalización de lenguas estamos en una fase de maduración de micro políticas
lingüísticas (Flores Farfán, 2006), y es en el terreno donde las iniciativas se
ponen realmente a prueba y donde se requiere más trabajo directo. El
campo provoca una colisión de paradigmas de investigación a la luz de los
problemas que requieren atención más apremiante por parte del cuerpo
no sólo académico, sino de la sociedad en su conjunto. Si bien aún no
podemos dar por hecho el conocimiento de todas las lenguas del mundo
ni su diversidad —de manifiesto en que no existe consenso en el número
de lenguas del planeta, ni estamos en condiciones de entender la diversidad de situaciones vinculadas al ejercicio multilingüe—, hoy en día se
considera que la cuestión más interesante y por tanto importante de la
política lingüística está en el campo de las lenguas amenazadas y en cómo
revertir los procesos de sustitución lingüísticos y culturales, por lo que debemos emprender acciones en su defensa, concertando acciones de documentación y revitalización simultáneas.
Buena parte del trabajo de revitalización tendrá que ver con desactivar
los bloqueos que muchas veces caracterizan a los hablantes de lenguas
amenazadas y que tiene que ver con estereotipos y prejuicios muy arraigados que han llegado a ser interiorizados por los propios actores. Por
ejemplo, la transferencia de las responsabilidades revitalizadoras a la escuela es algo muy común con hablantes de lenguas amenazadas, que si
bien llegan a admitir que hay que hacer algo respecto de la amenaza, no
asumen un papel activo en la recuperación de su lengua y su cultura y
depositan la responsabilidad, en el mejor de los casos, en la socialización
secundaria.
Sabemos que si bien la escuela constituye un frente importante, es la
familia la que en todo caso y en última instancia permite la transmisión
intergeneracional (Fishman, 1991) —se trataría entonces de desbordar la
V. En torno a la política y la ideología lingüísticas oficiales
159
escuela, no sólo de apropiársela—. En este sentido, acercar a los abuelos
a la escuela podría resultar una estrategia eficaz para restablecer la transmisión intergeneracional, convirtiéndolos en mentores de los educandos.
Algunas de las metodologías para el desbloqueo de la inseguridad y la
interiorización de ideologías lingüísticas destructivas son las autobiografías,
que implican una terapéutica y un trabajo con las emociones vinculadas a
las lenguas, que tematiza y demuestra al bilingüismo como un recurso y no
como un problema, concibiendo a las variedades de contacto como diferencias y no como estigmas vinculados a sentimientos de inferioridad.
Hemos trabajado autobiografías productivamente con hablantes adultos,
estudiantes de la Maestría en Lingüística Indoamericana en CIESAS. En sus
tesis la relación sujeto-objeto se convierte en un ejercicio de investigación
introspectivo donde investigador e investigado resultan idénticos, lo cual
permite una reflexión del investigador como actor y el actor como investigador en un ejercicio de empoderamiento que pasa por la reflexión autobiográfica.
Para el desarrollo de otras metodologías semejantes existen distintas
posibilidades, y en realidad todavía tenemos mucho que aprender y desarrollar en el campo de lo que se ha denominado empoderamiento. Otro
buen ejemplo es involucrar a los hablantes de lenguas en el proceso de
investigación como pares e incluso como coautores “principales” de la
investigación y la producción de materiales didácticos (Flores Farfán,
2006). El campo de la revitalización lingüística permite interrumpir y problematizar constructivamente paradigmas recibidos y pugnar por una revolución científica en diversos sentidos: por ejemplo, invita a cambiar
nuestro conjunto de prioridades respecto de la investigación lingüística, y
a articular y buscar la complementariedad de posiciones. Todo ello perfila
la emergencia de una nueva ecología en la relación de investigación entre
actores, así como por lo menos la posibilidad de generar una nueva ecología de las preferencias lingüísticas, revirtiendo estigmas y afirmando el
futuro de las lenguas y culturas hoy altamente amenazadas.
160
José Antonio Flores Farfán
EL DESARROLLO DE PRINCIPIOS DIRECTRICES
PARA LA EDUCACIÓN MULTICULTURAL
En primer lugar y ante todo reiteremos la importancia de concebir el multilingüismo como una oportunidad de asomarnos a una diversidad y riqueza de mundos tan diversos como sus lenguas. Los alumnos son portadores
de estos recursos, y deberían concebirse como actores activos en la recreación de este conocimiento en el aula. Uno de los dilemas que se plantea
para la conformación de una dinámica de aprendizaje escolar activa es
contar con una metodología que permita relevar estos conocimientos y
plasmarlos en materiales educativos concretos, en productos. Recordemos
que uno de los problemas más serios en contextos multilingües es la carencia de materiales educativos, y el aula puede ser un buen espacio para
su generación. Se plantean las siguientes posibilidades para el desarrollo
de semejantes materiales:
— Estimular el uso de las lenguas con contenidos propios, detonándolo con el uso de medios como el video y la animación en los que ya
se recogen algunos contenidos clave de la lengua y la cultura propias previamente documentados y recreados.
— Promover la formación en la acción, es decir conformar equipos de
investigación locales que fomenten en los educandos el oficio investigativo.
— Garantizar la prelación de las lenguas amenazadas respecto de las lenguas coloniales, dándoles preferencia, prominencia y preeminencia.
— Asegurar el mayor nivel de calidad posible en la elaboración de los
materiales, rompiendo con los modelos de subordinación de las lenguas y culturas amenazadas.
— Generar un modelo lúdico de aprendizaje, de disfrute de las lenguas
y culturas propias, presentes en los géneros nativos de cada cultura
y lengua en cuestión.
V. En torno a la política y la ideología lingüísticas oficiales
161
NUEVOS MÉTODOS Y DIRECTRICES PARA EL APRENDIZAJE DE LENGUAS
El problema de la institucionalización de un solo currículo en la escuela
implica el descarte de las potencialidades que ofrecen los recursos de los
que son portavoces los alumnos en situaciones de bi y multilingüismo. En
contraposición, los nuevos modelos buscan tanto recuperar epistemologías
propias como desarrollar las lenguas en ámbitos específicos más allá de los
tradicionales.
La recuperación de la perspectiva educativa propia no necesariamente
pasa por la escuela como se entiende tradicionalmente, como una instancia
de la socialización secundaria en la sociedad occidental. En sociedades de
raigambre oral, es muchas veces en la socialización primaria como se vehicula la educación, y la escuela y la escritura alfabética, junto con necesidades que éstas imponen, como la estandarización de la escritura, son requerimientos eurocéntricos que muchas veces chocan con las lógicas
culturales diferenciales. Sin embargo, no se trata de descartar la práctica de
la escritura en distintas lenguas ni que esto no sea posible ni mucho menos, sino de introducirla con un sentido más amigable, como un sucedáneo “natural” de las prácticas culturales propias, en consonancia con las
formas de apropiación del conocimiento más familiares y atractivas para
una comunidad determinada, en particular para los niños. A continuación
enumero algunos de los aprendizajes que la experiencia en el ejercicio piloto del PRMDLC en México nos ha dejado en este sentido, y que en mayor
o menor medida podrían extrapolarse a otras situaciones.
En general, la historia de la escritura, por lo menos en México, como
hemos visto, ha implicado y todavía conlleva una subordinación al modelo
castellano. Por ejemplo, se traduce la Constitución y el Himno Nacional, y
los libros de texto para las escuelas que se han producido en lengua indígena trasudan el modelo castellano. Si bien simbólicamente el escribir ya
tiene o puede tener un efecto positivo, la subordinación de sus contenidos
a la lengua dominante sigue reproduciendo una dependencia a la lengua,
162
José Antonio Flores Farfán
y la cultura hegemónica no hace más que afirmar la asimetría entre las
lenguas y culturas originarias y el mainstream. Hay que pugnar por la
búsqueda de alternativas. El modelo del PRMDLC, que hemos desarrollado
en México durante más de una década (Flores Farfán, 2002, 2006), reivindica la oralidad y la imagen, a través de distintos medios, como el arte, el
cine, el video y la televisión, sin descartar la escritura. Se trata de desarrollar otras opciones, como ejercicios multimodales, lúdicos, que atrapen al
espectador y que desborden los ámbitos a los que tradicionalmente se ha
visto recluido el trabajo con lenguas amenazadas, la escuela y la escritura.
Algunas de sus premisas fundamentales son:
— Método desde abajo. Distinción entre retención (desde abajo) y
mantenimiento (desde arriba). Ambas estrategias pueden e incluso
deberían, idealmente, complementarse. Es decir, tanto la sociedad
civil como el Estado deberían apoyarse en la consecución de los
objetivos de revitalización y defensa del patrimonio intangible. Se
trata, por ejemplo, de democratizar el proceso de investigación convirtiéndolo en intervención, como acción a favor de la diversidad
lingüística y cultural.
— No segregación. La mayoría de la población con la que se trabaja en
un proyecto de revitalización es por lo menos bilingüe, e incluso los
monolingües lo son en su imaginario. Se trata de fomentar una mentalidad inter y multicultural, aun cuando se puedan tener distintos
acentos intraculturales. Se persigue la dialogicidad entre las poblaciones de orígenes étnicos distintos, oponiéndose a su “guetoización”. El respeto de la población mayor hacia las lenguas y culturas
originarias tendrá un doble efecto positivo, tanto hacia el interior de
las comunidades hablantes como hacia la sociedad mayor.
— No sólo desarrollar la documentación sino la recreación cultural y
lingüística. Se trata de un modelo lúdico, no archivista ni museográfico, en que se trabaja con una población crucial para el porvenir de
V. En torno a la política y la ideología lingüísticas oficiales
163
las lenguas. Los niños y los jóvenes son el futuro. Nos ponemos en
sus zapatos y pugnamos por dinamizar las lenguas amenazadas en
formatos y medios atractivos, de actualidad. Así, se busca introducir
una visión más optimista de las lenguas a través de medios con estatus e impacto, fomentando por ejemplo la restitución del legado
ancestral (e. g., reintroducción del conocimiento ancestral disponible
en los códices) con valor agregado a través de detonadores como la
animación en tecnología 3D, formatos del gusto popular infantil,
como medios de punta, a su vez recobrando las epistemologías locales. Son materiales altamente lúdicos para atrapar a los interlocutores, de la calidad más alta posible. Su producción (planeación del
corpus) puede acometerse paralelamente a su diseminación (adquisición del corpus) y a la formación de cuadros nativos.
— La producción de materiales se realiza a partir del contenido de las
epistemologías propias con un gran valor didáctico: los trabalenguas,
las adivinanzas, los cuentos, medios primigenios de socialización y
recreación del patrimonio ancestral. En estas comunidades, las adivinanzas no son sólo juego de niños, sino de jóvenes y adultos y se utilizan en distintas situaciones (e. g., entre los mayas yucatecos las adivinanzas se utilizan en los velorios). Es decir, se busca recuperar a la vez
que recrear los contenidos étnicos propios en distintos formatos; multimodalmente, en forma escrita, en audio y video, de maneras por lo
menos bilingües, involucrando activamente a los propios hablantes.
— Se trata de desarrollar un modelo de no subordinación de las lenguas indígenas al castellano, lo cual es efectivamente la historia de
la educación bilingüe, por lo menos en México, por más que declarativamente se hable de educación bilingüe o educación intercultural bilingüe.
— Se plantea la emergencia y constitución de equipos interculturales
en los que exista una complementariedad de habilidades (e. g., el
investigador puede encargarse de la consecución de los recursos
164
José Antonio Flores Farfán
mientras que los hablantes aportarían sus conocimientos lingüísticos, culturales y artísticos para la producción de insumos en la forma
de materiales útiles para la educación intercultural bilingüe).
Todo ello se desarrolla a través de metodologías coparticipativas, como
las coautorías, que a su vez funcionan como espacios formativos y de
constitución de grupos locales de activistas y gestores de la interculturalidad por medio de talleres locales, más allá de la escuela. En los talleres se
estimula el uso de la lengua y cultura amenazada, detonándolo con la utilización del video en lengua originaria. Se trata de una metodología indirecta de revitalización, en la que la participación constituye una prerrogativa de la audiencia y se favorece la participación de forma espontánea. La
emergencia de las voces infantiles proporcionando más juegos y/o interactuando con los existentes permite a su vez la restitución de materiales en
el ámbito de la base social y la posibilidad de identificar y conformar nuevos equipos de producción y diseminación de los materiales en el ámbito
local, lo cual ya constituye el futuro.
EJEMPLOS DE PRODUCCIÓN DE MATERIALES
CULTURALMENTE PERTINENTES
La producción de materiales siempre trasuda posicionamientos en varios
sentidos y con diversas implicaciones, como por ejemplo el proveer (o no)
estatus a las lenguas amenazadas. Por ejemplo, en los libros que hemos
producido de adivinanzas se parte por celebrar la diversidad lingüística,
más que de normalizarla. Así, algunos títulos cuentan con versiones en
variedades de lo que (eurocéntricamente) se considera una misma lengua,
como el náhuatl, y que en realidad conforman modalidades tan divergentes, que se puede hablar de lenguas distintas, como es el caso de muchas
lenguas mexicanas, como el mixteco, zapoteco, etc. Estos libros abren la
V. En torno a la política y la ideología lingüísticas oficiales
165
posibilidad de realizarse en cuantas variedades se quiera, con lo que potencialmente se dirime el conflicto de la normalización impuesta desde una
visión externa un tanto reduccionista. Los libros no se constituyen como
esfuerzos aislados de las lógicas comunitarias, sino que se encuentran inmersos en ellas, no sólo por haber sido producidos por y con actores nativos que han pasado por un proceso de empoderamiento, sino por recuperar epistemologías locales, incluido el componente multimodal de audio,
imagen, y texto. A su vez, estos materiales se regresan a la comunidad no
sólo a través de las bibliotecas (en caso de que existan), sino a partir de
talleres ex profeso que buscan ser insertados en actividades comunitarias
festivas. El material se disemina después de una intervención consistente
en la proyección de una película también basada en contenidos propios
(como las adivinanzas o con cuentos de la región, como “La sirena” en el
Balsas) (Ramírez Celestino y Flores Farfán, 1999).
Una ruta que han seguido estos materiales consiste en producir una
versión en maya yucateco, la lengua original, traducida a otra lengua maya,
el tzotzil y a otras tantas lenguas coloniales (inglés, francés, y castellano),
y a partir de ahí incitar a otros hablantes a producir versiones en otras lenguas mayas hermanas, con lo que se ha llegado a rebasar la frontera México-Guatemala. La recopilación, escritura e ilustración en yucateco estuvieron a cargo de actores mayas (un lingüista y un pintor), el investigador fue
nada más un facilitador y coordinó las versiones en las otras lenguas (Briceño et al., 2002).
Ya me he referido al valor de las adivinanzas como nichos de retención
de la lengua y la cultura propias en el caso de los mayas yucatecos, válido
también para los nahuas y seguramente para muchos pueblos más de raigambre oral. Reiteremos que este género no se concibe como un recurso
menor desde la perspectiva propia, sino que despliega todo un ejercicio de
socialización que conlleva ya una didáctica en ciernes no exenta de sorpresas. Las adivinanzas son textos breves, económicos por naturaleza, que
condensan y evocan conocimientos y valores propios de maneras muy
166
José Antonio Flores Farfán
económicas, y que requieren e invitan a la participación activa del actor
(Ramírez Celestino y Flores Farfán, 2001). Se traslapan con géneros como
los trabalenguas o los albures, e incluso los cuentos. Son juegos verbales
de un valor estético y un potencial didáctico enorme lingüística y culturalmente. Lo mismo puede decirse de otros géneros que por su brevedad y
concisión son admirables filones de sabiduría arraigados en el gusto popular, como los chistes, dichos y creencias.
6. CONCLUSIÓN
Es consabido que la mayoría de las lenguas indígenas del planeta están
amenazadas de extinción: cada dos semanas una lengua más desaparece
(Crystal, 2000). Conocemos más las causas que las formas de revertir los
lingüicidios en curso. La escuela o la discusión de la necesidad de un estándar, cuestiones más bien pertenecientes a una matriz cultural eurocéntrica, han jugado un papel central en su perpetración, aun cuando existen
algunos contraejemplos, en los que es la comunidad la que ha tomando el
control de la escuela. Con todo, no sólo hay que recuperar la escuela como
espacio para la reivindicación lingüística y cultural, sino que hay que ir
más allá de la misma para una efectiva revaloración y recuperación de las
lenguas amenazadas, para una verdadera (re)vitalización viable sostenible
(Fishman, 1991; Cress et al., 2008).
En contraposición, hemos visto que la política del lenguaje en México
referida a los grupos indígenas, ejemplificada con el caso del náhuatl, ha
sido reducida a un gesto que en su origen no pertenece a las comunidades
indígenas: la escritura alfabética. Si bien la escritura puede e incluso debe
ser importante para la reivindicación de lenguas que, como ésta, se encuentran seriamente amenazadas, también, como en el caso que hemos
analizado, puede contribuir a seguir subordinando la lengua indígena a la
lengua dominante, e incluso favorecer su desplazamiento. En este sentido,
V. En torno a la política y la ideología lingüísticas oficiales
167
un proyecto alternativo de política lingüística debería pugnar por desarrollar estrategias diferenciales que se apeguen a las realidades más familiares
de los grupos indígenas —como son la oralidad y la imagen en el caso que
hemos descrito— y, con base en los géneros propios en los que se reconocen coparticipativamente los mismos actores indígenas, generar insumos
que favorezcan el mantenimiento y el desarrollo lingüístico y cultural. Las
estrategias pueden sin duda incluir la escritura, pero no deberían reducirse
a ella ni a la escuela, pues estos elementos históricamente han contribuido
más bien a los procesos de asimilación y destrucción del patrimonio intangible de las comunidades.
Epílogo
En este trabajo se estudiaron distintas manifestaciones de la variación y las
ideologías lingüísticas como expresiones materiales del poder en distintas
esferas de la sociedad y géneros discursivos, enfatizando el hecho de que
el trabajo académico no escapa a esta concepción. La idea de que todo
dato lingüístico responde a un contexto que se alinea en mayor o menor
medida con estas coordenadas se demuestra revisando la historia de la
lingüística y la antropología, como he sugerido en esta obra. El purismo
como manifestación ideológica preclara de estas prácticas es así parte de
la historia de estas ciencias y todavía hoy encontramos huellas indelebles
de semejantes ideologías, desplegadas en los distintos análisis de las lenguas y culturas indígenas, como se ha descrito para el caso del náhuatl,
pero desde luego no exclusivamente (Mollà, 1990).
También se discutió cómo en no pocas ocasiones los propios actores
interrumpen semejantes versiones analíticas recibidas del uso de la lengua
y sus significados oponiendo, por ejemplo, una concepción bilingüe a la
perspectiva monolingüe —muchas veces imperante en las descripciones
lingüísticas—, o bien negociando o imputando significados a hechos variables que desde el punto de vista predominante se consideran no significativos o arbitrarios y que, sin embargo, los propios hablantes explotan como
recursos expresivos de la diferenciación social y la capacidad y riqueza
expresivas de sus lenguas. Se trata de cuestiones que, bien entendidas,
también tienen un impacto en la continuidad y supervivencia de lenguas y
culturas en mayor o menor medida amenazadas. Así, este trabajo pugnó
[169]
170
José Antonio Flores Farfán
por restituir la propia perspectiva de los hablantes en diferentes situaciones
de interacción verbal, en contraste con las perspectivas impuestas desde
determinados puntos de vista cerrados, monolíticos o estáticos, como los
de la lingüística recibida o descriptiva (por ejemplo, la de corte estructuralista).
En este sentido, el libro acometió distintos derroteros. Describió y documentó cómo se realiza la aludida serie de operaciones de descarte, que
postulan nociones muchas veces insostenibles desde la perspectiva del
actor, como la de variación libre o la de homogeneidad o estabilidad del
código lingüístico. Más aún, a través del estudio de caso de la lengua náhuatl, el libro revela las ideologías que guían semejantes operaciones —y
sus efectos a nivel del corpus—, entre ellas las perspectivas monolingües
aludidas o el purismo lingüístico o cultural, históricamente presente en no
pocas concepciones de investigación lingüística o antropológica. Uno de
los objetivos de este libro fue, por tanto, develar las pautas ocultas del trabajo de investigación, para enfatizar su carácter político e ideológico, y
oponerse a la idea de la neutralidad e incluso objetividad en la generación
del conocimiento científico. Espero que semejantes reflexiones sean de
utilidad sobre todo para los estudiantes que comienzan sus estudios en
antropología y lingüística, y que fomenten una conciencia crítica, que después de todo debería ser uno de los objetivos últimos de la formación de
generaciones presentes y futuras. Sin embargo, esa irrenunciable capacidad crítica no cobra pleno sentido a menos que se socialice y se debata
con la sociedad en su conjunto, y en particular con los principales implicados: los hablantes de las lenguas indígenas. Sólo así el trabajo de investigación empezaría a cobrar un sentido más pleno.
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Abreviaturas
Abs
Absolutivo
Neg
Negación
Ag
Agentivo
Nom Nominalizador
Apl
Aplicativo
Obj
Objeto
Caus Causativo
P
Persona
Com Comitativo
Per
Perfecto
Con
Conjunción
Pl
Plural
Cul
Culminativo
Pos
Posesivo
Dim Diminutivo
Prog Progresivo
Dir
Direccional
R
Reduplicación
Ex
Exhortativo
Ref
Reflexivo
Fut
Futuro
Rel
Partícula relacional
Gen
Genérico
Rev
Reverencial
H
Honorífico
S
Sujeto
Imp
Imperativo
Sg
Singular
Impe Imperfecto
Sr
Sustantivo relacional
Lig
Ligadura
V
Verbo
Loc
Locativo
Ver
Verbalizador
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