carisma y espiritualidad del instituto de religiosas franciscanas

Transcripción

carisma y espiritualidad del instituto de religiosas franciscanas
CARISMA Y ESPIRITUALIDAD DEL INSTITUTO
DE RELIGIOSAS FRANCISCANAS MISIONERAS
DE LA INMACULADA
Es un homenaje de la Provincia La Inmaculada Concepción a la Venerable Madre María Francisca de
las Llagas, fundadora de nuestro Instituto en este año del carisma y espiritualidad. Ofrecen las
Hermanas de la Provincia con profundo amor filial y serio compromiso de ser fieles a este carisma y
espiritualidad, legados por Nuestra Madre Fundadora para gloria de la Iglesia y bien de la humanidad.
I. Perfil Místico de la Venerable Madre María Francisca de las Llagas
Ecuador, tierra de santos decimos con orgullo, y lo proclamamos ante la constatación de los hechos.
Egregias figuras místicas han escalado las alturas de la santidad como Mariana de Jesús, Miguel
Febres Cordero, Mercedes de Jesús Molina, Narcisa de Jesús. Junto a estos preclaros nombres
podemos nombrar con especial veneración a una mujer de excepcionales virtudes, que a lo largo de
la vida acumuló méritos, realizó proezas místicas y cumplió una enorme misión en bien de la Patria y
para gloria de la Santa Iglesia. Nos referimos a la Madre María Francisca de las Llagas Cornejo,
fundadora del Instituto de Hermanas Franciscanas Misioneras de la Inmaculada, que en el mes de
diciembre de 2012 el Santo Padre le proclamó VENERABLE.
No hubo en su vida y en su espíritu nada extraordinario. Todo transcurrió por los caminos de la
observancia, de la vida comunitaria, del compromiso del apostolado en bien especialmente de las
clases populares de nuestra Nación. Lo excepcional de esta vida fue la constancia y regularidad con
que practicó las virtudes y el estilo de sencillez y modestia que imprimió a sus actos. Franciscana de
cuerpo entero, asimiló las más depuradas esencias del franciscanismo. Este bello tríptico nos da el
perfil de su vida santa: humildad, pobreza y amor, virtudes de las que hizo Francisco el soporte de su
espiritualidad. Nuestra Madre María Francisca de las Llagas asimiló este carisma franciscano y se
convirtió en el dechado de estas hermosas flores de santidad.
Ahora, con la perspectiva que da el tiempo, aparece la Imagen de María Francisca de las Llagas
aureolada con una diadema de gloria espiritual. En ella resplandece su humildad consumada, que le
dio a su vida el dulce matiz de la sencillez, y la transparencia. Su bondad que conquista todos los
corazones, la fidelidad en el cumplimiento de sus deberes aún los más duros y heroicos; su espíritu de
mortificación y penitencia, su pobreza que la identifica admirablemente con el Seráfico Padre Francisco
Su lenguaje, su actitud, su porte revelan el profundo sentido de su pequeñez. Todos cuantos la
conocieron y trataron afirman que ella fue un modelo de todas las virtudes.
2
NUESTRO CARISMA EN LA IGLESIA Y PARA LA IGLESIA
Dios se sirve de acontecimientos históricos para inspirar sus obras. El acontecimiento luctuoso del 4
de Mayo de 1897 sirvió como motivo coyuntural para la creación de esta obra maravillosa en
Ecuador. La hora de la fundación de nuestro Instituto llegó cuando un enorme sacrilegio en Riobamba
enlutó a la Nación. Fueron profanadas las Sagradas especies y asesinado el meritísimo Padre Emilio
Moscoso. Este es uno de los actos más execrables que cometió el Liberalismo ateo. Este
acontecimiento llenó de vergüenza a la Patria, consagrada al Sagrado Corazón de Jesús. Este hecho
afectó profundamente el corazón de nuestra Madre Fundadora. Y para desagraviar al Santísimo por
siempre pensó en fundar una familia religiosa, para que hubiera una legión de almas que le adoraran,
repararan y amaran, por los que no le adoran, no reparan, ni le aman.
Surge así, ante nuestra admiración jubilosa, la preclara figura de la Madre María Francisca de las
Llagas. Fue predestinada por Dios para ser lustre y ornamento excelso de la Iglesia y de la Patria.
Esta predestinación estuvo encaminada a la realización de un plan salvífico de Dios en los destinos
históricos de la Nación amada del Corazón Divino, nuestro pequeño Ecuador.
Así el 4 de junio de 1897, al mes justo del sacrilegio de Riobamba, en el viejo convento de la recoleta
de San Diego se reunieron tres mujeres valerosas que pusieron la primera piedra del edificio de la
Fundación, que como la semilla del Evangelio, naciendo tan pequeña y humilde, crecería hasta ser
ahora árbol corpulento que extiende su ramaje hacia todas las direcciones de la Patria con ( 36 )
casas y más allá de sus fronteras, Chile (5), Colombia, (1) Venezuela, (1) Roma (2), México (1) Perú
(1) llenando los campos de su acción evangelizadora en ejercicios espirituales, educación, misiones,
promoción social con los frutos abundantes del Espíritu.
Son claras las finalidades de nuestra fundación: Somos almas reparadoras. Somos educadoras del
pueblo humilde. Somos misioneras.
Está definida nuestra presencia en la Iglesia y en la Patria. Con optimismo y valentía debemos seguir
cumpliendo heroicamente nuestro destino fundacional: ADORAR, REPARAR Y SERVIR
FRANCISCANAMENTE. Nuestra vida tiene sentido. El futuro está en nuestras manos y complica
nuestras vidas en una entrega más decidida a nuestro ideal sublime. Somos en el Ecuador una
Congregación reparadora por vocación. Misión la nuestra gloriosa, pero sacrificada y de oblación.
III. NUESTRO CARISMA DE ADORACION Y REPARACION
Nuestro carisma está labrado con la voz, manos y corazón de Nuestra Madre María Francisca de las
Llagas en el encuentro absoluto con el Amado que se deja descubrir en cualquier parte porque, "es
planta de todo suelo", dice la Madre.
Presentamos nuestro carisma como una dulce, constante, sacrificada y necesaria EXPERIENCIA DE
DIOS. La misma que es el conocimiento de un Dios presente en nosotros. Franciscanamente es el
encuentro sencillo y puro de la criatura con el Dios Trino y Uno, sumamente amado, que está allí, en el
Sagrario, en la naturaleza, en todas partes y sobre todo en el otro, con un rostro singular, auténtico.
Esta experiencia se funda en una profunda y efectiva fe, que nos lleva a repetir constantemente con
María Francisca de las Llagas: "¡Qué bueno es Dios!, pues nos da ocasiones para prácticamente
3
manifestarle nuestro amor..." (V 27-12-28).
¿Cuál es esa fe?, no sólo asegurar que Dios es nuestro Creador y Salvador, y reconocerle como nuestro
Señor; sino desde nuestra propia experiencia, confesarle como el Señor que nos ama, que nos ha
elegido, Nuestra Madre nos dice: "Nuestro Señor es quien nos ha llamado a trabajar en el campo
del Padre de Familia" (P 06-02-24).
¿Cómo se llama esta elección en nuestro leguaje franciscano? Es una predilección
Escuchemos detenidamente a nuestra Madre:
“Es una predilección ser llamada a compartir en el trabajo de la Viña del Señor”. (P 15-06-30)
De tal manera esbozamos este criterio general para no abundar en explicaciones, sino más bien recalcar
con gran alegría y gozo que somos obra de Dios, somos don de Dios, esto debemos tener presente
todos los días, nuestra única preocupación debe ser, la respuesta al amor de un Dios tan fino y amante.
El amor no son palabras, tiene su fundamento en el sacrificio y el vencimiento propio . Para Nuestra
Madre que aprendió y comprendió en la escuela del Espíritu Santo la ciencia de sufrir amando, recalca
que van juntos amor y sacrificio por ello afirma que "debemos identificarnos con nuestro Esposo y
ser con alegría las amantes esposas de Cristo crucificado"; y el amor implica sacrificio, pues, el
sacrificio es característica del amor. “Adelante, hija mía; su ideal, y el de todas, no debe ser otro que
amor y sacrificio (P 24-10-24). Nos repite constantemente.
Y es que el sacrificio es Amor, y cuando lo aceptamos como don de Dios y asumimos, como dice
Nuestra Madre, las cruces y sufrimientos son llevados con verdadera paz y alegría (V 15-10-42), es
vencimiento de uno mismo, reconocimiento de la propia miseria, abandono en las manos misericordiosas
del Padre.
Todo sacrificio debe ser para cada una de nosotras el modo de triunfar sobre las imperfecciones para
llegar al encuentro con el Señor, esto se logra cuando serenamente -con la gracia de Dios- hacemos
frente a las dificultades de la vida -que son pancito de cada día, como dice Nuestra Madre "delicioso
pan del cielo"-“ manantial de méritos para el cielo; cada sacrificio, cada vencimiento son el
peldaño de la gran escala para subir a Dios” (V 23-02-48; P 28-11-23; P22-09-35; P 15-03-24).
Para entender lo qué es permanecer junto al Sagrario como víctimas que se ofrecen en holocausto,
trazamos sin titubeos la "difícil" caminata del amor al amor porque sólo esto se necesita para vivir por
amor; para IMITAR A JESUS, saborear con alegría su sacrificio; pero en absoluta HUMILDAD (P 24-0324).
¿Qué es la humildad?, es ponerse frente a Dios y frente a los hombres con abandono total en manos del
Padre y al servicio de los demás. Nos insiste Nuestra Madre “no hay santidad sin cruces y sin
secretas e íntimas crucifixiones” (V 13-11-30) “es la razón efectiva para saber sufrir amando” (V
07-04-45).
De manera que el sacrificio es amor, la humillación es amor, y franciscanamente amor es hacer la
voluntad de Dios "sin glosa", esta es "la santidad verdadera", ahora es necesario oír la voz de Nuestra
Madre:
4
"Como víctimas que somos, deseo que cada una sea discípula muy aventajada en la escuela del
sacrificio" (V 03-01-42).
3.1. CÓMO DEBE ADORAR LA HIJA DE MARIA FRANCISCA DE LAS LLAGAS
El amor entrañable de Dios al hombre le obliga a quedarse aquí con nosotros en el misterio del Augusto
Sacramento del Altar. Está allí para que nosotras con corazón pobre, inocente, puro y sincero, le
comamos y tengamos vida, vida en abundancia; debemos comer para vivir del Pan, y vivir del Pan es
hacernos como El, pan sabroso para los demás, por la humildad, el anonadamiento, la muerte diaria de
nosotras mismas, como constante adoración y reparación para alabanza del Padre.
Con Nuestra Madre María Francisca de las Llagas diremos: Si Cristo es Hostia, Hostia blanca, nuestro
ser entero debe ser blanco, como la blanca hostia del Sagrario, la religiosa debe ser: limpia, pura, sin
mancha, transparente que cautive al mundo como Jesús en su caminata por la tierra.
Es menester ahora caer de rodillas y dejarse inundar totalmente de la presencia de Jesús., Todos los
días, a la mañana, a la tarde, a la noche, cada Hermana franciscana debe acurrucarse presta en la
intimidad del Santísimo en el Sagrario, para humildemente, frente a tantos beneficios que nos da el
Señor, sólo decirle: Jesús, creo en Tí, confío en Tí, lléneme de Tí, tómame para Tí.
Ante el Sagrario, dice Nuestra Madre, “las religiosas debemos presentarnos humilladas, amantes y
agradecidas, para derretirnos de amor” (P 28-05-24), pues todo lo concedido por El es para
permanecer anonadada ante el Sagrario y darle gracias.
Cada Hermana debe ser necesariamente el Sagrario donde las demás religiosas puedan adorar al Señor
de los Señores: cada acto a realizarse debe ser hecho con total transparencia y firme conciencia de
agradar sólo al Altísimo; por lo tanto, nuestra vida debe ser de tal forma, que seamos testimonio claro de
la vida de Dios en mí.
Ahora bien, a cada hermana le toca cumplir a cabalidad y con diligencia la misión de buscar adoradores
del Padre en Espíritu y en verdad. Así la educadora es Sagrario donde mora Jesús, sus actitudes, sus
enseñanzas deben moldearse en Jesús, para que su acción por pequeña que sea, sea la de Jesús; para
que el niño, el adolescente, el joven palpe expresamente que Jesús está ahí mirándole, hablándole,
escuchándole, dándole la mano; porque si la religiosa es otro Jesús, debe educar como Jesús.
Somos cada una de nosotras Sagrarios vivos del Señor, porque en nosotras está el Señor; en las
misiones debemos enseñar a las personas que le adoren, le busquen, le sigan; que puedan decir por las
acciones que ven en nosotras "Jesucristo es el Señor para gloria de Dios Padre" ( Flp. 2,11). Esta es la
manera de adorar a Jesús, así se enseña quien es Jesús, así se ama y se enseña a amar a Jesús.
Desde los inicios del Instituto no importó desempeñar los más humildes oficios, cuando se atienden a
los ejercicios espirituales. Si Dios llamó a penitencia a los pecadores y estos acudieron a su llamada.
Si los sacerdotes se prepararon para dirigirles el mensaje no pueden faltar las almas de la reparación
que sirviendo y rezando, sean las principales gestoras de este regreso de los hijos pródigos a la Casa
del Padre.
En la Promoción Social, debemos manifestar la Buena Nueva de la Salvación con nuestra presencia. Es
a Jesús a quien debemos mostrar, de El vamos a enseñar, teniendo presente que si le recibimos a El
5
conscientemente en la Comunión, y le llevamos conscientemente en el corazón, es El mismo quien
predica, quien enseña, quien pastorea.
Este es nuestro espíritu apostólico reparador, predicar cada día con el testimonio del ejemplo. El
mismo vivir crucificadas, ese caminar grave y silencioso dibujando la humildad del hábito franciscano.
Ese sumirse permanente en el olvido y el silencio para darse a los demás, es el fecundo caminar de
las Hermanas Franciscanas, sembrando bondad.
El reto es claro: Jesús tiene que ser adorado allí, en la realidad misma de nuestro apostolado, tenemos la
obligación de mostrar a ese mismo Jesús que habita en nosotros. Y este Jesús sólo puede ser adorado
cuando le busquemos adoradores en espíritu y en verdad.
3.2. NUESTRO CAMINO DE REPARACION
Algunas inquietudes afloran de inmediato: ¿qué reparar? ¿cómo reparar? ¿ dónde reparar? ¿cuándo
reparar? Y al mismo tiempo surge un interrogante: ¿qué es reparar?
La reparación consiste en levantar al pecador. La reparación se hace por todos los pecados del mundo,
como manifiesta Nuestra Madre María Francisca de las Llagas. ¿Qué hacer entonces? Las hijas del
pobrecito de Asís deben -como acción propia del Instituto- ofrecerse como víctimas propiciatorias para
"pagar" las ofensas que se hacen contra Cristo, Señor nuestro. Como dice la Madre “La situación
actual requiere de víctimas y cada hermana de nuestra Congregación debe ser sujeto de
reparación, es víctima, alma hostia, ofrenda en holocausto”.
Ese holocausto hemos de hacerlo ante el Sagrario dónde está ese Cristo humilde, indefenso y por eso
maltratado y burlado. Por esas burlas, la religiosa se ofrece al Padre como víctima para reparar a Dios,
las injurias; ser víctima significa ser hostia, sencilla, humilde, generosa. Nuestra Madre Fundadora nos
recuerda que “sin almas víctimas no hay redención” (V 06-09-30). La redención es obra buena, y
“para toda obra buena, Dios pide víctimas” (24-10-31).
El holocausto es consumir totalmente a la víctima, nada queda, el fuego absorbe todo. La religiosa
franciscana como holocausto muere siempre, muere cada día, ella no figura, no busca la alabanza, pues
todas sus acciones son para levantar al pecador; su vida es del Señor, esto implica una efectiva y
afectiva entrega total.
Como se ve necesariamente debemos imitar a Cristo, por lo tanto el elemento propio de la reparación es
el sacrificio, del que sólo Dios es testigo, sólo ante él debemos realizar nuestra caminata de dolores, ante
los demás, dice la Madre debemos “guardar silencio absoluto” (V 08-05-45).
Pero la reparación va unida necesariamente la ORACION, de modo que “cada Hermana debe ser
alama de oración y una discípula muy aprovechada del sacrificio” (V 08-09-28), debe permanecer
en constante oración, debe ser alma de oración.
¿Cómo reparar?
Creo que la respuesta es más clara, al estilo de Cristo, con amor, con generosidad, sabiduría, humildad,
perdón y sobre todo con el ejemplo de nuestra vida.
6
¿dónde y cuándo reparar? Aquí y ahora
Aquí: en el lugar encomendado por la obediencia, disposición que debe ser asumida como voluntad de
Dios, ninguna religiosa, puede protestar o rehusar obedecer, “la desobediencia, dice la Madre desvirtúa
el exquisito perfume del sacrificio y permite el sin sentido del sufrimiento en la Comunidad”.
Ahora: El ahora es indispensable. Debemos reparar siempre, en cualquier sitio y en cualquier
circunstancia, pues este es el "pasaporte" del seguidor de Cristo. Se lee “Bienaventurados los
misericordiosos, bienaventurados los portadores de paz, Bienaventurados los perseguidos” Mt. 5. 3.
La actitud, la palabra de la religiosa franciscana, hija de María Francisca de las Llagas, debe ser reparar
lo derrumbado, aquí y ahora, para que el pecador se convierta y escuche plenamente la voz del Maestro:
"Hoy la salvación ha entrado en esta casa porque el Hijo del Hombre ha venido a buscar y salvar lo que
se había perdido" Lc. 19, 1-10.
El corazón de la Madre María Francisca de las Llagas se inmoló para siempre, por un acto reparador.
Y REPARAR EL ULTRAJE AL AMOR, SERÁ ENTONCES LA CONSIGNA DE TODA LA CONGREGACIÓN .
Esta actitud de permanecer junto al altar, consumiéndose por amor como una lámpara votiva, es un
acto reparador.
Y es reparación el sentir a lo largo de toda la vida el peso de una cruz, que lejos de ahogar los latidos
o de forjar la palabra de reclamo, se ofrece como sacrificio voluntario que florece diariamente en
santa alegría. Es el peso de una cruz, que por seguir a Cristo, se hace ligera.
Y es reparación aquello de extender las manos en actitud de plegaria, cuando en el camino estrecho
y vertical quiere apropiarse de nuestros latidos el cansancio y la fatiga.
Y es espíritu reparador, aquel afán crucificado de acudir cada mañana a la misa del maestro, para
dejar que se abra en heridas el corazón y sangren las manos, en el diario sacrificio de servir a
nuestros hermanos.
Y es reparación, aquella dádiva de todo nuestro ser, que debe despojarse de todo egoísmo y
soberbia para construir un mundo maravilloso, pero a la vez, tan difícil de la fraternidad; ser para las
demás y vivir con ellas como hermanas es el nervio fundamental y el martirio primario del espíritu
reparador que anima el espíritu de Nuestra Madre María Francisca de las Llagas.
Y se comprende también el por qué del alto vuelo del espíritu, que por diario irse al infinito para
vestirse de inmortalidad, requiere de esfuerzo y de un constante sacrificar las vigilias y los sueños; sin
embargo, todo aquel consumirse en el ara reparadora; el peso de la cruz y el afán de servicio, el
construir el mundo de la fraternidad aunque duelan las alas, nos acerca cara a cara al Amor, y son
como espinas de la vida humana que florecen en canción.
Queda clara nuestra misión: actitudes y palabras coherentes para Adorar y Reparar, para buscar y salvar
lo perdido, la verdadera reparación es alabanza a Dios, es amor a Dios en plenitud, es real adoración al
Pan de Vida. Esto implica, que no hay que decir, hay que hacer. Lo que cuentan son los hechos, y los
hechos son amor, sólo amor y nuestro compromiso es amar y luego enseñar a amar; esto es conversión,
reencuentro con la Luz y renacer a la Vida.
7
3.3. FUNDAMENTOS DE LA ADORACIÓN Y REPARACION EN EL
PENSAMIENTO DE NUESTRA MADRE FUNDADORA
3.3.1.
Jesús Sacramentado, lugar privilegiado de presencia divina
Jesús Sacramentado es el lugar privilegiado de la presencia divina: más que familiaridad, Cristo,
especialmente en el Santísimo Sacramento, es cercanía amorosa, lugar privilegiado de la presencia
divina. La presencia Sacramental en la reserva eucarística es uno de los aspectos más amados de la
Madre María Francisca de las Llagas y es en lo que más insiste en sus cartas. Hasta el punto de que
esa Potencialidad llega a convertirse en un fin. La Divinidad y en concreto Jesucristo, se hace aquí
presente tan realmente como cuando el Señor estaba presente con sus apóstoles en su vida terrena:
Jesús Sacramentado tiene sentimientos; su cercanía no es una cercanía teológica o metafísica, sino
una cercanía casi física o corporal. Nuestra Madre así lo experimenta, “Qué decir de la compañía
del Santísimo!... que no se arrepienta de estar con ustedes, antes que lo tenga muy consolado
y contento” (P 23-05-1935)
“Jesús Sacramentado que es el único y fiel Esposo, las guarde, proteja y bendiga, puesto que
ahora esta más junto a ustedes” (P 07-07-1935).
3.3.2.- El Santísimo Sacramento, lugar privilegiado de oración
Cristo Sacramentado, lugar privilegiado de oración. En particular Cristo en el Santísimo Sacramento
es el lugar privilegiado de oración. La cercanía de la divinidad, tan especialmente sentido gracias a la
presencia Eucarística, es sin duda uno de los motivos para la predilección que muestra Nuestra
Madre por la ORACIÓN ante el Santísimo. Pero también la presencia Eucarística nos la recuerda,
como lo dicen las Escrituras y el dogma, la entrega de Jesús a nosotros; y la más honda oración, para
la Madre, es la que nos lleva a entregarnos a Jesús, como El se entregó a nosotros; esa entrega para
la Madre tiene el nombre de unión: “Los ardientes deseos de su Francisca son: que pasen
encendidas en llamas de amor seráfico, que vayan a perderse y consumirse al pie de Jesús
Sacramentado” (V 11-08-1927).
“Acuérdese que es del Santísimo, que quiere decir amor inmenso a Jesús y entrega total,
como Jesús se entrega cada mañana a su corazón para unirse a su alma en la santa comunión,
es decir, unión, ser otro Jesús” (V 13-03-1942).
La acendrada devoción a la Santísima Eucaristía fue una constante en la vida consagrada de María
Francisca de las Llagas, que se puso de manifiesto en el singular fervor con que participaba en el
sacrificio eucarístico de la santa Misa y tributaba culto a la presencia real del Señor en el Augusto
Sacramento. Estableció como práctica permanente en las Comunidades del Instituto la ADORACIÓN
del Santísimo Sacramento especialmente los jueves y domingos.
Adorar y reparar al Señor de la Eucaristía por las profanaciones y sacrilegios inferidos por los
hombres en el Sacramento de su extremado amor, fue la consigna con la cual fueron plasmándose la
naturaleza, carácter, espíritu y finalidad del Instituto y estructurando las normas de su vida
comunitaria y el apostolado.
3.3.3. – Jesús Sacramentado es Amor, entrega, posesión, identificación
8
Escuchemos los que nos dice Nuestra Madre: “A imitación de Él entreguémonos sin reserva, así
como Él se entregó y entrega cada día, en la sagrada Comunión, a nuestras almas” (V 07-021930).
“La sagrada Familia la colme de gracias… para que no aspiremos sino al único y anhelado fin
que es ser verdaderas esposas de Nuestro Señor” (V 12-1929).
3.3.4.- Sacrificio, humillación, pobreza
Nuestra Madre insiste a su hijas “En el misterio de la meditación el Espíritu Santo les dará luz y
amor para animarnos a imitar la vida de sacrificios y humillación de que nos da ejemplo
Nuestro Señor” (P 24-03-1924).
“Es envidiable la suerte de las almas a quienes lleva Jesús por el mismo camino que Él
anduvo, el del calvario” (P 21-10-1935).
La Madre cuando habla de reparar, une la palabra con oraciones y sacrificios, aunque aclara que la
reparación ha de ser por todos los pecados del mundo, se ve que su tendencia es pedir la reparación
por las ofensas concretas que veía ella, se hacían en su momento histórico.
Insiste a una de sus hijas, “Que esa florecita consagre su perfume de virtudes para Jesús
Sacramentado y sea almita que repare todos los pecados del mundo” (V 10-10-1945).
“La situación actual requiere de víctimas y nadie mejor que ustedes para reparar” (V 05-091935)
“A nosotras como religiosas nos toca consolar a Jesús que tan ofendido es en estos tiempos”
(V 19-09-1939).
La palabra holocausto, equivale a reparación y es una de las predilectas de Nuestra Madre:
Nuestra Madre quiere que se grabe hondamente en el alma de sus hijas el sentido que tiene la
palabra holocausto y por eso repite: “Deseo que sea usted un holocausto ante el Sagrario” (P sin
fecha)
“Con intenso dolor presento a Jesús Sacramentado, a este holocausto que ha elegido de
nuestra Congregación para altos fines de su Providencia” (V 21-01-1942).
“No le niegue ningún sacrificio que le pida; en la vida religiosa abundan esas bellas ocasiones.
Pero le encargo que sólo Dios sea el testigo de sus sacrificios; la queja quita el exquisito
perfume del holocausto” (V 08-05-1945).
Otras expresiones de Nuestra Madre hacen referencia a reparación es el ser almas víctimas y
hostias, no en ocasiones aisladas, sino como actitud. Dios es el que pide estas víctimas, y no hay
obra buena sin ellas:
9
“Como víctimas que somos, deseo que cada una sea discípula muy aprovechada en la escuela
del sacrificio” (V 08-09-1928).
“Para toda obra buena Dios pide víctimas” ( V 24-10-1931)
“sólo el sufrimiento nos santifica; quiero sea llama, hostia” (15-04-1929)
Es menester hoy día vivir con más fuerza la Hora santa Reparadora, en lo posible todos los días y en
intervalos de tiempo, o según los acontecimientos litúrgicos con mayor diligencia. Por lo tanto, las
Hermanas vivan, sufran, oren, amen en silencio, sirvan al desvalido, apiádense del impío, pues, no
tenemos razón para condenar, sino para salvar. Como Cristo vino para todos, así a nosotras nos toca
rescatar a los hijos pródigos que se extravían lejos de la mirada amorosa del Padre.
II.- NUESTRA ESPIRITUALIDAD
Sabemos que espiritualidad es la vida según el Espíritu de Dios. Nuestra Madre Fundadora elige
seguir la espiritualidad franciscana de la que escoge como estrategia de actuación cristiana acercarse
a nuestro pueblo por medio de la adoración y la reparación con el testimonio de pobreza. La
devoción a la humanidad de Cristo en sus misterios fundamentales (Cruz, Tabernáculo) son sus
elementos importantes.
Al hablar de nuestra espiritualidad se tornan nuestros ojos a la dulce figura de nuestra Madre
Fundadora para buscar en ella las raíces profundas de la razón de la espiritualidad y meto de nuestro
Instituto.
Es necesario destacar las virtudes que son el núcleo de una espiritualidad fuerte y robusta que diera
forma a nuestro Instituto dentro de la Iglesia: Suma pobreza y sacrificio a toda prueba, como el pan de
cada día; contradicción constante que permitía vivir al pie del calvario; como hija del Poverello, la
Madre asimiló su espíritu de humildad, vivió desapegada de todo lo terreno, para vivir la entrega en
amor por los demás. Algo muy propio de la Madre, el amor al Santísimo y a la Cruz: la Divina
Majestad Sacramentada y la Cruz fueron los motivos determinantes de su fundación. En la santa
Eucaristía encontró María Francisca de las Llagas la profundidad del misterio del anonadamiento de
Cristo. En la revelación de este misterio encuentra la razón decisiva para su abandono total, la
renuncia radical de sí mismo, en una actitud de acción de gracias al amor de los Amores. En la cruz,
la identificación con Cristo le lleva a la inmolación, como esposa de Cristo crucificado.
No vamos a detenernos a relatar los martirios y sufrimientos que marcaron los inicios de esta obra del
Señor. Simplemente la semilla cayó en el surco, allí se pudrió. Y de esa inmolación, de ese martirio,
de esa crucifixión, nació la planta delicada y tierna, frágil y combatida, que luego se hizo árbol y que
hoy es un bosque frondoso y umbrío, para retar a la inmensidad azul de los espacios y se yerguen
como inmensos índices que señalan la ruta a los hombres.
2.1. FUENTES DE NUESTRA ESPIRITUALIDAD
10
1. Ante todo está el Evangelio. En él encontramos la voz de Jesús y sus ejemplos de vida, que
nos señalan cómo debemos actuar y cómo debemos pensar.
2. Las normas de la Iglesia, que es la depositaria de la verdad y se preocupa vigilante del
estado religioso. Concretamente Tres objetivos nos señala la Iglesia para revitalizar nuestra
consagración y capacitarla para encarar hoy la Nueva Evangelización:
a.
Promover una renovación profunda de nuestra vida, comenzando por una relación personal
con Dios que nos lleve a la experiencia de Dios, como esposas amantes del Dios
Sacramentado.
b. Renovación comunitaria. Como hermanas, buscar a Dios para transformar nuestras vidas en
Dios; abrazar con amor la cruz de cada día y ayudar a la Iglesia en la misión salvadora que
Jesucristo nos ha señalado.
c. Abrirnos a la realidad social. escuchar la voz de la Iglesia, leer desde nuestro carisma los
signos de los tiempos.
3. La doctrina de nuestra Madre Fundadora. No escribió un tratado de virtudes religiosas, pero
sus cartas son un arsenal de doctrina ascética franciscana, este es nuestro mejor legado, ellas
son nuestro manual de oración y el vademécum de orientación para nuestras vidas
consagradas. Junto con esta doctrina y enseñanzas está el ejemplo de su vida. Ella va delante
de nosotras como Madre y Maestra que nos guía con amor y nos enseña con verdad.
4. Las fuentes franciscanas. Como toda doctrina espiritual, para la Madre María Francisca el
franciscanismo no es una cosa aislada, sino un Francisco que tuvo el candor heroico y
sagacísimo de tomar el Evangelio a la letra y vivirlo a la letra, de creer sin comentarios en la
palabra de Dios y de querer imitarle sin cálculos, hasta el agotamiento de sus fuerzas. Un
Franciscanismo que fue invadido por el amor, haciendo de él un serafín, de tal manera
identificado con Jesús, que recibió en sus miembros las llagas de su Amor crucificado.
Nuestra Madre no conoció las cosas a medias, vivió el radicalismo que aprendió de San Francisco.
Para la Madre la concepción de la vida espiritual del Seráfico Padre es tan sencilla como enérgica y
se resume en tres puntos:
1. Abrir camino al amor, se trata de un despojamiento completo, exterior y sobre todo interior, de
conformidad con las directrices del Santo Evangelio y tomando como regla la imitación de
Cristo.
2. Una vez purificados y restaurados la vida y el corazón, suscitar un amor efectivo por la
contemplación asidua de Jesucristo, sobre todo en su pasión
3. Finalmente, poner por obra este amor de conformidad con Cristo amado y por la práctica
perfecta de todas las virtudes, con la única mira de agradarle.
2.2. NUESTRO IDEAL DE VIDA
Forjémonos un ideal para la vida y vayamos tras él con todo el ímpetu de nuestro amor. Debemos
anhelar vivamente nuestra santificación. De ella depende, ante todo, la gloria de Dios, pues damos
11
una especial gloria a Dios cuando realizamos nuestra consagración y la traducimos en santificación.
Nuestra Madre pide a una de sus hijas “Sea una hija perfecta de mi Padre San Francisco; espero
que mantendrá vivo y constante el deseo de adelantar en la perfección; (V 27-07-1927) “Cuánta
debe ser el ansia y el ardor por adelantar en la perfección; pero no de palabras, sino de
hechos, con el ejercicio de las virtudes sólidas” (P 04-07-1925).
Nuestra Madre insiste: “Vuelvo a recomendarlas que ni un solo día se pasen sin traer a la
memoria que el fin principal de una buena religiosa es adelantar en la perfección de su estado,
sobre el sólido fundamento de la humildad y entera conformidad de la voluntad de Dios en
dónde El quiere disponer de nosotras; la mutua caridad, la unión con Dios, el exacto
cumplimiento de nuestros sagrados deberes” (P 03-22-1925).
“Ya sabe usted, hija mía, el sagrado deber y los solemnes compromisos que tenemos con
Nuestro Señor de ir adelante en las virtudes, sobre todo en el espíritu de sacrificio, caridad,
obediencia, unión con Dios; es decir trabajar por vivir la vida interior” (01-08-1945).
Nuestra Madre Fundadora pone énfasis en decirnos que la vida religiosa debe ser un adelantar cada
día, cada instante, siempre, en la práctica de las virtudes. La perfección es una subida a la montaña
alta de Dios. Si somos constantes en este proceso lograremos coronar la cima elevada de nuestra
perfección, donde le sentiremos más cerca a Dios.
Por ello dice: “Espero que Usted, aconsejaba a una de sus hijas- mantendrá vivo y constante el
deseo de adelantar en la perfección” (V 27-02-1927). “Nuestro Señor las conserve con salud a
todas y con ardientes deseos de ir adelantando en la perfección religiosa” (P 21-20-1925).
La perfección, a la que tenemos que aspirar constantemente, es un proceso dinámico, de toda la vida,
de todos los actos. Tenemos que aprovechar de todas las gracias que Dios nos concede de muchas
formas. El retrato que presenta Nuestra Madre de una religiosa perfecta es, a nuestro parecer una
obra maestra:
a) La perfección no son palabras, sino hechos, recalca, son el ejercicio de las virtudes sólidas,
así;
 La humildad debe ser el fundamento sólido
 La entera conformidad con la voluntad de Dios
 La perfecta disponibilidad, dónde y cómo quiera Dios Servirse de nosotras
 Observancia y exacto cumplimiento de nuestros deberes
 Silencio, retiro del mundo, austeridad, gran edificación
 Espíritu de sacrificio y vencimientos
 Mutua caridad, obediencia, oración, unión con Dios
 Todo ello según exige el sagrado deber y los solemnes compromisos de nuestro estado y
según nuestra vocación franciscana.
b) Otro rasgo distintivo de este retrato que propone la Madre es el gran dinamismo que supone
la perfección, la Madre expresa continuamente, en otras palabras, deseo vivo y constante,
anhelo, los ardientes deseos, el ansia, el ardor, con que sus hijas deben buscarla. “… Ud.
mantendrá vivo y constante del deseo de adelantar en la perfección” (V 27-02-1927).
c) Unida a la visión dinámica está su insistencia en adquirir el hábito de las virtudes.
12
d) Para la Madre las mismas faltas, enseña que se debe aprovecharlas para crecer en humildad.
e) El ejercicio de la perfección religiosa tiene un profundo sentido de reparación y desagravio a
Nuestro Señor por la ruina espiritual y moral del mundo. “Ya sabe, hija mía, el sagrado
deber y los solemnes compromisos que tenemos con nuestro Señor … y por lo mismo
que el mundo va a la ruina moral y espiritual nosotras, religiosas, debemos y tenemos
la obligación de hacer contrapeso para aplacar a nuestro Señor ¿verdad?” (V 01-081945).
Nos invita a vivir nuestra consagración con la finura y delicadeza en una entrega de amor. “Que
cada día sea más observante y santa religiosa, con una conciencia muy delicada, como quien
tiene que agradar al más fino y amante esposo” (P 31-12-2925).
2.3. NUESTRO FRANCISCANO
Las continuas meditaciones de Nuestra Madre Fundadora acerca de la vida del Seráfico Padre le
dieron un conocimiento perfecto de su espíritu. En esas fuentes purísimas bebió el auténtico espíritu
franciscano que infundió en sus hijas y en su fundación. Su riqueza fluye por cuatro vertientes:
Pobreza, Humildad, Alegría y Amor.
a. Pobreza, vivió desprendida de todo lo terreno. Dios era su única riqueza.
b. Humildad, era la más humilde de todas; sus sentimientos, su porte, sus actitudes fueron una
réplica del modelo divino, Cristo
c. Alegría su desprendimiento de las cosas materiales, su entrega incondicional a Dios, su
abandono en la divina Providencia, dieron a su alma las alegrías más puras.
d. Y Amor fue la llama quemante de su corazón, la razón de su vida. El amor era como su
fuerza de gravitación que dio sentido a su vida y explicó el inefable misterio de sus
inmolaciones.
Sobre estos cuatro fundamentos se eleva nuestra espiritualidad
La Venerable María Francisca de las Llagas hizo suyas las actitudes de Francisco de Asís frente a
Dios, a la Iglesia y a la humanidad. Este espíritu nos transmitió a sus hijas. Quería vernos
auténticamente franciscanas. Por eso nos entrega el ejemplo de su vida y sus lineamientos
basándose en la vida y doctrina del Santo de Asís y en las proyecciones que tiene la Orden para
labrar la santificación personal y la acción apostólica.
La Madre insiste a sus hijas “Sea Ud. una hija perfecta de mi Padre San Francisco; espero que
Ud. mantendrá vivo y constante el deseo de adelantar en la perfección” (V 29-12-1939). “El
Sagrado Corazón de Jesús las guarde en su llaga y en esa fragua divina las conserve amantes
y verdaderas hijas del Serafín de Asís” (P 12-08-1927).
“Confío que Cristo Rey cuidará y conservará esa pequeñita comunidad en el verdadero
espíritu de Dios y de Nuestro Padre San Francisco, mediante los sacrificios y la vigilancia” (2704-1929)
13
Bellamente nos da este consejo: “”Les recomiendo se preparen con amor seráfico para la gran
fiesta de la Impresión de las Llagas; no solo debe haber serafines en el cielo, sino también
deben existir en la tierra. ¿Y quiénes serán esos serafines? Las humildes hijas del Pobrecito
de Asís” (V 10-09-1928).
“Trabaje con bríos, dice a una de sus hijas- celando la observancia y procurando el adelanto
espiritual, no escaseando las advertencias necesarias y sumergiéndolas en la fragua de la
humildad, que esta virtud es el distintivo de nuestra Sagrada Orden y Congregación” (P 02-011930).
“La plenitud del Espíritu Santo, a cuya fiesta nos preparamos, descienda al alma de mi hijita y
Comunidad, para que no sólo caminen sino que vuelen a la más alta unión con Dios, y el
seráfico amor sea el único móvil de todas las empresas” (P 27-04-1929).
Frecuentemente habla del “Amor seráfico” y quiere que ese sea el distintivo de sus hijas; que
aprendan amar a Jesús con aquellas abrazadoras llamas con que el Santo de Asís, supo amar a
Cristo.
De la vida espiritual de la Venerable Madre María Francisca de las Llagas, obra maestra de la gracia
divina y triunfo del amor de Dios, se desprende con claridad esta espiritualidad simplicísima que se
atribuye a la gracia y a la oración, el puesto principal en la labor de la perfección; la conquista de la
más perfecta semejanza y de la más íntima unión con Cristo es por un solo motivo -el más poderoso-:
el amor de Dios, que exige una sola condición a saber, el sacrificio, la plegaria humilde en la
meditación habitual de la Pasión de Jesús.
2.4. FRUTOS DE NUESTRA ESPIRITUALIDAD
2.4.1.- La alegría
El primero de los frutos de nuestra espiritualidad es la alegría. La alegría en la vida de Nuestra Madre
es un medio y una expansión de la vida interior; Nuestra Madre Fundadora veía en la tristeza verdadera anemia espiritual- la prueba de la tibieza y flojedad de un alma; la llamaba mal que el
demonio insinúa con habilidad y astucia en las almas. La religiosa, decía la Venerable Madre, debe
poner todo su empeño en conservar su alegría y en recurrir a la oración para recobrarla una vez
perdida.
La alegría preconizada por Nuestra Madre es un fervor de espíritu, una prontitud y una disposición de
cuerpo y alma para hacer con gusto y contento todo el bien que esté a su alcance. Esta alegría es el
más seguro remedio contra las mil astucias del enemigo, y provoca hacer el bien a todos. La hija de
María Francisca de las Llagas debe manifestarse, gozosa en el Señor, alegre y amable en el
ambiente en el que está. De suerte que la alegría le asegure la victoria del espíritu sobre la carne.
2.4.2.- El optimismo
Nuestra Madre se deleita en las magnificencias y en los encantos de la naturaleza, aunque sin
detenerse en ellos, consideraba a todos los seres como salidos del seno paternal de Dios. Gustaba la
14
alegría del alma que ha conquistado el dominio sobre todas las potencias, la paz interior, la libertad
de su vuelo hacia el Dios. Toda la naturaleza a quien ella amó, proclaman que María Francisca de las
Llagas es una santa. Santa humilde y fecunda, práctica, optimista y alegre, matriz y canción; a la que
un día la veremos elevada al honor de los altares, escuchando nuestros ruegos e invitándonos a amar
y reparar al AMOR.
2.4.3.- La paz
Nuestra Madre siempre habla a sus hijas tan al corazón que ellas le llaman con el dulce nombre de
Nuestra Madrecita. Llena de condescendencia y tacto para con sus debilidades y enfermedades, les
trata con exquisita delicadeza. Con gran liberalidad y comprensión interpretaba el mandamiento de la
caridad evangélica. Por eso ella, que era simple y estaba sedienta de unidad, sufría sobremanera al
ver al mundo agitado y revuelto por el desorden de las querellas, de la envidia, de los celos, del odio.
Se dedicó a reparar para establecer por doquier entre los hombres la paz y la armonía. Las primeras
palabras de la correspondencia a sus hijas eran siempre: «Paz y Bien».
2.4.4.- La acogida
Desposada como el Padre Francisco con la Dama Pobreza, supo vivir, desde el amor a ella, la
disposición de la acogida a todos. En todo veía un Signo de la Providencia. Y esta actitud de acogida,
de no exigir nada, de no esperar nada, le convierte en la mujer ideal, que, como Cristo, se da a todos
por igual. Debería ser una característica propia de las Hermanas Franciscanas Misioneras de la
Inmaculada la acogida a las personas que llegan a sus Comunidades.
Una forma exquisita de acogida es el interés por la labor de los demás, la solidaridad con sus éxitos y
fracasos, la colaboración en todo lo que es posible. La Madre nos enseña a acoger a los demás con
suma diligencia y amabilidad. Aceptar la gente tal cual es.... Ser tolerantes y pacientes. Ser amorosas
y piadosas con cada una de las personas que nos rodean.
Resumen.- La piedad de María Francisca de las Llagas, flor maravillosa brotada al pie del Sagrario,
toma su brillo y su perfume fuerte y suave del fervor del amor divino nacido de la gracia y de los
dones de exquisita sensibilidad y de inteligencia límpida de que le dotara la naturaleza. Caracteres de
esta piedad son: la fuente de donde brotaba su tierna familiaridad con Jesús Sacramentado y su amor
vehemente hacia Dios y los hombres. La contemplación asidua del misterio de la Cruz, que le hizo
vivir su desposorio con Cristo crucificado; luego, el ideal nacido de este amor, la pobreza, que
conduce el alma a la imitación de Cristo, humilde, pobre y paciente; luego, la manera personal de
realizar este ideal de manera simple, objetiva, leal, activa y alegre.
15
BENDICION DE LA VENERABLE MADRE MARIA
FRANCISCA DE LAS LLAGAS A SUS HIJAS (06-09-1964)
“El SEñor oS colmE a manoS llEnaS
De todas sus bendiciones y luces,
Que os dé la salud,
Os conceda la salvación eterna
Y oS libra dE todo pEcado mortal”. AMÉN
16

Documentos relacionados