Imagen - Bienvenidos

Transcripción

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Aviso
La traducción de este libro es un proyecto del Foro Purple Rose. No es
ni pretende ser o sustituir al original y no tiene ninguna relación con la editorial
oficial. Ningún colaborador —Traductor, Corrector, Recopilador— ha recibido
retribución material por su trabajo. Ningún miembro de este foro es remunerado
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Purple Rose anima a los lectores que quieran disfrutar de esta
traducción a adquirir el libro original y confía, basándose en experiencias
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disfrute de los lectores que hayan comprado el libro.
Purple Rose realiza estas traducciones porque determinados libros no salen en
español y quiere incentivar a los lectores a leer libros que las editoriales no han
publicado. Aun así, impulsa a dichos lectores a adquirir los libros una vez que las
editoriales los han publicado. En ningún momento se intenta entorpecer el trabajo
de la editorial, sino que el trabajo se realiza de fans a fans, pura y
exclusivamente por amor a la lectura.
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Créditos
Moderadoras de Traducción
Alexiacullen
Mais020291
Traductores
Alyshiacheryl
AntoD
Cr!sly
Corazona
Fher_n_n
Isane33✰
LuceGrigori
Mais020291
PaulaMayfair
Rockwood
RBK
Traductores SOS
Alexiacullen
Alyshiacheryl
Jo
Mais020291
Parvatti
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Correctores
Salu… Lulu…
Yuya
Klarlissa
Bazzinga
Fher_n_n
Samylinda
Edgli xD
Julieta_Arg
Recopilación
Salu… Lulu…
Revisión
Xhessii
Diseño
Cr!sly
Lissarizz
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Contenido
Aviso .........................................................................................................................................................3
Créditos ...................................................................................................................................................4
Contenido ............................................................................................................................................... 6
Sinopsis ....................................................................................................................................................8
1. La insoportable ligereza de ser (Yo) ................................................................................. 10
2. Los pájaros ................................................................................................................................. 23
3. 10 cosas que odio de ti ......................................................................................................... 41
4. Clerks ........................................................................................................................................... 59
5. Disturbia ....................................................................................................................................... 78
6. Dial M for Murder ................................................................................................................. 97
7. La Matrix ...................................................................................................................................109
8. Lo mejor en el show ............................................................................................................ 124
9. A alguien le gusta caliente .................................................................................................144
10. Historia del Viejo Oeste .....................................................................................................162
11. El jugador....................................................................................................................................184
12. Lo bueno, lo malo y lo feo ............................................................................................... 201
13. Fiebre de sábado por la noche ..................................................................................... 220
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14. Doble compensación ............................................................................................................. 235
15. Dr. Strangelove .................................................................................................................... 252
16. Apocalipsis ahora ....................................................................................................................261
17. Perdido en América ............................................................................................................ 277
18. Sunset Boulevard ................................................................................................................ 292
19. Rebelde sin causa ............................................................................................................... 307
20. El regreso del rey ..............................................................................................................316
21. El fin ........................................................................................................................................ 328
Sobre la Autora ...........................................................................................................................334
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Sinopsis
Corregido por: Salu…Lulu…
Eddy sabe cómo jugar al juego.
Él es, después de todo, escritor, director y camarógrafo (el cerebro, realmente)
detrás de la exitosa serie online de televisión Riot Grrl 16. Cuando este gane el concurso
para ser emitida en MTV y obviamente ganará (¿Has visto la competencia?). Él se hará
famoso.
Después está el juego del amor. Eddy conoce todos los trucos, y sus chicas
favoritas son las que usan medias de rejilla, pintalabios de cereza y tienen piernas largas.
Son las que saben que él no hace promesas. Las que están bien con ello.
Pero al vislumbrarse la graduación, todo y todos comienzan a desviarse del guión
maestro de Eddie. Nunca, ni en un millón de años él hubiera esperado enfrentarse a la
inaccesible y perfecta Lucinda Dulko. Por una vez en su vida, él no tiene el control, y por
estar con Lucinda, está dispuesto a ser arrastrado en el juego. Pero, ¿qué ocurre cuando
un jugador de repente cambia las reglas?
¿Puede Eddie encontrar la forma de ganarlo todo?
¿O conseguirá jugarlo?
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“¿Esta siendo preparado para hacer lo correcto, a cualquier costo?
¿No importa que hace un hombre?”
“Por supuesto, eso y un par de testículos.”
The Big Lebowski
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La insoportable ligereza de ser (Yo)
Traducido por Mais020291
Corregido por Fher_n_n
La mayoría de personas se convierten en unos completos idiotas cuando los colocas
en frente de una cámara, y gracias a Dios por ello.
Hoy día he obtenido el entrenamiento digital en los dos chicos en mi camino de
entrada, uno en un monociclo, otro en una bicicleta alta. Se están alistando para competir.
Sus mensajeros (idiotas llenos de granos con cerebro de anime) les entregan sus lanzas
(palos hechos por tubos de PVC1). Al final de cada lanza hay grandes animales de peluche
amarrados con cinta gris, un Elmo y una Hello Kitty. ¿El objetivo? Montar directamente
hacia tu oponente y Elmo derecho hacia su Hello Kitty. Y si lo golpeas lo suficientemente
fuerte para causar (a) sangre, (b) huesos rotos, o (c) un humillante, doloroso, y una
extrañamente hilarante lesión en la ingle, eso es incluso mejor.
Es una de las cosas más tontas que he visto y estoy muy feliz. Observar a estos
chicos con la correa de sus cascos decorados con calaveras en llamas, tengo que evitar
hacer mi propio baile idiota de la felicidad.
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PVC: Policloruro de vinilo, es la más versátil de la familia de los plásticos; pues además de ser
termoplástica, a partir de ella se pueden obtener productos rígidos y flexibles.
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—Esto va a ser muy divertido —dice Rory, jugueteando con el micrófono de auge
que está colocando para atrapar el efecto de sonido emitido por la multitud reunida en el
garaje y en el patio. Estamos filmando para nuestro programa, Riot Grrl I6. Nuestra chica
riot, Gina, está en un vestuario completo: lápiz labial de cereza negro, pelos de punta rosado
y negro, tan alto como se podía, camisa a rayas y pantalones cortos estilo militar. Sus pies
están descalzos, pero su pantalón está enrollado hacia arriba así puedes ver el pequeño
tatuaje de una enredadera de hiedra en la pantorrilla. (Le dije una vez que sería bueno
para el programa si se tatuaba una daga en algún lugar; ella dijo que el mejor lugar para
una daga era mi corazón). En esta escena, se supone que ella está festejando en una
competencia de bicicletas altas, cuando su hermano drogadicto se presenta reclamando estar
aliado con la mafia. En lugar de eso, Gina está ocupada nivelando su patentada Mirada
Mortal de Destrucción hacia mí. No estoy seguro de esto, pero desde que la Mirada Mortal
se ve bien en la cámara, no me importa.
Rory aún está jugueteando con el micrófono.
—¿Vamos a obtener algún sonido o qué? —digo.
—Mantén tus bragas puestas, princesa. —Él construye un conjunto de micrófonos
con varias conexiones, como de una milla de largo, así podemos llevar la cosa a cualquier
lugar, y nunca hemos tenido que cortar en la última palabra. También construyó el
estabilizador de cámara. Y tenemos una muñequita que sacó del Segway que los papás de
Gina, más ricos que J. K. Rowling, le compraron, la que dijeron que la ayudaría a ser una
humana ambientalmente responsable, la que ella llamaba “la Manera Estúpida”. Pero hoy día,
como la mayoría de días, estamos usando la técnica de cargar la cámara, llevada, por
supuesto, por mí.
—De acuerdo —dice Rory—. Tenemos sonido.
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—¡Es una filmación revolucionaria! —digo—. Él me hace un gesto obsceno que me ha
dado tantas veces en los últimos seis años, que ya deja de tener cualquier significado. Le
mando un beso volado. Joe, quien se ha movido rápidamente al lado de Gina, para hablarle
sobre cualquier brote psicótico que puede estar contemplando, rueda sus ojos hacia nosotros.
Joe es el tercer miembro de nuestra compañía de producción. Si el trabajo de Rory es la
parte técnica, el de Joe es la parte humana. Él mayormente trabaja con Gina y los otros
actores, dándoles sugerencias, motivaciones, pretensiones. También es un actor, uno de esos
fanáticos que cree en sumergirse a sí mismo en roles, la clase de chico que pasaría seis
semanas viviendo en Beulah, Alabama, para comunicar una línea de diálogo con un acento
auténtico. Para Riot Grrl I6, él bajó doce libras que no podía darse el lujo de perder, así
podía ser más convincente siendo el medio hermano drogadicto de Riot Grrl. Su rostro se
ve como una calabaza tallada. Una cabreada calabaza tallada. No puedo entender por qué no
está más emocionado sobre esto. Es nuestra entrada. Nuestra gran oportunidad.
Para citar a Matt Damon en Dogma: Alguien necesita una siesta.
Una fanática se cierne a mi izquierda. Ella está tan cerca que puedo sentir su
aliento contra mi brazo. Está en tercer año en mi escuela, pero siempre me olvido de su
nombre. Es guapa, si te gustan las piernas que son bastante largas (¿y a quién no?). Ella
ha estado vagando en cada toma por semanas.
—Es tan genial que ustedes estén en este concurso —dice ella—. Quiero decir,
¡MTV! ¿Pueden creerlo?
Sí, de hecho, sí puedo.
—Es bastante dulce.
—¿Qué harán si ganan?
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—Solo estamos intentando llegar a los cinco más altos y obtener la emisión de
horario de máxima audiencia —le digo—. Esa es suficiente visibilidad para nosotros. Esta es
la respuesta estándar que le doy así no sueno muy lleno de mí mismo, aunque creo que
Riot Grrl I6 es el mejor en el concurso y la gente estaría loca si piensa lo contrario.
—Oh, de todas maneras llegan a los cinco más altos —dice Fanática.
—¿Tú crees?
—Lo sé. —Los labios de Fanática son lindos. Hinchados y llenos. Labios que usarías
como lanza almohadas—. He estado observándote —dice ella—. Ya sabes, tu movimiento
alrededor de una cámara.
Me encojo de hombros.
—Debería. Lo he estado haciendo por suficiente tiempo.
Ella se muerde reiteradas veces su hinchado labio inferior y bate sus pestañas.
—Escuché que sabes el camino sobre otras cosas también. —Es una línea tonta,
pero su voz es baja y chirriante y me golpea. Calculo qué tan rápido puedo empujar
veinticinco idiotas conductores de bicicletas altas fuera de mi patio.
—Caray, ¿puedes enfocarte por tres segundos? —dice Joe. Él no cree en la fama,
éxito comercial, o fanáticas. Mi madre me dijo que un día Joe será forzado a hacer
publicidad por televisión de crema de hongos para los pies, solo para tener un trabajo y
luego no estar tan orgulloso.
—¿Hola? —dice Joe, haciendo el lento parpadeo que hace cuando está enojado.
—Estoy centrado, estoy centrado —digo. No puedo evitarlo; mis ojos regresan hacia
las piernas largas de la Fanática.
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Joe bufa y le susurra algo a Gina. Ella está haciendo una clase de gruñido y
apuntando con los dedos en mi dirección, así que me apuro y centro la toma.
Los dos matones competidores empiezan a correr el uno hacia el otro, ambos
desequilibrados como niños de seis años. Lo amo. Por un minuto, me olvido de la fan, me
olvido de dónde estoy, y olvido todo lo que ha sucedido en el último año y me deleito con la
idiotez que se abre ante mí. Bicicleta Alta completamente pierde a su oponente, pero
Monociclo mete un buen golpe. Bicicleta Alta se ve un poco aturdido, al menos más que
cuando empezaron.
Dan la vuelta para otra carrera. ¡Carguen!
Fanática envuelve su pequeña mano caliente alrededor de mi bícep.
Y Gina lanza una botella contra mi cabeza.
—¡Ed! ¡Duck! —grita Rory. Muy tarde, como siempre. La botella no cae en mi cara
pero salta fuera de mi brazo, rebotando en el garaje detrás de mí. Las herramientas de mi
padre explotan fuera del bastidor de montajes como una fila de puntos de exclamación.
—¡Ey! —digo, no porque probablemente haya destrozado todos los huesos de mi
brazo, sino por las herramientas de mi padre. Él odia cuando sus cosas se desordenan. Me
matará cuando lo vea. De acuerdo, no me matará, pero me hará pagar por cada daño, por
lo que puede que también me mate porque no tengo dinero. Gasté todo lo que tenía en una
nueva cámara de video. Hablando de eso, ¿qué hubiera pasado si la golpeaba?
Me toman unos pocos segundos notar que Gina está llorando; usa tanto maquillaje
que a veces es difícil decir si los efectos son intencionales.
—Eres un tonto —dice ella, sus labios temblando.
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Rory sacude su cabeza, lo que me dice que él piensa que Riot Grrl I6 no está
actuando; ella se está descontrolando de verdad. Detrás de ella, la competencia sigue. No
se ve tan bien para Monociclo.
—¿Qué? —digo, reencuadrando la toma, así Gina está en primer plano con la
competencia detrás de ella—. ¿Quién es un tonto?
—Y puedes bajar tu estúpida cámara —dice ella, mirando alrededor del garaje para
mayor armamento. Yo bajo la cámara. Mi brazo está palpitando.
Joe lanza sus manos hacia arriba, coge su Biblia, y cae en una de las sillas
plegables en el garaje para esperar a que termine este pequeño episodio. Él odia cualquier
dramatismo que no creemos para la pantalla. Y Gina es la dramatización personificada. Ella
está escupiendo una colección de impresionantes y coloridos insultos, que, si no las estuviera
diciendo tan rápido, puede que tuviera un impacto. Ahora mismo, ella suena como si estuviera
gritando en Letonio: ¡hijodemiecabezadeputo!
Me estoy poniendo impaciente. Hacemos un episodio de Riot Grrl I6 por semana.
Tenemos hasta mañana para terminarlo y subirlo a la web; o si no, seremos descalificados
del concurso. Realmente no necesitamos a nuestra estrella volviéndose loca contra nosotros,
no a menos que nos deje postearlo en internet.
—Gina —digo—. ¿Podemos hablar después?
—¡Podemos hablar ahora!
Detrás de ella, Rory ha sacado su propia cámara digital de su bolsillo. Sé que está
filmando esto. Está mal, pero no lo menciono. Tuve que prometerle un montón de filmación
a estos chicos para que vengan a la competencia en mi casa en lugar de un parque;
deberíamos de tener algo que mostrar para hoy. Además, me estoy perdiendo toda la acción
en el camino de entrada. Monociclo perdió. Sin ninguna herida embarazosa en su ingle, pero
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parece que sí se cayó contra su cara, que ahora contiene unas pocas rayas. Dos nuevos
chicos se están preparando para competir, uno de ellos con unas gruesas y enredadas
rastas serpenteando hacia abajo hasta la mitad de su espalda. Chicos blancos nunca
deberían, nunca, nunca, usar rastas, especialmente mientras conducen una bicicleta alta con
un Bob Esponja amarrado a los tubos.
—¿Cuál es el problema con ella? —dice Gina.
—¿Cuál es el problema con quién?
Esto no es lo correcto para decir.
—¡Ella! —grita Gina, apuntando a la fan—. “Señorita Si Sus Pantalones Cortos Son
Más Cortos, Sería Un Examen De Ginecología”.
Esto tiene que ser sobre lo que pasó tres o cuatro semanas atrás. Estábamos
ensayando para Riot Grrl I6. Mi papá estaba fuera por la noche, trabajando hasta tarde
como siempre. Así que, si, las cosas se salieron un poco de control, pero no de mala
manera. Yo pensé que Gina estaba tranquila con eso.
Supongo que Gina no estaba tranquila con eso.
Ella realmente está llorando ahora, su máscara negra o su delineador de ojos o su
maquillaje o lo que sea que ella se pone en sus ojos, goteando por sus mejillas hasta su
camisa a rayas. Me gusta Gina; somos amigos. No quiero verla tan triste. Y ella se ve
triste. Pequeña, se derrumbó en sí misma.
Realmente Rory no debería de estar filmando esto.
—Gina, mira, lo siento —digo. Y lo estoy. Sí, tuvimos sexo, pero yo no le prometí
nada. No creo que ella necesite promesas. Quiero decir, incluso ella tuvo sexo con Rory una
vez (si le puedes creer a Rory).
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Luego algo más me golpea por un segundo en el que no puedo respirar. Tomo dos
pasos hacia ella e intento bajar mi voz (por suerte, lo hace).
—Espera. Tú no estás, como que, con retraso o algo, ¿verdad?
La boca de Gina se abre.
La boca de Joe se abre.
Incluso la boca de Rory se abre.
Hubiese sido gracioso, si las cosas no fueran tan no graciosas.
—Jesús —dice Joe.
—Hermano —dice Rory.
Entonces Gina empieza a reírse. Una especie de risa loca y terrorífica. Me aterra
un poco, esa risa.
—No, no tengo un retraso, perdedor. Pero incluso si lo tuviera, no estoy segura si
te lo diría.
—Entonces, ¿por qué estamos peleando?
—Simplemente no lo entiendes, ¿verdad? —dice
Y, ¿saber qué? No lo entiendo. Lo que sí entiendo es que el primer episodio de
Riot Grrl I6, el que hicimos solo por diversión incluso antes del concurso, fue uno de los
videos más vistos en YouTube. Obtuve más de cinco estrellas de puntaje que el perro con
el skate, el chico que metió una docena de aceitunas en su nariz, Las Diez Mejores
Formas de Morir en un Videojuego, y, ¡El Mejor Plátano Video Móvil Jamás Visto! Y, lo
que obtengo es que Gina ha perdido completamente el control de la manera en que las
chicas siempre lo hacen, la manera en que lo hacen cuando menos lo esperas. Es como si
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esperaran hasta que estás en tu momento más estresante y ellas ponen este traspié
extraño en ti, como si de pronto, tú tenías qué hacer más con ellas de lo que debías.
¿Qué pasa con esto? Me quedo ahí, mirándola, observándola llorar y reír al mismo
tiempo, deseando tal vez poder abrazarla o algo, pero sé que no puedo tocarla.
Fanática habla.
—Tal vez deberías irte a relajar, Gina.
Gina le lanza una mirada que podría matar. Espero ver la osadía de Fanática caer
fuera de su cuerpo en ese mismo momento, una gran humeante pila de intestinos por todo
el suelo del garaje.
Pero mi padre siempre está diciendo que juego muchos videojuegos. La expresión de
Gina se torna de asesina a sorprendida en tres segundos. Ella hace esa cosa, ya sabes
esa cosa, ¿donde las chicas se miran una a la otra, arriba y abajo? Sí. Así que Gina hace
la cosa arriba y abajo hacia la fan y saca esa pequeña sonrisa esquizofrénica. Luego me
mira de nuevo.
—Algún día algunas chicas van a arrancarte el corazón y lo van a pisar. Espero
estar ahí para verlo. —Y luego se voltea y marcha hacia el camino de entrada, pero no
antes de arrebatar el Bob Esponja fuera de la bicicleta de Rasta y pateándola contra el
patio del costado.
—Dime que no estuviste filmando eso —dice Joe.
Rory se encoge de hombros y desliza la cámara de regreso a su bolsillo.
—No lo usaremos sin su permiso.
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Joe se lo queda mirando por un largo minuto. Intento convencerme que él
simplemente está aturdido por el nuevo cabello de Rory, quién recientemente lo ha
blanqueado como blanca nieves para quitar las eternas quemaduras del sol.
Pero eso no es todo. La exnovia de Joe, Joelle (lo sé, Joe y Joelle, te mata,
¿verdad?) era amiga de esta chica Audrey, quien se graduó el año pasado. Alguien, no
sabemos quién, tomó una foto de Audrey mientras estaba teniendo sexo con su novio en
una fiesta y luego mandó la foto por todos lados. Joelle estaba furiosa por ello, lo que
significa que Joe también lo estaba. Ahora que Joelle se ha ido, Joe está furioso en
principio. Joe es todo sobre principios.
Si Rory tiene principios, no los hemos encontrado todavía. Este imita a Joe,
parpadeando lentamente y ominosamente como un sicario yendo por su pistola.
Un carro chatarra se detiene en la acera y toca la bocina, pero tiene que
estacionarse unas cuadras más abajo por todos los autos.
—Ese es mi viaje —dice Joe.
—No hemos terminado todavía. —Lucho para mantener la queja fuera de mi voz—.
No puedes irte.
Joe coloca su mochila en su hombro como si fuera Atlas y la mochila, el mundo.
—En caso no lo hayas notado, nuestra estrella se ha ido. Solo necesitamos unas
cuantas tomas más. Si no fueras un puto, ya podríamos haber terminado el episodio.
—¿Ayuda decir que soy irresistible? —Se supone que esta era una broma, pero
Joe no se ríe. Él ya no piensa que algo es gracioso.
—No sabes que Gina ha estado enamorada de ti por meses, ¿verdad? —dice él.
—Esa no es su culpa —dice Fanática.
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Ella es oficialmente más problema de lo que vale. Ni siquiera la miro.
—Nunca le dije a Gina que estábamos saliendo.
—Es lo que siempre dices.
—Bueno, es cierto.
—¿Qué pasa si renuncia? —dice Joe.
Eso es exactamente por lo que estoy preocupado, pero no voy a admitirlo.
—Ella no renunciará. Ella quiere esto tanto como nosotros.
Joe mueve su mochila.
—Igual me tengo que ir.
—Todavía tenemos edición por hacer.
—No mucho. Hazlo sin mí.
Él ha estado diciendo eso cada vez más.
—¿Qué es más importante que el programa?
—Tengo un proyecto de historia pendiente.
—Dame un respiro —digo—. Nos vamos a graduar en menos de un mes.
—Es un proyecto en grupo y me estoy encontrando con algunas personas —dice.
—¿Qué personas?
Alguien está afuera del carro chatarra, moviendo su mano hacia él. Es una chica,
una rubia, por lo mucho que puedo decir desde aquí. Está iluminada por el sol, haciendo que
su camisa blanca y su cabello se incendie como un fuego químico. Incluso los tontos del
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campeonato han dejado de competir y se han volteado a mirar, tentando sus manos sobre
sus ojos como si les doliera.
—¿Quién es ella? —digo.
—No te preocupes por ello —dice Joe.
—No, en serio —digo
—No, en serio —dice él. Trota por el camino de entrada, hacia el auto.
Riot Grrl I6 va a ser grande; todos vamos a ser grandes, lo puedo sentir. Enfoco
mi cámara y le hago zoom en el rayo de sol humano. Quiero saber quién es tan importante
como para que Joe nos corte.
—¿Eddy? —dice Rory.
Hago zoom. Y zoom de nuevo.
Conozco a esta chica.
Tenemos historia.
Como en Historia.
Ella no es un rayo de sol.
Ella es un relámpago de luz.
—¡Eddy!
Estoy muy ocupado como para notar que Rasta está operando una bicicleta alta sin
el adecuado entrenamiento y está viniendo directamente por mí.
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¿Acerca de que todavía no hay humillantes, extrañas e hilarantes lesiones en la
ingle? Sí. La mía obtiene 1,236 vistas en YouTube, lo que, suficientemente divertido,
resulta ser el número exacto de chicos en mi escuela secundaria.
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2
Los pájaros
Traducido por Alyshiacheryl & LuceGrigori
Corregido por Fher_n_n
Gina no es la única chica que está enojada conmigo. Tippi Hedren está furiosa.
—Creo que eres un canalla —dice ella cuando cojeo por la puerta. Ella ha estado
en la jaula todo el día y no está feliz por eso.
—Lo siento, Tippi —digo, abriendo la jaula—. Pero había demasiada gente alrededor.
Los habrías picoteado a todos con tus nuevos orificios nasales. —Su pico es horrorosamente
puntiagudo.
Tippi Hedren dice:
—No me gusta ser manipulada.
Puse mi mano en el interior de la jaula y ella picotea mis dedos, pero no lo hace en
serio. Nunca me picotea lo suficientemente fuerte como para hacerme daño. La coloco
sobre mi hombro, su posición favorita. Hace un espectáculo batiendo sus alas, pero luego
comienza a arreglar mi cabello, peinando a través de las hebras.
—Tú no me amas.
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—Amor significa nunca tener que decir “Te amo”.
—Soy solo algo que has capturado. Una especie de animal salvaje que has atrapado.
—Me has pillado2.
Me siento en mi computador con Tippi todavía en mi hombro.
A pesar de que pasamos dos horas editando el episodio con Rory, todavía quiero
volver a verlo. Voy a la página web de MTV, donde Rory lo ha subido. Y ahí está: Riot
Grrl 16, episodio 8.
Le mentimos a Joe. Usamos algunas de las imágenes que Rory tomó con su
cámara, la cosa esa de Gina gritándome palabrotas con su acento de Letonia. Tenía esa
mirada extraña, y ese efecto granulado hizo que el show se sienta más realista pero
surrealista y soñador también, al igual que una vida en espiral.
Fuera de control, así se vería desde el exterior. Gina se molestará, pero ella lo
superará una vez que vea el programa, una vez que los comentarios y respuestas en vídeo
vengan masivamente. Ella se dará cuenta de que fue lo correcto.
Joe también estará enfadado, pero por mucho más tiempo. No puedo seguir
preocupándome por eso.
Mi celular vibra.
—¿Lo estás viendo? —dice Rory.
—Sí.
—Impresionante, ¿eh?
2
Me has pillado: En inglés “you got me there”, expresión que se ocupa cuando alguien dice algo a lo cual
no tienes respuesta.
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—Así es.
—Dime que vamos a ganar ese concurso.
—Vamos a ganar ese concurso —digo.
—Eso saldrá $ 4.29.
—¿Qué saldrá $ 4.29?
—No estoy hablando contigo. Estoy en el trabajo.
El trabajo es la tienda de video para arrendar de los padres de Rory.
—¿Qué estamos alquilando esta noche? —Por “nosotros” me refiero a cualquier
persona que corre el riesgo de ir a la tienda de vídeo de los padres de Rory, El Mundo
del Video, el cual es un basurero, un peligro de incendio y un depósito de extrañas y
misteriosas nubes tóxicas.
—Nada interesante —dice él—. Que tenga un buen día, señora.
—¿Señora? Un atractiva ¿eh?
—Ella tenía como diecinueve operaciones plásticas en su rostro —dice—. Se veía
como el Guasón en peluca.
—Me alegra ver lo respetuoso que eres con tus mayores.
—Alquiló algo de Denzel Washington. Yo quería decirle a ella que el hecho de que
Denzel Washington estaba una película no significa que la película sea buena. Pero “las
rentas todavía están descontroladas por la cosa de Robin Williams y me dijo que yo debería
sentirme libre para mantener mis propias opiniones”.
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Esa es la razón por la cual no dejaba que nadie alquilara una película protagonizada
por Robin Williams.
—Nadie debería alquilarlas —dice—. Estoy tratando de salvar vidas aquí.
—Y la razón por la que sigues sugiriendo Evil Dead en lugar de Noche en el
museo.
—Evil Dead es un clásico, hombre. Sam Raimi dirigiendo antes de volverse todo emo
con el Hombre Araña.
—El Hombre Araña no es emo.
—Es tan emo que él debería usar un sostén. Ey, estoy trabajando en una nueva
lista para el MySpace de Jumping Frenchmen.
Jumping Frenchmen es el nombre de nuestra compañía de producción. El nombre
completo es Jumping Frenchemen of Maine. Otra cosa que se le ocurrió a mi mamá.
Siempre fue nuestra mayor fan. Ella dice que todavía lo es, pero no sé cómo eso es
posible.
—¿De qué trata la lista? —digo.
—Las cinco mejores escenas de lucha.
—Demasiado fácil —digo.
—Para mí —dice—. Y para el resto de tus estúpidos amigos, no tanto.
—¿Sí? —digo. Voy a dejar que Rory divague. Él habla antes de pensar, lo cual es
solo uno de sus problemas.
—El cinco es Club de Lucha. Edward Norton te patearía el trasero.
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—Obvio.
—¡Eso no es obvio en absoluto! Es, como, todo peculiar y esas cosas.
—Obviamente es extravagante.
Él me ignora.
—El cuatro es, ¿Quién soy yo? de Jackie Chan. Toda la acción cursi y
sorprendentes secuencias de lucha de las que te puedes encargar.
Finjo un bostezo.
—¿Has dicho algo? Me estaba durmiendo.
—Tres: Matrix. Carrie Anne Moss en traje de cuero.
Soy un fan de las chicas en trajes de cuero, yo digo:
—Bueno, me uno a eso.
—A continuación, las películas de Bourne.
—Eso es solo porque tienes un enamoramiento por Matt Damon.
—No, él está enamorado de mí. Amigo, él no dejará de llamar.
—¿Cuál es el número uno?
—Redoble, por favor: Operación Dragón. Bruce Lee
No dije nada.
—¿Y bien? —dice.
—Como de costumbre, te salteaste las cosas interesantes.
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—¿Cómo qué? —dice.
—Oh, no lo sé, todo. El Señor de los Anillos. Las peliculas de Jet Li. Cualquier
cosa dirigida por Sam Peckinpah, John Woo, o Martin Scorsese. El tigre y el dragón.
Kung Fu Sion. La princesa prometida, donde Iñigo Montoya tiene una pelea de espadas con
el hombre con seis dedos y sigue diciendo: “Hola, mi nombre es Iñigo Montoya. Mataste a
mi padre. Prepárate para morir”.
Incluso hago exageradamente el acento español de Iñigo, solo para fastidiarlo.
—La princesa prometida es….
Lo interrumpo.
—¿Y qué pasa con Aliens, donde Ripley golpea a la reina bicho usando ese traje de
metal de gran tamaño? Y Tiburón.
—No hay una escena de lucha en Tiburón.
—Los últimos cuarenta y cinco minutos de la película es una escena de larga lucha
con el tiburón gigante. Y también olvidaste Los caballeros de la mesa cuadrada. El rey
Arturo y el Caballero Negro. “Mira, estúpido bastardo. Tú no tienes ningún armamento”.
Hay silencio en el otro extremo, lo que significa que Rory se está golpeando
internamente buscando alguna película.
—Enredos de oficina —digo.
—¡¿QUÉ?!
—¿La oficina de nerds donde le dan puñetazos a la impresora? ¿Mientras el
pandillero rapero canta la canción the Background? Genio.
—Pero…
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—Y si estás buscando la típica pelea, ¿qué hay de Kill Bill, vol. 1? Hay tantas
escenas para elegir: La novia vs. Vernita Green. La novia vs. O-Ren Ishii. La novia vs.
Gogo Yubari. Repite conmigo: Gogo.
—No estoy diciendo nada.
—Sabes que lo deseas: Gogo. Go. Go. ¿He mencionado su traje de colegiala? ¿Sus
calcetines hasta las rodillas?
—Está bien, está bien —dice—. Solo ve, Gogo. —Y cuelga.
Yo gano.
Como siempre.
Regreso a la página web de MTV solo para ver el concurso. Así es como funciona:
cualquier persona entre las edades de dieciocho y veintidós años podría ingresar una película
corta o un piloto. Los ejecutivos de MTV escogieron los veinte mejores y los pusieron en
su sitio web. Cada semana durante doce semanas, los veinte primeros, Jumping Frenchmen
of Maine estaba entre ellos, estarían obligados a subir un nuevo video. Al igual que en
YouTube, cualquiera puede ir y ver los videos y votar por ellos. Las cinco empresas de
producción que obtienen mayor número de votos estarán en un reality show de MTV donde
van a competir por $250,000 dólares y un contrato de producción. El show se llamará
Los Productores.
Voy a estar en ese programa. Voy a ganar ese contrato.
Miro el nuevo episodio de Riot Grrl 16 de nuevo. A pesar de que Rory acaba de
subirlo, los comentarios ya han comenzado. Cinco estrellas, cinco estrellas, cinco estrellas,
cuatro estrellas (¡¿perdón?!), cinco estrellas. Miro la lista de comentarios:
¡¡¡Me encanta!!!
29
¡¡¡Riot Grrl eres realmente genial!!!
Riot Grrl, ¿quieres casarte conmigo?
Y luego esto:
Oh, mira, otra gran conspiración del sin cerebro.
¡Vamos, gente! Esto es una total mierda. ¿La estafa de Lonely Girl, no?
—No es una estafa, estúpido, es una sátira —digo en voz alta—. Míralo. Todo el
mundo ama a Riot Grrl 16. A excepción de este idiota. Me río cuando veo su nombre: el
Hombre de Hojalata. Ja. Más como el mono de vuelo. Siempre hay un tipo de esos en las
secciones de comentarios, parlotean sobre salvar a los delfines o el tráfico de pornografía o
simplemente tratando de inyectar un poco de emoción a sus vidas patéticas trayendo a todo
el mundo.
—Creo que eres un canalla —chirrió Tippi Hedren.
—Si tú lo dices, Tippi. —Leí en alguna parte que las aves no saben lo que están
diciendo cuando lo dicen, pero yo no estoy tan seguro de eso. Tippi tiene su propia forma
de pensar sobre las cosas, pero la mayoría de lo que dice es vagamente profético, como
basura.
Me levanto de la computadora y bajo para buscar comida. Mi padre no es bueno
con esta cosa de la comida. Trabaja mucho y hasta tarde, así que no hay mucho en la
casa, y lo que hay es para alimentar a Tippi Hedren. Si tengo suerte, habrá una lata de
garbanzos en algún mueble. Si mi padre es afortunado, no moriré de escorbuto.
Entro a la cocina.
Y veo a Meatball tirado al lado de la mesa de la cocina, un tenedor clavado en su
estómago. Hay manchas rojas por todas partes.
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Tippi chilló.
Yo jadeé.
Me deje caer en mis rodillas y lo sacudí.
—¡Meatball! ¿Estás bien? ¿Qué pasó? ¡Meatball! —Saqué el tenedor y lo envié
resbalando a través de la baldosa. Puse mi mano sobre su corazón para sentir el latido y
luego agarré su muñeca para comprobar su pulso. Lo sacudí de nuevo—. ¡Meat! ¡Despierta!
¡Por favor, despierta! ¿Quién te hizo esto?
—Supongo que ahí es donde todos se reúnen con Mitch —dijo Tippi Hedren
Meatball abrió sus ojos.
—¿Quién es Mitch?
Dejé de sacudirlo y me encogí de hombros.
—Un personaje en Los Pájaros de Hitchcock. Ella ama citar a Los Pájaros.
—Sí —dijo él—. Pero nunca escuche a Tippi decir eso antes. —Él se incorporó—.
Estuve un largo tiempo esperando por ti.
Matthew, también conocido como Meatball, había estado haciendo un montón de
muertes. Como su único hermano, medio hermano, si tú estuvieras seleccionado, es mi
trabajo encontrarlo y luego revivirlo. La sangre es algo nuevo. Hasta ahora él había estado
haciendo cosas sin sangre: ataques al corazón, cáncer, viejez. Me pregunto si los efectos
especiales son una señal de algo.
—No sabía que estabas aquí —dije—. ¿Cómo lo iba a hacer?
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—No tan mal —dijo Meatball—. Excepto por la espera. Si alguien realmente me
hubiera apuñalado, hubiera sangrado hasta morir, sabes. —El cabeceó hacia el lio rojo todo
salpicado alrededor de él—. Pasta de tomate. La adelgace con algo de agua.
—Buen truco —dije—. Me entretendré limpiándolo.
—Pero realmente, deberías haber sido más rápido en llegar a mí.
Lo ayudé a ponerse de pie.
—Como te dije, no sabía que estabas aquí.
—Y tal vez tú podías haberme dicho que no quieres que muera.
—Recordaré eso —dije. Aunque a él no le gustaba, enricé su cabello. Hoy día él me
dejó—. ¿Dónde está Marty?
—Él está en el estudio viendo televisión. Nosotros te trajimos comida.
—¿Lo hicieron? —Abrí de golpe la nevera—. ¡Comida, gloriosa comida!
—¡Eso es una referencia de la película Oliver! —dijo Meatball. Él solo tiene nueve,
pero la mayor parte del tiempo suena como un profesor. Él incluso parece un profesor en
su camisa abrochada favorita y redondas gafas.
—¡Sé que es de Oliver!
—Disfruté esa película. Especialmente disfruté el personaje de Nancy, el personaje
de Fagin, y el personaje de Bullseye. —Mientras hablaba, él cuenta cosas fuera de su dedo
mayor, anular, y meñique. Es ese tipo de niño. Un mediano, anular y meñique niño.
En otras palabras, él era Meatball.
—Bullseye —él estaba diciendo—, es un perro que pertenece al chico malo.
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—Sí, lo sé —dije, abasteciéndome de queso, carne, mayonesa y lechuga con la justa
intención de hacerme un sándwich más grande que mi cabeza.
—A mamá le gusta esa película. Es una antiquísima película de su infancia.
—Lo sé, Meat.
—Ella llamará el sábado —dijo él.
—Mamá llama cada sábado.
—Voy a preguntarle cuándo volverá.
—Está bien —dije. Solía decirle que no le preguntara eso, pero él se molestaba y
golpeaba su cabeza con sus puños.
Ahora dejaba preguntarle lo que sea que quisiera. Ella tenía un trato con él. Era lo
menos que podía hacer.
Meatball limpiaba su desastre de sangre mientras yo construía mi sándwich, el que,
debía decir, era una obra de arte. Marty entró en la habitación arrastrando los pies,
parecía vacilante, como era habitual. Él era el ex de mi madre, el segundo, mi padre había
sido el primero. Aun cuando Meatball era legalmente de Marty, yo, Marty y papá lo
compartíamos bastante.
Solo digamos que éramos una familia inusual. O íbamos a ser una.
—Ey —dijo Marty.
—Ey —dije—. ¿Cuándo llegaron, chicos?
—Estamos aquí hace un rato. Supuse que estabas arriba pegado a tu computador.
¿Cómo fue la filmación hoy día?
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Digo:
—Estupendo. —Y luego pienso en Gina y digo—. Genial.
Marty abrió la nevera y los pescados en todo el interior.
—Así que, ¿fue estupendo o fue genial?
—Estupendo.
—Estupendo —dice él.
Tomo un enorme mordisco de mi enorme sándwich.
—¿Cómo está tu trabajo?
Marty sale de la nevera con las manos vacías. Trabajar es un tema sensible. Si
fuera por mí, también, si yo fotografiara bebés para ganarme la vida.
—Bien, he gastado los últimos dos meses haciendo una serie de bichos —dice—.
Vistiendo a los pequeños como mariposas, abejorros y libélulas. Ese tipo de cosas. Muy lindo.
Incluso tengo un pequeño caracol.
¿Desde cuándo es un caracol un insecto?
—Vaya. Un caracol.
—Como sea, he estado trabajando como un perro para conseguir este calendario listo
y luego entonces encontré a cierta persona haciendo su propio calendario de bichos este
año.
—Pam Meddes —digo.
—Pam Meddes —dice—. Esa bruja.
Pero él dijo lo último tan suavemente que sabes que no es en serio.
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Marty es solo muy bueno para pensar que cualquiera sea una bruja, incluso si su
archienemigo, Pam Meddes, un fotógrafo de bebés quien publicó nueve de los libros de
fotografía con mayores ventas, un millón de calendarios de bebés diferentes, y recién lanzó
su propia línea de ropa de maternidad. La cosa es, la mujer es rotundamente-te-golpeosobre-tu-espalda-caliente. Era duro odiar a una mujer como esa, incluso si ella es
asquerosamente rica con casas en Nueva York y Toscana y tu alfombra de la sala de
estar aún apesta por la muerte del viejo gato ocho años atrás.
—Pam Meddes siempre está copiando tus ideas —digo. Tomo otros pocos bocados
de mi sándwich.
—Primero fotografié bebés en macetas —dice Marty—. Así que, ¿por qué fue su
libro un best-seller y no el mío?
—No lo sé.
—Celine Dion ni siquiera contesta mis llamadas, pero deja que Pam Meddes tome
fotos de su bebé.
Me preguntaba si hacerme otro sándwich.
—¿Qué es eso?
Sacudí mi cabeza.
—La vida no es justa.
—Siempre dices eso.
—Es la verdad —le digo.
Marty estuvo en silencio por un minuto.
—Él se parece más y más a ti cada día.
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Él estaba hablando sobre Meatball, quien estaba silenciosamente fregando la pasta de
tomates del piso.
—Sí —digo—. Tal vez.
De lo que no hablamos: Marty es el segundo esposo de mi madre y el padre de
Meatball, pero Meatball no se parece en nada a él. Se parece a mí. Y yo me parezco a
mi papá. Algunos días es difícil no preguntarse quién es el padre de Meatball realmente. Es
difícil preguntarse si mamá se fue de Marty a papá, su primer esposo. Y además ella se
fue de todos nosotros.
Dime que no piensas que deberíamos tener nuestro propio Reality Show.
—¿Aún tienes hambre? —me pregunta Marty por cómo me embutí el último
mordisco de mi sándwich en mi boca.
Sonreí.
—Siempre con las preguntas estúpidas.
Después de mi segundo sándwich, Meatball nos informó que necesitaba más pasta
de tomate. Aún cuando era tarde, me ofrecí voluntario para conseguírsela. Si implica
conducir, soy tu hombre. Tengo un negro, devorador de gasolina Ford Explorer que los
padres de Gina me informaron que está destruyendo la capa de ozono, y prácticamente vivo
en el cuándo no estoy en casa. Tengo extras de todo en él: luces, cámara, ropa. Nunca
sabes cuándo tendrás una buena idea. Nunca sabes cuándo tendrás una buena oportunidad.
Puse a Meatball y Marty encargados de Tippi Hedren, o tal vez estaba poniendo a
Tippi Hedren como encargada de Meatball y Marty; estoy convencido que ese pájaro es
más listo que todos nosotros, y salto en la Explorer.
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Nada como conducir en oscuras carreteras con el viento batiendo a través de las
ventanas. Mucha gente le gusta la música estridente, pero a mí me gusta el silencio,
cuando el único sonido es el descontento ronroneo del motor.
Estoy tomando el camino largo alrededor, así que conseguí más tiempo conduciendo, a
veces evitando entrar en pequeños avances y dando vueltas hacia atrás. Está oscuro
afuera, pero no ese tipo de muy oscuro, como el sol presionado solo detrás de la
hemorragia de luz a través de la piel del cielo. Pienso sobre cómo podría aparecer en un
video. Mi mente vaga hacia la línea idiota, el único quien dijo que Riot Grrl 16 fue una
imitación de Lonely Girl.
Apuesto a que él era uno de esos chicos que creían que Lonely Girl 15 era real.
Apuesto a que él era uno de esos chicos quienes cayeron por todas las cosas.
Nosotros sabíamos que Lonely Girl 15 era una basura desde la primera vez que lo vimos.
* * * * *
—Por supuesto que ella está sola. Mira ese estúpido sombrero —había dicho Rory,
burlándose.
—Busqué en Google la religión de la que ella se mantuvo hablando —dijo Joe—. No
pude encontrarla. Ella lo inventó.
—O alguien lo hizo —dijo Rory.
Dije:
—Esas cosas están editadas. Ella tiene algunas habilidades.
—O alguien lo hace —dijo Rory.
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—Esto tiene que ser de un bromista para una película o un show de televisión o
algo.
—No parece para eso, sin embargo, ¿lo es? —dijo Joe.
Vimos video tras video. Cada vez más interesante que el show, el cual
supuestamente era un videoblog de una chica de quince años llorona, eran los comentarios.
La gente en realidad compraba todas las cosas. Había respuestas sinceras en el video;
había respuestas sinceras para los que respondían sinceros. Ellos querían que Lonely Girl
volviera junto a su novio, ellos querían que ella dejara a su novio, ellos odiaban a sus padres,
ellos odiaban a sus propios padres, entendían completamente de dónde venía, porque era
exactamente de donde venían, y ellos venían exactamente del mismo lugar, y no era
sorprendente que todos ellos viniesen del mismo lugar, bla bla bla
Pensé podría ser divertido hacer el mismo tipo de videoblog pero todo con una chica
diferente. Una chica punk. Una chica problemática. Alguien quien no necesariamente odiara a
sus padres, pero que no necesariamente se preocupara por ellos tampoco. Alguien quien
viviera como si ella incluso no tuviera padres.
Alguien que actuara como si tuviera mucho de Courtney Love con una agradable
pizca de Johnny Rotten. Una indiscreta, ilegal, desvergonzada chica. Una anarquista,
hedonista, satanista, una tu-nómbralo-y-ella-lo-probara.
—No quiero copiar alguna idea de alguien —dijo Rory.
Suspiré.
—No será una copia. Será una sátira.
—¿Una qué?
Incluso Joe estaba completamente a bordo entonces.
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—Me gusta.
Lo demás es historia. O al menos, lo será.
* * * * *
Regresé afuera sobre el camino principal. Vi a una chica encorvada sobre un auto
en el lado del camino. Más exactamente, vi a una chica en una muy corta falda blanca
encorvada sobre un auto al lado del camino.
Una muy, muy corta falda.
Solo anda, Gogo.
Me detuve al costado del camino, salí, y caminé detrás de ella. Quienquiera que
fuera, desde este ángulo, ella fumaba. Me asegure de llamar:
—¡Ey! —Como iba caminando, no la asusté mucho—. ¿Estás audicionando para una
parte en una película de acuchilladas?
Ella se enderezó, y se volvió.
Me detuve a corta distancia cuando vi quien era.
Lucinda Dulko.
El tipo de nombre que se da a caliente-pero-inmensamente-mal-del-cerebro- espías
rusos jugando sobre la pantalla por Nicole Kidman.
El tipo de nombre dado a rayos de sol humano.
Pero si piensas que es como cada escena iba a terminar, con Lucinda apareciendo
como una brillante, princesa sobrenatural, estás equivocado. Yo estaba equivocado. Pero eso
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es como me parecía entonces. En cualquier sitio me volví, allí estaba ella, incluso cuando no
estaba.
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3
10 cosas que odio de ti
Traducido por Alyshia Cheryl (SOS) & PaulaMayfair
Corregido por Fher_n_n
—Oh —dice ella, casi tan contentísima de verme como siempre lo está—. Eddy.
Hola. —Luce sudorosa y molesta, pero eso es tan típico de ella. Cuando no se ve sudorosa
y molesta, luce fría y aburrida y demasiado ocupada como para preocuparse por alguien
más. Creo que todo tiene que ver con el tenis. Supongo que si tuviera que hacer rebotar
una pelota verde durante trece horas al día, yo estaría de mal humor también.
Pero como ya estoy fuera del auto, le digo:
—¿Necesitas ayuda?
Ella no responde, en su lugar, se mete dentro del auto y abre el maletero. Ella
rebusca en él mientras yo estoy ahí como un idiota. Luego se vuelve y me da una linterna.
—Puedes sostener esto mientras reviso el motor.
—Genial —digo. Así que prendo la luz y la mantengo para que ella pueda
inspeccionar el cableado.
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Ella conduce una especie de antiguo Oldsmo-Buick. Una total basura de auto. El
motor está totalmente estropeado con una pegajosa basura negra; algunos de los tornillos de
los componentes están oxidados. Sería mejor conducir un cortacésped. O un triciclo. Si por
mí fuera, dejaría que la cosa se pudriera al lado de la carretera.
—No lo sé —murmura Lucinda, más para sí que para mí—. Creo que es la batería.
Por lo menos espero que sea la batería. No lo sabré hasta que consiga una nueva, sin
embargo.
—Ajá. —Creo que ella necesita un nuevo conjunto de ruedas.
Está hurgando en el auto de nuevo. Saca un teléfono celular, es un objeto basura
aún más viejo, casi demasiado grande para ser considerado portátil. Ella marca un número
en él, y me dice:
—Gracias por venir, Eddy, pero no tienes que quedarte. Llamaré a mi hermano. —
Ella agita una mano.
Soy despedido.
¿No es maravillosa?
Pero tal vez sigo sosteniendo su linterna, porque espero a ver si alguien va a venir
por ella. Mientras ella está esperando una respuesta, frunce el ceño cuando mira hacia la
camiseta que llevo, que tiene una foto de un pepinillo y la frase Marihuana con esto. Luego
frunce el ceño en el teléfono.
—Él no esta contestando.
Genial.
—Mira, te llevaré a casa.
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—Voy a tratar con mi otro hermano —dice ella.
Cuando el otro hermano no contesta, le digo:
—Yo todavía puedo llevarte.
—Todo lo que necesito es una batería. Estoy segura de ello.
—Entonces puedo darte un aventón. Podrás llevarlo a casa.
Ella juega con su enorme teléfono.
—Entonces voy a tener que encontrar una manera de conseguir una batería mañana.
—Está bien. Te puedo dar un aventón y así puedes llevarlo a Sears.
—Podría ser.
—Pero… —digo.
—Pero luego, ellos me cobrarán por la instalación.
Estoy pensando: Ahora tengo que llevar a Lucinda Dulko para que consiga una
batería nueva. ¿Por qué no simplemente me golpeé en la cabeza con la linterna un par de
veces por diversión?
—Está bien —digo—. Sears está abierto hasta las diez. Te llevaré allí para que
puedas comprar la batería. Luego, te traeré de vuelta aquí.
Hace una pausa. Es una pausa significativa, con mucho diálogo inaudible en ella. Mira
alrededor como si Dios pudiera aparecer en cualquier momento para salvarla. O tal vez está
considerando arrojarse al tráfico, no lo sé. Por alguna extraña razón, me parece gracioso.
—No te preocupes, Dulko, no voy a golpearte o cualquier otra cosa.
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Ella me lanza una mirada que dice: Me golpeas y te destrozo con mi raqueta, lo
que realmente me hace reír a carcajadas.
—¿Qué es tan gracioso? —dice, colocando las manos en sus caderas.
—Nada. Vamos. —Empiezo a caminar hacia mi auto.
Puedo oír su suspiro detrás de mí, el sonido del maletero cerrado a portazos. Entro
y abro la puerta para ella desde el interior.
—Gracias —dice ella a regañadientes mientras entra. Cuando me río de nuevo, dice:
—Eres muy alegre.
—A veces —digo. Cambio la marcha y entramos en la carretera.
Ella mira el auto.
—Este auto es lindo —dice ella, como si la hubiera forzado a admitirlo.
—Gracias. Era de mi papá. Se lo compré.
Nos dirigimos en silencio durante un minuto o dos. Por el rabillo de mi ojo, la veo
mirando de mí a mi música, y del estéreo hacia mí.
—Me gusta conducir cuando el ambiente está tranquilo.
—Oh —dice ella, sonando sorprendida.
—¿Qué esperabas? ¿Metal? ¿Gangsta rap? ¿Hardcore?
—No me esperaba nada —dice ella.
—Claro que sí.
—Está bien —dice—. Lo que sea.
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De repente, no me gusta la tranquilidad. Me siento incómodo.
—Bueno, me gusta la música. Metal, rock, punk, algo viejo. Pero no estoy pegado en
cualquier tipo de música. —Veo que no le importa si escucho a las bandas de rockabilly
Klezmer con solos de gaita; está alisando su falda, tirando del dobladillo, tratando de tirar
de él hacia abajo sobre sus muslos, a pesar de que la cosa es bastante corta como para
ser ropa interior (no es que me importe).
—¿Qué tipo de música te gusta? —Es una pregunta que siempre hago porque
tanta gente habla de las bandas alternativas más oscuras que conocen solo para estar en
onda.
—Latina. Salsa. Tango.
Ahora yo soy el que está sorprendido.
—¿Tango? —Clásica tal vez, pero…
Ella asiente con la cabeza.
—Mi mamá es argentina.
La piel de Lucinda es tan pálida que es casi azul, y sus ojos son de color azul, de
un escalofriante azul, como un Slurpee3. No hay Salma sin Hayek. No hay Jen sin López.
No hay Sha sin su Kira.
—Yo sé que no lo parezco, pero es la verdad.
—Pero tu pelo es rubio —digo.
Ella se lleva las manos a la cabeza como si ella acaba de recordar que es donde la
gente tiene su cabello.
3
Slurpee: Bebida helada.
45
—Sí, lo he estado tiñendo desde mi nacimiento. ¿El tuyo proviene de una botella?
—Por supuesto. Loreal. “Porque yo lo valgo”. —Las niñas siempre comentan sobre
el cabello. Siempre quieren saber—. Lo heredé de mi padre. Y de su papá. Y de su papá.
—Es un color extraño.
—Gracias.
—No, quiero decir que es inusual.
Me encojo de hombros.
—Es rojo.
—Pero es rojo oscuro. No es un color que se ve a menudo.
Sonrío en la carretera.
—¿Te gusta?
Ella resopla.
—No tanto como tú crees.
—Eso es duro.
—Ja. Deberías jugar conmigo alguna vez. Te voy a mostrar algo duro.
Entonces, mientras ella piensa que ha dicho demasiado o que fue demasiado amable,
se calla y no dice nada más hasta que llegamos al estacionamiento de Sears. Bien.
Vamos al departamento de automoción y Lucinda ve los precios de las baterías.
—Compra el más barato —digo—. Ese auto de todos modos no va a durar para la
próxima primavera.
46
Ella me ignora y debate sus opciones de baterías con el tipo de ventas, mientras
que yo finjo examinar piezas de automóviles. Le doy miradas furtivas. Lucinda podría ser
una estirada pero no está mal. Es baja y con curvas, pero con todos los músculos en los
lugares correctos. Un pecho grande que ella mantiene atado con feos sujetadores deportivos
que le llegan hasta el cuello. Trato de recordar a los chicos con quien ella ha salido. Mike
Connelly, el portero del equipo de fútbol. El tipo tenía las piernas cortas, así que todos lo
llamaban Chaparro. Jon Sánchez, jugador de béisbol, el tipo de chico guapo que todas las
chicas piensan que es dulce y que todos los chicos piensan que es una niña. Hubo un
rumor de que ella había salido con un tipo mayor, un entrenador que conoció en el
campamento de tenis, pero quién sabe si eso es cierto o no.
De todos modos, nada de eso importa, porque ella definitivamente no es mi tipo. Me
gustan las chicas simpáticas y altas, ¿sabes? Me gustan los labios rojos de lápiz labial y
las largas piernas en medias. Me gustan los tatuajes pequeños, escondidos como regalos en
la parte baja de la espalda.
Mientras ella está hablando con el tipo de ventas, Lucinda se saca su chaqueta.
Debajo, ella lleva una camisa sin mangas. Algo es algo, mirándola deslizarse fuera de la
chaqueta. Es como si hubiera ensayado para quitársela sin ningún tipo de esfuerzo e
inconveniente. Sus hombros expuestos son puro músculo, algo rosados y bronceados por el
sol. Quiero tocarlos, lo cual me molesta. ¿Por qué iba yo a querer poner mis manos sobre
Lucinda Dulko? No quiero. Quiero decir, no, en serio. Se trata de una chica que nadie llama
por su nombre de pila. No es una chica con tatuajes en la parte baja de su espalda. No
es una chica que estaría de acuerdo con eso.
Después de que Lucinda decide ir por la batería más barata al igual que cualquier
persona razonable, habla el vendedor en voz alta.
—¿Tu novio va ayudarte a instarlar esto, señorita?
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—¿Quién? —dice Lucinda.
Así que estoy molesto porque he tenido que esperar tanto tiempo, porque no puedo
entender por qué Lucinda Dulko se está haciendo tan interesante, puse mi brazo alrededor
de sus hombros y los apreto.
—Yo la ayudo con todas sus, eh, necesidades.
Ella me codea en el estómago.
—Bájalo.
El vendedor levanta las cejas, pero Lucinda ya había tomado la batería y se está
yendo a pasos fuertes y rápidos.
—Espera —digo, corro para atraparla—. Por lo menos deja que me lleve la batería.
—Esa cosa debe pesar unas treinta o cuarenta libras.
—Siempre has sido un asno, Eddy.
—Relájate, Dulko. Solo estaba bromeando.
Ella sigue marchando a lo largo del lugar, sosteniendo a su preciada batería.
Odio cuando las niñas caminan alejándose de mí.
Odio cuando están enfadadas.
Odio cuando no me dejan llevar sus piezas de automóviles por ellas.
Ella deja caer su chaqueta. La recojo y la tiro sobre la batería que está cargando.
Ella me mira. Creo que me va a sacar en cara lo que pasó cuando teníamos doce, pero
dice:
—Incluso en el cuarto grado, eras un asno.
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—¿El cuarto grado? —digo—. ¿Qué hice en el cuarto grado?
Sigue andando.
—No importa.
—Vamos, tienes que decírmelo. O me veré obligado a dejarte en el departamento de
los Novatos. Van a hacer que utilices una remera corta y una falda de tubo incluso más
corta de la que llevas puesta. Probablemente con flecos. Te verás horrible.
Ella sigue andando, pero disminuye un poco.
—Vertiste la leche sobre mi cabeza.
—¿Eso es todo? Lo que yo era, ¿a los nueve?
—Correcto. Un imbécil de nueve años de edad.
Las chicas y su memoria de elefante.
—¿Así que no te gusto porque vertí mi leche en tu cabeza cuando éramos
pequeños?
Estamos en el auto ahora. Abro el maletero y ella pone en el interior la batería. No
dice nada hasta que abro el auto para ella. Luego se deja caer en el asiento del pasajero.
Me meto en el auto y lo pongo en marcha, pero ella me detiene agarrando mi muñeca.
—Perdí —dice ella.
Su agarre es fuerte. Casi inmediatamente, mi meñique se adormece.
—¿Perder qué?
—Hoy. Perdí. Y yo tenía que usar esta falda estúpida en la escuela.
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A pesar de que significa admitir que la vi por su coche, admitiendo que yo estaba
interesado lo suficiente como para mirar, espeto:
—Pensé que estabas estudiando con Joe hoy.
Vuelve esos ojos Slurpee sobre mí.
—Estudié con Joe, pero era después la reunión.
—Oh —digo. Su mano todavía está alrededor de mi muñeca—. ¿No siempre tienes
que llevar esa falda estúpida?
—Cuando jugamos en casa, el entrenador quiere que usemos nuestras ropas de
tenis, faldas específicamente, en la escuela. Básicamente, él piensa que si los chicos ven a
un montón de chicas con faldas cortas vagando por los pasillos, ellos podrían aparecerse a
ver los partidos.
—No es un mal plan —digo.
—Excepto que no funciona. Ellos nos comen con la mirada en el pasillo, pero no les
importa de qué podemos jugar. —Comer con la mirada. Solo una chica llamada Lucinda
Dulko diría el término comer con la mirada.
Ella me ve comiéndome con la mirada sus piernas y tira su mano lejos.
—Oh, olvida que dije algo.
—No me hagas caso; yo estoy siendo un imbécil de nuevo. ¿Con quién has perdido?
—Una chica con la que siempre pierdo. Su nombre es Penélope. ¡Penélope! ¿Puedes
creerlo?
—¿Has olvidado que tu nombre es Lucinda?
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—Lucinda es el nombre de mi abuela. Significa “luz”. Penélope significa “demonia del
infierno”.
—¿En serio. Es eso del latín?
Ella sonríe solo un poquito.
—Del Griego.
—Por supuesto. Así que, ¿por qué siempre pierdes contra “demonio del infierno”?
Lucinda estira sus piernas en mi coche. Me pregunto si le gustaría un masaje. Soy
bueno en eso. Masajes.
—La primera vez que jugó era su primer año en la final de la división —Lucinda
está diciendo—. Penélope se me acerca en el vestuario y hace algún chiste sobre mi
vestido de tenis.
—¿Qué te dijo?
—No lo recuerdo.
—Recuerdas que tiré leche en tu cabeza hace unos cuarenta años.
—Cállate y escucha. Ella dice algo desagradable sobre mi vestido, y luego me dice
que va a hacerme una rosquilla.
—Suena un poco perversa.
—Para ti. Para todos los demás, suena como el desayuno. Significa que va…
—Sé lo que significa. Significa que tú no ganarás un solo juego en todo el partido.
Tu puntuación será cero, cero.
51
—Correcto —dice, cargando adelante como si ella hubiera querido sacar esto desde
que me la encontré en el lado de la carretera—. Soy pequeña, pero yo soy más rápida y
soy mejor. No importaba. Perdí. Ella no me haría un rosquilla, pero casi. Llevé solo tres
partidos. No pude hacer nada para trabajar bien. Yo no podía servir; no podía moverme. Mi
golpe de derecha se rompió completamente. Y sigue sucediendo. Pensé que había superado
mis nervios, pero no. Y ella me lo hizo de nuevo hoy. Esta vez ella se burlaba de mi
cabello. ¡Mi cabello! ¿A quién le importa una mierda mi cabello? Pero luego salgo y pierdo,
6-2, 6-2. ¿Qué es eso? ¿Por qué sigo perdiendo con una imbécil que está más
preocupada por sus uñas que por su juego?
Ella me está mirando en la oscuridad del auto, como si realmente pudiera tener una
respuesta a sus sofocantes problemas.
—Bueno, tú realmente no eres mejor que ella si ella es capaz de hacerte perder el
control tan fácil.
Sus ojos brillan como los de un animal en la oscuridad.
—¿Perdón?
—No soy un experto, ¿pero no es el tenis también sobre la mente? Quizás ella
tiene una mente más fuerte que tú.
Puedo sentir su boca abierta hacia mí.
—Ella no tiene una mente más fuerte.
—Solo me dijiste lo que ella hizo.
—Yo… —dice, y luego deja de hablar, pensando en lo que dije.
—Así que, la próxima vez tú juegues con ella, esto es lo que haces. Antes del
partido, te acercas a ella en el vestuario y dices, “Ey, Penélope. Sabía que te encontraría
52
aquí. Podía sentir tu olor a sudor todo el camino por el pasillo. Esto debería ayudar”. Y
luego viertes tu leche sobre su cabeza. Lo prometo, vas a limpiar el terreno con ella.
Además, ella va a apestar como queso en mal estado.
Lucinda se ríe. Y deja de tirar de la falda como si pudiera hacerse más larga.
—Esa es la cosa más tonta que he escuchado.
—Mi especialidad.
—Lo sé.
—En serio. Siento que hayas perdido hoy. Apesta.
—Sí, bueno. Sucede.
—Sin embargo, no a ti.
Se encoge de hombros, pero puedo decir que tengo razón.
—Penélope no sabe lo que está hablando. Tu cabello siempre se ve bien.
Las manos vuelan hasta la cabeza otra vez mientras ella me mira. Sus labios se
mueven como si fuera a decir gracias, pero no dice nada.
Yo gano.
Creo.
Me subo a su auto, nariz con nariz para que pueda mantener las luces encendidas.
Saltamos fuera de la SUV. Lucinda pone la batería en el suelo y levanta el capó de su
Oldsmo-Buick. En vez de conseguir sus herramientas, ella consigue su teléfono descomunal
desde el asiento delantero.
—¿Pidiendo una pizza? —digo.
53
—Mis hermanos —dice. Ella intenta un número, luego el otro—. No hay respuesta.
—Ella lanza el teléfono de nuevo en el asiento, se mueve a la parte delantera de su coche,
se inclina, y tira en algunos de los cables. Luego se endereza—. Bueno.
—Bueno —digo.
Ella pincha a los cables de nuevo.
—Pensé que estarían en casa por ahora. O por lo menos respondiendo sus
teléfonos. No sé por qué no están respondiendo.
—Vale —digo, sin saber a dónde va con esto.
—Tú no tienes que quedarte, Eddy. Estoy segura de que tienes cosas que hacer.
Estoy bien aquí.
—¿De qué estás hablando? —Entonces me doy cuenta—. ¿No sabes cómo instalar
la batería? —Sorprendentemente, estoy sorprendido. Yo solo supuse que era ese tipo de
chica, el tipo de chica que hace con un solo brazo flexiones y repara motocicletas y todavía
encuentra tiempo para tejer sus propios calcetines.
Lucinda arrastra sus pies. Es algo increíble de ver, Lucinda Dulko humillada hasta el
punto de arrastrar sus pies.
—Pero tal vez tú sabes sabe cómo…
—Oh, lo tengo. Soy un chico, por lo tanto, yo sé cómo arreglar autos.
Ella se mueve para ajustar su falda por millonésima vez, pero se detiene a sí misma
cuando ve que sus manos están grasosas.
—Bueno —dice ella—. ¿Sabes? Saber cómo arreglar los autos, quiero decir. Si
pudieras, yo…
54
Doblo mis brazos sobre mi pecho.
—No estoy seguro de apreciar este estereotipo.
—Córtala.
—No lo habría pensado en ti, Lucinda, pero creo que estás siendo muy sexista.
Ella pone los ojos en blanco.
—¿Sabes cómo instalar la batería o no?
—Ya sabes, tengo sentimientos. Reflexiones, sueños y sentimientos —digo, haciendo
temblar mi voz—. No soy solo algún cabeza motorizada con un cromosoma Y.
—Eddy…
—Algún cavernícola peludo del que puedes usar y abusar. Solo porque soy
increíblemente alto y musculoso y tengo una capacidad mecánica superior no quiere decir…
—Basta —dice ella, pero puedo ver la sonrisa temblando en la comisura de su boca.
—Bien —digo, marchando a mi SUV para conseguir mi llave y un destornillador de
donde estén enterrados bajo un montón de ropa y papeles—. Voy a instalar tu preciosa
batería. Pero no quiero que me comas con los ojos mientras lo hago.
Ella sacude su cabeza.
—Trataré de controlarme.
Se inclina más cerca mientras yo trabajo, tan cerca que puedo oler su cabello, jabón
y manzanas. Desafortunadamente es un trabajo fácil y no me lleva mucho tiempo. Estoy
solo conectando los cables cuando Lucinda dice:
—Perdón por hacerte perder el tiempo y hacerte hacer esto.
55
Miro hacia arriba. Ella se ve como si que prefiriera tragarse su propia lengua que
decir que lo sentía. Decido no meterme con ella.
—No es gran cosa.
—No me importa pedírselo a mis hermanos, pero yo no quería molestar a mis
padres con esto. Ellos van un poco por la borda. Habrían enviado una grúa y posiblemente
una ambulancia. Y habrían llegado, también. Probablemente con mi familia entera. Habría
tardado horas y luego tendría que tratar con ellos por preocuparse cada vez que me
metiera en el auto. Yo quería manejar esto yo misma. Yo quería manejar algo por mí
misma.
¿Manejarlo por sí misma? Bueno, me voy a meter con ella.
—¿Quieres decir que querías mirar mi trasero?
—No estoy mirando tu trasero —dice ella, pero, por supuesto, sus ojos se deslizan a
mi trasero. Yo rio disimuladamente.
—Realmente te odio —dice ella.
—¿No tenemos una conversación sobre usarme y abusar de mí? —Cierro el capó y
me limpio las manos en la parte delantera de mis vaqueros.
—No deberías hacer eso —dice—. Tienes grasa en tus manos.
—Tú también.
Ella las inspecciona, entonces las limpia en la parte delantera de mi camisa.
—Eso está mejor. —Me toma unos segundos para registrar que ella (a) acaba de
arruinar mi camiseta favorita y (b) ella tocándome podría valer la ruina de mi camisa
favorita—. Ahora voy a tener que tirarla.
56
—Lo qué es una lástima.
—¿Tienes algo en contra los pepinillos?
—No, solo ensimismados pelirrojos.
Mientras me estoy preguntando si ha visto a Riot Grrl 16, lo que piensa sobre eso,
ella salta al auto para probar la nueva batería. El auto arranca enseguida. Su sonrisa es
como un flash explotando.
Se inclina por la ventana.
—Gracias, Eddy. Realmente aprecio esto.
—¿Cuánto?
La sonrisa se atenúa y la expresión de te-voy-a-ablandar-con-mi-raqueta está de
vuelta.
—No mucho.
—Vaya —digo—. Yo no les creía a los otros chicos cuando me lo decían, pero
tenían razón: ustedes las chicas realmente tienen una cosa en sus mentes, ¿cierto?
Hecha la cabeza hacia atrás y exhala con fuerza.
—Si no acabaras de arreglar este auto, te atropellaría con él. ¿De qué estás
hablando?
—Estoy hablando de un partido de tenis. Quiero averiguar cuán dura puedes ser.
¿Qué tal el sábado?
Ella me mira durante un largo minuto, inspeccionándome, estudiándome. Creo que ella
va a decir que no, y por un momento me preocupa que haya jugado todo mal. Luego dice:
57
—Tengo práctica hasta el mediodía. Después de eso…
Ella se va apagando.
—¿Qué tal si nos vemos en las canchas a las doce y media? A menos que vayas
a estar muy cansada.
—No, no —dice ella—. Nunca estoy demasiada cansada. Acepto. Sábado. Doce y
media.
—Bueno —digo. Me doy vuelta y comienzo a caminar de regreso a mi auto.
Ella llama después de mí.
—¡Ey!
—¿Qué?
—Sabes que voy a patearte el culo, ¿no?
Siento la sonrisa tonta extendiéndose a través mi cara y espero que no sea lo único
que va a hacer.
—Estoy contando con ello.
58
4
Clerks4
Traducido por Rockwood & Alyshiacheryl
Corregido por Samylinda
Fue mi mamá la que me metió en las películas. Alquilábamos las nuevas por docenas
y sus favoritas una y otra vez: Casablanca, Chinatown, Bonnie y Clyde, Harold y Maude,
La Ventana Indiscreta, y todos los demás Hitchcock jamás filmados.
Comía películas como otras personas comen papas fritas, una tras otra, nunca
siendo suficiente. Tan pronto como pasaban los créditos finales, ella estaría pateando a
través de la pila que había alquilado, diciendo:
—¿Qué deberíamos ver ahora?
Pero no eran solo los clásicos que quería. Tenía hambre de los independientes, de
los éxitos de taquilla, de los extranjeros, animados, lo que fuera. Tenía sentido. Desde que
era una niña, había querido ser actriz. Mis abuelos pensaban que era una pérdida de tiempo.
Querían que fuera médica o abogada o profesora, algo práctico y constante, y aburrido
como el infierno. Me dijo que cuando estaba en la escuela secundaria en los años ochenta,
solía tomar el autobús a Nueva York los sábados para tomar clases de actuación. Sus
4
Clerks es una comedia estadounidense de 1994. Tras su buena acogida en el Festival de Sundance,
esta película ha sido considerada una joya del cine independiente norteamericano.
59
padres pensaban que estaba haciendo de niñera para la familia Rosenblatt de la otra
cuadra. Lo hizo durante dos años hasta que la atraparon, y para entonces tenía dieciocho
años y no había mucho que pudieran hacer al respecto. Durante los siguientes diecinueve
años, audicionó para cada obra de Broadway, cada programa de televisión, y todas las
películas que pudo. A veces, en medio de una película, ponía pausa y luego representaba la
escena, interpretando todos los papeles ella misma. A veces, tal vez la mayoría de las
veces, era mejor que ver la película.
Las películas eran su vida. Todo lo demás era estrictamente sobras.
De todos modos, fue debido a mi mamá que llegué a conocer a Rory. Parecía que
estábamos en el Mundo del Video cada pocos días con una nueva lista de películas que
quería alquilar.
La primera cosa que él me dijo fue:
—Amigo. Tu mamá es definitivamente caliente.
La primera cosa que le dije fue:
—Amigo. No me hagas romperte la cara.
—Probablemente podrías —dijo suavemente y sin temor alguno. Era tan pequeño que
probablemente estaba acostumbrado a ser molestado. Me di cuenta de que tenía un
moretón decolorado debajo de un ojo y que sus gafas estaban unidas con cinta.
Él miraba a mi mamá revolviendo algunos de los estantes en la sección de drama,
su dedo debajo de su nariz como si oliera algo malo.
—La he visto en alguna parte.
—Duh —le dije—. Estamos aquí prácticamente cada minuto.
60
—No, en otro lugar.
No le había contado a nadie acerca de mi mamá y no podía contenerme más.
—Ella está en una película.
—¿Qué? ¡Deja de bromear!
—Lo digo en serio.
—¿Qué película?
Tan pronto como preguntó, me embargó la vergüenza. No había salido aún. Mi mamá
me dijo que todavía estaban buscando un distribuidor.
—Probablemente nunca hayas oído hablar de ella.
Él sacudió la cabeza con incredulidad.
—¿Te das cuenta de que estás de pie en una tienda de vídeo, ¿verdad? He oído
hablar de todas las películas que alguna vez se han hecho y cada película que se está
filmando. Y si no he oído hablar de ella, mis padres sí.
—¿Dónde están tus padres? —dije—. He estado aquí un millón de veces y nunca
los he visto.
Los padres de Rory eran famosos en la ciudad por haber bloqueado con éxito la
apertura de un gigante de Hollywood Video, principalmente por el hecho de que estaban
ligeramente emparentados con el alcalde. Gracias a ellos, El Mundo del Video era el único
lugar en la zona donde alquilar películas. La mayoría de nosotros estábamos acostumbrados
a los olores extraños en la tienda: olor a coche nuevo en la sección de comedias, olor a
vómito en los dramas, a limón en la sección de extranjeros, a talco de bebé en la de
terror. El baño olía como un baño hacia 1890. La mayoría de los niños en la escuela
61
llamaban al Mundo del Video, Smellovideo, y a los padres de Rory los Smellovidiots5. No era
de extrañar que los anteojos de Rory estuviesen rotos.
—Mis padres están por ahí —me dijo—. Prácticamente me dejan manejar el lugar.
—¿En serio? —le dije. Era bajito y flaco y de unos trece años, igual que yo—.
¿Dejaron que un estudiante de séptimo grado maneje su tienda?
Encogió sus hombros pequeños y huesudos.
—Mano de obra barata.
—¿Barata en el sentido de gratis?
Se encogió de hombros otra vez.
—Ellos me alimentan. No me puedo quejar. ¿Cuál es la película?
—Ella solo tenía una pequeña parte —le dije.
—No hay roles pequeños; solo hay actores pequeños —dijo Rory.
—¿Dónde has oído eso? Mi madre lo dice todo el tiempo.
—¿Ves? Estábamos hechos el uno para otro.
—Todavía te puedo romper la cara.
—Sí, sí. ¿Cómo se llama la película, Clint?
—¿Clint?
—¿Como en Eastwood? ¿Como en, “Go on, make my day”? ¿Harry el sucio?
5
Smellovideo y Smellovidiots es un juego de palabras entre apestoso y video, y en segundo caso agrega la
palabra Idiotas.
62
Sacudí la cabeza.
—Obviamente eres un caso perdido —dijo—. Un clásico, amigo, todo un clásico. Clint
lleva un arma de un pie de largo y dispara a todos.
Estábamos saliéndonos del tema. Descubriría más tarde que el irse por las ramas
era una de las actividades favoritas de Rory.
—La película de mi mamá que se llama Villerosa.
Rory frunció el ceño.
—Huh. Esa podría ser la única película en el mundo sobre la que no he oído hablar.
¿De qué se trata?
—El personaje principal es este mafioso llamado Villerosa, ¿cierto? Pero todo el
mundo sigue pronunciándolo mal por las dos “l”.
—¿Qué es “l”?
Las “ls” en su nombre V-i-l-l-e-r-o-s-a. Es un nombre español. Las dos “l” se
pronuncian como “y”. Esa es la broma en la película. Que la gente sigue diciendo mal su
nombre.
—¿Es una broma?
—Bueno, sí. Porque no es un mafioso muy bueno. Él sigue haciendo las cosas mal,
también.
—De acuerdo —dijo Rory, todavía con el ceño fruncido.
Decidí que no me explicaba bien, estaba haciéndola sonar como una película estúpida.
—Mi mamá interpreta a una mujer asesina.
63
—¡Genial! —dijo Rory—. ¿Lleva un arma de un pie de largo?
—Ella mata de otras formas. Como con cosas del hogar. Un cuchillo de plástico.
Una lata de refresco. Un cortaúñas. Como eso. Es una comedia.
—¿La has visto?
No lo había hecho.
—Todavía están buscando un distribuidor.
—Pero tú la debes haber visto.
—No me dejó —le dije.
—¿Por qué no? —dijo—. Espera, ya sé. Debe estar desnuda en ella.
—Ella no se desnuda. Es mi mamá.
—Entonces se quita la remera o algo así.
Levanté un vídeo.
—También mata a alguien con un estuche de vídeo. Y me mostró cómo hacerlo.
—Muy bien, muy bien, así que no se saca la ropa. ¿Por qué no iba a querer que
tú lo vieras?
—Dice que está demasiado nerviosa. Es su primer gran papel. Quiere que espere
hasta el estreno.
—¿Cuándo es eso?
—No sé —dije—. Debido a la cuestión del distribuidor.
64
Traté de no sonar demasiado nervioso por ello yo mismo, pero era difícil. Mi madre
estaba tan ansiosa, que estaba contagiando a toda la familia. Mi padre no podía comer.
Marty no podía dormir. Meatball había comenzado a golpearse la cabeza contra la pared,
algo que no había hecho desde que estaba en la guardería. Y yo estaba contándole mis
secretos al chico raro que trabajaba en Smellovideo.
Rory se ajustó las gafas rotas hasta el puente de la nariz.
—Incluso si la película de tu mamá va directo a DVD, todavía sería muy genial.
—¿Eso crees?
—Por supuesto. Muchos actores llaman la atención de esa manera. Si ella es
buena, entonces está bien, ¿verdad? Sin importar que haga.
Exhalé, relajado.
—Cierto. —Me sentí tan aliviado, que extendí mi mano—. Soy Eddy.
Me miró como si estuviera loco, —quiero decir, ¿qué estudiante de séptimo grado da
la mano? —Pero de todos modos la estrechó.
—Encantado de conocerte. Soy el Dalai Lama.
—Encantado de conocerlo, señor Lama.
Se convirtió en nuestro saludo estándar. Cuando veo a Rory en mi taquilla el día
después de que publicamos el último episodio de Riot Grrl 16, el día después que mi mundo
fue eclipsado por una luna llamada Lucinda, digo:
—Encantado de conocerlo, señor Lama.
65
—Llama, llama, duck —grita, haciendo uno de sus extraños y torpes movimientos de
baile de chico blanco que nunca debería hacer en público, pero insiste en hacerlo de todos
modos.
Dos chicas que pasan lo contemplan.
—¿Alguna vez han besado a una llama en la llama? —él les grita.
Rory se parece mucho a Tippi Hedren, siempre citando a los vídeos que ve, ésta
vez una canción estúpida que azotó a través de la web hace unos años. Pero a diferencia
de Tippi Hedren, no estoy seguro de que siempre sepa el momento adecuado para hacer su
cita. Una de las chicas le da una mirada de asco mientras que la otra le dice lo que
puede hacer con su llama, lo que suena bastante incómodo, por no decir ilegal (aunque
probablemente disponible para su consulta en algún lugar de la Internet).
Pero me libro de las predecibles bromas sobre abuso de animales que normalmente
siguen, ya que Gina está al final del pasillo y camina directo hacia nosotros. Ella
recientemente comenzó a usar sus botas de combate Riot Grrl para la escuela. Siempre la
reina de la moda, los está emparejado con una falda escocesa a cuadros intrigante.
—¿Está armada bajo esa falda? —Rory murmura.
—Ya veremos —murmuro de nuevo.
Ambos nos encogemos instintivamente contra las taquillas cuando Gina se acerca.
—Me filmaste cuando te dije que no —dice ella, pinchándome en el pecho con el
dedo.
No tiene sentido negarlo.
—Sí.
66
Me clava de nuevo.
—Y has utilizado el material en el programa.
—Sí.
—Creo que eres malvado. No, no solo malvado. Eres el diablo. Dime, Ed. ¿Eres el
diablo? ¿El caído? ¿El mismo Belcebú?
Sus ojos son anchos fosos negros. Son algo fascinantes. Estoy pensando que en
realidad podría dejarme atrapar por ellos y caer en otra dimensión.
—No lo creo.
—Eso creo. —Pinchazo, pinchazo, pinchazo. Después de un minuto, dice: —El show
era el número tres de los votantes hasta el momento.
—Lo sé —digo.
—Se veía increíble.
—Tú te veías increíble —le digo.
Ella sigue pinchando, pero ahora de forma más suave. Es como el Shiatsu6.
—Sigo pensando que eres un fulano que utiliza a las chicas.
—Entonces, ¿por qué sigues tocándome?
—Estoy tratando de dejarte un moretón. No, olvida eso. Estoy tratando de meter mi
mano a través de tu esternón, ir dentro de tus ensangrentadas vísceras, y arrancar tu
corazón que aún late.
—En serio. ¿Y luego qué?
6
Shiatsu: Es una terapia manual originaria de Japón.
67
—Luego, voy a dárselo de comer a mi perro.
—Ah.
—Está bien, Riot Grrl, eso es suficiente —dice Rory—. Eddy está delicado. Le
harás daño.
Gina finalmente para de pincharme.
—¿Herirlo? Él tendría que tener sentimientos para sentir eso.
Me da una bofetada en la cara, lo suficiente para que me arda, lo suficientemente
ligera como para decirme que seguirá haciendo el show. La gente alrededor de nosotros
empieza a cantar:
—¡Riot Grrl! ¡Riot Grrl! ¡Riot Grrl! —Mientras ella avanza en medio de la multitud.
—Creo puedes presentar una queja —dice Rory después de que Gina desaparece a
través de las puertas dobles que conducen a la otra ala.
—¿Estás loco? Es perfecta.
—Caliente, también —dice—. Si te gusta la impredecible falda escocesa.
—¿Qué más se puede pedir?
—Es cierto —dice—. ¿Tal vez debería escribir una escena de Riot Grrl con Gina
haciendo que apuñala a su novio en el pecho? ¿Eres el diablo? Eres, ¿cómo era que se
llamaba?
68
—Beelze7… —digo, me detengo porque es el turno de Lucinda, quien camina hacia
nosotros. Debe ser un día de partido porque lleva otro pequeño traje de tenis, un vestido de
este tiempo.
Rory le silva y yo le doy un golpe en la cabeza. La boca de Lucinda se contrae.
Casi conseguí que sonriera.
—¡Oye! —dice Rory—. ¿Qué fue eso?
—No silbes. Te hace ver como un asno.
—A las chicas les encanta.
—Sí —digo—. Al igual que aman la colitis.
—No es extraño en mí, amigo. Joe está actuando raro también. ¿Has visto la
cantidad se tiempo que ha pasado en historia estos días? ¿Y con la Biblia?
Espero a que Lucinda mire por encima de su hombro hacia nosotros, pero no lo
hace.
—No había pensado en eso.
Suena la campana y Rory se escabulle a donde sea que la llama lo lleve hasta que
llegue la graduación. Tengo inglés, donde vamos a discutir Crimen y Prejuicio. U Orgullo y
Castigo. O Este libro es tan sangrientamente aburrido que los estudiantes de secundaria
nunca lo leen y luego lo hacen solo porque se les amenazó reiteradamente con detenciones
injustas a pesar de que la graduación está lo suficientemente cerca como para perdérsela.
Una vez, mi madre me torturó con una producción de seis horas de la BBC, era acerca
de uno de los dramas de época, donde todos los personajes están atrapados por las
circunstancias y todos se sientan alrededor en los salones polvorientos y no se les permite
7
Beelze: Personaje de anime que hace referencia a un demonio.
69
hacer las cosas que quieren o decir lo que piensan. La escuela secundaria es muy parecida
a eso.
Cumplí dieciocho años en abril. Lo primero que hice fue ir a la oficina de la escuela
y preguntar si podía salir. Quería hacer una sesión de tarde con Gina en la playa. El
secretario ni siquiera levantó la vista de la pantalla de su ordenador.
—No, no puedes salir. Tus padres tienen que darte un permiso. Y, además, no
recomendamos éste tipo de cosas.
—Yo cumplí dieciocho años ayer. Eso me convierte en un adulto legal. No debería
tener el permiso de nadie para hacer algo.
—Realmente —dijo el secretario—. Supongo que vas a irte de la casa de tus
padres y pagarás tus propias cuentas.
—Solo quiero ir a la playa. ¿Qué tiene contra el océano?
—Cuando uno es elegido como el presidente del universo, puedes salir. Hasta finales
de junio, nos perteneces. Después de eso, puedes pasar el resto de la eternidad tratando
de perfeccionar tu bronceado.
En inglés, me deslizo en mi asiento y trato de recordar qué libro me tenía que
haber leído. A mi alrededor, la gente está sonriendo y asintiendo con la cabeza. He oído,
“¡Así se hace, Ed!” y “gran espectáculo”.
El hombre detrás de mí me da unas palmadas en la espalda.
—Oye, Rochester. Riot Grrl golpeó.
—Gracias —digo.
—Mejor que cualquier otra cosa en ese concurso.
70
Asiento con la cabeza.
—Gracias. Nos gustó también.
—Esa chica es un monstruo.
Él está hablando de Gina, por supuesto. No lo es, en realidad no. Obtiene buenas
calificaciones, no bebe o consume drogas. Pero no muchas personas ven más allá de las
grandes botas, la actitud y el yo-alimentaré-a-mi-perro-con-tu-corazón.
Todo el mundo la confunde con su personaje. Es como si hubieran olvidado por
completo que hace apenas ocho meses, Gina no era más que otra nerd. Al igual que se
han olvidado de que Riot Grrl 16 es un invento total de mi imaginación.
Las cámaras hacen que la gente vea eso.
Él se inclina detrás de mí. Huele un poco de su carne del almuerzo. Parece que es
demasiado gruesa y está cruda.
—Estás acostándote con ella, ¿no?
—¿Con quién?
—Riot Grrl.
¿Ves?
—No —digo—. Riot Grrl es virgen.
—Demasiado caliente para ser virgen —dice. Su primer nombre es Atila, así que por
supuesto todo el mundo lo llama el Huno.
—Un montón de chicas calientes son vírgenes, Huno —digo.
71
—No esa chica —me dice—. Esa es una chica que le gusta neuken8.
—¿Neuken?
—Es holandés, creo.
Ahí es donde surgió el nombre.
—¿Así que eres holandés?
Frunce el ceño.
—No.
Suspiro.
—Riot Grrl es una chica inventada, ¿de acuerdo? La escribí. Y la escribí como una
virgen.
—¿Por qué hiciste eso?
—Todavía estás viendo el show, ¿no es así?
Parpadea lentamente, respirando con dificultad a través de la boca. Está pensando
en esto. O él está teniendo una pequeña convulsión, es difícil decirlo.
Joe se desliza en el asiento junto a mí.
—Hey —dice.
—Hey —digo.
Abre un libro y comienza a hojearlo. Espero a que diga algo sobre el nuevo episodio.
Sigue hojeando. Es una Biblia.
8
Neuken: Término holandés que significa joder, en este caso, significa vulgarmente que le gusta que la
jodan, tener sexo.
72
—¿Cómo va el libro?
—Interesante —dice—. ¿Alguna vez la has leído?
—Partes. En la escuela dominical. Hace años.
—Creo que es interesante.
—Está bien.
—En serio. ¿Sabías que hay dos historias de la creación?
—No, no lo sabía.
—Bueno, las hay. Nadie habla de eso.
—¿Por qué lo harían? —digo.
Él solo me mira. Sus ojos son enormes y sin expresión, como los de un insecto.
Nunca sé lo que está pensando si no quiere que lo haga. Sobre todo, cuando no quiere que
lo haga.
—¿Has visto el nuevo episodio?
—Sí, lo he hecho —dice.
—El show golpea. —Atila el Huno abrió la boca.
—Gracias —dice Joe, como si tuviera algo que ver con eso.
—Deberías haberte quedado —digo—. Ayudar a hacer los cambios.
Joe sigue hojeando las finas páginas haciendo un susurro impaciente.
—Te lo dije. Tuve un proyecto de historia. Lo hiciste bien sin mí.
73
Sé de qué se trata. Está loco porque hemos utilizado el material de Gina sin
preguntar.
—A Gina le encantó el episodio.
—¿Sí?
—Sí. Acabo de hablar con ella.
Sus ojos se abren como insectos.
—¿Te habría matado si hubieras obtenido su permiso primero?
—Sí —digo—. En realidad me habría matado. Mi hígado podría haber explotado. O mi
páncreas.
Atila el Huno:
—¿Qué hace el páncreas?
Joe ni siquiera echa un vistazo hacia él.
—Secreta insulina.
—De todos modos —digo—, todo salió mejor. El show número tres.
—Hmmm —dice.
—¿Serías capaz de mostrar más entusiasmo?
Hay una sonrisa parecida a la de una calabaza.
—Sí, en realidad me habría matado.
Atila el Huno dice:
—Todavía no entiendo por qué ella es una virgen.
74
—¿Quién? —dice Joe.
—Riot Grrl —le digo—. Está teniendo un poco de problemas con la totalidad de
hacer creer algunas cosas.
Atila el Huno:
—¿No sería mejor si tuviera relaciones sexuales todo el tiempo?
—¿Cómo sería eso diferente a la pornografía, Huno? —le digo.
—¿Y no te encuentras bastante de eso en la web ya? —dice Joe.
—No. —Atila el Huno se ríe. Si los perros pudieran reír, sonarían como Atila el
Huno. Me pregunto qué piensa Atila el Huno de Crimen y Prejuicio. Sus trabajos deben ser
muy entretenidos de leer.
—Tenemos que trabajar en el horario de ensayos —le digo a Joe—. Tengo el guión
casi terminado.
—¿No siempre tenemos el mismo horario de ensayo?
He decidido que no voy a conseguir mucho más de él. Tal vez toda su lectura de la
Biblia le enseñará un poco de perdón y tal vez un poco de gratitud, también. Por otra
parte, todos los libros sobre el budismo no le ayudaron a alcanzar la verdadera iluminación.
Y Marx no le ayudó a entender al hombre común. Tampoco lo hizo todo eso de Platón. Lo
que me recuerda…
—¿Cómo va el proyecto de historia?
—Bien —dice Joe—. Muy bien. Ya casi hemos terminado.
—¿Quién está en tu grupo de estudio?
75
Se encoge de hombros.
—Un par de personas. Max Blume. Ashley Davidson. Lucinda Dulko. Ellos me
aceptaron. Lucinda.
Mientras dice su nombre, su boca se mueve extrañamente, como si casi no pudiera
hablar, como si estuviera atrapado en el Lu y podría tener que cantar el resto. Un rubor
de color rosa tiñe sus oídos y agacha un poco la cabeza.
Ha pasado mucho tiempo desde que una chica le hizo delatarse a sí mismo sobre su
atracción. La última fue Joelle Lipshitz, y ella lo masticó y escupió el verano pasado, justo
antes de irse a la escuela de actuación y a un papel en un comercial de tampones.
Curiosamente, esto me hace sentir mejor. Al igual que Joe es humano después de
todo. Y que a lo mejor no soy tan estúpido para pedirle a Lucinda Dulko jugar.
El señor Lambright, el maestro, avanza en la habitación justo cuando la campana
suena.
—Muy bien, gente. Cálmense. Hoy vamos a hablar sobre…
Tomo un pedazo de papel y garabateo una nota. Cuando Lambright se da la vuelta
para escribir algo en la pizarra, lo tiro en el escritorio de Joe. Joe ve la nota, la responde,
y la arroja de vuelta.
Escribí: ¿Así que, estamos bien? ¿Podemos volver a estarlo ahora?
Él escribió: Estamos bien.
Miro la nota, las orejas de color rosa de Joe. Le oigo tratando de decir su nombre
a través de una boca que parecía pertenecer a otra persona. Recuerdo la sensación de mi
propia boca al extenderse en una sonrisa estúpida antes el resplandor de las luces del auto
sobre el rostro de Lucinda.
76
Sí.
Estamos realmente bien.
No sé por qué, pero una línea de This Is Spinal Tap me viene a la cabeza:
—Tenemos armadillos en nuestros pantalones. Es realmente muy alarmante.
77
5
Disturbia9
Traducido por alexiacullen (SOS) & Mais020219
Corregido por Samylinda
Después de la escuela, conduje hacia la tienda de mascotas para abastecer a Tippi
Hedren de la Fruta Tropical Extrema de Polly y Barritas de frutos secos y Sassy10 y
Pienso11 para Pájaros Sleek. La encontré colgada boca abajo en su jaula, royendo
maniáticamente su juguete de “robot” de madera. Al pobre chico le faltaba ahora su cabeza,
una cabeza que Tippi había dejado caer en uno de sus cuencos para la comida.
—Eres un devora-hombres, Tippi —dije. Abrí la jaula y salió hacia mi dedo.
Reemplazaría el juguete por otro más tarde. Va por ellos como una animadora hacia los
jugadores de fútbol.
—¿Amarillo largo? —dice cuando la pongo de vuelta en su jaula con sus comederos.
—No te compré hoy ninguna mazorca de maíz. Pero tengo tus frutas favoritas y
tus barritas de frutos secos.
9
Disturbia: Es una palabra que juega con dos palabras inglesas, disturb y suburbia cuyo significado da a
entender un barrio molesto.
10
Sassy: Se refiere a una marca de juguetes.
11
Pienso: (Forraje) Son un alimento elaborado para animales.
78
—Amarillo largo.
—Te conseguiré algunas mañana.
—¡Amarillo largo!
—Las señoritas son tan exigentes.
—Solo soy un animal salvaje al que has atrapado —dice Tippi Hedren agitando sus
plumas.
—Sí, lo eres. Pero eres mi animal salvaje favorito.
Tippi ronronea felizmente sobre mi hombro, hace una fantástica impresión de un
gato, además de los sonidos de las llamadas de teléfono, silbando como una sirena estática
y asmática, quito el revestimiento de papel de la parte inferior de la jaula y la reemplazo
por un papel limpio. Saco los comederos, voy al baño, los lavo, los lleno de comida y los
coloco de nuevo en la jaula. Después de que los he limpiado, tomo un puñado de frutos
secos y semillas y luego Tippi y yo nos sentamos en mi ordenador. Hay un mensaje
inmediato de Gina: Karma, cara de asno. Lo que va vuelve. Te odio totalmente. ¿A qué
hora el ensayo?
La dije que viniera sobre las cuatro al día siguiente, como siempre.
Alimenté a Tippi con algunas semillas de girasol y tecleé sobre el lugar de la MTV.
Seguíamos siendo el número tres en las votaciones. Por delante de Riot Grrl 16 está un
show llamado Las Asombrosas Aventuras de un Chico Emo, el cual es una especie de
espectáculo de animación divertido. No tengo ningún conocimiento de animación, y esto me
hace reír de vez en cuando, así que no me importa demasiado. Pero el otro espectáculo es
un una tontería increíblemente mala en el cual un grupo de chicos intentan alcanzarse con
cañones o disparar con armas de pelotas en las entrepiernas de los demás o hacer orificios
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sin novocaína12. Su episodio más reciente consiste en ellos comiendo tantos Mentos13 como
puedan y luego beberse un tanque de Pepsi. El vómito en forma de proyectil se produce.
Verdaderamente inspirador.
A veces tengo miedo del futuro de América.
Y a veces no. Paso las páginas por más comentarios sobre Riot Grrl 16. La
mayoría de ellos lo mismo de antes. Genial, Riot Grrl, me encanta este espectáculo. Por
mucho que duela, creo que Riot Grrl necesita dejar de ayudar a su hermano ya que la
está arrastrando hacia abajo.
Me siento verdaderamente bien sobre nuestros cambios, especialmente bien ahora que
sé que Gina no va a ir a ninguna parte, y quizás Joe perderá también el tiempo cuando
veo que el Hombre de Hojalata ha golpeado de nuevo.
No puedo creer que estos chicos estén hablando todavía sobre este espectáculo. Es
de mala, mala, MALA CALIDAD. Puedes decir que esa chica no es más sinvergüenza que
una rata del centro comercial más cercano. Apuesto a que los tatuajes son de pegatina.
Apuesto a que solo fue al concierto de Justin Timberlake llevando un tanga colgando de la
parte trasera de sus vaqueros Juicy. Y el chico jugando de su hermano tiene tanto
carisma como un cadáver. ¿Dónde le encontraron? ¿En la morgue?
—¿Qué está mal con este chico? —digo en voz alta.
—Tengo que conseguir regresar a San Francisco —dice Tippi Hedren.
Y justo después del mensaje del Hombre de Hojalata, hay otro de alguien más.
12
Novocaína: Es un fármaco que bloquea la conducción nerviosa, previniendo el inicio y la propagación del
impulso nervioso. Por esta característica se le confiere la capacidad de actuar como un anestésico local y
generalmente es utilizada para combinarla con otros medicamentos.
13
Mentos: Nombre de una clase especial de caramelos.
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Nunca pensé sobre eso pero ahora que lo mencionaste supongo que excepto por el
pelo y los tatuajes no hay nada de libertina en ella de verdad, quizás solo es una aspirante
como esas otras chicas que compras en un tema candente.
—Esa gente está loca —digo. Amablemente, Tipi hace su imitación de un reloj cucú.
Encuentro otro negativo de una tercera persona: Tampoco me gusta el hermano. Es
espeluznante.
—¡Se supone que es espeluznante! —grito—. ¡Es un adicto a la heroína!
El Hombre de Hojalata añade: ¿Y tengo que mencionar UNA VEZ MÁS que esto
no es nada más que una estafa de Lonely Girl 15? ¿¿¿Y que ese espectáculo ni si
quiera es BUENO???
—Genial Tippi. Este burro lerdo va a envenenar las votaciones.
—¡Salté en la fuente! —dice Tippi— ¡Meouw!
—Me gustaría que este chico fuera a saltar a la fuente —digo. Tecleo en
Comentario y empiezo a escribir, pero entonces pienso mejor en ello y consulto primero el
diccionario.
Sátira: Uso de la ironía, el sarcasmo, la ridiculez o lo similar en la exposición, o
ridiculizar, decir una insensatez, etc.
Duh.
—Duh —digo.
Tippi Hedren dice: —Creo que necesitas a esos tórtolos después de todo. Pueden
ayudar a tu personalidad. —Gruñe como un león y le doy otro puñado de semillas.
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Tecleo sobre MySpace de Jumping Frenchmen of Maine. No son un montón de
comentarios, pero hay unas cuantas seguidoras desesperadas que se llaman a sí mismas
“lindas” intentando ser nuestras “amigas”. Como Rory siempre dice, sus padres estarían
muy orgullosos. Las añado como amigas de todos modos.
—¿No puedes tener demasiados amigos, verdad, Tippi?
—Tengo que conseguir volver a San Francisco —dice Tippi.
Me salgo de MySpace y hojeo en mi texto de Riot Grrl. Solo tengo cuatro
episodios abandonados y quiero asegurarme de que todo está dando lugar a un gran final.
Ése que no he considerado todavía. Hemos tenido que conseguir que Riot Grrl se junte con
su amor obsesionado por el manga, que rompa con su amor obsesivo por el manga, probar
para American Idol, convertirla en una Wicca, en un intento por lanzar hechizos de amor
con hormigas muertas y canela, rescatar a su mejor amigo de un monstruo de unos
cincuenta y cuatro años con el que se encontró en internet, y ocuparse de su drogadicto
hermano perdido hace mucho tiempo. Creo que uno de los comentarios estaba bien:
Riot Grrl tiene que cortar con su hermano vago y adicto. No puede cubrirle nunca
más; no puede pasarle dinero; no puede seguir mintiendo a sus padres de que todavía está
en una clínica de rehabilitación a la que enviaron gastándose todos sus ahorros. Sabe que lo
tiene que hacer pero hacerlo va a romper su corazón. Debería enviarla hacia el extremo; lo
sé. Eso podría ser interesante. ¿Riot Grrl va hacia lo extremo? ¿Cómo se vería eso?
Estoy escribiendo durante un rato cuando el suelo debajo de mí vibra. El garaje.
Escucho cerrarse la puerta de un coche. Y luego mi nombre. Cojo a Tippi y me dirijo hacia
las escaleras.
Mi papá está sosteniendo un martillo y suspirando. Sus suspiros son largos y
expresivos. También pone sus ojos en blanco. Es peor que un adolescente.
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—Ibas a utilizar eso y no te diste cuenta de que está roto. ¿Rompiste mi martillo?
—No está roto —dije.
Señala hacia el mango.
—Está rajado. Has roto mi martillo.
—Gina rompió tu martillo.
—¿Cómo hizo eso?
—Me arrojó una botella y falló. Debió de golpear al martillo.
—Bien —dice—. ¿Por qué haría eso?
—¿Cómo debería saberlo? Está loca.
Alzó sus cejas. Son también tan expresivas.
—Las mujeres pueden ser de esa forma si les das una razón suficiente.
—Y a veces están locas por su cuenta —digo.
—Así que no le diste un motivo.
—Solo soy un animal salvaje —dice Tippi.
—Hola Tippi Hedren —dice papá—. Hermosa como siempre, ya veo.
Le guiña el ojo y ella le devuelve el guiño. El primer truco que la he enseñado.
Hace un sonido en algún lugar entre una risita y un cacareo.
—Tendrás que pagar para reemplazar el martillo —me dice—. Me gustaba ese
martillo.
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—Bien —digo, esperando que el resto de sus herramientas estén en perfecto estado
por el alboroto de Gina—. Estás temprano en casa.
Papá no suele estar hasta la una menos cuarto o las dos de la mañana. A veces
no le veo durante días. Tengo el sentimiento de que no me suelo preocupar por esto; estoy
preocupado por éso. No es seguro que quiera decir que no lo haga.
—Lo conseguimos pronto por una vez —está cantando mi padre—. Has pensado que
mi programa podría hundir tu negocio del cine.
—No estás en el negocio del cine.
—Estoy en el negocio del espectáculo.
Estoy a punto de decir que no creo que hacer el sonido de un programa de la
televisión por cable llamado Cleaning House en el cual gente de mediana edad tiene que
vaciar grandes cantidades de basura de sus casas por algún tipo australiano, se califique
como un programa de negocio. Pero todo lo que digo es:
—Papá.
Sonríe de esa manera agravante que tiene, de esa forma que dice que ha estado
allí, hecho eso, visto todo y no le impresionó.
—Lo sé, lo sé, hacer el sonido de Cleaning House no cuenta, ¿verdad?
—Papá.
—Depende de lo que creas que un negocio del espectáculo se supone que debe
hacer. ¿Entretener a la gente? ¿Ayudarla? La mayoría de los negocios de programas no
hacen ninguna de esas cosas.
Tippi Hedren dice:
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—¿Tú Freud, yo Jane?
—No dije nada —protestó.
—Esta semana fuimos a ver a una pareja de estados del sur —dice—. Incluso
nunca había oído del pueblo. Me parece una locura que haya pueblos en New Jersey de los
que nunca oí, pero los hay. De cualquier forma, esta pareja vive en una casa pequeña con
dos chicos. Ni si quieras puedes conseguir entrar en la casa, está tan llena de cosas,
¿Sabes qué tipo de cosas?
Está esperando a que yo lo adivine.
—Neumáticos de coches.
—No.
—Enciclopedias.
—No.
—Recortes de pelo.
—No, pero eso sería divertido. Él colecciona Barbies. Trabaja para la compañía que
las hace. De todas maneras cada vez que la compañía ofrece a las Barbies elaboradas y
caras para la venta, quienes las visten como la Princesa Diana o Paris Hilton o Cenicienta
o cualquiera, las compra porque piensa que van a valer algo algún día. Tiene cientos en
cajas sin abrir apiladas por todas partes. No se hizo antes de 1985 y ninguna era rara.
Lo cual quiere decir que no valen ni un centavo y nunca lo valdrán. Aunque no podría
decirle eso. Ahí sus hijos no tenían un sitio donde sentarse, pero lloró cuando le dije que
tendría que conseguir deshacerse de sus Barbies.
Buscó alrededor una escoba.
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—Esa es una historia muy triste.
—Bueno, hay gente muy triste en el mundo. Wally consiguió que vendiera la mitad
de ellas en una venta de garaje. Probablemente tu madre podría haber hablado con él para
que le vendiera todas.
—Probablemente.
Mi padre y mi madre se encontraban trabajando en el mismo canal por cable, él era
el chico del sonido y ella era la anfitriona de un programa de diseño. Luego ambos
cambiaron a Cleaning House. Trabajaron ahí hasta Villerosa. Villerosa cambió todo.
Papá examina el martillo roto.
—No veo por qué no puedes ir a la escuela para estudiar cine —dice. No le
molesta en cambiar de tema. Además, ha sido su tema favorito desde el comienzo del año
escolar cuando le dije que no iba a ir a la universidad.
—He estado estudiando cine durante años —digo.
—Quiero decir estudiarlo de verdad.
—De verdad he estado estudiándolo. Desde que era niño. ¿Los talleres? ¿Los
campamentos? ¿Las clases? ¿Tocar una campana?
Coge el resto de sus herramientas del suelo y las cuelga cuidadosamente en la
pared, asegurándose de que están completamente paralelas.
—No estoy seguro de que tu madre te hiciera un favor llevándote a todas esas
cosas. Y eso fue hace mucho tiempo.
Estoy muy cansado de esto.
—El éxito simplemente no sucede. Hay un aprendizaje. Hay práctica.
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—Papá, estoy trabajando tan duro como puedo.
—¿En serio? ¿Cuándo fue la última vez que cortaste el césped?
—Lo haré mañana.
—Seguro que lo harás. También está la madurez. El talento necesita desarrollarse
con el tiempo.
—Orson Welles estaba en sus veinte cuando hizo Citizen Kane —dije.
—Él tenía veinte y seis. Ocho años mayor que tú.
—Ése es solo un ejemplo. No espero ser Orson Welles. Al menos no aún.
Únicamente quiero hacer películas. ¿El hacer películas no es la mejor manera de aprender
cómo hacerlas?
—Solo no quiero que te hagas ilusiones.
—Gracias por el voto de confianza.
Aunque puse lo más que pude de sarcasmo en mi voz, él pareció no registrarlo.
—Oh, tengo toda la confianza en el mundo de que serás exitoso. Absolutamente. No
estoy seguro que serás exitoso mañana. O al día siguiente. O al siguiente día. Solo tienes
que estar preparado para eso.
—De nuevo, gracias.
—De nada —dijo—. Entiende, sin embargo que obtendrás un trabajo apenas llegue
Septiembre.
—Tengo un trabajo. Mis películas lo son.
—Un trabajo donde se gane dinero.
87
—Mi mamá me da pensión. —Puse el énfasis en la palabra mamá.
Él no muerde.
—Tienes dieciocho años, Eddy. Necesitas ganar tu propio dinero.
—Las películas pagarán.
Y ahí está, la sonrisa, la resignada, la paciente, la de sé-todo, la que todo-lo-ve, la
de aprenderás-tu-lección-eventualmente. Me hace querer romper cientos de martillos más.
Pero luego pienso sobre su vida. Tal vez no puede evitar pensar de la manera en
que lo hace. Quiero decir, cuando él tenía mi edad, pensaba que iba a ser grande en las
películas. Él no sabía que estaría trabajando para un espectáculo de cable de mierda. Él no
sabía que su esposa iba a dejarlo. No sabía que compartiría un hijo con otro chico cuando ni
siquiera es gay y por lo tanto, ni siquiera podía disfrutarlo. Tal vez esa clase de cosas
hace que quieras sonreír como Buddha solo para enojar a las otras personas.
Frota sus ojos y veo lo cansado que se ve. Se movió hacia la puerta.
—¿Estás bien? —le pregunté.
Aunque me altera los nervios de la peor manera, aún no me gusta verlo moviéndose
como un octogenario artrítico. Mi mamá es siete años mayor que él, pero pareciera como si
fuera décadas menor.
—No pude dormir mucho anoche —dice.
Las personas dicen que nos parecemos, y es verdad. Al menos por fuera. Tengo el
mismo cabello rojo, la misma altura, los mismos largos brazos que hacen fácil el alcanzar las
estanterías más altas en la cocina. Pero el hombre nunca espera nada bueno por suceder.
No puedo imaginar viviendo mi vida envuelta en un capullo poco irónico, esperando
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aburrimiento y desilusión e incluso desastres en cada esquina y luego ser gracioso sobre ello
cuando sucede.
—¿Quieres algo de comer? —digo
Él sacude su cabeza.
—No tengo hambre.
Él nunca tiene hambre.
—Voy a asegurarme de hacerte algo para comer —digo. Voy a la cocina y lleno
una olla. Todo lo que puedo hacer es macarrones con queso, pero él puede usar todas las
calorías que ingiere.
—No puedo dejar que papá se consuma —le digo a Tippy Hedren—. ¿Qué pensarán
los vecinos?
La coloco en la percha que mantenemos en la cocina.
—¿Por qué no me amas, mamá? —dice Tippi. Ella estira sus alas para hacer la
línea más dramática.
Papá se para en la puerta de la cocina mientras abro la caja. Él hace un gesto
hacia el reloj cucú que tenemos colgado sobre la encimera.
—Marty y Matthew deberían de estar aquí pronto. ¿Por qué no haces suficiente
para ellos?
Me detengo.
—¿Es Miércoles?
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—Sip —dice, y sale de la habitación. Tengo que buscar más macarrones con queso,
pero Marty nos abasteció bien la última vez que fue de compras: hay al menos una docena
de cajas en esta despensa. Hago cuatro. Tres para mí, una para todos los demás.
Solo me toma quince minutos el preparar la pasta y remover el producto de queso
nuclear-naranja y una parte de mantequilla y leche. Escucho la puerta principal abrirse, las
voces haciendo eco en el vestíbulo. Tippi Hedren hace un sonido de un timbre, luego un
zumbido, luego el tintineo de un reloj.
Meatball aparece en la cocina, seguido de Marty. Meatball dice, en su forma grave:
—Hola, Eddy.
—Hola, Meatball.
—¿Sabías que la cabeza de un humano es del mismo tamaño que un pollo tostado?
Miro a Marty.
—Está volviendo a leer ese libro, ¿verdad?
Marty alza sus manos.
—Le gusta.
—Está obsesionado.
—Es un apasionado —dice Marty—. Todos necesitan sus pasiones.
—Está apasionado con un libro llamado Stiff. Mi mamá diría que debería regresar
con las medicinas.
Marty da una ojeada a la olla y empujó los macarrones como un niño empujando un
grave error en particular.
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—Tu madre no está aquí. —Sonríe con ironía, viéndose bastante como mi papá—.
Además, todo esto es gracioso, ¿no crees? En lugar de apropiado, considerandolo.
—Más como raro.
—Lo raro es gracioso.
—¿Sabías que la gente muerta ocasionalmente son usadas como tontos de pruebas
de choques? —pregunta Meatball—. Los muertos sobresalen en tolerar el dolor.
La sonrisa de Marty se amplía.
—Gracioso. ¿Lo ves?
Les entrego unos cuencos y ellos se sirven por sí solos un poco de macarrones con
queso. Lleno un cuenco para mi padre y otro para mí. Los dejo en la encimera mientras
recojo a Tippi y la coloco de nuevo en mi hombro. Luego los recojo y me dirijo hacia la sala
familiar.
Papá ya tiene la televisión prendida y la canción de apertura resuena por los
altavoces. Algo por la banda The Who. “¿Quién Eres Tú?” “¿Adolescente Desolado?”
“¿Quién Sabe?” El título aparece en rojo sangre: Escena del Crimen: Miami. Los créditos
ruedan. Toma un tiempo para llegar a ella. Está programada como Shelby Graham. Por
supuesto que ése no es su verdadero nombre. Me dijo que nadie en Hollywood usa nombres
verdaderos. Que el que ella nunca haya llegado a ir a Hollywood no se vio relevante. De
todos modos, su verdadero nombre es Shelby Rochester Fishbone porque no está divorciada
de Marty aún, pero supongo que Shelby Rochester Fishbone no es el mejor nombre para
una actriz.
Tomamos nuestros asientos, siempre los mismos: Marty y yo en el sofá, mi papá en
el sillón reclinable, y Meatball sentado en el suelo por la mesa de café. Le entrego a mi
papá los macarrones con queso y él empieza a comerlos ausentemente, como si se hubiera
91
olvidado que tenía hambre. Yo como de la manera en que siempre lo hago, como si
estuviera en un concurso de comida. Marty frunce el ceño ante la comida —hace su propia
salsa Alfredo con queso fresco gratinado— pero no se queja. El tenedor de Meatball se
cierne sobre su tazón y su boca, dos fideos brillantes colgando de éste. Meatball tiene un
tiempo difícil haciendo dos cosas a la vez. Le recordaremos comer durante los comerciales.
Tenemos que esperar un rato, al menos diez o quince minutos, para su única
escena. Toma demasiado tiempo asesinar a quién sea que vaya a morir en este episodio,
encontrar el cuerpo, llamar a la policía, tener al principal policía marchar alrededor en sus
anteojos de sol de gran tamaño, amenazando a todos, y luego regresar a la oficina, donde la
patóloga puede sacar las tripas de la persona y compararla con algún tipo de salsa o tal
vez cortar la parte alta de su cabeza mientras hace malas bromas sobre los sombreros.
Mi mamá es la patóloga.
Supongo que la obsesión de Meatball es bastante apropiada.
—Espero que esté usando una falda real ésta vez —dije—. Estoy bastante seguro
que la mayoría de los patólogos no caminan con tops en forma de tubo.
—Shhh —dice Marty.
Mi mamá se coloca en frente del cuerpo “muerto” en el misterioso cuarto verde.
Está usando un abrigo de laboratorio abierto para revelar una falda de corte bajo. Una vez
cometí el error de mirar el programa con Rory. Cuando mi mamá apareció en la pantalla,
él gritó:
—¡Caray! ¡Las cebollas de tu mamá están por caerse!
Nunca cometí ese error de nuevo.
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Ella se está moviendo alrededor de la mesa, sosteniendo instrumentos brillantes y
pretendiendo hacer cosas misteriosas y médicas con ellos. Su cabello está más largo y
suave ahora, surcado con rayas gordas de oro en su cabeza, de la manera en que una
reina podría usarlo. Me pregunto si ella piensa en nosotros, en cualquiera: Papá, Marty, yo,
Meatball. Me pregunto si se preocupaba del todo, o si simplemente se imagina que todos
nos arreglamos muy bien sin ella. Eso fue lo que dijo cuando se fue: “Oh, los conozco a
ustedes chicos. Se las arreglarán bien”, como si se fuera por un día o dos, como si no
estuviera dejando a Marty y Meat y a mí para trabajar en una clase de programa de
televisión donde había dicho que nunca trabajaría y se mudó con algún magnate de los
medios en Miami.
Ella dice:
—La víctima solo era un chico. Diecinueve, veinte tal vez. Este chico debería estar
saliendo con sus amigos, no recostado aquí frío en mí mesa.
El chico policía dice:
—¿Qué más puedes decirme, Kallendria?
Mamá:
—Puedo decirte que él no murió por la mordida de ese tiburón.
Chico policía:
—¿No lo hizo? ¡Pero no tiene piernas!
Mamá:
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—Mira esto. —Voltea la cabeza del chico y apunta a un pequeño agujero en su
oreja.
Chico policía:
—Una marca de aguja.
Mamá:
—Casi la pierdo.
Chico policía:
—Nunca te pierdes nada.
Meatball lentamente baja su tenedor hacia la mesa y se pone de pie. Envuelve sus
manos alrededor de su garganta y empieza a toser. Luego cae al suelo, retorciéndose y
retorciéndose, arañando el cuello de su camisa. Se deja de mover, su lengua colgando fuera
de su boca, quieto como el “cadáver” en la televisión.
Cuando tenía ocho años, mamá me llevó a una audición de la Ley & El Orden.
“Solo por diversión”, dijo, pero estaba tan emocionada que puedo decir lo mucho que quería
que obtuviera el papel. Así que, lo obtuve. Era el cuerpo muerto. Se lo describí a Meatball
hace no mucho, cómo tenías que quedarte quieto, qué tan callado, hasta que dijeran:
“Corte”. Lo difícil que era controlar tu respiración, dejar solo un poco de aire fuera y un
poco de aire dentro. Cómo tu brazo duele y tu espalda también, y desesperadamente
quieres moverte y no puedes porque arruinarias todo. Meatball nunca se olvidó. Y cuando
ella se fue hace un año, él empezó a hacer esto. Creo que piensa que un día él abrirá
sus ojos y será ella quién lo despierte, quién lo reviva. Y él morirá todos los días hasta que
suceda.
94
Marty y papá conocen lo que pasa. Me pongo de pie, me muevo alrededor de la
mesa de café, y me arrodillo al lado de Meat. Lo cojo por los hombros y lo sacudo un par
de veces.
—¡Meat! —digo—. ¿Estás bien? ¿Fue la comida? ¿Se atoró? ¿Puedes respirar?
Lo alzo en una posición para que se siente, y pretendo hacerle la maniobra de
Heimlich14.
Después de unos minutos de esto, él abre sus ojos y se voltea hacia mí.
—Estaba asfixiándome.
—Sip.
—Me salvaste.
—Siempre lo hago.
—Aprecio tu rapidez —dice—. No me dejaste asfixiarme por mucho. Esa fue una
rápida respuesta.
—Lo intento.
—Cuando esté muerto, me gustaría ser un tonto de pruebas de choques.
Digo:
—De acuerdo.
—La muerte —dice—, no tiene que ser aburrida.
14
La maniobra de Heimlich: también llamada compresión abdominal, es un procedimiento de primeros auxilios
para desobstruir el conducto respiratorio, normalmente bloqueado por un trozo de alimento o cualquier otro
objeto. Es una técnica efectiva para salvar vidas en caso de asfixia por atragantamiento.
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Todos observamos mientras el chico policía sonríe afectuosamente y mira hacia la
blusa de mi mamá.
96
6
Dial M for Murder15
Traducido por Mais020291& AntoD
Corregido por Samylinda
Finalmente llega el día sábado e inicia como siempre lo hace: desayuno en la casa de
Marty y un teléfono sonando.
Marty se aleja del teléfono y empieza a lavar los platos. Me tomo mi tiempo
terminando un pedazo de tocino antes de contestar.
—¿Hola?
—¡Eddy!
Ella siempre suena diferente, como si probara personajes. Está el casual, “Hey,
Eddy”. El emocional, “Oh, es tan bueno escuchar tu voz”. Está el por-favor-no-mepreguntes-nada-serio-porque-no-puedo-soportarlo, “¡¿Qué hay, cosa caliente?!”. No estoy
seguro cuál es el de hoy.
15
Dial M for Murder: Pelicula de Hitchcock, en España conocida como El Crimen Perfecto.
97
Tomo el teléfono y camino hacia la habitación contigua. Aunque solo puedo ir un poco
lejos, porque este teléfono es antiguo y tiene esos cordones largos y retorcidos. Una correa
incorporada.
—Hola, mamá.
—¿Cómo estás?
—Bien.
—No solo bien. He estado siguiendo el programa, ya sabes. ¡Lo estás haciendo genial!
Sabía que lo harías. ¡Estoy tan orgullosa de ti!
Doblo el cordón alrededor de mi brazo como si estuviera preparando mi equipaje de
alpinismo.
—No hemos ganado todavía.
—Oh, ahora suenas como tu padre. Todo pesimista y dudoso. Claro que ganarás. Tu
programa es el mejor.
—Hay otros buenos.
—No tan buenos como el tuyo.
Porque quiero creerle, no le pregunto si ha visto los otros programas. Camino hacia
el sofá de la sala de estar. Colgando encima del sofá hay fotos familiares, la más grande
una foto de mí, mamá y Meat con todo nosotros, incluso Meat, riendo.
—¿Cómo te está yendo?
—Bien. He estado en algunas conversaciones. Intentando que expandan mi reparto un
poco. Pero no puedo quejarme. He conocido a mucha gente, Eddy, no me creerías. Tienes
que venir aquí, te presentaré. Nunca se es muy joven para hacer contactos.
98
—Eso sería genial.
—Aunque probablemente no me necesites, una vez que ganes el concurso.
—Iré pronto. Tal vez a fines del verano.
—Nos encantaría tenerte en cualquier momento —dice ella.
Nosotros. Siempre intento olvidar que hay un nosotros y que ella siempre se las
arregla para insertarlo en la conversación.
—¿Hay alguna oportunidad de que vengas tú aquí?
—Seguro que lo haré. Se está hablando de hacer un episodio doble con la gente de
Escena del Crimen: Nueva York.
—Me refería a visitarnos.
—Claro que iré a visitarte. ¿Cómo está tu hermano?
—Bien.
—¿Solo bien?
—Bueno, es el mismo.
—¿Está tomando su medicina?
Suelto el cordón y camino más lejos de la cocina, fuera de escucha.
—No creen que él los necesite —le digo—. Creen que él es gracioso.
—Ése es mi punto.
—Ja ja, gracioso, no locamente gracioso —digo.
—Él no está loco. Está preocupado.
99
—Dicen que él es raro. Dicen que debería de haber una habitación en el mundo
para las personas raras. Eso es lo que hace del mundo interesante.
—¿Matthew aún está leyendo ese libro sobre los cuerpos muertos?
—Sip.
—Dile a Marty que lo lleve de regreso al doctor.
En su corta vida, Meatball ha sido diagnosticado con ADD16, OCD17, depresión,
ansiedad, hiperactividad, autismo y deficiencias de vitaminas. El último doctor, un chico joven
que utilizando una camisa Hawaiana debajo de su saco blanco, dijo que Meat era nerd, pero
también lo era Bill Gates y mira lo que hizo con su vida. Eso fue suficientemente bueno
para Marty. Y desde que mamá no estaba cerca para hacerse un gran problema sobre
eso…
—Tal vez deberías decirle tú misma —dije.
—Él no me escucha —dice mi mamá—. Él cree que sabe todo. Ese fue nuestro
problema.
No quiero escuchar sobre sus problemas. No quiero escuchar sobre el “nosotros”.
Tiro del cordón.
—Entonces, sobre la graduación.
—Pensé que dijiste que no te importaba —dice ella.
—No lo hago. De todos modos, no por la ceremonia. Pero pensé que tal vez podrías
venir y hacer un gran alboroto sobre mí.
16
17
ADD: Trastorno con déficit de atención con hiperactividad.
AOC: Desorden Obsesivo-Compulsivo.
100
Intento hacerlo sonar como un chiste.
—Será mejor que creas que haré un gran alboroto sobre ti. Hablando de alborotos
—dice ella—. ¿Alguna novia de la que deba saber?
Miro de reojo hacia la cocina. Meatball ha terminado su desayuno (un huevo frito,
dos pedazos de tocino colocados en forma de X en la parte de arriba) y está esperando
por el teléfono.
—Meat quiere hablar contigo.
—Desearía que lo llamaras Matthew —dice ella.
—Él siempre ha sido Meatball para mí —digo, y le doy a Meatball el teléfono.
—Hola, madre —dice Meatball—. Me gustaría pedirte que vengas ahora a casa, por
favor.
No espero a escuchar la respuesta.
* * * * *
A las doce y treinta minutos, me aparco en el estacionamiento del colegio y tomo mi
antigua raqueta de tenis del asiento de atrás. Lucinda está esperando en las canchas de
tenis. Sin un vestido blanco hoy día (pantalones cortos negros, blusa azul con las mangas
recogidas) toda seria. Tiene dos latas con pelotas de tenis, dos botellas de agua, y su
raqueta. En sus manos, se ven como un arma.
Ella se ve como un arma.
Espero que pueda golpear a mi mamá fuera de mi cabeza.
—Hola —dice ella, dándome una de las botellas de agua—. No estaba segura si te
presentarías.
101
—¿Por qué no me presentaría?
—Porque voy a trabajar contigo hasta que caigas. —Me golpeó en el estómago con
la raqueta—. Eres tan blando, Rochester.
Estoy tentado de quitarme mi camisa para mostrarle como no estoy blando, pero ella
vería a través de eso en un segundo.
—¿Vamos a jugar o no?
No respondió. Pone la raqueta bajo su brazo, mete la mano en su bolsillo, y saca
una moneda.
—¿Cara o cruz?
Por donde mi propia cabeza está, esto suena como una proposición.
Dije:
—Cara.
Lanza la moneda y la golpea contra el reverso de su muñeca.
—Cruz. Saco primero.
Ella guarda la moneda y dos pelotas, se aleja de mí. Sus pálidas piernas brillando al
sol. Espera hasta que estoy en posición en mi lado de la cancha. Hace rebotar las pelotas
un par de veces. La lanza (ni demasiada alta, ni demasiada baja) contonea su cuerpo, tira
abajo el brazo. La pelota golpeó en la esquina del área de saque, e impacta contra la valla
metálica antes de yo tuviera oportunidad de reaccionar. He visto esto antes. Golpe de
102
efecto Topspin18. Lucinda y yo pasamos dos meses en el mismo campamento de verano
cuando teníamos doce. No aprendió el saque allí, pero lo uso en mí una y otra vez.
Innecesario de decir, era mucho más rápida ahora.
La miré a través de la red.
Me da la espalda.
Está disfrutando esto.
Me agacho y muevo mi raqueta de una mano a otra. Tiempo de tomarse esto un
poco más en serio. Lo que Lucinda no sabía: mi mamá solía usarme como compañero de
tenis cuando no tenía a nadie más con quien jugar. Y mi madre es condenadamente
bastante buena. O por lo menos lo era, antes de que se convirtiera en una patóloga
bromista que hace chistes malos de sombreros.
Observo los lanzamientos, contoneos y movimientos de Lucinda, golpeando otra a la
esquina. Atrapo un poco de pelusa en ésta, pero golpeo la pelota fuera. Su tercer saque
es un éxito lineal al centro. Otra pérdida. 40-amor19. Desearía poder filmar su saque en
cámara lenta así podría verlo en casa. Me inclino y espero el próximo saque, que rebota
alto alrededor de mi hombro. A esta la golpeé sólidamente. Lucinda está tan sorprendida,
que la recibe a último momento, realiza una pelota corta y suave. Corro hasta la red y la
aparto.
18
Topspin: O golpe liftado, es una técnica de impacto a la pelota del tenis, en la cual, se golpea a la
pelota desde abajo, aplicando un giro de muñeca, imponiéndole un efecto de rotación hacia adelante, que
hace que cuando la pelota bote, salga despedida hacia arriba y hacia adelante, enviando al jugador contrario
hacia atrás.
19
40-love. Texto original. Es una abreviación en el tenis de "cuarenta y cinco" a "cuarenta". Hay cierto
debate sobre el origen del "amor". Algunos dicen que es francés "l'oeuf", que significa "huevo", que se
parece a un cero. Otros dicen que es un término Inglés, en la línea de "jugar por amor" (como en, si
usted está marcando cero, se debe estar jugando porque lo amas, porque no eres bueno en eso).
103
Mi turno para sacar.
Ella sonríe. Y procede a apartarme.
Ésta no es la primera vez. La primera vez yo fui derrotado por Lucinda Dulko en
la cancha del Campamento Arrowhead cuando tenía doce años. Fue algún estúpido día de
campo, donde todos tenían que jugar deportes diferentes en rotación y los consejeros solo
te inscribían en él, aún si tú no eras bueno en ello. Era bueno en muchas cosas (por lo
menos, lograba no humillarme la mayoría del tiempo) así que cuando ellos me asignaron el
tenis, no estaba preocupado. Me imaginé que todo aquel con quien yo jugara, no sería tan
bueno, y me las arreglaría para no humillarme de nuevo, y al siguiente día, todos podríamos
volver a las cosas normales del campamento. Es decir, consiguiendo hiedra venenosa,
tratando de ahogarnos el uno al otro en la piscina, y mirando a Renee, la consejera con las
tetas más grandes que jamás hayamos visto, saltar del trampolín.
Cuando vi a Lucinda al otro lado de la red, yo exigía saber lo que estaba
sucediendo. No quería jugar con la vieja Lucinda Dulko de la escuela. No quería jugar con
ninguna chica.
—Los chicos deberían jugar con los chicos —le dije al consejero que controlaba los
partidos de tenis.
Él no levantó la vista de su portapapeles.
—Vas a jugar con quien tienes programado jugar, Rochester, así que deja de
lloriquear.
—Yo no estoy lloriqueando.
—Estás lloriqueando. Sal ahí fuera.
104
Lucinda esperó al otro lado de la red, golpeando la planta de sus pies con la
raqueta impacientemente. Podía escuchar a los otros chicos suspirando, podía verlos
golpeándose y dándose codazos unos a otros. Caminé hacia la cancha y evalué a Lucinda.
Ella había crecido tempranamente, por lo tanto era más alta que yo, pero no por mucho. Y
ella era pálida y delgada, como uno de esos insectos que encuentras viviendo debajo de las
rocas (aún si de ella estaban brotando un grupo muy agradable de tetas). Me di cuenta
que yo era más fuerte y más rápido. Quiero decir, yo era un chico y ella una chica. Así
que estaría bien, pensé. Ganaría esto. Y trataría de no avergonzarla mucho. La dejaría
conseguir algunos puntos aquí y allá.
Sí.
Correcto.
Ella apartó mis saques como si fueran mosquitos y me las corría todas hacia la
esquina. Yo estaba gruñendo, corriendo y sudando, incluso maldije una vez, por lo que el
árbitro me quitó un punto. Conseguí humillarme profundamente, o Lucinda lo hizo. Cuando el
partido finalizó, luego de que fui golpeado, pisoteado, derrotado y escupido como un carozo
de cereza, se suponía que nosotros debíamos estrechar nuestras manos sobre la red. Con
los idiotas de mis amigos en mis oídos, tomé su mano y la apreté tan fuerte como pude.
Ella me devolvió el apretón igual de fuerte.
Algo en mi estómago vibró como una cuerda de guitarra.
Ésa misma tarde, la encontré a ella en la fuente de agua. Le dije que necesitaba
hablarle en privado. Asintió, siguiéndome dentro de una pared de árboles al lado de los
vestuarios. No tenía planeado lo que iba a decirle o lo que iba a hacer, pero cuando la vi
apoyada contra un árbol de roble con verdes enredaderas trepando por el tronco, cuando vi
los rayos del sol que disparaba a través de las hojas, clavándose en ella como dardos, puse
mis manos en sus hombros y la besé. Nunca había besado a nadie antes, pero había estado
105
pensando en eso, preguntándome cual era el gran drama, preguntándome si me gustaría, si
yo sería algo bueno en ello. Después de unos segundos, ella me devolvió el beso. La cuerda
de guitarra en mi estómago se contrajo como un alambre caliente.
Cada tarde durante dos semanas, nos escabullíamos de la choza de arte, de los
vestuarios o del juego de bingo en el pabellón principal, ocultándonos en los árboles, y
besándonos hasta que nuestros labios se agrietaban. Los fines de semana se fueron para
siempre, zapateé alrededor, cerré las puertas, y les grité a mis padres y al pobrecito de
Meatball, quién no entendía el significado de “déjame solo”. Mi madre le dijo a Marty, un
domingo en la cena, que yo estaba oficialmente atravesando la pubertad y que toda la
familia debía esperar que me comporte como un oso pardo rabioso sobre patines durante,
por lo menos, cinco años.
Un martes por la tarde, me escabullí de mi grupo para encontrarme con Lucinda en
el bosque. Ella estaba apoyada en el árbol de roble, pero sus brazos estaban cruzados y
estaba mirándome como si yo hubiera pisado mierda de perro y pudiera olerlo.
—¿Qué? —dije.
—Estaba hablando con un grupo de chicas en el almuerzo. ¿Quieres saber sobre
qué estábamos hablando?
No quería.
—Bueno.
—Estábamos hablando sobre nuestros primeros besos.
—De acuerdo —dije.
—De las diez de nosotras, cinco han besado a un chico por primera vez este
verano.
106
—Ajá.
—Cuatro de nosotras, hemos besado al mismo chico. ¿Quieres adivinar quién era ese
chico?
Lucinda no me dejaría besarla nunca más.
* * * * *
Ahora, nosotros estábamos sentados en el banco justo fuera de la cancha. Yo
estaba goteando sudor en el pavimento, por lo que Lucinda me entrega su toalla.
—Gracias —dije secándome la frente—. La lavaré y te la devolveré la próxima vez.
—¿La próxima vez?
—Quiero jugar contigo de nuevo.
Está en proceso de llevar una botella de agua a sus labios cuando digo esto, lo que
la hace detenerse a mitad de camino.
—Te aplasté totalmente hoy —dijo.
—Sí.
—Entonces, ¿por qué quisieras volver a jugar conmigo?
Me encogí de hombros.
—Solo quiero.
—Pero, ¿por qué Ed?
La miré a los ojos y ella también me miró, igual de duro, igual de directo. Y por un
segundo, estábamos de regreso en la cancha de tenis del Campamento Arrowhead, moliendo
107
nuestros nudillos sobre la red. Estábamos de vuelta en la fuente segundos antes que la
condujera a los árboles y miro a la luz del sol dándole una corona. No sé lo que es. Ha
habido abundancia de chicas alrededor desde ella. Pero fue realmente la primera. Todavía
puedo recordar como sabía. Y aquí está de nuevo.
Un lado de mi cerebro dice exactamente lo que dijo ella: Pero, ¿por qué Ed?
El otro lado de mi cerebro dice lo contrario: ¿Por qué no?
Y esto es lo que digo.
—¿Por qué no?
Ella dijo:
—Sabes que esto es solo tenis, ¿verdad?
Yo no sabía eso.
—¿El próximo sábado?
Lucinda sostiene levantada la botella y me mira a través de ella como si fuera un
magnífico vidrio. Luego toma un largo trago antes de asentir.
Sí.
108
7
La Matrix
Traducido por Rockwood & Fher_n_n
Corregido por Edgli xD
—No me gusta ser manipulado —grazna Tippi Hedren.
—Pero te gusta que te alimenten —dice Joe, tendiéndole otra semilla de girasol de
la bolsa que le di.
Joe asusta a mucha gente con su Biblia y su cerebro, sus ojos saltones grandes y
su angulosa cabeza de calabaza, pero Tippi ve a través de él. Le está haciendo ruidos de
besos en la oreja. Si no estuviese tan seguro de que soy el hombre principal de Tippi,
estaría celoso.
—Está bien —dice Rory—. Mientras estamos esperando a Gina, Top cinco de
escenas de persecución.
—Ya hemos hecho esta —dice Joe.
Rory no acepta un no por respuesta.
—Cinco: The Road Warrior. Mel Gibson antes de que comenzara a gritar a los
policías y dirigir películas en lenguas muertas.
109
—Antigua, pero decente —le digo.
—Cuatro: The Blues Brothers. Persecución en coche a través de un centro
comercial.
—Esa es una buena —dice Joe.
—Tres: Gone in 60 Seconds.
—¿La original o la nueva versión? —quiere saber Joe.
—La nueva versión —dice Rory.
—Me lo imaginaba —dice Joe.
—Una palabra —dice Rory —. Angelina Jolie.
Joe levanta su índice.
—Angelina. —Luego levanta su dedo medio—. Jolie. —Pretendiendo contar.
—Death Proof de Tarantino —dice Rory. Está en una buena racha y no puede
parar—. Zoe Bell colgando del capó del coche de Kurt Russell.
—Está bien, te concederé esa —le digo.
—Ronin. De Niro en su mejor momento.
—Eso no fue lo mejor de De Niro —digo.
—Su mejor persecución en coche —dice Rory.
—¿Nada de Bullitt?¿Nada de Rápido y Furioso?¿Nada de La Identidad de Bourne?
—Cliché —dice Rory.
110
—Tú eres cliché. ¿Qué hay de Casino Royale? La increíble persecución que abre la
película. Bond yendo con todo, persiguiendo a ese tipo a través de la obra, hasta la grúa, y
luego en la embajada.
—Eso no es una persecución de autos.
—Pero no has especificado que tipo de persecución —dice Joe—. Solo dijiste
persecución.
—Exactamente —le digo—. Y luego está Crouching Tiger, Hidden Dragon. Zhang
Ziyi persiguiendo a Chang Chen a caballo.
—El Suricato Rastrero y la Iguana Oculta20 —dice Rory con disgusto—. ¿Sobre
qué demonios trataba esa película, de todos modos? Si quieres hacer algo chopsocky, haz
chopsocky21. No finjas que es alguna gran mierda romántica.
—Te estás volviendo demasiado complejo para Rory, Ed —dice Joe. Hoy
afortunadamente está libre de la biblia, pero está sosteniendo un pequeño espejo y mirando
su rostro demacrado. Creo que está considerando definir sus pómulos quirúrgicamente.
—Bien. Vamos a simplificar. ¿Qué hay de Terminator II? —digo —. Arnold
Schwarzenegger en una motocicleta es perseguido por una cabeza de metal fundido en una
armadura.
—Y entonces —dice Joe—, Indiana Jones y el templo de la perdición. Una
persecución en los vagones de una mina. O La lista negra, donde Dirty Harry es
perseguido por las calles de San Francisco por un coche a control remoto con una bomba.
20
Juego de palabras haciendo referencia a la película Crouching Tiger, Hidden Dragon (Tigre Rastrero,
Dragón Oculto)
21
Chopsocky: Es un término coloquial con el que se designan a las películas de artes marciales.
111
—¿Y qué hay de North by Northwest, donde Cary Grant es perseguido por un
avión fumigador? —digo.
—Él no es realmente perseguido tanto como bombardeado.
—Él se escapa y el avión lo sigue. Eso es una persecución.
—Me olvidé de eso.
—¿Y tú aclamas trabajar en la tienda de vídeo más completa del mundo?
—Nunca aclamé nada —dice Rory —. Y nunca me gustó tu gente.
Yo digo.
—Es algo mutuo.
—Está bien —dice Rory —. Vamos a hacer las Top cinco de las escenas de sexo
no pornográficas.
—Una palabra: Angelina Jolie —digo.
—¡Solo soy un animal salvaje! —dice Tippi Hedren.
Joe hace un gesto hacia mí con la barbilla.
—Hablando de porno, ¿dónde están todas tus novias?
Estoy enfocando la cámara sobre una silla vacía, porque Gina aún no ha llegado.
—¿De qué estás hablando?
—Las chicas —grita Rory. Está bebiendo de una botella marrón que encontró en mi
nevera, que espero sea cerveza de raíz y no cerveza regular, porque realmente no quiero
ser responsable de Rory convirtiéndose en un perdedor aún más grande de lo que ya es.
112
—¡Traigan a las putas!
Demasiado tarde.
Ahora Joe levanta la vista.
—Deja de llamar puta a la gente.
—Lo siento, Señor Sensible. Solo estaba bromeando.
—Deja de bromear —dice Joe. Piensa en su mayoría que Rory es un idiota, pero él
no sabe o no le importa.
Aunque tiene razón. Es la primera vez en mucho tiempo que no hay fanáticas que
nos miran filmar. Espero que eso no signifique que Gina va a quedarse en casa. No me
gusta admitirlo, pero no tenemos un espectáculo sin ella.
Joe nos toca una música que quiere utilizar para el nuevo episodio.
—Jesús, suena emo —dice Rory.
—Solo porque no te guste, no significa que sea emo —dice Joe.
—Es emo. E incluso si no es emo, suena emo. Odio lo emo —dice Rory—. Además
de que no funciona para el personaje. ¿Y qué opinan de Meteors o los Distillers o una de
esas bandas de chicas gritonas?
Joe palmea la cabeza de Tippi Hedren.
—Estaba pensando que tal vez es hora de suavizar Riot Grrl un poco.
—¿Suavizarla? —Rory dice—. ¿Por qué haríamos eso?
—Bueno, ella acaba de romper con su novio. Es triste.
—Ustedes saben que Riot Grrl es un personaje de ficción, ¿verdad? —dice.
113
Joe suspira.
—Alguien piensa que este espectáculo se llama Todo sobre Rory y su pequeñísimo…
—En caso de que estés interesado, me empujaron en esa fuente —dice Tippi
Hedren.
—¿De qué demonios está ese hablando ahora pájaro loco? —dice Gina, entrando en
el garaje. Está usando pantaloncillos de mezclilla y botas negras que llegan hasta las rodillas.
—Muy amable por tu parte el que aparezcas —le digo.
—Pelea con mis padres —dice ella.
Rory dice.
—¿Otra vez?
—No les gustaban mis botas.
—Pensé que estaban en la fase de intentar comprenderte.
—Lo estaban. Lo están. Pero estoy cansada de ser comprendida todo el tiempo. Me
gusta ser sorprendente de vez en cuando. Tal vez incluso ser molesta o irritante a fondo.
Así que me he puesto mis botas.
Rory asiente apreciativamente.
—Me gusta cuando te pones las botas.
Gina se sienta en un sofá de terciopelo andrajoso que tenemos en la parte de atrás
del garaje.
—Quieren que yo vaya a la Universidad de Michigan. Ahí es donde se conocieron —
dice Gina—. Una de las mejores instituciones de la nación. Blah, blah, blah.
114
—Entonces —dice Joe— ¿Irás?
—No.
—¿Por qué no?
—¿Por qué tengo que ir al otro lado del país? En casa tengo todo.
Eso es cierto. En los años noventa, los padres de Gina ganaron grandes cantidades
de dinero en efectivo cuando vendieron su empresa puntocom antes que todos fuesen a la
quiebra. La casa de Gina es digna de McMansión. Tiene una piscina en forma de órgano
completado con cabañas individuales. Una sala de juegos. Un teatro privado. Incluso hay
habitaciones para huéspedes sobre el garaje, que, por supuesto, ellos llaman habitación de
transporte y no garaje. Todo el lugar funciona con energía solar. Ahora son ambientalistas.
Si por ambientalista, quieres decir una persona que tiene un teatro privado, una piscina en
forma de órgano, una mujer de la limpieza de Nicaragua, y el dinero suficiente para
comprar una isla.
—Me dieron un coche nuevo —dice Gina—. Un híbrido.
—Ya tenías un híbrido.
—Este es un mejor híbrido. O al menos eso dicen. Están pensando en quitármelo ya.
Están enojados porque no quiero ir a esa estúpida universidad y porque llevo botas hechas
en China.
—¿Dónde se supone que tienen que ser hechas tus botas? —quiere saber Joe.
—¿Idealmente? Viajaría a caballo a las Dakotas, dispararía a un búfalo con mi fiel
arco y flecha, despellejaría al animal, y haría mis propios zapatos utilizando un punzón hecho
a partir de un hueso de la espinilla. Luego me aseguraría de curar toda la carne, la
115
coinvertiría en penmican22, y la comería durante todo el año siguiente. Solo se debe tomar
de la tierra lo que realmente necesitas y usas. Ese tipo de cosas.
—Me gustaría verte con un arco y una flecha —dice Rory.
—Yo no creo que debamos darle ningún tipo de arma —digo.
—Quieres decir, ¿que no crees que debamos darle más armamentos? —dice Joe.
Gina sonríe y le extiende una bota.
—Creo que voy a esperar a que estas se deshagan. —Enciende un cigarrillo y tose
en su mano. Nunca había fumado antes de Riot Grrl. Ahora no puede parar. Joe me diría
que yo era el responsable de su mal estado de salud, así como su mala actitud.
Digo:
—Ella está citando Los Pájaros.
—¿Eh? ¿Quién?
—Tippi Hedren —le digo—. Cita a las líneas de las películas de Hitchcock. Los
Pájaros. Marnie.
—¿Por qué hace eso?
—Porque son las dos únicas Hitchcocks que a mi mamá no le gustan.
—Eso tiene sentido —dice Joe.
—¿Qué quieres? Es solo un maldito pájaro —dice Rory.
—Creo que eres una sabandija —dice Tippi Hedren.
22
Penmican: Es una comida
pulverizada, bayas desecadas y grasas
concentrada,
consistente
en
una
masa
de
carne
seca
116
—¿Qué quieres? No es más que un maldito pájaro —dice Joe, con los ojos brillando
en su rostro esquelético.
Gina voltea los ojos y trata de estar cómoda en el andrajoso sofá. Escogimos el
garaje como nuestro telón de fondo en lugar de, digamos, un dormitorio de una niña, porque
queríamos que el espectáculo se viera desnudo. Oscuro. Arenoso. Algo así como Gina en sí
misma. O tal vez la Gina que se ha vuelto desde que comenzó el show. Es cada vez más
difícil distinguir la una de la otra.
El episodio que estamos trabajando es uno que llamo oficialmente Episodio Nueve y,
extraoficialmente, Sexo Actuado. En ella, Riot Grrl 16 habla de la lucha que tiene con su
novio, Weasel, en un concierto de Dresden Dolls. Él se marcha y ella tiene que encontrar
su propio camino a casa. Rompe con él, pero solo unos días después lo encuentra en casa
de un amigo y terminan teniendo sexo en un armario. Es su primera vez. No está segura
de qué hacer más tarde.
Al menos, eso es lo que he escrito en el guión. Reparto las copias y todo el mundo
los ojea. Saco un lapicero y espero.
—Espera, ¿qué es esto? —dice Joe.
—¡Genial! —dice Rory.
Gina sopla humo por la comisura de su boca mientras hojea las páginas.
—No —dice ella.
—Oye, Gina, pensé… —digo.
—Pueden besarse en el closet tal vez. Eso puedo describirlo. Pero Riot Grrl no
tiene relaciones sexuales en los armarios, ¿de acuerdo? Especialmente no la primera vez.
Riot Grrl no es una estúpida ramera. Ella tiene dignidad.
117
Rory dice:
—¿En serio? ¿Desde cuándo?
—Creo que sé lo que Riot Grrl 16 hace y lo que no —le digo.
—Como el infierno —dice Gina. Sujeta mi bolígrafo y empieza a escribir en el guión.
Estoy empezando a enfadarme.
—Mira, podríamos obtener más votos si…
—¿Si atendemos a cromañones como Atila el Huno? —dice Joe.
Quiero decir: bueno, ahora que lo dices, sí. Y estoy a punto, pero soy interrumpido
de nuevo.
—Piensa por un segundo —dice Gina—. No funciona. Después de todo este tiempo,
¿por qué ella de repente tiene sexo en un armario?
—Se trata de una sátira. Se supone que se burlan de otros videos. Se supone que
se burlan de la totalidad del vídeo cultural. Cuanto más indignante la hacemos, mejor el
espectáculo.
—Pero esa es la cosa. Esto no es algo indignante. Es solo algo muy, muy triste —
dice Gina.
Una vez, Gina y yo nos entendimos en un clóset. Me divertí. Pensé que ella
también lo había hecho.
—Está bien —le digo.
—¿No te parece? —dice.
—Dije que está bien.
118
—No seas un bebé.
—No soy un bebé.
Ella sonríe y me dan ganas de conseguir ese arco y flecha metafóricos y dispararle
en la cabeza con ellos.
—Solo hagamos esto. Lo reescribiré mientras hablamos.
Agarro mi portátil y abro el documento. Me quedo bastante tranquilo, mientras que
el resto de ellos deciden que Riot Grrl no va a tener sexo con su ex novio en la fiesta.
En cambio, se mostrará en uno de sus sueños en un traje de conejo del mal.
—Y Riot Grrl dirá a Weasel: ¿Por qué estás usando ese estúpido traje de conejo?
—dice Rory—. Y Weasel le dirá a Riot Grrl, ¿Por qué llevas ese traje niña estúpida?
Joe dice:
—¿Alguien entenderá la referencia a Donnie Darko?
Digo:
—¿A quién le importa? Si lo hacen, estupendo. Si no lo hacen, los conejos malos
son graciosos. —Ni siquiera miro a Gina—. Y creo que califica de indignante, también.
Ella se ríe y luego se desploma en un ataque de tos.
—Tal vez deberíamos hacer que Riot Grrl se revise —dice Joe—. Antes de morir
de pulmones podridos y nosotros por humo de segunda mano.
—Con el tiempo —dice Gina—. En este momento, es muy divertido irritar a mis
padres por contaminar el cuerpo que la Madre Tierra me dio.
—Pensaba que tu madre era tu madre —dice Rory.
119
Sigo pensando que el sexo podría traer mejores calificaciones que un conejo del mal,
pero decido guardarlo para mí. Imprimo el guión revisado y entrego las copias. Empezamos a
armar la escena, tratando de escoger la mejor ubicación para la secuencia del sueño.
Trabajamos por una hora, luego decidimos tomar un descanso.
Rory dice:
—¿Puedo usar la computadora portátil? —La arranca de mi regazo antes de que
pueda contestar—. Vamos a echar un vistazo a los resultados de la votación. Riot Grrl,
Riot Grrl, ahora entra en el número seis. Eso sigue siendo bastante bueno. Un montón de
lindos comentarios de algunas personas claramente brillantes. —Frunce el ceño—. Y algunos
comentarios no tan encantadores. Muchos no tan encantadores. Rear*Window13. ¿Ese no
eres tú, Ed?
—¿Y?
—¿Has puesto algo?
—Solo una vez, porque unos imbéciles me molestaban.
—Mala idea.
—¿Qué quieres decir? —Coloco mi silla junto a él para poder mirar a la pantalla.
Ahí está mi post:
Sátira: el uso de la ironía, el sarcasmo, burla, o similar en exposiciones, denuncias o
ridiculizar vicios, locura, etc.
Duh.
Y aquí está la respuesta por parte de Hombre de Hojalata:
120
Aristófanes escribía sátiras. Molière. Swift. Si deseas, tirar a Jon Stewart o
Sacha Baron Cohen ahí, No me importa. Pero Riot Grrl 16 no es Los viajes de Gulliver.
Ni siquiera es Borat. Eres patético. Derivativo. Aburrido.
Duh.
Después de este mensaje, hay alrededor de, oh, un centenar más. Algunos quieren
añadir sus satíricos favoritos a la lista. Algunos deliberadamente confunden sátiras con
sátiros. Algunos solo quieren el debate de si Jon Stewart es a) caliente o b) demasiado
viejo para estar caliente. Algunos quieren incluir enlaces a sus propios videos. Pero un
montón está de acuerdo con Hombre de Hojalata. Riot Grrl es estúpido. Aburrido. No vale
la pena los diez minutos que se tarda en ver el episodio.
Hombre de Hojalata está alegre:
LOL. Me puedo imaginar a Rochester leyendo todas estas cosas. Es probable que
se esté cagando en los pantalones en estos momentos. Su cabello de color rojo está
probablemente verde. Ey, Rochester, tu madre se prostituye a sí misma en un programa de
televisión de chupa culos para ancianos. Y tú haces shows de TV chupa culos para
adolescentes analfabetos. Tal madre, tal hijo. Debe estar tan orgullosa.
—Te conoce —dice Rory.
—Él no me conoce. —Tengo un sentimiento extraño rugiendo en la boca del
estómago, pero si finjo que no está allí, va a desaparecer.
—Habló de tu madre.
—Todo el mundo sabe lo de mi madre.
—Habló de que tienes el pelo rojo.
—Entonces, ha visto una fotografía.
121
—Pero no tenemos ninguna foto de ti —dice Joe—. No en MySpace. No en la web
de MTV.
—Tenemos la foto grupal —le digo.
—Eso es en blanco y negro —dice Joe. Su mirada difícil de leer. Los músculos de
sus mejillas se contraen, como si estuviera luchando con las ganas de sonreír.
—A lo mejor no es un hombre en absoluto —dice Gina—. Tal vez sea una chica
con la que te enredaste otra vez.
No veo a Gina.
—No me enredé con nadie.
Tippi Hedren grazna:
—¡No me importa lo que creas!
—Lo que sea —dice Joe—, no le hagas caso. No publiques nada de nuevo.
—¡Pero es un idiota!
—¿Y? —dice Rory—. ¿Qué te importa? La mitad de estos lunáticos están
balbuceando sobre la última vez que se emborracharon. Todo lo que necesitamos son votos.
No necesitamos una guerra de mensajes.
—No es necesario convertirlos en nuestros enemigos —dice Joe.
Me levanto y monto un espectáculo al reunir los papeles.
—Todo lo que hice fue definir la sátira.
—Y te hiciste sonar como un idiota. Nos hiciste sonar a todos como uno, porque
todos pensarán que estamos de acuerdo contigo.
122
—Pero…
—Simplemente no hay que publicar nada más —dice Rory.
—Está hablando de mi madre.
Joe dice:
—Incluso si dices algo razonable y totalmente inteligente, la gente no lo va a tomar
de esa manera. Si haces cualquier tipo de comentario, solo le darás a este tipo municiones
para ir tras nosotros. Él sabe que estás ahí. Él sabe que lo verás. Y ahora sabe que te
molesta.
—¿Así que deberíamos dejar que un idiota diga lo que sea que quiera cuando lo
quiera?
Rory no dice nada, simplemente voltea el ordenador y señala.
Una estrella, una estrella, una estrella, una estrella, una estrella.
123
8
Lo mejor en el show
Traducido por LuceGrigori & Mais020291
Corregido por Julieta_Arg
Joe, Rory y Gina me dijeron que no debería buscar más en MTV, que solo me
terminaré enojando. Y lo hice. Pero días más tarde, todavía estoy buscando.
No puedo ayudarlo. Y cuanto más lo leo, más loco me vuelve. ¿Quién es este
chico? ¿Por qué ha dejado su litio? Y más que eso, ¿por qué todos los monos voladores
vienen volando fuera para escucharlo?
¿Qué si él no lo es todo?
El teléfono sonó. Lo tomé rápidamente.
—¿Hola?
—Hola. Estoy buscando al señor Edward Rochester.
—Ese soy yo. ¿Qué quiere?
—Hola. ¡Ed! Se trata de Erin Loder, sobre MTV.
Cierto.
124
—¿Eres la perra que ha estado publicando todo esas cosas online?
Hubo una pausa.
—Podría ser una perra, pero no creo ser la perra. Y no me recuerdo publicando
nada online recientemente. —Sonó divertida. No estaba divertido por su diversión.
—Escucha, quienquiera que seas, no estoy de humor.
Una risa baja.
—Este no es un doble, Ed. En realidad, mi nombre es Erin Loder, y realmente
trabajo para MTV. Si quieres, podemos colgar y puedes llamar a las oficinas de Nueva
York y preguntar por mí.
Mis tripas se pusieron frías, pero aun estaba sospechoso.
—Voy a hacer eso.
—¡Genial! Te hablo en un minuto. —Ella colgó.
Llamé a informaciones y conseguí el número de las oficinas de Nueva York. Pedí
que me conectaran con Erin Loder. Soy yo.
—Um, ¿Hola? —dije—. Lo siento, por eso.
—¡No te preocupes! —dijo ella—. Escucha, hemos estado manteniendo un ojo sobre
los participantes en la competición y nosotros amamos Riot Grrl 16. Nosotros realmente
creemos que tienes algo ahí.
—¿Lo hacen?
—Sí, en serio. Queremos que vengas a la oficina y converses con nosotros.
—Quieren que vaya a la oficina.
125
—Sí.
—Para charlar conmigo.
—Esa es la idea.
—¿Sobre qué?
—Bien, Eddy. Creemos que podrías ser apto para trabajar contigo. Podemos estar
interesados en producir tu show. Nos gustaría discutir algunas posibilidades. —Pausa—. ¿Ed?
¿Aún estas ahí?
—Sí —dije. Fue todo lo que fui capaz de decir. Creo que estoy a punto de vomitar.
—¡Genial! ¿Cómo hace una semana después de la que te busqué?
De algún modo me las arregle para hacer una cita y colgar el teléfono sin tirar un
Exorcista encima de toda la habitación. Me senté en la mesa de la cocina. No podía creerlo.
Estamos en nuestro camino. No necesitamos la competición más; no necesitamos nada.
Estamos en nuestro camino.
Jódete, Hombre de Hojalata.
Sé exactamente a quien llamar primero. Conseguí su buzón de voz.
—Mamá. La gente de MTV quiere hablar con nosotros sobre Riot Grrl. Dijeron que
están interesados en producir el show. Llámame de vuelta cuando oigas esto.
Llamé a Rory, Joe y Gina. Él único que no está totalmente sobre la luna es Joe,
por supuesto.
—Suena bien —dijo—. Pero esperemos a oír lo que tienen que decir.
—¿Qué podría ir mal sobre esto, Joe?
126
—No lo sé. ¿Que si quieren cambiar Riot Grrl dentro del fastidio o algo?
—Así que, luego volvemos dentro de un fastidio. —Prácticamente lancé el teléfono
de vuelta en la base.
—¿Qué fue eso?
Ese es mi papá hablando. Es medianoche y acaba de llegar a casa. Está poniendo
una cacerola que Marty dejó para nosotros en el horno.
—MTV quiere tener una reunión con nosotros sobre Riot Grrl 16. Tenemos una
cita la semana después de la siguiente. —Esperé a que dijera algo crítico.
—Huh —dijo—. Bien, eso es grandioso, Ed. Felicitaciones. ¿Quieres que vaya contigo?
—No, puedo manejarlo.
—¿Estás seguro? Algunas de esas personas de TV pueden ser muy astutas.
—Está bien, papá.
—Si estás seguro —dijo. Me dio unas palmadita en la espalda.
—Solo recuerda que este es el primer paso, nunca hay garantía en los negocios.
Rodé mis ojos tan fuerte que pensé que podían estancarse en algún lugar detrás de
mí pituitaria.
—Buena rodada de ojos. Puedo decirte que estás aprendiendo del mejor —dijo.
Colocó el cronometro del horno un minuto a la vez.
—¿Por qué no puedes alguna vez decir, eso es genial, Ed, y omitir todas las otras
cosas?
—Solo quiero que seas realista.
127
—Te vas a sentir muy estúpido si me pasan un cheque por un cuarto de millón de
dólares —dije.
Él rió.
—Ese tipo de estúpido con el que puedo vivir.
* * * * *
Me encontré con Lucinda en la cancha. Quería decirle sobre lo de la gente de
MTV también, pero tal vez mi papá ya había conseguido algo. Decidí esperar hasta que
realmente me encontrara con la gente de MTV y tuviera una buena oferta (y ese cheque
por un cuarto de millón). Además, ella está jugando como si tuviera catorce copas de café,
como si estuviera bajo un hechizo, como si tuviera una cita con Orlando Bloom justo
después del juego.
Entre los puntos dije:
—¿Estás apurada?
—Tenemos que conseguir estar en otro lugar a la una treinta.
—¿Tenemos?
Ella sirvió el cuerpo y uñas fuerte en el pecho.
—Tenemos —dijo ella.
Ella me golpeó 6-1, 6-3. No lo hice mucho mejor que la última vez que jugamos,
pero descendí mucho más rápido.
—Vamos —dijo—, estoy conduciendo. —Empezó a caminar sobre las ruedas de
Titanic.
128
—Puedo conducir —dije. Estoy caminando detrás de ella porque me gusta la vista.
Echó un vistazo atrás sobre su hombro.
—No sabes a dónde vamos.
Hay pequeños golpecitos de tambor en mis sienes. Estoy teniendo visiones de
habitaciones de motel, dormitorios, asientos traseros, y baños.
—Cierto. No lo sé.
Abrió su auto. Me dijo que siempre olvidaba cerrarlo pero eso no importaba de
cualquier forma.
Dijo:
—¿Quién lo robaría?
—Nunca sabes. Oí que hay un seguimiento de oxidadas bestias viejas.
—No hables sobre Snuffleupagus de esa forma.
—¿Snuffleupagus? Eso es muy… adorable.
—No me hagas bofetearte con mi raqueta.
—Ya hiciste eso —le dije—. ¿A dónde vamos?
—Ya verás —dijo. Condujo tan rápido como el auto podía, lo cual significaba que
estábamos viajando alrededor de 2.5 millas por hora. Dondequiera que fuéramos, iba a ser
un largo paseo.
Lo cual estaba bien conmigo. Me gustaba pasear en auto con Lucinda. Me gustaba
ver su pie moverse del acelerador al freno; me gustaba su ida a tientas y a ciegas por el
129
control del volumen de la radio que parecía constantemente estancada en alguna estación de
conversación.
—¿No puedes cambiar la estación? —dije.
—No, pero eso totalmente bueno. Es RPN.
—Oh —dije. Tenía el sentimiento de que se suponía que debía saber lo que era eso,
pero no lo hacía.
—Radio Pública Nacional —dijo, mirándome.
—Tiene algunos shows geniales en la estación. ¿Has escuchado alguna vez This
American Life?
—No —le dije. No podía imaginar qué tipo de show era del que hablaba.
Ella dijo:
—Es una revista de radio, donde hay reportes de extraños sujetos como el tipo de
superhéroe que siempre quiso ser o lo que sería ser un duende de Navidad en el centro
comercial durante los días de fiesta. Hay una historia sobre este chico a quien le robaron
su auto solo para ver en su espejo retrovisor como conducía a lo largo del coche rentado y
decidió perseguirlos.
—Así que, ¿hay historias ficticias?
—No, solo auténticas. Solo extrañas.
—Bien —dije.
—En realidad, es bueno. Me encanto esa historia sobre una línea de disculpa. Un
hombre construyó una maquina contestadora donde otras personas podían dejar sus disculpas
sobre cualquier cosa que quisieran. Miles de personas llamaron y confesaron.
130
—¿Qué confesaron?
—Robos de tiendas. Tener aventuras amorosas. Estafas. Golpear gente. Todo tipo
de cosas.
—Si llamaras a la línea de disculpa, ¿qué confesarías?
—Estoy segura de que te gustaría saber.
—Me gustaría saber. Eso es por lo que estoy preguntando.
Por un minuto creo que ella iba a decir algo realmente interesante. Pero entonces
dijo:
—Cuando tenía seis años, tomé todas las joyas de mi mamá y las enterré en el
patio trasero. Nunca supo que les pasó y nunca le dije.
—¿Nunca sospechó?
—La verdad es, para cuando comprendió las cosas estaban perdidas, había olvidado
donde las había enterrado. Culpó a mis hermanos. Ellos sabían que yo había sido pero no
podían probarlo.
—¿Por qué lo hiciste?
—Jugaba al tesoro pirata. Y pensé que estaba loca.
—¿Por qué?
—Las cosas habituales, supongo. Ella se mantenía diciéndome que hacer. Aún lo
hace. Tu turno. Confiesa.
—¿Qué quieres saber?
Me echó un vistazo con la esquina de su ojo.
131
—¿Con cuántas chicas has estado?
Me obligué a no reír.
—Soy virgen.
—Vamos, puedes decirme. —Me pinchó en la pierna—. ¿Hola?
—Estoy contando.
—Puedes darme un estimado en general.
—Es más alto que cero y más bajo que cien.
—Y hablando de perros… —Volvió dentro de un gran estacionamiento. Una señal
dice: “ALOJAMIENTO DE REFUGIO DE ANIMALES”—. Aquí estamos.
—¿Conseguirás un cachorro? —dije.
—Puedes decir eso —dijo—. Vamos.
Salimos de su coche y caminamos sobre la construcción. Dentro, olía como
desinfectante y perro mojado y basura de gato y orina y un millón de otras cosas que no
quieres saber.
Debí haber tenido un aspecto en mi cara porque ella dijo:
—Este no es un refugio-asesino. Hay solo uno para quince millas. Ellos operan en
donaciones. Soy voluntaria aquí aproximadamente diez horas al mes. No es mucho, pero es
todo el tiempo que tengo.
Una mujer de mediana edad en la parte delantera del escritorio, sonrió hacia
nosotros con grandes dientes de caballo y nos bombardeó con preguntas que no parecía
necesitar responder.
132
—¡Lucinda! ¡Hola! ¡No te he visto por un tiempo! ¿Cómo está tu mamá? ¿Y tú
papá? ¿Y Puck? ¿Aún tiene Mogget, ese divertido parche de piel en su espalda? ¿Qué
hay del señor Havisham? ¿Y quién es tu amigo?
A esto, Lucinda respondió:
—Bonnie, este es Eddy.
Bonnie dijo:
—¡Hola, Eddy! ¿Te gustan los animales? ¿Perros? ¿Gatos? ¿Has visto alguna vez
a un planeador de azúcar? ¡Tenemos uno dentro, con bebés! Vamos a necesitar algunos
nombres para esos. ¿Tú quieres sugerir de pronto nombres? ¡Es divertido! Escoge tu libro
favorito y elige algunos nombres de personajes de ahí y voilà! Así que, ¿nos ayudaras hoy?
Se detuvo y esperamos unos pocos segundos para asegurar que ella realmente
quería una respuesta de eso. Lucinda dijo:
—Sí, me ayudara hoy, Bonnie. ¿Te importa si regresamos? Empezaremos con los
perros, trabajaremos y seguiremos con los gatos.
—¡Suena genial! —dijo Bonnie. Se volvió hacia mí, rizos rubios crespos rebotando—.
¡Espero que no seas alérgico!
Tenía la sensación de que si lo era, ella o Lucinda me darían una caja de pañuelos
y me dirían que lo entendían.
Bonnie presiona una especie de zumbador debajo de la mesa de recepción. Mientras
nos movemos alrededor de la mesa, miro debajo de ésta y veo cuatro o cinco perros
escondidos, durmiendo. Lucinda tira mi manga y me lleva hacia un pasillo donde el hedor de
desinfectante es más fuerte.
—¿Qué estamos haciendo aquí?
133
—Estamos trabajando —dijo—. Estos animales necesitan algo de atención y se las
vamos a dar. Para algunos de estos chicos, es la única real atención que obtienen todo el
día.
Al final del pasillo hay una habitación grande con una fila de jaulas. En cada jaula
hay un perro. Lucinda agarra una correa de un gancho en la pared y camina hacia la fila
de jaulas.
Lucinda se arrodilla en frente de la primera jaula.
—Hola tú —dice. Un musculoso pug marrón jadeó hacia ella. Abrió la jaula y el pug
da vueltas. Sus ojos negros mármol ruedan alrededor de su cabeza como si hubieran sido
aceitados. Me ladra.
—Calla, Oliver. Este es Eddy. Eddy es un buen chico. Bueno, en la mayor parte. —
Ella amarra la correa al collar del perro—. Él va a pasearte hoy.
Me entrega la correa. El pug mira arriba hacia mí como si no estuviera seguro de
hacer la tarea.
—Bueno —dice Lucinda—. Dile hola.
—Bonjourno23 —digo
El perro ladra y luego estornuda. No estoy acostumbrado a los animales que no
responden. Y que se ven como si hubiesen estado persiguiendo a los autos estacionados. Y,
atrapándolos.
—Su nombre es Oliver Twist —me dice Lucinda.
—¿Cuál otro sería?
23
Bonjourno: Buenos días en italiano.
134
—Vayamos por un paseo —dice, más al perro que a mí. Pasamos todos los demás
perros en jaulas, quienes ladran, gimen y aúllan por su descontento. Detrás del albergue,
hay una zona con vallas para perros, donde podemos quitarle a Oliver Twist su correa.
Lucinda jala un juguete de algún lado, no sé de dónde. Algún lugar secreto donde guarda su
magia de perros. Esta es una pelota chirriante que Oliver Twist caza alrededor del patio.
Yo la alzo y él gira por ambos lados, su cabeza se retorció hacia una lado y su cola hacia
el otro. Lucinda ríe. Amo el sonido, incluso si el perro logró aquello.
Así que cuando regreso adentro y saco al segundo perro (un poodle negro llamado
Inigo Montoya) no protesto. Colocamos la correa de su collar y lo llevamos afuera por sus
cinco minutos de felicidad. Juego con él y Lucinda lo sostiene en sus brazos y lo besa y
susurra en su oído. No puedo escuchar lo que dice, pero quiero saber. Cuando le pregunto,
dice:
—Nada de tu incumbencia.
Jugamos con Inigo Montoya por un rato. Sigo diciendo:
—Hola. Mi nombre es Iñigo Montoya. Prepárate para morir.
—Leíste La Princesa Prometida24 —dice ella. No le digo que ni siquiera sabía que
era un libro, solo una película.
Hacemos nuestro camino a través de las jaulas. Lily Bart, Queequeg, Elizabeth
Bennet, Boo Radley, Bartimaeus, Huck Finn, Hermione Granger, Mary Poppins, Artemis,
Fowl, incluso Moby Dick25 (qué es uno de esos perros salchicha; le digo a Lucinda que
alguien en el albergue tiene poco sentido del humor).
24
25
La Princesa Prometida: Libro clásico escrito por William Goldman que luego fue llevado al cine.
Moby Dick: Representa a una ballena en el libro clásico que lleva su nombre.
135
Después que paseamos a los perros, vamos hacia la habitación de los gatos. Cada
gato está por su cuenta ahí. Se han cubierto a sí mismos sobre todo el lugar, en
encimeras y muebles harapientos y en esos moteles altos y alfombrados. Cajas de cartón
han sido colocadas en las esquinas y los gatos las empaquetan, las apilan una encima de la
otra. Lucinda les da agua fresca y acaricia a todos los que quieren ser acariciados y habla
con todos lo que demandan ser hablados. Su voz es baja y calmada cuando hace esto,
como si los estuviera hipnotizando. En respuesta, parpadean lentamente hacia ella. Yo
también parpadeo hacia ella, y me llama un idiota.
Camino hacia el lado más lejano de la gran habitación dónde hay un bulto solitario en
una jaula.
—¿Qué sucede con este?
—Oh —dice Lucinda—. Ese es Frank. Es un Gato manchado.
Frank estaba agazapado en la parte de atrás de su jaula. Le falta un ojo y su oído
izquierdo tiene un corte (¿mordido?) fuera. No maúlla tanto como gime mientras me acerco.
—Hola —digo, flexionándome y empujando un dedo entre las barras.
—Yo no haría eso —dice Lucinda.
Frank sisea y escupe, atacando. Arranca un par de huecos en mi dedo. Arrebato mi
mano fuera y la sacudo.
—Aw —digo.
—Te dije que no lo hagas.
—Estaba intentando ser valiente.
136
—Buen intento. Lo encontré viviendo debajo de mi porche. Se moría de hambre, así
que le di de comer sobras de la mesa. Me arañó cuando intenté atraparlo. —Apuntó hacia
las cicatrices ya desvaneciéndose en su antebrazo—. Tuve que utilizar una trampa.
—¿Haces eso a menudo?
—¿Qué?
—¿Atrapar animales que no quieren ser atrapados?
—Lo suficiente —dice.
—¿Es peligroso?
Sus ojos me ven como si estuviéramos hablando sobre algo más que sobre el tema
real.
—Alguien tiene que hacerlo.
Fuera de la habitación de gatos, Lucinda me entrega uno de esos rodillos de pelusa
así puedo quitar el cabello fuera de mis pantalones cortos y mi camisa. No funciona.
Visitamos algunos de los visitantes más extraños del albergue: algunos conejos con orejas
colgantes, cobayas, un cerdo barrigón llamado Sherlock Holmes. Hay un canario llamado
Charlotte, después de la araña.
—No te preocupes, es bastante amigable —dice Lucinda.
Puedo llevar esto. Doy de comer a Charlotte algunas semillas y se calienta hacia
mí. Delicadamente, baila sobre mi brazo y se posa en mi hombro. Pronto, está
mordisqueando mi oreja.
—Creo que le gustas —dice Lucinda.
—¿Sorprendida? —digo.
137
Creo que va a decir que no, que no está sorprendida, ella nunca lo está, pero dice:
—¿Sabes sobre aves?
—Tengo un ave —digo—. Un African Gray. Su nombre es Tippi Hedren. Ella era el
ave de mi mamá.
—Tippi Hedren. Me suena familiar.
Asiento.
—Mi mamá ama las películas, especialmente Hitchcock. Pero, nunca vio Los
Pajaros26. ¿Alguna vez la has visto?
—No, no completa. Aunque creo que sé de qué se trata.
—Bueno, a mamá nunca le gustó. Pensaba que era anti-climático. También odiaba a
Marnie. Pensaba que sería gracioso nombrar al ave como la actriz que actuó en ambas
películas. Y luego le enseñó a Tippi todas estas frases de esa película y de otras.
—¿Cómo está tu mamá?
—Bien. Feliz en Florida. Ella está…
—En la televisión, lo sé.
—Sip. De todos modos, vive ahí con un arrastrado preservado. Supongo que se
casará con él. O tal vez no lo haga. Como sea.
—Lo siento.
26
Los Pajaros: Es una película estadounidense de 1963, dirigida por Alfred Hitchcock. Melanie Daniels
conoce a Mitch Brenner en una pajarería de San Francisco, mientras éste buscaba una pareja de
periquitos para un regalo. Ella decide darle una sorpresa llevándole a su ciudad natal en Bodega Bay, la
pareja de periquitos que buscaba. Cuando llega al lugar, los pájaros de la zona comienzan a atacar sin
razón aparente a los habitantes del lugar.
138
—No lo hagas —digo—. Nosotros no lo hacemos.
Lucinda espera como si yo fuera a decir algo más sobre esto, que absolutamente no
haré. Toma a Charlotte de mi hombro y la coloca de nuevo en su jaula. Luego me lleva
hacia otra jaula que se ve vacía.
—Mira —dice, apuntando hacia una mecedora rara colgando desde la parte de arriba
de la jaula. Miro de reojo dentro de ella. Dos grandes ojos se asoman.
—¿Qué diablos es eso?
—Los Sugar Gliders27 de los que estaba hablando Bonnie en la recepción. Son
marsupiales. —Abre la jaula y se estira hacia el morral, sacando a esta rara ardilla-ratónmono con una larga cola y una raya por su espalda. Hay una ardilla-ratón-mono más
pequeña pegado al más grande. Lucinda revisa el morral—. Un bebé más ahí dentro—.
Coloca el Sugar Glider en su hombro y la cosa ardilla-ratón-mono inmediatamente se hace
pis en ella.
—Lindo —digo.
—De todos modos, no me gustaba esta blusa —dice Lucinda. Acaricia los animales—.
Hola, ahí. ¿Acaso no eres dulce? —Alza la mirada hacia mí con sus ojos de color helados.
—Entonces, ¿cómo los quieres llamar? Todo lo que tienes que hacer es escoger
nombres de personajes de libros. Aunque debería de ser un libro que amas.
—No amo ningún libro —le digo.
—Vamos. ¿Ninguno? ¿Ni siquiera por el que fuiste nombrado?
27
Sugar Glider: Es un mamífero marsupial, nativo de Australia, Nueva Guinea y Tasmania. Su nombre
científico es Petaurus Breviceps y se le conoce mejor como Sugar Glider, que en español se traduciría
como Falangérido del Azúcar. El Sugar es un animal planeador, muy parecido a las ardillas voladoras.
139
—¿Fui nombrado en base a un libro?
—¿Edward Rochester? ¿De Jane Eyre?
—Esa es una película. Mamá me hizo verla. La única razón por la que la
experiencia no me mató fue porque Orson Welles estuvo ahí.
—¿Quién es él?
—¿Estás bromeando, verdad?
Ella no está escuchando.
—Deberías de leer Jane Eyre en algún momento. Pero debe haber un libro que
ames. ¿Qué hay de los libros de cuando eras pequeño?
—Bueno —digo, pensando—, hubo un libro. Mi mamá me lo leía cuando yo tenía
como, ocho o algo así. Se llamaba La Oreja, el Ojo, y el Brazo.
—No lo conozco.
—Me gustaba porque era situado en tal vez, hace doscientos años atrás en
Zimbabwe. Era sobre tres niños, de algún general importante, que había escapado de la
casa de su padre solo para caer en manos de una gente loca. Los detectives son
contratados para encontrarlos, el Ojo, la Oreja y el Brazo. Todos ellos tienen poderes
especiales porque fueron expuestos a la radiación o residuos nucleares o algo. Como sea, el
Ojo tenía visión súper-mejorada. La Oreja tenía una oreja tan grande como la de un
elefante y tiene escucha súper sensitiva. El Brazo tiene brazos y piernas largas y de
araña, y su poder especial es que puede sentir todas las emociones que las otras personas
sienten. Los siente tanto que le duele.
—Eh —dice Lucinda—. Suena interesante
140
—Fue bueno. El último libro que recuerdo haber amado. Tal vez porque no puedes
amar una historia tanto como cuando eras pequeño. Es diferente cuando creces.
Lucinda golpetea al Sugar Glider más grande, cuya nariz se mueve involuntariamente.
—Tal vez mamá es el brazo. Las mamás siempre son brazos.
Suelto un gruñido.
—Algunas, de todos modos.
* * * * *
No hacemos más que pasear algunos perros, acariciar algunos gatos, y ser arañado,
siseado, y meado, pero estoy exhausto, como un Brazo cuando ha sentido mucho. Puedo oler
el Sugar Glider en Lucinda, este olor acre que hace que mi nariz pique. Cuando volvemos
al auto de Lucinda, abre el maletero y saca una bolsa.
—Tengo otra confesión que hacer —dice mientras hurga en la bolsa.
—¿Qué?
—¿Recuerdas cuando estuvimos en el Campamento Arrowhead? ¿Esas dos semanas
que nos encontrábamos en el bosque, al lado de la habitación de casilleros?
—¿Cómo podría olvidarlo? —Intento tocar su brazo y golpea mi mano.
—¿Recuerdas que realmente me enojé contigo por ser tan puto?
—No estaba siendo un puto —digo.
—Claro que lo hacías. Pero mi punto es que me enojé contigo por besarte con
otras chicas, pero yo estaba besando a otro chico.
—¿Qué quieres decir? ¿Qué otro chico?
141
—Su nombre era Peter algo más. Me encontraba con él detrás de la cancha de
béisbol en la mañana, contigo por la tarde.
—¡No puedo creerte! —digo. Y realmente no puedo.
Ella ríe.
—Sorpresa.
—¡Dijiste que era un perro!
Sus ojos enfocan mi cara.
—¿Estás diciendo que no lo eres?
Abro mi boca para argumentar pero no puedo hacerlo. ¿Lucinda estuvo besando a
alguien más todo el tiempo? ¿Cómo no lo supe? ¿Y por qué no me lo dijo ese último día
en los árboles, con el simple hecho de hacerme sentir peor? Eso es lo que la mayoría de
chicas hubiesen hecho.
Como un chico, Lucinda estira sus manos detrás de su cuello y tira su blusa por
encima de su cabeza. Por unos pocos segundos, veo el empuje de sus costillas contra su
piel blanca, y ese feo y enorme artilugio de un sostén deportivo, antes de que se coloque
una blusa fresca sobre su cuerpo.
Casi lloro.
—¿Lucinda?
Está colocando la bolsa de regreso en el maletero.
—¿Qué?
—¿Puedes hacer eso de nuevo?
142
—Oh, cállate.
Tomo un paso más cerca.
—Oblígame.
Se voltea y coloca una mano en mi pecho, justo donde me golpeó con la bola de
tenis. Luego, su otra mano se está curvando en mi cabello y me está besando y
matándome con su lengua caliente, y definitivamente me estoy callando.
143
9
A alguien le gusta caliente
Traducido por Fher_n_n & Rockwood
Corregido por Julieta_Arg
Después de salir con Lucinda, estoy muy tenso para ir casa. Es como si la enorme
tensión de ella se ha hecho cortocircuito en mi cerebro y me he quedado babeando e inútil.
Así que bajo las ventanas y conduzco. El sol es cálido, pero el viento todavía tiene
un poco de fuerza. No tengo ningún destino en particular en mente. Circulo a través de los
alrededores, el viento alrededor de los bloques, acelero con impaciencia en los semáforos.
Estoy bajando Alpes por carretera cuando, a lo lejos, veo la parte superior de una rueda
de la fortuna. Una de las escuelas primarias debe tener un fin de año de recaudación de
fondos y ha puesto un carnaval. Aunque son solo las cinco de la tarde y el sol se pone
alrededor de otras cuatro horas, los juegos brillan e invitan. Me sitúo en el estacionamiento.
Agarro mi cámara de video y salgo del carro. El aire es denso con el olor de los
perros calientes y algodón de azúcar cortadas con cerveza. Me abro paso a través del
paquete de los niños. Me detengo en la taquilla.
—¿Cuánto por la rueda de la fortuna? —pregunto al chico con granos que está
manejando la cabina.
144
—Siete entradas para la rueda.
—Bien, voy a tomar siete entradas.
Me mira sin comprender.
—Solo se puede comprar paquetes de diez —dice, como si esto fuera obvio. Dirijo la
cámara hacia él y la enciendo.
—¿Qué? —le digo.
Parpadea a la cámara, pellizcando nerviosamente un grano en su frente.
—Solo se puede comprar paquetes de diez —dice de nuevo. Me gusta este chico.
Voy a hacer que Rory ponga esas líneas oscuras sobre sus ojos cuando editemos por lo
que no necesitamos permiso.
—Diez, ¿eh? —le digo.
—¿Para qué es la cámara?
—Películas. —Pago por los boletos y miro hacia la rueda. No hay fila. Todo el
mundo está esperando para montar las tazas de té o el buque o las máquinas de rotor, la
máquina de vómito. El operador, un tatuado y vestido de cuero, rechazando una banda de
motoristas, me bloquea en mi propio auto. Se balancea suavemente cuando la rueda
comienza a girar, lo suficiente para hacer sentir el viaje poco peligroso, que podía ser un
artículo del día siguiente de periódico si no me quedo centrado en mi asiento.
Enfoco la cámara en mis propios pies, luego a la gente de abajo, todos seleccionados
por detrás de la reja azul oxidado. Paquetes de pinball para niños de un lado a otro.
Grupos de niños de la vieja fábrica, mirando a los grupos de niñas dispersadas en el
paisaje. No se les puede culpar. Las chicas son tan hermosas en sus camisetas sin mangas
145
y pantalones cortos y pelo desordenado ingeniosamente. De catorce y quince años y
cualquier adolescente. Sienten el verano que viene. La vida que viene. Cualquier cosa puede
suceder. También siento eso. Hago un acercamiento a los grupos de chicas, pronunciando el
nombre Lucinda.
Me paseo por la Rueda de la Fortuna durante media hora, mirando la multitud de
madres con sus pequeños, observando a los niños y niñas mirar el uno al otro, hasta que
finalmente el encargado me hace salir. Sus ojos observan sospechosamente mi cámara.
—No estabas tomando los videos raros, ¿no?
—Depende de lo que entiendas por extraño —le digo. Sostengo la cámara y le digo
que sonría. Lo hace, mostrándome su diente de oro.
Raro.
Alguien está vendiendo maíz con mantequilla caliente en el carnaval. Compro dos, los
envuelvo en papel encerado y papel de aluminio, y los llevo a casa. Encuentro a Tippi
Hedren colgando al revés en su jaula cantando “A alguien le gusta caliente”28. Casi pierde
todas sus plumas cuando ve el maíz que le había la traído.
—¡Amarillo largo! ¡Amarillo largo! —chilla. Suspendo una de las mazorcas de maíz de
los barrotes de su jaula por la cáscara, atándolo con un nudo. Se posa en la mazorca,
arrullando mientras mordisquea.
Desenvuelvo mi mazorca y me siento en mi ordenador. Se emite un sonido como si
me reconociera. Automáticamente le doy la vuelta al sitio MTV y me desplazo. El Hombre
de Hojalata se encuentra todavía en él, pero estoy en una Rueda de la Fortuna por encima
de todo. No me importa lo que dice, no me importa quién sea, no me importa si es un
28
A alguien le gusta caliente: En inglés es “Some Like It Hot”, canción cantada por Marilyn Monroe.
146
hombre. Estoy colgando de una nube, tan alto que ni los monos voladores nunca puede que
me encuentren.
Un nuevo mensaje instantáneo aparece en mi pantalla.
$ugar<loves>Honey: Hola, ¿estás ahí?
Sugar loves honey, sugar loves honey. Me devanaba los sesos. Nada.
¿Lucinda?
Rear*Window13: Hola.
$ugar<loves>Honey: ¿Sabes quién soy?
Rear*Window13: ¿Cameron Díaz?
Sugar envía un enlace a MySpace. Hago clic en él. Es la fanática, la que molestó
a Gina. Su nombre, resulta que es Sonya. En su foto, está mordiéndose el labio. Al lado
de la foto lo dice: Más caliente que tú. Y es ella.
Rear*Window13: Mucho mejor que Cameron. ¿Qué hay de
nuevo?
$ugar<loves>Honey: Nada. Ojala estuviera ahí contigo.
Rear*Window13: Estoy sorprendido. No creo que fuera muy
amable al final del rodaje.
$ugar<loves>Honey: Sí bueno, estabas trabajando, entiendo.
Rear*Window13: Bueno. No me gusta molestar a las damas.
$ugar<loves>Honey: He oído que eres bastante bueno con las
mujeres.
Rear*Window13: ¿Dónde has oído eso?
147
$ugar<loves>Honey: Tengo mis fuentes. Entonces, ¿quieres
compañía?
Rear*Window13: ¿Ahora?
$ugar<loves>Honey: Hay tiempo para presentar.
Dudo, mis dedos se ciernen sobre las teclas. Debo haber tomado mucho tiempo
porque escribe:
$ugar<loves>Honey: Si necesitas un poco de inspiración, echa un
vistazo a mis fotos.
No debería.
Le doy la vuelta a la página y hago clic en Fotos.
Miro. Y continúo mirando un poco más. No puedo creer que puso estas. Y estoy
pensando que de “puta madre” viene más de ella ahora, cuando veo su cara.
Gran Rostro.
Cara equivocada.
Rear*Window13: Me gustan las imágenes, pero este no es un
buen momento. Padres.
$ugar<loves>Honey: :(
Rear*Window13: Lo siento Sugar.
$ugar<loves>Honey: Otra noche. Voy a estar pensando en ti.
Rear*Window13: Hablamos más tarde.
$ugar<loves>Honey: Espero.
148
Ahora me siento como si estuviera sentado en un hormiguero. Busco MySpace y
Facebook y en toda la web para ver si puedo encontrar un sitio para Lucinda. No hubo
suerte. Pienso en ella quitándose la camisa, besándome, haciendo todo tipo de cosas que no
puedo imaginar, que nadie en su sano juicio aceptaría hacer y las hormigas hacen una dura
marcha a través de mis vasos sanguíneos. Embisto mi cama y mordisqueo mi almohada, el
latido de mi corazón se ralentiza.
* * * * *
Más tarde dejé a Tippi Hedren demoler la mayor parte de su maíz antes de
sacarla de la jaula para pasearla por la casa. Me siento viejo, pero no en el mal sentido, en
la forma adulta.
En el Yo-puedo-ir-a-la-playa-en-cualquier-momento-que-de-la-real-gana por favor.
Como cualquier otra vieja persona americana de sangre roja, tomo una cerveza y me
acuesto en frente del televisor. Educando Arizona, una vieja película de Coen Brothers, está
pasando en una estación de cable y digo el diálogo con los personajes:
—¡Tomaste el pañal de tu cabeza y lo pusiste en la espalda de tu hermana! —Y—.
Dame ese bebé, ¡tú cerdo del demonio!
Después de Educando Arizona, encuentro una estación pasando Vértigo de Hitchcock,
James Stewart como policía con miedo a las alturas que está enamorado de una mujer
fingiendo ser otra persona. Kim Novak interpreta a la mujer. Hitchcock realmente amaba a
sus rubias. No se lo puede culpar.
Debo de haberme quedado dormido porque lo siguiente que supe fue a Tippi gritando
algo sobre San Francisco y mi papá se cierne sobre mí.
—Hola —le digo.
149
—¿Qué pasa con la cerveza? —dice.
—Me quedé dormido antes de que me bebiera todo.
—Sabes que no me gusta que bebas.
—Lo sé —digo.
—Entonces, ¿por qué lo hiciste?
Tienes unos padres amorosos. Siempre que hagan preguntas que (a) conoces las
respuestas o (b) no tienes una respuesta razonable.
—Tomé la cerveza debido a que las pequeñas voces en mi cabeza así lo dijeron —le
digo.
—No eres divertido.
—Oh, pero lo soy.
Papá se sienta junto a mí, y Tippi sube por el brazo hacia su hombro. La acaricia
con suavidad y ella le da un codazo dedos con su pico.
—Tu mamá amaba este pájaro.
De repente me doy cuenta de que mi mamá no me ha llamado todavía acerca de
MTV.
—Sí, ella lo amaba tanto que se fue de aquí.
—Recuerdo que cuando lo conseguimos. Estábamos en una tienda de mascotas.
Terrible lugar. Perritos tristes, enfermos por todas partes. Tu madre pidió hablar con el
gerente. Quería demandarlos. Quería que cierren.
He oído esta historia un millón de veces.
150
—Lo sé, papá.
—Pero antes de que el gerente pueda ir a la mesa de trabajo, un divertido pajarito
empezó a hablar con ella. Decía: “¡Hola, señora!” Lo recuerdo claro como el agua. “Hola,
señora”. Tu madre estaba tan sorprendida.
—¿Le sorprendió que le dijera señora?
—¿Cuánta cerveza has bebido?
—Cinco botellas, más o menos.
—Entonces, el pajarito divertido dice: “¡Hola señora!” Y tu madre me dice que se
trata de una línea de una de sus películas favoritas, La princesa prometida. Fezzik el
gigante se lo dice a la Princesa Bellota en el final.
—He visto la película. —No menciono que es también una de mis favoritas. Pero no
tengo que hacerlo, porque mi padre ya lo sabe. Es uno de sus favoritos, también. Siempre
decía que mamá parecía Robin Wright.
Penn, quien interpretó a Bellota en la película. Nadie más vio el parecido, pero
supongo que no importa tanto si lo hicieron o no lo hicieron. Papá juró por ella.
—De todos modos, el ave era tan mona que tu madre se olvidó de demandarlos y
compró el pájaro en su lugar.
—¡Tengo que llegar a San Francisco! —chirrió Tippi.
—Lástima que mamá tenía que ir a Miami.
Papá se queda en silencio y por un segundo me siento mal por arruinar su historia.
Le encanta contar esta historia, le encanta hablar de sus primeros años con mamá. Pero
estoy molesto. Ella debería haberme llamado. Debería haber sido la primera en felicitarme.
151
Toda esta charla sobre mamá está arruinando mi buen humor por Lucinda. Cambio
el tema.
—¿Cómo estuvo el trabajo?
—Súper —dice de esa manera seca que tiene para que la gente no sepa si es de
verdad o si está bromeando—. Fuimos a Staten Island. Otra pequeña casa. No sé por qué
todas esas personas con esas casitas acumulan tantas cosas.
—Entonces, ¿qué has encontrado?
—Bolas gigantes de papel de aluminio. Estaban por todas partes.
—¿Qué estaban haciendo con ellas?
—¿Guardarlas en caso de exceso de restos de comida? No lo sé. Lo curioso era
que no tenían ningún problema para deshacerse de cualquiera de las habituales, como
muebles extras, lámparas raras en forma de sirenas, cuatro pares de zapatos de bebé de
bronce, discos viejos, lo que sea, pero se negaron a deshacerse de las bolas gigantes de
papel de aluminio.
—¿Por qué?
—¿Valor sentimental? ¿Enfermedad mental general? Wally habló con ellos, el
diseñador habló con ellos, los productores hablaron con ellos, pero no importaba lo que les
dijésemos, no se desharían de ellas. Los diseñadores terminaron teniendo que incluirlos en la
decoración. Las colgaron del techo como bolas de discoteca.
—Algunas personas son demasiado tercas para su propio bien.
—Sí —dice—. Hablando de tercos, ¿has pensado de nuevo sobre la universidad?
—Buenas noches, papá.
152
Mi buen humor por Lucinda me dura hasta el siguiente ensayo. Todos estamos en
mi garaje escuchando mientras Gina repasa sus líneas.
—Mi mamá y mi papá me dijeron que no podía ir a la fiesta, pero, ¿qué me importa
lo que piensen? Después de que se fueran a la cama, salí por la ventana. Josh me había
escuchado y Weasel había terminado y creía que iba a mudarse, el pequeño idiota. Le dije
que me besara el trasero. Él dijo: “Cuando quieras, dulce”. ¿Dulce? ¿Quien le dice “Dulce”
a una chica y espera ligar?
—Aquí es donde vamos verter una bolsa de azúcar sobre la tierra —dice Rory.
—Y podríamos pasar esa vieja canción, “Sugar, Sugar” —dice Joe.
—¿Qué canción? —dice Rory.
—Ya sabes sobre cual estoy hablando.
—No, no lo sé. No estaría preguntando si lo supiera.
—Dice: “Sugar, ah, honey, honey”.
Toda esta charla sobre lo dulce me recuerda a mi triunfo personal, es decir,
dándole la espalda a una chica caliente por mi propia voluntad. Debo ser una especie de
superhéroe. Espero que Lucinda aprecie el esfuerzo. Acaricio a Tippi Hedren y ella
ronronea.
—¿Qué te pasa con las canciones raras? —dice Rory.
—Esa no va con Riot Grrl en absoluto.
—De todas maneras, no sé si realmente tenemos que hacer esto ahora —les digo—.
Nos encontraremos con la gente de MTV en unos días. Probablemente nos den algunas
indicaciones.
153
—Estás hablando como si fuera un hecho consumado —dice Joe.
—Dijeron que quieren producir el show —le digo.
—Creí que habías dicho que quizás estarían interesados en producir el show. Y,
además, nosotros somos los productores.
—Somos los productores de un vídeo que se está reproduciendo en conjunto al de
un chico que se puede meter dentro de una maleta —le digo—. Prefiero ser coproductor
de un verdadero espectáculo, ¿tú no?
—¿Cómo sabes que incluso nos van a dar algo de crédito? —dice Joe—. Quizá
tengamos algún “basado en la idea de...” en los créditos y eso es todo.
—¿Podemos ir a escuchar lo que la mujer tiene que decir antes de ponernos todos
Apocalípticos sobre el tema? —pregunta Rory—. Creo que hemos estado pensándolo
demasiado. —Hace un gesto hacia la Biblia que Joe está agarrando—. Tienes el día del
juicio final en el cerebro.
—Solo estoy tratando de ser realista.
Resoplo.
—Hablas como mi papá. Esto solo podría ser lo que hemos estado hablando desde
que teníamos catorce años. Esto podría financiar nuestros futuros proyectos de JFM.
Cuando digo eso, Joe mira al suelo.
—Pero tal vez tú no estás pensando en hacer más proyectos JFM.
Su cabeza se levanta.
—No he dicho eso.
154
—Lo estás pensando. ¿Vas a decirme que si ganamos este concurso, podrás
renunciar a la universidad?
—Yo renunciaría a la universidad —dice Rory—. Lo haría en un segundo.
—Solo estoy diciendo que creo que el hecho de que hagamos todo nosotros mismos
va a impresionar a más personas más adelante —dice Joe.
—¿Qué gente? —digo yo—. Y ¿cuándo?
—¿Por qué tienes tanta prisa? —dice Joe—. Ni siquiera nos hemos graduado
todavía.
—Eso es solo un tecnicismo en este momento.
—Darren Aronofsky no hizo Pi hasta que estaba en los mediados de sus veinte.
Rory se está molestando.
—¿Y qué? ¿A quién diablos le importa lo que Aronofsky hizo? Y Pi fue un
desastre. Es un insulto para los matemáticos.
—Pi fue visionario —dice Joe—. Y no puedes hacer matemáticas para salvar tu
vida, así que, ¿qué es para ti?
—¿Por qué no podemos simplemente escuchar lo que tienen que decir? Si no te
gusta, entonces hablaremos, ¿vale?
Gina entrecierra sus ojos y me mira a través de las rendijas.
—¿Qué pasa contigo?
Tippi ronronea tan fuerte que suena como un tigre después de comer un antílope.
—Nada.
155
—Sí, algo pasa. Estás demasiado calmo.
—Siempre estoy tranquilo.
—Estás demasiado tranquilo.
—Sí —dice Rory—. Incluso Tippi está calma. Y ella nunca lo está.
—Estoy bien, chicos. Todo está bien.
—Hay una chica nueva, ¿no? —dice Rory.
—No —le digo.
—Sí, así es. Tienes esa mirada de chica nueva.
—No hay chicas aquí —le digo.
—¡Solo soy un animal salvaje! —dice Tippi Hedren.
—Lo siento, Tippi. Y, uh, Gina.
Gina me mira fijamente. Sus ojos oscuros me hacen sentir raro, como si pudiese
entrar en mi cerebro y ver que hay alguien más allí. Enciendo el televisor destartalado en
la esquina, el que hace que todos parezcan verdes. Hay un concurso Ultimate Fighting. Por
un momento, veo a dos chicos hacer todo lo posible por moler a golpes al otro, sus rostros
rosas y pulposos.
—¡Wow! ¡Sam Stout realmente puede recibir un golpe! —dice uno de los locutores.
—No se llega a ser un campeón de kickboxing por ser un cobarde —dice otro.
Gina se burla.
—Cuando estos chicos hayan dado a luz, pueden hablar conmigo sobre ser valientes.
156
—Tú tampoco has dado a luz nunca —dice Rory.
—Bien. Cuando estos chicos hayan tenido un único calambre menstrual y no hayan
llorado como un bebé, pueden hablar conmigo sobre valentía. —Tira su cigarrillo al suelo y lo
apaga con su bota—. Voy a conseguir un refresco. —Ella sale estrepitosamente de la
habitación.
—Con tacto, como siempre, Ed —dice Joe.
—¿De qué estas hablando? ¿Qué he hecho?
Él no responde a mi pregunta. Parece que no va a contestar ninguna pregunta.
—¿Te importa si echo un vistazo a la cámara hasta que vuelva? Estoy pensando en
comprar una.
—¿De veras? ¿Para qué?
Él se encoge de hombros.
—Para esta cuestión que quiero hacer. No es la gran cosa.
Rory, que se había tirado en el sofá de terciopelo raído, dice:
—Oye, si tienes alguna buena idea, sé un hombre y compártela. Siempre podemos
utilizar algunas nuevas ideas.
—No es nada —dice Joe—. Ni siquiera es un espectáculo ni nada. No para Jumping
Frenchmen. Solo quiero hablar de religión.
Rory frunce el ceño.
—¿Quieres qué?
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—He estado leyendo mucho la Biblia, ¿no? Hay toda clase de cosas allí. Un montón
de cosas sobre las que la gente no habla. Quiero hablar de eso.
—¿Vas a dar lecciones sobre la Biblia en la cámara?
—No, solo voy a hablar de lo que he leído, eso es todo. Lo que pienso al respecto.
Nada intenso.
—Correcto, Joe. Hablar de la Biblia no es intenso.
—No es así. No importa. Como he dicho, no es nada para Jumping Frenchmen.
Durante cuatro años, hemos trabajado juntos. Ni una sola vez ninguno de nosotros
ha hecho un proyecto independiente. No lo necesitábamos. No queríamos. Y ahora que
estamos en este concurso, que vamos a encontrarnos con MTV para la producción de este
espectáculo, y Joe se niega a responder a mi pregunta acerca de aplazar la universidad,
parloteando acerca de la Biblia. ¿Qué dice eso acerca de su compromiso? ¿Qué dice eso
acerca de él? Hace que me pregunte. Tal vez no quiere que esto funcione. Tal vez
preferiría ir abajo en llamas o simplemente un periodo en bajada, para poder seguir adelante
con su mucho más significativa, artística e intelectual vida.
—No quiero hablar de la Biblia. Quiero hablar sobre la chica nueva de Eddy —dice
Rory—. ¿Quién es? ¡Espera! ¡Ya sé! Esa chica groupie sobre la que Gina estaba tan
enojada. Ella era caliente.
Niego con la cabeza.
—No, no es ella.
—¿Quién, hombre?
—Olvídalo —digo.
158
—Tú. Debes. Decírmelo —dice Rory. Está saltando en las puntas de los pies, como
Meatball. No hay nada sobre lo que Rory le guste hablar más que sobre chicas. Sus
chicas, tus chicas, las chicas de ese tipo, todas las chicas que andan por la faz de la
tierra.
—No es nadie que conozcas —le digo—. O por lo menos, nadie que supongas.
—Me estás matando —dice Rory. Incluso Joe parece medianamente interesado.
Una voz en la parte de atrás de mi cabeza me dice que solo había sido un beso y
no debería decir nada, o me traería mala suerte, al menos no todavía. Y sé que Joe está
colgado por ella también, ¿y realmente necesito que el Chico de Calabaza Tallada esté aún
más enojado? Pero quiero hablar de ella, quiero decir su nombre en voz alta. ¿Y a quién le
importa Joe? No parece estar pensando mucho acerca de nosotros, tampoco. Cualquiera de
nosotros.
Yo digo:
—Lucinda Dulko.
—¿Huh? —dice Rory, arrugando la cara—. ¿La chica deporte?
—¿Qué? —dice Joe.
Rory piensa en esto por un minuto.
—Le doy un 7.69. —Rory siempre es muy preciso sobre sus calificaciones—. Gana
crédito por las cebollas, pero con puntos de descuento por cubrirlas. Rostro agradable, pero
los ojos de la ciencia ficción. Además, tiene pantorrillas grandes.
—No tiene pantorrillas grandes.
—Sí, las tiene. Más grandes que las tuya.
159
—Eres un idiota —le digo.
Joe dice:
—De ninguna manera.
—¿De ninguna manera qué? —digo yo—. ¿Las pantorrillas?
—No hay manera de que Dulko salga contigo, Ed. —Su voz es baja y tranquila,
pero está sonriendo siniestramente, como si estuviera canalizando a Jack Nicholson.
—Acabamos de salir el sábado. Vamos a salir de nuevo este fin de semana.
—Ella no es tu tipo —dice Joe—. Déjalo.
—¿Cuál es mi tipo, Joe?
Él dice:
—¿Por qué no la dejas en paz?
—¿Por qué? —digo yo—. ¿Sientes algo por ella?
—No tengo que sentir algo por ella para que sepa que todo lo que vas a hacer
es... —se calla.
—¿Lo único que voy a hacer es que? ¿Qué sabes tú acerca de lo que quiero
hacer?
Ante esto, él sacude la cabeza.
—¿Estás seguro de que Dulko sabe de esto? ¿Estás seguro de que esto no es
una fantasía tuya?
—Que te jodan.
160
—¿Por qué? ¿Te has quedado sin chicas o algo así? —Agarra su Biblia y camina
hacia la puerta.
161
10
Historia del Viejo Oeste
Traducido por parvatti (SOS), PaulaMayfair & Mais020291
Corregido por Julieta_Arg
No tengo clases con Lucinda, ni siquiera el almuerzo, mi casillero queda en el otro
lado del mundo, y aunque nunca le diría a nadie esto, no tengo su número y los Dulkos no
son muy cotizados. Espero toda la semana para jugar al tenis. Una muy larga semana. Joe
apenas me habla, Rory no se calla. Gracias a Dios, nadie dice nada delante de Gina, así
que conseguir más botellas jamás se me pasó por la cabeza.
Hoy Lucinda lleva una camiseta blanca y pantalones cortos. Lleva su raqueta y su
botella de agua. No lleva lápiz labial o medias de red o tatuajes o escote. Ni laca para el
cabello o delineador de ojos. No tuerce su cabello, o pestañea incesantemente o cualquiera
de esas cosas que hacen las chicas normalmente.
—Hola —le dije.
—Hola —me contestó sonriendo. Quiero darle un beso, pero no puedo estar seguro
de que ella lo desee. Le doy un puñetazo en el hombro, uno pequeño. Se ríe y me golpea
con su raqueta el trasero. Y antes de que se me ocurra algo más amistoso, se va hacia
el otro lado de la cancha.
162
Me gana de nuevo, pero esta vez es 6-1, 6-4.
—Lo hiciste mucho mejor esta vez —me dijo cuando terminamos. Nos sentamos en
las gradas en un lado de la cancha, bebiendo el agua que trajo. Ella huele a talco para
bebés y sudor.
—Te deje ganar esta vez —dije—. La próxima vez, no seré tan bueno.
—¿Quién dice que habrá una próxima vez?
—¿Qué quieres decir? —dije muy rápido y alto, y ahora lo sabe.
Ella sabe.
Quiero meter mi cabeza en el agua. Pero solamente dice:
—¿Qué harás para la cena?
—No tengo planes.
—¿Por qué no vienes a mi casa?
—¿Cocinarás?
—¡Ja! Muy gracioso. No. A menos que desees un sándwich de mantequilla de maní y
jalea. Mi hermano cocinará. Es un chef. Bueno, en realidad está estudiando para chef. Pero
es magnífico cocinando. Y le encanta que gente nueva pruebe su comida. Siempre hace
demasiada.
No tengo ni idea si quiere que conozca a su familia, o si se trata de algún tipo de
cita, o si solamente quiere deshacerse de la comida extra. Pero, lo tomaré.
—Claro. Estoy dentro.
—¿Cómo a las seis?
163
—Perfecto.
Toma su raqueta y se pone delante de mí. Estoy de cara al sol, por lo que tengo
que entrecerrar los ojos para verla. Todavía está un poco sudorosa por el partido, por lo
que su piel blanca destella con las gotas, quemando mis retinas.
Está allí mucho tiempo hasta que se va.
* * * * *
Cuando llego a mi casa, Meatball está tumbado sobre mi cama con una almohada
sobre su rostro. Y no estoy seguro de si duerme o está muerto. Muerto, imagino.
Tiro la almohada al suelo.
—¡Meatball! ¿Estás bien? —Presiono mi oreja en su pecho para comprobar el latido
de su corazón.
Thump, thump, thump. Después chequeo su pulso, presionando mis dedos en su
muñeca. Y cuando iba a iniciar RCP, anudando mis dedos sobre su esternón, uno, dos,
tres, cuatro veces.
—Tendrás a mis piernas paralizadas en la próxima escena —dice Tippi Hedren
desde su jaula
Meatball habló sin abrir sus ojos.
—Se supone que también debes darme cuatro respiraciones cortas.
—Sí, lo sé —le dije
Abre sus ojos.
—¿No me quieres?
164
—Siempre. Pero no te besaré.
Se sienta.
—Eres un tipo gracioso, Eddy.
—Eso me dicen.
—No hablaste con mamá esta mañana.
—Estaba ocupado. Tenía cosas que hacer.
—Se va a preocupar por ti. No deberías ignorar sus llamadas.
—Como dije, Meat, tenía cosas que hacer. Para el trabajo, sabes. Debe entender
eso.
—Tal vez puedas llamarla la próxima vez —dijo Meat.
—Quizás.
—¿Qué estás haciendo?
—Poniendo las cosas al día realmente. Tengo que darme una ducha y cambiarme. —
Le doy la vuelta al armario por una camisa. Saco una naranja con rayas.
—Camisa azul —dice Tippi.
—No quiero una camisa azul, Tippi.
—¿A quién le importa que tipo de camisa llevas? —dijo Meatball.
—A mí —dije.
—Tippi es quien se preocupa —dijo Meat—. Tú no te preocupas por eso.
—Hoy me importa.
165
—¿Por qué?
—Porque saldré mas tarde —dije.
—¿A dónde irás?
—A la casa de un amigo.
—¿En la casa de quién? ¿En la de Rory?
—No, no en la de Rory.
—¿En la casa de Joe?
—No —dije.
—Entonces, ¿a dónde? —Se queda en silencio, cruzando las manos sobre su
regazo—. ¿Irás a la casa de una chica?
—Quizás.
—¿Huele bien?
—Sí —dije, peinando mi cabello—. Huele muy bien.
—No lo creo.
—Háblame en unos cinco o seis años. Puedes cambiar de opinión.
Él suspiró.
—Estoy condenado.
—¿Qué piensas de esta? —dije mostrándole la camisa marrón que mamá me envió
por navidad.
Meatball me mira fijamente.
166
—Creo que es una camisa.
—¿Crees que luzco bien?
—No, te ves de la cagada.
—Gracias, Meat.
Toma la almohada en el suelo y la pone de nuevo en mi cama.
—No quiero que te vayas.
—Claro que sí. De esta forma, obtienes a Marty y a papá todo para ti.
Si Meatball estaba aquí, Marty estaba cerca en algún lado.
—No has jugado Dance Dance Revolution conmigo todavía. Dijiste que lo harías. Me
estoy haciendo bueno en eso.
—Mañana.
—Tienes que prometerlo.
—Lo prometo —le dije—. Jugaré video juegos mañana contigo.
—Todo es siempre mañana.
—Hasta que se convierte en hoy.
—No entiendo, ¿qué significa?
—No importa. Me tengo que ir ahora, Meat.
—¿Para ver a la niña apestosa?
—Sí, para ver a la niña apestosa.
167
Se sienta y me mira fijamente.
—Vas a darle un beso, ¿verdad?
—Eso creo.
—Solo soy un animal salvaje —dice Tippi Hedren.
—Bueno, es bueno verte eligiendo ropa decente. ¿Cúal es la ocasión? —dijo Marty
desde el umbral. Tiene la llave de nuestra casa, por lo que pueden aparecer con Meatball
cuando quieran.
—Eddy va a ver a una chica —dijo Meatball.
—Estarás de vuelta para la cena, ¿cierto? —dijo Marty—. Tu padre finalmente
estará en casa; ¿recuerdas que te dije que vendría? Pensé que todos podríamos comer
juntos. Estoy hacienda pasta. Cuatro quesos.
No recuerdo que me haya dicho algo. Sostengo la camisa en alto y chequeo en el
espejo para asegurarme que es más chocolate que una cagada.
—Lo siento, Marty, pero ya le dije a mi amiga que iría a su casa.
Cruza los brazos y se apoya en el marco de la puerta.
—Estoy seguro de que te lo mencioné. Justo el otro día.
—No lo creo. Como sea, realmente me tengo que ir a casa de mi amiga.
—¿Qué amiga?
—Nadie que conozcas. Solo alguien de la escuela.
168
—Oh —dice. Y puedo ver que está decepcionado, pero no sé qué más decir. No hay
manera de que le falle a Lucinda para que poder salir con Marty y mi papá. Me sentía
tan presionado que mis neuronas amenazaban con arrojarse por mis orejas.
—¿No puedo convencerte? —dijo Marty—. Estoy preparando un pastel de chocolate.
Puedes traer a tu amiga aquí. Tu padre estará un poco triste. Hoy habría sido su vigésimo
aniversario.
—¿Quieres decir hoy que hubiera sido su aniversario si mamá no se hubiera
divorciado de él para casarse contigo y luego dejarte para irse a Miami?
—Bueno, si lo pones así —dice.
—¿No hay otra manera de ponerlo? —digo. Me gusta Marty. Me gusta mi papá.
Pero si me hubieran dicho que iban a convertirse en mejores amigos después de que mi
madre los dejó a los dos, yo habría dicho que estaban locos. Parece más como el tipo de
situación que tú aterrizas en los talk shows diurnos, punzones oscilantes.
—También esperábamos que pudiéramos hablar contigo acerca de tus planes —está
diciendo—. El mundo del espectáculo es tan inestable. ¿Por qué al menos no vas a la
escuela y haces estudios de cine? Aún podrías hacer tus propias películas en el lado.
—¿Et tu, Marty? No quiero hacer películas en el lado. Quiero hacer películas, de
época. Y no es necesario perder cuatro años solo para hacer que todo el mundo se sienta
mejor.
—No se te puede convencer de mucho en estos días, ¿cierto?
—Marty... —digo.
—No importa. Ve. Disfruta tú mismo. —Piensa por un segundo—. Pero no
demasiado.
169
Mira fijamente a Meatball como si el chico fuera una especie de cuento con
moraleja humana.
—Tengo que ir a San Francisco —grazna Tippi Hedren.
Marty pone los ojos.
—Y enseña a tu ave algunas líneas nuevas.
* * * * *
La casa es de tamaño medio y llena por todas partes con arbustos de maleza y
flores rojas y amarillas. Llamo al timbre. Estoy nervioso, como nunca he estado alrededor
de otras chicas, como siempre estoy a su alrededor. La puerta se abre y una pequeña
mujer con el pelo brillante como el de Lucinda está sonriéndome.
—Tú debes ser Ed —dice.
Me toma un minuto decir:
—¿Señora Dulko? —Porque esta mujer es demasiado joven y demasiado increíble
para ser la madre de nadie.
—Sí, sí, esa soy yo. Entra.
La sigo a la casa y por el pasillo.
—Estamos contentos de que hayas podido venir —dice—. David ha hecho tanta
comida que no hay manera de que pudiéramos comernos todo.
Pronuncia el nombre de David como Da-Veed29.
29
David en ingles de pronuncia algo como Deivid, cuando dice Da-Veed quiere decir que pronuncia el
nombre como lo pronunciamos en español.
170
No sé cómo puede decir que no hay gente suficiente para comer la comida, porque
cuando entramos en la habitación familiar, se ve como una fiesta para mí. Hay al menos
una docena de personas bebiendo vino y riendo o meneando la cabeza a la música salsa que
viene de la radio en el centro de entretenimiento a lo largo de la pared. Una de las
paredes abre a la cocina, y decido que Da-Veed debe ser el tipo agitando cosas en la
cocina y murmurando para sí mismo. El tipo algo viejo en el sillón tiene que ser el padre de
Lucinda. No se puede decir quienes son los demás. Hay dos perros usando la gente como
pistas de obstáculos y un gato blanco con una calva en la espalda, sentado en la parte
superior del televisor. ¿Y dónde diablos está Lucinda?
—Todo el mundo, este es el amigo de Lucy, Eddy —dice la señora Dulko. Antes de
que me puedan reconocer, hay un golpecito en mi hombro.
—Hola, Eddy.
Me doy la vuelta. El pelo de Lucinda está atado atrás y tiene una flor rosada
pegada detrás de la oreja, que podría haberse visto tonto, pero en su lugar se ve
locamente caliente, como una chica de calendario de los años cincuenta. Creo que está
usando maquillaje, también, porque sus labios están brillantes y sus ojos helados parecen
enormes. Y luego está el vestido negro sin mangas que se sumerge en el frente. Mi
cerebro grita, ¡tetas! pero esa es una palabra demasiado pequeña y demasiado fea. Estas
son firmes y llenas, un canal del tamaño de una nariz entre ellas.
No me extraña que las mantenga en secreto. Es todo lo que puedo hacer para no
enterrar mi cara en ellas.
Debo haber estado allí sin habla durante un tiempo, porque alguien dice:
—Limpia bien, ¿verdad?
—Sí —digo, y cuando lo hago, mi voz se quiebra, lo que hace reír a todos.
171
—Deberías usar un vestido más a menudo, pequeña Lucy —dice una mujer de lápiz
labial rojo—. Eso se ve como si él hubiera sido golpeado con un bate de béisbol.
—Lo tendré en cuenta, tía Carmen —dice Lucinda, dos manchas rosadas ardiendo
en sus mejillas. Se sacude y me presenta a su alrededor. Sus hermanos, David, que saluda
desde su lugar en la cocina, y Roberto, ambos mayores. Su padre, Andrew. Sus tíos y
tías. Un puñado de primos. Los perros, Puck, una especie de terrier, y la señora Havisham,
un labrador. El gato, Mogget, que se enrolla alrededor de mis piernas pero sisea cuando
trato de acariciarlo. Me ofrecieron una bebida y conseguí té helado de frambuesa con hojas
de menta aplastada en el fondo del vaso. La gente se aplasta en el sofá para dejar
espacio para que Lucinda y yo podamos sentarnos. Mogget se posa sobre mi regazo, tenso
como un conejo. Creo que tal vez es un conejito de ataque, así que no hago ningún
movimiento brusco. Me preguntan por mis padres, la escuela, y sobre mis aficiones y si soy
o no un jugador de tenis también.
—Es bastante bueno —responde Lucinda por mí.
—No es tan bueno como tú, sin embargo, ¿eh? —dice la tía Carmen.
—Nadie lo es —digo.
Tía Carmen apunta hacia mí.
—Chico inteligente. ¿Le contaste lo que pasó ayer?
—¿Qué pasó ayer? —digo.
—Oh, no es gran cosa —dice Lucinda.
—Es importante —dice su madre—. Le ganaste a esa chica desagradable con la
cara de caballo.
Lucinda se ríe.
172
—No tiene una cara de caballo.
—Tiene una cara de caballo —insiste la señora Dulko.
—¿De quién estamos hablando? —digo.
—¿Recuerdas a Penélope? —dice Lucinda—. ¿La chica que piensa que es todo
eso? ¿La que me mantiene psicológicamente fuera?
Estoy sonriendo ya.
—Déjame adivinar. Vertiste tu leche sobre su cabeza como te dije.
—Nop. Entró en el vestuario y me dio algunos cupones para salón de bronceado
para que, y cito, no te veas como una mancha solar en la cancha, fin de la cita. Le di las
gracias y le dije que el exceso de peso se veía muy bien en ella.
—Brutal —digo.
—Se lo tenía merecido —dice el señor Dulko.
—¿Cuál fue el resultado? —digo.
—7-6, 7-6. Dos desempates —dice un tío al azar—. Increíble.
—No es tan increíble —dice Lucinda—. Fue solo una práctica de encuentro.
—Sí, pero ahora ella y tú saben que puedes vencerla —digo.
—¡Exactamente! —dice la señora Dulko—. Eso es lo que sigo diciéndole. Escucha a
tu amigo, Lucy.
173
—Lindo amigo —dice la tía Carmen de los rojos, rojos labios, y puedo sentir mi cara
calentarse—. Oh, míralo ruborizado, Lucy. Es modesto. Él es tímido30.
—Oh, sí —dice Lucinda—. Realmente modesto.
—Él es mucho más lindo que el último31 —añade la tía Carmen, sin dejar de
mirarme. Tomé tres años de español, pero lo dice demasiado rápido. Me lleva unos dos días
para darme cuenta de que dijo: “Es mucho más lindo que el ultimo”.
El último. ¿Quién demonios era el último?
—Sí —murmura Lucinda, coincidiendo con la tía Carmen. Toma mi mano y la
aprieta.
Quiero saber si habla algo más de español. Y quiero inclinarme y lamer su hombro.
Da-Veed sale de la cocina con una bandeja de comida, poco frito, bolsas de carne
(empanadas, dice), pero, ¿a quién le importa? Son increíbles. A pesar de que estoy yendo
con la cosa de invitado cortés, como unas catorce de ellas y bebo tres vasos más de té
de menta. Eso solo me consigue más elogios de la tía Carmen y los tíos al azar, que
aparentemente aprueba masticando serios. Estoy empezando a preocuparme por el padre de
Lucinda, que mantiene los ojos cerrados y moviendo la cabeza a la música, pero no ha dicho
nada todavía. Me pregunto si es uno de esos tipos locos, sobreprotectores, Don Corleone,
Tony Soprano quien no permitirá a su hija ver a cualquier hombre sola, y por eso tenemos
que tener a toda la familia de chaperona. Me pregunto si voy a obtener un golpe en mí.
La próxima vez que David trae otra ronda de empanadas, ofrezco al padre de Lucinda el
plato, con la esperanza de iniciar una conversación para que sepa que soy un tipo amable
que no va a molestar a su bebé.
30
31
Español en el original.
Español en el original.
174
Incluso si ese es el plan a largo plazo.
—Estas son magnificas, señor —digo. Me imagino que el “señor” demuestra que
estoy haciendo un esfuerzo.
El papá de Lucinda toma el plato y dice:
—Gracias. —Y se queda mirando a la radio como si la banda de salsa fuera a salir
de ella. Luego cierra sus ojos de nuevo.
Vale.
Así que tal vez el padre no es un gran problema en esta familia. Quizás sean las
mujeres, que siguen a Lucinda con sus ojos, que miran hacia atrás y hacia adelante entre
nosotros, susurrando. ¿Nos están casando ya? ¿O están conspirando para hacerme correr
fuera de la ciudad?
Siento esa pesadez, ese peso que tienes cuando alguien está realmente mirándote, y
miro hacia arriba. Roberto, el hermano mayor de Lucinda, está sonriéndome. Tal vez sea el
aterrador. Tal vez es el tipo que supuestamente golpea a todos los posibles novios de su
hermana. Se ve como si pudiera hacerlo. Es alto y torneado, con bíceps grandes y vistosos.
Soy seis-uno y peso uno-setenta, pero este tipo podría probablemente presionarme.
Gesticula hacia mí. Tengo que liberarme lentamente de Mogget, el gato conejo de ataque
calvo que me mira para hacerme saber cuán seriamente he dañado nuestra tenue relación.
—No te preocupes por mi padre —dice Roberto cuando estoy de pie junto a él—.
Esta una especie de su propio mundo.
—Pensé que era yo.
175
—Nah —dice Roberto—. Cuando la música está encendida, le gusta enfocarse. Lo
mismo en el cine o cuando el televisor está encendido. Va a hablar en la cena. Si le
apetece.
—Es bueno saberlo.
—Y no tienes que preocuparte por David o yo, tampoco.
—¿Qué quieres decir? —dije.
—No vamos a amenazarte con matarte si le haces daño a mi hermana o algo. David
está más interesado en hacer la salsa perfecta. Y yo no necesito amenazar a las
personas.
—También es bueno saberlo.
—Porque mi hermana podría matarte. No necesita de mi ayuda.
Digo:
—De acuerdo.
—Si tienes miedo de alguien —dice—, debería ser de Lucinda. Es como mi papá.
Silenciosa pero fiera. No es fácil de satisfacer.
—Recordaré eso.
—No —dice, riendo—. No lo harás.
* * * * *
La cena es una especie de un increíble lomo de cerdo con plátanos fritos, frijoles, y
arroz ingerido en cantidades masivas y vergonzosas. A mí alrededor, el español está volando
y es difícil mantenerse al tanto. Pero soy lo suficientemente listo para hacerle cumplidos al
176
chef, quién me palmea en la espalda tan fuerte que casi salgo volando de cara contra mi
plato.
—¡Gracias, hombre!32 —dice él, entendiéndolo.
Y el papá de Lucinda habla, en inglés, preguntándome más sobre lo que me gusta
hacer.
—Hacer películas.
—¿Películas? —dicen los tíos al azar al mismo tiempo. Ellos ríen.
El muslo de Lucinda se presiona fuerte contra el mío.
—Eddy ya hace películas. Pequeños filmes. Están en Internet.
No tenía idea de que había visto Riot Grrl I6.
—Tengo una compañía de producciones. Hacemos un programa a la semana. —Veo
los rostros blancos alrededor de la mesa y hago una nota mental de hacer un episodio
sobre Riot Grrl, encontrándose con la familia loca de su enamorado.
—Escuché que se hace dinero en los comerciales. Tal vez deberías dirigir
comerciales —dice uno de los tíos.
—Es una posibilidad —digo.
El papá de Lucinda dice:
—Alquilamos una buena película el otro día. Llamada El Laberinto del Fauno. Un
entretejido complejo de dos historias separadas, una histórica, otra fantástica. Era dirigida
por un hombre llamado Guillermo… Guillermo algo.
32
En español en el original.
177
—Del Toro —digo—. Esa película obtuvo un montón de atención.
—Sí, claro —dice el papá de Lucinda—. ¿La conoces?
—Sip. Pienso que era realmente buena. Vi en una entrevista que él hizo ambos
guiones igualmente serios así nunca sentías que la fantasía era un cuento de hadas.
—Eh —dice el papá de Lucinda—. ¿Él ha hecho otras películas?
Seguimos hablando. Me relajo por primera vez en esa noche. Lucinda parece también
relajarse. Siento su muslo presionarse contra el mío bajo la mesa. Lo presiono de vuelta.
Ella presiona más fuerte, y tenemos una guerra de piernas mientras intentamos
mantenernos perfectamente inmóviles encima de la cintura. Me gusta que sea tan fuerte.
Fiera, dijo su hermano. ¿Cómo ese podría ser un problema?
Después de la cena, hay más té helado y café y aguardiente y una obscena
cantidad de crema llamada flan. No creo que sea capaz de moverme de nuevo cuando la
señora Dulko aplaude y dice:
—Bailemos.
Antes de que sepa qué está sucediendo, alguien ha subido el volumen de la música.
El señor y la señora Dulko se levantan de su mesa y giran su camino de regreso a la
sala de estar. El resto de nosotros sigue para observar. La señora Dulko es pequeña y
ligera en sus pies. El señor Dulko es mucho más alto y denso, pero se mueve casi tan
rápido, girando a su esposa hasta que piensas que ella vomitará (pero no lo hace). Los
perros brincan alrededor de ellos, ladrando.
Lucinda susurra en mi oreja:
178
—Ahí es dónde se conocieron. Mi mamá es una instructora de baile Latino. Mi
padre era su estudiante, si puedes creer eso. Es bastante bueno para un químico, ¿no lo
crees?
—Sip.
La Tía Carmen aprieta mi brazo.
—Vamos, chico lindo —dice—. Danza conmigo33.
Debo haberme visto aterrado ante el prospecto de bailar con la tía Carmen porque
Lucinda dice:
—No creo que él pueda lidiar contigo, tía Carmen. Soy más su velocidad.
Me mira.
—No te preocupes. Seré gentil.
La tía Carmen se ríe.
—No seas muy gentil. Él está muy bueno.
Me pregunto qué clase de hormonas tiene la tía Carmen.
Lucinda me lleva al centro de la habitación mientras los demás empujan los muebles
contra las paredes y empiezan a bailar. Lucinda estira sus manos. Me preocupo por mi
respiración y luego me doy cuenta de que Lucinda estará así de mal. La jalo más cerca,
pero me aleja.
—Necesito más espacio para moverme —dice. Coloca sus brazos sobre mi cabeza,
retrocede un paso, lanza una pierna entre las mías, y luego la jala hacia atrás. Lo vuelve a
hacer con la otra pierna. Toma mis manos y las coloca en sus caderas, cierra sus ojos. La
33
En español en el original.
179
veo bailar, sus caderas moviéndose, pestañas rozando sus mejillas, labios apartados, dientes
blancos asomándose por ellos. Mi cabeza se siente como una empanada gigante. No entiendo
cómo alguien qué puede saltar y golpear a un hombre alto, es como si fuera una bomba
que puede rodar sus caderas como una especie de stripper. Especialmente con su familia
haciendo lo mismo alrededor de nosotros.
Dios, esto es raro.
Desearía tener una cámara.
Me pregunto si alguien nos está filmando.
Me pregunto si estoy en un reality ahora mismo.
A pesar de lo que dijo Roberto, mis ojos dan vueltas alrededor mientras me
pregunto si su padre o uno de sus otros parientes intentarán golpearme por tocar a
Lucinda, por sostenerla cuando se mueve de la forma en que lo hace. Parece como algo
que deberías de hacer en privado.
Sus ojos se abren de golpe, me congela.
—Carmen tiene razón. Eres tímido —susurra.
—¿Qué fue eso, Lucy? —pregunta la tía Carmen.
—Nada —dice Lucinda.
Carmen nos mira, sonriendo.
—No es cosa graciosa. Tu familia está alrededor de ti.
—¿Cómo podría olvidarme? —dice Lucinda.
—¿Qué?
180
—Nada. —Ella me da un tirón, pasando a su mamá y papá.
Su madre deja de bailar.
—¿A dónde estás yendo?
—Vamos por un paseo.
—¡Pero acabamos de empezar!
—Estoy cansada de bailar. Quiero un poco de aire.
—Aire —dice Carmen—. Seguro que es lo que quiere.
Su mamá ríe, refutando.
—De acuerdo. No lleguen muy tarde.
—Bien.
—A las once.
—Lo sé, mamá.
—Bueno, últimamente te has estado olvidando.
—No me olvidaré.
Caminamos a través del porche, donde Lucinda se detiene para agarrar su mochila
y fuera de la puerta hacia el patio trasero. Sigue caminando y la sigo. Todo el camino
alrededor de la casa hacia su auto.
—Entra —dice. Lo hago. Después que hemos conducido por un minuto, exhala
altísimo—. Espero que eso no haya sido muy malo. Son un poco más.
—No —digo—. Me gustan un montón.
181
—Sí, bueno, me vuelven loca.
—¿Qué quieres decir?
—Nunca estoy sola, para empezar. Siempre hay alguien quejándose de mí sobre algo.
Los amo, pero a veces solo quiero mi propio espacio.
Tengo tanto espacio que a veces no sé qué hacer con todo. Si no tuviera a Tippi
Hedren, podría perder la cabeza.
Ella dice:
—He terminado con esto.
—¿Con qué?
—La preparatoria. La niñez. Con esto. —Golpea el volante con la palma de la
mano—. Terminé de ser tan joven que todos están en tus narices sobre esto o sobre el
otro. Cuando vienes a casa, Lucy, no estés tarde, Lucy. Baila, Lucy, come, Lucy, duerme,
Lucy. ¿Entiendes lo que quiero decir?
Su familia se veía tan linda.
—Supongo.
En las canchas de tenis, detiene el auto. Está oscuro y desierto, la clase de lugar
dónde la pareja de la película es atacada por asesinos con ganchos para las manos. Estoy
confundido.
—¿Quieres jugar ahora?
—Sí —dice. Retuerce un pequeño puño en frente de mi camisa y me marea, me
besa. No puedo respirar, estoy tan feliz. Envuelvo mis brazos alrededor de ella y la deslizo
en mis piernas. La flor rosada cae de su cabello al asiento. Me besa de nuevo como si
182
estuviera tragando jugo de una pera, así que volteo mi cara así puedo darle más. Y más. Y
más.
Se aparta. Tiene mi rostro entre sus manos, un apretón.
—Solo quiero empezar mi vida, ¿lo entiendes?
No estoy seguro de qué está sucediendo o de lo que está hablando, pero está bien
que ella sienta lo que siente porque se ve tan increíble cuando lo está sintiendo, sus ojos
destellando en la oscuridad, pupilas amplias y brillantes, jalando toda la luz disponible, como si
estuviera drenando de las estrellas su energía y usándola para electrificarme. Si yo
estuviera filmando esta escena, empezaría ahí, en el cielo. Lanza su cabeza hacia atrás y
entierro mi nariz en su pecho, de la forma que he querido hacer toda la noche.
Estoy diciendo algo contra su piel, pero ni sé qué es. Todo lo que sé es que puede
doblar su puño en mi camisa, puede empujarme y marearme de vuelta, puede golpearme con
su raqueta y con su servicio, puede hacerme bailar en su propio programa de perros.
Rory diría que me tiene por los cojones.
Eso está bien.
183
11
El jugador
Traducido por Alyshia Cheryl & AntoD
Corregido por Salu… Lulu…
—¿Realmente estás usando eso?
Gina se ve a sí misma.
—¿Qué quieres decir? Este es el tipo de cosas que uso todo el tiempo.
—Pero por lo general no todas al mismo tiempo.
Ella está usando un corsé de encaje negro con una chaqueta de mezclilla sobre él,
una mini falda verde ácido, medias rosadas con encaje y botas tan grandes como barcos en
sus pies. Acaba de teñirse el pelo de rojo, pero dejó el flequillo de color negro. Usa tanto
maquillaje que hasta una Drag Queen34 le diría que debería suavizarlo un poco. Se supone
que debemos ir a las oficinas de MTV. Estoy emocionado, Rory está emocionado. Joe está
de mal humor en el asiento trasero y Gina se ve como algo salida de una producción de
Tim Burton. El Cadáver de la novia II: La maldición de Raggedy Ann. Una pesadilla antes
del encuentro de Negocios.
34
Drag Queen: Es una de las variantes binarias de la identidad transgénero drag, que describe a un
hombre que se viste y actúa como una mujer de rasgos exagerados.
184
—Quería verme bien —dice ella.
—Creo que se ve bien —dice Rory.
Gina pone las manos en sus caderas.
—¿Puedo entrar en el auto, señor?
—Lo que sea —digo.
Ella entra, y yo salgo de la calzada. Ella comienza a cambiar la radio.
—¿Puedes dejar a mi música en paz, por favor?
—No estoy escuchando esto —dice ella.
—Yo sí. —Es una lista de canciones que Lucinda hizo para mí. Tiene salsa y
algunas canciones de bossa nova35 incluyendo a “Girl From Ipanema” que a Lucinda le gusta
cantar para mí mientras hace todo tipo de cosas increíbles con ella…
—¿De dónde sacaste esta mierda? —dice Gina. Ella está mirando en mi iPod, el
cual tengo conectado al estéreo.
—De su nueva novia —dice Joe—. Espera, ella es una novia, ¿verdad? ¿Ella no es
solo una de tus pequeñas… diversiones? —Su voz es toda casual, pero sus ojos eran
severos en mi retrovisor. Este es el nuevo Joe. Es la personificación del Hombre de Hielo.
Aprieto los dientes. Realmente necesitaba que Gina supiera que tenía una nueva
novia justo antes de encontrarnos con la gente de MTV. Tan pronto como entremos a la
reunión, ella va a golpearme con una cafetera.
Pero Gina dice:
35
Bossa Nova: Es un género musical de la música popular brasileña derivado del samba y con una fuerte
influencia de jazz.
185
—Oh, está bien. Creo que tenemos que escucharlo entonces. —Y pone el iPod en
el lugar en donde lo encontró. Ella me ve mirándola—. ¿Qué?
—Nada —digo.
—¿Pensaste que iba a perder el control?
—No —digo.
—Sí, lo pensaste —dice—. Pero yo estoy por encima de eso.
—¿En serio?
—¿Pensaste que estaría triste por el resto de mi vida? ¿De verdad crees que
eres tan genial?
No hay una buena respuesta a estas preguntas, así que no digo nada. Durante unos
cinco minutos, nadie lo hace. Y entonces Gina comienza a hablar:
—Solo espero que no le contagies una enfermedad.
—Esa es mi chica —dice Rory.
—¿No quieres saber quién es? —dice Joe. Quiero agarrarlo de los frenillos de modo
que su tonta cara choque contra mi asiento trasero.
—La verdad es que no —dice Gina—, pero creo que tú quieres decirme.
Él lo hace.
—Lucinda Dulko.
186
—Bueno, bueno, bueno —dice Gina—. Eddy decidió cazar especímenes diferentes a
su especie. Nunca la he visto usar otra cosa que blanco. ¿Ella se abrió de piernas para
ti36?
—Este va ser un largo día —digo.
Gina ríe. Saca un paquete de cigarrillos.
—Prendes uno de esos y te sacaré del auto, seas la estrella o no —le digo—.
Nadie fuma en mi auto.
Ella deja de reír. Sigo conduciendo. De vez en cuando, mis ojos se deslizan hacia el
espejo retrovisor. Joe ya no me mira y ahora está mirando a todos los otros autos en la
carretera. Ni siquiera estoy seguro de porqué viene con nosotros. Le dije eso.
Él dijo:
—Esta productora es tanto mía como lo es tuya. —Lo cual era cierto. Lo era.
Hasta que comenzó a ignorarnos por sus proyectos de Historia. Yo podría estar distraído
por Lucinda, pero ella no es una fantasía. Ella es real. Y ella me quiere. Y que se
fastidie, si no le gusta.
Nadie habla mucho. Demasiados nervios, tal vez. Mi mente divaga. Pienso en el día
en que conocí a Joe. Al igual que con Rory, lo conocí debido a mi madre. Ella me llevó a
una producción local de Shakespeare en el parque, algo dirigido por uno de sus amigos.
Romeo y Julieta. Yo no estaba dentro. Shakespeare no era lo mío. Las películas eran lo
mío. Pero mamá dice que un director tiene que entender la actuación, y Shakespeare era
una de las actuaciones más difícil de lograr para los actores. Dijo que incluso si era malo,
aprendería algo. Por lo tanto, fuimos. Llegamos allí temprano. Mamá me presentó a su
amigo, el director, un hombre distraído con el pelo muy rizado, gafas gruesas y un culo
36
La espresión put out en vulgar representa abrirse piernas, quererse encamar, irse a la cama.
187
redondo como una mujer. Había un chico de mi edad, quien estaba a su alrededor. Lo había
visto en la escuela. Un friki de teatro total.
—Este es mi hijo, Joe. Él sería mi Romeo, pero es demasiado joven. A pesar de
que tiene exactamente la edad adecuada. Imagínenselo.
—Mucho gusto —dijo el friki a mi mamá. Él le estrechó la mano, sujetándola solo
por un par de segundos más de lo normal.
Pensé que era el tipo más raro que jamás había visto. Cuando se fueron, dije:
—Parece una calavera.
—Creo que él tiene uno de los rostros más interesantes que he visto en mucho
tiempo —dijo mi mamá—. Apuesto a que es un buen actor.
Y él lo era. Resulta que era demasiado joven para Romeo, pero su padre le había
dado un pequeño papel con unas pocas líneas. Y por más extraño que él luciera, también
era difícil apartar la mirada de él. Puedes creerle cada palabra que dice. Cautivante, mi
mamá me dijo más tarde. Después del show, le pregunté si quería estar en una película.
—¿Qué tipo de película? —preguntó.
—No lo sé todavía, pero va a ser increíble. —La llamamos “La extraña y triste vida
de Aquaman”. Se trataba de un superhéroe que podía nadar bajo el agua sin oxígeno. El
único problema era que vivía en Kansas. Cuando lo subí en YouTube, había más de diez mil
vistas.
* * * * *
Ahora, el único visto es quién está en mi espejo, Joe, quien está mirando
sombríamente por la ventana. La gente piensa que somos los mejores amigos. Lo cual tiene
sentido, hacemos el show, siempre estamos juntos. Pero siempre ha habido algo allí, algo
188
raro. Como que estamos hablando el mismo idioma pero dialectos ligeramente diferentes, y
siempre hay algo perdido en la traducción.
Tardamos aproximadamente una hora en llegar a la ciudad con todo el tráfico y
unas cuantas vueltas equivocadas en el centro de la ciudad, pero finalmente llegamos.
Aparcamos el SUV en un estacionamiento que costó 1,500,000,000 dólares por una hora
y media. Cuando llegamos al ascensor, mi estómago está tan jodido y apretado que creo
que voy a vomitar.
—Me pregunto si veremos a alguien genial mientras estamos aquí —dice Gina.
—Joey Ramone está muerto —digo—. Pero tal vez te encuentres a Justin
TImberlake.
—Tal vez te encuentres a Paris Hilton —dice Rory.
—Y podemos ver cómo ella te va golpear —dice Joe.
—La palabra clave es golpe —dice Rory.
Gina resopla.
—Usteden tienen bastante imaginación.
—Es por eso que estamos aquí —dice Rory.
—No, estamos aquí por Riot Grrl 16. Sucede que soy Riot Grrl 16 en caso de
que lo hayan olvidado.
—Pronto vas a querer tu propio vestidor con una gran estrella en él.
—Y comidas veganas bajas en grasas.
—Y tu propio instructor de Pilates.
189
—Y el agua de manantial importada de Francia —dice Joe.
—Es lo menos que ustedes podrían hacer —dice Gina.
El ascensor se abre y salimos. Le decimos a la recepcionista que estamos allí para
reunirnos con Erin Loder. Ella no se echó a reír ni nos echó para afuera, lo que tomo
como una buena señal.
—Tomen asiento —dice ella—. Llamaré a Erin por ti.
Ella llama, nosotros esperamos. Esperamos durante diez minutos, quince minutos,
veinte minutos, media hora.
—Tomándose su tiempo, ¿no es así? —murmura Gina.
—Cállate —digo.
Finalmente una mujer con un gorro puntiagudo37 de pelo decolorado rubio, va a la
zona de recepción. Lleva lo que parece un vestido rosa con botines marrones. Nunca he
visto estas prendas juntas antes. Nunca habría pensado que se vería tan caliente.
—¡Hola! Soy Erin. Y tú debes ser Gina. Me encanta tu conjunto.
—Gracias —dice Gina—. Eddy pensaba que era exagerado.
—¿En serio? —dijo Erin—. Creo que eres perfecta. Una Riot Grrl si es que alguna
vez vi una. —Ella se vuelve hacia el resto de nosotros—. Ustedes deben ser Ed, Rory, y
Joe, ¿no? —Sacude nuestras manos—. Siganme a la sala de conferencias. Tengo algunas
personas que realmente quieren hablar con ustedes chicos.
Mientras Erin camina, ella casualmente balancea el largo collar de perlas que lleva
puesto alrededor de su cuello. Rory mira el balanceo de su trasero. Si yo estuviera
37
Ver imagen aquí.
190
filmando esta escena, fijaría la cámara en el firme trasero y la movería bruscamente para
que la cámara se centrara en los labios flojos de Rory y su lengua de serpiente, a
continuación, de vuelta al movimiento de trasero. Joe ve hacia donde está mirando Rory y lo
golpea con el codo con fuerza.
—Ay —dice Rory.
—Canalla —dice Gina.
Erin mira por encima del hombro.
—¿Cómo?
—Nada —dice Gina—. Rory estaba mirando tu trasero, eso es todo.
Erin levanta una ceja y balancea juguetonamente el collar de perlas a Rory. Tal vez
ella tiene chicos de preparatoria babeando por ella todo el tiempo, yo no lo sé, pero no
parece demasiado molesta.
Nos conduce a una sala de conferencias y nos hace sentar en torno a una gran
mesa.
—Hay café y refrescos allí si quieren. Vamos a pedir la comida en poco. Tomen
asiento. —Coge un teléfono y pulsa en algunos números—. Ya están aquí. Los chicos de
Riot Grrl. Sí. Estamos en la sala de conferencias. —Cuelga—. Solo para salir de dudas.
Todos tienen dieciocho años, ¿no? De lo contrario, tienen que conseguir permiso de sus
padres.
Le aseguramos que teníamos esa edad, exactamente lo que le dije por teléfono, pero
no es exactamente así. Gina todavía diecisiete años, pero como ella no es oficialmente un
miembro de la productora, me imagino que no es una gran cosa.
191
Además, ella me habría matado si (a) le decía que no podía venir o (b) que sus
súper-ricos padres ambientalistas tendrían que venir con nosotros manejando sus Segways y
exigiéndonos saber la política de MTV sobre el reciclaje.
De alguna manera nosotros seguíamos analizando, intentando averiguar si estaba bien
tomar una Coca-Cola, o si es algo que se supone que uno debe ofrecer a las personas
solo para ser cortés y se supone que esas personas deben rechazarla educadamente, y si
no lo hacen ellos harán culos de sí mismos y nadie querrá producir sus programas de
televisión. Pero luego Gina agarra una Coca-Cola, así que todos lo hacemos. Nos sentamos
y tratamos de abrir las Coca-Colas sin obtener efervescencia sobre toda la mesa, lo cual
todos hacemos, excepto Rory, quien tiene que levantarse y buscar alrededor por servilletas.
Cuando él está sentado nuevamente, Erin comienza a hablar.
—Como te dije al teléfono, Eddy, estamos muy sorprendidos con tu programa aquí.
Especialmente Manny y Paul, a quienes conocerás en un minuto. Nosotros pensamos que
ustedes chicos han mostrado mucha creatividad e imaginación. Han tomado una idea bastante
cliché, el video diario, y haciéndolo interesante nuevamente. Eso no es fácil de hacer.
—Gracias —dije.
—Gracias —dijo Joe.
—Gracias —dijo Rory.
Nos sentimos extremadamente estúpidos repitiéndonos unos a otros, hasta que las
puertas se abren y dos chicos entraron.
—¡Hola! —dijo uno.
—¡Hola! —dijo el otro.
—¡Hola! —dijo Erin.
192
—Ese es Paul —dijo Erin señalando al hombre con el cabello oscuro engominado
sobresaliendo en todas las direcciones—. Y ese es Manny.
Éste es un hombre prematuramente calvo con cara de bebé.
—Paul y Manny son algunos de nuestras personas de desarrollo superior. Paul,
Manny, estos son Rory, Joe y Eddy.
—Nosotros amamos su programa —dijo Manny.
—Creemos que es asombroso —dijo Paul.
—Totalmente asombroso —dijo Manny—. Oigan, ¿vamos a almorzar? ¿Les gusta la
comida japonesa, chicos? Nosotros conocemos este lugar que tiene unas estupendas bento
boxes38. ¿Quieren conseguir unas bento boxes?
—Me encantaría una bento boxes.
No tenía idea de lo que eran las bento boxes, y no estoy seguro que Rory, Joe o
Gina lo sepan tampoco, pero todos dijimos que si porque nadie iba a decirle que no a Erin,
quien está todavía balanceando sus perlas y sonriendo. Llamarón al restaurante japonés y
ordenaron las bento boxes. Hay más comentarios acerca de cuán grandiosos somos nosotros,
de cuán asombro es Riot Grrl I6, de cuán asombrosa es Gina. Como todo el mundo en
MTV quería trabajar con nosotros. Entonces, las bento boxes llegaron. Ellas resultaron ser
cajas reales de rollos de California con el arroz y cuajos de algas en ellos. Me gustaría
fotografiarlos; no se parecen a la comida tanto como al arte. Todos comen excepto yo,
porque mi estómago se ha enroscado en un pequeño puño. Agarré los rollos de California
con mis palillos chinos y digo “¡Gracias!” y, “¡Genial!” y, “¡Guau!” cuando era apropiado.
38
Bento boxes: el bento consiste en arroz, pescado o carne y uno o más pedazos de verduras hervidas,
generalmente servidos en un recipiente en forma de caja. Éstos, son tradicionales de la cocina japonesa.
193
—Nosotros no queremos echar a perder una buena cosa. —Está diciendo Erin—.
Nos gusta el programa como es. En lo que Manny y Paul están interesados es en tenerlos
a ustedes expandiéndolo. Enriquecerlo. Más ajustes. Escenas más extensas. Nos gustaría que
nuestra estrella aquí, —ella le sonrió a Gina—, realmente excavara en el personaje. Para
tener más gente con quien trabajar. Más territorio emocional para explorar. ¿Entienden lo
que quiero decir?
—Sí —respondimos nosotros.
Paul intervino.
—Como, por ejemplo, y estoy lanzando esto aquí, así que no crean que estoy
pensando que tienen que hacer exactamente lo que les estoy diciendo, pero, ¿qué tal si Riot
Grrl fuera víctima de un ataque terrorista?
—Sí —dijo Manny—. Como si ella estuviera en el metro y alguien libera un gas
tóxico. O tal vez ella obtiene una carta con ántrax en ella. Quiero decir, yo no haría ántrax
exactamente, ya se ha hecho.
—Sí —dijo Joe—, por terroristas reales.
—Correcto —afirmó Manny—. Por lo que ustedes no quieren hacer ántrax. Pero
quizás algo más. No como terrorismo, pero algún otro delito de escala masiva.
—Otro enfoque puede ser que ella sea contactada por un agente del gobierno.
Como, que ellos la quieren para espiar a la gente. O infiltrarla en algún grupo. Punks, tal
vez. O motociclistas —dijo Paul.
—¡Motociclistas!—dice Manny—. Amo eso. Podríamos conseguir toda la cosa de los
tatuajes. —Se volteó hacia Gina—. ¿Qué piensas de hacerte un tatuaje en la pantalla?
Podríamos tener la visita de esa celebridad del programa de tatuajes.
194
Erin sacude su cabeza.
—Es otra cadena televisiva.
—¿Y? Estoy seguro que podríamos trabajar en algo. —Manny está todavía mirando
expectante a Gina.
—Uh… —dice Gina.
—Otra idea que me gustaría que pienses —dice Paul—. ¿Tiene Riot Grrl súper
poderes?
—Eso sería tan genial —dice Manny.
—Quiero decir, no súper poderes en sí mismos, pero súper poderes sutiles.
—¿Existe cosa tal como un súper poder sutil? —Quiere saber Rory.
Erin frunce el ceño como si él estuviera siendo sarcástico, pero él no lo está.
Simplemente no entiende lo que está ocurriendo. No estoy seguro de si yo lo hago también.
Gina parece un poco aturdida. Joe solo parece enojado.
—Tal vez ella puede leer mentes. O mover objetos con sus pensamientos.
—Solo pequeños objetos, sin embargo. Como bolígrafos —dice Manny.
—¿Cuál es el punto de tenerla moviendo un bolígrafo con su mente? —dice Paul.
—Bueno, no la queremos lanzando coches alrededor, ¿verdad?
—¿Y si ella es biónica?
—Nosotros hicimos que ella explorara siendo una bruja —dije—. Quizás podamos
hacer algo más con eso. Vudú o algo.
—¡Genial! —dijo Erin—. Me alegra que todos estemos en la misma página.
195
—¿Qué página? —dice Joe, pero o bien ellos no lo escucharon, o no sabían a lo que
él se refería.
Luego del almuerzo, Erin nos lleva a recorrer la oficina. Nos presentó a
productores, directores, asistentes, ingenieros de sonido, y a muchas otras personas cuyos
nombres no seríamos capaces de recordar ni siquiera con el uso de torturas. Todas estas
personas dicen que nosotros somos asombrosos. Todavía me siento enfermo, pero es una
extraña enfermedad, una enfermedad que afecta a los que están esperando escuchar si
ellos ganaron un Premio de la Academia, ese tipo de enfermedad. Apenas puedo creer que
esto está ocurriendo, que nosotros estamos caminando por las oficinas de M(fenómeno)TV,
que nosotros estamos en negociaciones con MTV. Incluso Gina tiene una enorme sonrisa en
su cara que ella parece no poder sacudir (afortunadamente para todos nosotros, eso la
hace ver más desenfrenada; nadie quiere ver una Saludable Girl I6 Sonriendo Feliz).
Estamos en las oficinas por exactamente dos horas cuando Erin decide concluir.
—Bien, lo que nos gustaría ver de ustedes es un video un poco más amplio, más
personajes en programas futuros. Y Gina, nos gustaría continuar viéndote siendo audaz, más
grande que la vida, y real. Queremos que todos ustedes piensen acerca de las posibilidades
y los riesgos que están dispuestos a tomar con esta condición y con este programa. Y
nosotros veremos como ustedes lo hacen en la competencia. Después de eso, tal vez
podamos hablar acerca de un piloto.
—¿La competencia? —dije. No pensé que la competencia siguiera importando.
¿Importaba?
—Justo como eso, estoy siendo sincera con ustedes, estamos hablando de una serie
de concursantes. —Ella debe ver algo en mi rostro, porque dice—. Esa es la forma en la
que se juega el juego, ¿saben? —Me palmea la espalda—. Pero estoy apostando por
ustedes chicos.
196
No puedo evitarlo. Mi estómago me da un pequeño puñetazo desde el interior. Yo
balbuceo.
—No los defraudaremos.
Erin estrecha todas nuestras manos, y nos dirige a los elevadores. Ella presiona el
botón de descenso.
—Chicos —dice, asintiendo hacia nosotros—, nosotros realmente creemos que van a
ser grandes. Realmente lo creemos. Lo digo en serio. No podemos esperar a ver que nos
traerán con la próxima.
Las puertas se abren y nosotros entramos en el elevador.
—Gracias por recibirnos —decimos mientras las puertas se cierran y la perdemos
de vista. Esta en silencio por unos tres segundos, porque Rory no puede aguantarlo más.
—Oh, hombre, esa chica era CALIENTE. Definitivamente un 9. Incluso quizás un
9.5.
—¿No puedes esperar a que estemos fuera del edificio antes de ir con toda tu
calentura sobre nosotros? —dice Gina.
—Ella no puede escucharme. ¿Han visto su trasero?
—Todos vimos su trasero, Rory —le dije—. Nos preocupaba que fueras a
mordérselo.
—Ella se ve exactamente como Scarlett Johanson. Cuando tengamos el piloto, voy a
invitarla a salir.
197
—Primero que todo —dice Joe—, probablemente no consigamos ningún piloto, y
segundo, tú tienes más oportunidad de ser abducido por alienígenas que conseguir una cita
con esa mujer.
—¿Qué quieres decir con alienígenas? —dice Rory.
Pero no me importa eso.
—¿A qué te refieres con que no conseguiremos ningún piloto?
Él me miró como si yo estuviera loco. Tal vez estoy loco. No quiero que diga lo que
está por decir.
Las puertas del elevador se abren y nosotros caminamos a través del edificio y
luego al aparcamiento. Joe nos hace esperar hasta que estamos todos en el auto antes de
decidir explicarnos.
—¿Han escuchado a esos tipos? Ellos nos repetían lo asombroso que somos…
—Sí, ¿y?—dice Rory—. Lo somos. El programa es asombroso.
—Déjame terminar. Se la pasaron diciendo lo asombrosos que somos, pero nunca
dijeron nada en especifico. ¡Y estaban hablando sobre hacer a Riot Grrl biónica! ¿Qué clase
de mierda es esa?
—Ellos solo estaban tirando ideas —dije.
—Ideas estúpidas. La razón de que Riot Grrl es bueno es porque presionamos la
detonación, pero nunca tan rápido. Todo lo que le sucede a Riot Grrl, podría en realidad
suceder.
—El gobierno podría estar trabajado en la biónica ahora mismo —dijo Rory—. Para
que sepan.
198
—No seas idiota. Piénsalo: ¿Qué clase de “riesgos” quieren Erin y sus amigotes, que
tomemos con el programa? ¿Qué clase de riesgos quiere ella que tome Gina? Como, si
ellos quieren que se haga un tatuaje en cámara, ¿qué más querrán hacerle?
¿Emborracharla?
—Me gustaría emborracharme —dijo ella.
—¿Tener sexo?
—Púdrete —dice ella.
—Bueno, es lo que estoy diciendo. Ellos no fueron realmente específicos, y no nos
prometieron nada. ¿Por qué nos equivocamos con el programa si es genial? Y, ¿por qué
cambiaríamos todo si ellos no nos prometieron nada? Dijeron que estaban hablando con todos
los competidores.
—Ellos mencionaron un piloto —dijo Rory.
—¿Qué dijeron ellos exactamente?
—¿Sobre qué?
—¿Sobre el piloto? ¿Sobre un contrato? ¿Sobre el dinero?
Rory sacudió su cabeza.
—Ese es tu problema, amigo. Para ti es todo sobre el dinero. Tienes que pensar
acerca del panorama general.
—Soy la única persona pensando sobre el panorama general —dijo Joe—. Ellos no
dijeron nada de nada. No tenemos nada.
Nadie habló por un minuto. Entonces Gina dijo:
199
—Tuvimos bento boxes. —Baja la ventanilla y enciende un cigarrillo—. Eso fue genial.
200
12
Lo bueno, lo malo y lo feo
Traducción por Jo (SOS), Cr!sly & alexiacullen (SOS)
Corregido por Salu… Lulu…
Me dije que estaba bien. Está bien. El próximo episodio de Riot Grrl 16 obtiene
miles de votos, poniéndonos en un general número cuatro. Si logramos un final matador,
definitivamente llegaremos al grupo final. Pasaremos a Los Productores, para ganar ese
cuarto de millón. Solo tendremos que ser pacientes un poco más. Podemos hacer eso. Nada
ha cambiado.
Nada. Todo está bien.
También bueno, pero diferente de otro bueno que he conocido: Lucinda.
Conmigo, la cosa de chica normalmente empieza con un accidente. Quiero decir
“accidente.” “Accidentalmente” rozo su brazo o choco con ella. A veces sostengo su muñeca
y le digo cuán pequeña es, le muestro como puedo encerrarla con solo mi pulgar y dedo
índice. A veces, si realmente estoy en eso, uso la palabra delicada. Otras veces tomo un
mechón de su cabello y lo froto entre mis dedos mientras hablo de algo trivial, como el
clima o un programa de TV, y observo mientras su respiración se vuelve superficial.
Y funciona.
201
Les gusta, a mi me gusta.
Todos felices.
Pero no hago nada de esto con Lucinda.
No rozo su brazo accidentalmente. No le digo cuan pequeña es su muñeca o le
muestro como puedo tomar ambos de sus brazos con una de mis manos. No levanto
mechones de su cabello y pretendo hablar sobre la escuela o el clima. Y no la recojo para
mostrarle cuán ligera es o cuán fuerte soy. No tengo que hacer nada de eso, y de todas
formas, no funcionaría. Ella sabría que estoy siguiendo un guión.
Es como si estuviéramos bailando todo el tiempo. Se supone que estoy guiando, pero
entonces, justo cuando menos lo espero, ella gira más cerca y apoya su mejilla en mi mejilla
o me deja ir para bailar sola y todo lo que puedo hacer es pararme alrededor como un
idiota y jadear.
O tal vez es más como el tenis, donde estamos en este grandioso peloteo que creo
que podría nunca acabar y de pronto ella me engaña o encuentra algún previamente
inimaginable mal ángulo y está lanzando otro servicio antes de que entienda que estamos en
un juego completamente nuevo.
Nunca sé lo que hará después.
Todo es una sorpresa.
No una sorpresa: toda la escuela sabe. No porque seamos como esas escorias que
juegan hockey de lengua en los pasillos, sino porque he sido visto en todos sus juegos. Con
alguien más esto me habría molestado, pero ahora no me importa quien sepa. Soy el tipo
con el programa de frente hacia MTV. Soy el tipo con Lucinda.
202
Uno de los antiguos novios de Lucinda, Jon Sanchez, el chico lindo basquetbolista,
pasa por mi casillero y dice:
—Escuché sobre ti y Dulko.
—Sí —digo.
—Buena suerte con eso —dice con todo el sarcasmo que puede murmurar. El cual
no es mucho, él es tan gallina.
Pero ni siquiera digo algo, ningún “muérdeme” o lo que sea, porque luce hasta más
triste, patético y femenino de lo usual, como si se fuera a rendir, ponerse un vestido y
algo de labial, y comenzara a salir con chicos. Siento pena por él. Siento pena por
cualquiera que haya estado con Lucinda y hubiera tenido que dejarla ir.
* * * * *
—No quiero dejarte ir —digo.
Papá todavía está en el trabajo, y he puesto a Tippi Hedren en su jaula arriba así
tengo la atención de Lucinda para mí. Estamos en mi sótano viendo una película.
Borra eso. Ella está mirando la película; yo la estoy mirando a ella.
—¿Quién dice que tienes que dejarme ir?
—Nadie. Solo no quiero hacerlo.
Ella aprieta mi mano, pero todavía está concentrada en la película. Yo no puedo
concentrarme. Es la primera del Señor de Los Anillos y ya la he visto como dieciséis
veces, pero ese no es el problema. El problema es Liv Tyler, con los ojos azules y los
labios rosados que te hacen querer probarlos. Aún cuando Lucinda no se ve como Liv, me
pongo todo loco por los ojos azules y labios sabrosos de Lucinda y está sentada allí junto a
203
mí. Tan cerca que puedo oler su desodorante de talco para bebés y el olor a fruta de su
champú. Quiero vestirla en uno de esos largos vestidos Elvish y poner una lujosa y brillante
corona en su cabeza y escucharla prometer su amor eterno en una lengua que suene como
música.
Y luego quiero despegarle el vestido.
—Esto es bastante violento —murmura Lucinda.
—¿Qué? —digo. He girado mi cuerpo para poder ver bajo su camiseta—. Di algo en
español.
—Esto es porque nunca vi esta película. No me gusta la violencia.
—Pero es como violencia falsa, ¿no? Más como una caricatura que cualquier cosa.
—No lo creo.
Alejo mis ojos de los pechos de Lucinda y miro la pantalla. Hay Orcs por todas
partes.
—Se siente bastante real para mí —dice—. Aún cuando son solo sporks.
—Orcs —digo—. Pero el hecho de que se sienta real es lo que hace buena la
película, ¿cierto? Es una trilogía genial. La tercera tiene mil finales diferentes.
Ella se gira hacia mí.
—¿Los tiene? ¡Oye, Pancho! ¿Estás mirando bajo mi camiseta?
—No —digo.
—Lo estabas haciendo.
—No, no lo estaba haciendo.
204
—Mentiroso.
—Eres hermosa.
—Quieres decir que mis tetas son hermosas.
—También eso.
—¿Qué pasa con ustedes chicos y los pechos, de todas formas?
—¿Es eso una pregunta seria?
—Lo digo en serio. Ustedes chicos son, como, demasiado raros con eso. Nunca uso
camisetas de corte bajo porque ninguno de ustedes se enfocaría en mi rostro.
Me enfoco en su rostro.
—No sé de qué estás hablando.
Ella ríe y empuja mi hombro.
—Estúpido39.
—Eso es lo que quería escuchar.
—Rarito.
—Sí —suspiro—. No lo sé.
—¿No sabes qué?
—No sé porque somos “como, demasiado raros” con los pechos. No puedo explicarlo.
No está dirigido como un insulto, sin embargo. Cuando miramos. No podemos evitarlo.
—La mitad de la población tiene pechos. Todas sus mamás tienen pechos.
39
En español en el original.
205
—Realmente no quiero pensar en los pechos de mi mamá, gracias.
—Es bastante al azar —dice Lucinda—. Podrías también babear por los tobillos de
alguien. O sus codos. O su clavícula.
Ella toma mi mano y la pone alrededor de su cuello.
—Siente la clavícula.
—Ummm —digo.
—Sexy, ¿huh?
Corro mis dedos alrededor de su clavícula y los pequeños huesitos que forman una
V en el frente, suavemente, tan suave como puedo sin hacerle cosquillas. Mientras estoy
haciendo esto, sus labios se separan y su respiración se vuelve un poco pesada. Sus irises
brillan en la luz que viene de la TV. Sus pupilas se ensanchan.
Creo que acaba de sorprenderse.
Presiono mis dedos contra el lado de su garganta para encontrar su pulso. Se
acelera cuando mi otra mano acuna su hombro y la empujo hacia atrás en el sillón.
* * * * *
Como veinte minutos o veinte horas o veinte años después, escucho el sonido de la
puerta del garaje.
—Mierda —digo contra los labios de Lucinda—. Papá está en casa.
Lucinda me empuja del sillón y se sienta. Su cabello está por todas partes. Su
ropa luce como si alguien hubiera intentado quitársela (porque, uh, alguien sí lo intentó).
Lucha con sus botones, pero sigue sin darle a los agujeros.
206
Estoy en el suelo donde me ha empujado. Río.
—No me hagas patear tu trasero —murmura.
Sus labios están tan rojos y enormes y…
—Luces incríble.
Ella pone sus ojos en blanco.
—¿Podrías por favor ponerte tu camiseta?
—Creí que te gustaba así.
—Voy a odiar tus entrañas en otros treinta segundos.
Arrastro la camiseta sobre mi cabeza mientras Lucinda cierra el negocio. Está
poniéndose un elástico en el cabello cuando la voz de mi papá hace eco a través de la
casa. Escucho otras voces también. Marty y Meatball.
Genial.
—¡Eddy! Eddy, ¿estás en casa?
Alguien abre la puerta del sótano.
—Ed —susurra Lucinda—. Tu camiseta.
—¿Eddy? ¿Estás allá abajo?
—¡Sí! —grito.
Papá baja las escaleras, Marty y Meat detrás de él.
—Oh, hola —dice él—. No sabía que ibas a tener una invitada.
—Papá, esta es Lucinda, Lucinda, mi papá.
207
—Hola. —Ella sacude la mano de mi papá—. Un placer conocerlo.
—Y este es Marty, mi padrastro —digo. Marty sacude su mano también. Empuja a
Meatball de detrás de él, pero Meat lo aleja.
—Este es Meatball, quiero decir Matthew. Mi hermanito.
Lucinda baja la mirada a Meat.
—Hola.
—Hola —dice Meat—. ¿Eres la chica olorosa?
—¡Meat!
—¿Qué?
Lucinda ríe.
—Puedes decirme Lucinda.
—¿Sabías que en 1954, un hombre injertó la cabeza de un cachorro en la de un
saludable perro Siberiano?
—No, de hecho, no lo sabía —dice ella.
—Estaba intentando crear un perro de dos cabezas, pero no funcionó muy bien —
dice Meatball—. La cabeza trasplantada mordió a la otra cabeza.
—Guau —dice Lucinda.
Mi papá mira alrededor de la habitación, buscando ampliamente una manera de llevar
esta conversación a una dirección menos morbosa.
—¿Qué estaban haciendo chicos?
208
Hice un gesto a la TV.
—Una película.
Frunce el ceño a la pantalla.
—¿El Señor de los Anillos? ¿No la has visto un millón de veces?
—Yo no —dice Lucinda—. Pero no creo que me haya perdido de algo.
Mi papá sonríe.
—Mis pensamientos exactamente.
Marty revisa la mesa de café al frente del sillón.
—¿Eddy te ofreció algo para beber?
—No, ahora que lo mencionas —dice Lucinda—. No lo hizo.
Papá suspira.
—Intentas enseñarles algunos modales, pero nunca aprenderán.
Lucinda me sonríe con suficiencia.
—Eso es cierto.
—¿Puedo traerte algo? —dice Marty—. ¿Té? ¿Refresco?
—Un refresco sería genial.
—Yo también estoy algo sediento —dice papá.
—Quiero refresco —dice Meatball.
—Puedes beber leche —le dice Marty.
209
—No veo cómo eso sea justo —dice Meatball.
Mi papá:
—Volveremos en un instante.
Desaparecieron en las escaleras. Tan pronto se han ido, Lucinda dice:
—Tu camiseta está al revés.
—No lo notaron. No con la historia del perro de dos cabezas de Meatball.
—Al menos póntela bien —dice ella.
Me quito la camiseta y la arreglo.
—Solo querías ver mi cuerpo de nuevo.
—Quieres decir que solo querías mostrármelo de nuevo.
Mi papá regresa abajo con un paquete de seis sodas, un paquete de Oreos, y un
libro metido bajo su brazo. Marty lo sigue balanceando una taza de té caliente. Meatball
sostiene un vaso de leche en frente de su pecho como si no quisiera ser asociado con él.
Nos distribuimos en los muebles. Papá abre una soda y se la da a Lucinda. Luego lanza
las Oreos en la mesita de café.
—Espero que te gusten las galletas.
—Claro —dice ella.
—Quiero decir, espero que te gusten las galletas pasadas.
Lucinda sonrió.
—Mis favoritas. —Ella toma una galleta del paquete y desenrosco la parte superior.
210
—Me gustaria una galleta —dijo Meatball.
—Puedes comer dos —dijo Marty.
Mi padre se sentó en el sillón.
—Entonces, ¿qué podemos decirte sobre Eddy que lo avergüence?
—Déjeme pensar. —Los ojos de Lucinda literalmente brillaron—. ¿Tiene alguna foto
de bebé?
—Eso lo haría —dijo Marty.
Papá se levantó y se dirigió al librero, hurgando un poco, sacó un álbum maltratado.
Lucinda lo tomó de él y lo abrió en regazo.
Destapé un refresco para mí.
—Ve a las fotos de la secundaria, con el pelo enmarañado y frenillos y termina de
una vez.
Marty palmea la mano de Lucinda.
—Lo esconde bien, pero el puede ser muy sentimental.
—Ya veo.
Meatball fue a los estantes.
—¿Dónde están mis fotos de bebé?
Me desplomé en una silla, mientras pasaban todo el maldito álbum. ¡Oh, mira esta!
¡Ya no lleva pañales! ¡Es tan tierno!
En los estantes, Meatball colapsó y comenzó a convulsionar, la leche goteaba de su
boca. Me acerqué a él y lo reanimé.
211
Por la leche, fue un trabajo sucio. Lucinda miraba.
Meatball se sentó.
—Esa fue una convulsión provocada por el absceso cerebral.
—¿Qué haremos con el absceso?
—Oh, ya se ha ido —dijo él—. Creo que encontre algunas fotos mías.
Marty se levanta y mira por encima del hombro de Meat.
—Esas son más fotos de tu hermano cuando estaba pequeño.
—Se parecen a mí —insiste Meat.
—Si, lo sé —dice Marty. El sonrió en modo de disculpa al resto de nosotros—.
Creo que es hora de llevar a alguien a casa.
—¿A quién? —dice Meatball.
Marty y Meatball se fueron, Meatball protestando que no tuvo tiempo de enseñarle
sus fotos de bebé a la chica apestosa.
Después de que se fueron, mi padre dice:
—Si te gustaron las fotos, tengo algo aún mejor. —Se levanto del sofá y saco un
DVD. Luego comenzó a hurgar alrededor del centro de entretenimiento.
—Ni si quiera lo pienses, papá.
—¿Pensar qué? ¡Ajá! —Levanta otro DVD y lo gira en su dedo. Después lo puso
en el reproductor de DVD.
—¡Películas caseras! —dice.
212
—¡Papá! —digo.
—Me encanta ver películas caseras —dice Lucinda.
—Eddy, esta encantadora señorita dice que quiere ver algunas películas caseras.
Esta no es una buena idea.
—Papá, yo no…
Papá tomo el mando a distancia y presiono Play. En la pantalla, un bebé pelirrojo
sonríe. Una voz femenina incorpórea dice:
—Vamos Eddy. Hora del binky trick.
—¡Binky twick! —dice el bebé.
Lucinda apretó mi mano.
—Aw.
Con gordos dedos, el bebé se entró el chupete en la boca. Y lo giró de una vez.
—¡Ese es mi chico! —dijo la voz femenina—. ¿No eres tú el chico más talentoso?
El bebé en la cámara intenta sonrerir con el chupete.
—¡Sí lo eres, sí lo eres, sí lo eres! —gorjeó la voz femenina.
—Oh, esa es la voz de mamá de Eddy —dice mi padre a Lucinda, como si ella no
se lo hubiera imaginado. Papá avanzó rápidamente—.Busquemos en otra. —Un chico pelirrojo
arrastrando una carreta Radio Flyer40 por una acera llena de baches.
En el vagón había un pájaro. El pájaro decía:
40
Ver imagen aquí.
213
—¡Tengo que ir a San Francisco!
El niño se giró hacia la cámara y dice:
—Mami, ¿por qué Tippi quiere ir a San Francisco?
—Ella no quiere, Eddy —dice la voz—. Ella quiere quedarse con nosotros.
Lucinda apretó mi mano otra vez. Pretendí tener picazón en la muñeca. Y quité mi
mano para rascarme.
Otra escena: Navidad. Envolturas de papel por todas partes. Una voz diferente tras
la cámara, un hombre.
—¿Qué tienes ahí, Eddy?
El chico pelirrojo levanto una caja.
—¡Un video!
—¿Cuál video es?
—¡El Mundo Extraño de Jack! —el chico dice.
—¿Querrás decir El Extraño Mundo de Jack? —dijo el hombre, pero el niño se
olvidó de ello y siguió con el siguiente regalo.
La cámara se detuvo en el niño otro minuto, observando como rasgaba el papel y
fruncía el ceño al encontrar la ropa que había adentro. Luego la cámara paso del niño a
una mujer sentada en una silla con sus piernas debajo como un gato. Ella tenía el pelo rubio
y aun alborotado por dormir y sorbía de una taza humeante. Puso sus ojos en blanco ante
la cámara, con el rostro inescrutable. La cámara se acerco más y más a la mujer. Ella
miro de vuelta, sus grandes y planos ojos azules, sin expresar nada. En el fondo, el sonido
de papel desgarrado.
214
Vi a mi padre verse a si mismo mirando a mi madre y me enojé tanto, que quería
sacarlo del sofá y patearlo. Lucinda se aclaró la garganta.
—Me encantaría seguir viendo películas, pero se esta haciendo tarde. Creo que mis
padres empezaran a preguntarse dónde estoy.
—¡Oh, bien! —dice mi padre—. No querrías que tu mamá se preocupara.
Ni siquiera puedo conseguir salir con Lucinda solo. Mi papá pretende arreglar la luz
del porche mientras camino hacia su coche.
—Bueno —dice Lucinda.
—Bueno —digo.
—¿De verdad está tu hermano enfermo?
Pienso en eso.
—Define enfermo.
—Entonces, ¿no tiene un absceso cerebral?
—No. Es un pequeño misterio. Lo siento si te asustó.
—No lo hizo. Pensé que era… —fue apagándose.
—¿Qué?
—Sorprendente.
—Como dije, es un raro.
—Eso no es lo que quiero decir. Pensé que él era adorable. Creo que erés genial.
Tu papá y tu padrastro y ustedes chicos, saliendo todos juntos. No sé. No esperaba que tu
familia fuera así.
215
—¿Qué esperabas?
Ella se encogió de hombros.
—Honestamente, imaginé que esperaba que tu padre pudiera ser algún soltero de
mediana edad trayendo a casa a su novia de diecinueve años.
—Gracias. Eso es muy adulador.
—Bueno. Tu mamá es actriz. Yo solo asumí…
—¿Que todos éramos unos chupatintas?
—Lo siento. Pensé que había visto mucha televisión o leído demasiadas novelas malas
o algo así.
Se puso de puntillas para besarme en la mejilla y mientras lo está haciendo
engancha un dedo oculto dentro de mi bolsillo delantero, haciéndome cosquillas en los muslos.
Susurra en mi oído.
—Estoy contenta de que estuviera equivocada.
Iba a decir “me lo debes” pero no lo hago. En su lugar digo:
—Yo también. La parte delantera de mis muslos arden.
Observamos retirarse a Lucinda y al viejo Snuffleupagus41 retirarse por el camino
de la entrada y retumbar calle abajo. Mi papá y yo entramos de nuevo en la cocina. Me
siento. Mi papá se apoyó contra el fregadero y se quedó ahí, sonriéndome abiertamente.
—Ya basta, papá —digo.
41
Snuffleupagus: Amigo invisible del programa de televisión Barrio Sésamo y que era un mamut. Ver
imagen aquí.
216
—Es linda.
—Lo sé.
—No es de tu tipo habitual, aunque ¿lo es?
—No tengo un tipo —digo.
—Por supuesto.
Todavía se está riendo.
Debe aspirar a ser viejo. Da un sorbo a la limonada.
—Tu camiseta estaba del revés. Ahora no.
Oh, demonios.
—Estás teniendo cuidado, ¿verdad? —dice.
—Papá, no me obligues a tirarme por la ventana.
—Estamos en la primera planta, Eddy.
—Sabes lo que quiero decir.
—Mira, hijo, tengo que preguntar ¿no? No sería un buen padre si no me estuviera
asegurando.
—Estoy teniendo cuidado, ¿de acuerdo? —digo—. ¿Podemos parar, por favor?
—No quieres conseguir meter a esa linda chica en problemas.
—La ventana, papá.
—Tienes mucho trabajo por delante con tus películas. No quieres que nada se
interponga en ese camino, ¿verdad?
217
—¿Desde cuándo quieres que yo haga películas?
Sinceramente está confundido.
—¿Desde cuándo no? Quiero que te lo tomes en serio, por supuesto que sí. Eso es
por lo que estoy trayendo a colación el tema. Tienes que ser responsable, por ti y también
por esa chica. Además, hay enfermedades y…
Golpeo mi cabeza sobre la mesa.
—Esa no es una respuesta, lo sabes.
Golpeo, golpeo, golpeo…
—De acuerdo, Eddy. Puedo ver que no quieres hablar de esto. Dejaré que te
golpees. Por ahora. Solo no hagas nada estúpido.
Claro, él es alguien para hablar de eso. Le seguí escaleras arriba y le di las
buenas noches. Tippi canta suavemente para mí, por lo que le saco de su jaula y me siento
al ordenador. Voy a tener que inventarme algo increíble para el final de Riot Grrl 16. Algo
tan increíble que reventará la mente de la gente. Pero la cabeza me está dando vueltas.
Sobre Lucinda, por una parte, pero también por todas las cosas que Erin y los otros
chicos dijeron en MTV. ¿Debería ser Riot Grrl una víctima de terrorismo? ¿Una bruja?
¿Una psíquica? ¿Una mujer biónica? ¿Debería hacer un ridículo absoluto o solo sublime? No
lo sé. Y no lo sé porque no lo sé.
Incluso aunque no debiera, voy a la web de la MTV y leo los comentarios. Hace
apenas unos meses, leyendo los comentarios me hacían sentir como un genio. Era tan fácil
ignorar a quien no le gustaba el programa, pasar directamente de ellos a los fans, los
fanáticos, los adoradores. Pero ahora me encuentro recorriendo las estrellas de los índices
de audiencia, torturándome con los comentarios negativos, buscando al Hombre de Hojalata,
temiéndole.
218
Y ahí está:
Otro pedazo de tripa hedionda y podrida de E. Rochester y su
variopinta tripulación, éste incluso peor que todos los otros episodios que
vinieron antes (si eso es posible). Quizás Rochester estaba distraído, sin su
habitual nivel de idiotez. Tiene una nueva novia. Una gran cosa, ¿verdad?
Tiene nuevos amigos cada semana, incluyendo, por lo que he oído, su
destacada “dama”, pero esta vez está alojada en su cabeza. Locamente
enamorado. Mejor que se acostumbre a eso.
Es un enlace. Doy en él. Un video de Youtube surge. Soy yo en una bicicleta alta
ensamblada42 golpeándome en las pelotas por una bicicleta fuera de control.
42
Ver imagen aquí.
219
13
Fiebre de sábado por la noche
Traducido por PaulaMayfair & Fher_n_n
Corregido por Salu… Lulu…
—Este tipo sabe de mí —digo.
—Un momento. Tengo un cliente —dice Rory. Amortiguado: —Su total será de
$12.87. Unforgiven, Girlfight, y Blade Runner deben estar de vuelta en cinco días. A
Pretty Woman puedes solo quemarla en tu barbacoa. Sí, yo estaba bromeando. No, no lo
estaba. Sí, lo estaba.
Se pone de nuevo en el teléfono.
—Está bien, ¿qué estabas diciendo?
—El tipo. El Hombre de Hojalata. El que despide todos los comentarios en todo el
sitio de MTV. Él me conoce. Habló de Lucinda.
—¿En serio? ¿Qué ha dicho?
—Que tengo que estar atento a ella. O algo por el estilo.
—¿Qué significa eso? ¿Qué pasa con Lucinda? ¿Qué hizo?
—No hay nada con ella. Ella no está haciendo nada.
220
—Entonces, ¿qué te importa?
—¡Debido a que este fenómeno está hablando de Lucinda! ¡Porque no dejará de
hablar del show! ¡Debido a que la gente lo escucha! ¡Porque él me conoce! ¡Podía ser
cualquiera!
—Amigo, necesitas relajarte. Y dejar de mirar ese sitio web. Escucha, tengo más
clientes aquí. ¿Por qué no llamas a Joe?
—No quiero llamar a Joe.
—Es por eso que deberías llamar a Joe. Ustedes me están volviendo loco con esta
mierda de Silencioso Bob. Y necesitas superar esta cosa con Lucinda.
—Quieres decir que Joe tiene que superar a Lucinda.
—Lo que sea. Amigos antes de Putas.
No llamo a Joe. No puedo hablar con Joe. Pero tampoco puedo soportar estar en
mi casa solo, incluso con Tippi Hedren por compañía. Decido ir a uno de los partidos de
Lucinda. Trato de concentrarme mientras Lucinda asa a una rubia con una banda de
cabeza, muñequeras, calcetines y zapatillas de deporte rosados. Han estado luchando en la
pista durante una hora y cuarenta y cinco minutos y ahora, en el último set, Lucinda
parece estar cansada de todo el juego y está tranquila y sistemáticamente aniquiladora.
Tras una serie de humillantes puntos al final del cual la señorita Rosada casi va
tumbandose contra la valla, Rosada estalla en llanto. Lucinda se encuentra en su lado de la
cancha, deslumbrando en sus tenis blancos. Ella despluma las cuerdas de su raqueta
mientras Rosada se queja con el árbitro. Es muy doloroso de ver, sobre todo, supongo, para
los padres de la niña, dos perfectamente coordinados, tensos muñecas Barbie sentados en
el frente de las gradas. Atrapo todas las risitas de la audiencia en mi digital, la que me
traje para grabar el servicio de Lucinda. Hago panorámica de la audiencia, sobre un par de
221
tipos que no reconozco en la parte delantera. Me pregunto quiénes son y por qué están
aquí. Me pregunto si alguno de ellos es el Hombre de Hojalata. Entonces hago una
panorámica sobre el resto de las gradas. Un coágulo de las niñas se encuentra en la parte
posterior. Me sorprende ver a Sonya. Pongo la cámara hacia abajo. Sus ojos se abren y
saluda, agitando los dedos. Las otras chicas le dan codazos y ella se encoge de hombros,
diciendo algo que no puedo oír.
En la cancha, Rosada intenta tenerlo junto, pero no puede. Lucinda finalmente la
lleva hacia abajo con un remate superior. Cuando se dan la mano en la red, Lucinda dice
algo a la chica a la que solo la hace llorar más fuerte. Yo bajo las gradas para ir al
encuentro de la pequeña Terminatrix. En el camino, Sonya y sus amigas me pasan.
—Hey —dice Sonya.
—Hey, tú misma —digo—. ¿Cómo estás?
—Oh, lo mismo de siempre —dice ella. No se molesta en presentarme a las chicas
aburridas de pie a su alrededor—. Me quedaría a charlar, pero tengo que ir a consolar a la
perdedora.
Rosada está desplomándose junto a sus padres, sollozando.
—¿La conoces? —digo.
—Por desgracia. Mi prima.
Si no fuera por las pantorrillas impresionantes de la señorita Rosada, yo nunca
creería que ella y Sonya la diosa del sexo están relacionadas.
—Vete.
—Lo sé —dice ella—. Traté de disuadirla de los calcetines de color rosa; por lo
menos tendría un poco de dignidad para salir. Pero no, ¿por qué iba a escucharme? Así
222
que ahora no solo ha sido aniquilada por tu, uh, novia, pero ella se parece a un anuncio de
Pepto-Bismol.
—Heh. Apuesto a que ella se siente un poco mal ahora.
—Así que, entonces, ¿ella es tu novia? —Sonya dice, señalando con la cabeza a
Lucinda.
—Sí —digo—. Lo es.
—Correcto —dice Sonya—. Así que, voy a cogerte en línea en algún momento, ¿de
acuerdo?
—Por supuesto. Cuando sea. —La veo irse. Me gustaría filmar su caminar, pero
eso no estaría bien. Aún así, los muslos son asesinos.
Me aparto de Sonya y voy hacia Lucinda, quien no solo tiene piernas asesinas, si no
además brazos asesinos, ojos asesinos, cabello asesino, labios asesinos. Ella tiene una toalla
alrededor de su cuello y está leyendo una nota.
Cojo la toalla y golpeé su trasero.
—Oye, tú.
—Hey —dice, sonriendo, y mete la nota en su bolso de lona. Ella no me dice lo que
dice la nota o de quién viene. Los aullidos del Hombre de Hojalata en mi cabeza. Es mejor
acostumbrarse a esto. Meto los pensamientos lejos y los piso con mis botas mentales.
—¿Qué te ha parecido el partido? —dice.
—Lo sacudiste como siempre lo haces.
—Lo hice, ¿cierto?
223
—¿Qué le dijiste al final?
—Oh, eso. —Sonríe—. Le dije que comenzara a crear álbumes de recortes.
—Estás bromeando. —Parecía un poco mezquino, ya que la chica ya estaba tostada.
—No te sientas mal por ella. Esa era Penélope. ¿Te acuerdas, a la que no podía
vencer? ¿La que me solía poner muy neviosa hasta que me diste un consejo?
—Creo que las cosas han cambiado.
—Sí —dice ella. Brillando por el sudor.
La beso.
—Te ves muy sabrosa.
—Ya basta. Necesito una ducha.
La beso de nuevo.
—Eso suena bien para mí.
—Te das cuenta de que estamos en público, ¿correcto?
—¿Cuál es tu punto? —digo.
Ella pone los ojos en blanco y mete la raqueta en su bolso.
—Escucha —digo—. Sé que no hemos hablado de esto, pero el baile de graduación
viene. Tenía la esperanza de que pudiéramos omitir la limusina. ¿Te importaría? Quiero
decir, si estás totalmente en limusinas, eso está bien, pero son un poco caras, y... ¿qué?
—Eddy, yo realmente no soy del tipo de baile.
—¿Qué quieres decir con que no eres del tipo de baile? Te he visto bailar.
224
—Yo no soy del tipo de baile de la escuela. No van a tener una banda de salsa en
el baile. Además, he tenido suficiente de toda esta gente. No necesito colgar en torno a un
grupo de adolescentes estúpidos vestidos en malos vestidos de dama de honor, intentando
echar alcohol al ponche. —Ella suena tan sarcástica cuando lo dice que me da vergüenza.
Abre su bolso.
—Estás bien con eso, ¿cierto?
—Si. Estoy bien —digo—. La mayoría de las chicas... Solo pensé que quizás te
gustaría ir.
—Preferiría no hacerlo. Pero si quieres, yo…
—No, no. Nosotros no tenemos que hacerlo. No me importa. —Lo hago, algo así. No
es que quiera vestirme con un traje de mono, pero el baile de graduación es algo que todo
el mundo hace. Y quiero presumir de ella. Quiero que todos vean lo hermosa que es. Quiero
que todos la vean conmigo.
Ella suspira.
—Estás disgustado.
—No lo estoy.
—Sí, lo estás. Pero creo que puedo ayudarte con eso. Ven conmigo.
Me agarra del brazo y me lleva de vuelta a su coche.
—¿A dónde vamos?
—Mi casa —dice.
—¿Está David cocinando? —digo, metiéndome en el lado del pasajero.
225
—Ayudando en casa de su amigo cubano. Él no estará en casa hasta después de la
medianoche.
—¿Qué pasa con Roberto?
—Cita caliente.
Siento un florecimiento de calor en mi interior mientras Lucinda guía a
Snuffleupagus fuera del estacionamiento.
—¿Mamá y papá?
—Ayudando a tía Carmen a buscar una escapada de invierno. En Florida. Ellos
vuelven en un par de días.
—Oh —digo.
—Oh —dice ella. Asiente para sí misma. Hemos estado solos un montón de veces,
pero algo parece diferente. Como que ella tiene un plan de juego.
En el momento en que estoy sentado en su habitación, esperando a que salga de la
ducha, mi cuerpo entero está tarareando. Me levanto y paseo alrededor. La habitación tiene
paredes verdes y la alfombra del color de las manzanas Granny Smith, pero hay un
edredón negro y blanco que no creo que debería coincidir pero como que lo hace. Incluso
con las placas y trofeos de tenis en los estantes en una pared, esto no se ve mucho
como un dormitorio de una adolescente. Se ve más como un modelo de una habitación que
encontrarías en una tienda de muebles. Libreros en fila de un lado de la habitación, y están
cuidadosamente lleno con todo tipo de libros, algunos de la escuela pero no en su mayoría.
Hay un escritorio con fotografías enmarcadas en plata. Lucinda con Roberto, Lucinda con
David, Lucinda y sus padres, Lucinda con el perro y los gatos, Lucinda con gente que no
conozco y yo los odio absolutamente porque ellos están con ella y yo no. En una de ellas
Lucinda está de pie con un hombre mayor, mayor pero viejo no. ¿Veinticinco? ¿Treinta? Su
226
brazo está a su alrededor. Los dos están usando ropa de tenis. Probablemente solo su
entrenador, pero... Me quedo mirando la mano agarrando su hombro. Sé lo bien que se
siente su hombro.
Puse la foto de nuevo sobre la mesa. Me siento en la cama, luego salto de nuevo,
en caso de que me encuentre y crea que yo pienso que vamos a tener sexo, y ¿qué si
eso no es lo que ha estado planeando? ¿Y si ella piensa que yo soy otra bestia cachonda
babosa e idiota?
—Hola —dice Lucinda.
Está apoyada en el umbral. Ella lleva unos lindos pares de esos desquiciantes
pantaloncillos cortos que las chicas usan como ropa interior que estoy seguro de que son
ilegales en algunos estados del sur. Su cabello todavía está húmedo y las mejillas son
rosadas. El color rojo de sus uñas de los pies son como caramelos de goma.
—Entonces —dice ella, extendiendo sus brazos—. ¿Qué te parece?
No puedo decir nada.
—¿Hola?
Me temo que si abro mi boca, mi corazón saltará fuera.
Antes de que pueda vomitar mis tripas como una especie extraña de pez de agua
profunda, me salva. Camina hacia mí. Mi cerebro está tan congelado que ella está en
cámara lenta, pone un pie delante del otro, los músculos de sus muslos se tensan, luego se
relajan, se tensan y se relajan. Se acerca a mí, me besa. Nos arrastramos hasta la cama
y nos tumbamos en ella. Se había cepillado los dientes y ambos sabores, caliente y frío,
como un Creamsicle. ¿He mencionado lo mucho que amo lo creamsicle? Entonces algo flota
a la superficie de mi mente. Nunca le pregunté si ella ha hecho esto antes.
227
—Espera.
—¿Qué?
—¿Es esto, quiero decir, tienes, uh, ya sabes… ?
Ella pone su mano en mi mejilla.
—Vamos a hacer esto por el registro. Vas a usar todo el equipo apropiado.
He estado llevando algo conmigo durante un mes, por si acaso.
—Protección —le digo.
—Bien —dice ella—. Además de eso, ¿qué importa?
Sí. No. Sí.
—Yo simplemente no quiero hacerlo…
—No me hará daño si eso es lo que te preocupa.
Así es. Pero eso no es todo. ¿Qué pasa con el chico de la fotografía? ¿Quién es
él? ¿Es él el del pueblo chico que susurró sobre el año pasado, uno de la manera más
viejo? ¿Y qué hay de las otras personas en las fotos?
—Estoy bien, Ed. En serio. A menos que no quieras.
—¿Estás bromeando? Por supuesto que quiero. —Y no quiero saber acerca de ese
viejo chico. O cualquier otro chico.
¿Hacerlo? Y, ¿por qué estoy pensando en estas cosas de todos modos? Es tan
estúpido. No soy un ángel.
La beso de nuevo. Y otra vez. Si sigo besándola, no tendría que comer, no tendría
que beber, no tendría que pensar. Ella está pasando sus manos por todo mi cuerpo. Se
228
siente bien, suerte de alguien indeciso, no con mucha práctica. Así que tal vez ella no
quiera que yo sepa que ella es virgen. Eso es ella, ella no quiere que yo sepa.
La beso más profundo. Ella se sienta, se quita el top, y sonríe cuando ella lo arroja
hacia mi cabeza. En ese momento haría cualquier cosa por ella, saltar desde un avión,
luchar contra una banda de ninjas, luchar contra un cocodrilo, nadar con tiburones, dar cada
dólar que ganaría, no me importa. Quiero hacerle olvidar a cada individuo en el planeta.
Quiero decirle lo que siento. Hay un nombre para eso, ¿verdad?
—Yo-yo-yo —tartamudeo.
No lo puedo decir.
Pero lo puedo demostrar.
* * * * *
Lucinda está preocupada de que uno o el otro hermano lleguen temprano, lo que,
según ella, sería Doble Plus Malo. Así que consguimos vestirnos y buscar comida. Mogget,
conejito gato de ataque, se extiende en el centro de la mesa y me mira. El laboratorio, la
señora Havisham, se encuentra bajo mis pies como una alfombra de setenta y cinco libras.
Lucinda me hace su especialidad, mantequilla de maní y jalea con Fritos en el lado. Estoy
absolutamente muerto de hambre, así que devoro el sándwich en tres bocados. Ella me hace
dos más. Alimento a Puck el demonio de Tasmania con algunos de mis Fritos, uno para mí,
otro para él; mientras Lucinda servía un poco de helado. Fresa. Normalmente no me gusta
el helado de fresa, pero esta noche sabe como la ambrosía de los dioses.
—¿Estás tratando de ponerme gordo?
—Yo quiero que mantengas tu energía —dice ella.
—Ni que fuera niño.
229
—Come tu helado —dice ella.
Como mi helado. Pienso en su partido de tenis más temprano y me pregunto
cuántos viajes va a tener que hacer cuando sea profesional. Muchos, probablemente. Será
difícil coordinar horarios, pero eso está bien. Cualquier cosa vale la pena haciendolo con
esfuerzo.
Hablando de esfuerzo...
—¿Dónde se juegan los grandes torneos de tenis? —le digo para distraerme—.
Wimbledon en Inglaterra, ¿verdad?
—Si. Y está el Australia Open, que está en Melbourne, Australia. Francia Open en
París. Y la EE.UU. Open en Nueva York. Un montón de pequeños torneos de todos los
lugares. ¿Por qué? ¿Quieres ir a un torneo?
—Creo que voy a ir a un montón de ellos —le digo—. Para verte.
Lame la cuchara. No debería hacer eso si quiere mantener la ropa puesta.
—¿Para verme a mí? ¿Voy al EE.UU. Open o algo así?
—¿No es así?
—¿Hablas en serio?
—Sí —le digo.
Ella pone la cuchara en la taza.
—Bueno, eso sería agradable. Pero nunca va a suceder.
—¿Qué quieres decir?
—No soy lo suficientemente buena —dice ella.
230
—Sí, lo eres.
—No, Eddy, no lo soy.
—Tienes esa beca —le digo.
—Sí, pero San José es la División III. No es una de las mejores escuelas de tenis.
No es de Stanford. Soy bastante buena, pero nunca voy a ser grande.
—Te equivocas —le digo.
—Me gustaría —dice ella—. Pero no lo soy. Sin embargo, no pasa nada. Me imaginé
eso hace mucho tiempo.
No le creo. Ella puede decirlo.
—Mira, yo voy a especializarme en biología y luego voy a ir a la escuela de
veterinaria —dice ella—. Es un plan a largo plazo. Y eso va a ser bastante difícil, créeme.
El tenis es solo un hobby.
—¡Juegas un millón de horas a la semana!
—¿Y?
—¡Y lo amas!
—¿Y? No es necesario ser un profesional para jugar. Además, voy a estar muy
ocupada. Este verano probablemente serán las últimas vacaciones que voy a tener durante
los próximos diez años. Dios, no puedo esperar a salir de aquí.
No quiero hablar de ella saliendo de aquí.
—Pero, ¿qué si ganas todos los partidos de tenis?
—Todavía es solo la División III.
231
División III, Señor de los Anillos III, no me importa.
—Bueno, ¿y si el tenista número uno del mundo viene a su escuela para un partido
de exhibición y le ganas a ella?
—Está bien, está bien. Si tengo la oportunidad de jugar contra el jugador número
uno de tenis del mundo y le gano, tal vez reconsidere mi decisión.
—Eso es lo que pensé —le digo.
—¿Qué hay de ti?
—¿Qué pasa conmigo?
—¿Qué vas a hacer con tu vida?
—Ya lo estoy haciendo —le digo, meneando las cejas hacia ella.
—Quiero decir con el resto de tu vida.
Me encojo de hombros.
—Ya lo estoy haciendo, también. Voy a hacer películas.
—¿Solo de esa manera?
—No, no es así de fácil. Pero he estado haciendo la película desde que tenía trece
años.
—¿Cinco años enteros? —dice—. Guau.
—Ya basta. Es mucho tiempo. Se siente como un largo tiempo. Solo, ya quiero dar
el primer paso. Nos va bien en el concurso. Muy bien. Y hasta tuvimos una reunión con
MTV.
—Lo sé —dice ella—. Joe me dijo.
232
—¿Joe? ¿Cuándo hablaste con él?
—Hablo con él todos los días, Eddy. Está en mi clase historia. Tú lo sabes. Gina
también está en mis clases.
Lo sabía, pero yo no pensaba en Joe y Lucinda hablando cada día. ¿Por qué tienen
que hablar todos los días? ¿Qué iban a hablar? ¿Y qué le diría Gina?
—¿Por qué no dijiste nada?
—¿Acerca de que Joe está en mis clases?
—Acerca de MTV.
—Pensé que me dirías al respecto cuando quisieras decírmelo —dice. Ella dice todo
esto como si se enterara de que salió bien en los resultados del SAT o tiró la canasta
ganadora en un juego. El helado de fresa hace una piscina fangosa en el fondo de mi taza.
—Bueno, no es gran cosa —le digo.
—Joe dice que tú piensas que es gran cosa.
—Otra vez con Joe.
—¿De qué estás hablando? —dice—. No estás celoso de Joe, ¿verdad?
—¿No tengo motivos para estar celoso de Joe?
Ella se levanta de su silla y se sienta en mi regazo.
—Eres realmente un romántico, ¿no es así?
—Absolutamente no —le digo.
Ella me besa.
233
—Eso es tan dulce.
234
14
Doble compensación
Traducido por Corazona & Isane33✰
Corregido por Edgli xD
Es divertido los recuerdos que vienen a ti, y en qué momento lo hacen,
interrumpiendo el flujo de tu vida como raras y discordantes escenas retrospectivas en una
mala película. Estoy sentado en mi garaje con Rory, Joe y Gina están ASP43.
Normalmente, estaría molesto porque estuvieran retrasados.
Normalmente, tendría un montón de guiones y tendría mucho apuro por repasarlos
con ellos. Después de cinco minutos los hubiera llamado a sus celulares, y si no hubieran
contestado les hubiera texteado: ¿¿¿DÓNDE ESTÁN???
Sin embargo no estoy texteando a nadie. Estoy recordando cómo fue que obtuvimos
nuestro nombre. Recuerdo una hoja de papel donde estaba escrito Pulgar de 21-pulgadas,
Piratas del Destino, Llamada de Despojo, Sueños de Cafeína, Chicos de Verano y Tres. A
Joe le gustaba Tres. A Rory Pulgar de 21-pulgadas. A mí no me gustaba ninguno de
ellos.
—Bien, entonces vamos con Pulgar de 21-pulgadas.
43
ASP: Ausente Sin Permiso. En el original AWOL: Absent Without Official Leave.
235
—No creo que alguien conozca lo que significa.
—¿A quién le importa? —dijo Rory.
—Está bien, yo no sé qué significa —dije.
Él dijo:
—Yo tampoco sé que significa, eso es lo genial de este.
Mi mamá estaba lavando las bandejas de galletas en el fregadero mientras nos
escuchaba. Dejó caer una de ellas y esta hizo un ruido fuerte mientras golpeaba el
mostrador. Todos dimos un salto como si alguien hubiera acabado de pulverizar toda la
habitación con municiones.
Mi mamá rió.
—¿Qué tal The Jumping Frechmen of Maine?
—¿The Jumping Frechmen of Maine? —dije.
—Leí sobre eso. Es una clase de enfermedad parecida a la del Tourette44. Hace
que la gente tenga excesivos reflejos de sobresalto. También ecolalia.
—¿Ecolalia?
—Repiten cada palabra que les dicen.
Mi mamá era buena en eso. Venía con esa nueva idea cuando todo lo demás no
estaba funcionando. Pensé que yo también tenía ese talento, pero resulta que no. No tengo
ninguna idea nueva. No tengo un guión. No he sido capaz de escribir algo. La verdad es
que no se qué hacer con Riot Grrl. No sé si ella debería convertirse en una adicta al igual
que su hermano o unirse a la policía secreta rusa o descubrir sus poderes psíquicos o ser
44
Tourette: Trastorno neuropsiquiátrico caracterizado por la presencia de tics físicos y vocales.
236
atacada por un tiburón genéticamente alterado o hacer vudú o teñirse el cabello de rubio y
orar a una hermandad.
No sé cuál es la respuesta correcta, el final que podría darnos la atención de Erin
Loder y el del resto de las personas en MTV o, al menos, el final que nos llevará a Los
Productores.
—Creo que estás pensando demasiado en eso —me dice Rory—. ¿Qué es lo que te
dice tu estómago?
—Mi estómago es un desastre.
—Te dije que no fueras a ese estúpido sitio Web y leyeras todos esos comentarios.
Ellos han destruido las células de tu cerebro. Igual que en La Cosa.45
—¿Huh? ¿Qué es como en La cosa?
—Tú sabes, ¿la parte dónde la cabeza del tipo cae y crecen patas de arañas?
¿Cómo correteando alrededor? Ese eres tú. Eres una cabeza con patas de arañas que
corretean alrededor.
—Intenso —digo.
—Exacto —dice Rory.
—Eres una maldita gran ayuda
—¿Qué es lo que quieres que haga?
—Tal vez puedas encontrar al Hombre de Hojalata y explotar su computadora.
Rory niega con su cabeza.
45
The Thing: Película también llamada “La Cosa”, en España, “La Cosa del Otro Mundo”, en México y
“El Enigma de Otro Mundo”, en Argentina y varios países de Hispanoamérica.
237
—Amigo —dice—. Es tan solo algún patético haragán que no tiene nada de vida, y
absolutamente nada de sexo, así que pasa su tiempo haciendo trolling46 en internet.
—Te estás describiendo a ti mismo.
—Divertido. No. Tienes que dejar que tu trabajo hable por ti.
—¿Cuál trabajo? No tenemos ningún trabajo; eso es lo que estoy tratando de decir.
—Lo tendremos.
—Él me conoce, Rory.
—Él solo piensa que lo hace.
Y eso me da una idea. No puedo creerlo. Únicamente explotó, como si hubiera
estado esperando allí por años. Estoy pensando en Gina, que había empezado como otro
drama nerd.
—Espera un momento. ¿Qué tal si Riot Grrl, no es en verdad Riot Grrl?
—¿A qué te refieres? ¿Quién es ella?
—Ella de hecho es una… una… una mujer de veintiséis años que ha sido contratada
para hacerse pasar por Riot Grrl. Como Kim Novak en Vértigo.
—Bien, Vertigo. La misteriosa mujer. El chico con miedo a las alturas. Jimmy
Stewart como el hombre más llorón en la historia. Totalmente sobrevalorada. ¿Conexión?
—Mira. El hermano adicto ha estado lejos por años, ¿verdad? Qué tal si mientras
estuvo lejos, se relacionó con las personas equivocadas. La mafia. Como, los Sopranos. Ya
46
Trolling: Es una terminología de internet, que significa hacer comentarios en los sitios Web con la
intensión de molestar a otros usuarios.
238
hemos insinuando algo sobre eso en los episodios anteriores, ¿no? Así que él no tiene ni
idea de donde está su familia o como son ellos.
—Este es tu cerebro con las drogas47 —dice Rory.
—Bien. Podemos llamar a la mafia, los Sopranos, o algo más raro o divertido, quizás
los Pianos, tal vez…
—Los Pacinos.
—Los Tarantinos. Entonces, ellos contratan a estas personas para que vivan en la
casa de su niñez y actúen como su familia, incluyendo a esta chica salvaje, que se supone,
debe ser su hermana. Su trabajo es acercarse a él, y encontrar donde ha escondido, no lo
sé, ¿dinero? ¿Drogas? ¿Dinero y drogas? ¿Diamantes?
—¿Qué tal una estatua con un poco de microfilm en ella?
—Luego, cuando ella encuentra el lugar donde está la estatua, le da una golpiza.
—Riot Grrl es una mujer luchadora.
La sonrisa de Rory es tan amplia que parecía que su rostro se pudiera dividir en la
mitad.
—Es genial ¿no? —digo, casi tan esperanzado como cuando me encontraba de pie
en la habitación de Lucinda—. Dime que es genial.
—Es totalmente asombroso. ¡Es malditamente BUENO! —Hace su horrible baile de
chico blanco alrededor de todo el garaje.
—¿Dónde diablos están Gina y Joe? —digo.
47
This is your brain on drugs: Hace referencia a una campaña antinarcóticos de Estados Unidos, en las
que se compara el cerebro bajo la influencia de las drogas, con un huevo en un sartén.
239
Ambos fuimos por nuestros celulares.
* * * * *
Pasamos el resto de la semana trabajando en la segunda parte del final. Gina tiñe
su cabello a un negro azabache y corta alto el flequillo de su cabeza. Durante la escena
de persecución climática a través de oscuras calles resbaladizas y destellantes con lluvia,
ella lleva un corto y apretado vestido con zapatos altos. Parece tanto dulce como mortal,
una magnífica asesina sacada de un filme francés. Grabamos la persecución completa en
una toma, siguiéndola en el Segway.
Joe es el mejor drogadicto e ingenuo en la historia de drogadictos e ingenuos. Su
rostro demacrado, gris y extenuado. Es un espantapájaros. Él es una linterna de Jack48
torturada. Se adentra en sus partes como si nunca más pudiera volver a tener un papel
como actor en su vida. Durante la escena en la que él está a punto de morir, improvisa
sus diálogos, contando la historia del hijo pródigo de la Biblia, llorando y babeando todo el
tiempo.
—Un hombre tiene dos hijos. El más joven demanda su parte de la herencia
mientras que su padre está vivo. El niño coge su dinero, se marcha y lo gasta haciendo
cualquier cosa, tú sabes, fiestas y todo eso, al final, tiene que aceptar un trabajo cuidando
cerdos. Allí recobra su juicio, por lo que vuelve a la casa de su padre. Cuando llega a
casa, su padre no está enojado en absoluto. Él celebra el retorno del niño. Y cuando el
hermano mayor se enoja por eso, su padre dice que él tan solo está feliz de que su hijo
volviera sano a casa. ¿Lo ves? Todos pecamos. El solo vivir es el constante peso de un
pecado. Como si siempre escogiéramos el menor entre dos males cada minuto de cada día.
48
Jack-o'-lantern: Son aquellas linternas, más que todo usadas en las festividades de Halloween, en las
que en una calabaza se talla un rostro terrorífico.
240
Riot Grrl amartilla su cabeza al igual que un arma. Los grabamos desde arriba,
donde Rory y yo estamos encaramados en uno de los vagones de la Noria49 filmando, a
través de la rejilla, mientras Riot Grrl y su hermano drogadicto se balanceaban en el vagón
de al lado.
—Esa es una historia dulce —dice Riot Grrl—. Lástima que tú seas el mal menor.
—Luego ella lo empuja fuera del vagón de la Noria.
Cuando vimos el episodio completo, en verdad, gritamos de entusiasmo.
* * * * *
En las canchas de tenis Lucinda tiene un regalo para mí. Desde el maletero de su
coche ella arrastra una enorme caja envuelta en papel plateado.
—No recuerdo haberte dicho que toco la guitarra —digo rasgando el papel de regalo.
—Mereces una recompensa por haber terminado Riot Grrl.
—Pensé que habías dicho que era demasiado violento.
—Las películas no son mi especialidad —dice—. ¿Qué es lo que puedo saber?
Lo abro y es una nueva raqueta de tenis que ella puso en una caja demasiado
grande. Sostengo la raqueta, la sacudo de una mano a otra.
—Hey, esto es muy bueno.
—¿Verdad? Creí que jugarías mejor con una nueva.
El último partido que jugamos, la puntuación fue 7 - 6, 6 - 4, la mejor desde que
había jugado contra ella.
49
Noria: Puede ser una rueda hidráulica usada para sacar agua, o también una atracción turística
mayormente conocida como “La Rueda de la Fortuna”.
241
—¿Quieres que juegue mejor?
—Por supuesto que sí —dice—. Incluso te dejaré hacer algunos saques de práctica
antes de que juguemos, así puedes acostumbrarte a la raqueta.
—Que agradable de tu parte —digo.
—Lo es, ¿no? Y me figuro que eso puede mantener tu mente alejada de toda la
cosa de las votaciones.
—Por un rato, de cualquier forma. —En esta ronda, MTV no te deja ver los
recuentos de votos hasta que el ganador oficial es anunciando. Las personas pueden seguir
comentando, pero los resultados están arriba en el aire. Si yo no estuviera tan seguro de
que los hemos matado con el final, estaría enloqueciendo. Ahora, lo único que está
llevándome a enloquecer es Lucinda en su vestido de tenis.
Practico mi servicio por unos cinco minutos, y luego estoy listo. Lanzamos para el
primer servicio y ella gana. Se mueve exageradamente atrás a la línea de servicio, rebota la
pelota tres veces. Ese es su ritual, rebotar tres veces, lanzar, y luego el chasquido de la
raqueta sobre la pelota. Lo sé porque vi el video de sus juegos. Los vi una y otra vez,
amando la forma en que los músculos de su brazo se encorvan y estrían en el momento
del contacto. Algo que apenas puedes ver en persona, únicamente en videos. Presiona
Reproducir y Lucinda es una bailarina. Presiona Detener y es una guerrera.
Ella sirve a una gran distancia, pero yo ya estoy allí. Yo estaba justo en la línea.
Sus ojos se abren en sorpresa, luego ella sonríe.
—¿Lo ves? Ya eres mejor.
Su siguiente saque es directo al medio. Esta vez lo recibo con mi raqueta, pero no
tan firme como desearía. Ella corre hasta la red y la empuja lejos.
242
—Hey, estamos empatados —le digo.
—15 - 15 —dice ella, saltando sobre sus pies.
Una hora más tarde realmente estamos empatados, con un set cada uno y tres
juegos cada uno. Ella ya no está perdiendo el tiempo. Ya no está sonriendo o destellando
los pantalones cortos debajo de su falda. Ella quiere ganar. Y cuanto más quiere ganar,
más quiero ganar.
Saca una bola más allá de mí. Solo puedo estar allí y verlo.
—¡Fuera! —digo—. Juego.
—¿Qué? —dice—. Eso estaba adentro.
—No, estaba como a un kilómetro y medio de la línea de base —le digo. Era una
milla fuera de la línea de base.
—Vamos —dice ella—. Ese era mi punto.
—No, no fue así —le digo.
—¡Eddy! He estado jugando este juego desde que tenía tres años.
—¿Y? —le digo—. Eso no quiere decir que tu bola no estaba fuera.
Ella tiene sus manos en sus caderas, su raqueta escondida debajo de un brazo, el
mango sobresalía de su cuerpo. Sus cejas se arrugaron, su cara y el cuello están
enrojecidos y llenos de manchas, y golpea el pie contra el suelo con fastidio. Entonces
agarra el mango de la raqueta y lo balancea en el aire.
—Está bien. Tu punto.
—Está bien. Vamos a jugar el punto de nuevo.
243
—No, vamos a seguir adelante. Tu juego. 4-3.
—Sirve, Lucinda. Quiero jugar el punto de nuevo. Tal vez no lo vi bien.
—Dijiste que lo hiciste.
—Así que, tal vez me equivoqué.
—Dijiste que no.
No sé por qué parece tan enojada. Solo estamos jugando de todos modos.
—No quiero pelear por esto.
—Yo tampoco. Así que vamos a terminar, ¿de acuerdo? —Ella se agacha y me
espera para servir. Finalmente lo hago. Juega aún más ferozmente, si eso es posible, pero
quebré su servicio y el partido es más o menos el mismo de todos modos. Los dos últimos
partidos pasan en unos diez minutos. 6-4, 4-6, 6-4.
—Bueno —dice cuando llega a la red—. Creo que esa raqueta fue un error.
—Sí —le digo. Me siento raro. Quiero olvidar el partido.
Quiero que ella se olvide de él.
Yo sé cómo hacerla olvidar.
—Entonces, ¿qué hay de venir a mi casa? Papá tiene que trabajar hoy.
Ella se inclina y vierte agua sobre su cabello. A medida que se está secando con la
toalla, dice:
—Hoy no puedo, Eddy. Tengo un proyecto de historia que tengo que hacer.
—No puedes estar hablando en serio. ¡La graduación es la semana que viene!
244
—Sí, pero todavía tengo que hacer este proyecto. Se trata de un proyecto de
grupo y dije que me encontraría con alguien esta tarde.
No me gusta la forma en que dice alguien.
—¿Alguien?
—Alguien.
—¿Quién?
Ella suspira.
—Joe.
—Te vas a reunir con Joe para un proyecto. ¿Qué tipo de proyecto?
—Estamos haciendo una porno —dice ella.
—Ja —le digo—. Eso es muy gracioso.
—Ya te lo dije, Eddy. Es para historia.
—Así que, ¿por qué lo estas manteniendo en secreto?
—No estaba manteniéndolo en secreto. Es solo que sé lo celoso que te pones si
menciono el nombre de Joe. Así que no tenía ganas de mencionarlo.
—No me pongo celoso.
Ella pone los ojos en blanco. En la brillante luz del sol se ven casi incoloros.
—¿Tienes que reunirte con él hoy?
—Sí —dice—. Es el único momento que los dos teníamos libre. —Sonríe un poco, se
acerca y me da un golpe con la toalla húmeda—. Si te hace sentir mejor, no es un
245
proyecto atractivo. Estamos haciendo la Biblia. Bueno, en realidad no. María Magdalena.
Tenemos que hacer una presentación en PowerPoint. Música, voz en off, imágenes, obras.
Casi no nos permitieron hacerlo. Uno de los otros chicos dijo que era en contra de la
separación de iglesia y del estado. —Ella se ríe—. Joe se hizo cargo de él.
—Genial —le digo.
—Eddy…
—No, lo digo en serio. Eso es genial. Me alegro de que mis amigos se lleven bien.
—Cuando digo la palabra amigos, escupo un poco.
Ella me mira. Luego se pone de pie de puntillas para besarme.
—Gracias. ¿Te llamo más tarde?
—Claro —le digo—. Me encanta…
Pero antes de que pueda dejarlo salir, ella ya se ha ido.
* * * * *
Llego a casa y encuentro un cepillo, un destornillador, una lata de pintura blanca y
una lona en la mesa de la cocina. Pegado a la pintura esta una nota: Haz algo útil. Pinta
el garaje. Papá no lo firmó.
No me molesto en bañarme. Arrastré el material hacia afuera. Trato de abrir la
lata, pero el destornillador se mantiene resbalándose de mi mano.
—Perra —le digo. Al lado, la señora Winston esta podando sus arbustos con un par
de tijeras de jardín lo suficientemente grandes como para cortar una secuoya. Ella me mira.
—No, señora Winston —digo—. La lata. No puedo abrirla.
246
Ella niega con la cabeza y corta una rama con un chasquido de las tijeras. Casi
digo: En realidad, señora Winston, estaba hablando de usted, pero no lo hago. No me
importa la señora Winston. No me importa nadie excepto Lucinda, y ella está fuera leyendo
la Biblia con cierto cabezón de ojos saltones que supuestamente es amigo mío. ¿Qué pasa
con esto? Ella ya ha entrado en la universidad, ya no necesita la nota, así que, ¿por qué
iba a elegir pasar el tiempo con Joe sobre mí? Yo abofeteaba la pintura contra el garaje,
rociándolo todo sobre mis brazos y camiseta. Joe estaba caliente con ella, incluso antes de
que empezáramos a salir. Trató de convencerme de no estar con ella. A lo mejor todavía
está loco por ella, todavía tratando de atraparla.
Sigo pintando, el sol caía sobre mí, quemando la parte trasera de mi cuello. Trato
de pensar en las películas. Mis fotos preferidas, mis escenas favoritas, mis líneas favoritas
de diálogo. El Club de la Pelea: La primera regla del Club de la Pelea: No hablar del club
de la pelea. Dependientes: No hay nada más excitante que señalar los defectos de los
demás, ¿verdad? La ventana trasera: ¿Por qué Thorwald quiere matar un pequeño perro?
¿Debido a que sabía demasiado? Pero todo lo que sigo viendo es a Joe tocando a Lucinda,
Lucinda tocando a Joe. Joe diciendo algo sensible, cariñoso y espeluznante como: Realmente
respeto las mujeres, o, Creo que los jugadores tienen lo que se merecen, o, La Biblia dice
que el hombre y la mujer fueron creados a imagen de Dios, y luego bajando el cierre de su
vestido. Parpadeo fuerte para borrar las imágenes, pero no puedo.
El teléfono suena en el interior. Nadie más que los vendedores telefónicos llaman al
teléfono de la casa. Nadie salvo… Dejo caer la brocha en el cubo de pintura y corro hacia
el interior.
—¿Hola? —digo.
—Estoy buscando a Ed Rochester.
—Soy Ed —digo.
247
—¡Ed! Aquí Erin Loder. ¿Cómo estás?
—¡Bien! ¡Genial!
—Así que, escucha. Vimos el final de Riot Grrl 16 y tengo que decir, que fue un
trabajo brillante. Totalmente sorprendente y sin embargo totalmente lógico. Joe y Gina eran
increíbles. Nos encantó. Realmente nos encantó.
Me doy cuenta de que he estado conteniendo la respiración. Exhalo.
—Gracias.
—Estoy llamando a todos los participantes para que sepan los resultados finales
antes de ponerlos en la web. Después de que trabajaran tan duro, se merecen tanto.
—Me alegro —me las arreglo para decir, aunque mi lengua está prácticamente
pegada a la parte superior de la boca. Es el momento, es el momento, mi cerebro zumba.
Estamos en nuestro camino.
—Eddy, siento mucho decir que mientras nos encantó, nuestro público no lo tomó de
la forma en que habríamos esperado. Riot Grrl 16 terminó fuera del top cinco.
—El… ¿qué?
—No conseguiste los votos, Ed. Es una pena. Tal vez el final fue un poco
demasiado complejo. Un poco demasiado exagerado.
—¿Exagerado? Pero dijiste que Riot Grrl debería ser un espía.
—Bueno, no exactamente. Estábamos tirando cosas por ahí. —He oído papeles
arrastrando—. Sé que esto es una noticia decepcionante. Lo entiendo, Ed, he estado allí.
Todo lo que puedo decir es que tienes un montón de publicidad y tal vez habrá
oportunidades más adelante.
248
Me obligo a croar.
—Amaste Riot Grrl 16. ¿MTV sigue interesado en el show? Podríamos tomarlo una
nueva dirección.
—La cosa es, Eddy, mis jefes creen que esto se ha hecho antes.
—¿Qué se ha hecho antes?
—El video formato de diario.
—Pero Manny y Paul…
—Me temo que Manny y Paul ya no están con nosotros —dice ella, su voz
quebradiza como un pedazo de papel—. Se fueron a buscar otras oportunidades.
—Pero cuando hablamos por primera vez, dijiste que trajimos algo nuevo al formato.
—Y lo hicieron, a pesar de todo lo hicieron —dice ella—. Pero algunas de nuestras
nuevas personas creen que necesitamos algo incluso mucho más fresco que eso.
Verdaderamente fresco, si sabes lo que quiero decir. Absolutamente mentolado.
Mi cerebro está escarbando por ahí como un jerbo.
—¿Y si salimos con algunas otras ideas? ¿Ideas nuevas? Mentoladas. —No puedo
creer que esté utilizando adjetivos utilizados normalmente para describir las gomas de
mascar.
—¡Ese es el espíritu, Ed! Justo lo que quería oír. Sigue delante y pon algunos
lanzamientos juntos y me dan una llamada. ¿Quién sabe lo que podría pasar?
—Sí —le digo—. Genial. Voy a hacer eso. ¿Puedo hacerte una pregunta?
—¡Dispara!
249
—¿Qué show consiguió más votos? —Por favor que sea Las asombrosas aventuras
de un Chico Emo, por favor que sea algo bueno.
—Bitchslap —dice ella—. Nuestra audiencia realmente amaba las escenas peligrosas.
—Escenas peligrosas —le digo. ¿Cuándo jugar balón prisionero con pelotas de béisbol
se convirtió en algo más que estúpido?
—Solo una cosa más —dice—. ¿Tienes el número de Joe Meyerhoff? Él no nos lo
dió.
Mi cerebro deja de escarbar. Mi cerebro está completamente inmóvil.
—¿Joe? ¿Por qué necesitan el número de Joe?
—Quiero hablar con él sobre su pequeño show que ha estado corriendo en YouTube,
¿Tu Biblia Arreglada con el Hermano Amigo? Es eso una… una… —Ella calla y no hay
más sonidos de papeleo—. ¿Una produccion de Jumpling Frenchmen of Maine?
—No —me las arreglo para decir—. Nunca lo he visto.
—¡Absolutamente tienes que conseguirlo! Es algo fabuloso. Los ejecutivos se volvieron
locos por él. Quiero decir, absolutamente sobre la luna. No he visto a los ejecutivos tan
contentos desde que la Vida Real: Ámsterdam emitió por primera vez. Joe es tan
inteligente, simpático, divertido y atractivo. Y lindo, también, si no sueno demasiado parecido a
una anciana diciendo eso. No se puede quitarle la vista de encima. Pensamos que sería una
gran adición a nuestro reparto. La religión es tan popular en estos momentos. Nada más
caliente.
Yo digo:
—Caliente.
250
—Entonces, ¿crees que podrías darme su número? ¿Eddy? ¿Hola?
251
15
Dr. Strangelove
Traducido por Cr!sly & RBK
Corregido por yuya
Tomo una cerveza del refrigerador. Si alguien en el universo se merece una
cerveza, ese soy yo. Tengo que hacer algo para relajarme. Tengo que trabajar en algunas
ideas para Erin Loder. Tengo que aparecer con algo brillante. No puedo creer que a ellos
les gustara el estúpido Show Bíblico de Joe. Yo ni siquiera sabía que él lo había hecho. Ni
siquiera sabía que ya estaba listo y en marcha.
¿Qué más estaba escondiendo?
Nada, ni siquiera pienses, ni siquiera pienses en ello, me digo. Todo está bien, todo
está bien. Así que perdiste un concurso, un imbécil arruinó tu maldita vida; Erin no te dijo
que no. Aún tienes una oportunidad. Cojo una libreta amarilla, una lapiz y me siento en el
sofá. Tippi Hedren se sienta en mi hombro acariciando mi pelo con su pico. Doy golpecitos
con el lápiz en la libreta. Tomo otro sorbo de cerveza. Tengo que pensar en algo a la
moda.
252
Un adolescente está siendo acosado en la escuela. Lentamente se obsesiona con el
mundo del anime y el manga. Decidió cometer harakiri50, pero antes de hacerlo, es visitado
por el dios japonés Izanaki, quien quiere que su hijo salve a su esposa del inframundo.
Aventura y fantasía se encuentran en este realismo descarnado.
Tacho esto. Tomo unos cuantos sorbos más de cerveza.
Una tímida pueblerina está desesperada por ser una estrella del pop. Intenta una
prueba para un programa de variedades tipo American Idol, para ser seducida por el
productor megalómano, un británico llamado Richard Swallow. El posible título para el show:
Swallowtail.
Tacho esto. Termino la cerveza. Me levanto y busco otra cerveza, asegurándome de
esconder la botella de cerveza debajo del resto de la basura. Vuevo a la sala de estar.
Primero me tomo la cerveza para asegurarme de que realmente me estoy relajando.
Después de terminar la cerveza, vuelvo a la cocina y busco otra cerveza del refrigerador.
Tippi Hendren dice:
—¡Creí que lo sabías! ¡Quiero ir por la vida saltando entre fuentes desnuda!
La mimo con un dedo.
—Esa es nueva.
—¡Desnuda! —graznó.
—Tú estás desnuda —le digo. Vuelvo a mi posición en el salón familiar y tomo mi
lápiz.
50
Harakiri: es el suicidio ritual japonés por desentrañamiento, si bien en japonés se prefiere el término
seppuku (切腹?), ya que la palabra harakiri no se usa por considerarse vulgar.
253
Dos hermanos pierden a su madre en un misterioso incendio. Ellos la creen muerta
hasta que una extraña carta llega por correo, una carta de su madre. La carta dice que
ella no está muerta, pero que se está escondiendo para proteger a sus hijos. Les advierte
que no intenten buscarla, porque si lo hacen, pondrán en peligro su vida y la de ellos. Los
dos chicos se proponen encontrar a su madre usando la única pista que ella dejó, la Biblia
de la familia. Además tienen grandiosos superpoderes. Que son realmente increíbles.
—Bien, hubiera sido lo suficientemente bueno en Roma, pero no es lo suficientemente
bueno ahora —dice Tippi.
—Gracias. Eres de gran ayuda.
—Tengo que ir a San Francisco.
Me siento un poco mareado. Abro mi portátil y leo todos los mensajes de Riot grrl
16, quien parece dividido entre el amor y el odio. El Hombre de Hojalata sostiene la corte
como siempre, orquestando a los que odian en una sinfonía de “¡Esto apesta!”. Los cinco
primeros serán anunciados en un par de días y me mata imaginar toda la celebración
triunfal en el Riot Grrl. Me mata el pensar en el Hombre de Hojalata, este enemigo sin
rostro que puede ser quién sea, dónde sea, cuándo sea. Este chico que nunca te dirá toda
la mierda en tu cara, pero cree que está bien destruir tu vida a distancia.
Sintiéndome realmente enfermo, entro a YouTube y veo el show de Joe: Arregla tu
Biblia con tu amigo. Esta vestido con una túnica marrón y hablando sobre dos historias
diferentes de la creación. Después de unos minutos ya no quiero verlo, pero es como dice
Erin, no puedes quitar tus ojos de Joe. Él es así de bueno. Y probablemente es famoso
por eso, quiera serlo o no. Imbécil.
Entro a Myspace. Tengo muchas peticiones de amistad. Acepto 999 le digo no a
dos y a otros dos “putos!” Will pick your @$$, principesca Peaches, G-Unit y
254
jAnEt^^iNtErPlAnEtArIa51. Hay un trillón de comentarios nuevos, la mayoría de ellos
“Gracias por agregarme” o “¡Amo tu show!” o lo que sea. Los acepto a todos, necesito a
todos los amigos que pueda conseguir. Y luego veo la foto de Sonya, el pequeño avatar al
lado de su nombre esta parpadeando, lo que significa que está conectada. Cliqueo en su
perfil y en enviar mensaje.
Rear*Window13: Hey.
Pasan unos minutos. Tal vez ella ya no me habla. Tal vez nadie me habla ya.
$ugarHoney: Hey. Creí que ya no me hablabas.
Rear*Window13: ¿Por qué no?
$ugarHoney: Novia.
Rear*Window13: Eso no significa que no pueda hablarle a los
demás.
$ugarHoney: Cierto
Rear*Window13: Entonces, ¿cómo estás?
$ugarHoney: Bien. Pensé que te habías olvidado de mí.
Rear*Window13: Eres difícil de olvidar.
$ugarHoney: Mentiroso.
Rear*Window13: Yo nunca miento.
$ugarHoney: ¿Que estás haciendo?
Rear*Window13: Trabajo.
$ugarHoney: ¿Necesitas un descanso?
51
Usuarios de MySpace
255
Rear*Window13: Yo siempre necesito un descanso.
Después de eso, nada, escribo otro mensaje, pero ella se ha ido. Me quedo mirando
la pantalla. ¿Qué había sido eso? Y, ¿qué había escrito?
Estoy perdiendo la cabeza. Mis tímpanos golpean. ¿Por qué mis tímpanos golpean?
Tippi se lamenta:
—Tengo que ir a...
—Cuéntame sobre ello —le digo. Abofeteo el portátil cerrado y recojo las botellas de
cerveza. Meto todo en la bolsa de basura, y lo llevo a los contenedores grandes de fuera;
Tippi grazna sobre mi hombro todo el camino. Luego entro y pongo una nueva bolsa en la
cocina. Pongo un tarro de pepinillos en la nevera detrás de las botellas de cerveza para
que parezca que hay más botellas. Papá nunca lo sabrá.
Me decido a ver una película. Voy a bajar y escanear los discos DVD. No se para
que estoy de humor. No Dos Torres. No Pulp Fiction. No Dogma, Tiburón, o Memento.
¿Scorsese, tal vez? ¿Un poco del Padrino? No. Muerte entre las flores, de los hermanos
Coen. Saco el DVD y lo pongo en el reproductor. Me siento y pulso el botón Play justo
cuando suena el timbre. Al parecer, nada se supone que va bien hoy. Corro por las
escaleras hasta llegar a la puerta. Abro para encontrar de pie Sonya allí.
—Hola —dice.
—Hola. —No puedo creer que esté aquí. No creía que me tomaría en serio. En
realidad no.
—¿Quién es? —dice Sonya, señalando a Tippi.
—Solo soy un animal capturado —dice Tippi.
256
Sonya sonríe a esto. Lleva un top ajustado de color rojo y una minifalda negra que
podría haber duplicado con una diadema.
—¿Puedo pasar? —No espera una respuesta. Pasa delante de mí a casa. Se ha
puesto perfume o desodorante tal vez. No sé. Sea lo que sea, huele a pastel.
—Yo solo iba a ver una película —le digo.
—Eso suena bien. ¿Qué película?
—Se llama Muerte entre las flores.
—¿Es sobre trenes?52
—¿Qué? No. No es sobre trenes. Es una especie de película de gánster. Este tipo
es un asesor de la mafia y...
—Tengo un poco de tiempo —dice. Sus labios son rosados y brillantes, sus dientes
blancos asomando entre ellos—. La veré contigo.
—Oh. Genial. Voy a llevar arriba a Tippi.
Tippi:
—¿Todavía estás de humor para matar?
—¿Qué te dijo? —dice Sonya.
—Nada. —Corro arriba y meto a la pobre Tippi en su jaula. Pongo mis dedos en
mis oídos para no oír sus gritos y graznidos cuando salgo de la habitación y vuelvo por las
escaleras.
Sonya todavía está flotando en el pasillo.
52
El nombre original de la película es "Miller's Crossing" , por eso Sonya lo asocia con trenes.
257
—Um —digo—. ¿Quieres algo?
Ella levanta una ceja y me doy cuenta de cómo suena eso.
—Quiero decir, ¿quieres algo de comer? ¿Beber? ¿Refresco?
Se encoge de hombros.
—No soy una persona de refresco. ¿Qué más tienes?
Ella me sigue a la cocina. Abro la nevera.
—Tengo las cosas regular. Zumo. Agua. Hay un refrigerador de vino aquí, puede
que haya, aunque es probable que a partir de 1998.
Sonya empieza a abrir gabinetes.
—Oh, yo estaba pensando en algo más parecido a esto. —Saca una botella de
ron—. Podríamos mezclar esto con la Coca-Cola.
Miro la botella.
—No pierdes el tiempo.
—¿No lo hago? —Me hace a un lado y saca dos coca-colas de la nevera. Tiene
que agacharse para alcanzarlas. Yo entiendo la obsesión de Joe con la religión. Quiero decir
Jesús. Señor todopoderoso. Aleluya.
Luego se endereza.
—¿Vasos?
—¿Qué?
—Necesito vasos para las bebidas.
258
—Oh —le digo. Cojo unos vasos limpios del lavavajillas—. Aquí.
Ella mezcla el ron y las coca-colas y me tiende un vaso. Esto no es una buena
idea, sobre todo después de la cerveza. Pero lo tomo de todas formas. ¿Qué daño podía
hacer? No estoy haciendo nada malo. Lucinda está saliendo con Joe, trabajando en su
“proyecto”. Voy a pasar el rato con Sonya y ver una película. ¿Qué hay de malo en una
película? Las películas son buenas. Las películas son arte. Solo estoy tratando de
inspirarme.
Llevo a Sonya a la guarida. Nos sentamos en el sofá. Incluso me aseguro de que
haya un poco de distancia entre nosotros para que Sonya no se haga ilusiones. ¿Quién
podía decir cualquier cosa sobre ello? Nadie.
Presiono Play.
Los créditos ruedan.
La película empieza.
Me tomo el ron con Coca-Cola. Sabe a algo que se podría utilizar para limpiar las
gafas.
Después de aproximadamente media hora, pulsamos pausa y conseguimos otro ron y
Coca-Cola. Las escaleras parecen estar borrosas. Me tropiezo y me golpeo el hueso de la
risa en la barandilla.
—¡Ay! —digo.
—¡Vaya! —dice Sonya, arrastrándome en posición vertical—. Ten cuidado.
El segundo trago es mejor, matando a los latidos viciosos en mi brazo. Nos
sentamos en el sofá de nuevo. Sonya se encuentra más cerca esta vez, su muslo tocando
mi pierna. Fijo la mirada en ella, en la forma en que el músculo va por kilómetros y
259
kilómetros y desaparece por entre los pliegues de su falda. Su brazo descansa en el muslo,
su mano sosteniendo la copa. Finos pelos marrones desempolvan su piel. En el botón redondo
de hueso por encima de la mano tiene una peca. Solo una, redonda y de color marrón y
perfecta, demasiado perfecta, como una imitación de una peca. Mi tímpano está golpeando
de nuevo. Mis dedos tiemblan. Puedo oír chillando a Tippi todo el camino arriba, pero no
puedo entender lo que está gritando. Mis dedos se arrastran a través de muslo de Sonya
a la muñeca.
—Tienes una muñeca tan pequeña —le digo, o trato de decir, porque mi lengua se
ha vuelto espesa.
—¿En serio? —dice—. Nunca lo pensé.
—Así es. Puedo sss… rodearla con el pulgar y el dedo índice.
Ella mira hacia abajo a mi mano tocando su mano, y luego hacia arriba. En la
pantalla detrás de ella, un hombre está de rodillas rogando por su vida.
Sonya pone su vaso sobre la mesa.
—Entonces, ¿qué más se puede hacer con el dedo pulgar y el dedo índice?
260
16
Apocalipsis ahora
Traducido por Isane33✰ & Mais02029 (SOS)
Corregido por yuya
Después de que Sonya se ha ido, limpio la evidencia. Oculto la botella de ron, friego
los vasos, tiro las sábanas en la lavadora, me cepillo los dientes, los cepillo de nuevo. Saco
a Tippi de su jaula para que deje de chillar. Mi cabeza se siente como si alguien hubiera
enterrado un hacha en ella. El público diría que lo tengo bien merecido.
Estoy cubierto de una delgada capa pegajosa de la chica-que-no-es-mi-novia. Ella me
dijo que podía grabarla si quería. ¿Por qué diría algo así? ¿Qué si lo hubiera hecho? Podría
pegarlo todo en Internet. Podría hacerlo rebotar contra los satélites y enviarlo a otras
galaxias. Los alienígenas podían alquilarlo por pago para verlo dentro de un millón de años.
¿Quieres cosas alrededor dentro de un millón de años? Como esa chica, Audrey, Joe
estuvo saliendo con ella el año pasado, aquella cuya imagen fue tomada y enviada por todas
partes. ¿Sabe que va a existir para siempre? ¿Qué nunca podrá borrarla o eliminarla, no
importa lo que ella haga?
Me siento mareado.
El alcohol se agita en mi estómago y tengo que sentarme. No sé por qué, pero me
siento en la mesa del comedor. Es el lugar donde mi mamá siempre se sentaba a hacer
261
facturas y esas cosas. No sé cuánto tiempo me siento allí. Por algún tiempo. Mi padre me
encuentra todavía sentado allí cuando llega a casa. Tippi Hedren corre a través de la
alfombra para darle la bienvenida. Normalmente, eso me hace reír, pero no estoy riendo.
—Hey, Tippi —dice papá.
—Estoy enamorada de los mentirosos —dice Tippi.
—¿En serio? —dice papá, extendiendo su brazo para que ella pueda arrastrarse
hasta su hombro—. ¿Qué estás haciendo, Ed?
—Nada —le digo.
—Ya lo veo. Pero, ¿por qué?
—No hay razón.
—Ajá. ¿Ha venido alguien a visitarte?
—¿Qué? ¿Por qué dices eso?
—Porque huele a pastel aquí y supongo que tú no horneaste uno —dice. Él esta
mirándome con recelo, como si el pastel no es lo único que puede oler. Cerveza. Ron.
Engaño.
—Oh. No. Nadie ha estado aquí.
—Eso es bueno —dice—. Porque todavía no estoy completamente a gusto contigo
invitando chicas a casa cuando no estoy.
Empiezo a poner mis ojos en blanco, pero eso envía rayos de dolor a mi cerebro.
—Está bien, papá.
—Sin embargo, me gusta Lucinda. ¿Cómo está?
262
—Ella está bien.
—¿Solo bien?
—Está bien —le digo.
—Eso no es demasiado entusiasta.
—¿Qué quieres que diga? ¿Qué nos vamos a casar?
—Estás de mal humor —dice.
Tengo que decirle algo.
—MTV no va a quedarse con Riot Grrl 16. Recibí la llamada hoy.
—Oh, así que por eso estás aquí. —Se sienta en la mesa—. Lo siento, Ed. Sé que
estabas realmente esperando que eso sucediera.
—Gracias.
—¿Cómo lo tomaron Rory y Joe?
—No les he dicho todavía. No sé cómo voy a explicarlo.
—No es tu culpa —dice—. Este tipo de cosas suceden. No lo planeas.
Casi podía sentirlo luchar consigo mismo para no decir lo que quiere decir, la enorme
batalla interna. Un actor interpretándolo tendría que utilizar todos los músculos de la cara y
la mandíbula para representarlo.
Papá pierde, como siempre.
—Esta es una de las razones por las que creo que debes considerar la universidad.
263
—Papá, trabajas para un programa de televisión. Estás en el negocio. No sé por
qué me dices que no debería hacerlo.
—Debido a que este negocio te absorbe la vida. Los horarios son imposibles. Eso
cuesta cosas que ni siquiera podemos imaginar. Este negocio probablemente me ha costado a
tu madre.
—Ella de nuevo.
Genial. Ahora que lo he herido. Está haciendo la cosa de parpadear rápido, lo que
se vería totalmente estudiado si no lo conociera.
—Sí, ella de nuevo. Puedes no creer esto, pero en realidad la amaba.
—Tal vez ella no te amó —le digo—. Tal vez no amaba a ninguno de nosotros.
¿Alguna vez pensaste en eso?
—Tu madre te quiere.
Mi estómago ruge y no en forma de hambre.
—Olvídalo, papá. No importa.
—Creo que es importante.
—¿Tenemos Pepto Bismol o Tums o algo así? No me siento muy bien.
Él suspira y sé que sabe que he estado bebiendo.
Pero lo único que dice es:
—Creo que tenemos algo en el botiquín. Déjame ir a ver.
Mientras que él va a ver, me obligo a levantarme y poner las sábanas mojadas en
la secadora. Abro de un tirón la máquina para encontrarlas amontonadas en un gran lío,
264
como si las hadas tramposas se colaron a hurtadillas en la casa mientras yo no estaba
prestando atención y las ataron en nudos. Tiré y tiré y finalmente salieron, pero algo de
encaje y retorcido aterrizó con un plaf en el suelo. Es la ropa interior de Sonya. Esta allí
en el suelo, con gotas de humedad a su alrededor como una víctima de asesinato. Otra
cosa que hay que enterrar en la basura debajo de los pañuelos usados y de las viejas las
bolas de pelusa.
Espero que ella no lo quiera de vuelta. Espero que no me llame o me escriba más.
Espero que estuviera demasiado borracha para recordar lo que pasó.
Espero que sea la clase de chica que está bien con eso.
* * * * *
—Tenemos que salir —dice Lucinda—. Animarte.
Estamos hablando por teléfono. Es raro, porque nunca hablamos por teléfono. Ella
me llamó. Me pregunto si es una señal de que todo va a ser diferente de ahora en
adelante. El pensamiento aprieta el aire de mis pulmones y me pongo a toser.
—¿Estás bien?
—Sí —le digo—. Hay algo atorado en mi garganta. Así que, ¿a dónde quieres ir?
—A donde todo el mundo va —dice ella—. Al cine.
Pienso en Muerte entre las flores y me siento enfermo de nuevo. En este
momento lo último que quiero hacer es ver una película.
—¿Qué tal si hacemos otra cosa? Podríamos ir a ese lugar de golf en miniatura.
—Odias el golf en miniatura.
—Me gusta.
265
—Me has estado acosando para ir a ver una película durante mucho tiempo. Vamos.
—¿Qué están dando?
—Estoy segura de que encontraremos algo.
No estoy tan seguro. Hollywood produce en serie de monstruosidad tras
monstruosidad y espera que el público no se dé cuenta. Generalmente, no lo hacen.
—Si no hay nada fuera, solo podemos alquilar una película.
—Quiero salir en público para variar.
—Jugamos al tenis en público.
—Solo quiero ver una película contigo. ¿Es eso mucho pedir?
—Está bien —le digo—. Vamos a ver lo que tienen. —Me pongo en línea para
comprobar las carteleras de los cines locales—. ¡Oh, mira! Están dando El Estúpido. Y
Mierda en una rama II.
—Eres un esnob. Vamos a ver aquella sobre un policía encubierto. La que dicen que
va a ganar un Oscar. Todavía la están dando, ¿verdad?
—¿Sabes que tonterías son los Oscares?
—Recógeme en quince minutos.
Media hora más tarde hacemos la fila para comprar los boletos.
Lucinda lleva una camiseta blanca sencilla, pantalones vaqueros y sandalias rojas con
una raída bolsa de mensajero que a veces usa como un bolso cuando tiene ganas de llevar
uno. Nunca nadie lució tan caliente en una camiseta, pantalones vaqueros, sandalias y una
raída bolsa de mensajero. Desearía que ella no quisiera salir esta noche porque no quiero
266
que nadie más la mire de la forma en que la estoy mirando. Desearía que no se hubiera
ido a encontrarse con Joe. Desearía que no me hubiera ignorado. Entonces la cosa con
Sonya nunca hubiera pasado y no me sentiría como una botella de refresco que alguien
agitó para hacer una broma.
—¿Cómo va el proyecto? —le digo.
—Bien. Lo tenemos casi hecho. Vamos a tener que reunirnos una vez más y luego
todo habrá terminado.
—¿Qué es todo?
—El año. La escuela preparatoria. No lo sé —dice ella—. Es el último gran proyecto
antes de la universidad. ¿No es extraño?
—No realmente —le digo.
—Oh, vamos —dice ella—. Estamos graduándonos, pero siento como si me hubiera
ido ya. Al menos en mi cabeza. Solo quiero seguir adelante con el resto de mi vida ya.
¿Sabes lo que quiero decir?
No tengo que decir nada porque habla alegremente todo el camino hasta el fondo del
cine. No sé lo que la hacía tan habladora, ella es generalmente el tipo fuerte y silenciosa,
al menos conmigo. Tal vez el estudio de la Biblia provoca locuacidad excesiva.
Me pregunto si es la culpa.
Encontramos asientos en la fila de atrás del estadio y nos sentamos para disfrutar
de las 40.000.000 previstas de películas, la mayoría de éstas mostrando escenas tontas
de persecución entre unas cuantas semi-geniales explosiones. Luego la película empieza. Por
el rabillo del ojo, observo la película reproducirse en la cara de Lucinda… oscuridad,
brillantez, día y noche, el sutil parpadeo de movimiento cargado en su piel brillante. Cojo su
267
mano y la acaricio. Creo que si ella la acaricia de vuelta, es mía. Lo hace. Siento mis
pulmones y corazón y estómago regresar a sus cavidades respectivas, mi respiración lenta
y profunda. Cometí un error, pero no volverá a suceder, porque ella es mía, porque ella me
ama.
Cuando la película termina, salimos por las puertas traseras del teatro. Nos lleva a
un estacionamiento vacío. No veo mi coche y enloquezco un poco hasta que Lucinda me
recuerda que aparcamos en el otro estacionamiento.
—Chicos y sus autos —dice ella.
—También estarías alterada si cargaras tantas cosas como yo. Tengo una cámara
de video en el maletero. No es la costosa, pero aún así…
—Entonces, ¿por qué, en primer lugar, llevas a todos lados esas cosas? ¿Por qué
no dejas la cámara en casa?
—¿Qué pasa si hay algo que tengo que filmar?
—¿Cómo qué?
—Cómo tú.
Ella sonríe.
—No necesitas filmarme.
—¿Por qué no?
—Me recordarás —dice ella.
—¿Lo haré?
—Sí, lo harás, Edward Rochester. ¡Caray! Casi me olvido.
268
Suelta mi mano y busca en la bolsa andrajosa. Saca un libro de bolsillo.
—Aquí.
—¿Qué es?
—Jane Eyre. Ya sabes, el libro con el otro Edward Rochester, tu homónimo.
—Ah —dije.
—Pensé que tal vez quisieras leerlo. Es uno de mis favoritos.
En la cubierta hay un dibujo de una mujer en un vestido con volantes.
—Se ve como un libro de chicas. Un libro de chicas antiguo.
—Lo es. Pero desde que te gustan tanto las chicas, eso no debería de ser
problema.
De pronto mi espalda se atora, como si hubiese estado sentado por mucho tiempo.
—¿Qué se supone que significa eso?
Deja de caminar por un segundo, su pie colgando brevemente en el aire. Lo
suficientemente largo para saber que sobre reaccioné, para saber que acabo de darle una
pista.
—Vamos Ed —dice ella, dándome una mirada de lado—. Ambos sabemos con
cuántas chicas has estado.
—Tú no sabes con cuántas chicas he estado.
Ella cierra la solapa de la bolsa mensajera.
—Puedo adivinar al menos alguna de ellas.
269
—La única importante eres tú.
—¿Qué hay de Gina?
—Nada está pasando con Gina —digo, aliviado de sonar tan seguro de mí mismo.
—De acuerdo —dice ella. Muerde su labio—. ¿Qué hay de Sonya?
—¿Sonya? —Mis ojos se sienten arenosos, como si alguien acaba de golpearme con
una cara llena de arena.
—Sonya Powell. Ella está en clase de gimnasia conmigo.
—¿Qué pasa con ella?
—¿La conoces?
—No. Quiero decir, la he visto por el colegio. Pero no la conozco.
—Ella me llamó horrible lesbiana que no podía retener a un hombre si lo intentaba.
Mierda.
—¿Qué? ¿Cuándo hizo esto?
—La semana pasada —dice ella.
—¿Por qué no me lo dijiste?
—No pensé que era un gran problema, excepto que ella dijo un montón de otras
cosas esta semana también. Creo que yo soy todo eso, solo soy una asquerosa perra, blah,
blah, blah. ¿Después de ir al colegio juntas durante cuatro años, de pronto ella odia mis
agallas?
—Hiciste polvo a su prima en tenis.
270
—¿Su prima? ¿Quién es su prima?
—¿Penélope? Ya sabes, ¿la cara de caballo?
—¿Penélope es la prima de Sonya? ¿Cómo sabías eso?
—Ella me lo dijo.
—En serio. Pensé que no la conocías.
Estamos en mi coche. Dejo a Lucinda en la puerta del pasajero y camino hacia el
lado del conductor. Me tomo mi tiempo, intentando pensar. ¿Qué diablos se supone que debo
hacer ahora?
Entro al coche y lanzo Jane Eyre en el asiento de atrás.
—Esa chica está loca. No tiene derecho a decirte esa clase de cosas. —Enciendo el
motor—. Hablaré con ella.
—¿Hablarás con ella?
—Sí, me encargaré de ello. No te preocupes.
Lucinda asiente. Toma la mochila que está alrededor de sus hombros, y la coloca en
su regazo. Ella no dice nada durante mucho tiempo. Se mueve en exceso, suavizando las
correas de la mochila, apartando el cabello de su rostro, tirando de su labio inferior. Solo la
clase de cosas que un director les diría a sus actores que hagan cuando se supone que
están pensando sobre cómo decir algo horrible que no suene horrible, excepto que todos
saben que lo hará.
—De acuerdo —digo, estacionando de nuevo el coche—. Ella está enamorada de mí.
Ha hecho comentarios en mi MySpace. Esa clase de cosas. No te lo dije porque no pensé
que tampoco fuera un gran problema. Pensé que ella se olvidaría de mí y continuaría.
271
Lucinda vuelve a asentir. Todo lo que dice es:
—Sí.
No sé qué significa eso, pero tengo miedo de que si pregunto, ella me dirá. Estoy
empezando a sudar, así que abro mi ventana. Afuera, otras parejas están entrando a sus
coches, hablando y riendo. No sé por qué fui un completo idiota sobre ir a ver la película.
Lucinda quería ir. ¿Cuál era el gran problema? Quiero golpear mi cabeza contra el volante.
Ella dice:
—¿Recuerdas Campamento Arrowhead?
—¿Campamento? Claro
—El director llamó el otro día. Necesitaban un coordinador de deporte para el
verano. He estado enseñando tenis, softbol, volley, golf.
—¿Juegas al golf?
—Sí, juego al golf.
—No sabía eso.
—Hay un montón de cosas que no sabes. —Toma un gran respiro—. De todos
modos, el trabajo es a tiempo completo. Cinco días a la semana durante ocho semanas.
Estaré quedándome en los campamentos con los otros consejeros.
Más cosas de las que no entiendo.
—De acuerdo.
—Lo que estoy diciendo es que no voy a tener un montón de tiempo este verano.
—¿Sí?
272
—No voy a tener tiempo, en realidad. Los fines de semana quiero ver a mi familia.
O ellos querrán verme. El último verano antes de la universidad y todo eso.
Ella tiene que callarse ahora; yo tengo que callarla.
—Lucinda, realmente siento la cosa de Joe. Lo hago, estaba celoso de él. Pero yo
sé que tú nunca… tú nunca me harías eso a mí. Solo estaba siendo estúpido.
—Eddy…
—Prometo que no diré una palabra sobre él de nuevo. Necesitas hacer tu proyecto,
entonces haz tu proyecto. Haz lo que tengas que hacer. Él es un gran chico. Tal vez
deberíamos de invitarlo a salir algún día. Doble cita o algo así. Tal vez a Sonya le guste él.
—Intento reír, pero todo duele: mi espalda, mi cabeza, mi piel.
—Eddy, realmente somos diferentes personas —dice ella.
—Eso es lo que hace de esto tan genial —digo—. Eso es lo que hace que te ame.
—Eddy. —Sus ojos se juntaron cerca de su nariz—. No quisiste decir eso.
—Claro que quise decirlo. Nunca… —Es mi turno para correr una mano a través
de mi cabello. Los conductos de mi cabello duelen—. No lo diría si no lo quisiera decir.
—Lo siento mucho, Eddy. Pensé… Caray, no sé qué pensé. —Cierra y abre el
cinturón de seguridad—. Es solo… me gustas Eddy, realmente, realmente me gustas. Eres
gracioso e inteligente y totalmente puedo ver porqué cada chica cae sobre ti. Pero no
puedo ir en serio con alguien ahora mismo. —Hace una pausa, y en la pausa, casi la odio—.
Y creo que tú tampoco puedes.
—Eso son tonterías —digo.
Se mueve en su asiento así queda mirándome directamente.
273
—¿Lo son? ¿Cuántas veces Sonya te escribió? Apuesto que nunca le dijiste que
se detenga, ¿verdad? Apuesto a que la encadenaste un poco más. Te gusta demasiado la
atención.
—Detente. Ella no significó nada.
Ella ríe, una risa dura, enojada, lanzando hacia arriba sus manos.
—¡Escúchate a ti mismo! ¡Ella no significó nada! Eres como un personaje en una
película. El esposo que es atrapado teniendo sexo con la niñera. Eso es lo que esos
personajes siempre dicen, Ella no significó nada para mí. ¿Así que por qué lo estás diciendo,
Eddy? ¿Qué pasó con Sonya?
—¿Qué pasa contigo? —digo—. ¿Qué hay con esas notas que tienes en tu mochila?
—¿Notas? ¿Qué notas? —Sus ojos se amplían—. ¿Quieres decir las de mi bolsa de
tenis? Esas eran de mi mamá, Eddy. Ella ha estado dejando pequeñas notas para mí en mi
mochila de almuerzo y en mis cosas por años. Es su manera de asegurarse que sé que
estoy siendo observada.
—Oh. Bueno, ¿qué hay con esos otros chicos?
—¿Qué otros chicos?
—¡Los de las fotos! ¡En tu habitación! ¡El chico mayor, él tiene un brazo alrededor
de ti!
Ella sacude su cabeza como si pensara que estoy loco.
—Mira, ambos sabemos que…
—No lo sé —grito—. ¡No lo sé!
—Lo sabes. Esto no va a funcionar. Estoy muy enfocada en mi futuro.
274
—¡Estoy enfocado en mi futuro!
—Tú sueñas con tu futuro. Estás en una gran tierra romántica donde todos los
niños son famosos —dice ella.
—¿Y? Un montón de gente quiere ser famosa.
—¡Sí, pero no esperan ser famosos mañana! Ellos saben que lleva tiempo.
—Quieres decir que Joe sabe que lleva tiempo.
—Bien, Joe lo hace. Y un montón de otras personas. Tú también lo haces. O lo
harías, si pensaras sobre ello por un segundo.
Me siento como cavando las paredes. Siento como si alcanzara mis manos hacia mi
propio cuerpo, desgarrando mis entrañas, y entregándoselas a ella.
—Quiero ser famoso para ti.
—Detente, Eddy.
—A veces creo que quiero ser tú —digo. Estoy respirando fuerte como si hubiese
estado corriendo. No sé de dónde está viniendo esta cosa, solo está viniendo.
—Eso es una locura —dice ella. Su cabeza está presionada contra la ventana del
lado del pasajero. Es como si quisiera escapar.
—Eres perfecta.
—¡Detente! ¿Puedes dejar de citar líneas de películas? ¿Dirás algo real, por favor?
—Pero eres perfecta.
—Si sigues diciendo eso, voy a vomitar sobre tu coche. —Suena tan enojada, tan
esquiva, tan asustada.
275
—No hagas esto —digo.
Ella se acerca, retrocede, se acerca de nuevo. Toca mi muñeca, suavemente, tan
suave.
—Eddy. Lo siento. Ya está hecho.
276
17
Perdido en América
Traducido por RBK & Corazona
Corregido por Edgli xD
Dejo a Lucinda. Trata de ser amable conmigo, trata de darme un beso de
despedida, pero no puedo aceptarlo. Le digo que se vaya. Que salga. La llamo perra. Es
una perra.
Voy a conducir a casa, pero no tengo ganas de ir a casa. No tengo ni idea de qué
hacer cuando llegue allí. Ya no tengo la cosa de MTV, no tengo a Lucinda, ni siquiera
tengo al estúpido, cabezón Joe nunca más. Él será el famoso. Yo me quedaré aquí con
Rory, viendo las mismas películas, haciendo las mismas listas, escuchando a Tippi Hedren
repetir las misma lineas: Solo soy un animal salvaje que has capturado. Tengo que llegar a
San Francisco. Soy el rey de los mentirosos.
Vuelvo a la conversación en mi cabeza. ¿Cómo podría Lucinda saber sobre Sonya?
¿Se lo dijo Sonya? Pero, ¿cuándo? Si me tomó un mes para conseguir su número, no es
como si ella se lo diera a la gente al azar en la clase de gimnasia. No, alguien más tenía
que habérselo dicho.
Doy una vuelta en U, asustando al de atrás, que se queda tocando el claxon.
Golpeo el pedal del acelerador, volando por las calles laterales, tirando de la rueda con
277
tanta fuerza que los neumáticos chillan a cada paso. Llego a la calle de mansiones y voy
hacia la entrada de la más grande. Salto del coche y marcho hasta la puerta trasera. Miro
por la ventana de la puerta del medio, para ver el interior, pero la gran cocina parece
estar vacía. Golpeo la puerta con el puño. Como no viene nadie, golpeo aún más fuerte.
El rostro de Gina aparece en la ventana. Casi no la reconozco porque no llevaba su
maquillaje del Cirque Du Soleil. Frunce el ceño y abre la puerta.
—¿Estás tratando de patear la puerta abajo, idiota? Mis padres están tratando de
dormir.
—Tú le dijiste.
—¿Eh?
—Tú le has dicho a Lucinda que Sonya estaba coqueteando conmigo ese día.
—Rochester, no tengo ni idea de lo que estás hablando.
—¡El día que me tiraste una botella a la cabeza! ¡En la batalla de bicicletas! Debiste
de haberle dicho algo a Lucinda. Debiste de haberle metido algo en la cabeza. Nunca lo
hubiera imaginado.
Gina se cruza de brazos.
—¿Estás metido en drogas? ¿Qué le diría yo a Lucinda? ¿Y por qué le diría a
Lucinda algo? Creo que solo he hablado con ella cinco veces en cuatro años.
—Porque estás obsesionada conmigo.
—Alguien necesita una siesta —dice. La cita de Dogma, me vuelve loco.
278
Aprieto los puños y pateo una de las rocas de los bordes de los mazos de flores
tan duro como puedo. Me duele como el infierno. Cuando juro, bramo tan fuerte como
puedo para que el mundo entero lo escuche.
Gina me empuja hacia atrás y cierra la puerta detrás de ella.
—¡Cállate! Alguien va a llamar a la policía.
—Allá ellos —le digo. Vuelvo a caminar de regreso al coche, pero creo que me he
roto mi dedo gordo. Se siente como si alguien hubiera tratado de cortarlo con una cuchara.
—Eres un idiota —dice ella, agarrando mi brazo y me dirige hacia la mesa de picnic
al lado de la parrilla de salida en la puerta—. ¡Siéntate!
—Yo no quiero...
—No me importa lo que quieras —dice. Me desplomo sobre el banco de picnic.
—Espera aquí —dice. Desaparece en la casa. Levanto la vista hacia el cielo. Es una
de esas noches oscuras realmente con solo un trozo de luna que mostrar por sí mismo,
como el borde de luz que se ve debajo de una puerta cerrada del dormitorio.
Gina regresa al aire libre con una bolsa de plástico con hielo y un paquete de
cigarrillos. Ella deja caer el hielo para mí. Saca un cigarrillo del paquete y lo enciende.
—Adelante —dice—. Quítate el zapato.
—No quiero —digo.
—No quiero, no quiero —me imita—. Hablas como un niño de cinco años de edad.
Se sienta a mi lado, se inclina y da un tirón a mis cordones con su mano libre. Me
saca el zapato sin mi ayuda y me pone el hielo en el pie.
279
—¡Ay!
—Como he dicho, de cinco años.
Pongo el pie y la bolsa de hielo a que descansen en el banco de picnic. Gina le da
caladas al cigarrillo, el humo rodando por la nariz. Mi dedo late bajo el hielo. Si estuviera
filmando, me gustaría rodarlo como una caricatura, el dedo palpitante del tamaño de un
jamón, latiendo como un corazón.
—¿Ha roto contigo?
—No.
—Sí, lo hizo. ¿Porque te revolcaste con Sonya Powell?
—No lo hice.
Ella exhala una nube de humo.
—No puedes evitarlo ¿verdad?
—Ella estaba coqueteando con Joe —murmuro.
—Esa es una buena razón para echar por el barro todo.
—No fue mi intención —digo—. Me confundí.
—Karma.
—¿Qué?
Hace girar el cigarrillo en el aire.
—Lo que va, vuelve. Tratas a las chicas como mierda y ahora ya sabes cómo se
siente. Jode, ¿no es así?
280
Estoy demasiado cansado para discutir.
—Yo la amo.
—Ajá —dice, burlándose—. No esperes que lo sienta por ti.
—No —digo.
—Claro que sí. Es por eso que estamos aquí.
—Estoy aquí porque tú se lo dijiste. Estoy aquí porque tú eres el Hombre de
Hojalata.
—No seas estúpido.
Ella tiene razón. Gina nunca haría nada anónimamente. Si piensa que el programa es
una mierda, te lo diría a la cara.
Saca los talones hacia fuera en la mesa de picnic y arroja el cigarrillo en los
arbustos medio muertos.
—Bueno, si te hace sentir mejor y puedo confiar en que no fastidies cualquier otra
cosa, voy a volver a entrar.
No quiero que se vaya. No quiero estar solo.
—Ven a dar un paseo conmigo.
—¿Ahora?
—Sí, ahora.
Ella mira su reloj.
—Son las once.
281
—¿Y? ¿Desde cuándo te vas a la cama a las once?
Ella suspira.
—¿Un paseo a dónde?
—A cualquier lugar. Tengo mi cámara y algunas luces en la parte trasera de la
camioneta. Podemos rodar algunas cosas. Tengo algunas ideas nuevas.
—¿Qué pasa con Riot Grrl 16? —No digo nada.
Ella exhala con fuerza por la nariz.
—No lo hemos conseguido ¿verdad? No somos los cinco primeros.
—No he dicho eso.
Se cruza de brazos.
—¿Qué pasa con Rory y Joe?
—¿Qué pasa con ellos?
—Has dicho que quieres rodar algunas cosas. ¿No los deberías de traer?
—No. Yo soy el hombre de las ideas. Riot Grrl era mío. Yo hice los guiones.
Escribí todo el diálogo. Yo te quería en el show.
—Me querías porque querías tener sexo conmigo.
—El punto es, que te quería en el show.
Me mira por un largo tiempo. Ha dejado su cabello igual, todo negro con el flequillo
cortado, recto sobre la frente. Si no la conociese, habría dicho que parecía una muñeca de
porcelana. Pero la conozco. Por lo menos sé que ella no se rompe tan fácil. No es justo
por mi parte, pero me hace sentir mejor. Saber que no la he roto.
282
—Probablemente voy a arrepentirme de esto —dice ella—, pero está bien. Déjame
coger mis cosas.
* * * * *
En primer lugar, paré en una gasolinera para llenar el depósito, conseguí algunas
bebidas y aperitivos, y compré más cigarrillos para Gina. Me observa cargar las dos bolsas
de cosas en el asiento trasero de la camioneta.
—¿Estamos conduciendo a Idaho?
—Creo que deberíamos tener algo de comer por si acaso.
—¿Por si acaso qué?
—No lo sé. —Meto la mano en una de las bolsas y le tiro un paquete de
cigarrillos—. Toma.
—¿Puedo fumar en el coche?
—Sí, puedes fumar en el coche.
Con el dorso de la mano, me toca la frente, la sien, y el lado de mi cuello. Le doy
un vistazo.
—Me estoy asegurando de que esto no es una máscara.
Le quito la mano.
—Ya basta. Estoy tratando de ser amable.
—Ahora de verdad me asustas.
La ignoro y pongo el coche en marcha. Maniobro fuera de la gasolinera y giro a la
carretera. Ya que es tan tarde, tenemos el camino casi para nosotros. El aire es seco y
283
fresco. Noche perfecta para conducir. Abro la luna de techo y dejo que el aire de la noche
inunde el coche.
Gina fuma tranquilamente. Ya que estoy dejándola fumar, también podría dejar su
violín por mi Ipod. Se mueve a través de las canciones hasta que encuentra una que le
gusta, una canción retro. The Cure. ¿Why Can’t I Be You? Es rápida, ruidosa y las
palabras me hieren un poco, pero le doy vuelta al igual que doblo sobre la Ruta 46 Este.
Nunca quise ser nadie más que yo mismo, pero ahora no me importa ser Tippi Hedren.
Tengo la sensación de que de Tippi Hedren está bastante contenta con su suerte en la
vida.
—¿A dónde vamos? —dice Gina.
—Ya lo verás.
La Ruta 46 se convierte en la Ruta 3, que luego pasa a ser el Garden State
Parkway. Gina fuma un par de cigarrillos más y entonces recuesta su asiento de modo que
pueda dormitar por un rato. Me mantengo despierto con la Coca y el RedBull, la música
que quema mis oídos. Salida 149. Salida 119. Salida 80. Gina se despierta un momento
para decir:
—¿Vamos a la playa? Pero no traje mi traje de baño. —Luego se duerme de
nuevo.
Más de tres horas después de que dejamos la casa de Gina, he conducido la
longitud de New Jersey. Después de eso tengo que detenerme y consultar un mapa para
ver cuál es la mejor ruta, resulta que solo hay una. Tomo la 495 alrededor de
Washington, DC, y avanzo sobre la 95 para conducir por Maryland. Tras las brillantes
luces de la ciudad, la carretera parece de nuevo desierta. Esto me recuerda por dos
minutos el filme de The Jumping Frenchmen hecho hace más de un año. Lo llamamos
284
Highway Man53. Salimos tarde en la noche sobre la parte más desierta del Garden State
Parkway y dejamos a Rory en un lado de la carretera usando un traje con cremallera y
una máscara. Yo conducía por la carretera con Joe, nos bajábamos en la siguiente salida, y
volvíamos a la carretera de nuevo, así podíamos pasar por el lugar donde cayó Rory.
Comenzábamos a rodar aproximadamente a dos millas de distancia. Joe mantenía estable la
cámara. No había diálogos en absoluto. Únicamente el tintineo estable del motor, las farolas
que pasaban, la carretera vacía rodando por las colinas. Luego, más adelante, se veía la
figura oscura, alguien parado bajo una farola. Puedes notar que él está de pie de una
manera extraña, con los brazos colgando a los lados pero sin tocar su cuerpo. Luego,
cuando se acerca el auto, se ve el traje con cremallera y el hecho de que no hay ningún
auto o alguna casa cerca del chico. Para entonces, estás tan concentrado en este chico
que no puedes dejar de observarlo incluso si quieres. ¿Qué pasa con este chico? Quieres
saber. ¿Quién es? ¿Qué está haciendo? ¿De dónde proviene? Al igual que el coche está
pasando al extraño hombre con traje de cremallera, la cámara se desplazaba hacia arriba
para echar un vistazo a su rostro. Eso es todo lo que quieres. Como si fuera a explicarlo
todo. Cada pregunta en el mundo que alguna vez hayas tenido. La cámara se mueve hacia
arriba. Él no tiene rostro. Solo agujeros negros donde sus ojos deberían estar.
Se oye un jadeo y el lente se pasa hacia el conductor. Su propio rostro esta pálido
y sus ojos son enormes. Ambos, el conductor y camarógrafo, comienzan a gritar. Gritan
todo el camino hasta la carretera. Ellos gritan hasta que ya no tienen aliento para seguir
haciéndolo. Entonces, justo cuando la cámara se apaga, una voz tímida dice:
—Da la vuelta. Quiero regresar. Necesito verlo de nuevo.
Lo subimos a Youtube y fue un gran éxito. Todos pensaron que era real, pensaron
que existía un Highway Man. Un equipo local incluso hizo una historia sobre eso. Highway
53
Highway Man: En español Hombre de Carretera.
285
Man fue lo que trajo a Gina hasta nosotros en primer lugar. Ella quería saber la verdad.
Si era real, dijo que quería verlo. Cuando le dijimos lo que habíamos hecho, que era una
farsa, ella dijo:
—¡Genial! ¡Como Guerra de los Mundos!
Jamás le dije a Lucinda sobre Highway Man. Y si lo hubiera hecho, creo que ella
no hubiera entendido por qué lo hicimos. Si ella no entendía por qué lo hicimos, entonces,
¿por qué me importa que no quisiera salir conmigo nunca más? ¿Por qué siento como si
me hubiera tragado uno de los cigarrillos encendidos de Gina y este se quedara en el
centro de mí, quemándome?
Gina no despertó hasta que estábamos en Virginia y el sol está convirtiendo al cielo
del color de hematomas.
Se sienta erguida en su asiento, contemplando el paisaje. Luego agarra el paquete
de cigarrillos fuera del salpicadero y enciende uno.
—¿Kansas? —dice.
—No. Virginia
—¿Alguna razón particular por la que vamos a Virginia?
—Solo estamos viajando a través de Virginia.
—Asi que quieres agregar secuestro a tu lista de delitos —dice.
Me encojo de hombros.
—Tú eres la genio que accedió a venir conmigo.
—Estabas afligido —dijo.
286
Diciéndome que estoy afligido me recuerda lo consternado que estoy. Las palabras
de Lucinda siguen sonando en mi cabeza: Lo siento, Eddy. Ya está hecho. Lo siento. Lo
siento. Lo siento.
Estoy cansado de que todos se lamenten y me sigan jodiendo.
—Top diez de películas favoritas —digo—. De diez hasta llegar a la primera.
Gina pone sus pies en el salpicadero.
—Odio los top diez de cualquier cosa. Siempre olvido algo o cambio de idea.
—Top diez a partir de ahora, en este momento, conduciendo a través de Virginia, en
el camino a ninguna parte.
—No puedo pensar en diez películas.
—Top cinco, entonces.
—Estoy cansada. Y en Virginia.
—Estoy afligido ¿Recuerdas?
—¡Oh! Está bien —dice. Fuma cuidadosamente, rodando el cigarrillo entre sus dedos.
—Lo quiero para hoy —digo.
—Estoy pensando. —Da un golpe a su cigarrillo fuera de la agrietada ventana—.
Numero cinco. Una habitación con vista.
—Nunca he escuchado sobre esa.
—Eso es porque eres un pagano —dice—. Es una comedia de época sobre una
chica llamada Lucy Honeychurch que tiene que elegir entre dos hombres.
—Lucy Honeychurch suena como el nombre de una prostituta.
287
—¿Ves esto? Esta soy yo ignorándote a ti. Número cuatro. Edward manos de
tijeras.
—Interesante elección.
—Pienso en ella como una nueva versión de la historia de Frankenstein, pero contada
como un cuento de hadas. Pero siempre me tambaleo entre esta y Beetlejuice.
—¿Porque es gótica?
—Porque es buena. Número tres. Tiempos violentos.
—¿Tiempos violentos solo obtiene el puesto número tres?
—Número dos. Amélie.
—Ugh —digo—. ¿Qué pasa con todas las historias de amor? ¿Y con las historias
de amor francesas? Pensé que eras una mujer dura. Una vez una chica me hizo ver eso.
Era como ser desgarrado por el más lindo gatito que jamás haya existido.
Gina encendió otro cigarrillo.
—Y el número uno. Eterno resplandor de una mente inmaculada.
—¿Otra historia de amor?
—Una buena.
—Supongo.
Se rió.
—¿Qué?
—Tú completamente no entendiste esa película. ¿Verdad? Cuando realmente amas a
alguien, también lo odias. O lo que amas se convierte en lo que odias. Brillante.
288
Pensé en besar a Lucinda, enterrar mi nariz en su piel, estar dentro de ella.
—Yo no odio a nadie.
—Como sea —dice. Estoy esperando que me pregunte sobre la lista de mi top diez,
sin embargo ella arroja su cigarrillo fuera de la ventana y se menea bajo su asiento—.
Despiértame cuando lleguemos a California, o donde sea que vayamos.
Ella despierta en Carolina del Norte.
—¿Qué hora es?
—Hora de almorzar. —Nos detenemos en una parada de camiones llena de chicos
que usan camisas de franela enormes empapadas de yemas de huevo con pan blanco. Nos
sentamos en la sección de no fumadores, así Gina podría suicidarse con mayor rapidez.
Tres tazas de café, dos sándwiches, y un “Gracias por todo”, después, volvimos al camino.
—¿Vas a decirme a dónde vamos? —dice Gina.
—Básico debo-saber —le digo.
—¿Voy a volver a tiempo para la universidad? —Gina va a la Universidad de
Delaware, donde obtuvo una beca completa. Lo suficientemente cerca como para estar
juntos, ella dice, pero lo suficiente lejos como para empezar de nuevo. Dice que va a dejar
de fumar de golpe y sin ayuda54, va a dejar crecer su cabello y estudiar psicología. Las
mujeres siempre están dejando a todos y marchándose para reinventarse a sí mismas. Hay
una película allí en algún lugar, pero estoy demasiado mareado para entenderla.
—Sí, volverás a tiempo.
54
Dejar de fumar de golpe y sin ayuda: En ingles, quit smoking cold, hace referencia a una de las
formas más conocidas que eligen los fumadores para acabar con su adicción sin ayuda e inmediatamente,
no con el método de reducir los cigarrillo al día progresivamente.
289
Ella tira fuera su sudadera.
—Sabes, realmente no me importa todo esto de conducción. Estaba algo aburrida y
buscaba algo que hacer. Pero espero que te des cuenta que no estás logrando alejarte de
nada.
—No sé de qué estás hablando.
—Vas a sentir el dolor donde quiera que estés. Irá contigo.
—Gracias, Gina. Eso es realmente profundo. Debería estamparlo en camisetas.
Ella gruñe.
—Debería hacerlo marcar en tu frente.
Conducimos a través de Carolina del Norte, Carolina del Sur y Georgia. El aire del
exterior se espesa con la humedad. Gina pregunta si quiero que ella conduzca para que así
pudiera descansar, pero no quiero que ella maneje. En verdad no sabría que hacer conmigo
mismo si no estoy conduciendo. Se siente un poco como si estuviera tratando de huir de
algo, sin embargo, ¿qué esta tan mal con eso?
La última etapa del viaje: casi mil millas por Florida. Hay palmas por todos lados. El
olor del mar va bajando a través de las ventanas y el sol tardío de la tarde cuece la
parte superior de nuestras cabezas. Nos detenemos por gasolina y luego estamos de nuevo
en el auto. La carretera está seca con una fina capa de arena que brilla en el alquitrán.
Alrededor de las ocho, pasamos el aviso que dice Miami. El cielo es una sombra imposible
de azul, pero los edificios a lo largo de las carreteras parecen antiguos y sórdidos, del color
de los calcetines sucios. Espero que Gina comente, pero ella no lo hace. Ha estado en
silencio la última hora, esperando por lo que va a suceder después. Puedo sentir su
anticipación, como lo hace la escena clave de una película ¿Él disparará el arma? ¿Podrá
290
ella averiguar quién lo hizo? ¿El fantasma será puesto a descansar? ¿Los pájaros se irán
lejos o se quedaran para asesinarlos a todos?
Solo es después de que cruzamos un par de puentes largos que los edificios se
vuelven blancos, rosados y amarillos. Como si estuviera conduciendo a través de un paquete
gigante de Smarties55. Revisé la dirección de nuevo, y luego me adentro en un parqueadero.
Salimos del SUV. Gina se queda mirando la enorme pared de estuco rosa flamenco,
sacudiendo la cabeza.
—¿Condujimos miles de millas para llegar a la Red de Compras56?
55
Smarties: Dulces famosamente conocidos en EEUU, consisten en pastillas de chocolates cubiertas de
azúcar. Vienen de varios colores.
56
Red de Compras: Shopping Network. Compras que se pueden realizar desde casa, se hace publicidad
de los productos en su mayoría por los infomerciales o los canales de compra
291
18
Sunset Boulevard57
Traducido por Isane33✰ & Corazona
Corregido por Klarlissa
—No es ese edificio —digo—. Ese. —Si Gina se da cuenta de dónde estamos, no lo
dice.
Aparcamos en el estacionamiento y caminamos hasta el guardia de seguridad
encargándose de la puerta. Le digo quien soy y lo que quiero. Él no está impresionado.
—Sé que están grabando —digo—. Dile que su hijo está aquí para verla.
El guardia de seguridad dice:
—No te pareces a ella.
—¿Quieres tomar un poco de ADN?
—No tienes una cita —dice. Tiene las mejillas de un bulldog y se estremecen cuando
niega con la cabeza—. Este es un set cerrado.
57
Sunset Boulevard: Es una calle ubicada en el Condado de Los Ángeles, California. La calle es un icono
de la cultura de celebridades en Hollywood y la frase “Sunset Boulevard” es una taquigrafía duradera para
el glamour asociado con Hollywood.
292
—Solo quiero hablar con ella.
—Regresa mañana. Y no traigas la cámara de vídeo la próxima vez. No permitimos
cámaras de vídeo. —Está mirando a Gina como si nunca ha visto a una chica antes. Por
otra parte, ella se tomó diez minutos para ponerse maquillaje esta mañana y ha hecho un
trabajo especialmente colorido. Su lápiz labial hace juego con sus pantalones cortos de
camuflaje. Como en, verde.
—Me tomó veinte horas conducir desde Nueva Jersey. Es una emergencia.
El guardia de seguridad se queja de algo sobre los adolescentes engreídos y levanta
el teléfono:
—Tengo un chico aquí —dice.
—Chicos —digo. El guardia me mira y se aleja de modo que no puedo oír el resto.
Gina tamborilea sus uñas en la puerta hasta que extiendo la mano y agarro la suya
para detenerla. Ella me pellizca, luego trata de echar hacia atrás mi dedo meñique, pero no
la suelto.
El guardia cierra de golpe el teléfono.
—Alguien va a estar aquí para hablar con ustedes en cinco minutos.
Esperamos. Gina empaña la ventana de la caseta de vigilancia con el aliento y dibuja
corazones con grietas irregulares a través de ellos. En el corazón escribe: pobre, triste
Eddy.
Un hombre flaco con la camiseta naranja y holgados pantalones marrones se dirige a
la puerta, tendiendo su mano como una espada.
293
—Bernardo, AP58 en la Escena del Crimen: Miami.
—Soy Ed. Esta es Gina.
—Sí, encantado de conocerlos. —Se vuelve hacia el guardia.
—Ábrela.
Mientras pasamos por el frente, saludo al guardia, quien frunce el ceño hacia mí.
Levanto la cámara de vídeo y pulso Grabar, caminando hacia atrás mientras filmo.
—Dirk estuvo quince años en la policía hasta que la bebida se apoderó de él. Este
trabajito de seguridad es el único trabajo que pudo conseguir. Su esposa, Zelda, se fue.
Sus hijos solo lo visitan cuando necesitan dinero y ya que no dispone de ninguno, no lo
visitan. Tiene un gato, pero al gato no le agrada mucho y mea detrás de la única silla de
la sala de estar. Él vuelve a casa por la noche, come Taco Bell, se quita el short y bebe
cerveza frente al porno en la computadora hasta que se desmaya.
—Dirk —me hace un corte de mangas.
—Eso fue malo —dice Gina.
—Pero divertido —le digo.
Bernardo habla mientras camina.
—Shelby estaba sorprendida. No sabía que ibas a venir.
—Lo apuesto —le digo.
Bernardo mira a Gina.
—¿Estás en una película?
58
AP: Asistente de producción.
294
—Sí —dice ella.
—Pareces, uh, cómo se llaman esas, ¿una chica de Harajuku59? Ya sabes, ¿de
Japón? Excepto que más alta. Y norteamericana.
—¡Qué cosa más preciosa para decir! —dice Gina, agitando sus pestañas.
—Así que, ¿cuánto tiempo llevan saliendo? —dice Bernardo.
—No estamos saliendo —dice Gina, jugueteando con el lazo que pasa a través de la
parte superior de su oreja—. Soy su víctima. Me secuestró.
—Está bromeando —digo.
—No, no lo estoy.
Bernardo sonríe suavemente. Se ve demasiado cansado como para seguir con su
coqueteo. Mis padres me dijeron que un AP hace todo el trabajo sucio en el set. Si las
estrellas quieren café, los cafés AP. Si el director quiere un sándwich, los sándwiches AP.
Si la limpieza de alguien tiene que ser hecha, el AP limpia. Si hay gloria para ser recibida,
bueno, eso es cuando puedes contar con el AP fuera.
Pasamos sets diferentes: la Central de Policía, el Palacio de Justicia, la Mansión de
un Millonario. La morgue debe estar escondida en algún oscuro lugar en alguna parte. Hay
unas pocas personas pululando alrededor de la mesa del departamento técnico de iluminación
y algunos chicos de iluminación organizando una toma. Hay un “cuerpo” cubierto por una
sabana en el medio de la calle. Un tipo que podría ser alguien importante está gritando a
nadie en particular y agitando los brazos. Parece Hollywood, pero en la Florida. Este es
59
Chicas Harajuku: Se llaman así por la zona de Harajuku que se encuentra en Tokio (Japón), en donde
varios jóvenes japoneses se congregan con atuendos únicos.
295
probablemente el único espectáculo en la televisión filmado en Florida y no en California o
en Nueva York.
Bernardo nos lleva a un pequeño remolque. Él llama a la puerta. Una voz dice:
—¡Adelante!
Él abre la puerta y nos deja en el pequeño espacio.
En el interior, hay una silla con un gran espejo iluminado delante de él. Un estante
de ropa. Una pequeña mesa con un plato de galletas y una taza de porcelana a medio
beber de té.
—Eddy —dice mi mamá—. Bebé.
No la he visto desde hace un año. Ella es rubia y ahora está más delgada. Su piel
es de un tono de bronce que no se encuentra en la naturaleza. Su traje de sastre es
amarillo Florida, amarillo banana. De repente, estoy escuchando la canción Banana Phone en
mi cabeza, diciendo tonterías sobre pedir pizzas y llamar a tu gato, completada con
imágenes a modo de personajes de videojuegos.
Tiende los brazos. La abrazo, aunque es algo difícil de hacer, porque todavía estoy
sosteniendo la cámara de vídeo y porque la mesa esta en el medio de nosotros. Ella huele
a la loción con aroma a vainilla que usa siempre.
Da un paso atrás, todavía sosteniéndome por los hombros.
—¡Mira esos músculos! Ciertamente no lo sacaste de tu padre —dice—. ¿Bernardo,
no es guapo?
—Sí, claro —dice Bernardo.
—¡Y has traído a tu novia! —dice mi madre—. ¿Cuál es tu nombre?
296
—Soy Gina, pero no soy…
—Oh, dame un abrazo de todos modos. —Mi madre la envuelve en un abrazo de
oso—. ¿Eres una fan de la Escena del Crimen?
—Lo he visto un par de veces —dice Gina.
—¿Solo unos pocas veces? —dice mi mamá, como si no acabara de creerle—.
Sabes, podríamos ser capaces de usarte como un extra. Tienes un aspecto muy singular.
—Eso me han dicho.
—Shelby, tengo que volver —dice Bernardo.
—Gracias, B —dice mi mamá—. Nos vemos más tarde.
Bernardo se apresura a hacer algo vital como conseguir un taco para el asistente.
Mi madre sonríe. Sus dientes se vean más grandes y más blancos. No puedo decir
si es porque ella es del color de un Oompa-Loompa o si es porque tuvo que blanquearlos.
Hace un gesto hacia la mesa pequeña. Nos sentamos a su alrededor.
—Estoy emocionada por verte, Eddy. Sorprendida, pero muy emocionada.
—Ese soy yo —le digo—. Siempre sorprendiendo a la gente.
—Y emocionándolas —dice Gina.
—Me dijiste que nunca vendrías —dice mi mamá.
—Sí, bueno. Las cosas cambian.
—¿Las personas maduran?
—Algunos de nosotros lo hacemos —le digo. Mi garganta se siente apretada. Mis
dientes se sienten apretados.
297
Ella suspira.
—¿Vas a darme críticas gratuitas todo el tiempo que estés aquí?
—Puede ser —le digo.
—¿Y vas a filmar dichas críticas gratuitas?
—Puede ser.
Ella toca la cámara.
—Gina, él siempre estaba haciendo pequeños videos cuando era un niño. Una vez,
cuando tenía once o doce años, escribió un guión sobre un fantasma enojado que
atormentaba esta ciudad suburbana. Yo —dice ella, poniendo una mano en su corazón—
interpreto al fantasma.
—Eso resultó ser profético —digo.
—Todavía estás enojado. No te culpo. Tal vez vas a entender cuando seas mayor.
Estoy tan enojado Creo que pedazos de mí podrían empezar a caer al azar. Ni
siquiera sé porque estoy enojado. Cojo la cámara y la dirijo hacia ella.
—Entonces, explícamelo.
—No quiero terminar en uno de tus shows.
—Pretende que la cámara no está aquí.
—Es muy difícil hacer eso contigo apuntándola hacia mí.
La puse sobre la mesa, pero no la apagué.
—¿Cómo está Matthew? —pregunta.
298
—Muere un montón. A él le gustaría que volvieras a casa, por favor.
Mi madre bebe su té rápidamente a pesar de que tiene que estar frío ya.
—Eddy, sé que he cometido algunos errores. Sé que te he lastimado.
—Olvídate de mí. Heriste a papá. Heriste a Marty. Heriste a Matthew.
—Estoy tratando de redimirme.
—¿Mudándote a Miami?
—Pensé que era lo mejor.
—¿Para quién?
—Para todos.
—Háblale a la cámara —le digo, tocándola—. Quiero grabar este momento para la
posteridad.
—No estás haciendo esto más fácil —dice mi madre—. Marty fue más comprensivo.
Tu padre fue más comprensivo.
—¿Qué quieres decir?
—Él hizo un par de llamadas y me contó sobre la audición. Sabía que yo era
miserable después de… tu sabes.
—Villerosa.
—¿Qué es Villerosa? —dice Gina.
—¿Por qué no se lo dices tú, mamá?
—Era una película —dice ella.
299
—Una película mala. Probablemente la peor película jamás hecha, de acuerdo al The
New York Times. Chicago Tribune dijo que era como ver un tren naufragar una y otra
vez todos los días durante un mes. Fue el primer papel importante de mi mamá.
Mi mamá suspiró.
—Trabaje toda mi estúpida vida para mejorar esa ruptura. No importa que tan bien
lo hiciera60. No obtuve otro papel hasta que esto llegó.
—¿Qué es lo malo con este? —pregunta Gina.
Mi mamá sonríe de nuevo, esta vez sin mostrar alguno de sus dientes.
—Nada, cariño. Es genial. —Masajea sus sienes—. Esto no va en la manera que me
gustaría —dice más para ella misma que para mí.
—¿Esperabas que quizás yo no mencionara algo incómodo?
—Vamos, Eddy. No vamos a lograr que todo funcione en la siguiente media hora.
Déjame presentarte alrededor. Puedes hacer el sermón sobre tu mala madre después.
Prometo que voy a escuchar todo el asunto.
Ella ya estaba de pie y afuera antes de que yo tuviera la posibilidad de formular
una respuesta ingeniosa o hasta una no ingeniosa. Pasa por la mesa artesanal, donde una
mujer baja y demasiado delgada come la ensalada de macarrones un fideo a la vez
pinchándolos con un palillo.
—Melanie, quiero que conozcas a mi hijo. Eddy, ella es Melanie. Interpreta el papel
de la oficial Sasha DePonce en el show.
60
As much good as it did me: En español se traduciría al pie de la letra “Tanto bien como esto me
hizo”. Pero según el contexto queda mejor de la forma que lo puse.
300
—¡Tu hijo! —Melanie sonríe, sus dientes son tan blancos como los de mi madre—.
¡No pareces lo suficientemente mayor como para tener un hijo! —Es tan obvio que no quiere
decir ninguna de las palabras que dice. La boca de Gina se contrae.
—¿Y quién es esta? —dice Melanie, pinchando uno de los fideos con el palillo—.
¿Tu hija?
—Oh, no. Ella es la novia de mi hijo. Voy a hablar con Bob para usarla como una
extra.
Ella mueve sus ojos de arriba a abajo por el cuerpo de Gina.
—Siempre podemos usar prostitutas.
Gina sonríe y da un paso más cerca de Melanie, respirando hacia abajo en la parte
superior de su cabeza. Melanie frunce el ceño, o intenta. Su frente parece estar
congelada.
—Ese es Dave, el camarógrafo —dice mi mamá —. Ese es Rocco, hace algo sobre
la iluminación. Y ese es Bob. El director. ¿Bob? ¡Bob!
El hombre que había estado gritando y agitando sus brazos da vuelta.
—¿Sí?
—¿Tienes un minuto? —Mi mamá me arrastra hasta el tipo—. Quiero presentarte a
mi hijo. Eddy, él es Bob Auster.
Bob tiene el pelo marrón oscuro con una franja de raíces grises en una parte. Y
yo creía que solo los actores eran vanidosos.
—Tu hijo, ¿huh? Oye, niño, ¿cómo vas? —El acento es de puro Brooklyn. Me
pregunto cómo le puede gustar Miami. A su piel no le gusta. Esta roja y enojada.
301
Mi mamá agarra mi brazo.
—Eddy quiere ser un cineasta, Bob.
—Soy un cineasta —digo.
Bob mira hacia la cámara en mi mano
—¿Oh, sí?
—Sip. Estoy hablando con MTV, justo ahora.
—¿Tienes algún consejo para él? —dice mamá.
—Heh, claro. Aquellos vomitones en MTV te joderán tan pronto como te vean, así
que no te sorprendas cuando lo hagan ¿De acuerdo? —dice—. Y, luego, dirígete a una
escuela de cine. Estudia. Gradúate. Obtén algunos trabajos en sets. Como Bernardo por allí.
Él señala. Bernardo está ayudando a Melanie seleccionar el resto de su merienda,
que muy probablemente consistiría en media zanahoria, dos aceitunas, y una taza rebosante
de aire.
—Ed quiere hacer sus propias películas —dice Gina.
—Así es como tú logras hacer tus propias películas, dulzura —le dice a ella—.
Trabajas en las películas de los demás primero. Obtienes un poco de experiencia, llevas al
límite tus tarjetas de crédito y las tarjetas de crédito de tus padres para financiar algo
que podría ser capaz de entrar en Sundance o alguno de esos otros festivales. Y, luego, si
haces una presentación lo suficientemente grande, siempre habrá alguien que te permita
dirigir una secuela de horror, y así sucesivamente. Es algo de las cadenas alimenticias.
—¿Es lo que tú hiciste?
—Sip.
302
—Y mira a donde te ha llevado —digo.
La mano de mi mamá se aprieta alrededor de mi brazo.
—¡Sí! ¡Todo el camino hasta Escena del Crimen: Miami! Gracias por los ánimos, Bob.
Te lo agradecemos enormemente.
Ella empuja a Gina y a mí lejos, andando tan rápido que tengo que romperme en un
brinco para seguir.
—Bien, Ed. ¿Era realmente necesario fastidiar a mi director? —sisea en mi oído.
—Sí, mamá. Fue realmente necesario.
Llegamos tan lejos como el millonario set nos los permite cuando ella se detiene.
—¿Por qué viniste aquí?
—Te fuiste.
—Sí, me fui. Y soy una persona terrible por eso. ¿Es eso lo que quieres
escuchar? Bien. Soy una terrible persona.
—Eso no es lo que quiero escuchar.
—Eddy, me estaba ahogando en Nueva Jersey. Ahogándome. Perdiendo la cordura.
Renuncié a mi trabajo de Cleaning House para hacer Villerosa ¿Quién iba a contratarme?
Tendría suerte si tenía un trabajo como la chica del clima. Y yo no era afortunada. Tu
padre se rehusaba a mudarse. No a Hollywood, ni siquiera a Nueva York. Tenía esta
oportunidad. ¿Es tan malo que yo quisiera ser feliz?
—Es malo que abandonaras a tu hijo de seis años y medio.
—¿No quieres decir que fue un error abandonarte a ti?
303
—No estamos hablando de mí.
—¿No lo estamos?
—No.
—¿Crees que para mí no fue difícil también?
—No lo suficientemente difícil.
Ella deja ir mi brazo.
—Dejé Nueva Jersey. No te dejé a ti. Sigo siendo tu madre. Sigo siendo la madre
de Matthew. —Hace un intento de pasar la mano por su cabello, pero hay demasiado spray
y se atasca. Tiene que tirar de su mano lejos—. Quiero tenerlos a los dos por un par de
semanas en el verano, ¿qué hay sobre eso? Así podrían conocer a Worth. Tan difícil como
pueda ser para ti escuchar esto, yo lo amo. Es el primer hombre que verdaderamente me
entiende.
Ante esto, Gina resopla.
Mi madre mira hacia ella.
—¿No me crees?
—Oh, te creo —dice Gina—. Pero apuesto a que dijo eso sobre el papá de Eddy y
sobre su segundo esposo, también.
—Yo… —Mi madre se calma, frunciendo el ceño—. No estoy segura que esto sea
de tu incumbencia.
La boca de Gina se contrae.
—Cierto.
304
—Mira —digo—. Yo solo quiero saber el por qué. No creo que sea mucho pedir.
—Tú sabes el por qué.
—¡Pero, no lo hago! —Mi voz se quiebra, y ahora tanto Gina como mi madre se
quedan mirándome fijamente.
De repente se me ocurre que todo este viaje, toda esta estupidez, veinte millones
de horas, cien billetes para la gasolina, es un desperdicio. No tengo idea de por qué estoy
aquí. Mis ojos están llenos de arena, mi estómago se siente como una bala, y nunca voy a
obtener las respuestas que quiero. ¿Creía que Marty, Mathew y papá valían la pena para
quedarse por, lo que sea? ¿Qué yo valía la pena para que se quedara? ¿Eso no era lo
que yo creía? Y si no lo creo, si creo que hay alguna extraña circunstancia en la cual
está bien que nos abandonara, ¿Rrealmente quiero saber cuál es?
—Déjame preguntarte algo —dice mi mamá en voz baja—. ¿Viniste por que querías
entender la razón por la que yo vine o viniste porque creíste que quizás podría hacer algo
por ti?
Los pulsos de sangre en mi garganta, podía sentirlos, como algo allí tratando de
patear para salir débilmente.
—No sé de lo que estás hablando.
—Sí, lo sabes. Porque eres como yo, Eddy. Quieres cosas. Las quieres con tanto
deseo que te tragaran si no las logras tener. Así que a pesar de que estas tan enojado
como el infierno conmigo, me usarás para ascender en el mundo, ¿verdad?
Hay una inhalación rápida ¿Yo? ¿Gina? Ni siquiera lo sé.
—Tienes una escena de tres minutos en un programa de televisión semanal, mamá
—digo—. No tienes exactamente tanta influencia.
305
—En este momento tengo más de la que tú tienes. Tu fracasada y vieja madre con
sus divertidos trajes amarillo, diminutos tops, y sus escenas de tres minutos tienen más
influencia. —Ella abotona distraídamente su chaqueta—. Sé lo que pasó con MTV. Tu
padre me lo contó. Apuesto a que no lo sabías, pero lo sabemos. Y lo que estoy tratando
de decir es que entiendo porque viniste hasta aquí. Porque eso es exactamente lo que yo
hubiera hecho.
306
19
Rebelde sin causa
Traducido por Cr!sly & RBK
Corregido por Bazzinga
De alguna forma volví del estacionamiento del estudio hasta el auto. Tal vez corrí.
Tal vez floté. Tal vez me salieron alas y volé. No lo sé. Gina está tirando de mi codo
mientras giro las llaves en el encendido, ella dice algo sobre calmarme o tranquilizarme o lo
que sea, pero no me importa. Solo tengo que alejarme.
Conduje. Pero estoy muy cansado para conducir muy lejos, así que encontramos un
motel Super 8 que solo cuesta veintiocho dólares la noche. Cuando pongo la tarjeta de
crédito en el mostrador, el recepcionista con su rostro lleno de espinillas da golpecitos con
su lapicera.
—¿Ella por lo menos tiene dieciséis? —pregunta señalando con su cabeza a Gina.
—¿Los tienes tú? —responde Gina devuelta.
De camino al segundo piso, paramos en las máquinas de dulces y tomamos barras
energéticas, galletas, además de cepillos y pasta dental también cargados en las máquinas.
Luego nos arrastramos a través de la puerta de nuestra habitación.
—Esto esta muy bien —dice Gina, saltando en una cama.
307
—Creo que nos dieron una suite de mala muerte. —Ella desgarra la envoltura de
una barra de Twix61 y la come completa de tres bocados.
Me siento en la otra cama.
—Discúlpame por haberte traído hasta aquí. No sé en que estaba pensando. Espero
que no te metas en problemas.
—Si no hubiese querido venir no me hubiera metido en el auto. Y tuve la sensación
de que sería un viaje largo. Llamé a mamá y le dije que me quedaría con un amigo.
Tiro de un hilo suelto en las sábanas. ¿Cuántos cientos de persona se habrán
sentado y jalado este mismo hilo?
—Hay algo que debería decirte —digo.
—¿Sí? ¿Qué? —Ella continuó con las galletas de chispas de chocolate.
—Riot Grrl 16 no fue seleccionada por MTV.
Ella se lava la boca llena de galletas con un sorbo de Sprite.
—Lo sé.
—¿Lo sabes? ¿Cómo lo sabes?
—Lo supuse antes, ¿recuerdas, de vuelta en mi casa? Pero Joe lo confirmó.
—¿Cuándo hablaste con Joe?
—Lo llamé esta mañana.
—¿Para qué lo llamaste?
61
Twix: Es una barrita de chocolate fabricada por Mars Incorporated.
308
—Oh, no lo sé. ¿Él es tú amigo? ¿Estás fuera de sí y él quizás sepa por qué?
De todos modos, recibió una llamada de Erin Loder y me lo dijo.
Claro que Joe había recibido esa llamada. Claro que le había dicho.
—Por eso es que me preguntaste sobre la universidad en el auto.
—Sí.
—Entonces, si sabías sobre el show, ¿por qué viniste hasta aquí conmigo?
Ella se encoge de hombros.
—Porque eres un patético, auto-destructivo, cara de culo en el que no se puede
confiar para dejar solo.
Se lame las migajas de sus labios, luego el chocolate en la punta de cada dedo.
No puedo aguantarlo más. Las cosas con el show, las cosas con Lucinda, las cosas
con mi madre, las cosas conmigo conduciendo hasta aquí. Quiero olvidarlo todo. Haría lo que
sea para olvidar.
Me bajo de mi asiento para arrodillarme en el piso frente a ella. Ella levanta sus
brazos sorprendida, lo que me permite tomarla por la cintura. La beso. Ella tiene un sabor
dulce y rico, ahumado como galletas, chocolate y cigarrillos y nada como Lucinda, ni si
quiera un poco como Lucinda, así que continúo besándola, presionándola contra la cama,
poniéndome sobre ella, tratando de perderme en ella. Entierra sus manos en mi cabello, y
luego las mueve ahuecando mi rostro. Aún estoy intentando besarla cuando rompe el beso,
acaricia mi mejilla tan tiernamente cuando dice:
—Eddy, lo siento. Pero ya no me siento mal sobre mi misma.
309
Hago un sonido horrible, ni siquiera sabía de donde había venido, o que un cuerpo
podía hacer un sonido como ese sin quererlo. Gina se escabulle debajo de mí, se sienta,
pone ambas manos sobre mis hombros, me voltea por lo que estoy de espaldas a ella.
Envuelve sus brazos a mí alrededor y me sienta de nuevo. Ella dice:
—Duerme ahora, solo duerme. Duerme ahora, solo duerme. —Una y otra vez hasta
que lo hago.
* * * * *
El sol está quemando mis parpados cuando me despierto. Gina no está en la cama,
está sentada en una silla, dándole una calada a un cigarrillo. Su cabello húmedo, su cara
limpia y se ha cambiado a un par de vaqueros y una camiseta negra.
—Buenos días, cariño —dice enviando una nube de humo al aire. Luego tose—. Me
prometí a mi misma que lo dejaría cuando me graduara. Espero poder apegarme a ello.
Empujo las mantas. Debió haberme cubierto con ellas en algún momento de la noche.
—¿Cuánto tiempo llevas despierta?
—No lo sé. Hace rato. He dormido en el auto, ¿recuerdas? Necesitabas una
oportunidad para descansar.
—Gracias —digo.
—No te preocupes. No es como si tuviera grandes planes para el día.
Asiento. Recuerdo la noche anterior y trago saliva. No puedo creer que todavía esté
hablando conmigo. No sé qué decir. Así que no digo nada. Me tropiezo hacia el baño. Me
quito la ropa y salto a la ducha. Pongo el agua lo más caliente que puedo, dejando que el
vapor de agua y el jabón despejen mi cabeza. Luego salgo, trato de secarme con una toalla
del tamaño de un lavamanos, y vestirme de nuevo.
310
A pesar de que me he humillado de mil maneras diferentes en los dos últimos días,
tengo el descaro de sentirme mejor.
Estoy sorprendido de que más personas no odien mis entrañas.
Abro la puerta del baño y entro en la habitación. Gina ha abierto las feas cortinas
y está de pie delante de la ventana. La luz del sol hace una corona cegadora a su
alrededor, como si no fuera real, como si fuera una visión o un sueño.
Doy un paso hacia ella.
Pone una mano temblorosa hacia arriba.
—No lo voy a arruinar si tú no lo haces.
Y por una vez, no lo hago.
* * * * *
La llevo a desayunar a un restaurante local y la veo comer una tortilla de
espinacas y queso, dos salchichas, dos piezas de pan tostado, y todo mi tocino. Mientras
consigue café para el camino, compruebo mi teléfono celular. Hay doce mensajes: seis de mi
padre, cuatro de Marty, uno de Rory y otro de Joe. Llamo a mi papá.
—¡Eddy! ¡Hemos estado muy preocupados! ¡Estaba a punto de llamar a la policía!
—He hecho un pequeño viaje por carretera con Gina. No es gran cosa.
—¡No es gran cosa! ¿Te has ido todo un día sin decirle nada a nadie y no es gran
cosa? La única razón por la que no tenemos al FBI detrás de ti es por tu madre. Llamó
anoche para hacernos saber dónde estabas y que estabas a salvo.
—No esperes que le dé las gracias por ello.
311
Mi padre suspira en el otro extremo.
—Espero que conduzcas con cuidado. Y espero que llegues a casa de una pieza,
¿me oyes?
Nos pusimos en marcha. Cincuenta millas hacia abajo. Solamente 1.300 más por
recorrer. Gina no estaba de humor para dormir, así que pasamos las millas hablando de
cosas diferentes. Música, películas, por qué quiere ir a la universidad, por qué yo no. Cómo
Rory, Joe y yo nos hicimos amigos en primer lugar. Meatball. Tippi Hedren.
—La echo de menos —digo.
—¿A Lucinda?
—Estaba hablando de Tippi. Pero sí, también a Lucinda.
—¿Por qué ella? Quiero decir, has salido con muchas chicas. Entonces, ¿por qué
estás como loco por ella?
—Es diferente.
—¿Cómo?
—Porque no está loca por mí, supongo.
—Típico.
—No, lo digo en serio. Ella no trata de impresionarme a mí o a cualquiera. Es
impresionante por su cuenta. ¿Sabes que trabaja como voluntaria en un refugio de
animales? Y es una bailarina increíble. Sabe hablar español, juega al tenis. Es hermosa, sin
hacer gran cosa al respecto.
Gina se mueve en su asiento.
312
—Suena como la chica perfecta.
—Sí.
Se quita los zapatos y pone los pies sobre el tablero.
—Solía pensar que eras perfecto.
Me río.
—Así es.
—Solía, sin embargo, cuando empezamos a salir.
—Ahora te estás burlando de mí.
—No, no lo estoy. ¿Por qué no iba a pensar que eras perfecto? Eres inteligente,
gracioso, estás haciendo películas cuando la mayoría de la gente está tratando de aprobar
ciencias sociales. Tienes un hermano un poco extraño al que amas tanto. Y ese pájaro loco.
Le echo un vistazo y recuerdo como era antes de Riot Grrl. Con el cabello largo
antes de que lo cortara y tiñera de negro azabache, los labios antes de que fueran
pintados siempre de color rojo, verde o azul. Era casi... dulce. Casi. Y ahora, con su pelo
recogido detrás de las orejas y su piel sin maquillaje, puedo casi entenderlo. Esa dulzura.
—Pero no eres perfecto —dice—. Me di cuenta de eso.
Tomo una respiración profunda.
—Lo siento, fui un cerdo contigo.
Ella mueve su mano hacia mí.
—Idiota. Quédate con tus disculpas. No las necesito. Lo que estoy diciendo es que
nadie es perfecto. Ni siquiera Lucinda.
313
—Lo sé.
—Pero escucha cómo la describiste. Eso suena como un personaje de una película,
no una persona real.
—Pero ella es una persona real. La he visto hacer todo lo que he dicho.
—Sí, pero ¿qué pasa con todo lo demás? ¿Qué pasa con las cosas reales?
¿Alguna vez ha sido vaga? ¿Una perra? ¿Mastica con la boca abierta? ¿Guarda las uñas
de los pies? ¿Hace chistes malos? ¿Odia a su papá?
Pienso en lo mucho que Lucinda quería alejarse. Como se quejaba de su familia.
Como barría la pista de tenis con esa chica Penélope.
—No —digo.
—Pero has dicho que la amabas.
—Lo hice. Lo hago.
—Pero, ¿cómo puedes decir eso si solo la conoces hace un par de meses? ¿Si
nunca la has visto de mal humor?
Estoy empezando a molestarme ahora.
—¿Y si ella nunca está de mal humor? ¿Y si ella es solo una persona genial que
no recoge las uñas de sus pies o mastica con la boca abierta?
Baja los pies del tablero y gira hacia mí.
—Las personas como esas no existen, Eddy. Son solo fragmentos de nuestra
imaginación. No la conocías. Solo ha dejado una imagen en tu cabeza.
314
Echo un vistazo lejos de la carretera para decirle que está equivocada, que no soy
tan condenadamente estúpido, que sabía de Lucinda o al menos sabía lo suficiente como
para saber que la amaba, cuando Gina grita:
—¡Cuidado!
En el parabrisas, el camión se aproxima. Sé que es imposible, pero veo todo,
secuencia por secuencia, una serie de instantáneas, como si estuviera editando una película.
La marca de ruedas en el pavimento.
Las luces rojas de la camioneta en frente de mí.
Los faros blancos en el retrovisor.
Gina con su brazo sobre su rostro.
Mi pie pisando el freno.
El camión en frente cada vez más grande y más grande, llenando el parabrisas de
un tiro a la vez.
No puedo parar el choque, pero puedo girar la rueda. Y lo hago.
315
20
El regreso del rey
Traducido por corazona & Isane33✰
Corregido por Bazzinga
Pasé tres días en el Hospital. Una conmoción cerebral leve, nariz rota, siete puntos
de sutura en mi frente. Me perdí mi propia graduación. Eso no lo considero como una gran
pérdida.
Los policías dijeron que hice algo inusual durante el choque. En lugar de girar el
SUV hacia la izquierda, lejos de mí, lo giré hacia la derecha.
—Recibiste el golpe en vez de tu pasajero —los policías me dijeron—. Por lo general,
sucede al revés.
—Así que mis instintos están jodidos.
Los policías miraron a Gina, quien se acurrucó en la silla junto a mi cama.
—O quizás tus instintos tan solo están bien.
Cuando regreso a casa del hospital, había un par de mensajes de mi madre. Ella me
ama. Espera que esté bien. Volverá a llamar el sábado. Lo prometió.
316
Y luego había un mensaje de Lucinda. Había escuchado acerca del accidente, dijo,
quería estar segura de que estuviera bien. No confío en mí mismo lo suficiente como para
llamar a cualquiera de ellas.
El día que salgo del hospital, voy al depósito de chatarra para obtener lo que queda
de mi vida de mi coche destrozado. (El lugar fue llamado Nirvana, si es que lo puedes
creer). Cuando vuelvo a casa con las manos vacías, nadie hace ninguna pregunta. Supongo
que nadie estaba sorprendido de que no me quedara nada. Tal vez creyeron que me lo
merecía.
Obtuve un trabajo en El Mundo del Video y Rory y yo pasamos las aburridas
noches de verano pretendiendo estar en una de las películas de Kevin Smith, Clerks III,
hacemos listas de los diez mejores para pasar el tiempo. Una noche cuando estaba dando
mi lista de los mejores choques de autos de todos los tiempos, suena la campana de la
puerta corredora. Joe.
—Hey —dice.
—Hey —digo.
Rory mira de Joe hacia mí y de nuevo a Joe.
—Uh —dice—. Tengo que llevar estas películas al cuarto de atrás. Y luego, uh,
tengo que quedarme allí. Para hacer cosas. Así que… —Agarra una pila de DVD’s y
prácticamente corre lejos.
Luego de que Rory hiciera su escape, Joe dice:
—Huele mejor por aquí.
—No le cuentes a Rory, pero escondí ambientadores en algunos de los estuches de
DVD. Están por todos lados.
317
—Inteligente.
—Tú también lo serías si tuvieras que pasar veinticinco horas a la semana en
Smellovideo62. —Tomo los recibos dejados por los clientes al azar y hago con ellos una bola.
»Volviste a ganar algo de peso.
Pone su mano en la mejilla.
—Sí. Comiendo de nuevo.
—Eso es algo bueno —digo.
—MTV. Ellos no quieren que parezca demasiado…
—¿Esquelético?
—Muerto.
—Ah.
Pone algunas películas en el mostrador. El Séptimo Sello de Berman y Henry V de
Branagh. Siempre las cosas cultas para Joe.
Sostengo las películas.
—¿Algo bueno?
—Increíble —dice.
—¿Lucinda piensa eso?
Casi me río de la mirada de su rostro. Casi
62
Smellovideo: Unión de palabras que en español significaría “Oloroso-Video” y haría referencia al
desagradable olor del local donde Eddy trabaja.
318
—¿Cómo lo….? —dice, luego se detiene a sí mismo—. Bien. Deberías saber que lo
quería. Pero ella no. Así que, no lo hicimos.
—Oh.
—No antes, de cualquier forma. No mientras ustedes estuvieron… lo que sea.
No necesitaba agregar esa última parte, sin embargo allí estaba. Supongo que él se
imaginaba que debía ser quien me lo dijera, ser honesto sobre ello. Pero creo que lo dijo
más porque quería, como yo quería decir su nombre en voz alta un par de meses atrás, no
porque quería ser honesto tanto como quería moler su rostro en ella.
Podía escuchar la voz de Gina en mi cabeza: “El karma es una perra”.
—Odio tus agallas —digo. Él comienza a asentir con su cabeza, pero yo digo—. No,
no por Lucinda. No por lo que piensas. Te odio porque eres mejor de lo que yo soy.
Parpadea con sus enormes ojos saltones.
—No lo soy.
—Sí. Lo eres.
Se me queda mirando fijamente por un minutos.
—Es solo porque tú eres avaro.
—Gracias.
—Es verdad —dice Joe—. Riot Grrl fue genial hasta que empezaste a soñar con
todo ese dinero y toda esa mierda. Atente a la historia.
—¿Qué historia?
319
—Cualquiera que sea la historia. La historia es la cosa importante. Las personas
olvidan eso. Se distraen por el sexo, los superpoderes y los efectos especiales. Pero nada
de eso funciona a menos que se adapte a la historia.
Fácil para él decirlo. Señor voy-a-ser-famoso-en-MTV. Pero quizás él crea estas
cosas. Quizás se necesita creer en algo.
Despliega sus brazos y mira a su alrededor, al lugar polvoriento y decrépito que se
ha convertido en mi hogar lejos de casa. Las emociones destellan por su rostro: compasión,
culpa, lo que sea.
—Escucha, Ed. Lo siento.
Ahora realmente me rio.
—Sí, deberías hacerlo.
—No, no por eso. Por Lucinda. —Parece que él en verdad siente lo que dice.
Probablemente lo hace. La mayor parte. Y quizás el accidente hizo más daño del que
pensé. Debería querer arrancar su garganta con mis manos por haber estado con Lucinda,
pero me compadezco de él. Él es un debilucho. Ella quemará su corazón sobre un asador.
—Si te hace sentir mejor, se va —dice.
—Ya se fue —digo—. Quiero decir, ella está aquí pero…
—Está matando el tiempo —dice Joe—. Sé eso.
No creo que lo haga.
—Ok.
—Bien —dice—. Supongo que te veré por ahí.
320
—Sí. Buena suerte en la escuela. Y con el show de la Biblia.
—Gracias.
—No hagas un desastre con eso.
—No lo haré. —Estruja sus manos en los bolsillos y se da la vuelta para irse. Se
detiene. Vuelve a girarse—. Sabes, ¿Riot Grrl I6? Esa fue la manera correcta de acabar
con las cosas. Incluso si las personas no pudieron entenderlo.
Asiento.
—Gracias, amigo.
—Nos vemos —dice.
—Sí. Nos vemos.
Veo a ese huesudo y listo cabezón, salir por la puerta y me pregunto si alguna vez
lo volveré a ver. La posibilidad de que no lo haga pone mi garganta apretada y seca, como
si no hubiese tomado agua en días.
Por lo tanto, todos somos un montón de debiluchos. Tan pronto como la puerta
suena otra vez, Rory se escabulle desde la parte de atrás como un pequeño animal de su
madriguera.
—Entonces, ¿qué pasó? No se oía ningún ruido y no parece que utilizaran las
pantallas para molerse a golpes cada uno.
—Nah. Lucinda absorbió las ganas de pelea de ambos.
—Iba a decirte.
—No tenías que hacerlo. Yo fui el que lo arruinó de todos modos.
321
Rory juguetea con las pilas de vídeos situados en todas partes, copias revueltas de
El Prisionero de Azkaban, El Hombre Araña, La Cuidad del Pecado, Una Película de Miedo
5, Una Historia de Violencia y Eterno Resplandor de una Mente sin Recuerdos.
—¿Quién crees que fue? —dice.
—¿Quién?
—El Hombre de Hojalata.
El Hombre de Hojalata ha estado en mi mente, también. Cuando salí del hospital, me
permití una última visita al sitio de MTV, pero el Hombre de Hojalata no había publicado en
las últimas semanas. Parece que él se había ido, a ver al mago.
—Esa es una broma de tamaño cósmico —le digo—. No creo que alguna vez sepa
quien fue.
—Maldito internet.
—Sí. Si nadie sabe quién eres, puedes ser tan idiota como quieras.
—La estúpida tecnología está acabando con este lugar, también.
—¿Qué? ¿Qué quieres decir?
—Bueno, no en este instante, probablemente no este año o el próximo, pero
eventualmente. Netflix, Blockbuster, pay-per-view, YouTube, todos nos están matando.
Pronto todo el mundo va a obtener sus películas a través del correo electrónico o a través
de los cables o a través de los pequeños chips que Hollywood implanta en nuestras
cabezas. No nos necesitarán más.
Los padres de Rory han sido propietarios de esta tienda toda su vida.
—¿Qué harán tus padres?
322
—No lo sé. A ellos les encanta esto. Sé que es difícil notarlo a veces. Si lo
amaban tanto, ¿por qué no conseguir algunos pósters nuevos? —Hace un gesto a un
póster de Terminator de color amarillento en la esquina—. Pero supongo que tendrán que
buscar otra cosa.
—Al igual que nosotros.
—No, nosotros vamos a seguir haciendo películas.
Agradezco el “nosotros”. En agosto, Rory irá a la escuela para edición de películas.
Seré el único que quede aquí, intentando averiguar cómo va a hacer frente a las próximas
siete décadas. Papá dice que puedo aplicar a la escuela de cine para el próximo semestre,
pero estoy demasiado deprimido para ver las aplicaciones.
Rory olfatea el aire.
—¿Has estado rociando algún tipo de desinfectante por ahí?
—No, ¿por qué?
—Es curioso. Ya no estoy oliendo vómito.
Tomo Eterno Resplandor de la pila.
—¿Está bien si tomo prestada esta?
* * * * *
Cuando llego a casa, el Toyota viejo de Marty está en el camino de entrada. Han
pasado por aquí más y más a menudo desde mi accidente. He oído algunas conversaciones
sobre instalarnos todos juntos. Probablemente es una buena idea. Meatball podría utilizar dos
padres. Y a Tippi Hedren le gustaría la compañía.
323
Entro a la casa. Por una vez, Meatball no está muerto. Está sentado en el sofá
de la sala de estar, leyendo su libro favorito, el que tiene la etiqueta de un dedo del pie en
la cubierta. Tippi Hedren se alza sobre su cabeza. No sé cómo la convenció de salir de su
jaula sin perder una sola parte del cuerpo, pero lo hizo.
Tippi dice:
—La cabeza humana es más o menos del tamaño y peso de un pollo asado.
—Yo le enseñé eso —dice Meatball.
—No bromees.
—Ella cantaba antes. Algo sobre gustarle caliente. Es difícil concentrarse cuando
está cantando.
—Y cuando ella está parada en tu cabeza.
—Me gusta en mi cabeza. Me hace sentir más alto. —Él cierra su libro—. He
decidido no morir hoy.
—¿Por qué eso?
—No tuve ganas. Pero creo que tal vez deberías intentarlo.
—Eso está bien Meat. Me acerqué bastante una vez.
Él pone sus dedos en la cabeza y Tippi sube a bordo. Se levanta del sofá e indica.
—Aquí. Acuéstate en el piso.
Estoy a punto de discutir, pero si esto va a hacer a Meat feliz, qué demonios.
Además, estoy tan desanimado que el suelo parece ser el lugar perfecto para mí.
324
—Ahora, cierra los ojos y permanece inmóvil. Ni siquiera muevas los globos oculares.
Ese es el truco. Ni siquiera trates de ver nada. Respira despacio, tan despacio como
puedas para que el pecho no suba y baje mucho. —Está tan cerca de mí que puedo sentir
su aliento en mi oído y oler el olor a frito y pis del pie de Tippi—. No tienes que
preocuparte de nada porque estás muerto, ¿ves? —dice—. No hay nada que puedas hacer,
salvo permanecer aquí. Ese es tu único trabajo. Ser amable y estar quieto y en silencio.
¿No se siente bien? No contestes.
Hago lo que él dice, respirando lentamente dentro y fuera, manteniendo mis ojos
desenfocados bajo mis párpados. Recuerdo que intenté lo mismo hace tantos años cuando
estaba en la Ley y el Orden, pero esto se siente diferente porque lo hago por mí mismo.
Nadie está allí de pie esperando a gritar: “¡Corten!”
Estoy tan relajado que estoy casi dormido cuando de repente Meat me agarra por
los hombros y me sacude.
—¡Eddy! ¡Despierta! ¡Eddy! ¿Qué pasa? ¿Has tenido un ataque al corazón? ¿Te
golpeaste la cabeza? ¡Eddy! ¿Me escuchas? —Me sacude con tanta fuerza que mis dientes
suenan como dados en mi cabeza ya magullada.
—Ay —le digo, abriendo los ojos. Marty y papá están de pie en la puerta, mirando.
—Está bien Meat. Estoy bien.
Meatball sonríe, algo que hace una vez al año.
—Te salvé.
—Sí, Meat. Lo hiciste.
* * * * *
325
Marty me permite tomar prestado el coche. Es una noche cálida, llueve lo suficiente
para empañar el parabrisas, no lo suficiente como para necesitar los limpiaparabrisas. No
tengo que ir lejos. Una McMansion al comienzo de todas las McMansiones. Esta vez toco el
timbre.
Gina abre la puerta. Su cabello está en coletas. Está usando vaqueros cortados
sobre medias a rayas azules y blancas.
—Si no es mi conductor acrobáta —dice ella.
—¿Tienes tiempo libre?
Da un paso hacia el porche y cierra la puerta detrás de ella.
—Antes de que preguntes, no voy a ir a otro viaje contigo.
—Nah. No más viajes por carretera.
—Y no voy a dormir contigo —añade.
—No quiero que lo hagas.
—De verdad —dice ella, no es una pregunta.
—Sabes lo que quiero decir.
Ella apunta a las sillas alrededor del fogón con cenizas frías. Nos sentamos uno
frente al otro. Me toma un tiempo decir lo que tengo que decir. La verdad es que me
siento un poco cansado. Como si estuviera viviendo mi propia versión del Señor de los
Anillos, hay un montón de pequeños finales y este ni siquiera es el último.
Sin embargo, le muestro la cámara digital que me acabo de comprar, una ganga, a
unos 300 dólares.
326
—Estoy empezando un nuevo show.
—¿Sí? —dice—. ¿Cómo se llama el show?
—No lo sé todavía. Me preguntaba si querías ayudarme con eso.
—Sabes que lo haré. ¿Cuándo empezamos?
—¿Qué tal ahora?
—Pero es de noche. Y no tienes ninguna luz.
—Está bien —le digo—. No importa.
—Si tú lo dices. ¿Dónde me quieres?
—Justo donde estás.
Evalúo nuestras posiciones. Entonces le entrego la cámara.
Parpadea con confusión en su rostro, pero solo por un segundo. Ella es inteligente,
esa es Gina.
Toma la cámara y la apunta hacia mí.
327
21
El fin
Traducido por RBK
Corregido por Edgli xD
Tal vez no quieras saber de mí. Tal vez pienses que me merecía todo lo que tengo.
Pero tengo una historia más, y después me callaré. Para siempre si es lo que quieres.
Déjame hablarte sobre Nirvana.
No te puedes perder por la carretera debido a que un camión de 1950 se
balancea como un juguete en el techo. Bodhi, abreviatura de Bodhisattva, es el recibidor
oficial. Es un Border Collie o tal vez una alfombra de baño antigua, es difícil de decir. De
todos modos, su trabajo consiste en dirigirte hacia la oficina, lo que hace caminando a tu
lado y apoyándose en las espinillas. En realidad estoy aliviado, no tengo que preocuparme por
donde tengo que estar; tengo un guía. Mientras me están dirigiendo, paso la Chatarra de la
Semana, estacionado delante de la hierba color orina. Esta semana es una especie de
camión rojo trenzado en una forma imposible de L, su extremo posterior sobresale como la
cola de un gato. Si adivinas la marca y el modelo ganas una gorra de béisbol oficial de
Nirvana.
Eso es lo que Tony me dice.
328
Él dirige el lugar.
—¿Cuál es su respuesta? —dice. Es alto o mediano o bajo y tiene el pelo negro o
marrón o rubio.
—¿Qué? —digo.
—Acerca de la chatarra. ¿Cuál crees que es, chico? ¿Un Chevy? ¿Un Nissan?
—No lo sé —digo, la respuesta a todas las preguntas desde el accidente.
Tony niega con la cabeza, mete un cigarrillo apagado en la comisura de su boca
gruesa/fina, y mete un número en un ordenador antiguo. Hace un ruido sibilante y saca una
ubicación.
—Ford Explorer, modelo 2003, registrado por un tal Edward Rochester —dice
Tony—. Lote C, fila 7, ranura 43. Mal para ti. Apuesto a que era un imán para las
chicas.
—Sí —le digo—. Imán de chicas.
Tony cambia el cigarrillo al otro lado de la boca.
—Entonces, Ed. ¿Qué estabas haciendo? ¿Mirando a una chica que cruza la calle
cuando deberías haber estado vigilando el camino?
—¿Qué?
Tony dirige sus ojos negros/azules/amarillos hacia mí.
—¿Qué le pasó a tu auto?
—No lo sé —le digo.
329
Tony se queda mirando como si pudiera estar sufriendo lesiones en la cabeza.
(Tengo esa escalera de puntos de sutura en mi frente, el ojo negro). Pero luego se
encoge de hombros. Es el único que hace conversación, no podría importarle menos. Me dice
que si no puedo adivinar la Chatarra de la Semana, puedo comprar una gorra por $15.99
y una camiseta por $9,99. Los camiones de remolque Nirvana cuestan $24,99, ideales
para regalar. ¿Tengo un hermanito? A los hermanos pequeños les encantan.
—O —dice—, quizás estés interesado en algunos pendientes. —Hace un gesto hacia
la pared detrás de él. Efectivamente, hay filas de aretes pegados a un tablero de espuma
de polietileno. Algunos tienen camiones pequeñitos de Nirvana colgando de un hilo de plata—.
Mi esposa los hace. ¿Para tu madre, quizás?
Le digo:
—No tengo una madre.
Tony parpadea.
—Todo el mundo tiene una madre.
—Bueno, tengo una madre, pero no es como las de la tele.
—Huh. Bueno. Eso es… —Tony niega con la cabeza, confundido y decide cortar por
lo sano. Me lleva fuera y dice—. Lote C, tercer lote a tu izquierda. Las filas y las
ranuras están marcadas.
No veo más que acres de metal destrozado.
—Confía en mí. Vas a encontrar lo que estás buscando. Todo el mundo lo hace.
Empiezo a caminar. Espero a que Bodhi el perro alfombra de baño me lleve, pero
me imagino que su trabajo está hecho. Paso un nuevo Beetle, azul noche, se estrelló en el
330
lado del acompañante y desaparecieron los neumáticos traseros. El faro delantero derecho
ha sido arrancado limpiamente de la toma, como un ojo enfermo.
Sigo caminando. Un Honda Accord se ve perfecto desde un lado, pero cuando giro,
veo que la puerta de atrás de alguna manera ha sido arrancada.
Hay un Infiniti con pinchazos extraños en todo el cuerpo, como si un cabreado
luchador hubiese tenido un berrinche con una piqueta. Un montón de coches sin daño por lo
que puedo ver, estarían rotos por el interior.
Nirvana es el lugar donde los coches van a morir.
El lugar es una escena esperando a suceder. Quiero filmar todo. Mis dedos se
enroscan, buscando mi cámara. Pero no tengo mi cámara. Está en mi coche, junto con el
resto de mi vida.
Estoy aquí para recuperarla.
Como dijo Tony, el coche es fácil de encontrar. Los números de lote están
marcados con señales y las filas y las ranuras están pintadas en naranja de seguridad en
la hierba crujiente. Lote C, fila 7, ranura 43. Un Explorer negro registrado a un tal
Edward Rochester, imán para las chicas. Pensé que los SUV se suponía que se llevaban lo
mejor de los accidentes, pero no el mío. La parte delantera parece un experimento fallido
con origami. La parte trasera tiene la impresión perfecta del camión que había hecho todo
lo posible para arrastrarse por el culo. Brillan cristales rotos en los asientos y el suelo.
Hay grandes manchas de sangre en el volante y en el tablero. En el hospital me dijeron
que las heridas en la cabeza sangran más que cualquier otra cosa, por lo que parecía
sacado de una noticia sobre Irak.
Abro la única puerta que puedo, la puerta del copiloto.
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Sorprendentemente, todas mis cosas todavía están aquí. Mi portátil está en tres
piezas, lo que no puede ser bueno. Miro en el asiento trasero, los montones de ropa extra,
los zapatos, ahora húmedos desde que debe haber empezado a llover (excepto que no
recuerdo nada de lluvia). Las páginas de la carpeta de mi show están en todas partes,
pintando todo el interior de color blanco. Veo notas de Riot Girl 16, guiones, listas de
equipo, todas esas cosas. No puedo abrir el maletero sin una barra de hierro, pero ya sé lo
que hay allí. Un micrófono, focos, baterías de repuesto para el ordenador portátil, cerca de
mil plumas y lápices, tarjetas en blanco de referencia, y la cámara.
Estoy aquí por todo eso. Pero también estoy aquí por un CD, el de La chica de
Ipanema. Quiero el libro que prometí leer, pero nunca hice. Y estoy aquí por la raqueta de
tenis, la raqueta de la buena suerte, la raqueta que usé cuando gané esa vez.
Tengo una bolsa de lona conmigo. Me siento en el asiento del pasajero, la bolsa
vacía en mi regazo. Debería ir metiendo material, empacando los pedazos de mi vida, poner a
Humpty junto de nuevo. Pero todo lo que puedo pensar es: ¿Qué voy a hacer con un
ordenador portátil en tres pedazos? ¿Con una raqueta de tenis? ¿Con las luces o algo de
eso? La cámara de vídeo costó 1.600 dólares. Debo volver a la oficina, conseguir una
barra de hierro, y coger la cámara. Pero no puedo. Estoy demasiado cansado. Mis puntadas
pican. Nada de esto se siente como mío nunca más. Se siente como la chatarra de alguien
más. Como mole negra y quemada que ves en el lado de la carretera y piensas, Huh. Me
pregunto qué le habrá pasado a ese chico.
Salgo del coche. Miro alrededor a los otros coches y pienso en las personas a las
que pertenecían. (Lo sé, lo sé: ya es hora de que pienses en otras personas, Eddy).
¿Están heridos? ¿Perdieron un ojo o una oreja o un brazo? ¿Pueden caminar? ¿Están
muertos? Están por aquí en alguna parte, escondidos detrás del Toyota o el Buick, diciendo:
Oigan, chicos, miren a ese, volviendo al cementerio de coches para recoger toda su mierda,
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cosas rotas. ¿Qué demonios se cree que va a hacer con eso? ¿Qué diablos es lo que
piensa que significa?
Me alejo del coche que ya no es mío. Todos los otros coches me están mirando, lo
juro, me están mirando, esperando a ver lo que voy a hacer.
Dejo caer la bolsa de lona. Me doy vuelta y camino más allá de las hectáreas de
metal destrozado de nuevo a la oficina, donde compro una gorra de Nirvana, un camión de
juguete, y un par de aretes. $54.97 más impuestos. Me pongo la gorra. Me siento a
esperar el taxi que Tony me ha llamado. Me siento y espero a que la historia real
comience.
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Sobre la Autora
Laura Ruby
Laura Ruby vive en Chicago con
su familia. Cuando no está escribiendo,
está en
películas
torneos de
de
Hitchcock,
tenis,
viendo
Expedientes
Forences, y (reruns) de La Ley y el
Orden. Ella también es la autora de
GOOD GIRLS y varios libros para
niños y adultos. Puedes visitarla en línea
en: www.lauraruby.com
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