El suéter de César Costa

Transcripción

El suéter de César Costa
El suéter de César Costa
El actor y cantante Cesar Costa
Por: Angélica Vázquez del
Mercado
Fecha: 31/01/2013
En mi infancia, años setenta, la
oferta televisiva era raquítica, pero
no olvido las películas que
transmitían una y otra vez por los
únicos canales de entonces: entre
mis favoritas estaban las “viejitas”
de Pedro Infante y Tin Tán, y entre
las más actuales las imperdibles de
Mauricio Garcés o El Santo.
Pero también había las anodinas
de las españolitas Pili y Mili y otras
por el estilo que afortunadamente
he olvidado. Sin embargo, el sello
del pasado reciente, de la década de
los sesenta, me lo daba el cine
nacional con sus estrellas de moda,
los roquerísimos Alberto Vázquez,
Enrique Guzmán, la “novia de
México” Angélica María y César
Costa.
Entre películas y series de televisión, mi conocimiento sobre el México de los
años sesenta tenía cara de fuente de sodas (que nunca vi en mi barrio), con
jóvenes rebeldes ansiosos de poner a prueba su virilidad en los arrancones, de
bailar rocanrol hasta el amanecer y en perpetua lucha de clases: el junior
enamorado de la joven de clase media o viceversa. La otra imagen es el copete
bien peinado de César Costa… y sus suéteres.
“Ese suéter me lo puse la primera vez que salí en televisión –cuenta Costa–,
me lo dio mi amigo Martín de la Concha. Me pidieron que me pusiera un
smoking o un traje para salir al aire. Martín me dijo que tenía un suéter
padrísimo que le había traído un tío de Suiza. Era un suéter para esquiar en
nieve. Me lo puse para salir ese día en televisión y fue la locura.”
En adelante, Costa era uno con sus modelitos a rombos o a rayas, calurosos
sin importar el clima citadino, un tanto lejano al de los Alpes suizos.
Era una imagen fresca y juvenil, aceptada por los adultos y la censura de los
medios y el Estado, tan atento a la temperatura de la joven generación, que
luchaba por abrir los espacios de expresión y manifestar sus emociones y
sentimientos:
“Tú me das fiebre cuando besas,
fiebre cuando abrazas también,
fiebre de fuego,
fiebre de amor,
salva mi alma y no te vayas lejos de mí,
esta fiebre me atormenta
y no puedo ya vivir sin ti.”
Así cantaba Costa en la película Dile que la quiero, a una guapa Patricia
Conde en una escena que hace esfuerzos insólitos por mostrar una sensualidad
controlada entre los protagonistas. Esa es la imagen que me quedó de los años
sesenta mexicanos, una sociedad con doble moral, represora y reprimida hasta
el sofoco, como los suéteres de César Costa.
Con dedicatoria para @arr1910 por su invaluable interpretación de “Tierno”
Liga de interés:
César Costa
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