Evolución de la miocardiopatía hipertrófica hacia una

Transcripción

Evolución de la miocardiopatía hipertrófica hacia una
Actualización clínica
Evolución de la miocardiopatía hipertrófica hacia
una enfermedad actualmente tratable
Barry J. Maron, MD; Eugene Braunwald, MD
C
aso 1: El paciente es un varón
que tiene actualmente 56 años de
edad y presenta una miocardiopatía hipertrófica (MCH) no obstructiva. A la
edad de 35 años de edad, su hermano
(de 39 años) falleció de forma súbita
con una MCH diagnosticada en la autopsia. Tras ello, el paciente fue sometido a estudio, identificándose la presencia de una MCH no obstructiva con
un grosor del tabique ventricular de 31
mm. Dados los antecedentes familiares
de muerte súbita (y la notable hipertrofia del paciente), se le implantó un
cardioversor-desfibrilador implantable
(CDI) para la prevención primaria de la
muerte súbita. Cinco años después, durante el sueño (1:00 AM), el CDI abortó un episodio de fibrilación ventricular (FV) y restableció el ritmo sinusal
(Figura 1). Transcurrieron nueve años
sin incidentes, y a la edad de 50 años,
se produjo un episodio idéntico de FV
durante el sueño, que fue interrumpido
de manera similar por una descarga de
desfibrilación. En la actualidad, a los
56 años de edad, el paciente continúa
estando asintomático y activo. Su curso clínico con una MCH ha presentado
tan solo estos 2 episodios de muerte súbita impredecibles que fueron tratados
de manera efectiva por el CDI implantado profilácticamente ante una situación de alto riesgo.
Caso 2: Se trata de una mujer de 53
años de edad, maestra de primaria, que
presenta una MCH obstructiva. La primera consulta al respecto fue a la edad
de 44 años, estando asintomática pero
con unos antecedentes familiares importantes en cuanto a muertes súbitas
debidas a MCH en 2 hermanos varones
(de 20 y 34 años, respectivamente). Se
le implantó un CDI profilácticamente,
y 2 años después (a la edad de 46 años)
se produjo una desfibrilación por una
FV durante el sueño. A lo largo de los
6 años siguientes, hubo otras 4 intervenciones apropiadas por taquicardia
ventricular (TV)/FV.
El grosor del tabique ventricular es de
21 mm; no hay obstrucción a nivel
de tracto de salida ventricular izquierdo, en reposo, pero sí se produce con
el ejercicio (gradiente, 70 mmHg). Al
llegar a los 51 años, la paciente había
presentado una disnea de esfuerzo y
una limitación funcional que progresaron a pesar del tratamiento médico
máximo, haciendo que presentara una
alteración de la capacidad funcional,
estando en la clase funcional III de la
New York Heart Association. La miectomía septal quirúrgica permitió abolir
tanto el gradiente del flujo de salida
como los síntomas debidos a insuficiencia cardiaca de la paciente. A los
53 años de edad, está de nuevo asintomática y activa, y tras haber pasado por
2 situaciones adversas, es decir, el riesgo de muerte súbita y la insuficiencia
cardiaca debida a una obstrucción del
tracto de salida; ambas pudieron controlarse con estrategias de tratamiento
efectivas.
Introducción
La medicina cardiovascular avanza
con rapidez, a veces a una velocidad de
vértigo, creando nuevas e importantes
iniciativas terapéuticas. La enfermedad
coronaria se encuentra en el núcleo de
la medicina cardiovascular y constituye una epidemia en este siglo, como lo
ha hecho en gran parte del siglo pasado. Pero, ¿qué ocurre con las cardiopatías hereditarias menos frecuentes,
históricamente desatendidas y a veces
aparentemente olvidadas entre el enorme número de pacientes con cardiopatía isquémica?
La MCH es tal vez la más prominente de las enfermedades cardiacas
Hypertrophic Cardiomyopathy Center, Minneapolis Heart Institute Foundation, Minneapolis, MN (B.J.M.); y The TIMI Study Group, Brigham and
Women’s Hospital, Boston, MA (E.B.).
Remitir la correspondencia a Barry J. Maron, MD, Hypertrophic Cardiomyopathy Center, Minneapolis Heart Institute Foundation, 920 East 28th St,
Suite 620, Minneapolis, MN 55407, EEUU. Correo electrónico [email protected]
(Traducido del inglés: Evolution of Hypertrophic Cardiomyopathy to a Contemporary Treatable Disease. Circulation. 2012;126:1640-1644.)
© 2012 American Heart Association, Inc.
Puede accederse a la versión original de Circulation en http://circ.ahajournals.org 19
DOI: 10.1161/CIRCULATIONAHA.112.123174
20 Circulation Enero, 2013
Figura 1. Prevención primaria de la muerte súbita con el CDI que abortó un episodio de
TV/FV a la edad de 41 años (descarga apropiada número 1). A, Después de 4 latidos sinusales, la TV se inicia de forma brusca a 200 lpm; B, el desfibrilador percibe la TV e inicia
una carga de 8 segundos. C, La TV evoluciona a una FV. D, el desfibrilador realiza de forma adecuada una descarga de 20 J (barra) y restablece el ritmo sinusal en 1 latido. MS
indica muerte súbita; CDI, cardioversor-desfibrilador implantable; TV, taquicardia ventricular; y FV, fibrilación ventricular. Adaptado y reproducido de Maron y cols.1, con permiso
de la editorial. Copyright © 2007, American Medical Association.
genéticas2,3. Describimos aquí la forma en la que este trastorno, que en un
tiempo se consideró muy poco frecuente y extraño, pero interesante (de mal
pronóstico) ha pasado a ser reconocido
como una entidad clínica relativamente frecuente, actual y tratable, con unas
recomendaciones de consenso y guías
establecidas (Figuras 1 a 3)4–7. Esta
evolución aporta una enseñanza útil a
la comunidad clínica y a los pacientes
con MCH.
La MCH histórica
La MCH es reconocida actualmente
como la causa más frecuente de muerte súbita cardiaca en los jóvenes (incluidos los deportistas bien entrenados), se da en al menos 1 de cada 500
personas en la población general, y
afecta probablemente a unos 750.000
estadounidenses8. Sin embargo, para
llegar a su madurez actual, la MCH ha
pasado por una evolución inestable e
impredecible a lo largo de sus primeros 50 años9,10. Este viaje se ha visto
jalonado por multitud de obstáculos,
incluidos los errores de concepto pe-
riódicos y los debates polémicos, así
como una literatura médica a menudo
confusa y contradictoria. El planteamiento inicial, aunque ahora obsoleto,
sugirió incluso que la MCH no constituía una entidad patológica diferenciada, o que no existía una verdadera obstrucción mecánica del flujo de
salida del ventrículo izquierdo9,10. La
literatura estuvo dominada por toda
una letanía confusa de nombres (n =
75) para describir el mismo trastorno,
entre ellos, por ejemplo, los de estenosis subaórtica hipertrófica idiopática o
miocardiopatía obstructiva hipertrófica, que han sido sustituidos ahora por
uno solo, el de MCH11.
Los primeros años de la MCH
(1960–1965) se caracterizaron por
descripciones clínicas perspicaces y
novedosas de una entidad clínica anteriormente no identificada, inicialmente en su mayoría a partir del National
Institutes of Health Clinical Center.
Al principio había una notable falta de
opciones de tratamiento aplicables2.
De hecho, uno de los primeros artículos publicados sobre esa enfermedad
por parte de los National Institutes of
Health que describía la obstrucción
dinámica del tracto de salida del ventrículo izquierdo tan solo pudo describir las estrategias de tratamiento como
fútiles12: “En este momento, no conocemos ningún método de tratamiento
que pueda influir de manera específica
y favorable en la evolución de un paciente con hipertrofia ventricular idiopática.”
Aunque esta evaluación era exacta
en ese momento (es decir, en 1959)
pronto se introdujeron los betabloqueantes13,14 y la miectomía quirúrgica15. Sin embargo, la comunidad
cardiológica fue lenta en aceptar los
tratamientos invasivos para la MCH.
Por ejemplo, después de una breve
experiencia inicial, la miectomía fue
abandonada en el Reino Unido durante
30 años.
Se introdujo una idea desafortunada, que sorprendentemente persiste con
cierta frecuencia hoy en día: el mito de
que la MCH es una enfermedad implacable para la que no hay opciones
de tratamiento definitivas o efectivas.
A la MCH se le asignó el estigma de
una enfermedad caracterizada por un
curso desfavorable, impredecible, que
afectaba a la mayor parte de los pacientes. Tal vez, los casos muy difundidos, aunque muy poco frecuentes, de
muertes durante la actividad deportiva
a causa de una MCH en deportistas jóvenes previamente no diagnosticados
contribuyan a producir hoy en día este
error de concepto16.
Enfermedades como la MCH son
propensas a las malinterpretaciones.
Los conceptos antiguos penetran en la
conciencia de las personas y quedan
afianzadas, y parece difícil modificarlos a pesar de la evidencia en sentido
contrario. Trastornos relativamente infrecuentes en la práctica clínica, como
la MCH, constituyen un verdadero reto
para el cardiólogo a la hora de prestar el mejor servicio a sus pacientes,
puesto que tienen que adquirir la suficiente experiencia y contacto con la
enfermedad como para poder apreciar
plenamente los matices de un espectro
patológico amplio y su tratamiento.
Maron y Braunwald MCH actualmente tratable 21
Pero por otro lado, muchos pacientes que acuden a hospitales y clínicas
sufren (o tienen un riesgo de sufrir)
complicaciones asociadas a la MCH1,4–7,
19–21
(Figura 3). El curso clínico puede
progresar siguiendo ≥ 1 vía adversa, a
menudo con un uso de opciones terapéuticas diseñadas para pacientes con
otras enfermedades cardiacas (Figura 3). Las estrategias de tratamiento
específicas vienen determinadas por
esas vías; en principio, no hay un único
tratamiento que sea aplicable a todos
los pacientes con esta enfermedad heterogénea.
Prevención de la muerte súbita
P < 0,001
83%
61%
Figura 2. Importancia clínica de la obstrucción del flujo de salida del VI en la MCH. Arriba,
Los pacientes con obstrucción en reposo (gradiente, ≥ 30 mmHg) tienen un mayor riesgo
de insuficiencia cardiaca progresiva grave o de muerte por ictus o insuficiencia cardiaca,
en comparación con los pacientes sin obstrucción. MCH indica miocardiopatía hipertrófica;
VI, ventrículo izquierdo; NYHA, New York Heart Association; RR, riesgo relativo. Reproducido con permiso de Maron y cols.19. Abajo, La miectomía septal quirúrgica con abolición
del gradiente a nivel de tracto de salida VI se asocia a una supervivencia a largo plazo similar a la esperada en la población general de EEUU, y la cual es superior a la de los pacientes con una MCH obstructiva sintomáticos pero no operados. Reproducido de Ommen
y cols.20, con permiso de la editorial. Copyright © 2005, New England Journal of Medicine.
La MCH actual
El perfil clínico y el arsenal terapéutico disponible para abordar la MCH
han sufrido una profunda transformación. En primer lugar, actualmente reconocemos que es probable que la mayor parte de los individuos afectados
genéticamente no sean identificados clínicamente, y que entre ellos hay
muchos que alcanzan la esperanza de
vida normal superando los 70, 80 o
incluso 90 años, sin presentar discapacidad alguna ni requerir intervenciones
terapéuticas importantes4–7,17. De hecho, debido en gran parte a un mayor
grado de sospecha general respecto a
la posibilidad de la enfermedad, como
consecuencia en parte de la difusión de
técnicas de diagnóstico por la imagen
avanzadas, con mayor frecuencia, pacientes con una MCH asintomática son
identificados de manera fortuita a edades relativamente avanzadas.
Además, el riesgo de complicaciones relacionadas con la MCH (incluida
la muerte súbita) es paradójicamente
bajo en los pacientes de mayor edad,
después de los 60 años de edad18. Sin
embargo, actualmente, incluso los pacientes con un diagnóstico reciente
de MCH se muestran sorprendidos (y
tranquilizados) cuando se les informa
de este principio importante acerca de
la longevidad en la MCH, tras haber
recibido un mensaje generalmente desfavorable sobre su enfermedad.
La muerte súbita es la consecuencia
más visible y devastadora de la MCH,
y se conoce desde la primera descripción anatomopatológica en 19583. Sin
embargo, la prevención de la muerte
súbita es actualmente una aspiración
realista para los pacientes jóvenes con
MCH1,21. Aunque la historia de la MCH
ha sufrido la carga de la muerte súbita
en pacientes jóvenes sin disponer de
ningún tratamiento capaz de evitar ese
riesgo, en la pasada década se ha desarrollado una estrategia sistemática para
proteger a estos pacientes mediante el
empleo de CDI1,21.
Gracias a la percepción e interrupción automática de la TV/FV, el CDI
es la única opción terapéutica existente
que es capaz de prolongar de manera
definitiva la vida en la MCH, modificando con ello la evolución natural de
la enfermedad en muchos pacientes
(Figura 1). El registro de CDI en la
MCH, que incluye a pacientes de alto
riesgo, indica una tasa de intervenciones de prevención primaria del 4%/
año, similar en adultos y en niños1.
Aunque el CDI es un método probado
para salvar la vida de los pacientes en la
MCH, continúa existiendo la dificultad
de seleccionar de manera más precisa
a los pacientes que obtendrán un beneficio con este tratamiento, incluido el
subgrupo pequeño pero importante de
individuos en los que los marcadores
de riesgo convencionales no tienen
capacidad predictiva, pero que pueden
sufrir de todos modos episodios de
22 Circulation Enero, 2013
Figura 3. Vías clínicas adversas en la MCH. Cada una de estas complicaciones de la
enfermedad cuenta con ≥1 opciones de tratamiento potencialmente eficaces. FA indica
fibrilación auricular; CDI, cardioversor-desfibrilador implantable; MCH, miocardiopatía
hipertrófica; y ARF, ablación por radiofrecuencia.
muerte súbita21. Así pues, la identificación de más pacientes de riesgo con el
empleo de nuevos marcadores continúa
siendo un objetivo importante, y el empleo de la RM cardiovascular con contraste que muestra una captación tardía
amplia de gadolinio (presumiblemente
en la cicatrización miocárdica) parece
muy prometedor al respecto22.
Reversión de la insuficiencia
cardiaca
En la MCH, la insuficiencia cardiaca
grave y la discapacidad en el ejercicio
a causa de una obstrucción del flujo de
salida ventricular izquierdo pueden ser
reversibles20 (Figura 2). La miectomía
septal quirúrgica, de la que fue pionero
Andrew Morrow en los National Institutes of Health23 (y que progresó también con los trabajos de Bill Williams
en Toronto, John Kirklin y ahora Joseph
Dearani, ambos de la Mayo Clinic), ha
evolucionado hasta llegar a ser una operación segura y eficaz para restablecer
una calidad de vida plena al normalizar
las presiones ventriculares izquierdas.
Inicialmente, la miectomía, incluso en las manos más experimentadas,
tuvo una mortalidad operatoria del 5%
a 8%, y ello atenuó indudablemente
el entusiasmo por este tipo de intervención. Esto hizo que el número de
operaciones de miectomía continuara
siendo relativamente bajo.
Tan solo en los últimos 10 a 15
años se ha reconocido plenamente la
frecuencia y la importancia de la obstrucción dentro del espectro clínico de
la MCH19,24 (Figura 2). La miectomía
septal quirúrgica ha pasado a ser una
opción atractiva y accesible, tal como
demuestra el extraordinario aumento
que se ha producido en el número de
operaciones realizadas anualmente en
los centros importantes25,26. Este renovado interés por la miectomía es atribuible a una mortalidad operatoria sorprendentemente baja, de ≤ 1%, debida
a las técnicas de preservación miocárdica actuales, y al aumento de la experiencia y la innovación quirúrgica25,26.
Por ejemplo, el desarrollo del método
de miectomía ampliada reconoce la importante contribución de las estructuras
submitrales en la obstrucción del tracto
de salida del ventrículo izquierdo4–7,27.
Es de destacar que, además de aliviar
la obstrucción del flujo de salida, con la
consiguiente mejora de la calidad de
vida, la operación de miectomía amplia también la longevidad con una supervivencia similar a la esperada en la
población general, y que supera la de
los pacientes sintomáticos con MCH
obstructiva no operados20 (Figura 2).
Una estrategia de intervención percutánea, la ablación septal con alcohol,
proporciona una alternativa importante
a la miectomía5–7,28, de manera selec-
tiva para los pacientes de mayor edad
y/o que se considera que no son candidatos quirúrgicos óptimos a causa de la
comorbilidad o de una aversión personal intensa a la cirugía4–7.
Aunque la ablación con alcohol ha
resultado eficaz para reducir el gradiente del flujo de salida y los síntomas, su empleo produce un infarto de
miocardio transmural inducido por el
alcohol que puede ser arritmógeno y, a
este respecto, difiere significativamente de la miectomía. No obstante, la gran
amplitud con la que se ha aceptado la
ablación con alcohol en la comunidad
de la cardiología intervencionista ha
elevado la visibilidad de la MCH en
general, y paradójicamente ha hecho
aumentar el interés por la resolución de
la obstrucción del flujo de salida mediante la miectomía25,26,28,29.
En algunos casos muy poco frecuentes, los pacientes presentan una
insuficiencia cardiaca avanzada, irreversible y refractaria a la medicación,
que generalmente se asocia a una disfunción sistólica y un remodelado ventricular izquierdo adverso, a causa de
la isquemia microvascular y la cicatrización difusa (la fase terminal); estos
pacientes son candidatos a trasplante
cardiaco como única opción de tratamiento definitiva30. La supervivencia
postransplante en los pacientes con
MCH es equivalente a la existente en
otras enfermedades cardiacas, un 85%
a 1 año, un 75% a 5 años y un 61% a 10
años, en comparación con el 82%, 70%
y 49%, respectivamente, que se dan en
los pacientes trasplantados sin MCH31.
Fibrilación auricular e ictus
La fibrilación auricular (FA) es la arritmia sostenida más frecuente en la
MCH, y se da en ~ 20% de los pacientes (4 veces la frecuencia de la población general)32. En algunos pacientes,
la FA puede estar relacionada con una
insuficiencia cardiaca progresiva e ictus embólicos (aunque no con el riesgo de muerte súbita inesperada). Las
estrategias de tratamiento para la FA
en la MCH son similares a las que se
emplean en los pacientes sin MCH y
tienen una eficacia similar. Se adminis-
Maron y Braunwald tran de manera agresiva los tratamientos farmacológicos estándares para
reducir la frecuencia de los episodios
paroxísticos, mantener el ritmo sinusal,
controlar la frecuencia ventricular y
prevenir el ictus embólico mediante
anticoagulación profiláctica. Algunos
pacientes con FA refractaria son elegibles para una ablación percutánea con
radiofrecuencia, con objeto de obliterar el foco de FA, en una intervención
que, en esta opción inicial, parece ser
eficaz para restablecer el ritmo sinusal
y mejorar la sintomatología a corto plazo en > 50% de los pacientes33.
Conclusiones y perspectivas
La MCH ha salido de una era de notables errores de concepto, estigmatizaciones y pesimismo para pasar a ser
una enfermedad cardiovascular actual
en la que cada una de las vías de evolución adversa y complicaciones cuenta
con estrategias de tratamiento efectivas
y ampliamente disponibles. Estas importantes intervenciones terapéuticas
utilizables en los pacientes con MCH
permiten modificar la evolución natural de la enfermedad, incluida la prevención de la muerte súbita cardiaca
(con el empleo del CDI) y la reversión
de la insuficiencia cardiaca con un restablecimiento de la calidad de vida y
una extensión de la longevidad (con la
miectomía quirúrgica).
Es de destacar que las estrategias de
tratamiento de la MCH consolidadas
que se comentan aquí son directamente
atribuibles a unos principios y una investigación puramente clínicos, y son
independientes de los notables avances que se han realizado en la biología
molecular. Esta última ha definido las
mutaciones génicas que codifican las
proteínas sarcoméricas que causan la
MCH, con unas consecuencias clínicas
que afectan en gran parte a los exámenes de detección familiares34, pero
que hasta el momento han tenido poca
influencia en el tratamiento y en la
evaluación del pronóstico de la MCH
expresada clínicamente.
Queda mucho por hacer en esta
compleja enfermedad genética, sobre
todo en el campo de la estratificación
del riesgo. No obstante, el objetivo final de brindar a los pacientes con MCH
la oportunidad de tener una esperanza
de vida normal con una buena calidad de
vida ha pasado a ser una aspiración realista a través de las importantes aportaciones de muchos médicos clínicos e
investigadores desde los inicios de esta
enfermedad hace > 5 décadas.
Declaraciones de intereses
El Dr. Maron es consultor de GeneDx y
disfruta de subvenciones de investigación
de Medtronic. El Dr. Braunwald no declara
ningún conflicto de intereses.
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Palabras clave: genetics ■ hypertrophic
cardiomyopathy ■ implanted cardioverter defibrillators ■ sudden death ■ surgery ■ atrial fibrillation

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