Mensaje del Director General de la UNESCO con motivo del Día

Transcripción

Mensaje del Director General de la UNESCO con motivo del Día
Mensaje del Director General de la UNESCO
con motivo del Día Mundial de la Diversidad Cultural para el Diálogo y el Desarrollo
21 de mayo de 2006
El 21 de mayo de 2006, celebraremos por cuarta vez el “Día Mundial de la Diversidad
Cultural para el Diálogo y el Desarrollo”, que la Asamblea General de las Naciones Unidas
proclamó en 2002, después de aprobar la Declaración Universal de la UNESCO sobre la Diversidad
Cultural.
Este año, la efeméride del 21 de mayo debería ser para cada uno de nosotros la ocasión de
reflexionar y actuar, con miras a que el respeto de la diversidad cultural se traduzca en un diálogo
entre las culturas, para que llegue a ser un imperativo ético universal.
La diversidad y su corolario, el diálogo, están instalados actualmente en la cúspide del
temario político internacional. Tanto la primera como el segundo son fuerzas colectivas
indispensables para el desarrollo sostenible y han llegado a ser los garantes de la cohesión de este
mundo, en el que cada cultura desea preservar su identidad y dignidad.
Puesto que las culturas abarcan no sólo las artes y las letras, sino además los estilos de vida,
los sistemas axiológicos, las tradiciones y las creencias, la protección y el fomento de su rica
diversidad nos colocan ante un doble desafío: defender la capacidad creadora, mediante la
multiplicidad de formas materiales e inmateriales de las culturas, y garantizar una convivencia
armoniosa entre personas y grupos de orígenes culturales diferentes, pero que comparten un mismo
espacio.
La diversidad de las culturas lleva en sí misma los elementos necesarios para responder a este
doble reto. Al encarnar un mosaico de identidades plurales, dinámicas y variadas, esa diversidad se
convierte en principio germinador de la creación, en sus infinitas formas: cada modalidad de
creación constituye un ámbito de encuentro, abre nuevos horizontes, transforma las perspectivas y
amplía nuestro espacio de libertad y de opción, al urdir vínculos sólidos entre las regiones, las
personas y las generaciones. De ella dimana una convocatoria al diálogo y en ella se forjan nuevos
encuentros, e invenciones también nuevas.
En tanto que proceso evolutivo, la cultura transforma sin cesar el patrimonio de competencias,
conocimientos y sabiduría que el ser humano transmite, e inventa nuevas formas de expresión, en el
tiempo y el espacio, que ponen de relieve su infinita diversidad.
El compromiso permanente con la cultura que mantiene la UNESCO -única organización del
sistema de las Naciones Unidas con ese cometido- está encaminado a crear las condiciones para que
individuos y pueblos puedan convivir, en el respeto y la mutua comprensión de sus identidades.
En cumplimiento de esa función, la UNESCO participa en la forja de un contexto
internacional propicio al diálogo y respetuoso de los derechos humanos y las libertades
fundamentales, en particular de los miembros de las minorías y de los pueblos indígenas. En ese
contexto se estimulan las políticas que favorecen la integración y la participación de todos los
ciudadanos, con el fin de evitar las fracturas y los conflictos derivados de una sacralización de las
diferencias.
En consonancia con lo anterior, la Organización se ha fijado como prioridad la tarea de
propiciar un contexto mundial en el que la creatividad de las personas y los pueblos -que hunde sus
raíces en las tradiciones y, al mismo tiempo, se reinventa en cada época- resulte protegida en su rica
diversidad, pasada y presente. Dicha diversidad se manifiesta en las expresiones culturales,
patrimoniales y contemporáneas, en los sistemas epistemológicos y en todos los contenidos
culturales, transmitidos por los bienes y servicios culturales, instrumentos privilegiados de la
difusión de la creación y de los conocimientos.
En el curso de sus sesenta años de existencia, la UNESCO ha elaborado varios instrumentos
destinados al ámbito cultural, unos vinculantes y otros no, entre los que figuran siete convenciones
internacionales. En ese dispositivo, tres instrumentos representan los pilares de la preservación y la
promoción de la diversidad creadora: la Convención de 1972 sobre el patrimonio mundial natural y
cultural; la de 2003 sobre el patrimonio inmaterial, que ha entrado en vigor recientemente, el 20 de
abril de 2006, tres meses después de haber sido ratificada por 30 Estados Miembros, y la de 2005
sobre la protección y promoción de la diversidad de expresiones culturales, aprobada el 20 de
octubre de 2005 por la 33ª reunión de la Conferencia General.
Aunque tienen objetivos notablemente distintos en campos de aplicación específicos y bien
definidos, esos tres instrumentos se orientan a la instauración de una relación estrecha entre las
políticas y las medidas adoptadas por los Estados, en cooperación con la sociedad civil y las
organizaciones internacionales, propiciándose así el debate sobre la diversidad cultural en el ámbito
local, nacional e internacional, con miras a beneficiar más específicamente a los países en
desarrollo.
Para abordar una nueva etapa y permitirnos estar a la altura de las extraordinarias exigencias
que entrañan las técnicas y modalidades de convivencia en la era de la mundialización, debemos
reexaminar a fondo las condiciones que hacen posible que la diversidad cultural ponga de
manifiesto su capacidad de crear múltiples modalidades de diálogo. Ese es el mensaje que nos
transmite el Día Mundial que celebramos este 21 de mayo de 2006.
Koichiro Matsuura