60 días desPués - Bikram Yoga México
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60 días desPués - Bikram Yoga México
Posición del triángulo. La experiencia latinstock Bikram Se habla de este nuevo tipo de yoga en gimnasios, en restaurantes, en las oficinas, en la calle, por aquí y por allá. Que si sudar a lo largo de hora y media te tornea la figura, te adelgaza, te enseña a escuchar tu cuerpo, te sensibiliza, te hace feliz, te cambia la vida… Women’s Health no quiso dejarse llevar por lo que se rumora, así que LANNY GAMBOA, nuestra redactora, aceptó el reto de tomar 60 clases seguidas de Bikram Yoga y ser testigo fiel de los cambios que pudiera haber en su cuerpo, mente y espíritu. Marzo 2011 / w o m e n ’ s h e a lt h 73 Cuando me propusieron hacer el reto Bikram, lo primero que pensé fue: “Justo es el deporte que menos se asemeja a mi perfil y quizás el más pasivo de todos”. Mientras Alexis Uribe –encargado de relaciones públicas de Bikram Yoga México– seguía describiéndome la disciplina, una voz en mi cabeza decía: Sudar a cántaros me suena exageradísimo y más porque nunca he sido de las que transpiran mucho. Y eso de que me cambiará la vida y canalizará mi energía para mejorar y maximizar mi desempeño y bienestar personal, profesional y laboral, pffff, no lo creas, es como un perfecto ideal imposible. Convencida de mis vagos pensamientos, llegué a la conclusión de que era absurdo pensar que el Bikram me ayudaría a controlar mi hiperactividad, impaciencia, ansiedad y estrés por una razón: ¡simplemente no me imaginaba durante 60 días de mi vida en un mismo lugar repitiendo exactamente las mismas posiciones durante una hora y media! A pesar de todas las desventajas que enlisté al principio, acepté la hazaña como parte de mi trabajo en Women’s Health y como fiel amante que soy del deporte –aunque no sabía si a eso podría llamarle deporte–. Por supuesto, no dejaría de lado mis demás actividades, así que dividí mi tiempo en tres: en las mañanas (7:30 a.m.) iría a clase de Bikram, luego trabajaría y, en las noches, acudiría al gimnasio a hacer mi rutina de ejercicios acostumbrados. No tendría por qué no hacerlo. 74 w o m e n ’ s h e a lt h / Marzo 2011 Me encuentro dentro de un salón pequeño en absoluto silencio, rodeada de espejos, descalza, vestida con un minishort de lycra y un top deportivo; junto a mí hay 20 personas más con lindos atuendos estilo playeros. Estoy parada sobre mi tapete de yoga cubierto con una toalla, casi pegada a mi compañero, y a lado tengo una botella de agua bien fría –que es forzoso llevar–. La temperatura está a 42 °C; se siente y se respira el aire caliente y sofocante desde que pones el primer pie en el estudio; aunque no es agradable la primera sensación, me provoca curiosidad y espero atenta el comienzo de mi primera clase que incluye una larga e intensa rutina de 26 posturas de Hatha Yoga durante 90 minutos continuos. reparo un momento y me pregunto si esto era el yoga que todos conocemos. Empiezo a agotarme, el sudor que brota de mi cara, brazos, pecho, piernas… cada rincón de mi cuerpo, lo refleja. Pero también mis músculos se sienten más ligeros y flexibles. Tengo que aceptarlo, por lo pronto el Bikram Yoga está ayudando a mi elasticidad y eso me hace sentir feliz; además de que transpirar como lo estoy haciendo es inusual y también se siente bien. A pesar de los contados instantes de bienestar, trato con toda destreza de ejecutar la posición, mantener el equilibrio, resistir el dolor, el calor y seguir adelante. Pero la desilusión es más grande, pues no logro igualar el ritmo de los demás, y la temperatura y el encierro son tan abrasadores que asfixian mi respiración, perturban totalmente mi entrenamiento y empiezan a sacarme de quicio. El maestro en turno entra al salón, sube a su pequeña plataforma y nos da la bienvenida. Ahora recuerdo perfecto su nombre, Germán. Se dirige a mí para decirme que mi reto del día sería mantenerme en el salón sin salir antes de que termine la clase. En ese momento mi incrédula cabecita pensó: El yoga es fácil y estoy acostumbrada a hacer ejercicio, claro que no me saldré. Después de la interminable y exhaustiva rutina respiro y exhalo más de 10 veces por la boca. Al finalizar, el profesor envuelto en su toalla se despide con una amable felicitación y un formal namaste. Inmediatamente nos acostamos boca arriba sobre el tapete, con los brazos semiextendidos. Por fin puedo cerrar los ojos (una de las reglas es no cerrar los ojos durante la clase), estoy sin aliento y superagotada, sin las fuerzas necesarias siquiera para levantarme y huir como en un principio quería. Mis primeras sensaciones: un cuerpo liberado y muy relajado, tanto que podría dormirme. Concentrada, empiezo a imitar a mis compañeros, quería igualarles el ritmo rápido y constante con el que ejecutaban cada movimiento, y al mismo tiempo trato de escuchar el diálogo unísono, preciso y descriptivo del instructor, pero no entiendo nada. No me importa y sigo mal copiando la rutina. Germán detiene su guía y me dice muy fuerte: “Bloquea tu rodilla, como un poste de luz inquebrantable, piensa que no tienes rodilla”. Yo no tengo idea de qué significaba “bloquear la rodilla”, así que al ver mi cara de sorprendida, me pone el ejemplo con su propia rodilla y la lleva hacia atrás, totalmente recta (ellos generalmente sólo explican los movimientos sin realizarlos), y aun así me quedo con la duda. Los minutos pasan lentos, el calor se vuelve insoportable y yo me desespero. Mi espacio es limitado al recuadro marcado por el tapete, escucho el diálogo pero no logro copiar la serie, veo a todos concentrados sin siquiera tambalear, disfrutando de la hazaña, y eso me incomoda mucho. “Mira atrás, llega atrás, cae atrás, ve más atrás”, repite el maestro. Aunque apenas puedo respirar, ya tengo la cabeza y la espalda arqueadas hacia atrás con los brazos totalmente extendidos (segunda parte de la posición Media Luna con manos a los pies). Siento alivio y hasta alegría cuando casi logro hacer el movimiento, pero el sentimiento dura poco, porque la siguiente postura resulta ser lo triple de compleja. Posición rara o Utkatasana. Me coloco frente al espejo, separo las piernas, elevo las manos al frente, flexiono las rodillas y, al mismo tiempo, subo los talones. Esto involucraba resistencia y fuerza en mis piernas. Pero si yo la tengo, pensaba, ¿por qué me cuesta tanto? Entonces Primera parte de la posición de la Media Tortuga. latinstock c Primera clase 7 días después latinstock Frente a la rodilla con estiramiento. En el transcurso de la primera semana me di cuenta de que habían muchas habilidades físicas y mentales no activadas en mi cuerpo, como el manejo del punto de equilibrio, la concentración, la respiración profunda, la paciencia, la fortaleza, la resistencia del cuerpo, el dominio del dolor y la relajación absoluta para disfrutar de la calma y la estabilidad de mi día a día. A partir de esto decidí que ahora mi verdadero reto consistiría en trabajar en todas ellas y gozar del baño de sudor. La rutina y el diálogo siempre son los mismos, lo que cambia son los profesores y la disposición y frecuencia con que realices tu práctica. Una de las primeras posturas y diálogos de la rutina es éste que aún me resulta muy divertido: “Dóblate como un sándwich de jamón japonés y pon tu frente en la rodilla, pega la frente en la rodilla, la frente tiene que tocar la rodilla”. Al principio me preguntaba ¿qué es un sándwich de jamón japonés?. Recientemente descubrí que sólo es una manera de calificar la última parte de la postura llamada Media Luna con manos a los pies (Ardha-Chandrasana con Pada Hastasana). Se trata de una posición de pie, con los brazos extendidos hacia arriba, giro a un lado y me estiro ampliamente, luego cambio de lado y después llevo la cabeza hacia atrás y me estiro. Por último, inclino el torso y brazos hacia el frente y coloco la frente en las rodillas para obtener el máximo beneficio. Ésa es la posición de sándwich de jamón japonés. Lo más importante en este ejercicio es tener bien alineada la cadera y llevar la frente a la rodilla. “Siente una profunda sensación de estiramiento”, insiste la maestra. El secreto es estirar, estirar y estirar. Lo mismo ocurre en el penúltimo movimiento llamado Frente a la rodilla con estiramiento (Janushirasana con Paschimotthanasana): sentada frente al espejo con los pies separados a 90°, estiro bien los brazos y el torso hacia ambas piernas. Luego, realizo una rápida abdominal y junto las piernas para estirar y extender los brazos hacia delante hasta sujetar los dedos gordos de los pies al tiempo que levanto los talones del piso sin flexionar las rodillas. Deliciosa sensación en la espina dorsal y detrás de las piernas. Parece que se liberan de ligas que las tensan. Entre la serie de estiramiento y el comienzo de las posturas del Hatha Yoga se hace una exquisita transición llamada Savasana (la postura del cuerpo muerto): acostada boca arriba sobre el mat en contra del espejo con los ojos abiertos y todos los músculos relajados. Hacer un breve descanso en medio de la faena se convierte en una gran sensación de bienestar. Ésta es la posición de máxima recuperación para revitalizarte. Mientras avanza la clase, es increíble sentir cómo se calienta y estira con fluidez el cuerpo, y más aún, finalizar con una doble carga de energía y con mucho ánimo positivo para empezar el día. Existe otra postura llamada Posición de la Media Tortuga (Ardha-Kurmasana), que equivale dormir casi ocho horas al día, la cual me llamó mucho la atención, pues soy de las que sufre de insomnio y cuando tengo una buena noche duermo entre seis y siete horas. Te colocas en cuclillas y dejas las rodillas flexionadas sobre el piso, inclinas tu cuerpo hacia el frente con los brazos estirados y pegas las rodillas al pecho con la cabeza mirando el suelo; la idea es no despegar los glúteos de la punta de los talones. El poder que esta posición genera en tu organismo provoca que en las noches caigas casi al momento de tocar la almohada. Yo lo experimenté y lo mejor es que la posición se puede hacer en casa, aunque no estés bajo temperaturas exageradas –sólo hay que cuidar de estar bien calientes para no lastimarse. Marzo 2011 / w o m e n ’ s h e a lt h 75 Mientras avanza la clase, es increíble sentir cómo se calienta y estira con fluidez el cuerpo, y más aún, finalizar con una doble carga de energía y con mucho ánimo positivo. 30 días después latinstock Posición en arco, de pie. 15 días después Solía acostarme a la una de la mañana, con dificultad para dormir y aún más para despertar, pero esto cambió después de 12 a 15 días de hacer Bikram Yoga. Sigo yendo a la cama a la una, pero me quedo dormida enseguida y me despierto descansada a las seis de la mañana, sin pelear con el despertador, para llegar a las siete al estudio, preparar mi lugar y esperar a las 7:30 en punto para empezar mi clase. Conforme pasan los días las posiciones se van grabando como tatuajes en mi memoria. Ver la fortaleza, alineación y el control del equilibrio de las personas de edad mayor me motiva aún más. Imagínense: logran detenerse sobre una sola planta del pie con las piernas enroscadas, los brazos cruzados y las manos alineadas en namaste (posición del águila o Garurasana). O bien, sostenerse sobre una pierna con la otra elevada hacia el techo, simulando la figura de una paloma (posición en arco, de pie o Dandayamana-Dhanurasana). 76 w o m e n ’ s h e a lt h / Marzo 2011 Mirar el espejo y fijar un punto en él es la clave para mantener el balance en una de las posturas más osadas y contendientes de la Copa Nacional de Yoga: DandayamanaJanushirasana. “Se necesita mucha concentración, autocontrol y determinación”, afirma el instructor. Limpio mis manos, me paro frente al espejo, coloco los pies juntos y bloqueo las rodillas. Enseguida elevo una pierna hacia el espejo, sosteniendo la planta de mi pie con ambas manos. La pierna debe permanecer estirada. Inclino el torso hacia delante, alineo mi espalda y bajo los codos hasta que quedan por debajo mi rodilla. Inhalo profundo, agacho la cabeza y mi frente ¡toca la rodilla! Me mantengo así, concentrada y en equilibrio, autocontrolada totalmente. Antes ni siquiera levantaba recta la pierna. Ahora, hasta pongo la frente en la rodilla, ¡no lo puedo creer! Quince días bastaron para superar la prueba física. ¡Mi cuerpo ahora es un delicioso chicle! “Se necesita de valor y fuerza para lograr hacer el reto”, escribió en un comunicado Ulises Calatayud (director general de Bikram Yoga México). Después de 30 días comprendí a qué se refería. Me siento feliz de mantenerme en el reto, sobre todo porque he experimentado mayor flexibilidad y una mejor alineación en mis músculos. Además, ahora me olvido del mundo y los problemas con mayor facilidad, les doy la merecida atención y los dejo fluir; logro concentrarme y juego con mi propio balance, mas no con mis rodillas, porque el diálogo del Bikram Yoga insiste en que: “Puedes jugar con los dioses pero jamás con tus rodillas”. La alineación y protección de las rodillas es una de las bases más importantes para perfeccionar tu práctica. Por otro lado, he de admitir que el dolor sigue a flor de piel y más en la posición de Camello (Ustrasana); me cuesta trabajo aguantarla más de cinco segundos. Sin embargo, con la guía constante he aprendido que el secreto está en la respiración. La idea en este ejercicio es sentarte en posición estilo japonés (hincada con las rodillas sobre el piso y separadas unos 15 cm) e inclinar la cabeza y la espalda hacia atrás hasta ver el borde de tu tapete. Finalmente, decido arriesgarme y me inclino más de lo que había intentado antes. Coloco las manos entre mis caderas y el inicio de mis glúteos, respiro profundamente y comienzo la curvatura hacia atrás. Repito la inhalación, levanto mis caderas hacia el techo y me inclino aún más, bajo mis manos a los talones y, de pronto, sin darme cuenta, ya estoy mirando el final de mi tapete con la espalda totalmente en curva. El dolor que antes sentía y me impedía hacer esta posición, no lo siento más. Descubro entonces el poder de la respiración. Por medio de la correcta inhalación y exhalación mejoras la amplitud de tus movimientos, adquieres mayor resistencia, te relajas, piensas mejor y dominas el dolor a tu favor. Ahora me atrevo a expresar que este dolor es igual al placer absoluto de la propia combustión de mi cuerpo. Torsión de la espina dorsal. 60 días después Lo impensable ocurrió… Llevo dos meses de entrenamiento y ahora mi cuerpo pide más. Sigo yendo al gym por las noches y siento cómo el efecto integral del trabajo de Bikram complementa mi rutina cardiovascular: tengo mayor amplitud en mis movimientos, más coordinación y más resistencia. He de confesar que mi gusto por el Bikram ha traspasado fronteras, tantas que hasta participé en el Demo de la Copa Nacional de Yoga 2010, en diciembre pasado. Sería egoísta de mi parte no compartir esta experiencia de infinita vitalidad, alegría, tranquilidad y fortaleza. Cada día que pasa siento las mismas ganas, o más, de estar en el estudio, parada sobre mi tapete, aunque cuando ya estoy ahí mirando nuevamente el espejo me pregunto ¿qué hago metida otra vez en este calor infernal? “Consciente o inconscientemente sabes que cada día que practicas estás más llena de vida, salud, paz, armonía, sabiduría, poder, claridad. Es por eso que regresas una y otra vez”, afirma Ulises. Sí, para mí es como un rico pastel de chocolate: un manjar superadictivo y placentero que te alegra al instante, y al instante te llena de energía y una vez que lo pruebas ya no lo puedes dejar. Cuando falto –que es por alguna cuestión extremadamente apremiante– siento que esta energía de alto voltaje sigue girando dentro mí. Ahora entiendo por qué se le conoce como yoga en movimiento, porque es una transformación exponencial y profunda que te acompaña a todos lados, a todas horas y en todo momento como si fuera parte de tu persona. Hoy no puedo dejar de hablar de Bikram Yoga o relacionarlo con todo lo que me da –aunque creo que ya tengo cansados a mis compañeros de trabajo–, pero es que simplemente “parece algo mágico”, dice Ulises. Y yo diría: “Es algo realmente extraordinario”. Es una disciplina creada por Bikram Choudhury (yogui hindú), basada en una serie de 26 posturas (ásanas) y dos ejercicios de respiración (pranayamas) del Hatha Yoga de Patanjali, realizada durante 90 minutos seguidos dentro de un salón a una temperatura de 42 °C. ¿Qué partes del cuerpo ejercitas? > La serie de movimientos está diseñada para calentar y estirar los músculos, las articulaciones, los ligamentos y los tendones en el orden en el que deben ser entrenados para lograr los mejores beneficios. > El calor favorece la flexibilidad de las fibras y el tejido conector, permitiendo mayor rango de movimiento. > Gracias al estiramiento constante ejercitas completamente el sistema cardiovascular, lo que ayuda en la quema de grasa corporal. ¿ Cuáles son sus beneficios? > La ejecución de las ásanas maximizan la circulación sanguínea fresca y oxigenada hacia todos los órganos, glándulas, células y huesos del cuerpo para restaurar el funcionamiento del sistema inmunológico. > El sudor generado por la alta temperatura elimina las toxinas a través de la piel. > Mejora el manejo de ciertas habilidades como: equilibrio, concentración, paciencia, determinación y el autocontrol. > Promueve el fortalecimiento de todos los sistemas del cuerpo que ayudan a prevenir enfermedades, lesiones y limitar los efectos del envejecimiento. > Equivale a correr 10 km, tomar una clase de aeróbics, recibir un masaje y un facial, ir al quiropráctico y a terapia, meditar y entrar a un temascal. ¿Cada cuánto debemos practicarlo? >Por lo menos tres veces a la semana. Lo ideal es todos los días para que progresivamente perfecciones el desempeño de la rutina. Marzo 2011 / w o m e n ’ s h e a lt h 77 latinstock photostock MEJORA TU EQUILIBRIO ¿Qué es Bikram Yoga?